EL C O R R E O
DEL A M O R
1 A R A C IO N E S A M O R O S A S D EC LA M A DO R A M O R Ü S
MANUALES DE CORRESPONDENCIA
EL CORREO DEL AMOR y Secretario de los Amantes
ME XI CO
I LO QUE ES EL AMOR El amo r es la fuerza fuerza de las fuerzas: fuerzas: aparece cuando el hombre se halla en su mayor desarrollo y vigor y desaparece cuando los años lo han rendido. Entre las pasiones humanas es el amor, la más cálida y la más rica. Sobre sus altares, todas las facultades de la mente llevan su tributo, cada latido del corazón ofrece sus ardores. Todo lo que es humano puede ser arrastrado por el torbellino del amor, y más de una vez se queja el hombre porque no tiene más que una vida para ofrecer en holocausto a este dios. Y sin embargo, quiere el amor también ser conquistado como las demás fuerzas de la Naturaleza, y sin perder un átomo de su energía ni una un a flor de sus guirnaldas ha de ser guiado por la ciencia que todo lo entiende y todo lo guía. El rayo que aterra al salvaje en el polvo del miedo es guiado por el hombre civilizado por el alambre del pararrayo; adora los collares de nuestras mujeres y transmite el pensamiento humano desde el uno al otro hemisferio. Pues bien, este otro rayo que más po
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I LO QUE ES EL AMOR El amo r es la fuerza fuerza de las fuerzas: fuerzas: aparece cuando el hombre se halla en su mayor desarrollo y vigor y desaparece cuando los años lo han rendido. Entre las pasiones humanas es el amor, la más cálida y la más rica. Sobre sus altares, todas las facultades de la mente llevan su tributo, cada latido del corazón ofrece sus ardores. Todo lo que es humano puede ser arrastrado por el torbellino del amor, y más de una vez se queja el hombre porque no tiene más que una vida para ofrecer en holocausto a este dios. Y sin embargo, quiere el amor también ser conquistado como las demás fuerzas de la Naturaleza, y sin perder un átomo de su energía ni una un a flor de sus guirnaldas ha de ser guiado por la ciencia que todo lo entiende y todo lo guía. El rayo que aterra al salvaje en el polvo del miedo es guiado por el hombre civilizado por el alambre del pararrayo; adora los collares de nuestras mujeres y transmite el pensamiento humano desde el uno al otro hemisferio. Pues bien, este otro rayo que más po
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tente y más peligroso estalla en los huracanes del corazón humano, tiene que ser estudiado, guiado, rendido para pa ra que se pueda p ueda medir, medi r, pesar y gobernar. El amor ha de ser la más querida, la más preciosa, la más potente de las fuerzas civilizadas; ninguna otra pasión puede pretend pre tend er la supremacía, donde él apaap arece, ninguna otra puede resolver ese problema sublime de unir la suprema voluptuosidad con la suprema virtud, de generar el bien de los futuros con el goce de los vivientes, de transmitir la civilización a los venideros en el dulce espasmo de un abrazo.
II POR QUE SE AMA Si preguntáis a un jovencito por qué ama a una niña, en vez de responderos huirá avergonzado; si se lo preguntáis a una jovencita se tomará de púrpura y os responderá una impertinencia. Ellos aman, pero no saben por qué aman. Preguntáis a un precoz capullo de rosa por qué ha querido florecer en julio, en vez de esperar las cálidas y voluptuosas brisas de septiem bre ; preg unta d a un paupo rcino de enero por qué no ha esperado las frescas brisas de marzo para perfumar el cojín de de musgo musgo donde donde ha hecho su ni d o ... y el el por qué no lo saben. En los hombres ardientes, los primeros crepúsculos de amor aparecen más pronto, porque la Naturaleza, fecunda e impaciente, quiere dar pronto sus flores y toda
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la vida será corta para ellos para poder apagar la inmensa sed de amor que los consume. Aman pronto porque aman am an mucho, lo mismo que muchos hombres de talento piensan a los diez años lo que otros no piensan a los treinta. III DESARROLLO DEL AMOR Si se quie ie que sea el amor la verdad era alegria de la vida y no un conjunto de voluptuosas mentiras, es preciso ser sinceros en el piime pii merr beso. beso. Si, cuando cuan do amáis por primera prim era vez, vez, no es verdad, no es justo, j usto, no es na tutu ral que declaréis que aquello es vuestro único amor. No juréis en falso, no os hagái s perjuro perj uro antes de conocer lo que sea la verdad. A la eternidad de vuestros juram entos respon derá con sardónica risa la indife rencia de mañana y el arrepentimiento de pasado mañana. Antes de haber amado de verdad, seriamente cantaréis en todos los tonos que la virtud no existe y que el amor es un sueño, y niños, viejos a la vez, renegaréis de un Dios, cuyo templo no conqcéis. Abandonados por una camarera que apagaba en vuestra fresca y robusta juventud el calor de sus miem bros marchitados march itados por la lascivia, gritáis a la traición y tomáis la lascivia por el amor; atados durante un día al carro de una coqueta, maldecís a la fe traicionada, si por un capricho se cortó la hebra de seda que junt ament am entee con otros esclavos esclavos os ata ba a ella. Vosotros
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tente y más peligroso estalla en los huracanes del corazón humano, tiene que ser estudiado, guiado, rendido para pa ra que se pueda p ueda medir, medi r, pesar y gobernar. El amor ha de ser la más querida, la más preciosa, la más potente de las fuerzas civilizadas; ninguna otra pasión puede pretend pre tend er la supremacía, donde él apaap arece, ninguna otra puede resolver ese problema sublime de unir la suprema voluptuosidad con la suprema virtud, de generar el bien de los futuros con el goce de los vivientes, de transmitir la civilización a los venideros en el dulce espasmo de un abrazo.
II POR QUE SE AMA Si preguntáis a un jovencito por qué ama a una niña, en vez de responderos huirá avergonzado; si se lo preguntáis a una jovencita se tomará de púrpura y os responderá una impertinencia. Ellos aman, pero no saben por qué aman. Preguntáis a un precoz capullo de rosa por qué ha querido florecer en julio, en vez de esperar las cálidas y voluptuosas brisas de septiem bre ; preg unta d a un paupo rcino de enero por qué no ha esperado las frescas brisas de marzo para perfumar el cojín de de musgo musgo donde donde ha hecho su ni d o ... y el el por qué no lo saben. En los hombres ardientes, los primeros crepúsculos de amor aparecen más pronto, porque la Naturaleza, fecunda e impaciente, quiere dar pronto sus flores y toda
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mismos mentís sin saberlo y decís que el amor es una mentira. Sería bueno que el hombre y la mujer que se aman no juraran nunca. IV DE LAS SIMPATIAS ¿Cuáles son las verdaderas fuentes del amor? ¿Cuáles los caminos que conducen al sagrado templo? No habría de haber más que una fuente única y un solo camino; pero son tantos los que se apiñan para entrar donde todos esperan encontrar un goce supremo que no todos entran por la ancha carretera trazada por la Natu raleza ralez a sino por puertas puer tas escondidas y caminos extraviados, llegan a la meta y son infelices porque el pecado de origen de sus amores los c ondena a un a vida peligrosa llena de penas y de amargu ras. Todas las fuentes naturales del verdadero y grande amor se resumen en una sola. sola. Son gotas que se destilan lentamente desde lo más profundo de nuestras entrañas y en las entrañas mismas se emparejan y forman riachuelos que a su vez se reúnen en un polvo álveo de nuestras venas hasta que brotan afuera en la única cálida y vibrante oleada de la “simpatía”. Las impatía es la única y verdadera fuente del amor. “ ¡Simp atía!” hermosísima entre las hermosas hermosas palabras, palabras, del lenguaje humano! Padecer juntos es el melancólico vaticinio de la vida, vivida entre dos; pero mejor aún, es sentir juntos, reír y llorar juntos.
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la vida será corta para ellos para poder apagar la inmensa sed de amor que los consume. Aman pronto porque aman am an mucho, lo mismo que muchos hombres de talento piensan a los diez años lo que otros no piensan a los treinta. III DESARROLLO DEL AMOR Si se quie ie que sea el amor la verdad era alegria de la vida y no un conjunto de voluptuosas mentiras, es preciso ser sinceros en el piime pii merr beso. beso. Si, cuando cuan do amáis por primera prim era vez, vez, no es verdad, no es justo, j usto, no es na tutu ral que declaréis que aquello es vuestro único amor. No juréis en falso, no os hagái s perjuro perj uro antes de conocer lo que sea la verdad. A la eternidad de vuestros juram entos respon derá con sardónica risa la indife rencia de mañana y el arrepentimiento de pasado mañana. Antes de haber amado de verdad, seriamente cantaréis en todos los tonos que la virtud no existe y que el amor es un sueño, y niños, viejos a la vez, renegaréis de un Dios, cuyo templo no conqcéis. Abandonados por una camarera que apagaba en vuestra fresca y robusta juventud el calor de sus miem bros marchitados march itados por la lascivia, gritáis a la traición y tomáis la lascivia por el amor; atados durante un día al carro de una coqueta, maldecís a la fe traicionada, si por un capricho se cortó la hebra de seda que junt ament am entee con otros esclavos esclavos os ata ba a ella. Vosotros
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Las más rápidas y ardientes simpatías nacen de la admiración, de la forma, o, lo que es lo mismo, del sentimiento de lo bello que se satisface con el objeto que se desea y estamos por amar. La mujer también se conmueve súbitamente por las bellezas de las formas varoniles y puede amar a un hombre únicamente porque es guapo; pero en ella el campo de la simpatía se ensancha en más altas esferas, y el carácter y la inteligencia la seducen más que a nosotros. nosotros. Hombres Homb res feísimos feísimos tuvieron t uvieron la s obrehu mana voluptuosidad de ser amados, pero en la actitud de su carácter, en su potente inteligencia, en su elevada posición, tenían la fascinación, y ésta pertenecía al mundo de lo bello. La mujer tiene en sí tanta potencia de trasmisión de los elementos germinativos, y tan grande cúmulo de hermosura que puede pasarse de la de su com pañero, por ello quiere ser conquis tada por un a fuerza superior, quiere sentirse fascinada por algo ^ue brille, que relampaguee o que fulmine.
AL GU NA S NO CIO NE S DE CO RT ESI A AM OR OS A I
DE COMO HAY QUE VESTIRSE Cuando se quiere a una joven y se tiene deseo de que ella también consienta en amarnos para después 7
mismos mentís sin saberlo y decís que el amor es una mentira. Sería bueno que el hombre y la mujer que se aman no juraran nunca. IV DE LAS SIMPATIAS ¿Cuáles son las verdaderas fuentes del amor? ¿Cuáles los caminos que conducen al sagrado templo? No habría de haber más que una fuente única y un solo camino; pero son tantos los que se apiñan para entrar donde todos esperan encontrar un goce supremo que no todos entran por la ancha carretera trazada por la Natu raleza ralez a sino por puertas puer tas escondidas y caminos extraviados, llegan a la meta y son infelices porque el pecado de origen de sus amores los c ondena a un a vida peligrosa llena de penas y de amargu ras. Todas las fuentes naturales del verdadero y grande amor se resumen en una sola. sola. Son gotas que se destilan lentamente desde lo más profundo de nuestras entrañas y en las entrañas mismas se emparejan y forman riachuelos que a su vez se reúnen en un polvo álveo de nuestras venas hasta que brotan afuera en la única cálida y vibrante oleada de la “simpatía”. Las impatía es la única y verdadera fuente del amor. “ ¡Simp atía!” hermosísima entre las hermosas hermosas palabras, palabras, del lenguaje humano! Padecer juntos es el melancólico vaticinio de la vida, vivida entre dos; pero mejor aún, es sentir juntos, reír y llorar juntos.
Las más rápidas y ardientes simpatías nacen de la admiración, de la forma, o, lo que es lo mismo, del sentimiento de lo bello que se satisface con el objeto que se desea y estamos por amar. La mujer también se conmueve súbitamente por las bellezas de las formas varoniles y puede amar a un hombre únicamente porque es guapo; pero en ella el campo de la simpatía se ensancha en más altas esferas, y el carácter y la inteligencia la seducen más que a nosotros. nosotros. Hombres Homb res feísimos feísimos tuvieron t uvieron la s obrehu mana voluptuosidad de ser amados, pero en la actitud de su carácter, en su potente inteligencia, en su elevada posición, tenían la fascinación, y ésta pertenecía al mundo de lo bello. La mujer tiene en sí tanta potencia de trasmisión de los elementos germinativos, y tan grande cúmulo de hermosura que puede pasarse de la de su com pañero, por ello quiere ser conquis tada por un a fuerza superior, quiere sentirse fascinada por algo ^ue brille, que relampaguee o que fulmine.
AL GU NA S NO CIO NE S DE CO RT ESI A AM OR OS A I
DE COMO HAY QUE VESTIRSE Cuando se quiere a una joven y se tiene deseo de que ella también consienta en amarnos para después 7
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llevar juntos una existencia dichosa y honrada, es preciso ante todo aprender a saber dirigir, mantener y pre par ar nuestros discursos discursos y costumbres y también tambi én nuestros trajes. Por lo tanto, antes de acercamos a una joven con el propósito de casarse con ella, hay que vestirse con mucho esmero pero siempre en conformidad con la posición que uno ocupa, en no gastar más lujo de lo que nuestros recursos nos lo permitan. Además, tiene uno que tener un carácter alegre, agradable y cariñoso. Es así que podrá uno conquistar con más facilidad la amistad y el cariño de una joven honrada, evitando sobre todo que haga comparaciones respecto a nuestros modales y formas exteriores.
III DE LA MANERA DE CONDUCIRSE EN LA SOCIEDAD
II
Al hablar con la novia hay que gastar un lenguaje honesto, moderado, sin bromas de mal género, sin cometer ninguna acción indecente o descortés. Es preciso tener también mucha atención, no tener relaciones ni amistades con personas que podrían com prome ter vuestr a honra, porqu e son viciosas, viciosas, y aun cuando vuestras inclinaciones no fuesen las mismas que las de ellas, sin embargo, por el mero hecho de frecuentarlas daríais lugar a que la gente se formara mala opinión de vosotros. Pero si vuestra conducta es irreprochable siempre ds veréis respetado por todo el mundo.
CUALIDADES Y DEFECTOS
IV
El no ser guapo ni tener un cuerpo bien hecho es así un defecto, pero un defecto que puede fácilmente enmendarse con buenos modales, con mucha gracia en el hablar y mucha sensatez. En cambio si uno ha sido favorecido por la Naturaleza de aquellos dones que forman la hermosura del cuerpo, sería un estúpido si se vanagloriara de ellos, porque esto significaría una corta inteligencia y pobreza de nobles sentimientos. La belleza se parece a una flor; hoy hermosa y perfumada, mañana marchita e inútil.
DE COMO HAY QUE HACER PARA BUSCAR ' UNA NOVIA Cuando se desea buscar una novia, lo mejor que puede hacer es frecu entar enta r las reuniones dond e acuden a ellas muchas jóvenes solteras. Si llega a encontrar a la persona que según él, re une las condiciones necesarias para ser su esposa, tiene, antes de declararse a la joven, que tomar serios informes sobre los padres de la muchacha, sobre la posición que ocupa en la sociedad, y sobre sus cualidades perso
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llevar juntos una existencia dichosa y honrada, es preciso ante todo aprender a saber dirigir, mantener y pre par ar nuestros discursos discursos y costumbres y también tambi én nuestros trajes. Por lo tanto, antes de acercamos a una joven con el propósito de casarse con ella, hay que vestirse con mucho esmero pero siempre en conformidad con la posición que uno ocupa, en no gastar más lujo de lo que nuestros recursos nos lo permitan. Además, tiene uno que tener un carácter alegre, agradable y cariñoso. Es así que podrá uno conquistar con más facilidad la amistad y el cariño de una joven honrada, evitando sobre todo que haga comparaciones respecto a nuestros modales y formas exteriores.
III DE LA MANERA DE CONDUCIRSE EN LA SOCIEDAD
II
Al hablar con la novia hay que gastar un lenguaje honesto, moderado, sin bromas de mal género, sin cometer ninguna acción indecente o descortés. Es preciso tener también mucha atención, no tener relaciones ni amistades con personas que podrían com prome ter vuestr a honra, porqu e son viciosas, viciosas, y aun cuando vuestras inclinaciones no fuesen las mismas que las de ellas, sin embargo, por el mero hecho de frecuentarlas daríais lugar a que la gente se formara mala opinión de vosotros. Pero si vuestra conducta es irreprochable siempre ds veréis respetado por todo el mundo.
CUALIDADES Y DEFECTOS
IV
El no ser guapo ni tener un cuerpo bien hecho es así un defecto, pero un defecto que puede fácilmente enmendarse con buenos modales, con mucha gracia en el hablar y mucha sensatez. En cambio si uno ha sido favorecido por la Naturaleza de aquellos dones que forman la hermosura del cuerpo, sería un estúpido si se vanagloriara de ellos, porque esto significaría una corta inteligencia y pobreza de nobles sentimientos. La belleza se parece a una flor; hoy hermosa y perfumada, mañana marchita e inútil.
DE COMO HAY QUE HACER PARA BUSCAR ' UNA NOVIA Cuando se desea buscar una novia, lo mejor que puede hacer es frecu entar enta r las reuniones dond e acuden a ellas muchas jóvenes solteras. Si llega a encontrar a la persona que según él, re une las condiciones necesarias para ser su esposa, tiene, antes de declararse a la joven, que tomar serios informes sobre los padres de la muchacha, sobre la posición que ocupa en la sociedad, y sobre sus cualidades perso
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nales. Así se evita el caso de amar a una joven y hallarse después en la imposibilidad de casarse con ella. Es preciso también darse cuenta de la honradez no sólo de la joven, sino también de toda su familia y saber si dispone de medios iguales, menores o mayores que los vuestros. Si la muchacha es más rica y más noble haced un examen concienzudo de vuestras cualidades y méritos y si vuestras prendas morales e intelectuales y vuestra posición posición pueden igualar su riqueza y su nobleza podéis podéis francamente declararle vuestro amor; si no, no; porque así evitaréis más de un disgusto una vez casado con ella. Si en cambio la muchacha es pobre, antes de declararos a ella estudiad detenidamente su carácter y las prenda s de su ánimo y si es honra da, tranquil tran quil a y humilde, no dudad en casaros con ella porque resultará una buena esposa y una excelente madre de familia. Durante todo el tiempo de vuestro noviazgo no de jaréis ni un momento de mostraros amable y respetuosos con vuestra novia, y nunca os tomaréis la libertad de pronunciar una palabra incorrecta ni dar una broma de mal género que pueda ofender su pudor. CODIGO DEL AMOR 1 Cada cual recibe la cantidad de amor que se merece; ni más ni menos. 2
Decir a los que aman: “Sed justos” justos” equivale equivale a de-
— 10 —
cir la broma más ridicula e insensata del mundo, pues uno de los caracteres esenciales del amor es precisamente la injusticia. 3 El amor no es más que la más descarada, prepotente, irresistible y colosal de las injusticias. Por encima de la verdad, de la virtud, del agradecimiento, de las leyes escritas y de las costumbres, más fuerte aún que las leyes, el amor dispensa sus favores a la más sublime como a la más baja de las criaturas. 4 Pocos son los hombres sanos y vigorosos que se mueren sin haber poseído una mujer, muchos se mueren sin haber amado nunca a una mujer. Para ellos el amor es como el hambre y la sed con esta sola diferencia: que en vez de apagarse con pan y con vino se satisface con una hembra. 5 ¡Oh, enamorados! no tengáis miedo de las tempestades, ni de los ciclones, ni de los rayos; no le temáis al puñal, al veneno ni al terremoto, y haced burla de la calumnia, del odio y de la envidia. Si queréis que vuestro ardor sea eterno y siempre resplandeciente las gemas de vuestro tesoro, temedle a un pequeño insecto, el más formidable enemigo del amor : “la polilla del aburrimiento”. 6
Amar por una hora es propio de cualquier animal; amar un día es cosa muy corriente en el hombre, pero sólo los ángeles aman toda la vida y los dioses aman para pa ra siempre a una persona sola.
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nales. Así se evita el caso de amar a una joven y hallarse después en la imposibilidad de casarse con ella. Es preciso también darse cuenta de la honradez no sólo de la joven, sino también de toda su familia y saber si dispone de medios iguales, menores o mayores que los vuestros. Si la muchacha es más rica y más noble haced un examen concienzudo de vuestras cualidades y méritos y si vuestras prendas morales e intelectuales y vuestra posición posición pueden igualar su riqueza y su nobleza podéis podéis francamente declararle vuestro amor; si no, no; porque así evitaréis más de un disgusto una vez casado con ella. Si en cambio la muchacha es pobre, antes de declararos a ella estudiad detenidamente su carácter y las prenda s de su ánimo y si es honra da, tranquil tran quil a y humilde, no dudad en casaros con ella porque resultará una buena esposa y una excelente madre de familia. Durante todo el tiempo de vuestro noviazgo no de jaréis ni un momento de mostraros amable y respetuosos con vuestra novia, y nunca os tomaréis la libertad de pronunciar una palabra incorrecta ni dar una broma de mal género que pueda ofender su pudor. CODIGO DEL AMOR 1 Cada cual recibe la cantidad de amor que se merece; ni más ni menos. 2
Decir a los que aman: “Sed justos” justos” equivale equivale a de-
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7 Decir que no se puede amar más que una vez sola en la vida, es pronunciar una de las mayores fanfarronadas de que se hace culpable al amor, cada día. 8
El homicidio, en amor, no es más que una pesadilla, pera el pegar es pecado mortal y sacrilegio. 9 Cuando la ofensa puede matar al amor, es que el amor propio era más fuerte que el amor. 10 j Cuántas Cuá ntas veces veces el amor no es más que amor propio acompañado y vencido por la concupiscencia! 11 En amor no hay ni mancha ni cobardía ni vergüenza. Su luz es tan intensa que todo lo hace resplandecer; su calor es tan grande que todo lo alienta; es tan dulce que quita toda amargura. 12
La mujer que amamos, séanos madre, hermana, hi ja o esposa, esposa, siempre es un ángel. La mujer mu jer que no se quiera no es más que una hembra aunque sea tan hermosa como una Venus. 13 Desde el momento en que el hombre y la mujer han pronun ciado juntos aquellas suaves suaves palabras: “¡ Te amo!” se vuelven, sin saberlo ellos mismos, sacerdotes de un templo en que tienen que custodiar el fuego sagrado del deseo. En no dejarlo apagar por demasiado combustible o por falta de aire o por mucho frío, consiste el secreto de amar eternamente.
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cir la broma más ridicula e insensata del mundo, pues uno de los caracteres esenciales del amor es precisamente la injusticia. 3 El amor no es más que la más descarada, prepotente, irresistible y colosal de las injusticias. Por encima de la verdad, de la virtud, del agradecimiento, de las leyes escritas y de las costumbres, más fuerte aún que las leyes, el amor dispensa sus favores a la más sublime como a la más baja de las criaturas. 4 Pocos son los hombres sanos y vigorosos que se mueren sin haber poseído una mujer, muchos se mueren sin haber amado nunca a una mujer. Para ellos el amor es como el hambre y la sed con esta sola diferencia: que en vez de apagarse con pan y con vino se satisface con una hembra. 5 ¡Oh, enamorados! no tengáis miedo de las tempestades, ni de los ciclones, ni de los rayos; no le temáis al puñal, al veneno ni al terremoto, y haced burla de la calumnia, del odio y de la envidia. Si queréis que vuestro ardor sea eterno y siempre resplandeciente las gemas de vuestro tesoro, temedle a un pequeño insecto, el más formidable enemigo del amor : “la polilla del aburrimiento”. 6
Amar por una hora es propio de cualquier animal; amar un día es cosa muy corriente en el hombre, pero sólo los ángeles aman toda la vida y los dioses aman para pa ra siempre a una persona sola.
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14 Es el deseo en el amor como un pajarito recién salido del nido que cae en manos de un niño. Tanto lo manosea y le da de comer que el pajarito se muere. 15 Hay veces en que la lujuria es la madre del amor, pero con frecuencia es su verd ugo. 16 Decir: “Siempre te amo y te amaré lo mismo que ahora”, es jactancia de enamorados, es la mentira más grande que se pueda pensar y decir. Siempre se ama de diferente manera y cada día, cada hora y cada minuto el amor se transforma como sucede en todas las cosas vivientes, cálidas y jóvenes que miden la existencia, las fuerzas y la juventud por la rapidez de las transformaciones. 17 El que crea que dos besos se parecen y que dos caricias pueden ser iguales, no ha leído siquiera el abecedario del amor. 18 El apretón de manos es el último y más vehemente saludo de amistad, pero es también con frecuencia el primer prim er paso en las conquistas amorosas. 19 El amor miente en la mano con menos frecuencia que los labios y la mirada. La mujer, la más hipócrita, no recela del apretón de manos porque lo considera como la más inocente de las expresiones. 20
El amor, como el sol y todas las cosas de magnitud,
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7 Decir que no se puede amar más que una vez sola en la vida, es pronunciar una de las mayores fanfarronadas de que se hace culpable al amor, cada día. 8
El homicidio, en amor, no es más que una pesadilla, pera el pegar es pecado mortal y sacrilegio. 9 Cuando la ofensa puede matar al amor, es que el amor propio era más fuerte que el amor. 10 j Cuántas Cuá ntas veces veces el amor no es más que amor propio acompañado y vencido por la concupiscencia! 11 En amor no hay ni mancha ni cobardía ni vergüenza. Su luz es tan intensa que todo lo hace resplandecer; su calor es tan grande que todo lo alienta; es tan dulce que quita toda amargura. 12
La mujer que amamos, séanos madre, hermana, hi ja o esposa, esposa, siempre es un ángel. La mujer mu jer que no se quiera no es más que una hembra aunque sea tan hermosa como una Venus. 13 Desde el momento en que el hombre y la mujer han pronun ciado juntos aquellas suaves suaves palabras: “¡ Te amo!” se vuelven, sin saberlo ellos mismos, sacerdotes de un templo en que tienen que custodiar el fuego sagrado del deseo. En no dejarlo apagar por demasiado combustible o por falta de aire o por mucho frío, consiste el secreto de amar eternamente.
14 Es el deseo en el amor como un pajarito recién salido del nido que cae en manos de un niño. Tanto lo manosea y le da de comer que el pajarito se muere. 15 Hay veces en que la lujuria es la madre del amor, pero con frecuencia es su verd ugo. 16 Decir: “Siempre te amo y te amaré lo mismo que ahora”, es jactancia de enamorados, es la mentira más grande que se pueda pensar y decir. Siempre se ama de diferente manera y cada día, cada hora y cada minuto el amor se transforma como sucede en todas las cosas vivientes, cálidas y jóvenes que miden la existencia, las fuerzas y la juventud por la rapidez de las transformaciones. 17 El que crea que dos besos se parecen y que dos caricias pueden ser iguales, no ha leído siquiera el abecedario del amor. 18 El apretón de manos es el último y más vehemente saludo de amistad, pero es también con frecuencia el primer prim er paso en las conquistas amorosas. 19 El amor miente en la mano con menos frecuencia que los labios y la mirada. La mujer, la más hipócrita, no recela del apretón de manos porque lo considera como la más inocente de las expresiones. 20
El amor, como el sol y todas las cosas de magnitud,
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nace y muere e ntre dos crepúsculos: el “quizá” de la esperanza y el “quizá” del remordimiento.
21 I Cuántas Cuán tas veces veces y de cuánta s maneras maner as sabe una mu* mu* jer je r decimos con su mano terribl e: “quizá” ! 22
El amor es una flor, el matrimonio un fruto. No hay que aspirar enteramente el perfume de aquella aquella flor, ni coger más de una vez aquel fruto. 23 En el código del amor no hay más que un crimen: “la mentira” ; no hay más que una pena : “la muerte”. 24 El goce de los goces, el delirio de los delirios, la embriaguez de las embriagueces, la gema de las gemas, el tesoro de los tesoros, el infinito de los infinitos, siempre es el amor. 25 Para conquistar a un hombre basta ser medianamente bella, o tener un cuerpo hermoso; a veces basta tan sólo ser una mujer. Para conquistar a una mujer es menester ante todo agradarle. 26 Agradar a una mujer es una palabra que exprime la suma de cien virtudes o de mil artificios. 27 ¡Oh, qué mujer! ¿Quieres ser amada? Seas bella; bella de cuerpo, bella de corazón o de mente. Eres en el mundo de los vivientes la vestal de la forma, la guar diana de los gérmenes: eres la trama de la vida; es preciso q ue seas hermosa. —
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28 —¡Oh — ¡Oh , hombre! ¿Quieres ser amado? Seas fuerte, atrevido, temerario en la pasión, grande en el genio. La Natural eza te hizo el defensor de la familia, te hizo soldado para amar y para vivir; es preciso que seas fuerte. 29 Las mujeres más fáciles de conquistar son las más difíciles de conservar, mientras las que cuestan mucho trabajo para obtenerlas más fácilmente se guardan. 30 ¡Ay de la mujer que en un año, en un mes, en un día, satisface todos los deseos de un hombre! Dos amantes, dos esposos, deben morir sin haber vaciado hasta la última gota de la copa del amor. 31 Ay de la mujer que en ciertas ocasiones demuestra saber más que el hombre, porque éste quiere ser maestro y no discípulo de su compañera. 32 Tener penetrante y misteriosa la mirada equivale a tener una letra de cambio pagable a la vista o poseer todas las cualidades del conquistador. 33 Es posible ser celoso sin amor y se puede amar sin ser celoso. 34 La mujer que se vende al hombre no deja de ser digna de lástima; el hombre que se vende a una mujer merece ser aplastado como un bicho asqueroso. 35 La más bestial, la más insensata, la más ridicula y —
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nace y muere e ntre dos crepúsculos: el “quizá” de la esperanza y el “quizá” del remordimiento.
21 I Cuántas Cuán tas veces veces y de cuánta s maneras maner as sabe una mu* mu* jer je r decimos con su mano terribl e: “quizá” ! 22
El amor es una flor, el matrimonio un fruto. No hay que aspirar enteramente el perfume de aquella aquella flor, ni coger más de una vez aquel fruto. 23 En el código del amor no hay más que un crimen: “la mentira” ; no hay más que una pena : “la muerte”. 24 El goce de los goces, el delirio de los delirios, la embriaguez de las embriagueces, la gema de las gemas, el tesoro de los tesoros, el infinito de los infinitos, siempre es el amor. 25 Para conquistar a un hombre basta ser medianamente bella, o tener un cuerpo hermoso; a veces basta tan sólo ser una mujer. Para conquistar a una mujer es menester ante todo agradarle. 26 Agradar a una mujer es una palabra que exprime la suma de cien virtudes o de mil artificios. 27 ¡Oh, qué mujer! ¿Quieres ser amada? Seas bella; bella de cuerpo, bella de corazón o de mente. Eres en el mundo de los vivientes la vestal de la forma, la guar diana de los gérmenes: eres la trama de la vida; es preciso q ue seas hermosa. —
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la más estúpida de las pasiones humanas es la celosía. 36 Más vale recibir un beso más, que diez cartas menos. 37 Las mujeres escriben muy bien sus cartas amorosas, pero todas juntas jun tas no valen ni un a de sus miradas, ni una de sus sonrisas, ni uno de sus suspiros. 38 Si se escribiesen menos ca rtas j cuán tos desengaños y cuántos remordimientos se evitarían y cuánta más felicidad habría en el mundo! La tinta de escribir es el mayor enemigo del amor. 39 Hay lágrimas que quieren decir: “Espera” . Hay lágrimas que quieren decir: “Espero”. Hay otras que significan: significan: “Basta”. Es preciso saber distinguir. 40 A los veinte años, en amores anda uno una legua cada cien días; a los cuarenta se andan cien leguas en un día. A los dieciséis años y los cincuenta se pide el amor del mismo modo que pedir limosna. 41 Pedir nada, obtenerlo todo; he aquí el secreto de la mujer que quiere ser ser largamente amada. 42 Dar mucho, dar muchísimo, pero nunca darlo todo: he aquí el secreto de la mujer que quiere ser largamente amada.
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28 —¡Oh — ¡Oh , hombre! ¿Quieres ser amado? Seas fuerte, atrevido, temerario en la pasión, grande en el genio. La Natural eza te hizo el defensor de la familia, te hizo soldado para amar y para vivir; es preciso que seas fuerte. 29 Las mujeres más fáciles de conquistar son las más difíciles de conservar, mientras las que cuestan mucho trabajo para obtenerlas más fácilmente se guardan. 30 ¡Ay de la mujer que en un año, en un mes, en un día, satisface todos los deseos de un hombre! Dos amantes, dos esposos, deben morir sin haber vaciado hasta la última gota de la copa del amor. 31 Ay de la mujer que en ciertas ocasiones demuestra saber más que el hombre, porque éste quiere ser maestro y no discípulo de su compañera. 32 Tener penetrante y misteriosa la mirada equivale a tener una letra de cambio pagable a la vista o poseer todas las cualidades del conquistador. 33 Es posible ser celoso sin amor y se puede amar sin ser celoso. 34 La mujer que se vende al hombre no deja de ser digna de lástima; el hombre que se vende a una mujer merece ser aplastado como un bicho asqueroso. 35 La más bestial, la más insensata, la más ridicula y —
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43 Es el amor la única cosa preciosa que con dinero no se compra. Lo que se compra con el oro es la lu juri a. 44 Para muchos, todo el amor consiste en el complexo, pero pa ra quien sabe amar am ar verda deram ente , no es más que una válvula de seguridad que nos impide morir. 45 No conseguir nun ca nad a, pad ece r siempre y siem pre am ar es un o de los milagros del amor. Verlo todo con los ojos cerrados y no ver nada con ellos abiertos es otro de los prodigios del amor. 46 Ser feo y ser amado es la mayor de las voluptuosidades humanas. Ser amado y hacer traición es el más cobarde de los crímenes. 47 Por mucho que la ciencia ande, siempre será un arte el amor, por mucho que el genio se eleve siempre tendrá el amor alas robustas, por mucho que las riquezas y la gloria puedan labrar la dicha del hombre, siempre nos dará el amor los mayores goces de la vida. ES TI LO DE CA RT AS Y MOD O DE EN V IA RL AS
DEL PAPEL En las declaraciones y cartas de amor el papel que se emplea es por lo general blanco, liso y posiblemente
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la más estúpida de las pasiones humanas es la celosía. 36 Más vale recibir un beso más, que diez cartas menos. 37 Las mujeres escriben muy bien sus cartas amorosas, pero todas juntas jun tas no valen ni un a de sus miradas, ni una de sus sonrisas, ni uno de sus suspiros. 38 Si se escribiesen menos ca rtas j cuán tos desengaños y cuántos remordimientos se evitarían y cuánta más felicidad habría en el mundo! La tinta de escribir es el mayor enemigo del amor. 39 Hay lágrimas que quieren decir: “Espera” . Hay lágrimas que quieren decir: “Espero”. Hay otras que significan: significan: “Basta”. Es preciso saber distinguir. 40 A los veinte años, en amores anda uno una legua cada cien días; a los cuarenta se andan cien leguas en un día. A los dieciséis años y los cincuenta se pide el amor del mismo modo que pedir limosna. 41 Pedir nada, obtenerlo todo; he aquí el secreto de la mujer que quiere ser ser largamente amada. 42 Dar mucho, dar muchísimo, pero nunca darlo todo: he aquí el secreto de la mujer que quiere ser largamente amada.
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perfu mado mad o cuando la persona a quien se escribe es de distinción. Puede emplearse también papel de color elegantísimo; pero es un papel muy caro y no todos pueden gastarlo. Cuando entre los dos novios o dos enamorados el carteo se prolonga por mucho tiempo, sea causa de la lontananza o por otra causa que impide corresponder con la persona amada, el papel puede ser sencillo y corriente. Cuando la carta tenga que pasar por manos intermedias o sea entregada de mano a mano entonces se buscará papel muy delgado para que pueda doblarse fácilmente, con el fin de que ocupe el menor espacio posible. posible. Así es más fácil poder entregar entr egar o recibir la carta a hurtadillas. DEL SOBRE El sobre es indispensable cuando se trata de una verdadera carta. En cambio por el billete amoroso que se entrega a hurtadillas no hace falta, y en ese caso se dobla el papel muchas veces dándole proporciones mínimas. Las cartas amorosas, por lo general, no llevan fecha y así se evitan a veces serios disgustos. Sin embargo, por el carteo de un país a otro, la fecha puede ser de alguna utilidad en el caso de reproches por negligencia en escribir. Si el billete o carta que se envía debe recibirse en el mismo día, sólo se indica la hora en que se escribe y el día de la semana.
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43 Es el amor la única cosa preciosa que con dinero no se compra. Lo que se compra con el oro es la lu juri a. 44 Para muchos, todo el amor consiste en el complexo, pero pa ra quien sabe amar am ar verda deram ente , no es más que una válvula de seguridad que nos impide morir. 45 No conseguir nun ca nad a, pad ece r siempre y siem pre am ar es un o de los milagros del amor. Verlo todo con los ojos cerrados y no ver nada con ellos abiertos es otro de los prodigios del amor. 46 Ser feo y ser amado es la mayor de las voluptuosidades humanas. Ser amado y hacer traición es el más cobarde de los crímenes. 47 Por mucho que la ciencia ande, siempre será un arte el amor, por mucho que el genio se eleve siempre tendrá el amor alas robustas, por mucho que las riquezas y la gloria puedan labrar la dicha del hombre, siempre nos dará el amor los mayores goces de la vida. ES TI LO DE CA RT AS Y MOD O DE EN V IA RL AS
DEL PAPEL En las declaraciones y cartas de amor el papel que se emplea es por lo general blanco, liso y posiblemente
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DE LA FIRMA Comúnmente, excepto la primera declaración, no se acostumbra poner la firma o si se pone esto se hace hasta que el carteo llega a ser del todo confidencial, es decir cuando los dos enamorados se tutean. Entonces se pone tan sólo el nombre de pila o bien nada más que las iniciales. En las cartas enteramente galantes entre dos personas que se amen a escondidas o cultiven una relación “íntima”, nunca hay que poner el apellido para evitar serios disgustos y hasta ruidosos escándalos si las cartas caen en manos de personas a quien sea preciso ocultar la propia pasión. ESTILO DE CARTAS En lo que se refiere al estilo, es algo difícil poder dar consejos puesto que es en la libre expansión del corazón que el amor ha de encontrar el lenguaje pro pio a la condición y al sentimie nto de la persona a quien la carta va dirigida. Pero habiéndonos propuesto, en beneficio de los que no saben o saben muy poco, de encontrar las expresiones que puedan manifestar lo que siente un corazón inflamado de amor, así los que se encuentran en tales condiciones no tendrán que consultar este libro advirtiéndoles de no copiar a la letra una carta, sino tomar de ella algunas frases, arreglarlas según el grado de su instrucción, hacer en fin de ella una cosa suya. Dicho esto tenemos también que recomendar mu
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perfu mado mad o cuando la persona a quien se escribe es de distinción. Puede emplearse también papel de color elegantísimo; pero es un papel muy caro y no todos pueden gastarlo. Cuando entre los dos novios o dos enamorados el carteo se prolonga por mucho tiempo, sea causa de la lontananza o por otra causa que impide corresponder con la persona amada, el papel puede ser sencillo y corriente. Cuando la carta tenga que pasar por manos intermedias o sea entregada de mano a mano entonces se buscará papel muy delgado para que pueda doblarse fácilmente, con el fin de que ocupe el menor espacio posible. posible. Así es más fácil poder entregar entr egar o recibir la carta a hurtadillas. DEL SOBRE El sobre es indispensable cuando se trata de una verdadera carta. En cambio por el billete amoroso que se entrega a hurtadillas no hace falta, y en ese caso se dobla el papel muchas veces dándole proporciones mínimas. Las cartas amorosas, por lo general, no llevan fecha y así se evitan a veces serios disgustos. Sin embargo, por el carteo de un país a otro, la fecha puede ser de alguna utilidad en el caso de reproches por negligencia en escribir. Si el billete o carta que se envía debe recibirse en el mismo día, sólo se indica la hora en que se escribe y el día de la semana.
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cho cuidado en la “ortografía” y “acentuación” y evitar en absoluto palabras que puedan ofender el pudor de la persona amada.
CORRESPONDENCIA SIMBOLICA No es tan sólo por medio de cartas carta s que hombres y mujeres pueden cambiarse sentimientos de amor; hay otros recursos y tan eficaces como la frase escrita o ha blada. Hay algo de sublime, de encantador, de misterioso en las compensaciones que concede el amor, que nos vemos en el deber de citar algunas, como argumentación y ejemplo demostrativo de lo que significa “corres ponden cia simbólica”, es decir, cambio de signos signos convencionales mediante objetos u otra cosa, como por ejemplo: las miradas y el pañuelo; el abanico; las flores, las cintas, los colores; y otros objetos de uso del hombre y de la mujer. Vamos a dar, pues, una especial enumeración de las significaciones que se atribuyen a cada una de esas cosas advirtiendo, sin embargo, que algunas veces sucede que la práctica no corresponde a la teoría, y que esta especie de “Vade mecum” del amador tenga que sufrir modificaciones dictadas por las ocasiones y circunstancias que le obliguen a estudiar nuevos medios para establecer una corriente eléctrica fascinadora que sirva a mantener en continua comunicación de hablar.
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DE LA FIRMA Comúnmente, excepto la primera declaración, no se acostumbra poner la firma o si se pone esto se hace hasta que el carteo llega a ser del todo confidencial, es decir cuando los dos enamorados se tutean. Entonces se pone tan sólo el nombre de pila o bien nada más que las iniciales. En las cartas enteramente galantes entre dos personas que se amen a escondidas o cultiven una relación “íntima”, nunca hay que poner el apellido para evitar serios disgustos y hasta ruidosos escándalos si las cartas caen en manos de personas a quien sea preciso ocultar la propia pasión. ESTILO DE CARTAS En lo que se refiere al estilo, es algo difícil poder dar consejos puesto que es en la libre expansión del corazón que el amor ha de encontrar el lenguaje pro pio a la condición y al sentimie nto de la persona a quien la carta va dirigida. Pero habiéndonos propuesto, en beneficio de los que no saben o saben muy poco, de encontrar las expresiones que puedan manifestar lo que siente un corazón inflamado de amor, así los que se encuentran en tales condiciones no tendrán que consultar este libro advirtiéndoles de no copiar a la letra una carta, sino tomar de ella algunas frases, arreglarlas según el grado de su instrucción, hacer en fin de ella una cosa suya. Dicho esto tenemos también que recomendar mu
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I
LAS MIRADAS Los ojos son el espejo del alma porque todas las sensaciones que uno experimenta, las manifiesta la ex presión de la fisonomía, fisonomía, cuyo r eflejo reside en ellos. ellos. Estudiad pues atentamente los ojos porque por las miradas podréis adivinar cuál será vuestra sentencia. He aquí en pocas palabras el valor y la significación de las miradas: lo.—Una mirada lanzada muy de prisa y acompañada de cierto rubor, significa “timidez y deseo”. 2o.—La mirada lánguida, triste, significa “pasión” pa ra la persona person a a quien quie n ha sido dirigida. 3o.—Mirada prolongada y alegre, significa que vuestra persona “agrada”. 4o.—Mirada lanzada de reojo y acompañada por imperceptib le risa sardónica, significa significa “decisión” y también “compasión”. 5o.—La mirada lanzada de frente y acompañada de una sonrisa franca y marcada, os dará la certeza de una “buena acogida”. 6o.—Una mirada repetida con frecuencia y sin cam bio de expresión, significa que la persona que así nos mira quiere que también también la miréis miréis.. Vuestras miradas cruzándose serán miradas de “correspondencia”. 7o.—La mirada lanzada y acompañada por un li
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cho cuidado en la “ortografía” y “acentuación” y evitar en absoluto palabras que puedan ofender el pudor de la persona amada.
CORRESPONDENCIA SIMBOLICA No es tan sólo por medio de cartas carta s que hombres y mujeres pueden cambiarse sentimientos de amor; hay otros recursos y tan eficaces como la frase escrita o ha blada. Hay algo de sublime, de encantador, de misterioso en las compensaciones que concede el amor, que nos vemos en el deber de citar algunas, como argumentación y ejemplo demostrativo de lo que significa “corres ponden cia simbólica”, es decir, cambio de signos signos convencionales mediante objetos u otra cosa, como por ejemplo: las miradas y el pañuelo; el abanico; las flores, las cintas, los colores; y otros objetos de uso del hombre y de la mujer. Vamos a dar, pues, una especial enumeración de las significaciones que se atribuyen a cada una de esas cosas advirtiendo, sin embargo, que algunas veces sucede que la práctica no corresponde a la teoría, y que esta especie de “Vade mecum” del amador tenga que sufrir modificaciones dictadas por las ocasiones y circunstancias que le obliguen a estudiar nuevos medios para establecer una corriente eléctrica fascinadora que sirva a mantener en continua comunicación de hablar.
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gero sacudimiento de la cabeza significa que “se os tiene mucha lástima”. 8o.—La mirada lanzada de abajo arriba o bien con altanería, significa “desprecio”. II LENGUAJE DEL PAÑUELO El pañuelo ha de ser blanco, de preferencia, y no muy grande, y lo tendréis guardado en el bolsillo porque, es de muy mal gusto dejar que uno de sus picos asome por el bolsillo de la americana. Además, teniéndolo escondido producirá más efecto cuando llegue el momento oportuno de servirse de él. He aquí, en el simbólico lenguaje del amor lo que significa: Pasarlo por los ojos: Tristeza; estoy triste. Pasarlo por los labios: Desearía entablar correspondencia con usted. Pasarlo por la mano izquierda: Te aborrezco. Apoyarlo en la mejilla izquierda: No. Dejarlo Deja rlo caer en el suelo: Seremos Seremos amigos. amigos. Pasarlo por el hombro: Sígueme. Pasarlo por la oreja derecha: Eres infiel. Pasarlo por la oreja izquierda: Tengo una carta que entregarte. Pasarlo doblado por los ojos: Deseo hablar contigo. Doblarlo por las puntas: Espérame. Retorcerlo con las dos manos: Indiferencia.
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LAS MIRADAS Los ojos son el espejo del alma porque todas las sensaciones que uno experimenta, las manifiesta la ex presión de la fisonomía, fisonomía, cuyo r eflejo reside en ellos. ellos. Estudiad pues atentamente los ojos porque por las miradas podréis adivinar cuál será vuestra sentencia. He aquí en pocas palabras el valor y la significación de las miradas: lo.—Una mirada lanzada muy de prisa y acompañada de cierto rubor, significa “timidez y deseo”. 2o.—La mirada lánguida, triste, significa “pasión” pa ra la persona person a a quien quie n ha sido dirigida. 3o.—Mirada prolongada y alegre, significa que vuestra persona “agrada”. 4o.—Mirada lanzada de reojo y acompañada por imperceptib le risa sardónica, significa significa “decisión” y también “compasión”. 5o.—La mirada lanzada de frente y acompañada de una sonrisa franca y marcada, os dará la certeza de una “buena acogida”. 6o.—Una mirada repetida con frecuencia y sin cam bio de expresión, significa que la persona que así nos mira quiere que también también la miréis miréis.. Vuestras miradas cruzándose serán miradas de “correspondencia”. 7o.—La mirada lanzada y acompañada por un li
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Retrocederlo con la mano derecha: Amo a otro. Retorcerlo con la mano izquierda: No quiero tener relaciones con usted. Anudarlo al dedo índice: Estoy comprometida. Por toda la mano: Soy tuya. Jugar con él: Te desprecio. III LENGUAJE DEL ABANICO Con el abanico también se expresan muchos pensamientos y por eso mismo es un objeto que los enamorados aprecian muchísimo. He aquí los signos telegráficos que se pueden hacer con el abanico: Llevar el abanico colgado de la mano derecha: Desearía tener novio. Llevarle cerrad o y colgado colgado de la mano izquierd a: Ya estoy comprometida. Abanicarse muy de prisa: Mucho te amo. Abanicarse muy despacio: Me eres del todo indiferente. Cerrarlo muy despacio: Te aborrezco. Dejarlo caer: Soy fiel. Llevarlo junto al corazón: Sufro mucho por culpa tuya. Cubrirse con él parte del rostro: Sígueme. Conta r las varillas: varillas: Tengo necesidad necesidad de hablarte. hablarte. Jugar con la borla: Amo a otro y me corresponde.
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gero sacudimiento de la cabeza significa que “se os tiene mucha lástima”. 8o.—La mirada lanzada de abajo arriba o bien con altanería, significa “desprecio”. II LENGUAJE DEL PAÑUELO El pañuelo ha de ser blanco, de preferencia, y no muy grande, y lo tendréis guardado en el bolsillo porque, es de muy mal gusto dejar que uno de sus picos asome por el bolsillo de la americana. Además, teniéndolo escondido producirá más efecto cuando llegue el momento oportuno de servirse de él. He aquí, en el simbólico lenguaje del amor lo que significa: Pasarlo por los ojos: Tristeza; estoy triste. Pasarlo por los labios: Desearía entablar correspondencia con usted. Pasarlo por la mano izquierda: Te aborrezco. Apoyarlo en la mejilla izquierda: No. Dejarlo Deja rlo caer en el suelo: Seremos Seremos amigos. amigos. Pasarlo por el hombro: Sígueme. Pasarlo por la oreja derecha: Eres infiel. Pasarlo por la oreja izquierda: Tengo una carta que entregarte. Pasarlo doblado por los ojos: Deseo hablar contigo. Doblarlo por las puntas: Espérame. Retorcerlo con las dos manos: Indiferencia.
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IV LENGUAJE DE LAS FLORES El amor expresado a la persona amada por medio de las flores es una cosa encantadora. El amor, que es el perfume y el encanto de la vida, no podría encontrar un intérprete más digno de él que las flores que son el perfu me y el encan to de la natur aleza . Para los enamorados tienen las flores un lenguaje y haciendo un ramo con ellas pueden decir a la persona amada tanto como una carta sin contar que tienen además la ventaja de no traicionar a quien de ellas se valió, como a veces lo hace una carta. Adormidera.—Sueño. Ajenjo.—Amargura. Albahaca.—Pobreza. Alelí doble.—Hermosura. Alerce.—Audacia; atrevimiento. Almendro.—Júbilo grande. Altea.—Dulce respeto. Amapola.—Ignorancia. Anagálide.—Cuenta conmigo. Anís.—Agradecimiento. Apio.—Agonía; angustia. Apocino.—Traición. Aquilea de mil hojas.—Heroísmo. Amarga.—Iré contigo a todas partes. Artemisa.—Felicidad. Asfódelo.—Penas.
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Retrocederlo con la mano derecha: Amo a otro. Retorcerlo con la mano izquierda: No quiero tener relaciones con usted. Anudarlo al dedo índice: Estoy comprometida. Por toda la mano: Soy tuya. Jugar con él: Te desprecio. III LENGUAJE DEL ABANICO Con el abanico también se expresan muchos pensamientos y por eso mismo es un objeto que los enamorados aprecian muchísimo. He aquí los signos telegráficos que se pueden hacer con el abanico: Llevar el abanico colgado de la mano derecha: Desearía tener novio. Llevarle cerrad o y colgado colgado de la mano izquierd a: Ya estoy comprometida. Abanicarse muy de prisa: Mucho te amo. Abanicarse muy despacio: Me eres del todo indiferente. Cerrarlo muy despacio: Te aborrezco. Dejarlo caer: Soy fiel. Llevarlo junto al corazón: Sufro mucho por culpa tuya. Cubrirse con él parte del rostro: Sígueme. Conta r las varillas: varillas: Tengo necesidad necesidad de hablarte. hablarte. Jugar con la borla: Amo a otro y me corresponde.
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Avellano.—Augurio. Azafrán.—Moderación; prudencia. Azahar.—Virginidad. Azucena.—Candidez. Beleño.—Defectos. Bell Bell adona.— H ipocresía. Boca de dragón.—Odio. Borraja.—Frialdad; brusquedad. Campanilla blanca.—Consuelo. Campanilla morada.—Maledicencia. Capuchina.—Niñería. Cardo.—Bochorno. Cedro.—Resistencia. Cerezo.—Retardo. Ciruelo.—Cumple con lo prometido. Clavel amarillo.—Desdén. Clavel rojo.—Amor puro, sincero. Clavel blanco.—Sentimientos nobles. Dondiego de noche.—Timidez. Dondiego de día.—Traición. Dalia.—Agradecimiento. Enebro.—Amistad. Escorzonera.—Generosidad. Espliego.—Amor intenso. Fresa.—Expresión; bondad. Genciana.—Frialdad. Geranio.—T Geranio.—Tristeza. risteza. Girasol.—Volubilidad. Girasol.—V olubilidad. Granada.—Sinceridad. Helécho.—Egoísmo. Hiedra.—Falsedad.
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IV LENGUAJE DE LAS FLORES El amor expresado a la persona amada por medio de las flores es una cosa encantadora. El amor, que es el perfume y el encanto de la vida, no podría encontrar un intérprete más digno de él que las flores que son el perfu me y el encan to de la natur aleza . Para los enamorados tienen las flores un lenguaje y haciendo un ramo con ellas pueden decir a la persona amada tanto como una carta sin contar que tienen además la ventaja de no traicionar a quien de ellas se valió, como a veces lo hace una carta. Adormidera.—Sueño. Ajenjo.—Amargura. Albahaca.—Pobreza. Alelí doble.—Hermosura. Alerce.—Audacia; atrevimiento. Almendro.—Júbilo grande. Altea.—Dulce respeto. Amapola.—Ignorancia. Anagálide.—Cuenta conmigo. Anís.—Agradecimiento. Apio.—Agonía; angustia. Apocino.—Traición. Aquilea de mil hojas.—Heroísmo. Amarga.—Iré contigo a todas partes. Artemisa.—Felicidad. Asfódelo.—Penas.
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Hinojo.—Necedad; idiotismo. Jacinto.—Muerte. Jazmín.—Amabilidad. Laurel.—Gloria. Lirio.—Sencillez; ingenuidad. Lirio del valle.—Tontería. Lila.—Emoción. Loto.—Palabrería. Madreselva.—Unión. Madroño.—Buena reputación. Malva.—Modestia. Malvavisco.—Bondad. Margarita.—Destino. Naran Na ranjo.— jo.— Ca stid ad; ad ; generosidad. Nardo.—A Nar do.—Avent venturas uras amorosas. Narciso.—Egoísmo. Nogal.—Secreto. Olivo.—T Olivo.—T ranquilidad . Ortiga.—Enemistad. Palma.—Victoria. Pensamiento.—Pienso en ti. Ponía.—Esplendidez. Pino.—Determinación. Plátano.—Amistad sincera. Romero.—Sinceridad. Rosa.—Belleza. Rosa amarilla.—Infidelidad. Rosa blanca.—Castidad. Rosa encarnada.—Robustez. Rosa de Alejandría.—Declaración. Salvia.—Estimación.
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Avellano.—Augurio. Azafrán.—Moderación; prudencia. Azahar.—Virginidad. Azucena.—Candidez. Beleño.—Defectos. Bell Bell adona.— H ipocresía. Boca de dragón.—Odio. Borraja.—Frialdad; brusquedad. Campanilla blanca.—Consuelo. Campanilla morada.—Maledicencia. Capuchina.—Niñería. Cardo.—Bochorno. Cedro.—Resistencia. Cerezo.—Retardo. Ciruelo.—Cumple con lo prometido. Clavel amarillo.—Desdén. Clavel rojo.—Amor puro, sincero. Clavel blanco.—Sentimientos nobles. Dondiego de noche.—Timidez. Dondiego de día.—Traición. Dalia.—Agradecimiento. Enebro.—Amistad. Escorzonera.—Generosidad. Espliego.—Amor intenso. Fresa.—Expresión; bondad. Genciana.—Frialdad. Geranio.—T Geranio.—Tristeza. risteza. Girasol.—Volubilidad. Girasol.—V olubilidad. Granada.—Sinceridad. Helécho.—Egoísmo. Hiedra.—Falsedad.
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Sándalo.—Virtud. Sauce.—Vejez. Sauce llorón.—Pesadumbre. Saúco.—Beneficencia. Tilo.—Amor. Tomillo.—Trabajo. Trébol.—Abnegación. T ulipán.— Atrevimiento. Atrevimiento. Valeriana.—Resistencia. Violeta.—Modestia. Zarza.—Milagro. Zarza mora.—Victoria. Zizanía.—Discordia. PRO PIED AD SIM BO LIC A DE LO S CO LOR ES EN CI N TA S O FL OR ES
ROJO.—Grandeza; opulencia; valor; cólera; violencia. ANARANJADO.—Alegría; satisfacción; reposo del alma; buen gusto; dignidad. AMARILLO.—Debilidad; tranquilidad; gustos modestos; virtudes domésticas; enfermedad. VERDE.—Placer; esperanza; alegría; cambio ventajoso de condición. VIOLETA.—Candor; ingenuidad; modestia; timidez; bondad. bond ad. AZUL.—Virginidad; pudor; ciencia, humanidad; discreción! caridad. NE GRO.— GR O.—Dol Dolor; or; tristez a; luto; lut o; catástrof catá strofe; e; desdicha; enfermedad; muerte. BLANCO.—Candor; calma de espíritu; honradez.
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Hinojo.—Necedad; idiotismo. Jacinto.—Muerte. Jazmín.—Amabilidad. Laurel.—Gloria. Lirio.—Sencillez; ingenuidad. Lirio del valle.—Tontería. Lila.—Emoción. Loto.—Palabrería. Madreselva.—Unión. Madroño.—Buena reputación. Malva.—Modestia. Malvavisco.—Bondad. Margarita.—Destino. Naran Na ranjo.— jo.— Ca stid ad; ad ; generosidad. Nardo.—A Nar do.—Avent venturas uras amorosas. Narciso.—Egoísmo. Nogal.—Secreto. Olivo.—T Olivo.—T ranquilidad . Ortiga.—Enemistad. Palma.—Victoria. Pensamiento.—Pienso en ti. Ponía.—Esplendidez. Pino.—Determinación. Plátano.—Amistad sincera. Romero.—Sinceridad. Rosa.—Belleza. Rosa amarilla.—Infidelidad. Rosa blanca.—Castidad. Rosa encarnada.—Robustez. Rosa de Alejandría.—Declaración. Salvia.—Estimación.
Sándalo.—Virtud. Sauce.—Vejez. Sauce llorón.—Pesadumbre. Saúco.—Beneficencia. Tilo.—Amor. Tomillo.—Trabajo. Trébol.—Abnegación. T ulipán.— Atrevimiento. Atrevimiento. Valeriana.—Resistencia. Violeta.—Modestia. Zarza.—Milagro. Zarza mora.—Victoria. Zizanía.—Discordia. PRO PIED AD SIM BO LIC A DE LO S CO LOR ES EN CI N TA S O FL OR ES
ROJO.—Grandeza; opulencia; valor; cólera; violencia. ANARANJADO.—Alegría; satisfacción; reposo del alma; buen gusto; dignidad. AMARILLO.—Debilidad; tranquilidad; gustos modestos; virtudes domésticas; enfermedad. VERDE.—Placer; esperanza; alegría; cambio ventajoso de condición. VIOLETA.—Candor; ingenuidad; modestia; timidez; bondad. bond ad. AZUL.—Virginidad; pudor; ciencia, humanidad; discreción! caridad. NE GRO.— GR O.—Dol Dolor; or; tristez a; luto; lut o; catástrof catá strofe; e; desdicha; enfermedad; muerte. BLANCO.—Candor; calma de espíritu; honradez.
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DE CL AR AC IONE IO NE S AM O RO SA S
DECLARACION AMOROSA DE UN JOVEN A UNA SEÑORITA Respetable señorita: Desde el momento que la vi y pude oír su voz encantadora, experimenté dos sentimientos a cual más dulce: el placer place r y el cariño. Creo inútil repetir aquí la impresión producida por usted en mi ánimo, pues mi corazón demasiado le ha hablado. Sus dulces miradas han sido las que me han dado el valor necesario para escribirla pidiéndole autorización para presentarme a su señor padre con objeto de pedirle la mano de usted. Considero esta autorización como la mayor dicha de mi vida. Sí; señorita: desde el el día en que cruzáronse nuestras miradas por primera vez me he sentido atraído hacia usted por una fuerza irresistible, fuerza que ahora se ha convertido en amor profundo. Yo la única aspiración que tengo es la de poder volverme el fiel compañero de su vida. Sin embargo, antes de formular mi petición desearía tener la seguridad de que usted consiente en ello. Es con ansia indecible que espero contestación a la presente present e para pa ra salir de la incertidum incert idumbre bre en que me hallo. De usted, afectísimo S. S. Enrique Delgado.
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CONTESTACION DE LA JOVEN Señor D. Enrique Delgado. Muy señor mío: Hace unos cuantos días que había notado su asiduidad para conmigo y usted habrá observado que no me importunaba. He recibido su apreciada carta y con toda franqueza le confieso que no he quedado disgustada; al contrario. Hace muy poco tiempo que tengo el gusto de conocer a usted, sin embargo, creo tener motivos suficientes pa ra estimarle estimar le y usted sabe muy bien que la estima es la base fundamental de todo cariño. Por lo tanto, si nuestros caracteres irán de acuerdo y si podremos tener la certeza de un porvenir dichoso, desde ahora mismo le prometo que seré su esposa. Preséntese a mi padre a quien hablaré yo antes de las intenciones de usted. Si él no tiene inconvenientes en otorgarle mi mano comenzará para nosotros aquel delicioso período de noviazgo durante el cual podremos conocemos y estudiar nuestras almas con objeto de crearnos nuestra dicha. Deseando que la visita que usted hará a mi padre tenga el resultado que ambos deseamos, queda de usted afectísima. Carmen Vega.
CARTA DE UN JOVEN A UNA SEÑORITA Señorita:
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DE CL AR AC IONE IO NE S AM O RO SA S
DECLARACION AMOROSA DE UN JOVEN A UNA SEÑORITA Respetable señorita: Desde el momento que la vi y pude oír su voz encantadora, experimenté dos sentimientos a cual más dulce: el placer place r y el cariño. Creo inútil repetir aquí la impresión producida por usted en mi ánimo, pues mi corazón demasiado le ha hablado. Sus dulces miradas han sido las que me han dado el valor necesario para escribirla pidiéndole autorización para presentarme a su señor padre con objeto de pedirle la mano de usted. Considero esta autorización como la mayor dicha de mi vida. Sí; señorita: desde el el día en que cruzáronse nuestras miradas por primera vez me he sentido atraído hacia usted por una fuerza irresistible, fuerza que ahora se ha convertido en amor profundo. Yo la única aspiración que tengo es la de poder volverme el fiel compañero de su vida. Sin embargo, antes de formular mi petición desearía tener la seguridad de que usted consiente en ello. Es con ansia indecible que espero contestación a la presente present e para pa ra salir de la incertidum incert idumbre bre en que me hallo. De usted, afectísimo S. S. Enrique Delgado.
CONTESTACION DE LA JOVEN Señor D. Enrique Delgado. Muy señor mío: Hace unos cuantos días que había notado su asiduidad para conmigo y usted habrá observado que no me importunaba. He recibido su apreciada carta y con toda franqueza le confieso que no he quedado disgustada; al contrario. Hace muy poco tiempo que tengo el gusto de conocer a usted, sin embargo, creo tener motivos suficientes pa ra estimarle estimar le y usted sabe muy bien que la estima es la base fundamental de todo cariño. Por lo tanto, si nuestros caracteres irán de acuerdo y si podremos tener la certeza de un porvenir dichoso, desde ahora mismo le prometo que seré su esposa. Preséntese a mi padre a quien hablaré yo antes de las intenciones de usted. Si él no tiene inconvenientes en otorgarle mi mano comenzará para nosotros aquel delicioso período de noviazgo durante el cual podremos conocemos y estudiar nuestras almas con objeto de crearnos nuestra dicha. Deseando que la visita que usted hará a mi padre tenga el resultado que ambos deseamos, queda de usted afectísima. Carmen Vega.
CARTA DE UN JOVEN A UNA SEÑORITA Señorita:
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Dispénseme si me tomo la libertad de dirigirle la presente, pero yo no puedo pued o por más tiempo calla r la impresión que probé desde el momento que vi a usted por po r prim era vez. vez. No es posible ver a usted sin amarl am arlaa y esto es prepre cisamente lo que me ha pasado. Es tan vivo vivo el deseo deseo que tengo de amar la y tan grande la esperanza de ser también amado que hasta me atrevo a creer que la contestación que usted dará a esta carta me será del todo favorable. Tan sólo así podré podr é llamarme llam arme satisfecho. Si no le soy desagradable y si su corazón está libre de todo compromiso, quiero hacerme la ilusión de que mi declaración no le molestará. Mi amor hacia usted es profundo, honesto y por lo tanto sincero. Reflexione usted cuán penosa es para mí esta incertidumbre, y sea usted tan amable de contestarme en sentido favorable, para que pueda declararme su admirador y enamorado.
yo no puedo aceptar así de pronto una declaración amorosa sin tener antes el consentimiento de los de quien dependo y también porque una joven no debe ni puede dejarse dominar por sentimientos que requieren una seria y razonada reflexión. Esto no quiere decir que yo lo desprecie, al contrario; yo puedo prometerle que llegará el día en que mi cariño hacia usted igualará al suyo, pero es menester dar antes tiempo al tiempo porque una primera impresión pronto desaparece y no me creo lo bastante sim pática pát ica para pa ra que mi recuerdo recue rdo nunca nun ca se borre de su corazón. Reflexione usted lo que con tanta franqueza le digo y cuando ambos tendremos la completa seguridad de nuestro recíproco amor, entonces le permitiré de pedir mi mano a mis padres. Mientras tanto considéreme usted como su buena amiga. Dolore Dolores s Rubio.
Luis Garrid Garrido. o.
PETICION DE CASAMIENTO CONTESTACION DE LA SEÑORITA Señor D. Raimundo Rubio. Señor D. Luis Garrido. Muy señor mío: Confieso con toda franqueza que la carta de usted me ha halagado mucho y hasta me ha dado el valor necesario para no rechazar su declaración porque quiero creer que sus pretensiones serán honestas y sinceras. No obstante, obstante , usted lo compren com prenderá derá perfectamen perfec tamente, te,
Muy señor mío: Plenamente convencido de que no es cosa digna de un hombre honrado proceder a escondidas en asunto tan grave y deseoso de evitar justas reconvenciones, me tomo la libertad de confesarle con toda franqueza el amor que siento por su amada hija, la señorita Dolores. Confío en que tanto la honradez de mi familia co-
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Dispénseme si me tomo la libertad de dirigirle la presente, pero yo no puedo pued o por más tiempo calla r la impresión que probé desde el momento que vi a usted por po r prim era vez. vez. No es posible ver a usted sin amarl am arlaa y esto es prepre cisamente lo que me ha pasado. Es tan vivo vivo el deseo deseo que tengo de amar la y tan grande la esperanza de ser también amado que hasta me atrevo a creer que la contestación que usted dará a esta carta me será del todo favorable. Tan sólo así podré podr é llamarme llam arme satisfecho. Si no le soy desagradable y si su corazón está libre de todo compromiso, quiero hacerme la ilusión de que mi declaración no le molestará. Mi amor hacia usted es profundo, honesto y por lo tanto sincero. Reflexione usted cuán penosa es para mí esta incertidumbre, y sea usted tan amable de contestarme en sentido favorable, para que pueda declararme su admirador y enamorado.
yo no puedo aceptar así de pronto una declaración amorosa sin tener antes el consentimiento de los de quien dependo y también porque una joven no debe ni puede dejarse dominar por sentimientos que requieren una seria y razonada reflexión. Esto no quiere decir que yo lo desprecie, al contrario; yo puedo prometerle que llegará el día en que mi cariño hacia usted igualará al suyo, pero es menester dar antes tiempo al tiempo porque una primera impresión pronto desaparece y no me creo lo bastante sim pática pát ica para pa ra que mi recuerdo recue rdo nunca nun ca se borre de su corazón. Reflexione usted lo que con tanta franqueza le digo y cuando ambos tendremos la completa seguridad de nuestro recíproco amor, entonces le permitiré de pedir mi mano a mis padres. Mientras tanto considéreme usted como su buena amiga. Dolore Dolores s Rubio.
Luis Garrid Garrido. o.
PETICION DE CASAMIENTO CONTESTACION DE LA SEÑORITA Señor D. Raimundo Rubio. Señor D. Luis Garrido. Muy señor mío: Confieso con toda franqueza que la carta de usted me ha halagado mucho y hasta me ha dado el valor necesario para no rechazar su declaración porque quiero creer que sus pretensiones serán honestas y sinceras. No obstante, obstante , usted lo compren com prenderá derá perfectamen perfec tamente, te,
Muy señor mío: Plenamente convencido de que no es cosa digna de un hombre honrado proceder a escondidas en asunto tan grave y deseoso de evitar justas reconvenciones, me tomo la libertad de confesarle con toda franqueza el amor que siento por su amada hija, la señorita Dolores. Confío en que tanto la honradez de mi familia co-
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mo la posición social de la que disfruto satisfarán com plet amente ame nte las justa s exigencias de usted, y veré realizada la más dulce de mis esperanzas. Tengo motivos para creer que no soy del todo indiferente a su amable hija, pero no he juzgado todavía oportuno declararle mi amor sin haber obtenido antes el consentimiento de usted. En espera de su contestación que deseo favorable, queda de usted, atento S. S. Luis Garrid Garrido. o.
