HISTORIA DE LA RELIGIÓN Y LOS VALORES SOCIOECONÓMICOS EN EL TERRITORIO BOLIVIANO La religión católica ha sido la religión oficial en Bolivia hasta 2009, año en que se aprueba la Nueva Constitución Política del Estado y Bolivia se convierte en un Estado laico. En tiempos de la colonia, los españoles se mostraron intolerantes respecto a las creencias de los pueblos originarios de Centro y Sudamérica. Para evangelizar a los nativos, se valieron de métodos severos, como la construcción de iglesias cristianas sobre templos indígenas. Como consecuencia, los originarios americanos adoptaron la religión cristiana, sin dejar de practicar la propia y de la fusión de estas creencias se da una suerte de sincretismo, que caracteriza a la cultura latinoamericana. En el mundo andino existen dos culturas predominantes: la aimara y la quechua. En ambas se venera a la Pachamama: Madre Tierra. Como resultado de la imposición de la religión católica, muchas deidades de los pueblos indígenas se siguieron adorando, a través de los santos cristianos. Un ejemplo que ilustra la figura es la simbiosis entre la anteriormente mencionada Pachamama y la Virgen María. Sucede algo parecido con el Dios Tunupa que es identificado con San Bartolomé o con Illapa que se asocia a la imagen del Tata Santiago.
Valores Un valor es aquello que da sentido a la vida, orientándola hacia un camino u otro, determinando principios éticos. Asimismo, es la apreciación positiva que se hace de las cosas, ideas o personas en relación con la propia cultura y la propia vida.
Valores sociocomunitarios En ese sentido, los valores sociocomunitarios promueven la convivencia armónica entre los seres humanos, la Madre Tierra y el Cosmos, a través de la práctica de la unidad, igualdad, dignidad, libertad, solidaridad, reciprocidad, respeto, complementariedad, armonía, transparencia, equilibrio, igualdad de oportunidades, honestidad, paz, inclusión física, cognitiva y social en la familia, la comunidad y el Estado, equidad social y de género en la participación, bienestar común, responsabilidad, justicia social, distribución y redistribución de los productos y bienes sociales. Asimismo, se toman en cuenta las representaciones representaciones simbólicas de cada práctica de valores en las sociedades.
LA EVANGELIZACIÓN EN BOLIVIA Las misiones jesuíticas de Bolivia, también llamadas reducciones, fueron pueblos misionales fundados por la Compañía de Jesús con la finalidad de evangelizar la región, en lo que actualmente es el estado de Bolivia. Las misiones de Chiquitos y de Tarija pertenecieron a la Provincia Jesuítica del Paraguay, mientras que las de Moxos y el resto de Charcas pertenecían a la Provincia Jesuítica del Perú.
La colonización de América fue emprendida por sacerdotes de distintas órdenes religiosas, que llevaron a cabo una amplia labor evangelizadora. Entre las misiones de dichas órdenes destacaron las de los jesuitas y franciscanos, y su labor en la Chiquitania Boliviana. La Compañía de Jesús, bajo el mando de Ignacio de Loyola y por mandato del papa Paulo III, emprendió para marzo de 1540 la labor de fundar reducciones y evangelizar en las tierras del Nuevo Mundo así como la incursión y descubrimiento de nuevos dominios. En Bolivia influyó fuertemente fue la búsqueda de El Dorado, o el Gran Paitití, denominativos de una mítica ciudad de oro. A finales del siglo XVII comenzó la creación de las misiones jesuitas en el territorio boliviano, esencialmente en las regiones de Chiquitos, al norte del departamento de Santa Cruz de la Sierra, y en Moxos, ubicado en el territorio del departamento del Beni. Primero se fundó la Misión de San Francisco Xavier en 1691, por el jesuita José de Arce. Seguidamente se creó la Misión de San Rafael en 1696, debida a los jesuitas Zea y Herbas. Posteriormente, en 1698 el jesuita Felipe Suárez fundó la Misión de San José. La Misión de San Juan Bautista data de 1699, y la Misión de Concepción de 1709. La Misión San Ignacio de Zamucos fue creada en 1724, siendo abandonada en 1745. Posteriormente se fundaron la Misión de San Ignacio en 1748, la Misión de Santiago en 1754, y finalmente las últimas en fundarse fueron las Misión de Santa Ana en 1755 y la Misión de Santo Corazón en 1760. La evangelización mediante el uso de la música renacentista y barroca tuvo gran acogida en la época y que se ha desarrollado consecutivamente hasta la actualidad, dejando un legado propio. En 1767, la Compañía de Jesús fue expulsada de España y América, quedando su labor incompleta y abandonada. Aunque en Argentina, Paraguay y Brasil el trabajo hecho desapareció notablemente, en Bolivia sin embargo la obra se mantuvo y se desarrolló durante generaciones hasta la actualidad.
