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EDITORIAL
Águila Águila y sol
Delicia OCTAVIO PAZ
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Recorrer el laberinto RAFAEL VARGAS
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La crítica en Paz: abstracción y erotismo RUBÉN GALLO
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La lucha con el lenguaje A N T H O N Y S T A N T O N
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Arenas movedizas PACHECO
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El tiempo de Piedra de Sol: pasado porvenir V Í C T O R M A N U E L M E N D I O L A
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Trivio de Octavio Paz RAMÓN XIRAU
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La modernidad de la tradición japonesa y el Renga de Octavio Paz MAKOTO OOKA
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Aigle ou Soleil ? A N D R É P I E Y R E D E M A N D I A R G U E S
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Sor Juana y su “figura del mundo” LUIS VILLORO
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La hora de Octavio Paz EFRAÍN HUERTA
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Y el mantel olía a pólvora ENRIQUE KRAUZE
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Octavio Paz GUADALUPE DUEÑAS
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Crítica incandescente
A
l final de este mes se cumple un siglo del nacimiento de Octavio Paz. El martes 31 de marzo de 1914 comenzó la vida de un irrepetible hombre de letras que definió en gran medida la fisonomía literaria del México del siglo ��, y durante todo el año en curso tendremos ocasión y pretexto para descubrirlo o releerlo. Fue un autor precoz y longevo, que dedicó casi siete décadas a escribir y pensar, a paladear y estudiar, a debatir y explicar. Este número de La Gaceta es un tributo a su obra y un acercamiento en muchas direcciones a su existencia (y un muestrario de las ediciones conmemorativas, del Fondo y otros editores, que verán la luz durante el año del centenario, así como algunas piezas entresacadas de libros publicadas hace tiempo; las fotos provienen de la iconografía paciana que publicaremos en s eptiembre). eptiembre). Aunque murió a los 8 4 años, Octav io Paz viv ió más de un sig lo. Al menos más que el “siglo �� corto” que postuló Eric Hobswawm, ese lapso que se extendió entre 1914 y 1991 y que el historiador inglés denominó “era de los extremos”. Nacionales y mundiales, tales extremos marcaron la biografía de Paz y lo colocaron en el ojo de diversos huracanes, personales unos, globales otros. Niño de la Revolución mexicana, adolescente vasconcelist a, deslumbrado lector preparatoria no, apenas muchacho entre los republicanos españoles, surrealista tardío, diplomático certero y digno, crítico del poder omnímodo, atizador de pasiones editoriales, hedonista del cuerpo y la mente, poeta siempre, Paz tuvo una vida larga y fértil que con justicia será motivo est e año de homenajes, evocaciones, polémicas acaso lo que más le habría gustado, lecturas y relecturas. Hemos querido querido aquí dar u na vuelta de tuerca al títu lo de uno de sus libros más extraños¡contiene incluso algunos cuentos! para calif icar sintéticamente dos elementos elementos esenciales de su producción y quizás incluso de su persona. Más que como las meras caras de una moneda, el ave y el astro pueden funcionar de síntesis de nuestra nación: el águi la, retratada en el dinero; el sol, deidad milenaria. Octavio Paz f ue como ambas, un poco aquilino —solitario, buen cazador, dueño de una mirada penetrante— y un mucho solar —arrojó luz, dio cobijo, provocó incendios. Esta Gaceta es por ello una inv itación a volar alto y a deslumbrarse en compañía de Octavio Paz. �
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Serge, el rescate de un náufrago CHRISTOPHER DOMÍNGUEZ MICHAEL
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Vasconcelos V : asconcelos y Paz contrapuntos y paralelismos MARTHA ROBLES
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José Carreño Carlón
León Muñoz Santini
DIRECTOR GENERAL DEL FCE
ARTE Y DISEÑO
Tomás Granados Salinas
Andrea Garc ía Flores
DIRECTOR DE LA GACETA
FORMACIÓN
Ricardo Nudelman, Martha Cantú, Adriana Konzev ik, Susana López , Alejandra Vázquez
Juana Laura Condado Rosas, María Antonia Segura Chávez, Ernesto Ramírez Morales
CONSEJO EDITORIAL
VERSIÓN PARA INTERNET
Impresora y Encuadernadora Progreso, �� de ��
C A A P P I T T E L
IMPRESIÓN
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N OVEDADES OVEDADES MARZO DE 2014
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Sobre la literatura joven OCTAVIO PAZ
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es una publicación mensual editada por el Fondo de Cultura Económica, con domicilio en Carretera Picacho-Ajusco 227, Bosques del Pedregal, 14738, Tl alpan, Distrito Federal, México. Editor responsable: Tomás Granados Salinas. Certificado de Licitud de Título 8635 y de Licitud de Contenido 6080, expedidos por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas el 15 de junio de 1995. La Gaceta del Fondo de Cultur a Económica es un nombre registrado en el Instituto Nacional del Derecho de Autor, con el número 04-2001-112210102100, el 22 de noviembre de 2001. Registro Postal, Publicación Periódica: pp09-0206. Distribuida por el propio Fondo de Cultura Económica. �� ��: 0185-3716 FOTOGRAFÍA DE PORTADA: ©ENRIQUE DÍAZ, 1939. AGN.
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OCTAVIO PAZ: POESÍA ÁGUILA Y SOL
En Al calor de la amistad , el volumen volumen que reúne la la correspondencia correspondencia entre Octavio Octavio Paz y José Luis Martínez Martínez que ha llegado llegado hasta hasta nuestros nuestros días, se rescatan rescatan tres momentos momentos de esta esta exploración lírica del mar, del tiempo, del goce. Como evidencia del proceso de refinación de una idea poética, con sus síntesis y podas, presentamos aquí estas vivísimas líneas de Octavio Paz revisadas en momentos distantes entre sí casi dos décadas
Delicia OCTAVIO PAZ
Como en el mar desierto surge, de entre las olas, una que se sostiene, estatua repentina, sobre las verdes, líquidas espaldas de las otras, las sobrepasa, vértigo solita rio, y a sí misma, a su caída y a su espuma, se sobrevive, esbelta, y hace quietud su movimiento, reposo su oleaje, tú, delicia, imprevista criatura, brotas entre los ávidos minutos, alta quietud erguida, suspensa eternidad. Entre conversaciones o silencios, lenguas de trapo y de ceniza, entre las reverencias, dilaciones, las infinitas jerarquías los escaños del tedio, los bancos del tormento, naces, poesía, delicia, y danzas, invisible, frente al hombre. El presidio del tiempo se deshace. ¿Cómo tocarte, impalpable escultura? ¿Cómo, si sólo movimiento, quedas así, tensa y estable, inmóvil? Si música, no suenas; si tiempo, no transcurres; ¿qué te sostienes, líquida? ¿de qué alma brotaste, venganza del hastío, flor del horror, del tedio, de la nada? Por ti, delicia, poesía, breve como el relámpago, el mundo sale de sí mismo y se contempla, puro, desasido del tiempo. Pueblas la soledad del solitario y en el arrobo aíslas al hombre encadenado. Y los sentidos palpan la rumorosa forma presentida y ven los ojos lo invisible y en círculos concéntricos el sonido se ahonda hasta clavarse en el silencio, flecha que retrocede hacia su origen... El tiempo muestra sus entrañas huecas: de su insomne vacío surges, perdido paraíso, sepultado secreto de este mundo. 1942
Como surge del mar, entre las olas, una que se sostiene, estatua repentina, sobre las verdes, líquidas espaldas de las otras, las sobrepasa, vértigo solita rio, y a sí misma, a su caída y a su espuma, se sobrevive, esbelta, y hace quietud su movimiento, reposo su oleaje, tú, delicia, imprevista criatura, brotas entre los ávidos minutos, alta quietud erguida, suspensa eternidad. Entre conversaciones o silencios, lenguas de trapo y de ceniza, entre las reverencias, dilaciones, las infinitas jerarquías, los escaños del tedio, los bancos del tormento, naces, poesía, delicia, y danzas, invisible, frente al hombre. El presidio del tiempo se deshace. ¿Cómo tocarte, impalpable escultura? ¿Cómo, si sólo movimiento, quedas así, tensa y estable, inmóvil? Si música, no suenas; si tiempo, no transcurres: ¿qué te sostiene, líquida? ¿de qué sima brotaste, venganza del hastío, flor del horror, del tedio, de la nada? Por ti, delicia, poesía, breve como el relámpago, el mundo sale de sí mismo y se contempla, puro, desasido del tiempo. Pueblas la soledad del solitario y en el arrobo aíslas al hombre encadenado. Y los sentidos palpan la forma presentida y ven los ojos lo que inventan y en círculos concéntricos el sonido se ahonda hasta clavarse en el silencio.
A José Luis Martínez Como surge del mar, entre las olas, una que se sostiene, estatua repentina, sobre las otras, las sobrepasa, vértigo solita rio, y a sí misma, a su caída y a su espuma, se sobrevive, esbelta, y hace quietud su movimiento, reposo su oleaje, brotas entre los áridos minutos, imprevista criatura. Entre conversaciones y silencios, lenguas de trapo y de ceniza, entre las reverencias, dilaciones, las infinitas jerarquías, los escaños del tedio, los bancos del tormento, naces, delicia, alta quietud. ¿Cómo tocarte, impalpable escultura? Inmóvil en el movimiento, en la fijeza, suelta. Si música, no suenas; si palabra, no dices: ¿qué te sostiene líquida? Entrevisto secreto: El mundo desasido se contempla, ya fuera de sí mismo, en su vacío. 1979� Tomado de Poemas (1935-1975) , Barcelona, Seix Bar ral, 1979, pp. 39-40.
El tiempo muestra sus entrañas huecas: de su insomne vacío surges, perdido paraíso, sepultado secreto de este mundo. 1960 Tomado de Libertad bajo palabra, México, FCE , 1960, Letras Mexicanas, pp. 59- 60.
Tomado de A la orilla del mundo , México, Poesía Hispanoamericana, 1942, pp. 148-149.
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OCTAVIO PAZ: ÁGUILA Y SOL
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OCTAVIO PAZ: ÁGUILA Y SOL
DOSSIER
Águila y sol Esta lección de ornitología versa sobre cómo se construyó El laberinto de la soledad . Y sobre las lecturas pacianas de Freud. Sobre su experimentación con la prosa poética, tibiamente recibida en México, con afecto en Francia. Sobre por qué leer sus poemas extensos y sus juegos a varias manos. Sobre la visión de Paz de la Nueva España. Y también hay lecciones de astronomía: sobre el apogeo y las trayectorias vitales, los epiciclos políticos, algunas órbitas paralelas. Octavio Paz: ave y astro
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L E B O N O I M E R P L E D N Ó I C N E T B O A L E D A I C I T O N A L E D E T N E I U G I S A Í D L A , 0 9 9 1 E D E R B U T C O E D 1 1 L E , K R O Y A V E U N N E , E K A R D L E T O H L E N E N Ó I C A T I B A H U S N E É S O J E I R A M N O C . S
OCTAVIO PAZ: ÁGUILA Y SOL
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OCTAVIO PAZ: ÁGUILA GUILA Y SOL
ENSAYO
Recorrer el laberinto RAFAEL VARGAS
Octavio Paz aplicaba el principio de publicar para dejar de corregir: severo crítico de sí mismo, sus obras fueron transformándose con cada nueva revisión. Destaca en ese hábito la transformación a que sometió El laberinto de la soledad antes de ser publicado por vez primera por el Fondo. Presentamos aquí una sucinta muestra de esa importante intervención, con un útil correlato gráfico preparado por Yael Weiss
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OCTAVIO PAZ: ÁGUILA Y SOL
RECORRER EL LABERINTO
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l laberinto de la soledad fue publicado por vez primera en 1949, bajo el sello de la re vista Cuadernos Americanos, creada por el economista e historiador Jesús Silva Herzog ocho años antes. Como el propio Silva Herzog recuerda en Una vida en la vida de Mé xico, conoció a Octavio Paz en París, en mayo de 1948, cuando el economista estuvo en esa ciudad durante un mes para participar en una conferencia convocada por la ������. En ese encuentro empieza la historia editorial de El laberinto, que Paz comenzó a redactar a finales de 1947. Es probable que en esos días Paz, tercer secretario de la embajada de México en Francia, le comentara a Silva Herzog de las cosas que escribía, y que recibiera una invitación para colaborar en Cuadernos. En todo caso, sabemos, gracias a la espléndida edición de la correspondencia entre Alfonso Reyes y Octavio Paz, preparada por Anthony Stanton, que el 7 de julio de 1949 Paz redactó el borrador de una carta dirigida a Reyes en la que solicitaba su consejo para encontrarle un editor a El laberinto. Pero, como también quiere contarle de su urgencia por ver impreso otro importante libro suyo — Libertad bajo palabra, cuya primera edición comenzará a circular dos meses más tarde, gracias a la generosa gestión de Reyes ante el Fondo de Cultura Económica—, sin duda sintió que era inapropiado distraer una vez más a don Alfonso con tales asuntos (“Perdone que abuse tanto de su buena disposición…”, le dice en la carta que sí envía, con la fecha del día siguiente). En el borrador descartado, Paz quería informarle a Reyes que había enviado a Cuadernos Americanos el primer capítulo de un largo ensayo por concluir. Lo hará sólo dos cartas más tarde, el 26 de julio, preguntándole a Reyes si acaso sabe algo del envío que le hizo a Silva Herzog. “No he recibido contestación.” (Paz fue durante toda su vida un gran redactor de cartas. Y siempre se quejó de la pereza de sus corresponsales. Si se revisan sus epistolarios se verá que la mayoría de las veces reprochaba a su interlocutor no haber respondido.) El 2 de agosto Reyes le recuerda que Silva Herzog ha estado muy enfermo, de ahí su silencio. A finales de septiembre Reyes y Paz celebran la aparición de Libertad bajo palabra y, a mediados de octubre, éste le cuenta a Reyes su alegría porque Silva Herzog ha decidido publicar El laberinto, cuyo primer capítulo, “El pachuco y otros extremos”, acaba de imprimirse en el número 5 de Cuadernos, correspondiente al bimestre septiembre-octubre de 1949. Es una gran época para Paz. Después de tres años de buscarle editor, ve la luz el que él mismo considera como su primer verdadero libro de poemas: Libertad bajo palabra; acaba de escribir otro, que se publicará en 1951, con el título ¿Águila o sol?, y el 15 de febrero de 1950 acabará de imprimirse El laberinto de la soledad en los talleres de la Editorial Cvltvra, de los hermanos Loera y Chávez. II
Hoy, que El laberinto de la soledad tiene casi 65 años de edad, y se ha convertido en un libro canónico, una obra clásica de la cultura mexicana, es natural pensar que debe haber sido inmediatamente bien recibido por la crítica especializada y los lectores en general, pero —como el propio Paz le contó a Claude Fell en una entrevista publicada en 1975 en la revista Plural — no fue así: “Mucha gente se indignó; se pensó que era un libro en contra de México. Un poeta me dijo algo bastante divertido: que yo había escrito una elegante mentada de madre contra los mexicanos.” Quizás eso explica que haya tardado tanto en reeditarse: nueve años —diez, en realidad, si se toma en cuenta que la segunda edición, hecha por el Fondo de Cultura Económica, acabó de imprimirse el 15 de octubre de 1959. El Fondo contrató la segunda edición de El laberinto el 2 de abril de 1959, lo que permite suponer que desde febrero deben haberse dado acercamientos entre el autor y la editorial. No existen documentos que permitan saber si Paz propuso su libro al Fondo o si Orfila se lo pidió, pero si se observa que, para 1959, Paz ya había publicado seis títulos con esta casa (incluidos Libertad bajo
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palabra, El arco y la lira y La estación violenta ), y dentro del propio sello era considerado como un autor importante, cabe suponer que él mismo haya sugerido hacer una nueva edición de su libro. El poeta y crítico Manuel Durán cuenta que en 1951, “a pocos meses de publicarse El laberinto de la soledad, tuve una larga conversación con Octavio, en París, en la que hablamos de muchos temas, incluso de su último libro. Me dijo que no lo consideraba definitivo, que le habían quedado muchas cosas por decir, y que esperaba ampliarlo algún día.” Esa segunda edición le brindó la oportunidad de hacerlo. Paz entregó al Fondo un ejemplar desencuadernado de la edición de El laberinto impresa por Cuadernos Americanos llena de indicaciones, correcciones ortotipográficas, párra-
elegante de una idea, como seguramente lo hacía al escribir un poema, el interés que parece prevalecer en la nueva versión del libro es que la exposición de una idea sea lo más completa posible, que sus argumentos sean sólidos. Más que la belleza de la escritura, importa la solidez discursiva. Por ejemplo, en la primera edición, al hablar sobre los pachucos, le había bastado con apuntar: “Cuando se habla con ellos se advierte que su sensibilidad se parece a la del péndulo, un péndulo que ha perdido la razón y que oscila con violencia y sin compás. Este estado de espíritu —o de ausencia de espíritu— ha engendrado lo se ha dado en llamar el ‘pachuco’. ¡Extraña palabra que no tiene significado preciso…” En la edición del Fondo este párrafo queda prácticamente igual excepto porque justo después de la palabra pachuco se inserta un texto de prácticamente media cuartilla que entrega un detallado perfil psicológico de dicho personaje, además de una nota al pie de página referida a las bandas de jóvenes que descienden de los “pachuchos” de la posguerra. El lector curioso podrá ver la diferencia entre el breve párrafo anterior y la extensa versión que de ese mismo párrafo quedó en la segunda edición. Me parece que la versión más asequible de El laberinto, si se quiere hacer esa compulsa, es la que el Fondo publicó en el 2009, reuniendo en un solo volumen El laberinto…, Posdata y Vuelta a “El laberinto de la soledad” , la extensa entrevista que Claude Fell le hizo a Paz en 1975. Por cierto que al comienzo de esa entrevista Fell pregunta cuáles son las diferencias esenciales entre la primera edición, publicada en 1950, y la segunda, de 1959, y Paz le contesta: “Yo no creo que haya ninguna diferencia esencial entre las dos ediciones. Las correcciones más importantes tienden a poner el libro al día. Además, hay correcciones secundarias, una tentativa por darle mayor precisión, mayor concisión. Hay cosas un poco naïves de la primera edición que traté de corregir... Pero fundamentalmente es el mismo libro.” Es fundamentalmente el mismo libro, sí, pero mientras la primera edición tiene 176 páginas, la segunda tiene 191. Todo sumado, Paz añade poco fos y oraciones tachonados y fragmentos de cuar- más de cincuenta cuartillas a la edición que el tillas en los que apuntó adiciones y notas más o Fondo ha manejado desde que incluyó el título en su menos extensas que debían intercalarse atendiendo catálogo. a las flechas y asteriscos con que él señalaba su La segunda edición es superior a la primera lugar dentro del libro. Ese “original” no puede ser sobre todo por esas nuevas páginas. Las mejores descrito exactamente como un palimpsesto, aunque entre ellas no sólo precisan puntos o remedian está cerca de serlo. Es un objeto interesantísimo carencias: presentan y desarrollan nuevas ideas. Es que brinda una buena idea de la manera en que Paz especialmente fascinante ver cómo la experiencia se leía y se autocriticaba, así como de su sentido que Paz ha adquirido en el curso de una década práctico para enfrentar el trabajo editorial. modifica de manera sustantiva su percepción de las Paz era un escritor proclive a corregir y rescribir mujeres. Y es muy probable que una de las muchas sus textos. Como le dijo al profesor e investigador razones por las que los lectores de hoy continúan norteamericano Alfred Macadam, durante la leyendo con enorme gusto las páginas de El entrevista que sostuvieron en 1991, “Reviso laberinto es por las ideas destellantes que Paz vierte siempre lo que escribo, sobre todo los poemas. sobre el amor y sobre la situación de las mujeres en ¿Inseguridad? Sin duda. También insensato deseo nuestro país. de perfección. Ya te dije que cada poema y cada El cambio más notable que el lector puede texto en prosa tiene vida propia, independiente registrar en la segunda edición es el que supone de aquel que lo escribe. El poema no expresa al la inclusión de un nuevo capítulo: “La inteligencia poeta: expresa a la poesía. Por esto es lícito revisar mexicana”, que implica un reordenamiento y corregir un poema. Sí, hay que respetar al poeta de buena parte del último tercio del libro y la que lo escribió; subrayo: al poeta, no al hombre introducción de muchas ideas políticas que Paz que fuimos. Ese poeta fui yo pero también fue otra sostuvo y debatió a lo largo de su vida. persona esa figura de la que hablamos antes. El Hoy El laberinto de la soledad es un libro poeta es el servidor de sus poemas.”2 que los mexicanos no podemos dejar de leer, “¿Cuánto revisas? ¿Has llegado a sentir que independientemente de la vigencia de sus una obra está terminada, o es abandonada?”, le planteamientos. Estamos, claro, en un país y en una pregunta Macadam. “Corrijo sin cesar. Algunos época muy diferentes de los que Paz intentó asir críticos dicen que demasiado. Tal vez tengan razón. con ese centenar y pico de páginas escritas, en su Observo, no obstante, que si corregir es peligroso, mayor parte, cuando tenía 35 años de edad. Es fácil lo es más no corregir. Creo en la inspiración; creo darse cuenta de que su interés se debe a que muchas también que hay que ayudarla, constreñirla y aun de esas páginas contribuyeron a configurar el país contradecirla. Nunca he creído que he terminado y el tiempo que habitamos, y a que su invitación a realmente un poema; simplemente me resigno, no pensar qué somos nunca dejará de ser actual.� puedo ir más allá.” En el caso específico de El laberinto de la soledad, el trabajo de corrección es notablemente menor a las adiciones que enriquecen y transforman el conjunto. Más que por un sentido estético de la escritura, que le llevaría a sustituir aquella palabra por esta, o a buscar la expresión más nítida y 1
Paz entregó al Fondo un ejemplar desencuadernado de El laberinto lleno de indicaciones, correcciones ortotipográficas, párrafos y oraciones tachonados y fragmentos de cuartillas en los que apuntó adiciones y notas más o menos extensas
1 Manuel Durán, “ El laberi nto de la soledad y Postdata: una aventura del pensamiento”, p. 39, Anuario de la Fundación Octavio Paz, núm. 3, México, 2001. 2 “Tiempos, lugares, encuentros”, entrevista con A lfred Macadam, en Vuelta 181, diciembre de 1991, p. 19.
Rafael Vargas está preparando la iconografía de Octavio Paz que publicaremos en los meses finales de este año.
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OCTAVIO PAZ: ÁGUILA Y SOL
Asimiladas al punto de resultar casi intrascendentes, las ideas de Freud brillaron en su momento con toda su revolucionaria novedad. Rubén Gallo es autor de un trabajo detectivesco sobre cómo se leyó en México al padre del psicoanálisis; estas páginas se detienen en particular en la posible influencia del postrer libro de Sigmund en El laberinto de la soledad , pues Octavio Paz fue lector atento del médico austriaco
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ENSAYO
La crítica en Paz:
abstracción y erotismo RUBÉN GALLO
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reud escribió alguna vez que su obra Moisés y la religión monoteísta “lo atormentaba como un fantasma en pena”, y después de su muerte el libro siguió asediando a muchos otros intelectuales. Un Octavio Paz muy joven se topó con el Moisés de Freud y se propuso crear una nueva obra inspirada por esta lectura. El diálogo que Paz entabló con Freud culminó con la publicación de El laberinto de la soledad, en 1950. Hay tres conceptos clave que Paz toma del ensayo de Freud: el complejo de Edipo; el concepto de Geistigkeit (es decir, la idea de que hay un avance en la intelectualidad), y, por último, la teoría del malestar en la cultura. Freud dedicó el tercer ensayo de Moisés y la reli gión monoteísta a la cuestión de la intelectualidad. La sección que lleva como título “Der Fortschritt in der Geistigkeit” argumenta que el avance de la intelectualidad que culminó con el desarrollo del pensamiento abstracto fue una de las contribuciones judías más importantes a la civilización, superada sólo por la introducción del monoteísmo. Freud ve este desarrollo como una consecuencia directa de la prohibición mosaica contra las imágenes. Esa interdicción generó la “compulsión de venerar a un dios que no es posible ver” y subordinó “la percepción sensorial a una idea decididamente abstracta”. El resultado fue un cambio de registro, de lo visible a lo invisi-
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ble y de los sentidos a la razón.1 Para la civilización, luciona cada vez más en el curso de los siglos, hasta esto significó “un triunfo de la intelectualidad so- convertirse en una religión de la renuncia instinbre la sensualidad y, estrictamente considerada, una tual.” En este sentido —nos dice—, la cultura judía renuncia a los instintos, con todas sus consecuencias difiere de aquella de la Grecia clásica, que logró arpsicológicamente ineludibles”. monizar la intelectualidad con la sensualidad. Pero Freud consideró la Geistigkeit como un avance so- por lo menos, concluye Freud, el judaísmo optó por bre la Sinnlichkeit: la intelectualidad como un triun- “lo más valioso”, es decir, por lo intelectual. La refo sobre la sensualidad. Pensar requiere de una “re- nuncia de la sensualidad a favor de la intelectualidad nuncia” a los sentidos, y por eso Freud consideró que trajo consigo beneficios muy valiosos para los judíos, la forma más alta de actividad intelectual es la que incluyendo una autoestima muy alta (cada indivino puede ser verificada por los sentidos. El tránsito duo, explicó Freud, podía participar de la grandeza de la sociedad matriarcal a una patriarcal aceleró el del dios invisible, de la misma manera que los británidesarrollo de la intelectualidad, ya que “la mater- cos se identifican con la grandeza de su nación).3 Granidad es demostrada por el testimonio de los senti- cias a estos “dones” el pueblo judío ha logrado sobredos, mientras que la paternidad sólo es un supuesto vivir a ta ntas catástrofes: “El privilegio que durante construido sobre una premisa y una deducción”. En unos dos mil años gozaron los anhelos espirituales la historia del judaísmo, las percepciones sensoriales del pueblo judío no dejó de tener consecuencias: conpasaron a ser asociadas con las “actividades psíqui- tribuyó a restringir la brutalidad y la propensión a cas inferiores” hasta que quedaron relegadas a un lugar secundario, junto con la sexualidad.2 “La religión que comenzó con la prohibición de 3 Freud usa la analogía de un patriota británico para explicar cómo la en un dios poderoso incrementa la autoestima: “Quizá no sea formarse una imagen de Dios —escribe Freud— evo- creencia evidente para un incrédulo, pero se podrá comprenderlo más fácilmente 1 Sigmund Freud, Moisés y la religión monoteísta,op. cit., p. 3 309. 2 Freud recalca que el desarrollo del judaísmo requería no sólo de la renuncia a la Sinnlichkeit, sino también a la sexualidad: “No es que [el judaísmo] exija la abstinencia sexual; se conforma con una limitación sensible de la libertad sexual. Sin embargo, Dios es apartado completamente de la sexualidad y exaltado a un ideal de perfección ética.” Y la ética, escribe Freud, “equivale a una limitación instintual” ( ibid., p. 3 312).
recordando la sensación de seguridad de que está imbuido un ciudadano británico en un país extraño agitado por revueltas, confianza que le falta por completo al natural de cualquier pequeña nación del continente. Ello se debe a que el inglés cuenta con que su Government despachará un buque de guerra si tan sólo le tocan un pelo —cosa que los revoltosos tendrán bien presente—, mientras que aquella nación pequeña ni siquiera posee buques de guerra. De modo que el orgullo por la grandeza del British Empire también arraiga en la conciencia de la mayor seguridad, la mayor protección que ofrece a cada uno de sus súbditos. Algo semejante puede suceder con la representación del dios grandioso” ( ibid., pp. 3 308-3 309).
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OCTAVIO PAZ: ÁGUILA Y SOL
LA CRÍTICA EN PAZ: ABSTRACCIÓN Y EROTISMO
la violencia que suelen aparecer cuando el despliegue de la fuerza muscular se convierte en ideal del pueblo”. Estas páginas sobre el avance de la intelectualidad deben de haber impresionado mucho a Octavio Paz, un escritor que siempre valoró la vida de la mente y que dedicó buena parte de su vida a defender el papel del intelectual. El laberinto de la soledad es un homenaje a la razón, una celebración de las virtudes de la reflexión. Después de detallar meticulosamente los muchos errores, simulaciones y decepciones que han atrapado a los mexicanos en un “laberinto de soledad”, Paz propone el ejercicio del pensamiento crítico —la crítica — como el hilo que puede sacarnos del laberinto.4 Paz dedica un capítulo de El laberinto, titulado “La inteligencia mexicana”, a un análisis de la crítica, un concepto que, como la Geistigkeit de Freud, es una actividad intelectual basada en la abstracción. Paz también considera el desarrollo de la intelectualidad como un paso clave en la historia de la civilización: El laberinto resalta el papel que han tenido escritores e intelectuales en la historia de México. Freud asoció la Geistigkeit con la invención de la literatura, y Paz relaciona la crítica con el desarrollo de una filosofía mexicana. El primero atribuye poderes enormes a la intelectualidad —la Geistigkeit permitió a los judíos sobrevivir a dos mil años de expulsiones, pogromos, discriminación y otras tragedias— y el segundo le otorga virtudes semejantes a la crítica, a la que presenta como una cura para la perenne soledad mexicana. Según Paz, “la reflexión filosófica se vuelve así una tarea salvadora […] deberá ofrecernos una solución concreta, algo que dé sentido a nuestra presencia en la tierra”. A pesar de que Paz presenta un análisis laico de la historia de México, su discusión de los poderes redentores de la crítica está tan cargada de matices religiosos como el relato freudiano de la intelectualidad judaica. Paz escribió alguna vez que para Alfonso Reyes “la literatura es algo más que una vocación o un destino: una religión”, y lo mismo podría decirse sobre la crítica en la experiencia de Paz. Tanto Freud como Paz lamentaron el ocaso de la intelectualidad: Freud, que escribió su Moisés en los años inmediatamente anteriores a la segunda Guerra Mundial, es el más pesimista de los dos. Advirtió que el gran avance intelectual que los judíos habían brindado a la civilización estaba en proceso de desmoronarse: la primera regresión de la Geistigkeit ocurrió con la aparición del cristianismo, una religión que rompió la prohibición contra las imágenes, reinstauró una forma velada de politeísmo (el culto de los santos) e incluso regresó a una forma de matriarcado (el culto a la Virgen). Esta regresión histórica se volvió más aguda en la Alemania nazi, una cultura que privilegiaba una forma retrógrada de satisfacción de los instintos. “Comprobamos asombrados”, escribió Freud en una de las notas preliminares a Moisés, cómo el “pueblo alemán [ha caído] en una barbarie casi prehistórica”. A Paz le tocó vivir en tiempos mucho menos bárbaros cuando escribió El laberinto de la soledad: la guerra había terminado hacía varios años y París, su nuevo hogar, era un núcleo efervescente de actividad literaria y filosófica. México también estaba pasando por un renacimiento intelectual, y el gobierno había designado a muchos artistas y escritores —entre ellos el mismo Paz— a puestos diplomáticos importantes y en el gabinete. Pero a pesar del optimismo generalizado que lo rodeaba, Paz sentía que la vida intelectual estaba en peligro. La dependencia de los escritores de empleos gubernamentales y becas había comprometido su integridad: “han perdido independencia y su crítica resulta diluida, a fuerza de prudencia o de maquiavelismo”. En uno de los momentos más pesimistas del libro, Paz se pregunta: “¿no ha dejado de ser ‘inteligencia’, es decir, no ha renunciado a ser la conciencia crítica de su pueblo?” A diferencia de Freud, Paz concluye su libro con una nota optimista: la primera edición de El laberinto de la soledad cierra con una invitación a los lectores a que usen su intelecto para luchar contra lo inauténtico. “Tenemos que aprender a mirar cara a cara la realidad —escribe Paz—. Pensar es el primer deber de la ‘inteligencia’. Y en ciertos casos, el úni-
4 El concepto de simulación es decisivo a lo largo de El laberinto. Paz lo define como “una actividad parecida a la de los actores […] entre su personaje y [el actor] se ha establecido una complicidad que nada puede romper, excepto la muerte o el sacrificio. La mentira se instala en su ser y se con vierte en el fondo último de su personalidad .”
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co.” Es posible recuperar el terreno perdido y vol ver a la intelectualidad —una posibilidad ausente en Moisés y la religión monoteísta. Pero hay una diferencia importante entre la crítica de Paz y la Geistigkeit de Freud. Paz cree que las ideas abstractas no siempre han tenido un papel positivo en la historia mexicana. La Reforma y el Porfiriato, por ejemplo, fueron épocas marcadas por una proliferación de ideas políticas inauténticas que a fin de cuentas hicieron más daño que bien. La Constitución de 1857, las Leyes de Reforma y las doctrinas positivistas del régimen de Díaz estaban tan alejadas de la realidad mexicana que se volvieron gestos intrascendentes y vacíos. “Las ideas —escribe Paz sobre estos periodos— enmascaran la realidad en lugar de desnudarla o expresarla.” Paz denuncia estas ideas decimonónicas como teorías demasiado abstractas, desconectadas de la realidad del país. A diferencia de Freud, que celebró incondicionalmente el poder de las abstracciones intelectuales, Paz cree que las ideas solamente son útiles cuando están afincadas en la realidad. El laberinto subraya la importancia de la autenticidad —un concepto que Paz tomó de Jean-Paul Sartre— y lamenta la ausencia de este valor en la historia mexicana. Paz critica la ideología de la Reforma porque “ignora una mitad del hombre: esa que se expresa en los mitos, la comunión, el festín, el sueño, el erotismo”. Si Freud propuso que la Geistigkeit requería una renuncia a los instintos, Paz pensó que las ideas carecían de valor si no estaban animadas por los sentidos. El ideal de Paz nunca fue la abstracción pura — como lo fue para Freud—, sino una vida intelectual activada por el erotismo. Eros y Logos son perfectamente compatibles, y El laberinto propone una vida intelectual animada por la sensualidad como el me jor remedio para la soledad mexicana. Paz concibe la crítica —junto con la poesía, los festivales y los mitos que analiza en El laberinto— como una actividad que conjuga el cuerpo y la mente, las ideas y las percepciones, el pensamiento y el deseo. Ésta es quizá la diferencia más importante entre El laberinto de la soledad y Moisés y la religión monoteísta: mientras que para Freud la intelectualidad era incompatible con la sensualidad, Paz abogó por una síntesis entre la vida de la mente y la vida de los sentidos, una Geistigkeit suplementada por la Sinnlichkeit. Paz, al igual que muchos lectores de Freud, debe de haberse extrañado al ver que Freud defendía la noción de Geistigkeit como razón pura, despojada de todos sus elementos sensuales —algo que Carl Schorske consideró una teoría casi puritana—.5 Es difícil reconocer a Freud en estas aseveraciones: ¿acaso no fue el analista vienés el primero en proponer que la literatura, el arte y todas las grandes creaciones culturales surgen de una sublimación de la sexualidad y por eso tienen una base de Sinnlichkeit ? André Breton y los surrealistas celebraron los textos de Freud precisamente porque revelaban los poderes dionisiacos de la sexualidad que la sociedad burguesa se empeñaba en reprimir. Pero entonces, ¿por qué Freud, arqueólogo del deseo sexual, hizo de su último libro un rechazo del cuerpo y de los sentidos?6 Las razones de este rechazo freudiano de la Sinnlichkeit en el Moisés son un misterio, aunque no es difícil entender por qué un anciano exiliado y enfermo de cáncer hubiera querido apartarse del cuerpo y de los sentidos, que a su edad sólo le producían dolor, para refugiarse en la vida de la mente. En esos últimos años, mientras batallaba por terminar su libro, Freud tuvo que olvidarse de su propio cuerpo, que se había convertido en una fuente constante de malestar. Paz, en cambio, estaba en plena juventud cuando escribió El laberinto: su cuerpo era fuerte y sano, y le brindaba más placer que dolor. No sorprende que Paz quisiera incorporar los sentidos, el cuerpo y el erotismo
5 Carl E. Schorske, “Freud’s Egyptian Dig”. 6 Schorske señala que, en el desarrollo del concepto de Geistigkeit, Freud no sólo daba la espalda a muchas de las creencias que tenía al inicio de su carrera, sino que también iba en contra de muchos de los hallazgos más provocadores de sus fuentes. Freud se refiere a Akenatón como el creador original de la Geistigkeit, y lo presenta como un gobernante estricto y puramente racional que inventó leyes y el concepto abstracto de Dios. Schorske demuestra que una de las fuentes principales de Freud, James Henry Breasted, había escrito bastante acerca del carácter sensual del reinado de Akenatón. “En el recuento de Freud no aparece nada del lado sensual de la cultura en tiempos de Akenatón descrito por Breasted”, nos dice Schorske. “Freud seleccionó del libro History de Breasted sólo aquello que conectaba el fulgor egipcio con la Geistigkeit que él veía en los judíos. En su propio ejemplar de la historia de Breasted, Freud marcó sólo los pasajes que sustentaban este tema. Lo demás —y la cuantiosa información acerca de la cultura sensorial del reinado de Akenatón en The Dawn of Conscience — lo ignoró.”
a su visión de la vida intelectual. Un joven no tiene por qué olvidarse de su cuerpo, y Paz celebró con entusiasmo los placeres de los sentidos y de la carne. El erotismo fue una de las chispas que encendieron la obra de Paz, desde sus primeras letras hasta las últimas publicaciones. El laberinto presenta el cuerpo como una fuente de alegría, como uno de los antídotos a la soledad: “No nos da miedo ni vergüenza nuestro cuerpo; lo afrontamos con naturalidad y lo vivimos con cierta plenitud”. La crítica, esa síntesis entre la Geistigkeit y la Sinnlichkeit, recuerda el ideal griego de la armonía perfecta entre la mente y el cuerpo, un ideal que según Freud le había sido negado a los judíos. En el análisis sobre Frida Kahlo que hago en Freud en México especulo que éste habría criticado la versión pictórica del Moisés por tratarse de una imagen que proponía un regreso a la sensualidad. Paz nunca escribió sobre esta pintura de Kahlo: posiblemente nunca se enteró de su existencia (aunque podemos imaginar la extraordinaria conversación que Paz y Kahlo hubieran podido sostener en torno a Moisés y la religión monoteísta: “Pero, querido Octavio, ¿cómo entra la Coatlicue en el esquema de Freud?” “No es la Coatlicue sino la Malinche la que me interesa, estimada Frida”). Paz dedicó varios ensayos a la pintura —y uno a la obra de Frida Kahlo—, y seguramente lo hubiera intrigado la propuesta de una traducción pictórica de las ideas freudianas.7 Pero, sorprendentemente, El laberinto reafirma la convicción freudiana de que el desarrollo del intelecto requiere un rechazo de las imágenes en favor de la abstracción. En “Crítica de la pirámide”, un ensayo escrito en 1969 e incorporado en ediciones subsecuentes del libro, Paz critica la museografía de las salas del Museo de Antropología. En su lectura, este recinto presenta una falsa narrativa en la que los aztecas aparecen como la culminación de las civilizaciones prehispánicas. Paz asegura que esto es totalmente falso —los mayas, por ejemplo, sobrepasaron a los aztecas en muchos aspectos— y lo denuncia como una estrategia del ��� para crear un mito de origen (en los años posteriores a la Revolución el ��� se presentó como heredero del México precolombino: como si la Conquista, la Colonia y el Porfiriato hubieran sido interrupciones de una narrativa precolombina que renace después de la Revolución). Para propagar esta falsa visión de la historia nacional, el museo se vale de las imágenes. “La glorificación de MéxicoTenochtitlan en el Museo de Antropología —escribe Paz— es una exaltación de la imagen de la pirámide azteca”, una imagen que condensa el engaño, la entropía y la muerte: “[…] todas las imágenes —concluye Paz— padecen la fatal tendencia a la petrificación”. Al ig ual que Freud, Paz asocia las i mágenes con la complacencia intelectual: lo visual bombardea los sentidos con un exceso de información y deja muy poco a la imaginación. Por momentos, el argumento de Paz contra las imágenes parece incluso más fuerte que el de Freud: una de las conclusiones de El laberinto es la celebración de la crítica como “el ácido que disuelve las imágenes”. El pensamiento crítico es el antídoto contra las imágenes manipuladoras del Museo de Antropología, y escribir libros como El laberinto de la soledad es un remedio contra la historia petrificada propuesta por políticos populistas. Frida Kahlo quiso traducir el argumento de Freud a una serie de imágenes. Paz, en cambio, sostuvo la crítica freudiana contra lo visual en su teoría de la crítica intelectual. A fin de cuentas, el Moisés de Kahlo no hubiera resistido al ácido de Paz. (“Mi querido Octavio —habría objetado esa hipotética Frida—, tú siempre tan cáustico.”) �
Rubén Gallo, académico de la Universidad de Princeton, es autor de Las artes de la ciudad (Colección Po pular, 2010) y Freud en México (Vida y Pensamiento de México, 2014); está por publicarse Proust’s Latin Americans (Johns Hopkins University Press 7 Octavio Paz, “Frida y Tina: vidas no paralelas”, Vuelta, núm. 82 (septiembre de 1983), p. 42.
