El campesino y el mono Un campesino caminaba por el bosque con su mochila de herramientas, para para obrar obrar rápi rápida dame ment nte e en sus sus labor labores es co coti tidi diana anas. s. Por un ango angost sto o camino, divisó una planta medicinal y se acercó a ella, dejando solitaria a su mochila. Encima de la copa de un árbol, observaba este hecho un mono, a quien le encantaba fastidiar a las personas. De pronto, el ágil primate se puso a rebuscar las pertenencias del obrero. uando el campesino se dio cuenta que un intruso estaba hurgando, ansiosamente, en su mochila, lo asió del pescue!o y como si fuera un andr andrajo ajo,, lo ence encerrró en una una jaul jaula a para para aves aves para para co conv nver erti tirl rlo o en su prisionero. MORALEJA: "o tomes las cosas que no son tuyas, porque te irá muy
mal.
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La rosa y el amaranto En la casa de una seora llamada 'argarita, hab-a muchas rosas que ella misma sembraba. Un d-a fue a caminar por la calle y se maravilló con una clase de rosa y llevó el vástago a su casa. $odas las ores pensaban forjar una amistad con la nueva inquilina/ pero, cuando fue plantada se dieron cuenta que era muy presumida, ya que era más bella y suntuosa que las demás. $odas la odiaban y ya no quer-an ser sus amigas. Una ve!, junto a ella nació inesperadamente un amaranto. Este, tambi0n resplandec-a por su hermosura. %a rosa, como siempre presumida, se asustó y gritó1 23)u0 hace este horrible amaranto a mi lado4 Doa 'argarita escuchó sus quejas y fue a indagar lo que ocurr-a. %a vanidosa reiteró su pregunta en tono altivo y su ama la consoló1 2 5ija m-a, perdóname. 6oy a trasplantarlo en otro lado, antes que culmine su corta hermosura. %a rosa replicó que la belle!a dura mucho tiempo, tanto como rieguen y cuiden a los portadores de ella. &l amanecer, llegó la sobrina de doa 'argarita, y como vio a una 7nica rosa en medio del patio, se acercó y la arrancó. 8sta vociferaba, diciendo, 9despiadada:, envidiosa:, d0jame en pa! que soy hermosa; El amaranto, ri0ndose en su cara, sentenció1 2
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El pintor y el conejo Un d-a como todos, un pintor iba al bosque a recrear los paisajes que se encontraba. En el camino, halló un paisaje lleno de ores y árboles de sauce. >etornando a su casa, se le resbaló su lien!o por una rendija de su bolsa. uando llegó a su hogar, su esposa le pidió que le ensease la pintura. El pintor comen!ó a buscarla y no la encontró. El artista muy asustado regresó al bosque a buscar su creación. &l anochecer, vio una lu! que se iba acercando. 'inutos despu0s se dio cuenta que era un conejo. Este tra-a una pintura y se la entregó. El hombre recha!ó la bondad del conejo, arguyendo que 0l no pintaba tanta maravilla, pues lo que ve-an sus ojos era algo esplendoroso. El conejo regresó a arbusto y volvió con otra imagen que era de un volcán en erupción. El roedor le preguntó que si era su trabajo, y el artista argumentó que era imposible, ya que no dominaba la t0cnica con la que fue esbo!ado dicho paisaje. Por 7ltima ve!, el conejo fue detrás del arbusto y le mostró un lien!o sin gracia, falto de creatividad. El aprendi! de pintor asintió el ofrecimiento. En premio a su honrade!, el mago orejón le obsequió las dos primeras pinturas que le enseó. uando retornó a casa le narró lo sucedido a su vecino. Este lleno de avaricia, botó detrás del arbusto una pintura de poco valor. El mago bondadoso emergió del vegetal, donde yac-a su guarida, y se acercó al ambicioso. %e mostró un lien!o cuyo tema era una mujer cantando, y le interrogó si 0sta era la pintura perdida. El vecino respondió que ciertamente ese lien!o le pertenec-a. El conejo enojado le reprochó su actitud deshonesta y desapareció en el acto. MORALEJA1 El consciente recibe su recompensa y el ambicioso su
merecido.
