EXPERIENCIAS DE INVESTIGACION EN PSICOLOGIA SOCIAL COMUNITARIA
F.H. Eduardo Almeida Acosta Departamento de Educación y Psicología Universidad Iberoamericana Puebla 02 de septiembre de 2003
RESUMEN Esta comunicación presenta la experiencia de investigación desarrollada por el Doctor Francisco Humberto Eduardo Almeida Acosta, profesor – investigador de la facultad de Psicología de la UNAM, de 1976 a 1997, y al mismo tiempo académico comisionado en la BUAP de 1989 a 1997. Actualmente es docente investigador de la UIA-Puebla. La mayor parte de sus investigaciones a lo largo de 25 años las ha desarrollado como miembro de una ONG, PRADE, A.C., que trabaja desde 1973 en la Sierra Norte de Puebla en tareas de promoción social. El texto presenta tres partes : En una primera el autor describe su trayectoria y expone las orientaciones teóricas de sus trabajos. En la segunda presenta las modali modalidade dadess de invest investiga igació ción-ac n-acció ción-co n-compr mpromi omiso so que han con conform formado ado sus aproxi aproximac macion iones es metodol metodológi ógicas. cas. En la tercera tercera,, haciendo haciendo un recorri recorrido do de sus publicaciones, presenta los aportes que q ue sus labores de investigación han hecho a la Psicología Social Comunitaria.
Palabras clave : Experiencia, ONG, comunidad, investigación, teoría, acción, psicología comunitaria. 1
INTRODUCCIÓN En la elaboración de este informe intento condensar aspectos importantes de mi proyecto personal como ciudadano, como científico social y como psicólogo. Convergen en el tres inquietudes: a) Preocupación por la situación nacional y los problemas sociales que afectan a nuestra población, en aspectos de desigualdad, discriminación y sufrimiento. Entiendo que esta esta problem problemáti ática ca es comple compleja, ja, multid multidisc iscipl iplina inaria ria y multis multisect ectori orial, al, y que impli implica ca procesos de liberación de capacidades reprimidas, descuidadas y mal empleadas de una numerosa población población del país; y que además incluye la apropiación apropiación por las mayorías de los bienes de todo tipo generados por el conjunto de la sociedad; y que para este proceso de liberación liberación es necesario necesario ampliar ampliar los márgenes democráti democráticos cos en la vida cotidiana cotidiana de los mexica mexicanos. nos. b) Inquiet Inquietud ud por la desvinc desvincula ulació ciónn univers universida idad-re d-reali alidad dad social social y por las inadecuaciones teóricas y metodológicas en el estudio de los procesos psicosociales. Esta preocupación se ha manifestado en la búsqueda de enfoques apropiados. apropiados . La búsqueda se ha ido concretizando concretizando en modalidades modalidades de investigació investigación-compro n-compromiso-pa miso-partici rticipación pación que son aproximaciones científicas que incluyen la valoración de las capacidades de los niños, jóvenes, adultos, y ancianos, desarrolladas y por desarrollar; el conocimiento de las realidades locales y regionales, la reflexión crítica y la acción como generadores de conocimiento conocimientoss relevantes relevantes para profundizar profundizar en las necesidades, carencias y potencialid potencialidades ades de la gente como medios para incrementar sus posibilidades de ser, estar y hacer; c) Desazón ante la dificultad de pensar y desarrollar una psicología que responda a las necesidades, urgencias y demandas sociales de las grandes mayorías nacionales. A mi modo de ver, en gran parte el problema teórico y metodológico de la psicología social viene del olvido olvido de su origen origen interdi interdisci scipli plinari narioo (Torregr (Torregrosa osa et al. 1983 1983). ). Pienso Pienso que sería sería 2
aventurado negar su ubicación y su necesidad entre las ciencias sociales. Tiene su objeto propio que conceptualizo en forma amplia a mplia como la producción pro ducción de conocimiento con ocimiento en el área áre a de los comportamientos interpersonales y en la de los alineamientos estructurales en cuanto interac interactúa túann con los anteri anteriores ores.. Por esto conside considero ro la interdisc interdiscipl iplina inarie riedad dad como como algo algo indispensable para el desarrollo de la psicología social. Mi enfoque psicosocial tiene un sesgo y un condicionamiento ideológicos explícitos: Desde el ser humano, para el ser humano. Las temáticas que he seleccionado y selecciono se enfocan al enfrentamiento de situaciones sociales concretas, a problemas básicos nuestros, a exigencias y necesidades de nuestro contexto histórico, cultural y social, tal y como se manifiesta en lo local.
INQUIETUDES TEORICAS
Se ha dicho que en la configuración de las experiencias de promoción social, educación popular e investigación participativa, los equipos abocados a esas tareas se han originado sea por la insatisfacción con el trabajo político de los partidos, sea por la desvinculación social del trabajo académico de las universidades, o bien por la irrelevancia del trabajo religioso de las iglesias . En mi caso personal mi trayectoria se inicia por una fuerte motivación de tipo religioso de anunciar el evangelio a los pobres (Sauvage et Campos, 1976), por un llamado de Dios a un éxodo, a integrarme a una comunidad para la edificación de un mundo nuevo, por medio del trabajo escolar centrado en los niños y en su preparación para la vida. Esto me llevó incluso a prepararme para un trabajo de tipo misionero a través de la educación. La inquietud por lo social y por las incoherencias personales y grupales gr upales de los equipos de trabajo trab ajo en los que me vi comprometido me fueron orientando en la búsqueda de nuevos derroteros. Desde muy temprano el concepto y 3
realidad de comunidad se fueron perfilando como un hilo conductor importante en mi trayectoria. Fue así como mi experiencia de maestro de primaria, de secundaria y de normal me hizo interesarme por la psicología como fundamento científico clave de las tareas educativas. Para mi tesis de licenciatura, siendo profesor de tercero de secundaria me propuse estudiar los procesos psicosociales involucrados en lograr hacer de un grupo de estudiantes inicialmente no cohesionados una verdadera comunidad educativa. (Almeida, 1969). De cualquier manera, después de recibirme como psicólogo, trabajé en la organización de centros de orientación educativa y psicológica en escuelas privadas del sur de la república, y me ocupé de atender casos individuales de problemas psicológicos de maestros, estudiantes, y padres de familia. El contacto con las realidades sociales del sur del país me hizo reflexionar sobre la necesidad de una psicología más relevante para responder a los problemas nacionales. Por ello escogí hacer una maestría en psicología social y al ver que no existía ninguna en el país decidí en l969 inscribirme en la maestría en psicología laboral que era la que más se aproximaba a mis intereses. En el curso de estos estudios tuve la fortuna de tener como maestro al Dr. Carlos Gómez Robleda, exalumno de la universidad de Cornell, quien me propuso competir para una beca para hacer allá el doctorado en psicología social. Pasé ocho meses en la ciudad de Washington D.C. aprendiendo inglés, me enteré de las investigaciones que desarrollaba Urie Bronfenbrenner en Cornell sobre la ecología del desarrollo humano y me propuse lograr trabajar con él. Así lo hice, y aunque no fue mi director adscrito de tesis, finalmente fue quien me orientó en esa investigación. En ella convergieron mis inquietudes sociales y se plasmaron en un estudio que vinculaba educación y psicología. Transcribo a continuación la síntesis que hizo Bronfenbrenner de mi trabajo de doctorado:
