El urbanismo de la Revolución Industrial. La Revolución Industrial y el paradigma del Movimiento Moderno
La Revolución industrial es un periodo histórico comprendido entre la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX en el que el Reino Unido en primer lugar, y el resto de Europa después, sufren el mayor conjunto de transformaciones socioeconómicas, tecnológicas y culturales de la Historia de la humanida humanidad, d, desde el Neolítico. La economía basada en el trabajo manual fue reemplazada por otra dominada por la industria y la manufactura. La Revolución comenzó con la mecanización de las industrias textiles y el desarrollo de los procesos del hierro. La expansión del comercio fue favorecida por la mejora de las rutas de transportes y posteriormente por el nacimiento del ferrocarril. Las innovaciones tecnológicas más importantes fueron la máquina de vapor y la denominada Spinning Spinning Jenny, una potente máquina relacionada relacionada con la industria textil. Estas nuevas máquinas favorecieron enormes incrementos en la capacidad de producción. La producción y desarrollo de nuevos modelos de maquinaria en las dos primeras décadas del siglo XIX facilitó la manufactura en otras industrias e incrementó también su producción.
Las causas de la Revolución industrial son diversas, de las cuales destacan las causas demográficas, agrícolas y la mejora de nuevas vías de comunicación y tecnologías. Algunos historiadores la contemplan como el momento en el que se dejaron atrás los cambios sociales e institucionales surgidos con el fin de la etapa feudal británica después de la Gerra Civil Inglesa en el siglo XVII.En el campo de la agricultura la existencia de controles fronterizos más intensos evitaron la propagación de enfermedades y disminuyó la propagación de epidemias como las ocurridas en tiempos anteriores. La revolución agrícola británica hizo además más eficiente la producción de alimentos con una menor aportación del factor trabajo, alentando a la población que no podía encontrar trabajos agrícolas a buscar empleos relacionados con la industria y, por ende, originando un movimiento migratorio desde el campo a las ciudades así como un nuevo desarrollo en las fábricas. La expansión colonial del siglo XVII acompañada del desarrollo del comercio internacional, la creación de mercados financieros y la acumulación de capital son considerados factores influyentes, como también lo fue la revolución científica del siglo XVII. Se puede decir que se produjo en Inglaterra por su desarrollo económico, político y tecnológico.
La Revolución agrícola: aumento progresivo de la producción gracias a la inversión de los propietarios en nuevas técnicas y sistemas de cultivo, además de la mejora del uso de fertilizantes.
El desarrollo del capital comercial : Las máquinas se aplicaron a los transportes y a la comunicación iniciando una enorme transformación. Ahora las relaciones entre patronos y trabajadores son únicamente laborales y con el fin de obtener beneficios.
Los cambios demográfico-sociales: demográfico-sociales: La modernización de la agricultura permitió un crecimiento demográfico debido a la mejora de la alimentación. También hubo adelantos en la medicina y en la higiene, de ahí que creciera la población. También hubo una emigración del campo a la ciudad porque la ocupación en labores agrícolas disminuyó mientras crecía la demanda de trabajo en las ciudades. La revolución se caracterizó por un cambio en los instrumentos de trabajo de tipo artesanal por la máquina de vapor, movida por la energía del carbón. La máquina exige individuos más cualificados, produce una reducción en el número de personas empleadas, arrojando de manera incesante masas de obreros de un ramo de la producción a otra. Especialmente del campo a la ciudad.
La Revolución industrial no hubiese podido prosperar sin el concurso y el desarrollo de los transportes, que llevarán las mercancías producidas en la fábrica hasta los mercados donde se consumían. Esta es, también, la época del desarrollo del comercio y de los sistemas de transporte, se crea una nueva tecnología de transportes, en la que el ferrocarril y el barco de vapor son los reyes, ya que pueden transportar grandes cantidades de mercancía a una velocidad que ningún otro sistema de transporte de la época es capaz de alcanzar. Además, la tecnología del transporte demanda productos industriales, con lo que impulsa la Revolución industrial. La Revolución industrial generó un ensanchamiento de los mercados extranjeros Los nuevos mercados se conquistaron mediante el abaratamiento de los productos hechos con la máquina, por los nuevos sistemas de transporte y la apertura de vías de comunicación, así como también, mediante una política expansionista.
Los cambios demográficos. Traspaso de la población del campo a la ciudad (éxodo rural)
— Migraciones
internacionales — Crecimiento sostenido de la población — Grandes diferencias entre los pueblos — Independencia económica
Las razones económica económicas. s. Producción en serie — Desarrollo del capitalismo — Aparición de las grandes empresas — Intercambios
desigualesSociales.
Nace
el
proletariado
— Nace
la
cuestión
socialAmbientales. Deterioro del ambiente y degradación del paisaje — Explotación irracional de la tierra.
El proletariado urbano. Como consecuencia de la revolución agrícola y demográfica, se produjo un éxodo masivo de campesinos hacia las ciudades; el antiguo agricultor se convirtió en obrero industrial. La ciudad industrial aumentó su población como consecuencia del crecimiento natural de sus habitantes y por el arribo de este nuevo contingente humano. La carencia de habitaciones fue el primer problema que sufrió esta población marginada socialmente; debía vivir en espacios reducidos sin las mínimas condiciones, comodidades y condiciones de higiene. A ello se sumaban largas jornadas de trabajo, que llegaban a más de 14 horas diarias, en las que participaban hombres, mujeres y niños con salarios de miseria, y que carecían de toda protección legal frente a la arbitrariedad de los dueños de las fábricas o centros de producción. Este conjunto de males que afectaba al proletariado urbano se llamó la cuestión social, haciendo alusión a las insuficiencias materiales y espirituales que les afectaban.
La Burguesía industrial.
Como contraste al proletariado industrial, se fortaleció el poder económico y social de los grandes empresarios, afianzando de este modo el sistema económico capitalista, caracterizado por la propiedad privada de los medios de producción y la regulación de los precios por el mercado, de acuerdo por la oferta y la demanda. En este escenario, la burguesía desplaza definitivamente a la aristocracia terrateniente y su situación de privilegio social se basó fundamentalmente en la fortuna y no en el origen o la sangre. Avalados por una doctrina que defendía la libertad económica, los empresarios obtenían grandes riquezas, no sólo vendiendo y compitiendo, sino que además pagando bajos precios por la fuerza de trabajo aportada por los obreros.Las propuestas para solucionar el problema social. Frente a la situación de pobreza y precariedad de los obreros, surgieron críticas y fórmulas para tratar de darles solución, como los socialistas utópicos, que aspiraban a crear una sociedad ideal, justa y libre de todo tipo de problemas sociales. Otra propuesta fue el socialismo científico de Karl Marx, que proponía la revolución y la abolición de la propiedad privada (marxismo)
El Movimiento moderno Surge en la primera década del siglo XX, marcando una ruptura con la tradicional configuración de espacios, formas compositivas y estéticas. Sus ideas superaron el ámbito arquitectónico influyendo en el mundo del arte y del diseño. El movimiento moderno aprovechó las posibilidades de los nuevos materiales industriales como el hormigón armado, el acero laminado y el vidrio plano en grandes dimensiones. Se caracterizó por plantas y secciones ortogonales, generalmente asimétricas, ausencia de decoración en las fachadas y grandes ventanales horizontales conformados por perfiles de acero. Los espacios interiores son luminosos y diáfanos. La llegada de Hitler al poder en 1933, provocó la salida del país de numerosos arquitectos y creadores que habrían de extender los principios de este movimiento a otros países. La denominación International Style comenzó a generalizarse en Estados Unidos tras la exposición de arquitectura moderna celebrada en 1932 en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, con motivo de la cual Henry-Russell Hitchcock y Philip Johnson escribieron el libro International Style: Architecture since 1922.Pese a que tras la Segunda Guerra Mundial hubo aún importantes construcciones dentro de este estilo, las últimas décadas del siglo XX han estado dominadas por otros movimientos críticos, herederos en cualquier caso del movimiento moderno. Con la consolidación de la revolución industrial, esta centuria había traído a las sociedades desarrolladas cambios de todo tipo y, con ellos, en el campo constructivo, se generó un nuevo abanico de necesidades. ¿Cómo atender a las demandas de una población en crecimiento y concentrada en las ciudades? ¿Cómo resolver los problemas que genera el tráfico, ya sea por carretera, ferroviario o aeroportuario? ¿Cómo organizar los grandes espacios industriales? ¿Y los grandes centros de estudio e investigación? ¿Cómo debe
construirse en los nuevos países que ahora aparecen?A todas esas cuestiones y a muchas otras dieron cumplida respuesta los arquitectos de la primera mitad del siglo. Con ellos se produce una absoluta ruptura con respecto a las tradiciones constructivas de épocas pasadas. Es lo que llamamos el movimiento moderno. Un periodo en el que los cambios aparecen por doquier. El más significativo es, quizás, la idea de que cada edificio debe adaptarse a la función que va a desempeñar, lo que requiere una tipología de los edificios bien diferenciada. Pero hay mucho más: las nuevas posibilidades constructivas que ofrecen el hormigón armado, el vidrio y otros materiales van a ser profundamente desarrolladas. Si hasta ahora la columna o el arco eran elementos distintivos del quehacer arquitectónico, los pilares y las plantas diáfanas van a pasar a ocupar el primer plano. La línea recta se adueña de la arquitectura. En definitiva, nuevos materiales, nuevas formas, nuevos volúmenes.En este renovado panorama arquitectónico encontramos dos tendencias fundamentales. De un lado, el racionalismo, en el que destacan Le Corbusier, Gropius, Mies van der
Rohe y Rietveld . De otro, el organicismo, cuyo más destacado representante en Frank Lloyd Wright. En ambos casos, lo importante es la función del edificio, aunque sea concebido desde distinta manera. La decoración pasa a un lugar secundario. Y esta idea básica significó una nueva manera de buscar la belleza, distinta a la que entonces había presidido el quehacer arquitectónico. Aún hoy se trabaja siguiendo estas grandes aportaciones. El cambio fue absoluto. Una nueva época había llegado a la arquitectura.La arquitectura racionalista se caracteriza por la desornamentación decorativa, la sinceridad de los materiales (que alcanza su máxima expresión en el brutalismo de Auguste Perret), y los volúmenes de geometría perfecta, cubos y prismas cuadrangulares. El racionalismo rompe con el pasado en sus símbolos y su lenguaje. La forma es consecuencia de la función.
