Evelyn Fox Keller
LENGUAJE Y VIDA Metáforas de la biología en el siglo xx
MANANTIAL Buenos Aires
ÍNDICE Título original: Refiguring Lije Metaphors ofTwentieth-Century Biology Columbia University Press, New York © 1995, Columbia University Press El dibujo del capítulo 3, nota 18 se publica con el permiso de Nature 362 (15 de abril de 1993), pág. 586. © 1993 Macmillan Magazines Limited Traducción: Horacio Pons
Diseño de tapa: Estudio R.
Hecho el depósito que marca la ley 11.723 Impreso en la Argentina © 2000 de esta edición y de
la traducción al castellano Ediciones Manantial SRL Avda. de Mayo 1365, 6° piso, (1085) Buenos Aires, Argentina Telefax: 54 11 4383-7350/4383-6059 E-mail:
[email protected] www.emanantial.com.ar
ISBN: 987-500-054-X Derechos reservados Prohibida su reproducción total o parcial
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Capítulo 1. Lenguaje y ciencia: la genética, la embriología y el discurso de la acción de los genes
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Capítulo 11.Moléculas, mensajes y memoria: la vida y la segunda ley
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Capítulo III. El cuerpo de una nueva máquina: situando el organismo entre los telégrafos y las computadoras
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Bibliografia
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Índice de nombres
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NOTA EDITORIAL
Las conferencias sobre teoría crítica de la WellekLibrary se dictan anualmente en la Universidad de California, en Irvine, bajo los auspicios del Critical Theory Institute. Las que se presentan a continuación se dictaron enjunio de 1993. JOHN CARLOS ROWE
Director del Critical Theory Institute
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Aun un curriculum vitae es una especie de autobiografía. Por rudimentario y transparente que sea, puede revelar rasgos profundamente personales. Sin duda, el mío lo hace; abunda en demostraciones de que tengo algo así como un problema con las fronteras: en mi peculiar economía psíquica e intelectual, éstas están hechas para ser cruzadas. Más: constituyen tentaciones irresistibles. Las busco, no para poner a prueba sus límites, sino para sacudirlas, como un perro hace con un hueso. Aun en mi época de científica práctica, me resultaba difícil quedarme quieta, evitar deambular de uno a otro lado; en aquellos días, entre la biología y la física, entre la teoría y la experimentación. y una vez que crucé las fronteras de la investigación científica, una vez que pasé de hacer ciencia a escribir sobre ella, el problema no hizo sino empeorar, porque ahora eran muchos más los límites por los que tenía que preocuparme. Con esta historia a cuestas, difícilmente podía dejar de aceptar con agrado una invitación del Critical Theory Institute, no sólo como un honor sino como un desafío, un reto a hablar de ciencia en el corazón de la "otra cultura". Los capítulos que forman este libro, basado en conferencias dictadas en junio de 1993, son su resultado: al mismo tiempo ejemplos adicionales de cruces de fronteras y, acaso apropiadamente, sobre cruces de fronteras. Se
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refieren al tráfico en la investigación científica normal entre metáforas y máquinas, software y hardware, lenguaje y ciencia; en síntesis, a los procesos normales de intercambio científico a través de la frontera entre el decir y el hacer, que los científicos por lo común consideran inmutable y firme. La idea de que las palabras son una cosa y los actos otra se vio radicalmente socavada en 1955, cuando 1. L. Austin expuso su teoría de los "actos de habla" en una serie de conferencias dictadas en la Universidad de Harvard y tituladas Cómo hacer cosas con palabras (1962). Austin sostenía que la función del lenguaje 'L no siempre o no sólo es descriptiva; a veces es performativa, y de allí la expresión acto de habla. A diferencia de las proposiciones descriptivas, los actos de habla (sus ejemplos clásicos son las apuestas, las consagraciones matrimoniales y las declaraciones de guerra) no están sujetos a pruebas de verdad o falsedad, sino que es necesario evaluarlos mediante un criterio diferente su eficacia, por ejemplo (o, para usar un término del autor, s~felicidad). Como tales, son inherente y necesariamente sociales y dependen de la existencia de convenciones acordadas sobre el efecto de ciertas palabras, pronunciadas en circunstanciasparticulares por personas convencionalmente autorizadas a poner en práctica dichos efectos. A partir de Austin, los filósofos y los teóricos de la literatura extendieron el carácter performativo del lenguaje mucho más -: ~: allá del ámbito de los actos de habla. De conformidad con estas elaboraciones, mi supuesto es que todo el lenguaje es performa- ' , tivo y, por lo tanto, todo el lenguaje, incluso el científico, puede e y debe·someterse al criterio de la eficacia. Ésta no se evoca aquí para distinguirla de la verdad sino en el sentido pragmático, en sí misma como una medida potencial del valor de verdad; también aporta una forma de fundar la dependencia social de la verdad en la realidad material. Hay que decir, desde luego, que las proposiciones descriptivas son performativas en un sentido que difiere un tanto del de los actos de habla: no en virtud de poner ,)
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directamente en acción sus referentes sino por su influencia en las maneras en que estructuramos y construimos nuestros mundos sociales y materiales. En parte, su fuerza se deduce de la imposibilidad misma de la denotación pura. Como lo atestigua la ubicua presencia de las metáforas, la distinción clásica entre lo literal y lo metafórico no es más válida en el lenguaje científico que en el corriente. Parte de la fuerza de las proposiciones descriptivas se deriva entonces del papel de la metáfora en la constitución de la similitud y la diferencia, en la definición de los "parecidos de familia" que forman la base a partir de la cual categorizamos los fenómenos naturales (véanse, por ejemplo, Rosch y Mervis, 1975 y Hesse, 1988) y en la motivación para realizar experimentos particulares o construir dispositivos técnicos específicos. No hace falta decir que no todas las metáforas son igualmente útiles o, ya que estamos, igualmente cautivantes. La efectividad de una metáfora, como la de un acto de habla, depende de convenciones sociales compartidas y, tal vez especialmente, de la autoridad convencionalmente otorgada a quienes la usan. También depende de otros parecidos de familia ya vigentes. Consideremos, por ejemplo, las formas en que se ha imaginado el proceso de fecundación biológica. Hace veinte años, ese proceso podía describirse eficaz y aceptablemente en términos que evocab~n el mit~ de la Bella Durmiente (por ejemplo, penetración, conquista o des-pertar del óvulo por el semen),precisamentedebido a la consonancia de esa imagen con los estereotipos sexuales prevalecientes (véase Martin, 1991). En la actualidad, ha llegado a parecer más útil y notoriamente más aceptable una metáfora diferente: en los libros de texto contemporáneos, es más probable que la fecundación se exprese en el lenguaje de la igualdad de oportunidades (y se la defina, por ejemplo, como "el proceso mediante el cual se encuentran y se funden el óvulo y el espermatozoide" [Alberts et al., 1990, pág. 868]). Lo que hace veinte años era una metáfora socialmente eficaz ha dejado de serlo, en gran parte debido a la
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dramática transformación de las ideologías del género que se ha producido en ese lapso.' ¿Qué pasa, empero, con la eficacia científica de una metáfora? ¿Algunas metáforas no son cognitiva y tecnológicamente más productivas que otras? Indudablemente. Pero lo que quizá sea más interesante es que pueden producir diferentes efectos. En este ejemplo, habría que admitir la productividad científica de ambas metáforas. Una condujo a una investigación intensiva de los mecanismos moleculares de la actividad espermática (y produjo explicaciones químicas y mecánicas de la motílidad ~~_losespermatozoides, su adhesión a la membrana celular y su aptitud para efectuar su fusión), en tanto que la otra promovió investigaciones que permitieron dilucidar los mecanismos cuya presencia haría que se considerara activo al óvulo (por ejemplo, su producción de las proteínas o moléculas responsables tanto de posibilitar como de impedir la adhesión y la penetración). Desde luego, la eficacia particular de las metáforas científicas depende no sólo de los recursos sociales disponibles sino también de los recursos técnicos y naturales a los que se puede tener acceso. El lenguaje no construye simplemente la realidad. La productividad de la metáfora de la Bella Durmiente, como la de la imagen de la igualdad de oportunidades, exigió la cooperación de los materiales a mano: requirió que, al buscarlas, pudie-
l. Una de las facetas de la revolución cultural de las dos últimas décadas es el drástico aumento en la cantidad de mujeres científicas, especialmente en las ciencias biológicas. Pero la mera presencia de científicas no garantiza en sí misma un cambio en lo que se considera como una metáfora socialmente aceptable. La modificación de la ideología y los ideales culturales de lo "masculino" y lo "femenino" fue crucial, aunque contribuyó a ella, desde luego, el cambio de los roles de las mujeres, así como el cambio de los roles que son inaceptables para éstas recibió, a su vez, el aporte de una modificación en la ideología de género prevaleciente.
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ran producirse pruebas de los procesos activos en el óvulo, en el espermatozoide o en ambos, para poder contar uno u otro relato. También exigió la disponibilidad de los tipos de aparatos mecánicos capaces de registrar dichas pruebas y proveer los elementos de una trama narrativa. Propongo esta historia como el ejemplo más simple que se me ocurre para ilustrar una moraleja básica acerca del papel del lenguaje en la ciencia. No obstante, por simple que sea, también sugiere algunas de las dificultades históricas y filosóficas para trazar los efectos performativos de las metáforas en la ciencia. Parece innegable la existencia de alguna relación entre el cambio de metáfora en estas explicaciones, el surgimiento de nuevas agendas de investigación y la transformación social coincidente; sin embargo, ¿cuál es la fuerza de esa relación? Además, ¿es la explicación (la metanarrativa) que he propuesto aquí la únIca descripción de esos sucesos que puede darse? ¿Qué pasa con el desarrollo de nuevas tecnologías para representar los mecanismos de la fecundación? ¿Y qué ocurre con el voraz (e insaciable) apetito de los investigadores científicos en busca de nuevos fenómenos? Con seguridad, también hay que contar con todos estos factores. Si pretendemos que este relato sobre el decir y el hacer sirva más como historia que como narración moral, debería resultar evidente que hay que hacer mucho más para sacar a la luz las complejas líneas de influencia e interacción de las normas culturales, las metáforas y el desarrollo técnico. El primer capítulo de este volumen, "Lenguaje y ciencia: la genética, la embriología y el discurso de la acción de los genes", está igualmente incompleto. Cuenta una historia en cierto modo paralela, no acerca del óvulo y el espermatozoide sino sobre el citoplasma y el núcleo, los genes y los organismos. La metáfora rectora del discurso de la acción de los genes es la de éstos como agentes activos, capaces no sólo de animar el organismo sino de llevar a cabo su construcción; tal como lo expresó el fisico Erwin Schroedinger, como "el código jurídico y el poder ejecutivo ~
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-[ ... ] el plano del arquitecto y la destreza del constructor- a la vez" (1944, pág. 23). Esta imagen bilateral de los genes, en parte! átcmoidel físico y en parte alma platónica, fue enormemente productiva para los genetistas, tanto técnica como políticamente. No puede haber dudas sobre ello. Durante décadas, permitió el planteamiento de sus cuestiones en términos que admitían un programa de investigaciones notablemente prolífico, ya que guiaba su búsqueda de las "cadenas de reacciones" (como lo expresó Sturtevant) mediante las cuales "los genes producen sus efectos" y condl}cí~~_~ltima instancia a la asombrosa simplicidad propuesta P2~_lª-_Qj-ºlogía molecular moderna. Inevitablemente, desde luego, esta forma de hablar de los genes también tuvo sus costos, que experimentaron de manera más notoria los embriólogos. El brillo mismo del proyector de los genetistas dejó en una profunda y extenuante sombra las cuestiones, los métodos y, a decir verdad, la propia disciplina de la embriología. No concedió ni tiempo ni espacio en los cuales el resto del organismo, la economía excedentaria del soma, pudiera ejercer sus efectos. Lo que se eclipsa específicamente en el discurso de la acción de los_genes es el cuerpo citoplasmático, marcado simultáneamente por el género, el conflicto internacional y la política disciplinaria. La virtual ausencia de este cuerpo de la agenda dé de la biología de mediados del siglo xx en los Estados Unidos no puede explicarse simplemente por la falta de instalaciones técnicas adecuadas, sino que, como pretende ilustrarlo esta historia, nos exige antes bien entender cómo el mismo desarrollo técnico se construye sobre semejante entrelazamiento de la dinámica política. gn~e~l}_I11en,_nos exige que entendamos las formas en que la técnica científica contribuye al discurso y es a la vez un producto de ~~~~~_ La imagen de~omo un homúnculo, el "hombrecito dentro de un hombre'~{acan-,~~~~iter-ae~ ~i análisis del proble~a que la vida plªnteºhi~_~
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memoria: la vida y la segunda ley", trazo un linaje desde el "Demonio" de Maxwell, introducido en la última parte del siglo XIX, hasta la noción de código-guión, que Schroedinger presentó en su famoso (y al parecer muy influyente) libro ¿Qué es la vida? (1944). Aquí sostengo que la solución de este último al problema de la vida y la segunda ley depende de colocar una versión del Demonio de Maxwell en la estructura molecular del gen. Com_() el propio Schroedinger lo señala, los genes no son moléculas corrientes: deben contener no sólo el plan para ejecutar el desarrollo del organismo, sino también "incluir en cierto modo los medios de poner [ese plan] en funcionamiento". ¿Qué es, entonces, lo que da a los genes unos poderes tan notables? A mi juicio, Schroedinger llega a la respuesta (y a la solución al problema de la vida y la segunda ley) confiriéndoles casi explícitamente el poder y la permanencia del pensamiento. En última instancia, lo que asegura la continuidad de _la vida contra las furias del tiempo y, para Schroedinger en particular, contra los furores dela guerra, es el "cogito ", El capítulo final, "El cuerpo de una nueva máquina: situación del organismo entre los telégrafos y las computadoras", pretende complicar la historia que cuento en el primero. Se concentra más directamente en el tráfico entre metáforas y máquinas, y los efectos transformadores que este tráfico tiene sobre los términos mismos de las historias sociales o técnicas convencionales de la ciencia. El primer capítulo, leído como historia social o técnica, narra un saludable relato de progreso: tras décadas de oclusión, el tema de la embriogénesis ha vuelto a la biología, eldiscurso de la "acción de los genes" fue reemplazado por un lenguaje más adecuado de "activación de los genes" y, finalmente, se hizo justicia con la complejidad y la acción y el poder del cuerpo org~I_!í~mico.Pero el último capítulo debe socavar en parte cualquier placer que nos haya dado la moraleja de esa historia. En el proceso de su restauración, el "cuerpo" de la biología evolutiva moderna se transformó radicalmente. Ya no se trata únicamente
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-[ ... ] el plano del arquitecto y la destreza del constructor- a la vez" (1944, pág. 23). Esta imagen bilateral de los genes, en parte! átomoidel fisico y en parte alma platónica, fue enormemente productiva paralos genetistas, tanto técnica como políticamente. No puede haber dudas sobre ello. Durante décadas, permitió el planteamiento de sus cuestiones en términos que admitían un programa de investigaciones notablemente prolífico, ya que guiaba su búsqueda de las "cadenas de reacciones" (como lo expresó Sturtevant) mediante las cuales "los genes producen sus efectos" y conQucíaen última instancia a la asombrosa simplicidad propuesta PQX..J_ª-_piQlogía molecular moderna. Inevitablemente, desde luego, esta forma de hablar de los genes también tuvo sus costos, que experimentaron de manera más notoria los embriólogos. El brillo mismo del proyector de los genetistas dejó en una profunda y extenuante sombra las cuestiones, los métodos y, a decir verdad, la propia disciplina de la embriología. No concedió ni tiempo ni espacio en los cuales el resto del organismo, la economía excedentaria del soma, pudiera ejercer sus efectos. Lo que se eclipsa específicamente en el discurso de la acción.de los gelles es el cuerpo citoplasmático, marcado simultáneamente por el género, el conflicto internacional y la política disciplinaria. La virtual ausencia de este cuerpo de la agenda de la biología de mediados del siglo xx en los Estados Unidos no puede explicarse simplemente por la falta de instalaciones técnicas adecuadas, sino que, como pretende ilustrarlo esta historia, nos exige antes bien entender cómo el mismo desarrollo técnico se construye sobre semejante entrelazamiento de la dinámica política. En re~1:l!llen,_nos exige que entendamos las formas en que la técnica científica contribuye al discurso y es a la vez un producto de~~~~.. La imagen devg;~omo un homúnculo: el "hombrecito dentro de un hombre'~/Lacan, se reitera en mi análisisdel¡:>roble~a q_l!ela vida plªnteóJ!!~_t<,>rjcª_l!1~ºt~'_ªJª-se_g_llºdáJ~iAe -fa_~ermodinámica. En el segundo capítulo, "Moléculas, mensajes y
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memoria: la vida y la segunda ley", trazo un linaje desde el "Demonio" de Maxwell, introducido en la última parte del siglo XIX, hasta la noción de código-guión, que Schroedinger presentó en su famoso (y al parecer muy influyente) libro ¿Qué es la vida? (1944). Aquí sostengo que la solución de este último al problema de la vida y la segunda ley depende de colocar una versión del Demonio de Maxwell en la estructura molecular del gen. C;omo el propio Schroedinger lo señala, los genesno sonmoléculas corrientes: deben contener no sólo el plan para ejecutar eldesarro110 del organismo, sino también "incluir en cierto modo IQsmedios de poner [ese plan] en funcionamiento". ¿Qué es, entonces, lo que da a los genes unos poderes tan notables? A mi juicio, Schroedinger llega a la respuesta (y a la solución al problema de la vida y la segunda ley) confiriéndoles casi explícitamente el poder y la permanencia del pensamiento. En _últimainstancia, lo que asegura la continuidad de la vida contra las furias deltiempo .y, para Schroedinger en particular, contra los furores de la guerra, es el "cogito ". El capítulo final, "El cuerpo de una nueva máquina: situación del organismo entre los telégrafos y las computadoras", pretende complicar la historia que cuento en el primero. Se concentra más directamente en el tráfico entre metáforas y máquinas, y los efectos transformadores que este tráfico tiene sobre los términos mismos de las historias sociales o técnicas convencionales de la ciencia. El primer capítulo, leído como historia social o técnica, narra un saludable relato de progreso: tras décadas de oclusión, el tema de la embriogénesisha vuelto a la biología,eldiscur~o de la "acción de los genes" fue reemplazado por un lenguaje más adecuado de "activación de los genes" y, finalmente, se hizo justicia con la complejidad y la acción y el poder del cuerpo organísmico. Pero el último capítulo debe socavar en parte cualquier placer que nos haya dado la moraleja de esa historia. En el proceso de su restauración, el "cuerpo" de la biología evolutiva moderna se transformó radicalmente. Ya no se trata únicamente
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de que hoy tenemos diferentes formas de hablar del cuerpo (por ejemplo, como una computadora, una red de procesamiento de información o un transductor de insumos y productos múltiples), sino que, debido a la aparición de la computadora moderna (y otras nuevas tecnologías), contamos ahora con maneras dramáticamente novedosas de experimentar e interactuar con él. Como resultado de las tecnologías desarrolladas para dilucidar el más elusivo de los secretos de la naturaleza, los comienzos de la vida, el sujeto material de la embriología se presenta allte los investigadores biológicos como un espectáculo multimediático, visualmente accesible en un grado impensable años atrás y tangible y electrónicamente disponible. Este cuerpo no sólo evoca nuevas formas de pensar, hablar y hacer sino que, en virtud de las técnicas mismas que han puesto a la luz su micro estructura (como la rotulación de los genes y las etiquetas fluorescentes introducidas para hacerlos visibles), ya se transformó constitutivamente. El cuerpo de la biología. evolutiva moderna ya es un nuevo tipo de cuerpo; ya es "el cuerpo de una nueva máquina". Si se me permite un último giro reflexivo, vale la pena señalar que este libro también se refiere al tráfico a través de las fronteras disciplinarias: en el primer capítulo, entre la genética y la embriología; en el segundo, entre la física y la biología, y en el tercero, entre la ciberciencia y la biología molecular. Todas estas fronteras, por supuesto, son internas a las ciencias naturales y, en consecuencia, de un interés institucional, intelectual y moral considerablemente menor que el más infame límite entre las ciencias y las humanidades. No obstante, ilustran muchas de las mismas cuestiones. En particular, tanto los riesgos como las oportunidades de la transgresión disciplinaria. Tal vez puedan comprenderse mejor las descripciones del tráfico interdisciplinario ofrecidas en estos capítulos si pensamos en las disciplinas como refugios de recursos intelectuales e institucionales. Eso explicaría la medida en que se vigilan sus fronteras, el comercio (y la incursión) entre disciplinas que no obstante persiste e incluso los
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intentos periódicos de anexión que llenan todas las historias de la actividad interdisciplinaria. Quizá no sea inapropiado aclarar un poco más esta moraleja y señalar al menos una cuestión sobre las oportunidades y los riesgos de comerciar, como lo hago en estos capítulos, a través de la más notoria y más vigilantemente disciplinada de todas las fronteras académicas, la divisoria de las dos culturas. ¿Cuáles son los recursos intelectuales e institucionales que pueden arriesgarse o ganarse con la adopción de técnicas literarias para el estudio de la ciencia y, a la inversa, la incorporación de textos científicos al molino de la crítica literaria? A mi juicio, esta cuestión requiere nuestra consideración colectiva; en rigor de verdad, y en vista de la particular urgencia que empezó a asumir a raíz de las actuales guerras académicas, podría ser más exacto decir que exige esa consideración. De hecho, la viabilidad de empresas de cruce de fronteras como estas conferencias acaso dependa de ella.
Capítulo 1 LENGUAJE Y CIENCIA: LA GENÉTICA, LA EMBRIOLOGÍA y EL DISCURSO DE LA ACCIÓN DE LOS GENES*
*Adaptación y ampliación de mi conferencia Tanner, "Rethinking the Meaning of Genetic Determinism", dictada en la Universidad de Utah el 18 de febrero de 1993 (Keller, 1994). Este ensayo también aparece en Great Ideas Today (Chicago, Encyclopaidia Brittannica, lnc., 1994), págs. 2-29.