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“ Trabajando en zonas residenciales de bajo nivel socioeconómico, en la ciudad de México, Almeida (1976) ofreció un curso de preparación, de ocho semanas de duración, sobre el desarrollo infantil, en un caso solo para maestros, y en el otro, para maestros y padres a la vez. En cada uno de los cuatro barrios, se asignó al azar una clase de los niños de sexto para el tratamiento experimental (padres y maestros), y otra para el grupo testigo (sólo maestros). Las sesiones de preparación, de dos horas por semana, estuvieron dirigidas por personas que vivían y trabajaban en las cercanías. Según la hipótesis del investigador, la participación de los padres produciría un aumento de la motivación y el aprendizaje por parte de los alumnos, como consecuencia del mayor entendimiento mutuo y de los compromisos valorativos convergentes, por parte de los padres, los maestros y los niños. Los resultados de Almeida son instructivos, tanto por su metodología como por su esencia. La diferencia entre el grupo experimental y el grupo testigo resultó ser significativa en cuanto a la mayoría de las medidas obtenidas, cuando se les compara con los individuos dentro de los tratamientos, tal como suele hacerse en los experimentos psicológicos. Pero ninguno de los efectos del tratamiento resultó significativo cuando se lo comparó con un termino de error adecuado, basado en las diferencias entre clases experimentales y clases testigos similares, dentro de los barrios. (En otras palabras, el efecto experimental supero las variaciones entre los individuos, pero no entre los barrios). Este fenómeno se produjo porque el tratamiento fue efectivo en algunos barrios, pero no en otros. Sin duda, en algunos barrios, los grupos testigos presentaron también avances significativos, aunque no tan considerables como los alcanzados en las clases experimentales. 5
Como en uno de los barrios el par de clases estaba situado en dos escuelas diferentes, se le ocurrió a Almeida que alguna característica del barrio (como las relaciones entre la escuela y la comunidad o las tensiones grupales) podría explicar los efectos diferenciales. Por lo tanto, regresó a cada uno de los barrios y entrevistó a los padres, a los maestros y al personal de la escuela. En el transcurso de esta indagación, Almeida descubrió que las escuelas que habían presentado los mayores avances estaban situadas en los barrios que tenían las redes sociales más desarrolladas, con la consecuencia de que algunas familias del grupo experimental estaban en comunicación con otras del grupo testigo, y viceversa. En estas circunstancias, no sólo las clases experimentales, sino también las de los grupos testigos, presentaron mejoras, posiblemente como consecuencia de la difusión horizontal. Incluso, cuando Almeida volvió a la ciudad de México para realizar las entrevistas de seguimiento, descubrió que uno o dos padres de los barrios experimentales estaban actuando como líderes en una repetición del programa de participación de los padres, a petición y beneficio de las familias que habían pertenecido al grupo testigo. (Bronfenbrenner, 1987).” Me he permitido citar en extenso estos párrafos porque reflejan cómo mi investigación de doctorado me orilló a complementar el uso de métodos, técnicas e instrumentos de tipo cuantitativo con los de tipo cualitativo para entender y explicar mejor los fenómenos acontecidos durante mi investigación-intervención. Esto indica ya el giro de mis trabajos como investigador que se verá reforzado cuando intenté replicar mi investigación de doctorado en 1978-1979 en tres escenarios mexicanos diferentes: una comunidad indígena, un pueblo mestizo y una colonia del Distrito Federal y me volví todavía más consciente de la inadecuación del uso unilateral de la metodología cuantitativa para entender procesos 6
sociales complejos (Almeida et al, 1987). Al referirme a los resultados obtenidos en ese estudio por medio de la aplicación de una prueba psicológica, concluyo lo siguiente junto con varios de mis estudiantes de psicología de posgrado de la UNAM. “ La aplicación de la prueba de Premisas Socioculturales [Alpetetajtolmej, en nahuat, que significa ‘decires del pueblo’] en tres localidades culturalmente diferentes ha llevado a una serie de reflexiones interesantes a partir de la teoría que la sustenta, de las características de las prueba, de su modo de aplicación y de las explicaciones alternativas que suscita un conocimiento más amplio de los tres medios culturales. Pensamos que el uso de la prueba tiene mayor validez cuando se lleva a cabo en el medio cultural que le dio origen, y que es preferible decir que mide “machismo familiar” a juzgar por el contenido de sus reactivos. La aplicación de la escala en los otros dos medios, el rural mestizo de Cuetzalan, y el rural indígena de Tzinacapan, se llevó a cabo con fines exploratorios y los datos que se obtuvieron deben ser interpretados con cautela, ya que las mentalidades de esos medios difieren en aspectos importantes de la de México, D.F. Los datos obtenidos dan, a primera vista, la impresión de una gradual evolución desde un medio indígena tradicional, pasando por un medio transicional, hacia un medio urbano liberal. Pensamos que esta visión es simplificadora ya que cada medio cultural en donde se aplicaron las premisas socioculturales tiene su consistencia propia y que las relaciones entre unos y otros son más complejas y conflictivas que lo que describe un continuum tradicionalismo-liberalismo. Por ello en conclusión se sugiere, que al interpretar los datos del test, se tomen en cuenta datos estructurales, psicosociales y culturales que provienen de otras 7
fuentes. Sólo a manera de propuesta, que parcialmente hemos seguido, se sugiere un marco ecológico interpretativo: Tznicapan es un pueblo indígena Nahuat, caracterizado por una relativa homogeneidad de sus habitantes en lo económico y en lo escolar, en donde el padre más que la madre se involucra en la educación escolar de sus hijos y en donde se da un conflicto cultural incipiente. Cuetzalan es una población mestiza caracterizada por una relativa heterogeneidad en lo económico y una relativa homogeneidad en la escolaridad. En ella el padre se involucra menos que en Tzinacapan en la educación escolar de sus hijos pero más que en la colonia Nápoles de México,D.F. Por otra parte en Cuetzalan el choque cultural entre la mentalidad Nahuat y la mentalidad mestiza agudiza problemas de identidad y con ello nos parece que propicia un machismo más intenso y cualitativamente diferente al de San Miguel Tzinacapan. La muestra estudiada en el Distrito Federal se caracterizaba, a lo opuesto de la del medio indígena, por un relativa heterogeneidad en lo económico y en la escolaridad. El rol del padre en cuanto a la educación escolar de los hijos es casi nulo. Aquí el conflicto cultural indígena mestizo ya no es patente. Para terminar, queremos insistir que en estudios de personalidad y de comportamiento, las pruebas psicológicas sólo pueden utilizarse como fuentes de datos complementarios junto a otras técnicas tales como historias de vida, entrevistas, observaciones sistemáticas de interacciones” (Almeida et al, 1987).
