PRESENTA
ERÓTICA MÍA Saúl Ibargoyen (1ra. edición: Editorial Signos, México DF, 1982)
“De sémine tuo non dabis deus cunnus ídolo Musa” (Grafito pompeyano, circa 75 d. e. c.) “At mihi nulla satis nuda puella jacet…” MARCIAL
ERÓTICA Erótica mía: Escribiré en tu espalda con un trazo de dientes una sola historia: no puedo mirarte sin sangre en los ojos no puedo amarte fuera del incendio. Besar es oficio que a veces nos pierde en bocas de bestias oscuras en grietas dolorosas que el sudor ilumina. Erótica mía: Tendremos silencio en estas palabras habrá un aire escondido debajo de las camas un olor a furia una espesura de grasas derrotadas. No puedo hablarte sin saliva que espera el comienzo terrestre de tu piel cercana no puedo tocar tus axilas sin la empapada presencia de mi lengua. Y no puedo repetir este amor esta sola historia que escribo en tu espalda Erótica mía sin mancharme los dientes sin quemarme las manos sin dejar que mi borroso corazón se hunda pausadamente entre tus sábanas.
CASI UNA CARTA Erótica mía: Hoy estamos en una fecha sin lluvia de tu tiempo junto a una ventana de vidrios y moscas mientras la tinta se endurece más allá de mi cintura tensando la tela de aquel pantalón que compré contigo en una esquina (pues salíamos del fuego y estábamos desnudos: tú elegiste una camisa que tus nalgas empezaron enseguida a devorar y que tu ombligo absorbía entre crueles suspiros). Y mientras -te decía papel arribami cintura escapa de los turbios fantasmas que tus labios levantan en minuciosos y pensados besos me olvido de los temas y debo comprar -atorado por el humo caliente que dejasteuna piel que no tenga las entradas a tu cuerpo una piel que no coincida con los agujeros mordidos de tu cuerpo porque estoy vestido con tus jugos recientes y para ser lo que apenas soy debo desnudarme también de otra manera. Erótica mía: Me despido con el temblor de siempre y extiendo esta casi carta en la confusión de tu almohada encendida.
TU RESPUESTA
No / dijiste a mi casi carta No / dijiste despegando mi cara del espejo No / pensaste al descubrir memorias de un futuro con luz en otra parte No / repetiste al soñar con pálidos caballos chocando con la luna No / gritaste al bajar del autobús sin sentir que manoseaban tus caderas No / negaste inventando una dura negación a los filósofos No / afirmaste con tu dulce pescuezo que ese día desdeñó los jabones y las toallas No /gemiste al bailar con amigos favoritos en alguna discoteque No / silenciaste hacia un retrato que ciego quedó sin tu palabra No / escupiste hacia mi boca tantos dioses tantas culebras tantos estornudos No / jadeaste sobre esta cama Erótica mía para que yo también creciera en medio de tus lágrimas.
FISIOLÓGICA Nunca pude escucharte orinar en los rincones con el ciego animal de tu entrepierna volcando hacia las tablas el ladrillo o el mármol esos fulgores y furores tan tuyos y terrestres. Erótica mía: siempre dijiste que jamás ninguno y nadie te oyeron orinar como si pudieras ser solamente un mar estallante una muchacha inclinada y segura. Dime entonces ¿con qué gesto te alzabas los cabellos después de peinar en silencio tus negruras? ¿Y cómo eran los pliegues del vientre antes que tu piel de un solo salto los borrara? Dímelo dímelo Erótica mía porque he perdido tu posición de estatua momentánea tu única vez tal vez de estar inmóvil pues todo sueño te tiembla la memoria te muerde y esta lengua sonora suele conmoverte. Así aunque una noche me nombres para verte orinar para acercar mis oídos a la fuente para dejar mi saliva en tu espalda curvada por la sombra me encerraré entre mantas y sábanas gritaré en defensa del secreto pero estas manos afrentadas por ti Erótica mía tendrán como ahora la forma del agua lustral nacida de tus piernas. LOS VIAJES
¿Qué distancia encuentras de nuestra cama a la cocina? ¿Qué viaje ejecutas pierna a pierna para decirme después que los vientos han pasado? ¿Es tu casa tan grande como un campo sin cielo Erótica mía que a veces comienzas a extraviarte? En la sala están las plantas verdecidas por acto de tu mano y hay migas en todas las alfombras y cuchillos platos ollas con grietas de grasa debajo del metal. ¿A dónde viajas como un trueno a través del ruido como una gota de polvo regresando a la escoba que hace siete días ciegamente la expulsó? No descanses luego del camino desnúdate despójate pronto de ti abandona el sabor de los frijoles que tus labios recuerden apenas el violento negror del café. Erótica mía: cuánto tiempo sin que seas la amarga enemiga cuyas lenguas se clavan en lo más duro de mi carne final.
