LOS ANARQUISTAS: VIDAS QUE SE AUTOCONSTRUYEN
*
IGNOTUS
* Este trabajo forma parte de una tesis de Magíster titulada ¡Viva la Anarquía! Sociabilidad, vida y prácticas culturales anarquistas. Valparaíso-Santiago, 1890-1927 , USACH, 2010.
Edición: @rebeldealegre
Í NDICE NTRODUCCIÓ N ................................................................................................................3 I NTRODUCCIÓN
LOS ANARQUISTAS SEGÚN EL PODER ................................................................................4 ................................................................................4 DIVERSIDAD DEL MUNDO ÁCRATA ...................................................................................7 DIVERSAS PRÁCTICAS Y MILITANCIAS ............................................................................13 APÓSTOLES LIBERTARIOS...............................................................................................21 ALGUNAS CONCLUSIONES ..............................................................................................71 NOTAS: ............................................... ....................................................................................................... ........................................................................... ................... 73
2
Construído con elementos de timidez y de urgencia, De pasión y de silencio; A través de ganzúas y de ladones hábiles, Acompañado de anarquistas perseguidos por la policía Y de cómicos que morían sin éxito en los hospitales; Entre carpinteros de manos duras y tipógrafos de manos ágiles; Soñando en la cubierta de los vapores Y en los vagones de carga de los trenes internacionales; Con muchos días de soledad y de cansancio, Por las calles de Santiago o de Buenos Aires; Ganándome la vida y la muerte a saltos, Como los tahures o los rufianes; Cultivando sin embargo una gran rosa ardiente, Llegué donde tu me esperabas con tu ardiente rosa. — Manuel Rojas, Deshecha rosa , 1954.
Esta es una pequeña parte de la historia, de aquella historia que no es enseñada ni se enseñará en las escuelas ni universidades, aquella historia siempre ignorada o distorsionada por el poder; una parte de la lucha del hombre digno por la libertad; una parte de la historia que se contrapone a la historia de los poderosos, con sus guerras, gobernantes y militares.
I NTRODUCCIÓN En otros trabajos (1) hemos visto distintas herramientas con las que contaron los anarquistas para extender sus ideas, partiendo de los mismos círculos, grupos o centros de estudio, lugares en donde se organizaba la propaganda y se desplegaba una labor educativa y de formación militante, a través del despliegue de una amalgama de actividades desde la publicación de periódicos y folletos hasta la planificación de paseos campestres, giras, programación de veladas, etc. Todo ello sería fundamental, no obstante, nada de esto hubiese sido posible sin la voluntad, compromiso y sacrificio mostrado por quienes las organizaban. En este espacio nos encargaremos de destacar algunos rasgos que caracterizaban a los cuadros anarquistas anarquistas (2) tratando de poner poner acento en el celo celo misionero, sacrificio sacrificio y perseverancia que estos ponían en la causa, asumiendo la Idea como una gran revelación, plasmando en la vida cotidiana los valores, principios y códigos de conducta que debían caracterizar a la nueva sociedad futura.
3
LOS ANARQUISTAS SEGÚN EL PODER Desde los primeros años de propaganda anarquista en Chile, la prensa reaccionaria calificaría las diversas manifestaciones de propaganda social, como actividades “subversivas”, convirtiéndose sus difusores en “peligrosos subversivos”. Los más genuinamente subversivos eran los escritores populares, los editores de periódicos independientes, los organizadores de veladas teatrales para ilustrar el pueblo, y los oradores públicos. Estos últimos eran una especie dañina y temible a los ojos de la prensa reaccionaria: recibían el nombre de “agitadores”, que encerraba una connotación de delincuencia, persona que no trabajaba, y que vivía del trabajo ajeno y de la organización obrera; individuo que no pretendía otra cosa que la realización de conflictos sociales con el afán de beneficio propio. De este modo se trataba de desprestigiar sus actividades, llamando a los obreros a no seguir sus prédicas. (3) Para la oligarquía, la llamada “Cuestión Social” no existía en Chile, y simplemente se debía a las “prédicas malsanas” de un grupo de individuos “expulsados de otros países”, que se dedicaban exclusivamente (eran “agitadores profesionales”) a sembrar el desorden y la agitación en los gremios obreros y entidades sociales. Los periodistas burgueses locales no eran en absoluto originales en esta construcción. En este sentido diría Juan Gandulfo, “los periodistas chilenos, entre los cuales hay dos o tres que conocen a fondo la cuestión social, han chilenizado el “agitador profesional”, para complacer a sus amos y a las empresas comerciales que avisan en los rotativos de este país” (4) Según las autoridades, en el “gremio laborista” había que “distinguir dos corrientes que, debido a las prédicas malsanas tienden a formar una sola y peligrosa: la una, el elemento sano del pueblo trabajador que, si acude al paro en demanda de justas peticiones, es sólo para obtener mejoramiento de su condición económica y social; y la otra, formada por elementos expulsados de otros países, que finalmente, ni son obreros y que cual parásitos, se han introducido entre los nuestros, y engañándolos con falsas y ridículas teorías y con propósitos de ocultar ambiciones personales, los lanzan contra las autoridades, contra el gobierno, contra el orden constituido” (5) Ahora bien, más allá de esta interpretación tan estrecha, la verdad es que los “subversivos” ni eran extranjeros (la gran mayoría), ni “agitadores profesionales”, y me parece superfluo señalar que desde luego tampoco eran delincuentes o criminales. Y tampoco eran peligrosos para el poder solamente porque despertaban las conciencias dormidas y las impulsaban a luchar por sus derechos, en el plano laboralreivindicacional. Había un asunto de fondo que también era percibido por las autoridades, y es que, además estos individuos eran portadores de todo un proyecto de cambio que sobrepasaba la mera lucha reivindicacional, y se convertía en una lucha también por un cambio de mentalidad, cultural, que, de la mano de una propaganda ideológica, estaba logrando una construcción identitaria muy distinta — y en muchos sentidos, contrapuesta — a la propaganda desde el poder. 4
Con ello, partiendo de la fiel creencia de que una revolución meramente política o económica no tendría sentido si no fuera acompañada de una profunda transformación del individuo, empezando por su vida cotidiana, para los “subversivos”, en definitiva, era esencial, como un elemento más del cambio social revolucionario, el “cambio en las mentes” (6) En este sentido entendemos las palabras (reiteradísimas por lo demás) del obrero tipógrafo Manuel José Montenegro: “ Debemos proceder desde luego a provocar una auto-revolución dentro de nosotros mismos, que nos transforme substancialmente. Somos malos, y con malos materiales no se puede hacer una obra que responda a la magnitud de la empresa de redimir la sociedad del grosero mercantilismo de sus actuales detentadores. Debemos hacer cada día un examen de conciencia y constatar minuciosamente si nuestros actos, así privados como de convivencia social, responden al ideal de justicia y amor de que cada militante de la Sociedad Nueva debe sentirse inspirado hacia los humildes de ahora; así como de odio sincero contra los pícaros. Y si pugnamos por realizar grandes hechos, si laboramos en la grande obra de transformación, para llegar algún día a la Sociedad Nueva, es indispensable que nos sobrepongamos a nosotros mismos, que rompamos aquellas leyes que encadenan nuestra voluntad y auto-revolucionemos nuestro ser subjetivo por una férrea educación del carácter . (7)
La revolución había que hacerla primero en las cabezas y en los corazones, desterrando el mito de la Revolución-panacea que repentinamente transformaría todo y a todos. En este sentido también las palabras de Diego Abad de Santillán: “si hemos de comenzar la nueva vida como minoría, cuanto antes mejor... De aquí nuestro interés de comenzar, de hacer la revolución desde hoy mismo, en pequeña si no se puede hacer en grande, en conducta si no puede hacerse en economía, en un radio de acción cada vez mayor. Lo importante es oponer al mundo moral vigente un mundo moral nuevo, resistir activamente al estatismo, negándole nuestro concurso, no sólo en el Parlamento, sino en la vida cotidiana, en la obediencia a sus leyes, en la sumisión a su máquina inhumana de opresión; lo importante es restar nuestro concurso al capitalismo lo más posible, eludir sus leyes económicas, no marcar el paso de acuerdo al ritmo de la sociedad actual y tratar de establecer frente al estado y al capitalismo nuestra propia vida, la práctica de nuestras aspiraciones en la medida más amplia posible” (8)
El cambio en las mentes, cultural, pasaba a ser una cuestión fundamental, un requisito esencial para el cambio social revolucionario, y acorde con ello, trataban de hacer prevalecer y practicar una ética, una moral, tanto en la esfera pública como privada. Y todo ello, era perfectamente percibido por el poder, el cual construiría la figura del “subversivo”, no pensando en aquel personaje que incitaba a los obreros en la lucha por conseguir mejoras económicas o de horario de trabajo (éste incluso, muchas veces — si la protesta se realizaba en perfecto orden —, era apoyado ya que contribuía en el fondo a legitimar su proyecto hegemónico, a que funcionara mejor el sistema de producción, en 5
base a un incentivo), sino más bien pensando en este individuo que trataba de incidir en las mentes obreras para posibilitar un cambio cultural. De ahí explicamos el intenso trabajo cultural en los centros de estudios, los ateneos, de ahí la diversidad de prácticas culturales. Eran por tanto, sujetos portadores de un cambio, que iba más allá de un mero cambio económico o político, abogando por un cambio cultural. Y por ello, éstos eran especialmente peligrosos al poder, pues éste sabía que encerrando a quienes dinamizaban las redes de sociabilidad y cultura, acabaría también con aquellas “prédicas malsanas”, que no sólo generaban conflictos sociales, sino que además posibilitaban la disolución de los valores tradicionales, aquellos que legitimaban el dominio oligarca, y que quedan tan bien sintetizados en la llamada “chilenidad”. De ahí que no resulte ocioso estudiar algunas de estas “vidas ácratas” a manera de vislumbrar las tácticas empleadas por el poder para terminar con sus “prédicas malsanas” y la agitación social: los montajes policiales, la utilización de infiltrados en las reuniones obreras, el seguimiento permanente, la calumnia, la cárcel. Cuestiones todas, que acompañarían la propaganda de las ideas anarquistas desde sus primeros años a fines del siglo XIX.
6
DIVERSIDAD DEL MUNDO ÁCRATA No esta demás destacar, previamente, algunas características generales del conjunto de estos cuadros o difusores. En primer lugar, la gran mayoría de ellos eran individuos nacidos en esta región, y no extranjeros como lo pregonaba insistentemente la prensa burguesa solicitando Ley de Residencia (9). Se trataba, por lo demás, en la mayoría de los casos, de obreros calificados o semicalificados: tipógrafos, zapateros, carpinteros, panaderos, albañiles, pintores, marinos mercantes, mecánicos, empleados, que restando horas a su merecido descanso después de una ardua jornada, se abocaban al estudio de obras sociológicas y a cultivar su espíritu, forjándose de este modo, autodidactamente, sus capacidades para extender las ideas tanto a través de la pluma como de la tribuna. Los intelectuales, artistas y profesionales que militaron activamente en la difusión de las ideas anarquistas y en las luchas sociales, del período fueron una minoría, y ciertamente, vinieron cuando las ideas ya estaban en marcha. Señalaría el zapatero Augusto Pinto, “en la alborada de este siglo se produjo un desplazamiento de un grupo ideológico de las clases cultas hacia nosotros los proletarios”, pero en todo caso, “cuando vinieron los intelectuales a enriquecer nuestros grupos”, la propaganda del socialismo “ya estaba en marcha”. Ello sería mirado “con verdadero júbilo…no sólo por el tono igualitario y fraternal que pusieron en nuestras relaciones, sino por el valor simbólico que le dábamos. ¿No era esto el comienzo de la disolución de las clases secularmente antagónicas? ¿no venían libremente hacia nosotros por una determinación de sus conciencias?” (10) Menciona, el mismo Pinto a una serie de intelectuales comprometidos con la causa: Vigil, “de arrogante figura, se me aparece como un Dantón indiano por su elocuencia y la energía de su rostro moreno”; Valentín Brandau “el sabio, como le llamaban, era nuestro orgullo, porque había leído primero sus trabajos en la Universidad (Popular) y después en la del Estado”; Baldomero Lillo, “pequeño, enjuto de carnes, con la maldita enfermedad ya en el pecho, lo queríamos como a nuestro Zola relatando en sus cuentos los sufrimientos del pueblo”, Augusto Thompson y sus compañeros de la Colonia tolstoyana… (4) Entre estos últimos se encontraban Fernando Santiván, los pintores Julio Zúñiga y Julio Fossa Calderón, el escultor Carlos Canut de Bon, entre otros, los cuales, además incursionaban en otros ámbitos, como el antivacunismo, naturismo, nudismo, etc., tal cual que el pintor autodidacta Alfredo Helsby. De mayor compromiso aún eran, en una primera etapa, Mario Centore, intelectual y periodista peruano, colaborador de los círculos y espacios culturales ácratas; el pintor Benito Rebolledo Correa, uno de los instigadores de las colonias tolstoyanas, y ciertamente colaborador frecuente de los espacios e iniciativas anarquistas en el mundo social. Del mismo modo, Erasmo y Alejandro Parra (maestro primario uno de ellos) quienes traducían algunas obras sociológicas llegadas de Europa o Buenos Aires, y además daban clases nocturnas en distintos centros. Se trataba de elementos estimados en los círculos anarquistas, tal cual recuerda Augusto Pinto, “por su paciencia para 7
ayudarnos en nuestro afán de conocer. Uno haciéndonos asequibles las expresiones filosóficas con la sencillez de su lenguaje; el otro, compartiendo con nosotros las bellezas de sus predilecciones literarias. ¿Cómo no recordar la traducción de “Versos de un filósofo” de Guyau, en donde habla del “Amor y del Odio”?” (11) El caso del ingeniero Pedro Godoy Pérez — hijo de un ministro de Balmaceda —, es ciertamente un caso sin parangón, que destaca el zapatero Augusto Pinto. Traducía obras, participaba en los ateneos obreros, a veces dando conferencias (por ejemplo, sobre Kropotkin), daba clases nocturnas, e incluso se atraería la persecución policial al ser acusado — junto a otros compañeros — del estallido de unas bombas en calle Santa Isabel hacia 1909. Pero más aún, según Pinto, en la “insurrección popular de 1905” estuvo “preso por andar en compañía de agitadores a los que nunca estimuló”, pues sus ideas eran pacifistas “… sobre todo le interesaba el aspecto constructivo, los aportes para la reconstrucción de las instituciones necesarias. “¡Cuántos caminos, apenas indicados, se ofrecen a los libres investigadores!”, decía Pedro. “...él sabía cuán grandes eran las responsabilidades que acompañan al que pretende gobernarse a sí mismo y que no hay soplo divino ni látigo que transforme a un esclavo en hombre libre. Pedro Godoy era un hombre libre capaz de vivir fuera de la ley. Con hombres así, la más excelsa utopía se realizaría con la suavidad del amanecer. Era un educador. Pero un educador que no da ideas hechas, sino que entrega lo que sabe como materiales para que el interesado se construya su propia sabiduría. Enseñaba sobre todo siendo él mismo lo que deseaba que los otros fueran. Expresó muchas veces su admiración por la obra educadora de Francisco Ferrer y protestó en la calle contra su fusilamiento.” (12)
El caso del médico Juan Gandulfo Guerra es ciertamente excepcional, pues a diferencia de todos los casos anteriores, Gandulfo se convertiría en un orador público, lo cual le daría el calificativo de “agitador”, siendo encarcelado en varias ocasiones. Gandulfo llegaría a ganarse el respeto y reconocimiento de todos los sectores obreros, y para los anarquistas pasaría a convertirse en un héroe y mártir de la causa libertaria. Por lo demás, Gandulfo sería un elemento clave en el apoyo de los estudiantes al movimiento ácrata. Hay que señalar que los estudiantes a principios de siglo eran, en su mayoría reacios al mundo obrero, participando muchos de ellos en las guardias blancas, como en 1905. Juan Gandulfo junto a los ya nombrados Pedro Godoy, los hermanos Parra, pero también personajes como Carlos Caro, García Oldini, Daniel Schweitzer, Eugenio González, González Vera entre otros acercarían ambos mundos en espacios como los Ateneos Obreros y la Universidad Popular (la primera, desde 1905), y luego en la Universidad Popular Lastarria, a partir de 1918. Pero también el anarquismo comenzó a atraer a muchos jóvenes intelectuales a sus filas, varios de los cuales eran de origen obrero. Adhirieron públicamente al anarquismo el poeta José Domingo Gómez Rojas, José Santos González Vera, Manuel Rojas Sepúlveda y el dramaturgo Antonio Acevedo Hernández. Los tres primeros tuvieron escuela común en el periódico La Batalla y el Centro de Estudios Sociales Francisco Ferrer. Gómez Rojas encontró en el Centro de Estudios Sociales Francisco Ferrer espacio para declamar por primera vez sus “Rebeldías Líricas”, a la edad de 17 años, poemas 8
luego publicados con la colaboración de los compañeros que rodeaban el Centro y La Batalla. “ Rebeldías Líricas, por ser el autor un obrero, careciendo como tal, de recursos para editar su obra, La Batalla inicia con $5 una suscripción voluntaria para tal efecto, segura de que tendrá imitación entre los compañeros” (13)
Gómez Rojas se convirtió en uno de los más ágiles propagandistas, animando innumerables veladas, ocupando la tribuna de forma frecuente, participando incluso en el Consejo Administrativo de la I.W.W. De su final ya sabemos: la brutalidad estatal terminó por asesinarlo, como a tantos otros por esos años. (14) González Vera luego se uniría al mismo Centro Ferrer, y luego a la I.W.W. convirtiéndose en Secretario General de la Unión Local de la I.W.W. en Concepción, organizando a los arrendatarios, colaborando en periódicos como Plumadas de Agitación, La Voz del Pueblo y Bandera Roja.
José Santos González Vera, posteriormente, secretario de la IWW en Concepción.
Manuel Rojas, hacia 1912, luego de su llegada al país procedente de Argentina colgando de un vagón de ferrocarril, se insertaría en los círculos ácratas, formando parte del cuerpo de redacción de La Batalla, convirtiéndose además en corresponsal para La Protesta, de Buenos Aires, según señalara él mismo (15). Sería en los círculos anarquistas donde cultivaría sus habilidades como literato que le llevarían lejos, sin haber asistido a universidad alguna. El dramaturgo Acevedo Hernández también encontraría en los círculos anarquistas un espacio en el cual presentar sus obras. Sería presentado por el poeta Gómez Rojas, según cuenta el mismo Acevedo Hernández.
9
En la Casa del Pueblo, “cuando llegamos, nos esperaba mucha gente; entre ellas estaban Casimiro Barrios y... Pancho Pezoa, con su ropa limpia y muy usada, sus ojos claros, algo tristes, casi humildes. Me recibió con una sonrisa. Barrios, español, de estatura casi breve, de bello aspecto, nos saludó como viejos amigos. Pinto llamó a la gente, que casi cubrió la sala. También acudieron varias mujeres. Pinto subió a la tarima y habló: compañeros, esta noche leeremos un drama social escrito por un obrero, hombre que conoce mucho la vida. Es un hombre muy atormentado por los patrones. El drama título En el Rancho. Trata del dolor del campesino...” (16)
Se preguntaría el mismo Pinto en “¿Qué encontraron los intelectuales en el campo obrero?”, respondiéndose: “Numerosos trabajadores de instrucción muy desigual y con modalidades aún heterogéneas. Los había que ya eran pequeños escritores u oradores, la mayoría del gremio de los tipógrafos, como Manuel Montenegro, Nicolás Rodríguez, Agustín Saavedra y una veintena más. En el montón estábamos los principiantes, los que apenas sabíamos leer y algunos analfabetos. Como en todos los caminos abiertos los caracteres más opuestos se juntaban…” (17) Se juntaban también los moralistas y puritanos (reunidos entorno al grupo La Agitación y Regeneración) con otros menos cercanos a estas costumbres, muchos bohemios, pero de una entrega y compromiso, igual o mayor aún que la de éstos. Pinto bien nos orienta respecto de la diversidad de personalidades existente en el mundo anarquista: “No faltaron tampoco las estampas divertidas, ridículas y hasta odiosas. Los que necesitaban distinguirse por algo: los de las boinas rojas, los fundadores de colonias, los vagabundos, los anacoretas del anarquismo, los cultivadores del “yo”, hasta los salvajistas, roussonianos a su modo, que comían sandías con cáscaras porque había que volver a la naturaleza, los conferencistas, uno de los cuales ponía su enorme reloj sobre la mesa y hablaba dos horas justas” Pero estaban los “sombríos, movidos por el odio, que no cesaban de anunciar la hora de la venganza. El pobre Manuel Montano, alto, con un hombro caído, a consecuencia del trabajo, decía él, picado de viruela, negro y huraño, hijo de alcohólico, suplementero en su niñez, era el símbolo y el fruto de todas las miserias acumuladas. Pero también los había correctos, limpios y cultos, que mostraban la fría ferocidad de los perseguidores. ¡Cuántos de estos, desde los soñadores a los verdugos, aparecen en las grandes convulsiones de la sociedad!” (18) “Y sólo empieza el desfile de los Quijotes anónimos que fueron por las ciudades y los campos, que atravesaron montañas y desiertos, predicando como misioneros el nuevo evangelio”, diría Augusto Pinto. En la medida en que el anarquismo era una puerta abierta hacia la construcción de la personalidad de cada cual, existía tanta diversidad como personalidades se llegaban a forjar. Cada individuo adoptaría las ideas anarquistas de forma libre, no siendo impuesta por nadie. Las conferencias y veladas, los cursos y talleres, eran instancias en las cuales se 10
iba forjando la identidad de cada cual, y de ahí la diversidad de grupos de afinidad que iban germinando, en base a la potenciación de las personalidades, y de ahí también esta diversidad de prácticas que en cierta medida hemos dado cuenta, pues cada cual iba forjando su propia personalidad. Como señalara González Vera, “El individuo lo era todo cada uno buscaba su acento propio y era raro encontrar dos semejantes. Se tendía a la diferenciación hasta con perjuicio del buen sentido. Uno suprimía del lenguaje todo término que sugiera la idea de propiedad; otro consagrábase a la oratoria; éste encarnaba a Zaratustra; ése adoptaba el régimen vegetariano; aquél hacíase escritor; tal adoptaba por la música; cual convertíase en vagabundo para predicar la gran palabra; zutano echaba sobre sí la tarea de ser un ejemplo humano; mengano entregábase a la organización de sociedades de resistencia para interesar al pueblo en sus ideas; perengano ejerció el valor de vender periódicos sin Dios ni ley en la puerta de la iglesia” (19)
Estaban también los cultores del esperantismo, como Teófilo Dúctil, Emilio Meza o Ramón Contreras. Los había también seguidores del neomalthusianismo, como Francisco Pezoa, y otros que no. Naturistas y otros que no. Algunos que, guiados por las ideas de Tolstoi, intentaron practicar el abstencionismo sexual, y otros que veían en ello una cuestión antinatural, origen de enfermedades. Algunos que hicieron un espacio en su búsqueda constante, al teosofismo y otros que le repudiaron. De Ángel Fernández, diría González Vera: “…le entró la curiosidad por la teosofía y el nietzschianismo. Leyó incontables veces “Así hablaba Zarathustra” (20). De igual modo, aunque sin renunciar al mundo de la lucha social y gremial, también Marcial Lisperguer incursionaría en el campo de la teosofía y el naturismo; y lo mismo haría Luís Ponce. Cada cual iba construyendo su personalidad, buscando fórmulas de redención, de morigerar sus costumbres, y de ver realizada la sociedad futura desde la vida cotidiana misma. Pero esta diversidad de identidades y personalidades, en el fondo tampoco nos debe llevar a creer que detrás de toda esta amalgama no había ningún fundamento común. No obstante la diversidad predominante en el mundo ácrata, existieron características que cruzaron todas las tendencias y formas de vivir la anarquía. Con ello — y siguiendo a Grez (21) — el anarquismo en Chile “ no conformó un “movimiento” homogéneo sino más bien una “corriente” diversificada, un universo de sensibilidades cercanas, pero con modos muy variados de entender la ideología inspiradora” Estas “ sensibilidades cercanas” se plasmarían en una serie de principios fundamentales y sobre todo en prácticas cotidianas concretas constitutivas de la identidad anarquista local. La gran mayoría de los testimonios revisados, y que de una u otra forma trataban de las personalidades anarquistas, coincidían en destacar el rechazo de la política tradicional, la generosidad e incluso inocencia de éstos (“La mayoría de los anarquistas son hombres de buena fe” — relataría Manuel Rojas en Sombras contra el Muro), el desapego de las ambiciones materiales, sus ansias de conocimiento y espíritu de superación a través del estudio, inquietos y decididos apóstoles de la idea, cuestión que 11
les llevaba muchas veces a la aventura, al viaje constante para extender las ideas aún en el rincón más apartado. Todos estos rasgos se encuentran bien expresados en las distintas vidas anarquistas que a continuación pasaremos a revisar.