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En estos textos queda manifiesta la transición que se fue dando paulatinamente en la orientación de mis investigaciones. Todavía entre 1978 y 1981 participé en proyectos de tipo predominantemente cuantitativo tales como un estudio internacional sobre factores psicológicos que inciden en los roles y estatus de la mujer (Almeida y Sánchez, 1983; Almeida et al, 1983) en donde se detectó, en las muestras urbanas estudiadas en Francia, Túnez, Estados Unidos y México, un cambio gradual positivo en los supuestos sobre los roles e identidad sexuales y una disminución en los estereotipos desfavorables a las mujeres. También dirigí la investigación “un sistema para analizar la opinión pública acerca de la coyuntura nacional” (Almeida, Díaz Guerrero, y Sánchez, 1980) en la que se aplicaron diversos instrumentos psicológicos y en la que se detectó una mayor tendencia al tradicionalismo en los entrevistados de orientación política de derecha, intermedia en los del partido en el gobierno, y menor en los de preferencia por la izquierda. En 1980 y 1981 colaboré también en el programa “educación básica y recuperación” de la Dirección de Planeación de la Secretaría de Educación Pública, en la formación de docentesinvestigadores, encargándome fundamentalmente de tres comunidades, una maya en Quintana Roo, otra purépecha en Michoacán y otra nahuat en Veracruz (Álvarez y Almeida, 1981). Ya desde 1977 empecé a residir alternativamente entre una comunidad indígena en donde me casé y establecí mi hogar permanente y en la ciudad de México a la que iba para dirigir un seminario de posgrado en la UNAM durante una semana cada mes. Desde entonces he venido trabajando como investigador, docente y profesional en el medio indígena rural y en el medio urbano académico. Mi presencia y mi acción en estos dos escenarios se han fecundado mutuamente. A partir de 1982 los trabajos de investigación y de formación de investigadores en el medio rural se incrementaron con la creación de un centro de 9
investigación en Tzinacapan como parte de la experiencia de diálogo intercultural y cambio social que se estaba desarrollando ahí desde 1973 (Almeida et al, 1983). A lo largo de varios años, más intensamente entre 1982 y 1992, se fue dando una retroalimentación recíproca entre la acción sinérgica y el diálogo reflexivo entre miembros de la comunidad y el equipo emigrado del medio urbano a esa comunidad, lo que dio origen a la creación de una red de organizaciones independientes que luchaban por un desarrollo autocentrado y un auténtico poder popular (Almeida y Sánchez, 1985) a partir de tres grandes líneas de estrategia, de autodesarrollo, de etnodesarrollo y de ecodesarrollo (Sánchez, 1985). Durante ese tiempo participé en el proceso intercambiando mi experiencia y mis vivencias tanto con los miembros de las organizaciones de base como con los participantes en mi seminario taller de la facultad de psicología de la UNAM y a partir de 1989 también con compañeros de la BUAP. El proceso de Tzinacapan ha sido ya descrito a lo largo de los años en numerosas comunicaciones a nivel local, regional, nacional, e internacional. La tensión entre los actores endógenos y los actores exógenos se fue resolviendo en una coalición cultural gracias a la cual las organizaciones locales fueron adquiriendo conocimiento y poder. Las funciones de dirección, supervisión y asesoría se fueron consolidando lenta pero progresivamente en manos locales y los sujetos exógenos fueron adquiriendo carta de pertenencia a la comunidad como miembros de las organizaciones compartiendo trabajo y vida. Ese proceso como todo lo vivo no ha sido lineal y muchas veces ha rectificado su ruta. Ha sido y sigue siendo ‘una experiencia abierta a la experiencia’ como la definió la psicoanalista Sonia Gofman. Mi papel como psicólogo social en este proceso ha sido reflexionar y colaborar a desarrollar en las organizaciones el hábito de pensar acerca de los comportamientos interpersonales y de su interacción con los alineamientos estructurales, “ modesta y prácticamente-como diría Marcel Mauss- usando el sentido común, que en 10
política es el sentido de lo social, o dicho de otra manera, el sentido de lo justo” (Citado por Desroche, 1983). La investigación ha estado presente desde el inicio del proceso y ha sido clave en el proceso de movilización popular. La discusión grupal sobre situaciones y problemas ha sido tal vez el procedimiento más frecuente a lo largo de los años. De lo que se ha tratado es de colaborar al proceso de transformación de las condiciones sociales, económicas y políticas. Por ello la población que se considera para la investigación participativa adquiere su propia identidad en base a esa finalidad. Se ha tratado de que se incremente el nivel de conciencia. Todo esto implica que se intente romper la dicotomía entre sujeto y objeto para que la población tome el control de su situación, que pueda analizar sus datos y los interprete consensualmente. Como los datos muchas veces provienen del discurso natural, la información no se presta a la reducción a números. No se trata de verificar hipótesis sino de comprender el conjunto de elementos que inciden en una situación social que se percibe por el sujeto endógeno como problema. Se busca interpretar los datos por medio de interrogantes con respecto a procesos y causas, pero no se busca confirmar hipótesis de impacto de una variable independiente sobre una variable dependiente. De hecho la investigación que se ha realizado ha buscado ser ciencia, pero sus resultados nomotéticos han sido sin proporción con el esfuerzo desempeñado. Ha tratado de ser ciencia en cuanto a método y rigor, no tanto en cuanto a resultados. Todos sus postulados quedan expuestos a multitud de circunstancias imprevistas. En la experiencia de Tznicapan se ha tratado de hacer ciencia social en cuanto a que se ha buscado aproximar criterios de rigor y sistematización (Stromquist, 1985). La validez se obtiene recogiendo datos detallados de los participantes en las organizaciones y actividades, datos que sirven para la reflexión que identifica coyunturas y contextos de los problemas. 11
La tendencia a patrones de respuesta de “deseabilidad social”, por ejemplo, queda prácticamente descartados. La confiabilidad se establece en base al análisis de la realidad desde diversas perspectivas: automonografías, actas, discusiones grupales, relatos, autobiografías. Además en el pueblo, prácticamente todo mundo se conoce, y es fácil verificar deformación de hechos. La realidad se reconstruye colectivamente por actoresautores y por autores-actores. La verosimilitud de la interpretación de los datos se basa en el juicio de aceptación que sobre ella dan las organizaciones o grupos de acción, es decir en un consenso social. La interpretación en la investigación participativa descarta toda pretensión de “neutralidad”. La generalización se puede hacer en base a inferencias lógicas, pudiendo hacer predicciones a partir de la experiencia de San Miguel a otros grupos sociales tomando en cuenta semejanzas en relación a factores étnicos, culturales, económicos y políticos. Es la generalización que se hace a partir del estudio de caso. Como resultados del esfuerzo de investigación existen ya numerosos productos: sistematizaciones para –participativas de la experiencia en su conjunto (Sánchez y Almeida, 1978; Almeida y Sánchez, 1985; Sánchez, 1985; Sánchez y Almeida, 1986; Sánchez y Almeida, 1988; Sánchez y Almeida, 1992; Almeida, 1999; Sánchez y Almeida, 2003); sistematizaciones de la experiencia de las organizaciones (Vázquez et al, 1985a 1985b y 1985c; Flores y Contreras, 1987; Islas y Sánchez, 1987; Almeida et al, 1990; Almeida et al, 1991; Almeida, 1997; Almeida, 2002; Almeida, Felix y Vázquez, en prensa, 2003) recuperación de la historia del pueblo (Argueta et al, 1984; Almeida y Sánchez et al, 2001) rescate de la tradición oral (Reynoso y Sánchez, 1984; Argueta et al, 1994); rescate de la tradición documental (Almeida, 1985) se clasificó y se puso bajo resguardo toda la documentación civil del pueblo que se venía destruyendo en un tapanco.
