Blanca Oliva Posada, William Henao y Georgina Guzmán
Diagnóstico de la erosión y sedimentación costera Las condiciones geológicas, oceanográficas y climáticas del Pacífico colombiano se combinan para producir cambios importantes y rápidos en el paisaje costero, que se manifiestan, especialmente, por el retroceso de la línea de costa, la fragmentación de la misma y el crecimiento de bajos y barras litorales. En la parte ribereña costera el efecto, principalmente, es de ensanchamiento de los canales y sedimentación de los mismos. Hablar de erosión costera o de procesos de sedimentación es, en este caso, hablar de la evolución natural de un sistema costero sensible, altamente cambiante, megadiverso y absolutamente joven, que requiere de tiempo y espacio para desarrol desarrollarse larse y consolidarse a medida que se ajusta a los cambios internos de la tierra y a los factores climáticos, c limáticos, como el actual calentamiento global y consiguiente aumento del nivel del mar. La pérdida de terrenos debida a la invasión del mar, medida en un lapso de tiempo suficientemente largo que permita descartar efectos temporales o cíclicos debidos básicamente al clima, es lo que se define como Figura 66. Escala de tiempo versus distancia de los factores naturales que influyen en la erosión (tomado de European Commision, 2004).
Figura 67. Escala de tiempo versus distancia de los factores antrópicos que causan erosión costera (tomado de European Commision, 2004).
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erosión costera. Los países europeos adoptan adoptan un kilómetro de longitud de línea de costa y un espacio de tiempo de diez años como representativos para determinar la erosión costera (European Commision, 2004) (Figuras 66 y 67 ). El caso contrario es el de la acreción costera, definida como la acumulación de sedimentos (sedimentación) y la consolidación de terrenos por encima del nivel de las mareas; usualmente la sedimentación se consolida como espigas en los extremos de las islas barrera existentes, gracias a la acción de la deriva litoral o se consolidan nuevas nuevas tierras a part ir del crecimiento de bajos, favorecido por las corrientes mareales, entre otros. En este caso no se ha establecido una escala de tiempo o un espacio específico para hablar de esta ganancia de terrenos, como sí ha ocurrido para la erosión; sin embargo, hay importantes desarrollos matemáticos para estimar est imar la tasa de sedimentación con base en todos los parámetros de la cuenca y las condiciones oceanográficas. No siempre la sedimentación produce acreción costera, pero sí depósitos asociados a los deltas mareales mareale s y que eventualmente migran con las corrientes, creando un obstáculo para la navegación. Conviene señalar que los procesos de erosión y sedimentación que afectan el litoral Pacífico colombiano se han registrado por lo menos para los últimos cincuenta años. Particularmente fueron documentados los efectos sobre el litoral y las poblaciones localizadas en las zonas bajas, después de eventos como los sismos de 1979 y 1991, el fenómeno de El Niño de los años 19971998, la desviación desvi ación del canal Naranjo en el año de 1973 y el vaciado de la represa de Anchicayá en el año 2001.
Factores que causan erosión y sedimentación costera La erosión y sedimentación costera son causadas por la acción conjunta de factores climáticos, oceanográficos, geológicos, fluviales, biológicos y l as intervenciones antrópicas que, apoyados por la fuerza de la gravedad, ayudan a generar cambios en zona costera que pueden traer consecuencias graves si no son Tabla 7 ). adecuadamente controlados ( Tabla Fácil desgaste de las capas geológicas . Los acantilados localizados en la parte norte del Chocó, constituidos por rocas duras basálticas, han mostrado
Diagnóstico de la erosión y sedimentación en la zona costera del Pacífico colombiano ser más resistentes a la e rosión que los localizados en las bahías de Málaga, Buenaventura y Tumaco, constituidos por capas sedimentarias relativamente blandas y con una menor resistencia a los agentes erosivos (Figura 68). También influyen en este proceso el grado de meteorización y la densidad de fracturas o discontinuidades de las rocas, que a medida que aumentan, las hacen más vulnerables. Las aguas de escorrentía y de infiltración desgastan estas rocas menos competentes, como lo manifiestan los depósitos que cubren la parte inferior de los acantilados o taludes; este fenómeno, directamente relacionado con la lluvia, afecta afect a en particular las coronas de los acantilados, los límites de las te rrazas frente al mar y la interfase entre capas con diferente permeabilidad (INVEMAR et al., 2006). Actividad Acti vidad tectónica tectóni ca. La zona es clasificada clasific ada como de alto riesgo sísmico debido a la cercanía de la zona de subducción y la presencia de fallas regionales que han mostrado actividad reciente; un ejemplo de ello es la falla de Utría-bahía Solano, cuyos movimientos en el sector costero ocasionan paulatinamente paulatinamente deformaciones y cambios en la estructura costera. Esta falla es considerada por Page (1986) como una falla normal activa con el bloque oeste levantado y una zona de brecha de 5 km, con el sector más cizallado c izallado entre la l a quebrada Esso y punta Lana, en bahía Solano; la tasa de lev antamiento fue de 5 mm por año durante el Holoceno y la de subsidencia tectónica de 2–3 m, en los últimos 5.000 años. Los sismos, y los fenómenos asociados a ellos, han impactado en el pasado el litoral Pacífico dejando cambios drásticos en el paisaje, destrucción de ecosistemas y poblados, y muerte. Los efectos más comunes observados en todos los sismos son licuación del terreno, agrietamientos, volcanes de arena, elevación súbita del nivel freático con las correspondientes inundaciones, hundimiento e inclinación del terreno, deslizamientos en las laderas y caída de bloques de acantilados y tsunamis con grandes olas que generan destrucción e inundaciones. El sismo de 1906 (Tumaco–Esmeraldas, M=8.6) generó un tsunami con olas entre 2 y 5 m de altura que destruyó las costas de Ecuador y Colombia; las playas pertenecientes a los municipios de Tumaco, Francisco Pizarro (Salahonda), Mosquera, Olaya Herrera (bocas de Satinga), La Tola, El Charco, Iscuandé (Santa Bárbara), Guapi y Timbiquí quedaron sumergidas por la ola marina (Bermúdez et al., 2008). El sismo de 1970 (bahía Solano, magnitud (M) =7.0) destruyó en un 80% Ciudad Mutis; el de 1992 (bahía Solano, M= 7.3) produjo innumerables deslizamientos de suelos, destrucción del bosque, cambios en el régimen rég imen hidrológico y obstrucción de drenajes (Taboada, et al., 1998); el sismo de 1979 (Tumaco, M= 7.7) produjo subsidencia en la costa de Cauca y Nariño de hasta 1,20 m, agrietamientos del terreno de 40 cm de ancho o más, volcanes de arena y una gran inundación súbita como consecuencia de una ola de tsunami. Otros sismos con magnitudes mayores de 6 (1904, 1942, 1957, 1958, 1970, 1976, 1991, 2004, 2007) han causado efectos similares sobre la costa. Procesos oceanográficos . El rango macro a mesomareal que se presenta y el fenómeno de El Niño, que puede aumentar el nivel del mar hasta en 30 ó 40 cm,
Tabla 7. Causas de l os proceso pro ceso s de erosión ero sión y sedimen s edimentaci tación ón en la zona costera del Pacífico colombiano C a u s a s d e l o s p r oc e s o s c o s t e r o s
F á c i l de s g a s t e d e l a s c a p a s g e o l ó g i c a s
E ro s i ón
S ed i ment ac i ón
X
Act ivi dad tec tónic a
Fa l l a s Fa
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S i s mo s Si
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S ub s i d e n c i a Su
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Ts unam i s Ts
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L i c ue f a c c i ó n d e s u e l o s
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Procesos oceanográficos
E x p o s i c i ó n a l o l e a je
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M a r ea s Ma
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Cor r i ente s l it or a l e s
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Fenómeno de E l Ni ño
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Pr e c i pit ac i ón
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Ré g i me n flu v i a l
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A um e n t o d e l n i v e l d e l m a r
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Aspec tos cl imát icos
Aspec tos bi óti cos
Bi oe r os i ón Bi
X
Col on i z ac i ón de mang l a r De s t r u c c i ó n d e l m a n g l a r
X X
Aspec tos so cioe conómi cos De f o r e s t a c i ó n
X*
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Mi ne r ía
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A m o b l a m i e n t o u r b a n o y de s e r v i c i o s
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A p e r t u r a y de s v í o de c a n a l e s
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C o n s t r uc c i ó n d e r e p r e s a s
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Cambi os e n e l us o de l s ue l o
X
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E s t r uc t u r a s d e p r o t e c c i ó n
X
X
*en la cuenca
como ocurrió con el evento event o de 1997–1998, pone a prueba formaciones costeras localizadas a sólo pocos centímetros por encima del nivel medio de pleamar, como las islas barrera o las te rrazas bajas. El oleaje, las mareas y corrientes litorales impactan directamente la costa y su intensidad depende de la batimetría de la plataforma somera en frente de ella, las barras, bajos y deltas mareales, que producen complejos movimientos de las corrientes y refracción del oleaje con erosión sectorizada. Las corrientes costeras pueden sacar del sistema las arenas necesarias para crear playas, o acumularlas en sectores donde actúen como trampas para la circuFigura 68. Acantilados sobre rocas estratificadas en isla Palma, a la entrada de bahía Málaga. Las olas golpean con fuerza la base del acantil ado y paulatinamente van produciendo su retroceso (foto Biomálaga, 2006).
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Diagnóstico de la erosión y sedimentación en la zona costera del Pacífico colombiano ser más resistentes a la e rosión que los localizados en las bahías de Málaga, Buenaventura y Tumaco, constituidos por capas sedimentarias relativamente blandas y con una menor resistencia a los agentes erosivos (Figura 68). También influyen en este proceso el grado de meteorización y la densidad de fracturas o discontinuidades de las rocas, que a medida que aumentan, las hacen más vulnerables. Las aguas de escorrentía y de infiltración desgastan estas rocas menos competentes, como lo manifiestan los depósitos que cubren la parte inferior de los acantilados o taludes; este fenómeno, directamente relacionado con la lluvia, afecta afect a en particular las coronas de los acantilados, los límites de las te rrazas frente al mar y la interfase entre capas con diferente permeabilidad (INVEMAR et al., 2006). Actividad Acti vidad tectónica tectóni ca. La zona es clasificada clasific ada como de alto riesgo sísmico debido a la cercanía de la zona de subducción y la presencia de fallas regionales que han mostrado actividad reciente; un ejemplo de ello es la falla de Utría-bahía Solano, cuyos movimientos en el sector costero ocasionan paulatinamente paulatinamente deformaciones y cambios en la estructura costera. Esta falla es considerada por Page (1986) como una falla normal activa con el bloque oeste levantado y una zona de brecha de 5 km, con el sector más cizallado c izallado entre la l a quebrada Esso y punta Lana, en bahía Solano; la tasa de lev antamiento fue de 5 mm por año durante el Holoceno y la de subsidencia tectónica de 2–3 m, en los últimos 5.000 años. Los sismos, y los fenómenos asociados a ellos, han impactado en el pasado el litoral Pacífico dejando cambios drásticos en el paisaje, destrucción de ecosistemas y poblados, y muerte. Los efectos más comunes observados en todos los sismos son licuación del terreno, agrietamientos, volcanes de arena, elevación súbita del nivel freático con las correspondientes inundaciones, hundimiento e inclinación del terreno, deslizamientos en las laderas y caída de bloques de acantilados y tsunamis con grandes olas que generan destrucción e inundaciones. El sismo de 1906 (Tumaco–Esmeraldas, M=8.6) generó un tsunami con olas entre 2 y 5 m de altura que destruyó las costas de Ecuador y Colombia; las playas pertenecientes a los municipios de Tumaco, Francisco Pizarro (Salahonda), Mosquera, Olaya Herrera (bocas de Satinga), La Tola, El Charco, Iscuandé (Santa Bárbara), Guapi y Timbiquí quedaron sumergidas por la ola marina (Bermúdez et al., 2008). El sismo de 1970 (bahía Solano, magnitud (M) =7.0) destruyó en un 80% Ciudad Mutis; el de 1992 (bahía Solano, M= 7.3) produjo innumerables deslizamientos de suelos, destrucción del bosque, cambios en el régimen rég imen hidrológico y obstrucción de drenajes (Taboada, et al., 1998); el sismo de 1979 (Tumaco, M= 7.7) produjo subsidencia en la costa de Cauca y Nariño de hasta 1,20 m, agrietamientos del terreno de 40 cm de ancho o más, volcanes de arena y una gran inundación súbita como consecuencia de una ola de tsunami. Otros sismos con magnitudes mayores de 6 (1904, 1942, 1957, 1958, 1970, 1976, 1991, 2004, 2007) han causado efectos similares sobre la costa. Procesos oceanográficos . El rango macro a mesomareal que se presenta y el fenómeno de El Niño, que puede aumentar el nivel del mar hasta en 30 ó 40 cm,
Tabla 7. Causas de l os proceso pro ceso s de erosión ero sión y sedimen s edimentaci tación ón en la zona costera del Pacífico colombiano C a u s a s d e l o s p r oc e s o s c o s t e r o s
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*en la cuenca
como ocurrió con el evento event o de 1997–1998, pone a prueba formaciones costeras localizadas a sólo pocos centímetros por encima del nivel medio de pleamar, como las islas barrera o las te rrazas bajas. El oleaje, las mareas y corrientes litorales impactan directamente la costa y su intensidad depende de la batimetría de la plataforma somera en frente de ella, las barras, bajos y deltas mareales, que producen complejos movimientos de las corrientes y refracción del oleaje con erosión sectorizada. Las corrientes costeras pueden sacar del sistema las arenas necesarias para crear playas, o acumularlas en sectores donde actúen como trampas para la circuFigura 68. Acantilados sobre rocas estratificadas en isla Palma, a la entrada de bahía Málaga. Las olas golpean con fuerza la base del acantil ado y paulatinamente van produciendo su retroceso (foto Biomálaga, 2006).
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Blanca Oliva Posada, William Henao y Georgina Guzmán lación de los sedimentos a lo largo del litoral. La zona de rompiente de las olas puede producirse muy cerca de la playa cuando la marea está alta, provocando erosión de la misma, o a lo largo de las barras sub e intermareales, que sir ven de protección a las playas para que el oleaje no llegue con mucha fuerza. En el caso de acantilados, el e l golpeteo de las olas puede ser muy intenso y provocar el desprendimiento de bloques, la formación de hendiduras y cavernas y el aislamiento de bloques a manera de pilares; es más significativo en costas con rocas frági les que con rocas cohesivas. En estas últimas el proceso es mucho más lento y probablemente está favorecido por factores tectónicos o estructurales. En las bahías, el impacto del oleaje sobre la línea costera no es muy significativo; en cambio, en condiciones de mar abierto y terrenos ter renos bajos, el oleaje durante la marea alta pega directamente sobre la playa o cuerpo principal de la isla barrera, produciendo una pendiente alta o escarpe de erosión. er osión. Si adicionalmente el mar tiene un nivel más alto, como consecuencia, por ejemplo, del fenómeno de El Niño, el impacto puede se r mucho mayor y alcanzar sectores donde normalmente no llegaría. Un caso bien documentado de la erosión de una isla barrera, por el efecto combinado de los factores oceanográficos con la subsidencia del terreno, es el de la isla del Choncho, en donde, a consecuencia de la subsidencia del terreno por el sismo del 19 de noviembre de 1991, se presentó el nivel del mar más alto registrado registr ado por el fenómeno de El Niño de 1997-1998, con crecimiento de un bajo arenoso en la boca Chavica; la isla se partió en su parte central y se formó un canal de 50 m de ancho y 10 m de profundidad que obligó a la reubi cación de la población (Correa et al., 2002) Aspectos Aspec tos climáti cl imáticos cos. La alta precipitación en la cuenca del Pacífico y la presencia de una densa red fluvial, en la cual se destacan ríos con las más altas cargas de caudal y sedimentos de Colombia, propicia tanto los procesos de erosión, como de sedimentación. La parte alta de las cuencas sufre procesos de remoción en masa y escorrentía fuerte, fuer te, mientras que su parte baja presenta socavación de las orillas del cauce y sedimentación del lecho con formación de barras. La acción combinada de las mareas y las altas descargas de los ríos, que en épocas invernales pueden triplicar su caudal, afecta las poblaciones localizadas en terrazas o zonas de bajamar y valles aluviales. La alta pluviosidad y pendientes fuertes a escarpadas, por donde descienden los ríos con un comportamiento Figura 69. Erosión lateral de cauces a lo largo de los drenajes de la zona, como consecuencia de altos volúmenes de agua en épocas invernales y la acción de las mareas en formaciones frágiles (foto Diego Luis Gil, INVEMAR).