12
DIVERSAS PRÁCTICAS Y MILITANCIAS De acuerdo a estas distintas asimilaciones de las ideas modernas por parte de los anarquistas, y de acuerdo a sus diversas búsquedas e inquietudes, podemos explicar también las militancias y colaboraciones de los anarquistas en distintos ámbitos y espacios: entidades formadas por los librepensadores sobre todo, pero también en entidades, naturistas, sociedades de abstinencia, entidades feministas, culturales en general, esperantistas, teosofistas, etc. Se puede interpretar también que dichas colaboraciones (llegando a militar activamente en dichas sociedades) constituía una estrategia de los anarquistas como forma de desviar la atención y persecución policial (22), pero también podemos señalar, que se trataba de una búsqueda constante, y de una manera de contribuir a la revolución integral que pregonaban que debía hacerse desde la vida cotidiana misma. Si revisamos algunas trayectorias ácratas, nos encontramos con que varios anarquistas reconocidos, tenían doble y hasta triple militancia. Es el caso por ejemplo de Luís Alberto Soza, que nunca dejaría de pertenecer a la Unión de Tipógrafos — desde fines del siglo XIX —, pero que además, militaría — hacia 1910 — en el Centro Arte es Vida, junto a los librepensadores. Hacia julio de 1920, según sus propias palabras, ante el Ministro Astorquiza, era militante de la Unión de Tipógrafos, de la Federación de Obreros de Imprenta, y de la IWW, de la cual era secretario estadístico, además de colaborador de Verba Roja, los distintos órganos editados por el gremio de obreros de imprenta (Unión Gráfica, Federación de Obreros de Imprenta, La Protesta del Gráfico, etc.). El caso de Soza no era el único, también Luís A. Pardo, Nicolás Rodríguez, Manuel José Montenegro, María Caballero, llevarían una militancia en el librepensamiento. Pardo incluso sería elegido secretario del Centro de Propaganda Anticlerical, hacia 1904. Julio E. Valiente Medina es otro caso, nunca dejaría de pertenecer a la Unión de Tipógrafos, entidad en la cual, junto a Cupertino Gris, Elías Borguel y el mismo Soza, al calor de algunas lecturas, se harían anarquistas, formando luego la Asociación Tipográfica, primera entidad con carácter de resistencia (después FOI). Ejemplos hay varios, como veremos, José Encarnación Novoa Orellana, no solo se haría anarquista, colaborando con distintas entidades, sino que además, militaría en la Unión de Obreros Esperantistas, y en algunas entidades naturistas. Anarquistas reconocidos, como Marcial Lisperguer, militarían conjuntamente en entidades naturistas, e incursionarían incluso en el teosofismo. Escobar y Carvallo, además de ácrata en un primer tiempo, era naturista, y luego sería secretario de una entidad teosofista, que en un primer tiempo repudiaba. Veamos algunos ejemplos de esta amalgama de ideas: Abel de la Cuadra Silva, de las ideas anarquistas, pasaría al librepensamiento (el cual al parecer durante los primeros años del siglo XX compartía con sus ideas anarquistas), pero asumiendo como suyas una verdadera amalgama de facetas y prácticas alternativas: naturismo, neomalthusianismo, esperantismo, etc. 13
Junto a Magno Espinosa y José Tomás Díaz Moscoso fundaría el Areópago del Pensamiento Libre en 1900, y hacia 1905, según Escobar y Carvallo, “de su iniciativa nació la obra de organización de la “Universidad Popular”, en cuyas aulas dictaban clases los alumnos más avanzados y algunos profesores de la Universidad de Chile” (24) Era por entonces Cuadra Silva, un estudiante de leyes, y colaboraba para una serie de órganos obreros y de librepensamiento. Sus artículos incluso es posible verlos a través de las páginas de El Trabajo, de la Combinación Mancomunal de Coquimbo. Con el tiempo se decidiría abiertamente por el librepensamiento, aunque siempre guardando algo más que simpatía por los anarquistas. Según el mismo Escobar, Cuadra Silva “consumiría toda su fortuna” publicando “revistas de propaganda, folletos y libros” (25). Entre las revistas se encuentran Espíritu Libre, La Verdad, Biblioteca Popular, La Tribuna Libre, El Paladín, El Gallo, etc., en las cuales difundía las ideas del librepensamiento, neomaltusianismo, regeneración social e higiene, naturismo, etc. Muy buena aceptación por los distintos círculos progresistas tendría su compilado: El Hogar Feliz, que el profesor Cuadra Silva (a nombre de la Biblioteca del Instituto Ecléctico Universalista), subtitularía: “medios prácticos para evitar las familias numerosas y las enfermedades sexuales; rejuvenecer, vivir largos años en perfecta salud y ser feliz”, editado por la Casa Editorial Cuadra Silva, 2ª edición (1916). (26) Era Cuadra Silva “un ser curiosamente complejo: junto al epicúreo que gusta de la buena cocina, de los excelentes vinos, está el sportsman, que cultiva todos los deportes y el amateur de arte que se rodea de cuadros y esculturas; al lado del furioso propagandista de ideas del libre pensamiento, se hallan el coleccionista de antigüedades y libros raros y el investigador de laboratorio” (27) Pero además, era naturista, instalando un “Consultorio Médico Naturolójico” en su propio hogar de Avenida Irarrázabal # 1604 que atendía de 9 a 11 a.m. Las revistas que él dirigía abogaban por una serie de ideas modernas: librepensamiento, neomalthusianismo, amor libre, naturismo, esperantismo, racionalismo, etc., reconociendo además la labor de los anarquistas. Cuadra Silva sería detenido en varias ocasiones a causa de sus publicaciones “inmorales”, calificadas por El Diario Ilustrado de “publicaciones pornográficas”.(28) Resultan interesantes las aficiones de Cuadra Silva por los deportes. No sólo practicaba el fútbol, en una sociedad esperantista, sino que además el ciclismo, todo ello, sin duda por una cuestión de culto al cuerpo e ideal de vida sana. De ahí sus aficiones también a la cocina, lo que complementaba con buenos vinos. Pero además Cuadra Silva cultivaba el arte, pues pintaba y esculpía, encontrando buenas amistades en pintores como Julio Fossa Calderón, Benito Rebolledo Correa y Alfredo Helsby. Con los anarquistas siempre tendría excelentes relaciones. Los anarquistas encontrarían en este librepensador un colaborador, asistiendo no sólo a algunas veladas, sino también contribuyendo a las bibliotecas sociales. La Batalla, publicaba algunos avisos de su editorial. Por lo demás ya hemos dicho que Cuadra Silva tributaría algunos homenajes al “apóstol de a causa libertaria”, Magno Espinosa.(29)
14
Otro caso que revela esta amalgama de ideas — denotando con ello su inquietud y búsqueda constante — lo representa Alfredo Helsby (fallecido en 1933), a quien Escobar y Carvallo le describe como un “pintor autodidacta” quien llegó a ser “uno de los más inspirados paisajistas y marinistas del país”, un “hombre de estudio, dotado de gran carácter y de un espíritu elevado, pleno de nobles ideales” (30) Junto a Mario Centore desde 1901 editarían una revista mensual de “literatura socialista y de altos estudios” que tendría “resonancia en Chile y en el extranjero”. Se llamaba Lo Nuevo, revista que abogaba por el librepensamiento, el naturismo, el antivacunismo, el anarquismo, el neomalthusianismo, al amor libre, el nudismo, atacando la moral y costumbres tradicionales. ….“nosotros no discutimos con nuestros adversarios sobre si es moral esto o inmoral aquello; para nosotros no hai moral ni inmoral, sino únicamente natural (humano) i antinatural (inhumano). El mismo concepto de moralidad a nuestro modo de ver no tiene razón de ser. Para nosotros la castidad o la virginidad de una persona adulta sana no es una acción moral o meritoria sino infecundidad voluntaria i forzada. Tanto se habla del celibato...i sus consecuencias para la salud de estas personas i para la moral de los demás: pero nada se advierte que todo el mundo se ha convertido en un monasterio, en el cual una buena porción de la humanidad se priva del ejercicio de una de sus funciones más sanas, o la ejercen secretamente de un modo antinatural, olvidándose del fin de la unión sexual...” (31)
Tiempo después, por la editorial de Cuadra Silva, Helsby publicaría su libro: “La Vacuna es la causa de todas las enfermedades; medios para prevenirlas y curarlas”. Era Helsby, como Cuadra Silva, un tipo curioso, portador de una vida rica en prácticas que buscaban salir de cánones establecidos, asumiendo éstas prácticas como formas de combatir el dominio. De Luís Ponce, se sabe que se insertaría hacia 1906 en los círculos espiritistas, poco antes de pregonar las ideas anarquistas y naturistas. Señala Manuel Vicuña en “la idealización de una vida natural, de renuncia a los artificios envilecedores de la civilización, como dietética de felicidad o secreto para la salud corporal y la higiene mental, cuyas expresiones colectivas más memorables fueron las precarias colonias tolstoyanas de la época, reactualización de las aventuras experimentales del socialismo utópico y antecedente de las evasiones bucólicas del movimiento hippie, siempre motivadas por rechazo a los sortilegios del bienestar material” (32)
15
Luís Ponce
Sin embargo, “en algún momento”, según Vicuña, Ponce se convierte al espiritismo, y lo hace sin realizar un corte con sus creencias previas, sino que “en vez de cancelar y sustituir sus filiaciones anteriores, el espiritismo se adiciona como el complemento necesario para pulir las asperazas y cubrir todos los frentes de un ideal multifacético de redención social…todos esos vectores regeneradores (anarquismo, naturismo, espiritismo) apuntan por igual hacia la sociedad perfecta, aun cuando operen en planos distintos, y, no obstante, relacionados” (33) El periódico en el cual colaboraba Ponce (en realidad colaboraba en varios), Tierra y Libertad era otra expresión clara de esta amalgama de ideas. Este órgano que pasaría de definirse de “quincenario de arte, sociología y ciencias” a “quincenario de arte, sociología, ciencias y naturalismo”, y posteriormente (1906) a “quincenario de sociología, naturalismo y ciencias ocultas”, para finalmente a fines de 1906, pasar a llamarse “ Luz Astral ”, órgano del Centro de Estudios Psicológicos, ocupándose solamente de teosofía y estudios afines. En él incidiría el ya citado Luís Ponce. Así también, el zapatero (primero tipógrafo) Marcial Lisperguer — a quien González Vera describiría como un “hombre severo, de ojos azules, hundidos, y de tupidas cejas” y del cual a causa de sus actividades anarquistas en los gremios, “los industriales no querían ver ni su sombra” — incursionaría paralelamente en los círculos naturistas y teosofistas. Respecto de esta última faceta de su vida, diría González Vera, “…con otros anarquistas mezcló a sus ideales una miaja de teosofía” (53). Al respecto, hemos encontrado artículos escritos por Lisperguer en Nueva Luz, revista mensual de teosofía, ocultismo, ciencias, filosofía, higiene, sociología, variedades, actualidades, bibliografía, etc. Esta revista era el órgano oficial de la “Rama Arundhati” de Santiago, de la “Sociedad teosófica universal”. (34) Al parecer, Lisperguer, ante la muerte temprana de su hijo — llamado Ideal, de 4 años hacia 1913 —, se refugiaría, o trataría de buscar alguna explicación a su desgracia en la teosofía (35). Lisperguer, influenciado durante los primeros años del siglo XX por las ideas de Reclus y Tolstoy, abogaría también — durante todo el periodo en estudio —, por el naturismo. Sería vegetariano, lector de Khune y de la revista valenciana Helios. No debe extrañar, por tanto, sus colaboraciones con los órganos editados por Cuadra Silva (que 16
abogaban por diversidad de ideas, entre ellas, las naturistas y neomalthusianas), ni tampoco su inserción en la Sociedad Naturista de Chile. Esta sociedad, editaría a partir de 1926 la revista Natura — dirigida por Ismael Valdés Alonso y Manuel Lazaeta Acharan — en la cual colaboraría Lisperguer, especialmente durante los años de la dictadura de Ibáñez. Cabe preguntarse si ello obedecía a una estrategia contra la represión dictatorial, pero eso daría para largo… (36) El mismo Alejandro Escobar y Carvallo, era un personaje multifacético en principio, junto con adoptar las ideas anarquistas, era defensor de la medicina natural, la cual él mismo practicaba, pues era médico homeópata. Algunos pasajes de Memorias de un Tolstoyano, bien revelan esta práctica por parte de este anarquista. Santiván cuenta que estando él enfermo, Escobar y Carvallo le recetó “baños y envolturas de agua fría. Como alimento: sólo jugo de frutas” (37) En casa de Escobar y Carvallo, cuenta el mismo Santiván, “sentábamos ante una pequeña mesa, situada bajo la sombra de un árbol, y allí, ante una variadísima exhibición de platos vegetarianos, agrupados sobre blanco mantel, desarrollaba Alejandro interesantes disertaciones… Habían en su mesa: “sabrosas ensaladas de cebollas y tomates, jugos de frutas, duraznos, sandías, melones. No faltaban, a veces, sopas de hortalizas y legumbres, con perfumes de campo… — Sírvase, compañero — me decía Escobar. A usted no le extrañarán estas comidas naturistas. No le ofrezco pan. Lo hemos eliminado como perjudicial para la salud; provoca fermentaciones pútridas en el intestino… Por si le gusta, le tendré para otra vez “pan completo”, es decir, sin levadura y con harina de grano, sin desperdiciar el afrecho, afrechillo y demás componentes… ¿No lo ha comido nunca? Es sabroso, nutritivo y no tiene el inconveniente del pan común… tampoco usamos la manteca ni la mantequilla… Producen recargos morbosos que perturban la circulación de la sangre… Usamos aceite crudo… Las comidas de Escobar me parecían exquisitas, y notaba que, después de ellas, me sentían con el cuerpo liviano y el espíritu alegre” (38) Escobar y Carvallo, a quien Santiván califica como un hombre exponente de una nueva moral, al parecer llevaba sus prácticas mucho más allá, llegando incluso a las prácticas de amor libre y anticipando ya la “camaradería amorosa” y el “amor plural” que vendría de la mano de los individualistas franceses, como Armand y Ryner. A diferencia de los tolstoyanos, Escobar veía la castidad como antinatural, tal cual se desprende de las disertaciones “médico-psicológicas” que daba a Santiván, donde “insistía especialmente en los peligros de la castidad. No concebía que hombres jóvenes y vigorosos pudieran vivir sin contacto con mujeres. Según aseguraba, la ciencia preveía los peligros a que se exponen aquéllos que contravienen las leyes naturales” (39) Ello bien lo expresaba en sus artículos, sobre todo aquellos en los que atacaba a los curas, señalándoles como seres corruptos que no soportando la castidad, realizaban orgías múltiples entre ellos. (40) Para Escobar, entonces, era el sexo, algo natural, expresión de salud, de belleza, de vitalidad. No algo morboso. Y creyendo que su amigo y compañero Santiván se encontraba deprimido precisamente por esta falta de vitalidad, estuvo dispuesto a dejarle 17
sólo con misma pareja y su cuñada, para que de ese modo, teniendo sexo, desapareciera dicho mal. Señala Santiván, que enterado Escobar y Carvallo, del mal que le afectaba, y bajo pretexto de que él debía viajar a Santiago, le dejaría solo en su casa de San Bernardo junto a su propia pareja y su cuñada. Ambas mujeres, seguramente guiadas por las disertaciones de Escobar se manifestaban gustosas a dicha aventura, pero el escritor finalmente lograría rehuir del encuentro sexual arguyendo un malestar que lo aquejaba (41) Las uniones libres, además de pretender liberar a la mujer de la esclavitud de un matrimonio patriarcal, debe interpretarse también como una práctica de rechazo hacia los ceremoniales religiosos. El mismo deseo de escapar de sanciones de extraños y ritos religiosos tradicionales, se expresa en el poema “Amor Libre”, de Escobar y Carvallo, dedicado a su amada: No soi esclavo de la lei ni el cura, El amor es tan libre como el viento. Mi amada será la mujer futura Que comprenda mejor mi pensamiento Inútil “matrimonio” atar quiere Todas las ansias de mi amor inmenso No podrá. Cuando mis derechos hiere, Más en librarme de su garra pienso Si débil i cobarde ya transije En someterme a su humillante yugo, No por eso su código me aflije… Que si más cruel, más odio a mi verdugo! Sí. Te amo con los nuevos retoños De mis amores de la primavera (mutilado) los otoños (mutilado) sementera (mutilado), con ese amor oculto (mutilado) tu dormido pecho. Nuestro cariño puede ser el culto De un altar en otro nuevo lecho Amémonos libérrimos, sin miedo… Arrancando prejuicios y pudores. Arriba Dios escribe con el dedo La lei natural de nuestros amores. Rebélate i proclama tus derechos Por sobre todas las hipocresías. Los botones de rosa de tus pechos Florecerán con las caricias mías… 18
¡Adiós Moral de cara cejijunta! Ama i goza tu amor. No olvides esto: Cuando el deseo a la pasión su junta No hai adulterio, violación ni incesto! ¿Quieres? Rompamos con el “qué dirán”… Entre mis brazos tu cintura vibre. Borre el pecado el primer Adán, La santa redención del Amor Libre! (42)
Escobar y Carvallo llevaba a la práctica una serie de conductas y nuevos códigos, acorde con las nuevas ideas y nueva moral, y ello, parecía predominar por sobre sus posiciones políticas, convirtiéndose en una verdadera “seña de identidad”. Así por ejemplo, ya integrado al Partido Demócrata, hacia 1909 — junto a Ernesto Lefevre — editaría El Consejero del Pueblo, órgano que abogaba por el naturismo, neomalthusianismo, maternidad libre, librepensamiento, etc. En este órgano, de corta duración, daba consejos a las mujeres sobre higiene, se reproducían artículos de los regeneracionistas franceses, etc.(43) De hecho, paralelo a su vida en el mundo de la lucha social, Escobar y Carvallo participaría activamente en la Colonia de Pio Nono a principios del siglo XX, en donde se cultivarían todas estas ideas y prácticas. Respecto de las ideas de Tolstoy, éstas las veía como una forma de poner en práctica desde las vidas mismas la nueva sociedad, sin esperar la revolución panacea: “seamos comunistas y libertarios; realicemos para todos y cada uno la gran comunión de ideas y aspiraciones que traerá la Fraternidad Universal, y una vez que nuestro ejemplo sea seguido por los escépticos y los reacios, habremos avanzado la mitad del camino; entonces la Revolución estará ya hecha en la conciencia de una buena parte — quizás la mejor — de la humanidad, y el resto, será la obra de la evolución, del tiempo, y del progreso de la Revolución Social. Tolstoy no es pues, una “adormidera”, como parecen creerlo ciertos revolucionarios líricos de los tiempos que vendrán… Es un revolucionario que no espera mesías alguno que no confía sólo en lo porvenir, ni se conforma con prédicas… El pensamiento demoledor, revolucionario y comunista libertario de Bakunin, Kropotkin, Reclus, Malatesta, Cafiero, Grave, Faure y otros ilustres pensadores, sabios, artistas y filósofos ha tenido su conclusión y su coronamiento en la inmensa obra de perfeccionamiento y de cultura individual y social del puro y grande maestro cristiano ruso. Así, mientras vosotros continuáis esperando…y a vuestros hijos enseñáis que esperen la venida del mesías prometido — la Revolución Social — nosotros vamos a su encuentro, camino de la vida, hacia un rincón de la selva o a una cueva de monte, donde al sol y al viento, descalzo y desnudo, en medio de los esplendores de la Naturaleza, podamos vivir la vida del Ideal, pero bien vivida, realmente, por el Amor y para la salvación nuestra y del mundo!” (44) 19
Alejandro Escobar i Carvallo
Con ello, Escobar y Carvallo apoyaba las ideas tolstoyanas, sobre todo en lo que decían relación con el cambio desde la vida cotidiana, asumiendo nuevas formas de vida. No esperando ninguna revolución panacea, que de la noche a la mañana fueran a cambiar todo, sino asumiendo nuevas formas de vida, consecuente con las prédicas, iniciando el camino de la liberación a través de la liberación en las mentes, en los miedos, en los prejuicios. No era, no obstante, un tolstoyano, pues también creía que había que movilizar al mundo obrero, organizar sociedades de resistencia, fundar periódicos de propaganda; y tampoco era Tolstoyano en el sentido que veía como antinatural la abstinencia sexual, rescatando en ello las influencias vitalistas. (45) Sin duda todo ello le abriría las puertas de distintos grupos y tendencias: Valentín Cangas, en Casablanca, incidiendo en ésta para cambiar de nombre y rumbo al órgano que hasta entonces editaba, llamado El Oráculo, pasando a llamarse Tierra y Libertad, abriendo espacio para las plumas ácratas. Algo similar ocurriría tiempo antes con la revista porteña Lo Nuevo, dirigida por Alfredo Helsby, espacio de naturistas, antivacunistas, nudistas, librepensadores, anarquistas, etc. No así con la teosofía, la cual, al menos en una primera etapa, la atacaba, tal cual se desprende de este artículo referente a la posición adoptada por la Agrupación El Faro en relación a apoyar el espiritismo, hacia 1903 “E.C.” (al parecer Escobar y Carvallo), señalaría: “Hace algún tiempo que consideramos fuera del campo anárquico a ese periódico, pues nunca hemos visto en ningún periódico nuestro el fenómeno que se ha operado en El Faro. Dirijiendo ataques fuera de lógica y razón a la anarquía y a los anarquistas, como al mismo tiempo se han publicado preferentemente trabajos mui dignos de una revista espiritista pero no de un periódico libertario. Esa es nuestra opinión: puede que estemos en un error, el que estamos prestos a rectificar siempre que se nos convenza con la verdad.” (46) Hacia 1914, sin embargo, su posición al respecto había cambiado, ¿era secretario de la “Rama Arundhati” de Santiago, de la “Sociedad teosófica universal”?. (47) 20
APÓSTOLES LIBERTARIOS Un aspecto fundamental que caracterizaba a los anarquistas era la voluntad, el sacrificio y compromiso puesto en la extensión de las ideas, entregando sus horas de descanso al estudio y difusión de estas ideas por diversas maneras (tribuna, pluma, principalmente), asumiendo muchos la propaganda como una verdadera forma de vida tratando de llevar a la práctica dichos ideales pregonados, los cuales no estaban destinados a ser puestos en práctica en un futuro posterior a la tan anhelada revolución social, sino a partir de la vida cotidiana misma, tomando dichas ideas como una gran revelación — tal cual destacaría Lily Litvak para el caso de los anarquistas en la región española —, “no sólo ideológica, sino mayormente moral y aún mítica”. “En el nuevo credo — señala esta autora — los conversos a la Idea comprometían toda una forma de vida. Su esperanza se fundamentaba en trabajar por la Anarquía, y por ello dedicaban sus reservas de energía a la propagación del ideario” (48) Los anarquistas — tal cual observaría Juan Gandulfo hacia 1920, a propósito de la persecución sobre los anarquistas durante ese periodo — realizarían una “obra francamente apostólica”, “…Han sacrificado su bienestar personal y aun su vida por la comunidad y, a pesar de ser hombres laboriosos y de costumbres puras, han permanecido durante largos periodos en la cárcel. Muchos de ellos han muerto a consecuencia de enfermedades contraídas en las prisiones y sus nombres solo viven en el recuerdo de alguno de sus discípulos o aparecen en los carcomidos libros del archivo de alguna sociedad obrera que ya no existe o tatuado al pie de una frase de protesta en el muro de algún oscuro calabozo…” (49)
Todo ello resulta aplicable a varios anarquistas, partiendo por Magno Espinosa. Cuando conoció a Escobar y Carvallo, hacia 1896, Magno Espinosa “tenía poco más de 20 años”, se desempeñaba como mecánico broncero, era casado con una “simpática e inteligente mujer”, modista, llamada Carmela Herrera. “Era un tipo varonil, de admirables facciones y grandes ojos negros, mediano de estatura. Instruido e inteligente, sabía redactar y poseía una oratoria vibrante y apasionada” (50)
21
Magno Espinosa
Su destacada participación como organizador y orador popular le llevaría a la cárcel en varias ocasiones. Sin embargo, su voluntad y sacrificio por la causa se imponía una y otra vez a los tiranos profundizando aún más sus ideas. Tal cual declarara — de 23 años — ante el Juez, hacia 1898: “…con el desenvolvimiento de mis propias ideas y con el estudio de algunas obras sobre esa materia, me he formado el convencimiento de que son las mejores para la prosperidad y felicidad social, y estas ideas se afirman en mí poderosamente a medida que experimento las mayores dificultades y más grandes sacrificios para ganar el sustento mío y de mi familia” (51)
No encontrando las autoridades forma de terminar con su fructífera labor en los medios obreros, en una de sus tantas prisiones le contagiaría a través de la comida con el virus de la tuberculosis, falleciendo tempranamente, el 25 de octubre de 1906 a las 2:30 p.m. “La prematura muerte de Espinosa encierra un misterio”. Y la “institución policial procura a toda costa impedir la investigación de sus crímenes. Para quedar impune necesita la impunidad…” “Los esbirros chilenos para no ser menos que sus congéneres de España, practican la tortura en los hijos del pueblo que por desgracia caen en sus manos… Para que los libertarios conozcan los abismos de iniquidad de las clases oligárquicas conviene recordar lo que Becker echaba en cara a los esbirros chilenos: el haber mezclado el virus de la tuberculosis con los alimentos que se daba al anarquista… Magno Espinosa cuando estaba preso.” (52)
Ello parece reforzarse al analizar un poema que en vida le tributaría Escobar y Carvallo, titulado “Venganza”, y del cual se desprende que efectivamente, la policía y las autoridades en general, pretendían sacar de circulación a Espinosa, razón por la cual se le haría sufrir diversos vejámenes en prisión.
