HORA SANTA EUCARÍSTICA Lc 24,13-35 Los discípulos de Emaús
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Quédate con nosotros Señor [1]
Introducción En nuestra vida es importante encontrar momentos oportunos para rezar, para encomendarnos al Señor por todo lo que inmerecidamente recibimos diariamente de su bondad, por eso es de mucha importancia contar con herramientas que favorezcan especialmente nuestro encuentro con Jesús en la Eucaristía, donde está vivo y nos espera con los brazos abiertos para mostrarnos su amor y su misericordia a todos los que con fe acudimos a su presencia. Este texto pretende ser la oportunidad para reflexionar sobre nuestra experiencia personal con el Resucitado. Sobre si verdaderamente ha pasado por nuestra vida, vivificándola, así como con los discípulos de Emaús, de tal manera, que continuemos radiantes de alegría la misión de anunciar al Dios vivo y verdadero, fruto de la Escucha de la Palabra y la fuerza del Espíritu de Dios en nuestra vida. Aprovechemos, Aprovechemos, cada momento de nuestra vida para estar est ar con Jesús Sacramentado, acudamos a Él con fe, amor y devoción y pidámosle nos conceda las gracias que tanto necesitamos alcanzar, sea este texto una herramienta valiosa para experimentar un encuentro encuentro personal con Jesús en la Eucaristía.
Oración: Señor Jesús, que en nuestra vida te podamos reconocer al partir el pan, especialmente, desde el amor sin egoísmos a nuestros hermanos necesitados, tus predilectos. Que no pases inadvertido por nuestra vida, cuando te acercas y caminas a nuestro lado y que nuestro corazón arda por la presencia viva de tu Santo Espíritu para que cada día nos adhiramos a ti con el mismo convencimiento convencimiento y amor por la causa del Reino de Dios de una vida digna y justa para todas y todos. Amén. [2]
Hora Santa I JESÚS CAMINA A NUESTRO LADO Canto Exposición del Santísimo Oración inicial: Jesús Sacramentado, que te quedaste con nosotros para acompañarnos acompañarnos y guiarnos por el buen camino de la vida, postrados hoy a tus pies con espíritu de fe, amor y adoración te damos gracias por todos los favores que inmerecidamente recibimos diariamente de Ti, te pedimos nos acompañes, nos protejas y sobre todo que aumentes nuestra fe en Ti, que hoy podamos ser mejores que ayer y que cada día que pasa seamos capaces de llevarte a los demás, danos la fuerza que necesitamos para salir adelante en nuestras dificultades, no permitas nos separemos de Ti y haz que en este momento de adoración podamos encontrarnos verdaderamente contigo, como los discípulos de Emaús, que nosotros también podamos caminar contigo y reconocer tu presencia salvadora en el Santísimo Sacramento del Altar, concédenos la gracia que te pedimos este día y permítenos participar de esta Hora Santa, con fe, amor y devoción. Te lo pedimos a Ti Señor que estás con nosotros y vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. Momento de silencio para ofrecer al Señor S eñor nuestras intenciones y necesidades… [3]
Canto Meditación personal
Canto de aclamación al Evangelio Lucas 24, 13-16 Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que dista setenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó a ellos y caminó a su lado; pero sus ojos estaban como incapacitados para reconocerle. Palabra del Señor.
Momento de reflexión personal en silencio Canto de meditación Reflexión: La experiencia de estos dos discípulos también puede ser la nuestra, y al igual que ellos muchas veces no entendemos que está pasando. No hemos entendido que la Verdad del amor pasa por la prueba del dolor, porque en el sufrimiento se purifica la mente y el corazón, y el oro del amor, se ve libre de todo desecho. De ahí que la experiencia de estos discípulos se repite una y otra vez en la comunidad o en algún apostolado. Un día también fuimos invitados por Jesús a seguirlo, nos sentimos llamados por Él, nos sedujo, nos atrajo hacia sí, experimentamos su amor misericordioso, y lo seguimos. Hicimos nuestras sus palabras: «Eres precioso a mis ojos, estimado, valioso y valorado». Cada uno conoce su historia y experiencia de su propia vocación. Hasta dimos testimonio de qué manera Jesús nos invitó a seguirlo. Estábamos dispuestos a cargar con la cruz y llevarla con gallardía como signo del amor hasta el extremo. La cruz asumida con valentía se convierte en la revolución de la vida y del amor. [4]
Pero en el seguimiento a Jesús no todo es color de rosas, después de un tiempo de perseverancia vienen las pruebas, las dificultades: enfermedades, muerte de un ser querido, un accidente, los males sociales que aquejan a nuestro pueblo, las extorciones, la inseguridad, el caer en la rutina, los problemas en la comunidad, en el matrimonio, familia, el acoso doctrinal de las sectas entre otras cosas, que desequilibra al cristiano haciéndolo tambalear en su fe. Sucede como en el caso de algunos noviazgos cuando se termina el hechizo del amor, los jóvenes han perdido el sentido del mismo, ya no sienten nada y tienden a salir solo por compromiso que con el tiempo los cansa hasta que deciden terminar. Algunos cristianos hacen lo mismo con su comunidad, o compromiso pastoral alguno, con la fe de la Iglesia, con Cristo. La cruz los desconcierta y un día deciden terminar. Estos discípulos más que ir a Emaús, están escapando de Jerusalén y de Galilea. Emaús es algo así como un pretexto. ¿No será que Emaús es un lugar donde se puede escapar de la realidad de la cruz del seguimiento de Cristo, y también cuando no aceptamos el gozo de la Resurrección? Hay muchas formas de Emaús, y de hecho cada uno tiene su propio Emaús o sea que puede estar en cualquier parte. Sería interesante poder reflexionar sobre uno mismo, ponerle nombre a mi Emaús. Para unos puede ser la dispersión, el ensimismamiento, el enfrascarse en lo que más me gusta, puede ser la tristeza, angustia, desesperanza, desaliento, cansancio…
Meditemos personalmente las siguientes preguntas
¿Cuál es mi Emaús personal? ¿A dónde me escapo cuando se hace pesada la cruz o cuando me resisto al gozo? ¿A dónde recurro yo personalmente? [5]
Sería interesante descubrir en este momento cuál es mi Emaús y darle nombre.
