sociología y política
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traducción de J O S E F I N A AN AYA
UNIVERSALISMO EUROPEO de l poder El discurso del por IMMANUEL
WALLERSTEIN
siglo veintiuno editores MÉXICO ARGENTINA
ESPAÑA
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siglo
ditores, s . a . d e c.v.
CERRODELAGUA24S.ROMERODETERREROS.04310.MEXICO.O.F.
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E S P A ÑA
HM681 W3518 Waüerstehl, Waüerstehl, lin mannel 2007 Uiúveniatisnw europeo: et discuta del peder /
por ImrnanuH Walierstein ; traducción de Josefina Aiiaya. — México : Siglo Siglo XXI , 2007. 123 p. — {Sociología v política) Traducción de: ÉtBigpm n n i v m u l i s m : ¡he rlieluúc of pnwer
ISBN-10 968-23-26974 ISBN-13 97S-968-23-2G97-4 1. Valores sociales — Aspenos Políticos. 2. Universalismo. 3. Euro cenuismo. 4. Civilización
Occidental. L Anava, Anava, J osefina, tr. IT. 1.111. Ser.
primcra edition en cspaiio), 2007 © siglo vxi cditores. s.a. dc c.v. isbn-10: 968-23-2697-4 isbn-l3: 978-968-23-26974 primcra eriicion en ingles, 2006 © the- new press, nueva york iltulo ori|jinal: earopfim universaliim. t he rhetoric, ojpoioer
derechos reservados conforme a la ley impreso v hecho en méxico / primed and made in mexico
Para Anouar
Alxiel-M alek
que se ha pasado la vida tratando de promover un univ ersalism ersalism o m ás universal
AGRADECIMIENTOS /
E n n o v i e m b r e d e 2004 re cib í una. invita ción de St. john's College, de la Universidad de Cofumbia Bri tánica, para ser ser su pr im er Pon ent e D i s t i n g u i d o e n Perspectiva del M u n d o . M e p i d i e r o n que diera una serie de tres conferencias. Este texto es la versión revisada de dichas dichas conferenc ias, más un cua rto ca pítulo en el que saco las conclusiones generales d e Estoy sumam ente agradecido c on m i arg um ent o. Estoy el director de St. J o h n ' s , e l p r o f e s o r T i m o t h y B r o o k , p o r h a b e r m e invitado a hablar en la es cuela, así como por las reacciones sensibles sensibles y útiles de los asistentes a las las confer encias .
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INTRODUCCIÓN L A POLÍTICA DEL UNIVERSALISMO H OY
L o s encabezados de los periódicos en todo el m u n d o están plagados de términos familiares: aíQaeda, I r a q , Kosovo, Ruand a, gula g, globalización y terrorismo, que evocan imágenes instantáneas en los lectores; a estas imágenes Ies han dado forma p a r a nosotros nuestros líderes políticos y los co mentadores de la escena m u n d i a l . Para muchos el m u n d o de hoy es una lucha entre las fuerzas del bien y las fuerzas del mal. Y todos deseamos estar e n el lado del bien. Aunque no estemos d e acuerdo con la conveniencia de ciertas políticas jjara combaür el mal, tendemos a aceptar sin du d a r l o que es nuestro deber combaür el mal, y con frecuencia n o tenemos muchas duelas respecto a quién o qué encarna eí mal.
E l discurso de los líderes del mundo p a n euro¬ peo —en especial, aunque no solamente, Estados U n i d o s y la Gran Bretaña— y de los principales medios y de los intelectuales del establvihment está l l e n o de llamados al universalismo como justifica ción fundamental de sus políticas. Y sobre t o d o cuando hablan de sus políticas que se relacionan c o n los "otros": los países del mundo no europeo, las poblaciones de las n a c i o n e s más pobres y "menos desarrolladas''. El tono suele ser de supe r i o r i d a d , m t i m i d a t o r i o y arrogante, pero las políti cas se presentan siempre como si reflejaran valores y verdades universales. [11]
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INTRODUCCIÓN
Existen tres principales modalidades de este lla ma do al universalismo . La pr im er a es el argu mento de que las políticas que practican los líderes d e l m u n d o p a n e u r o p e o s o n e n defensa de los "de rechos humanos" y para impulsar algo a lo que se da el nombre de "democracia". La segunda forma parte de la jerga del choque de civilizaciones, d o n d e se asume siempre que la civilización "occi d e n t a l " es superior a " o n a s " civilizaciones civilizaciones porqu e es la única que ha logrado basarse e n esos valores y verdades universales. Yla tercera es la defensa d e las verdades científicas del mercado, el concepto de que "no hay más alterna tiva" para los los go biern os qtie aceptar las la s leyes de la economía neoliberal v actuar con base en ellas. leer cualquier declaración de Gcorge W. Bush o de Tony Blair de los últimos años (y por cierto de cualquiera de sus p r e d e c e s o r e s ) , o d e c u a l q u i e r a de sus múltiples acólitos, para encon t r a r la constante reitera ción de estos tres elemen tos. Sin embargo, no se trata de temas nuevos. Como trataré de demostrar en este l i b r o , s o n temas mu y antiguos , que han c ons titu ido el dis curso básico de los poderosos a lo largo de la his em a - m u n d o , c u a n d o m e n o s t o r i a d e l m o d e r n o s i s t em desde el siglo XVI. Este discurso tiene su historia. Y l a oposición a este discurs o tam bié n tiene tiene su his to ria. En última instancia, el debate siempre ha gi r a d o en to rn o al significado de universalismo. Tra taré de mo str ar que el univ ersa lism o de los poderosos ha sido parcial y distorsionado, uno al que llamo aquí "universahsmo europeo" porque ha sido propuesto por líderes e intelectuales paneuropeos en su prosecución de los intereses de las capas d o m i n a n t e s d e l m o d e r n o s i s t em em a - m u n do do . Basta
LA
POLÍTICA DEL UNIVERSALISMO H O Y
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Examinaré, además, cómo podríamos avanzar hacia un ge nu ino univers alism o, al que he da do el no mb re de "universahsmo universal*. L a lucha entre el universalismo europeo y el universalismo univers al es la lucha ideo lógic a cen tral d e l m u n d o c o n t e m p o r á n e o , y s u desenlace será un factor de primer orden en la determina ción de la forma en que se estructure el f u t u r o sis t e m a - m u n d o en el que estaremos e n t r a n d o d e n t r o de veinticinco a cincuenta años. Es inevitable t o m a r p a r t i d o . Yno podemos retirarnos a una pos t u r a supe (-particularista en la que invoquemos la misma validez de cada idea particular ista que se p r o p o n g a en el planeta. Porque el supeqiarticularism rismoo n o es es má s qu e u na rend ici ón o cu lt a a las las fuerzas del universalismo europeo y de los pode rosos del presente, q ue están Hala ndo de mante ner su sistema-mundo antiigualitario y a n t i d e m o crático. Si hemos de construir una alternativa real para el sistem a-mun do existente debemo s enco n trar el camino para enunc iar e institucio nalizar el universalismo u n i v e r s a l — u n univer salis mo que es posible alcanzar pero que no adquirirá realidad au tomática ni inevitablemente. L o s c o n c e p t o s d e d e r e c h o s hum ano s y de de mocr acia, la su per ior ida d de la civilizac civilización ión occi d e n t a l po r es es ta i fu nd ad a en valores y verdades u n i versales y la irremediable sumisión al "mercado" se nos presentan todos como ideas inconnovei tibies. Pero no lo son en absoluto. Son ideas complicadas que necesitan ser analizadas cuidadosamente y des pojadas de sus sus par ám etr os pe rnic ios os y no esen ciales, para poder ser evaluadas con sensatez y puestas al servicio de todos y no de unos cuantos. C o m p r e n d e r c ó m o e s q u e estas ideas se expresa-
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INTRODUCCIÓN
r o n o r i g i n a l m e i i Le-, por quién y con qué objeto, es u n a parte indispensable en esta tarea de evalua ción, tarea a la que este l i b r o p r e t e n d e c o n t r i b u i r .
1. ¿INJERENCIA EX LOS DER ECH OS
DE QUIÉN? VALORES UNIVERSALES VS. VS . B A R B A R I E
1.a historia del sistema-mundo moderno ha sido en g r a n me di da un a his tor ia de la expan sión de los estados y los pueblos europeos hacia el resto del m u n d o , y ésta es una parte esencial de la construc ción de una economía-mundo capitalista. En la mayoría de las regiones de! mundo esta expansión ha conllevado conquistas militares, explotación económica e injusticias en masa. Quienes han con d u c i d o y sacado el mayor provecho de esta expan sión la han presentado, a sus propios ojos y ¡os ojos d e l m u n d o , c o m o j u s t i f i c a b l e e n v i r t u d del bien m a y o r que ha representado para la población m u n d i a l . E l a r g u m e n t o suele ser que la expansión h a d i f u n d i d o algo a lo que se da diversos nombres: civilización, crecimiento económico y desarrollo, y progreso. Y todos estos términos han sido inter pretados como expresiones de valores universales, incrustados en un supuesto derecho n a t u r a l . E n consecuencia, ha llegado a afirmarse que dicha ex pansión no es meramente benéfica para la huma n i d a d sino también histó ricamente inevitable. El lenguaje que se utiliza para describir esta actividad a veces ha sido teológico y otras derivado de una vi sión filosófica y secular d e l m u n d o . N a t u r a l m e n t e , la realidad social de lo o c u r r i d o es m e n o s gloriosa que la imagen que nos ofrecen las las justif icacio nes intelectuales. La des con exió n
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e n t r e l a realidad y las ju s l i f i cationes l a h a n e x p e r i m e n t a d o a g u d a m e n t e , y expresado e n muchas for mas, los que ha n pagado e l p r e c i o m á s alto en su vida personal y colectiva. Pero l a d e s c o n e x i ó n tam bién h a sido observada por varios intelectuales cuyo origen social son las capas dominantes. Así, pues, l a historia d e l s i s t e m a - m u n d o m o d e r n o t a m b i é n h a implicado u n debate intelectual co ntin uo e n t o r n o a la moralidad del siste sistema ma m ismo. U no d e los lo s p r i m e r os y más interesantes d e estos debates tuvo l u g a r hace m u c h o , e n e l c o n t e x t o de la conquista espa ñola d e gran parte d e A m é r i c a en el siglo x v i . E n 1492, Cristóbal Colón, luego d e u n p r o l o n gado y arduo viaje a través d e l o c é a n o A t l á n t i c o con dirección a C h i n a , se topó c o n varias islas d e l C a r i b e . N o e n c o n t r ó l a C h i n a , p e r o sí algo inespe r a d o q u e h o y llamamos América. Otros españoles p r o n t o l e s i g u i e r o n l o s pasos. A l cabo d e u n o s cuantos lustros lo s conquistadores españoles ya h a b í a n d e s t r u i d o las estructuras políticas de dos de los más grandes imperios d e A m é r i c a : e l azteca y e l inca. Inmedia tame nte, una variada banda d e segui d o r e s r e c l a m a r o n l a t i e r r a y p r e t e n d i e r o n utilizar l a m a n o d e o b r a de las poblaciones e n estos i m p e rios y e n otro s sitios sitios d e América, para por l a fuerza y d e s p i a d a d a m e n t e sacar p r o v e c h o d e estas tierras q u e se a p r o p i a r o n . M e d i o s i g l o d e s p u é s , u n a g r a n p a r t e de la población indígena había sido des las armas o por la e n f e r m e d a d . E n q u é t r u i d a p or las p r o p o r c i ó n es u n a s u n t o e n d i s p u t a , t a n t o e n e l siglo siglo xvi com o en los años posteriores a 1945. Pero l a m a v o r í a de los e s t u d i o s o s c o n c u e r d a n h o y e n que fue una parte extrema damente g rande. * * Bartolomé de Las Casas escribió l a Brevísim Brevísim a relaárni de tu en 1552, un relató devastador
destrucción de 't¿ Indita (1994)
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B a r t o l o m é de Las Casas f u e u n a figura c a n ó n i c a de aquella época. Nacido en 1484, vino a A m é r i c a e n 1502 y fue el p r i m e r sacerdote o r d e n a d o a q u í , e n 1510. A i p r i n c i p i o apoyó y t o m ó p a r t e en e l sissisl e m a d e e n c o m i e n d a , q u e c o m p r e n d í a e l "reparti m i e n t o " de los a m e r i n d i o s c o m o m a n o d e o b r a forzosa para l os e s p a ñ o l e s q u e a d m i n i s t r a b a n p r o piedades agrícolas, pastorales o m i n e r a s . Pero e n 1514 sufrió una "conversión" espiritual y r e n u n c i ó a su participación en el sistema d e e n c o m i e n d a , r e t o r n a n d o a España para dedicarse a d e n u n c i a r las la s mjusticias fraguadas p o r e l sistema. L a s Casas i n t e n t ó i n f l u i r en las políticas tanto d e lo s e s p a ñ o l e s c o m o de la i g le le s ia ia p a r t i c i p a n d o en muchas comisiones y r e d a c t a n d o m e m o s y es c r i b i e n d o libros. Se m o v i ó en los altos círculos v f u e r e c i b i d o e incluso favorecido e n ocasiones p o r e l e m p e r a d o r C a r l o s V (Carlos I de E s p a ñ a ) . H u b o algunos logros iniciales para la causa q u e a b r a z ó . E n 1537 el papa Paulo I I I emitió una bula , Sublimis Deus, e n l a q u e o r d e n a b a que los a m e r i n d i o s n o evangelizados ex f u e r a n esclavizados y qu e fue ran evangelizados clusivamente por medio s pacíficos. En 1543 Carlos V decretó unas I.eyes Nuevas, q u e p o n í a n e n ejecu ción muchas de las propuestas de Las Casas para A m é r i c a , i n c l u y e n d o l a t e r m i n a c i ó n d e nuevas concesiones d e e n c o m i e n d a s . S i n e m b a r g o , t a n t o la bula papal como e l decreto real se t o p a r o n c o n considerable resistencia de los e n c o m e n d e r o s y d e
que alborotó a la opinión opinión pública de España e i i aquella época. Después de 19-15, la discusión sobre la aguda disminución de la población es muy extensa. L n a obra importante, que desenca denó gran parte de la discusión reciente, es la de Sherbunie F. CookyWoorirowBorah |I97I).
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sus sus com pinc hes y par tida rios en España y en la iglesia. Finalmente, tanto la bula papal como las Leyes Nuevas f u e r o n suspendidas. E n 1543 se le ofreció a Las Casas el obispado de Cuzco, que rechazó, pero sí aceptó el obispado menor de Chiapas en Guatemala (que hoy forma parte d el sur sur de Mé xic o) . Ya obispo , insist insistió ió en un a estricta aplicación de las Leyes N u e v a s o r d e n a n d o que los confesores exigie ran de los encom ender os la peniten cia de restitución de los amerin dios , in cluyendo su liberación de las obligaciones de la en c o m i e n d a . Esta interpretación ampliaba un tanto e l decreto de Carlos V, cuya f i n a l i d a d no era ser aplic ado a las las enco mien das concedid as co n ante r i o r i d a d , y en 154fi Las Casas abandonó el obis p a d o de Chiapas y volvió a España. L as Casas ya enfrentaba la tenta tiva sistemática de stis oponentes de refutar teoló gica e intelectualmente sus argumentos. Una fi g u r a clave en este esfuerzo fue J u a n Ginés de Sepúlveda, la publicación de cuyo p r i m e r l i b r o , Demócrates primero, escrito en 1531, fue denegada. P e r o Sepú lved a fu e persi stent e. Y en 1550 Carlo s V convocó a una comisión jurídica especial del Consejo de Indias a que se reuniera en Valíadolid y lo instruyera sobre los méritos de la controversia Sepúlveda-Las Casas. La ju nt a escu chó a los dos hombres sucesivamente, pero al parecer n u n c a d i o u n veredicto definitivo. Cua ndo Carlos V fue suce d i d o en el trono por su h i j o Felipe unos años des p u é s , la visión de Las Casas p e r d i ó t o d o i n t e r é s d e n t r o de la corte. Para entonces
Todo lo que tenemos hoy son los documentos que los dos contrincantes prepar aron para este d e bate. En vista de que claramente plantean una
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cuestión central que todavía preocupa hoy al m u n d o —quién tiene derecho de injerencia, y cuándo y cómo—, vale la pena revisar sus argu mentos minuciosamente. Sepúlveda escribió un segundo l i b r o específi c a m e n t e p a r a este d e b a t e , Demócrates segundo ( [ ¿ 1 5 4 5 ? ] 1 9 8 4 ) . Se subtitula De las justas causas de la guerra contra los indios. En él f o r m u l a c u a t r o d i f e r e n t e s a r g u m e n t o s e n defensa de las políticas d e l g o b i e r n o e s p a ñ o l , t a l c o m o las i n t e r p r e t a r o n y a p l i c a r o n l o s e n c o m e n d e r o s . A d u j o c o m o evi dencia una larga serie de referencias a las a u t o r i dades i n t e l e c t u a l e s establecidas de la época, en especial Aristóteles, san Agustín y santo Tomás de Aquino. E l p r i m e r argumento de Sepúlveda era que los a m e r i n d i o s son ''bárbaros, simples, iletrados y sin educación, bestías totalmente incapaces de apren der nada que no sean habilidades mecánicas, lle nos de vicios, crueles y de tal calaña que es aconse jable que sean gobernados por otros". El segundo, que "los "los indio s deben aceptar el yug o español, aun que no lo deseen, co mo en mi end a y castigo castigo p or sus crímenes en contra del derecho d i v i n o y natu r a l que los manc illa, especialmente la idolatría y la h o r r e n d a costumbre del sacrificio humano". E l tercero, que los españoles están obligados p o r le y d i v i n a y n a t u r a l a "prevenir el daño y las g l andes calamidades con que [los i n d i o s ] han cu b i e r t o —y que los que todavía no han sido someti dos al d o m i n i o e s p a ño ño l s i g u e n c u b r i e n d o — a u n sinnúmero de inocentes que cada año se sacrifican a sus ídolos". Y el cuarto era que el d o m i n i o espa ñol fac ilita la evangelización cris tiana al p e r m i t i r a lo s sacerdotes predicar "sin p e l i g r o , v sin que los
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m a t e n los gobernantes y los sacerdotes paganos, ta l c o m o h a o c u r r i d o tres o cuatro veces".* Como vemos, éstos son los cuatro argumentos básicos que se Han utilizado para justificar todas las " i n t e r v e n c i o n e s " subsecuentes de los "civilizados" d e l m u n d o m o d e r n o e n zonas "no civilizadas"—la barbarie de los otros, poner fin a prácticas que vio l a n los valores universales, la defensa de los inocen tes mezclados con los crueles y posibilitar l a d i f u sión de los valores universales. Pero por supuesto estas intervenciones sólo pueden instrumentarse si a l g u i e n posee el poder político/militar para ha cerlo. Esto fue lo que ocurrió con ¡a conquista es pañola de grandes porciones de América en el siglo XVI. Por sólidos que fuesen estos a r g u m e n t o s como incentivos morales para los que efectuaron l a conquista, es claro que se v i e r o n reforzados en g r a n medida por los beneficios materiales inme diatos que las conquistas b r i n d a r o n a los conquis tadores. Ergo, para cualquiera que estuviera u b i cado dentro de la comunidad conquistadora y deseara r e f u t a r estos argumentos era una tarea cuesta arriba. La persona tendría que ar gum enta r
* Estas citas están lomadas del resumen que hace Las Casas ([1552] 2000: 6-8) 6-8) de los argumentos de Sepúlveda. El resumen
es del d el todo fidedigno, como se pue puede de comprob ar consultando a Sepúlveda (L¿1545?1 1984). El índice compilado por Angel Losada para esta edición de Sepúlveda contiene la siguiente en trada: "Guerra contra los indios -Justificaciones: 1) esclavi esclavitud tud idolatría y los sacrificios humanos, natural, 19-30; 2) erradicarla idolatría 39-61; 3) libertar a inocentes del sacrificio, 61-63; 4) propaga ción de la religión cristiana, 64" (¡íüi'dBS). El índice es más corto que el resumen de l-as Casas, pero en esencia son iguales. Leer el testo verboso de Sepúlveda, sobre todo el de ¡os dos pri meros argumentos, no agrega gran cosa al resumen como expo sición de sus punios de vista.
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simultáneamente en contra de creencias e intere ses. Esta fue la tarea que Las Casas se impuso. A I p r i m e r argumento de que hay personas q u e n a t u r a l m e n t e viven en la barbarie Las Casas res ponde de varias formas. Una fue observar las múl tiples y laxas maneras de utilizar el término barba rie. Las Casas dijo que si se define a alguien como bárbaro porque presenta conductas bárbaras en tonces ese es e t i p o d e personas se encuentran en el m u n d o entero. Si se considera que alguien es bár baro porque su lengua no es escrita, dicha lengua pod ría escribirse, escribirse, y al hace rlo des cubri ríamo s que es tan racional como cualquiera otra lengua. Si res t r i n g i m o s el término bárbaro al significado de c o m p o r t a m i e n t o verdaderamente monsmioso, sin e m b a r g o , e n t o n c e s cabe decir que este tipo d e c o m p o r t a m i e n t o e s u n f e n ó m e n o bastante raro y en real ida d se cons triñe socialme nte más o me nos en la misma medida en todos los pueblos. L o que Las ("asas objetaba en el argumento de Sepúlveda era que hacía extensiva a un pueblo en tero o a un a estructu ra política una condu cta que cuan to más era la la de una mino ría, un a min orí a cuya semejanza podríamos encontrar sin dificultad en el grupo que se define como más civilizado a l igual que en el grupo considerado en la barbarie. Recuerda al lector que los romanos d e f i n i e r o n a los lo s antepasados de los españoles como bárbaros. La s Casas estaba presentando un argumento de la equivalencia m o r a l general de todos los sistemas sociales, a l p u n t o que no existe u n a j e r a r q u í a n a t u r a l entre ellos que justificara el régimen colonial (Las Casas, [1552] 2000: 15-44).
Si el argumento acerca de la barbarie n a t u r a l era abstracto, abstracto, el de que los los indios habían com eti do
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crímenes y pecados que debían ser enmendados y castigados era mucho más concreto. En este caso p a r t i c u l a r el reclamo se centraba en la idolatría y los sacrificios humanos. Aquí Las Casas se enfren taba a cuestiones que de inm ed iat o despertar on la r e p u g n a n c i a m o r a l de los espa ñoles d el siglo XVI, a los que no les cabía que a alguien se le permitiera ser idólatra o cometer sacrificios humanos. E l p r i m e r p u n t o que Las Casas presentó fue la jurisdicción. Señaló, por ejemplo, que a losjudíos y los musulmanes que habitaban en países cristia nos se se les les po dí a exi gir que o bede ciera n las las leyes d e l estado, pero no se les podía castigar por seguir sus sus pro pio s precep tos religiosos. Esto era cierto a fürlioñú dichos jud íos y musulm anes habitab an en países que no estuvieran gobernados por un go ber nan te cristiano . La jurisd icción de este tipo sólo p o d í a extenderse —se gún é l — a un cristiano he reje, porque un hereje es una persona que ha vio l a d o el voto solemne de ser fiel a las doctrinas de l a iglesia. Si la iglesia no tenía jurisdicción sobre los residentes no cristianos en países cristianos, t a n t o más irrazonable resultaba alegar que la igle sia teñí a juris dicc ión sobre quienes ni siquiera ha bían oído hablar de sus doctrinas. Por consi g u i e n t e , la idolatría podía ser juzgada por Dios, p e r o n o estaba sujeta a l a jurisdicción de un grupo h u m a n o exte rno al gru po que la practicaba.
Por supuesto, hoy podríamos considerar que el argumento de Las Casas es una defensa d e l relati vismo m o r a l , o cuando menos legal. E n t o n c e s co mo ah ora fue blanc o del ataque de que esta perspectiva era pr ue ba de indif ere nci a fre nte al su f r i m i e n t o de inocentes, las víctimas de estas prácti cas contrarias a la ley natural. Éste fue el tercer ar-
¿INJERENCiA EN LOS DERECHOS DE QUIÉN?