CONTESTACION DEL PADRE DE LA JOVEN Señor D. Luis Garrido. Muy señor mío: No he contest ado antes a su aprecia ble car ta en la que me pedía la mano de mi hija Dolores, porque tratándose de un asunto tan delicado y de tanta trascendencia, era preciso que, como padre, tomara algunos informes, tanto sobre usted como sobre su aprecia ble familia. Dichos informes he conseguido obtenerlos y es con verdadero placer que me complazco en notificarle que han sido todo lo más favorable que podía desear por la dicha de mi adorada hija. Por tanto será con verdadero placer que recibiré su visita todas las veces que usted quiera favorecerme con ellas. Si usted puede obtener de mi hija el consentimiento que tanto desea, yo por mi parte contribuiré de todo corazón a formar la felicidad de ambos.
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Esto es lo que más desea su afectísimo S. S. Raimundo Rubio.
CARTA DEL NOVIO A LA JOVEN Amadísima Dolores: Dolores: Puedo por fin, sin ofender la la delicadeza de tus sentimientos, ofrecerte mi mano y mi corazón. En efecto, hoy mismo he recibido el tan deseado consentimiento de tu padre sin el cual nunca me hubiera atrevido a declararte mi grandísimo amor. Pero ahora que mis esperanzas han sido alentadas por tu padre, estoy casi casi convencido de que tú también tamb ién me permi tirás que te dé prueba s de mi amo r sin límites, amor que quiero sea eterno. Desde este momento cuento tan sólo contigo por mi felicidad. Espero con ansia el instante de verte y hablarte para poderte poderte repetir repetir mil mil vec veces es ¡Te am o! ... ¡Te am o! ... Tuyo para siempre. Luis. Luis.
DECLARACION DE AMOR Y PETICION DE CASAMIENTO Señorita: No sé si si las m iradas que la he dirigido hayan haya n podido revelarla del secreto de mi corazón, y a pesar de que mis labios no hayan todavía pronunciado una palabra para par a descubrirlo, tengo aho ra la imperiosa necesidad de manifestarlo. Pero antes de todo la ruego creer en la honradez
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mo la posición social de la que disfruto satisfarán com plet amente ame nte las justa s exigencias de usted, y veré realizada la más dulce de mis esperanzas. Tengo motivos para creer que no soy del todo indiferente a su amable hija, pero no he juzgado todavía oportuno declararle mi amor sin haber obtenido antes el consentimiento de usted. En espera de su contestación que deseo favorable, queda de usted, atento S. S. Luis Garrid Garrido. o.
CONTESTACION DEL PADRE DE LA JOVEN Señor D. Luis Garrido. Muy señor mío: No he contest ado antes a su aprecia ble car ta en la que me pedía la mano de mi hija Dolores, porque tratándose de un asunto tan delicado y de tanta trascendencia, era preciso que, como padre, tomara algunos informes, tanto sobre usted como sobre su aprecia ble familia. Dichos informes he conseguido obtenerlos y es con verdadero placer que me complazco en notificarle que han sido todo lo más favorable que podía desear por la dicha de mi adorada hija. Por tanto será con verdadero placer que recibiré su visita todas las veces que usted quiera favorecerme con ellas. Si usted puede obtener de mi hija el consentimiento que tanto desea, yo por mi parte contribuiré de todo corazón a formar la felicidad de ambos.
de mis intenciones, que no pueden ofender en nada la más pura virtud. Si la he dicho que la amo es porque estoy minado por aquel deseo que todo joven honrado honr ado tiene que tener al declarar su amor a una joven tan virtuosa como usted. Desde este momento conoce usted el estado de mi corazón; conoce usted también mi situación económica y por tanto le suplico se digne dar una contestación a esta carta para decirme si me está permitido guardar alguna esperanza. Mientras tanto sufriré con resignación todos los padecimientos que el temor de una negativa puede hacer experimentar a un corazón prendado como el mío. Sin embargo, cualquiera que sea su contestación quedará siempre de usted, su afectísimo. Julio Núñez.
DECLARACION DE UN JOVEN QUE AMA POR PRIMERA VEZ Hermosísima señorita: El más delicioso sentimiento que hasta ahora haya penetrado penetr ado en mi corazón es, es, indudabl indu dableme emente, nte, aquel que con voz imperiosa ahora me habla y me convence que una declaración de amor no puede de ninguna manera ofender a la persona que se ama con toda sinceridad. Sí, amable señorita; yo la amo, y no puedo estarme callado por más tiempo. He luchado con toda la fuerza de mi voluntad con objeto de borrar de mi corazón esta pasión que todo lo domina o al menos ocultarla, 34
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Raimundo Rubio.
CARTA DEL NOVIO A LA JOVEN Amadísima Dolores: Dolores: Puedo por fin, sin ofender la la delicadeza de tus sentimientos, ofrecerte mi mano y mi corazón. En efecto, hoy mismo he recibido el tan deseado consentimiento de tu padre sin el cual nunca me hubiera atrevido a declararte mi grandísimo amor. Pero ahora que mis esperanzas han sido alentadas por tu padre, estoy casi casi convencido de que tú también tamb ién me permi tirás que te dé prueba s de mi amo r sin límites, amor que quiero sea eterno. Desde este momento cuento tan sólo contigo por mi felicidad. Espero con ansia el instante de verte y hablarte para poderte poderte repetir repetir mil mil vec veces es ¡Te am o! ... ¡Te am o! ... Tuyo para siempre. Luis. Luis.
DECLARACION DE AMOR Y PETICION DE CASAMIENTO Señorita: No sé si si las m iradas que la he dirigido hayan haya n podido revelarla del secreto de mi corazón, y a pesar de que mis labios no hayan todavía pronunciado una palabra para par a descubrirlo, tengo aho ra la imperiosa necesidad de manifestarlo. Pero antes de todo la ruego creer en la honradez
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Esto es lo que más desea su afectísimo S. S.
pero he tenido teni do que convencerme conven cerme de que todos mis esfuerzos resultarían vanos. Es una pasión que nace de un alma que ya no existe que, para usted, con vehemencia palpita. Y es precisamente de este corazón y de esta alma que yo quisiera que usted fuera reina. Permítame pues, hermosísima señorita, que yo aproveche de esta ocasión para asegurarle de mi respetuoso cariño y declararme su apasionado admirador. Vicente Lozano . DECLARACION DE AMOR A UNA SEÑORITA MUY JOVEN Juanita: No sé si he de llam ar dichoso el prime pri merr instant inst antee en que mis miradas se cruzaron con las tuyas porque desde entonces tengo el corazón oprimido y agitado; sin embargo, a pesar de mis padecimientos siento un extraño placer en saborearlos y no los cambiaría por la mayor de las felicidades si no proviniera de ti. ¿Cuál ha sido la causa que ha esparcido por todo mi ser esta dicha encantadora? Tan sólo nuestro casual coloquio, cuando nos hemos encontrado en el paseo. El día, el sitio, la hora y hasta el minuto han quedado grabados en mi corazón y en mi memoria y más de veinte veces he vuelto a aquel sitio, he pisado la hierba que tus pies pisaron pisar on y me ha parecido pare cido que el aire que allí respirarespi ra ba estab a todavía toda vía perfuma perf umado do de tu suave aliento. Desde aquel día te amo: más que amarte te adoro y de rodillas te lo confieso. Ahora es a ti a quien toca decidir del porvenir, de —
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de mis intenciones, que no pueden ofender en nada la más pura virtud. Si la he dicho que la amo es porque estoy minado por aquel deseo que todo joven honrado honr ado tiene que tener al declarar su amor a una joven tan virtuosa como usted. Desde este momento conoce usted el estado de mi corazón; conoce usted también mi situación económica y por tanto le suplico se digne dar una contestación a esta carta para decirme si me está permitido guardar alguna esperanza. Mientras tanto sufriré con resignación todos los padecimientos que el temor de una negativa puede hacer experimentar a un corazón prendado como el mío. Sin embargo, cualquiera que sea su contestación quedará siempre de usted, su afectísimo. Julio Núñez.
DECLARACION DE UN JOVEN QUE AMA POR PRIMERA VEZ Hermosísima señorita: El más delicioso sentimiento que hasta ahora haya penetrado penetr ado en mi corazón es, es, indudabl indu dableme emente, nte, aquel que con voz imperiosa ahora me habla y me convence que una declaración de amor no puede de ninguna manera ofender a la persona que se ama con toda sinceridad. Sí, amable señorita; yo la amo, y no puedo estarme callado por más tiempo. He luchado con toda la fuerza de mi voluntad con objeto de borrar de mi corazón esta pasión que todo lo domina o al menos ocultarla, —
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la felicidad, de la vida de un hombre que sólo vive en tu amor. Es un corazón sensible y amante el que te ofrezco, sin embargo, nada haré sin antes haber obtenido tu pleno convencimiento. Así es que por el momento no te pido más que un favor, el de poder volver a hablarte porque estoy convencido de que cuando tú misma llegues a comprender la imensidad de mi amor y cuán grande es la estima en que te tengo, no serás tan cruel de entregar a la desesperación a quien tanto te quiere. Tuyo para siempre Juan Redond o. RESPUESTA Caballero: Mucho me ha sorprendido la libertad que se ha tomado usted de dirigirse a mí directamente tratándose de un asunto tan delicado como el amor. Debía usted em pezar por consultar a mis padres, pues mi conducta cond ucta ha estado y está siempre subordinada a la voluntad de aquéllos y nada hago si no tengo su aprobación. Además no tengo edad para poder hacer una elección digna de ellos, y he de confiar en su experiencia y dejarme guiar por el cariño de mis padres. Si he tomado la pluma, lo he hecho para rogar a usted que cese en su correspondencia, si quiere que yo pueda pue da conservar en mi ánimo los sentimientos de mi estimación de que parece usted digno. Soy de usted atentamente.
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pero he tenido teni do que convencerme conven cerme de que todos mis esfuerzos resultarían vanos. Es una pasión que nace de un alma que ya no existe que, para usted, con vehemencia palpita. Y es precisamente de este corazón y de esta alma que yo quisiera que usted fuera reina. Permítame pues, hermosísima señorita, que yo aproveche de esta ocasión para asegurarle de mi respetuoso cariño y declararme su apasionado admirador. Vicente Lozano . DECLARACION DE AMOR A UNA SEÑORITA MUY JOVEN Juanita: No sé si he de llam ar dichoso el prime pri merr instant inst antee en que mis miradas se cruzaron con las tuyas porque desde entonces tengo el corazón oprimido y agitado; sin embargo, a pesar de mis padecimientos siento un extraño placer en saborearlos y no los cambiaría por la mayor de las felicidades si no proviniera de ti. ¿Cuál ha sido la causa que ha esparcido por todo mi ser esta dicha encantadora? Tan sólo nuestro casual coloquio, cuando nos hemos encontrado en el paseo. El día, el sitio, la hora y hasta el minuto han quedado grabados en mi corazón y en mi memoria y más de veinte veces he vuelto a aquel sitio, he pisado la hierba que tus pies pisaron pisar on y me ha parecido pare cido que el aire que allí respirarespi ra ba estab a todavía toda vía perfuma perf umado do de tu suave aliento. Desde aquel día te amo: más que amarte te adoro y de rodillas te lo confieso. Ahora es a ti a quien toca decidir del porvenir, de —
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OTRA DECLARACION Señorita: Es en vano que haga esfuerzos para mitigar la llama que me devora, porque en vez de calmarla no hago más que tomarla más vehemente. Al manifestarla este tormento que me hace padecer sin descanso, tengo que añadir que es usted, señorita, la causa de mi pesar porque sabiendo cuánto la amo, tendría que ser más buena y cariñosa conmigo y comprender la fascinación que ejerce sobre mi espíritu su hermosura. Sí, señorita; estoy loco de amor por usted porque es usted hermosa y buena. ¿Y puede haber en el mundo quién, conociendo las prendas de su corazón, no la ame, no la adore? ¡ Imposible! Imposible! Por eso la naturale za fue derrochadora cuando la dispensó tanta gracia y tanta hermosura. Acepte usted, señorita, esta afirmación de mi amor, afirmación que brota de un corazón que es, sin duda, el más sincero y el más leal de cuantos su hermosura pudi era conquistar. Soy de usted, etc. RESPUESTA NEGATIVA Caballero: Considero como un deber responder a su carta y lo hago con toda franqueza. Agradezco en el alma el amor que me ofrece; pero me encuentro en la imposi bilidad de corresponderle.
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la felicidad, de la vida de un hombre que sólo vive en tu amor. Es un corazón sensible y amante el que te ofrezco, sin embargo, nada haré sin antes haber obtenido tu pleno convencimiento. Así es que por el momento no te pido más que un favor, el de poder volver a hablarte porque estoy convencido de que cuando tú misma llegues a comprender la imensidad de mi amor y cuán grande es la estima en que te tengo, no serás tan cruel de entregar a la desesperación a quien tanto te quiere. Tuyo para siempre Juan Redond o. RESPUESTA Caballero: Mucho me ha sorprendido la libertad que se ha tomado usted de dirigirse a mí directamente tratándose de un asunto tan delicado como el amor. Debía usted em pezar por consultar a mis padres, pues mi conducta cond ucta ha estado y está siempre subordinada a la voluntad de aquéllos y nada hago si no tengo su aprobación. Además no tengo edad para poder hacer una elección digna de ellos, y he de confiar en su experiencia y dejarme guiar por el cariño de mis padres. Si he tomado la pluma, lo he hecho para rogar a usted que cese en su correspondencia, si quiere que yo pueda pue da conservar en mi ánimo los sentimientos de mi estimación de que parece usted digno. Soy de usted atentamente.
OTRA DECLARACION Señorita: Es en vano que haga esfuerzos para mitigar la llama que me devora, porque en vez de calmarla no hago más que tomarla más vehemente. Al manifestarla este tormento que me hace padecer sin descanso, tengo que añadir que es usted, señorita, la causa de mi pesar porque sabiendo cuánto la amo, tendría que ser más buena y cariñosa conmigo y comprender la fascinación que ejerce sobre mi espíritu su hermosura. Sí, señorita; estoy loco de amor por usted porque es usted hermosa y buena. ¿Y puede haber en el mundo quién, conociendo las prendas de su corazón, no la ame, no la adore? ¡ Imposible! Imposible! Por eso la naturale za fue derrochadora cuando la dispensó tanta gracia y tanta hermosura. Acepte usted, señorita, esta afirmación de mi amor, afirmación que brota de un corazón que es, sin duda, el más sincero y el más leal de cuantos su hermosura pudi era conquistar. Soy de usted, etc. RESPUESTA NEGATIVA Caballero: Considero como un deber responder a su carta y lo hago con toda franqueza. Agradezco en el alma el amor que me ofrece; pero me encuentro en la imposi bilidad de corresponderle.
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Es mucha la estimación que le tengo por sus bellas cualidades y me honra mucho su predilecci predilección, ón, pero me veo en el caso de no poder aceptar sus relaciones por motivos particulare parti culare s que en nada na da pueden puede n mortifimort ificarle. Muy fácil le será encontrar quien le haga olvidar a la que ha tenido el privilegio de llamar antes la atención de usted. Es de usted, con toda consideración. CARTA DE UN JOVEN A UNA SEÑORITA PIDIENDOLE PERMISO PARA CORTEJARLA Señorita: Desde el instante en que tuve la dicha de encontrarla, un sentimiento irresistible me atrajo hacia usted y ahora me parece que la vida me será imposible si no pudier pud ieraa volver a verla. Vengo pues a suplicarle que me permita ofrecerla mis homenajes. Ya otra vez la pedí este favor; pero en vano. ¿Seré ahora más afortunado? Si mejor me conociera usted estoy convencido que me otorgaría mayor estimación. Soy joven, es verdad; sin embargo, he aprendido muy pronto a pensar y no tengo ya la ligereza de cará cter propia pro pia de mi edad. Siempre ha vivido en mí, el gusto por lo bello y por lo verdadero y es por eso que hoy me permito dirigirme a usted haciéndola dueña de disponer de mi corazón y de mi destino.
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Con la mayor admiración, su más sincero adorador, etc.
RESPUESTA Caballero: La inesperada carta con la que usted me ha honrado, merece mucha reflexión. Me parece si no me engaño, que hay frases en las que usted exagera demasiado, y no hay cosa en el mundo que tanto me ofenda como la exageración. He temido por un momento, que todo lo que usted me dice en su carta no fuera más que pura galantería; pero estoy convencida, convencida , caballero, que ni mi conducta, cond ucta, ni mis acciones admiten bromas de este género, como tampoco ser yo objeto de una cruel diversión. Confieso que en la última parte de su carta hay expresiones que revelan la sinceridad, la honestidad y la delicadeza; sin embargo, el frío razonamiento no me permite perm ite admitir adm itir y aprobar, aprob ar, lo menos, por ahora, ahor a, una un a pasión tan repentina. A pesar de estas consideraciones, me agradará muchísimo verle a usted todas las noches cuando yo me halle con mis amigas; pero a condición de que usted se abstenga de tratar un asunto que requiere mucho tiempo y grande prudencia, antes de que se pueda ha blar de él a mis padres. Mientras tanto, soy de usted, etc.
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Es mucha la estimación que le tengo por sus bellas cualidades y me honra mucho su predilecci predilección, ón, pero me veo en el caso de no poder aceptar sus relaciones por motivos particulare parti culare s que en nada na da pueden puede n mortifimort ificarle. Muy fácil le será encontrar quien le haga olvidar a la que ha tenido el privilegio de llamar antes la atención de usted. Es de usted, con toda consideración. CARTA DE UN JOVEN A UNA SEÑORITA PIDIENDOLE PERMISO PARA CORTEJARLA Señorita: Desde el instante en que tuve la dicha de encontrarla, un sentimiento irresistible me atrajo hacia usted y ahora me parece que la vida me será imposible si no pudier pud ieraa volver a verla. Vengo pues a suplicarle que me permita ofrecerla mis homenajes. Ya otra vez la pedí este favor; pero en vano. ¿Seré ahora más afortunado? Si mejor me conociera usted estoy convencido que me otorgaría mayor estimación. Soy joven, es verdad; sin embargo, he aprendido muy pronto a pensar y no tengo ya la ligereza de cará cter propia pro pia de mi edad. Siempre ha vivido en mí, el gusto por lo bello y por lo verdadero y es por eso que hoy me permito dirigirme a usted haciéndola dueña de disponer de mi corazón y de mi destino.
Con la mayor admiración, su más sincero adorador, etc.
RESPUESTA Caballero: La inesperada carta con la que usted me ha honrado, merece mucha reflexión. Me parece si no me engaño, que hay frases en las que usted exagera demasiado, y no hay cosa en el mundo que tanto me ofenda como la exageración. He temido por un momento, que todo lo que usted me dice en su carta no fuera más que pura galantería; pero estoy convencida, convencida , caballero, que ni mi conducta, cond ucta, ni mis acciones admiten bromas de este género, como tampoco ser yo objeto de una cruel diversión. Confieso que en la última parte de su carta hay expresiones que revelan la sinceridad, la honestidad y la delicadeza; sin embargo, el frío razonamiento no me permite perm ite admitir adm itir y aprobar, aprob ar, lo menos, por ahora, ahor a, una un a pasión tan repentina. A pesar de estas consideraciones, me agradará muchísimo verle a usted todas las noches cuando yo me halle con mis amigas; pero a condición de que usted se abstenga de tratar un asunto que requiere mucho tiempo y grande prudencia, antes de que se pueda ha blar de él a mis padres. Mientras tanto, soy de usted, etc.
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CARTA A UNA SEÑORITA, DESPUES DE HABER OBTENIDO DE SUS PADRES EL PERMISO DE CORTEJARLA Adorable amiguita: Hubiera sido mejor, quizá, consultar tu corazón antes de pedirte el permiso de ofrecerte el mío; pero temí faltarle al respeto que le tengo a tu cariñoso padre y, al pedirle su consentimiento, no he pretendido valerme de él para forzar tus sentimientos. Mi dicha depende en absoluto de ti, y no podré ser nunca dichoso si tú no quieres. Y ahora que he cumplido lo que el deber me obligaba para con tu padre, te pido que me permitas permitas ama rte sinceramente y convencerte de que el tierno sentimiento que experimento por ti no terminará más que con mi vida. Tuyo para siempre. Luis.
RESPUESTA
Lo poco que antes de ahora nos hemos dicho me basta para pa ra tener tene r confianza c onfianza en el porvenir. Tuya. María. CARTA A UNA SEÑORITA A QUIEN NO SE HA VISTO MAS DE UNA SOLA VEZ Señorita: Os causará asombro, indudablemente, que yo me permit per mitaa escribiros, habiéndonos visto u na sola vez. Sin embargo, no se necesita más para prendarse de vuestros encantos y yo, que he tenido la dicha de veros una sola vez, me siento esclavo de un amor que tan sólo acabará con mi vida. Un pensamiento me atormenta y es que otro haya sido más afortunado, adelantándose. Tranquilizadme, pues, señorita, si vuestro corazón está libre; y en tal caso corresponded a este amor que en mí ha nacido con toda la fuerza de la pasión y que será inquebrantable y eterno. Soy vuestro S. S. Q. V. M. B.
Querido Luis: El respeto que has demostrado por mi padre me ha conmovido ,y me parecería faltarla si me opusiera a sus deseos. Recibiré con verdadero placer tus visitas, pero ten presente present e que no te concederé mi mano man o y con ella mi corazón sino cuando tenga la prueba absoluta de un amor sincero. —
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CARTA A UNA SEÑORITA A QUIEN NO ES FACIL FA CIL PODE PO DER R HABLAR Señorita: La única excusa para hacerme perdonar de usted, la libertad que me tomo al escribirla, la hallaré en la dificultad de verla y más aún en la imposibilidad de —
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CARTA A UNA SEÑORITA, DESPUES DE HABER OBTENIDO DE SUS PADRES EL PERMISO DE CORTEJARLA Adorable amiguita: Hubiera sido mejor, quizá, consultar tu corazón antes de pedirte el permiso de ofrecerte el mío; pero temí faltarle al respeto que le tengo a tu cariñoso padre y, al pedirle su consentimiento, no he pretendido valerme de él para forzar tus sentimientos. Mi dicha depende en absoluto de ti, y no podré ser nunca dichoso si tú no quieres. Y ahora que he cumplido lo que el deber me obligaba para con tu padre, te pido que me permitas permitas ama rte sinceramente y convencerte de que el tierno sentimiento que experimento por ti no terminará más que con mi vida. Tuyo para siempre. Luis.
RESPUESTA
Lo poco que antes de ahora nos hemos dicho me basta para pa ra tener tene r confianza c onfianza en el porvenir. Tuya. María. CARTA A UNA SEÑORITA A QUIEN NO SE HA VISTO MAS DE UNA SOLA VEZ Señorita: Os causará asombro, indudablemente, que yo me permit per mitaa escribiros, habiéndonos visto u na sola vez. Sin embargo, no se necesita más para prendarse de vuestros encantos y yo, que he tenido la dicha de veros una sola vez, me siento esclavo de un amor que tan sólo acabará con mi vida. Un pensamiento me atormenta y es que otro haya sido más afortunado, adelantándose. Tranquilizadme, pues, señorita, si vuestro corazón está libre; y en tal caso corresponded a este amor que en mí ha nacido con toda la fuerza de la pasión y que será inquebrantable y eterno. Soy vuestro S. S. Q. V. M. B.
Querido Luis: El respeto que has demostrado por mi padre me ha conmovido ,y me parecería faltarla si me opusiera a sus deseos. Recibiré con verdadero placer tus visitas, pero ten presente present e que no te concederé mi mano man o y con ella mi corazón sino cuando tenga la prueba absoluta de un amor sincero. —
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hablarla. Si hubiera podido hallar ocasión para manifestarla cuanto la amo, tenga la completa seguridad de que no lo habría hecho; pues no sé si puedo aspirar a la dicha de ser correspondido. No me niegue usted esta gracia de la que depende depen de la tranquilidad toda de mi vida, y si soy tan afortunado de merecer su cariño, le ruego hacérmelo saber cuanto antes. Soy de usted, etc., etc. CARTA PIDIENDO UNA CITA Adorable Lolita: No puedes hac erte un a idea de cuán dichoso sería si pudiese pasar contigo algunos instantes sin que nadie espiara nuestros gestos ni escuchara las palabras de amor que podríamos decirnos. Si es verdad que tanto me amas como tantas veces me lo has repetido no debes negarme el favor que te pido y aceptar ace ptar en cambio el pedido pedid o que voy a propopropo nerte. El domingo por la mañana, cuando salgas de casa busca un pretexto pretex to cualq uiera pa ra alej arte de tu tía, o mejor aún, ve si puedes salir con la excusa de ir a hacer una visita a algunas de tus amigas, y llegarte hasta la alameda alameda d e .. . donde estaré estaré esperán esperándote dote.. ¡Ah! ya estoy pensando en la dicha que disfrutaré al poderte decir decir a solas solas:: “ ¡T e amo! ¡ te adoro! ” y de apretar entre las mías tus manecitas que cubriré de beso besos. s. — ¡Lolita! si verdader verd aderame amente nte me quieres como dices no me niegues el favor que te pido.
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CARTA A UNA SEÑORITA A QUIEN NO ES FACIL FA CIL PODE PO DER R HABLAR Señorita: La única excusa para hacerme perdonar de usted, la libertad que me tomo al escribirla, la hallaré en la dificultad de verla y más aún en la imposibilidad de —
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No tengas, te lo ruego, ning ún recelo po r mí porque la dicha de hallarme a tu lado no me hará olvidar ni por un segundo el respeto que te debo. Espero ansios ansioso o tu contestación contestación y confiado en tu amor tengo la completa seguridad que no me negarás algunos instantes de verdadera dicha. Tu tierno amante, etc.... RESPUESTA Querido: Antes de aceptar la cita que me pides he reflexionado largo tiempo, porque mi ánimo, asaltado por sos pechas y dudas, se re husaba husa ba en concedé rtela. Pero tam bién es verd ad que se necesita mucha mu cha fuerza de voluntad para poder resistir a las continuas seducciones de cariño. El corazón que no habla ni reflexiona y que sólo siente y palpita violentamente, animado por la pasión, no me ha permitido reflexionar por más tiempo y no he podido negarte lo que con tanto afán me pides. Así es que acepto, y el domingo a las nueve de la mañana estaré según según me dic dices es,, en la alameda d e .. . He dicho a mi tía que, si me lo hubiera permitido, iría de buena gana a ver a mi prima Conchita que está algo delicada. Pensaré yo en avisarla, en el caso que se descubriera mi engaño. Además de primas somos también muy amigas y tengo completa confianza en ella. Pues entonces queda entendido que yo el domingo por la mañana acudiré a la cita y te diré un mundo de cosas que llenan mi
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hablarla. Si hubiera podido hallar ocasión para manifestarla cuanto la amo, tenga la completa seguridad de que no lo habría hecho; pues no sé si puedo aspirar a la dicha de ser correspondido. No me niegue usted esta gracia de la que depende depen de la tranquilidad toda de mi vida, y si soy tan afortunado de merecer su cariño, le ruego hacérmelo saber cuanto antes. Soy de usted, etc., etc. CARTA PIDIENDO UNA CITA Adorable Lolita: No puedes hac erte un a idea de cuán dichoso sería si pudiese pasar contigo algunos instantes sin que nadie espiara nuestros gestos ni escuchara las palabras de amor que podríamos decirnos. Si es verdad que tanto me amas como tantas veces me lo has repetido no debes negarme el favor que te pido y aceptar ace ptar en cambio el pedido pedid o que voy a propopropo nerte. El domingo por la mañana, cuando salgas de casa busca un pretexto pretex to cualq uiera pa ra alej arte de tu tía, o mejor aún, ve si puedes salir con la excusa de ir a hacer una visita a algunas de tus amigas, y llegarte hasta la alameda alameda d e .. . donde estaré estaré esperán esperándote dote.. ¡Ah! ya estoy pensando en la dicha que disfrutaré al poderte decir decir a solas solas:: “ ¡T e amo! ¡ te adoro! ” y de apretar entre las mías tus manecitas que cubriré de beso besos. s. — ¡Lolita! si verdader verd aderame amente nte me quieres como dices no me niegues el favor que te pido.
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No tengas, te lo ruego, ning ún recelo po r mí porque la dicha de hallarme a tu lado no me hará olvidar ni por un segundo el respeto que te debo. Espero ansios ansioso o tu contestación contestación y confiado en tu amor tengo la completa seguridad que no me negarás algunos instantes de verdadera dicha. Tu tierno amante, etc.... RESPUESTA Querido: Antes de aceptar la cita que me pides he reflexionado largo tiempo, porque mi ánimo, asaltado por sos pechas y dudas, se re husaba husa ba en concedé rtela. Pero tam bién es verd ad que se necesita mucha mu cha fuerza de voluntad para poder resistir a las continuas seducciones de cariño. El corazón que no habla ni reflexiona y que sólo siente y palpita violentamente, animado por la pasión, no me ha permitido reflexionar por más tiempo y no he podido negarte lo que con tanto afán me pides. Así es que acepto, y el domingo a las nueve de la mañana estaré según según me dic dices es,, en la alameda d e .. . He dicho a mi tía que, si me lo hubiera permitido, iría de buena gana a ver a mi prima Conchita que está algo delicada. Pensaré yo en avisarla, en el caso que se descubriera mi engaño. Además de primas somos también muy amigas y tengo completa confianza en ella. Pues entonces queda entendido que yo el domingo por la mañana acudiré a la cita y te diré un mundo de cosas que llenan mi
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corazón y que la pluma no sabe expresar. ¡Adiós!... Te envío con el pensamiento un millón de besos en espera de los que, según dices, quieres darme en verdad sobre mis manos. Y, entendámonos de una vez, señorito, sobre mis manos y nada más. ¿Entiendes? Sino no vendría, y dudaría de la promesa que me haces en tu carta de ser conmigo muy respetuoso. Tuya siempre, etc. CARTA PIDIENDO UN COLOQUIO SECRETO Señorita: Siempre me figuré que el amor, tan bien descrito por los poetas, sólo era temible para pa ra espíritus afeminaafem inados y novelescos; pero al ver a usted no he tenido más remedio que convencerme de que mis opiniones temerarias eran completamente erróneas. Sí, todos mis orgullosos sofismas no han podido defenderme de un encanto irresistible; había desafiado con atrevimiento al amor, pero él acaba de castigarme desplegando a mis ojos deslumbrados todo su poder en un objeto verdaderamente encantador. Y no cometeré, pues, la injust icia de burlarm burl armee de los poetas, puesto que yo mismo podría servirle de modelo para sus burlas. Dudaré menos aún en adelante de esas pasiones que merecen depender del destino y que le hieren a uno en el alma. El dardo se ha hundido demasiado en mi corazón para ser incrédulo todavía. Sí, se ama por una sola mirada; se adora por toda la vida a la mujer que
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se ha visto como una sombra pasajera: usted es una pru eba de ello, pues han bastad o algunos minutos par a decidir mi suerte. En efecto, ¿quién hubiera podido resistir al encanto que parece reinar en todos sus movimientos? ¿No concurría toda a seducirme? Entré en la reunión —y ese instante lo tengo grabado para siempre en mi corazón— en el preciso momento en que usted tocaba divinamen te una dulce melodía. ¡ Qué actitu d tan delicada! La boca de usted exhalaba perfumes, y sus dedos de alabastro llenaban el aire de sonidos brillantes. Ruego a usted se sirva decirme la acogida que hace a esta sincera declaración. El papel no es digno de encerrar en sí sus preciosos pensamientos; el amante más tierno, más respetuoso, debe recogerlos en su pecho como un bálsamo consolador. Dígnese usted, pues, otorgarme una cita esta tarde en la verja de su jardín: un pañuelo colocado en su balcón, me anunciará su consentimiento; entonces verá a sus pies al que se declara siempre su más tierno amante, etc., etc. CARTA DE RECRIMINACIONES Señorita: No puedo disimular disim ular por más tiempo las vivas inquietudes que me atormentan; usted comenzó mi dicha aceptando mi amor y concediéndome el suyo... y desde el momento en que la expresión de su sentimiento hizo nacer en mi corazón las más halagüeñas esperanzas, usted parece arrepentirse de un paso dado, quizás, sin reflexión. Usted parece querer volverse atrás,
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corazón y que la pluma no sabe expresar. ¡Adiós!... Te envío con el pensamiento un millón de besos en espera de los que, según dices, quieres darme en verdad sobre mis manos. Y, entendámonos de una vez, señorito, sobre mis manos y nada más. ¿Entiendes? Sino no vendría, y dudaría de la promesa que me haces en tu carta de ser conmigo muy respetuoso. Tuya siempre, etc. CARTA PIDIENDO UN COLOQUIO SECRETO Señorita: Siempre me figuré que el amor, tan bien descrito por los poetas, sólo era temible para pa ra espíritus afeminaafem inados y novelescos; pero al ver a usted no he tenido más remedio que convencerme de que mis opiniones temerarias eran completamente erróneas. Sí, todos mis orgullosos sofismas no han podido defenderme de un encanto irresistible; había desafiado con atrevimiento al amor, pero él acaba de castigarme desplegando a mis ojos deslumbrados todo su poder en un objeto verdaderamente encantador. Y no cometeré, pues, la injust icia de burlarm burl armee de los poetas, puesto que yo mismo podría servirle de modelo para sus burlas. Dudaré menos aún en adelante de esas pasiones que merecen depender del destino y que le hieren a uno en el alma. El dardo se ha hundido demasiado en mi corazón para ser incrédulo todavía. Sí, se ama por una sola mirada; se adora por toda la vida a la mujer que
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y desmentir juramentos que sus verdaderos sentimientos reprueban secretamente. Esto es demasiada crueldad. Ahora no deja usted escapar ninguna ocasión para inquietarme y ofenderme cuando puede. Hace algún tiempo que todas mis acciones son puestas en ridículo por usted; si paso bajo sus ventanas me mira con aire irónico y “burlesco. No soy más feliz en la conversación, porque por que usted siempre evita la mía. Ayer mismo mientras la estaba refiriendo algunos detalles del nuevo drama estrenado anteanoche, usted se separó bruscainente de mí sin darse la pena pen a siquiera de disimular el aburrim abu rrimiento iento que mi conversación la producía; y luego, cuando otras personas se pusieron a hablarla hab larla se mostró uste d muy alegre a legre y contencont enta como siempre. Convenga usted en que esas transiciones no son agradables. Si yo tuviera menos amor, tendría menos susceptibilidad. Todo lo que parece quitarle la más pequeña parte del precioso cariño de usted, arroja la desesperación en mi alma; deje usted, pues, de fingir frialdad, si efectivamente no se ha enfriado su amor por mí. Pero, sobre todo, no emplee usted una cruel coquetería que me desespera. Me ha sometido sin reserva a su imperio, es verdad, pero me parece que no habría generosidad en aumentar aún el peso de las cadenas que voluntariamente he escogido. Como no quiero que usted me ponga en lista de los amantes descontentad descontentadizos, izos, terminaré esta ca rta; algo amarguita, lo confieso, con nuevas seguridades de tenerla. Pero después, ¿por qué no veré brillar nuevas chis —
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se ha visto como una sombra pasajera: usted es una pru eba de ello, pues han bastad o algunos minutos par a decidir mi suerte. En efecto, ¿quién hubiera podido resistir al encanto que parece reinar en todos sus movimientos? ¿No concurría toda a seducirme? Entré en la reunión —y ese instante lo tengo grabado para siempre en mi corazón— en el preciso momento en que usted tocaba divinamen te una dulce melodía. ¡ Qué actitu d tan delicada! La boca de usted exhalaba perfumes, y sus dedos de alabastro llenaban el aire de sonidos brillantes. Ruego a usted se sirva decirme la acogida que hace a esta sincera declaración. El papel no es digno de encerrar en sí sus preciosos pensamientos; el amante más tierno, más respetuoso, debe recogerlos en su pecho como un bálsamo consolador. Dígnese usted, pues, otorgarme una cita esta tarde en la verja de su jardín: un pañuelo colocado en su balcón, me anunciará su consentimiento; entonces verá a sus pies al que se declara siempre su más tierno amante, etc., etc. CARTA DE RECRIMINACIONES Señorita: No puedo disimular disim ular por más tiempo las vivas inquietudes que me atormentan; usted comenzó mi dicha aceptando mi amor y concediéndome el suyo... y desde el momento en que la expresión de su sentimiento hizo nacer en mi corazón las más halagüeñas esperanzas, usted parece arrepentirse de un paso dado, quizás, sin reflexión. Usted parece querer volverse atrás,
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pas de sentimiento al través de la falsa máscara más cara del des pecho? Dígnese pues dirigirme una sonrisa y caeré a sus pies par a otorga rle el perdón perd ón de sus caprichos. Soy Soy de usted usted,, etc .. . . CONTESTACION Caballero: Bien se merecía usted que yo fuese esa coqueta insensible, cuyo retrato hace, aunque muy mal hecho. Muy bien haría yo en volverle la espalda cuando está usted conversando con mi amiga Paquita y la toma la mano con tanta afectación. Pero a pesar de las injusticias de usted no soy yo mujer para vengarme en asuntos de amor por medios tan mezquinos. Esto es bien que lo sepa usted caballero. Más de una vez hubiera podido yo reprenderle y con muchísima razón, por sus reproches injustos, pero nunca habría tenido la idea de disgustarle si usted no me hubiese sugerido tal pensamiento en sus terribles ataques. Y debiera estar constantemente enojada con usted; pero la verd ad es que sus enfermedades enferme dades de espíritu me dan lástima y me consideraría una mujer muy cruel si no tomara en consideración hasta qué punto llega la demencia de amor propio a que están sujetos la mayoría de los hombres. Pero creo que ya es hora de acabar con recriminaciones completamente inútiles por la razón muy sencilla que no tienen motivo de ser. —
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y desmentir juramentos que sus verdaderos sentimientos reprueban secretamente. Esto es demasiada crueldad. Ahora no deja usted escapar ninguna ocasión para inquietarme y ofenderme cuando puede. Hace algún tiempo que todas mis acciones son puestas en ridículo por usted; si paso bajo sus ventanas me mira con aire irónico y “burlesco. No soy más feliz en la conversación, porque por que usted siempre evita la mía. Ayer mismo mientras la estaba refiriendo algunos detalles del nuevo drama estrenado anteanoche, usted se separó bruscainente de mí sin darse la pena pen a siquiera de disimular el aburrim abu rrimiento iento que mi conversación la producía; y luego, cuando otras personas se pusieron a hablarla hab larla se mostró uste d muy alegre a legre y contencont enta como siempre. Convenga usted en que esas transiciones no son agradables. Si yo tuviera menos amor, tendría menos susceptibilidad. Todo lo que parece quitarle la más pequeña parte del precioso cariño de usted, arroja la desesperación en mi alma; deje usted, pues, de fingir frialdad, si efectivamente no se ha enfriado su amor por mí. Pero, sobre todo, no emplee usted una cruel coquetería que me desespera. Me ha sometido sin reserva a su imperio, es verdad, pero me parece que no habría generosidad en aumentar aún el peso de las cadenas que voluntariamente he escogido. Como no quiero que usted me ponga en lista de los amantes descontentad descontentadizos, izos, terminaré esta ca rta; algo amarguita, lo confieso, con nuevas seguridades de tenerla. Pero después, ¿por qué no veré brillar nuevas chis —
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Sepa usted, señorito, que se le adora, que se le idolatra, que se sufre por su ausencia y que si desea de todas veras una reconciliación, yo se la ofrezco, pero con la condición que vendrá usted mañana a besarme la mano, pero de rodillas. —¿Quedam —¿Q uedamos os en eso? eso? Soy de usted, etc.... CARTA DE UN AMANTE AUSENTE A SU NOVIA Querida Carmencita: Carmencita: Creo que no pondrás en duda el gran dolor que ex perimento perim ento al hallarme hallar me tan lejos lejos de ti, sobre todo des pués de las prue bas que te he dado de mi amor. Sería muy difícil creer al uno sin estar convencido de lo otro. Y esto es precisamente lo que hoy me consuela estando todavía muy lejos la esperanza de reci bir otros consuelos. consuelos. Si me atreviera a suplicarte de pensar constantemente en mí, lo haría para obtener de tu bondad que me otorgaras tanta dicha que es el único bálsamo para mi corazón afligido. Pero me basta que tú sepas cuán necesaria es tu presencia para par a que mi ánimo disfrute de una verdadera verda dera tranquilidad. Tuyo por toda la vida, etc... . OTRA Querida Julia:
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pas de sentimiento al través de la falsa máscara más cara del des pecho? Dígnese pues dirigirme una sonrisa y caeré a sus pies par a otorga rle el perdón perd ón de sus caprichos. Soy Soy de usted usted,, etc .. . . CONTESTACION Caballero: Bien se merecía usted que yo fuese esa coqueta insensible, cuyo retrato hace, aunque muy mal hecho. Muy bien haría yo en volverle la espalda cuando está usted conversando con mi amiga Paquita y la toma la mano con tanta afectación. Pero a pesar de las injusticias de usted no soy yo mujer para vengarme en asuntos de amor por medios tan mezquinos. Esto es bien que lo sepa usted caballero. Más de una vez hubiera podido yo reprenderle y con muchísima razón, por sus reproches injustos, pero nunca habría tenido la idea de disgustarle si usted no me hubiese sugerido tal pensamiento en sus terribles ataques. Y debiera estar constantemente enojada con usted; pero la verd ad es que sus enfermedades enferme dades de espíritu me dan lástima y me consideraría una mujer muy cruel si no tomara en consideración hasta qué punto llega la demencia de amor propio a que están sujetos la mayoría de los hombres. Pero creo que ya es hora de acabar con recriminaciones completamente inútiles por la razón muy sencilla que no tienen motivo de ser. —
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Si tú supieras hasta qué punto tu lontananza me aflige apuesto que no encontrarías medio alguno para vencer el sentimiento de piedad hacia mí, que se posesionaría de ti. Es tanto lo que sufro que si lo contara nadie lo creería, y como conozco la sensibilidad de tu ánimo, adivino lo que aún sufrirías también tan sólo pensando en mis penas. Pero ¿qué hacerle? No tengo nada más que tener mucha paciencia, esperando que llegue pronto el día en que vuelva a estrecharte contra mi pecho, mientras pueda llamarte mía para siempre. Tuyo, etc.... CONTESTACION Pedro mío: Las penas amorosas son muy difíciles de curar y nadie puede siquiera aliviarlas con consuelos. Tú eres víctima de ellas; pero tu vuelta, que espero será pronto, será el único remedio. Si sucediera lo contrario, es decir, si tú tardaras en volver así me darás a conocer con tu constancia la lealtad de tu corazón. Por mi parte no temas y vive tranquilo, que soy y seré seré siempre siempre tuya tuya,, e tc. . . CARTA DE UN AMANTE A SU NOVIA POCOS DIAS ANTES DE LA BODA Amada día: Si me pongo a pensar que está tan próximo el día
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Sepa usted, señorito, que se le adora, que se le idolatra, que se sufre por su ausencia y que si desea de todas veras una reconciliación, yo se la ofrezco, pero con la condición que vendrá usted mañana a besarme la mano, pero de rodillas. —¿Quedam —¿Q uedamos os en eso? eso? Soy de usted, etc.... CARTA DE UN AMANTE AUSENTE A SU NOVIA Querida Carmencita: Carmencita: Creo que no pondrás en duda el gran dolor que ex perimento perim ento al hallarme hallar me tan lejos lejos de ti, sobre todo des pués de las prue bas que te he dado de mi amor. Sería muy difícil creer al uno sin estar convencido de lo otro. Y esto es precisamente lo que hoy me consuela estando todavía muy lejos la esperanza de reci bir otros consuelos. consuelos. Si me atreviera a suplicarte de pensar constantemente en mí, lo haría para obtener de tu bondad que me otorgaras tanta dicha que es el único bálsamo para mi corazón afligido. Pero me basta que tú sepas cuán necesaria es tu presencia para par a que mi ánimo disfrute de una verdadera verda dera tranquilidad. Tuyo por toda la vida, etc... . OTRA Querida Julia:
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de nuestra boda, late mi corazón con tanta vehemencia como si quisiera salirse del pecho. Pocos días aún y después podré estrecharte en mis brazos y poner pone r en tu cánd ida frente frent e y en tus rosados la bios bios todos los los besos besos que aho ra te envío con con el pensamiento. miento. Y entonces entonces podré decirte: ¡Aho ra eres eres mía, pero siempre mía! Hay momentos en que ese día me asusta porque temo que la dicha me mate. Hoy he ido a dar una ojeada a los últimos preparativos que están haciendo en la casa que será dentro de poco nuestro nido de amor, y quiero esperar espera r que te quedarás satisfecha cuando la veas. Los colores de las ta picerías son los los mismos mismos que has escogido. escogido. Todas Tod as las habitaciones que dan al jardín están inundadas por el sol de mi alma empañada; puedes creerlo, el sol mundo. ¡Cuántos sueños he hecho allí! Pero te los diré de viva voz cuando estaré junto contigo, y podré estrechar entre las mías tus blancas y pequeñas manecitas. Mientras tanto has de saber que yo no tengo más que un deseo en el mundo, el de hacerte dichosa y que así como te he amado, y te amo ahora mismo, te amaré, por toda la vida. Tuyo para siempre, etc...
Si tú supieras hasta qué punto tu lontananza me aflige apuesto que no encontrarías medio alguno para vencer el sentimiento de piedad hacia mí, que se posesionaría de ti. Es tanto lo que sufro que si lo contara nadie lo creería, y como conozco la sensibilidad de tu ánimo, adivino lo que aún sufrirías también tan sólo pensando en mis penas. Pero ¿qué hacerle? No tengo nada más que tener mucha paciencia, esperando que llegue pronto el día en que vuelva a estrecharte contra mi pecho, mientras pueda llamarte mía para siempre. Tuyo, etc.... CONTESTACION Pedro mío: Las penas amorosas son muy difíciles de curar y nadie puede siquiera aliviarlas con consuelos. Tú eres víctima de ellas; pero tu vuelta, que espero será pronto, será el único remedio. Si sucediera lo contrario, es decir, si tú tardaras en volver así me darás a conocer con tu constancia la lealtad de tu corazón. Por mi parte no temas y vive tranquilo, que soy y seré seré siempre siempre tuya tuya,, e tc. . . CARTA DE UN AMANTE A SU NOVIA POCOS DIAS ANTES DE LA BODA Amada día: Si me pongo a pensar que está tan próximo el día
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delicioso que me hace desear y temer a un tiempo, el instante en que seré tuya. Mil sentimientos se acumulan en mi corazón y me es imposible definirlos. Tengo también instantes de melancolía, pero es una melancolía sublime y poética que es más alegría que dolor de corazón. ¡Ah! quisiera escribirte muchas, pero muchas cosas y sin embargo, no sé más que repetirte que te amo, que te adoro y que no deseo otra dicha en el mundo que la de ser tuya. Estoy convencida de que nuestros corazones no tienen más que un latir y que nuestras almas no forman más que un alma sola. Lloro de alegría pensando en el instante en que un solemne juramento nos unirá por toda la vida y que tú podrás pod rás llamar me “tu esposa”. Desde aquel momento el objeto de mi vida será hacerte el más dichoso de los hombres. Adiós, y hasta pronto. Te espero como siempre, es decir, con ansia amorosa. Tuya, etc... CARTA DE RECRIMINACIONES DE UN AMANTE A SU NOVIA POR SU INDIFERENCIA
CONTESTACION Amado mío: Tu carta me ha hecho estremecer de alegría. Yo también durante estos pocos días que nos separan de nuestra unión estoy nerviosa y vivo en un organismo
Adorable Concepción: Convencido como estoy de que en ti sólo puedo encontrar la dicha en el mundo, en ti que eres la criatura más adorable que haya conocido, no conozco otra dicha que la de verte y serte agradable.
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de nuestra boda, late mi corazón con tanta vehemencia como si quisiera salirse del pecho. Pocos días aún y después podré estrecharte en mis brazos y poner pone r en tu cánd ida frente frent e y en tus rosados la bios bios todos los los besos besos que aho ra te envío con con el pensamiento. miento. Y entonces entonces podré decirte: ¡Aho ra eres eres mía, pero siempre mía! Hay momentos en que ese día me asusta porque temo que la dicha me mate. Hoy he ido a dar una ojeada a los últimos preparativos que están haciendo en la casa que será dentro de poco nuestro nido de amor, y quiero esperar espera r que te quedarás satisfecha cuando la veas. Los colores de las ta picerías son los los mismos mismos que has escogido. escogido. Todas Tod as las habitaciones que dan al jardín están inundadas por el sol de mi alma empañada; puedes creerlo, el sol mundo. ¡Cuántos sueños he hecho allí! Pero te los diré de viva voz cuando estaré junto contigo, y podré estrechar entre las mías tus blancas y pequeñas manecitas. Mientras tanto has de saber que yo no tengo más que un deseo en el mundo, el de hacerte dichosa y que así como te he amado, y te amo ahora mismo, te amaré, por toda la vida. Tuyo para siempre, etc...
delicioso que me hace desear y temer a un tiempo, el instante en que seré tuya. Mil sentimientos se acumulan en mi corazón y me es imposible definirlos. Tengo también instantes de melancolía, pero es una melancolía sublime y poética que es más alegría que dolor de corazón. ¡Ah! quisiera escribirte muchas, pero muchas cosas y sin embargo, no sé más que repetirte que te amo, que te adoro y que no deseo otra dicha en el mundo que la de ser tuya. Estoy convencida de que nuestros corazones no tienen más que un latir y que nuestras almas no forman más que un alma sola. Lloro de alegría pensando en el instante en que un solemne juramento nos unirá por toda la vida y que tú podrás pod rás llamar me “tu esposa”. Desde aquel momento el objeto de mi vida será hacerte el más dichoso de los hombres. Adiós, y hasta pronto. Te espero como siempre, es decir, con ansia amorosa. Tuya, etc... CARTA DE RECRIMINACIONES DE UN AMANTE A SU NOVIA POR SU INDIFERENCIA
CONTESTACION Amado mío: Tu carta me ha hecho estremecer de alegría. Yo también durante estos pocos días que nos separan de nuestra unión estoy nerviosa y vivo en un organismo
Adorable Concepción: Convencido como estoy de que en ti sólo puedo encontrar la dicha en el mundo, en ti que eres la criatura más adorable que haya conocido, no conozco otra dicha que la de verte y serte agradable.
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Por lo que acabo de decirte puedes juzgar cuán penoso ha de ser el estado de mi alma en notar tu fría indiferencia sin que yo pueda adivinar por qué motivo me tratas tan cruelmente, a no ser que tú juzgues mi cariño indigno de ti. Y sin embargo, no tengo valor para acusarte porque más bien prefiero considerarme como culpable en vez de acusarte de ingrata. Pero te suplico no prolongar por más tiempo mi su plicio; contéstame conté stame con lo que me has hecho hech o sufrir sufr ir y da fin a mi dolor y a tu frialdad si no quieres, quitarme la vida de la cual no me cuido sino para ser un eterno adorador de tus gracias encantadoras a las que prodigo mil besos con el pensamiento y con el corazón de tu amante que te adora. OTRA QUE QUISIERA EXPRESAR ABANDONO SIN CONSEGUIRLO ¡Julia! Es preciso que yo huya de ti, bien lo comprendo. Más hubiera valido que lo hubiese hecho antes o bien que nunca te viera. ¿Qué hacer, pues? Tú me habías prometido prom etido amarm am arm e y a h o r a .. . , me veo en la más ne cra desesperación. Si yo sufro, tengo por lo menos el consuelo de sufrir solo y no quisiera obtener una dicha que redundara en daño tuyo. Pero viéndote como te veo todos los días, mi mal se agrava, y sufro penas que tú debes ignorar. Conozco, es verdad, el partido que debiera tomar, pero ¿cómo
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alejarme sin motivos de una casa donde me colmaron de amabilidades y donde me fue concedido lo que más quería en el mundo? ¿He de abandonarte sin decir nada? ¿He de dar a conocer a tus padres el motivo que me obliga a no volver más a tu casa? Y esa misma confesión ¿no te ofendería a ti y a ellos viniendo de parte de un hombre cuyo nacimiento y fortuna no pueden perm itirle asp irar a consegu ir tu t u mano? mano ? No veo pues más que un remed io pa ra salir del abismo en que me he precipitado y es que tu mano que a él me ha impelido, me salve. Si tú haces ver esta carta a tus padres, ellos mismos me alejarán prohibiéndome la entrada en tu casa. Pues bien, todo podré sufrir si viene de ti : pero p or mí solo solo no puedo huir. Pero, ¿ qué estoy diciendo? ¿ Hu ir? ¿ Por qué? ¿Es acaso un delito tener la naturaleza sensible y amar lo que se debe honrar? ¡No, hermosa Julia! Tus atractivos han cegado mis ojos. Pero no hubiera perdido mi corazón sin el poderoso atractivo que las anima, tu inalterable dulzura, tu tierna piedad para las penas ajenas, ajenas , ese gu sto exquisito que te hac e sobrepuj sobr epujar ar entre todas las jóvenes, son los atractivos que en ti he descubierto y que son la causa de que yo te adore. Consiento en que te pueda imaginar más bella, pero más amable y más digna del amor de un hombre honrado ¡eso nunca! No es posible y no lo será. Hay veces en que me hago la ilusión de que el destino haya puesto un lazo secreto entre nuestros gustos y nuestra edad. Aunque tan jóvenes nada hay de diferente entre nosotros y todas nuestras inclinaciones se parecen. parec en. Antes de hac er caso de los prejuicios del munmu n-
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Por lo que acabo de decirte puedes juzgar cuán penoso ha de ser el estado de mi alma en notar tu fría indiferencia sin que yo pueda adivinar por qué motivo me tratas tan cruelmente, a no ser que tú juzgues mi cariño indigno de ti. Y sin embargo, no tengo valor para acusarte porque más bien prefiero considerarme como culpable en vez de acusarte de ingrata. Pero te suplico no prolongar por más tiempo mi su plicio; contéstame conté stame con lo que me has hecho hech o sufrir sufr ir y da fin a mi dolor y a tu frialdad si no quieres, quitarme la vida de la cual no me cuido sino para ser un eterno adorador de tus gracias encantadoras a las que prodigo mil besos con el pensamiento y con el corazón de tu amante que te adora. OTRA QUE QUISIERA EXPRESAR ABANDONO SIN CONSEGUIRLO ¡Julia! Es preciso que yo huya de ti, bien lo comprendo. Más hubiera valido que lo hubiese hecho antes o bien que nunca te viera. ¿Qué hacer, pues? Tú me habías prometido prom etido amarm am arm e y a h o r a .. . , me veo en la más ne cra desesperación. Si yo sufro, tengo por lo menos el consuelo de sufrir solo y no quisiera obtener una dicha que redundara en daño tuyo. Pero viéndote como te veo todos los días, mi mal se agrava, y sufro penas que tú debes ignorar. Conozco, es verdad, el partido que debiera tomar, pero ¿cómo
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alejarme sin motivos de una casa donde me colmaron de amabilidades y donde me fue concedido lo que más quería en el mundo? ¿He de abandonarte sin decir nada? ¿He de dar a conocer a tus padres el motivo que me obliga a no volver más a tu casa? Y esa misma confesión ¿no te ofendería a ti y a ellos viniendo de parte de un hombre cuyo nacimiento y fortuna no pueden perm itirle asp irar a consegu ir tu t u mano? mano ? No veo pues más que un remed io pa ra salir del abismo en que me he precipitado y es que tu mano que a él me ha impelido, me salve. Si tú haces ver esta carta a tus padres, ellos mismos me alejarán prohibiéndome la entrada en tu casa. Pues bien, todo podré sufrir si viene de ti : pero p or mí solo solo no puedo huir. Pero, ¿ qué estoy diciendo? ¿ Hu ir? ¿ Por qué? ¿Es acaso un delito tener la naturaleza sensible y amar lo que se debe honrar? ¡No, hermosa Julia! Tus atractivos han cegado mis ojos. Pero no hubiera perdido mi corazón sin el poderoso atractivo que las anima, tu inalterable dulzura, tu tierna piedad para las penas ajenas, ajenas , ese gu sto exquisito que te hac e sobrepuj sobr epujar ar entre todas las jóvenes, son los atractivos que en ti he descubierto y que son la causa de que yo te adore. Consiento en que te pueda imaginar más bella, pero más amable y más digna del amor de un hombre honrado ¡eso nunca! No es posible y no lo será. Hay veces en que me hago la ilusión de que el destino haya puesto un lazo secreto entre nuestros gustos y nuestra edad. Aunque tan jóvenes nada hay de diferente entre nosotros y todas nuestras inclinaciones se parecen. parec en. Antes de hac er caso de los prejuicios del munmu n-
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do consideremos que tenemos una manera exactamente igual de sentir y ver las cosas. ¿Y por qué no habría de imaginar en nuestros corazones ese mismo acuerdo que encuentro en nuestra manera de pensar? Recuerda cuando nuestras miradas se cruzaban, los suspiros que salían al mismo tiempo de nuestros pechos y . .. esos esos besos besos que con con el pensamiento nos enviábam enviábamos. os. ¿Y si ese recuerdo viniera de una voluntad divina y fuéramos destinados el uno para el otro? P er o. .. ¡perdóname! ¡perdóname! Yo me pierdo pierdo en un laberinto laberinto de ideas y tomo los sueños por realidad. Veo con horror qué tormento se prepara para mi corazón; pero juzga tú por el favor que te he pedido si mis sentimientos eran y son puros. Imploro pues de ti toda clase de rigores como un amigo implora tu bondad. Sí, te prometo, mejor dicho, te juro hacer lo posible pa ra recobrar recob rar la razón, para pa ra calm ar la agitac ión que siento en mi corazón. Pero por piedad te pido que ya no me mires porque tus miradas tan dulces y encantadoras me dan la muerte; ocúltame tus gracias y hasta tus gestos gestos.. ¡ Engaña, pues, la ávida imprudenc ia de mis ojos! Haz de manera que yo no oiga jamás tu voz tan dulce y penetrante que no puedo escuchar sin conmoverme. ¡ Ay! Ay! Dime tú misma una últim a palabra, dame un consejo, un consuelo para que mi corazón vuelva en sí. Tuyo, etc...
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CARTA DE UN JOVEN A SUS PADRES, PIDIENDOLES CONSEJOS Y PARTICIPANDOLES QUE SE ENCUENTRA ENAMORADO Mis queridísimos padres: En estos días difíciles para mí, porque en mi alma se ha despertado una pasión de fuego, pienso más que nunca en ustedes y recuerdo los sabios consejos que usted me daba, querido padre, cuando juntos paseábamos en ese humilde pueblo en que nací. Padre mío: me he enamorado profundamente de una joven seduct ora y creo que a nadie mejor que a usted, pod ría confia r mi pasión, porqu e siempre ha sido usted para mí, mi mejor mejo r amigo. La joven a quien amo es un ángel de bondad, y como ella me ama muchísimo así amará también a mis padre s a quienes amo con amo r entra ñable . Pad re mío : en aquellos días felices en que yo vivía vivía con ustedes, muchas veces me dijo usted que día llegaría en que mi corazón buscaría otro corazón y que cuando ese caso llegara no confiara a nadie mi pasión sino a mis padres y que ellos me ayudarían con sus consejos si los necesitaba, y santi ficarí an mis amores con su bendición paternal. Y ese momento ha llegado, padre. La mujer elegida de mi corazón es digna, es buena y me ama como yo amo a ella, y a nadie, absolutamente a nadie, he declarado hasta ahora mi pasión sino a ustedes; dígaselo así a mi madre, este hijo a quien tanto quieren ustedes y que tanto les quiere, les recuerda hoy la promesa que le hicieron en los primeros años de su juventud y pide —
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do consideremos que tenemos una manera exactamente igual de sentir y ver las cosas. ¿Y por qué no habría de imaginar en nuestros corazones ese mismo acuerdo que encuentro en nuestra manera de pensar? Recuerda cuando nuestras miradas se cruzaban, los suspiros que salían al mismo tiempo de nuestros pechos y . .. esos esos besos besos que con con el pensamiento nos enviábam enviábamos. os. ¿Y si ese recuerdo viniera de una voluntad divina y fuéramos destinados el uno para el otro? P er o. .. ¡perdóname! ¡perdóname! Yo me pierdo pierdo en un laberinto laberinto de ideas y tomo los sueños por realidad. Veo con horror qué tormento se prepara para mi corazón; pero juzga tú por el favor que te he pedido si mis sentimientos eran y son puros. Imploro pues de ti toda clase de rigores como un amigo implora tu bondad. Sí, te prometo, mejor dicho, te juro hacer lo posible pa ra recobrar recob rar la razón, para pa ra calm ar la agitac ión que siento en mi corazón. Pero por piedad te pido que ya no me mires porque tus miradas tan dulces y encantadoras me dan la muerte; ocúltame tus gracias y hasta tus gestos gestos.. ¡ Engaña, pues, la ávida imprudenc ia de mis ojos! Haz de manera que yo no oiga jamás tu voz tan dulce y penetrante que no puedo escuchar sin conmoverme. ¡ Ay! Ay! Dime tú misma una últim a palabra, dame un consejo, un consuelo para que mi corazón vuelva en sí. Tuyo, etc...
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a su madre un beso de aquellos que imprimía en sus mejillas durante su infancia; y a usted, padre, suplica le envíe su bendición; no se la niegue a su hijo que le quiere mucho, etc. CARTA DE UN JOVEN A SU NOVIA PIDIENDOLE PERDON DE UNA INFIDELIDAD Encantadora María: Turbado y confuso, lleno de temor e incertidumbre, tomo Ja pluma para escribirte sin saber qué hacer para templar tus justos enojos y el amor y el cariño vuelvan a brillar en esos bellos ojos, arrojando a la indignación que los domina y los abate. Es cierto, vida mía, que prodigué a lgunas frases frases galantes a tu amiguita, y que llevado de mi carácter le dirigí varias lisonjas que tú tradujiste, en tus arrebatadores celos, por frases amorosas y por lisonjas de cariño hacia ella. ¿Es posible, adorable María, que en tu preclaro talento hayas comprendido semejante cosa? ¿Es posible que hayas podido ver un amor vehemente dande no había más que un afecto de pura amistad y galantería? Si esto te ha ofendido de tal manera, a tus pies me postro esperando tu absolución, no dudand dud ando o que tu benigno corazón me la dará. dará . Sé que la dulzura es la prenda más bella de tu carácter; ter ; sé que en este resentimien to que me demuestras me pruebas el inmenso amor que tienes; por lo tanto absuelve a este penitente que no ha cometido más cri-
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CARTA DE UN JOVEN A SUS PADRES, PIDIENDOLES CONSEJOS Y PARTICIPANDOLES QUE SE ENCUENTRA ENAMORADO Mis queridísimos padres: En estos días difíciles para mí, porque en mi alma se ha despertado una pasión de fuego, pienso más que nunca en ustedes y recuerdo los sabios consejos que usted me daba, querido padre, cuando juntos paseábamos en ese humilde pueblo en que nací. Padre mío: me he enamorado profundamente de una joven seduct ora y creo que a nadie mejor que a usted, pod ría confia r mi pasión, porqu e siempre ha sido usted para mí, mi mejor mejo r amigo. La joven a quien amo es un ángel de bondad, y como ella me ama muchísimo así amará también a mis padre s a quienes amo con amo r entra ñable . Pad re mío : en aquellos días felices en que yo vivía vivía con ustedes, muchas veces me dijo usted que día llegaría en que mi corazón buscaría otro corazón y que cuando ese caso llegara no confiara a nadie mi pasión sino a mis padres y que ellos me ayudarían con sus consejos si los necesitaba, y santi ficarí an mis amores con su bendición paternal. Y ese momento ha llegado, padre. La mujer elegida de mi corazón es digna, es buena y me ama como yo amo a ella, y a nadie, absolutamente a nadie, he declarado hasta ahora mi pasión sino a ustedes; dígaselo así a mi madre, este hijo a quien tanto quieren ustedes y que tanto les quiere, les recuerda hoy la promesa que le hicieron en los primeros años de su juventud y pide —
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men que amarte intensamente y que aprecia cuanto te rodea. Yo te amo, María, con vehemencia, cualquiera contrariedad que sufras, me hace padecer horriblemente, y más cuando soy yo la causa de ella. Así pues, cese tu enojo, cálmese tu inquietud y brillen de nuevo en esos faros de luz los rutilantes rayos en que envuelves a tu adorado amante que te idolatra. Contéstame que me quieres y me perdonas y piensa que mi amor no se puede mudar. Tuyo, etc... CARTA DE UN AMANTE A SU NOVIA AUSENTE Mi deseada Antonia: Los días transcurren con una pesadez tal, que siglos me parecen desde que no te veo. Todas las tardes vago por los jardines, paseos y sitios que me ofrecen tu gratísimo recuerdo y me presentan las huellas de tus pasos como si fueran trazadas la víspera, y sin embargo, ¡hace tres meses que estás ausente de aquí con tus padres! Ayer salí al campo y recorrí el mismo trayecto que hiciéramos la última vez y todavía cogí algunas flore cillas del mismo sitio en que acostumbrábamos a sentarnos y en que la Naturaleza ha extendido su manto de esmeralda para que nadie profane, sin duda, el delicioso sitio en que mi amada acostumbraba poner sus plantas. El otro día estuve en el mar y contemplé el inmen-
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a su madre un beso de aquellos que imprimía en sus mejillas durante su infancia; y a usted, padre, suplica le envíe su bendición; no se la niegue a su hijo que le quiere mucho, etc. CARTA DE UN JOVEN A SU NOVIA PIDIENDOLE PERDON DE UNA INFIDELIDAD Encantadora María: Turbado y confuso, lleno de temor e incertidumbre, tomo Ja pluma para escribirte sin saber qué hacer para templar tus justos enojos y el amor y el cariño vuelvan a brillar en esos bellos ojos, arrojando a la indignación que los domina y los abate. Es cierto, vida mía, que prodigué a lgunas frases frases galantes a tu amiguita, y que llevado de mi carácter le dirigí varias lisonjas que tú tradujiste, en tus arrebatadores celos, por frases amorosas y por lisonjas de cariño hacia ella. ¿Es posible, adorable María, que en tu preclaro talento hayas comprendido semejante cosa? ¿Es posible que hayas podido ver un amor vehemente dande no había más que un afecto de pura amistad y galantería? Si esto te ha ofendido de tal manera, a tus pies me postro esperando tu absolución, no dudand dud ando o que tu benigno corazón me la dará. dará . Sé que la dulzura es la prenda más bella de tu carácter; ter ; sé que en este resentimien to que me demuestras me pruebas el inmenso amor que tienes; por lo tanto absuelve a este penitente que no ha cometido más cri-
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so panorama que a la vista se extiende desde la roca de granito que nos servía de asiento, pero ¡ qué diferencia! Parece que desde que tú no estás en ésta, le falta cierto no sé qué, que daba a todo más encanto. El mar me pareció que no tenía sus olas sobre las rocas con la misma fuerza que antes que al estrellarse en ellas se convertía en una nube de polvo formando pliegues de fantástic fant ásticaa y caprichosa capricho sa forma. Todo ha perdido su encanto porque tú sola das vida y animación a cuanto te rodea, y tienes el don de disi par las brumas que se anubla anu blan n en la frente fren te del que sufre. Vuelve y llena de alegría este corazón que apenas pal pit a desde que no te ve y va perdiendo perdien do poco a poco su sensibilidad y plegando sus alas, como la tórtola herida va exhalando el último suspiro. Ven, vida mía, que anhelante te espera tu amado, que desea verte. Tuyo, etc...
men que amarte intensamente y que aprecia cuanto te rodea. Yo te amo, María, con vehemencia, cualquiera contrariedad que sufras, me hace padecer horriblemente, y más cuando soy yo la causa de ella. Así pues, cese tu enojo, cálmese tu inquietud y brillen de nuevo en esos faros de luz los rutilantes rayos en que envuelves a tu adorado amante que te idolatra. Contéstame que me quieres y me perdonas y piensa que mi amor no se puede mudar. Tuyo, etc... CARTA DE UN AMANTE A SU NOVIA AUSENTE Mi deseada Antonia: Los días transcurren con una pesadez tal, que siglos me parecen desde que no te veo. Todas las tardes vago por los jardines, paseos y sitios que me ofrecen tu gratísimo recuerdo y me presentan las huellas de tus pasos como si fueran trazadas la víspera, y sin embargo, ¡hace tres meses que estás ausente de aquí con tus padres! Ayer salí al campo y recorrí el mismo trayecto que hiciéramos la última vez y todavía cogí algunas flore cillas del mismo sitio en que acostumbrábamos a sentarnos y en que la Naturaleza ha extendido su manto de esmeralda para que nadie profane, sin duda, el delicioso sitio en que mi amada acostumbraba poner sus plantas. El otro día estuve en el mar y contemplé el inmen-
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que te devuelvo con igual ardor. No haré caso ya de los que con fingida amistad por mi familia quieren hacerme desconfiar de tu carácter y de tu cariño con ob jeto de dism inuir en mi ánim o el sentimiento sentimi ento que apru e bo por ti. Demasiado Demas iado te amo pa ra que pueda pue da escuchar las palab ras de esos esos pérfidos amigos. Ellos obtienen precisamente precis amente el efecto contrari con trari o de lo que se propo nen porque yo en vez de olvidarte no hago más que amarte cada día más. Y nuestra venganza la tendremos el día en que estaremos unidos para siempre; entonces verán a lo que han servido sus calumnias. Te amo cada día más y siempre seré tuya, etc. CONTESTACION
Querido Alberto: Hay que confesar que el amor muchas veces vende a un precio muy elevado sus placeres; sin embargo, nada puede igualar la dicha de saber que el hombre amado es fiel. Nuestro Nuest ro coloquio de anoche anoch e me ha como hechizado y aún siento la sangre quemarme en mis venas. Yo estoy plenamente convencida de tu amor por mí, amor
Adorable Luisa: Lo que tú me dices en tu carta que he cubierto de besos, besos, y los sentimientos que en ella me expresas aumentan mi pasión por ti en modo verdaderamente desconocido; pasión que se agiganta en mi corazón mano a mano que adquiriendo el convencimiento de que realmente me perteneces. ¿Cómo podría yo dudar un momento siquiera de tu ternura cuando el exceso de mi felicidad es precisamente una prueba de tu amor? Yo sé que verdaderamente me amas y por lo tanto ya no hago caso de las malignidades que puedan decir nuestros amigos porque nuestro amor es muy superior a ellas. No perdamos perdam os nuestro valor, pues tan sólo nuestra nues tra firmeza y nuestro amor, pueden llevamos hasta el puen
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CARTA DE TERNURAS DE UNA JOVEN A SU NOVIO
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so panorama que a la vista se extiende desde la roca de granito que nos servía de asiento, pero ¡ qué diferencia! Parece que desde que tú no estás en ésta, le falta cierto no sé qué, que daba a todo más encanto. El mar me pareció que no tenía sus olas sobre las rocas con la misma fuerza que antes que al estrellarse en ellas se convertía en una nube de polvo formando pliegues de fantástic fant ásticaa y caprichosa capricho sa forma. Todo ha perdido su encanto porque tú sola das vida y animación a cuanto te rodea, y tienes el don de disi par las brumas que se anubla anu blan n en la frente fren te del que sufre. Vuelve y llena de alegría este corazón que apenas pal pit a desde que no te ve y va perdiendo perdien do poco a poco su sensibilidad y plegando sus alas, como la tórtola herida va exhalando el último suspiro. Ven, vida mía, que anhelante te espera tu amado, que desea verte. Tuyo, etc...
que te devuelvo con igual ardor. No haré caso ya de los que con fingida amistad por mi familia quieren hacerme desconfiar de tu carácter y de tu cariño con ob jeto de dism inuir en mi ánim o el sentimiento sentimi ento que apru e bo por ti. Demasiado Demas iado te amo pa ra que pueda pue da escuchar las palab ras de esos esos pérfidos amigos. Ellos obtienen precisamente precis amente el efecto contrari con trari o de lo que se propo nen porque yo en vez de olvidarte no hago más que amarte cada día más. Y nuestra venganza la tendremos el día en que estaremos unidos para siempre; entonces verán a lo que han servido sus calumnias. Te amo cada día más y siempre seré tuya, etc. CONTESTACION
Querido Alberto: Hay que confesar que el amor muchas veces vende a un precio muy elevado sus placeres; sin embargo, nada puede igualar la dicha de saber que el hombre amado es fiel. Nuestro Nuest ro coloquio de anoche anoch e me ha como hechizado y aún siento la sangre quemarme en mis venas. Yo estoy plenamente convencida de tu amor por mí, amor
Adorable Luisa: Lo que tú me dices en tu carta que he cubierto de besos, besos, y los sentimientos que en ella me expresas aumentan mi pasión por ti en modo verdaderamente desconocido; pasión que se agiganta en mi corazón mano a mano que adquiriendo el convencimiento de que realmente me perteneces. ¿Cómo podría yo dudar un momento siquiera de tu ternura cuando el exceso de mi felicidad es precisamente una prueba de tu amor? Yo sé que verdaderamente me amas y por lo tanto ya no hago caso de las malignidades que puedan decir nuestros amigos porque nuestro amor es muy superior a ellas. No perdamos perdam os nuestro valor, pues tan sólo nuestra nues tra firmeza y nuestro amor, pueden llevamos hasta el puen
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CARTA DE TERNURAS DE UNA JOVEN A SU NOVIO
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CARTA DE UNA JOVEN A SU NOVIO te deseado, donde encontraremos una dicha que no tiene igual sobre la tierra.
