FILON TOD O H O M B RE B UENO UENO ES LIBRE
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AG AGUIL ILA AR
FILON
TODO HOMBRE BUENO ES LIBRE
Traduc Tra ducción ción del griego, gr iego, pról pr ólog ogo o y notas de FRANCISCO DE P. SAMARANCH
AGUILAR
Biblioteca de Iniciación Filosófica Primera edición 1962 Cuarta edición 1977
Es propiedad Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723 © 1977 1977 Aguilar Argentina S. A. de d e Ediciones Ediciones Av. Córdoba 2100 — Buenos Aires Impreso en ¡a Argentina — Printed in Argentina
Tít T ítu u lo original flepi re y n a m a erm ermyS yS aiov eXepydepov etv etvcu cu
Escrita en su juventud por Filón de Alejandría (hacia 20 a. de J.C.*?)
PROLOGO
PROLOGO
Habitualmente se cree que este tratado es una obra de juventud de Filón. Ciertamente difiere de la gran mayoría de sus otras obras. Aquella profusión profu sión de citas citas bíblicas de los otros tratados tratados se se ve reducida aquí a no más de media docena de alusion alusiones es,, a veces indirectas indirec tas sólo. sólo . En camb c ambio, io, demuestra un claro conocimiento o erudición de la casuística y la leyenda griega, y manifiesta una tendencia decididamente estoica en la defensa del hombre sabi sabio. o. Podemos Pode mos fundadamente creer creer que la obra corresponde a una época de su vida en que aún vivían con el frescor de lo reciente en su espíritu las dialécticas de las escuelas filosóficas. Y también que es anterior a la época en que decididamente hizo de su vida una entrega al estudio e interpretación del Pentateuco. Se ha atacado la genuinidad de la obra. Con poco fundamento. funda mento. Eusebio la incluye incluy e claramente en la lista de obras de Filón, haciendo incluso un amplio extracto de ella, y fue también utilizada en gran escala por San Ambrosio, aunque él no haga referencia al autor de la misma. Aparte de esto, está viva la íntima semejanza de lenguaje y estilo, notablemente íntima esa semejanza, si se tiene en cuenta la enorme diferencia del tema de la obra presente, comparado con los temas del cuerpo principal de sus tratados.
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El tratado no es más que un argumento que quiere demostrar la verdad de la paradoja estoica de que solamente el hombre sabio es libre. La paradoja es uno de los aspectos mejor conocidos del estoicismo. El principio originario de este sistema, según el cual lo moralmente excelente es lo único que es bueno, lleva en consecuencia a la doctrina de que todas las cualidades y capacidades que qu e generalmente gen eralmente se consideran consideran deseab deseables les pertenecen, en sentido verdadero, al hombre virtuoso y sabio. Si bien estas paradojas toman a veces una forma fantástica, como cuando los estoicos pretenden o se supone que pretenden que solamente el sabio puede ser general, piloto, poeta o zapatero remendón, siendo las más obvias que solamente él puede ser libre, rico, noble o bello, son en realid re alidad ad casi casi evide e videncia ncias s inmediatas, de las las que en toda edad se han hecho eco los predicadores y moralistas. Lo peculiar en este tratado es que el autor arguye con una plenitud y una extensión que no tiene paralelo en ninguna otra parte; con todo, puesto que los escritos de los fundadores del estoicismo no han llegado hasta nosotros, no podemos saber exactamente de qué manera lo habían tratado ello ellos. s. A l menos m enos el tratado tratado tiene el m érito o valor interesante de que, cualquiera pueda ser su valor intrínseco, nos ofre o frece ce además además un ejemplo ejem plo de d e la la dialéctica estoica, conservada hasta nosotros casi accidentalmente, ya que forma parte de las obras de un autor que, en sus interpretaciones del Pentateuco, tendía en alto grado a la mente del cristianismo. Esa plenitud y extensión resultan aún más notorias, teniendo en cuenta que aquí tenemos en realidad tan sólo la segunda parte de la disquisi-
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ción. ción. Filón , en efecto efec to,, nos dice al al com ienzo ien zo que que el el tratado iba precedido por otro, cuyo tema era demost demostrar rar que “ tod to d o hombre homb re necio o malo es es un esclavo” . También Tam bién esta esta obra la menciona Eusebio en el catálogo citado antes. La humanidad se divide socialmente en esclavos y libres. También se divide, según el estoicismo ortodoxo, en sabios y necios. Si el sabio es libre, el necio no puede sino ser esclavo; y no se puede pensar sino que hay que tomarlos los dos juntos, com o h izo Cicerón Cicerón.. Respecto de la cuestión de la esclavitud del necio son muy pocas las alusiones o referencias que nos da la obra presente. Todas ellas son meramente incidentales o transitorias. El tópico principal es el de la esclavitud a las pasiones, tema capaz de un desarrollo más extenso. Ligeramente distinto a éste es el de la esclavitud a la opinión de la muchedumbre. El pensamiento de que la esclavitud —significando sujeción— al hombre sabio es la mejor esperanza para el malvado, consecuencia moral derivada de la historia de Esaú, podía muy bien ser desarrollado aparte. Estos podían ser entre otros una serie de tópicos que desarrollar en el tratado mellizo a éste, espigados en las alusiones mismas de Filón y en su manera de pensar. De lo que sí podemos estar seguros es de que la mayoría de sus ejemplos procedían de la historia secular. Esa gran preponderancia de la ejemplificación secular puede ser considerada con toda razón como una señal de que este tratado y el tratado mellizo eran obra de la juventud de Filón. En éste hay solamente en conjunto cinco alusiones o citas del Pentateuco. Este es un aspecto fuertemente
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contrastado con el tratado de Las virtudes, en los capítulos dedicados a la nobleza del nacimiento, en que se desarrolla en realidad esa misma paradoja estoica de que sólo es noble el sabio, pero exclusivamente ilustrada a partir del Pentateuco. Como consecuencia de este carácter secular, la obra parece haber sido poco usada luego por los escritores cristianos, con dos excepciones dignas de nota. Una es la de Eusebio, que extracta toda su relación de las costumbres de los Esenios. La otra es la carta 37 de San Ambrosio, que parafrasea en su gran parte el tratado éste de Filón Fil ón,, aunque sin sin citarle. citarle. Vam Va m os a dar un breve anál anális isis is del tratado. Establece primero el tema de este tratado y del que le precede. Hay que señalar ya desde ahora que estos temas, esas doctrinas tan elevadas, están más allá de la capacidad de comprensión de las muchedumbres que carecen de educación o instrucción. Para esas gentes son una ilusión bárbara. La reacción que tienen estas gentes ante las paradojas de que el sabio y el necio son respectivamente ciudadanos y desterrados, le da pie a una pintoresca descripción. Esa misma esla objeción que ellos ponen a la paradoja de que el sabio es libre y el necio es esclavo. Esas personéis deberían ponerse, igual que hacen los enfermos que se ponen bajo la vigilancia de un buen médico, bajo el cuidado y dirección de un filósofo. Si ellas hacen esto, sentirán la impresión de haber malgastado su pasado. De aquí vemos la necesidad que tiene la juventud de la educación filosófica —los dos primeros capítulos cap ítulos— —.
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Pasamos con esto al tema o idea principal. Hay que sentar previamente que no tratamos de la libertad o esclavitud del cuerpo. La verdadera libertad, igual que la verdadera soberanía, está en el seguimiento de Dios. Con esto, podemos ya hablar de que el hombre sabio es libre del dominio de las pasiones —cap. 3— Lo que el poeta dice razonablemente acerca del desprecio de la muerte es asimismo verdad del desprecio de los demás males, y el hombre sabio afirmará su libertad arrostrando esas cosas con valentía —cap. 4—. Esto se confirma con una cita de la constancia que manifiestan los luchadores del pancracio: de igual manera el hombre sabio permanece impasible ante todo, y consigue así el ser guía de la masa de los hombres vulgares —cap. —cap. 5—. Aquí parece Filón hacer una digresión a fin de demostrar que algunas ideas corrientes acerca de la esclavitud son inconsistentes. Filón las rebate una a una. La primera es que el hecho del servir esclaviza: esclaviza: sin sin embar em bargo go los soldados sirven sirven sin esclavizarse por ello, y los hombres que se han empobrecido sirven también sin dejar de ser libres; por el contrario, a veces los esclavos tienen a otros bajo su control. Otra idea se funda en el hecho d e tener tener que obedecer: no obstante esto esto no esclaviza; los hijos obedecen a sus padres, y aun con eso se reconoce que son libres. Otra: el hecho de ser comprado; sin embargo, los hombres libres son rescatados; y los esclavos comprados a menudo gçbiernan a sus dueños, igual que los leones comprados intimidan a sus dueños—cap. 6—. El argumento se resume demostrando que el hombre sabio es feliz, que es amigo de Dios como Moisés y que, p o r consigu cons iguien iente, te, es lib li b re; re ; además, igual igual
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que se consideran libres las ciudades de leyes duraderas, así también el que obedece las leyes de la razón ra zón —cap. cap . 7 casi casi enter en tero—. o—. Hacia el fin del capítulo 7, comienza Filón un argumento argumento muy com plicado plica do acer acerca ca de la “ ise isego go ría” ría ” o derecho de discus discusión ión en en pie de iguald igualdad ad,, derecho de que goza el sabio y no el necio. Esto se confirma con un dicho de Zenón. Filón supone que éste lo ha derivado de Moisés, que nos cuenta cómo Isaac condenó a Esaú a ser esclavo de su hermano Jacob Ja cob —has —hasta ta el fin f in del cap. 8—. El argumen ar gumento to final fina l es que él “ hom bre sabi sabio o es libre libre porque porq ue hace voluntariamen voluntariamente te lo que es es recto y just ju sto, o, p orq or q u e n o pued pu ede e ser ind in d u cid ci d o a com co m eter et er el mal y la injusticia y trata con indiferencia las cosas que son indiferentes —cap. 9—. Desde este punto hasta el fin del tratado, el argumento decae, y en lugar del mismo encontramos una serie de historias de personas, que nos ejemplifican la pintura que Filón nos ha dado del hombre sabio. Comienza discutiendo la posibilidad de que existan tales personas. Hay quienes dudan de ello. Sin embargo esos hombres existen y han han exis ex isti tid d o, aunque aunqu e sean sean esca escaso sos, s, y también tam bién porque resultan difíciles de encontrar, debido a que ellos buscan vivir apartados de la maldad y el bullicio del mundo. En vez de escudriñar y rebusc rebuscar ar la tierra y el mar a la caza de joya jo yas s y otras cosas análogas, hemos de buscar esos hombre bres. Hemos de recordar aquel aquel tex te x to : “ la palabr palabra a está muy cerca de ti, en tu boca, en tu corazón, en tu man m ano” o” . Los L os pensamientos, pensam ientos, las las palabras palabras y las las obras simbolizados en el texto, producirán buenos frutos, si son son cultivados; cu ltivados; pero, p ero, nosotros nos nos olvid amos de estas cosas y en consecuencia los hombres
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virtuosos son raros .. hasta la primera mitad inclusive del cap. 11—, 11—, Existen Exis ten aún estos estos h o m bres, en la misma Grecia y fuera de ella, entre los persas, entre los indios, en Palestina mismo; esos hombres virtuosos de la Palestina son los Esenios. Filón nos describe a continuación la inocencia de sus ocupaciones, su carencia de esclavos, su constante estudio de la ley, de manera especial, el sábado, su triple amor a Dios, a la virtud y a los hombres, manifestando esto último en particular en su comunicación de la casa y los bienes, y en su providencia por los enfermos y los de edad avanzada —cap. 12. Es Esa exce ex celen lencia cia viene vie ne atestiatesti guada y confirmada por el respeto que les han manifestado incluso los tiranos y opresores —cap. 13—. Con esto pasamos a tratar de los casos individuales. Se cuenta primero la historia del indio Kálano, y la resistencia que opuso a Alejandro —cap. —cap. 14— E ncon nc ontr tram amos os abundantes abunda ntes ejem eje m plos pl os entre los griegos, a partir sobre todo de la poesía y la historia. historia . Entre En tre los semidioses, semid ioses, la pintura pint ura que Eurípid Eu rípides es nos hace de Heracles —cap. 15—. 15—. Pero, Pero , ese ejemplo es poco adecuado. Vamos a los puramente humanos. Nos habla aquí de Zenón de Elea y de Anaxarco —cap. 16—. Y viene luego un argumento a posteriori o a fortiori, apenas esbozado. La intrepidez demostrada por los que no son filósofos nos garantiza que el verdadero filósofo es sin duda aún más intrépido. Entre estos no filósofos se encuentran los atletas, atletas, están están también tam bién los muchachos y las las mujemu jeres, e incluso pueblos enteros, como el caso de los Jantianos Jantia nos —cap. 17 y com co m ienzo ien zos s del de l 18—. 18—. Ello El los s nos manifiestan una fortaleza que acaba en la muerte. Existe también una fortaleza que consiste
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en seguir seguir viv v ivie ien n d o: nos la enseñan enseñan una serie de anécdotas de la vida de Diógenes el cínico, de alguna manera sin aplicabilidad, porque Diógenes era un filósofo. Y eso nos lleva a otras anécdotas de respuestas audaces, como son las de Careas y Te T e o d o r o hasta hasta el fin fi n del cap. 18—. 18—. Lueg Lu ego o de esta digresión, volvemos a la fortaleza que reta la muerte: el ejemplo se basa ahora en las peleas de gallos, que luchan hasta que mueren. Otra digresión hacia el fin del cap. 19. Se reconoce universalmente que la libertad es algo noble y que la esclavitud es una desgracia. Ejemplos de este sentimiento los encontramos en abundancia: el deseo de la libertad política, anhelo de los generales y preocupación constante de los senados; el horror a la esclavitud, manifestado en la exclusión de los esclavos de las ceremonias religiosas, igual que de la dotación de la nave Argos —ha —hasta sta el fin fi n casi del de l cap. 20—. 20 —. Lo que queda del tratado está vinculado, aunque con cierta libertad, al tema principal. El hombre sabio se mofará y sabrá responder prontamente a todos los intentos que pongan en peligro su independencia —resto del cap. 20—. En efecto, igua iguall que los que qu e son son actualm actu almente ente esclav esclavos os a menudo dan muestras de una audacia y libertad de espíritu superiores, cuando se hallan bajo el derecho de asilo de un lugar sagrado, el sabio encontrará también su lugar de asilo y más fuerte en la virtud, y dejará de lado todos los caminos torcidos y taimados. Y acaba el capítulo 21 deciéndonos que es absurdo creer que la manumisión sión conced con ced e la verdadera libertad. El último capítulo —22— recoge una vez más la idea primaria d e que qu e la libertad está está en en la sujeción sujeción
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y elimi eli mina nació ción n de las las pasiones, pasiones, y pond po ndera era la necesidad de la educación de la juventud, en orden a conseguir este fin.