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En todo este proceso de investigación han participado activamente por lo menos cincuenta habitantes del pueblo. La producción simultánea del conocimiento y la transformación social, desde esta perspectiva, solo es posible si, y sólo si, se conjugan en una relación sinérgica de fecundación mutua, por un lado el saber popular y su capacidad creadora y por el otro el conocimiento científico y la creatividad de los académicos. Desde el punto de vista ideológico, que condiciona la acción sinérgica de investigación, no se parte ni de una “neutralidad” ni de un credo doctrinario sino de un conjunto de ideasfuerza: a) Valoración de la autonomía, en particular frente a las macroinstituciones, para crear espacios que permitan alternativas. b) Interés por la PRAXIS entendida como aproximación entre teoría y práctica, como práctica social; y relativo interés por las teorías totalizadoras, sobre todo si desconocen los aportes teóricos populares. c) Voluntad de simetría en los intercambios entre lo endógeno y lo exógeno. Para lograr esto se habla en la experiencia de una actitud recíproca de “despojarse, asumir y comprometerse” (Sánchez y Almeida, 1986). d) Tendencia a evitar la especialización, buscando para todos y cada uno en la experiencia oportunidades de trabajo intelectual, manual y creativo, buscando una acción global, y no sectorializada. e) Noción de la importancia de la participación popular para que el pueblo sea el sujeto protagónico de su propia historia, para que puedan plasmarse en la realidad los valores de vida y dignidad.
La experiencia de investigación desarrollada en la Sierra ha permitido formular ciertos principios orientadores cuando se trata de la formación académica de investigadores universitarios. “Se trata de los principios sustanciales a esta modalidad de investigación
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centrada en el trabajo con colectividades... ellos van dando horizontes al trabajo mismo, actúan como propósitos a lograr en el trabajo con la población” (Lima, 1983, 125). Estos principios son: 1º. Centrarse en las necesidades humanas. Constituyen la motivación que hace posible el proceso de transformación social. Consideramos tres tipos: las de autoconservación, las sociopsicológicas (interactuar, organizarse, reconocerse, aprender (Fals Borda, 1985)), y las de desarrollo pleno (ocio, diversión, amistad, reflexión, autorrealización (Yurén, 2003)). 2º. Centrarse en la participación-compromiso recíproco sujeto endógeno-sujeto exógeno de involucrarse en tareas comunes de reflexión y acción. Esto requiere que el sujeto exógeno tienda a ser “redundante “ (Fals Borda, 1985) y que el sujeto endógeno se incorpore en las actividades de solidaridad y colaboración. 3º. Centrarse en la organización. No basta con unirse es preciso organizarse para incorporar a la población y canalizar demandas. Este principio se refiere: -
A fortalecer las organizaciones locales tradicionales.
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A consolidar las que se vayan creando.
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A articular esas organizaciones para que funcionen, no se interfieran y favorezcan la participación.
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A coordinarse salvaguardando autonomía, en redes locales, regionales, estatales, nacionales e internacionales.
4º. Centrarse en el conocimiento. Para que el pueblo pueda llegar a convertirse en el sujeto protagónico de su propio destino, así como también los miembros de los equipos exógenos, necesitan ambos elevar su nivel de conocimiento. Por ello el sujeto endógeno necesita ser consciente de sus relaciones sociales, de su tarea y de su competencia.
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5º. Centrarse en el poder. Esta debe ser una intencionalidad fundamental de la experiencia: La creación de un poder popular o como diría Fals Borda (1985) de un contrapeso político popular.
APROXIMACIONES METODOLOGICAS
Como ya se dijo, la aproximación metodológica que se ha empleado en los trabajos de investigación de, en, y con la comunidad ha sido la investigación-compromiso participación. Entendemos por ello una investigación que se ha llevado a cabo con la participación de miembros de la región indígena y por miembros del equipo de profesionales que se insertó en la comunidad de San Miguel Tzinacapan. La finalidad ha sido producir conocimientos al transformar la realidad y en el proceso ir creando el PODER ACTUAR y tratando de ser sujetos protagónicos de las propias historias. Equipo y pueblo, a través de las organizaciones, sociedades y actividades que se han ido desarrollando y de cada una de las personas que se han ido involucrando han generado y utilizado capacidades investigativas que se aplican al propio quehacer cotidiano. A través de los años se ha creado un conjunto de procedimientos que permiten a la comunidad, a cada organización, actividad o grupo mantener retroalimentación entre la acción y la reflexión, captando opiniones y percepciones en los diversos procesos comunitarios y en las interrelaciones. Los procedimientos que se fueron perfilando como de mayor utilidad en la investigación participativa en Tzinacapan han sido la automonografía, el diario de acontecimientos, el croquis, la microhistoria, el registro de reuniones y la autobiografía razonada. Las fuentes principales de información histórica han sido la Tradición Oral y la Tradición Documental. Las fuentes principales de información cotidiana han sido el diálogo grupal, las 15
conversaciones informales y las narraciones. Cada organización, sociedad o actividad tiene una historia, objetivos y estrategias, estructura y dinámica, métodos y tácticas de trabajo, vinculaciones locales, regionales y nacionales. La automonografía los describe, el croquis los sitúa. El diario de acontecimientos permite mantener actualizada la automonografía. El proceso de actualización permanente de ésta es un elemento primordial de autoevaluación. La Tradición Oral y la Tradición Documental del pueblo aportan datos fundamentales para el análisis de la realidad global y para el conocimiento de los escenarios de acción y de vida en los cuales se insertan las organizaciones y las actividades. La microhistoria es la concretización de la recuperación histórica. El diálogo grupal y las actas del mismo, así como las conversaciones informales y las narraciones son las fuentes principales de información contemporánea.