LOS TELÉFONOS A toda voz claman por ti los timbres del teléfono
y tus orejas se acuestan sobre el cable blanco por donde corre el susurro de mis dedos que marcan y destruyen una cifra de incansable impaciencia. Erótica mía: Sé que pretendes dormir pero vuela ceniza en la recámara y así no puedes encontrar las humedades
que permiten a tu vientre respirar. Porque respiras de mí desde lo adentro más mío un caudal de subterráneos animales que sabes conducir hasta tu centro. Erótica mía: Te envío estos nuevos silencios entre conversaciones sobre el precio del oro las altísimas rentas la niña fornicada por su perro la niebla industrial de la ciudad el nieto enamorado de su abuela las diversas infamias y noticias los mercaderes llorando también las cuestiones del petróleo. Son voces pláticas monólogos que cortan el desesperado murmullo de mis uñas y yo Erótica mía que pensaba lamer tus rodillas y la acidez de tu pelo profundo solamente alcanzo a escuchar los ecos de tu ombligo contestando sin ritmo a mi teléfono.
A MODO DE NOCTURNO Porque cada noche renuncias a tu casa y abandonas un olor desordenado en las recámaras. Porque en tu peine hay extraños cabellos mezclándose y un jabón se rompe luego de extenderse por tu cuerpo. Porque dejas en la sábana pequeñas regiones oxidadas y naces propiamente de la burbuja febril crecida en tu entrepierna -Erótica mía pocamente míaporque tanto te ausentas con un ritmo de oxígeno empujado a todo viento porque sé que te irás que nunca has de hablar con mi teléfono que nunca arrancaré tu vestido sino un fantasma que sale de ti que no llegaré jamás a tu boca sino a una cáscara de besos resecos que no seré el caminante de tu espalda ni el mercader que trafique con tu ombligo que nunca llegaré a tropezar con los golpes de tus pies inesperados: Sí pues tan pocamente mía que en los aires iniciales de cada noche nuestra solamente podré respirar un aliento de neblinas solitarias. Porque habrás de continuar la oscuridad que lleva espasmos a tus poros indefensos: sí de aquí te apartas te alejas
rechazas la luz que pusiste en el espejo el rumor que tú misma enunciabas pues esos fueron tus modos de vivir y ahora yo admito la señal sombría la figura salivosa que con un solo movimiento o un mínimo sonido separas de ti.
LA CITA Antes de irme debo escribir en la pared más lejana Erótica mía la información precisa de mi nacimiento la clave del registro general de amantes los códigos de pasión que más utilicé estos noventa minutos de espera enterrado en la esquina lluviosa disparando blasfemias contra tu nombre contra los poros no tocados de tu cuerpo hablando de ti con las vitrinas pisoteando tu piel en las baldosas rojo de semáforos alucinado como un bicho en un satélite: Debo escribir que me voy de aquí como un poeta en medio de sus huesos como un hombre despeinado por los almanaques con sus lentes de agua confusa con sus vísceras quemadas por la agrura: Debo escribir que dejo tremendos agujeros en el aire mojado y que pasó una muchacha como una increíble visión de sí misma y que fui tras ella por los trenes infernales y que dijo llamarse María y que mañana estaremos en este sitio bajo otra lluvia desigual y diferente y no entiendo si es ayer o será hoy o fue ahora que escribo en la pared que aún permanece Erótica mía cuánto semen me cuesta el pago puntual de todas tus ausencias.
LAS SIETE DIRECCIONES (Según los indios cherokees, hay siete direcciones: norte, sur, este, oeste, arriba, abajo y dentro de uno mismo.)
Erótica mía: Norte está en el rumbo de tu intestino más feroz: toda tempestad es útil si sabes estremecerte en medio de tanta materia acumulada. Sur es un punto imaginario que se enraiza con la cuenca de tu ombligo y allí vas y vamos a beber. Este resulta de la amarga dirección con que empujas tu aliento para hacerlo una oscura bandera de ti misma. Oeste es un astro a contramarcha de todo el Universo que en ti alcanza situación de luz. Arriba es el lugar adonde has nacido: una mesa de cocina ensangrentada un andén a plena sombra una piedra que el viento vuelve silenciosa. Abajo es el sitio que tus voces eligen para nombrar toda húmeda presencia exaltada por la tierra. Y el séptimo sendero corresponde a muchos otros: sale desde ti pues ya lo has caminado: es el que repite Erótica mía tus lejanías conmigo es la más precisa vereda
en que me embarco como un astronauta que empieza a olvidar el peso de su cuerpo y el olor de tu vientre después del orgasmo.
LA CENA Ya las verduras fueron masticadas junto con las carnes y su salsa ennegrecida y las olientes frutas refrescan tu estómago agitado Erótica mía: Y yo no tengo acceso a tu interior donde los ácidos trabajan y las proteínas giran como una galaxia de luces escondidas. Dejaste átomos grasientos en el plato y en el vino mordido apenas por esos dientes que conozco -rigurosamente los besé detrás de tu sonrisa cotidiana y alcancé asimismo la rosada pared de las encías el ámbito sangriento de la boca: nada tan de dulzor y de amargores nada con tanto perfume de albúminas y materias devoradas. Y fue así que retiraste mi lengua temblorosa que perdió docenas de burbujas y se retrajo como un látigo asustado -sabes que soy débil Erótica mía y me golpeas con tu servilleta de piedra. Ya está servida la infusión de altos vapores con mínimos pasteles que enseguida habrás de capturar -cazadora de gestos implacablesy quedas al acecho de que mueva hasta mi rostro los fragores del té. Pero yo no discuto
por un grano de azúcar: dirijo hacia tus pechos mis labios calcinados arranco los pezones de oscuro pan y los arrojo en medio de las retorcidas manchas del mantel.