El racionalismo triunfa sin paliativos porque ayuda a las nuevas tecnologías y se sirve de ellas, de la industria, y además ayuda a optimizar el precio del suelo en los países capitalistas. Sin embargo, el racionalismo no pretende limitarse a construir edificios, sino que es toda una nueva concepción de la ciudad como centro urbano, mercado y lugar de habitación. Propone dividir la ciudad en espacios funcionales, pero organizados racionalmente y no dejando a las fuerzas del mercado capitalista la organización de la ciudad. Esta concepción de la urbe, dividida funcionalmente, tiene gran peso en las ciudades actuales, aunque no se han podido librar del peso de la historia, ni del imperio del mercado del suelo.El racionalismo nace con la influencia decisiva de la Bauhaus y el arte abstracto de Kandinsky, Malévich, Mondrian y Klee. Pretende liberar al arte de toda ideología, a través de la ciencia y las matemáticas, pero al mismo tiempo hacerlo accesible a todos en igualdad de condiciones, libre de las fuerzas del mercado, lo que le acerca al socialismo.
La figura más representativa del movimiento moderno es Le Corbusier. Para Le Corbusier cada casa es una máquina para vivir. La técnica se une a la tecnología en los edificios para hacer más cómoda la vida. El edificio debe identificarse con su entorno, y debe tener un espacio verde a su alrededor, para integrar la naturaleza con la vivienda. Esta identificación con su entorno natural le acerca a los utópicos del neoclasicismo, y al organicismo de Wright, un arquitecto estadounidense que construye casas de campo integradas en la naturaleza hasta perderse.Todas estas ideas sobre el arte moderno se recogen en el CIAM, Congreso Internacional de Arte Moderno, celebrado en Atenas en 1933.
Auguste Perret (1874-1954) es el primero en utilizar el hormigón armado de manera integral en un edificio de viviendas, aunque no inventa su técnica ya que venía siendo utilizada en obras de ingeniería. Lo que sí hace es utilizarlo como elemento arquitectónico dejándolo a la vista. Número 25 de la calle Franklin en París, teatro de los Campos Elíseos, reconstrucción de Le Havre, Notre-Dame de Le Raincy. En Alemania aparece un movimiento arquitectónico expresionista, cuyos edificios asemejan cuerpos vivos. Entre estos arquitectos destacan Hans Poelzing (1869-1936): depósito de agua de Posen, Fritz Hoeger y Erich Méndelssohn, almacenes Peterdoff en Stuttgart. Walter Gropius (1883-1969) es uno de los primeros y más importantes arquitectos del movimiento moderno. Fue el fundador de la Bauhaus y uno de sus miembros más destacados, así como su animador e ideólogo. Comienza interesándose por las viviendas normalizadas y las casas baratas para los obreros. Otro de los grandes arquitectos racionalistas es Ludwig Mies van der Rohe (1886-1969). En 1930 es director de la Bauhaus, su último director. Mies van der Rohe estudia las posibilidades técnicas de los nuevos materiales y losprefabricados.En Estados Unidos también hay grandes arquitectos racionalistas. El más representativo de ellos es Frank Lloyd Wright (1867-1959), que trabaja en Chicago, y conoce la arquitectura del hierro y el cristal. Su arquitectura se caracteriza por la integración orgánica del edificio y la naturaleza, tanto por sus formas como por los materiales que utiliza.
Le Corbusier (Charles Edouard Jeanneret) (1887-1965) es el gran teórico del movimiento. Nace en Suiza, pero trabaja en todo el mundo. Es un gran activista del movimiento moderno que divulga los principios del racionalismo por todo el planeta. Concibe una sociedad nueva para la que hace falta una nueva ciudad. En 1928 publica en la Revista de Occidente Arquitectura de la época maquinista, en donde resume su ideología arquitectónica:
construcción
sobre
pilotes
para
permitir
un
jardín
en
el
suelo,
aprovechamiento de las terrazas como espacio verde, plano libre, ventana continua en horizontal, fachada cortina e independiente, etc. En los años veinte construye varias villas e iglesias con estas premisas. En 1933 promueve la Carta de Atenas, que recoge los principios del CIAM, los cuales serán decisivos para la construcción de la ciudad moderna: segregación funcional del lugar de
trabajo, ocio, transporte, vivienda, mercado y centro cívico y de cultura (que debe ser el centro de la ciudad). Le Corbusier lleva a la práctica la construcción por módulos, unidades de habitación, en el bloque de apartamentos que construye en Marsella en 1947, todos ellos iguales y cúbicos. Inventa, también, el dúplex. El estadounidense Frank Lloyd Wright (1867-1959) fue alumno de Louis Sullivan, a partir de cuyas enseñanzas desarrolló un lenguaje organicista, es decir, basado en la intuición y la libertad creativa. El organicismo es la corriente opuesta al racionalismo, que organiza la creación arquitectónica a partir de un plan ideal preconcebido. El arquitecto estadounidense creó un modelo específico de casa unifamiliar suburbana, a base de módulos rectangulares, que se integraba plenamente en la naturaleza. Dentro de este tipo de construcción destaca la Casa sobre la cascada. Otras muestras notables de la intuición de Lloyd Wright son las oficinas Larkin, en Buffalo, el Museo Guggenheim de Nueva York y la iglesia Unity, en Oak Park. El uso de nuevos materiales y la originalidad en la solución de los problemas arquitectónicos constituyen la base de una línea evolutiva que conduciría al desarrollo del llamado Estilo Internacional.
LAS PRIMERAS “CIUDADES DE LA INDUSTRIA”: TRAZADOS
URBANOS, EFECTOS TERRITORIALES Y DIMENSIÓN PATRIMONIAL. LA EXPERIENCIA DE NUEVO BAZTÁN (MADRID) Ángeles Layuno Rosas Depto. de Arquitectura – Universidad de Alcalá
[email protected] Recibido: 20 de septiembre de 2012. Devuelto para correcciones: 13 de febrero de 2013. Aceptado: 3 de marzo de 2013.
Las primeras “ciudades de la industria”: Trazados urbanos, efectos
territoriales y dimensión patrimonial. La experiencia de Nuevo Baztán (Madrid) (Resumen) Las primeras poblaciones industriales creadas en Europa en la Edad Moderna poseen un notable interés como experiencias de trazado de ciudades de nueva planta ligadas al alcance territorial con que a menudo se plantean. En una primera parte se realiza un sintético repaso de estas poblaciones de nueva fundación destinadas a la industria creadas fundamentalmente en los siglos XVII y XVIII, incidiendo en su génesis ideológica y morfológica. En una segunda parte, tomando como caso de estudio el municipio madrileño de Nuevo Baztán y su entorno, se lleva a cabo el análisis de la relación existente entre implantación industrial, política económica pre-ilustrada y trazado urbano por un lado, y por otro, de las consecuencias de la implantación
industrial en la colonización del territorio, en donde aparecen elementos de diversa índole que contribuyen a articular los significados históricos a partir de la delineación de conexiones funcionales entre diversos núcleos y otros elementos constituyentes del paisaje proto-industrial rural. En este marco, se plantea la dimensión patrimonial del conjunto, su valoración y estrategias de recuperación considerando su carácter urbanístico y paisajístico.
Palabras clave: poblaciones industriales, territorio, paisaje, Edad Moderna, patrimonio industrial, Nuevo Baztán. The first "industrial cities" Urban layouts, spatial effects and heritage dimension. The experience of New Baztán (Madrid) (Abstract) Populations specifically created for industrial production were planned in Europe since the Modern times as interesting experiences of founding new towns and for the territorial dimension that often arise. In the first part, a brief review of new planned populations for industry during the seventeenth and eighteenth centuries is carried out, focusing on their ideological origins and morphology. The second part of the article, taking as case of studythe village of New Baztán and its rural surroundings, undertake the analysis of the relationship between industrial development and economic policy of preEnlightenment period and urban layout, on one hand; and, on the other hand, between industrial colonization of territory and the configuration of a network of elements which act as important pivotal elements of the historical meanings of territory from the delineation of functional connections between different settlements and other elements of protoindustrial rural landscape. Secondly, it raises the heritage dimension that this urban ensemble, considering his values and recovering strategies from the landscape and urban planning points of view.
Key words: industrial villages, territory, landscape, Modern Period, industrial heritage, Nuevo Baztán.
Ciudad e industria. Algunas reflexiones sobre el concepto de ciudad industrial Las actividades económicas han configurado históricamente la morfología y funcionalidad de las ciudades, territorios y regiones, desde los barrios de artesanos que marcan la fisonomía de partes de la ciudad antigua, medieval y moderna, a las posteriores poblaciones preindustriales surgidas en la proximidad de fuentes de energía y materias primas, o hasta la configuración
de áreas urbanas y colonias destinadas a la industria masiva en los siglos XIX y XX. Los paisajes urbanos industriales constituyen una herencia de las funciones urbanas de la ciudad, y posibilitan el análisis de su cualidad como producto cultural derivado de los usos económicos asumidos a lo largo de la historia o en un momento determinado del tiempo [1]. Desde hace varias décadas el concepto de ciudad industrial ha sido objeto de diversas reflexiones críticas por parte de la historiografía de la ciudad, centradas en la posibilidad de definir al menos dos realidades que comparten pero también divergen en sus contenidos y significados. Una de sus acepciones, la más empleada genéricamente, es la referida a las estructuras urbanas afectadas por los procesos capitalistas y sistemas de producción mecanizada desarrollados principalmente desde el siglo XIX, esto es, la ciudad que recoge la influencia de los cambios productivos determinados por la Revolución Industrial con todas sus implicaciones políticas, económicas, o sociales. Pero además, partiendo de una clasificación funcional, se pueden tipificar genéricamente como “ciudad industrial” aquellas poblaciones creadas ex novo, por y para ejecutar uno o varios procesos productivos de manera unívoca o en simbiosis con otras actividades económicas. En estos casos, se planifican alojamientos para los trabajadores y administradores, así como los equipamientos necesarios para el desarrollo de la vida cotidiana[2].
