EL MÉTODO SEIGNALET Dr. Jean Seignalet Resumen: Felipe Hernández Ramos
Aunque hoy en día sea imposible saberlo todo, he adquirido una cultura relativamente amplia ya que he trabajado en dos ámbitos diferentes: la medicina y la biología. A 9 años de medicina, a veces especializada y a menudo general, realizados durante el externado, el internado y el servicio militar, han seguido 30 años de biología, consagrados esencialmente al sistema HLA. En el transcurso de la segunda parte de mi carrera, nunca abandoné la clínica ya que para mí conservaba al menos tres polos de interés:
El trasplante trasplant e de órganos y de tejidos, donde me encargaba encargaba de la selección inmunológica de los donantes y los receptores. Deseoso de comprender esta rama en su conjunto durante mucho tiempo aseguré la consulta clínica a los receptores de riñón, antes y después del transplante. Las enfermedades enfermedad es hematológicas, porque a menudo han constituido constitu ido el tema de mi enseñanza a los estudiantes. Las enfermedades autoinmunes ya que están íntimamente íntimament e ligadas al sistema HLA.
Esta doble cultura, en otro tiempo factible, se ha vuelto hoy en día casi imposible. imposible. En efecto desde el principio de su internado, los estudiantes deben escoger entre la clínica y la biología. bi ología. Asimismo se inhabilita a los biólogos bi ólogos para hacer recetas y prescribir medicamentos. En mi opinión, esta evolución es lamentable. l amentable. La doble formación de la cual me he beneficiado, me ha proporcionado una sólida base, a partir de la cual se han podido desarrollar mis actuales investigaciones. En el transcurso del año 1988 empecé mis investigaciones sobre el mecanismo de ciertas enfermedades. La teoría que primero edifiqué y después completé, me ha llevado a proponer, como tratamiento principal de estas afecciones, un simple régimen alimentario. Las claras mejorías o las completas remisiones han sido obtenidas a menudo en estados patológicos aparentemente lejos los unos de los otros, considerados como misteriosos sobre el plan causal y como difíciles o incurables sobre el plan terapéutico. Estos frecuentes éxitos, sin duda sorprendentes, son pues, lógicos y constituyen el resultado práctico de la teoría. En este año, se reunieron varios elementos para dirigirme a una nueva vía, bastante lejos de mis anteriores trabajos.
Mi convicción de la extrema im ortancia de la nutrición Esta convicción era ya la de Hipócrates, pues la obra contiene numerosos informes a favor de una alimentación sana y que llegaría hasta decir “Que tu alimento sea tu único medicamento.” El mensaje debió ser descuidado por la mayoría de sus sucesores y, en la actualidad, la dietética no tiene más que un rol insuficiente en terapéutica. (Nota de la redacción: Estamos de acuerdo con el autor en que la dietética cumple un papel accesorio restringido y limitado en la medicina ortodoxa y así lo hemos indicado reiteradamente, pero no es el caso en toda terapéutica. Durante décadas, incluso siglos si hablamos de otras culturas, la corrección alimentaria ha sido el soporte de muchos actos terapéuticos aplicados con éxito al tratar un amplio número de trastornos, aunque desde luego no formara parte de la llamada “medicina oficial”, que afortunadamente “empieza a dirigir su mirada” –todavía tímidamente- hacia una nutrición terapéutica.)
Ahora bien, está establecido que los diversos constituyentes de nuestro cuerpo se renuevan progresivamente en el transcurso de los años, y que las sustancias necesarias para esta renovación son obtenidas de nuestros alimentos. Por otra parte, nuestras células extraen la energía indispensable para su funcionamiento de la alimentación. Dicha alimentación no debe ser generadora de muchos residuos que puedan obstaculizar el normal desarrollo de nuestros metabolismos. La visión cuantitativa de la nutrición debe ser reemplazada por una visión cualitativa.
Los traba os de Kousmine Bur er
Fradin
Desde tiempos inmemorables, médicos y no médicos han preconizado numerosas variedades de regímenes alimentarios. Cada investigador atribuye grandes virtudes a la dietética que ha elaborado y pretende que ésta tenga efectos favorables sobre la salud de los humanos. En una obra reciente, JOYEUX (1994) ha pasado revista a los principales regímenes propuestos en nuestra época. En la mayoría de los casos, los resultados adelantados por los autores son muy discutibles y las razones científicas presentadas para adoptar una u otra modalidad nutricional no parecen fundadas.
