Evaluación final de Literatura peruana de la Conquista y la Colonia
Frank David Aquino Ordinola. Ordinola. 14030116
Explique las relaciones entre el Discurso en loor de la Poesía, el humanismo sudamericano y la Academia Antártica.
El Discurso en loor de la poesía poesía puede ser considerado como un género metapoético dentro de la producción poética local sudamericana. Este se publicó en el año de 1608 (inicios del siglo XVII) y fue incluido como prolegómeno en “El Parnaso Antártico” de Diego de Mejía. Cuando se lee el considerable poema (extensionalmente) de Clarinda, se podrá observar que, a la manera del Apologético, hay una defensa del poeta Mejía reiteradas veces. Solo que en este caso, a diferencia de la posición de crítico que asume muy notablemente Espinoza, Clarinda antes bien se afirmaría en su don de creadora. Porque ciertamente antes que oficio, la actividad poética sería un don, desde la concepción griega, latina y romana. Esto no significa tampoco que la autora implicada en el poema se esté autorrefiriendo siempre con el deseo de legitimarse de manera soberbia. Lo que hace ella es mostrar toda una enciclopedia humanista porque unificadora de las tradiciones poéticas antecedentes del Perú, las cuales son capaces de traspasar fronteras entre cultura y cultura. Así, un objetivo principal en su discurso poético plural es fundar una República humanista desde las ti erras coloniales, de las que se destacan muy a menudo autores de poesía religiosa. Y el carácter colonial que ponía en una encrucijada a los criollos, podría de esta manera solucionarse, a través de un manifiesto local con la alta ciencia y/o sabiduría impregnada en la poesía. Así pues, la virtud de la poesía es inmortalizar al hombre a través de la fama. Pero no solo la figura del poeta será defendida por Clarinda en su matatexto, sino que también reivindica la figura del filósofo para tal hazaña, el que enseña. Puede parecer incongruente decir que el filósofo es tan importante como el poeta, porque ciertamente se ha dicho que la poesía no se puede enseñar si el poeta no tiene la virtud. Pero, de acuerdo con un humanismo de ciertas raíces renacentistas, acceder a la poesía es como un acceder al conocimiento que otorga Dios, porque está lejos del hombre ordinario. La superación de lo ordinario debería leerse también como una autoafirmación de un lugar de enunciación americano, que se ilustra por medio de una larga serie de autores de poesía en
Occidente. De acuerdo con Chang-Rodriguez, si bien su inventario de talentos locales se asemeja a otros del Siglo de Oro, como Cervantes y Lope, a Clarinda se le debe orientar desde las preocupaciones de la situación colonial donde los que escriben en América sienten el alejamiento de la Península, anhelan todo su vasto conocimiento; pero aun así, desean quedarse allí para que su deseo no sea nuevamente otra trampa mimética. La anónima, dice Raquel, intenta reiterar la privilegiada posición de la región antártica como espacio geográfico donde el translato studii pueda producir poesía de calidad. Otra tarea importante dentro o fuera de la enseñanza filosófica, también es la calidad de traducción. Diego de Mejía ha sido un impecable representante al poder mostrar la poesía de Ovidio no solo con su autonomía de obra literaria sino con su traslado de las veintiún epístolas majestuosamente escritas. El catálogo de heroínas que entiende Clarinda tendrá un proceso de recepción similar: poder formar parte de un corpus con figuras de verdadero virtuosismo en las letras poéticas.
Elija un fragmento de el Apologético, transcríbalo y realice un análisis textual y asocie su interpretación al proyecto del libro. SECCION V
Difícil cosa fue siempre corregir a los hombres grandes y no fuera lo peor lo difícil, si ello no fuera tan infeliz. Quédanse siempre grandes los que lo son y malógranse los filos de quien los quiere cercenar; dejándolos mayores. Corrigere at res est tanto magis ardua, quanto Magnus, Aristarcho majar Homerus erat. [Corregir es una cosa tanto más ardua cuanto más grande (es el que se corrige); Homero era mayor que Aristarco]. No inventó Góngora las trasposiciones castellanas, inventó el buen parecer y la hermosura de ellas, inventó la senda de conseguirlas. Era ese lenguaje ornamento poético de la majestad romana, no cabía en nuestro idioma tanta imitación de lo grande. La ropa, que sirvió de gala a las musas latinas, arrastraba más aína a la castellana: tal vez que se atrevió a ostentar esos aparatos, le decía el aliño mal; porque ella decía mal el aliño! Mas ¡oh prodigios del ingenio de Góngora! levantó a toda superioridad la elocuencia castellana: y sacándola de los rincones de su hispanismo, hízola de corta sublime, de balbuciente facunda, de estéril opulenta, de encogida audaz, de bárbara culta; maravilla que reconoció el mayor orador que admiró España, Hortensia, cuando dijo:
Oh tú Lelio, que heredando al docto Marcial la pluma
las sales, que el mundo admira Píndaro mejor renuncias. A quien el Jayán de Ulises cuarta de trinacria punta debe más luz, que a su frente apagó la griega astucia. Cuyas sacras soledades misteriosas, sino mudas
cuanto respeto las puebla
tanta deidad las oculta. Hijo de Córdoba grande, padre mayor de las Musas, por quien las voces de España se ven de bárbaras cultas.
