Mario Ramos Obregón Grupo 61
EL NACIONALISMO LINGÜÍSTICO: CUESTIÓNATE TU LENGUA Juan Carlos Moreno Cabrera, reputado lingüista español y actual catedrático de Lingüística General en la UAM, publica ElNacionalismoLingüístico , Unaideologíadestructiva en 2008, un libro que constituye un minucioso estudio sobre el uso de las lenguas como elementos sujetos a constante manipulación con objetivos ideológicos y políticos. Este ensayo describe detalladamente la hipótesis de que las lenguas humanas son transformadas en un instrumento de legitimación de situaciones de desigualdad y opresión- de carácter político, económico y cultural- dentro las comunidades humanas –aunque la obra se centra principalmente en el ámbito hispánico-, y cómo este uso de las lenguas a modo de arma ideológica pretende esconderse bajo una argumentación presentada como científica en el discurso de la lingüística dominante. Todo ello apoyándose de manera continua en textos de otros reputados autores y lingüistas, no tanto para apoyar las tesis de Moreno Cabrera, sino para mostrar las opiniones y argumentaciones propias del “nacionalismo lingüístico” que evidencian su carácter pseudocientífico, un contenido en el que subyace la ideología nacionalista que el autor denuncia. Moreno Cabrera presenta este libro con el objetivo de desenmascarar todo un entramado que emplea nuestros idiomas para legitimar la dominación existente en las sociedades, en la cual la lengua manipulada por las elites es un engranaje más de la alienación. Su tesis entronca con su trayectoria como lingüista cuyos trabajos superan el plano de la mera lingüística teórica y analizan las relaciones entre la lengua y el resto de elementos de las sociedades desde un enfoque que incluye a la sociología. sociología. Esto lo hace sobre sobre la concepción concepción de la lengua no como como un fenómeno abstracto y aislado, sino como un producto humano y que por tanto adquiere un papel activo en los procesos sociales y no se comprende sin estos. Elnacionalismolingüístico se divide en un total de seis capítulos, el primero titulado Lenguay nación, expone acertadamente a modo de introducción los conceptos e ideas básicas que
posteriormente se desarrollarán. Moreno Cabrera se cuida de explicar ya en las primeras páginas la diferenciación entre aspectos aspectos lingüísticos y extralingüísticos que afectan a la evolución evolución de las lenguas. Mediante la aclaración de estos conceptos muestra como el discurso empleado por el nacionalismo disfraza a los elementos extralingüísticos como naturales y endógenos de las lenguas en una supuesta evolución del todo necesaria e inexorable. Se hace pasar planificación lingüística lingüística por un desarrollo natural. El primer golpe contra la ideología del nacionalismo lingüístico ya está dado, el exponer situaciones como naturales las legitima, y da un aspecto objetivo, científico y desideologizado al discurso que sustenta o apoya dichas situaciones cuando realmente no es así. Este primer capítulo también intenta aportar una definición de lengua que, además de esquivar las connotaciones ideológicas que se le podrían dar, también las evidencie. Moreno Cabrera propone entender las lenguas humanas según el modelo de los Sistemas Adaptativos Complejos. A partir de esta definición alcanzamos un concepto horizontal de lengua, es decir, cualquier sistema de comunicación cumple estas características y por tanto la jerarquización de lo que es un lengua o
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no ya no tiene cabida, ya que esta clasificación vertical no se basa únicamente en la capacidad comunicativa de los sistemas, sino en algo más, algo tintado de connotaciones ideológicas que permite despreciar unos sistemas y ensalzar otros. Este capítulo allana la mente del lector hacia una comprensión más profunda de lo que se expresará en los siguientes capítulos y comienza desatarlo de sus prejuicios sobre las lenguas. Ya se deja ver en este capítulo la intención didáctica latente en todo el ensayo al emplear cuidadosamente unos conceptos claros, limpios, expresados de manera simple. Es un ensayo dirigido a un lector que no es experto en la materia, que comienza a comprender y cuestionar consideraciones más profundas de su lengua. No busca un rifirrafe técnico y provocador contra las tesis de otros lingüistas como pudiese parecer si abriésemos el libro y leyésemos al azar, por ejemplo, las contestaciones contra