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g u m e n t o de Sepúlveda, el más severo. Y Las Casas l o a b o r d ó c o n p r u d e n c i a . E n p r i m e r lugar, insistió en qtie la "obligación de liberar a personas i n o c e n tes. .. no existe cuando hay alguien más apto para liberarlas". En segundo lugar, dijo que si la iglesia había confiado a un soberano cristiano la tarea de liberar a los inocentes, "otros no deberían empren d e r acciones e n este sentido, no mera a ser que lo h i c i e r a n petulantemente". Pero, por último, y más i m p o r t a n t e , L a s Casas p r e s e n t ó e l a r g u m e n t o d e q u e u n o debe tener cuidado de actuar en concor dancia con el p r i n c i p i o d e l d a ñ o m í n i m o : Aunque reconocemos que la iglesia tiene la obligación de impedir la injusta muerte de personas mócenles, es esencial que se haga con moderación, ten ¡crido mucho cuidado de n o hacer un daño mayor a olías personas que constituyera mi im¡Jetiiment ó para su salvaci salvación ón e hi ciera infructífera e irrealizada la pasión de Cristo ([1552] 2000: 183).
Éste era un p u n t o crucial para Las Casas, y l o ilustró con la difícil cuestión m o r a l de lo s rituales rituales en que se comía la c a r n e de los niños sacrificados. Empezó apuntando que no se nataba de una eosl u m b r e de todo s los los gr up os indígenas , y que los g r u p o s que la prac ticab an tamp oc o sacrificaban a m u c h o s n i ñ o s . P e r o esto p o d í a parecer una eva sión de ¡a cuestión, si Las Casas n o h u b i e r a t e n i d o q u e hacer fre nte a la rea lid ad de una elecc ión . Y aquí presentó el p r i n c i p i o d e l d a ñ o m í n i m o : Además, es un mal incomparablemente menor que mueran unos pocos inocentes a que los infieles blasfe m e n contra el adorable nombre de Cristo, y a que la re-
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Ijgiún Ijgiún cr istiana sea sea d ifam ada y odiad a por eslas personas y otras que se enteren de esLo, cuando oyen que muchos niños, viejos y mujeres de su raza lian sido asesinados p or los cristianos sin un motivo, como parte de lo que su cede en la furia de la guerra, tal como ya ha ocurrido (ibíd.:\ (ibíd.:\ 87). 87).
La s Casas fue implacable contra lo que hoy lla maríamos daño colateral: "es un pecado que me rece la condenación eterna agraviar y matar a i n o centes para castigar a los culpables, pues es c o n t r a r i o a l a j u s t i c i a " (ibid.: 209). Y sacó a relucir una razón f i n a ! por la que no era lícito para ios españoles castigar a los indios p o r lo s pecados que los indios p u d i e r a n estar co m e t i e n d o c o n t r a personas inocentes. Es "la gran esperanza y presunción que dichos infieles se con vertirán y corre girá n sus sus error es.. . [puesto que ] no cometen dichos pecados obstinadamente, sino segu ramen te... deb ido a su ign ora ncia de Dio s" (ibid.: 2 5 1 ) . Y L a s Casas termina su discusión con u na peroración: Los españoles penetraron, ciertamente con gran audacia, esta mieva parle del mundo, de !a que no habían sabido en siglos anteriores, anteriores, y en el que, en con tra de la voluntad de su soberano, cometieron crímenes monstruosos y exuaordinarios. Mataron a miles de hombres, quemaron sus sus pueblos, tom aro n sus sus rebaños, d estruyeron sus sus ciuda des y cometieron crímenes abominables sin tina excusa demostrable ni específica, y con monstruosa crueldad hacia eslas pobres personas. ¿Puede realmente decirse que qu e esos hombres sanguinarios, sanguinarios, rapaces, crueles y sedi ciosos conocen a Dios, de cuya adoración quieren persua d i r a los indios? [ibid.: 256).
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La respuesta a esta pregunta conducía directa mente a la que Las Casas dio al último argumento de Sepúlved a: facilita r la cvan geliz arió n. No se p u e d e hacer que los hombres se acerquen a Dios más que por su libre albedrío, nunca por coerción. L as Casas reconoció que Sepúlveda había h e c h o l a misma afirmación, pero se preguntaba si las políti cas que Sepúlveda estaba j u s t i f i c a n d o eran compa tibles con el concepto de libre a l b e d r í o : ¿Qué mayor coerción puede haber que la producida po r un a fuerza armada que abre fuego con arcabuces v bom bardeos, cuyo horrible ruido ensordecedor, por más que no tenga ningún otro electo, deja a todos sin aliento, po r fuertes que sean, especialmente a los que rio cono cen esas armas y no sahen cómo runctonaii? Si las vasijas de bar ro estallan estallan co n los bombardeo s, y la tierra se se estre mece, y el cielo se llena de nubarrones de espeso polvo, si viejos, niños y mujeres caen y I:LS chozas se destruyen, y lodo parece sacudido por la furia de Beilona, ¿ no po dríamos decir con verdad que esa fuerza está siendo uti lizada para forzarlos a aceptar ia te? {ibid.: 296). L as Casas estaba convencido de que la guerra no era la forma de preparar a las almas para poner fin a la idolatría. "El evangelio no se d i f u n d e c o n lanzas sino con la palabra de Dios, con la v i d a cris tiana y la acción de la razón" (ibid.: 300). La guerra " e n g e n d r a odio, no amor, por nuestra religión... Debe llevarse a los indios a la fe con h u m i l d a d , ca ridad, u n a vida de santidad y la palabra de Dios" (ilÁd.: 360). Si he pasado tanto tiempo presentando en deta ll e los argumentos de dos teólogos del siglo xvi es p o r q u e nada de lo que se ha dicho desde entonces
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ha añadido nada esencial al debate. En el siglo XIX las potencias e u r o p e a s p r o c l a m a r o n q u e t e n ía ía n u n a misión civilizadora en el m un do colonial (Fis (Fis-cher-Tiné y M a n n , 2 0 0 4 ) . L o r d C u r z o n , virrey de la India, expresó bien esta perspectiva ideológica en u n a arenga en el club Byeulla en llomb ay, el 16 de n o v i e m b r e de 190Ó, d i r i g i d a a u n g r u p o c o m puesto en su mayoría por administradores colonia les británicos:
telectu al que los adm inist rad ore s colonia les britá nicos promovieron permitió a algunos como Jawa¬ h a r l a l N e h r u sacar conclusiones diferentes res pecto a los méritos del d o m i n i o británico. O quizá, l o más devastador de todo, los hindúes estuvieron de acuerdo con la famosa p u l l a d e G a n d i d c u a n d o respondió a la pre gun ta de un periodista: "Se ñor G a n d h i , ¿qué piensa de la civilización occ iden tal? " e r í a un un a b u e n a "Pienso — d i j o G a n d h i — q u e s er idea."
[Kl [K l propósito del imperio] es pugnar por la rectitud, la imperfección, la injusticia o la mezquindad, no desviarse ni hacia la derecha ni hacia la izquierda, hacer caso omiso de la adulación y el aplauso o del odio y la deshonra... sino recordar que el Todopoderoso ha puesto vuestra mano cu el más grande de Sus arados... para guiar un poco la cuchilla hacia adelante en vuestra época, para sentir que en algún lugar entre todos esos millones habéis dejado un poco de justicia, de felicid ad O de prospe ridad, una sensación de valentía O dignidad moral, un impulso de patriotismo, un chispazo de ilumi nación intelectual o tina incitación incitación al deber, deber, ahí do nde Es suficien te. Es Es lajustilica ción de un in antes no existía. Es glés en la India (citado en Mann, 2004: 25).
La segunda m i t a d de l siglo XX fue un pe rio do de descolonización en masa del mundo entero. La in m e d i a t a causa y consecuencia d e esta descoloniza ción fue un g i r o imp ort ant e en la dinámic a del poder en el sistema interestatal resultante del alto g r a d o de organizac ión de los mo vim ien tos de libe ración nacional. Una ñas otra, en cascada, las que habían sido colonias se c o n v i r t i e r o n e n estados i n dependientes, miembros de las Naciones Unidas, p r o t e g i d o s por la doc trina de no interfe renci a de lo s estados soberanos en los asuntos internos de los otros, tina doctrina conte nida tanto en el derecho i n t e r n a c i o n a l en evolución como en la Carta de las Naciones Unidas.
S i n d u d a esta justificación no era tan convin cente páralos hindúes como a L o r d Cu rz on y a los a d m i n i s t r a d o r e s coloniales a ios que se dirigía les debe h a b e r parecido, ya que los sucesores de Cur z o n se vieron obligados a salir de la I n d i a m e n o s de medio siglo después, en 1948. Quizá los ingleses de Cur zon no de jaro n suficiente justici justicia, a, felicid ad n i pro spe rida d. O quizás quizás esti mul aro n demasiada valentía o d i g n i d a d m o r a l , y p a t r i o t i s m o — p a r a con el país incorrecto. O quizá la iluminación in-
E n teoría, esto debió traducirse en el fin de la i n t e r f e r e n c i a . P e r o naniralmente no fue así. Es claro que ya no se podía e c h a r mano de ía justifi cación d e la evangelización cristiana para legi tim ar e l c o n t r o l i m p e r i a l , ni tampoco de la de la misión civilizadora de las potencia s coloniales, con cep to m á s n e u t r a l desde el punto de vista religioso. El lenguaje r etóric o di o u n vue lco hacia un conc epto que adquirió nuevo significado y nuevo vigor e n esta era poscolonial: los d e r e c h o s h u m a n o s . E n 1948 las Nacion es Un idas er igi er on en su cent ro
execrar
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ideológ ico la Declara ción U niversal de los Dere chos Humanos, ratificada por casi rodos sus m i e m bros. No consumía mía ley i n t e r n a c i o n a l , más bien e n c a r n a b a u n a serie de ideales a los que las nacio n es es m i e m b r o s se se c o m p r o m e t i e r o n e n p r i n c i p i o . N i que decir tiene que desde entonces han ocu r r i d o actos r e p e t i d o s , d i f u n d i d o s y n o t o r i o s q u e constituyeron violaciones a la declaración. Como l a mayoría de los gobiernos han basado su política e x t e r i o r en una supuesta perspectiva realista de las relaciones entre estados, n o s e h a e m p r e n d i d o prácticamente ningu na acción gubernam ental de la que se pu di er a dec ir que refleja este interés en lo s derechos humanos, aunque la violación de la declaración suele invocarse continuamente como propaganda de un gobierno para incriminar a otro. L a v i r t u a l inexistencia de interés i n te r g tibe m á m e n l a ! en la cuestión de los derechos h u m a n o s propició la aparición de muchas llamadas organi zaciones no gubernamentales (OKO) para llenar el v a d o : L as O N G que asumieron las cargas de la ac ción directa para apoyar a los derechos h u m a n o s en el i n u n d o f u e r o n p r i n c i p a l m e n t e d e d o s clases. Por una parte, las representadas por Amnistía In t e r n a c i o n a l , que se especializó en publicitar lo que cons idera ba encarcelam ientos ilegítimo s y abusi vos de los individuos. I n t e n t ó movilizar la presión de la opinión pública, directamente o por inter mediación de otros gobiernos, para i n d u c i r cam bios en las políticas de los gobiernos acusados. P o r o t r a parte, estaba l a clase de acción directa que re presentaba M édico s Sin Fronteras, q ue intentó in t r o d u c i r asistencia h u m a n i t a r i a d i r e c t a e n zonas de conflicto político, sin aceptar el manto de neu-
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tralidad q u e desde hacía muc ho constituía el p r i n cipal escudo estratégico de la Cruz Roja I n t e r n a cional. Esta actividad n o g u b e r n a m e n t a l a l c a n z ó u n g r a d o limitado de éxito y en consecuencia se p r o p a g ó , especialmente en los comienzos de los años setenta. A d e m á s , este impu lso de los derechos h u manos recibió el ímpetu de algunas actividades nuevas nuevas en el plano interg ube rnam ent al. En 197ñ, Estados Unidos, la Unión Soviética, Canadá y la mayoría de los países de Europa coincidieron en l a C o n f e r e n c i a sobre la Seguridad v la Coopera ción en Europa (CSCE) y firmaron los Acuerdos de H e l s i n k i , que obligaban a todos los estados signa tarios a observar la Dec lar aci ón Unive rsal de los Derechos Humanos. Como no había ningún meca n i s m o para obligar a la aplicación de este acuerdo, si n embargo, se creó una estructura no guberna m e n t a l occidental, H e l s i n k i Watch, para que asu m i e r a la tarea de presionar a los gobiernos del blo que soviético a observar estos derechos.
Cu an do Ji mm y Cárter llegó a la presi dencia de Estados Uni do s, declaró que la prom oció n de los derechos h u m a n o s s e r í a u n e l e m e n t o f u n d a m e n ta l de su política, y amplió el concepto, más allá de su aplicación al bloque soviético (donde política m e n t e Estados Unidos tenía poco poder de manio b r a ) , a los reg ímen es au tor itar ios y represivos d e C e n t r o a m é r i c a ( d o n d e g e o p o l í t i c a m e n t e Estados Unidos tenía considerable poder de maniobra). Sin embarg o, la poh'lica de Cárter no duró mu ch o. E l poco impacto que haya p o d i d o tener en Cen troa méric a se vio revocado esencialmente du ran te la subsecuente presidencia de Ronald Reagan. E n ese mismo periodo tuvieron lugar tres Ínter-
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venciones directas importantes en África y Asia, e n Jas que un gobierno emprendió una acción en contra de otro con el argumento de que el país ata cado estaba v i o l a n d o v a lo lo r es es h u m a n i t a r i o s . L a p r i mer a: en 1976 u n gr up o de guerrille ros palestinos palestinos secuestró un avión de Air F r a n c e con muchos israelíes a bordo y se dirigió a Uganda, con la com plicidad del gobierno ugandés. Los secuesttadores exigían la liberación de ciertos palestinos en Israel a cambio de la liberación de los r e h e n e s israelíes. E l 14 de j u l i o de ese año comandos israelíes vola ron ai aeropuerto de Entebbe, mataron a unos guardias ugandeses y rescataron a los israelíes. La segunda: el 25 de diciembre de 1978 ñopas vietna mitas c r u z a r o n l a f r o n t e r a d e C a m b o y a y d e r r o c a r o n al régimen del J e m e r Rojo e instalaron un go bie rno diferen te. Y la tercera: en octubr e de 1978 I d i A m i n , de Uganda, atacó a Tanzania, que a su vez contraatacó, llegando sus tropas a la capital de U g a n d a , d o n d e d e r r o c a r o n a I d i .Amin e instalaron a otro presidente. E l c o m ú n d e n o m i n a d o r d e estos tres ejemplos es que la justificación de los intervento res fu er on los derechos humanos: defensa contra la toma de rehenes e n e l p r i m e r caso, y la disolución de un ré os g i m e n e n e x t r e m o c o r r u p t o y d i c t a t o r i a l e n l os otros dos casos. N a t u r a l m e n t e , p o d r í a m o s d e b a t i r l a solidez y la vera cidad de los cargos e n cada caso y si no había una opción más legítima o pacífica. Tam bién podr íam os deba tir sobre las las consecuen cias d e cada una de estas acciones. Pero el punto es que los inte rven tore s alega ron que estaban ac ac t u a n d o a mane ra de ma xim iza r la justicia, y esta ban convencidos de ello, y por lo tanto m o r a l mente justificados por el derecho natural, aunque
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no legalme nte justifica dos po r el dere cho inte rna cional. Lo que es más, todos los interventores bus c a b a n y r e c i b i e r o n c o n s id id e r a b l e a p r o b a c i ó n n o sólo de sus sus propi as com un ida des sin o de otros lu gares del sistema-mundo, alegando que solamente los medios violentos que se emplearon habrían po ellos pre d i d o erra dicar el ma l patente que según ellos valecía. L o que presenciamos fue una inversión histó rica de la teorización acerca de los códigos morales yjurídicos del sistema-mundo. Durante un largo p e r i o d o , más o meno s desde el siglo xv i hasta la p r i m e r a m i t a d del xx, predominó la doctrina Se púlveda —la legitimidad de la violencia cometida co ntr a los bár bar os y la obliga ción m or al de evan gel iza r— ; las obj ecio nes de I_a I_ass Casas representa ban una postura netamente minoritaria. Luego, c o n las grandes revoluciones anticoloniales de me diados del siglo X X , e s p e c i a l m e n t e d e l p e r i o d o 1945-1970, el derecho moral de los pueblos o p r i m i d o s a rechazar la supervisión p ate rna l de los pueb los que se dice n civilizados llegó a tener m a y o r l e g i t i m i d a d en las estructuras políticas del orbe. T a l vez el momento culminante de la institucionalización colectiva de este n u e v o p r i n c i p i o fue la adopción en la O N U , en 1960, de la Declaración sobre la Concesión de la Independencia a los Paí ses ses y Pueb los Co loniales , asunto enter am ent e sos layado en la carta o r i g i n a l de las Naciones Unidas, escrita apenas quince años antes. Al parecer, final mente las ideas de Las Casas estaban siendo adop tadas por la comunidad m u n d i a l . Pero en cuanto se oficializó la validación de la perspectiva de Las Casas, el nue vo énfasis en los derec hos hu ma no s
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de ios i n d i v i d u o s y ios grupos se convirtió en un tema pro min en te de la política m u n d i a l , y esto e m pezó a socavar el derecho de rechazar la supervi sión paternal. En esencia, l a c a m p a ñ a e n p r o d e lo s derechos humanos restituyó el énfasis de Sepúiveda en e l de be r d e los civili zad os de s u p r i m i r ia barbarie. E n este m o m e n t o f u e c u a n d o e l m u n d o v i o e l desp lome de la Unió n Soviética y el des trona m i e n t o de los gobiernos comunistas de Europa central y del este. P o d r í a pensarse a u n q u e estos a c o n t e c i m i e n t o s encajan en el espíritu de la decla ración de Naciones Unidas sobre el derecho a la i n d e p e n d e n c i a . L a subsecuente desintegración de Yugoslavia en las las repú blicas que l a constituían, em p e r o , condujo a una serie de guerras o casi guerras, en las que la lucha por la independencia acabó v i n culándose a políticas de "purificación étnica". Todas las repúblicas constitutivas de la antigua Re pública Federal Socialista de Yugoslavia habían te cl a r o e n f o q u e é t n i c o , n i d o desde h a c í a m u c h o u n cl p e r o e n cada un a a su vez hab ía imp orta ntes m i norías nacionales. Así, cuando se dividieron en es tados separados, proceso con tinu o que tom ó vario varioss años, se se ejerció consider able presión política in t e r n a d e n t r o d e cada una de ellas para reducir o e x t i r p a r completamente a las minorías etnonacionales de los nuevos estados soberanos. Esto p r o vocó conflictos y guerras en el seno de cuatro dé las las antiguas repúblic as yugosl yugoslavas: avas: Croacia, Bosnia, Serbia y Mac edo nia . La histo ria de cada u n a e r a bastante difer ente , así com o su desenlace, p e r o e n todas la la pur ificaci ón étn ica se convirtió en u n asunto central. D e b i d o a l c o n t i n u o a l t o nivel de violencia, in -
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cluyendo violaciones y asesinatos de civiles, se apeló a la intervención occidental, para pacificar la región y garantizar u n reme do de justi cia política, o cuando menos eso fue lo que se d i j o . Esas inter venciones tuvieron lugar más notoriamente y en p a r t i c u l a r en Bosnia (con tres etnias más o menos de la mis ma dimen sión ) y Kosovo ( un a reg ión de Serbia m a y o r m e n t e albanesa). Cuando los gobier nos occidentales vacilaron, los intelectuales y las ONG e n estos países tenazmente presionaron a sus estados para que i n t e r v i n i e r a n , cosa que a la larga hicieron. Por varias razones, la presión no g ub er n ame n ta l más fuerte fue en Francia, donde un grupo de in telectuales fundó un diario l l a m a d o Le. Dririt d'In¬ gérence [ E l D e r e c h o d e I n j e r e n c i a ] . A u n q u e estos intelectuales no citaron a Sepúlveda, recurrieron a a r g u m e n t o s seculares que empujaban en la misma dirección. Ellos también insistían en que el "dere c h o n a t u r a l " (aunque quizá no hayan utilizado esta locución) requería cierta clase d e c o n d u c t a univer sal. Ellos también insistían en que si esta c o n d u c t a n o estaba presente o, peor, si conductas opuestas prevalecían en una zona dada, los defensores de la le y n a t u r a l no solamente tenían el derecho m o r a l (y p o r supuesto político) a i n t e r v e n i r , sino el deber m o r a l y polít ico a intervenir. ie m p o , h u b o u n n ú m e r o d e g u e r r a s A l m i s m o t ie civiles en África — I i b e r i a , Sierra Leona, Sudán y sobre todo Ruanda, en donde tuvo lugar una masa cre de tutsis a manos de los hutus, sin la interven ción significativa de tropas extranjeras. Ruanda, Ko sovo y otras zonas donde se vivió un terrible drama h u m a n o se se convirtieron en tema de un gran debate retrospectivo acerca de qué podría o no podría ha-
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hecho, o acerca de que debió hacerse, p a r a salvaguardar la vida humana y los derechos huma nos en esas regiones. Finalment e, no necesito necesito recor darle a nadi e lo abu nda ntem ente que se justificó la necesidad de la invasión invasión nort eam erica na de I r a q e n 2003 para liberar al mundo de Saddam Hussein, un dictador peligroso y cor rup to. E l 2 de marzo de 2004, B e r n a r d K o u c h n e r p r o nunció la 23a. conferencia Morgenthau M e m o r i a l , en el Carnegie Coun cü on Ethics and Int erna tio n a l Affairs. Kouchner es hoy quizás el defensor de la i n t e r v e n c i ó n h u m a n i t a r i a m á s p r o m i n e n t e d e l m u n d o . Es el fu nd ad or de Médicos Sin Fronteras; f u e él quien acuñó la frase "le droit d'ingérence''; f u e m i n i s t r o encargado de los derechos humanos en e l go bi er no fran francé cés: s: más tard e repr ese ntan te espe cial del secretario general de la ON U en Kosovo; y, en sus propias palabras, alguien que posee " l a repu tación adi cio nal de hab er sido el úni co defens or d e l señor Bush en Francia". Por ello resulta inte resante escuchar cuál considera Kouchner, refle x i o n a n d o , que es el lugar de la injer enci a h u m a n i taria en el derecho internacional:
berse
Hay Ha y u n aspecto de la injerencia humanitaria que ha re sultado difícil implemen tar: me refiero a la tensión entre la soberanía del estado y el derecho a interferir. La co está trabajando en u n nuevo sis sis munidad intern acio nal está tema de protección humanitaria -a través del Consejo de Seguridad de la ONU; sin embargo, es claro que la globalización no anun cia el fin fin de la sober anía del estado, estado, que sigue siendo el basdón de un orden mundial estable. Para decirlo de otra forma: no podemos tener una admi nistración global ni un sistema de Naciones Unidas sin la soberanía de los estados.
