Emile Meyerson Nacio en Lublín (1859-1933) de padres judíos, estudió clásicas y después química en Alemania. En su principales obras: libro Identidad y realidad , explicación de las ciencias, teoría de la relatividad, las forma del pensamiento, teoría de los cuantos, lo real y el determinismo en la física cuántica. Meyer se opone con vigor a la concepción positivista de la ciencia que la restrinja a interesarse simplemente por la predicción y el controlo la acción. Según el positivista, la ciencia formula leyes que representan las relaciones entre los fenómenos o apariencias sensibles, leyes que nos capacitan para predecir y nos sirven así para actuar y controlar los fenómenos. Meyerson se niega a admitir que que este se ale fin primario de la ciencia. ciencia. LA ciencia trata de hacernos entender la naturaleza. La ciencia se basa basa en el presupuesto de que la realidad es inteligente y confía en que esta inteligibilidad se irá haciendo cada vez mas manifiesta. La tendencia de nuestra mente a comprender está en la base de toda investigación y búsqueda científica. La ciencia tiene su punto de partida en el mundo del sentido común y cuando transforma o abandona los conceptos del sentido común, lo que adopta es tan ontológico como lo que abandona. Una de las convicciones más firmes de Meyerson es la de que la ciencia es solo una prolongación del sentido común. Ordinariamente suponemos que nuestra percepción de los objetos es algo simple y primitivo. Si analizamos la percepción, llegamos a estados de la conciencia o a sensaciones. Para construir una percepción a partir de los datos subjetivos primitivos, tenemos que introducir la memoria. De lo contrario no podemos explicar nuestra confianza en que seguiremos teniendo posibilidades de sensación. Pero en la construcción del mundo del sentido común, empleamos el principio de la causalidad cara construir el concepto de objetos físicos permanentes. Explicamos nuestras sensaciones diciendo diciendo que son causas de las mismas los objetos físicos. La ciencia tiene su punto de partida en el sentido común y prolonga nuestro uso del principio de causa. Las entidades postuladas por el científico podrán diferir de las del sentido común, pero a la física le es tan imposible como el sentido común prescindir el concepto de cosas o sustancias y de la explicación causal. Por lo anterior, es comprensible que Meyerson insista en que la ciencia es explicativa y no simplemente descriptiva, así que la existencia de la ciencia explicativa es un hecho, un hecho que no puede ser pasado por alto por muy ingeniosas consideraciones que se hagan sobre aquello en el que el científico se ocupa. Se define la causa como el punto de partido de una deducción cuyo punto de llegada es el fenómeno. Verdad es, sigue diciendo Meyerson que en la ciencia no hallamos en realidad deducciones que correspondan del todo a un concepto abstracto de lo que debiera ser la explicación deductiva.
La ciencia aspira a la explicación, la tendencia a explicar los fenómenos implica el presupuesto de que la realidad es inteligente o r acional. Meyerson ve la explicación causal como un proceso de identificación y considera que el principio de causalidad es simplemente el principio de identidad aplicado a la existencia de objetos en el tiempo. Que la mente busca la persistencia a través del movimiento y del tiempo se puede ver, por ejemplo, en su formulación de principios como los de la inercia, la conservación de la materia y la conservación de la energía. Pero, llevada al limita, la demanda de explicación causal es una demanda de identificación de la causa y el efecto hasta tal punto que los dos coincidan, que el tiempo quede eliminado y nada suceda. Es decir, la razón anhela un mundo eleático, un universo eternamente inmutable, un universo en el que paradójicamente, no haya causalidad y nunca suceda nada. Ciertamente a Meyerson se le conoce como filósofo de la ciencia, pero es ante todo un epistemólogo ya que le interesa desarrollar una crítica de la razón. Quiere descubrir los principios que rigen el pensamiento humano y para llevar a cabo esta tarea no recurre a la introspección ni a una reflexión a priori sino a un análisis a posteriori del pensamiento expreso. Dicho de otro modo, examina los productos del pensamiento y su atención se centre principalmente en la física. En este campo encuentra que la mente aspira a entender los fenómenos a través de la explicación causal, que el principio de causalidad, en su forma pura, es el principio de entidad aplicado a objetos que están en el tiempo, y que a lo que la razón entiende
a priori es más bien a la