EL TAXI Mi lengua rompió tu pelo delicado hasta erizarte los huesos de esas piernas tuyas que invenciblemente me abrazaron. Y el hombre del taxi volandero que arrasaba las calles buscando un hotel se fue de sus espejos despreció los silbatos los semáforos eligió otros rumbos y a la puerta de su casa de él nos puso exactamente. Erótica mía: ¿recuerdas que bajamos repletos de música y zumbidos? Tú ibas saltando en un zapato mío yo tenía en el pecho tu suéter de miel. El señor del taxi nos trajo dos copas amarillas de ron: después que bebimos supo desnudarnos con un gesto de hambre global. Erótica mía: Nos condujo a su cama de ropas alteradas periódicos cenizas cuerpo en soledad. Y así fue Erótica mía que ejercimos nuestra esgrima inevitable en aquel territorio sin noche y sin sol. El señor del taxi observaba la espuma furiosa que rasgaba la puerta y quebrantaba la pared. Nos esperó sentado en su barco de ruedas
como un almirante besado por el mar.
EL SECRETO Es en el curso de las calles en las verdes avenidas en las inhóspitas plazas que muchas figuras te saludan o sacuden las uñas o estallan en violenta mudez. ¿Es que tantos son los que conocen de ti Erótica mía las demoradas licuaciones las burbujas pegajosas que alimentan mi fe? Tal vez algunos describan los lunares de Orión de tu curva panza y esa leche oscura de tus ingles frente a mí. Tal vez otros comenten que lloras silenciosa cuando el momento jadeante pasó. Quizás otros repitan en vientres parecidos los restallantes sudores que supiste inventar. Quizás otros expliquen tus relevantes pechos en perturbación o tu muerta nariz en las pálidas almohadas los lomos quebrándose y los dedos ayudando en la invasión final. Erótica mía: que nadie mencione tu oculto sonido que nadie toque con su oxígeno confuso los pocos aires que sé de tu voz. Mi palabra tiembla más que estas manos tiene dudas más altas que este amor por eso te proclamo en todos los teléfonos
destruyo la señal de tus zapatos cambio los nombres de toda la ciudad disfrazo tus vestidos con horribles colores con esperma sombrío tomado de mi piel y así las alamedas son un bosque por donde tus muslos caminan Erótica mía así como ahora me inclino rodeándolos mordiéndolos nombrándolos única sustancia que puedo respirar.
LA DESPEDIDA Ahora que estamos aquí puedo hablarte de nuestra despedida (olvidemos el viento reseco y sus manchas polvorientas borremos el sol que venía de la nieve acumulada retiremos de cada recuerdo el ancho basural que cortaba mi regreso): Erótica mía ¿Sabes tú el significado de tocar las monedas para el autobús después de tener agarrada tu boca en mi mano? ¿sabes tú lo que es preguntar por un rumbo sencillo como la hierba luego de recibir todo el silencio que tu cuerpo expulsó junto a mí? ¿sabes tú lo que es chocar con los primeros aires de la noche después que empujaste tu lengua hasta soplarme una saliva roja en mi estrangulado corazón? ¿sabes tú lo que es andar con mis piernas mojadas de ti con las uñas cargadas de pelos y pieles mientras se apartan las baldosas y soy un caminante sin cielo y sin lugar? ¿sabes tú lo que es abandonarte o es que nunca saliste de ti? Erótica mía: Ahora que estamos casi juntos con una despedida cortando nuestro espacio te hablo de lo que mis espaldas dijeron al partir:
¿con qué ojos leíste mi ausencia apresurada con qué oído escuchaste los gritos de mi sudada camisa hacia ti? Al cabo de tantas palabras Erótica mía es justo que te vayas con mi última gota de semen a otra parte.
LAS CARICIAS Todo: tu calor tu humedad todo lo frío y lo tibio y lo hondo de ti tus asperezas inesperadas tus lunares disparejos que absorben la luz tu orejas que tan distraídamente traducen los vulgares balbuceos de mi amor los dedos de tus pies retorciéndose vestidos de cueros imperfectos tus rodillas tal vez pequeñas para la carne endurecida que las continúa: Erótica mía las arrugas que ya viajan de tu hueso a la piel todo todo así ha pasado por estas manos como en una segunda dimensión tuya creciendo en las recámaras como si fueras una fruta que vive bajo la presión de su cambiante cáscara. Son caricias solamente Erótica mía son ondas que explotan en tu sangre central y me alcanzan me empujan me arrastran me derriban como a un viento vencido por su propia tempestad. Las caricias que construyo que suelto que deposito en ti de ti me apartan: fuerzas iguales así rechazándose. Y tú sueles llamarme desde esa distancia Y sólo mi cuerpo puede responderte
porque los restos de mí cruzan el espejo donde estuvo tu vientre mojado por mis besos de ayer.