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torrencial, ocasionan la pérdida de tierras y de cultivos, la destrucción de viviendas y las inundaciones generalizadas de poblaciones, que ven invadidas sus casas, calles, comercio y hasta el aeropuerto, como en el caso de Timbiquí, y se hace necesario utilizar lanchas para desplazarse, por donde antes se usaban carros, bicic letas o caballos ( Figura 69). Estos grandes caudales y avenidas torrenciales desplazan miles de toneladas de sedimentos, que cuenca abajo empiezan sus proceso de sedimentación. Las desembocaduras, o bocanas, como comúnmente se les llama, son las primeras afectadas debido a la formación de los deltas de flujo al interior de l as mismas, o de reflujo en el lado hacia el mar y que dificultan la navegación. Casos particular es se presentan en las bocanas Timbiquí y Guapi en Cauca, C auca, en las del de l sur de Buenaventura y en aquellas al sur de Tumaco. En algunos casos crecen nuevos terrenos hacia los extremos de las islas barrera o playas, a manera de espigas, que si las condiciones les son favorables, pueden desarrollarse, o de lo contrario, seguir migrando; casos como éste se registran reg istran en las costas de Nariño, al sur del río Mira en isla is la Verde y Terán-Las Mercedes y en la parte sur del delta del río Patía entr e Hojas Blancas y la boca del Patía. En otros casos, la descarga en el mar produce plumas de sedimentos generalmente finos que pueden extenderse por kilómetros y afectar ecosistemas, como el caso de los corales de Gorgona. Como una de las consecuencias del cambio climático global, se ha registrado que en los últimos cincuenta años el aumento del nivel de mar se ha incrementado 20 cm, lo cual, unido al proceso de subsidencia, ha traído consigo un retroceso generalizado de las geoformas costeras. Este proceso se ha repetido constantemente en el pasado, dejando geoformas que se crearon probablemente en una fase transgresiva del mar (aumento de nivel), como está ocurriendo actualmente, pero muchas otras se formaron en una fase regres iva (descenso del nivel), y dejaron rasgos como cordones litorales sucesivos, que ahora paulatinamente han ido desapareciendo. Aspectos Aspec tos biót bióticos icos . Estudios detallados, realizados en las bahías de Tuma Tumaco co y Buenaventura, mostraron mostr aron los mecanismos de erosión de los acantilados por parte de organismos que, debido a sus hábitos de alimentación y hábitat, paulatinamente van destruyendo la roca. Por otra parte, se tomaron bloques de roca representativos de cada parte del perfi l, en relación con las mareas alta, media o baja. Como resultado se encontró que entre un 29,6 y 60,2% de la roca bañada por la marea baja tiene perforaciones, mientras que la parte del perfil que sólo es bañada por la marea alta, el rango promedio de perforaciones fluctúa entre 0 y 33,9% (Cantera et al., 1998) (Figura 70). Este proceso es favorecido por la estructura en capas de la roca con composición de lodolitas y limolitas, intercaladas con areniscas y conglomerados que son sustratos más duros. Los organismos que producen abrasión, y los que luego perforan, debi litan la franja más baja del acantilado que se convierte en una caverna o hendidura por la acción de las mar eas y las olas; olas ; como consecuencia, el bloque superior se cae por falta de soporte y es destruido completamente. En ocasiones el
Diagnóstico de la erosión y sedimentación en la zona costera del Pacífico colombiano bloque no colapsa y se forman grandes cavernas como las que se conocen en esta región (Cantera et al., 1998). Sectores como isla Palma, los morros de Juan de Dios, Culo e Barco o el Galeón, isla Curichichi e isla Cangrejo fueron separados del acantilado por ese proceso y ahora constituyen islotes. La destrucción de los bloques caídos produce la formación de bajos lodosos al pie de los acantilados, que son colonizados por diferentes especies de manglar; las raíces subaéreas de los manglares, a su vez, propician la precipitación precipit ación de los sedimentos traídos por olas y mareas, al frenar la fuer za de las corrientes. Por esta razón se habla de la importancia de preser var los manglares en el frente marino y en las orillas de esteros para amortiguar los procesos erosi vos y favorecer la acumulación de sedimentos. Aspectos socioeconómicos . Varias publicaciones anteriores han restado importancia a los efectos erosivos de las actividades humanas en el litoral Pacífico, debido a que allí no hay grandes asentamientos. Sin embargo, aunque el impacto no sea actualmente severo, vale la pena resaltar la deforestación y la minería, que van de la mano en el deterioro de las cuencas, la producción de sedimentos y los caudales pico y repentinos que ocasionan grandes daños en la cuenca baja y zona costera. Cambios en el uso del suelo, como tala de manglar mangla r para siembra de palmas o para habitación, desestabilizan estos sectores y crean suelos propicios para la erosión por escorrentía y por socavación de orillas; igualmente, la rectificación de canales por el corte de meandros o curvas de los ríos y esteros, por medio de canales labrados en las terrazas bajas o zonas de manglar, produce un peligroso aumento en la velocidad de la corriente que erosiona las orillas y puede afectar a las comunidades asentadas aguas abajo. La construcción de presas en la parte alta de las cuencas siempre trae consecuencias de diversa índole sobre la parte baja y el litoral, que tienen que ver básicamente con la regulación de caudales y la retención de sedimentos formadores de playas. Por ejemplo, la represa de Anchicayá ha ayudado al control de la sedimentación de la bahía de Buenaventura, pero su rápida e imprevista colmatación obligó a que en el año 2001 se rompiera la descarga de fondo y se derramaran en menos de diez días cinco millones de metros cúbicos de sedimento, destruyendo extensas zonas de cultivo y la vida acuática, y provocando erosión en las orillas de los cauces. Por otra parte, si bien no hay estudios que demuestren que la ocupación de los terrenos en donde están localizadas Tumaco y Buenaventura haya ocasionado retroceso de la costa o problemas de sedimentación, sí existen en cambio c ambio numerosos numerosos estudios que muestran el alto grado de riesgo ries go al que están sometidas ambas poblaciones y otras más pequeñas situadas en el litoral. Los puertos localizados en ambas ciudades han exigido la construcción de muelles y otras estructuras rígidas que lógicamente han producido impactos locales sobre los procesos costeros y sobre el ecosistema de manglar que ha desaparecido. Asimi As imismo, smo, la ex pan pansi sión ón de es estos tos pue puert rtos, os, en especial el de Buenaventura, y la posible construcción
Figura 70. Bioerosión en acantilados de bahía de Málaga (foto Blanca Posada, INVEMAR)
de otros en localidades como bahía Málaga o el golfo de Tribugá, traerán consigo cambios ambientales drásticos que repercutirán en la configuración de la línea de costa, puesto que, además de las estructuras costeras y marinas necesarias para su operación, se tendrán que abrir o ampliar vías de comunicación con el interior del continente. Par te de los resultados tendrán que ver con la destrucción de manglares, l a deforestación intensiva y extensiva y el aumento de la sedimentación (Figura 71). En este sentido, los efectos de la construcción de la vía Buenaventura–bahía Málaga es una alerta de lo que puede pasar en un paisaje altamente frágil y sensible a la erosión pluvial-fluvial. Los sectores deforestados a lo largo del corredor ya muestran los efectos avanzados de la erosión, representados por surcos y cárcavas activas remontantes, que ya empiezan a afectar a la misma carretera. Esto puede ser una alerta acerca de la verdadera vocación del paisaje y los suelos del Pacífico y sobre el manejo cuidadoso que debe dárseles (Igac e Ingeominas, 2008). Así como los puertos requieren estr ucturas para su operación y protección, también las comunidades expuestas a los procesos marinos y fluviales de erosión e inundación construyen obras para protegerse de las mismas. La mayoría de las veces estas no cuentan con los estudios técnicos adecuados para garantizar que cumplan su función y no causen mayores problemas aguas abajo del sitio afectado. Así, en el Pacífico son muy pocas las obras de protección y la mayoría de las veces se hacen en los cauces de los ríos donde se localizan las comunidades.
Figura 71. Muelle del puerto de Buenaventura (foto Blanca Posada, INVEMAR).
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Blanca Oliva Posada, William Henao y Georgina Guzmán
Extensión de la erosión y sedimentación por departamentos
Figura 72. Procesos de erosión y sedimentación relacionados con el tipo de línea de costa.
habitan la zona costera y las instituciones encargadas del tema entre 2007 y 2008. Ingeominas (1998) recopiló y analizó toda la información anterior al año 1998 y produjo el Atlas
A continuación conti nuación se prese presenta nta un diagnóst diagnóstico ico con base en la información producida por varias instituciones nacionales. Esta información fue recopilada por el INVEMAR durante los estudios en la Unidad Ambiental Costera Llanura Aluvial del Sur (INVEMAR et al., 2006), los realizados en la bahía de Buenaventura (INVEMAR, 2007) en el municipio de bahía Solano (INVEMAR, 2008) y en talleres llevados a cabo con las comunidades que
de geomorfología y aspectos erosivos del litoral Pací fico colombiano , en el que se presentó el primer gran
diagnóstico regional. El mismo Ingeominas y algunas instituciones han producido también estudios sectorizados que han ido actualizando actualiz ando la información consignada en ese atlas. Entre dichas instituciones se destacan la Universidad Eafit, el Observatorio Sismológico del Suroccidente Colombiano (Osso), el Centro de Control de la Contaminación del Pacífico (CCCP) y el INVEMAR, entre otras. La magnitud del proceso de erosión, así como del registro regist ro de sedimentación a lo largo de la costa en cada uno de los departamentos, se resumen en la Tabla 8 y Figura 72, lo que permite tener una visión general de la situación existente. Conviene tener en cuenta que los datos y análisis que se pre sentan en la Tabla 8 se deben tomar teniendo en cuenta las siguientes precisiones: La longitud de línea de costa que aquí se presenta, como se explicó en el capítulo cuatro, difiere de la oficial debido a que fue medida sobre la base 1:100.000 levantada por el Laboratorio de Sistemas de Información (Labsi) del INVEMAR y contempla la la longitud de la línea de costa dentro de las bahías y demás accidentes coste ros cuando su tamaño así lo permitió. La longitud de la costa en erosión se midió igualmente en los mapas, considerando los tramos •
•
Tabla 8. Extensi Ext ensi ón de la erosió er osiónn y la sedimentac sedi mentac ión lit oral oral,, por tipos tip os de costas cos tas (en km) Tipo d e cost as
Acant il ados ro cas co hesi vas
Vall e
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Con s e di ment ac i ón
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Pl ay as Con e r os i ón Con s e di ment ac i ón
Con s e di ment ac i ón
Total en e ros ión Total s edime ntac ión
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Chocó
Diagnóstico de la erosión y sedimentación en la zona costera del Pacífico colombiano
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resaltados en rojo (ver anexo cartog ráfico), al frente del litoral. Las cifras presentadas se aproximaron al número entero para una mejor visualización; cuando la cifra fue menor a medio kilómetro (0,4 km) se aproximó a uno. No se consideró en este cuadro la e rosión a lo largo de las riberas de los ríos y esteros, aunque ésta se resalta en los mapas, al menos en los sectores donde afecta a comunidades.
Zona costera del Chocó En el Chocó, la localizaci ón de las poblaciones en la parte final de los drenajes, en sitios donde se combinan los procesos fluviales y marinos, los pone en alto riesgo; esta situación es favorecida por el carácter torrencial de los drenajes, que bajan por valles estrechos y empinados y, al acercarse al mar, se ex tienden formando planos aluviales en donde se asientan las poblaciones. Esto no sólo ocurrió hace algunos años en la población de Cupica y obligó a s u traslado, sino que podría repeti rse en muchos lugares más donde la conformación del paisaje es muy similar. Por ejemplo, las poblaciones de Juradó, Huaca y El Valle, entre otras,
mostraron su preocupación por la forma como las está afectando el río de la localidad (Tabla 9). Aunque la zona costera del Chocó ha sido poco evaluada, el diagnóstico que se presenta a continuación contiene elementos relevantes de su estado de erosión–sedimentación, los cuales permiten tomar decisiones con respecto al manejo del territorio y el planteamiento de futuras investigaciones.
Franja costera entre el límite con Panamá y bahía Chirichiri (mapas 1, 2 y 3) Esta franja costera presenta remanentes fósiles del retroceso de la línea de costa, como pilares y cavernas; ocasionalmente, se observan movimientos de masa, en su mayoría superficiales, que afectan la cobertura boscosa del acantilado. Procesos de eros ión se observan en Juradó, Cupica, Chicocora y Limones, que son bahías en las cuales los acantilados resguardan pequeños valles aluviales, barras marinas y playas. En la cabecera municipal de Juradó se registran inundaciones por los cambios del nivel de los ríos Partadó y Juradó, que pasan por detrás del pueblo y afectan el 30% de la población; estos dos ríos se unen en el área urbana y confluyen en el estero Arrastradero. El río Juradó está erosionando el cementerio del
Tabla 9. Sitios report ados con pr oblemas por erosión o sedimentac ión en la zona costera del depart amento de l Chocó. Municipio
Bahía Solano
Sector
Sedimentación
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Huaca
X
X
Sector del río Jella-Ciudad Mutis
X
X
X (marina, del río y movimientos de masa)
X
X
X
Ensenada de Utría la zona del coral
X
Jurubidá
Bajo Baudó
Ensenada Tribugá
X
Nuquí
X
X
Jobí
X
Coquí
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Partadó
X
Cuevita
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Abaquí a
X
X
Vir udó
X
X
Pavasa
X
X
Pizarro
X
X
Dotenedó
X
Docampadó
X
Sivirú
X
La Víbora
X
Pichimá
X
Churimal
X
Bocanas de Charambi rá, Cacagual y Chavica
X
Togoro má Litoral de San Juan
Inundación
Bahía de Nabugá
El Valle
Nuquí
Erosión
X
Bocana Charambirá
X
Bocana Cacagual
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Bocana Chavica
X
Playa de Concepción
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Blanca Oliva Posada, William Henao y Georgina Guzmán Figura 73. Registro de los procesos de erosión e inundaciones en la zona costera de Juradó. a) Huecos dejados por la extracción de arena de las playas (foto Dimar); b) El banco del río con socavación de orillas (foto Emilio Moreno); c) Inundaciones en el casco urbano (foto Emilio Mor eno); d) Playas con abundante material vegetal y al fondo islotes aledaños a salientes rocosas (foto Dimar).
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pueblo y se teme que la unión de estos dos ríos cause problemas más graves sobre la población, ya que se ha identificado una amenaza alta por avenidas rápidas de los r íos (Municipio de Juradó, 2005), debido a deslizamientos que arrastran la cobertura vegetal en las partes media y alta del río ( Figura 73). Asimismo, procesos de erosión en las playas se presentan al occidente del c asco urbano (Moreno, 2008). Poblaciones más pequeñas como Dos Bocas, Coredó, Curiche y Punta Ardita también sufren el problema de las inundaciones y la erosión de los ríos;
como resultado, hay cambios en las bocanas y, en el caso de Punta Ardita, la erosión costera ha avanzado agrietando las casas de cemento cerca de la playa (Moreno, 2008) (Figura 74) La población de Cupica fue destruida por una avalancha en el invierno del mes de noviembre de 1999; como consecuencia, el nuevo pueblo se construyó aguas arriba. Sin embargo, el puente sobre el río, el cementerio y el aeropuerto se report an actualmente con problemas erosivos, ocasionados por el estero Cacique y su confluencia con el río. El canal del río
Figura 74. Playas en Punta Ardita. La población debe vivir en viviendas tipo palafitos para protegerse de las inundaciones (fotos Dimar).
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Diagnóstico de la erosión y sedimentación en la zona costera del Pacífico colombiano Figura 75. Deslizamientos asociados al sector, que involucran importantes masas de suelo derivadas de la roca basáltica y la cobertura boscosa. (fotos Programa GEO, INVEMAR).
Cupica presenta sedimentación y socavación de sus orillas, debido en parte a la limpieza de las mismas y de las lomas aledañas, para abrir paso a potreros para la ganadería y cultivos de subsistencia; asimismo, se reporta amenaza por avalancha asociada a este río (Municipio de Bahía Solano, 2005; INVEMAR, 2007a), principalmente ahora que se está talando de manera intensa arriba de la bocatoma de la microcentral . En las playas de bahía Cupica se reporta erosión alta por el oleaje, con formación de escarpes de pl aya y, en menor proporción, en las playas de las bahías de Chicocora y Limones, en donde se observa la vegetación desarraigada.
Franja costera entre bahía Chirichiri y Jurubidá (mapas 3, 4, 5 y 6) Es un sector dominado por acantilados, con pequeñas bahías y playas favorecidas por la presencia de drenajes que forman depósitos aluviales a su llegada a la costa. Los acantilados presentan deslizamientos de masas de suelo y, en menor proporción, de roca y escombros, que en general no son muy significativos, pero que afectan la cobertura boscosa
(Figura 75). Como consecuencia, durante la marea baja se observan playas conformadas por gravas y cantos. También se aprecian las plataformas de abrasión y las hendiduras y cavernas, formadas por procesos erosivos de más largo plazo. Las playas en cambio, otrora con población y desarrollo turístico, han desaparecido paulatinamente y se han destruido las viviendas. De norte a sur se cuenta con las playas de Abegá, resguardada por una bahía y respaldada por un estrecho valle aluvial y con procesos erosivos moderados, y las playas de la ensenada de Nabugá, todas con erosión alta por el lado del río y del mar, que se refleja por la vegetación desarraigada y destrucción de viviendas. L as playas de Cocalito Juan Tejada, Paridera, Playitas y Los Potes, más estr echas y menos protegidas, también han retrocedido significativamente, según comentan los pobladores, con lo que parte de la población las ha abandonado o reubicado sus viviendas; sin embargo, actualmente no se observan procesos de erosión significativos ( Figura 76 ). Figura 76. Playas de la ensenada de Nabugá y las locali zadas entre Huaca y punta Nabugá. Son todas playas encajadas, formadas donde el relieve se reduce por la presencia de un río. Palmeras desarraigadas son los signos de erosión. Los habitantes aseguran que las playas han retrocedido decenas de metros (fotos Programa GEO, INVEMAR).
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Blanca Oliva Posada, William Henao y Georgina Guzmán Figura 77. Poblado de Huaca, localizado a las riberas del río del mismo nombre, dentro de la zona de la bocana. Se observan fuertes signos de eros ión que están afectando a la población (fotos Programa GEO, INVEMAR).
Figura 78. a) Playas de Mecana, muy cerca al área urbana de bahía Solano, muy recta, de pendiente alta, escarpes de erosión, palmeras desarraigadas; b) Población de Mecana localizada en las riberas del río y sometida a la socavación de orillas e inundaciones (fotos Marisol Cardona, INVEMAR).
Huaca, Cocalito y Mecana son las playas más cercanas a bahía Solano; la de Huaca presenta fuertes procesos erosivos hacia el sur, donde es más estrecha, con palmeras desarraigadas, escarpes de erosión, pendientes fuertes y al menos dos drenajes en la parte posterior, que salen de los manglares y la cortan ( Figura 77 ). Hacia el norte la playa es rect a, se hace más amplia y alta, con una pendiente fuerte, reflejando una alta energía del oleaje, pero sin otros si gnos de erosión. La población de Huaca se localiza al interior de la bocana sobre una zona de bajamar, por lo que las vivie ndas son de estilo palafitos, en donde, además, el río produce una erosión muy intensa sobre las riberas; todas las palmeras tienen expuestas sus raíces y muchas de ellas han caído. Se reporta adicionalmente el cambio en la posición de la boca, lo cual representa un riesgo más a los existentes en la población.
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La playa de Cocalito es recta y encajada, entre salientes rocosas; tiene una pendiente de 5° y palmeras y árboles con sus raíces expuestas; en su parte trasera, en un pequeño valle, se localizan unas pocas viviendas. Hacia el sur están las playas de Mecana, mucho mejor conservadas hacia el norte, donde forman una barra alta, recta y de pendiente muy empinada; en su extremo sur, en cambio, están muy erosionadas, con escarpes de playa y vegetación desenterrada. Dicen los pobladores que esta playa retrocedió cerca de 50 m en los últimos treinta años y que la bocana ha cambiado de posición al menos dos veces más. También aquí la población vive en un terreno aluvial bajo, al interior del río, en donde se presenta socavación de orillas; las pocas casas que había cerca al mar, al igual que el cementer io y la escuela, fueron dest ruidos por las avenidas torrenciales del río y las marejadas (Figura 78).