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Tenemos en preparación El río reflexivo: poesía y ensayo en Octavio Paz (1931-1958) , que pretendemos publicar en coedición con El Colegio de México, institución a la que está adscrito Stanton. En este adelanto el autor se pregunta por el estruendoso silencio que siguió a la publicación de un libro clave en la biografía autoral de Paz, explicable tal vez por el reto que significó para sus lectores
A P N U E T N A R U D . R A Z A L A S O D R A C I R N Ó I C C E L O C / M A N U / E U S I I . R A Z A L A S O D R A C I R © : a í f a r g o t o F
FRAGMENTO
Una lucha con el lenguaje A N T H O N Y S T A N T O N
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esde que se publicó por primera vez en 1951, ¿Águila o sol? ha gozado de un extraño estatuto como el libro menos estudiado de un autor muy célebre. La primera edición tuvo una nula recepción en México y en prácticamente todo el mundo hispánico, fenómeno que contrasta notablemente con la recepción más amplia y positiva que tuvo, años después, cuando salió en traducción en Francia y en los Estados Unidos. A continuación, en un primer momento repaso brevemente la prehistoria del libro, tal como se desprende de las cartas intercambiadas entre el autor y Alfonso Reyes, reflexiono sobre la recepción del libro en distintos ámbitos y trato de averiguar hasta qué punto el silencio crítico inicial se debe al problema del género (se trata de un libro de poesía en prosa). En un segundo momento, analizo algunos de los textos más importantes de la primera parte del libro. Cuando está a punto de editarse Libertad bajo palabra, Paz le escribe a Reyes en febrero de 1949 para hablarle de “un pequeño libro de poesía en prosa que escribo ahora y que pienso terminar dentro de poco”.1 Cinco meses después amplía la información y hasta menciona un título provisional: “A pesar de la rutina burocrática, escribo, trabajosamente, en mis cuartos de hora, un librito de poemas en prosa: ‘Arenas mo vedizas’. Quizá lo publique aquí, si tengo un poco de dinero.”2 El título general mencionado se desechará después para emplearse exclusivamente para la segunda parte del libro, la de los textos más narrativos. Ya para noviembre de 1950 Paz le habla de su futuro libro en estos términos: “Se trata de unas 75 páginas poemas en prosa, cuentecillos, etc..”3 Además de preguntarle si el libro podría publicarse en Tezont-
le (como fue el caso de Libertad bajo palabra ), le dice El volado invoca los temas de la apuesta y del azar. El que se da cuenta de que va a ser un libro de venta di- águila y el sol son las dos caras de la moneda antigua fícil y ofrece pagar la mitad del costo de la edición y y funcionan como emblemas míticos o fundacionale anuncia que cuenta con “algunos d ibujos de Tama- les del país. Mientras gira en el aire, la moneda deja yo, de modo que podría h acerse una bonita edición”.4 vislumbrar sus dos caras, pero son dos lados de la En efecto, Rufino Tamayo hizo cuatro ilustraciones misma moneda. Así se plantea otro tema fundamenoriginales para ¿Águila o sol?: tres en el interior y la tal del libro: la dualidad que pugna por ser unidad; cuarta la del “volado” en la portada. Sobre las afi- la unidad que se fractura en dualidad. El tema tiene nidades de entonces con Tamayo, Paz opinó en una expresiones tanto lingüísticas como psicológicas y entrevista con Rita Guibert: “Nuestras tentativas se mítico-culturales. cruzaron, aunque sólo durante un corto espacio de Escrito en París entre 1949 y 1950, ¿Águila o sol? tiempo. Es curioso que precisamente en el momen- es un libro que coincide con la militancia surrealista to en que Rufino Tamayo se propone, en un lenguaje del autor: los textos son contemporáneos de varios de muy personal, descubrir las relaciones plásticas en- los poemas de Semillas para un himno (1954), de las tre la pintura moderna y el arte prehispánico de Mé- composiciones “Himno entre ruinas”, “Másca ras del xico, es curioso que en ese momento yo haya tenido alba”, “Fuente” y “Repaso nocturno” de La estación preocupaciones semejantes. A esta etapa correspon- violenta (1958), y de “El prisionero” (su homenaje a den poemas como ‘Himno entre ruinas’ y otros que Sade) y del poema en prosa “Libertad bajo palabra” serían recogidos más tarde en La estación violenta. del libro del mismo nombre. También son contempoTambién ¿Águila o sol?, un pequeño libro en el que ráneos de El laberinto de la soledad, escrito en el veaflora el mundo precolombino como parte de mi pro- rano de 1949. Todos estos textos conforman un ciclo pio subsuelo psicológico.”5 que marca su acercamiento peculiar y heterodoxo al La alianza con Tamayo también se traduce en va- surrealismo. Sus textos más surrealistas suelen ser rios ensayos escritos a partir de 1950, en los cuales sus textos más mexicanos. Lejos de ser una ideoloPaz defiende la pintura del oaxaqueño en contra del gía exótica que lo aleja de sus raíces, el surrealismo nacionalismo programático, la pintura anecdótica, es, en el caso de Paz, u na herramienta que le permite la retórica dogmática y la concepción ideologizada explorar su propia identidad personal y cultural. De del arte que sostenían muchos de los miembros de la hecho, el mismo autor declaró que “ ¿Águila o sol? me Escuela Mexicana de Pintura. “Ser natural”, uno de parece ser el libro mío más cercano al surrealismo”.7 los poemas en prosa de ¿Águila o sol?, es un emotivo José Emilio Pacheco confesó en 1984 que no hahomenaje al pintor, cuyo universo plástico recrea en bía encontrado una sola reseña del libro en el año de un estilo encendido. su aparición.8 Además de opinar que ¿Águila o sol? es Por último, por medio de Tamayo, Paz le envía a “uno de los grandes libros poéticos de Paz”, el autor Reyes el manuscrito de ¿Águila o sol? y le comenta: de Tarde o temprano aventura la idea de que aquel li“Como usted verá al leerlo, se trata de un ‘volado’, bro constituye un “punto de partida o heraldo de la en el que se apuestan muchas cosas.”6 Efectivamen- nueva prosa narrativa hispanoamericana”.9 Piensa, te, el título adopta el lenguaje coloquial mexicano. seguramente, en las fascinantes correspondencias que existen entre ¿Águila o sol? y los cuentos fantás-
1 Carta de Paz a Reyes, fechada el 23 de febrero de 1949, en Correspondencia Alfonso Reyes / Octavio Paz , Anthony Stanton (ed.), Fundación Octavio Paz-Fondo de Cultura Económica, 1998, p. 75. 2 Carta fechada el 26 de julio de 1949, en ibid., p. 97. 3 Carta fechada el 16 de noviembre de 1950, en ibid., p. 133.
4 Idem. 5 Obras completas de Octavio Paz , 2ª ed., vol. 8 ( Miscelánea: primeros escritos y entrevistas ), Gala xia Gutenb erg / Cír culo de Lectores, Barcelona, 2005, pp. 1108-1109. 6 Carta de Paz a Reyes, fechada el 29 de enero de 1951, en Correspondencia Alfonso Reyes / Octavio Paz , p. 137.
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7 “Convertimos en muladar el lugar más hermoso del planeta”, La Onda, suplemento de Novedades, núm. 92 (16 de marzo de 1975), p. 7. 8 José Emilio Pacheco, “ ¿Águila o sol? ”, Proceso , núm. 393 (14 de mayo de 1984), p. 49. 9 Idem.
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UNA LUCHA CON EL LENGUAJE
ticos de Cortázar en Bestiario (1951) y en Final del brida y de mezclas formales que son comunes en la poemas en prosa de Gilberto Owen en Línea (1930). juego (cuya primera edición fue publicada por Juan época moderna a partir del romanticismo, muchos Todo esto indica que Paz no partía de cero: tenía coJosé Arreola en Los Presentes en 1956) y también lectores seguían y siguen identificando poesía y nocimiento no sólo de la gra n tradición francesa sino podríamos agregar aquí el primer libro de cuentos verso. La verdadera oposición se da entre verso y pro- también de la hispánica y de la mexicana. de Carlos Fuentes, Los días enmascarados (1954). La sa, pero el poema en prosa es el mejor ejemplo de que Existen varios núcleos centrales que atraviesan el aseveración de Pacheco sobre la nula recepción ini- prosa y poesía no se excluyen. libro: la lucha con el lenguaje, que conlleva un procecial del libro de Paz sigue siendo cierta, aunque haPara acercarnos a este problema es instructivo so violento de destrucción y pur ificación; la explorabría que dejar constancia de dos tempranos textos reflexionar sobre la lenta y compleja aclimatación ción del lado oscuro y nocturno del yo, asediado por desconocidos hasta ahora.10 En julio de 1951 René del género del poema en prosa en Hispanoamérica potencias irracionales, oníricas o fantásticas; el im Avilés publicó en El Nacional un comentario anec- y, especialmente, en México. Invención de la moder- pulso lúdico; los recuerdos de la infancia mexicana, dótico que no llega a constituir una reseña porque nidad, el género fue forjado en Francia por Aloysius y una recreación imaginativa de la mitología precoel libro todavía no se había publicado.11 De más in- Bertrand en su Gaspar de la Nuit (1842) y canoniza- lombina de México. Como sucede con Libertad bajo terés es la nota que publicó en 1953 en el semanario do de manera definitiva por Baudelaire en Le Spleen palabra, el texto inicial es un poema en prosa que Marcha de Montevideo el entonces joven uruguayo de Paris (1869), colección que tiene un subtítulo re- comparte el título del libro y ofrece un resumen de Emir Rodríguez Monegal, destinado a ser uno de los velador: Petits poèmes en prose. Si el poema en pro- algunos de los núcleos. En “¿Águila o sol?” la escritugrandes críticos de la literatura latinoamericana. En sa tuvo cultivadores posteriores tan renombrados ra se ubica en un momento de crisis (“Comienzo y rela sección “Crónica de libros” da a conocer una bre- en Francia como Rimbaud y Mallarmé, en Hispa- comienzo. Y no avanzo.”) mientras el yo se encuen ve reseña que destaca el tema central de la lucha con noamérica tuvo un proceso más lento de naturaliza- tra escindido entre el pasado y el presente. Por un la palabra y termina su nota elogiando la madurez ción. En 1887 Julián del Casal inicia la publicación de lado, se invoca un ayer dominado por una escritura y la autenticidad de la escritura del mexicano: “Con sus traducciones de los “Pequeños poemas en prosa” natural que se daba sin esfuerzo y que captaba graneste libro el fino poeta […] alcanza una rara madurez: de Baudelaire y al año siguiente, en la primera edi- diosas imágenes transparentes de la luminosidad del madurez del lenguaje y madurez de la actitud. A di- ción de Azul, Rubén Darío hace convivir en un mis- valle de México: “El otoño pastoreaba grandes ríos, ferencia de tantos otros intentos aforísticos, de tan- mo libro poemas en verso, cuentos y otros tex tos que acumulaba esplendores en los picos, esculpía plenitas prosificaciones de la experiencia poética como se acercan al modelo del poema en prosa. Durante tudes en el valle de México, frases inmortales grabase dan en las letras hispánicas, estas páginas de Oc- el modernismo abundan ejemplos de prosa poéti- das por la luz en puros bloques de asombro.”19 Pero tavio Paz no parecen juego ni pastiche. Nacen en- ca, prosa artística y prosa poemática, pero es difícil esta visión idealizada de la adolescencia contrasta vueltas todavía de la conmoción en que se gestaron, con un presente agobiado por la duda y por la incermuestran la huella de su creación, se cu mplen (como tidumbre acerca del poder significativo de la palabra él mismo apunta) a expensas del poe[t]a. Si no otro, y acerca de su propia relación con el lenguaje: “Hoy tienen el alto va lor de su autenticidad.”12 lucho a solas con una palabra. La que me pert enece, a Pero queda la pregunta: ¿cómo se explica el silenla que pertenezco: ¿cara o cruz, águila o sol?” Ayer y cio casi total que rodea la apa rición del libro en 1951? hoy, adolescencia y madurez, fluidez y esterilidad: la El problema se vuelve más enigmático todavía si moneda está en el aire mostrando alternativamente pensamos en la recepción positiva que el libro tuvo sus dos caras y el poeta es el campo de batalla. en sus traducciones al francés y al inglés. En 1957 se El libro se divide en tres partes con características publicó en Francia Aigle ou soleil? , que no es una trapropias. La primera, titulada “Trabajos forzados” en ducción del libro de 1951 sino una antología de poela edición original y rebautizada después como “Tramas provenientes de A la orilla del mundo, Libertad bajos del poeta”, consta de 16 textos numerados, de bajo palabra, Semillas para un himno y ¿Águila o sol? , los cuales sólo dos rebasan el límite de una página. en versiones de Jean-Clarence Lambert. Los dos coLa secuencia completa se publicó por primera vez en mentarios más interesantes se deben a las plumas de la revista Sur de Buenos Aires, donde está fechada Josep Palau y André Pieyre de Mandiargues.13* Sobre “París, febrero-julio de 1949”.20 Una versión en franla parte de la antología que nos interesa, el gran poecés fue publicada como “Travaux forcés” en la revista y crítico de arte catalán opina que “ ¿Águila o sol? , ta Le Surréalisme, Même en 1957.21 Estamos ante los conformado exclusivamente por poemas en prosa, identificar en Martí, Darío, Silva, Lugones, Herrera ejercicios preparatorios del poeta: sus búsquedas, corresponde a un momento en que el autor inten- y Reissig, Gutiérrez Nájera, Díaz Mirón, Nervo o Ta- experimentos, encuentros y desencuentros con las ta acercarse lo más posible al surrealismo”, y se fija blada muestras acabadas y autónomas de poemas en palabras y con la Palabra. El lenguaje es coloquial en el sentido de la imagen y en el carácter a bierto, en prosa. ¿Por qué se tardó tanto en aclimatar se en Mé- con muchos toques de falsa seriedad, burla y brotes movimiento, de la obra de Paz.14 Pieyre de Mandiar- xico y en Hispanoamérica el poema en prosa? Tal vez de humor e ironía. Todo puede entrar en el texto: gues, muy cercano a los surrealistas, va más lejos to- por el prestigio del verso y por cierto apego tradicio- fantasías, divagaciones, sueños, reflexiones, neolodavía y afirma con contundencia que “Octavio Paz es nal a las formas canónicas de expresión. gismos, ocurrencias, recuerdos, juegos, confesiones, un poeta surrealista, y que pertenece al grupo que Al menos en el caso de México es relativamente deseos, parábolas. Conviven la narración, el canto lleva ese nombre. Es más: hay que reconocer que es fácil observar que es en el periodo llamado posmo- y la reflexión. La primera secuencia comienza con el único gran poeta surrealista activo en el mundo dernista, en la segunda década del siglo ��, cuando el relato de la llegada de esos seres extraños, criatumoderno”.15 No sólo considera a Paz como el mayor se producen los primeros ejemplos incontrovertibles ras alegóricas que parecen ser personificaciones o poeta surrealista vivo sino que elogia su poder rítmi- de textos que podemos identificar con plena certeza materializaciones paródicas de los siete pecados: “A co, sus imágenes explosivas y su peculiar combina- como poemas en prosa. Efectivamente, en esa déca- las tres y veinte como a las nueve y cuarenta y cuación de automatismo y lucidez que lo acercan a r atos da escriben textos de esta naturaleza Alfonso Reyes, tro, desgreñados al alba y pálidos a medianoche, pero a Breton y a Éluard, para terminar aseverando que Julio Torri y Ramón López Velarde, por dar los tres siempre puntualmente inesperados, sin trompetas, “Trabajos forzados” es un gran poema en prosa que ejemplos más brillantes. Ninguno de ellos publica calzados de silencio, en general de negro, dientes fees nada menos que “la versión mexicana deUna tem- un libro hecho exclusivamente de poemas en prosa, roces, voces roncas, todos ojos de bocaza, se presen porada en el infierno”.16 Cuando el libro fue traduci- pero cada uno tiene una clara idea de la forma. En tan Tedevoro y Tevomito, Tli, Mundoinmundo, Cardo al inglés por primera vez en 1970 por Eliot Wein- Ensayos y poemas (1917) Torri combina libremen- naza, Carroña y Escarnio.” berger, las reseñas y los comentarios críticos fueron te ensayos, cuentos y poemas en prosa. Por su parLas palabras llegan o más bien irrumpen en la también muy positivos, tal como se esperaría en un te, en el exilio madrileño Reyes escribe en 1916 “El vida cotidiana como objetos fantásticos, figuras con país (los Estados Unidos) donde el poema en prosa descastado”, autorretrato irónico y ejemplo singu- rasgos humanos y animales, visitantes agresivos había sido cultivado por muchos de los grandes poe- lar del nuevo prosaísmo coloquial de lo que décadas (que ciertamente se parecen a los cronopios cortatas y donde un lector culto no tenía grandes dificul- después será conocido como la antipoesía. En las pri- zarianos) que son los protagonistas de una batalla tades en identificar la forma. meras versiones publicadas, “El descastado” fue un lúdica: “me defiendo, apaleo a los visitantes, corto Libros como A la orilla del mundo (1942), Liber- conjunto de cuatro poemas en prosa, aunque años orejas, combato a brazo partido […] Crujir de dientad bajo palabra (1949) y sobre todo El laberinto de la después Reyes reescribió el texto en versículos.18 En tes, huesos rotos, un miembro de menos, uno de más, soledad (1950) despertaron interés y tuvieron cier- su década madrileña Reyes publicó varios libros de en suma un juego si logro tener los ojos bien abierta recepción. ¿Por qué causó desconcierto ¿Águila o prosas heterogéneas e inclasificables, como El caza- tos y la cabeza fría.” No hay abandono al sueño sino sol? incluso entre los amigos más cercanos del poe- dor (1921). Por último, en los mismos años López Ve- una vigilancia lúcida, la necesidad de someter todo ta? Como afirma Pacheco, “la dificultad radica en el larde da a conocer en periódicos y revistas de Méxi- a la conciencia. El poeta acepta las reglas del juegogénero”.17 A pesar de las prácticas de escritura hí- co algunos de los textos que sólo serán reunidos en simulacro. Hay múltiples descripciones divertidas forma de libro póstumamente en El minutero,edita- de estas criaturas fantásticas, pero lo que sigue siendo en 1923 para conmemorar el segu ndo aniversario do un misterio insondable es su origen, la fuente de 10 No están recogidos, por ejemplo, en el repertorio más completo realide su muerte. Torri, Reyes y López Velarde mezclan donde vienen: “¿Son los enviados de Alguien que no zado por Hugo J. Verani, Bibliografía crítica de Octa vio Paz (1931-1996), El prosas de varios tipos y de características distintas: se atreve a presentarse o vienen simplemente por su Colegio Nacional, México, 1997. pueden convivir en el mismo libro ensayos, cuentos, voluntad, porque les nace?” 11 René Avilés, “México en París. ¿Águila o sol? de Octavio Paz, un poético ‘volado’ en prosa…”, El Nacional (22 de julio de 1951), pp. 3 y 5. Según crónicas, narraciones, relatos de viaje, prosas poeLa tercera secuencia relata en un tono narrativo e el colofón de la primera edición, ¿Águila o sol? se imprimió el 6 de noviemmáticas, discursos, semblanzas, divagaciones, retrainicialmente realista la anécdota del poeta que sale bre de 1951. Avilés había tratado a Paz en París y eso explica su conocitos y viñetas, además de poemas en prosa. Después miento del futuro libro. 12 E.R.M. [Emir Rodríguez Monegal], “Octavio Paz: ¿Águila o sol? ”, vendrían los experimentos más vanguardistas de los
Las palabras llegan o más bien irrumpen en la vida cotidiana como objetos fantásticos, figuras con rasgos humanos y animales, visitantes agresivos
Marcha (Montevideo), año 14, núm. 668 (2 de mayo de 1953), p. 15. 13* Véase la página 23 de esta edición de La Gaceta 14 Josep Palau, “ Aigle ou soleil? par Octavio Paz”, Les Lett res Nouvelles, núm. 54 (noviembre de 1957), p. 645. 15 André Pieyre de Mandiargues, “ Aigle ou soleil ”, La Nouvelle Revue Française, vol. 6, núm. 62 (1 de febrero de 1958), p. 325. 16 Ibid., p. 327. 17 José Emilio Pacheco, “ ¿Águila o sol? ”, art. cit., p. 49.
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18 Para una lectura más detallada de este texto, véase Anthony Stanton, “Poesía y autobiografía en un momento de la obra de Alfonso Reyes (1908-1916)”, Nueva Revista de Filología Hispánica, vol. 61, núm. 2 (2013), pp. 521-556.
19 Obras completas de Octavio Paz , 2a ed., vol. 7 ( Obra poética (1935 1998) ), Gala xia Gutenberg / Círcul o de Lect ores, Barc elona, 2004 , p. 165. En adelante todas las referencias se darán en el texto señalando volumen y página de esta edición. 20 “Trabajos del poeta”, Sur (Buenos Aires), núm. 178 (agosto de 1949), pp. 28-37. 21 “Travaux forcés”, Le Surréalisme, Même, núm. 5 (1957), pp. 33-36.
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E D A D A R T S U L I N Ó I S R E V U S E D O T N A L E D A , O C E
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Éste es un ejemplo de las ilustraciones que Gabriel Pacheco prepara para una edición de Arenas movedizas
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OCTAVIO PAZ: ÁGUILA Y SOL
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UNA LUCHA CON EL LENGUAJE
de su casa en la noche a comprar una cajetilla de ci- tuciones y las falsas verdades establecidas (la alusión garros. Camina por la calle rumbo a un café cercano al Terror de Robespierre no es fortuita). El formidacuando es sorprendido por la aparición súbita, hui- ble trabajo de demolición es necesario antes de poder diza, de la Palabra, pero no es capaz de detenerla: construir algo más puro y auténtico. “Recorrí dos calles más, tiritando, cuando de pronto En otra alegoría de la creación o de la búsqueda sentí no, no sentí, pasó, rauda, la Palabra. Lo ines- de la Palabra, el poeta aparece como un “cazadorperado del encuentro me paralizó por un segundo, pescador” que busca su presa elusiva en “un inmenque fue suficiente para darle tiempo de volver a la so lago salado”. La búsqueda es interior, mental, y el noche. Repuesto, alcancé a cogerla por las puntas del cazador sólo llega a vislumbrar la punta o el comienpelo flotante. Tiré desesperadamente de esas hebras zo de la Palabra: “Sólo distingo su cresta orgullosa: que se alargaban hacia el infinito.” Incapaz de atra- Cri. ¿Cristo, cristal, crimen, Crimea, crítica, Cristiparla (como si fuera una mujer inalcanzable), se que- na, criterio? Y zarpa de mi frente una piragua, con un da “solo en mitad de la calle, con una pluma roja en- hombre armado de una lanza.” Como el pez, la Palatre las manos amoratadas”. bra sólo se deja ver parcialmente por un instante en En estos encuentros y desencuentros con la Pa- la superficie antes de sumergirse de nuevo en las oslabra, abundan los pasajes que son libres impro- curas profundidades del inconsciente. El primitivis visaciones de un insomne a partir de cierta lógica mo de la alegoría (“El cazador sopla el cuerno que lleautomática dictada por aliteraciones, asonancias y va atado al pecho…”) es reforzado si pensamos que en asociaciones intuitivas: “es un ruido de cascos de ca- Francia (donde se escribió el texto) la palabra cri sigballo galopando en un campo de piedra; es un hacha nifica “grito”, la articulación verbal más instintiva, la que no acaba de derribar un árbol gigante; una pren- expresión más directa de la experiencia primordial sa de imprenta imprimiendo un solo verso inmenso, de dolor o placer. Por eso, tal vez, el Cri es inaccesible hecho nada más de una sílaba, que rima con el golpe en la superficie consciente y para tratar de acercarse de mi corazón”. En varias secuencias, como la quin- el poeta-cazador tiene que buscar dentro de sí mismo ta, hay malabarismo lingüístico que goza acuñando en un viaje de ex ploración sin límites: “De cua ndo en neologismos, juegos de palabras, rimas basadas en cuando el Cri reaparece, deja ver su aleta nefasta y el demonio de la analogía y trabalenguas que son un se hunde. El remero fascinado lo sigue, hacia dentro, desafío para cua lquier traductor: “Jadeo, viscoso ale- cada vez más hacia dentro.” La primera persona del teo. Buceo, voceo, clamoreo por el descampado. Vaya singular ha sido sustituida por la impersonalidad de malachanza. Esta vez te vacío la panza, te tuerzo, te la tercera persona, como si la misma búsqueda impliretuerzo, te volteo y voltibocabajeo, te rompo el pico, cara una desubjetivación del poeta. te refriego el hocico, te arranco el pito, te hundo el Si la lectura anterior de la palabra Cri como grito esternón. Broncabroncabrón. Doña campamocha se parece forzada, conviene examinar la secuencia ficome en escamocho el miembro mocho de don cam- nal de “Trabajos del poeta”. Se trata de una sola larpamocho.” Como en los albures o en las invenciones ga oración de estructura anafórica que celebra de del nonsense verse, el lenguaje se vuelve materia so- manera triunfal la llegada de la Palabra como realinora infinitamente moldeable, puro juego de sonido dad total y epifánica. Después de todos los ejercicios y sentido. A veces el sentido es subordinado a lo fóni- preparatorios, después de las violentas purgaciones co: “El erizo se irisa, se eriza, se riza de risa.” negativas, después de las podas implacables del “lenOtros fragmentos exploran el camino negativo guaje guillotina” se liberan por fin la energía latente del desaprendizaje como un necesario paso previo y el potencial reprimido de la Palabra en todo su esa la purificación, para lograr el acceso a la recepti- plendor: “como el pájaro que sube y el relámpago que vidad, proceso que tiene ciertos paralelismos con la desciende, batir de alas, pico que desgarra y entrea vía purgativa de los místicos. Después de romper los bre al fin el fruto, tú, mi Grito, surtidor de plumas lazos con “el mundo, la razón y el lenguaje”, se abre de fuego, herida resonante y vasta como el desprenel camino de la negación de todo lo impuesto por las dimiento de un planeta del cuerpo de una estrella, convenciones y costumbres de los demás: “Te atreves caída en un cielo de ecos, en un cielo de espejos que a decir No, para un día poder decir mejor Sí. Vacías te repiten y destrozan y te vuelven innumerable, intu ser de todo lo que los otros lo rellenaron: grandes finito y anónimo”. El anonimato es experimentado y pequeñas naderías, todas las naderías de que está aquí como liberación extática del yo y como fusión hecho el mundo de los otros […] Vaciado, limpiado de con el vasto sistema de analogías que constituye el la nada purulenta del yo, vaciado de tu imagen, ya no universo (una cadena de ecos y espejos).22 Al escribir eres sino espera y aguardar […] A veces, una tarde “Grito” (con mayúscula) y al identificarlo con la pacualquiera, un día sin nombre, cae una Palabra, que labra plena, total y originaria, se refuerza la lectura se posa levemente sobre esa tierra sin pasado.” A par- anterior de la secuencia ��. La Palabra se manifiesta tir de la doctrina surrealista de la rebelión social, se como Grito que une los contrarios. llega a rechazar el activismo racional y se busca una ¿Águila o sol? es un libro parteaguas en la obra de purificación casi ascética que permite que el poeta Paz. Representa las “pruebas” del poeta y marca un sea un canal pasivo de transmisión de lo maravillo- rito de pasaje. El conjunto de poesía en prosa fue un so, de lo no contaminado. desafío a los lectores de la época. Las expectativas Varias de las secuencias son monólogos capricho- tradicionales dictaron que el libro tuviera una recepsos, meditaciones de un insomne con sus fantasías ción casi nula. Sólo con el tiempo iba a ser evidente descabelladas (como el fragmento ����, donde el poe- que era un paso necesario en la evolución poética ta es a la vez la pla za, el matador y el toro en un ritual de Paz. Hoy se puede afirmar que este libro muestra delirante). En el �� el poeta es el cirujano que corta mejor que ningún otro su forma personal y heterolas palabras y las echa al circo para divertirse con los doxa de acercarse al surrea lismo, su manera de aproresultados de sus violentas operaciones: “Llevado piarse de algunos de los postulados más radicales del por el entusiasmo de los experimentos abro en cana l movimiento sin adoptar las doctrinas estilísticas y a una, saco los ojos a otra, corto piernas, agrego bra- teóricas en su totalidad (su automatismo espontázos, picos, cuernos.” El poeta es el que crea su propio neo casi nunca abandona la lucidez de la conciencia). lenguaje en su laboratorio, violentando las normas A través de un proceso violento de destr ucción, críconvencionales con cierto humor negro: “En suma, tica y purificación, el poeta encuentra una libertad en mi sótano se corta, se despedaza, se degüella, se nueva. El descenso a lo oscuro permite el descubripega, se cose y recose. Hay tantas combinaciones miento de “la salida” que es el poema.� como gustos.” Una de las expresiones más violentas del rechazo del lenguaje domesticado y de las normas sociales y educativas se puede leer en la secuencia �: “Vómito de palabras, purgación del idioma infecto, comido Anthony Stanton es autor deInventores de y recomido por unos dientes cariados, basca donde tradición: ensayos sobre poesía mexicana moderna nadan trozos de todos los alimentos que nos dieron (Tierra Firme, 1998) y tuvo a su cargo la edición de en la escuela y de todos los que, solos o en compañía, Correspondencia: Alfonso Reyes/Octavio Paz (1939hemos masticado desde hace siglos. Devuelvo todas 1959) (Vida y Pensamiento de México, 1998). las palabras, todas las creencias, toda esa comida fría con que desde el principio nos atragantan.” El asco es el primer paso, pero para acabar con la infección hay que inventar un lenguaje nuevo, destructivo, implacable: “Hoy sueño un lenguaje de cuchillos y picos, de 22 Mi lectura coincide aquí con la de Jason Wilson, quien afirma: “This the final loss of ego-consciousness and the discovery of being through ácidos y llamas. Un lenguaje de látigos […] Un lengua- is cleansed language. The poet becomes anonymous, and language-being je guillotina.” Sólo un nuevo lenguaje rigurosamente atakes over.” Octavio Paz: A Study of His Poetics , Cambridge University subversivo puede desafiar y desenmascarar las insti- Press, Cambridge, 1979, p. 109.
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ENSAYO
El tiempo de Piedra de Sol :
pasado porvenir V Í C T O R M A N U E L M E N D I O L A
Víctima de su propio éxito, Piedra de Sol es un poema paradójico: encarna la continuidad y la ruptura de una tradición (la del poema largo, densamente poblado de ideas), es ejemplo de los postulados del surrealismo y a la vez perfecta obra racional, manifiesta un hondo nacionalismo y es el clímax del cosmopolitismo. Aquí Mendiola, tras analizarlo, hace votos por que lo leamos con azoro, admiración, disfrute
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a Jennifer I
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dre ni en el parricidio —a veces, robo y, a veces, regreso y apropiación inevitable—, pero sí en la indiferencia y en el ansia de olvido.
esde la vista panorámica que nos ofrece Piedra II de Sol, la poesía mexica- Es claro que Piedra de Sol (584 versos con todo y la na ha cambiado mucho. repetición de las primeras líneas al final del poema), La ambición de crear un en diálogo con el surrealismo y con la tradición clápoema en contacto pro- sica, bajo el poder del endecasílabo y el tumulto de la fundo con las corrientes prosa, lleno de alusiones a la mitología precolombide la poesía moderna y, a na y a los mitos de la Grecia antigua y la Francia mela vez, en comunicación dieval, entre Perséfona y Melusina, entre el amor y con los recursos y las guerra, estableció un nivel altísimo de creación en ideas del pasado no sólo parece raro sino la búsque- la la escritura, tanto en el ámbito de nuestro país como da de un camino incorrecto. Tampoco es frecuente en el territorio de la lengua castellana. encontrar un texto largo con una cuidadosa valoracomparable al Canto general de Piedra de Sol ción de la arquitectura y el desarrollo, es decir, con Pablo Neruda y a es de Vicente Huidobro, pero Altazor una forma estricta, como había imaginado Edgar posee una estructura más compleja y una visión Allan Poe en su famoso ensayo “La filosofía de la crítica más fina porque, asumiendo los valores de 1 composición”. Y parece algo totalmente extravagan- la vanguardia, los articula con la tradición y, en esa te proponerse la creación de un texto en donde con- medida, examina y objeta —quizá a pesar del pro viven la armonía del verso y la libertad d e la prosa. Paz— el modernismo del siglo ��. Piedra de Sol, ¿Por qué un poema que parece haber sido escrito pio como el Canto general, posee una visión histórica y, para el siglo ��� es visto como una pieza fija, conge- como Altazor, una poética de la imaginación en una lada y sin interés, en términos de escritura, para los rebeldía estética y moral sin cuartel. Sin embargo, días que vivimos? Quizás una de las respuestas a esta el poema de Paz opone al poema épico una profunda interrogante es el hecho de que una parte importan- visión subjetiva y, al caos de las imágenes, un orden te de la poesía contemporánea mexicana ha roto con circular. la matriz del pasado, desprecia el oficio y celebra el Este gran poema echa mano de la libertad imapopulismo del arte contemporáneo. ginativa surrealismo y utiliza, al mismo tiempo, Durante mucho tiempo Piedra de Sol fue, más que la fuerzadel de tradición renacentista, por un lado, una aspiración, una referencia inevitable. Sin em- y la vigilia della pensamiento crítico, por el otro —lo bargo, en los últimos años, entre los nuevos escrito- que Villaurrutia había llamado la “atención más res el poema parece ser, si no olvidado, sí desatendi- profunda”—.3 Esta clase de empresa en los años cindo, objeto de una “admiración” exterior y desganada. cuenta del siglo pasado era infrecuente en el espacio En este contexto, podríamos muy bien repetir, a prode la literatura hispanoamericana y en otras lenguas pósito de esta pieza, la frase de Xavier Villaurrutia —con la excepción de la obra poética de Borges, que acerca de López Velarde: “es más admirado que leído creó en miniatura complejas composiciones mix2 y más leído que estudiado”. y de Martín Adán, en Mi Darío—. Este poema Hace unos años, un poeta nuevo, Samuel Noyola, tas, tenía como antecedente inmediato, en el contexto escribió: “Los poetas son como Edipo ciego. / Si no es de nuestra lírica, Muerte sin fin de José Gorostiza, y la madre es el poder / lo que se cruza en su destino.” en el muy largo plazo, como vio de manera atinada Sin embargo, el joven viejo Edipo de nuestros días no Ramón Xirau,4 Primero sueño de sor Juana Inés de quiere saber nada de la madre ni del padre. No cree en el hijo víctima —también beneficiario— de la ma1 Edgar Allan Poe, “La filosofía de la composición”, en El cuervo / The Raven, México, El Tucán de Virginia, 1998, p. 53. 2 Xavier Villaurrutia, Obras, México, ���, 1974, p. 644.