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TO T O D O H O M B R E B U E N O ES L IB R E
CAPITULO I Nuestro anterior tratado, oh Teódoto, tenía como asun asunto to el el que “ to d o hombre malo es un esclavo” , y demost dem ostram ramos os esto con co n muchos much os argumentos argument os razonables e indiscutibles*. El presente tratado es estrechamente afín a aquél, es su hermano mellizo incluso, y en él demostraremos que todo hombre bueno y de valor es libre**. Ahora bien, se nos dice que el santo clan de los pitagóricos enseña, entre otras cos cosas as buen buenas, as, que “ no debéis deb éis pasear pasear por los los cami camino nos s por donde va el el p ueblo” * * * . Esto Esto no quiere decir que debamos andar por lugares escarpados —la escuela no nos prescribe, en efecto, que cansemos nuestros pies— sino que nos indica por medio de esta figura que en nuestras
* Acerca Acerc a de esta esta alusión alusión a otro ot ro tratado previo prev io o anterior a éste, véase lo que se dice en la Introducción Analítica a esta obra. *• Por Po r lo que se refiere a las las paradojas estoicas en general, véase la Introducción Analítica a esta obra. *** Esta Esta máxima máxima se encuen encuentra tra en Diógenes Laercio, Laercio , V I I I . 17, 17, en una lista de preceptos alegóricos dados por Pitágoras. He ahi algun algunos os má más: “ no atices atices un un fuego con un un cuchillo” : “ no comáis comáis vuestro vuestro propio cora co razó zón" n":: “ no guar guarde des s pájaro pájaros s con las las uñas encorva encorvadas” das” , etc. Diógenes Diógene s explica e xplica algu alguna nas s de ella ellas s. Resp R espect ecto o de la máxima citada aquí, la forma que aquí ofrece es prácticamente la misma que en la última edición de Dióg. Laerc. Pero, existe otra lectura lectura,, que hay que traducir “ no camines camines fuera de la senda” senda” , que parece parece aludir a una variante que tendiera a hacer más más obvi ob vio o el significado del aforismo.
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palabras y en nuestros hechos no hemos de seguir las huellas trilladas del vulgo. Todos los partidarios genuinos de la filosofía han obedecido este mandato, adivinando adivinan do en él una una ley, o mejor, m ejor, una una atadura o sobre ley*, equiparable a un oráculo. Levantándose por encima de las opiniones del vulgo, ellos han abierto y desbrozado una nueva senda, en la que el mundo exterior no puede en manera alguna caminar, para el estudio y discernimiento de las verdades, y han sacado a la luz de las formas ideales**, que ningún impuro puede tocar o alcanzar. L lam la m o impuros a aquellos aquel los que, sin sin haber hab er jamá jamás s gustado en absoluto la educación, o bien habiéndola recibido de una manera torcida o con tergiversaciones, han cambiado la impresión de belleza de la filosofía en la de fealdad de la sofistería. Esas personas***, incapaces de discernir la luz de los conceptos a causa de la debilidad de los ojos de su alma, que no pueden sino sentirse sentirse deslu deslumbra mbradas das p or el cent ce ntell elleo eo de d e la la luz, así como los que habitan en una noche perpetua no dan crédito a los que viven a la luz del día, y piensan piensan que todas to das sus narraciones narraciones acerca acer ca de lo que ellos han han visto vist o en to t o m o a sí, claramente claramente manifesmanifestado por la pura brillantez de los rayos del sol,
* O bien “ ordenación divina” . Ea una una ley que adem además ás de ser ser más divina, tiene un fin más amplio y es a manera de un principio general. ** A q u í “ idea idea”” en senti sentido do platónico, platónico, que que equiv equivale ale mis abaj abajo oa “ luz luz ment mental al”” . *** Esto es evidentemente evidentemente una remin reminisc iscenc encia ia del comienzo de la República, de Platón, Plató n, V I II , 514 5 14 as as., en en que la humanidad humanidad se se compara a unos prisioneros encadenados en d fond fo nd o de d e una una cueva cueva o caverna, caverna, de espaldas espaldas a la luz, luz, e incapaces de ver ve r nada más más que qu e las las sombras sombras de las cosa cosas. s. A l no ver nada nada más más que eso, creen ellos que las sombras son realidades. realidades.
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son incultos inventos fantasmagóricos, no mejores que las ilusiones de una representación de títeres o los juegos de un prestidigitador*. Seguramente es un absurdo —piensan ellos**— y un truco espectacular, el aplicar los nombres de esta esta manera manera,, dar el nom n ombre bre de d e exilados exila dos a hombres que no solamente pasan sus días en el corazón mismo mism o de la ciudad, sino que incluso tienen su asiento como consejeros, juristas y miembros de la asamblea del pueblo, y a veces asumen el cargo de administrar el mercado, o de dirigir el gimnasio y otro ot ros s serv s ervicio icios s públ pú blico icos; s; co c o m o tambié tam bién n el llamar ciudadanos a los que nunca han sido empadronados o bien han sido condenados a perder todas sus franquicias y al destierro, hombres cogidos más allá de las fronteras, indignos no sólo de poner sus pies pies en el país, sino juntam jun tamen ente te incapace incapaces s de ver a distancia su misma tierra natal, de no ser que, perseguidos hasta allí por alguna especie de furias vengadoras, vengan a cortejar a la muerte. Pues, cuando ellos vuelven ahí, hay innumerables verdugos esperándolos, espoleados a la venganza por sus sentimientos personales y dispuestos también a servir los mandatos de la ley.
* Quizá le sea sea esto sugerido p or d mismo pasa pasaje je citado citad o en la nota anterio ant erior, r, las palabras palabras en realidad realid ad no significan signifi can lo que q ue ¿1 entiende entiende aquí. Platón Plató n no quiere decir que que los prisioneros de la cavern caverna a desprecien despre cien las las realidades realidades por po r las “ cosas cosas maravillosas". Dice Dic e que la pared en que se se mueven o proyec pro yectan tan las las sombr sombras as es com co m o la panta pantalla lla de los prestidigitador prestidigitadores es o magos . . . ** El sentido requiere incuestionablemente que qu e las las palab palabras ras que sigan se refieren como comentarios o expresión de un hombre vulgar vulgar afilós afi lósofo ofo,, aunque aunque en el texto tex to no haya haya ningu ninguna na indicación indic ación de dio. En alguna otra obra de Filón se encuentra esa actitud de aprobar aparentemente unas opiniones que luego condenará —Spec —Spec.. Leg., Le g., I, 336338— 336338—,
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CAPITULO II Seguramente vuestros demás juicios —continúan ellos— son contrarios a la razón, llenos de desvergonzado descaro y locura, o de algo que uno no sabe cómo llamar'*', pues incluso encontrar nombres apropiados para esta extravagancia es difícil. Vosotros llamáis ricos** a los que están totalmente desprovistos de todo, que carecen aun de los elementos más necesarios para la vida, que se arrastran por su triste y miserable vida, proveyendo escasamente a su subsistencia diaria, muriéndose de hambre en medio de la general prosperidad, alimentándose del vacío aliento de la virtud, de la misma manera que se dice que las cigarras se alimentan alimentan del aire. aire. V osot os otro ros s llamáis llamáis pobres pob res a aquellos que están totalmente rodeados de oro y plata, y de un número enorme de posesiones en fincas y en rentas, y otras incontables cosas buenas, en una abundancia inextinguible, cuya riqueza no solamente beneficia a sus parientes y a
* Literal Literalmente: mente: “ yo no conozco” conoz co” . Este Este empico empico de le prim primer era a persona m una una afirmació afirm ación n de las opiniones opinio nes de otras otras personas personas,, parece parece extraño, pero se repite repite por po r lo menos otras otras dos veces en Filón. ** L a parado paradoja ja entre entre el hombre bueno rico y el hombre malo malo pobre, es muy corriente. La constante insistencia de Filón en el contraste entre riqueza ciega y riqueza vidente viene a ser austancialmente la misma.
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sus amigos, sino que rebasa las fronteras de la familia fam ilia para llegar llegar igualmente a los compañeros de tribu o de barrio, y tomando aún más altos vuelos proporcionara al estado todo lo que él necesita, en tiempo de paz o en tiempo de guerra. Forma parte del mismo sueño fantástico que os atreváis a asignar la esclavitud a los que están vinculados a un distinguido linaje por parte de ambos progenitores, los que indiscutiblemente son nacidos de buena cuna, no solamente cuyos padres, sino también cuyos abuelos y antepasados, hasta los mismos fundadores de la familia, son grandemente distinguidos, tanto en la línea de los varones como en la de las mujeres; y que, en cambio, asignéis la libertad a quienes en la tercera generación son herederos de las marcas del hierro candente, de la cadena y de la servidumbre inmemorial.
Eso es lo que piensan ellos, pero todo ello es, como yo he dicho, charlatanería de hombres con las mentes ofuscadas, esclavizados a la opinión, que se apoyan en los sentidos, cuyo inestable consejo siempre está abierto a los cohechos que vienen de sus admiradores. Si ellos buscaran de todo corazón la verdad, no debían excederse tanto a sí mismos en la prudencia y solicitud por la enfermedad del cuerpo. En su afán de conservar la salud se confían a médicos, pero no manifiestan ninguna inclinación a arrancar la enfermedad del alma de su indisciplinada grosería acudiendo al hombre sabio, de quien no solamente desaprenderán rán su ignorancia, ignorancia, sino incluso incluso conseguir ¿ con co n ocimiento que es propiedad peculiar de la especie huma humana. na. Pero, Pero , puesto pu esto que sabemos p or la sagrad sagrada a autoridad autoridad de Platón que la envidia envidia no tiene cabida
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en el coro divino*, y que la sabiduría es la más divina cosa y la más libre, nunca cierra ella su escuela de pensamiento, sino que siempre abre sus puertas a aquellos que tienen sed del agua mansa del discurso, y derramando en ellos una inextinguible corriente de doctrina no diluida, les persuade de que deben embriagarse con una embriaguez que es en sí misma sobriedad. Entonces, cuando, igual igual que qu e los los iniciados en los mistemis terios, han encontrado su satisfacción en las revelaciones, se reprochan grandemente a sí mismos el anterior descuido y tienen el sentimiento de haber malgastado el tiem tie m po y de que su su vida, mientras carecían de la sabiduría, no era digna de vivirse. Es, pues, bueno que los jóvenes, todos y en todas partes, consagren las primicias de sus primeros años por encima de todo a la cultura, donde es bueno para ambos, los jóvenes y los viejos, vivir. Pues, igual que se dice que las vasijas nuevas retienen el gusto de las sustancias que se han vertido primero en ellas, de la misma manera también las almas de los jóvenes reciben una impresión indeleble de las ideas que primero se les han presentado y que no se han borrado por la corriente de los influjos posteriores, y así muestran su primera forma.
Fed ro, 247 A. A.
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CAPITULO III Baste con esto acerca de esta cuestión. Pasemos a aquilatar lo mejor posible el tema de nuestro tratado actual, a fin de que, sin engañarnos por la vaguedad de los términos empleados, no divaguemos de una una cosa a otra, otra , sino que, aprehendienap rehendiendo bien el asunto de que estamos hablando, ajustemos a él nuestros argumentos y demostremos así lo que nos hemos propuesto. La esclavitud se aplica en un sentido a los cuerpos, cuerpos, y en otro ot ro sentido sentid o a las las almas; almas; los cuerpos tienen como señores y dueños a los hombres, las almas a sus vicios y pasiones. Lo mismo vale aplicado a la libertad; hay una clase de libertad cuyo efecto es una seguridad del cuerpo frente a los hombres más fuertes, la otra mantiene la mente en libertad del dominio de las pasiones. Nadie hace de la primera especie de libertad un ob jeto de investigación*. investiga ción*. Porque Por que las las vicisi vicisitudes tudes de los hombres son innumerables y en muchas ocasiones y muchas veces las personas de la más
* Eso quiere seguram seguramente ente significar que la “ libertad libe rtad”” en su sentido literal no puede ser objeto de una investigación filosófica, porque —en la mentalidad de la época— no tiene consecuencias morales de ninguna clase. Es un hecho accidental que no nos dice nada acerca del carácter o la conducta.
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alta virtud, por golpes adversos de la suerte, han perdid per dido o la libertad en que habían hab ían nacido. Nuestra Nuestra investigación, por el contrario, se relaciona con aquellos espíritus que nunca han caído bajo el yugo yu go de la concup con cupisce iscencia ncia,, el tem te m or, or , el placer pla cer o el dolor; espíritus que de alguna manera han escapado de la cárcel y han arrancado las cadenas que les ataba ataban n estrechamente. Dejando Deja ndo,, pues pues,, de lado todos los subterfugios especiosos y los términos que no tienen ningún fundamento en la naturaleza sino que dependen de la convención, tales como son son “ criado criado en ca casa” , “ comprado” o “ capturado en la guerra guerra”” , analicemo analicemos s al hombre verdaderamente libre, el que tan sólo posee la independencia indepen dencia,, aunque un gran número núm ero de gente pretenda ser su dueño. Oigamos la voz de Sófocles, en unas palabras que son tan verdaderas com o un un oráculo oráculo délfico: Dios, y no ser ser m ortal or tal alguno, alguno, es es m i sober soberano ano **. Pues, con toda verdad, el que solamente tiene a Dios como guía, es el único libre, aunque, según yo y o creo cr eo,, es tam ta m bién bi én el guía gu ía de tod to d os los demás, demás, al haber haber recib re cibido ido la responsabilid respon sabilidad ad de las cosa cosas s terrenas del Rey grande e inmortal, a quien él, el mortal, sirve como virrey. Pero, la cuestión de la soberanía sobera nía del d el hombre hom bre sabio* sab io* * debe deb e ser ser relegada relegada a una ocasión más propicia, y hemos de examinar ahora cuidadosa cuida dosament mente e su libertad. libertad . Si uno observa los hechos con una mirada penetrante, advertirá
* Este verso es citado citad o en Aristóte Aris tóteles. les. Etica eudemiana , lib. V II, II , cap. cap. 10, si bien incomp inco mplet leto, o, con c on Zeus en vez de dios, seg según ún requiere el metro anapéstico. ** Dióg. Laerc., V i l . 122. 122. Esa Esa es probablemen probab lemente te la más común de esas paradojas, y es citada por Filón varias veces.
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con toda claridad que no hay otras dos cosas tan estrechamente afines como la independencia de acción y la libertad, porque el hombre malo tiene una gran cantidad de impedimentos y remoras, como son el amor al dinero, la reputación y el placer, mientras que el hombre bueno no tiene ninguna de estas cosas en absoluto. Este se yergue triunfante por encima del amor, el temor, la cobardía y el dolor, y todo lo demás de este estilo, igua iguall que se yergue yergu e el venced venc edor or sobre el que ha caído en los asaltos de una lucha. Porque él ha aprendid apre ndido o a no n o hacer ningún ningún caso caso de d e los mandatos mandatos y órden ór denes es qu q u e le im impo pone nen n los lo s ileg il egít ítim im o s gobernangobern antes del alma, inspirado como él se siente por el ardiente anhelo de la libertad, cuya herencia peculiar liar es el no obed ob edec ecer er a órdenes órden es ning ningun unas as y no cumplir ninguna voluntad sino la suya propia. Hay personas que alaban al autor de la siguiente línea: ¿Qué esclavo hay que no piense nada en la muerte? *, y creen que él ente en ten n dió di ó bien bi en el pens pe nsam amien iento to que ella encierra. Ya que él significa que nada hay tan apropiado para esclavizar la mente, como el temer la muerte por po r el el deseo de vivir.
Cfr. nota pág. 63.