TUS PALABRAS ¿Nunca has hablado con tu pura y mera voz Erótica mía para indicar tus regiones más sensibles tus nuevas posturas que otros inventaron? Regrésate a los amantes o amadores de otro tiempo bajo soles derramados como hielo brutal o en medio de hierbas de milpas y de insectos o en camas de hoteles como éste en que ahora estás. Porque tu tiempo del abrazo también ha pasado y entre aguas y jabones tu cuerpo renació. Debes empezar otra vez a educarte a estudiar el largor de tu lengua a medir tus erizados ademanes a estimar susurros y aperturas Erótica mía pues no basta el reciente cansancio ni el ritmo repetido ni el fresco sudor ni esos temblores que envuelves en tu ropa ni ese momento sucedido como una roja espada entre los dos. ¿Dónde están tus palabras o es que ahora basta mi silencio de amante mi sombra de tenaz amador? Regresa a tus sonidos
nácete en ellos Erótica mía: pero tú miras puertas y ventanas ¿es que el amor te libera y quieres partir?
LOS SUEÑOS Otra vez te duermes con un libro diluido al pie de tus almohadas y en los ojos encierras la página de ayer. Duermes nuevamente Erótica mía: entonces aprovecho tu sueño silencioso: a través de los párpados cancelados veo a otros amantes transitando por tu piel y muerdes y chupas y sorbes y besas tanta carne ajena y giras entre muslos oscuros y tu rostro se clava en el barro y tus nalgas ascienden a un cielo de dolor y yo no estoy por supuesto en esa profunda fantasía que tus fibras vivas desean continuar. Y de nuevo entonces saco ventaja de mi terca realidad y así vestido con lentes relojes zapatos absorbo los latidos de tu boca ventral y voy directo a lo tuyo largamente golpeo figuras que pronto se deshacen inundo el origen de todo tu placer modifico los sueños donde ahora te pierdes porque vuelves a tu libro Erótica mía soñando sí confusamente que ahora mi cuerpo ha encontrado las junturas de su justo lugar.
LA SIEMPRE ENEMIGA Apenas una vez supe decirte que eras la dulce enemiga la cruel suspirante de los libros antiguos. O quizá pronunciaba esas vulgares palabras -donde medraban polillas y peces de plata y donde el polvo rompía sus uñas terrestresen la velocidad de los autobuses desiertos en los charcos que ayer ya no estaban en los parques que se ahogan al atardecer en las banderas de colores aventados en los estadios de numeroso silencio en los perros holgándose a través de la sarna en el mercado donde compro la carne y el áspero olor que me sostienen. Erótica mía enemigamente mía: no quiero asegurar que siempre olvidas la aritmética sencilla de un teléfono -¿es distinto tu código o mi voz se borra entre tantas conversaciones enredadas?no quiero tampoco dar fe de que entregas tu calzón a otras manos impuras -es extraña tu memoria: en ella puse árboles sonantes hierbas trepando desde la sangre para que supieras que tengo un solo esqueleto y que todas las baldosas son menos que el barro de mis únicos zapatosno quiero siquiera afirmar que te engañas cuando piensas oscuramente en mí -¿es que habrá dolor en tus pechos mordisqueados en tus dedos calientes cuyo sudor besé en tu lengua escondida donde me sostuve dos minutos de peleada eternidad?-
no quiero que conmigo permanezcas sin la rajadura que sí sabes abrir para ser ciegamente salpicada: no quiero que estés en mí sin el vello renaciente de tus brazos no deseo encontrarte sin tu paladar inundado de sabores humanos -Erótica mía enemiga tan mía ¿es que en tu casa no hay lugar para mi sombra o es que juegas a mezclarte con el miedo para que envejezca de amor ese feroz vampiro de tu entrepierna esa simple geometría inventada por el Diablo para hacerte llorar?
LA DESCONOCIDA Y EL MAR Nunca te he buscado Erótica mía al menos en estos últimos cien años. A veces pierdo la fe pero conservo siempre la impaciencia. Te dije que tu piel azulada emitía intocables sabores de humedad: eso fue junto al autobús y a la lluvia que me alejaron de tus patrias de Oriente. Dije por teléfono una tarde de apretados automóviles que todavía no estabas dispuesta para pelear en los sucios rumbos del amor / de aquel amor (¿lo estarás ahora inundando otras camas con toda tu arena y toda tu miel?). Volví a decirte que escribiría altísimas palabras para ti: y así te hablaba con tinta y aire con saliva y papel (aún exiges mis versos de amante de sufrido amador de queriente desplazado por todo aquello que vives cada día y que jamás pude explicar). Una ocasión regresé a la estrecha puerta de tu casa como un perro cualquiera que no reconoce señoríos: allí estaba tu olor ardiendo bajo un sol sencillo y a tus pies volaban las hojas del té
que pasó por nuestras tazas cierta vez (¿cómo haces todavía para poner en tus ojos tanta sombra tanta desolación donde esta boca te ayudó a gritar?). Dije que no importaba que dijeras el fervor ninguno que sientes por mí (de todos modos he chupado tus agrias lenguas y me senté en tus pechos para oírte mejor). Y de tanto decirte y decir de tanto renunciar y de tanto encontrarte de tanto ser el escribano de ti Erótica mía ahora serás nombrada La Desconocida y el Mar porque soy fiel al primer orgasmo y a mi primera palabra aunque jamás conozca la espuma y la sal de tu tiempo que vendrá.