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Unci.creenciaide larga data entre los genetistas Ó' que en años recientes ha conquistado mayor aceptación en el público en general) f!.§_lade que los genes son los agentes primarios de la vida:·_lCls unidadesfundamentales del análisis biológico; causan el desarrollo de los rasgos biológicos, y la meta última de las ciencias biológicas es comprender cómo actúan. Semejante confianza en.el poder y el accionar de los genes -codificada en lo que llamo el "discurso de la acción de los genes "- ha tenido inmensa importanciapara la historia de la genética y, más recientemente,para el lanzamiento de la Iniciativa del Genoma Humano. Empero, ¿qué significa atribuir (o, para el caso, negar)podercausala losgenes? ¿En qu¿ ~edi¿¡~esú ~an~r~ de habl~r refleja un conjunto de "hechos naturales" y en qué medida refleja los hechos de la cultura de una disciplina en particular? Además, ¿sólo se trata de una manera de hablar? ¿No es también una manera de pensar, de v_er_ydehacer ciencia? Éstas son algunas de las cuestiones que quiero considerar en el contexto de la historia de dos grandes áreas de la ciencia de la vida del siglo XX: !!Lg~f!~!.iC_Cl._yla embriología. Los historiadores de la biología señalan rutinariamente que para los biólogos del siglo XIX, el término "herencia" se refería a la vez a la "transmisión de potencialidades durante la reproduc-
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ción y [al] desarrollo de estas potencialidades hasta transformarse en rasgos adultos específicos" (Allen, 1985, pág. 114). La cuestión que suscitaba su interés por encima de todas las demás era, como lo expresó August Weismann en 1883: "¿Cómo es capaz una única célula germinal de reproducir la totalidad del cuerpo con todos sus detalles?" (citado en Sander, 1986, pág. 363). Con el cambio de siglo, sin embargo, empezaron a producirse modificaciones cruciales. En 1900 se redescubrió a Mendel: en 1902, los "factores" mendelianos se asociaron a las estructuras cromosómicas; el término "genética" se acuñó en 1905, y "gen" en 1909. En 1915, T. H. Morgan publicó The Mechanism of Mendelian Heredity; en 1916 se fundó la primera revista de genética, lo que marcaba claramente el hecho de que había nacido y estaba en marcha una nueva disciplina. Para los nuevos gene~istas, la distinción entre genotipo y fenotipo (introducida por Wilhelm Johannsen en 1911) proporcionó un léxico útil para distinguir el problema de la transmisión hereditaria con respecto al del desarrollo embrionario (véanse Allen, 1986, págs. 127-128, y Sapp, 1987, pág. 49). En rigor, el surgimiento de la genética coincidió con la redefinición del término "herencia", para referirse exclusivamente a la transmisión: los que antes se habían vistocorno dos aspectos de un único tema (transmisión y desarrollo) llegaron a considerarse (al menos así 10 hicieron los norteari}t_:ricanos) como. cosas distintas. Tras las primeras décadas del siglo xx, el estudio de la transmisión había pasado a ser de la incumbencia de la genética, en tanto 'que el del desarrollo -ahora escindido de ella- permanecía en el área de la embriología. Surgieron dos disciplinas separadas, con dos conjuntos diferentes de inquietudes. En un párrafo de su libro de 1926, The Theory of the Gene, T. H. Morgan describió su relación de la siguiente manera: Entre los caracteres, que proveen los datos para la teoría, y los genes postulados, a los cuales se refieren aquéllos, se encuentra to-
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do el campo del desarrollo embrionario. 1.:ateoría del gen, tal como se formula aquí, no afirma nada con respecto a la forma en que los genes están conectados con el producto final o carácter. La ausencia de información relacionada con este intervalo no significa que el proceso de desarrollo embrionario no sea de interés para la genética [... ] pero sigue vigente el hecho de que la selección de los caracteres en sucesivas generaciones puede explicarse en la actualidad sin hacer referencia al modo en que el gen afecta el proceso del desarrollo (J 926a, pág. 26).
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En otro lugar, ese mismo año, advirtió que
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la confusión con que a veces nos topamos ~n la literatura es el resultado de no haber logrado mantener apartados el fenómeno de la herencia, que tiene que ver con la transmisión de las unidades hereditarias, y los fenómenos del desarrollo embrionario que se producen casi exclusivamente mediante cambios en el citoplasma (1926b, pág. 490). Debemos recordar que la genética era todavía una disciplina relativamente nueva, que luchaba por consolidarse contra la hegemonía establecida de la embriología y la fisiología. Los "fenómenos del desarrollo embrionario" y sus "cambios [concurrentes] en el citoplasma" siguieron ejerciendo una vigorosa atracción sobre la atención y el interés de la mayoría de los biólogos. Sólo dos años antes, en 1924, el embriólogo alemán Hans Spemann y su alumna de posgrado Hilde Mangold (de soltera Proscholdt) habían publicado su clásico trabajo sobre el "organizador", lo que generó una enorme corriente de interés en la dinámica causal del desarrollo embrionario.' Indudablel!l~!lte_)la __ gen_é!i~3: __ proporcionabauna _podero~?-metodologf~p-a~ar~strear la transmisión de di-
1. Hilde Mangold murió en un accidente pocos meses después de la publicación del artículo.
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ferencias entre los organismos existentes, pero no tenía respuest~ a la pregu?ta de cómo una única célula germinal podía producir un organ~~mo.La búsqueda de esa respuesta siguió siendo de la incumbencia de la embriología. No obstante, aun en los primeros días de la genética, cuando el gen todavía era un mero concepto abstracto y se entendía claramente la necesidad de interacciones entre el núcleo y el citoplasma, los genetistas de la escuela de Margan solían suponer que esas partículas hipotéticas, los genes, debían encontrarse de algún modo en la ra~zdel ~~sarrollo. Si en algunos de s~ escritos Margan daba la impresion de ser ecuménico y concedía a la embriología un status disciplinario y un objeto de estudio (el citoplasma) separados pero iguales, en otros momentos planteaba con total claridad el ordenamiento epistemológico adecuado de ambas disciplinas. Si bien reconocía que los genetistas no podían ~ecir nada sobre qué eran los genes o cómo se conectaban postenormente con la formación de caracteres o rasgos adultos, y poco acerca de cómo interactuaban con el citoplasma del óvulo fecundado (la contribución específicamente materna), en1924, no o?stante, escribió lo siguiente: "Resulta claro que todo lo q~~ el cltopl~sma aporta al desarrollo está casi enteramente bajo la influencia de los genes contenidos en el cromosoma, y por lo tan:to puede calificárselo en cierto sentido como indiferente"_(pág. 7_2~!.Otros fueron aún más lejos. En un intento por aclarar la posicion de Margan, el genetista R. A. Brink explicó que "la teoría n:endeliana postura como materiales hereditarios unos cu~rpos dls~retos y estables, que se perpetuaban así mismos -los genes-, residentes en los cromosomas. Esto significa, desde luego, que lo_~genes son los qgentes internos primarios que controlan el desarrollo" (subrayado mío). Brink describía de la siguiente mane-
ra la gran ventaja de la genética sobre otros enfoques: Al resolverse el mecanismo interno primario en unidades definidas que pueden combinarse en varios grupos [... l, ya no es nece-
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sario que el complejo hereditario actúe meramente como el objeto pasivo de la experimentación fisiológica, sino que puede variarse de una manera precisa [... l. Estamos hoy en una posición favorable para llegar a las propiedades dinámicas del mecanismo hereditario por medio de un análisis de la acción de sus elementos separados. Ésta, nos parece, es la contribución señera que la genética hace a nuestro punto de vista sobre los problemas de la fisiología del desarrollo (1927, págs. 281-282).
Para H. J. Muller, discípulo de Margan, la característica más notable del gen era que poseía la propiedad que él llamaba "autocatálisis específica" (con lo cual aludía a la autorreproducción). "Es aún más destacable -escribió- el hecho de que el gen pueda mutar sin perder su poder autocatalítico específico" (1.926, pág. 200). Debido en gran parte a esta razón, tituló su trabajo de 1926 como "The Gene as the Basis of Life" ["El gen como el fundamento de la vida"] (se dice que se negó a cambiarlo a "The Gene as a Basis for Life" ["El gen como un fundamento para la vida"]). En él, llegaba a la conclusión de que "el grueso [... ] del protoplasma [es], después de todo, sólo un subproducto de l~ acción del material genético; su 'función' (su valor de supervlve~cia) estriba únicamente en que nutre losgenes, ylos secretos pnmordiales comunes a toda vida se encuentran más atrás, en el material genético mismo" (págs. 200-201). Hoy tal vez resulte dificil ver qué tienen de polémico tales afirmaciones. La atribución de capacidad de acción, autonomía oí¿ y primacía causal a los genes se ha hecho tan familiar gue pare- L'e ,/ ce obvia e incluso evislent(!_p()rsí misma. Sin embargo, lo que ,_) " qui~~~hacer es intentar desvanecer esa familiaridad, citando estos argumentos en su contexto histórico (usando el hoy un tanto pintoresco lenguaje en que se plantearon por primera v~~) para que sea posible verlos como novedosos y, con ello, perc~blralgo del proceso por el cual adquirieron su familiaridad y su timbre de _- l
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El lenguaje en acción
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·l·Es ?~en sabido que hacia mediados de la década de 1920 la uÍ1lzaclOn de la D hil l mai . ' rosop 1 a y e maiz como orgamsmos modelo para rastrear la transrnision . " d e 1os rasgos heredi . ereditarios prestó a los genenstas Un .. d " ' , . ngor y una pro uctividad que otras disciplinas apenas podían Ig 1 PI' ., ua aro ero a pnmera generación de oenetistas -Morgan y su es 1 h' , b , . eue a- IZO mas que desarrollar las técnicas y la practica de la se 't' . . ., .. ne ica como un nval de la embnología' también forjó una maner d h bl dI' .' . a e a ar e os genes: de su papel y significado en la reprod ., 1 .. . .... . . . UcclOn, e crecimrento y el desarrollo. Cuando Muller Ide~tI[¡caba el gen como(elfundamento de la vida reclamaba para el una prioridad tanto(?~tológica\como tempor~l Primero el gen IUe 1 1 ,... , go e protop asma restante (el citoplasma) que iJ aparece como un b d' ' -, . . su pro ucto cuya única [unción es la de ser un medio ambIente c. ilit d . . lue o la vida. O lac~ 1 a or, para nu:nr al g~n. P~I!l:l~r:_2_~L_gen, g - , ;. , mejor, con el gen viene la VIda. El concepto de gen aqui ll1VOcad ti 1 d J del fis¡ o lene e rostro e ano: es en parte el átomo el'.. fíSICOy en part e e 1 a Ima p 1" rni . atórnca, a l misrno tiempo un eleme~t,o constructivo fundamental y una fuerza animadora, Sólo la aCCLOn de los gen d d '.. I . . es pue e ar mlCIOa a compleja serie de procesos que ll1c1uyeun organismo viviente. Empero 'qu' I .' (, e es exactamente lo que hacen los genes? Desde ulego III Muller ni Brink ni Morgan podían decirlo. Es posible ine uso que ' d"e aceren ., dee los zenes" haya VIStofacilitado ' , la noci on os genes su cammo por la ausencia misma de conocimiento acerca de lo que es un gen (en 1 tid d e sen loe que, como no sabían qué era tal vez les haya result do má '11 ibui ' , a o mas senci o atn uirle cualquier propiedad, /aun una mIlagros ) P . I dí . a . ..ero aunque estos pnmeros genetistas no polan decir nada s b 1 tu 1 d I '.- . --.-.. --..._. - ". ) -'---,"-'-;- -".. o re a na ra eza e a presunta fuente de todo .el crecmuento y d II . " .. '-;-". ,. . esarro o postenores, no podían dar una expli\.cacron clen~lflca de la acción de los genes, ofr~cieron a las futu(ras generacIones de genetistas algo igualnlen"te'valioso... Por lo cornú 1 ' ífi n, os cientí ICOSsuponen que sólo sus datos y r
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sus teorías cuentan para el progreso científico, y que la forma en que hablan de unos y otras no importa, es irrelevante para su trabajo real. Pero al introducir ese modo particular de hablar, la primera generación de genetistas norteamericanos proporcionó un marco conceptual que fue de importancia decisiva para el rumbo futuro de la investigación biológica, Para captar tanto su retórica como su fuerza conceptual, llamaré a esta manera de hablar "discurso de la acción de los genes", un discurso que, para la genética, fue innegablerñente·p;:od~ctivo. Permitió a los genetistas seguir adelante con su trabajo sin preocuparse por su falta de información sobre la naturaleza de esa acción; en un grado considerable, incluso ocultó la necesidad de contar con ella, (A
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lo largo del pe_~~~~__ d_e_ _en!r~&.~e_~~.~s, ~e_neo~i~!~so r:?r.!~~~_~~~canos invocaron rutinariamente la noción de acción de los genes como-;;ísu-s}gñlflC~d~. caye;:~ .P~E.~~~PE~pi~.J?~_.:) Al rgj§l_11o' tíé-mpo,ola atribuCión de capaCidad de acción, autonomía y responsabilidad causal a los genes dio primacía tanto al objeto de la actividad de los genetistas como a la disciplina de la genética, a sus propios ojos como a los de otros. Se ocupaban del fundamento de la vida. Si el complejo hereditario, como escribió Brink, deja de ser un "objeto pasivo" para elevar§~_ª.-º-~_Q_º_~!ción de actividad primordial, el estudioso d~.~§!._~ºl_11illo~jgL.P.9J el mismo movimiento, también alcanza esa posición. En rigor de verdad, sugiero que el discurso de la acción de los genes representa el sello (o marca registrada) específico de la escuela estadounidense de genética morganiana, especialmente de su enfoque del desarrollo. Si su primer uso fue poner entre paréntesis la cuestión del desarrollo, cuando una serie de genetistas norteamericanos enfocaron su atención en éste a mediados de la década de 1930, ese léxico contribuyó a definir el enfoque que adoptaron: dio forma a las cuestiones que podrían plantear o no de manera significativa, los organismos que decidirían estudiar, los experimentos que tenía sentido hacer o no, las explicaciones
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que eran aceptables o no. En este aspecto, el discurso de la acción de los genes cumplió funciones tanto cognitivas como políticas. Ian Hacking ha sugerido que cada disciplina científica tiene su propio "estilo de razonamiento" y que éste GQUsJit1Jyesu contexto epistemológico. En otras palabras, un estilo crea la posibilidad misma de la verdad o la falsedad y, en consecuencia, determina lo que debe considerarse como objetivo (1982). Mi noción del discurso está cerca de la idea de estilo de Hacking. No hace falta decir que la mayoría de los embriólogos estimaron notoriamente menos compatible esta manera de hablar de la relación entre genes y desarrollo -una manera que reformula la dinámica del desarrollo como una consecuencia de la acción de los genes-. Esa forma de hablar no ofrecía al estudioso del desarrollo un ámbito separado de investigación (como lo daban a entender las observaciones de Morgan) sino un compromiso de inclusión o, más exactamente, de incorporación. Ya en 1924, Spemann, la contrafigura más importante de Morgan, escribía lo siguiente: El progreso previo [de la genética] ha sido sorprendente, y si los genetistas están hoya la caza de nuevas conexiones, no es porque sientan que sus esfuerzos son fútiles sino por ser conscientes de sus prominentes facultades de apropiación. Han puesto los ojos en nosotros, en el Entwicklungsmechanik (pág. 293). Una década más tarde, Ross Harrison emitió una advertencia similar en su alocución presidencial a la American Association for the Advancement of Science: Ahora que [... ] el "instinto viajero" de los genetistas empieza a impulsarlos en nuestra dirección, tal vez no sea inadecuado señalar un peligro en esta amenaza de invasión. El prestigio del éxito de que disfruta la teoría de los genes podría convertirse fácilmente en un obstáculo para la comprensión del
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desarrollo si dirigiera nuestra atención exclusivamente hacia el genoma. [... ] Ya contamos con teorías que refieren los procesos de desarroJlo a la acción génica y consideran todo el desempeño como no más que la realización de las potencias de los genes. Tales teorías son completamente unilaterales (1937, pág. 372). Los embriólogos tenían buenas razones para preocuparse. No sólo estaba amenazado el status de su disciplina; lo mismo sucedía con el status de su interrogante: ¿,cómo hace una célulagerminalpara desarrollarse hasta convertirse en un organismo multicefüiái-?'si contenido genético de todas las células de un ~_r_g_api.smo es el mismo, ¿cómo es posible comprender el surgimiento de las notorias diferencias entre todas las células que constituyen un organismo complejo? A los embriólogos les parecía evidente por sí mismo que este problema de la diferenciación, tan profundamente insertado en el centro mismo de sus inquietudes, era simplemente incompatible con la noción de que el gen era el lugar exclusivo de la acción.i Como lo reconoció posteriormente el propio Morgan (que hablaba a la sazón como embriólogo):
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En la mayoría de las interpretaciones genéticas, 10 que se da a entender es que todos los genes actúan todo el tiempo de la misma forma. Lo cual no explicaría por qué algunas células del embrión se desarrollan de una manera y otras de otra, si los genes son los únicos agentes en los resultados (1934, pág. 9). Pocos genetistas (si los hubo) hicieron caso de la advertencia de Morgan. (Ni siquiera él la tomó en cuenta.) En cambio, quienes se interesaban en la relación entre genes y desarrollo encontraron otro camino: cambiaron de tema. 0, más precisamente, 2. Los genetistas sólo podían estudiar variaciones en organismos ya existentes; así, pues, el modo en que llegaban a formarse los organismos estaba ante todo más allá de su conocimiento.
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transformaron la pregunta del embriólogo en una diferente. Alfred H. Sturtevant explicó en detalle cómo hacerlo. En el Congreso Internacional de Genética de 1932, abrió su trabajo acerca de los efectos de los genes sobre el desarrollo con la siguiente observación:
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Uno de los problemas centrales de la biología es el de la diferenciación: ¿cómo se desarrolla un huevo hasta convertirse en un organismo multicelular complejo? Ése es, desde luego, el gran problema tradicional de la embriología; pero también aparece en genética con la forma de esta pregunta: "¿Cómo producen los genes sus efectos'?" (pág. 304).
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Para abordar esta cuestión, examinó la correlación del pigmento del ojo con la constitución gonádica en ginandromorfos Drosophila y llegó a esta conclusión: Resulta claro que en la mayoría de los casos hay una cadena de reacciones entre la actividad d;~ecta de un gen y el producto final del que, en su condición de carácter, se o(;llpan los genetistas. [... ] El tipo de experimento que he descripto puede considerarse como un comienzo en el análisis de ciertas cadenas de reacciones en sus enlaces individuales (pág. 307).
No quiero subestimar la importancia de la sugerencia de Sturt~vant de que era posible usar mosaicos de Drosophila de aparición espontánea para el estudio del desarrollo, especialmente porque, hasta entonces, se había creído que la Drosophila estaba fuera del alcance de la embriología.3 Pretendo meramente destacar el
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formato lineal con que planteó el problema (un gen "produce su efecto" a través de una "cadena de reacciones", o la "actividad directa" que genera el producto final, su carácter). C.ontráste~e ~sta formulación con la de Richard Goldschmidt, la figura principal de la genética fisiológica alemana, quien tambi~n había ~studiado durante algún tiempo casos de intersexualidad en msectos (fundamentalmente polillas) y estaba igualme~te interesad? en la naturaleza de la acción de los genes. Son notonas muchas diferencias de estilo (para un lector norteamericano, Goldschmidt era .típicamente imponente y siempre inclinado hacia las generahzacI?nes ornniabarcativasj.f pero la que quiero señalar es más suttl: Goldschmidt ponía el acento en los sistemas de reacciones coordenadas de velocidades particulares ("El desarrollo debería descomponerse en una serie de reacciones coordenadas de v~locidades definidas" [1932, pág. 345]); 10 que buscaba era precisamente las propiedades dinámicas de dichos sistemas (Z_us(~~menspiel der Reaktionen). Para él, la acción de los genes significaba que éstos eran a la vez catalizadores y catalizados, actores y "sustancias reactivas" (pág. 343). En su libro de 1927, había defendido un "esquema de activación diferencial del gen 'inducida por los sustratos"', en el que la "activación de los genes" tGenaktivie. rung) es afectada por la aparición de un sustrato apropiado.P Sin embargo, para los genetistas norteamericanos, la nueva ex-
4. En parte, esta tendencia refleja la diferencia de "estilos nacionales" descripta por Jane Maienschein. En una carta aL. C. Dunn (en respuesta a la fran: ca crítica de éste a su indebida rapidez para generalizar), Goldschmidt escribió lo siguiente: "Ciertamente me doy cuenta de mi debilidad por adelantarme a los hechos con conclusiones, lo cual se debe a mi constitución genética, que me obliga a atribuir de inmediato a los nuevos hechos su lugar dentro del todo, para satisfacer mi sentido de la 'normalidad nacional,,, (27 de mayo de 1940). 5. En una vena similar, Goldschmidt especuló que "las células nodrizas son responsables de la polaridad y/o los gradientes en el óvulo del insecto" (Sander, 1986, págs. 368-369).
3. En realidad, cuarenta años después Arturo García-Bellida y John Merriam (1969) exhumaron toda una gaveta con datos reales de Sturtevant para producir un mapa del destino de la Drosophila.
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posición .que hizo Sturtevant del problema -y su recomendación de que analizaran las "cadenas de reacciones en sus enlaces individuales"-:Uvo una inmensa atracción; por cierto, pareció enormemente m~s clara que las formulaciones de Goldschmidt. Como sin duda 10 intuyeron, elíreplanteamientc) de Sturtevant representaba un gran logro. Una vez que el problema del desarrollo se traduce e~ la ~~estión. de có~o producen sus efectos los genes, la tarea se s.lmphflca de inmediato, y casi milagrosamente. El genetista ya no hen~ que empa.ntanarse en la compleja dinámica de huevos y orgamsn:os multlcelu~ares; el estudio de organismos unicelulares, .q~e bnndan una mejor oportunidad de analizar"cadenas de reacclO~es", debería ser suficiente. George Be~dí~· Arth~-rT~tum escogle~on ~aNeurospora, un organismo unicelular que puede cultivarse l~ vitro, y su elección los compensó generosamente. En 1940 propusieron su explicación de la producción de efectos por los genes en ~na ~?rma que llegó a conocerse como la hipótesis "un genuna enzima . Beadle y Tatum proporcionaron un tipo particular de r~spuesta a la ~~estió,n ~e cómo produce s~s efectos ll_[l_.g~!!: cataliza una reac~lOn qU1l111,ca e.specífic~. IIl~P_e.~~.IIl~~ __ coloqtli?l, hace ~n.a enzima. ~a rrustenosa noción de la acción de los genes p~rec~atener por fin un contenido real. En lo suc~si,:,º)._ycon la hipotesis un ge~-un~ e~ima, la ge_l1~tL~_ºe_I.d~s<1rr
ciones diferentes y, por lo tanto, parece ~~§9. que la. secuencia precisa de las bases sea el código que transporta la información genética" (1953, pág. 967). Todo lo qtl~ había que_c211ocer era el código, y pronto también eso estuvo a la vista. . Los genetistas y los biólogos moleculares estaban eufóricos: ¡allí, seguramente, debía estar la respuesta! El~~.!!a_I1sl?~!t~J~ "información genética" (o programa) YJ.o~gel}:e_s''p~ººuce.l}: ~tl.s efectos'; al dar las "instrucciones" para la síntesis p_roteí!l:ig!l·El ADN hace el ARN, el ARN hace laspr.ote_iIla_syJª.s PIQtt:inas no.s hacen a nosotros. Setrataba, sin dud.~illgtll~il!_~e__ul~9 .~e~9..~l1_i!9S más grandes de lahistorla-de -ii-é'i-enc;ia:De todos modos, aún se podía preguntar (aunque pocos lo hicieron en ese momento): ¿qué clase de respuesta es ésta? ¿Qué significane_ri_reªh
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fo rmac io n, pr()gr.:q.~(1.1_~'!~tr'1.qc_i_º!l..1-~_il1~!tl.~º. e_1 V~~Q_()-~(1f-e._:?