A continuación describimos brevemente algunas de las
técnicas que se han mencionado. Automonografía.- Es la descripción permanentemente actualizada de sí misma, llevada a cabo por cada organización, sociedad o actividad. El proceso de mantener al día la automonografía forma parte del sistema de autoevaluación. Es tanto más válida y completa cuanto mayor es el número de miembros de la organización, sociedad o actividad que participan en la elaboración de la misma. El proceso a seguir en la elaboración de la automonografía es el siguiente: 1º. Se elabora una pre-monografía, por dos o tres miembros de la organización o actividad con la dirección de los más capacitados en investigación. 2º. Se complementa la pre-monografía con los testimonios vivos de la mayoría de los miembros de la organización o actividad, con la supervisión de los más capacitados en investigación. Esta es la monografía. 3º. Se mantiene al día la monografía con la participación de los miembros de la organización o actividad. En esta etapa los más capacitados en investigación ya sólo asesoran. Esta es la automonografía. Con este 16
procedimiento en l985 tres organizaciones campesinas de Tzinacapan escribieron su automonografía que presentaron en el ITESO de Guadalajara como ponencias en un encuentro de la red de organizaciones de promoción llamada PRAXIS, A.C. (Almeida y Sánchez, J., 1985). Croquis.- El croquis de la comunidad, de la organización, de la sociedad o de la actividad, es el medio por el cual quedan localizados en un espacio gráfico los puntos de más interés para los miembros de las mismas. En una hoja tamaño carta se dibuja un gran círculo que se divide en cuatro partes por medio de dos ejes transversales, se determina en el espacio cuál es un punto central geográfico de referencia y a partir de allí se sitúan los elementos del grupo interesado. La elaboración participativa del croquis ayuda a que los miembros se conscienticen acerca de la existencia, localización y utilización de recursos. Puede romper la visión microrural. El croquis se actualiza permanentemente por los miembros de la comunidad, de la organización o de la actividad. Para elaborar el croquis los pasos son los siguientes: 1º. Elaboración de un pre-croquis por unos miembros del grupo interesado, bajo la dirección de los más capacitados en investigación. 2º. Elaboración del croquis con la aportación de la mayoría de los miembros y con la supervisión de los más capacitados. 3º. Mantenimiento al día del croquis con la asesoría de los más capacitados. Diario de acontecimientos.- Este es el equivalente a lo que tradicionalmente se ha llamado el diario de campo. Es la reseña por escrito de los acontecimientos más notables de cada día en los que se ha visto envuelta la organización, sociedad o actividad. Esta reseña es llevada a cabo por lo menos por un miembro. El ideal es que cada miembro la realice. El proceso de mantener al día el diario de acontecimientos forma parte del sistema de autoevaluación. Para que sea útil en este proceso es necesario llevarlo a cabo regularmente y redactarlo según un formato y sistema flexibles convenidos en común. Para lograr el establecimiento 17
del hábito de documentar sistemáticamente las actividades es necesario: 1º. Motivar a la formación del hábito por medio de hacer conscientes a los participantes de la necesidad de contar con datos de primera mano para dar informes, solicitar apoyos, respaldar puntos de vista. Aquí tiene lugar una acción directa de los más capacitados en investigación. 2º. Ejercitar en la formación del hábito. Para esto es necesario propiciar la ejercitación y llevar el diario de acontecimientos por parte de la mayoría de los miembros. En esto se requiere un trabajo de supervisión. 3º. Se ha adquirido la práctica permanente de escribir el diario. Los más capacitados en investigación asesoran a los miembros. Por medio de esta técnica varios campesinos líderes de las organizaciones pudieron realizar recuperaciones históricas de su participación en la creación y desarrollo de sus grupos, como las que han quedado plasmadas en el libro “Conocimiento y acción en Tzinacapan” (Almeida y Sánchez, 2001). La microhistoria .- La microhistoria de la comunidad es el medio por el cual se refuerza la identidad local, se conoce el proceso seguido en el desarrollo de dicha identidad y se aprende para mejorar la construcción del futuro a través del desarrollo de la conciencia crítica colectiva. La elaboración participativa de la microhistoria ayuda a que los probladores se conscienticen acerca de los aspectos mencionados anteriormente. La microhistoria se mantiene al día gracias a la participación de todos los pobladores, de las instituciones tradicionales y de las organizaciones populares. La automonografía, el diario de acontecimientos y el croquis, son auxiliares valiosos en este trabajo. La Tradición Oral y la Tradición Documental del pueblo son piezas clave en la reconstrucción colectiva de la microhistoria de la comunidad. El proceso a seguir en la elaboración de una microhistoria es el siguiente: 1º Recuperación de la Tradición Oral del pueblo. 2º. Recuperación de la Tradición Documental del pueblo. 3º. Elaboración de una primera versión de la microhistoria por un grupo local de investigadores con la asesoría de una persona 18
capacitada en el uso de esta técnica. 4º. Lectura en colectivos (grupos tradicionales, organizaciones populares, grupos de acción, familias) de la primera versión de la microhistoria. 5º. Aportaciones en colectivo para mejorar y completar la primera versión. 6º. Redacción por un grupo local de la nueva versión. 7º. Lectura en colectivos... y así se continúa el proceso de redacción-lectura-redacción... El libro “Les oíamos contar a nuestros abuelos” (Argueta et al, 1994) que es la etnohistoria del pueblo de San Miguel Tzinacapan se realizó de esta manera, y fue publicado en nahuat y en español. Recuperación de la Tradición Oral.- La Tradición Oral como lo dice su nombre es la forma como se transmite a través del tiempo la historia, las leyendas, los cuentos, y todo tipo de relatos acerca de la vida de un pueblo. Cuando se habla de recuperar la Tradición Oral se refiere al trabajo de poner por escrito esa oralidad con el fin de asegurar su vigencia. En la experiencia de Tzinacapan este trabajo de recuperación lo inició un maestro rural con el fin de elaborar materiales apropiados de lectura. Varios jóvenes de la comunidad se interesaron en este proyecto. Así se formó un Taller de Tradición Oral para recoger transcribir, traducir, difundir en publicaciones bilingües, y hacer objeto de reflexión crítica los cuentos y relatos indígenas. Se logró así configurar un “corpus” de más de quinientos relatos, leyendas y cuentos indígenas. Varios de estos relatos y cuentos se han publicado en ediciones locales populares y han servido como materiales didácticos y de valoración de la propia identidad en aulas escolares y en reuniones de organizaciones populares. Recuperación de la Tradición Documental .- En la mayoría de los pueblos y comunidades nacionales existe una cantidad enorme de documentos oficiales que se van deteriorando debido a la acción del polvo, la humedad, el viento y los roedores. Uno de los miembros del pueblo más capacitados en investigación se dio cuenta de que esto acontecía en su comunidad. El era regidor de su pueblo y lo descubrió cuando el presidente auxiliar le 19