De esta cohorte de pseudo investigadores donde están cerca los iluminados y los timadores se destacan ciertos precursores: *Edward BACH que ha señalado el rol mayor del intestino en la buena y la mala salud, el peligro de los alimentos cocidos y las relaciones entre ciertas bacterias de la flora intestinal y las enfermedades crónicas. *Paul CARTON que ha propuesto el primer enfoque de los procesos de intoxicación y de eliminación. *En el transcurso de los últimos decenios, debemos citar principalmente a KOUSMINE, BURGER y FRADIN. Los tres han construido una teoría lógica. Los tres han obtenido éxitos claros. KOUSMINE Y BURGER establecieron un vínculo entre dos hechos: El hombre moderno no come igual que antes. Ciertas enfermedades raras en tiempos antiguos se han vuelto frecuentes hoy. Es pues lógico de volver a una alimentación de tipo ancestral para prevenir o curar estas afecciones. Los éxitos obtenidos por KOUSMINE han sido autentificados por un número importante de médicos. Los de BURGER han sido verificados por algunos médicos y por testigos dignos de fe.
FRADIN denuncia los peligros de la alimentación occidental, responsables de un fuerte aumento de las patologías denominadas degenerativas: arteriosclerosis, cánceres, afecciones auto-inmunes, diabetes NID, entre otras. Estableción un régimen hipotóxico a menudo muy benéfico para sus pacientes.
Los irritantes misterios de la medicina
Durante largos siglos, la medicina permaneció ignorante e ineficaz. Antes de 1940, tenían que hacer pronto el empadronamiento de algunos medicamentos verdaderamente útiles: aspirina, heparina, insulina y digitalina. Fue después de esta época cuando se hicieron numerosos descubrimientos. Los exámenes biológicos se multiplicaron, el diagnóstico por imágenes se diversificó considerablemente, los trasplantes de órganos y de tejidos se hicieron banales, el arsenal medicamentoso se potenció considerablemente con los antibióticos, los corticoides, los inmunosupresores, los anti-inflamatorios, etc., la biología molecular localiza los genes y determina su estructura. Las revistas especializadas, así como los periódicos y la televisión, hablaron ampliamente de los importantes progresos. Los comentadores son muy admirativos y a menudo demasiado optimistas. Trabajos aún preliminares, medicamentos aún por ensayar, se presentaron como soluciones definitivas. Cuantas veces nos anunciaron la curación de todos los cánceres o la vacunación contra el SIDA, sin que las promesas fueran seguidas de efectos. Habiendo empezado mis estudios médicos en 1953, he vivido esta epopeya científica, en particular en el dominio de los trasplantes de órganos del cual soy uno de los pioneros en Montpellier. Aprecio con satisfacción los adelantos de la medicina, de la cirugía y de la biología, pero considero que las experiencias son aún escasas en relación a todo lo que queda por encontrar. La patogenia(mecanismos de desarrollo) de numerosas enfermedades permanece desconocida o muy mal conocida. Citemos en este cuadro el asma, la rinitis crónica, las alergias, los numerosos estados auto-inmunes enumerados en el cuadro VI, el acné, la psoriasis, las aftas de Behçet, la colitis, la enfermedad de Crohn, la rectocolitis hemorrágica, la néfropatía de la IgA, la fibromialgia primitiva, la diabete de typo 2, la gota, la depresión nerviosa endógena, la esquizofrenia, la enfermedad de Alzheimer, la aplasia medular, las hemopatías malignas, los cánceres, y esta lista no es exhaustiva. Nuestra ignorancia de los procesos que conducen a la génesis de estas diversas afecciones tiene desgraciadas repercusiones sobre el plan práctico. No sabemos prevenir estas enfermedades y, cuando se declaran, nuestras terapéuticas son ineficaces o insuficientemente eficaces o muy raramente eficaces. Lo ideal sería de combatir las causas (tratamiento etiológico) , lo que sería más benéfico, que si cuidamos solamente las consecuencias (tratamiento sintomático) con resultados inconstantes o limitados. Esta carencia patogénica que conduce a una insatisfacción terapéutica es muy irritante para el médico. Esta irritación crónica un día me condujo a plantearme la pregunta clave: “¿Cómo puede ser, con los importantes progresos realizados en numerosas ciencias, que seamos todavía incapaces de solucionar el mecanismo de tantas enfermedades?” Y una respuesta probable era la siguiente: “ La creciente complejidad de la medicina ha llevado a la mayor parte de clínicos e investigadores de alto nivel a una especialización cada vez más
estrecha. Esta visión parcial les impide llegar a una concepción global del problema”.