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Watson y Crick obtuvieron mucho -y merecldo- crédito por su trabajo, pero me temo. que se pasó por alto una contribución: su introducciónde~~~rhetáforalde la informªció_l1 en el repertorio del discurso biológico fue un golpe de genio. J::~.h~~o~~.~.e_~.st.ª ' metáfora -sus usos e implicacion~s-::-.es iJ1_~11~J1_~ª,ment~ rica y otros la exploraron in extenso (véanse en especia1Doyle, 1993 y "C. Kay, de próxima aparición), pe~o1no 9~sta.n.!~,.tªl_\,~z.,PQ.dr_iªn.ser pertinentes algunos breves comentarios. Apenas unos años ant.es, el matemático Claude Shannon había propuesto una medida cuantitativa precisa de la complejidad de los códigos lineales. La llamó información -adrede, el término era independiente de significado o función-, Y a principios de la década del cincuen.ta la "teoría de la información" se había convertido t!11_tl!1.1<.!l1:!ªC:<11ieflte en el mundo de los sistemas de comunicación. Parecía ser ~normemente prometedora pa~a el ~ná1isis de~~~~._cl~~ede sistemas complejos, incluso los):>{()fóg!c:os.Como al parecer el ADN funcionaba comoun código lineal, el uso de esta noción de la información en genética parecía natural. ~ero y~ en 1952 los genetistas reconocieron _9.~~.l~_~_(!.fil1ic:i_~1l !.~l1i.cª de informac ión sencillamenten'ü-po,Üa servir para la información biológica (porque
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asign2!iª.J.a misma cantidad de información al ADN de un organismo en funcionamiento que a una forma mutante, por discapacitante que fuera la mutación). Así, la noción de información genética invocada por Watson y Crick no era literal sino metafórica. Pero era extremadamente poderosa. Aunque no permitía medidas cuantitativas, autorizabala é-Xpectativa+anticipada en la noción de acción de los genes- de que la información biológica no aumentara en el transcurso del desarrollo: ya estaba plenamente contenida en el genoma. Esta jugada y, aún más, la asociación de información con programa e instrucción, fortalecieron enormemente el concepto de acción de los genes. Así como Erwin Schroedinger lo había previsto en su muy leída obra, ¿ Qué es la vida?, "las estructuras cromosómicas son el código jurídico y el poder ejecutivo -o, para usar otro símil, el plano del arquitecto y la destreza del constructor- a la vez" (1944, pág. 23).6 Con seguridad, los embriólogos clásicos no se habrían sentido felices con este giro de los acontecimientos -sus interrogantes, sus organismos (aun su humilde Drosophila había llegado a verse como demasiado compleja, demasiado desaliñada) y ellos mismos habían quedado rezagados-, pero una nueva generación de biólogos tenía pocos motivos para mirar atrás. !-ª_primera generación de~iólogos molecularesjno podía decir cómo un huevo se transforma en un organismo (en otras palabras, no podían decir nada sobre la forma en que un gen llega a hacer precisamente las enzimas necesarias para el desarrollo de un orga!1i~I_!!2.º"lUlticelular, en las cantidades adecuadas, el moment2..21'2E.Í!:'!1_(l_Y el lugar correcto), pero tenían un nuevo y poderoso~~cu~sor~tórico)Jara manejar esas cuestiones. Podían sobre . -_ .. .. h~º.!ª_r_~_n..fa:!}:!l:)j.9 el desarrollo en abstracto y los programas o instrucciones genéticas necesarias p_a_r~gl!_i~E!.o. En su alocución presidencial ante la -
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6. Para una elaboración particularmente elegante de este punto, véase Doyle (1993).
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British Association for the Advancement of Science en 1965, Sir Peter Medawar propuso algo así como un elogio retrospectivo de la embriología: Con el saber que nos da el conocimiento de los hechos, ahora podemos ver que la embriología sencillamente no tenía y no podía haber creado el fundamento de razonamiento genético que habría hecho posible formular una teoría del desarrollo. [... ] El desarrollo embrionario [... ] [debe] ser un despliegue de capacidades preexistentes, una representación de instrucciones genéticamente codificadas (págs. 1328-1329). Veinte años después, la progresión desde Watson y Crick hasta la Iniciativa del Genoma Humano, como el propio Watson nos lo recordó con tanta frecuencia, pareció directa y lógica. ~i todo desarrollo es meramente el despliegue de instrucciones preexistentes codificadas en las secuencias nucleótidas del ADN -si nuestros genes hacen de nosotros lo qlle somos~, .e~.p~rfectamente coherente fijar la identificación de estas secuenciascomo la meta primera y, en rigor de verdad,última de la biología.
Una ironía de la historia ¿A qué me refiero, entonces, cuando digo que el discurso de la acción de los genes -ahora incrementado con metáforas de información e instrucción- ejerció una fuerza crítica sobre el rumbo de la investigación biológica? ¿~ueden las palabras tener fuerza por sí mismas y en sí mismas? Desde luego quena. La adquieren sólo gracias a su influencia sobre los actores humanos. A través de su influencia sobre científicos, administradores y organismos proveedores de fondos, proporcionan vigorosos justificativos racionales e incentivos para movilizar recursos, identificar determinadas agendas de investigación y concentrar
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la fábrica de Eastman Kodak como unlugar de autorreproducción nuestras .energías y atención científicas en direcciones específicas. El dISCurSOde la acción de los genes actuó precisamente de . esa ~ane.ra. Y sería temerario pretender que no funcionó bien. La historia de la biología del siglo xx es una historia de éxitos extraordinarios; la genética -en un principio cl~sic~j;~g~ molecular- obtuvo algunos de los mayores triunfos de la ciencia moderna, A decir verdad, esta manera de hablar demostró tener tanto poder que hoy, luego de todos estos años, parece estar finalmente a pun~o de rescatar el pagaré librado por Morgan y su escuela en la pnmera parte del siglo, y no sólo retóricamente sin? en ~a práctica científica real. Durante estos últimos años la blo~ogIa molecular ha hecho extraordinarios progresos 'dilucidar exactamente de qué manera (como dicen) los genes controlan el desarrollo. _ Pero algo curioso ocurrió en camino al Santo Grial. Cada vez fue menos posible describir ese extraordinario progreso en el discurso que lo alimentó. La concentración dogmática en la acción de los genes produjo un deslumbrante arsenal de nuevas técnicas para anal~zar el co?:portamie.n~o de los disti~tos segmentosgénicos, y la mfor~aclOn tran~mltlda por esastécnicas ~~ºyi_t::_rte hoy de m~ner~ radlcall~ ,doctnna del gen como agente únif_2_(~ i~~i~s~ primario). Tam?!en se ha hecho notoriamente evidente que-el dlsc.urso de la accion de los genes siempre exhibió serios inconveruentes, además de su ceguera productiva ante las cuestiones del d~sarrollo y la diferenciación celular. Tal como nos 10 recuerda RIchard Lewontin,
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El ADN es una molécula muerta y está entre las menos reactivas y más químicamente inertes del mundo [... ]. No tiene capacidad para autorreproducirse. Antes bien, es producida con materiale.selementales por una compleja maquinaria celular de proteínas. SI bien a menudo se dice que el ADN produce proteínas, en realidad las proteínas (enzimas) producen el ADN. El ADN recientemente fabricado es sin duda una copia del viejo [... J, pero no describimos
[de fotografías] (1922, pág. 33). y prosigue: El ADN no sólo es incapaz de hacer copias de sí mismo [... ], sino que es incapaz de "hacer" cualquier otra cosa. Lasel:u~n~ialineª~ de nuc1eótidosen el ADN es utilizada por la m(iquinariade la célula para determinar qué secuencia de amiI1o~(;I~os_ ~~l:>~incorporarsea una proteína y cuándo y dónde ~eprgdtlfi!{tést_a.Pero las proteínas de la célula son hechas por otras proteínas, y sin esa maquinaria de formación proteínica no se puede hacer nada. Hay aquí una apariencia de retroceso infinito [... J, pero esta apariencia es un artefacto de otro error de la biología vulgar,el quesostieneque sólo los genes pasan del padre a la d.e~ceTldencia: pe hecho, un óvulo, antes de la fecundación, contiene todo unaparatqde producción depo_sitªdo_ené1 durante su desarrollo c.elular.H~~~-,!!!,g~Tl2~ºIº-_g~.Tl~_s _be~_h_º§_º~ ADN sino la intrincada estructura de una_ma9.!:l_Í!1ariª_celulª~ºTl_§ti-~'---'" ... ....,,,.,,,_.--,-_ ...,,---"''''-'''_'
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la fábrica de Eastman Kodak como un lugar de autorreproducción [de fotografías] (1922, pág. 33).
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tes de ella hubiera ningún tiempo significativo. Este esquema no proponía ni un momento ni un lugar en que concebir el ejercicio de sus efectos por parte del citoplasma del óvulo. Con el surgimiento de la biología celular en las décadas de 1950 y 1960, Ysuspoderosas metáforas de la informac;iónylos programas, la importancia del citoplasma se erosiol!Q_ªÍlD_gl<ÍS. y una vez que la bacteria E. coli llegó a actuar como organismo modelo (recuérdese la famosa observación de Jacques Monod: "Lo que es cierto para la E. coli es cierto para el elefante" [citado en Judson, 1979, pág. 613]), los interrogantes sobre los óvulos y la fertilización o sobre los procesos de desarrollo de cualquier tipo dejaron de tener aplicabilidad alguna. Lo novedoso es que las observaciones trilladas de Lewontin volvieron a tener un sólido sentido biológico, incluso en genética. Esta misma se volcó una vez más al estudio de organismos más elevados -rnoscas, ranas y ratones-, y con ello ha redescubierto todos los viejos problemas de la embriogénesis. En rigor, podríamos d(!(;_i~: __ g_ll~_ por fin se ha producido el largamente esperado acercamiento__ de la genética y la embriología. Pero sus términos resultan ser muy diferentes de los imaginados por las primeras generaciones de genetistas y biólogos moleculares. ~ª_~ __iDY'~_~tigªc;iones __ actuales -que abrevan en los fenomenales éxitos técnicos de la._!:lio.!ogía molecular e incluso en la información secuencial surgida de la Iniciativa del Genoma Humano- invitan (cada vez con más insistencia) a un cambio en la locución, en el cual el citoplasma tiene tantas probabilidades como el genoma de ser designadocomo el lugar de control. ¿Cómo'sucedió esto? Tal vez ya a mediados de la década del sesenta hayan aparecido signos tentativos de esta transformación -algunos de ellos, al parecer completamente inocuos-. En el mismo momento en que Medawar (y otros) entonaba el elogio de la embriología, se acuñaba ya una nueva expresión -y más agnóstica-: biología del desarrollo. Para quienes aún se interesaban en los problemas de la embriogénesis, la nueva denominación de su campo represen-
. d d tación No sólo el término taba claramente una estrategla e a ap . taminado' lo "embriología" había quedado desesperad~mente con ~.ml . .. _ mismo había sucedido con términos afmes como. cr~cl:~l:_ lo" 7 Por otro lado, para los recién llegados d~ la bl,o~~~.la b e de . resión biología del desarrollo tema un uti , I.m r cul.ar,la l~xdPd'estaba libre del sesgo metazoario exphclto en la umversa 1 a . palabra "embriología b prendió y hacia fines de los Sea como fuere, el nuevo.~om re ',', 'E 1968 Eric Da1 . ocurno con su practlca. n , años sesent~, ,oml.smo G Activity in Early Development, vidson publicó su mflu~,ente ene lares ue se concentraba de una obralescritat~:~~I~I~t~:r:~~:~~ón en ~ embriogénesis. Dos lleno en a c,uesI vacó la primera Conferencia Gordon sobre años despues se con 11 1972 los primeros programas de Biología dc~~::a~:Si~~:Ci~~ explícita aparecieron en ~a pos~radonual Guide lo Graduate Programs in the BLOlog~cal son s An ti dad de esos proGramasya ascendla a Sciences. En 1981, la can I h b1985 la Junta de Sín. 1992 llegaron a oc enta, y en cI,ncuenta;eUn. 'd d de Stanford aprobó la creación de todo un dices de la nwersi a • departamento de b~ologí~de~:r~~~r~:ll~'acción a la activación de No obstante, e pasaje .re ":D En fecha tan reciente los genes no fue ni inmediato m uru arme. p.
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, Stud of Growth and Development, común7, En 1964, la Society for the , ys' dad del Crecimiento1 se rebautimente conocida como Growth SO~le~y~ oc~ Developmental Biolo~y,Clement zó a sí misma como Society for (t de l:us:C~dad, sugiere que el cambio de nomMarkert, por entonces preslden,te I G th Society había sufrido cierta decabre "se originó en dos razones, 1) a row y 2) Ymás importante, el tér, d ue no tenía muy buena Imagen" " d dencia, de rno o q ibt bi [1 La expresión [biología del esamin_o'crecimiento' no la descn ra len, ,,alquier otro término usado ás descnptlva que cu , ' rrollo] era mue I10 m b '1 "y de hecho mejoro la una, imiento' o 'em no ogJa, , ' previamente, como creClm,l, ' t "(Clement Markert, carta a la gen científica de la institucJOnconvementemen e autora, 14 de febrero de 1992),
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como 1984 David BaIt· ". familiar d' . , imore todavía Invocaba el lenguaje más
la genétic: :ob~~;~!l; :oi~~u:ar ?ar(a expli~ar la distinción entre ISI0
ogia o embnología) clásica:
El enfoque de la genética [] . bre dI' '" consiste en hacer preguntas somo e os no sobre máoui b nica; sobre i~form . , ~umas: so re decisiones, no sobre mecáca deja las grasien;:~on ~ Istona. En la analogía fabril, la genétimaqumas y va a la ofici . . analiza a los planificadores los d . rna ejecutiva, donde gistros históricos [ l Lo" bi , 1 ecrsores, las computadoras, los rebro de la célula (pá~·.~50)~ 10 ogos necesItaban encontrar el cere-
Hoy en día, los genetistas consideran que los vercl_a.si.e~ºs"genes inteligentes" son _!2~~.~ ..!ienen J~-ª.Piicidad d~.t~,sQQll.c!~La uncomplejo de señales codificadas en las proteínas citoplasmaticas. Los genes pueden ser "intelj~nt~~:2_P~!'.2...~E!Lc.~~eb!().~el ~n inteligente" .11,ºdebe encontrarse, .en.~!los [ll,is.n)()!'): tªl<::_flj~nrealIA~p:!t::.~norganismos complejos, las alusiones a su {'acción"'!,se trasmutan sutilmente en referencias a su,,"activación'j, en que ellugarde c_
Sin embargo, siete años después B I . con Helen Bl ) l' ' a trrnore se refirió (junto nada por mec:~i:m aosmdeedl'~ca entqUIe la.diferenciación está goberon ro activo" 1 " de expresión de cada . ,en os que el estado námica de proteínas r!egnUI[ eds] determmado por la interacción di. a oras presentes en I ' I I quier momento dado" (1991 ' 7 a ce u a en cual. , pago 81). E n ngor de verdad, d" cesidad de encontrar el caeunbcuano B~ltImore hablaba de la netiva" (el ADN) ese b re ro de la ce lula en "la oficina ejecuca En 1984 Sid ce~ ro ya salía de ésta para entrar en la fábrila biología ~olec~~;r :eecnoner, .~nlod~ l~s grandes arquitectos de , nOClO o siguiente: Al . '. sarrolloPi~:c~P~~O:::i:c~:lque la ~es~uestaa la comprensión del deculares de control génico [co~~lml,en.t~de los ~ecanismos moleyendo Los me' .... o se SI ay alguien que lo siga ereples y'no nos d~;;~s:os moleculares parecen aburridamente simdescubrir los principiosq~: ;~e:::::i~~b~: Te~emosque tratar de de cosas se reúnen en el' 1 ,que manera montones mIsmo ugar No . . se encarnen en un mero dis .. ., ~reo que estos pnnclpios código genético (Citado en l;:Ii~~~ 9~U~~ICO, como Ocurre con el
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dio ambiente, ya que proporciona las vías de sintetizar, importar o estructurar las sustancias (no sólo productos génicos, sino todas las sustancias) requeridas para el metabolismo, el crecimiento y la diferenc~a~ión. En última instancia, la función de los genes reguladores no difiere de la de los genes estructurales, en el sentido de que simplemente aportan formas eficientes de garantizar que los materiales necesarios se provean en el momento y el lugar oportunos (pág. 444).
La propuesta de Nijhout tal vez sea extrema. Pero no hay duda d~ que hay en el aire una nueva manera de hablar, en concord~?Cla con el surgimiento de una nueva biología: al parecer, los b~olog?s moleculares han "descubierto el organismo". La nueva _b~ologIadel desarrollo acarrea consigo unE~sll.rgiº!~~_n!º4eÍ interes en mucho~ de los. problemas de organización y_ ~9rfº_g_éI;esis e~ los que habla trabaja?,o una generación anteriorde _~!I!~~iº19gºs, e I~cluso una resurreccion de vanos de los mismo~PEº!g(;glºsexp~:lm~ntales. Los hallazgos resultantes no apuntan a la detennina~Ion citoplasmática ni nuclear, sino más bien a un sistema complejo pero e.xtren;adamente coordinado de dinámicas reguladoras que operan simultáneamente en todos los niveles: en el de la activación de la transcripción, el de la traducción, el de la activación proteínica y el de la.comunicación intercelular; en el núcleo, en el citoplasma y, a decir verdad, en el organismo en su totalidad. Así, pues, ¿qué es lo que me parece tan interesante en esta historia? Para un científico (incluso para uno retirado a medias como yo): lo que suscita el m~yor interés debe ser, seguramente, ~Icontel1ld~ específi~o de la revolución conceptual hoy en marcha. El cambio en el discurso del que somos testigos en la literatura marca. u.n~ modificación conceptual de pasmosas dimensiones; nos exigirá aprender a pensar de una manera radicalmente nueva. S~senta años atrás, hombres como Joseph Needham, C. H. Waddl~g:on. y 1. H. Woodger buscaron un lenguaje para la compleja dinámica que relacionaba los elementos nucleares y cito-
plasmáticos tehead. En do ajeno a sos que lo
en la filosofía de los pr.ocesos d~ Alfred North Whila actualidad, el lenguaje de Whitehead es demasianosotros para resultar útil. Pero tenemos otros recurcompensan, especialmente en matemática Y compu-
tadoras. Desde hace algún tiempo, una serie de investigadores -Stuart Kauffman y René Thomas, entre otros- desarrollan modelos para redes genéticas que representan un gran avance con respecto a las nociones más simplistas de acción de los genes. Estos 11lº-ª~Jºs ilustran de qué manera las redes de genes en interacción pueden dar origen a patrones estables y autoperpetuadores de dinámicas bioquímicas de un tipo radicalmente diferente de lo qlle_p_()dría producir cualquier gen que actuara en forma autónon:~.a.Al hacerlo dan sustancia a las anteriores nociones de Waddmgton sobre lo~ caminos epigenéticos y, al mismo tiempo, socavan automática e irrevocablemente las divisiones tradicionales entre genética y epi genética. Pero, aunque interesantes, esoS mod~los son sólo u~ comienzo. En concordancia con el nuevo lenguaje del control CItoplasmático, también sería útil desarrollar modelos de redes somáticas de proteínas interactuantes, en las que los genes fueran los intermediarios encubiertos de la interacción proteínica, en vez de que las proteínas fueran las intermediarias de la interacción génica (como lo son en los modelos de redes de genes). En última instancia, desde luego, hacen faltalmodelos)de gran enverga~ura ~e_genes y I'~()teíI1_as el1__ il!~(!r~cción,de ~n. t.iI'o que hoy hacen posible las grande~ _computadora~. En defInItIVa: creo que la función más importante de todos est.os I?~delos sera estimular el desenvolvimiento, justamente, de las mtmclOnes sobre los fenómenos interactivos y emergentes que pasados discursos tanto ayudaron a obstaculizar. ~o teng().__ ~udas _d_~ ql:le_el_e_f~cto será una transformación en la manera en que pensamos los sistemas biológicos que haráque los cambi()s q_ueya hemos empezado a presenciar parezcan meros presagios.
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Sin embargo, para un historiador de la ciencia, esta historia suscita otras cuestiones. Expresadas simplemente, éstas tienen dos aspectos: ¿qué prestó al discurso de la acción de I()sg_en~~:tJJ1. carácter tan persuasivo durante tantos años?¿Y por qué hoy está cediendo su lugar? (O bien podríamos pregtllltarnos· por qué la embr!~logía languideció dura?te tantos años, y qué ~s permitido su actual retorno.) Estas son diferentes versiones de los mismos interrogantes, debido justamente al hecho de que históricamente el destino de la embriología estuvo muy ligado al lenguaje de la acción de los genes. Planteados de una u otra manera son mucho más difíciles de contestar de lo que podría sugerirlo el empirismo ingenuo. Las respuestas simplistas podrían decir algo así: la embriología languideció porque era una ciencia mala e improductiva; hablábamos de la acción de los genes porque no conociamos nada mejor; en rigor, los fenómenos del desarrollo son tan difíciles de estudiar que fue imposible cualquier progreso real hasta el advenimiento de las técnicas del ADN recombinante que produjo la biología molecular. Aunque fueran ciertas, todas estas afirmaciones no serían, empero, más que una parte de la historia. ºej a.11~fue.~~~()~~l~~~~stió~~~~ ~!iyaciq~) Conexamente, también ignoran el delicado hecho de que los primeros estudios experimentales que despertaron el interés de los biólogos moleculares en el desarrollo precoz de organismos más elevados se apoyaron exclusivamente en técnicas clásicas que eran trabajo intensivas, por supuesto, pero estaban disponibles desde mucho tiempo atrás. Me refiero en especial a los estudios de mutantes "de efecto materno (o citoplasmático)" y de rescate citoplasmático en la Drosophila, emprendidos por primera vez por Alan Garen y otros a principios de la década del setenta, y llevados a tan dramática realización pocos años después por Christianne Nüsslein- Volhard y sus colaboradores.f Lo que hicieron es-
lo que--ha
8. Nüsslein-Volhard
empezó sus estudios con una mutan te que había sido
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tos estudios fue establecer el papel crítico desempeñado por la estructura citoplasmática del huevo antes de la fecundación: antes dela hora cero. La pregunta más obvia es por qué estos esfuerzos se emprendieron en la década del setenta y no antes. El_tiempo y el espacio no me permiten entrar en los pormenores de esos estudios, pero éstos revelan, como lo confirman Garen y otros autores, que no había ninguna dificultad técnica insuperable ql1e impidiera su realización años, si no décadas antes." Desde la primera parte del siglo se habían acumulado mutantes de efecto materno, aun en la Drosophila; el instrumento técnico más decisivo, el micromanipulador, también se había desarrollado bien y tenía un uso difundido en la década del treinta. Podría argumentarse, desde luego, que la Drosophila era un organismo extremadamente dificil de estudiar embriológicamente (y con seguridad lo era), pero aun esta ostensible dificultad había sido superada en gran medida a principio de los años cincuenta, una vez más, gracias a la aplicación de técnicas disponibles desde mucho tiempo atrás. Lo que faltaba -tanto en el estudio de la embriología de la Drosophila como en el examen más específico de los efectos maternos- era la motivación para invertir el esfuerzo necesario. y nue-
aislada por Alice BuJl más de diez años antes. Pero como aquella lo explica, "En la época de Alice BuB, los biólogos modernos no se interesaban en el desarrollo y la gente que se dedicaba a las moscas no estaba interesada en embriones" (Nüsslein-Volhard, carta a la autora, 4 de abril de 1992). 9. En una entrevista telefónica realizada el 29 de abril de 1992, le pregunté a Alan Garen si su experimento de 1972 sobre el rescate citoplasmático en la Drosophila podría haberse hecho antes. La conversación se desarrolló así: GAREN: Sin duda; no necesitábamos más que un buen soplador de vidrio. EFK: ¿Y por qué no se hizo? GAREN : No teníamos mutantes de efecto materno. EFK: Pero en realidad, la mutante que usaron había sido aislada por Sheila Counce a mediados de los años cincuenta. GAREN: Bueno, sí. [Pausa.) Es una buena pregunta. No sé por qué, supongo que a nadie le interesaba.