Silencio y meditación personal Canto de meditación Como en el texto del Evangelio que estamos meditando, también en la actualidad, sucede lo mismo, muchas personas que un tiempo aceptaron seguir al Señor caminan sin rumbo, tristes, fracasados, frustrados, sin esperanzas, por los problemas de la vida van a la deriva, no saben qué hacer, piensan que Dios los ha abandonado a su suerte; pero no es así, lo que sucede es que el Señor camina con ellos, y al igual que los discípulos de Emaús no lo reconocen. El Señor nunca abandona a sus hijos, (acaso una madre abandona al hijo de sus entrañas, aunque lo haga, yo no lo haré) sino son los hijos quienes abandonan a Dios, cuando atraídos por el pecado, que se muestra tan apetitoso sucumben y caen en la tentación, o cuando los problemas son grandes, son ahogados y esto impide ver al Señor que camina junto a nosotros en el camino de la vida. Dios nos acompaña a través de un amigo, un hermano, su Palabra, su presencia Eucarística que nos reconforta en nuestro caminar cristiano. Que hermosa es la imagen de estos hombres que van caminando y el Señor que les sale al encuentro a buscarlos y caminar con ellos. Hace un tiempo que había conocido a Jesús y Él les había cambiado la vida y ahora, aquel que les prometió tanto había muerto. No le creen a las mujeres que dicen haberlo visto, lo han perdido. Al perder a Jesús se han perdido a sí mismos, no tienen hogar, su corazón está rumeando una tristeza, están sufriendo una pérdida. [6]
Nuestros dolores generalmente están unidos a las pérdidas. Pero hay muchas formas de pérdidas. A veces son pérdidas de personas, pero también hay otras cosas que podemos perder: a veces, la intimidad, la seguridad, la inocencia, el amor, el hogar, los hijos… a veces hemos perdido nuestros sueños, metas e ilusiones y preocupados, angustiados, somos incapaces de hablar de cosas lindas. Por eso en este momento pidamos al Señor nos conceda tener siempre un corazón que hable siempre de las bondades que de Él recibimos, pidamos al Señor nos acompañe siempre en el camino y nos conceda llevarlo siempre a los demás, que las dificultades de la vida no nos inquieten, sino más bien nos ayuden a cercarnos más y más al Señor. Padre nuestro, Ave María y Gloria al Padre…
Canto Oración final: Te damos gracias Señor por esta hora que nos has permitido poder estar contigo en tu presencia viva y resucitada en el Santísimo Sacramento del Altar, te pedimos Señor que nos acompañes en el camino de la vida como acompañaste a los discípulos de Emaús, que nosotros también podamos experimentar tu presencia y sobre todo que no seamos ciegos ni lentos para conocerte, ayúdanos a reconocerte lo antes posible y permite que seamos agradecidos por todo lo que recibimos de Ti, aumenta nuestra fe y permite que podamos amarte y desear nuevamente estar junto a Ti, que vives y reinas con el Padre en unidad del Espíritu Santo y eres Dios, por los siglos de los siglos. Amén. Canto: A tan grande Sacramento Bendición y Reserva del Santísimo Canto final [7]
Hora Santa II A JESÚS LE PREOCUPA LO QUE NOS PASA EN LA VIDA Canto Exposición Santísimo
del
Oración inicial: Amado Jesús Sacramentado, nuevamente estamos ante Ti, para agradecerte por la vida que nos das, para darte gracias por tu resurrección porque a través de ellas nos enseñas que la muerte no es el final de la vida, sino el comienzo de una nueva vida a tu lado, para contemplar tu gloria y tu poder. Te pedimos Señor que nos acompañes y que este día nos permitas experimentar como tu mano nos protege, como tu amor nos acompaña y tu misericordia nos rodea. En tus manos ponemos esta Hora Santa que vamos a dirigir delante de tu presencia viva en la Hostia consagrada, donde por amor a nosotros te has querido quedar para mostrarnos el amor tan grande que nos tienes a pesar de nuestras dificultades y muchas veces de nuestra poca fe, te pedimos Señor que nos ayudes y nos des la gracia que necesitamos para poder seguir adelante en nuestra vida, danos valor, danos entrega, danos fidelidad a Ti y a tus mandamientos. Que en esta Hora Santa podamos verdaderamente sentirte y experimentar tu presencia entre nosotros, preocupado por lo que nos pasa en la vida, concédenos sabernos siempre acompañado y auxiliados por tu misericordia, concédenos poder abrirnos a Ti para contarte lo que nos pasa, para que así podamos encontrar el consuelo y la compañía que necesitamos de Ti para seguir luchando y avanzando [8]
en el camino hacia la vida eterna. Te lo pedimos a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Momento de silencio para ofrecer al Señor nuestras intenciones y necesidades…
Canto Meditación personal
Canto de aclamación al Evangelio Lucas 24, 17-18 Él les dijo: ¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando? Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: ¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella? Palabra del Señor.