solicitó buscar documentos en un tapanco para precisar los linderos de la jurisdicción. Se consiguieron diez archiveros metálicos y mil folders para poner a resguardo los documentos y poder iniciar su clasificación. Documentos que datan desde finales del virreinato hasta nuestros días se han bajado de tapanco, se han “limpiado” y actualmente están debidamente clasificados. Este esfuerzo ha rendido ya sus frutos porque la comunidad cuenta con la posibilidad de acceso a esta información. Hay investigadores universitarios que se han beneficiado ya de la consulta de los documentos. El Diálogo Grupal.- El mejor método para reunir información, compartir percepciones y evaluar acciones es la discusión en pequeños grupos, sobre todo en donde predomina la tradición oral frente a la palabra escrita. Las conversaciones informales y las narraciones son las principales fuentes de información y las formas acostumbradas de exponer las percepciones y opiniones. La suma de las percepciones subjetivas y opiniones de un buen número de personas nos permite acercarnos a cierta objetividad. La discusión colectiva debe hacerse según el deseo y el ritmo de las organizaciones populares y de la población local, sin manipulación. El Diálogo Grupal es la mejor ocasión para observar si se comparten ideas, si existe comunicación mutua, si hay apertura a las opiniones de los demás. Las Actas del Diálogo Grupal.- Es el procedimiento por el cual se registra por escrito el desarrollo de los intercambios de percepciones y opiniones entre los participantes en una discusión colectiva. Durante el diálogo es conveniente anotar las percepciones y opiniones expuestas tan literalmente como sea posible. Al final del diálogo se reescribe el texto, tratando de dar coherencia a las notas tomadas y haciendo sobresalir los acuerdos tomados. Este trabajo es tarea del secretario designado para levantar el acta, pero conviene que lo hagan todos aquellos que participan en el diálogo y que quieran ejercitarse en esa tarea. 20
Proceso a seguir en la capacitación para levantar Actas en los Diálogos Grupales: 1º. Motivar a participar en la tarea de levantar actas: Ejercitar en la práctica de escribir, en la forma de concentrar la atención. Acción directa de los más capacitados en investigación. 2º. Ejercitar en la práctica: Propiciar la ejercitación en levantar actas por parte del mayor número posible de miembros de la organización, sociedad o actividad. Aquí se requiere la supervisión de los más capacitados. 3º. Queda establecida la práctica común de tomar notas durante los diálogos grupales. Los más capacitados asesoran. A continuación se presentan dos esquemas de sistematización que se han utilizado en la experiencia de Tzinacapan: ESQUEMA PARA LA SISTEMATIZACION LOCAL Y REGIONAL DE LA ACCION DE CADA ORGANIZACIÓN, SOCIEDAD O ACTIVIDAD
ACTIVIDADES DE LA ORGANIZACIÓN (Por etapas)
NOTA:
ACUERDOS PRODUCTOS APRENDIZAJES
PROBLEMAS LIMITACIONES
SIGNIFICADO (Lo Cualitativo)
Este esquema fue elaborado por el GRUPO 4 de PRAXIS, A.C. y se utilizó en Tzinacapan para la EVALUACIÓN-PLANEACION de Noviembre de 1984 a Enero de 1985.
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ESQUEMA PARA DESCRIPCIÓN, ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN DEL PROCESO DE DESARROLLO DE LAS ORGANIZACIONES
PERIODOS EN EL PROCESO DE DESARROLLO DE LA ORGANIZACION
NOTA:
RETOS
PROBLEMAS QUE SE ENFRENTARON
PERSPECTIVAS
Este esquema fue elaborado para recuperar información por el TALLER COLECTIVO que se constituyó en Julio de 1985 para redactar las ponencias que se presentaron en el Seminario “Retos actuales de la Economía Social y sus perspectivas”, Guadalajara, Jalisco, PRAXIS-ITESO-UCI, del 14 al 19 de Octubre de 1985. (Almeida y Sánchez, J., 1985).
APORTES
¿Cuáles han sido los aportes de todo este proceso personal y colectivo de investigacióncompromiso-participación?.
Mi trabajo de investigación y los trabajos de los que hemos venido participando en la experiencia de Tzinacapan se caracterizan por una inquietud permanente por entender, tratar de explicar y hacer algo por enfrentar los problemas sociales.
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Creo que la mejor manera de referir algunos de los aportes y hallazgos de este esfuerzo es reproducir en este escrito lo que hemos ido reportando a lo largo de los treinta años de la experiencia que se ha venido desarrollando entre la población nahuat del municipio de Cuetzalan y un equipo de profesionales “PRADE” constituido en la localidad por urbanos emigrados a esa población. En septiembre de 1978 publicábamos en la revista América Indígena (Sánchez y Almeida, 1978) lo siguiente: “El análisis de la situación de San Miguel nos refleja un triple problemática en la que están implicados todos los aspectos de la realidad... -
La dependencia económico política
-
El conflicto de culturas
-
El problema ecológico demográfico.
Esta triple problemática, claramente existente en la región y con diferentes modalidades en la nación y de hecho en toda América Latina exige una respuesta a todos los niveles: familiar, económico, político y cultural. Supone una nueva forma de percibir las relaciones ciudad-campo y una nueva forma de organizar el espacio humano. La respuesta auténtica requerida, nos plantea las exigencias de una acción política que dinamice las posibilidades de autonomía e interdependencia evitando el condicionamiento por los polos de poder industriales, capitalistas o socialistas. Nos exige asumir creadora y participativamente las contradicciones culturales para lograr una identidad regional y nacional. Nos lleva a cuestionar.... la estructuración de la economía y los modelos de consumo que llevan a la desintegración del medio ambiente, la disminución de la calidad de vida y la injusta distribución del ingreso... 23
Lo importante no es sólo plantearse cómo aumentar la producción, el cuánto producir, sino preguntarse: ¿qué producir?, ¿para quién?, ¿con qué técnicas?, y ¿para qué estilo de vida?... La inserción [del equipo de profesionistas en la región] fue... progresiva y tomando en cuenta determinadas actitudes que podríamos resumir en tres palabras: despojarse, asumir y comprometerse. Estas actitudes han favorecido el conocimiento desde dentro de la comunidad indígena, y su dinamización, así como el cuestionamiento de los valores que provienen del mundo urbano industrial.... Se trata pues de un proceso intenso a partir de un pueblo, pero que ya empieza a tener repercusiones regionales, por difusión, por contagio y por promoción...en otros pueblos”
En septiembre de 1984 durante el XXIII Congreso Internacional de Psicología en Acapulco concluíamos nuestra ponencia con estas palabras: “Un equipo de mestizos y un pueblo de nahuats han ido conociendo y actuando juntos desde hace once años. Juntos han querido y quieren contribuir a un desarrollo que dinamice una cultura clave del México actual, manteniendo vital su herencia secular, su respeto por la naturaleza, su sensibilidad por el espíritu y su gozo en la vida sencilla. Juntos van generando en la comunidad un medio cultural y estructural que favorece habilidades de expresión en nahuat y español. Juntos han ido y van cobrando conciencia de que es necesario confrontar con cuidado la modernización para preservar la vida armoniosa de esta región nahuat, en peligro de ser absorbida y destruida por esa misma modernización. Juntos van aportando 24
su pequeña contribución a la visión de un nuevo México, reconocidamente pluriétnico” (Almeida y Sánchez , 1985)
En octubre de 1985 en una reunión que organizó PRAXIS, A.C.