En este último supuesto la ciudad industrial sería una categoría de ciudad, definida por la actividad dominante, mientras que en el primero sería un enunciado referido a una fase o período de su desarrollo histórico. Por ello, para algunos expertos sería inexacta la aplicación de esta clasificación nominal en este último caso, apostando por el término más adecuado de “ciudad de la edad industrial”, ciudad burguesa, o ciudad moderna[3], ya que, como afirman Louis Bergeron y Marcel Roncayolo, existe una ambigüedad en la aplicación del término industrialización, al no constituir éste el único factor de crecimiento urbano en el S. XIX, ni imponerse como fenómeno de una sola vez y de manera sincrónica en todas las regiones europeas, ni centrarse y extenderse a todas las actividades productivas por igual, al mismo ritmo y a la sociedad tanto sectorialmente como geográficamente [4]. Al hilo de estas consideraciones, es preciso agregar que la ciudad no ha poseído históricamente el monopolio de la implantación industrial, y según los momentos y las regiones no es tampoco el lugar prioritario. Las industrias antes y después de la revolución de los transportes se ubicaron a menudo en la proximidad de las fuentes de energía y las materias primas, desplazándose hacia localizaciones estratégicas del medio rural por motivos diversos: proximidad a las materias primas, facilidad de comunicación entre puntos de destino, menor coste del suelo, mayor control de la producción y del factor humano. En la transición de la etapa preindustrial a la industrial, si los núcleos urbanos consolidados comenzaban a ser el lugar privilegiado para la actividad productiva, esta realidad coexistía con una tradición preindustrial basada en una red de centros de producción rurales que materializaron lo que los
enciclopedistas
denominaron
“industrias
o
manufacturas
dispersas”,
consistentes tanto en formas de producción mixta como en la fragmentación de las actividades en el territorio. Los asentamientos rurales dedicados a la industria precedieron, acompañaron y subsistieron a las grandes revoluciones industriales urbanas. Ambas realidades, manufacturas concentradas frente a manufacturas dispersas serían objeto de sendos debates en la Europa del siglo XVIII en función de las ventajas de cada variante respecto al tipo de artículos a producir. Por estas razones, parece oportuno, desde los orígenes de la industrialización, expandir el estudio de la ciudad industrial a la región industrial, ya que la ciudad desde antiguo comprende también su área rural circundante, y por ello cualquier metodología de estudio debería implicar la organización territorial de lo urbano [5]. Del mismo modo que la ciudad o población industrial no siempre constituye un ente unifuncional, siendo el binomio industria-agricultura la solución más extendida en la formación de colonias y ciudades industriales en la edad moderna y contemporánea. La eclosión de buena parte de ciudades o colonias industriales contemporáneas se produjo como consecuencia de la mala reputación que fue adquiriendo el crecimiento urbano debido a la industrialización masiva. De este modo, en la propia génesis de la ciudad industrial emergió una potente e influyente tendencia crítica antiurbana y anti-industrializadora contra los organismos urbanos aniquilantes y distorsionadores de las formas de vida preindustriales vinculadas a los modos de producción artesanales y a los medios de vida rurales [6]. Principalmente en Inglaterra y Francia proliferan en el siglo XIX propuestas de reformadores sociales y filántropos que reaccionan ante los desaciertos de un medio urbano en constante progreso expansivo y demográfico por el avance del sistema de producción capitalista [7]. Pensadores y políticos como Engels, Marx, Fourier, Proudhon, Carlyle, Considérant, Ruskin, Pugin, Robert Owen o Morris enarbolaron una crítica a la “ciudad industrial” existente y plantearon en muchos casos nuevas fórmulas
ideológicas, funcionales y morfológicas que constituyeron las bases de las colonias y ciudades creadas para la industria. Algunas de estas propuestas teóricas trataron de vislumbrar la posibilidad de una “arcadia industrial” semi rural, donde los principios del pensamiento utópico-positivista sobre la armonía de clases dentro del mundo del trabajo pudieran materializarse. Con una fuerte impronta paternalista, se promoverá una mejora del hábitat, del equipamiento y el espacio público encubriendo en el fondo la búsqueda de la máxima rentabilidad de la producción mediante el control sistemático de los espacios y tiempos de los individuos, la homogeneización de las mentalidades, y la racionalización de los itinerarios y los espacios en los que se desarrollaban los procesos humanos y mecánicos[8]. En estas colonias y ciudades se plantea una nítida zonificación – residencial, industrial, equipamientos, zonas verdes y cultivos-, que preludia el proyecto de ciudad industrial de Tony Garnier, el movimiento de las ciudades-jardín, las ciudades
industriales del des-urbanismo soviético, filtrándose finalmente en la ideología urbana del Movimiento Moderno.
Las primeras experiencias de planificación urbana para la industria En los siglos de la Edad Moderna aparecen los primeros ejemplos de poblaciones industriales en las que se plantea una segregación del mundo del trabajo, antes inscrito o mezclado en los ganglios de la ciudad de origen antiguo o medieval, conformando organismos urbanos que a menudo expresan en sus trazados un orden que no obedece sólo a la necesidad económica sino también a la expresión de funciones ideológicas. También un corpus teórico que alimenta una idea de ciudad que servirá como punto de partida para entender en qué presupuestos se cimentó la cultura urbanística que subyace en la planificación de Nuevo Baztán. Sin duda recogiendo el sentir de su tiempo, la Nueva Atlántida (1638)[9] de Francis Bacon anuncia un cambio de mentalidad respecto a las utopías anteriores, al presentar una suerte de utopía científica que apuesta por el conocimiento experimental, el impulso de la industria y el utilitarismo de las máquinas, elementos que constituirán la génesis de la Revolución Industrial inglesa. A su vez, la Descripción de la Sinapia, península en la tierra austral , manuscrito anónimo y no datado, atribuido a su propietario, el Conde de Campomanes, refleja las transformaciones operadas en la transición hacia el siglo ilustrado en su valoración económica de la ciudad y el territorio para adaptarlos a las nuevas necesidades del comercio, la industria o la agricultura, a través de un nuevo modelo de ciudad plasmado en un trazado cartesiano extensible al territorio, reflejando en su malla espacial isótropa una suerte de mundo igualitario y armónico donde se dignifica el mundo del trabajo [10]. En la Europa del S. XVII asistimos a la aparición de ciudades o poblaciones vinculadas a diversas actividades industriales por iniciativa privada o estatal, unidas a la firme voluntad de activación socio-económica de territorios pobres y despoblados, pero a menudo también pensadas como mecanismos de poder y ascenso social. En Francia aparecen algunos de estos ejemplos pioneros, en ocasiones manteniendo elementos simbólicos y formales de los esquemas organizativos tradicionales del poder eclesiástico-civil. Es el caso de la ciudad de Charleville, fundada en 1606 por el duque Carlo Gonzaga Nevers con el fin de atraer colonos ofreciendo tierras y privilegios a todos los que quisieran establecer manufacturas. El grabado de hacia 1626 que representa la ciudad a vista de pájaro muestra un esquema ideal de urbe fortificada de perímetro abaluartado que encierra un trazado en retícula fuertemente jerarquizado en torno a la plaza ducal central (Figura 1). De mayor trascendencia, algunas manufacturas promovidas por Colbert en Francia se organizan como pequeñas ciudades autosuficientes: la fábrica de
espejos de Tour-la-Ville, cerca de Cherburgo (1666); la de tejidos de Villeneuvette (1667), las factorías textiles de Van Robais en Abbeville (1665) y Sedan. Algunas de estas ciudades planificadas de nueva planta deben su origen a la defensa militar vinculada a la expansión del comercio marítimo. La ciudad de Rochefort fue fundada en 1665 como arsenal y puerto naval de la marina por iniciativa de Colbert sobre un lugar de la costa del Atlántico en la desembocadura del río Charente, en un emplazamiento elegido por una comisión real de la que Blondel formaba parte. Su trazado en semicírculo irregular se adapta a la curvatura del río y revela una clara zonificación en función de las necesidades y usos de cada parte de la ciudad, por ello, tal como se aprecia en el plano de 1785, el cambio respecto a Charleville resulta evidente, ya que en este caso, los esquemas teóricos y su valor estético se subordinan a la función que determina la clara organización de los diversos grupos de edificaciones [11] (Figura 2).
Figura 1. Charleville. Moreau. Siglo Fuente: Lavedan et
Plano de Figura 2. Detalle del plano de la ciudad, XVII. del puerto y del arsenal de al . L´urbanisme à l´époque Rochefort (1785).
moderne. XVIe-XVIIIe siècles.
A.N. Archives Fuente: Lavedan et al.
de
la
Marine.