Momento de reflexión personal en silencio Canto de meditación Reflexión: Con esta pregunta Jesús estimula a sus discípulos a sacar a flote el problema gradualmente. Ayuda a los dos a ayudarse; no los turba con su intuición profética, diciéndoles que estaban equivocados, sino más bien obra de manera que ellos mismos pongan en claro lo que tienen dentro, que tomen conciencia de lo que están haciendo y viviendo, que desaten los nudos interiores, objetivándolos. Jesús pregunta sobre el objeto de la conversación, o sea sobre su estado de ánimo: «porqué están tristes» ante la pregunta del extraño caminante uno de los dos, Cleofás da una respuesta en dos [9]
momentos: la primera respuesta es un poco impertinente, casi como para alejar: « ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?» Ante esta respuesta Jesús actúa como si nada ha pasado, no tiene en cuenta esta primera brusquedad, sabiendo que las primeras respuestas a menudo no son las verdaderas, son las del erizo que se cierra, para no revelar inmediatamente el misterio de la persona. Jesús recibe la descortesía y la neutraliza con su paciencia, con su bondad y le da cuerda a la conversación, para ganar confianza. Esta respuesta de Cleofás que intenta alejar a Jesús se parece a la de la mujer samaritana, cuando Jesús le pregunta sobre su marido ella cambia la conversación, para ponerse a la defensiva y no reconocer su pecado Jn 4,19-20. Pero Jesús la ayuda a llegar hasta el fondo del problema, hasta lograr que abra su corazón a su amor misericordioso. Él no quiere que anidemos en el corazón todo aquello que degrada a la persona, hasta llevarla a la muerte espiritual. «No quiero la muerte del pecador, sino su arrepentimiento y conversión». Meditemos personalmente las siguientes preguntas
¿Qué hay en el corazón humano que entristece y enferma la vida? ¿Por qué nos ponemos a la defensiva cuando la Palabra descubre lo que hay escondido en el corazón? ¿Te dejas alcanzar por la misericordia de Dios? Basta ya de cargar con algo que carcome la vida. ¿Qué podemos hacer para encontrar el amor y el perdón de Dios?
Silencio y meditación personal [10]
Canto de meditación En nuestra vida caminamos muchas veces sin rumbo, sin dirección, pensando que nadie se preocupa por lo que a nosotros nos pasa, sin embargo, no nos damos cuenta que hay alguien que aún en silencio siempre está pendiente y preocupado por lo que a nosotros nos sucede en la vida. Como hemos leído en la parte del texto del Evangelio que proclamamos al inicio de esta Hora Santa, Jesús camina como un desconocido al lado de aquellos dos discípulos y viendo su actitud, viendo la condición física que llevaban por el camino les pregunta por su situación, les pregunta por lo que les sucede. Aquellos dos discípulos que van desconsolados, tristes, sintiéndose engañados, solos y abandonados, se sorprenden de la pregunta de aquel forastero desconocido que se han encontrado en el camino. La respuesta de uno de esos dos discípulos no es pasiva, no es con corazón agradecido porque alguien le pregunte que les sucede, da una respuesta fría, dura, como diciendo: todos saben que es lo que está pasando y porqué estamos nosotros así y huyendo de Jerusalén, ¿cómo es posible que Tú eres el único que no sepa lo que está pasando aquí? Como podemos notar, la pregunta de Jesús, no es con interés de obtener una respuesta acertada, es más bien una pregunta que abre el diálogo, que permite que ellos se desahoguen y le cuenten a Él, desde su propio corazón y con sus propias palabras lo que sienten, aquello que en ese momento está pasando. Jesús se preocupa por nosotros, quiere ayudarnos a salir delante de todas nuestras dificultades, por eso es importante que seamos agradecidos y hablemos siempre con el Señor, no tengamos miedo de acercarnos a Él, Él nos escucha, nos perdona y nos salva, Él quiere que seamos felices, Él quiere llenarnos de su misericordia, dejemos pues, que Jesús nos cuestione en aquellas cosas que quizás no van muy bien en nuestra vida, respondámosle y encontremos en Él la [11]
compañía, que muchas veces buscamos en lugares o personas equivocadas. Él está aquí hablemos con Él y démosle gracias por preocuparse por lo que a nosotros nos sucede en la vida. Padre nuestro, Ave María y Gloria al Padre…
Canto Oración final: Este día, Señor; queremos agradecerte por la oportunidad que nos concediste para estar nuevamente delante Ti, te pedimos Señor que tu gracia nos acompañe siempre y que todos los días de nuestra vida nos podamos sentir acompañados por Ti, gracias por preocuparte por nosotros, gracias por mostrarnos que eres verdaderamente el amor del padre que se manifiesta en tu bondad y misericordia, bendícenos, acompáñanos y defiéndenos siempre del mal. Gracias, Señor, por buscarnos, por no dejarnos solos en el camino. Nos conoces y sabes que somos presa fácil del desánimo y del abatimiento y nos cuesta mucho reconocerte en nuestra oración. Ilumina nuestra mente y corazón para que sepamos descubrirte y experimentemos esa cercanía que nos llena de paz y amor. Te lo pedimos a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén Canto: A tan grande Sacramento Bendición y Reserva del Santísimo Canto final
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Hora Santa III LAS MUJERES DICEN QUE JESÚS HA RESUCITADO Canto Exposición Santísimo
del
Oración inicial: En esta hora Santa nos dirigimos nuevamente a Ti, Jesús Sacramentado para darte gracias por todo lo que recibimos de tu bondad y misericordia, queremos pedirte perdón por la veces que no creemos desde el primer instante posible todo lo que Tu eres capaz de hacer en nuestra vida, muchas veces nos pasa como a los discípulos de Emaús, no creemos, desconfiamos de lo que nos dicen acerca de Ti, pero hoy Señor, queremos pedirte que aumentes nuestra fe y que nos ayudes a creer cada día más y más en Ti, que no desconfiemos de tu palabra y de las promesas que nos has hecho, Tú estás vivo, y te muestras ante nuestros ojos en la Santa Eucaristía, donde te quedaste para acompañarnos y para demostrarnos que eres grande y que tu amor es para todos los que en Ti creen y esperan, ayúdanos pues, Señor a descubrirte vivo y resucitado en nuestras vida y concédenos la gracia de no dudar de tu presencia resucitada verdaderamente presente aquí en el Santísimo Sacramento del Altar. Te lo pedimos, Señor, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. Momento de silencio para ofrecer al Señor nuestras intenciones y necesidades… [13]
Canto Meditación personal
Canto de aclamación al Evangelio Lucas 24, 19-26 Él les dijo: ¿Qué cosas? Ellos le dijeron: Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos que sería Él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso es que algunas mujeres de la nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles que decían que Él vivía. Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a Él no le vieron. Él les dijo: ¡oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso para entrar así en su gloria? Palabra del Señor.