22
Fuiste encerrado en una celda oscura por pensar libremente, como un astro! Cubrió la noche la feraz llanura i alumbró la luna de alabastro. Los días sin calo, sin pan, sin agua que haz vivido entre rejas y cerrojos, es una infamia, un complot que fragua la burguesía ante tus mismos ojos. Fuiste la víctima de ruin venganza has sido encarcelado y ofendido... pero la baba del reptil no alcanza a manchar el faldón de tu vestido Eres ariete de palabra franca, eres soberbio triunfador y ufano al auditorio tu lengua arranca todo el ardor del corazón humano. Has robado a las viejas servidumbres muchos uncidos de infamantes yugos, has sublevado grandes muchedumbres has vencido centenar de verdugos. Eres tú como el león jamás vencido siempre pujante, luchador y noble se brama el huracán embravecido junta sus ramas el robusto roble. No desmayes, titán de los anhelos redobla tu pujanza con más bríos más luego se derriten esos hielos si más queman los soles del estío!. Lucha! Cual luchan los gigantes moles por triunfar en el cosmos infinito hay algo de la gloria de los soles con la solemnidad de nuestro rito! Venganza,... pide el justo condenado venganza pide el mártir de la idea que queme el corazón del magistrado la llama redentora de la Tea!. Castiga la maldad de los sayones, Rompe i quema la ley del estipendio ¡que flameen los rojos pabellones en el gran arco iris del incendio! 23
¡Abajo la canalla! ¡Abajo el trono! ¡arriba la miseria y la cabaña!! Cuando vomita el irritado cono Sepulta la llanura y la montaña!! No más reyes, más amos ni señores, Arranquemos la zarza y la madera Que sea un campo de lozanas flores La tierra que nos dio naturaleza!... A la escarpada cumbre sola alcanza El que tiene alma de águila y es bravo Es noble y es hermosa la venganza Cuando se lucha por un pueblo esclavo. No más temor ni compasión culpable Mil víctimas exige el Ideal... Yo quiero ver la hermosa lid del sable Con el hacha, la bomba y el puñal Alejandro Eskovar i Karbayo” (53)
Su trágica vida, su entrega por el ideal anarquista, sumado a su condición de precursor de la Idea en Chile serían motivos más que suficientes para su elevación al panteón de los héroes y mártires de la Anarquía. Ya con motivo de su muerte ocurrida bajo el título de “Un luchador que cae”, La Reforma de Santiago recordaría al “estimable ciudadano Magno Espinosa”, como “uno de los primeros apóstoles del socialismo en Chile”. Se señalaba además: “Espinosa fue un propagandista perseverante y generoso, que en varias ocasiones arrastró la prisión por su grande amor a la causa del pueblo. Como periodista obrero y libre, se hizo notar en su franqueza y valentía que le valieron el aplauso y la estimación de todos sus compañeros. Fue también un orador popular de voz vibrante y argumentación profunda. Todos los actos de su vida pública revistieron la seriedad i corrección de su carácter amable i caballeresco. Casi todos los movimientos obreros habidos en Chile durante los últimos años, encontraron en él un abnegado cooperador. Contribuyó al triunfo de varias huelgas i a la organización de muchos gremios en Santiago i Valparaíso. Hijo modelo i esposo ejemplar, fue también un padre amante i solícito que velaba con ardor por la educación de sus hijos. Desde hace como dos años trabajaba en la maestranza de los ferrocarriles del estado, sorprendiéndolo la muerte en el puesto de maquinista, cuando se había captado ya el cariño i la estimación de sus jefes i camaradas. 24
Sus compañeros de trabajo le harán dignos funerales a los que asistirán los numerosos amigos que lamentan su temprano fallecimiento. Su muerte cubre de luto los pendones del proletariado combatiente, que pierde con él a uno de sus más nobles adalides” (54)
Su fotografía sería solicitada por los anarquistas, siendo colocada en primera plana de este órgano en más de un ocasión. Así comenzaba a construirse su culto. Lamentablemente, los anarquistas perderían una batalla importante en la construcción de este culto, siendo sus restos enterrados en un cementerio católico, es decir, un acto que iba en contra de todos los valores que en vida habían caracterizado a Magno Espinosa. Ello se explica en parte a la precaria situación de su familia, la cual, al poco tiempo después de la muerte del luchador, ponía a la venta la biblioteca que con tanto ahínco había formado Espinosa. Ello explicaría en parte la decisión de su esposa, Carmen Herrera, de aceptar los beneficios de la entidad mutualista de los Ferrocarriles del Estado, que en definitiva se haría cargo de sus funerales. A pesar de ello, los anarquistas se harían presentes en la ceremonia, aunque no con la fuerza necesaria como para desviar el rumbo de sus funerales. Años después Víctor Garrido recordaría a Espinosa como un “indomable e inolvidable compañero”, al que lamentablemente “se le sepultó en un cementerio católico sin antes rociar su cuerpo con agua bendita… Siempre el convencionalismo religioso apoderándose de los muertos… “El convencionalismo religioso no pudo hacer presa de él, en vida, lo hizo aprovechando su muerte, los fetiches que él hubiera destrozado de buena gana; le servían de adorno a su cuerpo inerte ¡Qué sarcasmo! Esa era la prueba más evidente que ya no era lo que había sido, sino materia para hacer lo que quisieran con ella.” (55)
No obstante, ello no impediría que Espinosa pasara a convertirse en uno de los apóstoles de la Idea en Chile, y tal vez, en una de las figuras más reconocidas al respecto. Quien fuera su compañero durante los primeros años, Abel Cuadra Silva, nunca dejaría de recordar a Espinosa, reconociéndolo como “apóstol de la causa libertaria”. (56) Como uno de los primeros apóstoles de la Idea en Chile, su figura pasaría a la historia, convirtiéndose para las generaciones posteriores en un modelo a seguir, un hombre que entregó su vida por el ideal, y así lo reflejarían los tantos artículos escritos y manifestaciones de reconocimiento realizados por distintas generaciones de anarquistas. “ Los trabajadores empiezan a recoger la semilla rebelde con tanto cariño derramada por los defensores de las nuevas ideas de redención que con el nombre de Magno Espinosa, Esteban Cavieres y tantos otros abnegados luchadores, hicieron temblar a los tiranuelos de esta libre república”, se señalaba hacia fines de 1906 con motivo del repunte organizacional experimentado entonces por el movimiento. (57)
25
Al igual que Espinosa, se destaca de Chamorro, la perseverancia y sacrificio al afrontar la lucha social y la persecución de las autoridades. Acusado de peligroso “agitador público” (58) sería puesto tras las rejas en numerosas ocasiones — e incluso amenazado de muerte —, y quienes le seguían organizaban manifestaciones en frente de la cárcel, para su pronta liberación. A través de los años pasaría a convertirse en un verdadero ritual obrero, la figura de Chamorro tras las rejas, saludando a los obreros que en las afueras lo esperaban. El ritual se repitió en 1907, 1913, 1917, y en 1920-1921. Se le describe como un “hombre de estatura baja, corpulento, de mirada penetrante, de rostro moreno, como tostado por el sol de la pampa”. (59)
Chamorro
Según sus propias palabras, su verdadero oficio era el de mecánico, el cual, no obstante, no podría ejercer, pues, “siempre he sido perseguido en todas partes por los sayones vuestros, y condenado a verme privado de trabajo” (60) “Desde la fecha en que se principió a perseguirme, tuve que abandonar mi oficio, siendo luego un verdadero enciclopedista en materia de trabajos para poder alimentar a mi familia”. De ahí entonces que haya tenido que buscar empleo en las Compañías marítimas, convirtiéndose en “carpintero a bordo” en la casa Gibbs. “Mi vida de hombre conocido, de hombre popular, puede decirse que data del año 1907”, señalaría el propio Chamorro. Ese año, se formaría la Unión de Estibadores y Gente de Mar, siendo elegido Chamorro secretario general. Ese mismo año, esta organización se plegaría a la huelga general de julio de 1907, siendo una de las últimas en bajarse del movimiento junto a los obreros metalúrgicos. Chamorro, junto a José Encarnación Novoa Orellana (61), serían encarcelados, y posteriormente atacados por parte de algunos demócratas, quienes veían en Chamorro “un petardista”, un agitador de profesión “que no trabajan ni se les conoce profesión ni domicilio, sino son simples parásitos”. (62) 26
En palabras de Chamorro, por entonces, las autoridades intentarían sobornarlo, siendo estos intentos inútiles, “no pudieron seducirme por medio del oro, ni con las intrigas ante el Juez José Fabres Pinto” (63) Y a pesar de ello, Chamorro, insistía una y otra vez en la propaganda anarquista, con un fervor y devoción propia de un verdadero apóstol de la Idea, convirtiéndose en una de las figuras de mayor actividad en el mundo obrero. En 1913 fue elegido secretario general de la recién organizada multisindical FORCH, llegando a tener una destacada participación en el marco de la huelga general de 1913, conocida como “Huelga del Mono”, en contra del decreto del gobierno que obligaba a los obreros ferrocarrileros a fotografiarse como forma de mantener el control ante los “agitadores”. Hacia 1917, el decreto de fotografía forzosa afectaría directamente a los obreros marítimos, y de ahí que, ya hacia 1916 se hayan realizado por parte de la FORCH las primeras manifestaciones en contra del decreto, manifestaciones que se extenderían luego a los puertos del norte. Producto de estas manifestaciones, el decreto fue corrido en su aplicación, para julio de 1917. Para esta fecha, Chamorro tenía preparado la realización de un Congreso Marítimo en Valparaíso, al que asistieron organizaciones marítimas de todo el país. Dicho Congreso votó por la Huelga General ante la aplicación de este decreto, que “afectaba la dignidad de los trabajadores”. Dicha huelga paralizaría los principales puertos del país. En este movimiento — como en el de 1913, y en tantos otros parciales —, Chamorro sería encarcelado, y acusado por la prensa burguesa de “agitador”. El diario oligárquico porteño, La Unión (25 julio 1917), acusaría a Chamorro de ser un “agitador de oficio”, “promotor de huelgas” que “lanza a las masas obreras a movimientos violentos, a las perturbaciones y resistencias peligrosas” cuidándose de “ponerse a salvo” cuando los “acontecimientos toman cariz”. Señalaba que, ... la huelga era “producida por el elemento que sigue a Chamorro que, son pocos, relativamente, pero como son los más osados, es de temer que arrastren a los demás gremios. Es posible que por solidaridad los trabajadores que quieren trabajar, que son más del 80% de los de la bahía queden en huelga forzada, pues temen, esta es la verdad, a los chamorristas… el pobre pueblo es así: alimentan sanguijuelas que no tienen otro valor que el de hablar, excitar los ánimos, vivir a costa de él, en medio de la ociosidad y del vicio, y finalmente, sacar el cuerpo y esconderse cuando llegan los momentos difíciles o peligrosos.
A la vez que a la luz pública se propagaban estas falacias, los mercenarios contratados por el capital le amenazaban de muerte. “Con motivo de la huelga de abril próximo pasado el que suscribe recibió varios anónimos en los cuales lo sentenciaban a muerte. Por felicidad, hasta el momento en que escribo estas líneas aún estoy vivo. ¡Pero ahora es lo bueno! Una banda compuesta por unos músicos sin instrumentos, que han recorrido la escala social en el sentido de vendedores y verdugos capitaneados por un viejo despaturrado y prontos a obedecer las instrucciones del
27
bigote de chicharra, están esperando la oportunidad para cruzar mi cuerpo a balazos… ¡Pobres desgraciados! ¿Cuánto ganarán con matarme… Ahora que la obra está hecha en todo el país? ¿Creen acaso que mi existencia podría acallar las iras del pueblo que sufre hambre, miserias y atropellos?” ¡No sean estúpidos! Hoy por hoy no es tan fácil matar a uno que puede defenderse aunque sea en estado agónico. Tengan cuidado, ya esta amenaza está en conocimiento de los trabajadores, y el que suscribe no es tan manso como se ha dado a creer. ¡Salud, victimarios…!
Un nuevo paso daría Chamorro hacia 1918, quizás el más importante de todos, en razón de que no sólo incidiría en los obreros porteños, sino del país entero. Chamorro sería pieza clave para la conformación de la que sería — tal cual lo demuestra el trabajo de Peter DeShazo — la organización multigremial más importante existente en las zonas urbanas, especialmente Santiago y Valparaíso, entre 1919 y 1921. Sería Chamorro quien daría las primeras conferencias respecto de esta organización por industria, que propiciaba la IWW. El trabajo propagandístico de Chamorro, le valdría los ataques de la que se perfilaba como la otra gran entidad sindical del país, la FOCH: “Los que conocemos a Chamorrito — se señalaba a través de La Comuna, de Viña del Mar —, nos sentimos tranquilos, porque el niño díscolo que le gustaba jugar a las huelgas se iba a compenetrar de lo que era el sentido de la responsabilidad, y el equilibrio mental le impondría en el futuro mayor lucidez en sus actos. Pero, vana ilusión la nuestra. Cuando más creíamos curado del sentido común a Chamorrito; por su voluntario retiro de las lides obreras, donde tan pocos gratos recuerdos ha dejado, he aquí que nuevamente ha aparecido como nacidos de sus propias cenizas” “Ud Chamorrito ha dado conferencias en esos Consejos y ha tomado parte en miting que los federados de los Andes han celebrado últimamente, según el decir de los vecinos de esos pueblo, aún no se apagan los sonidos de su verba “florida y convincente”… (64) De “espíritu culto”, que ha “leído y estudiado a fondo los problemas sociales objeto de sus ideas”, Chamorro, trataba de extender sus ideas no sólo a través de la tribuna y la pluma, sino que además fundaría centros de estudios sociales (alrededor de siete) y escuelas, en las cuales él mismo daba clases. Incluso estando en prisión formaría un “Centro pro Regeneración y Apoyo Mutuo de Reos”, cuyo fin principal era el lograr la solidaridad entre los presos, y su unión en pro de su regeneración moral. (65) Distintos documentos destacan sus cualidades y prácticas humanitaristas. Con su propio peculio financiaría una escuelita para los niños del Cerro Cordillera (66). Pero además, trataba como casi todos los anarquistas, de llevar una vida ejemplar, ciñéndose a los postulados morales de la anarquía, aunque sin renunciar por ello al mundo 28
popular que le vio nacer. No era un puritano, y ni rehuía a las invitaciones de los obreros de las faenas marítimas. En el relato del deportado Tom Barker (67): “Chamorro solía invitarnos a comer todas las noches, era un gran amigo. El primer domingo luego de que llegamos, había tanto comentario al respecto, que el sindicato de trabajadores portuarios, afiliados a la IWW, hizo una fiesta para nosotros, un picnic al otro lado del cerro. Recuerdo caminar por esos cerros — eran bastante inclinados, como suelen serlo en esas partes de América del Sur — con un burro frente a mí. Él cargaba dos pesados barriles de vino, uno de cada lado, y yo llevaba un pollo debajo de cada brazo. Ellos iban a ser sacrificados. Lo pasamos de maravillas, nunca supe cómo los chilenos podían bailar tan bien sobre vidrio roto y piedras. Eran esplendidas personas” (68)
Un hombre de carácter muchas veces arrebatador, por sobre todo digno. Con motivo de la crisis de 1914 a raíz de la 1ª Guerra Mundial, la policía se haría presente en el salón de la FORCH, sociedad de la cual Chamorro era su secretario general, ofreciendo víveres a los obreros. Viendo Chamorro como algunos obreros aceptaban dichos víveres, se indignaría, reprendiendo bruscamente a aquellos obreros, “diciéndoles a los que lo rodeaban que no aceptaran tal ofrecimiento por ser humillante recibir víveres de la policía y que con esto pretendían atraerse al pueblo obrero para convertirlo después en instrumento de sus voluntades. (69), desatándose además “en una serie de improperios” contra la policía reprensada por el Prefecto, Montt , a quien correría del local.
29
Desde la cárcel escribiría para Mar y Tierra hacia 1920: “¿Acaso consideran que por medio de las prisiones y persecuciones, doblegarán a los que aman un ideal tan sublime, i por el cual se han sacrificado algunos de los más grandes genios de la humanidad? ¡No, cobardes: con vuestras medidas sólo engendráis odios, que yo, aún siendo vuestra víctima, no albergo, porque sueño con una sociedad futura donde todos los hombres viviremos como hermanos i en donde habrán desaparecido para siempre todas las miserias humanas! (70)
Esa sociedad futura bien parece sintetizarla Chamorro en este poema, escrito también durante su estadía en la cárcel. PASO A LA A NARQUÍA.
I Como el sol, la Anarquía se levanta Cual astro que alumbra desde el cielo Ella inspira al hombre un fervoroso anhelo Que a los déspotas del mundo espanta Y prodiga a los débiles hermosos frutos De su huerto, donde nadie rinde tributos II Noble Ideal, que a la ignorancia apenas Y al ritmo de tu marcha triunfadora Tendrás que redimir a la clase productora, Que hoy se encuentra cargada de cadenas Y esparciendo por doquiera tu semilla, Destrozarás los males que originan las rencillas. III Como el puma, libre en las montañas El hombre, en su época, ha vivido, Sin Dios, sin amos ni gobierno envilecido Que reimponen con audacia y artimañas Y cual hijo de la madre, Naturaleza, Acepta la Anarquía con toda su grandeza IV. Y ese irredento que ahora gime Por rasgar la venda de su inercia Desprecia a los mistificadores de la ciencia, Que el Anarco enseña con ardor sublime, Al irradiar ¡oh, Sol de la Anarquía, Harás del hombre un maestro y guía. 30
V Por eso, Heraldo de un porvenir seguro, Te canto, privado del azul del firmamento, Templando mi lira al calor del descontento De esos hombres que anhelan tu futuro; Mi canto es rayo, cuya cólera abate, Es la Idea, persiguiendo el gran rescate” (71)
Tal cual que Espinosa y Chamorro, el carpintero a bordo Ignacio Mora, nacido en 1864, sería objeto de encarnizada persecución que pondría en evidencia su entrega por las ideas que defendía. Como “Alma de la organización de gente de mar el año 1903”, en el marco de la Huelga General porteña de mayo de ese año, Mora sería cesado en su trabajo y amenazado por las autoridades porteñas, debiendo emigrar al norte, a las salitreras, donde “siempre apóstol”, colaboraría con los distintos centros de estudios sociales y periódicos anarquistas, llegando a ganarse el respeto de los trabajadores pampinos. Su recuerdo entre los obreros portuarios se había mantenido vigente a pesar de los años que Mora pasó trabajando en el norte. Al enterarse de su deceso, Chamorro, quien al parecer guardaba admiración por Mora, dedicaría un número de Mar y Tierra a este luchador. (72)
Ignacio Mora, edición especial de Mar y Tierra, dedicado al mártir de la causa, que había fallecido luego de dedicar su vida a la lucha
El periódico de la Unión de Estibadores dirigido por Chamorro además incorporaba un poema escrito por Ludoviko, (73) “A nuestro querido y buen hermano, cordialmente sus Camaradas”.
