EL LÁTIGO DEL BÉISBOL
Alfonso Luis Tusa Campos
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El Látigo del Béisbol (Una Biografía de Isaías Chávez Silva)
Agradecimientos: Quiero agradecer infinitamente a estas personas. Sin la colaboración de ellas estas páginas adolecerían de profundidad y propiedad. La familia Chávez: Nestor, Carmen Elena, Miguel, Gladys, Zaira, Valerio. Humberto Acosta. Margie Wollitz (Biblioteca Pública de Decatur). Daniel Gutiérrez. Juan José Avila. Clay Davenport. Patric Doyle (Old Time Data). Oswaldo Blanco. Teodoro Obregón. Jesús Aristimuño. Dámaso Blanco. Yajaira Arcas. Domingo Carrasquel. Victor Colina. José González. Heberto Castro Pimentel. Carlos Morean. Rafael Silva. Alexis González. Luis Martínez. Agustín Rodríguez. Jesús Sánchez. Antonio Jiménez. Henrique Lazo. Rodolfo Izaguirre. Roberto Muñoz. Nelson Martínez. Alfonso Carrasquel. José Domingo Martínez Morales. Jesús Eduardo Cabrera. Carlos Abreu. Javier González. Milagros Socorro. Rafael Lairet. Gregorio Machado. Carlos Ortiz. Eucarina Hernández.
Esta biografía contiene una parte documental representada por los reportes de los juegos y algunas referencias históricas. Existe otra parte que llamaremos literaria, en ella confluyen anécdotas, testimonios y recursos del autor para terminar de completar el entramado de la historia. El juego que sirve de introducción a cada capítulo es producto de la imaginación del autor.
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PREFACIO
“Y es que toda biografía es ficcional y toda ficción autobiográfica como decía Barthes”. Rosa Montero. Escritora.
La radio del comedor La serenata de los grillos paralizaba el cielo vespertino de finales de octubre de 1967. Papá dejó el cuchillo y el tenedor en el plato. Se sobó la barriga y se levantó de la mesa. Felipe abrió los ojos hacia el radio de 70x30x50 cm que descansaba sobre una mesita al fondo del comedor. Jesús Mario saboreó un bocado de papas fritas. “¿Hoy juega Magallanes?” Felipe se acercó al radio. “Si. Y va a pitchear el Látigo. Hoy si vamos a ganar”. Me quedé mirando a mis hermanos. Me rodé hacia la orilla de la silla y afinqué los pies en el piso. “¿Quién es el Látigo, Felipe?” Felipe tocó un interruptor en la parte posterior del radio y se encendió el vidrio verde oscuro plagado de números amarillos por donde corría una aguja roja. “Cónchale ¿cómo te explico Alfonsito? Es un pitcher que cada vez que juega hace todo para que Magallanes gane”. Seguí mirando a Felipe “¿Y que es un pitcher?” Felipe puso los brazos en jarra “¿Viste? Primero tienes que aprender sobre béisbol”. Papá impregnó el comedor con la fragancia de sándalo de la loción para después de afeitar. “Felipe. Nosotros vamos a salir a una reunión. Tú quedas encargado de la casa. No quiero relajos”. Mamá se acercó hasta donde yo veía como Felipe movía la aguja roja por el vidrio verde oscuro con una perilla blanca. “Pórtate bien Alfonsito”. Luego caminó hacia la cocina y habló con las muchachas del servicio doméstico.La puerta de la calle se cerró tras mis padres. Felipe gritó. “Ahora si vamos a escuchar el juego”.Me quedé mirando como Felipe y Jesús Mario afinaban los movimientos de la aguja roja. Norys empezó a recoger los platos de la mesa. “Muchachos ¿no vamos a aprovechar de oir música?” Jesús Mario volteó hacia la mesa. “Vamos a escuchar el juego de pelota”. Estílita paralizó la escoba. “Ah no. Eso es muy fastidioso. Vamos a oir música muchachos”. Felipe se paró delante del radio. “Nosotros estamos esperando este juego desde esta mañana”. Norys me agarró por una mano. “Bueno estamos empatados.
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Que Alfonsito diga que vamos a oir en el radio”. Me quedé mirando a mis hermanos. “Vamos a oir música”. Estílita y Norys brincaron con una sonrisa. Felipe y Jesús Mario ladearon la cabeza y se alejaron del radio. En pocos segundos la aguja roja puso a sonar una melodía de un ritmo pegajoso. Aún recuerdo los sonidos percusivos de “El Cable”. Viajo a ese comedor cada vez que escucho esas notas musicales. A las 9 y 30 de la noche las muchachas debieron ir a realizar una tarea en la cocina. Felipe y Jesús Mario aprovecharon para llevar la aguja roja hasta el juego. “...y cuando vamos para el octavo inning Magallanes sigue derrotando al Valencia 1-0. El Látigo Chávez y Roberto Muñoz en tremenda exhibición de pitcheo”. Mis hermanos casi se metieron dentro del radio. Esa voz emocionada removió las fibras de mi curiosidad. Tenía que saber quién era ese Látigo que desconectaba a mis hermanos de sus bromas y juegos por más de 2 horas cada 4 días. Las muchachas regresaron al comedor. Fruncieron el ceño. Se acercaron al radio. “Vamos a seguir oyendo música”. Felipe subió el volumen del radio. “...en el cierre del noveno Valencia tiene el empate en circulación con un out. El manager del Magallanes va a relevar al Látigo. Escuchen los aplausos. Isaías regresa al dugout luego de un magnífico trabajo”. Yo no sabía nada de pelota y me encontré al lado de Felipe escuchando el juego. Las muchachas acercaron unas sillas y alargaron los cuellos hacia el radio. A partir de ese momento empecé a indagar sobre el béisbol. Porque quería saber con propiedad lo que pasaba en un juego donde lanzara el Látigo. En la temporada 68-69 conocía algo más del juego. Pero una lesión en el brazo de lanzar impidió que viéramos jugar al Látigo. Luego el accidente de marzo de 1969 me dejó con la incógnita de vivir un juego del Látigo. Por eso escribo todas las páginas que siguen. Para entrar al estadio de ese juego a través de documentos, testimonios, anécdotas e inspiraciones. Alfonso L. Tusa C.
Prólogo
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“Angel”, es la única palabra que se me ocurre para describir a mi padre, ya que sólo contaba con 1 año y escasos meses cuando murió. Por lo tanto aunque busco y busco en mi memoria no tengo recuerdos ni imágenes en mi mente de él, lamentablemente para mí, solo lo conocí por las referencias que de él me han dado a lo largo de mi vida sus hermanos (mis tíos), mi madre, las fotografías, videos, y un sin fin de personas que al momento de enterarse de mi parentesco con él siempre se me han acercado a darme sus impresiones y anécdotas. Pero lo que más me impresiona es que de toda esa gente que considero que es muchisima, nunca ha habido ninguna persona que me haya comentado algo malo acerca de él, siempre me han comentado lo especial y carismático que era mi papá, siempre me llegan con un relato, con una historia, con un cariño con un amor y la palabra clave: una bella persona, “Un Angel”. Quizás el destino quiso que fuera así y el Señor le dio pocos años en esta tierra (23) pero en esos años siento que dejo bien sembrada su semilla y quedó en los corazones de mucha gente e incluso en los recuerdos y memorias de un colectivo. Es por esto que me siento orgulloso hoy en día de saber que provengo de la unión de 2 maravillosos seres y sobre todo uno que fue tan especial y que llenó la vida de muchos seres queridos. Nestor Isaías Chávez Silva es y será siempre una referencia obligada y ejemplo en nuestro país de un deportista cabal, excepcional ser humano y mejor persona. La idea de este libro es hacer un homenaje a mi padre y basándose en las recopilaciones indagadas por el amigo Tusa en base a un arduo trabajo investigativo con los familiares, amigos y conocidos del “Latigo”, tratar de dibujarle a los lectores las diferentes facetas de Isaías. Quiero agradecer enormemente a Alfonso y a todas las personas que aportaron y facilitaron material para este trabajo y que se haya hecho realidad este sueño de publicar un poco de la vida de mi padre.
Espero que disfruten de estos excelentes relatos muy bien plasmados en el libro por Alfonso.
Nestor I. Chávez Von Der Brelje
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Índice
I. Chacao (1945-1963)………………………………………………………… 6 1.- De short a primera………………………………………………………. 8 2.- Azul quedó……………………………………………………………... 17 3.- Tres dianas……………………………………………………………… 25 4.- Sin asistencia……………………………………………………………. 35 5.- Petrificado………………………………………………………………. 43 6.- Globo al siete…………………………………………………………… 51 7.- Música de sorbete………………………………………………………. 61 8.- Rolling manso…………………………………………………………… 68 9.- Inmersión en cal…………………………………………………………. 75 10.- Intento de toque………………………………………………………….. 85 11.- Curva subterranea………………………………………………………… 95 12.- Línea de bocas abiertas…………………………………………………... 104 13.- Abanicado………………………………………………………………... 109 14.- Zambullida hacia la raya…………………………………………………. 120 15.- Machucón………………………………………………………………… 132 II. Magallanes (1963-1967)………………………………………………………. 140 16.- Línea y palma…………………………………………………………….. 141 17.- Ponche hirviente………………………………………………………….. 153 18.- Misil a la intermedia……………………………………………………… 163 19.- Gradas y línea revolcada…………………………………………………. 197 20.- A ras de las paradas cortas……………………………………………….. 220 21.- Globo central……………………………………………………………... 251 22.- Trueno en la esquina caliente…………………………………………….. 259 III. San Francisco (1967-1969)……………………………………………………. 291 23.- El tercero cantado………………………………………………………… 291 24.- Un bombo a la derecha…………………………………………………… 306 25.- Toque sin efecto………………………………………………………….. 343
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26.- Rastrero en la grama……………………………………………………… 349 27.- De vuelta a primera………………………………………………………. 358 “Hace algún tiempo, me preguntaba un chiquillo, por el significado, de la palabra Patria”. Rubén Blades. Cantante. “Let the children's laughter remind us how we used to be. Everybody’s searching for a hero.People need someone to look up to”. (“Dejemos que las sonrisas de los niños nos recuerden como solíamos ser. Todo el mundo anda en busca de un héroe. Las personas necesitan alguién a quien admirar”) Michael Masser y Linda Creed “Habitará el lobo conjuntamente con el cordero: y el tigre estará echado junto al cabrito: el becerro, el león y la oveja andarán juntos, y un niño pequeñito será su pastor”. Isaías 11:6. “Mis sueños mi mayor tesoro me abren los caminos de la libertad”. Carlos Morean. Músico. “Trompo, patín y vuelta de perinola, cola de papagayo con su cabriola”. Aldemaro Romero. Músico.
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I.- CHACAO (1945-1963) Un jeep marrón Llegué a Maturín con el sol convocando a los araguatos a descansar en el remanso de las seis de la tarde. Equivoqué la dirección y pasé media hora girando en largos círculos con rostros acelerados. El cansancio del prolongado viaje desde Los Teques casi detuvo mis pasos. Una imagen inundó mi mente. El estadio Universitario rebosaba de aficionados. Jugaba el Magallanes y hacia el montículo corría un desgarbado joven con mirada de desafío. Al bajar a la calle vi un carro marrón estacionado en una esquina. Del edificio colgaba una publicidad de radiodifusión. “Hagas lo que hagas escucha Radio Monagas”. La risa invadió mi rostro no tanto por la chispa del mensaje sino por haber ubicado el lugar donde trabajaba Felipe. “Señorita por favor, ¿se encuentra el señor Felipe Tusa ?” Las palabras se secaron en la garganta. “Si, pero va a tener que esperar porque ahorita está en el aire”. La secretaria abrió una ventanilla y dibujó varias señas. Caminé repetidas veces de una pared a otra. Tenía más de tres años sin ver a mi hermano. “¿Qué fue Alfonsito. Como estás tú ?” Felipe salió por un momento de la cabina de transmisión. Lucía algo agitado en medio de un ambiente de música de los años sesenta. Al ver a mi hermano supe que iba a regresar a casa con material valioso para armar un buen relato. “¿Cómo te va Felipe?”. “Caramba. ¿Qué te trae por estos lados?”. Felipe se inclinó para ordeñarle agua al enfriador del pasillo. “Estoy escribiendo una biografía sobre el Látigo Chavez. Recuerdo que siempre estabas escuchando los juegos donde el lanzaba”. Traté de buscar una respuesta en su mirada. “Caraj Alfonsito. Eso fue hace mucho tiempo. Casi no me acuerdo nada de esos juegos donde jugaba el Látigo”. Felipe se paso la diestra por la frente sudorosa. Salimos del lugar de trabajo de mi hermano. Una efusiva sonrisa iluminaba su rostro cual párvulo escolar que termina el encierro del aula y respira el aire de los juegos más el aroma de los dulces y la comida de la madre. “Todavía no creo que te hayas echado ese viaje para preguntarme sobre el Látigo”. Felipe se quitó la chaqueta oscura que empezaba a sacarle efluvios de sauna. “Bueno, es que todavía no se me olvidan aquellos días cuando te pasabas toda la mañana y la tarde hablando del “Látigo” y como aumentaban las posibilidades de que el Magallanes ganara cuando el iba a pitchear. Todavía lamento no haber escuchado uno de aquellos juegos en tu transistor”. Apreté el
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paso. Quería salir cuanto antes de aquel bululú del centro maturinés a las seís de la tarde. “¿No te gustaría comerte unas arepas mientras hablamos de aquellos juegos donde el Látigo nos atornillaba al radio?” Felipe escaló el estribo de su rústico chasis largo y charrasqueó el arranque de la máquina. “¿Son de maíz pilado esas arepas?” Me relamí los labios. Tenía más de diez años que añoraba degustar el delicioso sabor de la masa de maíz auténtica, esa que tiene conchas del cereal agregando texturas exóticas al bocadillo. “Ah no. Ya estás pidiendo mucho. Pero si lo que quieres son esas arepas, vamos a buscarlas”. Felipe encendió el radio del jeep. “rrrrrsssssshhsssssssssss…” “Pero bueno, que es lo que le pasa a este radio del chorizo”. Felipe registró casi todo el dial y lo único que se escuchaba era el sonido de la lluvia. Siguió moviendo el sintonizador. “Bienvenidos aficionados al béisbol al juego de esta noche. En la continuación de la temporada 1968-1969 esta noche se enfrentan Leones del Caracas versus Navegantes del Magallanes. Reciban el más cordial saludo de Nestor López, Delio Amado León, Carlitos González y Cesar Augusto Rivero”. Felipe sonó la bocina por medio minuto seguido. El Ford Falcón que nos precedía tenía la puerta abierta. “Mi llave regálame un Lido ahí”. Un manganzón de casi dos metros restregó un fósforo contra la cajetilla y regresó al vehículo rojo reluciente. Felipe trató de anotar la placa del carro. Los números blancos en fondo negro le torcieron el rostro. “¿Por qué tuve que meterme por esta calle tan angosta?” Mi hermano trató de bajarle el volumen al radio.
1.- De short a primera “Bola la segunda. Se nivela la cuenta. Cesar Tovar se cuadra para tocar. Rodado por tercera. Dámaso Blanco la toma a mano limpia, lanza a la inicial y el corredor es quieto por menos de medio paso. Oswaldo Blanco discute acaloradamente con el árbitro de primera y Napoleón Reyes sale de la cueva para evitar que expulsen a su inicialista. Las tribunas se caldean bien temprano, y no es para menos Carlitos. Es la lucha por la clasificación”. “Si Delio, ya comenzó la pugna en las tribunas. Por la derecha dicen que el árbitro está ciego. Mientras que por la izquierda los caraquistas corean a Tovar”. “Isaías Chávez se va detrás de la lomita y aprieta la bolsa de la pezrrubia. Al bate viene Victor Davalillo. Ahí viene el lanzamiento. Strike tirándole. El Látigo hace el windup, strike tirándole a una curva que rodeó toda la esquina interior del home. Los magallaneros se levantan y piden el ponche. Davalillo conecta roletazo por el
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campocorto, Cesar Gutiérrez la tiene y pone fuera al corredor en el mascotín de Oswaldo Blanco”.
Esa mañana Carmen Silva husmeaba por toda la casa. “Isaías, Isaías. El desayuno está listo”. El niño de nueve años de edad recogió varias piedras entre la hierba del patio. Las puso en su bolsillo y enfiló hacia las proximidades de una pared lateral. Carmen moldeaba una arepa frente al fogón. “¿Qué puede ser tan importante para que Isaías no me conteste?” Le preguntó a otro de sus hijos. Valerio se fue al patio. “Apuesto un ojo de la cara a que le está tirando piedras a la mata de mango del lado”. A medida que Valerio avanzó hasta el fondo del patio su expresión pasó de la sorpresa al asombro y al miedo. Isaías había amontonado cierta cantidad de tierra hasta levantar su particular montículo de pitcheo. “Ten cuidao Isaías. Ponte mosca porque te puedes lastimá”. Valerio no podía creer que su hermano podía mantener el equilibrio al quedar sobre un solo pie en el promontorio. “Tranquilo Valerio. No es la primera vez que practico esto”. Isaías escaló su lomita y levantó el pie izquierdo sobre su cabeza. Luego sacó una piedra redonda de la espalda y la metió a mil millas contra la pared ubicada a quince metros de distancia. El impacto se sintió en toda la casa. “¿Qué es eso muchachos? ¿Un terremoto?” Carmen corrió al patio temblando. “No te asustes mamá. Solo estoy mejorando mi bola de humo”. Isaías se inclinó para agarrar otras piedras y se dirigió de nuevo hacía el montículo. “Vamos Isaías. Ya son las siete y media de la mañana y todavía tienes que preparate pa’ la escuela. Y salir a hacéme unos mandaos antes que te vayas”. La madre se acercó al montículo. Después de tomar una ducha instantánea, Isaías disfrutó unos huevos fritos con arepa. “Por que será, que he envejecido. Por que será que hasta mis hijos se han ido” (1). La música entrecortada de un joropo tuyero animaba la cocina desde un radio que sonaba en el patio vecino. Isaías tarareaba la canción mientras lavaba sus manos en la batea. La química especial del ritmo musical lo llevó de regreso al patio. Esta vez Isaías saltó y se colgó de un ramo de la mata de mango. se propuso mejorar la fortaleza de sus brazos. “Epa Isaías ¿cómo estás?” Héctor salió por detrás de la mata de mango del patio aledaño que reventaba de apetitosos frutos. “Miren esos mangos que dan al paredón se ven buenísimos”. José levantó la mano para saludar a Isaías. Con la otra mano se limpiaba el pantalón corto del polvo adherido al saltar por la cerca de la casa del lado.
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Isaías se subió a la pared levantada entre las casas. Improvisó una escalera con algunas cajas de refrescos. Sus manos habían alcanzado tres majestuosos mangos esquivando los filosos vidrios del tope del paredón. Trató de agarrar otro mango. “Ahí viene el dueño de la casa Isaías”. Carlos corrió desde la mata de mango hasta el fondo de la casa. Las cajas de refresco trastabillaron e Isaías resbaló para encajarse varios pedazos de vidrio en el brazo derecho. “Ay mamá querida”. Isaías sacó su brazo de entre los vidrios. La sangre inundó la pared. Héctor, José y Carlos volaron de miedo hacia el terreno del fondo de la casa. Pasaron por entre unos alambres de pua y salieron a la calle. “Mamá. Me corté”. Isaías caminó hasta la cocina. “Jesucristo. Muchacho, te vas a desangrar. Vamos para el hospital. ¿Por que no me hiciste caso y te fuiste para la escuela?” Carmen templó una franela del tendedero y cubrió la herida. “No te preocupes mamá. Ya vas a ver como me curo de esto antes de lo que tu piensas”. Isaías presionaba la herida con la franela. Carmen corrió con Isaías hasta la puerta de la calle. Subieron a un autobus que frenaba en la esquina de la avenida. “No te destapes eso chico”. Carmen apretó la franela en el brazo de Isaías. “Por favor señor, por aquí”. El chofer se detuvo. El hospital mostraba un aspecto tranquilo. En la sala de emergencias habían otros tres pacientes. “Es guapo el muchacho, señora”. El médico de guardia suturaba en carne viva la herida de Isaías. “No se crea Doctor. Mírelo como lagrimea”. La madre pasó su brazo izquierdo por el hombro de Isaías. El niño respiraba profundo viendo como la aguja entraba y salía de su piel. “Tranquila mamá. Solo fueron cuarenta puntos”. “¿Y te parece poco Isaías?” Carmen avanzó hacia la salida. Al llegar a casa se encontraron con Sebastián. “¿Qué te pasó hijo?” “Me corté el brazo con los vidrios del paredón, papá”. El hombre ladeó la cabeza. “Eso seguro fue por estar jugando pelota en el patio. Que vaina tan seria con este muchacho Carmen. En cuanto te cures vamos a ir al campo de la electricidad. Si tanto te gusta la pelota, te voy a inscribir en un equipo”. El muchacho dio un salto en medio de la sala. “Eso si me gusta papá”.“Sebastián. ¿Tu no crees que Isaías todavía está pequeño para que lo metas en un equipo?” Carmen miró a los ojos a su esposo. “Que va Carmen, ¿tu no le ves el tamaño a tu hijo? Además es preferible que esté en el equipo a que se esté lastimando en el patio”. Sebastián salió hacia el patio. Tres días más tarde Sebastián pasó por la escuela donde estudiaba Isaías en Sabana Grande. “Epa, Isaías”. El niño se vino corriendo desde la entrada del colegio donde correteaba y se deslizaba sobre la superficie de cemento pulido. “¿Qué fue papá?” Isaías sudaba en un mar de respiraciones entrecortadas. Sebastián tragó saliva tres veces seguidas. “Que empeño el tuyo de buscar lastimarte chico. No ves que tienes esos
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puntos en el brazo y se te pueden soltar? Vamos para el campo, a ver si conseguimos anotarte en el equipo de Palitos Efe”. “Eeeeso papá. Yo creía que ya te habías olvidado”. Isaías agitó la mano para despedirse de sus compañeros de clase. “Vente, vente chico que ya es tarde y seguro que tu mamá nos está esperando con el almuerzo”. Sebastián le dio un pañuelo a su hijo. “Mira papá, ahí están los muchachos practicando. Y allá están los dueños. Vamos a apurarnos”. Isaías secaba el sudor de su cara. Padre e hijo abordaron a los encargados de Palitos Efe. “Lo lamentamos mucho señor Sebastián pero ya el cupo está completo “. “¿No habrá chance aunque sea para que Isaías practique con ustedes? El es muy voluntarioso y de seguro puede ayudarlos en las prácticas”. Sebastián levantó la barbilla de Isaías con su mano derecha. “Que más quisiéramos nosotros. No se puede, más bien hay demasiados muchachos ya con el equipo”. El responsable del equipo infantil cerró la puerta de la oficina donde los equipos hacían sus trámites. “Papá, ¿entonces voy a seguí jugando en el patio por mi cuenta?” Isaías no quitaba la mirada del diamante donde los integrantes de Palitos Efe ensayaban algunos fundamentos beisbolísticos. “No señor. De que te vamos a conseguir un equipo, lo vamos a conseguir”. Sebastián metió la mano en la calle para detener un autobus. Octubre de 1954 arrancaba sus días con voracidad. Las clases continuaban con las exigencias de la maestra y los juegos de recreo. Para Isaías jugar al escondido, metras o ladrones y policías perdía toda importancia cuando veía dos pedazos de cartón simulando primera y segunda y un muchacho golpeando una pelota con el puño. Las horas meridianas descorrían los velos de la tarde. “Carlos, mira allá están los muchachos de la calle La Joya. Creo que van a comenzar una partidita. Vamos”. Isaías metió los cuadernos bajo su brazo izquierdo y apuró el paso. “Pero, espérate vale. Ya va a ser la una y nos deben estar esperando para almorzar”. Carlos cruzó en la esquina del bar Las Mercedes. Cuando vio que Isaías recibió la pelota que se lanzaban los muchachos de La Joya, no pudo resistir la tentación. Desde la sala de una casa se escuchaba la voz modulada de un locutor. “Y aquí estamos, desde el Polo Grounds de Nueva York para llevarles la Serie Mundial de 1954 entre Gigantes de Nueva York e Indios de Cleveland….” Los muchachos se acercaron un momento. “Voy a los Indios”. Gritó Alexis y corrió a seguir lanzando la pelota en la calle. “Mi equipo son los Gigantes”. Isaías saltó al pavimento para tomar una bola que se le había escapado a Carlos. Alexis lanzó al aire una locha verdosa de 1944. “Cara”. La moneda mostró el escudo de Venezuela. Carlos e Isaías saltaron y se fueron a ocupar el campo de juego . El partido comenzó con un jonrón de José que pasó entre las manos desesperadas de los infielders. Alexis silbó una linea que se silenció en las
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manos de Isaías con un salto que lo hizo ver sobre los techos de la vecindad. En el quinto inning todavía ganaban los de la calle La Joya 1-0. “Isaías, mamá quiere que vayas a almorzar”. Gladys atravesó el campo de juego. “Ya va mi hermanita. Déjanos terminar este inning. Si no hacemos carrera aquí me voy”- Isaías pasaba su frente por el hombro de la franela. Isaías se cuadró para batear. Una línea que llenaba el aire de combustión burló el esfuerzo del primera base. Un ruido seco de papel roto trastocó en pavor la sonrisa del triunfo. La bolsa de mercado de un hombre corpulento soltó tomates, cebollas y un kilo de mondongo. Isaías arrancó a correr ante la mirada torva del agraviado. Carlos y Gladys lo pasaron en la esquina de la calle Las Mercedes. “Esa… es.. la única… forma… que… dejes… de jugar pelota”. Gladys se aguantaba el pecho con manos temblorosas. “Nos vemos después Isaías”. Carlos abrió la puerta de su casa. Gladys e Isaías entraron en la segunda casa de la calle Las Mercedes. “Caramba hijo. Hasta que por fin te acordaste que tienes familia”. Carmen le pasó la mano por el cabello a Isaías. “Y tu no sabes nada mamá”. Gladys se encontró con la mirada de Isaías. “¿Qué pasó? No me digas que se metieron en problemas”. “La única forma en que dejaron de jugar fue porque la maestra de Isaías pasó por la calle La Joya”. Gladys le sonrió a Isaías. “Mamá, la maestra nos regañó por estar jugando en la calle”. Isaías respiró profundo. Carmen sirvió dos platos de pabellón. “Muy bien hecho. Yo estoy cansada de decirte que la calle no es para jugar”. Las dos de la tarde empujaban rayos solares sobre el bucare del patio. Un azulejo saltaba de una rama a otra picoteando las flores rojas del árbol. Sebastián no le había quitado la mirada desde que almorzaba. “Isaías ¿qué te mandaron hoy de tarea?” “Unas cuentas de multiplicar y leer el primer capítulo de ‘Tio Tigre y Tio Conejo’”. La espuma del jabón llegaba hasta los antebrazos del niño que lavaba su cara en el lavamanos del comedor. “Bueno, haz la tarea y después vamos a tratar de agarrar ese azulejo”. El hombre se levantó de la mesa y se acercó al bucare. “Pero papá, vamos a agarrá primero el pájaro. De aquí a que yo termine la tarea, seguro se va para otro patio”. Isaías sacó una jaula de veradas de un cuarto del patio. Sebastián regresó a la cocina. “No señor. Hasta que no vea que terminaste la tarea, no hay cacería de pájaro”. El niño se dirigió cabizbajo a buscar sus utiles escolares. En la sala empezó a hojear el cuaderno y afilaba el grafito de su lápiz. “Isaías”. La voz de Carmen removió el sopor de la tarde. Isaías soltó el lápiz sobre la mesa del comedor. “Si mamá”. “Necesito que me compres unos palos de canela en la bodega de la calle La Joya. Pero no te vayas a quedar por allá”. Carmen removía una paleta en una olla de aromas subyugantes. “Está bien mamá”. Isaías arrancó a
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correr. “Mira muchacho ven acá. ¿Te vas a ir sin la plata?” Carmen puso real y medio en la mano de su hijo. En la acera de enfrente de la avenida un manganzón conversaba con una hermosa joven. Los pasos de Isaías entraron a la bodega. Siete personas pidiendo al mismo tiempo lo hicieron montarse en un saco de caraotas. “Uno por uno, que esto no es una gallera”. El dueño del establecimiento se lo quedó viendo hasta que Isaías saltó al piso. “¿Y tu que quieres Isaías?” El bodeguero masticaba un chimó amarillo que le estrujaba la boca. “Una locha de clavo especia, una locha de vainilla, medio de canela y medio de papelón”. Isaías se asomó a la puerta de la bodega. Un murmullo de hombres y muchachos se hizo visible en la casa del radio y la transmisión del juego.“Epa muchacho. Espérate que te de una bolsa”. El bodeguero movía la cabeza y se sonreía. Isaías salió disparado a ver que pasaba en la casa del radio. “Alla vá un batazo largo a lo más profundo del center field. Vic Wertz parece que va a poner a ganar a los Indios, pero allá va Willie Mays corriendo como un tren y le llega a la bola de espaldas al plato, como que estuviera leyendo un libro la tiene y ha hecho la jugada de la serie este negrito excepcional. Que bárbaro amigos”. El narrador dejó en silencio la transmisión por unos segundos. El locutor comercial acudió al rescate. “Y cuando usted llegue a casa luego de correr todo el día como Willie Mays, saque una cola Dumbo de la nevera y refrésquese. Aquí está de nuevo con ustedes Pancho Pepe Croquer”. El narrador todavía carraspeaba. “Bien amigos con ese jugadón de Mays el juego continua igualado a tres”. “Mira pajarito. Mamá está esperando por la canela y la vainilla para terminar el arroz con leche”. Una joven con el cabello mojado templó la mano de Isaías que luchaba por ingresar dentro del grupo que estaba más cerca de la ventana por donde se escuchaba el radio. “¿Qué pasa Zaira?” Isaías intentaba colarse por entre las piernas de los hombres. “Que mamá está brava contigo porque siempre te quedas en la calle cuando te manda a hacer un mandado”. “Ahora que el juego está que echa chispa mamá me manda a buscar. Yo que quería oí el turno de Willie Mays”. Isaías sacó de los bolsillos del pantalón los paquetes del mandado. Empezaron caminar hacia la calle Las Mercedes. En la acera de enfrente el manganzón maltrataba a la joven. “Déjala tranquila cuello e jirafa”. Isaías se paró frente al sitio con ganas de atravesar la calle pero había muchos carros circulando. El tipo soltó a la muchacha y trató de pasar la calle. “Te salvas por los carros carajito”. “Cuello e jirafa, cuello e jirafa”. Isaías corrió hasta su casa seguido de Zaira. Carmen esperaba en la puerta de la cocina con los brazos en jarras. “¿Y ahora en que te distrajiste Isaías?” Zaira cogió aire suficiente. El trote de Isaías la había dejado exhausta. “Mamá estaba metido entre un montón de hombres pegados a una pared de donde salía la voz de un tipo que de golpe empezó a gritar. Y despúes se metió con un
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señor en la avenida”. “Ay Isaías. Tu como que vas a pasar unos días castigado”. Carmen tomó la canela y la partió en pedacitos sobre el arroz burbujeante. “Mentira mamá eso no es así. Lo del grupo de hombres es que estábamos oyendo el juego de pelota de la Serie Mundial. Willie Mays hizo una jugada increíble, por eso el hombre del radio alzó la voz. Y lo del tipo de la calle, tuve que ponerle un sobrenombre porque estaba maltratando a una muchacha”. Isaías abrió un cuaderno y empezó a correr con este frente a sus ojos en ruta a la pared del patio. “¿Cómo sabes tú que ese hombre estaba maltratando a la muchacha?” Carmen probó un poco del arroz y agrego un chorro de vainilla. El niño llegó hasta la pared y bajó el cuaderno hasta el pecho. “Porque la gritó y la empujó”. Carmen chasqueó la lengua “¿Eso es verdad Zaira?” “No sé mamá. Los carros no me dejaban ver, pero si oí una sarta de groserías que decía el tipo”. Zaira se acercó a su hermano. “Buenas tardes”. Sebastián entró a la cocina con un periódico en la mano. “Sebastián, ¿como va lo de la inscripción de Isaías en el equipo de pelota?” “Bueno Carmen. Todavía no tengo una respuesta positiva. Pero eso viene. ¿Por qué la pregunta?” “Es que este muchacho se queda jugando en la calle cada vez que me va a hacer un mandado”. Los gallos estiraban sus gargantas para descorrer las cortinas de otro amanecer. “Isaías párate, ¿no vas para la escuela?” Miguel abotonaba su camisa de kaki. “Ah, umjú..” Isaías subió la cobija hasta la cabeza y se volteó hacia la pared. “Mira chico, que ya mamá va a venir….” Miguel se metió el peine en el bolsillo trasero del pantalón.“Si, es verdad”… Un salto sacó a Isaías de la cama. Agarró el pantalón azul que estaba en una silla junto a la puerta y envolvió las píernas en él. Aplicó una línea de pasta dental en su cepillo verde y pasó como una flecha por la sala y el comedor, llevaba una toalla anaranjada terciada en su hombro desnudo. “¿Y que le pasó a éste que va como un camión sin frenos?” Sebastián desayunaba con un café con leche y una arepa de chicharrón. “¿Y que más va a ser Sebastián? Se quedó dormido”. Carmen le planchaba una camisa a Valerio. Valerio buscaba sus cuadernos sobre el armario de la cocina. “Eso es por quedarse hablando hasta tarde con Miguel de esa bendita atrapada que hizo Willie Mays en el juego de la Serie Mundial”. “Psst, papá, psst papá ven a ver”. Isaías se fue con el cepillo en la mano hasta debajo del bucare. “¿Qué pasa Isaías?” Sebastián agarró su bastón y llegó hasta donde su hijo extasiado ni siquiera notaba el frío en su piel. “Shhhh. Que vas a espantar al azulejo”. Isaías dio media vuelta al tronco del árbol. “Vamos Isaías. Apúrate”. Carmen sonó un plato de peltre con un tenedor. “Ya lo vi. Pero hasta que no tengas tus deberes escolares hechos, no hay cacería de pájaros”. Sebastián caminó hasta el fondo de patio.
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“Bendición mamá”. Isaías trasegaba sin saborear el café caliente y en cuatro mordiscos había engullido la empanada de queso. “Mira muchacho. Ven acá. ¿Qué es esto? Quítate esa camisa chico”. Carmen palpó las costuras de la camisa y notó que el cuello de la misma estaba levantado. “¿Y por que mamá?” “Guá porque la tienes al revés”. Carmen alisó la pieza con tres planchazos. “La Bendición mamá”. El rumor de los radios vecinos con el final del noticiero meridiano indicaba la cercanía de la una de la tarde. “Gladys ¿tu no viste a Isaías a la salida de la escuela?” Carmen trajo una jarra de agua a la mesa. “Yo lo ví en el recreo mamá. Pero a la salida no”. “Sebastián ¿por qué no vas a la escuela a ver que pasó con Isaías?” Carmen se asomó a la puerta de la calle. Miró hasta el fondo de la calle y regresó a la cocina. Toc, toc, toc. “Anda a ver quién es Valerio”. Carmen servía la comida de su esposo. “Deja que yo voy”. Sebastián se había puesto su sombrero para ir a la escuela. “Pero aquí no hay nadie. Ajá… con que eres tú”. Sebastián salió a buscar detrás del saliente de la pared de enfrente y encontró a Isaías muerto de la risa. “Buenos días, bendición mamá”. Isaías puso sus cuadernos sobre la mesa. “Dios me lo bendiga. ¿Qué horas son estas de llegar Isaías?” Carmen tomó los cuadernos y los colocó en el armario. Isaías se metió las manos en los bolsillos del pantalón”.Bueno mamá, es que me puse a hacer la tarea que manda la maestra todos los días y no me dí cuenta que ya era casi la una”. Carmen regresó a la cocina para vigilar unos plátanos que chisporroteban en la sartén. “Pero esa tarea tu siempre la haces aquí en la casa”. “Si, y por eso no tengo tiempo para ponerme con papá a cazar ese azulejo que llega todos los mediodías al bucare”. Isaías salió al patio y revisó las ramas del árbol. “¿Seguro que hiciste la tarea?” Sebastián se sentó en una silla del comedor.“Pregúnteme lo que usted quiera”. “Dime cuanto es nueve por nueve”. “Ah no papá, todavía no llegamos hasta ahí. Vamos por el cinco”. Isaías silbaba simulando al azulejo. “Bueno cuanto es siete por cinco”. Sebastián llegó hasta el lugar donde guardaba la trampa-jaula. “Treinta y cinco”. “¿Cómo? ¿treinta y seis? Sebastián arrugó la cara. “No, treinta y cinco”. “¿Seguro?” “Si señor”. Isaías probó la goma elástica del mecanismo de la trampa-jaula. “¿Que capítulo de ‘Tio Tigre y Tio Conejo’ les mandaron a leer hoy?” “El de cuando Tío Conejo le hace creer a Tio Tigre que el reflejo de la luna en el río es un pedazo de queso que hay en el fondo del río”. Sebastián terminó de sacar la trampa y la llevó hasta el bucare. “Cónchale vale, como es verdad que cuando hay una motivación uno no encuentra dificultades para hacer las cosas”. “Papá, yo creo que debemos poner la trampa de este lado porque aquí está la sombra”. Isaías templó la goma de la puerta de la trampa y quedó lista para capturar al azulejo. Sebastián dejó la trampa en un ramo
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del bucare. “Shhh. Vente vámonos para el comedor”. Padre e hijo llegaron a tientas hasta el comedor. Isaías asomaba la cabeza detrás del marco de la puerta cada minuto. “Deja de estar viendo para allá. Sino el azulejo no va a venir”. Sebastián templó a Isaías hacia el corredor que llevaba a la sala. “Cuéntame como te llevas con tus amigos en la escuela…” Trac. El ruido seco de la goma de la trampa reventó la conversación de Sebastián. Isaías corrió hacia el patio. “Agarramos al azulejo papá lo agarramos”. El pájaro aleteaba furioso en el interior de la trampa. Referencias musicales: - Página 9: (1) El Ermitaño. Joropo tuyero. Letra:
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2.- Azul quedó “Al bate viene ahora José Tartabull. El Látigo voltea hacia segunda y recoge a Tovar. Ahí viene para la goma, essstraaaik cantado el primero. Tartabull se sale un momento y vuelve con ese estilo intimidatorio que saca a cualquiera de concentración. Essstraiiii tirándole al segundo. El pitcher se agacha un momento para sacar algo que le molesta en el montículo. Comienza el wind up pero se sale hacia segunda. Tovar regresa gateando. Las tribunas se agitan. Se prepara el pitcher viene para la goma, foul por la derecha. El Látigo frota su mano derecha contra el pantalón. El lanzamiento es una curva, estraaiik tirándole. Azul quedó. Tartabull se va triste para el dugout”. Octubre avanzaba hacia la retaguardia de sus días. Los Gigantes terminaron por arrasar a Cleveland en la Serie Mundial.“Papá, ¿y que es eso que traes ahí?” Isaías se quedó mirando el paquete envuelto en papel manila que Sebastián colocó en la mesa del comedor. Los trinos de los pájaros inundaban la mañana. “Es un radio. Aquí nos vamos a enterar de lo que pasa en el mundo y de los juegos del Magallanes”. Los jirones de papel quedaron en la mesa y Sebastián levantó el artefacto como un premio de alta competencia. “¿Que es el Magallanes papá? Isaías toco el marrón del radio que su padre había colocado en una mesita de la sala. “Es un equipo de pelota de la liga venezolana que nos regala cada noche momentos refrescantes y de tensión en las jugadas y los batazos de Camaleón, Vidal, Monzant y otros más”. Sebastián enchufó el radio y una canción de Alfredo Sadel llenó la sala. Valerio y Miguel salían con una pelota de goma que se lanzaban desde muy cerca. “Venimos más tarde papá”. “Voy con ustedes muchachos”. Isaías soltó la perilla de sintonización del radio. “Aguántense un momento ya va ¿Carmen tu le diste permiso a estos pajaritos para salir?” Sebastián le bajó el volumen al radio. “Si, ellos van a ir un momento a jugar en el campo de polo”. Un manto de espuma se deshacía en las manos diligentes de la mujer. “Y a Isaías ¿tambien le diste permiso?” “No, es que necesito alguién en la casa para que me haga los mandados”. Isaías salió a la acera. “Anda mamá. Déjame ir un momento a jugar con los muchachos. Yo me vengo antes que ellos”. Carmen se quedó mirando a Sebastián. “Está bien. Pero los quiero aquí antes de las tres”. Los árboles y los matorrales acechaban la recién inaugurada autopista del Este. El ambiente campestre de las haciendas caraqueñas lidiaba con la invasión urbana. Los sábados abrían muchas puertas de aventura. Valerio y Miguel preferían llegarse
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hasta los predios del campo de polo. Un muchacho con una franela de rayas apareció detrás de la pared del puente Veracruz. “Espérenme”. Isaías se volteó “Epa ¿cómo estás José?” Por la vía saboreaban apetitosas guayabas sabaneras, mangos, mamones y otros manjares silvestres. Isaías se retrasaba observando el vuelo de algún pájaro o asombrándose con la velocidad que desarrollaban los carros en la vía de amplios canales. Un descampado de inmensas proporciones descubría un terreno de juego para infinitas escaramuzas infantiles. En la mitad de la esplanada se desarrollaba una partida de béisbol. Los jugadores discutían la sentencia de una jugada en el plato. La vegetación de arbustos y matorrales regalaba trinos de tortolitas y letanías de chicharras.“Buenos días ¿Cómo va el juego?” Isaías se paró junto a uno de los muchachos que esperaba su turno para batear. El muchacho miro a los recién llegados con cierto recelo. “Estamos comenzando y vamos a jugar dos juegos seguidos”. Valerio se acercó al diamante. “¿No se presentará algún chance para que juguemos nosotros?” “No”. Un gordito infló la barriga con ojos de alfiler. “Valerio mira. Esos tipos ponen esos papagayos lejísimos”.Miguel se dirigió hacia los promontorios donde varios muchachos remontaban sus voladores. Valerio metió la mano en su bolsillo posterior y sacó una bolsita de tela. “Si quieres podemos hacer nuestro papagayo”. Miguel se asombró al ver la navaja, papel de bambalinas, un frasquito de pega y unas tiras de trapo. “¿Dónde conseguiste todo eso Valerio?” “Cuando a uno le gusta algo siempre se las arregla para disfrutarlo”. Valerio cortó unas veradas de entre los matorrales y armó la estructura del papagayo. Isaías se acercó luego de lanzarle unas piedras a unos ratones de monte. “¿Y con que hilo piensas remontar ese papagayo?” Valerio se quitó un zapato y luego el calcetín. El pie parecía el de una momia con tanto pabilo enrrollado desde el tobillo hasta la punta del dedo gordo. Le dio un pedazo de verada a Miguel y trasladaron el hilo. “Con esto podemos poner el papagayo cerquita del Avila”. “¿Qué es eso que tienes entre el pantalón Valerio? Isaías divisó una horqueta de arbusto provista con goma de neumáticos y un pedazo de cuero para alojar el proyectil.Valerio se quedó mirando a su hermano. “Esto es una ‘china’. Es mi arma para agarrar pájaros o para asustar a los perros bravos”. Isaías había visto varias tortolitas en su paseo de reconocimiento por aquel espacio natural que muy bien ha podido inspirar al pintor Manuel Cabré a utilizar los brillantes colores de su paleta. “¿Por qué no me prestas tu ‘china’ un momento?” Valerio untaba con pega la parte superior de la armazón de veradas. “Está bien. Pero mucho cuidado con darle a alguién. Mira que esos muchachos que están jugando no son muy amistosos”. “Si Valerio”. Isaías tomó varias piedrecillas del suelo y se escondió detrás de una piedra marrón. Desde allí
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consiguió un blanco inmejorable en una nuebe de tortolitas que aterrizó en la sombra proyectada por un samán a unos cinco metros de distancia. Apretó una piedra dentro del cuero de zapato y estiró la goma de neumático. Zuac. La piedra alborotó las tortolitas con un murmullo de maracas y plumas en el aire. “Le diste a una Isaías”. José saltó sobre la piedra marrón. Miguel corrió hasta el samán seguido de Isaías. “Que va, no le diste a ninguna”. “¿Cómo que no le dí a ninguna? ¿Qué significa entonces este montón de plumas?” Isaías atisbaba en la dirección donde habían huído las tortolitas. Enfiló hacia los matorrales de en frente y empezó a hurgar entre los hierbajos. “Yo sabía que tanta pluma junta no podía sé un golpe débil”. Isaías alzó una tortolita inánime en su mano derecha. “Muchachos, vengan a ver”. Valerio colocó unas papeletas en la parte posterior del papagayo y luego ató las tiras de trapo para terminar de confeccionar el papagayo. Isaías guardó la tortolita en su bolsillo izquierdo y corrió hacia el papagayo. “Quedó bien bonito Valerio. ¿Dónde lo vas a remontar?” Miguel volteó un instante para ver el sol que comenzaba a zumbar lineas rojas en el cielo. “Muchachos, yo creo que es hora de que nos vayamos. Acuérdense de lo que dijo mamá”. “Ya va Miguel. No nos vamos a ir después que tenemos el papagayo hecho”. Valerio le dio el papagayo a Isaías y se alejó varios metros. “Suéltalo Isaías”. Valerio arrancó a correr tensando el pabilo consecutivas veces hasta que el papagayo luego de varias corcoveadas logró almacenar viento suficiente en sus veradas para hacer sonar las papeletas con el alegre sonido de un paseo aereo. “Dale más hilo Valerio, dale más”. Miguel corría hasta debajo del papagayo para ver como el viento lo impulsaba hacia estratos más elevados de aquel azul plagado de luces anunciando la noche caraqueña. Pronto el papagayo consumió todo el hilo, su visión era dificultosa por lo que los hermanos se turnaban en el manejo del pabilo. “Cónchale Valerio, este volador tiene fuerza. Mira como me lleva”. Isaías trató de halar el hilo. El viento arreciaba y el pabilo no resistió la confrontación de fuerzas. “Se reventó el hilo Valerio. Se nos va el papagayo. Vamos a buscarlo”. “No Isaías. Ese papagayo está muy lejos de nosotros. Además es muy tarde”. Valerio recogió sus cosas y empezó a caminar hacia la autopista. Las sombras del atardecer invadían el camino que llevaba del campo de polo hacia Chacao. “¿Donde iría a caer el papagayo, Valerio?” Isaías perseguía un enjambre de luciérnagas que danzaba en los espacios cercanos a la autopista donde los faros de los carros encandilaban la noche.“No sé. A lo mejor en una casa de San Bernardino. A lo mejor en Altamira”. Valerio se agachó para pasar bajo los ramos de una mata de tapara. “O a lo mejor fue a tener al Ávila”. Miguel saltó al pavimento debajo del puente Veracruz.
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La imagén inconfundible sus padres en la conexión de la calle Las Mercedes hacia el autopista petrificó a Isáias y Miguel. “Vamos muchachos. ¿Qué es lo más que nos pueden hacer? ¿Regañarnos? No es la primera vez”. Valerio se metió entre los dos y los arrastró por las manos. “Hasta luego muchachos”. José desapareció detrás de la pared del Puente Veracruz. “Caracha Isaías. Lo primero que te dije chico. Que no fueras a llegar tarde. Y tu Valerio ¿no te diste cuenta lo tarde que se hizo?” Carmen agarró a Isaías y a Miguel por los brazos y los arrastró hasta el comienzo de la calle Las Mercedes. “Tienen que estar pendientes de la hora. ¿Ustedes saben que su mamá se preocupa? Además que necesita que ustedes la ayuden en la casa”. Sebastián pasó su brazo derecho por la espalda de Valerio. Llegaron frente a la puerta de la casa. “Alla vá un batazo largo de Camaleón García….” El radio llenaba la sala de béisbol. “Quién juega papá”. Isaías miró hacía la caja marrón. “Magallanes y Caracas. Magallanes está jugando muy mal”. Sebastián apagó el radio. “No lo apagues papá. El juego no termina todavía. Tu no sabes si Magallanes se recupera y le echa una broma al Caracas”. Isaías quiso regresar a la sala, solo que se encontró con la mirada infranqueable de su madre. Los ardores de aquel mediodía de noviembre de 1954 encontraron a Carmen esperando en la puerta de la calle. “¿No viste a Isaías cuando regresabas Marilú?” La muchacha colocó sus cuadernos en la mesa del comedor y se sirvió un vaso de agua. “No mamá. Ni siquiera en la bodega donde siempre se queda hablando con sus amigos”. “Marilú. Mírame las tajadas que se están friendo. Ya vengo”. Carmen agarró el monedero del armario y salió. Las calles no tenían mucha gente ni automóviles. La convocatoria del almuerzo resultaba ineludible. “Tira a la goma Alexis apúrate que nos ganan”. Un niño de cierta estatura permanecía plantado frente a un cartón de leche pasteurizada mientras otro venía embalado hacia él. Carmen afinó la vista y se acercó al espacio de juegos de la última ala de la escuela. “Isaías, Isaías”. Isaías volteó la cara en el mismo momento en que llegaban la bola y el corredor. No llegó a soltar la pelota. Pero el corredor llegó quieto. Una discusión abrasó el aire caliente de la tarde. “¿Que quieres mamá?” “¿Tú no te das cuenta de la hora que es? Ya hace más de media hora que terminaron las clases y tú todavía estás aquí. Tuve que dejar de hacer el almuerzo, para venir a ver que te había pasado”. Carmen agarró de la mano a su muchacho y regresaron caminando apresuradamente. “¿Qué hiciste hoy de comer mamá? ¿Carne guisada con papas? ¿Pabellón? ¿Mondongo?” Isaías abrazaba a Carmen. “Aquí no me vengas con besuqueaderas que estoy muy brava contigo”. El sol calcinante enrrojecía las mejillas de Carmen.
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Sebastián doblaba unos uniformes en medio de la sala. “¿Y donde estaba el pelotero?” Carmen pasó como una flecha hasta la cocina. “En el patio trasero de la escuela jugando. Sebastián, por fin ¿qué pasó con el equipo en que ibas a inscribir a Isaías?” “Bueno mujer, eso no es tan fácil. Los torneos comenzaron y casi todos los conjuntos están completos. Pero voy a seguir insistiendo con el dueño del Valdespino que me dijo que era posible que uno de sus jugadores saliera por motivo de mudanza”. Un tropel de muchachos inundaba de silbidos y gritos de satisfacción las primeras horas de la tarde. La calle Las Mercedes parecía inalcanzable desde la ventana de la casa. Isaías tenía pendiente más de la mitad de la tarea escolar. Miguel practicaba en un mueble la pronunciación de varias palabras ligadas al seno familiar. “Psst. Miguel”. Isaías sacó una gorra de beisbol que escondía dentro del sofá. “¿Qué quieres?” El niño se quedó mirando la cachucha azul marino de su hermano. “Vamos a ir un momentico a jugá con esos muchachos”. “Pero Isaías, ¿tu quieres que mamá se siga molestando contigo?” Miguel sumergió los ojos en su cuaderno. Isaías le hacía señas a varios de los muchachos que cargaban guantes de cartón y bates de guayaba. “No te preocupes Miguelito, vamos a jugar solo un momento. Tu vas a ver que mamá ni se va a dar cuenta”. Una mirada dubitativa levantó a Miguel de su asiento. “¿Tu crees?” “Claro que si chico. Ven a ver lo que está haciendo ella”. Isaías llevó a su hermano hasta el lugar del patio donde Carmen lavaba la ropa. “Luuna que se quiebra bajo las tinieblas de mi soledad…..” (2) Carmen restregaba una sábana en una ponchera de acero inoxidable. “¿Ves lo que te digo?” Isaías pegó una semilla de mango contra la base de la ponchera y Carmen siguió cantando como si nada. Miguel guardó su cuaderno debajo del mantel de la mesita del recibo y siguió a Isaías a la calle. “Epa esperennos”. Isaías apuró el paso. Miguel casi debía correr. Tres cuadras más abajo Isaías tocó una puerta verde de madera. “Buenas tardes ¿se encuentra Alexis?” “Si espérate un momento”. La joven delgada con rostro angelical volteó para ir al interior de la casa. “Espera, no te vayas. ¿Cómo te llamas?” Isaías trató de acercarse. “Alexis, Alexis te buscan”. La muchacha huyó hacia la sala. “¿Carmen Elena, quién es?” Un muchacho con el cabello cortado casi al rape llegó del patio. Carmen Elena se sentó en la mecedora de la sala. “No sé, un muchacho alto que habla mucho”. “Hola Isaías ¿En que andas?” Alexis afincó una mano en un listón de la puerta. Isaías alzó el cuello para ver hacia el interior de la casa. “¿No quieres vení con nosotros a echá una partidita de pelota?” “¿Qué tanto miras tu para allá dentro? Tú como que estás enamorao de mi prima. Carmen ven acá”. Alexis avanzó dos pasos hacia la sala. “¿Qué quieres?” “Te presento un amigo”. Alexis dirigió el brazo izquierdo hacia
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Isaías. “Mucho gusto. Isaías Chávez”. “Mucho gusto. Carmen Elena”. La timidez embargó la mirada de la joven. Aquella tarde de comienzos de noviembre de 1954 iban a jugar unas siete cuadras más arriba contra un equipo muy fuerte que tenía a varios jugadores que participaban en un campeonato de la zona. Un terreno baldío recibió el maquillaje apresurado de los niños. Una lata aplastada de galletas era la primera base, tres páginas de El Nacional representaban la intermedia, en tercera pusieron varias ramas de arbustos y el plato era la tapa de un terzón de basura. Al fondo del terreno, atravesando la calle había una zapatería. Desde el terreno se veía la mesa de trabajo del zapatero. El juego deshojaba sus episodios entre las emociones desplegadas de los niños cuando se mueven al aire libre. “Quieto”, “ao”, “doblepley”. Son expresiones repetidas con intensidad entre deslizamientos sobre la tierra cercana a las bases y lanzamientos que envían todos los sueños en una sola exhalación defelicidad. En el quinto inning uno de los muchachos más robustos del equipo contrario conecta un estacazo bestial que sale de los confines del terreno. Isaías corre a toda marcha para tratar de capturar la bola. “Trac” Un sonido sordo de vidrio amortiguado con líquido paraliza las zancadas de Isaías. “Mira lo que me han hecho muchacho el carrizo. Una botella de pega que me costó real y cuartillo esta mañana”. El zapatero soltó el pedazo de cuero que acomodaba como suela de un mocasín marrón. “Señor disculpe. No fue la intención de nosotros meter la pelota para acá”. Isaías castañeteaba los dientes. “Seguro que no, lo que pasa es que ahora no voy a podé seguí trabajando sin pega”. El hombre remató el pedazo de suela con dos martillazos que sonaron como cohetes. “¿Cómo podemos hacer para reponerle el frasco de pega?” Isaías caminó hasta el lugar donde la pelota yacía envuelta en una sustancia amarilla. El hombre agarró la bola y la puso en la repisa más alta que había en el local. “Hasta que no me consigan otra botella de pega, esta pelota se queda aquí”. Isaías salió cabizbajo de la zapatería. El resto de los jugadores saltaron sobre el. “¿Qué pasó?” “El zapatero dice que si no le conseguimos otra botella llena de pega como la que le rompimos, no nos va a devolver la pelota”. “Bueno, se acabó el juego”. El muchacho corpulento que bateó la pelota hacia la zapatería dio media vuelta y comenzó a caminar hacía la avenida. “Pero no vamos a perder esa pelota así nada mas”. Isaías se encaró con el grandulón. “¿Cómo vamos a hacer?” Saltó Alexis. Isaías se quitó la gorra y la metió en el bolsillo trasero de su pantalón. “Tenemos que ver como hacemos para conseguir ese real y cuartillo que cuesta una botella de pega de zapato”. Las chapas de refresco aplastadas zumbaban en los hilos que las tensaban. Los gurrufíos regalaban sonidos metálicos que hacían saltar de entusiasmo a los
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muchachos. Muchas veces terminaban cortando los guarales al fallar el contacto de los filos de las chapas. “Ajá te gané Valerio”. Isaías seguía templando con emoción aquel gurrufío que parecía un cigarrón desbocado. “Isaías, Isaías”. Una voz metálica enfrío al gurrufío. “Que pasó mamá”. “Necesito que vayas a buscar una torta de jojoto que tu papá encargó por allá cerca de donde sale la Avenida nueva esa que hicieron”. Carmen metió la mano debajo del florero del estante de la cocina. “Está bien mamá. ¿Hay que atravesar la avenida?” Isaías se subió en una silla y guardó el gurrufío entre el tope de la pared y el techo de la cocina. Carmen sacudió su mano derecha llena de masa de maiz. “Valerio, ven acá”. “Si mamá”. “Acompaña a Isaías que va a buscar un encargo”. “Pero mamá, yo sé defenderme solo”. Isaías sonó sus zapatos de cuero negro contra el piso del comedor. Carmen le entregó unas monedas a Valerio. “No señor, usted lo que tiene son nueve años. Además yo no se si te vas a quedar jugando por ahí. Así que vaya con su hermano”. La inclemencia solar comenzaba a ceder ante las sombras de las cinco de la tarde. Los hermanos dejaron atrás la casa de sus padres en menos de dos minutos. Los pasos de Valerio doblaban los de Isaías. “¿Qué te pasa Valerio?” “Bueno, apúrate pues. ¿No y que ya eres un hombre y te las puedes arreglá tu solo?” Valerio afinó la vista hacia el flamante cemento de los travesaños del comienzo de la Avenida Libertador. “¿Pero por eso me vas a dejar botado?” Isaías soltó la mirada a lo largo de la recien inaugurada arteria vial. “Shhhh, Cállate Isaías. Valerio se acercó por la parte de arriba hasta el travesaño donde un pájaro azul trinaba con ánimo. Isaías dio la vuelta hasta el otro extremo del travesaño. Se montó a la baranda y bajó a la superficie de uno de los travesaños de cuarenta centímetros de ancho que se alzaban sobre el pavimento. Miró abajo y casi pierde el equilibrio. “Mira muchacho el carajo ¿Tu estás loco?” Valerio voló hasta donde Isaías se había acostado al comienzo de uno de los travesaños que se levantan al comienzo de la Libertador. Isaías se agarró a la viga. “Shhh, que vas a espantá al azulejo. Papá se va a contentá mucho si le llevó este regalo”.Valerio se movia de un lado a otro. “Vente Isaías. Vente Isaías”. Cuando el niño acercó su mano a unos centímetros del plumífero, el radar del instinto de supervivencia lo hizo voltear y levanto el vuelo hacia Chacaíto. Isaías emprendió el regreso. La molestia por la escapada del pájaro lo hizo moverse irregularmente y resbaló.“Agárrate duro Isaías. Aguánta que ya voy para allá”. Valerio se quitó los zapatos y corrió sobre el travesaño. “Dame la mano”. Valerio se sentó a horcajadas sobre el travesaño y levantó a pulso a su hermano. “Uuupa. Tu pesas carajito”. Isaías no hablabla. Siete perlas de sudor viscoso bajaban por su frente. “Muévete así como yo”. Valerio empezó a avanzar sobre el travesaño con las piernas a ambos lados de la viga. Parecía un jinete saltando sobre un caballo salvaje. Isaías primero adelantaba muy lentamente. Luego empezó a sobarse las manos y a mirar
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hacia el cielo. El rojo vivo de las palmas lo empujó al final del travesaño. “Dame la mano”. Valerio alzó a su hermano y lo abrazó al ponerlo en el pavimento. “No me hagas esto otra vez Isaías. Después ¿cómo me presentó yo a la casa contigo herido? Mamá y papá me matan”. Dos cuadras más adelante una gritería atascaba el tráfico vehicular. Un Cadillac con toda su corpulenta carrocería llegó a un tris de atropellar a un niño que corría a buscar una pelota impulsada desde una partidita vespertina con la calle envuelta de béisbol. El conductor discutía acaloradamente con los muchachos. “Vamos Isaías que se nos está haciendo tarde”. Valerio apretó el pasó y la mano de su hermano. “Y si no pasó nada ¿Por qué tienen todo ese zaperoco armado?” Isaías opuso su locomoción a la de Valerio en dirección al altercado.Valerio arrastró el delgado cuerpo de su hermano. “¿Cómo que no pasó nada? ¿No ves que casi malogran a un muchacho?” Toc, toc, toc. “Venimos por la torta de jojoto del señor Sebastián”. Valerio asomó medio cuerpo por la puerta entreabierta. Los olores traviesos de la dulcería criolla hacían levitar a los dos muchachos. La voz sonora de la dueña de la casa rompió la delicia del momento. “Estábamos esperando por ustedes desde hace como media hora. Ya creíamos que no venían. Aquí la tienen pués. Está calientica”. Los muchachos se lanzaron a una avenida forrada de anochecer que reflejaba los luceros en los parabrisas de los carros. Poco a poco los carros despejaban la vía anunciando el término de la jornada laboral. El Cadillac del incidente había desaparecido. Los muchachos querían seguir jugando, la oscuridad acabó por vencerlos. Valerio e Isaías desandaron el comienzo de la Avenida y entraron a Chacao. “Mamá aquí está el encargo”. Valerio pasó de largo hasta la cocina. “¿Quién juega papá?” Isaías se sentó junto a Sebastián en el recibo. “Van a jugar Caracas y Magallanes”. “¿Cómo va Magallanes?” Isaías subió el volumen del radio. Sebastián volvió a bajar el sonido del radio. “No muy bien. A esta fecha, siete de noviembre de 1954, todavía Magallanes no sabe lo que es ganale al Caracas. Vamos a ver si lo consigue hoy con ese pitcher que mientan Margoneri”.
Referencias musicales: -Página 21: (2) Noche de ronda. Agustín Lara.
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3.- Tres dianas. “Y aquí viene a batear el receptor Paulino Casanova, el hombre del rifle 3030. Se prepara el Látigo. Strike cantado”. “Que radio de acción tan pronunciado tenía esa curva Delio”. “Carlitos, Isaías Chávez como que viene hoy con otra de sus grandes actuaciones. Estraaii tirándole y lleva dos. Casanova casi se decapita con ese swing. El pitcher toma aire, ahí comienza el wind-up, estrai cantado el tercero. Que clase de piedra metió ahora el Látigo. Escuchen al público delirando. Y el juego apenas comienza. Al finalizar la parte de arriba del primer inning Caracas 0 Magallanes por batear”. Una neblina matinal bajaba espesa del Ávila. La luminosidad apenas se filtraba por entre los huecos que se abrían entre el colchón de agua cerca del punto de rocío. En la segunda casa de la calle Las Mercedes sonaban voces y un tropel de ollas en la cocina. Carmen agitaba una carne guisada en un caldero. “Zaira, anda a levantar a Isaías para que me vaya a buscar las hojas de plátano”. La joven secó el agua del lavamanos que lavaba su rostro y corrió hasta el cuarto donde dormían sus hermanos. “¿Donde está Isaías?” Zaira levantó la sábana que cubría solo la mitad de la cama. “Creo que salió bien tempranito. Yo como que lo oí diciendo algo de unos aguinaldos que tenía que ensayar”. Valerio estiró los brazos para despertarse por completo. Zaira agarró un abrigo de su habitación. Abrió la puerta de la calle y salió temblando. Como a media cuadra se escuchaban unos cánticos. “Cantemos, cantemos Gloria al Salvador. Feliz Nochebuena…..” (3) “Isaías, Isaías”. Zaira tuvo que meterse entre el grupo de muchachos que frotaban sus manos y se escondían tras el aliento condensado de su aliento. “¿Qué pasa Zaira? Isaías hizo señas a sus compañeros de coro. “Mamá quiere que le vayas a buscá unas hojas de plátano donde la señora Josefa”. Zaira se apretaba las mejillas rojas de frío. “Cónchale vale, ahora que estábamos cogiendo el ritmo de los aguinaldos. ¿No me puedes esperar un ratico?” Isaías intentó regresar al grupo. Zaira enfiló hacia la casa. “Así lo va a saber mamá”. “No,no. Tranquila chica. Ya voy a buscar las hojas”. Isaías brincó a la acera. Se despidió a regañadientes de sus amigos. De dos zancadas dobló en la esquina. Iba en dirección al autopista. Llegó a una casa de paredes crema con una puerta de madera parecida a la de una iglesia. “Buenos días, ¿está la señora Josefa?” Isaías tocó la puerta y avanzó dos pasos en el zaguán. “Si, . ¿Qué se te ofrece?” Una mujer alta con un camisón de medioluto apareció sonreída.“Necesito una hojas de plátano para mi mamá”. Isaías echó un vistazo al inmenso patio trasero que se veía a través del pasillo central. “¿No me digas que tu eres hijo de Carmen y Sebastián?” La señora afinó la mirada. “Pues si le digo”. “Muchacho, tu eres igualito a tu mamá”. La
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señora empezó a caminar en dirección al patio. “Vas a tener que cortar las hojas tu mismo. Es que me está doliendo mucho el hombro”. Isaías se subió a un burrito de madera que había en el patio. Recorrió las siete matas de cambur de aquel patio pletórico de frutales y plantas ornamentales. Las lagartijas asomaban por entre las hojas secas. Isaías las miraba hasta que casi se caía del burrito. Cuando tenía unas doce hojas que rezumaban a verde oscuro y a sabia babosa de musáceas, dejó de esgrimir la peinilla que le había entregado recelosa la señora Josefa. “Con estas es suficiente. ¿Cuanto le debo señora Josefa?” “Dame tres lochas”. Josefa tomó la peinilla y la puso bajo el chorro de agua de una batea escondida detrás de varias matas de cambur. Isaías sacó las monedas del pantalón. “Gracias señora Josefa. Que tenga una Feliz Navidad”. El muchacho se montó las hojas en el hombro. Sus pasos buscaban la puerta de la calle. “Gracias mi amor. Felicidades para todos ustedes”. Josefa acompañó a Isaías hasta la calle. “Epa Isaías. Para donde vas con ese cargamento”. Carlos, su amigo de la calle Las Mercedes caminaba en la otra acera junto a un hombre circunspecto. “Es un encargo pa’ mamá. ¿No vas a cantar aguinaldos con nosotros esta noche?” Isaías desplazó un poco más las hojas sobre su hombro izquierdo. “Si, esperenme”. La neblina todavía entorpecía la visibilidad cuando Isaías llegó a casa. “¿Esta es la casa de la señora Carmen?” La voz falseada de Isaías subió hasta llegar a la cocina. “Si. ¿A quién busca?” Carmen apareció apresurada. La impresión de la voz la llevó hasta la sala. “Muy bonito que te quedó Isaías. Tan ocupada que estoy y tu vienes a echar varilla”. “No te molestes mamá querida. Mira las tremendas hojas que te conseguí”. Isaías inclinó el cuerpo y besó a su madre. “Uuuummmmmm, estos olores a hallaca van a hacer que me quede aquí para probar la primera”. Isaías soltó las hojas en el pie del bucare. “Yo te aviso chirulí. De casualidá si ya no tienes cuadrao un juego de pelota o ite a cantá aguinaldos como me dijo Zaira”. Carmen apagó la llama que calentaba la olla del guiso. “Isaías ¿ donde está la perinola que te presté la semana pasada?” Valerio agarró una cucharada de guiso y la sopló. “Ya te la traigo”. Isaías regresó del cuarto con el implemento de juego. “Todavía no aprendo a manejar esto”. Zumbó el barril de la perinola varias veces hacia arriba, cuando regresaba no ensartaba en el palo donde estaba amarrado con un hilo. Valerio tomó la perinola y la hizo repiquetear con hasta diecinueve aciertos consecutivos. “Es cuestión de práctica y concentración. Dejas el barrilito colgando así, y te concentras en el punto donde lo quieres poné”. Los hermanos jugaron un buen rato hasta que Carmen llamó a Isaías. “Necesito que me compres dos bollos de pabilo. Pero no te vayas a quedá jugando por ahí”. “Si mamá” Isaías agarró la plata y apuró la marcha hacia una calle llena de la luminosidad de las diez de la mañana.
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Unas tres cuadras antes de llegar a la bodega donde debía comprar el pabilo se desarrollaba un juego en un campo deportivo. Pegado a la tela metálica del campo, un muchacho veía la partida. “¿Quién gana?” Isaías se detuvo junto al muchacho. “Araure acaba de empatar en este momento”. El joven mantenía fija la mirada en lo que ocurría sobre el campo de juego. “¿Araure?, ese es el equipo de mi papá”. Isaías se movió hasta el otro extremo de la barda buscando distintos ángulos visuales. “¿Cómo te llamas?” El muchacho dejó de ver hacia el diamante. “Isaías. ¿Y tu?” “Pío”. El muchacho metió las manos entre los rombos de la tela metálica.“¿Te gusta el béisbol Pío?” Isaías seguía saltando y estirando el cuello hacia el dugout de Araure. “Claro que me gusta ¿y a ti?” “Me gusta mucho. Papá, papá”. Isaías se encaramó en la cerca. Sebastián se acercó a la cerca. “¿Qué pasa Isaías? ¿Hay algún problema en la casa?” “No, es que quería estar contigo en el dugout para aprender más del juego”. Isaías bajó de la tela metálica. “Lo que pasa es que no te puedo traer a todos los juegos porque tu mamá te necesita en la casa y más hoy que es Nochebuena. De seguro que Carmen te mandó a comprarle algo ¿verdad?” Sebastián volteó un momento hacia la acción del juego. “Si. Tengo que comprarle un pabilo”. Isaías bajó la mirada. “Bueno ¿y que estás esperando chico? Después te quejas si tu mamá no te deja salir a jugar. Pero eso se lo gana uno Isaías. Así que anda a comprarle el pabilo y después hablamos de traerte para el campo”. Sebastián dio media vuelta y empezó a caminar hacia la acción. “Papá”. “¿Qué quieres?” “Conoce un amigo”. Isaías se aproximó a Pío. “Mucho gusto hijo, Sebastián Chavez. Si puedo ayudarte en cualquier cosa solo házmelo saber”. “Muchas gracias señor”. Pío metió la mano por entre la tela metálica y estrechó la de Sebastián. Isaías empezó a andar y casi choca con un hombre por estar viendo hacia el campo. “Nos vemos Pío”. “Chao Isaías”. Pio no se apartaba del juego. El frío encajaba alfileres en la camisa de Isaías. La mañana rebozaba de luz, las diez de la mañana no podían tener más sol. Los arbolitos de jabón atrapaban saludos armoniosos e invitaciones a tragos de leche de burra o sol y sombra. En la bodega hervían los pedidos y la prisa. Isaías debió encaramarse sobre un saco de frijoles. “Dos rollos de pabilo Ramón”. “Ya va, ya va Isaías. Hay que ír por partes porque sino me van a volver loco”. Ramón cortó un papelón en dos mitades y lo metió en una bolsa de papel con una locha de onoto. De vuelta a casa Isaías se encontró con Pío. “¿Ya terminó el juego?” El joven cruzaba los brazos sobre la raída camisa. “Si. Ganó Araure”. “Eeeso. Papá debe estar bien contento”. Isaías agitó el puño frente a su pecho. Media cuadra antes de llegar a la casa unos niños escogían los jugadores para escenificar una “pelotica de goma”. Pío e Isaías se acercaron sorprendidos. Por esos lados pocas veces se veía que los muchachos iban a jugar. La Navidad llenaba el ambiente de fantasías reales. “Yo quiero
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jugar”. Isaías casi se cae al bajar de la acera emocionado. “Y yo también”. Pío llegó hasta el medio de la calle, donde los muchachos cumplían el ritual de armar sus trabucos. “Está bien, vamos a echar un cinco para cinco”. Uno de los dueños de equipo se tocó la visera de su gorra colorada en señal de aprobación y el otro lo secundó. “Si pero alguién se va a tené que quedá esperando. Somos once”. Pío avanzó hacia el improvisado campo. Isaías decidió que se iba a quedar fuera del juego. “Pero después me tienen que poné a jugá también”. En los tres innings que llevaba el juego de pelota de goma Isaías había capturado tres tortolitas que retozaban en los techos aledaños. Entonces vio un pájaro azul y amarillo que volaba a ras de los carros que transitaban en la avenida. Sacó la china de su bolsillo trasero y mandó una piedra con todo lo que estiraron las gomas. El ave esquivó la pedrada y el proyectil quebró el parabrisas de una camioneta Ford que pasaba. “Párate, párate ahí”. El conductor de la camioneta bajó del vehículo y agarró a Isaías por un brazo. “Vamos con tu papá para que me pague el parabrisa”. Isaías con la mirada lejana y el rostro blanco empezó a caminar hacia su casa. Los muchachos dejaron de jugar por un momento y siguieron al chofer que avanzaba con el rostro rojo y áspero “¿Que pasó Isaías?” Sebastián venía llegando con una caja de pelotas de béisbol en la mano. “Que su hijo me rompió el parabrisa con una piedra y me lo tienen que pagar”. El conductor de la camioneta soltó a Isaías. “No papá yo no estaba tirando piedra”. Isaías tocaba las tortolitas que tenía envueltas en el bolsillo con cada palabra que decía. Sebastián entendió lo que había pasado y terminó pagando el parabrisa. “Papá ¿no puedo ir a jugar pelota con los muchachos?” Isaías señalaba el juego de pelotica de goma que se desarrollaba en la otra cuadra. “No debería dejarte ir. Dame la china y ten cuidado con los carros. Y tambien dame esas tortolitas muertas”. “¿Por qué papá. Esas las cacé yo?” Isaías apretó las plumas grises de las tortolitas. “Porque por estar cazando estas tortolitas fue que rompiste el parabrisa de la camioneta”. Sebastián entró en la casa. Isaías regresó a donde jugaban pelotica de goma. Después de acoquinarlo a preguntas relacionadas con el parabrisa roto, lo colocaron a cubrir el pedazo de pavimento central, entre los files que cubrían detrás de las bases. Pío venía a batear de primero en el equipo contrario. Le asestó un puñetazo a la bola que la llevó de linea casi a ras del suelo hasta la zona central. Isaías trató de tomarla de “cordón de zapato”. La esférica burló sus manos y la tuvo que ir a buscar en un mar de carros arrastrados por las festividades decembrinas. “Cuidao muchacho. Mira que estas no son fechas pa’ pasalas en el hospital”. El chofer de un camión sacó la cabeza por la ventanilla. Isaías se agachó debajo del vehículo y agarró la bola. “Está bien señor”. El tráfico se convirtió en un concierto de cornetas. Isaías lanzó la pelota hacia el plato. Ya hacía rato que Pío había cruzado con la carrera de iniciar la cuenta. El juego se igualó en la entrada siguiente. De
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allí en adelante los jugadores apretaron. No hubo frío ni mediodía que paralizara la acción. “Isaías, creo que te buscan”. Pío corrió hasta el lugar donde Isaías se doblaba sobre las rodillas para entrar en acción. El niño atravesó el trozo de calle tocándose los dos bultos que tenía a ambos lados del pantalón. “¿Qué pasó Marilú?” La muchacha torció los labios. “Mamá está bravísima contigo. Tiene como tres horas esperando el pabilo que te mando a comprar”. “Aquí están los rollos de pabilo. Dile que ya voy”. “Mira. Ya mamá te sirvió el almuerzo. Si no me aparezco allá contigo se va a formá un escándalo”. Marilú apretó los rollos de pabilo.“Dile que en un momentico estoy allá. Es que el juego está apretado y no puedo dejar el equipo incompleto”. Isaías corrió hacia el “centerfield”. Marilú avanzó hacia la casa con la boca abierta y sin dejar de mirar hacia el juego. Splash. Una cascada de agua cayó desde la ventana de uno de los apartamentos aledaños a la calle.
“Brrrr, que frío tan arrequintao mano”. Pío empezó a
saltar y a sacudir el agua de su cuerpo junto al resto del equipo que bateaba.“Si no querían que siguiéramos jugando, han podío salir y decinoslo”. Isaías alzó la cara hacia la ventana de donde salió el balde de agua.“Vamonos Isaías. Lo que nos podemos ganá es otro baño”. Pío remangó su camisa para secarse la cara. “Vente a almorzá con nosotros Pío”. Isaías todavía miraba hacia el apartamento del agua.“Buenos días. ¿Cómo está la señora Carmen?” Isaías pasó hasta la cocina. Disimuladamente agarró un huevo y lo enterró destrás del bucare.“Caramba chico. Yo creía que tu hoy lo que ibas a comé era pelota con petróleo”. Carmen dejó una hallaca a medio amarrar sobre la mesa. “Mamá, te presento a Pío, un amigo. ¡No tendrás un poquitico de almuerzo para él?” Isaías sacó una silla de la mesa. “Epa, vaya a lavase las manos que las tienes puercas de sucio”. Carmen se quedó mirando al muchacho que acompañaba a su hijo. “¿Y de donde eres tu hijo?” “De aquí mismo de Chacao. De la calle que pasa por detrás”. Pío movía los ojos de un lado a otro. Los muchachos almorzaron. Carmen los enseñó a amarrar hallacas y se fajaron en el ritual navideño venezolano hasta pasadas las seís de la tarde del 24 de diciembre de 1954. Isaías quiso enseñarle el azulejo del bucare a Pío. “¿Que vas a enseñarle tu a Pío en esa oscuridad Isaías?” Carmen entregó una bolsa con dos hallacas al muchacho.“Muchas gracias señora Carmen. Hasta luego Isaías. Feliz Navidad”. Pio rezumaba alegría. La noche trajo una bolsa de regalos en las manos de Sebastián. “Shhhh”. El hombre puso un dedo sobre sus labios en dirección hacia Carmen que limpiaba la mesa del comedor. Los muchachos se preparaban para disfrutar la Nochebuena. Sebastián entró al cuarto y escondió la bolsa detrás del escaparate. “¿Dónde están los muchachos Carmen?” Sebastián caminó hacia el patio. “Las muchachas se están vistiendo. Valerio
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me fue a hacer un mandado, Miguel está armando el nacimiento, Isaías se está bañando”. “Brrrr, brr. Cónchale papá me dijeron que el Araure ganó esta mañana. Felicitaciones”. Isaías se envolvió en la toalla tembloroso.“Si, ese es el regalo de Navidad que me hicieron los jugadores”. Sebastián abría una hallaca humeante sobre la mesa. La medianoche trajo más regalos. En la casa los hijos abrazaban a sus padres. En la calle grupos de muchachos se reunian a cantar aguinaldos arropados por una manta de neblina más gruesa que sus ropas. Como a las diez Carmen llamó a sus hijos. “¿Y donde está Isaías?” “Yo lo ví cantando aguinaldos como a una cuadra de aquí mamá”. Zaira se abotonaba la blusa hasta el cuello. “Búscalo y dile que venga acá”. Carmen cargó un platón con hallacas y lo colocó en el medio de la mesa. Zaira avanzó solo veinte metros al salir de la casa. “Noche de paz. Noche de amor….” (4) Un grupo de muchachos cantaba a toda voz. Zaira ubicó a Isaías y lo haló varias veces del brazo. Isaías le hizo señas para que esperara un momento. El ambiente de relajamiento y amor de la canción contagió a Zaira. “¿Qué quieres?” Isaías aprovechó el descanso entre aguinaldos. “Mamá quiere que vayas a la casa”. Isaías se despidió de sus amigos. “Ya vengo. No se vayan a ír”. La familia cenó y Sebastián se sentó junto a sus hijos en la sala. Les contó historias navideñas. Como a las once les dijo que era hora de dormir. “Hay que acostarse porque sino el Niño Jesús no viene a traer los regalos”. “¿Por qué papá?” Isaías asomó la mirada por la ventana. “ Bueno porque si los niños están despiertos le van a hacer muchas preguntas y no le va a dá tiempo de llevar los regalos de todos los niños que esperan por el en todas partes”. Sebastián apagó la luz de la sala. El canto de los gallos y las ganas de orinar abrieron los ojos de Isaías. “¿Y esto que es?” Una pelota de cuero blanco con costuras rojas hizo saltar al niño en la cama. “ Valerio, Valerio mira: El Niño Jesús me trajo una pelota igualita a las que usan Willie Mays y Camaleón”. Isaías arrancó la cobija de su hermano. “¿Qué pasa Isaías?” Valerio se volteó hacia la pared pero tropezó con un juego de carpintería. “¿Qué es esto?” “Con esta pelota seguro que ahora si consigo un chance en un equipo”. Isaías rebotó la esférica contra la pared. “El juego de carpintería que quería”. Valerió restregó sus ojos para ver bien las herramientas. El ruido de los juguetes despertó a cada uno de los hermanos de Isaías. La sonrisa iluminaba sus rostros cuando daban vueltas en la cama y encontraban los obsequios del Niño Jesús y San Nicolás. “Valerio ¿Dónde está Isaías?” Carmen registró todas las camas. Nada mejor que ver a sus hijos entretenidos para terminar de despertar.Valerio aserraba en el aire con el serrucho del estuche. “Yo creo que se fue para el patio a jugar. Esa pelota que le trajo el Niño Jesús lo tiene loco”. “¿Una pelota?”
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Carmen arrugó la frente. “Sebastián”. Carmen caminó hacia el cuarto. Se detuvo en el comedor. Sebastíán miraba emocionado como Isaías tiraba la pelota contra el tronco del bucare. Carmen pasó una mano por el hombro de Sebastián. “De modo que tu…..” “Shhhhh…no vayas a romper la magia”. Sebastián se acercó hasta el patio. Isaías brincaba decalzo entre la tierra para tomar los roletazos que salían del bucare. “¿Viste la pelota que me regaló el Niño Jesús papá? Es la que siempre había querido. ¿Por qué no salimos a quecharla en la calle?” “Primero tienes que lavarte y vestirte. Mira como te pusiste los pies”. Sebastián agarró a Isaías de la mano y lo llevó al baño. “Papá ven a ver”. La voz de Miguel sonaba asombrada desde la sala. Sebastián movió el bastón con diligencia. “¿Qué pasó Miguelito?” “El Niño Jesús apareció en el nacimiento y yo no fui quien lo puso ahí”. Miguel permanecía mirando el nacimiento. “Es Navidad Miguelito. El Niño Jesús siempre viene este día”. “Sebastián, Valerio, Gladys, Marilú, Zaira, Isaías, Miguel, Jesús, vengan a desayunar”. Carmen destapó el aroma de nueve humeantes hallacas.La familia compartió el fluído especial de las alcaparras y la masa de maíz con las sonrisas crecientes de un día cuando los niños realizan muchos sueños. “Papá, vamos a quechar la pelota”. Isaías lanzaba la esférica de una mano a la otra. “Espérate un momento”. Sebastián apuró un vaso de agua y fue al baño. En la calle varios niños paseaban sus carros de juguetes o cargaban sus muñecas. Isaías lanzó varias veces la pelota hacia el cielo. En una de esas la bola no cayó. “¿Quién agarró mi pelota?” La risa de Sebastián tranquilizó a Isaías. “Ponte allá. Vamos a ver que es lo que tu tienes en la bola”. Isaías se colocó en la acera de enfrente. “Tampoco es para que vayas a lanzar durísimo”. Sebastián se cuadró para lanzar. “Ah, vas a coger miedo ahora”. Una recta de humo atravesó la calle. Isaías recibió la pelota y empezo a agitar la mano izquierda. “Si sigues tirando así me vas a dejar sin mano”. Aquel domingo cuando enero de 1955 agonizaba amaneció en una mañana templada con luz por todos lados. Isaías se levantó temprano. Se fajó con un lápiz y un cuaderno sobre la mesa del comedor. “¿En que andas tu hoy Isaías?” Carmen saboreaba el café con leche recién colado. Isaías mantenía los ojos fijos sobre las rayas azules de las hojas del cuaderno. “Poniéndome al día, para que me dejes salir porque tenemos una partidita de pelota en la otra cuadra como a las once”. Carmen llevó la taza para la cocina. “Ya sabía yo que algo estabas tramando. “Mamá, no me vayas a decir que no hay permiso”. Isaías se recostó en el espaldar de la silla. “Si te portas bien y me haces los mandados que necesito, entonces tendrás permiso”. Carmen deslizó un huevo sobre el sarten y el sónido crujiente del aceite caliente atenazó la iluminación matinal.
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A eso de las diez y media Isaías había ido al mercado de Chacao, a la bodega de la calle La Joya, a la carnicería. “Así me mandes para Catia igual voy a jugar mi partidita”. Isaías llegó con una bolsa de costillas de res.“Bueno, es que ahora necesito que te llegues hasta la entrada de la Libertador para que me compres unos panes en la panadería nueva que abrieron”. Carmen revisó las costillas. Isaías apuró el paso al ver que los muchachos habían llegado y comenzaban a practicar. “Ya vengo, guardenme un puesto”. En la panadería había un bululú de personas que casi se encaramaban unas sobre otras pidiendo el pan. Isaías se metió por la puerta de los hornos y habló con el panadero. “¿Cómo hago para comprarle el pan a mi mamá enferma en medio de ese desbarajuste?” El panadero hincó su mirada en la cara de Isaías. “¿Cuánto quieres de pan?” “Medio real. El panadero metió unos panes en una bolsa. “Aquí tienes. No vayas a dejar que te vea la gente que está comprando”. Isaías desarrolló una carrera tan desbocada que casi choca con un señor de paltó y sombrero. “Mira muchacho, ve bien por donde vas. Esto es una avenida”. La carrera siguió tan pronto como pasó el susto. “Aquí está el pan mamá”. Isaías dejó la bolsa sobre la mesa del comedor y arrancó hacia la calle. Carmen movía la cabeza. “Muchachos, muchachos”. La voz de Pancho Pepe Croquer retumbaba por toda la calle. Jerga beisbolera y nombres como Lennon, Skinner, García, Espinoza, Yochim, Pope, Arévalo, Benítez, Patiño, dejan entrever el comienzo de un juego a sangre y fuego. Asi lo transmite la emocionada voz. “Magallanes se enfrenta hoy al Venezuela y se puede decidir el campeonato”. “¿No me guardaron el puesto?” Isaías se paró detrás del cartón del “home”. Carlos empuñaba la pelota y se preparaba para batear. Desde el campo pidieron “tiempo”. Pedro habló un momento con Carlos. “Isaías vente con nosotros, Pío tu juega para Carlos”. El juego tenía dos entradas de haber comenzado el equipo de Pedro había agenciado una carrera en el primer inning. Ahora, en el cierre del segundo había corredor en segunda y Carlos en el plato. “Ahí voy”. Carlos tronó un puñetazo de línea por sobre la lata de leche Klim aplastada de segunda. Solo un corte magistral de Pedro en los files los salvó de la carrera de Carlos. El juego prosiguió igualado a una por cuatro entradas más. Con cada episodio aumentaba el fragor y la intensidad de la disputa. Los gritos de los muchachos competían con la voz de la transmisión radial. Splassh. Un chaparrazo de agua mojó a todos los muchachos que servían al campo. “Pero bueno, que les pasa a ustedes. Si no quieren que juguemos más aquí digannos. Splash. Un balde azul salió por la ventana y terminó de poner pollitos a los muchachos. Isaías corrió hasta su casa. Desenterró el huevo que había metido detrás del bucare. “¿Qué estás haciendo Isaías?” Carmen planchaba una guayabera azul. “Nada mamá, es algo que tenía guardado detrás
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del bucare”. Isaías regresó a la calle. Solo había quedado Carlos en el pedazo de calle donde jugaban hasta hacía cinco minutos. “¿Qué vas a hacer Isaías?” Isaías llevó el huevo hasta detrás de su hombro y lo lanzó contra la ventana desde donde lanzaron el agua. “Que mala puntería la mía”. El huevo se estrelló justo debajo del marco de la ventana. “Vamonos de aquí es que’s la vaina. Si esa mujer se llega a dá cuenta que tiraste ese huevo ahí, seguro nos vamos a meté en problemas”. Carlos se levantó y empezó a correr hacia su casa. Isaías venía trotando por la esquina de la cuadra de su casa. Desde allí vió a Sebastián soltar un cohete hasta el cielo. “Magallanes campeón”. Sebastián levantó los brazos. “¿Qué pasó papá?” Isaías voló hasta su casa. Sebastián levanto en vilo a su hijo. “El Magallanes acaba de ganar el campeonato Isaías”. “……. Y Tony Jacobs se creció con un soberbio relevo de siete innings y un tercio donde solo aceptó dos imparables. Una vez más el Príncipe de Belén demuestra sus dotes de excelente dirigente….” Pancho Pepe desbordó el micrófono con pasión y conocimiento. Referencias musicales: Página 26: (3) Cantemos. Aguinaldo. Recopilación de Vicente Emilio Sojo. Página 31: (4) Noche de paz.
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a.- Primer compartimiento. “Ahí se prepara en el montículo Diego Seguí, viene para la goma…..César Gutiérrez suelta roletazo por segunda, recoge Pete Rose, lanza primera y se completa el primer out en el mascotín de Gonzalo Márquez. A consumir turno viene ahora Gustavo Gil. Viene el primer lanzamiento…. bola la primera”. “Delio, todavía sigue pasando gente por el puente, van a tener que conformarse con seguir el juego desde fuera del estadio”. “Lanza Seguí… segundo lanzamiento malo. Si Carlitos, cuando juegan estos dos equipos el estadio es insuficiente. Bola la tercera, Seguí baja un momento de la ciudadela. Ahí se prepara de nuevo…. strike cantado en la esquina de afuera. Seguí frota la pelota de espaldas al plato. Ahí se prepara de nuevo… estraiii tirándole a una curva contra el piso. Gil se sale por un momento. Viene otra vez el pitcher para la goma y sale un globo de foul por primera. Seguí mira las señas de su catcher ahí lanza….. bola la cuarta. Gil camina hacia primera. Al bate Oswaldo Blanco, el primer envío es malo. Seguí voltea a hacia primera, Gil regresa a la base. Ahí viene el lanzamiento, Blanco batea un rolling al campocorto…… Teodoro Obregón llega hasta el hueco toma la bola, pasa a segunda un out, de vuelta a primera double play y termina la conclusión del primero. El público del Caracas enrronquece. No es para menos Obregón se ha mandado tremenda jugada en el hueco. Cuando tenemos un episodio jugado Caracas 0 Magallanes 0”.
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4.- Sin asistencia “La mañana se sigue calentando. Aunque tenemos un sol inmejorable, es el fragor de la rivalidad de un Caracas – Magallanes lo que tiene la temperatura elevada en el estadio. A batear viene Márquez. El Látigo sigue las señas de su receptor. Ahí viene para la goma…. Es un rolling por los predios de la inicial Oswaldo Blanco toma la pelota y completa el out sin asistencia”. “Que va Isaías. Ese trompo tuyo está “carretero”. Así no le vas a ganar a nadie”. Valerio lanzó el guaral y puso a bailar su trompo en la acera de enfrente de la casa. Lo tomó en la palma de su mano y lo topó contra el trompo de Carlos. Isaías agarró su trompo. Le revisó la punta y se fue dentro de la casa. “Ya vengo”. La tarde metía rayos de sol en la cocina, sobre el bucare y en el fondo del patio donde Isaías buscó lo que necesitaba para reparar su trompo. Tomó un clavo de una pulgada, aserrín, unas tenazas, un martillo y un pedazo de lija de la caja de herramientas de Sebastián y se sentó en la piedra más alejada del patio. Carmen y Gladys se lo quedaron viendo desde la cocina. “Isaías, ¿qué te traes entre manos?” “Nada mamá. Es que este trompo está “carretero” y así no tengo chance de ganale a los muchachos”. Isaías sacó el clavo viejo con las tenazas y ajustó el nuevo con aserrín mojado con cola. “Cuéntame. ¿Van a hacer acto cultural en la escuela para la fiesta de fin de curso?” Carmen se adentró en el patio. Isaías afiló la punta del clavo contra los bloques de la pared. “Si. La maestra quiere que yo sea el cazador en “El pájaro guarandol”. Carmen se secó las manos en el delantal. “¿Y tu que dijiste?” “Bueno que lo voy a pensar…” “¿Cómo que lo vas a pensar? Usted mañana le dice a la maestra que sí. Esas son las cosas que los muchachos deben hacer. No está todo el tiempo en la calle”. Carmen arrancó varias hojas de una yerbabuena que crecía en una ponchera bajo la sombra de una mata de guayaba. “Ya está listo. Mira como le quedó la punta mamá. Ahora si le voy a ganar a Valerio”. Isaías levantó el trompo y arrancó a correr. Carmen lo agarró por un brazo. “Un momento, ven acá. No me has dicho nada del acto cultural”. “Bueno, si está bien mamá. Pero es que me da pena….” “Que pena, ni que nada. ¿Por qué no te da pena para salir a jugar pelota o trompo?” Carmen lavó las hojas de yerbabuena en la batea. “Está bien mamá. Voy a salir de cazador en el acto cultural”. Isaías apuró el pasó hacia la puerta de la calle.
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Valerio lanzaba su trompo una vez más. Zas. “Troya”. “Ajá. Vamos a ver si es que pueden con mi trompo ahora”. Isaías enrrolló el guaral sobre el trompo y lo echó a bailar junto al de Valerio. Se dieron tres toques y el azul del trompo de Valerio empezó a perder velocidad. “Eso no vale. Tu lanzaste despues que mi trompo tenía como un minuto bailando”. Valerio agarró su trompo. “Claro que vale. Lo que pasa es que ahora no quieres aceptá que mi trompo está mejor”. Isaías pegó la mano del piso y todavía pudo alzar el trompo bailando en la palma de la mano.Valerio pulió la punta de su trompo contra el pantalón. “Bueno, vamos a lanzá los trompos al mismo tiempo pues”. Los trompos volaron de los guarales y saltaron chispas del pedazo de acera donde taladraron el cemento. Toparon como siete veces. Cuando empezaban a desfallecer un gato blanco y negro que huía del bar de la esquina los arroyó. Los muchachos lo siguieron hasta el autopista a punta de pedradas y gritos. “¿Valerio tu agarraste tu trompo?” Isaías cogió aire en el hombrillo del autopista. “No ¿Y tú?” Valerio sacudió el cuello. Enseguida emprendieron un retorno sin aliento que los dejó sentados en la acera donde permanecían los trompos y los guarales. “Tremenda vaina que nos echó ese gato Isaías”. Valerio masajeaba su corazón. “Justo en el preciso momento en que mi trompo iba a echar el resto”. Isaías volvió a lanzar su trompo. “Ven para que veas Valerio ¿Está ‘sedita’ o no?” En un movimiento enceguecedor Isaías bajó la mano a ras del suelo y tomó el trompo para enseñárselo a su hermano. “Isaías, Isaías”. “¿Qué pasó mamá?” “Agarra esa lata para que riegues el bucare y las otras matas, llénala en el tubo del patio”. Carmen sacaba una arepa del fogón. Una fanfarria llenó de suspenso el aire que traía las ondas del radio. “En un accidente de tránsito falleció el destacado poeta venezolano Andrés Eloy Blanco. El deceso ocurrió ayer 21 de mayo de 1955 en horas de la noche en Ciudad de México mientras viajaba en….” “Mamá no se ve la llave del agua”. “Toma llévate esta vela”. Carmen continuaba preparando la cena. “Mamá, me voy a acostar”. Isaías saboreaba el último bocado de la cena. Carmen se llevo los platos sucios para la cocina. “¿Tan temprano muchacho? “Es que todavía no se como voy a hacé pa’ actuá como el cazador en El Pájaro Guarandol. Yo nunca he hecho eso mamá”. Isaías se enjuagó la boca en el lavamanos del comedor. Carmen abrió la boca. “Pero no te preocupes por eso. Seguro que la maestra los va a poné a ensayá”. Los primeros asomos de amanecer se filtraron por los huecos del techo. Isaías se quitó la cobija cuando unas pisadas de ave impregnaban de movimiento el techo. La rutina del jabón y la pasta dental lo llevó al baño. Solo Carmen deambulaba por la casa a esa hora. “Muchacho me asustaste. ¿Qué haces despierto a esta hora?” “Es
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que quiero llegá temprano a la escuela pa’ decile a la maestra que si voy a salí de cazador”. Isaías frotó sus cabellos mojados en la toalla. En menos de diez minutos Isaías regresó listo para ir a la escuela. “Mamá estaba sabrosísimo ese perico, no hay, ni va a haber quién lo haga como tú. Voy saliendo. Te quiero mucho. Mua”. Isaías estampó un beso en la mejilla de su madre y abrió la puerta de la calle. La escuela apenas abría sus puertas. Isaías pasó directo hasta su salón de clases. La soledad apretaba cada rincón del aula. “Buenos días Isaías”. Una señora delgada con gafas atravesó la puerta sonriente.“Buenos días maestra. Le tengo buenas noticias”. “Ajá. ¿Y que será?” La maestra colocó sus libros y la cartera sobre el escritorio. Isaías carraspeó un poco. “Si voy a salir como el cazador en El Pájaro Guarandol”. “Que maravilla muchacho. No he podido comenzar el día de una mejor manera”. La maestra celebró con dos palmadas.“Bueno maestra me gustaría saber que es lo que necesito y que es lo que tengo que hacé pa’ hacé un buen papel”. Isaías se sentó en un pupitre de la fila del medio.“Tranquilo Isaías. Eso la hablamos en el recreo. Ahorita tengo que empezar a prepararme para la clase que debo darles. ¿Está bien?” La maestra hojeó uno de los libros y sacó el borrador y una caja de tiza de una bolsa que llevaba en la cartera. La mañana de clases transcurrió en medio de operaciones matemáticas y conjugaciones verbales. El mediodía encontró a los alumnos ensimismados en la sesión de anécdotas que la maestra acostumbraba relatar a sus muchachos la media hora final de la jornada. Riiiiiiing. “Bueno muchachos, es todo por hoy. Los veo mañana”. Isaías no quiso pararse ante ninguna de las ofertas que sus amigos le hicieron para jugar una pelotica de goma o perinola. Caminó directo hasta el inicio de la calle Las Mercedes. “Buenas tardes mamá”. “¿Cómo estás ? ¿Por fin que te dijo la maestra sobre el acto cultural?” Carmen llevaba unos platos de sopa a la mesa. Isaías fue al cuarto y regresó. “Vamos a ensayar las tres tardes que faltan hasta el viernes. Voy a necesitá un liqui-liqui blanco, unas alpargatas y una escopeta”. “¿Una escopeta? Ya no me está gustando la cosa”. Carmen levantó la voz. Isaías se tapó la risa con las manos. “No te asustes chica, es solo una escopeta de juguete. Esa la puedo hacer yo mismo con unos pedazos de madera que vi por el patio. Lo que si no sé es como voy a conseguí el liqui-liqui y las alpargatas”. “Eso déjalo de mi cuenta. Ya tu vas a ver”. Carmen sirvió el almuerzo y salió a la calle. Sebastián salió de detrás del bucare donde le silbaba al azulejo mientras le cambiaba el alpiste. “¿Para donde va Carmen?” “No se papá. Estábamos hablando de lo que necesito para el acto cultural y de golpe arrancó a caminá para el frente”. Isaías se sentó a la mesa y probó una cucharada humeante de la sopa de pollo. Isaías todavía no terminaba el almuerzo cuando entró Carmen risueña. “Ya todo está arreglao Isaías. El liqui-liqui se lo voy a alquilar a María y te conseguir estas alpargatas en la bodega de la
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calle La Joya ¿Qué te parecen?” “Se ven buenas mamá”. Isaías olvidó el candelero de la sopa y la absorbió en un santiamen. Agarró las piezas de pabilo tejido sobre cuero y se las probó en el patio. “Ahora que se vengan todos los guarandoles que estoy listo”. El día siguiente Isaías regresó a casa un poco más temprano de la escuela. Los ensayos del Pájaro Guarandol permitían esas licencias. “Valerio ¿me puedes prestá tu juego de carpintería? “¿Para que?” Valerio preparaba su pantalón de kaki para las clases. “Es que tengo que hacé una escopeta para el acto cultural de la escuela”. “Bueno, pero me lo cuidas”. Isaías tomó el juego de herramientas y enfiló hacia el patio. Allí improvisó una mesa sobre una piedra grande y empezó a serruchar y martillar los listones de madera que encontró arrumbados detrás del cuartico de los cachivaches. Luego fue al cuarto y se trajo el guaral del trompo. Lo clavó a ambos extremos de la escopeta y se la terció al hombro. “Bueno Pájaro Guarandol, yo no sé donde te vas a esconder porque está escopeta está de a toque”. Isaías pasó por la cocina. “Epa señor cazador. Venga acá”. Carmen largó una carcajada. “¿Qué te parece mamá? Isaías mostró todos los detalles que le había hecho a los pedazos de madera que ensambló. “Te quedó muy bonita Isaías”. Isaías siguió hasta el cuarto y colocó el estuche de carpintería sobre la cama de Valerio. El viernes llegó e Isaías madrugó. Carmen no terminaba de asar las arepas. “Pero Isaías todavía es muy temprano. Seguro que la escuela todavía está cerrada”. “Es que la maestra nos dijo que estuviéramos tempranito allá pa’ danos unas recomendaciones”. Isaías trasegó el café con leche de un tirón y salió volando. “Bendición mamá”. El acto del Pájaro Guarandol comenzó a media mañana y llamó la atención de los alumnos y familiares con la impresionante figura del ave y los disparos de la escopeta del cazador. La maestra y muchas personas se acercaron a Carmen y Sebastián para felicitarla. “Su hijo se ha comportado como todo un cazador”. Carmen rebozaba de alegría. “Isaías, Isaías. ¿Dónde se metió ese muchacho Sebastián?” “Míralo allá. Está jugando pelota en la cancha. Ese muchacho no puede ver un juego de pelota porque allí se mete, no importa lo que esté haciendo”. Sebastián se alejó de Carmen y la maestra rumbo a la cancha. Los días decembrinos volvieron con su frío y aguinaldos. Carmen tenía una expresión de tristeza que se incrementaba con cada día que se acercaba al 24 de diciembre de 1955. Isaías aprovechó un mañana de soledad y entró en la cocina. “¿Qué te pasa mamá? Tu no eres así. Y mucho menos en diciembre”. “Nada hijo. No me pasa nada. Es que cuando llega diciembre yo quisiera darles lo mejor y este año las cosas no han estado bien. No vamos a tener para comprarles ropa a todos, y del arbolito ni se
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diga”. “Dime como puedo ayudar y vas a ver como van a mejorar las cosas”. Isaías abrazó a su madre. “No, tu estás estudiando”. Carmen echó unas papas en el aceite hirviente del sartén y llenó la cocina de burbujas reventadas. “Si pero yo te puedo ayudar en las tardes. Hazme unas empanadas y yo las salgo a vender”. Carmen pasó una mano por la mejilla de Isaías. “No Isaías la cosa esta muy fea afuera con la Seguridá Nacional”. “Usted tranquila mamá que ellos solo salen es en la noche”. Isaías sacó una papa frita del sartén. Carmen dio varias vueltas en la cocina. “’Ta bien Isaías, pero te quiero aquí de regreso a mas tardá a las cinco de la tarde. Así no hayas vendío ni una sola empaná”. “¿Ni una sola empaná? ya tu vas a ve que vas a tener que hacer varios encargos”. Isaías salió al patio y agarró unas metras. Colocó una al final de una raiz del bucare y la apuntó desde el pretil de la batea. Plim, el sonido de vidrio descascarado develó un acierto de rechazo. El mediodía terminó con el almuerzo. Valerio y Miguel ayudaban a Sebastián con los trabajos de pintura y carpintería que se hacían en casa. Marilú y Gladys colaboraban con la limpieza. Zaira disfrutaba restregando la ropa al contacto del agua y el jabón. “¿Ya está listo el primer cargamento mamá? Isaías entró a la cocina. “¿Qué cargamento Isaías?” “Las empanadas para vender pués”. “Todavía no las he hecho. Espérate que en cinco minutos están listas”. Sebastián se acercó a la cocina. “¿Que es eso de cargamento de empanadas?” “Bueno que Isaías quiere ayudarme para conseguir los reales de diciembre”. Carmen dibujó la media luna de la primera empanada de queso blanco. “¿Ya vas a empezar a buscar problemas Isaías?” “No papá, más bien lo que quiero es ayudar para resolverlos”. Isaías mantuvo la mirada de su padre. “Ten mucho cuidado en la calle. Mira que por ahí anda la Seguridad y esos carajos son peligrosísimos”. Sebastián salió a entretenerse con el azulejo. A eso de las tres de la tarde Isaías traspasaba la puerta de su casa con una cesta llena de empanadas. Se metió por cada una de las calles del perímetro de Chacao y llegó hasta la entrada de La Castellana por el Este y Chacaíto por el Oeste. En numerosas ocasiones estuvo a punto de dejar las empanadas en una acera para tomar partido de uno de los varios juegos de pelota que vio en su peregrinar voceando “Empanadas riquísísimas de carne y de queso”. “Carmen, Carmen. ¿Dónde está Isaías?” Sebastián entró a la casa y casi echa abajo la puerta de la calle. “Todavía no ha llegado. ¿Por qué?” “Es que hay un enfrentamiento a plomo limpio en la Avenida”. Sebastián se sentó con las manos en la cabeza. La tarde se vestía de noche cuando Isaías regresó a casa. La cara le resplandecía en la penumbra de la sala. “Mamá, ya llegué”. “¿Qué fue hijo querido? ¿Qué pasó?” Carmen corrió hasta la sala. “Eso se puso…. feísimo allá afuera. Unos tipos estaban pegando…. unos…. papeles en la pared. Y de repente llegó un carro que
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decía…… SN y empezaron a disparar”. Isaías respiraba profundamente con cada frase.“Y ¿dónde estabas tú?” Carmen pasó la mano por la espalda de su hijo. “En el piso, acostado como… a medio metro de los tipos”. “¿Y que hacías tu ahí?” Carmen llevó a Isaías al comedor. “Había ido… a ofrecerle empanada a los tipos”. “Tu si tienes bolas Isaías. Eso que estaban disparando los hombres del carro eran balas de plomo. Si te agarra una en la cabeza o el pecho te mata”. Sebastián rodeó el comedor con siete caminatas. “¿Y que decían los papeles que estaban pegando los hombres en la pared…?” Carmen trajo un plato de comida de la cocina. “Decían : Abajo la dictadura”. Isaías se masajeó un raspón que tenía en el antebrazo izquierdo. “Come para que te pase el susto”. Carmen sacó una silla de la mesa. “No, no mamá. No tengo hambre. Papá ¿y que es una dictadura?” Isaías detuvo la octava ronda de Sebastián alrededor del comedor. “Caramba hijo, ya estás haciendo preguntas muy complicadas. Una dictadura es como que yo dijera en esta casa que todo se va a hacer como yo mando y los demás no pueden decir ni hacer nada”. “Eso no me gusta nadita. Aunque a veces tu y mamá hacen eso”. “Bueno pero ustedes pueden hablar y si tienen razón hasta ahí llega todo. Pero allá afuera no, el que habla y protesta igual lo torturan, así tenga la razón”. Sebastián se persignó y se sentó en una silla del comedor. Carmen se asomó a la puerta de la cocina con los brazos en jarra. “Zaira, van acá”. “Si mamá”. La niña llegó corriendo con un cuaderno en las manos.“Anda a ver si encuentras a Isaías. Ya hace más de una hora que lo mandé a comprar azucar y todavía no ha venido. Ni que hubiera ido a comprarla a La Victoria”. Carmen cortó un pedazo de papelón para endulzar un jugo de patilla. Zaira anduvo por varias calles hasta que dio con Isaías. Le hizo señas desde atrás de la primera base. “Mamá te anda buscando como palito de romero”. “Cónchale si es verdad, ella me mandó a comprarle azucar. Ahora seguro que me van a dejar sin salí varios días”. Isaías lanzó la pelota de goma hacía el compañero que venía a batear. De regreso pasaron por la bodega y compraron el azucar. “Que pasa Isaías ¿Por qué caminas como si te doliera un pie?” Zaira sacudió a Isaías por el hombro. “Es que estoy pensando que le voy a decir a mamá”. El reflejo del sol meridiano de junio de 1956 en los parabrisas de los carros encandilaba a Isaías. “Nada, no le vas a decir nada porque ella lo sabe todo. Ella sabe que te quedaste jugando pelota”. Zaira empujó la puerta de la casa. Sebastián hablaba con Carmen en el comedor. “Que bueno que llegaste Isaías. Ya vamos a arreglar ese problema de tus juegos en la calle”. Carmen se quedó mirando a Sebastián.“Tengo buenas noticias para ti Isaías. Acabo de hablar con el dueño
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del y me dijo que tiene un chance en su equipo porque se le fue un jugador. Yo le dije que tengo un hijo que le gusta mucho el juego. Así que quedamos en que te llevara para ver si te quedas en el equipo”. Sebastián extendió los brazos y levantó a Isaías hacia el techo. “Eeeso papá. Te quiero mucho”. Isaías flotaba entre sus sueños beisboleros. “¿Y cuando vamos a ir a hablar con el señor”. Sebastián alborotó los cabellos de Isaías. “Esta misma tarde fiebroso. A las dos nos vamos para el campo donde practica el Valdespino”. “Isaías, ven a comer”. Carmen servía el almuerzo a Sebastián y a sus otros hijos. Como no apareció en los siguientes cinco minutos la trigueña mujer comenzó una intensa búsqueda que terminó en el fondo del patio. “Ajá, de manera sea que esa pelota no te deja oir que te estoy llamando a almorzar”. “Si mamá. Ya voy, ya voy”. Isaías tomó el rebote de la pelota contra la mitad de la pared. Metió la esférica en el bolsillo delantero izquierdo del pantalón y salió hacia el comedor. Sebastián se limpiaba la boca con una servilleta. “Caramba Isaías. Cuando te dije lo de Valdespino no era para que te olvidaras de todo lo demás”. Las dos de la atrde encontraron a Sebastián sentado frente al bucare disfrutando una plácida siesta. “Zzzzzzzz,bbrbbr,gzgggg”. “Papá, papá ya son las dos…” Isaías templó la visera de su gorra hacia delante. “Brrrzzzzzz,,,grbbbz, Ah……. Brrrrzz”. Sebastián medio abrió los ojos y luego soltó un cabezazo hacia delante. “Papá. Que vamos a perder la conversación con el señor de Valdespino”. Isaías movió el hombro de su padre. “¿Ah?…brrzzzz,glxpzzzzzz”. Sebastián se estiró hacia atrás en la silla. Isaías observó una lámina de cinc que descansaba en la pared de la batea. Sacó la pelota del pantalón y metió un rectazo en pleno centro del metal. Cataplam. “Coño…. Que vaina es esta. Se acaba el mundo Carmen corre”. Sebastián brincó de la silla. “Tranquilo papá. Fui yo que le metí un pelotazo al cinc porque no te querías despertar”. Sebastián se quedó mirando a Isaías. “Tu me vas a venir matando un día de estos ¿oiste?” Carmen aconsejó a Isaías antes de salir. “Pórtate bien. No vayas a estar buscando problemas en el campo”. “Si mamá. Tu vas a ver que todo va a salir bien”. Isaías traspasó la puerta y empezó a caminar junto a Sebastián que lo esperaba en la calle.En el campo se desarrollaba una práctica del equipo infantil de Valdespino. Sebastián conversó con el responsable del equipo. “¿Dónde está el dueño del equipo? El hombre paró por un momento los roletazos que daba a los jugadores del cuadro. “Usted ve aquel cuartico que está allá frente a tercera. Ahí debe está el encargado del equipo”. “Buenas tardes”. Sebastián se presentó en la puerta del local donde un hombre escribía en unos papeles. “¿Qué tal señor Sebastián? Pasen, pasen. ¿Este es el muchacho que quiere jugar pelota?” El hombre levantó la mirada hacia la puerta y se levantó del escritorio. “Si, este es mi hijo Isaías que no puede está más de dos horas seguidas sin sabé del juego de pelota”. Sebastián dio dos palmaditas en la espalda de Isaías. “Bueno
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me alegra mucho que te guste mucho el juego Isaías. Solo te recomiendo que tengas un poco de paciencia. Porque ahora mismo el equipo está completo, inclusive el manager ya tiene decididos quienes son los jugadores suplentes en caso de que alguno de los regulares deba salir del partido. Tu deberás conformarte con estar atento para cualquier eventualidad”. El dueño del equipo le extendió la mano a Isaías. “Está bién señor”. En la mirada de Isaías se escondía un dejo de tristeza. “Ánimo Isaías, en cualquier momento se va a presentar esa oportunidad que tanto esperas”. Sebastián sacó la pelota del bolsillo de su hijo y se la puso en la mano derecha.