Con el tiempo, la industria de promoción estatal crearía un repertorio importante de nuevos núcleos apareciendo una simbiosis de antiguos y nuevos repertorios lingüísticos y urbanísticos. Las salinas de Chaux, en el Jura, construidas entre las poblaciones de Arc y Senans según el proyecto de Ledoux de 1774, constituyen un ejemplo de ciudad industrial fundada ex novo, incorporando un programa de reformas en dos niveles: el acomodo físico de los trabajadores en la estructura social de producción; y la expresión arquitectónica, capaz de dotar a la industria de un lenguaje que reforzara tanto la vigilancia como la vida en común [12]. Como han estudiado Anthony Vidler y Thomas Markus, a lo largo del siglo XVIII asistimos a la concreción formal de la industria y a la aparición de tipos especializados que emergerán en el seno de ciudades utópicas de la producción, en las que también surge la
plasmación del discurso sobre la vigilancia en la forma compositiva del conjunto, como ocurre en el plano de Pierre Toufaire para la siderúrgica de Le Creusot en la Borgoña francesa (1781)[13], donde el eje axial conecta simbólicamente la casa del patrón en la parte superior con los edificios productivos y la fundición en el extremo inferior, uniendo en el mismo eje control e inversión, y situándose los trabajadores en las márgenes del conjunto. Así, en el caso de Chaux el espacio destinado al patrón se sitúa en el punto central del panóptico desde donde ejercer simbólicamente un supuesto control – más simbólico que visual- sobre los espacios perimetrales destinados a los trabajadores. Pero además, al margen de sus enfáticas composiciones urbanas, como reflejan las salinas de Chaux, estas poblaciones industriales llevaban implícita una organización territorial y regional de la actividad que transformaría el carácter del territorio tanto funcional como físicamente de ahora en adelante. Las láminas de los diversos proyectos utópicos de Ledoux constituyen un documento excepcional que expresa la dimensión iconográfica y estética conferida a la industria de promoción estatal, y a su vez, la asignación a ésta de un papel de reactivación del territorio nacional en el seno del pensamiento ilustrado. Los proyectos en torno al bosque de Chaux y los valles vecinos, entre 1775 y 1800 preveían la instalación de fábricas, talleres, instituciones y viviendas de todo tipo, destinados a revelar un nuevo orden industrial que incluía el campo, puesto que la producción de la sal y el hierro se mantenía gracias a una gran fuerza de trabajo y materias primas procedentes del bosque, de una “Economía rústica”, como la había denominado Diderot, que
demostraba la estrecha interrelación entre industria y agricultura en el período que nos ocupa. Cobra así sentido el comentario de Vidler sobre las salinas de Arc et Senans, “(…) la geometría centralizada de las salinas se expandía
radialmente y a lo largo de sus ejes para controlar todo un territorio, como si en el propio acto de medición, trazado y construcción de una red de comunicaciones la tierra quedara destinada al cultivo productivo” (Figura
3)[14]. La asimilación del pensamiento ilustrado sobre el necesario y urgente impulso de la industria y el comercio por parte del Estado, se materializaron en España en la creación de Reales Manufacturas y otras experiencias productivas, fábricas de artículos suntuarios, metalurgia y textiles, que serían controlados en régimen de monopolio. No obstante, desde el punto de vista urbanístico las industrias del siglo XVIII en contadas ocasiones produjeron grandes transformaciones urbanas y edificatorias en las poblaciones ya existentes, siendo también muy escasa la creación de poblaciones de nueva fundación de relieve[15]. Merece destacarse en este punto la importación del debate político-económico sobre la tipología de las manufacturas en función de su emplazamiento, de forma semejante a como se planteaba en el artículo Manufacture contenido en la Encyclopédie ou dictionnaire raisonné
(1751-1765). En suma lo que se planteaba era la disociación entre emplazamientos urbano y rural para la industria, y la conveniencia de adoptar una u otra fórmula en relación al tipo de artículos fabricados: la manufactura dispersa por un lado, formada por talleres artesanales y asociada al ámbito rural; y la manufactura concentrada, en contextos urbanos y adoptando generalmente el modelo de fábrica que reunía en un único recinto las diversas fases del proceso productivo y destinada a producir artículos suntuarios y otros demandados en la ciudad [16]. des sciences, des arts et des metiers
La industria en el ámbito rural daría lugar a la aparición de los primeros núcleos que incluyen sistemáticamente equipamientos residenciales o poblaciones de nueva planta con fines productivos. Algunos conjuntos fabriles surgen en el medio rural por motivos de optimización de las materias primas y fuentes de energía. Es el caso de las Reales Fábricas de Municiones de Hierro de Eugui (1766) y Orbaiceta (1784), o de la Real Fábrica de latón, cobre y cinc de San Juan de Alcáraz (1773-1800)[17], a modo de conjuntos que siguen ordenaciones orgánicas, distribuyendo sus edificios productivos, viviendas y otros equipamientos en diversas cotas adaptadas a la orografía del terreno. Sin embargo, estas experiencias no adoptaron el rango de poblaciones industriales. Nuevo Baztán y el Real Sitio de San Fernando de Henares, en el SE de la provincia de Madrid, son las únicas poblaciones creadas ex novo con fines productivos en el ámbito rural que surgen en la primera mitad del siglo XVIII en España. San Fernando, próximo a la Corte, fue incorporado a la Corona en 1746 a instancias del rey Fernando VI con el objetivo de establecer una Real Fábrica de Paños[18]. En su trazado urbano, nunca colmatado según la idea original y profundamente desvirtuado con el tiempo, se produce un trasvase a fines utilitarios de esquemas de composición barrocos vinculados a elementos representativos. Como refleja la cartografía y planos conservados, la Corona no busca aquí expresar su prestigio personal creando una ciudad cortesana con la industria subordinada al contenedor palacial, sino que reclama su papel de promotora de la industria. El difundido plano del Real Sitio firmado por Vargas Machuca hacia finales del S. XVIII, confirma en sus rotulaciones la función predominantemente fabril que tuvo la población y no la regia residencial que le asignaron algunos autores como Lavedan, quien plantea una lectura algo distorsionada del concepto de estas primeras poblaciones industriales españolas cuya memoria del trabajo se pierde o desvirtúa con el paso del tiempo. El Real Sitio de San Fernando es una muestra de ejemplo simbiótico, como Nuevo Baztán y otros ejemplos coetáneos, entre manufactura concentrada y manufactura dispersa pues nace como una entidad autosuficiente formada por el núcleo poblacional y su territorio circundante, donde se hallaban cultivos, huertas, una red canales y azudes, un batán, un tinte, un molino de papel y carbón, instalaciones secundarias de la industria pañera que servían a la
factoría principal, alejadas del núcleo de población por la proximidad a la fuente de energía y a la materia prima, o para evitar riesgos e impactos medioambientales nocivos (Figuras 4 y 5).
Figura 3. C. N. Ledoux. Proyecto de Salinas de Arc et Senans, 1775-1779. Fuente: A. Vidler. El espacio de la Ilustración .
Figura 4. Plano Geométrico del Real Sitio de San Fernando y su Jurisdicción. Detalle . Carlos Vargas Machuca, 1796-1799. AGP. Fuente: Comunidad de Madrid. El atrimonio arqueológico y paleontológico.
En síntesis, en estos primeros asentamientos planificados para la industria en el tránsito entre la cultura urbanística barroca a la ilustrada aparecen en toda Europa varias particularidades influyentes en el futuro: el discurso sobre la vigilancia, las respuestas a la voluntad de zonificación funcional mediante la materialización de un plano ideal basado en composiciones axiales y simétricas, o en la aplicación severa de sencillos esquemas en damero combinados con elementos escenográficos -plazas y ejes de perspectiva, o bien en ordenaciones que buscan un efecto más orgánico y pintoresco. Formas urbanas donde se evidencia una voluntad que excede el mero funcionalismo como ocurre en la ciudad lituana de Kunsztow (Figura 6) creada en 1780 sobre el río Lolosna, a instancias de la dirección de la Tesorería Real de las manufacturas del Estado para la producción de mercancías de lujo como cristalería, sedas, naipes, y a otras industrias pesadas como fundiciones, forjas, fábricas de munición, cuyo proyecto, realizado sólo parcialmente, destaca por el experimentalismo de su diseño unido a la ubicación funcional de los diversos sectores productivos en relación a la fuente de energía hidráulica. El serpenteante curso fluvial parece determinar un trazado que huye de la regularidad y la simetría para plantear un flexible esquema policéntrico a modo de diagrama abierto e intercambiable, variado y orgánico, constituido a partir de la organización de fábrica y viviendas obreras en torno a circus o plazas conectadas por vías radiales. En fechas cercanas, en Nápoles, el rey Fernando IV de Borbón, fundador de la colonia sedera de San Leucio como
parte del Belvedere Real del Parque de Caserta, remodelado en 1778 con objeto de albergar una serie de industrias de la seda destinadas a suministrar materiales a las ricas residencias aristocráticas del reino y del exterior, y que incluía además equipamientos como casas para los obreros, iglesia, escuela, y aposentos reales, vislumbró la idea de emprender en sus posesiones una “gran en un ambicioso proyecto comunidad obrera”[19] alojada experimental, Ferdinandopoli, una ciudad para la industria de la seda cuidadosamente planificada según los esquemas de una ciudad ideal radioconcéntrica, con una plaza central de trazado radial con catedral, casino real y teatro (Figuras 7-8). Por último, es preciso reiterar los efectos inducidos por estos núcleos de actividad en su territorio. Un territorio modificado por la industria, como se ha venido demostrando, contenedor de las redes y nexos que dotan de significado a estos conjuntos, por tanto, los análisis de las tramas urbanas y de los efectos territoriales y paisajísticos son elementos imprescindibles a considerar en toda investigación histórica y en las políticas de recuperación del patrimonio industrial.
Figura 5. Plano Geométrico Figura 6. Planta del del Real Sitio de San poblado industrial de Fernando y su Jurisdicción. Kunsztow. Fragmento. C. Vargas Machuca, 1796-1799.
Figura 7-8. Planta de la Colonia de San Leucio (Nápoles).
Hipótesis de adaptación a la fundación de Ferdinandopoli Lituania, 1780. Fuente: Th. Markus, Buildings & Fuente: Sica, Historia del Urbanismo. El siglo XVIII . Power .