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van:ente.es perti?en~e la nomenclatura: desde 1930, los genetistas hablan sido partidarios de la expresión herencia demorada como u.na ~escripci~n. más precisa de estas mutantes. 10 Lo que se consiguio al recalificar los efectos maternos como herencia demorada f~e reforzar la comprensión de la expresión fenotípica, aunque tardía, c~mo un mero resultado; en otras palabras, como puramente e~Ifenoménica y, por lo tanto, carente de importancia causal propia. En términos más generales, la creencia -preponderante entre los genetistas al menos desde mediados de los años veinte- de q~e el mensaje genético del cigoto "produce" el organismo, que el ~I.toplasma ~s simplemente un sustrato pasivo, no podía sino ~eb¡JItar la motivación necesaria para emprender experimentos tan mnegablemente dificil es. I I Por lo tanto, la cuestión es ahora saber qué fue lo que superó ese supuesto.
IO. Véase Boycottet al., 1930, pág. 52. Otra expresión para estos efectos, here_lIcta materna, era Igualmente engañosa y, como condujo a la puesta entre parcnresrs de esos efectos con argumentos polémicos en favor de la herencia citoplasmática, contribuyó también a la prolongada desatención de los efectos maternos. Como lo dijeron Sturtevant y Beadle en 1939: "A veces se dice que casos de este tipo muestran la herencia materna, un término engañoso, dado q~e la her~ncIa es perfectamente normal y el rasgo no habitual es que la expresion fenotípica se demora una generación. [... ] En todos estos casos los caracteres descriptos están claramente bajo control genético; la única complicación es que hay una demora en la expresión del fenotipo" (págs. 329-331). Il. El notable trabajo de Nüsslein- Volhard atestigua con seguridad su independencia y entereza; también representa un buen ejemplo de lo que Harriet ZU~,kerman y Joshua Lederbeig describieron como "descubrimientos posmaduros (1986). Otro ejemplo de una demora similar podría verse en los recientes éxitos en el análisis de la metamorfosis de los insectos. En general se considera que este trabajo empieza a mediados de la década del setenta con una serie de artículos de Michael Ashburner sobre el uso de ecdisona para inducir hinchazones cromosómicas, en los que se propone un modelo para la "coordinación de la activación génica". Sin embargo, en una reseña reciente (1990), Ashburner atribuye a dos genetistas alemanes que trabajaron en los años cincuenta, W Beerman y H. 1. Becker, las ideas básicas tanto para el trabajo como para el modelo.
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Si las formas en que hablamos de los objetos científicos, como lo he sostenido, no están simplemente determinadaspor la evidencia empírica sino que, antes bien, influyen activamente en el tipo de evidencia que buscamos (y que por ende es más probable que encontremos), debemos considerar otros f
r~s si queremos entender la fortaleza y persistencia del discurso de la acción de los genes. Permítanme indicar esquemáticamente, en el resto de este capítulo, cuáles fueron algunos de esos factores, al menos tal como actuaron entre las dos guerras mundiales.
Una metáfora en contexto En la década del treinta, al embriólogo suizo Osear Schotte le gustaba ilustrar las relaciones entre embriología y genética con un bosquejo de dos visiones de la célula: según lo percibe el embriólogo, el núcleo es pequeño, pero en la percepción del genetista, virtualmente llena toda la célula (Sander, 1986). Su bosquejo usa el núcleo y el citoplasma como tropos para las dos disciplinas: cada una atribuye a su objeto de estudio un tamaño proporcional a su autoimportancia percibida. De manera similar, ambas prestan a cada objeto, núcleo y citoplasma, sus propios atributos de capacidad de acción, autonomía y poder. Como lo expresó L. C. Dunn, "la genética tenía que ser un poco fastidiosa para poder establecerse" (1959, pág. 319).
Un tercer ejemplo podría verse en la obra de John Gerhart a partir de los años setenta, cuando se propuso repetir algunos experimentos clásicos decisivos (hasta allí desconocidos para los biólogos moleculares) sobre la rotación ovular en ranas. En mi opinión, puede considerarse que esos casos ilustran la pérdida de impulso tecnológico resultante del discurso de la acción de los genes y, además, que similares relaciones entre discurso y práctica podrían ayudar, en términos más generales, a echar luz sobre el fenómeno del "descubrimiento posmaduro".
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Sin embargo, el núcleo y el citoplasma también llegaron a erigirse en tropos de la importancia, la capacidad de acción y el poder nacionales. El núcleo fue el dominio en el que la genética estadounidense apostó sus singulares puntos fuertes, asociados con los intereses (y proezas) norteamericanos, en tanto que el citoplasma se asoció a los intereses y hazañas europeos, y especialmente alemanes. Los biólogos alemanes fueron a menudo explícitos con respecto a lo que veían como el intento de los genetistas estadounidenses de adueñarse de la totalidad del campo. En 1926, V. Haecker describió el campo entre la genética y el desarrollo como la "tierra de nadie" de la somatogénesis: "Un territorio fronterizo cultivado por nosotros durante no poco tiempo. [... ] Los norteamericanos no se notificaron de esto" (pág. 233). Goldschmidt formuló una queja similar, al atribuir la indiferencia estadounidense al "ascenso de una escuela de genetistas para quienes el conocimiento biológico, al margen del mendelismo, no parecía necesario, por lo cual se daban por completamente satisfechos si conocían el t~abajo de las escuelas más íntimamente afines a su propio enfoque" (traducido por Sander, 1985, pág. 389).12 Esta tensión_I?(?~!~Ó~l_g.l!~~s._s.i_g~os de disminuir cuando los recuerdos de la Primera Guerra Mundial se desvanecieron entre fines de los años veinte y comienzos de los treinta, pero no hizo más que resurgir con el ascenso de Hitler al poder. Se rememoró el ardiente nacionalismo (bismarckiano) de Spemann, lo mismo que sus ocasionales referencias a la superioridad experimental del pelo de los bebés arios o los es-
12. En otro lugar, Goldschmidt comentó: "Es verdaderamente lamentable que Morgan y sus discípulos [... ] hayan quedado aferrados a una interpretación tan estrecha de los fenómenos genéticos y se opongan a toda costa a cualquier nueva idea, en especial si es fisiológica. [... ] Lo he discutido extensamente con mi querido amigo Morgan, pero él insiste en que una cosa [fenotipo] ha sido explicada una vez que uno ha rastreado el correspondiente factor mendeliano" (citado en Harwood, 1993, pág. 50).
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peciales dones intuitivos de los científicos alemanes.l ' Hasta Goldschmidt fue sospechoso, aunque se trataba de un judío que se vio obligado a emigrar en 1936.14 El 23 de agosto de 1939 se reunió en Edimburgo el Séptimo Congreso Internacional de Genética.l ' Goldschmidt no asistió, pero sí 10 hicieron cuarenta y dos de sus colegas de Alemania. Las minutas de la reunión rezan lo. siguiente: Durante un día y medio el congreso pudo sumergirse en sus agradables asuntos. Hasta hubo bailes. Pero en el atardecer del 24 su serenidad se hizo añicos. La guerra, esa anticuada futilidad de inmadurez irracional, la antítesis de todo lo que representábamos, estaba a punto de abrumamos. Se había aconsejado a los súbditos británicos en Alemania que regresaran a su patria. La delegación alemana, por lo tanto, no tenía más remedio que hacer lo mismo. [... ] Nos habíamos reunido como genetistas que compartían los mismos intereses y entusiasmos; repentinamente, se nos exigía que nos comportáramos como patriotas con puntos de vista ferozmente antagónicos. (pág. 7)
13. El uso del pelo de lactantes fue decisivo para la manipulación experimental de embriones prematuros por parte de Spemann. Para más informaciones sobre su nacionalismo, véase Horder y Weindling (1986). 14. En 1959, Dunn recordó que Goldschmidt decía: "Sé que usted piensa que fui un necio al creer que, aunque de origen judío, me pasarían por alto, pero, después de todo, recuerde que mi familia se instaló en los territorios del oeste del Rin en el [siglo XIII]. ¿Qué otra cosa soy, si no un alemán?" Dunn prosigue sugiriendo que Goldschmidt "tenía con respecto a Hitler las mismas ilusiones (... ] que muchos de los académicos alemanes. [... ] Se creía absolutamente seguro; tenía una cátedra, era Geheimrat [consejero privado], era todo lo que debía ser un profesor alemán, y en el instituto era Dios en persona" (historia oral de Dunn, pág. 377). 15. Originariamente estaba previsto realizarlo en Rusia, pero los rusos lo cancelaron en medio de la confusión generada por las purgas genéticas instigadas por Trofim Lisenko.
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La guerra cobró su cuota a todo el mundo; una vez tennina a, fue necesario reconstruir la biología alemana virtualmente dela nada. Por último, hay otra referencia metafórica al núcleo y el citoplasma, sin duda la más notoria de todas, que debe encontrarse en la reproducción sexual. Tanto por tradición como por la experiencia biológica, uno y otro también fueron, al menos hasta la Segunda Guerra Mundial, tropos de macho y hembra. Hasta el surgimiento de la genética bacteriana a mediados de la década del cuarenta, todas las investigaciones en genética y embriología, tanto en Europa como en los Estados Unidos, se concentraban en organismos que atraviesan etapas embrionales de desarrollo; en ellos es evidente una asimetría persistente de las contribuciones masculina y femenina a la fecundación. La gameta femenina, el huevo, es mucho más grande que la gameta masculina, el espermatozoide. La diferencia es el citoplasma, que deriva del progenitor materno (una tierra de nadie, efectivamente*); en contraste, la célula espermática es casi puro n~cleo. Así, no puede sorprendernos n1Uchoc;g!llPtº!2ªr._g_l!~_t::!I:~L1·!?c;1l~so convencional sobre el núcleo y el ci~()P!a5''!1E,_ ~.~_!~.~!~!I!!~~e considera rutinariamente como un-~inº_rli_Il).º __ h:tlt:!Y()· por otra parte -por un muy fa~'lÍlia; ~iir~d~'l~ lógica-, el !lÍl~leg_~~tomó a menudo como un doble del espermat_02:()i4e. Theodor Boveri sostenía la necesidad de reconocer al menos alguna función al citoplasma, con el argumento de "lo ab.surdo de la idea de que sería, posible lograr que un espermatozoide se desarrollara gracias a un medio de cultivo artificial" (publicado póstumamente en 1918 y traducido en Baltzer, 1967, págs. 8384; véase también Wilson, 1896, pág. 262). Así, muchos debates
º~
*Recuérdese que en inglés, "tierra de nadie" es no man te "tierra de ningún hombre" (n. del t.).
s land, literalmen-
sobre la importancia relativa del núcleo y el citoplasma en la he:encia refl~jan ine:i~ablemente discusiones más antiguas sobre la Importancia (o ac.t~vldad) relativa de los aportes materno y paterno a la reproducción, en las que la tendencia histórica abrumadoramente mayoritaria fue atribuir actividad y fuerza motriz a la contrib~ción ~asculin~, mientr~s. se relegaba la femenina al papel de medio ambiente pasivo y facilitador, En términospl~tónicos, el huevo representaba el cuerpo yel núcleo, el alma activado~~~(En una vena conexa, tal vez valga la pena señalar las observaciones de. E. B: ~,ilson sobre la temprana pasión de Morgan por la embriologia: Es un secreto a voces que aun ahora a veces huye de las austeras cumbres donde mora la Drosophila para entregarse a los ~l~c~r.es ilícitos del h~e~o y su desarrollo" [1932, pág. 82].) A mi JUlClO, en estas asociaciones radican con seguridad parte de los antecedentes tanto de la fuerza del supuesto de la acción de los genes como, quizás aún más, de su pérdida gradual del status de ve:dad evide.nt~ por sí misma. Más específicamente, sugiero que dichas asociactones se refieren muy directamente a la desestimación histórica de los efectos maternos.l? El cambio, desde luego, no se produjo de la noche a la mañana. Aunque la embriología ya no fue de~.2l,l~s_~~lª_g_l!t::g_ª_:l!º-~ll1-
. ,16. Entre las déca~as de 1950 y 1970, la expresión efectos maternos desaparecto de casi todos los índices; en la mayoría de los autores, la expresión herencia materna (en ~ran parte una ~onsecuencia directa del apartamiento de los genetistas del estudio de los orgamsmos metazoarios, especialmente la Drosopliila, y su vuelco al estudio de los organismos unicelulares de reproducción asexual) es reemp~azada porherencia citoplasmática. En rigor de verdad, Ruth Sager, quien estudió la herencia en los protistos unicelulares Chlamydomonas, menciona la herencia materna en el índice del libro que escribió en 1961 junto con Francis R an Cell Heredity, pero únicamente para referir al lector a la herencia monopare~ta/ Desafortunadamente, esa redesignación no sirvió de mucho para protegerla de las bromas de sus colegas, que hablaban burlonamente de su trabajo como "Ruth y su defensa del huevo" (Sapp, 1987, pág. 206).
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prendimiento investigativo floreciente, el r~~uerdo ?e esa .lucha disciplinaria tardó en desYél.pé:c~rse.También :t~I11º ~1l_~_I~I11p,0 -aproximadamente dos décadas-la reconstrucFI~n de la biología alemana. Por último, hubo que esperar el movimiento de las mujeres, que modificó nuestras ideas sobre el ~éner~ y tal vez el hiato de la genética bacteriana (en la que nadie tema que pensar en los aportes masculino y femenino), para que estos cambios comenzaran a notarse en la biología. Cuando el estudio de organismos más elevados empezó a resurgir en los años setenta, el mundo entero ya había cambiado, y lo mismo las maneras de hablar que parecían naturale~. La embriolggí::l:Y~__ I1_Q:_~.I~_.~!!_E.i;v.al, Alemania se había convertido en un amigo y la eqllld<.t~._9_~g~I1ero hacía furor. Hubo otros cambios, por supuesto, a los que no me he r~fe~ido; los más notables fueron tal vez la ~p<.tr.i~~n._<.ié:l discurso de la retroalimentación y el de los cuerp()~ Cor110ciborgs, ambos asociados c?n l~s extraordinarios. ?esarrollo,s ~n el análisis de sistemas y la CIenCIade la computación. X p_orúltimo, pero difícilmente menos impor.tante, se produj~ron l?s igualmente extraordinarios desarrollos internos de ·l
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.!}eras ele pensar los ,:cuer.pos~Como mínimo, debemos advertir qué poco parecido es' el organismo redescubierto porla biología molecular al que los viejos embriólogos procuraban entender. Pero mi principal argumento debe quedar claro: al actuar sincronizadamente (como siempre lo hacen), las historias social, cognitiva y técnica de la biología del siglo xx nos llevaron una vez más a una coyuntura dramática y crítica. y si esta historia tiene una moraleja, es la siguiente: para no apresurarnosdemasiado a felicitarnos por nuestra recién descubiertailllstm~_iº.l1_,_Q~l;>~rí.ªmos recordar que nuestras predilecciones -por más que estén fundadas, como deben estarlo, en nuestras realidades sociales y políticas específicas- son todo lo que tenemos comoguía. Así, no hay garantía de que nuevos doctrinarios no aprovechen la oportunidad que hoy se nos presenta; en rigor de verdad, tenemos muchos motivos para suponer que lo harán, e incluso para sospechar que ya lo han hecho. -Después_'_.'_-_._ deJ:od()d ..
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Capítulo II MOLÉCULAS, MENSAJES y MEMORIA: LA VIDA Y LA SEGUNDA LEY
y si la mente misma requiere un hábitat material, tiene entonces en un átomo un hogar imperecedero. A. E. DOLBEAR "Lije from a Physical Standpoint"
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Es muy sorprendente que los cientificos de laboratorio todavía tengan que alimentar el espejismo de que el individuo, el sujeto humano [ ..] es verdaderamente autónomo y que, en algún lugar de §_ujfl_~e_rJ.9_!' ya sea en la glándula pineal u otra parte, hay un señalero, un hombrecito dentro de un hombre, que hace funcionar el aparato. [ ..] Es como Arquímedes: le damos su puntito de apoyo fuera del mundo y puede moverlo. Pero ese puntito no existe. JACQUES LACAN
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La concepción de los genes como actores autónomos -dotados de la autoridad y la capacidad de dirigir el curso futuro del desarrollo organísmico- data de mediados de la década del veinte, pero el giro particular agregado por la noción ~~Lg:()mosoma como "código-guión" sólo se da a principios delos aiiº~_~uaxen~a. El crédito por el planteamiento de esta idea corresponde a Erwin Schroedinger, el físico CI.~!!!~!1l,!_
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Estos cromosomas son [... ] los que contienen en cierta especie de código-guión todo el patrón del desarrollo futuro del individuo y de su funcionamiento en el estado de madurez. Cada conjunto completo de cromosomas contiene todo el código. [... ] Al denominar código-guión la estructura de las fibras cromosómicas, queremos decir que la mente que todo lo penetra, antaño concebida por
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Laplace [... ] podría decir a partir de su estructura si el huevo se desarrollará, en condiciones adecuadas, hasta convertirse en un gallo negro o una gallina moteada [... ]. Pero el término código-guiónes, desde luego,demasiadorestringido. Las estructuras cromosómicasson al mismo tiempo instrumentales para provocarel desarrollo que presagian. Son el códigojurídico y el poder ejecutivo-o, para usar otro símil, son el plano del arquitecto y la destreza del constructor- a la vez (1944, págs. 22-23).
tá en contradicción con la observación, bueno, a veces estos experimentalistas realmente hacen chapucerías. Pero si se verifica que su teoría se opone a la segunda ley de la termodinámica, no puedo darles ninguna esperanza; no puede hacer otra cosa que hundirse en la más profunda humillación (1928, pág. 74).
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Dadas las inquietudes de Schroedinger, el problema era obvio; .dado el status de la segunda ley, era serio: ¿cómo podía explicarse la extraordinaria estabilidad de la memoria genética en un mundo <. en el que todo lo demás no era sinopasto de las, iIIlPlaf,a_ºJ~~_ftl~J=. zas de la disipación? ¿Cómo conciliar esta ley suprema de la natu:raleza con el hecho igualmente innegable de la vida? . En 1943, exiliado en Dublín, Schroedinger abordó este problema en una serie de conferencias reunidas con el título más bien imponente de "¿Qué es la vida?", justamente el tipo de interrogante metafísico que hasta entonces los científicos angloparlantes, por lo menos, habían considerado con tanta desconfianza. Pero Schroedinger tenía una respuesta. Inspirado por su reciente conocimiento de un modelo atómico de la estructura génica propuesto por N. W. Timoféeff-Ressovsky, K. C. Zimmer y Max Delbriick (1935), Ytras escarbar en un argumento que había esbozado una década antes en Berlín, planteó que la solución a esa aparente paradoja, el peculiar poder de los sistemas vivientes que les permite resistir la segunda ley, que les da origen ylos mantiene "vivos" en sus existencias individuales -y, más importante, los dota de inmortalidad gracias al mecanismo de la memoria genética-, radica en la estructura especial de sus cromosomas:
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.Mi argumento en este capítulo consistirá en sostener que esta noción d( código-guiónj insertada por Schroedinger en los cromosomas, trae a la biología molecular del siglo xx el_"llOmbrecito dentro de un hombre" de Jacques Lacan, recupera para el discurso biológico contemporáneo el punto de Arquímedes del que parecemos incapaces de prescindir. Pero para dar sentido a la intervención de Schroedinger, para entender mejor su noción de código-guión -"el código jurídico y el poder ejecutivo [... ] a la vez"-, debemos retroceder al siglo XIX y la formulación de la segunda ley de la termodinámica en 1850, y en especial al debate que ésta suscitó con respecto al lugar de los sistemas vivientes en las leyes de la física. Por lo tanto, empiezo por describir brevemente la historia de este debate desde su inicio a mediados del siglo XIX.!
Grandes y pequeños demonios La génesis de la segunda ley s~ enc,:!entra, desdell!~~~,~n el problema práctico de aumentanla eficiencia de las.máquil!~s de vapor,)pero a raíz de que su idea central consistíajustamente en l. En esta reseña, me apoyo en gran medida en los informes de otros autores, particularmente, tal vez, en la excelente obra de Crosby Smith y Norton Wise, Energy and Empire (1989).
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negar la posibilidad de una transformación absolutamente eficiente del calor en fuerza motriz (en otras palabras, sin disipación de energía), desde el mismo inicio vino al caso la cuestión de cómo hace un organismo viviente para efectuar una conversión tan eficaz del faloqdel sol en su propio poder animado. En rigor de verdad, Williám Thomson (más adelante Lord Kelvin) dedujo la segunda ley a partir de una premisa que excluía explícitamente los procesos animados. Tal como lo escribió en su artículo "On the Dynamical Theory of Heat", de 1851: La demostración de la segunda proposición se funda en el siguiente axioma: "Por medio del accionar material inanimado, es imposible deducir un efecto mecánico de cualquier fragmento de materia mediante su enfriamiento por debajo de la temperatura del más frío de los objetos circundantes" (1911, pág. 179). Al revisar un año antes el ejemplo particular del calor producido por las corrientes eléctricas, propuso dos posibilidades para esta exención de los organismos vivientes: o bien "en el marco animal [el calor] actúa a fin de producir un efecto mecánico gracias a parte de ese calor" -sin disminución de la temperatura, y por lo tanto en violación de la segunda ley-, o bien "la voluntad del animal puede hacer que estas corrientes produzcan un efecto mee [mech]" directamente, con el calor como un mero efecto colateral y sin violación de la segunda ley. "Hay un alto grado de probabilidad en favor de la segunda de estas dos tesis", dijo durante una serie de conferencias que dictó entre 1852 y 1853. "Si tiene que ser una u otra de estas hipótesis, la segunda está casi establecida" (citado en Smith y Wise, 1989, pág. 616). Thomson aborda la cuestión de la voluntad animal aún más explícitamente en su artículo de 1852 titulado "On the Power of Animated Creatures over Matter" (1911): La aplicación del principio de Carnot y los descubrimientos de Joule [... ] es indicada; de acuerdo con ellos, parece casi seguro que,
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cuando un animal actúa contra una fuerza resistente, no hay una conversión de calor en un efecto mecánico externo, sino que nunca se produce el equivalente termal total de las fuerzas químicas; en otras palabras, ~I cuerpo animal no actúa como una máquina termo~~,:ámic~_[ ... ]. ._La conciencia enseña a cada individuo que, hasta cierto punto, está sujeto a la dirección de su voluntad. Al parecer, por lo tanto, las criaturas animadas tienen la capacidad de aplicar de inmediato, a ciertas partículas móviles de materia dentro de sus cuerpos, fuerzas mediante las cuales se dirigen los movimientos de esas partículas a fin de producir los efectos mecánicos deseados (págs. 507509). Pero aunque "la voluntad del animal" pueda eximir a un ser viviente individual de las fuerzas inevitables de la disipación, la vida en general no será tan afortunada. En su artículo de 1852 "On a Universal Tendency in Naturet¡; the Dissipation ofMecha~ nical Energy" (1911, págs. 511-514), Thomson analizó sus implicaciones cosmológicas y llegó a la conclusión de que "dentro de un tiempo finito por venir, la Tierra debe volver a seri~epta. como moradadel hombre" (pág. 514). Al acuñar la expresión muerte termal, Hermann Ludwig Ferdinand von Helmholtz reiteró este sombrío mensaje dos años después;-~on la advertencia de_qll~_~llJ_n~,,~rs~.ti~!!