identificación. En su actividad, la mente se gobierna por el principio de identidad. La identidad es el eterno entramado de nuestra mente, pero la ciencia viene a estar cada vez más dominada por elementos empíricos que militan contra la voluntad de identificación. Digan lo que digan los positivistas, la ciencia es explicativa. La ciencia ejemplifica un afán de entender por medio de la explicación causal, un afán que pertenece a la mente humana como tal y que se halla ya presente y es operativo al nivel del sentido común. El comportamiento de los seres vivos no puede deducirse simplemente de lo que sabemos del modo de proceder de los cuerpos inorgánicos. Y aún cuando llega a explicarse algunos fenómenos aparentemente irracionales, no hay garantía ninguna de que el científico no tenga que vérselas con otros nuevos, ni de que nuevas teorías no vayan a suplantar o a modificar profundamente las de sus precursores. Evidentemente, Meyerson simpatiza con el ideal matemático-deductivo del conocimiento. Es lo que en su opinión, la razón se esfuerza por alcanzar y por lo que siempre se seguirá esforzando. Pero la naturaleza existe independientemente de nosotros, aunque solo llegue a ser conocida mediante nuestras sensaciones, a través de las apariencias sensibles de las cosas. Nosotros no podemos reconstruir simplemente la naturaleza a base de deducción. Hemos de recurrir a la experiencia
La ciencia tal y como existe en realidad, ha de ser a la vez deductiva y empírica. Avanza, en el proceso de comprensión, pero siempre ha de estar preparada para las sorpresas y sacudidas y dispuesta a revisar sus teorías. Según Meyerson, la razón, regida en su funcionamiento por el principio de identidad busca un parmenídeo, una causa sui en la que, superada la diversidad, se realice la perfecta identidad de la razón consigo misma. La idea principal de Meyerson en su introducción de temas paramenídeos establece que cuando la mente se enfrenta con una pluralidad de fenómenos, la unificación conceptual constituye un aspecto real del entender. André Lalande (1867-1964) Editor del conocido Vocabulario técnico y crítico de la filosofía en el que desaparecen los acentos eleáticos y los sustituye por un movimiento hacia la homogeneidad y la unificación y subraya el papel desempeñado por la razón en este movimiento tal como se da en la vida humana. Lalande no negaba que en la evolución hay un proceso de diferenciación; pero sostenía que era más importante el movimiento de lo que llamaba disolución e involución. En la naturaleza este movimiento puede verse en la entropía, en la creciente inutilidad de la energía calorífica y en la tendencia hacia un equilibrio cuyo resultado sería una especie de muerte térmica. El movimiento de la vida es comparable al de un objeto lanzado al aire: la energía o el ímpetu vital acaba gastándose del todo, y los seres vivos se reducen, al fin, a materia inanimada. Lalande no cree que los procesos de la naturaleza sean objetos apropiados de juicios morales. Pero le parece que el movimiento hacia la homogeneidad es deseable y es factor de progreso. Es decir, su naturaleza y sus tendencias biológicas impelen al hombre a centrarse en sí egoístamente, a separarse de los demás seres humanos. El movimiento deseable es aquel que tienda a hacer a los hombres no más diferentes sino más semejantes unos a ot ros mediante la común participación en el reino de la razón, de la moral y del arte . El movimiento de la vida biológica es diferentemente divisorio. En cambio, la razón tiende a unificar y a asimilar. En las esferas del pensamiento lógico y de la investigación científica la razón asimila en el sentido de que tiende a hacer que todo el mundo piense igual, aunque cada cual tenga diferentes sentimientos. Es obvio que el sentir pueda influir en el pensar; pero la cuestión es que en la medida en que la razón triunfa, une más que divide a los hombres. Es innegable que en la sociedad moderna los hombre y las mujeres tienden a hacerse cada vez más semejantes y que se produce cierta uniformidad; pero en este mismo proceso se liberan de antiguas tiranías, como la de una familia patriarcal, y el auge de la especialización deja libre a la gente para disfrutar de los valores culturales comunes, por ejemplo los estéticos. hace libre para participar más plenamente en su común herencia cultural.
El hombre se
Lalande considera a la ciencia como el campo en el que la razón se unifica. Pero hay otro campo, del de la moral, en el que la razón es capaz de promover el acuerdo y producir una ética laica. En general la razón fomenta el mutuo entendimiento y la cooperación entre los seres humanos Sus obras principales: la razón y las normas, lectura sobre la filosofía de las ciencias, las teorías de la inducción y de la experimentación, vocabulario técnico y crítico de la filosofía. Para Lalande, la filosofía de la ciencia debe ser pluralista, abierta a la diversidad de enfoques y perspectivas. La razón ha de seguir a la ciencia. En su filosofía, Bachelard considera la negación como un rechazo dialéctico, al mismo tiempo insiste en la discontinuidad, en la ruptura conceptual y en la trascendencia. La actividad creadora de la mente se ejemplificaría, insiste Bachelard, tanto en la obra de la razón científica como en la de la imaginación poética, pudiéndose descubrir, en sus raíces por medio del psicoanálisis. Pero aunque la ciencia y la poesía manifiestan la actividad creadora de la mente, lo hacen en diferentes direcciones. En el arte proyecta el hombre sus sueños, los productos de su imaginación, sobre las cosas, mientras que en la ciencia moderna la mente trasciende al sujeto y al objeto para ir en busca de relaciones matemáticamente formulables. Para Bachelard, el hombre moderno está proyectando o creando u mundo de las relaciones extremadamente abstracto, en el que se deja atrás o por lo menos se transforma el materialismo, no costaría mucha darle, si se quisiera, un todo idealista.