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5.- Petrificado “Y ahora viene a batear Pete Rose. Que jugador más voluntarioso este Carlos. Nada más con verlo lanzarse de cabeza en tercera cualquier aficionado se siente feliz de venir al estadio”.
“Efectivamente Delio. Amigos, hay bronca por los lados de la
izquierda dos fanáticos se están dando puñetazos a diestra y siniestra”. “Ahí viene el primer lanzamiento del Látigo, strike cantado. Ciertamente la pelea de la tribuna caraquista esta ardorosa. El pitcher mira hacia el cuadro, hace el wind-up y viene para la goma. Foul hacia las mallas. Sigue la pelea por los lados de tercera. Foul de linea por el right field. Por aquí viene llegando Carlos González del sitio de la reyerta. Cuentanos Carlos que es lo que está pasando allá abajo”. “Si, lo que ocurre es que hay un caraquista que dice que en este juego aupa al Látigo Chavez y el otro no acepta eso”. “Bueno señores ya ven todo lo que ocurre en un Caracas – Magallanes. El lanzador chequea las señas de su catcher, ya están de acuerdo. Ahí se impulsa el Látigo, estraii cantado el tercero, que clase de curva señores. Pete Rose quedó como una estatua, con la carabina al hombro”. Sebastián entró a la casa con una sonrisa inmensa. “Carmen ¿Dónde está Isaías? Carmen clavó su mirada en el rostro de su esposo. “Tu sabes que él tiene juego con Valdespino todos los sábados en la mañana”. “Si pero ya son más de la una y media de la tarde”. Sebastián salió al patio y miró el ángulo de la sombra del bucare. “Ay Dios mío. Donde estará ese muchacho y eso que le dije que no se fuera a quedar por ahí porque hoy es veinticuatro”. Carmen caminó hacia la sala. “No te preocupes. Ya voy saliendo para el campo. Tiene que estar ahí”. Sebastián deslizó sus manos impregnadas en agua por el cabello y emprendió rumbo a la calle. Para llegar al campo de juego Sebastían debía atravesar varias calles y cuadras. Algunas llenas de puro concreto, otras más naturales, otras con muchos sitios de reunión de donde salían voces destempladas y saludos. “Epa Sebastián ¿ A donde vas tan volao?” “Hola Pedro Elías. ¿Cómo está el pan de piquito?” Sebastián no perdió oportunidad para echar broma. “Pero mira chico. Párate un momento, ven para que te comas una hallaca con nosotros”. Pedro Elías dibujó una bocanada de tábaco en el aire de la tarde decembrina. “No puedo vale. Voy rápido”. Sebastián apretó la marcha. El campo de juego se abría refrescante como un abánico de recreación en medio de la urbanidad incipiente de Chacao. La bulla de los padres de los niños laceraba las tribunas con un traqueteo de zapatazos y reclamos a los árbitros. Sebastián subió
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sigiloso los escaños. “¿Como está el juego señora?” “Avileños le está ganando a Valdespino cinco a tres”. Sebastián registró todos los rincones del dugout de Valdespino y no reconoció a Isaías. Entonces volteó hacia la parte superior de la tribuna y vio un grupo de niños riendo y saltando en los escalones. “Isaías ven acá”. Sebastián colocó sus manos alrededor de la boca. Isaías bajó casi deslizándose por las gradas. “¿Que pasó papá?” “¿No estás jugando?” “Si”. Isaías miró hacia el campo. Acababan de agarrar a un corredor entre primera y segunda. “¿Y por que no estás en el dugout?” Sebastián sacó un papel del bolsillo de la camisa. “Es que me fastidio sin hacer nada ahí”. “Que va Isaías. Si tu no estás pendiente de lo que pasa en el juego, el manager no te va a tomar en cuenta a la hora de una oportunidad..” Sebastián agarró a Isaías por la mano y lo llevó hasta las cercanías del dugout. “Isaías. A batear de emergente por el pitcher”. La voz seca del manager resonó a través del alambre. Isaías salió a batear en el noveno inning con dos outs. Su equipo seguía perdiendo 5-3. El lanzador contrario tenía pólvora en sus envíos. El primer pitcheo fue strike en la esquina de afuera. El segundo fue bola alta. Isaías se salió para tomar la seña del coach. Miró de reojo a la tribuna y se encontró con el puño en alto y la sonrisa inmensa de Sebastián. El conteo llegó a tres y dos. Isaías conectó el próximo lanzamiento. Salió un manso ratoncito a manos del pitcher. Out del 1 al 3. Isaías corrió cabizbajo al dugout. “¿Ves lo que pasa cuando uno no está en el juego?” Sebastián esperó a Isaías a la salida del dugout. “Pero por lo menos le dí a la bola”. “Eso no es suficiente, tienes que ayudar a tu equipo a ganar”. Sebastián miraba el croquis del papel del bolsillo. Padre e hijo recorrieron un laberinto de calles. Las rejas altas llegaban hasta la mitad de los robles que regalaban de sombras la entrada de una casa llena de vegetación y sonidos ensimismantes de chicharras. A cierta distancia una casa de dos plantas y paredes presidía el lugar con su aire colonial. Al fondo los árboles frutales alternaban sus troncos con cultivos de hortalizas . Rinnnnng. Sebastián presionó el interruptor del timbre. “Señor Francisco. Soy yo, Sebastián”. “Ajá si. Ya voy”. Un hombre con el cabello más blanco que negro apareció corriendo por el camino de piedras aplanadas que surcaba el jardín hasta el portón. “¿Cómo estás Sebastián?” “Bien muy bien. Este es mi hijo Isaías. Vine por el premio”. “¿Que premio papá?” Isaías estrechó la mano del señor Francisco. “Es que tu papá trabajó a todo tren este año y eso se recompensa”. El señor Francisco condujo a los visitantes hacia la zona agrícola de la casa. A un lado había un gran corral de gallinas, pavos, perdices, guineas. “¿Dime cual quieres Sebastián?” El dueño de la casa entró en el corral y las aves tragaron saliva con pisadas despavoridas. “Papá aquel pavo que está junto a la cerca se ve bueno para un buen guisado”. Isaías apuntó al otro lado del corral. Sebastián subio el cuello para ver más lejos, se agachó, retrocedió varios pasos. “Queremos aquel pavo que está en la
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cerca señor Francisco”. El hombre se acercó sigilosamente y atenazó el cuello del pavo que aleteó y expulsó varios centímetros de excremento verdiblanco que gotearon sobre los zapatos de Francisco. “Aquí lo tienes Sebastián es todo tuyo”. Sebastián agarró al pavo por las alas. “Aguántalo ahí Isaías”. El pavo no se daba por vencido y aleteó tan fuerte que se soltó de las manos de Isaías. “Tranquilo papá que yo lo agarro”. “Adiós mi premio”. Sebastián veía como el pavo se internaba entre los arboles frutales del fondo.“Vente Isaías que yo le doy otro pavo a tu papá”. Isaías entró en el bosque de matas de mango y naranja. Distinguió al pavo como a siete árboles de distancia. Desplazándose en el aire logró apróximarse a una zancada del pavo. Alargó la mano y allí el pavo salió volando hacia las hortalizas. Isaías no desistía. Se lanzó repetidas veces sobre el ave. Solo le quedaban las plumas entre las manos y una tonelada de tierra en la ropa. Sebastián lo llamaba molesto porque se hacía tarde. Isaías pidió una última oportunidad y se escondió detrás de un árbol de jabillo. Empezó a imitar el gorgoreo de los pavos. En principio no llamaba mucho la atención del pavo. Luego cambió la entonación y el pavo llegó hasta la pata del jabillo. Isaías se lanzó a todo lo largo de su cuerpo y capturó al pavo en medio de un reguero de plumas y alharaca. “Te agarré vagabundo”. “Mira como te pusiste la ropa. Seguro que Carmen me va a formar tremendo zaperoco. Y yo que quería llevarle una sorpresa para la Navidad”. Sebastián trató de sacudir los manchones de tierra embutidos en la camisa y el pantalón de su hijo. Isaías entrecruzó las alas del pavo. “Claro que le vas a llevar una sorpresa. Aquí está el pavo”. Sebastián ladeó la cabeza. “Muchas gracias señor Francisco y discúlpenos lo malo”. “No hay nada que disculpar Sebastián. El muchacho quería ese pavo y lo consiguió. Yo hubiera hecho lo mismo”. Francisco abrió el portón con una sonrisa. “Feliz Navidad señor Francisco”. Sebastián sonó sus manos en la espalda de su jefe. “Feliz Navidad Sebastián y que en el año 1957 nos vaya mejor todavía. Feliz Navidad para ti tambien Isaías”. “Feliz Navidad señor”. Isaías atravesó el portón apretando el cuello y las patas del pavo. Sebastián arrancó a caminar. “Ya deben sé como las cuatro Isaías. Apúrate para que a tu mamá le de chance de preparar ese pavo para la cena navideña. Isaías debíó correr para alcanzar a su padre. “Pero papá. Tampoco es para que vayas tan rápido”. Sebastián no bajó la velocidad hasta que tocaron la puerta de su casa. Valerio y Miguel pintaban el frente. En la sala Marilú y Zaira adornaban un arbolito. “Buenas tardes. ¿Dónde está tu mamá?” Marilú abrió la boca y se la tapó con la mano llena de espuma del jabón del arbolito. “Está en la cocina con Gladys. ¿Y que le pasó a Isaías?” “Me caí persiguiendo este pavo. Pero tu te pareces a San Nicolás”. Isaías siguió los pasos de Sebastián. Zaira no pudo aguantar la carcajada. “Si es verdad Marilú, tienes una barba de jabón”.
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“Sorpresa mi amor”. Sebastián entró en la cocina. “¿Que fue Sebastián?” Carmen calentaba una olla de hallacas. “Que te parece este pavo para esta noche”. Sebastían tomó el pavo de las manos de Isaías. Carmen no quitaba la vista de la ropa de Isaías. “Lo del pavo está muy bien. Lo que no me gusta nada es el tierrero que tiene Isaías en la camisa y en el pantalón”. “Yo sabía que de todas formas me ibas a reclamar lo de la ropa del muchacho”. “¿Y que quieres tu Sebastián? ¿Qué vea a mi hijo en ese estado y no diga nada?” Carmen le quitó la camisa a Isaías y lo mandó al cuarto a cambiarse el pantalón. Juac. Los templones de las gomas de las “chinas” zumbaban en el patio. La pared del fondo recibía los disparos de Valerio e Isaías. Unas rayas de carbón del fogón delineaban los círculos concéntricos de una diana. Carmen planchaba un uniforme de béisbol. “Isaías, ven pa’ que te montes en el techo a vé como es la cosa con ese hueco que nos mojó todos en ese aguacerazo de ayer”. “Ya va mamá. Ajá Valerio casi le dí al centro”. Isaías saltó hasta la pared para buscar la marca de la piedra que había disparado con la “china”.Valerio no parecía muy convencido de lo que decía su hermano. “Esa marca ya estaba ahí”. “No, no Valerio. ¿Cómo me vas a decir eso si yo acabo de ver cuando la piedra pegó justo aquí, a un tilín del centro”. Isaías tocaba el bloque de la pared donde decía que había pegado la piedra. “No se. Vamos a tener que pintar la pared con carbón cada vez que alguién haga su tiro”. Valerio regresó hasta el sitio de los disparos. Carmen llegó por detrás y tomó a Isaías de la mano. “Eso lo iran a hacer en otro momento porque lo que es Isaías ahorita mismo se va a montar en el techo”. “Pero mamá. Un ratico más, anda”. Isaías trató de zafarse de Carmen.“Un ratico nada. Móntese en el techo y dígame como es el hueco que está sobre la sala”. Carmen trajo a Isaías hasta el bucare y ahí permaneció hasta que el muchacho moneó el árbol y salto desde sus ramas hasta el techo de la casa. “Mamá. Como hay mangos y hojas secas aquí arriba”. Isaías desplazaba con cautela los pies sobre los lugares donde los clavos denotaban la firmeza de los listones de madera. “Si. Primero dime de que tamaño es el hueco”. Carmen se alejó hasta la mitad del patio para ver lo que hacía Isaías en el techo. “No es exactamente un hueco mamá. Es que se soltaron dos clavos del cinc y por ahí es que se mete el agua”. Isaías vino hasta el patio. Carmen extendió una escoba hacia el techo. “Eso seguro que fueron esas ventoleras que han estado pegando ultimamente”. “¿Y esto para que es mamá?” Isaías agarró la escoba. “Para que limpies el techo y después te bajas para que vayas a comprar unos clavos. Ese techo hay que arreglarlo hoy mismo”. Carmen permanecía observando la labor de su hijo sobre el techo. “Pero mamá, no me va a dar tiempo para ir a jugar”. “Claro que te va a dar tiempo. Por
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supuesto, si te apuras. Vamos, vamos dale”. Carmen agarró una palita que estaba al lado de la batea y empezó a recoger las hojas y los mangos que caían del techo. Isaías se puso sus zapatos negros. Templó una franela blanca de una de las sillas del comedor. “¿Dónde es que venden los clavos?” Carmen sacó dos lochas de su monedero. “Es una bodega que queda cerca de La Carlota.Ten cuidado con los carros”. En la calle Isaías divisó varios compañeros de equipo que lucían el uniforme del Valdespino. “Que fue Isaías. ¿No vas a í a jugá hoy?” Alexis lo esperó en la esquina. “ Que hubo Alexis. Primero tengo que hacele un mandao a mi mamá. Pero todavía falta más de una hora para que comience el juego”. Isaías cogió rumbo al autopista.“Si, pero tu sabes que el manager siempre está pendiente de quién está temprano en el campo”. Alexis atravesó hacia otra calle. Isaías se detuvo varias veces en las proximidades de La Carlota. “Disculpe señor donde queda por aquí una bodega”. “Esa es la bodega de Nicasio. Sigue por esa calle y dobla a la derecha. Es a mitad de cuadra”. El hombre se aguantó el sombrero ante el viento que levantó una avioneta que venía aterrizando sobre la pista rodeada de hierba por todos lados.“Gracias señor”. Isaías soltó tres zancadas y llegó a la bodega. “Buenos días. Tiene clavos de dos pulgadas”. “Buenos días. Si hay. Cada uno vale dos puyas”. El bodeguero afincó las manos en el mostrador.“¿Y de que están hechos esos clavos? ¿De hierro de avioneta? Yo lo que tengo son dos lochas y necesito como cinco clavos”. Isaías dio media vuelta en la puerta. “Espérate chico. Aquí está una caja vieja de clavos que cuestan una puya”.“¿Y son tan buenos como los otros?” Isaías veía como dos avionetas más llegaban a La Carlota. “Si. Son los mismo clavos pero con precio viejo”. El bodeguero colocó los clavos sobre el mostrador. Isaías pagó la mercancía y arrancó hacia el autopista. Tuvo que esperar como siete minutos para atravesarlo. La celeridad de sus pasos solo aminoró cuando entró de nuevo a casa. “Aquí están los clavos mamá”. “Bueno prepárese porque hay que ponerlos ya”. Carmen moldeaba una arepa en la cocina. “Pero mamá falta menos de una hora pa’ el juego. ¿Por qué no le dices a Valerio que se suba al techo?” “Está ocupado haciéndole una diligencia a tu papá. Además el es muy pesado para montarse allá arriba”. Isaías volvió a monear el bucare. Pasó al techo y empezó a martillar para enderezar el cinc. Cuando metía el primer clavo oyó un ruido en la calle y se asomó hacia el frente de la casa. Una hermosa muchacha refrescaba la mañana de julio de 1957 con su caminar. “Jui, juiú”. Isaías silbó desde el techo. La muchacha volteó e Isaías se escondió detrás de los bloques salientes de la pared. “Adiós corazón de melón”. La muchacha volvió a voltear. “Ya vamos a ver que es lo que pasa aquí”. La joven tocó la puerta de la calle. “Dígame que se le ofrece”. Carmen abrió la puerta. “Es que en el techo de esta casa hay alguién que me dijo corazón de melón”. Carmen hizo pasar a la
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muchacha y llegaron hasta el patio. “Isaías, Isaías”. “¿Qué fue mamá?” “¿Tu le estabas diciendo algo a esta muchacha desde el techo?” “Si mamá. Es que ella es muy bonita”. Isaías bajó la cabeza. La muchacha impregnó de rojo su rostro. “Me asustaste mucho porque no vi a nadie”. “Mírame al Isaías. Y yo que pensaba que solo estaba pendiente del juego de pelota. Bueno hijo, discúlpate con…¿Cómo es que te llamas tu mi amor?” “Carmen Elena señora”. “Discúlpate con Carmen Elena”. “De verdad discúlpame Carmen Elena. No fue mi intención asustarte”. La muchacha se sonrió y miró hacia el techo. “No te preocupes. Todo está bien”. Carmen Elena salió de la casa. Isaías tuvo que terminar de remendar el techo a toda máquina. Se bañó y se vistió más rápido aún. Todo esto lo hizo más para evitar seguir escuchando la echadera de broma de Carmen y sus hermanas que por llegar a tiempo al juego de Valdespino. El frío decembrino invadía cada espacio del patio. El olor a tierra mojada de rocío subía en el aire a medida que el sol remontaba el cielo. Un rumor de descontento llegaba de las calles plenas de vahos de pólvora y lamentos trasnochados. Isaías hacía trabalenguas y adivinanzas con Miguel y Gladys. “Ajá, a que no me dicen esta. Con este puñal sangriento me descozonare…..” “Uuu, uuu. Te enredaste”. Gladys le hacía cosquillas a su hermano. Isaías tomo aire. “Ahora sí. Con este puñal sangriento me descorazonaré. Así es que es. Vamos a ver quien lo dice pues”. “Con este puñal… sangriento…me des…conazonaré…” Miguel se dio una palmada en el muslo. “Vamos Gladys, Vamos Gladys…” Isaías se acercó a su hermana. “Con este puñal….sangriento….me desc…ranozaré”. Gladys zapateó el suelo. “Ajajá, vieron que no es tan fácil….” Isaías silbó y puso una mano contra la jaula del azulejo. Carmen se sentó en una silla cercana a la batea. “Isaías, necesito que consigas tres lechosas verdes de la mata del fondo”. “Espérate mamá que los muchachos todavía no me dicen este trabalengua”. “A vé, dímelo”. Carmen se levantó y se metió entre los muchachos. “Con este puñal sangriento…..me….desco…razonaré”. Isaías sobó su garganta. “Con este puñal sangriento me des..co…ra..zo..naré…” “Eso mamá. Yo no sabía que eras tan buena con los trabalenguas”. Isaías abrazó a Carmen. Carmen zafó los brazos del hijo. “Deja, deja la zalamería y anda a buscar las lechosas es qué”. “Está bien, está bien. Pero antes le voy a dejar una adivinanza a los muchachos. ¿Por qué la bola rueda?” Isaías tomó el garabato y se fue al fondo del patio. “Porque es redonda”. Gladys atropelló la respuesta. “Que va Gladys. Estás ponchada”. Isaías llegó al pie de la mata de lechosa. “Porque es pesada”. “Nada de eso Miguelito”. Isaías ajustó el garabato entre una lechosa larga y la parte superior del tallo. Carmen llevó un trapo de la cocina al tendedero. “Porque alguién la empuja”. “Esta vez te pelaste mamá”. Isaías haló el garabato y se movió hasta el lado del tallo para capturar la lechosa.
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La mañana acechaba las horas con garras afiladas. Isaías tumbó tres lechosas. La piel embadurnada de la pegostosa savia de la planta dificultaba el manejo de los frutos en caida libre. La última lechosa se le resbaló de las manos a Isaías. Desde la sala el radio de Sebastián develaba la crudeza de los acontecimientos. “Y ya es un hecho que el gobierno del General Marcos Pérez Jimenez ganó el plebiscito del pasado domingo 15 de diciembre de 1957. Aún cuando se siguen escuchando rumores de gato encerrado…..” “Isaías, ya casi son las doce. Tienes que apurarte porque el juego es a la una”. Sebastián sacó un vaso de agua del tinajero. “Aquí tienes mamá. Con estas lechosas vamos a tener dulce hasta Año Nuevo”. Isaías cargó las cuatro lechosas hasta la cocina. “Mira, ¿no nos vas a decir porque la bola rueda?” Carmen cortó los extremos de las lechosas y las lavó en el fregadero. “Eso se los dejo ahí hasta después del juego”. Isaías colocó el garabato en el bucare y entró en el baño. “Ah no Isaías, tienes que decirnos antes de que te vayas”. Gladys golpeó la puerta del baño. Isaías salió del baño y buscó el uniforme debajo del colchón. Se lo quedaba viendo con desaprobación al notar que no tenía ni un remiendo, ni una mancha de grama o arcilla. Parecía nuevo. “Papá estoy listo”. Isaías ajustó la gorra en su craneo y agarró la pelota de costuras rojas de encima del armario del comedor. “Nos vemos más tarde Carmen. Hasta luego muchachos”. Sebastián avanzó hacia la puerta de la calle. “Apúrate papá que el juego ya va acomenzar”. Isaías intentaba arrastrar a Sebastián por la Avenida rumbo al campo de juego. Sebastián se paró firme. “Aguántate Isaías, todavía falta más de media hora para que comience el partido”. “Si, pero yo quiero estar antes de que comiencen a practicar. Para ver si por fin me ponen a jugar desde el comienzo”. Isaías volvió a tratar de acelerar la marcha. El ambiente de aquel diciembre reflejaba descontento y tristeza. Los aguinaldos sonaban sordos en cada esquina. Las prácticas habían comenzado cuando Isaías entró al campo. El manager leía la alineación. Isaías desdibujó la sonrisa de su rostro y luego de sentarse en el dugout los primeros innings subió a la tribuna en el cuarto episodio. Sebastián dejó de hablar con unos amigos y subió hasta donde Isaías bromeaba con otros muchachos. “¿Qué pasa Isaías? Tu tienes que estar es allá abajo en el dugout. “No hay problema papá. Si el manager me necesita el sabe que estoy aquí”. Valdespino perdía siete a dos en el séptimo inning. El manager salió del dugout, hizo una seña hacia la tribuna. Isaías salió mandado como un avión. En un santiamen agarró un guante y salió a cubrir el campo izquierdo. El tercer bateador de la entrada bateó un elevado altísimo por los predios de Isaías. Primero se encandiló, luego se dio sombra con el guante y consiguió atrapar la bola a la altura de la cintura para terminar el
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inning. El el cierre de ese episodio el lanzador contrario sacó los tres outs seguidos. Isaías se quedó en el círculo de los prevenidos. Sebastián llamó a su hijo y emprendieron el regreso a casa. “Que va Isaías. Vamos a tener que buscarte otro equipo. Ya tienes más de un año con Valdespino y todavía no te dan la oprtunidad de comenzá un juego”. Isaías jugaba en la acera dándole puntapies a una piedra. “¿Y que equipo sería ese?” “No se. Pero hay que buscarlo. Sino te vas a oxidar en las tribunas”. Isaías tocó la puerta de su casa. “Tun, tun”. “¿Quién es?” Carmen envió su voz desde la sala. “Gente de paz. Abrannos la puerta que ya es Navidad”. Sebastián le guiñó un ojo a Isaías. “No, no le abras mamá. Hasta que Isaías no diga la respuesta de la adivinanza no vamos a abrir la puerta”. La voz de Gladys calentó el aire. “Está bién. La respuesta es porque está sucia”. Isaías giró la manija de la puerta. “¿Cómo es eso?” Gladys enseñó su rostro estrujado por la ventana. “¿Por qué lavó la rueda? Porque está sucia”. Isaías abrió la puerta.
6.- Globo al siete “Al bate Teodoro Obregón. Ya se prepara el Látigo y es bola afuera la primera. Por aquí tenemos al magnífico crítico de cine y Director de la Cinemateca Nacional Rodolfo Izaguirre. Rodolfo ¿que te trae al estadio un Domingo en la mañana cuando hay bastante actividad en La Cinemateca?” “Muchas gracias por la oportunidad Delio. Aquí estoy fugao de los Domingos Infantiles de la Cinemateca. Pero tengo una razón de peso, vine a ver al Látigo Chávez lanzar. Cada vez que ese muchacho se monta en esa lomita me parece estar viendo al protagonista de una película de drama y suspenso que aunque no tenga un final feliz siempre salgo del estadio aprendiendo algo para afrontar la vida con más optimismo. Nada más con ver como se transforma el Magallanes cuando él está ahí, es una razón para buscar un suplente en la Cinemateca” “Hasta luego Rodolfo. Ahí viene el lanzamiento, estraii en la esquina de adentro. El pitcher se va unos pasos detrás del montículo. El Látigo levanta la pierna a nivel de su rostro, viene para la goma. Obregón batea un fly por el jardín izquierdo, Armando Ortíz se mueve tres pasos hacia la raya, parpadea un poco ante el sol y captura para el tercer out del inning. Oigan el coro de la tribuna de la derecha”. “Un, dos tres; un, dos, tres; un, dos, tres”. “Al terminar la primera parte del segundo capítulo Caracas 0 Magallanes 0”.
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Carmen espesaba un jugo de guanabana con maicina. El polvo blanco dejó de caer de la caja amarilla. Carmen trato de exprimirle las últimas partículas de maicina. Lo único que salió fue el papel morado de la envoltura. “Isaías ven acá”. Pasaron cinco minutos y Carmen salió a la puerta de la calle. “Mira chico. Tengo como un cuarto de hora llamándote y tu no me respondes”. Isaías soltó el palo de escoba con que se preparaba para batear las chapitas que lanzaba Carlos. “Pero yo no oí nada mamá”. “Que vas a oir. Con esa gritería que tienen ustedes aquí”. Carmen le dio medio real a Isaías. “¿Que voy a hacer con esto?” Isaías miró la moneda en la palma de su mano. “Cómprame un paquetico de maicina. No te vayas a quedar jugando…” “Está bien mamá. La maicina americana gran producto nacional, gran producto nacionaaal…..” Isaías arrancó rumbo a la bodega cantando la canción publicitaria de la maicina. Carmen regresó a la casa sonreída. “Estos muchachos son una cosa seria”. Casi llegando a la bodega de la calle La Joya Isaías encontró un juego de pelotica de goma. Pío arbitraba el juego desde el poste de segunda base de la esquina. “Isaías, Isaías”. “Ya vengo Pío, ya vengo”. Isaías entró en la bodega. Buenos días, como estás Ramón. “Epa Isaías. ¿Qué te trae por aquí?” Ramón hojeaba un ejemplar de El Nacional. “Necesito un paquetico de maicina americana. ¿Qué tiene de bueno ese periódico que no lo quieres soltar Ramón”. Ramón asentó el papel sobre el mostrador, en el borde superior de las páginas se leía sábado 26 de abril de 1958. “Estoy viendo lo que hizo mi tocayo Ramón Mozant ayer en las Grandes Ligas”. Isaías se acomodó en el mostrador para leer la noticia. “Tremendo juegazo se mandó Monzant. Casi nada, blanqueó a los Cachorros de Chicago 2-0 y ponchó tres veces a Ernie Banks. Cuando yo sea grande voy a ser como él”. Ramón subió a una pequeña escalera para alcanzar la maicina. “Pero tienes que practicar bastante y jugar todos los días”. “Ya tu vas a ver que cada vez voy a jugar más pelota”. Isaías agarró la maicina y salió a la calle. Pío cantó un out en el poste de la segunda base del juego de pelotica de goma y se prendió una discusión furiosa. “Espera Isaías no te vayas”. “¿Qué quieres Pío?” Pío abandonó sus funciones arbitrales y alcanzó a Isaías. “Estoy armando un equipo junior de béisbol. ¿No estás interesado en jugar con nosotros?” Isaías paralizó sus pasos. “¿Y allí voy a tener oportunidad de jugar todos los días?” “Bueno, si te ganas el puesto en las prácticas si”. Pío hizo señas de regreso hacia los muchachos de la pelotica. Isaías se metió el paquetico de maicina en un bolsillo del pantalón. “Voy a hablar con papá porque esta tarde tengo juego con Valdespino. Esta misma tarde te aviso Pío”. La acera se convirtió en tobogán hasta la calle Las Mercedes. “Mamá aquí tienes la maicina”. Isaías llegó a la cocina y se dirigió a su cuarto. “Buenos días tengan todos”. Sebastián entro al comedor con dos bolsas de comestibles. Isaías salió con su ropa diaria y un paquete debajo del brazo. “Papá, voy a
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entregar el uniforme de Valdespino”. “¿Y por que?” “Bueno porque ellos no me dan chance de jugar”. Sebastián se llevó la mano a la barbilla. “¿Y con que equipo vas a jugar ahora?” “Con uno que está armando Pío”. “¿Y que seguridad tienes tu de que ese equipo va a salir?” Isaías apretó el paquete en su brazo. “Pío me dijo que lo tiene todo listo”. “Bueno. Ojalá y todo salga bien. Después no quiero cuentos de que no tienes equipo y quieres jugar. Vamos para el estadio”. Padre e hijo salieron a la calle. En el campo de juego el equipo de Valdespino se preparaba para otro encuentro. Isaías pasó directo a la oficina del dueño del equipo. “Venimos a entregar el uniforme”. “¿Qué te pasó Isaías?” El dueño revisaba unos papeles en el escritorio.“Conseguí un chance con un equipo donde puedo jugar todos los días”. Isaías colocó el paquete sobre el escritorio. El dueño se levantó y habló con Sebastián. “¿Ustedes están seguros de lo que están haciendo?” “Es una decisión de Isaías. Él es el que juega. Si él dice que aquí no tiene oportunidad de jugar, es mejor que busquemos otro equipo donde si la tenga”. Sebastián mantuvo la mirada en su interlocutor. De vuelta a casa se detuvieron un momento en una calle próxima al autopista. “Epa chichero”. Sebastián llamó al hombre que empujaba un carrito de madera pintado de azul claro. “Por favor, denos dos con bastante canela”. “¿Y cuando son las prácticas del equipo de Pío?” Sebastián saboreaba cada sorbo de la espesa bebida. “Todavía tengo que hablar con él sobre eso”. Cuando llegaron la puerta de la casa Pío apareció en la esquina. “Pío ¿cómo es que se llama tu equipo?” Isaías agarró la mano de Sebastián. “Halcones de Chacao”. Pío paró a conversar con Isaías. Unas estrellas precoces bailaban en el cielo cuando Sebastián salió del trabajo. En la calle la la gente discutía en torno a las recientes elecciones presidenciales ganadas por Rómulo Betancourt el 7 de diciembre de 1958. “Sebastián ven acá”. Uno de los compañeros de trabajo alzó la mano y silbó. Sebastián apretó el paso. Frotó las yemas de los dedos por sus antebrazos. “Ahorita no puedo Manuel”. El murmullo de las celebraciones decembrinas se mezclaba con un intenso olor a hallacas a medida que Sebastián siguió avanzando. La neblina arropaba los vestigios de la tarde y traía un atardecer cargado hielo en cubitos. “Que hubo Pío. ¿Todavía no han terminado las prácticas?” Sebastián entró al campo donde practicaban los Halcones. Pío apartaba la neblina de sus ojos. “Pensábamos quedarnos un rato más pero esta niebla no nos deja ver. Vénganse muchachos ya está bueno por hoy”. Los peloteros de los Halcones se vinieron a un lado del campo. Pio se paró al frente. “Bueno muchachos, ya solo nos queda estar aquí mañana para el juego que va a ser a las dos de la tarde”. “¿Qué tal papá? ¿Cómo estás?” Isaías se quitó la gorra y secó el sudor de su frente. “Aquí. Viendo
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que no tuve tiempo de verlos practicar”. Isaías llamó a un catire de cabello erizado. “Te presento a Henrique Lazo papá. Creo que después de lo que hicimos hoy va a ser dificil que no estemos alrededor de la segunda”. Sebastián extendió la mano. “Mucho gusto Enrique”. “Encantado de conocerlo señor ”. Henrique sacudía la tierra de su camiseta.“Sebastián, ese es mi nombre. Entonces mañana no me pierdo ese juego. Quiero ver, que es lo bueno que tiene esa combinación de short y segunda”. Sebastián avanzó hacia la acera. “Hasta luego Henrique. Acuérdate del salto para el dobleplay”. Isaías siguió a Sebastián. “Si, si Isaías. Y tu no te vayas a olvidar de lanzar la bola al pecho”. Henrique guardó su guante en un maletín. Sebastián se metió por una calle que los hizo caminar en exceso. La música que salía de una casa con jardín detuvo a Isaías. “¿Qué clase de música es esta papá?” Sebastián volvió hasta el jardín. “Es música clásíca. El autor de esa música se llamaba Wolfgang Amadeus Mozart. Esa pieza se llama Serenata Nocturna”. Isaías sacudió sus labios. “Caramba papá. No sabía que supieras tanto de esa música”. “Ese muchacho ya componía música a los nueve años. Murió a los treinta y cinco y dejó un montón de cosas por hacer. Era un genio”. Sebastián tomó de la mano a Isaías. “Ya va, ya va papá. Que esta última parte de la canción me gusta mucho”. Isaías estiró el cuello hacia el jardín. “Vamos, vamos que tienes que bañarte y descansar para el juego de mañana”. Sebastián arrastró a su hijo. El frío apretaba al mercurio en la parte baja de los termómetros. Sebastián e Isaías cortaron la neblina con pasos que pronto desembocaron en la calle Las Mercedes. “Buenas noches familia”. Sebastián pasó hasta la cocina y besó a Carmen. “Aquí estábamos esperándolos. Valerio, Miguel y las muchachas quieren ir para misa de aguinaldo”. Carmen destapó los platos de comida de los recién llegados. “Yo también quiero ir papá”. Isaías mordió un pedazo de hallaca. “Pero Isaías. Tú tienes juego mañana. Esa misa es en la madrugada. Después no vas a valer medio en ese juego”. Sebastián soltó el tenedor sobre el plato. “Si pero el juego es en la tarde. Y la misa termina como a las cinco de la mañana. Voy a tener como hasta las ocho para dormir”. Isaías sirvió agua en su vaso. “Déjalo ir Sebastián. Hace mucho tiempo que no hacen misas de aguinaldo. Ellos no saben lo que es eso”. Carmen se llevó el plato de Isaías a la cocina.“No me gusta nada esta idea. Está bien los voy a dejar ir. Pero tienen que estar aquí antes de las cinco”. Sebastián se limpió la boca con la servilleta. La noche desperdigaba sus horas en el cielo de infinitas estrellas. Los muchachos se prepararon para dormir más temprano que nunca. Isaías sacó el guaral de su trompo de un rincón del escaparate. “¿Qué vas a hacer con eso Isaías?” Valerio se sentó en su cama. Isaías desamarró su zapato izquierdo. Se sacó el calcetín e hizo un nudo alrededor del dedo gordo del pié. “Estoy haciendo un plan para levantarme temprano. Si la misa es a las cuatro, hay que levantarse por lo menos a las tres. A esa
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hora pega un frío que lo que provoca es seguir durmiendo. Si tengo este dedo amarrado de la cama, con cualquier templón me levanto”. “Ay Isaías. Ya estás inventando otra vez. Yo no necesito nada de eso. Sólo con saber que me tengo que levantar a una hora, me levanto y eso es todo”. Valerio se metió debajo de la cobija. Miguel agarró el guaral y haló el dedo de Isaías. “Bueno, ya son las tres. Párate pues”. “Cuidado, cuidado Miguelito. No ves que me vas a arrancar el dedo”. Isaías saltó de la cama. Pronto el silencio dominó toda la habitación. Los muchachos recostaron sus cuerpos a colchones y almohadas. El relajamiento llenaba los rostros de calma. Sebastián pasó revista una hora más tarde. “Carmen ven a ver esta vaina”. Sebastián señaló el dedo de Isaías atado al tubo de la cama. “Este muchacho es una cosa seria”. Carmen avanzó hacia la cama. “¿Qué vas a hacer? No, no. Déjalo que viva su experiencia”. Sebastián agarró a Carmen por un brazo. Kiiikirikiii, kikirikiiiii. Boooom, shhhhhh, pumm. “Ay carajo, mi dedo”. Isaías movió el pie izquierdo bruscamente. El guaral se tensó y lo paralizó. El canto de los gallos y los cohetes terminaron de levantar la humanidad del muchacho. Isaías se dobló hacia los pies y logró desamarrar el guaral que amenazaba con cortarle el dedo. Isaías tomó la camisa que había dejado sobre la puerta del escaparate. Deslizó las piernas por el pantalón de kaki y frotó sus pies con los calcetines carrubios que tanto le gustaban. La temperatura del piso le congelaba los pies. Atravesó el comedor y llegó al patio. La penumbra apenas permitía percibir los espacios por donde transitar sin tropezar. Agarró una toalla del tendedero y terminó de abrigarse el cuello. La primera cachetada de agua terminó de despertarlo. “Vamos, vamos Valerio que ya son más de las tres”. Isaías prendió la luz del cuarto. “Apaga esa luz Isaías”. Valerio escondió la cara debajo de la almohada. “Ah, es que ya no vas para la misa de aguinaldo”. Isaías apagó la luz. “¿Qué pasa aquí?” Carmen salió de su recamara restregándose los ojos. “Nada mamá. Que a Valerio le falló su despertador”. Isaías caminó con su madre hasta la cocina. “Ya va. Voy a despertar a Gladys y a Marilú”. Carmen entró al cuarto de sus hijas. Isaías siguió hasta la cocina. “Yo voy a prender el fogón”. Carmen se lavó la cara y la boca en un instante. “Caramba. Como se ve que cuando uno está entusiasmado con algo, hace de todo con tal de que eso se dé”. “Ya vengo mamá. El fogón ya está listo para montar el café”. Isaías se fue de nuevo al cuarto. Valerio y Miguel ya habían salido. Registró debajo del colchón y sacó dos lochas de entre dos pedazos de cartón. Metió una el el bolsillo izquierdo y otra en el derecho. “Mamá ¿no quieres que traigamos algo de la misa?”. Marilú peinaba su cabellera. “Si, traiganme mucha alegría y calor”. Carmen le dio una taza de café a Miguel. “¿Y donde está Isaías mamá?”Gladys secaba su cara frente al baño.
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“Aquí estoy ¿Qué quieres?” Isaías llegó con las manos hundidas en los bolsillos del pantalón. “No, nada, que ya estamos listos para irnos para la iglesia”. Gladys pellizcó una arepa que se calentaba en el fogón. Carmen abrió la puerta de la calle. “Hola Carlitos ¿tambien vas para la misa de aguinaldo?” Carlos atravesó la calle. “Si, quedamos con Isaías que nos ibamos a encontrar aquí a las tres de la madrugada”. Isaías salió junto a sus hermanos. “Vámonos Carlos”. Subieron hasta la avenida y desde allí siguieron avanzando por las transversales de Chacao. El ambiente de festividad fluía a través del olor a pólvora de los cohetes y los rasgueos de los cuatros que en cada esquina acompañaban nutridos aguinaldos. La iglesia regalaba luminosidad por todas sus puertas. Miguel quiso detenerse frente a una venta de buñuelos. “Primero vamos a la misa y después disfrutamos lo demás”. Marilú apretó los dedos de su hermano en ruta hacia una puerta lateral de la iglesia de Chacao. El oficio religioso comenzó. Los muchachos hacían señas y sonreían. Marilú les reviró la mirada y enseguida empezaron a seguir la prédica del sacerdote. Antes del final de la misa el cura llamó a un grupo de muchachos para que entonara unos aguinaldos. Un aire de tranquilidad impregnó de calidez el frio que entraba. Isaías y Valerio llevaban el ritmo del aguinaldo tocando en sus rodillas un tambor de emoción. La misa terminó. Isaías y sus hermanos se quedaron alrededor de la iglesia gozando con las ocurrencias de cada grupo que entonaba aguinaldos. “Epa Henrique ¿qué haces tu por aquí?” Isaías tocó en el hombro a su compañero de dobleplays en el equipo Halcones. “Caracha Isaías. Que sorpresa tan buena”. Henrique se volteó y detuvo la música de su cuatro por un momento. “No sabía que tocabas el cuatro tan bien”. Isaías hizo señas para que Henrique continuara sacando notas del cuatro. “Espero que mañana en el juego tambien puedas hacer bien el dobleplay”. Henrique arrancó otra melodía. Isaías permaneció unos minutos con sus hermanos escuchando y cantando aguinaldos. Luego se acercaron a la venta de buñuelos. “Toma Miguel límpiate con este papel”. Gladys arrancó parte del melao de papelón de la camisa de su hermano. De regreso a casa, con la luna todavía presidiendo el cielo, varios grupos de muchachos desarrollaban partidas de pelotica de goma en distintas calles. De vez en cuando pasaba algún vehículo arrastrando perolas de leche. Los muchachos paraban de jugar por un momento. “Epa pajarito. ¿Para donde vas tu?” Valerio detuvo a Isaías en sus intentos repetidos por unirse a uno de aquellos juegos. “Pero Valerio es un momentico nada más. Esos juegos terminan rápido”. “No señor. Tu tienes juego esta tarde y después te vas a trasnochar”. Valerió atenazó la mano de Isaías hasta que llegaron a casa. Cataplam. Un estruendo de cinc impactado alborotó el cuarto donde dormía Isaías. Sebastián corrió a la puerta de la calle. Sólo alcanzó a ver varios pares de zapatos cruzando en la esquina de la avenida. “Esos carajitos ya me tienen caliente”. Isaías salió
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del cuarto con la camiseta medio abotonada. “¿Qué hora es papá?” “Ya faltan cinco para las doce del mediodía. Mejor es que te laves la cara. Hay que estar en el campo con tiempo. Después no te ponen a jugar y te pones bravo”. Sebastián entrejuntó la puerta de la calle. “Ven Isaías, cómete este perico con arepa”. Carmen sacó un plato verde claro de la cocina. Isaías subió las medias sanitarias hasta una cuarta por debajo de las rodillas. “La bendición mamá. Papá ya estoy listo”. “Dios te bendiga hijo”. Carmen se persignó y acompañó al dúo hasta la salida. Isaías estiraba sus pasos cada vez. “Quiero ver si estoy en la alineación”. Todavía faltaban como siete cuadras para llegar al campo. Sebastián hacía grandes esfuerzos por alcanzar a Isaías. “Pero cual es el apuro si apenas son las doce y cuarenta. Llegaron casi volando al estadio. Apenas había llegado el árbitro principal y el anotador. Isaías saludó y siguió hasta el dugout. “Pero, aquí no vas a hacer nada. Vamos a sentarnos en las gradas hasta que llegue el manager por lo menos”. Sebastián trataba de recuperar la normalidad en su respiración. Isaías clavó la mirada en el diamante. “No papá. Necesito sentir el juego desde ahorita”. Los minutos siguientes trajeron a Pío, Enrique, todos los Halcones y al equipo contrario. Las pelotas empezaron a repiquetear en los guantes. “Equipo, equipo”. Pío vociferó desde el dugout y los Halcones se reunieron en torno al dirgente. Les leyó la alineación. La sonrisa de Isaías ascendió hasta el lugar de la tribuna donde Sebastián observaba lo que ocurría sobre el terreno. Estrechó la mano de Henrique y salieron a cubrir los alrededores de la segunda base. En el segundo inning los rivales tenían corredor en primera sin outs. El bateador era zurdo. Enrique retrocedió tres pasos a su izquierda. “Vamos con el doble Isaías”. El roletazo amenazó con pasar al campo izquierdo. Isaías lo alcanzó con la malla del guante. Pasó la bola a Henrique casi a la altura de las rodillas. Este pudo completar el out a duras penas, pero el corredor lo atropelló y no se pudo completar la doble matanza. “Tienes que lanzármela al pecho Isaías”. Enrique se levantó y sacudió el guante. Isaías bajó la cabeza y regresó al hueco de entre segunda y tercera. “Está bien Enrique”. Ese inning terminó con una carrera para los contrarios. En el dugout Pío aplaudía y llamaba a su equipo a reaccionar. “No te preocupes Isaías, todo eso está dentro del juego. Lo importante es reponerse y salir a dar lo mejor”. A la altura del séptimo episodio había otro corredor en primera, esta vez con un out. El rollling salió por segunda. Enrique pasó la bola a Isaías quién tuvo que saltar para completar el out en la intermedia a duras penas. Isaías cayó ante el empuje del corredor. El dobleplay continuaba esquivo a Henrique e Isaías. El marcador final fue 2-0 a favor de los rivales. Una hora después de sentenciado el out final Henrique e Isaías recogían roletazos bateados por Pío. Innumerables veces tanto el short como la segunda tomaban rodados a distintas latitudes del centro del campo y enviaban la bola a un lugar entre el
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pecho y la barriga del jugador que entraba a cubrir la segunda base. Sebastián bajó al terreno. “Vamonos Isaías. Ya son casi las seis de la tarde”. El año escolar 1958-1959 había terminado. Alexis invitó a Isaías a pasar unas semanas de vacaciones en Tacarigua de Mamporal. “Allá hay muchas cosas que se pueden hacer. Pescar, cazar, jugar pelota”. Isaías se detuvo en la acera de la avenida. “¿Eso queda muy lejos?” “Que va. En menos de cuatro horas estamos allá”. “¿Y Carmen Elena va?” Isaías esbozó una sonrisa. Alexis largó la carcajada. “Ay mano. Tu lo que estás es enamoraíto de mi prima”. Isaías pidió permiso en su casa. “Pero te portas bien por allá. Que no me vengan con cuentos que te quedaste jugando pelota hasta las ocho de la noche”. Carmen masticaba un pedazo de arepa con aguacate en la cocina. “No te preocupes mamá. Vas a ver que me voy a portar bien”. A las dos de la tarde llegó el papá de Alexis en su Cadillac verde oscuro. Todos trajeron su equipaje hasta la maleta del carro. Unas nubes grisáceas acechaban en el cielo de agosto de 1959. La lluvia quedó congelada en el aire durante todo el trayecto hasta Tacarigua. Justo en el momento cuando bajaban el equipaje empezó a caer un palo de agua monumental. Después de bajar el equipaje el papá de Alexis se metió de nuevo en el Cadillac. “Bueno, los vengo a buscar dentro de una semana”. El anochecer trajo ranas, sapos, luciérnagas y un cielo despejado hasta las estrellas más lejanas. Alexis invitó a Isaías a adar una vuelta por el pueblo. “Epa Alexis como estás”. Un muchacho trigueño se bajó de su bicicleta en la plaza Bolívar”. “¿Cómo estás Gregorio?” Alexis corrió hasta la plaza. “Te presento a mi amigo Isaías”. “Mucho gusto ¿Tu vives aquí en Tacarigua?” Isaías veía hacia el centro de la plaza. “Si, yo soy de aquí”. “¿Y que es eso que llevas en la parrilla?” Alexis se movió hasta la parte trasera de la bicicleta. Gregorio sostuvo la bicicleta por el cojín. “Es una caña de pescar y unos anzuelos. Cuando llueve los peces del río pican más”. “¿Y tu vas a pescar ahorita? Isaías acarició la caña. “Si dentro de unos diez minutos”. “¿Nosotros podemos ir contigo?” “Por mi no hay problema”. Gregorio sacó tres priedras de las ranuras de la rueda delantera de la bicicleta. Las sombras nocturnas abrieron sus cortinas ante los rayos del foco luminoso de la bicicleta de Gregorio. Las ganas de pescar mantenían a Isaías y Alexis trotando a la velocidad de la bicicleta. El río tenía solo cuatro metros de ancho en el lugar donde Gregorio estacionó su bicicleta en el tronco de un viejo roble. “Que bonito se ve el río de noche”. Isaías se acercó a las piedras dantescas de la orilla. “Shhh, que vas a espantar los peces”. Gregorio esgrimió la caña de pescar y lanzó el nailon a la mitad del río. Alexis llegó hasta la orilla. “Mira como saltan todos esos pescaos”. “Shhhh, shhh”. Gregorio entró al río. Algo tensaba el nailon desde el agua. Pronto Alexis e Isaías se sumaron a la
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confrontación de fuerzas. “Muy bueno tu pescado Gregorio”. Isaías sacudía los zapatos llenos de agua. Del anzuelo colgaba una bota con la lengüeta derramada hasta la punta.“Ya tu vas a ver que es lo que se pesca en este río”. Gregorio volvió a zumbar el anzuelo al río. Esta vez sacó una lombriz de un potecito de leche condensada. Pasaron como tres horas cuando el primer pescado salió guindando del anzuelo. La fogata diez veces encendida y apagada por Alexis e Isaías volvió a coger candela y la piel de la guabina empezó a retorcerse sobre la tapa de una perola. Todos ardían en deseos de saborear el suculento pescado. Un ruido de pisadas pesadas, como de un animal grande hizo retroceder a los muchachos. Se encaramaron en la bicicleta y en tres pedalazos llegaron otra vez a la plaza Bolivar. “¿Donde se metieron ustedes anoche muchachos? Los estuvimos buscando para que se comieran un poco de torta Bejarana y no los conseguimos por ninguna parte”. La señora Tula respiraba el aire de la mañana en el jardín central de la casa. “Es verdad Alexís. ¿Para donde cogieron?” La mamá de Alexis trajo unas tazas de café. Alexis terminó de abrir los ojos con las manos. “Estuvimos dando unas vueltas por ahí. Llegamos hasta el río”. “¿Hasta el río? Ustedes si tienen brío. ¿Qué fueron a hacer allá?” Tula sorbió media taza de café. “Fuimos a pescar, con un amigo”. Alexis saludó a Carmen Elena. “Buenos días Carmen Elena”. Isaías metió las manos en el pantalón. “Bueno prepárense que hoy vamos para el rio”. La mamá de Alexis llevó unas bolsas para la sala. Anduvieron varios kilómetros hasta llegar a un recodo donde el río hacia frente con un barranco. “Ay, que bonitos son esos estropajos”. Tula se asomó al borde del precipicio. “Yo puedo bajar a buscárselos señora Tula”. Isaías se sonreía con Carmen Elena. “No te pongas a inventar Isaías”. Carmen Elena asomaba la cabeza para ver los estropajos. “Cuidado Isaías”. Alexis cambió la mirada del fondo del barranco hacia un árbol donde cantaba un cristofué. Isaías descendió unos tres metros hacia abajo. “Arrrgh. Estas piedras si raspan duro”. Isaías se resbaló y se rasguñó la cara y los brazos. “Ves lo que pasa cuando uno no hace caso”. Carmen Elena consiguió algodón y mercuro cromo y curó las heridas de Isaías que todavía miraba hacia el lugar donde destacaban los estropajos. Las próximas dos semanas llenaron de excusiones campestres las vacaciones de los muchachos. “Mañana nos vamos Carmen Elena”. “¿Por que tan pronto? Ahora es que quedan vacaciones”. Isaías cerró los ojos. “Ya está bien de relajamiento. Tenemos que regresar a prepararnos para retomar nuestras vidas”. La señora Tula caminó hasta su recámara. Al día siguiente llegó el papá de Alexis. La señora Tula y Carmen Elena regresaron a Chacao. Los muchachos permanecieron una semana más en Tacarigua. Al regresar a Chacao Isaías saludó a su familia. “Mamá, voy a salir un momento”. “¿Para donde vas?” Carmen sacó la ropa sucia del bolso de Isaías. “A casa de Carmen Elena”. Toc, toc.
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“¿Quién es?” La voz de Carmen Elena hizo sonreir a Isaías. “Es Isaías”. La puerta se abrió e Isaías fundió su alegría con la de Carmen Elena. “Mira lo que le conseguí a tu mamá”. “Mamá, mamá. Isaías te trajo los estropajos”.
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b.- Segunda del segundo “Y cuando vamos a la parte de abajo del segundo episodio viene al bate Clarence Gaston. Ahí viene el lanzamiento, bola la primera. Las tribunas terminaron de llenarse. No cabe ni un alma más. Seguí hace los movimientos, estraiik cantado en todo el medio del home. Gaston se retira tres pasos. Ahí vuelve al cajón de bateo. Estraiiik tirándole a una curva de aro de barril. Ya empieza la gente del Caracas a aupar a Seguí. Ahí viene de nuevo hacia la goma, es un batazo alto, largo la bola se va, se va, dá contra la cerca del centerfield. Gastón llega a segunda con un doblete. El público magallanero va a quedar sin garganta. El turno es para Armando Ortíz. Seguí mira hacia segunda, lanza un cambio. Ortíz conecta un rolling por tercera. Cambero recoge, aguanta al corredor en la intermedia y completa el out en el guante de Gonzalo Márquez. Victor Colina llega hasta el plato. Seguí se balancea sobre el montículo estraiiik tirándole a una pelota contra el suelo. Seguí pasa su mano derecha por la visera de la gorra. Estraiik por todo el medio. Ya lo tiene al borde del precipicio. Viene el lanzamiento estraiiik cantado, tremenda curva en la esquina de afuera. Ahora viene a tomar turno Dámaso Blanco con dos fuera. Es una línea bárbara al centerfield, Davalillo se mueve tres pasos a su derecha y completa el tercer out. Cuando termina el segundo inning, Caracas 0, Magallanes 0. Escuchen la algarabía de la tribuna caraquista”. 7.- Música de sorbete. “En la apertura del tercer epiosodio viene Alberto Cambero a consumir turno. El Látigo lleva las manos sobre la cabeza. Estraiik cantado, lo que se metió en la mascota de Colina fue una tiza”. “ Delio, se nota que no va a ser fácil, como siempre, ganarle este juego al Látigo Chavez. Por aquí tenemos a Carlos Morean, la voz cantante de Los Darts, ese maravilloso conjunto de rock and roll. Bienvenido Carlos”. “Gracias Carlitos. Siempre he sido muy aficionado al béisbol. Hasta no hace mucho venía religiosamente los domingos a ver los juegos. Tuve la oportunidad de ver lanzar a Isaías Chavez en sus comienzos en la liga profesional y no quise perder la oportunidad de venir a verlo ahora que llegó a las grandes ligas. Quiero aprovechar para comunicarle a mis compañeros de Los Darts que el ensayo de esta tarde va a ser después que termine este juego. Por favor denme unos quince minutos después del último out”. “Estraiik cantado el segundo, esa pelota cayó en paracaídas. Disculpa Carlos ¿y como vas a hacer con Los Darts si este juego se va a extrainning? Porque mira, esos pitchers están que echan candela”. “Si el extrainning es muy largo, entonces que ensayen sin mí. Nos vemos directamente en el
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lugar de la fiesta. Gracias por la oportunidad Delio”. “Estraiiik tirándole a una recta baja. Cambero entrega el primer out”.
La repartición de tareas impidió que el “pacheco” decembrino congelara a alguién en la segunda casa de la calle Las Mercedes. Carmen esgrimía una escoba en el patio. “Valerio necesito que vayas a comprar unos bombillos de colores. Gladys prepárate para guisar esa gallina que está allá atrás. Isaías, tienes que pintar el frente y la sala”. “Pero mamá, acuérdate que tengo juego a las dos”. Isaías volteó desde el lavamanos donde sacaba espuma de un jabón azul. “Yo no sé Isaías. Pero de aquí no vas a salir si no pintas. Miguel tú te encargas de sacar esa basura que está en el patio. Marilú saca el mantel de Navidad y organiza la sala. Zaira encárgate del nacimiento. Y Sebastián, necesito que hables con Pío para que no vaya a dejar sin jugar a Isaías si llega tarde”. Carmen pulió el patio y cada quién se dispuso a cumplir su cometido. “Si mi coronel. Ahora mismo salgo en misión”. Sebastián se llevó la mano a la frente. “Deja la pazjuatería Sebastián. Estoy hablando en serio”. Carmen entró en la cocina. La mañana calentó sus horas. Isaías se escapó por unos minutos hasta la casa de Alexis. Tocó la puerta tres veces seguidas. “Ya voy, ya voy. Hola Isaías ¿cómo estás?” La mamá de Alexis abrió la puerta. “Bién y usted. ¿Está Alexis?” Isaías se empinaba en la punta de los pies para mirar al interior de la casa. “No. El salió a hacer un mandado”. “Bueno, yo vengo después”. Isaías saltó e hizo señas de saludo hacia dentro de la casa. “Hasta luego Isaías. ¿A quién estás saludando tu Carmen Elena?” La señora sorprendió a la joven levantando la mano hacia la puerta. “A nadie tía”. Carmen Elena corrió hasta el interior de la casa. Isaías volvió a casa. Carmen esperaba rondando de un extremo a otro del frente. “Isaías, ya vas a empezar otra vez. ¿Dónde te metiste ahora?” “Fui a saludar a Alexis”. “Después te empiezas a lamentar si no te da tiempo para el juego”. Carmen sacó las latas de pintura de detrás de la puerta. Isaías trajo una escalera del patio. Colocó dos piedras en cada una de las patas y subió para probarla. “Mamá pásame la lata de pintura”. Isaías sacó una brocha del pantalón y empezó a limpiar las telarañas del tope de la pared. “Bueno, échale pichón pués. Que yo no venga y encuentre que te fuiste por ahí otra vez”. Carmen tocó la escalera. Le cayeron tres gotas de pintura en el antebrazo izquierdo. Isaías arrancó a impregnar un nuevo aspecto sobre la pared del frente. El olor dulzón de la pintura se mezclaba con el murmullo de los carros en la avenida. Un pequeño nido de avispas
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amarillas y marrones pasó desapercibido ante la celeridad del pintor. “Ay carajo. Isaías soltó la brocha y se llevó los dedos detrás de la oreja”. Bajó de la escalera.“Mamá. Dime que tengo aquí”. Isaías se dobló la oreja derecha hacia delante. “Muchacho, esto es una picada de avispa. Vamos para untarte ajo machacado”. Carmen arrastró a Isaías hasta la cocina. “Así no vas a poder seguir pintando…” “¿Cómo que no voy a seguir pintando? Ya tú vas a ver”. Isaías se aguantó el cataplama de ajo contra la picada y avanzó decidido hacia el frente. Escaló de nuevo hasta el techo y continuó pintando. “Que tal Isaías. ¿Cómo te preparas para el juego de esta tarde?” Pío venía de la avenida. “Todo bien Pío. En lo que me desocupe aquí me voy para el campo de la Electricidad”. Isaías bajó para rodar la escalera. “Está bien. Nos vemos allá”. “Pío ¿Todavía tienes el pase que te dieron cuando fuiste a practicar con Pampero?” Isaías removió la pintura en la lata. “Si aquí lo tengo. ¿Quieres ir a ver un juego al Universitario?” Pío revisó su cartera. Isaías sonrió. “Por ahí me enteré que esta noche va a jugar Oriente. ¿Por qué no vamos después que termine el juego de los Halcones?” Pio dio dos pasos. “Esta bien, después que termine el juego te paso buscando para ir para el Universitario”. Isaías imprimió un ritmo de vértigo a la brocha. Las cerdas permanecieron empapadas en pintura por las próximas tres horas. El frente lucía un verde claro completo a las once y media de la mañana. Valerio regresó con una bolsa. “Caramba, ¿ya pintaste el frente? ¿con que trabajas tu, con gasolina de avión? Isaías acostó la escalera y la pasó para la sala. “Es que tengo que estar listo a la una si quiero ir a jugar”. Buscó unos periódicos en el patio y los extendió por todo el piso de la sala. “Miguel, ven acá un momento”. “¿Qué quieres Isaías?” “Necesito que me aguantes la escalera para pintar allá arriba”. Isaías señaló la parte superior de la pared. “Es que yo tengo que sacar la basura del patio”. Miguel salió y miró el frente. “Te prometo que esto no te va a llevar más de media hora”. Isaías trepó el primer escalón. “¿Seguro?” Miguel escrutó el techo “Como que me llamo Nestor Isaías Chavez Silva”. La marimba del noticiero meridiano del 18 de diciembre de 1959 hacía saltar el radio de Sebastián. “Esta tarde no voy a poder ir contigo para el juego Isaías”. Sebastián metió dos hojas de anotación de béisbol en una carpeta amarilla.Isaías cortó el brochazo en el aire. “¿Qué pasó?” “Tengo que ir a anotar un juego en la liga donde juega Araure. Si me desocupo a tiempo paso por allá”. Sebastián tocó la escalera tres veces. Isaías retomó su ritmo de pintor y antes de las doce terminó de darle un nuevo aspecto a la sala. “Mamá ya terminé. Ven a ver”. “Muchacho. No puede ser posible. Si no hace ni dos horas que empezaste a pintar”. Carmen revisó palmo a palmo el frente y la sala. “Ajá. Ya sabía yo. Mira como quedó todo veteado aquel rincón. Eso no se va a quedar así”. Isaías tuvo que traer de vuelta la escalera y convencer de nuevo a Miguel para que se la aguantara. “Ahora si mamá. Te aseguro que no vas a encontrar ni un pelo de la brocha
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en la pared”. Isaías buscó a Carmen en la cocina. “Ahora si está todo bien. Mira ¿Para donde vas tú?” Carmen siguió a Isaías que arrancó con la escalera hacia el patio. “Me voy a bañar porque solo tengo media hora para llegar al campo”. Carmen registró detrás de la oreja de Isaías. “Y ¿tu te piensas ir a jugar con esa hinchazón de la picada de avispa?” “Quédate tranquila mamá. Eso no me molesta”. Isaías entró al baño y el ruido de las gotas de agua en el vacío abrió un compás de tranquilidad. La ducha terminó. En menos de diez minutos Isaías salió rumbo al juego de Los Halcones. “Strike one”. El árbitro de home empuñó la mano vigorosamente. Isaías entró al dugout de Halcones. Enrique doblaba el guante entre primera y segunda. Pío hacía señas al catcher. Enrique jugaba adelantado. Alexis cubría ligeramente movido hacia la segunda base. Batearon un elevado a lo profundo de los jardines, el centerfield corrió y corrió hasta conseguir el último out. En el dugout todos los Halcones fueron a felicitar al compañero. “¿Qué fue Isaías?” Henrique dejó el guante sobre el banco. “No pude llegar a tiempo. Ahora tengo que esperar a ver si puedo jugar”. Isaías veía hacia el campo a través de la tela metálica. Llegó el cierre del séptimo capítulo. Halcones perdía por una carrera. “Isaías estás jugando short”. Pío caminó hacia la puerta del dugout. Isaías brincó al terreno. En el fondo del abanico doblaba en todas direcciones para tomar los rollings de práctica. Con corredor en primera salió un roletazo caliente de frente al short. Isaías tomó la bola sin dificultad. La lanzó a Henrique a la altura de la cintura. El flaco apenas tuvo tiempo de ensayar el salto para evitar un arrollamiento. El dobleplay se completo de chiripa. “Bueno Isaías. ¿Cuándo es que la vas a lanzar donde es?” “Por lo menos ahora la subí más”. Isaías aplanó el terreno con sus zapatos. En el cierre del noveno le tocó batear a Isaías con corredor en segunda. Con el segundo lanzamiento impactó la bola y salió un flai altísimo que capturó el right field detrás del segunda base. Los rivales ganaron 2-0 y celebraban. Isaías se quedó sosteniendo el bate y haciendo varios suines. “Vamos Isaías. Ya es tarde y Carmen nos debe estar esperando para que la ayudemos a prender el fogón en el patio para las hallacas”. Sebastián agarró el bate. Pío recogió los bates. “Te le metiste muy por debajo a esa bola”. “¿Cuando jugamos otra vez Pío?” Isaías se quitó la gorra y la guardó en el bolsillo trasero del pantalón. “¿Por fin vamos a ír esta noche para el juego de Oriente?” Pío metió los bates en un saco de panadería. “Seguro. Pásate por la casa como a las siete”. Isaías ensanchó los ojos. “¿Tu crees que te va a dar tiempo con toda la leña que hay que juntar para cocinar esas hallacas?” Sebastián enfiló hacia la salida del campo. “Ya vas a ver papá. Con ese montón de cajas de tablas que has traído del trabajo. Tenemos leña suficiente para todas las hallacas que Carmen Silva quiera hacer este diciembre”. Isaías apretó el paso.
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Cuando llegaron a casa el radio de Carmen alborotaba la cocina. “Una huelga de peloteros paraliza el campeonato de Béisbol Profesional”. Isaías se quedó paralizado frente a la cocina. “Y pensar que ibamos para el estadio”. La lluvia del dia anterior amortiguaba la intensidad del sol. La charcas en la calle despedían vapores. Isaías lidiaba desde temprano con unas hojas en la mesa del comedor. Unos gritos en la calle rompieron su concentración y se asomó por la ventana. “Caramba Mataor. Estabas perdido ¿En que andas por ahí?” “¿Cómo estás Isaías? Mira, es que en la Hacienda La Floresta trajeron unos caballos. Como yo sé que a ti te gusta mucho montar. Te vine a decir para ver si nos dábamos una vueltica por allá. A lo mejor el dueño nos deja montarlos”. El joven pasaba la mano izquierda por la manga de su camisa manga larga blanca. “¿Tu no tienes ningún problema en esperarme aunque sea quince minutos? Es que estoy terminando una tarea sobre los vientos alisios y si quiero salir debo terminarla”. Isaías miró hacia el azul abierto de aquel sábado de junio de 1960. Desde el comedor venían las noticias que Sebastián escuchaba. “…todavía investigan sobre los posibles autores del atentado al Presidente Rómulo Betancourt acaecido ayer 24 de los corrientes en Los Proceres. Hay fuertes sospechas de que Leonidas Trujillo pudiera estar envuelto en el intento de magnicidio… “Está bien te voy a esperar. Pero no te vayas a tardar mucho”. Mataor se alejó varios pasos en dirección al autopista. Isaías registró el libro con motivación. Encontró la página donde hablaban de los alisios. “Mamá ya tengo el trabajo hecho ¿Ya puedo salir?” Carmen soltó el dedal y la aguja con que cosía un pantalón. “¿Cuál es el apuro Isaías? Ajá aquí hablan de los vientos alisios. Pero ¿dónde está lo que tu escribiste?” Isaías bajó la mirada. “Mamá, eso lo puedo hacer más tarde. Ahorita Mataor me acaba de decir que trajeron unos caballos nuevos a la Hacienda La Floresta. Déjame ír con él a ver si nos dejan montarlos”. “Caramba Isaías, tu eres un caso serio oíste. Eso de los caballos me preocupa y mucho ¿Qué sabes tu si esos caballos son bravos y te tiran al piso? Además ¿en que momento tu vas a escribir ese trabajo del Liceo si tambien tienes juego de pelota a las dos de la tarde”. Carmen agitaba el libro de Geografía Universal entre sus manos. “Eso va a ser un momentico mamá. Si vemos que los caballos son muy ariscos no vamos a insistir. Tu vas a ver que yo voy a estar aquí como a las once y me va a dar tiempo de hacer el trabajo”. Isaías besó a Carmen en la mejilla. “Como a las once no. Si estás a aquí a las diez puedes ir”. “Pero mamá. Ya son casi las nueve”. Isaías recogió los útiles de la mesa. Carmen emprendió la vuelta hacia el pantalón a medio remendar. “No sé, eso es lo que hay. Tienes que estar aquí antes de las once porque si no, no hay juego de pelota”. “Está bien pués”. Isaías calzó los pies en sus zapatos y corrió hacia la calle.
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“Vámos Mataor”. Isaías saltó tres charcas y llegó a la próxima cuadra. La vegetación húmeda resbalaba los zapatos de ambos muchachos. Muchos pájaros y palomas levantaban el vuelo con cada paso que se colaba tras los matorrales. El agua saltaba al contacto con los cauchos de los carros y llegaba del autopista zarandeando el pasto. Sobre el verdor de la distancia se divisaba la cerca de la Hacienda La Floresta. Varios hombres paseaban unos caballos al descampado. Isaías y El Mataor no resistieron más y despegaron una furiosa carrera que no paró hasta palpar la respiración de los equinos. “Buenos días Mataor. ¿Cómo estás?” El hombre de bigotes grises montó el pié en el estribo y se acomodó sobre un brioso corcel marrón con pintas blancas. “Bien señor González. Le presento a mi amigo Isaías”. El Mataor acarició la frente del caballo. “Que tal Isaías ¿Cómo estás. Quieres dar una vuelta a caballo?” El señor González hincó las espuelas en los ijares y el caballo arrancó en un galope que secaba la humedad del pasto. Mataor sonó una campanita y el caballo regresó.“¿Que vaina es esa Mataor? El hombre se bajó del caballo. “Ah, eso es para que usted vea que yo tambien sé de caballos”. Isaías arrancó varias hojas de pasto y se las dio al caballo. “Pero móntate vale. No tengas miedo”. El señor Gonzalez revisaba la campanita. Isaías tomó impulso y se encaramó en el caballo. Dio varias vueltas controlando con las riendas. Medio rozó las espuelas contra las costillas del caballo. El animal salió disparado hacia un naranjal. “Ay mi madre”. Isaías trató de eludir las matas. La camisa se volvio jirones en las espinas. En cuanto divisó un árbol de apamate levantó los brazos y quedó suspendido. Como pudo se movió hasta el tronco. Mataor llegó sobresaltado al apamate. “¿Qué fue Isaías? ¿Te cortaste?” “No. Estoy bien. La que esta vuelta ñinga es la camisa. Pero no importa esa carrerita vale esa camisa y hasta el pantalón”. El señor González voló hasta los dos amigos. “¿Que pasó? ¿Te golpeaste? Pasen un momento a la casa para tomarnos algo y pasá el susto”. “No. Está bien señor González. Tengo una tarea pendiente en la casa y después hay un juego en la tarde”. Isaías dirigió sus pasos hasta el portón de salida. El camino de regreso hizo que Isaías caminara de espaldas a las paredes de las casas. “Nos vemos después Mataor”. Una carrera desesperada lo llevó hasta la puerta de su casa. “Hola mamá”. Isaías se quitó la camisa y la llevó a la batea. “Epa, señor. Enséñame esa camisa. Dios mio ¿Y como destrozaste esa camisa así Isaías?” Carmen soltó los tomates que cortaba y sacó la camisa del fondo del la ropa sucia. “El caballo que monté se desbocó y se metió por un naranjal”.Carmen examinó la cara y la espalda de Isaías. “Muchacho pudiste darte un mal golpe. Ya está bien de sustos contigo hoy. Usted no va a jugar pelota hoy”. “Pero mamá el juego de hoy es muy importante…” Isaías trajo el libro de Geografía desde el cuarto y empezó a pasar en limpio el trabajo. “No tengo nada que ver con eso. Tu no vas a jugar hoy”. Carmen apretó los labios.
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En la puerta de la calle sonó un ruido metálico. Sebastián se dobló y recogió el caldero de hierro colado que le había encargado Carmen. “¿Como están todos por aquí?” “Todo bien. Isaías está castigado porque desguazó la camisa montando a caballo”. Carmen revisó el caldero. “¿Y cual es el castigo?” Sebastián se sentó al lado de Isaías. Carmen palmeó una arepa en el fogón. “Hoy no va a haber juego de pelota para él”. “¿Cómo que no? Carmen, tienes que cambiarle el castigo a Isaías. El comprometió su palabra y no va a tener tiempo de anunciar su ausencia. Isaías anda a ponerte el uniforme. Tienes que salir ya para el terreno”. Sebastián acercó el reloj a sus ojos.“Sólo si tú lo acompañas Isaías va a jugar. Porque ya está bien de travesuras por hoy”. Carmen asomó la cara en la puerta de la cocina. “Claro que lo voy a acompañar”. Sebastián penduló en la mecedora. “Ese es mi papá”. Isaías metió el trabajo de los vientos alisios en una carpeta y estiró los pasos hasta el cuarto. En menos de diez minutos volvió acomodándose la gorra y templando las medias hasta casi las rodillas. "Ya estoy listo papá”. Sebastián se levantó de la mecedora. “Bueno, avísale a tu mamá”. “Mamá voy saliendo para el juego”. Isaías entró en la cocina. Carmen abrazó a su hijo. “Anda hijo y pórtate bién ¿oiste?” “Sí mamá”. Isaías tomó una medallita de la Virgen del Carmen del tope de la vitrina y la guardó en el bolsillo de su pantalón. “Apúrate Isaías. Vamos a llegar tarde”. Sebastián casi no afincaba el bastón en la acera. Isaías enarcó las cejas. “Papá ¿yo no sabía que tu caminabas a esta velocidad?” Entre sonrisas y zancos más largos pisaron la arena del campo de la Electricidad. Pío se volteó y vino corriendo desde el centro del campo. “Isaías menos mal que llegaste. Hoy estamos fallos de pitchers. Quería sabé si puedo contá contigo para relevar. Me gustaría probarte porque he visto que tienes fuerza en el brazo”. “Claro, cuenta conmigo”. Isaías empezó a practicar en el short. Ensayó varias veces el dobleplay con Enrique. Después agarró la pelota y escaló el montículo. Hizo unos movimientos algo acartonados y colocó la pelota a la altura de la careta del receptor. “Vamos Isaías”. Sebastián apretaba el puño desde la tribuna. El juego enfrentaba a Halcones contra un equipo de ciertos pergaminos llamado Caimanes. El juego llegó al octavo inning con Halcones ganando 2-1. Como se embasó el primer bateador, Pío salió al campo e hizo una seña hacia el campocorto. Isaías llegó corriendo y empezó a soltar el brazo. El primer bateador que enfrentó le conectó un flai larguísimo que hizo volar al catcher hasta el montículo. Terminó ponchando el contrincante con curvas conta el piso y cambios de velocidad. Al siguiente bateador le mezcló la piedra con la slider hasta cantarle el tercer strike. Con el inning en dos outs Enrique se acerco a darle ánimo. En cuenta de dos y dos vino con una recta
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baja que dejó atrasado al bateador. El receptor acompañó a Isaías hasta el dugout. Pío mostraba una sonrisa inmensa.
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8.- Rolling manso “Al bate viene ahora Diego Seguí quién le hace señas al Látigo para que se la pase por el medio. El lanzador se pone de acuerdo con su catcher. Sale un rolling inofensivo hacia las paradas cortas. La tiene Cesar Gutiérrez y se completa el segundo out en primera”. Los días descontaban la distancia hasta el veinticuatro de diciembre de 1960. En los planteles escolares se sentían los aires navideños. Los profesores no aflojaban el nivel de exigencia. Isaías se había levantado a eso de las seis de la mañana. Escogió sus cuadernos y afiló su lápiz. En la puerta del cuarto se volvió. “Miguel ¿hasta que hora tienes clase hoy?” Miguel abotonaba su camisa de kaki. “Hasta las diez ¿por qué?” “Necesito que me prestes tu uniforme”. “¿Y para que Isaías? Miguel estrechó los ojos. “Es que quiero ver a alguién que estudia en el Gustavo Herrera”. Isaías respiró profundo. “Ah, ya sé. Tú quieres ver a Carmen Elena. Estás enamorado”. Miguel cantó las palabras. “Deja la broma Miguel. Yo no estoy enamorado nada. ¿Me vas a prestá el uniforme por fín?” “Está bien. Pero ¿tu no tienes clase a esa hora?” Isaías alzó la mirada hasta el cinc. “Si, pero la profesora de Castellano no va a venir hoy”. “Si a las diez y cuarto estás aquí te lo presto. Eso sí, tienes que regresar antes de las once y media porque tengo clase de inglés”. Miguel fijó su mirada en los ojos de Isaías. Cuando Miguel regresó del Liceo Isaías hacía rato esperaba recostado en una silla frente al bucare. “Después seguimos hablando mamá”. En el cuarto el cambio de ropas fue violento. “Ya me voy para el Liceo mamá”. Isaías saludó de lejos y atravesó la puerta de la calle.“Miguel ¿ese que lleva puesto Isaías no es el uniforme tuyo?” Carmen entró al cuarto de sus hijos. “No mamá. El uniforme mio está aquí miralo”. Miguel señaló la indumentaria escolar de Isaías y la escondió debajo de su almohada. Las calles rebosaban de personas realizando diligencias relacionadas con la Navidad. Isaías avanzaba sin pausa entre el bullicio. El Liceo Gustavo Herrera pronto alegró su semblante. “Epa ¿adonde va el joven?” El corpulento hombre que cuidaba la entrada detuvo a Isaías. “Bueno, voy a clases. ¿No ves que tengo uniforme de aquí?” Isaías apretó los dientes. “Pero yo nunca te he visto por aquí. Ya vamos a ver si es verdad que estudias aquí”. El portero envió a un bedel hacia la dirección del plantel. Isaías rodeó la planta física de la institución educativa. Al lado opuesto encontró la cancha del Liceo. Había una cerca de alambre de unos tres metros de altura. Isaías metió un pie entre los rombos de la alambrada, luego metió el otro más arriba. Escaló la cerca y luego bajó y saltó al cemento desde la mitad del obstáculo. Una clase de Educación Física comenzaba. Ese día había prácticas de baloncesto. Isaías se
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acomodó en un banco. Pronto las sonrisas plenaron su rostro. Distinguió a Carmen Elena entre las alumnas del curso. Los acertados lanzamientos de larga distancia de Carmen Elena hicieron que Isaías se levantara y aplaudiera. Ella lo notó. Siguió jugando como si nada. La clase continuó por cuarenta minutos más. Isaías parecía soldado a la orilla de la cancha. “¿Y que haces tu aquí?” Carmen Elena regresaba sofocada de enfundarse el uniforme habitual de Liceo. “Vine a verte. Hace tiempo que voy a casa de Alexis y no te veo”. “Si pero yo tengo clase ahorita”. Carmen Elena apuró el paso. “No sabía que jugabas basket”. Isaías permaneció a un lado de la cancha. “Hasta luego Isaías”. Carmen Elena subió al pasillo donde sus compañeros formaban para entrar a clase. Isaías volvió a trepar la cerca metálica. “Que hora tiene señor”. “Las once y veinte”. Los pasos de Isaías se transformaron en zancadas. Al cabo de dos cuadras ya corría como Abebe Bikila en el maratón de las Olimpíadas de ese año 1960 en Roma. En la esquina de la calle Las Mercedes casi se lleva por delante a un perro que dormitaba a la entrada del bar – restaurant. “Aquí….. estoy…. …..Miguel”. El resuello de la respiración agitada cortaba las palabras de Isaías. “Muy bonito que te quedó. Ahora no sé como voy a hacer para decirle en inglés al profesor que me deje entrar a la clase”. Miguel agarró la camisa medio sudada de manos de Isaías. Cuando Isaías buscó a Miguel solo escuchó que la puerta de la calle se cerraba tras “La bendición mamá”. A las dos de a tarde Isaías volvió a ponerse la ropa del Liceo Fernando Peñalver de Bello Campo. “Mamá, ya me voy para el Liceo”. “Bueno ¿tu no y que tenías las tardes de los viernes libres?” Carmen le cambiaba el agua al azulejo. “El profesor de Formación Social Moral y Cívica se empeñó en adelantar la clase de la semana que viene”. Isaías besó a su madre y embaló hacia la calle. Cuando llegó al aula ya el profesor tenía una pizarra llena con el tema del día: La familia. Célula fundamental de la sociedad. La clase se extendió como media hora más. La salida estaba plagada de estudiantes jugando o conversando. El profesor mandó varias tareas. Isaías miraba los cuadernos cada vez que lo llamaban a jugar o a echar broma. “Ahorita no puedo muchachos”. A una cuadra de su casa se encontró con Pío. “¿Qué vas a hacer esta noche?” Pío pintaba la puerta de su casa.“Tengo pendiente unas tareas del Liceo”. Isaías miraba la puerta de su casa. “Que te parece si tiramos un inning esta noche”. “Creo que si. ¿Donde van a estar?” Isaías reanudó su marcha. “Aquí mismo”. La cena tuvo muchos momentos gratos entre mordiscos de arepitas dulces y las anécdotas de Gladys y Marilú. Isaías levantó su plato y lo lavó en la batea. Emprendió camino a la calle con las manos húmedas. “Mamá voy a estar aquí mismo con Pío y los muchachos. Vamos a hablá un momento de pelota”. Carmen quiso detenerlo. “Pero mira ¿no vas a probar la leche burra que hizo tu papá?” “Después mamá, después”. Los aguinaldos caían sobre la neblina de mediados de diciembre de 1960. En la casa de
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enfrente armaban un nacimiento. A la distancia no se veía nada. Cuando había caminado una cuadra, Isaías se guió por la voz de Pío. “Si, el Carrao va rumbo a una tremenda temporada”. “Muy buenas noches amigos. Aquí estamos reunidos en la Calle Las Mercedes de Chacao para hablar del campeonato de béisbol profesional venezolano. Aquí tenemos con nosotros al excelente comentarista Pío Jimenez. Cuentanos Pío que te parece la campaña”. Isaías simulaba un micrófono con la mano empuñada. Pío siguió la efusividad que Isaías imprimió a la tertulia. “Bueno si. Como les decía, el Carrao está incontenible”. Isaías sopló la neblina. “Es verdad. Pero acuérdate de un señor que se llama Bob Gibson. Si no fuera porque el equipo no lo respalda tuviera por lo menos unas tres o cuatro victorias más. Nada más me acuerdo del blanqueo que le metió al Pampero comenzando la temporada, solamente pudieron dale 3 hits”. “¿Y que me dicen de Julián Ladera. También está pichando bien con el Valencia?” Carlos llegó desde la acera de enfrente. “¿Qué fue Carlitos? ¿Ya terminaron el nacimiento?” Isaías apartó la neblina con la mano. “Si. Otro que es una amenaza bateando y corriendo es Elio Chacón. Cada vez que ese tipo se embasa el Pampero es casi seguro que anota carrera”. Carlos prendió un fósforo. Los comentarios salían en todas direcciones. La charla cogía más fuerza con cada pelotero que mencionaban. Sebastián salió a la puerta. “Isaías ya son las diez. Acuérdate que mañana el juego comienza a las nueve de la mañana”. La mañana siguiente un perro rabioso en la entrada de la cocina impedía a Carmen entrar. “Valerio, Isaías vengan acá rápido”. “¿Qué pasó mamá?” Valerio terminó de ajustarse el pantalón. Carmen se retiró hasta la batea. “Ese perro no me deja entrar en la cocina”. Grrr, grrrr, grrs. Dos chorros de espuma surcaban los colmillos del animal. Valerio le tiró un palo y el perro le cayó encima con fiereza. Isaías vió la escena y siguió hasta el fondo del patio. De allá vino con dos mangos. Los lanzó en la cocina. Mientras el perro los devoraba Valerió lo embojotó en un saco e Isaías le amarró la boca con un pedazo de cabuya. Cuando intentaba sacarlo de la cocina el perro se le soltó a Valerio. La cabuya cedió ante la rabia del can. El animal embistió a Carmen. Isaías agarró un trozo de leña y se lo asestó en la cabeza. El perro cayó retorciéndose en el piso, allí pataleó varios instantes. Al tratar de incorporarse Valerió lo remató con una pedrada. Luego junto a Isaías lo metieron en el saco y abrieron un hueco en el patio. Isaías entró al baño. Isaías salió del baño. Al poco rato salió uniformado. “Mamá voy saliendo para el juego”. “Ya, espérate para que te comas una arepa”. “No, no. Ya es muy tarde. Yo como por allá”. Isaías se acercó a la cocina. Carmen puso un paquetico en la mano de su hijo. “Toma chico, para que tengas fuerza en el juego”. “Pero mamá este es tu
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alfondoque. El dulce que más te gusta”. Isaías intentó devolverle el dulce. “No tengas cuenta con eso. Comételo y fájate como los buenos en el juego”. Carmen sonrió. La tranquilidad de las primeras horas matinales llevó a Isaías hasta el campo de la Electricidad en menos de diez minutos. En el dugout no se veía a nadie. Se acercó a una pared y vió una alineación. Su nombre al lado de la letra ‘p’ lo estremeció. “¿Será posible? No, debo estar soñando”. Isaías revisó bien el papel y vio la firma de Pío y la fecha. “Buenos días Isaías. ¿Como te preparas para abrir el juego de hoy?” Pio entró al dugout. Detrás de él llegó el resto de Los Halcones. “¿Seguro que eso es verdad Pío?” Isaías se recostó contra el banco.“Mejor es que te vayas a calentar porque el juego va a empezar en unos quince minutos”. Pío dirigió sus pasos hacia el terreno de juego. El encuentro empezó. Isaías logró controlar los nervios y luego de conceder un boleto en el primer episodio dominó la batería contraria hasta el punto de llegar al noveno inning con un juego sin hits ni carreras. Luego de un out, le conectaron un hit. Henrique se acercó un momento a la lomita. “Vamos Isaías, no aflojes”. La mirada de Isaías se incrustó en la pelota. Se concentró en las señas del catcher y terminó de retirar los dós últimos outs con rolling por segunda y elevado a primera. Las calles adyacentes al Liceo Peñalver de Bello Campo bullían de estudiantes. En época de examenes finales la agitación y los sobresaltos nerviosos atacabann hasta al más templado de los alumnos. Isaías salió del aula donde presentó Matemática. Se sentó en un banco a esperar a sus compañeros. Discusiones sobre si el ejercicio tal tenía esta o aquella resolución consumieron media hora adicional a las casi dos de la prueba. “Bueno Carlos, esta tarde cuando el profesor publique las notas vamos a sabé quién hizo el problema como es”. Isaías metió el cuaderno de Matemática bajo el brazo y empezó a caminar hacia la salida del Liceo. Carlos levantó la cabeza y alcanzó a Isaías. “¿Tu no sabes si mañana juega Halcones?” “Que yo sepa no. De todas formas hay que hablar con Pío. El siempre consigue un juego a última hora”. Isaías abrió el cuaderno de Matemática. Entraron a la calle Las Mercedes y casi choca con un poste. “Mira vale. Ve para adelante que te vas a dar un golpe y mañana te necesito sano para ell juego que acordé con la gente de Los Celis”. Pío gritó desde la acera de enfrente. “¿Con que equipo dijiste que vamos a jugar mañana?” Isaías dobló el cuaderno y lo introdujo en el bolsillo trasero de su pantalón. “Pues con Los Celis”. Pío avanzaba hacia la cuadra siguiente. “¿Seguro?” “Claro que sí. Yo mismo hablé con el señor Darío Celis”. Isaías se pasó la mano por la frente. "Ese es uno de los equipos más fuertes de toda Caracas”. Pío bajó la acera y atravesó una transversal. “Bueno mano, tu sabes que para mejorar hay que fajarse con los buenos”.
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El mediodía recibió la entrada de Isaías al hogar. Un suculento almuerzo de carne guisada con papas deleitaba a Sebastián que casi terminaba y a Gladys y Zaira que apenas hundían el tenedor en el humeante manjar. “Buen provecho”. Isaías dejó el cuaderno sobre el tope del armario del comedor. “Isaías, ya no te vayas a meter para el patio. Ven a comer primero”. Carmen sirvió una ración en un plato verde claro. Isaías se lavó las manos en la batea y se sentó entre Gladys y Sebastián. “Huummmm, esto si está sabroso mamá”. Sebastián llevó su plato vacío a la cocina. “¿Cual es la cuerda que se está cayendo Carmen?” “Esta de aquí de entre el bucare y la pared del comedor”. Carmen tocó el alambre de donde colgaban unos pantalones y sábanas. Sebastián notó el deterioro del alambre. “Isaías termina de comer para que me vengas a ayudar aquí”. “Ya voy papá”. Isaías rodó la silla y se levantó de la mesa todavía masticando la carne con papas. Salió de la cocina y llegó donde Sebastián desataba la cuerda. “Tráeme ese pedazo de cachipo que esta en la pata del bucare”. Sebastián aguantó a pulso el alambre con la ropa. “Papá, eso no va a aguantar el peso de toda esa ropa”. Isaías se inclinó para tomar el cachipo. “Claro que si va aguantar ya tu vas a ver”. Sebastián empató el cachipo al alambre. Cuando se disponía a amarrarlo a un bloque de dibujo el cachipo se reventó. Isaías agarró el alambre antes que la ropa aterrizara. Carmen se paró un momento en la puerta de la cocina. “Ajá ¿se puede saber que están haciendo con esa cuerda?” “Nada mamá. Estamos viendo quién tiene más fuerza para que aguante el alambre mientras el otro va a buscar un pedazo de mecate”. Isaías se montó el extremo del alambre en el hombro.“¿Dónde tienes el mecate?” Sebastián enfiló hacia el comedor. “Debajo del colchón”. Isaías tensó el alambre a la altura de su rostro. Sebastián regresó del cuarto de Isaías. “Tremendo pedazo de mecate Isaías. Dudo mucho que este guaral de trompo resista el peso de esa ropa”. Isaías enrrolló el alambre en el guaral y lo dobló energicamente. Luego pasó el guaral a través del bloque de dibujo de la pared de enfrente hasta que la cuerda quedó a más de metro y medio del piso. “Eh, eh, no la subas tanto, que después no alcanzo”. Carmen sacó una bolsa de desperdicio hacia el patio. Isaías aflojó el guaral unos dos centímetros y se fue a descansar a su cuarto. Al atardecer Isaías se preparaba para dar una vuelta por las cuadras vecinas. “Isaías lleva a pasear un momento a Jesús que está fastidiado aquí”. Isaías detuvo la marcha en la puerta de salida regresó hasta la sala y tomó a su hermano menor de la mano. “Vamos Jesús”.Anduvieron por la avenida y luego entraron por varias transversales. En una de ellas Isaías se quedó paralizado.“¿Qué pasa Isaías? ¿Por qué no caminas?” Jesús templaba la mano de Isaías. “Hola Carmen Elena ¿Cómo estás?” Isaías se acercó hasta la ventana donde la joven contemplaba el anochecer desde la ventana de su casa.“Que tal Isaías”. Isaías presentó a Jesús. Le preguntó a Carmen
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Elena como estaba saliendo en los examenes finales. Cuando le iba a contestar la llamaron desde el interior de la casa. Hasta ahí llegó la emoción de Isaías. “¿Qué pasó Isaías? ¿Ya nos vamos para la casa?” Jesús trató de zafarse de la mano de Isaías.“Si, hay que regresar porque ya son más de las siete y seguro que mamá está preocupda por ti”. Isaías y Jesús regresarona casa a las ocho de la noche. Aquella mañana de julio de 1961 la voz de Carmen sacudió todo el sueño de la habitación. “Valerio necesito que me vayas a comprar un rollo de hilo de coser blanco”. “Isaías párate para que vengas a moler el maíz para las arepas de hoy”. “Miguel, hace falta que vayas a comprar medio litro de leche en la bodega”. Isaías movió con intensidad la manilla del molino de hierro y en menos de una hora ya había conseguido acumular una bandeja de masa. Desarmó el molino y lo llevó a la batea. “Mamá, aquí tienes la masa para las arepas, me voy a vestir para irme para el campo”. Lavó el molino y lo puso a secar en el techo de la cocina. Isaías salió del cuarto. “Mamá ya me voy para el juego”. “Ven para que te comas esta arepa con aguacate y queso”. Carmen ralló varios hilos de queso en el plato. Isaías engulló el bocadillo a toda prisa. Se ayudó con un vaso de agua. La mejilla de Carmen quedó pintada de amarillo con el beso de Isaías. En la calle los pasos avanzaban en busca del campo de La Electricidad. En una esquina un manganzón amenazaba con arrebatarle una pelota de goma a un niño. “Déjalo gran carajo”. Isaías se plantó entre el grandulón y el pequeño. El tipo quiso salir corriendo. Isaías lo agarró por el cuello de la camisa. “Dale la pelota”. El tipo soltó la pelota y le metió un puñetazo en la boca a Isaías. Antes que el abusador se saliera con la suya Isaías alargó el pie y lo hizo ir de boca. Se raspó toda la nariz. Cuando quiso atacar de nuevo, Isaías lo esperaba con los puños en torno a su rostro salpicado de sangre alrededor de la boca. “Esto no se va a quedar así. Yo te voy a encontrar por ahí”. El tipo se sobaba la nariz. Isaías lo miraba con tizones en los ojos. “Como tu quieras, si me buscas me encuentras. Lo que si no te garantizo es que te vaya a dejar hacer lo que te venga en gana”. El tipo se alejó mirando hacia atrás. Isaías le devolvió la pelota al niño y retomó su camino al campo de La Electricidad. Se pasó la mano por la boca varias veces. Los Celis habían llegado temprano y tenían como media hora practicando cuando empezaron a llegar los peloteros de Los Halcones. Isaías entró al dugout y saludó a sus compañeros. Pío leyó la alineación. Isaías iba salir lanzando ante Los Celis. Enrique se acercó a su antiguo compañero de dobleplays. “Ponlos a batear por donde estoy yo. Te garantizo que no voy a fallar un solo rolling”. Isaías estrechó la mano de Henrique. “Tranquilo Enrique”. El juego empezó y Los Celis desplegaron todo su poderío tanto a la defensiva como a la ofensiva. Isaías fue castigado con batazos en todas direcciones.
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Algo le vió el entrenador de Los Celis que al terminar el partido fue a conversar con él. “ Mucho gusto, Darío Celis. Muchacho, si quieres te vienes a jugar con nosotros. Tienes condiciones y talento para desarrollarte como lanzador”. Isaías metió la mano en el guante. “Por mí, yo quiero jugar con ustedes. Pero hay que hablar con mi papá”. Sebastián bajó de la tribuna. “Si señor Celis, desde este mismo momento Isaías puede jugar con Los Celis”.
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9.- Inmersión en cal “Al bate César Tovar. Ahí va un roletazo caliente por tercera Dámaso se lanza de cabeza y tiene la bola sobre la raya de cal. Desde el piso mete un rayo hacia primera y Tovar es out por medio paso. Se fue el tercer inning. Que jugada señores. Escuchen al público. Los magallaneros saltan en sus asientos. Carlitos esta jugada de verdad fue un espectáculo de circo”. “Seguro Delio, seguro. Definitivamente Dámaso está entre los tres mejores antesalistas defensivos venezolanos de todos los tiempos”.“Luego de 2 entradas y media Caracas 0 Magallanes 0”. El bullicio del recien iniciado segundo año de bachillerato se agolpaba frente al salón de clases. Los alumnos se apretujaban por conocer al profesor de Geografía. Isaías se sentó en uno de los primeros puestos. “Profesor, ¿es verdad que usted sabe de Astronomía?”El hombre de lentes gruesos y paltó de casimir verde respiró profundo. “Buenos días alumnos. Antes que todo mi nombre es Alfredo Infante. Durante la semana vamos a tener tres horas de clase en la apasionante materia de la Geografía de Venezuela. Salpicada con algunos comentarios de Geografía Universal. El ílustre compañero acá. Me pregunta sobre Astronomía. ¿Quién te dijo que yo sabía de Astronomía?” Isaías se levantó del pupitre. “Los alumnos del curso anterior”. “Esos muchachos no son capaces de guardarle un secreto a uno. A ver dime que quieres saber”. El profesor se recostó del escritorio. “¿Cuánto tiempo le llevó a Yuri Gagarin acostumbrarse a la idea de que iba a viajar alrededor de la órbita terrestre?” Isaías volvió a su asiento. El profesor dio varias vueltas alrededor del escritorio. “Caramba chico, de verdad que me has sorprendido con esa pregunta. Vamos a hacer una cosa. De aquí al 15 de octubre de 1961, si tu lo averiguas primero tienes un punto ganado en el examen final. Si la respuesta la consigo yo, vas a tener una pregunta adicional en tu examen final”. El resto del salón se quedó mirando a Isaías. El resto de la clase versó sobre el contenido de la materia. A la salida de la clase se acercó Carlos. “Cónchale Isaías, tu si te metes en vaina. ¿Por qué le hiciste esa pregunta al profesor”. Isaías traspuso el portón de salida del Liceo. “Lo que pasa es que todo esto de que ahora voy a lanzar con Los Celis me hace sentir como incómodo. No conozco a nadie en esa liga. Es como si llegara a un planeta que no tiene nada que vé con la Tierra. Me parece que si se de las experiencias de otras personas que vivieron situaciones similares a lo mejor puedo controlar mejor los nervios”. “Isaías, Isaías. Ven acá”. Pío llegó corriendo con la cara roja. “¿Que pasa Pío?” Pío se quitó el sudor de la
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frente con la mano. “Necesitamos que piches para Halcones este sábado”. “Pero Pío. Ahora juego para Los Celis”. “Mientras tu no lances la primera bola con ellos en un juego oficial todavía puedes jugar con nosotros”. Pío dobló en la esquina. La calle Las Mercedes de Chacao se abría en medio de un luminoso día. “¿Seguro?” Isaías sacó un caramelo de choco crema del bolsillo de su camisa.“Claro que sí”. “¿A que hora es el juego?” Isaías subió a la cuadra de su casa. “A las once de la mañana”. Pío siguió rumbo a la avenida Libertador. “¿Contra quien jugamos?” “Contra Los Buses”. “Cuenta conmigo”. Isaías consultó con Sebastián. “Yo no estoy muy de acuerdo con eso Isaías. Si te llega a pasar algo en ese juego vamos a quedar mal parados con el señor Celis”. El viernes Isaías regresaba a casa. Habían terminado las clases y las zancadas se mutiplicaban. Pío se apoyaba en el marco de la puerta de un restaurante. “¿Estás muy apurao Isaías?” “Que hubo Pío. Si tengo unos minutos”. “¿No has comido los espagueti de los hermanos Finoglio?” Pio se pasó la lengua por los labios. “No”. “Te invito una espaguetada entonces”. Pío sacó una silla de una mesa situada al fondo del restaurante. Isaías aspiró el aroma del ajo y la albahaca. “Hummm, la comida de aquí como que se las trae”. “Gabriel por favor”. Pío llamó a uno de los dueños del local. “Dícame señore Pío”. “Este es mi amigo Isaías. Yo quiero unos espagueti boloña”. Pío abrió la servilleta de tela y la puso en sus rodillas. “¿E questo muchacho que quiere?” El italiano abrió el menú. “Boloña es la que tiene carne ¿no?” Isaías arrimó su silla a la mesa. “Si; carne, tomate, ajo, pimienta”. Tonino se acercó para conocer al nuevo cliente. Gesticulaba con las manos. Pío e Isaías conversaron mientras esperaban la pasta. La ración de pan se agotó dos veces. “¿Y que le pasa a Halcones que se le está haciendo dificil ganar”. Isaías se apartó para que Gabriel colocara el plato de espaguetti. “Tu sabes que el juego es picheo Isaías. Por eso te estoy pidiendo este favor. No tenemos lanzadores”. Pío espolvoreó tres cucharadas de queso parmesano sobre el humente tapete rojo de los espaguetis. “Estos retrecheros si están sabrosos Pío. Nunca me había comido unos así”. Isaías trataba de enrrollar los espaguetis en su tenedor. “¿Por qué los llamas retrecheros?” Pio remató el festín con un pedazo de pan. “No ves como paso trabajo agarrándolos”. Isaías ayudaba al tenedor con un trozo de pan. Pío pidió un café marrón. “¿No quieres algo más?” “No, no. Gracias Pío. Ya me tengo que ir”. Isaías se lavó las manos y reanudó su marcha a casa. Carmen lo esperaba en la cocina de la casa. “Por fin llegaste hijo. ¿Qué pasó?” “Pío me invitó a comerme unos espagueti en el restaurante italiano de la otra cuadra”. “Cará, y yo que te guardé ese pabellón con tanto cariño”. Carmen levantó el plato de la mesa. Isaías se sentó a la mesa. “¿Que pasa mamá. A donde va usted con
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esa comida?” Carmen abrió la boca. “No me digas que todavía tienes estómago para comerte esto”. “Pués claro que si. Y si es el pabellón de mi mamá con más razón todavía”. Isaías destapó el manjar y empezó a mezclar el arroz y las caraotas. Ese sábado de finales de septiembre de 1961 Isaías aprovechó que se le cayó la almohada para despertarse temprano. Se bañó y se lavó la boca. Llegó hasta el fondo del patio y comenzó a practicar sus movimientos de lanzador. Despues de desayunar quiso ir a preparar el uniforme. “Isaías quiero que me bajes esa gallinas del techo, antes que te vayas para el juego”. Carmen señaló hacia el sonido que hacían los pasos en la lámina de cinc. “Pero mamá yo no sé si ese techo aguanta conmigo”. “¿Cómo que no aguanta? Si siempre has sido tu el que se ha montado ahí. Isaías subió al techo por el bucare. Al dar los primeros pasos la gallina huyó despavorida. Isaías sacó unos granos de maíz y un guaral de su pantalón. Lanzó los granos cerca de la gallina e hizo un lazo de regular tamaño. La gallina se escapó varias veces hasta que la detonación de un cohete la hizo saltar dentro del lazo. Isaías templó el guaral y la gallina empezó a chillar con los ojos desorbitados. Isaías se acercó al extremo del techo que daba a la calle Las Mercedes y vió un palo de bambú con varios premios en el tope. Una multitud de jovenes y niños se arremolinaban alrededor del palo e intentaban escalarlo pero al poco rato se venían abajo. “Mamá, aquí tienes la gallina. Voy a ir un momentico a la esquina. Hay un palo encebao”. Isaías se dirigió a la puerta de la calle. “Acuérdate que tienes juego”. Carmen amarró la gallina en el bucare. Muchos niños de la vecindad se esforzaban con afán por alcanzar un billete azul de cinco bolívares, o uno marrón de cien, o un reloj. Querían darle una sorpresa a su mamá. Juan y Pedro eran dos niños que frecuentaban la casa de Isaías. Juan había subido más de las tres cuartas partes del bambú. De repente se descuidó y se vino abajo. Se raspó todo el pecho y sel golpeó las rodillas. “Ayyyy mamá. Esto si duele”. Juan se retorcía en el piso. “Ya te vamos a curar Juan”. Isaías cargó al niño y lo llevó a su casa. “Mamá apúrate, saca el mercurocromo y el iodex”. “¿Qué pasó muchacho?” Carmen salió de la cocina.
“Juan se cayó del palo encebao. Pero ya
se va a poner bien. Verdá Juan?” Isaías limpió las heridas del niño y colocó el mercurocromo. “Ayyyyyy, eso si arde. No me eches más de eso”. Juan sacudía la mano derecha. Isaías dejó a Juan con Carmen y se metió en la casaca de los Halcones. Se fue corriendo al campo de juego y llegó cuando faltaban quince minutos para comenzar. Pío le dio varias recomendaciones y empezó el juego. Se fajó en duelo de pitcheo con el pitcher de Los Buses. Terminó perdiendo el juego 2-0.
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El malestar de ese último juego perdido jugando con Los Halcones permanecía en la mente de Isaías. Casi un mes después esto perturbaba su concentración en el Liceo. El profesor de Geografía de Venezuela desplegaba el mapa venezolano sobre el pizarrón. “Isaías, hoy es viernes. Te he dado casi dos semanas más para que encuentres la respuesta sobre Yury Gagarin. Si el lunes no la tienes ya tengo en mente la pregunta adicional que vas a tener en el examen final”. Isaías miró hacia el mapa, luego dirigió la vista a una ventana. La clase versó sobre situaciones limítrofes entre estados. El timbre de las cinco y media de la tarde indicaba la jornada diaria que también completaba la semana. En la calle Carlos y Alexis interpelaron a Isaías. “Y ahora ¿como vas a hacer?” “Bueno todavía tengo dos días para conseguir la respuesta”. Isaías se despidió de sus amigos. Cruzó la esquina que lo llevó a la calle Las Mercedes. Del restaurante de los Finoglio salían aromas embriagantes. El sonido de un televisor atrajo a Isaías. “…Y este domingo no se pierda en Renny Presenta: Entrevista exclusiva con el cosmonauta ruso Yury Gagarin…” El rostro de Isaías pasó de la sonrisa a la desilusión. “¿Por qué ese programa de Renny Presenta no lo dan hoy mismo?”El italiano del restaurante arreglaba una mesa. “¿Ma que te pasa Isaia?” “Es que estoy buscando una respuesta y cuando creo que la conseguí, no me va a serví de nada”. Isaías se acercó a la pantalla del televisor. “Y per que non te va a servire di nada”. Tonino bajó el volumen del artefacto. “Bueno porque yo juego mañana un partido de pelota y lo que ese señor Gagarin pueda decir de cómo controla el miedo me puede servir cuando enfrente a unos bateadores de una liga más exigente”. Isaías volvió a la entrada del restaurante. “Ma Isaia, non ti preocupare. Lo único que debe hacer es conchentrarte e ya verá como lo domina”. Las manos de Tonino volaban frente a su cara. “Gracias señor Tonino”. Isaías apuró el paso. “Ah, e non te olvide. Si quiere vieni la Domenica a ver la intrevista de Gagarin”. Isaías continuó su ruta. A una cuadra de su casa se detuvo un momento. Juán, Fernando y Jesús jugaban con unos potes de leche. “¿Qué están jugando muchachos?” “A los carritos”. Juan se levantó con un cartón desgastado en la mano.“Si, este es mi Cadillac”. Fernado sacó brillo a la lata oxidada de leche Klim. “Y yo soy el fiscal prrrrrriiii”. Jesús sopló un silbato. Isaías jugó un momento con los niños. Luego abrió la puerta de la casa. Valerio había llegado de clases y doblaba su uniforme. “¿Tienes juego mañana también?” Isaías pasó a la cocina y abrazó a Carmen. “Si, y es contra el equipo más arrequintado de la liga”. Valerio alisaba el uniforme en la cuerda del tendedero. Isaías se acercó a Valerio. “¿Cómo haces tú cuando tienes que jugar con un equipo que es fuerte?” “Doy lo mejor de mí. Me concentro en lo que quiero hacer y salgo al terreno sin mostrarle miedo a nadie”. Valerio metió la mano en el bolsillo trasero del pantalón del
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uniforme. Sacó la gorra y la sacudió. “¿Por qué no practicamos un poco eso mañana antes del juego?” Isaías se llevó la mano a la nuca. Valerio agarró su guante del piso. “Pero tiene que ser temprano. Mira que yo tengo juego a las nueve”. Esa noche Isaías viajó junto a Gagarin varias órbitas terrestres. Cuando despertó ante el templón de cobija de Valerio no recordaba una sola palabra de la conversación con el cosmonauta. Salió con Valerio al patio. Frente a la pared del fondo improvisaron una caja de lanzar. Valerio solicitaba lanzamientos variados e Isaías no quitaba la vista de la mascota. Algo seguía molestando su concentración. La pelota iba a dar contra la pared varios metros a la derecha o la izquierda de Valerio. “Tienes que tranquilizarte Isaías. Esos tipos no pueden ser todos unos supermanes. Seguramente tienen puntos débiles. Pero si tu no te tranquilizas no los vas a poder dominar”. Valerio se levantó y caminó hacia la cocina. Luego de desayunar, Valerio salió a su juego. Isaías salió después. En el campo se enteró del nombre de los rivales: el poderoso MOP. Su rival en el montículo era Luis Martínez quién había lanzado un juego sin hits ni carreras ese año. El juego se fue por una calle, el MOP terminó ganando 12-5. Isaías llegó cabizbajo a casa. Sebastián dejó de silbarle al azulejo. “Ya se lo que pasó hijo. Los comienzos siempre son duros. Ya vas a ver que en el próximo juego vas a mejorar”. La claridad del 24 de diciembre de 1961 apenas ganaba espacio en la habitación y un rumor de aguinaldos venía de la calle cuando Zaira entró a la habitación. “Isaías ven para que veas lo que hice”. “Aaajum. ¿Qué quieres Zaira?” Isaías estiró los brazos hasta el espaldar de la cama. “Párate chico.No seas flojo”. La joven salió de la recámara con paso firme. Isaías se levantó. Llegó hasta el patio y luego de lavarse la cara y la boca saludó a Carmen. “¿Cómo amaneciste mamá?”Carmen sorbía una taza de guayoyo. “Aquí hijo. Viendo que te fueron a despertar bien tempranito”.Isaías entró de nuevo a la casa. “Zaira, ¿que es lo que me ibas a enseñar?” Zaira trajo al comedor un gancho con una indumentaria de béisbol. “Te planché tu uniforme de Los Celis”. Isaías sonrió. “Ya no jugamos más hasta el año que viene”. Carmen soltó un bulto de hojas de cambur en la cocina y llegó hasta el comedor. “Isaías, esa no es respuesta para alguién que se esmeró en hacerte un gesto con mucho cariño”. Isaías bajó la cabeza. “Discúlpame Zaira. De verdad mi intención no era hacerte sentir mal”. Zaira dejó el uniforme sobre la mesa. “Pero yo me siento muy mal”. Isaías se fue al cuarto donde Sebastián guardaba sus herramientas. De allí sacó un serrucho, varios clavos y un martillo. En el patio se surtió con unas tablas y varios palos de escoba desechados. Empezó a sacar ruedas de carritos de los palos de escoba, trompos de las tablas. Con unas latas de sardina confeccionó unas lanchas.