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3 Laurel. Antología de la poesía moderna en lengua española, introducción de Xavier Villaurrutia, México, Séneca, 1941, p. 26. 4 Ramón Xirau, “Tres calas en la reflexión poética: sor Juana, Gorostiza, Paz”, en Poetas de México y de España , Madrid, José Porrúa Turanzas, 1962.
la Cruz. Paz, igual que nuestra extraordinaria mon ja, se aprovechó, entre otras fuentes esenciales, del poder imaginativo de Góngora y lo llevó a un mundo hondo y nuevo tan insólito como el del cordobés.5 El poema de Paz también podría vincularse con La suave patria, ya que tanto López Velarde como Paz crearon sus poemas debatiéndose con ellos mismos y, a la vez, enfrentando los conflictos de su tiempo.6 Ambos poemas son, simultáneamente, críticas y coloridos frescos. Además, el autor de La sangre devota también tomó una gran ventaja de su lectura de Góngora, como él mismo nos hizo saber en el ensayo “La corona y el cetro de Lugones”. En el contexto de la poesía moderna en otras lenguas, Piedra de Sol está inevitablemente ligado con The Waste Land de T. S. Eliot. Roberto González Echevarría y Emir Rodríguez Monegal lo percibieron claramente cuando, en una entrevista en 1972, le pidieron a Paz que hablara de la relación entre su poema y el poema de Eliot. Tanto un texto como otro utilizan el recurso de la simultaneidad y articulan distintas voces creando una pieza lírica, pero al mismo tiempo dramática. Asimismo, en ambas composiciones el lector adivina la acción del pasado clásico en el tiempo moderno. II I
¿Por qué Paz dejó de hablar de manera especial del poema más conocido de su obra poética? Cuando el lector se aproxima a la poesía de este poderoso escritor y logra ver el conjunto, observa que los primeros grandes libros de Octavio Paz surgieron en los años cincuenta y que el más señalado fue, ni más ni menos, Piedra de Sol . Los lectores de esa época lo dijeron con toda claridad. Francisco Zendejas, el hoy ol vidado crítico de la columna Multilibros de Excélsior, recibió la edición a unos días de aparecer a la luz pública con una certera intuición de su valor al decir: “El pequeño aliento lopez velardiano deja el sitio a una sensibilidad cosmogónica que abraza todo lo que puede llamarse articuladamente mexicano en la historia y en la pasión, en el tiempo y el espacio.” 7 Asimismo,
5 En mi libro El sur realismo señalé la interacción entre los versos de Góngora y de Paz. 6 Es extraño que Octavio Paz no haya visto la dimensión social del poema de López Velarde. 7 Francisco Zendejas, Multilibros, Excélsior, México, 9 de octubre de 1957.
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EL TIEMPO DE P I E D R A D E S O L : PASADO PORVENIR
Tomás Segovia8 y José Emilio Pacheco9 no dudaron en llamar al nuevo poema una obra maestra, Pacheco en un entusiasmo crítico y Segovia con la suspicacia reflexiva que lo caracterizaba. El propio Paz, en una carta dirigida a Jean-Clarence Lambert, tenía una conciencia clara de lo que había hecho. A su amigo francés le confesó: “es lo mejor que he escrito”.10 Pero al muy poco tiempo de haber enviado esa carta, Paz comenzó a evitarlo, a veces poniendo énfasis en otros textos y a veces haciendo un mohín de hartazgo por la frecuente alusión a esta pieza cuando alguien le preguntaba por el desarrollo de su obra. El cambio de actitud lo podemos observar en la entrevista que Paz concedió a Emmanuel Carballo11 poco tiempo después de la publicación del La estación violenta. Este cambio de actitud también lo podemos ver en la entrevista de Paz con González Echevarría y Rodríguez Monegal.12 Desde luego, a lo largo de los años, Paz tuvo que hablar sobre este poema. Era inevitable. Pero lo que el lector nota en las intervenciones y respuestas del poeta acerca de una de sus obras más apreciadas es una reserva que se manifiesta en evasivas. Es extraño: todo debería haber contribuido para que él le otorgara un lugar especial. Es el poema que lo consagra, aunque no sea el primero de sus grandes poemas. Están varias composiciones anteriores increíbles. En primer lugar, “Himno entre ruinas”; en segundo lugar, la mayor parte de las piezas de ¿Águila o sol?, y, en tercero, “Semillas para un himno” y “El cántaro roto”13 —texto que al ser publicado en Cuadernos de Literatura despertó de inmediato un escándalo y entusiasmo. Es fundamental decir que la mayor parte de los críticos de poesía habían ignorado, unos años antes, la publicación de ¿Águila o sol? Por ejemplo, Antonio Castro Leal, en la antología La poesía mexicana moderna, no mencionó este libro. En cambio el largo poema en endecasílabos fue, desde el principio, aclamado en todas partes, tanto en México como fuera del país. Quizá la distancia que Paz estableció con este poema provino del hecho de que Piedra de Sol acababa acoplándose de una manera forzada con la teoría de la ruptura y representaba para Paz el recuerdo de una época extraordinaria, pero muy conflictiva de su vida. Son los años en los que comienza a generarse una relación muy tensa con la izquierda mexicana y son los años también de la separación de Elena Garro y del encuentro con Bona Tibertelli de Pisis, con la que rompería más tarde en forma muy triste para él. Aunque en las décadas de los sesenta y setenta Piedra de Sol estaba en la boca de todos los lectores y de los jóvenes poetas, Paz no hizo, en general, un gran énfasis sobre el mismo y trató de que la tensión crítica en torno a su obra recayera sobre su libro y poema Blanco. Con ello apoyaba una estética ligada a la poesía del lenguaje y no a la operación híbrida de Piedra de Sol . Esta actitud de Paz coadyuvó a crear, entre los lectores, una relación ambivalente. Todos o casi todos creían que Piedra de Sol era una pieza única, pero Paz de algún modo la eludía. Sin embargo, gracias a las entusiastas lecturas de José Emilio Pacheco en sus artículos de “Inventario” en la revista Proceso y de Pere Gimferrer14 en su ensayo Lecturas de Octavio Paz, esa notable pieza de los años cincuenta mantuvo su actualidad, por lo menos, entre los lectores avezados.
imagen invertida, isómera, de ¿Águila o sol? y si es la puesta en práctica de las profundas reflexiones de El arco y la lira, este texto es también la realización renovada, más honda en la i maginación del pensamiento analógico, de la antropología que Paz había desarrollado en El laberinto de la soledad . En este sentido, la obra maestra, el poema de los 590 versos, la composición surrealista y al mismo tiempo clásica, es de alguna manera la piedra de toque de los otros libros o la síntesis apretada y beligerante de la c apacidad creati va de Octavio Paz al terminar los años cincuenta. Algo que revela esta compleja red de correspondencias es la íntima y estrechísima relación orgánica que el lector puede observar entre los libros que Paz escribió en esa década. Si exageráramos podríamos decir que casi parecen un solo texto. En este sentido, quizás uno de los elementos que ha contribuido a un a mirada menos interesada en la originalidad del poema derive de que al estar asociado en forma subterránea con El laberinto de la soledad, el creciente desinterés crítico sobre el ensayo haya proyectado una sombra sobre el largo poema. Sin embargo, podríamos muy bien preguntarnos: ¿es El laberinto de la soledad efectivamente un texto anacrónico, colmado de generalizaciones, encerrado en una búsqueda ficticia? Algunos críticos han pensado que sí. Sin embargo, las intuiciones sobre la historia de México y el carácter del individuo en una sociedad como la mexicana a muchos lectores continúan ofreciéndoles la oportunidad de un acercamiento esencial a nuestro país. Tal vez este ensayo, a pesar de la oposición que ha sufrido, más tarde o más temprano, está destinado a resurgir como una visión honda. Piedra de Sol es una demostración palpable de las visiones profundas que Paz a lcanzó en aquel libro. V
distintas de hablar del universo. Una, cósmico-histórica; la otra, bajo la lingüística y la descomposición gráfica. Además, en el poema largo en endecasílabos escuchamos una alianza extraña entre los mitos occidentales y los mitos precolombinos; en cambio, en Blanco sentimos la presencia del oriente. ¿Qué sucede con El mono gramático? Esta gran composición retorna al poema en prosa. Retoma de manera completamente nueva los caminos explorados en ¿Águila o sol? En este sentido El mono gramático es una nueva versión isómera del poema largo en endecasílabos. Quizá, desde la perspectiva de la prosa, roza, de una manera sui generis, a Piedra de Sol . El mono gramático, que tiene como figura central al simio héroe Hanuman, es un poema con un desarrollo y una estructura unitaria. Tiene tres centros: en primer lugar, el poeta que escribe ensimismado, rodeado de los jardines de la ciudad universitaria de Cambridge; en segundo, el relato de la visita a Galta con el polvoso camino, el palacio abandonado, en ruinas, y el descubrimiento de la pintura de Hanuman; y, en tercero, el amor haciacon Esplendor. En el poema, esos tres planos se suceden a veces alternativamente, a veces casi simultáneamente como en un cuadro. El poema viaja de la reflexión hacia el baile de la escritura; después corre hacia el ágape erótico, casi pornográfico, y gira, después, al espacio-tiempo de Galta. Rotación de signos, pero también rotación de los planos de la realidad humana. Pensamiento y anécdota. O abstracción y biografía. En el texto hay un desvarío en orden, de alguna manera, como lo que ocurre en Piedra de Sol . Tal vez podríamos decir que El mono gramático es el poema que cierra un tercer ciclo en el desarrollo de la obra de Octavio Paz y que coincide, de manera insospechada, con Piedra de Sol, ya que en ambos está la metáfora del hombre en un cuarto y el pensamiento del instante, el universo y el amor.
¿Piedra de Sol es un poema muy diferente a los poemas del siguiente gran ciclo de la obra poética de Paz? ¿Qué clase de relación guarda con “Noche en claro”, Blanco y El mono gramático? De entrada hay una diferencia formal que salta a VI la vista: el verso, el uso del verso clásico para cons- Para la poesía moderna contemporánea, para la truir un poema en la manera clásica, es decir, un lar- poesía de nuestros días, es esencial comprender go poema donde el recurso de construcción siempre cabalmente una composición como Piedra de Sol . emplea el mismo procedimiento. Ésta sería una di- En ella el lector encuentra una alta realización de ferencia radical en el terreno de la forma. ¿Hay otras la literatura mexicana y, a la vez, una compleja vidiferencias? En términos de sentido, ¿hay cambios sión del tiempo. Pero este texto no es, como otros apreciables? Si pensamos en “Noche en claro”, las poemas del siglo ��, un callejón sin salida. En su diferencias son obvias. Este último poema es mu- forma circular, Piedra de Sol es una puerta a otros cho más corto, es más bien anecdótico y el verso no caminos. Nos indica claramente dos cosas: en prisigue un patrón regular. Sin embargo, tiene como mer lugar, la necesidad de criticar la poesía del siglo elemento común esencial la presencia del surrealis- ��, dispersa, sin composición, vaciada de sentido y mo, tanto en el modo de proceder como en el rela- de vida; y en segundo lugar, la urgencia de recupeto del poema mismo. “Noche en claro” es un poema rar un tiempo pasado que puede ser y es el futuro, que pertenece, de una u otra forma, al ciclo en que nuestro tiempo verbal pasado porvenir. Si no somos se encuentra Piedra de Sol . Podríamos decir que es capaces de leer los poemas Primero sueño, La suave un poema hermano, en su espíritu, de “Himno entre patria, Muerte sin fin y Piedra de Sol como formas y ruinas”. significados que hablan a nuestra época, entonces ¿Cuáles son las diferencias y coincidencias de Pie- el acto de escribir deviene una sombra pálida y una dra de Sol con Blanco? Quizá todas. Blanco es un poe- nada sin importancia. La desmemoria. ma muchísimo más corto aunque, por la importanRecuperar la tradición de la lírica mexicana, encia que tiene en este texto la arquitectura espacial de contrar sus momentos de cierre y de apertura es la tipografía, este poema deviene, de una manera in- una tarea de la nueva poesía. Por eso es interesante sólita, un poema largo. Por otro lado, aunque el poe- lo que dice el desaparecido poeta Samuel Noyola soma tiene muchas veces como eje rítmico el heptasí- bre esta cuestión en “La vanguardia es fresa o en el labo y el endecasílabo, el flujo del poema está lleno día del trabajo”:16 de rupturas en favor de una profundización de la auLos poetas son como Edipo ciego. / Si no es la tonomía del lenguaje. En contraste con Piedra de Sol madre es el poder / lo que se cruza en su destino. / y en contraste incluso con “Noche en claro”, Blan- No interesa la pregunta de la esfinge. / Si el sol es el IV co no sólo no es anecdótico, sino en cierta forma es sol el centro es todo, / verano derramado en un so Piedra de Sol tiene una relación íntima con los libros un poema antianecdótico. Asimismo, Blanco no es, neto, / la nada cede ante el pífano de luz. que le precedieron. No sólo fue la aparición de un nue- como Piedra de Sol, un desvarío de la conciencia. Es, Quizás es necesario encontrar de nuevo, precisa vo desarrollo, sino que representó al mismo tiempo el más bien, un proceso de clarificación del lenguaje mente, las preguntas de la esfinge. En México cada retorno lírico a los textos anteriores. En primer lugar en el lenguaje mismo. Podemos leer ciertos versos o generación de escritores, cada generación de poea ¿Águila o sol?; en segundo lugar a los libros de ensa- fragmentos de un modo realista, pero no son espejos tas, ha indagado en el origen y desarrollo de nuesyos El arco y la lira y Las peras del olmo; y, en tercer de la realidad, son espejos del lenguaje. Si acaso son, tra literatura, y cada generación, cada escritor con lugar, a El laberinto de la soledad . Si Piedra de Sol es la de manera intermitente, reverberaciones del pensa- hambre de caminar hacia adelante, casi siempre miento. En este poema hay algo o mucho de eso que bajo una luz solar —en soneto, en un verso novedoHaroldo de Campos llamó, bajo la influencia del pro- so o en una prosa apretada y lúcida—, ha dado una pio Paz, una sintaxis rítmico-permutatoria.15 Mien- respuesta. Preguntar a la esfinge es un acto difícil y 8 Tomás Segovia “Una obra maestra: ‘Piedra de Sol’” en Revista tras que Piedra de Sol es un poema construido bajo revelador. Un lugar para formular estas preguntas Mexicana de Literatura, núm. 1, México, enero-marzo de 1959, p. 61. 9 José Emilio Pacheco, “Octavio Paz, La estación violenta” en el recuerdo de Muerte sin fin y Primero sueño, Blanco es Piedra de Sol .� Estaciones, núm. 11, México, otoño de 1958, p. 335. es un poema que necesariamente nos hace pensar en 10 Octavio Paz, Jardines errantes. Car tas a J.-C. Lambert , México, Seix Un golpe de dados de Mallarmé. Piedra de Sol , a final Barral, 2008. de cuentas, impone un orden mitológico y cósmico; Víctor Manuel Mendiola es autor de El surrealismo 11 Emanuel Carballo, “Octavio Paz, su poesía convierte en poetas a los lectores”, México en la Cultura, México, 25 de agosto de 1958. abre la puerta al azar. Son dos maneras muy de Piedra de Sol, entre peras y manzanas (Letras Blanco 12 Octavio Paz, Miscelánea III . Entrevistas, México, ���-Círculo de Mexicanas, 2011). Lectores, 2003, p. 514. 13 El versículo de Paz con frecuencia es una suma de versos encabalgados de arte menor, sobre todo de heptasílabos, como se observa en “El cántaro roto”. 14 Pere Gimferrer, Lecturas de Octavio Paz, Barcelona, Anagrama, 1980, p. 37.
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15 Haroldo de Campos, “De la poesía concreta a Galaxias y Finismundo”, en Estudios brasileños, Horacio Costa, comp., México, ����, 1994, p. 137.
16 Samuel Noyola, El cuchillo y la luna. Poesía reunida, México, El Tucán de Virginia, 2011.
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. N G A . 7 6 9 1 . A C , M A N U , S A R T E L Y A Í O S O L I F E D D A T L U C A F A L N E Z E N Í T R A M S I U L É S O J Y O D E N A C Z E Í D N Í U Q A O J , A S O R T S E N E H S É R D N A N O C : a í f a r g o t o F
OCTAVIO PAZ: ÁGUILA Y SOL
Hay mucho jugo filosófico que exprimir a la obra de Octavio Paz. Como evidencia de ello retomamos aquí el suculento ensayo que Xirau incluyó en un libro publicado por SEP Setentas en 1972 y que formará parte de Octavio Paz en El Colegio Nacional , en el que se presentan textos de miembros de la institución sobre el escritor; agradecemos las facilidades para reproducirlo en estas páginas
ENSAYO
Trivio de Octavio Paz RAMÓN XIRAU
T
res momentos distintos y aun diversos de la obra de Octavio Paz constituyen el objeto de este comentario: Piedra de Sol (1957), a la vez síntesis de la obra primera de Paz y comienzo de una nueva época, poema tanto de la tradición como de la “ruptura”; Renga, poema cuádruple y aun múltiple no sólo porque está escrito cuádruplemente (Tomlinson, Sanguineti, Roubaud, Paz), sino porque la esencia misma del poema participa de la variedad y la multiplicidad; Conjunciones y disyunciones, donde interesaría analizar muchos y riquísimos asuntos aun cuando me limite aquí a considerar uno de los temas centrales: el de la naturaleza —o ausencia de ella— del hombre y del nohombre. ¿Análisis divergentes? Creo poder probar, al final del comentario, que esta divergencia tiene también por nombre: convergencia. 1
I. PI ED R A DE SO L
En la primera edición de Piedra de Sol, Octavio Paz hacía notar que el poema contiene 584 endecasílabos y que “este número de versos es igual al de la revolución sinódica del ciclo venusino”. Una de las primeras intenciones de Octavio Paz es lograr que Piedra de Sol se adapte, por lo menos en su forma, al tiempo cíclico de una de las culturas mayores de la meseta central prehispánica. Poema circular, Piedra de Sol repite, al final del poema, los seis versos con los cuales el poema se inicia. Piedra de Sol es, en primer lugar, un poema intencionalmente cíclico. En El mito del retorno escribe Mircea Eliade que el mito constituye “la aplicación, en planos diferentes, y en respuesta a necesidades diferentes, del mismo ademán arquetípico, a saber, la regeneración del 1 He tratado de analizar la poesía de Octavio Paz en Octavio Paz: el sentido de la palabra (Joaquín Mortiz, México, 1970). Intento aquí no repetirme. La palabra trivio es una referencia-homenaje a Cuadrivio, ese extraordinario libro de crítica poética que escribió Octavio Paz. Al escribir este comentario todavía no ha aparecido la versión española de Renga; sigo la edición de Gallimard, París, 1970.
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mundo y de la vida por la repetición de la cosmogo- na, / te pareces al árbol y a la nube, / eres todos los nía”. Mito de la creación y de la renovación infinita, pájaros y un astro.” Al personalizarse, el amor entrapermite, a la vez, entender la caída del mundo y su ña división, lucha, aislamiento, desilusión. Melusina renovación, el ciclo de la vida, el movimiento de los deja de ser mujer para convertirse en “atroz escama”; astros, el nacimiento y la muerte del día. Los seis su presencia vuelve ausencia: “no hay nadie, no eres versos que inician y terminan Piedra de Sol son, pre- nadie, / un montón de ceniza y una escoba, / un cucisamente, versos de la inocencia y de la renovación chillo mellado y un plumero.” Sin embargo, solamenpurificada de un mundo que está hecho de esperan- te en el instante amoroso parece adquirir sentido la zas y caídas, de redenciones y desesperanzas. Seis eternidad: “el mundo cambia / si dos, vertiginosos y versos paradisiacos, erguidos en su inocencia lúcida: enlazados, / caen sobre la yerba”. A la apariencia pri“Un sauce de cristal, un chopo de agua, / un alto sur- mera de unidad, unidad indiferenciada viene a sustitidor que el viento arquea, / un caminar de río que tuirse el amor-caída a su vez sustituido por el amor se curva, / avanza, retrocede, da un rodeo, / y llega encuentro. siempre”. A esta paz inicial que es igualmente paz fiHacia la mitad del poema, Octavio Paz toca dinal se contrapone el mito de la caída y la redención rectamente el tema social, tema que no ha dejado de del mundo, a lo largo del poema. sentir desde su juventud, desde que en España vio Me limito, en este breve análisis, a considerar la nacer a “otro hombre”. La referencia social más clara evolución de los principales conceptos que el poema se inicia con una descripción cuasirrealista de aquel encierra: el amor —indicado ya en la alusión al ciclo Madrid de 1937, herido de bombardeos: “en la plaza venusino—, la sociedad humana, la soledad y la co- del Ángel las mujeres / cosían y cantaban con sus himunión, el tiempo y la eternidad. jos, / después sonó la alarma y hubo gritos, / casas El amor se presenta, en primer término, como po- arrodilladas en el polvo, / torres hendidas, frentes sibilidad de relación, deseo de contacto: “voy por tu escupidas / y el huracán de los motores, fijo”. A esta cuerpo como por el mundo, / tu vientre es una pla- imagen del desastre —que Octavio Paz ha imaginaza soleada. / tus pechos dos iglesias donde oficia / do (Nueva York, Londres, Moscú) en Himno entre la sangre sus misterios paralelos”. Amor mítico, en ruinas— se sustituye un momento de calma. Nuevaun principio, se desmiembra en algunos nombres de mente es aquí el amor el que reconcilia opuestos, el mujeres: Melusina, Laura, Isabel, Perséfona, María. que va más allá de la vida y de la muerte: “los dos se Esta primera forma del amor, impersonal por míti- desnudaron y se amaron / por defender nuestra porco, es todavía un amor indiferenciado: “tienes todos ción eterna, / nuestra ración de tiempo y paraíso.” los rostros y ninguno / eres todas las horas y ningu- Unos versos más adelante precisa Octavio Paz: “porque las desnudeces enlazadas / saltan el tiempo y son invulnerables”. Podrá proseguir el desastre, podrá proseguir ruina y proseguir el aislamiento. Que2 El mito del eterno retorno es frecuente en todas las culturas. En da, eterno, el amor. Occidente nace para la filosofía en Heráclito, se desenvuelve en el estoicismo, reaparece en Nietzsche. El propio Octavio Paz se ha referido De manera semejante se entretejen, en Piedra de (Oriente y Occidente) varias veces al mito. Así, en Corriente alterna: la soledad y la comunión. En versos que cons Sol, “Aunque el origen de revolución sea el mismo que el de revuelta ( volvere: cientemente hacen eco a Muerte sin fin de Gorostiza, rodar, enrollar, desenrollar) y aunque ambas signifiquen regreso, la primera es de estirpe filosófica y astronómica: vuelta de los astros a su dice Paz: “no hay nada en mí sino una larga herida / punto de partida, movimiento de rotación en torno a un solo eje, ronda una oquedad que ya nadie recorre, / presente, sin de las estaciones y las eras históricas.” ventanas, pensamiento / que vuelve, se repite, se re3 Las referencias míticas de los seis nombres femeninos son claras. Interesa, ante todo, recordar a Melusina de Lusingan, a la vez mujer fleja, / y se pierde en su misma transparencia”. A esta serpiente y mujer sedienta de purificaciones. Perséfona-Proserpina, hija soledad radical, tan soledad como aquel “páramo de de Ceres, es la del trigo; su simbolismo es también doble si la recordamos espejos” que era la inteligencia en Muerte sin fin, rescondenada a vivir la mitad del año con Plutón y liberada la otra mitad para que vuelva a vivir con su madre. ponden los mitos de la unión, los deseos de comuni2
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dad. Algunas veces aparecen aisladamente en el poema: “todos los nombres son un solo nombre / todos los rostros son un solo rostro.” Si analizamos el poema con mayor atención, veremos que la unión nace siempre del amor. Cuando el amor se realiza, “no hay tú ni yo, mañana, ayer ni nombres”. En el curso del tiempo irreversible (“no vuelve atrás el tiempo, / los muertos están fijos en su muerte”), “todo se comunica y transfigura”, todo, por el amor, se convierte en el reino de los “pronombres enlazados”. La unión amorosa pone al tiempo en suspenso y lo convierte en eternidad: “el mundo nace cuando dos se besan”. ¿Unión religiosa? ¿Unión mística? No es de creer. Octavio Paz habla de dios como de un “ser sin nombre”, un “ser sin rostro”. La unión amorosa es sagrada pero no mística. Como en los mitos que analiza Mircea Eliade, “una acción real […] suspende la duración, excluye el tiempo profano y participa del tiempo mítico”. Pero, ¿cuál es el mito que funda la realidad de Piedra de Sol y gran parte de la obra Octavio Paz hasta Piedra de Sol ? Paz lo ha definido con precisión en el prólogo a Las peras del olmo: “Creo que los poetas de todos los tiempos han afirmado lo mismo: el deseo es un testimonio de nuestra condición desgarrada; asimismo, es una tentativa por recobrar nuestra mitad perdida. Y el amor, como la imagen poética, es un instante de reconciliación de los contrarios.” Esta vivencia doble —separación y soledad, busca de contacto y de unidad— constituye el eje que coordina todas las imágenes de Piedra de Sol . Somos mitad perdida: “caigo al fondo, / invisible camino sobre espejos / que repiten mi imagen destrozada”. Pero este caer a fondo es, amorosamente, imaginariamente, una forma del ascenso cuando puedo, “salir de mí, buscarme entre los otros, / los otros que no son si yo no existo, / los otros que me dan plena existencia”. Repito tres versos citados más arriba que ahora cobran —división y unidad a la vez— su verdadero sentido: “los dos se desnudaron y se amaron / por defender nuestra porción eterna, / nuestra ración de tiempo y paraíso”. Toda mitología del eterno retorno se refiere a un centro del mundo: templo, imagen del cielo, árbol, eje del tiempo que, a su vez, es imagen de la eternidad. El tiempo se detiene como, al fin y al cabo, se detenía el río de Heráclito. Este centro se llama, en Piedra de Sol , amor: “todo se transfigura y es sagrado, / es el centro del mundo cada cuarto, / es la primera noche, el primer día, / el mundo nace cuando dos se besan”. Por el amor volvemos al “cauce de cristal”, al “chopo de agua”, al tiempo sagrado de la inocencia.
to es la expresión de una modalidad cultural. Escogida la forma, había que escoger la forma de presentarla. Durante los días en que los poetas estuvieron reunidos en Minase-Saint-Simon, decidieron escribir cuatro series de sonetos. Cada poeta dio el tono, no exactamente el tema, de uno de los sonetos. Los tres poetas restantes, alternativamente, escribían los cuartetos y los tercetos. Apuntamos que todos ellos, excepto Sanguineti, escribieron un soneto individual en la lengua del poeta y al final de cada una de las series. Sería fácil hablar aquí de combinatoria. Sería más exacto hablar de una combinatoria libre. No considero inútil reproducir el primer soneto de la primera serie iniciado por Octavio Paz: El sol marcha sobre huesos ateridos: en la cámara subterránea gestaciones: las bocas del metro son ya hormig ueros. Cesa el sueño, comienzan los lenguajes: and the gestureless speech of things unfreezes as the shadow, gathering under the vertical raised lip of the columns’ floating, spreads its inkstain into the wrinkles of weathered stone: Car la pierre peut-être est une vigne la pierre où des fourmis jettent leur acide, une parole préparée dans cette grotte Principi tomba e toa, sollevavo salive di spettri: la mia mandibola mordeva le sue sillabe di sabbia: ero reliquia e clessidra per i vetro dell’occidente. 4
iples referencias (referencias y también citas), dentro de este poema encadenado mirado con cuatro inteligencias y visto por cuatro pares de ojos sensibles. Referencias y citas de Donne, Sade, Baudelaire, Rimbaud, de las obras de los mismos poetas que escriben; comentarios irónicos y aun juego libre y sencillo de conversaciones entre los cuatro poetas. Esta variada red de referencias tiene dos aspectos: uno innegable, además de efectivo, está constituido por el aspecto lúdico de este poema, aspecto lúdico que la poesía muchas veces entraña si no quiere tornarse formal y aun solemne; otro, la vinculación de los cuatro poetas a toda una cultura que deja de ser pasada para, anónimamente y personalizadamente, hacerse contemporánea, actual y presente. Desaparece el tiempo; brillan las “correspondencias” entre obra y obra, frase y frase, poeta y mundo tanto natural como cultural. Anónimamente, la cultura de Occidente se personaliza, ironizada, comentada, vivida, más allá de las cuatro lenguas de la escritura o, por mejor decirlo, precisamente en la variedad unitaria de las cuatro escrituras. Las referencias, las “correspondencias”, se multiplican: de los trovadores a Mallarmé, de la Grecia clásica a Sanguineti, de México a los dragones legendarios o a Eros y Ceres míticos. El poema, la lengua, la cultura se con vierten en lo que en este poema verdaderamente son: un sistema múltiple y flexible de referencias. ¿Roubaud mediterráneo, preciso y cercano a las Geórgicas?, ¿Sanguineti hiriente y brusco?, ¿Paz unificador de opuestos?, ¿Tomlinson con reminiscencias shakespeareanas? Variedad que debe lle var el nombre de va riación. Musicalmente, Renga es tema y variaciones, vivencia común y pasado actualizado. De esta vivencia y de este pasado son muestra las tres citas siguientes:
¿Existen antecedentes occidentales de un poema escrito por varias personas? Existen, sin duda, en poemas de salón, reunión o fiesta popular tanto como burguesa o aristocrática. De manera no consciente existen en el anonimato de nuestra larga traThe given is ground. You are bound by it (III, 1) dición de poesía épica (Ilíada, Odisea, Beowlf ; acaso Quand, plus-de-bleu plus-de-noir toi séquence de el Cantar del mío Cid o la Chanson de Roland) como céréales existen en el anonimato de las catedrales góticas. nombre de puits de feuilles ouvres en tremblant Una catedral gótica no es solamente una estructura, (tremor es una construcción dinámica que, en más de un senat pitch of neve) ta lueur de louve (aloof!) tido, se comenta a sí misma. La libertad que se otorga sémillante (IV, 1) al intérprete en la cadenza de un concierto para piay Palabra una —convergentes transparencias (IV, 3) no o violín podría verse como una necesidad de comentar y aun de demostrar una habilidad muy preci- El ayer y el mañana se convierten en un continuado sa, de manera semejante a la demostración de habi- ahora. El tiempo de las imágenes, de los hombres, lidad de que hacía gala el segundo poeta en los tanka del mundo es —hay que decirlo con Octavio Paz— del Japón. Pero es claro que el antecedente más cla- “conjunción” y “disyunción”. ro de una poesía múltiple hay que encontrarla en el surrealismo. No en vano ni falsamente el Renga de III. CONJUNCIONES Y DISYUNCIONES Tomlinson-Roubaud-Paz-Sanguineti constituye un D E L H O M B R E Y E L N O - H O M B R E I I . RE NG A homenaje a André Breton. La naturaleza del hombre: saber que el hombre ha El renga es una forma poética japonesa que, según ¿Cuál es el sentido de este homenaje? Es, a mi sido preocupación de los hombres desde que los los especialistas empezó a desarrollarse en el siglo modo de ver, el sentido mismo que quiere y pretende hombres han pensado en el sentido de su vida, en el ����. El renga de los primeros tiempos consiste en tener el poema. Breton creyó en una poesía a la vez origen de su vida, en el destino de su vida. Contraun tanka escrito por dos personas: la primera escri- anónima y representativa de la vida interior cuando riamente a lo que piensa el nuevo materialismo, la bía los tres primeros versos del poema; la segunda, quiso que la poesía fuera manifestación del incon- preocupación del hombre por el hombre subsiste, los dos últimos. Como el segundo debe prolongar sciente, encuentro de los opuestos convertidos en persiste porque los hombres no podemos dejar de y concluir el poema, su escritura constituía a la vez imagen. De ahí la importancia que tuvieron para el preocuparnos por nosotros mismos. una demostración de habilidad y de arte poética. surrealismo los sueños y la escritura automática. El nuevo materialismo constituye una negaDurante los siglos �� y ���, el renga fue, ante todo, El yo, para Breton, como para Pascal, es odioso. ción del humanismo. En él el hombre se ha decipasatiempo cortesano para, más tarde, llegar a ser No lo es menos para Roubaud-Sanguineti-Tomlin- dido a “disolver” la noción misma de hombre. Me pasatiempo nacional. En 1488, después de un lento son-Paz. Pero a diferencia de los surrealistas, los refiero, al hablar de materialismo nuevo, a dos periodo de elaboración, el renga adquirió plenitud cuatro poetas reunidos en París pretenden alcanzar, tendencias opuestas que han acabado por coincidir artística cuando Sogi y otros poetas escribieron, en al mismo tiempo, una poesía anónima, lúcida e indi- por lo menos en un punto: la negación del hombre, Minase, cien estrofas encadenadas. vidual. Es probable que en varias de las formas de la los hombres, la gente. La primera —primera croDel 30 de marzo al 3 de abril de 1969, el Hotel cultura de Oriente —India y Japón, principalmen- nológicamente— la representa extremosamente el Saint-Simon, del Boulevard Saint-Germain, se con- te— el ejercicio y la disciplina ascético-místicas con- conductismo que, con B. F. Skinner, nos dice que virtió en el Minase de Occidente al reunirse allí los duzcan a una negación del yo (o a una trascendencia los hombres no pasan de ser máquinas complejas, poetas Octavio Paz, Jacques Roubaud, Edoardo San- del yo). Es probable también que esta negación (o condicionadas por el ambiente social, la religión, guineti y Charles Tomlinson. Por primera vez, Occi- trascendencia) se encuentre en algunos de los gran- el Estado, las costumbres, los hábitos, los refledente ofrecía un sistema de poesía enlazada y enca- des místicos de Occidente —pienso en el maestro jos condicionados o no. Condicionados y condiciodenada: un renga. Eckhart, pienso en Jacob Boehme—. Con todo, el yo nables, es decir, ayunos de libertad y ajenos a cual¿Cómo se escribió Renga de Paz-Sanguineti- es parte integrante de la cultura de Occidente. De quier forma de la vida voluntaria o a cualquier maTomlinson-Roubaud?, ¿a qué tradición occidental ahí el carácter a la vez anónimo y personal de cada nifestación del libre albedrío. se asemeja y responde?, ¿cuál es la intención de este una de las estrofas de Renga y aun de cada uno de los La segunda está en buena parte representada por poema plural y plurilingüe? poemas de este Renga. el pensamiento estructuralista en el cual, negado el La primera de estas preguntas se refiere a la meParecida intención debe encontrarse en las múlt- hombre, negados hombre y gente, queda anulada la cánica de la escritura. La forma escogida fue la del personalidad y la individualidad y el mundo humano soneto libre, es decir, del soneto ritmado pero ajecomo es, este soneto aparece —tal vez por ser el no a la rima y a la cuantificación silábica del verso. 4 Interesante como algo más rígido que los demás. Los cuatro poetas Al exacto ver de Octavio Paz, el soneto representa el primero— adquirieron rápidamente mayor libertad y mayor sentido de la ironía, en 7 La mejor crítica a Skinner la encuentro en Noam Chomsky. Skinner modo de expresión acaso más típico y, sin duda, más los comentarios, entrecomentarios, referencias cruzadas. sostiene que el aprendizaje se realiza por multiplicación de “refuerzos”. En el surrealismo, como en el texto de Renga, la idea de un arte Chomsky lo niega. Aprender una lengua no es sólo aprender lo que se nos universal, de la misma manera que el tanka es uni- 5 es intencional . En el primer caso se postula que la asociación dice sino saber mucho más de lo que se nos dice. Esto hace suponer la versal y es típico dentro de la expresión poética del múltiple libre revelará un inconsciente auténtico e irracional; en el segundo, existencia de una “estructura profunda” en la cual el lenguaje poseería Japón. El soneto, además, no es representativo de que el procedimiento poético es consciente y que sus resultados no son formas innatas. La vieja discusión Protágoras-Platón, nominalismoirracionales. realismo, empirismo-racionalismo terminado. Creo que debemos una sola lengua ni de una sola cultura, sino es gene- necesariamente 6 Paz ha llevado a cabo varias colaboraciones poéticas: con inclinarnos, si queremos mantener un mínimo de libertad, a las ral de la cultura del Occidente posrenacentista; así, Vicente Rojo en Discos visuales; con Adja Yunkers con medios interpretaciones platónicas-cartesianas. Lea el lector: Noam Chomsky, Cartesian Linguistics. más que un poema estrictamente nacional, el sone- electrónico-musicales. 5
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se reduce a un abstracto material de relaciones y de humana’ porque nuestra ‘naturaleza’ es insepasignos. rable de la cultura; y es las culturas”. Tal es el punNo creo que Octavio Paz se oponga siempre al to de vista del antropólogo A. L. Kroeber, quien ha materialismo. Se opone a definir al hombre tanto de propuesto una “doble investigación”: 1] realizar “un un punto de vista estrictamente materialista como inventario universal de los rasgos característicos de un punto de vista estrictamente idealista. ¿Cuál —materiales, institucionales y simbólicos— de las es, con mayor precisión, el concepto del hombre que distintas culturas y civilizaciones” y 2] “hacer otro ha desarrollado, de un libro a otro, Octavio Paz? Me inventario, ‘entre los animales subhumanos, de las parece que su idea del hombre es la idea de una doble formas de conducta semejantes a/o anticipatorias realidad: realidad separada y reunible; es, sobre de las formas humanas culturales’”. Paz se da bien todo, la idea del hombre como ser capaz de diálogo: cuenta de que esta tarea podría ser prácticamente diálogo entre el cuerpo y el no-cuerpo. “infinita” y de que sólo podrían realizarla máquiDirecta o indirectamente, Octavio Paz se ha ocu- nas electrónicas excepcionalmente preparadas. pado del problema de la naturaleza humana desde Pero aun en este caso, ¿dónde está el “punto” que sus primeras obras y, en especial, a partir de dos separa a lo humano de lo subhumano? textos fundamentales: Poesía de soledad y poesía de La segunda tentativa por definir la palabra comunión y El laberinto de la soledad . La idea mítico- hombre la ha intentado la antropología estructupoética que Paz se hacía del hombre es la de un ser ral. Si el intento de Kroeber es inductivo, el de la solitario precisamente porque ha perdido su uni- antropología estructural es deductivo. Con el análidad primigenia. Huida o rehuida, la inocencia del sis estructural, coincide Octavio Paz al pensar que hombre es aquella “mitad perdida” que solamente todo pensamiento es binario y procede “por pares”, puede recuperarse momentáneamente —eterna- pares que solamente adquieren sentido cuando se mente— en el amor, el poema, lo sagrado. los ve en relación. “Los términos no son inteligibles En Conjunciones y disyunciones, Octavio Paz sino en relación y no aisladamente considerados.” ahonda en el problema de la naturaleza humana y Este método podría llevar a una “sintaxis univerahonda, al ahondar en él, en el problema de las sepa- sal”. No pretende Octavio Paz ni que esta sintaxis raciones, las “disyunciones”, el abandono de la tota- haya sido establecida ni pretende establecerla. Prelidad que el hombre idealmente es. Porque el hombre tende, mediante la oposición mutuamente requerida de los términos “cuerpo y no-cuerpo”, propores, aun cuando no quiera serlo: cuerpo y no-cuerpo. La filosofía griega se ocupó escasamente del cuer- cionarnos su idea del hombre. Esta idea, vuelve a po: habría que decir que lo daba por supuesto o que ser —por distintos que sean texto y contexto— la de lo deseaba prescindible. Lo daba por supuesto en las la unidad de los opuestos que ya Paz anunciaba en filosofías de Heráclito o A ristóteles; quería prescindir sus primeras obras. El hombre reconciliado es a la de él —cuerpo, “prisión del alma”— en el pitagorismo vez cuerpo y no- cuerpo. y en el platonismo, ambos probables seguidores de los ¿Qué significado concreto tiene esta reconciliaórficos; ambos seguramente precursores de la gnosis. ción? Este significado pueden darlo las palabras reEl pensamiento cristiano proclama sagrado el belión, amor, poema. La rebelión de los jóvenes es, cuerpo de tal manera y hasta tal punto que lo consi- para Octavio Paz —si “no se disipa en una sucesión dera capaz de resurrección. Con el Renacimiento y, de algaradas”— una forma de la “fiesta”; es decir, sobre todo a partir del siglo ����, el hombre occiden- un deseo y un anhelo de realizar un tiempo que ya tal empieza a preocuparse más por el no-cuerpo; así, no sea el tiempo lineal del progreso, sino el tiempo el idealismo cartesiano hace imposible y práctica- cíclico del mito. La rebelión tiende a recuperar el mente inconcebible la resurrección de los cuerpos cuerpo; de la misma manera tiende a recuperar el (¿cómo y para qué serían aptos de vida permanente cuerpo, el arte y la poesía. Pero recuperar el cuerpo los cuerpos reducidos a modelos mecánicos?). Occi- es recuperar el tiempo. ¿Qué clase de tiempo? Tanto dente tiende a descorporalizarse —no necesaria- la rebelión como la obra poética buscan el presente: mente a desmaterializarse— a partir de un materia- “el presente no nos proyecta en ningún más allá — lismo que Descartes no previo ni deseó (por ejemplo: abigarradas eternidades del otro mundo o paraísos el idealismo materialista de El hombre máquina de abstractos del fin de la historia— sino en la médula, La Mettrie) a partir también de este moralismo reli- el centro invisible del tiempo: aquí y ahora. Tiemgioso que en buena medida es el protestantismo. po carnal, tiempo mortal: el presente no es inalcanHa observado Paz, en Conjunciones y disyun- zable, el presente no es un territorio prohibido.” ciones, que Occidente (activista, pragmático-proTensión de contrariedades, tejido de opuestos, el gresista) alcanza a construir una suerte de mate- hombre es búsqueda de un pacto más alto —o, merialismo abstracto. Occidente, en lugar de elegir la jor dicho, más íntimo—: el de una tensa y continua conjunción del cuerpo y el no-cuerpo ha optado por presencia del espíritu. el no-cuerpo. Ciertamente, la ciencia moderna — Escribe Octavio Paz al final de Conjunciones y ciencia física o ciencia humana— quiere ser realista disyunciones: “Por primera y última vez aparecen y materialista. Pero lo que está en crisis es precisa- en estas reflexiones la palabra presencia y la palamente la noción misma de materia, naturaleza, rea- bra amor . Fueron la semilla de Occidente, el origen lidad. Las ciencias no buscan hoy ya tanto objetos de nuestro arte y de nuestra poesía. En ellas está el como relaciones; no tanto entidades como energías secreto de nuestra resurrección.” A la vez cuerpo y —y en este sentido buena parte del pensamiento de no-cuerpo, el hombre podrá llegar a ser lo que fue Paz está con la ciencia moderna. —¿en un pasado más mítico que histórico?—: uniSin embargo, a partir de la mitad del siglo pasa- dad de alma y cuerpo. do, Occidente anda en busca de un nuevo cuerpo: cuerpo de la historia en Marx; principio del placer IV y corporalización del placer en Freud; causalidad Tres perspectivas hacia la obra de Octavio Paz: inofundada en la experiencia del cuerpo (“the witness cencia, caída, inocencia en el retorno eterno de Pieof the body”), en A. N. Whitehead; sentido de la en- dra de Sol; pluralidad de veces a la vez unánimes e carnación en Unamuno, Marcel, Emmanuel Mou- individuales en Renga; búsqueda de la totalidad del nier, Merleau-Ponty. La indagación de Octavio Paz amor y la presencia en Conjunciones y disyunciones. responde a una urgencia similar por encontrarse, Afirmé al principio de este ensayo que creía poder incorporadamente: “cuerpo”. El hombre completo probar que las tres ex periencias poéticas —o concepes a la vez cuerpo y “no-cuerpo”; cuerpo y alma. tuales— tienen una misma intención y responden a El tema de nuestros tiempos sigue siendo un una misma vivencia fundamental. Esta vivencia es tema antiguo y fundamental: el de la relación entre clara: por una parte, Octavio Paz ha visto siempre mente y materia corporal. Pero: ¿qué entender por al hombre como un ser a medias capaz de alcanzar naturaleza humana? Piensa Octavio Paz que exis- su totalidad originaria, su totalidad inocente y más ten en nuestros días dos tentativas para a nalizar el real que las formas irreconciliadas de nuestro vivir. significado de la palabra hombre. Escribe: “hasta la Hemos visto que Octavio Paz intenta encontrar esta fecha nadie sabe qué sea realmente la ‘naturaleza totalidad en la u nidad dinámica del amor, del poema y de lo sagrado. En este sentido, la obra de Paz no ha variado profundamente. Más que de variación habría que hablar de plenitud. ¿Qué es aquello que per8 Octavio Paz ha sido influido por Lévi-Strauss. Ello no impide que Paz caiga en la cuenta de que Lévi-Strauss deje sin resolver ni discutir mite la unidad de todos los opuestos? Nos lo ha diasuntos apremiantes: básicamente el del “límite” que es la muerte. 8
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9 No todo lo que aquí se dice (sobre todo en relación a la historia occidental) del “cuerpo” y el “no-cuerpo” aparece en la obra de Paz. Creo, sin embargo, que lo aquí dicho y sugerido está en el espíritu de Conjunciones y disyunciones. Anoto también que sólo toco aquí uno de los temas —central— en este libro excelente y poco comentado. Todas las citas aquí hechas provienen del libro de Paz.