Momento de reflexión personal en silencio Canto de meditación Reflexión: Ante la pregunta de Jesús sobre: ¿Qué es lo que ha pasado? Los discípulos melancólicos dan una respuesta que sorprende porque se trata de un anuncio sobre Jesús de Nazaret el Salvador, como si fuera una desgracia, anuncian el mensaje de salvación con palabras tristes. Los dos hombres denotan cara de funeral, un reflejo del corazón. Tienen en sus bocas el anuncio de la salvación, porque han estado con Jesús y lo han seguido pero no [14]
entienden como tal, y por eso lo anuncian casi como si fuera una desgracia terrible, irreparable. Y luego continúan: «Nosotros esperábamos que sería Él quien libertara a Israel; pero, a todo esto, ya es el tercer día desde que acaecieron estas cosas. Por cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han dejado asombrados; fueron muy temprano al sepulcro y, no habiendo encontrado su cuerpo volvieron hablando de una aparición de ángeles que dicen que vive». Ante todo esto los discípulos dicen una cosa de la que no se entiende nada, una cosa que no tenía que suceder y que es una tragedia para todos los que esperaban en Él. Esto es un anuncio con palabras pero sin corazón; antes bien, hay un corazón de tristeza, de resignación, de desilusión, que causa amargura en los que dicen y no convencen a los que escuchan. El seguimiento a Jesús no se debe anunciar como una tragedia, un fracaso o una desilusión; los miembros de una comunidad deben transmitir el Evangelio, con alegría como dice el Papa Francisco: «La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida de los que se encuentran con Jesús». EG 1. La vida del cristiano debe ser con fe viva y verdadera, no con melancolía. Revisemos como es nuestro seguimiento en nuestras comunidades. Ojalá que no sea como el mensaje melancólico de los discípulos de Emaús que denota una verdad transmitida con frustración. Meditemos personalmente las siguientes preguntas
Esta forma de hablar o anunciar a Jesús denota que en el fondo del corazón reina la decepción y frustración, no habían entendido el mensaje de Jesús ¿En qué nos parecemos nosotros? Ahora aunque lo tienen a su lado caminando, ellos esperaban ver a alguien diferente. Así nunca verán a Jesús, [15]
por más claro que se les aparezca. ¿Qué nos impide muchas veces a nosotros reconocer a Jesús que camina a nuestro lado? La esperanza que ellos habían tenido, pequeña y a su medida, no les deja aceptar la gloria y el gozo de la resurrección. ¿No será que los intereses personales y muchas veces egoístas se anteponen a los intereses del reino? ¿Sería conveniente y oportuno dejarse penetrar por las palabras de Jesús, para reconocer nuestras debilidades, que no permiten ver claramente al Señor?
Silencio y meditación personal Canto de meditación Cleofás y su compañero sabían cosas sobre Jesús, pero no lo habían interiorizado en el corazón sobre todo el anuncio de la Resurrección, esto queda al descubierto cuando Jesús les echa en cara su incredulidad. Estos discípulos aún no habían descubierto al Dios revelado en Jesús, profetizado en las Sagradas Escrituras, y todo lo escrito sobre Él. Esta falta de interioridad lleva a las personas a vivir desde la intemperie, desde la superficie donde se puede creer con raíces profundas. Sin interioridad la persona se manifiesta insegura, perdida, desequilibrada, rota. Siente que su casa no tiene roca firme; experimenta que su casa está levantada sobre arena y que los vientos recios, las lluvias y temblores la amenazan con la ruina. Mt 7,21-28. Los discípulos de Emaús conocen la Sagrada Escritura, pero rechazan el escándalo de la cruz e ignoran que es la clave para entrar en ella y comprenderla. El Señor muerto y resucitado de quien habla el Evangelio y de quien hacemos memoria en la [16]
Eucaristía nos lleva a acoger la historia de Jesús como realización y explicación de todo el designio de salvación. «Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que crea en Él tenga vida eterna.» Jn 3,16. El Señor nos ayuda a no ser incrédulo, nos ayuda a creer profundamente en Él y en su palabra, Él mismo si se lo pedimos todos los días aumenta y alienta nuestra fe. Padre nuestro, Ave María y Gloria al Padre… Canto
Oración final: Al llegar al culmen de esta Hora Santa, queremos Señor darte gracias por tu resurrección, por la vida que nos das y nos invitas a alimentarla contigo mismos, queremos agradecerte porque al igual que a los discípulos del evangelio que hemos estado meditando en estos días, nos llamas la atención para que no nos desviemos del camino, nos llamas la atención para que no olvidemos todo lo que Tú nos dices a través de tu Palabrea que es vida, gracias porque siempre estás pendiente de nosotros y nos llamas a creer siempre en lo que nos dice la Sagrada Escritura acerca de tu presencia entre nosotros. Ayúdanos a superar la melancolía, la tristeza y todo aquello que experimentamos cuando no somos capaces de comprender tu voluntad, permítenos a prender de Ti que estamos para hacer siempre la voluntad del Padre que nos llama y quiere que todos lleguemos al conocimiento de la verdad. Inflama nuestro corazón con tu amor y permítenos esperar siempre en Ti, que con el Padre y el Hijo vives y reinas, y eres Dios, por los siglos de los siglos. Amén. Canto: A tan grande Sacramento Bendición y Reserva del Santísimo Canto final [17]
Hora Santa IV QUÉDATE CON NOSOTROS SEÑOR Canto Exposición Santísimo
del
Oración inicial: Estamos nuevamente Señor ante tu presencia Eucarística, queremos darte gracias por lo que este día nos has permitido realizar a lo largo de nuestra jornada, gracias porque al final de la misma, podemos encontrarnos contigo, gracias porque hoy podemos acercarnos a Ti verdaderamente presente ante nuestros ojos, en tus manos ponemos todas nuestras intenciones y necesidades y te pedimos las atiendas favorablemente, según sea tu voluntad, danos la fuerza que necesitamos para continuar nuestro caminar, fortalece nuestro corazón para que no tengamos miedo de enfrentarnos a nuestra propia realidad, danos un corazón como el tuyo y quédate siempre con nosotros, Tú eres nuestro Señor y Salvador, Tú eres nuestra vía y nuestra verdad, Tú eres el más grande y omnipotente en quien siempre ponemos nuestra esperanza, Tú eres el dueño y Señor de nuestras vidas, a tu voluntad nos acogemos. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. Momento de silencio para ofrecer al Señor nuestras intenciones y necesidades… [18]
Canto Meditación personal
Canto de aclamación al Evangelio Lucas 24, 26-29 Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre Él en todas las escrituras. Al acercarse al pueblo a donde iban, Él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le rogaron insistentemente: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.» Entró, pues, y se quedó con ellos. Palabra del Señor.