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CAPITULO IV Pero, hemos de reflexionar que la exención de la esclavitud pertenece al que no piensa nada, no solamente en la muerte, sino tampoco en la pobreza, la mala fama, el dolor y las demás cosas que la mayoría de los hombres consideran como males, aun cuando el mal está en ellos mismos y en su juicio, que les hace experimentar la esclavitud por los trabajos que lleva a cabo, y les hace fijar los ojos en los servicios que él rinde, en lugar de hacérselos poner en la libertad de su espíritu. Pues el que, con un espíritu mediocre y servil, se aplica a realizar acciones mediocres y serviles, contrarias a su propio juicio, es verdaderamente un esclavo. Pero el que se acomoda él mismo y sus cosas a la ocasión presente y voluntaria y pacientemente soporta los golpes de la fortuna, el que se ha conven con vencido cido a sí s í mismo con un pen pensa sarr diligente diligente de que, mientras que lo que es de Dios tiene el honor de poseer un orden y una felicidad perfectos, todas tod as las las cosas cosas humanas humanas y m ortale ort ales s son son arrastradas por los maretazos inconstantes de lo circunstancial y se balancean desigualmente, el que soporta noblemente todo lo que ocurre, éste no necesita nada más ya que le haga a él un filósofo y un hombre libre. Por eso él no obedecerá a nadie que le dé órdenes, aun cuando le amenace con ultrajes, torturas y cosas terribles, sino que le retará abierta y audazmente así:
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Asa y consume mi carne; bebe hasta ia hartura mi negra sangre; pues, antes las estrellas bajarán a la tierra y subirá la tierra a los cielos, ante antes, s, digo, de que puedas puedas o í r de mis labios una [palabra aduladora.
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CAPITULO V He observado, en una lucha de competidores de pancracio, pancracio, de qué manera manera uno de los los comba com batien tien-tes daba golpe sobre golpe con las manos y los pies, unos y otros bien dirigidos, y cómo no dejaba de hacer nada que pudiera asegurar su victoria, y sin embargo abandonó finalmente la arena sin una corona siquiera, en estado de agotamiento y colapso, mientras que el objeto de sus ataques, una masa de carne apretada y compacta, rígida y sólida, lleno de la elasticidad del verdadero atleta, sus tendones tirantes de un extrem o al o tro, firm e com o un pedazo de roca o de hierro, no cedió un ápice ante los golpes, sino que con su resistencia fuerte y tenaz rompió completamente la fuerza de su adversario y acabó alcanzando una completa victoria. Este me parece ser el caso del hombre virtuoso; con su alma, fuertemente fortificada por una resolución firmemente fundada en la razón, él obliga al que emplea la violencia a acabar agotado mucho antes de que él mismo se someta a hacer nada que sea contrario a su juicio. Esta afirmación puede quizá parecer increíble a los que no han tenido ninguna experiencia de la virtud —como le ocurre al que hemos mencionado respecto de los que no conocen el pancracio—, pero, sin embargo, no deja de ser un hecho actual. Eso es lo que tenía ante los
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ojos Antístenes cuando dijo que un hombre virtuoso es muy pesado y difícil de llevar, pues, así como la carencia de sentido es algo muy ligero, liger o, que nunca nunca está está quie qu ieto to,, de la misma manera manera el buen sentido está firmemente fundado, nunca se cimbrea y posee un peso que no puede ser sacudido. sacudido. El legislador legislad or de d e los jud ju d íos ío s describe las las manos del hombre sabio como una cosa pesada*, indicando con esta figura que sus acciones no son superficiales, sino que están firmemente cimentadas, y son el resultado de una mente que nunca oscila. Nadie, pues, puede coaccionarle, ya que él ha llegado a despreciar las dos cosas, el dolor y la muerte, y por la ley de la naturaleza tiene sujetos a todos los necios. Pues, igual que las cabras, los bueyes y las ovejas son conducidos por sus pastores respectivos, y los rebaños no pueden dar órdenes a sus pastores, así también la muchedumbre, que es com o un rebaño, requiere un señor señor y un gobernante, y tiene como guías a los hombres de virtud, designados para el oficio de conducir el ganad ganado. o. H om ero er o llama a menudo menud o a los reyes reyes “ past pasto ores res de d e pueblos” * * ; pero, la natur atural ale eza, za, con con mayor exactitud aún, aplica este título a los buenos, puesto que los reyes están más a menudo en la posición de las ovejas que en la de los pastores. Ellos son llevados por la bebida sin mezcla, por las buenas formas y apariencias, por manjares cocidos y platos sabrosos, y por las exquisiteces creadas por los cocineros y reposteros, ros, para no decir nada de su su avidez avid ez de plata y oro or o y de sus grandes am ambic bicione iones. s. Pero Pe ro,, no hay nada nada
• Exod., X V II , 12. 12. La misma misma interpretación se se nos da en otro pasaje pasaje posterior posterio r del d el autor, con co n algun algunos os aditame aditamentos. ntos. Cfr. Cfr . Leg. Alt., 111 111, cap. ap. 15. **
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Por ejemplo, en la Ufada. II , 243. 243.
que pueda engañar al bueno y es propio de él incluso el amonestar a aquellos que él ve cogidos en las redes del placer.
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CAPITULO V I Que los servicios rendidos* no son ninguna prueba prueba de esclav esclavitu itud d queda evidentem ente demostrado en tiempo de guerra. Vemos en el campo a los soldados trabajando todos en su propio quehacer, acarreando no solamente armas, sino también cargados como bestias con todo lo necesario para su equipo, y haciendo incursiones para conseguir agua, madera para el fuego o forraje para los animales. En cuanto a los trabajos requeridos para defenderse contra los enemigos, tales como son el cavar zanjas, edificar murallas o construir constru ir trirremes, y todas las las demás demás operaciones opera ciones prácticas o subsidiarias en que se emplean las manos y el resto del cuerpo, que no hay necesidad de enumerar. Por otra parte, hay una guerra del tiempo de paz, una guerra provocada por la pobreza y la mala fama y la amarga carencia de las cosas necesarias para la vida, una guerra que fuerza a los hombres violentamente a asumir los trabajos más serviles, cavando y trabajando la
* Estos párrafos del cap. cap. 6, except exc epto o las las últimas líneas “ Si la venta constituyera constitu yera una una esclavitud . . en los que el ejemplo ejem plo de los leones lleva a Filón de nuevo a su tema principal, no parecen venir a cuento acerca del argumento de que solamente el hombre bueno es libre. Quizá haya que considerarlo como una prueba de que. independientemente de la disputa filosófica principal, las pruebas comunes de la esclavitud y la libertad no tienen suficiente consistencia.
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tierra, y ejercitando las artes domésticas, trabajando incesantemente para conseguir una bien magra subsistencia; a menudo incluso acarreando pesos en medio de la plaza del mercado ante los ojos de sus compañeros en edad, que fueron sus camaradas en en la niñez niñ ez y la juventud. juvent ud. Hay otros, nacidos en la esclavitud, que por un feliz don de la suerte desempeñan ocupaciones de hombre hom bres s libres. Se les les encarga a ellos ell os la administración de las casas, de fincas agrícolas y grandes propiedades; incluso vienen a ser a veces los capataces de sus compañeros de esclavitud. Muchos tienen también a su cuidado las esposas y los hijos huérfanos de sus señores, siendo preferidos por su fidelidad a los amigos y miembros de la familia. Pero son igualmen igua lmente te esclavos, aunque aunque prestan, compran, reciben rentas y se ven colmados de solicitudes. ¿Por ¿P or qué, pues, pues, hemos de sorpren sorprender dernos nos de que ocurra lo contrario con trario y de que un homb ho mbre, re, cuya cuy a buena suerte ha dado dad o un viraje a la izquierda, realice luego los oficios de un escl esclavo avo? ? Pero, decís vosotros: “ por po r la obedien obedienci cia a a otro ot ro pierde pierd e él su su libertad” liberta d” . ¿C óm o es, es, pues pues,, posible posib le que los hijos hijo s reciban las las órdenes órd enes de su su padre o su madre y que los alumnos reciban los mandatos o instrucciones de sus instructores? Nadie, en efecto, quiere ser esclavo*; y, sin duda, los padres no mostrarán un odio tan extremo a sus propios hijos, como para forzarlos a que se sujeten sujeten a prestar servicios que, segú según n vosotros, vosotr os, son son señales distintivas de los esclavos. Por otra parte,
* Esto puede entenderse entenderse en dos sentidos: sentidos: tal co m o está en la traducción, traducción, explicánd expli cándolo olo así: los lo s interese intereses s de los padr padres es son son idénticos a los de los hilos, y ellos no pueden querer que éstos éstos sea sean esclavos; o bien, tomándolo con la sentencia previa: nadie que obra voluntariamente es un esclavo, y los hijos obran voluntariamente.
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todo aquel que piense que las personas puestas a la venta por los secuestradores vienen a ser esclavos por ello, se aparta de la verdad. La venta no convierte al que compra en señor, ni el que ha sido comprado se convierte por ello en un esclavo. Los Lo s padres pagan un p recio re cio p or su sus hijos y los hijos con frecuencia por sus padres, si han sido capturados en una incursión o han sido hechos prisioneros en la guerra; y, sin embargo, que estas personas son hombres libres es algo afirmado por las leyes mismas de la naturaleza, que tienen fundamentos mucho más sólidos que las cosas de nuestro mundo.
En verdad, algunos de los que han sido comprados compra dos y vend ve ndid idos os así dan luego lu ego un giro gi ro tota to tall a su situación, hasta el extremo de que ellos vienen a ser ser los señores de sus sus compra com prado dores res,, en lugar lugar de ser ser sus esclavos. Yo he visto con frecuencia a bellísimas esclavas jóvenes, dotadas de una gracia natural para las zalamerías y las palabras dulces, quienes, con esas dos fuerzas, la belleza de su rostro y el encanto de sus palabras, asedian fuertemente a sus propios poseedores. Pues esas dos cosas son ingenios de guerra para atacar a las almas que carecen de lastre y estabilidad, ingenios más poderosos que todas las máquinas de guerra construidas para demoler murallas. Esto se demuestra y confirma por la manera como las cortejan sus propietarios, les suplican y les piden sus favores con insistencia, como si estuvieran rogando a la suerte o a algún genio bienhechor. Si se les desprecia llegan a paroxismos de desesperación y, apenas sorprenden una mirada de benevolencia lencia,, danzan danzan de alegría. alegría. Si la venta ven ta constituye const ituyera ra una esclavitud, podríamos afirmar que un hombre que ha comprado unos leones es el dueño y señor
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de los leones*, siendo asi que, con sólo que los animales le diríjan una mirada amenazadora, el pobre hombre aprenderá inmediatamente por experiencia el cruel y feroz señorío de aquellos que ha comprado. ¿No hemos, pues, con razón, de suponer que si los leones no pueden ser esclavizados, menos aún lo podrá ser el hombre sabio, que tiene en su alma libre e ilesa un poder de resistencia al yugo mayor que el que pueda oponer al mismo naturalmente un cuerpo esclavizado, con todo su poder natural y su fuerza física?
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* F ilón il ón recuerda sin duda la historia aquella de Diógenes el cínico (Dióg. (Di óg. Laerc., Laerc., VI , 75): cuando cuando su sus amigos ofrecieron ofre cieron rescatarle rescatarle de los piratas, piratas, <1 <1 rehusó, rehusó, “ porqu por que e los leones leone s no son son esclavos esclavos de los que los guarda guardan, n, sino que éstos son esclavo esclavos s de los los leones. leones. Porqu Po rque e la señal señal distin dis tintiva tiva del esclavo es es el miedo mi edo,, y las las bestia bestias s hacen que los hombres las teman". tem an".
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CAPITULO VII La libertad del hombre bueno la podemos también aprender apren der de otras mane manera ras. s. Ningún Ning ún esclavo esclav o es es realmente feliz. Pues ¿qué mayor desgracia existe que el vivir sin ningún poder sobre ninguna cosa, incluido uno mismo? En cambio, camb io, el el hom bre sabi sabio o es feliz, lastrado y cargado con su elevada moralidad, que le confiere un dominio sobre todas las cosas, y así, fuera de toda duda y de toda pura necesidad, el hombre bueno es libre. Además, nadie negaría que los amigos amigos de Dios son son libres. Sin duda, cuando estamos conformes en que los familiares de los reyes gozan no sólo de libertad sino también de autoridad, porque toman parte en sus organizaciones y administraciones como jefes, no hemos de dar el nombre de esclavos a los que tienen esta misma relación con respecto a los dioses celestiales, los cuales son amantes de Dios y por consiguiente amados de los dioses, recompensados con el mismo afecto que ellos han mostrado, y en el juicio de la verdad son, como dice el poeta, gobernadores de todas las cosas y reyes de reyes*. El legislador de los
* Por " fi lo s o fía fí a desnuda desnuda”” —literalmente— quizá signifique signifique “ franca” franca” o “ since sincera ra’’ ’ . Posiblemente Posiblement e haya también también algun alguna a alusión alusión a los lo s "gim "g imnos nosofis ofistas tas”” —véase nota pág. pág. 62—, y aun aun quizá más más probablemente a algo que nosotros actualmente no podemos captar.
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jud ju d íos, ío s, con co n un espíritu esp íritu más audaz, llega a un extremo más avanzado y, en el ejercicio de su desnuda o pura filosofía, como él la llama, se atreve a hablar del que está poseído por el amor del Ser divino y rendía solamente culto al Autoex Au toexistente istente com co m o del que ha ha pasa pasado do de hombre a dios, si bien bie n es es un dios di os para los hombres hom bres,, no para las diversas partes de la naturaleza, dejando así para el Padre de todas las cosas el lugar de Rey y Dios Dio s de dios di oses es*. *. ¿Aca ¿A caso so el que ha merec me recido ido obtener tan grande preferencia merece ser considerado un esclavo y no más bien el único ser libre? Aunq Au nque ue no hubiera hubiera sido sido estimado digno de la categoría divina, sin embargo, puesto que tenía a Dios como amigo, estaba ligado a poseer la felicidad absoluta, ya que no era un defensor débil el que él tenía, ni una persona olvidadiza de los derechos de la amistad, en Aquel que es el dios de los amigos y observa cuidadosamente las exigencias de la amistad. Por otra parte, además, ocurre como con las ciudades, ya que de la misma manera que éstas, cuando están bajo una oligarquía o una tiranía, padecen una esclavitud, porque tienen señores crueles y severos, que las mantienen sujetas bajo su dominio, mientras que las que tienen leyes que cuidan de ellas y las protegen son libres, así también ocurre con los hombres en particular. Aquellos en quienes el dominio lo posee la ira, la concupiscencia o alguna otra pasión, o bien algún vicio maligno, están enteramente esclavizados, mientras que aquellos cuya vida está regulada por la ley son libre libres. s. Y la recta razón razó n es una una ley le y infali inf alible ble graba grabada da no por este o aquel ser mortal y, por consiguiente,
* Cfr. Bxod%, V II, 1: “ Mira, Mira, yo te doy do y como un dios para para el Faraó Faraón” n” .