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También consiguió varias tapas de refrescos y las aplanó a pedrada limpia, después abrió un agujero en el centro y les pasó un pabilo doble a través, los gurrufíos estaban listos. Para rematar agarró varios pedazos de palos de escoba, un trozo de tabla y unos restos de estopa que guindaban del limonero del fondo del patio. Armó una preciosa muñeca a ye-ye. Parecía la Despeinada que cantaba Enrique Guzman en aquellos años. Carmen se asomó sobre el hombro de Isaías. “¿Y para quién son todos esos juguetes?”Isaías recogió las herramientas. “Es que quiero darle algo a los muchachos de la calle esta Navidad”. Carmen acarició la cabellera de Despeinada. “¿Y esta muñeca tan bonita?” Isaías llevó las herramientas al cuarto. “Esa es para ver si logro contentar a Zaira”. Carmen se sonrió y besó a Isaías. Isaías trajo un saco de cabuya tejida y allí metió los juguetes. Lo montó en su hombro y se dirigió a su cuarto con la muñeca escondida en la espalda. Dejó el sacó debajo de su cama y luego llegó hasta el cuarto de las muchachas. Gladys y Marilú le dijeron que Zaira estaba en la sala. Isaías encontró a su hermana sentada en la sala. “El Niño Jesús pasó por el patio y me dijo que te entregara esto”. Isaías sacó la muñeca de la espalda. Zaira alegró su rostro. “Mentiroso, eso no fue el Niño Jesús. Tú fuiste el que hizo esta muñeca. Te quiero mucho mi hermano”. Isaías abrazó a Zaira. “Me alegra mucho verte sonriendo de nuevo”. Alrededor del mediodía Sebastián llegó con dolor de garganta. Carmen envió a Isaías para que comprara unos limones. De vuelta con el encargo Isaías pasó por el restaurante italiano y escuchó un rumor de bolas y strikes. “Gabriel, ¿quién está hablando de pelota en el restaurante?” Isaías entró al establecimiento. El italiano arrugó la cara. “Nadie Isaía. Aquí el único que stá parlando e’l televisore”. Isaías se acercó al televisor. “Cónchale es que están transmitiendo un juego. Mira están jugando Oriente y los Industriales del Valencia. Y está pichando el Carrao Bracho. Gabriel, ¿puedo venir a ver el juego ahorita. Despues que lleve estos limones a la casa?” “¿E perque no? Anda e vieni. Así io aprovecho para aprender de este juego”. Gabriel recibió a un cliente y lo llevó a una mesa de mantel a cuadros rojos y blancos. “Mamá aquí están los limones. Voy a está en el restaurante de los Finoglio. Están pasando un juego de pelota por televisión”. Isaías dejó los limones sobre la mesa del comedor y arrancó hacia la calle. “Epa, epa pajarito venga acá”. Carmen gritó desde la cocina. Isaías regresó. “¿Qué pasa mamá?” “Necesito que me ayudes a prepararle el remedio a tu papá. Consígueme algodón y la botella de miel”. Carmen trajo un plato de la cocina y empezó a cortar los limones. “Aquí está mamá. ¿Ya me puedo ir?” Isaías sacó el algodón de la caja y lo puso en la mesa. “No señor. Abre la botella de miel. Echa aquí en el plato”. Carmen separó varios pedazos de algodón y les dio forma redonda. Exprimió tres limones sobre la miel. Mezcló los líquidos con un algodón enrrollado en su índice y procedió a curar a Sebastián. “Aaargh”. Sebastián se quejaba ante la presencia del índice
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de Carmen en las profundidades de su garganta. “Caramba mujer, me vas a dejar sin amigdalas”. “¿Cómo te sientes papá?” Isaías enrrolló el algodón restante y lo guardo en la caja. “Ahora si me siento mejor. Pero hace un rato me parecía que me estaba ahogando con tu mamá jurungándome la garganta”. Sebastián respiraba profundo. “Mamá, ¿ahora si puedo ir a ver el juego?” Isaías le guiñó el ojo a Sebastián. “Ajá. Pero no te vayas a quedar mucho por allá. Mira que hoy es 24 y hay muchas cosas por hacer”. Carmen recogió el plato con los limones exprimidos y se lo llevó a la cocina. Isaías desplegó un tropel de zancadas largas. Su mirada no se desvió a ningún lado hasta llegar al restaurante italiano. “¿Qué fue Gabriel. Como va el juego?” Gabriel terminó de rallar queso sobre el cerro de espaguetis de un comensal. “Isaía io non so. ¿Que ‘e un estrai? Ese hombre de la televisión a cada momento dice questa palabra. Isaías se sentó frente a la pantalla. En ese momento el Carrao lanzaba su famoso ‘tenedor’. “¿Tu ves ese hombre que está agachao detrás del bateador? Ese es el catcher. Cuando la bola que lanza el pitcher cae en cualquier lugar desde la rodilla del bateador hasta la parte inferior de las axilas, eso es un estraik”. Gabriel entrecerró los ojos. ¿Y perque han estato parlando de un hipódromo? Que io sepa el hipódromo stá en La Rinconada. “Lo que pasa es que Oriente le está dando una paliza a los Pericos. Como hay muchos hombres corriendo en las bases entonces el locutor dice que el juego se convirtió en hipódromo”. Isaías se acercó un poco al televisor. “Ahora vuelvo Isaía”. Gabriel caminó hacia la cocina del restaurante. “……se completa así el último out de este juego. Carrao Bracho logra su décima victoria con holgada pizarra de 15 carreras por siete….” Isaías se levantó de la silla. “Gabriel me voy. Gracias por dejarme ver el juego”. “Ma ¿qué pasó? ¿per que te vas tan rápido?” Gabriel masticaba un apetitoso bocado de antipasto. “Ya terminó el juego. Ganó Oriente 15-7”. Isaías salió a la calle. Empezó a avanzar hacia su casa. A media cuadra del hogar vio a Carmen Elena. “Hola Carmen Elena”. “Hola Isaías. ¿Cómo estás?” Carmen Elena caminaba hacia la avenida Libertador. “Muy bien. ¿Vas a venir esta noche a casa de Alexis?” “No se. Creo que sí”. La muchacha volteó hacia la avenida. Isaías trató de llegar a la acera de enfrente. “¿Nos vemos esta noche allá?” “Está bien”. Isaías entró silbando a la casa. Carmen terminaba de llenar la olla de hallacas y la colocó sobre el fogón. “¿Y a que se debe tanta alegría Isaías?” “Es un secreto”. Isaías empezó a registrar de nuevo el cuarto de las herramientas y se fue hasta el lugar del patio donde trabajó con la madera durante la mañana. “Ayayay, el amor anda suelto”. Carmen afinó la voz. Isaías empezó a martillar y a lijar una chapa de cola Dumbo. La lijó tanto que relumbraba como una joya. Hizo un cordón con puras arandelas que encontró en el cuarto de las herramientas y terminó una original cadena a la cual le adosó la chapa
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pulida donde pegó una estampita de la Virgen del Carmen. La guardó en el bolsillo del pantalón y se fue a bañar. Al salir del baño Carmen lo llamó desde la cocina. “Isaías, ven para que pruebes una hallaca. Estan acabaditas de hervir”. De la calle venía un estruendo de cohetes y cánticos navideños. Isaías abrió las hojas de la hallaca y disfrutó cada bocado. Se levanto y caminó hacia el cuarto. A eso de las siete Isaías salió enfundado en una camisa nueva que le había comprado Carmen y unos pantalones marrones. “Mamá, voy un momento a casa de Alexis”. La cuadra y media que había hasta la casa de Alexis desapareció entre los zapatos de cuero negros de Isaías. “Buenas noches señora. ¿Se encuentra Alexis?” “Hola Isaías ¿cómo estás? Pasa, allá adentro están los muchachos”. La madre de Alexis llevó a Isaías hasta la sala. Isaías vio a Carmen Elena y se acercó. “¿Cómo estás?” Carmen Elena sonrió. “Bien”. “Este es un regalo que te mandó el niño Jesús. Espero que te guste”. Isaías sacó del pantalón la cadena de arandelas. “Pero el Niño Jesús no sale hasta medianoche”. “Si, pero esta tarde pasó por el patio de la casa y me encomendó que te diera esta cadena”. Carmen Elena se probó la cadena. “Gracias Isaías”. Isaías regresó a casa justo a tiempo para cenar con la familia. Compartieron toda la magia de la armonía de la Navidad. Luego se fueron a dormir a duras penas. Carmen tuvo que convencer a los más pequeños de que el niño Jesús no venía todavía. La mañana de Navidad Isaías sacó el saco con los juguetes de debajo de la cama y salió a la calle, pasó por la cama de Jesús y le dejó un carrito de madera. A media cuadra Juan, Fernando y otros niños jugaban a las escondidas. “Muchachos ¿dónde están los juguetes que les trajo el Niño Jesús?” Isaías se detuvo entre los niños. “Que va Isaías el niño Jesús se olvidó de nostros”. Fernando salió detrás de un poste. Isaías metió la mano en el saco. “Miren, este saco apareció en la sala de la casa. Tenía una carta del niño Jesús donde pedía que por favor le entregaran estos juguetes a los niños de esta calle. Porque el había tenido una urgencia y no pudo venir anoche para acá”. “Eso. Ahora si vamos a jugar con carritos”. Juan agarró un gurrufío y lo templó hasta hacerlo zumbar.
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c.- Conclusión del tercero “Al bate viene ahora Jesús Aristimuño. Se prepara Seguí. Línea bárbara a las manos de Pete Rose en segunda”. “Aristimuño le dio con todo Delio. Pete Rose no se soba las manos por puro orgullo”. “Los aplausos son para Isaías Chávez que viene a batear. El primer lanzamiento es bola adentro. Seguí se impulsa y es estraik cantado en la esquina de afuera”. “Delio por aquí tenemos a un compañero del Látigo de la época de Los Celis. Se trata de Rafael Silva. ¿Que te trae hoy al estadio Rafael?” “Buenos dias señor Carlos. Tenía tiempo que no veía a Isaías. Sigue siendo ese pitcher de recursos que dejaba a los bateadores pidiendo cacao, pero ahora se ve más fuerte”. “Cuentanos algo de cuando jugaban con Los Celis Rafael”. “Una vez fuimos a jugar al campo de La Planicie. Ese estadio queda muy cerca de los bloques de esa zona. Antes de comenzá el juego, de esos bloques venía una música que sonaba a todo volumen. Los Melódicos tenían muy pegada una canción que se llamaba El catre. Nosotros nos estabamos cambiando en el dugout y de pronto Isaías dice: ‘En ese catre los voy a poné a dormí todo el juego’. Y así fue, ganamos 3 - 0 y él poncho a 19 bateadores”. “Muchas gracias Rafael. Ahora continuamos con el juego”. “Ahí lanza Seguí y es un nuevo foul de el Látigo por la derecha. Este es el foul número veintitres que batea el Látigo. Seguí mira las señas de Casanova. Viene para la goma y es bola la cuarta contra el piso. Al bate César Gutiérrez, sale un roletazo por la antesala, Cambero toma la pelota lanza a Obregón un out, de vuelta a primera…dobleplay la jugada. Al terminar el tercer inning esto sigue cero a cero amigos”.
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10.- Intento de toque “Cuando abrimos el cuarto episodio entra Victor Davalillo al cajón de bateo. El Látigo hace el wind up, viene el lanzamiento. Davalillo se lleva la pelota entre pitcher y segunda. Gustavo Gil toma la pelota a mano limpia. Lanza a primera y… Davalillo es out en el salto. Tremenda jugada”. “Delio, si no lo veo, no lo creo. Gustavo Gil es un segunda base de fábula”. Una música precolombina sonaba lejana pero llegaba cada rincón de la calle Las Mercedes. El frío de enero de 1962 hizo que Isaías saliera con los brazos cruzados sobre el pecho. Revisó la cuneta frente a la casa. “Hoy los pájaros como que se quedaron en sus nidos. Menos mal, ya había encontrao como diez tiesos en lo que va de semana”. La música de flautas de caña brava aumentó su volumen tras el colorido de una comparsa de más de veinte personas que movían la figura de un oso hormiguero. “Mamá, mamá, ven a vé. Una mojiganga está pasando por el frente”. Isaías entró emocionado a la casa. “Bueno, ayúdame a terminar de colar este café, para poder ír a verla”. Carmen salió de la cocina corriendo a ver la expresión folklórica. “Que raro que esta gente haya salido con esa mojiganga hoy jueves. Ellos siempre la sacan es a los sábados. Por cierto Isaías ¿ya preparaste el uniforme del Liceo?” Carmen regresó de la puerta de la calle. “Si mamá. Pero hoy tenemos nada más que una hora de contabilidad en la mañana. Creo que vamos a aprovechar para irnos un momentico al Avila”. Isaías apuró un sorbo de café. “¿Al Avila? Mucho cuidao Isaías. Mira que ahí se ha perdido mas de uno”. Carmen sacudió el paño con que limpiaba en la cocina. Isaías entró al cuarto. Se enfundó en las ropas de kaki y salió al patio. “No te preocupes mamá. No es la primera vez que vamos para allá”. Isaías abrazó a su madre y se dirigió a la puerta de la calle. “Que te vaya bien hijo”. Sebastián pasaba las manos por su cara soñolienta mientras caminaba hacia la cocina. “Hasta luego papá”. La calle todavía emanaba el ritmo y la agitación de la mojiganga. Isaías apretó el paso y en menos de quince minutos llegó al Liceo Fernando Peñalver. Carlos, Enrique y Alexis hablaban entre los pupitres. “¿Qué fue Isaías. Vamos a ír para el cerro?” Alexis se levantó del pupitre. “Si, pero tenemos que regresar antes del mediodía”. Isaías se sentó en uno de los primeros pupitres. Contabilidad era una materia que le gustaba mucho. El profesor entró al salón y empezó la dinámica pedagógica. Llegó hasta cada alumno para ver como asimilaba el tema del día. Si el estudiante no entendía realizaba un repaso en la pizarra y llamaba a alguno de los que no entendía. La clase terminó como a las 9 de la mañana. El profesor se despidió y Carlos llamó a Enrique y Alexis. “¿Dónde está Isaías?” “Creo que fue un momento al baño”.
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Enrique miró hacia el cielo azul profundo. El frío le hacía temblar todo el rostro. “Vamonos muchachos”. Isaías llegó corriendo. Los cuatro muchachos empezaron a subir por las calles de Chacao. Luego se dirigieron hacia los lados de Maripérez y empezaron la escalada. El rocío de las hojas chorreba hasta el suelo y lo convertía en un tobogan que subía debajo de las guayas del teleférico. “Yo creo que mejor nos hubiéramos venido en el teléferico”. Alexis se agarró de un arbusto para evitar caerse. “Quédate tranquilo Alexis. Si no nos venimos por aquí, no íbamos a tené la oportunidá de vé este paisaje con todos esos pájaros y hasta aquel venao mira”. Enrique se sorprendió al ver los cuernos del venado que asomaban detrás de una mata de apamate. Isaías se agazapó detrás de unos arbustos y empezó a perseguir al animal. “Vente Isaías. Mira que tu mismo dijiste que había que regresar antes del mediodía”. Carlos siguió la tediosa escalada entre el barro resbaloso. Isaías se adentró en la vegetación. No quería perder la oportunidad de contemplar de cerca de un venado. Cada vez que se acercaba, el cérvido salía corriendo a toda velocidad. Carlos, Enrique y Alexis llegaron hasta la estación del teleférico. Caminaron hasta el hotel Humboldt y se maravillaron con su majestuosidad. Luego regresaron a la estación y entraron a la pista de patinaje. “¿Qué se habrá hecho Isaías?” Enrique se recostó de la baranda de la pista. “Míralo donde va patinando”. Carlos apunto su indíce al centro de la pista. “Epa vagabundo. ¿Tu no y que estabas limpio?” Alexis se acercó lo más que pudo en el borde de la pista. Isaías le respondió con una sonrisa, luego salió de la pista. “Es que me conseguí un bolivar cuando perseguía al venao. ¿No quieren patinar?” Isaías se quitó las botas con las cuchillas. “No, yo no se patinar”. Alexis se alejó del lugar. “Dame acá. Yo si voy a probar”. Enrique se puso los patines y salió a la pista. Dio varias trastabilladas y optó por aguantarse de la baranda. “Cónchale, esto no es igual que patiná en la calle”.Luego de bromear bastante con los resbalones de Enrique en la pista, los muchachos bajaron agarrándose de cuanta mata podían. A Chacao llegaron como a la una de la tarde. Carmen lavaba los platos sucios del almuerzo. Marilú salía para el Liceo. Valerio terminaba de arreglar el tubo de la batea. “Caramba Isaías. Menos mal que ibas a venir al mediodía”. “Bueno mamá. Lo que pasó es que me encontré un bolívar en el Ávila y nos quedamos patinando un rato. “¿Y te comiste todo el bolívar?” Carmen dejó caer un plato en el fregadero.“No mamá. Mira aquí te traje real y medio”. El resto de la tarde Isaías ayudó a Sebastián a hacer un canal de cinc para el techo de la casa. “Sebastián, pero ahorita no es tiempo de lluvia. ¿Para que estas haciendo ese canal?” Carmen escogía unas caraotas sobre la mesa del comedor. “Precisamente Carmen. No vamos a esperar que esté cayendo el aguacero para hacer el canal”. Sebastián dobló un pedazo de cinc.
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A eso de las siete de la noche del 11 de enero de 1962, terminaron de instalar el canal en el techo de la cocina. “Isaías ¿que vas a hacer esta noche?” Sebastián recogió los instrumentos de trabajo. “Será descansar de esa subida al Ávila”. “¿Por qué no escuchamos el juego de esta noche. Van a jugar Oriente y Valencia y va a pichar Ramón Monzant”. Sebastián agarró sus muletas y llegó hasta el comedor. “¿Va a lanzar Monzant? Seguro que vamos a escuchar ese juego papá”. Isaías tomó una ducha. Llegó a su cuarto para ponerse la ropa. Cuando se disponía a salir para saber del juego vio a Miguel atareado con un cuaderno. “¿Qué pasa Miguel?” “Este ejercicio de matemática no lo entiendo”. Isaías se sentó junto a su hermano. “¿Esto es una tarea?” “Si. Y es para mañana”. Miguel apretaba el lápiz entre sus dedos. Isaías estuvo más de dos horas explicando a Miguel sobre el ejercicio matemático. Luego esperó que Miguel lo pasara en limpio y lo revisó. “Bueno, ya estás listo para mañana”. “Gracias Isaías”. Miguel agarró el cuaderno y lo metió debajo del colchón. Isaías caminó apresurado hasta la sala. “¿Cómo va el juego papá?” Sebastián saltó en el sofá. “Ah, Oriente le acaba de ganar al Valencia 7 a 4. Monzant le ganó a un tal Miguel Cuellar”. “Epa Isaías”. Un hombre de guayabera añil levantó la mano en una esquina de la Avenida Libertador. Isaías hizo señas a Carlos y Alexis para que lo esperaran. Un movimiento de pasos nerviosos se sentía sobre la acera. Muchas personas salían a la calle para ir a trabajar. Los estudiantes comentaban la dificultad de los examenes finales de bachillerato. “¿Cómo está Señor Darío?” Isaías metió las manos hasta el fondo de su pantalón de kaki. “Bien, bien. ¿Tú crees que puedas acompañar al equipo para un juego en Los Teques? Se trata de un equipo que es un hueso duro. A ti te hace falta pulir tus lanzamientos”. Darío Celis sacó un papel del bolsillo de la guayabera y garabateó unas letras con un lápiz que llevaba en la oreja. “¿Cuándo es el juego?” Isaías saltó para agarrar una hoja del apamate que sombreaba la esquina. “Mañana a las dos de la tarde”. Darío guardó el papel. “Tengo que consultar con mis padres. Pero cuente conmigo para ese juego”. Isaías se despidió de Dario Celis con un apretón de manos. La conversación con Carlos y Alexis perdió la intensidad que inflaron las preguntas más dificiles del examen de Matemática de segundo año de secundaria. “Hasta luego muchachos”. Isaías dobló en la calle Las Mercedes. En la entrada de la casa de fachada verde Isaías tropezó con Valerio. “Que hubo Valerio. Para donde vas con esa tabla”. Isaías se quedo mirando el pedazo de madera de unos 50 x 50 cms. No tenía más de un centímetro de espesor. “Es un tablero para jugar ajedrez”. Valerio pasó la mano sobre la superficie donde la tinta china azul demarcaba los cuadros del tablero. Isaías arqueó las cejas. “¿Qué es eso. Un juego?” “Si, es un juego en el que hay que pensar mucho. Según un libro que leí lo inventaron en
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la India alrededor de los siglos V y VI, luego se extendió a Persia. Después los árabes aprendieron el juego al conquistar el reino persa en el siglo VII, y lo difundieron por Asia, África y Europa. En este último continente esta pieza que vez aquí, la reina, se volvió más poderosa. También fueron los europeos quienes le dieron figura de obispo a esta pieza que se mueve en diagonal: el alfil que significa elefante en árabe”. Valerio pasó por el comedor, entró a la cocina para saludar a Carmen y siguió hasta el patio. “Mira muchacho, ven acá. ¿Tu no vas a almorzar?” Carmen salió a la puerta de la cocina. “¿Cómo estás mamá? Déjalo tranquilo que está como loco con ese juego nuevo que descubrió”. Isaías colgó la camisa de kaki de un clavo de la pared de la cocina y caminó hacia el patio. “¿Y que juego es ese Isaías?” Carmen llevó una olla hirviente al comedor. “No se. Él dice que se llama ajedrez”. Isaías se apróximó al sitio donde Valerio trabajaba con la tabla. “Isaías hazme el favor. Traeme el pincel que papá tiene en el armario del comedor”. Valerio sacó un potecito de pintura negra del pantalón y empezó a agitarlo frente al mesón de carpintería. Isaías regresó silbando y restregando el pincel contra la palma de su mano. “Aquí tienes”. Valerio empezó a pintar los cuadros del tablero de manera intercalada. “Cónchale vale. Ahí está la vaina. Ábre un momento la botella de kerosen Isaías”. Valerio agarró la punta de un trapo y trató de quitar el crespón de pintura que salió de los límites del cuadro negro. “Y por qué tienen que haber cuadros de distintos colores”. Isáias sostuvo la tabla. “Ya tu vas a ver cuando echemos la primera partida”. Valerio afinó el pulso y completó un cuadrado más. “Pero es que yo no sé jugar eso”. Isaías destapó una caja que Valerio había colocado a un lado del mesón. “Yo te enseño”. Valerio completó el último cuadro negro y subió la tabla en el techo de la cocina. Isaías sacó varios muñequitos blancos y negros de la caja. “¿Qué vas a hacer con esto Valerio?” “Esas son las piezas para jugar ajedrez”. Valerio revisó el acabado de un peón. Isaías examinaba la figura de madera tallada de cada pieza. “¿Cómo se llama esta Valerio?” “Ese es el alfil de que te estaba hablando. Se mueve en sentido diagonal para arriba y para abajo”. Valerio se asomó al techo para ver si se había secado el tablero. “Buenos días tengan todos”. Sebastián colocó su sombrero sobre el armario del comedor y pasó a la cocina para besar a Carmen. Valerio bajó el tablero del techo y lo llevó al mesón del patio. “Ya esto está listo Isaías. Trae las piezas”. Isaías se quedó mirando como Valerio ordenaba aquellas figuras de madera en las últimas filas de cada lado. “Valerio ¿por qué los caballos van al lado de las torres?” “Bueno Isaías. Esas son las reglas del juego. Y ahora prepárate porque vamos a empezar”. Valerio movió un peón a la casilla cuatro del rey.Isaías abrió las manos hacia arriba. “Estos pequeñitos ¿cuántos cuadros se mueven? Y ¿los caballos?” “Los peones se pueden mover hasta dos cuadros a la vez en el primer movimiento, después solo uno. Y comen diagonal. Los caballos se mueven en forma de ele”. Valerio movió cada pieza sobre el tablero. “¿Quién gana?
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Isaías ensayaba el movimiento del caballo. “El que le de jaque mate al rey contrario”. Valerio señaló la pieza alta con una cruz en el tope. Sebastián dio unas palmadas en la espalda de Isaías. “Muy bueno el juego pero ya su mamá sirvió la comida”. “Ah, papá. Se me olvidaba, el señor Darío Celis me dijo para ir a jugar mañana a Los Teques”. Isaías abrió la llave del lavamanos del comedor. Carmen voló desde la cocina. “¿Cómo es la cosa? No señor usted no va mañana para ningún Teques. Con la cosa tan fea como está después de ese alzamiento de ayer en Carúpano. No,no, no. Espérate mejor que la situación se calme más”. “Pero mamá. Si ya todo está controlado. No ves que ya el radio dijo que el gobierno detuvo a los alzaos”. Valerio se lavó la cara. “Es verdad mamá. Además eso fue en Carúpano. Aquí en Caracas no pasó nada”. Isaías se sentó a comer. “No señor. Ustedes no saben que puede pasar en cualquier momento”. Carmen salió a coger aire al patio. Sebastián terminó de servirle alpiste al azulejo y entró al comedor con la mano derecha abierta y empujando hacia el piso. Miraba sonreído a Isaías. “Bueno está bien. Es hora de almorzar. Después decidimos sobre eso”. Isaías apuró el pollo guisado y la arepa. Lavó sus utensilios de comer y recaló por el mesón del patio. El tablero permanecía intacto con los dos peones del rey enfrentados y el resto de los batallones aguardando detrás. Isaías sacó un caballo al centro del tablero. “No Isaías, esa ele es muy larga son solo tres cuadros verticales y uno horizontal”. Valerio se acercó con el cepillo dental lleno de espuma. El sol registró todo el cielo hasta desgastar con pinceladas rojizas cada hora de la tarde. La claridad comenzó a parpadear y Valerio se quedaba mirando a Isaías. “Bueno pero ¿vas a jugar o no?” Isaías apretaba el último alfil que le quedaba. “Ya va, ya va. Este juego no lo voy a perder tan fácil como los otros”. En la cocina subía el tono de una conversación entre Sebastián y Carmen. “¿Que te pasa Sebastián? Mi muchacho no lo voy a mandar para Los Teques con esta situación de inseguridad que hay con eso del Carupanazo”. Carmen levantaba la mano moviéndola de un lado a otro. “Bueno si esto te tranquiliza, entonces yo voy a acompañar a Isaías mañana para Los Teques”. Sebastian alzó un poco la voz. “Cónchale chico. Tú pareces otro muchacho más. Ahora me voy a preocupar más todavía”. “Quédate tranquila mi amor. Todo va a salir bien. Tu verás”. Sebastián salió de la cocina en medio de la penumbra de las siete de la noche. “Caramba Valerio, Isaías. ¿Y ustedes ven las piezas en esa oscuridad?” “Jaque mate, jaque mate. Yujuu, te gané Valerio”. Isaías saltaba. “Un momento, un momento. Eso no es mate, lo que hiciste fue ahogarme el rey”. Valerio señalaba que no había ninguna pieza atacando directamente a su rey. Isaías aceptó la argumentación de Valerio a duras penas. “Bueno, pero no me vas a decir que no te dí
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lidia esta vez”. “Todavía te falta practicar más Isaías”. Valerio recogió las piezas del ajedrez y las guardó en la caja. “Bueno vamos para dentro muchachos. Mañana hay que levantarse temprano, sobre todo tu Isaías, para que te de tiempo de ayudar a tu mamá antes de irnos para Los Teques”. Sebastián agarró el tablero y lo metió debajo de su brazo. “¿Vamos para Los Teques? ¿Seguro papá?” La sonrisa de Isaías refulgió en la oscuridad del patio. “Claro que si hijo. Ya eso se arregló con Carmen”. “Si pero dile tambien que tiene que estudiar esta noche y el domingo para los examenes de la semana que viene. Sino no va para Los Teques”. Carmen levantó la voz desde el bucare, donde le ponía agua al azulejo. Isaías abrazó a Sebastián. “Ese es mi papá no juegue”. La noche avanzó entre las noticias que el radio de Sebastián traía sobre los acontecimientos del Carupanazo. Isaías no sabía que hacer entre estudiar Biología para la clase del lunes y preparar el uniforme de Los Celis que guardaba con celo debajo de su colchón. “Como serán Los Teques. ¿Tu has ido para allá Valerio?” “No. Pero dicen que hace mucho frio por allá. Así que ponte doble franela debajo de ese uniforme”. Valerio desamarraba las trenzas de sus zapatos. Isaías registró todo el escaparate y hasta debajo del colchón. “¿Dónde estará mi otra franela? Bueno tendré que ponerme solo una”. “Ayayay Isaías. Después no me vengas con que te estabas muriendo de frío en Los Teques”. Valerio abrió su cobija y se cubrió hasta el pecho. “Noti Rumbos, Noti Rumbos…El periódico impreso en la radio”. El radio de Sebastián rompió el silencio de la madrugada. “…las principales noticias de hoy sábado 06 de mayo de 1962 son las siguientes: continúan las investigaciones sobre los autores intelectuales del Carupanazo…” Sebastián secó su rostro con la toalla blanca que todas la mañanas terciaba en su hombro. Llegó hasta la puerta del cuarto de sus hijos. “Isaías, Isaías… párate para que vayas a hacerle un mandado a tu mamá. Mira que tenemos que ir para Los Teques”. Isaías escondió la cara bajo la almohada. “Uh.. si… papá.. ya voy”. Cuando vio el uniforme de Los Celis guindando en un gancho del escaparate voló a lavarse la boca. En menos de cinco minutos entró a la cocina. “Dime mamá.. que es lo que te tengo que comprar”. “Buenos días hijo. ¿Donde está mi beso?” Carmen raspaba tiras de papelón sobre el café que colaba del embudo de tela. “Buenos días mamá. Mmuaa. Ahhh, esos son los cachetes más suaves que he besado”. “¿Qué pasa Isaías? Deja la mojigatería. Toma este bolívar para que compres unos huevos en la bodega”. Carmen sacó la mano de un vaso que tenía en una repisa. Isaías salió corriendo más que un velocista de 100 m. planos. En la avenida Libertador aminoró dramáticamente la marcha. “Hola Carmen Elena ¿cómo estás ?” “Hola Isaías. Disculpa que no me quede a conversar contigo. Voy rápido a la farmacia”. Isaías siguió tras los pasos de la muchacha. “¿Hay alguién enfermo?” “Mi mamá tiene un poco de gripe”. “¿En tu casa no hay teléfono?” Isaías se mordió el labio superior. “Si, pero
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sólo me pueden llamar mis amigas”. Carmen Elena detuvo su caminata. “Dame tu teléfono y yo te digo como vamos a hacer”. “No, yo no quiero que me vayan a regañar y después no voy a poder recibir ningún tipo de llamada”. Carmen Elena apretó las mandíbulas. “Mira, yo voy a llamar y si me contesta otra persona yo pregunto si esa es la familia Alcántara. Después llamo otra vez como a los tres minutos. Pero tienes que estar cerca del teléfono”. Isaías guiñó su ojo con picardía. “Está bien Isaías. ¿Cuándo vas a llamar?” “Como a las seis de la tarde”. Isaías empezó a caminar hacia la calle La Joya. “¿Y por qué tan tarde?” Carmen Elena dobló su brazo derecho en jarra sobre la cintura. “Es que hoy tenemos juego en Los Teques y no sé a que hora vamos a regresar”. “Bueno, entonces como a las seis”. Carmen Elena agitó la mano a la altura de su rostro para despedirse. “Hasta luego”. Isaías compró los huevos en la bodega y regresó a casa. Carmen no paró de hacer recomendaciones a Isaías y Sebastián hasta que salieron a la calle. “Mucho cuidado por ahí Isaías. Cualquier brollo usted se esconde. ¿Me oyó?”. “Si mamá”. Isaías abrazó a Carmen y se despidió de Gladys y Miguel que en ese momento se levantaban. Sebastián empezó a mover su bastón hacia la avenida. “Nos vemos esta tarde Carmen”. En la avenida Libertador Isaías paró un autobus. “Este es el que pasa por la plaza Bolívar ¿no papá?” “Si, si. Móntate Isaías”. Sebastián afincó el bastón en los escalones del bus y subió con agilidad hasta el torniquete. “Buenos días señor. ¿Tiene vuelto para un bolívar?” “Si, pero va a tener que agarrar una cuantas puyas”. El chofer arrancó el vehículo alborotando el ambiente con el estruendo del mecanismo de los frenos neumáticos. “No importa, así tenemos para comprarnos una chicha por el camino”. A las diez de la mañana Isaías y Sebastián bajaron del autobus en la plaza Bolívar. Pasaron como veinte minutos hasta que apareció Darío Celis. Los saludos y la conversación se mantuvieron unos treinta minutos. Entonces empezaron a llegar los otros jugadores: Alexis González, Rafael Silva, Gilberto Navarro, Jesús Sanchez, Julio Salom. A eso de las once y media se montaron en un autobus que había facilitado la gobernación del estado Miranda. “Bueno, creo que ya estamos completos”. Darío Celis se paró en el pasillo del colectivo. “Vámonos para Los Teques señor chofer”. El frio apareció por la mitad de la carretera Panamericana. Los muchachos empezaron a tiritar y más de uno frotaba las palmas de las manos. La neblina dificultaba la visibilidad. El conductor debió detenerse más de una vez para verificar que estaban en la vía. Entraron a Los Teques por El Tambor. “Señor, ¿donde queda por aquí el estadio “Guaicaipuro?” Darío Celis bajó un momento del autobus en una panadería. “Siga hasta el final y cruce a la izquierda, como a tres cuadras cruce a la derecha, de ahí ya se ve el estadio”. Entre retazos de sol y algodones de neblina llegaron al estadio con el autobus trastabillando y estornudando por el escape. “Ya creíamos que no iban a llegar”. El manager del equipo
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mirandino le indicó al chofer donde podía estacionar el autobus. “¿Y que hora es? Darío bajó diligente hacia la entrada del estadio. “Ya es la una”. El técnico del equipo de Los Teques silbó a sus jugadores para que entraran al campo. “Bueno vamos a dale. Tenemos tiempo”. Darío gesticuló a sus jugadores para que apuraran el paso. “Es que esa neblina está muy brava en la Panamericana, de casualidad si se ve la línea de la carretera”. Darío intercambió emblemas con el manager del otro equipo. El juego comenzó a la una y media. La pelota empezó a estallar en la mascota del receptor. El pitcher del conjunto de Los Teques intimidaba con su estatura. El contraste de la oscuridad de su piel con la palidez de sus dientes intimidaba en blanco y negro al primer bateador de Los Celis. “¿Cómo es que se llama el lanzador?” El árbitro acercó el papel de la alineación lo más que pudo a sus ojos. “Juan Quintana”. El manager de los anfitriones voceó desde su dugout. El calentamiento terminó y el catcher tuvo que quitarse la mascota. La palma de la mano echaba humaredas rojizas por todos lados. El primer bateador se paró como a dos metros del home. “¿Y tu piensas batear de ahí”. El árbitro se agachó detrás del receptor. El bateador adelantó menos de medio paso. “Vamos Alexis, vamos que tu le puedes batear. Anda chico”. Darío trató de calmar los nervios desde el dugout. Quintana metió tres centellazos para la goma y el abridor de Los Celis quedó petrificado. El juego se metió por la calle de los pitchers. Isaías como pudo mantuvo el juego igualado. No con tantos meteoros como Juan Quintana, hasta el séptimo inning solo se había metido en problemas en el quinto cuando llenó las bases sin outs con dos boletos y un infield-hit. De allí salió colocando la bola en las esquinas y una espectacular atrapada del jardinero central. En la parte de arriba de ese séptimo episodio vino Alexis nuevamente a enfrentarse contra Quintana. La tensión estaba en su climax. Solo dos hombres se le habían embasado a Quintana hasta ese momento. Alexis apenas si había tocado la bola de foul. Con la cuenta en dos y uno el lanzador vino con la piedra. Alexis bajó el madero hasta el centro del plato y sonó un contacto seco. La pelota salió en parábola aplanada, mientras atravesaba espacios alternos de neblina y sol, los muchachos de Los Celis salieron del dugout para ver donde caía el batazo. El jardinero derecho corrió y corrió hasta la pared; cuando vio que no tenía más terreno dio un salto pero la bola pasó unos treinta centímetros por encima de su guante. El zaperoco que se armó en la goma con la alegría de los muchachos de Los Celis motivó una amonestación del árbitro. “Si no controlan sus impulsos, confisco el juego”. Juan Quintana se repuso inmediatamente a base de más rectas ahora intercaladas con cambios. Al terminar el inning bataqueó el guante contra la pared en el dugout. Se sentó en un rincón con la cabeza entre las rodillas. El forcejeo continuó hasta el cierre del noveno cuando Isaías recibió un doble comenzando el inning. Inmediatamente el corredor llegó a tercera con toque de sacrificio por tercera. Darío entró a conversar con Isaías. “Vamos Latigo,
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fustígalos”. Desde el dugout la banca de Los Celis animaba a su lanzador. Isaías terminó ponchando al próximo bateador. El último out fue un rolling por segunda que manejo con facilidad Alexis González. Los muchachos salieron a felicitar a Isaías. Luego Isaías entró al dugout de los contrarios y buscó a Juan Quintana. “Muy buen juego. Tienes tremenda recta y sabes colocar los pitcheos. Así como gané yo, has podido ganar tú”. Juan Quintana con la mirada doblada estrechó la mano de Isaías. “Gracias”. El autobus regresó a la plaza Bolívar de Caracas. Los últimos asomos de neblina se fundieron en los abrazos de neblina. Sebastián e Isaías llegaron a la calle Las Mercedes casi a las siete de la noche. “Por fín llegaron. Ya estaba empezando a asustarme”. Carmen corrió a abrazar a Isaías. “Mamá, voy a ir un momento al Restaurant de los Finoglio”. Isaías le dejó el guante y la gorra en las manos a Carmen. “Mira muchacho, ven que les tengo la cena en la mesa desde las cinco”. Isaías entró hasta la barra del restaurant. “Gabriel, ¿cuanto cuesta una llamada telefónica aquí mismo en Chacao?” El hombre vestido con camisa y pantalones blancos recostó los antebrazos sobre la barra. “Ma, Isaía que te puedo cobrare io. Será una locha”. Isaías levantó el auricular que se conectaba al resto del teléfono con un cable de forro de hilo. “Aló ¿esa es la casa de la familia Alcántara?” “No señor usted está equivocado”. La señora colgó el teléfono. “¿Quién era mamá?” Carmen Elena se acercó. “Un tipo preguntando si esta era la casa de la familia Alcántara?” La señora ladeaba la cabeza. Carmen Elena se sonreía, se sentó distraídamente a un lado del teléfono.
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11.- Curva subterranea. “…al bate viene ahora José Tartabull. El primer lanzamiento es bajito y afuera. Ahí viene de nuevo el Látigo y es strike en la esquinita de afuera. Como se le mueve esa curva a Isaías, Carlitos”. “Delio, con eso es que el Látigo vuelve locos a los contrarios, cuando viene controlado -que es casi siempre- a más de uno lo deja esperando la recta”. “Bola alta y adentro. El Látigo se sale un momento del monticulo, ahí vuelve. Tartabull conecta una línea de foul al jardín izquierdo. La cuenta está pareja en 2 y 2. El pitcher hace el wind up… y es bola la tercera. Es la cuenta máxima para pitcher y bateador. Se prepara el pitcher….strike tirándole. Que clase de curva ha lanzado este muchacho…” “Mamá, mamá…” Isaías llegó agitado al patio de la casa. “¿Qué pasa Isaías?” Carmen soltó una olla que lavaba en la cocina. “Me seleccionaron para representar a Distrito Federal en los Nacionales Juveniles de Maracaibo”. Isaías abrazó a Carmen. “No te creo. Tu mismo me dijiste que Los Celis no tuvieron un buen año”. Carmen secaba sus manos con un paño de la cocina. Isaías levantó los brazos y caminó hacia la jaula del azulejo. “Si, pero el MOP que fue el equipo campeón se reforzó con peloteros de otros equipos. Tú sabes que van para un Nacional y no pueden estar dando ventajas. “¿Y cuanto duran esos juegos?” “Como dos semanas”. “No me gusta mucho que te vayas tan lejos. Sobre todo como han estado las cosas este año. Primero el Carupanazo, después el Porteñazo y todavía la situación sigue dificil”. El atardecer de finales de agosto de 1962 arrancaba reflejos de los cabellos de Carmen. “Buenas tardes tengan todos”. Sebastián colocó una bolsa de pan sobre la mesa y abrazó a Carmen. “¿Qué pasa? ¿Por qué estás así?” “Es que a Isaías lo seleccionaron para ir al Campeonato Juvenil de Maracaibo”. “Pero no te pongas triste por eso chica. Isaías ya se sabe cuidar solo. Más bien deberías estar contenta de que a tu hijo lo consideren para ese Campeonato. Felicitaciones hijo. ¿Cuándo comienza el Campeonato?” Sebastián llevó a Isaías al patio. “El sábado”. “Caramba pero solo te queda un día. ¿Y que hay de las clases? ¿Cuándo comienzan?” Sebastián se llevó una mano a la barbilla. “No sé. Parece que el 10 de septiembre”. “Bueno. Mañana mismo usted va al Liceo y averigua cuando comienzan las clases”. Sebastián metió las manos en los bolsillos de la guayabera. “Pero papá si el Liceo todavía está cerrado”. “No señor ayer pasé por ahí y vi movimiento de personas limpiando el piso y pintando paredes. Así que Usted va a casa del Director y le pregunta cuando comienzan las clases para que le
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plantee su situación”. Sebastián dejó las muletas a un lado de la puerta del comedor y se sentó a la mesa. Isaías conversó mucho con Valerio aquella noche. “Valerio ¿y como es eso en un Campeonato Nacional?” “Bueno Isaías. Ahí van los mejores jugadores de la categoría para traerse el título para su estado. Así que tienes que echarle pichón y cuando te pongan a pichar, usted lanza candela para la goma”. Valerio sacó una sudadera de tres cuartos de manga de su compartimiento en el escaparate. “Y eso ¿qué es?” Isaías no distinguía bien la prenda deportiva en la penumbra de la habitación. “Esta es mi franela de la suerte. Siempre me la pongo en los juegos apretados. Llévatela”. Valerio puso en las manos de Isaías la franela de mangas oscuras y cuerpo blanco. “Gracias mi hermano”. Isaías se incorporó en la cama y se probó la sudadera, con ella puesta amaneció al día siguiente. Valerio se sentó en la orilla de su cama. “¿Sabes una cosa? Lo más seguro es que vaya a Maracaibo con unos amigos. Así que no te extrañes si oyes a alguién gritándote de la tribuna”. “¿Verdad Valerio? ¿Seguro que no es mamadera de gallo tuya?” “Ya vas a ver”. Valerio se acostó y extendió la cobija. Isaías desayunó temprano y salió hacia el Liceo con la sudadera de Valerio. Carmen aconsejó que se pusiera una camisa de kaki. “Cará mamá, eso es para cuando comiencen las clases”. En el Liceo muy pocas personas se habían incorporado. El Director no había llegado a las ocho y media. A las nueve Isaías casi regresa a casa, llevaba más de media hora esperando en un banco desde donde veía el trabajo de los bedeles limpiando el piso y los pintores alegrando las paredes. “No te vayas, ahí viene el Director”. Una señora detuvó el avance de su coleto en el piso de cemento quemado para indicar la figura robusta y enflusada de un hombre que llevaba un portafolios en su mano derecha. “Buenos días tengan todos”. El hombre atravesó la entrada del Liceo. “Señor Director, por favor”. Isaías dio dos pasos detrás de los zapatos de dos tonos del Director. “¿Qué se le ofrece joven?” “Yo voy a estudiar tercer año en este Liceo y quiero saber cuando comienzan las clases” “Todavía faltan como dos semanas. ¿Pero cual es el apuro?” “Es que me seleccionaron para un Campeonato Nacional de béisbol y no quiero que los profesores me vayan a poner el ojo si llego a faltar los primeros días”. Isaías acompañó al Director hasta su oficina. “Caramba, así que tenemos un pelotero en el Liceo. ¿Qué posición juegas tu?” El Director abrió la puerta de la oficina. “Soy pitcher”. “Cónchale chico, me alegra mucho que te guste el béisbol. Ese es un juego muy bonito. Se necesita mucha disciplina y dedicación para destacar en él. Mira de parte mía no hay problema. Yo voy a plantear esto en la Junta de profesores y no debe haber ningún problema. ¿Cuándo comienza el campeonato?” “El 1° de septiembre”. Isaías se quedó mirando una foto de la pared donde el Director hablaba con el escritor Rómulo Gallegos. “Pero si eso es mañana. Anda, vete tranquilo a preparar tu equipaje. A lo mejor las clases
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comienzan despues que termine el campeonato”. El director se levantó de la silla y llevó a Isaías hasta la salida del Liceo. Isaías salió a la calle e imprimió un ritmo vertiginoso a sus pies. A tres cuadras del Liceo había un grupo de personas que se miraban entre sí y gritaban. Isaías se metió entre las personas y vio como un muchacho luchaba por quitarse de encima un enjambre de avispas que lo atacaban. A un lado yacía el panal quebrado contra el pavimento. “Ya va, ya va. Tranquilizate mano”. Isaías se quitó la sudadera y la mojó en el tubo de un jardín. “Ay, ay. Ayúdenme que estas avispas me van a matar”. Isaías corrió hacia el muchacho, puso la sudadera en la cara y lo arrastró dos cuadras más abajo. “ Cónchale vale, tienes que ir al hospital. Ya se te está hinchando la cara”. Isaías quitó la sudadera del rostro del muchacho y lo ayudó a desprenderse las avispas que se le pegaron en la cara y la cabeza. “No, no. Tranquilo mi mamá me cura en la casa”. Isaías se puso de nuevo la sudadera y continuó hacia la calle Las Mercedes. “Buenos días. Mamá ¿dónde estás?” Isaías entró hasta el patio de la casa. “Muchacho. ¿Y que te pasó a ti? ¿Por qué tienes esa franela toda mojada y sucia?” Carmen salió de detrás del bucare con una olla de agua. Isaías se quitó la sudadera y la exprimió. “Es que había un muchacho que le cayó un panal de avispas encima y tuve que quitárselas con la franela mojada”. Valerio salió del cuarto abotonándose una camisa. “Yo te presté esa sudadera para que jugaras pelota. No para que la llenaras de avispas”. Isaías colocó la franela en la batea y le arrancó las manchas de las avispas con detergente y un cepillo. “Disculpa Valerio. Ya vas a ver que mañana esa franela va a estar impecable cuando me la lleve para Maracaibo”. La tarde y la noche ocuparon a Isaías en la preparación de su equipaje para Maracaibo. Un maletín de semicuero que le facilitó Sebastián alojaba el uniforme, las medias sanitarias, los ganchos, el guante, dos pantalones, tres camisas, ropa interior y la sudadera. A eso de las once de la noche Isaías todavía ajustaba el maletín. “Acuéstate Isaías que Maracaibo queda lejísimo y van a pasar como doce horas metidos en ese autobus”. Sebastián cerró el maletín y lo colocó sobre el escaparate. Los sabores de dos arepas rellenas de perico se mezclaron con los abrazos y besos de despedida. “Hasta luego mamá, nos vemos Gladys, despídeme de Zaira. Nos vemos allá Valerio. Chao Miguel. Mamá me saludas a Jesús”. “Mira y ¿de mí no te vas a despedir?” Marilú salió restregándose los ojos hasta la puerta de la casa. “Claro que si mi hermana”. Isaías abrazó a Marilú y emprendió caminó a la Avenida Libertador. Isaías llegó a la sede de la Federación de Béisbol del Distrito Federal como a las siete de la mañana. Allí se encontró con Agustín Rodriguez, Hugo Párraga, Gustavo Spósito, Luís Martínez, Napoleón Arriechi y otros peloteros. Salieron rumbo a Occidente media hora más tarde. Las luces nocturnas alumbraban el vaporón marabino cuando
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atravesaron el lago en una gabarra desde donde se distinguía la estructura del puente sobre el Lago de Maracaibo próximo a inaugurar. Una vez alojados en una escuela pública, Martínez se acercó a Rodríguez, Párraga e Isaías. “¿Por qué no salimos a dar una vuelta?”. Isaías levantó el cuello de la flamante franela que decía “MOP campeón Distrital 1962” y sopló. “Si, este calor nos va a matá”. Al llegar a una de las calles principales de Maracaibo vieron los carteles de un cine. “Cónchale Luis están dando una película con John Wayne. Los Comancheros. Debe ser buena”. Agustín fijó la mirada en la escena de tiroteo propia de una película de vaqueros”. Martínez registro sus bolsillos. “Bueno, vamos a entrar, con eso nos olvidamos del juego de mañana”. A media función Agustín tuvo que ir al baño. Mientras orinaba escuchó una conversación entre dos maracuchos: “Mirá este es uno de los caraqueños del equipo de béisbol. Tenemos que darles sus golpes para que mañana no vean luz en el partido”. Agustín regresó junto a sus compañeros. “Muchachos tenemos que irnos, por ahí anda una banda como de 20 maracuchos que se quieren caer a golpes con nosotros”. Isaías todavía miraba hacia la pantalla cuando salieron de la sala. “¿Será por andar con esta franela del MOP que estos carajos nos quieren joder?” El 04 de septiembre de 1962 Isaías salió a abrir el segundo juego de Distrito. Ante la novena aragüeña se fajó por 7 episodios y un tercio. Dejó el juego empatado a 0 con sólo un hit permitido. “Mamá, no sé porque me sacaron. Todavía tenía bastante en la bola y venía a batear el pitcher de ellos”. Isaías llamó por teléfono a Carmen desde los alrededores del estadio. En el juego decisivo de la eliminatoria Agustín lanzaba unas pelotas con Arriechi y Párraga cuando se acercó un señor del público. “¿Qué quiere señor?”. El tipo de unos dos metros de altura se inclinó. “¿Tu y que eres de Caracas?” “Que yo sepa de allá es de donde vengo”. “Pero tu no tienes pinta de ser caraqueño”. El hombre apuntó a la cara de Agustín y soltó un escupitajo que estalló en toda la nariz de Agustín. “Mira viejo el coño…” Agustín avanzó hasta el tipo. “Tranquilo, tranquilo Agustín. No te vayas a complicar aquí”. Isaías y Arriechi lo agarraron por los brazos y se lo llevaron al dugout. El juego empezó, Distrito Federal perdía 4-0 con Zulia. Napoleón Arriechi había abierto el juego. Mientras hacían la práctica de infield antes de cerrar el quinto inning Agustín observó que el tipo del salivazo tenía las manos aferradas al alambre protector de la tribuna de primera base. No vaciló un instante en dirigir su disparo a primera con un desvió que incrustó la bola en los dedos del hombre.“Te voy a matar gran carajo”. El tipo salió del estadio sobándose la mano derecha mientras un escándalo se armaba en la tribuna. Emiro Álvarez tuvo que sacar a Agustín del juego y todo el equipo de Distrito hubo de salir custodiado por la policía al terminar el juego. El manager llamó a relevar a
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Isaías en el séptimo. “Vamos Isaías. Así se hace. No se te ha embasado nadie”. Valerio gritaba desde la tribuna cuando terminó la parte de arriba del noveno inning. Distrito no pudo reaccionar en el cierre del noveno y quedó fuera de competición. La noche del 09 de septiembre de 1962 emprendieron el viaje de regreso. Las caras tristes y las discusiones repletas de lamentos plenaron los cojines del autobus. El campeonato lo alcanzó la representación del Zulia. Sebastián llegó hasta la Federación de Béisbol a eso de las 10 de la mañana. “Que hubo Isaías ¿cómo estás?” “Bien papá. Lo único que no me gustó es que no pudimos pasar a la ronda final”. Isaías recogió su maletín y soltó sus pasos por la acera. “Bueno hijo. A veces no se puede lograr lo que uno quiere”. Sebastián se ajustó los lentes. “De todas formas fue una buena experiencia. Lo que más me gustó fue un juego de la ronda final entre Zulia y Sucre. Llegaron 0-0 al inning trece y tuvieron que parar el juego por límite de tiempo. El pitcher de Sucre no recibió hits”. Isaías sacó la mano y detuvo un autobus. “¿Y como se llamaba ese muchacho Isaías?”. “Ascanio Cedeño”. “Epa, epa ¿Qué están haciendo muchachos?” Isaías atravesó sus brazos entre los puños de Fernando y Juan. “Es que este me quiere quitar el real y medio que me encontré aquí en la esquina”. La mañana tocaba la puerta de entrada de la calle Las Mercedes con la mano luminosa del sol de las nueve. Juan apretaba las monedas contra su endeble franela de rayas. “No, no… eso no es así Isaías…. Yo..yo tenía un medio que me dieron los italianos por sacale la basura. Entonces empezamos a jugar aquí y en una de esas que corríamos a buscar la pelota vimos el real en toda la puerta del bar. Ahí empezamos a pelear para ver quién se quedaba con el real y a mi se me cayó el medio”. Fernando enjugaba una perla acuosa que bajaba del ojo izquierdo. Isaías palmeó las espaldas de las camisas desgastadas de Juan y Fernando. Empezaron a caminar hacia la calle La Joya. “Bueno muchachos. Esto hay que arreglarlo con respeto y gallardía”. “¿Qué es gallardía Isaías? Juan miraba el real y medio y cerraba la mano. Isaías cogió aire y se agachó a la altura de los ojos de Juan y Fernando. “Es lo que nos permite reconocer nuestros errores sin dejar de cultivar lo que hacemos bien”. “Eso quiere decir que Juan me tiene que devolver mi medio y el real tambien verdad Isaías? Fernando echó a un costado la pollina castaña que le caía en la frente. Isaías metió debajo del brazo el cuaderno de contabilidad. “Caramba Fernando, la verdad es que tu no vuelas porque te puedes enredar con los cables. Lo que vamos a hacer es lo siguiente: Juán, debes regresarle el medio a Fernando porque no es tuyo. El real tienes qe compartirlo porque lo encontraron entre los dos. Juan entregó la moneda pequeña a Fernando y el real lo puso en la mano de Isaías. Una expresión de dolor invadió las escleróticas enrrojecidas del muchacho. “Pero Juan
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no llores chico, con medio es mucho lo que se puede hacer”. Isaías secó los pómulos arrasados de Juan. “Es que en la casa no hay mucho que comer y le dije a mi mamá que yo la iba a ayudar con lo que pudiera”. Juan clavó los ojos en el pavimento. “Está bien. Esta bien Juan, pero ahora tienes que reconocer que esa plata no es tuya”. Isaías entró a la bodega con los muchachos. El resto del día las palabras de Juan persiguieron a Isaías de regreso a casa, en el Liceo y de nuevo otra vez en la segunda casa de la calle Las Mercedes. “¿Qué te pasa Isaías? ¿Por qué tan pensativo?” Sebastián llegó del trabajo e hizo crujir la madera de la mecedora donde descansaba a diario en el pasillo que iba del recibo al comedor. “Es que esta mañana vi como la vida puede ser bien negra para los niños. Me encontré a Juan y Fernando entrándose a puños por un real. Yo quisiera hacer algo para hacerle saber a esos muchachos de la calle que no todo es miseria y tristeza”. Isaías se sentó en el piso. Sebastián detuvo el movimiento oscilatorio de la mecedora hasta que pareció una estatua. “Isaías, Isaías… esta bien que tengas sensibilidad… pero cada quien tiene que resolver sus problemas. No es fácil quitarse un bocado de la boca si apenas se tiene para comer. Dime que piensas hacer”. Isaías encogió los hombros hasta las orejas. “Se me ocurre que como estamos cerca de diciembre puedo organizar una cena Navideña para los niños pobres. Voy a hablá con Gabriel y Tonino para ver si se puede hacer en el Restaurant Italia”. Sebastián apretó los brazos de la mecedora. “Pero eso no es así nada más. Hay que darle algo a los italianos por hacer esa cena en el Restaurante. Acuérdate que ese es su trabajo, su medio de vida”. “Seguro papá. Estoy pensando en ofrecer mis servicios para pintar casas, hacer trabajos de carpinteria, jardinería, pero de alguna manera consigo la plata para alquilar el Restaurante y comprarle los ingredientes a mamá para que haga unas hallacas para los muchachos de la calle Las Mercedes y alrededores”. Las greñas matinales de un noviembre canoso presentaron a Isaías en el Restaurante Italia. “Buenos días Gabriel”. Gabriel sustituía los manteles de las mesas. Los cuadros de la tela recien lavada mostraban los olores de albahaca que venían de la cocina. “Buon giorno Isaía ¿Que te trae por aquí?” “Quiero saber si puedo contar con ustedes para hacerle una cena de Navidad a los niños pobres. Yo consigo como pagarles el tiempo y el local”. Isaías se acercó a un radio que disparaba noticias al aire fresco de la mañana.“Non ti preocupare Isaía. Cuenta con nosotros, esa e’ una buona causa. Quédate tranquilo que nosotros vamos a colaborar con esos bambini con una tarde a tutto dar aquí en el Restaurante”. Tonino salió de la cocina saboreando un sorbo de salsa de tomate en una cuchara de madera. Isaías se acerco a los dueños del local. “A mi no me gusta abusar de la confianza muchachos. Fíjense que me he procurado matar unos cuantos tigres para compensar su gesto”. Gabriel enarcó las cejas y puso su mano en el
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hombro de Isaías. “Isaía tranquilo. Nosotros nos sentimos muy halagados de que nos hayas hecho questa proposicione. E’ tanta la satisfaccione que nos da respaldar a los niños pobres que ya con eso nos sentimos recompensados. Si quieres puedes usar lo que te den per matare los tigres para comprare algo más para la cena, o algo para tua famiglia”. La llegada de diciembre de 1962 vio a Isaías salir dia tras día a buscar tareas que produjeran los fondos para financiar la cena de los niños. Por otro lado le pidió colaboración a Miguel para cursar las invitaciones a las familias de esos niños. “¿No puedo invitar a unos muchachitos que viven cerca del Ávila?” Miguel sacó un papel de su camisa.
“Claro que si Miguel. Vamos a tratar de que ese día coman bien todos los niños
que vemos a diario por estos lares”. Isaías colocó dos gotas de aceite de comer en la tuerca que apretaba la tijera podadora de Sebastián. “Epa. ¿Para donde vas tu con esa tijera?” Carmen se sacó un gancho de ropa de la boca detrás de una cuerda llena de sábanas mojadas tendidas al sol. “Es que conseguí un chance para arreglar un jardín. Y no lo puedo desaprovechar. No te preocupes que antes de mediodía estoy aquí”. Isaías metió la tijera en una bolsa de papel marrón, la metió bajo el brazo y salió a la calle. Con los primeros desmayos del sol en el firmamento Isaías entró a la casa. En la sala el radio de Sebastián desplegaba las noticias: “Aún cuando la crisis de los misiles en Cuba fue resuelta el 26 de octubre de este año 1962 todavía quedan sobre el tapete de la guerra fría muchos asuntos por negociar entre Estados Unidos y la Unión Soviética…” El silbido de Isaías llegaba hasta el último rincón del patio. “Mamá ahora si vamos a hacer una cena con San Nicolás y todo”. Isaías guindó la tijera de un clavo en la pared de la batea. “Cónchale hijo me contenta…. ¿Y que es ese bicho que traes ahí?” Carmen estrechó la mirada hacia el frasco bocón donde un alacrán intentaba escalar el vidrio. “Ah, ese es un vagabundo que me dio un tremendo susto cuando cortaba la grama. Mira la picada que me hizo”. Isaías mostró el espacio enrrojecido ente el pulgar y el índice. “Gladys, Marilú traiganme la aguja y el alcohol”. Carmen alzó la voz hasta el techo. “Quédate tranquila mamá. Ya los dueños de la casa me llevaron al hospital y me pusieron una inyección. Imagínate el veneno del alacrán mata a una persona en menos de una o dos horas. De eso ya han pasado como cuatro horas”. Isaías lanzó el frasco en el fogón donde Carmen asaba unas arepas. “Y ahora para que tiraste ese alacrán en la candela”. Carmen miraba como el alacrán se retorcía en el frasco hasta soltar humo de carbón. “Isaías abrió el frasco y saboreó la cola y las patas asadas del aracnido”. Esto es para que si me vuelve a picar un alacrán, el veneno no me mate. “¿Y quien te dijo eso muchacho?” Carmen arrugó la cara al ver desaparecer los restos del alacrán en la boca de Isaías. “La señora que trabaja en la casa me trajo el frasco y me dijo que tenía que
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agarrar el alacrán si quería neutralizar el veneno”. Isaías enterró el resto de la anatomía del alacrán entre las cenizas del fogón. Diciembre de 1962 deshojó cada día hasta el veinte entre las clases y las oportunidades que buscaba Isaías en el Liceo y la calle. “Mamá ahora si voy a partir la tapara”. Isaías pegó el fruto seco contra el suelo del patio y saltaron medios, lochas, bolívares, reales, fuertes y billetes azules de cinco, verdes de veinte y morados de diez. “Cónchale Isaías tu lo que tienes ahí es un realero. Tu como que me vas a tener que hacer un préstamo”. Carmen agarró los pedazos de tapara que volaron alrededor del bucare. “Mira mamá, tengo ciento noventa bolívares con real y medio”. Isaías dobló los billetes y metió las monedas en el bolsillo del pantalón. “Aquí tienes, si necesitas más me avisas”. Isaías soltó un billete verde y otro morado en la mano de Carmen. “Mamá ¿cómo cuantas hallacas salen con esta plata?” Isaías trajo un cuaderno y empezó a escribir. “Unas trescientas”. La mañana del día de la cena agitó toda la casa. “Mamá voy a llevá las hallacas para el Restaurant”. “Papá acuérdate del disfraz de San Nicolás”. “Valerio ayúdame con las hallacas”. Isaías levantó dos ollas repletas de hallacas y empezó a caminar hacia el Restaurant Italia. Gabriel agarró una de las ollas. “Vente por aquí Isaía”. Caminaron hacia la cocina donde los olores a pasticho y espaguetis acariciaban los olfatos. “Regreso como a las cuatro y media Gabriel”. Isaías se cambió y fue a buscar a Carmen Elena. “Señora Tula, esta tarde tenemos una cena Navideña para los niños pobres y queremos que..que Carmen nos acompañe”. Isaías se agarraba las manos, las metía en los bolsillos, las llevaba a la espalda. “¿Y a que hora termina esa cena?” la señora se quedó mirando a Carmen. “Como a las ocho”. “Bueno siempre que me la traigas antes de las ocho y media, puede ir”.“Eeso, gracias señora Tula”. Isaías apretó los puños y salió con Carmen para pasar recogiendo a su familia. Al llegar al Restaurant una multitud de niños se agolpaba a las puertas. “Un momento. Hay que ordenarse”. Isaías se acercó a los niños y los hizo, pasar al Restaurant de uno en uno. Ya en el interior Gabriel y Tonino se encargaban de ubicar a cada niño con su acompañante en una mesa. Cuando los niños esperaban por el dulce de lechosa Isaías llegó hasta la puerta de entrada. “Bueno muchachos, espero que la estén pasando bien. Ahora les tengo una sorpresa. Déjenme ver”. Isaías asomó la cara por la puerta. “Jo, jo, jo buenas noches. Me dijeron que aquí están celebrando una cena para niños”. Un hombre de barba de algodón chispeada de hielo estiró la mano hacia Isaías. “Adelante, adelante”. Isaías se sorprendió ante el paso del hombre con un saco inmenso en sus hombros. Cuando trató de cerrar la puerta escuchó a Sebastián. “Espérate que ya estoy listo, esto de San Nicolás no me lo habías dicho Isaías”. Isaías
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ayudó a Sebastián a pasar. Intercambiaron miradas de asombro cuando vieron al hombre de vestimenta roja dirigirse a los niños. “Todos esos regalos que hay en ese saco no valen nada si un niño tiene el estómago vacío o el corazón triste”.
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12.- Línea de bocas abiertas. “….Paul Casanova se aproxima a la goma, no le quita la mirada al sitio donde el Látigo esconde la pelota. Carlitos, después del hit de piernas de Tovar en la primera entrada el lanzador magallanero ha retirado en fila 11 bateadores consecutivos”.“Si Delio pero tiene que tener cuidado porque Casanova y toda la toletería leona lo están cazando”. “Ahí va una línea bárbara al jardín derecho, Aristimuño se lanza de cabeza en la zona de seguridad…… yyy capturó la bola amigos…… que jugada. Allá se levanta el rightfield navegante con el pecho lleno de arcilla y saluda al público. El Látigo lo espera cerca del móntículo para felicitarlo. El cuarto del Caracas se va con cero hits, cero error, cero carreras. En tres entradas y media Caracas 0 Magallanes 0”. La mañana dibujaba sombras en el suelo crujiente de hojas de guayaba y bucare. Carmen esquivó los recovecos de algún ruido que la delatase. “¿Estás muy ocupado Isaías?”. Isaías sacudió la mirada del cuaderno.“No, estoy repasando la clase de contabilidad. El profesor parece que quiere hacer una prueba”. Carmen sonó unos medios contra unos reales en el bolsillo del vestido. “Quiero que vayas al Silencio para que me compres un radio”. Isaías se levantó de la silla inclinada sobre el tronco del guayabo. “¿Por qué vas a comprar un radio? Puedes oir el de papá”. Carmen colocó un billete verde en las manos de Isaías. “No señor, tu papá siempre quiere escuchar noticias y juegos de pelota. Yo lo que quiero es música para distraerme”. Isaías metió el billete en el bolsillo del pantalón. “¿Me puedes hacer el favor de arreglarme el uniforme? Es que a los sábados hay mucha gente en la calle, no vaya a ser que cuando regrese ya casi sea la hora del juego”. Carmen regresó a tantear el sabor de la sopa de gallina que hervía en la cocina. “No te preocupes por eso. Arráncate para el Silencio de una vez”. Isaías atravesó la Avenida Libertador en dos trancazos. En la intersección con la Avenida Francisco de Miranda encontró a un grupo de chiquillos debajo de una mata de mango. “¿Qué fue muchachos?”. Fernando soltó la piedra con que apuntaba a una apetitosa fruta. “Ho..hola Isaías”. Isaías se acercó a la sombra del árbol con un enjambre de cornetas y motores recalentados a sus espaldas. “Yo creo que es mejor que ustedes se vayan un momento a jugar pelota y después vienen a seguir alcanzando mangos”. Juan miró la pelota de goma escondida entre un montón de hojas. “Que va Isaías, estos mangos están muy buenos”. Isaías volteó disimuladamente hacia un costado de la mata en la parte más alta del paredón que daba a la calle. “Bueno, después
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no me digan que no les dije nada”. Isaías continuó ruta al centro de Caracas. “Epa Nicanor, ¿cómo está la cosa”. Nicanor zambulló la parte superior del cuerpo en una manga de tela ancha como la de un pantalón. De pronto sacó una mano al cliente que posaba y apretó una bolita. Un click sonoro hizo emerger a Nicanor risueño de la manga de tela. “Listo señor, quedó usted inmejorable en esa foto. Hoooola Isaías. ¿Cómo estás chico?”. Isaías seguía mirando hacia la parte del paredón donde terminaban las ramas del mango. “Bien. Nicanor ¿cuánto cobras tu por tomar una foto de esos carajitos tumbando mangos”. Nicanor se pasó la mano por el mentón. “¿Una foto completa? ¿Con mata de mango, paredón, muchachos y todo?” “Siii, completa Nicanor”. Nicanor se movió dos pasos hacia atrás para encuadrar la toma. “Bueno dame dos y medio, pués”. Isaías arrancó a caminar. “Bueno échale pichón. Yo tengo que ir al Silencio. En menos de una hora estoy por aquí de nuevo”. Nicanor quedó con la mano extendida. “No me vayas a hacer tomer esa foto para nada”. Media hora más tarde Isaías recaló por la Francisco de Miranda. “Que hubo Nicanor. ¿Dónde está la foto?” Isaías llevaba una bolsa de mercado con asas. La camisa mostraba dos círculos de sudor en el pecho. Nicanor metió la mano en un tobo de agua y sacó un papel donde terminaban de fraguar las últimas gradaciones del blanco y negro que delataba los mangos regados en la acera junto a un cerro de hojas. “Te quedo buenísima Nicanor”. Isaías sopló una bocanada de aire en el interior de su camisa. “Si, lo que no me gusta es que salió el dueño de la casa asomado en el paredón”. Nicanor secó la fotografía con varias agitadas al aire. “Bueno, aquí tienes. Dame mi dos y medio”. Isaías sacó las monedas de un bolsillo trasero del pantalón y metió la foto en una bolsa que le dio Nicanor. Media cuadra antes de llegar a casa una mujer le salió al paso con un niño agarrado de la mano. “Isaías, enséñame la foto que mandaste a sacar de los muchachos”. Isaías apretó la bolsa con la foto entre el brazo y las costillas. “Pero tranquila señora Josefa. No le vaya a pegar a Fernando. El no estaba haciendo nada malo”. Josefa dirigía rayos incandescentes a la cara de Fernando. “Enséñame la foto chico”. Isaías sacó la foto de la bolsa. “Yo sabía eso. Aquí estás tu Fernandito con tremenda piedra en la mano. Y mira al dueño de la casa que casi se cae del paredón estirando el cuello. Toma Isaías”. La mujer se llevó a Fernando a nalgadas y trompicones. “¿Y entonces Isaías? ¿Por qué esa cara de dolor?” Valerio entró a la casa detrás de Isaías. Isaías volteó la cara sin dejar de empujar sus pasos hacia la cocina. “Caramba mano. Nunca pensé que por tomar esta foto le iba a hacer pasár un mal rato a
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Fernandito”. Isaías sacó la imagen brillante de la bolsa. Valerio detalló el cuadro y masculló una sonrisa. “¿Ya llegaste Isaías?” Carmen salió a la puerta de la cocina. Unos olores a pollo guisado impregnaban cada orificio de las paredes. “Si mamá. Aquí tienes el radio que me encargaste. Costó diez bolívares y las pilas real y medio”. Isaías sacó una caja roja con una pléyade de agujeros en un lado y dos botones circulares del otro. “Aquí está el vuelto”. Isaías sacó un billete azul y tres monedas de un bolívar del pantalón. Carmen arrugó los ojos. “Un momentico Isaías. Esta cuenta no me cuadra. Aquí faltan dos y medio”. Isaías mordió el labio superior. “Bueno mamá es que… le compré una foto a Nicanor que me pareció muy buena”. Carmen dejó el radio sobre la mesa. “Pues muy mal hecho porque usted no me consultó si podía usar esa plata. Enséñame esa foto”. Valerio alargó la mano y aparecieron los niños tumbando mangos con el dueño de la casa al acecho. Carmen viró la cara hacia Isaías con una mezcla de miradas duras y labios flexibles. “Pero muchacho ¿es que te me volviste periodista de la noche a la mañana? Esta foto está muy buena, pero eso no te salva del regaño que te estoy dando”. Isaías bajó la mirada y avanzó hasta su cuarto. Se agachó por debajo de su cama y sacó tres monedas de la estructura metálica. Salió sacudiéndose el polvo de la ropa. “Toma mamá, aquí está tu dos y medio. Por favor discúlpame el atrevimiento”. Carmen dejó la foto sobre la mesa y cruzó los brazos. “¿De donde sacaste esta plata Isaías?” Isaías agarró la foto. “Eso fue algo que me quedó de los tigres que maté para la cena navideña”. Carmen fijó la mirada en el rostro de Isaías. “Ay Isaías, más te vale que eso sea verdad”. Isaías abrazó a Carmen y le estampó un beso en medio de la frente. “Claro que es verdad mamá y todavía me quedó un bolivar para mandar a montar esta foto”. Carmen revisó el radio. “Isaías, ven acá para que me digas donde lleva las pilas este aparato”. Isaías vino con la camiseta de Los Celis a medio abotonar. “Aquí atrás sacas estos tornillos y zas ahí van las pilas”. Isaías sacó los tornillos con un cuchillo de mesa y en instantes el radio empezó a herir el aire. “… hoy sábado 26 de enero de 1963 damos inicio a nuestro programa musical con una pieza del maestro Billo: “Por que será. (5)”. Un pintoresco merengue alegró el ambiente. Carmen improvisó un paso de baile. “Pero Isaías ¿ya te tienes que ir para el juego? ¿no es muy temprano?” Isaías sacó los zapatos de jugar del tramo inferior del armario del comedor. “Mamá, ya son las once de la mañana. El juego es a la una”. Carmen enfiló hacia la cocina. De reojo miró la silueta de Isaías. “Pero muchacho, tanta es la fiebre de jugar pelota que ahora te vas a ír con el uniforme puesto”. Isaías se ajustó la gorra bermeja hasta levantar la visera. “Es que ya es muy tarde mamá. Después no me van a dejar practicar y no quiero quedarme sin jugar”. Isaías apretó el guante debajo del brazo y besó a Carmen. Los ganchos de aluminio
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resonaban en la acera. Isaías engulló toda la ruta hasta la parada del bus. Ni siquiera oyó los gritos de Sebastián. “Isaías, vas a desgastar los ganchos”. Las prácticas recién comenzaban cuando Isaías entró al campo. Los rivales del Royal Criollos tomaban práctica de bateo y repicaban la bola hacia los confines más lejanos del estadio. “Que tal Isaías ¿cómo te sientes? Mira que esa gente del Royal parece que viene con los bates cargados”. Gilberto vino a recoger una pelota a la puerta del dugout. Isaías estiró los brazos. “Bueno, yo no se como están esos bates. Lo que si se es que van a tener que fajarse como los buenos porque el brazo hace rato que me está echando humo”. El árbitro principal cantó “play ball”. En el primer inning Los Celis se fueron arriba. Isaías conectó doble impulsor que colocó el juego 1-0. Pedro Díaz mantuvo el juego cerrado desde la loma del Royal Criollos. “¿Y entonces colega? ¿Es que usted no piensa aflojar para que por lo menos le empatemos el juego?” Pedro se plantó frente a Isaías en una de las veces que se encontraron cerca del montículo al terminar un episodio. Isaías estrujaba la bolsa de pez rubia, sonreía y luego clavaba la mirada en las costuras de la pelota. El receptor José Hermoso se levantó con su inmensa oscuridad y corrió hasta el morrito. “Tiempo ompaya”. Isaías caminó tres pasos detrás de la trinchera. “¿Qué pasa negro?”. Hermoso se sacó la mascota de la mano izquierda y frotó la palma. “Confiro Isaías. Esta mascota casi no tiene comida y yo no sé que carajo comiste tu hoy. Si me tiras otra piedra más se me va a reventar la mano. Ya estamos en el sexto inning y los tenemos controlados. Vamos a trabajarlos con curvas y cambios”. Isaías pasó la mano por la espalda de su receptor. “Voy a tratar de lanzar unas curvas”. El próximo lanzamiento zumbó como un avispón y se hundió al llegar al plato. “Ay mamá querida”. Hermoso se levantó sacudiendo la mascota. Al colgar el out 27 Isaías bajó hasta el plato y estrechó la mano de Hermoso. “¿Para ver como tienes la mano? Eso no es nada vale. Con un poquito de agua e’ mango se te pasa”. Hermoso retorció la cara. “¿Agüemango? Voy a tener que pasar toda la tarde con la mano en un balde de hielo”. Darío Celis trajo un balde con hielo para Isaías. “Mete el brazo aquí muchacho”. Isaías sacó tres cubitos relucientes y los ubicó en la palma izquierda de Hermoso. “Ahí tienes pues, para que empieces a refrescarte”. “Lo importante es que les ganamos 3-0 muchachos”. Darío estrechó las manos de los peloteros que regresaban del campo. “A mi me gustó más aquel juego que Isaías lanzó comenzando diciembre”. Gilberto Navarro golpeaba su guante de tercera base con el puño derecho. “Caraj Cejita y ¿que más quieres tu? No le hicieron carrera, ponchó a 9 y solo le dieron 6 hits”. Alexis González abrió el tubo del lavamanos y se mojó la cara. Gilberto se sentó en el banco del dugout. “Está bien pero en el juego a que yo me refiero, los Tigres del SAS solo le
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pudieron dar de hit apenas en el octavo inning, ponchó a 12 y cuando terminó el partido solo había permitido dos imparables…” Isaías encendió un radio que tenía Darío al lado de su maletin. “Ahí viene la plaga, le gusta bailar…(6)” El sonido del rock and roll y la voz de Enrique Guzman inflamaron la celebración con cada incremento de volumen que Isaías fue aplicando al radio mientras daba pasos rítmicos en el dugout. Referencias Musicales Página 106: (5) Merengue ¿Por qué será? Billo Frómeta. Página 108: (6) Pop. La plaga. 1960. Teen Tops. Versión al castellano de la canción “Good golly Miss Molly” (Robert Blackwell, John Marascalco) 1957.
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d.- En el fondo del cuarto “….. Cuando cerramos la cuarta entrada viene al bate el maestro Gustavo Gil. Ahí viene Seguí, estraiik cantado en la esquina de afuera. Gil se sale del plato y toma un puñado de arena. Ahí regresa. Seguí completa el wind up, estraik tirándole a una pelota que se metió contra el plato. Ya el público del Caracas pide el ponche. Gil se adentra un poco más en la caja de bateo. Estraik cantado el tercero. Que clase de curva amigos. Gil discute acaloradamente que la bola rozó su uniforme. Napoleón Reyes viene en auxilio de su camarero. Que clase de pitchers estamos viendo hoy Carlos”. “Ese lanzamiento de Seguí vale por lo menos la mitad de la entrada a este juego. Casi le saca una costilla a Gustavo y después cayó en todo el centro de la mitad del medio del home”. “ Al bate viene ahora Oswaldo Blanco. Recibe la primera bola. Seguí lanza una lisa por todo el medio. Ahí va un roletazo candente entre tercera y short. Cambero la tiene doblando al máximo lanza a primera y Blanco es out con un disparo bárbaro de Cambero. Ahora le toca el turno a Clarence Gaston. El jardinero central del Magallanes clava su mirada en el montículo. Seguí no se inmuta. El primer lanzamiento es bola adentro. Gaston se retira dos pasos de la caja de bateo. Seguí se pone de acuerdo con Casanova y viene para la goma. Ahí va un batazo largo por el right field, la bola se va, se va, se va…. Tartabull corre con todo hasta la cerca y capturó la bola amigos. Que susto, se llevaron los caraquistas. Cuando tenemos cuatro entradas completas esto sigue igualado sin anotaciones”.
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13.- Abanicado. “…. Y si quiere blanquear sus dientes use Ipana la crema dental de la sonrisa sana. Ahora los dejamos con Delio Amado León”. “Gracias Cesar Augusto. En el comienzo del quinto viene al bate Gonzalo Márquez. El primer lanzamiento es bola baja”. “Fíjate Delio, hace rato que aquella señora sobre el dugout del Magallanes forcejea con su hijo. Parece que el niño quiere lanzarse al campo”. “Ahí lanza de nuevo el Látigo y es bola adentro la segunda. De verdad que se nota molesto el muchachito. Ahí va una línea … de foul por el right fied. Mira, mira Carlos ahora el niño se mete debajo del asiento. Eestraaik cantado en la esquina de afuera, se nivela la cuenta. Isaías Chávez se inclina sobre el montículo, se pone de acuerdo con su receptor. Ahí levanta la pierna izquierda. Eeestraik tirándole a una curva contra el piso. Cae el primer out por la vía del ponche. Isaías se va unos pasos detrás del morrito”. El conejo de monte registraba cada rincón de la jaula. Hundía sus bigotes entre sus excrementos y restos de pasto. Se levantó en dos patas y afincó sus extremidades delanteras contra la tela metálica. Isaías volteó desde la mesa del comedor. “Cónchale vale. Te tengo castigado”. Isaías se levantó y sacó la peinilla que Sebastián guardaba en el cuartico del patio. Carmen salió a la puerta de la cocina. Le arrancaba los restos de carbón a una arepa con una lata de sardinas agujereada. “¿Para donde vas tan temprano con ese machete Isaías?” Isaías entró a su recámara. “Es que el conejo se quedó sin pasto. Voy a ir a cortarle un poquito por el campo de polo”. Carmen detuvo el ritmo del metal sobre la arepa. “Pero bueno chico. ¿Tu no y que te habías levantado temprano para estudíar para el examen de contabilidad que tienes el lunes? Además tu sabes que todos los sábados tienes juego de pelota, más hoy que según me dijiste se decide el campeonato”. Isaías salió del cuarto con una bolsa aplanada donde ajustaba una fotografía. “Si mamá, pero ese pasto yo lo corto en menos de media hora y esto…” Carmen colocó de nuevo la arepa sobre el budare. “Ajá ¿y que es eso?”. “Bueno mamá esa es la fotografía que les mandé a tomar a los muchachos con Nicanor”. Carmen apretó los brazos en jarra sobre su cintura. “Pero bueno muchacho ¿Es que tú no te acuerdas del zaperoco que te formó Josefa por esta foto?” Isaías masajeó el hombro izquierdo de Carmen. “¿Pero que hay de malo en esa foto mamá? Un monton de niños cometiendo una travesura como cualquiera en sus tiempos”. Carmen aflojó la foto. “Ay Isaías. Mira que no quiero más problemas con Josefa”. Isaías volvió a guardar la foto en
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la bolsa y agarró la peinilla. “Bueno mamá. Tranquila que no va a pasá nada malo”. “Más te vale que así sea. Porque sino vamos a está ajustando cuentas por un buen rato”. Un olor a arepa quemada templó a Carmen hacia la cocina. El sol apenas descorría las cortinas del amanecer del 06 de julio de 1963. Las calles despertaban en medio de sugerentes olores a café con leche y empanadas. “Ah Isaías, pa’ donde vas tan temprano”. Carlos abrió la puerta de la casa de enfrente. Una moneda de un bolívar saltaba entre sus manos. Isaías atravesó la calle. “Voy un momentico al campo de polo a cortale un poco de pasto al conejo. ¿Por qué no me acompañas?” Carlos bajó el escalón de la puerta y enfiló hacia la esquina de la Avenida Libertador. “No puedo Isaías, tengo que ir a comprale unos fósforos a mi mamá”. Isaías dobló la bolsa de la fotografía en su extremo. “Bueno Carlos nos vemos después”. Isaías avanzó dos cuadras y media y tocó la puerta de madera rústica de una casa con bloques pintados sin frisar. “¿Quién es?” La voz filosa de Josefa zanjó la tranquilidad del aire matinal. “Es Isaías señora Josefa”. Isaías carraspeó y tragó saliva. La mujer abrió la puerta. Los labios filtraban las palabras. “¿Que se te ofrece Isaías?” Isaías soltó la peinilla sobre la cera y sacó la foto de la bolsa. “Quería dejarle esto”. Josefa vio la foto y los ojos tomaron el color de la luna. “Vas a seguir con eso de la foto con los muchachos tumbando mango. Llévate eso, llévate eso. Mira que esa foto tortura mi conciencia por los palos que le dí a Fernandito ese día”. “Pero señora Joséfa…”Isaías volvió a ofrecerle el papel que apretaba la imagen de la mata de mango y los muchachos. “No, no, no llévatela..” Josefa sopló un huracán con la mirada y cerró la puerta. Isaías se encogió de hombros, guardó la foto en la bolsa y emprendió camino al campo de polo. Cuando había avanzado tres pasos saltó y regresó a buscar la peinilla enfrente de la puerta de Josefa. El sol hacía pininos en el horizonte. La calle empezaba a tomar vida. “El Nacional, El Nacional”. Un muchacho de camisa remendada y ojos sobresaltados atiplaba la orquesta del enjambre humano que despierta cada mañana. “Epa mano, mira se te cayó un periódico”. Isaías se agachó y levantó el ejemplar. El muchacho bajó el bulto de periódicos de su cabeza a la acera. “Tranquilo pana, quédate con ese, está todo roto y no me la va a comprá nadie”. Isaías unió las dos partes que hendían el papel y leyó: “Mays rompió el duelo entre Marichal y Spahn”. “Gracias chico, que tengas un buen día con la venta de los periódicos”. El muchacho saludó a Isaías con la mano sobre la frente y continuó su diario trajinar. Isaías avanzó en la leyenda de la foto que mostraba a Willie Mays y Juan Marichal estrechando sus manos sobre la linea de cal de la tercera base del Candlestick Park. Del abasto de la esquina siguiente la voz del locutor despertaba la mañana sabatina. “… y ahora los dejo con un jovencito que se las trae: Cherry Navarro”: “Orinoco río abajo. Con la atarraya en la mano...(7)”
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Isaías miró hacia el cielo y recordó las palabras de Carmen y el juego de esa tarde. Dobló el periódico y lo metió en la bolsa con la fotografía. Las gotas de rocío despedazaban su redondez con cada paso expedito de Isaías. Pronto atravesó toda la calle Las Mercedes y llegó al autopista. Allí los carros herían el silencio del amanecer con bocinas y cámaras de combustión quemando gasolina. Esquivando el ruído de los neumáticos contra el asfalto Isaías llegó hasta el campo de polo por entre los caminos aledaños al autopista llenos de apamates, bucares y jabillos. Colocó la bolsa de la fotografía al lado del lugar donde crecían silvestres varias cepas de pasto. Una esquina del periódico asomó por la bolsa. Isaías recordó la foto de Marichal y Willie Mays y sacó el diario. “Lo ocurrido este martes 2 de julio de 1963 en San Francisco fue realmente una disertación de pitcheo del más alto calibre. Juan Marichal y Warren Spahn se enfrascaron por 16 entradas en un duelo de lanzadores que emborrachó de pasión beisbolera a todos los aficionados presentes en el estadio. Spahn sólo recibió 9 imparables en 15 innings y un tercio. Mientras que Marichal (quién hace menos de un mes lanzó un no hit no run ante Houston) aceptó 8 incogibles y recetó 10 ponches en 16 episodios. Por si fuera poco en el cierre de la décimosexta entrada se aparece Willie Mays con ese monstruoso cuadrangular que mató el suspenso con los corazones latiendo a ritmo de infarto”. Únicamente una gota de excremento de pájaro apartó la vista de Isaías del reporte del juego. Limpió el desecho del ave al tiempo que miraba hacia el cielo buscando al autor de aquella gracia. Sacó el machete de entre el papel de bolsa de mercado que lo envolvía y empezó a cortar los tallos de los arbustos de hojas llenas de una peluza blanca. A cada momento volteba hacia la bolsa donde estaba el periódico. “Ay mamá querida”. Isaías se llevó el dedo índice de la mano izquierda a la boca. Un chorro escarlata escandalizó toda la mano. Isaías apretó la mano con todas sus fuerzas por un minuto pero al aflojarla el caudal de glóbulos rojos llenaba de nuevo la palma de su mano. “¿Te cortaste?” Un hombre de rasgos indígenas se plantó frente a Isaías. Tenía la mirada perdida y el cabello trasnochado. Isaías presionó el tajo con los dos pulgares. “Me descuidé cortando este gamelote y de bromita me llevo el dedo completo. Que buena broma vale. No creo que así vaya a poder jugar esta tarde y es el juego por el campeonato”. El indio dejó en el suelo unos cepillos y haraganes que llevaba en el hombro. Asomó la vista entre los rastrojos y sacó unas hojas anchas de un verde glauco. Envolvió el dedo de Isaías entre las peluzas moteadas de las hojas y se sacó un pedazo de pabilo del bolsillo del pantalón. “Ya vas a ver como se te cierra esa cortada”. Isaías mantenía la mano contraída. “¿Seguro señor…?” “Jacinto. Dile al señor Sebastián que le mando saludos”. Isaías titilaba la mirada entre su mano y Jacinto. “¿Y usted conoce a mi papá? ¿Cómo se llama esa mata que me puso en la mano?” Jacinto recogió sus bártulos y empezó a desplazar sus zapatos sobre las hierbas plagadas de rocío. “Si, yo trabajé con el señor
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Sebastián en el equipo Araure. Pero una vez mandé varios corredores para la goma y los hicieron out. Me dio mucha pena y no quise ir más al estadio. La mata se llama curía y cierra mejor las cortadas que el mercurocromo. Ya tu vas a ver que en lo que llegues a tu casa solo vas a ver la raya del tajo y naditica de sangre”. Isaías empezó a flexionar el índice. “¿Y usted trabaja por aquí?” Jacinto había avanzado tres cepas de carrizo y una mata de Araguaney. “Si, estoy haciendo la limpieza en el caney del campo de polo”. El hombre deslizó su figura entre el resplandor de la mañana temprana hasta confundirse con el ambiente. Isaías continuó cortando el pasto. Por un rato aisló al índice de aguantar los arbustos junto al resto de la mano izquierda. Cuando acumuló un paquete grande de pasto sacó un pedazo de cabuya. Cuando terminó de amarrar el haz de gamelote notó que ya usaba el índice con normalidad. Los grillos nocturnos le entregaban el testigo a las chicharras matinales en un caleidoscopio de sonidos que se mezclaba con el enjambre automotor que brincaba en el autopista. Isaías levantó el haz de pasto sobre su hombro izquierdo, envolvió el machete en el papel de bolsa de mercado y agarró la bolsa de la fotografía. Sacó el periódico y miró por unos instantes la fotografía de Willie Mays y Juan Marichal en Candlestick Park. “Como me gustaría estar en ese estadio algún día”. Isaías metió el papel dentro de la bolsa y lo apretó bajo el brazo izquierdo. Enhebró el camino de regreso bajo los apamates y bucares hasta encadilarse con el espejo que el sol dibujaba sobre el pavimento de la calle Las Mercedes. Cuando pasaba frente a la casa de bloques sin frisar escuchó una voz. “Isaías, Isaías”. Joséfa salió a la puerta de la casa. Empuñaba un peine sobre su larga cabellera azabache. Isaías asomó la cara por entre las hojas del pasto. “¿Qué le pasa señora Josefa?” “Es que lo pensé mejor. Discúlpame pero si quiero la foto de los muchachos en la mata de mango”. Josefa apretó unas ligas en su cabello. Isaías siguió su marcha. “Está bien. Pero ahorita no puedo dársela. Tengo muchas cosas pendientes y ya son más de las ocho”. “¿Seguro que me la vas a dar? Yo sé que te traté mal cuando me trajiste la foto esta mañana. Pero entiéndeme chico, ahora si sé el valor de esa foto”. Josefa encogió los ojos y se mordió los labios. “Está bien señora Josefa le prometo que esa foto es suya. Pero va a tener que esperar que la mande a montar”. Isaías atravesó la calle. Acomodó el montón de pasto sobre su hombro y apretó el paso.“Cónchale Isaías vale. No me vayas a hacer esperar tanto”. Josefa atravesó la puerta adherida a los bloques sin frisar. Los matices verdes del frente de la segunda casa de la calle Las Mercedes alegraron el rostro de Isaías. “Ya regresé mamá. Aahhhh huele a torta. ¿De quién es la fiesta hoy mamá?”. Isaías pasó de largo hasta el patio y soltó el bojote de pasto a un lado del bucare. Gladys gargareaba un poco de agua. En una mano sostenía un tubo de pasta dental y un cepillo en la otra una toalla anaranjada. “¿Qué eso eso que tienes en el dedo
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Isaías?” El aludido apretó el índice derecho contra la boca. “Shhh”. Gladys tomó la mano de su hermano. “Aaah. Mamá, ven a ver lo que se hizo tu hijo en la mano”. Carmen soltó un pedazo de papelón que cortaba sobre el mesón de la cocina y en dos trancazos llegó debajo del bucare. “¿Qué fue? ¿Qué pasó Isaías?” Isaías volvió a colocar la hoja de curía en el índice izquierdo. “Tranquila mamá. No pasó nada, solo un pequeño rasguño que me hice con la peinilla cortando el pasto. Lo que pasa es que Gladys es muy escandalosa”. “Escandalosa no. Que la cortada que te hiciste ahí fue grande. Lo que pasa es que no se que maravilla tendrá esa hoja que te la cerró enterita”. Carmen volvió a descubrir el dedo herido. “¿Seguro que no te sientes nada hijo? Mira que el tétano es peligrosísimo. ¿Por qué no vamos un momentico al hospital para que te inyecten?” Isaías flexionó el dedo varias veces. “No tengo nada mamá. Eso fue solo un rasponcito. Además fijate como lo cerró esa hoja… mmm ¿por qué no me das un poquito de esa torta mamá, se siente que esta sabrosísima”. “Que torta ni que ocho cuartos Isaías, eso es un poquito de vainilla que le eché a una chicha que le estoy haciendo a Sebastián”. Carmen impulsó los ojos hacia Gladys quién corrió hacia la cocina. Sebastián bostezó con la toalla estirada sobre la cabeza. “Mira Isaías si te cortaste con la peinilla, lo mejor será que vayamos al hospital. Tu no sabes que tipo de microbios tenía ese machete o los que agarró mientras cortabas el pasto. Así que prepárate porque vamos para el hospital”. Isaías levantó el rostro hacia el cielo. “Pero papá tengo juego esta tarde a la una, y es por el campeonato”. Sebastián abrió el grifo del lavamanos. “De aquí a la una hay cuatro horas. Suficientes para que vayamos al hospital”. “¿Y si el médico dice que no puedo jugar?” Sebastián se volteó con la cara atiborrada de espuma. “Si lo que tienes es un rasponcito el médico no te va a decir que no juegues”. Sebastián abotonó su camisa azúl hasta el cuello y besó a Carmen. “Ya venimos”. Al llegar a la parada del autobus Isaías saludó a una muchacha que llevaba una bolsa de comestibles. “Hola Carmen Elena ¿cómo estás?” La joven sonrió y siguió caminando. “¿Quién es esa muchacha Isaías?” “Es una prima de Alexis”. Sebastián miró a Isaías y se pasó la mano por los cabellos. “Parece que te picó cupido”. “Me gusta mucho papá. Pero no estoy muy seguro de que yo le guste a ella”. Sebastián alzó el brazo y detuvo un autobus. Pagó con un medio y se sentaron a la mitad del pasillo del colectivo. “Papá ¿tu conoces a un hombre aindiado que fue coach tuyo de tercera con el Araure?” Sebastián enarcó las cejas. “¿Dónde lo viste Isaías? Ese es Jacinto chico. No sabes lo mal que me sentido por que no fue más a jugar con el Araure. De seguro piensa que me molesté mucho con él porque le sacaron todos esos corredores en la goma, pero así es la vida se tienen días dificiles, sobre todo si los errores ocurren en días importantes. Pero yo no le dije una sola palabra Isaías. No se porqué se perdió del
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estadio”. Isaías pasó el brazo por los hombros de su padre. “Tranquilo papá. Eso puede pasar. A veces uno no dice nada con la boca pero la mirada es un vendaval de furia”. Sebastián e Isaías bajaron frente a la medicatura de Chacao. “Buenos días señorita. Aquí le traigo este muchacho que se dio un tajo en el dedo con una peinilla”.La enfermera tomó la mano de Isaías, lo desenvolvió de la hoja de curía. “Pero señor esta herida está casi cicatrizada”. Sebastián apoyó la mano sobre los mosaicos de dibujos que cubrían la mitad de las paredes del recinto. “Estoy de acuerdo contigo, pero uno no se puede confiar, sobre todo con el tétano que es tan traicionero. Así que les agradezco que le suministren un suero antitetánico”. “Está bien. Voy a consultar con el médico”. En cinco minutos llegó el médico. “Buenos días. Déjeme ver que tenemos por aquí. ¿Cómo es que se llama el padre del muchacho?” “Sebastián para servirle Doctor”. “Muy bien señor Sebastián. Ojalá que todos los padres fueran como usted. Tiene toda la razón cuando reclama el suero antitetánico para…” “Isaías”. “Isaías. No te va a gustar lo que te voy a hacer”. El medico tomó el dedo abrió la herida y allí colocó la jeringa. “Aaaah”. Isaías levantó la otra mano y la cara hasta el techo. “Ya terminamos”. El médico estrechó la mano derecha de Isaías. “Si pero ahora se volvió a abrir la herida” Isaías plantó la mirada en su dedo. “Que va. Esas son dos goticas que dentro de un momento se aplacan”. El médico se despidió de Sebastián. El bullicio meridiano de la Avenida Francisco de Miranda recibió a Sebastián e Isaías. “Si, fue mejor venirnos a pié papá. Si agarramos el autobús a lo mejor todavía estuviéramos dando vueltas por el mercado de Chacao”. Sebastián subió a la isla de la Avenida. “Isaías ¿tu de verdad piensas jugar con ese dedo así?” “Claro que si papá, no ves como lo muevo como si nada”. La hoja de curía se estrujaba con cada flexión del índice. En la calle La Joya saludaron al portugués de la panadería. “Epa Adelino, ¿cómo estás?” “Muy bien Sebastián. Que tal Isaías”. Adelino presionaba las teclas de la caja registradora y sacaba unos billetes. “Bien”. Atravesaron la Libertador. “Mira papá Zaira nos vio y se metió pa’ dentro”. “Seguro que tu mamá la llamó”. Sebastián abrió la puerta de la casa. “Que raro papá. La casa está muy tranquila”. Isaías adelantó hasta el comedor. “Mamá ¿dónde estás?”. “Cumpleaños feliz…te deseamos a ti…cumpleaños Isaías…cumpleaños feliz..” Clap, clap, clap. “Felicitaciones hijo querido”. Carmen saltó con los brazos abiertos hacia Isaías. “Ya sabía yo que lo que estabas haciendo esta mañana era una torta mamá. Ese olor es inconfundible”. Marilú, Gladys, Zaira, Valerio, Miguel y Jesús apretujaron a Isaías. “Felicitaciones hermano”. “Picarona, yo sabía que te traías algo entre manos”. Isaías abrazó a Zaira. Carmen entró a la cocina y salió con tres platos soperos humeantes. “Bueno, vengan a almorzar que esto se come caliente”. Isaías saboreó el postrero pedazo de torta. “Mondongo. Mamá de verdad que hoy es un día distinto”. “Claro que es
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un día distinto mi amor. Es tu cumpleaños”. Marilú apretó su rostro contra el hombro de Isaías. “Con calma Isaías, no te vayas a atragantar”. Isaías sonrió y despachó el suculento caldo cuajado de verduras y panza de cerdo. “Mamá, todo estaba muy bueno, pero me tengo que ir para el estadio”. “Pero muchacho mira, descansa un ratico. Mira que el mondongo es muy pesado”. Sebastián sorbía el líquido exquisito de su cuchara de aluminio con un ojal en el mango. “Carmen quédate tranquila que ese muchacho es como de azogue. No es la primera vez que termina de comer y sale a hacer piruetas. Además como lo vas a parar si esta tarde es el juego donde se decide el campeón de la liga juvenil”. Desde el cuarto sonaba el chasquido metálico de los ganchos de ropa. En menos de tres minutos Isaías apareció en la puerta del cuarto ajustándose la correa del uniforme de el MOP. Besó a Carmen, pasó una mano por la espalda de Sebastán y saludó a sus hermanos. “Bendición mamá, nos vemos papá. Hasta más tardecita”. “Que te vaya bien Isaías, ahorita nos vamos para el estadio. Te vamos a animar de la tribuna”. Gladys se levantó de la mesa y llevó su plato a la cocina. En dos trancazos Isaías llegó a la puerta. Cerró la puerta con sigilo y recibió toda la inclemencia del sol en el rostro. Un joven de franela azul saltó la isla de la Libertador y llegó hasta la esquina de la calle Las Mercedes. “Que fue Isaías. ¿Por qué juegas ahora con el MOP?”. Isaías ajustó las trenzas de sus zapatos. “Que hubo Pío. Tenía tiempo sin verte. Lo que pasa es que a Los Celis los eliminaron y el MOP me tomó de refuerzo para el play off final”. El joven se remangó las mangas de la franela hasta los hombros. “Pero si tu le ganaste al MOP 7-0 el 12 de mayo. Me acuerdo porque hasta bateaste de 5-4 con un doble y un triple que se metió por debajo de la cerca del right field, además estaba pichando el papaupa de ellos Luis Martínez”. Isaías estiró los dedos de su guante ajustados con un pabilo tratado con cera de abejas. “Si Pío, pero después ellos retomaron su senda ganadora y clasificaron. Nosotros dimos todo sobre el terreno pero dejamos de ganar juegos importantes”. “Caramba chico, no se puede uno ir por unas semanas a San Juan a ve el conuco, las cosas cambián del cielo a la tierra”. Isaías paró un autobus. Escaló el estribo. “Señor ¿este bus pasa por el estadio del MOP en Catia? Hasta luego Pío”. El chofer asintió con un movimiento de mentón y dos chirriadas de aire comprimido acompañaron la arrancada del colectivo. El autobus atravesó la maraña vial del medidodía caraqueño. Entraron por las intrincadas calles de Catia hasta divisar la estructura de la tribuna del estadio del MOP. Isaías bajó del vehículo y empezó a trotar hasta entrar al dugout del MOP.Emiro Álvarez terminaba de garrapatear la alineación. “Menos mal que llegaste Isaías, porque ya iba a mandar a calentar a Luis Martínez”. Isaías dejó el guante sobre el banco y estiró los brazos detrás de la espalda. “Tranquilo señor Emiro, mire que todavía ni han llegado Los
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Rojos”. Isaías fijó la mirada en el dugout del frente. “Epa Isaías ¿cómo te sientes para el juego de hoy?” Jesús Sánchez recogía roletazos en primera base. “Bien Taqui, como una pepa”. Isaías llegó hasta la línea de cal del left field, casi junto a la cerca y arrancó a correr. Eran carreras a ritmo sostenido que llegaban hasta la línea de cal del jardín derecho. “Isaías, ya está bién de carreras, vamos a calentar”. Enrique Ochoa empinó sus zapatos sobre la línea de cal del left field y ayudó su voz colocando las dos manos alrededor de la boca. Isaías arrancó desde la mitad del right field levantando las rodillas hasta el pecho. “Bueno vamos a darle Enrique”. Isaías inclinó su torso hasta tomar el guante de la grama.Enrique se agachó detrás del pentágono del bull pen. “Tranquilo Látigo. No te vayas a desgastar, toda esa energía la necesitamos es a partir de que el ompaya diga “play ball”. Isaías empezó por lanzar la pelota desde unos tres metros con los dos pies sobre la tierra. En menos de tres minutos la distancia se incrementó hasta encaramarse en el montículo del bull pen. La pelota adquirió zumbidos de chicharras y cigarrones. La pierna izquierda del pitcher subió paulatinamente hasta la visera de la gorra. Una recta seguía a una curva y en una de esas un cambio de velocidad sorprendió a Ochoa y se le metió en el hombro izquierdo. “¿Qué fue Enrique? ¿Te duele?” “Carajo Isaías tu si eres arrecho. Claro que me duele vale. ¿Tu crees que lo que estás tirando son bombitas?”. Ochoa se abrió la camiseta y masajeó por un rato su hombro. “¿Seguro que puedes seguir?” Isaías vio como la marca roja del hombro se convertía en morada. “Si hombre anda, vamos a darle. Pero no me vayas a cruzar otra vez”. Los Rojos salieron del campo con un roletazo candente que bateó un negrito con pinta de cuarto bate. Al poco rato salieron los managers a discutir las condiciones de terrenos con los árbitros. Una cantidad de gestos y rostros arrugados que de pronto se estiraban con sonoras carcajadas. Luego sólo quedaron los hombres de azul sobre el terreno. A una seña del principal el MOP saltó al campo y ocuparon cada posición. Isaías pintó el primer cero moviendo la pelota en las esquinas. Enrique no paraba de moverse detrás del plato. “Muchacho, quédate tranquilo”. El árbitro principal puso una mano en la espalda de Ochoa. Ramón Lares salió a calentar el brazo en el cierre del primero. “Ajá Ochoa el pitcher como que trae en la bola”. Gilberto se sentó al lado del mozalbete de piel cobriza que doblaba la pechera de receptor. “Que va Gilberto, eso no me asusta. Ellos son los que tienen que asustarse con las pelotas traicioneras que está lanzando Isaías. ¿Verdad Látigo?” Ochoa alargó el cuello para ver el lugar del banco donde acaba de sentarse Isaías. Isaías colocó el guante en su rodilla izquierda y se quedó mirando hacia el montículo. “Pero bueno mi pitcher. ¿No me vas a decir nada?” “Tranquilo Enrique, tranquilo. Ya va a haber tiempo de sobra para hablar”. Isaías cerró, lo ojos y se recostó de la pared posterior al banco. Agustín Rodríguez soltó una línea de hit al centro
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para iniciar el episodio. Detrás Gilberto Navarro engarzó una pelota que venía cayendo para meterla entre left y center. “Corre Agustín corre”. Isaías se afincó a la tela metálica del dugout mientras Agustín inauguraba el marcador para el MOP. En la apertura de la segunda entrada, la batería pesada de Los Rojos conectó tres sólidos batazos a los jardines del campo de La Planicie. El equipo encarnado descontaba una carrera. Julio Vasquez se acercó desde la esquina caliente. “Vamos, vamos Isaías. Que el juego apenas comienza”. Isaías pasó el antebrazo derecho por la frente y se quitó la gorra. Los siguientes dos envíos cortaron la goma con precisión de neurólogo. El séptimo bate de Los Rojos conectó dos fouls. Despúes sólo pudo conectar un fly enyoyado a manos del inicialista. El campocorto y el segunda base empezaron una silbatina. Isaías escondió una sonrisa en la axila de su brazo de lanzar. El próximo bateador aguantó los dos primeros lanzamientos y metió un centellazo entre tercera y short que empujó la segunda anotación de Los Rojos. Emiro Álvarez abrió la puerta del dugout y empezó a acaminar hacia el montículo. “Isaías, trata de bajar un poco la recta. Se te está quedando un poquito arriba. Vamos que tu los dominas anda”. Emiro dio dos palmadas en la espalda de Isaías y regresó trotando al dugout. Isaías bajó hasta la grama del infield, infló sus pulmones y regresó en busca de la caja de lanzar. Ramón Lares aguantó el primer lanzamiento. Una curva afuera. Con el siguiente envío conectó un roletazo reverberante por tercera. Vasquez recogió paralelo a la almohadilla, pisó y lanzó a primera para cerrar el episodio. El MOP igualó el marcador en los ganchos de Isaías quién se embasó por boleto y entró en carrera mediante error del short González a roletazo de Montañez. “Vamos muchachos, que este campeonato lo vamos a peleá hasta el final”. Álvarez sonó cuatro palmadas y estrechó la diestra de Isaías al entrar al dugout. Los bates del MOP volvieron a repicar en el cierre del quinto capítulo. Napoleón Arriechi coronó el episodio con sencillo a la derecha que trajo la segunda carrera del inning. Isaías y Lares cerraron las compuertas del plato y el juego llegó 4-2 al noveno inning. Prieto comenzó el inning negociando boleto. “Arriba Isaías, aprieta ese brazo”. Una voz aguda bajaba de la tribuna cuando el pitcher restregaba la mano de lanzar contra el pantalón. De seguidas Laya tronó imparable al centro. Prieto levantó una polvareda en tercera. Emiro Álvarez visitó la lomita. “Tranquilo Isaías, solo nos faltan tres outs para alcanzar el campeonato. Tu lo que tienes que hacer es calmarte y mantener esa bola abajo. Acuérdate del juego que le ganamos a Héctor Brito con Caribes. Te fajaste con ellos hasta que le ganamos 6-5 en 10 innings. Aquí no vamos a necesitar ir a extrainning, porque vas a apretar ese brazo y les vamos a ganá en este noveno inning”. Isaías se quitó la gorra y agarró la pelota de la arena del montículo. “Vámonos que ya tienen como media hora conversando”. El árbitro principal corrió hasta medio camino entre el montículo y el home.“Vamos Isaías, vamos Isaías”. Isaías
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levantó la mirada y sonrió. En la parte alta de la tribuna Sebastián se ajustaba los anteojos. Zaira y Gladys seguían levantando la voz. José Ochoa entró a la caja de bateo. En cuenta de una y uno bateó un roletazo por sobre segunda con el cual solo pudieron hacer out en primera. El manager contrario había ordenado el bateo y corrido. Jesús Sánchez se acercó desde primera con el mascotín bajo el brazo izquierdo. “Vamos vale. Ponte duro que nosotros te respaldamos aquí atrás”. Enrique Ochoa dio tres pasos hacia el montículo. Taqui corrió hacia primera. Un rápido movimiento de su mano derecha generó un asentimiento de Isaías. El primer lanzamiento ante García, el inicialista de Los Rojos, arrancó un “estraiiii uan” de la garganta del principal Raúl Lobatón. Una bola contra el piso hizo que Isaías despejara el camino hacia el lugar donde aterrizaba después de cada lanzamiento. El control desapareció en los próximos tres lanzamientos y las bases se llenaron de Rojos. Agustín Rodríguez avanzó desde la segunda base hasta las cercanías del montículo. “Vamos Látigo, acuérdate las veces que me hiciste tragar polvo con la recta y la curva. No me digas que a estos no se lo puedes hacer”. Isaías volteó hacia Agustín. Apretó la pezrrubia y la lanzó al piso. Tomás Castro se montó sobre el primer envío y soltó una línea al campo izquierdo. Napoleón Arriechi miró cuanto terreno le quedaba hasta la cerca, corrió tres pasos hacia atrás y capturó la esférica. Prieto clavó su gancho izquierdo sobre tercera y salió volando para la goma. El tiro de Arriechi vino hasta tercera. El juego se ponía 4-3 con el empate en segunda. “Vamos mi hermano , que tu eres un tremendo pitcher”. Zaira apretaba las manos de Gladys y Sebastián en la mitad de la tribuna. Un enjambre de silbidos llegaron hasta la lomita. Isaías miró hacia los siete jugadores detrás de él. Las manos y los guantes sobre las rodillas de cada pelotero al campo intensificaron la mirada del pitcher. Escondió la pelota en el guante. El primer lanzamiento mordió la esquina de adentro. López tuvo que saltar del cajón de bateadores. “Bola uno”. El árbitro gritó hacia el backstop. El segundo envío venía por todo el medio. López sacó un roletazo enyoyado por el campocorto. Montañez atacó la bola y lanzó sobre la marcha para completar el out veintisiete. “Somos campeones Isaías”. Enrique Ochoa corrió a abrazar a su lanzador. Taqui corrió desde primera, Agustín desde segunda y Gilberto Navarro desde el right field. “Sabíamos que tu los ibas a dominar Isaías”. Emiro Álvarez salió del dugout. Las manos y los abrazos tapaban los uniformes. “Ahora tenemos que prepararnos para el Nacional de Margarita”. Emiro bajó la mano hasta la grama. Los jugadores lo imitaron. “Un, dos, tres, Distrito”. Los muchachos lanzaron las gorras al cielo y empezaron a saltar. Isaías recogió su gorra y empezó a caminar hacia el dugout. Gilberto Navarro salió de la algazara. “Que fue Isaías. No vas a quedarte para celebrar. Ahorita nos vamos a comer una parrilla en casa del señor Emiro” Isaías metió el guante y la gorra en un maletín azul claro que terció en
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su hombro izquierdo. “No puedo Cejita. Lo que pasa es que tengo que estudiar para un exámen de Contabilidad que tengo el lunes”. Sebastián esperaba a la salida del estadio junto a Gladys y Zaira. “Cónchale hijo, te felicito”. Gladys abrazó a su hermano. “Ya me enteré que van para Margarita”. Zaira trajo un raspao de colita. “Yo sé que en Margarita vas a pitchar mejor todavía mi hermano”. Referencias Musicales: Página 111: (7) Orinoco río abajo. Chelique Sarabia. 1962.