Diagnóstico de la erosión y sedimentación en la zona costera del Pacífico colombiano Dentro de la ensenada de bahía Solano, las playas Felicidad, la parte noreste de la playa de bahía Solano y aquellas entre acantilados en el sector de Huina, también muestran signos de erosión, con raíces de vegetación expuestas, escarpe s de erosión y pérdida de extensos cocoteros. El pueblo se localizaba inicialmente entre la ribera derecha del río Jella y el mar, pero, debido a que el río se recostó sobre esa margen casi unos 200 m, parte de las casas fueron afectadas, entre ellas el convento, lo que obligó a la reubicación hacia el valle del río y las colinas. La erosión alta en la margen derecha del río y las continuas inundaciones en épocas de marejadas, impactan esa parte del municipio (González y Marín, 1989; INVEMAR, 2007a; Municipio de Bahía Solano, 2005) ( figuras 79 y 80).
Al gunos estudios realizados con el ánimo de recuperar una playa para la población de Bahía Solano, dan cuenta de la pérdida de 300 m de playa entre 1956 y 2004, en parte debido al posible hundimiento de los terrenos durante el sismo de 1970, que destruyó el 80% del municipio (Tabota et al., 1998) . Entre punta San Francisco Solano y la ensenada de Utría se desarrolla una serie de playas al pie de acantilados, las cuales son favorecidas por estar localizadas dentro de una plataforma muy suave con abundante sedimento tamaño arena; son precisamente estas playas las preferidas por los turistas. Entre ellas se cuentan las playas del Almejal y Chadó, en las que sólo se observa un escarpe de erosión, en el límite de la marea alta. La playa Juná, localizada entre los Figura 79. a), b), c) Playas de la ensenada de bahía Solano, caracterizadas por ser angostas, con signos de erosi ón que han hecho que la población se desplace hacia el valle del río Jella; la pérdida de arena ha dejado expuestas las raíces de las palmeras. d) Deslizamientos en la vertiente que involucran grandes masas de suelo y han ocasionado daños en la población (fotos Programa GEO, INVEMAR).
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Figura 80. Localización de las playas y los procesos asociados, entre punta San Francisco Solano y Nabugá (imagen de Google Earth modificada por Blanca Posada).
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Blanca Oliva Posada, William Henao y Georgina Guzmán Figura 81. a) Punta San Francisco Solano donde se aprecia el desarrollo de los acantilados, playas y pilares del sector (foto Alcaldía Bahía Solano); b) Playas adyacentes a la desembocadura del río Valle, en que se evidencia, en marea baja, el escarpe de erosión que alcanza más de un metro de alto, c) Playa de El Valle, cerca al Tortuguero, también allí el esca rpe es alto y el oleaje pega fuerte (fotos Marisol Cardona, INVEMAR)
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Figura 82. Cuenca media y baja del río Valle, vista a) en una imagen de radar Intera de 1994; b) en imagen de Google Earth reci ente, en donde puede apreciarse el corte de los meandros del río, lo cual está poniendo en grave riesgo a la población; en rojo los sitios con socavación de orilla s y en café zona de posible subsidencia actual.
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acantilados del Faro y El Valle, es erosionada por el oleaje fuerte y los sedimentos son arrastrados hacia los riscales, donde se acumulan y oscurecen el sitio perjudicando la pesca (INVEMAR, 2007a). Los acantilados hacia atrás tienen deslizamientos superficiales que involucran el material saprolítico rojo de los basaltos; se observan también las hendiduras, plataformas de abrasión y gran cantidad de pilares, que en ocasiones propician la formación de tómbolos, como en el caso de la desembocadura del río Valle ( Figura 81). En este trayecto, igualmente, aparece la playa de El Valle, conocida también hacia el sur como el Tortuguero y Cuevita, con pendiente inclinada y algunos rasgos erosivos en inmediaciones de la bocana. Casi toda la población de El Valle se localiza sobre la margen derecha del río, muy ce rca de la bocana, entre el valle aluvial, una franja de bajamar y parte de las colinas de la serranía del Baudó; allí sufre los rigores de desli zamientos de grandes masas de suelo, derivados de la meteorización de las r ocas basálticas
b c
que afectan su infraestructura urbana. También soporta las inundaciones relacionadas con las mareas, el río o los drenajes que bajan de las colinas y la socavación intensa de las riberas del río, acelerada por el corte de meandros y que actualmente está poniendo en grave riesgo a la población, debido a que el pueblo quedaría de frente al nuevo cauce ( Figura 82). Desde El Valle hast a Jurubidá la zona es de acantilados, afectada por deslizamientos superficiales que descubren la roca y arrasan la vegetación; hay numerosos pilares e islotes, además de cavernas, hendiduras y superficies de abrasión. Pequeñas playas de bolsillo, y protegidas por islotes, son utilizadas como paradas turísticas. Al interior de la ensenada de Utría se forma una pequeña playa sobre el lado oriental, favorecida por la presencia de una planicie intermareal vegetada, en la cual se localiza la cabaña de Parques; allí la erosión destruyó la casa mexicana (INVEMAR, 2007a). La zona de coral en la ensenada de Utría está sufriendo un proceso de deterioro, orig inado por la sedimentación que causa la quebrada La Aguada, ya que en su cuenca ocurren deslizamientos y el terreno presenta signos de erosión que aportan mucho material durante las lluvias fuertes.
Franja costera entre Jurubidá y cabo Corrientes (mapas 6 y 7)
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Corresponde al golfo de Tribugá, en donde empiezan a presentarse franjas más amplias de costa baja, con barras marinas, playas y manglares, favorecidas por la desembocadura de los ríos Jurubidá, Tribugá, Panguí, Coquí, Jobí, Arusí, entre otros, que forman pequeños valles aluviales; sus cuencas son susceptibles a deslizamientos ocasionados por la deforestación, sobre suelos altamente inestables (Municipio de Nuquí, 2005) (Figura 83). En Panguí y entre punta Arusí y cabo Corrientes reaparece el acantilado que antes estaba más hacia
Diagnóstico de la erosión y sedimentación en la zona costera del Pacífico colombiano atrás. Como rasgos erosivos fósiles de los acantilados cabe citar la presencia de rocas desprendidas de El Morro, que aparecen carcomidas por organismos (bioerosión) produciendo una especie de enjambres; entre ellas se citan el archipiélago de Jurubidá, al frente de la boca del río y el islote conocido como Morro Mico. Jurubidá es la población más al norte de esta franja de costa, localizada entre los ríos Jurubidá y Chorí, dentro una antigua barra marina, el valle aluvial y unas colinas bajas; allí, además de la amenaza permanente de inundación por el río y las mareas, que ahora impactan directamente a la mitad de la población “como si el terreno hubiera bajado” (Junior López Palacio, comunicación verbal), las olas alcanzan a penetrar por la bocana y producen grandes derrumbes de las orillas. Como consecuencia, muchas viviendas han sido destruidas y el terreno, al menos en el mes de octubre de 2008, retrocedió 25 m; todas las palmeras se han caído y la cancha de fútbol, entre otros espacios comuniatrios, está muy afectada. La bocana se ha convertido en un bajo por donde no es posible salir con bajamar, debido a que las corrientes litorales, que en este sector están en sentido N–S, entran por la bocana y favorecen su sedimentación (Junior López Palacio, comunicación verbal) (Figura 84).
Figura 83. Ensenada de Tribugá, cerca de Nuquí. Se observan en la parte superior de la fotografía las salientes rocosas y los pilares asociados a ellas. En primer plano se expone la costa baja rectilínea con sus valles, barras arenosas y manglares (foto Ángela López, INVEMAR).
La playa de Yesca separa las bocanas de Chorí y Tribugá, y corresponde a un playón donde se presenta erosión alta, con escarpes de playa, vegetación afectada y caída y, en la parte trasera de la playa, manglar muerto, pero en posición de vida. Le sigue hacia el sur la ensenada de Tribugá, respaldada por una gran franja de manglar, en medio de la cual se han cartografiado remanentes de las formaciones sedimentarias del Neógeno (N1Sr en Igac e Ingeominas, 2008, Mapa g_163); la bahía está casi encerrada por l a sedimentación en la bocana, que propicia el crecimiento de las playas de Yesca y Tribugá en la que se localiza la población de Tribugá, en medio de cordones litorales, ( Figura 85).
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Figura 84. a) y b) Sedimentación en las bocas de los esteros y ríos de Jurubidá, que los hace sólo navegables durante la marea alta; (fotos Ángela López, INVEMAR).
b Figura 85. Playas entre Tribugá y Nuquí. Pantanos de manglar y esteros dominan un amplio recorrido con rasgos de erosión y sedimentación (fotos Ángela López, INVEMAR).
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Blanca Oliva Posada, William Henao y Georgina Guzmán Esta última playa se extiende en forma continua hasta la población de Nuquí, dentro de una isla barrera con cordones litorales altos y continuos y una extensa franja de manglar hacia el continente. Procesos erosivos, como escarpes de playa y vegetación destruida, se observan principalmente hacia Tribugá, mientras en la quebrada Ancachí y el río Nuquí los sedimentos depositados por estos ríos forman bajos en la margen izquierda, cerca de la desembocadura al mar, lo que obliga al río a socavar la margen derecha, provocando la erosión y afectando el muro que protegía al pueblo en dicha margen (Municipio de Nuquí, 2005). El barrio Miraflores es el más afectado, con retroceso de la oril la y destrucción de viviendas, además de las inundaciones provocadas por el río y las mareas altas, principalmente en el mes de octubre (Figura 86 ). En la margen izquierda del río Nuquí se forman dos esteros, El Chanquero y el Muertero, al lado de los cuales hay pilares rocosos basálticos y playas intermareales rodeándolos, a veces en forma de tómbolos. Hacia el sur se extiende la playa de Panguí, con características similares a las de Nuquí, pero más estrecha y corta, e igualmente con escarpes de playa y manglares desarraigados en la boca del río. Las playas de Coquí y Arusí, en sendas ensenadas separadas por acantilados, son las últimas de la costa alta del Chocó; se desarrollan frente a valles aluviales donde se localizan las poblaciones de Coquí, Jobí, Termales, Partadó y Arusí, muy cerca de las bocanas de los ríos lo que les permite salir hacia el mar. Según testimonios de la población, los ríos Jobí y Coquí cambian constantemente de dirección ocasionando socavación de orillas y erosionando las playas y terrenos donde están construidas las viviendas. El trazo de la falla Utrí a–bahía
Solano y otros ramales satélites se han cartografiado al interior de la ensenada de Coquí ( Figura 87 ). La población de Partadó, en la ensenada de Arusí , se ve afectada por el proceso de eros ión causado por el mar; ya se han presentado hechos donde el mar se ha llevado varias viviendas, por lo tanto algunas familias se han trasladado a lugares más seguros (Municipio de Nuquí, 2005). En todas las playas en general se aprec ian palmeras destruidas en sus raíces y viviendas palafíticas en situación de alto riesgo; cerca de las puntas hay presencia de rocas remanentes de la antigua línea de costa; por lo demás, la costa acantilada es relativamente estable y al pie de ella se forman localmente pequeñas playas.
Franja costera entre cabo Corrientes y punta Churimal (mapas 7, 8, 9, 10, 11 y 12) A partir de la ensenada de Cuevita, la costa es de topografía baja, con islas barrera bordeadas por playas y respaldadas por pantanos de manglar y valles aluviales. Las bocanas son amplias, con abundantes bajos o deltas de marea. La población de Cuevita es la primera de este sector y sufre los rigores de la e rosión marina que avanza cada día más hacia las viviendas (Moreno, 2008). Las playas de la isla barrera, entre las poblaciones de Virudó y Palo Secal, han sido reportadas con procesos erosivos intensos, principalmente hacia el sector centro y sur, donde se forman escarpes de playa y los manglares en algunas partes ya aparecen sobre la línea de costa, afectados por la erosión, o muertos en posición de vida, debido a que la arena ha invadido el manglar. La playa Pavasita tiene i gualmente problemas de erosión muy alta, así como las playas de Abaquía donde, además, son constantes las inundaciones pro-
Figura 86. Problemas erosivos en el casco urbano de Nuquí, asociados tanto al río como al mar. Se observa la socavación de orilla s con derrumbe de viviendas, palmeras con sus raíces expuestas (fotos a, b, c Marisol Cardona, INVEMAR ; d Marta Cabrera).
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Diagnóstico de la erosión y sedimentación en la zona costera del Pacífico colombiano
venientes del mar y del río, que afectan gravemente las viviendas (Municipio de Bajo Baudó, 2002). La erosión a lo largo de los ríos, en cambio, es moderada a baja, pero los cauces de los ríos Pavasa y Virudó son erráticos por lo que las viviendas cercanas están en riesgo (Moreno, 2008). En las playas Nueva y Pilizá se presenta erosión baja. En estas playas, las islas barr era que las respaldan son muy estrechas. Asimismo, se han reportado problemas graves de erosión e inundaciones en la cabecera municipal de Pizarro, asociados tanto al río Baudó como al mar, por lo que se ha recomendado poner un muro de contención que la proteja, pues las inundaciones afectan más del 10% de la población (Municipio de Bajo Baudó, 2002). Algunas viviendas cercanas al mar han
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sido destruidas por su acción; se recuerdan muy especialmente los efectos que causó el último fenómeno de El Niño (Moreno, 2008) ( Figura 88). Sobre la margen izquierda de la bocana del Baudó hay un remanente de una isla barrera, y un firme, un poco más adentro en la bocana; allí, en el sector denominado la playa del Mico y más hacia el sur hasta la bocana de Dotenedó, se observan escarpes de erosión en la playa, manglares y palmeras destruidas. En las bocanas de Dotenedó y de Docampadó, posiblemente a causa de los grandes bajos que se forman, las corrientes se recuestan hacia las orillas eros ionándolas afectando a las poblaciones allí asentadas; Sivirú tiene problemas de erosión costera, con amenaza alta para la comunidad (Moreno, 2008), por lo que hubo necesidad de reubicar
Figura 87. a) Población de Coquí, localizada en terrenos intermareales; b) Playas de Guachadito en las que puede verse la vegetación deteriorada por la erosión; c) Playa de Termales, con remanentes rocosos dispersos; d) Amplia playa en Joví, antecedida por una zona de vegetación muy bien marcada (fotos Marta Cabrera).
Figura 88. a) Vista aérea del sitio donde se localiza la cabecera municipal de Pizarro, municipio del Bajo Baudó; b) Estero que cruza la población de Pizarro, a lo largo del cual vive parte de la población sometida a erosión e inundaciones (fotos Corporación Osso y Emilio Moreno, respectivamente).
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Blanca Oliva Posada, William Henao y Georgina Guzmán Figura 89. a) Localización de Puerto Abadía; b) En la bocana de Sivirú; c) Población de Sivirú con problemas de erosión costera; d) Bocana de Pichimá; e) En el interior de la bocana se localiza el poblado de Pichimá, afectado por erosión intensa (fotografías aéreas Corporación Osso).
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e parte de la población (Municipio de Bajo Baudó, 2002) (Figura 89). Por su parte, las playas de Ijuá y punta Abadía desaparecieron como consecuencia del oleaje que ha removido gran parte de la isla barrera y por lo tanto el
manglar se encuentra en la línea de costa. Puerto Abadía es otra de las poblaciones que debió ser reubicada a consecuencia del proceso erosivo (Municipio de Bajo Baudó, 2002). Condiciones similares se presentan en las playas La Víbora, Pichimá, Togoromá y Churimal, todas con erosión marina intensa, representada en vegetación con raíces expuestas, manglar muerto o expuesto al oleaje y escarpes. La comunidad de Togoromá fue reubicada porque el mar destruyó casi todo el pueblo; sin embargo, el sitio en el que se encuentra actualmente s igue teniendo problemas de erosión marina, sobre todo en el área del puerto, donde la playa ha retrocedido hasta 18 m en un solo año. Adicionalmente, se presentan problemas de socavación de orillas a lo largo del río Togoromá, con un retroceso de 8 m. Se teme que lo anterior, sumado a las inundaciones que afectan casi todo el pueblo, sobre todo en épocas de pujas, obligue a una nueva reubicación (Moreno, 2008) (Figura 90).
Figura 90. a) Comunidad en las bocas del Togoromá; b) Sitio donde fue reubicado el poblado de Togoromá, también en terrenos de bajamar, en donde están aún en grave riesgo. (fotos a Corporación Osso; b Emilio Moreno).
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Diagnóstico de la erosión y sedimentación en la zona costera del Pacífico colombiano Franja costera del delta del San Juan (mapas 12 y 13) Las playas en la franja costera del delta del río San Juan están asociadas con islas barrera; en ellas se ha reportado adelgazamiento o erosión hacia la parte central de las mismas, como consecuencia del obstáculo que producen los bajos localizados en las bocanas para el flujo de las corrientes litorales. Se presenta sedimentación en las bocanas de Charambirá, Cacagual y Chavica, en donde los deltas de marea de reflujo dificultan el acceso de lanchas en marea baja; en la boca Charambirá se forma el llamado archipiélago Bodega, un conjunto de bajos que sobresalen del nivel de marea. Asimismo, en la playa el Choncho se presentó un proceso erosivo que partió la isla barrera en dos, como consecuencia de la subsidencia del terreno, los fenómenos de El Niño y las pujas que en muy poco tiempo actuaron, obligando a la población a abandonar el lugar. Este fenómeno, que normalmente puede esperarse no sólo en las islas barrera del delta del San Juan, sino del Pacífico colombiano, es descrito detalladamente por Correa et al. (2002) (Figura 91). La playa la Concepción presenta procesos de sedimentación hacia su costado norte y de erosión hacia el sur, precisamente en la boca de La Barra donde el fuerte oleaje provoca el retroceso de la playa y la socavación de las orillas; la espiga de La Barra también está afectada por erosión, pero principalmente es evidente en los esteros, en donde la socavación de orillas derrumba la vegetación y provoca desprendimientos en los paleo acantilados. En ocasiones se han presentado inundaciones en la población de La Barr a (INVEMAR, 2007a) (Figura 92). Al gunos ríos afluentes del San Juan, como el Copomá, Cucurrupí, Munguidó, Togoromá y Pichimá, ocasionan inundaciones y presentan socavación de orillas, razón por la cual la vulnerabilidad de las poblaciones del municipio del Litoral de San Juan es total. Por ello, “el 37.5% de núcleos poblados requieren protección en sus orillas, el 32.5% reubicación, el 20% sufre de inundación en épocas de lluvias y el 10% requiere la construcción de diferentes obras para prevenir algún tipo de desastre natural” (Municipio Litoral del San Juan, 2001). En este sector son once las poblaciones con alto riesgo por inundación o erosión, de las cuales García Gómez, Tío Cirilio, Charambirá, Togoromá, isla Mono y el Carrá se localizan en el frente deltaico (Municipio Litoral del San Juan, 2001).