Nuevo Baztán: planificación urbana y territorio de la industria Nuevo Baztán es una población industrial de nueva fundación creada en los primeros años del siglo XVIII al sureste de la provincia de Madrid. El núcleo se emplaza sobre una llanura de la región natural de los Páramos -Páramo de Pozuelo- dentro del área territorial de la Meseta madrileña (a 831 metros de
altitud), sobre un terreno que desciende abruptamente por la parte oriental hacia el arroyo de la Vega, eje fluvial que discurre de norte a sur a modo de grieta geológica que lo separa del término de la Olmeda de las Fuentes. Desde época medieval tenemos noticias documentadas de la existencia de núcleos establecidos de manera lineal a lo largo de las riberas del arroyo de la Vega o del río Tajuña, que fomentaron relaciones territoriales a lo largo de la Historia. La fundación de Nuevo Baztán aparece como experimento pionero y precedente de los impulsos del reformismo borbónico del siglo XVIII, centrados en una política de estímulo de la industria, el comercio y las redes de transporte y comunicaciones, así como de colonización de amplias zonas del país. Experiencias promovidas por hombres del talante de Don Juan de Goyeneche (1656-1735), fundador de Nuevo Baztán, al ensayar en los territorios donde implantó sus industrias y actividades los principios del colbertismo. Nacido en Arizcún, en el Valle del Baztán en 1656, Goyeneche fue un personaje polifacético y emprendedor, escritor y editor de la “Gaceta de Madrid”. Vinculado a las tesorerías de la Corte de Carlos II y de Felipe V,
su trayectoria se centra en una exitosa carrera administrativa al servicio de la monarquía, plataforma desde donde se lanzó al desarrollo de múltiples negocios y actividades financieras y mercantiles ocupando puestos que les procuraron grandes beneficios y un rápido ascenso social[20]. No obstante, Juan de Goyeneche no fue simplemente un arribista, sino que destacó por una sólida formación cultural. Formado en el Colegio Imperial de los Jesuitas de Madrid, siendo allí su preceptor el Padre Bartolomé Alcázar, son constantes las referencias a la fama que acumuló su biblioteca [21], así como su afición a los temas históricos, sus diversas empresas editoriales, y su labor de mecenazgo coincidente con la organización de una tertulia literaria presuntamente en su casa-palacio de Nuevo Baztán. Faceta intelectual y humanista que ayuda a entender el contexto cultural en que se concibe la traza de la población y su arquitectura. Sus biógrafos y amigos ya ensalzaron en su tiempo la labor de promoción industrial llevada a cabo en la Olmeda y el Nuevo Baztán. La célebre obra de Gerónimo de Uztáriz Theorica y practica de Comercio y Marina (1724, 1757) resulta un texto clave para entender el contexto en que Goyeneche emprende su actividad industrial en Nuevo Baztán, y en el que se alaba la creación de la fábrica de cristales de Nuevo Baztán, así como las fábricas de paños de esta población y las de la Olmeda. Goyeneche, relacionado con el grupo de los denominados “novatores”, se sitúa en la élite avanzada de su época, dentro de
los españoles que aspiraban a compatibilizar el trabajo y la nobleza y eran innovadores en sus actividades económicas, austeros, cultos y profundamente religiosos en su vida privada. Las relaciones entre Goyeneche y Gerónimo de Uztáriz, analizadas por Reyes Fernández [22], debieron ser estrechas y amistosas hasta el punto de afirmar que posiblemente la Theorica surge de
aquellas tertulias cultas en la casa de Juan de Goyeneche, a las que asistía también el padre Feijoo, y donde nació un grupo de publicaciones vinculadas a los intereses económicos de Goyeneche, como el libro de Pierre Daniel Huet Comercio de Holanda (1699) que prologó el propio Uztáriz. En esta misma línea editorial Goyeneche también costeó la edición y traducción de otra obra francesa, Economía general de la casa de campo , traducida en Nuevo Baztán por don Francisco de la Torre y Ocón en 1724 y dedicada a Juan de Goyeneche, siendo un tratado sobre agricultura que ofrece datos relevantes sobre la compatibilidad económica entre industria y agricultura, aspecto éste que contribuye a ilustrar algunos aspectos implícitos en la concepción de Nuevo Baztán. Centrándonos en las industrias que emprendió, su apoyo económico y militante al candidato borbónico en la larga Guerra de Sucesión, fue determinante, como explica Eugenio Larruga, para la fundación de una fábrica de paños en el término de La Olmeda de la Cebolla (hoy de las Fuentes) con el objetivo de contribuir al abastecimiento de uniformes al ejército, evitando así los gastos de importación de los mismos. Es así como ideó la fundación de un conjunto industrial receptor de población, creado “desde sus fundamentos”,
según consta en una Real Cédula de Fernando VI en 1749, para lo cual obtuvo del rey por su apoyo incondicional diferentes exenciones, franquicias y privilegios con los que activar sus industrias, sentando de este modo las bases de las futuras Reales Manufacturas y de algunos proyectos posteriores de ciudades industriales y colonias fabriles de nueva planta. En Nuevo Baztán, el objetivo originario de abastecimiento de uniformes para el ejército, fue ampliándose hacia otro de tipo de fábricas y manufacturas que abarcaron una gran diversidad de géneros, siendo la producción de paños y la Fábrica de vidrios finos los productos en los que el fundador invirtió mayores esfuerzos[23]. Pero a las aspiraciones filantrópicas de Goyeneche, habría que sumar, en la génesis del proyecto, la voluntad de afirmación del prestigio personal de su fundador, y la necesidad de reconocimiento de su linaje dentro la sociedad madrileña, como prueba su obra manuscrita Executoria de la nobleza, antigüedad y blasones del valle del Baztán, que dedica a sus hijos y originario s[24] (1685), donde Goyeneche exalta la antigüedad de su linaje y
sus orígenes hidalgos para avalar su ascenso social. La construcción de la nueva población se realizó según el proyecto del célebre arquitecto José Benito de Churriguera entre 1709-1713 según las fechas más aceptadas. A pesar de los obstáculos geográficos y la precariedad de los caminos entre ambas poblaciones, es preciso considerar que desde ahora, Nuevo Baztán y La Olmeda se convirtieron en centros gestores de las industrias de Goyeneche, propiciando el desencadenamiento de efectos territoriales, la transformación del paisaje mediante la introducción de cultivos, la mejora de la red caminera, y la explotación de recursos hidráulicos
en el arroyo de la Vega y la ribera del Tajuña. Además de la modificación socio-económica y demográfica del entorno, como consecuencia directa de los efectos de repoblación con inmigrantes – mano de obra cualificada y sin cualificar, artesana o agraria-, y población local destinada al trabajo en las industrias y labores agrícolas paralelas, asunto interesante pero excluido evidentemente de nuestro estudio [25]. No obstante, el sueño que fraguó su promotor basado en una avanzada concepción de industrialización comarcal a través de la puesta en marcha de esta ambiciosa experiencia entraría pronto en un proceso de irreversible obsolescencia, pues a pesar de los esfuerzos de sus herederos, desde la fecha de la muerte de Juan de Goyeneche, 1735, comienza el lento pero progresivo declive de sus industrias. Sobre las causas de la crisis de esta empresa se ha debatido ampliamente desde el mismo siglo XVIII, argumentando la convergencia de varios motivos: la presión ejercida por la competencia internacional, unida a la propia competencia de las fábricas nacionales; el fracaso de un sistema de producción posiblemente próximo a lo artesanal y de unos planteamientos económicos pronto superados por otros más avanzados; los sucesivos problemas técnicos y obstáculos en la puesta en funcionamiento de los hornos de la fábrica de cristal; la escasez de combustible, al consumir y agotar las materias primas de los bosques cercanos para alimentar el horno de la fábrica de vidrios, y también, por qué no, la dificultad y precariedad de las comunicaciones entre algunos puntos, así como su posición intermedia entre las rutas radiales que desde Madrid se dirigían a los litorales. En consecuencia, el territorio y la población industrial de Nuevo Baztán entran en un proceso de estancamiento y fosilización, que conducirá no sólo a la degradación patrimonial sino también a la pérdida de memoria e identidad por parte de la comunidad hacia su pasado. Con el tiempo, la imagen transmitida es la de un conjunto monumental señorial inscrito en un espacio de economía rural, marco en el que irá adquiriendo progresivos valores paisajísticos y patrimoniales. Desde esta óptica, a continuación se procede a analizar algunos de los conceptos y elementos de su trazado urbanístico primigenio vinculado a la industria y de su estructura y bienes territoriales asociados, como ingredientes constitutivos de su valor patrimonial, superando la visión típicamente monumentalista del conjunto que los primeros estudios del conjunto potenciaron. I mbr icación entre trazado viar io, función i ndustrial y morf ologí a ur bana
La traza general de Nuevo Baztán conjuga dos intereses básicos: responder a la necesidades representativas de Goyeneche de erigir un señorío nobiliario
como signo de diferenciación y prestigio personal – intención jerárquicomonumental-; y al tiempo realizar una aportación a la economía pública, desde el punto de vista demográfico, agrario e industrial, siguiendo las doctrinas colbertistas. En el plano de Nuevo Baztán están presentes diversas instancias de la cultura urbana de su tiempo. Su trazado se basa en un riguroso empleo de la geometría y la perspectiva dentro de un orden lineal, extensible y abierto, que asume los principios cartesianos del urbanismo barroco en su afán de ordenación racional de la naturaleza, para sugerir un entramado supuestamente prolongable en el territorio, a partir del marcaje de un centro semántico y sus recorridos, en su doble papel representativo y funcional. La historiografía tradicional ha destacado el carácter “castizo” materializado en la combinación de plazas cerradas relacionadas entre sí que rodean el núcleo monumental configurando una especie de cortijo-pueblo de estilo barroco castellano o población cortesano-señorial[26]. A falta de datos documentales sobre el proyecto, permanece la incógnita respecto a los modelos o referencias concretas que pudo emplear José de Churriguera. El plano ortogonal o damero, empleado en la fundación de ciudades de diversos orígenes, funciones, y variantes morfológicas en el tiempo y lugares, se consolida ahora como un eficaz instrumento de orden y racionalidad en la distribución de las funciones económicas, industriales y comerciales, al tiempo que recoge resquicios simbólicos del poder y el orden jerárquico de tradición clásica[27]. En la cultura urbanística de los siglos XVII y XVIII se incorporan además de las ideas emanadas del Discurso de Descartes y su inclinación por el orden racional encarnado en ciudades proyectadas de una sola pieza[28], el corpus de experiencias, normativas e instrumentos con que se había poblado el Nuevo Mundo a partir de las Ordenanzas de Indias promulgadas por Felipe II en 1573. En estas ciudades hispanoamericanas fructificó, si bien con flexibilidad y variantes, el modelo de trazado ortogonal de calles rectilíneas, manzanas normalmente cuadradas, y plazas con edificios representativos en posición central. En este contexto, la influencia de las fundaciones llevadas a cabo por la Compañía de Jesús desde 1609 en el territorio oriental del actual Paraguay es ampliamente reconocida en su dimensión urbanizadora y económica. Aunque sea un argumento de cierta ingenuidad, resulta sencillo dentro de este entramado ideológico, entrever ciertos paralelismos entre la fundación de Nuevo Baztán a comienzos del siglo XVIII por Juan de Goyeneche, y las poblaciones creadas en la huerta de Murcia en 1734 por el cardenal Belluga, reconocida su labor colonizadora en las “Pías Fundaciones” como precursora del clima de reformas y proyectos colonizadores de Fernando VI y su ministro Ensenada, y las posteriores que emprendió Carlos III en Andalucía desde 1767[29]. Las investigaciones realizadas por Javier Ortega en su
tesis doctoral concluyeron hace décadas que las fundaciones jesuíticas actuaron como modelos de referencia en las poblaciones fundadas por el Cardenal[30]. Habida cuenta de la estrecha relación de Juan de Goyeneche con la orden, pues, como Belluga, se había educado en sus colegios, ejercía de protector y poseía directos vínculos familiares en la misma, no es descabellado pensar que el mecenas de Nuevo Baztán tuviera en mente algunas de estos modelos de ciudades hispanoamericanas que retroalimentaban la experiencia española (Figura 9).