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14.- Zambullida hacia la raya “Al bate viene ahora Pete Rose. Se queda mirando detenidamente hacia el montículo, todavía no olvida el ponche del segundo inning”. “El Látigo debe tener cuidado con este bateador Delio. Pete Rose es un pelotero de mucha vergüenza que trata de reponerse a la brevedad posible de cualquier revés”. “Ahí va una línea fortísima hacia la línea de cal del left field. Parece que va a ser un extrabase… allá parece Armando Ortíz como un fantasma se lanza de cabeza y toma la pelota en medio de una nube de cal. Oigan al público”. “Te lo dije Delio, Pete Rose es peligroso. Pero lo de Ortíz no tiene nombre, todavía me estoy restregando los ojos”. Las lluvias de finales de julio hacían brincar entre charcas a los transeuntes de la calle Las Mercedes. Isaías saltó los siete pozos que había desde la esquina de la Avenida Libertador hasta su casa. Entró a la casa inundando la sala y el comedor. “Mamá, mamá aprobé el examen final de Contabilidad”. Carmen salió de la batea con las manos llenas de espuma. “Si, y con cuanto la sacaste”. “Con catorce mamá. Ahora si me voy a concentrar de lleno en el Campeonato Nacional de Margarita”. Carmen regresó a la batea. “¿Y no te vas a inscribir en el Liceo para el año que viene?”. Isaías entró a su habitación. “Si, me voy a terminar el Bachillerato Comercial, eso es un momentico esta tarde”. El almuerzo trajo una sobremesa de chistes donde sobresalían Valerio y Gladys. Isaías trató de levantarse varias veces. “Un momentico hermano, espérate que todavía falta papá”. Sebastián miró a Carmen. “Yo lo único que les puedo decir es que esta mujer cada día cocina mejor las caraotas”. Las sonrisas estallaron, las sillas se separaron de la mesa. “Epa Isaías ¿a dónde vas?”. Marilú se limpió la boca con una servilleta. “Voy para el Liceo a inscribirme para el año que viene”. La Libertador mostraba poca gente en los alrededores. Isaías apretó el paso entre los vapores que levantaba la inclemencia solar. Al llegar a la avenida Francisco de Miranda divisó un rostro conocido. “Hola Carmen Elena”.La joven volteó por encima de la correa del maletín que llevaba al hombro. “Epa Isaías ¿cómo estás?”. “Bién, ¿en que andas?”. El ruído de los carros en la vía apagaba la voz de Carmen. “Voy para el Parque Miranda. Tengo un juego de basket”. Isaías se llevó la mano al mentón. “Pero tu no me habías dicho que juegas basket”. “Bueno, no se había presentado la oportunidad”. “¿Y no puedo ir a ver el juego?” Carmen sonrió. “Claro vale, cuando tu quieras”. “Lo que pasa es que ahorita me voy a inscribir en el Liceo para el año que viene y después tengo que ir a una reunión del
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equipo de béisbol que va para el Nacional Juvenil en Margarita”. Los ojos de Carmen se entrecerraron. “Entonces ¿para que me preguntas si puedes ir al juego?” “Bueno es quiero verte jugar ¿Tu crees que para mediados de agosto todavía estén jugando el campeonato?” “Si chico, ese torneo termina en octubre”. Isaías se frotó las manos. “Entonces cuando venga de Margarita te voy a ver. ¿Sería mucho atrevimiento si te pido una foto tuya?” Una marea roja inundó las mejillas de Carmen. “¿Y que vas a hacer tu con una foto mía?” “Es que voy a pasar más de dos semanas sin verte y eso es mucho Carmen”. “No, no tengo ninguna foto ahorita aquí”. “Bueno, entonces dame uno de esos carnet que tienes ahí”. “Pero ese es mi carnet de estudiante, con el es que me dejan entrar al Parque Miranda”. “Si pero ahí tienes el otro del año pasado”. “Es que ahí salgo como una niñita Isaías”. “No importa, yo te quiero igual Carmen”. Isaías siguió rumbo al Liceo y Carmen Elena bajo hacia la Libertador. En el Liceo Fernando Peñalver no había mucho movimiento a esa hora de la tarde por lo que Isaías se inscribió sin ningún inconveniente y salió de nuevo a la calle para tomar un autobus de Circunvalación que lo llevó a la parroquia Santa Teresa. En la entrada de la oficina de la Liga de Béisbol del Distrito Federal hablaban varios peloteros. “Que hubo Isaías”. Jesús Sánchez alargó la mano hacia el recien llegado. José Hermoso y Luis Martínez asomaron sus rostros por la puerta de la oficina. “Todavía el profesor está escribiendo”. Martínez dio unas palmadas en la espalda de Isaías. “¿Y el resto de los muchachos?” Isaías templó el tirante de su maletín. “Bueno pasen muchachos, vamos a empezar”. Emiro Álvarez emergió del marco de la puerta. El sónido neumático de los frenos del autobus dio paso a un grupo de muchachos donde venían Wilfredo Soublette, Gilberto Navarro, Enrique Ochoa y el resto del equipo. Emiro empezó a llamar a cada pelotero. Al momento de entregarle el uniforme decía: “Espero que este pantalón y esta camisa se llene de sudor y tierra todos los juegos”. Emiro llamó a su cuerpo técnico. Cada jugador se probaba la camiseta de letras verdes en el pecho sobre la ropa que llevaban puesta. “Ahora vamos a hablar de algo muy importante. Hermoso y Ochoa, nunca se olviden de mirar para el dugout antes de cada lanzamiento. Si yo me estoy rascando la nuca es que van a pedir la recta. Si tengo las dos manos sobre las rodillas es curva. Si tengo el brazo sobre el espaldar del banco con la cara sobre la mano es para pedirle un cambio de velocidad al pitcher. ¿Estamos claros?” Hermoso y Ochoa inclinaron la cabeza hacia delante. “Ahora vamos con los pitchers. ¿Están oyendo no?” Los lanzadores del equipo se levantaron de sus asientos. “Si, señor”. “Cuando haya corredor en primera con menos de dos outs y el pitcher ponga la pelota en su espalda con la mano limpia es porque va a lanzar a primera. Pero ojo, para que esa jugada se ponga en acción hace falta que primero se
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ajuste la gorra. Eso para el primer intento. Para el segundo la seña será poner los brazos en jarra después de pisar una esquina de la caja de lanzar”. Los pitchers hicieron gestos de anotar sobe la palma de sus manos. “Anota ahí Isaías”. Luis Martínez sacó una pelota de su maletín y la estrujó como si estuviera sobre el montículo. Vinieron varias estrategias de juego para otros jugadores y un pizarrón sirvió para hacer más gráficas las explicaciones. La tarde había avanzado más allá de las cuatro cuando Emiro pasó una mano sobre la otra. “Bueno muchachos eso es todo. Nos vemos aquí el jueves a las siete de la mañana. El que no llegue a esa hora se queda. El camino hasta Margarita es bien largo y no podemos estar esperando”. La noche del miércoles toda la familia conversó con Isaías. Carmen le dio un vaso de chicha de maíz. “No te olvides de traerme un piñonate. La otra vez escuché a unos margariteños hablando de ese dulce y hasta se me hizo agua la boca”. Zaira le entregó dos pares de medias sanitarias. “Toma mi hermano, para que veas que tu hermana Zaira está pendiente de ti”. Sebastián llamó a Isaías hasta la mecedora que ubicaba en el patio para refrescarse en las noches. “Hijo ten siempre presente el respeto a los demás y la responsabilidad. En cuanto al béisbol no dejes que los bateadores se encimen tanto en el home. Si ves que se están agarrando lo que no les pertenece apartalos con un rectazo pegado”. “Papá y ¿si le pego un bolazo al bateador?” “Tienes que tener cuidado con eso. Yo se que tu tienes buen control y puedes pasarle la bola rozando sin pegarles. Por otro lado, cada vez que haya corredores en base y den un batazo tienes que ubicarte entre tercera y el home. De acuerdo a donde vaya el tiro tienes que hacer la asistencia detrás de tercera o del home, eso es muy importante en un pitcher”. Carmen salió del baño con una regadera de gotas cristalinas rodando por su rostro. “Bueno Sebastián ¿es que tu no piensas dejar dormir a Isaías? Mira que mañana tiene que salir tempranito para Margarita”. Sebastián se levantó de la mecedora. Isaías adelantó sus pasos hacia el comedor. “Buenas noches papá. Bendición mamá”. Entró a su cuarto y encontró a Valerio leyendo una novela de vaqueros. “Que fue Valerio, cuantos tiros le han dado al muchacho”. Valerio apartó la novela a un lado. “Estoy comenzando a leer. ¿Cómo te preparas para el campeonato?”. Isaías se sentó en su cama y aflojó las trenzas de los zapatos. “Voy con todo Valerio. Van a tener que echarle pichón para quitarnos ese Campeonato”. A las cinco y media de la mañana Carmen llegó al cuarto de sus hijos. “Isaías párate. Mira que tienes que salir temprano”. Carmen se acercó a la cama. “Valerio ¿dónde está Isaías?” Valerio levantó la cobija por encima de la cabeza. “Búsquelo en el baño. Ese no durmió en toda la noche. Yo creo que ya está vestido. Así que apúrese porque es capaz de irse ahorita mismo para Margarita”. Carmen terminó de despertarse
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con una carrera hasta el patio. “Isaías muchacho, yo se que tienes que salir temprano. Pero tampoco es para que exageres”. Isaías cepilló sus dientes y se enjuagó la boca y la cara. “Tengo que salir ya mamá. El autobus se va a las siete y no van a esperar por nadie”. “Si está bien pero espera que te fría dos huevos para que te los comas con pan”. “Está bien mamá”. Isaías devoró los huevos, agarró su maleta y empezó su tráfago hacia la puerta de la calle. “Hasta luego hermano, date un baño en la playa por mí y traiganse el campeonato”. La voz adormilada de Marilú detuvo los pasos de Isaías. “Échale pichón Isaías”. Valerio asomó la cabeza por la puerta del cuarto. Isaías entró al cuarto de Sebastián. “Bueno papá, voy saliendo. Écheme la bendición”. “Dios te bendiga hijo. Y acuérdate de lo que hablamos anoche, no dejes que los bateadores te quiten terreno”. Isaías abrió la puerta de la calle. Carmen lo abrazó y le dio un beso. “Cuidate mucho hijo. Y acuérdate del piñonate”. Isaías sonrió y se sumergió en el incipiente movimiento citadino con la maleta en la mano izquierda. El autobus aminoró la marcha en la esquina de La Libertador e Isaías saltó al estribo. Le entregó una locha al chofer y siguió hasta la mitad del bus. El vehículo aprovechó la ausencia de tráfico para adentrarse en el tunel de neblina y rocío de las calles caraqueñas. En menos de veinte minutos llegaron frente a la oficina de la Liga de Béisbol Distrital. “Que hubo profesor, que tal Luis”. Isaías bajó del bus y saludo a Emiro Álvarez y Luis Martínez en la entrada de la oficina. “Buenos días Isaías, aquí estamos. Listos para arrancar para Margarita”. Emiro se acercó a la orilla de la calle. “Mira Luis allá viene medio equipo”. Otro autobus se paró media cuadra antes y la polifonía de voces delató la presencia de varios integrantes del equipo. Justo a las siete apareció el autobus del viaje. “Bueno muchachos, como les dije, ya son las siete. Por lo tanto vamos arrancando”. Emiro abordó el colectivo y empezó a llamar a cada pelotero en voz alta, incluídos los coachs. En cinco minutos se llenó el bus. El chofer dio dos cholazos para terminar de entonar el motor y arrancó. “Esperen, esperen”. Gilberto Navarro sacó medio cuerpo por una de las ventanillas. “Es el negro Hermoso que viene corriendo”. El rostro agitado y la respiración entrecortada subieron a Hermoso directamente hasta su asiento. “Yo te lo dije que nos íbamos temprano. De vainita te quedas”. Emiro hizo una seña al chofer para salir. El chofer enfiló hacia la carretera a Oriente y empezó a descontar kilómetros. Los pasajeros disfrutaban con los contrastes de los paisajes naturales mientras contaban chistes y cantaban. En plenas rectas de Barlovento el vehículo desarrolló velocidades fantasmales.
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“Coño ¿que vaina es esta?” El chofer desvió el autobus hacia la derecha. Toda la estructura se estremeció. Varias personas cayeron al piso, otros se aguantaron de los asientos.“Que fue Pedro ¿Qué pasó?”. Emiro se acercó al chofer, quién paró el vehículo en el extenso hombrillo de la vía. “Lo que pasó es que un gran diantre de oso hormiguero se atravesó y casi me hace meterme para el monteral”. Pedro recargó sus pulmones de aire. Bajó y revisó los neumáticos. “Que broma, se espichó un caucho”. Los muchachos preguntaron por la llave de cruz y el “gato” y cambiaron el caucho en un dos por tres. A la altura de “El Guapo” el chofer se detuvo. “Bueno aprovechen de comerse algo mientras llevo a reparar el caucho”. Los muchachos se comieron unas cachapas con chicharrón. En media hora el chofer resolvió el asunto del caucho, pidió una arepa de carne molida y prosiguió el viaje. El autobus avanzó hacia la entrada de Barcelona. “Bueno ya nos falta poco para Margarita”. Emiro volteó hacia sus jugadores. A las dos de la tarde tomaron el ferry en Puerto La Cruz. La travesía mostró peces voladores y algunos muchachos mareados que se la pasaron en el baño. El barco atracó en Punta de Piedras bajo un manto de oscuridad plagado de estrellas. El chofer preguntó por la vía hacia Porlamar.Una hora después entraron a Porlamar, Emiro bajó un momento del bus. “Señor disculpe ¿usted sabe donde queda este grupo escolar? El aludido arrugó un poco los ojos. “Si mi compay. Usted cruza aquí a la derecha, sigue derechito por ahí cinco cuadras y ahí está la escuela”. Llegaron a la escuela. Una pancarta se extendía entre dos matas de guayacán: “Bienvenidos al VI Campeonato de Béisbol Juvenil. 2 al 11 de agosto 1963. Porlamar. Edo. Nueva Esparta”. Allí una comisión del comité organizador del campeonato los ubicó en unas aulas dotadas con camas. “Bueno mano, ahora a descansar porque si mañana no tenemos juego el sábado sí”. Isaías abrió el maletín y lo colocó sobre su cama. Las primeras luces del amanecer entraron en las aulas. Emiro Álvarez se asomó al dormitorio. “¿Ya están listos? Vamos saliendo para el estadio”. Todos los integrantes del equipo recogieron sus pertenencias y subieron al bus. A tres cuadras del estadio se detuvieron. Isaías se se acercó a Álvarez. “Profesor, acuérdese que el juego es en una hora y no hemos comido nada. ¿Por qué no aprovechamos que esa señora esta ahí haciendo empanadas y por lo menos le metemos un embuste al estómago? Emiro escrutó a Isaías hasta los huesos. Después miró al resto del equipo. “Chofer por favor párese aquí que vamos a desayunar”. Los peloteros brincaron el estribo del autobus para admirar con deleite como los bocadillos de carne, cazón y queso flotaban en un baño de aceite hirviente. Jesús Sánchez miró uno empanada al trasluz. “Caramba estas empanadas son casi transparentes”. La empanadera moldeó otra media luna de harina de maiz y la echó en el caldero. “Araj muchacho, vamos a ver que vas a decir despues
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que la pruebes”. Isaías secó el aceite de la boca. “Señora por favor deme otra de cazón”.En 15 minutos se acabó la provisión de la empanadera. “Menos mal que las empanadas estaban transparentes”. La señora contó las monedeas que le entregaron y recogió sus implementos. Emiro se paró en el primer escalón del autobus. “Bueno muchachos ahora si estamos listos para ese juego contra Falcón”. El autobus arrancó con destellos de luz solar reflejada que enfocaba la mañana dominical hacia un estadio donde la gente bullía en la entrada.El autobus se estacionó a un lado del estadio. La tierra anaranjada olía a mar. A lo lejos se escuchaban los graznidos de las gaviotas. Isaías avanzó hacia el estadio entre el tropel de sus compañeros de equipo bajando del bus. Gilberto volteó hacia atrás. “Isaías vente que hay que empezar a practicar. Mira que te toca abrír hoy”. Isaías hurgaba los movimientos de las aves sobre un manglar vecino. El sonido de un bate contra una pelota rompió la abstracción. Isaías vio una pelota que se levantó sobre la tribuna y venía hacia el frente del estadio. Un tumulto de muchachos se desbocó tras la pelota. Un joven de camisa blanca y piel roja atrapó la esférica al primer bote. “La agarré, la agarré”. La turba continuó su vorágine y le arrancaron la pelota de la mano a empellones. Un manganzón que le llevaba como diez centímetros de altura salió corriendo con la pelota. El muchacho se sobó las manos magulladas. Levantó el faldón de la camisa y se enjugó dos lágrimas. “Esa pelota era mía, yo la agarré”.Isaías sacó una pelota de su maletín. “Hey, ¿cómo te llamas?” El niño sacudió el rostro. “¿Usted me habla a mi señor?” “Claro, dime como te llamas”. “Modesto… Modesto García”. “Modesto ¿te gusta el béisbol?” “¿A mi? Claro que sí. Tanto que todavía me duele que me hayan quitado esa pelota”. “Bueno aquí tienes esta pelota, para que juegues”. “Seguro señor ¿Usted no la necesita?” “Tranquilo Modesto en el equipo tenemos más”. Isaías apuró el paso hacia el estadio. Modesto persiguió a Isaías. “Señor y usted ¿cómo se llama?” “Isaías Chávez”. “¿Usted es el Látigo Chávez?” “¿Y tu como sabes eso? “Es que mi papá y mis tíos han estado hablando de usted desde hace tiempo. Y ahora con el Campeonato más. De seguro que ellos están en el estadio. Quieren verlo pichar”. Emiro Álvarez salió a la puerta de estadio. “Bueno Isaías ¿vas a venir o quieres que ponga a pichar a otro?” Isaías agitó el cabello de Modesto. “Bueno Modesto espero que disfrutes la pelota”. “Gracias Isaías”. Modesto agarró la pelota con todas sus fuerzas. El juego entre Distrito Federal y Falcón comenzó a mitad de mañana. Isaías solo aceptó cuatro imparables y dos carreras a la toletería falconiana. Sus compañeros le dieron el respaldo suficiente al castigar a Rolando Marín con seis carreras que sentenciaron la primera victoria de los capitalinos. Las tribunas se agitaban. En el dugout Jesús Sánchez prendió la echadera de broma. “Y eso que Isaías se comió solo dos
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empanaditas de cazón. Si te comes otra a lo mejor el negro Hermoso tiene que meterle más estopa a la mascota”. A la salida del dugout Modesto corría a la cabeza de la chiquillería que seguía al Látigo. “Isaías por favor un autógrafo”. Isaías agarró la pelota y la firmó. “Después hablamos Modesto”. Modesto se pegó a la ventanilla del autobus. “Es que mi papá y mi mamá quieren que vayas a comerte un sancocho de pescado con nosotros”. Isaías bajó el vidrio. “¿Dónde vive tu familia?” “En playa Galera. Pregunta por los González. Mi papá dice que en el próximo juego te esperamos para que vengas con nosotros”. El autobus arrancó y Modesto tuvo que correr para no caer. El 9 de agosto de 1963 encontró al equipo de Distrito Federal clasificado para el play off. En la eliminatoria solo perdieron contra la novena de Anzoátegui, equipo contra el cual debían iniciar la fase culminante del campeonato. Emiro Álvarez llamó a Isaías de entre el grupo que se dirigía al autobus. “Bueno Isaías, llegó el momento de la verdad. Echa el resto en este juego. Este equipo nos ganó el primer juego pero ahora vamos a batallá más duro”. Isaías sacó la gorra verde con las letras DF de su maletin. “Tranquilo profesor que hoy va a ser un juego diferente al primero”. El equipo abordó el autobus. La incandescencia del mediodía margariteño los acompañó hasta el estadio en medio de un tunel de chicharras cantoras. Modesto corrió como un bólido hasta el autobus. “Isaías, Isaías”. Los peloteros que bajaban se confundieron con el muchacho. Isaías lo tomó por el hombro y lo llevó a un lado de la entrada del estadio. “Modesto ahorita no puedo hablar contigo. Tenemos un juego muy importante y hay que calentar el brazo”. Modesto desplazó el sudor de su frente con la manga de su camisa. “Isaías es que mi mamá y mi papá quieren que vayas a comerte un sancocho de pescado con nosotros después del juego”. Isaías estrechó la mano de Modesto. “Está bién Modesto. Después del juego vamos para allá”. En el mismo comienzo del juego los distritales anotaron una carrera. Isaías trajo un arsenal de curvas combinadas con rectas y cambios que sacaron de paso a los orientales en los dos primeros episodios. En el tercero Distrito marcó una rayita más. El Látigo continuó apretando la precisión y la inteligencia de sus envíos. Para el sexto episodio ganaban 5-0. En el noveno remataron con dos carreras más. Isaías completó el blanqueo en trabajo donde solo aceptó 4 imparables, concedió 3 boletos y ponchó a 10 contrarios. “Eso es todo Isaías”. Emiro Álvarez brinco al campo con una sonrisa más grande que el campo. “Cónchale te la comiste Isaías”. Jesús Sánchez abrazó a su compañero. “Ahora tenemos que pensar en el juego de mañana”. Gilberto Navarro dio dos palmadas en el hombro del Látigo.
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Isaías salió del dugout luego de una ducha instantanea. “Profesor hay un niño que me invitó a su casa porque sus padres me quieren conocer. ¿Es posible que me de permiso para visitarlos?” Emiró se rascó la frente. “Bueno Isaías, esto normalmente no se permite. Pero tratándose de un niño te voy a dar una hora. Eso si, tienes que ir acompañado”. Isaías llamó a José Hermoso y llegaron hasta donde Modesto tumbaba unos almendrones. El autobus de la delegación los llevó hasta la morada de los padres de Modesto. Emiro se asomó a la puerta del bus. “Los venimos a buscar en hora y media”. El cielo lanzaba los primeros matices de rosados y naranjas que anteceden al crepúsculo. Los padres de Modesto se presentaron y saludaron efusivamente a Isaías y a Hermoso. “Cónchale que alegría tenerlos aquí. Ahorita acabamos de apagar el radio donde oímos ese juegazo que le ganaron a Anzoateguí”. El papá de Modesto los hizo pasar hasta el comedor. La señora servía dos hirvientes platos de sopa de pescado que inundaron el recinto de ají dulce y fósforo. “¿Le duele el brazo Isaías?” “Si me duele un poquito, pero con este sancocho seguro que me recupero”. Isaías y Hermoso degustaron el manjar con limón y unas gotas de picante. Luego de la comida salieron al portal. Isaías miró con detenimiento una de las paredes del recibo. “¿Ese flower es de adorno o lo usan todavía”. El papá de Modesto agarró el flower. “Con este flower es que yo salgo a ese monteral que se ve al frente a cazar conejos”. Isaías salió a la calle. “¿Ahí hay conejos?”. Modesto se tapó el sol con la mano. “Si Isaías¿Quieres ver?”. Isaías se adentró con el niño en el espacio lleno de tunas y guayacanes. Luego de revisar unos veinte metros decidieron regresar. Modesto agarró a Isaías por un brazo. “Psst. Mira allá destrás de aquella piedra”. Un par de orejas marrones asomaba. Isaías agarró una piedra y la lanzó. Un conejo de regular tamaño desapareció entre la vegetación xerófita. Isaías conversó unos minutos con Modesto y sus padres. “Me tengo que ir. Muchas gracias por el sancocho. El próximo juego que lance me voy a acordar de este sancocho de pescado”. Isaías empezó a caminar con Hermoso hacia el lugar acordado con el chofer del autobus. El play off avanzaba y Distrito Federal se acercaba al título. “Ahora si vamos a conseguí un campeonato juvenil”. Emiro Álvarez abotonaba la camiseta distrital sobre el pecho mientras miraba la hora de aquel martes 13 de agosto de 1963. “Vamos muchachos. Apúrense que ya son las seis y el juego es a las siete”. Isaías se apróximo a la puerta con el maletín en el hombro. “Profesor ¿usted está seguro que si le ganamos hoy a Nueva Esparta somos campeones?” Emiro ajustó el cinturón entre las tirillas del pantalón de algodón. “Tu lo único que tienes que hacer es dominar a los margariteños y después vas a ver si somos campeones o no”.
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Isaías salió de la concentración. Llegó hasta el autobus. “Que hubo Pedro¿ Como te va?”. El chofer pasaba las manos por el neumático trasero del bus. “Aquí Isaías, listo para llevarlos”. Isaías avanzo varios pasos delante del bus. Sacó algo del maletín y fijó la mirada por más de cinco minutos. Hasta que Gilberto y Hermoso se asomaron a sus espaldas. “Cónchale mano. Tremenda novia que se gasta el Isaías”. Isaías volteó y de un salto guardo el carnet de Carmen Elena en el maletín. “Pero bueno chico ¿Es que uno no puede tener un momento de intimidad?” Gilberto bajó la cabeza. “Pero no te molestes Isaías. Solo era una broma”. Isaías sonrió. “Está bién. No ha pasado nada. Donde si van a pasar muchas cosas es en el juego. Así que vamos para el autobus”. El autobus detuvo su marcha con un frenazo que alborotó el aire. Los muchachos bajaron del autobus. Emprendieron una marcha firme hacia el estadio. “Isaías, Isaías”. Modesto corría junto a su papá. Isaías detuvo sus pasos. “Hola Modesto ¿como estás?” El muchacho le alargó un plato de peltre cerrado. “Esta mañana me fui al monteral y le metí una pedrada en la cabeza a un conejo. Mamá hizo un guisado y yo le dije que quería que tu lo probaras”. Isaías agarró el plato. “Ummmm, esto huele sabroso. Discúlpame Modesto. Ahora tengo que irme porque el juego va a comenzar. ¿No lo vas a ver?” Modesto se quedó mirando a su padre. “No, mamá dice que los niños deben acostarse temprano”. Isaías trotó hacia el estadio. Emiro se acercó de puntillas al círculo de los peloteros. “Ajá. ¿Yo no les he dicho que antes de los juegos no se come?” Isaías tragó sin masticar. “Disculpe profesor, es solo una meriendita que nos trajo un muchacho que sigue el campeonato”. “Pero huele bien esa meriendita ¿no?” Jesús Sanchéz se relamió los labios. “Es conejo de monte guisado profesor”. “Bueno denme un poquito a mi también”. El árbitro principal llamó a jugar. Isaías colgó el primer cero a los neoespartanos. En el cierre de la entrada los distritales se fueron adelante con una carrera ante Ramón Mujica. La reacción margariteña no se hizo esperar. En la parte alta del segundo episodio aprovecharon dos errores del antesalista Julio Vásquez para irse adelante. Emiro Álvarez salió al terreno. “Vamos Isaías métete en tu juego que estás lanzando bien. Y tu Vásquez, relájate. Tranquilo, suelta esos nervios”. El tercera base regresó a su pedazo de infield con la cabeza entre los hombros. Distrito igualó las acciones en el sexto. Desde ese momento se desplegó un soberbio duelo de pitcheo entre Isaías y Mujica. En el cierre del octavo con tres hombres en base y dos outs Brizuela bateó un saltarín por la raya de tercera que encontró a Isaías en tránsito hacia el plato y fue out por regla. Distrito comenzó el cierre del noveno con la carrera del triunfo en segunda sin outs. Álvarez ordenó a Jesús Sánchez batear largo y falló la estrategia. Pedro Lingstuil, el instructor de bateo se sentó al lado de Álvarez. “¿Por que no mandaste a tocar a
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Sánchez?” “Es mi cuarto bate Pedro. Además si toco me van a pasar por bolas a José Laya y quizás tambien a Hugo Párraga”. El inning terminó en blanco. El forcejeo continuó hasta que Ángel Millán le conectó un triple barrebases a Isaías en el comienzo del inning décimo tercero. Luego él tambien anotó. Emiro trajo a relevar a Wilfredo Soublette. Isaías pasó a jugar en el jardín derecho. No subió la mirada hasta que Soublette hizo su primer envío al plato. Distrito trató de volver en la conclusión del episodio pero solo pudieron anotar una carrera. Nueva Esparta ganó 6-3 y forzó un juego decisivo para el día siguiente. Isaías se quedó más de media hora sentado en el dugout mirando hacia el campo. Gilberto se le acercó. “Tranquilo Isaías. Tu lanzaste muy bien. Además todavía tenemos mañana”. Julio Vásquez se paró frente a Isaías. “De verdad me disculpo Isaías. Si no es por esos dos errores hubieramos ganado 2-0”. “No te preocupes Julio. Los errores son parte del juego. Si yo hubiera esquivado es rolling en el noveno los dejábamos en el campo”. Isaías se levanto y caminó detrás de sus compañeros hacia el autobus. El juego culminante del campeonato iba a comenzar a las siete de la noche de aquel miércoles 14 de agosto de 1963. Emiro decidió llevarse a los muchachos a la playa. En la vía hacia Robledal Emiro se paró a un lado del chofer. “Vamos a despejar la mente. Hay que poner la mente en blanco. Háganse de cuenta que estamos llegando a Margarita y vamos a jugá un juego de exhibición contra Nueva Esparta”. Los peloteros se miraron entre sí y guiñaron un ojo. De regreso al alojamiento Isaías se acercó al asiento de Emiro. “Profesor ¿no podemos pasar un momento por la casa de Modesto?” “¿Y quién es Modesto?” “Es un muchachito que siempre va para el estadio. Ayer me llevó un guisado de conejo y yo quedé en regresarle el plato”. Emiro frotó la piel de los brazos para remover la sal. “Está bien. Pero eso va a ser bajada por subida. Ya son las cinco de la tarde y tenemos que estar en el estadio a las seís. Isaías bajó frente a la casa de Modesto. “Buenas tardes”. El muchacho corrió hacia el portal. “Isaías ¿vas a jugar esta noche?” “Si pero en los jardines”. Modesto agarró el plato. “Cónchale, no se porque esos juegos los tienen que hacer de noche. Papá yo quiero ir a ver ese juego”. El padre de Modesto contestó desde la sala. “Es muy tarde para ti Modesto. Esta noche lo oímos por radio”. Isaías empezo a caminar hacia el autobus. Cuatro días después El Nacional publicaba: “Prospecto de Los Celis, Látigo Chávez, perdió cadena de 17 victorias. Antes de la derrota ante Nueva Esparta sólo había perdido en la inauguración del Campeonato Distrital de 1962. Entonces El Látigo batalló 11 innings con el MOP de Luís Martínez. “Modesto tu sabes donde se pueden conseguir piñonates aquí?” “En el terminal de los ferrys diempre va una señora que vende unos muy buenos”. Isaías subió al autobus.
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“Bueno, mañana cuando nos vayamos le compro unos” “¿Cómo a que hora se van?” “Como a las diez de la mañana”. “Bueno, mañana voy para allá y te ayudo a buscar a la señora”. El autobus llegó al estadio a las seis de la tarde. A la entrada del dugout de Distrito esperaban dos señores vestidos de flux y corbata. Los peloteros pasaron y se los quedaron viendo. Emiro se plantó frente a ellos. “¿Qué desean los señores?” “Queremos hablar con Isaías Chavez. Nosotros somos buscadores de talento de los Gigantes de San Francisco. Yo me llamó Alex Pompez y mi compañero Chick Genovese”. Emiro entró al dugout. “Isaías”. “Dígame profesor”. “Los señores quieren hablar contigo”. Isaías y los scouts estrecharon manos. “Nos impresionó mucho su manera de lanzar”. Pompez sacó una libreta. Genovese afincó una mano en la pared. “Quisiéramos saber si usted estaría dispuesto a asistir a una práctica en Caracas para que hablemos sobre la posibilidad de firmarlo para los Gigantes de San Francisco”. “¿Con los Gigantes?” Isaías trastabilló. “Bueno, pero eso hay que consultarlo con mi papá”. Pompez dio dos palmadas en el hombro de Isaías. “No problem. Nosotros hablamos con él”. La voz de Emiro tronó en el dugout. “Bueno Isaías si quieres jugar mejor es que te vengas”. Pompez guardó la libreta. “Entonces tenemos una cita en el Estadio Universitario el 15 se septiembre a las diez de la mañana”. Distrito Federal terminó conquistando el cetro campeonil ante los aguerridos neoespartanos. Un magistral trabajo monticular de Luis Martinez coronó a los capitalinos. Emiro celebró ruidosamente con sus muchachos. “Yo les dije que este si era el año de Distrito”.
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15.- Machucón. “….. y con dos outs y las bases limpias viene a consumir turno Teodoro Obregón. En el segundo inning salió con elevado al left field. Se prepara El Látigo. Obregón hace swing y sale un manso rolling que toma el pitcher sin dificultad y se completa el out en el mascotín de Oswaldo Blanco”. “Delio y con este son quince los hombres que El Látigo ha retirado en fila desde el infield-hit de Tovar abriendo el juego”. “Y cuando tenemos 4 innings y medio Caracas 0 Magallanes 0”. La tribuna magallanera hervía en medio del coro del un, dos, tres.
Isaías agarró su guante, una pelota y un uniforme de Los Celis y los acomodó en el maletín que siempre terciaba en su hombro izquierdo. Carmen sacaba un piñonate de su envoltura de cachipo (capa seca del tallo de la mata de cambur). Isaías abrazó a su madre. “¿Y todavía te quedan de esos dulces? Ya hace casi un mes que regresamos de Margarita. ¿Eso no se echa a perder mamá?” Carmen hincó el diente en el dulce cuadrado, los olores a papelón y lechosa se mezclaron con el aire. “Que se va a echar a perder esto Isaías. Ahora es que está más sabroso”. Isaías mordió una punta del piñonate y comprobó lo que decía Carmen. “Mira pajarito. ¿Y para donde vas tu con esos macundales de jugar pelota?” Isaías levantó la cabeza. “Te acuerdas lo que les dije cuando llegué de Margarita. Hay unos señores de las Grandes Ligas que me quieren ver lanzar para ver si me firman para jugar con los Gigantes de San Francisco”. Carmen dejó el piñonate sobre la mesa. “¿Ya hablaste con tu papá? Mira que yo quisiera que terminaras por lo menos el bachillerato”. “Papá me está esperando en la puerta”. Carmen quemó el pasillo hasta la puerta de la calle con cada pisada. “De manera que tu ibas con Isaías a una práctica y no me habías dicho nada”. Sebastián inundó los anteojos de sudor. “Tranquila Carmen. Es sólo una simple práctica. Ahi no se va a dar nada importante todavía”. Carmen afincó su mano izquierda en el marco de la puerta. “A mi lo que me molesta Sebastián es que ustedes no me hayan dicho nada sobre esto. Isaías tambien es mi hijo y yo tengo derecho a saber que pasa en su vida”. “Discúlpame Carmen. Es que queríamos darte una sorpresa cuando volviéramos de la práctica. Pero contigo no se puede vale”. Sebastián e Isaías llegaron al campo de la Electricidad de Caracas como a las cinco de la tarde. “Isaías ¿será que esa gente no va a venir?” Sebastián se levantó
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sobre sus muletas y bajó de la tribuna. Isaías abrió el maletín y vio el carnet de Carmen Elena. “Papá, ya estamos aquí. Tenemos que esperar por lo menos una hora. ¿Por qué no vamos un momentico al Parque Miranda? Me dijeron que hay un juego de basket del campeonato distrital”. “¿Y si vienen esos tipos y no nos encuentran?” “Cará papá. Vamos a ir solo un momentico”. Isaías y Sebastián se acercaron al gimnasio por un atajo. Los sonidos de los silbatos y de los contactos de la goma de los zapatos contra el tabloncillo chirriaban en el aire del atardecer. Isaías aceleró el paso. “Epa, epa. Espérate vale. Esos ruidos del gimnasio como que te recordaron algo”. Sebastián alcanzó a Isaías con dos zancadas. Isaías detuvo la marcha. “Es que quiero ver ese juego papá”. “¿De cuando acá te interesa tanto el basket Isaías?” Se sentaron lo más cercano que pudieron de la cancha. El juego mostraba dos equipos aguerridos de muchachas que trataban de burlar las defensas en un mar de cabellos sudados y gritos desesperados. Un pase sobre el segundo final habilitó a una joven delgada que lanzó al canasto milésimas antes de recibir un empujón. La pelota entró en las redes y ganó el equipo de uniforme rojo. Entre sus compañeras y el público sacaron a la muchacha en hombros. “Ajá. Isaías, no me habías dicho que Carmen Elena jugaba basket”. “Solo me enteré hace como mes y medio papá. Pero ni me imaginaba que jugaba tan bien”. Isaías bajó hasta la cancha. Solo pudo saludar a Carmen Elena mientras continuaba la celebración en la banca. Isaías tuvo que esperar como media hora mientras Carmen se duchaba. “Cónchale tienes un rifle en la mano ¿no?” Isaías estampó un beso en la mejilla de Carmen Elena. “Bueno… se hace lo que se puede. Es lo menos que podía hacer después de pasar practicando ese tiro varios días a la semana”. Carmen Elena sacó una botella de agua de su bolso. “¿Con esta victoria clasifican a otra ronda o son campeonas?” “Con este triunfo nos ponemos a una victoria más de la final”. Sebastián se acercó. “Te felicito hija. Eres muy buena con ese balón”. “Gracias señor Sebastián. Isaías ¿y para donde vas tu con ese maletín? ¿Tienes juego ahorita?” “No pero voy a tirar unas pelotas en el Parque Miranda”. Carmen Elena tomó otro sorbo de agua. “¿Y eso?” “Es que hay unos scouts de los Gigantes que me quieren ver”. “¿Puedo ir con ustedes?” Sebastián sonrió. “Claro hija”. En la entrada del campo de la Electricidad esperaban Pompez, Genovese, un hombre alto de anteojos, uno pequeño de paltó y un cuaderno bajo el brazo. El tercer hombre empuñaba una mascota de receptor en la mano izquierda. “Buenas tardes señores”. Isaías estrechó las manos de los buscadores de talento. “Isaías quiero que conozcas al señor Carlos Tovar Bracho gerente del club Orientales, al periodista Heberto Castro Pimentel y al pelotero Luis Rivas catcher de Orientales”. Pompez presentó a sus
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acompañantes. Isaías se volteó hacia Sebastián y Carmen Elena. “Ahora yo quiero presentarles a mi papá Sebastián Chávez y a mi novia Carmen Elena”. Carmen Elena clavó una mirada de rubor en la sonrisa de Isaías. Cuando el sol empezaba a declinar en el cielo Isaías salió del dugout con el uniforme de Los Celis. Empezó a preparar el terreno en la lomita para su primer envio. “Ya va. Ya va Isaías”. Luis Rivas corrió hacia el montículo. “Un dedo es recta, dos cambio, tres curva”. Isaías asintió. Los tres primeros lanzamientos sacaron percusiones de bongó de la mascota de Rivas. Luego vinieron los cambios. Las curvas asustaron al receptor porque al principio llegaron contra el piso. “Queremos ver la recta”. Grito Genovese desde la tribuna. Isaías se preparó en el morrito y metió una pelota que se quedó suspendida entre el home y el montículo. Rivas salió corriendo. “Coño Isaías. ¿Que vaina fue esa que tiraste? ¿Quién te enseñó ese pitcheo?” “Lo aprendí viendo a los pitchers de la liga AA”. A eso de las seis y media de la tarde terminó la sesión. “Bueno Isaías necesitamos verte una vez más. Nosotros tenemos que enviar un reporte a San Francisco”. Genovese caminó hacia la salida. Tovar Bracho puso una mano en el hombro de Isaías. “Por mi parte tengo que hablar con el señor Istúriz”. Isaías se quitó la gorra. “Si pero ¿cuando va a ser esa próxima vez?” Pompez abrió una agenda. “El 30 de septiembre aquí mismo”. Isaías arqueó las cejas y enrumbó hacia Chacao con Carmen Elena y Sebastián. El radio rojo de Carmen sonaba en un lado de la cocina cuando Isaías se asomó. “Bueno mamá. Écheme la bendición”. Carmen le bajó un poco el volumen a la caja rectangular de sonidos. “¿Y para donde vas ahora Isaías?”. “Voy con papá para el estadio Universitario. Los señores de los Gigantes y del béisbol profesional de aquí quieren ver de nuevo mis lanzamientos”. Carmen metió las manos en el delantal. “¿Otra vez? Ellos ya te vieron hace como tres semanas. Además, mira que eso está vuelto un avispero en la calle con lo que pasó ayer en ese asalto del tren del Encanto”. Sebastián entró en la cocina abotonándose la guayabera verde claro. “Si Carmen ya lo vieron. Pero ellos necesitan estar seguros de las facultades de Isaías. Acuérdate que es un equipo de Grandes Ligas que lo está evaluando. Quédate tranquila que eso del tren fue en Los Teques. Además Isaías sabe defenderse y yo tambien”. Carmen se quedó ladeando la cabeza. “Si Sebastián, pero nadie puede parar una bala”. Isaías y Sebastián apresuraron el paso hacia la puerta de la calle. En la sala Marilú y Valerio ensayaban unas notas con un cuatro. “Dumbi, dumbi, dumbi, dumbi, dumbi, dumbi, dumbi, dumbi, dumbi, daaa….espera un poco más y pregúntale a papá…”
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Isaías detuvo su marcha. “Uuupa mi hermana. Yo no sabía que tocabas cuatro”. Marilú respiró profundo. “No se Isaías. Estoy tratando de aprender con Valerio”. Isaías abrió la puerta. “Cónchale pero suenan bien. ¿Cómo es que es la cosa? Dumbi, dumbi, dumbi….” Valerio siguió a Isaías. “¿A donde van?” “A una práctica”. Isaías paró un autobus en la Francisco de Miranda. En veinte minutos llegaron al estadio Universitario. Allí los esperaban Pompez, Genovese, Tovar Bracho, Luis Rivas y un hombre menudo. “Hola Isaías. Te presento al abogado Jesús Eduardo Cabrera. Él ha seguido de cerca tu carrera en el aficionado. Inclusive le recomendó a los señores Pompez y Genovese que te fueran a ver a Margarita”. Carlos Tovar Bracho condujo a Isaías y a Sebastián hasta el dugout de la derecha del Universitario. Antes que los presentes intercambiaran más de diez palabras Isaías salió a la lomita del estadio. Luis Rivas se acercó. “No te vayas a poner a tirar lanzamientos que no te pida”. Isaías sonrió y se fue unos pasos al lado de la caja de lanzar. Los primeros minutos fueron de curvas y rectas suaves. Rivas azuzó. “Bueno enséñame que es lo que tienes. Esa gente no va a venir de tan lejos para verte tirar bombitas”. Los próximos tres lanzamientos se movieron tanto al llegar al plato que el receptor tuvo que moverse con reflejos de lince. Rivas corrió al montículo. “Isaías, no me confundas tanto. Hasta ahora he cogido la bola por pura casualidad”. Media hora más de pitcheos sacó a los scouts del dugout. Pompez se acercó a Isaías. “Está bien Isaías. Te vamos a firmar para los Gigantes pero tienes que esperar porque hay que mandar a hacer el contrato y eso lo hacen ellos allá en San Francisco”. Isaías intercambió miradas con Sebastián. “¿Y cuanto tiempo hay que esperar?” Genovese escribió algo en su agenda. “Nosotros llamamos al señor Tovar Bracho y el te dirá cuando esté listo el contrato y cuando va a ser la firma”. Carmen caminó hacia el cuarto de Isaías. “Bueno chico ¿tu no y que ibas a firmar para jugar profesional?” Isaías terminó de guardar sus implementos de juego en el maletín. “Si mamá, todavía espero por la llamada del Sr. Carlos Tovar Bracho”. “Además acuérdate que comenzaste el Liceo. No puedes estar distrayéndote tanto con la pelota. Hace como dos semanas fuiste a jugar con Los Celis y ahora otra vez”. “Pero eso me sirve para mantenerme en forma mamá”. Valerio se levantó de su cama. “Ese de hace dos semanas fue un juegazo Isaías le ganó a Royal Criollos 1-0”. Isaías se despidió y salió a la calle. El movimiento meridiano de aquel martes detuvo la celeridad de Isaías. En la Avenida Francisco de Miranda escuchó una voz conocida. “Epa Isaías”. Isaías volteaba a
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todos lados. Cuando emprendía de nuevo su rumbo. “Epa Látigo”. Se acercó por detrás de un hombre que escondía el rostro detrás de un periódico abierto frente a sus manos. “Mirénme al Dámaso. A ti tambien te gusta la guachafita ¿no?” Dámaso dobló el periódico. “Caramba Isaías ¿cómo estás? Por ahí me enteré que tu firma al profesional está próxima”. Isaías miró hacia la Avenida. “Bueno, estamos esperando por una llamada. ¿Y a ti como te va con tu nuevo equipo?” Dámaso encogió los hombros. “Bien, me va bien. ¿Parece que vas a jugar?” “Si, voy a un juego en el estadio de la Planicie”. “Suerte Isaías, nos vemos en el profesional”. A eso de las seis y media de la tarde Isaías entró a su casa. Sebastián escuchaba los pormenores del noticiero radial. “Noti-Rumbos, hoy martes 05 de noviembre de 1963 nos aprestamos a leer las noticias más importantes. Continúan las investigaciones del caso del tren de El Encanto…” “Que hubo hijo ¿como te fue?” “Bien”. “Pero explícame chico, dame detalles”. “Bueno, relevé seis innings”. “Ajá, que más. ¿No te hicieron carreras? ¿No te dieron hit? ¿Cuántos ponchaste?” “ Ponché 13 y no me dieron hits ni me hicieron carreras”. Sebastián liberó una sonrisa y apretó el brazo de Isaías. “Ese es mi muchacho nojombre”. El almuerzo del 26 de noviembre de 1963 emitía olores sinfónicos en el comedor de la familia Chávez Silva. Sebastián entró traqueteando las muletas a ritmo de maratonista. “Isaías. Isaías”. Carmen brincó desde la cocina. “¿Qué pasa Sebastián?” “¿Dónde está Isaías? La puerta del baño se abrió. Isaías salió con una lluvia de gotas en el rostro. “Tranquilo, tranquilo. Dime papá”. “El señor Carlos Tovar Bracho acaba de llamarme al trabajo. Dice que tenemos que estar a las cinco de la tarde en la oficina de Orientales porque te van a firmar”. Sebastián abrazó a Isaías. Carmen colocó los vapores de un plato de sopa sobre la mesa. “Yo no se porque estás tan contento Sebastián. Si eso significa que no voy a poder ver a Isaías por un buen rato del año”. Isaías pasó su brazo izquierdo sobre la espalda de Carmen. “Tranquila mamá. Tú sabes que el béisbol es lo que siempre me ha gustado a mi. Además me van a dar un sueldo y con eso los voy a ayudar a ustedes. Por lo demás no te preocupes porque siempre te voy a escribir o a llamar por telefono desde el Norte”. Carmen enjugó dos lágrimas en el hombro. “Necesitamos una fruta para hacer un jugo. Anda a ver que consigues en la bodega Isaías”. En la bodega encontró a varios conocidos. Saludó y salió con un melón en la mano. Al atravesar la calle La Joya empezó a caminar con más intensidad. “Carmen
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Elena”. La muchacha se detuvo en la acera de la Avenida Libertador. “Ten cuidado Isaías. De bromita ese carro te lleva por delante”. Carmen Elena cambió de manos los cuadernos del Liceo que apretaba contra el uniforme. “Te tengo buenas noticias Carmen Elena”. “¿Seguro? Mira que ahorita todo lo que se oye son crímenes como lo del tren de El Encanto y el asesinato de Kennedy”. “No, no esta si es buena. Esta tarde voy a firmar para jugar béisbol profesional con el equipo Orientales. Mi papá me acaba de decir que lo llamaron al trabajo”. Carmen Elena descubrió toda su nívea dentadura, sus mejillas se estiraron hasta las orejas. “Te felicito Isaías”. El autobus de Circunvalación dejó a Sebastián e Isaías en los alrededores de Bello Monte. El ambiente de aguinaldos y adornos en las casas denunciaba la llegada de la temporada Navideña. “Papá mira, ese es el edificio”. En el cuarto piso caminaron hacia una puerta donde se escuchaba un coro de voces que arreció cuando Isaías entró en la sala. “Bueno ya llegó el que faltaba”. Antonio José Isturiz “El Catire” hizo pasar a Isaías a su oficina. Los siguieron Alex Pompez, Chick Genovese, Carlos Tovar Bracho, Jesus Eduardo Cabrera y Sebastián Chávez. Isaías leyó el contrato de los Gigantes de San Francisco y lo firmó. Al momento de leer el contrato de Orientales, Carlos Tovar Bracho consultó con Sebastián. “¿Cuánto aspirán ustedes que gane Isaías?” “El está comenzando. Denle lo que ustedes crean conveniente”. Isaías estampó su rúbrica en el contrato de Orientales. “¿Cuándo voy a empezar a jugar?” El Catire Istúriz se levantó de la silla. “Mañana mismo pasa buscando el uniforme por aquí y te vas para el estadio”.
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e.- Abajo en el quinto
“….y cuando vamos para el cierre del quinto inning los dejo con Delio Amado León”. “Gracias Cesar Augusto. Al bate viene Armando Ortíz. Salió de tercera a primera en el segundo. Estraiik cantado el primero en toda la esquinita de afuera. Ahí lanza de nuevo Seguí estraik tirándole a una pelota contra el piso”. “Delio, Seguí parece que quiere cobrarle a Ortíz el extrabase que este le robó a Pete Rose. Lo que le está tirando es puro garabato retorcido”. “Estraiik cantado el tercero en la esquina de adentro del plato. Al bate viene ahora Víctor Colina. Tiene de uno nada. Estraik cantado en todo el medio. Señores Seguí está indescifrable”. “Delio otra vez el muchachito de arriba del dugout del Magallanes se encarama en la baranda. La mamá lo tiempla y el firme ahí. Se ve que quiere lanzarse al campo”. “La pasión por el deporte es algo muy espontaneo Carlos…..estraiik tirándole al tercero. Segundo ponche para Colina en el juego. Dámaso Blanco entra al cajón de bateo”. “Delio por acá tenemos al periodista Heberto Castro Pimentel hombre de grandes logros en la redacción deportiva de El Nacional. Buenas tardes Castrico ¿qué te parece el juego?” “Buenas tardes Carlos, Delio. Este es un juego para no quitar los ojos ni un minuto del terreno. Como quisiera que ese muchacho del taller de linotipos de El Nacional estuviera aquí para ver si va a seguir diciendo ‘yo no se que tanto le ven al Látigo la prensa y los fanáticos. Y usté señor Heberto. Que yo sepa el Látigo no es maracucho para que usté se desviva hablando y escribiendo de él’. Pués esto es lo que le vemos entrega y dedicación en su trabajo. Sino ¿como se explica que esté fajado con ese portento de lanzador que es Diego Seguí?” “Estraik tirándole al tercero . Dámaso entrega el último out. Escon de ponches para Seguí. Después de cinco innings completos Caracas 0, Magallanes 0. Los caraquistas gritan a voz en cuello que este juego no se los gana nadie. Muchas gracias por estar con nosotros Heberto”. “Demás está decirte que cuando lo desees estos micrófonos están a tu disposición”. “Gracias Carlos, gracias Delio”.
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“Tienes que ser un hombre para jugar béisbol profesional, pero a la vez debes tener mucho de niño”. Roy Campanella. Catcher “Cuando jugaba nunca desviaba mi atención a ninguna otra parte”. Bob Gibson. Pitcher. “Días antes de pitchear hay que decidir quién no vas a dejar que te batee, entonces planificas”. Tom Seaver. Pitcher. “Un perro caliente en el parque de béisbol es mejor que un filete de lomito en el Ritz”. Humphrey Bogart. Actor. “Debemos estar orgullosos de la forma en que triunfamos para poder mirar a los ojos a nuestros amigos”. Peter Blake. Velerista. “Siempre que me pongo el uniforme para jugar pelota soy el hombre más feliz sobre la tierra”. Roberto Clemente. Beisbolista. “En un partido de béisbol todo se ve más brillante, más definido, mejor enfocado. Es un descanso mágico de los cuidados y preocupaciones de la vida de todos los días”. Larry King. "Nunca traté de alardear, solo quería dar un buen espectáculo. Mi vida siempre ha sido mi música, siempre es lo primero, pero la música no vale nada si no cala en el público. Lo más importante es vivir para la audiencia, porque uno está ahí para hacer feliz a la gente". Louis Armstrong. Trompetista. “¿Acaso no es eso la vida: nunca dejar de aprender, adaptarse y luchar por mejorar?” Ang Lee. Cineasta. “Nunca tuve un trabajo. Siempre jugué béisbol”. Satchel Paige. Pitcher. “El béisbol no despide al pelotero. El pelotero despide al béisbol”. Alfonso Carrasquel. Beisbolista
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II.- MAGALLANES (1963-1967) Imágenes fragmentarias Felipe logró salir de la calle angosta no sin antes discutir con el manganzón del cigarrillo. “Alfonso ¿qué está pasando aquí? Primero ese radio con una transmisión de 1968 y ahora este gracioso pidiéndome una marca de cigarrillos que tiene más de treinta años que no sale”. Felipe movió la palanca del cambio de velocidades y arrancó el vehículo rústico. “Shhhhbrrrrrh”. El radio seguía desintonizado. “Mira Felipe allá está una venta de arepas”. Alargué el brazo a lo largo del parabrisa hacia una enrramada donde una señora corpulenta moldeaba una arepas que relucían en sus manos morenas. Bajamos y atravesamos la cinta asfáltica de una zona de ventas de comida en las afueras de Maturín. Felipe se aceercó al fogón. “¿Cuántas arepas te vas a comer tu Alfonso?.El volumen elevado de una canción de Shakira proveniente del tope de una nevera hizo que me descuidara. “Ahhh, si.. quiero.. dos”. Nos sentamos en una mesa de madera rústica. “Alfonsito, de verdaíta que de esa época cuando jugaba el Látigo no me acuerdo muy bien. Se que Magallanes perdía muchos juegos. Y papá nos cargaba a monte para que apagaramos el radio y nos pusiéramos a estudiar”. Felipe alisó unos cabellos que se le vinieron hacia la delantera sección calva de su craneo. Afinqué los codos en la mesa y rodé más la silla hacia dentro. “Que más te recuerdas Felipe”. “Bueno..este.. cuando anunciaban que El Látigo iba a pitchear por el Magallanes, los caraquistas se quedaban tranquilos. Al menos por ese día no nos echaban tanta broma. Y por la noche, oíamos el juego. Jesús Mario y yo nos turnábamos para avisarnos cuando venía papá y así apagar el radio. Una vez nos sorprendió y nos formó tremendo zaperoco porque no estábamos estudiando. El Látigo sacó un cero tan sorprendente que el regaño no nos dolió tanto”. Felipe pasaba el brazo contra una raída camisa azul que se hundía hasta el magro abdomen. Trajeron las arepas pletóricas de humo y ese sabor especial del maíz pilado. Mordí la concha tostada de mi arepa. “Alguna anécdota con tus amigos, en la escuela”. “En esa época salieron unas barajitas de cartón con los jugadores de todos los equipos. En uno de los sobre que yo compré venía la barajita de El Látigo. Estaba descuidado viendo la barajita cuando uno de los muchachos que rondaba la plaza del pueblo me la arrebató y arrancó a correr. No me acuerdo de otro día que haya corrío más que esa vez. Me pegué detrás del tipo como por tres cuadras. Cuando lo alcancé estaba
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asustado. Él era más grande que yo. Pero cuando vi como estrujaba la barajita me le fui encima y no dejé de forcejear hasta que se la arranqué. Me pasé el resto del día tratando de alisar la barajita. Cuando llegué a la casa la metí debajo del colchón”. Terminamos de comernos las arepas. Felipe se levantó de su silla. “¿Qué quieres de tomar?” “Una frescolita”. Ahora la música que viajaba en el aire era del grupo Maná. Subimos de vuelta al carro. Felipe giró el botón de encendido del radio. “….y cuando vamos para el cierre del quinto inning. Los dejo con Delio Amado León..” Felipe me quedó mirando con los ojos arrugados. Empuñé la botella de frescolita y se me quedó en el aire. Un elefante de trazos amarillos me sonreía desde el vidrio. Arriba de él decía Dumbo. Felipe giró la llave del rústico y el encendido no fue tan directo, tuvo una especie de paso intermedio. Cuando subimos a la calle en el ventorrillo emergían las notas de “El cable” (8). La percusión de los güiros y el ritmo de los teclados me hizo dar golpecitos acompasados sobre el marco de la ventanilla.
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16.- Línea y palma “….camisas Eterna. La camisa para la gente moderna. Y cuando vamos para el inicio del sexto capítulo aquí está con ustedes Delio Amado León”. “ Alberto Cambero viene a consumir turno. En el tercer inning salió por la vía del ponche. Se impulsa El Látigo. Cambero destapa una línea sonora que se incrusta en la mano derecha de Isaías Chávez. Que manera tan dolorosa de completar el primer out. Ahí salen el manager Napoleón Reyes y el masajista del equipo”. “Parece que no fue gran cosa Delio. El Látigo les está señalando que la bola le dio en el centro de la palma de la mano. Ahí está abriendo y cerrando la mano. Va a seguir lanzando…”.
Zoc. El sónido seco de una piedra contra un cuerpo macizo estremeció todos los cabellos que Carmen peinaba frente al baño del patio. Carmen empezó a acercarse a tientas hacia en fondol del patio. Un nuevo golpeteo la detuvo por unos momentos. Entre las hojas secas que yacían entre el cuarto de herramientas de Sebastián y el apamate que llenaba de sombras el final del patio Isaías levantaba el pie hasta el cielo y lanzaba unas piedras redondeadas hacia una diana marcada en el tronco del apamate. Carmen tapó la boca con su mano derecha. Isaías se inclinaba frente al apamate, movía la cabeza, luego caminaba dos pasos hacia delante y hacía señas como llamando a alguién….Carmen abrió los ojos hasta las sienes. “Carmen…Carmen”. Sebastián entró a la cocina y enfiló hacia el patio. Carmen salió de su escondite con el índice en la boca. “Sshhh.. que Isaías está practicando. Ven para que lo veas”. Sebastián se acurrucó junto a Carmen. Isaías falló tres lanzamientos consecutivos. “Concéntrate Isaías”. Sebastián salió de atrás de una mata de mandarinas. Isaías sacudió el rostro. “Cónchale papá, me asustaste”. “Tienes que fijar bien la vista en el blanco y apuntar con el pie”. Carmen puso su mano en la cintura de Isaías. “Hijo ¿cuando vas a jugar con Orientales?” “No se mamá. Pero tengo que está listo para cuando me llamen al montículo”. Isaías regresó al comedor junto a sus padres. “Mamá voy saliendo para el estadio”. Isaías se acercó a la cocina y abrazó a Carmen. “¿Ya te vas? Espérate un momento para que te comas una arepita”.“No mamá, ya es muy tarde. Además antes del juego no es bueno comer”. Isaías apretó el paso hacia la calle. “… hoy martes 03 de diciembre de 1963 las noticias más importan…” Sebastián bajó el volumen de su radio. “¿Ya vas saliendo para el estadio?” “Si papá”. “Bueno mucha concentración y que todo salga bien”.
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Un Ford Cortina dobló en la calle Las Mercedes. “Epa Mataor. Para donde vas por ahí”. “Que hubo Isaías ¿como estás?” “Bien, bien. ¿En cuanto me llevas al estadio Universitario?” “Móntate y no estés preguntando pistoladas”. Mataor siguió hasta la autopista. En menos de quince minutos Isaías se bajaba frente a la entrada del estadio. “Entonces no me vas a decir cuanto vale la carrera”. “Quédate tranquilo vale, con que debutes esta noche en el béisbol profesional me considero mas que pagado”. Mataor agitó la mano y arrancó hacia el puente de Las Acacias. El juego arrancó a las ocho de la noche. Por Orientales abrió Eli Grba. La Guaira fabricó 2 carreras con cinco imparables en la primera parte del primer episodio. En el segundo entró a lanzar Luis Peñalver y le troquelaron otra rayita. La toletería indígena despertó en el cuarto con dos rayitas ante George Brunet. Los escualos marcaron otra notación en el quinto tramo ante Peñalver. En el dugout Isaías fijaba la mirada en cada movimiento de los lanzadores. Cuando le daban un inatrapable al pitcher de Orientales se levantaba y caminaba hasta el fondo de la banca. Orientales pasó adelante con tres carreras en el cierre del quinto. Pero La Guaira replicó en la apertura del sexto con tres anotaciones ante Mel Nelson. El juego se puso 7-5. Isaías restregaba las manos contra el pantalón del uniforme y veía al manager George Genovese cuando abriendo la séptima entrada los Tiburones explotaron a Nelson y completaron dos carreras más ante Ignacio Flores. La Guaira 9 Orientales 5. En el cierre del séptimo el debutante Dale Willis relevó a Brunet. Orientales lo recibió con dos carreras. El juego mantuvo ese marcador hasta el comienzo del noveno cuando Genovese trajo a relevar al novato Isaías Chaáez. Un joven delgado y espigado trotó desde el bull pen de la izquierda. Escuchó las palabras del manager. Luis García y Oswaldo Blanco gritaron algo en sus oidos y regresaron a sus posiciones. En el cajón de bateo Elio Chacón esgrimía un madero con energía. Isaías afincó el pie en la caja de lanzar. Los ganchos no encajaban sobre la goma y siete gotas de sudor bajaron por las mejillas. El ruido de la afición se metía como un taladro por cada espacio del terreno de juego. El primer lanzamiento de Isaías fue contra el suelo. Luis Rivas corrió desde la receptoría. “Vamos Isaías, vamos que tu puedes dominarlo. Esto es como el beisbol aficionado, la diferencia es que hay más técnica, pero tu puedes adaptarte a eso, vamos”. El segundo envío cayó muy afuera. Con el tercero vino por el medio y Chacón conectó un rolling por segunda. Mike White lo manejó sin dificultad y completó el out en el mascotín de Oswaldo Blanco. Isaías infló el tórax y frotó la pelota. Concedió boleto a Dave Roberts (lf). Luego empezó a soltar la pelota con más confianza y dominó a Graciano Ravelo y a José Herrera. Genovese salió del dugout y
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estrechó la mano de Isaías. “Good effort boy”. En el cierre del episodio Orientales solo pudo anotar una carrera y La Guaira ganó 9-8. Rivas, Blanco y García conversaron con Isaías unos minutos. Isaías tomó una ducha y salió del estadio. En el puente de Las Acacias agarró el bus de Circunvalación. Veinte minutos después se bajó en la esquina de la calle Las Mercedes. Entró al bar del mismo nombre y compró medio pollo asado, un litro de leche y un tercio de cerveza. El dueño del bar no resistió la tentación y alargó la mano. “Caramba Isaías felicitaciones. Lanzaste muy bien”. Isaías agarró la bolsa con los comestibles. “Gracias”. Isaías introdujo la llave en la puerta de la casa. “Ya tenemos un pitcher profesional en la familia”. Sebastián encendió la luz y abrazó a Isaías. Carmen pasó las manos por los ojos. “Dime hijo ¿te asustaste mucho?”. “Un poquito al principio”. Marilú, Zaira y Gladys querían saber que se siente ahí en medio de tanta gente. “Uno piensa que se le viene el mundo encima. Pero después pensé en ustedes y recuperé la confianza”. Valerio y Miguel acompañaron a Isaías hasta el cuarto. “¿Seguro que solo estabas asustado un poquito Isaías?” “Que va Valerio cuando venía del bull pen hacia la lomita sentía que las piernas me temblaban. Y cuando ví que el primer bateador era Elio Chacón no sabía que hacer para que las manos se quedaran quietas. Pero después me enfoqué en la zona de strike y me olvidé del miedo”. Isaías tocó tres veces la puerta de su casa. En la calle un radio desgranaba las notas de una canción decembrina “Yo no me explico.. como el perico… teniendo un hueco debajo el pico pueda comer..(9)” Isaías asomó el rostro por la ventana y vio a Sebastián ensimismado en las noticias que disparaba el radio. “Ah, Sebastián”. Sebastián volteó hacia la ventana. Isaías escondió su humanidad agachándose. “Sal Sebastián que quiero hablar contigo”. Isaías moduló una voz similar a la de un compañero de trabajo de Sebastián. Sebastián agarró las muletas y se acercó a la ventana. “¡Que fue! ¿Quién me busca?”. Isaías se había echado a un lado para evitar soltar la carcajada. Una risita escapó de su garganta. “Carajo chico. De manera que eres tu el que estás echando varilla”. Sebastián abrió la puerta y caminó hasta donde Isaías recostado a la pared reía con picardía. “¿Te pagaron?” “Si papá. Dime, ¿la plata del bono de los Gigantes ya se acabó?” Sebastián metió la mano izquierda en el bolsillo del pantalón. “Bueno con eso fue que nos pusimos al día con varias deudas. Pero todavía queda algo ¿por qué?” “Es que quiero darle una sorpresa a mi mamá”. “¿Y de que se trata?”. Isaías sacó el sobre de pago de Orientales. “Tienes que prometerme que no vas a decir nada”. “Está bien hijo”. “Ahorita pasé por una tienda de electrodomésticos y vi una lavadora de esas que tiene rodillo y todo. Yo
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quiero regalarle una de esas a Carmen Silva ahorita mismo en Navidad”. “Pero Isaías, esos aparatos son muy caros”. “Tranquilo papá. Yo hablé con el dueño de la tienda y ya hicimos un programa de pagos. Doy una inicial por la mitad del costo de la lavadora y el resto lo pago en tres cuotas”. Sebastián sacó una libreta de ahorros del bolsillo de la guayabera. “¡Cuánto cuesta la lavadora?”. “Setecientos bolívares”. “Esto es todo lo que queda”. Isaías revisó la libreta. “Bueno de aquí voy a agarrar solo cien bolívares”. “Pero Isaías te vas a quedá limpio hijo”. “Mejor es que yo me quede limpio, mi mamá necesita un respiro pa’ el trote diario que se mete”. Sebastián acompañó a Isaías hasta su cuarto. “Mira, no me has contao nada del juego del siete de diciembre”. Isaías entregó la libreta a Sebastián. “Ese fue el juego que Orientales perdió 7-4 contra el Caracas allá en Barcelona. Ellos le hicieron 4 carreras a Ignacio Flores en el primer inning. El manager me llamó a relevar. Después nosotros le hicimos 3 carreras a Cliff Davis en el cierre del primero y trajeron a relevar a Victor Jimenez que se mandó un tremendo relevo hasta el noveno que fue cuando Orientales le pudo hacer 1 carrera. El Caracas me hizo 1 carrera en el segundo inning y 2 en el cuarto cuando el manager me sacó para traer a Armando Becquer que debutó ese día. Jiménez ganó el juego. Flores fue el perdedor”. Carmen se acercó a Isaías. Tenía los ojos líquidos. “Toma esta estampita de la Virgen del Carmen para que te proteja en el avión”. Isaías apretó su rostro contra las mejillas de Carmen. “Tranquila mamá, todo va a salir bien”. Zaira levantó la voz por entre la penumbra de la madrugada. “Isaías picha bien. Mira que mañana vamos a oir el juego”. Isaías tomó por el brazo a Sebastián y avanzaron hasta la sala. “Seguro mi hermana. Papá ya hablé con el dueño de la tienda. Aquí tienes la dirección. Yo ya le di la inicial. Lo que hay que hacer ahora es decirle que traigan la lavadora el veinticinco en la mañana”. “¿Y esa gente trabaja el veinticinco Isaías?” “Ya yo me arreglé con ellos”. Isaías abrió la puerta y salió a la calle. En el estadio Universitario se reunió con el manager Genovese y los jugadores de Orientales. Salieron de Maiquetía a las diez de la mañana. El avión chasqueó los neumaticos sobre la pista del aeropuerto de Santo Domingo en pleno mediodía. El resto de ese viernes los jugadores de Orientales la pasaron conociendo la zona histórica de Santo Domingo. El sábado 21 de diciembre de 1963 en la mañana fueron a conocer el estadio Quisqueya.
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“Cónchale Isaías, este estadio es grandísimo”. Luis Rivas se paró en el home y miró hacia los jardines. Isaías caminó hacia el morrito. “Mejor, asi cualquier flaicito no es jonrón”. Licey marcó una carrera en el primer inning ante Eli Grba. En el cuarto y el quinto repitieron la dósis y en el sexto explotaron a Grba con tres anotaciones. Orientales reaccionó en el quinto con una carrera. En el sexto marcaron la segunda. Luego el relevista Humphreys apretó el brazo y Licey terminó con la victoria. George Genovese trajo a Isaías a lanzar en el séptimo. Sólo aceptó un imparable en dos entradas de labor. “Bien Isaías, buena esa”. Oswaldo Blanco alcanzó a Isaías camino al dugout al terminar el cierre del octavo capítulo. Isaías sacó un sobre de debajo del colchón en medio de la penumbra y los cantos congelados de los gallos. Saludó a Carmen y salió casi corriendo con el café con leche en los labios. “Mira muchacho. Tranquilízate mira que hoy es Nochebuena”. Isaías abrió la puerta de la calle. “Vengo en un ratico mamá”. La neblina se metía por cada intersticio de la calle Las Mercedes. “Isaías, Isaías. Ven acá”. Una voz lacerante abría la neblina hacia la casa de bloques sin frisar media cuadra más allá. “Buenos días señora Josefa ¿Cómo está?” “Todavía estoy esperando la foto que me prometiste de Fernandito en la mata de mango”. Isaías escondió el sobre en la espalda. “Ya usted va a ver que esta misma noche le voy a dar una sorpresa”. Josefa levantó la vista hacia el techo de cinc. “Umju si. En eso me tienes desde hace como seis meses”. Isaías escuchó la fanfarria del noticiero radial. “Ya falta un cuarto para las siete. Bueno señora Josefa me tengo que ir”. Sebastián salió un momento al portal. El aire anestesiaba los rayos solares en un mediodía fresco. Isaías apareció con un regalo cuadrado en la mano. “¿Qué es eso Isaías?” “La foto de los muchachos tumbando mangos. Se la voy a regalar a Josefa esta noche”. “Tu si tienes vainas Isaías. ¿Y si esa mujer se molesta? Mira que su hijo es de los que más claros se ve en esa foto”. “Caraj papa´. Si vieras como me carga a monte preguntándome por esta foto. Dime. ¿Pasaste por la tienda?” “Si Isaías. Vienen mañana como a las nueve”. “Cónchale pero esa hora no nos conviene”. Las luces del arbolito de jabón saltaban en la sala. Desde el comedor llegaba un alborozo que atenazaba a la familia alrededor de un platón de hallacas que Carmen acababa de sacar de la cocina.
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“Esto está sabrosísimo mamá. Con tu permiso voy a repetir”. Isaías se levantó y caminó hacia el patio. Aprovechó la animación de la cena y regresó a su recámara. “Aquí tienes Jesús. No me vengas ahora con que no tienes con que jugar”. Un paquete de metras multicolores hizo relumbrar los ojos del niño. Una caja de creyones iluminó el rostro de Zaira. Dos novelas de vaqueros sacaron a Valerio de las delicias del pan de jamón. Un juego de ajedrez tallado en madera impidió que Miguel masticara completo. “A mi hermana Marilú le entrego este perfume”. Marilú se levantó de la silla. “Gracias mi hermano”. Gladys mantenía fija la mirada sobre la mesa. Un par de zarcillos de granate ejercían un magnetismo que no la dejaban respirar. “Cónchale Isaías ¿quién te dijo que a mi me gustaban esos zarcillos? ¿tu eres adivino?”. “Viste, eso es para que veas que si estoy pendiente de ustedes. Aquí tienes papá, este sombrero”. Sebastián se ajustó la pajilla y sonrió. “Mamá no te preocupes. Yo hablé con el niño Jesús y el me dijo que tu regalo como es muy grande está un poco retrasado pero viene por ahí”. Isaías abrazó a Carmen. “Mira muchacho. Ven acá ya es medianoche. ¿Para donde vas tu por ahí?” Carmen volteó hacia el corredor. Isaías daba grandes trancos hacia la puerta con un regalo cuadrado en la mano. “Ya va. Ya vengo mamá”. En la calle se encontró con Pío y Carlos. “Feliz Navidad muchachos ¿Como está la cosa?” Carlos pasó un cambur pintón por las cuerdas del cuatro. “Estamos esperando a José y a Héctor para ir a la misa de El Gallo”. Pío se levantó de la acera.. “¿Y tu para donde vas Isaías?” “Voy a llevarle este regalo a la señora Josefa”. “Pero ahí como que se acostaron a dormí. Yo pasé por ahí hace poco y todas las luces están apagadas”. Isaías enfiló hacia la mitad de la calle Las Mercedes donde estaba la casa de los bloques sin frisar. Tocó la puerta tres veces. Como nadie respondía le hizo una seña a Carlos. Las cuerdas del cuatro entonaron una melodía e Isaías improvisó. “Prendan la luz que es diciembre, son las doce abran la puerta, todos se despiertan con la Navidad… (10)” Una raya amarilla asomó por entre el tope de la pared y el techo de cinc. “..que..que fue. ¿Que pasó?”. Josefa abrió la puerta con los ojos entrecerrados. “Señora Josefa, es que el Niño Jesús pasó por la casa y me dejó encargado para que le trajera este regalo”. Isaías entregó el regalo cuadrado a Josefa. La mujer se quedó mirando el papel de la envoltura. Despegó la cinta plástica. “Ay Isaías. De verdad no sabes que feliz me haces. Yo pensaba que no iba a ver más nunca esta foto de Fernandito tumbando mangos. Gracias, muchas gracias”. Josefa abrazó a Isaías. “Feliz Navidad señora Josefa”. Isaías llamó a Carlos y Pío y caminaron hacia el extremo de la Libertador.
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La caja de cartón de metro y medio de altura por noventa centímetros de ancho templó la mirada de Carmen. Acababa de levantarse e iba rumbo a la cocina. “¿Qué es esto? ¡Sebastián! ¡Sebastián!” Sebastián hizo tintinear las muletas y llegó a la sala restregándose los ojos. “Yo se que hoy es Navidad, pero que yo sepa el niño Jesús no deja este tipo de regalos por aquí”. Sebastián pasó la mano por la frente y escondió una sonrisa enfocada hacia el cuarto donde Isaías dormía.. “De verdad Carmen que esto también es una sorpresa para mí”. “¿Y que será esto Sebastián?” “Pero ábrela. Ábrela Carmen”. “No,no,no. Yo quiero saber quién está detrás de todo esto”. Valerio e Isaías se acercaron a la sala. “Buenos días. Caramba mamá. Tremendo regalo ¿no?” “Deja, deja Isaías que no me voy a quedar tranquila hasta que no sepa de quién es este regalo”. “Pero ábrelo mamá. Eso lo trajeron entre el niño Jesús y San Nicolás y ellos no hacen retiro de mercancías”. Isaías dio un templón a un pedazo de cartón. Valerio arrancó otro pedazo. Cuando Sebastián despegó el tercer fragmento de cartón, la reluciente lavadora quedó al descubierto. “Aaah, que lavadora tan bonita”. Carmen se llevó las manos a la cara. Luego tocó la tapa de la lavadora y notó un sobre. “Con mucho cariño y afecto para mi mamá. Feliz Navidad. Isaías. 25 de diciembre de 1963”. Carmen corrió hacia Isaías. “Agárramelo ahí Valerio”. Isaías trató de escaparse. “Gracias , yo no se como haces tu para darte cuenta de lo que uno más necesita”. “Tranquila mamá. Hace tiempo vengo escuchando a Papá y a Valerio que te quieren comprar una lavadora aunque sea usada. Y bueno aquí con la ayuda de este te compramos una nueva”. Isaías señaló su brazo derecho. Y eso es nada mamá, para el juego de esta tarde contra La Guaira te tengo la otra parte de mi regalo de Navidad”. Carmen alzó la tapa de la lavadora y movió el aspa. Isaías salió de su casa a las dos de la tarde. En la esquina de la Avenida Libertador vio a Carmen Elena. “Hola Carmen ¿cómo estas?” “Bien y tú?” “Aquí, listo para ir a jugar”. “¿Tienes juego hoy?” “Si, es el regalo navideño para los aficionados”. El juego empezó a las cinco de la tarde del miércoles 25 de diciembre de 1963. Caracas hizo 2 carreras en el tercero y dos en el cuarto ante el Carrao Bracho. En el sexto le marcaron otro par a Luis Peñalver y en el séptimo concretaron una más ante Armando Becquer. Del lado melenudo Urbano Lugo dominaba a la telotería Oriental hasta reducirla a solo dos incogibles. Isaías entró a relevar en el cierre del octavo. Se fajó con Ed Kirkpatrick, Domingo Carrasquel y Juan Francia para salir del inning a paso de conga. El mal de la derrota continuó afectando a Orientales. El manager Genovese dio dos palmadas desde la banca. “Good boy Nestor. Let’s keep improving”. Isaías entró al dugout con la mirada entrelazada entre el silencio de sus compañeros.
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Riing, riiiing. La señora Tula levantó el auricular. “Aló. No señor esta no es la familia Alcántara. Yo no se que le pasa a ese hombre, ya tiene más de un año en esa equivocadera”. Carmen Elena escondió su sonrisa detrás de la pared de la cocina. Cuando el teléfono volvió a estremecer el aire del comedor Carmen Elena saltó sobre el auricular. “Aló…¿cómo estás? ¿vas a jugar hoy?…¿cómo?..no te creo. Espérame que voy para tu casa”. Carmen Elena llegó hasta el cuarto donde la señora Tula planchaba y surcía. “Mamá, voy un momentico donde los Chávez. Es que la señora Carmen quiere que la ayude con la sazón de una sopa de gallina”. La señora Tula afiló la boca a un lado. “Cuéntame otro cuento porque ese no me lo como”. “Es verdad mamá. La señora Carmen amaneció un poco refriada y no puede agarrarle sabor a nada”. “¿Y sus hijas?” “Salieron. Ya vengo ¿si?” Carmen Elena tocó la puerta. “Buenos días”. Isaías salió a la acera. “Hola Carmen Elena ¿como estás?” “Bien ¿cómo es eso que no vas a seguir jugando con Orientales?” “Bueno, es que ellos tienen problemas presupuestarios. No le pueden pagar a todos los peloteros y decidieron salir de los novatos”. Carmen Elena bajó la mirada. Los ojos empezaron a perseguir el rojo. “Cónchale vale. Tan contento que estás con tu firma para el profesional, para que te vengan a echar esta broma ¿no?” Carmen haló la puerta con el uniforme de Orientales planchado en un gancho. “Mira Isaías. Ya está listo para el juego de esta noche”. Carmen Elena calcinó el rostró de Isaías con una centella visual. “Ah con que esas tenemos ¿no? Hasta luego Isaías”. “No te molestes Carmen. Mira, es que hoy es el día de los Santos Inocentes y siempre nos jugamos así. Isaías senaló el día 28 en el calendario de diciembre de 1963 que colgaba en la sala de la casa. Carmen Elena siguió caminando hacia su casa. “Si pero hacer la broma con algo tan serio como el trabajo no me causa ninguna gracia”. “Tranquila Carmen, tranquila”. Aquel sábado Isaías llegó al estadio y se fue directo a correr en los jardines. Cuando llevaba como cinco carreras de la línea del rightfield hasta la del jardín izquierdo Luis Rivas se le acercó. “No corras tanto Isaías que a lo mejor ni lanzas en el juego de hoy”. “Eso no lo sabe nadie, además unas carreras nunca están de más para mantener la condición física”. Luego se fue al bull pen y se quedó mirando un rato los lanzamientos de Eli Grba. Cuando terminó la rutina Isaías se acercó a Grba. “¿Como hace para tirar ese lanzamiento?” Grba secó dos gotas de sudor en el rostro. “Ese es el slider. Tienes que poner la pelota entre la palma y los dedos medio y meñique”. La Guaira le marcó dos carreras en el primero y otro par en el segundo a Eli Grba. Orientales respondió en el tercero con un jonrón del propio Grba ante los
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lanzmientos de Dale Willis. Los Tiburones atacaron consaña a Grba en el quinto lo explotaron y aseguraron el partido con un racimo de seis anotaciones. Ignacio Flores relevó a Grba y mantuvo a raya a los Tiburones hasta el sexto inning. Isaías recibió el llamado del manager Genovese en el séptimo episodio. “Ok kid try to keep the ball down as you know and that’s it”. Oswaldo Blanco se adelantó hasta la caja de lanzar. “Isaías, él quiere que mantengas la pelota baja”. Genovese dio dos palmadas en la espalda de Isaías y corrió hacia el dugout. El zapato izquierdo de Isaías se levantó cada vez más hacia la visera de su gorra con cada envío al plato. A lo largo de dos episodios aceptó dos imparables, ponchó a dos y mantuvo a raya a unos Tiburones que ganaron 10-1 esa noche. Bateó de 1-1, su primer imparable en el beísbol profesional venezolano. Isaías terminó de saborear las delicias del mondongo. “Mamá me tengo que ir”. Se lavó la boca en el lavamanos del comedor y agarró el maletín donde guardaba sus ropas, su guante raído que tanto atesoraba cuando las cosas se complicaban en el morrito y una novela de vaqueros que le dio Valerio. Carmen voló desde la cocina con unos platos de cartón en la mano. “Cuidate mucho en Ciudad Bolivar Isaías. Llévate esta arepa para que ajustes en el camino”. Isaías besó a Carmen y arrancó hacia la puerta. “Jaque”. La voz de Valerio saltó desde la sala. Sebastián miraba sentado desde el sofá como Miguel trataba de neutralizar el ataque de Valerio. Isaías se acercó por detrás. “Mueve ese peón Miguel”. Miguel continuó sopesando las opciones que tenía. “Pero mueve ese peón muchacho, no ves que Valerio está a punto de darte mate”. Miguel levantó la mirada. “Arajo Isaías deja la echadera de broma. Acaba de irte de una vez para Ciudá Bolivar anda. Ojalá yo pudiera estar cerca del montículo cuando la cosa se te ponga fea a ver si te va a gustar que te estén azorando”. El viaje en autobus duró más de ocho horas. Orientales llegó a Ciudad Bolívar pasadas las ocho de la noche. Se fueron a descansar y el día siguiente se consumió como un soplo de alcohol en las llamaradas del sol guayanés. El 10 de enero de 1964 los Industriales del Valencia montaron en la trinchera a Danny Neville quién se enfrascó en un duelo con Luis Peñalver. Los Pericos abrieron el marcador en el cuarto capítulo con sencillo de Luis Rodríguez robo de segunda y triple de Gustavo Gil. Orientales igualó en el sexto con imparable de Peñalver, pasó a segunda por marfilada de Lou Johnson ante intento de sacrificio de Pelayo Chacón. Los corredores avanzaron en jugada de selección. Nelson Castellanos la rodó por el montículo y Neville lanzó mal a primera permitiendo la anotación de Peñalver. El desenlace ocuurió en el noveno. Rodríguez comenzó las acciones con triple. El manager Genovese trae a Steve Bailey a relevar. Bailey lanza un wild pitch y entra la carrera de
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Rodríguez. Luego retira a Johnson y a Gil pero regala boletos consecutivos a Héctor Martínez, Roberto Muñoz y Neville. Genovese vuelve a visitar la lomita y trae a Isaías a lanzar. El manager está un buen rato dándole confianza al joven lanzador. Isaías lanza un wild pitch y entra la carrera de Martínez. Luego dominó a Teolindo Acosta con rodado al cuadro pero el juego terminó 3-1 a favor del Valencia. Genovese esperó a Isaías a la entrada del dugout. “Ok, ok. I like your integrity on the hill. Don’t worry about the wild pitch, you can improve that”. El 24 de enero Sebastián entró con el periódico a la sala de la casa. Sacó la sección deportiva y clavó la mirada en un recuadro azul que refulgía en el lado derecho de la página. “Magallanes reaparece en la próxima temporada. Después de 8 años de ausencia el nombre de Magallanes regresará la próxima temporada como un llamado al recuerdo y una invitación al romanticismo de los tiempos idos. Entre los señores Antonio J. Istúriz y Carlos Lavaud se realizó ayer 23 de enero, la transacción en forma definitiva quedando estampada en un documento particular”. Sebastián colócó el periódico sobre la mesita de la sala y se frotó las manos. Los pajaritos espantaban el frío matinal con alas que arrancaban el rocío de las hojas en cada árbol que visitaban. Isaías dio el postrero cepillazo sobre su dentadura y adelantó sus pasos hacia el fondo del patio. Escarbó entre la alfombra de hojas secas del suelo hasta encontrar la caja de lanzar. Dobló las rodillas hacia delante y asintió con el mentón varias veces. Luego movió la cabeza de un lado a otro y caminó varios pasos atrás. “¿Qué estás haciendo Isaías?” Sebastián avanzó desde la puerta de la cocina hasta el patio. “Es que el manager me dijo ayer que me toca abrir el juego de hoy y no quiero que me pase lo de la otra vez en Ciudad Bolívar”. Sebastián apuró un sorbó de café hirviente. “Te refieres al wild pitch. Mira pero te tenías bien guardadito eso de que vas a abrir el juego de hoy”. Isaías se llevó el índice a la boca. “Es que no quiero que mi mamá se entere”. “Isaías, lo que tienes que hacer es tranquilizarte cuando te subas al montículo con ese montón de gente en la tribuna. Ya se que eso se dice muy fácil, pero debes tratar de aislarte del ruido del público. Tienes que crear un muro mental. Hazte de cuenta que estás aquí en el patio haciendo el wind up entre el trinar de los cucaracheros, las trompetas de las chicharras y las caravanas de hormigas entre las hojas y los frutos de los catuches”. Isaías sonrió y abrazó a Sebastián. “Mira Isaías ven acá. No te vayas todavía. Es muy temprano chico”. Marilú agarró a Isaías por el brazo. Carmen prodigaba varias señas desde la cocina. “Aguántalo
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ahí Marilú. , no comiste bien. Llévate estas galletas para que termines de desayunar”. Carmen sacó un paquete de galletas Club Social y lo metió en el bolsillo de la camisa de Isaías. “Ya me tengo que ir mamá”. Isaías apretó el paso hasta casi correr y cuando el sol todavía no llegaba a la mitad del cielo ya Isaías se montaba en un autobus en la Francisco de Miranda. Las once y media de la mañana del domingo 26 de enero de 1964 encontraron a Orlando Peña sacando el primer cero ante Orientales. Victor Davalillo abrió el primer episodio con imparable ante Isaías luego estafó la intermedia. Dámaso Blanco lo llevó a la antesala con infield hit por el campocorto, luego también robó segunda. Luis Rivas corrió hacia el montículo. “Isaías recuéstale la bola, no dejes que te robe tu pedazo de home”. Vino a batear César Tovar y la rodó por segunda con lo cual Davalillo abría el marcador para el Caracas. En la trinchera contraria Peña retiró el segundo de Orientales sin dificultades. Davalillo vino a batear de nuevo en el segundo capítulo. Había dos hombres en base. Rivas subió al montículo. “Isaías túmbalo, recuéstale la bola. No le regales nada a Vitico”. El próximo lanzamiento vino liso por el medio del plato y Davalillo lo devolvió fuera del campo para un cuadrangulatr que ponía el juego 4-0. Isaías empezó a colocar sus lanzamientos en sitios inalcanzables. Del tercero al quinto el Caracas no le pudo anotar. Cuando llegó al dugout al finalizar el quinto inning Genovese lo llamó. “Enough boy. Suficiente. Buen trabajo”. Isaías caminó ladeando la cabeza. En 5 innings permitió 4 carreras limpias, aceptó 7 imparables, concedió 2 boletos. Se sentó en el banco y descargó un puñetazo en el centro de su guante. René Moncada salió a relevar en el sexto. Caracas ganó 7-0 con inmaculada labor de Peña en un juego de siete innings.
Referencias musicales: Página 141: (8) El cable. Mario Carniello/Hugo Blanco. 1966 Página 144: (9) El perico. Oswaldo Oropeza. Página 147: (10) Luna decembrina. Otilio Galíndez.
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17.- Ponche hirviente. “… a consumir turno viene ahora Diego Seguí. Escuchen la gritería. Las barras de ambos equipo aupan a sus lanzadores. En el tercero fue retirado con rolling al campocorto”. “Delio, el niño del dugout del Magallanes sigue pujando por lanzarse al terreno. La madre lo tiene agarrado por los dos brazos y todavía tiene que vigilarlo”. “Ahí se prepara el Látigo, Seguí levanta un elevado hacia atrás. Colina corre hacia la baranda pero la bola da en la parte de arriba de la malla”. “… los jovenes necesitan más azucar. En la playa, en el campo, en los deportes todo ese caudal de energía de los muchachos es mayor si consumen azucar..” “ Eestraik cantado en todo el centro del plato”. “Lo sorprendió con una lisa por todo el centro de la mitad del medio Delio”. “Carlitos cuando un pitcher lanza como lo está haciendo el Látigo hoy la pelota ebulle al llegar al home….estraiik tirándole a un lanzamiento contra el piso…. Seguí está ponchado”. Una voz relajada anunció la salida del vuelo desde Maiquetía hacia Miami. Los pasajeros se levantaron y avanzaron hacia la puerta de salida. Carmen apretó durísimo a su hijo. “Isaías cuidate mucho hijo. Pórtate bien. Y tu también Valerio”. Sebastián y Zaira acompañaron a Isaías y Valerio hasta la puerta. “Hasta luego papá. Te quiero mucho Zaira”. Isaías empezó a subir la escalerilla de la aeronave mientras Valerio abrazaba a Sebastián y a Zaira. El avión despegó de Maiquetía a las cuatro de la tarde. Hicieron escala en Miami y siguieron rumbo a Arizona. Allá los recibieron Alex Pompez, Chick Genovese y el gerente de operaciones de los Gigantes de San Francisco. “Ah, tu eres Nestor Chávez el hombre de la recta de humo”. El gerente estrechó la mano de Isaías. Isaías sonrió. Conversaron un rato. Luego salieron hacia las instalaciones de Casa Grande, el campo de entrenamientos de los Gigantes. Al abrir la puerta de la habitación Valerio se zambulló en una de las camas. “Bueno Isaías, ya estás aquí. Ahora tienes que echarle pichón para que subas a las Mayores”. Las primeras dos semanas sacaron sudores y apretaron los músculos de los jugadores. En el mes de abril de 1964 clasificaron a los peloteros. Isaías recaló en el equipo Comodoros de Decatur de clasificación A. “Valerio, mañana voy a lanzar en un juego contra un equipo que se llama Fresno”. Valerio se levantó de la cama del complejo de Casa Grande. “¿En cual campo van a jugar?” El partido arrancó a las dos de la tarde. Isaías lanzó 3 innings y le hicieron dos carreras. En el cuarto inning dio paso a Jim Brown quién no aceptó anotaciones en 3
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entradas. Decatur terminó ganando 3-2 con jonrón de dos carreras de Frank Ferro en el sexto inning Valerio esperó Isaías a la salida del dugout. “Tienes que tratar de mantener la pelota abajo como siempre”. El 8 de abril de 1964 Isaías salió a relevar ante el Lexington en el séptimo inning. En tres episodios no recibió imparables, caminó a uno y abanicó a dos. Decatur perdió 52. Valerio consiguió permiso para entrar el dugout de los Comodoros. Isaías sacudió los ojos cuando lo vio en el club house. “¿Cómo te dejaron entrar?” “Hablé con el manager y le dije que era tu hermano”. La incandescencia solar del desierto de Arizona despertó a Valerio. Se asomó por la ventana y observó un movimiento en unos matorrales cercanos a la habitación. Atravesó el espacio de tierra entre la casa y los arbustos. Al terminar de asentar la punta de los pies frente a los matorrales vio como tres conejos silvestres volaron hacia unas piedras ubicadas tres casas más allá. Isaías colocó la mano sobre los ojos entrecerrados. “¿Qué pasa Valerio?” “Caramba no sabía que por aquí había conejos de monte”. “Shh”. Isaías agarró una piedra y la lanzó contra la cabeza de un conejo que se asomaba por entre las piedras. “¿Y que se hizo?” Isaías corrió hacia las piedras y de los conejos no quedaba ni el rastro. “Ojalá y tuviera aquí el flower, para ver si se iban a escapar”. Valerio levantó los pies del pavimento. “Que va Isaías este asfalto está muy caliente”. “¿Y por que te quieres ir ya Valerio. Apenas es 11 de abril?” Isaías metió los spikes en el maletín y cubrió su torso con una sudadera de tres cuartos de manga. Valerio amarró las trenzas de su zapato. “Bueno vale, ya hice todo lo que podía, traté de ganarme un puesto en los entrenamientos, te ví practicar y adaptarte al equipo. Estás bien aquí. Así que mañana o pasado me gustaría regresarme para Chacao”. En la tarde los Comodoros volvieron a jugar contra Lexington. Isaías abrió y ganó en trabajo de 5 innings y 2/3, sólo aceptó una carrera. Decatur marcó 6 carreras por 4 de Lexington. El batazo decisivo fue un doble con las bases llenas de Joe Magliardi en el primer episodio. Cinco días más tarde Isaías emprendió el regreso a la residencia de los peloteros, estrechó la mano de dos compañeros de equipo, la arcilla sobresalía entre las letras del uniforme. “See you tomorrow…in the stadium”. Enfiló sus pasos hasta la puerta de su cabaña. En el interior abrió la nevera y vació media jarra de agua. Isaías aguzó la mirada hacia un objeto que descansaba en la cama donde había dormido Valerio hasta hacía pocos días. Un disco abultado de tonalidad oscura, con una especie de tira de cuero a su alrededor relumbraba a un lado de la almohada. Isaías tomó la pieza casi
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esférica entre sus dedos y sonrió. “Este Valerio si tiene vainas”. Caminó hacia la nevera saco una cubeta de hielo, la vació sobre una franela y la amarró en el codo de su brazo derecho. Entonces se recostó un momento en el sofá de la sala y levantó el auricular. “Aló mamá ¿cómo estás tu? Te quiero muchísimo….si si jugué hoy y ganamos. ¿Y papá? ¿Todavía no ha llegado? ¿Quién está por ahí? Hola Gladys mi hermana me alegra mucho escucharte. ¿Cómo está todo por allá?…Si.. acabo de llegar de un juego….si llámalo…que tal Valerio ¿cómo estuvo ese viaje?..Mira por aquí se te quedó la pepa e’ zamuro ¿oiste?…a mi no me atrae mucho eso de los amuletos, pero te voy a hacer caso, cuando me toque pitchear la voy a colocar en el bolsillo del pantalón… si, hoy volvimos a jugar contra Lexington y les volvimos a ganar 6-4. Lancé seis innings, me dieron tres hits, me anotaron dos carreras, ponché a cuatro y no dí ninguna base por bolas. Menos más que Dave Kruger y Frank Ferro estuvieron con la vista fina y empujaron dos carreras cada uno para respaldar al equipo. Bueno Valerio saludos, dile a mamá…si mamá te quiero mucho..te llamó la semana que viene…hasta luego”. El 25 de abril de 1964 el manager Richard Klaus llegó a la habitación de Isaías. “Ok muchacho. Estamos listos para viajar a Decatur ¿Tienes ropa para el frío?” “Solo esta chaqueta y este sweater” Isaías abrió el closet y sacó dos ganchos con las prendas de vestir. Klaus chasqueó la lengua. “Ah, ah. Vamos a tener que ir a una tienda para que te compres ropa apropiada. En Decatur todavía hace frío, y para ti debe ser como el polo norte, acostumbrado como estás al calor de Caracas”. Desde las ventanillas del avión empezaron a salir las casas con sus jardines verdes, los árboles flanqueando las calles y en el centro una fuente de agua que saltaba hacia el cielo de Decatur. La aeromoza comunicó las instrucciones de ajustar los cinturones y enderezar los asientos. Richie Klaus se inclinó hacia el asiento de Isaías. “Take it easy boy. I know you’re going to have a great year with the Commodores”. Isaías sonrió. Isaías haló la puerta de la habitación que le asignaron en las afueras de Decatur. Los dientes hacia arriba de la llave pasaron los dos seguros. Una música pegajosa aceleró los saltos de Isaías desde las escaleras del edificio hasta las de la calle. “ When you’re alone and life is making you lonely. You can always go- downtown.. (11),” La aguda voz de Pétula Clark salía de varios radiotransistores dentro y fuera de la residencia. Isaías terció el maletín con su uniforme e implementos deportivos sobre su hombro izquierdo. Comenzó a devorar cuadras hacia el otro extremo de la ciudad. El sol
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brillaba, más el clima primaveral amortiguaba su calor al llegar a la Tierra. Un grupo de personas mayores observaron la marcha sostenida de Isaías. “Hi boy. How are you?”. Isaías dirigió una sonrisa a un señor corpulento de rostro risueño. “Bien. Estoy como una pepa..” “See you later”. El señor se volteó a cotinuar charlando con una mujer esbelta de piel morena y el resto de sus compañeros. Los pasos de Isaías multiplicaron su frecuencia. Entró al estadio. “Hello Isíah. How are you doing”. Richie Klaus dejó de escribir en una hoja pegada a la pared del dugout. “De maravillas Mr. Klaus. Listo para lanzar”. El primer bateador del Waterloo salió a consumir turno en la fría noche del 07 de mayo de 1964 en Decatur. Isaías se sentó al lado de uno de los jugadores bilingües del equipo. “Anoche soñé que me traían a relevar y ganamos el juego”. El otro jugador se levantó con los labios en las mejillas. “Hey Mr. Klaus, here Isaías says he’ll win this game for you”. Klaus se levantó del banco e indicó una seña al receptor. El octavo episodio encontró a los Comodoros de Decatur perdiendo 5-0. Klaus llamó a Isaías del bull pen. “Do you still think you can win this one for us?” Isaías escuchó la traducción de Frank Ferro y agarró la pelota. “Claro que sí”. Isaías llenó de strikes a cada uno de los seis bateadores que enfrentó en un relevo perfecto. La batería de Decatur marcó tres rayitas en el octavo y tres en el noveno para dejar en el campo al Waterloo con pizarra de 6-5. Isaías trotó a felicitar a sus compañeros. Klaus lo detuvo y le tendió la mano. “Good job boy”. Rrrriiing. Isaías levantó el auricular del teléfono el 09 de junio de 1964. “Hola mamá ¿cómo estás? ¿ y papá? ¿y los muchachos?. Si ahorita voy saliendo para el estadio. El juego comienza a las siete y tenemos que llegar al campo antes de las dos de la tarde. Si quiero hablar con él. Que hubo papá ¿cómo te sientes? Hoy voy a abrir mi segundo juego. Si, va a ser contra Clinton. Si, el mismo equipo que me ganó la vez pasada. Pero vamos a ve que pasa ahora. Por lo menos no van a batear tan fácil como la primera vez. Bueno papá, tengo que irme para el juego. Te quiero mucho. Dámele la bendición a mamá y muchos abrazos para mis hermanos”. Isaías colgó el teléfono, sacó el guante de debajo del colchón , lo metió en el maletín donde aparecían rigurosamente dispuestos el uniforme y los spikes. Las zancadas de Isaías atravesaron todas las cuadras hasta llegar a la plaza del centro de Decatur. De una fuente de soda venía un murmullo de voces del grupo de personas jubiladas que siempre se reunían por esos lados. La melodía con la voz de Pétula Clark se colaba entre los árboles y los bancos de la plaza. “Just listen to the music
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of the traffic in the city. Linger on the sidewalk where the neon signs are pretty. How can you lose?” El mismo señor que lo había saludado un mes antes le hizo señas. “Hi boy. C’mon”. Isaías colocó la mano sobre su pecho “¿Yo?”. “Yes I wanna talk to you”. “But I don’t speak english”. “Bueno no importa. Yo se un poco español. ¿Tu eres baseballplayer?” “Si” Isaías inclinó la cabeza. “My name is Tom¿Vives lejos del stadium?” “Como a unas veinte cuadras”. “Oh boy. Si quieres, puedes venir a casa, nosotros tenemos habitación sola . Rose, Rose. Please”. Una esbelta mujer morena se acercó. “What is it darling”. “He is. Oh excuse me. What’s your name?” “Isaías Chávez”. Rose extendió su mano. “Mucho gusto Isaías”. El señor abrazó a Rose. “He plays for the Commodores and lives too far from the ballpark. I’m telling him that if he wants he can come to live with us”. “Por mi está bien, Isaías cuando quieras puedes ir a vivir con nosotros”. Isaías apretó el maletín contra la cintura. “Está bien. Me tengo que ir. Estoy retrasado”. El señor levantó la mano. “Bye Isaías”. Durante la sesión de calentamiento antes del juego Isaías encontró a Ángel Bravo. El nativo de Santa Rita jugaba en el jardín central de la novena de Clinton. “Que tal Isaías ¿como está la cosa? ¿ya te recuperaste de la derrota del juego anterior?” Isaías movía el brazo de lanzar alrededor del hombro. “Hola Ángel. Ese juego quedó en el pasado. Ahora lo que importa es este”. “Si pero nosotros venimos con una racha de siete victorias seguidas, así que vas a tener que seguir esperando para ganarnos”. “Bueno, vamos a ver que pasa en el terreno”. Isaías se dirigió hacia el bull pen espantando una nube de insectos que invadía el estadio. Los primeros días de junio siempre traían estos fenómenos. El árbitro principal cantó “play ball”. Decatur marcó tres carreras en cada uno de los dos primeros innigs. Isaías controló al Clinton al aceptar una carrera en el segundo episodio, una en el cuarto y otra en el sexto. En total sólo recibió 5 imparables, 2 carreras limpias, concedió 2 boletos y ponchó a 5 en 9 innings de labor. Al completar el out 27, Bravo salió del dugout contrario. “Cónchale vale no nos diste mucho chance”. Isaías se quitó la gorra. “¿Y que querías tu? Tres carreras fueron muchas, he tenido que apretá más el brazo”. La señora de piel morena deslizó la bandeja de metal sobre la mesa del comedor. “Isiah ven acá juega con los muchachos”. Isaías continuaba observando los movimientos de Tommy y Rosie en la estrella del tablero de damas chinas. “Es que no se como hablar con ellos”. Tommy levantó la mirada. “I don’t wanna play with him Mom”. Rose levantó el tablero de damas chinas. “Now you’re going to apologize with Isiah”. Rosie saltó detrás de Rose. “But Mom let us play”. “No you don’t. Until your brother do what he has to do”. Tommy se levantó de la silla. “Excuse me Isíah”. Rose levantó la voz. “In spanish. I want
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you to apologize in spanish”. Un mar rojo inundó los cachetes de Tommy. “Discúlpame Isaías”. Isaías dio dos palmadas en el hombro del joven rubicundo. “Tranquilo Tommy. Yo entiendo que quieres terminar el juego con tu hermana. Además yo voy saliendo para el estadio”. Tommy agarró una de las metras del juego y la puso en la mano de Isaías. “C’mon Isiah. You’re not going to the ballpak so early. It’s only two o’clock in the afternoon”. Rose extendió un vaso de limonada a Isaías. “Si quieres te quedas un rato y juegas con los muchachos”. Isaías sacó la gorra del maletín. “No puedo. Ya el manager me debe estar esperando. Jugamos esta noche o mañana muchachos”. Isaías caminó hacia la puerta de la calle. Esa noche del 29 de junio de 1964 Isaías abrió ante el equipo de Quincey. En el sexto capítulo Richie Klaus subió a la lomita luego que Isaías recibió dos cuadrangulares. “Ok Isiah. You’ve done a good job, but it’s enough for today”. Klaus movió la mano hacia el bullpen y un pelotero corrió al montículo. Isaías salió trotando para el dugout. En cinco innings de labor permitió cinco carreras y ponchó a 10 contrarios. “Wait a minute, wait a minute Isiah”. Rose corrió desde la cocina hasta la puerta de la calle, “¿Ya te vas para el Fans Field?” Isaías giró la manija de la puerta con un dejo de tristeza. “Oh boy. It’s Tommy. El… necesita alguién que lo ayude con math. Do you know mathematics? You know the numbers”. Isaías abrió los ojos. “¿Usted quiere que le explique matemática a Tommy? Bueno, yo no soy muy bueno en eso, pero vamos a ver que se puede hacer”. “All right Isiah”. Rose saltó en sus tacones. Condujo a Isaías hasta el cuarto de Tommy. “Tommy. Isiah is goint to practice math with you”. Tommy apartó la mirada de una página de rayas azules invadida de borrones. “¿Seguro mamá?” Isaías observó el cuaderno. “Pero ahorita no va a poder ser. Mañana en la mañana”. Tommy nubló la mirada. “Pero mañana tengo clases”. “Bueno nos levantamos temprano. ¿Te parece a las cinco de la mañana?” “Five o’clock in the morning? Are you crazy?” Rose sacudió el cabello de Tommy. “Well Tommy life is sacrifice”. Isaías entró al dugout en medio de la habitual masiva asistencia de los domingos. Empezó a prepararse para el juego, sus ojos viajaban más allá del dugout, hacia Venezuela, hacia Chacao. “I want you to be aware because I could need you as a reliever tonight Nestor”. Richie Klaus pegó la hoja del lineup en la pared detrás de la banca. Los parlantes del Fans Field descorrieron la cortina de los prolegómenos del juego vespertino. “And today July the 5th we have a big surprise for a young Commodores pitcher. I’m talking about Nestor Chávez. Fans have prepared a birthday cake for him”. Richie Klaus levantó a Isaías de la banca. “Go on Nestor. Go to say thanks”. Isaías iluminó su rostro con una sonrisa descomunal al acercarse a la niña que sostenía una apetitosa torta de dos colores. “Thank..you.. What’s your name? La niña levantó la mirada
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hacia el rostro de Isaías. “I’m Ann Machalek. Happy Birthday”. Isaías se inclinó y abrazó a la niña. En seguida todos los aficionados empezaron a cantar “Happy Birthday dear Nestor, Happy Birthday to you”. Isaías regresó al dugout en medio de una sarta de aplausos. La alegría que había disipado su tristeza matinal creció más al llegar al dugout. El manager Klaus y sus compañeros lo esperaban con otra torta, varios regalos (camisas, medias, pisacorbatas). “Cónchale de verdad les agradezco mucho todo esto. Me han hecho pasar un momento inolvidable”. Isaías cortó una de las tortas y pasó el cuchillo a sus compañeros. “Help yourselves”. La novena de Quad Cities se desató con cuatro vuelacercas para derrotar al Decatur 8-3. El pitcher ganador fue Lee Myers. Por los Comodoros Frank Ferro produjo todas la carreras con dos cuadrangulares. El primero con las bases limpias en el sexto y el segundo en el noveno con Miguel Santos en segunda. Isaías entró a relevar en el octavo con dos en base sin outs. Llenó las almohadillas con un boleto intencional y luego retiró a los próximos tres bateadores para sacar el cero. En el noveno Isaías vivió una pesadilla cuando Chuck Vinson abrió con jonrón, Pete Gongola se ponchó, Al Hinkle sonó otro jonrón, Don Wilkinson salió por la vía del ponche, Terry Tackett también la sacó de cuadrangular. La inusual secuencia terminó cuando Isaías obligó a Lee Myers a batear un rolling al cuadro. Isaías llegó al dugout con la mirada en las trenzas de los zapatos. Richie Klaus pasó el brazo por los hombros de Isaías. “Don’t worry Isiah. It’s only a bad moment. Tomorrow you’ll beat them again”. El resonar de varias guitarras de rock and roll asomaba a través de la puerta de la cocina. Isaías adelantó tres pasos y alargó la mirada hacia la mesa. Tommy gesticulaba con hombros y manos enrevesados movimientos. “…with no particular place to go…(12)” Un aparato radiofónico encendía los alrededores de las hornillas. “C’mon Isiah. Let’s play some rock and roll”. La música de Chuck Berry estremecía cada elemento móvil del lugar. Isaías avanzó con el ritmo de la canción en el chasquido de sus dedos. “Tommy, acuérdate que hay que practicar matemática ¿o ya resolviste ese problema?”. Tommy detuvo un momento el rasgueo de su mano sobre la guitarra invisible. “Oh boy. Let’s enjoy this music for a while”. Isaías se sentó y abrió el cuaderno de matemática. Toc, toc, toc. Isiah, telephon call. Te llama tu mamá de Venezuela”. Rose entró a la cocina y pasó a bajar el volumen del radio. Isaías corrió a la sala. “Aló mamá ¿cómo estás? ¿cómo está papá? ¿Y los muchachos?…..gracias, muchas gracias mamá. Ayer en el estadio también me llevaron una torta. En el juego no me fue muy bien. Me dieron tres jonrones en un inning, pero tranquila ya vendrán días mejores. Te quiero mucho. Dile a papá que siempre me acuerdo de él, y de mis hermanos también. Bendición mamá”.
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Rose marcó unas señas a Tommy y Rosie, tan pronto como Isaías colgó el auricular. “Happy birthday to you. Happybirthday to you. Happy birthday Isiah”. La voz de tenor de Tom adelantó desde la puerta de la calle. “Happy birthday to you”. Toda la familia abrazó a Isaías. “Muchas gracias. De verdad que me sorprenden con esta torta ¿Cómo saben que hoy cumplo años?”. Isaías saboreó cada perla azucarada de la torta. Rose agregó dos cucharadas de gelatina de cereza al plato de Isaías. “Yo no se. Pregúntale a Tom”. Tom colocó su paltó en el respaldo de una silla del comedor. “Ayer mientras cortaba el césped del jardín prendí el radio en la emisora de los Comodoros justo en el momento cuando anunciaban que los aficionados te habían llevado una torta por tu cumpleaños. Así que enseguida busqué a Rose y le dije que nosotros no nos podíamos quedar atrás en esa celebración”. El 12 de julio de 1964 Clinton apaleó a Decatur 14-0. Willie Hooker (ganador) y Denny Lundgren dejaron en 3 hits a los Comodoros. Clinton aprovechó el descontrol del pitcher perdedor Jim Brown para marcar 4 carreras en el primer inning. Isaías relevó en el tercero, en trabajo de 2 episodios recibió 7 imparables, aceptó 1 carrera limpia, concedió 2 boletos y ponchó 3. Saskweitch lo relevó en el cuarto inning. Dos pájaros jugueteaban en el césped del jardín. Tommy rebotó un balón de volley ball contra el cemento de la acera. “Mom. Voy a jugar volley ball con Isaías en la cancha”. Una voz de sorpresa infló la casa. “Ok, pero acuérdate que tienes que regresar temprano para que cortes la grama”. “Tranquila mamá yo me vengo con Isaías. You know he has to be early at the ballpark”. Isaías tomó el balón y ensayó unos voleos. En pocos minutos hacían saltar las piedrecitas de la cancha a punta de remates. Poco a poco fueron llegando los muchachos del vecindario y el ambiente de la partida infectaba cada lugar de la cancha. Tommy lamentó que Isaías jugara para los contrarios. “Well. Let’s play”. Los remates proliferaron en la malla. Isaías soltó uno que casi impacta a Tommy en la cara. “See why I wanted to play in your team?” “Juuiuujui”. Un silbido estridente siguió a un frenazo en la esquina inmediata a la cancha. “¡Ah Isaías! Ya te veo”. Un hombre joven de copete alto se bajó de un taxi como a las diez y media de la mañana. Isaías pidió tiempo y volteó hacia la calle. “Eepa Roberto Muñoz. ¿Qué tal? ¿En que andas?”. “Paseandito por ahí, Porque aunque no me toque abrir esta noche tengo que estar temprano en el estadio”. Isaías regresó un momento a la cancha para que metieran a otro jugador por él. “Y ¿a donde le toca ir a jugar al Burlington después de esta serie Roberto?” “Creo que a Clinton”. “Si te toca pitchear allí ten cuidado con Ángel Bravo. Está bateando durísimo”. “Tranquilo Isaías. A ese pajarito lo conozco yo. Para algo me tienen que servir todos esos juegos entre Valencia y La Guaira”.
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Las siete de la noche del 18 de julio de 1964 abrieron una cortina de expectativas en el Fans Field de Decatur. Las Abejas de Burlington picaron adelante con una carrera en el tercer inning. De ahí en adelante siempre estuvieron adelante apuntalados por la ofensiva de Brice Smith (lf) quién empujó tres carreras con un doble y dos sencillos. Dos de esos remolques llegaron en el séptimo episodio, después que Rosie Rosas (2b) tronó doblete y René Lacheman (c) recibió boleto intencional. Además el novato Skip Lockwood (3b) reventó un jonrón en ese séptimo inning que resultó decisivo en la victoria de la Abejas. Luego de ese estacazo el manager Klaus trajo a relevar a Isaías y este ponchó al right field Mora. Isaías saltó al campo para el octavo pero Klaus lo llamó. “Hey kid. It’s ok for today. I need you in the road”. Saskewitch entró a relevar. Los mejores con el madero por Decatur resultaron Jack Disher (rf) con doblete, boleto más 3 anotadas y Dick Davey (c) quién conectó 2 sencillos, anotó 1 carrera y empujó dos. Los Comodoros trataron de voltear la tortilla en el cierre del noveno pero cuando habían anotado cuatro anotaciones entró a relevar Jim Haley y ponchó a Frank Ferro para sellar la victoria de Burlington 8-6. El 23 de julio de 1964 Isaías chocó con su compañero de equipo Joe Magliarditi mientras perseguían un elevado en las prácticas previas al juego. Isaías resultó con contusiones en las costillas que lo sacaron de acción por varios días. Tommy rodó la bolsa con los palos de golf hasta la puerta de entrada a la casa. “¿Rosie no has visto a Isaías?” La muchacha tragó la cucharada de cereales que masticaba. “No Tommy. Creo que no se ha levantado”. El chorro de agua de la manguera traqueteó sobre la pared de madera del comedor. “Tommy acuérdate que Isaías todavía se está recuperando del golpe que le dieron en las costillas”. “Si mamá pero eso fue hace casi una semana. El me dijo que está por reaparecer con los Comodoros. Además ya estamos a finales de agosto. Tengo que aprovechar de jugar con él porque la temporada va a terminar y él se va para Venezuela”. Tommy aceleró sus pasos hacia el cuarto de Isaías. Toc, toc, toc. “Ya voy, ya voy”. Isaías abrió la puerta. Tommy rió al ver el bigote de pasta dental que tenía Isaías. “Oye con ese bigote ahora te van a llamar el señor Isaías”. Isaías se pasó la mano por la boca. “¿Qué se te ofrece Tommy? “Quería saber si quieres ir a jugar un poco del golf”. “Pero yo no se jugar eso”. “No importa, yo te enseño. No tiene gran ciencia”. Los muchachos salieron al jardín. Rose se quitó los guantes de jardinería. “¿No me digas que vas a jugar golf Isaías? ¿Ya te sientes bien de las costillas?” Isaías agarró un palo de golf y ensayó un swing. “Si ya me siento mejor.
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Hasta el manager me dijo que es posible que me llame a lanzar en el juego de esta noche”. “How do you feel for tonight’s game?” Richard Klaus detuvo a Isaías mientras abotonaba la camiseta de los Comodoros el 28 de agosto de 1964. “Estoy listo para lanzar ahorita mismo. Si quiere yo mismo abro el juego”. Klaus miró hacia un pelotero corpulento que subía las escaleras hacia el terreno. “Ves Magliarditi ya Isaías se siente bien de las costillas. No tienes que seguir preocupándote por el encontronazo del otro día. El equipo de Clinton bateó hasta 12 imparables que combinados con 4 errores de los Comodoros determinaron el rumbo del juego. Clinton ganó 11-2. Ángel Bravo (cf) conectó dos cuadrangulares uno contra el abridor Lou Moore en el quinto inning con uno en base y el otro ante su coterraneo Isaías Chávez con dos en base. De las once carreras del Clinton ocho fueron sucias. Las seis del sexto capítulo ocurrieron luego que Degold Francis (c) dejara caer un elevado de foul. Decatur salvó la honra en el noveno ligando sencillos de Clarence Stanley (1b), Jack Disher (cf) y Miguel Santos (rf) más un pelotazo y un error para anotar dos rayitas. El pitcher ganador fue Stan Blunt en trabajo completo. Isaías lanzó 3 innings y un tercio, aceptó 5 imparables, 1 carrera limpia, concedió 2 boletos y ponchó a dos.
Referencias musicales: Página 156-157. (11) Downtown. Tony Hatch.1964. Página 160. (12) No particular place to go. George Thorogood. 1964.