31
LA JUSTICIA Ciega dicen que voy caminando Y que la conciencia me pervirtió el oro, Más los virtuosos saben que cantando Voy por las campiñas un himno sonoro…. Y rindo homenaje — de intenso cariño A este hombre rebelde — con alma de niño. LA VERDAD Quieren ocultarme todos los perversos, La mentira reina doquiera que miro, Pero hoy, ya más libre aquí en estos versos, Exhalo, gozosa, de alivio un suspiro. Y digo de este hombre — rebelde y humano, Que a su sólo nombre — tiemblan los tiranos. LA FRATERNIDAD ¡Cuántos seres se tratan de hermanos pero sus prejuicios no logran vencer, ni a los infelices les tienden la mano si en una desgracia les miran caer! Más este hombre fuerte — de organismo sano, Será hasta su muerte — un sincero hermano. EL AMOR ¿Quién habla de dichas, de ensueños, de amores, quién a este retiro me viene a buscar, Quién dice a los hombres de que sus dolores Rindiéndome culto podrán olvidar? Es el visionario — el humilde obrero Que tiene un santuario — de amor verdadero. LA LIBERTAD Temblad tiranos, que vuestro reinado En el universo, toca ya a su fin, Porque los rebeldes han diseminado Mi fruto bendito, de uno a otro confín; Y este humilde obrero, — de gran corazón, Audaz y altanero — izó mi pendón. LA IGUALDAD Entonad humanos un canto sonoro; Escribid poeta tus versos mejores Y pulsando alegre vuestra lira de oro 32
Probad de que cantas sólo a tus amores Y en himno de gloria — vibrante y sincero Cantad la victoria — de este humilde obrero EL TRABAJO Dejad que tranquilo siga su tarea A este humilde obrero, no turben la calma, Mirad su modestia, no aspira se vea Lo rebelde y pura que conserva el alma Es un ser humano — que a mí sólo adora Y tiende la mano — al que jime o llora. LA A NARQUÍA Callad vosotros los simuladores Que por distinguiros adoptáis mi nombre No estrañéis que a todos os llame traidores Aunque al escucharme el mundo se asombre Porque el hijo amado — que mi nombre adora, El desprejuiciado — es IGNACIO MORA.”(74)
El caso de Armando Triviño, resulta también elocuente respecto del celo misionero con el cual los anarquistas asumirían la propaganda. Nacido en San Felipe, en 1895 y encontrándose en Santiago realizando el Servicio Militar Obligatorio, tendría la mala idea de presentarse un día al Centro Ferrer vestido de militar. Según Juan Gandulfo. “La mayoría tuvo una sonrisa compasiva para él; pero ese gran viejo, llamado Manuel Antonio Silva, que ha parido más anarquistas que todos los que han formado los demás luchadores chilenos juntos, lo defendió de la curiosidad y la burla dándole luego periódicos y folletos para que leyera en el cuartel. El “milico” frecuentó, después todos los locales de propaganda y paseó su mirada inquieta y curiosa por todo lo que en sus manos cayó. Los escépticos se sonreían y hasta pensaron que era un espía del gobierno que actuaba entre los grupos anarquistas. El viejo Silva, lleno de fe y bondad los censuraba y alentaba al novicio: “Déjenlo sólo, es de buena pasta, ya se hará un hombre digno y libre, un anarquista” — decía. Encontrándose en esta ciudad, antes de hacerse zapatero se ocuparía en diversos oficios; un día el Viejo Silva vería pasar frente a su casa al “milico”, vestido de paisano, conduciendo un carretón de una bodega de vinos. El viejo Silva sufriría entonces un “descalabro”, “se indignó y le gritó: — Buena cosa, hombre, Triviño, tienes que envenenar al género humano para poder vivir.” (75)
33
A los pocos días, Triviño dejaba el carretón y aprendía el oficio de zapatero llegando incluso a tener un pequeño taller “en una sosegada plazuela”. Desde entonces participaría en todos los movimientos obreros, abrazando la propaganda anarquista con una devoción y entrega propia de un apóstol , sembrando la agitación desde la tribuna y el periódico, cuestiones que le llevarían a la cárcel en muchísimas ocasiones… Se convertiría entonces en “un arengador de la libertad y la justicia”, un “hombre dinámico de actividad inagotable y de entusiasmo ejemplarizador” que se entregaría por entero a la propaganda anarquista: “se le ve en todas partes; trepado en una estatua en los mítines, sobre una tribuna en las asambleas, montado en un banco en los sindicatos — con un paquete de periódicos, folletos y libros bajo el brazo —, gritando y apostrofando con su gesto de niño nervioso y testarudo… No se resta a ningún papel que haga ganar un tramo a su ideología. (76) Según González Vera “nadie le aventajaba como orador popular”, de ojos vivos, “encendido su temperamento”, “expresábase en imágenes, con vehemencia, casi arrebatadoramente, pero le era indispensable mirar muy alto o muy bajo para ir organizando su discurso. Si sus ojos se encontraban con los de otro, perdía el hilo” (77)
Armando Triviño
Pero además, se convertiría en un acérrimo enemigo del vicio que muchas veces invadía los centros obreros: el alcohol. Buena cuenta de ello, lo daría su lucha en el seno de la IWW por extirpar estos vicios, cuestiones que finalmente llevaría a la separación del local que esta organización compartía con la Federación de Zapateros, hacia 1921. (78) En el marco de la persecución de julio de 1920, Triviño sería sindicado, junto con Chamorro, uno de los más peligrosos subversivos. La razón de ello, no sólo era redactor principal de Verba Roja, sino que además, secretario general de la IWW en Santiago, entidad de la cual sería uno de sus organizadores en esta ciudad. Pero Triviño sería uno de 34
los pocos que nunca pudo ser capturado por Astorquiza, siendo la más anhelada presa del “honorable” Ministro sumariante. En palabras de González Vera, “Triviño tenía experiencia y olió en el ambiente que la policía arrestaría a los anarquistas. Huelgas, desfiles, circulación de hojas clandestinas o lo que fuera, entonces, determinaba su prisión y la de tres ácratas más. No les valía probar su inocencia. Manteníaseles prisioneros hasta que el asunto perdía interés. No era raro que los hechotes estuvieran a la vista. Se prefería detener a los mismos. Tenían más facha de culpables y, además, la primera vez lo fueron. Al anuncio de que un príncipe, un obispo u otro personaje sonado podía llegar de visita, Triviño y sus compañeros se ocultaban. De no hacerlo, se les aprehendía y encarcelados debían esperar que el huésped dejara el territorio. Eran culpables de turno. Ser pobre y revolucionario es como ser diez veces pobre. El simplemente pobre suele llegar a viejo y morir sin que nadie le haya pegado” (79) De modo que, hacia julio de 1920, en el marco del proceso de los subversivos, Triviño, — diría Vicuña Fuentes — “ya fogueado en la propaganda, imaginó rápidamente por la bulla nocturna que hacían los esbirros, que se trataba de aprehenderlo, huyó por los tejados como un gato y fue a caer a una propiedad vecina, de donde pudo escaparse gracias a su habilidad y elocuencia. Abandonando a su mujer y a su hijo de dos años, se refugió en Valparaíso y allí con nombre supuesto pudo vivir hasta el final de la persecución. Su mujer, en cambio, fue reducida a prisión y pasó largos días a la sombra para que dijese dónde se hallaba su marido, lo que en verdad ella ignoraba” (80) Entre los meses de febrero y abril de 1921, demostrando su compromiso y celo misionero para con las ideas anarquistas, de forma clandestina se embarcaría en el “Itata” “A un lado de mi aposento…, una cantidad de ganado…, al otro productos y manifacturas. Arriba, limpios, claros y cómodos los camarotes y departamentos de 1ª para los que disponen de dinero, todas las comodidades y atenciones apetecidas para hacer del viaje un placer. A popa la cubierta común de los pasajeros de tercera, con sus camastros y utensilios…, hombres mujeres y niños…¡bueyes humanos! …¿qué les espera?... (81)
Llegando a puertos nortinos, realizando en las distintas ciudades conferencias y actos de propaganda, escribiendo a la vez varias crónicas que eran enviadas a los periódicos Mar y Tierra y Acción Directa. (82). A diferencia de todos sus demás compañeros, Gandulfo no era obrero, sino un estudiante de medicina, que sin embargo, supo ganarse un espacio importante en el corazón de los obreros, y de los anarquistas en particular. Se le describe como una persona de baja estatura, pelo negro, casi calvo, carirredondo, voz ronca y “ojos oscuros grandes y largas pestañas”, de “mirada serena y penetrante a la que nada escapaba” (83)
35
Juan Gandulfo
Como a sus demás compañeros, a Gandulfo le sería reconocida su marcada generosidad. En palabras del mismo Daniel Schweilzer: “fueron sus signos la generosidad, lindante con la abnegación; la constancia y el tesón infatigables al servicio de las propias convicciones; una permanente inquietud de saber y un renovado afán de superación, y por encima de todo, un grande amor a cuanto significara el bien, o la verdad, o la justicia. Cada noche acudía a los locales obreros, ya fuera a impartir clases en las escuelas nocturnas o a dar alguna de las “inúmeras” conferencias que diera sobre “materias sociales y biológicas”, destacando “a Kropotkine y Malatesta, significando la santidad de esos hombres y señalando en camino de la honestidad en las convicciones y en las acciones a los obreros.” (84) Una de las obras que evidenciaría los rasgos de su personalidad sería la formación de un policlínico “para mejorar la salud física de los que estimaba sus compañeros”, en el salón de la IWW, obra que perduraría hasta bien avanzado el siglo XX. Ello lo complementaría con la edición de una Hoja educativa, llamada Hoja Sanitaria, donde explicaba los métodos anticonceptivos, hablaba de amor libre, daba cuenta de los efectos nocivos del alcohol, etc., “así proteica y multiforme, era su actividad incansable” diría Schweilzer. (85) Todo ello, sumado a su labor “subversiva” en la IWW, hacían que el nombre de Juan Gandulfo fuera interpretado por la oligarquía como sinónimo de revolución, de desorden. Y, en consecuencia, que este hombre generoso, haya conocido la cárcel en reiteradas ocasiones. Su abogado, Daniel Schweilzer, recordaría con emoción sus entrevistas con Gandulfo en la Penitenciaría de Santiago: “Acudía a darme informaciones apresuradas, durante cortos instantes porque — decía disculpándose mientras con una mano se tomaba el albo delantal largo y en la otra sostenía la jeringa de inyecciones — todavía le quedaban muchos enfermos que atender. Privado de su libertad, continuaba haciendo el bien, a los presos primero, a los guardias enseguida; a la familia de los jefes después, y, por último, a todos los necesitados del barrio. De ahí que no tuviera tiempo 36
para entretenerse conmigo, a quien suponía suficientemente informado de las causas del proceso” (86) Gandulfo moriría en 1931, un 27 de diciembre, en un accidente automovilístico tras volcarse su vehículo en la Cuesta Zapata. Tenía tan solo 36 años. La revista Claridad , que reaparecía luego de la Dictadura de Ibáñez, hacia enero de 1932, le dedicaría un número especial, incluyendo su primer “Cartel”. Decía en parte: “Siembra, Juventud! La tierra es propicia, el momento es único. Que el bruñido arado se desgaje en astillas al tatuar la corteza árida y dura que oculta la tierra fecunda” (87) Por su parte señalaría Manuel Rojas: “….Juan Gandulfo revive. Los veo hablar, lo veo reír, lo veo andar; se mueve, frunce los ojos, se le ensombrece el rostro de ira, se ilumina de alegría; gesticula a veces como un meridional, amenaza, después arrulla; se echa hacia atrás riendo, con las manos en los bolsillos, y luego, cuando la risa llega a su climax, se dobla violentamente, juntando las manos sobre las rodillas” (88) Los anarquistas bautizarían un Centro de Estudios Sociales con el nombre de Juan Gandulfo en la capital. (89), y otros tantos homenajes se rendirían en su honor. Sus obras quedarían plasmadas en quienes siguieron luchando. El policlínico por él organizado continuaría funcionado hasta los años 50’. (90) Al pintor decorador Luís A. Olea Castillo, se le describiría como un hombre “rubio, de ojos azules y recia corpulencia”, “un hombre instruido, apto para improvisar una arenga y escribir un artículo”. (91)
Luís Olea Castillo (dibujo realizado por Fernando Álvarez Toledo)
Asistía a la Comunidad de Pío Nono. De ahí, Benito Rebolledo le recordaría de este modo: “muy artista, poeta y periodista como Alejandro. Olea era lo que se llama un exquisito ¡nunca lo podré olvidar! Su aspecto señorial y su refinamiento aristocrático; buenmozo, de color blanco tostado, nariz aguileña, de rostro parecido al pintor Araya, de barba rubia, con bigotes a los Káiser y cabellos castaño oscuros, echados hacia atrás, de regular estatura, cuerpo de atleta… (92) Al igual que Espinosa y Mora, Olea pasaría a ocupar un lugar de privilegio en esta galería de héroes y mártires de la Idea Anarquista. Ello, fundamentalmente a raíz de su
37
participación en la huelga que terminaría en la Matanza de Santa María de Iquique, que Olea — junto a José Briggs — liderara. En principio todos le creían muerto, pero meses después, comenzarían a enterarse a través de la prensa obrera peruana, que en realidad Olea estaba vivo, que había escapado de la masacre, que se había embarcado clandestinamente al Perú, como también lo había hecho José Briggs, aunque no llegaría con éste, sino después. En Perú se integraría al Centro de Estudios Sociales “1º de Mayo”, en el que incidía de forma importante Carlos del Barzo, del Grupo Humanidad (quien también recibiría a Lombardozzi hacia 1905). En Chile, creyéndole muerto, Escobar y Carvallo le tributaría este poema, en el que resaltaban sus características, sobredimensionando su figura: A LUÍS OLEA Eras un noble paladín del Arte, Enamorado de tu pluma de oro… Donde el humilde reclamó su parte Allí tocaste tu clarín sonoro! (…) Tu Verbo redentor le abrió una senda Por donde puede caminar segura! Quitaste de sus ojos toda venda, Señalándole espléndida natura! (…) Había en tu cerebro una enseñanza Más grande que el rancio Cristianismo Fue hermosa tu evanjélica esperanza De ver triunfante el Integro Humanismo! Por eso fuiste educador de obreros Apóstol de mesiánica actitud! Eran tus bríos de luchar, sinceros… Como era grande tu moral Virtud! ¿Habrá entre el enemigo que la vida Cobarde te arrancara a metrallazos… Alguno de conciencia tan bruñida Como la piel de tus robustos brazos? ¡Imposible! Fue tanta la pureza De tu alma redentora de pecados… Que envolvía tu tupida cabeza De gloria de cien réprobos salvados! Tú, que ayudabas con tu esfuerzo noble A cuantos protección te demandaron! Los que cortaron de raíz el roble 38
No saben cuantos árboles troncharon! Así caíste, como la alta encina, Al golpe aleve a la mano infame! Caíste envuelto en tu inmortal Doctrina Sin que haya nadie que traidor te llama! Tu sangre regará la Pampa sierva… Como un bautismo de oleo bendito! Sobre el caliche brotará una yerba Ahí se leerá tu nombre escrito! (…) Un día estallará la Pampa inerme Como un volcán de fulminante lava.. Cual una leona que amarrada duerme, Que al fin despierta, i al tirano acaba!... (…) ¡Vuélvanse todos zumbadora ronda… Que a los culpables por doquier persigan No haya una celda que a Renard esconda, No alma que a Carlos Eastman no maldiga! (…) Duerme no más bajo la tumba santa De los Mártires justos del deber! Allí el tirano doblará su planta Al golpe de hacha que lo hará caer!.. Será tu fosa un relicario eterno Donde los pueblos cantarán tu gloria! Donde los Césares del mal gobierno Sufrirán los escarnios de la Historia! ¡Oh, Luís Olea, redentor humano! Envíame tu sabia inspiración.. ¡Sean las armas de tu noble hermano Las que inicien la gran Revolución!! (93)
Hacia febrero de 1908 aparecería un folleto titulado “21 de diciembre. Compendio y relación exacta de la huelga de los Pampinos desde su principio hasta su terminación” de Leoncio Marín, testigo presencial. En uno de sus pasajes, señalaba esta obra: “en la primera descarga ya se vieron batirse al viento y que caían en mortal desmayo las banderas blancas de los huelguistas pidiendo piedad para sus vidas; pero todo era inútil, las descargas se sucedían una tras otra y poco a poco iban cayendo los abanderados desde la azotea, acribillados a balazos. El Vicepresidente del Comité Luís Olea fue un verdadero héroe, pues con una valentía digna de su raza avanzó por entre sus compañeros y descubriéndose el 39
pecho, dijo: ‘Apuntad, General, aquí está también mi sangre’. Después no se le vió más ignorándose la suerte que haya corrido ese valiente obrero… (94)
Así comenzaría la heroización de Olea, quien sería levantado con unos de los grandes héroes sobrevivientes en esta matanza. Cada año, en el marco de las conmemoraciones del 21 de diciembre, su figura sería recordada. Así por ejemplo, hacia 1913 Pedro Ortúzar abriría el acto conmemorativo en Valparaíso recordando a las víctimas habidas en esa masacre “como también se hicieron buenos recuerdos del malogrado compañero Luís Olea y varios otros héroes de aquella jornada” (95) Al dar cuenta de la inesperada muerte de Luís Olea — a causa de la fiebre amarilla, en Guayaquil, en 1911 —, el periódico Luz i Vida de Antofagasta le tributaría una serie de artículos destacando su entrega y sacrificio por la causa, “…La muerte enluta los hogares de todos los luchadores obreros, porque importa una derrota para la causa que él con tanto ardor y constancia, defendió. Pero — ¡consolémonos! — es una derrota momentánea, que no está lejos de convertirse en un grandioso triunfo; porque si bien es cierto que Olea ha muerto, en cambio queda con vida eterna la semilla de sus ideas, entre las masas populares, que con raro talento sembró desde las columnas de la prensa libre y desde la tribuna popular…
(96) Se le recordaría entonces como uno de los “primeros anarquistas de Chile”, “uno de los primeros ciudadanos chilenos que se rebeló en contra de la actual organización social, propagando sin ruidos y sin ambajes la bondad de las tan discutidas doctrinas anarquistas” en las palabras de Alejandro Barraza Bello. Fundador de las primeras organizaciones revolucionarias, centros de estudios sociales y periódicos “que con valentía y bastante lógica defendieron al pueblo, a la vez que le señalaban el verdadero camino para llegar a la meta de sus aspiraciones, es decir: para llegar a fundar otra sociedad más hermana y justa que la presente” En la época de mayor tirantez de relaciones internacionales entre Chile y Argentina, se nos presenta Olea como un apóstol de la Patria Universal y propaga a los cuatro vientos sus doctrinas sin temor a nadie ni a nada. En esa misma época fueron numerosos sus artículos y poesías anti-patrióticas y antimilitaristas que vieron luz pública en Santiago, Valparaíso y Concepción Tan sabiamente escribía contra la guerra, que la patriotera aristocracia santiaguina se alarmó; y de susto, ordenó a uno de los suyos, el talentoso periodista Galo Irarrázabal, que desbaratara la propaganda del anti-patriotismo anarquista desde las columnas del diario La Tarde. Se principió la controversia, escribiendo ambos controversistas en el mismo diario. Poco a poco el triunfo iba perteneciendo a Olea. Entonces la aristocracia santiaguina a falta de argumentos convincentes, inventó una grosera calumnia, y con el sable policial y el calabozo de la Cárcel apagaron por poco tiempo la voz del que los vencía……(97)
40
Luís Olea sería recordado como “todo “ todo un carácter”, un hombre “de un criterio sólido envidiable; cada una de sus s us palabras era una enseñanza ense ñanza beneficiosa bene ficiosa para los que sufren, para los caídos…. Mejor dicho, era un maestro, a quien la humanidad le debe mucho y que se tiene bien ganado el recuerdo imperecedero de las generaciones futuras. Según la vida de Olea y toda su propaganda heroica en beneficio del pueblo productor, es tarea ardua, superior a nuestros esfuerzos; esfuerzos ; y además, además , las columnas de este periódico son pequeños para ello. Se necesitarían las pájinas de un voluminoso libro y la paciente pluma de un inteligente historiador …. …. ¡Que su enseñanzas y sus ejemplos, sean bien aprovechados por el pueblo que ansía libertad!” (98)
Como apóstol de la Patria Universal , Olea también sería recordado por sus compañeros del Perú. Todavía hacia 1920, el obrero panadero Delfín Lévano a través del periódico La Protesta, Protesta, de Lima, destacaba su labor: “…la actividad desplegada por el Centro de Estudios Sociales “1º de Mayo” fue grande, como que en él militábamos una porción de muchachos muchachos con todo el entusiasmo y el optimismo propios de la juventud. Comenzábamos por obtener una especie de corral por local, y al lado del viejo y buen camarada Luís Olea (fallecido poco después) trabajábamos esa porción de muchachos todos los ratos y días que nos dejaba libres la fábrica o el taller donde ganábamos el pan” Tiempo después en ese corral, se fundaría un teatro obrero, “cuyo telón de boca pintara Luís Olea”. (99) Al enterarse de la muerte de Lombardozzi, en un mísero hospital de Puno, en Perú, las plumas ácratas no hicieron esperar sus lamentos y “Tributos Póstumos”, poniéndolo como ejemplo, arquetipo de conducta y consecuencia en las ideas. Lombardozzi, procedente de Mendoza, llegaría a Santiago en 1901 muy posiblemente inspirado en la labor desarrollada por Pietro Gori. De inmediato, se integraría a los grupos anarquistas, extendiendo la Idea tanto a través de la pluma como de la tribuna, participando activamente en los movimientos sociales tanto de la capital como de Valparaíso. La mayoría de los testimonios escritos sobre su persona destacarían sus capacidades como orador. De esa época, el pintor Benito Rebolledo le recordaría como “un orador formidable, de elocuencia arrebatadora” (100) El zapatero Augusto Pinto, en tanto, le recordaría como un “bohemiaso”, y Pedro Celedón como un “soñador impenitente. Romántico hasta escandalizar. Todo para él era ambular y soñar y cuando frecuentaba los prostíbulos, sólo s ólo era para llorar en los brazos de las asiladas... (101)
41
Lombardozzi