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Zona costera del Valle del Cauca En el Valle del Cauca la situación geológica y geomorfológica es diferente a la observada para el departamento del Chocó, sin embargo, los riesgos a los que están sometidas las poblaciones son similares. Centros turísticos importantes como Juanchaco y Ladrilleros han sido azotados por la erosión marina, bioerosión y escorrentía sobre acantilados, conformados por rocas sedimentarias frágiles. La isla El Soldado, y poblaciones como La Bocana y Piangüita han visto seriamente amenazados sus predios y par te de la infraestructura ha sido reubicada a causa del deterioro causado por la erosión. Las playas que hacen frente a las islas barrera y los pantanos de manglar han ido desapareciendo paulatinamente o cambiando su geometría, como respuesta a estos mismos agentes. No sólo las poblaciones han sido desplazadas por estos procesos, sino que las labores de pesca han requerido llevarse a cabo mar adentro en razón a que las zonas de caladeros han desaparecido por la alta sedimentación ( Tabla 10).
Figura 91. a) Charambirá, población localizada en la bocana del río San Juan, sometida a erosión e inundaciones; b) En el interior de la población de Charambirá, en donde puede verse cómo se inundan en épocas de pujas y e inviernos fuertes; c) Población de Litoral de San Juan, a orillas del río (fotos a y b Emilio Moreno; c Alcaldía municipal).
Franja costera de las bahías Málaga y Buenaventura (mapas 13 y 14) Esta franja se caracteriza por presentar acantilados en todo el contorno de bahía Málaga y el costado norte de la bahía de Buenaventura; en este sector se presenta erosión por escorrentía y aguas infiltradas en los planos de debilidad de las rocas, con desprendimientos de masas de suelo. Las mareas, el Figura 92. a) La Barra, última bocana al sur del delta del río San Juan; b) Playas de La Barra, muy amplias en marea baja y por lo tanto suelen ser muy turísticas (fotos Biomálaga 2006 y Corporación Osso, respectivamente).
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Tabla 10. Sit ios report ados con pr oblemas de erosión –sed imentación en la zona costera del departamento del Valle del Cauca Sector
Sedimentación
Bocas de San Juan
X
Playa Concepción
X (Bajos)
Erosión
X (norte)
La Barra
X
X
Ladrilleros
X (marina y movimientos en masa)
X
Juanchaco
X (NW) marina y movimientos en masa
X
Sector de la Base Naval
X
Piangüita
X
Río Anchicayá Cuenca río Dagua Bahía de Buenaventura Isla Soldado (mitad-sur) punta soldado
X (en la bahía)
X (parte alta)
x X (canal de acceso)
X
X
X
X
Bocana del Raposo
X
Bocana de Mayorquín
X
Bocana Cajambre
X
X
X (sur)
X
X (laderas del río)
X (norte)
X (norte)(sur)
X (central)
Bocana Chamuscado Bocana del Yurumanguí Bocana el Ají El Pital, punta Bonita, Concepción, Cangrejal Bocana del río Naya
X
X
La Playita
X X
oleaje y la bioerosión, junto con las estructuras de la roca, propician la formación de arcos y cavernas, islas, islotes y riscales, característicos del paisaje en este sector de la costa. Los procesos de erosión en esta costa acantilada, aunque lentos, tienen gran repercusión dentro de la evolución del paisaje y obligan a la reubicación o refuerzo estructural de los asentamientos existentes. Las playas de Juanchaco, Ladrilleros y Chucheros se extienden al pie de estos acantilados, per o las dos primeras permanecen con una franja seca en marea alta ( Figura 93). En Juanchaco es muy evidente el proce so de erosión, en parte como consecuencia de la extracción de arenas para construcciones civiles como el aeropuerto o las escuelas. Como antecedentes, es necesario mencionar que la construcción de la base naval en 1986
X
generó procesos erosivos y desequilibr io ambiental. Por otra parte, en el sector de Santo Domingo, punta Sande y la ensenada del Tigre, los acantilados también registran deslizamientos, desprendimientos de rocas, bioerosión y socavación de la base, con formación de hendiduras, cavernas y múltiples pilare s (INVEMAR et al., 2006). En el interior de bahía Málaga hay un retroceso constante de los acantilados como consecuencia de la bioerosión y de los agentes marinos sobre rocas frágiles; la presencia del archipiélago de la Plata es una muestra de los procesos de erosión–sedimentación que allí se dan y que permiten la formación de un conjunto de bajos, que son colonizados por manglares. La existencia de los riscos o bongos, muestran un proceso evolutivo más largo que posiblemente está asociado con fenómenos tectónicos (INVEMAR et al., 2006). Las
Figura 93. a y b) Poblaciones de Juanchaco y Ladrille ros, localizadas en parte sobre acantilados y otros sectores en terrenos bajos sometidos a las mareas (fotos Corporación Osso).
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Inundación
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Diagnóstico de la erosión y sedimentación en la zona costera del Pacífico colombiano Figura 94. En el interior de bahía Málaga a y b) Bloques remanentes de la erosión causada por los organismos que se apilan al pie de los mismos , sobre estrechas playas; c) Riscales o bongos, muy comunes a lo largo del espejo de agua de la bahía de Málaga; muchos de ellos se cubren completamente en marea alta (fotos Biomálaga, 2006).
a playas tienen presencia de gravas y bloques de roca (Figura 94). En forma similar se presentan rasgos erosivos en los acantilados que bordean la entrada a la bahía de Buenaventura, en su parte norte, y que dejan como testigos cavernas y un sinnúmero de pilares (INVEMAR, 2007). El sector de Piangüita está afect ado por el fuerte oleaje que se presenta cuando vienen las pujas y, que además de la inundación, genera erosión que ha afectado una franja de 200 a 300 m de extensión; los daños se hacen mayores por cuanto los pobladores extraen arenas del lugar. La Bocana actualmente viene sufriendo erosión en épocas de pujas, favorecida por el oleaje que pega con fuerza en la parte frontal; este fenómeno se viene presentando desde principios de los años 2000, pero más recientemente se ha sentido con mayor intensidad perturbando una franja de mayor extensión (400 a 500 m), que incluye la vía peatonal entre el hotel y la línea de costa (INVEMAR, 2007a) ( Figura 95). La franja costera sur de la bahía de Buenaventura es baja, con pantanos de manglar, barras arenosas y bajos y favorece la formación de estuar ios en las bocas de los ríos Dagua y Anchicayá ( Figura 96 ). La cuenca hidrográfica del río Dagua, por el mal manejo al que ha estado sometida y por la deforestación desde Lobo Guerrero hasta Buenaventura, exhibe una erosión alta; asimismo, la escorrentía y los deslizamientos que se producen en la parte alta suministran gran cantidad de sedimentos que son llevados por sus distintos brazos y depositados en la bahía de Buenaventura. En es te punto forman una gran pluma de sedimentos, barras y bajos no deseados, que paulatinamente van sedimentando la bahía, lo que para el principal puerto del Pacífico significa una gran inversión por un constante dragado y una reducción de su vida útil como puerto (INVEMAR, 2007a).
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b c
Figura 95. Acantilados y arcos en el sector de El Tigre, como resultado de los procesos de erosión sobre rocas frágiles (fotos Biomálaga 2006).
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Figura 96. a) Vista del puerto de Buenaventura, cuyo canal de acceso se ve afectado por la sedimentación que proviene de los ríos Dagua y Anchicayá; b) Isla Soldado, con el caserío hacia el estero (fotos Corporación Osso).
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Blanca Oliva Posada, William Henao y Georgina Guzmán La desembocadura del río Anchicayá es el caso más significativo para la bahía como consecuencia de que en el año 2001 se presentó sedimentación en la presa de la hidroeléctr ica de Epsa. Como resultado, se tomó la decisión de abrir las compuertas, arrojando 500.000 m 3 de lodo y causando sedimentación en el río y formación de trampas de lodo, eros ión de los caminos por donde el río buscaba paso, daño en los cult ivos por el aporte de lodo y sedimentación en la bocana, además de la pérdida de la cosecha de piangua, entre otros (INVEMAR, 2007a). Adicionalmente, los cambios naturales del cauce del río Anchicayá contribuyen al deterioro de la punta Soldado, que perdió la playa en la que se asentaba la población; en consecuencia, hubo un retroceso de la línea de costa de aproximadamente 500 m y un cambio en el tamaño del sedimento de arena a lodo, el canal de acceso a la isla se sedimentó, lo que en la actualidad dificulta el embarque y desembarque. Además, en julio de 1996 fueron destruidas 17 de las 60 viviendas que había frente al mar y los postes de la línea de conducción fueron derribados (Martínez y González, 1996; INVEMAR, 2007a; Ambiotec Ltda., 2006). La isla Santa Bárbara ha experimentado acreción en el extremo norte en los últimos 46 años y en la parte central erosión, producto de canales de marea que cruzan la playa; esto ha conllevado a la obstrucción del transporte de sedimentos por la deriva l itoral (Martínez y González, 1996). Los habitantes regist ran que actualmente la erosión es más fuerte hacia la bocana, en la parte norte, afectando los sistemas de manglares y parte de la playa (INVEMAR, 2007a). Todos los asentamientos mencionados anteriormente, localizados en las parte s bajas, también están sujetos a inundaciones periódicas por las crecientes de los ríos, las pujas, el fenómeno de El Niño y las fuertes marejadas que ocurren ocasionalmente. Los asentamientos a lo largo de los ríos sufren además por la socavación de la banca de los mismos y están expuestos a avenidas torrenciales (Municipio de Buenaventura, 2000).
Franja costera desde la bocana de Raposo hasta la boca del Naya (mapas 14, 15 y 16) Este sector registra la presencia continua de islas barrera, todas ellas con mayor o menor grado de deterioro por procesos erosivos, y en frente de ellas, principalmente a la altura de las bocanas, procesos de sedimentación altos que dificultan la navegación y afectan la pesca.
La bocana de Raposo era una antigua desembocadura del río Anchicayá; en ella se regist ran procesos de erosión que afectan las playas de Santa Ana e isla Raposo, al igual que las áreas de manglar, muy posiblemente como consecuencia de la falta de sedimentos transportados por la deriva litoral, al cambiar la desembocadura del río. Esta s ituación es continua hasta la boca de Micay y afecta poblados como El Pital, P unta Bonita, Concepción, Cangrejal y las is las barrera de Mayorquín, Carrancio, Cajambre, Yurumanguí, Chamuscado y el Ajicito. Árboles desarraigados, escarpes de playa y plataformas de abrasión son testigos de los fuertes procesos de erosión que se están presentando. Adicionalmente, la sedimentación es alta en todas las bocanas y en frente de las islas barrera entre San Antonio, Cajambre y Yurumanguí. La desembocadura del río Mayorquín registra continuos cambios de la desembocadura, especialmente en épocas de pujas, lo que afecta a los habitantes de la vereda Papayal, que deben estar desplazándose. La sedimentación en la bocana obliga a los pescadores artesanales a retirar se de allí y adentrarse más hacia el mar en sus labores de pesca. Al sur de este mismo sector, se registra e rosión en los acantilados y presencia de pilares como testigos de la evolución de la costa (INVEMAR, 2007) ( Figura 97 ). En la vereda El Pital, sector de Cajambre, en el año 1998 “el mar invadió las playas”, que ahora están reapareciendo, pero con una conformación diferente (INVEMAR, 2007a); allí y en La Playita, se registran además inundaciones ocasionadas por las pujas. En la desembocadura del río se observa sedimentación que impide la normal navegación; ésta es causada por la tala de árboles en la parte alta del río, lo que ha incrementado la erosión en la cuenca y, en consecuencia, el volumen de sedimentos que llegan a la bocana (INVEMAR, 2007a). Las islas barrera de Yurumanguí y Chamuscado tienen sectores altamente erosionados, en particular la isla Chamuscado que presentó procesos de erosión en su parte central que determinaron su ruptura y la invasión de manglares en su frente; una parte de la barra arenosa supramareal quedó atrás y ha habido acreción moderada en sus costados norte y sur ( Figura 98). Adicionalmente, hay socavación en las riberas de estos ríos, no sólo de sus depósitos, sino de las colinas neógenas que circundan la cuenca (INVEMAR, 2007a). Entre las bocanas de Yurumanguí y el Naya, la alta tasa de sedimentación dificulta la navegación y las labores de pesca; se están acumulando gran cantidad
Figura 97. a) Población de Yurumanguí a orillas del río (foto Libia Grueso); b) Bocas de Mayorquín, en las riberas del río del mismo nombre (fotos Gilma Mosquera).
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Diagnóstico de la erosión y sedimentación en la zona costera del Pacífico colombiano
de sedimentos y desechos orgánicos, taponando unas “pocetas” o bancos criaderos de peces donde se solía pescar. Como consecuencia, la población se ha visto obligada a desplazarse a El Chamuscado y Merizalde (INVEMAR, 2007a).
Zona costera del Cauca En la zona costera del Cauca la situación no es más favorable; la erosión ribereña costera ha amenazado la estabilidad de algunas poblaciones importantes, debido a la socavación de las orillas, con desprendimiento de grandes barrancos por la acción continua de hidratación y deshidratación de los suelos, el cambio de las mareas y al oleaje que se genera con el tránsito rápido de embarcaciones. La subsidencia, que han
sufrido los terrenos como consecuencia de sismos, y la elevación del nivel del mar causada por el fenómeno de El Niño, han hecho desaparecer grandes extensiones de tierra firme (terrazas, islas barrera y playas) y en cambio han surgido amplios bajos que dificultan la navegación y la pesca (Tabla 11) . Rasgos de erosión como manglares muertos en posición de vida o derribados, escarpes de playa en los que aflora el sustrato de manglar y playas muy angostas, son comunes en toda la zona costera caucana; así mismo, hay alta sedimentación en las bocanas, la cual es particularmente sensible al frente de la isla Gorgona por la afectación sobre los corales. L a tala indiscriminada del bosque ha hecho que la sedimentación aumente y es particularmente evidente la pluma de sedimentación cuando la marea está bajando.
Figura 98. Evolución de la isla barrera Chamuscado (modificado de Martínez et al., 2000).
Tabla 11. Sitios repo rtados con pr oblemas de erosión–sediment ación en l a zona costera del depar tament o del Cauca Municipio
López de Micay
Sector
Noanamito
Erosión
X
X
Santa Bárbara del mar Bocana Saija
Timbi quí
Sedimentación
X X (desechos orgánicos)
Puerto Saija
x
Sector de Los Brazos
x
Chacón Nuevo
x
Timb iquí
Guapi
x X
Bocana de Timbiquí
X
Bocana de Guajuí
x
Bocana de Quiroga
x
Bocana río Guapi
Inundación
X (bajos)
Obregones
X
Quiroga
X
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Blanca Oliva Posada, William Henao y Georgina Guzmán Figura 99. Noanamito y caseríos a lo largo del río, afectados por la socavación de orillas y las inundaciones del río. a) En Noanamito se observa el árbol dentro del cauce del río a causa del retroceso de la banca; b) Aguas abajo, las casas en grave riesgo de derrumbarse porque las riberas han ido retrocediendo; c) Se observan las palmeras y otros árboles desarraigados; d) Tendencia a la erosión a todo lo largo del río que afecta a los manglares (fotos Ángela López, INVEMAR).
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Franja costera desde la bocana de Naya hasta la bocana El Cantil (mapas 16 y 17)
Figura 100. Rasgos de erosión en la zona costera norte del departamento del Cauca. A) Isla San José; b) Playa Santa Rita; c) Playa Monserrate (fotos INVEMAR).
Una de las poblaciones costeras, ubicada más al norte del departamento del Cauca, es Noanamito. Se localiza en una terraza baja del río Micay, inundable en inviernos fuertes o cuando hay pujas grandes. El río Micay tiene en promedio, en el tramo cerca de Noanamito, 60 m de ancho y máximo 12 m de profundidad; presenta socavación de orillas, con un promedio de 2 m/ año y erosión fuerte en la margen izquierda de la bocana del Naya y en una isla localizada en ella. El crecimiento de bajos o el corte de meandros han dejado terrenos aislados, entre los que se conocen el Archipiélago y la isla Pailón ( Figura 99).
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La isla barrera San José cuenta con una playa seca de ancho variable, que oscila entre unos pocos cm hasta 5 m aproximadamente, una altura promedio sobre el nivel de alta marea de 1 m y, en ocasiones, exhibe vegetación rastrer a. La isla está limitada hacia tierra por un escarpe de erosión de hasta un metro de altura que demarca la línea de más alta marea, en donde se acumulan restos de madera y troncos. En su parte norte está afectada por canales de desagüe de marea, mientras que hacia el centro se observan sedimentación y bajos. La parte sur hasta la bocana de Santa Rita muestra manglares en el frente hacia el mar debido a la paulatina desaparición de la isla (Figura 100a).