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10 Los términos alma, escritura, espíritu, no aparecen en la obra de Paz porque quiere encontrar en las palabras no-cuerpo un signo que englobe a todas las experiencias de orden espiritual. Sirva aquí la palabra espíritu como signo occidental del no-cuerpo.
cho Paz en Conjunciones y disyunciones: el presente, la presencia, gracias al cual encarnan las imágenes, gracias al cual encarna el amor. Para entender lo que alguna vez he llamado “sentido de la presencia”, hay que volver, en la obra de Octavio Paz, a un poema-clave. Hermoso poema, rico de imágenes, rico de vida. El poema de la presencia absoluta se llama Viento entero. V
Viento entero es el poema de la presencia. Ciertamente, Octavio Paz había escrito poemas donde la presencia daba sentido a la totalidad del poema. Así el “alto grito amarillo” del Sol, en Himno ent re ruinas; así en los seis primeros y últimos versos de Piedra de Sol . Por otra parte, tanto losTopoemas —a la vez caligramas e ideogramas al modo de los que ha construido la poesía concreta— como el gran poema que es Blanco, son, respectivamente, poema del “lugar” (espacio presente) y de la “realidad de la mirada”. Pero si muchos poemas de Paz conducen a una presencia que unifica apariencias para que las apariencias mismas se conviertan en realidades, Viento entero es el poema de Octavio Paz que mejor describe la presencia; construido y tejido con un “ahora” continuo y continuado, Viento entero es, más que un vislumbre, una auténtica visión de la realidad. Explica Octavio Paz en las notas a Viento entero que “la primera estrofa se refiere al bazar de Cabul” y al “río que atraviesa la ciudad”; relata cómo Datia, el palacio construido por el emperador Jahangir, “jamás ha sido habitado, excepto por los murciélagos y las víboras”. Las explicaciones de Paz son útiles y son también poéticas. Nos sirven de mapa para seguir el sendero que el poema sigue. Pero el sentido último del poema está más allá de estas explicaciones. Este sentido se entrega desde el primer verso, verso repetido y verdadero tema del cual los demás versos son variaciones iluminadoras: “El presente es perpetuo.” ¿Qué significa este presente? El hecho es que no significa lo mismo a lo largo del poema. El presente puede tener y acaba por tener un significado benéfico. Tiene también un significado maléfico: presente de lo muerto, lo establecido y lo estatuario: mundo estático y carente de vida. Existe este presente, el de la “hora diáfana”, el de “la muchacha real”, el de “la transparencia del mundo”. Existe también el presente de Santo Domingo donde “mueren nuestros hermanos”, mientras, impotentes, “nos roemos los codos”; existe también, en otras palabras, un presente (no menos real que el Presente deseado) que lleva por nombre: el mal. De un presente a otro, del presente al Presente, el poema traza puentes, relaciones, descripciones, hermosísimos paisajes dichos en pocos versos. Como todos los grandes poemas de Octavio Paz, Viento entero parece seguir el camino que lleva de la Presencia a la caída para regresar a la Presencia. Un presente nos angustia; otra presencia nos sal va y esta presencia, más allá de las negaciones, las caídas, los infiernos de esta tierra y mundo y tiempo, se llama a mor, se llama transparencia, se llama, en las palabras de Conjunciones y disyunciones: presencia amada. Termino con dos signos de esta Presencia, la de las resurrecciones. Dice Viento entero: “Tú lees y comes un durazno / Sobre la colcha roja / Desnuda / Como el vino en el cántaro de vidrio.” Dice también Viento entero, auténtico poema de amor: “La lluvia no te moja / Eres la llama de agua // La gota diáfana de fuego / Derramada sobre mis párpados / Yo veo a través de mis actos ir reales / El mismo día que comienza // Gira el espacio / Arranca sus raíces el mundo // No pesan más que el alba nuestros cuerpos // Tendidos.”� 11
Ramón Xirau es filósofo. Acabamos de publicar su Erich Fromm y la naturaleza humana (Centzontle, 2014) 11 Este que yo llamaría “ritmo” de los poemas de Paz —inocencia, caída, inocencia— aparece en Himno entre r uinas, Piedra de Sol, Blanco. Naturalmente: este ritmo es todo lo contrario de un ritmo mecánico. Imágenes de caída y salvación, de horror y deslumbramiento aparecen a lo largo de cada uno de estos poemas, verso tras verso. Con todo, este “ritmo” suele ser el movimiento general del poema, movimiento que corresponde a la idea e imagen que Octavio Paz tiene del mundo, de los hombres, de la vida.
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OCTAVIO PAZ: ÁGUILA Y SOL
Lúdica, exigente, incierta, la colaboración creativa entre poetas tiene una larga tradición en la literatura nipona. Aquí, un practicante de ese juego revisa la historia del renga y la liga con el ejercicio que, hace justamente 45 años, Paz y tres colegas realizaron en cuatro lenguas en torno al soneto. Este texto está incluido en Japón , el original volumen ideado por Aurelio Asiain para mostrar los nexos de Paz con esa nación asiática
ENSAYO
La modernidad de la tradición japonesa
y el Renga de Octavio Paz MAKOTO OOKA
S
i habláramos de los intercambios culturales en términos de comercio internacional, Japón resultaría ser desde hace mucho tiempo, en sus relaciones con otros países, un gran importador. La civilización china comenzó a ejercer una influencia considerable en la de Japón ya en los siglos ��� y ����. La misma escritura japonesa se constituyó a partir de los sinogramas, y el budismo, que llegó a Japón a través de China y de Corea, contribuyó de manera significativa a desarrollar la sensibilidad artística y la creación literaria. Posteriormente, en el siglo ���, los misioneros católicos no sólo introdujeron una nueva religión, sino que también trajeron técnicas de impresión revolucionarias. La llegada del cristianismo no fue sino el preludio de la de medicina y las armas occidentales. La modernización del Japón había comenzado. En 1868, el shogunato Tokugawa, que había cerrado el Japón al mundo exterior durante dos siglos y medio, dio paso a lo que se conoce como la restauración de Meiji. El nuevo régimen imperial apresuró la modernización mediante el establecimiento de un programa ambicioso basado en elecciones políticas a un tiempo contradictorias y complementarias: occidentalización por una parte, nacionalismo por la otra. Fue el comienzo de una serie de grandes experimentos en los campos político, militar, tecnológico, pero también artístico. La agitación resultante significó una dura prueba para la conciencia de los intelectuales japoneses que inesperadamente se veían frente a la modernidad. El
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entero sistema de valores tradicionales era demolido antes de ser pura y simplemente rechazado. Un sentimiento de nostalgia y hasta una sensación de completo desarraigo, que se expresaron de diversas maneras, estuvieron entre las consecuencias. Uno de los temas principales de la literatura moderna emergente fue por ello la pintura del pequeño mundo de los intelectuales que, viviendo un período de rápida transición, veía alejarse para siempre el pasado sin que nada anunciara la forma que podría tener el futuro. El poeta Sakutaro Hagiwara (1886-1942) representa muy bien esta época cuando escribe uno de sus poemas en prosa: “Los escenarios y los paisajes del pasado nos han abandonado sin que nuevas ciudades los reemplacen. […] Todo lo que veo me rompe el corazón, pero es precisamente porque no soy capaz de darle la espalda.” El yo dividido del poeta se entrega entonces a una especie de muy romántico mal del siglo al que termina por encontrarle gusto, vedándose por eso mismo la conquista de la identidad y la armonía tan ardientemente perseguidas. Desde la década de 1890 hasta los primeros años de la de 1970, y con el paréntesis de la segunda Guerra Mundial, la historia de la literatura japonesa, estuvo marcada por la traducción de un gran número de obras extranjeras. Esta apertura, sumada al problema de identidad que he mencionado, hizo aún más fuerte la atracción ya irresistible que la literatura japonesa moderna sentía por las concepciones románticas europeas.” Nunca se había prestado mayor interés, en la tradición japonesa, a la personalidad, al carácter excepcional, a la originalidad de genio que, desde el romanticismo, buscamos en cualquier “poeta maldito”. El mismo modelo estético había estado siempre en el centro de la tradición: las veintiún antolo-
gías oficiales de waka (los breves poemas japoneses por excelencia) compiladas por comisión imperial durante un periodo de más de cinco siglos, desde comienzos del � hasta mediados del ��. Esa estética había asimilado la poética —como gusto lo mismo que como valor— a una lengua refinada en extremo, expresión sensual y espiritual, que era de rigor en las utage: “banquetes” o “fiestas poéticas”. Los grupos de poetas que siguiendo a un maestro se reunían durante esas fiestas compartían las mismas maneras de vivir y de pensar. Practicaban las mismas técnicas de escritura sancionadas por la tradición, con numerosas frases fijas e imágenes establecidas que se transmitían de generación en generación. Reutilizar una vieja expresión no era signo de incapacidad personal, sino más bien una señal de respeto ante los “compañeros poetas” precedentes. Era un homenaje que, al mismo tiempo, daba prenda de la determinación de continuar la tradición. Lejos de expresar un malestar personal o un genio fuera de lo común, los poemas así compuestos eran más una conversación, un intercambio verbal amistoso entre participantes de una misma fiesta. Los desafíos poéticos como el renga, serie de poemas eslabonados, fueron una extensión natural de esta tradición convivial. El renga, en particular, tiene una larga y compleja historia. Aparece en los siglos ��� y ���� en forma de breves intercambios poéticos, se desarrolla con las elegantes obras impresionistas del monje Sogi (1421-1502) y otros maestros de la edad media y alcanza lo que fue quizá su apogeo con la serie compleja y dinámica de haikai encadenados de poetas como Basho a fines del siglo ���� y Buson a mediados del �����. Nunca se ha dejado de escribir poemas encadenados en Japón, pero en la
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LA MODERNIDAD DE LA TRADICIÓN JAPONESA Y EL R E N G A DE OCTAVIO PAZ
última década ha habido una significativa renovación de esta forma. 1
En 1983 la Academia Sueca me invitó a leer y presentar mis poemas. Había preguntas al final de cada conferencia, y aún recuerdo lo difíciles que me resultaron las que se referían al renga. Había recorrido los Estados Unidos, Francia, China y estaba acostumbrado a las preguntas que los poetas y estudiosos extranjeros suelen plantear sobre el haiku, pero no fue poca la sorpresa que me llevé cuando me hicieron preguntas sobre el renga en la Universidad de Estocolmo. Mi interlocutor, como supuse desde el principio, había leído Renga, un libro colectivo de poemas escrito por cuatro poetas occidentales y publicado en París en 1971. Pero era el renga japonés propiamente dicho lo que le interesaba, y me pedía que le describiera su funcionamiento. Me sería imposible emprender ahora un análisis detallado de la forma del renga, pero puedo señalar por lo menos algunas cosas básicas. El tanka (o poema corto, también llamado waka ) constaba tradicionalmente de 31 sílabas repartidas en cinco versos. El renga comenzó por separar los tres primeros versos de los últimos, creando así los dos eslabones iniciales de una serie. El encadenamiento de las estrofas alternadas de tres versos (de 5 + 7 + 5 sílabas) y dos versos (de 7 + 7 sílabas) puede entonces continuar cuanto se quiera: en treinta y seis, cincuenta, cien, mil o diez mil estrofas. La secuencia renga es un poema colectivo, que deben componer al menos dos poetas, y se entiende que uno solo no puede escribir dos estrofas consecuti vas. Hay muchísimas más reglas complejas que, le jos de aparecer como limitaciones, tienen más bien el propósito de propiciar continuas variaciones e introducir un elemento de azar en el juego de creación colectiva. El asunto no está nunca decidido, ni hay un tema particular que seguir de estrofa en estrofa. Esto es especialmente cierto a partir de Basho y sus seguidores que, hace casi tres siglos, compusieron series de treinta y seis o cien haikai no renga —haikai por la naturaleza del ingenio y la experiencia íntima del mundo— cuya forma encadenada traducía dinámicamente el movimiento cósmico universal. Un ren ga es efectivamente una estructura construida en torno a varios centros: las estrofas, aunque encadenadas, son a la vez independientes; aun cada verso es una unidad autónoma. Quien escribe la primera estrofa no tiene desde luego la menor idea de la dirección que tomará el poema colectivo ni de cómo terminará. Más todavía, la orientación que haya dado no puede sino desviarse de inmediato. Porque cada estrofa está ligada a la precedente y a la que la sigue, pero no simultáneamente, sino creando con cada una un universo poético separado. Y así sucesivamente. En ese proceso de transformación, que continúa a lo largo del renga, está el verdadero desafío y toda la atracción. Ya dije que el azar desempeña un papel esencial en la composición de estos poemas colectivos. De ahí que, considerándolo una forma de juego y un método de composición anticuado, los poemas encadenados apenas hayan llamado la atención de los críticos y los poetas japoneses modernos. Les gustaría que hubiera una relación lógica, un vínculo ético profundo entre el autor y sus obras, y que la expresión personal se apoyara en una concepción clara y racional de la poesía. Masaoka Shiki (1867-1902), que tuvo al iniciarse la época moderna una influencia decisiva sobre el tanka y el haiku, no tenía casi ningún interés en el renga. Mucho tiempo después del comienzo de la occidentalización, el renga seguía siendo subestimado y abandonado por todos, con la excepción de algunos aficionados, académicos o estudiantes. Sólo en el curso de los últimos veinte años la poesía tradicional japonesa ha sido objeto de una nueva revisión y, en consecuencia, de una revaloración. De ello ha resultado que resurgiera el interés por una de las formas de escritura premoderna más importantes: la creación poética colectiva. El haikai no renga (o, más brevemente, renku ) de Basho y sus discípulos han sido objeto de análisis detallados y penetrantes, lo que ha dado lugar a numerosos descubrimientos y a una visión renovada de esos textos. Por mi parte, he
1 Se refiere a la segunda mitad de los años setenta y la primera de los ochenta, pero hay que decir que la práctica de la poesía eslabonada cobró aún mayor vigor en los años siguientes. [N. del t.]
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buscado el sentido a la creación colectiva en nuestra que las de la etiqueta, su objeto no era imponer un época participando con otros poetas y novelistas en freno a la espontaneidad personal sino abrir un esla escritura de varias secuencias de renku. He escrito pacio libre para que el genio de cada uno se manifesademás algunos ensayos en los que analizo el renga tase sin herir a los otros ni herirse a sí mismo.” como un escenario de interacción dinámica en el que Estas conclusiones de Paz coinciden con las que algunos rasgos colectivos relevantes de la fiesta poé- yo mismo he sacado de mi participación en varias setica tradicional entablan un diálogo con la parte de cuencias de renku. Paz comprendió con mucha presoledad personal que cada poeta puede aportar, y he cisión lo que es el renga, y supo compartirlo con sus ilustrado mis palabras con una amplia selección de amigos poetas. Pero reconoce que sufrió enormepoemas clásicos japoneses. mente durante estos cinco días de creación colectiva: No deja de ser interesante que precisamente “Práctica que contradice las creencias de Occidente, cuando en Japón se iniciaba esta revaloración de para nosotros el renga fue una prueba, un pequeño la poesía tradicional se haya desarrollado en París purgatorio. Como no era ni un torneo ni una compeuna experiencia durante la cual cuatro poetas se re- tencia, nuestra animosidad natural se encontró sin unieron para escribir un poema colectivo cuyo mé- empleo: ni meta que conquistar ni premio que ganar todo y espíritu se inspiran directamente en el renga. ni rival que vencer. Un juego sin adversarios. Desde Durante cinco días, del 30 de marzo al 3 de abril de el primer día en el salón del subsuelo del Hotel Saint1969, el mexicano Octavio Paz, el italiano Edoardo Simon y durante todos los días siguientes, del 30 de Sanguinetti, el inglés Charles Tomlinson y el francés marzo al 3 de abril de 1969, humillación del yo.” Jacques Roubaud se reunieron en un hotel de la rive Cuando he compuesto renku con mis amigos, he gauche para escribir una serie de poemas publicados experimentado exactamente la misma “sensación luego con el título Renga. de desamparo”, “sensación de opresión”, “sensación Buscando un equivalente europeo al tanka, esos de vergüenza”, “sensación de voyeurismo”, y todas las poetas eligieron el soneto, una unidad de catorce demás impresiones desagradables que Paz confiesa versos en varias estrofas (dos cuar tetas y dos terce- haber tenido. Mi explicación es que, aun habiéndotos, aunque no necesariamente), en lugar de cinco en me nutrido de tradiciones japonesas, soy ante todo dos estrofas. Un soneto se divide en secuencias sig- un moderno; quiéralo o no, he tenido un sentimiento nificativamente más largas que las de un tanka, lo muy occidental de respeto a mi personalidad duranque permite asociaciones y encadenamientos más te mi proceso creador consciente. complejos. Paz y sus amigos escribieron pues veinPaz explica lo que entiende por “sensación de vertisiete sonetos, todos de cuatro estrofas, cada una güenza” y observa: “escribo ante los otros, los otros compuesta por un poeta diferente, que se expresa- escriben frente a mí. Algo así como desnudarnos en ba en su propia lengua. El orden de intervención de el café o defecar, llorar ante extraños. Los japonelos autores cambiaba en cada poema, y las estrofas ses inventaron el renga por las mismas razones y de podían tener de siete a cuatro versos. El conjunto se la misma manera que se bañan desnudos en público. divide en cuatro secciones, las tres primeras de siete Para nosotros el cuarto de baño y el cuarto en donsonetos y la última de seis. Puesto que las cuatro se- de escribimos son lugares absolutamente privados, a cuencias se escribieron al mismo tiempo, empezan- los que entramos solos y en los que realizamos actos do por el primer soneto de cada una, luego por el se- alternativamente infames y excelsos.” gundo, y así sucesivamente, el libro puede leerse en Esta confesión muestra cómo la creación colecese orden, al que llaman horizontal, lo mismo que en tiva sustrae al poeta de sus hábitos. Poco importa el orden vertical de su presentación final, secuencia que para los japoneses la práctica del renga no tenga tras secuencia. nada que ver con el hecho de desnudarse en los baños Si los veintisiete sonetos se recorren como un públicos, Paz ha advertido lo interesante de la expeúnico poema largo, el universo que aparece resulta riencia y aborda un punto esencial cuando añade: aún más caótico que el de cualquier poema japonés “Nuestra tentativa se inscribe con naturalidad en la en cadena. Pese a ello, Renga sigue siendo un expe- tradición de la poesía moderna de Occidente. Inclurimento apasionante. Me parece que hay ahí una in- sive podría decirse que es una consecuencia de sus creíble combinación de azares afortunados, de des- tendencias predominantes: concepción de la escricubrimientos originales lo mismo que de pasajes va- tura poética como una combinatoria, atenuación de cíos, pero que trascienden las categorías demasiado las fronteras entre traducción y obra original, aspifáciles del fracaso y el éxito analizable. El libro, en ración a una poesía colectiva (y no colectivista).” cualquier caso, se plantea algunos de los problemas Cierto. Pero al mismo tiempo, ¿no es más bien la cruciales de la literatura moderna, y para un japonés extraordinaria universalidad de la tradición poética representa necesariamente una experiencia muy japonesa lo que aquí se revela inesperadamente, aunestimulante. que por supuesto esta primera experiencia occidenNo es casual que Renga esté dedicado a André tal difiere en muchos aspectos del renga tradicional? Breton. Los surrealistas, como sabemos, se empeña A fines de 1981, hice con el poeta americano Thoron en numerosos experimentos que tenían por fin mas Fitzsimmons otro experimento de escritura cosubvertir las nociones de personalidad y originali- lectiva internacional. Dejando a un lado varias redad consagradas por el romanticismo, para susti- glas, pero respetando fielmente la forma básica del tuirlas por la noción, superior y transindividual, de renga, compusimos una secuencia de veinte poemas inspiración. Todo el pensamiento poético contem- titulado Yureru kagami no yoake en japonés y Rocporáneo fue profundamente marcado por esos expe- king Mirror Daybreak en inglés. Las impresiones que rimentos que se proponían nada menos que demoler me dejó esa experiencia coinciden con las de Paz. la concepción, tan reconfortante como gratificante, Durante esas reuniones de composición colectiva de que el creador es el dueño de toda la materia de es necesario en todo momento esforzarse en disolver su obra. Ese sentido entendieron los poetas partici- la conciencia individual en el espacio del grupo. Pero pantes en la composición del Renga que podría tener hasta ahora, y éste es uno de sus aspectos más fascihoy los poemas eslabonados de la tradición japonesa: nantes, la creación colectiva descansa sobre una veruna creación colectiva que lleva al individuo a ir más dadera paradoja: el yo, que parece haberse sacrificaallá de sí mismo. do al grupo, no deja de afirmarse con toda claridad, Octavio Paz aborda este punto en su prefacio, como si la eliminación metódica de la conciencia de “Centro móvil”: “La práctica del renga implica la ne- sí no hiciera sino asegurar una mejor irradiación, gación de ciertas nociones cardinales de Occidente, una mejor difusión de la personalidad. Tanto que como la creencia en el alma y en la realidad del yo. El la cualidad más importante para participar en una contexto histórico en que nació y se desplegó el ren- creación colectiva no es otra que el individualismo, ga ignoró la existencia de un dios creador y denun- y mejor mientras más absoluto. Ésa es la paradoja, ció al alma y al yo como ilusiones perniciosas. Con pero ¿no descansa toda poesía en una paradoja veciel mismo furor con que es monoteísta (o ateo), Occi- na: dar nacimiento a una lengua a la vez individual y dente es individualista. En el Japón tradicional la cé- supra individual, un idiolecto universal? � lula social, la unidad básica, no era el individuo sino el grupo. Además, cada uno a su manera, el budismo, el confucianismo y el shintoísmo combatieron a la idolatría del yo. […] Por todo esto me imagino que el renga debe haber ofrecido a los japoneses la posibilidad de salir de sí mismos, y pasar del anonimato del individuo aislado al círculo del intercambio y el re- Traducción de Aurelio Asiain conocimiento. También debe haber sido una manera de aligerarse del peso de la jerarquía. Aunque el ren- Makoto Ooka es un poeta, ensayista, dramat urgo y ga está regido por reglas que no son menos estrictas crítico literario japonés.
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OCTAVIO PAZ: ÁGUILA Y SOL
En febrero de 1958 apareció en el número 62 de la Nouvelle Revue Française esta entusiasta reseña de un libro que no debe confundirse con ¿Águila o sol? , pues era en realidad una antología de textos de Paz. Empieza a circular Una patria sin pasaporte , libro sobre la relación de Octavio con Francia preparado por Fabienne Bradu y Philippe Ollé-Laprune, del que hemos tomado este ejemplo de tan rico vínculo intelectual
RESEÑA
Aigle ou Soleil ? A N D R É P I E Y R E D E M A N D I A R G U E S
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unca dejaremos de asom- el propio Paz son Rimbaud y Lautréamont, a los que brarnos al reflexionar publica en lengua española en la revista fundada sobre el feliz o el des- por él en México, hace cerca de veinte años. En voz graciado destino de las más baja, un eco de Nerval también se escucha a lenguas. Una de las ma- menudo, ya que lo que bien se ha leído y comprendiravillas de nuestra épo- do permanece en la memoria, y Paz se sintió unido a ca es la persistencia y vi- las Quimeras con un afecto inquebrantable. De Antalidad de la poesía que dré Breton, a veces encontramos reminiscencias de se expresa en el antiguo asociación libre; de Éluard, el de los primeros poeidioma castellano mien- mas (de amor), que probablemente se encuentran tras que, desde el mismo punto de vista, las lenguas en el origen de las cascadas de imágenes sensuales habladas por los pueblos más poderosos o los más ri- que prodiga con generosidad, como en: “Tus ojos cos de la Tierra manifiestan una lamentable pérdi- son la patria del relámpago y de la lágrima, / silenda de tensión. Sin embargo, la suerte de la lengua es- cio que habla” y en lo que sigue después. Sin embarpañola tiene un nombre: América Latina. Chilenos, go, si tuvo modelos al inicio, Octavio Paz en la últiargentinos, uruguayos, peruanos, mexicanos están ma parte de su obra, particularmente, los abandona ocupando el lugar de los andaluces, quienes antes de lejos tras de sí y nos prodiga de su propia cosecha. la Guerra Civil española formaban la mayor parte de Como es costumbre cuando se trata de poesía la generación precedente. traducida, son las prosas las que mejor resisten el Y si hoy la voz de México es particularmente paso de una lengua a otra. Paz, quizás impulsado potente, gran parte del mérito es de Octavio Paz, por el ejemplo de Iluminaciones, empleó mucho esta cuyas recientes obras lo han colocado en la primera forma conveniente a su genio lapidario. Son inofila de los escritores en lengua española. Con gran lvidables esos monumentos amenazadores, esas justicia ese poeta por fin publica en Pa rís,1 en donde enormes piedras de temible sexo, esa “Mariposa de ha vivido durante mucho tiempo (como diplomáti- obsidiana”: “Toma mi collar de lágrimas. Te espero co), y en donde tuvo la revelación que lo marcó. en ese lado del tiempo en donde la luz inaugura un Hablar de escuela resulta bastante superficial, reinado dichoso: el pacto de los gemelos enemigos, sobre todo cuando se trata de escritores extranje- del agua que escapa entre los dedos y el hielo, petriros. Sin embargo, hay que decir que Octavio Paz es ficado como un rey en su orgullo. Allí abrirás mi un poeta surrealista, y que pertenece al grupo que cuerpo en dos, para leer las letras de tu destino.” O lleva ese nombre. Es más: hay que reconocer que es aquella “Dama huasteca”: “Pocos la han visto. Diré el único gran poeta surrealista activo en el mundo su secreto: de día, es una piedra al lado del camino; moderno, en el que los demás casi han dejado de de noche, un río que fluye al costado del hombre.” lanzar llamas y fuego. La comparación entre poeEl amor de la mujer y el destino revolucionario tas y volcanes no es nueva, y para la mayoría no del mundo (en eso también, de manera espontánea, resulta halagadora, pero no hay nadie a quien se le es completamente surrealista) son los dos polos pueda aplicar con tanta justicia como a Paz, cuyo entre los que se inscribe el pensamiento de Octavio oleaje verbal de ritmo acuciante y de imágenes ex- Paz. Criado en la filosofía de los antiguos griegos y plosivas podría acercarse sin miedo al ridículo a de los alemanes, mira el futuro sin ilusiones ni vauna inmensa erupción contemplada en medio de la nos lamentos, y en su corazón hay un sereno desanoche. Diría también que la violencia y cierto auto- sosiego al que también se podría definir como un matismo, que aparecen con mayor frecuencia en optimismo trágico, con mucha ternura por todo lo los poemas anteriores, aquí poseen un contrapeso bueno y lo bello de la tierra. No hace mucho todaque entraña una extraordinaria lucidez, a veces hi- vía tuvo momentos de furiosa revuelta, cuyo testiriente como un cuchillo vuelto contra uno mismo. monio es el gran poema en prosaTrabajos forzados, “Tienes los sueños demasiado claros, te hace fal- que es la versión mexicana de Una temporada en el ta una filosofía fuerte”, le dice a un poeta que se le infierno y que se puede encontrar en el número 3 de parece como si fuera su hermano. Esta manera de la revista Le Surréalisme, même. Ese poema, siendo cerrar el poema como con mirada retrospectiva, admirable, fue excluido no sé por qué motivo del con una suerte de sonrisa apagada, recuerda obvia- libro de poemas ¿Águila o sol?, publicado en París mente a Rimbaud, y, efectivamente, sobre todo en no como una traducción exacta del libro, sino como sus primeros libros, los maestros reconocidos por una selección de textos provenientes de A la orilla del mundo (1942), Libertad bajo palabra (1949) y ¿Águila o sol? (1951), así como algunos inéditos que 1 Aigle ou Soleil ? , traducido por J.-C. Lambert , Les Éditions Falaize. juntos no alca nzan a da r una idea de la obra de Paz.