Según Julio E. Valiente, “su pasión era tomar uno de esos seres que la sociedad culta y civilizada de hoy desprecia y escupe, uno de esos montones de carne, que no tienen cerebro ni corazón y tornarlo con su prédica un hombre de sentimientos, un hombre altivo, fraternal y generoso”. Sería en el bajo pueblo, en las encrucijadas de las calles tortuosas del arrabal, “donde se anidan en montones los hambrientos y haraposos, los protervos y los cobardes, toda la canalla del pueblo, que la sociedad repudia y desprecia” donde Lombardozzi “organizara sus lejiones, tornándoles rebeldes, que crispaban amenazantes sus puños a la burguesía que insultadora humillaba su triste condición de parias de la vida”. Y sería entre éstos en quienes hallaría hallaría a sus “queridos hermanos y sus mejores amigos”, entre “el tumulto del anonimato ignorado por los siúticos y amanerados de la intelectualidad enferma”.(102) Viviría miserablemente. En Valparaíso, por ejemplo, en instancias que participaba del Grupo Libertario “Los Caballeros de la Vida”, señalaría Celedón, “…vivía en un tugurio sórdido y miserable al pie del cerro, en la boca de una quebrada, allá en la punta del puerto. Ya comprenderéis que no vivía bien quien no tenía jamás para cancelar la más mínima deuda, ni para poner el cacharro al fuego; quien comía sí y otro rara vez; mascullando y devorando, mientras andaba por las calles como un loco desquilibrado, sus propias ideas y pensamientos. Era ese su pan de cada día. Cuando amanecía con los bolsillos más tristes y desolados que la pampa, echaba mano de su caletre y se engullía sus propias y líricas preocupaciones...” (103)
Lombardozzi sería encerrado a raíz de su participación en la huelga de los panaderos hacia 1903. Desde la misma cárcel de Santiago, informaba, hacia agosto de 1903, a La a La Protesta Humana Protesta Humana de de Buenos Aires: “Compañeros de La Protesta Humana. Salud y P.R.S. …La huelga de panaderos tan rica de hechos al principio acabó miserablemente. Pero hay que reconocer una cosa: a pesar de no estar preparados, a pesar de no 42
contar con fondos, resistieron un mes tenazmente, dieron prueba de valentía asaltando panaderías y saqueando carretones, como así mismo castigando a los verdugos (carneros) y lo más bello y lo más grande fue el ejemplo de los panaderos de Valparaíso, Limache, San Fernando, Quillota, Viña del Mar, Talca, Curicó, Rancagua, en una palabra, todos los panaderos de Chile que se lanzaron a la huelga por solidaridad, protestando contra la presión del supuesto directorio de la Sociedad de Santiago, tomados por asalto por creérseles responsables de los desórdenes. De los presos no quedo más que yo — creo que se me expulse — porque también aquí ha empezado la guerra al extranjero. Desplegaron conmigo un lujo refinado de vejámenes, los barrigones me miraban como un animal extraño, desde el principio se me señaló como individuo peligroso con el cual había ha bía que hacer un escarmiento. Veremos lo que resulta. (...) Salud y Anarquía. J. P. Lombardozzi”(104)
A pesar de ello, señalaría s eñalaría Manuel J. Montenegro, “dotado de una fuerza de carácter poco común entre nosotros, jamás le arredraron las persecuciones de la autoridad, que le hizo su víctima por su gran amor a la causa de los oprimidos. Con motivo de la huelga de los panaderos, que él encauzó y dirigió hace algunos años, los esbirros de la sección de seguridad lo redujeron a prisión, sepultándolo en un oscuro y hediondo calabozo — el n° 8 —, famoso por los tormentos aplicados en él, y por sus condiciones de suciedad. Enfermo y reducido a un estado de miseria lamentable, Lombardozzi hubo de padecer en ese otro antro de tormentos un largo y penoso cautiverio. Su estado de postración era tal que sus mismos verdugos, sin corazón y sin conciencia como han sido y como son, se apiadaron de él y le soltaron. Pero ni las persecuciones, ni la prisión, ni los padecimientos así físicos como morales que Lombardozzi Lombardozzi sufrió por la la causa proletaria pudieron pudieron modificar el concepto que él tenía de la Justicia, ni aminorar los bríos con que más tarde siguiera defendiendo los ideales de redención popular, tan profundamente arraigados en su corazón y en su cerebro” (105) Expulsado del país hacia 1904 a causa de sus actividades — previo paso por la Mancomunal de Antofagasta —, viajaría al Perú, donde con una voluntad inquebrantable proseguiría su labor, fundando junto a Carlos del Barzo en Lima el Grupo Libertario “Por la Idea”, a fin de “propagar los ideales de amor y justicia de la anarquía, y estando trabajando este grupo para editar una revista, ruega a todos los compañeros del exterior nos remitan impresos, direcciones y colaboraciones a fin de facilitarnos la empresa.” (106) Tiempo después enviaba al mismo órgano una nota de la formación de otro centro de estudios sociales, esta vez en la ciudad de Trujillo, llamado Luz. Luz. Se señalaba respecto de Lombardozzi:
43
“Debido a la propaganda que de Tierra y Libertad ha hecho en el Perú el compañero Lombardozzi, nuestro periódico ha alcanzado en la vecina república gran circulación. Es a este compañero, por lo tanto, a quien debemos en mucha parte las relaciones que mantenemos con varios intelectuales de aquel país; y a él también, según creemos, la iniciativa para la fundación del Centro de que hoy nos ocupamos. Tierra y Libertad ha penetrado también hasta la mesa de estudio de ese Centro y — lo decimos con orgullo — ha sido recibido favorablemente. En efecto, hemos recibido una elegante fotografía en que aparecen en grupo las personas que arriba hemos citado con la siguiente dedicatoria que por estas líneas agradecemos a los firmantes. El Centro Luz admirado de la labor de Tierra y Libertad, dedica a su director esta prueba de admiración. Trujillo, enero de 1905” (107)
Como vemos, la labor en el camino de Lombardozzi era constante, denotando una entrega y voluntad por la causa comparable a la de los apóstoles, tal cual lo destacara Litvak para el caso de los anarquistas en la Península Ibérica (108). Tanto así que sería en circunstancias en que dirigía a Bolivia “para esparcir en sus regiones las nuevas ideas redentoras”, cuando una traidora enfermedad lo detendría en Puno (Perú) localidad en donde moriría “signado con un número y tendido en el triste lecho de un hospital” (109) Al enterarse de su trágica muerte sus compañeros en la región chilena le tributarían una serie de artículos. Diría entonces Julio E. Valiente: “Estas son las ganancias de los agitadores del pueblo: o ir a los calabozos de una cárcel, o caer ametrallado en la calle pública, o morir signado con un número en un lecho de hospital… Ha caído en la plena juventud y cuando aún esperábamos que continuara predicando por el mundo la idea de la sublevación y la protesta contra el régimen individualista actual, que aplasta toda aspiración generosa y seca todo cerebro inspirado... Muerto Lombardozzi — se preguntaría el mismo Valiente — “¿quién irá a los suburbios a levantar esas almas dormidas que se anidan en los cuchitriles infectos del suburbio?, ¿quién llevará a los mendigos, a las prostitutas el verbo libertador de las ideas nuevas que los redimirá de sus vicios y miserias?. ¿Quién irá las frías noches del invierno, bajo los puentes, debajo de los escaños de los paseos públicos, a las puertas suntuosas de los palacios, a despertar a los que por falta de hogar se guarecen allí de la crudeza del frió, para darles a conocer las ideas anarquistas que les dan derecho a tomar parte del banquete de la vida, a tener hogar, a tener amor y a poseer comodidades, a aspirar el perfume de las flores? ¿Quién irá a despertar al pueblo dormido? ¿nadie ocupará el puesto de Lombardozzi? Es de esperarlo, en estos tiempos de opacamiento en que son muy pocos los que se atreven a levantar la voz. Los hambrientos, los haraposos, los atorrantes, las prostitutas y los mendigos y ladrones no hallarán su legionario y no tendrán ya más derechos para escuchar la palabra libertadora que los levante de su postración para encaminarlos por el sendero florido de la vida, liberándolos hacia la consideración, el aprecio de los hombres por su deseo de redimirse” (110)
44
Señalaría Manuel J. Montenegro, “Luchadores tan inteligentes y tan esforzados como el que acaba de perder la causa anarquista, no son patrimonio de un pueblo o de una raza. Ellos pertenecen a la humanidad” (111) De este modo, Lombardozzi también pasaría a convertirse en uno de estos héroes y apóstoles de las ideas anarquistas, escribiéndose una serie de artículos sobre su persona, recordándose sus poemas y luchas, bautizándose incluso un Centro de Estudios Sociales con su nombre. Hacia 1925, por ejemplo, se explicaban en El Obrero Panadero, las razones por las cuales se había decidido bautizar el centro de estudios sociales del gremio con el nombre de este luchador libertario: “se buscó como título para la nueva institución el nombre de algún miembro inteligente del gremio, y se resolvió que la persona que más nítidamente reflejaba esta tendencia era el compañero Inocencio Lombardozzi, que allá por los años 1902 o 1904, desempeñó una fecunda labor en pro de la organización revolucionaria de los obreros panaderos de Santiago.” (112) En el mismo órgano se le reconocía como un “tipo del bohemio rebelde, inteligente y valeroso, escribió una brillante pagina en la historia del gremio de panaderos, y con muchísima razón, los jóvenes del Sindicato 2, lo designaron para que su nombre figure al frente de la nueva institución creyendo de este modo, erigir un monumento a la memoria del luchador animoso que supo sacrificarse en la hora propicia por el porvenir del gremio.” (113) De esta forma, Lombardozzi se ganaría también un espacio en esta galería de héroes y mártires de la causa, siendo puesto como un ejemplo de vida, siendo su figura recordada por varias generaciones posteriores de anarquistas. Incluso en los años 60’ encontramos reproducciones de alguno de sus escritos. Podemos señalar que la vida de Antuñano, fue una vida entregada por entero a la propagación y práctica de los ideales anarquistas, y como tal, tras su trágica muerte, sus compañeros no sólo le reconocerían su labor, sino que además le levantarían a la categoría de mártir de la Idea. Se le describe de “frente grande, rubio, fornido, ojos serenos de apóstol. En la tribuna su voz convencía. No era un gran cerebro, era una gran alma. Cuando le conocí y le oí discutir comprendí que no era un gran convencido, era un gran entusiasta, un entusiasta que no convencía con razones fuertes y lógicas, sino que convencía con sus ojos serenos. Oyéndole hablar, un poeta me dijo que el alma de Cristo se había repartido entre las almas grandes haciéndolas más grandes aún y que Antuñano tenía un pedazo de esa alma. Cosas de poeta, que no convencen, pero que entusiasman. Así era él: un entusiasta, una gran alma, un buen corazón” (114) Nació en Lobos, provincia de Buenos Aires, de padres asturianos llegados a Brasil y luego instalados en Buenos Aires. Después de haber recorrido el interior de la Argentina y de haber dejado varios contactos en el camino, Daniel Antuñano llegó a Chile, a Santiago, a mediados de 1912, integrándose a las actividades desarrolladas por los anarquistas en esta ciudad. (115) Asistía entonces a las veladas del Centro de Estudios Sociales Francisco Ferrer , y a cuanta actividad hubiera, convirtiéndose en poco tiempo, en uno de los más conocidos anarquistas de la capital, organizando manifestaciones y ocupando la tribuna con discursos “demoledores”, motivo por el cual fue detenido en 45
varias ocasiones. En una de estas ocasiones que “lo tomaron preso y lo condujeron a la comisaría con las manos amarradas”, según Manuel Rojas, “él iba sonriendo y diciendo a los estúpidos burgueses que lo miraban aterrorizado: — no se asuste, amigo, aquí llevan a la verdad presa. Y cantaba: Hijo del Pueblo te oprimen cadenas...” (116)
A comienzos de 1913 se le presenta la oportunidad de embarcarse rumbo al norte. El episodio sería descrito en Hijo de Ladrón por Manuel Rojas quien fuera su amigo y compañero de ideales y andanzas, y quien, en esa oportunidad, no podría embarcarse, por no contar con documentos. “-Quisiera sacar libreta de embarque. -¿Nacionalidad? -Argentino. -¿Certificado de nacimiento? -No tengo. -¿Lo ha perdido? -Nunca tuve uno. -¿Cómo entró a Chile? -En un vagón lleno de animales…
“— Adiós. Te escribiré desde Panamá o desde Nueva York” (117) y efectivamente así sería, enviando artículos para La Batalla. En su travesía de regreso, visitaría distintos pueblos, siempre realizando una labor de propaganda como siempre. En Lima se dirigiría al local del Centro de Estudios Sociales Luz i Amor , y desde éste pasaría a trabajar con los anarquistas organizados en la FORP y el Grupo La Protesta (118). Cuando los gobiernos de Chile y Perú — a manera de orientar el rumbo anarquista que estaba tomando el movimiento obrero en ambos países —, nombraron delegaciones de obreros para visitar ambos países, Antuñano no dudaría en denunciar la farsa, siendo enviado luego, de parte de las sociedades de resistencia del Perú Eulogio Otazu.(119) Debido a sus actividades, el gobierno peruano no dudaría en expulsarle “por propagar el ideal anarquista y organizar a los trabajadores”. El trabajo de Antuñano “no podía ser mui bien visto por las celosas autoridades, defensoras acérrimas del capital y dieron con los huesos de nuestros compañeros en la cárcel acusándoles de anarquistas y blasfemar contra la religión, como si el ser anarquista fuera un delito y el blasfemar de la religión fuera algo más palabras soeces y en contra de la educación de quien las prefiere y no motivo para llenar unos cuantos artículos del código. Nuestros compañeros han contestado a las acusaciones de los fariseos confesándose francamente anarquistas y ofreciéndose a demostrar lo que hay tras un ideal que tan mal conocen los burgueses y tinterillos y manifestando a la vez que ellos no hablan con exabruptos como personas mal educadas pero que niegan a Dios y sus atributos científicamente” (120) 46
Informaba a La Batalla el “corresponsal” desde Lima: “Estos compañeros, que son Antuñano y Montoya…, fueron puestos en libertad después de quince días, pues el juez los declaró inculpables más no el intendente, que los hizo apresar nuevamente, y conducirlos a la Intendencia donde Montoya fue nuevamente encerrado y Antuñano embarcado rumbo al sur, nosotros, por esta inconstitucionalidad hemos presentado recurso acusando de piratería al intendente. Salud y agitación” (121)
“Hé ahí una prueba evidente — señalaría la redacción de La Batalla — de que sin que existan leyes represivas en estas repúblicas de nombre, cuando a los gobiernos se les antoja cometen toda clase de infamias; para ellos no hai lei que valga” En carta desde Iquique a La Batalla, señalaría Antuñano: Tengo el agrado de comunicarles que nuevamente me encuentro en Chile y como siempre firme en la lucha de conquistar nuestro porvenir. Al gobierno del Perú no le ha parecido prudente mi permanencia allí puesto que me había empeñado en la obra de organizar a los obreros y campesinos que cruzan por una esclavitud inconcebible y por tal me destierra a esta rejión; cosa que, como vosotros sabéis me es indiferente porque la propaganda aquí como allá se lleva adelante a pesar de todos los obstáculos que nos quieran oponer… (122)
En Iquique Antuñano proseguiría su labor propagandística enviando a la vez sus informes a La Batalla. De su estadía en Iquique dejaría recuerdos imborrables en quien luego se convertiría en importante propagandista libertario, Federico Serrano Vicencio. Sus recuerdos, de 1945, resultan muy decidores de la personalidad y moralidad que guiaba a Antuñano: “Nunca floreció en sus labios el apóstrofe ni germinó en su alma el odio ni la maledicencia. Jamás he conocido un hombre dotado de tan seguro equilibrio y dominio de voluntad, ni veré jamás un espíritu tan puro y de una talla moral que conmovía de ternura hasta a sus adversarios. Para reafirmar aún más su excelsa figura, voy a referir dos anécdotas. Cierta noche, en la plaza Condell de ese puerto, hubo una acalorada discusión sobre el concepto de “patria” entre varios adversarios. Antuñano, como es natural, se mantenía en la cúspide, eso sí, como de costumbre, sin jactancia y concediendo a los contrarios muchas dosis de razón. Pero he aquí, que un sujeto que lo atisbaba atentamente, lo increpa diciéndole que un argentino no tiene derecho a hablar en Chile sobre patria. Y sobre la marcha, le da una bofetada en el rostro y le desafía a pelear donde quiera y cuando quiera. Antuñano ni se inmuto, y, con la mayor naturalidad, le dice que en una hora más dará una conferencia sobre el mismo tema en el local del diario El Despertar , y le exige que lo oiga, y, en caso que no lo convenza, le acepta gustosamente su desafío. Nuestro hombre aprobó con firmeza y acudió al sitio señalado. Los que le observamos atentamente, comprobamos que oía con delectación la conferencia, y lo
47
premió con nutridos aplausos. Al descender Antuñano de la tribuna, le estrecha la mano, lo abraza y lo invita a tomar un trago…. Otra — Una mañana llega al Despertar una señora de origen francés, acompañada de un hijito de 5 años. Iba con el fin de reclamar contra el infame proceder del Cónsul de ese país en la persona de su esposo. Antuñano, al ver al niñito, le tendió los brazos y éste acudió solícito y jubiloso. Pero lo curioso fue que dicha señora, extraordinariamente hermosa, día por día iba a visitar la imprenta, y tanto ella como su hijito, suplicaban la presencia de Antuñano. Nosotros le molestábamos con bromas, y, un buen día lo encaramos rotundamente. ¡Antuñano — le dijimos— Ud. es el de las vistas! ¡Le ha caído una estrella del cielo! ¡Decídase de una vez, aproveche!. Y aquí viene lo bueno: “¡Compañeros!, nos contestó. Yo no sirvo para aprovecharme de la bondad de una mujer, ni de la inocencia de su hijo. Yo soy anarquista, y, si me atreviera a hacer lo que me indican dejaría de serlo, y por lo tanto, no contaría con la simpatía y benevolencia de Uds. Procuremos ser puros en todos los actos de nuestra vida”. Hubo un silencio absoluto, hasta que uno de los nuestros, medio corrido, habló: -¡Si todo era broma, disculpe, compañero Antuñano! Poco tiempo después se incorporó a los suyos (a los anarquistas), pues estuvo accidentalmente conviviendo con los camaradas del diario socialista El Despertar ”
(123) Previo paso por los distintos pueblos de la pampa, Antuñano regresaría con sus compañeros de la zona central, “siempre apóstol”. Y en Viña del Mar, en el seno de la Sociedad El Despertar de la Mujer , cumpliría un gran anhelo: fundar una escuela racionalista, en donde él mismo enseñaba. Así lo haría hasta su trágica y repentina muerte, atropellado por un tren en Caleta Abarca. (124) Sus compañeros le recordarían entonces como “un rebelde, un valiente, un combativo, un sublevado siempre”, que “edificó con amor y fustigó con iras”, un hombre de “acción e idea. Luz que alumbra y hacha que destruye” señalaría, Emilio Meza. (125) Años después, en 1924, los anarquistas de Viña del Mar bautizarían un Centro de Estudios Sociales con su nombre. Y su figura sería recordada durante muchos años… Buena muestra de esta obra apostólica la daría el español Pedro Clua, sembrando sus ideas por los diversos pueblos que visitaba. Antes de llegar a Valparaíso, en donde se estableció un tiempo, había recorrido las costas del Atlántico. Sus ideas eran anarquistas individualistas, como así lo hacen ver una serie de artículos escritos para La Batalla. (126) En Valparaíso y Santiago colaboraría con los distintos grupos anarquistas, extendiendo la idea a través de la tribuna como utilizando su pluma. Era poseedor de cierto talento literario, y preparaba por entonces un libro de poemas y relatos titulado “Cantos de amor y de odio”, en los cuales contaba sus experiencias de viaje, sintetizando muchas de ellas en poemas. (127) A comienzos de 1914 decidió emprender rumbo al norte. Siendo sus contactos tan estrechos con el grupo La Batalla, se llevó con él algunos paquetes con el periódico a fin 48
de proseguir su labor de propagandista. Ello le permitía ser más fácilmente recibido por los diversos grupos que encontraba en ruta. Desde cada ciudad visitada, enviaría crónicas o artículos o poemas que escribía en su viaje. Hacia mayo de 1914 enviaba uno de sus primeros artículos: “Impresiones de un viaje”, en el cual relataba sus primeras aventuras en el marco de este viaje, encontrándose a bordo de un barco. Nos transmite en sus “Impresiones” sus sueños de libertad y convicciones, verdaderos móviles de sus sacrificios: “…Recuerdo que una de las prendas que forman mi escaso equipaje es un lienzo rojo con el lema Tierra y Libertad, escritos en blancos y grandes caracteres, pensando en él, se me ocurre una idea risueña. Dispuesto a gastar una broma que sacuda la modorra de ese ambiente, busco ese lienzo que tan cariñosamente guardaba; después la operación es fácil. Haciendo funcionar la polea elevo hasta la cúspide del mástil a la divisa de nuestros ideales. Ya en lo alto la contemplo, la brisa la acaricia amorosamente, con su altiva gallardía, parece anunciar a la faz de los mundos la era de las eternas felicidades. Latiendo vigorosamente mi corazón, saludo al pabellón de los libres entonando un himno libertario. Al perderse el eco de sus viriles notas en las inmensas soledades oceánicas, me pareció que el entusiasmo de las olas crecía grandiosamente……. Al otro día un oficial asombrado al ver flameando aquella, para él, extraña insignia, la arrió refunfuñando un juramento. Comprendiendo, por mi excitación, que yo tenía algo que ver con aquella simpática jugarreta, dijo, dirigiéndose a mí. Ese joven que va repartiendo periódicos habrá sido sin duda el autor de esa broma. Encogiéndome de hombros, contesto, tal vez!” (128)
Al poco tiempo, Pedro Clua se encontraba en Antofagasta, participando de las actividades del 1º de Mayo en esa ciudad, enviando sus crónicas, poemas y artículos para La Batalla (129) Como así también lo haría desde los distintos pueblos del norte de Chile, Perú y Ecuador, presenciando luchas sociales, matanzas, injusticias que le reforzaban sus convicciones. Al cumplir sus veinte años, escribía desde Quito, Ecuador: “…en la fragua del sufrimiento forjé yo mi carácter. ¿Quién podrá pues doblegar mi poderosa voluntad de anarquista? Nadie. Ya la templé vagando errante por ambos hemisferios, cruzando inmensos mares y caudalosos ríos, aspirando el mortífero vaho de las selvas tropicales. Yo la templé escuchando los poderosos relinchos de los potros salvajes, que ebrios de libertad, corretean por las pampas del Sub Continental. Ya la templé en el transcurso de mi dolorosa peregrinación, contemplando bajo distintas latitudes, la formidable lucha de los esclavos contra los déspotas, escuchando los rujidos de las multitudes que por su mucha ignorancia, son todavía impotentes ante el poder asesino de las hordas malditas. Y solo me mordió el gusano de la envidia cuando ví a los rebeldes caer y morir vivando el futuro en el manto de púrpura de su propia sangre. …..