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El águila y el zorro Un d-a, un !orro muy bien parecido estaba paseando por el bosque. De repente, se encuentra con un águila carente de gracia. El presuntuoso empe!ó a burlarse del águila, pero 0ste lo ignoraba, ya que consideraba que lo verdaderamente valioso es tener virtudes. El ave era respetuosa con todos los animalitos de su comunidad y siempre prestaba su ayuda desinteresada a quien lo necesite. #iguió su camino hasta llegar a su nido. =a en 0l, consiguió un espejo para eAaminar su apariencia. Despu0s de un rato, reparó en el grado de verdad de la burla del !orro. #in embargo, decidió olvidar esos malos momentos, a pesar de la mofa general. Un atardecer, el !orro por ser tan altanero caminaba sin mirar al suelo. Una de sus pisadas alcan!ó un hoyo profundo y, si no fuera por su esponjosa cola que amortiguó la ca-da, hubiera servido para un abrigo de pieles. En este abatimiento, el arrogante animal lan!aba lastimeros gritos de auAilio. "adie acud-a a su s7plica, ni sus compadres de burla. El águila escuchó los chillidos y, sin pensarlo dos veces, descendió el hoyo para ayudar al abatido. =a a salvo el raposo, quiso conciliar con el ave salvadora, pero ella preBrió mantener distancia con quien desprecia a los demás por su apariencia f-sica. MORALEJA1 "unca mires lo eAterno de una persona, sino observa la
forma en que se comporta.
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Las herramientas ierto d-a, mientras el carpintero salió a despejarse un rato del trabajo, sus herramientas se reunieron sigilosamente para valorar el trabajo de cada quien, de acuerdo a su naturale!a y tiempo de servicio. El seor serrucho inició el debate, solicitando al seor martillo que emita su punto de vista. 8ste reBrió1 2 =o tengo reclamos que hacer. $rabajo mucho sin ganar nada a cambio, pero ya no soy el mismo de antes. Estoy un poco viejo y mis fuer!as se agotan cada ve! más. &l poco tiempo, el serrucho agregó1 2 $ienes ra!ón amigo martillo. =a estamos viejos, porque mis muelas ya no cortan como antes lo hac-an. "uestro dueo es muy pobre y no go!a de dinero para abastecerse de nuevas herramientas que le sirvan más que nosotros. &nte esas conBdencias, todas las herramientas eApusieron sus falencias y eApresaron sus apreciaciones. 'ás tarde llegó el carpintero muy pensativo. &dvirtió que sus herramientas ya no le eran 7tiles y que no pod-a seguir trabajando con ellas. Era apremiante cambiarlas, aunque con ellas haya laborado toda la vida. &s- que decidió desechar al tacho p7blico unas cuantas para calcular su grado de utilidad. Esto fue escuchado por las herramientas y la lima eAigió tomar decisiones conjuntas para evitar que el carpintero las vendiera como chatarra o fueran transformadas en simples Berros. Esa noche iba a ser deBnitiva. &l otro d-a, el seor antes de tomar desayuno, lo primero que hi!o fue levantarse de la cama para ir hacia su taller de carpinter-a y despedirse de sus viejas compaeras de trabajo. De pronto, al observar cada rincón donde yac-an colgadas, se llevó la sorpresa de que sus herramientas aparentaban ser nuevas pues go!aban de un brillo y vitalidad esplendorosa.
Desde ese momento, el carpintero comen!ó a trabajar con mucho empeo al ver a sus herramientas prestas para la labor. MORALEJA: "unca digas que algo no sirve porque en el momento
menos indicado te puede sorprender con sus habilidades. E6E%=" >(D>?CUE &6*%&
El delfín perdido En el fondo del mar en un lugar muy hermoso igual
a un para-so,
eAist-an una mamá delf-n y su hijo, los cuales viv-an muy felices. on el paso del tiempo llegaron más cetáceos y el joven delf-n se llenó de ego-smo y rencor pues anhelaba que solamente su madre y 0l habitaran ese lugar paradis-aco. &rmó una treta para solucionar ese problema que tanto lo afanaba. Decidió llevar muy lejos a un beb0 delf-n para que se pierda en los laberintos, y sus padres se alejen del lugar al buscarlo con el objetivo/ y de esta manera, sean los 7nicos all-. &l regresar de haber abandonado al inocente, encontró a su madre llorando, porque le relataron la terrible noticia del eAtrav-o del delf-n más pequeo de todos. Ella preocupada, salió con los demás bufeos tras el rastro del beb0, mientras el culpable del infausto hecho se quedó solo en su hogar. &l reparar en las consecuencias de sus actos, el mam-fero ego-sta ra!onó1 2 9)u0 hice; &hora me arrepiento. (jalá no lo hubiera hecho nunca. = se quedó solo por su ego-smo, por mucho tiempo. MORALEJA: $u ego-smo puede hacer que se pierda tu felicidad y la de
las personas que más quieres. '&*%=" >E"C*@( %(PE
El oso y la gallina Un d-a, una gallinita bella y orgullosa paseaba por el campo cantando. Escuchó
tal
ruido
el
oso
trabajador
y
se
puso
a
atender,
cuidadosamente, para saber de dónde proven-a. El oso se cansó de tanta disonancia y se apresuró a llamar la atención a la gallina. 2 =o estoy en mi terreno y ni usted, ni nadie vendrá a callarme 2 arguyó la altanera. 2 9&h;, pero además de bulliciosa, eres pendenciera.