Harto mejor pues que Júpiter en su cerebro a Minerva este Padre Mayor de las Musas, volvió a dar nuevo ser a la castellana en la regeneración de su soberano ingenio y amaneció entonces nuestra poesía de tan divino taller, grande, sublime, alta, heroica, majestuosa y bellísima, digna entonces de mayores ornatos, de pompas mayores, crecióle la estatura, igualóla al tallazo de la gentileza latina y quedaron comunes los arreos, indiferentes las galas. Adornáronla entonces con decencia .los áureos collares que antes la brumaban con melindre. Esto fue lo grande, esto lo raro, esto lo nuevo; para Jayán ropaje, agigantar el bulto y proporcionar con la regia Loriga de Saúl, la rústica terneza del pastorcillo, que apenas rodaba oprimido del peso de tanta malla. Fullería del teatro fue para hacer capaces las personas de la grandeza trágica, fingir lo corpulento a diligencias del coturno: porque el lenguaje de los héroes, si no los desmiente el zueco, no cabe en talles ordinarios. En siendo enano el idioma, ¿qué ha de hacer porque no le atropelle el vulgo, si diligente Zaqueo no trepa al Higuerón y encaramado al árbol, no remienda la estatura con el tronco?, mas la musa de Góngora no ha menester zancos teatrales, ni mentirosos, para arrogarse todo el fausto de la elocuencia latina, estrenándole las joyas de su mayor estimación y los adornos más incomunicables de su vanidad, porque este divino Dédalo le cultivó el lenguaje, le reformó la sentencia, le encrespó la elocución, le abultó la frase, le aseó las voces, le sazonó las sales, con que la dejó capaz de todo aquel ornamento y llegaron a caber en ella sin azares no sólo esas colocaciones latinas pero muchas osadías de frases, construcciones, casos y esquemas latinos, como ponderamos, si este papel, como es Apología fuera comento.
El fragmento textual que se ha elegido da cuenta, desde un principio, de una posición del crítico Medrano que parte de un filosofema proveniente de la sabiduría griega: “Conócete a ti mismo”. Su relevancia reside en que no solo se está aclarando desde un primer momento que Góngora es un grande poeta, sino que para llegar a ese juicio de valor se necesita también a un mejor lector crítico. De ahí la responsabilidad de mirar en nosotros mismos y corregirnos antes que corregir a los difíciles, como Góngora. Además, se está dudando de la aseveración de que lo difícil tenga siempre un valor negativo dentro de la poesía. A continuación, se describe cómo Góngora ha utilizado un sistema modelizador primario (la lengua castellana) ciertamente con las dificultades o limitaciones que por naturaleza esta arrastraba, a diferencia de la latina con la que ya se habían hecho grandes conceptos poéticos. Góngora por lo tanto es grande porque se enmarca en la genealogía de las lenguas, con la oportunidad que traigan estas para que el poeta pueda aprovecharlas y explotar en sentido positivo las estructurales ornamentales que ya provienen de una tradición. Como dice el texto, él no crea las trasposiciones castellanas, sino que les saca provecho en un sistema modelizador secundario (la poesía culta). No obstante, aunque Góngora naturalmente parta de los recursos de la lengua y gracias a su trabajo arduo ha logrado desarrollar una excelente poesía, también se sostiene cierta especie de talento fuera de lo ordinario. ¿Qué sería lo ordinario para Espinoza Medrano? Pues el facilismo para imitar la grandeza inimitable de alguien como Góngora. Y que ciertamente, también sería vulgar llevar la obra estilizada y perfecta a compararla con la lengua materna tan delimitada, pues el nivel lingüístico ha de ascender en el proceso de una ornamentación sumamente original y bien pensada. Es en ese punto donde Espinoza ataca a los conformistas con la lengua española y a los que tratan de superarla pero sin hallar una autonomía estética en su poética, sino imitando desaforadamente a Góngora sin poder igualarlo. El proyecto de Espinoza, de esta manera, no apuntaría exactamente a que Góngora sea un modelo aristotélicamente mimético para todo autor de lengua castellana. Podría ser más preciso decir que el modelo de Góngora es inimitable, particular en medio de la universalidad de poetas clásicos inclusive, y lo que se espera de esta crítica admirativa debería ser, en primer lugar, aclararlo de esta manera para luego incitar sobre todo a una tarea de crítica que sea admirable también antes propiamente que a una escritura creativa comparable. Lo que le molesta ciertamente a Espinoza es que se quiera crear un falso arte, un arte que solo remeda, a partir de una
floja crítica. En este primer enfoque, incitar a una toma de posición de la crítica literaria (erudita y consciente) sería más productivo y principal antes que un deseo de incitar a una escritura creativa de tamaña magnitud como la de Góngora. Y justamente la crítica ha de ser más importante que la misma obra literaria en cierto sentido que se atribuye Espinoza, en tanto todos los mecanismos formales que existan en la obra deben saber diferenciarse y no quedarse netamente como un uso retórico ilimitado o sin rumbo. Solo con la crítica entonces, la obra podrá disfrutar de ese estatuto grandioso que Espinoza le quiere devolver a Góngora. Esto es algo muy evidente en la literatura española de los siglos XVI y XVII, pues los circuitos literarios desde Garcilaso involucraron una mejor apreciación de la poesía si se le relacionaba con toda la circulación crítica de sus tiempos. A diferencia de la postura de John Beverley, el gongorismo sería un proyecto radical pero muy cerrado para un público letrado, además de mistificador tal como la crítica fundadora de Espinoza. En la colonia, el autor lo ve como una nueva forma de colonización. ¿pero acaso será una colonización ideológica, como él lo cree, a partir del uso forzado de una estética doctrinaria? Lo que se deja entrever finalmente, es que si algo tiene de signo ideológico el Apologético, es la honestidad y exigencia en el nuevo modelo de crítica colonial. Finalmente, Espinoza no cumple un papel puramente censurador que quiera imponerse, sino que explota un lenguaje elaborado con el fin de hacer ascender una comunidad letrada que hacía falta en el espacio americano.