Diagnóstico de la erosión y sedimentación en la zona costera del Pacífico colombiano La bocana de Santa Rita está parcialmente cerrada por la acreción lateral en la parte norte de la isla barrera; en esa zona hay una alta dinámica ocasionada por las corrientes que allí convergen y el delta de flujo que crea una amplia zona de rompientes. Como consecuencia de un evento marino fuerte, ocurrido hacia finales de los noventa, la isla barrera de Santa Rita perdió una franja de playa de 50 m y acumuló la arena en la berma y detrás de ésta, causando el taponamiento del estero Santa Rita. Por esta razón sólo se encuentran remanentes de esta isla barrera, con un ancho promedio de 50 m, un escarpe de erosión frente al mar, con 1 ó 2 m de alto y una playa trasera que se extiende con arenas gruesas hasta el estero, en cuyas márgenes se desarrolla el manglar ( Figura 100b). La bocana de Monserrate tiene un gran bajo, con canales muy someros formados por la corriente del estero; la zona de rompientes es amplia y alejada de la línea de más alta marea aproximadamente 500 m. El estero entre Monserrate y Santa Rita se cerró por pr ocesos de sedimentación, al igual que entre Santa Rita y San José y Santa Rita y Cobao. La isla barrera de Monserrate tiene un ancho promedio de 100 a 150 m, sólo 50 m en su parte nor te y hacia el sur se va estrechando paulatinamente. La playa seca puede alcanzar máximo 5 m de ancho y se desaparece hacia la parte central a sur, donde empieza a aparecer un escarpe de erosión de 50 cm a un metro de alto, con palmeras en la playa, algunas de las cuales se veramente afectadas en su follaje y raíces. Dos cordones litorales, de 10 m de ancho en promedio y 50 cm a 1 m de alto, se desarrollan en la parte central y van desapareciendo hacia el norte, mientras hacia el sur va apareciendo un terreno bajo y cenagoso que cae suavemente hacia el estero en donde hay manglares ( Figura 100c). La isla barrera de Caimanero tiene una línea de costa muy recta y ancho variable; la parte trasera de las playas contienen vegetación rastrera, escasa y dis-
persa y alcanzan un ancho máximo de 10 m. En ellas no se observan mayores rasgos de erosión, sin embargo, en el extremo norte hay una zona de manglar muerto, que se reportó como causado por el fenómeno de El Niño de 1998; aquí también se observan los efectos de acumulación de arenas gruesas en el estero, causado por el fenómeno marino reportado por los habitantes como ocurrido hace ocho años. El extremo sur, por en contrario, registra acreción con el desarrollo de una espiga, en inmediaciones de la bocana de Candelaria, en donde existía un bajo en la imagen de satélite del año 2000. La bocana de Candelaria es amplia, con fuerte oleaje, lo que dificulta las operaciones de embarque y desembarque. La isla barrera al sur de esta bocana fue una de las mejor desarrolladas hace treinta años, pero ahora, debido a los procesos de erosión, se encuentra reducida a una pequeña franja (INVEMAR, 2005); en su parte central los manglares se encuentran en la línea de costa, la mayoría de ellos muertos. Escarpes de erosión, al pie de los cuales se acumulan troncos y maderas, marcan el límite de la marea alta. La isla El Coco, al sur de la anterior, fue afectada por procesos de erosión causados por grandes tormentas, el sismo de 1979 y el fenómeno de El Niño de 1998, lo que sólo dejó algunos remanentes de isla, principalmente hacia el extremo norte. En las bocanas El Coco y El Cantil, a medida que la marea baja, quedan al descubierto grandes extensiones de bajos que dificultan la navegación; este proceso es importante porque a la vez que se reporta subsidencia del terreno, también se observa el incremento de los bajos por procesos de sedimentación extremadamente alta que se producen en las bocanas (Figura 101). Hacia el interior de estas islas barrera, los esteros y sus tributarios son amplios, con márgenes inestables en su mayoría, por lo que se observan problemas de erosión de orillas y de sedimentación de cauces (INVEMAR, 2007a) ( Figura 102). Figura 101. Línea de costa entre las bocanas del Coco y el Naya, limitada por manglares en diferente estado de conservación. Se observan claros en el bosque de donde se está extrayendo el manglar y la vegetación, favoreciendo la erosión y sedimentación (fotos Ángela López, INVEMAR).
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Figura 102. Población expuesta a la socavación de orillas y las inundaciones por parte de los ríos y esteros de la zona (fotos Ángela López, INVEMAR).
Franja costera desde la bocana El Cantil hasta La Bocana de Iscuandé (mapas 17, 18 y 19) En esta franja costera se pierde la alineación NE que traía la línea de costa desde Mayorquín, en el departamento del Valle del Cauca; este segmento es más irregular, con bocanas amplias donde se extienden grandes bajos y menos desarrollo de islas barrera. Hacia el interior se localizan importantes poblaciones del Cauca como Timbiquí y Guapi. Santa Bárbara del Mar es la primera población de este sector, en el costado sur de la bocana del Cantil; se asienta en la margen derecha del e stero Santa Bárbara, sobre una barra ar enosa con un ancho entre 50 y 100 m, fuertemente erosionada por la acción del oleaje de las
lanchas que por allí transitan, unida a la acción mareal. La punta norte de la barra presentaba una playa ex tensa de hasta 50 m de amplitud en marea baja que empezó a desaparecer hace diez años. Como consecuencia del sismo de 1979, el sector de Santa Bárbara sufrió la destrucción de viviendas por el agrietamiento del terreno y la solifluxión, con salida de un lodo azul en las zonas de firmes; el terreno bajó y muchos terrenos que antes eran cultivables ahora no lo son ( Figura 103). Hacia tierra, la barra está limitada por los esteros El Iguanero, que corre de norte a sur y se seca completamente en marea baja, y Caleta Ciega, que se inunda con la marea, pero no tiene una boca de salida al mar. En medio de estas dos bocas se formó un lago
Figura 103. a, b, c) Manglares a lo largo de los esteros y de la zona costera; se aprecia la acumulación de lodos, con formación de extensos planos de sedimentación; d) Pequeños firmes son aprovechados para vivienda y cultivos por parte de los habitantes (fotos INVEMAR).
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Diagnóstico de la erosión y sedimentación en la zona costera del Pacífico colombiano de agua dulce, aparentemente sin comunicación con el mar y alimentado sólo con aguas lluvias; este lago tiene una gran variedad de peces. Los cambios que han sufrido estos esteros en los últimos años, así como los que hay en la bocana del Tigre, han modificado la configuración de la línea de costa, dejado árboles de mangle aislados en el plano intermareal no vegetado; adicionalmente, se pre sentan bajos areno-lodosos extensos, asociados a estas bocanas. Desde el sur de la bocana del Tigre y hasta el estero Sofía se desarrolla una isla barrera (playa Concepción) protegida de la erosión por un amplio bajo, que hace que el oleaje rompa muy lejos de la línea de costa; es una franja arenosa de ancho variable entre 50 y 100 m, con playas por encima del nivel de la más alta marea tanto en la punta norte como la sur. Hacia el continente hay firmes o antiguos cordones litorales que son utilizados para cultivos (INVEMAR, 2005) ( Figura 104). La bocana del Saija es amplia y con procesos de sedimentación importantes que se extienden a lado y lado de la misma y en su entorno, formando islotes
en una vasta zona. Río arriba hay erosión severa de las márgenes del río, con gran perjuicio para la población de Puerto Saija y los demás caseríos del sector de Los Brazos. Toneladas de desechos orgánicos, como la concha de coco o el bagazo de la caña, se botan a los esteros, lo que contribuye la sedimentación y a la erosión, al obligar a los cauces a desviar su curso. Caso similar es el del río Timbiquí que también tiene erosión intensa de sus márgenes, de especial cuidado en inmediaciones del casco urbano y cerca de la población de Chacón Nuevo. A diferencia del Saija, el Timbiquí inunda la población al menos una vez al año, y cada cinco o diez años las inundaciones llegan a ser significativas, causando grandes daños en la población, los cultivos y las demás actividades económicas, como ocurrió en 2008. En la bocana de Timbiquí, el crecimiento de los deltas de marea de flujo y reflujo dificulta el transporte a los habitantes que se ubican en las riberas del río, situación que se reportó altamente crítica a principios de 2009 (INVEMAR, 2005; Ángela López, comunicación ve rbal) ( Figura 105 ).
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Figura 104. a y b) Poblaciones localizadas a orillas de los esteros; c) Acumulación de sedimentos por la bocana del Tigre, en donde está creciendo un amplio bajo; d) Erosión en el lado opuesto de la bocana, con lo cual quedan mangles muertos en posición de vida dentro del agua (fotos Ángela López, INVEMAR).
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Figura 105. a), b) y c) Timbiquí, locali zada sobre una terraza baja del río y terr enos de bajamar, hace frente al problema de las inundaciones y socavación de orillas del río; d) Caserío también con procesos de erosión muy intensa, igualmente localizado en las riberas del cit ado río (fotos a) y b) Julio César Rodríguez, CRC; c) y d) Ángela López, INVEMAR). Figura 106. a y b) Localización del poblado de Nuevo Chacón en una zona intermareal sometida a socavación de orillas; c) Sedimentación en la bocana y a lo largo de la zona costera donde ha invadido zonas de manglar d) Erosión a lo largo de los ríos y esteros, (fotos a) y b) Corporación Osso; c) y d), Ángela López, INVEMAR).
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Diagnóstico de la erosión y sedimentación en la zona costera del Pacífico colombiano El caserío de Corozal o Chacón Nuevo está ubicado aguas abajo de Timbiquí, en un terreno inundable durante las pujas, a donde fue trasladado después del sismo de 1979. El caserío se localizaba en la punta sur de la isla barrera de Chacón que se extiende entre la bocana del Timbiquí hasta las Delicias o Bubuey; el terreno en algunos sectores bajó 2 m, quedando a nivel del mar, con lo cual las casas que per manecieron en pie, quedaron sometidas a inundaciones, todos los terrenos y las playas quedaron bajo el nivel de las aguas y la bocana del Timbiquí se abrió mucho más ( Figura 106 ). La isla barrera de Chacón comienza en la parte sur, con lo que quedó del caserío de Chacón, en donde hay un amplio firme con cultivos de pancoger y el desarrollo de una pequeña playa utilizada para el desembarco, que se va estrechando hacia el norte. A pesar de estar respaldada por un gran bajo, la isla presenta procesos de erosión acelerados, representados por vegetación seca o desarraigada, en posición de vida, escarpes de erosión de 50 cm alto que definen la línea de más alta marea y afloramiento de lo que parecen ser superficies de abrasión, conformadas por lodolitas oscuras finamente laminadas. Los habitantes del sector reportaron un retroceso de 12 m de la línea de costa en tan solo tres años. Al sur de la bocana de Timbiquí, la playa Sabino desapareció paulatinamente después del s ismo de 1979 y El Niño de 1982/1983; la playa San Miguel aún conserva una franja de 100 m de ancho, aproximadamente, que, aunque está protegida por un inmenso bajo, se ha estado erosionando a una tasa de 1 a 2 m/año. Aparentemente continúa la subsidencia del terreno y, como consecuencia, han ido desaparecido las playas (INVEMAR, 2007a). En el caserío del Cuerval, más al sur, también hubo subsidencia en el sismo de 1979, por lo cual no se pudo volver a practicar la agricultura; los procesos erosivos reportados dan cuenta de retroceso de 4 ó 5 m en treinta años, pero, durante eventos de El Niño y pujas muy altas, se pueden erosionar 3 ó 4 m con recuperación parcial posterior. En el sector de Cuervalito una puja 50 cm más alta de lo normal se llevó cuarenta viviendas en 2002 (INVEMAR, 2007a). La isla barrera del Cuerval está 1 a 2 m por encima del nivel de más alta marea, cortada por canales y esteros que encauzan las aguas lluvias y de las pujas. El sector norte de la isla es amplio y allí se ha considerado la posibilidad de trasladar el caserío, pues tiene salida hacia un estero que no se seca en marea baja, lo que permite el acces o al mar. Hacia el centro la isla se hace más estrecha, con una franja de 500 m de largo por 100 m de ancho en donde hay manglar muerto en posición de vida, palmeras deterioradas en sus raíces o caídas; todo esto como consecuencia de la erosión fuerte ocurrida durante los últimos veinticinco años que destruyó las fincas cocoteras ex istentes (INVEMAR, 2007a) (Figura 107 ). Las bocanas de Guajuí, Quiroga y Guapi, tienen bajos que alcanzan entre 4 y 7 km, quedando sólo una caleta para navegación que, en el caso del río Guapi, cada vez está más sedimentada. La tala de árboles y la inapropiada explotación de los recursos naturales en la parte media a alta de las cuencas son los causan-
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tes de estos procesos de sedimentación, además de la contaminación ambiental. Los brazos Secadero y Limones, asociados a los ríos Quiroga y Guajuí, el río Guajuí entre Concepción y San José, el estero Baltasar y una trocha que conduce al río Guajuí, donde se encuentran algunos asentamientos humanos, sufren procesos de erosión de orillas, principalmente en los meandros más pronunciados que afecta a los caseríos allí asentados (INVEMAR, 2007a). Entre las bocanas de Guapi y Quiroga se encuentran la playa Los Obregones y la Playita de Quiroga, donde también se reporta erosión que afecta a las poblaciones allí asentadas y a los manglares en la línea de costa (INVEMAR 2007a) ( Figura 108).
Figura 107. a) Población de El Cuerval, con problemas intensos de erosión y sometida a inundaciones durante cada pleamar; b) Erosión intensa en el tramo de línea de costa del Cuerval; c) Firme en el extremo norte de la isla barrera donde se ha contemplado la posibilidad de trasladar a la población (fotos Ángela López, INVEMAR).
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Figura 108. Terraza fluvial en la que se asienta la población de Guapi. Sólo se inunda en eventos extraordinarios, sin embargo, la socavación de orillas afecta las vivienda y los cultivos (fotos Ángela López, INVEMAR).
Zona costera de Nariño La sedimentación proveniente de los ríos Sanquianga y Patianga, al norte del departamento de Nariño, es una gran preocupación ya que está alcanzando los corales de la isla Gorgona y poblaciones aledañas a estos grandes ríos. El municipio de Olaya Herrera es un caso típico de lo que sucede en este
gran sector, ahora afectado por inundaciones, erosión fluvial y agentes marinos frente a las islas barrera ale dañas al mar. Más hacia el sur, la erosión fluvial y la sedimentación de los cauces afectan igualmente las poblaciones localizadas en sus riberas; por su parte, el oleaje, las mareas y las corrientes que se generan afectan las poblaciones localizadas en cercanías al mar (Tabla 12) .
Tabla 12. Sitios repor tados con problemas de eros ión-sedimen tación en la zona co ster a del depar tament o de Nariño Municipio
Iscuandé
Sector
Sedimentación
Erosión
Inundación
Chico Pérez
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Punta Quiñónez
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Bocana de Sanquianga
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Las Varas
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Ensenada
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El Bajo
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El Charco El Charco
Olaya Herrera
Mosquera
Tumaco
Salahonda
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Caravajal
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X
El Barranco
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Cocal de Payal
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Bazán
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Punta de los Reyes
X
X
Amar ale s
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Mulatos
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Calabazal
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El Cantil
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Playa Nueva
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Firme de los Cifuentes
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Mosquera
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Pasacaballos
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Guachal de la Costa
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Pasacaballo
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Majagual
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Bocana Majagual
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Bocana San Ignacio
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Isla Salahonda
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Bocana Hojas Blancas
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Puente el Pindo
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Isla Vaquería
Tumaco
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Isla Bocagrande
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Bocana Purún
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Bocana río Mira
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Milagros
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El Congal
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El Chontal
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Bocana Nueva
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Diagnóstico de la erosión y sedimentación en la zona costera del Pacífico colombiano Franja costera entre las bocanas Tapaje y Majagual (mapas 19, 20 y 21) Corresponde a la parte norte del delta o estuario del río Patía, conocido por algunos como el delta del Sanquianga para diferenciarlo de la parte sur, a la que han denominado delta de Salahonda. El litoral tiene una orientación general EW, con bocanas muy amplias, por lo que se configura una línea de costa muy irregular, al frente de la cual hay islas barrera o remanentes de las mismas. La evolución reciente del Patía está íntimamente relacionada con la construcción del canal Naranjo en 1973, que desvío los caudales del río Patía hacia el Sanquianga (INVEMAR, 2003). Los habitantes relatan que el señor Enrique Naranjo Solís solicitó permiso al Inderena para cavar un canal que le permitiera agil izar el transporte de maderas entre Sanquianga, quebrada La Turbia y Patía Viejo. Sin embargo, la alta pendiente entre los ríos, la escasa estabilidad de los suelos y las continuas crecientes del río Patía te rminaron por romper el dique en 1977, dejando directamente comunicados los ríos Patía Viejo y Sanquianga (Corponariño, 2002 e INVEMAR, 2007a) (Figura 109). Como consecuencia, las poblaciones del municipio de Olaya Herrera viven una emergencia constante por la erosión y las continuas inundaciones que afectan la producción agropecuaria y han causado la destrucción de poblados en la zona rural y barrios en la cabecera municipal. En Francisco Pizarro y Mosquera, cuyas cabeceras municipales y zona rural están a lo largo del cauce del Patía, en proceso de abandono, se presentan problemas de aislamiento por la falta de navegabilid ad del río, que se registra la mayor parte de l tiempo; hay formación de playones en Salahonda y aumento de la frontera agrícola en los brazos del río, mientras que en la bocana del Sanquianga hay un proceso de sedimentación muy alto que está afectando los corales de la isla Gorgona. En el litoral, entre la bocana de Chanzará y del Tapaje, se localizan poblaciones como Chico Pér ez, Quiñones, Juanchillo, Ensenada y Las Varas, todas el las con problemas de erosión e inundaciones ya que se localizan en terrenos de bajamar, afectados por el sismo de 1979, en donde los terrenos han sido adaptados con pequeños rellenos o las casas están levantadas del piso hasta 2 m en algunos casos. La migración de la población a otros sectores ha implicado la tala de árboles para la construcción de viviendas, generando erosión como ocurrió en punta Quiñones, que ya desapareció por completo; actualmente lo mismo le sucede al sector Chico Pérez, mientras la isla que se encuentra al frente de éste se acreciona, siendo un obstáculo para la navegación (INVEMAR, 2007a). Sobre la margen derecha de la bocana de Iscuandé se extiende una pequeña playa, separada de los manglares por una laguna; allí se asienta la población de Juanchillo, sometida a erosión intensa, con destrucción de manglares. A l otro lado de la bocana, los caseríos de Las Varas, La Ensenada y El Bajo se encuentran en una situación similar en cuanto a las inundaciones producidas por la acción combinada del río y las mareas; la erosión es mayor en El Bajo, más expuesto a las condiciones marinas. Entre estas poblaciones se forma una barra como respuesta a la gran sedimentación del río,
donde se encuentra el caserío de la Cunita cuya altura es de 3 m en baja marea. La población del municipio de El Charco, incluida su cabecera municipal localizada a 12 km de la línea de costa, está siendo afectada por la erosión causada por la fuerza del río Tapaje (INVEMAR, 2007a). Las poblaciones de Caravajal, El Barranco, Bazán y punta de los Reyes, están en la bocana, influenciadas por la fuerza del río y el oleaje y altamente expuestas a los efectos de un posible tsunami (Corporación Osso, 2002) (Figura 110). Punta de los Reyes creció en un bajo arenoso que paulatinamente fue colonizado por el manglar, conformando una isla separada de las poblaciones de Bazán y El Barranco, por el estero Camino Real; estas últimas poblaciones se asientan en pequeñas playas, respaldadas por manglar y sometidas a inundaciones durante las pujas, situación que se acentuó a raíz del sismo del 9 de septiembre de 2007 que causó en esta playa, y en general en toda la vereda, licuación de suelos y hundimiento de viviendas palafíticas (Ingeominas, 2007a). En El Barranco hay escarpes de erosión y manglar en destrucción hacia los ext remos del caserío. La población de Caravajal está sobre la ribera izquierda del río Tapaje en condiciones muy similares a las descritas para las otras localidades ( Figura 111). La denominada playa Boquerón, localizada entre punta de los Reyes y punta Boquerón, está sufriendo de erosión alta, a pesar de un bajo que la protege, destruyendo los manglares y dejando al descubierto el sustrato de areno-lodoso.