Figura 9. Plano del pueblo de San Ignacio Miní según sus ruinas, levantado en 1899 por el agrimensor Juan Queirel. Fuente: E. Maeder, R. Gutierrez: Atlas territorial y urbano de las misiones jesuíticas de guaraníes.
Vinculadas a su vez al ámbito español, en los S. XVI y XVII hallamos experiencias semejantes en las nuevas fundaciones de colonización en Sicilia, en forma de pequeños centros agrícolas promovidos por la nobleza feudal, algunos como Vittoria o Paceco debidos a la iniciativa de nobles relacionados con la Corte y a la administración española. Al igual que en el caso de Nuevo Baztán, para sus fundadores eran instrumentos de escala social y política, pero a la vez resolvían el problema de las tierras sin cultivar en los grandes latifundios[31].
Un primer aspecto que llama la atención en Nuevo Baztán es la relación entre la ubicación de las plazas respecto a la distribución de las industrias y las funciones adoptadas por los diferentes caminos en el trazado urbano. Estos dos objetivos se materializan en la dirección que adoptan los viarios en la estructura urbana, una encrucijada de caminos en la que confluyen dos ejes ortogonales principales: el Camino de Alcalá en sentido Norte-Sur – desdoblado, uno atraviesa la población y llega hasta la fachada del palacio y el otro paralelo, sin atravesar la población continua hasta Villar del Olmo, Ambite, Orusco, Carabaña y otros núcleos de la Vega del Tajuña. Y un segundo eje, el Camino desde Loeches en sentido Oeste-Este, con continuidad en el camino que partiendo del núcleo se dirige hacia la Olmeda, continuando hasta el límite de la provincia con Guadalajara. Los dos ejes principales Norte-Sur y Oeste-Este, limitan una trama en cuadrícula que se despliega linealmente y se segmenta en seis manzanas. Por tanto, las vías de acceso adquieren un carácter funcional y estratégico en relación al emplazamiento de las industrias, instalaciones, fuentes de energía, y distribución de los productos, además de delinear y señalar los ejes de los futuros crecimientos del núcleo, a modo de ciudad lineal extensible. Y por otra parte, asumen un carácter escénico-representativo- sobre todo el eje Oeste-Este que desemboca en la fachada del conjunto palacio-iglesia, plenamente barroco, generador de perspectivas con fines monumentales y simbólicos (Figuras 10 y 11). Junto al esquema racional en cuadrícula, la idea de eje de aproximación es un mecanismo compositivo cuyo fin es potenciar la imagen de la ciudad como panorámica de inmediata percepción visual, contando con el instrumento de la perspectiv a[32], imagen reforzada por la presencia de hileras de olmos a ambos lados de los caminos, desaparecidos luego por enfermedades y rectificaciones de viales.
Figura 10. Reconstrucción del trazado de Nuevo Baztán en el siglo XVIII a partir de la cartografía histórica. Elaboración propia. Gráfica: Ángel Cuadrado.
gura 11. Accesos a Nuevo Baztán: Desdoblamiento de la carretera Alcalá-Nuevo Baztán al entrar en la población. flejan con algunas transformaciones y rectificaciones el trazado de los antiguos caminos. tos: Autora.
La traza de Nuevo Baztán revela además una significativa ordenación jerárquica del conjunto en torno al bloque formado por el palacio-iglesia, y la serie de plazas concatenadas que lo circundan de forma “orgánica”.Beatriz
Blasco ha analizado el carácter estas plazas en relación con las cualidades formales y funcionales de los edificios que las conforman, y desde la confluencia o irradiación en ellas de los viarios: la plaza del jardín frente a la fachada principal del palacio, magnifica esta construcción al acceder por el camino de Pozuelo. En ángulo recto con la anterior, la plaza del mercado cuenta con un sencillo soportal de pies derechos, por ello, su ubicación debía ser destacada y solventar las necesidades derivadas de su uso y función, facilitando la comunicación con la villa de la Olmeda donde estaban otras industrias similares, y con Madrid. Por último, la denominada plaza de fiestas, en la trasera del palacio, sobre la que aún quedan algunas dudas sobre la auténtica función de los espacios de sus crujías perimetrales, destinada hipotéticamente a viviendas de los operarios o servidumbre del palacio, casas de oficios con caballerizas, cocheras, almacenes de palacio, o talleres. La hoy desaparecida Fábrica de vidrio fue instalada en 1720 fuera del recinto urbano, pero en lugar bien comunicado, en las márgenes del camino de Pozuelo y del de Alcalá, de manera que la presencia de los hornos y calderas no comprometieran la seguridad de la población. Una segunda jerarquización de la trama revela una clara voluntad de zonificación de tipo socio-económico, y afecta al tamaño y forma de las manzanas y a la distribución y al carácter de la edificación residencial. Desde el centro, con la casa-palacio del fundador flanqueada por las viviendas de maestros y oficiales -con una mejor construcción y distribución-, hasta la periferia, en que progresivamente el caserío, destinado a operarios industriales y a labradores, se hace de menor proporción, y adopta un carácter rural en proximidad a las instalaciones agropecuarias y a los terrenos de labranza, huertas y campos de cultivo [33]. El conjunto dista de la monumentalidad y estrategias semánticas que adquirirá la arquitectura industrial de la Ilustración, como se observa en algunos ejemplos como el proyecto de las salinas de Arc et Senans de Ledoux. Sin embargo, ambos proyectos coinciden en la voluntad de imposición de una lógica ordenadora a través de la geometría [34], radial en Ledoux, lineal y cartesiana en Churriguera, que implica la expansión virtual de este orden hacia el territorio objeto de explotación a través de la fluidez de las vías de comunicación, integrando la red de calles en las carreteras principales que conectan la población con los otros centros del territorio. Se podría finalmente barajar la hipótesis de un supuesto orden ideal expresado en esta ciudad señorial-industrial que se sitúa a modo de rótula en el centro de un territorio que decididamente pretende controlar tanto para el prestigio propio como para la generación de riqueza, anunciando un cambio de mentalidad evidente en el papel rector que asume ahora la nobleza como productora de riqueza a través
del comercio y la industria, sobrepasando su función de mera terrateniente, y materializando así los ideales divulgados décadas más tarde por los pensadores ilustrados. L a dimensión terr itorial de la industria
La nueva fundación representaba en gran medida los ideales que progresivamente se irían implantando en la mentalidad de la clase dirigente española, ya que preveía la instalación de un complejo industrial y agrícola, que contribuyera al tiempo al fomento de la industria nacional y a frenar la situación de alarmante despoblación de esta zona rural, un “sitio despoblado y yermo”, como se describe en el Libro de la Fundación. Goyeneche se anticipa
a la denominada utopía ilustrada estableciendo un espacio de Poder definido desde la utilización económica del territorio [35], comprendiendo la necesidad de actuar y transformar la naturaleza, repoblándola, transformando la tierra por los cultivos y fomentando la construcción de obras públicas, entre ellas obras hidráulicas, nuevos caminos y carreteras, puentes y presas. Nuevo Baztán, por esta condición, como ocurría en las Salinas de Chaux o en el Real Sitio de San Fernando, debe entenderse como un conjunto vinculado a su territorio histórico, en el cual, subsisten, abandonados o deteriorados irreversiblemente, algunos elementos o evidencias físicas que formaron parte de la actividad industrial del siglo XVIII. Un territorio suministrador de materias primas, fuentes de energía, e industria secundaria. En el engranaje productivo de la población imperan los mecanismos de una industria rural dispersa, debida sobre todo a la dependencia de las fuentes de energía hidráulica para determinadas actividades de las fábricas de paños, y que también afectará a la implantación de cultivos, parcelaciones, obras de canalización y mejora o construcción caminos, lo que cualificó el paisaje de un páramo despoblado, en parte yermo y en parte boscoso, con el carácter que Paul Delsalle atribuye a los paisajes proto-industriales anteriores al Revolución Industrial, en los que la integración de la industria en el medio agrícola es un rasgo principal, visible en este ejemplo por la introducción de cultivos, olivares y huertas[36]. Industria y agricultura eran esferas interrelacionadas a comienzos del siglo XVIII, por ello es preciso enfatizar el valor patrimonial del paisaje agrario de la industrialización por la fragilidad que evidencia este elemento histórico del territorio de cara a su protección. En cualquier caso, la condición del lugar como encrucijada de caminos preexistentes[37] debió influir en gran medida en la elección del sitio para la implantación del complejo industrial de Nuevo Baztán, así como las condiciones topográficas, un terreno llano pero en el borde de una zona más accidentada ligada a las fuentes de energía. Sobre la existencia de materias primas y fuentes de energía, los documentos de la época sitúan la fundación
del nuevo núcleo en un páramo próximo al denominado Bosque o Monte de Acevedo compuesto entre otras especies, de encinas, robles, quejigos, que sería altamente deforestado como consecuencia de su tala para el suministro de combustible al horno de la fábrica de vidrio y jabones. Las Relaciones histórico-geográficas de los pueblos de España – Relaciones Topográficas- , elaboradas entre 1575 y 1580 por orden de Felipe II, nos proporcionan algunas noticias sobre las poblaciones o villas limítrofes de Pezuela, Olmeda, Ambite, Orusco, y Villar del Olmo, como el hecho que distaban entre sí de media a una legua, que estaban comunicadas por caminos, que existían relaciones históricas entre ellas, muchas basadas en la economía, y que se encontraban en funcionamiento por entonces puentes, batanes y molinos en las vegas o riberas del Tajuña, algunos de los cuales, arrendará o comprará para su producción industrial Goyeneche[38]. La política ilustrada de impulso y progreso de las comunicacione s[39], fue anticipada por Juan de Goyeneche en Nuevo Baztán para asegurar el transporte y la venta de los productos, lo que se tradujo en la construcción y mejora de caminos que facilitaran las relaciones de la fundación con Madrid y con los pueblos vecinos, y también en la construcción de diversas obras públicas como presas que lo abastecieran de agua y para el regadío, puentes, sistemas de alcantarillado, y otros equipamientos. Las realizaciones documentadas de Goyeneche en el terreno de la mejora de los caminos indican la construcción de una carretera de Nuevo Baztán a Pozuelo del Rey, una calzada toda de piedra de medio cuarto de legua , noticia señalada por Uztarriz al referir que ha compuesto el camino que viene de Madrid, quitando algún rodeo, con nueva carretera [40]. Este camino era precisamente el camino directo a la Corte. Tomás López en su Descripción de la provincia de Madrid [41], señala el recorrido y la distancia De Madrid al Nuevo Bastan, en un total de siete leguas, recorriendo las poblaciones de Madrid, Mejorada, Loeches, Pozuelo del Rey y Nuevo Baztán. En el Mapa Topográfico de 1877, el primero de la larga serie de esta naturaleza que poseemos del territorio estudiado, se pueden observar los diversos caminos y vías pecuarias que atraviesan el término y su entorno, parte de los cuales se han alterado posteriormente (Figura 12). En segundo lugar, a partir de la cartografía histórica podemos vertebrar el alcance territorial y disperso de la industria de Goyeneche en el sureste de la provincia de Madrid, excediendo la ubicación o concentración de fábricas y manufacturas en los núcleos de Nuevo Baztán y La Olmeda. Nuevo Baztán depende y a la vez incide en la estructura del territorio, urdiendo un entramado jerárquico de relaciones y funciones entre las diversas actividades de producción establecidas en los municipios próximos del arroyo de la Vega – Pezuela de las Torres, Olmeda, Villar del Olmo- y de la vega del río Tajuña – Ambite, Orusco, Carabaña-, cuyas poblaciones se aglutinaron en torno a las industrias de Goyeneche. Su posición estratégica lo convierte en foco de mercado y comercio,
extralimitando la provincia de Madrid, para comprender Guadalajara y Cuenca, donde Goyeneche tenía posesiones e intereses en Illana, Almonacid de Zorita, o Villanueva de Alcorón, lugar éste último donde trasladó su fábrica de vidrio tras la experiencia truncada de Nuevo Baztán.