CARTA DE UN JOVEN A SU NOVIA Amada Lolita: Estoy muy contento de que tú tengas un carácter un poco singular; sin embargo, no puedo ocultarme la pena que pruebo prueb o viéndote a los diez y seis seis años dar muestras de una frialdad que apenas conviene a una mujer de cuarenta y seis años. A mi me gusta la ruidosa alegría propia de tu edad y preferiría verte despreocupada en vez de ver rechazadas todas las caricias que intento hacerte. Permíteme, pues, que yo roce con mis manos tan sólo tu adorada personita, tu cuello tan blanco como el marfil y tus cabellos tan finos como la seda. Deja que yo pueda con mi brazo rodear tu talle e imprimir en tus labios de coral, miles y miles de besos. Amame, te lo ruego, y piensa que la Naturaleza ha dispuesto todas sus cosas para firmar la dicha de los mortales. Aprovéchate, pues, de las considerables ventajas de tu edad, la cual desaparecerá como un relámpago sin que nosotros podamos apercibirnos de su repentina desaparición. Este es el consejo que se atreve a darte el que te ama y te amará por toda la vida. Tuyo, etc...
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Mi amor: ¿Por qué eres celoso cuando sabes perfectamente que yo te pertenezco? Si tú supieras cuántas luchas me cuesta tu amor, no dudarías siquiera un momento de que te amo hasta la locura. Aquél que tú llamas “tu rival” es sospechoso y cruel y ahora está furioso contra ti. El medio más eficaz para que nuestro amor no tenga contratiempo y pueda perpetuarse sustrayéndose a la vigilancia de ese importuno es que me dirás en términos bastante fríos y alegando el pretexto que mejor te parezca, que cesas toda relación conmigo. Yo haré como si esa carta se me perdiera y la de jaré jar é en un sitio en que pued a ser ha llada llad a en seguida por alguien de la casa. De ese modo, nuestros tiranos van a creer haber hecho un descubrimiento importante, se lo comunicarán entre ellos y acabarán por creer que entre nosotros todo se ha acabado. Esto es lo que tienes que hacer, pero en seguida, si quieres que nuestra correspondencia pueda continuar sin tener ya sustos ni temores. Te aseguro que ese paso en vez de disminuir nuestro cariño no hará más que aumentarlo hasta que consigamos vencer todos los los obstáculos que se oponen a nuestra felicidad y alcanzaremos nuestro objeto, esto es, el de ser el uno del otro por toda la vida. La que tanto te ama.
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CARTA DE UNA JOVEN A SU NOVIO te deseado, donde encontraremos una dicha que no tiene igual sobre la tierra.
CARTA DE UN JOVEN A SU NOVIA Amada Lolita: Estoy muy contento de que tú tengas un carácter un poco singular; sin embargo, no puedo ocultarme la pena que pruebo prueb o viéndote a los diez y seis seis años dar muestras de una frialdad que apenas conviene a una mujer de cuarenta y seis años. A mi me gusta la ruidosa alegría propia de tu edad y preferiría verte despreocupada en vez de ver rechazadas todas las caricias que intento hacerte. Permíteme, pues, que yo roce con mis manos tan sólo tu adorada personita, tu cuello tan blanco como el marfil y tus cabellos tan finos como la seda. Deja que yo pueda con mi brazo rodear tu talle e imprimir en tus labios de coral, miles y miles de besos. Amame, te lo ruego, y piensa que la Naturaleza ha dispuesto todas sus cosas para firmar la dicha de los mortales. Aprovéchate, pues, de las considerables ventajas de tu edad, la cual desaparecerá como un relámpago sin que nosotros podamos apercibirnos de su repentina desaparición. Este es el consejo que se atreve a darte el que te ama y te amará por toda la vida. Tuyo, etc...
Mi amor: ¿Por qué eres celoso cuando sabes perfectamente que yo te pertenezco? Si tú supieras cuántas luchas me cuesta tu amor, no dudarías siquiera un momento de que te amo hasta la locura. Aquél que tú llamas “tu rival” es sospechoso y cruel y ahora está furioso contra ti. El medio más eficaz para que nuestro amor no tenga contratiempo y pueda perpetuarse sustrayéndose a la vigilancia de ese importuno es que me dirás en términos bastante fríos y alegando el pretexto que mejor te parezca, que cesas toda relación conmigo. Yo haré como si esa carta se me perdiera y la de jaré jar é en un sitio en que pued a ser ha llada llad a en seguida por alguien de la casa. De ese modo, nuestros tiranos van a creer haber hecho un descubrimiento importante, se lo comunicarán entre ellos y acabarán por creer que entre nosotros todo se ha acabado. Esto es lo que tienes que hacer, pero en seguida, si quieres que nuestra correspondencia pueda continuar sin tener ya sustos ni temores. Te aseguro que ese paso en vez de disminuir nuestro cariño no hará más que aumentarlo hasta que consigamos vencer todos los los obstáculos que se oponen a nuestra felicidad y alcanzaremos nuestro objeto, esto es, el de ser el uno del otro por toda la vida. La que tanto te ama.
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CARTA DE UN JOVEN A SU AMADA
Te baste saber que mi amor será eterno por ti y que tú eres y siempre serás mi única esperanza y mi verdadero tesoro. Tuyo, etc.
Adorada Mariquita: ¡Sí, te lo juro; tú sola eres y siempre serás mi vida, mi alma! A ti únicamente he consagrado todo mi ser y el amor que pruebo no puede ser más que eterno. Una prueba de lo que acabo de decirte son los miles de besos que he dado a tu adorada imagen que he recibido con gozo indecible y que desde ahora está colocada sobre mi corazón como ángel tutelar de nuestro amor que ha hecho de las almas un alma sola, puesto que no hay criatura humana que pueda amar como yo amo a mi ángel que como tú pueda corresponder a mi amor. Yo soy dichoso de poder dedicarte todos mis pensamientos y te aseguro que no pasa un día, no pasa una hora que no te vea con los ojos de la mente y admire tu espléndida hermosura. Aunque algún cuidado venga de cuando en cuando a entristecer mi alma, basta que tu bella imagen se presente a mi mente para que la alegría vuelva a brillar en mi semblante. ¡Oh! tú no puedes imaginar siquiera lo que yo te amo y con cuanta impaciencia espero el día en que dos “sí” pronunciados voluntariamente unirán para siempre nuestras almas y nuestras existencias. Piensa tú también un poquito en la felicidad que nos espera. Mi pluma no sabe trazar sobre el papel todos los pensamientos amorosos que en mi cerebro se aglomeran y que yo no quisiera que tú conocieras.
Amado Fulgencio: He recibido tu carta que me ha colmado de gozo porque por que comp rendo rend o por ella cuá nto me amas, y besándola mil veces he bendecido la mano que la escribió. Y yo también te amo mucho, más de lo que puedes figurarte. A cada instante pronuncian mis labios tu nombre y al pronunciarlo pido a Dios, que me conceda la gracia de tenerte junto a mí siquiera un minuto. ¡Oh! pero vendrá el instante tan deseado en que, no un minuto sólo, sino toda la vida viviremos el uno al lado del otro en una felicidad sin límites. Mientras tanto me consuelo besando tu retrato y lo beso con ard or, con pasión, porque por que me pare ce besar tu frente adorada. Me dices en tu carta que tienes constantemente mi retrato sobre tu corazón. Yo hago lo mismo y si lo quito un instante para mirarle y besarle, mi corazón late más fuer te como si quisiera regañarme. ¡O h, sí! Yo soy soy dichosa y . .. M ira; esta noche he soñado soñado contigo. contigo. ¡Qué felicidad tan grande! Me parecía que estabas jurándome que tu amor era eterno y que confirmabas ese juramento con un... tengo vergüenza en decírtelo: pero tú me entiendes ¿verdad? ¡Y yo te devolvía el beso!
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CONTESTACION
CARTA DE UN JOVEN A SU AMADA
Te baste saber que mi amor será eterno por ti y que tú eres y siempre serás mi única esperanza y mi verdadero tesoro. Tuyo, etc.
Adorada Mariquita: ¡Sí, te lo juro; tú sola eres y siempre serás mi vida, mi alma! A ti únicamente he consagrado todo mi ser y el amor que pruebo no puede ser más que eterno. Una prueba de lo que acabo de decirte son los miles de besos que he dado a tu adorada imagen que he recibido con gozo indecible y que desde ahora está colocada sobre mi corazón como ángel tutelar de nuestro amor que ha hecho de las almas un alma sola, puesto que no hay criatura humana que pueda amar como yo amo a mi ángel que como tú pueda corresponder a mi amor. Yo soy dichoso de poder dedicarte todos mis pensamientos y te aseguro que no pasa un día, no pasa una hora que no te vea con los ojos de la mente y admire tu espléndida hermosura. Aunque algún cuidado venga de cuando en cuando a entristecer mi alma, basta que tu bella imagen se presente a mi mente para que la alegría vuelva a brillar en mi semblante. ¡Oh! tú no puedes imaginar siquiera lo que yo te amo y con cuanta impaciencia espero el día en que dos “sí” pronunciados voluntariamente unirán para siempre nuestras almas y nuestras existencias. Piensa tú también un poquito en la felicidad que nos espera. Mi pluma no sabe trazar sobre el papel todos los pensamientos amorosos que en mi cerebro se aglomeran y que yo no quisiera que tú conocieras.
Amado Fulgencio: He recibido tu carta que me ha colmado de gozo porque por que comp rendo rend o por ella cuá nto me amas, y besándola mil veces he bendecido la mano que la escribió. Y yo también te amo mucho, más de lo que puedes figurarte. A cada instante pronuncian mis labios tu nombre y al pronunciarlo pido a Dios, que me conceda la gracia de tenerte junto a mí siquiera un minuto. ¡Oh! pero vendrá el instante tan deseado en que, no un minuto sólo, sino toda la vida viviremos el uno al lado del otro en una felicidad sin límites. Mientras tanto me consuelo besando tu retrato y lo beso con ard or, con pasión, porque por que me pare ce besar tu frente adorada. Me dices en tu carta que tienes constantemente mi retrato sobre tu corazón. Yo hago lo mismo y si lo quito un instante para mirarle y besarle, mi corazón late más fuer te como si quisiera regañarme. ¡O h, sí! Yo soy soy dichosa y . .. M ira; esta noche he soñado soñado contigo. contigo. ¡Qué felicidad tan grande! Me parecía que estabas jurándome que tu amor era eterno y que confirmabas ese juramento con un... tengo vergüenza en decírtelo: pero tú me entiendes ¿verdad? ¡Y yo te devolvía el beso!
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CONTESTACION
Amame siempre y no olvides a tu futura mujercita. Tuya, etc...
CONTESTACION Amado Luis:
CARTA DE UN AMANTE A SU NOVIA REFIRIENDOLA UN ENSUEÑO Mariquita mía: ¡ Qué cosa más hermosa son los sueños! Parece mentira que la fantasía de un enamorado le consuele tam bién en el sueño. Escúchame: Escúch ame: esta noche estaba yo sentado y tenía entre mis bra20S a la que adoro y ella me miraba complacida y me sonreía, mientras yo no me cansaba de contemplarla. De cuando en cuanto se despegaban nuestros la bios para pa ra dejar dej ar paso a estas sencillas pa la br as .. . “¿M e amas? —Sí, te amo mucho”. Entonces Entonces se se encontraban encontraban nuestros nuestros labio labioss y . .. ¡adivina!. vina !. . . ¿puedo de cir lo?.. lo ?.. . se confundían en un beso beso tan ardiente que ambos quedábamos extasiados. Des pués tú me has abrazado abraz ado y mientras mien tras yo rodeaba rode aba con mis brazos tu talle tall e de avispa he despertado despe rtado bendiciendo mi ensueño que me había hecho pasar una noche tan dichosa. Pero después se amargó mi ánimo porque tuve que convencerme de que los sueños, sueños son y tú estabas muy lejos de mí. Sigue amándome como yo te adoro. Tuyo, etc...
— 64
Con indecible placer recibí ayer tu carta, carta que nunca me canso de leer a pesar de haberla ya leído y vuelto a leer más de cien veces. veces. ¡ Qué dichosa soy de haber entregado mi corazón a un hombre como tú, tan bueno y cariñoso! Todas las riquezas del mundo no serían bastantes pa ra hacer me tan dichosa como lo soy desde desd e el día en que me escribiste tu primera carta. En aquel instante, el amor nos unió con su cadena de rosas. No dejo de ped ir a Dios que ese amor amo r nunca nun ca cambie las rosas en espinas, si viniera a faltar en uno de nuestros corazones. ¡ Desdicha Desd ichada da de mí si esto sucediera! ¡ El dolor do lor me me enloquecería! Pero ¡qué tonta soy con pensar en estas cosas! ¿No es, acaso, nuestro cariño verdadero e inquebrantable? Entonces ¿por qué esos temores? Perdóname, pues, y dame un beso que yo te devolveré mil de ellos. Mientras tanto le doy uno a tu retrato en anticipación de los demás. Sigue amándome y mucho porque en esto quiero ser vencida. Tuya para siempre, etc.
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Amame siempre y no olvides a tu futura mujercita. Tuya, etc...
CONTESTACION Amado Luis:
CARTA DE UN AMANTE A SU NOVIA REFIRIENDOLA UN ENSUEÑO Mariquita mía: ¡ Qué cosa más hermosa son los sueños! Parece mentira que la fantasía de un enamorado le consuele tam bién en el sueño. Escúchame: Escúch ame: esta noche estaba yo sentado y tenía entre mis bra20S a la que adoro y ella me miraba complacida y me sonreía, mientras yo no me cansaba de contemplarla. De cuando en cuanto se despegaban nuestros la bios para pa ra dejar dej ar paso a estas sencillas pa la br as .. . “¿M e amas? —Sí, te amo mucho”. Entonces Entonces se se encontraban encontraban nuestros nuestros labio labioss y . .. ¡adivina!. vina !. . . ¿puedo de cir lo?.. lo ?.. . se confundían en un beso beso tan ardiente que ambos quedábamos extasiados. Des pués tú me has abrazado abraz ado y mientras mien tras yo rodeaba rode aba con mis brazos tu talle tall e de avispa he despertado despe rtado bendiciendo mi ensueño que me había hecho pasar una noche tan dichosa. Pero después se amargó mi ánimo porque tuve que convencerme de que los sueños, sueños son y tú estabas muy lejos de mí. Sigue amándome como yo te adoro. Tuyo, etc...
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Con indecible placer recibí ayer tu carta, carta que nunca me canso de leer a pesar de haberla ya leído y vuelto a leer más de cien veces. veces. ¡ Qué dichosa soy de haber entregado mi corazón a un hombre como tú, tan bueno y cariñoso! Todas las riquezas del mundo no serían bastantes pa ra hacer me tan dichosa como lo soy desde desd e el día en que me escribiste tu primera carta. En aquel instante, el amor nos unió con su cadena de rosas. No dejo de ped ir a Dios que ese amor amo r nunca nun ca cambie las rosas en espinas, si viniera a faltar en uno de nuestros corazones. ¡ Desdicha Desd ichada da de mí si esto sucediera! ¡ El dolor do lor me me enloquecería! Pero ¡qué tonta soy con pensar en estas cosas! ¿No es, acaso, nuestro cariño verdadero e inquebrantable? Entonces ¿por qué esos temores? Perdóname, pues, y dame un beso que yo te devolveré mil de ellos. Mientras tanto le doy uno a tu retrato en anticipación de los demás. Sigue amándome y mucho porque en esto quiero ser vencida. Tuya para siempre, etc.
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CARTA MUY CARIÑOSA DE UNA JOVEN A SU NOVIO Amado Diego:
re, mi mente y mi corazón siempre quedarán libres; que me quite todo lo que hace falta para escribir, yo encontraré el medio de escribirte fuera de mi casa. Así es que esta carta la he escrito en casa de mi amigui ami guita ta Dolores, a quien confío todos mis secretos, secretos, como ella me confía los suyos. Tengo que dar por terminada la presente porque ahora mismo vienen por mí. Adiós, ámame siempre como yo te amo y piensa constantemente en mí, como yo lo hago pensando a cada instante en ti.
Cada d ía que pasa he de convencerme convencerme de que te amo más, y tanto es así que tu imagen no se borra un instante de mi mente. Pero mientras mi pluma traza estos renglones humedece mis párpados una lágrima y lloro como he llorado toda la no ch e.. . ¿Sabes ¿Sabes por qué? Porque en mi casa casa lo han descubierto... No sé por p or qué el destino ha querido querid o tan pronto pro nto rom per la misteriosa tela que envolvía nuestros corazones, turbándolos ahora con probables contrastes. Pero también en el dolor es sublime el amor y yo no puedo más que volverte a jurar que te amo con verdadera locura. Todas las veces que recibo tus cartas pruebo una verdadera delicia viendo el cariño que me tienes y me siento orgullosa de él. Digan y hagan en mi casa lo que quieran, pero ¿podrán mandar a mi corazón? Eso nunca, porque el corazón es un don de Dios, quien nos lo dio para que amáramos. ¿Debemos acaso dirigir nuestro cariño, a una persona que no se ama? Creo que esto sea contrario a la ley natural de las cosas; pero mi madre, después de haberme regañado me ha quitado papel, tinta y plumas y lo que es más grave atín, toda libertad. Pero no le hace; que grite todo lo que quiera, yo te amo, que me esclavice si quie-
Mi adorable Encarnación: Na da hub iera podido podid o serme más penoso que el contenido de tu carta y te juro que he padecido muchísimo sabiendo que tu madre te ha regañado severamente por culpa mía. Nunc Nu ncaa hub iera podido pod ido imagina ima ginarr que tu madre, mad re, señora de excelentes y rectos sentimientos, fuera contraria a nuestra unión. Puede ser que alguien haya adivinado antes que ella, que nos amamos y por envidia o maldad le haya dado falsos informes de mí, induciéndola a comportarse de esta manera. ¡ Desdichada de la persona que haya sido, o pueda llegar a descubrirla! Valor, sin embargo, y las lágrimas de fuego, quemarán en su hora a quien nos echa en la desesperación. Pero las malas lenguas comprenderán tarde o tem
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CONTESTACION
CARTA MUY CARIÑOSA DE UNA JOVEN A SU NOVIO Amado Diego:
re, mi mente y mi corazón siempre quedarán libres; que me quite todo lo que hace falta para escribir, yo encontraré el medio de escribirte fuera de mi casa. Así es que esta carta la he escrito en casa de mi amigui ami guita ta Dolores, a quien confío todos mis secretos, secretos, como ella me confía los suyos. Tengo que dar por terminada la presente porque ahora mismo vienen por mí. Adiós, ámame siempre como yo te amo y piensa constantemente en mí, como yo lo hago pensando a cada instante en ti.
Cada d ía que pasa he de convencerme convencerme de que te amo más, y tanto es así que tu imagen no se borra un instante de mi mente. Pero mientras mi pluma traza estos renglones humedece mis párpados una lágrima y lloro como he llorado toda la no ch e.. . ¿Sabes ¿Sabes por qué? Porque en mi casa casa lo han descubierto... No sé por p or qué el destino ha querido querid o tan pronto pro nto rom per la misteriosa tela que envolvía nuestros corazones, turbándolos ahora con probables contrastes. Pero también en el dolor es sublime el amor y yo no puedo más que volverte a jurar que te amo con verdadera locura. Todas las veces que recibo tus cartas pruebo una verdadera delicia viendo el cariño que me tienes y me siento orgullosa de él. Digan y hagan en mi casa lo que quieran, pero ¿podrán mandar a mi corazón? Eso nunca, porque el corazón es un don de Dios, quien nos lo dio para que amáramos. ¿Debemos acaso dirigir nuestro cariño, a una persona que no se ama? Creo que esto sea contrario a la ley natural de las cosas; pero mi madre, después de haberme regañado me ha quitado papel, tinta y plumas y lo que es más grave atín, toda libertad. Pero no le hace; que grite todo lo que quiera, yo te amo, que me esclavice si quie-
Mi adorable Encarnación: Na da hub iera podido podid o serme más penoso que el contenido de tu carta y te juro que he padecido muchísimo sabiendo que tu madre te ha regañado severamente por culpa mía. Nunc Nu ncaa hub iera podido pod ido imagina ima ginarr que tu madre, mad re, señora de excelentes y rectos sentimientos, fuera contraria a nuestra unión. Puede ser que alguien haya adivinado antes que ella, que nos amamos y por envidia o maldad le haya dado falsos informes de mí, induciéndola a comportarse de esta manera. ¡ Desdichada de la persona que haya sido, o pueda llegar a descubrirla! Valor, sin embargo, y las lágrimas de fuego, quemarán en su hora a quien nos echa en la desesperación. Pero las malas lenguas comprenderán tarde o tem
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CONTESTACION
pran pr ano o su error err or y por lo tan to tengo la comp leta seguridad de que tu madre cederá a mis ruegos. Mañana irc a hablar con ella y no saldré de tu casa sin antes haberla convencido. Lo que te pido por Dios es que no llores; cada una de tus lágrimas es una herida para mi corazón. Tranquilízate porque yo espero poder vencer todos los obstáculos por muchos que sean. Pero antes es preciso que hable habl e contigo que con tu madre. mad re. Si tú me amas ve si puedes encontrar el medio de que podamos vemos siquiera un instante. Espero tu contestación con ansia indecible. Tuyo, etc...
toda la vida, te encontraba al día siguiente hablando con otra a quien seguramente repetías las mismas palabras qu e la víspera m e habías dicho a mí. ¡ Goza ahora de tu traición! Y si el objeto de tu manera de com po rta rte conmig o ha sido el de hace rme un infeliz, lo has conseguido. Pero este es el capricho de mi negra suerte; he de amarte, mientras debería huir de ti. Tengo el infierno en mi corazón. Si ya no puedes amarme, ten al menos lástima de mí. Esto es mi único consuelo después de tanta ingratitud. Tuyo, etc...
CARTAS DE CELOS O DE ABANDONO
CONTESTACION DE LA JOVEN A LA CARTA PRECEDENTE
CARTA DE UN JOVEN CELOSO A SU NOVIA Amada Josefa: ¿Es posible ser tan amable y tan pérfida al mismo tiempo? ¡Cómo! ¿Tienes una fisonomía tan dulce y un alma tan mala? ¿Es verdad, entonces, que esos ojos que cuando me miraban llevaban la dicha a mi corazón no se fijaban sino que para engañarme mejor? ¡Ay! ¿Por qué no puedo olvidar que te amé? ¿Por qué no puedo olvidar aquellos instantes de dicha en que me prodigabas prodigabas tus caricia cariciass y me jurabas amor eterno? ¡Pérfida! ¡Ingrata! ¡Yo, ya no vivo! Mientras un día que jurabas que me amarías por
Victoriano mío: Hay tanta injusticia en las recriminaciones que me haces, que si yo escuchara a la razón en vez que a mi corazón, te dejaría por mucho tiempo en el estado de per plejida ple jida d en que me parece pare ce que te encuent enc uentras; ras; pero aunque tú no padezcas más que una cuarta parte de lo que me dices quiero rebajarme hasta el punto de justificarme para tranquilizarte. ¡Pobre infeliz! Aquel fulano, es decir “el otro” con quien dices haberme visto hablar es un tío mío, hermano de mi madre, llegado ayer por la mañana sin avisamos. Esta explicación ha de bastarte y te aseguro que si el motivo que te ha inducido a sospechar de mí no lle
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pran pr ano o su error err or y por lo tan to tengo la comp leta seguridad de que tu madre cederá a mis ruegos. Mañana irc a hablar con ella y no saldré de tu casa sin antes haberla convencido. Lo que te pido por Dios es que no llores; cada una de tus lágrimas es una herida para mi corazón. Tranquilízate porque yo espero poder vencer todos los obstáculos por muchos que sean. Pero antes es preciso que hable habl e contigo que con tu madre. mad re. Si tú me amas ve si puedes encontrar el medio de que podamos vemos siquiera un instante. Espero tu contestación con ansia indecible. Tuyo, etc...
toda la vida, te encontraba al día siguiente hablando con otra a quien seguramente repetías las mismas palabras qu e la víspera m e habías dicho a mí. ¡ Goza ahora de tu traición! Y si el objeto de tu manera de com po rta rte conmig o ha sido el de hace rme un infeliz, lo has conseguido. Pero este es el capricho de mi negra suerte; he de amarte, mientras debería huir de ti. Tengo el infierno en mi corazón. Si ya no puedes amarme, ten al menos lástima de mí. Esto es mi único consuelo después de tanta ingratitud. Tuyo, etc...
CARTAS DE CELOS O DE ABANDONO
CONTESTACION DE LA JOVEN A LA CARTA PRECEDENTE
CARTA DE UN JOVEN CELOSO A SU NOVIA Amada Josefa: ¿Es posible ser tan amable y tan pérfida al mismo tiempo? ¡Cómo! ¿Tienes una fisonomía tan dulce y un alma tan mala? ¿Es verdad, entonces, que esos ojos que cuando me miraban llevaban la dicha a mi corazón no se fijaban sino que para engañarme mejor? ¡Ay! ¿Por qué no puedo olvidar que te amé? ¿Por qué no puedo olvidar aquellos instantes de dicha en que me prodigabas prodigabas tus caricia cariciass y me jurabas amor eterno? ¡Pérfida! ¡Ingrata! ¡Yo, ya no vivo! Mientras un día que jurabas que me amarías por
Victoriano mío: Hay tanta injusticia en las recriminaciones que me haces, que si yo escuchara a la razón en vez que a mi corazón, te dejaría por mucho tiempo en el estado de per plejida ple jida d en que me parece pare ce que te encuent enc uentras; ras; pero aunque tú no padezcas más que una cuarta parte de lo que me dices quiero rebajarme hasta el punto de justificarme para tranquilizarte. ¡Pobre infeliz! Aquel fulano, es decir “el otro” con quien dices haberme visto hablar es un tío mío, hermano de mi madre, llegado ayer por la mañana sin avisamos. Esta explicación ha de bastarte y te aseguro que si el motivo que te ha inducido a sospechar de mí no lle
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vara consigo la impresión de la susceptibilidad y del cariño, habría cesado desde hoy mismo toda relación contigo. Pero si soy tan buena para perdonarte esta vez no vayas a creer que te perdonaría una segunda, porque entonces te haría ver que tengo tanto amor propio como cariño te tengo. Créeme, no se puede amar verdaderamente sin recí proca estimación. Tuya, etc...
CARTA DE UN JOVEN ABANDONADO POR SU NOVIA ¡ Paq uita !: No puedo ver, sin queja rme, mi confianza enga ñada por las lisonjeras lisonjeras apariencias que según según parecía debían llevarme hasta la felicidad. No se pu ede mand ma ndar ar al corazón ; pero el sentimiento que lo invade le impone la obligación de expresarse con toda franqueza. Engañar es lo mismo que arrancar el vendaje que cubre cubre los los ojos ojos del del A m or .. . Este huye huye entonces, y esa es su venganza. Me parece haber dicho lo bastante y en vez de abatirme por tu maldad espero poder conquistar a una mu jer je r más digna de mí, que llevará a tu alma alm a los torm entos del arrepentimiento. Entonces seré yo el que triunfe y mi felicidad con otra mujer será mayor de la que hubiera podido obte »er de ti.
— 70 —
CARTA DE DUDAS DE UN JOVEN A SU NOVIA Amada mía: Si yo pudiera penetrar en lo más recóndito de tu corazón vería indudablemente el sitio que en él ocupo y entonces mis temores desaparecerían para siempre. Pero como eso es imposible no tengo más remedio que fiarme de tus protestas de amor que quiero creer serán sinceras. No te creas que dude dud e de que tus sentimientos sean diferentes de los que tus labios expresan y sobre todo de los que me has jurado en nuestro último coloquio; pero pa ra mayo r tran qui lida d de mi pobre corazón te suplico que vuelvas a repetirlos en tu contestación a la presente. ¡ Qué quieres! Es tan grande la dicha que pruebo de ser amado por ti que casi no creo en ella y necesito que siempre me repitas que es verdad que me amas. CARTA DE UN VIUDO PIDIENDO RELACIONES A UNA SOLTERA Señorita: Si mi grande amor no me alentara, jamás me atrevería a confesar la pasión devoradora que me consume. Al dar este paso, pienso también que ni mi edad, ni mis condiciones especiales me incapacitan para poder disfrutar de una felicidad de la que no pueda dudar, si usted llegase a corresponder a mi cariño. Bien es verdad que no soy tan joven como usted; pero pued o ofrecerle la cert idum bre de un a gran gra n adhe
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vara consigo la impresión de la susceptibilidad y del cariño, habría cesado desde hoy mismo toda relación contigo. Pero si soy tan buena para perdonarte esta vez no vayas a creer que te perdonaría una segunda, porque entonces te haría ver que tengo tanto amor propio como cariño te tengo. Créeme, no se puede amar verdaderamente sin recí proca estimación. Tuya, etc...
CARTA DE UN JOVEN ABANDONADO POR SU NOVIA ¡ Paq uita !: No puedo ver, sin queja rme, mi confianza enga ñada por las lisonjeras lisonjeras apariencias que según según parecía debían llevarme hasta la felicidad. No se pu ede mand ma ndar ar al corazón ; pero el sentimiento que lo invade le impone la obligación de expresarse con toda franqueza. Engañar es lo mismo que arrancar el vendaje que cubre cubre los los ojos ojos del del A m or .. . Este huye huye entonces, y esa es su venganza. Me parece haber dicho lo bastante y en vez de abatirme por tu maldad espero poder conquistar a una mu jer je r más digna de mí, que llevará a tu alma alm a los torm entos del arrepentimiento. Entonces seré yo el que triunfe y mi felicidad con otra mujer será mayor de la que hubiera podido obte »er de ti.
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sión y de un amor sin límites. Cuando a mi edad tiene uno los sentimientos que tengo y se declaran, es porque viven muy hondos en el corazón. Si usted, desechando preocupaciones, acepta mi amor, yo le juro que por su dicha haré todo lo posible. Es con verdadera ansia que espero su respuesta y si es favorable a mis deseos, puede usted tener la certeza de que no habrá de arrepentirse jamás de haber creído a mis palabras. Con mi mayor respeto quedo de usted S. S. — Q. S. M. B.
CARTA DE DUDAS DE UN JOVEN A SU NOVIA Amada mía: Si yo pudiera penetrar en lo más recóndito de tu corazón vería indudablemente el sitio que en él ocupo y entonces mis temores desaparecerían para siempre. Pero como eso es imposible no tengo más remedio que fiarme de tus protestas de amor que quiero creer serán sinceras. No te creas que dude dud e de que tus sentimientos sean diferentes de los que tus labios expresan y sobre todo de los que me has jurado en nuestro último coloquio; pero pa ra mayo r tran qui lida d de mi pobre corazón te suplico que vuelvas a repetirlos en tu contestación a la presente. ¡ Qué quieres! Es tan grande la dicha que pruebo de ser amado por ti que casi no creo en ella y necesito que siempre me repitas que es verdad que me amas. CARTA DE UN VIUDO PIDIENDO RELACIONES A UNA SOLTERA Señorita: Si mi grande amor no me alentara, jamás me atrevería a confesar la pasión devoradora que me consume. Al dar este paso, pienso también que ni mi edad, ni mis condiciones especiales me incapacitan para poder disfrutar de una felicidad de la que no pueda dudar, si usted llegase a corresponder a mi cariño. Bien es verdad que no soy tan joven como usted; pero pued o ofrecerle la cert idum bre de un a gran gra n adhe
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PRIN CIPE
A Z UL
DECLARACIONES A M O R O S A S Anhelos — Ilusiones — Esperanzas — Inquietudes — Dolor de Amar y no ser ser correspondido — Luces que se Apagan Ap agan en las Almas.
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M E X I C O
sión y de un amor sin límites. Cuando a mi edad tiene uno los sentimientos que tengo y se declaran, es porque viven muy hondos en el corazón. Si usted, desechando preocupaciones, acepta mi amor, yo le juro que por su dicha haré todo lo posible. Es con verdadera ansia que espero su respuesta y si es favorable a mis deseos, puede usted tener la certeza de que no habrá de arrepentirse jamás de haber creído a mis palabras. Con mi mayor respeto quedo de usted S. S. — Q. S. M. B.
PRIN CIPE
A Z UL
DECLARACIONES A M O R O S A S Anhelos — Ilusiones — Esperanzas — Inquietudes — Dolor de Amar y no ser ser correspondido — Luces que se Apagan Ap agan en las Almas.
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M E X I C O
LA VIDA, EL AMOR Y LA MUERTE Lógicamente, en cada vida debe haber amor que la embellezca y la haga más llevadera. Un alma sin amor es insensible a las emociones de la vida misma. For lo tanto, creo, según mi poco entendimiento, que la vida es como un surco abierto a la esperanza y el amor la semilla fecundante que prodiga disgustos agraviantes unas veces y casamientos felices otras. Todo de pende pen de de la asimilación de caractere cara cteress y el norm al funfu ncionamiento de las células cerebrales de quienes, al des pertars pert arsee a la vida vid a se despiertan desp iertan al amor. Y está com probad pro bad o que cuando cua ndo la vida y el amo r se amalgaman, amalg aman, prepar pre par ánd ose pa ra un porve nir brillante , la m uerte uert e tru nca los anhelos anhe los más bellos bellos y sublimes en holocausto precisam prec isamente ente de un a pasión veleidosa, agrav iante, de una pasión que coincide con los principios básicos de la naturaleza. La muerte destruye todas las ilusiones cuando la incomprensión no regula los sentimientos y la fiebre del deseo sólo advierte en el amor un instrumento de engaño y no un sólido paliativo para las enfermedades del alma. La sinceridad es patrimonio elocuente para los problemas sentimentales, pero rara vez se pone en práctica, lo que indudablemente debe traer sus consecuencias irremediables. Un caso reciente obli 3
LA VIDA, EL AMOR Y LA MUERTE Lógicamente, en cada vida debe haber amor que la embellezca y la haga más llevadera. Un alma sin amor es insensible a las emociones de la vida misma. For lo tanto, creo, según mi poco entendimiento, que la vida es como un surco abierto a la esperanza y el amor la semilla fecundante que prodiga disgustos agraviantes unas veces y casamientos felices otras. Todo de pende pen de de la asimilación de caractere cara cteress y el norm al funfu ncionamiento de las células cerebrales de quienes, al des pertars pert arsee a la vida vid a se despiertan desp iertan al amor. Y está com probad pro bad o que cuando cua ndo la vida y el amo r se amalgaman, amalg aman, prepar pre par ánd ose pa ra un porve nir brillante , la m uerte uert e tru nca los anhelos anhe los más bellos bellos y sublimes en holocausto precisam prec isamente ente de un a pasión veleidosa, agrav iante, de una pasión que coincide con los principios básicos de la naturaleza. La muerte destruye todas las ilusiones cuando la incomprensión no regula los sentimientos y la fiebre del deseo sólo advierte en el amor un instrumento de engaño y no un sólido paliativo para las enfermedades del alma. La sinceridad es patrimonio elocuente para los problemas sentimentales, pero rara vez se pone en práctica, lo que indudablemente debe traer sus consecuencias irremediables. Un caso reciente obli 3
ga a pensar sobre este punto, deduciéndose de lo ocurrido que el amor fue eje central para provocar un hondo drama que dice bien a las claras el atraso moral y espiritual espiritual en que se vive. vive. Un a muje r joven —23 años— ma ta de un tiro a su hijita de cinco cinco años y luego se elimina con la misma arma. Es una carta, según la información policial, se cree que la joven ex plica las causas del impresionante impres ionante episodio. Ante este hecho, no hace falta haber leído la carta para interiorizarse de los motivos de tan extrema resolución. La joven, indud ablemente, ablem ente, cedió al amo r de un hombre hom bre que creyó sincero, pero que luego resultó lo contrario. Quiso embellecer su vida con el amor y éste se tradujo en tóxico que provocó su muerte y la de su inocente hijita. ¡Dos vidas inmoladas por amor! Amor salvaje que germinó en un alma perversa que hizo de la mu jer un juguete jugu ete pa ra contar con tar luego la “hazañ “ha zaña” a” en rueda rue da de amigos. Por eso que todo ser que viene al mundo eligiendo la vida para su progreso moral y espiritual, no debe buscar la destrucción de otras vidas, sino embellecerlas llevándolas por el camino de la decencia. Y creo firmemente que las lecturas perniciosas influyen lo bastante para provocar el endurecimiento de los corazones inaccesibles a todo sentimiento de amor hacia la mujer. Por eso que es necesario creer, y afirmar a la vez, que la civilización es una paradoja y que vivimos en un siglo de atraso y de vergüenza. Este libro de “DECLARACIONE S AMOROSAS” no debe ser ser utilizado por quienes tienen un equivocado concepto del amor, porque en todas ellas prima un sentimiento humano, que es el que anhelo para los que se sientan
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capaces de constituir un hogar honesto bajo la mirada de Dios. Los enamorados no deben destruir las vidas con actos improcedentes sino embellecerlas, conduciéndolas por el camino del bien predicado por Jesús, sús, ¡el Alfa y Omega del amor ha cia la humanida d!
Principe Principe Azul.
HO H O RA S DE ENSU EÑO La misión que cada ser debe cumplir con empeño son esas horas de ensueño que nos brinda la mujer. Amar para ser amado sin encono, con largueza ubicando la franqueza en el sueño idealizado. Para que la vida misma sea un bello privilegio buscando busc ando ese florilegio que de dolor no se abisma. Alejar todos los males que anula n las emociones emociones porque por que las crueles pasiones van malogrando ideales.
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ga a pensar sobre este punto, deduciéndose de lo ocurrido que el amor fue eje central para provocar un hondo drama que dice bien a las claras el atraso moral y espiritual espiritual en que se vive. vive. Un a muje r joven —23 años— ma ta de un tiro a su hijita de cinco cinco años y luego se elimina con la misma arma. Es una carta, según la información policial, se cree que la joven ex plica las causas del impresionante impres ionante episodio. Ante este hecho, no hace falta haber leído la carta para interiorizarse de los motivos de tan extrema resolución. La joven, indud ablemente, ablem ente, cedió al amo r de un hombre hom bre que creyó sincero, pero que luego resultó lo contrario. Quiso embellecer su vida con el amor y éste se tradujo en tóxico que provocó su muerte y la de su inocente hijita. ¡Dos vidas inmoladas por amor! Amor salvaje que germinó en un alma perversa que hizo de la mu jer un juguete jugu ete pa ra contar con tar luego la “hazañ “ha zaña” a” en rueda rue da de amigos. Por eso que todo ser que viene al mundo eligiendo la vida para su progreso moral y espiritual, no debe buscar la destrucción de otras vidas, sino embellecerlas llevándolas por el camino de la decencia. Y creo firmemente que las lecturas perniciosas influyen lo bastante para provocar el endurecimiento de los corazones inaccesibles a todo sentimiento de amor hacia la mujer. Por eso que es necesario creer, y afirmar a la vez, que la civilización es una paradoja y que vivimos en un siglo de atraso y de vergüenza. Este libro de “DECLARACIONE S AMOROSAS” no debe ser ser utilizado por quienes tienen un equivocado concepto del amor, porque en todas ellas prima un sentimiento humano, que es el que anhelo para los que se sientan
capaces de constituir un hogar honesto bajo la mirada de Dios. Los enamorados no deben destruir las vidas con actos improcedentes sino embellecerlas, conduciéndolas por el camino del bien predicado por Jesús, sús, ¡el Alfa y Omega del amor ha cia la humanida d!
Principe Principe Azul.
HO H O RA S DE ENSU EÑO La misión que cada ser debe cumplir con empeño son esas horas de ensueño que nos brinda la mujer. Amar para ser amado sin encono, con largueza ubicando la franqueza en el sueño idealizado. Para que la vida misma sea un bello privilegio buscando busc ando ese florilegio que de dolor no se abisma. Alejar todos los males que anula n las emociones emociones porque por que las crueles pasiones van malogrando ideales.
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Porque si es lindo soñar con una buena mujer es necesario tener amor para no olvidar. Que si el amor nos desvela no hay que abusar en la lidia y no buscar la perfidia ni del dolor la tutela. Si Dios ha enviado al mundo al hombre y a la mujer se le debe bien querer cuando su amor es profundo. No provocar prov ocar su martirio mar tirio pa ra que el mal m al la tala dre y acordarse que la madre también amó con delirio. Este es el punto inicial de todo hombre consciente, no salpicarle la frente con manchas de lodazal. Y si la mujer casada se desvía del camino que siga con su destino por una un a senda extravia da.
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No hay que buscarla otra vea pa ra que vuelva al hogar, siempre volverá a pecar con soberbia y altivez. Porque si ella se aleja del hogar bien constituido señal que nunca ha querido con el deshonor que deja. Evitando todo mal se siente amor a la vida, pues la fe que da destruida destr uida frente al drama pasional. Y si engaña la mujer al novio que dice amar él la debe de olvidar •vitando el padecer. Que si la vida es amor y no malogra el empeño las bellas horas d« ensu*u» alejan todo dolor. Pues, si hay hombres miserables que pierden a la mujer que hay, es humano creer mujeres abominables. Si ella, piadosamente —
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No hay que buscarla otra vea pa ra que vuelva al hogar, siempre volverá a pecar con soberbia y altivez.
Porque si es lindo soñar con una buena mujer es necesario tener amor para no olvidar. Que si el amor nos desvela no hay que abusar en la lidia y no buscar la perfidia ni del dolor la tutela. Si Dios ha enviado al mundo al hombre y a la mujer se le debe bien querer cuando su amor es profundo. No provocar prov ocar su martirio mar tirio pa ra que el mal m al la tala dre y acordarse que la madre también amó con delirio. Este es el punto inicial de todo hombre consciente, no salpicarle la frente con manchas de lodazal. Y si la mujer casada se desvía del camino que siga con su destino por una un a senda extravia da.
Porque si ella se aleja del hogar bien constituido señal que nunca ha querido con el deshonor que deja. Evitando todo mal se siente amor a la vida, pues la fe que da destruida destr uida frente al drama pasional. Y si engaña la mujer al novio que dice amar él la debe de olvidar •vitando el padecer. Que si la vida es amor y no malogra el empeño las bellas horas d« ensu*u» alejan todo dolor. Pues, si hay hombres miserables que pierden a la mujer que hay, es humano creer mujeres abominables. Si ella, piadosamente —
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En un diario de hace por lo menos veinte años y con este mismo título, nos hallamos frente a una crónica digna de figurar en este libro para ilustración de las que se enamoran sin el afecto que deben sentir por el ser amado. Dice así: “La vida encierra los más impenetrables misterios misterios del corazón humano. En el continuo bregar de la existencia, en el proceloso mar de la lucha aparece, siempre, el amor, faro que ilumina las almas y las encandila muchas veces. veces. Los dramas íntimos, los de mayor angustia, donde fluctúa la desesperanza, se hallan diseminados por todas partes como hojas azotadas por el cierzo del desencanto. Las ráfagas del desengaño penetran hasta lo más sensib sensible le de las pasiones y es cuando en ese choque de almas se produce prod uce el derr umbe de los efectos nacidos de un amor a primera vista. ”Así, al azar, imprevistamente, se encontraron María Luisa y Néstor. Al tiempuo, una noche, juntaron sus la bios y se se dieron u n beso. beso. Se a mab an tan to que, de común c omún acuerdo, resolvieron formar un hogar donde aquel idilio se viera coronado por la más humana alegría. Se casa-
ron, pero modestamente. Poco tiempo duró la armonía en el hogar, pues ella se tomó irascible, casquivana y desamorada. El trató de hacerle comprender que no se desviara del buen camino, pero María Luisa nunca quiso obedecerle y de esa manera precipitó la tragedia que se gestaba en el cerebro de Néstor. No había por qué dudar que aquella mujer tenía un amante. Eso lo comprobó aquel hombre bueno que amaba mucho a su esposa. Sin embargo acicateado por los celos una noche, mientras el peque ño hijito dormía, dormía , mató mat ó a balazos a M aría arí a Luisa. Y luego de besar al inocente se eliminó él también. En resumen, el amor los había unido y los celos se los llevó a la tumba. Pero la mujer, en este caso, tuvo la culpa de lo acontecido. ¿Amaba María Luisa a Néstor? Indudablemente que no, porque si hubiese sentido por él un verdadero amor, no habría buscado refugio en los brazos de otro hombre. He ahí la insensatez de las mujeres que se cruzan en el camino de los hombres para truncarles la vida sin ningún derecho”. Hasta aquí la crónica de referencia. Y ahora cabe preg pr egunt untar: ar: ¿por ¿p or qué Ma ría Luisa se casó con Néstor si en realidad no sentía por él ningún cariño? La respuesta surge de inmediato. Ella pertenecía a esa clase de mujeres que se casan por capricho y no porque sientan cariño por un hombre. Y el amor debe epilogarse indefectiblemente en forma sangrienta. Todo esto tiene que servir de ejemplo, pues, para todas aquellas que se enamoran sin el verdadero afecto que debe sentirse por el ser amado. ¡ El amo r no debe ser,en modo alguno, el instr umento p ara aniquilar ilusiones, sino algo grande, sublime, un elixir para embellecer la vida!
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cuida su honor de casada en vez de una bofetada hay que besarle la frente!
Príncipe Príncipe Azul.
AMOR SANGRIENTO
En un diario de hace por lo menos veinte años y con este mismo título, nos hallamos frente a una crónica digna de figurar en este libro para ilustración de las que se enamoran sin el afecto que deben sentir por el ser amado. Dice así: “La vida encierra los más impenetrables misterios misterios del corazón humano. En el continuo bregar de la existencia, en el proceloso mar de la lucha aparece, siempre, el amor, faro que ilumina las almas y las encandila muchas veces. veces. Los dramas íntimos, los de mayor angustia, donde fluctúa la desesperanza, se hallan diseminados por todas partes como hojas azotadas por el cierzo del desencanto. Las ráfagas del desengaño penetran hasta lo más sensib sensible le de las pasiones y es cuando en ese choque de almas se produce prod uce el derr umbe de los efectos nacidos de un amor a primera vista. ”Así, al azar, imprevistamente, se encontraron María Luisa y Néstor. Al tiempuo, una noche, juntaron sus la bios y se se dieron u n beso. beso. Se a mab an tan to que, de común c omún acuerdo, resolvieron formar un hogar donde aquel idilio se viera coronado por la más humana alegría. Se casa-
ron, pero modestamente. Poco tiempo duró la armonía en el hogar, pues ella se tomó irascible, casquivana y desamorada. El trató de hacerle comprender que no se desviara del buen camino, pero María Luisa nunca quiso obedecerle y de esa manera precipitó la tragedia que se gestaba en el cerebro de Néstor. No había por qué dudar que aquella mujer tenía un amante. Eso lo comprobó aquel hombre bueno que amaba mucho a su esposa. Sin embargo acicateado por los celos una noche, mientras el peque ño hijito dormía, dormía , mató mat ó a balazos a M aría arí a Luisa. Y luego de besar al inocente se eliminó él también. En resumen, el amor los había unido y los celos se los llevó a la tumba. Pero la mujer, en este caso, tuvo la culpa de lo acontecido. ¿Amaba María Luisa a Néstor? Indudablemente que no, porque si hubiese sentido por él un verdadero amor, no habría buscado refugio en los brazos de otro hombre. He ahí la insensatez de las mujeres que se cruzan en el camino de los hombres para truncarles la vida sin ningún derecho”. Hasta aquí la crónica de referencia. Y ahora cabe preg pr egunt untar: ar: ¿por ¿p or qué Ma ría Luisa se casó con Néstor si en realidad no sentía por él ningún cariño? La respuesta surge de inmediato. Ella pertenecía a esa clase de mujeres que se casan por capricho y no porque sientan cariño por un hombre. Y el amor debe epilogarse indefectiblemente en forma sangrienta. Todo esto tiene que servir de ejemplo, pues, para todas aquellas que se enamoran sin el verdadero afecto que debe sentirse por el ser amado. ¡ El amo r no debe ser,en modo alguno, el instr umento p ara aniquilar ilusiones, sino algo grande, sublime, un elixir para embellecer la vida!
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cuida su honor de casada en vez de una bofetada hay que besarle la frente!
Príncipe Príncipe Azul.
AMOR SANGRIENTO
APASIONANTE... Simpática Clorinda: No puedo pued o evitar evita r la frase que tengo a flor de labios cada vez que nos encontramos. Porque en realidad Ud. es muy atrayente, apasionante, subyugadora. Y por ser así, por tener ese atractivo que encanta, es que he llegado a enamorarme de usted Clorinda. Le anticipo que no le declaro mi amor por un mero capricho de tal o cual pretend pret endiente iente suyo, sino porque por que tengo intenciones nobles y si usted me acepta formalizaremos nuestro compromiso a la brevedad posible. Por eso le ruego encarecidamente que me conteste en seguida para saber a qué atenerme. No soy muy optimista. Pero si Ud. me aceptar ace ptar a, le jur o que sería un hombre feliz. Eso le prueba que le amo, Clorinda, con toda mi alma. Espero, pues, que me conteste. Salúdale S. S. S. Rogelio. Rogelio.
DELIRIO Estimado Rogelio: No es de aho ra que venía observa ndo su interés por mí, ya que sus miradas mira das han sido lo suficiente para pa ra hacerme comprender que me amaba. Su carta confirma lo que pensaba, Rogelio, y tenía grandes deseos de que me escribiera. Estoy enterada de su noble corazón y sé que sus intenciones son bue-
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ñas, razón por la cual le confieso que le amo con delirio, pues, no tengo ningún pretendiente. Y le contesto tal como me lo pide para que vea que no le miento. El amor debe ser brindado sinceramente y nadie tiene derecho a tergiversar su sentido moral. Sea feliz, Rogelio, y piense que si Dios quiere seré su mujercita querida. Reciba el afecto cariñoso de,
Clorinda.
NE CE SI TO SU AM OR Srita. Ana: En el incesante ritmo del tumultuoso vivir se concretan todas las pasiones humanas, todos los sentidos del alma. Soy un sonámbulo en el bullicio de los corazones que sueñan y vivo desesperado por ver si obtengo de Ud., gentil Ana, el amor que necesito para mi ser que sufre tanto. No es un cariño absurdo el que siento por po r su atrayen atra yente te persona person a sino un a pasión sincera digna de ser correspondida. Ahora que sabe que necesito necesito su amor, responda si puedo abrigar la esperanza de ser correspondido. La sé buena y confío en que Ud. tam bién se halle dispuesta a ofrecerme ofrecer me su infinita pasión. Saludos de S. S. S.
Nerio. Nerio.
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APASIONANTE... Simpática Clorinda: No puedo pued o evitar evita r la frase que tengo a flor de labios cada vez que nos encontramos. Porque en realidad Ud. es muy atrayente, apasionante, subyugadora. Y por ser así, por tener ese atractivo que encanta, es que he llegado a enamorarme de usted Clorinda. Le anticipo que no le declaro mi amor por un mero capricho de tal o cual pretend pret endiente iente suyo, sino porque por que tengo intenciones nobles y si usted me acepta formalizaremos nuestro compromiso a la brevedad posible. Por eso le ruego encarecidamente que me conteste en seguida para saber a qué atenerme. No soy muy optimista. Pero si Ud. me aceptar ace ptar a, le jur o que sería un hombre feliz. Eso le prueba que le amo, Clorinda, con toda mi alma. Espero, pues, que me conteste. Salúdale S. S. S. Rogelio. Rogelio.
DELIRIO Estimado Rogelio: No es de aho ra que venía observa ndo su interés por mí, ya que sus miradas mira das han sido lo suficiente para pa ra hacerme comprender que me amaba. Su carta confirma lo que pensaba, Rogelio, y tenía grandes deseos de que me escribiera. Estoy enterada de su noble corazón y sé que sus intenciones son bue-
ñas, razón por la cual le confieso que le amo con delirio, pues, no tengo ningún pretendiente. Y le contesto tal como me lo pide para que vea que no le miento. El amor debe ser brindado sinceramente y nadie tiene derecho a tergiversar su sentido moral. Sea feliz, Rogelio, y piense que si Dios quiere seré su mujercita querida. Reciba el afecto cariñoso de,
Clorinda.
NE CE SI TO SU AM OR Srita. Ana: En el incesante ritmo del tumultuoso vivir se concretan todas las pasiones humanas, todos los sentidos del alma. Soy un sonámbulo en el bullicio de los corazones que sueñan y vivo desesperado por ver si obtengo de Ud., gentil Ana, el amor que necesito para mi ser que sufre tanto. No es un cariño absurdo el que siento por po r su atrayen atra yente te persona person a sino un a pasión sincera digna de ser correspondida. Ahora que sabe que necesito necesito su amor, responda si puedo abrigar la esperanza de ser correspondido. La sé buena y confío en que Ud. tam bién se halle dispuesta a ofrecerme ofrecer me su infinita pasión. Saludos de S. S. S.
Nerio. Nerio.
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TAMBIEN LE AMO Joven Nerio: Es muy humana esa filosofía suya con la que enca beza su carta ca rta para pa ra expresa rme su sincero amor. Con ese mismo ritmo palpita mi corazón, joven Nerio, y ello se debe a que también le amo desde la primera vez que nos encontramos en el jardín y conversamos como dos viejos amigos. Si Ud. necesita mi amor yo también, máxime teniendo en cuenta que el suyo viene hacia mí, como una vendimia del alma para nutrirla de emociones. Acepto, pues, su cariño y le confieso a la vez que jamás he de olvidarlo. Usted me fue simpático siempre, y esperaba su declaración de un momento a otro. Ahora me siento feliz. Retribuye sus saludos,
Ana. VIVIRE PARA TI Idolatrada Nancy: El mismo día en que tú te ausentaste para la capital había escrito una carta en la que te declaraba mi amor. Cuando por la noche supe la noticia tuve un gran desconsuelo. Siempre te distinguí entre las chicas de este pueblo porque estoy enamorado de ti, bella Nancy, tan enamorado enam orado que si tú me aceptas acepta s viviré para pa ra ti, consagrado enteramente a tu amor. Por eso he resuelto escribirte aprovechando que tu amiga Delia me —
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facilitó tu dirección. Quiero que no te ofendas al reci bir estas líneas en las que deposito el profundo prof undo cariño que siento por ti. Y ya sabes adorada Nancy que en el pueblo donde naciste hay un ser que te ama. Afectos de Eladio. Eladio. ¡QUE BUENO ERES! Estimado Eladio: Al ausentarme de Junín sentí, por todas mis amigas, una profunda pena, pero por ti, porque quién sabe si te vería más experimentó mi alma una terri ble sensación de dolor. ¿Y sabes por qué, mi estimado Eladio? Porqu e te amo pero en sile silenci ncio, o, ya que tú jam ás me dijiste na da que pud iera hace rme abrigar abrig ar un a esperanza. ¡ Qué bueno eres eres Eladio al haberte acordado de mí! Te juro que soy más feliz al saber que me amas que si alguien me hubiera hecho un obsequio. Cuando vengas a la ciudad no dejes de visitarme, te esperaré con los brazos abiertos. Te envía cariñosos saludos tu adorable, Nancy. Nancy.
ES MI ANHELO... Encantadora Susana: Vibra mi alma con emoción intensa cada vez que
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TAMBIEN LE AMO Joven Nerio: Es muy humana esa filosofía suya con la que enca beza su carta ca rta para pa ra expresa rme su sincero amor. Con ese mismo ritmo palpita mi corazón, joven Nerio, y ello se debe a que también le amo desde la primera vez que nos encontramos en el jardín y conversamos como dos viejos amigos. Si Ud. necesita mi amor yo también, máxime teniendo en cuenta que el suyo viene hacia mí, como una vendimia del alma para nutrirla de emociones. Acepto, pues, su cariño y le confieso a la vez que jamás he de olvidarlo. Usted me fue simpático siempre, y esperaba su declaración de un momento a otro. Ahora me siento feliz. Retribuye sus saludos,
Ana. VIVIRE PARA TI Idolatrada Nancy: El mismo día en que tú te ausentaste para la capital había escrito una carta en la que te declaraba mi amor. Cuando por la noche supe la noticia tuve un gran desconsuelo. Siempre te distinguí entre las chicas de este pueblo porque estoy enamorado de ti, bella Nancy, tan enamorado enam orado que si tú me aceptas acepta s viviré para pa ra ti, consagrado enteramente a tu amor. Por eso he resuelto escribirte aprovechando que tu amiga Delia me 12
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¡QUE BUENO ERES! Estimado Eladio: Al ausentarme de Junín sentí, por todas mis amigas, una profunda pena, pero por ti, porque quién sabe si te vería más experimentó mi alma una terri ble sensación de dolor. ¿Y sabes por qué, mi estimado Eladio? Porqu e te amo pero en sile silenci ncio, o, ya que tú jam ás me dijiste na da que pud iera hace rme abrigar abrig ar un a esperanza. ¡ Qué bueno eres eres Eladio al haberte acordado de mí! Te juro que soy más feliz al saber que me amas que si alguien me hubiera hecho un obsequio. Cuando vengas a la ciudad no dejes de visitarme, te esperaré con los brazos abiertos. Te envía cariñosos saludos tu adorable, Nancy. Nancy.
ES MI ANHELO... Encantadora Susana: Vibra mi alma con emoción intensa cada vez que
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nos cruzamos. Y hay momentos que quisiera saludarla pero temo que no retrib uya mi saludo. Es mi anhe lo Susanita divina expresarle mi profundo cariño, decirle que la amo con locura y que sin su amor me sentiré sin ánimos de vivir. Su persona me encanta y su voz tiene la dulzura de una música sublime que llega hasta mí como una subyugante ensoñación. Usted dirá si soy merecedor de su cariño, pues mi anhelo es hacerla com pa ñera ñe ra insep arable de mi vida. Recib a los afectuosos saludos de quien la admira, Américo. Américo.
ES DE MI AGRADO Joven Américo: Su declaración llega justamente cuando más deseos tenía de encontrar un novio. En Ud. me había fijado varias veces y ya estaba convencida que me adoraba. De mil amores habría correspondido a su saludo si Ud. se hubiera animado a saludarme. En cuanto a la res pues ta que espera, le diré que su perso na es de mi agrado que con mucho gusto acepto su amor. Ahora le corresponde corresponde a Ud . buscar la manera de amalgamar nuesnuestras ilusiones para queremos apasionadamente. Lleguen hasta su alma sensible y enamorada mis palabras de aliento. Y con ellas mis cariñosos saludos. Susana. —
facilitó tu dirección. Quiero que no te ofendas al reci bir estas líneas en las que deposito el profundo prof undo cariño que siento por ti. Y ya sabes adorada Nancy que en el pueblo donde naciste hay un ser que te ama. Afectos de Eladio. Eladio.
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C A L V A R I O Blanca: Tú eres para mí algo así como la musa inspiradora de mis ensueños azules. Y la evoco en mis horas de cruel incertidumbre, cuando el calvario de mi vida es más torturador, porque así, llamándola, haciéndome la ilusión que está frente a mis ojos, mis poemas resultan más interesantes, más llenos de honda emoción. Y en este calvario que es mi vida, usted Blanca viene a ser la estrella de mi esperanza que riela mis pasos por la enmarañada selva del dolor. Profundamente enamorado de su gentil personita, la sueño a cada instante y es la figura central de mis líricos desahogos espirituales. Porque Ud. también hace versos, Blanca, es que le escribo en el idioma de los que sueñan con la amada presentida, con la dulce novia vestida de blanco. Nunca me atreví a descender hasta el fondo de sus atrayentes ojos para comprobar si en el balcón de sus niñas se hallaba asomada la esperanza que necesita mi alma. ¿Habrá un Iugarcito en la suya para este amor mío tan sincero? ¿ Será posible que tenga tan ta dicha este humilde soñador que engarza frases apasionantes? Que su respuesta sea un paliativo para este terrible calvario. Estrecha sus dos manos su adorador, Floren Florencio cio..
SERENIDAD Florencio: El sol iba hundiéndose en el ocaso, la quietud ves —
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nos cruzamos. Y hay momentos que quisiera saludarla pero temo que no retrib uya mi saludo. Es mi anhe lo Susanita divina expresarle mi profundo cariño, decirle que la amo con locura y que sin su amor me sentiré sin ánimos de vivir. Su persona me encanta y su voz tiene la dulzura de una música sublime que llega hasta mí como una subyugante ensoñación. Usted dirá si soy merecedor de su cariño, pues mi anhelo es hacerla com pa ñera ñe ra insep arable de mi vida. Recib a los afectuosos saludos de quien la admira, Américo. Américo.
ES DE MI AGRADO Joven Américo: Su declaración llega justamente cuando más deseos tenía de encontrar un novio. En Ud. me había fijado varias veces y ya estaba convencida que me adoraba. De mil amores habría correspondido a su saludo si Ud. se hubiera animado a saludarme. En cuanto a la res pues ta que espera, le diré que su perso na es de mi agrado que con mucho gusto acepto su amor. Ahora le corresponde corresponde a Ud . buscar la manera de amalgamar nuesnuestras ilusiones para queremos apasionadamente. Lleguen hasta su alma sensible y enamorada mis palabras de aliento. Y con ellas mis cariñosos saludos. Susana. —
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Blanca: Tú eres para mí algo así como la musa inspiradora de mis ensueños azules. Y la evoco en mis horas de cruel incertidumbre, cuando el calvario de mi vida es más torturador, porque así, llamándola, haciéndome la ilusión que está frente a mis ojos, mis poemas resultan más interesantes, más llenos de honda emoción. Y en este calvario que es mi vida, usted Blanca viene a ser la estrella de mi esperanza que riela mis pasos por la enmarañada selva del dolor. Profundamente enamorado de su gentil personita, la sueño a cada instante y es la figura central de mis líricos desahogos espirituales. Porque Ud. también hace versos, Blanca, es que le escribo en el idioma de los que sueñan con la amada presentida, con la dulce novia vestida de blanco. Nunca me atreví a descender hasta el fondo de sus atrayentes ojos para comprobar si en el balcón de sus niñas se hallaba asomada la esperanza que necesita mi alma. ¿Habrá un Iugarcito en la suya para este amor mío tan sincero? ¿ Será posible que tenga tan ta dicha este humilde soñador que engarza frases apasionantes? Que su respuesta sea un paliativo para este terrible calvario. Estrecha sus dos manos su adorador, Floren Florencio cio..
SERENIDAD Florencio: El sol iba hundiéndose en el ocaso, la quietud ves
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peral reinaba rein aba en mi humilde hum ilde salita de estudio, cuando cua ndo una paloma mensajera se posó en mis manos con su poétic a carta. car ta. La he leído como debe leerse tod a correspondencia que signifique valor para las almas, que sueñan en un mañana venturoso, en la vida plena de los corazones que sangran. Si Ud. Florencio, se hubiese asomado un poquito nada más a mi alma, habría observado en ella un apasionante recuerdo para quien tanto me ama. Si mi sublime y heroico portalira, engarzador de frases que van cincelando la serenidad de su cerebro, exuberante de proyecciones poéticas que llegan a mi corazón con la sinceridad real y constante de quien ama profunda prof unda mente. ment e. Ese lugarc ito por el cual me pregun pre gun ta está reservado para Ud. hace mucho tiempo. Y cada vez que me propongo centralizar los personajes de mis cuentos y novelas, lo recuerdo con cariño porque le amo. ¿Po r qué no nos hemos comprendido todavía? ¡Vaya uno a saber! La vida, en sus aspectos múltiples, prolonga en ocasiones ocasiones la realizació realización n de u n idilio: El nuestro h a de ser dulce, suave, poético. Porque nadie, lo juro, podrá malograr la serenidad de nuestro amor. Con esta esperanza será menos doloroso su calvario. Siga teniéndome como musa inspiradora de sus mejores trabajos. Cariños de su admiradora. Blanc Blanca. a.
QUIERO QUEMARME... Adorable Blanca: Aguardaba con impaciencia tu billetito perfumado, —
C A L V A R I O
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en el cual suponía iba a llegar el terrible desencanto para mi alma atribulada. Sin embargo llegó una esperanza halagadora, una carta hecha poema por tus manos de hada, por tus manos que ahora podré estrechar más apasionadamente. No te imaginas adorable Blanca cómo te evoqué mientras leía tu carta. Y lamenté no tener una foto tuya para cubrirla de besos. ¡Eres encantadora! ¡Divina! Y cuando estemos estemos juntos, corazón a corazón, las palabras serán músicas hermosas sobre nuestros labios para divinizar la vida. Porque mirándote mucho quiero quemarme en el fuego de tus ojos cuyas miradas han llegado a mi alma para apasionarla. Viviremos viremos la vida como debe vivirse: amándonos mucho y produciendo poemas como una prodigiosa vendimia. Besos sincaros de tu, Floren Florencio cio..