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Siguiendo las pautas de la Unión Europea, la comu nidad internacional debe esforzarse por resolver esta contradicción inherente: ¿cómo podemos mantener !a soberanía del estado y a la vez encontrar la forma de tomar decisiones comunes sobre cuestiones y problemas comunes? Una manera de resolver el dilema es decir que la soberanía de los estados puede respetarse sola mente si emana de las personas que están en el seno d el estado. Si el estado es una dictadura, entonces no es en absoluto dign o del respeto respeto de la comunidad internacio na l (2004: 4 ) . L o q u e K o u c h n e r n o s estaba ofreciendo es el equiva lente de una evangelizaci ón en el siglo x x i . E n tanto que para Sepúlveda la consideración úl t i m a era si un país o un pueblo eran cristianos o n o , para Kouchner la consideración última era si eran democráticos o no (esto es, que no vivan e n sea un a "d ict ad ur a" ). Sepúlveda no u n estado que sea p o d í a lidiar con el caso de países y pueblos cristia nos y que n o obstante c om etie ran actos de barba rie, v i o l a n d o el derech o natu ral, co mo Españ a y la la Inquisición. Con lo que Kouchner no podía lidiar era con el caso de un país o un pueblo con sólido apoyo pop ula r que no obstante com etiera actos d e barbarie cont ra un a minoría, tal com o ocur rió e n Ruanda, por lo tanto los ignoró enteramente. En r e a l i d a d , Kouchner se pronunció por supuesto en favor de la inter venc ión exter na en Ruan da, no p o r q u e fuera una dictadu ra sino por qu e conside conside raba que se cometieron actos de barbarie. Hablar de una dictad ura co mo p r i n c i p i o general era que rer tapar el sol con un dedo en este respecto, apli cable en algunos casos (digamos Iraq) pero cierta mente no en todos los casos en que Kouchner y
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otros consideraban m ora lme nte impera tivo inter venir. Supongamos que ante la "contradicción inhe r e n t e " m e n c i o n a d a p o r K o u c h n e r — e n t r e l a sobe ranía de los estados v las decisiones comunes sobre derechos humanos— aplicáramos los principios d e La s Casas —sus cuatro respuestas a S e p ú l v e d a — a la situación de Kosovo o de I r a q . L a p r i m e r a cues tión que abordó Las Casas fue la presunta barbarie d e l otr o cont ra el que se interv iene. El prim er p r o b l e m a — d i j o — es que nunca queda del todo claro e n estos debates quiénes son los bárbaros. En Ko sovo, -"eran los serbios; el gobierno de Yugoslavia o u n g r u p o e n p a r t i c u l a r encabezado p o r S l o b o d a n Milosevié? En I r a q , ¿eran los árabes suníes, el par tido Baath o un grupo en particular encabezado p o r Saddam Hussein? Los interventores se movie r o n turbiamente entre todos estos objetivos, rara vez vez clar ific and o n i hacie ndo distinciones , argu mentando siempre la urgencia de la intervención y alegando que de alguna manera más tarde ha rían la distribución de la porción de culpas. P e r o es claro que el más larde nunca llega. Porque un oponente turbio le permite a uno conformar una c o a l i c i ó n t u r b i a de interventores, que estricta mente pueden tener una definición diferente de quiénes son los bárbaros, y por ende objetivos po líticos diferentes en el proceso de injerencia. La s Casas insistió en hacer una distinción desde e l p r i n c i p i o . Pues, según expuso, la verdadera bar barie es un fenómeno poco común, normalmente c o n s t r e ñ i d o p o r l o s procesos sociales d e t o d o g r u p o social. Si tal es el caso, una de las preguntas que es necesario h a c e r n o s siempre, al vernos barf r e n t e au na situación que definim os com o de bar-
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barie, es no sólo por qué se desencadenó el p r o ceso sino también hasta q u é p u n t o . I n i c i a r este ejercicio analítico nos desacelera, por supuesto, y ésta es la razón p r i n c i p a l que se aduce para no i n i ciarlo. N o h a y t i e m p o , d i c e n l o s i n t e r v e n t o r e s . C a d a m o m e n t o q u e pasa la situación se deteriora. Y tal vez sea cierto. P e r o avanzar a paso más lento puede evitarnos cometer errores doloros os. E l anáfisis que se desprende de los p r i n c i p i o s d e La s Casas nos empuja también a efectuar una com paración. ¿Los países y los pueblos que emprenden intervenciones son también culpables de cometer actos de barbarie? Si lo son, ¿son estos actos m u c h o menos graves que los que se cometen en los países y pueblos en cuestión, al grado de justificar el sen tido de supe rio rid ad mo ral en que se basa cual quier intervención? Natu ralm ente , dado que el m a l existe por doquier, esta clase de comparación podría resultar paralizadora, p r i n c i p a l a r g u m e n t o en su contra, pero también podría ser verdadera. Sin embar go, el int ent o de compa ración también puede servir de freno oportuno a la arrogancia. Luego está el segundo p r i n c i p i o de Sepúlveda: la obligación de castigar a los que cometen críme nes con tra el dere cho n at ura l o, co mo diríamos hoy, crímenes contra la h u m a n i d a d . H a y actos q u e violentan el sentido de la decencia de la gente hon rada, organizada en ese nebuloso, casi ficticio per sonaje c o n o c i d o c o m o l a " c o m u n i d a d i n t e r n a c i o n a l " . * Y cua nd o eso eso o cur re, ¿acaso no estamos * Véase el maravilloso y bastante acerbo comentario de Troui230) acerca de la comunidad internacional: "Pienso en Lia comunidad comunid ad internacional interna cional]] como una especie de coro griego de la política política contemporánea. Nunca nadie lo ha visto, pero corea en el fondo v todo el mundo se mueve a su ritmo." llot {2004:
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obligarlos a castigar dichos crímenes? A este argu mento Las Casas opuso nes preguntas: ¿quién los definió com o crím enes, y ya habían sido defin idos c o m o tales en el momento en que se cometieron? ¿Quién tiene juris dicció n para castigar? ¿Hay al g u i e n más capacitado que nosotros para aplicar el castigo, si éste es merecido? L a cuesüón de la definición de los crímenes y de quién la hace es, claro está, un debate central, h o y como ayer. En los conflictos balcánicos de los años noventa indudablemente se comederon crí m e n e s en la definición de la mayoría de las perso nas, incl uy end o la definició n de los líderes políti cos de la región. Sabemos esto porque los líderes políticos contendientes de todas las facciones se acusaban m u t u a m e n t e d e c r í m e n e s , y p o r c i e r t o de la mism a clase de crímenes: li mpi eza étnica, vio laciones laciones y cru elda d. El pro bl ema que encaraban los que eran ajenos a la regió n fue qué cr íme nes castigar o, más bien, de qué manera estimar la res p o n s a b i l i d a d relat iva de toda s las las pa rtes. Los interventores foráneos emprendieron dos tipos de acciones. Por un fado, emprendieron p r i mero la acción diplomática y luego la militar para detener la violencia, lo que en mucho s casos se tra d u j o en tomar partido por una facción u otra en si tuaciones tuaciones particulares. En c ierto sentido, esto i m p l i caba en el mejor de los casos u n j u i c i o sobre la i m p o r t a n c i a relativa de los crímenes . Por o tro lad o, los interventores foráneos establecieron tribunales judiciales internacionales especiales con el fin de castigar a ciertos individuos, así como seleccionar a esos individuos de entre todas las facciones. De resultas, en el más espectacular proceso q u e haya tenido lugar después de estos sucesos, el de
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Milosevié, el meollo de su d e f e n s a no fue mera mente que era inocente sino que la corte c r i m i n a l i n t e r n a c i o n a l no había presentado acusaciones contra diversas personas de las potencias interven toras que según él también eran culpables. M i l o sevié declaró que la corte era el tribunal de los po derosos q u e acusaba a los líderes de los más débiles m i l i t a r m e n t e , y no una corte de justicia. Así, teníamos dos preguntas: ¿los supuestos crí m e n e s eran crímenes verdaderos o simplemente u n a conducta general aceptada? Ysi eran crímenes verdaderos, ¿se f o r m u l a r o n acusaciones en contra de todos los criminales, o sólo en contra de los nati vos del país objeto de la injerencia y no de los nati vos del país que inició la intervención? L a cuestión de l a jurisdicción fue por supuesto c e n t r a l para el debate. Por una parte, los que in sistían en el derecho y el deber de i n t e r v e n i r afir mab an que la instalación de tribu nales inte rnac io nales era un avance para el derecho internacional. P e r o j u r í d i c a m e n t e estaba la cuestión no sola m e n t e d e l p r o c e d i m i e n t o c o n q u e se s e e s t a b l e c ió ió d i c h a corte sino la red uci da definici ón geográ fica de su potenc ial jurisdicción. Y, por último, estaba ia cuestión de si había al ternativas para el manejo de los crímenes o encar gados alternativos. Efectivamente, a p r i n c i p i o s d e los años noventa Estados U n i d o s alegaba que los encargados adecuados era n los eur ope os —es decir, los europeos occidentales— debido a que los Balcanes estaban en Europa y eran posibles m i e m bros de la Unión Europea. Pero, por razones polí ticas y militar es, los europe os va cila ron en as umir esta carga sin el apoyo activo de Estados U n i d o s , y finalmente f u e la Organización del Tratado del
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Atlántico N o r t e (OTAN) la que se asignó la tarea. Pero ftie l a OTAN y no Naciones Unidas sobre t o d o p o r q u e los países occidentales temían, probable mente con razón, que Rusia vetara cualquier reso lución del Consejo de Seguridad que apuntara a una acción en contra de Serbia y dejara fuera a las otras partes del conflicto . Las mismas preguntas se se hicie ron , mu ch o más nítidamente, en el momento de la intervención n o r t e a m e r i c a n a e n Iraq, j u n t o c o n u n a s u p u e s t a c o a l i c i ó n d e v o l u n t a r i o s . Estados U n i d o s i n t e n t ó obte ner la apro bació n del Consejo de Seguridad para la acción militar, pero cuando se hizo evi dente que no obtendría más que cuatro de los quince votos para una resolución que se lo p e r m i tiera, retiró su propuesta de resolución y decidió actuar p or sí solo, solo, sin la legitima ción de la O N U . L a p r e g u n t a de Las Casas es aquí más pertinente que nunca: ¿Con qué derecho asumió Estados U n i d o s l a jurisdicción en este ámbito, sobre todo en v i r t u d de que un gran número de países del mundo se o p u s i e r o n abiertamente a sus acciones? L a res puesta del gobierno norteamericano fue doble. En p r i m e r lugar alegó autodefensa, sobre la base d e que el gobierno iraquí representaba una amenaza i n m i n e n t e p a r a Estados U n i d o s y e l m u n d o , d e b i d o a su presunto arsenal de armas de destruc ción masiva y a que supuestamente estaba dis p u e s t o a c o m p a r t i r l a s c o n " t e r r o r i s t a s " ajenos a l gobierno. A la postre este a r g u m e n t o s e r í a c o m pletam ente desarm ado, c uand o, después de la la in vasión, se supo que el gobierno iraquí no estaba en po sesión de dichas armas y deb ido al des acu erd o gen eral con la afir mac ión de que si Sad¬ d a m Hussein las hubiera poseído habría estado dis-
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puesto a distribuirlas entre "terroristas" ajenos a l gobierno. En vista de la d e b i l i d a d d e l caso, e l g o b i e r n o n o r t e a m e r i c a n o e c h ó m a n o d e l a r g u m e n t o de de q u e Saddam Hussein era un hombre malvado que per sonalmente había cometido crímenes contra la hu m a n i d a d y que, por consiguiente, e l i m i n a r l o d e l p o d e r constituía un bien m o r a l . Yes en este p u n t o do nd e viene a cola ción la cues tión no solam ente de la veracidad de estas a f i r m a c i o n e s s i n o , m á s aún , de la jur isdic ción , así co mo l a cues tión de si los delitos morales de Saddam Hussein f u e r o n e l v e r d a d e r o m o t i v o de la intervención, en vista del a p o y o q u e antes le habían prestado el gobierno nort eam eric ano y otros, en los los mo me nto s en q ue cometió precisamente los actos en que se basaba l a acusación. U n a vez más, en esta como en la mayoría de las situaciones, el argumento más sólido en pro de la injerencia fue la defensa de los inocentes —los ino centes musu lmane s bosnios violados y masacrados, masacrados, los inocentes kosovares arrojados de sus tierras y per seguidos tras fronteras y los inocentes kurdos y chiitas ta s o p r i m i d o s y asesinados por Saddam Hussein. ¿Qu é nos ens eñ a la terce ra respuesta de I as Casas a Sepúlveda? Las Casas insistía en el p r i n c i p i o d e l "daño mín imo". A un cuando los alegatos fueran ab soluta me nte just os, ¿el castigo castigo sería más peijudicial que lo que pretendía evitar? El p r i n c i p i o del daño mínimo es la traducción que hace La s Casas del fe nómeno social colectivo de la antigua sentencia d e Hipócrates a los médicos: "No hagas d a ñ o . " E n e l caso del conflic to en los Balcanes, se podría deci r que el dañ o ha sido mí nim o. l a viole ncia ac ac tiva se redujo considerablemente. Por otro lado, no
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se puso fin fin a la lim pie za étnic a, n i se red uj o signifi cativamente, más bien sus resultados se institucio nalizaron en mayor o men or me dida . No se restitu yeron n i la pr op ied ad n i el derecho de residencia, o sólo mínim amen te. Ylos serbios de Kosovo co n toda seguridad pensaron que su situación era peor que antes. Cabe preguntarse si la situación habría termi nad o en el mi sm o pu nt o aun sin la interv enció n ex terna. Pero no se puede decir con justeza que la si tuación empeoró significativamente. Sin embargo, sí se puede decir en el caso d e I r a q . Na tur alm ent e, n i Saddam Hussein ni el par tido B a a t h estaban ya en el poder y no podían con t i n u a r c o m e t i e n d o l o s m i s m o s actos de opresión q u e antes. Si bien el país padecía por un sinnú m e r o d e factores negativos que no existían antes de la inter ven ción ex ter na. El bienestar e c o n ó m i c o de los ciudadanos probablemente había dis m i n u i d o . La violencia cotidiana se había incre mentado masivamente. El país se convirtió en r e f u g i o precisamente de la clase de islamistas m i l i tantes contra los que supuestamente estuvo d i r i g i d a la acción y que antes de la inter ven ción n o ha bían p od id o oper ar de ntr o del país. país. Y la situación situación civil de las mujeres iraquíes empeoró considerable mente. Después de la intervención murieron c u a n d o menos cien m il iraquíes y muc hos más fue r o n gravemente heridos. Sin du da aquí hab ría sido posible invocar el p r i n c i p i o d e d a ñ o m í n i m o . to final de Sepúlveda fue el de recho E l argurne n to y e l deber de evangelizar, y los presuntos obstácu los que oponían los amerindios. El equivalente en el siglo xxi es el derecho y el deber d e d i f u n d i r la d e m o c r a c i a . Esta ha sido una de las principales ar g u m e n t a c i o n e s d e lo lo s g o b i e r n o s n o r t e a m e r i c a n o
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y b r i t á n i c o , especialmente invocada por los inte lectuales neoconservadores estadunidenses y e l p r i m e r ministro Tony Bíair. Las Casas insistió en que no tenía sen tido evangelizar a la fuer za, que la conversión al cristianismo tenía que ser el resul tado de la adhesión v olun taria que vin iera de l in t e r i o r de la persona convertida y que la fuerza es taba c o n t r a i n d i c a d a . Este mi sm o pu nt o se defen dió en las las críticas que se f o r m u l a r o n a la injerencia en los Balcanes e I r a q , que se justificaba sobre l a base de que ambas i n t e r v e n c i o n e s p r o m o v í a n l a d e m o c r a c i a . ios La pre gun ta era có mo se mi de la conversión a ios valores democráticos. Para los interventores, pare cía significar esencialmente la v o l u n t a d de realizar elecciones en que pu die ra n participa r muc hos par tidos políticos o facciones, c o n u n m í n i m o d e civi lidad y la habil ida d de realizar cam paña s públicas. si U n a definición muy l i m i t a d a de demo cracia . N i si q u i e r a e n este nivel mínimo era seguro en absoluto q u e esto se hubiera alcanzado con algún grado de las dos regiones. p e r d u r a b i l i d a d en ni ng un a de las Sin emb arg o, si si po r dem ocrac ia se se e nten dier a algo más am pli o — e l con tro l gen uin o de la to ma d e decisiones por la mayoría de la población en la estructura gubernamental, la capacidad real y constante de toda clase de minorías de expresarse polítí cay cu ltur alm ente , y la aceptació n de la con t i n u a necesidad y l e g i t i m i d a d d e l debate político franco—, es evidente que estas condiciones tienen q u e m a d u r a r i n t e r n a m e n t e , e n e l seno de los paí ses y las regione s, y que la inte rven ción ex ter na en general está contraindicada, ya que asocia el con cepto a comrol externo y a los factores negativos que la intervención conlleva.
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La pregu nta —¿in jeren cia en los derechos d e q u i é n ? — e s t á d i r i g i d a al meollo de la estructura política y m o r a l del moderno sistema-mundo. 1.a intervención es, en la práctica, un derecho que se a p r o p i a n los poderosos. Pero es un derecho difícil de le git im ar y p or ello está siem pre sujeto a desa fíos fíos políticos y mora les. Los inte rve nto res , cua ndo se los desafía, recurren siempre a la justificación m o r a l : e l d e r e c h o n a t u r a l y el cristianismo en el siglo xv i, la misión civilizadora en el siglo XJ X y los siglo derechos hu ma no s y la dem ocra cia a fines dei siglo x x y p r i n c i p i o s d e l XXI. La argumentación en contra de la intervención ha deriv ado siem pre de dos fuentes: de los escepticos morales entre los pueblos poderosos (ios que invocan el argumento de Las Casas) y los oponen tes poiíticos entre aquellos contra los que la inter vención está dirigida. E l a r g u m e n t o m o r a l de los i n t e r v e n t o r e s se ve siempre mancillado porque la intervención sirve a los intereses de éstos. Por ot ra par te, los escépticos morales siempre p a r e c e n estar j u s t i f i c a n d o acciones que, en térmi nos de sus propios valores, son ignominiosas. A la defensa de los líderes políticos de las gentes c o n t t a las que está d i r i g i d a la intervención se opone el ar gumento de que refleja ios estrechos intereses per sonales de éstos y no los intereses del pueblo al que gobiernan. P e r o t o d a esta a m b i g ü e d a d s e d a d e n n o d e l marco de la aceptación de los valores de los inter ventores como universales. Si uno observa que estos valores universales son de la creación social de las capas dominantes de un sistema-mundo es pecífico, sin embargo, entonces la cuestión se abre más significativam ente. L o que estamos e m p l e a n -
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d o c o m o c r i t e r i o n o es u n u n i v e r s a l i s m o g l o b a l sino un universalismo europ eo, u n con jun to de doct rina s y perspectivas éticas que se se d esp ren den de un con tex to eu ro pe o y aspiran a ser ser — o a ser presentadas c o m o — valores valores universales universales globales, l o que muchos de sus defensores l l a m a n d e r e c h o n a t u r a l . Esto justi fica simult áneam ente la defensa de los derechos humanos de los supuestos inocen tes y la explotación material perpetrada por los po d e r o so so s . Es Es u n a d o c t r i n a m o r a l m e n t e a m b i g u a . Ataca los crímenes de algunos y pasa por alto los de otros, aun empleando los criterios de lo que a f i r m a es ley n a t u r a l . N o es que no pueda haber valores universales globales. Es más bien que estamos todavía lejos d e saber cuáles son estos valores. Los valores universa les globales no nos son dados, somos nosotros los que los creamos. La empresa humana de crear d i chos valores es la gran empresa m o r a l de la huma n i d a d . Pero sólo tendrá esperanza de realizarse cua ndo pod amos sa limos de la perspectiva ideoló gica de los poderosos en dirección a una aprecia ción en ve rd ad co mú n (y po r cons iguien te m ás global) del bien. Esta apreciación global necesita u n a base concre ta difere nte, emp ero , un a estruc estruc t u r a mu ch o más equitativa que cualq uiera que hav a m o s c o n s n u i d o hasta a h o r a . vez algún algún día — n o m uy le ja no — nos a p r o x i T a l vez m e m o s a esta base c o m ú n . Esto d e p e n d e d e c ó m o salga el mundo de la actual transición de nuestro sistema-mundo existente hacia uno diferente, que será mej or o tal vez no . Sin em ba rgo , hasta q u e n o hayamos c a p e a d o esta transición e ingresado en á s igualitario, las las escépticas cortap i este m u n d o m ás sas a nuestra impulsiva a r r o g a n c i a m o r a l , promoví-
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das por Las Casas, probablemente nos serán de m a v o r utilidad que las certezas morales interesadas de los Sepúlvedas de este m u n d o . C o n s t r u i r a nivel m u n d i a l cortapisas legales a los crímenes contra la h u m a n i d a d es poco virt uos o si no son ig ual me nte aplicables a los poderosos y a los que conquistan. E l Consejo de india s que se reun ió en Vallad ol i d no reportó este veredicto. Sepúlveda ganó. Aún no se ha reportado el veredicto y en esta m e d i d a Sepúlveda sigue ganando en el corto plazo. Los L as Casas d e este m u n d o h a n s i d o acusados de in genuos, d e facilitadores del mal , de ineficientes. Pero no dejan de tener algo que enseñarnos: un poco de h u m i l d a d p a r a n u e s t r a s u p e r i o r i d a d m o r a l , u n poco de apoyo concreto a los opr imi do s y los perseguidos, un poco de búsqueda continua de un universal ismo globa l que sea sea e n ver da d co lectivo v po r ende verdad eramente glo bal.