en el ITESO de
Guadalajara (Almeida y Sánchez, J., 1985), al describir y analizar el desarrollo de las tres organizaciones campesinas de Tzinacapan escribíamos: “... el esfuerzo se ha caracterizado en la creación de una red de cuatro organizaciones independientes que luchan por un desarrollo autocentrado y por un auténtico poder popular. La interacción y la tensión entre los actores endógenos y los actores exógenos se ha ido resolviendo con una coalición cultural, gracias a la cual las organizaciones van adquiriendo conocimiento y poder. Las funciones de dirección, supervisión y asesoría van consolidándose en manos locales y los miembros del equipo PRADE van adquiriendo carta de ciudadanía como miembros del pueblo y miembros de las organizaciones, en simetría de trabajo y vida”.
En 1986 en una sesión presidida por Orlando Fals Borda durante el XI Congreso Mundial de Sociología en Nueva Delhi, al final de nuestra ponencia (Almeida y Sánchez, 1986) presentábamos las siguientes reflexiones: “ La iniciativa local de potenciación de San Miguel Tzinacapan, como la mayoría de las numerosas que hay en México, tiene como propósito potenciar a la gente. Poder sobre su destino y sobre sus recursos. Poder sobre su cultura y su identidad social. Poder sobre su entorno. La senda al poder comprende un concepto de poder localmente arraigado, usado y desarrollado por la gente en su vida 25
cotidiana. El problema de la democracia es el de las formas de compartir el poder. La estrategia de potenciación en San Miguel ha sido la inserción, la interdisciplinariedad, la acción global y la tensión frente a las instituciones. Los factores inhibidores internos han sido activismo, paternalismos y conflictos de liderazgo entre los miembros del equipo y también rivalidades entre facciones en el pueblo, actitudes sumisas antes los aparatos gubernamentales, y el paternalismo oficial. Los factores facilitadores internos han sido la acción sinérgica y la relación simétrica entre equipo y comunidad. Motivación, responsabilidad y habilidades de ambos, trabajando juntos, han sido la fuente principal de acción participativa exitosa. Los factores facilitadores externos incluyen programas gubernamentales que han podido ser capitalizados por organizaciones locales; instituciones académicas y de financiamiento que han colaborado, y redes de iniciativas locales de potenciación en las que se ha participado. La participación se ha logrado emprendiendo programas y actividades a través de un proceso de concientización, información y diálogo. La estrategia de interdisciplinariedad y acción global ha sido decisiva al ofrecer oportunidades múltiples y diversificadas de ser participantes activos en el proceso, según interés y habilidades personales. La participación como compartición de poder no puede sostenerse sin un trabajo permanente de construir organización en términos de coordinación, no de subordinación. El conocimiento como poder es un elemento clave del proceso de potenciación. Provee a la gente de poder negociador para propósitos económicos, políticos y hasta académicos. Un aprendizaje importante ha sido que para mantener los avances, los éxitos de cada tarea, es necesario sentarse, pensar y hablar. Se requiere modestia y tenacidad. La iniciativa local de potenciación de 26
San Miguel Tzinacapan ha sido “una experiencia abierta a la experiencia”, ha sido, como el “ave fénix”, una que nace cada vez de sus cenizas”.
En 1986 en la revista Medellín en un artículo que nos solicitó la dirección de la revista (Sánchez y Almeida, 1986) escribíamos: “ Tratar de realizar algo parecido a una red regional de cooperativas independientes, a un florecimiento cultural neo-nahuat y a un distrito agropolitano económico y ecológico en esa microregión es probablemente una utopía inalcanzable. Pero en todo caso es menos ilusa que pretender alcanzar en el país una bienestar social económico y político siguiendo el actual modelo de desarrollo. Pueblo y equipo tratan de ser conscientes de que todo ese esfuerzo y esa lucha se dan en un mundo “deteriorado” en el que el dolor, la muerte y el mal están presentes. En la medida en que el compromiso se ha ido profundizando, las dificultades y la lentitud del proceso se han ido haciendo más evidentes; la ambivalencia del ser humano y la propia ambivalencia de los miembros del equipo y del propio pueblo más manifiestas”.
Invitados por los obispos de América Latina a una reunión preparatoria de la Asamblea general del CELAM que tendría lugar en Santo Domingo con motivo de los 500 años de la llegada de los europeos a América y en donde se reflexionaría sobre la actitud de la iglesia católica con relación a los indígenas, presentamos en Santiago de Chile un trabajo que llevó por título “La cultura india (indígena): desde abajo, desde adentro” (Sánchez y Almeida, 1988) ahí concluíamos lo siguiente:
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“ En esta comunicación hemos querido transmitir, a partir de nuestra experiencia, cuatro ideas que nos parecen importantes: -
Que las comunidades indias no son enclaves y que no ocupan sólo un lugar secundario en el conjunto latinoamericano. Son realidades humanas que representan no sólo nuestras raíces, sino parte importante de la dinámica actual de nuestra identidad. Son realidades que interpelan a Occidente pero no sólo al Occidente tecnológico, capitalista y socialista, sino al cristianismo de Occidente. Su realidad y su destino nos conciernen existencialmente y nos llaman a la autocrítica como civilización y como Iglesia en esa civilización.
-
Que el problema de la explotación está vigente, es fundamental y es complejo. Esta vigente con toda su realidad de violencia presente y potencial. El querer utilizar el concepto de cultura como englobante de la realidad y hablar de evangelización de las culturas, puede minimizar esta realidad que nos interpela a arriesgar nuestras vidas en la construcción de la justicia y la paz.
-
Que toda cultura es ambigua y a todos nos toca continuar desentrañando la ambigüedad de la cultura India y de la cultura Latinoamericana con la profundidad y con la autocrítica que eso supone.
-
Que no sin dificultad se está dando un pluralismo cultural al que debemos estar atentos, y que interpela no sólo a los Estados sino a las estructuras, al estilo de vida y a la acción de la Iglesia”.
Invitados por el Instituto Mexicano de Psicoanálisis (Almeida y Sánchez, 1989) a presentar nuestra experiencia, el 8 de septiembre de 1988, concluíamos nuestra participación con estas palabras: 28
“ Es y ha sido un intento de reubicar al científico social más cerca de la práctica, del saber popular y del saber colectivo. Se va poniendo en práctica una investigación-acción participativa que es también una investigación-vida. Psicólogos, sociólogos, antropólogos, campesinos, amas de casa y educadoras describen, analizan e interpretan su práctica social. Cada lugar de trabajo es productor de saber social. No se da prioridad a las teorías que gozan de reconocimiento académico, se procura confrontarlas con las realidades concretas y cotidianas. No se da prioridad al empiricismo, se procura explicitar las teorías implícitas en las prácticas cotidianas de los actores sociales. Se busca elaborar teoría de la práctica social que no sea ni asignación forzada de ideas extrañas a una práctica real, ni empiricismos ignorantes de su carga teórica. Se trata por lo tanto de un proceso permanente de elaboración teórica”.