La direccion de la búsqueda Deseaba comprender el mecanismo de algunas enfermedades, a la vez para mi satisfacción intelectual y para mejorar el tratamiento de los pacientes. Mi primer objetivo fue un reumatismo inflamatorio, la poliartritis reumatoide. A partir de mis conocimientos clínicos y biológicos, he podido edificar bastante rápido una teoría sobre la patogenia de este reumatismo. Esta hipótesis conduciría claramente a la conclusión que un régimen alimentario, y principalmente un régimen de tipo ancestral inspirado en el de BURGER, debería ser un tratamiento eficaz. Los primeros ensayos en voluntarios han confirmado que dicho régimen estaba bien de esta manera.
Las investigaciones teóricas
Durante varias horas cada semana, me obligué a la lectura de numerosos artículos médicos, facilitados por la excelente biblioteca del Centro Hospitalario de Montpellier. No me limité como antes a las publicaciones basadas en mi especialidad o sobre algunas preguntas clínicas limitadas. Mis lecturas englobaron: *La mayoría de los sectores de la medicina y principalmente: reumatología, gastro-enterología, endocrinología, neurología, psiquiatría, dermatología, opftalmología, pneumología, cancerología, y por supuesto detética. *Varios sectores de la biología y especialmente: inmunología, genética, antropología, bacteriología, biología molecular, biología del envejecimiento y fisiología, con una atención particular en esta última rama para la fisiología celular y por el intestino delgado, este último siendo interesante por: su pared y por su flora bacteriana. Estas lecturas instructivas alternando con periodos de reflexión me han permitido: Primero consolidar y preparar minuciosamente mi concepción de la poliartritis reumatoide. Seguidamente ampliar la teoría con ciertas variantes de otros desórdenes auto-inmunes. En fin, agrupar otras dos hipótesis, la de la intoxicación y la de la eliminación que dan una explicación lógica sobre el mecanismo de numerosas afecciones.
Las aplicaciones prácticas
Cada vez que una enfermedad me ha parecido que podía beneficiarse de la dietética, me he dedicado a buscar voluntarios deseosos de intentar mi método. Son numerosos los pacientes que sufren enfermedades que han resistido en parte o en su totalidad a los diversos tratamiento ya aplicados. Estas personas son convocadas a una consulta inicial que permite verificar el diagnóstico y de establecer un balance clínico y biológico. Desde esta primera entrevista, considero esencial exponer de manera detallada mi opinión sobre el mecanismo de la afección y que se comprenda porqué un cambio nutricional puede transformar profundamente la situación. Un régimen alimentario no debe ser adoptado como una religión. No pido al paciente una fe ciega, si no mas bien un esfuerzo intelectual a fin que pueda captar claramente los motivos de este nuevo tratamiento. A pesar de estas precauciones al cabo de unos días o de algunas semanas el 50% de los pacientes abandonan la dietética. Los 50% restantes perseveran, sea en razón de una fuerza de voluntad más fuerte, sea a causa de una mejor comprensión del mensaje.
Los controles tienen lugar cada tres meses, durante el primer año. Al final del primer año, se efectúa un nuevo balance clínico y biológico y se compara con el primero: En caso de fracaso, el régimen ancestral se suspende, aunque algunos voluntarios que han querido continuar hayan obtenido, a veces, un efecto favorable tardío. En caso de éxito, el régimen ancestral debe ser seguido durante toda la vida, bajo pena de recaída.