49
No me asustan las cárceles y cadalsos que bordean el camino; voi dispuesto a luchar, esgrimo un arma invencible: la Idea. Como escudo empuño mi invulnerable Voluntad. Por sobre las podridas osamentas de los vencidos avanzaré sin tregua. Y si la garra pestilente del enemigo adyecto logra aprisionarme; yo mismo me abriré las venas entonando un himno al Sol” (130)
Siempre pensando en la propaganda, desde Guayaquil, solicitaba al grupo La Batalla el envío de periódicos para las bibliotecas sociales, ante lo cual la redacción respondía: “Quito — P. C. mandamos BATALLAS solamente, desde el nª 38 al 44, a Panamá, lo que hacemos ahora hasta el nª 45 a tu última dirección” (131)
Otro inquieto viajero e incansable propagandista de la Idea, era Cupertino Gris. Este hombre sería recordado por Pedro Nolasco Arratia con motivo de su muerte, hacia 1938, como “física y espiritualmente un verdadero quijote del ideal de redención humana”. Era “alto, delgado, pero musculoso, y de firme y férrea voluntad, era un innovador impenitente, tenía ansias de superación, tanto en lo físico como en lo moral e intelectual. Fue de los primeros que en Chile adoptó el régimen naturista de alimentación, era asimismo un gran estudioso y propagandista de las ideas anarquistas. Participó activamente en las huelgas de esa época y fue uno de los más entusiastas fundadores de la FOI de Santiago…(132) Era de un carácter audaz y aventurero; con sus propios medios viajó a Europa en 1901; conoció Londres, París y otras ciudades importantes, e intimó con Kropotkin, Malatesta, Faure, Malato y otros filósofos y grandes propagandistas del anarquismo. Después de dos o tres años más de actuación en Chile, se fue, en 1906, a radicarse a Mendoza, donde falleció a la edad de 62 años el 16 de octubre de 1938 abrazando el ideal anarquista que propagó durante más de 40 años en Chile, Argentina y Europa. Por una parte, es doloroso para nosotros el desaparecimiento de este hombre que puso en nuestras manos adolescentes el folleto y el libro que nos abrieron de par en par las puertas de un mundo nuevo de redención, de justicia y de superación humana, por otra parte, nos sentimos orgullosos de que en estos tiempos de renunciamientos y claudicaciones, nuestro viejo amigo y maestro ha muerto como vivió, consecuente él y recomendando a otro amigo y tal vez discípulo de la tierra argentina consecuente con el noble ideal que ha de redimir a la humanidad . (133)
Como señalaría Christian Ferrer, la entrada a los grupos anarquistas siempre supuso una conversión, un autodescubrimiento del "yo rebelde", paso previo para la “autodignificación”, abandonando todo vicio de la sociedad burguesa. (134) Esta autodignificación de sí no sólo exigía evitar todos estos males sociales sino también —
50
según Ferrer — la capacidad de poder “ejercer un autocontrol”, es decir, “una apropiación de sí a fin de hacer lugar a un querer libre y liberado de la formación cultural burguesa”. Al respecto, tenemos buen ejemplo de ello en la vida de Manuel Antonio Silva Vergara. Su conversión al anarquismo sería una conversión no sólo ideológica, sino también moral, dejando atrás los vicios burgueses, asumiendo las ideas anarquistas como una puerta abierta hacia la autodignificación y la potenciación de una personalidad. Según González Vera el “viejo Silva”, este “zapatero honorable, alto, huesudo”, y sobre todo bondadoso, había sido “borracho perdido. Él y sus compinches consumían una damajuana en pocas horas. Cuando el vino les rebasaba la garganta, echábanse el resto en los bolsillos, se restregaban la cara con él, hacían locuras; pero alguien debió decirle que este vicio degrada al hombre. Manuel Antonio Silva cambió el vino por el agua y comenzó a leer La Conquista del Pan. Aunque su naturaleza fuera ruda, fue dulcificándose por obra del pensamiento” (135)
Manuel Antonio Silva; el viejo Silva
¿Cómo se produciría este cambio? Según Luís A. Soza, “sencillamente: oyendo y leyendo la prédica de los pocos propagandistas de aquellos años, y especialmente, por la indignación que le causara la persecución encarnizada y voráz de que eran víctimas los incipientes anarquistas por parte del famosísimo pretoriano de los modernos Nerones, Eugenio Castro — capitán general de la manada de pesquisantes de aquel entonces — que, con el fin de exterminar la idea del verbo rojo que germinaba maravillosamente, sembraba Santiago, por los cuatro costados, de bombas destructoras, y con tan canallesca intriga aprisionaba, torturaba y mataba felinamente en nombre de los patricios del capital. Y, así fue, pues, cómo saltó al campo anarquista el austero, enérgico y valiente Silva, que, como un titán se erguía contra el tirano a fin de salvar al nuevo prometeo que aun gime y voltegea atado a la roca del Averno, el estado social burgués”(136) 51
Era por entonces (1909) — según recuerdos de Luís A. Soza —, miembro de una Sociedad de Abstinencia, que en aquel tiempo “era una de las propagandas que más preocupaba a los hombres bien intencionados y de buen sentir, a fin de transportar al beodo al campo de la dignificación y hacer de él una personalidad y un ser válido. Por ahí nos encontramos. Y me parece — no recuerdo bien — si era evangélico, pero sí que era cristiano de verdad” (137) Manuel Rojas en Sombras contra el muro se referiría al maestro Silva, y nos entrega algunas pistas para entender la profundidad con la que Silva penetró entre los anarquistas. “… Dejó el vaso de vino, a medio concluir, sobre la mesa, y allí se quedó. El hombre no puede ser sólo un depósito de vino o de caca, hay algo que hacer, tú puedes hacer algo de ese algo, ¿qué hacer?, no estís jodiendo, ¿qué puedo hacer yo, fuera de hacer zapatos y tomar? Tú no lo puedes hacer todo, tampoco haces todo el zapato, puedes ayudar... ...hay gente joven que ha oído hablar de libertad, esa gente joven que ha oído hablar de libertad, esa gente joven que quiere que el ser humano llegue a ser algo, no saben cómo hacerlo, y esa gente joven es, además, pobre, si fuera rica no pensaría en necesidades, y no tiene, a veces, a dónde ir, no les gusta beber o han dejado la bebida, no hacen deporte porque los domingos los dedican a ir a los centros de estudios, no van a las carreras, son un poco puritanos, algunos hasta son vegetarianos, pero, claro está, no desdeñan del baile, les gusta la música y frecuentan el teatro, la ópera sobre todo, y la zarzuela, otros aprenden a tocar la guitarra o la mandolina, y hay muchachas, hijas o hermanas de los compañeros, y entre ellas y los jóvenes puede haber simpatía; el mismo maestro Silva tiene varias hijas, tres o cuatro, e hijos, dos, estudian o trabajan... ...hay camaradas jóvenes que quieren ser intelectuales y que a veces no tiene trabajo, hay que ayudarlos, se puede ayudar a esa gente, y la Aurora tiene buen carácter y no se enojará si alguno viene a ayudarme alguna vez, a comer un platito de comida y tal vez a dormir, a veces les va muy mal, y aquí podrían ayudar en algo, lijar, echar cera o tinta, raspar, ¿no es cierto, viejita? Tú eres el dueño de casa, Manuel. Algo se puede hacer, no hay que ser pesimista” (138)
Manuel A. Silva, cambiaría el alcohol y el cristianismo por las ideas anarquistas, asumiendo éstas con el mismo fervor que antes asumiera el cristianismo, cambiando la Biblia por La Conquista del Pan, la irracionalidad por la racionalidad. Con el tiempo, se convertiría en una especie de referente para las nuevas generaciones. Señalaría Juan Gandulfo, “Ese querido viejo, a quien familiarmente llamábamos el patriarca, amamantó con su consejo, su amistad y su ayuda a la mayoría de los jóvenes que hoy azotan los cuatro vientos de la montaña, el valle y el mar de este país, clamando por la justicia y la libertad.”(139) El caso de Silva no era único. También Víctor Garrido asumiría las ideas anarquistas como una gran revelación, dejando a un lado su afición a la bebida: “Descubrió, cortándole el pelo, que en aquel individuo, muy joven aún, cuya ocupación era la de ayudante de herrero…, había algo que no tenían los demás 52
clientes. Decidió, con su espíritu catequístico, conquistarlo para el anarquismo… ¿Y cual es la sociedad futura?..., Teodoro se lo explicó, Víctor lo creyó, y gracias a la sociedad futura, que no conocía ni conocería, dejó de beber y a aprendió a cortar el pelo y a afeitar, así como a cantar canciones revolucionarias, “Canto a la Pampa, la tierra triste”, “Hijos del Pueblo”, “La Internacional”, y fue un nuevo compañero, un compañero más, con una voz muy dulce y unos duros bíceps” (140)
Y algo similar también ocurriría con los carpinteros Adolfo Hernández, Manuel Zamorano Trincado, Moisés Montoya y Amaro Castro — acusados y procesados como “subversivos”, encerrados hacia julio de 1920. El abogado Agustín Torrealba se referiría a éstos como “muy honorables, trabajadores, hábiles en su oficio y, cosa extraña para mí, todos antialcohólicos. Trabajaban en sociedad, y con sus economías habían establecido una pequeña fábrica con las maquinarias correspondientes, fábrica que ha sido cerrada y malbaratada por los largos meses de prisión (ya iban 4 meses) de sus dueños–operarios” (141) Además recalcaba: “…los carpinteros asociados y antialcohólicos, habían leído muchas obras de sociología y, justo es decirlo, tenían ideas más o menos claras de los actuales problemas sociales” (142) Al asumir la anarquía muchos iniciaban un proceso de purificación y cambio personal, que no solamente se extendía al ámbito de dejar el alcohol y los vicios burgueses, sino que implicaba amplios aspectos de la vida. Inspirándose en una vida anarquista, el escritor Carlos Sepúlveda Leyton, daría cuenta de la vida de Pedro Navarrete, personaje de uno de los capítulos de su obra Camarada. Este personaje, al calor de las lecturas, se haría militante de la IWW de Valparaíso, sería ferviente antimilitarista tanto en Chile como en Perú (“vendido al oro chileno” en el Perú, “vendido al oro peruano” en Chile) y comenzaría un camino de purificación y cambio personal: “morigeró sus costumbres. Repudió la carne. En el pensamiento y en la alimentación. Vegetariano furioso, robusteció y aclaró el espíritu. Enflaqueció, y mientras más flaco, más energía, más visión. Mascando verduras fue rujiendo un discurso: —¡Nada de cadáveres camaradas! Los trogloditas se alimentan de cadáveres. ¡Que se alimenten de despojos los capitalistas!” (143)
José Encarnación Novoa Orellana, dejaría atrás su vida bohemia — aunque siempre humanitarista y bondadosa, como era su personalidad — después de hacerse anarquista. Entonces no sólo se haría predicador del ideal, sino que además, comenzaría a depurar sus costumbres, además de vegetariano, se haría esperantista. De su vida bien dan cuenta las obras de Manuel Rojas y Carlos Pezoa Véliz. Este último nos relata sus comienzos de bohemio, pero siempre voluntarioso y sobre todo bondadoso. Recién llegado del sur a la capital, se vincularía a las sociedades filarmónicas y la vida nocturna. 53
“Aún me acuerdo de aquella noche en que conocí al pobre Marusiña — señalaría Carlos Pezoa Véliz —. Fue en un endiablado centro de bailes nocturnos, adonde solía llegar algunas veces en la amble compañía de tres o cuatro muchachos tunantones. Se bailaba con señoritas obreras; se hacían peroratas enternecidas sobre la fraternidad de las clases trabajadoras; se improvisaban discursos líricos sobre los encantos de la mujer, interrumpiéndose muchas veces en periodos llorones y trozos patéticos para pagar la cuenta del consumo al mozo de la cantina. Y entre este barullo de copas, frases sentimentales, declamaciones emocionantes y arrumacos alcohólicos, el pobre Marusiña bailaba como un desesperado o hacía el reemplazo de un orador insistente, cantando a la reunión una canción de zarzuela chica que empezaba: La Marusiña con el Marusiño…
“Aquello era encantador — según Pezoa Véliz —. Su boca descomunal de muchacho glotón se entreabría cariñosamente en gestos de suprema bondad, mientras sus ojos un poquito lánguidos empezaban una risa bobalicona que concluía por alegrar del todo a los afiebrados bailarines… Todo ello parecía complementarse con su figura, descrita también por Pezoa Véliz, se trataba de una figura: “de lo más estrafalaria. Una cabeza descomunal: ancha, testaruda y original. Un gesto de niño bueno, una risa espontánea. Todo esto sobre un cuerpo flacucho de piernas enclenques, cuyos despaturrados ángulos hacían caracoleos caprichosos en los requiebros y vueltas de una mazurca, una polca o un vals.¡Y el chaquet! Cinco años que se agazapaba sobre las espaldas de Marusiña, que a decir verdad, era lo único robusto en aquel conjunto de debilidades; cinco años que habían acumulado mugre, verdor y grasa sobre el invisible cuello, a la sazón acribillado por costurones de hilo blanco… ¡Oh, la catadura caricaturesca de Marusiña! (144)
Pronto sin embargo, conocería a Magno Espinosa, y se haría anarquista. En palabras del mismo Pezoa Véliz: “ se aficionaba por aquel tiempo a reflexiones muy serias. Al fin y al cabo, aquello de los comités patrióticos no era una cosa muy decente para estos tiempos en que había tantos desgraciados. El ideal verdaderamente humanitario era la anarquía. Igualar la riqueza de todos; suprimir la circulación del dinero; hacer de la humanidad una gran familia en que no hubiera tuyo ni mío. Llevado por teorías de esta especie, acabó por hacerse un propagandista libertario, como decía seriamente. Entonces desaparecía su sonrisa bobalicona de pobre diablo; se ennoblecía su gesto de bonhomía y las ideas de regeneración social brotaban a borbotones de su enorme boca de chiquillo hambriento. Y como si la bondad de aquellas ideas estimulara sus formidables mandíbulas de gastrónomo, concluía por hablar a dentelladas, mascando sus argumentos de 54
revolucionario, paladeando el sabor amargo de sus frases ardientes, prolongando si era posible sus terribles mascadas de filosofía libertaria, sus mordiscos feroces al capital explotador, al lujo desenfrenado de los burgueses, a las mujeres de ancas descomunales y vestiduras exorbitantes…”
Si bien “era atrozmente gracioso eso de oír peroratas humanitarias en los labios grasosos de aquel muchacho sin cabeza (pues que nunca tuvo más que corazón). Sin embargo el grito de anarquía no era del todo chusco en su boca. Su hambre nunca saciada, su nariz abierta a los olores de la lujuria, la expresión de esperanza de sus ojos adormilonados, prestaban a sus prédicas anárquicas de apóstol callejero una melancolía de sacrificio, cierta tristeza de raza que parecía llorar por todos los dolores de la humanidad.” (145) Desde entonces apoyaría los distintos movimientos obreros porteños, y cuando su fundara la Unión de Estibadores y Gente de Mar, en 1907, junto al secretario general de esta entidad, Chamorro, sería encarcelado tras participar en la huelga general de julio de ese año. (146) Sería por entonces cuando, guiado por sus ideas de fraternidad y anhelos de conocimiento, se haría esperantista, cuestión que luego complementaría con su abstinencia y gusto por los vegetales, como comprendiendo que el hombre debía cultivarse de forma integral, tanto de mente, como de cuerpo, y en distintos ámbitos. De Novoa Orellana, relataría Manuel Rojas en La Oscura Vida Radiante su experiencia cuando lo conoció en su casa de Valparaíso, en la cual daba pensión a otros simpatizantes de la idea: “…comían apio, berros, lechugas, zapallo, coliflores, todos los vegetales y cereales imaginables, frijoles, lentejas, garbanzos, maíz, arroz, en ensaladas, en guisos, en sopas, en tortillas, en pasteles, crudos y cocidos, los vegetales; y frutas, frescas, en compota, en mermeladas, en ensalada. Y comían allí otras personas, aportaban su propia comida, atados de rabanitos o de zanahorias, brazadas de espinacas, y de acelgas, docenas de cebollas o de betarragas, kilos de porotos, tajadas de zapallo, sandías cuando era verano, manzanas en otoño, duraznos en primavera, paltas en invierno, lo que encontraran o lo que les gustaba, de todo menos carne, nada de cadáveres…. (147)
Sería el mismo Novoa Orellana, quien — hacia 1917 —, junto al poeta porteño, Zoilo Escobar (148) tendría la iniciativa de formar la Agrupación Naturista de Propaganda Vegetariana en el puerto: “Un grupo de obreros simpatizantes y observantes del sistema de alimentación vegetariana y curación kuniterápico, como medio de regeneración químico orgánico individual y social, se reunieron con el elevado propósito de difundir los relativos conocimientos en dicha materia y propagar por todos los medios que estén a su alcance los beneficios y ventajas que reporten el adoptar como norma de vida el método naturista.
55
Al efecto, acordaron citar a una reunión preparatoria, elegir directiva respectiva y darle forma oficial a esta nueva colectividad Invitamos a toda persona que comulgue con nuestras tendencias a que concurra a nuestras reuniones a presten su contingente, sin el menoscabo preconcebido de ninguna especie para su interés. Cítase para el viernes a las 8 pm en el local de la Federación de Carpinteros, San Ignacio 109” (149)
Dicha Agrupación se reunía durante sus primeras sesiones en el local de la Federación de Carpinteros de Valparaíso, entidad reconocidamente anarquista, activa, cuyos rostros más conocidos eran Moisés Pascual y Luís A. Pardo. Muchos de ellos, se harían profundamente puritanos, “salvajistas, roussonianos a su modo, que comían sandías con cáscaras porque había que volver a la naturaleza” diría Augusto Pinto, lectores de Luís Khune, que además seguían métodos de medicina natural. (150) Varios de ellos, pertenecían al grupo La Agitación, de donde, “salieron algunos puritanos cuyas vidas no sería ocioso conocer.” Una de estas vidas, la de Agustín Saavedra i Gómez, naturista, conferencista, calificado como estrictamente “moralista” por sus compañeros, abogando por mantener entre los anarquistas una conducta regida por las fronteras éticas. En palabras de Nicolás Rodríguez, “Agustín Saavedra se dio a la tarea de juntar a los más entusiastas — que forzosamente debían ser los más mozos —, para formar un grupo, el primer grupo verdadero i formal, con propósitos de apostolado doctrinario i de educación intelectual i física. Se le llamó Rejeneración. En el cuarto de Saavedra nos juntábamos varias noches en la semana, después de la diaria labor por el salario, hasta una docena de amigos de la Idea, a tomar lecciones de diversas asignaturas, bajo la acción de un profesor pagado por nosotros mismos; a cambiar opiniones sobre táctica, a charlar, a leer en común i también a ejercitarnos en algunos juegos de desarrollo físico. De esta mancomunidad i cohesión salió nuestra hoja de propaganda La Ajitación, que marcara huella propia en el campo del conocimiento público. Este periódico fue de potente avance en la conquista del apoyo popular, viniendo hacia nuestras tiendas, — plantadas a toda hora, en conferencias, mítines i hojas impresas, al aire tremolando la roja enseña, — muchos obreros de la herramienta i del libro que hoy forman entre nuestros mejores i más firmes compañeros. En toda esta obra, Saavedra se multiplicó eficazmente, gracias a sus entusiasmos i a su constancia. I así lo veíamos luchar en el taller i en la calle, en las reuniones i en el propio hogar, en el periódico i aún con los mismos camaradas.” (151)
56
Agustín Saavedra i Gómez, foto aparecida en El Oprimido, 1906
Como ejemplo, de la estrictez moral que caracterizaba a Saavedra, una polémica entablada con algunos de sus compañeros a los cuales criticaría por no mantener una conducta adecuada en el marco de la “Velada en beneficio de La Agitación”, hacia 1902: “con teatro completamente lleno se verificó la fiesta dramático-musical organizada en beneficio de nuestro periódico por los compañeros del Grupo Regeneración...El drama “El 1° de Mayo” de nuestro compañero Gori llamó especialmente la atención por su trama sencilla i su brillante estilo literario. Dada las circunstancias de ser esta la primera fiesta de este género celebrada en Chile, puede calificarse de éxito completo. Debemos, sí, dejar constancia de nuestra protesta hacia la conducta de ciertos asistentes que sin motivo alguno, lanzaba gritos atronadores que no producían otro efecto que molestar altamente a los asistentes..,¡Viva la Revolución Social!, ¡Viva la Anarquía!, ¡Viva fulano o sutano!... Más todavía, algunos de los que gritaban eran compañeros que estaban en casi completo estado de ebriedad i vociferaban de manera propia más de una taberna que de un teatro. Es necesario, pues, que algunos compañeros comprendan que no solamente ante la fuerza pública se debe guardar moderación, sino también ante las personas desconocidas, i más aún en una velada de propaganda. I por fin, dedicar a la taberna horas distintas de las que se dedican a asistir a actos como el que nos ocupamos”
(152) Este artículo provocaría la reacción de algunos compañeros, armándose cierta polémica al respecto. En el número siguiente del mismo órgano bajo el título de “La verdad en su lugar” (153), responden M. J. Montenegro y Nicolás Rodríguez, cuestión que a su vez seguiría con otros artículo de Saavedra y otro por parte de Rodríguez, publicado en La Luz. “Por la serie de escritos del mismo tono que ya han visto la luz en La Agitación, se conoce que su autor vive obsesionado con la idea de dar lecciones de moral i de 57
consecuencia a los anarquistas del mismo modo que el héroe de Cervantes vivía lanza en ristre para deshacer enturtos y emprenderla contra follones i malandrines. Son de tal naturaleza los cargos insertos en el artículo que aludimos que servirán de maravilla a nuestros detractores burgueses, no sólo para combatirnos, sino también para ridiculizarnos. De buena fe, sin duda el articulista ha tratado de corregir a los compañeros, pero sólo ha conseguido herirlos y disgustarlos pues nadie encuentra razón para tales cargos. Ni nos embriagamos ni dimos vivas en la fiesta de La Agitación, lo decimos por si pudiera creerse que nos damos por aludidos… Contrarios por temperamento al aplauso de viva voz, no nos enfadamos ni mucho ni poco porque alguien de vivas a la anarquía o a la Revolución Social. Entendemos muy natural que se vitoree la idea porque se lucha… ¿El sitio? Somos partidarios de la amplitud i creemos que un anarquista sincero debe manifestarse en todas partes, siempre que el caso se ofrezca. ¿Qué en el caso de La Agitación muchas familias no sabían de qué se trataba? Debieron saberlo, puesto que nadie que sepamos tuvo el pensamiento de hacer misterio de que la fiesta era destinada a un periódico anarquista… A nuestro juicio, el compañero articulista ha sido desgraciado al respecto. No ha tratado de persuadir, sino de reprender, no ha tratado de convencer, sino de zaherir, de humillar, ¿con qué derecho?, ¿con qué fin? no lo sabemos. Un compañero de la Argentina, a quien apreciamos debidamente por su talento de escritor, Félix Basterra, censuraba hace algún tiempo las manifestaciones callejeras con sus ¡vivas al puñal de Caserío! y sus ¡mueran los burgueses!, censuras que no aceptamos, porque entendemos que cada cual es libre de dar vivas o mueras a quien le cuadre ¿Acaso nuestro mentor de acá pretende identificarse con el mentor del otro lado? Bien puede ser” (154)
Ahora bien, todas estas demostraciones de ningún modo constituyeron un modelo incuestionable y destinado a ser respetado estrictamente por todos los anarquistas. Como señala Álvarez Junco, “La praxis del movimiento demostró que su valor ético excedía ampliamente del de este planteamiento, aunque, también en el terreno práctico, se escindió entre quienes se abstenían de fumar y beber y durante alguna insurrección triunfante cerraban bailes y cafés, y quienes se negaban a aceptar diariamente los cauces establecidos para la reforma de la sociedad y postulaban, a la larga, la implantación del reinado del placer y la liberación de la ética calvinista del trabajo o de la estoico-cristiana general del sufrimiento y la sumisión” (155) Muchos anarquistas participaban del mundo de las nuevas ideas y de la cultura, relacionándose con escritores e intelectuales que participaban a su vez del mundo de la bohemia. En estos anarquistas, desde luego la cuestión del puritanismo, era mucho menos estricta, aunque ello no significase que no fueran exponentes de esta nueva moral, sino que más bien, la expresaban y practicaba de diversas formas. Por lo demás, no debemos entender con ello, que estos anarquistas no hayan realizado una labor prolífica y comprometida, por el contrario, muchos de ellos — sin ser puritanos — contribuirían de forma relevante al cultivo de las ideas anarquistas a través de diversas formas y prácticas. 58
De Francisco Pezoa, relatarían tanto Manuel Rojas como González Vera su vida bohemia, y consiguientemente, su debilidad por la bebida, cuestión que tenía un origen bien concreto, según los mismo autores: su condición de hombre popular — era autor de un verdadero himno del proletariado, “Canto a la Pampa” —, y además, “por ser letrado, cuando un gremio estaba en vísperas de una huelga, era el redactor de las proclamas y manifiestos. Refiriéndose al gremio de los panaderos, recordaría González Vera que: “Pezoa ayudó con su pluma al triunfo de los organizados, escribiendo decenas de manifiestos que apelaban a la conciencia de cada cual. Éstos se imprimían y penetraban en las salas de amasijo, llegaban a los hornos, subían a los camastros de los desamparados...cualquier papelito salido de la imprenta era un evangelio. Se lo leía una y otra vez y la palabra se hacía carne. Los panaderos libres triunfaron y lograron abolir el trabajo nocturno. No sabiendo cómo demostrar a Pezoa su gratitud, apoderábanse de su persona, nada voluntariosa por desgracia, y lo hacían beber días y semanas. Así fueron inutilizándolo. Hubo un tiempo en que Francisco Pezoa quiso zafarse de sus admiradores. Partió al norte y entró en la redacción de El Pacífico. De nuevo el vino le hizo traición.” (156) “¡Hombre, Pancho! ¡qué gusto verte! ¿Tomemos un vino?”, porque, ¿a qué puede invitar un maestro panadero de la regional San Diego, un carpintero de bahía o un cigarrero anarquista, socialista, sindicalista o colectivista, o simplemente maestro panadero, carpintero o cigarrero? No te va a invitar a tomar té; ¿estamos en Chile o no, somos chilenos o qué? Pancho podía haber dicho no, no bebo, gracias, tengo que hacer, me hace mal, o llegará a hacerme mal, pero no podría hacerlo, no habría podido hacerlo; ¿cómo herir a un amigo o a un compañero que nos saluda tan cordialmente y que con tanto cariño nos invita a tomar un vaso de vino, uno no más, porque tengo que hacer? Imposible rechazar una atención, sea cual sea; Pancho no habría podido herir a nadie, eso a riesgo de que aquel vaso de vino se convirtiera en una botella, y la botella en dos o en cuatro o en siete…(157)
“Pero nadie puede afirmar que sea un vicioso”, diría el dramaturgo Antonio Acevedo Hernández: “por el contrario, es bastante organizado, ha estudiado con método y aprendido las materias más difíciles. Es también un gran periodista que comprende como nadie las cuestiones sociales…” (158) Sin duda detrás de esta vida bohemia de Pezoa, estaban sus anhelos de superación y conocimiento. De ahí se explica su rigurosa autoformación, que le permitía animar conferencias en Ateneos, Sociedades Obreras y Centros de Estudios Sociales; sus temas eran variados: movimientos sociales, anarquismo, socialismo, sindicalismo, corporativismo, colectivismo, libertad de pensamiento, etc. El mismo Acevedo Hernández conocería a Pancho en la Casa del Pueblo cuando éste daba una conferencia sobre neomalthusianismo. Diría en sus Memorias: “con su ropa limpia y muy usada, sus ojos claros, algo tristes, casi humildes. Me recibió con una sonrisa…
59