Figura 109. Secuencia de trabajos realizados para la apertura de un canal que permitiera trasvasar parte del río Patía Viejo al Sanquianga (Corponariño, 2002).
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Figura 110. a) El Charco, población a ori llas del río Tapaje, a 12 km del litor al, con problemas de inundaciones y erosión; b) Bazán, población locali zada en la bocana del río Mataje y sometida a inundaciones con las mareas y pujas y ero sión por el oleaje; c) Playas en la población de Bazán donde se observa el e scarpe de erosión (fotografías aér eas Corporación Osso; c Ángela López, INVEMAR). Figura 111. El Barranco y Caravajal, poblaciones en las riberas del río Tapaje, sometidas a inundaciones y erosión (fotografías aéreas Corporación Osso).
Figura 112. Playa de Amarales en una amplia isla barrera que, debido a la subsidencia, ha experimentado mayor frecuencia de inundaciones y erosión costera consecuente (fotografía aérea Corporación Osso).
Entre las bocanas de Amarales y Sanquianga se extienden las playas de Amarales y Mulatos, separadas por el estero Mulatos en donde se aprecian signos de erosión que afectan el manglar. La playa de Amarales hace parte de una amplia isla barrera que se ha venido erosionando desde el sismo de 1979 cuando se registró
el hundimiento del terreno; la población ha ido retrocediendo a medida que el mangle desaparece; éste , se presenta seco hacia los extremos de la población, y muerto en posición de vida, en parte por la erosión y por la invasión de arenas que cubren parcialmente sus raíces (Figura 112). Mulatos, localizado sobre cordones litorales limitados por depresiones someras, se ha conser vado mejor, aunque también sufre de inundaciones frecuentes , como consecuencia del sismo de 1979 (INVEMAR, 2007). El Vi gía, caserío localizado en la misma isla barrera, pero al costado oeste, está protegido de la erosión por una barra arenosa (Figura 113 ). En las imágenes satelitales de la bocana del río Sanquianga se observa una enorme pluma de sedimentación que parecer alcanzar los corales de la isla Gorgona; en las playas se han observado cambios en la sedimentación que han provocado que sólo una de cuatro especies de tortugas marinas anide ahora en ese territorio (PNN Sanquianga, 2007). En las demás bocanas, desde el río Naya en el Cauca hasta Majagual, las
Figura 113. a) Mulatos, localizado en una isla barrera bastante expuesta a los procesos marinos; b) Vigí a, pequeño poblado protegido del mar abierto por una barra arenosa (fotografías aéreas Corporación Osso).
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Diagnóstico de la erosión y sedimentación en la zona costera del Pacífico colombiano Figura 114. Sedimentación proveniente de los ríos del departamento de Cauca y Nariño, desde las bocas del Naya hasta el Patía. El recuadro muestra el área de donde son aportados los sedimentos que están llegando a impactar los corales de la isla Gorgona (Imagen Landsat ETM 2001, cortesía de PNN Sanquianga, tomada con la marea bajando).
plumas de sedimentación son también extensas, lo cual ocasiona formación de grandes bajos con repercusión en la hidrodinámica de la zona ( Figura 114). La playa Naranjo, con 12 km de longitud, es la más larga de todas; en su extremo noreste está el caserío del mismo nombre y en el interior de ella, a orillas de un estero, el de La playa. Es una isla barrera amplia hacia el este, que paulatinamente se va adelgazando hacia el oeste; tiene una serie de cordones litorales y una playa delgada, con escarpes de erosión de hasta 50 cm de alto que muestran el sustrato de manglar y el manglar destruido hacia la bocana Guascama.
En el interior de la bocana de Sanquianga se asienta el caserío El Bajo (o Bajito) en una pequeña playa sometida a inundaciones frecuentes; palmeras parcialmente destruidas y escarpes de erosión son los signos de erosión. Una situación similar, pero al interior de la bocana de Guascama, viven los habitantes de El Cantil, Playa Nueva y el firme de los Cifuentes, todas ellas con subsidencia registrada en el sismo de 1979 y, en el caso de este último caserío, con gran erosión de la playa generada por las marejadas, lo que ha hecho que los pobladores se hayan reubicado en zonas en dirección del continente (Corporación Osso, 2003) ( Figura 115 ). Figura 115. Poblaciones en las bocanas del Sanquianga y Guascama, con problemas graves de inundaciones y erosión (fotografías aéreas Corporación Osso).
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Blanca Oliva Posada, William Henao y Georgina Guzmán Franja costera desde Majagual hasta punta Cascajal (mapas 21 y 22) A partir de la boca del Patía hacia el sur, la costa tiene una orientación general NE, las bocanas son algo más cerradas y la línea de costa se aprecia más regular, siempre con islas barrera en su frente fuertemente afectadas por la erosión, como consecuencia de la subsidencia del terreno sufrida por el sismo de 1979, su exposición al mar abier to y un desbalance de sedimentos generado a partir del cambio del cauce del río Patía en 1979. En el frente costero se destacan las playas de Guascama y Guayabal, muy angostas y con manglares en la parte trasera; la playa de Barrera hace parte de una amplia isla barrera, al noreste de la cual se asienta la población del mismo nombre. En el interior de la bocana se ubica la cabecera municipal de Mosquera, asentada sobre terrenos aluviales y de bajamar y otros caseríos menores que se han visto afectados por la sedimentación de los esteros Mariano y Punto Frío o por la fuerza que lleva el río Patí a que erosiona sus riberas, como en la vereda Cocal de Payal (INVEMAR, 2007a) (Figura 116 ). En la bocana de Tasquita (o Paval) se asientan los caseríos de Miel de A bejas y Tasquita, en pequeñas playas frente al mar, rodeadas de manglares; Miel de Abejas t iene un bajo e xtenso al frente de la playa que lo protege un poco de la erosión, mientr as que Tasquita enfrenta el flujo de la quebrada Barrera en su s alida a la bocana. El frente litoral entre esta bocana y la de Pasacaballos tiene una isla barrera en su costado este, con cordones litorales y una delgada franja de playa, con escarpes de e rosión y pequeños bajos (Figura 116 ).
La bocana de Pasacaballos está muy cerrada gracias al crecimiento hacia el noreste de la isla barrera de Guachal de la Costa y de algunos bajos arenosos, ahora colonizados por la vegetación; el case río de Cocalito, en el interior de la bocana, está protegido de la erosión, pero sometido a continuas inundaciones. Por el contrario, el de Pasacaballos, localiz ado sobre cordones litorales en las afueras de la bocana, sufrió los rigores del sismo de 1979, con pérdida de una importante franja de terrenos y aumento en la frecuencia de las inundaciones; el proceso erosivo continúa actualmente, por lo que parte de la población ha sido reubicada (Corporación Osso, 2003; INVEMAR, 2007a, Montagut, 1999) (Figura 117 ). Guachal de la Costa se localiza al interior del estero que define la parte trasera de la isla barrera donde se asienta, pero, a pesar de estar protegido, se reporta erosión (INVEMAR, 2007); lo mismo sucede con el frente de la isla barrera en donde la erosión es intensa. San Juan de la Costa es la isla barr era que sigue hacia el sur de ésta; fue allí donde se registró la más alta subsidencia del terreno durante el sismo de 1979 (120 cm) que destruyó la población de San Juan y partió la is la en dos. San Juan fue reubicado en el interior del este ro, sin embargo, la subsidencia continuó y debió ser ubicado nuevamente hacia el continente (Corporación Osso, 2003); Villa San Juan es una nueva población que empezó a crecer posteriormente sobre cordones litorales en e l extremo norte de la isla barrera ( Figura 117). La bocana de Majagual es muy amplia, pero con bajos de gran extensión; allí s e asientan las poblaciones de San Ignacio y Majagual, esta últ ima un poco más expuesta, por lo que la afecta la erosión. La bocana del brazo grande del río Patía marc a un quiebre en la costa,
Figura 116. a) Mosquera, cabecera municipal sometida a inundaciones y erosión en las riberas del estero Barrera (foto Anilde Vergés); b, c, d) En similares condiciones, pero al pie de las bocanas, las poblaciones de Miel de Abejas, Tasquita y Cocalito (fotografías aéreas Corporación Osso, 2003).
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Diagnóstico de la erosión y sedimentación en la zona costera del Pacífico colombiano Figura 117. a), b), c), d) Poblaciones localizadas en el litoral entre las bocanas de Pasacaballos y Majagual (fotografías aéreas Corporación Osso, 2003).
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ya que a partir de allí cambia ligeramente su orientación hacia el NW. Bajos arenosos dispersos controlan las condiciones hidrodinámicas en esta zona, que en parte son responsables de los procesos erosivos a lo largo de la costa. Hacia el sur, como parte del frente deltaico del Patía, ahora en proceso de abandono, se encuentran las islas barrera del Bajito o Bujío, Salahondita y Salahonda, con procesos combinados de erosión y sedimentación. En el Bajito o Bujío se aprecian dos o tres e scarpes de
erosión, árboles de mangle y majagual muertos en la playa, mientras que en su extremo norte la población se asienta sobre una espiga donde se obser van cordones litorales producto de su formación (INVEMAR, 2005) (Figura 118). La isla barrera de Salahondita tiene 300 m de ancho, con cordones litorales hacia el norte, mientras al sur se presentan procesos de erosión con árboles muertos y escarpes de erosión y se percibe un inmenso bajo en formación que produce una amplia zona de rom-
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Figura 118. a) y b) En la playa del Bajito o Bujío, con manglar muerto en posición de vida en toda su extensión debido a la erosión sever a que se ha presentado; c y d) En playa de Salahondita, entre las bocanas de Hojas Blancas y Sal ahonda, también con procesos erosivos moderados en parte con manglar muerto (fotos Blanca Posada, INVEMAR).
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Blanca Oliva Posada, William Henao y Georgina Guzmán Figura 119. Hojas Blancas, pequeño poblado a orillas del estero del mismo nombre, con graves problemas de erosión e inundaciones. Un gran bajo lodoso se forma en marea baja, haciendo muy difícil su acceso (fotografía aérea Corporación Osso; fotos b, c, d, Blanca Posada, INVEMAR).
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pientes (INVEMAR, 2005). El caserío de Salahondita se localiza al lado del estero, en la parte norte , por lo cual está protegido, mientras que el poblado de Hojas Blancas, hacia el interior de la bocana del mismo nombre, se asienta en terrenos de lodosos de bajamar que se inundan durante cada marea alta; como consecuencia, la vegetación está desarraigada y es difícil el acceso cuando la marea está en un nivel bajo (INVEMAR, 2005) (Figura 119). En la isla barre ra Salahonda, a raíz del sismo de 1979, se pres entaron hundimientos del terreno de 0,6 m a 1 m, originando eros ión alta que no ha alcanzado a ser contrarrestada por los aportes de sedimentos del río Patía; a causa de El Niño de 1989 se reportó sedimentación en la parte sur, mientras que en la parte norte se presentó erosión que motivó la reubicación del caserío La Playa a su s itio actual. No se observan si gnos de erosión recientes sobre el litoral (Figura 120). En las riberas del río Patía (Brazo Largo), en cuya margen derecha se asienta Francisco Pizarro (Salahonda), se presenta socavación de orillas con e l derrumbe de grandes barrancos, como consecuencia de la fluctuación de la marea sobre formaciones frágiles y del oleaje inducido por las lanchas en su recorrido. También hay sedimentación avanzada, propiciada inicialmente por el escaso caudal del río y porque a él van todos los desechos de los aserríos que por falta de caudal suficiente se van acumulando, haciendo difícil l a navegación en mareas media y baja (INVEMAR, 2007a).
Parte interna de la bahía de Tumaco (mapas 22 y 23) Desde punta Cascajal hasta la población de Tumaco, la línea de cost a s igue un contorno semiencerrado, con una bocana amplia y una zona estrecha
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hacia el sureste de la bahía, adyacente a la boca del río Mejicano. Las partes norte y noreste, hasta el este ro Colorado, constituyen acantilados activos de hasta 60 m de altura, conformados por rocas sedimentarias, al pie de los cuales se forman pequeñas playas o incluso pantanos de manglar. Las poblaciones de Llanaje, La Chorrera, Curay y Colorado se ubican en el piedemonte de colinas bajas y parcialmente sobre una superficie de abrasión (Figura 121). Los procesos erosivos asociados a esta franja costera son movimientos en masa que involucran caída de bloques de roca fracturados y meteorizados, principalmente en puntas Cascajal y Laura, favorecido s por la formación de hendiduras en la pata de los taludes; allí se acumulan como depósitos de cantos y bloques que paulatinamente son esparcidos por las corrientes litorales. Los arcos, cavernas y pilares que hay en estas dos puntas son rasgos erosivos más antiguos, pero que atestiguan el retroceso del contorno litoral; al pie de los acantilados se observan escarpes de erosión de playa cuando se desarrolla esta geoforma ( Figura 122). El costado sur de la bahía está constituido básicamente por planos intermareales donde crece e l manglar, con formación de barras arenosas que definen la línea de costa en algunos sectores y pequeños firmes hacia el interior, que conforman la parte norte del delta del río Mira. Entre el río Rosario y los este ros Trapiche y Resurrección se extienden cordones litorales, precedidos por bajos y rodeados de manglares que definen la línea de costa; allí se localizan las poblaciones del Trapiche, San Juan y Trujillo, sometidas a inundaciones durante las pujas. Se registra erosión costera moderada con raíces expuestas y caída de los manglares, a pesar de los extensos bajos que se extienden a partir de las bocanas y esteros de la zona.
Diagnóstico de la erosión y sedimentación en la zona costera del Pacífico colombiano Figura 120. Francisco Pizarro (Salahonda) se localiza a orillas del río Patía y enfrenta grandes problemas de navegación por el fenómeno de la sedimentación, complementado con la erosión sectorial del canal (fotografía aérea Corporación Osso; fotos Blanca Posada y Ángela López, INVEMAR ; e, Anilde Vergés).
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Más al oeste están las islas de El Morro y TumacoLa Viciosa y e stá creciendo la isl a el Bajito, como una barra arenosa; estas islas están conformadas por terrenos firmes originales, constituidos principalmente por arenas en el dominio supramareal, rellenos de esteros y de terrenos de bajamar y terrenos inundables de bajamar, vegetados o no (Corporación Osso, 2003). En El Morro hay una formación rocosa sedimentaria que produce un relieve de colinas de hasta 70 m de altura, acantilados, remanentes rocosos como el Quesillo y Arcos, remanentes de l cambio costero. En estas islas no se han reportado procesos de erosión ni acreción importantes a corto plazo, sólo escarpes de playa con bermas entre los 10 y 60 cm y numerosos bajos y zonas de bajamar (Tejada et al., 2003a; INVEMAR, 2005; Corporación Osso, 2003; Tovar, 2005) ( Figura 123). Esta cadena de islas ha tenido un proceso evol utivo largo y complejo a razón de su movilidad, inducida por los procesos propios del delta del río Mira y los normales de deriva litoral, corrientes mareales y fenómenos de El Niño, pero sobre todo, por los episodios
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sísmicos que han desencadenado tsunamis. En el siglo XIX la isla Viciosa e ra una flecha litoral de la isla de El Morro que se erosionó separándose de la isla para formar una isla barrera independiente; para mediados del siglo se había reducido a la tercer a parte adquiriendo una forma de trébol (Tejada et al., 2003a). Figura 121. a) Punta Cascajal, ubicada en el extremo sur de la isla barre ra de Salahonda, con acantilados verticales, en donde se presenta caída de rocas y cavernas; b) Playas de Salahonda con los acantilados de punta Cascajal al fondo. (fotos a, Corporación Osso; b, Blanca Posada, INVEMAR).
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Figura 122. Panorámicas de la ciudad de Tumaco que creció sobre y alrededor de una isla bar rera, graci as a múltiples re llenos de zonas deprimidas (fotografía aé rea Corporación Osso; fotos b, c, d Rocío Rodríguez, INVEMAR).
Figura 123. Panorámica del puerto y la isla El Morro cuyas playas son reportadas como estables y que crecieron al resguardo de la formación rocosa que se levanta en el costado NE de la playa (fotografía aérea Corporación Osso, fotos b, c y d Blanca Posada, INVEMAR).
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Diagnóstico de la erosión y sedimentación en la zona costera del Pacífico colombiano En estas condiciones, fue unida a las islas de El Morro y Tumaco por medio de puentes y terraplenes, empezando una cadena de transformaciones a parti r de rellenos hidráulicos; los procesos de erosión y sedimentación continuaron transformando la forma y ubicación de las islas hasta que paulatinamente se fueron consolidando. La isla del Guano, ubicada en la parte frontal de Tumaco, desapareció con el sismo-tsunami de 1979 y actualmente se está formando de nuevo (Tejada, 2002 en Tejada et al., 2003a); la isla Viciosa está conectada con Tumaco, consol idándose como un solo cuerpo gracias a la sedimentación de la laguna que había entre ellas. Tumaco ha permanecido estable ( Tejada et al., 2003a). En la isla de El Morro también hubo rellenos, principalmente hacia su parte nornoroeste. Asociado a la geoforma de El Morro, hay un proceso de sedimentación que también ha experimentado muchos cambios en el tiempo, permitiendo unir el islote del Quesillo con la zona costera y luego erosionándose de nuevo; actualmente un tómbolo permite la comunicación entre ambos en marea baja (Tejada et al., 2003a y Tovar, 2005). Como consecuencia de la dirección hacia el noreste de la deriva litoral, El Morro es un obstáculo que hace que queden atrapados los sedimentos arenosos que ésta acarrea y por ende, es en parte e l responsable de la formación de una playa de 20 a 30 m de ancho, de 500 m de longitud y cordones litorales como registro de su cr ecimiento; localmente tiene un pendiente alta y la cubre vegetación rastrera. En el puente del Pindo se desarrolla actualmente sedimentación abundante propiciada por las corrientes marinas que llevan los sedimentos a este espacio de carácter reducido, donde se favorece la acumulación de sedimentos; además, los desechos arrojados por los aserríos de la zona incrementan el volumen de sedimentación (INVEMAR, 2007a) .