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tias de la era victoriana con respecto a la "muerte del Sol" y el desafio particular que semejante perspectiva planteaba tanto a la confianza popular en la tendencia, al menos, h_aciala perfección humana, como a la fe de.. Darwin en la evolución progresiva en unaescala másgrandiosa. En 1876 Darwin asentó su consternaCIón-én sti.A~ltobiografia: Por creer como creo que en un futuro remoto el hombre será una criatura mucho más perfecta que hoy, es intolerable pensar que él y todos los demás seres sensibles están condenados a una complcta aniquilación tras un lento y tan largamente continuado progreso. (págs. 153-154, citado en Beer, 1989, pág. 160).
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No obstante, y aunque no logró consolar a Darwin, pronto fue accesible cierta especie de alivio, tanto para el individuo como para la especie, en una nueva forma de mentalismo, a la vez más duradero y más poderoso que la entropía, Para la progresión de la vida individual, este nuevo escape de la muerte ya se insinuaba en la referencia de Thomson a "la voluntad del animal", y en escala cósmica estaba implícito en la concentración de otro fisico, James Clerk Maxwell, en las peculiares propiedades de las moléculas. _ Primero, y más simplemente, la escala cósmica: entre promesa del desarrollo progresivo en las teorías de Darwin y la amenaza de una decadencia y disolución inexorables en las leyes de la termodinámica, Maxwell previó una tercera posibilidad en la naturaleza de la estructura molecular, posibilidad que no era de progreso ni de decadencia, sino de estabilidad. (En rigor de verdad, como lo sostengo más adelante, es posible trazar una línea que vaya directamente desde las consideraciones sobre esta tercera opción hasta las especulaciones de Schroedinger, setenta años después, sobre la estructura molecular especialmente duradera de los cromosomas.) En_"~_()lecules",_l!l1 __ ~!:!i~ulo_qe J~]º" Maxwell escribió lo siguiente: ---- Nop~edep;~tularse ninguna teoria de la evolución que explique la
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similitud de las moléculas, porque la evolución implica necesariamente cambio continuo, y la molécula es incapaz de crecimiento o decadencia, generación o destrucción [... l. Siguen hoy como el día en que fueron creadas, perfectas en número, medida y peso, y de los imborrables caracteres impresos en ellas podemos aprender que las aspiraciones de exactitud en la medición, verdad en la declaración y justicia en la acción, que incluimos entre nuestros más nobles atributos como hombres, son nuestras porque son constituyentes esenciales de la imagen de Quien en el comienzo creó, no sólo el cielo y la tierra, sino las materias de que el cielo y la tierra están compuestos (citado en Beer, 1989, págs. 172-173).
y Beer concluye: "La indivisibilidad de las moléculas tiene una función mítica. Se convierte en una forma de sostener la mente que deriva hacia la disolución con el enfriamiento del Sol. El mundo indivisible es inmutable aun cuando se extinga la luz dadora de vida" (pág. 173).
Pero la mera indivisibilidad de las moléculas, por promisoria que pueda ser para la perduración cósmica, brinda poco consuelo a la vida individual. En el caso de ésta, debe contrarrestarse más directamente la fuerza de la entropía. En una carta de 1867 '?'\\ e,"" dirigida a P. G. Tait,Maxwell propuso la visfuIIlhre'd~--U~il~q:Iu:: ción-consu invenCIÓnde un ser puramente imaginario que podía invertir la tendencia natural hacia la disipación: "Imagineunser finito que conozcalos caminº~~y_las v_elocicléiclé;;de t()9as}as moléculas mediante la simple inspección pero que no pueda hac~r otra cosa que abrir y cerrar un agujero en el diafragma [entre dos vasos] por medio de una tapa corrediza sin masa". Si este ser finito sólo permite entonces el paso de las moléculas rápidas desde el vaso más frío hasta el más caliente, y bloquea las
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más lentas, el efecto consistirá en que "el sistema caliente se calentará y el frío se enfriará sin que se haya hecho trabajo alguno, excepto la utilización de la inteligencia de un ser muy atento y de dedos diestros" (reproducida en Knott, 1911, págs. 213-214). Con está~'c-oncepción fantasmática hace su presentación uno de los personajes más extraordinarios de la historia de la fisica (tal vez especialmente en la relación de la fisica con la biología), un ser "atentoy de dedos diestros" a quien Thomson pronto apodaría Demonio. Es indudable que el Demonio de Maxwell tuvo precursores, el más evidente en la inteligencia laplaceana, pero también en el bastante menos conocido Ser que el propio Darwin había presentado en su "Essay of 1844", donde había escrito lo siguiente: I
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Supongamos ahora un Ser con penetración suficiente para percibir diferencias en la organización externa e interior que son totalmente imperceptibles para el hombre, y con una previsión extendida a los siglos futuros para observar con infalible atención y seleccionar para cualquier objeto la descendencia de un organismo producido en las precedentes circunstancias; no puedo imaginar ninguna razón por la cual ese Ser no deba formar una nueva raza [oo.] adaptada a nuevos fines (citado en Schweber, 1982, pág. 322). Sin embargo, tanto el Ser de Darwin como la Inteligencia de Pierre-Simon Laplace eran figuras transfinitas, notorios sustitutos de Dios. Es cierto, el Ser darwiniano se parece al Demonio de Maxwell en un aspecto: también actúa como agente selector. Pero el punto crucial es que su percepción exige penetración desde afuera; selecciona desde 10 alto. En síntesis, el Ser de Darwin es su personificación de la naturaleza en gran escala, a decir verdad infinita. En contraste, 10 distintivo del Ser de Maxwell (quizá lo que hace' de él un demonio) es precisamente su ubicación dentro del gas, en el mismo nivel que las moléculas que debe seleccionar; es esa "finitud terrena", en rigor, su extrema pequeñez. "Muy
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pequeño PERO vivaz": eso es lo que Maxwell escribe en sus notas (citado en Schweber, 1982, pág. 7). Su Demonio puede ser inteligente y estar dotado de libre albedrío, pero lo igualmente crítico (y distintivo) de su carácter (como Thomson y él mismo lo destacaron reiteradamente) es su naturaleza mecánica más que preternatural. En última instancia, diré que para los sucesores del Demonio de Maxwell -a diferencia de sus precursores, particularmente tal como aparecen en el problema de la vida- el aspecto más importante es el cambio de su referencia, que pasa de Dios a una inteligencia como la humana, un cambio al que Schroedinger l.edio una orientación aún más interna, hasta que, a mediados del " siglo xx, se convierta en el espectro dentro de la máquina moleElIJardeJ
2. Carta del 6 de diciembre de 1870 a 1. W Strutt (Lord Rayleigh), citada en Smith y Wise, 1989, pág. 625.
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Campbell y Garnett, 1882, págs. 434-444), no sobre la segunda ley sino acerca de la ciencia y del libre albedrío. Aquí ya no compara la función del Ego con el guardagujas ferroviario, sino con el piloto de una nave, cuya función "no es producir sino regular y dirigir los poderes animales". Explica que en el transcurso de esta vida mortal nos encontramos más o menos frecuentemente en una divisoria física o moral, en la que una desviación imperceptible es suficiente para determinar a cuál de dos valles descenderemos. La doctrina del libre albedrío afirma que en algunos de tales casos sólo el Ego es la causa determinante (citado en Smith y Wise, 1989, pág. 629). ['
Otro fisico escocés, Balfour Stewart, abordó la cuestión de la vida aún más vívidamente en su manual The Conservation 01 Energy, publicado el mismo año: La vida no es un pendenciero que se dirige con baladronadas al universo abierto y perturba las leyes de la energía en todos los sentidos, sino más bien un estratega consumado que, sentado en su cámara secreta, ante los cables [de su telégrafo], dirige los movimientos de un gran ejército (1873, citado en Smith y Wise, 1989,pág. 629).3
Los vínculos que Thomson forja entre la fuerza animadora de la Vida y el Demonio son todavía más explícitos. En 1874, ahora como Lord Kelvin, redefine al Demonio de Maxwell como "un ser inteligente dotado de libre albedrío y una organización 3. La anteriorsugerenciade Stewartde que el ser viviente es "una organización de infinita delicadeza, por medio de la cual un principio distinto en su esencia de la materia, al imprimir en ella una cantidad infinitamente pequeña de energía direccional, puede provocar resultados perceptibles" hace eco aún más directamente a las propiedades del Demonio (1868, citado en Smith y Wise, 1989, pág. 628).
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táctil y perceptiva lo suficientemente fina para darle la facultad de observar e influir en las moléculas individuales de la materia" (1911,5, pág. 12).Y una vez más, en 1879, como una criatura de la imaginación con ciertos poderes de acción perfectamente bien definidos, de carácter puramente mecánico. [... ] Un ser si~ propiedades preternaturales y que sólo difiere de los animales vivientes en su extrema pequeñez y agilidad. [... ] Así como lo hace un animal viviente, puede almacenar cantidades limitadas de energía y reproducirlas a voluntad (1911,5, págs. 21-23).
Tal vez el aspecto principal que haya que señalar es que para 19s fisicos del siglo XIX (o al menos para éstos), el Demonio de
Maxwell cumplió una vital función dual en su gallarda lucha por mantener al mismo tiempo una concepción del libre albedrío y el determinismo, una visión de los seres vivientes como continuos con la materia inanimada pero distintos de ella. Como nos '10 dice Kelvin, el Demonio es "un ser sin cualidades preternaturales y que sólo difiere de los animales vivientes en su extrema pequeñez y agilidad" (1911, 5, págs. 21-23). Su huida de la segunda ley de la termodinámica no se efectúa sino gracias a una inteligencia meticulosa, la agilidad y, acaso lo más importante, una tapa corrediza sin fricción. Sin embargo, hacia fines del siglo XIX esta tensión resultó ser demasiado grande para mantenerse. Kelvin, que desde hacía tiempo tenía una relación algo tirante con Darwin a raíz del abandono del designio inteligente y benevolente por parte de éste, concluyó en última instancia que la Vida tendría que estar completamente exenta de las leyes de la fisica. En 1892 escribió lo siguiente: La influencia de la vida animal o vegetal sobre la materia está infinitamente más allá del alcance de cualquier investigación científica hasta aquí emprendida. Su capacidad de dirigir los movimientos de las partículas móviles, en el probado milagro diario de nues-
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tro libre albedrío humano y en el crecimiento de generación tras generación de plantas a partir de una sola semilla, es infinitamente diferente de cualquier resultado posible del concurso fortuito de los átomos (Smith y Wise, 1989,pág. 644). Yen 1899:
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La matemática y la dinámica nos fallan cuando contemplamos la Tierra, adaptada para la vida pero sin vida, y tratamos de imaginar su comienzo en ella. Con seguridad, esto no se produjo por ninguna acción de la química, la electricidad, el agrupamiento cristalino de moléculas bajo la influencia de la fuerza o ninguna clase posible de concurso fortuito de los átomos. Debemos hacer una pausa, puestos frente a frente con el misterio y el milagro de las criaturas vivientes. (pág. 612.) En definitiva, sin embargo; lo que proporcionó a Kelvin el argumento más vigoroso contra una explicación puramente mecánica de la vida y por 10 tanto en favor de las limitaciones radicales de la doctrina materialista fue la capacidad de acción humana y no el origen de la vida. Sólo un año antes de su muerte en 1907, escribió lo siguiente: Me parece que la percepción por parte de cada miembro de la raza humana de su propia individualidad y libre albedrío desautoriza absolutamente todas las doctrinas materialistas y nos da argumentos científicos para creer en el Creador del Universo, en quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser (pág. 645). En la visión final de Kelvin, ni siquiera el Demonio de Maxwell bastaría -al menos no por sí solo- para seres como nosotros mismos.
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El Demonio de Maxwell sigue vivo Aun frente a los recelos de Kelvin, sin embargo, el Demonio persistió, si bien no sin sufrir una considerable metamorfosis. En un panorama general trazado en 1990, Harvey Left y Andrew Rex le atribuyen tres vidas separadas (al menos hasta el presente). Fechan el final de la primera de ellas -lo que yo llamaría su vida dentro de la Vida (la vida que me interesa primordialmente en este capítulo)- y el comienzo de la segunda en 1929, cuando el Demonio resurge dentro de una máclulna'de movimiento pt
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wir selbst sind sie" ("Los Demonios existen, somos nosotros mismos", citado en Needham, 1943, pág. 216). o'--'-La segunda razón se refiere a ciertas inestabilidades radicales inherentes tanto al Demonio como a la segunda ley. Un punto del debate vigente se centró en la cuestión de si el Demonio mismo * debe ejecutar un trabajo y por ende produce entropía, q~'l!.és d_~Q.9.9.(En la jerga de la vida la cuestión es si el organismo debe producir entropía en su medio ambiente.) Si la respuesta a esta pregunta en cualquiera de sus formas es sí, puede decirse que la segunda leyes obedecida, al menos globalmente, tanto por el Demonio de Maxwell como por los organismos vivientes. En una serie de comentarios, la respuesta se enuncia simplemente como sí. Pero antes del artículo de Szilard de 1929, no conozco ningún esfuerzo para efectuar realmente el cálculo. La importancia del trabajo de Szilard -y la razón para afirmar que es (por lo menos) el (primer) toque de difuntos por el Demonio de Maxwell- consistió precisamente en,_... mostrar que para un "sistema biológico", cuyo modelo era un pistón que actuaba en ungasunidimensional;el Demonio tendría'qee'éjecutar de hecho un trabajo en el proceso de medición, con lo cual salvaríala segunda ley. Au~ así, algunos físicos mantuvieron su desacuerdo (en rigor de verdad, lo mantienen hasta el día de hoy), tanto con respecto a las actividades del Demonio como a la Vida. Vale la pena señalar que todos estos debates y análisis (incluido el de Szilard) no se basaban en la interpretación de fenómenos observados sino en el resultado de experimentos reflexivos, escenarios que sólo existían en la imaginación. Un intercambio particularmente notable entre Sir James Jeans y el físico químico F. G. Donnan da testimonio de la confusión. En cuatro rondas de cartas cada vez más
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* En el original, la autora dice: "the Demon itself (or himself/ ) ", diferenciando entre el neutro (itselj) y el masculino (himselj), como si en castellano dijéramos: "lo Demonio (¿o el Demonio?) mismo" (n. del t.).
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técnicas publicadas en Nature en 1934, Jeans y Donnan insisten en respuestas opuestas a la cuestión de si es necesario que la producción total (global) de entropía de los procesos metabólicos -el organismo en interacción con su medio ambiente- sea positiva (Jeans afirma que no, Donnan dice que sí). El debate mismo genera una gran cantidad de calor pero termina donde empezó: Jeans que manifiesta la esperanza de "que esta discusión termine pronto" y Donnan intenta reclutar aliados suficientemente numerosos para contrarrestar la autoridad en otros aspectos indiscutibles de su rivaL Las últimas palabras de Donnan son las siguientes: Aunque hemos discutido el asunto con diversas autoridades, incluido uno de los más eminentes físicos teóricos del mundo, no pudimos encontrar a nadie, con la excepción de Sir James Jeans, que esté en desacuerdo con nosotros. Nos conformamos, en consecuencia, con dejar el tema en discusión al juicio de los lectores de Nature (18 de agosto de 1934, pág. 255).
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Un segundo punto de discrepancia al menos tácita se refería a la acumulación local de orden en el sistema viviente mismo y si dicha acumulación estaría de acuerdo con la segunda ley. En la mayoría de las discusiones entabladas en las primeras tres décadas del siglo, los dos ámbitos de desacuerdo se desplegaron de manera intercambiable, como si se reconociera una única cuestión: para quienes se inclinaban hacia el vitalismo} la cuestión, crucialera la segunda, la acumulación locanfé:'fudeñ~ en tanto para quienes estaban comprometidos co~ el
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La vida, cuando la consideramos desde el punto de vista de la energética, aparece como una tendencia que se opone a la que ve-
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mos como característica de los procesos inorgánicos. [... ] El efecto del movimiento que llamamos inorgánico apunta hacia la abolición de las diversidades, mientras que el que denominamos vida se dirige hacia su mantenimiento (pág. 314).
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conducir a una inversión de la segunda ley de la termodinámica en la materia viviente [... ] parece que una de las características destacadas de la vida muestra ciertas similitudes con lo antes mencionado [el Demonio]. [... ] La vida modifica la "organización" de la materia (págs. 148-149).
En oposición a él, Ralph S. Lillie replica que la evidencia de que la segunda ley de la termodinámica no siempre se aplica a los procesos vitales es indudablemente inadecuada. [... ] En realidad, en esta parte de la argumentación del autor parece haber una concepción fundamentalmente errónea. Él sostiene que en circunstancias apropiadas la vida puede cumplir el papel del demonio maxwelliano. [... ] [Pero] aun el demonio de Maxwell tiene que efectuar una partición que resista el impacto de las moléculas más rápidas (1914, pág. 842).
y así siguió la cosa: lo~ insistían en una oposición radical entre los procesos vivientes y la segunda ley, y quienes se autodenomina~~~$siI1~~ .llegaban la existencia de un pro~lema sel11eja!!te.Un pequeño grupo (Joseph Needham [biólogo], 1. H. Woodger [filósofo] y David Watson [fisico]) intentó gallardamente apuntalar una tercera opción, sosteniendo que la cuestión crucial no era el orden sino la organización. Se consideraban a sí mismos como neomecanicistas y procuraban establecer la autonomía de las cuestiones biológicas con respecto a la fisica sin pretender, no obstante, que hubiera ninguna violación de la segunda ley (y de ninguna otra). Tal como Watson lo expresó en 1931: La posibilidad de que la segunda ley de la termodinámica no se aplique a los sistemas vivientes se basa principalmente en la idea de que un organismo [ ] puede funcionar de una manera similar al Demonio de Maxwell. [ ] [Valedecir] en sus últimos estados el sistema está más altamente organizado. [... ] [Aunque] en general se cree que este mecanismo no puede
Sin embargo, agrega de inmediato: "Deseo evitar que se sugiera que estas consideraciones implican una posible interferencia con la segunda ley tal como se la entiende comúnmente o que el Demonio, como un agente cuasinteligente, es necesario para la creación de la organización biológica" (pág. 149). Es dificil saber qué hacer con estos argumentos e incluso caracterizar su tenor, a lo sumo elusivo y sin duda a gran distancia de 10 que me enseñaron en los cursos de posgrado;~~n realidad, j. de acuerdo con tales pautas, nunca se resolvió ninguna de 0s ~uestiones que mencioné}Dada la falta de consenso sobre cómo debía medirse y hasta definirse la entropía en un sistema de no equilibrio, podríamos decir retrospectivamente que no podían resolverse. En rigor de verdad, sólo a fines de los aBos _veinte y prInciPio· de los treinta comenzaron a aparecer en la literatura ~lstinciones explícitas entre sistemas de equÜibriü--Y: equili- ~ brio (o entre sistemas cerrados y abiertos) y la caracterización ~ontemporánea de los organismos vivientes como sistemas abiertos, de no equilibrio. Sin embargo, al parecer hubo un problema que sí se zanjó, si bien más por reiterados decretos que gracias al análisis. Como ya lo sugerí, si volvemos a trazar los límites del sistema viviente, no en la piel exterior del organismo sino en el perímetro externo de üñSfsíema termodinámico cerrado 10 suficientemente grande para englobar los sustratos energéticos requeridos para la respiración y el m._~..!~bolismo, podría decirse (y efectivamente se dijo) que el problema se desvanece. Una redefinición semejante del Sistema Sirvió simultáneamente para restablecer la armonía entre la biología y la fisica y eludir la acusación cada vez más desdo-
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rosa de vitalismo. (Sólo unas décadas después, Francis Crick atribuiría los vestigios de vitalismo al "lunático marginal" [1966, pág. 99lXPara que quede asentado, sin embargo, debo subrayar que la cuestión particular de las propiedadestennodinámicas de ese subsistema problemático, el organismo ir_:dividual,nunca se ~esolvió, ni mediante pruebas ni con argumentos, y ni siquiera por decreto.!En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, los genetistas habían desechado en gran medida las discusiones sobre el status especial de los organismos vivientes, particularmente en relación con la segunda ley, tal vez con la esperanza, al igual de Jeans, de que simplemente pasarían.