LA CABELLERA ESCONDIDA Hoy no tengo el menor asunto que informar: es por eso así sencillamente Erótica mía que recurro a tu cabellera lanzada sobre esta mesa donde el humo de tus reiterados frijoles se mezcla con el aliento acuciante de mis sopas terrestres. ¿Por qué hay tantos cabellos en ti por qué pienso que son raíces ya abandonando un fruto complicado que con furor alimentan? ¿Por qué a veces entre ellos se cruzan los olores de un aceite impuro las espumas de un pescado muerto? ¿Por qué desde ellos descienden cáscaras ensalivadas y burbujas de azúcar que sopla tu entrelabio? Pregunto y no puedo responder porque mis manos cocinan en el sudor de tus nalgas mi plato favorito de carne destilada: porque mi lengua chupa los jugos ofuscados de tu boca profunda: porque estamos muy por debajo de manteles y cucharas en un derrumbe de huesos de negras lechugas y de escamas. Porque ahora casi fuera de todas las palabras descuelgo tus calzones de mi bigote erizado y en un costoso acto que nunca imaginaste voy tejiendo un nudo con tus altos cabellos
y tus ásperos pelos escondidos. Erótica mía: desprecia el temor pues hay muchos cuchillos y demasiadas tijeras en el mundo
LA FIESTA ¿Por qué fui invitado a tu fiesta Erótica mía si siempre has conocido mi total y magra desnudez: ¿de qué camisas de qué trajes corbatas y mantos podré cosechar en los armarios: de dónde los tomaré de qué sillas mal usadas o percheros o ganchos si sabes que esta casa es como un lento sitio de planetas vacíos? ¿Es que has olvidado que aún vivo totalmente al sur de tu alegría y más lejos de aquellos modos de estar como un tango triste que sólo yo supe arrancarle a tu piel? La tarjeta elegante con que invitas es para amigos brumosos para risas respiradas para un extenso alcohol. ¿Es que no recuerdas tu condición de antiquísima enemiga que fornicaba en el lecho de sus padres escuchando a través de densos muros las guitarras los laúdes del intocado amor? ¿Es que no hay en ti memoria de quién eres: ya no hay manos abriendo tus enaguas o descendiendo las bragas para el beso inicial? ¿Cuál es el color
de tu calzón de ahora qué lluvias saturan tu grieta escondida quién firma cartas extraviadas quién escribe los cheques que te hacen vivir? Erótica mía: tal vez mañana o en otro después consultaré los periódicos con noticias de tu fiesta y habrá fotografías de una copa muerta de un sillón en soledad de una lágrima furiosa mordiéndote los pies.
LA BATALLA Ya no preciso de ti gritabas al caer el sol Erótica mía porque ese momento es el más seguro porque apenas permanezco como una figura dudosa de su frente y su perfil. Después empezaste a esperarme a horas inseguras detrás de las puertas con un cuchillo cotidiano que afilabas en mis poros o con una lima de aluminio muy usada para disminuirme el corazón. Luego retiraste mi plato de las mesas clausuraste mi silla por razones de seguridad rompiste el teléfono para evitar otras respiraciones otras voces que igualmente vendrían a mí. Finalmente quitaste dos patas a la cama escupiste en mis almohadas borraste la maculada crónica de colchones cobijas y sábanas extraviaste calcetines perturbaste camisas y calzones hincaste profundos alfileres en los sensitivos sitios de cada pantalón. Erótica mía: qué inútil tu minuciosa batalla tu guerrilla de salivas incompletas tus jugos negándose a abrazar mi hostigada cintura tus pezones protegiéndose detrás de rígidos huesos tu horrible jadeo de perra mancillada
ante múltiples testigos o de mosca poseída en un aire polvoriento: qué inútil todo tu conflicto Erótica mía porque esta soledad tiene fronteras porque dejé mis lentes flotando entre palabras para que veas la recámara en ruinas tus rodillas desgarradas tu ombligo sangriento y no puedas llorar.