Franja costera desde la isla Vaquería hasta la bocana del río Mataje (mapas 23, 24 y 25) Esta franja, correspondiente al delta del río Mira en su parte occidental, tiene una orientación general noreste hasta la desembocadura de río donde se forma un lóbulo que sobresale de la línea de costa; hacia el sur de éste hasta los límites con el Ecuador tiene una forma semicurva, donde la orientación inicial es WE para finalizar SE. También ésta es una costa definida esencialmente por islas barrera o lo que queda de ellas, con procesos erosivos altos y paradójicamente extensos bajos que dificultan la navegación y la pesca. La isla Vaquería es la primera de esas islas y al igual que la de Bocagrande, al sur, tiene playas de 5 a 20 m de ancho en su costado oeste (Tovar, 2005), cordo-
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nes litorales y te rminación en forma de espiga hacia el noreste, como consecuencia de la deriva litoral. La compleja evolución de estas islas, con episodios de erosión y sedimentación, con crecimiento hacia el norte, es una respuesta a la dirección de la deriva y los aportes del río Mira; a medida que cambian las islas su posición, la población y la infraestructura hotelera han tenido que reubicarse. A mediados del siglo XX Bocagrande era una flecha litoral donde se encontraba el hotel cerca a la desembocadura del río Mira; Vaquería era un bajo de arena que con el transcurrir de algunos años creció como isla; Bocagrande se consolidó también como isla, al noreste de su anterior posición, gracias a la sedimentación en esta dirección y la erosión intensa al sur (Tovar, 2002 en Tejada et al., 2003a). Con el tsunami de 1979 y el fenómeno de El Niño de los años 1982/1983, Vaquería se eros ionó y reapareció más al noreste en donde está actualmente, en tanto que Bocagrande se erosionó aún más en su extremo sur y siguió creciendo hacia el norte ( Figura 124). Todos estos cambios continúan aún, por lo que la zona hotelera de Bocagrande se ha visto obligada a desplazarse continuamente hacia el norte (Tejada et al., 2003a), mientras que parte de la población ha sido reubicada en Vaquería Gran Colombia, sobre la margen del brazo norte del río Mira, donde sin embargo sufre de inundaciones durante las pujas. Papayal, Guinulero, y Purún son las islas barrera que continúan hacia el sur; se caracteri zan por ser muy angostas y estar interrumpidas por esteros que favorecen el crecimiento del manglar en sus ex tremos. Un escarpe de playa define el límite de la más alta marea, que también es el límite de la vegetación permanente y en donde se observa el sustrato de manglar; los mangles muertos en posición de vida dan cuenta de la erosión y la sedimentación, ya que las raíces son cubiertas por los sedimentos colocados allí durante las mareas muy altas y pujas. Frente al mar se localizan los caseríos de Papayal, La Playa, Nuevo Papayal y Guinulero y Figura 124. Bocagrande, isla barrera con playas turísticas, sometida a una evolución rápida debida a la deriva litoral que la va erosionando mientras que crece más hacia el norte (fotografía aérea Corporación Osso; fotos a y c Anilde Vergés).
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Blanca Oliva Posada, William Henao y Georgina Guzmán en el interior, a orillas de los esteros, las poblaciones de Arrastradero, Embarcadero y la Camaronera Guinulero, todas ellas afectadas por las inundaciones y con problemas de socavación de orillas y sedimentación en las bocanas. La bocana de Purún es la mayor en este tramo y está comunicada con el río Mira por al menos dos esteros amplios que le permiten evacuar parte de las aguas del mismo; como resultado, esta bocana tiene una alta sedimentación y ha conformado un extenso bajo que dificulta la navegación y la pesca (INVEMAR, 2007a). Entre esta bocana y la de cabo Manglares se encuentra la isla barrera Terán-Las Mercedes, que es la mejor desarrollada de la zona, principalmente hacia el sur. Está cortada por múltiples pequeños esteros y limita hacia el continente por el brazo El Coco y el estero Las Mercedes, que se dirige hacia el norte para desembocar en la bocana Purún. Una sucesión de cordones litorales a todo lo ancho de la isla, con alturas de hasta 2 m, dan cuenta de un proceso de acreción alto que, según los pobladores, comenzó en los años setenta y se fue favorecido por los fenómenos de El Niño y por los cambios frecuentes de la bocana (Figura 125 ). El caserío de Terán se localiza en el extremo sur de esta isla, a orillas del brazo El Coco, mientras Las Mercedes lo hace hacia el norte, pero a orillas del estero El Bajito en el extremo sur frente al mar. Desde hace algunos años se viene presentando un proceso erosivo que ha cobrado decenas de metros de la playa y está dejando al descubierto los montículos de crudo que quedaron del proceso de limpieza de hidrocarburos, después del derrame ocurrido el 3 de julio de 1998, lo que implicaría un problema ambiental (INVEMAR, 2005) (Figura 126 ). La bocana del río Mira presenta una sedimentación muy alta que dificulta la navegación, mientras en su costado sur, el sector de la isla barrera, donde se localiza el poblado de Milagros, ha visto perde r casi la mitad de su territorio durante los últimos cuarenta años. Figura 125. Playas a lo largo de la isla barrera entre las bocanas de Purún y el río Mira. Son playas amplias que han crecido rápidamente, aunque con erosión en la bocana. Hacia el interior del estero los caseríos de Terán y Las Mercedes (fotos INVEMAR).
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La isla se extiende hasta Bocana Nueva, siempre protegida por un bajo; se caracteriza por una amplia playa de arena fina, con una franja supramareal que forma, hacia el límite con la vegetación, una duna de hasta 1 m de alto y escarpe er osivo, al pie del cual se acumulan troncos y otros escombros traídos por el mar. Procesos de sedimentación ocasionados por marejadas y pujas permiten la acumulación de arenas en la franja de manglar detrás de la duna, ahogando las raíces y secando el pantano, por lo que el manglar está muriendo (INVEMAR, 2005) ( Figura 127 ). Bocana Nueva se formó como consecuencia del crecimiento reciente (cuarenta o cincuenta años) de isla Verde, a partir de la consolidación de cordones litorales sucesivos, que aún se ven claramente y son consecuencia de la descarga de sedimentos del río Mira y la deri va litoral; sin embargo, en los últimos años el fuerte oleaje ha estado provocando erosión en el costado sur de la isla, mientras que en el costado norte la bocana se ha venido sedimentando, formando un bajo fangoso donde se observan los retoños de manglar. El caserío está ubicado en el costado hacia el estero, en donde se ve protegido de la erosión, pero no de las inundaciones que lo afectan, principalmente durante las pujas (INVEMAR, 2007a). En el interior de Bocana Nueva, sobre la margen norte, también se presenta una barra arenosa supramareal, estrecha, que limita con los e steros el Chontal y Guabal, y que crece hacia el sur, limitando la comunicación por Bocana Nueva. En el interior del estero Guabal se asienta la población del Congal, sobre una terraza baja del río y con grandes problemas de socavación lateral de orillas y de inundaciones en algunos sectores más deprimidos (Figura 128). En el extremo norte de la bocana de Santo Domingo se localiza el poblado del Chontal sobre un terreno que llegó a ser inundable a raíz de los cambios sucedidos en la bocana, por el asentamiento de los terrenos. La erosión es severa a part ir de la caleta
Diagnóstico de la erosión y sedimentación en la zona costera del Pacífico colombiano Figura 126. Poblaciones de Terán y Las Mercedes, con inundaciones frecuentes por la subsidencia del terreno (fotos INVEMAR).
o pequeño estero que separa el poblado del mar, con afectación de una franja de manglar y de terrenos que antes eran cultivables. Los habitantes del Chontal vivían antes en la isla de la Barca, que ahora es un bajo a raíz de un proceso continuo de erosión que terminó hace veinte años y que desde entonces está afectado también la isla barrera del Chontal. Ahora, entre las bocanas de San Jacinto y Sande (o Lenguado), se está formando un firme a parti r de un extenso bajo propiciado por la sedimentación procedente de estos drenajes, más la que aporta la deriva litoral (INVEMAR, 2007a) (Figura 129).
Candelilla de la Mar es un poblado que se localiza al sur de una estrecha isla barrera, entre l as bocanas del Lenguado y la bahía Ancón de Sardinas, lugar de desembocadura del río Mataje, en límites con el Ecuador. Parte de la población sufre los rigores de las inundaciones en cada marea alta, y con mayor efecto durante las pujas. La parte central a norte de la isla barrera se est á erosionando, por lo que aparece el manglar en el frente de playa. Al sur de Candelilla la línea de costa está definida a lo largo de la margen derecha de l río Mataje; allí se encuentra cabo Hornos, cuyos te rrenos corresponden a llanuras intermareales vegetadas ( Figura 130). Figura 127. a) y b) En la población y playas de Milagros, en la desembocadura del río Mira, se forman importantes bajos, pero a la vez hay erosión de las playas donde se localiza el pueblo; c) y d) Bajo y Bocana Nueva, al sur del río Mira donde la sedimentación es abundante (fotos INVEMAR).
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a Figura 128. a) El Congal, población localizada sobre un estero al sur de Bocana Nueva, sufre de problemas de socavación de orill as; b) y c) En los esteros alr ededor de El Congal, en donde se observa la socavación de las riberas (fotos a) y c) Blanca Posada, b Diego Luis Gil, INVEMAR).
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Figura 129. Población de El Chontal, con gra ves problemas de erosión e inundaciones, tanto en el pueblo como en las play as a su alrededor (fotos INVEMAR).
a Figura 130. a) Candelill a de la Mar es la población costera más al sur de la costa del Pacífico colombiano, locali zada en una zona de bajamar y por tanto sometida a inundaciones; b) y c) La Barca es un caserío abandonado debido a que el terreno s e hundió y ahora sólo está seco en bajamar (fotos INVEMAR).
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Diagnóstico de la erosión en la zona costera del Pacífico colombiano
Manejo de la erosión y sedimentación en la zona costera La problemática expuesta en el capítulo anterior, sobre los procesos de erosión y sedimentación en la zona costera del Pacífico colombiano, requiere de un profundo entendimiento de las causas que la originan y de la situación social y económica de la región antes de acometer programas de control y manejo. En este capítulo se discutirán entonces algunas alternativas de manejo, para lo cual se avanzará en los conceptos de resiliencia costera y en las amenazas que se ciernen sobre el Pacífico, así como los riesgos para la población, de manera que los tomadores de decisiones tengan herramientas sobre las cuales realizar el análisis de sus decisiones, en cuanto al ordenamiento de la zona costera.
Resiliencia de los sistemas costeros El desarrollo de estrategias para aumentar la capacidad de recuperación (resiliencia) que presentan los sistemas costeros, así como la aceptación de las estrategias por parte de las comunidades que los habitan, son los aspectos que se han considerado fundamentales para enfrentar los riesgos que puede llegar a ocasionar el cambio climático (Tompinks y Adger, 2005) y, para el caso del Pacífico colombiano, su combinación con los procesos internos de la tierra, llámense sísmicos o tectónicos. La concepción tradicional de que las transformaciones en los ecosistemas ocurren paulatinamente, y que de esta misma manera responden los ecosistemas, ha cambiado en vista de que se han registrado un sinnúmero de eventos súbitos o repentinos que traspasan todo umbral; por tal motivo, ahora se propone que la resiliencia sea definida como “la magnitud de la alteración que puede ser absorbida por un sistema antes de que se mueva de un estado a otro” (Holling, 1995 en Tompkins y Adger, 2005). Se trata entonces de emprender práct icas de manejo que le permitan a la zona costera incrementar su estabilidad. Se parte así del conocimiento del territorio y de los procesos que allí suceden para diseñar estrategias que incrementen la resiliencia costera; los sedimentos que llegan a las zonas costeras son aportados primordialmente por las cuencas fluviales y responden a su cobertura y uso, a la existencia o no de embalses y al caudal para su transporte. La dinámica marina modela
el litoral y redistribuye los sedimentos dependiendo de las variaciones de su nivel (mareas, El Niño), la dirección e intensidad de los vientos y, en consecuencia, del oleaje. En conjunto, son responsables del equilibrio entre erosión y sedimentación y del estado de las planicies intermareales, vegetadas o no, y el retroceso de acantilados (Cendrero et al., 2005). De otro lado, la situación tectónica de la costa del Pacífico también requiere de medidas para aumentar la resiliencia, ya no del sistema costero como tal, sino de las comunidades que habitan la zona y que ven esfumarse en pocos minutos lo que han cosechado durante toda su vida. El equilibrio de la costa ha sido alterado súbitamente por la subsidencia y los tsunamis asociados a sismos; la subsidencia que sufrió el litoral, especialmente el del departamento de Nariño durante el sismo de 1979, está ampliamente documentada. En ésta amplias áreas dedicadas al cultivo y la vivienda quedaron expuestas a las inundaciones diarias o periódicas de las mareas. Los tsunamis, asociados a ese sismo y al de 1906, cambiaron la configuración de la línea de costa, especialmente en el área de Tumaco.
Estrategias de manejo de la erosión y sedimentación costera El manejo de la erosión y la sedimentación de la zona costera del Pacífico colombiano se hace muy complejo al considerar todos los factores que influyen; además, involucra no sólo las prácticas de manejo de recursos tradicionales, sino estrategias de retroceso, adaptación y defensa (Tompkins y Adger, 2005; Cendrero et al., 2005), que incluyen programas de mejoramiento de estructuras civiles y reubicación en terrenos de mayores cualidades geotécnicas para una más alta resistencia ante eventos sísmicos. El entendimiento de las comunidades de estos programas y estrategias y su disposición para trabajar en ellos, debe hacer parte de su desarrollo, que debe abordarse desde el comienzo del proceso; debe quedar muy claro que tanto los factores meteorológicos marinos, como los inherentes a la estructura interna de la tierra, son igualmente importantes a la hora de implementar las estrategias.
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Estrategias de retroceso
gran sensibilidad social y económica (Cendrero et al., 2005). A este respecto se tienen las opciones de no Estas estrategias requieren de l a disposición intervención, de no alteración de la dinámica natural de un espacio para la reubicación de los usos y los y de reversión de las malas prácticas (Ideam, 2001a). recursos que hay en la zona costera bajo amenaza, En el primer caso, la estrategia de no interincluidas las zonas ribereñas costeras (Cendrero et vención hace referencia a la conservación de los al. ,2005); así mismo, deben ser progresi vas y estar apo- ambientes marino-costeros y sus cuencas fluviales, y yadas en las investigaciones sobre los cambios en el a la de aquellas áreas de amorti guamiento de los fenólitoral o zonas ribereñas, ocasionados por procesos menos de inundación y retroceso, incluyendo áreas de erosión, inundaciones y los efectos de los sismos. protegidas tale s como el Parque Nacional Natural SanDe la misma manera, deben responder también a los quianga. Esta estrategia permite que los sistemas se impactos sociales y económicos de las medidas de ajusten a las nuevas circunstancias impuestas (Ideam, protección adoptadas para enfrentar e stos cambios, 2001a), ya sea por el aumento del nivel del mar por el o para permitir el avance de los ecosistemas hacia el calentamiento global o e l fenómeno de El Niño, porque continente (Ideam, 2001a). haya habido subsidencia de terrenos, porque pr ocesos Estas estrategias contemplan además la reubi- como marejadas o tormentas hayan erosionado la zona cación de la población amenazada, de los cultivos o costera y, en el caso de las fuentes fluviales, porque de otros recursos que pudieran verse afectados. En se haya excedido la cuota de inundación por causas tal caso serían susceptibles de retiro las poblaciones naturales o antrópicas. que se localizan en las playas de bolsi llo, planos interEn el litoral del Pacífico colombiano las estramareales o de transición, en llanuras de inundación o terrazas bajas, en terrenos geotécnicamente inesta- tegias de adaptación por no intervención aún son factibles, sin causar un impacto mayor en las comunibles o expuestos a deslizamientos y avalanchas, o en dades, dado que la ocupación del territorio llega sólo zonas expuestas a los efectos de los tsunamis. Este a un 28% (3% en el litoral) y otros us os de suelo traprocedimiento permite que los procesos naturales de erosión y sedimentación sigan su curso hasta alcan- dicionales como la agricultura, el cultivo de camarones o la extracción de madera aún son prácticas minoritazar un equilibrio, que puede lograrse más fácilmente rias y por tanto han permitido la conser vación de gran por cuanto no hay interferencia. parte de la cobertura natural. En este sentido, debe hacerse un análisis de La estrategia de no intervención o no interrupcostos-beneficios que, en la mayorí a de los casos, ha ción de la dinámica natural costera y fluvi al sigue los demostrado ser una solución más razonable desde el punto de vista económico y ambiental, que la de cons- lineamientos de la estrategia anterior, en cuanto a que se recomienda no efectuar nuevos desarrol los que truir estructuras (Comisión Europea, 2005). En el caso del retroceso o reubicación de zonas densamente puedan alterar los flujos o la dinámica propia de los pobladas, los costos económicos serían muy altos y sistemas costeros, principalmente en cuanto a sumicomparables con los socioculturales, por lo que se nistro de sedimentos al litoral y su distribución a lo recomienda en áreas con densidad de población baja largo de él (Ideam, 2001a). a muy baja en donde otros usos del suelo, diferente Dentro de esta estrateg ia se apunta a minimizar al urbano, no sean definitivos para la economía de la o no construir presas o embalses que corten el sumiregión (Bronstein y Menéndez, 2007). nistro de sedimentos hacia la zona costera y reduzcan La experiencia revela que el tiempo y la can- sensiblemente el caudal de los ríos; ésta es una práctidad indemnizada son la clave para una acogida tica que actualmente tiene grandes repercusiones en favorable del retroceso controlado en ciertas zonas. la zona de Buenaventura con la represa de Anchicayá, En tal sentido, no serían susceptibles de reubicación pero que hasta el momento no se ha hecho extensiva las ciudades de Buenaventura y Tumaco, ni su infra- a otras áreas, al menos con obras de grandes proporestructura portuaria y de servicios, pero sí podrían ciones. Se conoce sin embargo que se tienen previst as analizarse casos particulares de algunos barrios o otras represas, como en la población de Guapi, para asentamientos altamente expuestos a los procesos lo cual debería haber exigencias ambientales que rescosteros y tectónicos; también deben ser objeto del pondan a los cambios que se están presentando o se análisis costo-beneficio, las demás poblaciones cos- espera que ocurran en la zona costera. teras expuestas. En todo caso, debe recordarse que La recomendación de no efectuar nuevos desala mejor estrategia para enfrentar los cambios que se rrollos que incidan negativamente en los flujos y la están produciendo en la zona costera del Pacífico es dinámica costera también apunta al sector portuacombinar las estrategias de retroceso, adaptación o rio y de vías, obras que algunas veces van ligadas. la mitigación, según corresponda. Actualmente está proyectado un puert o en la bahía de Tribugá, otro en bahía Málaga y la ampliac ión de los Estrategias de adaptación puertos de Buenaventura y Tumaco. Asociada al puerto de Tribugá está proyectada una vía, a partir de la cual Son estrategias encaminadas a aumentar la se desprende rán ramales a Ciudad Mutis (Bahía Solano) resiliencia ambiental, debido a que contrarrestan las y Nuquí, y desde estas a otras poblaciones costeras. consecuencias adversas de los cambios del paisaje (AIBS, 2006); adicionalmente, tienen una gran incerti- La vía de acceso a Guapi es otro proyecto que se ha venido trabajando desde hace varios años, así como la dumbre debido a que se basan en predicc iones de los cambios que puedan ocurrir y por lo tanto requieren acuapista que uniría a Tumaco con Buenaventura.