Momento de reflexión personal en silencio Canto de meditación Reflexión: Jesús, ayuda a sus discípulos a entender que su pasión y muerte estaban previstas en el designio de Dios y preanunciadas por las Escrituras. Así reenciende el fuego de la esperanza en el corazón de sus discípulos mientras caminan con Él. A partir de ese momento la conversación se convirtió en una contemplación: Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre Él en todas las escrituras. No sabemos cuánto duró esa maravillosa explicación; probablemente horas, el único dato que tenemos es que se les fue haciendo noche. Esas palabras fueron provocando una reacción en su interior; reavivaron el amor y volvieron a encender la llama de la esperanza. Seguían caminando, pero ya no tenían tanta prisa por llegar. Aunque sus ojos seguían sin ver y sus oídos no acababan de [19]
comprender, su corazón había comenzado a arder, sus vidas se estaban empezando a transformar. Al igual que ese primer día de la semana, Jesús también camina con nosotros, y nos habla directamente al corazón mediante su Palabra. En esta Hora Santa Él nos acompaña. Al grado de arder el corazón con su palabra. Es por eso que se mantiene oculto, no pretende deslumbrarnos a la vista, sino convertir corazones mediante su palabra viva. Porque la fe nace de una predicación, y la predicación por la palabra de Cristo. Rm 10,17. Este es el momento de reavivar nuestra fe. Quizás hace un tiempo ya experimentamos su amor y misericordia, y aceptamos con gozo seguirlo, pero hemos decaído en la intensidad de su amor. Este es el lugar y momento oportuno. Volvamos a encender la llama de la fe y dejemos que nos hable al oído y renovemos nuestro caminar con Él, no antepongamos nuestros intereses personales y egoístas. Él es nuestro Salvador y Señor.
Profesión de fe…
Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, Todopoderoso. Desde ahí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Madre Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de los muertos y la vida eterna. Amén.
Silencio y meditación personal [20]
Canto de meditación Cuando la tarde de aquel día poco a poco iba declinándose en el ocaso, Aquel compañero desconocido se ha hecho apreciar. Su conversación envolvió nuevamente la vida de los discípulos, llenándolos de luz, por eso no querían dejarlo que prosiguiera su camino, sino continuar degustando ese alimento espiritual que les había hecho que volvieran a la vida, algo misterioso estaba sucediendo parece ser patrimonio exclusivo de aquel caminante que les había salido al encuentro. Ambos discípulos no tardaron en invitarlo a quedarse con ellos: «Quédate con nosotros». Ellos querían que la llama encendida en sus corazones no se apagara, para no volver a experimentar aquello que los había alejado de Jerusalén. No habían sido capaces, todavía, ni de descubrir su voz ni de reconocer su rostro, pero su corazón algo intuía. Por eso insistieron en que no se fuera y espontáneamente lo invitaron. El desconocido había pasado a ser un amigo. Jesús nunca impone su presencia. Es importante captar y entender que Jesucristo nunca nos va a imponer su presencia, nunca nos va a obligar a su amistad. Depende primariamente de nosotros invitarle o dejarle de invitar. Si no damos ese paso Él seguirá su camino y todo habrá quedado en un interesante intercambio, pero sin transformación, sin verdadero cambio. Por eso, para muchos Jesús no es más que un desconocido, un atractivo e interesante desconocido, que se cruzó un día por sus vidas, les habló un rato, tal vez días, les impresionó, les impactó, pero no les brotó espontáneo invitarle a quedarse con ellos, a abrirle la propia vida, la casa interior para compartir con Él todo. Y se fue, sin darle la oportunidad de abrir sus ojos, de transformarles y de incorporar definitivamente la experiencia de su amistad a la propia vida, llenándolo todo de sentido. [21]
Si los discípulos de Emaús hubieran dejado que Jesús prosiguiera su camino, su encuentro con Él en el camino hubiera sido una experiencia a medias, no habrían tenido la oportunidad de reconocerlo y mucho menos regresar a la ciudad totalmente otros. Este es el caso de muchas personas quienes han sido encontradas por Jesús en el camino de su vida, han quedado atraídos por Él, pero nunca lo invitaron a entrar en sus vidas… un encuentro a
medias no puede ser. Digamos también nosotros: «Quédate con nosotros Señor». Padre nuestro, Ave María y Gloria al Padre…
Canto Oración final: Al finalizar este momento de encuentro contigo Señor queremos suplicarte, como los discípulos de Emaús a quedarte con nosotros, como ellos también nosotros queremos invitarte a acompañarnos en nuestra vida, queremos invitarte a quedarte siempre con nosotros. Quédate con nosotros señor, Quédate con nosotros este día y tendremos contigo la paz. Quédate con nosotros, no nos dejes, contigo la noche nunca vendrá. Quédate con nosotros, no nos dejes por los caminos del mundo señor. Quédate siempre con nosotros, señor. Tú nuestra vía, verdad y vida: tu presencia esté en nuestro corazón fuente de luz, alegría y amor. Que nuestro día sea fecundo, de obras dignas de bondad, para que nuestra vida sea en el mundo un resplandor que atestigüe tu caridad. Te lo pedimos a Ti que junto al Padre y al Hijo eres Dios y vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. Canto: A tan grande Sacramento Bendición y Reserva del Santísimo Canto final [22]
Hora Santa V TE CONOCIMOS SEÑOR AL PARTIR EL PAN Canto Exposición Santísimo
del
Oración inicial: Te adoro con devoción, Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas apariencias, A ti se somete mi corazón por completo y se rinde totalmente al contemplarte. Al juzgar de ti, se equivocan la vista, el tacto, el gusto; pero basta el oído para creer con firmeza; creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios: nada es más verdadero que esta palabra de verdad. En la cruz se escondía sólo la Divinidad, pero aquí se esconde también la Humanidad; creo y confieso ambas cosas, y pido lo que pidió aquel ladrón arrepentido. No veo las llagas como las vio Tomás pero confieso que eres mi Dios: haz que yo crea más y más en Ti, que en Ti espere y que te ame. ¡Oh memorial de la muerte del Señor! Pan vivo que das vida al hombre: concede a mi alma que de Ti viva y que siempre saboree tu dulzura. Señor Jesús, bondadoso pelícano, límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre, de la que una solo gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero. Jesús, a quien veo oculto, te ruego que se cumpla lo que tanto ansío: que al mirar tu rostro cara a cara, sea yo feliz viendo tu gloria. Amén. Momento de silencio para ofrecer al Señor nuestras intenciones y necesidades… [23]
Canto Meditación personal
Canto de aclamación al Evangelio Lucas 24, 30-31 Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero Él desapareció de su vista. Palabra del Señor.