PASION FLORECIDA Querido Florencio: Tu segunda carta es también un poema donde vibra tu alma de notable portalira. Hay en ella una pasión florecida, un romanticismo exento de cursilería, pero que resulta realmente adorable. He reservado para tus cartas un pequeño cofre, inviolable para quienes no tienen derecho a penetrar en la alcoba señorial de los enamorados. Luego, cuando tengamos muchas, hemos de hacer un libro cuyo título podría ser: “Almas “Almas que —
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peral reinaba rein aba en mi humilde hum ilde salita de estudio, cuando cua ndo una paloma mensajera se posó en mis manos con su poétic a carta. car ta. La he leído como debe leerse tod a correspondencia que signifique valor para las almas, que sueñan en un mañana venturoso, en la vida plena de los corazones que sangran. Si Ud. Florencio, se hubiese asomado un poquito nada más a mi alma, habría observado en ella un apasionante recuerdo para quien tanto me ama. Si mi sublime y heroico portalira, engarzador de frases que van cincelando la serenidad de su cerebro, exuberante de proyecciones poéticas que llegan a mi corazón con la sinceridad real y constante de quien ama profunda prof unda mente. ment e. Ese lugarc ito por el cual me pregun pre gun ta está reservado para Ud. hace mucho tiempo. Y cada vez que me propongo centralizar los personajes de mis cuentos y novelas, lo recuerdo con cariño porque le amo. ¿Po r qué no nos hemos comprendido todavía? ¡Vaya uno a saber! La vida, en sus aspectos múltiples, prolonga en ocasiones ocasiones la realizació realización n de u n idilio: El nuestro h a de ser dulce, suave, poético. Porque nadie, lo juro, podrá malograr la serenidad de nuestro amor. Con esta esperanza será menos doloroso su calvario. Siga teniéndome como musa inspiradora de sus mejores trabajos. Cariños de su admiradora. Blanc Blanca. a.
QUIERO QUEMARME... Adorable Blanca: Aguardaba con impaciencia tu billetito perfumado, —
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en el cual suponía iba a llegar el terrible desencanto para mi alma atribulada. Sin embargo llegó una esperanza halagadora, una carta hecha poema por tus manos de hada, por tus manos que ahora podré estrechar más apasionadamente. No te imaginas adorable Blanca cómo te evoqué mientras leía tu carta. Y lamenté no tener una foto tuya para cubrirla de besos. ¡Eres encantadora! ¡Divina! Y cuando estemos estemos juntos, corazón a corazón, las palabras serán músicas hermosas sobre nuestros labios para divinizar la vida. Porque mirándote mucho quiero quemarme en el fuego de tus ojos cuyas miradas han llegado a mi alma para apasionarla. Viviremos viremos la vida como debe vivirse: amándonos mucho y produciendo poemas como una prodigiosa vendimia. Besos sincaros de tu, Floren Florencio cio..
PASION FLORECIDA Querido Florencio: Tu segunda carta es también un poema donde vibra tu alma de notable portalira. Hay en ella una pasión florecida, un romanticismo exento de cursilería, pero que resulta realmente adorable. He reservado para tus cartas un pequeño cofre, inviolable para quienes no tienen derecho a penetrar en la alcoba señorial de los enamorados. Luego, cuando tengamos muchas, hemos de hacer un libro cuyo título podría ser: “Almas “Almas que
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sueñan”. Tú harás el prólogo y yo el epílogo, pero eso será cuando estemos bajo un mismo techo, en el rincon cito aquel de nuestras ilusiones. Porque en realidad son “almas que sueñan” las que tratan de acercarse para quererse como lo ha dispuesto Dios. Besos de quien te adora,
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—
en el corazón de un hombre. Necesito luz en mi camino, encantadora Florinda, luz espiritual que le hable a mi alma y le diga si puedo contar con su cariño. Sus ilusiones no quedarán defraudadas. Ya se convencerá. Salúdala con cariño, Gastón.
Blan Blanco co--
HAY UN DRAMA DRAMA EN M I VIDA
LUZ EN MI CAMINO Apreciable Florinda: Soy su admirador desde hace tiempo, desde que Ud. vino a vivir en este barrio huyendo de quien sabe cuántas tempestades de la vida. Yo también soy un predestinado a sufrir, a luchar, siempre con la esperanza de encontrar a una mujer de corazón bondadoso que ponga luz en mi camino. He advertido en sus ojos algo que no puedo explicarme todavía si es amor o amargura, pero que desearía que Ud. me contara sin ocultamientos. Le amo, Florinda, le amo con sinceridad vehemente, con pasión inconfundible. Al verme pasar también Ud. me ha mirado, pero ya le digo, algo raro advertí en sus ojos tan lindos como su carita atrayente. No sé si soy d e su agrad o, si Ud . ha leído en mis ojos el apasionamiento que hace vibrar mi alma. Pero de cualquier modo le declaro mi amor sincero, espontáneo y noble; mi amor que no busca la soledad y el silencio pa ra desa irar a la mujer mu jer que no adv ierte una un a falsedad —
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Estimado Gastón: Parece que Ud. hubiera sido impulsado a presentir mi situación situación al hablarm e de tempestades. Su carta, aparte de constituir una declaración amorosa es un documento a través del cual se advierte el alma generosa de quien la ha escrito. Dice Ud. Gastón que necesita luz en su camino y cree, ciegamente, que esa luz pue de proporcio nársela esta pob re mucha mu chachit chit a humild e que sufre las consecuencias de su mal momento. Porque ha de saber Ud., distinguido joven, que hay un drama, en mi vida, un drama que ha dejado a mi mente la visión de un porvenir lleno de nebulosidades. Usted sí, Gastón, que es un hombre bueno y cariñoso. Y yo aunque lo ame no podré quererlo porque he sido engañada vilmente y tengo una hijita de un año. ¿Comprende ahora por qué notó ese algo raro en mis ojos? Por eso no me atreví a coquetearle, porque hay un drama en mi vida y tendré que resignarme con mi triste suerte. A Ud. que sabe amar le he confesado confesado la verdad, suplicándole que no lo comente en el barrio, pues ignoran mi pasado. Florind Florinda. a. Saludos de S. S. S. —
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sueñan”. Tú harás el prólogo y yo el epílogo, pero eso será cuando estemos bajo un mismo techo, en el rincon cito aquel de nuestras ilusiones. Porque en realidad son “almas que sueñan” las que tratan de acercarse para quererse como lo ha dispuesto Dios. Besos de quien te adora,
en el corazón de un hombre. Necesito luz en mi camino, encantadora Florinda, luz espiritual que le hable a mi alma y le diga si puedo contar con su cariño. Sus ilusiones no quedarán defraudadas. Ya se convencerá. Salúdala con cariño, Gastón.
Blan Blanco co--
HAY UN DRAMA DRAMA EN M I VIDA
LUZ EN MI CAMINO Apreciable Florinda: Soy su admirador desde hace tiempo, desde que Ud. vino a vivir en este barrio huyendo de quien sabe cuántas tempestades de la vida. Yo también soy un predestinado a sufrir, a luchar, siempre con la esperanza de encontrar a una mujer de corazón bondadoso que ponga luz en mi camino. He advertido en sus ojos algo que no puedo explicarme todavía si es amor o amargura, pero que desearía que Ud. me contara sin ocultamientos. Le amo, Florinda, le amo con sinceridad vehemente, con pasión inconfundible. Al verme pasar también Ud. me ha mirado, pero ya le digo, algo raro advertí en sus ojos tan lindos como su carita atrayente. No sé si soy d e su agrad o, si Ud . ha leído en mis ojos el apasionamiento que hace vibrar mi alma. Pero de cualquier modo le declaro mi amor sincero, espontáneo y noble; mi amor que no busca la soledad y el silencio pa ra desa irar a la mujer mu jer que no adv ierte una un a falsedad —
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AHORA LA QUIERO MAS Amada Florinda: La revelación de su drama, lejos de inquietarme, ha prov ocado un considerab le aum ent o de pasión hac ia usted, alma de mi alma y no me tomó de sorpresa su confesión por cuanto algo me dio a entender esa tristeza suya que vi en sus ojos. Ahora la quiero más, Florinda, porque en su desgracia me parece más atrayente, más encantadora. Y si Ud. quiere unirse a mi vida, le prometo dar un nombre a esa inocente que olvidó síi pa dre desalmado. Nunca, amada mía, escuchará de mis labios una palabra de reproche sobre su pasado. Que si un hombre infame defraudó sus ilusiones, yo voy a hacerlas revivir con mi profundo cariño. Vista la lealtad de mi corazón creo que no dudará de mí, que la amo inmensamente. Esa hijita suya será una luz de esperanza en el hogar. Dios nos ayudará siempre. Saludos cariñosos de Gastón.
ERES MI SALVACION Gastón querido: Con alegría inmensa leí tu carta que trae para mi vida un consuelo que no esperaba. ¿Cómo no adorarte si a pesar de mi desgracia dices que me quieres más? —
Estimado Gastón: Parece que Ud. hubiera sido impulsado a presentir mi situación situación al hablarm e de tempestades. Su carta, aparte de constituir una declaración amorosa es un documento a través del cual se advierte el alma generosa de quien la ha escrito. Dice Ud. Gastón que necesita luz en su camino y cree, ciegamente, que esa luz pue de proporcio nársela esta pob re mucha mu chachit chit a humild e que sufre las consecuencias de su mal momento. Porque ha de saber Ud., distinguido joven, que hay un drama, en mi vida, un drama que ha dejado a mi mente la visión de un porvenir lleno de nebulosidades. Usted sí, Gastón, que es un hombre bueno y cariñoso. Y yo aunque lo ame no podré quererlo porque he sido engañada vilmente y tengo una hijita de un año. ¿Comprende ahora por qué notó ese algo raro en mis ojos? Por eso no me atreví a coquetearle, porque hay un drama en mi vida y tendré que resignarme con mi triste suerte. A Ud. que sabe amar le he confesado confesado la verdad, suplicándole que no lo comente en el barrio, pues ignoran mi pasado. Florind Florinda. a. Saludos de S. S. S. 19
—
¿Por qué no abrirte mi corazón si por el amor que me tienes vas a reparar la falta que cometió un hombre miserable? serable? ¡Oh ! Amor de mi vida, tú eres mi salvación salvación y la de mi inocente hijita que si Dios quiere reconocerá en ti a un verdadero padre. Pero es necesario, Gastón, que nos alejemos de este barrio, que nos vayamos a otro, ya casados, para reconstruir nuestras vidas. Mi madre está contenta, te conoce y te admira, leyó tu carta y lloraba al saber que yo había encontrado un hombre tan bueno. El sábado por la noche te esperamos sin falta para entendemos mejor. De paso conocerás a mi hijita que se parece much o a mí. T e envía much os besos besos tu amad a, Florind Florinda. a.
EQUIVOCADAMENTE... Estimada Juanita: Su respuesta a mi declaración amorosa me dejó estu pefacto no por el rechazo, sino p or la ca usa que lo m otiva. Quiero aclararle, aclararle, Juanita, que U d. me interpreta equi vocadamente, porque soy muy serio y no me guía ningún interés hacia Lola. Si le hubiera tenido afecto a ella no le habría escrito a Ud. en la forma tan apasionante como lo hice. Comprendo que Ud. estaba en su derecho de escribirme tan enojada, pero ahora que sabe que todo es pro duc to de un a mentir me ntir a bien urd ida, pued e reflexiona r sobre mi afectuosidad hacia su gentil persona y darme
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una contestación de acuerdo a sus sentimientos. Tenga
mal momento cuando recibí su carta. Ahora yo también
AHORA LA QUIERO MAS Amada Florinda: La revelación de su drama, lejos de inquietarme, ha prov ocado un considerab le aum ent o de pasión hac ia usted, alma de mi alma y no me tomó de sorpresa su confesión por cuanto algo me dio a entender esa tristeza suya que vi en sus ojos. Ahora la quiero más, Florinda, porque en su desgracia me parece más atrayente, más encantadora. Y si Ud. quiere unirse a mi vida, le prometo dar un nombre a esa inocente que olvidó síi pa dre desalmado. Nunca, amada mía, escuchará de mis labios una palabra de reproche sobre su pasado. Que si un hombre infame defraudó sus ilusiones, yo voy a hacerlas revivir con mi profundo cariño. Vista la lealtad de mi corazón creo que no dudará de mí, que la amo inmensamente. Esa hijita suya será una luz de esperanza en el hogar. Dios nos ayudará siempre. Saludos cariñosos de Gastón.
ERES MI SALVACION Gastón querido: Con alegría inmensa leí tu carta que trae para mi vida un consuelo que no esperaba. ¿Cómo no adorarte si a pesar de mi desgracia dices que me quieres más? —
Florind Florinda. a.
EQUIVOCADAMENTE... Estimada Juanita: Su respuesta a mi declaración amorosa me dejó estu pefacto no por el rechazo, sino p or la ca usa que lo m otiva. Quiero aclararle, aclararle, Juanita, que U d. me interpreta equi vocadamente, porque soy muy serio y no me guía ningún interés hacia Lola. Si le hubiera tenido afecto a ella no le habría escrito a Ud. en la forma tan apasionante como lo hice. Comprendo que Ud. estaba en su derecho de escribirme tan enojada, pero ahora que sabe que todo es pro duc to de un a mentir me ntir a bien urd ida, pued e reflexiona r sobre mi afectuosidad hacia su gentil persona y darme
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una contestación de acuerdo a sus sentimientos. Tenga la seguridad de que cuanto le he dicho en mi anterior es solamente una parte del cariño que por Ud. siento, encantadora Juanita. Nada de ficticio hay en mis palabras, inspiradas con el afecto que merece Ud. encantadora Jua nita. Y con ese sentido práctico práctico que tiene de las cosas cosas un alma tan generosa como la suya ha de evitar, sin duda, que la mentira urdida para perjudicarme sea una causa eficaz para el derrumbe de mis ilusiones. Espero, pues, que conteste mi car ta ante rior donde le expresaba que la amo sincera y apasionadamente. Saludos cordiales de Leopoldo.
YA ME PARECIA Apreciable Leopoldo: Su carta me llegó llegó justamente cuando yo misma misma había aclarado el asunto y estaba enterada que se trataba de una mentira todo lo que me contaron de Lola con usted. Le ruego, por lo tanto, rompa mi carta anterior y haga de cuenta que no la ha recibido. Ya me parecía, Leopoldo, que un joven como Ud., culto y noble, intentara realizar conmigo una maniobra censurable por lo absurda y antipática. La mentira partió de ella misma, de Lola, que, según parece tenía interés en que Ud. fuera su novio. Yo no quise reprochar su conducta porque me dio lástima y la perdoné. Pero le garantizo que he pasado un —
¿Por qué no abrirte mi corazón si por el amor que me tienes vas a reparar la falta que cometió un hombre miserable? serable? ¡Oh ! Amor de mi vida, tú eres mi salvación salvación y la de mi inocente hijita que si Dios quiere reconocerá en ti a un verdadero padre. Pero es necesario, Gastón, que nos alejemos de este barrio, que nos vayamos a otro, ya casados, para reconstruir nuestras vidas. Mi madre está contenta, te conoce y te admira, leyó tu carta y lloraba al saber que yo había encontrado un hombre tan bueno. El sábado por la noche te esperamos sin falta para entendemos mejor. De paso conocerás a mi hijita que se parece much o a mí. T e envía much os besos besos tu amad a,
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NO SOY LO QU E SE PIENSA
mal momento cuando recibí su carta. Ahora yo también pue do asegurarle que mi amor será inque branta ble porque le amo tan sinceramente como usted y es muy difícil que cambie de opinión. Le agradecería que no le diga nada a Lola, porque entiendo que el asunto es mejor darlo por terminado. ¿No le parece que digo bien? Piense que hay un alma buena como la mía que le recuerda con ternura. Salúdolo afectuosamente S. S.S. Juanita.
ES INUTIL QUE INSISTA Sr. Jacinto: Por dos razones muy poderosas por cierto, rechazo las insinuaciones amorosas que Ud. me formula en su última carta. Primero porque no pienso tener novio por el momento y segundo porque quien ha de merecer mi atención y preferencia no debe ser un hombre soberbio ni ha de pretender que lo amen a la fuerza, como Ud. intenta que yo haga según lo explica en los últimos párrafos de su carta. De modo que es inútil que insista porque no voy a corresponderle. Por otra parte, quien así pretende llegar a la conquista de una mujer no lleva intenciones honestas, porque ya no es el amor que lo impulsa sino el deseo de decir: “—Soy “—Soy dueño de esa mujer ”. Me dite soso bre lo desagrada ble que puede suceder si inte nta algo contra mí. ¿Comprende señor Jacinto? Soy pobre, pero muy honrada. Yolanda.
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de borrarse algún día esa espantosa visión visión que deja
una contestación de acuerdo a sus sentimientos. Tenga la seguridad de que cuanto le he dicho en mi anterior es solamente una parte del cariño que por Ud. siento, encantadora Juanita. Nada de ficticio hay en mis palabras, inspiradas con el afecto que merece Ud. encantadora Jua nita. Y con ese sentido práctico práctico que tiene de las cosas cosas un alma tan generosa como la suya ha de evitar, sin duda, que la mentira urdida para perjudicarme sea una causa eficaz para el derrumbe de mis ilusiones. Espero, pues, que conteste mi car ta ante rior donde le expresaba que la amo sincera y apasionadamente. Saludos cordiales de Leopoldo.
YA ME PARECIA Apreciable Leopoldo: Su carta me llegó llegó justamente cuando yo misma misma había aclarado el asunto y estaba enterada que se trataba de una mentira todo lo que me contaron de Lola con usted. Le ruego, por lo tanto, rompa mi carta anterior y haga de cuenta que no la ha recibido. Ya me parecía, Leopoldo, que un joven como Ud., culto y noble, intentara realizar conmigo una maniobra censurable por lo absurda y antipática. La mentira partió de ella misma, de Lola, que, según parece tenía interés en que Ud. fuera su novio. Yo no quise reprochar su conducta porque me dio lástima y la perdoné. Pero le garantizo que he pasado un —
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mal momento cuando recibí su carta. Ahora yo también pue do asegurarle que mi amor será inque branta ble porque le amo tan sinceramente como usted y es muy difícil que cambie de opinión. Le agradecería que no le diga nada a Lola, porque entiendo que el asunto es mejor darlo por terminado. ¿No le parece que digo bien? Piense que hay un alma buena como la mía que le recuerda con ternura. Salúdolo afectuosamente S. S.S. Juanita.
ES INUTIL QUE INSISTA Sr. Jacinto: Por dos razones muy poderosas por cierto, rechazo las insinuaciones amorosas que Ud. me formula en su última carta. Primero porque no pienso tener novio por el momento y segundo porque quien ha de merecer mi atención y preferencia no debe ser un hombre soberbio ni ha de pretender que lo amen a la fuerza, como Ud. intenta que yo haga según lo explica en los últimos párrafos de su carta. De modo que es inútil que insista porque no voy a corresponderle. Por otra parte, quien así pretende llegar a la conquista de una mujer no lleva intenciones honestas, porque ya no es el amor que lo impulsa sino el deseo de decir: “—Soy “—Soy dueño de esa mujer ”. Me dite soso bre lo desagrada ble que puede suceder si inte nta algo contra mí. ¿Comprende señor Jacinto? Soy pobre, pero muy honrada. Yolanda.
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NO SOY LO QU E SE PIENSA Sríta. Yolanda: Creía que Ud. fuese un poquito más inteligente para juzgar con serenidad de criterio mi carta ca rta anterior . Veo que me he equivocado y que debo considerarla una mediocre cualquiera. Comprendo que he sido un poco exigente al declararle mi amor pero eso no es motivo suficiente para tratarme en la forma en que lo hace. Pierda cuidado que no voy a molestarla más porque no soy lo que Ud. se piensa, pues francamente no me interesa el amor que pueda ofrecerme. Soy como Ud., pobre y honrado, y no he tenido malas intenciones, lo que hay es que no ha sabido interpretarme y ha pensado que yo mentía al decirle que le amaba. Pero tenga presente que tarde o temprano ha de arrepentirse de su actitud, porque su orgullo ha de conducirla al plano donde la incertidumbre castiga cruelmente. Eso es cuanto puedo decirle en contestación a su insultante carta que he roto apenas leída.
Jacinto Jacinto.. MI SALVACION ESTA EN TI
de borrarse algún día esa espantosa visión visión que deja en mi alma un dolor inmenso, pero lo que sí puedo asegurarte que siento por ti tanto amor como él que sentía por la mujer mu jer amada ama da mi herma no que escribió su último poema abriéndose la cabeza de un balazo. ¿Sabes, mi noble Pina, lo que se sufre cuando se ama am a sin sin ser correspondido? Mi salvación salvación está en ti, alma generosa y buena, en ti porque tú, con una sola palab ra, puedes anim ar mi espíritu tan atormen tado, tan castigad o por el desengaño. Te amo, Pina, con cariño inconfundible, con amor inquebrantable. Y temo, dulce bien mío, que un rechazo tuyo pueda colocarme en la misma situación de aquel que se anticipó a la muerte. No quisiera llegar a ese extremo, Pina, porque sería un triste calvario para mi idolatrada madre. Conteste pronto. Salúdole con cariño,
Rodolfo. Rodolfo.
NO PIENSE S EN M OR IR Mi buen Rodolfo:
Tengo aún ante mis ojos la tremenda tragedia de mi pobre hermano, soñador en la noche de la angustia, que se fue a las estrellas porque no pudo conseguir el cariño de la mujer que tanto amaba. Y no sé si ha
El cuadro que me describes de tu hermano suicida por el amor de una mujer que no supo comprenderlo, ha dejado un poco de angustia en mi corazón. Y ante tu cruel incertidumbre te aconsejo que no pienses en morir, porque todo puede remediarse sin necesidad de recurrir a una resolución resolución tan extrema. Pues, Pues,
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Pina de mi alma:
con toda la franqueza de mi alma te digo que te amo
Si me acepta, Graciela, me consideraré feliz, si es
NO SOY LO QU E SE PIENSA Sríta. Yolanda: Creía que Ud. fuese un poquito más inteligente para juzgar con serenidad de criterio mi carta ca rta anterior . Veo que me he equivocado y que debo considerarla una mediocre cualquiera. Comprendo que he sido un poco exigente al declararle mi amor pero eso no es motivo suficiente para tratarme en la forma en que lo hace. Pierda cuidado que no voy a molestarla más porque no soy lo que Ud. se piensa, pues francamente no me interesa el amor que pueda ofrecerme. Soy como Ud., pobre y honrado, y no he tenido malas intenciones, lo que hay es que no ha sabido interpretarme y ha pensado que yo mentía al decirle que le amaba. Pero tenga presente que tarde o temprano ha de arrepentirse de su actitud, porque su orgullo ha de conducirla al plano donde la incertidumbre castiga cruelmente. Eso es cuanto puedo decirle en contestación a su insultante carta que he roto apenas leída.
Jacinto Jacinto..
de borrarse algún día esa espantosa visión visión que deja en mi alma un dolor inmenso, pero lo que sí puedo asegurarte que siento por ti tanto amor como él que sentía por la mujer mu jer amada ama da mi herma no que escribió su último poema abriéndose la cabeza de un balazo. ¿Sabes, mi noble Pina, lo que se sufre cuando se ama am a sin sin ser correspondido? Mi salvación salvación está en ti, alma generosa y buena, en ti porque tú, con una sola palab ra, puedes anim ar mi espíritu tan atormen tado, tan castigad o por el desengaño. Te amo, Pina, con cariño inconfundible, con amor inquebrantable. Y temo, dulce bien mío, que un rechazo tuyo pueda colocarme en la misma situación de aquel que se anticipó a la muerte. No quisiera llegar a ese extremo, Pina, porque sería un triste calvario para mi idolatrada madre. Conteste pronto. Salúdole con cariño,
Rodolfo. Rodolfo.
NO PIENSE S EN M OR IR Mi buen Rodolfo:
MI SALVACION ESTA EN TI
Tengo aún ante mis ojos la tremenda tragedia de mi pobre hermano, soñador en la noche de la angustia, que se fue a las estrellas porque no pudo conseguir el cariño de la mujer que tanto amaba. Y no sé si ha
El cuadro que me describes de tu hermano suicida por el amor de una mujer que no supo comprenderlo, ha dejado un poco de angustia en mi corazón. Y ante tu cruel incertidumbre te aconsejo que no pienses en morir, porque todo puede remediarse sin necesidad de recurrir a una resolución resolución tan extrema. Pues, Pues,
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Pina de mi alma:
con toda la franqueza de mi alma te digo que te amo Rodolfo, y nunca he de olvidarme de ti. Si hasta hoy nada había insinuado, fue porque tú anduviste con temor para declararme tu inmensa pasión. La amistad nuestra, siempre amable y cordial, será ahora más cariñosa, más profunda. Y en apasionantes idilios hemos de ir hacia el país de las ilusiones hasta consolidar el dulce poema de nuestras almas. La vida es bella y de bemos vivirla, ya que el amor nos acom pañ a como un símbolo para ser la noble compañera de tu vida. No dudes de mí, Rodolfo, que he de hace rte feliz p ara mi misma felicidad. Te saluda cariñosamente tu,
Pina
DESDE HACE TIEMPO Atrayente Graciela: Sintiendo por usted una profunda y sincera sim pa tía y no siéndome posible ap arta rla de mi memoria le escribo estas líneas para expresarle que le amo desde hace tiempo. Como usted anda siempre con apuro y me resultaba imposible y además incorrecto hablarle de mi amor en la calle, he creído más conveniente hacerle llegar mi amable correspondencia, aunque no sé cuál será su destino. Usted dirá si este cariño mío puede tener un lugareño en su corazón o si mi alma tendrá que resignarse con su desengaño.
— 26 —
Si me acepta, Graciela, me consideraré feliz, si es lo contrario no me queda otro remedio que olvidarla. Acepte mientras tanto los afectos de
Enrique. Enrique.
NO PU ED E QU ER ER LO Joven Enrique: He recibido su muy amable carta, la que agradezco infinitamente por el hono r que le dispensa a mi humilde persona, lamentando muy de veras su apasionamiento. Nu nca se me ocurr ió pens ar que estuviese enamo rado de mí, joven Enrique, ni llegué a darme cuenta que usted tenía interés en hablarme. Muy a pesar mío debo manifestarle que no puedo quererlo por la circunstancia de que hace apenas ocho días he dado palabra a otro joven, a quien, entre paréntesis, admiro, y no me parece prudente desairarlo. No obstante cum plo con un deber elemental de cortesía contestan do su atenta y afectuosa carta. Saludos de S. S. S.
Graciela.
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BRINDEMOS, AMADA... camino del bien, por la ruta bellamente iluminada por
con toda la franqueza de mi alma te digo que te amo Rodolfo, y nunca he de olvidarme de ti. Si hasta hoy nada había insinuado, fue porque tú anduviste con temor para declararme tu inmensa pasión. La amistad nuestra, siempre amable y cordial, será ahora más cariñosa, más profunda. Y en apasionantes idilios hemos de ir hacia el país de las ilusiones hasta consolidar el dulce poema de nuestras almas. La vida es bella y de bemos vivirla, ya que el amor nos acom pañ a como un símbolo para ser la noble compañera de tu vida. No dudes de mí, Rodolfo, que he de hace rte feliz p ara mi misma felicidad. Te saluda cariñosamente tu,
Pina
DESDE HACE TIEMPO Atrayente Graciela: Sintiendo por usted una profunda y sincera sim pa tía y no siéndome posible ap arta rla de mi memoria le escribo estas líneas para expresarle que le amo desde hace tiempo. Como usted anda siempre con apuro y me resultaba imposible y además incorrecto hablarle de mi amor en la calle, he creído más conveniente hacerle llegar mi amable correspondencia, aunque no sé cuál será su destino. Usted dirá si este cariño mío puede tener un lugareño en su corazón o si mi alma tendrá que resignarse con su desengaño.
Si me acepta, Graciela, me consideraré feliz, si es lo contrario no me queda otro remedio que olvidarla. Acepte mientras tanto los afectos de
Enrique. Enrique.
NO PU ED E QU ER ER LO Joven Enrique: He recibido su muy amable carta, la que agradezco infinitamente por el hono r que le dispensa a mi humilde persona, lamentando muy de veras su apasionamiento. Nu nca se me ocurr ió pens ar que estuviese enamo rado de mí, joven Enrique, ni llegué a darme cuenta que usted tenía interés en hablarme. Muy a pesar mío debo manifestarle que no puedo quererlo por la circunstancia de que hace apenas ocho días he dado palabra a otro joven, a quien, entre paréntesis, admiro, y no me parece prudente desairarlo. No obstante cum plo con un deber elemental de cortesía contestan do su atenta y afectuosa carta. Saludos de S. S. S.
Graciela.
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BRINDEMOS, AMADA... María del Carmen: Con las ansias sublimes que tú misma has hecho despertar en mi alma al corresponder corresponder afablemente a mi declaración de amor, he de ir hilvanando, ahora, el dulce poema del cariño que será como un rosal en pleno florecimiento perfuman perf umando do nuestras vidas. Brindemos, amada, por esa dicha que nos espera ,ya que tú y yo hemos llegado a comprendemos y estamos dis puestos a realiza r nuestr o ensueño. Esa respuesta tuya fue como un maná para mi alma que no creía en la dicha que tú le has proporcionado. Por eso digo María del Carmen que ahora debemos brindar por la vida, ya que ella nos enseñó a querer. Cariños de tu
Alejandro.
POR EL CAMINO DEL BIEN Alejandro mío: Si escribí escribí aquella carta aceptando tu pasión fue porq ue venía reservando par a ti, un inqu ebrantab ebra ntable le cariño, una fe decidida a consagrarte un lugar en mi alma. Y hacia esa dicha que nos espera y que tú tanto elogias, Alejandro, hemos de seguir avanzando por el —
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camino del bien, por la ruta bellamente iluminada por el amor y la esperanza. Y como tú dices, brindaremos por la dicha dic ha inmensa que viene a nosotros en las dulces horas del ensueño para llenarnos de ternura. Mis padre s desean conocerte ; pues, sin haberte hab erte visto nunca, te aprecian porque tienen buenos informes tuyos. Ven a casa cuando quieras. Te saluda cariñosamente, María del Carmen. Carmen.
MIENTRAS DANZABAS... Distinguida Azucena: No puedo, aunque aun que quisiera, dejar dej ar de tutearla tute arla,, y ello se debe a que la llevo en el alma, sitio de preferencia, donde únicamente se colocan los seres que se idolatran. Confieso que mientras danzabas sentía celos de tu com pañero pañ ero de baile, pues te hablab hab labaa con marcad ma rcad a insisinsistencia. Y lo más atormentador para mí es que tú sonreías, al parecer festejando sus ocurrencias. Por eso creo llegado el momento de declararte mi amor, que lleva en sí la esencia de la sinceridad. Deseo que me respondas con franqueza, que es el modo de proceder de toda joven cult a como eres tú. Dime, pues, Azucena, si soy merecedor a tu cariño. Mi p alabr a es un a sola: ¡ T e amo! Aprecios sinceros de, Guillermo.
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BRINDEMOS, AMADA... María del Carmen: Con las ansias sublimes que tú misma has hecho despertar en mi alma al corresponder corresponder afablemente a mi declaración de amor, he de ir hilvanando, ahora, el dulce poema del cariño que será como un rosal en pleno florecimiento perfuman perf umando do nuestras vidas. Brindemos, amada, por esa dicha que nos espera ,ya que tú y yo hemos llegado a comprendemos y estamos dis puestos a realiza r nuestr o ensueño. Esa respuesta tuya fue como un maná para mi alma que no creía en la dicha que tú le has proporcionado. Por eso digo María del Carmen que ahora debemos brindar por la vida, ya que ella nos enseñó a querer. Cariños de tu
Alejandro.
POR EL CAMINO DEL BIEN Alejandro mío: Si escribí escribí aquella carta aceptando tu pasión fue porq ue venía reservando par a ti, un inqu ebrantab ebra ntable le cariño, una fe decidida a consagrarte un lugar en mi alma. Y hacia esa dicha que nos espera y que tú tanto elogias, Alejandro, hemos de seguir avanzando por el —
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camino del bien, por la ruta bellamente iluminada por el amor y la esperanza. Y como tú dices, brindaremos por la dicha dic ha inmensa que viene a nosotros en las dulces horas del ensueño para llenarnos de ternura. Mis padre s desean conocerte ; pues, sin haberte hab erte visto nunca, te aprecian porque tienen buenos informes tuyos. Ven a casa cuando quieras. Te saluda cariñosamente, María del Carmen. Carmen.
MIENTRAS DANZABAS... Distinguida Azucena: No puedo, aunque aun que quisiera, dejar dej ar de tutearla tute arla,, y ello se debe a que la llevo en el alma, sitio de preferencia, donde únicamente se colocan los seres que se idolatran. Confieso que mientras danzabas sentía celos de tu com pañero pañ ero de baile, pues te hablab hab labaa con marcad ma rcad a insisinsistencia. Y lo más atormentador para mí es que tú sonreías, al parecer festejando sus ocurrencias. Por eso creo llegado el momento de declararte mi amor, que lleva en sí la esencia de la sinceridad. Deseo que me respondas con franqueza, que es el modo de proceder de toda joven cult a como eres tú. Dime, pues, Azucena, si soy merecedor a tu cariño. Mi p alabr a es un a sola: ¡ T e amo! Aprecios sinceros de, Guillermo.
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LO LAMENTO MUCHO Apreciable Guillermo: Tiene usted mucha razón, el joven que danzaba conmigo me decía que estaba enamorado de mí, pero yo le contesté que no pensaba tener novio todavía. En cuanto cuan to a los celos suyos suyos no los censuro por cuanto comprendo que ellos son el producto de un apasionamiento sincero. Con esto no vaya a pensar que estoy de acuerdo con su declaración. Lamentándolo mucho debo decirle a usted lo que oyó de mis labios mi festejante que ya conoce: que aún no me he decidido a querer a nadie. Esto, lejos de ser una ofensa, es una sinceridad que usted debe agradecer. Es la franqueza que ha pedido, Guillermo. Más, no puedo decirle. Créame S. S. S. Azucena.
¡SOY CASADA! Joven Mariano: Comienzo por decirle que si usted se ha enamorado de mí yo no tengo la culpa, es lógico que cualquier hombre se enamore, pero debe hacerlo de una joven soltera y sin compromiso. Al declara rme su amor usted no se encargó de averiguar mi estado civil, pues —
30
—
ha de saber que soy casada y no puedo aceptar de ninguna manera su declaración amorosa. Le ruego que no trate de molestarme ni en la calle ni por carta porque podr ía enterars e mi espo esposo so e indudab lemente lemen te se prod uciría ucir ía una un a desgracia. Hortensia. Hortensia.
NO LO IGNO RABA Divina Hortensia: Antes de escribirle para pa ra expresarle mis sentimientos amorosos, no ignoraba su estado civil; conozco a su esposo y sé que no le ama pues tiene una amante. Por eso comencé a sentir por usted una pasión inmensa. Yo le juro divina Hortensia que no le miento con res pecto a su esposo esposo y hasta has ta puedo decirle quién es esa person ita que tan to lo retien e fuer a del hogar donde hay una mujer encantadora como usted que lo espera. La invito a que haga sus averiguaciones con calma y sin apresurarse demasiado, sólo así llegará a la com probaci ón de la infideli dad de quien dice ama rla mucho. Entonces me dará la razón. Salúdale su adorador, Mariano. Mariano.
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LO LAMENTO MUCHO Apreciable Guillermo: Tiene usted mucha razón, el joven que danzaba conmigo me decía que estaba enamorado de mí, pero yo le contesté que no pensaba tener novio todavía. En cuanto cuan to a los celos suyos suyos no los censuro por cuanto comprendo que ellos son el producto de un apasionamiento sincero. Con esto no vaya a pensar que estoy de acuerdo con su declaración. Lamentándolo mucho debo decirle a usted lo que oyó de mis labios mi festejante que ya conoce: que aún no me he decidido a querer a nadie. Esto, lejos de ser una ofensa, es una sinceridad que usted debe agradecer. Es la franqueza que ha pedido, Guillermo. Más, no puedo decirle. Créame S. S. S. Azucena.
¡SOY CASADA! Joven Mariano: Comienzo por decirle que si usted se ha enamorado de mí yo no tengo la culpa, es lógico que cualquier hombre se enamore, pero debe hacerlo de una joven soltera y sin compromiso. Al declara rme su amor usted no se encargó de averiguar mi estado civil, pues —
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ha de saber que soy casada y no puedo aceptar de ninguna manera su declaración amorosa. Le ruego que no trate de molestarme ni en la calle ni por carta porque podr ía enterars e mi espo esposo so e indudab lemente lemen te se prod uciría ucir ía una un a desgracia. Hortensia. Hortensia.
NO LO IGNO RABA Divina Hortensia: Antes de escribirle para pa ra expresarle mis sentimientos amorosos, no ignoraba su estado civil; conozco a su esposo y sé que no le ama pues tiene una amante. Por eso comencé a sentir por usted una pasión inmensa. Yo le juro divina Hortensia que no le miento con res pecto a su esposo esposo y hasta has ta puedo decirle quién es esa person ita que tan to lo retien e fuer a del hogar donde hay una mujer encantadora como usted que lo espera. La invito a que haga sus averiguaciones con calma y sin apresurarse demasiado, sólo así llegará a la com probaci ón de la infideli dad de quien dice ama rla mucho. Entonces me dará la razón. Salúdale su adorador, Mariano. Mariano.
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falso el cariño que le prodiga su esposo. Decídase Hortensia y seamos felices. Le ama,
¡ES UN IMPOSTOR! Joven Mariano:
Mariano.
Ya hice las averiguaciones que Ud. me indicaba y he llegado a la comprobación de que es un perfecto impostor. No hay nada de lo que dice; lo que sucede es que Ud., enamorado de mí, le hace insinuaciones a mi esposo para pa ra que se relacione con una un a mujer muj er de d e su amistad, amistad , a la que Ud. ha aleccionado para dar lugar a la intriga que pretende pret ende tejer tej er entre ent re mi esposo esposo y yo. Pero él —esto — estoyy segura— lo sobra a Ud. y le sigue la corriente para ver hasta dónde llega su descarado cinismo y con qué intenciones lo hace. Cuídese, pues, de las consecuencias. Hortens Hortensia. ia.
LE DIGO QUE LA ENGAÑA Hortensia de mi vida: Decídase a quererme porque todo lo que me atribuye a mí le corresponde a su esposo, pues le digo sinceramente que la engaña. Si él le habló de mí en la forma que Ud. me explica el impostor es él, porque al verse descu bierto trata tra ta de sacarse el lazo del cuello culpándol culp ándolee a otro de sus desvíos matrimoniales. Yo deseo su felicidad y por eso insisto; además, no hay nada que temer, porque es
— 32 —
LE AMO SINCERAMENTE Bella joven Dorotea: Mi cordial vecinita: Desde la ventanita de mi cuarto de pensador y bohemio admiro su deslumbrante belleza que, le juro con toda sinceridad, ha llegado a deslumbrarme. Y no sólo la admiro, sino que la amo, dulce y atrayente vecinita. Y cuando Ud. me saluda entornando los ojos y moviendo los labios con suavidad de seda, su boca se me antoja un pan al do yl e pienso beber, si Ud. U d. no me rechaza, el nécné ctar halagador y apasionante que tanto anhela mi alma. No es una u na teorí a de galán presuntuoso presuntu oso la que plasmo en esta carta sino un apasionamiento a toda prueba que Ud. no dejará de comprender. Por eso vecinita linda, de ojos sugestionantes y rítmico rítmic o andar, and ar, le declaro mi sincero amor. Conteste si puedo tener la dicha de ser su novio. Respetos de quien la admira, Ismael. Ismael.
falso el cariño que le prodiga su esposo. Decídase Hortensia y seamos felices. Le ama,
¡ES UN IMPOSTOR! Joven Mariano:
Mariano.
Ya hice las averiguaciones que Ud. me indicaba y he llegado a la comprobación de que es un perfecto impostor. No hay nada de lo que dice; lo que sucede es que Ud., enamorado de mí, le hace insinuaciones a mi esposo para pa ra que se relacione con una un a mujer muj er de d e su amistad, amistad , a la que Ud. ha aleccionado para dar lugar a la intriga que pretende pret ende tejer tej er entre ent re mi esposo esposo y yo. Pero él —esto — estoyy segura— lo sobra a Ud. y le sigue la corriente para ver hasta dónde llega su descarado cinismo y con qué intenciones lo hace. Cuídese, pues, de las consecuencias. Hortens Hortensia. ia.
LE DIGO QUE LA ENGAÑA Hortensia de mi vida: Decídase a quererme porque todo lo que me atribuye a mí le corresponde a su esposo, pues le digo sinceramente que la engaña. Si él le habló de mí en la forma que Ud. me explica el impostor es él, porque al verse descu bierto trata tra ta de sacarse el lazo del cuello culpándol culp ándolee a otro de sus desvíos matrimoniales. Yo deseo su felicidad y por eso insisto; además, no hay nada que temer, porque es
LE AMO SINCERAMENTE Bella joven Dorotea: Mi cordial vecinita: Desde la ventanita de mi cuarto de pensador y bohemio admiro su deslumbrante belleza que, le juro con toda sinceridad, ha llegado a deslumbrarme. Y no sólo la admiro, sino que la amo, dulce y atrayente vecinita. Y cuando Ud. me saluda entornando los ojos y moviendo los labios con suavidad de seda, su boca se me antoja un pan al do yl e pienso beber, si Ud. U d. no me rechaza, el nécné ctar halagador y apasionante que tanto anhela mi alma. No es una u na teorí a de galán presuntuoso presuntu oso la que plasmo en esta carta sino un apasionamiento a toda prueba que Ud. no dejará de comprender. Por eso vecinita linda, de ojos sugestionantes y rítmico rítmic o andar, and ar, le declaro mi sincero amor. Conteste si puedo tener la dicha de ser su novio. Respetos de quien la admira, Ismael. Ismael.
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CURIOSO... ¿NO? Joven Ismael: Aun cuando a Ud. le parezca mentira yo sabía antes que su carta llegara a mis manos, que no dejaba de admirarme. Precisamente me cercioré de ello, a hurtadillas, en distintas ocasiones que mis ojos se encontraron con los suyos. A instancias de mi corazón quise, en más de una oportunidad, hablarle, decirle cuánto era el afecto que había logrado tener en mi alma. Pero como eso no era lo correcto, me limité a esperar su declaración. Veo que su curiosidad no fue un mero entusiasmo del momento, sino una pasión humanamente concebida en su alma de bohemio romántico. Por eso le digo que yo me sentiré feliz siendo su novia. Le amo, Ismael, y desde ya le brindo la sinceridad de mi cariño. Le saluda su,
Dorotea. Dorotea.
ATRACCION Encantadora Ercilia: Ercilia: Se ha dicho, y con mucho fundamento, que el amor no reconoce límites ni edades. Y eso está ampliamente comprobado con la honda y sublime atracción que siento por Ud., Ercilia querida, porque lleva en sus ojos la —
34
—
inmensa pasión que necesita mi alma. Y sufro Ercilia, sufro porque quisiera tenerla siempre a mi lado y no separarme jamás, pues, viéndole inclinar el terciopelo de sus párp ados y oyendo sus pala bras, siento ansias de besarla y quererla mucho. ¿Será Ud. tan amable de decirme si seré correspondido? Deseo hacerla feliz con mi cariño porq ue la adoro. Conte ste a su admirador admi rador ,
Edgar. Edgar.
POR AHORA NO Joven Edgar: Todo cuanto Ud. dice en su carta es muy cierto como igualmente el concepto que tiene del amor. Yo también vivo recordándole con ternura, y es tanto mi apasionamiento hacia Ud. que de buena gana le ofrecería, Edgar, una palabra de amor. Pero por ahora no es posible, pues mis padres que nada quieren entender se opondrán en razón d e la diferencia de edades. Sin embargo, le doy una esperanza, téngame en su recuerdo y no olvide que tam bién le amo. Escríbame cuan do quiera, pero le ruego ru ego sesecreto a fin de no malograr nuestro romance, que deben ignorar todos. Acepte con simpatía lo que le manifiesto y vuelva a escribir. Ercilia. Ercilia.
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CURIOSO... ¿NO? Joven Ismael: Aun cuando a Ud. le parezca mentira yo sabía antes que su carta llegara a mis manos, que no dejaba de admirarme. Precisamente me cercioré de ello, a hurtadillas, en distintas ocasiones que mis ojos se encontraron con los suyos. A instancias de mi corazón quise, en más de una oportunidad, hablarle, decirle cuánto era el afecto que había logrado tener en mi alma. Pero como eso no era lo correcto, me limité a esperar su declaración. Veo que su curiosidad no fue un mero entusiasmo del momento, sino una pasión humanamente concebida en su alma de bohemio romántico. Por eso le digo que yo me sentiré feliz siendo su novia. Le amo, Ismael, y desde ya le brindo la sinceridad de mi cariño. Le saluda su,
Dorotea. Dorotea.
ATRACCION Encantadora Ercilia: Ercilia: Se ha dicho, y con mucho fundamento, que el amor no reconoce límites ni edades. Y eso está ampliamente comprobado con la honda y sublime atracción que siento por Ud., Ercilia querida, porque lleva en sus ojos la —
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inmensa pasión que necesita mi alma. Y sufro Ercilia, sufro porque quisiera tenerla siempre a mi lado y no separarme jamás, pues, viéndole inclinar el terciopelo de sus párp ados y oyendo sus pala bras, siento ansias de besarla y quererla mucho. ¿Será Ud. tan amable de decirme si seré correspondido? Deseo hacerla feliz con mi cariño porq ue la adoro. Conte ste a su admirador admi rador ,
Edgar. Edgar.
POR AHORA NO Joven Edgar: Todo cuanto Ud. dice en su carta es muy cierto como igualmente el concepto que tiene del amor. Yo también vivo recordándole con ternura, y es tanto mi apasionamiento hacia Ud. que de buena gana le ofrecería, Edgar, una palabra de amor. Pero por ahora no es posible, pues mis padres que nada quieren entender se opondrán en razón d e la diferencia de edades. Sin embargo, le doy una esperanza, téngame en su recuerdo y no olvide que tam bién le amo. Escríbame cuan do quiera, pero le ruego ru ego sesecreto a fin de no malograr nuestro romance, que deben ignorar todos. Acepte con simpatía lo que le manifiesto y vuelva a escribir. Ercilia. Ercilia.
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TAL COMO ME LO PIDE Angelical Ercilia: Su respuesta ha sido muy apasionante para mí porque ella tiene una sinceridad absoluta y me habla con prof undo und o cariño. Er a eso lo que anhela ba, el consentimiento de su corazoncito para tener en el mío una esperanza de su amado. Tal como me lo pide, encantadora Ercilia, he de ser fiel a sus palabras, que para mí son sagradas. Nadie sabrá nada de nuestro idilio, porque sentiría en el alma que se malograran nuestros deseos. Sin embargo podríamos vemos alguna vez siempre con la precau ción de no ser sorprendidos. ¿Co mprend mpr endee ado rada Ercilia? No deje nunca de hacerme llegar sus cariñosas cartitas que yo contestaré con ternura. Soy feliz ahora que sé que vivo en su recuerdo. Afectos de su • Edgar. Edgar.
AMOR DE UN DIA Estimado Edgar: Anoche soñé que íbamos por un parque, tomados del brazo, y diciéndonos cosas bellas, sublimes, cosas que llegaban al alma para emocionarla. Ahora me doy exacta cuenta que el nuestro no es un amor de un día sino de siempre, por lo apasionado y serio y por la sinceridad
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de nuestras almas. Vivir para amar y ser amada, he ahí la belleza del espíritu, la seriedad de los seres libres de egoísmos. Tú y yo nos adoramos, porque antes de escri bimos el amor am or h abí a aun ado nuestr as aspiraciones. El ene ngaño recíproco no deja de ser una infamia; nosotros no nos engañaremos nunca para que la vida resulte mucho más agradable todavía. Con el afecto de siempre se des pide tu, Ercilia Ercilia..
ETERNO CANTAR Simpática Mecha: No se ex trañe trañ e si le escribo. escribo. E ra necesario, ineludiblemente necesario que yo, su admirador de hace años, le escribiera una carta apasionada ahora precisamente que, según me manifestó su hermanita Lola, ha deshecho su compromiso con Abelardo. No necesito decirle cuán grande es el cariño que por Ud. siento porque eso no se le pasó inadvertido nunca desde que tuvimos la oportunidad de conocemos en el casamiento de Riña. Claro que Ud., simpática Mecha, nunca se dignó prestar atención a mi eterno cantar, y cuando menos lo esperaba se comprometió con Abelardo. Usted no podrá formarse jamás una idea exacta de lo que he sufrido sufrido al enterarme de sus relaciones con él. Pero ahora que al parecer por causas fútiles se han distanciado, espero adorable M echa que se digne complacerme trayendo un poco de calma a mi
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TAL COMO ME LO PIDE Angelical Ercilia: Su respuesta ha sido muy apasionante para mí porque ella tiene una sinceridad absoluta y me habla con prof undo und o cariño. Er a eso lo que anhela ba, el consentimiento de su corazoncito para tener en el mío una esperanza de su amado. Tal como me lo pide, encantadora Ercilia, he de ser fiel a sus palabras, que para mí son sagradas. Nadie sabrá nada de nuestro idilio, porque sentiría en el alma que se malograran nuestros deseos. Sin embargo podríamos vemos alguna vez siempre con la precau ción de no ser sorprendidos. ¿Co mprend mpr endee ado rada Ercilia? No deje nunca de hacerme llegar sus cariñosas cartitas que yo contestaré con ternura. Soy feliz ahora que sé que vivo en su recuerdo. Afectos de su • Edgar. Edgar.
AMOR DE UN DIA Estimado Edgar: Anoche soñé que íbamos por un parque, tomados del brazo, y diciéndonos cosas bellas, sublimes, cosas que llegaban al alma para emocionarla. Ahora me doy exacta cuenta que el nuestro no es un amor de un día sino de siempre, por lo apasionado y serio y por la sinceridad
de nuestras almas. Vivir para amar y ser amada, he ahí la belleza del espíritu, la seriedad de los seres libres de egoísmos. Tú y yo nos adoramos, porque antes de escri bimos el amor am or h abí a aun ado nuestr as aspiraciones. El ene ngaño recíproco no deja de ser una infamia; nosotros no nos engañaremos nunca para que la vida resulte mucho más agradable todavía. Con el afecto de siempre se des pide tu, Ercilia Ercilia..
ETERNO CANTAR Simpática Mecha: No se ex trañe trañ e si le escribo. escribo. E ra necesario, ineludiblemente necesario que yo, su admirador de hace años, le escribiera una carta apasionada ahora precisamente que, según me manifestó su hermanita Lola, ha deshecho su compromiso con Abelardo. No necesito decirle cuán grande es el cariño que por Ud. siento porque eso no se le pasó inadvertido nunca desde que tuvimos la oportunidad de conocemos en el casamiento de Riña. Claro que Ud., simpática Mecha, nunca se dignó prestar atención a mi eterno cantar, y cuando menos lo esperaba se comprometió con Abelardo. Usted no podrá formarse jamás una idea exacta de lo que he sufrido sufrido al enterarme de sus relaciones con él. Pero ahora que al parecer por causas fútiles se han distanciado, espero adorable M echa que se digne complacerme trayendo un poco de calma a mi
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corazón angustiado. Bien sabe Ud. que no le miento y que si me acepta no tendrá que arrepentirse. Así, pues, Mecha, dígame si cuanto le digo es cierto y si seré correspondido. Mi respeto y mi cariño con afectuosos saludos. Suyo. Cristian.
la tentativa, no cuesta nada. Disculpe, pues, y olvídese de a quien tanto ama. Mecha.
HAY MUJERES MALAS Simpática Mecha:
CUANTO LO LAMENTO Distinguido Cristian: Su carta me produjo indignación, no por Ud. sino por mi herma na, que es una intri gante. Y como no quiero que Ud. se quede mortificado ante mi rechazo, debo explicarle necesariamente lo que sucede. Desde que yo me relacioné con Abelardo mi hermana comenzó a tejer una serie de intrigas con el infame propósito de conseguir que mi novio me dejara porque ella lo ama inmensamente. Y con un descaro único me lo confesó llorando. ¿Se da cuenta Cristian por qué le dijo a Ud. semejante mentira? Abelardo y yo nos amamos siempre, y no será ella quién consiga arrebatármelo. Cuánto lo lamento Cristian que Ud. por un instante haya acariciado la esperanza de ser feliz con mi amor. Pero yo no tengo la culpa como bien se lo explico, rogán dole quier a olvidar ol vidar este asunt o a fin deque no trascienda. ¿Por qué no intenta conquistar el cariño de mi hermana? No sería extraño que le aceptara, porque como tiene tantos deseos de casarse a lo me jor jo r se olvida olvida de mi novio y le toma cariño cariñ o a usted. Hag a
— 38 —
Para mí sigue siendo la misma mujer atrayente de siempre porque no la olvidaré nunca a pesar de no ser el dueño de su amor y de su alma. No sabía que su hermana fuera tan mentirosa, recién me entero de lo que es capaz. Y en cuanto a lo que me dice de tratar de conquistarla, le agradezco el consejo pero declino a ponerlo en práctica. No es ella el ideal de mi corazón, y en el su puesto caso que lo fu era, la borraría bor raría de mi memoria memori a por su alma perversa. Bueno, Mecha, téngame en cuenta entonces por si alguna vez se enoja con su novio; ya sabe que la amo apasionadamente y que no se arrepentirá de mí. Con gran afecto se despide de Ud. su adorador, Cristian.
SERA DIFICIL... Distinguido Cristian: Quiero que con esta carta se termine nuestra corres pondencia, pues, podrí a enterarse mi novio y sería para
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corazón angustiado. Bien sabe Ud. que no le miento y que si me acepta no tendrá que arrepentirse. Así, pues, Mecha, dígame si cuanto le digo es cierto y si seré correspondido. Mi respeto y mi cariño con afectuosos saludos. Suyo. Cristian.
la tentativa, no cuesta nada. Disculpe, pues, y olvídese de a quien tanto ama. Mecha.
HAY MUJERES MALAS Simpática Mecha:
CUANTO LO LAMENTO Distinguido Cristian: Su carta me produjo indignación, no por Ud. sino por mi herma na, que es una intri gante. Y como no quiero que Ud. se quede mortificado ante mi rechazo, debo explicarle necesariamente lo que sucede. Desde que yo me relacioné con Abelardo mi hermana comenzó a tejer una serie de intrigas con el infame propósito de conseguir que mi novio me dejara porque ella lo ama inmensamente. Y con un descaro único me lo confesó llorando. ¿Se da cuenta Cristian por qué le dijo a Ud. semejante mentira? Abelardo y yo nos amamos siempre, y no será ella quién consiga arrebatármelo. Cuánto lo lamento Cristian que Ud. por un instante haya acariciado la esperanza de ser feliz con mi amor. Pero yo no tengo la culpa como bien se lo explico, rogán dole quier a olvidar ol vidar este asunt o a fin deque no trascienda. ¿Por qué no intenta conquistar el cariño de mi hermana? No sería extraño que le aceptara, porque como tiene tantos deseos de casarse a lo me jor jo r se olvida olvida de mi novio y le toma cariño cariñ o a usted. Hag a
Para mí sigue siendo la misma mujer atrayente de siempre porque no la olvidaré nunca a pesar de no ser el dueño de su amor y de su alma. No sabía que su hermana fuera tan mentirosa, recién me entero de lo que es capaz. Y en cuanto a lo que me dice de tratar de conquistarla, le agradezco el consejo pero declino a ponerlo en práctica. No es ella el ideal de mi corazón, y en el su puesto caso que lo fu era, la borraría bor raría de mi memoria memori a por su alma perversa. Bueno, Mecha, téngame en cuenta entonces por si alguna vez se enoja con su novio; ya sabe que la amo apasionadamente y que no se arrepentirá de mí. Con gran afecto se despide de Ud. su adorador, Cristian.
SERA DIFICIL... Distinguido Cristian: Quiero que con esta carta se termine nuestra corres pondencia, pues, podrí a enterarse mi novio y sería para
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mí un gran disgusto. Le repito que será difícil que me enoje con mi novio por cuanto nos llevamos muy bien. Pero si por una de esas raras casualidades que a menudo suelen ocurrir, mi hermana lograra convencerlo haciéndolo suyo para siempre, entonces si Ud. no hubiese entregado su amor a otra, yo misma llegaría hasta el altar de su alma para colocar en él mi ferviente adoración. Mientras tanto, y no teniendo quejas del noble Abelardo, no es posible renunciar a su amor. Espero que no escriba más. Saludólo atte. S. S. S.
acudo a ti segura de encontrar aquel afecto que un día me ofreciste. Te hago saber que estoy dispuesta a irme contigo donde quieras con tal de alejarme de mi esposo al que no le tengo amor. No demores en responder esta súplica mía, Miguelito querido, de lo contrario no sé que va a ser de mi vida. Líbrame de este horrible sufrimiento y te seré deudora de un favor grande. Cariños de tu, Adriana. Adriana.
Mecha. Mecha.
LO QUE DEBES HACER Mi buena Adriana: VIVO SUFRIENDO
Hacía tiempo que deseaba escribirte para explicarte lo desilusionada que estoy con mi marido. Hoy lo hago con la seguridad seguridad de enco ntrar en ti al compañero de ayer, al hombre que no supe comprender cuando noble y apasionadamente pude ser dueña de su amor. Aún no se ha cumplido un año de mi matrimonio con Abel y ya estoy harta de soportar sus procederes tan crueles. A su lado vivo sufriendo porque no le amo, y el solo anuncio de su llegada me produce escalofríos. Como tú fuiste quien trató de que yo fuera feliz y nunca quise com prende rte, hoy que me veo en tan angustiosa situación
Fren te al horrendo drama que me escribe escribess en tu carta he meditado como debe hacerlo un hombre de mi temple y mi carácter. Si cuando pudo ser y no fue ahora menos que nunca porque eres casada y te debes exclusivamente a tu marido. Con esto no quiero decirte que debes ser esclava, no, de ninguna manera, porque no sería lógico ni prudente. Pero sí es mi deber manifestarte que si tu marido es malo tú debes hacerlo bueno comenzando por quererlo mucho y dedicarte más al arreglo del hogar, que siempre desatiende la mujer que no ama. Tu obligación es buscar la manera de tomarlo cariñoso contigo y evitar, lo que es posible que suceda, una tragedia pasional. Por lo pronto yo no me comprometo a nada contigo, pero si sigues mis consejos te
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Miguelito adorado:
mí un gran disgusto. Le repito que será difícil que me enoje con mi novio por cuanto nos llevamos muy bien. Pero si por una de esas raras casualidades que a menudo suelen ocurrir, mi hermana lograra convencerlo haciéndolo suyo para siempre, entonces si Ud. no hubiese entregado su amor a otra, yo misma llegaría hasta el altar de su alma para colocar en él mi ferviente adoración. Mientras tanto, y no teniendo quejas del noble Abelardo, no es posible renunciar a su amor. Espero que no escriba más. Saludólo atte. S. S. S.
acudo a ti segura de encontrar aquel afecto que un día me ofreciste. Te hago saber que estoy dispuesta a irme contigo donde quieras con tal de alejarme de mi esposo al que no le tengo amor. No demores en responder esta súplica mía, Miguelito querido, de lo contrario no sé que va a ser de mi vida. Líbrame de este horrible sufrimiento y te seré deudora de un favor grande. Cariños de tu, Adriana. Adriana.
Mecha. Mecha.
LO QUE DEBES HACER Mi buena Adriana: VIVO SUFRIENDO
Hacía tiempo que deseaba escribirte para explicarte lo desilusionada que estoy con mi marido. Hoy lo hago con la seguridad seguridad de enco ntrar en ti al compañero de ayer, al hombre que no supe comprender cuando noble y apasionadamente pude ser dueña de su amor. Aún no se ha cumplido un año de mi matrimonio con Abel y ya estoy harta de soportar sus procederes tan crueles. A su lado vivo sufriendo porque no le amo, y el solo anuncio de su llegada me produce escalofríos. Como tú fuiste quien trató de que yo fuera feliz y nunca quise com prende rte, hoy que me veo en tan angustiosa situación
Fren te al horrendo drama que me escribe escribess en tu carta he meditado como debe hacerlo un hombre de mi temple y mi carácter. Si cuando pudo ser y no fue ahora menos que nunca porque eres casada y te debes exclusivamente a tu marido. Con esto no quiero decirte que debes ser esclava, no, de ninguna manera, porque no sería lógico ni prudente. Pero sí es mi deber manifestarte que si tu marido es malo tú debes hacerlo bueno comenzando por quererlo mucho y dedicarte más al arreglo del hogar, que siempre desatiende la mujer que no ama. Tu obligación es buscar la manera de tomarlo cariñoso contigo y evitar, lo que es posible que suceda, una tragedia pasional. Por lo pronto yo no me comprometo a nada contigo, pero si sigues mis consejos te
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Miguelito adorado:
admiraré siempre como a una santa madrecita. La mu jer je r no debe concreta rse única mente ment e a hacer hac er las malas sino también las buenas obras. Haz lo que te digo si quieres que no te retire mi aprecio. Recibe Adriana los sinceros saludos de quien te desea buena.
porque por que hay quienes no los compr enden y se re irían o tra tarían de malograr la dicha que ahora hay en mi alma y en mi hogar. Agradecida por todo, te saluda tu noble amiga.
Adriana. Adriana. Miguelito.
¡ESA ES MI OBRA1 ¡COMO TE ADMIRO 1 Mi buena Adriana: Querido Miguelito: ¡Ojalá te imitaran todos los hombres, en tu proceder y en tus sentimientos! Eres para mí el mejor amigo, porque por que con todo lo que me has dicho en tu carta ca rta he llegado a la reflexión y ya soy otra mujer. Veo que tu espíritu noble, lleno de humanismo sublime, es el que necesitarían muchos hombres que aman a la mujer por un simple pasatiempo y colocan escollos en su camino. ¡Cómo te admiro Miguelito en ese aspecto de tu hom bría! Tu s consejos me han llamado llama do a la reflexión y ahora amo mucho a mi maridito querido. El también ha cambiado conmigo y es muy cariñoso. Y esta felicidad te la debo a ti que has rechazado la oportunidad de huir con quien quien tanto te lo pedía y me hablaste como un hermano. Por eso no voy a olvidarme nunca de ti ya que tan bien te has portado conmigo. Lo que sí voy a pedirte que jamás digas que quise abandonar a mi marido. Estos dramas íntimos deben quedar ignorados
— 42 —
Recibí tu carta, que por cierto, trajo una satisfacción inmensa par a mi alma que no esperaba menos de ti que siempre fuiste generosa generosa y buena. ¡Esa es mi obra! Humilde y sencilla al parecer pero grande por lo que ella misma constituye en el sentir de los corazones. Nada debes agradecerme porque nunca fui perverso con las mujeres. En cambio ellas fueron para mí un motivo de sufrimiento por sus caprichos de alocadas. Porque no solamente hay hombres malos sino también mujeres, que colocan cieno en el corazón de sus novios y sus maridos y carecen de todo sentido de humanidad. Estoy contento al saber que te amas con tu esposo y que son felices. ¡Así se es hombre! ¡Así se hace obra humanitaria! Aprecios de tu amigo,
Miguelito. Miguelito.
admiraré siempre como a una santa madrecita. La mu jer je r no debe concreta rse única mente ment e a hacer hac er las malas sino también las buenas obras. Haz lo que te digo si quieres que no te retire mi aprecio. Recibe Adriana los sinceros saludos de quien te desea buena.
porque por que hay quienes no los compr enden y se re irían o tra tarían de malograr la dicha que ahora hay en mi alma y en mi hogar. Agradecida por todo, te saluda tu noble amiga.
Adriana. Adriana. Miguelito.
¡ESA ES MI OBRA1 ¡COMO TE ADMIRO 1 Mi buena Adriana: Querido Miguelito: ¡Ojalá te imitaran todos los hombres, en tu proceder y en tus sentimientos! Eres para mí el mejor amigo, porque por que con todo lo que me has dicho en tu carta ca rta he llegado a la reflexión y ya soy otra mujer. Veo que tu espíritu noble, lleno de humanismo sublime, es el que necesitarían muchos hombres que aman a la mujer por un simple pasatiempo y colocan escollos en su camino. ¡Cómo te admiro Miguelito en ese aspecto de tu hom bría! Tu s consejos me han llamado llama do a la reflexión y ahora amo mucho a mi maridito querido. El también ha cambiado conmigo y es muy cariñoso. Y esta felicidad te la debo a ti que has rechazado la oportunidad de huir con quien quien tanto te lo pedía y me hablaste como un hermano. Por eso no voy a olvidarme nunca de ti ya que tan bien te has portado conmigo. Lo que sí voy a pedirte que jamás digas que quise abandonar a mi marido. Estos dramas íntimos deben quedar ignorados
Recibí tu carta, que por cierto, trajo una satisfacción inmensa par a mi alma que no esperaba menos de ti que siempre fuiste generosa generosa y buena. ¡Esa es mi obra! Humilde y sencilla al parecer pero grande por lo que ella misma constituye en el sentir de los corazones. Nada debes agradecerme porque nunca fui perverso con las mujeres. En cambio ellas fueron para mí un motivo de sufrimiento por sus caprichos de alocadas. Porque no solamente hay hombres malos sino también mujeres, que colocan cieno en el corazón de sus novios y sus maridos y carecen de todo sentido de humanidad. Estoy contento al saber que te amas con tu esposo y que son felices. ¡Así se es hombre! ¡Así se hace obra humanitaria! Aprecios de tu amigo,
Miguelito. Miguelito.
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SUS SUS ENCAN TOS... Srita. Aída: He sido siempre un admirador ferviente de la mujer humilde y sencilla, exenta de coqueterías y vanidades que jamás conducen a nada bueno. Y porque Ud. reúne esas bellas cualidades tan necesarias en la mujer, se ha despertado en mi alma una pasión rayana en la locura. Le ruego que no insinúe una sonrisa, porque en realidad es locura lo que yo tengo por sus encantos que, le juro, han logrado cautivarme. Al declararle que la amo no hago más que cumplir con mi corazón que, anheloso de una dicha, dice en latidos lo que yo le traduzco en sentidas palabras de ternura. Evidentemente, no sé si tendré la suerte de agradarle, pues soy pobre y vivo de mi modesto trabajo. Como es lógico, el amor no tiene nada que ver con la pobreza, pero hay quienes no lo entienden así. Por lo tanto le ruego me conteste si por lo menos merezco ese honor. Salúdale atte. S. S. S.
Ud. se halla enamorado de mí, profundamente. Y dice que me admira por sencilla y humilde, que Ud. es igual pero que teme un rechazo porque porq ue es .pobre. Sin embargo le doy la razón por lo que manifiesta que el amor no tiene nada que ver con la pobreza. Su persona no me desagrada en modo alguno, pero, necesito pensarlo. Dé jeme jem e reflexi onar un poco, y tenga teng a la seguridad de que más adelante he de darle a Ud. joven Reinaldo mi franca y definitiva respuesta. Porque a mí tampoco me gustaría hacerlo apasionar y que luego por cualquier causa no pudiéramos entendemos. Una vez que lo piense entonces podre contestarle como se merece un joven culto y humilde como Ud. Acepte en tanto los saludos de S. S. S. Aída.
SUBLIME PASION
Reinaldo. Reinaldo.
Adorable Lala:
NE CE SITO SI TO PEN SARLO SAR LO Joven Reinaldo: Su esquelita llegada hoy a mis manos ha dejado un poco de ter nur a en mi alma. Por ella me entero ente ro que —
44
Jamás imaginé que en sus ojos lindos, admirables por el hechizo sugesti onante que ofrecen a los otros ojos que se miran en ellos, hallaría la sublime pasión que necesitaba mi alma para reconfortarse en un poema ideal amalgamado en el Parque de los Ensueños. Es que nunca me había detenido a observarlos con atención, adorable L ala: No sé si si me equivoco, equivoco, pero me parece haber descubierto en sus apasionantes ojos un drama
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SUS SUS ENCAN TOS... Srita. Aída: He sido siempre un admirador ferviente de la mujer humilde y sencilla, exenta de coqueterías y vanidades que jamás conducen a nada bueno. Y porque Ud. reúne esas bellas cualidades tan necesarias en la mujer, se ha despertado en mi alma una pasión rayana en la locura. Le ruego que no insinúe una sonrisa, porque en realidad es locura lo que yo tengo por sus encantos que, le juro, han logrado cautivarme. Al declararle que la amo no hago más que cumplir con mi corazón que, anheloso de una dicha, dice en latidos lo que yo le traduzco en sentidas palabras de ternura. Evidentemente, no sé si tendré la suerte de agradarle, pues soy pobre y vivo de mi modesto trabajo. Como es lógico, el amor no tiene nada que ver con la pobreza, pero hay quienes no lo entienden así. Por lo tanto le ruego me conteste si por lo menos merezco ese honor. Salúdale atte. S. S. S.