LA MUJER IMPOSIBLE Buscarte es perder tu contrafigura a cada paso Erótica mía: buscarte es no encontrar nada más que un camisón con tu calidez total enfriándose. Me dirás que siempre fuiste cercana que admitías mis dientes en tu pescuezo y mis dedos tactando tu audaz nalguerío que señales populosas aumentaban. Sabrás repetirme que tus besos eran un mecánico reflejo de los míos: nada de culpas pues nada de fibras tuyas responsables y así el amor fue siendo fácil Erótica mía: fue deshaciéndose en nosotros como largas arenas expulsadas por el mar como playas rotas por un viento descuidado. ¿Para qué buscar entonces lo que sólo puedo encontrar en mí? A contramor trabajas Erótica mía pues detienes estos mis labios y con mínimo gesto los quitas de esta cara. (¿Pero habrá quien recogiéndolos fabrique una sobrecarga de tensa humedad?). Sí a contramor te digo que es tu método: ¿quién puede beber un aire intacto como frontera entre humos y fuegos? Erótica mía: es difícil dormir con tu silencio. MENSAJERO DEL AMOR
¿Recuerdas otra vez Erótica mía que me entregaste un mensaje de tus labios colgantes? Y mientras toda la lluvia de aquel día -cuyo nombre se borró del almanaquedesgarraba con furia los rasgos polvorientos de calles y veredas yo envolví mis alas descarnadas en el papel de tus antiguas cartas y pude abrir el paraguas que por única herencia me dejaste. Porque jamás renuncié a mi fiel mensajería al traslado de tus dudosas palabras hacia tantas orejas atentas o segadas por un hálito carnal o por el sórdido sonido que emites para que así se escuche con torpeza aquello que más importa conocer siempre de ti. Pues en mi recado principal en el empapado desorden de mi mandadería vas entregando a entusiastas amantes justamente lo que poco que nunca se desprende de ti. Y yo voy recorriendo las veloces ciudades el tránsito ofuscado por hoteles y palomas y tan extraño soy tan de otros e ilusorios mundos que las gentes me ven y me saludan como a un navegante de feroces realidades -porque hay en sus gestos y sonrisas un dolor incompleto un placer no cumplido totalmente una tristeza de faldas levantadas un sueño en colores que la sábana oscurece. Erótica mía: ¿recuerdas ahora la razón de tu mensaje? El amor deposita sus babas de cansancio
y tú deseas no estar ya más aquí ni en sitio ninguno semejante a una cama ni en postura que señale tu entrega de inicio y tu fuga final ni sentada a una mesa de brusca ceniza adonde escribes las sílabas escasas que mis plumas estropeadas alcanzan a firmar. Y entonces sí entrego mi cuerpo tiritante a todas las manos ajenas que existen en ti.
PEQUEÑA ODA A TUS OMBLIGOS Esa falta de carnes que entra en ti esa ausencia de nervaduras y sangres y linfas y más piel esa estrella susurrante que tu propio alrededor ensombrece ese pezón contenido por tu vientre inicial esa uva interior que tan certeramente me obligas a besar Erótica mía es nada más que la multiplicación de todos mis descensos hacia ti pues no sé caer y tú me empujas hacia tu cuerpo cada noche regresado hacia tu encrucijada rigurosa de leches acezantes hacia tus ácidos pelos enraizándose. Y así es como dejo en tu ombligo sin cifras y sin límite mi sonido de saliva como gota incontable de otra sangre.
LAS VOCES Erótica mía: quiero preguntarte sobre el color de tu voz cuando apareces desnuda y cruzas el apretado clima de las habitaciones. Tu voz que es tan otra y distinta pues al desnudarte nada hay que se oponga a los sonidos y a la espuma ¿nada hay entonces? Y todo lo que habla cae por tu piel sigue las líneas jamás repetidas que traman tu figura: allá recoge el frío de los pezones encarnados de negro allá transita las axilas de hierbas cercenadas aquí se atora en los poros que tú me señalaste cómo hurgar allí naufraga bajo las uñas que un polvo grasiento desmerece y más allá cuando empieza a escapar hacia tu zona de silencio ¿con qué otras voces sí tuyas la recibes? Pues ¿cómo puedes soportar en un solo envión del aire todos los gritos las preguntas los susurros los desgarramientos las lágrimas los ritmos rotos de tu voz en un único estallido golpeado y pisoteado entre la sangre? No habrá sombra que borre tu voz tan desprendida de esas carnes cotidianas no habrá ropa sin mancha que la apague sobre el mundo no habrá labios iguales en tu boca
para quebrar la confusa sensación de repetirla. Y si esa voz se disuelve como tu paso en las recámaras mi lengua será la mejor memoria de tantos cuerpos desnudos que ya crecen con tus ausencias con tus viajes de fuego que no podrás olvidar.
PRÓXIMO FINAL Erótica mía: con estas relaciones estoy en el casi final de nuestra sola historia. Que simple historia es y en ella estamos: que también es mera palabra y a ella recurrimos como a una cápsula de vibración imprevisible: que asimismo es asunto de cuerpos de labios erizados de verrugas verdecidas de pelos desprendidos junto a un zapato de muslos pinchados por inútiles lágrimas de párpados abriéndose ante una luz de semen de algodones enrojecidos por la Luna. ¿Pero quién explica los colores de tu sombra sudorosa después de negar el amor y el temblor compartidos? ¿Quién describe tu labor de uñas rencorosas que a veces no me dejan conocerte? ¿Quién determina la densidad de tus furias cuando se inflama tu boca desdentada y estalla contra mí? ¿Quién calcula el espesor de babas y burbujas y los hundimientos que en la cama señalan los terceros cuerpos que están entre tú y yo? Pues nada tan de todos esta condición de amador insistente Erótica mía: aunque me impongas tu áspera soledad aunque deba traspasar las calles
como un gesto de hojas polvorientas. Nada tan de todos pero qué poco aire resulta esa tempestad sin ti y qué cartas puedo enviar con la tinta más urgente si tu casa ha cambiado de puertas y su ladrillo es otra piedra y el perro se disuelve en el jardín: porque aprendiste a volar trepando por mi estrecha figura besando los techos y las torres cuando allí creías sentir mi espuma quemante. Erótica mía: déjame terminar con mi rúbrica la historia que empezamos antes del silencio y del sonido: cuántos pueblos han gritado entre piel y piel de nosotros incrustándose bajos escamas roturadas y vellos renacidos: cuántos pueblos nuestros sangraron hasta mojarte el corazón donde ahora limpio mi lengua para que puedas cantar.