2. ¿SE PUE DE SER SER N O ORI ENT ALI STA ? PARTICULARISMO ESENCLALISTA
Ya para el siglo xvni las cuestiones que debatieron Sepúlveda y Las Casas habían dejado de ser m o t i v o de rabiosas controversias. El mundo europeo se avino a la aceptación general de la l e g i t i m i d a d d e su d o m i n i o colonial en América y otras partes del m u n d o . E n la me di da en que el debate púb lico acerca de las las regi ones colo niales con ti nu ó en cierto grado, se había centrado en los derechos de autonomía de los colonos europeos en estas regio nes, más que en la forma en que los europeos de bían relacionarse con los pueblos indígenas. No obs tant e, co n sus exp ans ion es, sus viajes y sus tran sacciones comerciales los europeos establecían cada vez más contacto con las poblaciones —espe cia lme nte en As ia —, ubicad as en !o qu e en el siglo XI X se llamó zonas de "civilizaciones avanzadas", concepto que incluía, entre otras, a China, la India, Persia y e l I m p e r i o o t o m a n o . Todas éstas eran zonas en las que en algún mo mento se constituyeron grandes estructuras buro cráticas, del tipo que solemos llamar impe rios . Cada u n o d e estos i m p e r i o s - m u n d o p o s e í a u n a lingua franca con escritura y li teranira. Cada uno estaba d o m i n a d o por una religión principal que parecía pre valecer en la zo na Y cada un o gozaba de cons idera bles riqu riquez ezas as.. D eb id o a qu e en el sigl o XVIII la mayoría de las potencias europeas todavía no esta b a n en condiciones de imponerse mili tarm ente en [47]
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zonas, no sabían bien a bien qué pensar de ellas. Su posición inicial solía ser de cur ios ida d y res res peto de ntr o de de ciertos límites, com o si tuvieran algo que aprender- de ellas. Por eso entraron en la con ciencia de los europeos co mo iguales relativos, po sibles socios y enemigo s en pote ncia (enem igos en e l plano metafísico y en el m i l i t a r ) . E n este c o n texto, en 1721, el barón de Mon tesq uieu pro duj o su libro Cartas persas. fictic icio io de cartas s u Cartas penas es u n co nj un to fict p u e s t a m e n t e escritas no po r viajeros viajeros europeos que f u e r o n a Peisia sino por viajeros persas q u e f u e r o n a Eu ro pa , en especial a París. En la carta 30, Rica escribe a casa que los parisienses están fascinados c o n el traje ex ótic o que p or ta. A l sentirse mol esto p o r este m o t i v o , dice que adoptó la vestimenta eu ropea para poder mezclarse con la muchedumbre. "Libre de adornos extraños, fu i apreciado con mayor justeza." Pero cuenta que a veces había al g u n o que lo reconocía y contaba a los demás que era persa. la reacción inm ediat a era: "¡Oh, oh! ¿El señor es persa? ¡ Q u é cosa m á s e x t r a o r d i n a r i a ! -*Cómo puede alguien ser persa?" ( M o n t e s q u i e u [1721], 1993: 83). Pregunta famosa que ha plagado la psique del m u n d o europeo desde entonces. Lo más extraor d i n a r i o d e l libro de Mont esq uie u es que no da un a r e s p u es es t a . P o r q u e , s u p u e s t a m e n t e e s c r i b i e n d o sobre las costumbres persas, a Mo ntes qui eu le le inte resaba sobre todo discut ir las las costum bres euro peas. E x p r e s ó l o q u e pensaba p o r m e d i o d e c o m e n t a d o r e s persas ficticios, como un a r t i f i c i o p r o t e c t o r q u e l e p e r m i t i e r a f o r m u l a r u n a c r í t ic ic a social de su p r o p i o m u n d o . C i e r t a m e n t e f u e l o bas tante precavido como para publicar su libro en el esas
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anon imat o, y adem ás en H ola nda , que a la sazón era un centro de relativa libe rtad cultural. A pesar de la ignorancia social de los europeos en cuanto a las llamadas civilizaciones orientales avanzada avanzadas, s, la exp ans ión de la la ec ono mí a-m un do ca pitalista f u e i n e x o r a b l e . E l s i s t e m a - m u n d o d o m i nado por Europa se extendió desde su base e u r o a m e r i c a n a a b a r c a n d o cada vez más partes del m u n d o , con el fin de incorporarlas a su división de la f u e r z a d e t r a b a j o . L a d o m i n a c i ó n , c o m p a r a d a con el mero contacto, no resiste el sentido denecesitan sen sen igualdad cultural. Los dom inad ore s necesitan se j u s t i f i c a q u e sean t i r que mo ra l e históricam ente se os p r i ncipales receptores de e l g r u p o d o m i n a n t e y l os lo s excedentes e c o n ó m i c o s p r o d u c i d o s d e n t r o d e l sistema. La curiosidad y un vago sentido de la po sibilidad de aprender algo del contacto con ¡as lla madas civilizacion es avanzadas cedi ó a la n eces idad de explicar por qué estas regiones habrían de estar p o l í t ic ic a y e c o n ó m i c a m e n t e s u b o r d i n a d a s a E u r o p a , pese a que se las consideraba civilizaciones ''avanzadas". E l meollo de la explicación que se armó fue no tablemente sencillo, fínicamente la "civilización" europea, que tenía sus raíces en el mundo grecorro ma no de la Antig üeda d (y para algun os en el mundo del Antiguo Testamento también), pudo producir la "mo dern idad " —térm ino comodín para un pegote de costumbres, normas y prácticas que flore cier on en la econom ía-m undo capi (alis (alista. ta. Y com o se decía que por definición la mo de rn id ad era la encarnación de los verdaderos valores u n i versal versales es,, del imiversalism o, la mo de rn id ad no era meramente un bien moral sino una necesidad his tórica. Debe de haber algo, siempre debe de haber
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h a b i d o algo en las civilizaciones avanzadas no eu ropeas inc om pat ible con la mar cha de la h u m a n i d a d hacia la mod er ni da d y el verd ader o universa lismo. Al contrario de la civilización europea, de la que se afirmaba que era inherentemente progre sista, las otras civilizaciones avanzadas deben de ha berse dete nido po r alguna razón en su trayectoria, quedando incapacitadas para transformarse en al versión de mo de rn id ad sin la intromisión de g u n a versión fuerzas externas (esto es, europeas). Ésta fue la tesis p o s t u l a d a p o r lo lo s a c a d é m i c o s europeos que estudiaron estas civilizaciones avan zadas, especialmente en el siglo XIX. Estos a c a d é micos recibieron el nombre de orientalistas porque pertenecían al Occidente, el sitio por excelencia d e l a m o d e r n i d a d . L o s o r i e nt nt a l i st st a s e r a n u n a banda pequeña e intrépida. No era fácil ser o r i e n talista. C o m o estos a c a d é m i c o s estaban e s t u d i a n d o las civilizaciones avanzadas que poseían tanto lite r a t u r a escrita como una religión diferente (una presunta religión de irradiación m u n d i a l , p e r o d i f e r e n t e d e l c r i s t i a n i s m o ) , u n o r i e n t a l i s t a necesi taba aprender una lengua que resultaba difícil para un europeo, y además pergeñar textos a su ve z densos y culturalmente remotos, si quería en t e n d e r hasta c i e r t o p u n t o cómo se veían a sí mis mos y cómo veían al mundo las gentes d e esta civi lización ajena. Hoy diríamos que el orientalista t e n í a q u e se se r h e r m e n é u t i c a m e n t e e m p a l i c o . D u rante el siglo X I X y l a p r i m e r a m i t a d d e l XX n o h u b o muchos académicos como éstos, y práctica mente todos los que lo f u e r o n eran europeos o es tadunidenses. Hasta después de 1945 los arg ume ntos y las las pre culturales de g r u p o d e a c a d é m i c os no este misas
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f u e r o n sometidos a una crítica escrupulosa. Por su puesto, es obvia la razón de que así fuera. Después de 1945 1945 la geopo lítica del sistem a-mu ndo hab ía cambiado considerablemente. La guerra contra el nazismo había empañado el racismo esencialista d e l que los nazis habían sacado sus terribles con clusiones. clusiones. Y, más imp ort an te aún, el m u n do no eu r o p e o sobre el que los orientalistas habían estado escribiendo estaba en plena rebelión política con t r a e l c o n t r o l occidental de sus países. Surgieron revoluciones anticolonialistas por toda Asia y A f r i c a , y en Lati noa mér ica tenían luga r transfor maciones político-culturales internas. E n 1963, 1963, An ou ar Abdel- Malek publicó u n artícu lo que reseñaba el impacto de estos cambios polí tico ticoss e n el m u n d o aca dém ico. Se Se titu laba "Orien¬ talism in crisis" [El orientalismo en crisis]. Ahí analizaba las dos premisas históricas prin cipa les de los orientalistas. En el plano de la problemática — a f i r m a b a — los orientalistas habían constituido como objeto de estudio una entidad abstracta, e l O r i e n t e . Y en el plano temático habían adoptado u n a c o n c e p c i ó n esencialista d e este objeto. Su ata que a estas dos premisas se consideró en la época intele cnia lmen te (y políticame nte) ra dical, au n cuando ahora nos parezca casi l u g a r c o m ú n :
Llegamos así a una tipología basada en u na especificidad real pero separada de la historia, y por ende concebida como intangible y esencial. Convierte al "objeto" estu sujeto estudiante diado en otro, en relación con el cual el sujeto es trascendente; tendremos entonces u n h o m o Sinicus, un h o m o Africans, u n h o m o Ambicus (¿y por qué no también tras que el hombr e, el hom bre un himn Afíg^plicusí), míen tras •"normal", es el hombre europeo del periodo histórico
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que (lata tie l a Antigüedad griega. Vernos, pues, tiaramente que entre los siglos XVIII y XX el hegemonismo de las miñonas poseedoras denunciado por Marx y Engcls desmantelado por Freud van de de la y el antropocentris mo desmantelado mano del eurocen irismo en las ciencias huma nas y las las so ciales, sobre todo en las que están en relación directa con los pueblos no europeos ([1972] 1981: 77-78). C o n excepción de un reducido grupo de espe cialis cialistas, tas, sin emb arg o, A bde l-Ma lek no fue m uy leído en el mundo paneuropeo. El libro p u b l i c a d o quin ce año s más tarde po r Edwa rd W. Said, Orien talism ( [ 1 9 7 8 ] 2 0 0 3 ) , fue el que estímulo un am plio debate acerca del orientalis mo com o mo do de saber e interpretación de la realidad de las legio n es es n o o c c id id e n ta ta l e s d e l m u n d o m o d e r n o . Este l i b r o era un estudio del campo académico d e l orien talism o, especialmente la porción en que trata sobre el m u nd o árabe islámico. islámico. Pero, Pero, más im p o r t a n t e , era también un estudio de lo que Said llamó el "significa do más gene ral" dei orienta l i s m o , "un estilo de pensamiento basado e n u n a distinción oncológic a y epistem ológ ica entre 'el O r i e n t e ' y (casi siempre) 'el Occ ide nte '" ( [ 1 9 7 8 ] 2 0 0 3 : 2). Aunque para él el orientalismo era algo más que un estilo de pensamiento. También era —a fi rm ó— "un a insti instituc tución ión corporativa para tratar tratar con el Orien te, [...una ] disciplina enorm emen te sistemática con la que la cultu ra euro pea p u do ma nejar —e incluso p r o d u c i r — el Oriente, política, sociológica, militar, ideológica, científica e imagi nativamente du rante el per io do posterior a la Ilus t r a c i ó n " (ibid.: 3 ) . ¥ luego agregó: "Decir sencillamente que el o r i e n t a l i s m o e r a u n a justificación del d o m i n i o co -
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l o n i a l es ignorar hasta qué punto el orientalismo justificaba por anticipado el colonialismo, y no lo c o n t r a r i o " (ibid.: 3 9 ) . Pues "el orienta lismo es f u n dame ntalm ente una do ctri na política decretada para el Oriente porque el Oriente era más débil que el Occidente" (ibid.: 204). L o que es más, para él el orientalismo como f o r m a d e p e n s a r es independiente y no está abierto al cuestionatniento intelectual:
orientalista inspecciona al Oriente desde arriha, con la finalidad de visltimbrar el panorama completo que se cxüende delante de sus ojos: cultura, religión, mentali dad, historia, sociedad. Para esto nene qtie ver hasta el más mínimo detalle a través del artificio de un conjunto de categorías reductoras (los semitas, la mente musul mana, el Oriente, y así sucesivamente). Como estas cate gorías son sobre totlo esquemáticas y eficientes, y como se asume en mayor o menor medida que ningún orien tal puede conocerse del modo en que un orientalista puede conocerlo, cualquier visión del Oriente acaba apoyándose, para su coherencia, en la persona, la insti tución o el discurso cuya propiedad es. es. Cual quie r visión visión global es fundamentalmente conservadora, y ya hemos observado que en la historia de las ideas acerca del Cer cano Oriente en el Occidente estas ideas han prevale cido independientemente de cualquier evidencia que las impugne. (En realidad, podemos decir que estas ideas producen evidencia que demuestra su validez) li l
(ibid.:2$9).
E n el epílogo, escrito quince años después de la p u b l i c a c i ó n original, Said asegura que el enojo y la resistencia con que se topó este l i b r o y otros que p r o p o n e n tesis semejantes f u e p r e c i s a m e n t e
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que "pare cen min ar la creencia ingenua en una cierta positividad y una historicidad i n m u t a b l e d e u n a cultura, una persona, una i d e n t i d a d n a c i o n a l " (tbid.:352).
En cu anto a Said, Said, ter mi na su l i b r o i n s i s t i e n d o en que "la respuesta al orientalismo no es el occi¬ d e n t a l i s m o " (ibid.: 328). Y e n su reflexión sobre su p r o p i o l i b r o y en la recepción que tuvo, insistió en u n a distinción entre el poscolonialismo, con el que se asociaba, y el posmodernismo, que criticó por su énfasis en la desaparición de las grandes narra tivas. No así los artistas y académicos pos coloniales, para quienes, arguye Said: Las grandes narrativas persisten, aun cuando su aplica ción y realización estén actualmente suspendidas, hayan sido diferidas o se eviten. De esta diferencia decisiva entre los urgentes imperaüvos históricos y políticos del poscolonialismo y la relativa separación del posmoder resultados completamen te di nismo emanan enfoques y resultados ferentes, aun cuando algunos se traslapan mutuamente (en la técnica del "realismo mágico"', por ejemplo) (ibid.: 349). Montesquieu había hecho la pregunta: ¿cómo pue de alg uien ser ser persa?, p e r o r e a l m e n t e n o t e n í a interés en contestarla. O más bien, lo que real mente le interesaba era elaborar sobre f o r m a s o p cionales de ser europeo. Esta preocupación es per fectamente legítima, P e r o i n d i c a b a u n a c i e r t a i n d i f e r e n c i a respecto al tem a real : có mo alcanzar e l e q u i l i b r i o adec uado ent re lo unive rsal y lo par ticular. Montesquieu, claro, era europeo, escribió d e n t r o de u n contexto y u n mar co de pensam iento europeos, y no tenía muchas dudas acerca de la rea-
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lidad de los valores universales, aunque sí acerca de la fo rm a en que Euro pa presentaba el conju nto de los valores universales. E n cambio, Said era un híbrido por excelencia, en los márgenes de varias identidades. Era un aca démic o huma nista muy prep ara do, espec especial ialist istaa en l i t e r a t u r a inglesa y producto (y profesor dentro) d e l sistema universitario o c c i d e n t a l . Pero también, por nacimiento y por lealtad {tanto emocional como política), palestino, al que ofendían p r o f u n damente las implicaciones intelectuales y políticas d e l orie ntali smo en lo que llamaba " un estilo de pensa miento ". Sostuvo Sostuvo que no había for m a de que ser persa deb ido a que el co ncepto alguien pudi era ser esencialista, er a un a inven estilizado, el pa rti cu lar esencialista, ción de! arrogante observador occidental. Sin em bargo, se rehusó a sustituir e l o r i e n t a l i s m o p o r e l occidentalismo, y se sintió consternado por el em pleo que hicieron de sus análisis algunas personas que lo utilizaban c o m o r e f e r e n c i a . E l p r o p i o Said hizo un uso explícito del con cep to de discur so de Fouc ault , y su co ne xió n ín tima con las estructuras de poder y su reflejo de ellas. Nos d i j o que el discurso esencialista de los orientalistas estaba muy alejado de la realidad de las regiones acerca de fas que escribían, especial mente de la forma en que esta rea lida d era vista vista y vivida por los subalternos estudiados y catalogados p o r los poderosos del m u n d o . Estaba d i c i é n d o n o s , efectivamente, que las palabras i m p o r t a n , que los conceptos y las conceptualizacioncs i m p o r t a n , q u e nuestros marcos de saber son u n fac tor causal en la construcción de las instituciones sociales y políticas desiguales desiguales — u n facto r causal pero para nada el único factor causal. Nos conminó a no rechazar las
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grandes narrativas sino e x a c t a m e n t e l o c o n t r a r i o , a volv er a ellas, po rq ue hoy "están suspen didas, h a n sido diferidas o se evitan". M e parece que cuando volvemos a las grandes narrativas estamos ante dos diferentes cuestiones. U n a es evaluar el m u n d o , el sistema-mundo, diría y o , en que vivimos, y las pretensiones de los que están en el po de r de ser ser los pro pie tar ios y los los aplicadores de los valores universales. La otra es sope sar si los dichos valores universales existen, y si es así, cuándo y en qué condiciones podemos llegar a conocerlos. Me gustaría abordar estas d o s cues tiones sucesivamente. Existe la sensación de que todos los sistemas his t ó r i c o s c o n o c i d o s h a n p r o c l a m a d o estar basados en los valores universales. El sistema más introver t i d o , solipsístico, normalmente pretende estar h a ciendo las cosas de la única forma posible, o de la ú n i c a f o r m a aceptable para los dioses. "¡Oh, oh! ¿El señor es persa? ;Q_ué cosa m á s e x t r a o r d i n a r i a ! ¿Cómo puede alguien ser persa?" Esto es, las per sonas en un sistema histórico dado se embarcan en prácticas y ofre cen explicacio nes que jus tifi can estas prácticas porque creen (se les enseña a ha cerlo) que esas práctica s y expl icac ione s son la n o r m a d e l c o m p o r t a m i e n t o h u m a n o . Estas prácti cas y creencias tienden a ser consideradas eviden tes, tes, y no rm alm ent e no son tema de r eflexión m de d u d a . O cuando menos se considera una herejía o u n a blasfemia du da r de ellas, ellas, o siquiera reflex iona r en ellas. Las pocas personas que se atreven a cues t i o n a r las prácticas yjustificaciónes del sistema so cial histórico en que viven no solamente son valientes sino también temerarias, dado que seguramente el g r u p o se volverá contra ellas y con la mayor fre-
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cuencia las castigará por descarriadas inadmisibles. Q u i z á p o d e m o s entonces comenzar con el argu mento paradójico de que no hay nada más etnocentiis ta, más part icula rista que la pret ensi ón de universalismo. Sin embargo, lo extraño del moderno sistemam u n d o —lo característicamente verdadero de él— es que esa duda es teóricamente legítima. Digo teó ricamente porque, en lapráctica, los poderosos del m o d e r n o sistema-mundo tienden a sacar las uñas de la supresión ortodoxa siempre que la duda llega a l p u n t o d e socavar eficazmente algunas de las pre misas críticas del sistema. V i m o s esta sima ción en el debate Sepúlveda-Las Casas. La s Casas s e m b r ó d u d a s acerca de la pre sunta aplicación de los valores universales tal como la pregonaba Sepúlveda y tal como la practicaban los conquis tadores y los enco men dero s en Amé rica. Si n d u d a , L as Casas tuvo cuidado de no desa fiar la l e g i t i m i d a d de los actos de la corona espa ñola. En real idad , apeló a la la cor ona pa ra qu e apoyara su lectura de los valores universales —lec tura que habría dado amplia cabida a las prácticas particularistas de los pueblos indígenas de Amé rica. Em per o, seguir po r la línea del argu me nt o i n i c i a d o por Las Casas tarde o temprano necesa riame riament ntee ha br ía pu es to en tel a de j u i c i o toda la es t r u c t u r a de poder del emperador. De ahí las vaci laciones d el em per ado r. De ahí la inde cisió n de los jueces d e la j u n t a en Valladolíd. De ahí que las ob j e c i o n e s de Las Casas fueran sepultadas de ¡acto. Ycuando los amos europeos del sistema-mundo m o d e r n o se toparon con "los persas" p r i m e r o reac cionaron con asombro —"¿Cómo puede alguien ser se r persa?'—- y luego justificándose, al verse c o m o
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los únicos poseedores de los valores universales. Ésta es la historia del orie ntal ism o que es " un estilo de pensam iento ", qu e Abdel- Mal ek y más tard e Said se esforzaron por examinar y denunciar. Pero, ¿qué había cambiado en el sistemam u n d o de fines del siglo X X para que Said pudie ra hacer esto y para que encontrara una amplia au diencia para sus análisis y sus denuncias? A b d e l M a l e k nos di o ta respuesta. respuesta. A l convoca r a un a "re visión visión critic a" de l orient alismo dijo: Cualquier ciencia rigurosa que aspire aspire al ente ndim iento debe someterse a dicha revisión, Sin embargo, el resur gimiento de las naciones y de los pueblos de Asia, África y Latinoamérica durante las dos últimas generaciones es el que ha producido esta tardía y todavía reticen te crisis crisis de conciencia. Un a demanda escrupulosa se ha conver tido en una inevitable necesidad práctica, el resultado de la influencia (decisiva) del factor político —esto es, las victorias de los diversos movimientos de liberación nacional en escala mundial. Por el mom ent o, es es el oriental ismo el el que ha experi mentado el mayor impacto: desde 1945 no es sólo el "campo" el que se le ha ido de las manos sino también los "hombres", aquellos que ayer todavía eran el "objeto" de estudio y que hoy son su "sujeto" soberano ([1972] 1981:73).
La revisión crítica que Ab de l-M ale k y otros pe dían en 1963 tuvo sus sus prime ros efectos en el d o m i n i o acadé mico cerrado de los los pro pio s oriental orientalistas istas profesionales. En 1973, apenas diez años después, e l Congreso Internacional de Orientalistas se vio c o m p e t i d o a cambiar su nombre por el de Con greso Int ern aci ona l de Ciencias Ciencias Hu ma nas de Asia Asia
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y Afric a d e l N o r t e , tras tras acalorado, debate, sin dud a. Y otros diez años después el grupo trató de reen contrar el e q u i l i b r i o u n p o c o v o l v i e n d o a cambiar de nombre, a Congreso Internacional para los Es t u d i o s Asiáticos y Norafricanos. P e r o el término orientalista no fue resucitado. L o que Said hizo fue salirse de este d o m i n i o cerrado. Se movió en el d o m i n i o m á s a m p l i o d e l debate int elec tual genera l. Said navegó navegó con la ola de soievantarnientos intelectuales generalizados que se refle jaron y se pro mo vi er on en la revolución de 1968. 1968. D e manera que no se dirigía dirigía pri nci pa lme nte a los orientalistas. Se dirigía más bien a dos audien cias m á s extensas. En primer lugar, se dirigía a todos los que participaron cennal o aun periféricamente en los múltiples múltiples movim iento s sociales que surgieron de 1968, y qu e ya en los año s setenta dirigían su atención más de cerca a cuestiones relativas a las es tructuras d e l saber. Said estaba p o n i e n d o de d e realce para ellos los enor mes peligros intelectuales, intelectuales, m ora les y políticos de las categorías binarias reificadas, p r o f u n d a m e n t e insertas en la geocultura del mo d e r n o sistema-mundo. Les estaba diciendo que de b e m o s grit ar a los los cuatr o vientos qu e no existe el persa esencial esencial,, inm uta ble, que carece de entendi m i e n t o acerca de los únicos valores y prácticas pre tendidamente universales. P e r o Said se dirigía también a una segunda au diencia: a todas las personas honestas y buenas e n las las institucio nes del saber y a las instituciones so ciales incluyentes que todos habitamos. Estaba d i ciéndoles: cuidado con los falsos dioses, o los pre suntos universalismos que no solamente ocultan las estructuras de poder y sus desigualdades sino que so n los pro mo tor es princip ales, o los conserva-
;SE PUEDE SEK NO ORIE NTAL ISTA ? 6o dores, de las inmorales polarizaciones existentes. Said estaba apelando a otra interpreta E n rea lidad Said ción de los supuestos valores universales de estas personas honestas y buenas. E n este sentido, estaba repitiendo la larga búsqueda de Las Casas. Y murió en medio de la misma sensación de frustración e i n c o m p l e t u d q u e l a s Casas e n s u e m p e ñ o . Para apreciar la naturaleza de esta b ú s q u e d a — p a r a u n v e r d a d e r o equilibr io (intelectual, m o r a l y político) entre lo universal y lo pa rt ic ul ar — conviene exa m i n a r con quién se debatía Said. En p r i m e r lugar, y con más estrépito y pasión, con los poderosos del m u n d o V sus acólitos intelectuales, que no sola men te justi ficab an las las desigualdades básicas del sis t e m a - m u n d o que a Said le parecían tan patente me nte injustas sino que también d isfr uta ba n de los frutos de estas desigualdades. Por eso estaba listo no simp leme nte para em barcarse en una batalla intelectual sino también en una disputa política dir ec ta Said fue mi em br o del Consejo Nacional Palestino y participó activa mente en sus deliberaciones. Era una de las voces cantantes cuando éste convocó a la Organización de Liberación Palestina (OLP) a revisar sus viejos reclamos al anterior mandato británico en su con j u n t o y a r e c o n o c e r el derecho de Israel a existir d e n t r o de los límites establecidos en 1967 junto a u n estado p a l e s t i n o i n d e p e n d i e n t e . C o m o sabe mos, ésta fue la postura que la O L P a c a b ó a d o p los Acu erdo s de Oslo en 1993. t a n d o de nt ro de los P e r o cuando, dos años más tarde, Yaser A r a f a t firmó el Oslo 2 con los israelíes, alegando que es taba p o n i e n d o e n m a r c h a esta postura revisada de l a ÓLP, Said sintió que Oslo estaba lejos de llegar a id l o d e n u n c i ó c o m o e l u n a r r e g l o e q u i t a t i v o . S a id
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palestino". No temió defender posturas que lo pon ían en entr ed ic ho frent rentee a gr an parte d e l m u n d o á r a b e . P o r e j e m p l o , d e n u n c i ó e l revi sionismo del holocausto, el régimen del p a r t i d o Baath en un momento en que Washington todavía l o apoyaba y la cor rup ción en varios regím ene s árabes. Pero, pese a t o d o , fue un defensor inque brantable de un estado palestino. "Versalles
Said tuvo u n a tercera batalla, m e n o s v o c i n g l e r a per o igual men te sentida: su disp uta co n los posmodernistas, que, según él, habían abandonado la búsqu eda d el análisis análisis inte lect ual y po r e n d e la t r a n s f o r m a c i ó n p o l í t i c a Pata Said las tres cuestio nes formaban parte de la misma búsqueda: sus ata ques a los orientalistas académicos, la insistencia e n u n a p o s t u r a p o l ítít i c a m o r a l m e n i e c o n g r u e n t e y firme respecto a Palestina, y su decisión de no abandonar las grandes narrativas en pro de lo que consideraba j u e g o s intelectuales carentes d e inte rés e insignificantes. Por consiguiente, d e b e m o s p o n e r e l l i b r o d e Said dentro del contexto de su época: p r i m e r o , la oleáda de mov imie ntos de liberación nacion al en e l mundo entero en los años posteriores a 1945 y, segundo, la revolución m u n d i a l de 1968, expre sión de las demandas de los pueblos olvidados de! m u n d o para tener u n luga r legítim o tanto en las las estructuras de poder del sistema-mundo como en los exámenes intelectuales de las estructuras del conocimiento. resumir de la siguiente manera el re sultado de cincuenta años de debate: las transfor m a c i o n e s d e l e q u i l i b r i o de poder en el sistemam u n d o pusieron fin a las sencillas certezas acerca d e l universalismo que prevalecieron a lo largo de Podemos
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toda la historia del mo de rn o sistema-mundo, que afianz aron las las oposiciones binarias pr of un da mente arraigadas en todos nuestros marcos cogniüvosy que sirvie ron de justificación política e inte lectual de las formas dominantes de pensamiento. L o que todavía no hemos h e c h o es alcanz ar u n consenso respecto a un marco alterno, ni siquiera un a clara clara imag en de él, que n os per mit ier a a todos ser no orientalistas. Éste es es el desafío que tene mos frente a nosotros para los próximos cincuenta años. Ah or a debemos ¡legar a la segunda pr egu nta que se plantea cuando deseamos c o n s t r u i r n u e s tras grandes narrativas: ¿existen los valores univer sales realtnente, y si es así, cuándo y en qué condi ciones p o d e m o s l l e g a r a conocerlos? Es decir, ¿cómo podemos ser no orientalistas? C o m e n c e m o s p o r e l p r i n c i p i o . ¿Cómo se puede pensar que se sabe cuando un valor es universal? La respuesta no está co n tod a segu rida d en su práctica un iversal/ global. En el siglo X i x a l g u n o s antropó logos prete ndía n afirm ar que existían prácticas que t odo el m u n d o observaba po r do quier. El eje mp lo más com ún era el tabú del in cesto. Sin embargo, no resulta difícil encontrar c o n s t a n t e m e n t e excepciones en algún t iem po y en algún lugar de esta supuesta práctica social glob al. Y natu ral men te, si en r eali dad las las prácticas fuera n aproximadamente las mismas en todas partes, nu nca habría habi do necesidad de proselitismos d e n i n g u n a especie — n i religios o, n i secular, secular, n i po lítico—, dado que el prosclitismo asume que haypersonas que co nver tir —es decir, personas que no practican el valor que los proselitistas consideran universal. N o r m a l m e n t e se dice que los valores universales casi
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son verdaderos por una o dos razones: ya sea que nos hayan sido "revelados" por alguien o por algo — u n profeta, textos proféticos o instituciones que a f i r m a n estar l e g i t i m a d a s p o r l a a u t o r i d a d d e algún profe ta o texto pro fétic o—, o bien que, p or ser "naturales", hayan sido "descubiertos" gracias a la introspección de personas o grupos de perso na s excepcionales. Asociamos las verdades revela das con las religiones, y las doctrinas del derecho filoso sofí fías as mo ra les o polí ticas . L a d i f i n a t u r a l co n filo cultad c o n ambas clases d e alegaciones es evidente. Existen conocidas alegaciones contrapuestas a cualqu ier definición p art icul ar de ios valores valores u n i versales. Existen mucha s religiones y conj unto s de autoridades religiosas, y su universalismo no siem pre es compatible con el del o t r o . Yexisten muchas versiones versiones de l derec ho nat ura l que suelen estar d i rectamente reñidas entre sí. L o que es más, sabemos q u e q u i e n e s d e f i e n d e n el conjunto de valores universales en los que creen a me nu do defie nde n con pasión pasión la exclusividad de la v e r d a d q u e p r o c l a m a n y s o n m u y i n t o l e r a n t e s con las versiones alternas de los valores universales. Incluso la doctr ina de la v i r m d de la tolerancia in telectual y política de un a m u l t i p l i c i d a d de concep ciones es en sí simplemente un valor universal más, sujeta sujeta a impugna ción, y cierta men te casi s i e m p r e i m p u g n a d a po r algunos gru pos dent ro del sistema sistema histórico dentro del que hoy vivimos. C l a r o está, podemos resolver esta i n c e r t i d u m bre intelectualmente im po nie nd o una docQina de relativismo radical y declarando que todos los siste mas de valores sin excepción son creaciones subje tivas, y que po r cons iguien te todos tiene n la mism a validez, p o r q u e n i n g u n o es e n r e a l i d a d u n u n i v e r -
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sal válido. Sin embargo, el hecho es que n o hay ab solutamente nadie que esté en realidad dispuesto a defender el relativismo radical permanentemente. Por un lado porque es una afirmación que se autocontrad ice, ya que el relativismo radical, siguiendo sus sus prop ios criterios, sería sería solamente u na posición posible, no más válida que cualquier otro supuesto universalismo. P o r O t r o , po rq ue en la practica todos reho cedem os ante ciertos límites de lo que estamos dispuestos a aceptar como conducta legítima, pues de otro modo viviríamos en un mundo en verdad anárquico, que pondría en peligro nuestra supervi vencia i n m e d i a t a . O bien, si hay alguien que esté de veras dispuesto a defender esta postura permanen temente, todos los los demás probablemen te tacharíamos a dichas personas de psicóticas y las encarcelaríamos p o r segu rida d. Por eso descarto el relativis mo radi cal como posttira posible, pues n o creo que nadie crea sinceramente en él. Pero si uno n o acepta que los universales que se revelan o a los que se llega gracias a la percepción o intuición de personas sabias de hecho son nece sariamente universales, y si tam po co cree uno que e l relativismo radical sea una postura plausible, ¿qué se puede decir de la relación de los universa les y los particulares, acerca de las formas en que u n o puede ser n o orientalista? Porque hay muchos avatar avatares es de l ori enta lism o que nos acosan. A q u e l l o s a los qu e exasperan los univer salism os eur ope os se sienten tentados de invertir la jerarq uía, cosa q u e hacen de dos maneras. L a pr im er a es arg um ent and o que los supuestos supuestos logros de Europa, esas cosas que reificamos como " m o d e r n i d a d " , eran la aspiración común de mu chas civilizaciones, en oposición a las cosas q u e
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eran específicas del apego de Europa a los valores imiversa listas —d esd e el siglo x v i u , desde el siglo X V I , desde los siglos xm o X, p o c o i m p o r t a . A g r e gúese que una mo men tán ea coyunt ura permiti ó a los europeos detener este proceso en cualquier otra parte del mun do , y esto es io que explica las diferencias políticas, económicas y culturales del presente. Esta es una postura como de "podríamos hab erlo hecho tal co mo vosotros". Los "persas" h u b i e r a n p o d i d o c o n q u i s t a r E u r o p a , y e n t o n c e s se rían ellos los que estarían preguntando: "¡Oh, oh! ¿El señor es europeo? ¡Qué cosa más extraordina ria! ¿Cómo puede alguien ser europeo?" L a segunda es i n v e r t i r la jerarquía en el otro s e n t i d o , p r o m o v i e n d o este a r g u m e n t o u n p o c o más. L o s "persas" ya estaban haciendo las cosas q u e llamamos modernas o que cond ucen a la mo der ni dad, m u c h o antes que los europeos. De chiripa, los europeos agarraron la bola por un momento, sobre todo en el siglo xix y parte del xx. Pero en la larga marcha de la historia fueron los "persas" y n o los europeos los que ej emp lif ica ron los valores valores u n i versal versales. es. Debe ríam os entonces reescribir la historia d e l mundo para dejar claro que Europa fue, casi todo el tiempo , una zona m arg inal y probable mente esté destinada a seguir siéndolo.