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Esta obra es ya bastante considerable, si se piensa que Octavio Paz nació en 1914. Además de los tres libros citados, hay que incluir, en materia poética, Luna silvestre (1933), Raíz del hombre y Bajo tu clara sombra (1937), Entre la piedra y la flor (1941), Semillas para un himno (1954), y, en prosa, dos importantes ensayos: El laberinto de la soledad (1950) y especialmente El arco y la lira (1956); este último establece unos principios del lenguaje y de la poesía que rigen las letras hispánicas. Hay que añadir una selección de estudios y artículos, Las peras del olmo (fruto monstruoso), que apareció en 1957, así como diversas traducciones y adaptaciones (del francés, del inglés y del japonés). Eso no es todo. A mediados de octubre llegó hasta nosotros un poema extenso, Piedra de sol, la última creación de Octavio Paz, y que me parece su obra maestra. Se trata de un ciclo cerrado de 584 versos endecasílabos, los seis primeros se repiten para cerrar el círculo, cuyo número corresponde a la duración (584 días) de la revolución sinódica del planeta Venus, el cual aparece como estrella de la mañana (Phosphorus) y como estrella de la noche (Hesperus). Esa dualidad (Lucifer y Vesper), nos dice el poeta, no ha dejado de impresionar a los hombres de todas partes, que han visto en ella un símbolo, una encarnación o la cifra de la ambigüedad esencial del universo. Asociada a la luna, a la humedad, al agua, a la vegetación naciente, a la muerte y a la resurrección de la naturaleza, Venus era para los pueblos antiguos del Mediterráneo un nido de imágenes y de fuerzas ambivalentes: Istar, la Dama del sol, la piedra cónica, la piedra que no ha sido tallada (que recuerda al “trozo de madera sin pulir” del taoísmo), Afrodita, la cuádruple Venus de Cicerón, la deidad doble de Pausanias, etcétera. Ambiciosamente, el tema de Piedra de sol es la medida del hombre son respecto a la dualidad universal, bajo los principales signos del tiempo, del agua, del fuego, del amor y de la muerte. Se podría decir al vuelo que el poeta triunfa y que la belleza del lenguaje poético, la violencia y la originalidad de la inspiración, la inmensa profusión de imágenes y el notable rigor del pensamiento no decaen en ningún momento entre el primer y el último verso (que es de nuevo el primero). Octavio Paz es uno de esos hombres raros por los que, sin temor a equivocarme, siento una admiración sin límites.� Traducción de María Virginia Jaua Alemán. André Pieyre de Mandiargues fue un escritor francés, contemporáneo de Octa vio Paz, cuya obra tradujo.
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OCTAVIO PAZ: ÁGUILA Y SOL
Mientras terminábamos la edición del número de La Gaceta que el lector tiene delante de sí, se conoció la triste noticia del fallecimiento de don Luis Villoro. Sirvan estos párrafos, tomados de En México, entre libros: pensadores del siglo XX como un homenaje y un modo de invitar al filósofo a este festejo por el centenario de un amigo, actores esenciales ambos en la arena intelectual del México vigesímico
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ENSAYO
Sor Juana y su “figura del mundo” LUIS VILLORO
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En el estudio de Paz se dan esas dos formas de exor Juana Inés de la Cruz, o las trampas de la fe participa de di- plicación. Obra y vida, nos dice, “se despliegan en la versas natura lezas: es fresco de sociedad, en la historia”, y él mismo presenta su enuna época, persecución de un sayo como una “tentativa de restitución” de la vida personaje elusivo, revivencia y obra de sor Juana a su mundo histórico. A menudo de costumbres, fenomenología los escritos del poeta quedan explicados por acontede un estilo literario, medita- cimientos sociales o por rasgos de su personalidad ción sobre un destino colecti- íntima. Pero una y otra explicación están engloba vo, crítica. Sería impertinente das, me parece, en un ma rco explicativo más amplio: pretender dar una idea de to- ése que Paz llama “espíritu y gusto de una época”, y das sus facetas. Me limitaré a dos temas que me sus- que yo preferiría denominar la “figur a del mundo”. citaron algunas reflexiones personales. Toda obra de cultura expresa un complejo de El libro de Paz es también un intento de dar ra- creencias acerca del hombre, del mundo y de lo que zón de una obra. Cada época ha mostrado prefe- vale en él; éstas pueden ordenarse en dos tipos. La rencias distintas en la manera de explicar los pro- mayoría son creencias de las que el creyente puede ductos culturales. La nuestra se ha inclinado por dar razones, que se justifican en otras creencias o en dos: gusta explicar una obra por sus condiciones experiencias vividas. Pero hay otras que creemos sin sociales o bien por la dinámica psíquica de su au- que se nos ocurran razones explícitas para sustentor. Influencia del historicismo, del marxismo, en tarlas, de tan evidentes que nos parecen. Son creenel primer caso, de la psicología profunda, en el se- cias heredadas de nuestra sociedad, compartidas por gundo. En ambos se trata de dar razón de la obra todos sus miembros, supuestas en todas las demás. por ciertas causas, externas a ella, que la deter- Las creencias del primer tipo pueden ponerse en minan. El objeto cultural es visto como un hecho cuestión, sin cambiar, en lo esencial, nuestro mundo; histórico cuyo principal interés consiste en dar- las del segundo género, en cambio, no rueden rechanos a conocer otros hechos históricos, sean éstos zarse sin poner en cuestión todas las demás y sacusociales o psíquicos. Al explicarla, la obra cultu- dir, por ende, la totalidad de nuestro mundo. Para ral se disuelve; sólo ha servido para presentar un distinguir estos dos tipos de creencias, Ortega y Gasfragmento de sociedad o la dinámica de un alma. set había acuñado dos términos: llamó a las primeEn verdad, ha perdido lo que le era más propio: su ras “ideas” y reservó el nombre de “creencias” para carácter otro respecto del mundo histórico del que las segundas.1 Aquéllas —las “ideas”— son las opiniopartió. Porque toda obra cultural genuina no es sólo un hecho, es también la propuesta de un va lor, que trasciende y a veces niega el mundo histórico 1 Véase mi ensayo “La noción de creencia en Ortega”, en José Ortega y Gasset, México, ���, 1984. dado.
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nes de las que podemos dar razones y que podríamos abandonar si éstas dejaran de convencemos; las segundas —las “creencias” propiamente dichas— son aquellas de las que no solemos dar razones explícitas pero están supuestas en todas las opiniones que tenemos. Con la imprecisión de su estilo metafórico, Ortega decía que mientras “tenemos” las ideas, “estamos” en las creencias; estas últimas, en efecto, nos constituyen y establecen nuestra manera de relacionamos con el mundo. Pero sería más exacto decir que se trata de tipos de creencias que se distinguen por la manera en que solemos justificarlas: las primeras se fundan en razones explícitas; las segundas, en cambio, las aceptamos espontáneamente, sin aducir razones, aunque en caso de ponerlas en cuestión podríamos indagar las razones implícitas por las que las aceptamos. Estas últimas son creencias colectivas, que solemos compartir con un grupo social o una clase; corresponden a una época histórica y están a la base de nuestras creencias individuales; suelen ser vagas y escasa mente formuladas; versan acerca de cómo es y qué es la r ealidad, de cómo nos situamos en el mundo, y de qué es lo que en verdad vale en él. Son el supuesto, rara vez expresado, de todas las demás creencias. Constituyen, por lo tanto, el marco en el que se da a cada quien el mundo, la forma y manera como se le presenta. Según sean esas creencias básicas, el mundo se le figura de una u otra manera a una sociedad, en una época determinada . Podemos llamarlas, pues, la “configuración” del mundo o, por mor de la brevedad, la “figura del mundo” de una sociedad en una época. Pues bien, hay otra manera de explicar una obra cultural: comprenderla por la figura de un mun-
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SOR JUANA Y SU FIGURA DEL MUNDO
do. El estudio de Paz sobre sor Juana puede verse como un ejemplo logrado de una explicación de esa índole. Una figura del mundo está integrada por creencias de distintos niveles, conectadas entre sí de manera compleja. Su núcleo sería unas cuantas creencias básicas acerca del género de realidades que damos por existentes y el tipo de valores que aceptamos; lo que en la germanía filosófica se llamaría los “compromisos ontológicos y valorativos”. La configuración del mundo de sor Juana era diferente a la nuestra. Suponía una doble realidad: la corpórea, material, y la transmaterial. Una y otra no se le figuraban a sor Juana del mismo modo que a nosotros. La dimensión transmaterial era la realidad “sustancial”, la de mayor valor; comprendía lo más alto: el alma y el orden sobrenatural. La materia tampoco tenía la consistencia que se nos figura a nosotros; a sor Juana se le mostraba como un tejido de signos, de relaciones ocultas, de alegorías, de anuncios. El signo formaba parte del mundo real. “El mundo mismo era un jeroglífico”, escribe Octavio Paz. Esto nos permite entender temas centrales en la obra de sor Juana, en que ocupan un lugar tan importante las duplicaciones y los señalamientos, como el eco, el retrato, el reflejo y, aun, el amor platónico. Todas las relaciones con los otros y con el propio cuerpo quedan teñidas por ese carácter del mundo, dual y transido de signos. Sobre este núcleo de creencias básicas se estructura un tipo de lenguaje, específico de una cultura, que intenta expresar ese mundo. Hay lenguajes ligados a figuras del mundo. Están constituidos por un repertorio usual de signos, por un código, sin límites precisos, de imágenes, símbolos, emblemas, analogías, que sirven para expresar las relaciones fundamentales en que se configura la realidad. El uso de ese código manifiesta un estilo de pensar común a una época, por el que se piensa una figura del mundo y no otra. Para mi gusto, las páginas más esclarecedoras del estudio de Paz son las que exhiben el código del lenguaje culto de la época de sor Juana, al través del cual puede leerse la configuración de su mundo. La figura de la realidad se manifiesta en un tercer nivel de creencias. El tipo de realidades y de valores aceptados determina el ámbito de lo permitido y lo vedado. Hay, pues, creencias básicas colecti vas, de las que no se dan ra zones expresas, acer ca de los mores de una sociedad. Dan lugar a formas codificadas de comportamiento, que constituyen verdaderos rituales acordes con la visión que una clase social tiene de su mundo. Las páginas del trabajo de Paz dedicadas a recrear las formas de la cortesanía o del amor galante muestran cómo se conectan los estilos de comportamiento social con una figura del mundo. Sin esa conexión no se entiende gran parte de la poesía de la época (“El orden cortesano es el orden cósmico —apunta, por ejemplo, Paz— y la poesía no hace más que reproducir la doble jerarquía del universo y la sociedad”). Esta forma de dar razón de una obra literaria difiere de las dos vías que mencionamos al principio. No consiste en establecer una conexión causal entre el hecho cultural y otros hechos (sociales o psicológicos). La obra, conjunto de signos expresivos, se explica por remisión a las condiciones que hacen posible su funcionamiento como tales signos. La condición última que permite que sea justamente esos signos, y no otros, es lo que llamamos la “figura del mundo”. La figura del mundo no causa el poema, lo hace posible, en cuanto signo; está supuesta en él. En efecto, las creencias básicas, que configuran un mundo, no son necesariamente mencionadas en la obra literaria, pero están implícitas en toda mención; no son dichas en la poesía, se muestran en lo que ella dice. La figura del mundo traza el marco de lo que puede decirse con sentido en una sociedad y en una clase. Estamos, pues, ante una forma diferente de explicación: a partir de la obra literaria tratamos de revelar su supuesto implícito, la figura del mundo que la hace posible. En esa operación la obra cultural queda conectada con el marco de creencias que sostiene y engloba la totalidad cultural de la que la obra forma parte. Al referirse a esa totalidad, la obra singular se vuelve comprensible. Por ello, tal vez no deberíamos llamar, a esta forma de dar razón de una obra, “explicación” sino “comprensión”, pues el primer término indica relación de un hecho con sus causas y el segundo, conexión de una parte significante con un todo.
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La obra literaria se comprende al verla como ex- la ideología de su época. La distancia no es aún la presión del conjunto de creencias básicas que con- disrupción, la ruptura con la figura del mundo, sino figuran un mundo. Pero éstas no son intemporales. su momento previo: la puesta a prueba de los suToda figura del mundo está condicionada por un puestos. La distancia no es la negación, sino un paso orden social. Y Octavio Paz no deja de señalar cier- anterior: la “lucidez de la conciencia”. tas características de la sociedad de sor Juana que Sor Juana mantiene su discurso en “el código de permiten que su concepción del mundo sea preci- lo decible”; en su obra se explayan los juegos de sesamente ésa y no otra. En este sentido, podríamos ñales, de analogías, de emblemas, del lenguaje culhablar de “ideología”, como, por otra parte, hace el to de su época. Pero dentro de esos juegos, explora, propio Paz. Pero mucho cuidado: “ideología” tiene como ningún otro autor de su tiempo, las posibilimuchos sentidos. Podríamos aplicar el término a dades formales del lenguaje. Ninguna otra obra, una figura del mundo con tal de distinguir este sen- piensa Paz, presenta las innovaciones y la variedad tido amplio de “ideología” de otro más estrecho que de recursos formales de la suya. Explorar las posisuele designar el conjunto de creencias de un gru- bilidades y límites de un estilo colectivo, ¿no es la po social que favorecen su poder político. En el pri- mejor manera de hacerlo consciente? mer sentido, la ideología es común a un orden social Semejante actitud se da en el campo de las relaen una época determina da y está supuesta en las ciones humanas. También aquí sor Juana se mue“ideologías” específicas de los distintos grupos so- ve dentro de las formas y convenciones acepta das, ciales que forman parte de ese orden. pero explora sus límites. Sus expresiones, amoroLa obra literaria se conecta, así, con el orden so- sas, por ejemplo, se mantienen dentro de las reglas cial, pero no puede verse como su producto directo. admitidas en el amor cortés, pero las obliga a dar La relación entre ambos está mediada por la figu- de sí a tal extremo que se vuelven inquietantes. Su ra del mundo; ésta constituye la base ideológica de ejercicio del estado religioso no transgrede cosla sociedad y, a la vez, configura esa sociedad en el tumbres toleradas, pero sor Juana lo lleva a un límundo. Pero si la obra expresa la ideología supuesta mite que suscita prevenciones. Está situada en su en un orden social, ¿queda con necesidad encerra- mundo, pero alcanza sus bordes y, al llegar a ellos, da en ella? Esta pregunta nos lleva al segundo tema los vuelve conscientes. Cuando es acosada, puesque quería anotar. ta a prueba, empieza a dejar oír una voz distinta: la “No quiso ser más de lo que era: una conciencia conciencia de los límites ha abierto la posibilidad de lúcida”, dice Octavio Paz de sor Juana. En esa fra- transgredidos. Entonces, escribe Paz, “por su voz se se condensa la relación del poeta con su sociedad. habla la otra voz; la voz réproba, su verdadera voz”. Sor Juana está situada en su sociedad, inmersa en En su lenguaje, igual que en su pensamiento, pienla ideología que la configura. Al expresar el mundo sa lo que permite su figura del mundo. Pero la matal como se le figura a su sociedad, su obra confirma nera en que se presenta su visión del mundo no es un orden histórico que lo condiciona. ¿Es eso todo? la tradicional, sino que se sitúa en los límites de lo permitido. Paz nos descubre cómo siguió sor Juana una interpretación hermética y neoplatónica del mundo que, proveniente del Renacimiento, anuncia la primera ruptura con el pensamiento tradicional. En ella se expresa una postura nueva ante la naturaleza, un afán por conocer sus secretos que está en el umbral de la concepción moderna del mundo. En una ocasión, el juicio de Paz llega más lejos: por primera vez aparece en el pensamiento hispánico, afirma, “una actitud realmente moderna ante la naturaleza”. El pensamiento de sor Juana alcanza, también aquí, un límite. Pero donde se manifiesta con mayor fuerza la distancia exacta de sor Juana ante su mundo, es en su obra más acabada, el Primero sueño. Tanto por su En modo alguno. Una figura del mundo no sólo pre- forma como por sus temas el poema obedece a los senta el mundo tal como conviene a un orden social, parámetros del siglo. En un sueño, se vuelve constambién permite —para quienes la comparten— ver ciente la figura del mundo de sor Juana. Al hacerse efectivamente la realidad, interpretarla y compren- patente, se muestra como un todo limitado que no derla dentro de un marco conceptual determina- puede rebasarse; la conciencia lúcida del mundo lo do. Nadie puede llegar a la realidad si no es al tra- revela como prisión. El intento de rebasar sus lími vés de esa figura . Así, por una parte, las creencias tes fracasa. El ascenso de Faetón hasta los bordes básicas de una época, que constituyen su ideología, de su mundo y su caída son el símbolo de esa paconforman el mundo según las necesidades de un sión frustrada. La lucidez ha conducido al anhelo de orden social determinado; por la otra, son la única transgresión y éste al castigo. ventana hacia la realidad. ¿Cómo puede alcanzarLa interpretación de Paz nos deja la impresión de se ésta al través de una forma ideológica? Sólo si se un descubrimiento; nos da la pieza que faltaba en vuelve consciente, es decir, si las creencias básicas el rompecabezas: la situación precisa de una obra y el código de signos que se aceptan sin dar razón dentro de su mundo. La obra de sor Juana refleja su de ellos se vuelven explícitos, presentes, acceden imagen del mundo, da testimonio de sus creencias a la reflexión. Sólo si llega a ser lúcida, esto es, si el básicas, pero no se limita a reiterarlas. En su obra, autor es capaz de poner a la luz, de clarificar los su- esa imagen del mundo se vuelve conciencia, al llepuestos, de tal manera que dejen de estar ocultos. varla hasta sus límites. Hacer consciente una pri Al ser consciente y lúcida, la obra del intelectual, a sión mental es el primer paso para incitar a abandola vez que expresa la figura del mundo, la hace pa- narla. Pero sor Juana no podía saltar sobre su protente, de latente que era; al hacerla patente, puede pia figura del mundo; para ello hubiera tenido que ponerla a prueba. ¿No es éste un primer paso para apoyarse en el vislumbre de otra figura alternativa, cuestionarla? y su sociedad estaba del todo cerrada a ella. En su Un intelectual que comparte una figura del mun- intento, como Faetón, sucumbe. Su fracaso es sigdo puede tener dos actitudes ante ella. La primera no de un orden social sin porvenir, sin salida. Pero es reiterar las convenciones con que usualmente se en su fracaso, pone a la luz las barreras de su propio expresa, repetir su discurso usual, sin hacerlo cons- mundo y señala la posibilidad de rebasarlas. Porciente ni ponerlo a prueba. La segunda es ponerla a que sor Juana no fue más, pero tampoco menos, de la luz, objetivarla. Para ello es menester explorar sus lo que era. Hacer consciente con lucidez la configuposibilidades, ensayar, sin salir de ella, formas y ma- ración de su mundo es ya trascenderlo; y ésa podría neras nuevas, recrear sus modalidades posibles, has- ser la función del verdadero intelectual. Al descuta que se hagan patentes sus posibilidades y sus limi- brir la situación de sor Juana en su mundo, ¿no nos taciones. En ambos casos, el intelectual confirma la ha propuesto también Octavio Paz una alegoría del figura de su mundo, pero el sentido de su confirma- destino del intelectual en la sociedad?� ción es distinto. En aquel caso hace uso de ella, de jándola como un supuesto intocado; en éste, la pone a la luz y descubre sus límites; en el primer caso, el autor queda absorbido por su mundo, en el segundo, empieza a establecer frente a él una dista ncia. Si Octavio Paz logra situar la obra de sor Juana Luis Villoro, filósofo e historiador, fue miembro de es, a mi ver, porque establece su distancia exacta de nuestro comité editorial de filosofía.
Al ser consciente y lúcida, la obra del intelectual, a la vez que expresa la figura del mundo, la hace patente, de latente que era
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B I B A L N E . S E G A M I Y T T E G A I V E N O T S Y E K A M M A G © : a í f a r g o t o F
SEMBLANZA
La hora de Octavio Paz EFRAÍN HUERTA
De El otro Efraín , una reunión de textos no poéticos de El Gran Cocodrilo , preparada por Carlos Ulises Mata, hemos tomado esta coloquial y emocionada valoración de Octavio Paz escrita a finales de los años sesenta, en la que, con afecto y camaradería, Huerta describe los méritos de su contemporáneo, se ríe de sus críticos y vaticina, en una humorada certera, que el Premio Nobel recaería alguna vez en el autor de Libertad bajo palabra
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LA HORA DE OCTAVIO PAZ
PRELUDIO A MANO ABIERTA cia de cincuentones. Alberto Quintero Álvarez, que en A nuestro país llegó, aquí vivió sus últimos, fructíferos la paz de su poesía descanse, nació un 12 de enero de años, un escritor español. Por allá del año de 1951, El 1914; Octavio Paz acaba de cumplir 50 años, pues nació Colegio de México le publicó a este hombre de España el 31 de marzo de 1914. El otro no era menos joven: naun libro titulado Los autores como actores, donde viene ció también en 1914 y cumple años el 18 de junio. un capitulo: “Un ensayo de quirosofía”. Entre la mano Jesús Arellano no escuchó razones, y su libro ospequeña y fuerte de labriego de José Vasconcelos y la tenta a tres poetas que, en aquel 1955, cumplían los mano grácil, indolente, “mano de bibliófico y de recata- fatídicos cuarenta y un años de azarosa existencia. ¿A do y pulcro catador de Venus” de Julio Torri, José Mo- qué vino esto? Ah, pues ocurre que Arellano dice soreno Villa, actor y autor de Los autores como actores, in- bre Paz en el prólogo a su amable libro: “es, por ahora, tercala una mano que sugiere todo, menos dinamismo. la voz más completa y llena de inquietudes; inquietudes Es la mano derecha de Octavio Paz. que lo han llevado, el tiempo lo decidirá, a un retroceso José Moreno Villa era un malagueño siempre en es- respecto de su obra anterior; obra ésta de grandes protado de gracia. Enemigo del tedio, dibujaba o escribía. yecciones y mejores enfoques líricos, despierta a todas Su ensayo sobre quirosofía está ilustrado por él mis- las trascendencias humanas”. En seguida, al glosar un mo, y por eso vemos esa mano apretada, como de niño texto de José Luis sobre Octavio, la honrada malicia, el que empieza a conocer la O por lo redondo. La mano de desinterés arellanesco llega a estos extremos: que OcOctavio Paz, tan diferente a la de Vasconcelos ya la de tavio, queriendo sostener la armoniosa, velada y proTorri. En su ensayo, José Moreno Villa llama a Octavio funda verdad de la poesía, cae en inexplicable pirotecPaz “gran esperanza de la lírica mexicana” y hace notar nia y dislocado metaforismo. Al final, Jesús Arellano su audacia, como escritor y como dibujante, para “es- conmina a Octavio a no retroceder. cribir de los escritores que no han desarrollado todavía Al año siguiente, 1956, Margarita Michelena publica su cuerpo literario. No obstante, como la sensibilidad sus “Notas en torno a la poesía mexicana contemporáde Paz me parece legítima por las muestras dadas, le di- nea”, y escribe sobre Octavio: “Octavio Paz, en cambio, bujé la mano.” se significa, merced no sólo a sus facultades innatas (Las “muestras dadas” por Paz eran las siguientes: el de gran poeta, sino a una persistente conducta poétilibrito, o plaquetita Luz silvestre, de 1933; ¡No pasarán!, ca, con todas las graves obligaciones que ésta entraña, de 1936, en formidable edición de 3 500 ejemplares; como la figura más esclarecida de las jóvenes letras Raíz del hombre, de 1937; Bajo tu clara sombra en las mexicanas.” ediciones española y mexicana; Entre la piedra y la flor, (Deseo explicar dos palabras con que arranca el inde 1941; A la orilla del mundo de 1942, y Libertad bajo tachable párrafo de Margarita Michelena: las dos pa palabra, de 1949. Con estas muestras le bastó el buen labras, “en cambio”. Antes de hablar de Paz, Margarita Moreno Villa para redondear su botón.) ha escrito unas líneas sobre otro poeta mexicano y de Prosigue Moreno Villa leyendo en la mano de Paz: él dice: “un poeta poderoso, generosamente dotado, de “En ella no se acusa al horticultor. [Pepe se refiere a la original timbre elegiaco, se ha ido eclipsando en la tan mano de Vasconcelos, que era, según decían, muy incli- peligrosa obligación de servir, antes que al hombre y a nado a sembrar y cosechar en cercado ajeno]. Es blan- la poesía, a lo contingente y transitorio de un dogma da, suave y muy singularmente pequeña. Parece mano político…” Octavio Paz, en cambio, etc.) de adolescente, casi de niño. Cosa que se acentúa con la Pero entonces vino lo bueno: en 1958, ese hombre manera de agarrar la pluma. La postura del índice es primitivo a quien me ha unido siempre una singular, casi dolorosa de contemplar, y es un vestigio infantil un una fraternal enemistad, Rubén Salazar Mallén, pu vicio no corregido en la escuela primaria. [Sobre este blicó Las ostras o la literatura (por cerebración inconsparticular, he consultado a Rafael Solana; pero Rafael ciente, había escrito “Las otras…”). En la página 49, lueno conoció a Octavio en primaria, sino en la secunda- go de insistir en lo que ya sabe hasta el más mediocre ria.] Tal postura no es dinámica. Aunque quizá sea eso scholar norteamericano, Rubén dice que las publicalo que le convenga al poeta cuidadoso de sus vocablos, ciones literarias proliferaron en forma alarmante. Cita medidor de sus intuiciones. Quién sabe si por esa torpe Letras de México, El Hijo Pródigo, Taller, Tierra Nueva, postura ha escrito versos como éstos, entresacados de Ábside, América, Fuensanta… Y luego surge el inefable sus libros: desliz, ¿o será el gran acierto? Este Salazar Mallén es Una rosa en la mano y en la otrael dulce peso de los ahora uno de los más severos críticos literarios. Ni la cielos quietos más firme amistad ni la más tierna enemistad lo conDiscípula de pájaros y nubeshace girar el cielo mueven. Pero en 1958, los deslices, falsas profecías, valentamente ticinios- frustrados o las simples apreciaciones apresuBajo el desnudo y claro Amor, que danza,hay otro radas, estaban a la orden del día. negro amor, callado y tenso. Después del estado de atonía olfateado por Salazar Moreno Villa tomó al azar estos versos de Paz, y los Mallén, remacha el clavo en los siguientes términos: acomodó a sus dibujos; poemas que, por otra parte, “Había venido, sí, de Barandal, una revista estudiantambién pudieron ser escritos si Paz tuviera las manos til, Octavio Paz, que prometía ser un poeta extraordimás finas del mundo. Pero, mano torpe o mano ágil, allí nario. Lo fue, en efecto; pero su astro se agotó en Raíz están. del hombre, publicada en 1937. A partir de entonces, Oc Ahora sigamos, a mano abierta, situando a Octa- tavio Paz no ha producido [recuérdese que Las ostras… vio Paz. En 1955, Rafael del Río publicó en Torreón, está fechada en 1955] sino obras de inferior calidad, y Coahuila, sus ensayos Poesía mexicana contemporánea. su fama, viva todavía, es un reflejo de Raíz del hombre.” Allí dice: “considerado [Paz] como el mejor y más capaPocas notas, concisas notas, contradictorias notas. citado del grupo [Rafael del Río habla del grupo de Ta- No a todos les va bien en la feria poética, y los ojos y la ller ], empieza haciendo una poesía en la que predomi- mente no llegan jamás a advertir lo mismo, ni aun trana la exaltación de los orígenes y de lo erótico buscados tándose de un escritor de conducta recta, de intachable en su propia raíz. Así Raíz del hombre quiere justificar línea, o, como hoy se dice, de un escritor vertical. Pero, aquella teoría de Lawrence que preconiza la vuelta a los ¿a qué apresurarnos hasta un cercano 1958, si nuestra ritos simples del amor y del sexo. Y en su creciente am- primera obligación es manifestar un testimonio? Rebición por el dominio de los elementos expresivos, pasa tornemos, pues, al tiempo en que Octavio firmaba con por las sucesivas manifestaciones cada vez más perfec- su doble apellido: Paz Lozano. tas de una lucha entre el hombre y la palabra, para fijarUno de mis antiguos amigos, acaso el más querido, se profunda y victoriosamente en su libro Libertad bajo traza esta imagen juvenil de inquietud intelectual, o de bien mezcladas pedantería y ambición: “Las revistas palabra, con una amplitud indiscutible.” Disiento amablemente de lo expuesto por Rafael del brotan, en cierto momento, tan inevitablemente como Río. Siguiendo una línea estrictamente, líricamente los barros en la cara, en la mente de los estudiantes; a octaviana, en vez de decir “el dominio de los elementos los dieciocho años se sueña, no con participar en una expresivos”, yo hubiera dicho “el demonio de los ele- revista ya existente, y cuyos colaboradores entonces mentos expresivos”. Octavio, por amarlas, por amar las nos parecen venerables o ridículas momias, sino en sapalabras, se desata en improperios contra ellas (“cóge- car una propia, llena de novedad y de nuestra personalas del rabo”, “sórbeles sangre y tuétano”, “desplúma- lidad explosiva.” las, destrípalas”) y mentando la Madre de las palabras, Era el año de 1931, cuando apareció la revista con su libertad de expresión bajo su palabra de honor Barandal . de poeta le mienta la madre a las palabras con palabras sacadas, oh, no se sabe de qué cielo, de qué infierno. EL RESPLANDOR El mismo año de 1955, Jesús Arellano, uno de los dos Fuimos espectadores alucinados de Barandal y de los tigrillos de Metáfora, tuvo una de sus típicas humora- cuatro admirables que en él se acodaban, mirándonos das: publicó un librito muy ameno titulado Poetas jóve- como a pisoteables hormigas: López Malo, rubio y espines de México, encabezado por tres poetas que, de vivir gado, sarcástico e insolente, hijo del autor de “La bestia aún uno de ellos, hoy formaríamos una pintoresca ter- de oro” (“que cave hondos abismos la tierra a nuestros
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pies, / antes que ver las barras con las turbias estrellas / flotar sobre el antiguo palacio de Cortés”); Arnulfo Martínez Lavalle, que finalmente dejaría la literatura por la abogacía; Salvador Toscano, tan seguro de sí, tan noble y tan leal, y Octavio Paz, quien publicó en di versos números su poesía inmadura pero promisoria: “Poema del retorno”, por ejemplo, y “Nocturno de la ciudad abandonada”. En el primero, Paz habla de cómo recobró la poesía; cómo, para él, la poesía volvió a ser, “en la frontera exacta de la luz y la sombra”. En marzo de 1932, Octavio tenía dieciocho años. ¿Cómo, un joven de dieciocho años podía haber perdido la poesía? Se trataba, sin duda, de un toque al fino y nostálgico estilo de un Juan Ramón Jiménez, porque, a sus dieciocho años, Octavio marchaba apenas a la conquista de la palabra y de la imagen con la palabra. (No era ya posible, para nadie en el México de aquella generación, ni de las anteriores y posteriores, crear “Las iluminaciones” y “Una temporada en el Infierno” antes de cumplir los veinte años.) “Octavio se había reunido con otros jóvenes de su mismo año, y se acercaba un poco a los que eran mayores que él; pero jamás dirigió una mirada hacia abajo, hacia nosotros los que le parecíamos, un año menores que él, niños; y quizás todavía lo éramos un poco.” Cierto que Octavio y amigos nos miraban así, pero los años pasarían y un día ellos y nosotros, o nosotros y ellos, habríamos de vernos de igual a igual y casi al mismo nivel. De todos los números de Cuadernos del Valle de Mé xico, es justo destacar un poema, “Tres partes de un diario”, uno de los más bellos frutos poéticos de los últimos años, tan actual entonces como hoy. En la imposibilidad de llamarlo poema moderno o poema romántico, lo clasificaremos como contemporáneo. Todo su corte es impecable. Su autor es Rafael López Malo, quien, desoyendo el consejo que su padre le diera en un soneto (“A Valéry destina principal reverencia, / sin dejar en sus perlas la guija de tu yo”), pudo escribir un poema que tiene todo el derecho a los honores antológicos, al lado de otros López: don Rafael, claro, y luego José López (Bermúdez), Gregorio López (y Fuentes), Clemente López (Trujillo) y Ramón López (Velarde); que el autor de aquel poema ya no ejerza la poesía, ¿es suficiente razón para ignorarlo? ¿Cuántos poetas no han vivido, como los toreros de una sola faena, de un solo poema? Al surgir los Cuadernos, el difunto Rafael Heliodoro Valle, con uno de sus doscientos seudónimos, “Orosmán Rivas”, escribió un artículo que se reprodujo en varias publicaciones y dice de Paz, López y Toscano — ignorando totalmente a Enrique Ramírez y Ramírez y a José Alvarado—: “No se sabe de dónde se allegan la pecunia para hacer ediciones elegantes, pero lo que sí se sabe es que son universitarios que viven y comprenden su tiempo, que se identifican bravamente a la tragedia mexicana —que para ellos es problema de cultura, de limpieza en la conducta— y que elevan el tono de las controversias, aun a través del poema de vanguardia.” Y al concluir: “La poesía pura es la pasión de Paz Lozano.” Heliodoro Valle simplemente debió haber dicho: “La Poesía, con mayúscula, es la pasión de Octavio Paz.” Así ha sido, así lo hemos visto y entrevisto en medio de un resplandor que cegó a testigos y extraños. “Muy pocos, poquísimos, poetas modernos de México han sabido guardar con más limpieza esta capacidad creadora de la esencia poética. Octavio Paz es uno de ellos. De ahí que su obra pueda reducirse a un solo estado poético. Iba a decir a un solo poema. […] Hoy Octavio es el poeta; pero sólo el poeta. Esto no basta. Un poeta que sólo es poeta es como una mujer que sólo es mujer. Grave error. Una mujer es completa cuando es capaz de amar y es capaz de crear el hijo que la vincula al hombre. Octavio está en la prisión transitoria que él mismo se ha fabricado: la de su poesía. Mas por los intersticios del infinito se abren las brechas de los luceros. Por ahí baja la mano de dios para subirnos a su poder. La mano de dios se posa en el corazón de Octavio porque conoce la honradez poética de que es capaz.” Las palabras anteriores forman parte del cuerpo de un retrato, el más conciso, acaso el más frío y el más calculado de todos los que Er milo Abreu Gómez puso en su famosa “Sala”. Más que una fotografía, es una nota crítica que hoy sería el orgullo de una solapa: en las Obras completas de Octavio Paz (Fondo de Cultura Económica, 1967, o sea cuando ya Octavio sea el primer Premio Nobel mexicano). Diríamos que al retrato de Paz le falta el toque humano que vemos en la foto de ovalito de la nota de Heliodoro Valle, o la rebuscada sencillez de las otras fotos: las de Francia, Japón, Suiza, Delhi, etc.