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perecerá como él, ni en pergamino o en tablas y, por consiguiente, carente de alma como estas cosas, sino por la naturaleza inmortal y en la mente inmortal, destinada a no perecer nunca. Según eso, puede alguien maravillarse con toda razón de que haya quienes ignoren las características que tan claramente distinguen las distintas cosas y declaren que las leyes de Solón y Licurgo son totalmente suficientes para asegurar la libertad de las mayores repúblicas, Atenas y Esparta, porque su soberana autoridad es lealmente aceptada por los que gozan esta ciudadanía, y sin embargo niegan que la recta razón, que es la fuente principal de toda otra ley, pueda dar la libertad al sabio sabio,, que obed ob edece ece a tod to d o lo que ella ella prescribe o prohíbe. Por otra parte, además de todo lo que acabamos de decir, tenemos tenem os una una clarísima clarísima evidencia evidencia de la libertad en la igualdad reconocida por todos los buenos al dirigirse los unos a los otros. Así se arguye que los versos yámbic yám bicos os que sigu siguen en a continuación contienen una sana filosofía: pues pu es los esclavos n o tiene tie nen n p a r tic ti c ip a c ió n ninguna nin guna [ en las leyes, y , a su su vez, ve z, eres un esclavo , no tienes derecho a ¡a palabra*. De la misma manera que las leyes de la música ponen a tod os los lo s adeptos adept os de ella en una una iguald igualdad, ad, cuando se trata de discutir acerca de este arte, y
* Se descon des conoce oce la fuente fuent e de esta estas s citas. citas. L a segunda segunda de ellas ellas aparece también en Marco Aurelio, XI, 80.
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las leyes de la gramática y la geometría hacen lo mismo con sus respectivos profesionales, así también las leyes de la vida y la conducta humanas crean una igualdad similar entre aquellos que son ya provectos en las cuestiones y ciencia de la vida. Ahora bien, los buenos son todos provectos o proficientes en estas materias, ya que sus progr p rogresos esos abarcan toda tod a la naturaleza. naturaleza . Y se admite sin discusión que algunos de estos buenos son libres y, por consiguiente, todos los que gozan del derecho de dirigirse a ellos en pie de igualdad son también libres. Por tanto, ningún hombre bueno es esclavo, sino que todos son libres.
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CAPITUL CAPITULO O V III Con un argumento del mismo tipo se verá claramente que el necio es un esclavo. Las leyes de la música, de la gramática, del arte en general no pueden hacer que el que no es músico, no es literato, no es, en general, artista, esté en igualdad de condiciones para discutir con el que es músico, literato liter ato o artis artista. ta. De D e la misma misma maner manera, a, las las leyes de de la vid a y la conducta no pueden poner p oner en igual igualdad dad de condiciones para la discusión al que es proficiente en las cosas de la vida y al que no lo es. Ahora bien, este derecho de igualdad en la discusión que confieren estas leyes, se da a todos los libres libres ( y alguno algunos s buenos buenos son lib res) re s)*. *. Y en las cosas de la vida los malos no aprovechan, mientras que los sabios son todos proficientes, de manera que ningún malo es libre, antes todos son esclavos. vos. Zenón, Zen ón, que viv ió segú según n la las directrices de la virtud en un grado difícilmente superable, demuestra aún más contundentemente que los
* El argumento parece debe quizá entenderse entenderse así: la “ isego isego ría” rí a” o igualdad de trato entre las personas implica impl ica que sean de la misma categoría social, o ambas libres, o ambas esclavas. Todos los hombres buenos, proficientes en el arte de la conducta, tienen entre sí una mutua mutua “ isegor ise goría” ía” . Luego, Lue go, todos to dos ellos e llos son libres o son son esclavos esclavos.. C omo om o nadie negará negará que al menos men os algunos algunos hombres homb res buenos son libres, libres, se se sig sigue ue . . . Análogamente Análog amente en el argument argumento o de la esclavitu esclavitud d de los malos, á bien no n o se ve cóm o se acomoda a él la base "algunos "algu nos buenos buenos son son libres” .
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malos no están en igualdad de condiciones en su trato con los virtuosos. virtuosos. “ ¿Aca ¿A caso so no se lament lamentará ará el malo de contrariar al bueno? ” , dice dic e él. él. El hombre malo, por tanto, no tiene derecho de hablar a un hombre bueno como a su igual*. Sé que mucha gente ge nte criticará critic ará esta estas s palabra palabras s y sostendrá que la cuestión o el argumento de Zenón manifiesta presunción más bien que buen sentido. Pero, cuando hayan acabado sus burlas y hayan dejado de reírse, si quieren mirar íntimamente y buscar una clara inteligencia de la frase, reconocerán, para su total confusión, la absoluta verdad de la misma y que nada lamentará tanto un hombre como el que un sabio se niegue a escucharle. Pues, la confiscación de la moneda, la pérdida de todas las franquicias, el destierro, la injuña de ser azotado o cualquier otra cosa del mismo tipo, son cosas pequeñas o de poca monta cuando se oponen a los vicios y a los resultados que derivan de ellos. Pero, la mayoría, que a causa de la ceguera de su razón no discierne los daños que el alma ha sufrido, sienten solamente la pena de las injurias extemas, porque la facultad del juicio, la única que los puede capacitar para aprehender el daño de la mente, les ha sido quitada. Pero, si ellos recuperaran la vista, vista, y observaran las las ilusiones y engaños que trae consigo la necedad, los ultrajes que ha cometido la cobardía, y todo aquello que la imbecilidad de d e la incontinencia y la ilegalidad de la injusticia han llevado a cabo, se llenarían de una pena sin fin por el estado calamitoso en que se hallaba lo mejor que ellos
* Algunos Algu nos autores toman esto com co m o parte de la cita de Zenón. Otros creen que no es sino una inferencia de Filón, supuesta la cita de aquél. Estos se apoyan en que algo más abajo se trata enteramente enterament e de la cita de Zenón . sin hacer referenc refe rencia ia algun alguna aa esta Inferencia.
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poseían, e incluso rehusarían recibir todo consuelo, al ser tan grandes los males que les habían acaecido. Podemos muy bien suponer que la fuente de la que Zenón sacó este pensamiento fue el libro de la ley de los judíos, el cual nos habla de dos hermanos, uno sabio y moderado, el otro incontinente, y de qué manera el padre de ambos rogó con lástima que aquel que no había alcanzado la virtud fuera el esclavo de su hermano*. El afirmó que la esclavitud, que los hombres consideran el peo r de los mal males es,, era el mejor me jor don do n posible p osible para para el necio, ya que la pérdida de la independencia independencia le impediría transgredir sin miedo al castigo de la ley, y porque su carácter mejoraría bajo el control de la autoridad que se había puesto sobre él.
Gen., X X V II , 40: “ tú servi ervirá rás s a tu hermano” hermano” .
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CAPITULO IX He dicho hasta ahora todo lo que me parecía necesario para demostrar la proposición; pero, de la misma manera que los médicos usan regularmente una mayor multiformidad de tratamientos para tratar enfermedades de muchas formas distinta tintas, s, así también,cuando tamb ién,cuando se prese presenta ntan n afirm a firmacio acio-nes que se consideran paradójicas, la poca familiaridad que tenemos con ellas nos hace necesaria la aplicación de una sucesión de pruebas que se refieran al asunto. Ya que algunos solamente llegan a entender bajo el impacto de una serie continuada de demostraciones. Asi, pues, el argumento que sigue a continuación se adapta bien a la cuestión. El que siempre obra sensatamente, siempre obra bien; el que siempre obra bien, obra siempre rectamente; el que siempre obra rectamente, obra también impecablemente, sin merecer recriminación, sin faltas, irreprochablemente, inocentemente, y por consiguiente tendrá la capacidad o poder de hacer cualquier cosa y de vivir como desee; y el que tiene este poder debe ser libre. Ahora bien, el hombre bueno obra siempre sensatamente: sensatamente: luego, solamen sola mente te él es es libre. Por otra parte, el que no puede ser obligado a hacer nada y a quien no se le puede impedir que haga haga nad nada, a, no puede pued e ser ser un esclavo. Ah o ra bien, bien, el hombre bueno no puede ser obligado ni impedi
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do; luego, el hombre bueno no puede ser un escla esclavo. vo. Es evidente eviden te que qu e él no se se ve coacciona coa ccionado do o impedido. Uno cualquiera se ve impedido de hacer algo cuando no consigue lo'que desea; ahora bien, el homb ho mbre re bueno bu eno desea cosas cosas que qu e tienen su origen en la virtud, y esas cosas, siendo él lo que es, no puede dejar de conseguirlas. Además, si uno es coaccionado a algo, obra en contra de su voluntad. Pero, dondequiera hay acciones, hay acciones rectas nacidas de la virtud, acciones malas nacidas del vicio, o bien acciones indiferentes o neutras. Las acciones virtuosas las realiza él no p or coacción sino voluntariamente, voluntariamente, puesto que que todo lo que hace es lo que él juzga deseable. Lo vicioso debe ser evitado y por eso ni tan siquiera sueña en hacerlo. Tampoco de manera natural obra él en las cosas indiferentes por coacción. Respecto de estas cosas, su mente, como en una balanza, balanza, tiene tien e su contrap con trapeso, eso, enseñada enseñada a no rendirse a ellas reconociéndoles un peso superior, ni tampoco a mirarlas con hostilidad, como si merecieran aversión. De donde resulta evidente que él no hace nada involunt invo luntariam ariamente ente y nunca nunca es coaccionado, mientras que, si fuera esclavo, sería coaccionado; por consiguiente, el hombre bueno será será un hombr hom bre e libre.
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CAPITULO X Ahora bien, entre aquellos que han tenido poco contacto y trato con las musas, los hay que carece carecen n de toda to da inteligencia acerca acerca de los métodos de la deducción lógica, sino que asientan juicios generales basados en las apariencias. Esa gente pregunt pregunta a con frecuencia: “ ¿quién hubo en en el pasado y quién hay ahora que viva de la manera que qu e tú imaginas? imaginas? Una exce ex celen len te respues respuesta ta es decir que en el pasado ha habido quienes han superado a sus contemporáneos en la virtud, que tomaron a Dios como a su único guía y vivieron conforme a la ley de la recta razón de la naturaleza, siendo libres no solamente ellos mismos, sino comunicando a sus vecinos el espíritu de la libertad; liberta d; igualmente igualm ente en nuestro nuestros s propios pr opios días días existen aún hombres formados en la medida de lo posible en la imagen original que nos facilitaron las altas virtudes de los sabios. Pues no es una consecuen consec uencia cia lógica lógi ca que, si las las almas almas de los contradictores han estado despojadas de la libertad, esclavizadas a la necedad y a los demás vicios, lo mismo tenga que ser verdadero de toda la raza hum humana. ana. N i es mot m otiv ivo o de sorpresa sorpresa el que qu e el bueno no aparezca arrebañado en grandes multitudes. En primer lugar, porque los casos de una gran bondad son raros; en segundo lugar, porque ellos evitan la gran gran turba de los irrefl irr eflex exivo ivos, s, y se aíslan en la la
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tranquilidad para contemplar lo que la naturaleza tiene que enseñarles. Su plegaria favorita es que, si es posible, puedan puedan ellos operar o perar una refor re form m a en la las vidas de los demás, ya que la virtud sirve a la prosperidad y al bienestar común. Pero, puesto que esto ha resultado imposible por los hechos atroces que inundan las ciudades, aumentados aún por las pasiones y los vicios del alma, huyen razonablemente, a fin de no ser arrollados y arrastrados por la fuerza de esta corriente, como por la violencia arrolladora de un torrente. Pero nosotros, si tuviéramos algún celo por mejorar, los seguiríamos hasta sus escondrijos más ocultos y, cayendo ante ellos como suplicantes, les exhortaríamos ríam os a que se juntaran a nosotros y humanizaran nuestra vida bestializada, proclamando, en lugar de la guerra y la esclavitud y una multitud de males, la paz, la libertad y la sobreabundante profusió prof usión n de todos tod os los demás demás bienes. bienes. En En la actualidad, con el fin de conseguir dinero escudriñamos todos los rincones, abrimos las duras y rocosas vetas de la tierra, y gran parte de las tierras bajas y una parte no pequeña de las tierras altas están minadas por la búsqueda del oro y la plata,' el cob co b re y el hierro, hier ro, y otras sust sustan anci cias as análo análogas gas.. Las mentalidades mentalidad es más más vacías, divin di viniza izanndo la vanidad, bucean en las las profun pro fundid didad ades es del del mar, ma r, buscando a v er si si yace ya ce esco e scond ndid ido o en sus honduras algún hermoso tesoro que deleite los sentidos sentidos.. Y , una una vez ve z que ha han encont enc ontrad rado o distin distintas tas especies de piedras preciosas de muchos colores, unas adheridas a las rocas, otras, las de más alto precio, a las conchas, conceden todo honor al seductor espectáculo. Pero, por la sabiduría, la templanza, la fortaleza o la justicia, la tierra sigue sin ser recorrida, aunque sea bien accesible, y el mar sigue sin ser navegado, aunque los navegantes lo recorran en todas las las estaciones estacion es veraniegas. veraniegas. Y ,
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sin embargo, em bargo, ¿qué ¿qu é necesidad hay ha y de un largo viaje por tierra o por mar en busca de la virtud, cuyas raíces han sido puestas siempre cerca de nosotros por su Hacedor, como nos dice también el sabio legislador legislador de los jud íos, “ en tu boca, en tu corazón, corazón , en tu tus manos” , indicando con esto figurativamente las palabras, los pensamientos y las las accione acc iones? s? * . Toda To das s esas cosa cosas, s, en verdad, precisan del arte del cultivador. Todos los que prefieren la holgazanería al trabajo, no solamente impiden el desarrollo y crecimiento, sino que también marchitan y destruyen las raíces. Pero, los que consideran nociva la inactividad y se entregan voluntaria y gustosamente al trabajo, hacen lo que hace el agricultor con los tallos muy jóven jóv enes. es. C on un cuid cu idad ado o cons co nsta tant nte e hacen que las las virtudes se desarrollen hasta convertirse en troncos que se levantan hacia los cielos, renuevos siempre florecidos e inmortales, produciendo y sin dejar nunca de producir frutos de felicidad, o bien, según algunos dicen, no tanto produciendo cuanto sintiendo ellos en sí mismos esta felicidad. A esos los llama Moisés a menudo con el nombre compuesto de frutostotales**. En el caso de las plantas que brotan de la tierra, ni los árboles son el fruto, ni el fruto es los árboles, pero en la plantación del alma los vástagos de la sabiduría, la justicia, la templa tem planz nza, a, tiene tie nen n su ser ser enteros enter os completamen com pletamente te transformados transformados en en fruto.
* Estos párrafos párrafos se apoyan en Deut., X X X , 11*14 11*14;; parte parte del text te xto o se cita actualmente, pasaje pasaje que se se cita frecuentem frec uentemente ente en Filón, por ejemplo. De las virtudes , cap. 34, interpretando de la misma misma manera que aquí aq uí el versíc v ersículo ulo 14. ** Significa que, mientras mientras que en los huertos natu natural rales es el fruto solamente llega en el estadio estadio o fase fase final, en la vida espirit espiritual ual todo to do es fruto.
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CAPITULO CAPITULO XI XI Ten T enie ien n do, do , pues, pues, en noso no sotr tros os mismos mism os tales recursos y poten po tencia cialid lidad ades, es, ¿no ¿n o nos averg av ergon onza zare remo mos s de afirmar que la raza humana carece de sabiduría, una sabiduría que los fuelles podrían encender en llama brillante, como la centella que arde sin llama en la leña? Sin embarg em bargo, o, esa esas cosas cosas p o r las las que deberíamo debería mos s lucha lucharr ardientemente, tan tan intimamente afines a nosotros, tan verdaderamente nuestras, las tratamos con gran flojedad y constante tante indiferencia, y destruimos así los gérme gérmenes nes de la virtud vir tud,, mientras que aquellas cosas cosas en que qu e la la deficiencia fuera un mérito, las deseamos con un anhelo insaciable. En consecuencia, la tierra y el mar están llenos de hombres ricos, de hombres distinguidos y amantes del placer, mientras que el número de sabios, de justos y de virtuosos, es pequeño. Ahora bien, ese pequeño número, aunque escaso, no es absolutamente inexistente. Ten Te n e m os a fav fa v or d e esto es to el test te stim im o n io de G recia re cia y del mundo todo fuera de Grecia. En Grecia florecieron los sabios conocidos también por el nombre de los Siete, nombre especialmente apropiado*, y podemos esperar que tanto antes de
* Aunque Aun que algun algunos os dicen que la “ sabiduría" sabidu ría" y el “ sabio" sab io" son son inexistentes, la conclusión es que cada una de estas cosas es un “ hecho hecho existente". existente".