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Diagnóstico de la erosión en la zona costera del Pacífico colombiano Los estudios de impacto ambiental para tales obras deberán entonces estar ajustados a las pre visiones del cambio climático global y específicamente a los cambios que están ocurriendo y que se espera pueda haber en la zona costera y la plataforma somera; también a la situación tectónica de la zona, con la ocurrencia de sismos de magnitud alta y la generación de tsunamis. Por ello, deberán demostrar que no alteran la dinámica costera en el sentido de inducir procesos erosivos por la alteración de los flujos de las corrientes y sedimentos, tanto a lo largo del litoral, como en la plataforma somera. Igualmente, deberán considerar además la alta sensibil idad de los ecosistemas que habría que intervenir para alcanzar la costa con carreteras. Al guno s de esos impactos esperados son la alteración de drenajes, el des encadenamiento de movimientos de masa con la producción de un volumen muy alto de sedimentos, la destrucción de la cobertura vegetal, y con ella, la alteración del clima; a estos se suman los factores geotécnicos del corte de suelos y rocas densamente falladas y fractur adas y la inminencia de movimientos sísmicos, comunes en esta zona. El resultado inmediato en la costa es l a afectación de los flujos hídricos y el incremento en el volumen de sedimentos, esencialmente finos. Una tercera estrategi a considera la adopción de medidas para reducir o eliminar la interferencia existente sobre los procesos costeros; en tal sentido se deberán revisar los usos del suelo, tanto en las cuencas, como en la zona costera; la obras de infraestructura existentes, ya sea por uso urbano o de servicios, incluyendo los portuarios, y restringir la ocupación del territorio tanto en las zonas bajo riesgo como en las de amort iguación (Ideam, 2001a). Esta estrategia considera además decretar regulaciones de zonificación con el fin de limitar el desarrollo residencial y comercial en áreas ambientalmente sensibles tales como zonas ribereñas costeras, pantanos de manglar, llanuras de inundación de los ríos y playas, entre otras. En este sentido, el ejercicio llevado a cabo por el INVEMAR, en convenio con la CRC y Corponariño (2007), dio como res ultado la zonificación de los terrenos en la Unidad Ambiental Costera de la Llanura A luvial del Sur (Cauca y Nariño), que contiene todas las consideraciones desde el punto de vista biofísico, socioeconómico y de gobernabilidad. Para el caso del Pacífico colombiano esta est rategia apunta princip almente al manejo de cuencas, ya que no hay infraestructura costera r elevante que interfiera con los procesos costeros o que se pueda o deba eliminar; el diagnóstico presentado en este documento muestra procesos de erosión debidos a subsidencia tectónica o por compactación, a los agentes marinos y fluviales y a procesos de sedimentación originados por el mal manejo de las cuencas. Por lo ante rior, la restauración del balance sedimentario ayudará a mantener el equilibrio de las playas y, al tiempo, controlará los procesos de sedimentación, especialmente en las bocanas. La disminución de sedimentos se ha registrado en la bahía de Buenaventura donde, a raíz de la construcción de la repres a de Anchicayá, hubo retroceso de playas en lugares como en isla Soldado y Santa
Bárbara, pero también se controló en parte la sedimentación de la bahía. Por otro lado, en el costado sur del delta del Patía, la disminución de sedimentos se registra desde el desvío de las aguas del río Patía al Sanquianga y ello se ha reflejado en la erosión de las islas barrera de este sec tor. La deforestación, la minería, el cambio en el uso de la tierra para introducir agricultura o cultivos ilícitos y, en un futuro cercano, la apertura de vías, causan erosión y un incremento en el suministro de sedimentos que llevan las fuentes fluviales a la costa. Entre los sec tores más afectados están las bocanas de Timbiquí y Guapi en el Cauca y las bocanas del delta del Sanquianga y hacia el sur las del río Mira, Bocana Nueva y San Jacinto en Nariño.
Estrategias de mitigación o defensa Las estrategias de mitigación o defensa son acciones que reducen o desaceleran los procesos erosivos y de sed imentación. Son muchas las técnicas que se han empleado con este objetivo, pero ninguna de ellas resulta adecuada sin los estudios técnicos completos que garanticen su eficiencia y la no afectación de las áreas de influencia directa e indi recta, y sin las medidas de adaptación complementarias que le permitan al ecosistema recuperarse. Las obras de protección en el Pacífico colombiano tienen diferencias significativas con las recomendadas para el Caribe, debido a que se manejan condiciones como la precipitación más alta del país y de las mayores del mundo; un rango meso a macromareal; un alto riesgo sísmico y por tsunamis; la plataforma marina es en general muy estrecha, y en ocasiones inexistente; no hay grandes desarrollos urbanos, a excepción de Tumaco y Buenaventura, y la mayoría de las poblaciones se asientan en terrenos ribereños costeros. Las obras clásicas para frenar los procesos de erosión costera son obras duras como espolones, muros de contención, diques exentos o rompeolas, enrocados o revestimientos, u obras blandas como alimentación de playas, rehabilitación de dunas, repoblación de la vegetación costera, revestimientos con madera o filas de pilote de madera. Para las riberas de los ríos costeros se recomiendan gaviones, protección de la banca por revegetal ización o colocación de estructuras con elementos de hormigón. Para el control de la sedimentación se recomienda el manejo de cuencas y estructuras de retención en ríos. Se presenta a continuación una revisión de las obras que tradicionalmente se us an en el mundo para costas meso a macromareales, que deben ser miradas a la luz de las condiciones socioeconómicas del Pacífico colombiano.
Protección de playas Actua lmente se está dando un retr oce so de playas, con una reducción de su superficie útil, por procesos de subsidencia, disminución en los aportes de sedimentos formadores de playas, ascenso del nive l del mar, fenómeno de El Niño, corrientes litorales o alteraciones hidrodinámicas por formación de bajos y barras marinas.
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Figura 131. Protección costera artesanal con barreras elaboradas con madera fina de la región; los resultados en general son aceptables cuando los troncos se clavan bien dentro de la tierra y son resistentes. a) y b) En La Bocana, Buenaventura, en donde además se ve en la foto b que han utilizado sacos rellenos con arena; c) y d) En Bahía Solano (fotos a y b Capitanía de Puerto de Buenaventura; c, d Marisol Cardona, INVEMAR).
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En tal caso, para las poblaciones menores l ocalizadas en playas e islas barrera, una recomendación de carácter general es el retroceso, acompañado de programas de indemnización, compensación o expropiación, asegurando estrategias de recuperación de territorio para la conservación de terrenos liberados. Cuando la pérdida por el retroceso se a inaceptable, se deberán aplicar técnicas de alimentación artificial de playas, acompañadas o no de estructuras de confinamiento (Cendrero et al., 2005). Se deberán valorar los bienes y elementos vulnerables, determinar cuáles requieren protección y comparar su valor con el de las medidas de protec ción requeridas. La vulnerabilidad considera la presencia de estructuras o bienes con valores monetarios de mercado (zonas urbanas y portuarias), la existencia de elementos naturales sin valor de mercado, pero básicos para las actividades económicas (playas e islas barrera) y unidades naturales valiosas desde el punto de vista ambiental (pantanos de manglar) (Cendrero et al., 2005). Regeneración de playas . Se recomuienda en casos en que el costo de mercado de los bienes a proteger es alto, o en playas confinadas o de bolsillo con alto valor turísti co o ambiental; puede complementarse con el transplante de vegetación o con cercas de esterilla, pero también con obras duras como espo-
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lones, rompeolas, arrecifes artificiales, revestimiento de rocas o gaviones (SNH, 2000). By-pass de arena. Consiste en tomar arena de una zona de acumulación aguas arriba de una estructura para depositarla, en forma artificial, aguas abajo de la misma. Es bien sabido que la deriva litoral favorece la formación de bajos y barras arenosas aguas arriba de las desembocaduras de los ríos, constitu yéndose en un obstáculo para el transporte litoral . En tal sentido, en el mundo se ha implementado el bypass de arena para restablecer el t ransporte litoral y procurar el equilibrio de las playas. Rompeolas. Son estructuras muy costosas y por lo tanto usadas para proteger un frente de playa con un alto valor económico; se hacen muy cerca de la costa y no se recomiendan para mar abierto o zonas estuarinas. Pueden causar er osión corriente abajo, ya que el tómbolo que se va formando entre la estructura y la costa puede constituir un obstáculo para la deriva litoral Arrecifes art ificiales. A dife rencia de los rompeolas, se localizan por debajo del nivel de más baja marea, aunque su función es bás icamente la misma. Estas estructuras absorben por principio la energía de las olas, proveyendo de este modo la defensa costera, a la p ar que proporcionan un hábitat natural para
Diagnóstico de la erosión en la zona costera del Pacífico colombiano la diversidad biológica marítima y oportunidades para actividades recreativas (European Commision, 2004). Espolones . Se usan para proteger frentes de playa de alto valor económico que estén influenciados por procesos erosivos relacionados con la deriva litoral o las corrientes mareales; deben usarse con regeneración de playas para optimizar su efectividad, pues de lo contrario causan er osión aguas abajo; en series con los compartimientos rellenos, se usan para playas abiertas y en estuarios pueden usarse como únicas estructuras donde desviarán la corriente mareal de los sec tores con eros ión (SNH, 2000). Revestimientos. Se recomiendan en sitios donde los bienes a prote ger tienen un alto valor económico; consisten en coberturas protectoras, colocadas sobre playas o taludes inclinados, cuyo objetivo es absorber la energía de oleajes menores, aunque pueden dejar pasar agua y sedimentos. Pueden usarse en conjunto con regeneración de playas o con espolones (European Commision, 2004; Ordóñez, 1991). Cercas en madera semipermeables. Se usan para proteger la duna o berma de la playa, cuando la erosión no es muy severa, debido a que constituyen una barrera modesta al ataque de las olas, pero ayudan a atrapar sedimentos que paulatinamente se van consolidando en el cuerpo arenoso. Deben estar acompañadas por revegetalización. Esta práctica ha sido usada con
relativo éxito en la población de La Bocana, Buenaventura (Figura 131) (SNH, 2000). Muros de contención. Se usan para salvaguardar del oleaje obras civiles como vías o puertos y viviendas (Ordóñez, 1991); deben contar con est udios geotécnicos y de corrientes, suficientes y confiables, para modelar su diseño de forma tal que brinden la protección deseada para el tiempo que se ha programado. En el Pacífico se han usado con relativo éxito en los puertos de Buenaventura y Tumaco, y con malos re sultados en Ciudad Mutis (Bahía Solano) (figuras 132 y 133) .
Protección de planos intermareales vegetados La protección de la línea de costa baja, donde no hay playas o islas barrera, sino vegetación de manglar o especies halófitas asociadas que definen su contorno, debe responder a programas de conservación de humedales. Las experiencias a nivel mundial han mostrado que se debe partir de una regl amentación que asegure el uso sostenible de los recursos existentes, debidamente inventariados y caracterizados, sobre los cuales la estrategia es la de no intervención. La evaluación detallada de tales ecosistemas debe permitir determinar el grado de intervención y su extensión y, con base en ello, acordar los p rogramas de mitigación o recuperación que deben llevarse a cabo.
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Figura 132. Muros de contención colocados para protegerse del embate de las olas en Bahía Solano y su corregimiento El Valle. Se nota que ahora están destruidos y no están cumpliendo la función para la que fueron construidos (fotos Blanca Posada, David Alonso y Marisol Cardona, INVEMAR).
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Blanca Oliva Posada, William Henao y Georgina Guzmán Figura 133. Muros de contención como parte de la infraestructura urbana de la ciudad de Tumaco. (fotos Rocío Rodríguez, INVEMAR).
Figura 134. Manglares en el Pacífico colombiano definiendo la línea de costa. Se han considerado como defensa contra los procesos de erosión porque atrapan con sus raíces los sedimentos que traen las olas y mareas (fotos Ángela López, INVEMAR).
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Las actividades de buen manejo de humedales, estuarios y deltas incluyen la conserv ación de la vegetación en el frente costero y las riberas, la reubicación de la infraestruct ura localizada a lo largo de los frentes de playa o de las riberas de los ríos, la atención a las prácticas de siembra de cultivos que garanticen la reducción de la erosión y la escorrentía, la supervisión de las prácticas ganaderas con establecimiento de establos para prevenir la degradación de los suelos por patas de vacas, la reducción de la velocidad de las
embarcaciones en el agua para proteger los frentes de playa y las riberas de ríos y esteros , y el control de la contaminación proveniente de infraestructura de servicios y portuaria (Figura 134) . Conservación y siembra de manglares. Las raíces subaéreas de los manglares que se hallan en el frente del litoral y en las r iberas y bocanas de los ríos ayudan a contrarrestar ex itosamente los efectos de la energía del oleaje y las corrientes, y propician la sedimentación de partículas que mantienen el ecosistema
Diagnóstico de la erosión en la zona costera del Pacífico colombiano de manglar, la estabilidad de la línea de costa y los canales de los ríos y esteros. Rompeolas . Los rompeolas, construidos cerca de la línea de costa con bloques de roca o pr efabricados como pentápodos o reef balls, también son usados para proteger las costas bajas en frente de humedales; de esta forma se genera una acumulación de sedimentos tras la estructura que permite la restauración de la vegetación intermareal, ya sea por procesos naturale s o por transplante de las mi smas (GBF en línea). Otras prácticas. Existen además otras iniciativas como creación de áreas protegidas o corredores biológicos que buscan prevenir el desarrollo de propiedades agrícolas o pecuarias, o establecer prácticas de conservación de hábitats y reducción de su fragmentación; también se incluyen iniciativas de conectividad del paisaje para ayudar a la vegetación y a la fauna migratoria. En parques nacionales o en bosques densos el propósito es restringir el paso de carreteras o la construcción de infraestructura que afecte hábitats críticos para especie s amenazadas o la integridad del ecosistema.
Protección de las riberas de los ríos costeros Para el caso del Pacífico colombiano, las riberas de los ríos costeros estarían dentro del gran paisaje de plano intermareal vegetado, que se discutió en el apartado anterior; sin embargo, se pres enta aquí como un numeral aparte debido a su importancia en la región. El Instituto Nacional de Vías (Invías) es la entidad a nivel nacional que tradicionalmente se encarga de esta protección, dado que los ríos y esteros de esta región son las vías de comunicación en la costa baja del Pacífico. Revegetalización de orillas . La presencia de vegetación, en este caso particular, manglar y sus especies asociadas, mejora la estabilidad de los bancos, consolida los sedimentos y reduce la energía de las corriente s de marea, del río y de las olas que ocasionan las embarcaciones. La vegetación traspl antada debe estar en un estado de madurez mediana y su localización en las riberas depende de la pendiente y altura del banco.
Cercas de madera. Se deben escoger troncos de árboles de gran resistencia (palmas, bambú, manglares), y anclarlos debidamente mediante perforaciones en la parte baja de los bancos; se conformarán una serie de fi las, normales al banco, en donde su función es frenar el flujo y propiciar la se dimentación; pueden ir acompañados de filtros para permitir el flujo del agua (Abam, 1993) (Figura 135) . Muros de contención. Es la obra que más se usa en el Pacífico y se ha usado en Nuquí, en donde han pretendido proteger una playa frente a un valle aluvial y la ribera del río Nuquí, respectivamente. Otros ejemplos de uso poco efectivo se encuentran en las poblaciones hacia el inter ior del delta del S anquianga (figuras 136, 137 y 1 38). Terraplén reforzado con geot extiles . Ideales en las bancas de los ríos, los terraplenes tienen baja capacidad portante y alta compresibilidad del suelo, además de que están sometidos a las v ariaciones altas de la marea. El geotextil le da al sistema la resistencia a la tracci ón que no tiene el suelo, aumentando la capacidad portante y disminuyendo la defor mación. El lado expuesto se protege con estructuras modulares o mallas no metálicas y elementos de hormigón prefabricados (Franco et al ., 2005) Gaviones. Son estructuras, a manera de jaulas rellenas con rocas, diseñadas para una vida útil corta, puesto que la salinidad las deteriora con facilidad y tienden a oxidarse rápidamente. No obstante, tienen la ventaja de facilidad de empleo y son relativamente baratas (European Commision, 2004). Pretenden desviar la corriente para reducir la erosión de la banca. Algunas experiencias en los ríos del Pacífico dan cuenta de gaviones desvinculados de las riberas. Otras prácticas . La vivienda palafítica en sí constituye la práctica tradicional más recurrente para vivir cerca al río o al mar en terrenos sometidos a la invasión diaria de las mar eas; de esta manera, las inundaciones y la erosión pueden ser problemas soportables con los que es posible vivi r día a día. Para protegerse de la erosión los pobladores han utilizado artesanalmente otras prácticas como bolsas de arena o arena-cemento, escaler as en concreto, acumulación de rocas, que sin embargo son removidos por la f uerza del río y las mareas (Figura 139) .
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Figura 135. Cercas de madera artesanales, que sin las condiciones técnicas aconsejadas, se han puesto al frente de las viviendas en muchas de las poblaciones ribereñas costeras. Su éxito depende de la calidad de la madera y de lo bien anclados que hayan quedado los troncos (foto a, Marisol Cardona, INVEMAR; b, Ángela López, INVEMAR).
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