algunas posturas de la RAE. En este primer capítulo ya ha introducido de forma sucinta el tema que protagoniza la segunda división: Nacionalismolingüísticoydiscriminación. Se pretende desbaratar la idea de que la lengua estándar de un estado es algo ideológicamente y étnicamente neutro, adoptada y extendida por ser más valida que él resto de lenguas del territorio y cuya hegemonía es un hecho inocente y consensuado e incluso producto de una koineización natural; nuestro libro predica impetuosamente lo contrario: es una imposición de un grupo dominante que compone de forma artificial un sistema de reglas fijas, a partir de una variedad lingüística asociada de los centros de poder, y esta imposición no se reduce a situaciones puramente lingüísticas, sino a escenarios que requieren de la lengua un elemento legitimador para perpetuar un sistema completo de dominación y marginación en todos los ámbitos – económico, cultural y político- en beneficio de un grupo dominante. Es decir, el hecho de que una lengua estándar sea entendida como tal produce la discriminación del resto de lenguas y por extensión de sus h ablantes. Es en este punto donde el discurso del libro comienza a orbitar alrededor del español como ejemplo de lengua que participa del nacionalismo lingüístico, y en este punto también el lector advierte que, superada la presentación de conceptos generales, es el ámbito hispánico el que se vuelve protagonista. Quizás el título del libro y su propósito expreso de criticar una ideología manipuladora de las lenguas –así en plural- ha podido abducir al lector a pensar que el enfoque de la obra alcanzaba una perspectiva más global. Desde luego, es importante señalar cómo el atractivo de este ensayo, que reside para este lector en penetrar más allá de la pura lingüística para conectar los sucesos históricos en las lenguas con la estructura de las sociedades, se potencia con la amplia amalgama de ejemplos concretos sobre la evolución de la lengua que llegó a convertirse en español. El libro predica como la ideología late en muchas de las ideas sobre nuestra lengua que podíamos haber llegado a creer como naturales o evidentes al desarticular los mitos sobre el carácter innovador o genial del castellano; al revelar que el vaciado étnico de la imposición del castellano en su formato como español –lengua de rango superior- es algo que hace parecer la cultura estatalista como neutral, mientras que realmente adolece de una carga ideológica contundente que discrimina y en cierto modo humilla a aquellos
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hablantes que no se adaptan al modelo cercano a lo estándar; de predicar que es absurdo hablar de variedades del español como si estas descendiesen de una lengua que es realmente un producto artificial y abstracto; al demostrar que el enjuiciamiento hacia los hablantes andaluces como incultos proviene precisamente de esa violencia cultural que preconiza únicamente a lo propiamente castellano como lo valido para la verdadera cultura. Los ejemplos son diversos e infinitamente interesantes y el tercer capítulo no solo no carece de ellos, sino que los que aporta reflejan realidades incluso más crudas. En Nacionalismolingüísticoy colonialismo se describe cómo la conquista de los territorios americanos por parte del Imperio Español supuso la imposición del idioma español los pueblos sometidos. Moreno Cabrera expone como se aplica un bilingüismo sustitutivo, en el cual el español –la lengua colonial- ha de hablarse de forma obligatoria para subsistir en el nuevo sistema colonial y poscolonial. De modo que es el español la lengua prestigiosa en el imaginario colectivo, mientras que la lengua indígena se presenta como reducida a una utilidad íntima y meramente afectiva pero no válida para expresarse en la nueva sociedad. Creo que es fundamental reflejar esta realidad pues muchas veces la defensa de las lenguas indígenas se limita a hablar sobre su valor sentimental como memoria colectiva de un pueblo y no se plantea un escenario serio donde esas lenguas sean potencialmente tan válidas para la vida de sociedad –educación, trabajo, administración estatal etc.- como la lengua colonial que se impuso a voluntad del invasor y no por ser más valida que la lenguas previas. Esta es la pieza clave de la ideología del nacionalismo lingüístico en situaciones de colonización: culpa al colonizado y a su lengua de ser trabas a lo que se presenta como el nuevo y luminoso progreso. Y son las consecuencias de este mecanismo a las que me refiero como crudas: la desestructuración de su cultura condena al indígena y a su lengua a no ser válidos en la nueva sociedad y son reducidos a poco más que mano de obra.La posterior construcción de las repúblicas americanas, no sobre la base étnica india, sino manteniendo el patrón de dominación criolla, perpetua esta marginación. Nacionalismo lingüístico e imperialismo describe cómo las antiguas lenguas coloniales siguen