Momento de reflexión personal en silencio Canto de meditación Reflexión: Jesús, por tanto, acepta la invitación a entrar en la casa de sus compañeros y a sentarse a su mesa. La mesa es, tal vez, el lugar más familiar de una casa. En torno a la mesa nos descubrimos unos a otros, es el lugar donde rezamos para dar gracias a Dios, donde preguntamos, comentamos o nos contamos las cosas. Es el lugar de las sonrisas, pero también de las lágrimas. La mesa es, también, el lugar donde la distancia y los silencios se hacen más dolorosos; donde los hijos perciben la tensión o el amor de sus padres y donde los hermanos y hermanas expresan sus enfados, envidias o el verdadero aprecio. En torno a la mesa sabemos si hay amor o si, por el contrario, hay rencor y división en la familia. Jesús se sienta a la mesa, y al hacerlo, de ser el invitado pasa a ser el anfitrión y realiza un gesto familiar dentro de la tradición judía, toma un pan, lo bendice, lo parte y se lo da. Un gesto que no pasa inadvertido a los ojos de los dos viajeros, por el contrario, es el gesto que les convence. ¿Por qué ese gesto fue tan significativo para ellos? Podría haber muchas posibles interpretaciones, yo creo que no fue solo el gesto. Fue una gracia especial de Dios que se había venido gestando desde el [24]
momento en que Cristo se cruzó por su camino, pero que no se podía alcanzar hasta que no se hubiese dado el paso de la invitación. Fue un regalo de Dios, fue el regalo de la fe.
Silencio y meditación personal Canto de meditación Cuando los discípulos reconocieron a Jesús en la fracción del pan, sus sufrimientos, sus racionalismos y sus decepciones fueron superados ante una común convicción: ¿No ardían nuestros corazones cuando nos hablaba en el camino? Lo hemos visto, lo hemos reconocido era Él, tantas horas compartiendo por el camino, y no hemos sido capaces de verlo. Su fe se puso a prueba inmediatamente porque tuvieron que empezar a creer sin ver, sin poder confirmar, tuvieron que empezar a transmitir sin tener más prueba que su propio testimonio. Como los discípulos de Emaús también nosotros hemos de pasar de la decepción al convencimiento; durante esta Hora Santa hemos experimentado el diálogo con Jesús, que produce transformación. No es posible encontrarse con Él y que no haya cambios, la luz de la fe y la esperanza que Él siembra en nuestros corazones nos debe llevar a ser sus testigos en el mundo, no olvidemos que los dos eran discípulos de Cristo, que habían presenciado su vida pública y seguramente presenciaron muchos de sus milagros, escucharon sus enseñanzas y vivieron su amor al prójimo de manera inmediata. Meditemos en las siguientes preguntas y tratemos de experimentar la presencia del Señor que está entre nosotros.
¿Cuántas veces hemos compartido con Jesús en la mesa de la Eucaristía con verdadera fe? ¿Qué experiencia hemos tenido al compartir la mesa Eucarística en nuestra comunidad? ¿Nuestro corazón arde de verdad cuando escuchamos su Palabra? ¿Creemos que Jesús está presente verdaderamente en la Eucaristía? [25]
Es importante que verdaderamente reconozcamos a Jesús en la Eucaristía, después de este momento de reflexión que hemos tenido ayudados por las preguntas que hemos respondido, agradezcamos al Señor porque nos permite estar junto a Él y como aquellos discípulos de Emaús, pidámosle que nosotros también lo reconozcamos en la fracción del pan. Padre nuestro, Ave María y Gloria al Padre…
Canto Oración final: Al llegar al momento final de la Hora Santa de este día queremos darte las gracias Señor por todos tus beneficios, especialmente el de habernos permitido estas aquí delante de Ti, te pedimos Señor nuca permitas nos separemos de Ti, abre nuestros ojos para poder reconocerte, abre nuestros ojos para poder experimentar tu presencia que es vida y es verdad, como lo discípulos de Emaús, también nosotros queremos experimentar el ardor de tu palabra en nuestros corazones y especialmente el latir de nuestro corazón por estar junto a Ti, te amamos Señor y nuestro corazón late sin cesar de amor por Ti, permite que al alejarte de nuestra vista, podamos quedarnos con tu presencia grabada en nuestra mente y en nuestro corazón para llevarte a los demás, a aquellos que nos esperan en la casa o en el trabajo, en la calle o aquí mismo en la Iglesia, que después de haberte contemplado y adorado en este Sacramento admirable de tu amor y de nuestra fe, demos testimonio de lo que Tú eres capaz de hacer por nosotros. Te lo pedimos a Ti que junto al Padre y al Espíritu Santo eres Dios y vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Canto: A tan grande Sacramento Bendición y Reserva del Santísimo Canto final [26]
Hora Santa VI LA CONVERSIÓN VERDADRA Canto Exposición Santísimo
del
Oración inicial: Te alabamos Señor, te bendecimos y te damos gracias por el don tan grande que nos has concedido de quedarte con nosotros en la Eucaristía, gracias Señor porque sabemos que desde este Sacramento nos ves y contemplas los latidos de nuestro corazón que late sin cesar de amor por Ti, gracias por amarnos y por llamarnos para estar junto a tu presencia real, viva y verdadera en el Santísimo Sacramento del Altar, acompáñanos en esta hora y concédenos la gracia de encontrarnos contigo, ayúdanos a ser como Tú, enséñanos a ser misericordiosos como Tú y el padre los son, que nosotros podamos amarte en los demás y que en este día podamos renovar nuestras fuerzas desgastadas por los cansancios y carreras y angustias de este día, líbranos siempre del mal y acompáñanos en el camino como acompañaste a los discípulos de Emaús, que podamos encontrarte y así iniciar y continuar con nuestro proceso de conversión, que cada día, podamos morir a nosotros mismos y podamos renacer a Ti y que de ese renacer contigo brote en deseo de llevarte y transmitirte a los demás, especialmente a aquellos que se han alejado y no creen en Ti, que con nuestro propio testimonio de vida podamos acercar a más personas a tu camino, te lo pedimos a Ti Jesús Sacramentado que estás presente ante nuestros ojos y vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. [27]
Momento de silencio para ofrecer al Señor nuestras intenciones y necesidades…
Canto Meditación personal Canto de aclamación al Evangelio Lucas 24, 32 Se dijeron uno a otro: ¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras? Palabra del Señor.