VUELVES DE TUS VIAJES Cada año pareces regresar desde tierras arenosas que se rompen bajo un sol de sales triturantes. Saltas de tu avión como si llegaras de alguna imprevista primavera: Erótica mía tan apenasmente mía: ¿es que tu espalda ha perdido aquellos ojos que indicaban un rumbo temeroso hacia ti? ¿Es que detrás de tu falda tejida con flores de estos climas no hay una sola muerte ni un solo diente vacío ni un solo y solitario grito de perdón ni un resto de túnicas manchadas ni un pedazo de fuego en una lámpara? ¿Es que en medio de tus pechos no dejaste un sitio descuidado para una ilusión de polvoriento laurel ni en el calor frotante de tus nalgas sin mí tampoco buscaste el olor del pelo que te dije cómo respirar? Qué crónica me ofreces después de tus viajes: olvidas -quién sabe- que todos los mares son más viejos que tú y que esa tela que chupa tus últimos jugos sonoros está más cerca todavía de las uñas que inyectaron este nombre que escuchas escrito sin ti. Es que una vez hablé para tu única memoria y ahora no acepto aquel silencio que tú no quisiste gritar para mí. Detrás de lo tuyo
y gracias a tus lomos ciegos a tus vértebras enervadas a tus pequeñas grasas a los defectos necesarios a tu piel: justamente entre palabras y huesos cuyo largor debes sin duda a fuerza de lengua medir: detrás de lo tuyo -donde se juntan rojas bugambilias almohadas susurronas fuentes frutales desayunos entre vajillas y automóviles de inesperado panhay una mano firmando una fecha que responde con dolor a tu regreso: mira Erótica mía lejana mía la espesura de la luz que te entregué: si en su oscuro sedimento no está el sol que tú deseabas ni los labios rozantes de tu viajera sed: si en los fondos de cada plato así gastado no crece el aceite ni aquello que gozamos del hervor de la miel si de nuevo te preparas para el mal recuerdo que no es siquiera la carne sombría donde tu sueño brutal y erizante con mi apenas saliva soplando negué si eres en ti lo ajeno y mío tuyo desciende pues hacia tu nombre: si es así y aquí y ahí y allá todo lo que hablamos no debes ser un empujón del miedo una gota de tierra sin nosotros: pues estás y eres más que todo aquello que entre libros y sábanas dejaste o entre muros de gemidos y campanas de aire equivocado: porque sólo faltaban boletos
y papeles de tu tiempo y los viajes y aviones poco importan: ¿cuándo saliste del hueso que te llama? ¿cuándo estuviste fuera de tu sangre? ¿cuándo has quedado sorda ante mi mano? Cada año vuelves y así no te conoces: ¿qué metal en los aviones se acumula qué espuma tuya no es agua ensuciada en todos los océanos qué cosa aspecto figura fantasma imagen ritmo fiebre aliento en ti puedes decir que no respiro? Tienes una patria de olvidos por delante de aquel detrás de tu falda de tu nalga largamente ensombrecida de tus pelos más totales y despiertos de tu voz que finalmente te permites escuchar como a estos apagados gestos míos que se repiten tenaces en ti.
CRÓNICA SIN DESTINO MANIFIESTO Erótica mía: llevo tus nombres como una piel sobre la trabajosa piel que me dejaste enrarecida por tu sudor momentáneo respirada por tus narices resonantes. Así voy llevando pues el sonido inaugural de tus ancestros las formas de decirse quién era cada uno quién es ahora después de todo el tiempo que gastaron para juntarse en tu sangre sedienta. Sí en la piel pero proyectándose hacia un espacio de humores y médulas porque tus letras son pesadas y se hunden en mi cuerpo de animal marcado a fuego. Mira de esta camisa los hilos calcinados observa en el pantalón un rastro ceniciento o es que no estás mirando tanta sombra derramada por tu boca propia que quiso destruir a dentelladas mi silencio. Los nombres tuyos han quedado como indicios de una guerra interminable: ¿cuál será tu próximo combate? ¿en qué lugar caerá tu saliva incendiaria? ¿cuándo atacarás en rescate del perdido calzón que en mí es una bandera? Porque tu ternura es hija de la furia y tus nalgas viven de cólera y de miedo y tus pechos estallan de viento aglutinado y tus pétalos pegajosos quieren ser la puerta más profunda del infierno.
¿Cuándo será tu embestida alucinada? Recoge del almanaque los años necesarios humedece tus viejas armas apresta con fiereza tu milicia de pelos: yo aquí permanezco con los nombres tuyos que hace mucho quedaron desnudos sobre esta piel adonde morirás bajo la luz quemante de la primera mañana.