Ud. se halla enamorado de mí, profundamente. Y dice que me admira por sencilla y humilde, que Ud. es igual pero que teme un rechazo porque porq ue es .pobre. Sin embargo le doy la razón por lo que manifiesta que el amor no tiene nada que ver con la pobreza. Su persona no me desagrada en modo alguno, pero, necesito pensarlo. Dé jeme jem e reflexi onar un poco, y tenga teng a la seguridad de que más adelante he de darle a Ud. joven Reinaldo mi franca y definitiva respuesta. Porque a mí tampoco me gustaría hacerlo apasionar y que luego por cualquier causa no pudiéramos entendemos. Una vez que lo piense entonces podre contestarle como se merece un joven culto y humilde como Ud. Acepte en tanto los saludos de S. S. S. Aída.
SUBLIME PASION
Reinaldo. Reinaldo.
Adorable Lala:
NE CE SITO SI TO PEN SARLO SAR LO Joven Reinaldo: Su esquelita llegada hoy a mis manos ha dejado un poco de ter nur a en mi alma. Por ella me entero ente ro que —
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Jamás imaginé que en sus ojos lindos, admirables por el hechizo sugesti onante que ofrecen a los otros ojos que se miran en ellos, hallaría la sublime pasión que necesitaba mi alma para reconfortarse en un poema ideal amalgamado en el Parque de los Ensueños. Es que nunca me había detenido a observarlos con atención, adorable L ala: No sé si si me equivoco, equivoco, pero me parece haber descubierto en sus apasionantes ojos un drama
— —
de amor y de esperanza, el mismo que viven las almas que sueñan con el amado presentido en las horas ves perales, cuando cuan do florecen los ja rdine s y la vida can ta en las páginas del recuerdo. Usted, Lala, es para mí una eterna primavera porque le amo intensamente, deliciosamente. Si soy yo el presentido que ha soñado, sublime muñequita, dígamelo cuanto antes para levantarle un altar en mi corazón de muchachito sincero. He colocado en estas líneas todo mi apasionante amor. Un cordial saludo de quien le ama,
45
—
que mi alma siente por usted Floreal de mi vida. Quisiera quererlo, pero un gran inconveniente impide que se unan nuestros corazones. Si Ud. consigue alejar de mi alma la tristeza que me abruma, seré su mejor amiga y lo tendré siempre presente en mi recuerdo. Haga que no sufra tanto y lo admiraré mucho más. Reciba con este saludo mi sincero afecto. Lala.
Florea Floreal. l.
ESTAR EN TU ALMA Encantadora Lala: IGUAL QUE UN POETA Distinguido Floreal: Es Ud. muy amable al dedicarle a mis ojos tan bellas frases que colman la medida de los elogios. Y lo hace igual que un poeta soñador cuando le ofrece a su amada el madrigal en el que coloca su más humana ternura. El drama que Ud. ha advertido en mis ojos es el prolongado episodio de mi vida tan llena de amargura y desesperanza. Y lo ha provocado justamente el amado presentido que tar da en llegar con sus preludios pasionales para librarme de esta tristeza que me abruma. Sinceramente cerame nte le confieso que no es Ud. Ud . el presentido, pero en cambio le admiro admi ro por el triun fo de su incom para ble talento. Como ve no es amor sino admira ción —
46
—
Aunque lo intenté, no pude dejar tu carta sin res puesta; pue sta; bien sé que ni tú misma me lo hubiera s perdonado. Dices en ella que no es amor lo que sientes por mí, sino admiración por mi talento. Yo debo agradecerlo, Lala, porque es un elogio que también asomará a tus labios como una floración de vida. Y si no me amas, ¿ por qué me admiras? ad miras? ¿ Por qué hay en tus lindos ojos ojos ese eterno drama de la tristeza? ¡Ah! No, encantadora Lala, tú debes decirme cuál es el inconveniente que te impide “quererme mucho” como me lo manifiestas en tu perf umada uma da cartita. carti ta. Confiesas q ue no soy soy “tu presentido” y luego hablas de “quererme”. Y si el que esperas no llega, ¿por qué quieres ser mi amiga y no mi amada? ¡Oh! si te decidieras a quererme, volcaría en la copa del Ensueño todo el caudal de mi ternura. Mas, como mi —
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de amor y de esperanza, el mismo que viven las almas que sueñan con el amado presentido en las horas ves perales, cuando cuan do florecen los ja rdine s y la vida can ta en las páginas del recuerdo. Usted, Lala, es para mí una eterna primavera porque le amo intensamente, deliciosamente. Si soy yo el presentido que ha soñado, sublime muñequita, dígamelo cuanto antes para levantarle un altar en mi corazón de muchachito sincero. He colocado en estas líneas todo mi apasionante amor. Un cordial saludo de quien le ama,
que mi alma siente por usted Floreal de mi vida. Quisiera quererlo, pero un gran inconveniente impide que se unan nuestros corazones. Si Ud. consigue alejar de mi alma la tristeza que me abruma, seré su mejor amiga y lo tendré siempre presente en mi recuerdo. Haga que no sufra tanto y lo admiraré mucho más. Reciba con este saludo mi sincero afecto. Lala.
Florea Floreal. l.
ESTAR EN TU ALMA Encantadora Lala: IGUAL QUE UN POETA Distinguido Floreal: Es Ud. muy amable al dedicarle a mis ojos tan bellas frases que colman la medida de los elogios. Y lo hace igual que un poeta soñador cuando le ofrece a su amada el madrigal en el que coloca su más humana ternura. El drama que Ud. ha advertido en mis ojos es el prolongado episodio de mi vida tan llena de amargura y desesperanza. Y lo ha provocado justamente el amado presentido que tar da en llegar con sus preludios pasionales para librarme de esta tristeza que me abruma. Sinceramente cerame nte le confieso que no es Ud. Ud . el presentido, pero en cambio le admiro admi ro por el triun fo de su incom para ble talento. Como ve no es amor sino admira ción —
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Aunque lo intenté, no pude dejar tu carta sin res puesta; pue sta; bien sé que ni tú misma me lo hubiera s perdonado. Dices en ella que no es amor lo que sientes por mí, sino admiración por mi talento. Yo debo agradecerlo, Lala, porque es un elogio que también asomará a tus labios como una floración de vida. Y si no me amas, ¿ por qué me admiras? ad miras? ¿ Por qué hay en tus lindos ojos ojos ese eterno drama de la tristeza? ¡Ah! No, encantadora Lala, tú debes decirme cuál es el inconveniente que te impide “quererme mucho” como me lo manifiestas en tu perf umada uma da cartita. carti ta. Confiesas q ue no soy soy “tu presentido” y luego hablas de “quererme”. Y si el que esperas no llega, ¿por qué quieres ser mi amiga y no mi amada? ¡Oh! si te decidieras a quererme, volcaría en la copa del Ensueño todo el caudal de mi ternura. Mas, como mi —
—
anhelo es estar en tu alma, aliviaré tu amargura y tu desesperanza para que seas por lo menos mi dulce novie cita espiritual. Perdóname, Lala, si empleo contigo esta familiaridad, que no es posible evitar. Porque ya te lo dije en mi anterior; te amo profunda y sinceramente, y al verme reflejado «ti las niñas de tus ojos siento nc estar a tu lado siempre, corazón a corazón, contemplando el magnífico panorama de la vida tan ingrata muchas veces veces con los sere seress que aman. H asta tu próxima, La la, en la que pondrás un poco de tu almita buena. Afectos de quien no te olvidará nunca,
47
—
razón a corazón, entonces mis labios hablarán más que mis ojos y quien sabe si en ese instante no surca el mar de la esperanza la goleta de nuestras ilusiones. Sigue conquistando triunfos y no te olvides de alejar esta tristeza que me abruma. Yo también quisiera triunfar como tú para ser tu novia espiritual. Retribuyo tus afectos. Lala. Lala.
VIVO DESESPERAD DESESPERADO O
Flore Floreal. al.
Joven Amelia: i IMPOSIB IMPOSIB LE I Estimado Floreal: Después de' leer tu simpática carta he sentido en mi alma un gran alivio. Porque tus palabras, amables y cariñosas, tienen la santa virtud de emocionar en forma sorprendente. Dices cosas tan bellas, Floreal, que no me canso jamás de leerlas. En cuanto al inconveniente, me pides un imposible; vivamos, mejor, este dulce y apaap asionante momento de nuestras vidas sin hacernos vencer por la incerti dumbre , que provoca, siempre, una un a tenaz amargura. No imagines nunca que llevo egoísmo en mi alma si no te digo claramente que te amo. Si la Providencia nos depara una entrevista, así como tú dices, co — 48 —
Respetuosamente le escribo estas líneas para manifestarle que desde que la vi salir del cine, acompañada de su señora mamá, me pareció tan atrayente que sentí en mi alma un gran afecto hacia usted. Desde ese instante vivo desesperado por su simpática personita. Le mego que no se ofenda, joven Amelia, pero yo quisiera salir de la incertidumbre, es decir, deseo saber si tiene o no su simpatía para tratar de acercarme a usted o hundir en el olvido esta pasión que me devora. Porque, como le digo, mi desesperación no tiene límites, pues le amo sinceramente. Creo que no se negará a contestarme. Salúdala con todo respeto S. S. S. Martín
anhelo es estar en tu alma, aliviaré tu amargura y tu desesperanza para que seas por lo menos mi dulce novie cita espiritual. Perdóname, Lala, si empleo contigo esta familiaridad, que no es posible evitar. Porque ya te lo dije en mi anterior; te amo profunda y sinceramente, y al verme reflejado «ti las niñas de tus ojos siento nc estar a tu lado siempre, corazón a corazón, contemplando el magnífico panorama de la vida tan ingrata muchas veces veces con los sere seress que aman. H asta tu próxima, La la, en la que pondrás un poco de tu almita buena. Afectos de quien no te olvidará nunca,
razón a corazón, entonces mis labios hablarán más que mis ojos y quien sabe si en ese instante no surca el mar de la esperanza la goleta de nuestras ilusiones. Sigue conquistando triunfos y no te olvides de alejar esta tristeza que me abruma. Yo también quisiera triunfar como tú para ser tu novia espiritual. Retribuyo tus afectos. Lala. Lala.
VIVO DESESPERAD DESESPERADO O
Flore Floreal. al.
Joven Amelia: i IMPOSIB IMPOSIB LE I Estimado Floreal: Después de' leer tu simpática carta he sentido en mi alma un gran alivio. Porque tus palabras, amables y cariñosas, tienen la santa virtud de emocionar en forma sorprendente. Dices cosas tan bellas, Floreal, que no me canso jamás de leerlas. En cuanto al inconveniente, me pides un imposible; vivamos, mejor, este dulce y apaap asionante momento de nuestras vidas sin hacernos vencer por la incerti dumbre , que provoca, siempre, una un a tenaz amargura. No imagines nunca que llevo egoísmo en mi alma si no te digo claramente que te amo. Si la Providencia nos depara una entrevista, así como tú dices, co
Respetuosamente le escribo estas líneas para manifestarle que desde que la vi salir del cine, acompañada de su señora mamá, me pareció tan atrayente que sentí en mi alma un gran afecto hacia usted. Desde ese instante vivo desesperado por su simpática personita. Le mego que no se ofenda, joven Amelia, pero yo quisiera salir de la incertidumbre, es decir, deseo saber si tiene o no su simpatía para tratar de acercarme a usted o hundir en el olvido esta pasión que me devora. Porque, como le digo, mi desesperación no tiene límites, pues le amo sinceramente. Creo que no se negará a contestarme. Salúdala con todo respeto S. S. S. Martín
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TENGO NOVIO Joven Martín: Lamento que se haya apasionado tanto de mí, porque tengo novio desde hace mucho tiempo. Y fue una casualidad que la noche que usted dice no nos acompañó al cine, pues, lo hace habitualmente. Tenga paciencia y no se desespere, son cosas de la vida que ocurren a menudo y dejan amargas desilusiones. Pero por eso no hay que perder las esperanzas de hallar una novia, y tal vez mejor que yo. Mamá, a quien le hice ver su carta, lo lamentó mucho también y me aconsejó que le contestara rogándole resignación. Este desengaño debe animarlo a buscar otro amor, estimado joven, tratando de olvidarme. Retribuyo sus respetuosos saludos y le desea felicidad, S. S. S.
amor como en sus años juveniles. Yo, señora Viviana, me he enamorado de usted no por el interés de sus bienes porqu e desde ya renunci o a ellos, ellos, sino porque llenar ese vacío que ha dejado en su corazón su aman tísimo esposo. ¿No ha simpatizado usted también conmigo? Soy un hom bre de trabaj o y sólo me guía el propósito de hacer la feliz. feliz. Formalment Form alment e le jur o que me guían muy buenas intenciones, rogándole quiera contestarme si acepta o no unirse a mí para vivir felices. Le saluda con cariño profundo S. S. S. Orlando.
VENGA A VERME Señor Orlando:
Amelia.
ES BELLO DESPERTAR Señora Viviana: Desde que usted tuvo la desgracia de perder a su esposo, que era hombre bueno y a quien adoraba con locura, vive vive pensando en él él y su ausencia la tiene completamente retraída. Pero esa vida suya es necesario vigorizarla, porque es bello de sperta r nuevam ente al
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Lo conozco a usted demasiado y lo sé bueno y tra bajador , de manera mane ra que no dudo de cuanto cua nto me dice en su carta que es la fiel expresión de su alma enamorada. Hace muy poco tiempo que se me ocurrió fijarme en usted, Orlando, porque, junto con su saludo, me ofrecía siempre una sonrisa amable. Eso me hizo pensar en su enamoramiento, y esperaba de un' momento a otro un mensaje. Y he despertado nuevamente al amor al encontrarme con un hombre que declara que me ama por amor amo r y no por interés. ¿Cómo no acept arle si yo también he simpatizado con usted y desde ya le reservo un lugar en mi corazón? Venga a verme Orlando ni
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TENGO NOVIO Joven Martín: Lamento que se haya apasionado tanto de mí, porque tengo novio desde hace mucho tiempo. Y fue una casualidad que la noche que usted dice no nos acompañó al cine, pues, lo hace habitualmente. Tenga paciencia y no se desespere, son cosas de la vida que ocurren a menudo y dejan amargas desilusiones. Pero por eso no hay que perder las esperanzas de hallar una novia, y tal vez mejor que yo. Mamá, a quien le hice ver su carta, lo lamentó mucho también y me aconsejó que le contestara rogándole resignación. Este desengaño debe animarlo a buscar otro amor, estimado joven, tratando de olvidarme. Retribuyo sus respetuosos saludos y le desea felicidad, S. S. S.
amor como en sus años juveniles. Yo, señora Viviana, me he enamorado de usted no por el interés de sus bienes porqu e desde ya renunci o a ellos, ellos, sino porque llenar ese vacío que ha dejado en su corazón su aman tísimo esposo. ¿No ha simpatizado usted también conmigo? Soy un hom bre de trabaj o y sólo me guía el propósito de hacer la feliz. feliz. Formalment Form alment e le jur o que me guían muy buenas intenciones, rogándole quiera contestarme si acepta o no unirse a mí para vivir felices. Le saluda con cariño profundo S. S. S. Orlando.
VENGA A VERME Señor Orlando:
Amelia.
ES BELLO DESPERTAR Señora Viviana: Desde que usted tuvo la desgracia de perder a su esposo, que era hombre bueno y a quien adoraba con locura, vive vive pensando en él él y su ausencia la tiene completamente retraída. Pero esa vida suya es necesario vigorizarla, porque es bello de sperta r nuevam ente al
Lo conozco a usted demasiado y lo sé bueno y tra bajador , de manera mane ra que no dudo de cuanto cua nto me dice en su carta que es la fiel expresión de su alma enamorada. Hace muy poco tiempo que se me ocurrió fijarme en usted, Orlando, porque, junto con su saludo, me ofrecía siempre una sonrisa amable. Eso me hizo pensar en su enamoramiento, y esperaba de un' momento a otro un mensaje. Y he despertado nuevamente al amor al encontrarme con un hombre que declara que me ama por amor amo r y no por interés. ¿Cómo no acept arle si yo también he simpatizado con usted y desde ya le reservo un lugar en mi corazón? Venga a verme Orlando ni
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bien esta car ta llegue a sus manos. Muy gustosa he de recibirlo porque le amo. Necesito un poco de amor para volver a vivir. Lo saluda sinceramente, Viviana.
DELIRIO DE AMOR Distinguido joven Tulio: Gomo no estoy atada a los prejuicios vulgares ni me interesa para nada la opinión de los otros, le escribo para significarle mi honda pasión hacia usted, rogándole no interprete equivocadamente mis sentimientos de amor. Ignoro si alguna vez usted se ha fijado en mí pero lo único que puedo decirle es que yo lo amo como se ama una sola vez en la vida. Y este delirio de amor tan apasionado hace que mi alma sueñe con un porvenir venturoso con el hombre que lo ha motivado desde que lo vi por prim era vez en el baile de los los tranviarios. No quisiera que usted comentara con sus amigos el envío de esta carta por cuanto ellos podrían divulgarlo con un criterio absurdo, tal como lo hacen la mayoría de los hombres que no aman por amor. Sé de su seriedad y por eso me decidí a escribirle. Contésteme Tulio Tul io con franquez a. Acepte los saludos de quien le ama, Sara. —
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GRATA SORPRESA Idolatrada Sarita: No se imagina imagin a usted la alegría que su carta ca rta trajo traj o a mi alma. Y fue para mí una grata sorpresa porque en realidad realidad no cr éa que me dispensa dispensara ra tan grande grande honor. Interpreto como se debe los sentimientos de su corazón, y en vez de conversar este asunto con mis amigos me lo reservo para mí únicamente. He besado su carta con cariño, Sarita, porque yo también la amaba en silencio por el temor de ser rechazado. Desde aquella noche del baile precisamente me sentí enamorado de su belleza a tal punto pun to que hasta se lo comuniqué comuniq ué a mi madre. ¡Si viera Sarita lo contenta que está ella tam bién con tan sublime y hal agad or acontecimiento! CréaCréa me que no encuentro palabras para elogiar su actitud tan humana como sincera. En esta misma semana trataré de verme con usted para conversar con más amplitud. Retribuyo sus saludos con cariño invariable. T ulio.
YO QUIERO QUE SEPAS Rita idolatrada: Desde ya estoy casi seguro que te vas a reír de mí al leer esta declaración inía, pero yo quiero que sepas
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bien esta car ta llegue a sus manos. Muy gustosa he de recibirlo porque le amo. Necesito un poco de amor para volver a vivir. Lo saluda sinceramente, Viviana.
DELIRIO DE AMOR Distinguido joven Tulio: Gomo no estoy atada a los prejuicios vulgares ni me interesa para nada la opinión de los otros, le escribo para significarle mi honda pasión hacia usted, rogándole no interprete equivocadamente mis sentimientos de amor. Ignoro si alguna vez usted se ha fijado en mí pero lo único que puedo decirle es que yo lo amo como se ama una sola vez en la vida. Y este delirio de amor tan apasionado hace que mi alma sueñe con un porvenir venturoso con el hombre que lo ha motivado desde que lo vi por prim era vez en el baile de los los tranviarios. No quisiera que usted comentara con sus amigos el envío de esta carta por cuanto ellos podrían divulgarlo con un criterio absurdo, tal como lo hacen la mayoría de los hombres que no aman por amor. Sé de su seriedad y por eso me decidí a escribirle. Contésteme Tulio Tul io con franquez a. Acepte los saludos de quien le ama, Sara. —
GRATA SORPRESA Idolatrada Sarita: No se imagina imagin a usted la alegría que su carta ca rta trajo traj o a mi alma. Y fue para mí una grata sorpresa porque en realidad realidad no cr éa que me dispensa dispensara ra tan grande grande honor. Interpreto como se debe los sentimientos de su corazón, y en vez de conversar este asunto con mis amigos me lo reservo para mí únicamente. He besado su carta con cariño, Sarita, porque yo también la amaba en silencio por el temor de ser rechazado. Desde aquella noche del baile precisamente me sentí enamorado de su belleza a tal punto pun to que hasta se lo comuniqué comuniq ué a mi madre. ¡Si viera Sarita lo contenta que está ella tam bién con tan sublime y hal agad or acontecimiento! CréaCréa me que no encuentro palabras para elogiar su actitud tan humana como sincera. En esta misma semana trataré de verme con usted para conversar con más amplitud. Retribuyo sus saludos con cariño invariable. T ulio.
YO QUIERO QUE SEPAS Rita idolatrada: Desde ya estoy casi seguro que te vas a reír de mí al leer esta declaración inía, pero yo quiero que sepas
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una vez por todas que mi amor hacia ti es inmensamente grande y que tiende a ramificarse en mi alma de una manera estupenda. Y eso ha de tener sin duda consecuencias fatales si es que tu respuesta resulta lo contrario de como yo pienso. Sí, adorable Rita, si tú no aceptas mi amor que lo brindo sinceramente, estoy dispuesto a ser ser uno menos en el mun do. Piénsalo bien, Rita, antes de colocarme en una situación trágica. Si no tienes compromisos y puedes llegar a tomarme cariño, no te has de encontrar arrepentida de mí por cuanto he de cumplir con mi obligación moral de hacerte mi querida esposa. Te envía fervorosos saludos tu apasionado admirador.
sembrado. Por eso le digo que no tiene por que tomar ninguna resolución trágica, ya que mi palabra es igual que una esperanza que ha de alentarlo en su justo apasionamiento. Con esto quiero decirle que no se desilusione joven Clemente y tenga fe en mi palabra. Nada más me queda por decirle. Reciba los cordiales saludos de quien le desea felicidad. Rita.
TE EXIJO UNA PRUEBA
Clemente.
Simpática Sabina:
Quiero aclararle que no acostumbro a reírme de nadie ni a tutear a una persona con la cual no me liga ninguna amistad. amistad. Es un honor para mí el haberme escrito aun cuando por el momento no puedo aceptarle de ninguna manera. Pero no se desilusione, porque como no tengo compromiso no sería difícil que más adelante pudiera pudie ra darle una más agradable agrad able respuesta. ¿Compr ¿Co mprenende joven Clemente? En el amor hay que tener mucha constancia y así con el tiempo se cosecha lo que se ha
En tu carta me dices que estoy equivocado, que no es indiferencia que tienes conmigo sino amor. Sin em bargo Sabina, y perdóna me la franqueza , no puedo creer en tus palabras. Para ello te exijo una prueba, sólo así podría quedar tranquilo y seguro de que me amas. De otro modo no es posible por cuanto tú te muestras esquiva a mis galanteos cada vez que nos encontramos. Yo, francamente, te idolatro porque te juro que no he hallado en mi vida otra joven más agradable ni más hermosa. Esto te lo digo con toda la franqueza de mi alma. Por otra parte no acostumbro a mentir, y si te he declarado mi amor ha sido para idolatrarte y no para perder perde r tiempo como hacen muchos. Creo que estarás informada de mi seriedad y de mi conducta. Siendo así
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NO SE DE SIL US ION E Joven Clemente:
una vez por todas que mi amor hacia ti es inmensamente grande y que tiende a ramificarse en mi alma de una manera estupenda. Y eso ha de tener sin duda consecuencias fatales si es que tu respuesta resulta lo contrario de como yo pienso. Sí, adorable Rita, si tú no aceptas mi amor que lo brindo sinceramente, estoy dispuesto a ser ser uno menos en el mun do. Piénsalo bien, Rita, antes de colocarme en una situación trágica. Si no tienes compromisos y puedes llegar a tomarme cariño, no te has de encontrar arrepentida de mí por cuanto he de cumplir con mi obligación moral de hacerte mi querida esposa. Te envía fervorosos saludos tu apasionado admirador.
sembrado. Por eso le digo que no tiene por que tomar ninguna resolución trágica, ya que mi palabra es igual que una esperanza que ha de alentarlo en su justo apasionamiento. Con esto quiero decirle que no se desilusione joven Clemente y tenga fe en mi palabra. Nada más me queda por decirle. Reciba los cordiales saludos de quien le desea felicidad. Rita.
TE EXIJO UNA PRUEBA
Clemente.
Simpática Sabina:
Quiero aclararle que no acostumbro a reírme de nadie ni a tutear a una persona con la cual no me liga ninguna amistad. amistad. Es un honor para mí el haberme escrito aun cuando por el momento no puedo aceptarle de ninguna manera. Pero no se desilusione, porque como no tengo compromiso no sería difícil que más adelante pudiera pudie ra darle una más agradable agrad able respuesta. ¿Compr ¿Co mprenende joven Clemente? En el amor hay que tener mucha constancia y así con el tiempo se cosecha lo que se ha
En tu carta me dices que estoy equivocado, que no es indiferencia que tienes conmigo sino amor. Sin em bargo Sabina, y perdóna me la franqueza , no puedo creer en tus palabras. Para ello te exijo una prueba, sólo así podría quedar tranquilo y seguro de que me amas. De otro modo no es posible por cuanto tú te muestras esquiva a mis galanteos cada vez que nos encontramos. Yo, francamente, te idolatro porque te juro que no he hallado en mi vida otra joven más agradable ni más hermosa. Esto te lo digo con toda la franqueza de mi alma. Por otra parte no acostumbro a mentir, y si te he declarado mi amor ha sido para idolatrarte y no para perder perde r tiempo como hacen muchos. Creo que estarás informada de mi seriedad y de mi conducta. Siendo así
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NO SE DE SIL US ION E Joven Clemente:
espero que te definas de una vez y me digas si me amas. Escríbeme pronto. Salúdate con cariño tu adorador, Teodoro.
AQUI LA TIENES Teodoro mío: Eres injusto al dudar de mí, porque vuelvo a repetirte que no hay tal indiferencia. Y no huyo a tus galanteos como tú dices, pues, lo que ocurre es que no quiero que mis compañeras de fábrica se enteren que nos amamos. Esperaba una ocasión para decirte francamente lo que siento por ti pero como tú exiges una prueba, prueba , aquí la tienes con c on mi juram jur am ent o de no olvidarte jamás. Porqu e no es obligación hacer hac er ente rar a la gente de nuestro idilio. ¿Es justo o no lo que yo digo, Teodoro mío? Por lo demás, puedes estar tranquilo que nunca tendrás que quejarte de mí, puesto que no mereces una mala acción. Ahora que tienes la prueba que me exigías querido Teodoro, es necesario que te tranquilices y no pienses pienses que voy a olv idarte. Con la seguridad de mi am or te envío los más cariñosos y sinceros saludos. Tuya, Sabina.
PORQUE TE QUIERO Mi buena y adorable Sussy: Tú, bien sabes, porque te lo he dicho repetidas veces que te amo con un amor puro e inconfundible, y que soy muy distinto a los mercenarios del amor. Sin em bargo, en todas tus cartas , dulces y apasiona das, no te has pronunciado todavía como yo lo deseo. Para mí, sigues siendo la amiga cordial y buena, pero no la su blime am ada ad a que sueño siempre y con quie n anhelo anhel o platica plat icarr amorosamen amoro samen te a la luz de la luna lu na o bajo los ardientes rayos de un espléndido sol de Primavera. Y porque por que te quiero quier o Sussy Sussy de mi alma, alma , voy hilva nand o palabras pala bras que constituyen el verdader verd adero o poema poem a del amor amo r sentido, humano, del amor que tú me has inspirado con tus ojos que se me antojan dos luces iluminando las rutas en el camino de mi vida. Esta situación no debe prolongarse por más tiempo, pues, aunque a ti te parezca lo contrario, sufro inmensamente al pensar que puedas ser de algún otro, dejándome a mí con la amarga desilusión de este inmenso cariño. Necesito reconfortar mi espíritu con tus frases amorosas, dulces, con tus frases que sinteticen los anhelos de tu corazón. No voy en busca de la aventur ave ntur a, Sussy, Sussy, como podrías podría s imaginarte, sino en pos de una felicidad tan necesaria en mi vida de enamorado ferviente. Quiero que digas tu última palabra con respecto a esta situación abrumadora que me coloca al margen de una torturante incertidumbre. Moral Morales. es.
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espero que te definas de una vez y me digas si me amas. Escríbeme pronto. Salúdate con cariño tu adorador, Teodoro.
AQUI LA TIENES Teodoro mío: Eres injusto al dudar de mí, porque vuelvo a repetirte que no hay tal indiferencia. Y no huyo a tus galanteos como tú dices, pues, lo que ocurre es que no quiero que mis compañeras de fábrica se enteren que nos amamos. Esperaba una ocasión para decirte francamente lo que siento por ti pero como tú exiges una prueba, prueba , aquí la tienes con c on mi juram jur am ent o de no olvidarte jamás. Porqu e no es obligación hacer hac er ente rar a la gente de nuestro idilio. ¿Es justo o no lo que yo digo, Teodoro mío? Por lo demás, puedes estar tranquilo que nunca tendrás que quejarte de mí, puesto que no mereces una mala acción. Ahora que tienes la prueba que me exigías querido Teodoro, es necesario que te tranquilices y no pienses pienses que voy a olv idarte. Con la seguridad de mi am or te envío los más cariñosos y sinceros saludos. Tuya, Sabina.
PORQUE TE QUIERO Mi buena y adorable Sussy: Tú, bien sabes, porque te lo he dicho repetidas veces que te amo con un amor puro e inconfundible, y que soy muy distinto a los mercenarios del amor. Sin em bargo, en todas tus cartas , dulces y apasiona das, no te has pronunciado todavía como yo lo deseo. Para mí, sigues siendo la amiga cordial y buena, pero no la su blime am ada ad a que sueño siempre y con quie n anhelo anhel o platica plat icarr amorosamen amoro samen te a la luz de la luna lu na o bajo los ardientes rayos de un espléndido sol de Primavera. Y porque por que te quiero quier o Sussy Sussy de mi alma, alma , voy hilva nand o palabras pala bras que constituyen el verdader verd adero o poema poem a del amor amo r sentido, humano, del amor que tú me has inspirado con tus ojos que se me antojan dos luces iluminando las rutas en el camino de mi vida. Esta situación no debe prolongarse por más tiempo, pues, aunque a ti te parezca lo contrario, sufro inmensamente al pensar que puedas ser de algún otro, dejándome a mí con la amarga desilusión de este inmenso cariño. Necesito reconfortar mi espíritu con tus frases amorosas, dulces, con tus frases que sinteticen los anhelos de tu corazón. No voy en busca de la aventur ave ntur a, Sussy, Sussy, como podrías podría s imaginarte, sino en pos de una felicidad tan necesaria en mi vida de enamorado ferviente. Quiero que digas tu última palabra con respecto a esta situación abrumadora que me coloca al margen de una torturante incertidumbre. Moral Morales. es.
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NO SOY UN U N ENIGMA
i SIEMPRE SIEM PRE IGUAL!
Mi noble amigo Morales:
Adorable Sussy: Sussy:
Las luces de la ciudad han abierto sus alas, blancas como palomas inquietas, en tanto yo estoy leyendo tu cariñosa carta que, igual que las anteriores, es un dulce poema frente frent e al ensueño de tu alma alm a tan ta n predispuesta al sentimentalismo culto, sentido y emocionante. Dices que como aún no te he dicho si en realidad te amo sigo siendo para ti una amiga cordial y no la amada por ti soñada. Sin embargo, no soy una enemiga mi querido Morales, y bien debes comprender que si tu amistad me hu biera sido molesta, habría hab ría roto tu prim era misiva de jándote con el deseo de una respuesta. No te apenes amigo mío que ya vendrán para nosotros las horas felices y nada ni nadie pod rá poner reparos a nuestro apasion ante idilio. idilio. Y porque sé, por experiencia, que no eres un mercenario del amor es que te sigo escribiendo con mucho cariño. Si la luz de mis ojos alumbran las rutas de tu camino, la de los tuyos han iluminado mi alma desde el primer instante que te vieron, joven y arrogante, amable y cariñoso. Yo quiero que no llegues nunca a dudar de mi amor, este amor que te profeso sinceramente y es como una hoguera que no se apagará jamás. Ya tendremos tiempo de sobra para platicar en las horas vesperales o a la luz de la luna, mi querido Morales. Ten, pues, la seguridad de mi más afectuoso cariño.
Sussy.
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Confieso, francamente, que la incertidumbre continúa castigando mi cerebro y sigues siendo un enigma que no alcanzo a descifrar. Porque, según tú, me amas, asegurándome que más adelante podremos platicar amorosamente, sin que “nada ni nadie ponga reparos a nuestro idilio”. ¿Qué has querido significar con tales palabras? ¿Es que hay alguien en tu vida que se opone a nuestra felicidad? Eso es lo que necesito que me aclares adorable Sussy para tranquilizar mi cerebro y tener realmente la seguridad de tu amor. Bien comprendes que si los ojos hablan, los labios apasionan más. Hasta tanto, esta situación será siempre igual, de duda y de martirio al no poder pode r tenerte tene rte al alcance de mi corazón p ara que sientas sus latidos. Aclárame eso Sussy, no me dejes sufrir más. Mi alma en un saludo.
Morales Morales..
LA VOZ DE MI ALMA Quejido amigo Morales: Nada Na da quería quer ía explicarte hasta más adelante , pues mi deseo era solucionar algo fundamental en mi vida y luego hacerte una amplia explicación de lo que tanto
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NO SOY UN U N ENIGMA
i SIEMPRE SIEM PRE IGUAL!
Mi noble amigo Morales:
Adorable Sussy: Sussy:
Las luces de la ciudad han abierto sus alas, blancas como palomas inquietas, en tanto yo estoy leyendo tu cariñosa carta que, igual que las anteriores, es un dulce poema frente frent e al ensueño de tu alma alm a tan ta n predispuesta al sentimentalismo culto, sentido y emocionante. Dices que como aún no te he dicho si en realidad te amo sigo siendo para ti una amiga cordial y no la amada por ti soñada. Sin embargo, no soy una enemiga mi querido Morales, y bien debes comprender que si tu amistad me hu biera sido molesta, habría hab ría roto tu prim era misiva de jándote con el deseo de una respuesta. No te apenes amigo mío que ya vendrán para nosotros las horas felices y nada ni nadie pod rá poner reparos a nuestro apasion ante idilio. idilio. Y porque sé, por experiencia, que no eres un mercenario del amor es que te sigo escribiendo con mucho cariño. Si la luz de mis ojos alumbran las rutas de tu camino, la de los tuyos han iluminado mi alma desde el primer instante que te vieron, joven y arrogante, amable y cariñoso. Yo quiero que no llegues nunca a dudar de mi amor, este amor que te profeso sinceramente y es como una hoguera que no se apagará jamás. Ya tendremos tiempo de sobra para platicar en las horas vesperales o a la luz de la luna, mi querido Morales. Ten, pues, la seguridad de mi más afectuoso cariño.
Sussy.
Confieso, francamente, que la incertidumbre continúa castigando mi cerebro y sigues siendo un enigma que no alcanzo a descifrar. Porque, según tú, me amas, asegurándome que más adelante podremos platicar amorosamente, sin que “nada ni nadie ponga reparos a nuestro idilio”. ¿Qué has querido significar con tales palabras? ¿Es que hay alguien en tu vida que se opone a nuestra felicidad? Eso es lo que necesito que me aclares adorable Sussy para tranquilizar mi cerebro y tener realmente la seguridad de tu amor. Bien comprendes que si los ojos hablan, los labios apasionan más. Hasta tanto, esta situación será siempre igual, de duda y de martirio al no poder pode r tenerte tene rte al alcance de mi corazón p ara que sientas sus latidos. Aclárame eso Sussy, no me dejes sufrir más. Mi alma en un saludo.
Morales Morales..
LA VOZ DE MI ALMA Quejido amigo Morales: Nada Na da quería quer ía explicarte hasta más adelante , pues mi deseo era solucionar algo fundamental en mi vida y luego hacerte una amplia explicación de lo que tanto
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te inquieta. Pero ante tus ruegos, que se justifican porque me amas, la voz de mi alma debe llegar hasta ti para despejar tu cerebro y llevar tranquilidad a tu espíritu. Hace tiempo tuve un pretendiente, pero como a mí no me agradaba lo rechacé diciéndole que no tenía intenciones de dar una seguridad de mi amor a nadie. Pero él, furioso enamorado, me comunicó en una carta apasionante que aunque pasaran muchos años esperaría mi resolución. Nunca le amé, te juro, pero él sigue adorándome. He aquí por qué no he ido aún hacia ti con los brazos abiertos. Y el temor de perdemos tú y yo me detiene, mi querido amigo. Espera un poco más y nos alejaremos de aquí para ser felices, como son nuestros deseos. Besos y cariños de tu apasionada, Sussy.
SUEÑO CONTIGO Encantadora Herminia: Tus ojos de colegiala inquieta han logrado cautivarme profundamente. Y, pensando que ya estás en la edad de amar, no he vacilado en declararme tu sincero adorador. Sueño contigo, Herminia, contigo que eres una encantadora muñequita que en la flor de la edad te exhibes en el jardín de la vida como una dulce promesa para mi corazón de enamorado. En tus horas de descanso quiero que medites sobre ese amor tan vehemente que ha na-
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cido en mí desde que una caída de ojos y una sonrisa me hizo alimentar una bella esperanza. Necesito saber, Herminia, si puedo mantenerte en mi corazón o si debo buscar resignación en el olvido. Mis respetos pa ra ti, colegiala linda. Tu apasionado admirador. Silvio.
MI AMOR ESTA EN TI Estimado Silvio: Aun cuando jamás hemos cambiado una palabra, creo que nos queremos como dos viejos amigos y viviremos con el apasionamiento de las almas que sueñan. Mi amor está en ti Silvio, precisamente desde aquella vez que mis ojos te descubrieron en la esquina de la escuel escuela. a. Esperaba u na oportunidad para sincerarme sincerarme ante ti; lo hago ahora que tú mismo me la brindas con tu apasionante carta. No debes, entonces, buscar resignación en el olvido sino cariño en mi alma que te idolatra. Desde hoy, pues, comienza la vida para nosotros, que hemos llegado a comprendernos. Yo también sueño contigo, Silvio, contigo porque eres mi primer amor. Ya comprobarás personalmente cuánto cuán to es de grande grand e mi amor hacia ti. Cordiales afectos de tu sublime colegiala, Herminia. Herminia.
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te inquieta. Pero ante tus ruegos, que se justifican porque me amas, la voz de mi alma debe llegar hasta ti para despejar tu cerebro y llevar tranquilidad a tu espíritu. Hace tiempo tuve un pretendiente, pero como a mí no me agradaba lo rechacé diciéndole que no tenía intenciones de dar una seguridad de mi amor a nadie. Pero él, furioso enamorado, me comunicó en una carta apasionante que aunque pasaran muchos años esperaría mi resolución. Nunca le amé, te juro, pero él sigue adorándome. He aquí por qué no he ido aún hacia ti con los brazos abiertos. Y el temor de perdemos tú y yo me detiene, mi querido amigo. Espera un poco más y nos alejaremos de aquí para ser felices, como son nuestros deseos. Besos y cariños de tu apasionada, Sussy.
SUEÑO CONTIGO Encantadora Herminia: Tus ojos de colegiala inquieta han logrado cautivarme profundamente. Y, pensando que ya estás en la edad de amar, no he vacilado en declararme tu sincero adorador. Sueño contigo, Herminia, contigo que eres una encantadora muñequita que en la flor de la edad te exhibes en el jardín de la vida como una dulce promesa para mi corazón de enamorado. En tus horas de descanso quiero que medites sobre ese amor tan vehemente que ha na-
cido en mí desde que una caída de ojos y una sonrisa me hizo alimentar una bella esperanza. Necesito saber, Herminia, si puedo mantenerte en mi corazón o si debo buscar resignación en el olvido. Mis respetos pa ra ti, colegiala linda. Tu apasionado admirador. Silvio.
MI AMOR ESTA EN TI Estimado Silvio: Aun cuando jamás hemos cambiado una palabra, creo que nos queremos como dos viejos amigos y viviremos con el apasionamiento de las almas que sueñan. Mi amor está en ti Silvio, precisamente desde aquella vez que mis ojos te descubrieron en la esquina de la escuel escuela. a. Esperaba u na oportunidad para sincerarme sincerarme ante ti; lo hago ahora que tú mismo me la brindas con tu apasionante carta. No debes, entonces, buscar resignación en el olvido sino cariño en mi alma que te idolatra. Desde hoy, pues, comienza la vida para nosotros, que hemos llegado a comprendernos. Yo también sueño contigo, Silvio, contigo porque eres mi primer amor. Ya comprobarás personalmente cuánto cuán to es de grande grand e mi amor hacia ti. Cordiales afectos de tu sublime colegiala, Herminia. Herminia.
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NE CE SI TO QU E SE P A S. .. Lalito de mi vida: Con profunda amargura te escribo estas líneas y ello es debido a lo que me dijeron ayer mis amigas. ¿Es verdad que amas a Susana y que pronto van a com prome terse? Así me con taron ellas, ellas, pero, no sé qué ha brá de cierto en eso. eso. De todas mane ras yo necesito que sepas cuán inmenso es mi amor hacia ti, Lito de mi vida. No pienses en ningún momento en que esto es broma, por que soy enemiga de la insinceri dad que pro voca, a veces, intensas tragedias de amor. Si es verdad que amas a Susana, te ruego que rompas esta carta y no te acuerdes jamás que te he escrito. Ahora si ello resulta una mentira que bien pudiera suceder, entonces contéstame cuanto antes haciéndome saber, con toda seriedad, si me tienes cariño. Perdona esta imprudente declaración y acepta mis saludos. Honoria Honoria..
j YA ME LO IMAGIN ABA! Simpática Honoria: Te contesto sobre tablas porque deseo aclarar algo fundamental en este asunto y que tú no debes ignorar. Es aquello que me dices de Susana, pues nada tengo con
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ella, y lo que a ti te han dicho es el producto de la imaginación de tus propias amigas. Cuando noté en ti cierta frialdad ya lo imaginé de inmediato que alguna intriga se estaría tramando para que tú, en vez de quererme como lo demuestras en tu carta, me tomaras odio. Ya sabes que yo te amo con sinceridad y que jamás voy a olvidarte por más intrigas que tramen contra nosotros. Personalmente te diré muchas cosas que tú ignoras y que es necesario que sepas para la buena marcha de nuestras relaciones. Con mi afectuoso saludo te envío el invariable cariño que te profeso. Lito.
ESTOY ESPERANDO... Estimada Felá: De acuerdo a lo que Ud. me dijo aquella tarde que nos encontramos de pura casualidad, estoy esperando que me escriba a fin de saber si ha resuelto algo con respecto al ofrecimiento de mi amor. No creo que se haya olvidado de su promesa, porque la sé muy seria y un olvido podría ser motivo de censura teniendo en cuenta su cordial amabilidad. Espero, Felá, que no demore más tiempo en contestarme, pues la pasión que siento por Ud. es inmensa y es necesario su parecer para definir esta situación. Me conoce bastante y no tengo po r qué hab larle de mis buenos sentimientos y de mi
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NE CE SI TO QU E SE P A S. .. Lalito de mi vida: Con profunda amargura te escribo estas líneas y ello es debido a lo que me dijeron ayer mis amigas. ¿Es verdad que amas a Susana y que pronto van a com prome terse? Así me con taron ellas, ellas, pero, no sé qué ha brá de cierto en eso. eso. De todas mane ras yo necesito que sepas cuán inmenso es mi amor hacia ti, Lito de mi vida. No pienses en ningún momento en que esto es broma, por que soy enemiga de la insinceri dad que pro voca, a veces, intensas tragedias de amor. Si es verdad que amas a Susana, te ruego que rompas esta carta y no te acuerdes jamás que te he escrito. Ahora si ello resulta una mentira que bien pudiera suceder, entonces contéstame cuanto antes haciéndome saber, con toda seriedad, si me tienes cariño. Perdona esta imprudente declaración y acepta mis saludos. Honoria Honoria..
j YA ME LO IMAGIN ABA! Simpática Honoria: Te contesto sobre tablas porque deseo aclarar algo fundamental en este asunto y que tú no debes ignorar. Es aquello que me dices de Susana, pues nada tengo con
ella, y lo que a ti te han dicho es el producto de la imaginación de tus propias amigas. Cuando noté en ti cierta frialdad ya lo imaginé de inmediato que alguna intriga se estaría tramando para que tú, en vez de quererme como lo demuestras en tu carta, me tomaras odio. Ya sabes que yo te amo con sinceridad y que jamás voy a olvidarte por más intrigas que tramen contra nosotros. Personalmente te diré muchas cosas que tú ignoras y que es necesario que sepas para la buena marcha de nuestras relaciones. Con mi afectuoso saludo te envío el invariable cariño que te profeso. Lito.
ESTOY ESPERANDO... Estimada Felá: De acuerdo a lo que Ud. me dijo aquella tarde que nos encontramos de pura casualidad, estoy esperando que me escriba a fin de saber si ha resuelto algo con respecto al ofrecimiento de mi amor. No creo que se haya olvidado de su promesa, porque la sé muy seria y un olvido podría ser motivo de censura teniendo en cuenta su cordial amabilidad. Espero, Felá, que no demore más tiempo en contestarme, pues la pasión que siento por Ud. es inmensa y es necesario su parecer para definir esta situación. Me conoce bastante y no tengo po r qué hab larle de mis buenos sentimientos y de mi
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modestia. Estoy esperando, pues, su contestación a mi solicitud de amor. Le saluda afectuosamente S. S. S.
V A R I O S
A U T O R E S
Riño.
NUN CA RE SULT SU LTA A T A R D E ... .. .
EL
Joven Riño: Causas inesperadas motivaron mi incumplimiento, pero le aseguro que en ningún ning ún insta nte me he olvidado de mi promesa. Y como realmente estaba estaba resuelta a aceptar su cariño no me corría prisa tampoco. Ya ve que para recibir una excelente respuesta nunca resulta tarde, y cuando ella llega proyecta en el alma una inmensa satisfacción. Le doy las gracias por sus elogios, retribuyendo en igual forma mis anhelos de pasión hacia su apreciable persona. Su situación queda desde ya definida y puede tener confianza en mí si es que me ama como dice. L e ado ro yo también , RinoJ R inoJN Npo r la belleza de sus ojos y la bondad de su alma. Con la sinceridad de siempre le saluda quien nunca dejará de quererlo,
DEC LAMADOR A M O R O S O
Los Mejores Versos de Amor
Fel Felá. á.
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MEXICO
modestia. Estoy esperando, pues, su contestación a mi solicitud de amor. Le saluda afectuosamente S. S. S.
V A R I O S
A U T O R E S
Riño.
NUN CA RE SULT SU LTA A T A R D E ... .. .
EL
Joven Riño:
DEC LAMADOR A M O R O S O
Causas inesperadas motivaron mi incumplimiento, pero le aseguro que en ningún ning ún insta nte me he olvidado de mi promesa. Y como realmente estaba estaba resuelta a aceptar su cariño no me corría prisa tampoco. Ya ve que para recibir una excelente respuesta nunca resulta tarde, y cuando ella llega proyecta en el alma una inmensa satisfacción. Le doy las gracias por sus elogios, retribuyendo en igual forma mis anhelos de pasión hacia su apreciable persona. Su situación queda desde ya definida y puede tener confianza en mí si es que me ama como dice. L e ado ro yo también , RinoJ R inoJN Npo r la belleza de sus ojos y la bondad de su alma. Con la sinceridad de siempre le saluda quien nunca dejará de quererlo,
Los Mejores Versos de Amor
Fel Felá. á.
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MEXICO
V I S I O N En la penumbra de la alcoba triste, sin que nadie turbara nuestro ensueño, la blanca rosa de tu amor me diste como tributo a mi malsano empeño. Poco después, cuando con triste llanto reprochabas mis trágicos excesos, volví a estrujar tu cuerpecito santo y a ofender tus mejillas con mis beso*. Tu divina figura es la culpable de la crueldad con que yo te he tratado, porque siendo tan bella, eres deseable, y yo te amé con ansia, enamorado. Por tu hermosura te besé en la boca y por ella burlé tu real pureza; la causa fue de que mi mente loca olvidara un momento su nobleza.
a
Y esa es la causa que perdón no imploro tu leal corazón, que es tan amante; t
V I S I O N En la penumbra de la alcoba triste, sin que nadie turbara nuestro ensueño, la blanca rosa de tu amor me diste como tributo a mi malsano empeño. Poco después, cuando con triste llanto reprochabas mis trágicos excesos, volví a estrujar tu cuerpecito santo y a ofender tus mejillas con mis beso*. Tu divina figura es la culpable de la crueldad con que yo te he tratado, porque siendo tan bella, eres deseable, y yo te amé con ansia, enamorado. Por tu hermosura te besé en la boca y por ella burlé tu real pureza; la causa fue de que mi mente loca olvidara un momento su nobleza.
a
Y esa es la causa que perdón no imploro tu leal corazón, que es tan amante; — t
llora..., no importa, pues tu justo lloro más bella bella te hace ser, ser, más incitante. . . Ernesto Ernesto R. AH UM AD A
SAUDADES DE TU CUERPO Tengo saudades de tu cuerpo. ¿Oíste correr por la carne y por el alma mi deseo, tal como un ángel triste que enlaza nubes en la noche en calma? Va la saudade de tu cuerpo —¿sientes?— Siempre conmigo; tiéndese a mi lado, diciendo y rediciendo que no mientes cuando me escribe escribes: s: “ven, mi dulce am ad o. . Es tu cuerpo en la sombra sombra esa esa ansiedad . . . Beso sus manos y sus senos-sombra; su luz me mira y es la oscuridad.. . Miro al so sol para estar en tu reflejo. . . Es la noche este cuerpo que me asombra... Es la saudade un escultor muy viejo. Antonio PA TR IC IO
P E T A L O S Al encontramos solos en la estancia, de amor henchidos y de dicha plenos,
—
temblaron las palomas de tus senos, y graznaron los buitres de mis ansias. De su niveo ropaje de novia desaté cintas y rasgué cendales y vibraron sus carnes virginales al fuego abrasador de mis caricias. Al desprenderle los azahares blancos, se desgranaron por su ebúrneo pecho, ardientes, perfumados, sensitivos. Y resbalando por sus tersos flancos, formaron en las sábanas del lecho una hilera de puntos suspensivos... Aurelio Aurelio CAB AL LER O AC OS TA
EL FINGIDO DESMAYO Bajo un sauce llorón que al borde había de un regazo de linfa transparente, te vi una tarde de calor ardiente suspirar con liviana picardía. Te quitaste la ropa muy tranquila, segura de que nadie te acechaba, aunque entre la floresta se agrandaba buscando tus encantos mi pupila. Lo primero que vi, fueron tus senos,
llora..., no importa, pues tu justo lloro más bella bella te hace ser, ser, más incitante. . . Ernesto Ernesto R. AH UM AD A
SAUDADES DE TU CUERPO Tengo saudades de tu cuerpo. ¿Oíste correr por la carne y por el alma mi deseo, tal como un ángel triste que enlaza nubes en la noche en calma? Va la saudade de tu cuerpo —¿sientes?— Siempre conmigo; tiéndese a mi lado, diciendo y rediciendo que no mientes cuando me escribe escribes: s: “ven, mi dulce am ad o. . Es tu cuerpo en la sombra sombra esa esa ansiedad . . . Beso sus manos y sus senos-sombra; su luz me mira y es la oscuridad.. . Miro al so sol para estar en tu reflejo. . . Es la noche este cuerpo que me asombra... Es la saudade un escultor muy viejo. Antonio PA TR IC IO
P E T A L O S Al encontramos solos en la estancia, de amor henchidos y de dicha plenos,
temblaron las palomas de tus senos, y graznaron los buitres de mis ansias. De su niveo ropaje de novia desaté cintas y rasgué cendales y vibraron sus carnes virginales al fuego abrasador de mis caricias. Al desprenderle los azahares blancos, se desgranaron por su ebúrneo pecho, ardientes, perfumados, sensitivos. Y resbalando por sus tersos flancos, formaron en las sábanas del lecho una hilera de puntos suspensivos... Aurelio Aurelio CAB AL LER O AC OS TA
EL FINGIDO DESMAYO Bajo un sauce llorón que al borde había de un regazo de linfa transparente, te vi una tarde de calor ardiente suspirar con liviana picardía. Te quitaste la ropa muy tranquila, segura de que nadie te acechaba, aunque entre la floresta se agrandaba buscando tus encantos mi pupila. Lo primero que vi, fueron tus senos,
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C A S T I D A D
menudos, blancos, de misterios llenos, como esas flores del jardín de mayo. Después tu vientre de color de rosa y al ver de Venus la rizada rosa, lancé lancé un gri to .. . y a ti te dio dio un desm desmaño año..
Angel G. LUG EA
HORAS DE AMOR ¿Te acuerdas? Quise con impulso aleve, sobre tu pecho colocar mi oído y escuchar el dulcísimo latido con que tu blando corazón se mueve. Prendí en mis brazos tu cintura breve y hundí mi rostro en el caliente nido de tu seno, que es mármol encendido, carne de flores y abrasada nieve. ¡ Con qué prisa y qué fuerza palpitaba tu enamorado corazón! Pugnaba tu talle en tanto; mas con ansia loca,
Tenía la melena corta, la frente altiva, la mirada absorta. Era por la melena rubia y enérgica joven leona de Nubia. Y en el seno arisco latía una invitación al mordisco. En su organismo ardía una vasta sensualidad; mas la hembra era casta. Y murió de belleza: amó tanto su cuerpo a lo impuro reacio, que lo dejó escondido en la montaña rosa de topacio. ¡Se ahorcó! El bosque tuvo gravedad de palacio... Y cuentan que hubo lágrimas de oro en las orejas tibias del espacio.
bajo la nieve el corazón latía, y en su gallarda rebelión quería saltar del pecho por besar mi boca.
José M. BE NI TE Z (Anónimo)
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C A S T I D A D
menudos, blancos, de misterios llenos, como esas flores del jardín de mayo. Después tu vientre de color de rosa y al ver de Venus la rizada rosa, lancé lancé un gri to .. . y a ti te dio dio un desm desmaño año..
Angel G. LUG EA
HORAS DE AMOR ¿Te acuerdas? Quise con impulso aleve, sobre tu pecho colocar mi oído y escuchar el dulcísimo latido con que tu blando corazón se mueve. Prendí en mis brazos tu cintura breve y hundí mi rostro en el caliente nido de tu seno, que es mármol encendido, carne de flores y abrasada nieve. ¡ Con qué prisa y qué fuerza palpitaba tu enamorado corazón! Pugnaba tu talle en tanto; mas con ansia loca,
Tenía la melena corta, la frente altiva, la mirada absorta. Era por la melena rubia y enérgica joven leona de Nubia. Y en el seno arisco latía una invitación al mordisco. En su organismo ardía una vasta sensualidad; mas la hembra era casta. Y murió de belleza: amó tanto su cuerpo a lo impuro reacio, que lo dejó escondido en la montaña rosa de topacio. ¡Se ahorcó! El bosque tuvo gravedad de palacio... Y cuentan que hubo lágrimas de oro en las orejas tibias del espacio.
bajo la nieve el corazón latía, y en su gallarda rebelión quería saltar del pecho por besar mi boca.
José M. BE NI TE Z (Anónimo) 7
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EN EL HAREM No le calma n la fiebre de su vient re ardoros o ni el placer solitario de afrentosa ignominia, ni las locas caricias que en amor caprichoso estrangula en las carnes de su esclava abisinia. En las lúbricas danzas se desnuda y se agita a la luz indecisa de un sutil pebetero y un anhelo indecible y una angustia infinita martirizan sus carnes con sus garras de acero. El Kalifa está está vie jo.. . Por el amplio amplio serral serrallo lo la Odalisca divaga voluptuosa y sensible con la sed lujuriosa de saciar su lascivia. Y de todas sus ansias al supremo desmayo se retuerce en espasmo de un amor imposible en los brazos broncíneos de un eunuco de Libia! Aurelio Aurelio CAB ALL ERO AC OS TA
EL
DESE O
Entró, y con los ojos entornados, apasionadamente, unió sus labios a los míos y nuestras lenguas se encontraron . . . Jamás había recibido recibido en mi vida vida un beso beso cocomo aquél. Estaba de pie, contra mí dispuesta a todo y encendida de amor. Una de mis rodillas, poco a poco, fue subiendo entre sus muslos cálidos como para un amante. 8
Mi mano, deslizándose ávida y nerviosa sobre su túnica, trataba de adivinar el escondido cuerpo que ba jo mi caricia ondu laba, se plegaba, doblándose, se arqueaba, se ponía rígido entre estremecimientos de la piel. Con sus ojos en delirio designaba el lecho, pero no teníamos derecho a amamos antes de la ceremonia nupcial y nos separamos bruscamente. Pierre Pierre LO UY S
COMO DIOGENES Vi tu cuerpo onduloso, exuberante como un lirio de amor, acercarse insinuante henchido de pasión y puse así en tus labios todo el encanto de mis besos sabios. ¡Busco un hombre! —dijiste— busco un hom bre armonioso de cuerpo, y alma triste y en el el placer hermoso.. . Y apasionado yo estreché tu talle buscan do sólo qu e tu boca calle. Pero tú no callaste todavía y trémula de gozo pedías aún el hom bre triste y bello que, en su espasmo, te apretase el cuello. Emilio CA RR ER E 9
EN EL HAREM No le calma n la fiebre de su vient re ardoros o ni el placer solitario de afrentosa ignominia, ni las locas caricias que en amor caprichoso estrangula en las carnes de su esclava abisinia. En las lúbricas danzas se desnuda y se agita a la luz indecisa de un sutil pebetero y un anhelo indecible y una angustia infinita martirizan sus carnes con sus garras de acero. El Kalifa está está vie jo.. . Por el amplio amplio serral serrallo lo la Odalisca divaga voluptuosa y sensible con la sed lujuriosa de saciar su lascivia. Y de todas sus ansias al supremo desmayo se retuerce en espasmo de un amor imposible en los brazos broncíneos de un eunuco de Libia! Aurelio Aurelio CAB ALL ERO AC OS TA
EL
DESE O
Entró, y con los ojos entornados, apasionadamente, unió sus labios a los míos y nuestras lenguas se encontraron . . . Jamás había recibido recibido en mi vida vida un beso beso cocomo aquél. Estaba de pie, contra mí dispuesta a todo y encendida de amor. Una de mis rodillas, poco a poco, fue subiendo entre sus muslos cálidos como para un amante.
Mi mano, deslizándose ávida y nerviosa sobre su túnica, trataba de adivinar el escondido cuerpo que ba jo mi caricia ondu laba, se plegaba, doblándose, se arqueaba, se ponía rígido entre estremecimientos de la piel. Con sus ojos en delirio designaba el lecho, pero no teníamos derecho a amamos antes de la ceremonia nupcial y nos separamos bruscamente. Pierre Pierre LO UY S
COMO DIOGENES Vi tu cuerpo onduloso, exuberante como un lirio de amor, acercarse insinuante henchido de pasión y puse así en tus labios todo el encanto de mis besos sabios. ¡Busco un hombre! —dijiste— busco un hom bre armonioso de cuerpo, y alma triste y en el el placer hermoso.. . Y apasionado yo estreché tu talle buscan do sólo qu e tu boca calle. Pero tú no callaste todavía y trémula de gozo pedías aún el hom bre triste y bello que, en su espasmo, te apretase el cuello. Emilio CA RR ER E 9
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LAS BANDERAS Las lucientes cabelleras de las amantes queridas son lujuriosas banderas desplegándose desplegándose guerreras sobre las carnes vencidas. ¡Ni redecillas ligeras ni diademas de brillantes! Las lucientes cabelleras de las jóvenes amantes son lujuriosas banderas. Y cuando chocan crujientes las secas bocas ardientes, se tuercen estremecidas las cabelleras lucientes de las amantes queridas.
ese cuerpo que tiene los adorables trazos de una Venus vestida tan sólo de pudor. Y gustar en tu boca, salomónicamente, bajo la lengua , el beso más m ás profu p rofu ndo y ardien te, hallar entre tus senos impensada merced, y subir por tus muslos, ondulante y certero hasta llegar al delta donde está prisionero el Nilo misterioso que calmará mi sed. José José Luis VELA SCO
LLOVIA Llovía; y en su carne las gotitas brilla ban con fulgores pudorosos, y sus senos pujantes, deliciosos, se erguían con vigor de estalagmitas.
Maurice R O L LI N A T
SONETO Este soneto quiere tener catorce brazos como catorce ramas de bugambilia en flor, pa ra cub rirte toda tod a de férvidos abrazos en el nupcial encanto de una noche de amor. Catorce antenas ávidas de captarse en sus lazo lazoss urgidos por el ansia de ceñirte mejor —
10
Llovía; y un montón de internas cuitas pugna pu gna ban de sus labios temblorosos, temblorosos, por salir; salir ; y entre entr e estros ardorosos se anudaban nuestras ansias infinitas. Llovía; más que nunca apasionados hicimos caso omiso de la lluvia que nos llegó a golpear de modo austero. Llovía; y en mis nervios erizados —
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LAS BANDERAS Las lucientes cabelleras de las amantes queridas son lujuriosas banderas desplegándose desplegándose guerreras sobre las carnes vencidas. ¡Ni redecillas ligeras ni diademas de brillantes! Las lucientes cabelleras de las jóvenes amantes son lujuriosas banderas. Y cuando chocan crujientes las secas bocas ardientes, se tuercen estremecidas las cabelleras lucientes de las amantes queridas.
ese cuerpo que tiene los adorables trazos de una Venus vestida tan sólo de pudor. Y gustar en tu boca, salomónicamente, bajo la lengua , el beso más m ás profu p rofu ndo y ardien te, hallar entre tus senos impensada merced, y subir por tus muslos, ondulante y certero hasta llegar al delta donde está prisionero el Nilo misterioso que calmará mi sed. José José Luis VELA SCO
LLOVIA Llovía; y en su carne las gotitas brilla ban con fulgores pudorosos, y sus senos pujantes, deliciosos, se erguían con vigor de estalagmitas.
Maurice R O L LI N A T
SONETO Este soneto quiere tener catorce brazos como catorce ramas de bugambilia en flor, pa ra cub rirte toda tod a de férvidos abrazos en el nupcial encanto de una noche de amor. Catorce antenas ávidas de captarse en sus lazo lazoss urgidos por el ansia de ceñirte mejor —
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sólo imperaba la belleza rubia del cuerpo entre mis brazos prisionero. Ramón Valentín Valentín HE RNA NDE Z
BESOS Y CEREZAS Besé tus labios donde guardas loca el enigma sutil con que embelesas, y gusté en el almíbar de tu boca el sangriento dulzor de las cerezas. Besé tus senos como dos pichones vibrantes de emoción a mis ternezas, y en el milagro de sus dos pezones reventaron sangrientas dos cerezas.
Llovía; y un montón de internas cuitas pugna pu gna ban de sus labios temblorosos, temblorosos, por salir; salir ; y entre entr e estros ardorosos se anudaban nuestras ansias infinitas. Llovía; más que nunca apasionados hicimos caso omiso de la lluvia que nos llegó a golpear de modo austero. Llovía; y en mis nervios erizados —
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—
y se adormece el alma del paisaje, en un rojo crepúsculo de seda. La onda azul, ai morir, suspira queda; gorjea un ruiseñor entre el ramaje y un toro, ebrio de amor muge salvaje, en la sombra nupcial de la arboleda. Tendió el cisne la curva de su cuello, y con el ala —cándido abanico— acarició los senos y el cabello... Leda d io un giro, giro, se quedó extasiada • .. Y el cisne levantó rojo, su pico, como triunfal insignia ensangrentada! Franci Francisco sco VIL LAE SPE SA
Luego besé tu cuerpo inmaculado, y en el ardor de lúbricas caricias te rendiste confiada en mis promesas. Y rodó febrilmente por el prado, al desflorar tus púdicas primicias, un reguero sangriento de cerezas!... Aurelio Aurelio CAB ALL ERO ACO STA
PAGANA El cisne se acercó, trémula Leda la mano hunde en la nieve del plumaje, 12
—
EROTICA La hoguera alucinante de tu alma, exótica en el fondo de tus ojos, musitaba sus lánguidos antojos en un divino luminar que ensalma. La lúbrica caricia que se posa absorta sobre el rojo de tu boca con ansias infinitas te destoca bajo un lampo de noche luminosa. Mi cuerpo junto al tuyo estrechamente
— 13 —
sólo imperaba la belleza rubia entre mis brazos prisionero.
del cuerpo
Ramón Valentín Valentín HE RNA NDE Z
BESOS Y CEREZAS Besé tus labios donde guardas loca el enigma sutil con que embelesas, y gusté en el almíbar de tu boca el sangriento dulzor de las cerezas. Besé tus senos como dos pichones vibrantes de emoción a mis ternezas, y en el milagro de sus dos pezones reventaron sangrientas dos cerezas.
y se adormece el alma del paisaje, en un rojo crepúsculo de seda. La onda azul, ai morir, suspira queda; gorjea un ruiseñor entre el ramaje y un toro, ebrio de amor muge salvaje, en la sombra nupcial de la arboleda. Tendió el cisne la curva de su cuello, y con el ala —cándido abanico— acarició los senos y el cabello... Leda d io un giro, giro, se quedó extasiada • .. Y el cisne levantó rojo, su pico, como triunfal insignia ensangrentada! Franci Francisco sco VIL LAE SPE SA
Luego besé tu cuerpo inmaculado, y en el ardor de lúbricas caricias te rendiste confiada en mis promesas. Y rodó febrilmente por el prado, al desflorar tus púdicas primicias, un reguero sangriento de cerezas!... Aurelio Aurelio CAB ALL ERO ACO STA
PAGANA El cisne se acercó, trémula Leda la mano hunde en la nieve del plumaje, 12
se funde en un abrazo con fiereza, mientras dabas ai aire, vampiresa, su cálida canción férvidamente.
EL
La hoguera alucinante de tu alma, exótica en el fondo de tus ojos, musitaba sus lánguidos antojos en un divino luminar que ensalma. La lúbrica caricia que se posa absorta sobre el rojo de tu boca con ansias infinitas te destoca bajo un lampo de noche luminosa. Mi cuerpo junto al tuyo estrechamente
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—
Antonio J.
EROTICA
VI DA UR RE TA
CUERPO DESNUDO
¿Qu é divinida divinidadd morena ha encamado en tu cuerpo, que es todo perfección? ¿De qué barro divino te han formado que tu cuerpo es toda una tentación? El cuerpo desnudo debías llevar como una mitológica deidad... jQ ué bellos bellos poemas podrían podr ían inspirar su euritmia y su serenidad!
ganas nocturnas de fulgor altivo, y mi sueño de amor quedó cautivo en un lampo de sedas vaporosas! I Me besaron tus labios!. . . que son rosas rosas de un bermejo fragante, ardiente y vivo, y a su mágico roce fugitivo, hubo en mi alma explosión de mariposa! ¡ Me atrajeron tus brazos!... y en tus senos dos capullos tremantes y morenos, bebió locura mi pasión inquieta. Y desde entonces, en mis sueños vagos, fingen tu encanto, los azules lagos, donde flota mi anhelo de poeta! Tirso W. CHAZARO
¿De qué friso griego te arrancaron y de nuevo la vida te prestaron pa ra pode r tu cuerpo modelar? ¿Qué artista podría copiar tu belleza y en qué mármol impoluto la pureza de las líneas de tu cuerpo sin par?
AÑORANZA Lo recuerdo recuerdo muy bie n. .. Fue una aventura, aventura, un impulso carnal, una ansia loca de quebrar en mis brazos su cintura y desflorar las rosas de su boca.
M. B. M A R T I
A
T I
I M e miraron miraron tus ojos!. . . prodig prodigiosa iosass — 14 —
¡Después me abandonó!... Luego otro amante
Mas al gozar sus vírgenes primicias en el ardor de sádicos excesos, me embriagué del licor de sus caricias y me hastié de su carne y de sus besos...
— 15
¡ IRONIA!
se funde en un abrazo con fiereza, mientras dabas ai aire, vampiresa, su cálida canción férvidamente. Antonio J. EL
VI DA UR RE TA
CUERPO DESNUDO
¿Qu é divinida divinidadd morena ha encamado en tu cuerpo, que es todo perfección? ¿De qué barro divino te han formado que tu cuerpo es toda una tentación? El cuerpo desnudo debías llevar como una mitológica deidad... jQ ué bellos bellos poemas podrían podr ían inspirar su euritmia y su serenidad!
ganas nocturnas de fulgor altivo, y mi sueño de amor quedó cautivo en un lampo de sedas vaporosas! I Me besaron tus labios!. . . que son rosas rosas de un bermejo fragante, ardiente y vivo, y a su mágico roce fugitivo, hubo en mi alma explosión de mariposa! ¡ Me atrajeron tus brazos!... y en tus senos dos capullos tremantes y morenos, bebió locura mi pasión inquieta. Y desde entonces, en mis sueños vagos, fingen tu encanto, los azules lagos, donde flota mi anhelo de poeta! Tirso W. CHAZARO
¿De qué friso griego te arrancaron y de nuevo la vida te prestaron pa ra pode r tu cuerpo modelar? ¿Qué artista podría copiar tu belleza y en qué mármol impoluto la pureza de las líneas de tu cuerpo sin par?