Momento de reflexión personal en silencio Canto de meditación Reflexión: Podemos darnos cuenta que después de todo el camino que los discípulos habían hecho junto a Jesús es hasta aquí donde cayeron en la cuenta que mientras caminaban al ritmo de las palabras de Jesús se encendió de nuevo en sus corazones el fuego de su amor en pura llama nueva. Un fuego que da calor y luz, porque Jesús ha venido a la tierra a prender el fuego del Padre, y se consume hasta ver toda la tierra arda y viva la experiencia de la luz, y caminen los hombres como hijos del día, hijos de la luz…
sus corazones se llenaron del gozo de su espíritu de alegría. He aquí que el punto central de este relato nos muestra sin dejar duda alguna, sin ocultar detalle, de cómo la conversión, la verdadera conversión proviene de ese encuentro personal e íntimo con Cristo. Estar en la presencia misma de Cristo resucitado es aquel suceso portentoso, pero oculto, de cómo un corazón deja de ser de piedra y se hace carne. (Ez 11,19). [28]
La conversión verdadera consiste entonces en experimentar en la Palabra del Señor, la misma presencia de Dios que nos acompaña, nos guía, nos escucha y quiere que cada día seamos mejores y vivamos de acuerdo a lo que Él nos enseña en su Palabras, también de acuerdo a lo que la doctrina de la Iglesia Católica nos enseña como camino para encontrarnos con el Señor. La conversión consiste en un cambio profundo de mentalidad y al cambiar nuestra mente también cambia y transformamos nuestro corazón, tenemos que esforzarnos por hacer en nuestra vida un verdadero cambio de mente y de corazón, esforcémonos por buscar siempre el encuentro con el Señor y pidámosle a Él nos conceda la gracia de sentir siempre que Él camina a nuestro lado, que nunca nos deja solos, se hace el desconocido, nada más para medir nuestra capacidad de actuar y tomar buenas decisiones en la vida, lo hace para evaluar cómo está nuestra fe en Él. Pidamos al Señor nos de la gracia de esforzarnos cada día por alcanzar la conversión verdadera de la que hoy hemos hablado en esta Hora Santa.
Silencio y meditación personal Canto de meditación El Papa Francisco en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (La alegría del Evangelio) nos dice en el numeral 1: «La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría…»
«Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor». [29]
Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos. Éste es el momento para decirle a Jesucristo: «Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores». Nos hace tanto bien volver a Él cuando nos hemos perdido, insisto una vez más: Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia. Meditemos un momento las siguientes cuestiones ante Jesús Sacramentado.
La fe pasa por la mente, pero su lugar hondo es el corazón. ¿Hemos descubierto la certeza de lo que la mente no es capaz de percibir? Se cree al Resucitado con el corazón: ¿Hemos olvidado el corazón? ¿O le tenemos cierto miedo? Convertirse al Señor es dejar que el corazón arda de amor en su amor: Convertirse al Señor es hacer de Jesús el amor de mi vida.