La solución de Schroedinger
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Schroedinger, sin embargo, no había olvidado. Con sus bien afiladas credenciales -nadie confundirla al padre de la mecánica cuántica con un vitalista-, encaró frontalmente la cuestión de la Vida y la segunda ley.Ni siquiera mencionó al Demonio de Maxwell, sino que simplemente preguntó: "¿Cómo pueden explicar la fisica y la química los sucesos en el espacio y en el tiempo que se producen dentro de los límites espaciales de un organismo viviente'?" (1944, pág. 3). O bien, ¿qué es la vida en el lenguaje de la fisica y la química? "¿Cuál es el rasgo característico de la vida? ¿Cuándo se dice que un fragmento de materia está viva?" (pág. 74). Su respuesta fue simple y apuntó directamente al problema de la segunda ley: Cuando sigue "haciendo algo", moviéndose, intercambiando materiales con su medio ambiente y así sucesivamente, yeso por un período mucho más largo de lo que cabría esperar que, en circunstancias similares, "siguiera funcionando" un fragmento de materia. ~ndo un sistema que no está vivo se aísla o coloca en un
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medio ambiente uniforme, por lo común todos los movimientos se detienen muy pronto como resultado de diversos tipos de fricción. [... ] Tras lo cual todo el sistema se transforma en un montó mueroe inert~ de materi~ [... ] ~I._fi~i~:
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Así, pues, para Schroedinger la cuestión clave era: "¿Cé>mo evita la decadencia el organismo viviente? La respuesta obvia·~;: l' \' \ ,.""') comiendo, bebiendo, respirando y (el1__ ~I_~
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más (O menos) que un lactante chupando vida del pecho de su mundo? No del todo. Realmente, como nos han instruido, no es un lactante homúnculo; es un dispositivo. Sin embargo, un examen más detenido parece revelar que no es un lactante en absoluto, sino un anciano; tal vez el mismo señor Schroedinger. Ciertamente, en este texto hay algo extraño, que podría haber pasado inadvertido si no hubiera surgido la figura del lactante. Esa e~!!,ª,~~,~ati~r.:!~9.Y~. ver_.conel lugar en que §chr2~dinger (en un eco curiosamente personalizado de las angustias victorianas por la "muerte del sol") situó el centro de la parad()j~~!!_!E~~vi~ y la ~eg~mda ley: no en la formación de la vida, I1o.~!1I~_,t?!!.1_!>!i~~:.esis 1. el aumento del orden notoriamente asociado a ella, sino en el final de la vida y la inminente rup'tura de ese orden que produce la muerter El "rasgo característico de la vida" es su resistencia al deterioro, no su capacidad dé produc(;i<)n,creciIllj~nto o'desarrollo'sIno su aptitud para "seguir funcionando" durante tanto tiempo. Para Schroedinger, el milagro" de- Tá.--vidano era el' nacimiento sino el diferimiento de la muerte; era el "asombroso don del organismo de concentrar una 'corriente de orden' en sí mismo [... ], de 'beber orden' de un medio ambiente apropiado" (pág. 82). Esto -y el misterio paralelo de la inmortalidad genética, la aptitud de "seguir funcionando" a través de la progeneración- es a la vez el milagro de la vida y el enigma que Schroedinger tenía que resolver." Como nos lo recuerda: "Cuando un sistema que no está vivo se aísla o coloca en un medio ambiente uniforme, por lo común todos los movimientos se detienen" (pág. 74). La cuestión es có-
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mo se arreglan los organismos para evitar el destino inexorable de sus contrapartidas inanimadas. ¿Cómo "sigue funcionando" un ser viviente, igualmente aislado y tal vez abandonado? "¿Qué es ese algo precioso [... ] que nos mantiene al margen de la muerte?" (pág. 76). En el caso de cualquiera que no fuera un fisico, sentiríamos la tentación de agregar un poco de contexto. Después de todo, el año era{194l Europa estaba en llamas pero Schroedinger, que tenía cin~ueñia y seis años, seguía en marcha. Cuatro años después de iniciado lo que llamó su "largo exilio" de Alemania, por lo menos estaba a salvo. En 1939 había escapado (por un pelo) del régimen nazi y la guerra~-yencontr6-refügíO eny'g'raclasa la ñación isleña de Irlanda, bella, verde y políticamente 'neutral. Muchos años más tarde, rememoró 10 siguiente: De otro modo, nunca habría llegado a conocer esta remota y bella isla. En ningún otro lugar podríamos haber vivido durante la guerra nazi, tan incontaminados por los problemas que era casi vergonzoso. No puedo imaginarme pasando diecisiete años en Graz y "pedaleando en el agua", con los nazis o sin ellos, con la guerra o sin elJa. A veces solíamos decirnos calladamente: "Wir danken s unserem Führer "[Se lo agradecemos a nuestro Führer] ([ 1960], 1992, pág. 183).
No hay duda de que Schroedinger había estado preocupado durante algún tiempo por la cuestión de las leyes especiales (la Eigengesetzlichkeit¡ de la materia viva y su relación con la física; había intercambiado correspondencia sobre el tema con el flsico químico británico E G. Donnan desde mediados de la década del treinta.P Pero en sus reflexiones anteriores faltaba la preo-
4. Para Schroedinger, los problemas termodinámicos de la vida individual y la vida de las especies eran intercambiables. Así como desplazó el problema
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del orden creciente en la embriogénesis al de "mantenerse vivo", hizo lo mismo con el problema termodinámico del comienzo de la vida en el planeta, que reemplazó por el de la continuidad genética de las especies.
5. Agradezco al bibliotecario de manuscritos y libros raros de The Library del University College de Londres por enviarme fotocopias de la correspondencia pertinente entre Schroedinger y Dorman.
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cupación por la supervivencia que tanto marcó sus conferencias de 1943.6 Ahora, rodeado tanto por la muerte como por el mar, tal vez hasta "pedaleando agua" y con seguridad "en funcionamiento", recuerda una cita de Spinoza: "No hay nada que un hombre pondere menos que la muerte; su sabiduría está en meditar no sobre ella sino sobre la vida" (1944, pág. 2). Y en su meditación, Schroedinger descubre que la cuestión de cómo permanecemos vivos se "contesta con facilidad". Ese "algo precioso" que "nos mantiene al margen de la muerte" es la entropía negativa, que en realidad es "algo muy positivo": "Lo esencial en el metabolismo es que el organismo logra liberarse de toda la entropía que no puede producir mientras está vivo" (1944, pág. 76). No obstante, pese a todo el "funcionamiento" de Schroedinger, la cuestión todavía no está probada: ¿cómo cumple efectivamente el organismo esa proeza? ¿Mediante qué proceso se libera de la entropía y sigue extrayendo, chupando, bebiendo y concentrando orden de su medio ambiente? En síntesis, ¿cuál es ese dispositivo, y cómo funciona? Zambullido sin comentarios en la paradoja de la continuidad genética, escribe 10 siguiente: "El
asombroso don de un organismo de concentrar una 'corriente de orden' en sí mismo y escapar así a la caída en el caos atómico [... ] parece estar conectado con la presencia de los 'sólidos aperiódicos', las moléculas cromosómicas" (1944, pág. 82). El dispositivo para diferir la muerte -en un resuello, tanto del individuo como de la especie- debe encontrarse en eIÉe~py, más específicamente, en sus "peculiares disJ2()~c;i2!!~_s__4~. ~161éculas, a los que no se aplican las leyes corrientes de la fisica" (carta- ~ Donnan del 26 de octubre de 1942).
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6. En una de sus cartas a Dorman,escrita desde un domicilio temporario en Bélgica,el 7 de septiembre de 1939,mientras se alejaba de Alemania, Schroedinger concentró su atención en el problema particular que la segunda ley plantea, no a la supervivencia,sino al origen de la vida, y elogió a su corresponsal por su moderada posición al respecto. En medio de la carta recuerda dónde y cuándo está escribiendo y se detiene: ¿Estoy despierto o soñando? ¿Son éstas las cosas más pertinentes para discutir cuatro días después del inicio de lo que puede resultar el último combate de la humanidad civilizada contra el infierno? ¿Tras el comienzo de lo que finalmente puede llegar a ser el crepúsculo de la civilización o su verdadera aurora? Tengo una extraña sensación. Estoy aquí, ociosamente sentado en un hermoso centro turístico costero que se vacía rápidamente, porque todo el mundo parece tener algo importante que hacer, en tanto que yo entro en el cuarto mes de unas vacaciones involuntarias.
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Huellas del Demonio de Maxwell Como ya lo señalé, Schroedinger no hizo referencias al Demonio de Maxwell. Pero no estoy segura de que hubiera podido ingeniárselas para resolver el problema de la Vida y la segunda ley sin la ayuda de algo muy parecido a él. A mi juicio, el deus ex machina de su solución vuelve oculto en -la estructura de "la parte más esencial de una célula viviente", el lugar de la memoria genética, ,elcromosoma o el gen. Cuando rememora la apelación de Maxwell a la estabilidad molecular como un medio de mantener inmutables mente y materia en un mundo agonizante, Schroedinger escribe: Para conciliar la suma perduración de la sustancia hereditaria con su tamaño diminuto, tuvimos que eludir la tendencia al desorden "inventando la molécula"; en realidad, una molécula desusadamente grande que tiene que ser una pieza maestra de un orden altamente diferenciado, salvaguardado por la vara de los conjuros de la teoria cuántica (1944, pág. 73). (~arecería que Maxwell no hacía más que silbar en la oscuridad; Schroedinger nos recordó reiteradamente que hasta el advenimiento de la teoría cuántica, la fisica no tenía manera de explicar la estabilidad de las moléculas.)
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En efecto, esta molécula es notable. Mejor que un homúnculo (porque está salvaguardada por la teoría cuántica), contiene un código en miniatura que está "en correspondencia uno a uno con un plan de desarrollo extremadamente complicado y especificado" (1944, pág. 72). Vale decir que Il().~.s.Ilect;!_sarj()_q_u~ sea efectivamente el cue~, ni siquiera en miniatura; sólo es menester que contenga un lan ara llevar a cabo el_Qesªrrollo de ese cuerpo. Pero lo q ace que esta molécula sea verdaderamente notable no es, de hecho, su complejidad, escrita en su estructura aperiódica (semejante a un código). Tal como lo dice Schroedinger, la molécula también debe "contener de algún modo los medios de poner [este plan] en funcionamiento". El dispositivo que el "asombroso don de un organismo de concentrar una 'corriente de orden' en sí mismo [... ], de 'beber orden' de [su] medio ambiente", no debe representar simplemente un plan para el "desenvolvimiento [... ] regular y legal de los acontecimientos en el ciclo vital"; también tiene que ser instrumental en su ejecución. Debe contener un mecanismo queguie, controle y ejecute todos los hechos necesarios. Eri síntesis, _debes_~~"el código jurídico y el poder ejecutivo" aJa v~~_(19:1:'!iE
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Hace algún tiempo, los diarios dijeron que en su campaña africana, el general Montgomery había hecho hincapié en lograr que todos y cada uno de los soldados de su ejército estuviesen meticulosamente informados de todos sus planes. Si es cierto [... ], esto propor-
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ciona una excelente analogía para nuestro caso, en el que el hecho correspondiente es en efecto literalmente verdadero (1944, pág. 24). En las últimas páginas recurre a la analogía política para dar razón del mismo efecto: Dado que el poder que esta diminuta oficina central tiene en la célula aislada, ¿no se parecen éstas a delegacionesdel gobierno local dispersas en todo el cuerpo y comunicadas con gran facilidad entre sí, gracias al código que es común a todas ellas? (pág. 84). La imagen es clara: en cada célula debe encontrarse un representante (ya sea un soldado o una delegación del gobierno local) del mismo código-guión, el mismo "código jurídico y poder ejecutivo" habilitado por su progenitor (general u oficina del gobierno central) para guiar, controlar y llevar a cabo la construcción y el mantenimiento del cuerpo bajo su responsabilidad inmediata. Garantiza la c:()()~dil!ac:!~n_Q~ _~~t2.sªg~ll!_e§_elhecho de que todos los soldados lleven manuales idénticos; en realidad, no hace falta una comunicación enel sentido corriente de la palabra; antes bien, aqu(comunicacÚ5~no ~{gnifica otra cosaquerepetición. Y, un tanto misteriosamente, el organismo -el C_ll._erp-º_<::ºlectivo-, con todas sus partes del tamaño y la fo~mª_(1PI(_)pi'!4.()s y todas las funciones necesarias en operación, emergedeesta repet1c~óncomo un subproducto natural.
*** Mi primera conferencia se dedicó al discurso biológico de la ~~ón,~l?l.8(!fl~s. Schroedinger sumó a ese discurso varias metáforas, ya conocidas en las discusiones decimonónicas sobre el Demonio de Maxwell: imaginó el enigmático orden del cuerpo como el producto de un sistema inteligente -como el ejército o el Estac!_()::-; en rigor de verdad, un sistema también bastante afin a
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los sistemas de "mando, control y comunicación" que Norbert Wiener y sus colaboradores empezaban a desarrollar en ese mISmo momento. Schroedinger no se refirió ni a guardagujas ferroviarios ni a porteros inteligentes ni a diminutos "seres atentos y de dedos diestros"; no obstante, los dispositivos que invocó para cumplir la función de "concentrar el orden", los agentes que debían llevar a cabo el trabajo de generales y ejecutivos, no están muy lejos. Deben ser muy pequeños, de tamaño molecular; a decir verdad, estos agentes inteligentes son mol~cu.l(l~. En el epílogo de ¿Qué es la vida? -un epílogo tan turbador que sus contemporáneos y amigos intentaron convencerlo de que no lo publicara, y la mayoría de los lectores desde entonces simplemente decidieron ignorar-, el significado de lo que dice Schroedinger se vuelve considerablemente más claro. En él retorna a la cuestión más tradicional y trascendente de la mente, el problema de la "Determinación y el libre albedrío": '.'De acuerdo con la evidencia presentada en las páginas precedentes, los sucesos espaciotemporales en el cuerpo de un ser viviente que corresponden a la actividad de su mente [... ] son [... ] si no estrictamente deterministas, en todo caso estadístico-deterministas" (1944, pág. 92). Pero nuestra innegable experiencia introspectiva nos dice que somos libres. ¿Cómo conciliaremos semejante visión determinista con el dato del libre albedrío? "¿Qué es este yo' [TJ? ", escribió Schroedinger (1944, pág. 96). Para un fisico, la contradicción es la prohibición última. En consecuencia, sugirió lo siguiente:
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Veamos entonces si no podemos extraer la conclusión correcta y no contradictoria de las dos premisas siguientes: i) Mi cuerpo funciona como un puro mecanismo de acuerdo con las Leyes de la Naturaleza. ii) No obstante, sé, por una experiencia directa incontrovertible, que dirijo mis movimientos [... ]. La única inferencia a partir de estos dos hechos es, creo, que
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yo-yo en el sentido más amplio de la palabra, vale decir, toda mente consciente que alguna vez haya dicho o sentido "yo"-soy la persona, si la hay, que controla el "movimiento de los átomos" de acuerdo con las Leyes de la Naturaleza. [... ] En terminología cristiana, decir: "Por lo tanto yo soy Dios Todopoderoso" suena blasfemo y lunático. Pero les ruego que por el momento pasen por alto estas connotaciones y consideren si la inferencia antes mencionada no es la más cercana a la que puede llegar un biólogo para probar la existencia de Dios y la inmortalidad de una sola vez (pág. 93).
Es evidente que la observación de Lacan con que comencé este capítulo no podría haber venido más al caso. El sujeto de Schroedinger -su Demonio o la Inteligencia laplaceana, su mismo Yo [Self]- no está en la glándula pineal sino en otra parte: en la estructura molecular del gen. Allí es d_o_~d~_eQ_contrarell1os al "señalero, un hombrecito dentro de un hombre, que hace funclOnar el aparato". Pero acaso yo debería haber preparado a mis lectores, como Schroedinger hizo con los suyos (aunque no con el público de sus conferencias), con algunos de los encabezados de sus capítulos. Antes del capítulo 1 no aparece otra cosa que la cita "Cogito ergo sum ", Y como introducción de los capítulos 2 y 3 figuran dos citas igualmente apropiadas, tomadas ahora de Goethe: Capítulo 2. El Ser es eterno; porque las leyes existen para conservar los tesoros de la vida de los que el Universo extrae la belleza. Capítulo 3. Y lo que en fluctuante apariencia se cierne, vosotros lo fijaréis con pensamientos perdurables. El pensamiento, entonces (o de nuevo), es la cosa. Pero Schroedinger, desde luego, no podía fijar durante mucho tiempo ese sujeto supremamente modernista dentro de los límites de la vida. Otros acontecimientos --el__!11ás nc:lt(lbl~de todos: la computadora- empe-
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zaban ya entonces a asumir el manejo cl(!_~1,l_l!g~!<'>!!_cle_c::ócligoguión genético. En rigor de verdad, en la época en que escribía, el Demonio de Maxwell -y con él el pensamiento mismo- ya había escapado de los confines del yo. En)_()s._~J'íg~_que siguieron, tanto ~l Pensamiento como la Vida se dispersaron ex-hm;:stivarri'~~telos vientos de la información. ~()_m
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EL CUERPO DE UNA NUEVA MÁQUINA: SITUANDO EL ORGANISMO ENTRE LOS TELÉGRAFOS Y LAS COMPUTADORAS
Empero, como estos constituyentes primarios [los determinantes genéticos) son muy diferentes de las partes mismas [los órganos adultos}, tendrían que variar en unaforma muy diferente de la que variaron las partes terminadas: lo cual se parece mucho a suponer que un telegrama en inglés enviado a China se recibiera en ésta en idioma chino. AUGUST WEISMANN,
en John Maynard Smith Weismannand Modern Biology
Podemos decir que un gen es un mensaje que puede sobrevivir a la muerte del individuo y, así, ser recibido repetidas veces por diversos organismos de diferentes generaciones. H. KALMUS
A Cybernetic Aspect of Genetics
Los genes y los mensajes tienen en biología una prolongada asociación que se remonta al menos a Weismann. Pero a lo largo de la mayor parte de esta historia, incluso con el carácter drásticamente concreto que la biología molecular prestó a esa asociación, la imagen que dominó la mayoría de las reflexiones sobre los mensajes se extrajo de la tecnología del telégrafo del siglo XIX. A mediados del siglo xx, una nueva tecnología, la computadora, consiguió desplazar a aquella. Con ese desplazamiento, a lo largo de las últimas décadas se transformaron los significados de muchos términos -mensaje, información, organización y, por cierto, organismo-: ~i intención aquí es explorar el impacto de la computadora sobre la representación biológica del organismo en dos ' ~
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pIes para preservar la linealidad de códigos sencillos y mensajes al estilo de los telegráficos. Entretanto, fuera de sus laboratorios, la vida -Ia vida de los intercambios políticos, económicos y militares- se hacía cada día más caótica y enormemente más compleja. A decir verdad, en un esfuerzo por enfrentar esta complejidad, ya se había desarrollado la computadora y con ella, más en general el análisis de sistemas. Tal como hoy entendemos el término, la{computadorajnació durante la guerra, porque las personas (mayoritariamente mujeres) que por tradición habían sido responsables del procesamiento y el cómputo -el significado original de la palabra "computadora"- de datos, ya no podían manejar las masas de datos que se requerían para coordinar las operaciones militares de épocas de guerra.' De l!lanera similar, y cuando los cables telefónicos se entrecruzaban en todo el Planeta, los Laboratorios' iBelL, necesitaron encontrar formas de maximizar la éfIciencia: confiabilidad de la transmisión, y de allí la cuantificación de la información y el surgimiento de la teoría de la información~n que ésta se define como la inversa matemática de la entropía. ¡ :~ lo expresó con claridad:
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La Compañía Telefónica Bell tenía que economizar, es decir, transmitir la mayor cantidad posible de comunicaciones por un cable. En un país tan grande como los Estados Unidos, es muy im-
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portante ahorrar algunos cables y lograr que las banalidades que en general viajan por este tipo de aparatos de transmisión pasen por la menor cantidad posible de ellos. Allí comenzó la cuantificación de la comunicación [... ]. No tenía nada que ver con saber si lo que las personas se decían unas a otras tenía sentido. [... ] Se trata de saber cuáles son las condiciones más económicas que permiten transmitir las palabras que la gente reconoce. A nadie le importa el significado. [... ] Luego, empezó a codificarse la cantidad de información. Esto no significa que sucedan cosas fundamentales entre seres humanos. Se refiere a lo que baja por los cables y lo que puede medirse. [... ] Es la primera vez que laf~.rusió~como tal -Ia tendencia que existe en la comunicación a dejar de serlo, vale decir, a no comunicar ya nada en absoluto- aparece como un concepto fundamental. ~so conduce a un símbolo más (1988, págs. 82-83). ?n los años de guerra, la comunicación estaba necesariamente alservicio del control. Norbert Wiener explicitó esta conjunción entre comunicación y control. Su artículo de 1943, escrito en colaboración con Arturo Rosenblueth y Julian Bigelow, sobre el comportamiento activo e intencional de las máquinas, que equiparaba la teleología con la retroalimentación negativa -ensayo al que a menudo se acredita la fundación de la cibernética-, se derivó directamente de su trabajo durante la guerra sobre el empleo de la artillería autodirigida y rastreadora de su objetivo. Su libro Cybernetics, or Contra! andCommunication in the Anima! and the Machine apareció en 94~ tras la conferencia Macy interdisciplinaria de 1946, conduciaá' por él y John Von Neumann y cuyo tema fueron los "Mecanismos de retroalimentación y sistemas causales circulares en biología y ciencias sociales;'. La ingeniería de sistemas (junto con lo que Tom Hughes llama un estilo de administración de ingeniería de sistemas [1993]) aporta mi último ejemplo. Este modo de análisis se desarrolló para manejar los sistemas de personal apabullantemente grandes y heterogéneos, tanto de las modernas corporaciones como, aún más, de las estrategias militares de defensa de la posguerra. El proyecto de
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! __,. 1J Una imagen frecuentemente evocada para describir los primeros días de la revolución de la computación es una habitación llena de mujeres 'i~~,,~~culaban tablas de disparos de la artillería en el Aberdeen Proving Ground de ~aryland; en este lugar, y para esa tarea, se utilizó uno de los primeros analizadores diferenciales. 2. Las mediciones estadísticas de una cantidad llamada información (y entendida-en'términos de la transmisión de señales independientes del signifi~,!: do) se introdujeron entre fines de la década de 1920 y principios de la de 1939 (Hartley, 1928; Lewis, 1930), pero por lo común se considera a C. E. Shannol} (1948) corno el iniciador de la teoría de la información corno tal.
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misil balístico intercontinental Atlas/Titán de la fuerza aérea, en la década de 1950, "involucraba la participación de dieciocho mil científicos, ingenieros y expertos técnicos en las universidades y la industria; setenta mil personas en las oficinas y los talleres de veintidós industrias [... ] diecisiete contratistas asociados y doscientos subcontratistas con doscientos mil proveedores, y alrededor de quinientos oficiales militares con experiencia técnica" (Hughes, 1993, pág. 12). Podría considerarse que estas disciplinas -teoría de la información, cibernética, análisis de sistemas, investigación operacional y ciencia de la computación- son emprendimientos vagamente conectados que comparten una tarea común (el análisis de sistemas complejos), un vocabulario conceptual para abordarla (retroalimentación y comunicación: causalidad circular) y un modo de representación (de los sistemas complejos como redes o circuitos interactuantes). Aunque sin duda diferentes en aspectos importantes (y que con seguridad justifican un examen separado de esas diferencias), aquí me interesan sobre todo sus elementos comunes. Para hacer hincapié en ellos, me referiré a estas disciplinas con el término unitario de ciberciencia.