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LA HORA DE OCTAVIO PAZ
Muchos jóvenes que lo admiran no lo conocen; para tensa nota la publicó Novedades, y Octavio la incluyó pero no lo sería tanto si el poeta —y sus editores— no ellos es un mito. Un poco el B. Traven de la poesía. en Las peras del olmo con una discreta y diplomática estuviesen tan subordinados a la entonación, el coCuando pasó por México la última vez, un grupo de aclaración: “Al recoger este texto he procurado ate- lor, el tema, etc. Ni qué decir en qué parte de Libertad poetas se confabuló para rendirle un homenaje. Ocu- nuar su tono polémico, hasta donde la eliminación de bajo palabra está colocada la “Elegía a un compañerrió en la casa de Xavier Wimer. Pero no fue suficiente. ciertas frases, demasiado ásperas, no comprometía el ro muerto en el frente de Aragón”, un poema que deEntonces, habría que retratarlo diciendo algo sobre su fondo del pensamiento.” A Octavio le importaba tanto bería abrir franca, rotunda y valientemente la obra belleza física: sus claros ojos, su boca de finos labios, descifrar la frase de Castro Leal sobre él: “Poco a poco, completa de Paz. En general, un poema que podría su nariz casi recta, su ancha y sabia frente, y su cabello acaso por la influencia que el superrealismo tuvo so- inaugurar una antología de la poesía mexicana de los pajizo y ondulado. Ya en la Prepa y en Leyes, Octavio bre él durante sus años de París, su poesía ha ido per- últimos treinta años. era comparado con un Lord Byron. ¿No le llamamos diendo esta dimensión” (la simpatía “por las causas Mala, muy mala señal cuando el aspirante a la alguna vez el Lord Byron de Mixcoac? ¿No le hicimos sociales y la solidaridad de los hombres”); le importa- maestría y al doctorado en letras escoge a un poeta: chistes terribles, comparándolo con personajes de La ba a Octavio desbaratar esa apreciación, tanto como el poeta ya está muerto o es ya un poeta anticuado. montaña mágica y de A la sombra de las muchachas en reprocharle a Castro Leal indistintas mutilaciones y A Ramón López Velarde lo han partido por la mitad, flor ? A estas horas, ya es sumamente difícil —si no im- omisiones. abierto en cruz y en canal, pulverizado, vuelto de reposible— hacer un chiste a costa de Octavio Paz. De todas formas, Octavio le probaba a su legión de vés como un frac sin destino; lo han abrumado con enEn 1936 y 1937, dos poemas le bastaron para crear- enemigos personales que no era un desarraigado, ni sayos y tesis, con estudios deliciosamente pedantes. se un prestigio internacional; a esos dos poemas se un poeta con sus raíces humanas fuera de la tierra Ah, pero cuando parece que ya nada, pero nada más agrega un libro, Raíz del hombre, y el poeta alcanza su mexicana. Ya nos había dado, en 1950, su espléndido se puede decir sobre el poeta zacatecano, he aquí que instante, su momento, su resplandor. libro El laberinto de la soledad, volumen de ensayos todavía llega a nuestros ojos un ensayo sobre López Ya puestos en el mismo nivel, juntos en las mismas preñados de erudición, de ansia, de anhelo y de ins- Velarde y resulta sencilla, llana y maravillosamente antologías en inglés y en español, pudimos mirar a Oc- piración. Pero como México no dejará de ser México, un ensayo extraordinario; y es extraordinariamente tavio en la mayor cercanía fraternal. ¿Qué era y cómo aunque se lo esté llevando eso que Octavio analiza en asombroso que quien ha escrito ese ensayo llamado era? Era fervor puro, inquietud pura; era un alucina- su ensayo “Los hijos de la Malinche” (la palabrota, sí, “El camino de la pasión”, se llame ni más ni menos: do, un impetuoso, un hombre ardiendo, un poeta en la palabrota); como México es el caos más equilibra- Octavio Paz. Como para que el machetero, sobrecarllamas. Era un hombre animado por una pasión, con- do que existe, el libro desató la natural y lógica con- gado, ampuloso y tiernamente eruditomister Allen W. sumido por una pasión. Cuando trabajaba en Hacien- troversia: Paz fue acusado de haber plagiado algunas Phillips se tire de cabeza desde lo alto de la parroquia da —nunca supe en qué y para qué—, íbamos por él y ideas; no muchas, sólo algunas. Paz contestó, y su con- de Jerez… lo esperábamos en el patio arbolado que da a Corre- testación fue aprovechada de inmediato por la fiera Octavio Paz, en pleno ejercicio de su libertad bajo gidora; Octavio tenía un amigo matemático, y las ma- con piel de cordero que es Salazar Mallén. Todo giró palabra, de su poesía, ha querido ser mostrado aquí en temáticas eran para él en ese momento una obsesión. en torno al adjetivo malinchista. Octavio Paz, en su su preludio, en su resplandor, en su fervor, en su paDe matemáticas nos hablaba cruzando un Zócalo con respuesta, fue un prodigio de sinceridad: “Unos artí- sión y en su maestría. Considérese todo lo escuchado flores y prados; como un matemático, hacía temblar a culos de Salazar Mallén, que nadie recuerda, y un li- aquí, y escrito, y lo recordado a martillazos de memolos pedantes filósofos que Europa nos había arrojado bro de Samuel Ramos, que todo el mundo conoce, son ria, como un esbozo de algo que podría llegar a ser una para amargarnos los años de 40 a 45. mis fuentes secretas.” Salazar Mallén, a quien nadie visión de Paz y su hora, pero, eso sí, en el tono menos Yo diría que Octavio es un hombre tembloroso. recordaría si no hubiera sido citado aquí varias doce- académico del mundo. Lo académico distorsiona la ¿Lo han oído hablar en público? De sus labios brotan nas de veces, recordó la dedicatoria que puso Samuel imagen, trunca una realidad cercana; marca, señala, quebradas palabras; tartamudea y vacila, como si las Ramos en su libro El perfil del hombre y la cultura en sella, encasilla. palabras le quemaran. Aprieta las palabras entre los México: “Para el amigo y compañero Rubén Salazar Octavio Paz, como poeta nacido en México, tiene dientes, balbucea; es un niño buscando la imagen. Un Mallén, descubridor del ‘complejo de la Malinche’.” en México sus más feroces y despiadados detractohombre-niño que quisiera decirlo todo al mismo tiemHe preferido no glosar poemas de Octavio Paz. Ya res, a la par que sus adoradores más fanáticos. Ni una po. Todo de un golpe, como una maldición —la más te- el crítico inglés J. H. Cohen lo ha destacado en forma ni otra cosa le hacen bien a Paz. Negarlo tercamente rrible del mundo—, como una bendición —la más alta notable en el breviario Poesía de nuestro tiempo. Me es tan dañino como venerarlo. Octavio Paz no es un del mundo—. Y este balbucear, esta emoción, este fue- hubiera sido muy fácil desglosar estrofa tras estrofa monstruo sagrado; es un hombre de una conmovedogo incontenible, lo convirtieron en nuestro capitán en y llenar cincuenta cuartillas. ¿No lo hacen así el buen ra sencillez. “¿Cómo está eso de que no tienes tiempo los tiempos aciagos en que ya la revistaTaller no pudo Frank Dauster y no lo hace así el buen señor Cohen, el para escribir?”, me echó en cara cuando nos vimos ser una revista mexicana. hombre que olvidó, en la poesía mexicana, a Ramón en 1950 en París (de paso, me regañó porque no había De esta última línea pasaríamos a la página más López Velarde, a Carlos Pellicer y a José Gorostiza? leído El laberinto de la soledad ). “Siempre hay tiempo amarga de la revisión que en Bellas Artes hizo Rafael He intentado más que nada dar una imagen del hom- para escribir y para leer”, agregó. Era el mismo de diez Solana de los últimos días de la revistaTaller, en la que bre y de cómo buscó y halló su momento. Su poesía, la años antes; en 1940 casi lloraba cuando Solana, o yo, o habla de los escritores y pintores llegados con la emi- conocen todos. Beto Quintero, le llevábamos para Taller una nota, un gración de 1939. Dice Rafael: “Taller dejó de ser lo que Y… y una lectura reciente de Libertad bajo palabra ensayito, un poema… había sido y lo que había deseado ser, y se convirtió, (la primera edición) me hizo reflexionar seriamente (Aquella tarde, en París, Octavio nos recordaría, a o muy poco le faltó para ello, en una revista españo- en lo que dijo Rodolfo Usigli en la solapa de El laberin- Gabriel Figueroa y a mí, que Carlos Pellicer decía que la editada en México…” “Escritores, poetas, pintores, to de la soledad: “Octavio Paz tiene ante sí un largo ca- la Plaza de la Concordia “está hecha de aire”. Los cascuyos nombres no llegaron a vincularse con México, y mino. Si llegará a su término, si dejará de ser un buen taños de los bulevares serían para Octavio un elemencuya evocación […] parece la de intrusos, o pasajeros, o poeta para convertirse en un gran poeta, si alcanzará to tan valioso en su instrumental poético como las esfantasmas […] Y así, a los doce números de vida, murió a ser el gran poeta mexicano, es cosa que escapa por padas, el verbo tender (“Tendida estás…”), las garganTaller, de lo que con una frase un poco fuerte podría- completo a mis precarias dotes proféticas. Octavio tas, los espacios, las orillas, las raíces… Y en muchos de mos llamar ‘influencia española’.” Paz se busca. Buscarse es ya en sí un acto poético pre- esos poemas habría un trasunto noblemente pellicePoco después, Octavio iniciaba su peregrinaje por cursor del acto de conciencia y del acto de luz en que riano, pues fue Pellicer uno de los poetas más admiraesos mundos, y su producción, en verso y en prosa, el poeta se encuentra y se estremece en una sacudida dos por él, entonces en la hora de su triunfal juventud sería incesante. La última vez que nuestros nombres más terrible que la del espasmo, en un impulso verti- como ahora en la hora de su espléndida madurez.) aparecieron juntos fue en 1943, en la revista de la Uni- cal más dinámico que el del nacimiento, en un descenRodolfo Usigli habló de “un descendimiento más versidad de Nebraska, Prairie Schooner, en el núme- dimiento más profundo que el de la muerte.” Usigli es- profundo que el de la muerte”, al hablar del acto de ro de verano; el estudio y la traducción los hizo Lloyd cribió esto a fines de 1949. luz en que el poeta se encuentra. Si alguien se muestra Hallan, y de Octavio aparece la traducción de la faOctavio Paz ya escribió Piedra de Sol y “El cántaro más inconforme con la poesía de Paz, ése es Octavio mosa “Elegía a un compañero muerto en el frente de roto”, para no citar sino lo más representativo de su Paz. Su rigor no conoce límites; su hora es ilimitada: Aragón”, y de mí el “Poema del desprecio”. A los pocos hora, las dos luces más cegadoras de su obra. Hay que “cada minuto el tiempo abre las puertas / a un expirar años, Octavio nos sacaba a todos, pero a todos, una releer, amigos, Libertad bajo palabra (la edición de 49); sin fin”. ventaja que ya no perdería nunca y que los hermanos hay en el libro mucho material que podría desconso Así este Octavio, cuando es romántico, modernista aficionados a la poesía contemplan con azoro y con lar, así como en la edición de 1960 —alto ejemplo de re- y surrealista; cuando es pelliceriano y gramático —o positivo deslumbramiento. visión y administración—, hay un aliento de absoluta crucigramático—; cuando nos recuerda a Manuel José (Hace treinta años, era hermoso ocupar los últi- seguridad, aunque todavía aparezcan muchos de los Othón en el uso generoso de los “envíos” —tan gratos mos sitios en las antologías; hace veinte, un tanto de- poemas menos apreciados, pero con la gratísima sor- a las reinas de los Juegos Florales—; cuando el ámbisolador verse en el último tercio del volumen; hoy es presa de hallar allí, de nuevo, la famosa “Elegía”. to de Paz se inunda de soles, piedras, dioses, guitarras, angustioso y casi agónico hallarse a la mitad de los Los estudiantes que en un futu ro no muy lejano se putas y mariguana; así nuestro Octavio, que todo lo libros. Hoy mandan los que tienen de veinte a treinta enfrasquen en tesis sobre Paz —como ahora se aho- enaltece y todo lo multiplica —hombre que multiplica años ¿Cómo oponerse a ellos?) gan en el mar cristalino, cristalino pero polarizado, el pan de la poesía— es hoy el alto mando en la poesía Cuando Octavio Paz ganó el Gran Premio Interna- de los sonetos de Jorge Cuesta— padecerán el hecho de México, es el poeta de las más fértiles vigilias, el cional de Poesía 1963, antesala del Premio Nobel, su de que, en la edición de 1960, los poemas siguen sin hombre de la eléctrica angustia. Octavio ha cumplido poderosa personalidad se encontró en la cima, en lo orden cronológico, o el desorden es mayor; que los cincuenta y tres años. En estos segundos, en su hora, alto de la pirámide, en la cumbre del Cerro de la Estre- poemas están allí y así, en atención más bien a las en su tiempo, es el más joven entre todos nosotros, sus lla. Eran ni más ni menos que treinta años efectivos de afinidades de tema, color, ritmo, entonación y at- más fieles contemporáneos; es el más joven entre los poesía, y treinta años, amigos, es mucho, mucha poe- mósfera. Supongamos que se abre el libro en “Vigi- jóvenes, y el más poeta entre todos los poetas de su sía para un latinoamericano. lias”; debajo del título de esa parte del libro hay una tiempo.� Por allá de 1949 Paz escribió a Alí Chumacero una fecha que abre y cierra: 1931-1934; en el cuerpo de carta muy serena, a manera de intervención en la ené- “Vigilias”, dos sonetos titulados “La caída”, escritos Efraín Huerta fue poeta, periodista, crítico literario sima polémica sobre la crisis de la poesía joven. La “A la memoria de Jorge Cuesta”. Pero el estudiante y cinematográfico. Además deEl otro Efraín, controversia no tuvo mayor trascendencia. Pero la an- verá en su manual, o en su breviario quizá ya para preparamos una nueva edición de suPoesía completa, tología La poesía mexicana moderna de Castro Leal, entonces no tan económico, que Jorge Cuesta murió una iconografía y una antología de poemas ilustrados aparecida en 1953, sí sacó a Octavio de su paz. Su ex- en 1942. Sí, claro que la observación parece ingenua, por Dr. Alderete.
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Basado en un artículo aparecido en Vuelta en 1996, este recorrido por momentos clave de la existencia de Paz forma parte de Vidas mexicanas. Diez biografías para entender a México, volumen de próxima aparición en que miembros de la Academia Mexicana de la Historia retratan a una decena de mexicanos eminentes. Krauze presenta aquí al combativo Octavio que supo reinventarse en más de una ocasión
X I X O L G I S L E D O C I X É M L E N E S E J A N O S R E P L I M
, A Ñ E P A L E D S A N E D R Á C E U Q I R N E , Z A P O E N E R I © : a í f a r g o t o F
SEMBLANZA
Y el mantel olía a pólvora ENRIQUE KRAUZE
De tal estirpe de intelectuales combatientes, procede Octavio Paz ���� �����������
A
mitad del siglo y en el centro del mundo, un poeta mexicano escribe un libro sobre México. Tiene 35 años de edad y un largo itinerario de experiencias poéticas y políticas tras de sí. Luego de cumplir con sus labores diplomáticas (era segundo secretario de la embajada de México en París) dedica a su obra las tardes de los viernes y los fines de semana. Aunque extraña “el sabor, el olor de las fiestas religiosas mexicanas, los indios, las frutas, los atrios soleados de las iglesias, los cirios, los vendedores”, no lo mue ve sólo la nostalgia. Su íntima tristeza no es reaccionaria. Sus sentimientos en torno a su lejano país son complejos y contradictorios. No lleva la x en la frente sino en las entrañas. Su pasión mexicana es original y secreta. Es un buzo en las aguas vitales del país, las aguas subterráneas y las aguas del pasado. Mejor aún, es un alquimista en busca de esa “invisible sustancia”, la “mexicanidad”. Asimismo, adivina que en México, en sus hombres y mujeres, hay “un pasado enterrado pero vivo, un universo de imágenes deseos e impulsos sepultados”. Desde muy joven lo embarga un ag udo sentimiento de soledad y una duda sobre la propia identidad: “la angustia de no saber lo que se es exactamente”. De pronto, pensó que su biografía íntima confluía en la historia colectiva, la expresaba y se expresaba en ella. Por eso ha querido “romper el velo y ver”: Me sentí solo y sentí también que México era un país solo, aislado, lejos de la corriente central de la historia […] Al reflexionar sobre la extrañeza que es ser mexicano, descubrí una v ieja verdad: cada hombre oculta un desconocido […] Quise penetrar en mí mismo y desenterrar a ese desconocido, hablar con él. Aquel libro, revelador de mitos, llegaría a ser en sí mismo un mito, el espejo fiel que había anticipado Ló-
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pez Velarde, la piedra filosofal de la cultura mexicana. Tan deslumbrantes fueron sus hallazgos, tan compartidos, que ocultaron su carácter de “confesión”, de “confidencia”, y a los ojos del público lector sepultaron y enterraron vivo, al otro, al desconocido. Y sin embargo, el poeta habló con él. Es el secreto personaje de El laberinto de la soledad, autobiografía tácita, laberinto de su soledad. “Los mexicanos debemos reconciliarnos con nuestro pasado.” Fórmula para la integración moral de México, la frase es, asimismo, una declaración sobre la vida del poeta. El tiempo comienza en aquella casona de campo en Mixcoac a donde se ha ido a vivir la familia Paz. Un Settembrini y un Naphta de tierras mexicanas disputan sobre el destino del país ligado dramáticamente al de sus propias vidas. No un joven como Castorp, sino un niño, el futuro poeta, es testigo mudo de las diferencias. “El mantel olía a pólvora”, y seguiría oliendo a pólvora por muchos años, porque, a diferencia de Castorp, don Ireneo Paz y Octavio Paz Solórzano, el liberal y el revolucionario que cruzaría n la conciencia histórica del niño, no eran sólo figuras emblemáticas o tutelares, eran su abuelo y su padre, el centro mismo de la familia, “figura que se bifurca en la dualidad de patriarca y de macho. El patriarca protege, es bueno, poderoso, sabio. El macho (el caudillo) es el hombre terrible, el chingón, el padre que se ha ido, que ha abandonado mujer e hijos.” En 1910, el patriarca presintió la vuelta del pasado telúrico, el del país y el suyo propio. Aunque su primera reacción fue reprobar la “estúpida revolución” de Madero, el recuerdo de sus propias campañas antirreeleccionistas al lado de Porfirio Díaz contra Juárez y Lerdo y la memoria de los años en que dejó trabajo y familia para lanzarse a la aventura política, despertaron al caudillo que corría en sus venas. En 1911, La Patria (diario que él editaba desde 1877) tomó sus distancias del dictador y atacó a los “científicos”. A sus 75 años, don Ireneo tuvo las agallas de pasar a la oposición y sufrir un largo confinamiento en la cárcel de Belén. El 7 de junio de 1911, día de la entrada de Madero a la ciudad de México, La Patria anunciaba en un gran titular, con la foto del apóstol: Ecce homo, “tenía que triunfar y triun fó”.
Pero una cosa era la renovada esperanza en la libertad y otra, muy distinta, la amenaza de la revolución zapatista. Acaso don Ireneo la vinculaba en su memoria con las huestes indígenas del Tigre de Alica, protagonistas de una sangrienta guerra étnica en el occidente de México. Para La Patria, Zapata era el “tristemente célebre Atila del Sur” y sus soldados “chusmas alzadas”, “gruesas bandas de endemoniados” de las que el “suelo patrio” debía “purgarse”. Al sobrevenir la caída de Madero, aquellas páginas editoriales llegaron a una convicción escéptica: “el pueblo mexicano no comprendió la libertad, ni acertó a disciplinar su carácter”. Sólo la educación liberal resolvería a largo plazo el problema político del país; entre tanto, no había más remedio que “acogerse al huertismo”. El 31 de marzo de 1914, mientras en Torreón luchaban encarnizadamente las fuerzas federales y las villistas, cuando en la ciudad de México corrían rumores sobre la “muerte casi segura del feroz Emiliano Zapata”, la redacción de La Patria recibe una noticia que anunciaría al día siguiente “con toda felicidad”: el “primer alumbramiento de la esposa del Lic. Octavio Paz, hijo de nuestro director, dando a luz un robusto infante”. Se llamaría Octavio, como su padre, y pasaría su infancia al lado del octogenario patriarca. Al sonoro rugir de un clarín, don Ireneo congregaba a su familia en el patio. Aunque cultivaba como Cándido hortalizas, inquieto siempre, a veces se ausentaba. Su nieto lo acompañaba en algunas de esas campañas: una visita a Mimí Derba —la actriz de moda— o el cobro de algunas rentas. Otro lugar de encuentro era la biblioteca, que contenía joyas de historiografía sobre la Revolución francesa y álbumes con imágenes de sus héroes políticos y literarios: Mirabeau, Danton, Lamartine, Victor Hugo y Balzac. Tal vez fue en ese altar cívico, entre retratos de Prim, Castelar, Napoleón, donde el nieto lo escuchó hablar de Juárez y de Porfirio, de los zuavos y los plateados. Había sido certero con la pluma y con la espada. Rebelde, revoltoso, revolucionario, el título de uno de sus punzantes periódicos lo describía a la perfección: El Diablillo Colorado. Después de muerto, su nieto no lo confinó al olvido: a través de los años leyó con indulgencia sus novelas, poemas, leyendas históricas; hojeó con regocijo al malévolo Padre Cobos, se
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sorprendió ante las mil vicisitudes que narra en algunas de sus campañas y al cabo de medio siglo, al poner el pasado en claro, escribió: Mi abuelo a sonreír en la caída y a repetir en los desastres: a lo hecho, pecho. (esto que digo es tierra sobre tu nombre derramada: blanda te sea). La libertad y el poder fueron los temas de su vida. Desde 1884 había apoyado a Díaz el “gobernante que ha sabido sacar, de entre los escombros casi, una nacionalidad respetable”; al final rompió con él, creyó fugazmente en el maderismo, temió que el zapatismo fuese una guerra de castas, apoyó a Huerta y terminó sus días pensando que “la Revolución había sustituido la dictadura de uno, el caudillo Díaz, por la dictadura anárquica de muchos: jefes y jefecillos”. Su fluctuación reflejaba una duda genuina sobre la madurez cívica del pueblo mexicano y un miedo de que el país —que personas como él habían reformado, defendido y construido— volviese a los días de la desintegración y la anarquía. En los obituarios, la prensa olvidó sus años porfiristas y lo recordó como lo que era, “el decano del periodismo”, “uno de los más esforzados paladines del liberalismo”. Había vivido el ciclo entero: de la guerra a la paz, de la paz a la guerra. El último sobreviviente de su época, el último liberal. Octavio Paz Solórzano decía que su padre no entendía la revolución. Nacido en 1883, condiscípulo de Antonio Caso y José Vasconcelos en la Escuela de Leyes, quería para sí un destino de leyenda, como el del patriarca. A principios de 1911, cuando ascendía apenas la estrella de Zapata, el “Güero Paz” viaja por la zona de Zumpango. Quiere ver los hechos de primera mano. Es el anuncio de su posterior incorporación a la Revolución del Sur. El triunfo del maderismo parecía el presagio de una vida tranquila para el joven abogado: en 1911 Paz Solórzano publica un “Novísimo manual del elector”, consolida su despacho (Relox 23, Teléfono Ericsson 1622), se casa con Josefina Lozano (“Pepita”, la hermosa española del rumbo de Mixcoac), y con ella viaja a Ensenada, donde ocupa varios puestos dependientes del ministro de Justicia, Jesús Flores Magón. Pero ni los tiempos ni el carácter del jo ven abogado propician la vida pacífica. Ha tenido pleitos casi a muerte con el prefecto de Mixcoac y volverá a tenerlos con algún cacique de Ensenada. Es hombre de armas tomar. En mayo de 1914, recién nacido su hijo, “se va a la Revolución”. Sobre los pasos de su amigo, el abogado anarquista Antonio Díaz Soto y Gama, llega a pie hasta el campamento zapatista. El 5 de agosto de 1914, don Ireneo condesciende a publicar un “gran documento para la historia”: el Plan de Ayala. Tres semanas más tarde, aparece el último número de La Patria, el 11 767. Nue vo evangelista, Paz Solórzano recoge testimonios de la Revolución del Sur. En abril de 1916, Zapata lo comisiona como agente de la revolución en los Estados Unidos. Era tarde para su causa, pero Paz Solórzano no lo sabía. Sus despachos, escritos a salto de mata, desde sitios y circunstancias inverosímiles, son un compendio de estoicismo y candidez: me quedé sin comer en varias ocasiones e hice el recorrido a pie [escribía a Zapata desde Chautzinca, en los dominios del general Domingo Arenas, agregando] la situación militar es muy favorable a nosotros, pues los carrancistas sólo tienen en su poder las vías férreas, los puertos y las capitales […] se anuncia por todas partes que salen Carranza, Obregón y Luis Cabrera […] Wilson no sabe qué hacer y está dando palos de ciego […] se aproxima nuestro anhelado triunfo.
Durante los años veinte, Paz Solórzano intentó por listas”, la que en su modesta variante mexicana fue varias vías construir una carrera política. Por desgra- y vino por todo el país: “alborotando los gallineros cia, sus apuestas, hijas todas de la convicción zapatis- femeninos y arrancando a los jóvenes de la casa pata, fueron o resultaron equivocadas. Ligado al Partido terna: es la Revolución, la palabra mágica, la palabra Nacional Agrarista, la caída de Obregón fue también que va a cambiarlo todo y que nos va a dar una alegr ía su caída. Es entonces cuando retorna francamente la inmensa y una muerte rápida”. vocación intelectual de don Ireneo: publica en diarios “De joven [recordaría muchos años más tarde] y revistas las leyendas históricas de su revolución y quise ser revolucionario, héroe, fusilado, libertaescribe una Historia del periodismo en México. Sus te- dor.” Son los fervorosos años treinta. Lo arrastra “el mas eran muy distintos a los de su padre: no el poder viento del pensamiento, el viento verbal”. Cree que el y la libertad sino la justicia y la igualdad. Su genero- porvenir está en Rusia, donde la humanidad ha cosa pasión era seguir siendo el abogado del pueblo, de- menzado a vivir el destino que Marx le tenía promefender a sus amigos, los campesinos de Santa María tido. En las revistas que funda o en las que partici Aztahuacán, a los de Santa Marta Acatitla, a los del pa, “revolución” y “poesía” son vasos comunicantes. rumbo de los Reyes, seguir con ellos la f iesta, la borra- Tras la muerte de su padre en 1936, abandona la casa chera interminable de la revolución, subirse al tren, paterna. ¿Qué busca en Yucatán, como maestro en hombrearse con la muerte y quizá morir entre ellos, una escuela para campesinos? Es un cardenista socomo se moría en la revolución. La revolución lo había cial, pero también un naródnik anacrónico, como su arrebatado en 1914, ¿había vuelto algun a vez? Muchos padre. ¿Qué despierta en él la Guerra Civil española? años más tarde, su hijo describiría su sino: El mismo entusiasmo que en tantos intelectuales de Occidente y una esperanza íntima: hallar en esa “esDel vómito a la sed, pontaneidad creadora y revolucionaria”, en esa “inatado al potro del alcohol, tervención directa y diaria del pueblo”, una secuela mi padre iba y venía entre llamas. ampliada y venturosa de aquella otra revuelta poétiPor los durmientes y los rieles ca e histórica, la del sur, la de México. de una estación de moscas y de polvo, La Revolución [descubre Paz en su Laberinto ] es una tarde juntamos sus pedazos. una súbita inmersión de México en su propio ser… Es un estallido de la realidad: una revuelta y una comunión, un trasegar viejas sustancias dormidas, un salir al aire muchas ferocidades, muchas ternuras y muchas finuras ocultas por el miedo a ser. ¿Y con quién comulga México en esta sangrienta fiesta? Consigo mismo, con su propio ser. México se atreve a ser. La explosión revolucionaria es una portentosa fiesta en la que el mexicano, borracho de sí mismo, conoce por fin, en abrazo mortal, a otro mexicano. En El laberinto de la soledad la historia de México a partir de 1821 y aun antes, durante la Colonia, es una máscara impuesta sobre un rostro auténtico. La Independencia y la Reforma son una triple negación del pasado (indígena, cristiano y español) y una imposición de ideas europeas. El porfirismo es una simulación de orden y progreso. Sólo la revolución, La firma del poeta Octavio Paz se parece a la de su palabra mágica, remueve la máscara: es un advenipadre: la misma O característica, abierta y sin rema- miento que deja entrar la luz y el aire, libera, re concite; el mismo ritmo, la misma inclinación. ¿Cuántas lia, recobra, expresa. veces habrán visto esa rúbrica en los papeles de O. ¿Y con quién comulga Octavio Paz, a quién abraPaz editores? “Después de muerto lo confiné al ol- za, en esa descripción casi teofánica? Comulga con vido. Aunque olvido no es la palabra exacta. Lo tuve Octavio Paz, “el que se fue por unas horas / y nadie presente pero aparte, como un recuerdo doloroso.” A sabe en qué silencio entró”. Abraza a Octavio Paz, su madre la tuvo presente siempre, aún en la distan- el otro, el mismo. Árbol adentro, su revolución es la cia: ella mitigaba el desamparo, la zozobra, el hueco, mexicana, la igualitaria, la utópica, la comunitaria, la carencia. “La mujer es la puerta de reconciliación la verdadera, la zapatista. A partir de ese origen, de con el mundo”: no sólo su madre, también su tía (la ese encuentro, Paz será siempre, en el sentido liteamiga de Gutiérrez Nájera, que lo inició en la litera- ral de la palabra, un hijo de la Revolución mexicana. tura) y, años más tarde, las mujeres que amó. Ellas El movimiento hacia ella ha sido un acto poético de —múltiples caras de Ariadna— le abrieron la puerta amor y filiación. Pero esto no podía bastarle, porque hacia su pasión más profunda, la poesía, y lo salvaron en el sentido inverso, árbol afuera, necesitaba encondel laberinto. El padre, en cambio, no era puerta de trar su propia revolución, aquella en la que él fuese salida sino muro de silencio. El hijo hubiera querido protagonista. ¿Una revolución violenta? Sus armas compartir su soledad, comulgar con él, poner la vida personales —lo sabía ya muy bien— eran otras. Había en claro. Era difícil: roto con el sino de su estirpe, pero no con su estirpe ni con la voluntad de participar en un cambio radical Yo nunca pude hablar con él. de los destinos humanos. Lo encuentro ahora en sueños, Por largos años esperó su advenimiento. Hacia esa borrosa patria de los muertos. 1950, al conocer y denunciar la existencia de los ca mHablamos siempre de otras cosas. pos de concentración en la Unión Soviética, transfirió su esperanza a “la oleada revolucionaria de los Y sin embargo, había sido testigo de su v ida y por mo- países de la periferia”. Al ceder ésta, la vio alzarse en mentos, como al abuelo, lo acompañaba. De ambos la “espléndida actitud” de los jóvenes de Occidente, abrevó la pasión política. Fue él quien lo acercó al nuevos nómadas de la era industrial, reinventores “verdadero México”, el de los campesinos zapatistas, del neolítico, desdeñosos del futuro, idólatras del y quien lo inició en el conocimiento de la otra histo- instante, y en la no menos promisoria de los jóvenes ria de México, enterrada pero viva: del Este, no desengañados, hastiados del marxismo. En el verano de 1968, desde un hotel en los HimalaCuando yo era niño visitaban mi casa muchos vie- ya, escuchó con “emoción increíble” las noticias so jos líderes zapatistas y t ambién muchos campesinos bre la rebelión de los estudiantes parisinos y vio en a los que mi padre, como abogado, defendía en sus la posible fusión del movimiento estudiantil y la clapleitos y demandas de tierras. Recuerdo a unos eji- se obrera el cumplimiento de la profecía de Marx, el datarios que reclamaban unas lagunas que están —o principio de la Revolución en Occidente. estaban— por el rumbo de la carretera de Puebla: los La buscó también en los libros y sus reverberadías del santo de mi padre comíamos un plato preco- ciones. En los poseídos de la literatura rusa, en los lombino extraordinario, guisado por aquellos cam- textos canónicos de Marx y Lenin, en los textos hepesinos: ‘pato enlodado’ de la laguna, rociado con réticos de Trostki; en las polémicas entre Sartre y pulque curado de tuna. Camus que dividieron los tiempos modernos; en la poesía subversiva y la subversión poética, “hinchaEl legado mayor estaba implícito: si el patriarca ha- da la lengua de política”; en el Café Pa rís de la ciudad bía sido un rebelde liberal y el padre un revoltoso de México o en algún bar de París (como el “México zapatista, el nieto debía inventar para sí un “sino de City” que refiere Camus en La caída ); con José Rerelámpago”, buscar por cuenta propia a “la gran Dio- vueltas o con Kostas Papaioannou, Paz quiso enconsa, la Amada eterna, la gran Puta de poetas y nove- trar la clave de la historia, y con ella el perfil de la in-
A su madre la tuvo presente siempre, aún en la distancia: ella mitigaba el desamparo, la zozobra, el hueco, la carencia
“
Volvió a vivir las peripecias, los riesgos, las privaciones de su padre, pero no tuvo su fortuna. En San Antonio conspiró incansablemente por un año. Sus cartas a Soto y Gama trasminaban frustración, desconcierto, amargura, casi desamparo. No faltó quien informara al cuartel general de su súbito alcoholismo. En 1918, se estableció como editor en Los Ángeles, desde donde escribió a Jenaro Amezcua: “yo he estado en este país, enteramente solo y sin recursos de ninguna clase y en varias ocasiones atado de pies y manos”. Y sin embargo, empeñado como estaba en buscar la unidad de los exiliados revolucionarios, pidió ayuda para sacar de la cárcel a Ricardo Flores Magón y siguió creyendo “en el triunfo de la revolución, de la verdadera revolución”.
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OCTAVIO PAZ: ÁGUILA Y SOL
Y EL MANTEL OLÍA A POLVORA
minente revolución. Se enamoró de esa idea, es verdad, pero, a diferencia de toda su generación, esperó despierto, denunciando públicamente desde 1950 la s simulaciones y los crímenes de los gobiernos revolucionarios del siglo ��. Poco a poco, logró devolver la transparencia a las palabras, deslindar la “revuelta” y la “rebelión”, “voces de libertad, de la revolución”, voz del poder, “doctrina armada”. No renunciaba aún al mito rector de su pasión política, pero lo sometía a juicio. Entonces escribió su “Canción mexicana”, donde recordó a su abuelo y su padre. Ellos le hablaban de grandes episodios nacionales, héroes de verdad, “y el mantel olía a pólvora”:
Los papeles se habían cambiado. En un eco remoto de las discusiones de Mixcoac, volvió la lucha de generaciones: revolucionarios contra liberales. Mientras Occidente descubría o confirmaba en el Archipiélago Gulag de Solzhenitsin (1973) que el mito abstracto de la revolución había costado decenas de millones de vidas concretas, los caminos de Paz y los jóvenes del 68 se bifurcaban para no encontrarse más. “Ahora sabemos —escribió— que ese resplandor, que a nosotros nos parecía una aurora, era el de una pira sangrienta.” Nadie en la izquierda lo escuchó. El sueño de comunión se disipaba en un alud de excomuniones. Con un puñado de amigos, en 1971 Paz fundó Plural y en 1976, Vuelta. Sus trincheras de Yo me quedo callado: editor militante, como su padre, como su abuelo. En ¿de quien podría hablar? ellas condenó sin descanso ni omisión a los gorilas de América Latina, pero su pasión crítica se concentró De pronto, los vientos de Occidente trajeron olor a en la más impopular de las causas: abrir los ojos a la pólvora. Al estallar el movimiento estudiantil mexi- izquierda mexicana sobre la realidad de la revolucano, Paz entiende que el error ha sido esperar. Esta ción rusa y, por extensión, de todas las revoluciones vez no espera: actúa. Sus despachos (inéditos) al mi- marxistas del siglo ��. Más allá del encono, la ingranistro de Relaciones Exteriores, Antonio Carrillo titud o las pulsiones parricidas, el rechazo de los jóFlores, son un testimonio que lo honra. El 6 de sep- venes del 68 al hombre que los había defendido tuvo tiembre le escribe: un aspecto doloroso: la incomprensión. Paz entablaba su polémica con los representantes de la izquier Aunque a veces la fraseología de los estudiantes […] da mexicana (académica, partidaria e intelectual) recuerde a la de otros jóvenes franceses, norteame- porque seguía creyendo en el socialismo: “es quizá la ricanos y alemanes, el problema es absolutamente única salida racional a la crisis de Occidente”. En esa distinto. No se trata de u na revolución social —aun- medida, urgía a la izquierda a hacer el mismo exaque muchos de los dirigentes sean revolucionarios men de conciencia que practicaban otras izquierdas radicales— sino de realizar una reforma en nuestro de Occidente. No había salida política ni moral sin sistema político. Si no se comienza ahora, la próxi- poner el pasado en claro: culpables eran todos, desde ma década de México será violenta. los comisarios hasta los inocentes espectadores: El 3 de octubre escribe el poema epitafio: “México: olimpíada de 1968”. Tras hacer un “examen de conciencia”, el 4 de octubre envía una larga carta reprobatoria de la política gubernamental y presenta su renuncia como embajador en la India: “No estoy de acuerdo en absoluto con los métodos empleados para resolver (en realidad: reprimir) las demandas y problemas que ha planteado nuestra juventud.” Bien visto, era su primer acto “en la arena de la política”, después del fugaz intento de la Guerra Civil española. Pero esta vez la rebelión, la espontaneidad, la iniciativa eran suyas: hijas de su biografía y de su libertad. Porque en ese acto valeroso que recorre el mundo, Paz cumplía también con un ciclo íntimo, la promesa inscrita en su linaje: irse a la revolución. En comunión con la revuelta estudiantil, el rebelde se va a su revolución en el acto de romper con una revolución petrificada. Con un poema y una renuncia en la plaza pública de Tlatelolco, Octavio Paz se convirtió en protagonista de su propia “Canción mexicana”. Posdata es el manifiesto de su revolución personal. Pero, ¿se trat a de una revolución? En el momento de su mayor radicalidad democrática, Paz descubre una veta profunda de la historia mexicana: la Reforma. El adversario no es el orden colonial sino su sucedáneo: la pirámide del poder —que es a un tiempo realidad tangible y premisa subconsciente—, y en particular el Partido Revolucionario Institucional (���): “cualquier enmienda o transformación que se intente exige, ante todo y como condición previa, la reforma democrática del r égimen”. La reconciliación con el pasado ocurre ahora con la herencia liberal a través del ejercicio cotidiano de la crítica:
Y lo más vil: fuimos el público que aplaude o bosteza en su butaca La culpa que no se sabe culpa, la inocencia, fue la culpa mayor.