suponiéndose intrínsecamente superiores a las demás y en consecuencia compiten por abarcar ahora la mayor influencia posible en el mundo globalizado. Se aportan aquí multitud de ejemplos sobre la rivalidad propagandística y sobre el debate en torno a cifras delirantes dirigidos por los correspondientes institutos promotores del idioma y la cultura de las naciones occidentales. Gran parte del capítulo se sigue dedicando a relatar cómo es una sola variedad del español la que se considera prestigiosa, acusa una vez más a la ideología lingüística castellanocéntrica de discriminar al resto de variedades. Si existe un punto de la obra donde resulte el texto algo repetitivo y pesado es este, donde Moreno Cabrera presenta argumentaciones muy parecidas a las del segundo y tercer capítulo. Aquí ya se arguyen los argumentos por los que la unidad del español es “política e ideológica y no lingüística”, que desarrollará con mayores consideraciones técnicas en Lingüísticay nacionalismolingüístico capitulo centrado en denunciar como los lingüistas emplean conceptos de la ciencia lingüística para legitimar determinadas posiciones ideológicas sobre el lenguaje. Sea quizás este el capítulo menos asequible por enredarse en disputas técnicas propias de la ciencia de la lingüística y en consecuencia aquel que menor interés podría suscitar en el lector.
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Por último, En contra del nacionalismo lingüístico es el capítulo final con un titulo algo desafortunado: lo que podría parecer una recapitulación del libro que finalizase con una condena última y total es realmente una breve crítica que repasa la política del estado español en materia de lenguas. Este capítulo denuncia el monolingüismo castellano bajo la apariencia de un bilingüismo amable en aquellas CCAA con lengua propia, al reducir estas más bien a un ejercicio cultural que está bien respetar pero que realmente no puede considerarse una lengua con el estatus comunicativo del español. Quizás dada la riqueza de este capítulo sobre la problemática actual de las lenguas en España se colocó como conclusión del libro, en mi opinión, concordaría más situarlo tras el segundo capitulo A mi juicio, el valor de esta obra no está en suscribir a pies juntillas las argumentaciones aportadas, ni en tratar de acordarse de todas las justificaciones técnicas que sustentan su crítica y acabar ahogándose en ellas –además de no conformar este tipo de ejemplos un océano, sino más bien un vasito de agua- , desde la opinión de un estudiante como yo, que podría pecar de algo ingenua, el “regalo” de este libro para cualquier lector cuya mente no esté encajonada es la posibilidad de abrir horizontes y de cuestionarse aquello que creía firme y establecido sobre una de sus más valiosas cualidades como especie: el lenguaje. Aléjese del libro aquel que no esté dispuesto a emanciparse del discurso confortable que coloca al lenguaje únicamente en el mundo de la belleza, puesto que este ensayo lo coloca en la realidad misma, alejándolo de cualquier idea afectiva y ñoña de entender las lenguas exentas de ideología; algo que verdaderamente enmascara los mecanismos de coerción cultural con los que se emplean las lenguas. Como dato más frío que equilibre esta opinión algo saturada de vehemencia, quizás el libro confunda con su título elnacionalismolingüístico: una cabecera que parece remitir a un fenómeno abstracto de alcance aparentemente universal. El libro reflexiona fundamentalmente sobre el nacionalismolingüísticodelespañol , y por ello es el hispanohablante quien realmente entienda en su profundidad la mayor parte del libro por ser capaz de comprender y ubicar las referencias a la lengua en la que ha crecido o en la cual se halla inmerso. Por este motivo el ensayo cojea bastante si tenía la pretensión de criticar al nacionalismo lingüístico en cualquier punto cardinal donde se practiquen las lenguas humanas.