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18.- Misil a la intermedia “…..y si se siente sofocado, asfixiado, pruebe Aeromint. El delicioso caramelo con la elasticidad del chicle y la frescura de la menta. Búsquelo en el empaque transparente del avioncito azul.” “Mira Delio hay jaleo en la preferencia de la derecha. No logro distinguir algo en particular pero se nota que las personas se están empujando”. “Al bate viene ahora César Tovar. Tiene el único imparable que ha permitido Isaías Chávez hasta el momento, un toque por lo antesala abriendo el juego. En el tercer inning salió de tercera a primera. El Látigo suelta la pelota. Es una línea bárbara que toma Gustavo Gil en segunda”. “Le dio durísimo Delio pero justo a las manos de Gil. Ahora son dieciocho los bateadores retirados en fila por el Látigo. Ahí están los magallaneros aplaudiendo la entrada de su pitcher al dugout”. “Luego de cinco entradas y media el juego sigue Caracas 0, Magallanes 0”. El chasquido de los neumáticos del avión sobre el pavimento de la pista de Maiquetía hizo saltar a Carmen. “Vamos, vamos Sebastián. Vente Zaira, Gladys. Vente Miguelito”. La mujer de regular estatura templó a Sebastián de la mano. Atravesaron todo el pasillo central del aeropuerto. Casi llegaron hasta la pista. “De aquí no pueden pasar”. Un joven vestido de pantalones azúl turquiz y camisa amarillo pollito los detuvo. Los pasajeros empezaron a salir del avión Carmen estiraba los ojos desde la escalerilla del avión hasta la entrada al aeropuerto. Al poco rato miraba el rostro de Sebastián hasta siete veces seguidas. “¿Que pasará que ese muchacho no aparece Sebastián?” Una sombra invisible saltó por detrás de una pareja de enamorados. “Hola señora Carmen ¿como está usted?. “Ah. ¿Cómo? Isaías querido. Tu me vas a venir matando. Tu no te compones chico”. “Papá ¿cómo te sientes?” Cuatro palmetazos sonaron en la espalda de Sebastián. “Caramba Isaías. Estás más grande que cuando te fuiste”. “Hola Zaira”. Isaías abrazó a Zaira y besó a Gladys. “Dime cuantas novias dejaste por allá”. Gladys apretó la oreja derecha de Isaías”. “Tu sabes que mi novia está aquí. ¿Cómo está Carmen Elena?” Zaira pasó un brazo por el hombro de Isaías. “Está bien. Siempre que la veo busca las maneras de que la conversación sea sobre ti”. Isaías apretó la mano de Miguel. “¡Como está todo Miguel!”. Miguel sonrió. “Bien. Allá en la casa te espera Valerio para que le cuentes como estuvieron esos juegos”. Isaías y Miguel tomaron el equipaje de la correa giratoria y lo llevaron hasta el Ford Falcon de Gladys. Un rojo desteñido se descascaraba sobre el capó.
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El cielo refulgía en azules que resistían los trazos rojizos del advenimiento del atardecer. El carro recostó su lado derecho frente a la segunda casa de la calle Las Mercedes de Chacao. Valerio abrió la puerta. “Caramba. Por fin llegaron. Que hubo Isaías. ¿Cómo estás?”. Isaías pasó directo hasta la sala. “Bien mi hermano. ¿Y donde está Marilú? ¿Y Jesús?” Una joven con delantal blanco y un niño que se adelantaba corrieron desde la cocina. “Que alegría verte Isaías. Mira estás más grande y más fuerte”. “Marilú no veía la hora en que llegáramos para saludarte y Jesús, cónchale si me paso un mes más allá te encuentro convertido en un hombre”. Isaías abrazó a sus hermanos. Marilú regresó a la cocina. “Ven siéntate que mamá me encargó un regalito para ti”. Miguel entró con una bolsa de colores claros. “Isaías ¿esta bolsa es tuya?” “Si dámela acá”. Isaías agarró la bolsa que le llegaba casi hasta las rodillas y la llevó hasta su cuarto. Valerio lo siguió. “¿Qué tienes ahí?” Isaías subió la bolsa hasta lo último del tope del escaparate. “Shh. No le vayas a decir a nadie. Es un regalo para unos niños”. El olor singular que venía de la cocina hizo suspirar a Isaías hasta lo más recóndito de sus pulmones. Marilú deslizó un plato suculento delante de Isaías. “Ah, mondongo. Verdad que la madre es lo más grande que uno tiene. En casi seis meses fuera de la casa una de las cosas que más quería era comerme un plato de mondongo. Mamá te quiero mucho”. Isaías recorrió los linderos del patio. Tocó las paredes rugosas de bloques de granzón y silbó a los azulejos y cucaracheros que saltaban en las ramas de los árboles. “Mamá, voy a salir un momento y ya vengo”. Carmen casi se atraganta con la cucharada de sopa. “Pero muchacho, si acabas de llegar. Descansa un rato”. Isaías atravesó la puerta del comedor. Rumbo a la sala escuchó una música pegajosa. “Manteca de cooco…manteca de cooco..manteca de coco…manteca de coco. Si se te va la jevita y te vuelves medio loco…usa manteca de coco y regresará mansita…(13)” Zaira subió el volumen del radio y Gladys agarró a Isaías de la mano. “Que va, tu no sales de aquí sin bailar esta canción conmigo”. Isaías movió el pie izquierdo una vez hacia delante y el derecho dos veces hacia atrás. Después movió los hombros y emprendió un giro de ciento ochenta grados. “Caramba muchacho, tu como que te la pasabas bailando pura salsa de Tito Rodríguez allá en Estados Unidos”. Gladys soltó un grito lleno de risas. En uno de los cambios de ritmo de “Manteca de coco” Isaías aflojó las manos de Gladys y salió a la puerta. “Muy buena la pachanga pero yo tengo que ir a ver a Carmen Elena”. Zaira bajó el volumen del radio. “Ella no está en su casa. Creo que está en un juego de basket en el Parque Miranda. Quédate aquí con nosotras y la vas a visitar mañana”. “No,no. Yo voy ahorita”. Dos toques de tambor resonaron en el zaguán. El silencio agazapado bajo el sonido de los carros despertó la tranquilidad de las seis de la tarde. “Si ya voy. Caramba
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Isaías tanto tiempo sin verte. Muchacho estás grandísimo”. Isaías carraspeó debajó del marco de la puerta. “Buenas tardes señora Tula. ¿Se encuentra Carmen Elena?”. “No ella está en el Parque Miranda. Creo que hoy es la final del campeonato de basket”. “Bueno entonces me voy para allá”. Isaías giró hacia la acera y emprendió un paso enérgico en ruta hacia el gimnasio. La señora Tula asomó medio cuerpo a través de la puerta. “Pero Isaías, espera un momento…” Al ver que Isaías se aproximaba a la esquina la señora cerró la puerta. A medida que Isaías se acercaba al gimnasio un concierto de pitos mezclado con roce de zapatos de goma y gritos de algarabía templaba sus pasos hacia el interior del Parque Miranda. Justo en el momento cuando Isaías se acomodaba en la tribuna una de las jugadoras hacia un disparo de larga distancia que traspasaba las redes para decidir el juego. Una gritería que sonaba más duro que la misma chicharra que decretaba el cumplimiento del tiempo pinchó los tímpanos de Isaías. El maremagnum de personas arrastró a Isaías hasta el tabloncillo. Allí varios aficionados levantaron en hombros a la autora del disparo sentenciante. Isaías levantó la voz al ver que la muchacha que llevaban a hombros era Carmen Elena. Sólo despues de varios minutos Isaías pudo hablar con Carmen Elena. “Hola Carmen. Ya veo que eres todo una basketera”. Carmen secaba el sudor de su rostro con una toalla amarilla. El olor del alcanfor y el sudor hacía corcovear los olfatos. “Hola Isaías. Que alegría verte. Tengo tanto que conversar contigo”. “Yo también. Lo primero es que no me gusta nada que te estén levantando en hombros”. “Pero Isaías, si eso es así en cualquier deporte hacen eso con los que se destacan”. “Entonces no quiero que sigas jugando basket”. “¿Y por qué?”. “Porque cuando percate me voy a quedar sin novia”. Los primeros días de octubre desgranaron sorpresas y diligencias. Isaías sacó varias pelotas, dos bates, cuatro gorras y hasta un peto de catcher de una de sus maletas. “¿Y eso para quién es Isaías?” Valerio entró al cuarto con el cabello mojado y el olor del jabón adherido a la toalla que llevaba en el hombro. Isaías levantó las pelotas con ambas manos. Unas son para los muchachos que se la mantienen jugando por aquí y otras para Modesto y la gente de Margarita”. “¿Y cuando piensas ir tu para Margarita?” “Mañana ¿Me quieres acompañar?” “Vamos a darle”. Isaías salió a la calle. La casa de los bloques sin frisar marcó su primera parada. Toc,toc,toc. “¿Quién es?… pero si eres tú Isaías. Caramba tenía como un año que no te veía”. “Hola señora Josefa. ¿Está por ahí Fernandito?” “Si por allá afuera está alcanzando unos mangos para hacer una jalea. Fernando ven acá…” Un eco de golpes secos retumbó en la sala. Los pasos descalzos del niño sobre el cemento pulido arrancaron ademanes de las manos de Josefa. “No,no, régresate. Límpiate los pies que me vas a llenar la sala de tierra”. Fernandito corrió a la entrada trasera de la casa. “No te vayas Isaías. No te vayas”. Isaías sacó una pelota de su maletín. “Toma Fernandito para
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que juegues pelota con tus amigos”. “Eeeso Isaías. Ahora si voy a jugar como nunca”. Josefa clavó la brillante en la cara de Fernandito. “¿Cómo se dice?” “Muchas gracias Isaías”. Isaías preguntó al niño donde podía ubicar a su amigo Juan y a los otros niños que jugaban en la calle. “Yo creo que ellos deben estar jugando en la calle El Samán. En lo que me desocupe voy para allá”. Los gritos de un juego de pelota atrajeron a Isaías. Juán cuidaba un pedazo de cartón a un lado de la calle mientras un niño de franela blanca y piel cobriza asestaba un puñetazo a una pelota de goma. La llegada de Isaías dejó mudos a los muchachos. Cuando vieron las gorras, el bate y las pelotas; los rostros de sorpresa y emoción desbordaron la calle. Isaías tuvo que rifar los implementos y algunos niños quedaron tristes porque las pelotas y los bates se los ganaron otros. Isaías los llamó. “No se desanimen. Ustedes son un grupo de amigos que juegan todos los días. Así que los que ganaron las pelotas y los bates siempre los van a compartir con ustedes, ¿Verdad? Isaías miró a los ganadores. “Si” Un grito que elevó las pelotas al cielo llenó de alegría el diamante del pavimento. Carmen llenó la taza de Isaías con café con leche. “Pero Isaías, estás muy acelerado muchacho. No hace ni cinco días que llegaste y ya te vas a ir para Margarita”. Isaías agregó media cucharada de azúcar al café. “Tiene que ser así mamá. Porque ya el fin de semana que viene comienzan los entrenamientos del Magallanes. ¿Ya estás listo Valerio?” Una mano marcó tres salientes en la cortina del cuarto. “Si vamonos, sino vamos a perder el ferry de las once y vamos a llegar a la isla de madrugada”. El frío de fin de año bajaba con más confianza por las laderas del Ávila. “Bueno mamá. Solo vamos a estar dos días por allá”. Isaías abrazó a Carmen y salió junto a Valerio a internarse en la neblina de las seis de la mañana. Tomaron un por puesto en el Nuevo Circo y a las diez sudaban gotas en regadera en el terminal de ferrys de Puerto La Cruz. La travesía se diluyó entre conversaciones de pelota y la contemplación de los delfines y los peces voladores que ensartaban las telas azules del mar y el cielo. Las tres de la tarde templaron al ferry a los pilotes de Punta de Piedras. Valerio adelantó hasta el remolino de los autobuses y los taxis. Señor en cuanto nos lleva a….” Isaías abrió la puerta del carro. “Hasta Playa Galera”. El chofer fijó la mirada en los pasajeros. “Tres bolívares”. Valerio e Isaías ingresaron en el asiento trasero. Un ritmo de carreta medieval adelantó el Cadillac de un verde oscuro con pedazos de latonería carcomidos por el salitre. La carretera de asfalto con piedras asomadas que hacían saltar los cauchos se convirtió en resorte de impulso cuando el chofer apretó el acelerador. En medio de aquella saltadera que sacaba sonrisas a Isaías y Valerio llegaron a Playa Galera. “Por aquí señor”. Isaías sacó tres monedas y las entregó al chofer.
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Caminaron media cuadra y entraron en una casa llena de cayenas y bromelias en un jardín que antecedía a un portal de paredes amarillas. “Buenas tardes”. Isaías tocó la puerta. En el patio una mujer asomó la cara y vino caminando para distinguir a los visitantes. “Isaías casi no lo reconocía. Está mucho mas grande que cuando vino en el campeonato juvenil”. La mamá de Modesto guardó las manos llenas de detergente en los bolsillos del delantal. Isaías presentó a Valerio. “¿Y Modesto? ¿Y su esposo?” La señora salió hacia una extensión de terreno plano frente a un costado de la casa. “¿Usted ve aquella cantidad de muchachos que están arremolinados allá? Bueno ahí están Modesto y el papá. Ese muchacho y ese hombre se la pasan ahí jugando pelota todos los fines de semana. Y siempre hablan de usted”. Isaías avanzó hacia el grupo de unas catorce personas que discutía. Había un muchacho que gritaba durísimo. “No, yo no me voy a quedar sin jugar. Ya van tres juegos y siempre me dejan afuera”. Modesto alzó los brazos en medio de la algazara. “Pero bueno, tienen que entender que habemos quince jugadores, alguién se tiene que quedar afuera”. El muchacho volvió a la carga. “Si pero no voy a ser yo”. Isaías y Valerio entraron al bululú. El papá de Modesto llamó a sus jugadores. “Caramba ¿y usted no es el Látigo Chávez?” Isaías se sonrió. Modesto atravesó el mar de personas. “Isaías ¿cuándo llegaste?” “Ahorita nos bajamos del ferry”. Uno de los jugadores lanzó su guante al aire. “Bueno, ahora con ellos dos si estamos completos”. Modesto se volteó hacia el grupo. “No señor, seguimos estando impares. Alguién tiene que aceptar que no va a poder jugar esta vez”. Las caras se alargaron y los muchachos se alejaron. Uno de los más pequeños empezó a caminar hacia la calle. “Yo me voy”. Otros dos muchachos lo siguieron. “Nostros también”. Isaías agarró una pelota del maletín y se la lanzó a Modesto. “Venganse muchachos. Vamos a jugar todos”. Modesto saltó a un lado. “¿Y como vamos a hacer Isaías?” “Bueno yo voy a ser pitcher para todos”. Los muchachos saltaron y corrieron de alegría. Al primer envío en bombita de Isaías, Modesto resonó un linietazo que lo hizo levantar los brazos de alegría. La fiesta duró muy poco debido a que la pelota reventó en añicos la ventana de una casa que asomaba su esqueleto detrás del left field. Un hombre de camisa manga larga remangada hasta los codos avanzó como una flecha hacia el home. “De verdá que me tenían cansao con esa gritería que arman aquí todos los sábados. Pero con esta si no me quedo. Mi vidrio me lo pagan. Porque sino voy a mandá a meté preso a más de uno. Comenzando por ti Modesto”. “Un momento. Con mi hijo no te metas”. El papá de Modesto encaró al hombre de barba incipiente. “Bueno entonces págame el vidrio. Son quince bolívares”. “¿Cómo que quince bolívares? No seas tan bárbaro chico”. “Bueno, entonces me voy para la comandancia”. El papá de Modesto registraba sus bolsillos. Todo lo que sacaba eran facturas y un manojo de llaves. Isaías
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alcanzó al agraviado. “Vamos a hacer una cosa señor. Si usted acepta ir conmigo a la ferretería para que nos digan cuanto cuesta el vidrio y la instalación, yo le pago su ventana”. El hombre empezó a rascarse la cabeza. “Bueno, yo creo que no hace falta. Con cinco bolívares yo arreglo esa ventana”. Isaías sacó un billete azul de la cartera y el tipo se fue silbando. El juego continuó hasta oscurecer cuando la mamá de Modesto los fue a buscar al solar donde la sal formaba una capa blanca en la superficie. “Modesto, Isaías, Modesto grande. Vengan a comer, ya está bueno de jugar pelota por hoy”. La mañana siguiente trajo momentos tristes para Modesto después del desayuno. “No Isaías. Eso no se vale. Nada más llegaste ayer y ya te vas. De bromita si jugamos un partido ayer”. Isaías se inclinó hasta el rostro de Modesto. “Discúlpa Modesto. Pero es que ya las prácticas del beísbol profesional están por comenzar. De todas maneras aquí te dejo estas pelotas y estas cachuchas para que juegues siempre en ese terreno y en los que salgan. Te prometo que el año que viene venimos otras vez”. Isaías se despidió del niño y sus padres junto a Valerio. En la tarde llegaron de vuelta a Caracas. Carmen conversaba en la puerta de la calle con Sebastián. Los brazos estirados y la boca esférica demarcaban la elocuencia de los comentarios. Isaías avanzó detrás de Valerio luego de bajarse de un autobus. “Buenas tardes señora Carmen”. “Caramba muchachos ya le decía yo a Sebastián que en cualquier momento iban a regresar”. Sebastián puso una mano en el hombro de Isaías. “¿Cómo les fue por allá?”. “Muy bien papá”. Valerio entró a la sala. “Ni allá se quedó sin pichar papá”. Sebastián ladeó la cabeza. Isaías metió las manos en los bolsillos del pantalón. “Bueno voy a terminar de llegar. Tengo que preparar mis cosas porque mañana vamos para Barquisimeto”. Carmen se despegó de la pared del frente. “Caramba muchacho. ¿No has terminado de llegá y ya mañana te vas otra vez?” “Si mamá. Mañana comienzan los juegos de entrenamiento. Magallanes va a jugar contra Valencia en Barquisimeto”. La mañana del 13 de octubre de 1964 encontró a Isaías preparando un café en la cocina de su casa. Carmen llegó al poco rato. “¿A que hora te levantaste Isaías? Fíjate que todavía no a terminado de salir el sol”. Isaías levantó el colador de tela y un chorro de líquido marrón invadió la tacita de porcelana blanca. “Es que el autobus sale a las siete mamá. Ahh, este café esta cerrero”. “Seguro que le vaciaste casi toda la papeleta. ¿Y por que se van tan temprano Isaías?” “Es que el juego es como a las cinco de la tarde mamá. Bendición mamá”. Isaías agarró su maletín y emprendió rumbo a la puerta de la calle. En la sala Sebastián escuchaba las noticias. “Hasta luego papá”. “Que tengas buen viaje hijo. Y si ves bailando un Tamunangue no te acerques mucho”. “¿Por qué papá?”. “Eso
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es peligroso. Sacan machetes y los rastrillan en el piso”. Isaías largó la carcajada. “Cónchale papá tu si tienes vainas chico”. “En serio Isaías, velo de lejos”. El autobus del Magallanes se estacionó frente al estadio Olímpico de Barquisimeto a las 2 de la tarde. Los jugadores entraron al dugout, se cambiaron y salierona practicar. El juego empezó bajo los lengüetazos inmensos del sol en cielo barquisimetano. Magallanes abrió la cuenta ante Roberto Muñoz en el comienzo del segundo episodio. Camaleón García tronó doblete entre left y center y Víctor Colina lo siguió con imparable. Los Pericos replicaron ante Isaías en el cierre de ese mismo inning. Raúl Ortega sonó hit al centro y el novato Luís Díaz lo remolcó con doble a la derecha. Tanto Muñoz como Isaías apretaron sus brazos hasta el octavo episodio cuando los valencianos emboscaron a Isaías con inatrapable de Teodoro Obregón al centro. Luego pasó a segunda mediante robo. Llegó a tercera por passed ball de Colina y entró en carrera aprovechando un wild pitch de Isaías. Al terminar el inning Sparky Anderson habló con Isaías: “Tranquilo boy. Tuviste un magnificent performance. Seguro que en la temporada vas a lanzar mejor”. Muñoz dominó al Magallanes en el noveno para concretar la victoria del Valencia 2-1. En nueve entradas de labor Muñoz recibió 6 imparables, 1 carrera limpia, abanicó 8 contrarios y concedió 3 boletos. Isaías Chávez en 8 episodios aceptó 8 imparables, 1 carrera limpia, ponchó a 2 rivales y concedió 3 boletos. Valerio agarró por el brazo a Isaías aquella mañana del 25 de octubre de 1964. “Espérate un momento Isaías. ¿Ya hablamos del relevo de 4X100 de Venezuela que clasificó a la final en las Olimpíadas de Tokio?”. “Cónchale Valerio ¿tu crees que si hubiera corrido Horacio Estevez hubieran agarrao medalla?” Isaías volvió a abrir el periódico que reseñaba la hazaña de Rafael Romero, Arquimedes Herrera, Hortencio Fucil y Lloyd Murad. Marcaron 9:36 en la semifinal y 9:35 en la final donde entraron en el sexto lugar. “Ajá pero no te me vayas por la tangente. Mira que no hemos hablado del wild pitch con que perdiste el juego de Barquisimeto contra Roberto Muñoz y de lo que pasó el 17 en el juego inaugural que Magallanes perdió contra Valencia”. Valerio se acomodó en la piedra donde descansaba debajo del bucare. “Bueno Valerio. En el juego de Barquisimeto perdí la concentración. Y en la inauguración ya perdíamos 4-1 después de las carreras que le hicieron a Carrao Bracho en el primer inning. Sabes que después relevó Armando Becquer y en el quinto entré a lanzar. No pude evitar que me hicieran una carrera. En el séptimo relevó Ignacio Flores. Lara terminó ganando 6-2. Hay que reconocer que Ken Sanders lanzó muy bien”. Valerio se levantó de la piedra. Agarró una pepa de mango del suelo y se la llevó al pecho. “¿Tu ves esta semilla de mango Isaías? Trata de empujarme, sacarme conversación, hasta de hacerme cosquillas”. Isaías trató de hacerle cosquillas a Valerio. Carmen se acercó desde la cocina. “Mira Valerio ¿esa
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camisa que está en la cuerda es tuya?” Como Valerio siguiera ensimismado en la pepa de mango Carmen regresó al tendedero. “Este muchacho amaneció como ido”. “Ves Isaías de eso se trata, cuando estás montado en la lomita tienes que aislarte entre la pelota y lo que te esta pidiendo el catcher”. Isaías se quedó mirando la pepa de mango. “Bueno ya me tengo que ir. El juego es a las once. Bendición mamá”. Isaías entró al dugout del Magallanes casí vacío. Apenas el manager Anderson y Oswaldo Blanco conversaban sobre bateo. “Buenos días”. “Epa Isaías”. “Good morning. Earliness, that’s what I want from my pitchers”. Isaías se cambió y salió a los jardines del Universitario. Tres silbidos lo llamaron desde el bull pen. Dave Ricketts ajustaba la mascota en su mano izquierda mientras recibía los envíos de calentamiento de Julián Ladera. El equipo de La Guaira salió al campo a practicar con toda su pléyade de estrellas. El estadio llenó la tribuna central y algunos lugares de la preferencia. Al abrir el primer episodio Angel Bravo (rf) soltó imparable a la derecha. Luis Aparicio (ss) se sacrificó con toque por la inicial. Dave Roberts (1b) empujó a Bravo con doble entre left y center. Dave Johnson (2b) conectó otro imparable para remolcar a Roberts. Ricketts lanzó mal a primera tratando de sorprenderlo y metió la bola en el jardín derecho. Ladera sudaba grandes goterones. José Herrera (3b) reventó otro petardo impulsor de la tercera rayita en los ganchos de Johnson. La Guaira volvió al ataque en el segundo inning. Jerry Grote (c) abrió con hit. Darold Knowles (p) se sacrificó. Bravo metió otro imparable a la izquierda. Pelayo Chacón tomo la pelota y lanzó a la goma con tiempo pero Ricketts soltó el disparo y Grote anotó. Aparicio elevó a la izquierda Chacón atrapó la bola en vistosa jugada y dobló en segunda a Bravo. En el quinto tramo Knowles destapó doble a la izquierda, luego del out de Bravo Aparició rechinó otro biangular en los predios del campo izquierdo. Sparky Anderson subió a la lomita para llevarse a Ladera. Un ademán de mano trajo a Isaías Chavez a relevar. “C’mon boy. Let’s get them”. Isaías intercambió unas palabras con Ricketts. Dominó a Jim Wynn (cf) con elevado al centro. Anderson ordenó boleto intencional para Roberts. Isaías lanzó dos curvas y una slider contra Johnson. Terminó obligándolo a roletear por primera. Knowles mantuvo a raya al Magallanes a lo largo del juego solo le dieron 3 inatrapables y ponchó a 8 en ruta a una victoria 5-0. Desde el montículo navegante Ladera trabajó 4.1 innings, aceptó 5 carreras, 3 limpias, recibió 10 incogibles, ponchó a 1. Isaías Chávez lanzó 3.2 entradas, no aceptó carreras, recibió 3 imparables, ponchó a 2, concedió 2 boletos. Ignacio Flores lanzó un inning en blanco. Unas plumas azules chocaron contra el alambre y la madera de la jaula. El azulejo trinó y desplegó su alegría en las ramas del bucare. “Muchacho Isaías ¿Qué hiciste?”. Isaías silbaba al pájaro desde el patio. “Nada mamá. Era hora de soltar ese
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pobre pájaro. ¿Tu te has puesto a pensar como se sentiría uno si lo encierran en un sitio y no lo dejan salir? Míralo como goza un puyero saltando en la rama. No ha pelado una hormiga desde que se montó ahí”. Zaira llegó medio adormilada. “Cará debí imaginarmelo. Isaías despierto tempranito. No te vale ni que ahora llegas tarde de los juegos”. Isaías trató de acercarse a la rama del azulejo. “Por cierto que esta noche juegan Caracas y Magallanes. Hoy me voy más temprano mamá”. Zaira entrecerró los ojos ante un destello de luz solar. “Bueno pero tienes que pichar bien hoy. Mira que en ese juego pasado contra La Guaira te estaban velando como agarrabas la pelota”. Isaías se sobó el índice izquierdo ante un picotazo del azulejo. “¿Cómo sabes tu eso? Que yo sepa tu no estabas en el estadio”. “Si pero un pajarito me dijo que estabas dejando la mano con que agarrabas la pelota fuera del guante y los jugadores de La Guaira sabían que ibas a lanzar”. “¿Quién te dijo eso?”. “Eso es lo de menos. Lo que te importa es esconder la pelota”. Zaira entró al baño e Isaías dejó de silbarle al pájaro”. Carmen lo siguió hasta su cuarto. “¿Qué te pasó Isaías? Yo creía que ibas a estar un buen rato viendo lo que hacía el pájaro”. “Mamá, es que tengo que concentrarme en el juego de esta noche. Lo que me dijo Zaira es verdad, en el juego pasado más de una vez me lleve la pelota a la espalda con la mano sin guante”. Las ocho de la noche arrancaron la voz de “play ball” del árbitro principal Armando Rodríguez. Sherman Jones calentaba en el montículo por Magallanes. En el bull pen de la izquierda José López terminaba de ponerse a tono para el Caracas. Pete Rose (2b) abrió el juego con triple a la derecha. Vicente Luciani (2b) cometió error en el disparo de relevo a la antesala y Rose entró en carrera. Abriendo el tercer episodio Rose soltó imparable al centro. Tommy Helms (ss) titubeó con un rolling de César Tovar (rf) por el campocorto que se convirtió en hit. Victor Davalillo (cf) destapó sencillo al centro para empujar a Rose. Ken Harrelson (1b) descarga un soberbio estacazo que sale del terreno para empujar tres carreras más y decretar la salida de Jones. Sparky Anderson llama a Isaías del bull pen. “Ok boy this is your chance. Do your best”. Isaías terminó el inning ileso. En el sexto capítulo Isaías salió a batear. Conectó un roletazo lento por las paradas cortas y le ganó en la carrera al disparo de Domingo Carrasquel (ss) para apuntarse un infieldhit que rompía el juego sin hits ni carreras que hasta ese momento bordaba López. En el octavo tramo Tovar truena doble a la izquierda. Isaías poncha a Davalillo. Harrelson suena otro doblete que empuja a Tovar. Anderson ordena boleto intencional para José Tartabull (lf). El Caracas responde con un doble robo. Domingo Carrasquel empuja a Harrelson con sencillo a la izquierda y se mete hasta segunda con el tiro a tercera. Isaías domina Dámaso Blanco (3b) con elevado a segunda. Dionisio Acosta (c) conecta hit impulsor de 2 anotaciones. En el noveno Anderson envía a Ignacio Flores a
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relevar a Isaías. Hits corridos de López, Tovar y Davalillo troquelan la décima rayita del Caracas. López terminó su blanqueo de tres imparables al retirar al Magallanes sin problemas en el cierre del noveno. Sherman Jones cargó con la derrota. Isaías lanzó 6 innings, permitió 4 carreras limpias, aceptó 7 imparables, ponchó 4, concedió 1 boleto. Bateó de 2-1. Luego de finalizado el encuentro Isaías ladeaba la cabeza de hombro a hombro en la banca. Anderson se acercó. “Tranquilo boy. Hiciste un buen trabajo. Ese es un equipo de cuidado y tú los dominaste por cuatro innings. Además solo es 30 de octubre de 1964. Ya vendrán otras oportunidades”. Isaías regresó al dugout luego de calentar por un momento en el bull pen. Las luces del Universitario se encendían paulatinamente para aclarar la penumbra de la noche del 05 de noviembre de 1964. El juego empezó a las 08 y 09. Por el Caracas abrió José Ramón López. En el bull pen del Magallanes calentaba Sherman Jones. En el inicio del segundo episodio Gary Kolb (cf) se embasó con infield hit por la esquina caliente. Llegó hasta segunda por error en tiro de Dámaso Blanco (3b). Luis Camaleón García (3b) la desaparecó de jonrón entre left y center field. Magallanes 2 Caracas 0. En el cierre del tercer acto César Tovar (rf) llegó a primera por infield hit. Robó segunda. Siguió hasta tercera y anotó por error en tiro de Dave Ricketts (c). Magallanes 2 Caracas 1. En el quinto Héctor Cárdenas (lf, 3b) destapó triple a la derecha. Oswaldo Blanco (1b) negoció boleto. Jones ejecutó a la perfección el squeeze play y trajo a Cárdenas al plato con hit al cuadro. Mike White (2b) se ponchó. Tommie Helms (ss) disparó jonrón dentro del campo. Héctor Urbano relevó a López. Magallanes 6 Caracas 1.En el cierre del sexto Víctor Davalillo (cf) bateó imparable a la derecha. Ken Harrelson (1b) despachó cuadrangular. Magallanes 6 Caracas 3. En el octavo episodio Manuel González relevó a Urbano. Kolb sonó sencillo. Jim McKnight (rf) disparó doblete impulsor. Magallanes 7 Caracas 3. En el cierre del octavo Davalillo soltó imparable al centro. Harrelson martilló doblete a la izquierda que remolcó a Davalillo. José Tartabull (lf) la rodó por segunda. Harrelson pasó a tercera. Jones ponchó a Bill Bryan (c). Domingo Carrasquel (ss) sonó imparable remolcador de Harrelson. Dámaso Blanco la rodó por tercera y se embasó por infield hit. César Gutiérrez emergió por Manuel González y bateó un texas hit para empujar a Carrasquel. Julián Ladera relevó a a Jones. Dámaso Blanco aprovechó doble error de Héctor Cárdenas y anotó el empate. Pete Rose (2b) la rodó por tercera. Cárdenas volvió a pifiar la pelota y Gutiérrez anotó. Isaías relevó a Ladera. Caracas 8 Magallanes 7. Manuel González se apuntó la victoria. Julian Ladera salió derrotado. Isaías lanzó 0.1 inning sin novedades.
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Isaías avanzó hasta la cocina con un litro de leche pasteurizada y una bolsa de pan. “¿Y que es esa silbadera que tiene papá en el bucare?” Carmen apuró un sorbo de café con leche. “Ay hijo. Sebastián está contentísimo con el azulejo”. Isaías ensayó un silbido detrás del hombro derecho de Sebastián. “Que hubo papá. ¿Cómo amaneces?” “Muy bien. Tenía tiempo que no veía un pájaro que cantara tanto como este”. “Papá. Sabes que ese era el azulejo que teníamos en la jaula”. Sebastián siguió silbándole al azulejo. “¿Cómo va a ser? ¿Y quién lo soltó?” “Este que ves aquí”. “¿Y por qué?” “Bueno papá. A veces uno se tarda un poco en darse cuenta de sus errores. Era un crimen mantener a ese pajarito encerrado en una jaula. Míralo como canta. En la jaula no decía pero ni pío”. Sebastián pasó su mano derecha por la espalda de Isaías. “Verdaderamente Isaías. Ese pájaro todo lo que hacía era aletear dentro de la jaula. ¿Contra quién juegan hoy Isaías?” “Contra La Guaira”. Sebastián se movió tres pasos hacia el patio. El azulejo había volado tres ramas más arriba. “Tienes que estudiar más a los bateadores. Cuando estés sentado en el dugout tienes que darte cuenta de todo lo que hace el pitcher rival y cada uno de los jugadores”. Isaías se sentó en una piedra bajo el bucare. “Cónchale papá, no me gusta nada como me ha ido en los dos últimos juegos. Para completar los dos fueron contra el Caracas”. “Tranquilo hijo tu lanzaste bien. En el juego de 10-0 controlaste la situación cuando te trajeron. Está bien te hicieron unas carreras en el octavo pero eso le pasa a todos los lanzadores. Sino fíjate en Bob Gibson. En el juego donde le gana la Serie Mundial a los Yanquis le hicieron cinco carreras y le dieron más de un jonrón”. “Si papá pero Gibson estaba pitcheando con solo dos días de descanso”. Sebastián levantó la voz. “Más a mi favor. Con esa perdedera que tiene el Magallanes tu pichas casi todos los días”. Isaías se sentó al final del banco como a cinco metros del manager Anderson. Ese viernes 06 de noviembre de 1964 Juan Quintana abrió por La Guaira. Carrao Bracho empezó lanzando las serpentinas por Magallanes que buscaba salir de una prolongada seguidilla de juegos perdidos. En el segundo episodio Dave Roberts (1b) conectó hit. Dave Johnson (2b) elevó a la izquierda. Victor Colina (lf) perdió la pelota y quedaron hombres en primera y segunda. José Herrera (3b) sonó doble entre right y center para empujer a Roberts pero Johnson fue out en la goma por cuanto Herrera siguió para tercera. Jerry Grote (c) remolcó a Herrera con fly de sacrificio a la izquierda. Magallanes reaccionó en el cuarto inning mediante biangular de Gary Kolb (cf) y sencillo de Dave Ricketts (c).Y en el cierre de noveno se llenaron de esperanzas los atribulados fanáticos magallaneros que esperaban la culminación de aquella seguidilla de reveses. Gary Kolb tronó triple a la derecha y anotó el empate con elevado de sacrificio de Ricketts. Luís Aparicio (ss) abrió el undécimo capítulo con hit de piernas por la antesala. Jim Wynn (cf) consiguió otro infield hit en intento de sacrificio. Dave Roberts llenó las bases con otro
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inatrapable al cuadro buscando sacrificarse. Dave Johnson soltó saltarín que atravesó el cuadro y La Guaira se fue arriba 4-2. Anderson entró al terreno para llevarse a Sherman Jones. Alargó el cuello hacia el bull pen y llamó a Isaías. “C’mon boy let’s stop them”. El Látigo conversó con Ricketts hasta mitad de camino entre la loma y la goma. Isaías fijó la mirada en la mascota de Ricketts y cerró el inning sin mayores daños después de tener las bases llenas sin outs. Magallanes trató de romper la cadena de sinsabores en el cierre del undécimo. Tommy Helms (ss) metió doble al left center. Kolb siguió encendido con imparable a la derecha que puso el juego 4-3. Jim McKnight (rf) entregó el primer out con elevado al centro. Ricketts caminó gratis a la inicial. Héctor Cárdenas (3b) terminó el juego al roletear para dobleplay. La octava derrota en línea caía sobre las velas del Magallanes. Isaías se quitó la gorra y entró a las duchas. Lucio Celis se llevó el triunfo en relevo de Quintana. Sherman Jones se apuntó la derrota. Isaías lanzó 1 episodio, enfrentó tres bateadores, no permitió carreras ni imparables, solo concedió 1 boleto. El sábado 07 de noviembre de 1964 Magallanes llegó al José Bernardo Pérez para un doble juego ante los Industrales del Valencia. En el primer partido Danny Neville abrió por los Pericos ante Julián Ladera. Los Navegantes picaron adelante con 2 carreras en el tercer episodio. Los Pericos igualaron en el cierre del mismo acto. Magallnes se fue adelante 3-2 en la apertura del séptimo inning. En la última oportunidad del Valencia Lee May (1b) sonó imparable. Luis Rodríguez (rf) bateó inatrapable a la derecha. Sparky Anderson trajo a relevar a Isaías por Julián Ladera. Teodoro Obregón (ss) la rodó por segunda. Mike White lanzó a home. El árbitro decretó quieto a May en jugada cerrada. Anderson salió a protestar y lo expulsaron. Buster Powell emergió por Jesús Romero (c) y despachó el hit de oro que dejó en el terreno al Magallanes. Valencia 4 Magallanes 3. Danny Neville se apuntó la victoria. Julián Ladera resultó perdedor. Isaías le lanzó a 2 bateadores, no permitió carreras, aceptó 1 imparable. En el segundo juego Gary Dotter inició por el valencia ante Ignacio Flores. Magallanes salió adelante con 1 carrera en el primer inning. Valencia igualó en el cierre del tercero. Luego anotó 1 en el cuarto, 1 en el sexto y otra en el séptimo (Graciliano Parra relevó a Flores) episodios para llegar ganando 4-1 al octavo. En ese inning Magallanes marcó 4 carreras y pasó al frente 5-4, Miguel Fresneda relevó a Dotter. En el cierre del octavo Valencia igualó el marcador, Armando Becquer relevó a Parra. En el cierre del noveno Buster Powell (c) destapó doble al centro. Sparky Anderson trajo a Isaías para relevar a Becquer. Miguel Fresneda sonó imparable que llevó a Powell hasta tercera. Teolindo Acosta (lf) recibió boleto intencional. Chico Ruiz (3b) disparó sencillo al centro para sentenciar el partido que significaba la décima derrota en fila del Magallanes. Valencia 6 Magallanes 5. Fresneda se apuntó la victoria. Becquer resultó el pitcher
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perdedor. Isaías enfrentó a 3 bateadores, aceptó 2 imparables, concedió 1 boleto (intencional). A las siete de la noche Isaías regresó con el resto de los lanzadores al dugout del Magallanes. En el bull pen se quedó calentando Sherman Jones. Roberto Olivo llamó a jugar a las 8 y 07 de la noche del 12 de noviembre de 1964. Por La Guaira abrió Darold Knowles. En el tercer episodio Jerry Grote (c) se embasó con hit de piernas por el campocorto. Manolo García (lf) soló una bala fría a la izquierda. Knowles destapó lineazo entre primera y segunda que remolcó a Grote. Ángel Bravo (rf) adelantó los corredores con toque de sacrificio. Luis Aparició (ss) recibió boleto intencional. Sherman Jones ponchó a Jim Wynn (cf) y a Dave Johnson (2b). La Guaira 1 Magallanes 0. En el comienzo del séptimo episodio Bravo despachó triple a la derecha. Aparicio lo remolcó con doble. La Guaira 2 Magallanes 0. En el noveno Isaías relevó a Jones. Johnson y José Herrera combinaron dobles para facturar otra carrera. Ignacio Flores relevó a Isaías. La Guaira 3 Magallanes 0. Darold Knowles ganó el juego en trabajo completo, solo aceptó 3 imparables, ponchó 6. Jones se apuntó la derrota. Isaías lanzó 0.1 inning, permitió 1 carrera limpia, aceptó 2 imparables, ponchó 1, concedió 1 boleto. En el dugout del Magallanes los peloteros se reunieron con el manager Anderson. Discutieron varias jugadas que ejecutarían en situaciones particulares del juego. Anderson sonó duró las palmas. “Let’s go men. Time to break the losing streak”. A las 8 y 05 de la noche del 14 de noviembre de 1964 Pat House salió al montículo por el Magallanes. Por Valencia abrió Ken Sanders. Valencia salió al frente con tres carreras en el primer inning. En el segundo los Pericos le marcaron otra rayita a House. En el quinto episodio añadieron una. En el séptimo Isaías relevó a House. Valencia anotó 3 carreras. Julián Ladera relevó a Isaías y recibió la carrera de la puntilla. Valencia 9 Magallanes 0. Décimasegunda derrota consecutiva del Magallanes. Sanders se llevó la victoria en trabajo completo. House resulto el perdedor. Isaías lanzó 0.1 inning, permitió 3 carreras limpias, aceptó 3 imparables, sin ponches, concedió 1 boleto. El hombre aflojó las agarraderas de la bolsa de mercado llena de verduras. “Epa Isaías”. Isaías desvíó la ruta y pasó a la acera de enfrente de su casa. “Caramba Pío ¿dónde te metes tu chico? Tenía como un año que no te veía”. “Bueno Isaías tu sabes que el trabajo a veces a leja a uno de los lugares y las personas que uno estima. Ahorita sigo trabajando con la pelota menor pero en varios sitios de Caracas y hasta Guarenas y Guatire”. Isaías flexionó el hombro derecho. “Está bien”. “Lo que no me gusta nada es la
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forma como está jugando el Magallanes, y tampoco como has estado pichando en tus últimas salidas. ¿Qué es lo que está pasando Isaías? Ya van 12 perdidos en fila y hoy van a jugar con ese equipo de La Guaira que no come cuento. Fíjate ayer nada más. El Valencia los cayó a palo limpio. Hasta te hicieron tres carreras y no aguantaste ni un inning. Y hace una semana en aquel doble juego del 07 de noviembre contra el mismo Valencia te trajeron a relevar en los dos juegos y terminaron ganándote”. Isaías bajó la cabeza. “Bueno Pío. En verdad estoy pasando un momento dificil. Pero vas a ver que me voy a recuperar. Con las observaciones que me hace el manager y mis compañeros ya estoy detectando donde estoy fallando”. Pío apretó la mano derecha sobre la agarradera de cartón de la bolsa de mercado. “Isaías ¿tu crees que van a botar al manager?” “No se Pío. El señor Anderson ha tratado por todos los medios de salir de esta crisis. Ha convocado horas extra de práctica. Ha hablado con todos los peloteros en privado y en grupo. El mismo ha salido a lanzar práctica de bateo. Es un tipo que le echa pichón a su trabajo. Vamos a ver que pasa esta noche”. Sparky Anderson discutió las reglas de terreno y se fue hasta el bull pen a observar como Carrao Bracho terminaba de ponerse a punto para iniciar el juego. La frescura de aquel 15 de noviembre de 1964 contrastaba los ríos de sudor que surcaban los pómulos de Anderson. “Come on boys. Let’s get them”. Sparky regresó corriendo al dugout. Magallanes salió al campo para enfrentar al abridor de los Tiburones de La Guaira Larry Yellen. En el primer episodio La Guaira marcó una carrera en los pies de Ángel Bravo (cf, rf). En el cuarto inning los escualos volvieron a la carga con dos carreras. Carrao Bracho recibió otra carrera en el quinto. Julián Ladera relevó en el sexto y salió con un saldo de tres carreras en contra. Sherman Jones aplacó la ofensiva guairista. Mientras tanto Yellen dominaba al Magallanes durante los primeros cuatro capítulos. Magallanes reaccionó con 4 carreras en el quinto y una en el sexto. En la apertura del séptimo Anderson llamó a Isaías del bull pen. “Go on boy. Stop them”. Isaías lanzó los últimos tres innings del juego sin aceptar carreras, permitió 4 imparables, ponchó a 1 y concedió 2 boletos. Por La Guaira Darold Knowles entró a relevar en el octavo y mantuvo a raya al Magallanes para alargar su racha de reveses a 13 consecutivos. Isaías caminó cabizbajo hacia las duchas. El manager Anderson se acercó. “Don’t worry boy. It’s not your fault. You’ll win many games”. Yellen se apuntó la victoria. Bracho salió derrotado. Sebastián se paró a un lado de la puerta de la casa. “Que hubo papá”. Isaías cerró el cartón de leche que saboreaba. “Ahorita acaban de decir en el radio que Magallanes despidió al manager”. “No te creo”. Isaías detuvo sus pasos frente al marco de la puerta. “Dile a mamá que voy a llegar un poquito tarde a almorzar”. “Pero mira muchacho, que ya son casi las once y media…..” Isaías paró un autobus en la esquina. El tráfico aumentaba
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la viscosidad por momentos. Isaías no dejaba de ver el reloj aquella mañana del 16 de noviembre de 1964. En cuanto pasaron por Los Chaguaramos Isaías bajó del autobus. Emprendió una carrera desbocada. “Hey Mr. Sparky”. Isaías gritó desde la calle al hombre de incipientes manchas blancas en el cabello. El señor bajó la maleta en la salida de uno de los accesos al estadio. Se puso la mano derecha como visera y miró hacia fuera. Isaías habló con el vigilante y pasó. “¿Es verdad lo que dicen en la radio?”. “Si Isaías. Hoy regresó a Estados Unidos”. “Pero usted ha sido un buen manager”. “Si, pero sino hay victorias el manager es el responsable”. “Yo quiero que sepa que con usted aprendí muchas cosas importantes como ser perseverante y estar disponible en cualquier momento”. “Thank you Isaías. Yo sé que vas a llegar lejos”. Sparky levantó la maleta y empezó a caminar hacia la salida del estadio. El 17 de noviembre de 1964 Alfonso Carrasquel debutó como manager del Magallanes. La seguidilla de derrotas quedó en 13. Ese día Magallanes venció al Valencia 2-0 con pitcheo de 4 imparables de Sherman Jones. El olor de la canela y el anís crepitaba entre las totumas donde Carmen y Marilú vaciaban la mezcla marrón verdosa de arroz, papelón y leche de coco. Isaías salió del baño con un montón de gotas resbalando por el rostro. “Isaías, epa. Adonde vas tan apurado. Ven para que te comas un arroz con coco”. Marilú espolvoreó con canela la mezcla marrón. “Dame un poquito. Ya me tengo que ir”. Carmen metió la olla donde preparó el arroz, en la batea. “Muchacho y ¿por qué estás tan apurado?” “Es que hoy jugamos contra el Caracas y el señor Alfonso Carrasquel quiere que estemos en el estadio media hora antes de lo acostumbrado”. Isaías apuró la cucharada postrera de arroz con coco y se fue para su recámara. En menos de cinco minutos salió con su maletín terciado en el hombro derecho. “Hasta luego mamá. Nos vemos después del juego”. En la avenida Libertador Isaías coincidió con el taxi de Mataor. “Señor por favor, en cuanto me lleva al Universitario”. Mataor se acercó hasta la ventanilla del copiloto. “Muy bonito que te quedó. Móntate vale. ¿Qué pasó? ¿Te botaron de la casa?” “No chico. Lo que pasa es que mejor es estar temprano en el estadio”. El Ford de los cincuenta esquivó varias colas y en diez minutos Isaías bajaba frente al estadio. “Aquí tienes Mataor”. “Pórtate bien en el juego mira que voy apostando medio pollo por ti”. Isaías largó la carcajada. “Ay papá. Un pollo que se perdió”. En el dugout del Magallanes Alfonso Carrasquel giraba instruciones a diestra y siniestra. “Menos mal que llegaste Isaías”. Isaías colocó su maletín sobre el banco. “¿Qué pasó?” “Nada, necesito que calientes un rato en el bull pen”. “¿Quién va abrir?”
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“Este muchacho Curtis. Pero tu vas a ser mi primer relevo. Así que arráncate”. Las prácticas acercaron en cuatro estirones el comienzo del juego. Isaías conversaba en el bull pen con un amigo de Chacao. Carrasquel hizo unas señas desde el dugout. Isaías le lanzó la pelota de práctica a su amigo de la tribuna. “Nos vemos Lomo”. Todos los peloteros hacían un círculo alrededor de Carrasquel. “Para comenzar quiero decirles que no está permitido que los peloteros regalen pelotas al público. Mucho menos cuando no ha comenzado el juego…”. Isaías bajó la cabeza y siguió escuchando la charla. El árbitro principal cantó “Play ball” y Carl Bouldin el pitcher del Caracas se aprestó a lanzar el primer envío contra Mike White el camarero magallanero. Dave Ricketts (c) y Jim McKnight (rf) destaparon sencillos. Tommie Helms (ss) roleteó por las paradas cortas donde Domingo Carrasquel pifió la bola y Magallanes se iba adelante 1-0 en la apertura del cuarto episodio. En el quinto inning Gary Kolb (cf) soltó sencillo a la izquierda. Camaleón García (3b) machucó la pelota por el montículo. Bouldin lanzó mal a primera y metió la bola en las profundidades del right field. Kolb aprovechó de anotar para aumentar la pizarra 2-0. Caracas reaccionó en el cierre del quinto. Bill Bryan (c) conectó sencillo al centro. José Tartabull (lf) rechinó un triple contra la pared de la derecha para empujar a Bryant. Dámaso Blanco (3b) empató el juego con sencillo al left field. Magallanes retomó la delantera en el inicio del sexto. El pitcher Curtis despachó sencillo al centro, Pelayo Chacón (lf) lo imitó. Tommie Helms la rodó por el cuadro y quedaron corredores en segunda y tercera. Jim McKnight la desapareció por entre left y center para poner el juego 5-2. En el cierre del sexto César Tovar (rf) llegó a primera por infield hit. Víctor Davalillo roletea por segunda, Mike White recoge y pasa la pelota al paracortos Helms. La bola llegó junto al corredor y el árbitro cantó quieto a Tovar en segunda. Ken Harrelson (1b) la rodó por la antesala y Camaleón García forzó a Víctor Davalillo (cf) en la intermedia. Bryan remolcó a Tovar con sencillo a la izquierda. Tartabull bateó elevado al centro que impulsó a Harrelson con la cuarta carrera caraquista. Domingo Carrasquel sonó imparable que expulsó a Nick Curtis de la lomita. Isaías entró a relevar y controló la situación con lanzamientos mezclados que resultan en ponches a Davalillo, Harrelson y Bryant. La casa del poder caraquista. Camaleón García inició el noveno inning con infield hit. El relevista López lanzó mal a primera y García ancló en segunda. Vicente Luciani sustituyó a Camaleón. Passed ball de Bryant llevó a Luciani hasta tercera. Dave Ricketts soltó imparable al centro para empujar la carrera del respiro. Isaías dominó al Caracas en el cierre del noveno para sellar la victoria magallanera. El público aplaude la actuación del Látigo. Alfonso Carrasquel sale al terreno a felicitar a sus jugadores. “Buen trabajo Isaías. Así es como se hace”. Lanzaste 4 innings y no te pudieron anotar. Y ahora es que te
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queda campeonato para demostrar de que eres capaz. Hoy es apenas 24 de noviembre”. Isaías siguió caminando y bajó las escaleras del dugout. El 26 de noviembre de 1964 Isaías se despidió de Carmen y el resto de la familia. “Bendición mamá. Hasta luego muchachos en tres días estoy por aquí otra vez”. Isaías paró un taxi en la esquina y salió hacia el estadio. En el Universitario se encontró con los jugadores del Magallanes. Abordaron un autobus como a las diez de la mañana. En el aeropuerto esperaron como hora y media hasta que llamaron a abordar. Llegaron a Santo Domingo a eso de las 4 y media de la tarde. Se fueron directo al hotel. Al día siguiente tomaron el bus hacia el estadio. A eso de las dos de la tarde empezaron a hacer calistenias y soltar los brazos. Isaías se fue hacia el bull pen con Julio Salom un viejo conocido de Los Celis que había firmado con Magallanes en esa temporada. Empezaron a soltar los brazos. Desde el dugout de las Águilas salió un hombre de regular estatura y piel canela. Se acercó al bull pen donde calentaban los venezolanos. Detrás de él llegó un periodista de El Nacional de Caracas. “Buenas tardes Sr. Marichal. Mi nombre es Carlos Díaz y estoy haciendo un reportaje para mi país. Que opina usted sobre Isaías Chávez, ese joven que esta lanzando”. Marichal se acercó un poco a la lomita del bull pen. “Este joven tiene muy pocos defectos para ser un novato de 2 años. Ahora mismo recuerdo mis primeros años en el béisbol. Él lanza el misto tipo de curvas y la pelota se le mueve muchísimo”. “¿Qué defectos le observa?” “Debe doblar más para dar más velocidad a cada lanzamiento y para aumentar los movimientos de la pelota. Debe practicar la forma de sacar el brazo cuando lanza la curva”. Los entrenamientos continuaron. Después que terminó la sesión de bull pen Isaías bajó del montículo y saludó a Juan Marichal. Estuvieron practicando el agarre de la pelota para darle el efecto a los distintos lanzamientos. El juego ante las Águilas Cibaeñas empezó a las 7 y media de la noche del 27 de noviembre de 1964. En el tercer capítulo las Águilas ganaban 4-2. En el cuarto ampliaron la ventaja al marcar 7 rayitas ante los relevistas Isaías Chávez (quien entró por el abridor Sherman Jones) y Graciliano Parra. Por los dominicanos abrió Octavio Acosta. En la apertura del séptimo tramo, con el juego 11-4, Pelayito Chacón (lf) bateó sencillo. Nelson Castellanos (2b) roleteó al cuadro y fue out en primera base. Tommy Helms (ss) despachó un cuadrangular por el centro del estadio. Helms caminó por las bases protestando y gesticulando ante los árbitros en cada base. La molestia tenía su origen en las expulsiones del manager Alfonso Carrasquel y el camarero Mike White por protestar decisiones arbitrales que perjudicaban al Magallanes. Cuando Helms llegó a la goma el árbitro principal lo expulsó del juego. Todo el Magallanes salió a protestar y el árbitro expulsó a varios peloteros comenzando por Camaleón García. Luego decretó forfeit a
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favor de los dominicanos con marcador de 11-6. Después el hombre de azul quiso rectificar su decisión pero las Águilas Cibaeñas protestaron airadamente y se ratificó el forfeit. Los números de este juego se anularon para los registros de ambas ligas más no el resultado. El 30 de noviembre de 1964 Magallanes envió al Caracas a Eddy Díaz, Vicente Luciani y Nelson Castellanos a cambio de Domingo Carrasquel, César Gutiérrez y Hector Urbano. Una canción navideña destapó la mañana del 05 de diciembre de 1964. Isaías registraba las gavetas del armario de la cocina. “Mamá ¿donde guardaste el pesebre?” Carmen modelaba una arepa de maíz pilado. “Búscalo en el seibó de la sala. ¿Ya vas a poner el pesebre? ¿No es muy temprano para eso?” “Cará mamá si nos descuidamos nos agarra el 65’ sin pesebre. Isaías fue hasta la sala. Sacó al niño Jesús, las casitas, la mula y el buey y armó el poblado de Belén. Carmen se asomó tras la pared de la sala. “Mira, mira. Quita al niño Jesús. El llega es el 25”. Isaías agarró al niño y lo volvió a guardar en la gaveta del seibó. “Mamá ya me tengo que ir para el estadio”. “Ah no Isaías. Ya tu lo que quieres es mudarte para allá. Además tu todavía no has comido”. “Si comí ¿No viste cuando le di los tres mordiscos a la primera arepa que bajaste del budare?” Carmen ladeó la cabeza. “Yo sé que eso no es comida para ti. Pero si te tienes que ir espero que te vaya bien”. Isaías abrazó a su madre. “En lo que termine el juego me vengo para la casa mamá”. Rumbo al estadio Isaías entró a una tienda de deportes. “Buenos días. Me da una caja de pelotas Wilson por favor”. El dependiente trajo la caja. Le quitó el polvo de la superficie. “Son 15 bolívares”. Isaías sacó un billete de diez y otro de cinco de su cartera y los puso sobre el mostrador. “Hasta luego”. En la calle tomó un autobús que lo dejó en los alrededores de la avenida Las Acacias. La caja de pelotas sonaba en su maletín cuando entró al estadio. “Buenas tardes”. Isaías entró al dugout y saludó al manager Alfonso Carrasquel y al cuidacuartos. Colocó el maletín sobre una silla y sacó la caja de pelotas. “Señor Alfonso aquí tiene esta caja de pelotas. Por si acaso a mi se me ocurre regalarle una pelota a los fanáticos. Usted me la descuenta de aquí”. Carrasquel despabiló los ojos. “Caramba Isaías, no debiste molestarte”. “No, no hay problema”. Isaías se puso el uniforme y salió a dar unas carreras en los jardines. Después empezó a calentar en el bull pen. Larry Yellen abrió por La Guaira. Domingo Carrasquel (ss) comenzó el partido con vuelacercas a la izquierda en su debut con Magallanes. Dave Ricketts (c) siguió con doble al left center. Tommie Helms (2b) destapó sencillo. Gary Kolb (cf) negoció boleto y
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las bases se llenaron. Oswaldo Blanco (1b) la rodó por el montículo y Yellen forzó a Ricketts en el plato. Pero Jerry Grote (c) le pegó la pelota a Blanco en la espalda buscando el dobleplay. Helms aprovechó para anotar la segunda carrera navegante. Jim McKnight (lf) trajo la tercera con sencillo alcentro. En la apertura del segundo Ricketts, Helms y Kolb soltaron sencillos que produjeron la anotación de Ricketts. Después Oswaldo Blanco remolcó otras dos con sencillo al centro. En la parte de arriba del sexto Domingo Carrasquel negoció boleto ante el relevista Juán Quintana. Ricketts lo llevó a tercera con sencillo. Helms soltó otro imparable para remolcar a Carrasquel. Kolb la sacó por entre right y center para traer 3 carreras más. El manager guairista trae a relevar a José Infante. Oswaldo Blanco lo recibió con doblete a lo profundo del jardín central. Luego anotó con sencillo de McKnight. Todavía Mike White soltó otro biangular que llevó a McKnight a tercera y explotó a Infante. Trajeron al Héctor Brito para terminar el inning. Magallanes 11 La Guaira 0. Mientras tanto Isaías bordaba la pelota para limitar a los tiburones a solo seis imparables y una carrera en los ganchos de Dave Roberts (1b) que entró en cierre del séptimo capítulo. En el tráfago de su trabajo completo Isaías ponchó a 8, concedió 4 boletos y permitió 6 hits ante el equipo puntero del campeonato. Al completar el último out los asistentes al estadio se lanzaron al campo y levantaron en hombros al imberbe lanzador. Alfonso Carrasquel se llegó hasta el tumulto para velar por la integridad de su jugador. “Así se hace Isaías”. Isaías abrió la puerta de la calle. La luz del amanecer de aquel 13 de diciembre de 1964 entró hasta media sala. “Mamá voy a salí un momento”. “Mira muchacho ¿y tu no tienes que irte ahorita para el estadio?”. Una gaita sonaba en la esquina. En los pasos de las personas se sentía la emoción de la cercanía navideña. Isaías adelantó varios grupos de personas en la avenida Libertador. Se paró frente a una puerta grande y tocó varias veces. “Hola Isaías”. “¿Como está Sra. Tula? ¿Se encuentra Carmen Elena?” La señora caminó hacia el interior de la casa. “Ya viene”. Isaías miraba hacia el techo de cielo raso. “Epa Isaías. Ya se que ahora eres un ídolo”. “No digas eso Carmen Elena”. “¿Ah no? ¿Y que fue lo que escuché por el radio la otra noche”. “Tu sabes como son los narradores deportivos. Además yo vine a hablar fue de invitarte para la misa de aguinaldos de mañana, tenemos tiempo que no salimos juntos”. Carmen sacudió los ojos. “¿Seguro? ¿Y eso no va a ser muy incómodo para ti por lo de los juegos?”. “No te preocupes”. “Bueno está bien. Déjame pedirle permiso a mi mamá”. Carmen se internó en la casa y regresó con la señora Tula. “Bueno Isaías. Carmen va a ir contigo a la misa. Pero usted la tiene que cuidar muy bien porque si le pasa algo usted se las va a entender conmigo ¿oyó?” Isaías metió las manos en los bolsillos del pantalón. “No se preocupe
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Señora Tula. Ya usted verá como Carmen regresa sana y salva”. Isaías salió a la calle. En ese momento pasaba un señor con un niño de unos once años. “Papá, papá. Mira ahí está el Látigo Chávez”. “¿Qué pasa muchacho?” El niño se acercó a Isaías. “Señor ¿verdad que usted es el Látigo Chávez?” Isaías se volteó. “Si ¿cómo te llamas?”. “Alberto ¿Usted es el mismo que la otra noche le ganó a La Guaira 11-1. Verdad?” Isaías se sonrió. “Si”. El niño saltó varias veces. “Viste papá que si es el Látigo”. “Señor discúlpelo”. Isaías le extendió la mano al padre del niño. “No se preocupe”. El niño le pidió papel y lápiz a su papá. “Señor Látigo ¿me podría dar un autógrafo por favor?”. Carmen Elena abrió más la puerta de su casa. “Viste que no puedes negar que ahora eres un ídolo”. Isaías regresó a su casa. Recogió su maletín y mordió una empanada que encontró sobre la mesa. “Me voy mamá”. La mañana dominical todavía bostezaba cuando Isaías entró al estadio. Alfonso Carrasquel terminaba de pegar la alineación magallanera en la pared del dugout. Isaías miró a los ojos a Carrasquel y salió a correr en los jardines del Universitario. A las once y cinco minutos de la mañana el árbitro principal Roberto Olivo llamó a jugar. Pete Rose (2b) descorrió el telón del primer episodio con un infield hit ante la curva de Isaías. César Tovar (rf) levantó un elevado a la inicial. Víctor Davalillo (cf) dejó pasar un imparable por la intermedia para llevar a Rose hasta la antesala. El Látigo apretó el brazo para dominar a Ken Harrelson (1b). José Tartabull (lf) empujó a Rose y Davalillo con un batazo a la izquierda que McKnight fildeó de manera defectuosa. Isaías miró hacia el cielo. Bill Bryan (c) negoció boleto. Luego Nelson Castellanos (ss) conectó otro sencillo que trajo la tercera rayita en las piernas de Tartabull. En la apertura del quinto acto Isaías retiró a los dos primeros bateadores. Tartabull y Bryan soltaron sencillos. De inmediato el Látigo retomó el control de la situación al obligar a Castellanos a roletear un machucón al montículo. En el séptimo también con dos fuera y dos en base se fue un momento detrás de la loma apretó la pez rubia y regresó para volver a dominar a Castellanos con rolling por segunda. Del lado caraquista Carl Bouldin completó los nueve innings a punta de curvas y sliders. Ningún corredor le pisó la tercera base. Sólo recibió dos hits de Tommie Helms (2b, ss) y otro de Mike White (emergió por Isaías en el 9°). Isaías (1-1) enfrentó 34 bateadores, lanzó 8 episodios, permitió 3 carreras limpias, aceptó 12 imparables, sin ponches, concedió 2 boletos. Al caer el último out del juego Isaías se quedó sentado en el banco por varios minutos. Los codos sobre las rodillas y el rostro entre las manos; miraba hacia el terreno. Jim McKnight se acercó. “I’m sorry. I know I should have got that ball”. Isaías se levantó y dio dos palmadas en el hombro de su compañero. “No te preocupes Jim. Son cosas que les pueden pasar a cualquiera”.
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El 14 de diciembre de 1964 Magallanes canjeó a José Carrao Bracho a La Guaira por Leopoldo Chingo Tovar. La noche del 17 de diciembre Magallanes enfrentó a las Águilas Cibaeñas en el estadio Universitario. Los quisqueyanos terminaron ganando el juego 8-4 con un grand slam de Ed Kirkpatrick (rf) en el quinto episodio. El lanzador ganador fue Larry Staab en labor de 6.1 innings. Danny Osinski lo relevó en el séptimo. Por Magallanes inició y perdió Nick Curtis. Siguieron Joe Bonikowski en el quinto e Isaías en el octavo. La labor de Isaías fue de 2 episodios en los que enfrentó a 9 bateadores, permitió 2 carreras limpias, aceptó 4 hits, ponchó 1. Magallanes anotó 1 carrera en el cierre del primero. Las Águilas igualaron en el segundo. En el el tercero se fueron arriba 2-1. Luego se despegaron con 4 en el quinto. Magallanes hizo otra cerrando el quinto. Los Navegantes hicieron 2 más en el séptimo. Las Águilas aseguraron el partido con 1 en el octavo y otra en el noveno. Por Magallanes Tommy Helms (2b) brillo a la defensiva. Isaías enfrentó 9 bateadores en 2 episodios, permitió 2 carreras limpias, aceptó 4 inatrapables, ponchó 1. Carmen salió de la cocina. “Isaías, Isaías ¿Ya te levantaste?” Una voz entrecortada salió del baño. “Me estoy bañando mamá”. El frío de las nueve de la mañana del 19 de diciembre de 1964 llenaba de neblina el patio de la casa. Isaías abrió la puerta y soltó dos nubes de aliento condensado. “¿Qué pasa mamá?” Carmen extendió un frasco de aceitunas. “Ve a ver si puedes abrí esto”. Isaías apretó la mano contra la tapa del frasco. “Aajo esta tapa como que la pegaron con cemento”. Carmen se llevó el frasco para la cocina. “Humm pero las aceitunas huelen muy bien”. Isaías se vistió y salió con la bolsa de colores claros que había traido de Estados Unidos. “Mamá voy un momento al Hospital de Niños”. Carmen dejó de agitar la carne que guisaba. “¿Y que vas a hacer tu allá?” “Voy a llevarle unos juguetes a los niños que están ahí”. Carmen miró a Isaías y se le acercó. “¿Por qué haces esto Isaías?” “Bueno mamá porque yo se lo sólo que se siente uno cuando está enfermo y tiene que estar encerrado en un cuarto, sobre todo en un hospital ¿te acuerdas cuando me corté el brazo en el paredón del patio?” Carmen abrazó a Isaías. “Si Isaías. Si me acuerdo”. Carmen regresó a la cocina pasando la tela de los hombros de su vestido sobre dos lágrimas que corrían mejillas abajo. Isaías emprendió su ruta hacia la calle. Se detuvo un instante. “Ah. Del hospital me voy para el estadio. Espérame en la noche después del juego”. Detuvo un autobus en la avenida Libertador y se puso en ruta hacia el Hospital de Niños. “Señor aquella esquina que se ve allá es el Hospital de Niños”. El chofer del autobus activó los frenos neumáticos y detuvo el vehículo. Isaías bajó y se llegó hasta el hospital. Entró en la recepción, “Buenos días. Vengo a visitar a unos niños”. Un arbolito titilaba a un costado
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de la recepcionista. “¿Cuál es el nombre de los niños?”. “Todos”. “¿Cómo?” “Todos. Quiero hacerles una visita para animarlos en Navidad”. Isaías colocó la bolsa de colores claros sobre el mostrador. La recepcionista tragó y respiró profundo. “Bueno déjeme hablar con los médicos”. En diez minutos llegó un galeno e hizo pasar a Isaías al interior de la Clinica. “Nos gustaría que visitara primero a Margarita. Es una niña que está en silla de ruedas”. Isaías entró a la habitación. “Buenos días”. Un silencio seco escalaba los riscos de la mirada de Margarita. “Yo me llamo Isaías ¿cómo te llamas tú?” La niña miró al techo, luego a la pared de enfrente. “Margarita”. Isaías se acercó a la cama. “¿Y donde vives?” La niña se volteó hacia un lado. “Por El Cementerio”. “Ah tu estás como la canción de Simón Díaz. Esa que dice ‘Como yo vivo en Superbloque. Tu vives por el Cementerio. Y andas como en un misterio (14)’. ¿Seguro que no te la sabes? La niña amplió las líneas expresivas. “No, pero ¿como sigue?”. Isaías tomó aire. “Un superbloque es lo mejor para poder vivir. No vengas a decir que hay algo superior. Porque soy pana de Julián, soy llave de Chuchín y así como verás soy chevere de aquí”. La niña empezó a reir tanto que una enfermera que pasaba entró a la habitación y se acercó a Isaías. “¿Cómo hizo para hacerla reir? Esa niña tiene cinco meses aquí y es la primera vez que la veo contenta”. Las seis y media de la tarde marcaron el inicio del juego sabatino. Isaías escaló el montículo para rivalizar ante Aurelio Monteagudo y los Leones del Caracas. En el cierre del segundo episodio José Tartabull (lf) sonó inatrapable y siguió hasta segunda por error del jardinero central. Bill Bryan (c) sacó boleto. Dionisio Acosta (1b) la rodó por la antesala y forzaron a Bryan en la intermedia. Dámaso Blanco (3b) empujó la carrera de Tartabull con elevado a lo profundo del campo central. En la apertura del quinto capítulo Magallanes atacó a Montegaudo. Gary Kolb (cf) sacó pasaporte gratis después de un out. Domingo Carrasquel (1b) soltó sencillo a la derecha que llevó a Kolb hasta tercera. Luego Leopoldo Chingo Tovar (rf) la rodó por segunda para empujar a Kolb mientras Carrasquel pasaba a la intermedia. Jim McClain (lf) disparó otro sencillo impulsor de la carrera de Carrasquel. En el cierre del sexto Ken Harrelson (3b) descargó su undécimo cuadrangular de la temporada para igualar la pizarra a dos. Ken Rowe relevóa Monteagudo en el séptimo.En el cierre del octavo episodio el debutante Ken Rowe abrió con sencillo. César Tovar (rf) falló con elevado a las manos de Isaías en intento de toque. Nelson Castellanos (ss) bateó sencillo a la derecha para dejar hombres en primera y segunda. Víctor Davalillo (cf) salió con elevado al centro. Isaías trató de trabajar a Harrelson con envíos dificiles. Uno de ellos se convirtió en wild pitch y los corredores pasaron a segunda y tercera. Hubo que terminar de pasar intencionalmente a Harrelson. Ante José Tartabull, Isaías concedió otro boleto que provocó la carrera decisiva. Caracas ganó 3-2. Rowe se apuntó la victoria. Isaías bajó del montículo con la cara en el pecho.
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Perdió en trabajo de 8 innings, permitió 3 carreras limpias, aceptó 8 incogibles, ponchó 5, concedió 3 boletos. Bateó de 4-3. Entró al dugout y pasó más de quince minutos sentado en un silla mirando hacia el piso. Salió del estadio como a las once y media de la noche. Tomó un taxi y se bajó en la esquina de la calle Las Mercedes. Entró al bar restaurant de la esquina. “Buenas noches José, por favor medio pollo asado, una media jarra y un litro de leche”. El vendedor bajó un pollo del asador. Lo cortó por la mitad y lo despresó, agregó unos pedazos de yuca y hallaquitas. Luego se agachó y sacó la botella de cerveza. Después fue a la otra nevera y extrajo un cartón de 1 litro de leche. “Aquí tienes Isaías. Como se perdió ese juego contra el Caracas vale”. Isaías agarró la bolsa. “La próxima vez será diferente”. Caminó hasta la casa. Antes de abrir la puerta sacó una hallaquita de la bolsa. Pasó directo hasta el comedor. Trajo un plato y un vaso de la cocina. Desenvolvió el pollo y mezcló la leche con la cerveza. En la sala se encendió una luz. Carmen salió del cuarto y la volvió a apagar. “¿Cómo estás ? Ahí en la cocina está una arepa que te guardé ¿La quieres?” Isaías mordía un muslo de pollo. “Si”. Carmen regresó de la cocina con la arepa. “No te martirices con eso del juego. Tu lo que tienes que pensar es que mañana vas y ganas otro juego”. Isaías apuró un sorbo de la mezcla. Los gallos arrastraban su kikiriki la gélida mañana del 27 de diciembre de 1964. Isaías apuró la taza de café con cuatro mordiscos a una arepa de perico. “Hasta luego mamá. Nos vemos en la tarde”. Carmen abrazó a Isaías. “Anda con Dios hijo. Gana ese juego. Es hora que te desquites del Caracas.. En la parada de los autobuses pasó un muchacho con una franela azul claro . “Que fue Isaías ¿Vas a pichar hoy?” Isaías paró un autobus. “Que tal Pío.Si voy para el estadio. Pasa esta noche por la casa para que te comas unas hallacas”. El autobus cruzó raudo la soledad dominical de las vías hacia Plaza Venezuela. Isaías se bajó en el puente de Las Acacias y en dos zancadas entró al Universitario. Alfonso Carrasquel lo esperaba a la entrada del dugout. “Hoy es tu oportunidad para demostrar que tambien le puedes ganar al Caracas”. Isaías sacó una toalla de su maletín. “¿Quien lanza por ellos?” Carrrasquel remangó las mangas de su sudadera.“Bouldin”. Isaías sacó las medias sanitarias y el pantalón del uniforme. Empezó a vestirse con fruición sin quitarle la vista al guante ni a la pelota que estaba en su interior. Roberto Olivo cantó “play ball” e Isaías retiró al Caracas al paso de conga en el primer inning. Carl Bouldin replicó con otra ración de 1-2-3 para Magallanes. En el cierre del segundo acto Gary Kolb (cf) negoció boleto. Domingo Carrasquel (1b) falló con elevado a la derecha. Camaleón García (3b) disparó su hit 900 y Kolb aterrizó en tercera. Jim McClain (lf) bateó sencillo al centro que remolcó a Kolb con la carrera de la quiniela. En la conclusión del tercer episodio Mike White (2b) sonó sencillo al centro. Dave Ricketts
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(c) detonó petardo a la derecha y White llegó hasta tercera. Tommie Helms (ss) en su despedida del campeonato templó una línea entre dos para remolcar a White. El campocorto Castellanos perdió el relevo del jardinero derecho y Ricketts tambien anotó. Kolb se ponchó. Domingo Carrasquel conectó sencillo. Camaleón roleteó por tercera pero el novato Luciani lanzó mal a primera luego de forzar en segunda a Carrasquel. Helms aprovechó para anotar la tercera carrera del inning. En el octavo Aurelio Monteagudo entró a relevar a Bouldin. Camaleón García sonó su tercer imparable del día. César Gutiérrez (3b) entró a correr por él en la inicial. McClain bateó rolata al pitcher y Monteagudo forzó a Gutiérrez en segunda. Chingo Tovar (rf) se ponchó. Isaías conectó sencillo para impulsar a McClain con la quinta rayita magallanera. En el comienzo del noveno episodio Víctor Davalillo (cf) abrió con sencillo y pasó a segunda mediante rolling de José Tartabull (lf) a manos del pitcher. Bill Bryan (c) despachó el inatrapable que empujó la carrera caraquista. Isaías entró al dugout. Alfonso Carrasquel le extendió la mano. “Viste que en algún momento los ibas a agarrar”. Isaías siguió camino de las regaderas. “Lo que no me gustó es que perdí el blanqueo en el último inning”. Carrasquel empezó a ladear la cabeza. “¿Qué más quieres? Juego completo, solo te dieron 3 hits”. En las tribunas sonaba un cántico: “Isaías, Los Celis. Isaías, Los Celis. Isaías, Los Celis…” Alfonso Carrasquel señaló hacia el campo. “, tu no puedes dejar a esa gente así. Tienes que salir a corresponder”. Isaías entró al baño y salió con la camiseta número 4 de Los Celis. En el campo una avalancha de niños y jovenes lo recibieron entre aplausos y saludos. Lo levantaron y pasearon en hombros por todo el infield del Universitario. Isaías (2-2) enfrentó a 34 bateadores en 9 innings de labor, permitió 1 carrera limpia, aceptó 3 imparables, ponchó 3, no concedió boletos. Bateó de 4-1. Bouldin (3-4) salió derrotado. Sebastián leía un periódico de enero de 1965. Isaías entró a la sala. “Que fue papá ¿por qué esa cara de tristeza?” “Es que murió un escritor y diplomático muy esencial para Venezuela?” Isaías se colocó detrás de Sebastián para leer el periódico. “Mariano Picón Salas. Murió el 1° de enero. Mira el fue el que dijo que Mérida era una ciudad dentro de la Universidad. Y también escribió Viaje al amanecer”. “Yo como que te he visto leyendo ese libro”. Sebastián se volteó hacia Isaías. “Caramba vale, pero eso fue hace más de cinco años”. “Bueno eso es para que veas como estoy pendiente de mi papá”. El radio de la sala alborotó la sala con las noticias de la edición meridiana. “......y hoy 12 de enero de 1965 leemos los sucesos más importantes de las últimas horas”. Isaías agarró el maletín y salió a la calle. “Hasta luego papá. Hablamos esta noche
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después del juego. Isaías adelantó tres cuadras en busca de autobús. Cuando se dio cuenta ya pisaba los linderos de Chacaito. Ahí divisó un colectivo que lo dejó justo enfrente del Universitario. Alfonso Carrasquel lanzaba unas pelotas en la práctica de bateo. “¿Qué te pasó Isaías? ¿Ya estaba pensando en poner otro abridor ante La Guaira”. Isaías cambió su camisa por la franela magallanera rumbo al baño. “Es que no conseguía autobús. Tuve que caminar hasta Chacaito”. Isaías salió sin problemas del primer episodio. En el segundo Dave Roberts (1b) devolvió una recta hasta la gradas del right field. Isaías empuñó la mano mientras veía al inicialista escualo darle la vuelta al cuadro. La Guaira 1 Magallanes 0. En el cierre del tercero Elio Chacón (2b) tocó la pelota y llegó a segunda por error en tiro del camarero Mike White. Angel Bravo (lf) soltó imparable al centró para empujar a Chacón con la segunda rayita de La Guaira. Al terminar el inning Carrasquel se acercó a Isaías. “Tranquilo Isaías. Son cosas que pasan en el juego de pelota. No siempre las cosas salen como uno quiere”. La apertura del sexto episodio encontró a White negociando un boleto ante Clay Carroll. Luego estafó la intermedia y anotó con imparable de Gary Kolb (cf) a la derecha. En el cierre del octavo Isaías regaló pasaje gratis a Chacón. A continuación Luís Aparicio (ss) y Ángel Bravo batearon sendos cuadrangulares que decretaron el marcador del juego. La Guaira 5 Magallanes 1. El lanzador Carroll completó el partido en una estupenda labor. Isaías (2-3) lanzó 8 innings, permitió 5 carreras, 4 limpias, ponchó 3, concedió 3 boletos. El amanecer del 17 de enero de 1965 templaba la piel con cada manotada de agua que incidía contra la cara. Isaías se levantó como a las siete. El agua salía cada vez más fría de la batea. Volteó hacia el fondo del patio y divisó a Miguel estudiando bajo una mata de mangos. Isaías avanzó en punta de pié hasta el bucare y empezó a lanzar piedrecillas que caían muy cerca de Miguel. “¿Qué está pasando? Miguel se levantó varias veces y luego se volvía a sentar. Carmen y Gladys entraban a la cocina y se detuvieron a ver la escena. “Fíjate como Isaías no deja estudiar a Miguel”. Carmen empezó a caminar hacia el bucare. Gladys la agarró por la mano. “Espera mamá. Vamos a ver como va a terminar esto”. Isaías lanzó varias piedrecillas más hasta que una dio en todo el medio del cuaderno que Miguel leía. “Ah no. Aquí hay una vaina rara”. Miguel se levantó y llegó hasta la cocina investigando de donde venían las piedritas. “Mamá ¿tu no sabes si por aquí anda suelto algún animal o un espíritu?” Carmen veía como Isaías se mordía los labios detrás del bucare. “Si, el animal que tu buscas está detrás del bucare”. Miguel dio la vuelta al tronco del bucare. “Ajá con que eras tú. Cónchale chico. En vez de estar preparándote para el juego no dejas de echar varilla”.
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Isaías recogió sus implementos los acomodó en el maletín y se despidió de la familia. “Chao mamá. Nos vemos Gladys. Mira Miguel si ahora te caen unas piedritas, no me vayas a echar la culpa a mí”. Miguel sonrió y cerró el cuaderno un momento. En la parada de autobuses de la avenida Libertador un saludo familiar sorprendió a Isaías. “Que hubo Isaías”. “Eepa José. ¿En que andas?”. El amigo de la infancia detuvo el Thunderbird a un lado de la avenida. “Creo que voy a ver como La Guaira le vuelve a ganar al Magallanes hoy”. “Bueno vamos a ver que pasa en el terreno”. Isaías detuvo un autobús. José regresó al Thunderbird. “¿Por qué no nos ponemos de acuerdo para ir a pasarnos una noche en la hacienda de Tanare? Isaías se montó en el autobús. “Sería bueno ir a echarnos un baño en el tanque de agua que hizo tu papá y aprovechamos para hacer un sancocho. Después hablamos de eso”. A las once y cinco de la mañana arrancó el juego. Por La Guaira volvió a abrir Clay Carroll. Antes de salir al campo Carrasquel le dio dos palmadas en la espalda a Isaías. “Vamos es tu turno de desquitarte”. Elio Chacón (2b) abrió el juego con sensillo. Isaías obliga a Ángel Bravo (cf) a roletear por segunda y forzaron a Chacón en esa base. Bravo robó segunda. Luis Aparicio (ss) recibió cuatro malas. Dave Roberts (1b) batea rolling por segunda Mike White pasa la pelota a Domingo Carrasquel y sacan a Aparicio. Carrasquel lanza desviado a primera y Bravo inaugura el marcador. En el cierre del tercero White se embasa por error del tercera base Wayne Graham. Dave Ricketts (c) despacha sencillo a la derecha, Dave Johnson (rf) flumbea la pelota y White anota. Ricketts se mete hasta tercera. Gary Kolb (1b) recibe boleto intencional. Camaleón García (3b) rechina doblete contra la pared de la izquierda que empuja a Ricketts y deja hombres en segunda y tercera. El manager de La Guaira entró para llevarse a Carroll, trajo a relevar al Carrao Bracho. Jim McClain (cf) negocia boleto. Domingo Carrasquel (ss) suena sencillo al centro para remolcar a Kolb y a García. Magallanes 4 La Guaira 1.En el cuarto episodio César Gutiérrez despachó inatrapable a la derecha. Isaías recibió pelotazo del pitcher Howard Stethers. White tronó doblete entre left y center que remolcó a Gutiérrez. Ricketts recibió boleto intencional para llenar las bases. Camaleón García también negoció cuatro bolas malas para forzar la carrera de Isaías. Magallanes 6 La Guaira 1. Luis Aparicio enderezó un lanzamiento de Isaías y la sacó de cuandrangular en en inicio del quinto episodio. En el cierre del quinto Domingo Carrasquel tronó doble a la izquierda. Leopoldo Tovar (rf) la rodó por segunda y Carrasquel pasó a la antesala. Gutiérrez remolcó a Carrasquel con elevado de sacrificio a la derecha. Magallanes 7 La Guaira 2. En el sexto inning Jerry Grote pescó una pelota sobre el plato y la sacó de jonrón entre right y center. Cerrando ese mismo episodio relevó Juan Quintana. White negoció boleto. Camaleón conectó sencillo a la izquierda. McClain y Domingo Carrasquel la
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desaparecieron del campo para poner el juego 11-3. Para el séptimo Chacón soltó petardo a la derecha. Ángel Bravo descargó cuadrangular entre el jardín central y el derecho. Al concluir el inning Alfonso Carrasquel llamó a Isaías. “Está bien por hoy. Lanzaste bien”. Isaías se quedó sentado en el banco cuando Magallanes salió al campo en el octavo. Un paño con hielo amarraba su brazo derecho mientras seguía los movimientos del relevista Malcolm Warren. En el ciere del octavo relevó Héctor Brito. Isaías (3-3) lanzó 7 episodios, permitió 5 carreras, 4 limpias, aceptó 9 imparables, ponchó 4, concedió 3 boletos. Bateó de 3-1, 1 anotada. Un hilera de pelotas de luz se reflejaba en el pasillo que llevaba a la cocina el mediodía del 22 de enero de 1965. Isaías echó el maletín a su espalda. “Mamá voy saliendo para el estadio. Acuérdate que hoy me voy con Dámaso y José para Tanare”. Carmen apretó a Isaías por las manos y le dio un beso en la mejilla. “Cuidate mucho ”. En la calle no adelantó ni diez metros cuando dos voces saltaron desde la esquina de la avenida Libertador. “Epa Isaías. Vente”. José y Mataor esperaban recostados del amarillo claro del Thunderbird. José giró la llave de encendido y salieron hacia el Universitario. “Cuando termine el juego yo te espero en la salida del dugout del Magallanes y Mataor va a buscar a Dámaso en el del Caracas”. Isaías colocó el maletín en el piso del carro. “¿Ya hablaron con Dámaso?” Mataor bajo el vidrio de la ventanilla trasera. “Si yo lo ví esta mañana por El Silencio y me dijo que quería ir”. Isaías entró al dugout magallanero. Alfonso Carrasquel animaba a cada uno de sus jugadores con aplausos y consejos. “Bueno Isaías, ya tu sabes como es ese equipo del Caracas, así que a fajarse duro con ellos, no te descuides con ninguno de ellos”. Aurelio Monteagudo dominó a los navegantes en el primer inning. En el primero del Caracas Pete Rose (2b) conectó sencillo a la izquierda. César Tovar (rf) la rodó por el campocorto y César Gutierrez pomponeó la pelota. Quedaron hombres en primera y segunda. Isaías caminó varios pasos alrededor de la lomita. Víctor Davalillo (cf) bateó rolling por primera y Oswaldo Blanco forzó a Tovar en segunda. Ken Harrelson (1b) sonó hit a la izquierda que empujó a Rose y llevó a Davalillo hasta tercera. José Tartabull (lf) roleteó por la intermedia. La defensa magallanera falló en la confección del dobleplay y Davalillo entró con la segunda rayita del Caracas. En el cierre del segundo Caracas colocó hombres en los ángulos sin outs debido a errores de Gutiérrez y Mike White (2b). Monteagudo se sacrificó. Rose recibió boleto intencional. Isaías dominó a Tovar con elevado al catcher y a Tovar con rolling a la lomita. En la apertura del tercer episodio Alfonso Carrasquel (1b) sonó hit a la izquierda. Domingo Carrasquel entró a correr por él en primera. White salió con elevado a la izquierda. Monteagudo incurrió en balk y Domingo pasó a segunda. Dave Ricketts (c) despachó sencillo a la izquierda para
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impulsar a Carrasquel. Gary Kolb (cf) negoció boleto. Jim McClain (lf) recibió otro pasaje gratis. Oswaldo Blanco (1b) tronó imparable que trajo a la goma a Ricketts y a Kolb. Gutiérrez sonó otro imparable impulsor de la carrera de McClain. Carl Greene relevó a Monteagudo. En el cierre del séptimo Tovar bateó doble a la izquierda. Davalillo suena otro doble a la derecha para empujar a Tovar. Harrelson despacha otro doblete al centro impulsor de Davalillo para empatar el juego y decretar la salida de Alfonso Carrasquel hacia el montículo. “Tranquilo Isaías.Esto le pasa a todos los pitchers. Ahora es cuestión de ajustarse para el próximo juego”. Isaías llevó el guante al pecho y regresó trotando al dugout. Joe Bonikowski entró a relevar. José Tartabull recibió boleto intencional. Ed Huyke destapó sencillo a la izquierda que empujó la carrera de irse arriba en los pies de Harrelson. En el inicio del octavo inning Ken Rowe relevó a Greene. En el cierre del octavo Armando Becquer relevó a Bonikowski. Ken Rowe bateó hit. Rose recibió boleto. Tovar la rodó a manos de White para forzar a Rose en segunda. Davalillo salió con línea al righht field. Harrelson recibió boleto. Tartabull descargó imparable a la derecha que impulsó a Rowe y a Tovar. Caracas 7 Magallanes 4. Greene se apuntó la victoria. Isaías perdió el juego (3-4), trabajó durante 6.1 episodios, permitió 5 carreras limpias, aceptó 6 imparables, ponchó 4, concedió 2 boletos. José se llegó hasta la puerta del dugout del Magallanes. “Para mi ha sido una gran experiencia compartir esta temporada con ustedes. Espero que en el futuro sigamos compartiendo el juego de pelota. Estén todos bien”. “Hasta luego señor Alfonso”. “Hasta luego Isaías”. Isaías abrió la puerta con dos chorros de sudor mojando la sudadera y unos zapatos de goma a los que ajustaba las trenzas. Salió a los pasillos del estadio. José silbó desde la alambrada. “Isaías”. El joven espigado dio dos zancadas violentas. “¿Y donde están Dámaso y Mataor”. “Tranquilo que ya deben venir por ahí”. Los grillos de El Guaire cantaban más fuerte entre las sombras nocturnas. José se dirigió al carro y empezó a abrir la puerta. Isaías subió el maletín al techo del carro. Vrooom, vroom, vroom. José calentaba el motor del Thunderbird. “Espérense, espérense. Que yo sepa la hacienda está todo el tiempo en el mismo lugar”. Dámaso apuró la marcha al lado de Mataor. Abrieron la puerta trasera y el carro empezó a moverse sobre el pavimento. A medida que avanzaban por la autopista José desarrollaba velocidades cada vez mayores. “Ten cuidado José. Mira que tu no sabes que se te puede presentar por el camino”. El rostro de Dámaso empezó a relumbrar en la oscuridad del interior del Thunderbird. “Quédate tranquilo Dámaso. Hazte de cuenta que estamos en la montaña rusa”. Isaías se volteó hacia el puesto de atrás. Mataor carraspeó y le dio un manotón al cojín delantero. “Déjate de vainas Isaías, esto no es ninguna montaña rusa”. El Thunderbird tomó rumbo a la carretera Panamericana. A la altura de Las Tejerías el Thunderbird alcanzó velocidades cercanas a los 150 kph. Mataor levantó la voz. “Párate , párate José. No me
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siento bien”. Isaías metió el brazo hacia el interior del carro. “Dale más duro José. No te pares porque después Mataor te va a quitar el carro y vamos a andar a paso de morrocoy”. Isaías lanzaba unas chapitas a Fernandito. Juan las recogía por detrás. Otro niño que llegó como a los quince minutos trataba de alcanzar los batazos de Fernandito. El mediodía del 26 de enero de 1965 llenaba de sol y frío la calle Las Mercedes de Chacao. Una voz emergió de la puerta de la calle. “Isaías. Isaías. Llamada telefónica”. Zaira asomó el rostro por la ventana de la sala. Isaías dejó las chapas en la acera. “Ya vengo muchachos”. Entró en la casa y tomó el auricular negro que yacía sobre la telefonera. “Aló. Si. Dígame señor Padrón. Si estoy descansando. Por mi no hay problema. Me imagino que ya usted habló con la gente del Magallanes. Si mañana me voy para el Universitario temprano”. Un sonido de tacos de muletas entró en el umbral de la casa. “Isaías. ¿Ya sabes la noticia?”. Sebastíán ensanchó el rostro hasta las paredes. “Si La Guaira me seleccionó como refuerzo para la final. El señor Padrón me acaba de llamar”. “Caramba . Felicitaciones. Ahora tienes que echarle más pichón a tu trabajo. Para que les demuestres que no se equivocaron”. La sala aumentaba la presión de las chanzas y risas escondidas. Miguel miraba los cuatro espacios vacíos a un lado de su rey. Isaías dejó su maletín sobre el sofá puso la mano sobre el hombro de Sebastián. “Papá con una sola jugada le das mate”. Miguel respiró profundo y llevó la cabeza hacia atrás. “Cállate Isaías. Los mirones son de palo. Tu lo que tienes que concentrarte es en el juego de esta tarde”. Sebastián detuvo la mano sobre una torre. “Verdad. Tú sabes que estás jugando en una final y ese equipo del Caracas le cae a palos a cualquiera. Si no fíjate lo que hicieron anoche. 14 carreras nada más le metieron a La Guaira”. Isaías retrocedió dos pasos. “Bueno vamos a ver que pasa esta noche. Ahora es que hay serie final”. Sebastián se levantó de la mesita del la sala. “Lo único que tienes que hacer es lanzar como lo hiciste anoche. En dos innings solo te dieron 1 hit y no te hicieron carreras”. Isaías salió a la puerta. “Nos vemos esta noche después del juego”. Ese 30 de enero las seis y media de la tarde plasmaron varias estrellas en el cielo cuando Isaías llegó al dugout de La Guaira desde el bull pen. El manager José Antonio Casanova hablaba con Gustavo Gil y Luis Aparicio al pie de las escaleras. El árbitro principal dio una seña y Carl Greene corrió hacia el montículo. Detrás saltaron sus ocho compañeros caraquistas. La Guaira se destapó a batear de la mano de Elio Chacón, Ángel Bravo y Luís Rodríguez para anotar 14 carreras ante Greene, Steve Hargan, Manuel González, Victor Jimenez y Ernesto Ávila. El Caracas solo pudo hacer 5 rayitas ante los envíos de los lanzadores de La Guaira. Clay Carroll, el
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pitcher ganador, aceptó cuatro anotaciones en trabajo de 5 episodios donde aceptó 10 imparables. Isaías relevó a partir del sexto inning. Solo aceptó 1 carrera y dos imparables para apuntarse el juego salvado. “Toc,toc,toc”. Una mano golpeaba la puerta cerca del mediodía del 1 de febrero de 1965. “Ya voy. Espérate mamá que voy a abrir la puerta”. “Epa José ¿Cómo estás?”. “Bien vale. Esperando que esta noche los Tiburones terminen de ganarle al Caracas”. José entró a la sala. Isaías lo llevó hasta el comedor. “Mamá por favor sirve otro plato”. Carmen salió de la cocina. “Hola Joseíto ¿Cómo te va?” “Bien señora Carmen. Diciéndole a Isaías que tuvo que jugar con La Guaira para saber lo que es ser campeón”. Isaías haló una silla y se sentó a comer. “Come tranquilo José, para que me lleves ahorita para el Universitario”. José tintineó el tenedor sobre la porcelana del plato. “¿Por qué tan temprano?” “Es que voy a abrir hoy”. “Cónchale Isaías. Ahora si me voy para el estadio desde las cinco de la tarde. De ese juego no me quiero perder ni los pitos de los árbitros”. Isaías arrasó la carne guisada y las papas fritas. Se levantó de la mesa y abrazó a su mamá. “Hasta la noche mamá”. “Dios te bendiga . Que piches muy bien”. En la calle subieron al Thunderbird de José. En menos de 15 minutos Isaías bajaba frente a la entrada del estadio. “Hasta luego José”. Atravesó el portón del Universitario y apuró más los pasos hacia el dugout de La Guaira. Una agitación controlada movía a los peloteros en los preparativos del juego. Luis Aparicio templaba los cordeles de su guante hasta crisparlo. Angel Bravo embadurnaba con generosas raciones de betún el cuero de sus ganchos. Gustavo Gil doblaba la cintura una y otra vez con la mano enguantada pegando del piso. Luis Rodríguez rebotaba una pelota contra la pared. Jerry Grote hizo señas a Isaías para ir al bull pen. Isaías se cambió en dos minutos y salió a calentar. A las ocho de la noche Carl Greene rompió la tensión de la espera con un envío quebrado ante Elio Chacón (cf). Durante las primeras tres entradas el juego se mantuvo en blanco. Stan Jones relevó a Greene en el segundo acto. En el cierre del cuarto Pete Rose (2b) sincronizó una recta alta de Isaías y la envió a lo más profundo de la izquierda para un triple. Camaleón García (1b) lo remolcó con petardo a la izquierda. La Guaira reaccionó en la apertura del quinto ante Jones. Pat Corrales (c) soltó sencillo al centro. Isaías se sacrificó para llevar a Corrales hasta la intermedia.Luego pasó a tercera por passed ball de Dionisio Acosta. Angel Bravo (lf) impulsó a Corrales con doble al centro. En el cierre del quinto Isaías retiró a Jones y a César Tovar (rf). Teodoro Obregón (ss) sonó un tubey al centro. El manager José Antonio Casanova subió al montículo. “Está bien Isaías. Hiciste tu trabajo”. Isaías entregó la pelota a Casanova y salió trotando hacia el dugout. Ken Sanders vino al rescate y le dio boleto intencional a Rose. Camaleón García sonó imparable a la izquierda que remolcó a Obregón. José Tartabull (cf) siguió
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con otro sencillo al centro que empujó a Rose. Caracas ganaba 3-1. En la apertura del sexto Walter Bond (1b) negoció boleto. Luís Rodríguez (rf) destapó cohete a la izquierda. Ken Rowe relevó a Jones y concedió boleto a Gustavo Gil (2b). Ken Hamlin (3b) empujo a Bond con rodado a la intermedia que forzó a Gil. Corrales soltó otro incogible impulsor de Rodríguez. Ken Sanders despachó imparable al centro para empujar a Hamlin con la carrera que ponía adelante a La Guaira y sacaba de la lomita a Rowe. Gary Dotter, el nuevo lanzador, recibió doblete de Elio Chacón que empujó a Corrales. La Guaira 5 Caracas 3. En el cierre del séptimo dos atrapadas de categoría de Ángel Bravo resguardaron el coraje de Sanders quién se creció en la lomita y respiró tranquilo en el noveno cuando sus compañeros anotaron tres carreras que decretaron el campeonato 64-65 para La Guaira. En el dugout Sanders se acercó a Isaías. “Good job boy. Tienes mucho que dar en el béisbol”. Isaías lanzó 4.2 episodios, permitió 2 carreras limpias, aceptó 6 imparables, ponchó 2, concedió 1 boleto. Bateó de 1-1. Referencias musicales: Página 165: (13) Manteca de coco. Roberto Gómez Kemp. 1957. Página 186: (14) El superbloque. Hugo Blanco.Simón Díaz. 1965.
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f.- Cierre del sexto “…..si su niño no se quiere dormir por las noches prepárele un vaso tibio de leche Klim y olvídese de la lidia de llevarlo a la cama. Los dejo con Delio Amado León para la continuación del encuentro”. “Gracias César Augusto. Al bate Jesús Aristimuño. Se prepara Seguí, ahí va un foul hacia el techo de la tribuna”. “Delio me parece que el niño se puede lanzar en cualquier momento al campo. La mamá está descuidada comprando unos caramelos”. Aristimuño batea un roletazo entre tercera y short, Obregón recoge con el guante de revés lanza a primera y completan el out”. “El niño se lanzó al terreno Delio. Le está pidiendo un autógrafo al Látigo. Un policía lo agarra del brazo. El Látigo pide una pelota al dugout y la firma. Ahora le pide permiso al policía y le entrega la pelota al niño. Entre el policía y el Látigo suben al niño a la tribuna”. “Bueno amigos estas son las cosas que vemos en un Caracas- Magallanes. El Látigo Chávez entra al cajón de bateo, Seguí viene con recta de humo. El Látigo levanta elevado a la izquierda que captura Tovar sin contratiempos. Al bate viene César Gutiérrez. Seguí mira las señas desu receptor. Ahí lanza. Gutiérrez batea un flaicito que atrapa Casanova detrás del plato para el último out. Cero carreras, cero hits, cero errores. En seis entradas completas Caracas 0 Magallanes 0”. “Delio, con este último out son diez los bateadores retirados en fila por Seguí. La pelea es peleando”.
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19.- Gradas y línea revolcada “…si el cabello se pone rebelde y no se quiere asentar . Use brylcreen. Cuando vamos para el inicio del sétimo de la suerte los dejó con Delio Amado León”. “Al bate viene Víctor Davalillo. El Látigo hace el wind up. Davalillo conecta un batazo largo. La bola se va, se va, se sa…..jooooooonroooon de Davalillo por todo el jardín central. Escuchen a la afición del Caracas como delira”. “Se le quedó alta la recta a Isaías. Y Davalillo no perdona esos errores”. “Si Carlitos. Ahí está todo el infield reunido con el Látigo. Dámaso Blanco le dice algo en el oído y regresa a su posición. José Tartabull entra al cajón de bateo. El Látigo viene para la goma. Es una linea entre primera y segunda la bola pasa de…Gustavo Gil se lanza de cabeza y tiene la bola en la punta del guante que jugada tan espeluznante. El mismo Gil le lleva la pelota al Látigo en el montículo. Luego regresa hasta su posición con la mano derecha empuñada. Un grupo de diez niños jugaba una partida de pelota de goma en la calle Las Mercedes de Chacao. Esa mañana de comienzos de marzo de 1965 Isaías salió con una maleta grande a la puerta de la casa. “Que hubo muchachos ¿como va el juego? ¿quién gana?” Fernandito volteó hacia el sitio donde Isaías subre la maleta al baul del carro. “Estamos comenzando ¿Qué fue Isaías? ¿Ya te vas?” Juan tambien avanzó hasta el Ford Falcon. “¿Por qué tan rápido? Vente a jugar con nosotros antes de que te vayas. Isaías abrió la puerta de la cabina y giró la llave del encendido. Vroooom, vrooom, vrrooooooom. Carmen salió a la calle junto con Zaira y Sebastián. “Ya está bien Isaías. Le vas a desguazar el motor a ese pobre carro chico”. Isaías sonrió y se acercó al juego de pelota. Los sonidos de La Marchantica paralizaron las miradas de los jugadores. “Helados. Viene el carro de los helados”. En la entrada de la calle asomó una furgoneta blanca con un parlante que llenaba de alegría a la chiquillería. Isaías hizo señas al chofer. “Pare señor”. Los niños se deleitaron con el helado de su preferencia. Carmen llegó hasta la parte trasera de la furgoneta. “Mira Isaías ¿tu como que no te vas hoy para Estados Unidos?” “Si me voy mamá”. “Pero apenas son las diez y el avión sale a las doce y media”. Isaías canceló los helados y se despidió de los niños. “Bueno móntense que ya nos vamos”. Carmen, Sebastián y Zaira se sentaron adelante. Valerio, Miguel, Gladys y Jesús subieron al asiento trasero del carro. A las diez y cincuenta de aquella mañana sabatina del 23 de marzo de 1965 Isaías detuvó el carro en el estacionamiento del aeropuerto de Maiquetía. Bajó el equipaje con ayuda de Valerio y fueron a presentar el pasaje ante el mostrador de la línea aerea. “Epa Isaías ¿cómo estás? ¿Vas saliendo para los entrenamientos?” Un hombre moreno con paltó azul oscuro estrechó la mano de Isaías. “Hoola señor Castro Pimentel.
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Si, voy saliendo para los entrenamientos. ¿Usted tambien va para el exterior?” “No voy para Maracaibo a visitar a un familiar. No te olvides de mandarme los reportes de los juegos al periódico. Hasta luego Isaías”. El hombre apuró el paso hacia el terminal nacional. Isaías recibió el pasaje el pase de embarcar el avión. “No se preocupe cada dos semanas se los voy a enviar “. Llegó el momento de la salida. Carmen abrazó a Isaías por más de un minuto. “Tranquila mamá que en menos de lo que tu piensas septiembre está aquí y ya vas a ver como me vas a tener echándote broma otra vez”. Carmen se secó las lágrimas y apretó los hombros de Isaías. “Cuidate mucho ”. Isaías abrazó a Sebastián. “Hasta luego papá. Chao Valerio. Miguel no dejes que Jesús le tire piedras a los pájaros que llegan al bucare. Hasta luego Gladys. Te quiero mucho Zaira, despídeme de Marilú”. Isaías agitó la mano a la altura del rostro e incrementó la marcha hacia el avión. Los pasajeros entraron a la aeronave y en cinco minutos despegaron rumbo a Miami. Allí Isaías hizo conexión para Arizona. Isaías llegó al complejo de Casa Grande. Enseguida recibió una llamada de Bill Werle. “Soy el manager del equipo de Tacoma AAA. Vas a comenzar a entrenar con nosotros”. Isaías se presentó a las prácticas de Tacoma. “Epa Isaías ¿cómo estás?” El tercera base recogió un roletazo y levantó la visera de su gorra. Isaías desplegó toda la alegría de su sonrisa. “Hooola Dámaso. Cónchale que bueno que estás aquí. Así podemos compartir en el campo y después vamos a dar una vuelta por ahí”. Dámaso regresó a las cercanías del tercer cojín. “Por ahí andan también Graciano Ravelo y Max Hernández. Vinieron a pasarse unos días en el campo de entrenamiento”. Al entrar en la última semana de entrenamientos antes de comenzar la temporada regular, Richie Klaus apareció por el dugout de Tacoma. “Hey Bill. quiero hablar contigo”. Conversaron una media hora y Werle regresó algo descompuesto. “Isaías acércate”. Isaías venía llegando de una sesión de calentamiento en el bull pen. “Dígame Mr. Werle”. “Vas a jugar otra vez en Decatur. Richie dice que te necesita para que los Comodoros tengan más chance de luchar por el campeonato”. Isaías volteó hacia Dámaso Blanco, luego intercambió miradas con Richie Klaus. “Está bien una temporada más con los Comodoros seguro me va a enseñar muchas cosas que no conozco todavía”. Luego llamó a Decatur. “¿Mama Rose? Era para decirle que este año voy a jugar otra vez en Decatur. ¿Si? Muchas gracias. Voy saliendo para allá”. El juego del 28 de abril de 1965 ante los Twins de Wisconsin Rapids empezó a las 7 de la noche. En el cuarto episodio Brooks Tolbert sonó triple y anotó con hit de Jim Rosario. En el octavo el mismo Tolbert conectó doble barrebases que le dio cifras definitivas al juego Decatur 4 Wisconsin Rapids 0. Isaías lanzó los 9 innings, aceptó 4
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imparables. Richie Klaus lo esperó sonriente a la entrada del dugout. “Muy bien hecho Isaías”. A la salida del Fans Field tomó un taxi y subió el equipaje. Llegó a la casa de Rose pasadas las 10, la nieve no dejaba ver bien el camino de cemento que atravesaba el jardín. Luego de bajar el maletín y pagarle al taxista Isaías se dispuso a tocar la puerta. Tres perros negros con manchas blancas gruñeron con rabia, corrieron hacia el recien llegado. Isaías corrió a toda máquina hacia el roble de enfrente de la casa y subió a duras penas hacia las ramas. El ruido de los ladridos encendió las luces de la casa. Rose y Tom salieron a la calle abrigados hasta los ojos. “Tranquilos, tranquilos ¿Qué es lo que pasa aquí?” Una voz temblorosa salió del roble. “Es que esos perros me quieren descuartizar”. Rose corrió hacia el roble. “Isaías ¿eres tu?” “Si pero no pienso bajar hasta que esos perros se vayan”. Tom empezó a aplaudir detrás de los perros. “Vamos, vamos. Vayanse para su casa”. Isaías bajó del roble y saludó a Tom y Rose. “Esos son los perros de los vecinos. Recien se mudaron el mes pasado”. El 02 de mayo de 1965 Isaías se levantó muy temprano en la mañana. Salió un momento al patio a respirar aire fresco. La señora Rose se desplazó desde la cocina al sentir el aire frío. “Good morning Isiah. Todavía el frío esta muy fuerte aquí. Debes abrigarte porque si no te puede agarrar la gripe”. Isaías metió las manos en los bolsillos del pantalón y pasó a la cocina. Tomó una taza de café hirviente. “Voy saliendo mamá Rosa”. Rose estrujó la mirada. “¿Por qué tan temprano?” “Es que jugamos en Waterloo y debemos viajar”. Isaías tomó el maletín que había dejado sobre la nevera y abrió la puerta de la calle. Mientras caminaba a través del jardín sacó una chaqueta roja y se la puso. “Hasta luego mamá Rosa”. El autobus de los Comodoros salió de Decatur a las 8 de la mañana. Llegaron a Waterloo como a las 3 y media de la tarde. Pasaron dejando el equipaje por el hotel. A las cinco de la tarde practicaron. El juego empezó a las 7 y media de la noche. El receptor Comodoro, Degold Francis despachó un cuadrangular de dos carreras en el segundo episodio para poner a ganar a los Comodoros y a Isaías. En el noveno Francis soltó otro vuelacercas, este solitario. El segunda base Frank Ferro contribuyó con otro jonrón de 2 carreras y un doble. Isaías llegó venciendo al Waterloo 12-2 en el noveno inning. Entonces McGuinness (rf) y Keagy (c) le conectaron cuadrangulares. Luego se recompuso terminó ganando el juego 12-6. Isaías lanzó los 9 episodios, permitió 6 carreras limpias, aceptó 10 imparables, concedió 2 boletos, ponchó 6. Su record quedaba en 2-0. El 9 de mayo de 1965 Tommy tocó varias veces la puerta del cuarto de Isaías. “Isiah. Como to see this. Vamos levántate”. Rose vino casi corriendo desde la cocina. “Shhhh. Tommy no lo despiertes que anoche llegó tarde del estadio”. Isaías abrió la
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puerta. “It’s okay mama Rosa. Ya estaba despierto”. Tommy hizo señas con la mano a Isaías. “Ven a ver esto”. Salieron al jardín. En una rama del roble del frente de la casa una ardilla marrón peleaba con un oriol. Tommy le dio un binocular a Isaías. “¿Ves que la ardilla tiene agarrada una almendra con una mano y no la suelta mientras trata de expulsar al pájaro?” Isaías sonrió. Tommy se acercó más al roble. “Estos son los signos de la primavera. Pronto vamos a salir a jugar afuera”. Isaías regresó a la casa. Comió un poco de cereal con leche. Panquecas con miel y un vaso de jugo de naranja. Descansó un rato en su cuarto hasta las once de la mañana. “Hasta luego mamá Rosa”. Tommy lo acompañó tres cuadras más allá. Isaías llegó al Fans Field a las 12 y cuarto. Corrió 1 hora en el outfield. El juego empezó a las 7 y cuarto. Waterloo rompió el celofán anotándole 1 rayita a Isaías abriendo el primer inning. En el cierre del tercero Isaías sonó imparable. Mike Edwards (lf) despachó cuadrangular por el centro para poner a Decatur a ganar 2-1. Waterloo empató en el cuarto episodio. Los Comodoros se fueron adelante 3-2 en el sexto con sencillo de Frank Ferro (2b), un error de dos bases y un wild pitch de Steve Clark (p). Waterloo volvió a empatar el juego en el noveno. Un error, más un doblete de Joe Dodder (1b) y un boleto intencional llenaron las bases. Isaías golpeó a Jim Williams (ss) para forzar la carrera del empate. Art Dawson vino a relevar a Isaías y obligó a Al Pinto (cf) a batear para dobleplay y terminar el inning. En el cierre del noveno Brooks Tolbert (1b) empujó a Mike Edwards con imparable que le daba la victoria a los Comodoros 4-3. El pitcher ganador fue Dawson (2-0) en relevo de Isaías. El perdedor fue Bunge (0-2) en relevo de Clark. Isaías lanzó 8.1 innings, aceptó 4 inatrapables, permitió 2 carreras limpias, concedió 4 boletos, ponchó 6, dio 1 pelotazo. El 17 de mayo de 1965 Isaías se levantó como a las cinco de la mañana. Luego de lavarse metió sus aperos en el maletín y salió hacia la cocina. Allí tomó un vaso de leche y una manzana de la nevera. Se sentó a la mesa y tomo papel y lápiz de encima de la nevera. “Mamá Rosa voy saliendo para Wisconsin para el juego de esta noche. Nos vemos dentro de dos días. Saludos a todos. Isaías”. Pegó la nota de la nevera. Volvió a colocar el el resto del papel y el lápiz sobre la nevera y salió a la calle. Avanzó por las calles con una nube de aliento condensado frente a su rostro. Los zapatos y las botas del pantalón se impregnaban de rocío a medida que se acercaba al Fans Field. Cuando llegó al estadio el chofer del autobus daba las postreras entonaciones al vehículo. El manager Klaus permanecía en el estribo del bus. “Hurry up Isiah. Ya son las seis de la mañana y es un viaje largo hasta Wisconsin Rapids”. Isaías apuró el paso y subió al bus. Llegaron a Wisconsin Rapids a eso de las cuatro de la tarde. Dejaron el equipaje en el hotel y siguieron para el estadio. El primer juego de una doble tanda arrancó a las siete de la noche. Los Comodoros se fueron adelante ante Delon Thompson (p) en el primer inning
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con doblete de Mike Edwards (lf) más dos rollings al cuadro. Los Twins empataron el juego en el sexto ante Isaías mediante 2 boletos, 1 sencillo y 1 elevado de sacrificio de Jon Oster (rf). En el cierre del séptimo y último epsiodio del primer juego de una doble cartelera, Joe Porrevecchio despachó jonrón ante Isaías para decretar la victoria de Wisconsin Rapids 2-1. Isaías lanzó 6 innings, aceptó 4 imparables, permitió 2 carreras limpias, concedió 2 boletos, ponchó 3. Su record quedó en 2-1. Isaías desayunó y se quedó conversando con Rose en la cocina. A eso de las diez de la mañana del 19 de mayo de 1965 llegó Rosie con un balón de voleibol. “Buenos días ¿Isiah me puedes enseñar a jugar voelibol?” Isaías tomó el balón y revisó cada una de sus costuras. “Tengo tiempo que no toco un balón de voleibol. Vamos a ver si me acuerdo como es que se volea”. Rosie salió saltando hacia la puerta de la calle. Isaías la siguió abriendo los dedos sobre el balón. Sobre la grama del jardín Isaías elevó el balón y lo dirigió a Rosie con un toque de los dedos crispados en abanico. Rosie lo devolvió con un golpe de la palma de sus manos. Isaías tomó el balón. “Fijate Rosie. Cuando el balón vaya hacia ti flexionas las rodillas abres los brazos frente a tu cara y colocas los dedos de manera que el balón haga contacto con ellos, entonces lo dirijes a donde quieras”. Isaías volvió a enviar el balón a Rosie con un toque de los dedos. Esta vez Rosie logró responder con un toque entre los dedos y la palma de las manos. “Es dificil Isiah. Tengo que aprender a jugar porque estoy en el equipo de la escuela”. Isaías siguió voleando el balón repetidas veces sobre los dedos de sus manos. “Tranquila Rosie. Ya vas a ver que practicando todos los días vas a aprender”. Isaías le entregó el balón a Rosie. “Mañana volvemos a practicar”. En la noche Isaías se sentó un momento en la sala con Rose y Tom. “Mañana tenemos que viajar a Quincy para jugar allá. Voy a salir temprano mamá Rosa”. Tom dobló el periódico que leía sobre sus piernas. “Caramba el que hizo ese calendario los puso a ustedes a viajar un buen rato ¿no?”. Isaías se levantó y salió un momento al jardín. Contempló un momento las estrellas y entró. “Good night Mamá Rosa, Tom”. “Hasta luego Isaías. La mañana del 20 de mayo de 1965, Isaías recogió sus implementos de juego, los metió en el maletín y salió a la calle. Llegó al estadio a las 6 y 5. Subió al autobus. El viaje duró unas seis horas. Descansaron un momento en el hotel y se fueron al estadio. Los Comodoros perdieron el primer juego de la serie con los Cubs de Quincy. El 21 de mayo, el juego empezó a las 7 y 20 de la noche. Decatur tomó la delantera en el primer inning mediante boleto a Jim Rosario (cf), pasó a segunda por wild pitch del pitcher Severinsen y entró en carrera por 1 error. Los Comodoros se fueron arriba 2-1 en el cuarto cuando Tony Vargas (ss) conectó sencillo. Ramón Aldecoa (c) lo llevó a tercera
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con sencillo y anotó con un rolling al cuadro. Quincy anotó 1 carrera en cada inning desde el tercero hasta el séptimo. Sólo la primera fue limpia. La defensa de los Comodoros se cayó con 6 errores. El pitcher ganador resultó Severinsen. Isaías perdió (2-2) en trabajo de 7 episodios, permitió 1 carrera limpia, aceptó 8 inatrapables, concedió 4 boletos, ponchó 3. Fue relevado por MacGillivray en el octavo. La señora Rose inundaba con su voz el pasillo que iba de la cocina a las habitaciones. Aquel 27 de mayo de 1965 el frío hacía temblar los brazos y las piernas de Rose. “Tommy, Isaías, Rosie. El desayuno está listo”. Isaías terminó de sacar la parte de abajo del sweater sobre la cintura. “Good morning mamá Rosa”. Isaías tomó asiento y derramó varios chorros de miel sobre sus panquecas. Tommy llegó unos minutos más tarde. “Que hubo Isaías ¿Tienes juego hoy?” “Si, hoy tenemos doble juego”. Tommy soltó el tenedor con un pedazo de panqueca sobre el plato. “Oh boy ¿No tenemos tiempo siquiera de jugar béisbol de mesa?” Isaías degustó un sorbo de jugo de naranja. “¿Cómo es eso?” “Es un juego con un tablero, unas fichas, unos dados y unas barajitas de peloteros. Tommy corrió a buscar la caja del juego y sacó las barajitas. Ahí estaban Mickey Mantle, Hank Aaron, Willie Mays, Bob Gibson, Juan Marichal, Don Larsen. Isaías tomó la barajita de Larsen.. “Este señor es el único pitcher que ha lanzado un juego perfecto en una Serie Mundial”. Tommy sacó el tablero y el resto de las barajitas. Jugaron un rato. Isaías se levantó y miró hacia el cielo. “Tommy ese juego es muy interesante pero me tengo que ir. Me toca lanzar el primer juego que va a comenzar a las cinco de la tarde”. Tommy guardó el juego. “Ok Isaías. Me gustaría conseguir el autógrafo de Mr. Larsen”. Isaías salió de su cuarto con una gorra de los Comodoros puesta y el maletín en el hombro. Isaías empezó a acelerar el paso con cada cuadra que lo acercaba al Fans Field. Cuando entró al estadio iba trotando. A las cinco y dos minutos Isaías lanzó el primer envío ante Woltkowski el right fielder de los Fox Cities de Cedar Rapids. En el cierre del primer capítulo Juan Joa (lf) la sacó de jonrón sobre la cerca del left-center field para poner en ventaja a Isaías y los Comodoros. Los Fox Cities igualaron el juego en el cuarto. Y se fueron arriba 2-1 en el quinto. Mike Edwards, jardinero derecho de los Comodoros, empujó el empate en el quinto y luego entró otra por error en tiro de Ray Woltkowski (rf). En el sexto otra carrera sucia por tiro errático de John Sepich (2b), determinó la ventaja definitiva que necesito Decatur para ganar el partido. Isaías recibió el respaldo de su defensa mediante tres dobleplays que aplacaron las amenazas rivales, dos los comenzó Bruce Hix (3b) y el otro Ron Smith (ss). Isaías lanzó los 7 innings que duró el primer partido del doble juego, recibió 10 inatrapables, aceptó una carrera limpia, concedió dos boletos y ponchó a 7 bateadores. Anotó 1 carrera.