AÑORANZA Lo recuerdo recuerdo muy bie n. .. Fue una aventura, aventura, un impulso carnal, una ansia loca de quebrar en mis brazos su cintura y desflorar las rosas de su boca.
M. B. M A R T I
A
T I
I M e miraron miraron tus ojos!. . . prodig prodigiosa iosass
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¡Después me abandonó!... Luego otro amante y muchos más con ansia delirante hicieron de su cuerpo vil mercado. Y hoy brindando caricias por cerveza se muere de lujuria y de tristeza hundida en los fangales del pecado!. .. Aurelio CAB ALL ERO AC OS TA
ANFORAS DE VIDA Bajo el misterio de la noche bruna he besado las combas de tus senos y me he embriagado en sus contornos plenos de una sutil irradiación de luna. ¡Oh , tus senos senos divinos divinos!! ¡Oh, ¡Oh , tus pomas que destilan melíferas delicias y tiemblan en las íntimas caricias como dos eucarísticas palomas! Cuando el beso “creador”, fecundo rastro gire en tus formas de turgencias vivas y germine en tu carne sempiterna, entonces tus dos copas de alabastro se tomarán en ánforas votivas del manantial de la inmortal cisterna...! Aurelio CAB ALL ERO AC OS TA —
16
Mas al gozar sus vírgenes primicias en el ardor de sádicos excesos, me embriagué del licor de sus caricias y me hastié de su carne y de sus besos...
—
¡ IRONIA! Yo fui el primero quien con ansia loca, lleno de ardor y de ilusiones lleno, gustó de las delicias de tu boca y se durmió en las curvas de tu seno. ¡ Cuánt as tardes, rendid a a mis antojos, antojos, mis besos enjugaron tus pestañas!.. . Besos que al exprimir tus labios rojos hacían estremecer las entrañas!. .. Cuántas noches dijiste cual Julieta: “No te marches, mi pálido poeta, que no canta la alondra todavía!” Y hoy finges virtud a tu otro dueño, al sentirme reír frunces el ceño y pasas indolente por la vida... Aurelio CAB ALL ERO AC OS TA
EN EL BAÑO Oculto en la espesura del boscaje la miro desnudar: su cuerpo leve emerge de las sedas del ropaje como una estatua cincelada en nieve. Retoza el viento en sus cabellos; y entre el cruel recato de sus tersos flancos, —
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¡Después me abandonó!... Luego otro amante y muchos más con ansia delirante hicieron de su cuerpo vil mercado. Y hoy brindando caricias por cerveza se muere de lujuria y de tristeza hundida en los fangales del pecado!. .. Aurelio CAB ALL ERO AC OS TA
ANFORAS DE VIDA Bajo el misterio de la noche bruna he besado las combas de tus senos y me he embriagado en sus contornos plenos de una sutil irradiación de luna. ¡Oh , tus senos senos divinos divinos!! ¡Oh, ¡Oh , tus pomas que destilan melíferas delicias y tiemblan en las íntimas caricias como dos eucarísticas palomas! Cuando el beso “creador”, fecundo rastro gire en tus formas de turgencias vivas y germine en tu carne sempiterna, entonces tus dos copas de alabastro se tomarán en ánforas votivas del manantial de la inmortal cisterna...! Aurelio CAB ALL ERO AC OS TA —
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¡qué divina la comba de su vientre y qué frescos frescos sus sus seno s.. . y qué blancos! blancos! Un placer presentido, intenso, ardiente, quema sus carnes; y se carbonizan sus ansias en sus lúbricas ojeras. Y al hundirse en las ondas del torrente, las aguas como lenguas se deslizan por la felpa febril de sus ca de ra s. . .
Aurelio Aurelio CABALLE CAB ALLE RO ACOS AC OSTA TA
DESEO La tersura del traje que te ciñe modelando tus formas juveniles te diseña sensual como una estatua cincelada en un mármol de Carrara. Tu cadera gentil pregona el ritmo de su andar inquietante y voluptuoso y en sus curvas de mórbidas durezas se han prendido las sierpes del Deseo.
¡ IRONIA! Yo fui el primero quien con ansia loca, lleno de ardor y de ilusiones lleno, gustó de las delicias de tu boca y se durmió en las curvas de tu seno. ¡ Cuánt as tardes, rendid a a mis antojos, antojos, mis besos enjugaron tus pestañas!.. . Besos que al exprimir tus labios rojos hacían estremecer las entrañas!. .. Cuántas noches dijiste cual Julieta: “No te marches, mi pálido poeta, que no canta la alondra todavía!” Y hoy finges virtud a tu otro dueño, al sentirme reír frunces el ceño y pasas indolente por la vida... Aurelio CAB ALL ERO AC OS TA
EN EL BAÑO Oculto en la espesura del boscaje la miro desnudar: su cuerpo leve emerge de las sedas del ropaje como una estatua cincelada en nieve. Retoza el viento en sus cabellos; y entre el cruel recato de sus tersos flancos, —
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palp itan do a los besos besos de mi boca, diera toda la sangre de mis venas...!
Antonio J. VID VI D AU RR ET A S A L O M E Son cual dos mariposas sus ligeros pies, y arro jand o el velo que la escuda, aparece magnífica y desnuda al fulgor de los rojos reverberos. Sobre la oscura tez, lucen regueros de extrañas gemas, se abre su menuda boca, y prodiga n su fraganc frag ancia ia cru da frescas flores y raros pebeteros. Todavía anhelante y temblorosa del baile sensual, la intacta rosa de su virginidad brinda al Tetrarca. Y contemplando el pálido trofeo de Yokanán, el nubil cuerpo enarca sacudido de ho n or y de deseo. deseo.
Efrén REBOLLE REB OLLEDO DO Tu presencia me llena de una vaga y ardorosa visión de fantasía que trastorna mi mente enardecida... Y, por verte desnuda entre mis brazos —
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—
POSESION Se nublaron los cielos de tus ojos, y como una paloma agonizante,
19
—
¡qué divina la comba de su vientre y qué frescos frescos sus sus seno s.. . y qué blancos! blancos! Un placer presentido, intenso, ardiente, quema sus carnes; y se carbonizan sus ansias en sus lúbricas ojeras. Y al hundirse en las ondas del torrente, las aguas como lenguas se deslizan por la felpa febril de sus ca de ra s. . .
Aurelio Aurelio CABALLE CAB ALLE RO ACOS AC OSTA TA
DESEO La tersura del traje que te ciñe modelando tus formas juveniles te diseña sensual como una estatua cincelada en un mármol de Carrara. Tu cadera gentil pregona el ritmo de su andar inquietante y voluptuoso y en sus curvas de mórbidas durezas se han prendido las sierpes del Deseo.
palp itan do a los besos besos de mi boca, diera toda la sangre de mis venas...!
Antonio J. VID VI D AU RR ET A S A L O M E Son cual dos mariposas sus ligeros pies, y arro jand o el velo que la escuda, aparece magnífica y desnuda al fulgor de los rojos reverberos. Sobre la oscura tez, lucen regueros de extrañas gemas, se abre su menuda boca, y prodiga n su fraganc frag ancia ia cru da frescas flores y raros pebeteros. Todavía anhelante y temblorosa del baile sensual, la intacta rosa de su virginidad brinda al Tetrarca. Y contemplando el pálido trofeo de Yokanán, el nubil cuerpo enarca sacudido de ho n or y de deseo. deseo.
Efrén REBOLLE REB OLLEDO DO Tu presencia me llena de una vaga y ardorosa visión de fantasía que trastorna mi mente enardecida... Y, por verte desnuda entre mis brazos —
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POSESION Se nublaron los cielos de tus ojos, y como una paloma agonizante,
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—
abatiste en mi pecho tu semblante que tiñó el rosicler de los sonrojos. Jardín de nardos y de mirtos rojos era tu seno mórbido y fragante, y al sucumbir, abriste, palpitante, las puertas de marfil de tus hinojos. Me diste generosa tus ardientes labios, tu aguda lengua que cual fino dardo vibraba en medio de tus dientes. Y dócil, mustia, como débil hoja que gime cuando pasa el torbellino, gemiste de delicia y de congoja.
Efrén REBOLL REB OLLEDO EDO RECUERDO EROTICO Su cuerpo escultural y alabastrino cuando hice entrada en nuestra alcoba rosa lo tapó apresurada con el lino de las ropas del lecho, pudorosa. En la almohada su cara era una rosa que me incliné a besar, y j oh qué divino néctar bebí en su boca deliciosa!... ¡Aún gozo a su recuerdo peregrino!
—
enlazaron de aquella virgen pura, que al sentirse también de amor cautiva, tan dulcemente se rindió, y sus pomas temblaron como cándidas palomas jun to a mi frente ardiente ardie nte y pensativa.
Juan JO LFOR LF OR IO LE I JA JA
LUJURIA Cuando murmuras con nervioso acento tu cuerpo hermoso que a mi cuerpo toca y recojo en los besos de tu boca las abrasadas ondas de tu aliento. Cuando más que ceñir, romper intento una frase de amor que amor provoca y a mí te estrechas delirante y loca todo mi ser estremecido siento. Ni gloria, ni poder, ni oro, ni fama, quiero entonces, mujer. Tú eres mi vida, esta y la otra si hay otra; y sólo ansio gozar tu cuerpo, que a gozar me llama, ¡ver tu carne a mi carne confundida y oír tu beso beso respondiendo respondiendo al mío!. . .
Joaquín DIC ENTA EN TA
Ya en el lecho, mis manos, la cintura —
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enlazaron de aquella virgen pura, que al sentirse también de amor cautiva,
abatiste en mi pecho tu semblante que tiñó el rosicler de los sonrojos.
tan dulcemente se rindió, y sus pomas temblaron como cándidas palomas jun to a mi frente ardiente ardie nte y pensativa.
Jardín de nardos y de mirtos rojos era tu seno mórbido y fragante, y al sucumbir, abriste, palpitante, las puertas de marfil de tus hinojos.
Juan JO LFOR LF OR IO LE I JA JA
Me diste generosa tus ardientes labios, tu aguda lengua que cual fino dardo vibraba en medio de tus dientes.
LUJURIA Cuando murmuras con nervioso acento tu cuerpo hermoso que a mi cuerpo toca y recojo en los besos de tu boca las abrasadas ondas de tu aliento.
Y dócil, mustia, como débil hoja que gime cuando pasa el torbellino, gemiste de delicia y de congoja.
Efrén REBOLL REB OLLEDO EDO RECUERDO EROTICO Su cuerpo escultural y alabastrino cuando hice entrada en nuestra alcoba rosa lo tapó apresurada con el lino de las ropas del lecho, pudorosa.
Cuando más que ceñir, romper intento una frase de amor que amor provoca y a mí te estrechas delirante y loca todo mi ser estremecido siento. Ni gloria, ni poder, ni oro, ni fama, quiero entonces, mujer. Tú eres mi vida, esta y la otra si hay otra; y sólo ansio
En la almohada su cara era una rosa que me incliné a besar, y j oh qué divino néctar bebí en su boca deliciosa!... ¡Aún gozo a su recuerdo peregrino!
gozar tu cuerpo, que a gozar me llama, ¡ver tu carne a mi carne confundida y oír tu beso beso respondiendo respondiendo al mío!. . .
Joaquín DIC ENTA EN TA
Ya en el lecho, mis manos, la cintura —
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TENTACION ¿Por qué muestras detrás de ese cristal, como blancas magnolias, tus dos senos, coronados con sendas rojas fresas que me incitan a locos desenfrenos? ¿ Y el agua que resbala resbala po r tu cuerpo temblando como gotas de rocío, que llegan a recónditos rincones y enloquecen de fiebre el cuerpo mío? ¿Por qué? ¿Por qué me muestras incitante lo que ha de alcanzar mi ardiente boca, que igual a la de Tántalo sediento se requema en la fiebre cruel y loca? ¡Apiád ate de mí! ¡No me tortures! tortures! Permite que mi labio febriciente, recorriendo tu cuerpo tembloroso, ¡beba al fin toda el agua, triunfalmente!...
(Anónimo)
NU ME RO Aun los que sienten, sienten, todo el encan to que exhalas no piensan que en tu cuerpo escondes tantas alas tan sólo mi deseo las escucha, las toca y las besa en el pliegue riente de tu boca, —
22
—
21
—
en la suave y tranquila erección de tus senos, en tus gestos airados, en tus pasos serenos, en el ritmo ligero de tu marcha armoniosa, en la curva del talle que se ensancha gloriosa en tus ojos, en toda tu clara juventud; hasta cuando te alejas, entre la multitud, en tus secretos íntimos vibrar las adivino desde una tarde cálida de tormenta y ardor, en que un beso, irritado por el aire felino, desencadenó todas las alas de tu amor. Emite VERJiAEREN
EL SILENCIO... Por tus manos indolentes mi cabello se desflora... Sufro vértigos ardientes por las dos tazas de moka de tus pupilas calientes... ¡ Me vuelvo peor que loca por la crema de tus dientes en las fresas de tu boca!... En llamas me despedazo por engarza rme en tu brazo: y me calcina el delirio
— 23 —
TENTACION ¿Por qué muestras detrás de ese cristal, como blancas magnolias, tus dos senos, coronados con sendas rojas fresas que me incitan a locos desenfrenos? ¿ Y el agua que resbala resbala po r tu cuerpo temblando como gotas de rocío, que llegan a recónditos rincones y enloquecen de fiebre el cuerpo mío? ¿Por qué? ¿Por qué me muestras incitante lo que ha de alcanzar mi ardiente boca, que igual a la de Tántalo sediento se requema en la fiebre cruel y loca? ¡Apiád ate de mí! ¡No me tortures! tortures! Permite que mi labio febriciente, recorriendo tu cuerpo tembloroso, ¡beba al fin toda el agua, triunfalmente!...
(Anónimo)
NU ME RO Aun los que sienten, sienten, todo el encan to que exhalas no piensan que en tu cuerpo escondes tantas alas tan sólo mi deseo las escucha, las toca y las besa en el pliegue riente de tu boca, —
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en tus ojos, en toda tu clara juventud; hasta cuando te alejas, entre la multitud, en tus secretos íntimos vibrar las adivino desde una tarde cálida de tormenta y ardor, en que un beso, irritado por el aire felino, desencadenó todas las alas de tu amor. Emite VERJiAEREN
EL SILENCIO... Por tus manos indolentes mi cabello se desflora... Sufro vértigos ardientes por las dos tazas de moka de tus pupilas calientes... ¡ Me vuelvo peor que loca por la crema de tus dientes en las fresas de tu boca!... En llamas me despedazo por engarza rme en tu brazo: y me calcina el delirio
— 23 —
—
cuando me yergo en tu vida, toda de blanco vestida, toda sahumada de lirio!... Delmira Delmira AG USTJ US TJNI NI
DESEO ¡ Mío bésame! El beso es el goce supremo de la vida. Bésame en la boca y que tus dientes muerdan su pulpa roja ¡ para que mi corazón sangre en tus labios y mi alma comulgue con la tuya! Bésame. Tortúrame con el tormento divino de tus besos. Cuando me besas eres tú que palpitas en mi boca delirante ¡Y te saboreo lenta... dulce... intensamente!... Bésame. Con el beso caricia... mordisco... voluptuosidad.. . ¡ Las llamas abrasan menos que tu boca en la mía! ¡ El beso es el supremo goce de la vida! Bésame. Mary CO RY LE
24 —
en la suave y tranquila erección de tus senos, en tus gestos airados, en tus pasos serenos, en el ritmo ligero de tu marcha armoniosa, en la curva del talle que se ensancha gloriosa
¡OH, LAS VAMPIRESAS! Nork a la joyante, destrenzó su cuerpo de jazmín y rosa, como serpentina; y sonriendo apenas descubrió sus dientes más blancos y puros que la nacarina. Sus carnes de espumas —imán del deseo— temblaban debajo del deshabillé. ¡Oh! ¡Labios sensuales! ¡Oh! senos erectos breves y fragantes fraga ntes como rosa t é . . . Y cayó en mis braz os. .. ¡Oh! ¡la vampiresa! vampiresa! me dio el encanto de su hechicería, y su cuerpo magro, lujurioso y sano era una serpiente que se retorcía. Pasaron los años de aquella aventura pero aún aú n me torturan tort uran instintos aviesos: porqu e todavía todaví a siento palpitantes palpi tantes las brasas lascivas de sus largos besos! Adolfo LEON LE ON OSO RIO
SOÑAR DESPIERTO ¡Soñé que te besaba! Que mi boca se juntaba a la tuya febrilmente que en un ansia de amor intensa y loca te besaba en el seno y en la frente.
— 25 —
cuando me yergo en tu vida, toda de blanco vestida, toda sahumada de lirio!... Delmira Delmira AG USTJ US TJNI NI
DESEO ¡ Mío bésame! El beso es el goce supremo de la vida. Bésame en la boca y que tus dientes muerdan su pulpa roja ¡ para que mi corazón sangre en tus labios y mi alma comulgue con la tuya! Bésame. Tortúrame con el tormento divino de tus besos. Cuando me besas eres tú que palpitas en mi boca delirante ¡Y te saboreo lenta... dulce... intensamente!... Bésame. Con el beso caricia... mordisco... voluptuosidad.. . ¡ Las llamas abrasan menos que tu boca en la mía! ¡ El beso es el supremo goce de la vida! Bésame. Mary CO RY LE
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Soñé que tus encantos celestiales gemían rendidos en mis brazos, presos, que vibraban tus carnes virginales a las sádicas furias de mis besos.
¡OH, LAS VAMPIRESAS! Nork a la joyante, destrenzó su cuerpo de jazmín y rosa, como serpentina; y sonriendo apenas descubrió sus dientes más blancos y puros que la nacarina. Sus carnes de espumas —imán del deseo— temblaban debajo del deshabillé. ¡Oh! ¡Labios sensuales! ¡Oh! senos erectos breves y fragantes fraga ntes como rosa t é . . . Y cayó en mis braz os. .. ¡Oh! ¡la vampiresa! vampiresa! me dio el encanto de su hechicería, y su cuerpo magro, lujurioso y sano era una serpiente que se retorcía. Pasaron los años de aquella aventura pero aún aú n me torturan tort uran instintos aviesos: porqu e todavía todaví a siento palpitantes palpi tantes las brasas lascivas de sus largos besos! Adolfo LEON LE ON OSO RIO
SOÑAR DESPIERTO ¡Soñé que te besaba! Que mi boca se juntaba a la tuya febrilmente que en un ansia de amor intensa y loca te besaba en el seno y en la frente.
— 25 —
Rimamos todos los diminutivos y el divino soneto terminamos con un temblor de puntos suspensivos. Franc Francisc isco o VIL LAE SPE SA
Soñé que tu pasión, tierna y sensible te aproximaba a mí con un incierto furor voraz de ardiente llamarada. So ñé ... No sé dec irte ... ¡Es impos imposibl ible! e! Sólo puedo contarte que aun despierto te miraba dormir sobre mi almohada! Aurelio Aurelio CAB ALL ERO AC OST A
SONETO El índice en el labio sonriente y la mirada prometiendo goces, ante mí apareciste, de repente, como al conjuro de mis propias voces. Y replegando el cortinón de seda carmesí, que a tu alcoba impide el paso, —En tra —dijiste—, con voz tan qued a como un temblor agónico de raso.
DESEO Yo no quiero besar tu linda boca porqu e anhele las mieles de tus besos; besos; quiero besarla, porque me provoca, retándome a nerónicos excesos. Sé muy bien que tú quieres, niña loca, saborear lujuriosos embelesos; me lo dice tu cuerpo que provoca retándome a nerónicos excesos. Y como es natural, a mí me toca saciar esos deseos que en ti están presos, no apurando las mieles de tus besos, sino entregados, como en fiebre loca, a brutales, gnómicos gnómicos excesos. . . Ernesto Ernesto R. AH UM AD A
EROTICA Y sobre moriscos almohadones, nuestras carnes y nuestros corazones, como dos paleados acoplamos.
— 26
Las dos niveas palomas de tu seno, al sacrilego imperio de mi mano
— 27 —
Soñé que tus encantos celestiales gemían rendidos en mis brazos, presos, que vibraban tus carnes virginales a las sádicas furias de mis besos.
Rimamos todos los diminutivos y el divino soneto terminamos con un temblor de puntos suspensivos. Franc Francisc isco o VIL LAE SPE SA
Soñé que tu pasión, tierna y sensible te aproximaba a mí con un incierto furor voraz de ardiente llamarada. So ñé ... No sé dec irte ... ¡Es impos imposibl ible! e! Sólo puedo contarte que aun despierto te miraba dormir sobre mi almohada! Aurelio Aurelio CAB ALL ERO AC OST A
SONETO El índice en el labio sonriente y la mirada prometiendo goces, ante mí apareciste, de repente, como al conjuro de mis propias voces.
DESEO Yo no quiero besar tu linda boca porqu e anhele las mieles de tus besos; besos; quiero besarla, porque me provoca, retándome a nerónicos excesos. Sé muy bien que tú quieres, niña loca, saborear lujuriosos embelesos; me lo dice tu cuerpo que provoca retándome a nerónicos excesos. Y como es natural, a mí me toca saciar esos deseos que en ti están presos, no apurando las mieles de tus besos, sino entregados, como en fiebre loca, a brutales, gnómicos gnómicos excesos. . .
Y replegando el cortinón de seda carmesí, que a tu alcoba impide el paso, —En tra —dijiste—, con voz tan qued a como un temblor agónico de raso.
Ernesto Ernesto R. AH UM AD A
EROTICA Y sobre moriscos almohadones, nuestras carnes y nuestros corazones, como dos paleados acoplamos.
— 26
Las dos niveas palomas de tu seno, al sacrilego imperio de mi mano
— 27 —
huyeron de la jaula de tu veste y de lujuria ebrias me arrullaron... En la penumbra de tus ojos hubo como un arder de cirios en la noche, y la plegada rosa de tus labios se abrió, como al impulso de un resorte...
Succioné con pasión sus labios rojos y destilé la esencia de mi vida en el vivo cristal de sus entrañas!... Aurelio C AB AL LE RO AC O ST A OBLACION
Tus manos tibias y sedosas fueron maravillosos lirios de lujuria... j Oh, cuán to pued e la caricia ardie nte en su elocuenc elocuencia ia mister misterios iosaa y m u d a ... ! Mayorin o FE RR AR IA LA ALQUIMIA DE LA VIDA Blanca, con la blancura transparente de un trozo de alabastro o marmolina; con raras contorsiones de serpiente, desnuda como daga damasquina. En el lecho nupcial desmelenada, ebria de amor y de ilusiones loca me ofrecía su pureza inmaculada, sus senos inviolados y su boca. En la sombra el fuego de sus ojos brillaba cual luciérnaga encendida tras el vago temblor de sus pestañas...
— 28
j Oh ! tu boca, que es un nido de explosiones fragorosas, do los ósculos se agitan como silfos entre rosas. |O h ! tus ojos ojos tenebros tenebrosos, os, ojos bellos, ojos grandes, donde viven mis lujurias como un cóndor en los Andes. ¡Oh! los Gólgotas Gólgotas nevados de tus senos, duros, fijos, Conde Conde mueren mis deseos como rojos crucifijos. crucifijos. ¡Oh! tus manos ambarinas, manos tersas, conventuales, blancura de alabastro y de tocas monacales... ¡Oh! la euritmia de tu cuerpo, lirio trágico y casual, todo blanco, como como un signo dame todos los brevajes. — 29 —
huyeron de la jaula de tu veste y de lujuria ebrias me arrullaron... En la penumbra de tus ojos hubo como un arder de cirios en la noche, y la plegada rosa de tus labios se abrió, como al impulso de un resorte...
Succioné con pasión sus labios rojos y destilé la esencia de mi vida en el vivo cristal de sus entrañas!... Aurelio C AB AL LE RO AC O ST A OBLACION
Tus manos tibias y sedosas fueron maravillosos lirios de lujuria... j Oh, cuán to pued e la caricia ardie nte en su elocuenc elocuencia ia mister misterios iosaa y m u d a ... ! Mayorin o FE RR AR IA LA ALQUIMIA DE LA VIDA Blanca, con la blancura transparente de un trozo de alabastro o marmolina; con raras contorsiones de serpiente, desnuda como daga damasquina. En el lecho nupcial desmelenada, ebria de amor y de ilusiones loca me ofrecía su pureza inmaculada, sus senos inviolados y su boca. En la sombra el fuego de sus ojos brillaba cual luciérnaga encendida tras el vago temblor de sus pestañas...
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j Oh ! tu boca, que es un nido de explosiones fragorosas, do los ósculos se agitan como silfos entre rosas. |O h ! tus ojos ojos tenebros tenebrosos, os, ojos bellos, ojos grandes, donde viven mis lujurias como un cóndor en los Andes. ¡Oh! los Gólgotas Gólgotas nevados de tus senos, duros, fijos, Conde Conde mueren mis deseos como rojos crucifijos. crucifijos. ¡Oh! tus manos ambarinas, manos tersas, conventuales, blancura de alabastro y de tocas monacales... ¡Oh! la euritmia de tu cuerpo, lirio trágico y casual, todo blanco, como como un signo dame todos los brevajes. — 29 —
¡Oh! Friné de mis deseos, Afrodita y centauresa, cabalístico y fatal! de tu boca de frambuesa...!
Adolfo LE ON OSOR OS OR IO
y sobre flores te encontré dormida, ¡parecías la dríada del boscaje! Estabas tan radiante, con el seno más escondido bajo nivea toca, que acercándome a ti de amores lleno, besos besos furtivos arra nqué a tu b o c a .. .
¡IDILICA! Bajo la luz del sol, tibia y bermeja, blando el and ar y la mira da errant e, marcha en silencio la feliz pareja, con el gozo de amar en el semblante. De pronto ella se para en el camino y dice con ingenua picardía: Te encuentro triste amado, y no adivino el por qué de esa ausencia de alegría. Y él él responde así: Sabrás, hermosa que he cometido un crimen en sagrado: mientras dormías te robé una cosa, mas quiero devolverte lo robado. Y ella replica dulce y sonriente: Explícame tan singular delito; si tú te muestras ante mí contrito la ardiente carne de tu cuerpo rosa. Y habla el doncel con timidez fingida: Cuando bajé al jardín bajo el ramaje
— 30 —
— ¡ Qu é atrevimie nto el tuyo, y qué tuna nte, dice ella con oculto regocijo: tu falta no perdono, y al instante que me devuelvas lo robado exijo. Y alargando su rubia cabecita le presenta su boca perfumada donde el feliz amante deposita un beso que se esfuma en la enramada. Mas ella, eterno manantial de amores, aviva su pasión no satisfecha y con voz agitada de temblores dice, siguiendo la amorosa endecha: —Bésame más, mi amor, pues tengo el gusto de imponerte el castigo que me beses; ya que has devuelto lo robado, es justo ¡que me pagues también los intereses! Y otra vez sus granados labios bellos entreabiertos se ofrecen y amorosos, y otra vez el amante bebe en ellos mil perfumes y néctares sabrosos.
¡Oh! Friné de mis deseos, Afrodita y centauresa, cabalístico y fatal! de tu boca de frambuesa...!
y sobre flores te encontré dormida, ¡parecías la dríada del boscaje! Estabas tan radiante, con el seno más escondido bajo nivea toca, que acercándome a ti de amores lleno, besos besos furtivos arra nqué a tu b o c a .. .
Adolfo LE ON OSOR OS OR IO ¡IDILICA!
— ¡ Qu é atrevimie nto el tuyo, y qué tuna nte, dice ella con oculto regocijo: tu falta no perdono, y al instante que me devuelvas lo robado exijo.
Bajo la luz del sol, tibia y bermeja, blando el and ar y la mira da errant e, marcha en silencio la feliz pareja, con el gozo de amar en el semblante.
Y alargando su rubia cabecita le presenta su boca perfumada donde el feliz amante deposita un beso que se esfuma en la enramada.
De pronto ella se para en el camino y dice con ingenua picardía: Te encuentro triste amado, y no adivino el por qué de esa ausencia de alegría.
Mas ella, eterno manantial de amores, aviva su pasión no satisfecha y con voz agitada de temblores dice, siguiendo la amorosa endecha:
Y él él responde así: Sabrás, hermosa que he cometido un crimen en sagrado: mientras dormías te robé una cosa, mas quiero devolverte lo robado.
—Bésame más, mi amor, pues tengo el gusto de imponerte el castigo que me beses; ya que has devuelto lo robado, es justo ¡que me pagues también los intereses!
Y ella replica dulce y sonriente: Explícame tan singular delito; si tú te muestras ante mí contrito la ardiente carne de tu cuerpo rosa.
Y otra vez sus granados labios bellos entreabiertos se ofrecen y amorosos, y otra vez el amante bebe en ellos mil perfumes y néctares sabrosos.
Y habla el doncel con timidez fingida: Cuando bajé al jardín bajo el ramaje
— 30 —
Y riendo y besando a porfía, cruzan felices el jardín florido, cortando aquí una flor con mano impía y allí inhumanos descolgando un nido. Pero la sangre se convierte en lava cuando la hoguera del amor se extrema, y hay un instante en que el idilio acaba ¡ porq ue empieza la car ne su poema!
Luis A R A Q U IS TA IN
MYRTILO Y PALEMONA Myrtilo y Palemona, los niños preferidos por los pastores, juega n en los prados floridos y ante sus correrías, y ante sus arrebatos huye toda la fila solemne de los patos. Como gana Myrtilo el laurel en el juego, a Palemona estrecha en sus brazos de fuego pero tiembl a al sentir, tras la tela, escondidas palp itar unas cálidas formas desconocidas. Y como un dulce fruto entre sus dedos rudos bro tan bellos bellos y nubiles los dos senos senos desnudos. Cesa el juego; su pecho un gran misterio siente.
— 32 —
y acaricia, acaricia los senos dulcemente, la ardiente carne de su cuerpo rosa.
Albert SA M AI N ¡SE QUE VAS A VENIR!... Sé que vas a venir, amad a mía. .. ¡Con qué ilusión, ilusión, con qué ilusión ilusión te espero! espero! Está en reposo, adormecido, el cuarto; está esperando, aderezado, el lecho. Yo espero contemplarte en esta sala, tras el estor de pálidos reflejos, las regias hermosuras de tu imagen las áureas desnudeces de tu cuerpo. Espero tu llegada con gran ansia, cada minuto se hace eterno pues sé que han de curarse mis dolencias con el bálsamo suave de tus besos. Te Sé en en
adoro, te idolatro, amada mía. que vas a venir, lo sé y te espero la penumbra de mi cuarto alegre, la dulzura de mi blando lecho.
Abierta el alma a la ilusión florida y a la ventura de un placer de ensueño, puesto mi pensamien to a tu memo ria y en tu lirismo mi adorada, puesto.
— 33
Y riendo y besando a porfía, cruzan felices el jardín florido, cortando aquí una flor con mano impía y allí inhumanos descolgando un nido. Pero la sangre se convierte en lava cuando la hoguera del amor se extrema, y hay un instante en que el idilio acaba ¡ porq ue empieza la car ne su poema!
Luis A R A Q U IS TA IN
MYRTILO Y PALEMONA Myrtilo y Palemona, los niños preferidos por los pastores, juega n en los prados floridos y ante sus correrías, y ante sus arrebatos huye toda la fila solemne de los patos. Como gana Myrtilo el laurel en el juego, a Palemona estrecha en sus brazos de fuego pero tiembl a al sentir, tras la tela, escondidas palp itar unas cálidas formas desconocidas. Y como un dulce fruto entre sus dedos rudos bro tan bellos bellos y nubiles los dos senos senos desnudos. Cesa el juego; su pecho un gran misterio siente.
y acaricia, acaricia los senos dulcemente, la ardiente carne de su cuerpo rosa.
Albert SA M AI N ¡SE QUE VAS A VENIR!... Sé que vas a venir, amad a mía. .. ¡Con qué ilusión, ilusión, con qué ilusión ilusión te espero! espero! Está en reposo, adormecido, el cuarto; está esperando, aderezado, el lecho. Yo espero contemplarte en esta sala, tras el estor de pálidos reflejos, las regias hermosuras de tu imagen las áureas desnudeces de tu cuerpo. Espero tu llegada con gran ansia, cada minuto se hace eterno pues sé que han de curarse mis dolencias con el bálsamo suave de tus besos. Te Sé en en
adoro, te idolatro, amada mía. que vas a venir, lo sé y te espero la penumbra de mi cuarto alegre, la dulzura de mi blando lecho.
Abierta el alma a la ilusión florida y a la ventura de un placer de ensueño, puesto mi pensamien to a tu memo ria y en tu lirismo mi adorada, puesto.
— 33
— 32 —
Guardo la vida entre mis brazos, guardo sólo por ti la luz de mi cerebro, y guardo para darte, en un abrazo la musical caricia de mis versos.
Muéstrame tus diamantes, tus diamantes, las sedas y los cofres de tu ofrenda, y deja reposando ante mi tienda la tropa de tus blancos elefantes.
No tard es; ven, te espero mujer-virge n, en donde mi alma toda se consume hambrienta de placer y de deseo, lo de una dicha embriagadora. Fuego
Y cuando ya en mis labios tremulantes no encuentres más perfume que te encienda, envuélvete en tus telas coruscantes y con tu blanca tropa de elefantes huye, Belkis, del nido de mi tienda.
Efrén REBOLLED REBO LLEDO O Llegó el instante que mi pecho ansiaba; el débil ruido de tus pasos siento. Estrecho entre las mías, tu blanca mano hecha de piel, de raso raso y terciopelo.. . La noche te acompaña. ¿Ves qué pronto se ha oscurecido el éxtasis del cielo? Ven, apaga la la lu z. .. ¡Dame tu tu vida! vida! Empie Empiece ce nuestra nuestra glo ria... T om a... Un beso beso..
José José RIC O EST ASE N
B E L K I S Detén, Belkis, tu tropa de elefantes frente al caliente nido de mi tienda, y entra, maga gentil de mi leyenda, con tus trajes de telas deslumbrantes.
— 34 —
LOS INVISI INVISIBLES BLES ATOMOS ATOMOS DEL AI R E ...
VIDA UNIVERSAL Ama la abeja el cáliz de la rosa, la vida el olmo que sus pasos guía, el ruiseñor la noche silenciosa, la pasionaria el despuntar del día. Insectos, plantas, pájaros y flores, cumpliendo ignota ley, sienten amores; y el alma racional que el bien ansia, de libertad dotada, busca su dich a con ard or profun do, de ventura ideal enamorada. Si pues todo en el mundo del fuego del amor vida recibe, quien vive sin amar, ¿dirá que vive?
Antonio AR NAO NA O — 35 —
De ese modo yo recelo morir de este mal extraño,
Guardo la vida entre mis brazos, guardo sólo por ti la luz de mi cerebro, y guardo para darte, en un abrazo la musical caricia de mis versos.
Muéstrame tus diamantes, tus diamantes, las sedas y los cofres de tu ofrenda, y deja reposando ante mi tienda la tropa de tus blancos elefantes.
No tard es; ven, te espero mujer-virge n, en donde mi alma toda se consume hambrienta de placer y de deseo, lo de una dicha embriagadora. Fuego
Y cuando ya en mis labios tremulantes no encuentres más perfume que te encienda, envuélvete en tus telas coruscantes y con tu blanca tropa de elefantes huye, Belkis, del nido de mi tienda.
Efrén REBOLLED REBO LLEDO O Llegó el instante que mi pecho ansiaba; el débil ruido de tus pasos siento. Estrecho entre las mías, tu blanca mano hecha de piel, de raso raso y terciopelo.. . La noche te acompaña. ¿Ves qué pronto se ha oscurecido el éxtasis del cielo? Ven, apaga la la lu z. .. ¡Dame tu tu vida! vida! Empie Empiece ce nuestra nuestra glo ria... T om a... Un beso beso..
José José RIC O EST ASE N
B E L K I S Detén, Belkis, tu tropa de elefantes frente al caliente nido de mi tienda, y entra, maga gentil de mi leyenda, con tus trajes de telas deslumbrantes.
— 34 —
LOS INVISI INVISIBLES BLES ATOMOS ATOMOS DEL AI R E ... Los invisibles átomos del aire en derredor palpitan y se inflaman; el cielo se deshace en rayos de oro; la tierra se estremece alborozada; oigo flotando en olas de armonía rumor de besos y batir de alas; mis párpados se cierran. . . ¿ Qué sucede? sucede? — ¡Es el am or que pas a!. ..
Gustavo Adolfo BECQJJER OVILLEJOS ¿Quién menoscaba mis bienes? ¡Desdenes! ¿Y quién aumenta mis duelos? ¡Los celos! ¿Y quién prueba mi paciencia? ¡ Ausencia! De ese modo en mi dolencia ningún remedio me alcanza, pues me ma tan la esperanza, desdenes, celos y ausencia. ¿Quién me causa este dolor? ¡Amor! ¿Y quién mi gloria repuna? ¡ Fortuna! ¿Y quién consiente mi duelo? ¡El cielo!
— 36 —
voz de oro y miel para decir cantando:
VIDA UNIVERSAL Ama la abeja el cáliz de la rosa, la vida el olmo que sus pasos guía, el ruiseñor la noche silenciosa, la pasionaria el despuntar del día. Insectos, plantas, pájaros y flores, cumpliendo ignota ley, sienten amores; y el alma racional que el bien ansia, de libertad dotada, busca su dich a con ard or profun do, de ventura ideal enamorada. Si pues todo en el mundo del fuego del amor vida recibe, quien vive sin amar, ¿dirá que vive?
Antonio AR NAO NA O — 35 —
De ese modo yo recelo morir de este mal extraño, pues se aú na n en mi daño amor, fortuna y el cielo. ¿Quién mejorará mi suerte? ¡La muerte! Y el bien de amor, ¿quién le alcanza? ¡ Mudanza! Y sus males, ¿quién los cura? ¡ Locura! De ese modo no es cordura querer curar la pasión, cuando los remedios son muerte, mudanza y locura.
Miguel de CE RV AN TE S SA AV ED RA
BALADA EN HONOR DE LAS MUSAS DE CARNE Y HUESO
A G. Martínez Sierra Sierra Na da mejor pa ra ca nta r la vida, y aun para dar sonrisas a la muerte, que la áurea copa donde Venus vierte la esencia azul de su viña encendida. Por respirar los perfumes de Armida y por sorber el vino de su beso, vino de ardor, de beso, de embeleso, fuéranse al cielo en la bestia de Orlando,
— 37 —
Polymia intenta a Calíope proceso
LOS INVISI INVISIBLES BLES ATOMOS ATOMOS DEL AI R E ... Los invisibles átomos del aire en derredor palpitan y se inflaman; el cielo se deshace en rayos de oro; la tierra se estremece alborozada; oigo flotando en olas de armonía rumor de besos y batir de alas; mis párpados se cierran. . . ¿ Qué sucede? sucede? — ¡Es el am or que pas a!. ..
Gustavo Adolfo BECQJJER OVILLEJOS ¿Quién menoscaba mis bienes? ¡Desdenes! ¿Y quién aumenta mis duelos? ¡Los celos! ¿Y quién prueba mi paciencia? ¡ Ausencia! De ese modo en mi dolencia ningún remedio me alcanza, pues me ma tan la esperanza, desdenes, celos y ausencia. ¿Quién me causa este dolor? ¡Amor! ¿Y quién mi gloria repuna? ¡ Fortuna! ¿Y quién consiente mi duelo? ¡El cielo!
De ese modo yo recelo morir de este mal extraño, pues se aú na n en mi daño amor, fortuna y el cielo. ¿Quién mejorará mi suerte? ¡La muerte! Y el bien de amor, ¿quién le alcanza? ¡ Mudanza! Y sus males, ¿quién los cura? ¡ Locura! De ese modo no es cordura querer curar la pasión, cuando los remedios son muerte, mudanza y locura.
Miguel de CE RV AN TE S SA AV ED RA
BALADA EN HONOR DE LAS MUSAS DE CARNE Y HUESO
A G. Martínez Sierra Sierra Na da mejor pa ra ca nta r la vida, y aun para dar sonrisas a la muerte, que la áurea copa donde Venus vierte la esencia azul de su viña encendida. Por respirar los perfumes de Armida y por sorber el vino de su beso, vino de ardor, de beso, de embeleso, fuéranse al cielo en la bestia de Orlando,
— 37 —
— 36 —
voz de oro y miel para decir cantando: ¡ La mejor musa es la de ca rne y hueso!
Polymia intenta a Calíope proceso po r esos ojos en que Am or se quem a. Urania rige todo ese sistema:
Cabellos largos en la buhardilla, noches de insomnio al blancor del invierno,
¡La mejor musa es la de carne y hueso!
pa n de dolo r con la sal de lo ete rno
No protes téis con celo pro test ant e, contra el panal de rosas y claveles
y ojos de ardor en que Juvencia brilla; el tiempo en vano mueve su cuchilla, el hilo de oro permanece ileso; visión de gloria para el libro impreso que en sueños va como una mariposa; y una esperanza en la boca de rosa: ¡La mejor musa es la de carne y hueso! Regio automóvil, regia cetrería, borl a y muc eta, herá ldic a fortu na, nada son como a la luz de la luna una mujer hecha una melodía. Barca de amar busca la fantasía, no el yacht de Alfonso o la barca de Creso. Da al cuerpo llama y fortifica el seso ese archivado y vital paraíso; pasad de largo, Abelardo y Narciso: ¡ La mejor musa es la de carne y hueso! Clío está en esta frente hecha de aurora, Euterpe canta en esta lengua fina, Talía ríe en la boca divina, Melpóme es ese gesto que implora; en estos pies Terpsícore se adora, cuello inclinado es de Erato embeleso — 38 —
en que Tiziano moja sus pinceles y gusta el cielo de Batríce el Dante. Por eso existe el verso de diamante, po r eso el iris tiéndese y por eso humano genio es celeste progreso. Líricos cantan y meditan sabios por esos esos pechos y por esos esos labios: ¡La mejor musa es la de carne y hueso! E nv ío :
Gregorio: nad a al cantor determina determina como el gentil estímulo del beso, gloria al sabor de la carne divina. ¡La mejor musa es la de carne y hueso! Rub én DA R IO A M O R El amor es la vida, y la vida es amor; engendra la locura y abre paso al delirio; purg ator io de goces y cielo de mar tir io; su dolor es tan fuerte, que su dicha es dolor. 39 —
voz de oro y miel para decir cantando: ¡ La mejor musa es la de ca rne y hueso!
Polymia intenta a Calíope proceso po r esos ojos en que Am or se quem a. Urania rige todo ese sistema:
Cabellos largos en la buhardilla, noches de insomnio al blancor del invierno,
¡La mejor musa es la de carne y hueso!
pa n de dolo r con la sal de lo ete rno
No protes téis con celo pro test ant e, contra el panal de rosas y claveles
y ojos de ardor en que Juvencia brilla; el tiempo en vano mueve su cuchilla, el hilo de oro permanece ileso; visión de gloria para el libro impreso que en sueños va como una mariposa; y una esperanza en la boca de rosa: ¡La mejor musa es la de carne y hueso! Regio automóvil, regia cetrería, borl a y muc eta, herá ldic a fortu na, nada son como a la luz de la luna una mujer hecha una melodía. Barca de amar busca la fantasía, no el yacht de Alfonso o la barca de Creso. Da al cuerpo llama y fortifica el seso ese archivado y vital paraíso; pasad de largo, Abelardo y Narciso: ¡ La mejor musa es la de carne y hueso! Clío está en esta frente hecha de aurora, Euterpe canta en esta lengua fina, Talía ríe en la boca divina, Melpóme es ese gesto que implora; en estos pies Terpsícore se adora, cuello inclinado es de Erato embeleso — 38 —
Va abriendo paraísos y cerrando ataúdes... con puñales y flores hace ramos dorados... Es el mayor pecado de todos los pecados, y la virtud más grande de todas las virtudes. El amor es perfume, y es néctar y es veneno; es camino de rosas y es camino de cieno; es un rayo de luna besando un corazón... Es débil como un niño, como un Hércules fuerte el amor es la flecha que nos causa la muerte, y tiene el privilegio de la resurrección.
Joaquín Joaquín DICE DI CE NT A (hijo)
en que Tiziano moja sus pinceles y gusta el cielo de Batríce el Dante. Por eso existe el verso de diamante, po r eso el iris tiéndese y por eso humano genio es celeste progreso. Líricos cantan y meditan sabios por esos esos pechos y por esos esos labios: ¡La mejor musa es la de carne y hueso! E nv ío :
Gregorio: nad a al cantor determina determina como el gentil estímulo del beso, gloria al sabor de la carne divina. ¡La mejor musa es la de carne y hueso! Rub én DA R IO A M O R El amor es la vida, y la vida es amor; engendra la locura y abre paso al delirio; purg ator io de goces y cielo de mar tir io; su dolor es tan fuerte, que su dicha es dolor. 39 —
ya que toda mujer, porque Dios lo ha querido, dentro del corazón lleva un hijo dormido!
Gregoria MARTINEZ SIERRA DEFINICION DEL AMOR Es hielo abrasador, es fuego helado, es herida que duele y no se siente, es un soñado bien, un mal presente, es un breve descanso muy cansado. Es un descuido que nos da cuidado, un cobarde con nombre de valiente, un andar solitario entre la gente, un amar solamente ser amado.
AMOR DE MUJER
del Intermedio de “Canción de Cun<¿* ¡Ay amor de mujer que así nos ilusionas, a quien tanto ofendemos y que tanto perdonas, ¿de dónde te ha venido tu excelsa caridad? ¡De qué, sencillamente, eres maternidad! Tu corazón es pan que nos das en pedazos, como niños nos diste las mieles de tu pecho: siempre es calor de cuna el calor de tu lecho, aunque lo prostituya nuestra carne villana. ¡ Madre si eres eres amante, madre si eres eres herma na, madre por pura esencia y madre a todas horas, si con nosotros ríes, si por nosotros lloras,
— 40 —
Es una libertad encarcelada, que dura hasta el postrero parasismo; enfermedad que crece si es curada. Este es el niño Amor, éste es su abismo. abismo. ¡ Mirad cuál amistad tendrá con nada el que en todo es contrario de sí mismo!
Franci Francisco sco de QJJEVEDO VARIOS EFECTOS DEL AMOR Sucumbir, atreverse, estar furioso, áspero, tierno, liberal, esquivo,
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Va abriendo paraísos y cerrando ataúdes... con puñales y flores hace ramos dorados... Es el mayor pecado de todos los pecados, y la virtud más grande de todas las virtudes. El amor es perfume, y es néctar y es veneno; es camino de rosas y es camino de cieno; es un rayo de luna besando un corazón... Es débil como un niño, como un Hércules fuerte el amor es la flecha que nos causa la muerte, y tiene el privilegio de la resurrección.
Joaquín Joaquín DICE DI CE NT A (hijo)
ya que toda mujer, porque Dios lo ha querido, dentro del corazón lleva un hijo dormido!
Gregoria MARTINEZ SIERRA DEFINICION DEL AMOR Es hielo abrasador, es fuego helado, es herida que duele y no se siente, es un soñado bien, un mal presente, es un breve descanso muy cansado. Es un descuido que nos da cuidado, un cobarde con nombre de valiente, un andar solitario entre la gente, un amar solamente ser amado.
AMOR DE MUJER
del Intermedio de “Canción de Cun<¿* ¡Ay amor de mujer que así nos ilusionas, a quien tanto ofendemos y que tanto perdonas, ¿de dónde te ha venido tu excelsa caridad? ¡De qué, sencillamente, eres maternidad! Tu corazón es pan que nos das en pedazos, como niños nos diste las mieles de tu pecho: siempre es calor de cuna el calor de tu lecho, aunque lo prostituya nuestra carne villana. ¡ Madre si eres eres amante, madre si eres eres herma na, madre por pura esencia y madre a todas horas, si con nosotros ríes, si por nosotros lloras,
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alentado, mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde y animoso, no hallar fuer a del bien, bien, centro centro y reposo, reposo, mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, enojado, valiente, fugitivo, satisfecho, ofendido y receloso. Huir el rostro al claro desengaño, beber veneno po r licor suave, suave, olvidar el provecho, amar el daño, creer que un cielo en un infierno cabe, dar la vida y el alma en un engaño; esto es amo r: quien lo probó lo sabe. sabe.
Lope Félix Félix de VEGA CAR PIO EL VASO ROTO Ese vaso en que mueren las verbenas a un golpe de abanico se trizó, debió el golpe sutil rozarlo apenas, pues ni el más leve ruid o se sintió. sintió. Mas aquella ligera trizadura, cundiendo día a día, fue fatal; su marcha imperceptible fue segura y lenta circundó el cristal. Por allí filtró el agua gota a gota y las flores sin jugo mueren ya;
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Es una libertad encarcelada, que dura hasta el postrero parasismo; enfermedad que crece si es curada. Este es el niño Amor, éste es su abismo. abismo. ¡ Mirad cuál amistad tendrá con nada el que en todo es contrario de sí mismo!
Franci Francisco sco de QJJEVEDO VARIOS EFECTOS DEL AMOR Sucumbir, atreverse, estar furioso, áspero, tierno, liberal, esquivo,
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nadie el daño impalpable..., nadie nota, j Por Dios, no lo toquéis, que roto está! Así suele la mano más querida con leve toque al corazón trizar,, y el corazón se parte..., y ya perdida ve la berbena de su amor pasar. Júzgalo intacto el mundo, y él en tanto la herida fina y honda que no véis, siente que cunde destilando llanto. ¡ Por Dios, que roto está, no lo toquéis!
Sully PRUDHOMME ¡COMO DUELE...! Con la plena certeza de que su amor es mío a cada instante temo que me deje de amar. ¡ Su a mor es una llama y a veces tengo frío! ¡Me enloquece el silencio y su amor es cantar! La duda lacerante que me torna sombrío se diluye en su risa y me pongo a soñar; mas después, implacable, adquiere nuevo brío y fustiga mi ensueño hasta verlo sangrar. Quiero darme en caricias de infinita ternura pa ra ver en sus ojos el amor hecho llanto. ¡ Se me da toda entera y la quiero más mía! — 43 —
alentado, mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde y animoso,
nadie el daño impalpable..., nadie nota, j Por Dios, no lo toquéis, que roto está!
no hallar fuer a del bien, bien, centro centro y reposo, reposo, mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, enojado, valiente, fugitivo, satisfecho, ofendido y receloso. Huir el rostro al claro desengaño, beber veneno po r licor suave, suave, olvidar el provecho, amar el daño, creer que un cielo en un infierno cabe, dar la vida y el alma en un engaño; esto es amo r: quien lo probó lo sabe. sabe.
Lope Félix Félix de VEGA CAR PIO EL VASO ROTO Ese vaso en que mueren las verbenas a un golpe de abanico se trizó, debió el golpe sutil rozarlo apenas, pues ni el más leve ruid o se sintió. sintió. Mas aquella ligera trizadura, cundiendo día a día, fue fatal; su marcha imperceptible fue segura y lenta circundó el cristal. Por allí filtró el agua gota a gota y las flores sin jugo mueren ya;
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Júzgalo intacto el mundo, y él en tanto la herida fina y honda que no véis, siente que cunde destilando llanto. ¡ Por Dios, que roto está, no lo toquéis!
Sully PRUDHOMME ¡COMO DUELE...! Con la plena certeza de que su amor es mío a cada instante temo que me deje de amar. ¡ Su a mor es una llama y a veces tengo frío! ¡Me enloquece el silencio y su amor es cantar! La duda lacerante que me torna sombrío se diluye en su risa y me pongo a soñar; mas después, implacable, adquiere nuevo brío y fustiga mi ensueño hasta verlo sangrar. Quiero darme en caricias de infinita ternura pa ra ver en sus ojos el amor hecho llanto. ¡ Se me da toda entera y la quiero más mía! — 43 —
¡Es mi vida y por ella vivo larga agonía!... ¡ Oh, Señor, cómo duele, cómo duele amar tanto.
Malgri TO UT LA RIMA DE LOS AYES Cuando te hablen del luto más amargo, de las desolaciones más amargas, de la amargura de las negras hieles, de la negra agresión de las nostalgias, de las almas más tristes y más torvas, de las fuentes más torvas y más pálidas, de las noches más turbias y más largas, de los ojos más turbios y más secos, de las fiebres más bravas y más rojas, de las iras más sordas y más bravas; acuérdate del tétrico enlutado, de la lira siniestra y enlutada envuelta en negros paños, como un féretro, lleno de sones y de voces vagas, cual si gimiera un alma tenebrosa en el hueco sonoro de una caja. ¡Qué noche! Palideces de cadáver tenían los fulgores de mi lámpara, y como una grande ave prisionera latía el corazón, allá en la estancia, que estaba fría y negra, triste y negra: ¡Negra con la presencia de mi alma! de un rincón donde había mucha noche, — 44
Así suele la mano más querida con leve toque al corazón trizar,, y el corazón se parte..., y ya perdida ve la berbena de su amor pasar.
•orno un enorme horror, surgió un fantasma. Acuérdate del ojo más opaco, de la frente más lívida y más calva, del presagio más triste de tus sueños, de un miedo estrangulante como garra. De la angustia de intensa pesadilla que se siente caer como una lápida, de la noche del Viernes doloroso... y piensa luego luego en mí: ¡yo era el fantasma! ¡Ah, cuando oigas hablar de esos tormentos cuyo amor anega las gargantas, que aprietan los sollozos delirantes como filosos garfios de tenaza. ¡Ah, cuando oigas hablar de esas angustias que atormentan las vidas desoladas, como los vientos nubios que atormentan la desolada arena del Sahara. ¡Ah, cuando oigas hablar de esas pasiones! que vuelca el corazón como la lava —can den te sangre de las hondas vetas que vuelca la erupción como honda náusea— ¡Ah, cuando oigas hablar de esas angustias! que obscuros huecos en los pechos cavan, cual la enorme espiral de remolinos que perfora en los golfos la resaca; diles que existe un lóbrego paraje, en la infinita latitud de mi alma, con silenciosas noches de seis meses cual la triste península Kamtchatka, que allí vive la musa de los ayes, — 44 —
¡Es mi vida y por ella vivo larga agonía!... ¡ Oh, Señor, cómo duele, cómo duele amar tanto.
Malgri TO UT LA RIMA DE LOS AYES Cuando te hablen del luto más amargo, de las desolaciones más amargas, de la amargura de las negras hieles, de la negra agresión de las nostalgias, de las almas más tristes y más torvas, de las fuentes más torvas y más pálidas, de las noches más turbias y más largas, de los ojos más turbios y más secos, de las fiebres más bravas y más rojas, de las iras más sordas y más bravas; acuérdate del tétrico enlutado, de la lira siniestra y enlutada envuelta en negros paños, como un féretro, lleno de sones y de voces vagas, cual si gimiera un alma tenebrosa en el hueco sonoro de una caja. ¡Qué noche! Palideces de cadáver tenían los fulgores de mi lámpara, y como una grande ave prisionera latía el corazón, allá en la estancia, que estaba fría y negra, triste y negra: ¡Negra con la presencia de mi alma! de un rincón donde había mucha noche, — 44
mi concubina desolante y pálida, en cuyas carnes hostilmente frías se quiebra la Intención, como una espada. Que allí existe una cumbre siempre muerta bajo el aire polar y que se llama monte de las tristezas y que moran familias de cipreses en sus faldas. Que allí flotan lamentos de suicidas, que allí ruge un mar de ondas acerbas que enturbian los asfaltos y las naftas, y que en ella las almas desembocan los tristes sedimentos de sus llagas. Que allí brama la fiera que está oculta tras el perfil de la frontera atávica, que allí ladran los lobos formidables, que allí retoña en su raíz la garra, que allí recobra la siniestra célula todos los cienos de su obscura infancia! jAh , cua ndo oigas hab lar de esos esos errante s cuya leprosa piel quema y contagia; cuando entres a esos lúgubres talleres donde baten los hierros de las armas, cuando sueñes que un sapo te acaricia con su beso de almizcles y de babas, cuando recuerdes al Luzbel llorando un llanto cruel como collar de brasas: acuérdate del tétrico enlutado, cual las liras siniestras y enlutadas, que vibra como un féretro sonoro que mantuviese prisionera un alma;
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•orno un enorme horror, surgió un fantasma. Acuérdate del ojo más opaco, de la frente más lívida y más calva, del presagio más triste de tus sueños, de un miedo estrangulante como garra. De la angustia de intensa pesadilla que se siente caer como una lápida, de la noche del Viernes doloroso... y piensa luego luego en mí: ¡yo era el fantasma! ¡Ah, cuando oigas hablar de esos tormentos cuyo amor anega las gargantas, que aprietan los sollozos delirantes como filosos garfios de tenaza. ¡Ah, cuando oigas hablar de esas angustias que atormentan las vidas desoladas, como los vientos nubios que atormentan la desolada arena del Sahara. ¡Ah, cuando oigas hablar de esas pasiones! que vuelca el corazón como la lava —can den te sangre de las hondas vetas que vuelca la erupción como honda náusea— ¡Ah, cuando oigas hablar de esas angustias! que obscuros huecos en los pechos cavan, cual la enorme espiral de remolinos que perfora en los golfos la resaca; diles que existe un lóbrego paraje, en la infinita latitud de mi alma, con silenciosas noches de seis meses cual la triste península Kamtchatka, que allí vive la musa de los ayes, — 44 —
de los sonoros féretros que vibran de las liras siniestras y enlutadas, del pálido siniestro que te besa, del beso de huracán que hay en tu alma, del huracán que pone con un beso sus negros labios en tu frente pálida, de la estrella y la noche: de tu alma y de mi alma!
Leopoldo LUG ONE S EL AMOR DE LAS SELVAS Yo apenas quiero ser humilde araña que en tomo tuyo su hilazón tejiera y que, como explorando una montaña, se enredase en tu misma cabellera. Yo quiero ser gusano, hacer encaje; dar mi capullo a las dentadas ruedas; y así poder, en la prisión de un traje, sentirte palpitar bajo mis sedas... ¡Y yo quiero también, cuando se exhala toda esta fiebre que mi amor expande, ir recorriendo la salvaje escala desde lo más pequeño hasta lo más grande! Yo quiero ser ser un árbol: darte sombra; con las ramas, la flor, hacerte abrigo; y con mis hojas secas una alfombra donde te echaras a soñar conmigo...
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mi concubina desolante y pálida, en cuyas carnes hostilmente frías se quiebra la Intención, como una espada. Que allí existe una cumbre siempre muerta bajo el aire polar y que se llama monte de las tristezas y que moran familias de cipreses en sus faldas. Que allí flotan lamentos de suicidas, que allí ruge un mar de ondas acerbas que enturbian los asfaltos y las naftas, y que en ella las almas desembocan los tristes sedimentos de sus llagas. Que allí brama la fiera que está oculta tras el perfil de la frontera atávica, que allí ladran los lobos formidables, que allí retoña en su raíz la garra, que allí recobra la siniestra célula todos los cienos de su obscura infancia! jAh , cua ndo oigas hab lar de esos esos errante s cuya leprosa piel quema y contagia; cuando entres a esos lúgubres talleres donde baten los hierros de las armas, cuando sueñes que un sapo te acaricia con su beso de almizcles y de babas, cuando recuerdes al Luzbel llorando un llanto cruel como collar de brasas: acuérdate del tétrico enlutado, cual las liras siniestras y enlutadas, que vibra como un féretro sonoro que mantuviese prisionera un alma;
de los sonoros féretros que vibran de las liras siniestras y enlutadas, del pálido siniestro que te besa, del beso de huracán que hay en tu alma, del huracán que pone con un beso sus negros labios en tu frente pálida, de la estrella y la noche: de tu alma y de mi alma!
Leopoldo LUG ONE S EL AMOR DE LAS SELVAS Yo apenas quiero ser humilde araña que en tomo tuyo su hilazón tejiera y que, como explorando una montaña, se enredase en tu misma cabellera. Yo quiero ser gusano, hacer encaje; dar mi capullo a las dentadas ruedas; y así poder, en la prisión de un traje, sentirte palpitar bajo mis sedas... ¡Y yo quiero también, cuando se exhala toda esta fiebre que mi amor expande, ir recorriendo la salvaje escala desde lo más pequeño hasta lo más grande! Yo quiero ser ser un árbol: darte sombra; con las ramas, la flor, hacerte abrigo; y con mis hojas secas una alfombra donde te echaras a soñar conmigo...
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Yo quiero ser un río: hacer un lazo y envolverte en las olas de mi abismo, pa ra pod er aho gar con un abrazo y sepultarte en el fondo de mí mismo. Yo soy soy bosque sin trocha : abre el sendero, yo soy astro sin luz: prende la tea. Cóndor, boa, jaguar, ¡yo apenas quiero ser lo que quieras tú que por ti sea! Yo quiero ser un cóndor, hacer gala de aprisionar un rayo entre mi pico; y así soberbio..., regalarte un ala, ¡para que te hagas de ella un abanico! Yo quiero ser un boa; en mis membrudos lazos ceñirte la gentil cintura; envolver las pulseras de mis nudos; y morirme oprimiendo tu hermosura... Yo quiero ser caimán de los torrentes; y de tus reinos vigilar la entrada, mover la cola y enseñar los dientes, como un dragón ante los pies de un hada. Yo quiero ser jaguar de tus montañas, arrastrarte a mi propia madriguera, pa ra pode r abr irte las en trañ tr añ as .. . ¡y ver si tienes corazón siquiera...!
José Santos CHO CAN O —
48
PEPA PEPA — JUANA
Sonata de la novia gallarda y campesina ¡Dios te guarde, Pepa-Juana la garrida! Repulida, fragante flor aldeana; fruta en sazón, rica y sana, incitante y olorosa de la huerta castellana, como Flérida, sabrosa... Es tu silvestre hermosura admiración y pecado, criatura; al más justo atrae y altera tu figura, talle esbelto y espigado. Es ánfora tu cintura cimbrante y apretada sobre la firme cadera modelada en la pulpa tersa y dura de tu carne codiciada. Y aunque en trance de casorio con Gregorio, el rico, estés, y aunque el arisco Gregorio gruña de celos después, bien sabes tú que eso es lo que enardece de gusto —
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de carcomido castaño
Yo quiero ser un río: hacer un lazo y envolverte en las olas de mi abismo, pa ra pod er aho gar con un abrazo y sepultarte en el fondo de mí mismo. Yo soy soy bosque sin trocha : abre el sendero, yo soy astro sin luz: prende la tea. Cóndor, boa, jaguar, ¡yo apenas quiero ser lo que quieras tú que por ti sea! Yo quiero ser un cóndor, hacer gala de aprisionar un rayo entre mi pico; y así soberbio..., regalarte un ala, ¡para que te hagas de ella un abanico! Yo quiero ser un boa; en mis membrudos lazos ceñirte la gentil cintura; envolver las pulseras de mis nudos; y morirme oprimiendo tu hermosura... Yo quiero ser caimán de los torrentes; y de tus reinos vigilar la entrada, mover la cola y enseñar los dientes, como un dragón ante los pies de un hada. Yo quiero ser jaguar de tus montañas, arrastrarte a mi propia madriguera, pa ra pode r abr irte las en trañ tr añ as .. . ¡y ver si tienes corazón siquiera...!