Figura
12.
Mapa
Topográfico
de
la
Provincia
de
Madrid
Detalle. Escala 1:50.000. (I.G.N.).
Las Memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fábricas y minas de España (1787-1800), de Eugenio Larruga, constituyen una fuente imprescindible para conocer el alcance territorial de la industria de Goyeneche aportándonos datos sobre emplazamientos de instalaciones, fuentes de energía y red caminera. Además de esta obra, la Theoria y Practica de Comercio y de Marina de José de Uztáriz (1742), el Catastro del Marqués de Ensenada (1750)[42], así como otras fuentes del siglo XIX, sobre todo Sebastián Miñano (1826) y Pascual Madoz (1849), paralelamente a la más fiable y abundante cartografía del siglo XIX, posibilitan una reconstrucción de las instalaciones industriales ligadas a las fuentes de energía hidráulica en el contexto del paisaje rural de la zona. Las instalaciones vinculadas a la industria del Nuevo Baztán se situaron longitudinalmente a lo largo del cauce del arroyo de la Vega y del río Tajuña,
(1877).
desde Pezuela a Carabaña. La fabricación de paños conllevó la dispersión de instalaciones auxiliares para posibilitar, entre otras, las diversas suboperaciones del bataneo que serían ejecutadas en las riberas de los cauces fluviales, sobre todo en Ambite, Orusco o Carabaña, lo que implicaba viajes continuos entre La Olmeda, Nuevo Baztán y los batanes del Tajuña a lomos de mulas o caballería por muy accidentados caminos de herradura. En la Olmeda, existió una fábrica de tejidos, fábrica de antes y gamuzas y en el arroyo Valmores[43], casa del tinte y batanes [44]. En estas implantaciones se observa una tímida intencionalidad medioambiental que determina el emplazamiento de estas instalaciones nocivas o desagradables, ya que tanto la tenería y casa de tintes, por los olores y productos químicos empleados, como la fábrica de vidrio, por el peligro de incendio de los hornos, se distancian del caserío construido. González Tascón en su estudio sobre las fábricas hidráulicas históricas ha analizado la planificación industrial de estos ingenios del río Tajuña en el siglo XVIII, en la zona comprendida entre Nuevo Baztán y Villarejo, y apoyándose en la disposición que les otorga Tomás López en el Diccionario Geográfico , deduce que la ubicación de molinos harineros, molinos de papel y batanes en este orden aguas abajo fue debido a la menor o mayor contaminación de las aguas que producían por entonces estos ingenios[45]. En Ambite se utilizaron diversos molinos como el Molino del Fraile, hoy semiarruinado; el Molino del puente, y un batán. En esta localidad subsiste el puente de Ambite o del Molino, en el que reza una inscripción con la fecha de su reparación, 1756, seguramente sobre el lugar de un antiguo puente al que hacen referencia las Relaciones de Felipe II; y el puente de los Once Ojos que cruza sobre el arroyo de la Vega[46]. En Orusco de Tajuña destacan un antiguo batán y un molino de papel, la denominada Fábrica de Arriba [47], cuyo origen es el antiguo molino harinero o batán de la Bellaescusa, que fue arrendado en 1715 por Juan de Goyeneche para la fábrica de paños de la Olmeda. Posteriormente Goyeneche lo compró y lo convirtió en fábrica de papel parece ser que en 1726, según Larruga[48]. Carabaña, otro de los términos comprometidos con la actividad industrial del XVIII, vivió un esplendor en el XVIII por la influencia de las industrias de la dinastía Goyeneche, contando con batán y molinos harinero s[49] (Figuras 13 y 14).
Figura 13. Plano de síntesis que muestra la relación de las instalaciones industriales y los municipios vinculados a la industria de Goyeneche en Nuevo Baztán. Elaboración propia. Gráfica: Ángel Cuadrado.
Figura 14. Ambite: Molino del Fraile (izquierda); Orusco: Fábrica de Arriba (centro); Ambite: Puente del Molino en la M-215. 1756 (reforma). Fotos: Autora.
En el plano de Francisco Coello de la provincia de Madrid (Figura 15) se detallan algunas de estas instalaciones, si bien las primeras referencias cartográficas que se conocen sobre la representación territorial de estos bienes son los dibujos de Tomás López que custodia la Biblioteca Nacional de los alrededores de Carabaña y la vega del Tajuña fechados en las últimas décadas del siglo XVIII[50].
Figura 15. Francisco Coello – Pascual Madoz.Provincia de Madrid. Segunda Edición (1853) . Escala 1:200.000. Fuente: Institut Cartográfic de Catalunya .
Detalle.
La extensión en los datos precedentes posee el objetivo de reforzar la incidencia de la explotación económica del territorio por parte de Juan de
Goyeneche. La existencia de una modesta arquitectura vinculada históricamente al agua, ligada constructivamente a las técnicas de la arquitectura popular, las instalaciones hidráulicas, obras públicas y edificaciones preindustriales de este entorno configuraron un paisaje ribereño escasamente modificado en su momento. La posterior reconversión de estos elementos en centrales eléctricas, fábricas o fincas particulares, no ha evitado los procesos de desfiguración y la ruina de los mismos producto de su irreversible obsolescencia. El valor patrimoni al del conju nto urbano y el territor io de la industri a
La progresiva ampliación de los límites conceptuales del patrimonio, así como la consolidación de la Arqueología Industrial como disciplina desde los años setenta del siglo XX, han posibilitado la valoración y protección de grandes conjuntos de ruinas y paisajes industriales desmantelados, así como de antiguas poblaciones industriales, que precisan de una metodología de investigación, interpretación, protección, y restauración desde una perspectiva territorial[51]. Diversas poblaciones nacidas de la concentración fabril, de la construcción de líneas ferroviarias (poblados ferroviarios) o de la explotación de recursos in situ (poblados mineros) son objeto de atención por parte de normativas y planes directores o proyectos de actuación emprendidos por diversos organismos y administraciones públicas en todo el mundo, tanto los asentamientos preindustriales como los conjuntos de la industrialización de los siglos XIX y XX. Entre estos últimos, en la localidad de Ironbridge en el Reino Unido se crea a comienzos de los años sesenta el Ironbridge Gorge Museum que recupera la memoria de la producción carbonífera asociada a la Revolución Industrial inglesa. Además, la colonia textil de Crespi d´Adda en Lombardía (Italia), los poblados de New Lanark en Escocia, y Saltaire (Reino Unido), o las Salinas de Arc et Senans (Francia) son lugares declarados Patrimonio Mundial por la UNESCO. En todos los casos, se aplican criterios de preservación integral que mantenga la filosofía del mundo del trabajo materializado en un conjunto de bienes e instalaciones heterogéneas – como trazados urbanos, edificaciones industriales y residenciales, obras públicas e instalaciones-. Las localidades industriales obsoletas fueron también objeto de las experiencias de los denominados “ecomuseos”, cuya paternidad ideológica
fue emprendida por el museólogo francés G. H. Rivière para designar precisamente la idea de un territorio-museo, un museo diseminado en el tiempo y el espacio formado por extensiones territoriales susceptibles de abarcar desde poblaciones hasta bienes paisajísticos y cuya meta sería entre otras la revitalización social y económica de comunidades castigadas por la reconversión industrial. El ecomuseo de Le Creusot-Montceau-Les Mines, creado en 1973 en la región borgoñona francesa como Museo del Hombre y de la Industria respondía a este principal objetivo, la recuperación del patrimonio industrial de un extenso territorio conformado desde finales
del siglo XVIII por el desarrollo de actividades industriales básicamente ligadas al carbón y a la metalurgia. En España, los proyectos de rehabilitación de algunas colonias textiles de la cuenca del Llobregat en Cataluña constituyen muestras de un enfoque conservacionista amplio e integrado. En estas prácticas, conviven experiencias que posibilitan la recuperación temática prácticamente integral, con otros procesos de recuperación urbana y del patrimonio arquitectónico en núcleos industriales originarios que han experimentado notables crecimientos y transformaciones posteriores, como ocurre en la ciudad de Rochefort en Francia, donde algunos de los contenedores e instalaciones del antiguo arsenal se han destinado a usos culturales y terciarios desde el año 1974. Como se ha comentado, en estos planes y proyectos se hace especial hincapié en el valor que adquiere toda una zona de influencia de extensión variable como factor decisivo para la explicación y significación de un conjunto urbano industrial, englobando los lugares de producción de energía, las materias primas, las transformaciones y los impactos en el paisaje del ámbito rural y urbano. De hecho, la Arqueología Industrial como fenómeno que irrumpe en la práctica patrimonial europea en los setenta ha generado una serie de problemas y reflexiones que, como señala Massimo Negri, abarcan una dimensión física y conceptual novedosa por la necesidad de conservar y exhibir elementos “anclados” en el territorio, infraestructuras o complejos