argumentos son los que Said llamaba "oc¬ c i d e n t a l i s m o " y que yo he llam ado "eurocen trismo antieurocéntrico" (Wallerstein, 1997). Esocciden¬ talismo porque se basa en las mismas distinciones binarias atacadas por Said. Yes eurocentrismo antieurocéntrico porque acepta absolutamente la de finición d e l marco intelectual que los europeos im p u s i e r o n al mundo moderno, en vez de reabrir comp letam ente las cuestione cuestioness epistemológicas. Estos
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Es de lo más útil comenzar estos análisis desde u n a perspectiva realista. Existe ciertamente un sis t e m a - m u n d o moderno, en verdad distinto de todos los anteriores. Es una economía-mundo capi talista, que cobró existencia en el prolongado siglo XVI en Europa y América. Y una vez que fue capaz de consolidarse siguió su p r o p i a lógica interna y sus necesidades cstrucmrales para expandirse geo g r á f i c a m e n t e . Para hacerlo desarrolló su capaci d a d inilitar y tecnológica, y por ello p u d o i n c o r p o rarse una parte del mundo tras otra, hasta i n c l u i r e l planeta entero en algún p u n t o en e! siglo XTX. Además, este sistema-mundo operó con principios completamente diferentes de los sistemas-mundo anteriores, aunque esto no viene al caso aquí (véase Wallerstein, 1995). Entre las especificidades de la economía-mundo capitalista estuvo el desarrollo de una epistemolo g í a o r i g i n a l , que luego utilizó como un elemento clave para mantener su capacidad de operar. Es de esta epistemología de la que he estado h a b l a n d o , que Montesquieu hizo notar en sus Carien persasy que Said atacó tan vigorosamente en Orientalism. Fue el sistema-mundo moderno el que reifteó las distinciones binarias, sobre todo entre universa l i s m o (que según él enca rnab an los eleme ntos do minantes) y particularismo (que atribuía a todos los dominados). después de 1945 este sistema-mundo es tuvo sometido a un fuerte ataque desde e¡ interior. P r i m e r o fue parcialmente desmantelado por los m o v i m i e n t o s de liberación n aci ona l y luego p or la revolución m u n d i a l de 1968. También se ha visto afectado por el m e n o s c a b o esfructural de su habi lidad para contin uar con la inte rm ina ble acumulaPero
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ción de capital que es su razón de ser (véase Wa llerstein, 1998). Y esto significa que estamos e m plazados a no solamente remplazar este sistemam u n d o por uno considerablemente mejor, sino a sopesar cómo podríamos reconstruir nuestras es tructuras d e saber de forma que podamos conver tirnos en no orientalistas. Ser no orientalista significa aceptar la tensión c o n t i n u a entre la necesidad de unlversalizar nues tras percepciones, análisis y enunciados de valores y la necesidad de defender sus raíces particularistas de la incursión de las percepciones, los análisis y los enunciados de valores particularistas de perso nas que a f i r m a n estar pr op on ien do univer universal sales. es. Es necesario que unlversalicemos nuestros particula res y particularicemos nuestros universales simultá neamente, en una especie de intercambio dialéc tico constante, constante, que nos pe rm it a enc on na r nuevas nuevas síntesis síntesis que p or supuesto serán impug nada s instan tán eam ente . No es un ju eg o fácil.
¿CÓMO SABER LA VE VERDAD? RDAD?
3. ¿CÓMO SABER L A V E R D A D ? UNIVERSALISMO CIENTÍFICO
En el mundo moderno ha habido dos modos opuestos de u niversalismo. El orientalis mo es uno : Su s e l m o d o d e p e r c i b i r p a r t i c u l a r e s esencialistas. Sus raíces se hunden en una determinada versión de hu ma nis mo. Su característica universa l no es u n c o n j u n t o único de valores sino la per man enc ia de u n c o n j u n t o d e p a r t i c u l a r i s m o s esenciales. E l m o d o alternativo ha sido el opuesto, el universa lismo cientí fico y la ratificac ión de reglas objetivas que gobiernan a todos los fenómenos en todo mo m e n t o e n e l t i e m p o . C u a n d o m e n o s a partir de la segunda m i t a d del siglo x v i l l , e l m o d o h u m a n i s t a fue severamente atacado. Muc hos alca nzar on a las reivindic acio p e r c i b i r u n a debilidad inte rna en las nes del universalismo humanista. El humanismo re s c r is is t ia ia d o m i n a n t e d e l m u n d o m o d e r n o — v a l o re nos occidentales (tra nsm utad os en valores de la I l u s t r a c i ó n ) — e r a , desde el punto de vista cogni¬ tivo, una doctrina demostrable por sí misma, y pol ser tachada de cons tituir u n m er o l o tanto podía ser c o n j u n t o subjetivo de aseveraciones. Lo subjetivo parec ía no tener perm ane ncia . Y com o tal sus sus opo nentes decía n qu e no podía ser univ ersa l. A partir d e l siglo XIX el otro estilo moderno p r i n c i p a l d e universalismo —el universalismo científico— ad quirió en consecuencia un a fuerza relativa en tér m i n o s de aceptación sociai. Después de 1945, el u n i v e r s a l i s m o científico se convirtió incuestiona-
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blemente en la forma más sólida de universalismo e u r o p e o , p r á c t i c a m e nt nt e i n i m p u g n a d a . ¿Cuál es la procedencia de este u n i v e r s a l i s m o científico? El discurso del universalismo europeo siempre ha girado en torno a la certeza. En el sis l a base teológica original t e m a - m u n d o m o d e r n o , la de la certeza se v i o g r a v e m e n t e i m p u g n a d a . Y p e s e a que todavía había muchos para quienes los u n i versales estaban enraizados en las verdades revela das de los dioses, para muchos otros, especial mente entre las élites sociales e intelectuales, los dioses habí an sido sustituidos po r otras fuentes de certeza. El discurso del orientalismo versaba sobre l a certeza de particulares esencialistas -—cómo es que uno es persa, cómo es que el otro es "mo d e r n o " . P e r o c u a n d o este discurso fue rechazado subjetivo y po r ende susceptible susceptible de p o r pur am ent e subjetivo cuestión am ien to (ya sin certeza), pu do ser ser re mp la zado por las certezas de la cienc ia, ta l co m o están encarnadas en las premisas newtonianas acerca de la linealidad, el det erm inis mo y la reversibilidad - en el tiempo. Cultural y políticamente, esto f u e tra d u c i d o por los pensadores de !a Ilustración en las certezas del progre so, especialmente el progreso en el co no cim ie nt o científic o y sus sus aplicaciones tecnológicas. entend er la imp ort anc ia de esta revolución epistemológica —primero la creación y la consoli dación del concepto de las llamadas dos culturas, y luego, en el i n t e r i o r de éste, el t r i u n f o d e l u n i versalismo versalismo cientí fico — debemos situarla den tro de tr o m o d e r n o s i s t e m a - m u n d o . la e s t r u c m r a d e n u e s tr Es un a eco nom ía-m und o capitalista. capitalista. H a estado e n existencia durante unos quinientos años y se ha ex p a n d i d o de su sitio o r i g i n a l (partes de Europa y Para
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partes de Amér ica) para incor por ar, en el siglo xi x, a l planeta entero en su órbita, convirtiéndose en e l único sistema histórico del orbe. Al i g u a l q u e todos los sistemas, ha tenido una vida: s u p e r i o d o de origen, su periodo un poco largo de funciona m i e n t o en curso y su actual crisis estructural ter m i n a l . Durante su periodo de funcionamiento nor m a l , operó siguiendo ciertas reglas o restricciones d e n t r o de ciertos límites físicos que se fueron ex p a n d i e n d o con el tiempo. Estas características nos p e r m i t e n lla ma rlo sistema. Co mo to dos los sist siste e mas, sin embargo, evolucionó en formas observa bles que nos pe rm it en etiq ueta rlo com o sistema sistema h i s t ó r i c o . Esto quiere decir que su descripción, t a n t o c o m o s u itinerario, a la vez que retenía algu n o s rasgos sistémicos básicos, estaba siempre cam b i a n d o o evo luc ion and o. Podemo s descr ibir sus sus rasgos sistémicos en términos de litmos cíclicos (cambios que regresan a un e q u i l i b r i o , tal vez a u n e q u i l i b r i o e n m o v i m i e n t o ) y su evolución histórica en términos de tendencias seculares (cambios que se alejan del e q u i l i b r i o , a la larga mucho). Deb'do a sus tendencias seculares, el sistema in evitablem ente alcanza alcanza un pu nt o tan alejado d el e q u i l i b r i o que deja de funcionar adecuadamente. Las oscilaciones del sistema, que anteriormente re gresaban al e q u i l i b r i o e n m o v i m i e n t o s i n d e m a siada d i f i c u l t a d , .ahora son más impredecibles y caóticas. A este punto es al que hoy ha llegado el sistema-mundo existente. El sistema ha empezado a bifurcarse, lo que significa que pu ede i r en u na de cuando menos dos direcciones para encontrar u n a nueva estabilidad, un nuevo o rd en que se crea r á a p a r t i r d e l caos, y que no será solam ente u n viejo sistema sistema transfor mad o sino un o enterame nte
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nuevo. Qué brazo de la bifurcación tomará el p r o ceso es algo inher entem ente impre decib lc, sin em bargo, puesto que será el resultado de incontables factores, pod ría decirse decirse que fort uit os desde u n p u n t o de rista macro, pero que comprenderán u n a serie de elecciones indi vidu ales desde u n p u n t o de vista vista micro . Permítaseme traducir este lenguaje abstracto en u n breve análisis de las razones por las cuales esto significa que el moderno sistema-mundo hoy por h o y está pasando por una crisis sistèmica, que esta m o s viviendo una ép oca caótica y bifur cante y que, p o r e n d e , estamos colectivamente en medio de u n a lucha global en torno a qué sistema-mundo deseamos consnuir como remplazo para el sis t e m a - m u n d o en que vivimos, que se está d e r r u m bando. El principio fund ame ntal de una econ omíam u n d o capitalista es la incesante acu mul ació n de capital. Ésta es su razón de ser, y todas sus institu ciones están guiadas po r la necesidad de p erseg uir este objetivo, de recompensar a los que lo hacen y de castigar a los que no. Sin duda, el sistema está c o m p u e s t o p o r i n s t i t u ci ci o n e s q u e p r o m u e v e n este fin fin —so bre to do , un a división axia l de l trabajo entre los procesos centrales de producción y los periféricos, regulados por una red de estados so so beranos que operan dentro de un sistema entre es tados. Pero también requiere un andamiaje c n l t u ral-intelccnial para que funcione sin tropiezo. Este and ami aje tien tienee tres elem ento s pri nci pal es: un a combinación paradójica de normas universalistas y prácticas racistas-sexistas, u n a g e o c u l t u r a d o m i nad a po r el liberalis mo centrista y unas estructuras d e saber, raramente notadas pero decisivas, basa-
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¿ C Ó M O SABER. LA V E R D A D ?
das en una división epistemológica entre las dos supuestas culturas. N o puedo describir con detalle aquí cómo ha v e n i d o o p e r a n d o esta red de instituciones interconectadas.* Me limitaré a afi rm ar que este sistema ha op er ad o con extr em ada eficie ncia y éxito en términos de su objedvo conductor durante cuatro cientos o quinie ntos años. H a sido sido capaz de alcan zar una expansión absolutamente extraordinaria de tecnología y riqueza, pero sólo a expensas d e u n a p o l a r i z a c i ó n cada vez mayor del sistemam u n d o entre u n 20% super ior y u n 80% inferior, u n a polarización económica, política, social y cul tural, todo a la vez. L o que sí es urgente señalar es qtie las tenden cias seculares d e este sistema han ocasionado que en los Últimos años sus procesos s e a p r o x i m e n a
asíntotas, que están haciendo que sea imposible c o n t i n u a r p r o m o v i e n d o la la i n t e r m i n a b l e a c u m u l a ción de capital. Para apreciar esto es necesario o b servar el proceso básico gracias al cual un proceso p r o d u c t i v o en un sistema capitalista ha obtenido valores excedentes o ganancias que p u d i e r o n acu mulars e como ca pital. Básicam ente, las las ganancias ganancias de cualquier empresa son la diferencia entre los costos de producción y el precio al que el producto puede venderse en el mercado. Solamente produc tos relativamente monopolizados han p o d i d o ven derse con grandes ganancias, dado que los produc tos competitivos obligan a bajar el precio de venta. Pero a un los los produ ctos monop olizados han d epen-
* Para una descripción general de estas instituciones, véase Wallerstem, 20041). Para un recuento histórico de su desarrollo, véase Wallerstem, 1974-1989.
¿C ÓMO SARER I_\ VERDAD?
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d i d o , para sus niveles de ganancia, en mantener bajos lo s costos de producción. Ésta es la preocupa ción constante de los productores. E n este sistema hay tres tipos principales de cos tos de producción: de personal, insumos e impues tos. Cada uno constituye obviamente un paquete complejo, pero es posible demostrar que, en pro tiempo po m e d i o , los tres ha n au m en ta do con el tiem como porcentajes de los posibles precios de venta, y que en consecuencia existe hoy u na restricció n las ganancias que amenaz a la ca pacid ad global de las para pros eguir con la acumulación de capital a un r i t m o cons ider able . Ksto está socavando la razón de ser del sistema capitalista, y ha conducido a la crisis crisis estru ctura l en que nos e ncontr amos . A con tinuación exam inaré ráp idam ente po r qué se se dan estas tendencias alcistas seculares en los tres costos de producción.
lo s cos E l f a c t o r f u n d a m e n t a l d e t e r m i n a n t e d e lo tos de personal ha sido siempre la lucha de clases, u n a lucha política tanto en el lugar de trabajo como en el terreno de la política de estado. En esta l u c h a l a h e r r a m i e n t a p r i n c i p a l de los trabajadores ha sido la organiz ación sind ical. La h err am ien ta básica de las empresas ha sido su h a b i l i d a d para encontrar nuevos trabajadores dispuestos a aceptar una paga menor. Una segunda herramienta de los trabajadores ha sido que a las empresas les con viene man tene r un a produ cción constante y per manec er en u n mism o sitio mien tras haya haya un mer cado fuerte para sus productos. Una segunda h e r r a m i e n t a d e l a s empresas ha sido siempre su h a b i l i d a d para reclutar a la la maqu ina ria del estado estado p a r a r e p r i m i r las demandas de los trabajadores. Etjuego se ha llevado a cabo de la siguiente ma-
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ñera: mientras hubo un mercado amplio para el p r o d u c t o , la empresa prefirió quedarse en el lugar d o n d e estaba y evitar trastornos; accediendo de ser necesario a las demandas de mayor compensación de los los trabajadores. trabajadores. Al mi sm o tie mp o, esto f o mentó el desarrollo de las organizaciones de tra bajadores. Pero, al co mp rim irs e el merca do d el p r o d u c t o , la empresa tenía motivos para reducir urgentemente los costos de personal. Si la repre sión fallaba co mo táctica, la empres a p odía cons i derar la reubicación del proceso de producción a u n a zona de remuneración de personal más baja. L a empresa podía encontrar esas zonas donde q u i e r a que hu bier a u n gra n caudal de trabajadores rurales dispuestos a aceptar un empleo mal pa gado, debido a que el ingreso real resultante era más elevado que el que esos trabajadores asalaria dos recién empleados habrían obtenido antes e n su localidad r u r a l . Mientras el mundo fue básica m e n t e r u r a l desde el punto de vista demográfico, siempre resultaba sencillo encontrar dichas zonas. F.1 único problema con esta solución fue que, tras un peri odo de, digamos, veinticin co a cincuenta a ñ o s , los trabajadores de esta nueva zona empeza b a n a organizarse y a exigir un a remun era ció n mas elevada, y la empresa se encontraba de nuevo en la situación i n i c i a l . Lo que ocurrió en la práctica fue que tarde o temprano la empresa volvía a desplazar la producción a una nueva zona. Se puede demos trar q u e esta constante reubicación de los procesos de prod ucció n ha fu nc io na do bastante bien desde e l punto de vista de los productores. Hoy, no obs tante, las empresas se enfrentan a un nuevo y sim p l e di lem a. Las constantes reubicaci ones h an p r o vocado una desmralización d el mun do , a tal tal grado
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que quedan muy pocas áreas hacia las cuales p o d e r transferir la producción en estos términos. Y esto i n e v i t a b l e m e n t e se traduce en que el costo de los salari salarios os ha ido aum enta ndo en p ro me di o en to do el m u n d o . Si examinamos e( segundo costo básico de p r o ducción, el costo de los insumos, veremos que se ha estado desarrollando un proceso paralelo. La f o r m a a q u e m á s h a n r e c u r r i d o l os os p r o d u c t o r e s para mantener bajo el costo de los insumos ha sido no pagar su costo com ple to. La idea pued e parecer absurda, pero en la práctica ha sido fácil llevarla a c a b o med ian te lo que los economistas discreta mente llaman exteriorizar el costo. Hay tres clases d e costos que los productores han podido cargar sobre los ho mb ro s de otro s. El pri me ro es el costo de la destoxificación de cualquier residuo peli groso generado por el proceso de producción. Al l i m i t a r s e a deshacerse de los residuos en vez de d c s t o x i f k a r l o s , los productores se han ahorrado gastos considerables. El segundo costo q u e tradicional mente n o ha sido visto visto com o un o que tenga que asu mir el pr od uc to r es el rem pla zo o la rege neración de materias materias primas. Y el tercer costo q u e no astime el pro duc to r, o cuanto más lo hace par cialmente, ha sido el de la infraestructura necesa r i a para transportar los insumos al lugar de la p r o ducción o el pr od uc to te rm in ad o al lugar de distribución. se han d i f e r i d o casi siempre, y cu an do fina finalm lmen ente te se as um ie ro n fue el estad o el que lo hizo, lo que para efectos reales s i g n i f i c a que fuer on asumidos en gran parte po r personas personas qu e no eran los product ores , y éstos rec ibi ero n el bene ficio de los insumos. Pero con el paso d e l t i e m p o Estos costos
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¿CÓ MO SABER LA VERD AD?
es cada vez más difícil de hacer. La loxificacié-ii global ha aumentado al punto que el peligro colectiv o que represe nta se ha co nv ert ido en u na seria preocupación y existe una exigencia social de reparación ecológica. En la me di da en que esta r e paración se ha hecho, ha ido seguida de una exi gencia de interiorización de otros costos de la dcstoxiíicación. El agotamiento global de materias p r i m a s ha pro pic iad o la creac ión de sustitutos más caros. Y debido a los costos siempre en aumento de la infr aes truc tura ha surg ido la exigencia de que los usuarios asuman sus costos, c u a n d o m e n o s en mayo r med ida. El efecto d e estas mes respuestas de la sociedad sociedad ha sido u n incr eme nto significativo significativo en el costo de los insumos.