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En el comedor Rose hablaba con Mr. Tom y sus hijos. Isaías llegó hasta la puerta. “Hoy no voy a comer aquí”. Rose se levantó de la mesa. “¿Por qué?” “Es que tenemos unas prácticas adicionales y el manager quiere que lleguemos más temprano”. Rose pasó una mano por los cabellos de Tom. “Well. Cuando regreses esta noche puedes tomar lo que quieras de la nevera”. Isaías sonrió. “Thank you mamá Rosa”. Tommy inclinó su torso sobre la mesa. “No te olvides del autógrafo de Mr. Larsen”. Isaías se dirigió hasta la puerta de la calle. “Primero tengo que coincidir con él en un campo de béisbol. Por el momento no creo que te lo pueda conseguir. Tranquilo Tommy. Tranquilo. Good bye”. Isaías entró al dugout de los Comodoros en el Fans Field. El resplandor del mediodía de aquel 4 de junio de 1965 tenía algunos residuos del frío primaveral. En el dugout varios lanzadores cambiaban su indumentaria. El juego empezó como a las cinco de la tarde. En el segundo episodio los Comodoros aprovecharon dos errores de la defensa del Dubuque para irse adelante 2-0. En el tercero el campocorto Ron Smith bateó un jonrón de dos carreras; luego Mike Edwards empujó al receptor DeGold Francis con la carrera que le dio números definitivos a la pizarra. Decatur 5 – Dubuque 0. Isaías lanzó juego completo de 7 innings, aceptó 5 inatrapables y ponchó a 9. De regreso a casa casi todos dormían la única que leía un periódico en la cocina era Rose. Isaías abrió la puerta de la calle y saludó. “Hola mamá Rosa ¿cómo está?” “Muy bien Isaías. Ahorita escuchamos en la radio que ganaste el primer juego de la doble cartelera. Ahí te dejé una hamburguesa y jugo de melón”. Isaías destapó el plato y se sentó a la mesa. “Gracias mamá Rosa”. Luego se levantó y se despidió. En el cuarto sacó un cuaderno de la mesa de noche..Dentro había un bolígrafo. Se quitó los zapatos, miró un momento las estrellas a través de la ventana y empezó a escribir: “Decatur, Illinois. Cuando escribo esta carta para mis buenos amigos de Venezuela y Sport Gráfico acabo de ganar mi cuarto juego de la temporada. Me tocó blanquear en 7 innings al equipo Dubuque. Solo me golpearon 5 hits. Uno de ellos un tubey del center field Perkins. Quién por cierto fue el único en sonarme 2 hits. Mi bola rápida estuvo bien y asimismo la curva hacia abajo rompió mucho. Logré ponchar a 9 en 7 entradas que duró el partido y el control no me falló porque no regalé ninguna base por bolas. Creo que esto del control se debió al catcher Francis, un muchacho de las Islas Vírgenes con el cual me entiendo muy bien desde el año pasado. Nosotros aprovechamos al pitcher Cerese en el cierre del tercero y anotamos 2 carreras. Más tarde, en el cuarto, pisamos tres veces la goma y con cinco carreras a mi favor imagínense como me sentiría. Aparte de Perkins, el del doblete que mencioné antes, me dieron de hit el cuarto y el quinto bates Manders y Guzmari. El otro chuchazo me lo sonó el short Gadbury pero en realidad no pasé ningún susto y las cosas salieron
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perfectamente. Este es mi segundo blanqueo en la Liga y ahora tengo 4 ganados y dos perdidos. Aunque solo lancé 7 entradas y creo que hubiera podido colgarles las nueve argollas porque terminé muy fuerte. Después hubo otro partido y blanqueamos al Dubuque de nuevo con pitcheo de mi amigo Bill Vandever que estuvo a punto de completar no hit no run pues solo le conectaron un sencillo en el tercero. De los otros venezolanos que andan por aquí el que anda mejor es Oswaldo Blanco quien está sonando unos batazos tremendos y creo que tiene promedio de 390 puntos con el Lexington. A Dámaso Blanco, Gutiérrez y otros los he perdido de vista y en realidad lo que pasa es que esta Liga está más dificil que el año pasado y uno tiene que trabajar muy duro para mantenerse en forma. De Davalillo, esto lo deben saber allá por los cables, me he enterado que está convertido en un fenómeno con el bate y hasta aquí en las Ligas Menores todo el mundo está asombrado. Me felicitan mucho porque saben que somos compatriotas y, desde luego, me siento muy orgulloso por esto. También me he enterado de que Aparicio está bajo al bate, pero aquí muchos que saben de pelota aseguran que se repondrá y terminará como siempre. Me enseñaron un nuevo secreto para aumentar la velocidad y aplicándolo lo he conseguido. También he aumentado unos kilos más. Y espero que al llegar a Caracas pueda mantener esta velocidad para ganar muchos encuentros para el Magallanes. Hasta la próxima amigos. Se despide su servidor”. Néstor Isaías Chávez S. El canto desesperado de un pichón de pájaro sacó a Isaías de la cocina donde conversaba con la señora Rose. Abrío la puerta y salió al jardín. “¿Que pasó Tommy?” Isaías avanzó hacia la acera. Tommy sostenía en sus manos un tembloroso pichón de oriol. “Se cayó del árbol. No quiero que se muera. Pero no se subir tan alto en los árboles”. Isaías se quitó los zapatos, las medias y la camisa. Remangó los pantalones de popelina hasta la mitad de las pantorrillas y empezó a escalar el viejo roble que vigilaba la entrada de la casa de Rose y Tom. Tommy saltó hasta el tronco del roble. “Wait, wait Isaías. Tienes que bajar. Tienes que llevar un pedazo de pabilo para que después subas al pichón”. Isaías despegó la franela a la altura de su pecho del tronco y empezó a descender. Llegó hasta metro y medio sobre la acera. “Dame el pabilo”. Tommy corrió a su alcoba y regresó en menos de un minuto con una bola de hilo blanco. “Aquí tienes”. Esta vez cada brazada de Isaías en el roble doblaba en distancia a las de la primera subida. Llegó hasta las ramas desde donde Tommy casi no se veía entre el follaje. “Ahí va el hilo Tommy”. Isaías soltó la pelota de pabilo y sostuvo un extremo. Tommy preparó un envase de cartón de leche como nido del oriol y lo amarró al pabilo. “Ya Isaías.
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Puedes subirlo”. Isaías empezó templar el hilo. La tarea exigía paciencia y fortaleza para subir el cartón sin que chocase contra ramas u hojas. El pichón de oriol seguía píando con todo su desespero. Tommy había abierto varios orificios en todo el cartón. Por allí salieron dos gotas de excremento. Tom que venía llegando de su acostumbrada carrera matinal sintió dos gotas sobre su frente. “¿Qué es esto? ¿Otra vez esos pájaros odiosos? Ya voy a buscar el flower para hacerlos volar de ahí”. Tommy abordó a su padre. “Watchout Dad. Isaías está allá arriba”. “Que hace allá arriba?” “Estamos tratando de regresar a su nido a un pichón de oriol que se cayó del roble”. Tom miró hacia las ramas más altas del árbol y sonrió. “Hey Isaías. Are you ok?” “Si Mr. Tom. Por un momento pensé en lanzarme hasta el suelo”. Isaías subió varias ramas más arriba y encontró un nido. Los otros pajaritos no eran del mismo color que el del cartón de leche. “Bueno amigo más vale la compañía de otra familia a ser huérfano”. Isaías emprendió el descenso. A mitad de trayecto oyó el sonido lacerante de un pájaro grande. “Bueno Tommy. Dejé al pichón en otro nido. Registré casi todas las ramas de allá arriba y preferí dejarlo allí. Sólo espero que ese escándalo que oí ahorita no sea contra el oriol”. Tommy miró a lo alto del roble. “Si se cae otra vez es que no lo quisieron”. Los dos muchachos se quedaron bajo el roble una media hora. Isaías volvió a la casa. “Ok Tommy. Tengo que prepararme para salir hacia el estadio”. Ese mediodía del 9 de junio de 1965 Isaías llegó al estadio y empezó a correr en los jardines. A eso de las cinco de la tarde abrió por Decatur frente a los Twins de Wisconsin Rapids y su lanzador Newman. El juego desplegó un cero en cada una de las siete casillas normales estipuladas para el primero de una doble tanda. Isaías se fajó con todo ante Newman. La defensa de los Twins sacó dos corredores de los Comodoros en la goma. Tres más fueron sorprendidos en las bases y otro out en tercera tratando de robar esa base. En el sexto episodio los Comodoros pusieron tres hombres en base sin outs y las carreras no llegaron tal como sucedió en las tres entradas previas cuando colocaron hombre en tercera. En la apertura del octavo John Counsell, left fielder de Winconsin Rapids, desapareció un envío de Isaías por todo el center field. Luego Danny DiPace (cf) siguió con doble y Joe Porrevecchio (1b) lo empujó con sencillo para marcar la derrota de Isaías y los Comodoros 2-0 ante Wisconsin Rapids. La derrota terminó con una seguidilla de seis victorias al hilo de los Comodoros. Isaías llegó al dugout con la mirada en el piso. Lanzó 8 episodios, permitió 2 carreras limpias, aceptó 11 imparables, concedió 1 boleto, ponchó 5. Su record quedó en 4-3. Bateó de 2-2. Isaías entró a la cocina en medio de la penumbra de las seis de la mañana del 13 de junio de 1965. “¿Qué le pasa mama Rosa?” Rose apoyaba los codos sobre la mesa del comedor mientras se sobaba las sienes. “Isaías ¿qué haces despierto a esta hora?”
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“Isaías abrió la nevera y tomó un vaso de agua. “Es que hoy tenemos juego en Waterloo y tenemos que salir temprano para que el autobus llegue a tiempo para el juego ¿pero dígame que le pasa?” Rose echó la cabeza hacia atrás y pasó la mano por la frente. “Me duele mucho la cabeza. Pero tengo que preparar el desayuno”. Isaías se sentó al lado de Rose. “No mamá Rosa. Déjeme eso. Yo la ayudo”. “¿Y tu sabes cocinar? “Isaías sacó unas cacerolas del gabinete superior de la cocina. Extrajo varios huevos, unos tomates y dos cebollas del cajón inferior de la nevera. “Ya usted va a ver ¿dónde tiene la sal y la pimienta?” “Ahí a un lado de la nevera”. Isaías sofrió el tomate y la cebolla en un sarten. Luego soltó unos cinco huevos y los mezcló con el tomate y la cebolla. Remató con pizcas respectivas de sal y pimienta. El aroma del sarten reanimó a Rose. “Humm scrambled egg with vegetables”. Isaías abrió otro gabinete y trajo una bolsa de pan cuadrado. “En mi tierra llamamos esta comida “perico”. Tenga pruebe”. Rose tomó un tenedor y saboreó los pedazos de tomate y cebolla inundados de huevo frito. “Ahh, esto está muy bueno. Ya me siento mejor”. Isaías terminó de saborear su ración recogiendo con el pan los postreros pedazos de “perico”. “Me tengo que ir mamá Rose. Nos vemos en dos días”. El autobus llegó a Waterloo como a las cinco de la tarde. El encuentro comenzó a las siete de la noche. Isaías ganó (5-3) lanzó un juego completo de 9 innings, sólo aceptó 3 hits, concedió un boleto y ponchó a 5. Además anotó una carrera y empujó otra al tiempo que bateaba de 3-2. Decatur venció a Waterloo 6-0. Jim Rosario (cf) y Brooks Tolbert (1b) empujaron un par de carreras cada uno para comandar la ofensiva de los Comodoros. Tommy salió de su cuarto con una gama de rojos en el rostro. “Mom ¿no has visto mis suplementos de Batman y Superman por ahí”. Rose terminaba de lavar los platos del desayuno en la media mañana del 18 de junio de 1965. “No ¿ya revisaste debajo del sofá?” Tommy rondaba la sala como un toro de lidia. “Si. Caramba mamá. Todavía no he leído esos suplementos. En el número de esta semana Superman iba a pelear con un androide de kriptonita”. Isaías salió de su cuarto con el maletín acuestas. “Y como siempre salió ganando. Aquí tienes tus suplementos. Disculpa que los haya tomado sin permiso”. Tommy suspiró y sonrió. “Don’t worry Isaías. Está bien”. Isaías abrió la puerta de la calle. “Bueno, hasta luego mamá Rosa. Nos vemos Tommy”. El equipo de Waterloo le devolvía la visita a los Comodoros. Isaías cubrió las nueve entradas del partido y ganó (6-3). Permitió 4 carreras limpias, aceptó 9 hits, concedió un boleto, 1 wild pitch y ponchó a 5. Bateó de 3-1, anotó 1 carrera. La defensa de su equipo lo respaldó con varias jugadas defensivas importantes ejecutadas por el short stop Hector Torres y el center field Jim Rosario. Frank Ferro (2b) comandó la ofensiva de los
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Comodoros al batear de 3-3 con una empujada y una anotada. El recién llegado jardinero Val Bush (lf) empujó dos carreras con sus dos primeros imparables en la liga. Rosario (cf) tambien conectó 2 inatrapables. Por Waterloo Billy Conigliaro (rf) bateó de 42 con 1 anotada. Decatur 7 – Waterloo 4. Tom observaba con detenimiento el estado de la madera en la parte posterior de la casa. Sintió un movimiento en la cocina y entró a la casa. “Ah, eres tu Isaías. ¿Qué haces despierto tan temprano?” Isaías mordió una manzana roja. “Tenemos que viajar a Wisconsin Rapids. Vamos a jugar allá esta noche”. Tom hizo señas a Isaías para que saliera al patio. “¿Vas a lanzar esta noche?”. “Si otra vez me toca abrir el primero de un doble juego”. Tom señaló las zonas negras de la pared. “¿Crees que me puedas echar una mano para quitar esas manchas de hongos de esa pared. Para despues pintarla?” Isaías pasó el dedo índice por el polvo negro que cubría varias partes de la pared. “Cuando venga nos ponemos de acuerdo”. Isaías salió a la calle por la grama que rodeaba a la casa. Esta vez llegaron a su destino a eso de las tres de la tarde. Los Comodoros tuvieron tiempo de pasar por el hotel. El juego del 23 de junio de 1965 empezó a las cinco de la tarde. Isaías y los Comodoros llegaron ganando 1-0 al cierre del sexto episodio. Allí el equipo de Wisconsin anotó 3 rayitas para ganar 3-1. Isaías (6-4) lanzó seis entradas en labor completa, permitió tres carreras limpias, aceptó 4 imparables, concedió 5 boletos y ponchó a 6. Richie Klaus esperó a Isaías al final del juego. “Look boy if not for those 5 base on balls maybe you could have won this game. So let’s work on your ball location”. Tommy entró a la cocina restregándose los ojos. El sol ya prendía de amarillo la mañana del 27 de junio de 1965. “Mamá ¿qué son todos esos silbidos que hay en el patio?” Rose se llevó un dedo a la boca. “Baja la voz que quiero tomarle una foto a esos pajaritos en el patio. Seguro que están retozando alrededor del tubo de agua”. Salieron al patio. Rose saltó hacia atrás. “Pero si eres tu Isaías ¿dónde aprendiste a silbar como un pájaro?” Isaías se volteó sobre la escalera y desprendió el polvillo negro de la lija con que limpiaba la pared. “Aprendí con mis hermanos. Si se esconden por ahí van a ver como empiezan a llegar los pájaros. Cuando ustedes salieron había uno negro y amarillo y otro anaranjado peleándose por una lombriz”. Rose y Tommy se escondieron detrás de la puerta. Se deleitaron con los silbidos de Isaías y se asombraron al ver la pléyade de plumíferos que plenó el patio en busca de agua y lombrices. Media hora más tarde Isaías recogió los implementos de limpieza y pintura y los guardó. Rose veía desde la ventana de la cocina. “¿ Isaías ya terminaste?” “Si, mañana continúo. Es hora de arreglarme para ir al estadio”.
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Isaías lanzó el primer envío a las dos de la tarde ante el conjunto de Clinton. En el mismo primer inning Clinto se fue arriba con un jonrón de dos carreras de Haley Young (ss). Los Comodoros igualaron el marcador en el cierre del segundo inning ante Al Shaw. Hector Soto (lf) sonó sencillo. Jim Rosario (cf) despachó triple impulsor y luego anotó por error en tiro del receptor Bob Von Eps. En el sexto inning Frank Ferro (3b) decidió el partido con cuadrangular posterior a un doble de Brooks Tolbert (1b). De esa manera Decatur finalizaba la primera mitad de la temporada con un triunfo que le acreditaba el tercer lugar de la clasificación a medio juego del Quincy. Isaías (7-4) lanzó los 9 innings del partido, aceptó 4 hits, permitió 2 carreras limpias, concedió 3 boletos y ponchó a 9. La mañana del 3 de julio de 1965 Isaías se levantó. Llegó a la cocina aún en semipenumbras. Abrió la nevera y apuró un vaso de leche y tomó un pedazo de brownie de una bandeja. Agarró un bolígrafo. “Mamá Rosa: Hoy voy saliendo más temprano porque Burlington, donde nos toca jugar hoy, queda más lejos.Esta vez vamos a estar fuera más tiempo. Después seguimos a otra serie en Dubuque. Mr. Tom:Cuando regresemos continúo con la pintura de la pared del patio. Bye. Isaías Chavez”. Isaías lavó el vaso y el plato y salió a la calle”. Tony Pierce, el abridor de las Abejas de Burlington se fajó con Isaías en un duelo sin anotaciones durante los primeros 4 episodios del juego. En el cierre del quinto Randy Schwartz (1b) despachó su 18vo cuadrangular sobre la cerca del right field. En el séptimo Schwartz sonó doble avanzó a tercera mediante rolling de Sal Bando (3b) y anotó por wild pitch de Isaías. En el octavo Tony Pierce bateó doblete. John Ruedy (2b) recibió boleto. Charlie Robinson (cf) los adelantó con rodado al cuadro. Bill Schlesinger (lf) se apuntó dos empujadas con sencillo. Burlington 4 - Decatur 0. Pierce solo permitió 4 hits, caminó a dos y ponchó a 4 en 9 entradas. Isaías (7-5) lanzó ocho episodios, permitió 5 imparables, aceptó 4 carreras limpias, concedió 3 boletos y ponchó a 4. Bateó de 3-1. El 10 de julio siguieron rumbo a Dubuque para enfrentar al equipo de esa localidad. Hasta las once de la mañana Isaías paseó por el centro de la ciudad y aprovechó de desayunar y almorzar. Antes de entrar al estadio se detuvo ante un teléfono público y llamó a Venezuela. “Aló. Mamá. ¿Cómo estás? ¿Cómo está papá? ¿Y los muchachos? Ahorita estamos de gira. Dentro de unas tres horas tenemos juego contra el equipo de Dubuque. Perdí el último juego pero vamos por el desquite. Muchos saludos a todos, te quiero mucho. Bendición”. Isaías colgó el auricular y siguió su camino hacia el estadio. A las cinco de la tarde Isaías abrió el primero de una doble cartelera ante el Dubuque. Decatur anotó 2 carreras en el segundo episodio y agregó otra en el tercero ante los envíos de Abraham. Dubuque atacó a Isaías con 1 en el tercero, otra en el cuarto y tres
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en el quinto para sentenciar el juego. En el septimo los Comodoros trataron de rebelarse pero solo anotaron 1 carrera. Por Dubuque Joe Rudi (3b) bateó de 3-2, con una anotada y 1 empujada. Dubuque 5 - Decatur 4. Isaías (7-6) lanzó seis innings, aceptó 9 hits, permitió 5 carreras limpias, concedió 3 boletos, ponchó a 5. Lanzó 1 wild pitch. Isaías deslizó deslizó una raya de pintura blanca sobre la esquina superior izquierda de la pared. El resplandor de esa mañana del 15 de julio de 1965 iluminó toda la nueva blancura de la pared. Isaías respiró de satisfacción. Empezó a descender de la escalera cuando oyó tres golpes secos sobre el techo. Isaías subió hasta llegar al plano del techo. Alargó la cabeza y vió a un pájaro carpintero dándole picotazos a un pedazo de revestimiento asfáltico dañado por la intemperie. Isaías agarró una piedrita del techo y la arrojó contra el pájaro. Tom abrió la puerta del patio. “Hey Isaías. Wow what a great job. Congratulations. Muy buen trabajo. ¿Qué estas viendo en el techo?” Isaías bajó de la escalera. “Hay un pájaro carpintero picoteando el techo”. Tom montó el pie en el primer tramo de la escalera. “¿Cómo va a ser?” Al llegar al nivel del techo se impulsó con las manos y empezó a caminar hacia donde el carpintero arreciaba sus picotazos. Al acercarse a unos dos metros el ave huyó despavorida. “Look what have you done. I’m gonna kill you if I see you again over here”. Tom le mostró el puño al carpintero que fue a posarse en el roble de enfrente. Tom revisó la magnitud del daño del techo y bajó al patio. “Isaías, voy a necesitar de tu ayuda para tapar ese hueco del techo”. Isaías recogió la perola de pintura y la brocha. “Ok. Pero ud. sabe que eso va a depender de cómo vayan las cosas en el béisbol”. Tom sonrió. “No problem Isaías”. Isaías salió de la casa como a las doce y cinco del mediodía. Llegó al estadio y empezó a correr en los jardines. Richie Klaus se acercó a los jardines junto a un señor alto de cabellos plateados. “Isaías conoce a Mr. Carl Hubbell. Uno de los mejores pitchers que ha lanzado en las Grandes Ligas”. Isaías extendió la mano y saludó. “Nice to meet you Mr. Hubbell”. Carl Hubbell acompañó a Isaías hasta el bull pen. “It’s a pleasure for me to know one of the Giants top prospects”. Allí conversaron casi hasta que Isaías empezó a calentar para el juego. Como a las siete y diez de la noche Isaías hizo el primer envío ante John Perkins el camarero de Dubuque. En ese primer episodio Dubuque aprovechó los errores de la defensa de los Comodoros para irse adelante 3-0. Decatur nunca pudo recuperarse de esta desventaja ante los envíos de Bob Cerese. Todas las dificultades de Isaías vinieron después de 2 outs. En el primer inning un doble de dos carreras de Vic Albury (1b) llegó después de 2 outs. En el segundo habían 2 outs cuando un boleto y dos sencillos produjeron otra anotación. En el noveno luego de 2 outs Perkins sonó doble y anotó con sencillo de Bill Perry (cf). Decatur anotó una carrera en el segundo cuando luego de 2 outs la defensa de Dubuque cometió un error y Cerese regaló 3 boletos consecutivos. En el
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quinto Bill Malinowski (rf) conectó sencillo, 2 wild pitches de Cerese lo llevaron a tercera y otro imparable de Val Bush (lf) produjeron otra carrera para Decatur. Y en el sexto Buce Hix (3b) bateó imparable dos rollings al cuadro lo desplazaron a tercera. Ramón Aldecoa (c) lo impulsó con otro imparable. Dubuque 5 - Decatur 3. Isaías (7-7) lanzó 9 innings, aceptó 10 imparables, permitió 2 carreras limpias, concedió 2 boletos, ponchó a 9. Las seís de la mañana del 20 de julio de 1965 aprisionaban los espacios del aire con humedades pegajosas y calores sofocantes. Isaías abrió la nevera y tomó tres vasos de agua. Levantó la maleta y emprendió rumbo a la puerta. Tom salió a la sala en mangas de camisa. “Hey ¿adonde vas tan temprano? ¿Y esa maleta? ¿Te vas para Venezuela?” Isaías agarró la manija de la puerta de la calle. “No Mr. Tom. Lo que pasa es que tenemos juego en Clinton esta noche y tenemos que salir temprano para que el autobus llegue a tiempo para el juego”. “Ah. Ok. Quería decirte que ya compré el pegamento y el resto del material para tapar el hueco del techo”. Isaías abrió la puerta. “Cuando regrese hablamos de eso. Bye”. El autobus llegó a Clinton como a las cinco y media de la tarde. Los peloteros solo tuvieron oportunidad de dejar el equipaje en el hotel y salir para el estadio. El juego empezó a las siete de la noche. En el cuarto inning DeGold Francis (1b) empujó la primera rayita de los Comodoros con un sencillo. En el séptimo Jim Rosario (cf) abrió con doblete que combinado con sencillos de Héctor Torres (ss), Ramón Aldecoa (c) y Bruce Hix (3b) más un fly de sacrificio produjeron 3 carreras para decretar la victoria del Decatur 4-0. Los pitchers del Decatur habían completado 3 blanqueos en los últimos 4 partidos. Para Isaías (8-7) este fue su cuarto blanqueo de la temporada. Laboró 9 innings, aceptó 5 imparables, concedió 1 boleto, ponchó a 12. Richie Klaus caminó con Isaías hasta la duchas. “Good job boy. Keep the focus on the game”. Isaías entró en la cocina con los primeros asomos de la luz solar del 25 de julio de 1965. “Buenos días Isaías ¿qué vas a hacer?” Rose extendió una taza de café con leche. Isaías aspiró dos sorbos. “Buenos días mamá Rosa. Voy a subir al techo para ver si arreglo el hueco que hizo el pájaro carpintero”. Rose levantó la ventana por donde veía el jardín desde el fregadero. “Oh boy. Ese es un trabajito un poco dificil”. Isaías abrió la puerta de la cocina y salió al patio. “No. Que va mamá Rosa. Allá arriba se respira aire puro”. “Si pero el sol que pega por estos días es muy fuerte”. “Bueno por eso es que me levanté temprano”. Isaías subió al techo. El último tramo de la escalera estaba un poco flojo. Isaías saltó desde el penúltimo tramo hasta un buen pedazo de techo inclinado. A tientas llegó al sitio de la avería y empezó a taponar el hueco con aserrin y pegamento impermeable de asfalto. “Zuuum, zuuum”. Dos aletazos rozaron la cabeza de Isaías. Cuando venía el tercero Isaías
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levantó la mano con la espátula y arrancó como siete plumas azules al carpintero. “Craa, craa, craa…” Isaías se levantó desafiante. “Como te vuelvas a acercar por aquí vas a ver lo que es bueno”. Isaías terminó de taponar el hueco del techo. Empezó a descender por la escalera. Una sombra rauda atravesó el techo el carpintero repicó tres picotazos sobre la cabeza de Isaías. “Deja pájaro condenado”. Isaías le dio un manotazo al carpintero y lo hizo trastabillar en el aire. Llegó al piso medio atontado. “Carajo ese pajarraco pega durísimo”. Se pasó la mano por la cabeza y la sangre en los dedos le hizo correr al interior de la casa. “Mamá Rosa ¿No tiene un poco de mercurio cromo y de alcohol?” “¿Qué pasó Isaías?” “Ese pájaro carpintero me rompió la cabeza”. Rose sacó un botiquín de primeros auxilios y tuvo que aplicar algunos conocimientos de enfermería para tomar unos cuatro puntos de sutura en el cuero cabelludo de Isaías. “Isaías me parece que no vas a poder ir a jugar hoy? “¿Como que no? Ya voy saliendo para el estadio. Eso es una cortadita nada más” Isaías fue a su cuarto. Salió con su maletín y una gorra. Los Comodoros empezaron el juego ante el conjunto de Quad Cities a las siete y quince de la noche. El conjunto local apoyó un trabajo completo de Isaías con una feria de batazos de una sola calle donde Decatur salió ganando 11-0. Isaías (9-7) lanzó los 9 innings, aceptó 4 hits, concedió 1 boleto y ponchó a 10. A la ofensiva DeGold Francis (1b) conectó un jonrón de tres carreras en el sexto y Frank Ferro (2b) conectó 2 dobles y un sencillo para empujar otra y anotar dos. Isaías por su parte bateó de 5-3, 1 doble, 1 anotada y 1 remolque. A media mañana del 30 de julio de 1965 el calor abrasaba Decatur. Isaías agarró su toalla azul añil y una pastilla de jabón. Camino al baño agarró una radio de Tommy que descansaba sobre la mesa del comedor. Rose abrió todas las ventans de la cocina. “Este calor nos va a calcinar Isaías”. “Bueno entonces hay que ponerse en remojo”. Isaías entró al baño y encendió el radio. “…and now the Beatles…In my Life (15)”. “There are places I’ll remember”. Isaías bajó un poco el volumen del radio y empezó a seguir la canción. “All my life though some have changed”. Afuera Tommy le hizo señas a Rose para que se acercara al baño. Bajo la regadera Isaías seguía levantando la voz al ritmo de los Beatles. “But of all these friends and lovers. There is no one compares with you.And these memories lose their meaning. When I think of love as something new”. Rose acercaba los oídos a la puerta del baño y Tommy movía los índices como director de orquesta. Isaías siguió subiendo la voz en la ducha. “In my life I love you more”. Isaías abrió la puerta. Un mar de aplausos paralizó su rostro impregnado de gotas acuosas. Rose aplaudió hasta enrrojecer sus manos. “Isaías you’re really improving your english. Very well done. I thought you were the fifth Beatle”. Isaías sonrió y avanzó hasta el cuarto. En dos minutos salió listo para ir al estadio. “Nos vemos esta noche despues del juego mamá Rosa”.
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El árbitro principal Uzelac cantó “play ball” a las 7:30 de la noche. DeGold Francis (c) despachó un cuadrangular de 3 carreras en el cierre del tercero para poner adelante a Decatur 3-0 ante Waterloo. Hector Torres (ss) celebró su regreso a la alineación con un doble remolcador de dos carreras más para los Comodoros en el quinto. En el séptimo un error de la defensa del Waterloo propició la sexta rayita de los Comodoros. Bruce Hix (3b) empujó con un sencillo la de poner el marcador 7-0. Isaías lanzó su tercer blanqueo consecutivo y sexto de la temporada. Este juego significó el 16to juego completo que Isaías lanzaba en 18 aperturas y el 13er juego completo consecutivo. Esta victoria fue la décima de Isaías en la temporada ante 7 reveses. Sirvió para detener una seguidilla de 4 derrotas en fila de los Comodoros. Isaías lanzó 9 innings, solo aceptó dos hits ambos de Brian Edgerly un novato drafteado hacía poco de la Universidad Colgate, concedió un boleto y ponchó a 11. Bateó de 4-1. A las cinco y media de la mañana del 04 de agosto de 1965 Isaías se encontró con Tommy en el jardín de la casa. Tommy miraba hacia el cielo con un telescopio. “Mira, ese punto brillante que se ve allá detrás de aquellas estrellas es Marte”. Isaías agarró el tubo y miró a traves del mecanismo de lentes. “¿Tu hablas de Marte el planeta?”. “Si señor. Se ve cerca ¿no?” “Si, tanto que parece un fuego artificial. Esto está muy bueno, pero me tengo que ir Tommy”. Tommy giró la cara y encogió las cejas. “¿Para donde vas a esta hora? Isaías levantó la maleta y le entregó el telescopio a Tommy. “Tenemos juego en Appleton contra el equipo de Fox Cities. Si queremos llegar a tiempo para el juego tenemos que salir temprano porque el autobus es lento”. El autobus de los Comodoros entró a Appleton a las cuatro y cuarenta y cinco de la tarde. El juego arrancó a las siete y veinte de la noche. El Fox Cities se fue a delante con dos carreras en el cierre del quinto. Esas carreras detuvieron la seguidilla de entradas consecutivas sin recibir anotaciones de Isaías en 31. Venía de lanzar 3 blanqueos consecutivos. Decatur respondió con una rayita en el sexto, otra en el séptimo y dos en el octavo mediante triple de Jim Rosario (cf) que empujó a Hector Torres (ss). Mike Edwards (1b) siguió con su segundo doble del partido para darle al encuentro cifras definitivas. Decatur 4 - Fox Cities 2. Isaías (11-7) lanzó 9 episodios, aceptó 8 hits, permitió 2 carreras limpias, concedió 2 boletos y ponchó a 3. Richie Klaus tocó las puertas donde dormían los peloteros de los Comodoros la madrugada del 10 de agosto de 1965. “Come on let’s get up. We have to be at Quincy before 3 in the afternoon”. Las luces de las habitaciones del hotel empezaron a encenderse. Isaías salió entre los primeros hacia el autobus. “Caramba Mr. Klaus ¿Usted no cree que es como muy temprano levantarnos a las cinco de la mañana?” Mr. Klaus desenvolvió un
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sandwich de jamón y queso. “Boy recuerda que esta tarde tenemos doble juego”. Isaías pasó la mano derecha por la frente y corrió hacia el cafetín del hotel. “Por favor me da dos sandwiches y un jugo de naranja”. El autobus arrancó a las 5 y 35 de la mañana. Luego de una falla de carburación y de un almuerzo de solo papas fritas y pollo asado, los Comodoros llegaron a Quincy a las cuatro de la tarde. Mr. Klaus solo pasó por el hotel para reconfirmar las habitaciones. “Hey. Where are you going? There’s no time for leaving the luggage”. Isaías y Jim Rosario se regresaron luego de empezar a bajar los escalones del autobus. El primer juego ante Quincy y su abridor Law empezó a las cinco y cinco de la tarde. Decatur salió adelante con una carrera en el tercero. Quincy empató en el cierre del cuarto. Los Comodoros se fueron arriba por una en el sexto. Quincy igualó en el cierre de la misma entrada. En el cierre del noveno Chuck Marcenaro (lf) bateó un imparable ante Isaías para dejar en el campo a los Comodoros 3-2. El juego completo significó el 15to partido en fila que Isaías completaba en la temporada. Y el 18vo completo de 20 que había abierto hasta ese momento. Isaías (11-8) lanzó 8.2 innings, permitió 1 carrera limpia, aceptó 9 hits, concedió 4 boletos y ponchó a 7, incurrió en 1 wild pitch. Con el madero se fue de 3-1 y anotó 1 carrera. Isaías tomó tres vasos de agua antes de salir de la casa a media mañana del 14 de agosto de 1965. “Cónchale esto ya no es calor. Esto es un candelero que nos va a asar”. Rose secos tres chorros de sudor de su frente con un pañuelo rosado. “Toma llévate estas naranjas para que te mantengas fresco en el juego”. Isaías metió las naranjas en el maletín y salió a la calle. En la acera de enfrente dos niños ofrecían limonada sobre una mesa plegable. Isaías atravesó la calle. “¿Está bien fría esa limonada?” El más grande de los niños se quitó la gorra y miró fijo a los ojos a Isaías. “Claro que esta fría”. El niño pequeño empezó a templar la parte trasera de la camisa del mayor. “Deja la broma Timmy”. Isaías agarró un vaso y trasegó la limonada. “Aaahhh. Esto si es vida”. Sacó dos monedas de un centavo y las puso en las manos del niño. “Billy ese señor juega con los Comodoros”. El niño grande metió su camisa por dentro. “Mentiroso”. Timmy se levantó de la caja de madera posterior a la mesa y corrió detrás de Isaías. “Mr. Mr. Usted juega con los Comodoros ¿verda?” Isaías se volvió, “Si ahorita voy para el estadio”. “Viste Billy, ¿viste?” Billy agarró un pedazo de papel de la mesa y corrió hacia Isaías, “¿Me puede dar su autógrafo por favor?” Isaías sacó un bolígrafo del maletín y deslizó varios trazos sobre el papel. “¿Cómo se llama? ¿Nestor Chávez?” Billy levantó la voz. “Usted es el pitcher jovencito que mi papá siempre menciona en la casa”. El grito de “play ball” del árbitro principal Cooper trajo a Jim Qualls (ss) del Quincy a enfrentar a Isaías para comenzar el juego. Quincy se fue arriba 3-0 con una carrera en cada uno de los tres primeros episodios. Decatur se fue adelante 4-3 con 2 carreras en el cuarto
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episodio y 2 en el quinto. DeGold Francis (1b) empujó dos de las carreras de los Comodoros con un sencillo y un rolling al cuadro. Quincy igualó las acciones con una rayita en el octavo. En la apertura del noveno Qualls conectó sencillo. Qualls pasó a tercera cuando Bruce Hix (3b) flumbeó un roletazo de Jack Handley (rf) y lanzó mal a primera. Qualls anotó la carrera de la ventaja cuando Chuck Marcenaro (lf) bateó un rolling por segunda y Frank Ferro (2b) en vez de buscar el dobleplay por segunda para terminar el inning persiguió a Handley hasta tocarlo. Steve Fox (1b) destapó sencillo. Dewey Markus (2b) empujó dos carreras con un triple y anotó cuando Ferro lanzó desviado tratando de ponerlo fuera en tercera. Isaías (119) completaba su 16to juego consecutivo a pesar de la derrota. Lanzó 9 innings, aceptó 12 hits, permitió 5 carreras limpias, concedió 3 boletos y ponchó 5. Isaías abrió la puerta de su habitación a un cuarto para las seis de la mañana el 18 de agosto de 1965. Caminó hacia la sala. “¿Y que le pasó Mr. Tom? ¿Se cayó de la cama?” Mr. Tom levantó la mirada del periódico. “No Isaías. Es que me levanté a tomar agua y sentí el golpe del periódico contra la puerta. Todo ese asunto de la guerra de Vietnam y lo de los derechos civiles de los negros hierve en la cabeza de cualquier estadounidense. Despues de estos acontecimientos este país, ni el mundo van a volver a ser como antes”. Isaías ladeó la cabeza y fue un momento a la cocina. Cuando regresó a la sala Mr. Tom contemplaba el amanecer a través de una ventana. “¿Y tu por que vas saliendo tan temprano?” “Es que tenemos juego en Burlington”. Isaías dirigió sus pasos hacia la puerta de la calle. El autobus de los Comodoros entró a Burlington en medio de un manto asfixiante de calor. Atravesaron varias cuadras hasta detenerse frente al hotel a eso de las cuatro y media de la tarde. Los peloteros empezaron a bajar contorsionando los cuerpos y estirando las extremidades. El juego empezó a las siete y diez de la noche. En el quinto acto Frank Ferro (2b) despachó un cuadrangular que encontró en circulación a Isaías y a Val Bush (lf) para suministrar las carreras que decretaron el marcador. Decatur 3 – Burlington 0. Isaías terminaba su 17mo juego completo consecutivo. Al terminar el juego el locutor del estadio anunció por los parlantes: “El pitcher de los Comodoros de Decatur, Nestor Chávez, ha implantado una marca de más juegos completos consecutivos en la Midwest League (A) con 17”. La asistencia de 783 aficionados se puso de pie a aplaudir al delgado lanzador de los Comodoros que salió del dugout a saludar al público. Isaías (12-9) lanzó 9 innings, aceptó 6 hits, concedió1 boleto y ponchó 13. Bateó de 3-1, 1 anotada. La madrugada del 23 de agosto de 1965 encontró al autobus de los Comodoros viajando de Burlington hacia Dubuque. Aún el sol despuntaba por una esquina del cielo cuando un estruendo de neumáticos chirriantes despertó a todos los peloteros. “¿Qué pasó?” Richie Klaus buscó la mirada del chofer. “Atropellé a un cervatillo”. Isaías, Jim
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Rosario y Frank Ferro bajaron hasta el pavimento de la vía. Sobre el asfalto un ciervo de unos seis meses temblaba con el cuello partido y un chorro de sangre que saltaba en todas direcciones. Isaías arrancó varios pedazos de hierba de un costado de la carretera y la puso sobre la herida del ciervo. “Tenemos que llevarlo a un veterinario Mr. Klaus”. El chofer revisaba el estado del motor del autobus. Mr. Klaus y los demás peloteros ladearon la cabeza. “Nestor. No podemos hacer mucho. Ese cervatillo está agonizando. Mira toda la sangre que ha perdido”. En ese momento el ciervo exhaló su último aliento. Isaías lo alzó entre los brazos y los colocó unos siete metros a un costado de la carretera. Se persignó ante él y regresó al autobus. Richie Klaus dio dos palmadas en el hombro de Isaías. “I’m sorry Nestor. We couldn’t do anything else”. El resto del equipo volvió a sus asientos en el autobus y continuaron el viaje. Llegaron a Dubuque a eso de las dos de la tarde. Almorzaron en el hotel y salieron para el estadio. El juego ante los Packers de Dubuque empezó a las siete y quince de la noche. Los Comodoros salieron adelante con 1 carrera en cada uno de los tres primeros episodios. En el séptimo anotaron la cuarta para poner a ganar a Isaías 4-0. En el cierre de ese capítulo Don January (c) descargó un cuadrangular de dos carreras ante Isaías en medió de un rally de 3 anotaciones. En el octavo Dubuque igualó el encuentro mediante un doble impulsor de Rick Underwood (lf). De aquí en adelante Isaías se recompuso para solo permitir un corredor en las bases en los próximos 5 innings, el mismo fue consecuencia de un error. Para el cierre del decimocuarto episodio Richie Klaus relevó a Isaías con Ron Welsch quién boleó a los dos primeros bateadores. Luego el verdugo January soltó un doblete para dejar en el terreno a Decatur. De esta manera terminaba la seguidilla de juegos completos consecutivos (17) de Isaías en la Midwest League. Isaías lanzó 13 episodios, aceptó 7 imparables, permitió 4 carreras limpias, concedió 2 boletos y ponchó 13. Con este juego Dubuque sacaba una ventaja de un juego sobre Decatur. Pero los Comodoros tendrían la oportunidad de empatarlos nuevamente en el segundo juego de una serie de dos. Cuando Isaías todavía se quitaba los spikes en el club house Richie Klaus lo llamó junto a sus compañeros. “Isaías lanzaste un gran partido hoy. Como siempre diste lo mejor. Acabo de recibir una llamada del manager de los Springfield Giants. Vas a terminar la temporada con ellos en la Eastern League. De verdad deseo que sigas mejorando con esa actitud de superación y respeto que tienes”. Los peloteros empezarona acercarse para felicitar a Isaías. “De verdad estoy un poco triste por lo que pasó en el juego pero voy a seguir dando todo para mejorar en Springfield tambien. Quiero agradecer a todos mis compañeros y a usted Mr. Klaus por todos los consejos que me han dado”. Frank Ferro, DeGold Francis y Hector Torres empezaron a cantar. “For he’s a jolly good fellow, for he’s a jolly good fellow for he’s a jolly good fellow… and nobody can deny”.
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Durante la seguidilla de 17 juegos completos Isaías dejó una marca de 10-7, 6 de las victorias fueron blanqueos. 11 de los juegos fueron a 9 episodios, los restantes fueron a 7 innings por ser parte de doble juegos. Isaías tomó un avión a Decatur. Llegó a casa de Rose en la madrugada. Se levantó como a las seis de la mañana y empezó a recoger sus pertenencias. Rose pasó rumbo a la cocina y arrugó la cara. “¿Qué pasa Isaías? ¿Ya te vas para Venezuela?” Rose movió la maleta a la entrada del cuarto. Isaías recogía algunas medias, varias sudaderas y una fotografía del Avila que tenía en el escaparate. “No. Lo que pasa es que me promovieron al equipo de Springfield y tengo que salir para allá dentro de poco porque hoy mismo hay juego y me tengo que presentar al estadio de Sprinfield”. Rose abrazó a Isaías. “Congratulations Nestor. Yo se que eres una persona muy disciplinada y responsable. Por eso te mereces ese ascenso. Ven para que desayunes. Tom, Tommy, Rosie get up. Come to the kitchen”. Rose empezó a preparar panquecas y jugo de naranja. Tom entró a la cocina junto con Tommy restregándose los ojos. “¿Qué pasa Rose?” “Isaías va saliendo para Springfield. Ahora va a jugar allá” Rosie llegó con un peine sobre su bucle de cabello recien mojado. “¿Y ya no vas a vivir mas aquí?” Tommy abrió la nevera. “¿Y el autógrafo de Don Larsen que me ibas a conseguir?” Isaías se sentó a la mesa y derramó tres chorros de miel sobre las panquecas. “No te preocupes Tommy en lo que vea a Mr. Larsen le pido ese autógrafo”. El desayuno terminó. Isaías fue al cuarto y tomó su equipaje. Rose lo llamó desde la puerta. “Isaías hurry up. Aquí está un taxi esperando por ti”. “Pero yo no he pedido taxi”. “No te preocupes ese es un regalo mío”. “Ah mamá Rosa. De verdad los voy a extrañar mucho”. Isaías empezó a meter el equipaje en el baúl del carro. Tom salió corriendo de la casa cuando ya el taxi arrancaba. “Wait a minute, wait a minute. Isaías por favor dame tu autógrafo”. Tom le dio un pedazo de papel y un bolígrafo a Isaías. “Muchas gracias por todo familia”. Isaías agitó la mano y el taxi salió hacia el aeropuerto. Isaías llegó al aeropuerto de Springfield como a las tres de la tarde. Fue directo al Pynchon Park en West Street. Allí encontró al manager escribiendo la alineación. “Buenas tardes”. El manager levantó la cabeza. “Tu debes ser el pitcher que viene de Decatur. Ahí está tu uniforme. Calienta un momento en el bull pen. No tenemos pitcher disponible para hoy. Así que hoy mismo abres para Springfield”. Isaías entró al club house y empezó a cambiarse. Una voz conocida salió detrás de unos casilleros. “Caramba Isaías que alegría tenerte por aquí”. Dámaso Blanco dejó su guante de campocorto sobre una silla y estrechó la mano derecha de Isaías. Salieron a correr en los jardines del estadio. Como a las seis y media de la tarde Isaías se fue al bull pen. Dámaso se acercó al plato para tomar práctica de bateo. El juego empezó a las siete de la noche. Isaías lanzó 6 innings, permitió 1 carrera
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inmerecida, aceptó 5 incogibles, ponchó 3, concedió 3 boletos. Salió del juego con la pizarra 1-1. Al terminar el juego Dámaso se acercó a Isaías. “Disculpa ese error que cometí. Si no es por eso te vas con el juego ganado”. Isaías ajustó el cabestrillo de hielo en su codo derecho. “Tranquilo Dámaso eso le puede pasar al mejor de los peloteros”. El 06 de septiembre de 1965 Isaías salió del hotel donde residían los peloteros de los Gigantes de Sprinfield rumbo al aeropuerto. Llamó por teléfono a Dámaso Blanco. “Dámaso ¿entonces no vas a viajar hoy para Venezuela?” “No Isaías. Tengo que arreglar unos asuntos con el equipo. A lo mejor me voy dentro de 2 o 3 días. Nos vemos allá”. Isaías tomó un vuelo hacia Miami a las 9 de la mañana. En el aeropuerto de Miami recorrió todos los puestos de revistas y los cafetines hasta que a las 4 y media de la tarde llamaron a abordar el avión. La noche puso a dormir a casi todos los pasajeros. La voz de la aeromoza indicando que el avión sobrevolaba la costa venezolana despertó a Isaías. La vista de La Guaira iluminada arrancó una sonrisa al rostro de Isaías. En Maiquetía lo esperaban Valerio y Zaira. “Cónchale Isaías cada año que regresas de allá parece que estuvieras más grande”. Zaira abrazó a su hermano. Isaías tomó el equipaje de la correa giratoria. “¿Por qué no vino mamá Valerio?” Valerio agarró una maleta y la llevó hasa el carro. “Ella dijo que te quería dar una sorpresa”. “Bueno vamonos para ver de que se trata”. Al bajarse del carro Isaías corrió hacia la casa. “Mamá”. La sala lanzaba gruesas sombras hasta la cocina. “Epa donde se metieron todos. Mamá, Papá, Gladys, Miguel”. Un olor a hojas de cambur hervidas acercó a Isaías hacia la cocina. Justo al entrar se encendió la luz y Carmen abrazó a Isaías. “Mi hijo querido. Estaba esperando este momento desde el día que te fuiste”. Isaías besó a Carmen en las mejillas y abrazó a Sebastián. “¿Y ese olor a hallacas? Todavía no es diciembre”. Gladys apretó las manos de Isaías. “Es que ya sabemos que te subieron a la liga AA. Mamá dijo que eso había que celebrarlo y por eso adelantó estas hallacas”. Sebastián se sentó a esperar por su pastel. “Sientate Isaías vamos a hablar de cómo te fue en el Norte”.
Referencias musicales: Página 212: (15) In my life. Lennon-McCartney. 1965.
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20.- A ras de las paradas cortas “……. Si la sed no cede ante nada calme su garganta con un jugo Yukery. La frescura de las frutas envasada con todo su sabor…para la continuación del encuentro los dejamos con Delio Amado”. “Al bate viene ahora Paul Casanova. En el primer inning sorbió ponche, en el cuarto salió con línea al right field. El Látigo hace el wind up. Es un roletazo por el short César Gutiérrez toma la pelota y retiran a Casanova por la vía 63”. Isaías abrió la puerta de la casa la mañana del 07 de septiembre de 1965. “Mamá voy a ir un momento al restaurant de los Finoglio”. “Ajá. No te vayas a perder. Mira que tengo más de seis meses que no te veo”. Isaías bajó dos cuadras por la calle Las Mercedes de Chacao. Las nueve de la mañana mostraban pocas personas en la vía. En la esquina del restaurant las notas de una canción detenían a los transeuntes y hasta los choferes. “Io che non vivo piú di una ora senza te….(16)” Isaías pasó entre las mesas con manteles de cuadros blancos y verdes o blancos y rojos. “Buenos días Gabriel. Que hubo Tonino”. Gabriel soltó la taza de café que desgustaba. “Ma’ Isaía cuando arribaste. Muchacho stai grandísimo”. Tonino dejó de acomodar las sillas de una mesa. “Chao Isaía come vai”. “Bien, bien llegé anoche. Quería saber como están mis amigos porque en cualquier momento me vengo a comer mi espagueti o un buen pasticho”. Gabriel saboreó un sorbo de café. “Tu sabes que cuando se te ofrezca aquí estarán los espaguetti, el pasticho o cualquier plato italiano”. Isaías se acercó al radio. La canción terminaba. “Cantó para ustedes Pino Donaggio “Yo que no vivo”. “Tonino cuentame que es lo que quiere decir ese cantante italiano cuando canta Io que no vivo ni un minuto …” “¿Y para que tu quieres saber que dice Isaía?” “Bueno Tonino es que ahorita voy a visitar a Carmen Elena y le quiero cantar una canción romántica”. “Ah. El cantante lo que diría en castellano es: Yo que no vivo ni un minuto si no estás…” Isaías apuró los pasos hacia la puerta. “Gracias Tonino. Hasta luego Gabriel. Nos vemos después”. Los pasos multiplicados sobre la acera de la calle Las Mercedes y luego la de la avenida Libertador llevaron a Isaías sin escalas hasta la puerta de la casa de Carmen Elena. “Toc, toc, toc”. “Ya voy, ya voy”. “Buenos días señora Tula”. “Hola Isaías ¿cuándo llegaste?” “Anoche. Carmen Elena ¿está por aquí?” La señora Tula levantó la voz. “Carmen Elena”. En menos de un minuto una joven delgada de vestido verde claro asomó en el zaguán. “Hola Isaías ¿cómo estás?” “Hola Carmen Elena”. La señora Tula caminó hacia la sala. “Bueno voy a ver lo que tengo en la cocina”. “Mira lo que me aprendí para ti Carmen Elena.
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Ejem… Io que no vivo piu di una hora sin ti…” Carmen Elena miró extrañada a Isaías. “Muchacho ¿que me quieres decir?” Isaías se sonrió. “Es una canción italiana que me gustó mucho cuando la oí. Pero no le presté atención a la traducción de Tonino”. “¿Cuando vas a comenzar a practicar con el Magallanes?” “No se. Por cierto tengo que pasar esta tarde por El Nacional. Castrico me dijo que cuando llegara no fuera a dejar de pasar por allá. Bueno me tengo que ir. Es hora de almorzar. Esta tarde paso por aquí”. Isaías besó la mano derecha de Carmen Elena y salió a la calle. Después de almorzar Isaías bromeó un rato con Sebastián en la sala. “Bueno papá. Voy saliendo para El Nacional”. Como a las tres de la tarde Isaías entró a la redacción deportiva de El Nacional. Un periodista de baja estatura con el cabello engominado lo atendió. “¿A quién buscas Isaías? Isaías se quedó mirando al hombre de camisa blanca manga larga. “Al señor Heberto Castro Pimentel”. El hombre caminó tres escritorios en el salón. “Heberto…Heberto”. La dinámica de la redacción trajo encandilado a Heberto Castro. “Epa Isaías. Cónchale ahora te ves mucho más fuerte. Seguro que vas a ganar muchos juegos esta temporada. Conoce al colega Carlos González”. “Mucho gusto señor Carlos”. “El gusto es mío Isaías”. Heberto pasó a Isaías y a Carlos González a su oficina. “Carlos el año pasado le decía a Isaías que no podía ser que ganara ese mísero sueldo con todo lo que el hace por el Magallanes”. Carlos González se sentó en una esquina del escritorio. “¿Cuanto te pagaron el año pasado?” Isaías recostó la espalda en la silla. “Mil mensuales”. Carlos González ladeó la cabeza. “Heberto cuanto piensas que el Magallanes le va a ofrecer a Isaías este año”. “Cuando mucho unos dos mil bolívares”. Isaías afincó los codos en las rodillas. “¿Ustedes creen que debo aceptar eso?” Heberto miró hacia el techo. “Si tu aceptas eso nunca van a reconocer tu verdadero valor como pelotero. Tienes que hacer valer la calidad de tu trabajo”. Carlos González se subió las mangas de la camisa. “A lo mejor vas a pasar unas semanas sin jugar pero es la única forma de hacer entrar en razón a los dueños de equipo”. Isaías entrecruzó los dedos de las manos. “Ajá, entonces ¿cuanto debo pedir para firmar?” Heberto anotó unos números sobre un cuaderno. “Tomando en cuenta tu temporada anterior aquí y la que acabas de tener en Estados Unidos no debes aceptar nada que este por debajo de cuatro mil bolívares mensuales”. Isaías se levantó de la silla y se despidió de Heberto Castro y Carlos González. “Hasta luego. Cualquier cosa paso por aquí”. Carlos acompañó a Isaías hasta la salida del edificio. “Ya sabes que cuentas con nosotros”. Sebastián prendió el radio de la sala a las siete de la mañana del 14 de septiembre. “…y hoy comienzan las prácticas del Magallanes para el venidero torneo de pelota profesional”. Sebastián sonrió y miró hacia el cuarto de Isaías. Una bicicleta se detuvo frente a la casa # 2 de la calle Las Mercedes. “Toc, toc, toc”. Sebastián abrió la puerta. “Buenos
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días”. El cartero sacó un sobre y lo puso en las manos de Sebastián. “Correo para Isaías Chávez”. Sebastián empezó a leer el membrete del sobre. “Hasta luego señor y gracias”. Sebastián pasó directo al interior de la casa. “Isaías, Isaías. Párate mira llegó un sobre de la liga donde jugaste este año mira: Decatur Commodores. Midwest League. Mr. Nestor Chávez”. Isaías agarró el sobre y los abrió. Leyó a vuelo de pájaro la página. “Toma papá. Me voy a dar un baño”. Sebastián empezó a leer el papel. “Cónchale Isaías quedaste campeón pitcher en fildeo en la Midwest League. Carmen, Carmen ven a ver lo que hizo tu hijo”. Carmen se encontró con sebastián en la mesa del comedor. “Que fue, que travesura hizo ahora Isaías”. “Travesura para los equipos contrarios, mira lo que dice aquí. Isaías no cometió errores en 23 juegos. Tuvo 51 lances. Realizó 16 outs y 35 asistencias además de 4 dobleplays”. Carmen llegó hasta la puerta del baño. “Caracha Isaías felicitaciones”. “Gracias mamá”. Isaías salió del baño y se sentó a la mesa para desayunar unas arepas con caraotas negras. Sebastián dejó el sobre sobre el armario del comedor y acompañó a Isaías. “Por ahí también escuché que el Magallanes comienza prácticas hoy”. “Si pero no voy a ir”. Sebastián arrugó la cara “¿Qué pasa Isaías?” “Que la directiva del Magallanes no quiere reconocer mi trabajo”. “Bueno pero ¿tu hablaste con ellos?” “Eso es lo que voy a hacer. Pero no te extrañes que sea cierto lo que sospecho”. El 18 de septiembre de 1965 Isaías se encontró con el abogado Jesús Eduardo Cabrera en Plaza Venezuela. “Epa Isaías. ¿Adonde vas por ahí?” “A las oficinas del Magallanes”. Cabrera se quedó mirando el chorro de agua de la fuente. “¿Vas a discutir el contrato?” “Si”. “Ponte duro con esa gente mira que después cuando quieras patalear no vas a tener para donde coger”. Isaías estrechó la mano de Cabrera y siguió su curso. En las oficinas del Magallanes lo recibió Carlos Tovar Bracho. “Buenas tardes. Pasa Isaías”. Isaías permaneció reunido con Tovar Bracho por una hora entre las cuatro paredes blancas y frente al escritorio con tope de vidrio donde relumbraban varias calcomanías del buque magallanero. A la salida Carlos Tovar se quitó los anteojos. “Piénsalo bien Isaías. Lo que estás pidiendo es demasiado. A ti no te conviene pasar todo este tiempo sin jugar”. Isaías abrió la puerta y salió rumbo a la calle. Isaías terminó de desayunar y abrazó a Carmen. “Mamá voy saliendo para el estadio”. “¿Y no te llevas el maletin?” “Es que hoy no voy a jugar”. Isaías pasó por la sala. “Hasta luego papá”. “¿Vas para el estadio?” “Si”. “Caramba chico trata de arreglar ese problema del contrato. Mira que a ti no te conviene estar sin jugar”. Isaías se quedó un momento en la puerta. “Si papá. Estoy poniendo todo de mi parte pero la gerencia del Magallanes es muy dura”. Isaías se montó en un taxi en la Francisco de Miranda. A las diez de la mañana de aquel 20 de septiembre llegó al Universitario. En el dugout estaban la
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mayoría de sus compañeros del año anterior: Oswaldo Blanco, César Gutiérrez, Graciliano Parra, Victor Colina, Alonso Olivares, Leopoldo Tovar. Oswaldo Blanco templó a Isaías por una mano. “¿Qué tal Isaías? ¿Hoy no vas a practicar?” Isaías subió hasta la baranda del dugout que daba al campo de juego. “No, hoy solo vine a ver la práctica”. César Gutiérrez se acercó con un joven delgado que acababa de firmar del juvenil. “Mira Isaías aquí tenemos el nuevo jonronero del Magallanes”. “Mucho gusto. Jesús Aristimuño”. El joven llevaba en el brazo el uniforme que le acababan de entregar. Isaías se quedó viendo el número 24 de aquel uniforme. “Mucho gusto Isaías Chávez. ¿Y ese fue el número que te dieron? Una güeboná el número de Willie Mays. Que va César. Este es más que un jonronero. Es el Willie Mays del Magallanes”. Las risas rebotaron de las paredes del dugout. Cuando Aristimuño salió al campo varios minutos después Isaías lo aupó desde la baranda del dugout. “Vamos Willie”. La trompeta apagada de piedra tras piedra repetida sobre una lata de leche atrajo a Miguel hasta el patio. “Pero bueno Isaías tu no te cansas de tirarle piedras a esa perola vale. Ya hasta parece que uno estuviera comiendo ese ruido”. El sol hurgaba cerca de la mitad del cielo en la mañana del 14 de octubre de 1965. Isaías volteó sorprendido en su concentración. “Tranquilo Miguel. Ya terminé por hoy. Tu sabes, con esto de las diferencias con el Magallanes tengo que al menos tratar de mantener al menos el control”. Miguel sacó un periódico de debajo del brazo. “Pero eso no es lo que te va a mantener en forma. Tú tienes que ir a un campo a correr y a lanzar pelotas de verdad. No esas piedritas fastidiosas”. Isaías se quedó mirando la página deportiva. “Cónchale Miguel mira. Sandy Koufax quedó campeón con los Dodgers. Mira y les ganó a los Mellizos de Minnesota dos veces en menos de tres días”. Miguel alargó el cuello. “Pero lo más grande es que blanqueó a Minnesota con un solo lanzamiento: la recta. Por eso es que te digo Isaías vámonos para el campo de la Electricidá para que tires unas pelotas. Esa es la única forma de desarrollar una recta como la de Koufax, que los lanzadores saben que viene y no le pueden dar”. Isaías levantó la perola abollada y la tiró en el tambor de la basura. “Bueno espérame un momento para irnos al campo de la Electricidad pués”. Carmen salió a la puerta de la cocina. “¿Para donde van Isaías?”. “Vamos un momento a practicar al campo de la Electricidad?” “Cónchale chico¿Y si te llama el señor Carlos Tovar, o Castrico, o Carlos González?” Isaías salió del cuarto con una franela amarilla y una gorra de los Comodoros. “Bueno mamá diles que salí a practicar. Que me llamen como a las cinco de la tarde”. El crepúsculo del 15 de octubre de 1965 encontró a Isaías saliendo de su casa. Sebastián lo detuvo en la puerta. “¿Ya te enteraste que a Mgallanes lo autorizaron a traer un importado si no firmas?” “No sabía. Eso es otra forma de presionar para que firme”.
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Sebastián dio dos pasos hacia la acera. “Isaías ¿por qué no firmas? Mira que hoy va a comenzar la temporada y vas a salir perjudicado por la inactividad. Ese juego de Magallanes hoy contra La Guaira tenías que abrirlo tú ”. Isaías puso una mano en el hombro izquierdo de Sebastián. “Tranquilo papá. Yo se lo que estoy haciendo. Si no me como estas guayabas verdes ahorita, despues no me voy a poder comer las maduras de los contratos de los años que vienen. Y no sólo yo sino el resto de los peloteros”. Isaías se despidió de Sebastián y avanzó hasta la avenida. En menos de cinco minutos tocó una puerta marrón. El golpe de la madera exlotó en el zaguán. “Buenas tardes Isaías”. “Hola señora Tula ¿Carmen Elena esta lista?” “Si ya viene”. La muchacha salió con un vestido rojo carmesí. “Jui, juio. Estas muy hermosa Carmen Elena ¿Lista para irnos al estadio? Carmen Elena sonrió y mira a la señora Tula. “Si”. La señora Tula los acompañó hasta la acera. “Se vienen en cuanto terminé el juego”. En ese momento el Mataor estacionó su taxi frente a la casa. “Buenas noches”. Isaías abrió la puerta trasera del carro. “Vamos saliendo ya Mataor que son casi las ocho de la noche”. La última estrofa del himno nacional sonaba en el estadio cuando Isaías ayudó a Carmen Elena a bajar del taxi. “Aquí tienes Mataor. Muchas gracias”. “Nos vemos Isaías”. Carmen Elena e Isaías entraron al estadio por la tribuna de la tercera base. Se sentaron a mitad de camino entre los bancos y las sillas. Darrell Brandon enfrentaba a César Gutiérrez. En el cuarto inning Isaías se levantó a aplaudir una atrapada fantasmal de Leopoldo Tovar corriendo 50 m hacia la raya del jardín derecho. “Tremenda jugada del Chingo Tovar Carmen Elena, no te vas a arrepentir de haber venido a este juego”. Carmen Elena tambien aplaudía. En el noveno episodio el juego seguía 0-0 entre Tiburones y Navegantes. Graciliano Parra aún no había permitido ningún imparable a sus contrarios. Luís Aparicio conectó una línea peligrosísima que el mismo Tovar tomó lanzándose de cabeza hacia delante. Las manos del público y las de Isaías enrrojecieron hasta el ardor. “Todavía sigue el not hit not run Carmen Elena”. En el décimo capítulo José Martinéz rompió la magia de Graciliano con imparable al centro. José Herrera conectó otro sencillo para poner a Martínez en la antesala. Isaías se llevó las manos a la cabeza. “No puede ser. Después de ese gran trabajo. No puedes perder este juego Graciliano. Vamos”. El manager de La Guaira ensayó un doble robo y Martínez resultó out en la goma. La grada magallanera estalló en aplausos. Isaías abrazó a Carmen Elena. “Y ahora vamos a ganar”. En el cierre de esa entrada Victor Colina reventó una línea a la izquierda para dejar en el terreno a La Guaira en los spikes de Mike Andrews. “Te lo dije Carmen Elena”. Isaías bajó la tribuna con Carmen Elena en medio de la celebración que levantaba en hombros a Graciliano Parra, Victor Colina y Leopoldo Tovar. Sebastián se levantó del sofa de la sala. “¿Para donde vas Isaías?” Isaías abrochó los botones de la chemise beige con listas verdes a los costados. “Voy un momento al
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Universitario”. “¿A que? Tu ya dijiste que te vas a jugar en la Liga Instruccional de Arizona”. Isaías abrió la puerta. “Eso no signfica que sea un hecho que me voy para allá. Hay que ver si se puede llegar a un acuerdo”. Sebastián enfiló las muletas hacia la puerta. “Pero si ya han pasado más de veinte días con esa porfía ¿Tu crees que esa gente va a ceder?” “Hay que tener esperanzas papá”. Isaías emprendió camino hacia el estadio. Entró al Universitario por el dugout del Caracas. Se quedó conversando con Pompeyo Davalillo y otros peloteros del Caracas. Los jugadores del Magallanes todavía no llegaban a las diez y media de la mañana del 19 de octubre de 1965. El periodista Carlos Ortega entró al dugout y empezó aconversar con Isaías. “Isaías cuales son tus condiciones para firmar con Magallanes”. “Si Magallanes no me aumenta el salario me voy a la Liga Instruccional de Phoenix, Arizona por 3 meses. Así llego en forma para el spring training con el Tacoma AAA” “¿Cuándo te marchas?” “La próxima semana. En la Instruccional me codearé con novatos de mucho porvenir y con bigleaguers veteranos”. “¿Y tu público? ¿Y Magallanes?” “La afición si me preocupa. Porque me ha dado aliento. Magallanes no. Si el año pasado perdió 13 juegos consecutivos, deseo que en esta temporada pierda 18 ¡Por pichirre!” “¿La Asociación intervino?” “Si nuestra Asociación de Peloteros Profesionales aceptó pagarme la diferencia pero Magallanes no quiso”. “Isaías, Isaías. Mamá ¿dónde está Isaías?” Valerio entró a la cocina con un ejemplar de La República abierto en la sección de deportes a media mañana del 28 de octubre de 1965. Isaías salió de entre unas matas de trinitaria que pintaban el patio de anaranjado y lila. “¿Qué pasa Valerio?” “Mira lo que escribe Carlos Ortega en su columna de hoy. “…al parecer propietarios de equipos ajenos al Magallanes (que no tienen vela en ese entierro) han presionado ante la Liga Central para que Magallanes no complazca el pedimento de Isaías Chávez…” Isaías levantó las cejas. Isaías terminó de desayunar una arepa con huevos fritos y jugo de catuche a las nueve de la mañana del 31 de octubre de 1965. “Mamá, voy a salir un momento a la puerta”. Carmen asomó la cara por entre una bruma de espuma jabonosa. “Mira, si vas a salir me avisas”. Isaías se paró en la puerta de enfrente. Carlos Díaz venía llegando a la casa de enfrente. “Epa Isaías “¿Ya viste lo que salió en La República?” Carlos atravesó la calle Las Mercedes y abrió el periódico. “La Liga Central de Béisbol y el Magallanes buscarán un arreglo amistoso con el Látigo Chávez antes de proceder a inscribir al lanzador importado Grover Delano Hill que este año actuó con el equipo de Tri Cities (A). El Presidente de la Liga Dr. Bracho Vera y el gerente deportivo del Magallanes Sr. Carlos Tovar Bracho quieren llegar a un acuerdo siempre y cuando Isaías Chávez acepté las condiciones del Magallanes. Hasta el momento la oferta del Magallanes al Látigo es de un salario mensual de Bs 2500
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más bonos que dependerán de su actuación. El Látigo solicita Bs. 4000 mensuales por su contrato. El Magallanes le hizo una contraoferta de Bs 3000 pero Isaías no aceptó. Los otros equipos están interesados en adquirir el contrato del Látigo. Magallanes prefiere un cambio por un pelotero de igual categoría a la del Látigo”. Isaías le entregó La República a Carlos. “Claro, cada quién echa el cuento a su manera ¿Por qué no dicen que no me dieron bono cuando me firmaron y solo me dieron un sueldo de 800 bolívares al mes? Y después el año pasado me dieron un aumento del tamaño de una hormiga”. La campanilla de teléfono reventó la tranquilidad del hogar de los Chávez el mediodía del 07 de noviembre de 1965. Sebastián llamó a Isaías. “Isaías te llaman de la Liga de béisbol”. Isaías vino del fondo del patio donde miraba a los pájaros picotear los mangos del patio vecino. “Alo. Hola ¿cómo está Dr. Bracho Vera? Bueno ponga al Sr Carlos Tovar. Buenas tardes Sr. Carlos”. “Bueno si Magallanes me va a pagar lo que ganaría en AAA es posible que firme el contrato. De todas maneras déjeme hacer una llamada antes de firmar”. Sebastián se sentó a un lado del teléfono “¿A quién vas a llamar?” “A Castrico”. Isaías deslizó los dedos entre los circulos del dial teléfónico. “Alo. Es el Señor Heberto Castro ¿Cómo está? Lo llamó porque Magallanes me está haciendo una nueva propuesta. Ajá dígame. Ok. Está bien. Gracias Sr. Heberto”. Sebastián se levantó de la silla. “Caramba Isaías me parece que debes firmar ya, la temporada va a tener un mes. A ti no te conviene la inactividad. Además Magallanes te ha dado otra oferta”. Isaías volvió a marcar el teléfono de la Liga. “Si papá pero si cedo va ser muy dificil que ellos reconozcan alguna vez el valor real de mi trabajo. Aló ¿con el señor Carlos Tovar Bracho por favor? Señor Carlos agradezco la nueva oferta del Magallanes pero no la puedo aceptar. Es que eso no recompensa mi esfuerzo en el terreno. Alo, alo, alo….” En la tardecita volvió a sonar el teléfono. Isaías agarró el auricular. “Aló ¿Como está Sr. Dionisio? Si ellos me llamaron para hacerme dos ofertas pero no las acepté. Si. La Asociación debe proceder. Hasta luego”. Al día siguiente el diario La República reseñaba. “La Asociación de Peloteros Profesionales de Venezuela amenazó con suspender el campeonato de béisbol a partir del martes 09 de noviembre. Argumentan que la inscripción de Grover Hill por Isaías Chávez atenta contra la estabilidad laboral”. “La Liga dio por cerrado el caso por cuanto el Látigo no aceptó fórmulas que favorecían su contrato”. “El Presidente de la Asociación de Peloteros Dionisio Acosta (quién ostenta el cargo por elección mayoritaria desde el 26 de octubre de 1964) y el consultor jurídico José M. Gilly Trejo informaron que la Liga complicó el caso al cerrar las negociaciones cuando parecía
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que todo iba por buen camino. La Asociación pide que no se inscriba a Hill por Chávez debido a que esto perjudica los intereses de los peloteros venezolanos”. “El Presidente de la Liga expresó lo siguiente ‘Magallanes propuso pagarle al Látigo lo mismo que ganaría en Estados Unidos como AAA. Primero aceptó. Luego declinó después de hacer una llamada telefónica. Después tambien se le hizo otra oferta de Bs 3500 mensuales y tampoco quiso. Entonces está cerrado a las negociaciones’”. A eso de las once de la mañana del 08 de noviembre de 1965 Isaías salió al kiosco de revistas de la esquina de la calle La Joya. Regresó a su casa con La República en las manos. Buscó los resultados del béisbol la noche anterior. A un lado del box score decía: “ Magallanes no usará a Grover Hill mientras duren las conversaciones entre la Liga y la asociación. Según Carlos Tovar Bracho con esta decisión se quiere evitar la huelga de peloteros convocada por la Asociación”. Sebastián hizo tronar las muletas en la puerta de la casa el mediodía del 09 de noviembre de 1965. “Isaías te llaman del bufete del Dr. Bracho Vera”. Isaías corrió hacia el teléfono. “Alo. Dr. Bracho. Si ya voy saliendo para allá”. Isaías devolvió el auricular a su lugar. “Mamá tengo que salir”. “Pero muchacho mira te estoy sirviendo el pabellón”. “Guárdamelo para esta tarde”. En la avenida Francisco de Miranda tomó un taxi. Llegó al bufete a las doce y diez del mediodía. Catire Isturiz y Carlos Tovar Bracho le dieron la mano a la entrada de la oficina. Dentro esperaban Dionisio Acosta y el Dr. Vinicio Bracho Vera. Luego de saludar el Presidente de la Liga echó hacia atrás su silla. “Hemos estado conversando desde las nueve de la mañana y tenemos esta propuesta. Se te va a dar un salario de 4000 Bs mensuales retroactivo al 15 de octubre. Magallanes te va apagar Bs 3150 y la Asociación cancelará el resto ¿Qué te parece?” Isaías sonrió “Eso es lo que estaba esperando hace rato ¿Dónde tengo que firmar?” El Catire Isturiz extendió el contrato. Isaías lo leyó y apretó la tinta del boligrafo sobre el papel. En 10 minutos había concluído lo que amenazaba con convertirse en una disputa kilométrica. Isaías estrechó las manos de todos y salió rumbo a su casa. “Déjenme ir a almorzar a la casa. A las cinco estaré en el estadio”. El autobus dejó a Isaías en la Francisco de Miranda. Las zancadas de Isaías devoraron más de tres metros de cuadra. “Mamá donde está el pabellón” “¿Qué te pasa Isaías? Tenía tiempo que no te veía tan contento”. Isaías casi levanta a Carmen en vilo. “Mamá acabo de firmar ahorita con el Magallanes. Se acabó la incertidumbre”. Sebastián salió del cuarto. “¿Es verdad lo que estoy oyendo?” Isaías abrazó a Sebastián. “Si señor”. “Bueno ahora prepárese a entrenar duro para que empiece a pitchear con el Magallanes que buena falta que le haces”. Isaías devoró el pabellón. Salió de inmediato hacia el cuarto. A las dos de la tarde llegó con el maletín en el hombro a la cocina. “Mamá me voy para el estadio”. “Dios te bendiga ”. En la esquina entre la Libertador y la Calle Las Mercedes Isaías
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paró un autobus. A las cuatro y cuarenta y cinco entró al dugout del Magallanes. Empezó a vestirse cuando varios periodistas entraron al club house. Primero preguntaron por su condición física. Isaías ajustaba las medias sanitarias sobre la parte inferior del pantalón. “He estado corriendo y lanzando casi todos los días. Tabajaré duro para salir a pitchear esta semana”. Luego inquirieron sobre la cantidad de dinero que devengaría. “El contrato es satisfactorio para mí. No puedo revelar mi salario”. En ese momento llegó George Noga, el manager del Magallanes. “Vaya a correr un poco y luego tire pelotas por unos 10 minutos”. El frío de las seis de la mañana del domingo 14 de noviembre de 1965 se derritió cuando Isaías encontró a Sebastián sentado en una silla del comedor. “Papá ¿qué haces despierto a esta hora?” Sebastián sacó otra silla de la mesa. “Yo se que hoy vas a abrir el juego contra La Guaira. Mira, cuando uno pasa mucho tiempo sin jugar, la primera vez que lo hace en medio de un campeonato, por lo general las condiciones físicas no son las mejores. Por eso te quería decir que si los lanzamientos no te caen donde los quieres poner o si te dan muchos batazos, no te vayas a desanimar porque eso es normal en estas condiciones”. Isaías colocó la toalla anaranjada, el jabón y la pasta dental sobre la mesa. “Pero papá yo he practicado todo este tiempo. Eso no me va a pasar”. “Acuérdate Isaías que no es lo mismo un juego de prácticas que un juego formal de campeonato..” Isaías se bañó y pasó por la cocina por una taza de café con leche. Carmen le pusó una arepa con queso blanco en la mano. “ ¿Ya te vas?” “Si mamá”. Isaías entró a su cuarto se enfundó en una franela blanca y unos pantalones de kaki y salió a la calle Las Mercedes. El autobus que tomó en la Francisco de Miranda atravesó un tunel de neblina hasta llegar al estadio Universitario. Entró al dugout de la izquierda a las ocho de la mañana. En ese momento también llegaba George Noga. “Wow Nestor. ¿Tu aquí a esta hora?” Isaías dejó el maletín sobre una silla. “El juego comienza a las 11 ¿no?” Noga se sentó a escribir la alineación del Magallanes. Isaías salió a correr por los jardines. Como a las nueve llegaron Jesús Aristimuño y César Gutierrez. Isaías se acercó al dugout. “Que tal César. Epa Willie como estás”. Aristimuño sacó los spikes de una bolsa. “Bueno aquí vamos. A ver si me dan un chance hoy”. El juego empezó a las once de la mañana. Marcelino López calentaba en el bull pen de la derecha. En el segundo episodio Isaías concedió boleto a Bob Burda (1b, rf) quién luego pasó a tercera base por error en tiro del catcher Owen Johnson tratando de sorprenderlo en primera. José Herrera (2b) empujó a Burda con elevado de sacrificio a la derecha. Armando Ortíz pescó (rf, lf) una recta alta de Isaías y la sacó de jonrón por todo el centro. Marcelino López conectó sencillo al right field. Pasó a segunda por error de Mike Andrews (2b). Luís Aparicio (ss) hizo anotar a López con sencillo al centro. La Guaira 3 Magallanes 0. En el cierre del cuarto Armando Ortíz sonó otro imparable para empujar al
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catcher John Bateman. Esta conexión expulsó a Isaías del montículo. El manager Noga trajo a relevar a Grover Hill. En el sexto entró a lanzar Graciliano Parra. José Herrera lo recibió con sencillo. Pasó a segunda por robo. Ángel Bravo (lf, cf) lo impulsó con doblete al centro. López silenció al Magallanes en trabajo de 9 innings, no permitió carreras, aceptó 5 imparables, ponchó 8 y concedió 2 boletos en ruta a una victoria 5-0. Luis Aparicio respaldó con varias jugadas de alta factura el trabajo de López. Isaías (0-1) enfrentó 14 bateadores en trabajo de 3.2 episodios, permitió 4 carreras, 2 limpias, aceptó 5 imparables, ponchó 2, regaló 2 boletos, participó en 1 dobleplay.. El público dejó en taquilla la cantidad de Bs 60000. Al otro día Heberto Castro Pimentel escribía en El Nacional: “La taquilla de un juego donde lanza el Látigo Chávez da para pagarle el sueldo de una temporada y todavía queda bastante”. La mañana del míercoles 24 de noviembre de 1965 Isaías salió a pasear por la vecindad de la calle Las Mercedes. En un cruce tropezó con un señor de camisa blanca. “Hola Pío ¿cómo estás?” “Caramba Isaías. Tenía un buen tiempo sin verte chico. Por ahí vi que reapareciste con Magallanes. Te dieron unos batazos pero eso es normal cuando uno tiene tiempo sin jugar”. Isaías metió las manos en los bolsillos del pantalón. “¿En que andas por aquí Pío”. “Diligencias de trabajo ¿Cuándo vuelves a pichar?” “Esta noche voy a abrir ante Cardenales. Ya vas a ver que ahora la cosa va a ser diferente”. Pío estrechó la mano de Isaías. “Bueno espero que así sea. Hasta luego Isaías”. Isaías regresó a su casa. Sacó los implementos de béísbol del cuarto. “Mamá nos vemos esta noche después del juego”. Carmen emprendió un embalaje desde la cocina. “Pero chico espérate un momento para que te comas algo”. “Tranquila mamá. Yo me como algo en el estadio”. Isaías besó a Carmen en la frente y salió a la calle. El autobus lo dejó en las cercanías del Universitario a las doce y media de la tarde. Se detuvo un momento en un restaurante y pidió medio pollo asado. Quince minutos después entraba al dugout del Magallanes. “¿Cómo está Mr. Noga?” George Noga saltó en la silla donde garabateaba en un papel. “Oh Nestor. Siempre temprano en el estadio”. Isaías salió a calentar en los jardines. Entre carreras y conversaciones con los compañeros que iban llegando se hicieron las siete de la noche. Jesús Aristimuño se acercó. “Que hubo Isaías ¿cómo te sientes para el juego de hoy?” “Epa Willie. Ya vas a ver que voy a durá mucho más que los 3.2 innings que aguanté contra La Guaira. Mañana vamos a celebrar en la casa. Te invito a comernos unos bistecs”. Aristimuño se puso el pulgar y el índice abiertos sobre la boca. “Esta bien pero solo si gana el Magallanes”. Isaías empezó a caminar hacia el bull pen. “Prepárate que mañana vas a comer bistec”. Armando Rodríguez llamó a jugar a las 8 de la noche. Isaías se fajó con Ron Tompkins en un duelo de pitcheo de altos kilates. Lara abrió el marcador en la parte de arriba del quinto episodio. Claudio Urdaneta (rf) abrió con doble entre left y center. Pasó a
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segunda por passed ball de Owen Johnson. Neudo Morales (ss) salió de pitcher a primera. Tompkins falló de Mike Andrews (2b) a Oswaldo Blanco (1b) sin que Urdaneta pudiera moverse de tercera. Cecilio Prieto (1b) descifró una curva de Isaías y la devolvió de imparable impulsor de Urdaneta. Lara 1 Magallanes 0. Magallanes igualó en el cierre del sexto. Tommie Agee (cf) abrió con hit y se estafó la intermedia. Tommy Helms (ss) lo trajo a la goma con imparable al centro, luego continuó hasta segunda por error del leftfielder Jerry Reimer.Luego Tompkins apretó el brazo para ponchar a Oswaldo Blanco. Aunque caminó a Camaleón García (3b). Terminó la entrada dominando a Hilario Valdespino (lf) y a Mike Andrews. En la apertura del noveno Ricardo Joseph (3b) se embasó por error de Andrews. Reimer se sacrificó con toque por primera. Con Joseph en segunda Federico Velásquez (c) tronó un estacazo a lo profundo del jardín central ante el cual Agee ejecutó una atrapada muy cerca de la pared. Joseph pasó a tercera en pisa y corre. El manager Noga subió a la lomita. “It’s ok Nestor you’ve done a great job. Ahora es la hora del relevo”. Isaías bajó del montículo. Del bull pen llegó trotando Ken Rowe. El primer lanzamiento sirvió para dominar a Morales con roletazo a Helms. Mike Andrews abrió el cierre del noveno con sencillo. Johnson lo arrimó a segunda con toque de sacrificio. Rodolfo Fernández decidió que Tompkins le lanzara a Domingo Carrasquel (rf) con la primera libre y en conteó de una y dos despachó el imparable que le dio la victoria al Magallanes. Isaías espero a Rowe en las escaleras del dugout. “Buen trajo Ken”. Rowe se quitó la gorra. “No way Nestor. Trabajo bueno fue el tuyo”. Rowe se apuntó el triunfo. Tompkins salió derrotado. Isaías enfrentó 28 bateadores en 8.2 innings, permitió 1 carrera limpia, aceptó 5 imparables, ponchó 2, concedió 4 boletos. Bateó de 3-1. El sábado 27 de noviembre de 1965 Isaías se despidió de su familia. “Hasta el martes mamá”. Carmen acompañó a Isaías hasta la puerta de la calle. “Cuídate mucho por allá hijo”. Isaías se encontró con Josefa en la calle. “Hola señora Josefa ¿cómo está? ¿cómo está Fernandito?” “Hoola Isaías hasta que por fin te veo. Siempre me acuerdo de ti cuando veo la foto de Fernando tumbando los mangos. Ese muchacho es una cosa seria esta mañana me estaba enseñando la pelota que tu le regalaste. Cada vez que hablan de ti en el radio la saca y me dice ‘Mira mamá y yo tengo una pelota firmada por él’” Isaías alzó la maleta con la mano izquierda. “Bueno señora Josefa dele saludos a Fernandito”. “¿Para donde vas Isaías?” “Es que el domingo jugamos contra el Caracas en Maracaibo y el manager me quiere mandar antes para que me acostumbre al clima de allá”. Isaías atravesó la avenida y agarró un taxi. En el Nuevo Circo se montó en un carro y salió hacia Maracaibo. A las siete de la noche se bajó frente al hotel donde se alojaría. Un río de sudor surcaba el rostro de Isaías cuando se presentó en la recepción del hotel. El domingo salió a caminar por el centro en la mañana. En la tarde apareció por el estadio Olímpico con sus
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implementos deportivos. Trotó y corrió por espacio de hora y media. Al llegar al dugout trasegó como dos litros de agua del tubo de la regadera. En ese momento se estacionaba frente a la edificación el autobus del Magallanes. Jesús Aristimuño y Oswaldo Blanco bajaron entre los primeros. “Ah Isaías ¿todavía no te has quemado aquí en este calorón?” Aristimuño se acercó a Isaías. “Que va Willie. Yo lo que estoy es pendiente del juego de esta noche contra el Caracas”. El juego arrancó a las 8 de la noche. Abriendo el primer episodio, en conteo de 3 y 2, Victor Davalillo (cf) descargó un cuadrangular ante Isaías que salió del parque por el jardín izquierdo. Jack Damaska (2b) falló con rolata a Tommy Helms (ss). César Tovar conecto imparable luego fue out al tratar de robar segunda. Ken Harrelson (1b) soltó otro hit. José Tartabull tronó otro cuadrangular por la pared de la derecha. Caracas 3 Magallanes 0. En el cierre del tercer acto Mike Andrews (2b) falló con globo a César Tovar (rf). Domingo Carrasquel recibió boleto. Isaías entregó el segundo out con globo a René Lachemann (c). Tommie Agee (cf) siguió con sencillo. Helms lo imitó con otro metrallazo para impulsar a Carrasquel. Oswaldo Blanco largó doblete para empujar a Agee y a Helms con el empate. Luís Camaleón García (3b) bateó jonrón de para dar ventaja a Magallanes 5-3. Hilario Valdespino (lf) negoció pase gratis y explotó el abridor Victor Jiménez. Aurelio Monteagudo vino al rescate. Owen Jonson (c) lo recibió conn hit de piernas. Andrews entregó el último out. En el cierre del séptimo Tommy Helms la puso en órbita ante los envíos de Monteagudo. Magallanes 6 Caracas 3. Isaías (1-1) se ajustó a partir del segundo capítulo y colgó ocho arepas en las casillas del Caracas. Lanzó los 9 episodios, enfrentó 35 bateadores, permitió 3 carreras limpias, aceptó 10 incogibles, ponchó 3, concedió 1 boleto. Al entrar al dugout George Noga felicitó a Isaías. “Viste que valió la pena mandarte para acá desde el sábado”. Isaías sonrió y dejó el guante sobre una silla para tomar un poco de agua. Aquel domingo 04 de diciembre de 1965 Isaías se levantó a las seis de la mañana. Terció la toalla azul sobre su hombro derecho, buscó las chancletas bajo la cama y salió hacia el patio en pantalones cortos y franela. En la mano izquierda llevaba el cepillo y la pasta dental. El frío convirtió en neblina un estornudo que Isaías soltó al entrar al baño. Abrió la regadera y empezó a acercarse al aguahielo. “Toc, toc, toc”. “Quién está aquí. Apúrense que tengo una emergencia”. Isaías cerró la regadera. “Pasa, pasa Marilú”. “Muchacho tu te vas a congelar. Hay que tener brío para bañarse a esta hora con ese frío”. Isaías esperó a un lado de la batea. “Es que tengo juego a las once Marilú. Con ese chapuzón ya empiezo a prepararme para el juego”. Marilú abrió la puerta del baño. “¿Contra quien vas a lanzar hoy?” Isaías pasó al baño.“Contra los Cardenales”. Marilú extendió la mano al azulejo del bucare. “¿Contra ellos no fue que llegaste 1-1 al noveno inning hace como dos semanas y después te sacaron y el juego lo ganó otro pitcher? Isaías soltaba
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palabras entrecortadas llenas de agua fría. “Si. Vamos a ver si esta vez puedo completar el juego”. Marilú vio a Carmen entrar a la cocina y caminó hacia allá. “Tu vas a ver que si lo vas a completar. Y lo vas a ganar tambien”. Carmen llegó hasta la batea. “Isaías ¿cuantas arepas quieres?” “Dos mamá”. Isaías salió del baño. Abrió las arepas y las mordió en un santiamen. A las siete de la mañana ya salía listo del cuarto. “Hasta luego mamá. Chao Marilú”. Isaías entró al dugout del Magallanes a las siete y media. El manager todavía no llegaba. Sólo el cuidacuartos y el encargado del terreno andaban por ahí. El juego empezó a las once y cinco de la mañana. En la lomita larense anunciaron a Ron Tompkins el mismo del juego cerrado de hacía unos dias. En el cierre del segundo. Owen Johnson (c) y Mike Andrews (2b) negociaron boletos después de 1 out. Hilario Valdespino (lf) tiró sencillo para llenar las bases. Domingo Carrasquel (rf, 3b) reventó otro petardo por la derecha para empujar dos carreras. Isaías despachó otro imparable para remolcar a Valdespino con la tercera carrera de la entrada. Ahí explotó Tompkins y vino Paul Seitz a relevar. En el cierre del cuarto Andrews ganó la inicial por boleto luego del out de Johnson. Valdespino sonó doblete que llevó a Andrews a la antesala. Carrasquel recibió boleto intencional para llenar el cuarto de agua. Isaías falló con globo a la derecha. Tommie Agee (cf) disparó jonrón que fletó cuatro carreras más. Tommy Helms (ss) siguió la fiesta con doblete para explotar a Seitz. Victor Marcano vino al rescate. Oswaldo Blanco lo recibió con sencillo remolcador. Magallanes 8 Lara 0. Magallanes anotaría 2 carreras más en el séptimo y otra en el octavo. Isaías (2-1) lanzó los 9 innings, enfrentó 34 bateadores, no aceptó carreras, permitió 7 imparables, ponchó 4 , no regaló boletos, 1 golpeado. Bateó de 4-2, 1 empujada. Con esos nueve ceros Isaías completó 17 en forma consecutiva. Venía de lanzarle 8 ceros consecutivos al Caracas en Maracaibo. Tompkins resultó el pitcher perdedor. Isaías salió a la calle a media mañana del jueves 08 de diciembre de 1965. Subió hasta la bodega de la calle La Joya. Salió con medio litro de leche pasteurizada. En la esquina de la calle Las Mercedes sonaba una gaita de los Cardenales del Éxito. El sonido del furruco y los tambores resonaban en el ambiente navideño. Isaías se paró a conversar con un señor. “Que hubo Isaías ¿Vas a pichar esta noche?” “Si, hoy jugamos contra el Caracas”. Isaías regresó a la casa. “Mamá aquí tienes la leche”. Isaías siguió rumbo a su cuarto. Metió el uniforme en el maletín. Sacó el guante del escaparate y lustró los spikes. Se acercó hasta el comedor. “Hasta luego mamá”. “Dios te bendiga ”. A eso de las 12 y media Isaías entró al dugout del Magallanes. Se cambió en el baño y salió a trotar en los jardines. La soledad imperaba en cada rincón del Universitario. A la una llegó el manager del Caracas Regino Otero. A la una y media apareció George Noga. A las tres de la tarde Isaías tomó unos turnos al bate. El segundo intento lo rechinó contra la
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pared del jardín central. Jesús Aristimuño esperaba turno a un lado del plato. “Así es Isaías. Acuérdate de batear así esta noche en el juego”. Las ocho de la noche marcaron el primer lanzamiento del juego. El Caracas salió adelante con una carrera ante Isaías en el primer inning. Magallanes igualó en el inicio del tercero.En el cierre de ese capítulo los Leones marcaron la segunda rayita. En el sexto volvió a atacar Magallanes y marcó 3 carreras. Caracas replicó con una rayita ante Isaías en el séptimo. En el octavo Caracas embistió a Isaías y lo sacó del morrito. Ken Rowe vino a relevar. El inning terminó con un balance de 3 carreras que le dio cifras definitivas al encuentro. Caracas 6 Magallanes 4. Por el Caracas abrió Paul Linblad. Aurelio Montegaudo relevó en el quinto inning y fue el pitcher ganador para dejar su record en 6-0. Isaías Lanzó 7 innings, enfrentó a 28 bateadores, permitió 5 carreras, 4 limpias, aceptó 8 hits, recetó 1 ponche, regaló 1 boleto, incurrió en 1 wild pitch. Bateó de 3-1, anotó 1. Resultó el lanzador derrotado, su balance quedaba en 2-2. Por el Caracas Ken Harrelson y René Lachemann jonronearon ante Isaías. Por Magallanes Tommy Helms mantuvo el liderato de bateo al batear de 5-2. Victor Davalillo bateó de 4-2. La mañana del 14 de diciembre de 1965 un joven alto tocó a la puerta de la casa de la familia Chávez Silva. Una muchacha abrió la puerta “¿Qué desea señor?” “Buenos días ¿Se encuentra Isaías?” “¿De parte?” “De Jesús Aristimuño”. La muchacha le mostró la palma de la mano al joven y llegó hasta el cuarto de Isaías. “Isaías. Te buscan en la puerta”. Isaías se levantó de la cama “¿Quién es Zaira?” “Un tal Jesús Aristimuño”. Isaías metió el brazo en la manga de una camisa roja. “Dile que ya voy”. Isaías atravesó la sala abotonando la camisa. “Epa Willie ¿cómo estás? Ahora si nos vamos a comer los bistecs, con un mes de retraso pero ahí vamos”. Aristimuño sonrió y echó el pié izquierdo hacia atrás. “Cónchale Isaías. Quédate tranquilo vale. Yo mejor que nadie se que los compromisos del béisbol a veces no permiten que uno haga otras cosas”. Carmen pasó hacia el cuarto. “No te preocupes ¿Cómo es que te llamas tú?” Aristimuño dio dos pasos hacia delante y uno hacia atrás. “Jesús”. Carmen estrechó la mano de Aristimuño. “Desde anoche Isaías está hablando de un amigo de él que va a venir. Y que se van a comer unos bistecs. Así que quédate tranquilo”. Isaías salió a la calle. “Vente Willie”. Aristimuño llegó hasta la acera. “¿Para donde vamos Isaías”. “Ya vas a ver”. Caminaron como dos cuadras. EL sonido lacerante de una cierra de carnicería envolvía las voces. Isaías pasó al interior del local. “Buenos días José. Cónchale vale esa máquina hace mucho ruido”. El carnicero pasaba unas costillas de res por la sierra. “Hoola Isaías ¿en que andas?” “Necesito un kilo de bistec”. José apagó la sierra. “Vas a tener que esperar. Tengo que entregar este pedido antes de las diez”. Isaías sacó un cuchillo de la pared. “No hay problema José. Yo mismo saco los bistecs”. Isaías rebanó las piezas de carne que necesitaba con la precisión con que
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ponía la pelota en la zona de strike. Aristimuño asomó la cara a través de la puerta. “Caramba Isaías. No sabía que tambien te defiendes cortando carne”. Isaías señaló hacia la puerta. “Conoce a Willie, José. Es un compañero del Magallanes”. Isaías empaquetó la carne y regresaron a casa. Carmen preparó los bistecs con bastante cebolla y arroz. A eso de las doce y media Isaías y Aristimuño salieron de la casa. “Hasta la noche mamá”. Aristimuño e Isaías entraron al estadio a la una de la tarde. El manager George Noga revisaba el estado del cuadro interior. Hablaron un rato con él y se fueron a trotar en los jardines. El juego arrancó a las ocho de la noche. Isaías rivalizaría con Darrell Brandon de La Guaira. En el primer inning Tommy Helms (ss) soltó sencillo Tommie Agee (cf) la sacó de jonrón por el left field. Magallanes 2 La Guaira 0. Abriendo el tercero Hiraldo Ruíz (2b) se embaso en jugada de selección al forzar a Brandon en segunda. José Martínez (3b) conectó línea al center field que Agee no pudo manejar permitiendo la carrera de Ruíz. En el séptimo episodio Helms conectó doble. Agee siguió con sencillo. Camaleón García (3b) sonó imparable a la derecha para impulsar a Helms. Al abrir el octavo Ángel Bravo (cf) despachó cuadrangular por el centro. Bob Burda (1b) disparó sencillo. Noga entró al montículo y relevó a Isaías con Ken Rowe. John Bateman (c) descargó soberbio vuelacercas para recibir a Rowe. Magallanes empató en la conclusión del octavo y expulsó a Brandon del montículo.Carrao Bracho vino al rescate. Marcel Guilbault relevó a Rowe en el noveno. En el cierre de ese noveno Chris Maneff relevó al Carrao. En el comienzo del décimo inning Ruiz conectó un globo detrás de segunda que se convirtió en doble. Bateman remolcó a Ruiz con sencillo de sentenciar el partido. La Guaira 5 Magallanes 4. Isaías lanzó 7.2 innings enfrentó 28 bateadores, permitió 3 carreras, 2 limpias, aceptó 8 imparables, ponchó 4, regaló 2 boletos. Participó en 1 dobleplay. Guilbault perdió el juego. Por La Guaira ganó Chris Maneff en relevo de 2 innings. El 20 de diciembre de 1965 Isaías salió hacia el estadio como a las 9 de la mañana. Carmen lo agarró del brazo. “Mira mijito. ¿Tu te piensas mudar para el estadio? Tu siempre te vas como al mediodía”. Isaías pasó su brazo izquierdo por la espalda de Carmen. “No me voy a mudar para el estadio mamá. Lo que pasa es que hoy es el Juego de las Estrellas y hay una serie de actos antes del juego”. Carmen enfocó la mirada en el rostro de Isaías. “¿Y los peloteros tienen que estar en esos actos?” “Claro mamá. Van a hacer varias competencias entre los peloteros. Bueno voy saliendo”. “Cuidate mucho hijo”. Isaías se fue caminando por la Francisco de Miranda. Al llegar a Chacaito entró en una juguetería. “¿Cuánto cuesta esa muñeca de los ojos marrones?” El dependiente bajó la muñeca con un palo. “Diez bolívares”. Isaías tocó el vestido de cuadros y flores de la muñeca y miró hacia la vitrina. “¿Y esos carritos? “Esos cuestan doce bolívares”. Isaías
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escogió el papel de regalo y envolvió los juguetes. Después sacó un billete verde y uno azul de la cartera. “Señor cóbrese”. El dependiente le entregó el vuelto. Isaías salió a la calle y siguió caminando hasta los alrededores del estadio Universitario. Entró al dugout. Se acercó al manager de la selección de las Estrellas Centrales. “¿Cuántos innings voy a lanzar?”. “Los tres primeros ¿Por qué?” Isaías empezó a sacar el uniforme del maletín. “Es que necesito irme después que termine de pitchear”. El manager frunció el ceño. “¿Y por que te tienes que ir antes que termine el juego?” “Es que tengo que hacer una visita en el hospital”. “Voy a hacer una excepción porque se trata de una causa mayor. Pero los jugadores no se deben ir del estadio hasta que no se cuelgue el último out”. El manager salió al terreno. El juego empezó a las 8 de la noche. Isaías abrió por las Estrellas del Centro. Graciliano Parra comenzó lanzando las serpentinas por las Estrellas del Zulia. En el primer inning retiró en fila a Nelson Castellanos (ss), César Gutiérrez (3b, lf) y Ángel Bravo (lf, cf). En el cierre del primero César Tovar (cf) negoció boleto. Pasó a segunda mediante robo. Llegó a tercera con rolata por el medio del infield de Gustavo Gil (2b). Anotó cuando Oswaldo Blanco (1b) la rodó por segunda base. En el segundo inning Isaías siguió su dominio al retirar a Victor Davalillo (cf, 1b), José Herrera (2b) y Luis Urdaneta (rf). En el cierre del tercero Isaías completó su tercer paso de conga al poner fuera a Dionisio Acosta (1b), Víctor Colina (c) y Graciliano Parra. Allí terminó su labor. Los centrales marcaron 2 rayitas en el tercero. Victor Jimenez relevó a Parra en el cuarto inning. Los zulianos colocaron el juego 3-1 en el cuarto ante los envíos de Roberto Muñoz. Los centrales anotaron 2 más en el sexto ante el relevista Urbano Lugo. Enrique Salazar relevó a Lugo en el séptimo capítulo. Los zulianos marcaron 1 en el séptimo y otra en el noveno ante Juan Quintana. Isaías se apuntó la victoria en trabajo de 3 innings, enfrentó 9 bateadores, no permitió carreras ni imparables, tampoco concedió boletos, ponchó 2. Parra salió derrotado. Isaías cambió el uniforme por ropa de paisano, salió a la calle y tomó un taxi. “Señor cuanto vale una carrera hasta el Hospital Ortopédico Infantil”. El taxista se quedó mirando el tablero. “Un fuerte”. Isaías abrió la puerta trasera del vehículo. A las nueve de la noche entró a la recepción del Hospital. “Buenas noches. Vengo a traerle unos regalos a unos niños”. La recepcionista terminó de escribir en un papel. “Buenas noches señor ¿cómo se llaman los niños?” “Solo quiero entregarles los regalos, el nombre es los de menos”. La recepcionista fijó la mirada en Isaías. “Señor ¿por qué hace esto?” “Me siento feliz viendo la sonrisa de un niño”. La rececpcionista se levantó y empezó a subir unas escaleras. “Venga conmigo”. Al llegar al primer piso oyeron unos gritos. “Ayyy, ayyy mamá. Yo no quiero hacer eso”. Isaías llamó a la recepcionista. “Quiero entrar aquí”. La mujer abrió la puerta. Sobre una cama una enfermera masajeaba la rodilla inflamada de una niña de cuatro años. Isaías se acercó a la cama. “Hola nené ¿cómo estás?” La niña detuvo el llanto. “¿Quién eres tú?” “Un amigo que te mandó el niño Jesús”. “¿Y me trajiste un regalo de Navidad?” Isaías sacó una caja forrada
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de pelotas y cuadritos. “Si toma ábrelo”. La niña despegó el papel de la caja. Sus ojos saltaron ante la aparición de la muñeca. “Una muñeca”. La enfermera colocó una pomada blanca sobre la rodilla de la niña “Manuela ¿cómo se dice?” La niña volteó hacia Isaías. “Muchas gracias ¿cómo se llama usted?” “Isaías”. “Muchas gracias Saía”. A la nueve de la mañana del 22 de diciembre de 1965. Isaías terminó de desayunar. Fue al cuarto y salió con el maletín sobre el hombro. “Mamá voy saliendo para Barquisimeto”. Carmen dejó una arepa a medio raspar en el budare. “Muchacho ¿y ahora vas a coger de irte para el estadio a media mañana?” Isaías regresó y abrazó a Carmen. “Lo que pasa es que el viaje hacia Barquisimeto dura como dos horas y tenemos que llegar allá con tiempo de llegar al hotel y despues ir a practicar”. El autobús del Magallanes salió del Universitario como a las diez de la mañana. El chofer enfiló la autopista del centro y luego la carretera que los llevó Barquisimeto. A eso de las dos de la tarde pasaron frente al Obelisco. Una muchedumbre llamó la atención de los pasajeros. El chofer se detuvo un momento. “Es un palo encebao”. Los peloteros bajaron y vieron como varios muchachos y hombres se turnaban en el afán de alcanzar los premios al final del palo. A los cinco minutos George Noga subió al estribo del bus. “It’s time to go”. Magallanes llegó al estadio Barquisimeto a las dos y cuarenta de la tarde. El juego empezó a las ocho de la noche. Ken Sanders abrió por Cardenales y Gary Waslewski por Magallanes. El juego detuvo su marcha en dos ocasiones. Primero por una falla de alumbrado eléctrico. Luego el público le lanzó botellas a Tommie Agee en el center field. Federico Velásquez receptor dominicano resultó el más destacado a la ofensiva por Lara. Bateó de 5-3 con 2 empujadas. El tambien dominicano Ricardo Joseph conectó un laberíntico vuelacercas por el left field. Por Magallanes Tom McCraw bateó de 3-3 y César Gutierrez bateó un cuadrangular entre left y center. Lara ganó 9-5. Ron Tompkins fue el pitcher ganador en relevo (7) de Sanders. El perdedor resultó Ken Rowe (7) en relevo de Waslewski y Grover Hill (5). Rowe a su vez fue sustituído por Isaías en el séptimo episodio y Graciliano Parra lanzó el octavo. Isaías enfrentó 2 bateadores en 2 tercios de inning, no permitió carreras, ni imparables, ponchó 1. Fernandito empuñaba un palo de escoba a un lado de la calle. En la acera de enfrente Isaías ensayaba a lanzarle unas chapas de refrescos en curva. Las sombras de las 8 de la mañana del 26 de diciembre de 1965 demarcaban los techos de las casas sobre la mitad de la calle Las Mercedes. Sebastián salió a la puertra de la calle. “Isaías ven acá”. Isaías llegó con dos tapitas de cola Dumbo en la mano. “Dime papá”. “Tu sabes que lanzar esas chapitas no le hacen bien al brazo. Es un esfuerzo brusco que te puede dañar los tendones de la muñeca”. Isaías empezó a caminar hacia el sitio donde estaba Fernandito.