Octavio Paz GUADALUPE DUEÑAS
i me preguntaran qué rostro debe tener un poeta, respondería, sin rodeos, como el de Octavio Paz. Es la imagen perfecta del predestinado. En los archivos del cielo existe el cliché concebido para el músico, el pintor, el bailarín y para las demás que sean ramas artísticas. Allí guardan el de Octavio. No conocí en su juventud a los “tres Octavios”. Me cuentan que armaban descalabros con su gallardía. Puedo decir que los tres, en la edad madura, conservaron su prestancia: Novaro, Barreda y Paz. La belleza física es siempre fascinante, pero cuando la posee un poeta se convierte en ideal:
S
Él asumió la culpa, ellos no. A partir de 1989, la historia, cuyo oráculo había interrogado tantas veces, le dio por fin la razón. A ellos no. Una revuelta de los pueblos oprimidos, una rebelión de los escritores disidentes acabó con “el mito sangriento” de la revomuestra tu rostro al fin para que vea lución comunista. Ellos se quedaron callados. ¿De mi cara verdadera, la del otro, quién podrían hablar? mi cara de nosotros siempre todos, A mediados de los setenta, Paz hizo la crítica del cara de árbol y de panadero, Estado mexicano: trazó su génesis patrimonialista, de chofer y de nube y de marino, analizó la sociología de sus grupos, y reveló su anacara de sol y arroyo […] tomía política y moral. Su célebre ensayo, “El ogro cara de solitario colectivo. filantrópico”, salva al Estado mexicano bajo la condición de que propiciase la pluralidad política. En 1984, La poesía es como tener un rostro y no tenerlo. al cumplir los 70 años, Paz confesaba una omisión en Cada quien encuentra en la poesía su hora cero. su propio ideario personal: “En México hemos tenido De esa negación rotunda saldrán los rasgos de tomuchas revoluciones, pero hay una revolución inédi- dos. No se sabe si es más por tener semblante que ta: la maderista.” El año del terremoto sobre la ciudad por no tenerlo. Parece decirlo todo y no dice nada, de México publica “���: hora cumplida”, y tras el frau- porque tiene sólo un estigma existencial. Es como de de Chihuahua, remacha: “Soy uno de los que creen desleer las cosas, sólo una sensación. “El mundo no que la democracia puede enderezar el rumbo históri- se presenta como realidad que hay que nombrar, co de México y ser el comienzo de la rectificación de sino como palabra que debemos descifrar.” Por su muchos de nuestros extravíos históricos.” De pronto, significado múltiple no tiene uno preciso. Simbóliel antiguo revolucionario revalora al siglo ��� y la he- camente sustituye al mundo. Es negación continua. rencia liberal: es “una verdad que debemos recobrar. De la delirante materia verbal las vibraciones son La salvación de México está en la posibilidad de rea- tan intensas que alcanzan la blancura absoluta que lizar la revolución de Juárez y Madero.” Como en un es la misma nada. poema circular escrito por Octavio Paz, Octavio Paz El artista, en su afán de depuración, suprime líLa crítica es el aprendizaje de la imaginación en su descubría en él, intactos, los temas políticos de su neas, trazos, colores, hasta concretar el ideal y tosegunda vuelta, la imaginación curada de fantasía abuelo don Ireneo. Los temas y los dilemas. par con lo absoluto. Lo contradictorio no existe ya; y decidida a afrontar la realidad del mundo. La críBajo esa luz hay que ver su posición política en los es solamente armonía donde los contrarios recupetica nos dice que debemos aprender a disolver los últimos años de su vida. Más vigoroso aun que su ran su equilibrio, su permanencia, su individualiídolos: aprender a disolverlos dentro de nosotros abuelo, rebelde y revoltoso como su padre, fiel a su es- dad. “Dime cómo hablas y te diré quién eres.” mismos. Tenemos que aprender a ser aire, sueño de tirpe combatiente, Paz siguió en la trinchera. Pero al Quizá el poeta, al llegar a la atroz lucidez del inlibertad. mismo tiempo, con todo el siglo de experiencia a cues- finito, se da de bruces contra el escepticismo en un tas, vio a México desde un mirador distinto al nuestro, “más allá” en el que no caben ya medidas, ni fórmuEra la segunda vuelta de Paz a México. Libre de un mirador patriarcal. ¿Qué encontró Octavio Paz, las ni horizontes, por decirlo de algún modo; la nada ataduras oficiales, llegaba en 1970 a deshacer todos desde el fondo de su historia, que es la nuestra? es el rompimiento que colinda con la infinitud. “El los equívocos, pero se encontró con el mayor equívoDesatender su visión no sería sólo un acto de in- salto es al vacío o al pleno ser”, ya que “la otra orico de todos: la revolución, no la libertaria sino la otra, sensatez sino de soberbia. Sus contemporáneos se lla” está en nosotros mismos. la “Gran Diosa”, la “Amada eterna”, la “Gran puta”, ha- han ido. Sólo queda él, pero ya no está solo. ParriciEn un momento lleno de angustia, Paz escribió bía embrujado a la generación juvenil del 68. Ellos no dio al revés, carta de creencia, pacto de sangre, su en quince palabras una existencia abatida: querían remedios contra la fantasía ni disolvencias vida ha sido una metáfora, no de la ruptura, sino de la de ídolos e idolatrías, no querían ser aire sino “viento tradición. En ella se abrazan liberales y revolucionaNo lo que pudo ser: verbal”, “héroes, libertadores, fusilados”, guerrilleros rios. La obra de Paz es un milagro aún mayor: en ella es lo que fue en todas sus variantes: en la sierra o en la calle, en el comulgan las generaciones de México.� Y lo que fue está muerto.� aula o el café, en la estación de radio o la redacción del periódico, en la voz o en el papel. Algunos esperaban Enrique Krauze, historiador, es autorBiografía del Tenemos en preparación las obras completas de que Paz encabezara un partido de izquierda. Él tenía poder , una exitosa serie de recorridos por la vida de Guadalupe Dueñas. En Imaginaciones, libro en mente una enmienda intelectual y moral de Méxi- los protagonistas de la Revolución que pronto haremos publicado por Jus en 1977, apareció este breve pero co, y contribuirla a ella como escritor independiente. circular de nuevo. emocionado retrato de Paz.
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OCTAVIO PAZ: ÁGUILA Y SOL
¿Qué lugar ocupa el ensayo sobre asuntos políticos en la obra de Octavio Paz, ese poeta, crítico literario, historiador de las ideas, editor de revistas, estudioso de las artes plásticas, incluso narrador? La Cámara de Diputados y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes han preparado la antología Itinerario crítico , que reúne el pensamiento político de Paz; del texto introductorio tomamos este fragmento
ENSAYO
Crítica incandescente A R M A N D O G O N Z Á L E Z T O R R E S
O
ctavio Paz fue la pre- su tiempo y fue un lector adelantado de los desafíos nente una revolución social, pero sobre todo una resencia intelectual y lite- y oportunidades de la alta modernidad. De hecho, volución espiritual, que concilie opuestos. Con todo, raria más destacada de a partir de los años setenta del siglo pasado, Paz se Paz es entusiasta en sus militancias, pero también México en el siglo pasa- convirtió en uno de los intelectuales públicos más escéptico y, a la vez que abriga un ferviente ánimo de do. Su actividad influyó prominentes, activos y atendidos en el ámbito inter- cambio social, profesa un respeto instintivo por las en muy distintos órde- nacional, por lo que el Premio Nobel, que le fue otor- libertades individuales y por su propia independennes de la vida colectiva gado en 1990, únicamente reconoció una ascenden- cia. Paz se empapa en el activismo estudiantil: funy, aunque nunca se afi- cia literaria e intelectual, ganada décadas antes. da revistas y se suma a manifestaciones políticas y a lió a ningún partido, ni trabajos sociales, como brindar clases de alfabetizaocupó cargos políticos Octavio Paz creció en una época de convulsiones que ción para campesinos y obreros. Igualmente, el joven relevantes, sus opiniones en la materia generaron convocaba a la participación pública y su generación poeta observa con alarma el avance de los fascismos intuiciones, despertaron controversia y se convirtie- se incorporó tempranamente a la política. La gene- en Europa, abraza la causa republicana en la Guerra ron en una guía de la agenda pública de las últimas ración de Paz (a la que pertenecen sus amigos Efraín Civil española y aboga por una comunión latinoamedécadas del siglo ��. Huerta y José Revueltas) es la primera que crece en ricana sobre bases realistas. Desde su juventud, Paz fue un ciudadano muy ac- el ambiente de la Revolución mexicana y se enfrenta Si bien la inclinación política de Paz es de izquiertivo que expresó simpatías y adoptó posturas ante a coyunturas nacionales e internacionales decisivas. da, no milita en ningún partido y sus gustos poétilos acontecimientos de su tiempo. Aunque, particu- Las secuelas de la primera Guerra Mundial, el en- cos no encajan ni en la estética nacionalista, ni en larmente en sus últimas décadas de vida, Paz dedicó frentamiento ideológico entre el capitalismo y el so- el realismo socialista imperantes en esos círculos. mucho tiempo al debate y la reflexión política, estuvo cialismo, los conflictos en Europa y el preludio de la Por eso, aunque oscilante en su discurso, Paz trata lejos de convertirse en un especialista: era un poeta segunda Guerra Mundial constituyen un clima don- de mediar entre una literatura pura y una literatura que hablaba de política no por competencia profesio- de se desarrollan hondas vocaciones políticas, mili- de compromiso, pues deplora el simple artificio esténal, sino por obligación moral. Pese a no ser un espe- tancias heroicas y apostolados laicos. tico, pero no concuerda con que el arte sea un mero cialista, ni un político profesional, Paz logró combiEn México, el poder político emanado de la Revo- instrumento de adoctrinamiento. Por eso, entiende nar en sus textos un enfoque filosófico, una voluntad lución aún vive su etapa de consolidación y los jóve- que un arte significativo y transformador requiere de equilibrio y realismo y una buena dosis de estilo nes intelectuales se debaten entre el humanismo, el un esfuerzo ético, pero sobre todo estético. chispeante y polémico. En efecto, Paz fue, al mismo nacionalismo revolucionario y la retórica socialista. En suma, Paz vive su adolescencia con intensidad tiempo, un pensador, un analista y un polemista: un En particular, la generación de Paz es marcada por la y hondura, descubre su vocación, goza y sufre su solepensador que abrevaba en corrientes, como el roman- campaña presidencial de José Vasconcelos, las que- dad, discute, escribe, trasnocha, se enamora y busca ticismo, el socialismo utópico y el humanismo liberal rellas en torno a la educación socialista, el enfrenta- insertarse en esa historia con mayúsculas que llama y cuyas posturas tenían un alto sentido del ideal; un miento entre el presidente Cárdenas y el ex presiden- perentoriamente a los jóvenes de su generación. En analista, y hombre práctico, que trabajó por muchos te Calles y el discurso izquierdista de este último. El 1936 la trágica muerte de su padre en un accidente imaños en el servicio exterior y que disponía de una gran joven Paz ing resa a la preparatoria de San Ildefonso, plica un giro drástico: Paz deja la carrera de abogado capacidad para examinar coyunturas políticas, esta- que es un centro de ebullición política donde se con- ya casi terminada y, en 1937, viaja a Yucatán a trabablecer analogías históricas y rutas estratégicas, y un frontan diversas ideologías, desde el fascismo y el co- jar en una escuela para obreros y campesinos. En esa polemista que intervenía de manera audaz y apasio- munismo hasta el anarquismo. No es extraño que el estancia, el joven Paz, que había padecido él mismo nada en muy diversos episodios. hiperactivo Paz se ocupe de los asuntos artísticos e privaciones económicas, descubre la miseria y las desEn sus intervenciones en torno a la política, Paz intelectuales más diversos. igualdades más crudas y reafirma su conciencia social. no se limitó al ámbito nacional, sino que fue un obPaz, como muchos de su generación, piensa que se Ese mismo año es invitado al Congreso de Escriservador atento de la evolución de la geopolítica de encuentra en una etapa auroral, en la que es inmi- tores Antifascistas en Valencia. Este encuentro es el
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CRÍTICA INCANDESCENTE
gran bautismo social y político del escritor mexicano: acude al epicentro de la historia de su tiempo, se codea con los principales escritores e intelectuales de su época, pero descubre, también, la intolerancia y el encono entre las distintas facciones de izquierda, el lenguaje de la solidaridad contrastado con la realidad de las purgas. Este descubrimiento resulta perturbadoramente cercano: su gran amigo de la secundaria, el anarquista catalán José Bosch, lo encuentra una noche y lívido le dice que es perseguido y que su vida corre pelig ro. Nunca más v uelve a saber de él. Tras su estancia de algunos meses en España y otros países, Paz regresa a México y sigue con una activa vida intelectual: participa en la fundación de revistas emblemáticas, colabora en diarios y sigue nutriendo su obra creativa. Pese a su productividad intelectual y artística, el ambiente de polarización política que, ante hechos como el pacto nazi-soviético o el asesinato de Trotsky, exige callar y mantener la disciplina, abruma al escritor, que es un cada vez más reticente compañero de ruta del comunismo. En 1943 surge la oportunidad de gozar de un cambio de aires y permanecer un tiempo en Estados Unidos: obtiene una beca Guggenheim y, luego, un puesto transitorio en el consulado de México en San Francisco. Con estos ingresos y los que obtiene por trabajitos diversos y excéntricos (como componer una canción que interpretó Jorge Negrete o realizar una magnífica serie de reportajes sobre la fundación de la ���), Paz se mantiene en un territorio nuevo y fascinante. Al empaparse de otras influencias literarias (la gran tradición de la poesía moderna en lengua anglosajona) y atmósferas intelectuales (el liberalismo de izquierda), Paz adquiere un perfil intelectual y una perspectiva política más complejas. En 1945, Paz logra un puesto menos provisorio en el servicio exterior y comienza a trabajar en la emba jada de México en Francia. Se trata de otro rev ulsivo intelectual que contribuye a su madurez. Paz despliega su curiosidad en un París de la posguerra que ofrece el repertorio político y creativo más amplio de la época: omnívoro y curioso, Paz frecuenta todo tipo de círculos desde los republicanos españoles que viven en Francia hasta los surrealistas pasando por los exiliados de la periferia europea. La distancia resulta constructiva, y también el contacto con las más variadas tendencias intelectuales; Paz madura como poeta y ensayista, comienza a plasmar su respuesta a la larga y demandante pregunta por México en El laberinto de la soledad y, sobre todo, consolida sus convicciones libertarias. La ruptura definitiva de Paz con las corrientes más ortodoxas de izquierda culmina en 1950, en París, cuando buena parte del mundo intelectual se conmociona con las revelaciones puntuales, hechas en un célebre libro de David Roussett, El universo concentracionario, sobre la represión sistemática y los campos de concentración que existen en la ����, bajo el régimen de Stalin. Ante la evidencia, la intelectualidad se polariza: muchos niegan la realidad; otros la aceptan como inevitables externalidades del camino al socialismo, otros más sienten la necesidad de deslindarse. Paz traduce y publica en español, con un comentario suyo, parte de esos testimonios, lo que basta para marcar su divorcio de muchos de sus antiguos camaradas. La transición de los años cincuenta es fundamental y ha sido mal entendida: con su denuncia Paz no abjura de los ideales de transformación social, ni declina su postura de izquierda, simplemente señala la contradicción esencial entre el discurso de un régimen y la barbarie que ejerce. Hay varias razones que explican este matiz: su conocimiento directo de la manera en que las revoluciones amparadas en una teoría de la historia mesiánica devenían en sistemas totalitarios; su observación de los movimientos de cambio en el entonces llamado Tercer Mundo, que no se adaptan a los presupuestos de la teoría marxista y podían cristalizar en vías alternativas; pero, sobre todo, esa convicción de que ningún discurso justiciero auténtico puede basarse en la conculcación de las libertades. Los años cincuenta y sesenta son un preludio libertario en el mundo y se ajustan al temperamento del escritor: el socialismo ha mostrado su rostro más crudo y el capitalismo reproduce su dinámica enajenante, por lo que muchos pensadores y artistas buscan una vía de cambio más humana. Paz restituye sus ideas de juventud y profundiza, mucho antes de que estas nociones se popularicen, en temas como la liberalización de los sentidos y las costumbres, la
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democratización no sólo de la política sino de muy la naturaleza del sistema político mexicano y su endiversos ámbitos de la vida social, la crítica al culto durecimiento autoritario; respalda una reforma pomecánico al progreso y la reivindicación de formas lítica que fortalezca el sistema de partidos y la plucreativas de convivencia y autogestión. ralidad; condena el radicalismo político de algunos Paz observa con simpatía el clima de agitación segmentos de la izquierda y reflexiona sobre la res juvenil de los años sesenta y, aunque con prudencia ponsabilidad crítica del intelectual en la transición. hacia sus excesos, se adhiere a muchas de las reivin- En el ámbito internacional, critica la traslación del dicaciones. Sus escritos de esa época, desde sus en- conflicto Este-Oeste a los territorios de los países sayos sobre la vanguardia hasta su gran himno a la subdesarrollados y denuncia constantemente la fallibertad y el hedonismo que es Piedra de sol, son ca- ta de libertades en los países totalitarios. Los temas racterísticos de este estado de ánimo. En particular, específicos que generan controversia son muchos: su sus análisis ya en la víspera del 68, sobre los alcan- concepción de la historia en Posdata, su postura de ces y límites de los movimientos estudiantiles en el condena en el caso del encarcelamiento en Cuba del mundo, sobre sus aspectos moralmente ejemplares, poeta disidente Heberto Padilla o sus apreciaciones sus defectos y sus dificultades prácticas son repre- sobre las vías del cambio violento en América Latina. sentativos, al mismo tiempo, de un espíritu idealista El lugar común reza que, en los años setenta, Paz y de un agudo criterio analítico. pasa de su izquierdismo juvenil a profesar un furiEn los hechos, pues, la ruptura con el izquierdis- bundo antiizquierdismo. Ciertamente, por las cirmo más ortodoxo no implica una renuncia a sus idea- cunstancias de efervescencia de la época y porque les de un socialismo humano y democrático, y Paz el estamento intelectual más activo es la izquierda, se mantiene en la órbita de la izquierda progresista. Paz tiene sus debates más frecuentes, y fructíferos, Aunque no es un político militante, adopta posturas con esta corriente. Sin embargo, Paz nunca dejó de ante los más diversos acontecimientos y, aun siendo considerarse a sí mismo de izquierda moderada y demiembro del servicio exterior mexicano, mantie- mocrática. Por lo demás, su crítica es más amplia: es ne una audaz independencia política. Así, por men- una crítica del sistema y de la cultura política, que alcionar algunos ejemplos, Paz promueve entusiasta- canza a todos los ángulos del espectro político. Por mente Los olvidados, la película de Buñuel repudiada ejemplo, del ��� de esos años critica su cerrazón ante por el gobierno mexicano, o se baja de sus oficinas de la democracia, pero reconoce su pragmatismo capaz Relaciones Exteriores para apoyar las manifestacio- de evadir regímenes dictatoriales comunes en munes de ferrocarrileros que le parecen justas, o mani- chos otros países; de la izquierda de ese entonces defiesta, ciertamente con mayor cautela que sus cole- nuncia rasgos dogmáticos, aunque reconoce su fibra gas, simpatía inicial por la Revolución cubana o pu- moral; del ��� critica su falta de un proyecto nacioblica libros con un editor, como Arnaldo Orfila, que nal y su poco empuje intelectual, aunque reconoce había sido proscrito por el régimen. En 1968 ocurre su vena ciudadana y su vocación democrática. el acontecimiento crucial que consolida, de manera En particular, las discrepancias con la izquierda un tanto azarosa, la vocación política de Paz: a raíz de su época pueden resumirse en pocos aspectos: de la represión estudiantil en Tlatelolco, el poeta re- Paz no admite la noción de un determinismo histónuncia a la embajada de México en la India y se con- rico, ni de un mesianismo laico; denuncia la falta de vierte, acaso sin quererlo, ni esperarlo, en u n perso- libertad y las atrocidades humanas que se incuban naje central de la política mexicana. Paz es el único en los regímenes totalitarios; critica la escasa cultufuncionario mexicano que renuncia por ese motivo y ra democrática de izquierda y cuestiona la probidad el arrojo e integridad de su gesto genera importantes y realismo de los revolucionarios de cubículo. expectativas en los segmentos políticos juveniles. En los años ochenta, además de los temas canNo resulta fácil, sin embargo, mantener el breve dentes que vienen desde la década pasada, en Méxiidilio entre Paz y parte de la juventud más radical. El co se vuelven temas perentorios el papel y el tamaMéxico ulterior al 68 es un país polarizado, en el que ño del Estado; la velocidad y las características de los intelectuales y cuadros políticos llegan a dividir- la transición democrática y los movimientos revose entre aquellos que creen en la posibilidad de mo- lucionarios en Centroamérica. Por eso, durante esa dificar desde el interior del sistema y aquellos que década los textos más polémicos de Paz son aqueconsideran inevitable una revolución y que no dudan llos dedicados al crecimiento inmoderado del Estaen prescribir la vía armada. Paz se sitúa en una posi- do, a la defensa de la normalidad democrática y a los ción equidistante: analiza y critica las inercias y ré- temas de geopolítica internacional. moras que obstaculizan la reforma del sistema, pero En los años noventa, surgen nuevos temas de de ninguna manera apoya la ruptura violenta. controversia, sobresalen en el ámbito nacional los Paz regresa a México en 1971 y valora la posibili- debates sobre modernidad y tradición a raíz de un dad de participar en la formación de un partido polí- impulso reformista y, en el internacional, la distico de izquierda; sin embargo, elige que su trinchera cusión sobre el fin del socialismo, la conformación sea la generación y difusión de pensamiento crítico geopolítica de un mundo postsocialista y los nuevos sobre la cultura y la política. Acepta la oferta de di- peligros de los nacionalismos y los integrismos rerigir una revista mensual, Plural, patrocinada por el ligiosos. Paz, pese a su edad avanzada, sigue siendo periódico Excélsior , y desde ahí comienza una reno- un participante activo en el debate: organiza discu vación de los hábitos editoriales y polémicos. Cuan- siones, analiza la coyuntura y, en especial, el surgido Plural desaparece por la maniobra contra el dia- miento del zapatismo. rio Excélsior , surge Vuelta como una revista indeNo hay en Paz una teoría sistemática, pero sí un pendiente que impulsan Paz y un grupo de amigos. pensamiento consistente, que busca conciliar y De esta manera, Paz no sólo genera polémica con sus ponderar los matices. Así, Paz desde El laberinto de escritos, sino con la línea editorial de sus revistas y la soledad aboga por la modernización del país, pero promueve debates a menudo ríspidos, pero vistos en crítica el culto ciego al progreso y la división mecáretrospectiva, profundamente fecundos. nica entre el ala desarrollada y subdesarrollada; enTanto por la posición prominente que ha consoli- tiende las diferencias culturales, pero advierte de dado en la escena pública, como por los desencuentros los peligros de su reivindicación política; reconoce con muchos actores políticos, Paz comienza a escribir el peso del pasado en la vida de los individuos, pero y debatir de manera más frecuente sobre política. Sus apela a la crítica como remedio para la petrificación escritos se distinguen de los de los especialistas y tam- en el recuerdo. Hasta el final de su vida, Paz fue un bién de los de los militantes: Paz es ajeno a las teorías o observador apasionado, pero con voluntad de equilos programas y no es afecto a la jerga de muchos cien- librio. Por supuesto, es probable que, en ocasiones, tíficos sociales. Sus escritos son claros, tienen un sólido al calor de los acontecimientos, se haya equivocado sustento histórico y defienden, más que tesis abstrac- en sus apreciaciones o se haya dejado llevar por el tas, libertades concretas y derechos inalienables. furor de la batalla; sin embargo, la mayoría de las Cabe preguntarse por qué las opiniones de un es- veces generó enfoques reveladores y esgrimió poscritor, que a menudo busca conciliar opuestos y abo- turas ejemplares. Esta faena política constituye un ga por la gradualidad, generaron tanta polémica. extraordinario legado crítico, que requiere ser leído Además del clima de efervescencia y radicalización con mayor distancia de las circunstancias fragorode la época, acaso la no pertenencia de Paz al campo sas en que se gestó.� académico provoca recelo de los nuevos especialistas que copan el campo de la opinión y propicia que muchas de sus apreciaciones sean rebatidas o desdeñadas. Precisamente por este peso en la opinión, las opiniones de Paz se convierten en el eje central de la conversación y, a veces, la querella pública. Armando González Torres, ensayista, es autor En los setenta, en el ámbito nacional, Paz analiza de Las guerras culturales de Octavio Paz.
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OCTAVIO PAZ: ÁGUILA Y SOL
Adelantamos aquí un fragmento de Octavio Paz en su siglo , biografía que verá la luz en los próximos meses. Se trata de un libro escrito desde la proximidad y la afinidad, con el ánimo de trenzar las hebras literaria, política y vivencial de quien, desde Plural y Vuelta, abrió la puerta a una generación de jóvenes críticos, entre los que se cuenta el propio Domínguez Michael, a quien agradecemos esta oportunidad
FRAGMENTO
Serge, el rescate de un náufrago CHRISTOPHER DOMÍNGUEZ MICHAEL
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ero quedaba un epílogo en forma de revista, El Hijo Pródigo, aparecida en abril de 1943, y una relación casi secreta con el revolucionario ruso y escritor en lengua francesa Victor Serge y su círculo. Serge, convertido, tras el asesinato de Trotski, en el último testigo, en posesión de su libertad de conciencia, de la revolución bolchevique, llegó a México el 4 de septiembre de 1940. Lo hicieron, tras estar ambos presos en La Martinica, con su hijo Vlady Kibalchich, ya entonces un notable dibujante y más tarde un significativo pintor mexicano (y un dibujante excepcional), además de guardián de la memoria de su padre.1 Empecemos con El Hijo Pródigo, para Sheridan la mejor de las revistas literarias que hasta ese momento se habían realizado en México por la confluencia de generaciones en ella verificada pero que a Paz, en el recuerdo, nunca le causó tanta ilusión como Taller . En las páginas de El Hijo Pródigo, dirá Paz, “nos reunimos escritores de dos generaciones y tres revistas: Contemporáneos, Taller y Tierra Nueva. Fue una tentativa más rigurosa para preservar la independencia de la literatura.”2 Sheridan dibuja esa confluencia en esta revista, más orientada que ninguna de las anteriores a la poesía, a su teoría y a su crítica, que abre, como era de rigor, con un ensayo de Reyes, al cual le sigue, como se iba haciendo costumbre, con algo de Eliot, un ensayo de Gaya, una traducción de John Donne… De los amigos comunistas de Paz, aparecen, como narradores, José Revueltas y Herrera Petere, y de los poetas españoles aparecerán en El Hijo Pródigo Cernuda, Gil-Albert, Altolaguirre, Jorge Guillén, Prados. Las reseñas, a cargo de Paz, Martínez, Chumacero y Moro, “tienen un
1 Susan Weissman, Victor Serge. A Political Biography, Verso, 2013. Por desgracia esta biografía de Serge es descorazonadoramente pobre en información sobre la vida del escritor revolucionario en México. 2 Octavio Paz, Obras completas III. Generaciones y semblanzas. Dominio mexicano. Sor Juana Inés de la Cru z o Las trampas de la fe.
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nivel de rigor, justicia y energía que sería difícil volver a encontrar en otras revistas anteriores o posteriores.”3 Roto el nexo con Neruda, sus amigos injuriaron a la nueva revista, con la colaboración de Rivera, quien, acobardado por el asesinato de quien había sido su huésped, abjuraba de su trotskismo y soñaba con regresar al ���. Entre los colaboradores de El Hijo Pródigo cuenta Paz a varios escritores “con olor a azufre” como Victor Serge, Jean Malaquais o Benjamin Péret, así como al poeta peruano César Moro, quien “publicó textos valerosos y nosotros defendimos la libertad de las letras contra todas las censuras, fuesen de derecha o de izquierda”.4 Paz lamentaría que los redentores de El Hijo Pródigo volvieron a ser amedrentados, como los de Taller, por los estalinistas, pese a que durante la Segunda Guerra habían disminuido las presiones. Paz se empeñó, sin éxito, en atraer a las nuevas estrellas de Sur, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, hacia El Hijo Pródigo, una revista en la que, hasta su ida a los Estados Unidos, era notoriamente la principal figura mexicana. Ello sucedía por primera vez de manera indiscutible: basta ver su presencia en el primer número, varios poemas y un ensayo de Sánchez Barbudo sobre su poesía. Sus últimas reseñas, antes de partir, fueron sobre Los presocráticos, de Juan David García, Bacca, y sobre Historias e invencionesde Félix Muriel, de Rafael Dieste. Ya en su ausencia, en 1945, se publica allí la última entrega de sus ya viejas Vigilias. Diario de un soñador. Aunque el último periodo de El Hijo Pródigo, tras la partida de Paz, es más bien flojo, no queda nada claro, revisando los índices, qué pudo haber molestado políticamente a Paz de lo publicado en la revista. En las cartas que ya desde Berkeley, en el invierno 1943-1944, le envía a Barreda, comenta con su “habitual encarnizamiento” el contenido de El Hijo Pródigo y se preocupa por la mala influencia “bizantina” que pudiera tener el retorno de Reyes a México (ocurrido desde 1939), quien 3 Guillermo Sheridan, Poeta con paisaje. Ensayos biográficos sobre Octavio Paz, México, Era, 2004. 4 Paz, op. cit.
prefiere “el detalle al conjunto, la crítica a la creación” y tiende a confundir una revista “con el pizarrón de una clase”.5 Quizá su irritación, en el recuerdo, fuese por algo que Barreda y Villaurrutia no hubieran querido publicar, ya fuese de Paz o de sus amigos heterodoxos, entre los que destacan, según lo dice inmejorablemente Sheridan, Serge y Jean Malaquais, dos “ex comunistas que habían estado en el vientre de la ballena, pensadores dedicados a analizar la naturaleza del totalitarismo, antiestalinistas activos, vagabundos pluriculturales, dos métèques de larga trayectoria”, quienes, según Paz dirá en Itinerario, “ejercieron una influencia benéfica en la evolución de mis ideas políticas”.6 Cuenta que los conoció a principios de 1942, junto con el surrealista Péret, que será el camino que lleve, al fin, a Paz hacia la obra y la persona de Breton. Péret había llegado a México de la mano de su esposa, la pintora Remedios Varo, y al separarse de ella permaneció en el país hasta 1947, donde publicó Le Déshonneur des poètes, una denuncia clave para Paz, y que decía, por ejemplo, “Al poeta no le toca alimentar en los otros una ilusoria esperanza humana o celestial, ni desarmar a los espíritus insuflándoles una confianza i limitada en un padre o en un líder, contra quien cualquier crítica se vuelve sacrilegio. Al contrario, a él le corresponde pronunciar las palabras sacrílegas y las blasfemias permanentes.”7 En México, también, concibió Péret Air mexicain (1952), que aparecerá en París ilustrado por Rufino Tamayo, pintor oaxaqueño quince años mayor que él y por quien Paz se batió exitosamente desde que vio su primera tela. Péret, fallecido en 1959, traduciría Piedra de sol al francés, versión aparecida póstumamente. Breton, al parecer, se había comprometido con Péret a prologarla pero se excusó con el editor Gaston Galli5 Sheridan, “Octavio Paz: cartas de Berkeley”, Letras Libres, noviembre de 2011. 6 Paz, Obras completas VI. Ideas y costumbres. La letra y el cetro. Usos y símbolos. 7 Benjamin Péret, “El deshonor de los poetas”, en Fabienne Bradu, Benjamin Péret y México, México, Aldus, 1998.
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EL RESCATE DE UN NÁUFRAGO
mard diciendo que un poema así, como La siesta de un fauno, de Mallarmé, no necesitaba de presentación.8 A Péret, en aquel México lleno de extranjeros y de excéntricos que huían de la globalizada guerra civil europea, se sumaban Víctor Alba, Malaquais y Julián Gorkín, activo sobreviviente del Partido Obrero de Unificación Marxista (����) y con una larga historia, antes y después del asesinato de Trotsky (a cuyo homicida desenmascaró como Ramón Mercader), en la denuncia intelectual del totalitarismo, que acompañó a Serge en México. Al grupo, insiste Paz, se unía Moro y se reunían “en el apartamento de Paul Rivet, el antropólogo, que fue después director del Museo del Hombre de París”. Sus nuevos amigos se habían graduado en la oposición de izquierda contra Stalin y “el más notable y de mayor edad era Victor Serge. Nombrado por Lenin primer secretario de la Tercera Internacional, había conocido a todos los grandes bolcheviques”9 y Stalin lo había desterrado a Siberia, ese tradicional “fin del mundo” para todos los autócratas rusos. El primer congreso de escritores antifascistas en junio de 1935, el de la Mutualité en París, que fue el que previno a Gide de lo que vería poco después en la ����, llegó a su clímax con “el affaire Serge” cuando Romain Rolland, el compañero de viaje por excelencia, fue presionado por los intelectuales franceses a pedirle a Stalin la liberación de Serge, lograda porque para el dictador, oficialmente, su prisionero era sólo “un anarquista francés” (había nacido en Bruselas).10 “La figura de Serge —continúa Paz— me atrajo inmediatamente. Conversé largamente con él y guardo dos cartas suyas.” Mientras que Péret y Moro eran “poetas con ideas y gustos parecidos a los míos”, Serge y sus camaradas “habían guardado de sus años marxistas un lenguaje erizado de fórmulas y secas definiciones. Su crítica me abrió nuevas perspectivas pero su ejemplo me mostró que no basta con cambiar de ideas: hay que cambiar de actitudes. Hay que cambiar de raíz.”11 Paz pudo llegar a Serge de dos maneras. Una a tra vés del surrealista Péret, lugarteniente de Breton, con quien Victor (junto con su esposa Laurette Séjourné y su hijo Vlady, así como con Jacqueline, la mujer de André) había compartido una villa en Air-Bel, cerca de Marsella, donde ambas familias de apestados esperaban sus visas rumbo al Nuevo Mundo. Los Breton, a quienes todos los surrealistas sobrevivientes en la zona libre del hexágono visitaban los fines de semana, la consiguieron con destino a Nueva York, mientras que los Serge, gracias al esfuerzo tenaz de Dwight y Nancy Macdonald, sus editores en Partisan Review, la obtuvieron rumbo a México, previa escala (con detención reglamentaria incluida) en las Antillas. En el mismo barco viajaba otro futuro amigo de Paz, Claude Lévi-Strauss, quien no dudaría en llamar a Octavio, a los diez años de su muerte, “el último hombre del Renacimiento”.12 La otra manera probable de contacto de Paz con Serge debió ser la gente del ����, que había visitado México en 1934, provocando uno más de los interminables pleitos de precedencia entre el poeta y Elena Garro, pues ésta aseguraba que ella le había presentado en ese entonces a los poumistas Bartomeu Costa-Ámic y Gorkín. Sheridan tiene razón al disentir de Paz cuando dice que las ideas de Serge “no me impresionaron” tanto como lo “conmovió su persona”, pues “nada más ale jado de la pedantería de los dialécticos que la pedantería humana de los dialécticos, su sencillez y su generosidad. A pesar de los sufrimientos, los descalabros y los largos años de áridas discusiones políticas, había logrado preservar su persona. Lo debía sin duda a sus orígenes anarquistas; también a su gran corazón.”13 Las ideas de Serge lo impresionaron y mucho. Si Paz, hipotéticamente, iba entrando al trotskismo, Serge iba saliendo de su influencia, siendo, desde luego, la persona más autorizada en el planeta para despedirse con gallardía y lucidez. Serge, traductor de Trotsky al francés, se aleja de la IV Internacional no tanto por diferencias políticas, que las tenía, graves y crecientes con “el viejo”, como llamaban los suyos al antiguo jefe del Ejército Rojo, ni porque Trotsky lo había llamado “un 8 Jason Wilson, Octavio Paz. Un estudio de su poesía, Bogotá, Pluma, 1980. 9 Paz, Ideas y costumbres. 10 Weissman, op. cit . 11 Paz, Ideas y costumbres. 12 Jean-Claude Masson, introducción al volumen de Œuvres, Gallimard, París, 2009, Bibliothèque de la Pléiade. 13 Paz, Ideas y costumbres .