Después de haber meditado un momento pidamos al Señor ayude y fortalezca nuestra fe, que podamos verdaderamente descubrir a Jesús resucitado que vive entre nosotros y está hoy aquí ante nuestros ojos con su presencia vivificadora para ayudar a nuestra falta de fe, que el Señor nos conceda todo aquello que de todo corazón y con mucha fe hemos pedido hoy. Padre nuestro, Ave María y Gloria al Padre…
Canto
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Oración final: Gracias Señor por permitirnos formar parte de tu familia en la Iglesia, gracias por permitirnos este día poder haber estado delante de Ti, gracias porque nos permites adorarte, porque verdaderamente hemos sentido como tu Palabra hace arder nuestro corazón herido muchas veces por las dificultades de la vida, gracias Señor porque estar contigo es experimentar tu amor, tu bondad y tu misericordia, gracias por este don tan grande de tu amor, acompáñanos, guárdanos, defiéndenos, sé Tú nuestro mayor consuelo, sé Tú la fuente donde nosotros podamos saciar nuestra fe para que, nosotros con nuestra propia vida podamos conducir a los demás. Gracias por esta Hora Santa que nos has permitido vivir, inflama nuestro corazón con tu amor y danos siempre el deseo de buscarte y estar siempre junto a Ti que eres Dios y vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén. Canto: A tan grande Sacramento Bendición y Reserva del Santísimo Canto final
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Hora Santa VII COMUNICAR LA ALEGRÍA DEL SEÑOR RESUCITADO Canto Exposición del Santísimo Oración inicial: Oh Señor mío Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre; yo te adoro realmente en este admirable Sacramento; allí te confieso y te invoco, como que de ninguna manera dudo de la verdad de tu Cuerpo y Sangre, Alma y Divinidad. ¡Ojalá pudiera yo contemplarte y conocerte, amarte, alabarte y glorificarte, como te contemplan, conocen, aman, alaban y glorifican tantos millares de Ángeles y Santos! Justo es Señor, que todas las criaturas del cielo y de la tierra te alaben y te rindan infinitas acciones de gracias por el ardentísimo amor con que bajaste del cielo hasta nosotros, y por habernos dejado en prenda de amor tú mismo cuerpo vivo e inmortal. ¡Oh Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo!, ten misericordia de nosotros, y danos tu paz, y alimenta nuestras almas con esta comida espiritual, para que ni en la vida ni en la muerte nos separemos jamás de tu misericordia. Que cada día podamos creer en tu resurrección y podamos proclamar donde quiera que estemos, que Tú vives y reinas junto al padre y al Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amen. Momento de silencio para ofrecer al Señor nuestras intenciones y necesidades…
Canto [32]
Meditación personal
Canto de aclamación al Evangelio Lucas 24, 33-35 Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían: ¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón! Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido al partir el pan. Palabra del Señor.
Momento de reflexión personal en silencio Canto de meditación Reflexión: Sorprendidos, deslumbrados y enardecidos por el reencuentro con Cristo-Resucitado, los discípulos de Emaús, no podían quedarse encerrados en sí mismos. Sienten la necesidad de gritar, llevar, correr la gran noticia del Señor Resucitado. Les quemaba dentro el fuego de su fe, y, abriendo puertas y ventanas se lanzaron, noche adentro, hacia Jerusalén. Como el hijo pródigo nuevamente recorrió el camino de vuelta a la ciudad, se sintieron nuevos caminantes, nómadas, peregrinos… sentían la necesidad de
ser testigos de la resurrección. De hacer partícipes del gozo de la resurrección a los demás…
Como estos discípulos también nosotros tenemos que ser capaces de transmitir la vida, sobre todo porque creemos en un Dios vivo que está entre nosotros y se quedó en la Eucaristía para darnos vida, para acompañarnos y animarnos a llevar su Palabra a donde quiera que nosotros vayamos. La resurrección de Jesús debe ser para nosotros uno de los acontecimientos más grande de nuestra fe, [33]
porque en la Cruz, Jesús nos enseña que se encuentra la vida, nos enseña que sabiendo llevar con amor nuestra Cruz de cada día somos capaces de resucitar con Él a una nueva vida más cerca del Señor. Jesús con su resurrección devuelve la confianza en la vida eterna, en esperar algo mejor después de nuestra vida terrena, Él mismo nos demuestra que para vivir es necesario morir a nosotros mismos, para poder así, resucitar con Él, pidamos pues, al Señor que nosotros podamos ser parte de su familia y que podamos resucitar cada día con Él, que podamos verdaderamente creer en su resurrección y que al creer nosotros, podamos contagias a los demás la alegría de la resurrección, Jesús está vivo y vive entre nosotros.
Silencio y meditación personal Canto de meditación En la experiencia de los discípulos de Jesús, algo nuevo había comenzado en su historia personal; una luz los había inundado, algo en su corazón les decía que las cosas ya no serían como antes. Su corazón les decía que eran parte de una nueva historia, de una historia acompañada por alguien que está vivo y demuestra su presencia al aparecerse en el camino o en la sala de reunión aún con la puerta cerrada. Jesús no está muerto, ha resucitado y quiere hacernos parte de su historia de vida, quiere hacernos parte de su resurrección. El Señor nos llama para ser parte de su familia y por eso tenemos que reconocerlo resucitado entre nosotros, no tardemos tanto, no seamos como los discípulos de Emaús que habían caminado mucho tiempo con Él y no lo reconocieron, reconozcámoslo presente aquí entre nosotros, reconozcámoslo presente en cualquier momento de nuestra vida, especialmente reconozcámoslo presente en nuestros hermanos e incluso en nosotros mismos. Jesús ha resucitado y por eso estamos alegres, Jesús está aquí y quiere que [34]
nosotros al reconocerlo como los discípulos de Emaús, seamos capaces de ir y de anunciar esta gran noticia a los demás, incluso a aquellos que no creen, a ellos también tiene que llegar esta gran noticia. Pidamos al Señor que nos acompañe siempre en nuestra vida, que sea Él quien guíe nuestro caminar y sobre todos que nos ayude a encontrarnos siempre con Él, con su presencia viva y resucitada, verdaderamente presente entre nosotros en el Santísimo sacramento del Altar. Hagamos nuestras las siguientes preguntas y respondámoslas desde lo más profundo de nuestro corazón, hablando con Jesús y diciéndole cuanto lo amamos y el deseo que hay en nuestro corazón de estar siempre con Él.
El señor ha resucitado… ¿Tu también te has encontrado con Él? ¿Qué esperas?
Corre a dar la gran noticia…
Padre nuestro, Ave María y Gloria al Padre…
Canto Oración final: Jesús Sacramentado, queremos invitarte a permanecer siempre en nosotros, queremos pedirte nos concedas la gracia de permanecer en Ti, para alcanzar la vida eterna y especialmente en este hora de oración, queremos encomendarte a todos los enfermos, ancianos y necesitados de nuestro alrededor, para que Tú los asistas, los ayudes y concedas a cada uno, lo necesario para cada día. Concédenos a nosotros la caridad necesaria para asistir a aquellos que lo necesitan, que no tienen quien por ellos, que están solos y abandonados, que aprendamos a ser como el buen samaritano, caritativos y solícitos con los necesitados, que aprendamos a ser como Tú, capaces de hacer el bien a todos, sin distinción alguna. Ayúdanos y danos la gracia de [35]