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“No seas exagerado papá”. A las nueve de la mañana Valerio se acercó. “Mira ¿y tu no tienes juego hoy? Isaías tomó su maletín y salió hacia el estadio. “Bendición mamá”. Carmen se persignó y le lanzó un beso. El autobus dejó a Isaías en Plaza Venezuela a las nueve de la mañana. Llegó al estadio como a las nueve y cuarto. Abrió el maletín y no encontró ni el guante ni los spikes. El manager Noga lo llamó desde la entrada del dugout. “Isaías. It’s time to start warming up”. Isaías caminó hasta el banco donde estaba sentado Noga. “Me disculpa pero se me olvidó el guante y los spikes en la casa”. “Well hurry up Isaías. Anda a buscarlos que el juego comienza en menos de dos horas”. Isaías salió del estadio y detuvo un taxi. “Por favor rápido a la calle Las Mercedes de Chacao. Llegó a la casa a un cuarto para las diez. Carmen escogía unas caraotas en la mesa del comedor. “¿Qué pasó muchacho?” “Se me quedó el guante y los zapatos”. Isaías metió los implementos en el maletín y enfiló hacia la puerta. “Nos vemos mamá”. El taxi lo esperaba en la calle. Regresó al estadio como a las diez y 20. Mientras se cambió se hicieron las diez y media. El manager Noga fue a hablar con el árbitro principal. “Por favor, nos podría dar unos diez minutos para que nuestro pitcher se ponga a tono. Es que tuvo un inconveniente y debió regresar a su casa”. El árbitro sacó una libreta del bolsillo del pantalón. “Está bien. Pero sólo diez minutos”. Noga corrió hacia el dugout. “Vamos Isaías anda a calentar que el árbitro nos dio 10 minutos. Isaías salió a correr por los jardines. Cuando regresó ya el árbitro estaba llamando a jugar. Isaías se fue al montículo moviendo el brazo de lanzar en círculos. El juego comenzó a las once y diez de la mañana. Por los Tigres abriría William Short. En el primer inning Felix Santana (2b) conectó sencillo. Fue sorprendido en segunda en intento de robo. Pastor Romero (rf) y Roberto Peña (ss) siguieron con sencillos. Paul Casanova (c) bateo hit de piernas, J.M. Tovar (3b) impulsó a Romero con incogible, Olinto Rojas ( lf)sonó otro imparable impulsor de Peña. Grover Hill vino a relevar. Fernando Simza (1b) destapó un doble a la derecha que remolcó a Casanova y a Tovar. Isaías salió del partido.. Magallanes sólo pudo ligar ante Short en el sexto episodio mediante imparables corridos de Domingo Carrasquel (quién salió como emergente por Hill), Tommie Agee (cf) y Camaleón García (3b). Short lanzó completo. Isaías perdió (23) el juego en una labor de 1 tercio de inning, enfrentó 6 bateadores, permitió cuatro carreras limpias, aceptó 6 inatrapables, y concedió 1 boleto. La serenata de las chicharras contapunteaba con los trinos de los pájaros. El sol decantaba hasta el suelo de hojas secas del patio. Isaías adelantaba tres pasos y se agachaba entre los troncos de los árboles. Esas primeras horas matinales del martes 28 de diciembre de 1965 soltaban el frío en finas partículas de cielo que llegaban entre las hojas más altas de los árboles. Sebastián tocó el hombro de Isaías. “Buenos días ¿en que andas?” “Hola papá. Estoy viendo quien se cansa primero entre aquel arrendajo, aquel
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turpial y las chicharras”. Sebastián se recostó en el tronco del mango y trató de divisar los pájaros. “¿Cuál de ellos canta mejor?” “Aquel cucarachero”. “Pero bueno que es lo que pasa contigo Isaías”. “Shhh mira papá. Llegó una paraulata”. Sebastián se acercó a Isaías. “´¿Donde está?” Isaías se mordía la lengua. “Mira ¿tu ves aquella rama donde están los mangos pintones?” “Ajá”. Carmen se apareció por detrás de padre e hijo y sorprendió la sonrisa pícara de Isaías. “Caraj Sebastián. Isaías te está mamando gallo. Míralo como se retuerce de la risa”. Isaías largó la carcajada. “Te agarré por inocente papá”. Sebastián se pasó la mano por la frente. “A ti quien te puede agarrar por inocente esta noche son los Tiburones. Mira lo que te pasó el domingo con los Tigres. Ni siquiera terminaste el primer inning”. Isaías dio dos palmadas en la espalda de Sebastián. “Pero como tu me lo estás diciendo aquí. Va a ser muy dificil que me vaya a pasar hoy lo mismo que el domingo. Además hoy no me toca abrir”. Después del almuerzo Isaías se vistió y salió para el estadio. “Nos vemos después del juego mamá”. Isaías entró al dugout del Magallanes a las 2 de la tarde. Conversó un rato con George Noga y luego se fue a correr y a soltar el brazo. El juego empezó a las ocho de la noche. En el cierre del primer episodio Tommie Agee (cf) conectó sencillo ante Chris Maneff. Hilario Valdespino (lf) sonó otro imparable después de los outs de Tommy Helms (ss) y Tom McCraw (rf). Camaleón García (3b) despachó doblete impulsor de las dos primeras carreras del encuentro. Al abrir la tercera entrada Ángel Bravo (lf) negoció boleto. Gary Waslewski el pitcher abridor del Magallanes lo sorprendió en la inicial. Luis Aparicio (ss) conectó sencillo al centro. Pasó a segunda por wild pitch. Siguió hasta tercera cuando el catcher Jim Napier lanzó mal a la intermedia. Bob Burda (1b) sonó hit en línea que el pitcher no pudo detener. Aparicio anotó la primera de La Guaira. Bob Perry (cf) falló con rolata a tercera. Curt Motton (rf) recibio boleto de explotar a Waslewski. Isaías vino a relevar y permitió sencillo a José Herrera (2b) que impulsó la carrera de Burda para igualar las acciones. En la parte de arriba del cuarto episodio Hilario Valdespino ganó la inicial por boleto y estafó segunda. Camaleón García soltó sencillo para llevarlo a tercera. Oswaldo Blanco (1b) roleteó por el campocorto. Aparicio forzó a Camaleón en segunda mientras Valdespino anotaba. El camarero César Gutiérrez destapó otro sencillo y Blanco pasó a segunda. Napier empujó la cuarta del Magallanes con otro sencillo que sacó del montículo a Chris Maneff. Juan Campos llegó a relevar. Isaías le sonó un largo estacazo para remolcar la carrera de Gutiérrez. En el quinto Helms sonó su primer imparable del partido y robó segunda. Tom McCraw la sacó de cuadrangular para ubicar al Magallanes7-2 sobre La Guaira. En el sexto capítulo Agee tronó su décimo cuadrangular de la temporada con Napier en segunda. Magallanes 9 La Guaira 2.En el cierre del séptimo Juan Quintana relevó a Campos. En la apertura del octavo Perry, Motton y Herrera despacharon sencillos para troquelar la tercera rayita litoralense. Luego Isaías ponchó a Chico Ruíz. Armando Ortíz bateando de emergente por el catcher Francisco
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Borges tiró otro petardo para llenar las bases. Tony Pacheco trajo de emergente a Manuel Cocaina García y pegó otro hit para empujar la cuarta de La Guaira en los ganchos de Motton. Ken Rowe relevó a Isaías. Ángel Bravo la rodó por las paradas cortas y al forzar a Ortíz en la intermedia Herrera anotó la quinta rayita de La Guaira. Héctor Brito lanzó el octavo por La Guaira. Isaías ganó (3-3) el juego en trabajo de 4.2 episodios, enfrentó a 22 bateadores, permitió 3 carreras limpias, aceptó 8 imparables, ponchó 5, no concedió boletos. Bateó de 1-0 con 1 remolcada. Isaías abrió la puerta con sigilo. Sacó un pie hacia la acera. “Epa mira. ¿Para donde vas tu tan temprano chico?” Carmen salió detrás de la puerta de su cuarto. Una cobija enrrollada sobre el vestido repelía el frío despiadado del amanecer del 05 de enero de 1966. “Voy un momento al Hospital Ortopédico Infantil. Es que se me olvidó entregar este regalo”. Isaías levanto la bolsa marrón de papel. “Pero espérate un momento vale. A lo mejor esos niños todavía están durmiendo”. “Que va mamá. Ellos se la pasan jugando desde muy temprano. Eso me lo contó una enfermera. Tu sabes que me tengo que desocupar temprano porque a partir del mediodía tengo mi compromiso con la pelota”. Carmen caminó hasta la puerta y abrazó a Isaías. “Anda con Dios ”. Isaías llegó en un taxi al hospital. La recepcionista se levantó al verlo y lo llevó al primer piso. Dos enfermeras lo trasladaron a una habitación donde un niño de unos siete años jugaba a las adivinanzas con un compañero de cuarto. Las sillas de ruedas saltaban con cada acertijo. “Buenos días muchachos”. Los niños voltearon asustados. “No, no dejennos tranquilos. No nos vayan a hacer doler las piernas”. Las piernas inválidas de los niños colgaban de las sillas. Isaías se acercó. “¿No quieren jugar con unos carritos que les mandaron los Reyes Magos?” Una de las enfermeras colocó de frente las sillas. “Mira Luisito, el señor les trajo un regalo”. Isaías abrió la caja y sacó cuatro carritos. Luisito templó a su compañero por un brazo. “Mira Cheo los carros de la calle”. Cheo encaró a Isaías. “¿Y cuando vio usted a los Reyes Magos?” “Esta mañana en el patio de mi casa”. Isaías entregó un Cadillac y un Ford a Luisito y una camioneta y un Oldsmobile a Cheo. Los niños no cabían de gozo. El cuarto se llenó de simulaciones de sonidos de motores. La enfermera detuvo la celebración. “Un momento ¿Qué se dice cuando a uno le regalan algo?” Los niños bajaron la mirada. “Muchas gracias”. Isaías jugó un momento con los niños. “¿Me prometen que se van a portar bien y van a hacer todos sus ejercicios?” Los niños inflamaron sus pulmones. “Siiii”. Isaías regresó a casa para almorzar. A las 12 y media salió hacia el estadio. Esa tarde corrió desde la raya del left field hacia el right unas nueve veces. El manager lo tuvo que llamar. “It’s ok Isaias. No te canses antes del juego”. El encuentro empezó a las 8 de la noche. Por el Valencia Industriales abriría el estelar Steve Hargan. En la apertura del segundo episodio Lee May (1b) dio ventaja a los
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Pericos con cuandrangular ante Isaías por el campo central. En el cuarto inning Tommie Agee (cf) ligó sencillo y estafó segunda después de 2 outs. Tom McCraw (rf) negoció boleto. Camaleón García (3b) bateó un rolling que le hizo un extraño a Gustavo Gil (2b) en el momento en que iba a tomar la pelota. El batazo se convirtió en hit y Agee anotó el empate. Cerrando el quinto capítulo Jim Napier (c) soltó sencillo al campo central. Domingo Carrasquel (2b) fue victima de un notable engarce de Luis Rodríguez en el jardín derecho. Un wild pitch de Hargan llevó a Napier a la intermedia. Isaías despachó el hit de oro hacia el centro ante una recta con velocidad de Hargan. Magallanes 2 Valencia 1. En el comienzo del octavo tramo Cesar Gutiérrez engarzó un roletazo violento de Gustavo Gil que pudo igualar el partido porque había dos corredores en las bases. En el dugout Isaías revisó el guante de Gutiérrez. “¿Dónde es que tienes el imán escondido?” Isaías ganó (4-3) en labor de 9 entradas, enfrentó a 32 bateadores, permitió una carrera limpia, acepto 7 hits, ponchó 7, no regaló boletos. Hargan perdió en buena lid enfrentado a 29 bateadores en 9 entradas, permitió 2 carreras limpias, aceptó 7 hits, ponchó 7, regaló 3 boletos. Bateó de 3-2 y empujó una carrera. Isaías levantó el auricular y marcó el teléfono. “Aló es la familia Alcántara”. Carmen pasó rumbo a la cocina. “El que se ríe solo anda en picardías”. Isaías volvió a marcar el mismo número. Unas esferas de luz matutina del 12 de enero de 1966 jugaban sobre el teléfono. “Hola. Como estás Carmen Elena ¿Nos vemos un momento en el Parque Miranda?”. Isaías colgó y salió embalado hacia la puerta. “Ya vengo mamá”. Los pasos de Isaías en la acera competían con la marcha inexorable de los carros en la avenida. A las nueve de la mañana llegó al Parque Miranda. Se quedó dando vuelta entre los árboles de la entrada. Diez minutos después apareció la delgada silueta de Carmen Elena “Hola Isaías. Caramba vale, desde que comenzó el campeonato ni el Presidente de la República es tan dificil de ver”. Isaías se acercó a menos de diez centímetros. “No seas exagerada. Tu sabes que siempre estoy pendiente de ti”. Carmen Elena empujó a Isaías. “Uuju. Voy a tené que tomar un curso de telepatía”. El radio de un carro soltaba las modulaciones de una canción de Cherry Navarro: “Sunny…Gracias por los besos de ayer…Sunny tu risa causa en mi gran emoción…(17)” Isaías y Carmen Elena empezaron a caminar de regreso a Chacao. Se despidieron en la entrada de la casa de la muchacha. “Nos vemos luego Carmen”. “Eso espero”. Isaías siguió hasta su casa. Entró al cuarto y terció el maletín en su hombro. “Mamá ya me voy para el estadio”. “Que Dios te ampare”. Isaías hizo el primer lanzamiento ante los Tigres de Aragua a las 8 y 3 minutos de la noche. Magallanes picó adelante ante los envíos de Héctor Urbano en el cierrre del tercer innning. Tito Fuentes (2b) sonó doble al left field. Pasó a tercera mediante rolling de Tom McCraw (rf) y anotó por wild pitch de Urbano. Abriendo el cuarto Ricardo Carty (1b)
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enderezó una recta baja de Isaías y la sacó de jonrón para igualar el partido. En el noveno entraron a relevar Grover Hill por Isaías e Ignacio Flores por Urbano. En el decimo Carty volvió a llevarse la cerca para decretar la victoria de los Tigres 2-1. Isaías lanzó 8 entradas, enfrentó a 31 bateadores, permitió 1 carrera limpia, aceptó 8 imparables, ponchó 8, concedió 2 boletos (1 intencional), incurrió en 1 wild pitch. Flores se apuntó la victoria. Hill resultó el pitcher derrotado. Valerio pasó hacia el baño. Se detuvo al atisbar una sombra conocida en el patio. Se fue acercando entre las hojas secas llenas de rocío y el frío tembloroso de las primeras luces del sábado 16 de enero de 1966. “Ajá, dobla más Isaías. Acuérdate de lo que te dijo Marichal allá en Santo Domingo. Además tienes que tratar de no lanzar tan seguido esa recta que baja. Rico Carty se dio cuenta de eso y se sentó a esperarla”. Isaías lanzó una semilla de mango por enésima vez contra la pared del fondo. “¿De verdad tu crees que por eso fue que Carty me dio ese jonrón?” Valerio agarró una piedra pequeña y la escondió en la mano. “Tienes que mantener la bola dentro del guante hasta que te sea posible”. Isaías miró hacia la cocina y se dirigió al baño. Se dio una ducha y desayunó. “Hoy nos vemos más temprano mamá. El juego comienza a las 6 y media”. En el dugout magallanero se respiraba la fragancia de la clasificación. George Noga sonreía hablando con Tommie Agee y César Gutiérrez. Isaías se vistió y salió a prepararse para el encuentro como a las dos de la tarde. El juego empezó. Chris Maneff e Isaías mantuvieron el juego en blanco hasta el cuarto episodio. Allí Hilario Valdespino (lf) sonó sencillo a la derecha, se robó segunda y anotó con hit de Oswaldo Blanco (1b). Cerrando el sexto capítulo Luis Aparicio (ss) conectó sencillo y se robó la intermedia. John Bateman (c) disparó otro imparable impulsor de la carrera de Aparicio. En la parte alta del séptimo César Gutierrez (ss) despachó doble. Isaías siguió consencillo que llevó a Gutiérrez a tercera. Tito Fuentes disparó doblete. Tom McCraw (rf) recibió boleto intencional. Tony Pacheco llega al montículo para llevarse a Maneff. Darrell Brandon viene a relevar. Tommie Agee (cf) batea elevado de sacrificio a la izquierda que trae la carrera de Isaías. Magallanes 3 La Guaira 1. En el cierre del séptimo Bob Burda (1b) suena doble. José Herrera (2b) lo imita para poner el juego 3-2. Armando Ortíz (rf) la rodó por tercera y Camaleón incurrió en error que dejó hombres en los ángulos. Ortíz robó segunda. Ángel Bravo (cf) sonó otro doblete que puso el juego 4-3 y sacó a Isaías del montículo. Grover Hill vino al rescate para ponchar a Hiraldo Ruíz (3b). En la apertura del noveno Marcel Guilbault emergió por Hill y soltó hit al centro. Jesús Aristimuño entró a correr por Guilbault. Fuentes se sacrificó para poner al corredor en segunda. McCraw llevó a Aristimuño a tercera con rolling por segunda. Agee rechinó doblete a la izquierda para igualar el partido. Camaleón disparó el hit de oro que empujó a Agee. Gary Waslewski lanzó el noveno por Magallanes. Hill se apuntó la victoria que clasicó a
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Magallanes al play off. Brandon fue el perdedor. Isaías lanzó 6.1 innings, enfrentó 25 bateadores, permitió 4 carreras, 3 limpias, aceptó 6 imparables, ponchó 2, regaló 3 boletos. Bateó de 3-1, 1 anotada. El 18 de enero de 1966 llegan los lanzadores Rubén Gómez y Palillo Santiago procedentes de Puerto Rico para reforzar al Magallanes. El 19 de enero llega el tambien pitcher Bruce Howard para reforzar a los Navegantes. Carmen llevó dos arepas con caraotas para la mesa. Isaías mordió el maíz compactado de la concha repetidas veces. La claridad del día titilaba entre el frío de las siete de la mañana del 23 de enero de 1966. Isaías salió de su cuarto listo para salir. “Mamá ya me voy. Acuérdate que hoy vamos para Maracay”. El autobus del Magallanes se estacionó en el José Pérez Colmenares a las once de la mañana. Los peloteros se quedaron en el dugout hasta las tres de la tarde. El sol crepitaba en cada espacio del estadio. Las seis y cuarto vieron elprimer lanzamiento de Freddy Rivero. En el primer inning Los Navegantes marcaron 5 carreras apuntalados por un jonrón de Tom McCraw (rf) y un triple de Cesar Gutiérrez (ss). Héctor Urbano relevó a Rivero en el segundo acto. En ese episodio Tommie Agee (cf) bateó sencillo. Tito Fuentes (2b) lo imitó. McCraw roleteó por segunda y Felix Santana (2b) cometió error que permitió la carrera de Agee. En el cierre de ese inning Ricardo Carty (1b) negoció boleto. Santana la rodó por el cuadro y Carty pasó a segunda. Paul Casanova (c) despachó incogible impulsor de Carty. Magallanes 6 Aragua 1. En el cuarto McCraw, Camaleón García (3b), Hilario Valdespino (lf) y Oswaldo Blanco (1b) combinaron hits para producir 2 carreras. Al cerrar el inning Santana despachó doblete. José Manuel Tovar (3b) lo remolcó con sencillo. En el quinto Carty tronó doblete remolcador de 2 carreras. Magallanes 8 Aragua 4. Delano Hill relevó a Isaían en el sexto episodio. En el séptimo Roberto Peña (ss) negoció boleto. Carty sonó otro doble impulsor. En el noveno César Gutierrez conectó doble. Victor Colina siguió con imparable. El relevista Numa espina incurrió en wild pitch y Gutiérrez anotó. Magallanes 10 Aragua 5. Con este triunfo Magallanes igualaba un record propio de victorias seguidas con 8. Establecido en 1948 e igualado en 1954. Isaías fue el pitcher ganador (5-3). Lanzó durante 5 episodios, enfrentó 22 bateadores, permitió 4 carreras, 3 limpias, aceptó 7 hits, ponchó 2, concedió 2 boletos. Por los Tigres perdió Freddy Rivero. Un olor de huevos revueltos calentó la mañana del 01 de febrero de 1966. Isaías entró a la cocina frotándose las manos. “Sniff, aah. Vamos a comer el mejor revoltillo del mundo. ¿Sabes lo que más me gusta de ese revoltillo Carmen Silva? El toque de pimienta. Carmen apagó la hornilla y bajó el sarten de la cocina. “Bueno come bien para que
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controlen a esos Tiburones esta noche”. Sebastián subió el escalón de la cocina con el crujir metálico de las muletas. “Es verdad Isaías. Magallanes no puede desaprovechar esa ventaja que tomó en esta semifinal. Con ese trabajo inmenso de Palillo Santiago en los 2 primeros juegos, lo menos que pueden hacer ustedes es rematar para que el equipo pase a la final”. Isaías degustó el revoltillo y se fue al cuarto. A las diez de la mañana pasó por comedor con su maletín deportivo. “Mamá ya voy saliendo para el juego”. Carmen se apresuró hasta el comedor. “Que todo les salga bien mi amor”. En el dugout del Magallanes había ambiente de grandes logros. El manager Noga hablaba con Bruce Howard, el abridor de esa noche. Isaías pasó a un lado. Noga lo llamó. “You have to be ready because you’ll be my first reliever tonight”. El juego empezó a las 8 de la noche. Darrel Brandon abrió por La Guaira y se enfrascó en un duelo con Howard. En el comienzo de la cuarta entrada Luis Aparicio (ss) se apoderó de la inicial por error de Tito Fuentes (2b). José Martinez (3b) recibió pelotazo. John Bateman (c) remolcó la rayita de Aparicio con sencillo a la izquierda. Abriendo el séptimo Chico Ruíz (2b) negoció boleto. Darrell Brandon descargó cuadrangular entre el jardín central y el derecho. Noga salió a la lomita, sacó a Howard y trajo a relevar a Isaías quién controló la situación. En el cierre del séptimo Tommie Agee (cf) llegó a primera por boleto. Camaleón García lo forzó en segunda con rolling a Ruíz (2b). Hilario Valdespino (rf) despachó doblete a la izquierda para llevar a Camaleón hasta la antesala. Oswaldo Blanco (1b) empujó la carrera con infield-hit. Tony Pacheco salió para relevar a Brandon con Marcelino López. Este último vino imbateable para ratificar la primera victoria de La Guaira en la serie. La Guaira 3 Magallanes 1. Isaías lanzó1.2 episodios perfectos. Grover Hill lanzó el noveno. Un sonido seco retumbaba en las paredes del patio. Valerio lanzó una piedra que pegó en el cuerpo del neumático. Isaías metió otra dos centímetros más afuera. El frío de las siete de la mañana del 03 de febrero de 1966 llenaba las piedras de rocío. “No, no. Valerio esa no se vale la piedra se me salió de las manos”. Sebastián adelantó varios metros hasta el fondo del patio. “Miren muchachos del carrizo. Están despertando a media calle con esos trancazos que le están dando a ese caucho en la pared. Valerio anda a ver, que tu mamá necesita que le vayan a hacer un mandado. Y tu Isaías, deberías guardar esa puntería para esta noche, para ver si Magallanes reacciona y le puede ganar el bonito a La Guiara”. Valerio detuvo sus pasos. “De verdad que La Guaira ha empatado la serie y luce un equipo que viene con todo. Esa jugada que hizo Curt Motton en el juego de anoche para agarrar esa pelota lanzándose en la grama levanta a cualquier equipo”. Isaías tiró el resto de las piedras por detrás de la mata de mango. “Pero van a tener que echarle bolas esta noche para ganar el juego”. Isaías entró al baño. En quince minutos salió temblando hacia la
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cocina. “Mamá donde está el café”. “Aquí tienes”. A las diez y media salió de la casa. “Nos vemos esta noche mamá”. Solo le tomó diez minutos en llegar al Universitario. En el dugout del Magallanes George Noga discutía algunas estrategias con los jugadores. “No se dejen arrastrar por lo que hacen ellos. Hagan su juego que ustedes les pueden ganar”. A las ocho de la noche empezó el juego. En la apertura de la tercera entrada Chico Ruíz (2b) soltó doblete ante Palillo Santiago. Ángel Bravo (cf) conectó sencillo a la derecha. José Herrera (rf) la rodó por el montículo. Santiago forzó a Bravo en segunda. El tiro de Tito Fuentes a primera se le cayó a Oswaldo Blanco y Ruíz entró en carrera. En el cierre del tercero Jim Napier (c) disparó sencillo al centro. Santiago se sacrificó. Fuentes despachó triple a lo profundo del jardín izquierdo y remolcó a Napier. Tom McCraw (rf) elevó de sacrificio a la izquierda para traer la carrera de Fuentes. Abriendo el cuarto episodio John Bateman (c) sonó sencillo. Curt Motton (lf) roleteó por la antesala y forzaron en segunda a Bateman. Bob Burda (1b) elevó al short. José Martínez(3b) negoció boleto. Ruíz conectó hit al centro para empujar a Motton. En la apertura del sexto Bateman y Motton batearon sencillos. Burda dio roletazo por segunda para avanzar los corredores. Napier incurrió en pasbol ante lanzamiento pegado de Santiago. Bateman anota la tercera de La Guaira. Martínez recibe boleto para poner hombres en primera y tercera. Ruiz se apuntó hit de piernas por segunda y anotó Motton. Marcelino López (p) destapó sencillo al centro para remolcar a Martínez. El manager noga subió a la loma para llevarse a Santiago. Grover Hill entró a relevar. La Guaira 5 Magallanes 2. En el cierre del sexto McCraw despachó doble. Tommie Agee (cf) sonó sencillo. McCraw pasó a tercera. Camaleón García bateó elevado de sacrifio para remolcar a McCraw. Al abrir el octavo Martinez negoció boleto. Marcelino templó un triple para impulsar a Martínez. Bravo soltó un rolling de botes altos por el camporto para empujar a Marcelino. La Guaira 7 Magallanes 3. En el cierre del octavo McCraw y Agee sonaron hits. Camaleón la estrelló contra la pared de la izquierda para apuntarse un doble reomolcador de 2 carreras. La Guaia 7 Magallanes 5. En la apertura del noveno Isaías entró a lanzar. Curt Motton despachó triple. José Martínez ejecutó un toque por la antesala para empujar a Motton en jugada de squeeze play. La Guaira logró el pase a la final en una serie muy disputada. Isaías lanzó 1 inning, enfrentó 5 bateadores, permitió 1 carrera limpia, aceptó 2 imparables, ponchó 1, no concedió boletos. La mañana del 04 de febrero Isaías se levantó a las nueve y caminó hacia el patio. Se sentó detrás de la última mata del fondo. Carmen lo buscó. “Isaías sal de ahí. Yo se que estás triste por lo del juego de anoche. Pero hay que seguir adelante. Tienes que disfrutar con tu familia porque ya el mes que viene te tienes que ir otra vez para Estados Unidos y no te voy a ver hasta septiembre”. Isaías se levantó. “Tienes razón mamá. Voy a llamar a José y a Carlos para ver si mañana nos vamos de cacería”. Sebastián grito desde la sala. “Isaías,
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tienes llamada telefónica”. Isaías corrió hasta la sala. “Aló. Si soy yo. Seguro, ya voy saliendo para el estadio”. Sebastián se sonrió. “¿Qué pasó?” “La gente del Valencia me quiere como refuerzo. Así que ya voy a preparar los macundales para salir para el estadio”. Carmen vino desde la cocina. “¿Y tu no y que te ibas de cacería con los muchachos? Isaías entró al cuarto. “Bueno ya será después de la final mamá”. Carmen agregó una cucharadita de azúcar entre el humo del café. Los dedos temblaban y transmitían el frío al resto del cuerpo. Lanzó una mirada hacia el bucare del patio. Varios pájaros llegaban y se iban a otro lugar. El azulejo imitaba el canto de los gallos y registraba entre las costras de las ramas. Carmen apuró el café al ver a Isaías pasar hacia el baño. “Isaías, necesito que me hagas un mandao después que te bañes”. Isaías volteó hacia la cocina e hizo una seña con la mano. Entró al baño y abrió la llave de la ducha. El impacto de las gotas de agua sobre el piso llenó el ambiente con la frescura de los granos de maíz al desprenderlos de la mazorca. Luego de un rato Isaías abrió la puerta del baño. Se sorprendió con los trinos del azulejo. “Mamá ¿qué le pasa a ese pájaro?” “Está pidiendo alpiste. Anda y cómprale real y medio de alpíste en la bodega”. Isaías se acercó al bucare “¿Y por qué no te comes esas hormigas azulejo?” Carmen raspó una arepa en la cocina. “Anda a comprarle el alpiste al pájaro que tu fuiste el que lo acostumbró a eso”. Isaías se puso una camisa de cuadritos rojos y azules. Atravesó la puerta de la calle. A las ocho de la mañana de ese 05 de febrero de 1966 llegó a la avenida Libertador y subió por la calle La Joya. A mitad de cuadra entró a una bodega con mostrador de madera. “Buenos días Avelino”. “Buen día Isaías”. El portugués entregó un paquete de harina pan a un joven. “Hola Isaías. Cónchale que broma. Dejamos al Magallanes con los crespos hechos. Después que mataron al tigre le tuvieron miedo al cuero. Y ahora vamos por los Pericos. La Guaira campeón ya ganamos el primero de la final”. Isaías sacó dos monedas del bolsillo del pantalón. “ Hola José. Felicitaciones vale. De verdad La Guaira supo reponerse después de perder los dos primeros juegos. Con respecto a la final hay que esperar. Que La Guaira ganara anoche no significa que ya son campeones el juego fue apretado ganaron 4-3. La gente del Valencia me llamó”. José González se detuvo en la puerta. “Ay Isaías. Esta vez te anotaste a perdedor”. Isaías recogió la bolsa de alpiste. “Vamos a ver”. Bajaron juntos hasta la Libertador. Isaías abrió la puerta de la casa y avanzó por el pasillo hacia el patio. “Mamá, aquí está el alpiste”. Carmen servía el desayuno a Sebastián y Miguel. “Hazme el favor y échale un poquito al azulejo en la rama del bucare”. Isaías espolvoreó varios granos de alpiste sobre la rama. El azulejo dio 3 picotazos a la bolsa. Isaías movió la mano hacia atrás “¿Qué te pasa vale? Te estoy haciendo un favor ¿y me vas a picar?” El azulejo embistió los granos de alpiste. Ahora el trino emitía la armonía de una flauta. Isaías desayunó y se
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preparó para ir al estadio. “Mamá nos vemos despues de medianoche”. “¿Por qué tan tarde?” “Es que el juego es en Valencia”. Isaías bajó del carro por puesto en el terminal de pasajeros de Valencia y tomó un taxi para el estadio José Bernardio Pérez. A las dos de la tarde atravesó el portón del estadio. En el dugout el manager Johnny Lippon hablaba con Gustavo Gil, Teodoro Obregón y Luís Rodríguez. “Hey boy. Are you ready to pitch tonight?”. Isaías se detuvo. “Seguro, estoy listo hasta para abrir el juego”. Lippon le dio dos palmadas en el hombro. “Estás entre los relevistas del juego de hoy”. Isaías hizo sus acostumbradas sesiones de trote en los jardines y se fue al bull pen. A las ocho de la noche comenzó el juego. Por La Guaira abrió Manuel Domínguez y por Valencia Roberto Muñoz. En el primer inning intercambiaron ceros. Abriendo el segundo episodio los Tiburones atacaron a Roberto Muñoz. John Bateman (c) y César Tovar (cf) conectaron sencillos. Luego de los outs de Bob Burda (1b) y José Martínez (3b), Muñoz otorgó boletos a Hiraldo Ruíz (2b) y a Manuel Domínguez para forzar la primera anotación del encuentro. En el tercer episodio Bateman voló la cerca para poner el juego 2-0. Cerrando ese inning Roberto Muñoz sonó imparable. Teolindo Acosta (lf) siguió con doble. Gustavo Gil (2b) impulsó a Muñoz con rolling al cuadro. José Tartabull (cf) trajo la carrera de Acosta con petardo al centro y se metió a segunda con el tiro a la goma. Lee May (1b) remolcó a Tartabull mediante cohete a la derecha. Valencia 3 La Guaira 2. En la apertura del quinto Bateman conectó otro cuadrangular que encontró embasados a Ángel Bravo (lf), José Herrera (rf) y Luis Aparicio (ss). Graciliano Parra relevó a Muñoz después del estacazo de Bateman. En el cierre de ese quinto capítulo Carrao Bracho relevó a Domínguez. Parra llegó a la inicial por error de José Martínez (3b). Teolindo soltó incogible a la derecha. La bola se le escapó a Herrera lo cual provocó la anotación de Parra y Teolindo se metió hasta la antesala. Tartabull remolcó a Teolindo con trueno a la izquierda. May despachó triple entre right y center field. Tartabull anotó el empate. Elevado de sacrificio de Dick Kenworthy (3b) remolcó a May. Valencia 7 La Guaira 6. Isaías entró a relevar en el sexto y controló a los escualos hasta terminar el juego. Aurelio Monteagudo relevó a Carrao Bracho en el quinto y tampoco permitió libertades a los Pericos en el resto del partido, pero ya el daño estaba hecho. Parra resultó el pitcher ganador. Bracho perdió el encuentro. Isaías salvó en labor de 4 innings, enfrentó 14 bateadores, sin carreras permitidas, aceptó 3 imparables, sin ponches, concedió 3 boletos, lanzó un wild pitch. Isaías se quedó mirando hacia el bucare entre la neblina del 08 de febrero de 1966. “Mamá mira, el azulejo está más tranquilo ahora. Hasta tiene una hormiga en el pico”. “….en el mar la vida es más sabrosa . En el mar te quiero mucho mas. Con el sol , la luna y las estrellas…(18)” Isaías se acercó a la cocina y le bajó el volumen al radio de Carmen.
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“Eso mamá estás en lo tuyo”. Carmen detuvo los movimientos de su cuerpo. “¿Qué pasó Isaías?” “Nada que te quería contar que el azulejo como que está aprendiendo a comer otras cosas que no sean alpiste. Ahhh, estas arepas están riquisimas”. Carmen le subió un poco el volumen al radio. “El es así un día come todo lo que se atraviese, y el otro día solo quiere alpiste”. Isaías se duchó y se fue a su cuarto. En diez minutos salió al comedor. “Mamá voy a estar un rato en la puerta de la calle”. Abrió la puerta y se paró en la acera. “Hola Carlos como estás”. De la casa de enfrente salió un joven con una bolsa vacía en la mano. “Que hubo Isaías. Ahora si nos estamos preparando para ir de cacería. Parece que La Guaira quiere terminar la final rápido”. Isaías atravesó la calle. “No estés tan seguro de eso. Ellos van adelante 2 juegos a 1, pero esta misma noche podemos empatar la serie”. Carlos se despidió y avanzó hacia la avenida. Isaías entró a su casa. La neblina se había retirado hacia el Ávila a las diez de la mañana. “Mamá ya me voy”. Isaías se detuvo a mitad de camino entre el comedor y la sala. Carmen salió de la cocina. “Muchacho, tu nunca te habías ido a esta hora para el estadio”. “Mamá, lo que pasa es que estamos en la final y el Valencia está abajo. Además este juego es en Valencia y tengo que llegar allá antes del mediodía. Si no reaccionamos de inmediato perdemos todo. Bendición”. Carmen lo acompañó hasta la puerta. “Dios te bendiga ”. Isaías entró al dugout de los Pericos como a las once y media de la mañana. Johnny Lippon se puso frente a los peloteros y empezó un mitín que duró hasta las doce y media. A esa hora los jugadores empezaron a estirarse en el lado derecho del José Bernardo Pérez. Isaías se fue a correr por la zona de seguridad de los jardines. Hizo bull pen como a las cuatro de la tarde y se fue para el dugout. El juego empezó a las 8 de la noche. En el ambiente flotaba el aroma del duelo de lanzadores. Por el Valencia Steve Hargan hacia sus lanzamientos finales de preparación sobre el montículo. Por La Guaira Marcelino López calentaba en el bull pen de la derecha. En la apertura del primer inning Ángel Bravo (lf) y José Herrera (2b) detonaron cohetes de colocar hombres en los ángulos. Luis Aparicio (ss) la elevó lejos por el centro para empujar a Bravo. Abriendo el tercer episodio Herrera destapó triple. Aparició lo remolcó con sencillo a la izquierda. La Guaira 2 Valencia 0. En el comienzo del sexto César Tovar (cf) se embasó por error de Dick Kenworthy (3b). Pasó a segunda por pasbol de Enrique Izquierdo (c). Bob Burda (1b) lo remolcó con petardo. Mientras tanto Marcelino López sometía a los Pericos a una dieta de arepas. En el séptimo episodio Chico Ruiz (2b) llegó a primera por infield-hit. Marcelino López tocó la bola y quedaron dos en las bases por error de Teodoro Obregón (ss). Bravo roleteó por primera y Ruíz llegó a tercera. José Herrera elevó a la derecha y Ruiz anotó la cuarta de La Guaira. Isaías entró a relevar en el séptimo inning. En 2 episodios enfrentó 6 bateadores, permitió 1 carrera inmerecida, aceptó 1 hit y concedió 1 boleto. Graciliano Parra relevóa Isaías en el noveno inning. En en cierre del noveno Lee May rompió el
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blanqueo de López con un jonrón entre left y centerfield. La Guaira se ponía a un paso del gallardete. La mañana del 09 de febrero de 1966 Isaías alió del cuarto con su maletín en el hombro. “Mamá voy saliendo para el Universitario”. Carmen dejó un huevo de gallina chirriando en el sarten. “Que te vaya bien hijo. Espero que el equipo reaccione”. Isaías llegó al estadio a las once y media de la mañana. El manager Lippon lanzaba unas pelotas a Gustavo Gil, Alberto Cambero y José Tartabull. Hacía énfasis en un lanzamiento que se hundía al llegar al home. “No le quiten la vista a la pelota”. Isaías llegó hasta el montículo para ver los movimientos del manager.Luego se fue a correr. Pasó un momento por el bull pen y regresó al dugout. La Guaira terminó ganando 3-1 al Valencia y se tituló con pitcheo de Aurelio Monteagudo y Rubén Gómez y la ofensiva de José Herrera y John Bateman. Por Valencia perdió Roberto Muñoz. Como a las 11 y media de la noche Isaías bajó de un taxi frente a su casa. Carlos y sus hermanos conversaban en el frente de la casa. “Epa Isaías. Ahora si nos vamos de cacería. Yo te dije que La Guaira iba a terminar esa final rápido”. Isaías se paró un momento en la entrada de su casa. “Hola Carlos. Hablamos mañana”. Agitó la mano y entró a su casa.
Referencias musicales: Página 220: (16) Io che non vivo. Pino Donaggio. 1965. Página 242: (17) Sunny. Bobby Hebb. 1966 Página 248: (18) En el mar. Osvaldo Farrés.
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21.- Globo central
“…..el Plan Nacional de Entidades de Ahorro y Préstamo fomenta el ahorro. Abre tu cuenta y cuenta contigo mismo en los momentos dificiles. Ahora sigue con ustedes Delio Amado León”. “Gracias César Augusto. Al bate viene ahora Gonzalo Márquez. En el segundo inning salió con rolling por primera. En el quinto sorbió ponche tirándole. El Látigo se pone de acuerdo con su receptor. Va un elevado al centro,Gaston abre los brazos y la tiene para el tercer out”. “Delio, parece que el Látigo se recompuso. De la manera como dominó a Casanova y a Gonzalo todo parece indicar que recuperó el control del juego”. “Así parece Carlitos, pero de la manera que está lanzando Seguí ese parpadeo le podría costar el juego. El inning se va con 1 hit, una carrera, cero error. Luego de 6 innings y medio Caracas 1 Magallanes 0. Valerio giró la llave de encendido y pisó el acelerador del Ford Falcon. Una bola gris de monóxido de carbono emergió por el tubo de escape. Carmen salió a la puerta de la calle tapándos el sol de las 9 de la mañana con la mano izquierda. “Isaías apúrate. Mira que ya son las nueve”. Miguel sacó una maleta y la metió en el baúl del carro. Dentro de la casa Isaías abrazaba a Sebastián, a Gladys, Marilú y Zaira. “Cónchale como se va el tiempo ya hoy es 11 de marzo de 1966”. Justo cuando llevaba sus pasos a la puerta de la calle apareció Jesús. “Adios Isaías”. “Adios no. Hasta septiembre. Acuérdate de portarte bien. ¿Ok?” El muchacho asintió con la cabeza y siguió hacia el patio. Isaías se paró un momento en la acera. Valerio pisó el acelerador varias veces. “Bueno vamonos”. Isaías adelantó tres pasos hacia la esquina de la avenida. Un pregón resonaba a media cuadra. “Guarapo, guarapo de caña”. “Espérate un momento Valerio”. Isaías corrió hacia el carrito del guarapo. ¿A como son? El vendedor tomó un vaso de cartón parafinado. “A medio”. Isaías tomó el vaso repleto de la bebida marrón oscuro. “Ahhhh, esto si es vida”. Valerio metió el acelerador hasta el fondo y el motor largó un alarido. Isaías regresó asustado. “Caramba vale ¿Qué te cuesta esperar un ratico. Este guarapo no me lo voy a poder tomar por seis meses”. Carmen subió al carro. Miguel siguió sus pasos. “Vamos Isaías ¿O es que quieres perder el avión?”. Isaías le entregó el vaso a Zaira que miraba desde la ventana. “Hasta la vista”. Valerio puso la palanca de cambios en drive y el carro arrancó hacia Maiquetía. Llegaron al aeropuerto pasadas las diez de la mañana. Isaías bajó con paso acelerado. Presentó su pasaje en el mostrador de la línea aerea. Luego trajo el equipaje.
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Se sentó un momento junto a Carmen, Miguel y Valerio. En ese momento pasaron unos periodistas y lo abordaron. “Buenos días Isaías ¿vas saliendo para los entrenamientos primaverales?” “Si. Espero subir a las Grandes Ligas antes de que termine la temporada”. “¿Dónde te tienes que reportar?” “Tengo que presentarme a los entrenamientos de los Gigantes de Phoenix. Es el equipo AAA de San Francisco”. Los parlantes dejaron salir la voz de la anunciadora del aeropuerto. “Señores pasajeros con destino a Miami favor abordar el avión por la puerta siete”. Isaías se despidió de los periodistas. Abrazó y besó en la frente a Carmen. Estrechó la mano a Valerio y Miguel. “Bueno mamá. Te llamo en cuanto llegue. Nos vemos Valerio. Fájate con los estudios Miguel”. Isaías salió del estadio de Phoenix a las once de la noche del 20 de abril de 1966. Tomó un taxi y se bajó en un restaurante. Llamó a uno de los mozos. “Por favor ¿tienen por aquí un teléfono público?” El mesero dirigió el índice derecho a una esquina frente a la barra. Isaías colocó una moneda de un cuarto de dólar y giró el dial. “Aló ¿mamá? ¿cómo estás? Me alegra mucho. ¿Y los muchachos? ¿Y papá? Ahorita acaba de terminar el juego fue una jornmada doble y perdimos los dos encuentros. El primero 8-6 y el segundo 6-5. Lancé 1 inning en cada juego. En total me dieron 1 hit, ponché 1 y regalé 2 boletos. Tranquila mamá, no siempre perdemos. El 16 de abril Phoenix le ganó a Tulsa 6-3. Si yo lancé. Me trajeron a relevar al abridor Joe Overton en el séptimo inning. En 3 innings me hicieron 1 carrera en el octavo. Me dieron 3 hits y solo di 1 boleto. No, no ponché a nadie. Conversé un rato con Elio Chacón antes del juego. Bateó de 4-0. El pitcher ganador fue Overton y el perdedor por Tulsa LeMay con relevos de Cosman en el quinto, Gilson en el sexto y Stark en el octavo. Bueno mamá te quiero mucho. Saludame a papá y a toda la familia”. Isaías colgó el telefono y se sentó en una mesa. “Please bring me the menu”. La mañana del 03 de mayo sacaba chispas en cada superficie donde el sol atenazaba sus rayos. Isaías se levantó y salió del hotel. Al llegar a la plaza principal de la Phoenix divisó una caseta telefónica. “Aló. Mamá Rosa ¿Cómo está? ¿Y Mr Tom? Bien. Estoy como relevista, en los últimos días he relevado 3 veces. Por todo lance 1.1 inings sin permitir carreras. ¿Tommy? Si quiero hablar con él ¿Cómo estás Tommy? Mira ¿ A que no sabes quién está jugando con nosotros en el Phoenix? El mismo Don Larsen en persona. Hay que esperar a que tenga más confianza con él. No te preocupes que te voy a conseguir el autógrafo”. Cuando terminó el juego del 10 de mayo de 1966 Isaías se quitó el uniforme del Phoenix y se fue a las duchas. Luego se vistió y se despidió de sus compañeros. Decidió llegar a pie hasta el hotel. Entró al restaurant. Un mesero se acercó. “Por favor un plato de
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espagueti”. Mientras esperaba la comida miró hacia la pared de enfrente y divisó un teléfono público. Avanzó hacia el aparato y lo activó con una moneda. “Aló ¿Carmen Elena? ¿Cómo estás mi vida? Me alegra mucho ¿y tu mamá? ¿y el señor Ivo? Por aquí vamos, echándole pichón. Esta semana he relevado dos veces. Por todo lancé 2.1 inings, sólo acepté 1 hit, no tuve decisión en ambos. Hoy te envié una carta. Espero que la recibas pronto. Hasta luego, te quiero mucho, mucho”. El telefonó rasgó la placidez del sueño a las siete de la mañana del 17 de mayo de 1966. Isaías levantó el teléfono con la cara debajo de la almohada. “Alo”. “¿Mr. Chavez it’s a telephon call from Venezuela”. “Alo ¿papá? ¿Cómo estás? Si hable con mamá hace como un mes. Todo bien. En esta última semana participé en 4 juegos. Perdí uno de ellos contra el Tulsa. Por todo lancé 5.2 innings. Si estoy tratando de doblar más y aquí mis compañeros de equipos y el manager me han estado aconsejando sobre los bateadores de la Liga. Si en cualquier momento te llamó. Saludos a mamá y a los muchachos”. Carlos compró el diario La República en el kiosko de la Libertador cercano a la calle Las Mercedes. Un señor de camisa beige se detuvo a ver los periódicos. “Epa Carlitos ¿cómo te va?” Carlos levantó la mirada de la sección deportiva del 24 de mayo de 1966. “Hoola Pío. Aquí chico viendo el juego que lanzó Isaías contra el Denver en la Liga de la Costa del Pacífico. Lanzó 6 episodios, solo le dieron 1 hit, ponchó 7 y no tuvo decisión ¿Qué te parece?” Pío alargó el cuello hacia la reseña. “Esas cosas pasan Carlos. Por lo menos sabemos que Isaías lo está haciendo bien”. La mañana del 30 de mayo de 1966 Isaías llegó al estadio de Phoenix. Entró al dugout y luego de ponerse el uniforme salió a correr en los jardines. Como a las dos de la tarde se llegó hasta el bullpen. Había un pitcher que hacía sus movimientos con maestría. Isaías se quedó detallando cada uno de sus movimientos. El coach de pitcheo se acercó. “Trata de aprender lo más que puedas de él. Es Don Larsen el único pitcher que ha lanzado un juego perfecto en Series Mundiales”. Isaías abrió los ojos y se acercó más al lugar donde el catcher recibía los lanzamientos. Luego de 10 minutos el pitcher dejó de lanzar. Isaías se acercó. “Nice to meet you. Ya se que tenemos varias semanas compartiendo en el equipo. Pero no me había dado cuenta de su identidad. Hay un muchacho que vive en Decatur, Illinois que quiere una pelota autografiada por usted ¿Sería mucha molestia?” Larsen se quitó la gorra y enjugó dos gotas de sudor de la frente con la mano derecha. “No problem. Dame la pelota y te la firmo”. El coach de pitcheo llamó a Isaías a calentar. “¿Puede esperar un momento?” Isaías empezó a soltar el brazo. Larsen se quedó mirando los envíos de Isaías. Diez minutos después Isaías bajó del
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montículo y caminó hacia el bull pen con Larsen. “Trata de cambiar el wind up. Si evitas levantar el pie tan alto te cansarás menos y puedes llegar más lejos en los juegos”. En el dugout Isaías sacó una pelota del maletín. Larsen la agarró y deslizó el boligrafo sobre el cuero blanco. Isaías tomó la pelota y la guardó en el maletín. “Thank you”. El juego empezó pasadas las siete de la noche. Esa noche el Phoenix enfrentó al Tacoma. Isaías lanzó 6 innings, aceptó 3 carreras limpias, ponchó 4 y concedió 1 boleto. Estuvo ganando 3-1 hasta el séptimo cuando le dieron 4 imparables para empatarle el juego. Lo relevó Robertson quién luego ganó el juego 4-3. El 14 de junio Isaías ordenaba sus implementos deportivos en el maletín en el hotel. El timbre del teléfono lo hizo dejar el maletín sobre la cama. “It’s a phone call from Venezuela”. “Aló. Delio Amado León que tal ¿cómo está?…Bueno aquí estamos en la Liga de la Costa del Pacífico triple A. Estoy con el equipo de Phoenix. Esta es una Liga muy dura. La diferencia entre lo que pasa aquí y la Midwest League Clase A, donde jugué con el Decatur, es muy grande en lo que respecta a calidad de béisbol. Hay jugando aquí tremendos peloteros que más bien parecen Big-Leaguers. Lo que más me satisface es haberme quedado con el club porque es un equipo que pelea mucho y nos encontramos en la lucha siempre con los equipos punteros como el Tulsa (Cardenales de SanLuis) y el Oklahoma City (Astros de Houston). La pelota que se juega aquí es más fuerte que la de la Liga Central (Venezuela), al extremo de que en los primeros juegos tuve temor de no poder pitchear juegos completos por mi condición de novato en la Liga, pero después lanzando como relevo he ido cogiendo confianza. Mi recta bajita está como nunca y he aprendido a ‘hacer correr’ un poco más la slider y otro lanzamiento nuevo que aprendí. Nuestro catcher es un muchacho grandote de apellido Dietz, quien tiene todo para llegar arriba. Conmigo se entiende bastante bien y casi no he tenido dificultades en los juegos que he lanzado. Lo único que me ha molestado es un golpe en un dedo que me di al deslizarme en la inicial cuando corría después de haber pegado uno de los pocos hits que me han salido del bate. Sin embargo la lesión no es cosa seria y, como ustedes sabrán allá, tengo 5 ganados y 3 perdidos que aquí es considerado muy bueno, pues como dije antes la Liga esta es cosa seria. En mi equipo juega un conocido de los venezolanos . Es el zurdito Bob Burda quien estuvo en Caracas jugando por La Guaira. Aquí lo alínean de tercer bate y aunque no está sobre 300 puntos sigue rindiendo mucho. Es uno de los que más me ha animado para que siga en la pelea y no afloje. Mi manager se llama Bill Werle y sabe un mundo de pelota. Me ha dicho que recuerde que en el Decatur, club en el que jugué el año pasado, yo era una especie de “caballito de batalla” y que aquí formo parte de un staff muy completo donde lanzaré cuando al equipo le convenga más. Tenemos un pelotero fenómeno en el equipo. Es el shorstop Shroder quien además de fildear mucho batea líneas a cada rato y está por
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sobre 400 puntos entre los mejores bateadores de la Liga.El cuerpo de pitcheo nuestro es bastante bueno. Tenemos un grupo de jovenes. Wade, Garibaldi, Dawson, Overton, Stanek. Pero el que más me ha sorprendido es el veterano Don Larsen, uno que jugó con los Yanquis en las Mayores y lanzó el único juego perfecto de Serie Mundial. Larsen es buen relevo y tiene velocidad asombrosa. Mi último triunfo hace dos días fue contra el Indianapolis (Medias Blancas de Chicago), y lancé bastante bien durante 7 entradas. En el inicio del octavo me pegaron 3 hits seguidos porque me empezó a doler el dedo lesionado y se me hinchó al atrapar un rolling fuerte por la lomita.Tuve que salir y me rescató Robertson para que más tarde entrara Larsen y cerrara el juego. Yo creo que aquí podré ganar unos 10 juegos si la buena suerte me sigue ayudando. Lo mejor de este circuito es que uno se siente ‘cerquita’ de las Grandes Ligas y experimenta satisfacciones y tristezas cuando el equipo grande gana y pierde, como si uno estuviera allá arriba al lado de Marichal, Willie Mays, McCovey y los otros. Yo no espero subir este año. Aquí me he dado cuenta de que todavía me falta bastante que aprender en la pelota pero de algo pueden estar seguros allá en Venezuela, haré todo lo posible por triunfar y ser otro Big-Leaguer más para nuestra patria. Hasta la próxima señor Delio y muchas gracias por la llamada”. Isaías salió rumbo al estadio. El 22 de junio Isaías salió temprano del hotel. Paseó un rato por el centro de Phoenix. Desayunó unas panquecas con miel en un cafetín. Se levantó y caminó hacia un teléfono público. “Aló ¿Mamá Rosa? ¿Como está Mr. Tom? ¿Y los muchachos? ¿Ya la recibió? Me alegra mucho. Yo se la envié hace como una semana. Esa es la firma legítima de Don Larsen. ¿Ya le compró un estuche plástico? Muy bien. ¿Tommy no está por ahí? Bueno hablo con él en la próxima llamada. Bueno ultimamente no me ha ido muy bien. Me pusieron en la rotación de abridores pero he perdido los últimos 2 juegos. Si en eso estamos. Trabajando duro para volver al camino de las victorias. Ok Mama Rosa muchos saludos y abrazos a todos”. El mediodía del 28 de junio de 1966 encontró a Isaías ordenando un bistec encebollado con ensalada y papas fritas. Dejó el maletín en la silla del lado. Fue un momento al baño. Al regresar divisó un telefono en la barra del restaurant. “¿Se pueden hacer llamadas internacionales de aquí?” El barman agitaba un envase metálico. “Seguro”. Isaías introdujo una moneda y espero unos segundos. “¿Es la familia Chávez Silva? Estamos llamando del Consejo Municipal. Ustedes tienen una deuda de 3 trimestres por concepto de derecho de frente. Si no pagan a la brevedad tendrán que averiguárselas con nuestro departamento legal. No mamá, no vayas a decirle nada a papá. Es Isaías ¿Cómo estás tú? Papá me llamó hace más de un mes ¿Y los muchachos? Aquí vamos, en los 2
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juegos más recientes no he tenido decisión. De todas formas sigo tratando de aprender lo más que pueda. Bueno te quiero mucho mamá saludame a todos. Muchos abrazos y besos”. El 25 de julio de 1966 Isaías llegó al hotel luego del juego. Cuando colocaba el maletín sobre la cama sonó el teléfono. “Alo. Hola Carmen Elena ¿cómo estás mi vida? Por aquí llegando del juego ¿Recibiste la carta que te envié la semana pasada? Bueno perdimos con el Vancouver. Pitcheó Roberto Muñoz un partidazo, ganó 3-1 y lanzó el juego completo. Yo entré a relevar a Robertson en el séptimo. Lancé 2 innings, sin hits, ni carreras, ponché a 1 y di una base por bolas. Te extraño mucho. Menos mal que falta menos para septiembre. Te quiero mucho. Hasta pronto”. La noche del 15 de agosto de 1966 Isaías salió de las duchas del dugout y se despidió del manager Andy Gilbert. “See you tomorrow Mr. Gilbert”. “See you Nestor”. Isaías llamó un taxi a la salida. “Por favor necesito ir a esta dirección”. El taxista arrancó y el estadio Municipal de Waterbury quedó detrás. En la habitación Isaías levantó el auricular del teléfono. “Please I need a telephon call to Venezuela”. Un sonido de aspas de ventilador indicaba que la comunicación con Venezuela venía en camino. “Aló mamá ¿como estás? Bien muy bien. Si me bajaron a comienzos de agosto. El manager de acá es un tipo muy preocupado por sus jugadores. A mi siempre me dice que trate de bajar más el cuerpo al terminar de lanzar. ¿Cómo está papá? Bueno pongámelo ahí. Que hubo papá ¿cómo está todo? Si me bajaron. Más que todo fue porque me lesioné. Tranquilo papá que si no es este año el que viene volvemos a subir. No te preocupes, esto no son las oficinas venezolanas ¿Cómo va a ser? ¿Tumbaron la casa natal del pintor Arturo Michelena en Valencia? Y van a construir un edificio rental donde estaba proyectado un museo de arte en honor al pintor. Que buena broma papá, no queremos entender que si no tenemos historia no vamos a ninguna parte. Si ya empecé a lanzar con el Waterbury en 1 juego lancé 3 innings, me dieron 1 hit, di 1 base por bolas y ponché a 2. Hasta el momento no tengo ni ganados ni perdidos. Bueno papá te quiero mucho. Llama un momento a mamá. Bendición mamá. Ya lo que falta son 2 semanas para regresar. Nos vemos. Muchos besos. Te quiero”. La mañana del 07 de septiembre de 1966 Isaías se levantó temprano. Terminó de acomodar su equipaje en las maletas y bajó a la recepción del hotel. “Por favor ¿podría llamar un taxi?”. La recepcionista sonrió y levantó el auricular. En cinco minutos Isaías viajaba hacia el aeropuerto de Waterbury. A las diez salió el avión que lo llevó a Miami. Allí permaneció en tránsito hasta las 2 de la tarde cuando llamaron por los parlantes:
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“Passengers in route to Caracas, Venezuela please now boarding by gate number 3”. Isaías tomó su equipaje de mano e hizo la cola para abordar. El avión de Pan American hizo contacto con el asfalto de Maiquetía a las 6 y media de la tarde. Una suave brisa refrescaba el ambiente. Isaías bajó y caminó apurado hacia la taquilla de inmigración. Buscaba entre la muchedumbre de rostros la cara de Carmen y sus hermanos. Cuando entregaba el pasaporte en inmigración sintió un templón en el paltó. Volteó y encontró el rostro llenó de alegría de Carmen. “Ajá, ahora me tocó a mi asustarte”. Isaías abrazó a Carmen. “Caramba mamá, no sabes cuanto esperaba este momento. Espérame un momento que tengo que terminar el trámite de inmigración”. Valerio y Zaira tambien abrazaron a Isaías. “Y entonces Valerio ¿cómo va todo?” “Poco a poco. Siempre estábamos pendientes del periódico para ver como te iba. Pero a partir de agosto no reportaron más nada sobre ti”. Isaías abrazó a Zaira. “Si, lo que pasa es que me lesioné un dedo y me bajaron a AA con el equipo de Waterbury ¿Y como está mi hermana querida? Zaira sacó una página de la revista Sport Gráfico. “Mira aquí si estaban pendientes de ti”. Un señor de flux azul turquiz con una libreta en la mano se acercó a Isaías. “Isaías por favor una entrevista para el diario La República”. Isaías hizo señas a sus familiares para que lo esperaran. “Como no. ¿Que se le ofrece?” El periodista sacó un bolígrafo del bolsillo de la camisa. “Como fue la temporadas en líneas generales?” “Comencé en Phoenix. Participé en 30 juegos como abridor y relevista”. “¿Cuál fue el record?” “Cuando me enviaron al Waterbury tenía 7-5 y 4.56 de efectividad”. “¿La causa de la bajada fue la poca efectividad?” “Yo diría que si. Pero todo se debió a la lesión que sufrí en el anular derecho al deslizarme en primera base. Resulté con fractura”. “¿Qué tal la AA?” “Gané 3 y perdí 3 con efectividad de 2.70”. “¿Muy floja la liga?” “Si, si tomamos en cuenta que había lanzado aceptablemente en Phoenix”. “Planes para la campaña de 1967”. “Carl Hubbell me recomendó poner mucho empeño para lograr una buena actuación en la temporada venezolana. Eso haré”. “¿Le trata bien el rey Carlos?” “Es responsable directo de mis mejoras. Siente mucho aprecio por el Látigo Chávez”. “¿Será abridor o relevista con Magallanes?” “Siempre sueño con abrir juegos y lanzar completo”. “¿Cómo anda el brazo?” “Fuerte”. “Muchas gracias por su tiempo Isaías”. “Gracias a ustedes por la entrevista”. Isaías regresó al lado de Carmen y Zaira. Valerio se acercó a la cinta giratoria. “Isaías ¿cual es la maleta tuya?” “Esa marrón y el bolso de cuadros azules y verdes que viene atrás”. Isaías y Valerio agarraron el equipaje y salieron al estacionamiento. Colocaron las maletas en el baúl del Ford Falcon y salieron hacia Caracas. Llegaron a Chacao pasadas las 7 de la noche. Sebastián leía un periódico en la sala. “Buenas noches”. Isaías entró. Sebastián levantó la mirada. “Bue…caramba mi hijo querido ¿Cómo estás Isaías?”
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g.- Complemento del séptimo “……si desea viajar a cualquier parte del mundo consulte en su agencia de viajes por los planes de Pan American, todo un mundo de confort en el aire. Con ustedes Delio Amado León para el cierre del séptimo episodio”. Gustavo Gil entra a la caja de bateo. Ahí lanza Seguí, es una línea a la izquierda Tovar la espera y se completa el primer out”. “Delio por aquí tenemos a Alexis González otro compañero del Látigo en Los Celis. Cuentanos Alexis”. “Ante todo buenos días… con Isaías compartimos momentos muy emocionantes jugando para Los Celis…” “Estraiik tirándole al tercero Oswaldo Blanco se poncha en conteo de tres y dos. Continúa Alexis”. “Siempre me impresionó el sentido de responsabilidad y entrega de Isaías tanto dentro como fuera del campo. Por eso aunque soy caraquista cuando juegan Caracas y Magallanes siempre voy al Látigo..” “Allá va un batazo largo de Gaston. Tartabull corre con todo hacia la baranda, salta y tiene la pelota en jugada de feria. Cuando tenemos 7 innings completos el Caracas gana 1-0”. “Y van 13 retirados en fila por Seguí, Delio. Escuchen como está el público caraquista: ‘Un, dos, tres….un, dos, tres…’”
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22.- Trueno en la esquina caliente. “….cuando quieras degustar un sonido de dulzura muerde un cocosette y disfruta los crujidos del sabor. Para el comienzo del octavo inning los dejo con Delio Amado León”. “Gracias César Augusto. Pete Rose entra al cajón de bateo. Se prepara el Látigo. Rose conecta un trueno sobre tercera base. Dámaso Blanco se lanza de cabeza hacia la línea de cal. Toma la pelota con la punta del guante, lanza a primera y completa un out de película amigos”. Un carnaval de aplausos apagó la voz del narrador.
Isaías tocó la puerta del cuarto de sus hermanas. “Gladys te buscan en la puerta”. Isaías llegó a la cocina y besó a Carmen en las mejillas. “Como extrañaba estar con mi mamá y mi familia”. Gladys subió el escalón de la cocina. “Si, querías estar con tu familia para echar vaina”. Carmen volteó la cara hacia la recien llegada. “¿Qué pasó Gladys?” “Nada, que ya Isaías va a empezar con la guachafita”. Carmen agregó una cucharadita de azucar en su taza de café. “¿Cuál guachafita muchacha?” “Bueno que el Isaías se pone a inventar que me están buscando en la puerta de la casa”. Rinng, rrriiing. “Isaías teléfono”. Isaías corrió hacia la sala. “Alo. Epa Dámaso ¿ya vienes para acá? Está bien como a las diez salimos”. Isaías regresó a la cocina. “Mamá como te había dicho nos vamos con Dámaso a pasar unos días en Margarita. Miguel también viene con nosotros ¿No hay problema verdad?” Carmen arrancó un pedazo de concha quemada a la arepa que raspaba. “Pero Miguel a mi no me ha dicho nada”. Isaías entró al cuarto donde dormía con sus hermanos. “Miguel, Miguel…” El muchacho se escondió entre la cobija. “¿Qué pasa?” “¿Tu vas o no vas para Margarita? De inmediato un rostro inflamado de sueño emergió de la almohada. “Claro que si”. Isaías metió en su maleta una bolsa con unos bates y unas pelotas que había traído de Estados Unidos. “Bueno anda a hablar con mamá. Ella dice que tu no le has dicho nada”. Miguel entró al baño. Carmen miraba por entre los dibujos de los bloques de la cocina. “Ajá Miguelito. Entonces tu te ibas para Margarita escondido”. “No mamá yo te lo iba a decir antes de irme”. “Muy mal hecho. Porque ¿y si ahora yo te digo que te necesito para que me hagas unos mandados?” Miguel abrió la puerta del baño con los ojos apagados. “Cónchale mamá. No me vayas a decir que no puedo ir para Margarita”. Desde la sala llegaba el sonido tintineante de las sonrisas y los saludos cariñosos. Sebastián bajó el volumen del radio. “Hola Dámaso ¿cómo te va?” Dámaso abrazó a Sebastián. “Caramba señor Sebastián que alegría verlo”. Isaías llamó a Carmen. “Mamá ven para que veas quien está aquí”. “Hoola Dámaso ¿cómo estás”. “Muy bien señora
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Carmen. Hola Gladys. Que tal Miguel”. Isaías llamó a Carmen Elena por teléfono. La conversación terminó pronto. “Bueno señores nosotros nos vamos”. Isaías agarró su maleta y la llevó hasta el carro. Dámaso tomo la de él de la sala y también la subió al Ford Falcon. Miguel salió del cuarto con su maletín. Carmen se lo quedó mirando. “Pórtate bien. Isaías me cuidas bastante a Miguel y te cuidas tu también”. Isaías y Dámaso arreglaron las maletas en el baúl del carro. “Hasta luego mamá. En cinco días estamos de vuelta. Nos vemos papá. Te quiero mucho Gladys”. A las once de la mañana del 11 de septiembre de 1966 Isaías movió la palanca de velocidades y el carro arrancó rumbo hacia el Oriente venezolano. El autopista no tenía mucho tráfico ese domingo. Llegaron a Puerto La Cruz a las cuatro de la tarde. En el terminal de ferrys almorzaron un suculento hervido de pescado e hicieron todas las diligencias para tomar el ferry hacia Margarita. Salieron a las seis de la tarde. En el ferry pasaron toda la trayectoria en cubierta disfrutando del aire marino y el olor de la sal y el yodo. La costa iluminada de Punta de Piedras apareció a las diez de la noche. Mientras atracaron y bajaron los carros se hicieron las once y media. En la plaza de Punta de Piedras Isaías se detuvo. “Señor. Me podría decir hacia donde queda playa Galera”. Un hombre de piel curtida de sol y sal asomo el rostro en la ventana. “Si, si, tiene que doblá allá a la izquierda y sale a la carretera ahí agarre a la derecha y siga derechito”. Como a las doce de la medianoche llegaron a la casa de Modesto. “Cónchale Dámaso me da pena despertar a esa gente ahorita”. Dámaso se recostó en el asiento. “Bueno entonces amanecemos aquí”. Isaías se recostó en el asiento del carro. Miguel salió del carro y se recostó de la pared lateral de la casa. Los cantos de los gallos descorrieron las primeras pinceladas amarillas en el cielo de Juan Griego. Un muchacho abrió la puerta de la casa. “Isaías, Isaías ¿Cuando llegaron? ¿Tienen tiempo aquí? ¿por qué no nos llamaron? Modesto estremeció el hombro de Isaías en el asiento del carro. “Ah, ¿ah? Eres tu Modesto. ¿Cómo estás tu vale? ¿Y tus padres?” Dámaso se incorporó y se pasó las manos por los ojos. Miguel bostezó y se apoyó en la pared para levantarse. Isaías saltó de la caja al piso de arena amarilla frente a la casa. “Modesto conoce a mi hermano Miguel y a mi amigo Dámaso”. Modesto estrechó las manos de Miguel y Dámaso y salió corriendo hacia el interior de la casa. “Mamá, Papá vengan a ver quién está aquí”. Los padres de Modesto salieron al portal. “Hola Isaías”. El papá de Modesto extendió la mano a los recien llegados. “Hola señor Modesto ¿cómo está?” Isaías presentó a Miguel y a Dámaso. El señor Modesto sacó tres sillas. “Siéntense. “Haydée traele café a los muchachos”. La señora trajo una bandeja con tres tazas de café. “Se nota que ustedes pasaron la noche aquí ¿por qué no nos llamaron?” Dámaso apuró un sorbo de café. “No se preocupe señora Haydée. Disfrutamos bastante la brisa marina”. Desayunaron ruedas de carite fresco con ensalada y arepa de maíz pilado. A las nueve y media de la mañana un ejanmbre de silbidos sacó a Modesto de la casa. A los cinco
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minutos regresó. “Isaías los muchachos quieren echar una partida de pelota”. Haydée soltó los platos en el fregadero. “Muchacho, déjalos descansar. Mira que pasaron toda la noche viajando”. Isaías se levantó de la mesa. “No se preocupe señora Haydée. Ya descansamos ¿Verdad Dámaso? ¿Verdad Miguelito?” Dámaso y Miguel sonrieron y caminaron hacia el portal de la casa. Isaías abrió su maleta y sacó una bolsa. En el solar frente a la casa una muchedumbre de treinta niños esperaba por Modesto. Uno de los más pequeños salió del grupo. “Modesto ¿verdad que el Látigo Chávez está en tu casa?” Modesto volteó hacia el carro. “Si, allá viene”. Isaías apretó la bolsa bajo el brazo. “Muchachos, aquí les tengo unos regalos. Como no van a alcanzar para todos se los voy a entregar a los que agarren las pelotas que les voy a batear. Pero los que agarren las pelotas tienen que prometer que van a compartir los regalos con sus compañeros ¿Qué me dicen?” Isaías se dobló sobre la cintura. “No escucho nada. Bueno si no responden me llevo los regalos”. El niño más pequeño casi corrió detrás de Isaías. “Siii. Si vamos a prestar los regalos”. Isaías se detuvo cuando un coro de voces paralizó la brisa. “Siiiiii”. Los muchachos se dispersaron en el terreno. Isaías tomó una pelota y le dio un bate a Dámaso. “Vamos Dámaso, para que les batees las pelotas a los muchachos”. “Mejor bateas tu Isaías”. Isaías esgrimió el madero y envió varios elevados bajo los cuales se produjeron muchos empellones entre los muchachos desesperados por quedarse con los regalos. Cada vez que alguién tomaba una pelota. Isaías agarraba un guante, un bate, una gorra o una pelota y se la entregaba allá en el sitio donde se produjo la atrapada. Los días siguientes visitaron varios lugares de Margarita. El 16 de septiembre de 1966 se levantaron temprano. Isaías calentó la carro. “Bueno señor Modesto, señora Haydée, Modesto. De verdad la hemos pasado muy bien con ustedes. Ahora tenemos que regresar a Caracas porque van a empezar los entrenamientos para el campeonato de béisbol”. Modesto se acercó a Isaías. “¿Cuándo vienen otra vez?” “A lo mejor en febrero. A lo mejor el próximo septiembre”. El 26 de septiembre de 1966 Isaías llegó al estadio Universitario. Cuando trató de pasar al terreno se encontró con una resolución de la Liga de Béisbol. “¿Por qué no puedo ni siquiera pasar a saludar a mis compañeros?” La persona que cuidaba el acceso al terreno mostró el oficio emenado de las oficinas. “Cualquier pelotero que no haya firmado su contrato no tendrá derecho a participar en las prácticas de su equipo”. Isaías subió a la tribuna para ver la práctica del Magallanes. Allí se encontró con Oswaldo Blanco y Garciliano Parra. Dionisio Acosta trató de intercerder a través de la Asociación de Peloteros pero la resolución de la Liga persistió.
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El 27 de septiembre de 1966. Isaías, Oswaldo Blanco y Graciliano Parra firmaron. Ese mismo día entraron al campo y ejecutaron su primer día de prácticas. Fernandito movió la metra más cerca del hoyo. Juan zapateó dos metros más allá en la acera. “No, no Fernando, eso no se vale”. Isaías abrió la puerta y fijó la vista en el juego de los niños. La metra de Juan distaba más de medio metro de la de Fernandito. “Déjame este tiro a mí Juan”. Isaías agarró la metra entre el pulgar y el índice. Un sonido agudo dejó la metra de Fernandito girando mientras la canica lanzada por Isaías quedaba a 2 centímetros del hoyo. Juan saltó sobre la acera. “Cónchale ¿por qué no entró esa metra?” En ese momento Carmen salió a la calle. “Mira Isaías ¿tu como que no te acuerdas que hoy tienes juego?” Isaías se levantó. “Discúlpenme muchachos. Tengo que salir para el estadio”. Isaías se bañó y almorzó sopa de gallina. Tomó su maletín del cuarto. “Mamá, ya me voy. Hasta la noche”. En la avenida Francisco de Miranda se montó en un autobus. Llegó al estadio a eso de la 1 y media de la tarde de aquel 15 de octubre de 1966. “Good afternoon Mr. Noga”. El manager del Magallanes se aprestaba a salir al campo. “Hola Isaías. Es hora de que salgas a calentar”. En el dugout del frente los uniformes negro y blanco de los Leones del Caracas empezaron a aparecer. El juego empezó a la 8 de la noche. En el bull pen del Caracas calentaba Diego Seguí. Isaías dominó al Caracas en los primeros 3 episodios. En el cuarto Victor davalillo (cf) se embasó por error en tiro del camarero Evangelista Núñez. Nelson Castellanos (ss) bateó rolling al short y forzaron a Davalillo en segunda base. César Tovar (2b) sonó imparable que llevó a Castellanos hasta tercera. José Tartabull (lf) despachó sencillo a la izquierda que remolcó a Castellanos. En el séptimo inning Bill Murphy (rf) conectó imparable. Gonzalo Márquez destapó línea peligrosa que provocó gran jugada de Oswaldo Blanco en el jardín izquierdo. Pompeyo Davalillo (3b) la rodó por segunda y Murphy avanzó a tercera. Seguí empujó la carrera de Murphy con sencillo a la izquierda. Caracas terminó ganando el juego 2-0. Hubo destacadas jugadas defensivas como la de Castellanos ante roletazo de Ken Berry (cf) en el segundo capítulo. Otra de Ed Stroud (rf) ante largo elevado de Gonzalo Márquez en el tercero. Jim Hicks (1b) lanzándose sobre la raya de cal para robarle un extrabases a Tartabull en el sexto tramo. Isaías (0-1) enfrentó 30 bateadores en 8 episodios, permitió 2 carreras, 1 limpia, aceptó 7 imparables, ponchó 6, concedió 2 boletos. Jim Ward lo relevó en el noveno inning. Juego ganado para Seguí con relevo de Orlando Peña en el séptimo. Isaías salió de su casa a las nueve de la mañana del 20 de octubre de 1966. Caminó varias cuadras hasta la casa de Carmen Elena. “Buenos días señora Tula. ¿Se encuentra Carmen Elena?” La mujer de incipientes canas en su cabello ocuro volteó hacia
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el fondo del zaguán. “Hola Isaías. Antier escuchamos tu juego. Ivo dice que lanzaste muy bien. Pero ese Diego Seguí lanzó mejor. Carmen Elena, te busca Isaías”. La señora se fue al interior de la casa. La joven delgada apareció en el zaguán con una sonrisa escondida en el saludo. “Hola Isaías”. Isaías metió las manos en los bolsillos. Dio dos pasos adelante y dos hacia atrás. Tragó dos veces y carraspeó. “Ho.. hola Carmen Elena”. “¿Que te pasa Isaías? Mira como sudas y más bien hace frío”. “Es que te quiero proponer que nos casemos”. Carmen Elena movió un poco el rostro y se acercó a Isaías. “Disculpa ¿qué fue lo que dijiste?” “Que quiero compartir mi vida contigo porque no puede ser que cuando quiero estar a tu lado tu mamá no te deja”. Carmen Elena iluminó su rostro con el más encendido de los rojos. “Yo tambien quiero estar a tu lado todo el tiempo”. “Entonces vamos a buscar una fecha para el matrimonio”. “¿Qué te parece en diciembre”. “No, es un mes muy ajetreado. Además estoy en plena temporada con Magallanes. Mejor en febrero”. “Está bien”. Isaías salió flotanto hasta su casa. Allí casi choca con Camen. “Muchacho ¿Qué te pasa?” “Nada mamá”. “¿Nada? A ti te pasa algo”. “Es que ya fije fecha para casarme con Carmen Elena”. Carmen se quedó mirando a Isaías. “¿Estas seguro de lo que estás haciendo? Mira que ese es un paso que se da para toda la vida”. “Claro que estoy seguro mamá. Nos casamos en febrero del ‘67”. Carmen abrazó y besó a Isaías. Isaías arregló sus macundales deportivos y salió al comedor. “Mamá, ya me voy para el estadio”. Carmen salió con un plato de arroz con pollo. “Cómete esto primero”. Isaías salió de su casa a las doce y media. Llegó al estadio Universatario pasada la una de la tarde. Corrió por cuarenta minutos en los jardines y regresó un momento al dugout. Luego se fue al bull pen y no regresó hasta las siete y media de la noche. A las ocho de la noche el árbitro principal Gualberto Acosta llamó a batear a Teolindo Acosta el primer bateador del Valencia Industriales. Isaías abrió por Magallanes. Juan Quiroz por Valencia. En el cierre del primer inning Ed Stroud (rf) abrió sencillo. Oswaldo Blanco (1b) lo llevó a segunda con rolling por la intermedia. Stroud pasó a la antesala por pasbol del catcher John Sullivan. Ken Berry (cf) disparó doblete impulsor de Stroud. Iniciando el segundo capítulo Dick Kenworthy (3b) conectó sencillo corto. Joe Gaines (cf) despachó triple al centro que hizo anotar a Kenworthy. Teodoro Obregón (ss) tronó sencillo que trajo a gaines al plato. Valencia 2 Magallanes 1. En la apertura del quinto episodio Jim Ward vino a relevar a Isaías. Gustavo Gil (2b) destapó imparable y siguió hasta tercera por error de Jesus Aristimuño en el left field. Luis Rodriguez (rf) conectó sencillo para hacer anotar a Gil. Lee May (1b) salió de pitcher a primera. Rodríguez pasó a segunda. Sullivan conectó sencillo impulsor de Rodríguez. Valencia 4 Magallanes 1. En el cierre del quinto Ed Stroud bateó hit al terreno corto de la izquierda. Pasó a segunda mediante robo de base. Oswaldo Blanco despachó imparable al centro para impulsar a Stroud. En la conclusión del sexto Luis Camaleón García (3b) rechinó doblete contra la pared del jardín izquierdo. César
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Gutierrez (ss) destapó triple entre right y center para impulsar a García. Valencia 4 Magallanes 3. Entró a relevar Oscar Zamora a Quiroz. Bill Connors relevó a Ward en la apertura del séptimo inning. En la parte de baja del séptimo Stroud negoció boleto. Oswaldo lanco lo llevó a segunda con sacrificio. Berry sonó sencillo que remolcó a Stroud. Luego pasó a segunda por robo de base. Duane Josephson (c) salió de short a primera. Camaleón empujó la ventaja con su imparable 997. En el noveno Alberto Cambero, de emergente por Zamora, recibió boleto de Bill Connors. Teolindo Acosta falló el sacrificio y forzaron en segunda base a Cambero. Teolindo pasó a segunda por pasbol de Josephson. Gustavo Gil negoció boleto. Luis Rodríguez en cuenta de 2 bolas sin strikes elevó a segunda. May levantó globo corto al centro que provocó espeluznante jugada de Berry para cerrar el partido. Magallanes 5 Valencia 4. Ganó Connors. Perdió Zamora. Isaías lanzó 4 episodios enfrentó a 19 bateadores, permitió 4 carreras limpias, aceptó 7 incogibles, ponchó 2, concedió 2 boletos. Carmen exprimió unos pantalones en la batea. “Isaías ven acá”. El aire gélido de las ocho de la mañana del 25 de octubre de 1966 llegó hasta el cuarto donde Isaías amarraba las trenzas de sus zapatos. “Voy mamá”. Isaías salió del cuarto y llegó hasta el patio. Carmen tendía los pantalones en el patio. “Necesito que me compres un litro de leche y unos plátanos”. Isaías salió a la calle, enfiló hacia las transversales que iban hacia la autopista. Cuando pasaba junto a una casa de paredes crema, una señora lo llamó. “Isaías. Caramba chico ¿Ya tu no te acuerdas cuando venías a buscar las hojas de cambur para las hallacas?” Isaías se quedó mirando a la señora alta. “Usted es la señora Josefa. Claro que me acuerdo de usted. Ya va a ver que en diciembre voy a venir a buscar hojas”. “No hijo esas matas las tumbé hace tiempo para hacer otra pieza en el patio”. “Bueno no importa en diciembre paso a traerle un regalo”. Isaías regresó a casa con el mandado. “Aquí tienes mamá. Ya me tengo que ir para el estadio”. Carmen destapó un plato que tenía en la mesa. “Ya va. Espérate ahí. Aliméntate primero, para que tengas fuerza en el juego”. Isaías llegó al estadio a la una de la tarde. Se cambió y salió a correr en los jardines. A las cuatro tomó unos turnos al bate y a las cinco se fue al bull pen. El juego comenzó a las ocho de la noche. Por Lara salió a batear el camarero Lee Bales. Isaías retiró el primer episodio sin complicaciones. En la conclusión del primer episodio Ed Stroud (rf) sonó sencillo. Robó segunda. Oswaldo Blanco (1b) roleteó a primera y se embasó por error de Dave Roberts (1b). Ken Berry (cf) dio rolling por tercera que empujó la carrera de Stroud. En el tercero Berry disparó hit a la iquierda. Robó segunda. Camaleón García (3b) despachó imparable al centro para empujar a Berry. Magallanes 2 Lara 0. En el quinto episodio Camaleón García conectó su hit 1000 ante los envíos del abridor larense Ken Sanders. En el noveno Tom Murray (3b) conectó sencillo.
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Dave Duncan (c) pescó una recta de Isaías y la sacó de cuadrangular. El manager George Noga trajo a relevar a Alonso Olivares quién completó el inning sin dificultades. En el cierre del noveno George Smith (2b) abrió con hit. César Gutiérrez (ss) tocó y se embasó por jugada de selección. Duane Josephson (c) bateó un rolling al short y el árbitro decretó quieto a Gutiérrez en segunda base. Cardenales reclamó y expulsaron al manager Hub Kittle. El relevista Tom Dukes apretó el brazo y ponchó a Domingo Carrasquel que emergió por Olivares. Stroud salió con elevado al cuadro. Oswaldo Blanco bateó rodado al campocorto. Graciliano Parra entró a relevar en el décimo inning. El juego quedó 2-2 por límite de tiempo en la segunda mitad del inning 11. Isaías lanzó 8 episodios, enfrentó a 29 bateadores, permitió 2 carreras limpias, aceptó 6 imparables, ponchó 9, concedió 4 boletos, golpeó 1 bateador. Isaías salió de su cuarto con el maletín terciado al hombro. La mañana del 30 de octubre de 1966 solo marcaba las cinco de la mañana. “Mamá voy saliendo para el estadio”. Carmen apenas colaba el café en la cocina. “Muchacho pero es muy temprano. Espérate para que desayunes”. Isaías metió una taza debajo del chorro de café que salía del embudo de tela. “Es que hoy tenemos juego en Carora mamá. El autobus sale a las seis. El que no está a tiempo se tiene que ir por su cuenta después. Así que nos vemos mañana”. Carmen pasó su mano derecha por la frente de Isaías. “Dios te bendiga hijo”. Isaías salió a la calle. Subió a la Francisco de Miranda por La Joya. En una esquina una voz conocida le templó el paso. “Epa Isaías. Adonde vas tan volao”. Un señor de camisa azul clara salió detrás de un kiosko de revistas. Isaías sonrió. “Hooola Pío. ¿Qué es de tu vida?” “Todo bien. Mira no me gustó nada ese último juego donde Lara te empató el partido en el noveno inning”. Isaías ladeó la cabeza. “Tengo que reconocer que Dave Duncan bateó un buen lanzamiento. Lo que te puedo decir es que la próxima vez va a tener que batear otro pitcheo”. Pío pegó la mano del kiosko. “Eso puede ser hoy mismo”. “Si señor. Ya me tengo que ir porque vamos saliendo para Carora. Hasta luego Pío”. Isaías llegó al estadio cuando subían Jesús Aristimuño y Oswaldo Blanco. “Epa espérenme”. Aristimuño se atravesó en el estribo del autobus. “Arranque señor chofer ya estamos completos”. Isaías levantó la mano. “No, espere que falta uno”. Llegaron a Carora a las diez de la mañana. Las once encontraron al conjunto magallanero calentando en la grama del Polideportivo Antonio Herrera. El juego empezó a las once y media. Larry Maxie abrió por Cardenales y Robert Meyer por Magallanes. En la apertura del segundo episodio Duane Josephson (c) bateó sencillo. Camaleón García (3b) roleteó por segunda y forzaron a Josephson. Oswaldo Blanco (lf) soltó doblete a lo profundo del right center field para empujar a García. En el tercero Ed Stroud (rf) negoció boleto. Pasó a la intermedia por robo de base. Llegó a la antesala por wild pitch de Maxie. Jim Hicks (1b) la rodó por
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tercera, Neudo Morales cometió error y Stroud entró en carrera. Josephson siguió con sencillo al centro. Hicks llegó hasta tercera. Camaleón despachó otro sencillo al centro para empujar a Hicks. Magallanes 3 Lara 0. En el cuarto inning José Bracho relevó a Maxie. En el cierre del quinto inning Lee Bales (2b) recibió boleto de Isaías quién había entrado a relevar a Meyer en el cuarto capítulo. Bales robó segunda. Tom Murray (lf) conectó sencillo impulsor. En el séptimo Bales negoció boleto. Jacinto Hernández (ss) despachó sencillo. Murray adelantó los corredores con toque de sacrificio. Bill Robinson (cf) destapó doblete a la izquierda que molcó a Bales y a Hernández. Bill Connors entró a relevar a Isaías. Magallanes 3 Lara 3. En el octavo inning Graciliano Parra relevó a Connors. En la parte baja del decimotercer inning Dave Roberts (1b) la sacó de cuandrangular ante Jesús Llamozas quién había relevado a Graciliano Parra en el duodécimo inning. Por Lara ganó Tom Dukes quién relevó a José Bracho en el octavo capítulo. Isaías lanzó 3.2 innings, enfrentó a 14 bateadores, permitió 3 carreras limpias, aceptó 4 inatrapables, ponchó 2, concedió 1 boleto, golpeó 1 bateador. Bateó de 1-1. La mañana del domingo 06 de noviembre de 1966 Isaías se despidió de Carmen a las 8 y media e la mañana. Avanzó por la Libertador. Como no divisaba autobuses en la vía empezó a caminar por la avenida en dirección a Chacaíto. Al llegar a lugar donde la avenida se abre en tres vías, se detuvo un momento frente al comienzo de las vigas de concreto atravesadas sobre el canal interno de la avenida Libertador. Las cornetas repetidas de dos carros que competían sacaron a Isaías de su abstracción. Dos cuadras más allá tomó un taxi. Llegó al Universitario a las 9 y cuarto de la mañana. El juego empezó a las once y cinco minutos. Isaías se fajó con La Guaira y Héctor Brito en un duelo sin anotaciones hasta el comienzo del quinto inning. En el cierre del primer episodio César Gutierrez (ss) soltó sencillo a la izquierda. Ed Stroud (rf) metió doble al centro. Duane Josephson (cf) largó línea al centro que tomó Ángel Bravo (cf) y la convirtió en dobleplay al retirar a Gutiérrez en la mascota de John Bateman. En el cuarto inning, con las bases llenas Domingo Carrasquel (3b) templó una línea que tomó Chico Ruíz (ss) de un salto y la convirtió en otro dobleplay. En la apertura del quinto Elio Chacón (2b) disparó sencillo al centro y robó segunda. Ruíz conecto imparable impulsor y se metió a segunda con el tiro a la goma. Chuck Harrison (1b) negoció boleto. Bateman bateó globo corto a la derecha que se convirtió en doblete impulsor de Ruíz. La Guaira 2 Magallanes 0. En el cierre del séptimo Carrasquel soltó incogible a la grama corta de la derecha. George Smith (2b) siguió con otro sencillo. Camaleón García emergió por Isaías y sacudió imparable que impulsó a Carrasquel. La Guaira 2 Magallanes 1. Bill Connors relevó a Isaías en el octavo acto. En el noveno Chacón negoció boleto ante el relevista Bill Connors. Ruiz despachó sencillo a la izquierda. Harrison envió la pelota a lo más profundo de left field. Oswaldo
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Blanco capturó la pelota pero Chacón anotó caminando al pisa y corre. El pitcher ganador resultó Brito con relevo de Chris Zachary en el séptimo. Isaías perdió (0-2) en trabajo de 7 episodios, enfrentó a 27 bateadores, permitió 2 carreras limpias, aceptó 6 imparables, ponchó 5, concedió 3 boletos. “Bendición mamá. Hasta la noche”. Isaías abrazó a Carmen y salió a la calle. El sol de las once y media de la mañana del 17 de noviembre de 1966 reflejaba la sombra de los edificios sobre el asfalto de la Francisco de Miranda. Isaías detuvo un autobus. Pagó el pasaje y atravesó el torniquete. Alargó el cuello hacia la séptima fila de puestos. “¿Qué fue Valerio?” “Isaías. Voy a hacerle una diligencia a papá”. El autobus avanzaba por el comienzo de la avenida Libertador. Isaías se quedó mirando los travesaños de concreto sobre el canal interno de la avenida. “Valerio ¿te acuerdas cuando me monte en una de esas vigas de cemento para agarrar aquel azulejo?” “Si. Tambien me acuerdo que me tuve que montar a horcajadas sobre la viga para ayudarte a salir de ahí”. Valerio movía la cabeza de un lado a otro. Isaías se bajó frente al estadio Universitario. Entró al dugout a las doce y veinte del mediodía. Conversó un rato con George Noga y salió a correr por la zona de seguridad de los jardines. En la tarde hizo bull pen. El juego empezó a las 8 de la noche. Por La Guaira abrió John Tsitouris. En el cierre del primer episodio Ángel Bravo (lf), Chico Ruíz (2b), Luis Aparicio (ss) y John Bateman (c) conectaron sencillos consecutivos ante Graciliano Parra para producir 2 carreras. Tony Curry (1b) bateó elevado de sacrificio a la derecha que empujó la carrera de Aparicio. La Guaira 3 Magallanes 0. En la apertura del cuarto inning John Donaldson (2b) soltó sencillo, Jim Hicks (rf) la llevó a lo más profundo del jardín central para que Hank Allen (cf) se luciera atrapando la bola contra la cerca, Duane Josephson (c) siguió con imparable, Camaleón García (3b) bateó rolling por tercera que adelantó los corredores. Oswaldo Blanco (1b) despachó sencillo sencillo empujador de 2 carreras. César Gutierrez (ss) destapó otro imparable. Isaías bateó un ratoncito por los predios del campocorto que Aparicio atacó con prontitud para completar un out genial. La Guaira 3 Magallanes 2. En el quinto episodio Ruiz bateó sencillo ante Isaías que había entrado a relevar en el segundo. Robó segunda. Bateman disparó otro imparable. Curry despachó doblete al right field impulsor de Ruiz y Bateman. La Guaira 5 Magallanes 2. En el sexto Magallanes anotó 1 carrera ante Tsitouris. Cerrando ese inning Euclides Camejo (rf) negoció boleto y robó segunda. Bravo la rodó con fuerza por segunda, Donaldson flumbeó la pelota y Camejo anotó la sexta de La Guaira. En la apertura del séptimo Ken Berry (cf) sonó imparable y estafó segunda. Hicks la desapareció por entre left y center field. Josephson recibió pasaje gratis. Gustavo Spósito tocó la pelota. El relevista Chris Zachary tomó la pelota y la voló en el tiro a la intermedia. Oswaldo Blanco metió metrallazo al fondo del abanico, Luis Aparicio detuvo la pelota de rodillas, solo pudo
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impedir la carrera de Josephson. Gutiérrez empujó el empate con elevado de sacrificio. Domingo Carrasquel (3b) la rodó por tercera y Pedro Villaren lanzó mal a primera para permitir la carrera de Spósito. Magallanes 7 La Guaira 6. Alonso Olivares, que relevó a Isaías en el sexto, se apuntó la victoria. Bill Connors entró a lanzar desde el séptimo hasta el final. Por La Guaira perdió Zachary quién entró por Tsitouris en el sexto inning. Isaías lanzó 4 episodios, enfrentó 17 bateadores, permitió 2 carreras limpias, aceptó 5 imparables, ponchó 4, concedió 1 boleto. Isaías abrió la puerta de su casa a las seis de la mañana del domingo 20 de noviembre de 1966. Atravesó la calle y avanzó hacia la avenida. Caminó varias cuadras y tocó una puerta. “Buenos días señora Tula ¿Se encuentra Carmen Elena?” “Caramba Isaías ¿tu estás viendo la hora que es?” “Si. Porque tengo que viajar para Maracay, quería saber si usted le da permiso a Carmen Elena para que vaya con mis hermanas a ver el juego en Maracay”. La señora Tula pasó la mano derecha por la sien. “¿Para Maracay? ¿Tú como que estás loco Isaías? ¿Y donde van a llegar allá? ¿Dónde van a comer? No, no, no Isaías. Carmen Elena no va para ningún Maracay”. Isaías despegó la mano del marco de la puerta. “Pero señora Tula. Por favor. Nosotros nos vamos a casar en febrero”. “Yo no tengo nada que ver con eso. Después que se casen te la puedes llevar a donde quieras. Pero ahora ella todavía es mi responsabilidad. Así que olvídese del tango que Gardel murió”. Carmen Elena asomó la cara al fondo del zaguán. Isaías la saludó. “Bueno señora Tula. Ojalá que mañana mismo fuera febrero”. Isaías regresó a su casa y tomó el maletín. “Mamá voy saliendo”. “Que dios te bendiga hijo”. El autobus del Magallanes salió del Universitario a las siete y media de la mañana. Desayunaron en La Encrucijada y prosiguieron rumbo a Maracay. El autobus se estacionó enfrente al estadio José Pérez Colmenares a las nueve de la mañana. Los jugadores bajaron y calentaron un rato. A las 11 de la mañana Roberto Olivo cantó “Play ball”. Dick Whitby abrió por los Tigres. Abriendo el primer episodio Ed Stroud (cf) sacudió sencillo. Whitby lo sorprendió en primera, cuando el árbitro sentenciaba el out se le cayó la pelota al inicialista George Scott. Luego Stroud robó segunda. Avanzó hasta la antesala por error en el tiro del catcher Enrique Izquierdo a segunda. John Donaldson (2b) despachó incogible a la izquierda que trajo la anotación de Stroud. Magallanes 1 Aragua 0. En la apertura del séptimo Duane Josephson (c) disparó doblete por la raya de la izquierda. Camaleón García (3b) lo remolcó con otro doble al center field que burló a Mel Queen cuando este trató de cortarlo hacia adelante. Magallanes 2 Aragua 0. En el comienzo del octavo inning Magallanes llenó las bases con 1 out. No pudo anotar porque Josephson bateó para dobleplay. Isaías solo había aceptado un imparable hasta el octavo episodio. Luego del out de Bob Burda, Enrique Izquierdo se embasó por error de César Gutiérrez (ss). José Manuel Tovar (3b) negoció boleto, luego
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de colocarse en 0 y 2. Paul Casanova emergió por Fernando Simza (2b). Al primer lanzamiento de Isaías largó un línea bárbara que hizo gritar a la multitud pero fue foul. Isaías lo hizo abanicar con una curva baja y afuera. Pastor Romero emergió por Whitby y entregó el último out en elevado profundo a Stroud (cf). Abriendo el noveno Magallanes colocó corredores en los ángulos y allí se quedaron. En el cierre del noveno después del out de Bubba Morton (lf), Mel Queen (cf) sonó doblete a la pared del jardín derecho. Ron Clark (ss) la rodó por el cuadro y en jugada de selección Queen pasó a tercera. Fue el único corredor de los Tigres que pisó la antesala. George Scott (3b) despachó un batazo descomunal a las profundidades del jardín derecho que Jim Hicks tomó recostado a la cerca. Isaías ganó (1-2) en trabajo de 9 innings, enfrentó 28 bateadores, no permitió carreras, aceptó 2 imparables, ponchó 1, concedió 2 boletos, golpeó a 1 bateador. Bateó de 4-1. Whitby perdió. Dick Egan lo relevó en el noveno. Isaías abrió la puerta de la casa. La marimba del noticiero matinal resonaba en la sala. “…y hoy jueves 24 de noviembre de 1966 nos disponemos a leer las noticias para ustedes. Son las siete en punto de la mañana”. Carlos cerró la puerta de la casa de enfrente y dio dos pasos en la acera. “Epa Isaías ¿Como te va?” “Que hubo Carlitos”. “Cónchale vale el domingo le arrancaste los colmillos a los Tigres”. Isaías pasó a la acera de enfrente. “¿Desde cuando no van de cacería Carlos?” “Uuuf tenemos como tres semanas”. Fernandito, Juan y dos niños más corrieron desde una cuadra más arriba en la calle. “Isaías, Isaías. Enséñanos como son los lanzamientos con que le ganaste a los Tigres”. Fernandito le entregó una pelota de goma a Isaías. “Ustedes ponen estos dedos sobre las costuras. Esta pelota no tiene costuras pero háganse de cuenta que aquí está ese hilo rojo que tienen las pelotas. Ahí aprietas, metes la pelota en el guante, la llevas arriba, levantas la pierna y la lanzas donde hace falta”. Carmen salió a la puerta de la casa. “Isaías ven para que desayunes”. “Hasta luego Carlos. Nos vemos muchachos”. Isaías regresó a la casa. Al mediodía salió para el estadio. Entró al dugout como a la una de la tarde. Habló un rato con George Noga y Jesús Aristimuño. El resto de la tarde lo pasó entre los jardines y el bull pen. El juego empezó a las 8 de la noche. Por La Guaira abrió Bob Belinsky, en los primeros seis innings Magallanes solo le hizo 1 carrera sucia en el tercer inning. Isaías empezó por Magallanes. La Guaira le fabricó 3 carreras en el sexto. Magallanes reaccionó ante Juan Campos y Manuel González con 3 carreras en el séptimo y 1 en el octavo. Las otras seis se las hicieron a Héctor Brito y Juan Quintana en el noveno. Victor Jiménez terminó lanzando por La Guaira. La Guaira marcó 3 carreras en el cierre del noveno. Por Magallanes ganó Bill Fisher que relevó a Isaías en el sexto. Bill Connors cerró el partido. El pitcher perdedor fue González. Isaías lanzó 5.1 innings, enfrentó 22 bateadores, permitió 3 carreras limpias, aceptó 9 incogibles, ponchó 4,
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concedió 1 boleto. Bateó de 2-1. Con el madero destacaron Ed Stroud (cf) de 6-5, con 1 anotada y dos remolcadas y Duane Josephson (c) de 6-3 con 1 anotada y 5 impulsadas. La mañana del 30 de noviembre de 1966 Isaías salió de su casa. Adelantó tres pasos hacia el medio de la calle y vio que el restaurant de los Finoglio había abierto. “Buenos días Gabriel. Necesito un favor tuyo”. “Buon giorno Isaía ¿Que se te ofrece?” “¿Cómo es que ustedes hacen esa salsa para espaguetis que hace que uno quiera repetir mil veces?” Gabriel se quedó mirando a Isaías. “¿Que pasa? Nos vas a hacer competencia”. Isaías sonrió. “Nada de eso Gabriel. Lo que pasa es que queremos darle una sorpresa a mi mamá. Ella siempre es la que cocina y queremos que por lo menos un día descanse de la cocina. Y decidimos con mis hermanos que lo mejor era hacerle unos espaguetis”. “Bueno anota por ahí Isaías. Necesitas comprar ajos, aceite, pimienta, sal, tomates, pasta de tomate, los espaguetis, y queso parmesano rallado. Pelas los ajos y los sofríes en una olla. Licuas los tomates junto a la pasta de tomate y cierta cantidad de agua. Cuando los ajos estén tiernos agregas el jugo de tomate a través de un colador. Luego agregas sal, pimienta y hojas de albahaca. Eso lo dejas hervir hasta que la salsa tome consistencia. A parte pones a calentar agua. Cuando hierva agregas los espaguetis y empiezas a removerlos con un tenedor para que no se peguen. Cuando vuelva a hervir el agua debes estar pendiente de los espaguetis para morderlos. Cuando los espaguties estan firmes y los puedes morder con suavitá se dice que están al dente. Ahí apagas la hornilla. Llevas la olla al fregadero, agregas un poco de agua fría. Escurres el agua y sirves los espaguetis en platos. Agregas la salsa y luego espolvoreas parmesano y presto a mangiare”. Isaías anotó con diligencia en una hoja de cuaderno. “Gracias Gabriel”. “¿Vas a lanzar questa notte?” “Si, esta noche jugamos contra La Guaira”. “Buena suerte”. “Gracias”. Isaías regresó a su casa, comió y salió para el estadio. “Hasta luego mamá”. Llegó al estadio a la 1 de la tarde. Corrió una hora en los jardines y luego soltó el brazo en el bull pen. El juego empezó a las 8 de la noche. Por La Guaira iba a lanzar Eugene Brabender. En el cierre del segundo inning Domingo Carrasquel (1b) disparó imparable. Brabender incurrió en wild pitch y Carrasquel pasó a segunda. Gustavo Spósito (rf) bateó sencillo impulsor a la izquierda. En el tercero César Gutiérrez (ss) sonó triple entre left y center field. Rolling al cuadro de Duane Josephson (c) trajo a Gutiérrez a la goma. En la apertura del cuarto episodio Hank Allen (rf) negoció boleto. John Bateman (c) cazó una recta baja de Isaías y la sacó de jonrón por la izquierda. La Guaira 2 Magallanes 2. En el octavo Tony Curry (1b) despachó cuadrangular. Adolfo Phillips (cf) llegó hasta tercera por error de Oswaldo Blanco en el jardín izquierdo. Bateman sonó hit a la izquierda para impulsar a Phillips. Bill Connors entró a relevar a Isaías. La Guaira 4 Magallanes 2. Isaías
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perdió el juego (1-3) en labor de 7.2 innings, enfrentó a 31 bateadores, permitió 4 carreras, 3 limpias, aceptó 8 imparables, ponchó 6, concedió 1 boleto. Isaías entró a la cocina a las seis de la mañana del 03 de diciembre de 1966. “Buenos días mamá”. “Buenos días Isaías”. “Mamá mis hermanos y yo queremos prepararte el almuerzo el 7 de este mes. Es justo que descanses de la cocina por lo menos un día”. “¿Qué dices?” Carmen diluyó una cucharada de azucar en su café. “Eso no es ningún cansancio para mí Isaías. Es mi responsabilidad con mi familia”. “Está bien mamá. Entonces tómalo como un regalo navideño que te queremos dar tus hijos”. Carmen escondió una sonrisa en la manga del vestido. “Está bien ¿qué comida van a hacer ese día?” “Ah, ah, eso si no se puede decir. Es un secreto. Ahora me voy para el estadio. Sino el autobus me va a dejar”. Isaías se metió en el cuarto. “Valerio ya mamá me dijo que el siete le podemos hacer la comida. Habla con los muchachos para comprar todo”. Valerio se enrrolló en la cobija. “Ajá, está bien”. Isaías llegó al Universitario a las siete de la mañana. El autobus esperaba por él y Oswaldo Blanco. Llegaron a Maracay a las diez de la mañana. El autobus se estacionó a un lado del José Pérez Colmenares y el Magallanes bajó en pleno hacia el terreno de juego. El partido empezó a las seis y media de la tarde. Mel Queen abrió por los Tigres y Graciliano Parra por Magallanes. En el quinto inning Enrique Izquierdo (lf) se apuntó infield hit. José Manuel Tovar (3b) se sacrificó. Francisco Moscoso (cf) empujó a Izquierdo con sencillo al centro. En el comienzo del sexto episodio John Donaldson (2b), Duane Josephson (c) y Camaleón García (3b) combinaron imparables para producir 1 carrera. En el cierre de esa entrada. Mel Queen recibió 4 bolas malas. George Scott (1b) y Bob Burda (rf) conectaron sencillos para traer a Queen hasta la goma, Alonso Olivares entró a relevar. Aragua 2 Magallanes 1. En el octavo Donaldson sencilleó. Jim Hicks (rf) negoció boleto. Queen lanzó un wild pitch que avanzó a los corredores. Camaleón García (3b) bateó un elevado de sacrificio que hizo anotar a Donaldson. Oswaldo Blanco (lf,1b) sonó sencillo impulsor. Magallanes 3 Aragua 2. En el cierre del octavo Isaías sustituyó a Olivares. Burda conectó doblete. Ed Stroud (cf) incurrió en error y Burda llegó hasta la antesala. Izquierdo bateó imparable para impulsar a Burda. Bill Connors entró a relevar en el noveno. En el décimo Josephson despachó doblete. Camaleón lo empujó con sencillo. En el cierre del décimo inning Ron Clark (ss) negoció boleto. Héctor Urbano que había relevado a Queen el el octavo salió con elevado al pitcher en intento de sacrificio. Scott tronó doblete. Paul Casanova (c) destapó otro doble para decretar la victoria aragüeña 5-4. Urbano ganó el juego. Connors fue el perdedor. Isaías lanzó 1 inning, enfrentó 4 bateadores, permitió 1 carrera limpia, aceptó 2 imparables, concedió 1 boleto.