LA EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍAS La labor evangelizadora tuvo como fin convertir a los indígenas en practicantes de la fe católica. Para ello buscaron la forma de acabar con las prácticas idolátricas que los vernaculares poseían, atacando a sus principales dioses y destruyendo todo signo de culto (huacas, apachetas, mallquis, etc.). Durante todo el siglo XVI los religiosos crearon una forma única para que los evangelizadores y doctrineros realicen su labor con efectividad. Sin embargo, los misioneros se daban cuenta que el culto a los dioses andinos como Pariacaca o Illapa continuaban, pese al esfuerzo de las órdenes religiosas por detenerlo. Frente a ello los doctrineros tomaron una decisión: se realizaría una caza de todos los ídolos y dioses andinos para la total erradicación del culto "idolátrico" en los Andes. En el siglo XVII se dieron tres campañas de extirpación de idolatrías y tuvieron los frutos esperados. Entre las acciones tomadas por los doctrineros resaltan las penas impuestas a los hechiceros o líderes de los cultos, que eran los encargados de oficiar los ritos paganos. Para buscar a estos "hechiceros" y a los dioses andinos se realizaron visitas especializadas que se dedicaron a buscar los dioses andinos, estudiarlos detenidamente y finalmente destruirlos. Los visitadores debían conocer a fondo la lengua vernacular pues no debían fallar en la interpretación de la fe al idioma materno de los andinos.
La pervivencia del culto andino puede interpretarse como una forma de resistencia a las costumbres españolas y una forma de preservar las tradiciones de cada ayllu. Estas formas de resistencia tuvieron diferentes matices, ya que el culto ya no se restringía a las huacas (entendiendo esta palabra como todo lo que designa lo sagrado), sino que su poder se extendió a incluso solo trozos de los ídolos, los que se podían ocultar con facilidad. Así, una piedra sin ninguna forma extraña pasaba desapercibida para el doctrinero, sin embargo para los andinos esta insignificante roca poseía atribuciones divinas. Otra forma de camuflar el culto andino fue a través de figuras religiosas como Jesús, la virgen María o santo Tomás. Esta fue la más ingeniosa forma de pervivencia del culto, pues los doctrineros no pudieron darse cuenta sino hasta muy entrado el siglo XVII.
EL TAKI ONQOY Y LA RESURRECCIÓN DE LAS HUACAS Movimiento indígena de carácter religioso y político que surge en los inicios de 1560 en el actual Perú, que invocó a los wakas o dioses andinos para derrotar al Dios de los cristianos y expulsar a los invasores españoles del siglo XVI. Su núcleo fue la región de Ayacucho y se propagó por buena parte de los Andes Centrales hasta que fue duramente reprimido por los "extirpadores de idolatrías". Algunos seguidores del Taki Onqoy resistieron subrepticiamente y hoy su tradición es continuada por muchos "danzas" o danzantes de tijeras.
Huacas Una huaca era una fuerza sobrenatural que se encarnaba en cualquier objeto o lugar sagrado. Cada cerro, río, roca y cada manifestación singular de la naturaleza u objetos específicos como templos y enterramientos, eran considerados por sí mismo sagrados. Tenían una fuerte relación con el culto a los antepasados, cuya máxima expresión era la momificación del cuerpo de cada Inca. Los mallqui, cadáveres sagrados y momificados de los fundadores de los ayllu, eran también una categoría especial de huaca y, como las otras, estaban jerarquizados. Las huacas estaban ordenadas en el espacio y jerarquizadas, de acuerdo con sus funciones y con el prestigio de aquellos a quienes representaban y de quienes recibían el culto. El Cuzco mismo. Era una huaca impresionante y en torno a él, orientados en líneas o ceques que partían en todas las direcciones, se organizaban en el espacio las huacas. Como a las huacas se les adjudicaban poderes especiales, se les hacían ofrendas para pedir ayuda. Se ofrecían niños en sacrificio y llamas que eran matadas y enterradas junto a ellos. Durante el imperio incaico había existido un antagonismo entre las divinidades de la etnia dominante y las de los grupos regionales, cada uno de los cuales tenía sus huacas. Vencer a un pueblo era equivalente a que el dios de los Incas había vencido a las huacas locales. Hubo períodos de persecución contra las huacas, mientras que en otros momentos se intentó su incorporación a un panteón conjunto.