Ciberciencia La ciberciencia, entonces, se desarrolló para enfrentar la desordenada complejidad del mundo posmoderno, en el mismo período en que la biología molecular elaboraba sus técnicas de aná_:: lisis de los estratos más simples de la vida. Una repudiaba el saber convencional sobre el valor analítico de la simplicidad, en tanto que la otra adhería a él; una celebraba la complejidad, en tanto que la otra la desdeñaba. No debe sorprendernos mucho, entonces, la divergencia entre estas dos estructuras disciplinarias. Incluso podríamos decir que habitaban mundos diferentes. Para los cibercientíficos, la Vida (en especial la vida corporativa,
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electrónica y militar, los modos de vida de los que surgieron estos afanes y en los que ellos se concentraban) se había vuelto demasiado voluminosa para manejarla con el mero hacer, la acción directa y hasta la delegación del "hacer" en un ejército de subalternos dirigidos por un orden ejecutivo.:' Tal como Warren Wea,:er lo señaló en 1948, los problemas de mediados del siglo xx ~ran los de la "complejidad organizada": Todos estos problemas tienen una cantidad considerable de factores que se interrelacionan en un todo orgánico [subrayado en el original]. [... ] Estos nuevos problemas -y el futuro del mundo depende de muchos de ellos- exigen que la ciencia haga un tercer gran avance, un avance que debe ser aún más grande que la conquista del siglo XIX de los problemas de la simplicidad o la victoria del siglo xx sobre los problemas de la complejidad desorganizada. En los próximos cincuenta años, la ciencia debe aprender a enfrentar estos problemas de la complejidad organizada (págs. 538-539).4 3. Otros autores destacaron el papel de la cibernética en la ampliación del régimen de poder de tiempos de guerra, de mando, control y comunicación, al ámbito civil (véanse Paul Edwards, en prensa; Peter Galison, en prensa; y Donna Haraway, 1981). En contraste, me concentro aquí en el desarrollo de la ciberciencia en respuesta a la inviabilidad creciente de los regímenes de poder convencionales, lo cual no significa, desde luego, liberarla de su contexto político y militar sino, antes bien, oponer una resistencia simultánea a una concepción unidimensional del poder y una lectura unidimensional de la tecnociencia. 4. La preocupación de Warren Weaver por los "nuevos" problemas de la "complejidad organizada" y su defensa de la necesidad consecuente de nuevas herramientas científicas para abordarlos son particularmente instructivas. Uno de los primeros partidarios del uso de la fisica en la creación de una nueva "ciencia del hombre", y creador de la expresión biología molecular, Weaver mostró un interés llamativamente escaso en la verdadera revolución molecular ocurrida en la biología entre las décadas de 1940 y 1950. Por entonces, sus intereses habían cambiado. Como dirigente de la sección de control de armas de la Oficina de Investigación y Desarrollo Científico de los Estados Unidos du-
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Por fortuna, al proseguir señala lo siguiente: A raíz de la perversidad de la guerra, surgieron dos nuevos desarrollos que bien pueden ser de importancia fundamental para ayudar a la ciencia a resolver estos complejos problemas del siglo xx. 1.a primera prueba es el desarrollo, en el. período bélico, de ~yevos tipos de aparatos de computación electrónica. [... ] El segundo de los adelantos de tiempos de guerra es el enfoque del análisis operacional basado en el "equipo mixto". [... ] [Ambos] son conocidos por quienes se consagraron a la aplicación de métodos matemáticos a los asuntos militares (pág. 540).
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Sin embargo, en la escala microscópica la vida todavía parecía simple. O por lo menos eso creían los biólogos moleculares, quienes, en sus ámbitos relativamente tabicados (aislados tanto de los problemas de coordinación militar como de la "complejidad organizada" de los organismos multicelulares), siguieron confiando en que sus formas microscópicas de vida, al menos, podían manejarse mediante la "acción de los genes" y las moléculas dominantes que ejercen un control unidireccional y traducen sus códigos lineales en miniatura en las cuatro estructuras dimensionales (espaciales y temporales) de los organismos vivientes. Los historiadores de la biología moderna escribieron mucho sobre la influencia de la fisica y los fisicos en el desarrollo de la biología molecular y, en especial, en los intentos biológicos de modelar el organismo de acuerdo con las máquinas tradicionales (con mecanismos de relojería). Pero esa influencia es sólo parte de la historia. Para entender los cambios producidos desde la Segunda Guerra Mundial en nuestra comprensión de lo que es un rante la Segunda Guerra Mundial, fue responsable de encauzar la atención de Norbert Wiener hacia el problema del rastreo, lo que a su vez condujo directamente al trabajo del propio Wiener sobre las máquinas intencionales.
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organismo, es necesario que tracemos una red mucho más comRleJade interacciones. Sin lugar a dudas, el tráfico de la fisica a la biología molecular en el período de la posguerra fue a la vez extenso y significativo, en filosofia, en técnicas, en legitimidad y en cuerpos reales (pensamos, por ejemplo, en Francis Crick, Maurice Wilkins, Gunther Stent, Seymour Benzer y tal vez especialmente en Leo Szilard y Max Delbriick). Es igualmente indiscutible que la mayor parte de este tráfico representó un fuerte apoyo a los compromisos reduccionistas de la biología molecular (viene al caso el uso que los biólogos moleculares hicieron de la intervención de Schroedinger [véanse, por ejemplo, Yoxen, 1979; Keller, 1990]). Pero también hubo una especie de tráfico inverso entre la biología y las ciencias fisicas de inmensa importancia conceptual (o ideológica) para la era posmoderna. Podemos ver este tráfico inverso en todas las disciplinas de la ciberciencia que he analizado. Entanto los biólogos moleculares (muchos de los cuales, corp~~dije, provenían de la fisica) se afanaban por construir una nueva biología que fuera claramente distinta de una anterior bioorganísmica (e incluso opuesta a ella), mientras procuraban liberar '!.__su~.4_~~c;r.ip(;iQl!~s.de ..los orga!li~l1:lºs_yi.yie..Ilt~_s efe...1~ preocup~ción tradicionalmente vital (o vitalista) por la función -en especial para erradicar de su lenguaje nociones tan conspicuamente teleológicas como propósito, organización y armonia-, otros fisicos e ingenieros (en particular en lugares tales como el Massachusetts Institute ofTechnology) importaban activamente esas preocupaciones más antiguas al lenguaje de la ciberciencia. Estos ot~.:>_X~~E~~_(;: ..i!1:g~nieros se apoyaban abundantemente epj_asim4genes,§.Ll.~~.a.l~.yp-ª~tªlQsrnodeJQscon~~_~~le~gu(;! habíadefendido el ~i~~u~s2.~i.ol~gic()p.E~tpolecula~(organicista), justamente para sustentar el desarrollo de nuevos paradigmas de retroalimentación circular para la éib~~nétiéa y la teoría de Jos sistemas. .... También había otros tipos de tráfico entre las ciencias fisicas
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y la biología, uno de los cuales es especialmente digno de mención. Me refiero al trabajo en que las nociones de redes y complejidad organizacional, tomadas de la ciberciencia por biólogos con inclinaciones teóricas, se reimportaron a la biología en un esfuerzo por revitalizar una anterior concepción organicista del desarrollo. Ese esfuerzo no era de interés para el floreciente campo de la biología molecular sino para el por entonces tranquilo campo de la biología del desarrollo (que algunos todavía llamaban embriología). Como los historiadores de la biología prestaron tan poca atención a estas otras corrientes del tráfico, las describiré brevemente aquí.
Los sistemas como organismos Sólo tres años antes que Watson y Crick, un "Progress Report of the Air Defense Systems Engineering Committee" ["Informe de la marcha de la Comisión de Diseño de los Sistemas de Defensa Aérea"], fechado ello de mayo de 1950 y escrito para la Junta de Asesoramiento Científico del Jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, aporta la primera definición de sistema en el uso técnico moderno; también puede considerarse que proporciona una primera definición prototípica de un ciborg. Comienza de este modo: El Sistema de Defensa Aérea [SDA] tiene puntos en común con muchos de los diferentes tipos de sistemas [de Webster). Pero también forma parte de una categoría particular de ellos: la de los organismos. Esta palabra, también de acuerdo con Webster,significa "una estructura compuesta de distintas partes constituidas de tal forma que su funcionamiento y sus relaciones recíprocas están gobernadas por su relación con el todo". El acento no sólo se pone en el patrón y el ordenamiento, sino también en lo que determina la función, un atributo deseado del Sistema de Defensa Aérea.
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El Sistema de Defensa Aérea, por tanto, es un organismo [... ]. ¿Qué son entonces los organismos? Hay tres tipos de ellos: organismos animados que comprenden a los animales y grupos de animales, incluidos los hombres; organismos parcialmente animados, que incluyen animales junto con dispositivos inanimados como el SDA; y organismos inanimados como las máquinas de venta. Todos ellos tienen en común los siguientes elementos: componentes sensoriales, instrumentos de comunicación, dispositivos de análisis de datos, centros de evaluación, directores de acción y efectores, o agencias de ejecución. Los organismos también tienen la capacidad de desarrollo o crecimiento. [... ] Por otra parte, es necesario proveerlos de material. [... ] Casi todos los organismos pueden percibir no sólo el mundo exterior, sino también sus propias actividades. [... ] La función de un organismo consiste en interactuar con otros organismos y modificar las actividades de éstos, generalmente para alcanzar alguna finalidad definida ("Progress Report", 1950).5 Para estos autores, los rasgos centrales de un sistema eran la función, la coordinación, la interdependencia y la intencionalidad, todos representados por excelencia por el organismo biológico. La retroalimentación circular era la manera de proporcionar un modelo de estos rasgos. La afinidad entre sistemas y organismos, y la retroalimentación circular tan fundamental para unos y otros, fueron desde luego igualmente decisivas para el desarrollo de la cibernética. Como ya lo indiqué, la preocupación inicial de Wiener era cómo dis~a~ _apa_ratg~intellci()llales, autodirigidos y rastreadores de blancº~,pªm incorporar a las máquinas la capacidad misma de te~r ~!}.comportamiento activo y deliberado quevemos en la funSiQll_b_i()ló_gica.Tras acudir a una tradición biológ~ca a~erior -el
5. PorcortesíadeTomHughes.
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trabajo fisiológico sobre los mecanismos y los sistemas hormonales de "influencias recíprocas"-, también su respuesta se apoyó en el principio de retroalimentación circular. Las nociones sobre el comportamiento sistémico e interactivo basado en la retroalimentación circular eran moneda común en las discusiones entre los participantes de las conferencias Macy que Wiener ayudó a organizar a fines de la década del cuarenta (véase Heims, 1991). En efecto, los organizadores de esos encuentros procuraban reflejar el mismo principio de interacción dinámica en la forma del intercambio intelectual que alentaban; por consiguiente, hicieron esfuerzos deliberados por incorporar a miembros de todas las disciplinas posiblemente pertinentes, incluida la genética, en representación de la cual invitaron a Delbrück. Por desdicha, éste sólo asistió a una reunión, en 1948. En una carta que ulteriormente envió a Steve Heims (1973) en respuesta a la pregunta de éste sobre su participación, Delbrück explicó:
No acierta del todo si presume que el amplio enfoque intcrdisciplinario hacía la discusión demasiado difusa para mi gusto. Era vacua en extremo y decididamente banal. La genética no intervino en ella en absoluto, y en esa época no podía hacerlo. Por otra parte, yo no estaba entonces, y tampoco después, muy interesado en el área de procesamiento de la información.P Los genetistas corrían por otro carril. Habían fundado sus esperanzas, no en el aprovechamiento de sistemas complejos, sino en lo que fue para los científicos naturales el paradigma más tradicional de control: los beneficios epistemológicos y tecnológicos de la. reductio ad simplicitate El poder de la biología molecular radica en identificar la unidad más simple de análisis, la postulación de E. coli y bacteriófagos como organismos modelos para el estum, .•
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6. Porcortesíade SteveJ. Heims.
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dio de la genética y el desarrollo (recuérdese la máxima de Jacques ~gno~: "Lo que es cierto para la E. coli es cierto para el elefante" [citado en Judson, 1979, p. 613]). La E. coli es pequeña, simple y, sobre todo, homogénea en el cultivo (con lo cual me refiero a que ~~ un cultivo bacteriano todas las células son idénticas). Por su misma naturaleza, está aislada de la heterogeneidad que tiene un carácter tan central en la organización de organismos más elevados: el problema de la diferenciación y el desarrollo. Por último, y lo más importante, los genetistas estaban comprometidos a encontrar la fuente de la acción de los genes. En 1958, Fra_!l~is_9i<:~J'2TE:llllólo qll~~s con s~g_l!.~i~.~d.el e!i~.~ipi9 clave de la biología molecular: elº()gl11a ..g~ntral. Su ªspect<:ruciales su insistencia en la causalidad unidi.r~cci0tlal, su rechazo de laposibilidad de una influencia sustantiva sobre l~~.'. ya seade sumedio ambiente externo () dt::l intracelular o intercelular. En vez de una retroalimentación circular, prometía ;~~ estructura lineal de influencia causal, desde la oficina central del ADN hasta las subsidiarias distantes de la fábrica de proteínas. Con este fin, los biólogos moleculares se apropiaron del término cib~~~~@~2_C1.~~ltij'irmác:l!5n,.pero usado en un sentido más c:.2l.2.q!!i.ªLql!~ técnico." Crick escribe: "Una vez que la "información' entró a la proteína, no puede volver a salir" (1958, pág. 153).
{Shannon )efinió la información cO_!!1.2...~lD..e~~j:to deJ~canti,
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Usos discutidos de la información BIOLOGÍA MOLECULAR
Con la mención que hicieron Watson y Crick de la "información genética" residente en las secuencias del ácido nucleico del ADN, cierta noción de la información (aunque metafórica) asumió un lugar central en la biología molecular y casi rivalizó con su definición más técnica en cibernética. Pero había al menos dos diferencias cruciales. La primera, ya señalada en el capítulo 1, remite al abismo entre la información genética y el término de Shannon; la segunda se refiere más directamente al significado de instrucción. Como lo indicó Lacan, la medición cuantitativa de la comunicación introducida por Shannon "no tenía nada que ver con saber si lo que las personas se decían unas a otras tenía sentido. [... ] A nadie le importa el significado" (1988, pág. 82). No es así en el caso de los biólogos moleculares, y ni siquiera en el de Watson y Crick. Si la "información genética" tiene algo que ver con la vida, debe implicar un significado. Una mutación puntual en el código genético, un cambio en un solo par básico de ADN, no . serían de ninguna importancia para la medición de la informa~ió~_~.e_. ~~
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8. André Lwotf señaló explícitamente este argumento en sus conferencias Compton de 1960 (1968, págs. 93-94; véase también nota 13).
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biología molecular. Si el código genético es un mensaje, lo es de ~n tipo muy particular: una orden," Planteado en el modo imperativo, dice: "¡Haz una enzima!". Como lo señaló tan apropiadamente Schroedinger, no es un código corriente: es "el código jurídico y el poder ejecutivo a la vez" (1944, pág. 82). En efecto, lo que subyace a la afirmación del Dogma Central -lo que excluye un flujo reversible de información, lo que hace impensable que ésta pase de las proteínas al ácido nucleico- es precisamente su capacidad de emitir órdenes. Por último, también es necesario mencionar otra diferencia (íntimamente relacionada) entre información en ciberciencia y biología molecular. Tanto en el primer trabajo de Watson y Crick (1953) como después, cuando se expresó tan inequívocamente en el Dogma Central (Crick, 1958), se consideró que el lugar de la información estaba exclusivamente en el ADN, y no podía distri6uirse más allá de la oficina central. 10 Más adelante, desde luego, }aposibilidad de la autoridad genética se extendió hasta incluir también el ARN, pero nunca las proteínas. ?n rigor, casi lo mismo puede decirse de Monod y Francois ~acob, cuyo modelo operan de la regulación genética, introduci-
9. Recientemente, Sidney Brenner (comunicación personal, 1993, 1994) hizo hincapié en este aspecto. 10.Tres años antes, el genetista H. Kalmus había sugerido una noción de la información genética más explícitamente "cibernética", que insertó en tres "sistemas cibernéticos o integradores": genético, nervioso y social. "No obstante -concluye-, no puede concebirse ningún organismo, solitario o social, que no se haya desarrollado bajo el control de un sistema de comunicación bien integrado, cuyos elementos son los genes" (1950, pág. 22). Y un mes antes, una carta aparecida en Nature, firmada por Boris Ephrussi, Urs Leopold, James D. Watson y lean 1. Weigle (1953, pág. 701), sugería la expresión información interbacterial como un medio de resolver un problema terminológico de la genética bacteriana: "No implica necesariamente la transferencia de sustancias materiales y reconoce la posible importancia futura de la cibernética en el nivel bacterial".
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do en 1960, hizo tanto por popularizar la noción de retroalimentación entre los biólogos moleculares. Sin lugar a dudas, ese modelo concedió a los elementos no genéticos algún papel en la regulación y, por lo tanto, cierta clase de retroalimentación (en efecto, antes Manad y Jacob adoptaron la terminología de la retroalimentación y la cibernética), pero el papel atribuido a la fuerza reguladora de las proteínas era meramente cuantitativo: sólo consideraba la regulación de la velocidad de la síntesis proteínica; ~~,!1~? ~l,f'rogr_ama c~!TI2sus.medios
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11. Jean-Paul Gaudilliére (1994) sostiene convincentemente la importancia de distinguir aquí entre Monod y Jacob, especialmente habida cuenta de sus diferentes prácticas e historias disciplinarias.
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vimientos en preparación. Los ingenieros de sistemas organizaron varios talleres, conferencias y cosas por el estilo para desarrollar la aplicación de la teoría de la información a los sistemas biológicos.l- ya que suponían (junto con Watson y Crick) que el lugar primordial si no exclusivo de la información biológica iba a ser la secuencia del ácido nucleico, pero pronto abandonaron estos esfuerzos, en gran parte debido al reconocimiento de las importantes diferencias entre la información genética y la información definida como entropía negativa.l ' La distinción en que insiste Lwoff marca un notable contraste con la fusión que anteriormente había efectuado Kalmus cuando escribió: "Una similitud importante entre un mensaje y un gen consiste en que ambos pueden considerarse como 'Gestalten', es decir, estructuras significativas, y su pérdida puede juzgarse como una p'6rdldá-cfe"entropia-negativa'" (1950, pág. 20). Los biólogos moleculares se apresuraron especialmente a desechar en sus textos la utilidad de tales aplicaciones teóricas.!"
12. Una figura particularmente activa en estos emprendimientos fue Henry Quastler, quien organizó varias reuniones sobre el tema a partir de 1949 (véanse en especial Quastler, 1953, y Yockey,Platzman y Quastler, 1958). 13. Como lo expresó André Lwoff en sus conferencias Compton de 1960: "El organismo viviente no sólo es un sistema improbable sino que está ajustado a ciertas funciones. Baja probabilidad y valor no son sinónimos" [... ]. El biólogo siente que el orden funcionales una parte esencial del sistema viviente. Resulta claro, sin embargo,que este orden funcional no puede medirse en términos de unidades de entropía y carece de significado desde un punto de vista puramente termodinámico. [... ] [Así, pues] el término "información" tiene para el biólogo un sentido diferente que para el fisico (Lwoff, 1965,pág. 93). 14. Horace Judson expresó una opinión vastamente respaldada por los biólogos moleculares cuando escribió: "La teoría de la información no marcó ninguna diferencia para el rumbo del descubrimiento biológico: cuando se intentó aplicarla -cuando se realizó una conferencia o se publicó un volumen-, el aparato matemático del método produjo resultados cómicamente escasos. Los artículos biológicos (y las menciones de los artículos) de esa época lo atestiguan
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Podría sostenerse incluso que se resistieron activamente a ellas.P Sin embargo, algunos biólogos (distintivamente no moleculares) vieron que podía hacerse un uso del todo diferente y tal vez provechoso de los modelos que la nueva máquina tenía para ofrecer. En vez de pretender que la noción de información sostuviera una estru~!ura caus~l extremadamente reduccionista y unidireccio~al, una pequeña cantidad de biólogos interesados en las complejidades de la embriogénesis buscaron en la cibernética y en la teoría de la información apoyo para una concepción dinámica e interactiva del organismo. Si bien hoy esos esfuerzos están en gran medida olvidados y en su momento no tuvieron prolongaciones, de todos modos vale la pena mencionarlos, aunque sólo sea por su interés histórico.
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Una de las primeras de estas figuras fue C. H. Waddington, en su tiempo quizás el principal partidario de la necesidad de integrar los hallazgos de la genética con los de la embriología. En una extensa discusión sobre "The Cybernetics ofDevelopment", publicada en 1957 (capítulo 2 de Strategy ofthe Genes), invocó la obra de los cibernéticos Ross Ashby (1952), K. G. Denbigh, G. Hicks y F. M. Page (1948) en apoyo de una descripción epigenética de "caminos de desarrollo [... ] canalizados". La regulación -según el esquema de Waddington, 10 que garantiza la estabilidad de los cami-
con su silencio" (1979, pág. 244). Véanse también Sahotra Sarkar (1993) y, para una lectura un tanto diferente, Lili Kay (en prensa). 15. Si mi argumentación sobre la importancia de la diferencia de significados del término información en las dos disciplinas es correcto, hasta podría sostenerse que su resistencia no sólo fue apropiada sino necesaria. Sirvió para proteger esa diferencia y mantener todo el alcance de la ambigüedad en su propio uso del término.
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nos de desarrollo hacia estados finales específicos- depende de la complejidad metabólica de "sistemas abiertos de reacciones autocataliticas'r.!" Extensos enlaces cruzados entre reacciones bioquímicas antagónicas aportan la retroalimentación necesaria para mantener el sistema encarrilado. Al acuñar el término creode para describir "un camino de cambio que está equilibrado, en el sentido de que el sistema tiende a volver a él luego de sufrir una perturbación", evocó tácitamente el trabajo de los mecanismos autodirigidos a partir de los cuales se desarrolló la cibernética: "La ruta seguida por un misil direccional que encuentra su camino hacia un blanco estacionario, es un creode" (Waddington, 1957, pág. 32). H. Kacser elaboró en mayor profundidad el argumento en un apéndice que comenzaba de la siguiente manera: La creencia en que un organismo viviente no es "nada más" que una colección de sustancias, si bien una colección muy compleja de sustancias muy complejas, tiene tanta difusión como dificultad hay en verificarla. [... ] Lo que hace falta es una demostración de que las propiedades y los tipos de comportamiento que creemos característicos de los organismos vivientes [... ] no son "nada más" que el resultado de la interacción compleja de sustancias y procesos inanimados. El problema, por lo tanto, es la investigación de sistemas (Waddington, 1957, pág. 191).
16. Cuatro años después, en una crítica de los usos convencionales de la teoría de la información en biología, Waddington destacó que aunque en la actualidad sólo tenemos una teoría que se aplica a la transferencia de información del gen al citoplasma, el "tráfico es ciertamente de dos vías" (1961, pág. 121). "Tal vez --concluye-, para usar una analogía no mucho más cruda que muchas de las que se aceptan en la teoría de la información, sólo las palabras pueden entrar en la solución y convertirse en el juguete de los bioquímicos, pero las oraciones permanecen siempre dentro del dominio de los morfologistas"(pág. 126).
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Pronto aparecieron otros intentos en una vena similar. En 1961, Christiaan Pieter Raven, profesor de zoología en Utrecht y ex director del Laboratorio Hubrecht, trató de reivindicar el término información para las necesidades más globales de un biólogo del desarrollo. Escribió al respecto: "El germen en el inicio del desarrollo debe estar provisto con la información necesaria para actuar de ese modo. En otras palabras: la estructura ordenada, el patrón del óvulo fecundado, debe ser tal que "represente" fielmente el patrón del organismo que se desarrolla a partir del huevo" (1961, pág. 6). La cuestión principal que debe abordar es, en consecuencia, cómo está codificada la información del desarrollo en el huevo fecundado. Explícitamente apoyado en la teoría de la información, se propone cuantificar las fuentes plausibles de la información necesaria. Como hicieron Watson y Crick, ubica la información genotípica en la estructura del ADN, pero agrega otros dos sitios de almacenamiento de' la información: la corteza celular y el citoplasma. El citoplasma es de particular importancia, en vista de la necesidad de que la activación del gen inicie el desarrollo normal. ¿Pero de dónde viene esta información citoplasmática? La respuesta de Raven es vaga pero va al grano: "Todo el cuerpo del organismo materno participa en la codificación de la información citoplasmática del óvulo" (pág. 199). Un último ejemplo: a partir del punto en que Waddington abandonó, Michael Apter, un zoólogo disidente con experiencia en computación, elaboró un sostenido alegato en favor de un enlace más exhaustivo y riguroso de la cibernética y el desarrollo, al afirmar que "los organismos en desarrollo son sistemas sumamente complejos que, en definitiva, sólo pueden entenderse en términos de principios generales de organización y control" (1966, pág. 33). En rigor, son tan complejos que ni siquiera los servomecanismos ofrecen (por lo menos no todavía) análogos adecuados. Por consiguiente, los problemas del crecimiento y el desarrollo "no sólo son importantes para la biología: lo son en el
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nivel más teórico para la misma cibernética o, mejor, para la teoría abstracta de nivel sistémico de la cibernética" (pág. 34). El progreso futuro depende del desarrollo teórico de autómatas que se autorreproduzcan. Al reformular la cuestión fundamental de la cuestión de la embriogénesis, Apter se preguntó: ¿Cómo puede un solo autómata, al poner en marcha un proceso de autorreproducción, en que cada nuevo autómata tiene a su vez la posibilidad de reproducirse, producir un sistema mucho más grande que él mismo del que él es sólo una parte, de manera tal que este sistema esté organizado en términos de un patrón especificado por el autómata original? Lo que hace falta es un plan o, mejor, un conjunto de planes para un cigoto (pág. 50).