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ellos como luego de ellos hayan vivido otros su vida, si bien la memoria de los más antiguos se ha desvanecido en el transcurso de muchos años, y en el caso de aquellos cuyas vidas son aún muy recientes se ha oscurecido por la total negligencia de su sus contem con temporá poráneos neos.. En el mundo exterior, donde se hallan los que estiman las obras más que las palabras*, encontramos amplias asociaciones de hombres de la más alta virtud y excelencia. Entre los persas está la orden de los magos, quienes investigan calladamente los hechos de la naturaleza, a fin de alcanzar el conocimiento de la verdad, y por medio de visiones más claras que el lenguaje, dan y recib rec iben en las las reve re velac lacio ione nes s d e la divin div ina a excelenc exce lencia. ia. En la India, también, existe la orden de los Gimnosofistas**, que estudian tanto la filosofía ética como la física, y hacen de todas sus vidas una una exhibición exhib ición de virtud. virtud.
* Esta Esta es la traducción del de l único text te xto o traducible traducible entr entre e todos los manuscritos Sin embargo, resulta prácticamente ininteligible. Colson cree que el texto griego debe ser corregido de modo que dgnifiqu dgn ifique: e: “ en que los hechos son tenidos tenido s en más más alta estima estima que las pala palabr bras as”” . En apoyo ap oyo de esto hay que notar notar que Estrabón, Estrabón, X V , I, 59. cita a Megásten Megástenes, es, quien quie n dice d ice de los Brahmanes Brahmanes que “ eran eran m is fuertes y mejores mejore s en las obras que en las las palabras". palab ras". Es Es por po r lo menos muy probable que Filón tuviera aquí presente a Megástenes ** N o sabemo sabemos s con certeza certeza qué es lo que entendió Filón con el término de Gimnosofistas, Gimnosofistas, si no fue más que otro ot ro nombre con que se designaba la casta de los filósofos indios o Brahmanes, o quizá un tipo especial de asceta de entre esta y las demás castas Con la misma vaguedad que aquí son mencionados por Estrabón. XVI, 2, 39, junto con los magos y los adivinos de otras naciones. La descripción descripció n que qu e más se acerca acerca al nombre nomb re griego es la que da definidamente defin idamente Fiavio vi o A n la n o —s —s I I d. de C.—, quien se se supo supone ne citaba también a Megásten Megástenes: es: dice di ce de la cas casta ta filo sófic só fica a de la India que en su totalidad vivía viv ían n desnudo desn udos s Desde luego la leyenda que recibió Filón Filó n compren com prendía día dos cosas cosas:: a) a ) la creencia de que los los filóso filó sofo fos s constituían una casta casta;; b ) la d e que algunos algunos de ellos practicaron un ascetismo especial, sin especificar más en qué consistía
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CAPITULO XII Ta T a m p o c o la Siria Si ria Palestinense Palest inense ha deja de jado do de producir una excelencia moral elevada. En ese país vive una una parte considerable de la nación nación muy populosa de los judíos, incluyendo, como se ha dicho, a ciertas personas, más de cuatro mil en número, llamadas Esenios*. Su nombre, que es según y o creo una variac variació ión n de “ ó oa m jc” santidad—, si bien la forma del griego es inexacta, se les dio a ellos, porque se mostraron ellos mismos especialmente solícitos del servicio de Dios, no ofreciendo sacrificios de animales, sino resolviéndose a santificar sus propias mentes. Lo primero que hay que notar en esta gente es que viven en pueblos, y evitan las ciudades a causa de las iniquidades que han llegado a ser inveteradas entre los que habitan en ellas; ellos, en efecto, saben que esa compañía tendría para sus propias alm almas un efect efe cto o mortal, igua iguall que una una enfermedad enfermeda d llevada por una atmósfera pestilencial. Algunos de ellos trabajan en el campo, y otros se ocupan en arte artes s u ofic of icio ios s que qu e sir sirva van n para para coopera coop erarr con la paz
* N o vamos a estudiar en esta nota la cuestión histórica de los Esenios. Sólo queremos hacer notar que lo que Filón nos dice de ai vida y costumbres se se halla también en el historiad histo riador or Josefo, Jose fo, si bien este autor detalla mucho mis todos los aspectos de su vida. Filón, pues, debió conocer de fuente bastante fidedigna lo que nos cuenta.
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y bene be nefic ficiar iarles les así a ellos mismos mism os y a su sus vecinos vec inos.. Ellos no amontonan oro o plata, ni adquieren grandes parcelas de terreno, deseosos de las rentas que produzcan ellos, sino que solamente proveen a lo que viene impuesto por las perentorias necesidades de la vida. Pues, mientras ellos están casi solos entre toda la humanidad, dentro de la cual han venido a ser personas sin dinero y sin tierras por una acción deliberada más que por una falta de buena suerte, ellos se estiman excesivamente ricos, ricos, porqu po rqu e ellos juzgan que la frugal frugalidad idad con la alegría es, como en verdad es, una abundancia abundancia de d e riquezas. En cuanto cua nto a los dardos, dardos, las jabalinas o las dagas, o bien los yelmos, corazas o escudos, no es posible encontrar entre ellos un solo hombre que los fabrique, ni, de una manera general, persona alguna que construya armas o máquinas de guerra o ejerza ningún trabajo relacionado con la guerra, como tampoco ningún trabajo pacífico que fácilmente pueda degenerar en vicio; ellos, en efecto, no poseen la indeterminada idea del comercio, ni al por mayor o al detalle, ni de tipo marino, sino que conjuran y apartan de sí todo lo que induce a la codicia. No se puede hallar ni un solo esclavo entre ellos, sino que todos son libres, intercambiándose mutuamente sus servicios, y denuncian a los poseedores de esclavos, no solamente por su injusticia al ultraj ultrajar ar y viola vi olarr la ley de la igualda igualdad, d, sino también por su impiedad al anular la ley de la naturaleza, que al igual que una madre ha dado a luz y ha alimentado a todos los hombres por igual, y los hizo verdaderamente hermanos genuinos, no tan sólo en el nombre, sino en la misma realidad, si bien este parentesco ha sido llevado a una tremenda confusión por el triunfo de la maldita codicia, que ha labrado entre ellos una una extranjería en vez de una afinidad, y una enemistad en lugar
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de una amistad. En cuanto a la filosofía, dejan de lado la lógica lóg ica para los que andan andan a caza de palabras sólo, como algo no necesario para la adquisición de la virtud, y lo físico o la física lo dejan a los visionarios charlatanes como algo que está más allá de lo que puede captar la naturaleza humana, reteniendo tan sólo aquella parte que trat trata a filosófica filos óficam m ente ent e de d e la natur naturale aleza za de Dios y de la creación del universo. Ahora bien, la parte que corresponde a la ética la estudian ellos muy aplicadamente, tomando como maestros e instructores las leyes de sus padres, que sin duda no pueden haber sido concebidas por el alma humana sin la inspiración divina. Son instruidos en ellas durante todos los demás tiempos, pero de manera especial el séptimo día de cada c ada seman semana. a. Y a que qu e este d ía ha sido designadesignado aparte, a fin de que sea considerado santo, y en él se abstienen de todo otro trabajo, y se dedican dedica n a reunirse en los lugares lugares sagrados sagrados que qu e llaman llaman sinago sinagoga gas. s. A l l í , colo co loca cado dos s en filas según según sus edades, edades, los más más jóven jó venes es por p or deb d ebajo ajo de los mayores, se sientan decorosamente, como corresponde a la ocasión, con oídos atentos. Entonces uno toma los libros y lee en voz alta, y otro especialmente aventajado se adelanta y expone lo que no se ha entendido. Pues la mayor parte de su estudio filosófico toma la forma de alegoría, y en esto emulan la tradición del pasado*. Se ejercitan en la piedad, en la santidad, en la justicia, en la conducta doméstica y ciudadana, en el conocimiento de lo que es verdaderamente bueno, malo
* O bien “ con un ardor digno de los hombre hombres s de la antigüedad” antigüedad” . La misma frase se se encuen encuentra tra en el De la plantación, cap. 38, y en el De la emigración de Abrahán, Abrahán, cap. 36, donde también el significado exac to resu resulta lta un tanto incierto.
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o indiferente, y en cómo elegir lo que quieren y evitar lo que se opone a esto, tomando como normas definidoras de su vida estas tres cosas: el amor am or a Dios, el am amor or a la virtud virt ud y el amor am or a los los hombres. Su amor a Dios lo manifiestan con una gran multitud de pruebas, por su pureza* religiosa, constan con stante te e incorrupta, incorr upta, a lo largo de toda tod a su vida; absteniéndose de jurar, por su veracidad, por su fe en que la Divinidad es la causa de todas las cosas buenas y de ninguna cosa mala; manifiestan su amor am or a la virtu d por po r su su espíritu esp íritu libre libr e y ajeno ajen o al al amor al dinero, a la buena fama y al placer, por el dominio de sí mismos y su paciencia, y también por su frugalidad, por su vida sencilla, por su alegría y contento, por su humildad, por su respeto a la ley, su firmeza y otras cualidades analogas; manifiestan su amor a los hombres en su benevolencia y en su sentido de la equidad, por su espíritu de camaradería y convivencia, que desafía toda descripción, aunque unas breves palabras acerca de él no estarán de más. Primero de todo hay que decir que la casa de ninguno de ellos es propiedad suya en el sentido de que no participen todos de ella, ya que, además del hecho de que viven todo to dos s juntos junt os en comunidades, su su puerta está está abierta a cualesquier visitantes de donde sea que compartan sus convicciones convicc iones.. Por otra parte, todos ellos tienen un único tesoro y unos desem des embo bolso lsos s o gastos gastos comun com unes; es; sus ves v esti ti-dos son poseídos en común e igualmente su alimento alim ento es adqu ad quirid irido o de d e esta esta manera manera a travé través s de su institución de comidas públicas. En ninguna otra comunidad podemos hallar la costumbre de
* Es decir, la pureza ceremonial ceremon ial y el evitar toda tod a manc mancha ha.. La pureza de la vida queda m& m&s bien incluida en el “ amor a la la virtud” virt ud” .
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compartir el techo, la vida y el alimento mas firmemente establecida en la práctica actual. Y esto no es más que lo que se podría esperar. Pues todos los salarios que ellos ganan en sus días de trabajo no los guardan como propiedad privada, sino que lo acumulan todo en un depósito común, y p erm er m iten ite n que qu e el b e n e fic fi c io que qu e resulta así de ello el lo sea compartido por aquellos que deseen utilizarlo. No se olvidan del enfermo, con la excusa de que él no puede proveer a ninguna cosa, sino que tienen disponible el costo de su curación y tratamiento en el depósito común, de manera que él pueda encontrar recursos con toda seguridad y más allá de la mayor riqueza. A los hombres mayores y ancianos se les tributa el respeto y cuidado cuid ado que los hijos reales* rea les* dan a sus padres, padres, y ellos reciben de incontables manos y mentes un pleno y generoso mantenimiento para sus últimos años.
* “ Reales” Reales” se dice aquí en su sentido litera) y en oposición al sentido figurativo f igurativo de hijos en la educación educación o en el espíritu, etc.
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CAPITULO CAPITULO XIII X III Tales Ta les son los atletas d e la virtu vir tud d que qu e engendra enge ndra una una filosofía libre de la pedantería del verbalismo griego, una filosofía que lleva a sus discípulos a ejercitarse ellos mismos en acciones laudables, por las que queda firmemente establecida esta libertad que nunc nunca a puede ser ser reducida reducid a a esclavitud. esclavitud. A h í tenemos una prueba de ello. Son muchos los potentados que en muchas ocasiones se han erigido en poder sobre el país. Diferían en su naturaleza y en la línea de conducta que seguían. Algunos de ellos llevaron su gusto por exceder a los animal animales es salva salvajes jes en ferocid fero cid a d hast hasta a el extrem ext rem o del salvajismo. No dejaron por practicar ninguna forma de crueldad. Mataron a sus súbditos al por mayor, o bien, como si fueran cocineros, los trincharon a pedazos miembro a miembro cuando aún estaban vivos, y no dieron tregua a sus manos hasta que la justicia que vigila los asuntos humanos los visitó a ellos con las mismas calamidades. Otros transformaron su locura salvaje en otra especie de vicios. Sus conductas manifestaron una intensa amargura, pero ellos hablaron calmosamente, aun cuando la máscara de su lenguaje blando no ocultaba perfectamente su estado y disposición de rencor. Son zalameros como perros venenosos, y sin embargo cometen males irre
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mediables, y dejan detrás de sí a lo largo de las ciudades los inolvidables sufrimientos de sus víctimas, como monumentos de su impiedad y su inhumanidad inhumanidad.. N o obstante, ninguno de ésos, ésos, ni los más extremadamente feroces ni los más taimadamente astutos, fueron capaces de mantener una sola acusación contra esta congregación de los Esenios o los santos aquí descritos. Incapaces de resistir la elevada excelencia de este pueblo, todos los trataron como a quienes se gobiernan a sí mismos y son por naturaleza hombres libres, y exaltaron sus comidas comunes y ese inexp ine xpres resab able le sent se ntid ido o de com co m pañe pa ñeris rism mo o amista amistad, d, que qu e es la más clara evidencia evid encia de d e una una vida perfecta e inmensamente feliz*.