omo la gallina no se pudo contener, le lan!ó cuatro bofetadas al plant-grado. El mam-fero indignado reBrió1 2
=o solamente he venido a demandarle cordura, porque causa
mucha confusión con sus cacareos. %a gallina molesta, corrió al oso de su territorio y 0ste triste se fue a trabajar para que no busque más problemas. MORALEJA: on violencia no se resuelve nada, ni faltándonos el
respeto/ porque todo problema se arregla dialogando. *%#(" >(D>*CUE C&>*&
El toro y sus ociosos amigos %os animales estaban preocupados porque se aproAimaba una tormenta muy fuerte. Entonces el toro propone a todos los animales que construyan una casa fortiBcada para poder protegerse de la lluvia. El toro solicita al puerco que lo ayude en este cometido, pero este le replica1 2 $engo mi hocico para poder cavar y enterrarme debajo de la tierra. %uego se acerca a la oveja y ella le argumenta que posee mucha lana en su cuerpo, la misma que evitará humedecer su cuero. &s-, todos sus compaeros se negaban a ayudarlo. & pesar de la desidia de los vecinos, el toro no se da por vencido y empie!a a construir su refugio por s- solo/ tan pronto como termina la ediBcación, comien!a la imparable tormenta. $odos los animales se esconden en pequeas guaridas pero los desesperaba el fr-o. #in otra opción, van a tocar la puerta de la nueva vivienda del toro. &nte la indoblegable resistencia del dueo, amena!an con quebrar el techo y tumbar su pared. *ntentan de todo pero no consiguen su terrible cometido. El bovino segu-a oponi0ndose a abrirles la puerta. %os animales de tanto cansancio sin frutos, sumado a las bajas temperaturas comen!aron a morir uno a uno. #olamente el toro se salva. MORALEJA: Debemos ayudar a los demás porque en el momento menos esperado necesitaremos de su apoyo. '*CUE% #F"5E 6F#)UE
El águila y la tortuga Una tortuga que cargaba su alimento, para toda la semana, encima de su capara!ón estaba muy cansada de caminar bajo los rayos del sol. Por los aires pasaba a bajo vuelo un águila. %a tortuga le rogó que la llevara entre sus garras para evitar el terrible abatimiento de recorrer el camino por la tierra. &s- lo hi!o la gran ave y al!ó a la cuadr7peda casi por encima de las nubes. uando 0sta observó la altura en la que estaba eAclamó1 9)u0 envidia me tendrán ahora los animales que por el suelo se arrastran, al verme elevada entre las nubes; &l o-r esto, el águila desistió de ayudarla y, como no pudo soportar tanta vanidad, soltó al reptil al vac-o, quien al caer sobre los peascos se deshi!o en mil peda!os. MORALEJA: "unca mires demasiado alto que la ca-da puede ser mortal.
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El conejo y el len Despertando un conejo de dormir un largo rato, fue en busca de comida. uando, de pronto, saltando se encontró una !anahoria, otra más y otra/ as- descubrió un camino de estas hortali!as. El conejo terminó, sin darse cuenta, en una cueva donde habitaba un león que siempre padec-a mal humor. El felino, quien hab-a montado el camino de !anahorias, estaba esperando a su v-ctima. El animal de tanto esperar se quedó dormido. Emocionado, el primero ingresó a la cueva pensando que hab-a más !anahorias adentro. uando ingresa, se tropie!a con una roca, cayendo as- a lado del león. El conejo viendo que el temible estaba dormido, trató de huir, pero cuando quiso escapar su anBtrión se despertó y rugió muy fuerte. on vo! estridente aBrma1 2 $7 serás mi cena. El conejo replicó, rogándole1 2 Por favor, no me comas. $e servir0 en todo lo que me pidas por el resto de mis d-as/ pero por favor, no me comas. El león pensó en que pod-a serle 7til un siervo para traerle todos los d-as su comida. &ceptó la propuesta de su presa y le ordenó1 2 &nda ahora mismo y tráeme algo de comer. Entonces el herb-voro muy obediente partió de la cueva y se dirigió a su casa, guardó sus pertenencias y huyó del bosque para siempre. MORALEJA: "unca conf-es en nadie porque te pueden engaar.