como canales, puentes, líneas ferroviarias, además, de paisajes, o partes del tejido urbano dedicadas a usos industriales, valorando de manera creciente el concepto de paisaje industrial[52]. Como efecto de este planteamiento, en nuestro país, el Plan Nacional de Patrimonio Industrial contempla entre las tipologías de bienes industriales: los conjuntos industriales (conservación de componentes materiales y funcionales así como su articulación); y los paisajes industriales , donde se conservan visibles en el territorio todos los componentes esenciales de los procesos de producción de una o varias actividades industriales relacionadas entre s í[53]. Además, sobre todo desde los años sesenta del siglo pasado, teorías y tendencias arquitectónicas y patrimoniales han otorgado máxima preeminencia a la conservación de la morfología urbana histórica como constante y elemento significativo de cada lugar. Esto significa en la práctica una deriva hacia la valoración de los tejidos y tramas urbanas históricas, aún legibles con el paso del tiempo. El concepto de patrimonio no sólo afecta los monumentos aislados. La necesidad de renovar las definiciones de patrimonio a través de una mirada transversal, comprensiva del conjunto simbiótico de elementos naturales y culturales, tangibles e intangibles, integrando aspectos funcionales y socio-económicos, se completa en la Convención Europea del
Paisaje (Florencia, 2000), al reconocer la potencialidad del paisaje como recurso económico favorable para las comunidades gestoras, y como elemento de identidad, tanto los espacios de reconocida belleza excepcional como los más cotidianos y degradados, aspectos sustanciales que afectan de lleno al patrimonio y al paisaje industrial. El conjunto urbano de Nuevo Baztán, a pesar de su origen industrial, no cumple la expectativa de ofrecer un paisaje industrial tipo asociado a la etapa álgida de la industrialización, ni conserva singulares inmuebles e instalaciones de la industria desaparecida. En Nuevo Baztán parte de estos contenidos de la industria han desaparecido, manteniéndose un paisaje cultural no exclusivamente industrial sino agrícola, nacido en los tiempos de la colonización y fundación del poblado industrial. Si bien, los procesos de deterioro son comunes a todos los elementos patrimoniales inmuebles que han perdido la función original, en el caso de las actividades industriales, ligadas a un objetivo de mero uso material, estos bienes son objeto de un abandono material que conduce a la desaparición de sus contenidos y significados, o a la desintegración física aparejada a la des-identificación de la población, vinculada a la colonización del territorio por una actividad nómada y pasajera llevada a cabo por una población flotante, generalmente asociada a condiciones inhumanas de trabajo. Esta des-identificación sumada a la pérdida de función, y a la poca atención que en círculos profesionales se ha concedido a este patrimonio en España hasta fechas recientes conduce inexorablemente a una situación que posee notas comunes: abandono físico, actos de vandalismo, deterioro progresivo, especulación con el suelo recalificado, musealización de fragmentos, privatización y refuncionalización sin respeto absoluto por el bien y su entorno. De este panorama se desprende que la lógica del diseño de la conservación y recuperación de Nuevo Baztán comparta dos planteamientos, uno tendente a la conservación del conjunto en su morfología, imagen urbana histórica y edificación; y otro, atendiendo a los nexos históricos entre el conjunto urbano y su territorio circundante, en aras de poder reintegrar la identidad y la memoria industrial, en suma, el significado del lugar. Durante el siglo XIX, ya en avanzado declive industrial, Madoz en el tomo XII de su Diccionario recoge noticias sobre esta zona del arroyo de la Vega, y alude a la existencia de buenos paseos y alamedas [54], describiendo de este modo el paisaje de Nuevo Baztán: “situada en terreno llano y rodeada de
monte bajo hasta cerca de las casas, tiene 60 casas de mediana construcción divididas en 6 calles… En las inmediaciones del pueblo se encuentra un
estenso cercado con frutales, olivar y un bello jardín; varios pozos surten a los vecinos de agua (...)”. Esta descripción coincide cronológicamente con la litografía de Bernardo Blanco Vista de Nuevo Baztán desde el Camino de la Fuente (Figura 16), fechada hacia 1850, en la que se representa el camino de
Villar del Olmo a Nuevo Baztán, haciendo referencia el título a la fuente histórica de La Almunia. Esta obra constituye uno de los primeros documentos gráficos donde se evidencia el papel estético de los accesos a la población como soporte de las perspectivas y visuales del conjunto histórico y constituye una fuente documental básica ya que nos informa sobre el trazado de la población prácticamente inalterado, si exceptuamos la construcción de una manzana al sureste, la existencia de un antiguo camino hacia Villar – paralelo a la carretera y hoy clausurado-, así como la ubicación de la fábrica de vidrio, cuyos restos son aún visibles a la izquierda de la imagen.
Figura 16. Bernardo Blanco: Vi sta de N uevo Baztán desde el Cami no de la Fuente (h. 1850).
Debido probablemente a su relativa posición de estancamiento económico en los últimos dos siglos, el conjunto urbano de Nuevo Baztán y su territorio circundante se han visto escasamente transformados a lo largo de la historia, preservando su identidad histórica, hecho que ha propiciado por otra parte un abandono y descuido de su patrimonio histórico construido [55]. La evolución de los criterios y medidas de protección a lo largo de la segunda mitad del siglo XX se materializan en la evolución del propio tratamiento jurídico que ha recibido el conjunto, declarado Monumento Histórico-Artístico mediante decreto de 16 de octubre de 1941, afectando esta declaración “sólo” al palacio, iglesia, la plaza de fiestas y la del jardín, por entonces en manos de propietarios particulares. El proyecto de Delimitación de Suelo Urbano y Normas sobre Uso del Suelo y Edificación para el término municipal de
Nuevo Baztán (1977)[56], amplía el radio de protección, calificando de suelo no urbanizable especialmente protegido un área en el entorno del casco histórico, el valle del arroyo de la Vega y dos áreas de olivares existentes, además de las huertas del sector W de la población, en razón de su excepcional valor agrícola, forestal, ganadero, de las posibilidades de explotación de recursos naturales, de sus valores paisajísticos, históricos y culturales, equilibrio ecológico …, recomendando a su vez tener en cuenta el
medio físico en la redacción de planes especiales y estudios de detalle, entre ellos los panoramas, fondos visuales, horizontes, y vistas a conservar hacia y desde el sitio. Progresivamente, se ha potenciado una mayor sensibilidad hacia el papel de los viales y parcelas que rodean el acceso, encargados tanto de vehicular las vistas “pintorescas”, como de delimitar los propios bienes
patrimoniales inmuebles o zonas de cultivos, huertas, cercas, fuentes, entre otros. Tras su incoación en 1979, Nuevo Baztán fue declarado BIC en el año 2000 en la categoría de Conjunto Histórico, delimitando la protección en forma de un polígono irregular que incluye el casco histórico, e incluyendo en el perímetro la finca situada en la parte posterior del palacio, el olivar, las cercas históricas, la Alquería del Cuarto Lote, el Palomar y la Fuente de la Almunia (Figura 17)[57].
Figura 17. Plano del Nuevo Baztán con delimitación del perímetro de protección y el crecimiento del término municipal.
Vista aérea de la población en la actualidad. Google Earth.
Elaboración propia. Gráfica: Ángel Cuadrado.
En lo referente al casco histórico, a pesar de esta declaración y aún considerando los esfuerzos invertidos y los proyectos de restauración y rehabilitación que se han sucedido en los últimas décadas por parte de la administración municipal y autonómica (gestora del conjunto monumental desde 1989)[58], entre ellos el Centro de Interpretación ubicado en las antiguas bodegas del palacio; el resultado sigue siendo parcial, quedando pendiente la restauración y rehabilitación integral no sólo del conjunto monumental sino del conjunto edificado residencial, pues la mayor parte de viviendas se hallan abandonadas y en serio estado de deterioro y ruina. Desde el punto de vista de su trazado histórico, la tensión entre normativas de protección y el riesgo de activación de planes de destrucción ambiental y paisajística ha sido la tónica de los últimos decenios. En el término de Nuevo Baztán, desde los años sesenta se observan diversos crecimientos a partir de la trama original: por un lado, residenciales y dotacionales, en una variante del camino hacia Loeches, y más recientemente hacia el sur, a lo largo de la carretera hacia Villar del Olmo; y por otro lado, industriales y comerciales, hacia el norte de la población, en el extremo de la carretera de Alcalá, no obstante, siguiendo la expansión en general los ejes ortogonales del trazado. Pero lo más destacado del crecimiento del término ha sido desde las mismas fechas la construcción de varias urbanizaciones que han transformado la fisonomía del paisaje de la zona, al convertir gran parte del encinar y campos de cultivo en suelo urbanizable residencial y de equipamientos, abriendo nuevos viales y alterando parte de los trazados de sendas y vías históricas. Sin embargo, la disposición gravitatoria de las urbanizaciones respecto al casco histórico, no altera la traza del conjunto. A la espera de la redacción de un Plan Especial, actualmente en curso, las vigentes Normas Subsidiarias de Planeamiento Municipal aprobadas en abril de 1987, inciden en la identificación de la silueta urbana y la calidad ambiental como objetivos prioritarios, así como la protección del paisaje agrario de su entorno [59], constituido por caminos, veredas y sendas que atraviesan el término y a los que se debe asignar un tratamiento especial, en cuanto que forman parte de algunos trayectos de valor histórico o ecológico, como la Senda de Valmores, habilitada por el Ayuntamiento como vía ecológica y que contiene parte de las ruinas de los restos de las instalaciones de la producción industrial del S. XVIII. Si bien la reivindicación de protección del patrimonio arquitectónico y paisajístico debe ser compatible con la lógica evolución y dinamismo del núcleo y el entorno, el riesgo de destrucción de su trazado histórico siempre