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Acerca Ace rca de lo* lo * Eaenio Eaenios, s, véaa véaae e la nota de pá*' pá *'
CAPITULO XIV Ahora bien, puesto que algunos consideran que las virtudes de los cuerpos grandes no son nunca perfectas perfectas,, sino que ampliamente ampliam ente crecen y mejo m ejoran ran y llegan lleg an lueg lu ego o a un térm té rmin ino, o, hemos hem os d e citar, citar , c o m o una prueba evidente, las vidas de los hombres buenos individualmente consideradas, que son la demostración más clara de la existencia de la libertad. Kálan Ká lano o era un un indio ind io de nacimiento, nacimient o, de la escuela de los gimnosofistas. Considerado como poseedor de la virtud de la paciencia en grado muy superior a todos sus contemporáneos, uniendo las acciones virtuosas a las palabras laudables, se ganó la admiración no solamente de sus compaisanos, sino también de los hombres de otras razas y, lo que es más notable de todo, de los soberanos enemigos. Así, Alejandro de Mace donia, deseando enseñar ai mundo griego un ejemplo vivo de la sabiduría de los bárbaros, como una copia que reprodujera la imagen original, al, com enzó en zó a urgir a K álano ála no a que viaj viajara ara con él desde la India, con la idea de que consiguiera una alta fama en toda el Asia y en toda Europa; y cuando tuvo que dejar el intento de persuadirle, le dijo que él le obligaría a seguirle. La respuesta de Kalano Kalano fue tan tan noble com o oport oportuna una.. “ ¿Qué ¿Qué mérito o motivo de dignidad mostrarás tú a los griegos, Alejandro, si soy obligado a hacer lo que 60
y o no quie qu iero ro hacer? hacer ? El grado gra do de sinceridad sincerid ad que hay en estas palabras es también, y mucho más, riqueza de libertad en el pensamiento. Pero aún más duraderos que sus palabras son sus escritos, y en ellos llevó a un grado máximo las señales evidentes de un espíritu que no puede ser esclaviz esclavizado. ado. L a carta carta que él envió a Alejan Ale jandro dro dice así: “ Kálano a Alejandro. Tus Tu s amigos amig os te urgen a que qu e apliques apliqu es la viol vi olen enci cia a y la coacción a los filósofos de la India. Esos amigos, sin embargo, nunca han visto ni aun en sueños lo que nosotros hacemos. Los cuerpos los trasladaréis vosotros de un lugar a otro, pero no obligaréis a las almas a hacer lo que ellas no quieren hacer, como tampoco pueden obligar los lingotes de oro o las varas a hablar. El fuego produce la mayor destrucción y ruina en los cuerpos vivos: nosotros somos superiores a ello: nosotros nos quemamos a nosotros mismos en vida*. No hay ningún rey, ningún gobernador, que nos obligue a hacer lo que nosotros libremente no queremos hacer. Nosotros no somos como esos filósofos de los griegos, que cuidan sus palabras para las asambleas festivas. Entre nosotros las obras siguen a las palabras y las palabras son consecuencia de las obras. Los hechos pasan rápidamente, y las palabras tienen una capacidad
* En la Vida de Abrahán, Abrahán, del mismo Filón, se establece que los gimn gim nosofistas se quemaban a sí mismos m ismos al extr ex trem em o de su vejez. vejez . Se dice que Kálan Ká lano o puso fin a su su vida vid a de esta ma maner nera. a. Estrabón dice que realmente acompañó a Alejandro, según dicen de acuerdo todos los historiadores y que a los setenta y tres años, al sentirse enfermo por vez primera, se dio la muerte en el fuego en presencia del mismo Alejandro. El mismo Estrabón añade que Megástenes negó que el suicidio fuera impuesto por los filósofos, quienes lo consideraban consideraban una disposic dis posición ión menos recta. recta.
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de vida v ida muy mu y corta: cort a: las las virtudes virtude s nos aseg asegur uran an a nosotros nosotros la la bendición bendición y la libertad ” *. Protestas y afirmaciones como éstas nos traen con facilidad facilidad a los labios el dicho dich o de Zenón : “ ConseConseguirá guirás s más más pro nto nt o hundir una una vejiga ve jiga hinchada, hinchada, que obligar a un un hom bre virtuo vir tuoso so a que haga haga contra su su voluntad volunta d lo que no n o quiere qu iere hacer” . Pue Pues, s, es esa alma alma a quien la recta razón ha fortalecido con principios firmemente establecidos nunca se rendirá ni sufrirá una derrota.
* La reconstrucción de Cohn dice: dic e: “ nuestro nuestros s hechos hechos son son rápidos, nuestra nuestras s palabras palabras son breves br eves;; p ero er o tienen t ienen poder pod er,, asegu asegurán rán-donos la la bendici bendición ón y la libertad libertad”” .
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CAPITULO XV La libertad del hombre virtuoso es también testimoniada por los poetas y escritores en prosa, en cuyos pensamientos se han educado casi desde la cuna los griegos y los bárbaros por igual y han conseguido de esta manera una mejoría y aprovechamiento de su carácter, y han reacuñado en moneda verdadera todos los trozos de metal de sus propias almas que hubiera sido degradado por un crecimiento defectuo so o por p or el el mo do de d e vida vida.. Véase, por ejemplo, lo que dice Heracles en Eurípides: “ Quém Qu émam am e, consum con sume e m i carne, carne, bebe ha hasta sta la saciedad m i negra sangre; pues pu es las las estrellas se se pon po n drán dr án deba de bajo jo de la tierra y la tierra se levantará hast hasta a los cielo ci elos, s, antes de que qu e puedas pueda s o í r de mis labios lab ios una palabra palab ra adula- dora"*. Pues Pues,, con toda to da verdad, verdad , la la zalamería, la adulación y
* Esta es la cuarta vez ve z en que qu e se cita este pasaje. pasaje. Las otras tres tres fueron en Leg. Alt., Alt., III, cap. 71 ;De los., 78, los., 78, y en el cap. 4 de este mismo tratado. Algún Alg ún autor cree que esta esta cita es es del Sileo. Pero Sileo. Pero el hecho de que este nombre salga en uno solo de los lugares queda suficientemente explicado expli cado porque porqu e Heracles Heracles toma parte en la las dos obras. Por otra parte, la actitud que él representa parece muy distinta distinta de la conducta condu cta turbulenta turbulenta del drama satírico.
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el disimulo, en que las palabras están en pugna con el pensamiento, son cosas completamente serviles. Pero, la libertad de expresión, la genuina, sin mancha algun alguna a de bastardía, la que proce pr ocede de de de una conciencia pura, corresponde a los bien nacidos nacidos de cima noble. n oble. Observa, por otra parte, de qué manera este mismo hombre de valor y mérito, aun cuando ha sido puesto a la venta, no parece ser ningún siervo, siervo, sino que infun in funde de m iedo ied o a los obser observador vadores, es, los cuales sienten no solamente que él es libre, sino que además vendrá a ser el señor y dueño de su comprador. Hermes, por ejemplo*, respondiendo a la pregunta de si Heracles es hombre sin dignidad y valor, dice: “ ¿Indigno? Le jos de de eso, completam ente lo co ntra nt ra rio: su p o rte rt e está lleno de dign dignid idad ad,, no hay hay a llí ll í ninguna bajeza jeza.. N o está está untado de de sebo, como los esclavos, y mira cuán elegan- te es es su vestido, y es enérg en érg ico co c o m o para para manejar una clava". Y le repli replica ca el otro: otr o: “ ¿Quién quiere co m pra r a uno un o qu e es es más fu e r te q u e é l m ism is m o y llevá lle várse rselo lo a su casa casa co m o señor de la la misma? Justam ente esp espan- an- ta mirarte a ti, tus ojos están llenos de fuego, miras iras exactamente exactamente co m o un to ro qu e está esperando la acometida de un león".
* Este fragmento de un drama drama satírico de Eurípides Euríp ides nos nos da una una versión distinta de de la de Ap A p olod ol od oro, or o, I I , 6. 2. En éste, éste, Herac Heracles, les, habiendo dado muerte a Ifíto, ha de expiar su crimen con tres años años de servidumbre, servidumbre, y así es vendid ven dido o por p or Kerme Ke rmes s a Onfalia. Durante Durante esta esta servidumbre se rvidumbre da muerte a SUeo, que solía solí a incitar a los extranjeros extran jeros a que cavaran c avaran en su viña.
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Y continúa luego: luego: “Soto tus miradas son una evidencia suficien- te, aunque tú no dices nada, de que no sueles obedecer; dar órdenes, no recibirlas, es la línea de conducta de tu vida". Y Y cuando Sileo, luego de haberle comprado, lo envió a su estado o a sus fincas, demostró con sus acciones que no había nada de esclavo en su naturaleza. En efecto, mató al toro más hermoso que había en el toril como sacrificio a Zeus y lo festejó, y sacó luego una gran cantidad de vino, y echado allí cómodamente, se lo bebió a grandes tragos. Cuando llegó Sileo, indignadísimo por la pérdida de su propiedad y por la conducta fácil y excesivamente desdeñosa de su siervo, Heracles no cambió un ápice su color, ni dejó de hacer en nada lo que estaba haciendo, sino que dijo con la más arriesgada audacia: “Echate y bebamos, y hagamos una prueba jun ju n tos to s , a ver ve r quié qu ién n hará hará esto es to m e jor, jo r, si tú o yo". ¿De qué manera, pues, hemos de describir su actitu act itud d para con co n su su dueño du eño? ? ¿Es esclavo o es señor el que se atreve no solamente a tomarse estas libertades, sino incluso a dar órdenes a su propietario, dispuesto a golpearle y a derribarle si le muestra resistencia, o bien a eliminarlos a todos juntos jun tos si pide pid e la ayuda ayu da de otro ot ros? s? Sin duda, pues, pues, esos títulos de propiedad que registran los llamados compradores son exactamente un motivo de risa y una cantidad de sinsentidos, cuando son echados fuera del tribunal por la fuerza superior de aquellos contra quienes se han redactado,
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menos válidos aún que blancos pliegos de papel, destinados a perecer del todo por la polilla, el tiempo o el moho.
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CAPITULO CAPITULO XV I Pero no es justo, objetará alguien, citar como prueba los hechos y hazañas de los héroes. Ellos poseen una grandeza que está por encima de la naturaleza humana; ellos rivalizan con los seres del Olimpo, y como herederos de un parentesco mixto, una mezcla de semilla mortal y semilla inmortal, son justamente llamados semidioses, ya que el demento mortal que hay en ellos queda sobrepujado por la parte inmortal, de manera que no hay nada extraordinario en ese desprecio suyo de todos los que intentan esclavizarlos. Pase que eso sea así. Pero, ¿qué hay que decir de Anaxarco o de Zenó Ze nón n de Elea? ¿Son ellos acaso acaso héroes o hijos de dioses? dioses? N o obstante, en manos manos de tiranos tiranos de espíritu crud, naturalmente ásperos e irritados incluso hasta la mayor ferocidad por la rabia que les tenían, aunque fueran atormentados con torturas extrañas e ingeniosas, ellos se portaban como si los cuerpos en que ellos estaban pertenecieran a extranjeros o enemigos, y con una actitud altamente desdeñosa tenían en nada el terror de sus verdugos. Pues habiendo acostumbrado al alma desde el comienzo a mantenerse alejada del contacto con las pasiones por su amor al saber y a adherirse a la cultura y a la sabiduría la hicieron vagar lejos y fuera del cuerpo y la llevaron a que
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enco en contr ntrar ara a su pro p ropi pia a casa casa en la sabiduría, sabidu ría, la fortaleza y las demás virtudes. De esta manera ocurrió que Zenón, cuando fue suspendido y estirado en la rueda, para hacerle decir algo que no debía ser revelado, se maniféstó más poderoso que las cosas más fuertes que hay en la naturaleza, el fuego y el hierro. El cortó su lengua de un mordisco y se la tiró al verdugo, no fuera que, bajo el peso de la violencia, pudiera él llegar a expresar involuntariamente lo que el honor debía dejar inexpresado*. Por su parte, la contestación o expresión de Anaxarco manifestó la más firme const constanc ancia ia.. “ Mach Machac aca a la la piel de Anaxa An axa rco” rco ” dijo él, “ a Anaxarco Anax arco mismo mismo no podr podrás ás ma mach cha acarl carle” e” * * . Esos ejemplos de verdadera fortaleza, llenos de un espíritu retador, tienen un un valor valo r que exced ex cede e en en mucho la nobleza heredada de los héroes. La gloria de éstos pertenece a su parentesco con los dioses y no nace de su propia voluntad. La gloria de los filósofos reposa en la perfección de la virtud, libremente querida por ellos, y por ser ella lo que es, inmortaliza inm ortaliza a los que qu e la practican practican con sinceridad.
* Eso mismo se nos cuenta de Zenón. en Dióg. Laerc., Laerc. , IX , 27, como también de Anaxarco. ib. 59. ** En la misma misma historia de Dióg. Dióg . Laerc.. Laer c.. la palabra palabra que expres expresa a la cosa cosa triturad triturada a dice literalmente literalmente “ saco” saco” o “ bolsi bo lsillo” llo” , signific significando ando con ello el cuerpo que contiene el alma: alma: la “ piel” piel ” significa significa aquí aquí lo mismo, más bien que lo que q ue indica su su significado literal. literal.
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CAPITULO XVII Yo conozco muchos casos de luchadores y competidores de pancracio tan llenos de ambición y ansia de la victoria que, aunque sus cuerpos habían perdido su fuerza, renovaron su vigor y continuaron sus esfuerzos atléticos sin otra ayuda a su favor que su alma, a quien dios habían acostumbrado a despreciar los terrores, y perseveran en ello hasta su último aliento. Así, pues, si los que qu e ejercitan su su vigo vi gorr corp c orpora orall han supera superado do el miedo a la muerte, sea por la esperanza de la victoria vict oria,, sea sea par para a evitar que puedan verse a sí mismos mismos com co m o derrotados, derrotados, ¿podemos ¿pode mos supon suponer er que los que ejercitan dentro de sí la mente invisible, el hombre verdadero, albergado dentro de la forma perceptible por los sentidos, aquellos digo que la ejercitan con las palabras de la filosofía y los hechos de la virtud no estarán inclinados a morir por su libertad, de manera que completen así la peregrinación que se les ha asignado, con un espíritu que reta a la esclavitud? esclavitud? Se nos nos da cuenta cuenta de dos atletas at letas que, en una cont co ntien ienda da sagr sagrad ada, a, estaban poseídos de fuerza tan igual, que cada ofensiva del uno, era devuelta con igual intensidad por el otro, de manera que nunca desfallecieron hasta que ambos cayero ca yeron n muertos muertos.. “ Oh dichoso!
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tu propia prop ia proeza p roeza te dest destrui ruirá rá”” * , pod ría algu alguie ien n decir también de estos tales. Sin duda, pues, que si el morir por una guirnalda de acebuche o de apio es una gloria para los que se enfrentan en la arena, es una gloria mucho mayor para un sabio el morir por la libertad, el amor a la cual está en verdad mucho más arraigado en el alma que ninguna otra cosa, no como un accesorio casual, sino como una parte esencial de su unidad, y no puede amputarse sin que todo el conjunto sea destruido como consecuencia de ello. Los estudiosos que investigan los ejemplos de virtud elevada, cantan cantan las las alabanzas alabanzas de aquel m uchacho uchac ho lacede lacede monio, a quien la raza o quizá su propia naturaleza concedió un espíritu que no podía tolerar la esclavit esclavitud. ud. Redu Re ducid cido o a la cautividad por un miembro miembro de la familia familia de A n tíg o n o ** , se se someti sometió ó a los trabajos propios de un hombre libre, pero se rebeló y se opuso a todos los trabajos serviles, manifestando abiertamente que él no sería un esclavo. esclav o. Y , aunque a causa causa de sus tiernos tiern os años no había recibido aún el sólido alimento de las leyes de Licurgo, sin embargo, con haberlas simplemente saboreado, juzgó que la muerte era un bien más dichoso que esa vida presente sin valor, y desesperando del rescate, se dio fin a sí mismo alegremente***. Existe también la historia de las mujeres dardánicas, hechas prisioneras por los macedonios. las cuales, considerando que la esclavitud era la peor de las desgracias, arrojaron los hijos que estaban criando en la parte má más profunda profun da del río ,
*
Ufada. VI, Ufada. VI, 407.
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An tíg on o Posó Po són, n, que conquistó Esparta Esparta en 221 a. de C.
*** L o mism mismo o cuen cuenta ta Séneca,E Séneca,E p i t t . 77; según él se dio muerte golpeando su cabeza contra un muro.