AH TU NOMBRE INTERMINABLE Yo no te nombro sólo para que existas Erótica mía húmedamente mía. No te nombro como quien bautiza su propia carne recién nacida entre el suero y el sudor. ¿Es que piensas que así dejaré hasta mi última gota de tinta secándose al pie de tus espejos? ¿Es que así podré acercarte a la manchada eternidad que se concentra en todos los poderes de mi angustiante saliva? Ya ves que estas palabras son débiles pues la E corresponde al esfuerzo que me lleva a la R de rodar con la O esperada de tus órbitas y de ahí a la T que inicia la frase más tonta y terrible y luego a la I que puede ser señal en ti de mi único apellido para que no se te borre la C de corazón: esa tripa cansada en la que deseo creer para salvarte de la A que sugiere la ausencia de tu voz en el cerrado aire de los teléfonos. Mientras tanto las aguas que el Sol se llevó cada mañana vuelven a golpearme la boca con la misma precisión de tus dedos sudorosos porque hube de callar para no seguir besándote con palabras para entender que no pensaba equivocarme que los olientes trenes del metro
fueron parte de un viaje sin distancia pues sólo quise ser un sonido solitario impuro repitiéndose: y de tanto chocar con tus orejas de pobres pedrerías entonces sí perseguido por tu lengua portadora de virus y de café termino por nombrarte y gritando con tal fuerza que ahora empiezan a protestar mis vecinos y el tráfico se confunde y hay incendios y nada me importa sino aullar tu nombre entre flemas y toses: ¿acaso me creerías si te nombro solamente con mi silencio?
POEMA DESESPERADO Y aquí en verdad termino Erótica mía en tu único sitio vulnerable: no estoy ni seré ni permanezco abandonado pues habrá otros aviones brincando en la recámara otros lentos barcos en mi plato de sopa cotidiana. Verás que tampoco lloraré sudores tristes en los muelles atardecidos ni tendrán un solo sabor todas mis comidas ni veré tu forma en las cucarachas desnudas que cruzan la lluvia ni quedará tu boca acostada en mi vieja cama crujidora. Debes saber desde ya que no cambiaré la manera de peinarme que no retiraré tus cenizas solitarias que no le romperé el pescuezo a tu sombra que dejaré tus agrios olores a plena voluntad entre libros y manteles que no borraré tu ruido en la cocina ni pondré fuego a las cuatro cartas donde aprendí a leer tu ausencia inevitable. Nada de eso Erótica mía: sólo un hombre que ha cumplido más de la mitad de sus latidos disponibles que será tercamente el amante de un pelo descuidado o de cualquier otra mano que busque su bragueta. Un amador sufriente que ya es
desabrazado de sus tierras del Sur y arrancado de aguas y de cielos para seguir besando por todas las fronteras tu olorosa oscuridad tus hendiduras más otras y tuyas tu respiración de amargos cigarrillos tus pezones de negra sustancia cada hueco de ti cada emergente humedad cada jugo consumado y la claridad de tus pies que entre polvo vientos papeles caramelos mordidos salivas desechadas vidrios en desorden lágrimas indescifrables árboles comidos por la furia panes destruidos huesos nocturnos: tus claros pies Erótica mía que anduvieron en mi pecho y ensuciaron mis dientes y se fueron contigo más allá del incendio y que han inventado un camino paralelo a estos rumbos de sangre y papel para que ni en mí ni en ti ni en nadie ni en ninguno aparezca el menor indicio de un final feliz.
(TEXTO PARA SOLAPA O PÁGINA, UNO CON FOTO) Saúl Ibargoyen (Montevideo, Uuguay, 1930). Vive desde hace muchos años en México. En 2001 le fue concedida la ciudadanía mexicana. Ha publicado unos 60 títulos entre poesía, cuento, novela, testimonio, ensayo, teatro infantil. Miembro de la Academia Nacional de Letras de Uruguay. Editor de la Revista Mexicana de Literatura Contemporánea, publicada por acuerdo entre Ediciones Eón, el Tec de Monterrey y la Universidad de Texas en El Paso. Coordinador de talleres de creación literaria. Por su obra poética obtuvo los premios nacionales “Carlos Pellicer” 2002 y XXXIV Juegos Florales de San Juan del Río, Qro. Poemas y cuentos suyos han sido traducidos a 13 idiomas.
(TEXTO PARA CONTRAPORTADA) En 1982 escribió el poeta argentino Jorge Boccanera: “Ninguno de los libros recientes de Ibargoyen alcanzan la vitalidad y la riqueza de esta Erótica mía, un poemario verdaderamente atípico. Y digo esto porque mis prejuicios como lector aguardaban, en esta etapa de su obra, en este ciclo de la poesía de Ibargoyen, un tono medido, reflexivo. “Ahora el poeta, por medio de la temática amorosa, violenta su propia retórica, provoca un acoso delicadamente desgarrador, tensa un llanto dulcemente volcado entre la circunstancia individual y la experiencia colectiva. La sangre humea, la saliva roe los bordes de la escritura, la tinta es cómplice. Se goza una humedad que recuerda el “Tango del viudo” de Neruda. En los pliegues de Erótica mía se palpa un temblor, se duele una textura. La cámara filosa del Buñuel de Tristana recorre sábanas, manteles, restos de comida, agujeros mordidos, lágrimas, callejones vacíos. Es la palabra martillando sobre el caliente acero del silencio. El poema de amor de todos los tiempos, fragmentado en el recuerdo de dos, que Ibargoyen en su oficio generoso ha reescrito.”