esto
Finalmente, los impuestos han ido aumentando constantemente por una sencilla tazón. El mundo está más democratizado como resultado tanto de la presió n po pu la r co mo de la necesidad de aplacar esta presión popular c u m p l i e n d o con algunas de las demandas materiales de las capas trabajadoras del m u n d o . Estas demandas populares han consistido básicamente en tres cosas: instituc iones educativas, educativas, servicios de salud y garantías de ingresos duraderos (pensiones de vejez, beneficios de desempleo, in gresos dur ant e la capacitaci ón, y así sucesivamente). Las cantidades mínimas de estos gastos han ido en constante aumento, al igual que la extensión geo gráfica de su ímplementación. El resultado neto ha sido una creciente imposición tributaria a los pro ductores en todo el mundo. Por supuesto, invariablemente los productores h a n reaccionado en la arena política en contra del a u m e n t o d e estos costos — t r a t a n d o d e d i s m i n u i r l o s costos de personal, de resistir la interiorización
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de los costos de prod ucci ón y de red uc ir los niveles impositivos. Durante los últimos veinticinco años el m e o l l o d e l m o v i m i e n t o d e l " n e o l i b e r a l i s m o " h a consistido en el intento de revertir estos costos e n aumento. Las capas capitalistas han tenido éxitos periódicos y repetidos en este tipo de conü aofensiva. Sin emb arg o, la redu cción de estos costos h a sido siempre menor que su aumento en un pe riodo anterior, de manera que la curva total ha ido siempre hacia arriba. Pero ¿qué tiene que ver la crisis estructural del sistema-mundo con las estructuras del saber, los sis temas univ ersitario s en e l m u n d o y el universa lismo científico? ¡Todo! Las estructuras del saber no están divorciadas de las operaciones básicas del m o d e r n o sistema-mundo. Son mi elemento esen cial en el func io nam ien to y la legitimación de las las estructuras políticas, económicas y sociales del sis tema Las estructuras del saber se han desarrollado históricamente en formas que han resultado de lo más útil para el ma nte nim ien to de nuestro sistema sistema-m u i i d o existente. Examinaré ahora tres aspectos de las estructuras del saber en el m o de rn o sistemasistemam u n d o : el moderno sistema universitario, l a divi sión epistemológica entre las llamadas dos culturas y el papel especial de las ciencias sociales. Las tres s o n f u n d a m e n t a l m e n t e c o n s tr tr u c ci ci o n es es d e c i m o n ó nicas. nicas. Ylas tres están hoy en la vorágine co mo con secuencia de la crisis estructural del moderno sis tema-mundo. hablar de la universidad como una ins titu tituci ción ón des arro llad a en Eu ro pa occ ide nta l d u rante la Edad Media. H i s t o r i a agradable que nos p e r m i t e usar unos guantes muy elegantes en las ce rem on ias universitarias . Pero en rea lid ad se trata Solemos
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de un m i t o . L a u n i v e r s i d a d europea medieval, una institución clerical de ia iglesia católica, desapare c i ó sobre t o d o c o n e l n a c i m i e n t o d e l m o d e r n o sis t e m a - m u n d o . Sobrevivió de nombre nada más del siglo XVI al X V I I I , ya que estuvo prácticamente mo r i b u n d a d u r a n t e este p e r i o d o . C i e r t a m e n t e n o f u e el centro de producción o reproducción del cono c i m i e n t o en esa época. Se puede ubicar la f e c h a del resurgimiento y la transfo rmació n de la universid ad en la m i t a d d e l siglo X I X , aunque los comienzos de este p r o c e s o datan de fines del xvn¡. Los rasgos clave que distin g u e n a la unive rsida d mo de rna de la que existió en Euro pa en la la Eda d Med ia son que la mod er na es una institución burocrática, con un profeso r a d o p a g a d o d e t i e m p o c o m p l e t o , a l g ú n tipo d e t o m a de decisiones centralizada sobre asuntos educativos y un a may oría de estudiantes de t i e m p o completo. En vez de que los programas de e s t u d i o se organicen en tomo a los profesores, ahora se organizan dentro de estructuras depar tamentales que ofrecen caminos claros para la ob tención de grados, que a su vez fungen como cré ditos sociales. Para fines del siglo xxx estas esnucturas eran no sólo en p r i n c i p i o el lugar por excelencia de la re p r o d u c c i ó n d e l c u e r p o d e c o n o c i m i e n t o secular entero, sino también de la investigación y por con siguiente de la la produc ción de con oci mie nto . Las nuevíís clases de esnucturas se d i f u n d i e r o n entonces desde E u r o p a o c c i d e n t a l y A m é r i c a d e l N o r t e , d o n d e s e d e s a r r o l l a r o n p r i m e r o , hacia otras partes del mundo, o bien se impusieron en estas áreas como resultado del d o m i n i o o c c i d e n t a l d e l sistema-mundo. Ya en 1945 había instituciones
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prácticamente en todo el mundo. N o obstante, sólo después de 1945 alcanzó su p l e n o f l o r e c i m i e n t o este sistema sistema u niversi tario de extensión mundial. Hu bo una enor me expansión de la econo mía-m undo en el per io do que corre de 1945 a 1970. Este hecho , aunad o a la co nstante presión desde abajo para incrementar las admisio nes a las ins titu cio nes universi taria s y al crec ient e sentimiento nacionalista en las zonas periféricas para "nivelarse" con las zonas de avanzada del sis t e m a - m u n d o , condujo a una increíble expansión d e l sistema universitario m u n d i a l , en términos del número de instituciones, de profesores y de estu diantes. Por pr im er a vez las las universidades fu er o n algo más que el terreno reservado a una pequeña élite; élite; se se co nv irt ier on en insti tucion es verdadera mente públicas. semejantes
E l apoyo social para el sistema universitario m u n d i a l p r o v i n o de tres fuentes diferentes: las éli tes y los gob iern os, que necesitaban más pers onal mejor adiestrado y más investigación ñindamental; las empresas productoras, que necesitaban avances tecnológicos que pudieran explotar; y todos los que veían en el sistema univ ersi tario u n mo do de m o v i l i d a d social ascendente. La educación era po pular, y espec ialme nte desp ués de 1945 la p r o v i sión de educación universitaria pasó a ser conside rada un servicio social esencial.
Tanto el impulso para establecer universidades modernas después de mediados del siglo x v n i como el empuje para incrementar su número des pués de 1945 1945 pla ntea ron la pre gun ta acerca de qué clase de educación se ofrecería dentro de estas instxtuciones. El primer impulso —-recrear la unive r s i d a d — fue el resultado del nuevo debate intelec-
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tual que surgió en la segunda m i t a d del siglo xvm. C o m o y a m e n c i o n é , e l h u m a n i s m o secular de los filósof ósofoos hab ía ven ido lu ch an do , cua ndo m e n o s d u r a n t e dos siglos, más o m e n o s con éxito, contra l a a n t e r i o r h e g e m o n í a d e l saber t e o l ó g i c o . P e r o luego fue a su vez blanco de fuertes ataques d e gru pos de académicos que empezaron a darse e l n o m bre de científicos. Los científicos (el término mismo es una invención del siglo Xix) e r a n l o s que concordaban con los filósofos humanistas en que ib l e . L o s e l m u n d o e r a i n t r í n s e c a m e n t e c o g n o s c ib científicos, empero, insistían en que la verdad sólo podía ser conocida a través de la investigación em pírica que condujera a leyes generales q u e expli caran los fenómenos reales. Según los científicos, l o que los filósofos humanistas seculares o f r e c í a n eran meramente conocimientos especulativos que no diferían epistemológicamente de lo que du rante mucho tiempo ofrecieron los teólogos. Este saber no podía representar la v e r d a d , según de cían, ya que no había manera de refutarla.
Durante los siglos XIX y XX los científicos avanza re i v i n d i ca ca c i ó n d e r o n p r i n c i p a l m e n t e e n u n a re apoy o de la socie dad y de pre sti gio social. Se Se las las a r r e g l a r o n p a r a p r o d u c i r u n t i p o d e saber q u e podía traducirse en tecnología s perfeccion adas —cosa mu y apreciada en tre los qu e ocupa ban el poder. Así, los científicos tenían l o d o el interés ma terial y social en defender y alcanzar el supuesto divorcio entr e la cienc ia y la filosofía, r u p t u r a q u e des em bo có en la institucionalización de lo que más tarde se llamaría las dos culturas. La expresión m á s concreta d e este d i v o r c i o fue la fractura de la histórica facultad de filosofía medieval en dos. Los nombres de facultades que resultaron variaron
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según la universidad, pero generalme nte hablan do ya para mediados del siglo xi x la mayoría de las universidades tenían mía fac ultad dedicada a las las cien cias naturales y otra a lo que solía llamarse las hu manidades, las artes, o Cáslesunsseivichaflen. Q u i e r o ser claro en cuanto a la naturaleza del debate epistemológico que reforzó esta separación en dos facultades. Los científicos sostenían que so l a m e n t e utilizando los métodos que ellos preferían investigación empíric a basada en hipótesis ve— l a investigación rifi rifiea eabl bles es o que cond uj er a a hipóte sis ve rif ica ble s— podía llegarse a la " v e r d a d " , a una v e r d a d q u e f u e r a universal. Los profesionales de las h u m a n i dades i m p u g n a r o n f u e r t e m e n t e esta aseveración. Ellos insistían en que el papel de la introspección analítica, la sensibilidad hermenéutica o el Versteken empáüco eran el camino que conduce a la v e r d a d . Los humanistas afirmaban que su clase d e verdad era más p r o f u n d a y tan universal como la yacente tras las generalizaciones de los científicos, que en general consideraban apresuradas. Lo que es mas i m p o r t a n t e , empero, es que los profesionales de las humanidades insistieron en la centralidad de los valores, del bien y la belleza, en la búsqueda de c o n o c i m i e n t o , m i e n t r a s q u e l o s c i e n t í f i c o s aseve raban que la ciencia está desprovista de valores, y que no se puede decir que los valores sean v e r d a d e r o s O falsos. Por consiguiente, según ellos los v a l o r e s n o e n t r a n d e n t r o d e l o s intereses de la ciencia. E l debate se volvió más estridente con el paso dé los años; ambos bandos propendían a denigrar cual q u i e r posible contribución del oU "o. Era un a cues tión tanto de pres tigio (la (la jer arq uía que se a rro ga el saber) como de la asignación de recursos sociales.
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Tam bién era un a cuestión de dec idir quié n tenía el derec ho a dom in ar la socializac socialización ión de los jóv enes a través través de l co nt ro l del sistema sistema educat ivo, en especial el sistema de la escuela secundaria. Lo que se puede decir sobre la hist oria de esta pugna es que poco a poco los científicos ganaron la batalla social ha ciendo que cada ve? más personas, particularmente las colocadas en el poder, los tuvieran en mayor es tima, en mu ch o mayor estima, estima, que a los profesiona les del saber humanista. Después de 1945, con la c e n t r a l i d a d de la nueva tecnología, compücada y costosa, en la operació n de l mo de rn o siste sistemamam u n d o , los científicos se dispararon a la delantera de los humanistas. U n a t r e g u a de jacto se estableció en el curso de los acontecimientos. A los científicos se les dio p r i o r i d a d en la aserción legítima de las verdades — y , a los ojos de la sociedad, control exclusivo. Los profesionales del saber humanístico en su ma yoría acabaron ce diend o este campo y aceptando permanecer en el gueto de los que buscaban, de los que meram ente buscaban det erm ina r el bi en y l a belleza. Más que la fra ctu ra epistem ológ ica, éste f u e el verdadero divorcio. M u n c a antes en la histo ria d e l mundo había habido una división tan ta ja nt e ent re la bús que da de la ver da d y la bús que da belleza. Ah o ra ya estaba inscrita en las d e l bi en y la belleza. estructuras del saber y en el sistema universitario mundial. E n e l i n t e r i o r de las facultades, ahora separadas, para cada una de las dos culturas tuvo luego lugar u n proceso de especíalización que ha venido lla má nd os e los límites de las las "disc ipli nas ". Las disci plinas son reclamos de territorios, reclamos de que resulta de u t i l i d a d u n i r sectores d e saber en térmi-
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nos del objeto de investigación y los métodos que se emplean para estudiar estos objetos. Todos co n o c e m o s los nom bre s de las princ ipale s disciplinas a m p l i a m e n t e aceptadas: asfronomía, física, quí mi ca y bio log ía, en tre algun as de las las ciencias n a t u rales; rales; grie go y latín (o los clásicos ), la lit era tur a de diversas naciones (se gún los pa ís es ), filo filolo logí gía, a, h is toria de l ar te y filos filosofí ofía, a, en tr e otr as, en las hu ma nidades. La organización de disciplinas dio naci mie nto a otra separación del saber por encima de la divi sión entre dos culturas. Cada disciplina se convirtió e n u n d e p a r t a m e n t o universitario. En su mayoría, se oto rga ron grados grados para un a disciplina específica y se hicieron los nombramientos para el profeso r a d o en un departamento en particular. Además, se des arro llar on estructuras organizativas transver transver sales, entre universidades. Se crearon publicacio nes especializadas, que publicaban artículos p r i n cipal o exclusivamente redactados por personas de u n a disciplina, artículos que versaban sobre la ma teria que d icha disc ipli na pret endía cu br ir y sola sola mente le interesaban a ella. Y con el paso d e l t i e m p o se fueron creando asociaciones de acadé micos de disciplinas particulares, nacionales e in ternacionales. ternacionales. Por último, y no menos imp ort ant e, hacia fines del siglo XI X las llamadas grandes biblio tecas empezaron a crear categorías que reflejaban la organ izació n disciplinaría y que a cont inua ció n todas las demás bibliotecas (y po r ciert o t am bién las librerías y las casas editoras) se sintieron obli gadas a a c e p t a r como categorías sobre las cuales organizar su trabajo. E n esta divisi división ón del mu nd o del saber entre cien cias naturales naturales y humanidad es estaba la situación es-
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peciai y ambigua de las ciencias sociales. La Revolu ción francesa había traído consigo la legitimación general de dos conceptos que no habían tenido a m p l i a a c e p t a c i ó n antes de ella: la n o r m a l i d a d d e l cam bio sociopolítico y la sobera nía de "el pueb lo". Esto creó una urgente necesidad de que las élites g u b e r n a m e n t a l e s c o m p r e n d i e r a n l as as m o d a l i d a d e s d e d i c h o c a m b i o n o r m a l , y f o m e n t ó e l deseo d e desarrollar políticas que p u d i e r a n limitar o cuando menos canalizar dicho cambio. La búsqueda de las políticas esas mod alidad es y po r exten sión de las sociales se convirtió en el terreno de las ciencias so ciale ciales, s, inclu yend o un a for ma actualizada actualizada de histo ria basada en la investigación empírica. 1.a 1.a pr eg un ta epistemo lógica pa ra las las ciencias so so ciales estaba y ha estado siem pre ahí do nd e sus profesionales se colocaran en la batalla de las dos culturas. La respuesta más sencilla es decir que los científicos sociales e s t a b a n p r o f u n d a m e n t e dividi dos en cuanto a las cuestiones epistemológicas. A l g u n o s p u g n a r o n f u e r t e p o r f o r m a r p a r te te d e l b a n d o c i e n ti fi e i sta, y otros insistieron en formar parte del bando humanista. Lo que casi ninguno hizo fue tratar de desarrollar una tercera postura epistemológica. No solamente los científicos socia les le s individuales t o m a r o n p a r t i d o en lo que algunos disciplinas comple l l a m a r o n la Methodenstreit, sino disciplinas tas. tas. Casi Casi en SU SU mayorí a, la ec on om ía , la cien cia po lítica y la sociología estaban en el bando científico (con algunos disidentes particulares, por su puesto) . Y la historia , la antropo logía y los estudios orientales generalmente estaban en el bando hu ma nist a. O al me no s eso eso se se de cí a hasta 1945. Des pués de esta fecha, las divisiones se hi ci er on más borrosas (Wallerstein el al, 1996).
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Cuando el moderno sistema-mundo empezó a entrar en una crisis estructural, algo que personal mente creo que empezó a agotarse durante y des pués de la revolución de 1968, los tres pilares de las estructuras del saber d e l m o d e r n o s i s t e m a - m u n d o empezaron a perder solidez, generando una crisis institucional paralela e integrante de la crisis estruc tural del sistema-mundo. Las universidades empe social en m ed io de gra n in zaron a reorie ntar su ro l social c e r t i d u m b r e en cuanto hacia dónde se dirigían o debían dirigirse. La gran división de las dos culturas fue severamente cuestionada tanto desde las cien cias sociales co mo desde las hu ma nid ad es. Y las ciencias sociales, que habí an flo rec ido y habían te n i d o plena confianza en sí mismas como nunca antes en los años inmediatamente posteriores a 1945, 1945, se dispersaron y fra gm en tar on y emp ezar on a clamorosos gemidos de inc er tidu mb re. emitir clamorosos sistemaa universitario m u n E l pro ble ma básico del sistem dial fue que estaba creciendo cxponencialmente en dimensión y costos, nuestras que sus andamiajes so cioeconómicos iban disminuye ndo debido al pro longado estancamiento de la economía-mundo. Esto provocó muchas presiones en diferentes direccio nes. Los princ ipal es intelectu ales de la acad emia se convirtieron en un raro fen óm eno com o porcentaje d e l total, s i m p l e m e n t e p o r q u e e l n u m e r a d o r e r a m u c h o m á s estable que el denominador. El resul tado fue un increm ento en el poder de negociación y por ende eu el costo d e este estrato de la cúspide, que utilizó utilizó su situación para obte ner redu ccion es masivas en la carga docente así como enormes in crem entos en la paga y los fon dos para investigación. Al mism o tiem po , los admin istrado res de las univer sidades, ante la disminución de la proporción profe-
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sores/estudi sores/estudiantes antes,, trat aro n de incre men tar, de una f o r m a u otra, la caiga docen te, y crea ron tamb ién u n sistema de profesorado de dos tercios, con un segmento privilegiado, de la ma no de m i profeso rado mal pagado y de tiempo parcial. Esta ha sido la consecuencia de lo que yo llamo una tendencia a la "secundarización" (en referencia a la escuela secun daria) de la miiversidad, una rninimización de larga data de la investigación j u n t o con un aumento en las responsabilidades docentes (sobre todo clases c o n muchos alumnos). Ad em ás , de b id o a la re str icc ión fina financ ncie iera ra,, las universidades se han ido desplazando en direc ción de convertirse en actores en el me rcado, v e n d i e n d o sus servicios a empresas y gobiernos y transformando los resultados de la investigación de los profesores en patentes que pueden explo tar (si no dire cta me nte cu an do meno s a través través de l i c e n c i a s ) . P e r o en la medida en que las universi dades h a n s e g u i d o estos d e r r o t e r o s , l o s p r o f e s o r e s c o m o i n d i v i d u o s han tomado distancia de las estructuras universitarias e inclu so a ban doná n dolas, ya sea para explotar los resultados de sus investigaciones por sí mismos o por el enfado que les o c a s i o n a e l a m b i e n t e c o m e r c i a l d e l a s u n i v e r s i d a d e s . C u a n d o este descontento se com b i n a con el po de r de regateo del qu e he hab lado , ser un éx od o de algunos de e l resu ltado pued e ser los académicos o científicos más prominentes. Si esto sigue pasando, tal vez e s t a r e m o s r e g r e s a n d o a la situación que prevaleció antes del siglo XTX, e n q u e l a u n i v e r s i d a d no era el sitio por excelen cia de la prod ucció n de cono cim ien to. Al mismo tiempo, la fractura en dos culturas empezó a desarticularse. Los dos principales movi-
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m i e m o s d e l saber surgieron en el último tercio del siglo X X : estudios de complejidad en las ciencias naturales y estudios culturales en las las hum anid ade s. M i e n t r a s que en la superficie parece —a los parti cipantes en estos m o v i m i e n t o s igual que a los ana list listas as de é sto s— que son m uy diferentes, y hasta a n t a g ó n i c o s , e x is is t e n s i m i l i t u d e s i m p o r t a n t e s e n t r e ambos. empezar, ambos fueron movimientos de protesta en con tra de la posición histórica mente d o m i n a n t e dentro de su campo. Los estudios de complejidad fueron básicamente un rechazo del tiempo po qu e d e t e r m i n i s m o lin ea l rev ersi ble en el tiem prevaleció de Isaac N e w t o n a A l b e r t Einstein y que había sido la base norm ativa de la ciencia m ode rna d u r a n t e cuatro siglos. Los promotores de los estu dios de compl ejid ad insistieron en que el mo de lo clásico de la ciencia en r eal ida d es un caso espe cial, y por cierto relativamente raro, de la forma en que operan los sistemas naturales. A f i r m a b a n que los sistemas no son lineales sino que con el tiempo tienden a alejarse d e l e q u i l i b r i o . Sostenían que es intrínseca y no extrínsecamente imposible determinar las trayectorias futuras de ninguna pro y e c c i ó n . Para ellos ciencia no es reducir lo com plejo a lo simple sino explicar capas cada vez ma yores yores de com ple jida d. Y pen saro n que la idea de los lo s procesos reversibles en el tiempo es una absur d i d a d , ya que no existe una "flecha del tiempo" que opere en todos los fenó men os, i n c l u i d o e l u n i verso en conjunto y hasta el último elemento mi croscópico que hay en él. Los estudios culturales fueron también un re las hu chazo del concepto básico que dio form a a las manidades: que existen cánones universales de bePara
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lleza y normas del derecho natural para el bien, y que pueden aprenderse, enseñarse, legitimarse. A u n q u e la s h u m a n i d a d e s a f i r m a r o n s i e m p r e q u e favorecían los particulares esencialistas (en contra posición a los universales científicos), los propo¬ nentes de los estudios culmrales insistieron en que las enseñanzas tradicionales de las humanidades encarnaban los valores de un grupo en particular —los hombres blancos, occidentales, de los grupos étnicos dom ina nte s— que con la mayor arroga ncia afirmaba que sus conjuntos de valores particulares eran universales. Los estudios culturales insistie r o n , en cambio, en el contexto social de lodos los valor, de ahí la impo rta nc ia de estudiar juicios de valor, y valorar las contribuciones de todos los demás grupos —grupos que hubieran sido histórica men te igno rados o denigrados. Los estudio estudioss cultu rales profesaron el concepto demótico de que todo lector, todo observador aporta su percepción a las producciones artísticas que no sólo es diferente sino igual men te válida válida.. En segundo lugar, los estudios de complejidad y los estudios culturales, pa rt ie nd o de d ifere ntes p u n t o s del espectro, concluyeron cada uno por su parte que la distinción epistemológica de las dos culturas es intelectualm ente insignifican te y perju útiles. dicial para la consec ución de cono cimien tos útiles. En tercer lugar, ambos m ovi mie nto s del saber acabaron colocándose en el terreno de las ciencias sociales, sin decirlo explícitamente. Los estudios de com plej ida d lo hicie ron insistiendo en la flecha d e l t i e m p o , e n e l h e c h o de que los sistemas socia les son los más complejos de lodos los sistemas y en que la ciencia ciencia fo rm a part e integran te de la la cul tura. Los estudios culturales lo hicieron al sostener
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que no se puede saber nada de la producción cul tural sin colocarlo dentro de su contexto social en proceso de evolución, la i d e n t i d a d de los produc tores y los que pa rti cip an en la produ cci ón, y la psi cología social (la mentalidad) de todos los implica dos. Más aún, los estudios culturales declararon que la producción culntral forma parte de las es tructuras de po de r en que está localizada, y es pro fundamente afectada por ellas. En cuanto a las ciencias sociales, s e e n c o n t r a r o n c o n u n a i m a g e n cada vez más borrosa de las disci plinas tradicionales. Prácticamente cada d i s c i p l i n a había creado subespeeialidades que añadieron el adjetivo adjetivo de otra disciplina a su su no mb re (po r ejem social o so so plo, antro pologí a econ ómic a, histor ia social ciología histórica). Prácticamente todas las disci p l i n a s había n empeza do a re cu rr ir a un a mezcla de metodologías, incluso las que alguna vez fueron exclusivas de otras disciplinas. Dejó de ser posible i d e n t i f i c a r el trabajo de archivo, la observación participativa o la opinión pública sondeando entre sola disciplina . personas de tin a sola De la misma manera, nuevas casi disciplinas han s u r g i d o y hasta se han fortalecido en los últimos t r e i n t a a cincuenta años: estudios de área de múl tiple regiones, estudios sobre las mujeres y de gé nero, estudios étnicos (uno por cada g r u p o lo lo bas tante fuerte polític ame nte par a insistir en él ), estudios urbano s, estudios del desarro llo y estudios sobre homosexuales y lesbianas (ju nto con otras formas de estudios alrededor de la sexualidad). En muchas universidades estas entidades se han con vertido en departamentos en el mismo plano que los tradicionales, y cua ndo n o en depa rtam entos se establecieron como presuntos programas. Publi-
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aiciones periódicas y asociaciones transversales se h a n desarrollado en paralelo con asociaciones dis ciplinarias más antiguas. Además de aunarse a la espiral de las ciencias sociales g e n e r a n d o l í m i t e s que se traslapan cada vez más, también han agudi zado las res tricc ione s fina financ ncie iera ras, s, en la me di da en que más entidades competían básicamente por el mismo dinero. M e queda claro que si miramos hacía los pró x i m o s veinte o cincuenta años tres cosas son posi bles. Es posible que la u n i v e r s i d a d m o d e r n a deje de ser el lugar por e x c e l e n c i a de la pro duc ción o siquiera de la reproducción del conocimiento, aunque qué habría de o podría remplazaría es a l g o q u e casi nadie discute. Es posible que las nuevas tendencias epistemológicas centrípetas de las estructuras del saber con duz can a un a episte episte mología reunificada (diferente de las dos p r i n c i pales existentes) y a lo que yo pienso, quizá p r o vincianamente, como la "cientifización social de las disciplin as de t o d o el saber" . Yes pos ible qu e las las ciencias sociales se d e r r u m b e n e n c u a n t o a su su org ani zac ión y se vean som etidas o tal vez forza das por los administradores a una p r o f u n d a r e o r ganización, cuyos contornos son por demás con fusos. E n pocas palabras, estoy convencido de que la a u t o r i d a d de l último y más p oder oso de los univer salismos salismos europe os, el univ ersa lism o cien tífico , ya no es incuestionable. I-as estructuras del saber h a n entrado en un período de anarquía y bifurcación, al igual que el sistema-mundo en su totalidad, y, si¬ m i l a r m e n t e , s u desenlace está todo menos deter m i n a d o . Estoy convencido de que la evolución de las estructuras del saber s i m p l e m e n t e f o r m a p a r t e
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— i m p o r t a n t e — de la evolución del moderno sis t e m a - m u n d o . 1.a crisis estructural de una es la cri sis estructura] de la otra. La batalla por el f u t u r o se peleará en ambos frentes.
ti. PODER D E LAS
IDKAS,
I A S IDKAS DE POl ltR
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4. EL POD ER D E I A S IDEA S, LAS IDEAS DE PODER: ¿DA R Y R E C I B I R ?
su poder, y sin los cuales n o h a b r í a n p o d i d o i m p o nerse sobre el grupo mayor que son ios domina dos. Pero también necesitaban cierto grado de le gitimación de aquellos a los que d om ina ba n, yes to era mucho más difícil que obtener el consenti m i e n t o de los cuadros, que después de todo reci bieron alguna recompensa inmedia ta por jugar el p a p e l que se les pedía.