José Santos CHO CAN O —
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y a membrillo,
Sonata de la novia gallarda y campesina ¡Dios te guarde, Pepa-Juana la garrida! Repulida, fragante flor aldeana; fruta en sazón, rica y sana, incitante y olorosa de la huerta castellana, como Flérida, sabrosa... Es tu silvestre hermosura admiración y pecado, criatura; al más justo atrae y altera tu figura, talle esbelto y espigado. Es ánfora tu cintura cimbrante y apretada sobre la firme cadera modelada en la pulpa tersa y dura de tu carne codiciada. Y aunque en trance de casorio con Gregorio, el rico, estés, y aunque el arisco Gregorio gruña de celos después, bien sabes tú que eso es lo que enardece de gusto —
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y enciende en febril deseo a cuantos en tomo ves cuando, irguiendo aún más el busto, retadora y jaranera, con picaro contoneo y gentil tamborileo de los pies, pasas triunfan triu nfan te y ligera por la acera a la vera de la mies. ¡Ay, gallarda y repulida castellana! la garrida, la galana.. . Llévame tú de la mano al vetusto caserón aldeano donde vives, Pepa-Juana. Por el macizo portón entremos en la cocina campesina de ennegrecida campana, en cuyo vuelo reposa sobre el rojo fogaril limpia loza segoviana jun to a la trébede ociosa y junto al viejo candil. Prende el panzudo velón que tu abuelo marcó antaño en Riaza, y abre el arcón 50
PEPA PEPA — JUANA
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de carcomido castaño que oscurece aquel rincón. Yo sé que en él guardas toda la ropa, por ti cortada y cosida de tu boda, que, puntada tras puntada, habla de tanta velada jun to al crepitante crepi tante hogar desde que fuiste pedida luego de ser cortejada. Y quiero que me la muestres tu propia mano, y gozar de su intenso olor campestre, aunque así al hacerlo, hayas de enrojecer de rubor. . . ¡Compró el novio lo mejor! ¡Rica tela, encaje fino!... ¡ Buen corte es el de esas sayas de merino! ¡Qué primor de remates y jaretas, qué alforzas, qué cadenetas, qué bodoques y calados, cuánta y cuán fina labor! ¡Y esos pañuelos bordados en color!. .. Déjame oler, Pepa-Juana, tu equipo humilde y sencillo, tu blanca ropa interior, que trasciende a mejorana 51
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y enciende en febril deseo a cuantos en tomo ves cuando, irguiendo aún más el busto, retadora y jaranera, con picaro contoneo y gentil tamborileo de los pies, pasas triunfan triu nfan te y ligera por la acera a la vera de la mies. ¡Ay, gallarda y repulida castellana! la garrida, la galana.. . Llévame tú de la mano al vetusto caserón aldeano donde vives, Pepa-Juana. Por el macizo portón entremos en la cocina campesina de ennegrecida campana, en cuyo vuelo reposa sobre el rojo fogaril limpia loza segoviana jun to a la trébede ociosa y junto al viejo candil. Prende el panzudo velón que tu abuelo marcó antaño en Riaza, y abre el arcón 50
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y a membrillo, con el olor de tus senos palp itant es y morenos, magnolias aprisionadas que oprimes y mortificas en la cárcel de un justillo entre rejas apretadas de vainicas... ¡ Bien Bien está!. . . Cierra el arcón, arcón, que ya al fin te dejo sola con tu propio corazón... Cálmese tu confusión y la encendida amapola de tu tez, florecida, por inefable emoción hágase nardo otra vez, Pepa-Juana la garrida. Vuelva a su sitio el velón: tomo el paso, cierro el pico, que llegó la despedida... Junto al macizo portón, ahora que Gregorio el rico está lejos, por fortuna, al resplandor de la luna, zagala, como estoy preso en la augusta maravilla de esta noche de Castilla, ¡ toma!, te robo este beso en tu fragante mejilla ruborosa,
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de carcomido castaño que oscurece aquel rincón. Yo sé que en él guardas toda la ropa, por ti cortada y cosida de tu boda, que, puntada tras puntada, habla de tanta velada jun to al crepitante crepi tante hogar desde que fuiste pedida luego de ser cortejada. Y quiero que me la muestres tu propia mano, y gozar de su intenso olor campestre, aunque así al hacerlo, hayas de enrojecer de rubor. . . ¡Compró el novio lo mejor! ¡Rica tela, encaje fino!... ¡ Buen corte es el de esas sayas de merino! ¡Qué primor de remates y jaretas, qué alforzas, qué cadenetas, qué bodoques y calados, cuánta y cuán fina labor! ¡Y esos pañuelos bordados en color!. .. Déjame oler, Pepa-Juana, tu equipo humilde y sencillo, tu blanca ropa interior, que trasciende a mejorana 51
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más gustosa y dulce que una manzana... Rica fruta castellana, como Flérida, sabrosa. ¡Dios te guarde, Pepa-Juana! Arturo CU YA S DE LA VEGA
DESPEDIDA Conque entonces, adiós, ¿no olvidas nada? Bueno, vete... Podemos despedirnos. ¿Ya no tenemos nada que decimos? Pe dejo, puedes irte... Aunque no, espera, espera todavía que pare de llover... Espera un rato. Y sobre todo, ve bien abrigada, pues ya sabes sabes el frío que hace allí afuera afu era:: un abrigo de invierno es lo que habría que po ne rte ... ¿De modo que te he devuel devuelto to todo? todo? ¿No tengo nada tuyo? ¿Has tomado tus cartas, tu retrato? Y bien, mírame ahora, amiga mía; puesto que en fin, ya va uno a despedirse ¡Vaya! no hay que afligirse; ¡vamos! no hay que llorar, ¡qué tontería! Y qué esfuerzo tan grande necesitan hacer nuestras cabezas par a poder imagin ar y vemos
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y a membrillo, con el olor de tus senos palp itant es y morenos, magnolias aprisionadas que oprimes y mortificas en la cárcel de un justillo entre rejas apretadas de vainicas... ¡ Bien Bien está!. . . Cierra el arcón, arcón, que ya al fin te dejo sola con tu propio corazón... Cálmese tu confusión y la encendida amapola de tu tez, florecida, por inefable emoción hágase nardo otra vez, Pepa-Juana la garrida. Vuelva a su sitio el velón: tomo el paso, cierro el pico, que llegó la despedida... Junto al macizo portón, ahora que Gregorio el rico está lejos, por fortuna, al resplandor de la luna, zagala, como estoy preso en la augusta maravilla de esta noche de Castilla, ¡ toma!, te robo este beso en tu fragante mejilla ruborosa,
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otra vez los amantes aquellos, tan rendidos y tan tiernos que habíamos sido antes! Nos habíamos las vidas entrega do par a siempre, uno al otro, enteram ente, y he aquí que ahora nos las devolvemos, y tú vas a dejarme y yo voy a dejarte, y pronto partiremos cada quien con su nombre, por su lado... Recomenzar.. . va ga r... vivir en otra parte... Por supuesto, al principio sufriremos, pero luego vendr á piadoso olvido, olvido, único amigo fiel que nos perdona; y habrá otra vez en que tú y yo tomaremos a ser como hemos sido, entre todas las otras, dos personas. Así es que vas a entrar a mi pasado. Y he de verte en la calle desde lejos, sin cruzar, para hablarte, a la otra acera, y nos alejaremos distraídos y pasarás ligera con trajes para mí desconocidos. Y estaremos sin vernos largos meses, y olvidaré el sabor de tus caricias, y mis amigos te darán noticias de “aquel amigo tuyo”. Y yo a mi vez, con ansia reprimida por el mal fingido orgullo pregunta preg untaré ré por la que fue mi estrella, 54
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más gustosa y dulce que una manzana... Rica fruta castellana, como Flérida, sabrosa. ¡Dios te guarde, Pepa-Juana! Arturo CU YA S DE LA VEGA
DESPEDIDA Conque entonces, adiós, ¿no olvidas nada? Bueno, vete... Podemos despedirnos. ¿Ya no tenemos nada que decimos? Pe dejo, puedes irte... Aunque no, espera, espera todavía que pare de llover... Espera un rato. Y sobre todo, ve bien abrigada, pues ya sabes sabes el frío que hace allí afuera afu era:: un abrigo de invierno es lo que habría que po ne rte ... ¿De modo que te he devuel devuelto to todo? todo? ¿No tengo nada tuyo? ¿Has tomado tus cartas, tu retrato? Y bien, mírame ahora, amiga mía; puesto que en fin, ya va uno a despedirse ¡Vaya! no hay que afligirse; ¡vamos! no hay que llorar, ¡qué tontería! Y qué esfuerzo tan grande necesitan hacer nuestras cabezas par a poder imagin ar y vemos
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y al referirme a ti, que eras mi vida, a ti, que eras mi fuerza, y mi dulzura, diré: ¿cómo va aquélla? Nuestro gran corazón, ¡ qué pequeño era nuestros muchos propósitos, ¡qué pocos! y sin embargo, estábamos tan locos al principio, en aquella primavera. ¿Te acuerdas? ¡La apoteosis! ¡El encanto! ¡Nos amábamos tanto! ¿Y esto era aquel amor? ¡Quién lo creyera! De modo que nosotros —aún nosotros— cuando de amor hablamos ¿somos como los otros? He aquí el valor que damos a la frase de amor que nos conmueve. ¡ Qué desgracia, Dios mío, que seamos lo mismo que son son todos! ¡ Cóm o llueve! Tú no puedes salir así, lloviendo ¡Vamos! quédate, mira, te lo ruego, ya trataremos de entendemos luego. Haremos nuevos planes, y aun cuando el corazón haya cambiado, quizá revivirá el amor pasado al encanto de viejos ademanes. Haremos lo posible; se portará uno bien. Tú, serás buena. Y luego... es increíble, tiene uno sus costumbres, la cadena liega a veces a ser necesidad. Siéntate aquí, bien mío;
otra vez los amantes aquellos, tan rendidos y tan tiernos que habíamos sido antes! Nos habíamos las vidas entrega do par a siempre, uno al otro, enteram ente, y he aquí que ahora nos las devolvemos, y tú vas a dejarme y yo voy a dejarte, y pronto partiremos cada quien con su nombre, por su lado... Recomenzar.. . va ga r... vivir en otra parte... Por supuesto, al principio sufriremos, pero luego vendr á piadoso olvido, olvido, único amigo fiel que nos perdona; y habrá otra vez en que tú y yo tomaremos a ser como hemos sido, entre todas las otras, dos personas. Así es que vas a entrar a mi pasado. Y he de verte en la calle desde lejos, sin cruzar, para hablarte, a la otra acera, y nos alejaremos distraídos y pasarás ligera con trajes para mí desconocidos. Y estaremos sin vernos largos meses, y olvidaré el sabor de tus caricias, y mis amigos te darán noticias de “aquel amigo tuyo”. Y yo a mi vez, con ansia reprimida por el mal fingido orgullo pregunta preg untaré ré por la que fue mi estrella, 54
Nuestro gran corazón, ¡ qué pequeño era nuestros muchos propósitos, ¡qué pocos! y sin embargo, estábamos tan locos al principio, en aquella primavera. ¿Te acuerdas? ¡La apoteosis! ¡El encanto! ¡Nos amábamos tanto! ¿Y esto era aquel amor? ¡Quién lo creyera! De modo que nosotros —aún nosotros— cuando de amor hablamos ¿somos como los otros? He aquí el valor que damos a la frase de amor que nos conmueve. ¡ Qué desgracia, Dios mío, que seamos lo mismo que son son todos! ¡ Cóm o llueve! Tú no puedes salir así, lloviendo ¡Vamos! quédate, mira, te lo ruego, ya trataremos de entendemos luego. Haremos nuevos planes, y aun cuando el corazón haya cambiado, quizá revivirá el amor pasado al encanto de viejos ademanes. Haremos lo posible; se portará uno bien. Tú, serás buena. Y luego... es increíble, tiene uno sus costumbres, la cadena liega a veces a ser necesidad. Siéntate aquí, bien mío;
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recordarás junto de mí tu hastío, y yo cerca de ti mi soledad. Paul GE RAL DY
ERA UN AIRE SUAVE... Era un aire suave, de pausados giros; el hada Harmonía ritmaba sus vuelos, e iban frases vagas y tenues suspiros entre los sollozos de los violoncellos. Sobre la terraza, junto a los ramajes, diñase un trémolo de liras eolias cuando acariciaban los sedosos trajes, sobre el tallo erguidas, las blancas magnolias. La marquesa Eulalia risas y desvíos daba a un tiempo mismo para dos rivales: el vizconde rubio de los desafíos y el abate joven de los madrigales. Cerca, coronado con hojas de viña, reía en su máscara Término barbudo, y, como un efebo que fuese una niña, mostraba una Diana su mármol desnudo. Y bajo un boscaje del amor palestra, sobre rico zócalo al modo de Jonia, con un candelabro prendido en la diestra volaba el Mercurio de Juan de Bolonia. —
y al referirme a ti, que eras mi vida, a ti, que eras mi fuerza, y mi dulzura, diré: ¿cómo va aquélla?
56 —
La orquesta parlaba sus mágicas notas; un coro de sones alado se oía; galantes pavanas, fugaces gavotas cantaban los dulces violines de Hungría. Al oír las quejas de sus caballeros, ríe, ríe, ríe la divina Eulalia, pues son su tesoro las flechas de Eros, el cinto de Cipria, la rueca de Onfalia. ¡ Ay de quien sus mieles y frases recoja! ¡Ay de quien del canto de su amor se fíe! Con sus ojos lindos y su boca roja, la divina Eulalia, ríe, ríe, ríe. Tiene azules ojos, es maligna y bella; cuando mira, vierte vivaz luz extraña; se asoma a sus húmedas pupilas de estrella el alma del rubio cristal de Champaña. Es noche de fiesta, y el baile de trajes ostenta su gloria de triunfos mundanos. La divina Eulalia, vestida de encajes, una flor destroza con sus tersas manos. El teclado armónico de su risa fina. Con los staccati staccati de una bailarina a la alegre música de un pájaro iguala, y las locas fugas de una colegiala. ¡Amoroso pájaro que trinos exhala bajo el ala a veces ocu ltand o el pico; —
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recordarás junto de mí tu hastío, y yo cerca de ti mi soledad. Paul GE RAL DY
ERA UN AIRE SUAVE... Era un aire suave, de pausados giros; el hada Harmonía ritmaba sus vuelos, e iban frases vagas y tenues suspiros entre los sollozos de los violoncellos. Sobre la terraza, junto a los ramajes, diñase un trémolo de liras eolias cuando acariciaban los sedosos trajes, sobre el tallo erguidas, las blancas magnolias. La marquesa Eulalia risas y desvíos daba a un tiempo mismo para dos rivales: el vizconde rubio de los desafíos y el abate joven de los madrigales. Cerca, coronado con hojas de viña, reía en su máscara Término barbudo, y, como un efebo que fuese una niña, mostraba una Diana su mármol desnudo. Y bajo un boscaje del amor palestra, sobre rico zócalo al modo de Jonia, con un candelabro prendido en la diestra volaba el Mercurio de Juan de Bolonia. —
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que desdenes rudos lanza bajo el ala, bajo el ala aleve del leve abanico! Cuando a medianoche sus notas arranque y en arpegios áureos gima Filomela, y el ebúrneo cisne, sobre el quieto estanque; como blanca góndola imprima su estela, la marquesa alegre llegará al boscaje, boscaje que cub re la amabl e glorieta donde han de estrecharla los bracos de un paje, que siendo su paje será su poeta. Al compás de un canto de artista de Italia que en la brisa errante la orquesta deslíe, jun to a los rivales, la divina Eulalia, la divina Eulalia ríe, ríe, ríe. ¿ Fue acaso en en el tiempo del rey Luis de Fra ncia, sol con corte de astros, en campos de azur, cuando los alcázares llenó de fragancia la regia y pomposa rosa Pompadour?
La orquesta parlaba sus mágicas notas; un coro de sones alado se oía; galantes pavanas, fugaces gavotas cantaban los dulces violines de Hungría. Al oír las quejas de sus caballeros, ríe, ríe, ríe la divina Eulalia, pues son su tesoro las flechas de Eros, el cinto de Cipria, la rueca de Onfalia. ¡ Ay de quien sus mieles y frases recoja! ¡Ay de quien del canto de su amor se fíe! Con sus ojos lindos y su boca roja, la divina Eulalia, ríe, ríe, ríe. Tiene azules ojos, es maligna y bella; cuando mira, vierte vivaz luz extraña; se asoma a sus húmedas pupilas de estrella el alma del rubio cristal de Champaña. Es noche de fiesta, y el baile de trajes ostenta su gloria de triunfos mundanos. La divina Eulalia, vestida de encajes, una flor destroza con sus tersas manos. El teclado armónico de su risa fina. Con los staccati staccati de una bailarina a la alegre música de un pájaro iguala, y las locas fugas de una colegiala. ¡Amoroso pájaro que trinos exhala bajo el ala a veces ocu ltand o el pico; —
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¿Fue en ese buen tiempo de duques pastores, de amantes princesas y tiernos galanes, cuando entre sonrisas y perlas y flores iban las casacas de los chambelanes? ¿Fue acaso en el Norte o en el Mediodía? Yo el tiempo y el día y el país ignoro; pero sé que Eul alia ríe todavía, j y es c ruel y eter na su risa de oro!
Rubén DA RIO LA CASADA INFIEL Y que yo me la llevé al rio creyendo que era mozuela, pero ten ía marido. Fue la noche de Santiago y casi por compromiso se apagaron los faroles y se encendieron los grillos.
¿Fue cuando la bella su falda cogía ccn dedos de ninfa, bailando el minué, y de los compases el ritmo seguía sobre el tacón rojo, lindo y leve el pie?
En las últimas esquinas toqué sus pechos dormidos, y se me abrieron de pronto como ramos de jacintos.
¿O cuándo pastoras de floridos valles ornaban con cintas sus albos corderos, y oían, divinas Tirsis de Versalles, las declaraciones de sus caballeros?
El almidón de su enagua me sonaba en el oído como una pieza de seda rasgada por diez cuchillos.
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que desdenes rudos lanza bajo el ala, bajo el ala aleve del leve abanico! Cuando a medianoche sus notas arranque y en arpegios áureos gima Filomela, y el ebúrneo cisne, sobre el quieto estanque; como blanca góndola imprima su estela, la marquesa alegre llegará al boscaje, boscaje que cub re la amabl e glorieta donde han de estrecharla los bracos de un paje, que siendo su paje será su poeta. Al compás de un canto de artista de Italia que en la brisa errante la orquesta deslíe, jun to a los rivales, la divina Eulalia, la divina Eulalia ríe, ríe, ríe. ¿ Fue acaso en en el tiempo del rey Luis de Fra ncia, sol con corte de astros, en campos de azur, cuando los alcázares llenó de fragancia la regia y pomposa rosa Pompadour?
¿Fue en ese buen tiempo de duques pastores, de amantes princesas y tiernos galanes, cuando entre sonrisas y perlas y flores iban las casacas de los chambelanes? ¿Fue acaso en el Norte o en el Mediodía? Yo el tiempo y el día y el país ignoro; pero sé que Eul alia ríe todavía, j y es c ruel y eter na su risa de oro!
Rubén DA RIO LA CASADA INFIEL Y que yo me la llevé al rio creyendo que era mozuela, pero ten ía marido. Fue la noche de Santiago y casi por compromiso se apagaron los faroles y se encendieron los grillos.
¿Fue cuando la bella su falda cogía ccn dedos de ninfa, bailando el minué, y de los compases el ritmo seguía sobre el tacón rojo, lindo y leve el pie?
En las últimas esquinas toqué sus pechos dormidos, y se me abrieron de pronto como ramos de jacintos.
¿O cuándo pastoras de floridos valles ornaban con cintas sus albos corderos, y oían, divinas Tirsis de Versalles, las declaraciones de sus caballeros?
El almidón de su enagua me sonaba en el oído como una pieza de seda rasgada por diez cuchillos.
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Sin luz de plata en sus copas los árboles han crecido y un horizonte de perros ladra muy lejos del río. Pasadas las zarzamoras, los juncos y los espinos, bajo su mat a de pelo hice un hoyo sobre el limo. Yo me quité la corbata. Ella se quitó el vestido. Yo el cinturón con revólver. Ella sus cuatro corpiños. Ni nardos ni caracolas tienen el cutis tan fino, ni los cristales con luna relumbran con ese brillo. Sus muslos se me escapaban como peces sorprendidos, la mitad llenos de lumbre, la mitad llenos de frío. Aquella noche corrí el mejor de los caminos, montado en potra de nácar sin bridas y sin estribos. No quiero decir, por hombre, las cosas que ella me dijo.
— 60 —
59
—
La luz del entendimiento me hace ser muy comedido. Sucia de besos y arena yo me la llevé del río. Con aire se batían las espadas de los lirios. Me porté como quien soy. Como un gitano legítimo. La regalé un costurero grande de raso pajizo. Y no quise enamorarme, porque teniendo mari do me dijo que era mozuela cuando la llevaba al río. Fede Federico rico GAR CIA
LOR CA
LOCURA DE AMOR Un noble mago, rey de los placeres, viendo el pesar horrible que me inquieta exclamó bondadoso: Di, ¿qué quieres pa ra vivir feliz, feliz, pobre poeta? ¿Quieres ¿Quieres príncipe príncipe se r? ... ¿Quieres hon ores ?... ¿Quieres triunfar cual esforzado atleta?... ¿ Quieres ser el señor de los señores?. . . ¿ Quieres el cetro que avasalla el el m und o?. . . ¿Quieres ceñir laureles triunfadores?...
— 61 —
Sin luz de plata en sus copas los árboles han crecido y un horizonte de perros ladra muy lejos del río. Pasadas las zarzamoras, los juncos y los espinos, bajo su mat a de pelo hice un hoyo sobre el limo. Yo me quité la corbata. Ella se quitó el vestido. Yo el cinturón con revólver. Ella sus cuatro corpiños. Ni nardos ni caracolas tienen el cutis tan fino, ni los cristales con luna relumbran con ese brillo. Sus muslos se me escapaban como peces sorprendidos, la mitad llenos de lumbre, la mitad llenos de frío. Aquella noche corrí el mejor de los caminos, montado en potra de nácar sin bridas y sin estribos. No quiero decir, por hombre, las cosas que ella me dijo.
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¿Quieres talento sin igual profundo?... ¿Quieres tener de Adonis la belleza?.. . ¿Quieres gozar de amor casto y fecundo?... ¿Quieres llenar tus arcas de riqueza?... ¿Quieres la ciencia ciencia infame del protervo protervo donde la humana perversión empieza? Calló el mago, y alzando la cabeza, triste le contesté: —¡Quiero ser cuervo!... Como a un demente contemplóme el mago con extrañeza grande en la mirada, y con acento doloroso y vago así le dije con la voz turbada: —M ovido por po r el diab lo de los celos, ayer di muerte a mi gentil amada, la de pupilas bellas cual los cielos, la de la boca más fresca y sonriente que el rosal que hace rosas mis anhelos cuando despunta el sol en el oriente. La maté por hermosa y por coqueta, desgarré su belleza refulgente, destrocé de sus ojos la violeta y al mirarla morir, en mi delirio, con afanes sangrientos de poeta y con locos empeños de martirio, puse en su fren te nítidos jazmines, en su seno de nieve un blanco lirio, y le di por magníficos chapines capullos de azucenas y de nardos...
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La luz del entendimiento me hace ser muy comedido. Sucia de besos y arena yo me la llevé del río. Con aire se batían las espadas de los lirios. Me porté como quien soy. Como un gitano legítimo. La regalé un costurero grande de raso pajizo. Y no quise enamorarme, porque teniendo mari do me dijo que era mozuela cuando la llevaba al río. Fede Federico rico GAR CIA
LOR CA
LOCURA DE AMOR Un noble mago, rey de los placeres, viendo el pesar horrible que me inquieta exclamó bondadoso: Di, ¿qué quieres pa ra vivir feliz, feliz, pobre poeta? ¿Quieres ¿Quieres príncipe príncipe se r? ... ¿Quieres hon ores ?... ¿Quieres triunfar cual esforzado atleta?... ¿ Quieres ser el señor de los señores?. . . ¿ Quieres el cetro que avasalla el el m und o?. . . ¿Quieres ceñir laureles triunfadores?...
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¡Todo lo que es pureza en los jardines.. .! y en los sueños sublimes de los bardos... 1 — ¡Gr ave cosa es m ata r! —con dulce acen to el noble mago a compasión movido me dijo, y luego murm uró: —Lo siento, siento, y aunque me extraña el crimen cometido te salvaré de la justicia airada y aun he de darte seductor olvido si antes me explicas con franqueza honrada po r qué quieres ser cuervo, gran poeta. Y contesté con emoción secreta: — ¡ Pa ra come rme el cuerpo cue rpo de mi amada! ama da! Catulle MENDES
LA INQUIETUD FUGAZ He mordido manzanas y he besado tus labios, he abrazado a los pinos olorosos y negros. Hundí, inquieta, mis manos en el agua que corre, que cruza la pradera, como una sierpe grave. He huroneado en la selva milenaria de cedros y he corrido por todos los pedrosos caminos que ciñen como fajas la ventruda montaña. ¡Oh, amado, no te irrites por mi inquietud sin tregua ¡Oh, amado, no me riñas porque cante y me ría! Ha de llegar un día en que he de estarme quieta, ¡ay, por siempre, por siempre! con las manos cruzadas y apagados los ojos, con los oídos sordos y con la boca muda,
¿Quieres talento sin igual profundo?... ¿Quieres tener de Adonis la belleza?.. . ¿Quieres gozar de amor casto y fecundo?... ¿Quieres llenar tus arcas de riqueza?... ¿Quieres la ciencia ciencia infame del protervo protervo donde la humana perversión empieza? Calló el mago, y alzando la cabeza, triste le contesté: —¡Quiero ser cuervo!... Como a un demente contemplóme el mago con extrañeza grande en la mirada, y con acento doloroso y vago así le dije con la voz turbada: —M ovido por po r el diab lo de los celos, ayer di muerte a mi gentil amada, la de pupilas bellas cual los cielos, la de la boca más fresca y sonriente que el rosal que hace rosas mis anhelos cuando despunta el sol en el oriente. La maté por hermosa y por coqueta, desgarré su belleza refulgente, destrocé de sus ojos la violeta y al mirarla morir, en mi delirio, con afanes sangrientos de poeta y con locos empeños de martirio, puse en su fren te nítidos jazmines, en su seno de nieve un blanco lirio, y le di por magníficos chapines capullos de azucenas y de nardos...
¡Todo lo que es pureza en los jardines.. .! y en los sueños sublimes de los bardos... 1 — ¡Gr ave cosa es m ata r! —con dulce acen to el noble mago a compasión movido me dijo, y luego murm uró: —Lo siento, siento, y aunque me extraña el crimen cometido te salvaré de la justicia airada y aun he de darte seductor olvido si antes me explicas con franqueza honrada po r qué quieres ser cuervo, gran poeta. Y contesté con emoción secreta: — ¡ Pa ra come rme el cuerpo cue rpo de mi amada! ama da! Catulle MENDES
LA INQUIETUD FUGAZ He mordido manzanas y he besado tus labios, he abrazado a los pinos olorosos y negros. Hundí, inquieta, mis manos en el agua que corre, que cruza la pradera, como una sierpe grave. He huroneado en la selva milenaria de cedros y he corrido por todos los pedrosos caminos que ciñen como fajas la ventruda montaña. ¡Oh, amado, no te irrites por mi inquietud sin tregua ¡Oh, amado, no me riñas porque cante y me ría! Ha de llegar un día en que he de estarme quieta, ¡ay, por siempre, por siempre! con las manos cruzadas y apagados los ojos, con los oídos sordos y con la boca muda,
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y los pies andariegos en reposo perpetuo sobre la tierra negra. ¡ Y estará roto el vaso de cristal de mi risa en la grieta obstinada de mis labios cerrados! Entonces, aunque me digas “¡Anda!” ya no andaré. Y aunque me digas “¡Canta!” no volveré a cantar. Me iré desmenuzando en quietud y en silencio bajo la negra negr a tierra. tierr a. mientras encima mío se oirá zumbar la vida como una abeja ebria. ¡Oh, déjame que guste el dulzor del momento fugitivo e inquieto! ¡ Oh, deja que la rosa desnuda de mi boca se te oprima a los labios! Después será ceniza bajo la tierra negra. Juana de IB AR BO UR OU
LA CITA Me he ceñido toda con un manto negro estoy toda pálida, la mirada extática, y en los ojos tengo partida una estrella. ¡Dos triángulos rojos en mi faz hierática! Ya ves que no luzco siquiera una joya, ni un lazo rosado, ni un ramo de dalias. Y hasta me he quitado las hebillas ricas de las correhuelas de mis dos sandalias. Mas soy esta noche, sin oros ni sedas, esbelta y morena como un lirio vivo,
64 —
y estoy toda ungida de esencias de nardos, y soy toda suave bajo el manto esquivo. Y en mi boca pálida florece ya el trémulo clavel de mi beso que aguarda tu boca, y a mis manos largas se enrosca el deseo como una invisible serpentina loca. ¡Descíñeme, amante! ¡Descíñeme, amante! Bajo tu mirada surgiré como una estatua brillante sobre un plinto negro hasta el que arrastra como un can, la luna. Juana de IBA RBO UR OU
LA
H O R A
Tómame ahora que aún es temprano y que llevo dalias nuevas en la mano. Tómame ahora que aún es sombría esta taciturna cabellera mía. Ahora, que tengo la carne olorosa y los ojos limpios y la piel de rosa. Ahora, que calza mi planta ligera la sandalia viva de la primavera. Ahora, que en mis labios repica la risa como una campana sacudida a prisa. De spué s.. . ¡ah, yo sé que ya nada de eso más tarde tendré!
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y los pies andariegos en reposo perpetuo sobre la tierra negra. ¡ Y estará roto el vaso de cristal de mi risa en la grieta obstinada de mis labios cerrados! Entonces, aunque me digas “¡Anda!” ya no andaré. Y aunque me digas “¡Canta!” no volveré a cantar. Me iré desmenuzando en quietud y en silencio bajo la negra negr a tierra. tierr a. mientras encima mío se oirá zumbar la vida como una abeja ebria. ¡Oh, déjame que guste el dulzor del momento fugitivo e inquieto! ¡ Oh, deja que la rosa desnuda de mi boca se te oprima a los labios! Después será ceniza bajo la tierra negra. Juana de IB AR BO UR OU
LA CITA Me he ceñido toda con un manto negro estoy toda pálida, la mirada extática, y en los ojos tengo partida una estrella. ¡Dos triángulos rojos en mi faz hierática! Ya ves que no luzco siquiera una joya, ni un lazo rosado, ni un ramo de dalias. Y hasta me he quitado las hebillas ricas de las correhuelas de mis dos sandalias. Mas soy esta noche, sin oros ni sedas, esbelta y morena como un lirio vivo,
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Que entonces inútil será tu deseo como ofrenda puesta sobre un mausoleo. ¡ Tómam e aho ra que aún es temprano y que tengo rica de nardos la mano! Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca y se vuelva mustia la corola fresca. Hoy, y no mañana. Oh, amante, ¿no ves aue la enredadera crecerá ciprés? Juana de I BA RBO UR OU
VIDA-GARFIO Amante, no me lleves, si muero, al camposanto. A flor de tierra abre mi fosa, junto al riente alboroto divino de alguna pajarera o junto a la encantada charla de alguna fuente. A flor de tierra, amante. Casi sobre la tierra donde el sol me caliente los huesos, y mis ojos alargados en tallos, suban a ver de nuevo la lámpara salvaje de los ocasos rojos. A flor de tierra, amante. Que el tránsito así sea más breve. Yo presiento la lucha de mi carne por volver hacia arriba, por sentir en sus átomos la frescur a del viento. Yo sé que acaso nunca allá abajo mis manos podr án estarse quietas. Que siempre como topos arañarán la tierra eir ei r medio de las sombras estru jadas y prietas.
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y estoy toda ungida de esencias de nardos, y soy toda suave bajo el manto esquivo. Y en mi boca pálida florece ya el trémulo clavel de mi beso que aguarda tu boca, y a mis manos largas se enrosca el deseo como una invisible serpentina loca. ¡Descíñeme, amante! ¡Descíñeme, amante! Bajo tu mirada surgiré como una estatua brillante sobre un plinto negro hasta el que arrastra como un can, la luna. Juana de IBA RBO UR OU
LA
H O R A
Tómame ahora que aún es temprano y que llevo dalias nuevas en la mano. Tómame ahora que aún es sombría esta taciturna cabellera mía. Ahora, que tengo la carne olorosa y los ojos limpios y la piel de rosa. Ahora, que calza mi planta ligera la sandalia viva de la primavera. Ahora, que en mis labios repica la risa como una campana sacudida a prisa. De spué s.. . ¡ah, yo sé que ya nada de eso más tarde tendré!
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Arrójame semillas. Yo quiero que se enraicen en la greda amarilla de mis huesos menguados. ¡ Por la p arda ar da escalera de las raíces vivas yo subiré a mirarte en los lirios morados! Gabr Gabrie iela la M IS TR AL
AMO
AMOR
Anda libre en el surco, bate el ala en el viento, late vivo en el sol y se prende al pinar. No te vale olvida rlo como al mal pensam iento: ¡le tendrás que escuchar! Habla, lengua de bronce y habla lengua de ave, ruegos tímidos, imperativos de mar. No te vale poner le gesto audaz, ceño grave: ¡lo tendrás que hospedar! Grata trazas de dueño; no le ablandan excusas. Rasga vasos de flor, hiende el hondo glaciar. No te vale decirl e que albergado alber gado rehúsas: ¡lo tendrás que hospedar! Tiene argucias sutiles en la réplica fina, argumentos de sabio, pero en voz de mujer. Ciencia humana te salva, menos ciencia divina: ¡le tendrás que creer! Te echa venda de lino; tú la venda toleras. Te ofrece el brazo cálido, no le sabes huir. 67
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Que entonces inútil será tu deseo como ofrenda puesta sobre un mausoleo. ¡ Tómam e aho ra que aún es temprano y que tengo rica de nardos la mano! Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca y se vuelva mustia la corola fresca. Hoy, y no mañana. Oh, amante, ¿no ves aue la enredadera crecerá ciprés? Juana de I BA RBO UR OU
VIDA-GARFIO Amante, no me lleves, si muero, al camposanto. A flor de tierra abre mi fosa, junto al riente alboroto divino de alguna pajarera o junto a la encantada charla de alguna fuente. A flor de tierra, amante. Casi sobre la tierra donde el sol me caliente los huesos, y mis ojos alargados en tallos, suban a ver de nuevo la lámpara salvaje de los ocasos rojos. A flor de tierra, amante. Que el tránsito así sea más breve. Yo presiento la lucha de mi carne por volver hacia arriba, por sentir en sus átomos la frescur a del viento. Yo sé que acaso nunca allá abajo mis manos podr án estarse quietas. Que siempre como topos arañarán la tierra eir ei r medio de las sombras estru jadas y prietas.
BALADA El pasó con otra; yo le vi pasar. Siempre dulce el viento y el camino en paz. ¡ Y estos ojos ojo s míseros le vieron pasar! El va amando a otra por la tierra en flor. Ha abierto el espino; pasa una un a canción. ¡ Y él va ama ndo a otra o tra por la tierra tierr a en flor! El besó a la otra a orillas del mar; resbaló en las olas la luna de azahar. .. . ¡ Y no untó mi sangre la extensión del mar! El irá con otra por la eternidad . Habrá cielos dulces. (Dios quiere callar.) ¡Y él irá con otra por la eternidad! — 68 —
Gabr Gabrie iela la M IS TR AL
AMO
AMOR
Anda libre en el surco, bate el ala en el viento, late vivo en el sol y se prende al pinar. No te vale olvida rlo como al mal pensam iento: ¡le tendrás que escuchar! Habla, lengua de bronce y habla lengua de ave, ruegos tímidos, imperativos de mar. No te vale poner le gesto audaz, ceño grave: ¡lo tendrás que hospedar! Grata trazas de dueño; no le ablandan excusas. Rasga vasos de flor, hiende el hondo glaciar. No te vale decirl e que albergado alber gado rehúsas: ¡lo tendrás que hospedar! Tiene argucias sutiles en la réplica fina, argumentos de sabio, pero en voz de mujer. Ciencia humana te salva, menos ciencia divina: ¡le tendrás que creer! Te echa venda de lino; tú la venda toleras. Te ofrece el brazo cálido, no le sabes huir. 67
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Echa a andar, tú le sig sigue uess hechizada aunque ¡que eso para en morir!
Arrójame semillas. Yo quiero que se enraicen en la greda amarilla de mis huesos menguados. ¡ Por la p arda ar da escalera de las raíces vivas yo subiré a mirarte en los lirios morados!
vieras
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I N T I M A Tú no oprimas mis manos. Llegará el duradero tiempo de reposar con mucho polvo y sombra en los entretejidos dedos. Y dirías: —No puedo amarla, porque ya se desgranaron como mieses sus dedos. Tú no beses mi boca. Vendrá el instante lleno de luz menguada, en que estaré sin labios sobre un mojado suelo. Y dirías: dirías: —La amé, pero no puedo amarla más, ahora que no aspira el olor de retamas de mi beso. Y me angustiará oyéndote, y hablarás loco y ciego, que mi mano será sobre tu frente orando rompan mis dedos, y bajará, sobre tu cara llena de ansia, mi aliento. No me toques, por tanto. Men tiría al decir que te entrego mi amor en estos brazos extendidos, en mi boca, en mi cuello,
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Echa a andar, tú le sig sigue uess hechizada aunque ¡que eso para en morir! BALADA El pasó con otra; yo le vi pasar. Siempre dulce el viento y el camino en paz. ¡ Y estos ojos ojo s míseros le vieron pasar! El va amando a otra por la tierra en flor. Ha abierto el espino; pasa una un a canción. ¡ Y él va ama ndo a otra o tra por la tierra tierr a en flor! El besó a la otra a orillas del mar; resbaló en las olas la luna de azahar. .. . ¡ Y no untó mi sangre la extensión del mar! El irá con otra por la eternidad . Habrá cielos dulces. (Dios quiere callar.) ¡Y él irá con otra por la eternidad!
vieras
I N T I M A Tú no oprimas mis manos. Llegará el duradero tiempo de reposar con mucho polvo y sombra en los entretejidos dedos. Y dirías: —No puedo amarla, porque ya se desgranaron como mieses sus dedos. Tú no beses mi boca. Vendrá el instante lleno de luz menguada, en que estaré sin labios sobre un mojado suelo. Y dirías: dirías: —La amé, pero no puedo amarla más, ahora que no aspira el olor de retamas de mi beso. Y me angustiará oyéndote, y hablarás loco y ciego, que mi mano será sobre tu frente orando rompan mis dedos, y bajará, sobre tu cara llena de ansia, mi aliento. No me toques, por tanto. Men tiría al decir que te entrego mi amor en estos brazos extendidos, en mi boca, en mi cuello,
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y tú, al creer que lo bebiste todo, te engañarías como un niño ciego.
— ¡ Echa dle piedras, eh, sobre la car a; ha dado el corazón!
Porque mi amor no es sólo esta gavilla reacia y fatigada de mi cuerpo, que tiembla entera al roce del cilicio y que se me rezaga en todo vuelo.
Ya está sangrando, sí, la cara mía, pero no de rubor; rub or; que me vuelvo a los hombres y repito: ¡He dado el corazón!
Es lo que está en el beso, y no es el labio lo que rompe la voz, y no es el pecho: ¡ es un viento de Dios, que pasa hendiéndome el gajo de las carnes, volandero! EL
C L A M O R
Alguna vez, andando por la vida, por piedad, por amor, como se da una fuente, sin reservas, yo di mi corazón. Y dije al que pasaba, sin malicia, y quizá con fervor: —Obedezc o a la ley q ue nos gobi erna: He dado el corazón. Y tan pronto lo dije, como un eco, ya se corrió la voz: —Ved la mala mal a mujer mu jer esa que pasa: pas a: Ha dado el corazón. De boca en boca, sobre los tejados, rodaba este clamor:
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Alfonsina ST OR NI LA CARICIA PERDIDA Se me va de los dedos la caricia sin causa, se me va de los los de do s.. . En el viento, viento, al rodar, la caricia que vaga sin destino ni objeto, la caricia perdida, ¿quién la recogerá? Pude amar esta noche con piedad infinita, pud e am ar al prime ro que acerta ac erta ra a llegar. Nad ie llega. Están solos solos los floridos senderos. La caricia perdida, rodará... rodará... Si en el viento te llaman esta noche, viajero, si estremece las ramas un dulce suspirar, si te oprime los dedos una mano pequeña que te toma y te deja, que te logra y se va. Si no ves esa mano, ni la boca que besa, si es el aire quien teje la ilusión de llamar, oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos, en el viento fundida ¿me reconocerás?
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y tú, al creer que lo bebiste todo, te engañarías como un niño ciego.
— ¡ Echa dle piedras, eh, sobre la car a; ha dado el corazón!
Porque mi amor no es sólo esta gavilla reacia y fatigada de mi cuerpo, que tiembla entera al roce del cilicio y que se me rezaga en todo vuelo.
Ya está sangrando, sí, la cara mía, pero no de rubor; rub or; que me vuelvo a los hombres y repito: ¡He dado el corazón!
Es lo que está en el beso, y no es el labio lo que rompe la voz, y no es el pecho: ¡ es un viento de Dios, que pasa hendiéndome el gajo de las carnes, volandero! EL
C L A M O R
Alguna vez, andando por la vida, por piedad, por amor, como se da una fuente, sin reservas, yo di mi corazón. Y dije al que pasaba, sin malicia, y quizá con fervor: —Obedezc o a la ley q ue nos gobi erna: He dado el corazón. Y tan pronto lo dije, como un eco, ya se corrió la voz: —Ved la mala mal a mujer mu jer esa que pasa: pas a: Ha dado el corazón. De boca en boca, sobre los tejados, rodaba este clamor:
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Soy suave y triste si idolatro, puedo bajar baj ar el cielo hasta has ta mi mano man o cuando cua ndo el alma de otro al alma mía enredo. Plumón alguno no hallarán más blando. Ningun Nin gunaa como yo las manos besa, ni se acurruca tanto en un ensueño, ni cupo en otro cuerpo, así pequeño, un alma humana de mayor terneza. Muero sobre los ojos, si los siento como pájaros vivos, un momento, aletear bajo mis dedos blancos. Sé la frase que encanta y que comprende: y sé callar cuando la luna asciende enorme y roja sobre los barrancos. SOÑE QUE ERAS UNA MUÑECA Tuve un sueño de amor, sueño de armiño, soñé que yo era un niño, era como un polichinela enamorado que de hinojos vivía a tu lado. Tú eras una muñeca blanca, blanca blanc a como tu nombre; nom bre; de mejillas rosadas, de labios rojos, de dientes perla y de brillantes ojos. —
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Alfonsina ST OR NI LA CARICIA PERDIDA Se me va de los dedos la caricia sin causa, se me va de los los de do s.. . En el viento, viento, al rodar, la caricia que vaga sin destino ni objeto, la caricia perdida, ¿quién la recogerá? Pude amar esta noche con piedad infinita, pud e am ar al prime ro que acerta ac erta ra a llegar. Nad ie llega. Están solos solos los floridos senderos. La caricia perdida, rodará... rodará... Si en el viento te llaman esta noche, viajero, si estremece las ramas un dulce suspirar, si te oprime los dedos una mano pequeña que te toma y te deja, que te logra y se va. Si no ves esa mano, ni la boca que besa, si es el aire quien teje la ilusión de llamar, oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos, en el viento fundida ¿me reconocerás?
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Tenía ya la tendencia a lo divino que encierra el tesoro femenino, y soñé que en mis manos jugueteaba tu cuerpo de mujer que me embriagaba; pero un a noche, jugand jug andoo al amor, una un a maldad me aconsejó la luna y tomándote ardiente entre mis brazos al quererte besar te hice pedazos, y ya rota mi fe fugaz y vana, levanté de mis pies la porcelana estrellada al furor de mis excesos y la bañé con llanto y con mis besos... Tus bellos ojos negros aún fulgían y tus labios ya rotos sonreían. Cuando volví a la vida sollozante y busqué tus despojos anhelante, ni eras una muñeca, ni yo un niño. Eras un sueño de amor por mi cariño... Y en la vida, así voy, por siempre amado, y en la senda de amor, siempre soñando. Luis G. B AY AR AY AR DI
CELOS Al saber la verdad de tu perjurio, loco de celos, penetré en tu cuarto... Dormías inocente como un ángel, con los rubios cabellos destrenzados, enlazadas las manos sobre el pecho y entreabiertos los labios...
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Soy suave y triste si idolatro, puedo bajar baj ar el cielo hasta has ta mi mano man o cuando cua ndo el alma de otro al alma mía enredo. Plumón alguno no hallarán más blando. Ningun Nin gunaa como yo las manos besa, ni se acurruca tanto en un ensueño, ni cupo en otro cuerpo, así pequeño, un alma humana de mayor terneza. Muero sobre los ojos, si los siento como pájaros vivos, un momento, aletear bajo mis dedos blancos. Sé la frase que encanta y que comprende: y sé callar cuando la luna asciende enorme y roja sobre los barrancos. SOÑE QUE ERAS UNA MUÑECA Tuve un sueño de amor, sueño de armiño, soñé que yo era un niño, era como un polichinela enamorado que de hinojos vivía a tu lado. Tú eras una muñeca blanca, blanca blanc a como tu nombre; nom bre; de mejillas rosadas, de labios rojos, de dientes perla y de brillantes ojos. —
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Me aproximé a tu lecho, y de repente oprimí tu garganta entre mis manos. Despertaste... Miraron tus ojos... ¡Y quedé deslumbrado, igual que un ciego que de pronto viese brilla r del sol los los luminosos ra yo s.. s. . .1 ¡ Y en vez de estrangularte, estran gularte, con mis besos besos volví a cerrar el oro de tus párpados! Franc Francisc isco o VIL LAE SPE SA
F U G A En la estepa desolada, bajo el cielo d e una un a noche que exprim ía sus estrellas como lágrimas, contra el viento que gemía amargamente como cuerda de guitarra que retuerce su sonido bajo el dedo que lo arra nca, un trineo, un trineo todo frágil y crujiente como cáscara, iba en fuga por las nieves, entre sueños y neblinas y suspiros de fantasmas. ¡¿Y quién sabe la pareja que en el rápido trineo se escapaba?! El, macizo, de ancho tórax y de atléticas espaldas;
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Tenía ya la tendencia a lo divino que encierra el tesoro femenino, y soñé que en mis manos jugueteaba tu cuerpo de mujer que me embriagaba; pero un a noche, jugand jug andoo al amor, una un a maldad me aconsejó la luna y tomándote ardiente entre mis brazos al quererte besar te hice pedazos, y ya rota mi fe fugaz y vana, levanté de mis pies la porcelana estrellada al furor de mis excesos y la bañé con llanto y con mis besos... Tus bellos ojos negros aún fulgían y tus labios ya rotos sonreían. Cuando volví a la vida sollozante y busqué tus despojos anhelante, ni eras una muñeca, ni yo un niño. Eras un sueño de amor por mi cariño... Y en la vida, así voy, por siempre amado, y en la senda de amor, siempre soñando. Luis G. B AY AR AY AR DI
CELOS Al saber la verdad de tu perjurio, loco de celos, penetré en tu cuarto... Dormías inocente como un ángel, con los rubios cabellos destrenzados, enlazadas las manos sobre el pecho y entreabiertos los labios...
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ella, leve, mal envuelta con pelajes y con gasas. ¿Quiénes eran? •Quienes fueran! Dos amantes, sólo una alma. Y en la estepa desolada, los caballos relinchantes y nerviosos galopaban.. . galopaban.. . galopaban... De repente, desde el fondo de las sombras apretadas, llegó el eco de un galope que al galope de caballos contestaba. —¿Son —¿So n los lobos? lobos? — ¡Son los lobos! lobos! Y las ráfagas de aquel viento parecían como aullidos de hambre y rabia... Y las luces de los astros como ojos de amenaza... ¡TABERNERO! ¡Tabernero! ¡Voy de paso! dame un vaso de tu vino que me quiero emborrachar, pa ra dejar de jar de pensar
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Me aproximé a tu lecho, y de repente oprimí tu garganta entre mis manos. Despertaste... Miraron tus ojos... ¡Y quedé deslumbrado, igual que un ciego que de pronto viese brilla r del sol los los luminosos ra yo s.. s. . .1 ¡ Y en vez de estrangularte, estran gularte, con mis besos besos volví a cerrar el oro de tus párpados! Franc Francisc isco o VIL LAE SPE SA
F U G A En la estepa desolada, bajo el cielo d e una un a noche que exprim ía sus estrellas como lágrimas, contra el viento que gemía amargamente como cuerda de guitarra que retuerce su sonido bajo el dedo que lo arra nca, un trineo, un trineo todo frágil y crujiente como cáscara, iba en fuga por las nieves, entre sueños y neblinas y suspiros de fantasmas. ¡¿Y quién sabe la pareja que en el rápido trineo se escapaba?! El, macizo, de ancho tórax y de atléticas espaldas;
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en este cruel destino, que me hiere sin cesar... I ¡Tabernero, dame vino del bueno para olvidar!
ella, leve, mal envuelta con pelajes y con gasas. ¿Quiénes eran? •Quienes fueran! Dos amantes, sólo una alma. Y en la estepa desolada, los caballos relinchantes y nerviosos galopaban.. . galopaban.. . galopaban... De repente, desde el fondo de las sombras apretadas, llegó el eco de un galope que al galope de caballos contestaba. —¿Son —¿So n los lobos? lobos? — ¡Son los lobos! lobos! Y las ráfagas de aquel viento parecían como aullidos de hambre y rabia... Y las luces de los astros como ojos de amenaza... ¡TABERNERO! ¡Tabernero! ¡Voy de paso! dame un vaso de tu vino que me quiero emborrachar, pa ra dejar de jar de pensar
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que me hiere sin cesar. ¡Tabernero, dame vino del bueno para olvidar! Rubén C. NA VA RR O
Tú que a todos envenenas con tu brebaje maldito, ¿cómo quieres comprender lo infinito de las penas que da al morir un querer? Acaso nada te apura porque porq ue tienes la ven tura de tener una dulce compañera que te espera sin saber que algún día, no lejano, par a nunca nun ca más volver. Yo también tuve un amor, que fu e grande , ¡ quizás tanto como lo es hoy mi dolor! y también sentía el encanto de una boca perfumada, que en la frente y en los ojos y en los labios me besó! Yo también tuve mi amada, pe ro . . . ya no tengo nad a porqu e Dios me la qu itó .. .! Ya ves, qué amargo el destino
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LA CAIDA DE LAS HOJAS Cayó como una rosa en mar revuelto, y desde entonces a llevar no he vuelto a su sepulcro, lágrimas ni amores; es que el ingrato corazón olvida, cuando está en los deleites de la vida, que los sepulcros necesitan flores. Murió aquella mujer, con la dulzura de un lirio y deshojándose en la albura del manto de una virgen solitaria; su pasión fue más honda que el misterio; vivió como una enferma pasionaria. ¡ Espera. . .!, me decía suplicante, todavía el desengaño está distante: no me dejes recuerdos ni congojas, aún podemos amar con mucho fuego; no te apartes de mí, yo te lo ruego... ¡espera la caída de las hojas! Espera la llegada de las brumas, cuando caigan las hojas y las plumas en los arroyos de agua entumecida,
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en este cruel destino, que me hiere sin cesar... I ¡Tabernero, dame vino del bueno para olvidar!
que me hiere sin cesar. ¡Tabernero, dame vino del bueno para olvidar! Rubén C. NA VA RR O
Tú que a todos envenenas con tu brebaje maldito, ¿cómo quieres comprender lo infinito de las penas que da al morir un querer? Acaso nada te apura porque porq ue tienes la ven tura de tener una dulce compañera que te espera sin saber que algún día, no lejano, par a nunca nun ca más volver. Yo también tuve un amor, que fu e grande , ¡ quizás tanto como lo es hoy mi dolor! y también sentía el encanto de una boca perfumada, que en la frente y en los ojos y en los labios me besó! Yo también tuve mi amada, pe ro . . . ya no tengo nad a porqu e Dios me la qu itó .. .! Ya ves, qué amargo el destino
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cuando no haya en el bosque enredaderas y noviembre deshoje las postreras rosas fragantes al amor nacidas. ¡No te vayas, por Dios...! hay muchos nidos y rompen los claveles encendidos con un beso, sus vírgenes corolas: todavía tiene el alma arrobamientos, y se pueden juntar dos pensamientos como se pueden confundir dos olas. Deja que nuestras almas soñadoras con los recuerdos de perdidas horas, ciernan y entibien sus alitas pálidas, que se rompa nuestro amor en besos cual se rompe en los árboles espesos, en abril, un torrente de crisálidas. ¡ Ay. .. ! ¡ no te te va yas.. .! triste triste fuera fuera no acabar de vivir la primavera de nuestro amor que se consume y arde; todavía no hay caléndulas marchitas y para que me llores necesitas esperar la caída de la tarde. Entonces, desplomando tu cabeza en mi pecho que es nido de tristeza, me dirás lo que en sueños me decías, pond rás tus manos en mi rostro enjuto enju to y anudarás con un listón de luto mis manos cadavéricas y frías...
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LA CAIDA DE LAS HOJAS Cayó como una rosa en mar revuelto, y desde entonces a llevar no he vuelto a su sepulcro, lágrimas ni amores; es que el ingrato corazón olvida, cuando está en los deleites de la vida, que los sepulcros necesitan flores. Murió aquella mujer, con la dulzura de un lirio y deshojándose en la albura del manto de una virgen solitaria; su pasión fue más honda que el misterio; vivió como una enferma pasionaria. ¡ Espera. . .!, me decía suplicante, todavía el desengaño está distante: no me dejes recuerdos ni congojas, aún podemos amar con mucho fuego; no te apartes de mí, yo te lo ruego... ¡espera la caída de las hojas! Espera la llegada de las brumas, cuando caigan las hojas y las plumas en los arroyos de agua entumecida,
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¿No ves cómo el amor late y anida e» todas las arterias de la vida que se se me escapa escapa y a ? ... Te quiero tanto, que la pasión que mi tristeza cubre, me llevará como una flor de octubre, a dormir para siempre al camposanto. ¡Me da pena morir siendo tan joven, porqu e me causa celo que me roben este cariño que la muerte trunca! Y me presagia el corazón enfermo que si en la noche del sepulcro duermo, no he de volver a contemplarte nunca. ¡Nunca...! ¡Jamás! En mi postrer regazo no escucharé los ecos de tu paso, ni el eco eco de tu vo z .. . ¡ Silencio Silencio eterno! eterno! Si dura mi pasión tras de la muerte y ya no puedo cariñosa verte, me voy a condenar en un infierno. ¡Ay! ¡Ay! ¡tanto a mor par a tan breve instan instante! te! ¿Por qué la vida cuanto más amante es más fugaz? ¿ Por qué nos br inda ind a flores, flores que se marchitan sin tardanza, al reflejo del sol de la esperanza que nunca deja de verter fulgores? ¡No te alejes de mí, estoy enferma! Espérame un instante.. . cuando duerma, cuando ya no contemples mis congojas!
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cuando no haya en el bosque enredaderas y noviembre deshoje las postreras rosas fragantes al amor nacidas. ¡No te vayas, por Dios...! hay muchos nidos y rompen los claveles encendidos con un beso, sus vírgenes corolas: todavía tiene el alma arrobamientos, y se pueden juntar dos pensamientos como se pueden confundir dos olas. Deja que nuestras almas soñadoras con los recuerdos de perdidas horas, ciernan y entibien sus alitas pálidas, que se rompa nuestro amor en besos cual se rompe en los árboles espesos, en abril, un torrente de crisálidas. ¡ Ay. .. ! ¡ no te te va yas.. .! triste triste fuera fuera no acabar de vivir la primavera de nuestro amor que se consume y arde; todavía no hay caléndulas marchitas y para que me llores necesitas esperar la caída de la tarde. Entonces, desplomando tu cabeza en mi pecho que es nido de tristeza, me dirás lo que en sueños me decías, pond rás tus manos en mi rostro enjuto enju to y anudarás con un listón de luto mis manos cadavéricas y frías...
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¡Ha mucho tiempo el corazón cobarde la olvidó para siempre! Ya no arde aquel amor de los lejanos días... Pero ¡ay!, a veces al soñarla siento que estremecen mi ser calenturiento, sus manos cadavéricas y frías...! Fernand Fernando o CELAD A
NO CT UR NO I ¡Pues bien! yo necesito decirte que te adoro, decirte que te quiero, con todo el corazón; que es mucho lo que sufro, que es mucho lo que lloro, que ya no puedo más, y al grito que te imploro te imploro y te hablo en nombre de mi última ilusión. II Yo quiero que tú sepas que ya hace muchos días
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¡Me da pena morir siendo tan joven, porqu e me causa celo que me roben este cariño que la muerte trunca! Y me presagia el corazón enfermo que si en la noche del sepulcro duermo, no he de volver a contemplarte nunca. ¡Nunca...! ¡Jamás! En mi postrer regazo no escucharé los ecos de tu paso, ni el eco eco de tu vo z .. . ¡ Silencio Silencio eterno! eterno! Si dura mi pasión tras de la muerte y ya no puedo cariñosa verte, me voy a condenar en un infierno. ¡Ay! ¡Ay! ¡tanto a mor par a tan breve instan instante! te! ¿Por qué la vida cuanto más amante es más fugaz? ¿ Por qué nos br inda ind a flores, flores que se marchitan sin tardanza, al reflejo del sol de la esperanza que nunca deja de verter fulgores? ¡No te alejes de mí, estoy enferma! Espérame un instante.. . cuando duerma, cuando ya no contemples mis congojas!
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] Perdona si con lágrimas te aflijo! Y cerrando sus párpados me dijo: ¡ espera la caíd a de d e las hojas!
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¿No ves cómo el amor late y anida e» todas las arterias de la vida que se se me escapa escapa y a ? ... Te quiero tanto, que la pasión que mi tristeza cubre, me llevará como una flor de octubre, a dormir para siempre al camposanto.
—
estoy enfermo y pálido de tanto no dormir, que ya se han muerto todas las esperanzas mías, que son mis noches negras, tan negras y sombrías que ya no sé ni dónde se alza el porvenir. I II De noche, cuando pongo mis sienes en la almohada, y hacia otro mundo quiero mi espíritu volver, camino mucho, mucho, y al fin de la jomada la imagen de mi madre se pierde con la nada y tú de nuevo vuelves en mi alma a aparecer. IV Comprendo que tus besos jamás jam ás han ha n de ser míos, comprendo que en tus ojos no me he de ver jamás, y te amo, y en mis locos y ardientes desvarios bendigo tus desdenes, desdenes, ~ ~
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] Perdona si con lágrimas te aflijo! Y cerrando sus párpados me dijo: ¡ espera la caíd a de d e las hojas! ¡Ha mucho tiempo el corazón cobarde la olvidó para siempre! Ya no arde aquel amor de los lejanos días... Pero ¡ay!, a veces al soñarla siento que estremecen mi ser calenturiento, sus manos cadavéricas y frías...! Fernand Fernando o CELAD A
NO CT UR NO I ¡Pues bien! yo necesito decirte que te adoro, decirte que te quiero, con todo el corazón; que es mucho lo que sufro, que es mucho lo que lloro, que ya no puedo más, y al grito que te imploro te imploro y te hablo en nombre de mi última ilusión. II Yo quiero que tú sepas que ya hace muchos días —
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V A veces pienso en darte mi eterna despedida, bor rarte rart e en mis recuerdos y hundirte en mi pasión; mas si es en vano todo y el alma no te olvida ¿qué quieres que yo haga pedazo de mi vida? ¿qué quieres tú que yo haga con este corazón? VI Y luego que ya estaba concluido tu santuario, la lámpara encendida, tu velo en el altar, el sol de la mañana detrás del campanario, chispeando las antorchas, humeando el incensario, y abierta allá a lo lejos la puerta del hogar... V II Qué hermoso hubiera sido 82
I II De noche, cuando pongo mis sienes en la almohada, y hacia otro mundo quiero mi espíritu volver, camino mucho, mucho, y al fin de la jomada la imagen de mi madre se pierde con la nada y tú de nuevo vuelves en mi alma a aparecer. IV Comprendo que tus besos jamás jam ás han ha n de ser míos, comprendo que en tus ojos no me he de ver jamás, y te amo, y en mis locos y ardientes desvarios bendigo tus desdenes, desdenes, ~ ~
—
adoro tus desvíos, y en vez de amarte menos, te quiero mucho más.
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estoy enfermo y pálido de tanto no dormir, que ya se han muerto todas las esperanzas mías, que son mis noches negras, tan negras y sombrías que ya no sé ni dónde se alza el porvenir.
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vivir bajo aquel techo, los dos unidos siempre y amándonos los dos; tú siempre enamorada, yo siempre satisfecho, los dos una sola alma, los dos un solo pecho, y en medio de nosotros mi madre como un Dios. VIII ¡Figúrate qué hermosas las horas de esa vida! ¡ Qué dulce y bello el viaje por una un a tierr a así! así! Y yo soñaba en eso, mi santa prometida; y al delirar en ello, con alma estremecida, pensa ba yo en ser bueno buen o por ti, no más por ti. IX ¡Bien sabe Dios que era mi más hermoso sueño, mi afán y mi esperanza, mi dicha y mi placer; bien sabe Dios que en na da cifraba yo mi empeño, —
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adoro tus desvíos, y en vez de amarte menos, te quiero mucho más.
vivir bajo aquel techo, los dos unidos siempre y amándonos los dos; tú siempre enamorada, yo siempre satisfecho, los dos una sola alma, los dos un solo pecho, y en medio de nosotros mi madre como un Dios.
V A veces pienso en darte mi eterna despedida, bor rarte rart e en mis recuerdos y hundirte en mi pasión; mas si es en vano todo y el alma no te olvida ¿qué quieres que yo haga pedazo de mi vida? ¿qué quieres tú que yo haga con este corazón?
VIII ¡Figúrate qué hermosas las horas de esa vida! ¡ Qué dulce y bello el viaje por una un a tierr a así! así! Y yo soñaba en eso, mi santa prometida; y al delirar en ello, con alma estremecida, pensa ba yo en ser bueno buen o por ti, no más por ti.
VI Y luego que ya estaba concluido tu santuario, la lámpara encendida, tu velo en el altar, el sol de la mañana detrás del campanario, chispeando las antorchas, humeando el incensario, y abierta allá a lo lejos la puerta del hogar...
IX ¡Bien sabe Dios que era mi más hermoso sueño, mi afán y mi esperanza, mi dicha y mi placer; bien sabe Dios que en na da cifraba yo mi empeño,
V II Qué hermoso hubiera sido —
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sino en amarte mucho bajo el hoga r risueño que me envolvió en sus besos cuando me vio nacer!
X Esa era mi esperanza; mas ya que a sus fulgores se opone el hondo abismo que existe entre los dos, ¡adiós por la vez última, amor de mis amores, la luz de mis tinieblas, la esencia de mis flores, la lira del poeta, mi juvenutd, adiós! Manuel ACU ÑA R E T O Si porque a tus plantas ruedo como un ilota rendido, y una mirada te pido con temor, casi con miedo; si porque ante ti me quedo extático de emoción, piensas que mi corazón se va en mi pecho a romper y que por siempre he de ser
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esclavo de mi pasión; ¡te equivocas, te equivocas!, fresco y fragante capullo, yo quebrantaré tu orgullo como el minero las rocas. Si a la lucha me provocas, dispuesto estoy a luchar; tú eres espuma, yo mar que en sus cóleras confía; me haces llorar; pero un día yo también te haré llorar. Y entonces, cuando rendida ofrezcas toda tu vida perdó n pidien do a mis pies, como mi cólera es infinita en sus excesos, ¿sabes tú lo que haré en esos momentos de indignación? ¡Arrancarte el corazón par a comérmelo a besos! besos! Julio FLO REZ JUSTICIA —¡ — ¡ Señor Juez, un malvado, malv ado, un asesino, asesino, un pérfido, un traidor, robóme con la paz de mi destino.. .! —¿Rob ó, decís? —¡M — ¡M i amor!
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sino en amarte mucho bajo el hoga r risueño que me envolvió en sus besos cuando me vio nacer!
X Esa era mi esperanza; mas ya que a sus fulgores se opone el hondo abismo que existe entre los dos, ¡adiós por la vez última, amor de mis amores, la luz de mis tinieblas, la esencia de mis flores, la lira del poeta, mi juvenutd, adiós! Manuel ACU ÑA R E T O Si porque a tus plantas ruedo como un ilota rendido, y una mirada te pido con temor, casi con miedo; si porque ante ti me quedo extático de emoción, piensas que mi corazón se va en mi pecho a romper y que por siempre he de ser
esclavo de mi pasión; ¡te equivocas, te equivocas!, fresco y fragante capullo, yo quebrantaré tu orgullo como el minero las rocas. Si a la lucha me provocas, dispuesto estoy a luchar; tú eres espuma, yo mar que en sus cóleras confía; me haces llorar; pero un día yo también te haré llorar. Y entonces, cuando rendida ofrezcas toda tu vida perdó n pidien do a mis pies, como mi cólera es infinita en sus excesos, ¿sabes tú lo que haré en esos momentos de indignación? ¡Arrancarte el corazón par a comérmelo a besos! besos! Julio FLO REZ JUSTICIA —¡ — ¡ Señor Juez, un malvado, malv ado, un asesino, asesino, un pérfido, un traidor, robóme con la paz de mi destino.. .! —¿Rob ó, decís? —¡M — ¡M i amor!
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—¿Cuá —¿ Cuáll es su crimen? —Ino cente cen te y pur o mi corazón le di. . . — ¡T u corazón! — ¡Cree dme, señor Juez, que yo os lo juro! ¡ Castigadl Cast igadlo, o, señor! —¿Pero, —¿ Pero, el delito? —En gañ ado r y falso despedazólo cruel. ¡ Las horribles tinieblas de un cadalso no bastan, señor Juez! — ¡Deliras, infeliz. infeliz. A un magis trado hablándole de amor! — ¡ Oh, ¿le daréis la muert e? Ved que es poco comparado a su crimen tan atroz. Una m ue rte.. . Mil muerte muertess no alcan alcanzaba zaban n a purgar su delito, señor Juez. ¡Matar la fe y el porvenir bendito de una infeliz mujer! — ¡Ve te en paz, desdicha da! Las pasiones no las juzgan los hombres, sino Dios. Matar el cuerpo es crimen en la tierra, matar el alma, no! Ramón de CAMPO AM OR
LA CANONESA —Os idolatro, marque sa, de mi alma hicisteis presa: — 86
85 —
ya sólo vuestra será ¿Y vos? —No sé qué dirá ¡mi tía la canonesa! —De obedienc ia sois sois modelo; mas vos, decid, vos, ¿me amáis? ¡Oh sí! ya que me dejáis mirar, mirándoos, al cielo. — ¡No me retardé is, pues, esa blanca mano , rein a mía! —¿Y —¿ Y si no place a mi tía la canonesa? —Le plac erá vive Dios! . . . Y perdonadme, Clarisa, Clarisa, si he jurado desta guisa estando cerca de vos. . . Mas ¡ay! que mi alma os ansia y vos os mofáis así.. . —Yo os am ara ; ¿per o y la canonesa mi tía? — ¡Ing rat a! y aún aú n ap ura de su sarcasmo el rigor y ni la entibia mi amor ¡ni la mueve mi ternura! Pues bien, muera yo y que aquí termine mi agonía... —
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Y la primera vez que nuestros ojos
—¿Cuá —¿ Cuáll es su crimen? —Ino cente cen te y pur o mi corazón le di. . . — ¡T u corazón! — ¡Cree dme, señor Juez, que yo os lo juro! ¡ Castigadl Cast igadlo, o, señor! —¿Pero, —¿ Pero, el delito? —En gañ ado r y falso despedazólo cruel. ¡ Las horribles tinieblas de un cadalso no bastan, señor Juez! — ¡Deliras, infeliz. infeliz. A un magis trado hablándole de amor! — ¡ Oh, ¿le daréis la muert e? Ved que es poco comparado a su crimen tan atroz. Una m ue rte.. . Mil muerte muertess no alcan alcanzaba zaban n a purgar su delito, señor Juez. ¡Matar la fe y el porvenir bendito de una infeliz mujer! — ¡Ve te en paz, desdicha da! Las pasiones no las juzgan los hombres, sino Dios. Matar el cuerpo es crimen en la tierra, matar el alma, no! Ramón de CAMPO AM OR
LA CANONESA —Os idolatro, marque sa, de mi alma hicisteis presa: — 86
—No sé qué dirá ¡mi tía la canonesa! —De obedienc ia sois sois modelo; mas vos, decid, vos, ¿me amáis? ¡Oh sí! ya que me dejáis mirar, mirándoos, al cielo. — ¡No me retardé is, pues, esa blanca mano , rein a mía! —¿Y —¿ Y si no place a mi tía la canonesa? —Le plac erá vive Dios! . . . Y perdonadme, Clarisa, Clarisa, si he jurado desta guisa estando cerca de vos. . . Mas ¡ay! que mi alma os ansia y vos os mofáis así.. . —Yo os am ara ; ¿per o y la canonesa mi tía? — ¡Ing rat a! y aún aú n ap ura de su sarcasmo el rigor y ni la entibia mi amor ¡ni la mueve mi ternura! Pues bien, muera yo y que aquí termine mi agonía... —
— ¡No, no hagáis tal, por mi tía la cano nes a.. . (y por mí). Amado ÑE RVO AMEMONOS Buscaba mi alma con afán tu alma, buscaba yo la virgen que mi frent e tocaba con su labio dulcemente en el febril insomnio del amor. Buscaba la mujer pálida y bella que en sueños me visita desde niño, pa ra partir par tir con ella mi cariño, pa ra partir par tir con ella mi dolor. Como en la sacra soledad del templo, sin ver a Dios se siente su presencia, yo presentí en el mundo tu existencia, y como a Dios, sin verte, te adoré. Y demandando sin cesar al cielo la dulce compañera de mi suerte, muy lejos de ti, sin conocerte, en el ara de mi amor te levanté. No preg untaba unt aba ni sabía tu nombre. ¿En dónde iba a encontrarte ?. . . L o ignoraba, pero tu imagen den tro el alma alm a estaba, más bien presentimiento que ilusión. Y apenas apenas te te m iré ... tú eras el ángel compañero ideal de mi desvelo, la casta virgen de mirar de cielo, y de la frente pálida de amor. 88 —
ya sólo vuestra será ¿Y vos?
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Y la primera vez que nuestros ojos sus miradas magnéticas cruzaron, sin buscarse las manos se encontraron y nos dijimos: “te amo” sin habla r. Un sonrojo purísimo en tu frente, algo de palidez sobre la mía, y una sonrisa que hasta Dios subía... así nos comprendimos. comprendimos. . . nada más. más. ¡Amémonos, mi bien! En este mundo donde lágrimas tantas se derraman, las que vierten quizás los que se aman tienen yo no sé qué de bendición. ¡Amémonos, mi bien! Tiendan sus alas dos corazones en dichoso vuelo; amar es ver el entreabierto cielo y levantar el alma en asunción. Amar es empapar el pensamiento en la fragancia del Edén perdido; amar es. . . ; amar es llevar llevar herido herido con un dardo celeste el corazón. Es tocar los dinteles de la gloria, es ver tus ojos, escuchar tu acento, en el alma sentir el firmamento y morir a tus pies de adoración. Manuel M. FLORES FLO RES PANTALLA ¿Me preguntas ahora por qué estoy tan callado? Porque llegó el momento, el gran momento, —
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— ¡No, no hagáis tal, por mi tía la cano nes a.. . (y por mí). Amado ÑE RVO AMEMONOS Buscaba mi alma con afán tu alma, buscaba yo la virgen que mi frent e tocaba con su labio dulcemente en el febril insomnio del amor. Buscaba la mujer pálida y bella que en sueños me visita desde niño, pa ra partir par tir con ella mi cariño, pa ra partir par tir con ella mi dolor. Como en la sacra soledad del templo, sin ver a Dios se siente su presencia, yo presentí en el mundo tu existencia, y como a Dios, sin verte, te adoré. Y demandando sin cesar al cielo la dulce compañera de mi suerte, muy lejos de ti, sin conocerte, en el ara de mi amor te levanté. No preg untaba unt aba ni sabía tu nombre. ¿En dónde iba a encontrarte ?. . . L o ignoraba, pero tu imagen den tro el alma alm a estaba, más bien presentimiento que ilusión. Y apenas apenas te te m iré ... tú eras el ángel compañero ideal de mi desvelo, la casta virgen de mirar de cielo, y de la frente pálida de amor. 88 —
La hora de los ojos ojos y las dulces dulces sonrisas. . . La n o ch e. . . y esta noche noche cuánto am or por ti siento. siento. Contra tu pecho apriétame. Necesito caricias. Si tú supieras todo lo que en mí está subiendo De deseo, de orgullo, de ambición, de ternura, Y de bondad. M as oye: oye: Tú no puedes saberlo saberlo.. Baja la pantalla. Mejor así estaremos. Es en la sombra donde los corazones hablan: Y los los oj o s. .. ¿comprendes? ¿comprendes?,, se se ve ve mucho mejor Cuando en torno las cosas se empiezan a ver menos; Te amo mucho esta noche para hablarte de amor. Apriétame en tu pecho... Sobre Sobre tu pec ho ... ¡Cuá nta dulzura dulzura mi amor halla! halla! Y para acariciarte cómo ansio Que llegue llegue el el turno m ío ... Baja más la pantalla... Pero no hablemos más. Juicio tengamos, Estemos quietos. Dicha no hay ninguna, En este instante de pasión ferviente, Como sentir tus manos en mi frente. Pero ¿qué es eso? ¿Quién nos importuna? ¡El café! Ponlo allá. Cierra la puerta. ¿De qué te estaba hablando? '¿Tomamos el café? ¿Después?... ¿Ahora? ¿Quieres que te lo sirva yo mismo? ¿Eso prefieres? Está fue rte .. . ¿Azúcar? ¿Azúcar? ¿U n terrón terrón no más quier quieres? es? ¿Quieres que lo pruebe? ¿Será un terrón bastante? Esta es la taza tuya. Toma el café al instante. Que se te enfría. Y calla.