Yo nada entendí de lo que dijo Pezoa; me daba sí cuenta de que su palabra era de algo valor. El público, muy atento, bebía sus palabras, y cuando terminó se le aplaudió, podría decirse, con respeto” (159) Siempre pensando en la cultura como una de las bases para la revolución social que debía comenzar a hacerse desde la vida misma, a vivirse en el día a día comenzando por un cambio en las mentes, Pezoa plasmaría su pluma en distintos periódicos anarquistas y obreros en general. Escribía artículos periodísticos, poemas, uno que otro cuento, y una que otra “obrerita” para ser representada en las veladas filodramáticas organizadas por las sociedades obreras. (160) Todo ello lo complementaba a través de sus clases nocturnas en distintos espacios obreros. Destacaría González Vera, “Como profesor no se estimaba. Nunca se jactó de serlo, ni creyó un solo instante que la enseñanza es un sacerdocio. Enseñaba como podía. ...no era hombre de partido ni figuraba entre los que aspiraban a mejorar el mundo. Empero su verbo era tan dinámico y su manera de presentar los temas tan llena de interrogantes, que sus condiscípulos (Augusto Pinto, el hojalatero Farías y el marroquinero Carlos Lezana) revisaron sus ideas y, junto con arribar a la adolescencia, se hicieron anarquistas. (161) A Federico Serrano Vicencio — el “Chico Serrano”, como le decían sus compañeros — se le recordaría como un “poeta bohemio”, un “poeta revolucionario popular”, “un obrero con alma de artista”, “magnífico recitador”, que, a la vez que realizara un arduo trabajo de propaganda y cultura, no renunciaría a la vida nocturna, a las invitaciones de los obreros, siendo él mismo animador de las mismas en su condición de poeta y conferencista. Su condición de poeta bohemio, sin embargo, no le limitaría sólo a ese ámbito, y su inquietud y anhelos de perfección le llevarían a una profundización de sus conocimientos: “no se conformó con quedar en artista. Quiso ampliar su cultura rebalsándola del límite político sindical, para adentrarse en los cauces de la ciencia y la filosofía. Pocos como él aprovecharon ese reguero de conocimientos superiores que dispensó la Universidad Popular Lastarria, que fundara Pedro Loyola y Santiago Labarca allá por el año 20’. Con su acopio cultural, pudo, de quererlo, haber sido un destacado periodista o un bien rentado burócrata; pero su vasto sentido de la libertad y la justicia, le hizo vivir como un bohemio, dedicado a leer y vender libros, y a editar revistas y folletos de crítica social; ocupación que, sino lo hizo rico, le dio la satisfacción de pasar por la vida, sin colocarse visagras en la espalda.” (162) Policarpo Rojas Solís, en entrevista hecha por Andrés Sabella, aparecida en Las Últimas Noticias hacia febrero de 1946, recordaría sus tiempos de anarquista y de sus ansias de saber: Nací pobre, nací ignorante. Pero había “algo” en mí que me levantaba el corazón…, no quería ser una Cosa sino un Hombre, y, robándole horas a la filarmónica y la mesa tremenda de las cantinas, principié a irme por el abecedario; hasta que me encontré leyendo los textos del primer año de Medicina y Derecho! Me enseñó 60
bastante — ¡y cómo se lo agradezco! — don Pedro León Loyola, a quien enloquecía con mis preguntas en las clases del liceo nocturno en que cursé mis humanidades. Cuando gané mis primeros pesitos y el saber me enorgullecía, pensé que un hombre culto que no da lo que sabe, es lo mismo que una lámpara apagada: entonces me volví editor, para que los poetas tuvieran cómo derramar sus esperanzas. Así compilé los libritos que Ud andaba buscando, desesperado… Fundaré con mis libros una biblioteca para el barrio donde he vivido tantos años, de este modo, quedaré en lo mejor de cada uno de los que pasen… Veinte centavos costaban los ejemplares de mis “Poesías Ácratas”. Era necesario propagar la idea de la justicia social. Me echaba a las calles cantando: el espectáculo servía, puesto que, unos por curiosidad y otros por cualquier razón, arrebataban lo versos donde mis amigos vertían el impulso de su misión humanitaria. Fuimos muchachos con derechura y en el balance de la vida no quedamos con grandes deudas contra el destino del hombre…” (163)
La misma entrega y anhelos de conocimiento predominaban en Esteban Cavieres, recordado por el zapatero Augusto Pinto como “casi un santo”, que “consumió sus energías en la propaganda hasta que la tuberculosis le trajo el reposo” (164) De Cavieres encontramos un artículo en La Luz de 1904 (165), escrito a propósito de su muerte. Dicho artículo da cuenta de su trayectoria, en la cual bien se aprecia este espíritu de superación, esta voluntad y ansias de conocimiento predominante entre los anarquistas. Nació en uno de los fértiles campos del sur de Chile, en un pequeño triángulo de la hacienda que un aristocrático burgués daba a un pobre labrador que llevaba impreso en la frente el sello de la maldición social que lo condenaba a producir para sus amos”. Sus padres eran inquilinos, sometidos a un sistema de relaciones feudales, a penas nuestro Cavieres abriría los ojos, encontraría a su alrededor “miseria” revolcándose “como todos los hijos de campesinos en el fango de la desgracia” creciendo escuchando las lamentaciones “de las desgracias de sus padres”. Allí no conocería educación alguna: “por escuela sólo tuvo la tierra, en la cual abría surcos con el arado, doblado el espinazo i picando los bueyes, que sufrían tanto como él, i regándola con su sudor, cuando bajo los abrasadores soles del estío, segaba las espigas, las engavillaba, i, en seguida las llevaba al granero del señor” Así crecería, “escuchando las ayes de sus hermanos flagelados por el amo, viendo que sus hermanas servían de carne de placer al señorito, i cómo su trabajo i el de los suyos eran robados por el usurero” (166) Como tantos otros campesinos, ante la cada vez mayor crisis en la economía campesina, Cavieres buscaría nuevos rumbos. Pero seguramente a ello debemos agregar una voluntad de parte de Cavieres, hambre de justicia, y odio hacia sus opresores. “no podía seguir sufriendo semejante esclavitud, esta no se ha hecho para el que tiene alma de águila” entonces se marcharía, “abandonándolo todo” y sin llevar más bagaje “que una chispa en su cerebro”, esa chispa, seguramente era lo que luego le llevaría a unirse a los anarquistas. “Me seguirá el que quiera ser libre, dijo una vez, i después de muchas penurias logró llegar a la pampa salitrera”. Allí comenzaría otra parte de su vida, trabajando bajo el 61
sol de la pampa en la extracción de caliche, allí conocería a obreros que seguramente ya tenían arraigadas ciertas inquietudes políticas. Comenzaría a educarse con ellos, simpatizantes del Partido Democrático, y así pasarían aquellas jornadas en la pampa, “en el día empuñaba el combo para partir el caliche i por la noche, cuando unos descansaban i otros se divertían, Esteban buscaba a los que tuvieran la voluntad de enseñarle las primeras letras”…. Al calor de estas ideas, seguiría sus estudios. A la edad de 20 años “que es la edad en que todos los jóvenes sólo tratan de divertirse i de gozar la juventud, Cavieres trabajaba y estudiaba i enseñaba a su hermanos de sufrimiento lo que aprendía”…Luego de haber presenciado el horror de la guerra tras participar, engañado, en la Guerra Civil de 1891, y a la vez que las luchas entre los caudillos del partido le decepcionaban cada día, “de sus horas de estudio, profundizaría en el problema social, especializándose en las obras de Kropotkin, Reclus, Malatesta, Tolstoi, i demás pontífices de la redención humana. Todo ello le llevarían a la conclusión de “que había una doctrina más grande, más altruista, a la sombra de cuya bandera se cobijan todos los desheredados del mundo, los que tiene sed de justicia, esta es la Anarquía” Y desde entonces, “todas sus energías, todos sus desvelos los dedicó a la propaganda del ideal que le fue tan querido.(167) Luís A. Pardo nacería en Colchagua en el año 1882. Físicamente se le describe “alto, fornido, de contextura recia, se adivina en él el hombre de trabajo”. Su voluntad y deseos de superación le llevarían a la capital, en donde, ingresaría a trabajar en la Empresa de Tranvías Eléctricos, coincidiendo, esto con un periodo de agitación social que llevaría a los trabajadores de esta empresa a una huelga. Pardo se destacaría en este movimiento, por su tesón y decisión. Conocería entonces a los anarquistas. El mismo Escobar y Carvallo lo recordaría como “un joven equilibrado e inteligente, quien se destacó en la tribuna popular y en los trabajos de organización” (168). Su voluntad y anhelos de perfeccionarse le llevarían a ocupar sus ratos libres en lecturas revolucionarias, que llegaban a sus manos, muchas de la cuales las conseguía a través de sus contactos con los anarquistas de la Comunidad de Pio Nono. De ese tiempo los recuerdos de Benito Rebolledo: era “muy entusiasta” y “hablaba bastante bien. Soñaba con ser un gran tribuno para servir mejor a “la causa”. (169) Y ello lo conseguiría, destacándose durante todo el periodo en estudio como uno de los más decididos y perseverantes luchadores de “la causa”. En una entrevista dada al periódico El Chileno hacia febrero de 1920 — producto del triunfo de la Federación de Carpinteros en un movimiento huelguístico —, se le describiría como “un obrero de ilustración poco común, estudioso e inteligente y de una clara comprensión de los problemas sociales del momento” (170) “Una Federación que tiene a su frente un hombre de esta talla, cuya capacidad física armoniza solidamente con su capacidad mental, debe, necesariamente estar bien organizada y sabrá triunfar en su labor social como emancipadora”, se señalaría en la entrevista. 62
“…un obrero de fácil palabra. Elocuente casi. Su dicción es clara y precisa y dan sus pensamientos la tonalidad expresiva que ellos requieren, sin esas afectaciones ni poses estudiadas, tan comunes en otros hombres y en otras esferas. Nos formamos pues, cabal concepto de estar al frente de un ciudadano estudioso e inteligente, que se ha preocupado de formarse a sí mismo una intelectualidad bien equilibrada” (171)
Tal cual que sus compañeros aquí abordados, el zapatero Pedro Ortúzar sería reconocido en vida, levantado tras su muerte a la galería de héroes y mártires de la causa libertaria. En pasajes de su vida se vislumbran los elementos antes señalados, el sacrificio, el compromiso con las ideas que propagaba, asumiendo una verdadera forma de vida, y los anhelos de perfección y conocimiento. Manuel Rojas quien le conocería — y compartiría con él amistad y militancia —, también se inspiraría en su forma de vida y entrega por la causa libertaria, para escribir algunos pasajes de sus obras: “tenía la pasión de la oratoria, arte al que concedían, como anarquistas, un gran valor”. Solía decir a sus compañeros — entre ellos, al propio Rojas —, “que todos los anarquistas deberían ser grandes oradores, oradores de rico lenguaje y de gran capacidad de razonamiento, de modo que ningún burgués pudiera hacerlos callar con palabras o con razones”. Algunas de sus frases eran famosas en los círculos anarquistas, por ejemplo: “En el carro del Progreso avanzaremos por las arenas del Porvenir”. De acuerdo a esta importancia que le asignaba al lenguaje, trataba de mejorarlo día a día, dando cuenta del autodidactismo y espíritu de superación que caracterizaba a los anarquistas. Así señalaría Manuel Rojas: “a ello se dedicaba mientras trabajaba, silencioso, junto a sus compañeros” en el oficio de zapatero. Y era frecuente verlo ensayando ante una “fervorosa e imaginaria muchedumbre de trabajadores, artistas y hermosas jóvenes, convidando a todos a marchar con él hacia la Utopía en el rosado carro de la Esperanza, arrastrados todos por el ansia del Ideal Revolucionario”…, instando a los presurosos zapateros, a los lentos panaderos, a los bulliciosos estucadores, a los delgados tejedores, a los duros mecánicos, a todos los que tienen un patrón, a colgarlo, en primer lugar: hay que apoderarse de la fábrica, del taller, de la obra, de la panadería... (172) Por aquellos tiempos Manuel Rojas le dedicaría el poema “Salutación”, “A Pedro Ortúzar estas estrofas, este soneto, ramillete de flores aurorales” (173) ¡Salud, buenos muchachos! En mi estrofa sincera — que es el penacho blanco vencedora — quiero que vuestro grito, canción de primavera sea clarín vibrante, anunciatriz de aurora. Peregrinos dolientes. Soberbios trovadores ¡Quijotes sin escudo y también sin diamante! pero Quijotes siempre!... Bravos ensoñadores, hermanos en la Idea y en el sueño jigante. Salud, bravos, salud! En mi verso sonoro 63
nuestro grito de guerra, será rima de oro con perfumes nostálgicos de florido rosal. ¡Será rubia quimera y azul ensoñación, será de primavera la pagana canción y será eternamente, marsellesa triunfal!
Era muy atildado en el vestir, “tal vez como correspondía a un orador revolucionario: su capa negra, con cuello de terciopelo, era famosa, casi tanto como sus frases oratorias. (174)
Pedro Ortúzar
Junto a otros dos zapateros — anarcomunistas, como él —, vivía humildemente en un rancho “montado sobre el filo de una loma desprendida del cerro que sirve de respaldo a Valparaíso…”. Allí intentaban llevar una vida acorde con sus ideales, compartiendo todo, allí todo era común y nada de nadie, ni la comida, ni la ropa, ni las herramientas, ni las camas; ninguno de ellos tenía mujer, por lo menos no la trajo — es posible que las tuvieran en otra parte y que bajaran de tarde en tarde a darle una vuelta al charqui —; juzgaban que con mujeres sería difícil mantener un comunismo cualquiera y comunizarlas sería el modo de introducir la discordia y el individualismo …(175) “Sí. Fui rebelde desde niño, creo que desde la cuna, desde la inconciencia de los primeros años”, confesaría a Pedro Nolasco Arratia poco antes de su muerte. “Me gustó la calle. Odiaba el encierro de las cuatro paredes de cuarto. Me gustaba el encanto andariego con los chicos del barrio. Ir al río, a la montaña, escalar el monte y estaciarme en la contemplación maravillosa e infinita de la cordillera, valle y mar. Pelearme por mis ideas de niño, y por el amor de una muchacha. Escalar murallones, o dejarme llevar por la corriente de los canales y pasar a los huertos y saciarme de fruta jugosa y prohibida. Volver al atardecer del día cuando el sol se encendía en el
64
horizonte de fuego, y arrojarme jadeante, palpitante el corazón a los brazos de mi madre, y cubrirla de besos y martillar sus oídos con palabras cariñosas”. (176) …Muerta mi madre, parecióme tonto permanecer ahí. Me entusiasmó la aventura, conocer otras tierras, vivir bajo otros cielos. Fui haciéndome hombre peleando el pan, el amor y el techo. Conocí el trabajo del puerto y el de la pampa, el de las ciudades, el del campo y la montaña, el del subsuelo y el de mar adentro. Presencié tragedias obreras, explotaciones infames, masacres, injusticias. El mundo celeste y diáfano de mi infancia se cambió de pronto en una realidad quemante y angustiosa. …La voz atávica y misteriosa de mi sino y de mi clase clamó a mi conciencia dormida y desperté ya, dentro del movimiento libertario y un mundo nuevo y maravilloso. Al mundo de la filosofía y del credo redentorista. Sí, fui anarquista desde entonces. Creo que lo fui antes, siempre… …Participé con mi nueva cultura, en todas las más diversas manifestaciones del pensamiento y la acción redentorista… Pezoa, Rebosio, Arenas, Gómez Rojas, Gandulfo, Plaza Olmedo, Fabri y su hija Luci, Pacheco, Di Giovanni, Durruti, Ascaso, José M. Ferrero, Minotti, Bazal, Arango, Ghiraldo, Latelaic y un mundo intelectual y obrero que vive en mi recuerdo fueron mis camaradas. Conocí siete países. Mis pasos libertarios me llevaron desde la tribuna hasta las prisiones de todos los países que visité… …Mi madre se fue de este mundo. Mi mujer se alejó de mi lado, nunca le dí seguridad de nada, fui rebelde hasta para la vida matrimonial, no me dominó ni el encanto secreto de la alcoba. Mi familia…va por la vida rumbeando a horizontes de ensueños y de quimeras. ¡Estoy sólo, siento la soledad y la vejez, siéntome enfermo de un mal que me acecha y me espera!”(177)
Según Pedro Nolasco Arratia, su condición de vida de sus últimos años fue “hasta cierto punto de soledad y desamparo”. Aún cuando sus capacidades como zapatero le permitían instalar un taller con operarios y pagar a éstos en la más equitativa forma, cuestión que se habría traducido en una mejora a su precaria condición económica, Ortúzar jamás realizaría tal cuestión, y lo justificaba de este modo: “No quiero ser explotador. No quiero convertirme en señor, en patrón que extorcione la labor del obrero. Mi vida limpia y luminosa, mi moral vertical gravita en mi estimación, en mi mundo interior, en mi yó. No puedo prostituirme en la explotación de mis hermanos así como no encharqué mi pureza en la política” (178)
Así, “trabajó hasta que no pudo más” y enfermaría solo y sólo también moriría en su lecho, en 1944, poco después de haber hecho el último esfuerzo por La Idea al recibir una vez más en Chile — tal cual lo hiciera en 1923 — al propagandista Rodolfo González Pacheco, recorriendo con él distintos pueblos de esta región (179) De hecho, el mismo González Pacheco, informado de la muerte de Ortúzar, por miembros del grupo Voluntad, de Montevideo, contestaría al mismo. “Sí, anduve con el negro (así era llamado por los compañeros) hasta poco antes de caer él en cama. Tuve el presentimiento, y así lo dije, de su cercana muerte. Se batía 65
en la tribuna, como un hombre acosado, en los últimos reductos, desesperado. Pero sé que ha muerto bien, sintiendo no caer en la barricada. Era un hombre macanudo, y como orador, de la calidad del negro Anderson Pacheco, popularmente eficacísimo
(180) Sería recordado como un mártir, un apóstol de la causa, y como tal, junto con realizársele un multitudinario funeral — organizado por los zapateros y sus compañeros del Grupo Tierra y Libertad, de La Legua — se le recordaría con una serie de artículos y actos simbólicos. Un “Rebelde” le dedicaría estos versos (181): PEDRO ORTÚZAR Fue para nuestra causa el líder y el artista que a los cuatro vientos la palabra encendía. Lanzaba con la elocuencia que tan sólo se enristra en las almas que al ensueño le entregaron la vida. Bien pudo ser un sabio y fue tan solo un hombre que sobre la miseria de su cruel existencia iba moviendo el carro con la carga salobre de un apostolado que hunde su raíz en la ciencia. De Arica a Magallanes vibró su voz profeta, sin que nadie pudiera rasgarle su estandarte porque su alma de niño, de rebelde y poeta, se nutría en la savia de la ciencia y el arte. Hombres así son dignos de vivir una vida, el surco que nos trazan no los borra la muerte. Sus ideas florecen cual rosas encendidas, alumbrando el camino de un triunfo refulgente!... Por eso, ante el deceso de nuestro buen hermano no secamos el llanto con viril rebeldía y con el puño en alto, mostrando a los tiranos lanzamos a los cielos un: ¡Viva la Anarquía!
Al cumplirse un año de su muerte, la Federación Nacional del Cuero, en Santiago, y el Centro de Estudios Sociales que llevaba su nombre — y del cual era uno de sus rostros más conocidos Ernesto Miranda —, realizarían varias actividades culturales. Se lee en La Voz del Gremio al respecto: “1ª aniversario de la muerte de Pedro Ortúzar En Valparaíso le rindieron póstumo homenaje a su memoria”
66
“El sábado 23 de junio es el primer aniversario de la muerte del viejo luchador obrero Pedro Ortúzar y que en nuestras filas lo contamos muchas veces, como representante de los obreros zapateros del puerto, casi en todos los conflictos del gremio. Su palabra fue siempre escuchada con un profundo respeto por todos, y sus arengas en las concentraciones estaban llenas de una fe revolucionaria. Su muerte fue sentida por todo el gremio, y en este primer aniversario de su desaparición la organización se hará representar, ante los obreros zapateros de Valparaíso que le rinden un póstumo homenaje a su memoria, por nuestro secretario general, compañero Ernesto Miranda”
(182) La constancia, la perseverancia, la voluntad, son también elementos que caracterizarían al obrero tipógrafo, Luís A. Soza, haciéndose partícipe de múltiples iniciativas. Nacido en 1879, desde fines del siglo XIX, formado en la Unión de Tipógrafos, entidad a la cual nunca habría dejado de pertenecer, a pesar de que en los últimos años de la década de 1890 — influenciado por Cupertino Gris —, comenzara a ser absorbido por las ideas anarquistas, formando hacia 1899 -junto a otros jóvenes obreros del ramo- la Asociación Tipográfica en Santiago, primera organización con carácter de resistencia, que desde 1901 pasaría a llamarse Federación de Obreros de Imprenta. La Federación sería protagonista de lo que se conoce como el “primer ciclo huelguístico” en Chile (que abarca los primeros años del siglo XX hasta la Matanza de 1907). Soza sería entonces encarcelado junto a otros compañeros. (183) Desde entonces, la vida de Soza sería la vida de un hombre entregado de lleno a su trabajo y a la vida sindical y anarquista. Después de 1907, en tiempos difíciles, producto de la persecución a los anarquistas después de la Matanza de Santa María, Soza se aferraría a la Unión de Tipógrafos, haciendo un trabajo cultural, entre éstos, haría las gestiones para editar hacia 1908 El Obrero Gráfico, solitario órgano de ideas avanzadas por entonces. A la vez, se vincularía a los librepensadores militando en el Centro Arte es Vida. No obstante, la gran contribución de Soza, por entonces, sería la edición, con fondos propios, pero por sobre todo, convicción y voluntad, del único periódico — conocido — anarquista que circulaba en Santiago durante el periodo represivo de 1908-1910: La Protesta. A través de sus páginas Soza — utilizando en algunas ocasiones el seudónimo de “Luís de Parias”, siguiendo una línea trazada tempranamente en el “culto” gremio de los gráficos, y en el “puritano” grupo La Agitación — llamaba a utilizar como medios los “científicos y racionales”, ceñido a la organización, la educación y la propaganda. En el marco del proceso a la Sociedad de Resistencia Oficios Varios, Soza, como responsable de la edición de un órgano de propaganda anarquista en la capital, sería igualmente detenido y allanados su hogar y taller. En sus declaraciones señalaría Soza: “Soy anarquista por cuanto los puntos fundamentales de mis creencias son la supresión de los gobiernos y la supresión de toda propiedad individual y colectiva; pero estimo que se obtendrá la realización de estos puntos fundamentales después de una larga
67
evolución, proscribiendo toda violencia y todo atentado…usando como medio la difusión de las ideas anarquistas y la instrucción del pueblo” “Pienso como mis demás compañeros que el anarquismo de Chile no emplea la vía violenta como en otros países” “Yo deseo llegar a la realización del ideal anarquista por medios pacíficos”. Declarando por el mismo proceso, además señalaría ser socio de la “sociedad de socorros mutuos Unión de Tipógrafos” y desde “hace 10 años, más o menos a la fecha que profeso las ideas anarquistas, y soy anarquista por convencimiento propio, y he propagado estas ideas anarquistas por medio del periódico La Protesta de que soy dueño, desde hace tres años. Lo reparto gratis y se sostiene por las erogaciones voluntarias y con mi propio peculio. La mayor parte de los artículos publicados en los distintos números del periódico son míos y sólo algunos son de Rafael Tenajo, español socialista, y que es empleado en una empresa de pompas fúnebres, situada en calle San Diego… (184)
Y básicamente, esta sería la postura que seguiría manteniendo a lo largo de sus años de vida. Sin embargo, ello nunca le liberaría de reiteradas prisiones. Hacia julio de 1920, en el marco del “Proceso a los Subversivos” según sus propias palabras, era militante de la Unión de Tipógrafos, de la Federación de Obreros de Imprenta, y de la IWW, de la cual era secretario estadístico, además de colaborador de Verba Roja, los distintos órganos editados por el gremio de obreros de imprenta (Unión Gráfica, Federación de Obreros de Imprenta, La Protesta del Gráfico, etc.), “profesa el ideal anarquista por ser el que concibe mejor el amor a la humanidad; no cree en religiones”. Él mismo nos relata desde la cárcel los pormenores e irregularidades de su detención y proceso: “ El 5 de julio del presente año, a las 5 de la mañana, — estando enfermo de cierta gravedad — principia por decir nuestro informante — fue sorprendido en mi casa (calle Valparaíso # 1064) por una banda de agentes de la sección de seguridad los que me impusieron de una orden de prisión dictada en mi contra por el Ministro señor José Astorquiza. Después de un allanamiento que fue cumplido en forma muy poco digna, me requisaron varios libros y folletos, algunas colecciones de periódicos, un revolver que tenía para la defensa personal, y, además, cuanto documento encontraron relacionado con el Comité pro Presos y Deportados por Cuestiones Sociales, aparte de algunos papeles de carácter particular. Eran los filibusteros que en esos días invadían y saqueaban los hogares de indefensos que confían en un porvenir relativamente feliz para la humanidad. Llevado que fui a la sección de seguridad, se me encerró, estrictamente incomunicado, en un calabozo inmundo donde se me obligó a estar tres días que serán de los más amargos de mi vida. Después de este plazo pusiéronme a disposición del Ministro que había ordenado mi aprehensión, quien me recibió gesto tan hosco y un acento tan severo, con que a primera vista se dejaba traslucir la predisposición del Juez……que deseaba envolverme en una malla de la que costaría mucho desprenderme. 68
Por primera providencia, me preguntó el señor Astorquiza si era anarquista, y qué religión tenía. Contesté que profesaba las ideas anarquistas comunistas, por ser ellas las que mejor conciban el amor a la humanidad, y que, en cuanto al segundo punto, era ateo, porque no creía en religiones. Después de un gesto de aprobación al Magistrado me dijo: — Ud tiene varios procesos en su contra, por desacato a las altas autoridades, unos por sedición y subversión, otros, y además, está comprometido en el proceso que se instruyó por el criminal atentado contra el Convento de los PP. Carmelitas Descalzos. Sobre este último nos costó mucho hacer ver claramente que ese proceso ya no existía, que eso había tenido lugar varios años atrás, que los inculpados, después de veinte días de cruel prisión, habían sido puestos en libertad incondicional, y que la sentencia del Juez, señor Plaza Ferrand y del fiscal, señor Aspillada, había sido revocado por las Cortes, y el proceso sobreseído por el Juez, señor Franklin de la Barra, seis años después. Con respecto al proceso por desacato, dije que obedecía simplemente a acusaciones antojadizas de pesquisantes que buscaban méritos muy poco honestos, esto lo probó con el veredicto de los jueces que habían conocido de él, los cuales no encontrando mérito alguno para este castigo, me pusieron el libertad incondicional. En el otro por sedición, a propósito de un manifiesto lanzado por el Comité Pro Presos en contra del Congreso Policial de Buenos Aires, reiteré una de mis declaraciones anteriores, en que en que bien consta que ese Comité era una entidad social compuesta por delegaciones obreras, y que esas delegaciones fueron las que encargaron la redacción del manifiesto a una persona que ya falleció. Sobre estos procesos se pronunció el señor ministro interrogante, diciendo, que no estaban sobreseídos y que, por consiguiente, se imponía una severa investigación. Prosiguió muy interesado en hacerme aparecer como colaborador de la revista “Numen”, o por lo menos, como participando de la empresa y de los fines que esta perseguía. Sobre el particular, afirmé y sostuve que no tenía participación alguna en esa publicación, hasta que, por fin, hubo de renunciar a que yo declarara afirmativamente sobre las preguntas que él me dirigía.