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exclamando: exclam ando: “ vosotr vos otros os al menos menos no ser seréi éis s escla escla-vos, sino que, antes de que comience vuestra vida de miseria, interrumpiréis la senda que os había sido destinada, destinada, y pasaréi pasaréis s toda to daví vía a libres al tramo final final que todos hemos hemos de pisa pisar” r” *. También Tam bién Polixena se nos describe por el trágico Eurípides como persona que tiene en poco la muerte, pero estima mucho su libertad, cuando dice ella misma: “ Volun tariam ente muero, mu ero, a fin fin de de que nadi nadie e pued pu eda a toc to c a r m i carne, carn e, y o , en e f e c to , entre en trega ga- - ré m i garg gargant anta a co n tod o m i corazón. En nombre de los cielos, déjame en libertad y luego mátame, a fin de que pueda morir todavía libre"**.
* N o hay ningun ninguna a referencia referen cia de esta historia. A l pa parecer recer Dardania es un un términ té rmino o vago que designa designa una una parte de la Misla. isla. •*
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Hécuba. 548 ss.
CAPITULO CAPITULO XV III Por tanto, ¿podemos suponer que, mientras que las mujeres y los muchachos, las primeras dotadas por la naturaleza de una reducida sensatez, los últimos en una edad tan insegura, están imbuidos de un amor tan profundo a la libertad que, con tal de salvarse de perderla, buscan la muerte tan anhelantemente como si fuera la inmortalidad, podemos suponer, digo, que los que se han embriagado de sabiduría pura puedan ser otra cosa que libres, aquellos que llevan dentro de sí un fruto de felicidad, en la elevada fortaleza que ninguna fuerza maligna ha sometido jamás, porque la soberanía y la realeza son su eterna herencia? En verdad oímos contar de poblaciones enteras que sufren voluntariamente la aniquilación para salvaguardar su libertad y al mismo tiempo su fidelidad a los bienhechores muertos. Esa es la historia de los Jantianos, según se nos cuenta, en los últimos años. Cuando uno de los asesinos de Julio Ju lio César, César, Brut Br uto, o, ma marchó rchó contar tara ellos ell os con un ejército, ejército, lo que ellos temieron no fue fu e el el saque saqueo o de la ciudad, sino el verse esclavizados a un asesino, que había dado muerte a su je fe y bienhec bienhechor, hor, ya que César había sido para ellos las dos cosas. En la medida en que les fue posible lucharon y aun al
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comienzo se defendieron poderosamente, y mientras sus numerarios se iban gastando gradualmente ellos se mantuvieron firmes. Pero, cuando se había ya gastado toda su fuerza llevaron a sus mujeres, a sus padres y a sus hijos a sus propias casas y les dieron muerte, y luego de amontonar los cuerpos les prendieron fuego y se dieron muerte a sí mismos encima de la misma pira, completando así el fin que se habían asignado como hombres libres, inspirados por una resolución libre y noble*. Ahora bien, ésos, para escapar a la inmisericorde crueldad de un enemigo tirano, escogieron la muerte honrosa con preferencia a una vida sin gloria, pero otros, a quienes las circunstancias de su suerte les permitieron vivir, lo soportaron con paciencia, imitando la fortaleza de Heracles, que demostró ser superior a los trabajos que le impuso Euristeo. Así ocurrió con el filósofo cínico Diógenes**. Tan Ta n grande gran de y sublime sublim e era su espíri esp íritu tu que, una vez ve z fue capturado por unos ladrones, que de mala gana le proporcionaban el mínimo de comida, permaneció aún impasible por su situación actual y n o tem te m ió la cruelda crue ldad d d e los que qu e le tení te nían an en su poder. “ Es segur segurame ament nte e algo fuera de tod o orden” ord en” , dijo él, él, “ que qu e mient mientras ras las crías crías de los los cerdos y las las ovejas, ovejas, cuando van a ser ser vendidos, vendid os, son son alimentados con todo cuidado para hacerlos
* L a historia es contada largamente largamente por Apiano, Apia no, Bell. Civ., IV. 7680. ** L a primera de las las historias de Diógenes no parece ser referid ref erida a en otra ot ra parte. La L a primera prim era de las agudezas agudezas que siguen siguen a continuación la da también Dióg. Laerc., VI, 29. La segunda parece ser otra forma de la que registra Dióg. Laerc., VI, 74, en la que hablando de cierto cier to Jeniades —e n otra parte descrito com o hombre licenci lice ncioso— oso— dijo di jo él al subas subastad tador: or: “ Cómpram Cóm prame e par para a él, porque porque él neces necesita ita un amo” amo” .
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gordos y de buena presencia, el hombre, el mejor de los animales, fuera reducido a un esqueleto por falta de alimento y privaciones constantes y aportara aportara o valiera valiera así así un precio m enor en or”” . El recibió entonces cantidades adecuadas de alimento y, cuando iba a ser ser llevado lleva do al merca me rcado do con c on los demá demás s cautivos, primero se sentó y tomó su comida animosamente y dio parte de ella a los que esta estaba ban n cerca de él. A uno un o d e ellos que no quería resignarse* y, en verdad, estaba excesivamente abatido y tris triste te,, le dijo: dijo : “ Deten es esa aflicción y haz la mejor de las cosas, pues aún aún la N ío b e de hermosos cabellos pensó pensó en la comida, aunque había perdido doce hijos hijo s en e l santuario, seis hijas hijas y se seis hijos hijo s en en la fl o r de la juven tud” ** . Entonces, cuando de entre los compradores que obser observaba vaban n le preguntó uno que “ en qué era era práctico práctico é l” , dijo con toda aud audac acia ia “ en gobernar gobernar hombres” homb res” , un una réplica que, que, demostrando demostra ndo libertad, libertad, nobleza y una realeza natural, estaba claramente dictada por el alma que había dentro de él. Por otra parte, le encontramos haciendo y diciendo, con su habitual libertad, chistes y agudezas acerca de una situación que llenó a los demás de melancolía y abatimiento. Se cuenta, por ejemplo, que, mirando a uno de los compradores, completamente afeminado, cuyo rostro manifestaba que él no tenía nada de varonil en torno a sí, se levantó hacia él y le dijo: “Tú deberías comprar com prarme, me, porqu por que e me parece par ece que nece necesit sitas as un
* O quizá, “ que no se podf po dfa a mover mov er él mismo a aceptar aceptar la comida” comid a” , lo cual se se acomoda acom oda mejo me jorr a la cita homérica. *»
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litada, XXIV, litada, XXIV, 602, ss.
m arido ar ido”” , co n lo cual la persona aludida, aludida, herida en su conciencia, se hundió en la vergüenza, y los demás se asustaron de la valentía y oportunidad de la agudeza. agudeza. ¿Hem ¿H emos, os, pues, pues, de aplicar aplicar el término esclavitud a un hombre como éste, o bien la palabra que hay que aplicarle no puede ser ninguna otra que la de libertad, sobre la que no tiene ningún poder un dominio irresponsable? Su libertad de lenguaje fue emulada por Careas, un hombre dedicado a la enseñanza. Cuando estaba viviendo en Alejandría de Egipto, incurrió una vez en la ira de Ptolomeo, quien lo amenazó con palabras nada blandas. Careas, considerando que su propia libertad natural no era un ápice inferior a la realeza del otro, le replicó: “Aunque seas rey de Egipto , a m í no me importa un comino tu ira”. Porque, las almas nobles, cuyo brillo no puede oscurecer oscurecer la la avidez de la fortuna, fortuna , tienen una una cierta realeza, que las incita a competir en pie de igualdad con personas de la más alta dignidad y enfrenta la libertad de lenguaje a la arrogancia. Acerca de Teodoro*, de sobrenombre el ateísta o “ a teo te o ” , se se nos nos dice en una una histori historia a que, cuando fue desterrado de Atenas y se había unido a Lisímaco, una persona de autoridad empleó con-
* Dióg. Laerc.. II, II , 98102, 98102, nos da una una referencia referenc ia de este este seguidor de Ari A rist stip ipo, o, hacia el fin del siglo cuarto. Mencio Men ciona na su importante obra Acerca de los dioses, y su negación de gran parte de la moral admitida popularmente. Según Oiógenes Laercio. cuando cuando fue expulsado de Atenas A tenas no se se refugió refu gió Junt Junto o a Lisím Li sím aco. ac o. sino Ju Junto a P tolo to lom m eo, eo , quien quie n lo mandó m andó en una una legación legaci ón a Lisímaco. Lisímaco . Otra frase frase atribuida a él por Cicerón Cice rón y otros otr os es que, que, cuando Lisíma Lis ímaco co amenazó con crucificarlo, le respondió que le era era indiferente corromperse en la tierra o en el aire.
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tra él el hech he cho o de esta huida, la cual cual persona refir re firió ió las las circuns circunstanc tancias ias que la habían ocasionado -y declaró que él había sido expulsado luego de haber sido condenado como ateo y corruptor de la juvent juventud. ud. “ Y o fui expulsado” expulsado” , respon respondió dió él, él, “ pero y o he compa rtido mi suer suerte te con con el hijo de Júpit Jú piter, er, Heracle Her acles; s; él, él , en e fe c t o , fue fu e ech e chad ado o al agua agua por los Argonautas, no por alguna mala acción suya, sino porque él solo era una carga y un lastre suficiente para sobrecargar el barco e hizo temer a sus compañeros de navegación que el barco se anegara. También yo he cambiado mi residencia por esta razón, porque los políticos de Atenas no eran capaces de estar en paz con la sublimidad y magnitud magnitud de mi inteligencia; y adem además ás porque porqu e era era ob jeto de envidia” . Cuando Lisím aco le pregunt preguntó ó luego: “ ¿Fue, ¿Fu e, pue pues, p or envidia que tú fuis fuiste te expulsado? expulsado? ” , él respondió: “ N o por env envidi idia, a, sino sino por la trascendencia y amplitud de mis dones naturales, que el país no podía contener. Pues, exactamente igual que cuando Sémele, cuando llevaba en su seno a Dionisio, no era capaz de llevar el peso hasta el tiempo señalado para dar a luz, y Júpiter con consternación extrajo el fruto de sus entrañas en un estado prematuro de ser y lo hizo igual a los dioses, así ocurrió conmigo: mi país era demasiado pequeño para contener una masa así de pensar filosófico, y alguna divinidad más alta o más baja me desalojó de allí y resolvió transplantarme a un lugar más favorecido por la suert erte que Atenas” .
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CAPITULO XIX La libertad del sabio, igual que todos los demás dones beneficiosos de los hombres, puede verse también ejemplificada en los animales irracionales les. A s í los gallos ga llos suelen suelen luchar luchar con tal tal intrepidez, intrep idez, que, más que ceder y retirarse, aunque agotada su fiierza, si bien no agotada su fortaleza, siguen luchando hasta morir. Eso lo había observado ya Milcíades, el general ateniense, y cuando el rey de Persia, habiendo llamado a filas a la flor de toda Asia, se dirig di rigió ió hacia Europ Eu ropa a con much muchas as miríadas de hombres, pensando pensando apoderarse apoderarse de Grecia sin sin lucha, Milcíades reunió a sus compañeros de armas en el lugar de las fiestas panatenaicas y les mostró unos gallos luchando, considerando que el espectáculo hablaría con una persuasión que no tendrían las palabras. Su juicio no estuvo equivocado, pues cuando ellos vieron aquella invencible valentía y aquel aguante indomable que se afirmaba aún hasta la muerte en aquellos seres irracionales, tomaron ellos sus armas y se precipitaron a la guerra, en la cual los rivales contra los que ellos se enfrentaban eran los cuerpos de sus enemigos, y prescindieron de las heridas y de la muerte, en su esperanza de asegurar que, si ellos caían, al menos el suelo nativo en que ellos yacían sería al fin libre. Pues Pues nada nada crea un un impulso imp ulso a obrar obr ar mejo me jorr con tanta eficacia como el que seres de menos
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categoría y reputación que nosotros mismos se levanten a alturas de perfección que están más allá de lo que podíamos esperar. La lucha de gallos es mencionada también por el trágico Ión* en estas palabras: “Apaleado su cuerpo y ciegos cada uno de sus ojos, é l reúne toda su fortalez forta leza a y valentía valentía,, y desmayado, todavía canta y bravuconea, po p o r q u e p r e fie fi e r e la mu m u e rte rt e a la escla esc lavi vitu tud d ". ¿Por qué, pues, hemos de suponer que el sabio no escogerá má más s alegremente alegrem ente la muerte mu erte que qu e la esclavi esclavi-tud? ¿N o es contra todo to do lo razonable razona ble que que las almas de los jóvenes y los altamente dotados sean vencid ven cidos os en las las contiendas de la virtu vir tud d por los pájaro pájaros, s, y ocupen ocup en en ella ellas s solame sola mente nte un un segund segundo o lugar y aun apenas esto? Es igualmente una verdad bien conocida para todo aquel que ha recibido un ligero barniz de cultura al menos que la libertad es una cosa honorable, y la esclavitud es una desgracia, y que las cosas honrosas van asociadas a los hombres buenos y las desgracias acompañan a los hombres malos. De aquí se sigue con toda evidencia que ninguna persona de verdadero valer es un esclavo, aunque se vea amenazada por una muchedumbre de pretendientes que crean contratos para demostrar su derecho de propiedad, y que ningún necio e insensato insensato es un hom ho m bre br e libre, libre , aun aun cuando cuan do sea sea un un Creso, un Midas o incluso el Gran Rey en persona.
* Contemp Cont emporán oráneo eo de k>s grandes grandes trágicos griegos. griegos. Long Lo ngino ino dice de él que, aunque aunque era era corre co rrecto cto,, pulido pu lido y elegante, nadie nadie que que estuviera en sus sentidos compararía todas sus tragedias juntas con una sola de Sófocles. Es muy poco lo que nos queda de él. De los sesenta y ocho fragmentos registrados por Nauck, muchos son ampies am pies pala palabr bras as,, unos poco s son tan largos com o éste, y sólo uno es más largo.
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CAPITULO XX Esta doctrina de que la libertad es gloriosa y honorable, honorab le, y la esclavitud esclavitud es es execra exe crable ble y penosa, penosa, viene atestiguada por las ciudades y los pueblos más antiguos, más estables, y en la medida en que lo pueden ser los mortales, inmortales, y por ser inmortales es ley de su propio ser que todas sus palabras sean verdaderas*. Los senados y las asambleas nacionales se reúnen casi cada día para tratar, más que ninguna otra cosa, de la manera de asegurar y confirmar su libertad, si ya la poseen, o bien de la manera de conseguirla, si no la tienen. Ta T a n to el m u ndo nd o grieg gr iego o c o m o el extr ex tran anje jero ro se ven perpetuamente metidos en luchas y en guerras, nación nación contra nación, y no con. con. otra finalidad fina lidad sino sino
* Desde el com ienzo ien zo del capítu cap ítulo lo hast hasta a cas casi el fin del mismo, en el verso que hace referencia a Argos, Filón parece abandonar su teoría y admitir la concepción común de la libertad y la esclavitud. La esclavitud que los generales declaran ser el peor de los males, la que incapacita para la participación en las funciones religiosas de Atenas y para servir en la nave Argos , está de acuerdo acuer do con la doctrina doctr ina que el tratado predica, predica, de que no hay esclavitud esclavitud para para el sabio. Probablemente puede decirse que, si se admite que la libertad es algo excelente, la libertad en sentido filosófico es aún más excelente, y que la exclusión de los esclavos, en su sentido ordinario, de las celebraciones atenienses y de la nave Argos, enseña incidentalmente la lección de que el hombre libre puede desempeñar quehaceres serviles sin perder por ello la verdadera libertad. Sin embargo, esas ideas quedan tan sólo sugeridas. El verdadero argumento argumento viene v iene resumido a continuación continuació n del verso verso menoionado.