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El zorro y el cazador Un ca!ador anhelaba atrapar a un !orro plateado para lucirse y obtener el primer lugar en el concurso organi!ado por los dirigentes de su pueblo.
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!ogi y "u# Estaba un león llamado =ogi devorando una jirafa que hab-a ca!ado con su propio esfuer!o. (bservó esto, otro león llamado CuB y le pidió,
socarronamente, que le convide su vianda. =ogi, para evitarse problemas, dejó su presa y se retiró. &l otro d-a, nuevamente lo encontró comiendo y, ya sin pedirle permiso, le arrebató el sustento de un !arpa!o. 6arias veces, CuB no dejaba comer al joven león, el cual sufr-a para atrapar su alimento, mientras el mayor se serv-a del esfuer!o de los otros. #ucedió una ve!, que =ogi se propon-a ca!ar por segunda ve! un ant-lope, pues el primero se lo arrancó el león adulto. & pesar de estar fatigado, se puso a rastrear a alg7n herb-voro. uando divisó uno a su alcance, empleó toda su energ-a en atraparlo. $an hambriento y jadeante estaba que no se percató de todas las acometidas de la v-ctima, quien con sus grandes cuernos le provocó una profunda herida en su abdomen y lo mató. MORALEJA: 5ay que defender lo que te pertenece con energ-a, antes
que tu condescendencia te cause la muerte. '&>(# >U 5("(>*(
El $enado Un venado estaba caminando con su amigo el conejo. El 7ltimo siempre resaltaba por su orgullo. Un d-a acordaron que el valiente orejudo iba a ensearle a su compadre a vencer el miedo a las alturas. Por la tarde, el ciervo estuvo esperando a su amigo. %o esperó mucho tiempo y empe!ó a llover. Gusto pasó por all- una venadita y esta le cuestionó1 2 3)u0 haces por aqu- a estas horas4 El venado le contestó1 2 Estoy esperando a mi amigo conejo. El me prometió que vendr-a pronto. #u nueva amiga le advirtió1
2 Deber-as regresar a la manada. 2 #-, ya voy a ir, aclaró el cola blanca. = la ágil c0rvida siguió su camino. &travesaba el lugar, un ca!ador pero el cervatillo pensó que era su camarada. uando de repente, el b-pedo le apuntó con su rie. >ápidamente el hombre disparó una bala y cayó en la pierna del venadito. En ese momento, apareció un león que atacó y devoró entero al ca!ador. El herido animal cojeando fue detrás de su manada para que lo auAiliaran. #u madre le reprochó su tardan!a y le atribuyó la culpa de su propia situación. Pocos minutos despu0s, el conejo llega al bosque donde pactaron, pero ya era demasiado tarde. MORALEJA: "o prometas lo que no puedes cumplir
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El ratn y el gato Un ratón estaba ansioso por comer un delicioso queso, protegido por la puerta de un refrigerador/ pero el gato de la casa, no se lo permit-a com0rselo. %os dueos ordenaron al gato de devorarse sin remilgos al ratón, pues si no cumpl-a con su misión, la v-ctima iba a ser 0l mismo ya que lo iban a eApulsar de la cálida casa. &s- que el felino apostaba todo por tragar al ratón/ no obstante era una tarea dif-cil pues el astuto roedor no ca-a en las trampas por 0l urdidas. =a estaba cansado el minino de tanto tramar y decidió ponerse a jugar con su ovillo de lana blanca. Pasó la tarde tan feli! de no tener trabajo ni preocupación. En la noche, durmió plácidamente pues estaba muy eAhausto, y dejó su juguete al pie del refrigerador. Durante la noche, el ratón salió muy sigiloso. aminaba en dirección al ansiado queso. En eso sintió que las garras del gato se movieron y corrió asustado debajo del refrigerador. "o se dio cuenta del ovillo de lana, y se enredó en 0l para no poder salir hasta que amaneció. %os dueos de la casa se pusieron muy contentos de la captura del ratón y premiaron al gato con su rica leche y carne. MORALEJA: "unca dejes de luchar porque lo conseguirás.
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