Al relatarnos la forma en que el Ministro, señor Astorquiza procedió con los inculpados de pertenecer a la IWW, nuestro entrevistado dijo: “ Entró enseguida a preguntarme el señor Astorquiza, si pertenecía a la IWW. Contesté afirmativamente, agregando que era secretario estadístico. Al pedirme explicaciones sobre los estatutos y, especialmente, sobre la parte que dice: “nuestros más grandes enemigos son el capital, el gobierno, y el clero, y contra ellos irá nuestra propaganda”, dije que, según mi entender, esa institución y sus estatutos no tenían otro alcance que el de mejorar la situación económica y levantar el nivel moral de sus asociados y de los trabajadores en general, como cualquiera otra sociedad de las muchas que existen en el país, y que si era cierto que esas palabras se prestaban a torcidas interpretaciones, no era menos cierto que en el seno de esa sociedad había una opinión, casi general, en el sentido de modificar los estatutos en un próximo Congreso que tendría lugar en septiembre, época en que dicha carta fundamental 69
quedaría adaptada a las circunstancias y al ambiente evolutivo que reinara en el espíritu de los trabajadores concientes. No dejaré de reconocer — añade nuestro informante, después de una ligera pausa — que mi mayor pecado fue el de decirle al señor Astorquiza, como una cosa propia, que los trabajadores tenían sobrada razón para ir contra el capital, porque es esta entidad la que explota y los somete a todas las calamidades con que va aparejada la miseria; que si los obreros van en contra del gobierno, es porque este mismo les indica que, en vez de ser fiel y honrado mediador entre el capital y el trabajo, se ha convertido hasta ahora en amparador y defensor autoritario del capitalismo, prestándole los elementos para su defensa y atacando violentamente al obrero productor, y que, siendo ambas fuerzas — el gobierno y el capitalismo- encarnación de la soberbia, se aconseja a los pobres la humildad y obediencia ciega, haciéndoles creer que en ultra-tierra, recibirán el premio de sus sacrificios… (185)
70
ALGUNAS CONCLUSIONES Hemos visto que los anarquistas asumían sus ideas como una verdadera revelación asumiendo en su propagación una forma de vida cuyos sellos identitarios eran la voluntad, el estudio, los anhelos de perfección, la generosidad, el internacionalismo, la solidaridad pero también la persecución y la cárcel. Sin duda, su entrega y devoción es comparable a la de los apóstoles del cristianismo, dejando atrás toda seguridad y bienestar personal, que pudiera presentársele, pero además, dicha devoción llevaría a muchos a una morigeración de las personalidades, una moral estricta, incorporando en sus vidas cotidianas una serie de prácticas, como el naturismo. Como sus convicciones morales les impedía enrolarse en cualquier afán se ambición personal, bien denunciaban la política tradicional como una gran farsa, pero tampoco tratarían de lucrar o sacar ventaja con cualquier bien o talento que pudieran poseer. Todo ello los llevaría a vivir una vida humilde, y a morir como habían vivido. Muy poco se ha destacado todos estos rasgos. La historia social, guiados por la figura de Recabarren, no ha querido ver más allá de su figura, en circunstancias de que, estos hombres, no esperando ningún puesto parlamentario o ambición personal, realizaron una tarea sin parangón en el movimiento social, después dominado por los partidos políticos. Sólo hay parece cambiar este escenario de la mano de una serie de inquietudes, que no han nacido en el mundo “académico” necesariamente, sino en los círculos alternativos y contraculturales. La cultura, la educación, las ansias de conocimiento y perfección constituyen verdaderas “señas de Identidad” entre la diversidad anarquista. Más allá de que habían puritanos y otros bohemios, más allá de que unos eran más impacientes que otros, y más allá de las distintas vertientes ideológicas del anarquismo (individualistas, anarcomunistas, anarcosindicalistas) primaba por sobre todo la cultura. En otras palabras, ser anarquista era, entre otras cosas, compartir una serie de actitudes, valores y prácticas culturales que actuaban como factor de cohesión interna. Para el caso del anarquismo español, autores como Javier Navarro y Angeles Barrio han destacado que eran estos elementos señalados los que servían a la diversidad anarquista para reconocerse como tales más allá de las diferentes tendencias y estrategias existentes. “…de ahí que sea en el sistema de valores políticos y morales creado a lo largo de este proceso histórico en donde se hayan autorreconocido los anarquistas como tales, sindicalistas militantes o anarquistas teóricos, pacifistas o jacobinos, reformistas o revolucionarios porque, pese a sus diferencias, todos se identificaban con la moral anarquista, con las siglas de sus organizaciones, con sus símbolos, aunque no compartiesen las mismas ideas acerca del papel que el anarquismo o anarcosindicalismo debían cumplir en ese marco político impuesto…” (186)
La condición de libertario era tomado por los anarquistas como un camino a seguir, un proceso en el cual el individuo morigueraba sus costumbres, una transformación moral 71
y cultural del individuo. De ahí que existía una verdadera obsesión por formarse, siendo siempre muy valorada la figura del autodidacta, el que se autoformaba poniendo en evidencia gran voluntad y anhelos de superación. De ahí explicamos la importancia asignada a la cultura, la cual, lejos de tener una importancia superficial, y lejos de ser una simple estrategia utilizada en tiempos de represión como forma de desviar la persecución de las autoridades, constituía el verdadero motor en el amplio mundo ácrata, aunque no ajena, desde luego, al mundo social.
72
NOTAS: 1. Ver de Ignotus: LOS “SUBVERSIVOS”. LAS MAQUINACIONES DEL PODER. “república” de chile, 1920, ediciones Spartacus, 2010; ASOCIACIONISMO ESPECÍFICO ANARQUISTA: ATENEOS, GRUPOS DE AFINIDAD, CENTROS DE ESTUDIOS SOCIALES, Santiago-Valparaíso, 1890-1927, ediciones Spartacus, 2011; ANARQUISTAS. SÍMBOLOS, RITUALES, IMÁGENES. chile, fines del siglo XIX y principios del XX, ediciones Spartacus, 2011; Emancipación de la mujer y nueva moral sexual ediciones Spartacus, 2011; Escuelas Libertarias: un proyecto de autoeducación y construcción cultural contrahegemónica, ediciones Spartacus, 2011; Veladas anarquistas, un espacio de cultura e identidad libertaria, ediciones Spartacus, 2011; Representaciones y Cuadros Filodramáticos, Spartacus, 2011; Naturismo, Librecultura y Teosofismo como prácticas anarquistas, Spartacus, 2011; Lecturas Subversivas, Spartacus, 2011; “Dejar los vicios burgueses. Discurso moral antialcohólico anarquista”, Spartacus, 2011; Paseos Campestres y vida al aire libre: socialización e identidad libertaria, Spartacus, 2011; Por la fraternidad universal. El esperanto como práctica internacionalista anarquista, Spartacus, 2011… 2. me referiré a los “cuadros”, para distinguirlo de la masa militante, según la distinción que hace Suriano (op. cit p. 128-136) y que sin duda, tal cual señala Grez, resulta aplicable también al caso en estudio Grez (Los Anarquistas y el movimiento obrero…op. cit, pp. 181-182) 3. Zig Zag, 19 febrero 1921 4. Fry E.C. (record and edit), Tom Barker y la I.W.W. Oral history, Queensland, Australia, Industrial Workers of the World, 1996, p. 42. 5. Intendencia de Valparaíso, Vol. 1344, 10 octubre 1914 6. después periodista obrero, e inspirador del personaje llamado “Marusiña” de Carlos Pezoa Véliz, y presente también en las obras de Manuel Rojas. 7. La Defensa, Viña del Mar, 29 de septiembre 1907; El Trabajo, Mancomunal de Coquimbo, 13 julio de 1907 8. Zig Zag, 19 febrero 1921 9. En numerosas ocasiones solicitaron Ley de Residencia, señalando la presencia de extranjeros, ver por ejemplo, Zigzag, nª 377, con motivo del 1ª de mayo 1912. 10. Recuerdos de Pedro Godoy, op. cit. pp. 27-29. 11. ibidem 12. ibidem 13. ibidem 14. La Batalla, nª 4, 2ª 15ª enero 1913 15. ver Héroes y Mártires, en octava parte. 16. Algo sobre mi experiencia literaria, en Páginas Excluidas, Universitaria, 1997, p. 47 17. Memorias de un autor teatral, Nascimiento, 1982, p. 119 18. Recuerdos de Pedro Godoy, op. cit. pp. 27-29. 19. ibidem 20. Cuando era muchacho, op. cit 21. S. Grez , op. Cit. 22. tal cual señala Navarro para el caso español, A la Revolución por la cultura, cap Naturismo. 23. Escobar y Carvallo, El Movimiento Intelectual, op. cit., p. 8, prosigue en el mismo texto: “este intenso trabajo intelectual de nueve años influyó en el campo político, en especial, en el seno del Partido Radical… (en el cual) el catedrático y pensador Valentín Letelier encabezó una tendencia socializante”, que en la Convención de 1906 se impondría a la tendencia individualista-spenceriana de Enrique Mac Iver 24. El Movimiento Intelectual… 25. existe un número en la biblioteca nacional 26. Sucesos, Valparaíso, 2 de febrero de 1911 27. ver cap. Sexualidad. 28. ver por ejemplo, La Verdad, 1909. 29. El Movimiento Intelectual… 30. Lo Nuevo, nº 16, 20 abril de 1903 31. ver Voces de Ultratumba…p. 167 32. ibidem, p. 169
73
33. Cuando era Muchacho, op. cit. 34. Escobar y Carvallo era, hacia 1914, secretario de esta Rama, ver Nº 29 y 30 de Nueva Luz 35. ver Nueva Luz, nª 26, junio 1914; Lisperguer colabora también ediciones de los librepensadores El Paladín, La Verdad y otros 36. ver especialmente, Natura, nº 6 y 7, diciembre 1927 y enero de 1928, artículo “La vibración de Khune”, dedicado a don Ismael Valdés Alonso, apóstol del naturismo en Chile 37. Santiván , Memorias de un Tolstoyano, Universitaria, Santiago, p.184. 38. ibidem, p. 177 39. ibidem, p. 178 40. El Rebelde, Buenos Aires, 2 abril 1899, artículo en el que ataca la castidad antinatural de los curas y de ahí explica sus perversiones. 41. Memorias de un Tolstoyano, 180-183 42. Escobar y Carvallo, La Agitación, Estación Dolores, marzo 1905 43. El Consejero del Pueblo, Santiago, 1909 44. Lo Nuevo, nª 21, 15 de septiembre de 1903 45. ver Cap. Sexualidad 46. La Luz, 1ª de octubre de 1903 47. ver Nueva Luz, Santiago Nº 29 y 30, 1914 48. Litvak, Musa Libertaria, op. cit., p. 163 49. Claridad, 27 noviembre de 1920: “Juan Gandulfo juzga el momento actual” 50. Inquietudes gremiales y políticas, op. cit, p. 5 51. AHN-FJC, Santiago, Legajo 1608, doc. 4, Contra Magno Espinosa, delito “tentativa de sedición” iniciada en 30 de julio de 1898. 52. .La Inquisición Burguesa, Luz i Vida, septiembre 1909 53. El Ácrata, n°7, agosto 31 de 1900, P. 4; Publicado también en El Rebelde, Buenos Aires, n° 24, 8 de abril de 1900 54. La Reforma, 27 octubre 1906 55. La Batalla, nª 29, 1ª 15ª abril 1914 56. ver La Verdad, Santiago, 1909; La Tribuna Libre, Santiago, 1910 57. El Trabajo, Mancomunal de Coquimbo, 1 diciembre de 1906 58. ver por ejemplo, La Unión, Valparaíso, 25 julio 1917 59. Zig-Zag, nª 809, 19 de febrero 1921; sobre Chamorro, ver folleto, Los Subversivos, las maquinaciones del poder, en circulación… 60. Mar y Tierra, 1ª de mayo 1920 61. Zig-Zag, nª 809, 19 de febrero 1921 62. La Defensa, Viña del Mar, 29 de septiembre 1907; sobre Chamorro en la huelga, ver El Trabajo, Coquimbo, 13 julio 1907 63. Mar y Tierra, 1ª de mayo 1920 64. La Comuna, Viña del Mar, 25 de octubre de 1919; ataques de Sepúlveda Leal, La Comuna, Viña del Mar, 29 de enero de 1920 65. Zig-Zag, nª 809, 19 de febrero 1921 66. ver Cap. Escuelas 67. Tipógrafo inglés, perteneciente a la IWW australiana, llegado a Valparaíso hacia agosto de 1918, deportado. En Chile, no correría mejor suerte, ya que, en virtud la recién promulgada Ley de Residencia, también sería expulsado, hacia diciembre de 1918. 68. Fry E.C. (record and edit), Tom Barker y la I.W.W. Oral history, Queensland, Australia, Industrial Workers of the World, 1996, p. 42. 69. AHN, Intendencia de Valparaíso, Vol. 1344, 10 octubre 1914 70. Mar y Tierra, 2ª 15º de marzo de 1921 71. Mar y Tierra, segunda quincena de marzo de 1921 72. Mar y Tierra, órgano de la Sociedad Unión de Estibadores y Jente de Mar, Valparaíso, 11 de marzo de 1911 73. cuyo seudónimo completo era Ludoviko Mora, muy buen esperantista, ver La Batalla, nª 31 74. Mar y Tierra, 11 de marzo de 1911 75. Juan Gandulfo, prólogo a “Arengas”, de Triviño, Claridad, 15 de septiembre 1923 76. ibidem 77. Cuando era Muchacho, op. cit., p. 219
74
78. 79. 80. 81. 82. 83. 84. 85. 86. 87.
ver Cap. Resistencias, especialmente, IWW Cuando era Muchacho, p. 219 La Tiranía en Chile, op. cit. Acción Directa, nª 7, 1º 15º mayo de 1921; Acción Directa, nª 7, 1º 15º mayo de 1921; Mar y Tierra, comienzos de 1921. Ignacio González, Revista Médica, septiembre 1983 Babel, julio-agosto 1945, número dedicado a la generación del 20’, p. 20 ibidem ibidem Claridad, 21 enero de 1932; ver también: Fabio Moraga: “Vanguardia, heterodoxia y búsqueda generacional: La revista Claridad, 1920-1922”, en Mapocho, nª 48, 2ª semestre 2000 88. Claridad, 21 enero de 1932 89. Centro de Estudios Sociales Juan Gandulfo, La Protesta, Santiago, 1932 90. El Libertario, nª 1 julio 1954: Un ejemplo a seguir; Otro artículo sobre u persona en Occidente, nª 295, mayo-abril 1982, Ignacio González Ginouves: “Juan Gandulfo, a ciencuenta años de su muerte” 91. Escobar y Carvallo, Inquietudes políticas y gremiales…op. cit., p. 5 92. Carta de Benito Rebolledo a Santiván, En Pedro Pablo Zegers… op. cit. 93. La Reforma, 5 enero 1908 94. Leoncio Marín, “21 de diciembre. Compendio y relación exacta de la huelga de los Pampinos desde su principio hasta su terminación”, 1908; citado por Bernardo Guerrero: “Nunca la flor creció. Centenario de la Matanza de la Escuela Santa María” ediciones El Jota Errante-Campvs, 2007 95. La Batalla, nª 23, 1ª 15ª enero 1914; ver más adelante, 21 de diciembre 96. escribe Alejandro Barraza Bello, Luz i Vida, Antofagasta, nª 34, julio 1911 97. ibidem 98. ibidem 99. La Protesta, Lima, año 9, nª 86, 2ª 15ª febrero 1920, cit en Bravo Elizondo, Santa María de Iquique 1907: Documentos para su historia, Santiago, Editorial Cuarto Propio, 1993, p. 173 100.Benito Rebolledo, carta a Fernando Santiván, en Pedro Pablo Zegers…op. cit; en La Protesta, n° 4, segunda quincena junio de 1908 Julio Valiente destacaría también estas cualidades, ver Cap. Conferencias, en que se trata las capacidades de los oradores. 101.Augusto Pinto, Recuerdos de Pedro Godoy, op. cit; Pedro Celedón, en, Mar y Tierra, 1ª 15ª julio 1917 102.La Protesta, Santiago, n° 4, segunda quincena junio de 1908 103.Mar y Tierra, 1ª 15ª julio 1917 104.La Protesta Humana, Buenos Aires, 10 de octubre de 1903, p. 2. 105.Manuel J. Montenegro: La Protesta, Santiago, n° 4, segunda quincena junio de 1908 106.Tierra y Libertad, n° 468, primera quincena de febrero de 1905 107.Tierra y Libertad, n° 469, segunda quincena de febrero de 1905 108.Musa Libertaria, op. cit. 109.Luz i Vida, Nª 2, junio 1908; La Protesta, Santiago, n° 4, segunda quincena junio de 1908 110.La Protesta, n° 4, segunda quincena junio de 1908 111.La Protesta, n° 4, segunda quincena junio de 1908 112.El Obrero Panadero, N° 12, 1° de Mayo de 1925 113.ibidem 114.un telegrama, La Batalla, 2º 15ª abril 1915 115.En “Sombras contra el muro”, señalaría Manuel Rojas: “Llegó del otro lado de la Cordillera, blanco, grande, cordial, con alpargatas, limpio, tampoco se sabía en qué trabajaba…” (op. cit., p. 150) 116.un telegrama, La Batalla, 2º 15ª abril 1915 117.Manuel Rojas , Hijo de Ladrón, op. cit. 118.grupos organizados con refuerzos importantes llegados desde Argentina, como lo eran José Spagnoli y Antonio Gustinelli, ambos inmigrantes italianos y ambos foristas, y viajeros incansables. 119.ver Cap. giras de propaganda 120.La Batalla, 2º 15ª noviembre de 1914 121.ibidem 122.ibidem 123.El Andamio, Stgo, Nª 435, 16 agosto 1945 124.ver Cap Escuelas…
75
125.La Batalla, nª 55, 2ª 15ª abril 1915; ver cap. giras 126.ver por ejemplo, “Hay que armarse”, La Batalla, nª 28, 2ª 15ª marzo 1914 127.La Batalla, nª 26, 2ª 15ª febrero 1914 128.La Batalla, Nª 32, 2ª 15ª mayo 1914 129.La Batalla, Nª33, 1ª 15ª junio 1914 130.La Batalla, nª 48, 1ª 15ª enero 1915 131.La Batalla, nª 44 1ª 15ª noviembre 1914; La Batalla, nª 45, 2ª 15ª noviembre 1914 132.La Voz del Gráfico, 1ª 15ª enero de 1939 133.ibidem 134.Christian Ferrer, Átomos sueltos…op. cit., en Ensayos sobre lo ingobernable, op. cit. 135.Cuando era Muchacho, op. cit. 136.Luís A. Soza, Verba Roja, 2ª 15ª mayo 1926 137.ibidem 138.Manuel Rojas, Sombras contra el muro, op. cit. 139.Juan Gandulfo, en Verba Roja, 2ª 15ª mayo 1926 140.Sombras contra el Muro, p. 43 141.folleto “Los Subversivos”, alegato del abogado Agustín Torrealba, Yara, Stgo, 1921 142.ibidem 143.Carlos Sepúlveda Leyton, Camarada, op. cit., p. 57 144.en Raúl Silva Castro: “Carlos Pezoa Veliz”, pp 345-351 145.en Raúl Silva Castro: “Carlos Pezoa Veliz”, pp 345-351 146.ver La Defensa, Viña del Mar, 29 de septiembre 1907; El Trabajo, Mancomunal de Coquimbo, 13 julio de 1907 147.La oscura vida radiante, LOM, 2007, p. 125 148.Hombre cercano al mundo anarquista, colaborador permanente en sus iniciativas, tal cual se desprende de sus manuscritos y tal cual lo señala González Vera en sus memorias: Cuando era Muchacho, p. 177 149. La Unión, Valparaíso, 7 septiembre de 1917 150.ver cap naturismo 151. El Oprimido, Santiago, nª 1, 1906 152.La Agitación, Santiago, mayo de 1902 153.La Agitación, nª 12, 21 junio de 1902 154.La Luz, 26 agosto, 1902 155.José Álvarez Junco, La Ideología política del anarquismo español…op. cit, p. 133. 156.Manuel Rojas, La Oscura vida radiante, op. cit.; González Vera, Cuando era Muchacho, op. cit. 157.La oscura vida radiante, op. cit. 158.Antonio Acevedo Hernández, Los Cantores populares chilenos, Santiago, Nascimento, 1933, p. 216 159.ibidem; ver también del mismo autor, Memorias de un autor teatral, Santiago Nascimento, 1982, p. 117 160.una de ellas: El Ahorro, ver La Protesta, Santiago, 1908 161.Cuando era Muchacho, op. cit. 162.Serrano, relegado en 1916 de la ciudad de Iquique, acusado de “furibundo agitador”, llegaría a Santiago, en donde se integraría a los grupos socialistas y anarquistas, decidiéndose finalmente, por estas últimas ideas, las cuales difundiría hasta su muerte –muy pobre y corroído por la bebida- en 1953. El Andamio, 9 de julio de 1953; El Andamio, nª 514, 20 marzo 1947; El Libertario, nª 8 julio 1956 163.Las Últimas Noticias el 18 de febrero de 1946 164.en “Recuerdos de Pedro Godoy”, op. cit. 165.La Luz, Por la Humanidad Libre, del 6 enero de1904 166.ibidem 167.ibidem 168.Inquietudes políticas y gremiales, op. cit., p. 13 169.en carta a Santiván, en Pedro Pablo Zegers…op. cit. 170. El Chileno, Valparaíso, 29 de febrero 1920 171.ibidem 172.La Oscura vida radiante, op. cit. 173. poema dedicado aparece en La Batalla, n° 26, 2° 15° febrero de 1914 174.La Oscura vida radiante, op. cit. 175.ibidem
76