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enemigo que desearía ser tratado como un amigo”. Lo hace tras ver una escena que le repugnó hondamente: al sepelio de León Sédov, el hijo de Trotsky, presuntamente envenenado por agentes soviéticos en un hospital de París en 1938, a donde llegaron los dos grupúsculos trotskistas franceses con banderas distintas y fingiendo no reconocerse entre sí.14 A Serge, que lo había soportado casi todo y había sobrevivido, le fue intolerable esa mezquindad escenificada por quienes monopolizaban el papel de los justos. En fin: Serge le evitó a Paz ese vagabundeo sin fin entre las ruinas del marxismo en el que vivieron y murieron tantos desengañados primero de Stalin, luego de Lenin o de Trotsky, pero nunca del economista alemán. En Partisan Review, en el verano de 1938, Serge había publicado un texto cuyo título original en francés era “Puissances et limites du marxisme”, que a Paz, como supone razonablemente Sheridan, debió impresionarlo. Muy pocos (uno de ellos, el mexicano Cuesta) se atrevían a concebir entonces, aun fuera de la izquierda, que el marxismo pudiera tener límites. Partiendo de una impecable idea materialista, el marxismo no sólo era una filosofía ante cuyos poderes obviamente Serge se rendía, al grado de comparar su impacto con el del cristianismo, pero también era un hecho histórico cuyas consecuencias sobre la realidad política y social debían ser examinadas con el mismo método de Marx,
lo que llevaba a Serge a la conclusión de que “el marxismo de la decadencia del bolchevismo […] era totalitario, despótico, inmoral e intolerante”, capaz de negar, una vez dueño del poder, hasta “el derecho a la existencia política” a todos los disidentes de la revolución.15 Los procesos de Moscú, concluía Serge en su ensayo, acabaron por ser una falsificación sangrienta del marxismo porque la burocracia regente en la ���� era un nuevo cuerpo social (fuese cual fuese su nombre, tema que atormentó y apasionó durante décadas a los heterodoxos) ajeno al proletariado, del cual robaba su legitimidad. Finalizaba, ese Serge, diciendo que el socialismo habría de recobrar su sentido democrático y libertario, que incluía (y allí un Trotsky ya no podía seguirlo) a la vigencia permanente de las libertades democráticas tradicionales.16 En 1946, ya en París, Paz soñaba, con toda la izquierda no comunista, que acaso la derrota del nazismo pro vocaría las maduras revoluciones obreras en Europa occidental, la profecía de Marx que la Revolución rusa volteó de cabeza. Hasta llegó a decir que aceptó su modesto cargo en la embajada de México para asistir a ese advenimiento.17 El estalinismo, elucubraban, quizá
14 Victor Serge, Mémoires d’un révolutionnaire et autres écrits politiques, 1908-1947, edición de Jean Rière y Jil Silberstein, París, Laffont, 2001. 15 Ibid. 16 Sheridan, Poeta con paisaje, op. cit . 17 Paz, Obras completas, VIII. Miscelánea. Primeros escritos y entrevistas.
sólo había sido una pesadilla provocada por la indigestión del atraso ruso. Trotsky mismo, antes de ser asesinado en 1940, profetizó que la Segunda Guerra pro vocaría un levantamiento proletario en los Estados Unidos. Serge murió el 17 de noviembre de 1947, como Tina Modotti un lustro atrás, de un ataque cardiaco, en un taxi en la ciudad de México. A ambos quizá los mataron. A diferencia de la infortunada fotógrafa italiana, a Serge la vida revolucionaria y sus decepciones lo llenaron de lucidez y de escepticismo. Los herederos de la heterodoxia marxista lo reclaman como uno de los suyos, el más perseverante y el más perspicaz, pero hay motivos para creer —cada quien lleva agua a su molino—, leyendo sus últimos artículos, ambiguos y expectantes, que los primeros vientos de la Guerra Fría harían de él un liberal anticomunista como algunos de sus compañeros de Partisan Review lo fueron en aquella revista que Paz no dejaría de leer, por consejo del propio Serge. Murió creyendo, este escritor que alcanzó a escribir mucho sobre México en sus Carnets y en su nóvela póstuma Les Années sans pardon (1971), que la triunfante Unión Soviética era la gran amenaza para la libertad en el mundo. Tenía sus ideas, el veterano Serge (muerto apenas a los 57) y en sus Carnets, por ejemplo, se declara admirador de Cantinflas, mientras que Neruda le parece sólo un poeta-���, mientras que ve a Siqueiros como un arrebatado del Renacimiento, un nuevo Cellini.18 Serge, también, sembró en Paz otra raíz, aquella que le permitió aceptar que el marxismo tenía un límite —cosa impensable en 1938 y aun sostenida por Sartre veinte años después ante el aplauso universal— y que no era una filosofía insuperable, “el humus de toda vida intelectual”, según el existencialista. Aparecía, en Paz, la fecha de caducidad de la frase de uno de los personajes de La condición humana (1933) de Malraux, que tanto lo impresionó de jovencito, aquello de que “el marxismo no es una filosofía, es un destino”.19 Si ver a Serge no era sencillo, como dice Sheridan, pues “vivía a salto de mata”, con “una pistola en el cinturón” y en “continua mudanza”, más fácil habrá sido tratar con un camarada suyo, nacido Vladimir Malacki, cuyo nombre de pluma, Jean Malaquais, Sheridan ha repuesto, tras una indicación en Itinerario, en la biografía de Paz. Protegido por Gide, Malaquais se convierte, de origen polaco y de oficio aventurero, con Planète sans visa (1947), en novelista francés y arriba a México (gracias, otra vez, a Gide, que intercede por él ante el poeta Torres Bodet, subsecretario de relaciones exteriores desde 1940), desde donde se reencuentra con los poumistas —había combatido con ellos— y con Serge, quien reseña en El Hijo pródigo su Journal de guerre. Malaquais es “un misántropo helado” frente al fraterno y, pese a todos los pesares, optimista Serge, con quien tuvo fuertes peleas en México.20 Paz ayudó a Malaquais con la adaptación de un cuento de Pushkin (“El rebelde, o un romance de antaño”, 1943) para una película del charro Jorge Negrete y hasta terminó escribiendo, el poeta, algunas de las canciones de la cinta. A Malaquais, leemos en sus cartas a Gide, le fascina ese México entre folclórico y ctónico.21 Paz se fue de México, a los Estados Unidos, para mirar su país desde afuera. No iba solo. Cuidó de llevarse consigo a todos aquellos que habían mirado a su propio país con ojos de asombro, desde Lawrence hasta Serge, pasando por Artaud, los amigos de Hora de España y Breton, lo cual lo llevó a escribir de México una visión, ya lo veremos, no sólo intrahistórica, sino, rara cosa, universal, en El laberinto de la soledad y en ese vasto capítulo de su vida que es su obra mexicana. Paz se había tomado en serio la idea de que México era sur y norte, oriente y occidente, sitio por el que habían desfilado no sólo Rivera, Villaurrutia, Cuesta, Neruda o Trotski, sino también el propio Octavio Paz. Estaba llamado a ser, desde entonces, el poeta-crítico sin el cual la vida y la muerte en aquel ombligo de la luna nombrado por los aztecas, resultaría incomprensible.� Christopher Domínguez Michael es autor de Diccionario crítico de la literatura mexicana (1955-2011) (Letras Mexicanas, 2012). 18 Victor Serge, Carnets, Julliard, París, 1952. 19 Paz, Miscelánea. 20 Ibid. 21 Alberto Ruy Sánchez, Una introducción a Octavio Paz , México, ���, 2013; Jean Malaquais/André Gide, Correspondance, 1935-1950, Phébus, París, 2000.
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ENSAYO
Vasconcelos y Paz:
contrapuntos y paralelismos MARTHA ROBLES
Es arbitrario establecer semejanzas entre las vidas de dos personas, pero el ejercicio se justifica cuando la comparación resulta mutuamente iluminadora. Aquí, Robles pone hombro con hombro a dos de los grandes actores del México del siglo XX y construye así una atalaya para ver más allá de las respectivas biografías: José y Octavio son altas cumbres de nuestra orografía intelectual ren, esto soy yo. Soy mi palabra. Y mi Palabra está por encima de la de los demás.” Actitud abominada por algunos colegas, sin duda, aunque comprensible si consideramos que, de no haber sido por el sostén de su orgullo, el medio lo habría destruido en atención a la terrible sentencia de Jaime Torres Bodet: “México es una llanura. Al que asoma la cabeza, se n su ensayo “Cómo y por qué la cortan.” escribí El laberinto de la so Aunque existen ejemplos de independencia perledad ” Octavio Paz desci- sonal, de pocos escritores mexicanos nacidos dufraría el enigma de rechazo rante las dos o acaso tres primeras décadas del siglo y comunión mediante un �� podría decirse que, sin involucrarse directamenavezado examen de causas te en la clase política, crecieron, se desarrollaron y y consecuencias en el con- aun se beneficiaron de ella gracias a un complejo, flicto interior provocado o esperpéntico y serpentino diálogo de proximidad y al menos desencadenado distancia, de rebeldía y aceptación, así como de nepor los otros. Si bien previa- cesidad y repudio tan interdependientes que, de no mente José Vasconcelos se fusionó a la historia del considerar esta trama de política y escritura, quepaís sin entenderla, aunque enjuiciándola y compar- daría incompleto el examen de la historia contemtiendo la misma apasionada rebeldía expresada en poránea de México. estallidos populares, Paz se miró en el espejo de la Contrapuntos, pues, Vasconcelos, nacido en 18 89, sociedad secular para examinar el medio de afuera y Paz, en 1914, representan con exactitud lo más adentro y comprenderlo comprendiéndose, sin fu- connotado de una historia cultural del México del sionarse a la circunstancia: dos procedimientos an- siglo �� sin continuidad. El primero, por encarnar titéticos y sin embargo afines, porque sitúan la rea- el talante de los fundadores de la modernidad y deslidad social en el centro de su identidad. En medio aparecer como figura protagónica y fusionada a los de ambos destacaba la cordialidad de Alfonso Reyes: hombres de pensamiento y acción durante la agonía recurso de compromiso “prudente” que no lo preser- de los cacicazgos, el fortalecimiento de los naciona vó de cierto rechazo, pero al menos, por acrítico en lo lismos y el ascenso de “la familia revolucionaria”; esencial, le enseñó a sortear las peculiaridades de un el segundo, por asimilar hasta en pormenores el medio naturalmente envidioso. Por representativas lenguaje político de la revolución “institucionalide dos tendencias contrapuestas que marcaron a las zada” y encabezar él mismo, respecto de las letras, generaciones involucradas o formadas a la sombra al “ogro filantrópico” de cuyas simientes vendría a del levantamiento armado de 1910, sendas interpre- florecer su personalidad creadora, el oscilante retaciones —la de Vasconcelos y Paz— podrían servir conocimiento obtenido por parte de la mayoría de para realizar un análisis de la que ha sido, sin duda, los gobernantes e incluso del emporio televisivo y una compleja historia cultural de nuestro siglo ��. hasta el estilo personal de desdeñar y prodigar be Al sentirse impugnado, Vasconcelos solía res- neficios o castigos a discreción. ponder con ira tramada de sinrazones y un extremo Tales modelos de ser resultan inimaginables en conservadurismo exacerbado con religiosidad du- el México actual. Al modificarse el mapa electoral rante su vejez, que lo llevó a afirmar que los mexica- y partidista del país y concluir el largo y complejo nos nunca sabríamos lo que perdimos perdiéndolo. dominio del Partido Revolucionario Institucional, Octavio, en cambio, se prodigaba en páginas cada escritores y artistas quedaron automáticamente vez más deslumbrantes, singulares e innovadoras excluidos de los intereses del poder de los gerentes. que se distinguían frente al tono general de sus con- Declinó la política como tal para desvanecerse en temporáneos. Se asimilaba a la tradición y ejercía todas las esferas de la actividad humana: en el sexo, la ruptura. Vasconcelos se aproximaba a la muerte en el deporte, en la economía, en el dominio del coen pleno medio siglo corroído por el rencor. Mas- mercio, en el espectáculo y el arte, en las letras… El cullaba improperios. Lo devoraba la amargura y se mercado global impuso a su vez las leyes de un crientregaba a una soledad lastimosa: la de quien bus- terio financiero excluyente, en las que la obra del ca el refugio del clero y ejerce la intransigencia des- pensamiento no llevaría la mejor parte. Cambiaron pués de sufrir, sin resolverla íntimamente, la derro- la utopía estética de la vida cotidiana y la de una sota política. Su obra es un espejo fiel de tales etapas ciedad que aspiraba a la comunicación. La radio y la de florecimiento y desesperación del vencido. Siem- televisión comandan sin rival la inclinación social a pre en ascenso, en cambio, el joven Paz vigilaba al la indiferencia; la prensa escrita, en cambio y cada detalle el curso ascendente de su inteligencia sin vez menos impor tante en una sociedad que remondejar de medir el rumbo de los tiempos modernos. tas sus raíces orales, refleja la agonía del “mundo En vez de entregarse a los efectos del resentimien- ancho y ajeno” que en vano se pretendió conquisto —que también padeció—, respondía al rechazo tar en 1968: fecha decisiva en el estallido de aconde sus colegas con altivez, como si orgullosamente tecimientos que precedieron al fin de la ilusión de lanzara páginas a sus detractores para decirles “mi- la diferencia, y el ascenso de la desilusión de la me Palabra, una palabra, La última y primera, La que callamos siempre, La que siempre decimos, Sacramento y ceniza ������� ���
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táfora que llenaba de sentido a Paz: uno de los productos mejor logrados del pasado siglo, cuya muerte lo libró del padecer desfasado que experimentó Vasconcelos. Imposibles de imaginar en nuestra realidad monetarista, sin tiempo para el silencio y entregado al exceso de conocimientos dosificados que se dispersan en las pantallas de los ordenadores domiciliarios, tanto el modelo del escritor que encarna la historia del país como el que a sí mismo se constituye en presidente de la República de las Letras desaparecieron de la vida social, del poder, de las letras y hasta de la realidad cultural. Con el cambio del calendario y de los modos de gobernar y hasta de vivir en zozobra financiera se vislumbra el ascenso del escritor/empresario que sabe cómo desplazarse en el mercado editorial y globalizado, según los términos planteados por el régimen que nos domina. Se conforma ahora, por consiguiente, un estilo mercantil del “producto intelectual” en el que Paz seguramente no hubiera tenido cabida. Si bien al fundador de la Secretaría de Educación Pública tocó probar el ocre sabor del desplazamiento personal de un universo social que creyó dominar las prácticas de control y supervivencia pública, para Octavio Paz quiso el destino otorgarle el don de la oportunidad para desarrollarse y alcanzar la cúspide en el tiempo histórico adecuado. Ambos, desde perspectivas diferentes, fueron conocidos por la mayoría y reconocidos por la minoría. Los dos cifraron su obra, su pensamiento y su acción en y desde la realidad nacional. Pero, a diferencia de su antecesor, quien nunca comprendió los cambios ni pudo adaptarse a ellos, Paz vivió todo el proceso virulento del siglo �� mediante los privilegios y las desventuras otorgados por un sistema de dominio que abarcó casi 75 años. Murió el poeta en pleno declive de ese régimen de poder piramidal y personalizado que determinó su rebeldía y la relación amor/ odio que subyace en sus relaciones estructurales con las formas de gobernar. Casos fascinantes, uno y otro ofrecen una enorme cantidad de elementos para descifrar “el laberinto” de la verdadera soledad, la soledad intelectual, en esta sociedad que puede modificar las modalidades de su dualidad ancestral, nunca los subterfugios del síndrome de la culebra precolombina que determina el sello de una difusa identidad cultural que ahora se entrega a la locura, a los procesos de homogeneidad de las masas para igualar hacia abajo y a la pérdida irremisible no sólo de especificidad, sino de individualidad: el verdadero privilegio de que gozaron nuestros antecesores.� Martha Robles es autora de Entre el poder y las letras: Vasconcelos en sus memorias (Vida y Pensamiento de México, 2002) y Culpas viejas, mujeres nuevas (Colección Popular, 2010); tenemos en preparación un volumen de ensayos sobre escritores latinoamericanos del siglo XX .
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OCTAVIO PAZ: ÁGUILA Y SOL
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El editor Octavio Paz
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unque no hubiera escrito una sola línea, el trabajo de Octavio Paz habría sido admirable. Me refiero al trabajo editorial: a su fuerza y claridad para seleccionar, ordenar, presentar y difundir textos propios y ajenos; a la sostenida organización de personas y recursos para producir ese otro fruto autoral que es una revista, una editorial, unas obras completas. De agosto de 1931 a abril de 1998, el gusanillo del editor estuvo presente en la vida de Paz. Uno puede rastrea rlo desde las 16 páginas del primer número de Barandal, con sus limitaciones tipográficas, y hasta el último de Vuelta en que figuró como director, pero también en cada ocasión en que restructuró un libro suyo o armó antologías con sus textos —el Fondo tuvo la suerte de publicar Claridad errante, esa píldora de sí mismo que en 1996 preparó para la colección Fondo 2000 y que, en 2010, fue el volumen de regalo por el Día Nacional del Libro—, o cuando organizó muestrarios de lo escrito por algún colega, o cuando finalmente emprendió la edificación de los volúmenes que contienen todo lo que, a su juicio, debería considerarse la suma de su escritura.
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esde sus 17 años, necesitado todavía del apellido materno para configurar su identidad, Octavio Paz supo de la importancia del nombre que ampara a una publicación periódica. Al elegirlo, no busca el editor sólo una palabra o frase eufónica sino que aspira a sintetizar un programa de trabajo, a imantar la aguja que oriente la navegación editorial. (La revista que el lector tiene en sus manos, ay, carece de ese bautismo programático.) Barandal es a la vez un sitio para ver y ser visto, y una protección contra la posible caída. Taller —la publicación que circuló entre diciembre de 1938 y febrero de 1941, editada también por Rafael Solana, Efraín Huerta y Alberto Quintero Álvarez— no aspiraba a subrayar las cualidades del oficio literario sino a conformar una “fraternal y libre comunidad de artistas”. Plural era, a comienzos de los años setenta del siglo pasado, un exhorto a la diversificación que hoy, en la normalidad multicolor del siglo ���, puede parecernos incluso trivial pero que en el México echeverrista era una meta valiosa; esa publicación procuraba ser “un lugar de convergencia de los escritores independientes de México”, pero no como “uniformidad y ni siquiera coincidencia, salvo en la común adhesión a la autonomía del pensamiento y la afición a la literatura”. Por último, Vuelta fue no tanto el eco de un poema del propio Paz (ése en que la buganvilia es una “morada caligrafía pasional” y en que “el presente es intocable”) como una forma de plantar cara ante el autoritarismo presidencial que interrumpió, en julio de 1976, el florecimiento periodístico del Excélsior de Julio Scherer.
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OBRAS COMPLETAS. I
La casa de la presencia. Poesía e historia OCTAVIO PAZ
¿Qué mejor manera de festejar el centenario de nuestro Nobel de literatura, que leyéndolo? ¿Y qué mejor que en una nueva edición de sus Obras completas? Este primer volumen reúne los textos de crítica y de teoría literaria escritos por Octavio Paz en las seis décadas que consagró a la creación de su deslumbrante obra. Esta primera
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entrega invoca tres libros, cada uno de los cuales encabeza una de las tres secciones en que se divide el volumen, comenzando en la década de los cincuenta del siglo pasado, con El arco y la lira —donde Paz examina qué es la poesía—, para llegar, con La otra voz , a la década de los noventa, tras entregarnos Los hijos del limo, un estudio a la vez erudito e íntimo, pero permanentemente fresco, de la poesía del romanticismo a la vanguardia. Además incluye tres ensayos: “Recapitulaciones”, “La nueva analogía: poesía y tecnología” y “Entre uno y muchos”. Todos estos textos tienen un hilo conductor en común: analizan la poesía de manera sistemática, comparativa e histórica, de modo que construyen la concepción de modernidad poética esencial en la teoría literaria de Paz. ������ ��������� 1ª ed., 2014, 612 pp. 978 607 16 1872 6
OBRAS COMPLETAS. II
Excursiones / Incursiones. Dominio extranjero | Fundación y disidencia. Dominio hispánico OCTAVIO PAZ
La nueva edición de las Obras completas de Octavio Paz continúa con este volumen que aglomera lo que, en nuestra edición anterior, eran los volúmenes 2 y 3. A pesar de esta nueva distribución, conservamos los textos corregidos por el propio Paz que usamos
os testimonios sobre la participación de Paz en la hechura de la revista concuerdan en que parecía preparar cada entrega con lentes bifocales, atento a la minucia fugaz y a las líneas de
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OCTAVIO PAZ: ÁGUILA Y SOL
NOVEDADES
más largo alcance. En “Plural” en la cultura literaria y política latinoamericana, John King recuerda cómo, poco después de nacer la revista, el director escribía largas cartas a su primer secretario de redacción, Tomás Segovia, para ocuparse lo mismo de asuntos menudos que de los objetivos últimos de la publicación. Podía por ejemplo insistir en que no se proponían “hacer una revista mexicana para Nueva York y Europa, sino una revista de nivel internacional para Latinoamérica” y a la vez objetar —escribe King, glosando una misiva de diciembre de 1971— “el uso de notas explicativas y el diseño demasiado elaborado de la revista, desde la portada y las ilustraciones hasta la ‘tipografía’. […] Siempre se opuso a que con [las notas introductorias] trataran de explicar las intenciones del autor, o bien, que se redactaran en alabanza de él o de ella. También le disgustaba la selección de algunas frases extraídas del texto principal para destacarlas en negritas, dando pistas al lector sobre las partes más importantes de la argumentación.” Estaba convencido de que esos artificios “periodísticos” no debían usarse en Plural . (Hemos de imaginar, entonces, el parecer negativo de ese gran colega respecto de la disposición gráfica de nuestra revista, proclive a cometer los pecados antedichos.) ste mes empieza a circular la nueva presentación de las Obas completas de Paz. La iniciativa de reunirlas fue del editor Hans Meinke, que tuvo el cuidado de indicar, en los volúmenes publicados por Círculo de Lectores en los años noventa del siglo pasado, que se trataba de la “edición del autor”. Adolfo Castañón explicó en su momento esa fórmula sintética: “el autor ha decidido qué entra pero sobre todo cómo: ha reformado el orden de los ensayos incluidos en la mayoría de los libros publicados, los ha reagrupado —y no pocas veces revisado, corregido y rescrito— y esa enmienda y recomposición proyecta una nueva luz sobre el conjunto”. El resultado de esta “reconfiguración editorial” permite ver “la orgánica, la profunda unidad intelectual que recorre y arma el cuerpo textual”. No son pocos los materiales que quedaron fueran (de ahí que constantemente haya quien señale alguna pieza que demuestra la incompletud de esta empresa paciana), acaso porque, como dijo Paz en el último de los prólogos que preparó para este proyecto, “el impulso que me llevó a corregir y suprimir algunos de mis poemas ha sido la insatisfacción ante mis obras y sus defectos. Corregí y suprimí no por sórdidos motivos de ideología política sino por sed de perfección.” Pero lo relevante es que aquello que sí fue incluido está en el lugar en que mejor luce: el tapiz tramado por Paz tiene como su base algunos hilos gruesos —libros unitarios como El arco y la lira o Las trampas de la fe— pero la fina urdimbre del resto es un trabajo de artesano editorial, de alguien que sabe que el orden de lectura determina el modo de comprender.
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n el ensayo incluido en A treinta años de “Plural” (1971-1976), Gabriel Zaid se pregunta si existe la “creatividad editorial, propiamente dicha” y no sólo responde que sí sino que esboza un retrato hablado: “Es una creatividad que estimula la creatividad de los demás, una especie de animación socrática que sube de nivel la conversación, que sabe a quién darle la palabra, que reconoce lo que está pidiendo nacer: los temas y tratamientos inéditos, las visiones, cuestiones, recuerdos, fantasías, cuya libertad nos contagia, nos aviva, nos saca de la inercia”, y “puede tomar la forma de una intervención oral […] Puede ser una transformación crítica […] O filológica […] O empresarial.” Durante la mayor parte del siglo que hoy celebramos eso hizo el editor Octavio Paz.
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con la organización anterior. El repertorio que se presenta en el actual volumen comienza con ensayos sobre poetas que crearon su obra en lenguas extranjeras: Donne, Breton, Tomlinson, Mallarmé, Caeiro, Papaioannou, Yeats, Milosz, Apollinaire, Tu Fu, Dante, se encuentran cara a cara con Pasternak, Pound, Eliot, Plutarco, Dostoyevski, Tagore y muchos más. Además de hablar sobre sus obras, Paz nos entrega traducciones de algunos poemas, pues esta sección —formada por “Excursiones/Incursiones” y una “Corriente alterna” no hispanoparlante— penetra en los arcanos de la traducción. La segunda parte escruta sobre poetas de habla hispana que no son mexicanos, y concluye con una segunda “Corriente alterna”, tras haber abordado, en “Fundación y disidencia”, donde deslía sus ideas sobre la literatura de fundación, la modernidad y la tradición en lo que, en su Conferencia Nobel — que inaugura esta sección— llamó la búsqueda del presente. ������ ��������� 1ª ed., 2014, 1024 pp. 978 607 16 1877 1
ojos de Marie Jo, sus estancias en India y Japón, entre muchos otros, para terminar con la vejez que trata de ser digna de las nubes del Valle de México. Destinado a aquellos lectores jóvenes deseosos de conocer a este emblemático personaje, lo mismo que a aquéllos más avanzados y ávidos, que anhelan redescubrir su obra a partir de esta personal y pública historia, este libro es a la vez escritura y vida. ���� � ����������� �� ������ Edición y selección de Julio Hubard 1ª ed., 2014,128 pp. 978 607 16 1871 9
Una antología introductoria OCTAVIO PAZ
AL CALOR DE LA AMI STAD
Correspondencia 1950-1984 OCTAVIO PAZ Y JOSÉ LUIS MARTÍNEZ
TAMBIÉN SOY ESCRITURA
Octavio Paz cuenta de sí OCTAVIO PAZ
Esta falsa autobiografía del Nobel mexicano entreteje, en un sabroso soliloquio que relata momentos clave en la vida del laureado escritor, las páginas de un supuesto diario o de unas memorias no deliberadas con algunos de sus poemas. El lector descubrirá, guiado por la mano de Paz mismo, los episodios que marcaron al poeta: comenzando cuando era un bulto lloroso en un sofá, la entrañable casa del abuelo Irineo, el hallazgo del idioma inglés en Estados Unidos y su confrontación con el mismo, sus determinantes años de bachillerato, su compleja relación con el Partido Comunista, el definitorio encuentro con Neruda, su paso por la España conmocionada por la Guerra Civil, su viaje al París de Breton, el reconocimiento en los
LAS PALABRAS Y LO S DÍ AS
Tal como su título anuncia, esta obra presenta la correspondencia que sostuvieron Octavio Paz y José Luis Martínez, uno de sus dos principales interlocutores en Fondo de Cultura Económica, del que Martínez fue director de 1977 a 1982. Por medio de más de setenta cartas —que comienzan el 12 de noviembre de 1950, cuando la amistad ya venía de lejos— a las que se suman notas, telegramas e incluso oficios, el lector será cómplice de la relación inteligente y entrañable, que surgió entre los dos protagonistas, en torno a los libros y otras afinidades menos evidentes. Este epistolario, preparado por Rodrigo Martínez Baracs, hijo del gran editor, es tanto un minucioso trabajo de recopilación que recorre poco más de tres décadas, como el amoroso tributo de un hijo a su padre. Esta reunión de prosas personales —celebratoria no sólo de la amistad entre el autor y el editor, sino del centenario del poeta y de los 80 años del Fondo—, de indudable valor literario, histórico y humano, llevará a quien se adentre en sus páginas a compartir la calidez de un afecto recíprocamente franco. Una de las últimas líneas que Octavio destinó a José Luis da pie al título del volumen.
En el amplísimo universo literario de Octavio Paz conviven el erotismo, la libertad, la pluralidad, la crítica, el amor, la poesía. Para aventurarse en él se requiere, además de una puerta de entrada como la que ofrece esta antología introductoria, un hi lo de Ariadna que guíe al lector para no perderse en el laberinto de su poesía, de sus ensayos sobre la actividad poética o sobre la literatura de México y el mundo, de sus artículos sobre historia y política. Los bloques que conforman esta antología encauzan cronológicamente al nuevo lector por la obra del Nobel mexicano, y lo dotan con una visión panorámica que le permite derribar clichés para despertar en él una experiencia novedosa y fresca, llena significados imprevistos, tal como hacía la activa curiosidad del propio Paz, que lo llevó —igual que esta obra de Ricardo Cayuela hace con el público joven— a explorar la naturaleza de lo mexicano, a recorrer la improbable vida de sor Juana Inés de la Cruz, a hurgar en todo tipo de expresiones artísticas, a aventurarse por el lejano Oriente, a cuestionar los regímenes totalitarios y a defender la libertad. Este libro es evidencia de que su obra está elocuentemente viva: es un refugio para abstraerse de la sinrazón del mundo y una brújula para orientarse y actuar en él. ��������� ������� Compilación y prólogo de Ricardo Cayuela Gally 1ª ed., 2014, 384 pp. 978 607 16 1821 4
�������� Edición y notas de Rodrigo Martínez Baracs 1ª ed., 2014, 220 pp. 978 607 16 1841 2
TOMÁS GRANADOS SALINAS
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. 6 6 9 1 , K R O Y A V E U N , A C A H T I N E L L E
OCTAVIO PAZ: ÁGUILA Y SOL
N R O C E D D A D I S R E V I N U A L E D E T N A T I S I V R O S E F O R P O M O C . S E G A M I Y T T E G / S E R U T C I P E F I L & E M I T . N N E F
CORRESPONDENCIA
MÉXICO ME FASCINA Y ME ATERRA Hubo un tiempo, acaso ido para siempre, en que la correspondencia entre escritores calificaba como género literario. De la que sostuvieron Octavio Paz y José Luis Martínez, reunida en parte en Al calor de la amistad por uno de los hijos del segundo, hemos tomado esta carta en la que Octavio hace un vigoroso resumen de las maravillas que aguardan a todo viajero por Asia y reflexiona sobre su relación con México
L A © : a í f a r g o t o F
OCTAVIO PAZ Nueva Delhi, a 12 de agosto de 1966 Sr. José Luis Martínez, Rousseau 53, México, D.F., México 1
pena. Y, al fin, Delhi. Aquí los esperaríamos, con gran comitiva de elefantes, bayaderas, ascetas melenudos y guirnaldas. Vivirían, naturalmente, en la casa. Es grande y tendrían completa independencia. Visitaríamos juntos Agra, Jaipur, y mil cosas más. La cifra mil no es una exageración. Para ustedes será maravilloso ver la India y para nosotros verlos a ustedes. ¡Decída nse! Tu estilo no es burocrático. Eres demasiado modesto. Ojalá que tuvieses más tiempo y pudieses escribirme con mayor frecuencia. Tu carta la leímos en voz alta como un relato fabuloso. Marie José sueña en voz alta con México. En cuanto a mí, ya conoces la relación mórbida, de péndulo, que me acerca y aleja de mi país. Me fascina y me aterra. Misterio semejante al de un imán que alternativamente atrae y rechaza. Lo curioso es que muchos jóvenes sienten lo mismo: Cuevas, Fuentes (sí, sus ensayos y artículos son espléndidos, ¡qué inteligencia tan brillante!), Aridjis. ¿Qué nos pasa o qué le pasa a México con nosotros? Pero es mejor callar. El tema pertenece al reino de lo indecible, aunque sea menos noble que el silencio de Buda, Chuang-Tseu y Wittgenstein. Un gran abrazo, Octavio
Querido José Luis: Tu carta se cruzó con la mía. Ya te imaginarás cómo me divirtió e interesó todo lo que me cuentas. Sí, creo que estás haciendo algo que realmente vale la pena. Por los periódicos y por varios amigos me he enterado de la Confrontación 66. Te felicito. Ya era tiempo. La revista de Bellas Artes me gusta. Al principio la parte tipográfica era muy superior al contenido pero en los últimos números ha mejorado notablemente. Saluda a Batis de mi parte. A propósito de literatura: ¿no habría manera de que tú, ya que la Universidad no lo hace, edites las obras completas de Tablada? Otra sugestión: ¿por qué no dan becas a los poetas jóvenes? ¿Y qué pasó con aquella idea del Premio de Literatura en lengua castellana, portuguesa y catalana? Siento muchísimo el equívoco sobre la exposición de Arte Tántrico. Pensé que P.S. Tu idea de hacer un número de Bellas Artes con mis cosas, me emociona y me habías olvidado el asunto porque nunca me contestaste. Ahora veo que no te es aterra. Ya hablaremos,... Más sobre literatura: acabo de leer la Antología de Monposible realizarla. Lástima. ¿No habría manera de encontrarle sitio más adelan- siváis. El prólogo es magnífico. Ha nacido un nuevo crítico. Hacia muchísima falta. te? En mi carta del 26 de julio te hablaba también de la posibilidad de invitar a Un libro excepcional. Y ya que hablo de Monsiváis, al que, por cierto, no conozco. Cunningham y a su grupo. Ojalá que este proyecto sí sea factible. Lo mismo digo Fuentes me contó que su conferencia en Bellas Artes es excelente: ¿no habría manede mi sugestión acerca del músico Nancarrow. Celebro que hayas hecho bue- ra de que me enviaras copia de ese texto? Gracias... nas migas con Nathalie Sarraute. Yo la conozco poco pero me parece, como a ti, encantadora. ¡Vengan pronto! Muchos besos monzónicos y gangéticos de Marie José. Todo lo que me cuentas sobre el estado de los amigos* es, sin duda, una exageración. Al menos por lo que a ti se refiere. Hace poco vimos una fotografía tuya en algún periódico y Marie José comentó que te veías muy joven y guapo. Esta opinión, por lo demás, es común en labios femeninos. 7 Poco después Paz se refirió al silencio de Buda en una entrevista con Elena Poniatowska: Lo que me agradó de tu carta más que nada fue saber que en octubre irás a To- “—El estructuralismo de Lévi-Strauss desemboca en la no significación. Su pensamiento es, en ese sentido, kio. Ojalá que Lydia te acompañe. Y ojalá que se escapen hasta Delhi. En el mapa absolutamente pesimista. tú estás de acuerdo con él? las distancias parecen grandes pero no lo son tanto apenas se toma el avión. Co- ”—¿Y y no. Todo depende de lo que entendamos por significación. La tradición cuenta que a Buda le hicieron nocerían Hong Kong y Macao (está enfrente y no deben perderse esta versión chi- ”—Sí diez preguntas: si creía que el espíritu era una entidad independiente del cuerpo o no; si el tiempo tenía fin o era na de América Latina). Podrían también, si tienen tiempo, dinero y la situación infinito; si el espacio era finito o no; si había una vida después de esta vida o no la había, etcétera. Esas son las centrales del hombre: los filósofos y religiosos las responden siempre de esta o de aquella manera. política lo permite, detenerse por cuatro días en Cambodia, para visitar Ankor. preguntas Buda se quedó callado. El silencio de Buda ha sido el eje de muchas polémicas e interpretaciones. ¿Qué Es tal vez el conjunto arqueológico más impresionante que he visto. Me recordó Pero significa ese silencio? Me imagino que para Lévi-Strauss, Buda no contestó a estas preguntas porque eran Palenque y El Tajín. No sé si leíste un artículo mío (Asia y América) en la Revis- incoherentes desde el punto de vista lógico. Eran preguntas sin sentido. Pero hubo algunos filósofos budistas pensaron que Buda no había contestado porque hay ciertas cosas que no se pueden decir sino con el silencio. ta de la Universidad, en que aludo a mi visita a ese lugar. Después, Bangkok. La que palabra es dialéctica: si afirma algo, niega algo. Sólo que hay un momento en que no es posible ni afirmar ni mayoría de los turistas se detiene en esa ciudad. A mí no me parece que valga la La negar, o mejor dicho, en que afirmación y negación, significación y no significación coinciden o se neutralizan. 2
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1 Esta carta la mandó Octavio Paz a la dirección de la casa de José Luis Martínez, no al ����. 2 Lamentablemente no he encontrado la divertida carta-crónica de José Luis a Octavio y Marie José de julio de 1966, en la que les cuenta sobre sus amigos comunes de México. Al parecer, José Luis se lamenta de haberse vuelto viejo y f eo, y burocrátic o en su forma de es cribir. Ambas c osas las nie ga efusiva mente Oct avio. 3 La exposición Confrontación 66, en el Palacio de las Bellas Artes, como antes el Salón ���� en el Museo de Arte Moderno, c rearon f uertes p olémicas en la c omunidad de pintores y de crít icos de p intura de la ciudad de México, por la conformación de los miembros del comité de selección de las obras expuestas. 4 Huberto Batis era director de la Revista de Bellas Artes . 5 La ���� ha venido publicando las obras completas de José Juan Tablada (1871-1945), lentamente, comenzando por la Poesía, editada por Héctor Valdés, México, ���� (Nueva Biblioteca Mexicana), 1971. 6 Octavio Paz, “Asia y América”, Revista de la Universidad de México, 1966; fue publicado (junto con “El punto de vista nahua”) en “ Dos apostillas”, en Puertas al campo, México, ���� (Ensayos y poemas), 1966, pp. 164-191.
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Eso sería el sentido del silencio de Buda. ”Yo creo que significación y no significación son trampas lingüísticas y que el silencio disuelve esa falsa disyuntiva. Pero es el silencio después de la palabra. O sea, lo que está después del saber.” 8 El chino taoísta Chuang-tse (ca. 300 a.C.) fue traducido y comentado por Paz desde 1957, en México en la Cultura, suplemento de Novedades, en “Ensayos chinos” y “Chuang Tse: un contraveneno” (19 de mayo y 16 de junio de 1957). Aqu í escribe Tseu, p or tomar el nombre de un a translit eración fra ncesa. Pa z reunió esto s textos en el apartado “Trazos” de Versiones y diversiones (México, Joaquín Mortiz, 1974), pero excluyó los fragmentos de Chuang-tse; los incluyó en la versión de “Trazos” que incluyó en el volumen ��� de sus Obras completas (México, FCE, 2004, pp. 563-566): “Creo que Chuang-tse no sólo es un filósofo notable sino un gran poeta. Es el maestro de la paradoja y del humor, puentes colgantes entre el concepto y la iluminación sin palabras”. 9 El filósofo austriaco Ludwig Wittgenstein (1889-1951) escribió en el Prefacio de su Tractatus Logico Philosophicus, de 1922: “Todo el significado del libro puede resumirse en cierto modo en lo siguiente: Todo aquello que puede ser dicho, puede decirse con claridad: y de lo que no se puede hablar, mejor es callarse”. 10 Carlos Monsiváis, La poesía mexicana del siglo XX , México, Empresas Editoriales, 1966. Paz mostró su admiración por esta antología en sus cartas al editor Arnaldo Orfila.
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