A pesar de sus manifiestas diferencias (Ravenhizo hincapié en el carácter dual de la reproducción sexual;Apter lo elidió), lo que estos autores tienen en común es su expansión hacia la cibernética, la dinámica de los sistemas y la teoría de los autómatas en un intento por teorizar el desarrollo biológico. El punto crucial para los tres (el mensaje, por así decirlo) es que por sí solos los genes no pueden bastar para explicar el fenómeno de la embriogénesis; de una u otra manera, debe intervenir todo el organismo. No podían decir exactamente cómo, pero les parecía que la imagen de los sistemas autodirigidos y autoorganizados,o autómatas, proponía un modelo de peso. Esto no era así para otros. El hecho simple es que para esa época toda la cuestión del desarrollo embrionario había perdido su atractivo para la generación de biólogos que llegaban a la mayoríade edad (especialmenteen los Estados Unidos). Sencillamente, era demasiado compleja. La década del sesenta -los años mismos en que se encumbraba la biología molecularfue un punto bajo en la historia de la biología del desarrollo,y con frecuencia se aludió a su falta de éxitos como contraste con los dramáticos logros de la biología molecular. En biología, el nuevo credo era la simplicidad.
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Circulación Con todo, aunque en biología molecular y ciberciencia los investigadores mostraron poco interés en sus programas epistemológicos recíprocos, la información -ya como metáfora o como inscripción material (o tecnológica}- no podía ser refrenada. En el mundo real no había interrupción del significado ni corte de 10 que Lacan llama circuito del lenguaje. En los años sesenta, la metáfora, y no el intercambio material, aportó el vehículo primordial para esa circulación. En otras palabras, el uso metafórico de la información -a medida que ésta cruzaba en todas las direcciones a través de ambos conjuntos de disciplinas, sus practicantes y sus temas- proporcionó el principal vector para la diseminación del significado. Nadie, en ninguno de los dos campos, podía ignorar el éxito y el hechizo del otro. Y en especial, tal vez, no era posible que los éxitos de la biología molecular pasasen inadvertidos para los cibernéticos. En 1964 Wienerpublicó God, Golem, Inc., un libro destinado a un público más popular que su obra anterior, Cybernetics (1948). En esta última había argumentado en primer lugar en favor de la homología entre animales y máquinas y, en segundo lugar, en favor de la "convertibilidad mutua de la estructura espacial y funcional, por un lado, y los mensajes en el tiempo, por el otro": por la convertibilidad recíproca de animales o máquinas y mensajes. Pero esta vez empezó con el "hecho simple" que nos enseña la biología molecular: En presencia de un medio nutritivo apropiado de ácidos nucleicos y aminoácidos, la molécula de un gen [... ] puede causar que el medio se asiente en otras moléculas [subrayadomío]. [... ] Este acto de multiplicación molecular [... ] parece representar una etapa tardía de análisis del vasto y complicado proceso de la reproducción. El hombre hace al hombre a su propia imagen. Lo cual parece ser el eco o el prototipo del acto de creación, mediante el cual se supone que Dios hizo al hombre a Su imagen. ¿Puede ocurrir algo
similar en el caso menos complicado [... ] de los sistemas no vivientes que llamamos máquinas? [... ] ¿Puede la [... ] máquina misma actuar como un arquetipo, aun en lo que se refiere a sus apartamientos de su propio patrón arquetípico? El objetivo de esta sección es responder esas preguntas, y hacerlo con un "sí". [... ] Por diferentes que sean, la reproducción mecánica y la biológica son procesos paralelos que conducen a similares resultados; y una descripción de una bien puede producir sugerencias pertinentes para el estudio de la otra (págs. 29-30). ¿Pero qué es, se pregunta algunas páginas más adelante, una máquina? Desde un punto de vista, podemos considerarla como una causa primera. [... ] No es ése el punto de vista que adoptaremos en este libro. Para nosotros, una máquina es un dispositivo para convertir los mensajes entrantes en mensajes salientes. [... ] Como diría un ingeniero en su jerga, una máquina es un transductor de insumas y productos múltiples (págs. 31-32). Unas pocas páginas después aparece el remate: El transductor -Ia máquina, como instrumento y como mensaje- sugiere así el tipo de dualidad que es tan cara al físico. [... ] Además, sugiere la alternancia biológica de generaciones expresada por el han mal [... ] de que una gallina es meramente la manera que tiene un huevo de hacer otro huevo. [... ] Así, la máquina puede generar el mensaje y el mensaje puede generar otra máquina. Ésta es una idea que he acariciado anteriormente: la de que conceptualmente es posible enviar a un ser humano por una línea telegráfica. [... ] En la actualidad, y tal vez durante toda la existencia de la raza humana, la idea es impracticable, pero no por ello inconcebible (págs. 35-36). Pronto, pero todavía no. En 1964 quizá no fuera posible en-
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viar cuerpos por una línea telegráfica, pero la información podía fluir libremente, y lo hacía. Seis años después era evidente que Jacob, junto con Lacan -en rigor, junto con gran-parte del mundo académico- habfa-leído su Norbert Wiener. Al reseñar la historia de The Logic of Life, I7 Jacob escribió: "Este isomorfismo de la entropía y la información establece un vínculo entre las dos formas de poder; el poder de hacer y el de dirigir lo que se hace" (1974, pág. 251). Pero por mucho que tratara de contener al sujeto modernista en la oficina ejecutiva del cromosoma, por entonces ya estaba atrasado: no era ya posible ningún vínculo directo semejante entre hacer y dirigir. La naturaleza repartida y dispersa del poder -tanto del poder de hacer como del de dirigir- se había hecho explícita y daba pábulo a nuevas estrategias gerenciales. Si el poder radica en la información, ¿cómo podría dicha información ser contenida? Sería mucho mejor tratar de explotar su circulación. Cosa que Jacob hizo. y al hacerlo, comenzó a hablar mucho sin decir nada. Al citar extensamente a Wiener, su tratamiento del decretado flujo unidireccional de la información genética empezó inadvertidamente a perder su sentido de la dirección. Jacob escribió 10 siguiente: Con la posibilidad de llevar a cabo mecánicamente una serie de operacionesestablecidasen un programa, el viejo problema de las relaciones entre el animal y la máquina se planteó en nuevos términos. "Ambossistemas son exactamenteparalelos en sus intentos análogos de controlar la entropía a través de la retroalimentación", dijo Wiener. [... ] Ambos tienen un equipamiento especial [... ] para reunir en un nivel energético bajo la información procedente del mundo exterior y transformarla en beneficio de sus propios objetivos. [... ] La coordinación del sistema depende de una red de circuitos reguladores que integran el organismo (1974, págs. 252-253).
17.Originalmentepublicadoen francésen 1970.
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y por último, en lo que se lee como una inversión total del amo y el esclavo, escribió: "En cualquier momento, la máquina que ejecuta su programa es capaz de dirigir su acción, corregirla y hasta interrumpirla, de conformidad con el mensaje recibido" (pág. 253).
De los relojes y los telégrafos a las computadoras Schroedinger, más de veinticinco años antes, había terminado su libro con esta preocupación explícita: Pero les ruego que no me acusen de llamar a las fibras cromosómicas las "piezas de la máquina orgánica", al menos no sin referencia a las profundas teorías fisicas en que se funda el símil. [... ] La pieza singular no es de vulgar hechura humana, sino la más fina obra maestra jamás lograda según los lineamientos de la mecánica cuántica del Señor (1944, pág. 91). Sin embargo, Schroedinger sólo tenía relojes y cables de telégrafo -al margen de la mecánica cuántica del Señor- para ayudarlo a reflexionar. En la década del setenta, los fisicos, biólogos e ingenieros (así como todos los demás) podían buscar esa ayuda en un nuevo tipo de máquina, no basada en la transmisión unidireccional de mensajes desde el remitente hasta el destinatario, sino en redes y sistemas: como dijo Wiener, "un transductor de insumos y productos múltiples". ¿Puede ser una sorpresa, entonces, que en el esforzado proceso de modelar organismos y máquinas, cada uno de acuerdo con el otro, los organismos y las máquinas . no sólo lleguen a parecerse cada vez más entre sí sino que, cuando eso sucede, el significado de ambos términos sufre algunos cambios bastante críticos? A medida que la Vida siguió adelante -con su flujo inevitablemente circular de información y pronto también de personas-, la
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polaridad (o contrapunto) entre ciberciencia y biología molecular que había sido tan aguda en los primeros años empezó a volverse cada vez más difusa. No obstante, persistió una tensión vital, aunque ahora tanto dentro de las disciplinas como entre ellas. Así como Jacob oscilaba entre una visión del ADN como fuente de toda información y dirección y el organismo como una red de circuitos reguladores, otro tanto hacía Wiener. Su ambivalencia (u oscilación) ya era notoria en God, Golem, Inc. Aunque repudiaba explícitamente la concepción de la "máquina como una causa primera", el punto de partida de su argumentación era no obstante la inolvidable lección de la genética molecular: a saber, que "la molécula de un gen [... ] puede causar que el medio se asiente en otras moléculas" (pág. 28). Tras comenzar con el gen como una causa, pasó rápidamente a las máquinas como organismos, a los autómatas autorreproductores y por último a la máquina como un mensaje. Tal como Jacob citó a Wiener, el organismo mismo puede ser "visto como un mensaje" (Jacob, 1974, pág. 252). Desde luego, para aquellos a quienes les importaba, todavía quedaba algo así como una brecha entre la noción del mensaje como una molécula (Jacob) y la noción del cuerpo que puede "enviarse a través de una línea de telégrafo" (Wiener). Pero para verla, era necesario estar versado tanto en la biología molecular como en la teoría de los autómatas. En 1969, Howard Pattee había identificado el desliz preguntando simplemente: "¿Cómo se convierte una molécula en un mensaje?". Al respecto, escribió lo siguiente:
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Tras apelar a los ya extensos estudios sobre el lenguaje artificial, concluyó que "una molécula no se convierte en un mensaje debido a ninguna forma o estructura en particular. [... ] Una molécula se convierte en un mensaje sólo en el contexto de un sistema más amplio de coacciones físicas que he llamado un 'lenguaje'" (pág. 8). Y su pronóstico final es el siguiente: "Entender de qué manera las moléculas se convirtieron en mensajes [... ] exigirá una evaluación mucho más profunda de la física de los interruptores y la lógica de las redes" (pág. 15). La pregunta de Pattee todavía no tiene respuesta, pero ha empezado a suceder otra cosa digna de nota. Sus observaciones se publicaron en el suplemento de una nueva revista lanzada sólo tres años antes para marcar los primeros movimientos de un renacimiento del clásico acertijo de la biología, a saber, el problema de la embriogénesis, si bien con la expresión manifiestamente más neutral de biología del desarrollo. La siguieron otras revistas y actas de conferencias. La primera Conferencia Gordon sobre Biología del Desarrollo se realizó en 1972; ese mismo año, la Peterson Annual Guide lo Graduate Programs in the Biologieal Seienees incluyó su primer programa en la disciplina; Nüsslein- Volhard publicó el primero de sus artículos sobre los efectos maternos en el desarrollo embriológico en 1977; el clásico artículo de Ed Lewis, en que se sintetizaban treinta años de trabajo en el complejo de genes asociado con la organización de partes corporales, apareció en Drosophila en 1978. Hacia 1980, la Peterson Guide enumeraba cincuenta programas de biología del desarrollo. En los diez años siguientes, la biología del desarrollo se convirtió en una de las principales áreas de investigación de las ciencias biológicas, si no en la principal. El efecto de este vuelco en las prioridades de la investigación consistió en subvertir radicalmente el dogma de la acción de los genes (véase capítulo 1). Para citar a Francisco Varela y Jean-Pierre Dupuy, la biología molecular había parecido ser
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Estoy convencido de que el problema del origen de la vida ni siquiera puede formularse si no se entiende mejor cómo pueden las moléculas funcionar simbólicamente, esto es, como registros, códigos y señales. [... ] Es necesario que sepamos cómo una molécula se convierte en un mensaje. [... ] Nada de lo que he aprendido de la genética y la biología molecular me dice en términos de principios físicos básicos por qué la materia tendría que cobrar vida alguna vez (pág. 1).
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un éxito modelo en la reducción de la vida a la química macromolecular, sobre todo gracias al descubrimiento del código genético y la noción de una programación celular que supuestamente se encuentra en el fundamento de todo desarrollo, dado que escribe (literalmente)el organismo a medida que éste se desenvuelve en su ontogenia. Sin embargo, tras una fase inicial de fascinación con la idea, ha resultado notorio [... ] que si tomamos literalmente la noción de programa genético, caemos en un extraño circuito: tenemos un programa que, para ejecutarse, necesita su propio producto. En realidad, todos los pasos del mantenimiento y la transcripción del ADN están mediados por proteínas, que son precisamente lo que se codifica. j Para continuar, es preciso que el programa ya haya sido ejecutado! (1992, pág. 4).
los que las unidades constitutivas elementales (las células) son manifiestamente no idénticas, aunque su ADN lo sea. A fines de la década del setenta, un adelanto técnico más estrictamente interno provocó su propia transformación en los programas convencionales de la biología molecular. Las técnicas del ADN recombinante crearon un nuevo orden de oportunidades para clonar y secuenciar, e impulsar aún más lejos la biología molecular, hasta convertirla en una ciencia informacional, una ciencia del mando, el control y la comunicación. Pero la verdadera década de vuelco total -en la biología molecular, la cibernética, la cultura popular y hasta la física- fue la del ochenta. En ella, los vientos de la información se convirtieron en un torbellino y el cuerpo clásico -el deJa embriología e incluso del universo material- perdió su~amarr~) . Vale la pena meneióriar algunos puntos de referencia de la cultura más general: el término ciberespacio se acuñó en 1984 (Gibson); también fue éste el año de la "Connection Machine" de Danny Hillis y del lanzamiento de una coalición centrada en Cambridge, Massachusetts, llamada "Thinking Machines", integrada por científicos de la computación y físicos, y constituida para construir computadoras paralelas. y fue asimismo el año en que el físico John Wheeler publicó su primer artículo sobre el universo como una computadora. Pero si los fisicos veían todavía la computadora como un modelo convincente para el universo, entre los biólogos ganó amplia aceptación como un modelo apropiado de la célula (o el organismo). Considérese la siguiendescripción del proceso de embriogénesis en C. elegans, tal como se presentó en uno de los manuales más difundidos de fines de los años ochenta, The Molecular Biology ofCe/!:
El sentido de la argumentación de Varela y Dupuy es sugerir q_lleeste problema del desarrollo -la lógica circular del huevo y la gallina- es paradigmático de la "lógica del suplemento". Pero con igual facilidad podrían haber invocado la lógica circular de un paradigma cibernético. I
El medio como mensaje
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Motorizada por las exigencias de la dinámica política e institucional de la posguerra, por un lado, y por los adelantos técnicos tanto en la biología molecular como en la ciberciencia, por el otro, la economía circulante de máquinas, mensajes y organismos aportó nuevas maneras de hablar de la emergencia de la forma biológica, de la mano con nuevos modos de referirse a las formas y la administración de las estructuras sociales y tecnológicas, En particular, proporcionó un lenguaje para describir la distribución del poder en organismos desordenados y notoriamente heterogéneos, y pensar los circuitos funcionales de sistemas en I
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En el caso de las células, como en el de las computadoras, la memoria hace posibles los programas complejos; y muchas células juntas, cada una de las cuales atraviesa su programa complejo de control del desarrollo, generan un cuerpo adulto complejo. [... ]
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Así, las células del embrión pueden compararse a un conjunto de computadoras que operen en paralelo e intercambien información entre sí (Alberts et al., 1989, pág. 902).
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Es probable que los biólogos moleculares de la generación de Delbrück no estén todavía muy interesados en el procesamiento de la información, pero una generación más joven sí lo está, y por necesidad. Lo exige la mera proliferación de datos. En rigor, y parcialmente en respuesta al llamado lanzado por Eric Lander y Charles Cantor a los científicos de la computación en 1988, en nombre del Proyecto del Genoma Humano, ha comenzado a surgir un nuevo campo que no reconoce absolutamente ninguna frontera entre el procesamiento de la información y la biología molecular. Es cierto que ésta es aún una ciencia joven, pero las técnicas que permiten la clonación rápida de un elemento arbitrario de ADN, dadas exclusivamente las secuencias de las porciones finales (reacción en cadena de las polimerasas o RCP); junto con la transmisión de datos secuenciales por correo electrónico, la trasladan claramente hacia un nuevo ámbito. Tal como 10 expresa Walter Gilbert, la biología avanza "hacia un cambio de paradigma" (1991): en la visión que Gilbert tiene de éste, el reactivo del futuro serán los datos secuenciales. Sin embargo, quienes tienen una preparación más sofisticada en ciberciencia ven como redes las piezas constructivas fundamentales. Si el análisis de Pattee es correcto, la molécula ya ha avanzado un buen trecho en su camino a convertirse en un mensaje. El término "irradiante" [beaming] proviene desde luego de la ciencia ficción (la primera generación de Viaje a las estrellas 10 introdujo en la cultura popular). Pero como bien sabemos, la mayor parte de la ciencia ficción se origina en la literatura científica y, en efecto, vimos que la idea fue propuesta explícitamente por Norbert Wiener ya en 1964. Al argumentar en favor del carácter intercambiable entre los organismos y el tipo particular de máquinas conocidas como transductores de insumas y productos múltiples, ~ie~!~~~~<:>!t:'l~asimple~~~_~~}a distinción eIl:t~t!~:'-l~g>_o~x.má9_~i-
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nas; también se apoyaba en la fusión entre máquinas y mensajes Cí..u.e fue endémica en el discurso computacional desde sus mismos comienzos. Pero el final de la década del ochenta trajo al menos cuatro nuevas dimensiones a la visión de enviar a seres humanos a través del cable, y todas aparecieron más o menos al mismo tiempo. Las más conocidas son la realidad virtual y la vida artificial (véase Doyle, 1993), a las que yo agregaría dos nuevas técnicas de la biología molecular: el secuenciamiento de los nucleótidos y la reacción en cadena de las polimerasas (RCP).18 18. Podría añadir un último adelanto a esta secuencia, hasta el día de hoy tal vez la contribución más excitante de IBM al circuito del intercambio informático. La edición de Nature del 15 de abril de 1993 informa lo siguiente: La última idea de la ciencia ficción adoptada por los fisicos cuánticos [ ... ] es la teletransportación, [ ... ] La idea subyacente a ella es que un objeto flsico es equivalente a la información necesaria para construirlo; en consecuencia, el objeto puede transportarse si se transmite la información a través de cualquier canal convencional de telecomunicación y el receptor la usa para reconstruirlo (Sudbury, 1993, pág. 586). Pero a diferencia de un gen, un quantum solo no puede clonarse. Tal vez sea por eso que la siguiente caricatura no apela tanto a la clonación electrónicamente mediada como a un tipo más tradicional de experimentos de la biología del desarrollo, concentrados en la organización (o reorganización) de las partes del cuerpo.
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Como de costumbre, Viajea las estrellas no está demasiado lejos (y, para el caso, tampoco demasiado adelantado): en un episodio reciente particularmente brillante, un prototipo del profesor Moriarty de Sherlock Holmes, recreado en el Holodeck del Enterprise, cobra conciencia. Y con ella, exige -en realidad, afirma- su existencia. Por encima de los reparos de sus creadores con respecto a las diferencias entre una existencia simulada y una real, salta del ciberespacio y declara, desde luego: "[Cogito, ergo sum!". Pero el yo detrás del cogito de Moriarty no es, por supuesto, el suyo, así como, en verdad, ya no puede decirse que el yo detrás del cogito de Descartes haya sido el suyo; también ése es un simulacro: un mensaje desde alguna parte, y ya no es cuestión desde dónde o de quién. Quizá ya ni siquiera nos importe. En definitiva, ¿podemos acaso decir si Moriarty ha cobrado vida en el espacio virtual o el tridimensional (o real, como todavía lo llamamos)? ¿Y acaso aún importa esta diferencia? ¿O tal vez deberíamos preguntarnos, mejor, para quién y para qué ha dejado de importar?
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Indudablemente, en las ciencias de la vida importa cada vez menos. A raíz, en gran parte, del resurgimiento de la biología del desarrollo, bien puede decirse que la biología molecular ha "descubierto el organismo", pero el sujeto de la nueva biología, por completo y encarnado que sea, es sólo un pariente lejano del organismo que había ocupado a una generación anterior de embriólagos. Como consecuencia de las transformaciones tecnológicas y conceptuales que presenciamos en las últimas tres décadas, el cuerpo mismo se ha transformado de manera irrevocable, tal vez especialmente en el discurso biológico. El organismo biológico de hoy se parece poco al garante tradicionalmente materno de la integridad vital, la fuente de alimento y sostén; ya ni siquiera son los sustratos materiales pasivos de la genética clásica. El cuerpo
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de la biología moderna, como la molécula de ADN -y también como el moderno cuerpo corporativo o político-, se ha convertido en una parte más de una red informacional, ora máquina, ora mensaje, siempre listos para el intercambio, cada cual por el otro. Como Lacan lo señaló con tanta justeza: "Es muy curioso decir que [... ] el hombre tiene un cuerpo" (1988, pág. 72). Pero como también lo apuntó, esta locución nos acompaña desde hace mucho tiempo, probablemente desde el ensayo de Descartes "Sobre el hombre", de 1664. "Hojéenlo -sugiere Lacan- y confirmarán que lo que Descartes busca en el hombre es el reloj" (pág. 74). Bueno, hemos recorrido un largo camino desde el reloj de cuerda, e incluso desde los grandes adelantos decimonónicos del motor eléctrico, el motor de vapor y el telégrafo. La electricidad cedió el paso a la electrónica y la materia, y la energía a la información. A fines del siglo xx, quien domina nuestra imaginación es la computadora, que nos ha liberado de la curiosa locución "el hombre tiene un cuerpo". En su lugar, tenemos un conjunto aún más curioso de locuciones. Hoy podría ser correcto decir que el cuerpo -en el sentido que la palabra adquirió actualmente- tiene un hombre. Y es muy posible que este cuerpo tenga aferrado al hombre con más fuerza de la que nunca ejerció ningún cuerpo materno.
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