M i intención lia sido mostrar que durante los últi mos quinientos años las realidades del poder en el sistema-mundo moderno han moldeado una serie de ideas ideas legiti mad ora s que h an p e r m i t i d o m a n t e nerse en el poder a los que lo ocupan. Hubo tres nociones decisivas de gran escala, todas una forma universalismo euro peo. Las he ex amin ado un a d e l universalismo ña s otra: el dere cho de aquellos que cre en qu e sos tiene tienenn los valor es unive rsale s a i n t e r v e n i r en contra de los los bár bar os; el pa rti cu lar ism o esencialista del orientalismo; y el universalismo científico. Estos d es con jun tos de ideas ideas en real ida d estaban estrecha mente ligados entre sí, y la secuencia de su apari ción como temas centrales centrales en el m u nd o mo de rn o, y por ende en esta discusión, no fue accidental. El s i s t e m a - m u n d o m o d e r n o n o h a b r í a p o d i d o crearse n i instituc ionaliz arse sin el uso de la fuerz a para expandir sus fronteras y controlar a grandes segmentos de la pob lació n. No obstante, n i la fuerza superior ni la fuerza aplastante fueron n u n c a s u f ic ic i en en t e s p a r a i m p l a n t a r u n a d o m i n a c i ó n d u r a d e r a . Los poderosos h an necesitado ganar siempre una cierta l e g i t i m i d a d para ¡as ventajas y los lo s privilegios que vienen siempre con la do mi na ción. Los poderosos necesitaban obtener esta legi timación en pr im er lugar de sus sus pro pio s cuadros, que eran las correas de transmisión humanas de
SÍ examinamos los argumentos incrustados en ¡as ¡as divers diversas as doct rinas em itidas, a la postre siemp re buscaban d emos trar la sup erio rida d inhe ren te de los poderosos. Y de esta s u p e r i o r i d a d i n h e r e n t e estas doctrinas derivaban no solamente la capaci su d a d de do mi na r sino la justificació n m or al de su d o m i n a c i ó n . Ganarse l a a c e p t a c i ó n d e l d e r e c h o clave m o r a l a do mi na r ha const ituid o el elem ento clave para alcanzar la legitimación del poder. Y para hacer ta l cosa tenía que demostrarse que el efecto a largo plazo de la dominación era en beneficio de los dominados, aun cuando en el corto plazo p a r e ciera negativo.
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N a t u r a l m e n t e , resultaba un poco difícil soste n e r esto cuando el poder b r u t a l era el modo de do minación, situación que caracterizó a la conquista española de América en el siglo x v i . El dere cho de injeren cia es una doc trin a cuyo propósito es justi ficar el uso b r u t a l riel pode r. La pr im er a vez vez qu e se debatió seria e intención al m e n t e , c o m o v i m o s , f u e en la discusión entre dos intelectuales españo les de aquella época: Las Casas y Sepúlveda. El tema básico de discusión era: ¿qué derechos tenían los conquistadores españoles en América en rela ción con las poblaciones indígenas? O, al revés: ¿qué derechos tenían las poblaciones indígenas en relación con los conquistadores españoles?
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IDEAS,
LAS LA S IDEAS D E PODER
Sepúlveda dedujo el derecho a i n t e r v e n i r de la barbarie funda men tal de los amerin dios. Co mo vimos, declaró que las prácticas de éstos era tan le sivas par a sí mism os y para los dem ás que tení an que ser físicamente detenidos para que no c o n t i n u a r a n c o n ellas {lo mismo que decir que un i n d i v i d u o p o d r í a estar m e n t a l m e n t e t a n d e s e q u i l i brado que uno mismo u otras personas saldríamos perjudicados si no fuera encerrado en una insti t u c i ó n ) . Sepúlveda afirmó también que la presión de conv ertir los al cristianismo sería de lo más be néfico para los amerindios y que así su alma se sal varía. Dadas estas a f i r m a c i o n e s , l a respuesta de Las Casas necesariamente estuvo en un nivel no sólo antropológico sino teológico. Negó estos derechos a los españoles alegando que el supuesto mal era algo que ocurría en todos lados y por consiguienten o e r a e s p e c í f i c o d e lo lo s a m e r i n d i o s . Y — c o n t i n u ó — la justificación de cua lquie r interv enci ón dependía de un cálculo en el que se m i d i e r a e l d a ñ o infligido contra los beneficios que decía al canzar. Expresó sus dudas acerca de los peligros que las prácticas de los amerindios representaban para ellos mismos y para otros. Las Casas e x p r e s ó d u d a s acerca de si el h e c h o d e i n t e r f e r i r e n estas prácticas, aun cuando fueran negativas, causaría más mal que bien. Y en su calidad de sacerdote i n sistió sistió en qu e cua lquie r cosa que se hicie ra par a con vertirlos c o n falsos pretextos sería teológicamente inaceptable. Sin embargo, por detrás de estos deba tes, pese al alto nivel en que Sepúlveda quería lle las subyacentes r e varlos. La s Casas trató de ex hib ir las alidades alidades econó micas del d o m i n i o español, la la crud a e x p l o t a c i ó n h u m a n a q u e estaba o c u r r i e n d o y l a s
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consiguientes injusticias ocasionadas por la con quista así como por el establecimiento de las plan taciones y otras empresas de los conquistadores es pañoles. Este debate no sólo se llevó a cabo en el siglo xv i: no se ha detenido desde entonces. En la "guerra al t e r r o r i s m o " posterior al 11 de septiembre, seguimos oyen do las las mismas justificacio nes pa ra la agresión y d o m i n a c i ó n militar: que previene los terribles la ultrajes cometidos por otros; que el efecto de los esfuerzos mili tare s será llevar la "demo cra cia " a los pueblos que no la tienen, por lo cual redundará en su p r o p i o b e n e f i c i o , a u n c u a n d o e n e l c o r t o plazo sufran todas las consecuencias d e l c o n f l i c t o bélico y la domin ación . Hoy, a l igual que en el siglo XVT, se esgrime este a r g u m e n t o p a r a convencer a una proporción ra zonablemente amplia de los cuadros, que consti tuyen las necesarias correas de transmisión de los poderosos, así como cuando m e n o s a algunos de lo s receptores directos de la dominación. No po seemos la me did a real de los grados comp arativos de legitimación para los siglos XVT o x x i . Pero cabe pensar que la utilidad de lo que podríamos llamar el mo do de justificación de Sepúlveda está bastante desgastada. Por una razón sencilla. Hemos tenido cinco siglos para evaluar los efectos de largo plazo d e l uso de la fuerza b r u t a , y la alega ción de que estos efectos son positivos en gran m ed ida es emp í ricamente dudosa para un número cada vez mayor d e personas. P o r c o n s i g u i e n t e , e l a r g u m e n t o n o sirve ya mu ch o para legitim ar el gob ier no de los poderosos y los privilegiados. Por supuesto, ya para el siglo x\n i el mo do Sepúl veda estaba bastante dete rior ado. Éste es uno de los
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motivos de que el m o d o orienta lista come nzara a tener un papel mayor. Por un lado porque era difícil tratar a las grandes regiones herederas de imperios mundiales (co mo Chi na y la Ind ia) co mo si estuvi estuvie e r a n pobladas por meros "salvajes" —cualquiera que sea la definición que se diera al concepto de "salva jes". El h e c h o de que los poderosos tuvieran que re currir al orientalismo como un mo do de justificar su dominación intelectual era propiamente una señal de reconocimiento de éstos de que tenían delante grupos capaces de una mayor resistencia inmediata a su poder, y que eran capaces de inculcar sus cuali dades a los propios cuadros de los poderosos. E l orientalismo era una versión más sutil de las aseveraciones de Sepúlveda, ya que sus "estudios d e caso" no eran unos supuestos pueblos p r i m i t i vos sino unas supuestas civilizaciones avanzadas que, sin embargo, no formaban parte de la cris t i a n d a d occidental. El orientalismo era un modo de reificar y esencializar al otro, en especial al otro sofisticado y en potencia poderoso, que por ende trataba de demostrar la s u p e r i o r i d a d inherente del m u n d o occidental. E l orientalismo era la forma de hipocresía que e l vicio debía ahora pagar a la v i r t u d . P o r q u e e l m e o l l o del argumento orientalista era que, aun si f u e r a cie rto que las las "civilizacione s" orientales eran t a n rica ricass y sofisticadas co m o la civilización cris tian a occidental, y por ello sus iguales en cierto sentido, e l caso es que poseían un defecto pequeño, pero decisivo, el mismo en todas. Se d i j o que había algo en ellas que las hacía incapaces d e pasar a la "mo d e r n i d a d " . Se han paral izado , pade cen u na suerte de pasmo c u l t u r a l , que podría considerarse una e n f e r m e d a d cultural.
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U n nuevo argumento en pro de la dominación
p o l í t i c a / e c o n ó m i c a / m i l i i a r / c u l t u r a l estaba sur g i e n d o : se justificaba que los poderoso s tuvieran l a posición privilegiada que tenían porque les p e r m i tía ayudar a los que estaban atorados en una espe cie de callejón sin salida a salir de él. Con ayuda d e l mundo occidental las civilizaciones orientales podrían trascender ios límites que sus propias civi lizaciones habían impuesto a sus posibilidades cul turales (y tecno lógic as, claro está) . Sin du da, esta domin ación occide ntal no era, era, por lo tanto, u n fe n ó m en o te m po ra l y ttan ttansi sito tori rio, o, sino esencial para e l progreso d el mu nd o, y directa mente de interés para aquellos a los que se estaba i m p o n i e n d o l a d o m i n a c i ó n . P a t a p o d e r e s g r i m i r este a r g u m e n t o , había que "esencializar" las características peculia res de aquellos a los que se describía en sus moldes "civiüzatorios", y es esto lo que significa orienta lismo. Cua ndo el arg um ento en pro del derec ho a in t e r v e n i r declinó, su avatar, el orientalismo, f u n cionó por u n tiem po —con vencie ndo, cuan do men os en parte , tan to a los cuadro s occidentales como a los dominados, especialmente a los cua dros de las zonas d o m i n a d a s . Estos últimos fueron tentados con el modelo de una "modernización" que en la práctica era una "occidentalización", y adulad os con las las pretensiones igualitarias de la d o c t r i n a (cul tura lmen te, cualquie ra podía ser ser oc cidental; se trataba de una mera cuestión de edu cación y de v o l u n t a d ) . Con el paso de los lustros, si n embargo, los que estaban e n proceso de "asi milación" y por lo tanto convirtiéndose en occi dentales, incluso en cristianos, descubrieron que su asimilació n en rea lid ad no cond ucía , com o se
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les les había p ro me tid o, a la igua ldad — n i política, ni e c o n ó m i c a , n i , sobre todo, social. De ahí que, ya en el siglo X X , l a u t i l i d a d d e l o r i e n t a l i s m o c o m o m o d o de justificación empezara a deteriorarse también. E l orientalism o ciertame nte no ha desaparecido d e l t o d o c o m o a r g u m e n t o . L o s e gu gu i m o s e n c o n t r a n d o hoy en el discurso sobre el "choque de civi lizaciones". Pero a la vez que este discurso ha pre sentado un cierto atracüvo para los cuadros occidentales, habría que buscar l a r g o y t e n d i d o para encontrar adeptos en las zonas no occidenta les del mundo. O, más bien; la mayoría de estos adeptos en las zonas n o o c c i d e n t a l e s d e l m u n d o h a n i n v e r t i d o hoy el arg um en to, al juz gar que la civilización Cristian a-occidental, que había evolu cionado hacia el pensamiento de la Ilustración, es una forma deficiente e inferior del pensamiento humano, cuya dominación debía ser combatida p r e c i s a m e n t e e n n o m b r e d e este o r i e n t a l i s m o a l revés. Esto es lo que se se quier e decir con fu nd am entalismo — i n c l u i d o , habría que agregar, el fundam e n t a l i s m o c r i s t ia ia n o . De resultas del ocaso de la utilidad de los argu men tos orientalistas orientalistas vimos el ascenso de los paga nos al universalism o científico, de la ciencia co mo v e r d a d , co mo el único m o do significativo de en tender el mundo. El concepto de las dos culturas — l a diferencia epistemológica fundame ntal entre l a búsq ueda de la verdad y la búsq ueda de buenos valores— fue el último lirón hacia el proceso de le gitimación. Era posible rechazar el concepto de las r eificac iones p r i m i t i v o , y era posib le dejar atrás las d e l orient alismo . No obstante, al establecer u n a d i ferencia epistemológica entre la ciencia y las hu-
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inanidades, la afirmación siguió siendo que la ver d a d que es universal es la propuesta por los cientí ficos y no por los humanistas. Había un nuevo subtexto: mientras que todo el mundo podía ser "humanista" y pudier a haber much os humanis mos, sólo podía haber tin a únic a verdad universal posible. Yhasta este momento los que eran capaces de descubr irla se enc ontr aba n en gra n me did a en ias zonas poderosas del sistema-mundo. E l conc epto de una ciencia fuera de la la "cu ltur a", en cier to sentido más im po rt an te que la cult ura , se convirtió en ei último coto de justif icació n d e la l e g i t i m i d a d de la distribución del poder en el m u n d o moderno. El cientificismo ha sido el modo m á s sutil de justif icació n ideológica de los po der o sos, ja que presentaba ei universalismo como ideo lógicame nte neu tra l, desinteresado en la "cu ltu ra" y po r cier to de la arena pot inca , y der iva nd o su jus tifi tifica caci ción ón ante tod o de l bi en que pu ede ofrec er a las aplicac iones de l co co la hu m an id ad a través de las nocimiento teórico que los científicos han venido adquiriendo. L o que hizo el énfasis en el universalismo cien tífico fue que estableció la v i r t u d teórica de la mer i l o c r a c i a , dentro de la que se concedía una posi ción exclusivamente sobre l a base de la a p t i t u d , m e d i d a con conjuntos de criterios objetivos. Y las personas que así podían entrar en la arena de los aptos se se con vi rt ie ro n en los j u e c e s a u t ó n o m o s d e su p r o p i o valor y rec luta mie nto. De aquí se pasó a que, si estaban ocu pa ndo posiciones de prestigio y p o d e r en el mundo de la ciencia, era porque mo¬ r a l m e n t e t e n í a n d e r e c h o a estar ahí. Y como la ciencia producía tecnologías útiles, el avance d e la ciencia beneficiaba a todo ei mundo.
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Actos de prcstidigiración menos evidentes nos p e r m i t i e r o n luego asumir que el acceso a todas las posiciones sociales, no solamente a las del es trecho campo de la ciencia, se alcanzaba de al g u n a manera por la vía del mérito y por lo tanto se justificaba. Y si ciertas zonas del mundo o es tratos en el i n t e r i o r de l sistema sistema recibían meno s recompensas que otr as zonas o estratos se debía a que no habían a d q u i r i d o las habilidades objetivas q u e estaban a l alcance de todo el m u n d o . Ergo, si u n o tenía menos privilegios y po de r era po rqu e no hab ía pasado la pr ue ba , po r la la razón que fuera: ineptitud inherente, provincialismo cultu r a l o mala v o l u n t a d . Después de 194ñ, esgrimiendo estos a r g u m e n tos, y con el lugar central que ocupaba la nueva tecnología, compleja y costosa, en la operación del sistema-mundo mod ern o, los los científicos científicos rebasaron c o n mucho a los humanistas. Esto fue tanto más fácil dadas las severas dudas que ahora surgían acerca de los pa rti cu la ri sm os esenrialistas de los orientalistas. Unicamente la ciencia podía resolver l o que podía considerarse el aumento de los p r o blemas inmediatos ocasionados por la polarización d e l sistema-mundo. L a búsqueda del bien quedó excluida del te r r e n o d e l saber superior, lo que significa que no había una platafor ma sobre la cual criticar la lógica d e estas inferencias, pues con ello se comportaba u n o como antüntelectual. Las cortapisas sociales estructurales que i m p i d i e r o n que las personas en¬ traran en los altos niveles de la meritocracia f u e r o n básicamente eliminadas del análisis, o se les per mitió entrar en él solamente aceptando las p r e m i sas de las dos culturas en la investigación.
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;Qué tan universal ha sido nuestro universa lismo? Una vez dividido el mu nd o en dos culturas, e l universalismo se convirtió en el d o m i n i o de los científicos, que insistían en una cierta metodolo gía, en una cierta postura política (una ciencia sin valores) y u n aislamiento c orp ora tivo de la evalua evalua ción social directa de su trabajo. También remató i n e v i t a b l e m e n t e en una concentración geográfica d e l trabajo y de los trabaja dores qu e llenab an estos requisitos, y por consiguiente hasta c i e r t o p u n t o en un sesgo social real pero no a d m i t i d o en el tra bajo. Pero, sobre t o d o , protegió a los poderosos de l a crítica moralista devaluando la verosimilitud y l a o b j e t i v i d a d de las críticas moralistas. Se podía ig n o r a r a los humanistas, especialmente si eran hu manistas críticos, con el pretexto de que no eran científicos en sus análisis. Fue el último clavo que se aplicó al proceso de justificación del mod er no sistema-mundo. L a cuestión a que nos enfrentamos hoy es cómo podemos salir del universalismo europeo —la Úl tima justificación perversa del orden m u n d i a l exis tente— en dirección a algo mucho más difícil de alcanzar: alcanzar: u n univers alism o universal, que rechace las caracteriz aciones esenci aüstas de la rea lid ad so so cial, deje atrás tanto los universales como los par ticulares, reun ifiq ue lo supuestamente científico y humanístico en una epistemología única y nos per m i t a m i r a r c o n ojos altamente clínicos y del todo escépticos c u a l q u i e r justificación de "injerencia" a manos de los poderosos en contra de los débiles. Hace medio siglo, Léopold-Sédar Senghor con vocó al mundo a acudir al rendez-vous du donner et da recevoir, el luga r de reunió n pa ra dar y recibi r. S e n g h o r fue quizás el híbrido perfecto de la era
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m o d e r n a . Era lanío poeta como político. Por un lado, fue un gran exponente de la n e g r i t u d y se cretar io general de la Sociedad de C u l t u r a A f r i iempo, o, sin emb argo , fue mi em br o cana. A l mi sm o tiemp de la Académie Française, cuya tarea f o r m a l es de fende r y pr om ove r la culuir a francesa francesa.. Senghor fue el pr im er presidente de Sénégal, pe ro antes h a b í a sido u n mi nis tro del gobie rno francés. Era la per per ra h a c e r esta c o n v o c a t o r i a . sona a p r o p i a d a p a ra Pero e n el m u n do de hoy, hoy, ¿pue de haber u n lugar para dar y recibir? ¿Puede haber un univer salismo que no sea europeo sino universal (o glo bal)? O, mas bien, ¿qué se necesitaría, en el siglo X X I , para alcanzar un mundo donde ya no fuera el occ iden te el que die ra y el resto el que reci bier a, d o n d e el occidente se cubriera con la capa de la ciencia y el resto resto se releg ara a los pue blos c on u n tem per ame nto más "artístico/emoción al"? al"? ¿Có mo podemos alcanzar un mundo en que todos dieran y todos recibieran? E l intelectu al ope ra necesariamente en tres nive les: como analista, en busca de la ver dad ; com o pe r belleza; y co m o sona moral, e n busca de l bi en y de la belleza; persona política, que busca unifi car la verd ad co n el b i e n y la belleza. Las estructuras del saber que han prevalecido durante dos siglos ahora son ya antina precisamente p orq ue decretaron qu e los in turales, precisamente telectuales no podí an desplazarse desplazarse a gusto en tre estos tres niveles. Se alentó a los intelectuales a que se limitaran al análisis intelectual. Ysi no eran capa ces ces de conte ner la exp res ión d e sus sus obsesiones m o rales y políticas, entonces d e b í a n segregar rígida mente las tres clases de actividad. D i c h a segregación o separación era extremada men te difícil difícil,, pro bab lem ent e impos ible, de alcan-
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zar. zar. Y p o r eso eso n o es es acc iden tal que la mayor ía d e los intelectuales serios no hayan logrado esta se gregación plenamente, aun cuando pregonaran su validez. Max Weber es un buen ejemplo. Sus dos famosos ensavos, "La política como vocación" y "1.a ciencia como vocación", revelan la forma casi es quizofrénica con que luc hó c o i m a estas restricciones y racionalizó su compromiso político para hacerlo vi e r a c o n n a d i c i e n d o s u aparecer c o m o s i n o e s t u vi compromiso con una sociología objetiva. D o s cosas h a n c a m b i a d o d u r a n t e l o s ú l t i m o s la in t r e i n t a años . Com o he tr atado de demostrar, la las dos cultur as ha te f l u e n c i a que el concep to de las n i d o sobre las estructuras del saber se ha debili tado con side rab lem ente , y co n ella el sopor te i n t e l e c t u a l d e esta p r e s i ó n p a r a segregar la bús queda de la verdad, el bien y la belleza. Pero, como también he argumentado, la iazón del cuestionalas dos cultu ras m i e n t o inte nsiv o de l con cep to de las tiene que ver precisamente con la crisis estructural en desarrollo del sistema-mundo m od er no . A l i r n o s desplazando hacia esta era de transición, la la elección fun dam en tal se ha agu i m p o r t a n c i a de la dizado, al mismo tiempo que lo significativo de las con trib uci one s indiv idua les a esa esa ele cción colec tiva h a a u m e n t a d o i n c o n m e n s u r a b l e m e n t e . E n pocas palabras, en la medida en que los intelectuales se deshagan de las restricciones de una n e u t r a l i d a d falsa de valores pueden en realidad desempe ñar un papel que vale la penajugar en la transición en la que todos nos nos encon tram os. Quiero dejar bien claro que, al decir que la neu tralidad de los valores es un espejismo y un en gaño, no estoy alegando que no hay diferencia entre las tareas analítica, m oral-y política. H ay cier-
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t a m e n t e u n a d i f e r e n c i a , y es f u n d a m e n t a l . Estas tres tareas n o p u e d e n s i m p l e m e n t e m e z c l a r s e . Pero t a m p o c o p u e d e n s e r separadas. Y nuestro p r o b l e m a es cómo navegar con esta aparente para doja, de tres tareas que no pueden mezclarse ni ser separadas. Quisiera observar, de paso, qtie este es f u e r z o es un ejemplo más de la única clase de epis temología que ofrece a l g u n a esperanza a la r e u n i ficación de todo el saber — u n a t e o r í a d e l t e r c e r o no excluido (Wallerstein, 2004a: 71-82). Este dile ma se se le presenta a tod o el mu n do , claro está, no solamente a los intelecmales. ¿Hay, pues, algo especial en el papel del intelectual? Sí, sí lo hay. Cuando uno dice intelectuales se refiere a las perso nas que consagran sus energías y tiempo a una com prensió n ana lítica de ¡a real idad, y presu mible mente ha tenido alguna preparación especial para hacerlo de la mej or ma nera po sible. N o es es un requi sito fácil. Yno todo el mundo ha deseado conver tirse en un especialista en este c o n o c i m i e n t o m á s general, en comparación con el conocimiento par ticular concreto que todos necesitamos para realizar cualquier tarea competentemente. Los intelecmales son pues geneialistas, aun si el alcance de su espe cialidad está de h e c h o limitado a un campo parti vastoo mu nd o del cono cimie nto entero. cular de! vast La cuestión clave hoy es cómo podemos aplicar n u e s t r o c o n o c i m i e n t o g e n e r a l i n d i v i d u a l a una comprensión de la era de transición en que vivi mos. Se espera que incluso un astrónomo o un crí t i c o de poesía hagan esto, p e r o a f o r t i o r i es una exigencia que se le hace a los científicos sociales, q u e a f i r m a n s er er especialistas en el modo de f u n cionar y en el desarrollo del mundo social. En tér m i n o s generales, los científicos sociales lo han es-
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tado hacien do ma l, razón po r la cual los tienen en t a n baja estima no sólo los que están en el poder smo también los que se oponen a los que están en e l poder, así como las múltiples capas de trabaja dores que sienten que poco han aprendido dé lo p r o d u c i d o por los científicos sociales que les haya sido d e utilidad moral o política. Para r e m e d i a r esto, la pr im er a necesi dad es la histonzación de nuestro análisis intelectual Lo cual no significa la acu mula ción de detalles detalles cro no lógicos, p or titiles que sean. Y t a m p o c o s i g n ifif i c a l a suerte de cruda relativización que afirma el h e c h o evidente de que u na situación par ticu lar es dife rente de cualquiera otra, y que todas las estructu ras están en evolución constante día con día, de u n n a n o s e g u n d o a l o t r o . H i s t o r i z a r e s exacta men te lo con n ario. Es Es colocar colocar-- la realid ad que esta mos estudiando inmediatamente dentro de un cont exto má s amp lio: la estructura histórica histórica en la q u e encaja y o p e r a . N o p o d r e m o s e n t e n d e r n u n c a el detalle si no entendemos el todo pertinente puesto que de otra man era nun ca podr emo s apre apre^^ ciar e x a c t a m e n t e qué está cambiando, cómo está cambiando y por qué está cambiando. Historizar no es lo contrarío de sistematizar. Uno no puede sistemanzar sin captar los parámetros históricos del todo, de la u n i d a d de análisis. Y por consiguiente u n o no pu ede his toriza r en el vací o, co mo si todas las cosas no formaran parte de un gran lodo sistém i c o . Todos los sistemas son históricos, y toda la hisioria es sistemática.