A petición de Sandra Castañeda y Miguel López de la UNAM contribuimos con un artículo titulado “ Educación Popular en San Miguel Tzinacapan” para su libro “Antología. La psicología cognoscitiva del aprendizaje” (Almeida et al, 1989). Después de exponer los criterios, la estrategia, los métodos y acciones desarrollados en relación a la educación concluíamos: “en síntesis, se ha desarrollado una ecología favorable al desarrollo intelectual vinculada a la movilización y a la organización en el pueblo y en la zona”.
Invitados de nuevo por el Instituto Mexicano de Psicoanálisis presentamos en 1991 las orientaciones epistemológicas de nuestros trabajos de investigación. La ponencia se tituló
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“La relación humana simétrica: fuente de acción y de conocimiento” (Sánchez y Almeida, 1991). De ese texto extraemos lo siguiente: “ Si la inteligencia humana abarca mucho más que la razón instrumental, si el conocimiento del hombre exige poner en juego la totalidad de la inteligencia, creemos que el conocimiento será tanto más cercano a la realidad cuanto más profundamente vincule al sujeto con la realidad por conocer, y a partir de esa vinculación buscar los distanciamientos que dan la perspectiva necesaria. La constante relación del proceso de San Miguel con otras realidades académicas y sociales, por parte tanto del equipo como de los campesinos, ha permitido esa distanciación necesaria. Inmersión-distanciación es una dialéctica cognoscitiva que se ha empleado en Tzinacapan. La relación humana simétrica, el conocer al transformar la realidad, y el producir conocimiento desde abajo y desde adentro son las principales características de la epistemología de San Miguel. Desde ese punto de partida se ha producido, si no ciencia, sí sabiduría social, lo que probablemente es más importante”.
Invitados a participar en el Congreso de la ANFECA (Almeida y Sánchez, 1992) celebrado en Zacatecas en 1991 se nos pidió reflexionar acerca de las perspectivas de la sociedad rural a partir de nuestra experiencia. Hablando de los problemas del campo mexicano y de los nuevos desafíos que se le avecinaban con el Tratado de Libre Comercio escribíamos: “A corto plazo, la lucha por lograr esa participación (la del sector social agrario) y los intentos por ofrecer alternativas al esquema de integración económica desarrollado por los gobiernos de Estados Unidos, Canadá y México son relevantes. Y hay que decirlo, en todo esto posiblemente la gran ausente de entre 30
las ciencias sociales ha sido la psicología social. Sin embargo, lo que está en cuestionamiento es todo el proceso civilizatorio en el que estamos inmersos y en el que nos sumergimos cada vez más. En el largo plazo, las ciencias sociales y entre ellas la psicología social, tienen un papel fundamental que desempeñar: este es crear, a partir de la vida cotidiana, los contextos y coyunturas que permitan a individuos, grupos, comunidades e instituciones no estar sólo expuestos a lo que unos cuantos deciden para sus vidas”.
De 1989 a 1997 se dio una colaboración con la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Ahí se desarrolló un proyecto (Sánchez, Almeida y Cházaro, 1992) que se inspiró en los aprendizajes de la experiencia de San Miguel y que buscó ampliar el trabajo en comunidades rurales cercanas a la ciudad de Puebla. Se trabajó en Calpan, San Buenaventura Nealtícan y San Francisco Ocotlán, gracias al diálogo y a la sinergia universidad-comunidad, que sería el equivalente del proceso PRADE-Tzinacapan. “ El proyecto comprende un diagnóstico efectuado en común por las dos partes, la activación-reactivación
de
recursos
locales,
la
creación-recreación
organizaciones, la optimización-búsqueda de oportunidades
de
de acción, el
desarrollo de líderes intelectuales endógenos, la vigorización de tradiciones, la apropiación-creación de innovaciones, el desarrollo de talento creativo. En síntesis la búsqueda implica la construcción-reconstrucción, rural, étnica y ecológica”.
Como parte de la reflexión de la experiencia hemos comunicado también nuestro pensar acerca del equipo. En la ponencia presentada en 1995 en el Congreso Interamericano de
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Psicología que tuvo lugar en San Juan de Puerto Rico se exponía “la vida comunal de un equipo de promoción”: “ El equipo es un hecho social, no sólo una conexión intersubjetiva. Es una realización de trayectorias históricas, un grupo de origen predominantemente clasemediero, comprometido en el medio rural en procesos locales y cotidianos de transformación social y desarrollo humano. Valiéndose de su capital escolar, de su identidad social y de su capacidad de elaborar y articular sistemas de valores y creencias se ha constituido en agente político del sistema social, opuesto al autoritarismo vigente y al economicismo imperante. Ha desarrollado capacidad de influencia social coyuntural como resultado de estrategias de supervivencia a corto plazo y de estrategias de cambio psicocultural a largo plazo. Es consciente de la no pertinencia de sus valores con los del consenso político autoritario del Estado, con los del consenso político autoritario de la Iglesia”.
En un texto de celebración (Almeida y Sánchez, 1997) con motivo de la muerte del Dr. Henri Desroche, quien fue un animador permanente de nuestra experiencia, expresamos: “Quisiéramos decirle aquí: no está usted solitario porque usted ha sido solidario. Tenga por seguro que la continuación de su trabajo queda asegurada. Nada mejor para reafirmar nuestra esperanza compartida y nuestro recuerdo agradecido que recordar el texto con el cual Usted termina su libro ‘El Proyecto Cooperativo’... Roger Bastide sorprende la palabra última del que espera a la esperanza: Hermana mía, ¿qué tal si recomenzáramos?”.
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Para terminar esta recolección de textos nos queremos referir al libro “Las Veredas de la Incertidumbre. Una experiencia de relaciones interculturales y supervivencia digna” (Sánchez y Almeida, en revisión para publicación) que presenta una visión amplia, crítica y esperanzadora de la experiencia y que tiene por objetivo construir conocimiento en torno a este proceso de relaciones interculturales y de transformaciones sociales que se inició en 1973. En este libro se analiza el paso de la utopía de autodesarrollo, etnodesarrollo y ecodesarrollo, que parecía irse cristalizando a fines de los ochenta, a un horizonte de supervivencia digna, coalición de culturas y prevención de desastres, más congruente con la ruptura que provocó, entre otras cosas, la inserción a la dinámica de la globalización. El espíritu de este libro es recuperar una búsqueda tenaz y compleja de veredas en este peregrinaje que es la vida humana, considerando lo contradictorio y lo paradójico de la condición humana y con el intento de construir conocimiento útil para la fraternidad.
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