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Y la primera vez que nuestros ojos sus miradas magnéticas cruzaron, sin buscarse las manos se encontraron y nos dijimos: “te amo” sin habla r. Un sonrojo purísimo en tu frente, algo de palidez sobre la mía, y una sonrisa que hasta Dios subía... así nos comprendimos. comprendimos. . . nada más. más. ¡Amémonos, mi bien! En este mundo donde lágrimas tantas se derraman, las que vierten quizás los que se aman tienen yo no sé qué de bendición. ¡Amémonos, mi bien! Tiendan sus alas dos corazones en dichoso vuelo; amar es ver el entreabierto cielo y levantar el alma en asunción. Amar es empapar el pensamiento en la fragancia del Edén perdido; amar es. . . ; amar es llevar llevar herido herido con un dardo celeste el corazón. Es tocar los dinteles de la gloria, es ver tus ojos, escuchar tu acento, en el alma sentir el firmamento y morir a tus pies de adoración. Manuel M. FLORES FLO RES PANTALLA ¿Me preguntas ahora por qué estoy tan callado? Porque llegó el momento, el gran momento, —
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Y nada más hablemos. ¡ Pero qué obscuridad. Si n ada vemos. . .! Alza un poco, amor mío, la pantalla. Paul GER ALD Y
RETRATO DE MUJER Ella es una muchacha muy gorda y muy fea; pero con un gra n conte nto interio r. Su vida es buena, como la de las vacas de su aldea, y de mí posee mi mejor amor. Es llena de vida como la mañana; sus actividades no encuentran reposo, es gorda, es buena, es alegre y es sana; yo la amo por flaco, por malo, por triste y por ocioso. En mi bohemia, cuando verde copa se derramaba, demasiado henchida, ella cosió botones a mi ropa y solidaridades a mi vida. Ella es de esas mujeres madres de todos los que nacieron tristes o viven beodos; de todos los que arrastran penosamente, pisan do sobre abrojos, su vida trun ca. Ella sustituyó a la hermana ausente y a la esposa que no he tenido nunca. Cuando se pone en jarras, parece un asa
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La hora de los ojos ojos y las dulces dulces sonrisas. . . La n o ch e. . . y esta noche noche cuánto am or por ti siento. siento. Contra tu pecho apriétame. Necesito caricias. Si tú supieras todo lo que en mí está subiendo De deseo, de orgullo, de ambición, de ternura, Y de bondad. M as oye: oye: Tú no puedes saberlo saberlo.. Baja la pantalla. Mejor así estaremos. Es en la sombra donde los corazones hablan: Y los los oj o s. .. ¿comprendes? ¿comprendes?,, se se ve ve mucho mejor Cuando en torno las cosas se empiezan a ver menos; Te amo mucho esta noche para hablarte de amor. Apriétame en tu pecho... Sobre Sobre tu pec ho ... ¡Cuá nta dulzura dulzura mi amor halla! halla! Y para acariciarte cómo ansio Que llegue llegue el el turno m ío ... Baja más la pantalla... Pero no hablemos más. Juicio tengamos, Estemos quietos. Dicha no hay ninguna, En este instante de pasión ferviente, Como sentir tus manos en mi frente. Pero ¿qué es eso? ¿Quién nos importuna? ¡El café! Ponlo allá. Cierra la puerta. ¿De qué te estaba hablando? '¿Tomamos el café? ¿Después?... ¿Ahora? ¿Quieres que te lo sirva yo mismo? ¿Eso prefieres? Está fue rte .. . ¿Azúcar? ¿Azúcar? ¿U n terrón terrón no más quier quieres? es? ¿Quieres que lo pruebe? ¿Será un terrón bastante? Esta es la taza tuya. Toma el café al instante. Que se te enfría. Y calla.
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de tina jo tina jo cad a brazo suyo; es tan buena ama de casa que cuando mi existencia vio manchada y helada y (destruida la lavó, la planchó y luego, paciente, la cosió por dos lados a la vida y la ha tendido al sol piadosamente. Rafael AR EV AL O M AR TI N E Z
EL SUEÑO Apoya en mí la cabeza, si tienes sueño. Apoya en mi la cabeza, aquí, en mi pecho. Descansa, duérmete, sueña, no tengas miedo, no tengas miedo del mundo, que yo te velo. Levanta hacia mí tus ojos, tus ojos lentos, y ciérralos poco a poco conmigo dentro; ciérralos, aunque no quieras, muertos de sueño. Ya estás dormida. Ya sube, baja tu pecho, y el mío al compás del tuyo mide el silencio, almohada de tu cabeza,
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Y nada más hablemos. ¡ Pero qué obscuridad. Si n ada vemos. . .! Alza un poco, amor mío, la pantalla. Paul GER ALD Y
RETRATO DE MUJER Ella es una muchacha muy gorda y muy fea; pero con un gra n conte nto interio r. Su vida es buena, como la de las vacas de su aldea, y de mí posee mi mejor amor. Es llena de vida como la mañana; sus actividades no encuentran reposo, es gorda, es buena, es alegre y es sana; yo la amo por flaco, por malo, por triste y por ocioso. En mi bohemia, cuando verde copa se derramaba, demasiado henchida, ella cosió botones a mi ropa y solidaridades a mi vida. Ella es de esas mujeres madres de todos los que nacieron tristes o viven beodos; de todos los que arrastran penosamente, pisan do sobre abrojos, su vida trun ca. Ella sustituyó a la hermana ausente y a la esposa que no he tenido nunca. Cuando se pone en jarras, parece un asa
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celeste peso. Mi pecho de varón duro, tabla de esfuerzo, por ti se vuelve de plumas, cojín de sueños. Navega en dulce oleaje, ritmo sereno, ritmo de olas perezosas el de tus pechos. De cuando en cuando una grande, espuma al viento suspiro que se te escapa volando al cielo, y otra vez navegas lenta mares de sueño, y soy yo quien te conduce, yo que te velo, que para que te abandones te abrí mi pecho. ¿Qué sueñas? ¿Sueñas? ¿Qué buscan —palabras, besos besos — tus labios que se te mueven, dormido rezo? Si sueñas que estás conmigo, no es sólo sueño; lo que te acuna y te mece soy yo, es mi pecho. Despacio, brisas, despacio,
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de tina jo tina jo cad a brazo suyo; es tan buena ama de casa que cuando mi existencia vio manchada y helada y (destruida la lavó, la planchó y luego, paciente, la cosió por dos lados a la vida y la ha tendido al sol piadosamente. Rafael AR EV AL O M AR TI N E Z
EL SUEÑO
De cuando en cuando una grande, espuma al viento suspiro que se te escapa volando al cielo, y otra vez navegas lenta mares de sueño, y soy yo quien te conduce, yo que te velo, que para que te abandones te abrí mi pecho. ¿Qué sueñas? ¿Sueñas? ¿Qué buscan —palabras, besos besos — tus labios que se te mueven, dormido rezo?
Apoya en mí la cabeza, si tienes sueño. Apoya en mi la cabeza, aquí, en mi pecho. Descansa, duérmete, sueña, no tengas miedo, no tengas miedo del mundo, que yo te velo. Levanta hacia mí tus ojos, tus ojos lentos, y ciérralos poco a poco conmigo dentro; ciérralos, aunque no quieras, muertos de sueño.
Si sueñas que estás conmigo, no es sólo sueño; lo que te acuna y te mece soy yo, es mi pecho.
Ya estás dormida. Ya sube, baja tu pecho, y el mío al compás del tuyo mide el silencio, almohada de tu cabeza,
Despacio, brisas, despacio,
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te serviré un café como tú quieras, escribirás las últimas palabras, y verás qué reposo el de tu cuerpo: de tu sillón, un paso, y a la cama. Las almohadas creerás montón de flores, frescas hojas las sábanas...
que tiene sueño. Mundo sonoro que rondas, liaste silencio, que está durmiendo mi niña, que está durmiendo al compás que de los suyos copia mi pecho. Que cuando se me despierte buscand o el cielo encuentre arriba mis ojos limpios y abiertos.
Gerardo DIEGO
ELLA
DICE
—Est a noche no sales, sales, te secuestro, secuestro, aquí está tu sillón, aquí tu lámpara, tu pluma, tu tintero, tus cuartillas, escribe, o lee, o sueña, o no hagas nada. Esta noche no sales, te secuestro, con mis tijeras cortaré tus alas. Recorreré las piezas diligente, iré, por ver la noche, a la ventana... Fastidiaos, diré, hondas tinieblas, rústicas brisas, estrellitas pampas, esta noche no es para vosotras, su meditar llena de luz la casa. Aflojaré después las ropas mías, esponjaré mi cabellera blanda,
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celeste peso. Mi pecho de varón duro, tabla de esfuerzo, por ti se vuelve de plumas, cojín de sueños. Navega en dulce oleaje, ritmo sereno, ritmo de olas perezosas el de tus pechos.
Y estarás dormitando todavía, cuando entraré con silenciosa planta a nuestro cuarto; tocaré tu hombro, estirarás una pereza larga, y ante tus ojos, de mis brazos puros, rodará dulcemente la mañana.
FER NAND NA ND EZ MO RENO RE NO LAS FLORES DEL ROMERO... Las flores del romero, niña Isabel,
hoy son flores azules, mañana serán miel . Celosa estás, la niña celosa estás de aquel dichoso, pues le buscas, ciego, pues no te ve, ingrato, pues te enoja y confiado, pues no se disculpa hoy de lo que hizo ayer.
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te serviré un café como tú quieras, escribirás las últimas palabras, y verás qué reposo el de tu cuerpo: de tu sillón, un paso, y a la cama. Las almohadas creerás montón de flores, frescas hojas las sábanas...
que tiene sueño. Mundo sonoro que rondas, liaste silencio, que está durmiendo mi niña, que está durmiendo al compás que de los suyos copia mi pecho. Que cuando se me despierte buscand o el cielo encuentre arriba mis ojos limpios y abiertos.
Y estarás dormitando todavía, cuando entraré con silenciosa planta a nuestro cuarto; tocaré tu hombro, estirarás una pereza larga, y ante tus ojos, de mis brazos puros, rodará dulcemente la mañana.
Gerardo DIEGO
ELLA
FER NAND NA ND EZ MO RENO RE NO
DICE
LAS FLORES DEL ROMERO...
—Est a noche no sales, sales, te secuestro, secuestro, aquí está tu sillón, aquí tu lámpara, tu pluma, tu tintero, tus cuartillas, escribe, o lee, o sueña, o no hagas nada. Esta noche no sales, te secuestro, con mis tijeras cortaré tus alas.
Las flores del romero, niña Isabel,
hoy son flores azules, mañana serán miel . Celosa estás, la niña celosa estás de aquel dichoso, pues le buscas, ciego, pues no te ve, ingrato, pues te enoja y confiado, pues no se disculpa hoy de lo que hizo ayer.
Recorreré las piezas diligente, iré, por ver la noche, a la ventana... Fastidiaos, diré, hondas tinieblas, rústicas brisas, estrellitas pampas, esta noche no es para vosotras, su meditar llena de luz la casa. Aflojaré después las ropas mías, esponjaré mi cabellera blanda,
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Enjuguen esperanzas lo que lloras por él; que celos entre aquellos que se han querido bien hoy son flores azules, mañana serán miel. Aurora de ti misma que cuando a amanecer a tu placer empiezas, te eclipsan tu placer, serénense tus ojos y más perlas no des, que al sol le está mal lo que a la aurora bien. Desata como nieblas todo lo que no ves; que sospechas de amantes y querellas después hoy son flores azules, mañana serán miel.
Luis de GONG ORA UNA NOCHE DE VERANO. Una noche de verano —estaba abiert o el balcón y la puerta de mi casa— la muerte en mi casa entró. Se fue acercando a su lecho
—ni siquiera me miró—, con unos dedos muy finos algo muy tenue rompió. Silenciosa y sin mirarme, la muerte otra vez pasó delante de mí. —¿Qué has hecho? La muerte no respondió. Mi niña quedó tranquila, dolido mi corazón. ¡Ay, lo que la muerte ha roto era un hilo entre los dos!
Antonio MACHA MA CHA DO
SALMO DE AMOR ¡ Dios ¡Dios ¡Dios ¡Dios
te te te te
bendiga, bendiga, bendiga, bendiga,
amor, porque porq ue eres bella! amor, porque eres mía! amor, cuando te miro! amor, cuando me miras!
¡Dios te bendiga, si me guardas fe; si no me guardas fe, Dios te bendiga! ¡Hoy que me haces vivir, bendita seas; cuando me hagas morir, seas bendita! ¡Bendiga Dios tus pasos hacia el bien; tus pasos hacia el mal, Dios los bendiga! ¡Bendiciones a ti cuando me acoges; bendiciones a ti cuando me esquivas! esquivas!
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Enjuguen esperanzas lo que lloras por él; que celos entre aquellos que se han querido bien hoy son flores azules, mañana serán miel. Aurora de ti misma que cuando a amanecer a tu placer empiezas, te eclipsan tu placer, serénense tus ojos y más perlas no des, que al sol le está mal lo que a la aurora bien. Desata como nieblas todo lo que no ves; que sospechas de amantes y querellas después hoy son flores azules, mañana serán miel.
Luis de GONG ORA UNA NOCHE DE VERANO. Una noche de verano —estaba abiert o el balcón y la puerta de mi casa— la muerte en mi casa entró. Se fue acercando a su lecho
—ni siquiera me miró—, con unos dedos muy finos algo muy tenue rompió. Silenciosa y sin mirarme, la muerte otra vez pasó delante de mí. —¿Qué has hecho? La muerte no respondió. Mi niña quedó tranquila, dolido mi corazón. ¡Ay, lo que la muerte ha roto era un hilo entre los dos!
Antonio MACHA MA CHA DO
SALMO DE AMOR ¡ Dios ¡Dios ¡Dios ¡Dios
te te te te
bendiga, bendiga, bendiga, bendiga,
amor, porque porq ue eres bella! amor, porque eres mía! amor, cuando te miro! amor, cuando me miras!
¡Dios te bendiga, si me guardas fe; si no me guardas fe, Dios te bendiga! ¡Hoy que me haces vivir, bendita seas; cuando me hagas morir, seas bendita! ¡Bendiga Dios tus pasos hacia el bien; tus pasos hacia el mal, Dios los bendiga! ¡Bendiciones a ti cuando me acoges; bendiciones a ti cuando me esquivas! esquivas!
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¡Bendígate la luz de la mañana que al despertarte hiere tus pupilas; bendígat e la sombra de la noche, que en su regazo te hallará dormida! ¡Abra los ojos para bendecirte, antes de sucumbir, el que agoniza! ¡ Si al heri r te bendice el asesino, que por su bendición Dios le bendiga! ¡Bendígate el humilde a quien socorras! ¡Bendígante, al nombrarte, tus amigas! ¡ Bendígante los siervos de tu casa! ¡Los complacidos deudos te bendigan! ¡Te dé la tierra bendición en flores, y el tiempo en copia de apacibles días, y el mar se aquiete para bendecirte, y el dolor se eche atrás y te bendiga! ¡ Vuelva a tocar con el nevado lirio Gabriel tu frente, y la declare ungida! ¡Dé el cielo a tu piedad don de milagro y sanen los enfermos a tu vista! ¡ Oh, querida m uje r!. . . ¡ Hoy que me adoras, adoras, todo de bendiciones es el día! ¡Yo te bendigo, y quiero que conmigo Dios y el cielo y la tierra te bendigan!
Eduardo M AR Q UI NA
— 98 —
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CASTIGO I ¡Yo te juré mi amor sobre una tumba, sobre tu mármol santo! sobre su mármol santo! conjuré temerario? ¿Sabes tú que los hijos de mi temple saludan ese mármol con la faz en el polvo y sollozantes en el polvo besando? ¿Sabes tú las cenizas de qué muerta mintiendo has profanado?... ¡ No lo quieras oír, que tus oídos ya no son un santuario! ¡No lo quie quieras ras o ír ! .. . ¡Como hay ritua rituales les secretos y sagrados, hay tan augustos nombres que no todos son dignos de escucharlos!
II Yo te di un corazón joven y justo... ¡por qué te lo habré dado!... ¡ Lo colmaste de besos; y una noche te dio por devorarlo! Y con con ojos ojos se re no s.. . ¡el verdugo, verdugo, —
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¡Bendígate la luz de la mañana que al despertarte hiere tus pupilas; bendígat e la sombra de la noche, que en su regazo te hallará dormida! ¡Abra los ojos para bendecirte, antes de sucumbir, el que agoniza! ¡ Si al heri r te bendice el asesino, que por su bendición Dios le bendiga! ¡Bendígate el humilde a quien socorras! ¡Bendígante, al nombrarte, tus amigas! ¡ Bendígante los siervos de tu casa! ¡Los complacidos deudos te bendigan! ¡Te dé la tierra bendición en flores, y el tiempo en copia de apacibles días, y el mar se aquiete para bendecirte, y el dolor se eche atrás y te bendiga! ¡ Vuelva a tocar con el nevado lirio Gabriel tu frente, y la declare ungida! ¡Dé el cielo a tu piedad don de milagro y sanen los enfermos a tu vista! ¡ Oh, querida m uje r!. . . ¡ Hoy que me adoras, adoras, todo de bendiciones es el día! ¡Yo te bendigo, y quiero que conmigo Dios y el cielo y la tierra te bendigan!
Eduardo M AR Q UI NA
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que cumple su mandato, solicita perdón de las criaturas que inmolará en el tajo!... ¡Tú le viste serena, indiferente, gemir agonizando, mientras su roja sangre enrojecía tus mejillas de nardo! Y tus ojo s. . . j mis ojos ojos de otro tiempo, que me temían tanto! ni una perla tuvieron, ni una sola:, ¡eres de nieve y mármol! I II ¿Acaso el que me roba tus caricias te habrá petrificado? ¿Acaso la ponzoña del Leteo te inyectó a su contacto? ¿O pretendes probarme en los crisoles de los celos amargos y me vas a mostrar cuánto me quieres, después, entre tus brazos?... ¡No se prueban así, con ignominias, corazones hidalgos! ¡No se templa el acero damasquino metiéndolo en el fango! Yo te alcé en mis estrofas, sobre toda*,
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—Rosa la más delicad a
CASTIGO I ¡Yo te juré mi amor sobre una tumba, sobre tu mármol santo! sobre su mármol santo! conjuré temerario? ¿Sabes tú que los hijos de mi temple saludan ese mármol con la faz en el polvo y sollozantes en el polvo besando? ¿Sabes tú las cenizas de qué muerta mintiendo has profanado?... ¡ No lo quieras oír, que tus oídos ya no son un santuario! ¡No lo quie quieras ras o ír ! .. . ¡Como hay ritua rituales les secretos y sagrados, hay tan augustos nombres que no todos son dignos de escucharlos!
II Yo te di un corazón joven y justo... ¡por qué te lo habré dado!... ¡ Lo colmaste de besos; y una noche te dio por devorarlo! Y con con ojos ojos se re no s.. . ¡el verdugo, verdugo, —
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hasta rozar los astros: tócale a mi venganza de poeta dejarte abandonada en el espacio.
AL MA FU ERTE ER TE (Pedro (Pedro B. PALACI PAL ACIOS) OS)
LA ROSA DEL JARDINERO
de “Amores y Amoríos” Era un jardín sonriente; era una tranquila fuente de cristal; era, a su borde asomada, una rosa inmaculada de un rosal. Era un viejo jardinero que cuidaba con esmero del vergel, y era la rosa un tesoro de más quilates que el oro par a él. él. A la orilla de la fuente un caballero pasó, y la rosa dulcemente de su tallo separó. Y al notar el jardinero que faltaba en el rosal, cantaba así, plañidero, receloso de su mal:
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¿Quién por ti sólo suspira?
que cumple su mandato, solicita perdón de las criaturas que inmolará en el tajo!... ¡Tú le viste serena, indiferente, gemir agonizando, mientras su roja sangre enrojecía tus mejillas de nardo! Y tus ojo s. . . j mis ojos ojos de otro tiempo, que me temían tanto! ni una perla tuvieron, ni una sola:, ¡eres de nieve y mármol! I II ¿Acaso el que me roba tus caricias te habrá petrificado? ¿Acaso la ponzoña del Leteo te inyectó a su contacto? ¿O pretendes probarme en los crisoles de los celos amargos y me vas a mostrar cuánto me quieres, después, entre tus brazos?... ¡No se prueban así, con ignominias, corazones hidalgos! ¡No se templa el acero damasquino metiéndolo en el fango! Yo te alcé en mis estrofas, sobre toda*,
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—Rosa la más delicad a que por mi amor cultivada nunca fue; rosa la más encendida, la más fragante y pulida que cuidé; blanc a estrella que del cielo curiosa de ver el suelo resbaló; a la que una mariposa de mancharla temerosa no llegó. ¿Quién te quiere? ¿Quién te llama por tu bien o por tu mal? ¿Quién te llevó de la rama que no estás en tu rosal? ¿Tú no sabes que es grosero el mundo? ¿Que es traicionero el amor? ¿ Que Qu e no se aprecia en la vid a la pura miel escondida en la flor? ¿Bajo qué cielo caíste? ¿A quién tu tesoro diste virginal? ¿En qué manos te deshojas? ¿Qué aliento quema tus hojas infernal? ¿Quién te cuida con esmero, como el viejo jardinero te cuidó?
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hasta rozar los astros: tócale a mi venganza de poeta dejarte abandonada en el espacio.
AL MA FU ERTE ER TE (Pedro (Pedro B. PALACI PAL ACIOS) OS)
LA ROSA DEL JARDINERO
de “Amores y Amoríos” Era un jardín sonriente; era una tranquila fuente de cristal; era, a su borde asomada, una rosa inmaculada de un rosal. Era un viejo jardinero que cuidaba con esmero del vergel, y era la rosa un tesoro de más quilates que el oro par a él. él. A la orilla de la fuente un caballero pasó, y la rosa dulcemente de su tallo separó. Y al notar el jardinero que faltaba en el rosal, cantaba así, plañidero, receloso de su mal:
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¿Quién por ti sólo suspira? ¿Quién te quiere? ¿Quién te mira como yo? ¿Quién te miente que te ama con fe y con ternura igual? ¿Quién te llevó de la rama, que no estás en tu rosal? ¿Por qué te fuiste tan pura de otra vida a la ventura o al dolor? ¿Qué faltaba a tu recreo? ¿Qué a tu inocente deseo soñador? En la fuente limpia y clara ¿espejo que te copiara no te di? ¿Los pájaros escondidos, no cantaban en sus nidos pa ra ti? ¿Cuando era el aire de fuego, no resfresqué con mi riego tu calor? ¿No te dio mi trato amigo en las heladas abrigo protec tor? ¿Quién para sí te reclama? ¿Te hará bien o te hará mal? ¿Quién te llevó de la rama, que no estás en tu rosal? —
de la perfecta compañía.
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—Rosa la más delicad a que por mi amor cultivada nunca fue; rosa la más encendida, la más fragante y pulida que cuidé; blanc a estrella que del cielo curiosa de ver el suelo resbaló; a la que una mariposa de mancharla temerosa no llegó. ¿Quién te quiere? ¿Quién te llama por tu bien o por tu mal? ¿Quién te llevó de la rama que no estás en tu rosal? ¿Tú no sabes que es grosero el mundo? ¿Que es traicionero el amor? ¿ Que Qu e no se aprecia en la vid a la pura miel escondida en la flor? ¿Bajo qué cielo caíste? ¿A quién tu tesoro diste virginal? ¿En qué manos te deshojas? ¿Qué aliento quema tus hojas infernal? ¿Quién te cuida con esmero, como el viejo jardinero te cuidó?
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Asi un día y otro día, entre espinas y entre flores, el jardinero plañía imaginando dolores, desde aquél en que a la fuente un caballero llegó, y la rosa dulcemente de su tallo separó.
Serafín y Joaquín ALVAREZ QUINTERO
ESTAR ENAMORADO Estar enamorado, amigos, es encontrar el nombre justo de la vida. Es dar al fin con la palabra que para hacer frente a la muerte se precisa. Es recobrar la llave oculta que abre la cárcel en que el alma está cautiva. Es levantarse de la tierra con una fuerza que reclama desde arriba. Es respirar el ancho viento que por encima de la carne se respira. Es contemplar desde la cumbre de la persona la razón de las heridas. Es advertir en unos ojos una mirada verdadera que nos mira. Es sorprender en unas manos ese calor
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¿Quién por ti sólo suspira? ¿Quién te quiere? ¿Quién te mira como yo? ¿Quién te miente que te ama con fe y con ternura igual? ¿Quién te llevó de la rama, que no estás en tu rosal? ¿Por qué te fuiste tan pura de otra vida a la ventura o al dolor? ¿Qué faltaba a tu recreo? ¿Qué a tu inocente deseo soñador? En la fuente limpia y clara ¿espejo que te copiara no te di? ¿Los pájaros escondidos, no cantaban en sus nidos pa ra ti? ¿Cuando era el aire de fuego, no resfresqué con mi riego tu calor? ¿No te dio mi trato amigo en las heladas abrigo protec tor? ¿Quién para sí te reclama? ¿Te hará bien o te hará mal? ¿Quién te llevó de la rama, que no estás en tu rosal? —
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de la perfecta compañía. Es sospechar, que para siempre, la soledad de nuestra sombra está vencida. Estar enamorado, amigos, es descubrir dónde se juntan cuerpo y alma. Es percibir en el desierto la cristalina voz de un río que nos llama. Es ver el mar desde la torre donde ha quedado prision era nue stra infancia. Es apoyar los ojos tristes en un paisaje de cigüeñas y campanas. Es ocupar un territorio donde conviven los perfumes y las armas. Es dar la ley a cada rosa y al mismo tiempo recibirla de su espada. Es confundir el sentimiento con una hoguera que del pecho se levanta. Es gobernar la luz del fuego y al mismo tiempo ser esclavo de la llama. Es entender la pensativa conversación del corazón y la distancia. Es encontrar el derrotero que lleva al reino de la música sin tasa. Estar enamorado, amigos, es adueñarse de las noches y los días. Es olvidar entre los dedos emocionados la cabeza distraída. Es recordar a Garcilaso cuando se siente la canción de una herrería.
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Asi un día y otro día, entre espinas y entre flores, el jardinero plañía imaginando dolores, desde aquél en que a la fuente un caballero llegó, y la rosa dulcemente de su tallo separó.
Serafín y Joaquín ALVAREZ QUINTERO
ESTAR ENAMORADO Estar enamorado, amigos, es encontrar el nombre justo de la vida. Es dar al fin con la palabra que para hacer frente a la muerte se precisa. Es recobrar la llave oculta que abre la cárcel en que el alma está cautiva. Es levantarse de la tierra con una fuerza que reclama desde arriba. Es respirar el ancho viento que por encima de la carne se respira. Es contemplar desde la cumbre de la persona la razón de las heridas. Es advertir en unos ojos una mirada verdadera que nos mira. Es sorprender en unas manos ese calor
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Es ir leyendo lo que escriben en el espacio las primeras golondrinas. Es ver la estrella de la tarde por la ventana de una casa campesina. Es contemplar un tren que pasa por la montaña, con las luces encendidas. Es comprender perfectamente que no hay fronteras, entre el sueño y la vigilia. Es ignorar en qué consiste la diferencia entre la pena y la alegría. Es escuchar a medianoche la vagabunda confesión de la llovizna. Es divisar en las tinieblas del corazón una pequeña lucecita. Estar enamorados, amigos, es padecer espacio y tiempo con dulzura. Es despertarse una mañana con el secreto de las flores y las frutas. Es libertarse de sí mismo y estar unido con las otras criaturas. Es no saber si son ajenas o si son propias las lejanas amarguras. Es remontar hasta la fuente las aguas turbias del torrente de la angustia. Es compartir la luz del mundo y al mismo tiempo compartir su noche oscura. Es asombrarse y alegrarse de que la luna todavía sea luna. Es comprobar en cuerpo y alma que la tarea de ser hombre es menos dura.
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de la perfecta compañía. Es sospechar, que para siempre, la soledad de nuestra sombra está vencida. Estar enamorado, amigos, es descubrir dónde se juntan cuerpo y alma. Es percibir en el desierto la cristalina voz de un río que nos llama. Es ver el mar desde la torre donde ha quedado prision era nue stra infancia. Es apoyar los ojos tristes en un paisaje de cigüeñas y campanas. Es ocupar un territorio donde conviven los perfumes y las armas. Es dar la ley a cada rosa y al mismo tiempo recibirla de su espada. Es confundir el sentimiento con una hoguera que del pecho se levanta. Es gobernar la luz del fuego y al mismo tiempo ser esclavo de la llama. Es entender la pensativa conversación del corazón y la distancia. Es encontrar el derrotero que lleva al reino de la música sin tasa. Estar enamorado, amigos, es adueñarse de las noches y los días. Es olvidar entre los dedos emocionados la cabeza distraída. Es recordar a Garcilaso cuando se siente la canción de una herrería.
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Es empezar a decir siempre siempre y en adelante no volver a decir nunca. Y es además, amigos míos, estar seguro de tener las manos puras.
Franci Francisco sco Luis BERNA BE RNA RDEZ RD EZ R I M A S I Hoy la tierra y los cielos me sonríen, hoy llega al fondo de mi alma el sol, hoy la he visto... la he visto y me ha mirado... ¡ Hoy creo en Dios! II —¿ Qu é es poesía? —dices mien tras clavas en mi pupila tu pupila azul; —¿Qu —¿ Qu é es poesía? ¿Y tú me lo pregu ntas ? Poesía.. . eres tú. III Los suspiros son aire, y van al aire. Las lágrimas son agua, y van al mar. Dime, muje r: cuando el amor se olvida, olvida, ¿sabes tú adonde va?
Gustavo Adolfo BECQUER — 107
Es ir leyendo lo que escriben en el espacio las primeras golondrinas. Es ver la estrella de la tarde por la ventana de una casa campesina. Es contemplar un tren que pasa por la montaña, con las luces encendidas. Es comprender perfectamente que no hay fronteras, entre el sueño y la vigilia. Es ignorar en qué consiste la diferencia entre la pena y la alegría. Es escuchar a medianoche la vagabunda confesión de la llovizna. Es divisar en las tinieblas del corazón una pequeña lucecita. Estar enamorados, amigos, es padecer espacio y tiempo con dulzura. Es despertarse una mañana con el secreto de las flores y las frutas. Es libertarse de sí mismo y estar unido con las otras criaturas. Es no saber si son ajenas o si son propias las lejanas amarguras. Es remontar hasta la fuente las aguas turbias del torrente de la angustia. Es compartir la luz del mundo y al mismo tiempo compartir su noche oscura. Es asombrarse y alegrarse de que la luna todavía sea luna. Es comprobar en cuerpo y alma que la tarea de ser hombre es menos dura.
— 106 —
Está la noche limpia y clara. Entra la luna en tu aposento. ¡Oh, si el espejo reflejara tu atolondrado pensamiento! Están abiertos los pulmones para pa ra respirar resp irar el aire puro. La brisa trae insinuaciones par a tu cuerpo cuerp o prematuro. premat uro. Estás alegre y triste y rara. Algo en tu carne va a nacer. (Bien te podrías llamar Sara, tal vez Judit, quizás Ester.) Y hay un misterio que se aclara entre la luna y la mujer. Gerardo DIEGO
EL VAMPIRO Ruedan tus rizos lóbregos y gruesos por tus cándidas cándida s formas como un río, y esparzo en su raudal crespo y sombrío las rosas encendidas de mis besos. En tanto que deshojo los espesos anillos, siento el roce leve y frío 108 —
Franci Francisco sco Luis BERNA BE RNA RDEZ RD EZ R I M A S I Hoy la tierra y los cielos me sonríen, hoy llega al fondo de mi alma el sol, hoy la he visto... la he visto y me ha mirado... ¡ Hoy creo en Dios! II —¿ Qu é es poesía? —dices mien tras clavas en mi pupila tu pupila azul; —¿Qu —¿ Qu é es poesía? ¿Y tú me lo pregu ntas ? Poesía.. . eres tú. III Los suspiros son aire, y van al aire. Las lágrimas son agua, y van al mar. Dime, muje r: cuando el amor se olvida, olvida, ¿sabes tú adonde va?
Gustavo Adolfo BECQUER — 107
EL SONETO DE CATORCE AÑOS
—
Es empezar a decir siempre siempre y en adelante no volver a decir nunca. Y es además, amigos míos, estar seguro de tener las manos puras.
de tu mano, y un largo calosfrío me recorre y penetra hasta los huesos. Tus pupilas caóticas y hurañas destellan cuando escuchas el suspiro que sale desgarrando mis entrañas. Y mientras yo agonizo, sedienta, finges un negro y pertinaz vampiro que de mi ardiente sangre se alimenta. Efrén REB OLLEDO OLL EDO
L A C E R I A No codicies mi boca. Es de ceniza y es un hueco sonido de campanas mi risa, no me oprimas las manos. Son polvo, mis dos manos y al estrecharlas tocas comida de gusanos. No trences mis cabellos. Mis cabellos son tierra tier ra con la que han de nutrirse las plantas de la sierra. No acaricies mis senos. senos. Son de greda, los seno senoss que te empeñas en ver como lirios morenos. ¿Y aún me quieres, quieres, amado? ¿Y aún mi cuerpo (pretendes y largas, de deseo, las manos a mí tiendes? ¿Aún codicias, amado, la carne mentirosa que es ceniza y se cubre de apariencias de rosa? — 109
—
EL SONETO DE CATORCE AÑOS Está la noche limpia y clara. Entra la luna en tu aposento. ¡Oh, si el espejo reflejara tu atolondrado pensamiento! Están abiertos los pulmones para pa ra respirar resp irar el aire puro. La brisa trae insinuaciones par a tu cuerpo cuerp o prematuro. premat uro. Estás alegre y triste y rara. Algo en tu carne va a nacer. (Bien te podrías llamar Sara, tal vez Judit, quizás Ester.) Y hay un misterio que se aclara entre la luna y la mujer. Gerardo DIEGO
EL VAMPIRO Ruedan tus rizos lóbregos y gruesos por tus cándidas cándida s formas como un río, y esparzo en su raudal crespo y sombrío las rosas encendidas de mis besos. En tanto que deshojo los espesos anillos, siento el roce leve y frío —
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de tu mano, y un largo calosfrío me recorre y penetra hasta los huesos. Tus pupilas caóticas y hurañas destellan cuando escuchas el suspiro que sale desgarrando mis entrañas. Y mientras yo agonizo, sedienta, finges un negro y pertinaz vampiro que de mi ardiente sangre se alimenta. Efrén REB OLLEDO OLL EDO
L A C E R I A No codicies mi boca. Es de ceniza y es un hueco sonido de campanas mi risa, no me oprimas las manos. Son polvo, mis dos manos y al estrecharlas tocas comida de gusanos. No trences mis cabellos. Mis cabellos son tierra tier ra con la que han de nutrirse las plantas de la sierra. No acaricies mis senos. senos. Son de greda, los seno senoss que te empeñas en ver como lirios morenos. ¿Y aún me quieres, quieres, amado? ¿Y aún mi cuerpo (pretendes y largas, de deseo, las manos a mí tiendes? ¿Aún codicias, amado, la carne mentirosa que es ceniza y se cubre de apariencias de rosa? — 109
Bien, tómame. ¡Oh laceria! ¡ Polvo que busca el polvo sin sentir su miseria! Juana de IBAR IB AR BO UR OU
ITE MISSA EST Yo adoro a una sonámbula con alma de Eloísa Eloísa,, virgen como la nieve y honda como la mar; su espíritu es la hostia de mi amorosa misa y alzo al son de una dulce lira crepuscular. Ojos de evocadora, gesto de profetisa, en ella hay la sagrada frecuencia del altar; su risa es la sonrisa suave de Monna Lisa, sus labios son los únicos labios para besar.
—
vaga, ebria de pasión y de coraje, la bacante en las playas de Tarento. ¡Vino y amor!, con delirante acento dice, y desgarra su purpúreo traje; cae la arena, y el hirviente oleaje sus formas besa en blando movimiento. Del deseo en el sueño delicioso, piensa abra zar a aquel por quien delira, cierra el párpado amor de voluptuoso. Exánime después tierna suspira, finge su boca un ósculo fogoso, muerde la arena en su estertor... y expira... Rafael de Zayaz EN RIQU RI QU EZ
Y he de besarla un día con rojo beso ardiente: apoyada en mi brazo como convaleciente me mirará asombrada con íntimo pavor. La enamorada esfinge quedará estupefacta, apagaré la llama de la vestal intacta, ¡Y la faunesa antigua me rugirá de amor! Rubén DA RIO RI O
LA MUERTE DE LA BACANTE Suelto el cabello que acaricia el viento, desnudo el seno y el mirar salvaje, —
110
MAÑANA A LA LUZ Dios está azul. La flauta y el tambor anuncian ya la luz de primavera. ¡Vivan las rosas, las rosas del amor, en el verdor con sol de la pradera! ¡Vámonos al campo por romero , vámonos, vámonos por romero romero y por amor ! . . .
Le pregunté: —¿Me dejas que te quiera? Me respondió bromeando su pasión: —
111 111 —
Bien, tómame. ¡Oh laceria! ¡ Polvo que busca el polvo sin sentir su miseria! Juana de IBAR IB AR BO UR OU
ITE MISSA EST Yo adoro a una sonámbula con alma de Eloísa Eloísa,, virgen como la nieve y honda como la mar; su espíritu es la hostia de mi amorosa misa y alzo al son de una dulce lira crepuscular. Ojos de evocadora, gesto de profetisa, en ella hay la sagrada frecuencia del altar; su risa es la sonrisa suave de Monna Lisa, sus labios son los únicos labios para besar.
vaga, ebria de pasión y de coraje, la bacante en las playas de Tarento. ¡Vino y amor!, con delirante acento dice, y desgarra su purpúreo traje; cae la arena, y el hirviente oleaje sus formas besa en blando movimiento. Del deseo en el sueño delicioso, piensa abra zar a aquel por quien delira, cierra el párpado amor de voluptuoso. Exánime después tierna suspira, finge su boca un ósculo fogoso, muerde la arena en su estertor... y expira... Rafael de Zayaz EN RIQU RI QU EZ
Y he de besarla un día con rojo beso ardiente: apoyada en mi brazo como convaleciente me mirará asombrada con íntimo pavor. La enamorada esfinge quedará estupefacta, apagaré la llama de la vestal intacta, ¡Y la faunesa antigua me rugirá de amor! Rubén DA RIO RI O
LA MUERTE DE LA BACANTE Suelto el cabello que acaricia el viento, desnudo el seno y el mirar salvaje, —
MAÑANA A LA LUZ Dios está azul. La flauta y el tambor anuncian ya la luz de primavera. ¡Vivan las rosas, las rosas del amor, en el verdor con sol de la pradera! ¡Vámonos al campo por romero , vámonos, vámonos por romero romero y por amor ! . . .
Le pregunté: —¿Me dejas que te quiera? Me respondió bromeando su pasión:
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—
—Cuand —Cu ando o florezca la luz de primavera, prima vera, voy a quererte con todo el corazón.
¡Vámonos al campo por romero, vámonos, vámonos por romero romero y por amor ! . . . —Ya floreció la luz de primaver a. ¡Amor, la luz, amor, ya floreció! Me dijo seria: —¿Tú quieres que te quiera? ¡Y la mañana de luz me traspasó!
¡Vámonos al campo por romero, vámonos, vámonos por romero romero y por amor ! . . . Alegran flauta y tambor nuestra bandera. La mariposa está aquí con ilusión. Mi novia es la rosa verdadera ¡y va a quererme con todo el corazón!
Juan Ramón JIME JI ME NE Z D I C E N
111 111 —
Sus ojos suplicantes me pidieron una dulce sonrisa y por piedad mis labios sonrieron a sus ojos.. . Pero él él me dijo: ¡más! Sus manos suplicantes me pidieron que les diera las mías y en mi afán de contentarlo, le entregué mis manos.. Pero él él me dijo: ¡más! Sus labios suplicantes me pidieron que les diera mi boca y por gustar sus beso besos, s, le entregué mi boca tré m ul a. . Pero él él me dijo : ¡más! Su ser, en una súplica suprema, me pidió t oda, ¡ toda!, y po r saciar mi devorante sed, fui toda suya... Pero él él me dijo: ¡más! D ice >¿l :
Le pedí una mirada y al mirarme brillaba en sus sus pupilas la piedad y sus ojos parece que decían: ¡No puedo darte más!
E lla dice :
Sus ojos suplicantes me pidieron una tierna mirada y por piedad mis ojos se posaron en los suyos... Pero él él me dijo: ¡más!
La pedí que sus manos me entregara y al oprimir las mías con afán, parec e que en la sombra me decía: ¡ No puedo darte más! 113 —
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—Cuand —Cu ando o florezca la luz de primavera, prima vera, voy a quererte con todo el corazón.
¡Vámonos al campo por romero, vámonos, vámonos por romero romero y por amor ! . . . —Ya floreció la luz de primaver a. ¡Amor, la luz, amor, ya floreció! Me dijo seria: —¿Tú quieres que te quiera? ¡Y la mañana de luz me traspasó!
¡Vámonos al campo por romero, vámonos, vámonos por romero romero y por amor ! . . . Alegran flauta y tambor nuestra bandera. La mariposa está aquí con ilusión. Mi novia es la rosa verdadera ¡y va a quererme con todo el corazón!
Juan Ramón JIME JI ME NE Z D I C E N
Sus ojos suplicantes me pidieron una dulce sonrisa y por piedad mis labios sonrieron a sus ojos.. . Pero él él me dijo: ¡más! Sus manos suplicantes me pidieron que les diera las mías y en mi afán de contentarlo, le entregué mis manos.. Pero él él me dijo: ¡más! Sus labios suplicantes me pidieron que les diera mi boca y por gustar sus beso besos, s, le entregué mi boca tré m ul a. . Pero él él me dijo : ¡más! Su ser, en una súplica suprema, me pidió t oda, ¡ toda!, y po r saciar mi devorante sed, fui toda suya... Pero él él me dijo: ¡más! D ice >¿l :
Le pedí una mirada y al mirarme brillaba en sus sus pupilas la piedad y sus ojos parece que decían: ¡No puedo darte más!
E lla dice :
Sus ojos suplicantes me pidieron una tierna mirada y por piedad mis ojos se posaron en los suyos... Pero él él me dijo: ¡más!
La pedí que sus manos me entregara y al oprimir las mías con afán, parec e que en la sombra me decía: ¡ No puedo darte más! 113 —
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La pedía un beso, ¡un beso!, y al dejarme sobre sus labios el amor gustar , me decía su boca toda trémula: ¡No puedo darte más! La pedí en una súplica suprema que me diera su ser... y al estrechar su cuerpo contra el mío me decía: ¡No puedo darte más! • Manue l MA GA LL AN ES MO UR E PANDERETA
dentro de una serranilla del marqués de Santillana, o en la gracia soberana de una estrofa de Zorrilla. ¡Oh Castilla, mi Castilla, mi rancio pueblo español, mis romances de Zorrilla, mi caña de manzanilla hecha con hebras de sol! Te aseguro que no envidio otra patria ni otros suelos, yo prefiero, como Ovidio, el solar de mis abuelos.
Beban otros las burbujas de esa champaña extranjera, yo prefiero las agujas del vino de la ribera. Sin desdeñar lo extranjero en arte y vino prefiero lo netamente español.
Cambio toda la elegancia de tus vestidos de Francia, todos los ricos tesoros de tus plumas y tus pieles por el ram o de claveles claveles que te llevas a los toros.
Me gusta la manzanilla, las mujeres con mantilla y el rasguear de una guitarra bajo el toldo de un a pa rra en una tarde de sol, y en la austeridad severa de una estancia castellana, sorprender una mañana toda el alma de Sevilla
Más que todos los sombreros, más que todas las diademas que inventaron los joyeros, me gusta la maravilla del marco de tu mantilla, sobre una capa bordada cuando te miro apoyada tendida en la barandilla del delantero de grada.
— 114 —
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La pedía un beso, ¡un beso!, y al dejarme sobre sus labios el amor gustar , me decía su boca toda trémula: ¡No puedo darte más! La pedí en una súplica suprema que me diera su ser... y al estrechar su cuerpo contra el mío me decía: ¡No puedo darte más! • Manue l MA GA LL AN ES MO UR E PANDERETA
dentro de una serranilla del marqués de Santillana, o en la gracia soberana de una estrofa de Zorrilla. ¡Oh Castilla, mi Castilla, mi rancio pueblo español, mis romances de Zorrilla, mi caña de manzanilla hecha con hebras de sol! Te aseguro que no envidio otra patria ni otros suelos, yo prefiero, como Ovidio, el solar de mis abuelos.
Beban otros las burbujas de esa champaña extranjera, yo prefiero las agujas del vino de la ribera. Sin desdeñar lo extranjero en arte y vino prefiero lo netamente español.
Cambio toda la elegancia de tus vestidos de Francia, todos los ricos tesoros de tus plumas y tus pieles por el ram o de claveles claveles que te llevas a los toros.
Me gusta la manzanilla, las mujeres con mantilla y el rasguear de una guitarra bajo el toldo de un a pa rra en una tarde de sol, y en la austeridad severa de una estancia castellana, sorprender una mañana toda el alma de Sevilla
Más que todos los sombreros, más que todas las diademas que inventaron los joyeros, me gusta la maravilla del marco de tu mantilla, sobre una capa bordada cuando te miro apoyada tendida en la barandilla del delantero de grada.
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Me gustas por arrogante, rae gustas por tu constante desplante de chulería, me gustas por religiosa, me seduces por celosa y me encantas por bravia.
A sentir dentro del pecho esta duda que roe y oír a todas horas aquel cuervo de Poe que repite repite implacable: Nunca, Nunca, nunca má s. . . Pedro Pedro M AT A
Te quiero por tu alegría, por tu gracia macare na, por tu mirada mir ada serena y tus labios de amapola. ¡Te quiero por española! ¡y te adoro por morena!
DIOS HARA LO DEMAS ¿Que es inútil mi afán por conquistarte: que ni me quieres hoy ni me querrás...? Yo me contento, Amor con adorarte: ¡Dios hará lo demás! Pedro Pedro M AT A
NE VE R M OR E Colmados los deseos, la juventud perdida, la carne sosegada, tranquilo el corazón, iba yo por el mundo buscando la escondida senda que fue el encanto de Fray Luis de León. Y de pronto viniste a perturbar mi vida, a sacudir mis nervios con nueva crispación, a dar otra vez brotes a la rama aterida, ardores a la sangre y aliento a la ilusión. Y ahora que ya tengo la angustia de no verte siempre siempre el miedo constante y horrible de perderte, pensar que vas a irte y que no volverás. volverás.
— 116 —
Yo me contento, Amor, con sembrar rosas en el camino azul por donde vas. Tú sin mirarlas, en su senda posas el pie: ¡Quizás mañ ana las verás! verás! Yo me contento, Amor, con sembrar rosas ¡ Dios hará lo demás! Amado ÑE RV O R I M A S Volverán las oscuras golondrinas En tu balcón los nidos a colgar, Y otra vez con el ala a tus cristales Jugando llamarán; Pero aquellas que el vuelo refrenaban Tu hermosura y mi dicha al contemplar,
Me gustas por arrogante, rae gustas por tu constante desplante de chulería, me gustas por religiosa, me seduces por celosa y me encantas por bravia.
A sentir dentro del pecho esta duda que roe y oír a todas horas aquel cuervo de Poe que repite repite implacable: Nunca, Nunca, nunca má s. . . Pedro Pedro M AT A
Te quiero por tu alegría, por tu gracia macare na, por tu mirada mir ada serena y tus labios de amapola. ¡Te quiero por española! ¡y te adoro por morena!
DIOS HARA LO DEMAS ¿Que es inútil mi afán por conquistarte: que ni me quieres hoy ni me querrás...? Yo me contento, Amor con adorarte: ¡Dios hará lo demás! Pedro Pedro M AT A
NE VE R M OR E Colmados los deseos, la juventud perdida, la carne sosegada, tranquilo el corazón, iba yo por el mundo buscando la escondida senda que fue el encanto de Fray Luis de León. Y de pronto viniste a perturbar mi vida, a sacudir mis nervios con nueva crispación, a dar otra vez brotes a la rama aterida, ardores a la sangre y aliento a la ilusión. Y ahora que ya tengo la angustia de no verte siempre siempre el miedo constante y horrible de perderte, pensar que vas a irte y que no volverás. volverás.
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Yo me contento, Amor, con sembrar rosas en el camino azul por donde vas. Tú sin mirarlas, en su senda posas el pie: ¡Quizás mañ ana las verás! verás! Yo me contento, Amor, con sembrar rosas ¡ Dios hará lo demás! Amado ÑE RV O R I M A S Volverán las oscuras golondrinas En tu balcón los nidos a colgar, Y otra vez con el ala a tus cristales Jugando llamarán; Pero aquellas que el vuelo refrenaban Tu hermosura y mi dicha al contemplar,
— 117 —
Aquellas que aprendieron nuestros nombres, Es as .. . n o volverán volverán!! Volverán las tupidas madreselvas De tu jardín las tapias a escalar, Y otra vez a la tarde, aun más hermosas Sus flores se abrirán; Pero aquellas cuajadas de rocío Cuyas gotas mirábamos temblar Y caer, caer, como lágrimas del del d ía .. . Esas... no volverán! Volverán del amor en tus oídos Las palabras ardientes a sonar; Tu corazón de su profundo sueño Tal vez despertará; Pero mudo y absorto y de rodillas, Como se adora a Dios en el altar, Como yo te he querido, desengáñate, ¡Así no te querrán!
Gustavo Adolfo BECQUER NO SE DE CI RT E MAS Gloria tiene que haber mientras aspires Al bien eterno que alcanzar esperas; En el Mundo habrá amor mientras tú quieras Y en el cielo habrá luz mientras tú mires. Las puras auras mientras tú suspires Y habrá virtud hasta que tú te mueras,
— 118 —
Besarán a las flores hechiceras, Y habrá belleza mientras tú no expires. Que por ti que eres causa del anhelo, Que siente por la Gloria el alma mía; Tiene mi pecho amor, dicha y consuelo, La noche es tre llas .. . claridad el día, Y si no hubiera por desgracia un cielo Cuando murieras tú, se formaría.
Felipe Felipe URI BAR R1
LO QUE YO QUIERO I Quiero ser las dos niñas de tus ojos, las metálicas cuerdas de tu voz, el rubor de tu sien cuando meditas y el origen tenaz de tu rubor. Quiero ser esas manos invisibles que manejan por sí la Creación, y formar con tus sueños y los míos otro mundo mejor para los dos. Eres tú, providencia de mi vida, mi sosten, mi refugio, mi caudal: cual si fueras mi madre yo te te amo . . . ¡y todavía más!
— 119 —
Aquellas que aprendieron nuestros nombres, Es as .. . n o volverán volverán!! Volverán las tupidas madreselvas De tu jardín las tapias a escalar, Y otra vez a la tarde, aun más hermosas Sus flores se abrirán; Pero aquellas cuajadas de rocío Cuyas gotas mirábamos temblar Y caer, caer, como lágrimas del del d ía .. . Esas... no volverán! Volverán del amor en tus oídos Las palabras ardientes a sonar; Tu corazón de su profundo sueño Tal vez despertará; Pero mudo y absorto y de rodillas, Como se adora a Dios en el altar, Como yo te he querido, desengáñate, ¡Así no te querrán!
Gustavo Adolfo BECQUER NO SE DE CI RT E MAS Gloria tiene que haber mientras aspires Al bien eterno que alcanzar esperas; En el Mundo habrá amor mientras tú quieras Y en el cielo habrá luz mientras tú mires. Las puras auras mientras tú suspires Y habrá virtud hasta que tú te mueras,
Besarán a las flores hechiceras, Y habrá belleza mientras tú no expires. Que por ti que eres causa del anhelo, Que siente por la Gloria el alma mía; Tiene mi pecho amor, dicha y consuelo, La noche es tre llas .. . claridad el día, Y si no hubiera por desgracia un cielo Cuando murieras tú, se formaría.
Felipe Felipe URI BAR R1
LO QUE YO QUIERO I Quiero ser las dos niñas de tus ojos, las metálicas cuerdas de tu voz, el rubor de tu sien cuando meditas y el origen tenaz de tu rubor. Quiero ser esas manos invisibles que manejan por sí la Creación, y formar con tus sueños y los míos otro mundo mejor para los dos. Eres tú, providencia de mi vida, mi sosten, mi refugio, mi caudal: cual si fueras mi madre yo te te amo . . . ¡y todavía más!
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Quiero yo que sucumbas o enloquezcas... ¡loca sí, muerta, sí, te quiero yo!
II Tengo celos del sol cuando te besa con sus labios de luz y de calor. . . del jazmín tropical y del jilguero que decoran y alegran tu balcón!
Mi querida, mi bien, mi soberana, mi refugio, mi sueño, mi caudal, mi laurel, mi ambición, ambición, mi mi santa m ad re .. . ¡y todavía más!
Mando yo que ni el aire te sonría, ni los astros, ni el ave, ni la flor, ni la Fe, ni el amor, ni la esperanza, ni ninguno, ni nada más que yo.
Pedro Benjamín Benjamín PALA PA LACIO CIO S COMPRENDELO, MI VIDA...
Eres tú, soberana de mis noches, mi constante, perpetuo cavilar: ambiciono ambiciono tu tu amor como la Gloria. . . ¡y todavía más
¡Oh, sí, muy bien comprendo tus razones, es toda una locura! pero compr ende tú las emociones emociones del corazón que fluye su ternura como fluye el perfume de las rosas.
III Yo no quiero que alguno te consuele si me mata la fuerza de tu amor.. . ¡si me matan los besos insaciables, fervorosos, ardientes que te doy! Quiero yo que te invadan las tinieblas, cuando ya para mí no salga el sol. Quiero yo que defiendas mis despojos del más breve ritual profanador. Quiero yo que me llames y conjures sobre labios y frente y corazón. 120 —
Compréndelo, mi vida, mi corazón no sabe de esas cosas que arguyes incansable; él lo ve todo amable, no piensa que la herida sucederá al sueño y es absurdo tu empeño, tan absurdo cual fuera impedir al rosal qué floreciera. Yo te doy la razón, ¡es toda una locura! pero mi corazón, —
121 121
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Quiero yo que sucumbas o enloquezcas... ¡loca sí, muerta, sí, te quiero yo!
II Tengo celos del sol cuando te besa con sus labios de luz y de calor. . . del jazmín tropical y del jilguero que decoran y alegran tu balcón!
Mi querida, mi bien, mi soberana, mi refugio, mi sueño, mi caudal, mi laurel, mi ambición, ambición, mi mi santa m ad re .. . ¡y todavía más!
Mando yo que ni el aire te sonría, ni los astros, ni el ave, ni la flor, ni la Fe, ni el amor, ni la esperanza, ni ninguno, ni nada más que yo.
Pedro Benjamín Benjamín PALA PA LACIO CIO S COMPRENDELO, MI VIDA...
Eres tú, soberana de mis noches, mi constante, perpetuo cavilar: ambiciono ambiciono tu tu amor como la Gloria. . . ¡y todavía más
¡Oh, sí, muy bien comprendo tus razones, es toda una locura! pero compr ende tú las emociones emociones del corazón que fluye su ternura como fluye el perfume de las rosas.
III Yo no quiero que alguno te consuele si me mata la fuerza de tu amor.. . ¡si me matan los besos insaciables, fervorosos, ardientes que te doy! Quiero yo que te invadan las tinieblas, cuando ya para mí no salga el sol. Quiero yo que defiendas mis despojos del más breve ritual profanador. Quiero yo que me llames y conjures sobre labios y frente y corazón. 120 —
Yo te doy la razón, ¡es toda una locura! pero mi corazón, —
el corazón que te ama, no piensa en la amargura, no comprende la sombra porque es llama, no comprende los lazos porque es viento ni piensa en el mañana porque es ave. Es inútil tu intento por adv ertir la herida , mi corazón tan sólo sabe que te ado ra. ¡ Compréndelo mi vida!
Malgré TO U T
AUSENCIA Mi corazón enfermo de tu ausencia expira de dolor porque te has ido. ¿En dónde está tu rostro bendecido? ¿Qué sitios ilumina tu presencia? Ya mis males no alivia tu clemencia, ya no dices ternuras a mi oído, y expira de dolor porque te has ido, mi corazón enfermo de tu ausencia. Es inútil que finja indiferencia, en balde busco el ala del olvido pa ra calmar calm ar un poco mi dolencia, mi corazón enfermo de tu ausencia expira de dolor porque te has ido.
Efrén REBO LLED O 122 —
Compréndelo, mi vida, mi corazón no sabe de esas cosas que arguyes incansable; él lo ve todo amable, no piensa que la herida sucederá al sueño y es absurdo tu empeño, tan absurdo cual fuera impedir al rosal qué floreciera.
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—
.. .TU, DE TODAS LA MAS AMADA Al fin logré, Señora, hablarte cara a cara; al fin, de tu palabra oí la nota rara: al fin huyó el abismo que cruel nos separara. Fue en una tarde fría —y en una recepción— Madame de Pompadour Pompadour —te proclamó el salón— y bella, bella, como ella, ella, te vio vio mi corazón. . . Temblé cuando tu mano, tocó la mano mía; temblé cuando tu frase, brotó su melodía... y bella como ella, te vio vio mi cora zón. . . Temblé cuando tu mano, tocó la mano mía; temblé cuando tu frase, brotó su melodía... —La música lloraba y el mundo mu ndo se reía—. reía —. De tus pupilas negras, miré el profundo abismo Y fueron tus pupilas un negro fatalismo, pa ra mis sueños blancos, cargad os de ide alism ali sm o.. . Pero en tu boca ardiente, ardiente y misteriosa, que hizo que en la sombra, te viera luminosa— miré un supremo enigma, miré una extraña cosa. Porque tu boca es alma, y tu alma es encendida; porq ue de rojos besos, besos, t u boca es la gua rida ; porq ue tu loca boca, sorbió toda tod a mi vi da . . . Perdón ¡oh gran Señora, por falta tan terrible!
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el corazón que te ama, no piensa en la amargura, no comprende la sombra porque es llama, no comprende los lazos porque es viento ni piensa en el mañana porque es ave. Es inútil tu intento por adv ertir la herida , mi corazón tan sólo sabe que te ado ra. ¡ Compréndelo mi vida!
Malgré TO U T
AUSENCIA Mi corazón enfermo de tu ausencia expira de dolor porque te has ido. ¿En dónde está tu rostro bendecido? ¿Qué sitios ilumina tu presencia? Ya mis males no alivia tu clemencia, ya no dices ternuras a mi oído, y expira de dolor porque te has ido, mi corazón enfermo de tu ausencia. Es inútil que finja indiferencia, en balde busco el ala del olvido pa ra calmar calm ar un poco mi dolencia, mi corazón enfermo de tu ausencia expira de dolor porque te has ido.
Efrén REBO LLED O 122 —
.. .TU, DE TODAS LA MAS AMADA Al fin logré, Señora, hablarte cara a cara; al fin, de tu palabra oí la nota rara: al fin huyó el abismo que cruel nos separara. Fue en una tarde fría —y en una recepción— Madame de Pompadour Pompadour —te proclamó el salón— y bella, bella, como ella, ella, te vio vio mi corazón. . . Temblé cuando tu mano, tocó la mano mía; temblé cuando tu frase, brotó su melodía... y bella como ella, te vio vio mi cora zón. . . Temblé cuando tu mano, tocó la mano mía; temblé cuando tu frase, brotó su melodía... —La música lloraba y el mundo mu ndo se reía—. reía —. De tus pupilas negras, miré el profundo abismo Y fueron tus pupilas un negro fatalismo, pa ra mis sueños blancos, cargad os de ide alism ali sm o.. . Pero en tu boca ardiente, ardiente y misteriosa, que hizo que en la sombra, te viera luminosa— miré un supremo enigma, miré una extraña cosa. Porque tu boca es alma, y tu alma es encendida; porq ue de rojos besos, besos, t u boca es la gua rida ; porq ue tu loca boca, sorbió toda tod a mi vi da . . . Perdón ¡oh gran Señora, por falta tan terrible!
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Decirte que te amo, es algo incomprensible... Porque tus besos guardan un mundo de imposibles. Llamas serán tus ojos para mi senda obscura, ¡Tu voz, tu cuerpo, y todo a todo me conjura! —Eres hum ana y bella, y cuan to ella, pura —.
cuando solemne y pálida, —extraña flor temible— gloriosamente gloriosamente pasas pasas en medio de la turb a. . . Eres una pregunta fatal, bestial y horrible, que al par que me fascina, me atedia y me conturba, ¡ enc ierra ier ra lo imposible! ¡ Enc ierra ier ra lo imposible ! Claudio de ALAS
¡Te sueño toda mía, sin frenos ni distancia! y sin embargo, miro tu rostro y tu elegancia, como a través de un cuadro del Gran Trianón de Fran(cia...
Mas, a pesar de todo, te hablé yo cara a cara; y oí de tu palabra, la nota dulce y rara... (Aparentamos juntos, tristeza o fatalismo). Nos atraem os juntos, pero algo nos s ep ar a. .. Señora: dam e el bra zo .. . ¡y vamos al abism abismo! o! Eres ¡ay! la imposible, porque tienes un dueño; tu cuerpo y tus palabras, son propiedad de El: sin embargo te anhelo, y a pesar de tu ceño, pienso que allá en tu fo n do .. . quisieras ser infiel. Yo sé que me presientes en medio de tu sueño, y que tu carne sufre al peso de ansia cruel: pero es un imposible: te dio la vida un dueño, y eres en cuerpo y alma la propiedad de El.
DESEOS Yo quisiera salvar esa distancia, ese abismo de amor que nos divide y embriagarme de amor con la fragancia mística y pura que tu ser despide. Yo quisiera ser uno de los lazos con que decoras tus ardientes sienes; yo quisiera en el cielo de tus brazos beber la gloria que en tus labios tienes! Yo quisiera ser agua y que en mis olas, que en mis olas vinieras a bañarte pa ra poder, como lo sueño a solas, solas, a un mismo tiempo por doquier besarte. Yo quisiera ser lino y en tu lecho, allá en las sombras con ardor cubrirte, temblar con los temblores de tu pecho, y morir del placer de comprimirte.
Me excitan tus ojeras, tu silencio me turba, 125 125 124 —
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Decirte que te amo, es algo incomprensible... Porque tus besos guardan un mundo de imposibles. Llamas serán tus ojos para mi senda obscura, ¡Tu voz, tu cuerpo, y todo a todo me conjura! —Eres hum ana y bella, y cuan to ella, pura —.
cuando solemne y pálida, —extraña flor temible— gloriosamente gloriosamente pasas pasas en medio de la turb a. . . Eres una pregunta fatal, bestial y horrible, que al par que me fascina, me atedia y me conturba, ¡ enc ierra ier ra lo imposible! ¡ Enc ierra ier ra lo imposible ! Claudio de ALAS
¡Te sueño toda mía, sin frenos ni distancia! y sin embargo, miro tu rostro y tu elegancia, como a través de un cuadro del Gran Trianón de Fran(cia...
Mas, a pesar de todo, te hablé yo cara a cara; y oí de tu palabra, la nota dulce y rara... (Aparentamos juntos, tristeza o fatalismo). Nos atraem os juntos, pero algo nos s ep ar a. .. Señora: dam e el bra zo .. . ¡y vamos al abism abismo! o! Eres ¡ay! la imposible, porque tienes un dueño; tu cuerpo y tus palabras, son propiedad de El: sin embargo te anhelo, y a pesar de tu ceño, pienso que allá en tu fo n do .. . quisieras ser infiel. Yo sé que me presientes en medio de tu sueño, y que tu carne sufre al peso de ansia cruel: pero es un imposible: te dio la vida un dueño, y eres en cuerpo y alma la propiedad de El.
DESEOS Yo quisiera salvar esa distancia, ese abismo de amor que nos divide y embriagarme de amor con la fragancia mística y pura que tu ser despide. Yo quisiera ser uno de los lazos con que decoras tus ardientes sienes; yo quisiera en el cielo de tus brazos beber la gloria que en tus labios tienes! Yo quisiera ser agua y que en mis olas, que en mis olas vinieras a bañarte pa ra poder, como lo sueño a solas, solas, a un mismo tiempo por doquier besarte. Yo quisiera ser lino y en tu lecho, allá en las sombras con ardor cubrirte, temblar con los temblores de tu pecho, y morir del placer de comprimirte.
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¡Oh! ¡Yo quisiera mucho más! Quisiera llevarte en mi como Ja nube el fuego, mas no como la nube en su carrera par a estallar y separa mos luego! Yo quisiera en mí mismo confundirte, confundirte en mí mismo y entrañarte; yo quisiera en perfume convertirte, convertirte en perfume y aspirarte. Aspirarte en un soplo como esencia, y unir a mis latidos tus latidos, y unir a mi existencia tu existencia, y unir a mis sentidos tus sentidos. Aspirarte en un soplo del ambiente, y así verte sobre mi vida en calma, toda la llama de tu pecho ardiente y todo el éter de lo azul de tu alma. Aspirar Aspirarte, te, mu jer ... De ti llama llamarme, rme, y en ciego, y sordo, y mudo constituirme, y en ciego, y sordo, y mudo consagrarme al deleite supremo de sentirte, y la dicha suprema de adorarte! Salvador DIAZ MIRON
ORACION PAGANA Señor, aquí te entrego esta alma que me diste porqu e señor, ¡no puedo ya vivir sin su amor! ¡ Mi vida pesarosa se ha tornado más triste y como un jugo amargo se exprime mi dolor...! ¡Señor, la tierra toda ha copiado mi duelo; la tarde está sombría; se ha mustiado la flor, y al escuchar mis quejas han detenido el vuelo las aves, y agobiado se calló el surtidor...! El cisne en el estanque interroga al arcano y hasta la linfa tiembla con su interrogación. Como una ala sombría se ha tendido mi mano, mientras brota en mis labios la postrera oración. La muerte me atalaya con su guadaña impía, el sueño de mi vida se ha alejado veloz... ¡ Señor Señor,, haz haz que él retome .. .! ¡Yo lo amo todavía. .. ! ¡Que me arrulle como antes el eco de su voz! Mi cuerpo está temblando como lirio de fuego; mi lengua dolorida, clama loca por él, y a los cielos fustiga con su pagano ruego donde ruedan mis besos como gotas de miel... ¡ Señor, haz q ue ret ome! ¡ Que ve nga a mí de n ue(vo! Y que no encuentre nada que su camino obstruya...
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¡Oh! ¡Yo quisiera mucho más! Quisiera llevarte en mi como Ja nube el fuego, mas no como la nube en su carrera par a estallar y separa mos luego! Yo quisiera en mí mismo confundirte, confundirte en mí mismo y entrañarte; yo quisiera en perfume convertirte, convertirte en perfume y aspirarte. Aspirarte en un soplo como esencia, y unir a mis latidos tus latidos, y unir a mi existencia tu existencia, y unir a mis sentidos tus sentidos. Aspirarte en un soplo del ambiente, y así verte sobre mi vida en calma, toda la llama de tu pecho ardiente y todo el éter de lo azul de tu alma. Aspirar Aspirarte, te, mu jer ... De ti llama llamarme, rme, y en ciego, y sordo, y mudo constituirme, y en ciego, y sordo, y mudo consagrarme al deleite supremo de sentirte, y la dicha suprema de adorarte! Salvador DIAZ MIRON
ORACION PAGANA Señor, aquí te entrego esta alma que me diste porqu e señor, ¡no puedo ya vivir sin su amor! ¡ Mi vida pesarosa se ha tornado más triste y como un jugo amargo se exprime mi dolor...! ¡Señor, la tierra toda ha copiado mi duelo; la tarde está sombría; se ha mustiado la flor, y al escuchar mis quejas han detenido el vuelo las aves, y agobiado se calló el surtidor...! El cisne en el estanque interroga al arcano y hasta la linfa tiembla con su interrogación. Como una ala sombría se ha tendido mi mano, mientras brota en mis labios la postrera oración. La muerte me atalaya con su guadaña impía, el sueño de mi vida se ha alejado veloz... ¡ Señor Señor,, haz haz que él retome .. .! ¡Yo lo amo todavía. .. ! ¡Que me arrulle como antes el eco de su voz! Mi cuerpo está temblando como lirio de fuego; mi lengua dolorida, clama loca por él, y a los cielos fustiga con su pagano ruego donde ruedan mis besos como gotas de miel... ¡ Señor, haz q ue ret ome! ¡ Que ve nga a mí de n ue(vo! Y que no encuentre nada que su camino obstruya...
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Por él será mi entraña como un bello renuevo que presto dará dar á flo res. re s... . ¡Seré suya! suya! ¡Muy suya! Pero si él retom a, Señor: ¿para qué quiero la vida y los ensueños que con su amor forjé? ¡ Pensando en mi destino, destino, d e incertid umbr e muero y en mi mi pecho se apaga la estrella de mi f e . . .! Señor, aquí te entrego esta alma que me diste Señor, Señor, porque ya no puedo vivir sin sin su am o r. .. Mi vida pesárosa se ha tornado más triste ¡ y como como un jugo amargo se exprime mi dolor. . , ! Alicia LA RD E
La impresión de este libro se terminó en el mes de agosto de 1960 en México, D. F.
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Por él será mi entraña como un bello renuevo que presto dará dar á flo res. re s... . ¡Seré suya! suya! ¡Muy suya! Pero si él retom a, Señor: ¿para qué quiero la vida y los ensueños que con su amor forjé? ¡ Pensando en mi destino, destino, d e incertid umbr e muero y en mi mi pecho se apaga la estrella de mi f e . . .! Señor, aquí te entrego esta alma que me diste Señor, Señor, porque ya no puedo vivir sin sin su am o r. .. Mi vida pesárosa se ha tornado más triste ¡ y como como un jugo amargo se exprime mi dolor. . , ! Alicia LA RD E
La impresión de este libro se terminó en el mes de agosto de 1960 en México, D. F.