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la de evitar la esclavitud y alcanzar la libertad. Y así en los campos de batalla, los jefes de los ejércitos, los regimientos y las compañías, dirigen sus exhortaciones a sus hombres principalmente de esta esta form for m a: “ Compañeros Compa ñeros de armas rmas,, la escl esclav aviitud es el peor de los males. Rechacemos su ataque. La libertad es la más noble de las cosas humanas: no permitamos que se pierda. La libertad es la fuente y manantial de la felicidad y de ella ella fluyen todos todo s los beneficios partic particular ulares” es” . Por esta razón, creo yo, los atenienses, los de inteligencia más aguda entre los griegos —Atenas, en efe e fect cto, o, es en Grecia lo que la pupila en el el ojo oj o y la razón en el alma—, cuando celebraban la procesión en honor de las venerables diosas*, no admitían como acompañante a ningún esclavo, sino que empleaban hombres y mujeres libres para la realización de las solemnidades acostumbradas, y aun aun a éstos n o los esco es cogí gían an al azar, sino entre los que habían procurado seriamente llevar una vida irreprochable. Según el mismo principio, los pasteles para la fiesta los amasaban los más distinguidos de entre los efebos, los cuales tenían a honra y gloria este servicio, como en realidad debe ser considerado. Hace poco tiempo, en una ocasión en que unos actores estaban representando una tragedia y recitaron estas palabras de Eurípides: "el nombre de la libertad es digno y valioso
* Según Cohn Coh n esas sas diosas son De meter met er y Perséfone. Perséfone . Pero Pe ro esa interpretación parece temeraria temeraria.. Este apelativo se refiere refie re ordinariaordinariamente a las Euménides. La procesión en honor de esas diosas incluía, según según varios escritores, la traslación de los pasteles pasteles o tortas tortas sagr sagra adas. as. A ésa parece sin sin duda hacer referencia referen cia Filón Fil ón..
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p o r t o d o e l m u n do, do , y si alguie alg uien n lo tiene tie ne en po p o c o , que qu e piense pie nse que vale m u c h o " * , vi a todo el auditorio, tan entusiasmado por ello que se puso de pie en toda su altura, y levantando sus voces por encima de las de los actores, rompieron en gritos y aplausos, uniendo las alabanzas a la maxima con las alabanzas al poeta, el cual glorificó no solamente la libertad, por lo que ella trae consigo, sino incluso su mismo nombre. Admiro también a los Argonautas, que hacían consistir la tripulación de sus barcos solamente de hombres libres y no admitían ningún esclavo, ni siquiera aquellos que podían realizar los trabajos serviles más necesarios, dando en estas circunstancias la bienvenida al servicio personal, personal, c om o a una una hermana hermana de la la libertad. libertad . Y si queda queda justificado que demos oíd o íd o a los los poetas poetas —y ¿cóm ¿c óm o no lo será será,, si si ellos ello s son son nuestro nuestros s educadores educado res a lo largo de nuestros días todos, y al igual que los padres enseñan en la vida privada la sabiduría a sus hijos, ellos hacen lo mismo en la vida pública de las ciudades?—, si, digo, nosotros les damos crédito, incluso la nave Argos que, que, capitaneada capitaneada por Jasón, estaba d otad ot ada a d e alma y razó ra zón, n, y era co com o un ser sensible llena de amor a la libertad, no permitió siervos atados a bordo. Así Esquilo dice de ella: "¿Dónde está la barca sagrada y parlante de Argos? ” * * .
*
Parte de unas unas líneas de Eurípides que cita Estobeo.
** Alusión a la leyenda leyenda que dice que Atenea coloc co loc ó en la proa de Argos un maderamen sonoro o parlante, sacado del robledal de Dodona.
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Los gestos y frases amenazadores con que algunas personas amenazan al sabio deben ser tratados con poco respeto y ser contestados con una réplica com o aquell aquella a de Antigénidas, Antigénidas, el flautista*. flautista*. Cuando ün rival rival en la profesió pro fesió n le dijo d ijo airada airadamenmente, “ y o te compraré” com praré” , respondió con una suave ironía, “ entonce entonces s yo y o te enseñ enseña aré a ti a tocar” . A sí, pues, es, de esta esta misma misma manera, manera, el hom ho m bre br e de valía va lía puede decir a su futuro com prador: prad or: “ entonces reci recibi birás rás lecciones lecciones de sabid sabidur uría ía y dom do m inio de t i” . Si uno un o le amenaza con el destierro, le puede decir: decir: “ cualquier cualquier tierra es m i país natal” ; si le amena amenaza za con la pérdida del del dinero, dinero , “ un moderado mod erado sost sosten eniimiento mie nto me bast basta” a” ; si la amenaza amenaza toma la forma form a de golpes golpes o de muerte, muerte, puede decirle: “ Estos espa espanntajos no me asustan; yo no soy inferior a los boxeadores o a los luchadores de pancracio, los cuales, aunque no ven sino las sombras de la verdadera excelencia, excelen cia, puesto que tan tan sólo cultivan cultivan la robustez del cuerpo, sin embargo soportan valientemente las dos cosas. Pues la mente que hay dentro de mí, me rige el cuerpo, está tan fortalecida y vigorizada por la valentía, que puede puede manten mantenerse erse superior superior a toda especie especie de penalidad” .
* Antigénidas fue un famoso famos o músico músico tebano, de comienzos del siglo cuarto antes de Cristo.
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CAPITULO CAPITULO XXI XX I Hemos de tener cuidado, por tanto, un animal salvaje de esta clase, que despliega una fuerza, sino que, por de su apariencia, manifiesta su formidable formida ble naturaleza* naturaleza*..
de no tomar no solamente lo terrorífico invencible y
Los lugares que sirven de santuarios ofrecen a menudo menu do a los esclavos que se refugian refu gian en ellos ello s la misma seguridad y la misma libertad de lenguaje que si ellos gozaran de igualdad de derechos y privilegios respecto de los demá demás. s. Y es posible posib le ver a aquellos cuya servidumbre es inmemorial, recibida ya de sus bisabuelos y sus primeros ascendientes por una especie de sucesión familiar, hablando libremente con una absoluta falta de miedo, una vez se sientan en los templos como suplicantes. Algunos incluso manifiestan no solamente una igualdad, sino incluso una gran superioridad en la energía y desdén con que discuten de cuestiones dé justicia con sus propietarios.
* Esta Estas s lineas linea s carecen carecen de todo tod o sentido colocadas aquí. Es imposible imposible conjeturar conjeturar por qué hecho accidental accidental hayan podido pod ido venir a parar a este lugar. Quizá pertenezcan a una disquisición en que el dar asilo a las las pasiones se compar com para a a] guardar animale anim ales s salvajes, disquisición que podria muy bien tener su lugar en el tratado paralelo paralelo a éste éste “ T o d o hombre necio es un esclavo” esclavo” .
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Pues, mientras que los propietarios por mucho que hayan nacido en cunas nobles pueden muy bien bien llegar llegar a ser ser co m o esclavos p o r la conciencia concie ncia que les condena, los suplicantes, que poseen la seguridad corporal por la inviolabilidad del lugar en que están, manifiestan en el alma, que Dios creó insobornable a todo lo que pudiera someterla, características de libertad y elevada nobleza*. Esto debe ser así, porque ¿quién será tan irrazonable como para pensar que, si los lugares sagrados dan esa valentía y libertad de lenguaje, no se hará esto extensivo a lo que más se parece a Dios, la virtud, por medio de la cual ambas cosas, el lugar sagrado y todo el que participa de la sabi sa bidu du ría**, ría **, adquiere la santidad? santidad? En verdad, verdad, los que se refugian en los lugares santos y deben su segurid seguridad ad solame sola mente nte a es esas localidad loca lidades, es, vuelven vue lven a estar esclavizados a otras innumerables consideraciones, tales como una mujer seducida por dádivas***, hijos caídos en desgracia, la traición en materias amorosas. Pero, los que se refugian en la virtud, como en una fortaleza indestructible e inexpugnable, no hacen caso de los dardos y las flechas dirigidos a ellos por las pasiones que los acechan. Fortalecido por este poder, un hombre puede puede decir libre libre y audazmente: audazmente: “ mientr mientras as que que todos los demás son víctimas de los cambios de las circunstancias, yo puedo decir con el poeta trágico:
* E l argumento es al parecer éste: la inmunidad inmunidad corpo cor poral ral puede poner al esclavo en sentido filo fi losó só fico fi co en una una situación situación de igua iguald ldad ad,, pero tan sólo la libertad e«>lritual puede dar la superioridad en la discusión. ** Falta Fa lta algo que indique la calidad sagrad sagrada a que los altar altares, es, las las vasijas y otras cosas semejantes comparten con los santuarios. *** Suponiendo que sea sea éste éste el sentido. sentido. Mangey Mangey traduc traduce e “ uxore corrupta” , si si bien bie n en su su significado sign ificado literal la frase frase parece extraña. extraña.
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y o puedo obedecerme obedecerme a m í mismo mismo y puedo puedo mandarme mandarme a m í mismo. mism o. Y o m ido toda todas s las cosas por ¡a regla de la virtud"*. De esta manera, Bías de Priene se dice replicó muy desdeñosamente a las amenazas de Creso**, mandándole comer cebollas, frase que significa “ anda anda a llorar” , porque el comer com er cebolla hace hace correr las lágrimas. Según este espíritu, el sabio que considera que nada es más propio de reyes que la virtud, a la que ellos sirven toda su vida com co m o soldados, soldados, no teme tem e las las órdenes de los otros otro s a quien uienes es él mira mira com o su bordin bo rdin ados* ad os***. **. Por eso eso la la gente dobla d oblada da y artificial artificia l es llamad llamada a univers universalme almennte servil y esclava. Este mismo pensamiento se halla expresado con acierto en estos versos: “ Una cabeza de d e esclavo nunca se sienta derecha sobre su espalda, sino que siempre se encorva sobre un cuello torcido"****. En efecto, el carácter encorvado, artificial, engañoso, es enteramente innoble, mientras que el que es recto, sencillo e ingenuo, en quien los pensamientos están de acuerdo con las palabras y las palab palabra ras s con los pensamientos es noble. Podemos
muy
* Descono Des conocida cida Eurípides.
bien
reírnos
de
la
necedad
e
la la fuente fue nte de la cita, que Nauck Nau ck cree ser
** Según Diógenes Laercio Lae rcio.. I, 83, 83 , eso eso se dijo a Halyates, hermano de Creso. •»* El “ por po r eso" que que sig sigue, ue, con su exigencia exigencia de una conexión lógica, lógica, no result resulta a muy claro: puede que Mangey y Colson Col son tengan tengan razón razó n al creer que qu e antes antes de esta esta sentencia se ha perdid per dido o algo. algo. Teognis, Teogn is, E L, V, L, V, 535 a
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insensatez de los que piensan que, una vez se hayan desatado de la propiedad de sus señores, será serán n libres. libres. N o son son siervos, en verdad, verda d, ya una una vez han sido liberados, pero son esclavos y de la especie más vil, no de los hombres, lo cual no sería tan grave, sino de las menos consideradas de las cosas inanimadas, la bebida fuerte, las hortalizas, zas, las las comidas com idas cocidas cocid as y tod to d os los los demás demás artificios hechos por el arte elaborado de los cocineros y los reposteros, para aflicción del vientre miserable. Así, Diógenes el cínico, viendo uno de esos llamados hombres libres vanagloriándose de sus adornos, mientras otros le felicitaban cordialmente por ello, se maravilló de tal aus ausenci encia a de razón y discernimiento. “ Es com co m o si si un hom h ombre” bre” , dijo él, “ proclamara proclamara que desd desde e aqu aquel el día uno de sus siervos era gramático, geómetra o músico, cuando ni en sueños tenía idea alguna del arte” . Pues, Pues, igua iguall que una una proclama procla ma no puede convertirlos en hombres de saber, tampoco puede hacerlos libres, porque éste es un estado de bendición y felicidad. Solamente puede hacer que no sean sean ya y a má más s siervos.
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CAPITULO CAPITULO XX II Quitemos, pues, de en medio las imaginaciones vacías, a que se adhiere débilmente la gran mayoría de los hombres, y fijando nuestro afecto en la más santa de las posesiones, la verdad, rehusemos asignar la ciudadanía o la libertad a los poseedores de los llamados derechos cívicos, o asignar la esclavitud a los siervos, sean nacidos en casa o comprados, sino que, haciendo caso omiso de las cuestiones de raza o de certificados de propiedad y otras cosas corporales en general, estudiemos la naturaleza del alma. Ya que si el alma es arrastrada por el deseo, o es seducida por el placer, o es apartada de su camino por el miedo, o es asimilada por el dolor, o se encuentra desasistida en las garras de la ira, se esclaviza ella misma y hace de aquel cuya alma es ella un esclavo de una multitud de señores. Pero, si ella vence la ignorancia con la sensatez, la incontinencia con el dominio de sí misma, la cobardía con la forta for talez leza a y* la codici cod icia a con la justicia, consigue no solamente verse libre de la esclavitud, sino también el don de gobernarse a sí misma. Pero, las almas que todavía no han conseguido ninguna de las dos cosas, ni lo que las esclaviza, ni lo que determina su libertad, almas todavía desnudas como las de los recién nacidos, deben ser cuidadas y alimentadas alimentada s prim pr imer ero o deja de jand ndo o penetr pen etrar ar en ellas, ellas,
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en lugar de leche, el suave alimento de la instr in strucc ucción ión que qu e se da en las escuelas, escuelas, y luego, luego , el alimento más duro y más fuerte que produce la filosofía. Criados por estas cosas hasta la virilidad y la robu ro bust stez ez,, alcanzarán la fe liz li z consum con sumac ación ión que Zenón, o mejor aún, un oráculo más alto que Zenón, nos manda buscar: una vida, conducida o llevada de conformidad con la naturaleza.
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INDICE PROLOGO
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Capítulo I ........................ ...................................... ................ .. Capítulo II ........................ ...................................... .............. Capítulo Capítulo III ........................ .................................... .............. .. Capíít ulo Cap ulo I V ...................................... Capítulo V ........................ ...................................... .............. Capítulo Capítulo V I .......................... ...................................... ............ Capítulo VII .................................. Capí Ca píttulo ulo V il ! .................................. Capítu Capítulo lo IX ...................................... Capítulo X ........................ ...................................... .............. C a p ít u lo X I ........................ .................................... .............. .. Capítulo XII .................................. Capítul Capítulo o X II I .................................. Capíítul Cap tulo X IV .................................. Capít Cap ítul ulo o XV .................................. Capítulo XVI .................................. Capít Cap ítul ulo o X V II .................................. Ca pítulo pítu lo X V I I I .... ...... .... .... .... .... .... .... .... .... .... .... .... .... .. Capít Cap ítul ulo o X IX .................................. Capít Cap ítul ulo o XX .................................. Capítulo XXI ................................. C a p í t u l o X X I I ..............
21 24 27 30 32 35 39 43 46 48 51 53 58 60 63 67 69 72 77 79 83 87
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TO T O D O H O M B R E B U E N O ES L IB R E
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