Es este sentido de la necesidad de historizar el que me ha llevado a dar tanto énfasis aquí al argu mento de que no sólo estamos d e n t r o u n a u n i d a d p a r n c u l a r d e análisis, el sistema-mundo moderno
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s i n o d e n t r o d e u n m o m e n t o p a r t i c u l a r de ese sis tema histórico, su crisis estructural o era de transi ción. Esto, espero ( ¿ q u i é n p u e d e estar seguro?), puede clarificar el presente, y sugiere las resuiccioues a nuestras opciones para el f u t u r o . Y esto es lo que naturalmente le interesa más no sólo a los que están en el poder sino también a los que se oponen a los que están en el poder, sino también a las múl tiples capas de trabajadores que viven la vida c o m o mejor pueden. Si los intelectuales realizan las tareas que se es pera que realicen en una era de transición, no serán populares. I.os que están en el poder se sen tirán consternados por lo que hagan, percibiendo que el análisis socava el poder, sobre l o d o en una era de transición. Los que se oponen a los que están en el poder sentirán que el análisis intelec tual está muy bien, a condición de que alimente y aliente a los que p a r t i c i p a n en la oposición polí tica. Pero no apreciarán vacilaciones, demasiados matices ni cautela. Y tratarán de poner cortapisas a los intelectuales, aun a aquellos que digan q u e p e r s i g u e n los mismos objetivos políticos que los que se oponen a los que están en el poder. Final mente, las múltiples capas de trabajadores insisti rán en que los análisis de los intelectuales se tra duzcan a un lenguaje que puedan entender y con e l que se puedan conectar. Esta es una demanda razonable, aunque no siempre fácil de satisfacer. A u n así, el papel de los intelectuales es crucial. U n a transición es siempre un proceso arduo. Siem p r e h a y b a n c o s de arena en los que el proceso puede encallar. La c l a r i d a d del análisis suele estar borroneada por las realidades caóticas y sus tiro n e o s emocionales inmediatos. Pero si los intelec-
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107 males no ondean alto la bandera del análisis, no es probable que otras vayan a hacerlo. Ysi la com prensión analítica de las opciones históricas reales no está en la delantera de nuestro razonamiento, nuestras decisiones morales serán deficientes, y sobre todo nuestra fuerza política se verá minada. Estamos al final de una prolongada era, a la que se le pueden dar muchos nombres. Uno apropiado sería la era del universalismo europ eo. Estamos pa sando a la era que viene después. Una posible alter nativa es una m u l t i p l i c i d a d de universalismos que se asemejaría a una red de universalismos univer sales. Sería el m u n d o d e l rmdez-vous du donneretdu reemmir, de Senghor. No hay garantía de que vara mos a llegar allá. Ésta será la lucha de los próximos veinte a cincuenta años. La única otra opción seria es un m u n d o nuev o, je rá rq uic o y desigual, que ale gará estar f u n d a d o en valores universales pero en el que el racismo y el sexismo continuarán d o m i nando nuestras prácticas, muy probablemente m u c h o más corrompidas que en el actual sistemam u n d o . Así que simplemente tendremos que se g u i r tratando de examinar el sistema-mundo en su eda d de transición, de cla rifica r las alternativa s a n u e s t r o alcance y, finalme finalmente nte,, da r lu z a los nu ev os derr oteros políticos posibles posibles que deseemos elegir.
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Baatfa, partido, 36, 42, 61 "bárbaros", barbarie: de bate sobre lo que son, 19-20, 36; en el debate Sepú l ve ve da-Las Casas, 18-22.31-32, 18-22.31-32, 35,36 , 37, 94 bibliotecas, 83 Bbfc Tony, 12, 43 Borah, Woodrow, 17 Bosnia, 32, 33 relación de la des trucción de las indias (Las Casas), 16n 16 n
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114 dadcs vs., 81-85; l a de c a d e n c i a d e l orienta lismo y l a , 98-99; la filo s o f í a y la, 80-83; los estudios d e c o m p l e j i 87-88; newto¬ da d y la , 87-88; n i a n a , 6 9; sesgo social en la, 101; tecnología y, 80,99 ciencias sociales, 77,84-85, 88-90; el debate ciencias-humanidadesy las, 83-84 civilización civilización occidental , b a sada en los valores uni versales, 12-14; G a n d l i i 27; raíces gre sobre la , 27; c o r r o m a n a s de la, 49, 51 ; se autodefine como superior. 12, 49, 53 civilizaciones; choque d e , 12; definición europea de las, 19; valores uni versales proclamados c o m o base de, 56; véase también civilización oc cidental; zonas d e civi lizaciones superiores clases, lucha de, 73 c o a l i c i ó n d e voluntarios, 40 Colón, Cristóbal, 16 colonialismo, 15-46; acero tación global del, euro peo, 47; en el Nuevo M u n d o , 16-25; en la I n d i a británica, 26-27; revoluciones e n contra
ÍNDICE: ANALÍTICO del, después de la se gunda guerra mundial, 51 ; véase, también debate Sepúlveda-Ias Casas complejidad, estudios d e , 87-88
comunidad internacional, 39 Conferencia sobre l a Segu ridad y l a C o o p e r a c i ó n en Europa (CSCK), 2 9 Congreso Internacional de Ciencias Humanas en Asia y A f r i c a d e l Norte, 58-59 Congreso Internacional de F.sludios Asiáticos y Norafricanos, 59 Congreso Internacional de Orientalistas, 5 8 conocimiento, estructuras del, 61, 71; c i e n t í f i c o , 80-81; el papel de los intelectuales y las, 104r106; el sistema universi tario y las, véase univer sidades; e l sistemam u n d o v las, 77-79; la organización d e disci plinas y las, 83; los estu dios culturales y las, 87, 88; l os esnidios d e com plejidad y las, 87,88; te o r í a d e l m e d i o no ex cluido y, 104 C o n s e j o de Indias, 18, 46 Consejo Nacional Pales tino, 60
ÍNDICE ANAI .íl'ICO Cook, Sherburne F., 17n crímenes coima la huma nidad, 33-35, 37-41,46 cristianismo, 4 3 , 4 4 , 5 0 , 9 4 Croacia, 32 Cruz R o j a I n t e r n a c i o n a l , 29 C u r z o n , lord, 26 daño mínimo, principio del, 23, 41-42 debate S e p ú l v e d a l ^ s C a sas: argumento contra 18¬ l o s " b á r b a r o s " e n c l , 18¬ 20 , 31-32. 36, 93-94; el deber d e castigaren e l , 37-38, 4142; el princi pi o d e l d a ñ o m í n i m o y e l , 23, 41-42; la cuesd ó n d e la jurisdicción y el , 22, 39-40; la evangelización y el, 25-27, 35; l a l e y natural y el, 19, 22 , 35, 37
37¬ d e b e r d e castigar, el , 37¬ 38 , 42-43 Declaración sobre l a Con cesión d e l a I n d e p e n d e n c i a a los Países v Pueblos Coloniales, 31 Declaración Universal ríe los Dere chos Hu ma nos, 28, 29 democracia, 1 2 , 1 3 , 4 2 , 4 3 ,
Ub liana
(Sepúlvcda), 18
Demi'irrates segundo, o De bis justas causas de la guerra contra lo s indios
(Sepúl
vcda), 1 8 , 1 9 derecho de injerencia, 33 derecho internacional, 27 , 31 , 34, 39 d e r e c h o natural, 6 3 ; crí m e n e s c o n t r a e l , véase c r í m e n e s contra l a h u manidad: definido p o r el universalismo euro peo, 45 ; expansionismo justificado c o m o , 1 5 ; intervención en pro d e l , 20, 22, 31-31, 33, 44-45; y el debate S e púlvcda-Las Casas, 20 , 22 , 35, 37 derechos humanos, 12-13, 34 , 3 5 ; c o m o justifica ción de la intervención poscolortial, 27-28: in tervenciones e n favor de los, 27-30, 33-35; las ONU y los, 28-29; y la ONU, 27-28, 31, 32, 34; véase también c r í m e n e s contra l a h u m a n i d a d
deseo Ionización, 27 dcsruralización, 74-75 d c i e i m i n i s r a o , 69, 87 44,95 dictaduras, 3 0 Demócrates primero, o De l a discurso d e l poder: convo compatibilidad entre, la cación al universalismo milicia y la religión crisen el, 11-14; el universa-
INDICE ANALÍTICO
116 lisruo distorsionado distorsionado po r el, 12 discurso, concepto del, 55 dominación: contacto vs., 49; legitimación de la, 92-93, 95, 97; uso de la fuerza y, 92-95
economía neoliberal, 12, 12 , 77 economía-mundo: crisis estructural de la, 73, 77, 85, 91 ; debate inte lectual sobre la morali da d de, 16; véase t a m bién debate Scpúlvedal a s Casas; el capital y la , 71-72; el desplaza miento de la produc ción y la, 74-75; el ex pansionismo y la, 15¬ 16; el neolibe rali sino y la, la , 12, 77; el sistema universitario y la, véase universidades: l a i n fraestructura y la, 75¬ 76; las estructuras d e l sabei y la , 77-78; las ma terias terias prima s y la , 75-76; los lo s costos de produc ción y la, 73-77; tenden cias seculares seculares en la , 72, 73
Edad Meiüa, 77 educación, 79, 97; véase también conocimiento, estructuras del; univer sidad
Einstein, Albert, 87 encomienda, sistema de ,
Freud, Sigmund, 52 fundamentalismo, 98
17-18 Engels, Friedrich, 52 Entebbe, rescate en, 30 España, 17,18,35, 59; con quistas de, en el Nuevo Mundo, 16-25, 93-95; sistema de encomienda de , 17-18 Estados Unidos, 11,29, 39,
ganancias, 72-73
40; 40 ; véase también guerra contra íraq estructuras burocráticas, de civilización más avan zada, 47-48; las un iversidades como, 78-79 estudios culturales, 87-89 eurocentrismo an ti eurocéntrico, 65 expansionismo: descone xión entre la realidad del, y sus justificacio nes, 15-16; difusión de la civilización como jus tificación para el, 15; en dirección a Asia, véase orientalismo; lo s "bárbaros" y los euro peos, 1546; y la cons trucción de la econo mía-mundo, 15-16
Felipe II, rey de España, 18
filosofía, ciencia y, 80-83 Foucault, Michel, 55 Francia, 31,32,102
117
ÍNDICE ANALÍTICO
Gandhi, Mahatma, 27 globalización, 11, 36 Gran Bretaña, 11, 27, 43; régimen colonial de i a, en la India, 26-27 Guatemala, 18 guerra al terrorismo, 95 Helsinki Watch, 29 Helsinki, Acuerdos de, 29 historización, 105 Holanda, 49 holocausto, 6 1 humanidades, 81-85, 101; ciencia vs., 81-85; especialización en las, 82¬ 84; los estudios cultura les y las, 87, 88; verdad universal y las, 99-102 humanismo secular, 80 humanismo, 68, 80 Hussein, Saddam, 36,41,42 hutus, 33
ideas, poder de las, 92-107 iglesia católica, 22, 23, 78 Ilustración, 52, 68, 69, 98; véase también civiliza ción occidental imperio inca, 16 imperio otomano, 47 impuestos, como costo de producción, 73, 76 incesto, tabú del, 62 India, 47, 96; régimen co
lonial británico en la. 26-27
infraestructura económica; 75-76
Inquisición, 35 insumos, como costo de producción, 73, 75-76 102-106; intelectuales, papel de los, 103-106 intervención, 15-46, 97; como el deber de casti gar, 37-38, 41-42; conOiclo en los Balcanes c, 33, 37-38,39, 40-42; de rechos humanos e, 27¬ 32, 34-36; el derecho natural y la, 15, 30, 33, 35, 37, 44,45 , 63, 88; el principio de l daño mí mí nimo y la, la , 23, 41-42; h u manitaria, 34r36; Kouchner sobre la , 34¬ 34¬ 36; la cuestión de la j u risdicción y la, 22, 38¬ 4 1; l a guerra contra el terrorismo y la, 95; las ONGyla, 28,33; libre al bedrío e, 25; poderío militar e, 29-30, 48, 92, 95; rescate en Entebbe e, 30; tensión entre so beranía e, 34-36; véase también debate Sepúlveda-I.as Casas 35, 36,40,4 2, lraq, 11,34, 35, 43; 43 ; véase también guerra contra Iraq Iraq, guerra contra; la cues-
ENDICE ANAI-ÍTICO
118 11 8
tión tle la jurisdicción y la, la , 39-41; invasión nor teamericana en, 34, 36, 39, 41 Israel, 60; rescate en Entehbe c, 30
Jeme'r Rojo, 30 judíos, 22 jurisdicción: en el debate Sepúlveda-Las Casas, 22-23, 39-40; interven ción y, 22,38-40; la gue rr a contra Iraq y la cuestión de la, 39-40 39-40
Kosovo, 11, 33, 34, 36, 42 Kouclmcr, Bernard, 34-36 kurdos, 41 "La ciencia como voca ción" (Webcr), 103 "La política como voca ción" (Webcr), 103 Las Casas, Bartolomé de , 16n, 17-18, 20n, 43-46, 47, 57, 60; véase también debate Sepúlveda-Las Casas l£¡)roü
álngérmce,
33
legitimidad, 92-93, 95, 98 Leyes Nuevas (Carlos V ) , 17-18
liberalismo, 71 Liberta, 33 libre albedrío, 25 limpieza étnica, 38, 42 Losada, Angel, 20n
Macedonia, 32 Marx, Karl, 52 materias primas, 75-76 Médicos sin Fronteras, 28, 34
medios, 11 meritocraeia, 99 Milosevic, Slobodan, 36, 39
modernidad, 49-50, 644Ì5, 96
Montesquieu, barón de , 48, 48 , 54, 66 movimientos de liberación nacional, 27, 58, 61, 06 árabe-islámico, mundo véase Oriente Medio musulmanes, 22, 41 Naciones Unidas, 27, 31, 32, 32 , 34; doctrina de no interferencia de las, 27; los lo s derechos humanos y las, 27-28, 31-32,40 nazismo, 51 Nehru, Jawaharlal, 27 Newton, Isaac, 69, 87 no intervención, doctrina de la, 27 occidentalismo, 65 Organización de Libera ción Palestina (ou), 60 Organización de l Tratado de l Atlántico Norte (OTAN),
39-40
organizaciones no guber namentales ( O N G ) , 28 ,
33
I B
ÍNDICE A N A L Í T I C O
Oñenlaiism (Said), 51-53, 61-62, 66 Oriemalism i n crisis" (Abdel-Malek), 51-52 orientalismo.47-67, 68-69, 92 , 96-99, 100; AbdelMalek sobre el, 51-52, 58, como choque de ci vilizaciones, 98 ; como estilo de pensamiento, 51-53, 55, 58; el relati vismo radical y el, 63¬ 64; giro político y el, 51-52; hipocresía del, 96; impugnado por el
universalismo cientí fico, 68; la ciencia y la 98-99; decadencia de l, 98-99; la economía-mundo y el, el , 66; la modernidad y el, el , 49-50, 64-65; la revo lución mundial de 1968ycl,59,61,66,85; las zonas de civilización avanzada y el, el , 47-49, 50; revisión crítica del, 58¬ 58¬ 62; Said sobre el , 52-55, 58-61, 65-66
producción, 73-74. /6. 79
poder: de las ideas, 92-107: discurso del, 11-14, 12; giro en el, gcopolítico, 58^1; militar, 20,29-30, 4748, 92-93, 95
política exterior, visión rea lista de, 28 poscolonialismo, 54 posmodernismo, 54, 61 producción, 78; costos de, 72-77; desplazamiento de la, 73-76 progreso, 69, 97 pueblo, derecho de sobe ranía del, 31,84 racismo, 51, 107 Reagan, Ronald, 29 rehenes, toma de, 30 relativismo moral, 22 relativismo radical. 63-04 relativismo: moral¿ 22; ra dical, 6&64 Revolución francesa, 84 revolución mundial de 1968, 59. 61,66,85
Oriente Medio, 5 1 , 55, 60; véase también Persia
Oslo, Acuerdos de, 60 particularismo, 56-57, 66¬ 67, 92 Paulo I I I , papa, 17 Persia, 47, 48;
véase
ttmbién
orientalismo personal, como costo de
Ruanda 11, 33, 35 Rusia. 40 ; véase también Unión Soviética Said, Edward, 52-55, 58-61, 65-66
segunda guerra mundial, giros ]idílicos después déla, 51 Senega), 102
12 0
Lcopold-Sédar, 101 da , J uan Se púl ve da, ua n Cines de , 18-21, 23, 25, 31-33,35¬
Scnghor,
37,41-42,46,47,57,93¬ 96; véase también debate Sepúlve da-Las Casas
ÍNDICE ANALÍTICO
universalismo científico, 68-91; el conflicto h u manidades-ciencia y el ,
79; sistema de profeso rado de las, 85
80-84; las ciencias so ciales y el, 77, 84-85, 89-90, 104; raíces d e l , 68-69; véase también co
valores universales, 11-14, 56; falsa neutralidad de los valores y los, 103; múltiples definiciones de los, 62-63 verdad universal, 11, 12, 13, 99-100 Vietnam, 30
nocimiento, estructu ras del universalismo: científico, véase universalismo científico; convocación al, al , en el discurso d e l poder, 11-14: debilidad del, humanista, 68; dis torsionado por el dis curso de l poder, 12; el orientalismo impug Sociedad de Cultura Afri nado por el, científico, cana, 102 giro geopolít.ico de l 92; Sublimis Deus (Paulo I I I ) , podery el, 58-62; parti 17 cularismo y, 56-57, 66, 67; pugna entre el, euSudán, 33 ropeoyel universal, 13; valores compartidos y Tanzania, 30 el, el , ttái.sí valores univer teoría de l medio no ex sales; variedades de lla cluido, 104 mados al, 12 terrorismo, 11,40-41; gue r r a al, al , 95 universidades, 77-80, 89; toxifi catión, 76 "secundarización" de trabajo, 71 las, 86; comercializa Trouillot, Michei-Rolph, ción ile las, 85-86; 37 n como insüiuciones bu mtsis, 33 rocráticas, 77-78; especialización en las, 82¬ Uganda, 30 83; expansión de las, Unión Europea, 35, 39 79-80; la producción de Unión Soviética, 29; des conocimiento y las, 78plome de la, 32
Serbia, serbios, 32, 33, 36, 40, 42 servicios de salud, 76 scxismo, 107" Sierra Leona, 33 soberanía: de los pueblos, 31-32, 84; limpieza ét nica y, 38, 42: tensión entre intervención y, 34-35
12 1
ÍNDICK ANALÍTICO
Wcber, Max, 103 "Yugoslavia, 32, 36 civilización avan zada, 47-49, 50; estruc turas burocráticas de las, 47-48; ignorancia occidental acerca de las, 48-49
zonas de
ÍNDICE
AGRADECIMIENTOS
9
INTRODUCCIÓN: LA POI .['TICA DEI . UNTvERSALISMO flOY
11
1. ¿INJERENCIA EN 1 OS DERECHOS DE QUIÉN? VALORES UNIVERSALES VS. BARBARIE
15
2. ¿SE PUEDE SER NO ORIENTAI J5TÀ? PARTICI..! PARTICI..! ABISMO ESENCIAIJSTA
47
3. ¿CÓMO SABER LA VERDAD? UNIVERSALISMO (3ENTÍIKO
68
4. EL PODER DE 1AS IDEAS, I AS IDEAS D E PODER: ¿DARYRhClIYIR?
92
BIBLIOGRAFÍA
109
ÍNDICE ANALÍTICO
113
impreso en productora gráfica Capuchinas núm. 378 col. evolución 57700 edo. de méxico agosto de 3007
Otros títulos del autor publicados por Siglo XXI
El moderno sistema mundial,
3 volúmenes
(1979-1998) El capitalismo
histórico
(1 98 8)
Abrir las ciencias sociales. Informe de la Comisión Gulbenkian Gulbenkian para ¡a reestructuración reestructuración las ciencias sociales (1996) del liberalismo
Después
(1996) (1998)
impensar
las ciencias sociales soc iales
Utopística
o las opcione opcioness históricas del siglo xxi
(1998) Conocer el mundo, saber el mundo: el fin de lo aprendido (2001) Estados Unidos confronta al mundo Análisis
(2006)
de sistemas-mundo. sistemas- mundo.
Una
(2005) introducción
de