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A las seis de la mañana del 07 de diciembre de 1966 Isaías despertó a Valerio. “Vamos, vamos que hoy es el día del almuerzo de Carmen Silva”.Valerio se escondió bajo la cobija. “Adelántate. Ya yo voy”. Isaías salió al patio. Sacó dos haces de leña que Sebastián guardaba en el cuarto de las herramientas. En el fondo del patio dispuso tres piedras. Consiguió unos pedazos de papel y unos restos de hierbas secas. Los puso entre las piedras y luego empezó a colocar la leña. A los quince minutos una voz sigilosa lo sorprendió. “¿Y cual es el menú del chef para hoy?” “Hoola Marilú. Shhh. Que no quiero que mamá se entere”. A la distancia vieron a Carmen entrar en la cocina. “Buenos días. Como amanecen los muchachos. “Toma esta arepa Isaías. Para que tengas fuerza para hacer el almuerzo. Y tu tambien Marilú”. Valerio avanzó hacia el fogón del fondo del patio como a las nueve de la mañana. “Caracha Isaías ¿Y ya esa salsa está hirviendo?”. Isaías sacó un poquito de salsa de la olla. “Hmmm, claro Valerio. A las doce tengo que salir para el estadio. Hoy vamos para Valencia”. Miguel llegó con una bolsa escondida en la espalda. “Aquí están los espaguetis”. Gladys salió de la cocina con una olla grande. “¿Ya está lista la salsa?” Valerio agarró la olla, la lavó y la llenó de agua. “Si, ya es hora de montar el agua de los espaguetis”. Sebastián subió el escalón del comedor. “Aahh, huele como a salsa de espaguetis cará”. Zaira lo acompañó hasta el patio. “Aquí tienes el queso Isaías”. Isaías abrió el paquete de espaguetis sobre un plato. “Gracias Zaira”. Valerio y Miguel trajeron la mesa del comedor hasta el patio. Carmen se asomó en la cocina. “Bueno ¿y que es lo que está pasando aquí?” A las once de la mañana Isaías bajó la olla del fogón. Sirvió varios platos y fue a buscar a Carmen. “Mamá venga a sentarse a comer. La mesa está servida”. Carmen se llevó una silla del comedor. “Que sabroso está esto Isaías. Tu como que le robaste la receta a Gabriel y a Tonino”. Isaías llevó otro plato a la mesa para Sebastián. “Bueno, algo de eso hay”. Isaías devoró un plato de espaguetis y se levantó de la mesa. “Bueno mamá espero que te haya gustado la comida: Voy saliendo”. Isaías llegó al Universitario a las doce y diez del mediodía. El autobus salió para Valencia a las doce y media. Llegaron al José Bernardo Pérez a las dos de la tarde. El juego empezó a las 8 de la noche. Por Valencia abrió George Culver. En el primer inning César Gutiérrez (ss) se embasó por jugada de selección, robó segunda. Camaleón García (3b) destapó sencillo a la izquierda impulsor de Gutiérrez. En el cierre del tercer capítulo Culver soltó sencillo. Teolindo Acosta (lf) sonó doblete que lo trajo a la goma. Magallanes 1 Valencia 1. En el cuarto Dick Kenworthy (3b), Lee May (1b) y Luis Rodríguez (rf) combinaron sencillos para producir otra carrera. Valencia 2 Magallanes 1. Abriendo el quinto Isaías y Ed Stroud (cf) batearon infield hits. John Donaldson (2b) despachó imparable a la derecha para impulsar a Isaías. Stroud pasó a tercera. Camaleón García (3b) elevó de sacrificio al lf y empujó a Stroud. Magallanes 3 Valencia 2. En el sexto
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Oswaldo Blanco (1b), Gustavo Spósito (2b) e Isaías conectaron sencillos. Gutierrez la elevó de sacrificio para traer a Blanco al plato. Donaldson bateó un texas hit detrás de segunda base y anotaron Spósito e Isaías. Magallanes 6 Valencia 2. En el octavo Raúl Ortega emergió por Juan Quiroz (quién relevó a Culver en el sexto inning) y conectó sencillo. Teolindo Acosta despachó triple al centro para remolcar a Ortega. Bill Connors relevó a Isaías. Kenworthy la rodó por el campocorto y Acosta anotó. Adrian Garrett (cf) negoció boleto. May se embasó por error de Donaldson. Luis Rodríguez remolcó a Garrett con sencillo al centro. Kelley relevó a Quiroz en el noveno inning. Isaías (2-3) ganó el juego en trabajo de 7 innings, enfrentó 27 bateadores, permitió 4 carreras limpias, aceptó 8 imparables, ponchó 3, concedió 1 boleto. Bateó de 3-2, 2 anotadas. Culver se apuntó la derrota. El sábado 17 de diciembre de 1966 Isaías tomó una taza de café con leche. “Ya vengo mamá”. Carmen lo siguió hasta la puerta. “Muchacho, mira que ni siquiera te comiste la arepa”. “Yo me la como ahorita”. Isaías subió hasta la avenida Francisco de Miranda por la calle La Joya. El rumor de las gaitas encendía el ambiente navideña. Isaías se detuvo en un kiosko y se quedó mirando el titular de un periódico. “La muerte de Walt Disney deja huerfanos al pato Donald y al ratón Mickey”. Isaías siguió hasta la avenida y entró en una juguetería. “Buenas tardes. Señor necesito siete pelotas de béisbol, cuatro de voleibol, cuatro de basket, y cuatro libros de cuentos de el pato Donald y el ratón Mickey”. A los cinco minutos Isaías salió de la tienda con un paquete que tapaba toda su humanidad. “Hasta luego señor”. Isaías llegó a su casa. Abrió la puerta sosteniendo el paquete contra la pared. Carmen levantó la voz. “Muchacho ¿qué llevas ahí en ese paquete?”. “Ese es un encargo del niño Jesús”. Isaías entró al cuarto y salió con el maletín en el hombro. “Mamá ya me tengo que ir. Tenemos juego en Catia la Mar a la una de la tarde”. “Que dios te bendija ”. Isaías llegó al Universitario a las diez de la mañana. El autobus del Magallanes salió hacia La Guaira a las diez y media. Llegaron al estadio Cesar Nieves a las once. Calentaron una hora. Bob Belinsky abrió por La Guaira e Isaías por Magallanes. Roberto Olivo, el árbitro principal, llamó a jugar a la 1 p.m. En el primer inning John Donaldson (2b) sonó imparable. Jim Hicks (rf) negoció boleto. Donaldson robó tercera. Camaleón García (3b) bateó elevado de sacrificio que remolcó a Donaldson. En el tercer inning Magallanes llenó las bases con 1 out. Oswaldo Blanco (1b) bateó para dobleplay por el campocorto. En el cierre del séptimo Tony Curry (1b) despachó cuadrangular por la izquierda. Hank Allen (rf) y John Bateman (c) conectaron sencillos. Adelantaron hasta tercera y segunda por error de Charlie Bradford (cf). Ángel Bravo (lf) negoció boleto. Elio Chacón emergió por Remigio Hermoso (2b) y elevó de sacrificio a la derecha para empujar a Allen. La Guaira 2
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Magallanes 1. Eugene Brabender se apuntó la victoria luego de relevar a Belinsky en el quinto capítulo. Isaías (2-4) perdió el juego en labor de 7 innings, enfrentó 24 bateadores, permitió 2 carreras, 1 limpia, aceptó 6 imparables, ponchó 4, concedió 2 boletos. Bill Connors relevó en el octavo. “Mamá ya me voy”. Isaías apretó el paquete bajo el brazo derecho y ajustó el maletín en el hombro izquierdo. Se paró un momento frente al pesebre en la sala. Carmen corrió desde la cocina. “Pero ¿A donde vas a las 8 de la mañana?” “Voy a llevarle unos regalos a los niños del Hospital Ortopédico ¿Tu crees que me puedas esperar esta noche con papá y mis hermanos después del juego?” Carmen enarcó las cejas. “Claro Isaías yo siempre quiero saber como te sientes después del juego”. Isaías salió a la calle. Tomó un taxi. “Por favor al Hospital Ortopédico”. A las 8 y media de la mañana del 22 de diciembre de 1966 Isaías entró a la recepción del Hospital. “Buenos días. Vengo por un encargo que me hizo el Niño Jesús”. La recepcionista sonrió. “¿Para quién es el encargo?”. “Por favor lléveme donde haya un niño triste”. La mujer levantó un auricular. En un minuto llegó una enfermera. “Venga por aquí”. Isaías atravesó una puerta y pasaron a un pasillo de habitaciones. En una de ellas una niña de unos diez años convalecía en una cama. Isaías se acercó. “Buenos días ¿Cómo estás?” La niña volteó la mirada hacia otro lado. Isaías dejó el paquete sobre un mueble. “¿Quieres dar un paseo en la silla de ruedas?” La niña iluminó su rostro. “Si”. Isaías llamó a la enfermera y pasaron a la niña a la silla de ruedas. “¿Cuál es tu nombre?” “Luisa ¿Y usted quien es?” “Un amigo de los niños. Muy bien Luisa ¿Quieres pasear por el jardín o por los pasillos?” “Yo quiero visitar a los otros niños que están aquí”. Isaías llevó a Luisa por todas las habitaciones del pasillo. Pronto el silencio y el olor a desinfectante cedieron ante las crecientes carcajadas infantiles. Isaías sacó una barba y un gorro del paquete. “Jo,jo,jo. San Nicolás trajo unos regalos para ustedes”. A las once de la mañana Isaías llevó de regreso a Luisa a su habitación. Sobre la cama había un regalo. Luisa se lo quedó mirando. “¿Y eso?” Isaías lo tomó. “Parece que te lo dejó el niño Jesús. Mira lo que dice ‘Para Luisa con mucho afecto. Se que pronto te recuperarás’” Luisa tomó el regalo. “Pero el niño Jesús viene es el 24”. “El habló conmigo y me dijo que tuvo que adelantar el viaje para acá porque no le iba a dar tiempo llevar todos los regalos el 24”. Luisa se apoyó en las manos de Isaías y subió a la cama. Isaías apretó la mano de Luisa. “Hasta luego Luisa”. Luisa abrió el regalo. “Esto era lo que yo quería. Eeh ¿cómo se llama usted?” “Isaías”. “Isaías ¿cómo hace el niño Jesús para saber que es lo que a uno le gusta?” “Bueno el siempre está por ahí cerca de los niños. Por eso hay que portarse bien”. Isaías abrió la puerta y salió de la habitación. En la recepción agradeció al personal de Hospital. Salió a la calle y detuvo un taxi. “Por favor una carrera hasta el estadio
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Universitario. Entró al dugout del Magallanes a las doce del mediodía. Conversó un rato con el manager Noga. Se cambió de indumentaria y salió a calentar . El juego empezó a las 8 de la noche. Por La Guaira abrió JohnTsitouris. En el cierre del primer episodio Charlie Bradford (cf) recibió pelotazo. Jim Hicks (rf) sonó sencillo. Camaleón García (3b) destapó imparable al centro para empujar a Bradford. Oswaldo Blanco (1b) tronó triple impulsor de dos carreras. Juan Quintana relevó a Tsitouris. Gustavo Sposito (2b) bateó incogible para impulsar a Blanco. Magallanes 4 La Guaira 0. Juan Campos relevó a Quintana en el segundo capítulo. En el tercer inning Ángel Bravo (lf) soltó imparable a la derecha. Hiraldo Ruíz (ss) dejó caer una bala fría detrás de la primera base. Isaías retiró a Bravo en tercera en intento de robo. Adolfo Phillips (cf) y Tony Curry (1b) conectan sencillos consecutivos y Ruíz entra en carrera. Magallanes 4 La Guaira 1. En el cierre del cuarto episodio Victor Colina (lf) batea imparable. Pasó a segunda por error de Héctor Brito. Isaías se sacrificó. César Gutiérrez (ss) bateó elevado de sacrificio al centro que trajo la carrera de Colina. Bradford disparó sencillo al centro. Hicks la sacó de cuadrangular por la derecha. Magallanes 7 La Guaira 1. En el quinto Jerry McNertney (c) metió triple entre left y center. Victor Jimenez relevó a Brito. Spósito conecta sencillo impulsor. Magallanes 8 La Guaira 1. En el séptimo Bill Fischer relevó a Isaías. En el noveno Bravo negoció boleto. Ruiz destapó doblete a la izquierda. Phillips despachó jonrón. Magallanes 8 La Guaira 4. Isaías ganó (3-4) el juego en trabajo de 6 episodios, enfrentó 26 bateadores, permitió 1 carrera limpia, aceptó 9 incogibles, ponchó 4, concedió 2 boletos. En el dugout el manager Noga, Oswaldo Blanco y Jesús Aristimuño felicitaron a Isaías. “Muchas gracias. Ahora es cuando hay que ganar más juegos para clasificar al Magallanes”. Isaías se duchó y se vistió. Llegó a su casa como a las once y media de la noche. El frío llenaba de neblina toda la calle Las Mercedes. “Mamá ábre la puerta. No veo la cerradura”. “Caramba felicitaciones, pitcheaste muy bien esta noche”. Carmen abrió la puerta. Sebastián adelantó las muletas hacia la neblina. “Muy bien hecho Isaías”. Zaira y Gladys abrazaron a Isaías. Valerio, Marilú y Miguel se quedaron junto a Jesús frente al pesebre. Isaías avanzó hacia el nacimiento abrazado con sus padres. Tomó aliento y entonó este aguinaldo: “Esta bella noche, noche de alegría porque ya ha nacido el mesías. Y los chiquitines cantan con dulzura porque ya nació nuestro guía. La familia toda estará, reunida con humildad y el abrazo no faltará, en todita la vencidad…(19)” La mañana del 28 de diciembre de 1966 Miguel tocó la puerta del baño. “Isaías te buscan en la puerta”. “¿Quién es?” “Carmen Elena”. Un tropel silenció el ruido del agua de la regadera. Isaías salió del baño con decenas de gotas en la cara y los brazos. “Ya voy, ya voy”. Corrió hacia la puerta de la calle abotonándose la camisa. Las huellas de agua de sus pies descalzos marcaron la ruta. Asomó la cara hacia la calle. “Mira Miguel aquí no hay
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nadie”. Unas carcajadas subieron desde el patio. “Caíste por inocente Isaías”. Isaías entró al cuarto “Muy bonito pues”. Se vistió, tomó el maletín, salió hacia la cocina. “Mamá voy saliendo para Maracay”. Carmen saboreaba una empanada de caraotas. “Cómete una empanada para que lleves algo en el estómago”. “Bendición mamá”. Isaías mordió la empanada y apretó el paso hasta la puerta. En la Francisco de Miranda agarró un autobus. A las diez de la mañana se bajó en la vecindad del estadio Universitario. El autobus del Magallanes esperaba frente a la edificación. Salieron como a las once de la mañana. A la una de la tarde el autobus se estacionaba frente al José Pérez Colmenares. El equipo salió al campo a las dos. Isaías corrió media hora en los jardines. A las cuatro de la tarde soltó un poco el brazo. El juego empezó a las 8 de la noche. Mel Queen abrió por los Tigres. Isaías se fajó con el desde la lomita magallanera. En el quinto inning Pastor Romero (lf), José Manuel Tovar (3b) y Fernando Simza combinaron imparables para producir la única carrera del juego. Queen silenció la ofensiva magallanera. Solo aceptó 5 imparables y ponchó 9 en trabajo completo. Isaías perdió el juego en labor de 7 innings, enfrentó 27 bateadores, permitió 1 carrera limpia, aceptó 6 incogibles, ponchó 3, no concedió boletos. Bill Connors relevó en el octavo inning. Aragua 1 Magallanes 0. Fernandito movió el palo de escoba y sonó la chapita que le lanzó Isaías hacia la sala de la casa. Isaías abrió los ojos y apretó los labios. “Caramba Fernandito te estás convirtiendo en un bateador de cuidado”. Juan se levantó de su posición de receptor. “Y ya vas a ver cuando me toque batear a mí”. Isaías entró a la sala de su casa a buscar la chapita. El radio de Sebastián calentaba el frío matinal. “Y hoy 5 de enero de 1967 leeremos las noticias…” Isaías pasó hasta su cuarto y regresó con dos regalos. “Esto es para ti Fernandito. Y este para ti Juan”. Los niños arrancaron el papel de sendos guantes de béisbol. Fernandito saltó de alegría. “Ahora si voy a agarrar todas esas pelotas que batean durísimo”. Juan se acercó a Isaías. “¿Quién mandó estos regalos?” “Los reyes magos”. “Pero los reyes magos vienen es mañana”. Isaías ensayó a lanzar una chapita. “Bueno esto es un adelanto que mandaron los reyes”. Carmen se asomó por la ventana. “Isaías ven a desayunar”. Isaías llamó a los niños. “Vengan muchachos. Vamos a comernos unos huevos fritos”. Fernandito y Juan pasaron hasta el baño. Se lavaron las manos y se sentaron a la mesa. Carmen trajo una jarra de jugo de naranja y un platón con arepas. En cinco minutos Isaías se levantó. Los niños lo siguieron. Continuaron jugando chapitas hasta las once y media. “Mañana seguimos jugando muchachos”. Isaías entró a la casa, se metió en su cuarto y salió con su gorra del Magallanes y el maletín terciado en el hombre izquierdo. “Mamá ya me voy”. “Ya voy ”. Carmen salió de la cocina. “Toma llévate
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esta arepa para que ajustes por el camino”. “Bendición mamá”. En la avenida tomó el autobus y se bajó en frente del estadio Universitario. El juego empezó a las 8 de la noche. Isaías se enfrentó a Jim McGlothin de los Pericos. En el tercer inning Teolindo Acosta( lf) y Gustavo Gil (2b) batearon imparables de poner hombres en los ángulos. Dick Kenworthy (3b) roleteó para dobleplay por el campocorto. Acosta entró en carrera. Valencia 1 Magallanes 0. En el quinto capítulo, después de 2 outs, Teolindo llegó a primera por infield hit. Gil conectó doble impulsor. Kenworthy negoció boleto. Lee May (1b) recibió pelotazo. Donald Bryant (c) sonó imparable para remolcar dos carreras. Steve Jones relevó a Isaías. Valencia 4 Magallanes 0. En el cierre del sexto Charlie Bradford (cf) bateó doblete. Jim Hicks (rf) destapó sencillo impulsor. Valencia 4 Magallanes 1. En el octavo Bill Connors relevó a Jones. McGlothin empujó las dos últimas rayitas de los Pericos con sencillo. Gustavo Gil se lució al campo con atrapadas a batazos de Gustavo Spósito (2b) en el segundo tramo y a línea de un bote de Camaleón García (3b) en el octavo episodio para sacar out forzado en la intermedia. Isaías perdió (3-6) el juego en labor de 4.2 innings, enfrentó 19 bateadores, permitió 4 carreras limpias, aceptó 8 imparables, ponchó 4, concedió 3 boletos, golpeó 1 bateador. La mañana del 10 de enero de 1967 Isaías tomó un taxi en la avenida Francisco de Miranda. “Hola Mataor ¿Cómo está la brega?” “Epa Isaías. Cónchale tenía tiempo que no te veía. Ahí vamos. Poco a poco. La otra noche escuché el juego que perdiste con el Valencia. Tienes que tratá de mantener tu control. Ese es tu juego. En ese juego perdiste el control y por ahí se te fue el partido”. Isaías recostó el brazo en la puerta del carro. “Bueno hoy vamos a jugar contra Valencia otra vez. Ya vas a ver que esta vez voy a recuperar mi control”. Isaías se bajo del taxi frente al Universitario. Le entregó una moneda de dos bolívares a Mataor. “Hasta luego”. En estadio le esperaba el autobus que trasladaría al Magallanes hasta el José Bernardo Pérez de Valencia. El juego empezó a las 8 y 5 de la noche.Bill Fischer abrió por Magallanes ante el estelar Jim McGlothin. En el segundo inning Donald Bryant (c) bateó doble. Adrian Garrett (cf) siguió con infield hit. Teodoro Obregón (ss) sonó imparable a la izquierda para impulsar a Bryant. Valencia 1 Magallanes 0. Isaías relevó a Fischer en el sexto episodio. En el comienzo del octavo Jerry McNertney (c) despachó doblete. Oswaldo Blanco (1b) bateó infield hit. César Gutierrez (ss) la rodó por el montículo y quedaron corredores en segunda y tercera. Gustavo Spósito (lf) recibió boleto intencional. Graciliano Parra emergió por Isaías y sonó inatrapable impulsor de dos carreras. Charlie Bradford (cf) bateó elevado de sacrificio para remolcar a Spósito. Leo Marentette relevó a McGlothin. Bill Connors relevó a Isaías en el octavo. En el noveno Marvin Staehle (2b) disparó sencillo. Camaleón García (3b) negoció boleto. Marentette lanzó un wild pitch y Staehle pasó a tercera. McNertney
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elevó de sacrificio a los jardines para impulsar a Staehle. Magallanes 4 Valencia 1. Isaías ganó (4-6) el juego en labor de 2 episodios, enfrentó a 10 bateadores, no permitió carreras, aceptó 4 imparables, ponchó 1, no concedió boletos. El 12 de enero de 1967 Isaías salió de su casa con el maletín en el hombro izquierdo. Caminó dos cuadras en la calle Las Mercedes. Llegó a un taller automotriz. “Alfredo, Alfredo”. Un muchacho con una braga azul llena de grasa y aceite de carro salió detrás de un carro. “Que hubo Isaías”. “Si sabes de una camioneta que estén vendiendo, te agradezco me avises”. “¿No importa que sea vieja?” “No, con tal que tenga el motor bueno, no hay problema”. Alfredo inclinó la cara hacia delante. Isaías salió a la calle. “Bueno Alfredo, hasta luego”. Isaías llegó al estadio Universitario a las 12 del mediodía. Entró al dugout y se cambió. Todavía no llegaba ni el manager del Magallanes. El juego empezó a las 8 de la noche. Luis Tiant comenzó por el Caracas. Por Magallanes abrió Alonso Olivares. En el cierre del quinto Victor Davalillo (cf) conectó infield hit por el montículo. Llegó hasta tercera por error en tiro de Olivares tratando de sorprenderlo en primera. Nelson Castellanos (ss) disparó sencillo en rola de botes altos por tercera que trajo a Davalillo a la goma. César Tovar (2b) conectó otro sencillo que limpió la carrera de Davalillo. Caracas 1 Magallanes 0. Isaías relevó a Olivares en el sexto capítulo. Bill Connors sustituyó a Isaías en el octavo inning. Tiant ganó el juego en trabajo completo de 4 hits y 10 ponches. Olivares resultó el perdedor. Isaías lanzó 1.2 innings, enfrentó 4 bateadores, no permitió carreras, aceptó 1 incogible, ponchó 1, no concedió boletos. Toc, toc, toc. “Ya voy , ya voy”. La voz de Josefa laceraba la neblina de las siete y media de la mañana del 13 de enero de 1967. La puerta se abrió. Isaías acomodó el maletín en su hombro. “Buenos días señora Josefa”. “Hola Isaías ¿cómo estás?” “Bien. Quería saber si Fernandito está ocupado. Porque vamos a dar unas clínicas de béisbol en el estadio del MOP. Como yo se que a él le gusta la pelota..” Josefa estiró los labios. “Él todavía está durmiendo Isaías”. Un sonido seco de pies en el piso repercutió desde el cuarto. “Mentira, yo estoy despierto Isaías”. Fernandito salió de entre las cortinas del cuarto restregándose los ojos. “Espérame. Ya me voy a lavar la boca”. Josefa se lo quedó viendo. “Ojalá que te levantaras tambien cuando te toca ir para la escuela”. Como a las nueve de la mañana Isaías tomó un taxi en la avenida Libertador. Llegaron al estadio del MOP a eso de las 8 y 20. Isaías entró al dugout. En la grama del infield un grupo de niños empezó a saltar. “Llegó el Látigo, llegó el Látigo”. En cinco minutos Isaías apareció con el uniforme de los Gigantes de San Francisco. Se dirigió hacia la lomita y empezó a mostrarle a los niños como se agarra la pelota para lanzar cada lanzamiento. Fernandito le bajó la mano a Isaías. “¿Por qué levantas ese dedo sobre la pelota?”. Isaías bajó la mano hasta el alcance
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de todos los niños. “Cuando uno le pone el dedo a la costura de esta forma la pelota va para este lado del plato. Cuando se lo pones un poco más acá. La pelota sube un poquito”. Los niños siguieron haciendo preguntas a Isaías. A las 11 y cuarto Isaías bajó del montículo. “Bueno muchachos, está bien por hoy. Tengo que irme al estadio”. Isaías pasó dejando a Fernandito en su casa y siguió rumbo al Universitario. Entró al dugout a las 12 y veinticinco del mediodía. En ese momento tambien llegaba el manager George Noga. El juego empezó a las 8 de la noche. Por el Caracas inició Orlando Peña. Por Magallanes comenzó Graciliano Parra. En la conclusión del primer inning Charles Bradford (cf) se embasó por error de Peña. Marvin Staehle (2b) se sacrificó de pitcher a primera. Jim Hicks (rf) destapó triple que hizo anotar a Bradford. Camaleón García (3b) soltó cohete impulsor de Hicks. Jerry McNertney (c) despachó doblete remolcador a lo profundo de la izquierda. En el cierre del cuarto Joe Cristopher (lf) bateó sencillo .Oswaldo Blanco (1b) y César Gutiérrez (ss) sonaron sencillos consecutivos para traer la carrera de Cristopher. Blanco anotó por wild pitch de Peña. Staehle disparó otro incogible para remolcar a Gutiérrez. Aurelio Monteagudo relevó a Peña. Magallanes 6 Caracas 0. Juan Francia (c), Monteagudo y Nelson Castellanos (ss) conectaron sencillos de llenar las bases. George Williams (2b) recibió pelotazo y forzó la carrera de Francia. Isaías entró a relevar a Parra. César Tovar sonó imparable remolcador de 2. Magallanes 6 Caracas 3. Luis Peñalver relevó en el sexto. En ese inning Gutiérrez e Isaías dispararon sencillos. Bradford tocó la pelota. Peñalver reventó a Gutiérrez en tercera. Francia incurrió en pasbol y los corredores avanzaron 1 base. Staehle remolcó a Isaías con elevado a la derecha. Hicks impulsó a Bradford con sencillo. Magallanes 8 Caracas 3. En el cierre del octavo Bradford la sacó por la izquierda. Magallanes 9 Caracas 3. Isaías ganó (5-6) el juego en labor de 5 innings, enfrentó 17 bateadores, no permitió carreras, aceptó 3 inatrapables, ponchó 4, concedió 1 boleto. Bateó de 2-1, 1 anotada. Peña resultó el lanzador derrotado. Antes de salir para el estadio Universitario Isaías marcó un número telefónico. “Buenos dias señora Tula. Por favor ¿se encuentra Carmen Elena? Hola mi corazón. Necesito hablar contigo. Está bien mañana hablamos”. Isaías colgó el auricular y salió a la calle. Llegó al estadio a las once y media de la mañana del 19 de enero de 1967. Ese día había un doble juego contra los Tigres. El segundo juego empezó a las 8 y cuarto de la noche. Isaías abrió por Magallanes. Héctor Urbano se montó en la trinchera aragüeña. En el primer inning Paul Casanova (c), Enrique Izquierdo (lf), Mel Queen (1b), y Bob Burda (rf) conectaron sencillos que aunados a error de Charles Bradford (cf) produjeron 3 carreras. Cerrando el tercer episodio Isaías, Bradford y Marvin Staehle (2b) combinaron sencillos para manufacturar una carrera. Aragua 3 Magallanes 1. En el quinto Gustavo Spósito (lf) negoció boleto. Staehle bateó
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sencillo. Jim Hicks (rf) recibió 4 bolas malas. Camaleón García disparó sencillo que remolcó dos carreras, la tercera entró por pifias de la defensiva aragüeña mientras Camaleón llegaba hasta tercera. Jerry McNertney bateó elevado de sacrificio que trajo a Camaleón hasta el plato. Magallanes 5 Aragua 3. En el cierre del séptimo Hicks, Camaleón, Spósito, Isaías y Bradford soltaron sencillos que combinados con un error de Raimundo Arcia (ss) y otro elevado de sacrificio de McNertney produjeron 4 anotaciones. Magallanes 9 Aragua 3. Isaías ganó (6-6) en trabajo de 9 innings, enfrentó 31 bateadores, permitió 3 carreras, 2 limpias, aceptó 12 imparables, ponchó 6, no concedió boletos, incurrió en 1 wild pitch, golpeó 1 bateador. Bateó de 3-2, 2 anotadas, 2 empujadas. Urbano resultó el lanzador perdedor con relevos de Hector Maestri (5), Freddy Rivero (7) y Winston Acosta (8). El 24 de enero de 1967 Isaías pasó un momento a visitar a Carmen Elena. “Entonces es por fin el 10 de febrero la fecha del matrimonio ¿no?” Carmen Elena estampó un beso en la mejilla de Isaías. “Seguro, eso fue lo que acordamos hace una semana. Pero ahorita tienes que concentrarte es en ese juego de esta noche. Mira que Magallanes va a necesitar que lances como en tus mejores días para poder tener chance con el Valencia”. Isaías abrazó a Carmen Elena. “Acuérdate que es un juego de equipo”. Isaías se despidió y pasó por su casa buscando su maletín. En la sala de la casa Sebastián lo detuvo. “Hijo ya sabes. Serenidad y paciencia. Esos Pericos son peligrosos pero yo se que tu los puedes vencer”. “Gracias papá, nos vemos esta noche”. Isaías tomó un taxi en la Francisco de Miranda y llegó al Universitario a las doce del mediodía. En el dugout del Magallanes el manager Noga escribía varias notas en un papel. El juego empezó a las 8 de la noche. El duelo de pitcheo plantaba a Jim McGlothin por el Valencia versus Isaías desde la lomita navegante. En el primer inning Teolindo Acosta (lf) negoció boleto. Gustavo Gil (2b) rodó la pelota por tercera y se apuntó infield hit. Lee May (1b) también bateó rolling por el campocorto y Gustavo Sposito, reemplazando a César Gutiérrez, no fue capaz de hacer el out y se le acreditó hit a May. Adrian Garrett (cf) salió con elevado en foul a tercera base. Dick Kenworthy (3b) elevó al terreno corto del campo derecho. Teolindo se vino en pisa y corre y anotó ante la pobreza de fuerza del disparo de Jim Hicks al plato. Valencia 1 Magallanes 0. McGlothin lanzó pelota de primer orden y no permitió que le pisaran la intermedia. Solo aceptó 5 imparables. Isaías perdió con un trabajo inmenso de 8 entradas, enfrentó 26 bateadores, permitió 1 carrera limpia, aceptó 6 imparables, ponchó 8, concedió 3 boletos. Bateó de 2-1. Bill Connors relevó en el noveno. Isaías vio con el rostro entre las manos como Magallanes perdía el primer juego de aquella serie de desempate para pasar a la semifinal. El manager le dio dos palmadas en el hombro. “Don’t worry Isiah. You did a tremedous work”. Al día
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siguiente la prensa capitalina descubría los entretelones del juego. “Los jugadores del Magallanes lejos de intimidarse por la presencia de un verdugo como Jim McGlothin en la lomita contraria rebozaban de confianza y alegría. La razón: por Magllanes iba a lanzar Isaías Látigo Chávez. De los 6 hits que permitió Isaías 5 fueron en el cuadro. La carrera han debido cargarla a la cuenta de Jim Hicks y no a la de Isaías”. El 26 de enero de 1967 Magallanes quedó fuera de contienda al perder 2-1 ante La Guaira. La mañana del 27 Isaías desempolvó su flower, sus botas de cacería y los puso en una silla del comedor. Sebastián engulló una cucharada de avena. “¿Para donde vas Isaías?” “Me voy de cacería unos días con los Díaz”. “Pero muchacho. Tu sabes que siempre te agarran de refuerzo para el play off”. “Bueno si lo hacen que me avisen allá en Sosa”. Isaías agarró el flower y el maletín y salió a la calle. Carmen acompañó a Isaías hasta la puerta de la casa. Allí se encontró con Carlos Díaz y José González. “¿Vamos saliendo?” El 28 de enero de 1967 en la tarde el Valencia tomó de refuerzo a Isaías. Gladys, Zaira, Carmen Elena y Valerio fueron en el Ford Falcon a buscar a Isaías por los lados de Sosa en el estado Guárico. Allá llegaron como a las siete de la noche. Tuvieron que atravesar un río para llegar hasta el campamento de los cazadores. Cuando los localizaron Carlos Díaz que cuidaba el campamento se asustó. “¿Qué pasó? ¿Quién está ahí?” Valerio bajó del carro. Tranquilo Carlos somos la familia de Isaías. Es que el Valencia lo agarró de refuerzo y vinimos a avisarle que tiene que reportarse mañana mismo”. “Bueno van a tener que esperarse porque Isaías está en plena faena de caería”. Isaías regresó como una hora más tarde. “Carmen Elena, Valerio, Gladys, Zaira ¿Qué pasó?” Carmen Elena abrazó a Isaías. “Valencia te seleccionó como refuerzo y te tienes que presentar mañana”. Esa misma noche regresaron a Chacao. El 29 Isaías se reportó con Johnny Lippon al José Bernardo Pérez de Valencia. El 30 viajaron a Barquisimeto para enfrentar a Cardenales. El juego empezó a las 8 de la noche en el estadio Olímpico Lara. Por Valencia abrió Roberto Muñoz. Tom Dukes inició por Lara. En la apertura del sexto inning Gustavo Gil (2b), Lee May (1b) conectaron sencillos que combinados con error del torpedero Leon McFadden a rolling de Dick Kenworthy (3b) y con un roletazo al short de Donald Bryant (c) produjeron la carrera de Gil. En el cierre de ese sexto episodio Tommie Reynolds (cf) despachó cuadrangular. Ike Brown (2b) destapó sencillo y robó segunda base. Neudo Morales(3b) soltó otro imparable impulsor de Brown. Lara 2 Valencia 1. En el séptimo Enrique Izquierdo (c) la sacó de jonrón. Isaías entró a relevar a Muñoz. En el octavo Elijah Johnson (lf) descargó cuadrangular solitario. Lara 4 Valencia 1. En el noveno Teolindo Acosta (cf) y Gustavo Gil
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conectaron sencillos. Bob Burda (lf) negoció boleto. May recibió pelotazo que forzó la carrera de Acosta y trajo a relevar a Steve Jones. Lara 4 Valencia 2. Dukes ganó el juego. Muñoz perdió. Isaías lanzó en 1.1 innings, enfrentó 5 bateadores, permitió 1 carrera limpia, aceptó 1 hit, ponchó 2, no concedió boletos. El 1° de febrero de 1967 Isaías entró a casa de Carmen Elena a las 9 de la mañana. “Buenos días mi amor. Buenos días señora Tula”. Carmen Elena tomó a Isaías de la mano y se fueron a conversar a la sala. “Ya terminamos de entregar las tarjetas de invitación. Ahora tenemos que empezar a hacer los preparativos en mi casa para la recepción”. Isaías sonrió. “Ya empecé a hacer las diligencias del apartamento. Parece que hay uno en la parte alta de Chacao, pasando la Avenida Libertador. En la Urbanización Bolívar”. A las diez de la mañana Isaías besó a Carmen Elena. “Me tengo que ir. Hoy Tenemos juego en Valencia”. Pasó por su casa recogiendo sus implementos de jugar. “Bendición mamá”. “Que dios te bendiga hijo”. Isaías tomó un carro por puesto en el Nuevo Circo. Llegó al José Bernardo Pérez a las 12 y 30 del mediodía. Enseguida se cambió y empezó a correr. El juego ante La Guaira empezó a las 8 de la noche. Por Valencia abrió Leo Marentette. En la lomita litoralense inició Bill Faul. En el segundo inning John Bateman (c) despachó triple entre right y centerfield. Ron Clark (3b) descargó doble a la izquierda para empujar a Bateman. En el cierre del cuarto Gustavo Gil (2b), Bob Burda (lf), Lee May (1b) y Dick Kenworthy (3b) ligaron sencillos que troquelaron 2 carreras. Además May y Kenworthy adelantaron a tercera y segunda por error de José Herrera (rf) en el batazo de Kenworthy. Luis Rodríguez (rf) entregó el segundo out. Donald Bryant (c) recibió boleto intencional. Teodoro Obregón (ss) negoció boleto para empujar la carrera de May. Valencia 3 La Guaira 1. En el séptimo Adolfo Phillips (cf) negoció boleto después de 2 outs. Clark disparó sencillo que llevó a Phillips hasta la antesala. Herrera empujó a Phillips con imparable a la izquierda. Isaías relevó a Marentette. Remigio Hermoso (2b) recibió boleto. Isaías dominó a Elio Chacón (emergió por Faul) con elevado a segunda base. Cerrando ese episodio Graciliano Parra entró a relevar. Con Teolindo Acosta (cf) en la intermedia y dos outs, Burda despachó doble impulsor a la izquierda. May y Kenworthy detonaron triples consecutivos que trajeron las carreras de Burda y May. Valencia 6 La Guaira 2. En el noveno Phillips llegó a primera por infield hit. Clark despachó doblete a la izquierda. Phillips anotó con rolling por segunda de Herrera. Valencia 6 La Guaira 3. Marentette ganó el juego. Faul cargó con el revés. Isaías lanzó 2.1 innings, enfrentó 9 bateadores, permitió 1 carrera limpia, aceptó 3 hits, concedió 1 boleto.
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A las 8 de la mañana del 02 de febrero de 1967 Isaías marcó un número en el teléfono. “Alo. Carmen Elena. Ya conseguí el alquiler del apartamento en la Urbanización Bolívar. Ya tenemos donde irnos después del matrimonio. Voy saliendo para Valencia. Te quiero mucho”. Isaías colgó el teléfono y entró a su cuarto. Salió con su maletín en el hombro. “Nos vemos en la noche mamá”. Carmen salió de la cocina y acompañó a Isaías hasta la calle. En la Francisco de Miranda agarró un taxi hasta el Nuevo Circo. Llegó al José Bernardo Pérez a las 11 de la mañana. El manager Lippon lo encontró a la entrada del estadio como a las 12 del mediodía. “Come in Isiah”. El juego empezó a las 8 de la noche. Por el Caracas abrió Luis Tiant. Por Valencia comenzó Jim McGlothin. En el segundo inning Caracas se fue adelante con 1 anotación. En el cuarto Caracas se puso a ganar 2-0. Los Pericos descontaron 1 en el cierre del cuarto. Caracas anotó 2 en el octavo. Valencia replicó con 3. Caracas 4. Valencia 4. En el cierre del noveno Lee May (1b) arrancó tarde de segunda base con hit de Luis Rodríguez (rf). Aún así el manger Johnny Lippon lo envió a la goma y lo pusieron out. En el comienzo del décimo Paul Casanova (1b,c) se la sacó de cuadrangular a McGlothin. Isaías entró a relevar. Tiant ganó el partido con relevos de Aurelio Monteagudo (8) y Orlando Peña (10). McGlothin resultó perdedor. Isaías lanzó 2/3 de inning, enfrentó 2 bateadores, no permitió carreras, no aceptó imparables. Isaías entró a la casa de Carmen Elena. “Buenos días”. Carmen Elena salió de su cuarto. “Hola Mi amor”. Isaías la besó en la mejilla. “Vamos a ver el apartamento. Para que me digas que quieres cambiar”. Salieron hacia la Avenida Libertador. Regresaron como a las 11 de la mañana del 04 de febrero de 1967”. Isaías dejó a Carmen Elena en la entrad de su casa. “Nos vemos mañana”. Isaías almorzó en su casa. A las doce y media del mediodía salió para el estadio. Llegó al dugout del Valencia como a la 1 y 15. Conversó un rato con el manager Lippon y se puso el uniforme. El juego ante La Guaira empezó a las 8 y 10 de la noche. Graciliano Parra comenzó por La Guaira. Isaías hizo lo propio por el Valencia. En el primer inning Ángel Bravo (lf) conectó sencillo. Elio Chacón (rf) destapó otro imparable para llevar a Bravo hasta tercera. Ron Clark (3b) la rodó por tercera y Bravo entró en carrera. En el comienzo del segundo Lee May (1b) disparó imparable. Dick Kenworthy (3b) la desapareció por el left field. Valencia 2 La Guaira 1. En el cierre del segundo Remigio Hermoso recibió boleto. Parra se sacrificó. Bravo conectó sencillo impulsor. Valencia 2 La Guaira 2. En el tercero Roberto Muñoz relevó a Isaías. En el quinto Hiraldo Ruíz (ss) destapó imparable a la izquierda. Hermoso negoció boleto. Parra se sacrificó. Bravo elevó de sacrificio para remolcar a Ruíz. La Guaira 3 Valencia 2. En el sexto Teolindo Acosta (cf) negoció boleto. Gustavo Gil la rodó por segunda y forzaron a Teolindo. Gil llegó hasta la intermedia por
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error de Hermoso. Bob Burda (lf) sencilleó a la izquierda para empujar a Gil. La Guaira 3 Valencia 3. En el cierre del sexto Clark sonó doblete. Adolfo Phillips (cf), Ruiz y Hermoso conectaron imparables para producir 2 carreras. La Guaira 5 Valencia 3. En el séptimo Chacón y Tony Curry (1b) dispararon sencillos. Clark y Ruiz negociaron boletos para forzar la carrera de Chacón. La Guaira 6 Valencia 3. En el octavo Bravo, Curry, John Bateman (c) y Clark combinaron inatrapables para generar dos carreras. La Guaira 8 Valencia 3. Parra se adjudicó el triunfo con relevo de Bill Faul (8). Muñoz fue el pitcher perdedor. Lo relevaron Juan Quiroz (6) y Leo Marentette (7). Isaías lanzó 2.1 innings, enfrentó 11 bateadores, permitió 2 carreras limpias, aceptó 6 imparables, ponchó 1, concedió 3 boletos. Ese mismo 04 de febrero La Guaira tomó de refuerzo a Isaías para la final ante Caracas. El 09 de febrero de 1967 Isaías llegó a casa de Carmen Elena como a las nueve de la mañana. “¿Todavía no ha llegado la periodista”. Carmen Elena lo llevó hasta la sala. “No”. “Yo hablé con ella por teléfono esta mañana y me dijo que iba a estar aquí como a las nueve y media”. Carmen Elena pasó una mano por los cabellos de Isaías. “Tranquilizate mi amor. Hazte de cuenta que estas lanzando en el noveno inning con las bases llenas”. Diez minutos después la periodista Mariahé Pabón entraba a la sala de la casa de la familia de Carmen Elena. La entrevista duró una hora. La periodista comenzó sus preguntas. “¿Cómo se siente Isaías Látigo Chávez a pocas horas de su matrimonio con Carmen Elena Von der Brelje?” “Estoy muy enamorado y soy feliz. Ahora solo me falta completar mis sueños, llegando a las Grandes Ligas. Creo que voy a llegar y por eso estoy tan emocionado”. A las 11 de la mañana Isaías regresó a su casa. Abrazó a su mamá y salió para el estadio para el tercer juego de la final. Entró al dugout de La Guaira a las doce del mediodía. Salió a correr una hora en los jardines. Como a las tres de la tarde empezó a aflojar el brazo en el bull pen. El juego empezó a las 8 de la noche. Por el Caracas abrió Diego Seguí. Isaías inició por La Guaira. En el cuarto inning. Ron Clark (3b) ligó imparable. John Bateman (c) negoció boleto. Tony Curry (1b) se embasó en jugada de selección para llenar las bases. Adolfo Phillips (cf) trajo la primera carrera de La Guaira con infield hit. Seguí lanzó un wild pitch y Bateman entró en carrera. Elio Chacón (rf) la elevó de sacrificio para remolcar la anotación de Curry. El segundo wild de Seguí permitió la carrera de Phillips. Orlando Peña relevó a Seguí. La Guaira 4 Caracas 0. En el comienzo del sexto Bateman la sacó de jonrón por la izquierda. En el cierre del séptimo Dick Kenworthy (3b) y Nelson Castellanos (ss) conectaron inatrapables. Gonzalo Márquez (emergió por Peña) negoció boleto. Bill
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Faul relevó a Isaías. Victor Davalillo (cf) despachó imparable impulsor de 2. César Tovar barrió las almohadillas con doble y anotó la quinta del inning mediante incogible de Paul Casanova (c) ante Roberto Muñoz. La Guaira 5 Caracas 5. En el octavo Phillips la sacó de cuadrangular con Clark y Bateman en circulación. La Guaira 8 Caracas 5. En el cierre del octavo Castellanos sonó doblete. Davalillo siguió con infield hit. Ambos anotaron por sencillos consecutivos de José Tartabull (lf) y Dave Roberts (1b). Con dos hombres en base vino a batear Jim Hicks y fue dominado por el relevista Eugene Brabender. La Guaira 8 Caracas 7. Muñoz se apuntó el triunfo. Aurelio Monteagudo corrió con la derrota en relevo de Peña (8). Peñalver lanzó el noveno. Isaías lanzó 6 episodios, enfrentó 24 bateadores, permitió 3 carreras limpias, aceptó 6 imparables, ponchó 7, concedió 2 boletos. El 10 de febrero a las nueve de la mañana Isaías levantó el auricular del teléfono de su casa. Marcó un número. “Alo ¿Mataor? ¿Puedes acercarte un momento por aquí por la casa?”. A los cinco minutos un claxon del “Alma llanera” sonaba en la puerta de la familia Chávez. Mataor estacionó el taxi en el frente de la casa. “Que tal Isaías”. Isaías levantó los brazos del marco de la ventana y salió. “Hoola Mataor. Necesitamos que nos esperes frente a la casa de Carmen Elena como a un cuarto pa’ las doce. Después te regresas para la fiesta”. “¿Para donde los voy a llevar?”. “Eso te lo decimos esta noche. Ahorita vamos a meter en el baúl este maletín con mis cosas y vamos a buscar el bolso de Carmen Elena”. A las siete de la noche Isaías dejó de hablar con Carmen frente al altar. El organo empezó a sonar la marcha nupcial. Isaías se volteó hacia la entrada principal de la iglesia de Chacao y sonrió al ver avanzar a Carmen Elena flotando en su traje de novia. El sacerdote inició la ceremonia matrimonial. Media hora después salieron hacia la casa de la familia de Carmen Elena donde una multitud los acompañó a celebrar la ocasión. A las once y media Isaías hizo una seña con los ojos a Carmen Elena. Ella entró al baño. Isaías salió a la puerta de la calle, enfrente Mataor calentaba el taxi. Diez minutos más tarde Carmen Elena salió con otra ropa. Isaías abrió la puerta del taxi. “Vamos a Sabana Grande Mataor”. Gladys salió a la puerta. “Se escapan los novios”. Mataor arrancó el taxi. El 11 de febrero Isaías y Carmen Elena salieron del hotel Savoy en Sabana Grande. Se fueron a casa de Carmen Elena. Allí pasaron todo el día revisando los regalos del matrimonio. Al atardecer se fueron al apartamento de la Urbanización Bolívar. El domingo 12 de febrero de 1967 Isaías pasó con Carmen Elena por la casa de su familia. “Buenos días mamá ¿Quién quiere ir con nosotros al juego Caracas-La Guaira?
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Hoy es el juego decisivo de la final”. Gladys y Zaira saltaron de sus asientos. “Yo voy”. “Yo tambien”. Sebastián apretó el brazo de Isaías. “Acuérdate. Relájate para que no pierdas la concentración”. Isaías agarró las llaves del Ford Falcon de Gladys. “Vamonos”. A las nueve de la mañana Isaías aparcó el carro en el estacionamiento del estadio Universitario. Llevó a Carmen Elena, Gladys y Zaira al sitio de donde veían el juego los familiares de los peloteros. Entonces se fue al dugout de La Guaira. Se puso el uniforme y salió a calentar. El juego empezó a las 11 de la mañana. Orlando Peña abrió por el Caracas. Roberto Muñoz inició por La Guaira. En el comienzo del segundo inning Tony Curry (1b) y Adolfo Phillips (cf) combinaron dobles para producir la primera carrera de La Guaira. En el tercero Ángel Bravo (lf) y Chico Ruíz (3b) templaron cohetes. Avanzaron una base por error de Paul Casanova (c) tratando de sorprender a Bravo en segunda. Ron Clark (rf) disparó sencillo remolcador de 2 carreras. Diego Seguí relevó a Peña. Seguí ponchó a John Bateman (c). Curry negoció boleto. Phillips conectó imparable impulsor de la carrera de Clark. Curry llegó hasta tercera desde donde anotó en jugada de doble robo. La Guaira 5 Caracas 0. En el cuarto Bravo conecto tubey. Clark disparó sencillo impulsor. La Guaira 6 Caracas 0. En el quinto Phillips bateó sencillo. Avanzó hasta tercera mediante sacrificio de Remigio Hermoso (2b). Phillips intentó robarse el home y anotó por error de Casanova. Hubo una fuerte discusión en el plato de parte del Caracas por la decisión arbitral. Seguí le dio un pelotazo al próximo bateador que era Roberto Muñoz. Luis Peñalver relevó a Seguí. La Guaira 7 Caracas 0. En el cierre del quinto. Dick Kenworthy (3b) y Nelson Castellanos (ss) batearon imparables. Victor Davalillo (cf) negoció boleto. César Tovar (2b, rf) falló con globo al short para el segundo out. José Tartabull (lf) largó triple impulsor de tres anotaciones. Dave Roberts (1b) destapó imparable que remolcó a Tartabull. El manager Napoleón Reyes sacó a Muñoz y trajo a Eugene Brabender. La Guaira 7 Caracas 4. En el sexto Clark conectó imparable. Bateman lo forzó en segunda. Clark protestó airadamente y el árbitro Luis Sulbarán lo expulsó del juego. Curry sonó imparable que llevó a Bateman hasta tercera. Phillips elevó al centro y Davalillo dejó caer la pelota permitiendo la carrera de Bateman. La Guaira 8 Caracas 4. En el cierre del séptimo Davalillo se embasó por error del inicialista Curry. Tovar negoció boleto. Después de 1 out Brabender otorgó boleto a Roberts. Jim Hicks (rf) soltó doble por la raya de tercera que remolcó 2 carreras. El árbitro de tercera anuló la jugada porque él había solicitado tiempo. El Caracas protestó de manera furibunda y expulsaron a los coachs Pompeyo Davalillo y Alejandro Carrasquel. El manager Regino Otero aplacó los ánimos a medias. De pronto Pedro Morales, hijo de uno de los dueños del Caracas salió al campo a protestarle al árbito Rivas Prim. Por detrás apareció Pompeyo Davalillo quien le cayó a trompadas al árbitro y Carrasquel hubo de ser contenido antes que golpeara a los otros árbitros. Un fanático de las gradas le lanzó un botellazo a Adolfo Phillips y otros fanáticos tambien lanzaron objetos al terreno. El juego estuvo suspendido 22 minutos. Hicks recibió 4 malas y empujó la carrera de
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Davalillo. Graciliano Parra relevó a Brabender. Casanova despachó cuadrangular impulsor de 4 carreras. Kenworthy metió sencillo entre short y tercera. Bill Faul relevó a Parra. Gonzalo Márquez, emergiendo por Castellanos, destapó sencillo a la derecha, Dámaso Blanco lo sustituyó corriendo en primera. En ese momento Isaías salió a calentar en el bull pen. Desde la tribuna los fanáticos gritaban “no metan a ese. Todavía tiene la cobija caliente”. Isaías se molestó y trató de subir a la tribuna. A la distancia le dijo al fanático: “Espérame a la salida del estadio para que arreglemos eso como hombres”. Owen Johnson emergió por Peñalver y entregó el segundo out. Davalillo disparó cañonazo doble al centro impulsor de dos carreras. Tovar siguió con imparable impulsor. Isaías relevó a Faul. Tartabull conectó doblete. Dave Roberts la sacó de cuadrangular para traer 3 carreras. Finalmente Isaías ponchó a Hicks. Caracas 15 La Guaira 8. Caracas marcó otra carrera en el cierre del octavo. Luis Tiant relevó a Peñalver en el octavo y solo permitió una carrera en el noveno. El pitcher ganador fue Peñalver. Parra salió derrotado. Isaías lanmzó 1.1 innings, enfrentó 9 bateadores, permitió 3 carreras, 1 limpia, aceptó 5 imparables, ponchó 2. Caracas se tituló campeón con marcador 16-9. Isaías conversó un rato con el manager Reyes. Se duchó y salió del dugout. Buscó a Carmen Elena, Zaira y Gladys. Se fueron al estacionamiento. Cuando Isaías trataba de prender el carro. Un tropel de fanáticos rodeó el automóvil y empezaron a vociferar epítetos ofensivos contra la actuación de Isaías en el juego que había terminado. “Uuuh, uuuh, uuh El Látigo está quemao. Te cayeron a palos”. Isaías llevó la palanca de velocidades a drive, pero los fanáticos no se movían. Bajó el vidrio de la ventanilla. “¿Qué es lo que pasa con ustedes? ¿Es que nunca han tenido un mal día?” Tres días más tarde Isaías y Carmen Elena se fueron de vacaciones a la isla de Margarita. El 20 de febrero de 1967 Sebastián marcó el número del teléfono de Isaías. “Aló. ¿Viste lo que dice el periódico? ‘Isaías Chávez en el roster de 40 de los Gigantes de San Francisco’. Después reseñan una nota de la revista Baseball Digest. ‘Isaías Chávez: Todavía en desarrollo. Velocidad y curva regular. Con más experiencia puede llegar a Grandes Ligas’.
Referencias musicales: Página 277: (19) Esta bella noche. Luis Galián Hernández.
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“Somos burbujas en el mar en un planeta sideral, de tantos miles de millones, uno más”. Ilan Chester. Cantautor. “Imagine all the people living life on peace”. John Lennon. Cantante. “De vez en cuando la vida, nos gasta una broma y nos despertamos sin saber que pasa”. Joan Manuel Serrat. Cantautor. “Dentro de cien años, no importará cuanto dinero tenía en el banco, el tipo de casa en que vivía ni el modelo de auto que conducía. Pero el mundo quizá sea distinto porque fui importante en la vida de un niño”. Mary Conlon. Ama de casa. “En el center field el número 7, Mickey Mantle, número 7”. Mantle se volvió a sus invitados de la televisión. “Cada vez que Bob Sheppard me anunciaba, se me erizaba la piel”. Yo le respondí desde el micrófono. “Mickey, yo también sentía la misma sensación”. Bob Sheppard. Locutor interno de Yankee Stadium.
“Ustedes no batean más”. Juan Marichal frente al dugout de los Cachorros de Chicago cuando descubrió que le estaban robando las señas a su receptor. “Lanzar un juego sin hits ni carreras es como manejar un carro sin control y evitar el accidente en el último instante. Maniobras el volante, hundes el pedal del freno hasta el fondo y te asfixias con el olor de liga de frenos. Ves como el desastre se te viene encima con velocidad de relámpago. Lo único que te queda es la desesperanza de que todo escapa a tu control. Entonces milagrosamente el carro se detiene a centímetros de la pared de ladrillos”. Jim Bunning. Pitcher. “Estoy muy orgulloso de ser venezolano. Para mí es un placer hacer lo que hago”. Johan Santana. Pitcher.
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III.- SAN FRANCISCO (1967-1969) De regreso “Bueno Alfonsito. Eso es todo lo que me recuerdo del Látigo Chávez. Ahora tengo que regresar a trabajar”. Felipe cambió la velocidad del carro. Me quedé mirando las luces verdes de las luciérnagas a un lado de la vía en las afueras de Maturín. “¿Me puedes llevar al terminal de pasajeros por favor?” Felipe saltó en el asiento al pasar sobre un policía acostado. “¿Seguro que piensas hacer un libro sobre el Látigo?” “Claro que si Felipe”. “¿Y como vas a hacer para saber más cosas sobre él? Tu no conoces ni a los familiares, ni a los compañeros de equipo, ni a sus amigos”. Estreché la mano de Felipe y sonreí. “Ya tu vas a ver”. Felipe detuvo el rústico frente al aeropuerto de Maturín. “Hasta luego mi hermano”. “Gracias por todo Felipe”. El radio mantenía su volumen. “….y cuando vamos para el cierre del noveno inning…”
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23.- El tercero cantado “….señora si quiere que su aceite no brinque use Branca”. “A batear viene ahora Teodoro Obregón. En el segundo inning salió con elevado a la izquierda. En el quinto quedó fuera de pitcher a primera”. “Fíjate Delio los caraquistas no dejan de cantar y se meten de frente con los magallaneros. Vamos a abrir la puerta de la caseta para que escuchen lo que dicen”. “Arepa, arepa, arepa”. “Nos parece que el juego está muy cerrado como para estar tan seguros del blanqueo”. “Obregón está en cuenta de 2 y 2. Ahí lanza el Látigo. Eestraaiiik cantado el tercero. Azul quedó amigos”. La mañana del 10 de marzo de 1967 Isaías se levantó a las seis de la mañana. Terminó de arreglar la maleta. Sacó el pasaje de avión de un bolsillo de la maleta y lo metió en el bolsillo interno del saco. Preparó café y se acercó a la cama. “Carmen Elena ¿no me vas a acompañar para el aeropuerto?” Carmen Elena sacudió los ojos “¿Que hora es?” En diez minutos se metió al baño y se vistió. Isaías se la quedó mirando. “Ojalá te vistieras así de rápido cuando vamos para una fiesta o para el cine”. Salieron del apartamento y caminaron hacia la calle Las Mercedes. En casa de la familia de Isaías encontraron a la señora Tula. Isaías pasó hasta la cocina. “¿Cómo está mi querida Carmen Silva?” Carmen sirvió dos platos con huevos fritos y los llevó al comedor. “Muy bien Isaías. Ven, vente Carmen Elena desayunen”. Sebastián se sentó a un lado de la mesa. “Isaías, no dejes de llamar para saber como te va”. “Seguro papá. Ya vas a ver”. Como a las 9 y media salieron hacia el aeropuerto. Isaías prendió el Ford Falcon. Zaira y Gladys se montaron en el asiento trasero. Una niña de vestido rosado pasó por la acera de enfrente con un azafate lleno de dulces. “Suspiros, turrón de coco, batatas, cambur pasao…” Carmen Elena puso los brazos en jarra antes de abrir la puerta del carro. “¿a dónde vas Isaías?” Isaías cruzó la calle. “Dame dos suspiros, dos batatas y un turrón”. Le entregó una moneda de 1 bolivar a la niña y regresó al carro. “Prueben muchachas, las batatas están recién hechas”. Gladys ladeaba la cabeza. “Hay que ver que tu eres bien glotón Isaías”. Isaías arrancó el carro. Llegaron a Maiquetía a las 11 de la mañana. A las doce y media llamaron a abordar a los pasajeros. Isaías abrazó a sus hermanas y besó a Carmen Elena. “Te espero dentro de mes y medio en Phoenix”. El 11 de marzo de 1967 Isaías despertó en una habitación del complejo de Casa Grande. Se levantó y se duchó. Cuando iba a salir llegaron Dámaso Blanco y Jesús Aristimuño. “Eepa Willie ¿cómo te va?” Aristimuño dejó su maleta a un lado de la litera y se sentó en la cama de abajo. “Que fue Isaías”. Dámaso estrechó la mano de Isaías. “¿Cuándo llegaste?” “Ayer. Oye Willie acuérdate que esto de las camas es por antigüedad.
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Así que te toca la cama de arriba”. “Tranquilo Isaías ¿cuál es el problema?” Al mediodía almorzaron juntos. En la tarde Isaías sacó un flower de su maleta y se fue con Aristimuño a revisar los montes aledaños al complejo. “Mira, mira Isaías allá está un conejo. Presta acá el flower” Aristimuño apuntó el conejo. Cuando disparó el conejo había corrido diez metros. “Caraj Willie. Ya tu vas a ver”. Isaías colocó al conejo en la mira. Pum. El conejo saltó doce metros antes del disparo. “Viste Isaías, viste que esos bichos son arisquísimos”. El 14 de marzo de 1967 Isaías se duchó después del juego de los Gigantes de San Francisco en el entrenamiento primaveral. Se despidió de sus compañeros y se fue a comer. Al terminar la comida se dirigió a un teléfono. “Aló. ¿Como estas mi amor? Si el juego terminó hace como 1 hora. Sólo entre a jugar al final, me dieron una base por bolas y anoté por un error del jardinero. No, hoy no lancé. Te quiero mucho, mucho. Te llamo en dos días”. El 03 de abril de 1967 Isaías llegó al campo de entrenamiento de los Gigantes de Phoenix, el equipo AAA de San Francisco. Ese día tenían un juego en la noche. Isaías esperaba la llegada de Carmen Elena y Gladys a partir de las 8 de la noche. “Si no te puedo ir a buscar al aeropuerto te voy a dar la dirección de la residencia. Voy a hacer lo posible por irte a buscar”. Isaías conversó con el manager Bill Werle. A mitad del juego se quitó el uniforme y se vistió de paisano. En la tribuna del estadio lo esperaba Estela, la esposa de Oswaldo Virgil, su compañero en el Phoenix. Llegaron al aeropuerto. Isaías vio llegar a Carmen Elena y a Gladys. Se escondió tras un pilar. Cuando vio que las mujeres avanzaban en el pasillo buscando un taxi empezó a correr. “Epa señoras ¿Ustedes vienen de Venezuela?” Carmen Elena se lo quedó mirando. “Muy gracioso”. Isaías abrazó a Gladys y besó a Carmen Elena. “Les presentó a Estela ella es la esposa de un compañero de equipo”. Al llegar al estadio el juego seguía su curso. Isaías ubicó a Carmen Elena y a Gladys en las gradas cercanas al bull pen. Isaías bajó al campo y se volvió a uniformar. El juego se fue a extrainnings y el frío empezó a apretar. Isaías consiguió unos sobretodos con los pitchers del bull pen y se los llevó a Carmen y a Gladys. El juego terminó pasada la media noche. A la salida del estadio Isaías les presentó a Oswaldo Virgil a Carmen Elena y a Gladys. Subieron al carro. Al llegar a la residencia se despidieron hasta el día siguiente. Isaías abrió la puerta de la residencia. En en sofá de la sala había un peluche grande con una tarjeta. “Esto es para ti mi amor”. Isaías lo tomó y lo puso en las manos de Carmen Elena. Luego caminó hacia la cocina y abrió la nevera. “Y esto que está aquí es para que lo preparen con sazón venezolana”. Carmen Elena y Gladys se asomaron a la nevera y vieron un pavo sobre un plato.
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Unas semanas después el manager Werle llamó a Isaías. “Los Gigantes quieren que vayas a AA. Tienes que salir para Waterbury hoy mismo”. Isaías salió del estadio Municipal de Waterbury pasadas la diez de la noche del 1° de mayo de 1967. Mientras aguardaba por un taxi encontró un teléfono público. “Aló mamá. Me bajaron a AA hace como tres días, estoy jugando con el Waterbury. Si ayer las fui a buscar al aeropuerto. Ahora si van a tener que aguantarse los otros equipos. En el Waterbury necesitan reemplazar a un pitcher de nombre Hal Jeffcoat Jr. A quien llamó el ejército. Para mí mejor. En Phoenix estaba lanzando muy poco. Solo dos juegos en relevo. En 5 innings no me hicieron carreras. Ahorita terminamos de jugar, le ganamos al Binghantom 2-0. Sólo me dieron 2 hits. Saludos a papá y a mis hermanos. Te quiero mucho mamá. Hasta luego”. Isaías despertó a Carmen Elena. “Vamos a pasar un momento por la casa de Dámaso”. “¿Por qué?” “Lourdes nos ofreció un pabellón”. Isaías fue al cuarto del lado y tocó la puerta. “Gladys. Párate que vamos a hacerle una visita al sr. Dámaso Blanco”. “Se dice buenos días”. Salieron a las nueve de la mañana. Después de desayunar panquecas y jugo de naranja. Las calles de Waterbury tenían algo de nieve. Gladys cruzó los brazos. “Brrr. Esto no es frío. Esto es el propio hielo”. Almorzaron en casa de Dámaso. Carmen Elena se levantó de la mesa y llevó su plato a la cocina. “Bueno. Ahora nos toca a nosotros. El próximo juego donde vaya a lanzar Isaías, están inivitados a comer en la casa”. Dámaso se frotó las manos. “¿Cuál va a ser el menú?” Isaías colocó los cubiertos en el plato. “Allá lo sabrán”. Se fueron al estadio a las dos de la tarde. El juego empezó a las siete de la noche del 05 de mayo de 1967. Waterbury terminó venciendo al Pittsfield 11-0 con trabajo completo de Isaías en un juego acortado por la lluvia. Sólo recibió 1 hit sencillo en 7 innings de labor. Concedió 1 boleto, ponchó 10. Dámaso jugó al campocorto e impulsó 2 carreras con doble y sencillo como bateador abridor del Waterbury. Andy Gilbert estrechó la mano de Isaías al entrar al dugout despues del juego. “Very good job boy. I know you can accomplish this and many other achievements”. A las 8 de la mañana del 23 de mayo de 1967 la puerta del apartamento sonó tres veces. Tres minutos más tarde la madera emitió percusiones de tambores de Barlovento. “Isaías es Dámaso”. Un murmullo de pies descalzos precedió al crujir de la visagras. La cara llena de cabellos rebeldes abrió la presencia de Isaías tras la puerta. “Buenos días Dámaso. Buenos días Lourdes. Pasen adelante, sienténse”. Carmen Elena trajo dos vasos de jugo de naranja. “Hola como están ustedes”. Dámaso degustó el elixir
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amarillo. “Muchas gracias Carmen Elena”. Lourdes acompañó a Carmen Elena a la cocina. A las diez Carmen Elena sirvió cuatro platos de arroz con pollo con sus respectivas arepas. Lourdes tomó asiento al lado de Dámaso. “¿Dónde consiguieron harina pan?”. Carmen Elena se sonrió con Isaías. “Ayer Isaías recibió un paquete de su mamá”. Al terminar de almorzar Isaías y Dámaso se despidieron de sus esposas. Isaías besó a Carmen Elena. “Al llegar a Reading te llamo”. Dámaso abrazó a Lourdes. “En dos días estaremos de regreso”. El autobus del equipo de Waterbury salió a las once de la mañana. Llegaron al estadio de Reading a las cuatro de la tarde. Solo tuvieron tiempo de dejar el equipaje en el hotel. El juego empezó a las 7 de la noche. El día siguiente el juego fue vespertino. Por los Phillies de Reading abrió Dallas Green, pitcher con experiencia de Grandes Ligas. En el cierre del tercero. Joe Cherry negoció boleto. Green trató de sacrificarse pero la defensa de Waterbury forzó a Cherry en segunda. Jim Perkins y Bill Tomaselli sencillearon para llenar las bases. Isaías dominó a Leroy Reams con elevado al short. Dave Watkins empujó a Green con una línea que golpeó a Isaías en la pierna. En el cuarto episodio Jim Campbell negoció boleto. Slats Halversen disparó sencillo para llevar a Campbell hasta tercera. El catcher de Waterbury incurrió en pasbol y Campbell anotó. Reading 2 Waterbury 0. En el quinto Bruce Hix soltó imparable. Degold Francis recibió boleto. Jackie Disher también caminó gratis. José Morales bateó un largo elevado de sacrificio para remolcar a Hix. Isaías destapó inatrapable al centro para impulsar a Francis. Waterbury 2 Reading 2. En el noveno Hix negoció boleto. DeGold Francis descargó su cuarto cuadrangular de la campaña ante Dallas Green para decretar el triunfo de Waterbury. Para Green fue su primera derrota de la temporada luego de 4 victorias seguidas. Isaías ganó en trabajo completo, espació 9 imparables. Con esa victoria los Gigantes de Waterbury mantenían una ventaja de 2 juegos en el primer lugar de la división este de la Eastern League. El 05 de junio de 1967 Isaías se levantó a las siete de la mañana. Caminó de puntillas para ir al baño y vestirse. Se aseguró que Carmen Elena no se había despertado y salió sigilosamente del apartamento. Isaías fue a un supermercado cercano y compró una torta de chocolate y un cartón de huevos. De regresó a casa se acercó con cuidado al cuarto y vió como Carmen Elena todavía dormía. Preparó una tortilla con cebolla y queso. Cortó un trozo de torta y sirvió un vaso de leche. Colocó todo en una bandeja y se fue al cuarto. Se sentó en la cama. “Buenos días señora. Servicio de desayuno en la cama”. Carmen Elena abrió los ojos y abrazó a Isaías. “Te quiero mucho mi amor”. A las 2 de la tarde Isaías y Carmen Elena se fueron al estadio. Isaías dejó a Carmen en la zona donde se sientan las esposas de los peloteros.
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El juego empezó a las 7 y 15 de la noche. El equipo de Pawtucket envió a Rittwage a iniciar el partido. Waterbury marcó 1 carrera en el primer inning, 2 en el quinto y 1 en el octavo. Hart relevó en el séptimo y Hedlund en el noveno. Isaías estuvo dominante a lo largo de los 9 innings, sólo aceptó 5 imparables y ponchó 7 en ruta a su cuarto blanqueo seguido. Su record quedó en 6-2. Dámaso Blanco resultó su gran aliado desde el campocorto. Intervino en 9 lances sin errores y ejecutó par de dobleplays. Bateó de 4-1, con dos carreras anotadas, 1 impulsada y 1 robo de base. Rittwage perdió el juego. Isaías se levantó a las seis de la mañana del 10 de junio de 1967, pasó por la cocina, abrió la nevera y tomó dos vasos de agua. Tomó un radio portátil de la mesa de la cocina y se lo llevó al baño. El click del botón del volumen soltó la voz del locutor. “…now with you Percy Sledge”. “When a man loves a woman, Can't keep his mind on nothin' else. He'd trade the world. For a good thing he's found…(20)” Isaías empezó a seguir la canción primero tarareando. Luego empezó a subir la voz con la carga emocional de la canción. Terminó de cepillarse los dientes y se volteó para entrar a la ducha. La imagen de Carmen Elena con los brazos en jarra a un lado de la puerta del baño lo hizo saltar. “Muy bien. Ahora me la tienes que cantar pero en castellano”. Isaías abrió la regadera y metió la manó bajó el agua para sacarla de inmediato. “No es facil la traducción. Solo te puedo decir que cuando un hombre ama a una mujer tiene el mundo en el cielo y en el suelo”. Isaías desayunó y se despidió de Carmen Elena. “Nos vemos en 2 días mi amor”. El autobus de Waterbury salió desde el estadio a las 8 de la mañana. Llegaron a Binghamton a las 2 de la tarde. El juego empezó a las 7 de la noche. Por el Binghamton abrió Marrujo. El marcador se mantuvo en blanco hasta el cuarto episodio. Waterbury marco 1 carrera. Binghamton empató en el cierre de la entrada. Waterbury anotó 5 rayitas en el septimo inning ante el relevista Merrit para definir el encuentro. Isaías ganó por séptima ocasión en el primero de una doble tanda. Lanzó completo, permitió 1 carrera limpia, aceptó 4 imparables, concedió 2 boletos, ponchó 6. Dámaso Blanco bateó de 4-1 y empujó 2 carreras en el séptimo inning para contribuir en la decisión del juego. Carmen Elena agarró de la mano a Isaías en la acera frente al edificio donde residían y cruzaron la calle. La luz intensa de las 8 y media de la mañana del 25 de junio de 1967 abrió un camino hacia el parque público situado al frente. “Isaías vamos a sentarnos un momento aquí. Esta sombra esta bien buena”. Isaías la templó de la mano. “Vamos a caminar chica. Mira que eso le hace bien al bebé”. Isaías sobó la barriga de Carmen Elena. Regresaron al apartamento a las once de la mañana. Gladys ya tenía el almuerzo adelantado. A las 2 de la tarde Isaías tomó su maletín de béisbol y abrió la
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puerta. “Vente Carmen Elena. Vamos Gladys”. Llegaron al estadio a las 2 y media. En el campo calentaban varios compañeros del equipo de Waterbury. El juego empezó a las 7 y 10 de la noche. Isaías se fajó con el pitcher Such del equipo York durante seís capítulos en blanco. York se fue adelante con 1 carrera en el comienzo del séptimo inning. Waterbury igualó las acciones en el cierre del octavo. En el décimo episodio Waterbury dejó en el campo al York 2-1. Dámaso Blanco jugó en el campocorto de Waterbury, intervino en 12 lances sin errores y realizó 2 dobleplays aunque se fue de 5-0. Isaías lanzó 10 innings, permitió 1 carrera, permitió 6 imparables, concedió 2 boletos, ponchó 3. Dejó su balance en 8-4. El manager Andy Gilbert estrechó la mano de Isaías cuando entró al dugout después de terminar el juego. “Very good effort Isiah”. Luego continuó hablando con un periodista. “Con Isaías en el equipo podemos pelear por el primer lugar y tenemos grandes posibilidades de ganar el título este año”. Isaías probó el café que preparó a las seis de la mañana del 02 de julio de 1967. Entró al cuarto y pegó la oreja de la barriga de Carmen Elena. “Hola nené ¿Cómo estás? Voy saliendo para un juego en Elmira esta noche. Pórtate bien”. Carmen Elena se movió. “¿Ya te vas? “Si, es un viaje largo. Te quiero mucho. Cuídate”. Isaías agarró la maleta y salió del cuarto.En la cocina Gladys moldeaba unas arepas. “Nos vemos en dos días mi hermana. Hasta luego”. Isaías llegó al estadio de Waterbury a las siete de la mañana. El autobus arrancó a las siete y media. Llegaron a Elmira a las dos de la tarde. El juego empezó a las 7 de la noche. Por el Elmira abrió Anderson. Isaías lanzó su quinto blanqueo de la temporada. Sólo aceptó 5 hits y puso su marca en 9-4, con efectividad de 2.05, al convertirse en el primer lanzador de la liga que consigue 9 triunfos. Bateó de 4-1, 1 anotada. Waterbury ganó 5-0. Dámaso Blanco jugó en el campocorto y como abridor de la alineación bateó doble, sencillo y anotó dos carreras en 4 turnos. El juego sólo duró 7 entradas debido a la lluvia. El 09 de julio de 1967 los Phillies de Reading visitaron al Waterbury. El juego empezó a las 7 y 15 de la tarde. Por Reading inició Penn. Waterbury marcó 2 carreras en el segundo y una en el cuarto. Isaías silenció a la toletería del Reading a lo largo de los 9 innings, no permitió carreras, aceptó 5 imparables, concedió 2 boletos, ponchó 6. Se convirtió en el primer pitcher con 10 triunfos en la Eastern League. Mejoró su efectividad a 1.42 . En los últimos 39 episodios no había permitido carreras limpias. Dámaso Blanco bateó de 4-1. Cometió 1 error en 9 lances, participó en 2 dobleplays. Al salir del estadio junto a Carmen Elena, Dámaso y Lourdes unos niños detuvieron a Isaías. “Please Mr. Chávez ¿nos puede dar un autógrafo?” Isaías se detuvo ante los tres jovencitos, sacó un
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bolígrafo del bolsillo de la camisa y estampó la firma en una pelota y dos pedazos de papel. Los niños agradecieron y salieron saltando y gritando. El 25 de julio de 1967 Waterbury perdió 3-2 ante Pawtucket. Isaías salió derrotado en un juego que se decidió con 1 error y 1 pasbol. Buddy Kurtz se apuntó la victoria. Isaías salió de las duchas en el estadio Municipal de Waterbury. Algunos compañeros de equipo entre ellos Bobby Bonds y Dámaso Blanco comentaban las incidencias del juego que acababan de perder. El manager Andy Gilbert se levantó de su escritorio. “Isiah please come here”. Isaías terminó de vestirse y tomó su maletín. “Dígame Mr. Andy”. “Well. Acaban de llamar de Phoenix. Debes salir mañana hacia allá. El equipo grande quiere que jueges en AAA”. Isaías estrechó la mano de Gilbert. Luego se acercó a Bonds y a Dámaso. “Bueno muchachos de verdad que la he pasado muy bien este año aquí. Estoy muy agradecido por el apoyo de todos ustedes”. Dámaso se acercó. “Ya sabes Isaías. Ahora es cuando más empeño debes poner. A lo mejor terminas en San Francisco este mismo año”. Isaías abrazó a Dámaso y salió del dugout. Afuera la noche del 25 de julio de 1967 calentaba las once de la noche como si fuera mediodía. Isaías encontró un teléfono público a tres cuadras del estadio. “Aló ¿mamá? ¿cómo estás? Si el juego terminó hace poco. Perdimos 3-2 con Pawtucket. . Lancé los 9 innings, permití 3 carreras, acepté 6 hits, concedí 2 boletos, ponché 2 y mi record quedó en 12-5. Al terminar el juego el manager me dijo que me subieron al Phoenix AAA ¿cómo está papá? ¿y los muchachos? Te quiero mucho mamá”. Isaías llegó al apartamento y conversó un rato con Carmen Elena. “Si mañana tengo que salir para Indianapolis porque allá está jugando Phoenix. Es muy complicado para mí llevarte conmigo por lo apresurado del cambio. Yo prefiero que regreses a Caracas. Ya lo que queda es un mes de temporada”. Carmen Elena abrazó a Isaías. “Ese mes se va a hacer larguísimo”. El 28 de julio de 1967 Isaías y Carmen Elena salieron hacia el aeropuerto de Waterbury. Isaías arregló todo lo referente al viaje de Carmen Elena. La llevó a la sala de espera desde donde saldría el avión que la llevaría hasta Miami. “Bueno mi amor. Quédate aquí. Cuando escuches que digan ‘Miami flight is boarding now’ te vas hacia esa puerta”. Isaías abrazó y besó a Carmen Elena. “Hasta luego”. Luego se fue hacia otra sala de espera desde donde saldría el vuelo hacia Indianapolis. La noche de ese día ya en Indianapolis Isaías llamó a Caracas. “Aló. Hola señora Tula ¿Llegó Carmen Elena? Por favor ¿la puede llamar? ¿Cómo estás mi amor? ¿Cómo te fue en el viaje? ¿Cómo va a ser? Menos mal que ya llegaste. El vuelo de nosotros tambien fue algo accidentado. El tiempo parece que estaba malo en varias partes. Mañana me tengo que reportar al equipo. Te quiero mucho.
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El sábado 29 de julio de 1967 a las 08:05 de la noche, en plenas fiestas de celebración del Cuatricentenario de su fundación, un terremoto de 40 segundos y 6,5 grados en la escala de Richter, estremeció a Caracas dejando un saldo de 236 muertos, 2000 heridos y pérdidas por el orden de Bs. 450.000.000. El sismo destruyó algunas zonas de Caracas, especialmente Los Palos Grandes y Altamira. El 29 de julio de 1967 Isaías actuó en un juego que Phoenix perdió 8-5 con el Indianapolis. Laboró por espació de 3 innings, permitió 5 carreras limpias, ponchó 1 y concedió 1 boleto. Al terminar el juego se encontró con Ángel Bravo a la salida del dugout del Indianapolis. “Que tal Ángel ¿Qué vas a hacer? ¿Por qué no me acompañas un momento a hacer una llamada a Caracas? Esa noticia del terremoto me tiene muy mal, más cuando se dice que entre las zonas más afectadas están Los Palos Grandes y eso está muy cerca de Chacao”. “Si vamos Isaías”. Entre la penumbra de las 10 y media de la noche encontraron un teléfono público a la entrada de un reastaurant. “Si quieres te sientas y vas pidiendo algo de comer”. Ángel Bravo se sentó en una mesa. Isaías marcó un número. “Aló mamá ¿cómo estás tú? ¿y papá? ¿y Valerio? ¿y Zaira, Miguel, Gladys? ¿Y Marilú? ¿y Jesús? Gracias a Dios. Cuéntame como fue ese desastre. Yo tengo ganas de irme. Bueno si las cosas se están normalizando. Pero si me enteró que la cosa se complicó inmediatamente agarró un avión. Bueno mamá, te quiero mucho”. Luego marcó el número de Carmen Elena. Le preguntó como estaba el nené y como estaban todos en su familia”. Luego fue al baño y se sentó en la mesa con Ángel Bravo. El 12 de agosto de 1967 Isaías conversó un buen rato con sus compañeros sobre el juego que el Phoenix había terminado de jugar. Veinte minutos más tarde Isaías se despidió de sus compañeros y del manager Bill Werle. Antes de entrar al hotel donde residía marcó un número el el teléfono de la recepción. “Hola mi amor ¿cómo estás? ¿cómo está el nené? ¿está brincando mucho? Si, hoy le ganamos 8-6 al Denver el segundo de una doble tanda. Si abrí y gané. Me dieron 10 hits y permití 6 carreras limpias”. Isaías salió del estadio de Phoenix a las 11 de la noche del 20 de agosto de 1967.. Caminó a pasos agigantados hacia el primer teléfono público que se le atravesara. “Aló ¿mamá? ¿cómo sigue todo por allá? Menos mal. Si, ahorita le ganamos al Indianapolis 8-4. Fue mi tercera victoria en AAA. Salúdame a papá y a todos por allá”.
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La campanita del teléfono sonó siete veces la mañana del 01 de septiembre de 1967. Carmen corrió desde la cocina. “Cónchale ¿no hay nadie quien conteste el teléfono? Aló…Isaías Como estás hijo ¿Qué te subieron a las Grandes Ligas? ¿Seguro que esto no es una mamadera de gallo tuya verdad? Ah si es así. Mira tu papá está por aquí y quiere hablar contigo”. Sebastián agarró el auricular. “¿Es verdad eso que le escuché a tu mamá? Que alegría tan grande hijo. ¿Ya estás en San Francisco? Ah, bueno a partir del 4 vamos a estar pendientes a ver cuando te ponen a lanzar. Saludos. Te quiero mucho”. El 04 de septiembre terminó la temporada de AAA. El manager Bill Werle habló con todos los peloteros y reflexionó con ellos sobre los aciertos y errores de la temporada. Cada quién tomó sus pertenencias y empezaron a salir del club house. El manager llamó a Isaías. “Has lanzado muy bien este año Isaías. Aprovecha al máximo esta oportunidad que te dan los Gigantes. No todos llegan hasta allá. Tu tienes como establecerte. Así que sal al montículo y haz lo que saber hacer”. “Gracias Mr. Werle”. Isaías salió del estadio y tomó un taxi. En el hotel terminó de arreglar la maleta. De un cuarto contiguo llegaba una melodía. “If you’re going to San Francisco. Be sure to wear some flowers in your head. If you’re going to San Francisco you’re gonna meet some gentle people there (21)”. Isaías llegó a San Francisco el 05 de septiembre de 1967. En el aeropuerto lo esperaba un agente de relaciones públicas de los Gigantes. Un cartelito que decía “Hi Nestor” resplandecía sobre la camisa amarilla y el saco marrón del hombre. Llegaron al hotel a las 11 de la mañana. Isaías dejó su equipaje en su habitación. A las 12 y 30 llegaron a Candlestick Park. Isaías s e quedó mirando la estructura. “Por fin se va a realizar mi sueño. Entró al dugout de los Gigantes. El manager Herman Franks los recibio en el club house. “Welcome to the Major Leagues Isiah. Come with me”. Salieron hacia los cuartos de los peloteros. “Listen everybody. He is Nestor Chavez. He has performed a magnificent season with the Waterbury Giants in class AA. Now he’s here to show us how he has improved in his pitching skills”. Isaías saludó y estrechó las manos de Willie Mays, Juan Marichal, Willie McCovey, Jim Davenport, Jim Ray Hart, Ray Sadecki, Tito Fuentes, Mike McCormick, cuando llegó hasta César Gutiérrez se abrazaron efusivamente. “Bienvenido Isaías”. “Que tal César ¿cómo te va en las Grandes Ligas?” “Bien. He tenido que hacer algunos ajustes. Pero todo va bien”. A las 8 de la mañana del 09 de septiembre de 1967 sonó el teléfono. “Mr. Chávez. Here is Mr. Gutiérrez asking for you”. Isaías se levantó volando. En tres minutos se lavó.
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Se vistió y metió los implementos deportivos en su maletín. A las 8 y 30 bajó al lobby del hotel. “¿Qué pasó César? ¿Te caíste de la cama?” César Gutiérrez se levantó del sofá. “¿Cómo estás Isaías? Lo que pasa es que te quiero llevar a conocer una de las calles más bonitas de San Francisco”. Salieron a la calle. Dos cuadras más adelante tomaron el tranvía. En unos veinte minutos se bajaron frente a una zona residencial. Isaías caminó hacia una calle en bajada. “Mira cuantos jardines. Y están atravesados en la calle”. César empezó a subir por la calle. “Si pero por aquí pasan carros”. Subieron dando vueltas largas alrededor de los jardines. En ese momento bajó un carro. En cada curva el chofer parecía arrancar el volante del carro. Isaías y César llegaron hasta el tope de la calle. Allí se pararon a mirar el paisaje. Se detuvieron un momento ante un carrito de comestibles. Allí se comieron unos panes con jamón y queso. A las once de la mañana tomaron un taxi. César Gutiérrez se inclinó en la ventanilla del carro. “Por favor una carrera hasta el Candlestick Park”. Entraron al dugout de los Gigantes a las 9 y 50. El manager Franks llamó a Isaías. “Quiero que estés pendiente porque es muy probable que lances esta tarde”. El juego empezó a las 12 del mediodía. Por los Gigantes abrió Mike McCormick. Por los Cachorros de Chicago comenzó Rich Nye. En el inicio del cuarto episodio Ron Santo (3b) disparó sencillo al centro. McCormick ponchó a Ernie Banks (1b). Randy Hundley (c) despachó triple a la derecha para empujar a Santo. Bob Raudman (rf) se ponchó. Adolfo Phillips (cf) recibió boleto intencional. Nye entregó el último out de B. Schroder (2b) a Jack Hiatt (1b). Cachorros 1 Gigantes 0. En el quinto inning Don Kessinger (ss) elevó a manos de Ollie Brown (rf). Glen Beckert (2b) soltó doblete a la izquierda. Billy Williams (lf) la sacó de cuadrangular por la derecha. Santo se embasó por error de Hal Lanier (ss). Banks descargó jonrón por la izquierda. Lindy McDaniel relevó a McCormick. Hundley bateó elevado a manos de Jesús Alou (lf). Raudman entregó el tercer out de Shroder a Hiatt. Cachorros 5 Gigantes 0. En el sexto episodio Phillips bateó jonrón por la izquierda. McDaniel ponchó a Nye y a Kessinger. Beckert salió de Jim Ray Hart (3b) a Hiatt. Cachorros 6 Gigantes 0. En el cierre del sexto Bobby Etheridge emergió por McDaniel. Bateó un elevado a manos de Phillips. Alou destapó sencillo a la izquierda. Brown elevó a manos de Raudman. Willie Mays (cf) negoció boleto. Alou pasó a segunda. Hart disparó sencillo remolcador a la izquierda. Hiatt recibió boleto para llenar las bases. Nye ponchó a Dick Dietz (c). Cachorros 6 Gigantes 1. En el séptimo Isaías se montó en el montículo de Candlestick Park. Respiró profundo y miró hacia la posición del segunda base donde César Gutiérrez había entrado por Schroder. Gutiérrez levantó la mano pelada y la chocó contra el guante. “Vamos Isaías, vamos”. Billy Williams salió de Lanier a Hiatt. Isaías concedió boleto a Santo.
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Banks elevó a manos de Mays. Dos lanzamientos desviados ante Hundley llevaron a Dietz hasta el montículo. “C’mon boy, you have the stuff to success here. Throw the ball in the zone”. Isaías asintió y caminó detrás del montículo. Dos gotas de sudor bajaron por la sien derecha. Terminó boleando a Hundley. Raudman se embasó por error de Lanier. Santo llegó hasta el plato en la jugada. Phillips sonó imparable a la izquierda para traer a Hundley hasta la goma. Isaías miró hacia el cielo antes de enfrentar a Nye. Logró colocar sus envíos y terminó ponchando a Nye. El manager Herman Franks le extendió la mano a Isaías al entrar al dugout. “Good job boy. It’s enough for today”. Cachorros 8 Gigantes 1. Al entrar al dugout Isaías caminó hacia el fondo de la banca. Solo el sonido del órgano y la voz de un cantante levantaron su mirada: “Take me out to the ballgame. Take me out with the croad. Buy me some peanuts and cracker jacks..(22)” En el cierre del séptimo Lanier se embasó con infield hit por la antesala. Gutiérrez la elevó a manos de Santo. Frank Johnson emergió por Isaías. Bateó un elevado a las manos de Williams. Alou disparó inatrapable a la izquierda. Lanier llegó hasta tercera. Brown se apuntó infieldhit por tercera que hizo anotar a Lanier. Nye ponchó a Mays. Cachorros 8 Gigantes 2. Bobby Bolin relevó a Isaías en el octavo. Nye resultó el pitcher ganador en trabajo completo. McCormick resultó perdedor. Isaías lanzó 1 inning, permitió 2 carreras, ninguna limpia, aceptó 1 imparable, concedió 2 boletos, ponchó 1. Al terminar el juego Isaías se duchó y salió del estadio con Gutiérrez. “Vamos a ver si nos comemos algo”. César Gutiérrez detuvo un taxi. En quince minutos se bajaron frente a un restaurant con vista hacia la bahía. Escogieron una mesa. Isaías se levantó. “Ya vengo César”. Veinte metros más allá se detuvo ante un teléfono público. “Aló ¿Carmen Elena? Si mi vida. Acabo de debutar en Grandes Ligas. Si estaba un poco nervioso. Pero por lo menos pude completar el inning. ¿Cómo está tu mamá? Si ya la temporada está terminando. Los primeros días de octubre debo estar por allá. Saludos. Te quiero mucho”. Isaías colgó el auricular y regresó a la mesa. Isaías se levantó a las 7 de la mañana. Entró al baño y se dio dos palmadas con agua tibia en la cara. Presionó el tubo de pasta dental sobre el cepillo y empezó a despertarse. Luego abrió el grifo de la ducha. En 5 minutos salió buscando la toalla. Se vistió y arregló los implementos deportivos en el maletín. A las 7 y 35 del 30 de septiembre de 1967 se sentó en el sofá del lobby del hotel. La recepcionista le preguntó si esperaba a alguién. Isaías se acercó al mostrador. “Si estoy esperando a un amigo”. Diez minutos más tarde César Gutiérrez se bajo frente al hotel. Pasó directo a la recepción. “Buenos días. Por favor...”En ese momento volteó hacia el lobby. “Cónchale
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Isaías. Madrugaste hoy ¿no?” “Claro. Esta vez no me ibas a conseguir durmiendo de nuevo”. César salió y le hizo señas al taxista para que se parara frente a la entrada del hotel. “Vamos a ir a conocer el Golden Gate”. Isaías abrió la puerta trasera del carro. “Acuérdate que hoy tenemos doble juego. Hay que estar más temprano en el estadio”. “Tranquilo Isaías. Hay tiempo para todo. Ya vas a ver que vale la pena ir a ver ese pedazo de puente”. El taxista arrancó el carro. Luego de atravesar varias calles en subidas y bajadas el aire empezó a traer olores marinos cada vez más fuertes. Los graznidos de las gaviotas y el vuelo en picada de los alcatraces contra el mar desvió un tanto la atención de Isaías. Cuando miró al frente se encontró con la imponente estructura rojo naranja de arcos de acero que se extiende por 3 kilómetros hasta Marin Headland. El taxi empezó a avanzar sobre el puente. A mitad de trayecto Isaías miró a un lado y señaló a la distancia. “¿Que es aquel promontorio que se ve allá?”. El taxista detuvo el carro un momento. “Es la isla de Alcatraz”. Isaías se acercó a la ventanilla del carro. “¿por qué se llama así?” “Porque allí llegan muchos alcatraces para hacer sus nidos. Pero esa isla es más conocida por la prisión que construyeron allí. Allí estuvo recluido el mafioso Al Capone”. Llegaron al otro extremo del puente. César Gutiérrez sugirió que pasearan un momento por la lujosa zona residencial de Sausalito. Regresaron a San Francisco a eso de las 10 de la mañana. El taxista tomó un atajo por las calles menos transitadas y llegaron a Candlestick Park a las 10 y 50 de la mañana. Entraron al dugout de los Gigantes. El manager Franks terminaba de colocar el line up del primer juego contra los Filis de Filadelfia. Ray Sadecki abriría por San Francisco. El juego lo ganaron los Gigantes 3-2 con trabajo completo de Sadecki. Por los Filis Larry Jackson resultó perdedor con relevo de Dick Hall en el octavo episodio. Jim Davenport (3b) resultó decisivo en la victoria al anotar 1 carrera y empujar la anotación de la ventaja con un sencillo en el sexto episodio. El segundo juego empezó a las 2 y 40 de la tarde. Por los Filis abrió John Boozer. Herman Franks envió a la lomita a Bill Henry. El juego se mantuvo en blanco hasta la apertura del cuarto inning. Isaías entró a relevar a Henry. Ponchó a Gary Sutherland (lf,ss). Don Lock (cf, rf) recibió boleto. Ricardo Joseph (1b) bateó un elevado que tomó Ken Henderson (cf) para luego doblar a Lock en el mascotín de Jack Hiatt (1b). En el quinto inning Johnny Briggs emergió por Billy Cowan (rf). Bateó un elevado a manos de Henderson. Bobby Wine (ss) falló de Bob Schroder (2b) a Hiatt. Jimmie Schaffer (c) elevó a las manos de Schroder (2b). Filis 0 Gigantes 0. En el cierre del quinto Briggs se quedó jugando en el center field. Lock pasó a jugar en el right field. Hiatt salió de Boozer a Joseph. Frank Johnson (rf, lf) destapó sencillo a la derecha. Dick Dietz (c) despachó doblete entre left y center para remolcar la carrera de Johnson. Bobby Etheridge (3b) se embasó por infield hit al campocorto. Isaías
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forzó a Etheridge de Wine a Cookie Rojas (2b). Dietz pasó a tercera. César Gutiérrez (ss) levantó elevado de foul al catcher Schaffer. Gigantes 1 Filis 0. En el sexto Clay Dalrymple emergió por Boozer. Entregó el primer out de Isaías a Hiatt. Cookie Rojas (2b) sonó imparable a la izquierda. Tony Taylor (3b) la rodó por el campo corto, Gutiérrez forzó a Rojas en segunda y dobló a Taylor en el mascotín de Hiatt. Gigantes 1 Filis 0. Grant Jackson relevó a Boozer en el cierre del sexto. Dalrymple se quedó jugando en la receptoría de los Filis. En el séptimo Ollie Brown reemplazó a Jim Ray Hart (lf) y entró a jugar en el right field. Johnson pasó al jardín izquierdo. Sutherland llegó a primera por error de Isaías. Johnny Callison (rf) emergió por Lock. Bateó rolling por el montículo. Isaías retiró a Sutherland en combinación con Gutiérrez. Tony González (lf) emergió por Joseph. Sonó sencillo a la izquierda. Callison pasó a segunda. Briggs roleteó por primera, Hiatt lo retiró en combinación con Isaías. Los corredores avanzaron. Bill White (1b) emergió por Wine. Recibió boleto intencional. Doug Clemens emergió por Grant Jackson. Isaías lo ponchó. En el dugout el manager Franks abarzó a Isaías. "Very good performance kid". Gigantes 1 Filis 0. En el cierre del séptimo Dick Elsworth relevó a Jackson. Dietz salió de Taylor a White. Etheridge la rodó por primera, White completó el out en combinación con Elsworth. Tito Fuentes (2b) emergió por Isaías y salió de Ellsworth (p) a White (1b). Gigantes 1 Filis 0. En el octavo Lindy McDaniel relevó a Isaías Isaías ganó el juego en trabajo de 4 episodios, aceptó 2 imparables, no permitió carreras, concedió 2 boletos (1 intencional), ponchó 2. Al campo cometió 1 error. Boozer resultó el pitcher perdedor. Isaías y César Gutiérrez salieron del estadio a las 5 y 30 de la tarde. Tomaron un taxi. Una melodía refrescante sonaba en el radio del carro. “Groovin' . . . on a Sunday afternoon Really couldn't get away too soon I can't imagine anything that's better The world is ours whenever we're together There ain't a place I'd like to be instead of” (23). Llegaron a un restaurant. Isaías ordenó un bisteck con papas y ensalada. "Ya vengo César. Voy un momento al baño". De regreso del sanitario atisbó un teléfono público en la barra del restaurant. Levantó el auricular. "Aló ¿mamá? ¿cómo estás? Por aquí todo muy bien. Venimos saliendo del estadio. Ya puedes decir que tu hijo ganó un juego en Grandes Ligas ¿Carmen Elena está por ahí? Hola mi amor. Si le ganamos a los
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Filis. Cuéntaselo al nené ¿Cómo va a ser? ¿de que murió? No se que decir. Era un tipo muy joven. Bueno te quiero mucho. Saludos para todos". Isaías regresó a la mesa. “Murió Cherry Navarro”. César Gutiérrez saboreaba unas papas fritas. “¿El que canta Aleluya?” “Si, él mismo”. La mañana del 03 de octubre de 1967 Isaías salió del hotel. Se despidio de la recepcionista y tomó un taxi hacia el aeropuerto. A las 9 salió en un vuelo hacia Miami. Allí estuvo en tránsito hasta las cuatro de la tarde. El avión hacia Caracas salió a las 4 y 15. A las 8 y 30 de la noche los neumáticos del tren de aterrizaje sacaron chirridos y vapor de la pista de Maiquetía. Isaías entró a la sala de espera del aeropuerto. Miró a la distancia y divisó a Carmen, a Carmen Elena, a Gladys y a Valerio. Se acercó por sus espaldas con una voz de locutor de radio “Disculpe señora ¿Ustedes no habrán visto por aquí a la señora Carmen Silva?” Carmen se volteó. “Isaías . Por fin estás aquí”. Isaías abrazó a Carmen y besó a Carmen Elena. “¿Cómo estás mi amor? ¿Cómo te sientes?” Se inclinó un momento sobre el vientre de Carmen Elena. “¿Que hay nené? ¿Cómo está la cosa?” Se levantó y abrazó a Gladys y a Valerio. En ese momento llegaron los periodistas. “Que puede decir de su actuación de este año en Estados Unidos?” Isaías se sonrió con Carmen Elena. “El matrimonio me ha traído suerte. Todo va bien y hasta esperamos al heredero”. Otro periodista continuó la entrevista. “¿Se siente agotado?” “No mucho. El lunes iré a entrenar para estirar el brazo”. Isaías se despidió de los periodistas. Avanzó hacia la correa giratoria para retirar su equipaje. Al salir del aeropuerto Valerio le entregó las llaves de la camioneta. Subieron el equipaje en la caja del vehículo. Isaías ayudó a Carmen, Carmen Elena y Gladys a subir a la cabina. Luego subió Valerio. A las 9 y 25 de la noche Isaías giró la llave del encendido y la camioneta arrancó rumbo a Chacao. Referencias musicales: Página 296: (20) When a man loves a woman. Percy Sledge. 1967 Página 300: (21) If you’re going to San Francisco. John Phillips. 1967 Página 302: (22) Take me out to the ballgame. Jack Norworth. Albert Von Tilzer. 1908. Página 305: (23) Groovin’. Cavaliere-Brigati. 1967.
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24.-Un bombo a la derecha “...compre la estampilla de Navidad y ayude a una noble causa. Ahora sigue con ustedes Delio Amado León”. “Al bate viene ahora Alberto Cambero el antesalista del Caracas. En el tercero sorbió ponche, en el sexto episodio salió con línea al pitcher”. “Fíjate Delio ahora son los magallaneros los que levantan la voz. Escucha lo que dicen”. “Un, dos, tres...un, dos, tres”. “Ahí lanza el Látigo. Cambero conecta un elevado al jardín derecho. Aristimuño se ubica debajo de la pelota y captura para el tercer out”. Se va el octavo del Caracas 0 carreras, 0 hit, 0 error. Cuando tenemos 7 innings y medio Caracas 1 Magallanes 0”. “Un, dos, tres...un, dos, tres...un, dos, tres”. Isaías detuvo la camioneta Willys frente a un edificio blanco de 9 pisos. Subió hasta el séptimo piso. Tocó una puerta. Una calcomanía de un barco en altamar llenaba de azul y blanco el marrón de la puerta. “Navegantes del Magallanes” decía el arte adherido a la madera. Debajo unas letras bronceadas: Oficina Administrativa. Isaías entró. Saludó a la secretaria. Tres minutos más tarde salió un señor algo calvo de baja estatura. “Hola Isaías. Tremenda temporada que te mandaste este año ¿no?” “Gracias señor Antonio”. A las 3 de la tarde del 06 de octubre de 1967 Isaías salió del edificio. El día siguiente en las páginas deportivas se léia: “El Látigo Chávez firma con Magallanes por Bs 6000 al mes”. Los cantos de los gallos empezaron a meter el amanecer por la ventana del cuarto. A las 6 y treinta de la mañana del 14 de octubre de 1967. Isaías estiró los brazos sobre su cabeza. Se sentó en la cama y acercó la oreja a la barriga de Carmen Elena. Hola nené ¿Cómo estás? ¿No quieres ir a dar una vuelta con papá?” Se inclinó sobre el rostro de Carmen Elena y la besó. Carmen Elena le puso una mano en el cuello. “Mi amor, estás caliente. Tu tienes gripe”. “Un catarrito que me está echando broma, más nada”. Isaías entró al baño. La ducha impregnó de vapor el baño. Los aromas de la espuma de dentífrico y la de afeitar se mezclaron sobre las nubes de vapor. Isaías se vistió y caminó hacia la cocina. Sacó una jarra de agua fría de la nevera. “Ahhh, que sabrosa es el agua con sed”. Sacó una lata del gabinete y arrancó la licuadora. Carmen Elena le puso dos dedos en la espalda. “Manos arriba”. “¿Qu..que fue? ¿Qué pasó?” “Ajá ¿te asustaste?” Isaías sonrió. “Aquí tienes este vaso de leche mi amor”. “¿Me lo tengo que tomar todo?” “Claaro”. “¿Y por qué?” “Las mujeres embarazadas necesitan mucho calcio para poder resistir la demanda del bebé”. Carmen Elena cerró un ojo. “¿Cómo
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sabes tu eso?” Isaías le puso el vaso en la mano. “Lo leí en una revista”. Carmen Elena se cambió de ropa. “¿Ya nos vamos para la casa de tu mamá?” “No, vamos caminar primero”. Bajaron en el ascensor. Isaías calentó un momento la camioneta. Luego la apagó. Dieron tres vueltas a la manzana del edificio y regresaron a la camioneta. Isaías terminó de entonar el motor y salieron del estacionamiento del edificio. A las 9 de la mañana llegaron a la Calle Las Mercedes. Sebastián hablaba con Carmen en la puerta de la casa. “¿Como estás Isaías?” “Bien papá. Bendición mamá”. Carmen Elena abrazó a Carmen y pasaron hasta la cocina. Isaías se tomó un carato de maíz y conversó un rato con Carmen. Valerio se levantó y pasó hacia el baño. “¿Qué hubo Isaías? ¿Tienes juego hoy?” Isaías se levantó de la silla. “Si mi hermano. Hoy jugamos con La Guaira. Mamá voy saliendo. Te quiero mucho Carmen Elena. Chao nené”. En la puerta Sebastián lo detuvo. “¿Cómo te sientes para el juego de hoy?” “Bien. Bueno tengo un poquito de gripe y siento como unos calambres en el brazo”. Sebastián se llevó la mano derecha a la barbilla. “¿Y entonces Isaías? A esos peloteros contra quienes te vas a enfrentar no puedes estarle dando ventajas”. “Tranquilo papá. Me siento bien”. Isaías prendió la camioneta y bajó hacia el autopista. Llegó al estadio Universitario a las 11 y 45 de la mañana. El dugout del Magallanes permanecía cerrado. El manager Les Moss llegó diez minutos después. “Hello Isiah. How are you doing?” Isaías saludó, entró al club house y empezó a ponerse el uniforme. Salió a correr en los jardines. En la tarde se fue al bull pen para ajustar detalles del wind-up. A las 7 y media de la noche empezó a soltar el brazo. El juego empezó a las 8 y 07 de la noche. Isaías retiró los primeros 9 bateadores guairistas en fila en medio de un duelo de ceros con Héctor Urbano durante los tres primeros episodios. En la apertura del cuarto inning Ángel Bravo (lf) rompió la seguidilla de Isaías con imparable a la derecha. Luis Aparicio (ss) falló con elevado a la derecha. José Herrera (rf) tiró un cepillazo por primera que llevaba la etiqueta de doblete. Jesús Aristimuño (rf) recogió la pelota antes que llegara hasta la pared y pintó un strike en el guante de César Gutiérrez (ss) para retirar a Herrera en la intermedia. Bravo se quedó en tercera e Isaías completó el cero. En la conclusión de ese episodio Walter Williams (lf) sonó sencillo a la izquierda. Jim Hicks (cf) lo llevó hasta el plato con doblete a lo profundo entre left y center. Magallanes 1 La Guaira 0. En el comienzo del octavo acto Armando Ortíz emergió por Urbano y falló de Gustavo Spósito (3b) a Oswaldo Blanco (1b). Al cerrar el octavo Héctor Brito relevó a Urbano en el monticulo litoralense. Gutiérrez y Sid O’Brien (2b) se embasaron. Con 1 out y Williams al bate, los corredores se fueron al doble robo ante el descuido de Brito, quién lanzó tarde a segunda. Gutiérrez se desprendió hacia la goma y venció el disparo de Aparicio. Magallanes 2 La Guaira 0. Isaías retiró los innings 8 y 9 por la vía del 1,2,3. José Herrera resultó el out 27 con rolling
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por segunda que tomó O’Brien y lanzó a primera. Camino al dugout Aristimuño se acercó al Látigo. “Tremendo trabajo Isaías. ‘Tabas como una hojilla”. “Que va Willie, sino es por ese tirazo que mandaste desde el right field quizas Ángel Bravo entra en carrera”. “Déjate de pendejadas Isaías que lanzaste un juegazo”. Isaías ganó (1-0) el juego en trabajo de 9 innings, enfrentó 30 bateadores, no permitió carreras, aceptó 4 imparables, ponchó 7, no concedió boletos. Urbano se apuntó la derrota. Isaías detuvo la camioneta frente a la casa de sus padres. Unos metros más adelante Fernandito y Juan jugaban una partida de pelota de goma con otros 2 niños. Isaías entró un momento a la casa. Saludó a Sebastián e interrumpió un juego de ajedrez entre Valerio y Miguel. “¿Cuantas veces le has ganado Valerio?” Valerio se rascó la cabeza. “Que va Isaías este es el único juego que hemos hecho”. Sebastián apretó las manos en las muletas. “Es que Valerio se tarda mucho para jugar”. Carmen llamó a Isaías. “Necesito 1 litro de leche”. Isaías salió a la calle. Fernandito y Juan gritaban encaramados sobre un paredón. “Baja Juan. Con esta piedra yo controlo al perro”. Isaías se acercó. “¿Qué pasa?” Fernandito volteó hacia la calle. “Es que se nos cayó la pelota aquí y hay un perro muy bravo que no nos deja buscarla”. “Bájense de allí que yo les compro una nueva”. “No, esa pelota me la regaló mi mamá y se va a dar cuenta que no es la misma”. Isaías subió al paredón. El perro mostraba los dientes con un gruñido que hacía temblar el paredón. La pelota yacía a dos metros del perro. “Voy a bajar. Si ven que el perro se me va encima tírenle las piedras”. Isaías metió los zapatos en unos huecos de la pared y llegó hasta el suelo. El perro quiso írsele encima. Isaías lo replegó con varios intentos de embestirlo. Se inclinó con rapidez y logró agarrar la pelota. La lanzó a Fernandito y trató de subir por la pared. El perro saltó y apretó los dientes en el tacón del zapato izquierdo de Isaías. Isaías trató de sacudirlo varias veces mientras subía. A mitad de paredón Fernandito le pasó un palo a Isaías. Isaías aplicó un astazo en el hocico del perro y logró desprenderse de él. Cuando bajó a la calle Las Mercedes empezó a caminar hacia la calle La Joya. Isaías sintió un desnivel en sus pisadas. Dirigió la mirada a los zapatos y descubrió que no tenía tacón izquierdo. “Caramba Fernandito. De verdad que ese perro se las trae”. Isaías compró la leche y regresó a su casa. Carmen se lo quedó mirando. “¿Qué te pasa Isaías?”. “Nada, un perro se antojo del tacón de mi zapato”. Carmen Elena se sonrió y lo sentó en una silla del comedor. “Con estos zapatos no vas a ir para el estadio”. Isaías se acercó al tablero de ajedrez. “Valerio ¿me prestas tus zapatos hasta la noche?”. Valerio entró un momento al cuarto y trajo un par de mocasines negros. Isaías metió los pies en los mocasines. “Bueno mamá, Carmen Elena, papá, muchachos. Voy saliendo para el Universitario”. Carmen lo acompañó hasta la
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puerta de la calle. “Dios te bendiga hijo”. Sebastián levantó la voz desde la sala. “No le des tregua al Caracas”. Isaías entró al dugout del Magllanes a las 12 y 30 de la tarde del viernes 20 de octubre de 1967. El manager Les Moss pegaba la hoja de la alineación en una pared. “Que tal Isaías ¿cómo te sientes para el juego de hoy?” “Bien”. Isaías salió a los jardines y corrió por 40 minutos. Luego se fue al bull pen. El juego empezó a las 8 de la noche. Isaías se enfrentaba a Luis Peñalver. En el cierre del primer inning Walter Williams (lf) se embasó por error de Paul Schaal (3b). César Gutiérrez (ss) sonó sencillo en bateo y corrido que llevó a Williams hasta tercera base. Dick Kenworthy (3b) bateó elevado de sacrifico a Manuel Mendible (lf) que remolcó a Williams. Magallanes 1 Caracas 0. En el inicio del cuarto capítulo Schaal destapó doble entre left y center. Isaías ponchó a Cookie Rojas (2b). Gonzalo Márquez (1b) sonó imparable a la izquierda para poner hombres en los ángulos. Isaías incurrió en wild pitch y Schaal entró en carrera. Juan Francia (c) negoció boleto. Mendible soltó inatrapable a la izquierda para impulsar a Márquez. Moss entró al montículo y sacó a Isaías. Graciliano Parra vino a relevar. Isaías entró al dugout y se sentó en la banca. Se quitó el spike izquierdo. Al dejar el pie al descubierto miró una marca púrpura de forma redondeada debajo del tobillo. “Ese perro es una vaina seria” Isaías murmuraba mientras se sobaba el pie y veia los lanzamientos de calentamiento de Graciliano. Peñalver se sacrificó para adelantar a los corredores. Nelson Castellanos (ss) negoció boleto. César Tovar (rf) conectó sencillo a la izquierda para remolcar a Francia y a Mendible. Víctor Davalillo batea rolling por primera que hace cometer error a Oswaldo Blanco. Castellanos llega hasta el plato. Caracas 5 Magallanes 1. Peñalver resultó el pitcher ganador. Isaías perdió el juego (1-1) en trabajo de 3.1 episodios, enfrentó a 16 bateadores, permitió 4 carreras limpias, aceptó 6 imparables, ponchó 2, concedió 1 boleto, lanzó 1 wild pitch. “Te quiero mucho mi vida. Cuídate mucho en el juego ¿Como a que hora regresan de Maracay?”. Carmen Elena se bajo de la camioneta Willys y entró a la casa de su mamá. Isaías le lanzó un beso. “Será como a medianoche”. Arrancó la camioneta y la llevó al taller de Alfredo. “Alfredo ¿no será mucha molestia tocarte la puerta a esa hora?” Alfredo se limpió las manos con un trapo. “Quédate tranquilo vale. Tu lo que vienes es a buscar la camioneta y te vas”. De allí se fue caminando hasta la casa de sus padres. Cuando se disponía a abrir la puerta, de enfrente una mujer de cuarenta años lo saludó. “Hola Isaías ¿cómo estás?” “Muy bien señora Paula ¿cómo está su familia?” “Bien. Mira el viernes el Caracas te dio unos cuantos palos. Te ganamos”. Isaías sonrió. “Es verdad. Pero en el próximo juego las cosas van a ser diferentes”. La señora Paula terminó de limpiar la puerta de entrada a su casa. “¿Tu crees?” “Claro que si”. Isaías entró a su casa.
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En la sala el radio de Sebastián refrescaba el ambiente con una melodía. “Epa Isidoro, buena broma que me echaste. El día que te marchaste sin acordarte de mi serenata (24)”. “Buenos días. Caramba papá con esa música a todo volumen debo entender que todo esta bien”. Sebastián salió del cuarto y abrazó a Isaías. “Ni tanto. Tu sabes que al mal tiempo buena cara”. Isaías empezó a caminar hacia el patio. “Dejé la camioneta donde Alfredo. Cualquier cosa le dices a Valerio”. Carmen preparaba unas arepas en la cocina. “Caramba , no son ni las siete de la mañana ¿qué pasó? ¿te caíste de la cama?” Isaías abrazó y besó a Carmen. “Es que tengo juego en Maracay y el autobús sale a las siete y media”. “¿Y Carmen Elena?” “Se quedó donde su mamá. Bueno mamá nos vemos mañana. Carmen acompañó a Isaías. En la sala todavía sonaba la canción “Y sigo pensando que ese viaje tuyo no era necesario, ahora que Caracas está celebrando Cuatricentenario”. Sebastián salió a la puerta. “Manten la pelota abajo. Mira que eso fue lo que te pasó frente al Caracas”. Isaías se volteó desde la acera y agitó la mano izquierda. Tomó un taxi en la avenida Libertador. Cuando llegó al Universitario el autobús largaba dos nubes de humo por el escape. Apretó el pasó y subió por el estribo. Oswaldo Blanco sentenció desde el medio del pasillo “Ya te íbamos a dejar”. El Magallanes llegó al José Pérez Colmenares de Maracay a las 10 de la mañana del 24 de octubre de 1967. Isaías conversó un rato con el manager Les Moss sobre el plan de trabajo que tenía para el juego. Luego se enfundó en el uniforme magallanero y salió a correr en los jardines. El juego empezó a las 8 y 5 de la noche. Por los Tigres abrió Jim Duffalo. En el primer inning Gustavo Spósito (2b) soltó imparable a la izquierda. Walter Williams (lf) negoció transferencia. Merrit Ranew (c) sonó inatrapable a la derecha para impulsar a Spósito. Williams llegó hasta tercera. Jim Hicks (cf) remolcó a Williams con elevado de sacrificio a Hilario Valdespino (cf). En el cierre de la segunda entrada Johnny Lewis (lf) conectó sencillo al centro. Bob Burda (1b) recibió 4 pelotas malas. Enrique Izquierdo (c) bateó rolling al campocorto, Everest Contramaestre (ss) tomó la pelota y solo pudo hacer el out en primera ante el bateo y corrido. Héctor Martínez (rf) empujó a Lewis con elevado de sacrificio a los jardines. José Manuel Tovar (3b) sonó incogible que hizo anotar a Burda. Isaías concedió boleto a Duffalo. “Try to keep the ball in the zone as you know. Take it easy”. El manager Moss dio dos palmadas en el hombro izquierdo de Isaías y regresó al dugout. Jacinto Hernández (ss) bateó un elevado al centro y Hicks no pudo tomar la pelota. Tovar llegó hasta la goma. Aragua 3 Magallanes 2. En el tercer episodio Spósito soltó imparable a la izquierda. Williams descargó un batazo largo al centro que permitió a Spósito hacer pisa y corre hasta segunda base. Ranew rechinó doble contra la pared del centro que trajo a Spósito hasta la goma. Jesús Rizales relevó a Duffalo y sorprendió a Ranew en segunda en combinación con Elio Chacón (2b). Aragua 3 Magallanes 3.En los próximos 6.2 innings se desarrolló un duelo entre Isaías y Rizales.
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Isaías salió del juego en el noveno inning. De camino al dugout no dejó de mirar hacia el cuadro y el corredor que dejaba en base. Les Moss se sentó a su lado. “Don’t worry man. You’ll see how we work this out”. Lo sustituyó Nick Willhite.
En el décimo episodio José
Ramón López relevó a Rizales. Aristimuño disparó imparable al centro. Willhite tocó y se embasó al llegar tarde el tiro de Izquierdo. Spósito tocó de sacrificio y avanzó los corredores. Williams despachó inatrapable a la izquierda para impulsar a Aristimuño. El corredor emergente. Fred Klages anotó por error de Lewis. Ranew bateó hit de piernas por segunda y limpió la carrera de Klages. Hicks negoció boleto. Dick Kenworthy (3b) despachó doblete entre left y center que empujó a Williams y a Ranew. Jim Secrist relevó a López. En el cierre del décimo Alonso Olivares relevó a Willhite y cerró el partido. Magallanes 7 Aragua 3. Willhite ganó el partido. López resultó perdedor. Isaías lanzó 8.2 innings, enfrentó 27 bateadores, permitió 3 carreras, 2 limpias, aceptó 5 imparables, concedió 6 boletos, ponchó 8. Bateó de 3-1. El agua chasqueó varias veces en el baño. Carmen Elena despertó. “Caramba Isaías, te estás levantando muy temprano”. Isaías entró a la habitación secándose la cara con una toalla blanca. “Mi amor, lo que pasa es que hoy tenemos juego en Valencia. Ya sabes que el autobús no espera por nadie y van a salir a las 8 de la mañana”. “Si pero ahora es que son las 5 y media”. Isaías se sentó a un lado de la cama. “Es que quiero dar una vuelta contigo por un sitio donde iba mucho de niño”. Desayunaron con café con leche, arepas y una ensalada de atún. Isaías bajó a calentar la camioneta. A las 6 y 15 de la mañana del 28 de octubre de 1967 Carmen Elena bajó al estacionamiento del edificio. Isaías arrancó el carro y salieron en dirección hacia el autopista del Este. Isaías llegó lo más cerca que pudo al antíguo campo de polo y estacionó la camioneta. Carmen Elena subió el vidrio de la ventanilla y cerró la puerta. “¿A dónde vamos Isaías?” “Quédate tranquila. Ya vas a ver”. Empezaron a caminar hasta que salieron a la autopista. La neblina se convertía en rocío sobre las hojas de las hierbas que subían su verdor a medida que avanzaban entre el follaje de los árboles. Desde unas casas vecinas llegaba la alegría de una música pegajosa. “Trueno cañón y golpe serenatero. Cuatro aguinaldo y cinta de parrandero. Caracas matracas, comparsa de la Navidad. Merengue monengue, faroles para mi ciudad (25)”. Isaías comenzó a subir y bajar los hombros y trató de ensayar un paso de baile con Carmen Elena. “¿Qué es? “”¿Qué te pasa Isaías?” “Aprovecha que esto no es todos los días”. Una cerca de alambre les impidió seguir avanzando. Isaías agarró los alambres entre las manos. “Cónchale vale. Yo quería que vieras los lugares donde veníamos con Valerio y Miguel a remontar papagayos y a jugar pelota. Pero ya no es como antes. Lo más probable es que en unos años aquí habrá más edificios”. Carmen agarró de la mano a Isaías y regresaron a la calle donde dejaron la
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camioneta. “¿Cómo se llama este lugar?” “Esto es lo que llamábamos el campo de polo”. Isaías abrió la puerta de la camioneta para que subiera Carmen Elena. Dio la vuelta y subió al asiento del conductor. El rugido del motor soltó dos bolas de humo. Prendió el radio y todavía la pegajosa melodía impregnaba la mañana de felicidad. “Cara Caracas, cara Caracas. Flor de trinitaria. Doña Cuatricentenaria. No me despiertes de mi sueño porque estoy soñando que soy caraqueño. Moja mi cara con tu bruma. Para que parezca que yo soy de aquí”. Isaías siguió subiendo y bajando los hombros mientras se dirigía a casa de sus padres. Allí entró junto a Carmen Elena. “Buenos días ¿Cómo está el señor Sebastián Chávez”. Sebastián salió del cuarto. “Caramba Isaías cada vez estás más madrugador”. “Tu sabes que el que madruga coge agua clara”. Siguió hasta el patio y dio dos palmaditas en el hombro de Carmen. “¿Cómo amanece mi mamá?” “Muy bien y ahora mejor”. “Bueno aquí le encargo a Carmen Elena. Si se porta mal me pone las quejas”. Carmen Elena ladeó la cabeza. Isaías las abrazó y beso. Bueno hasta la noche”. En la sala Sebastián prendió su radio para escuchar las noticias. “¿Quién va a pichar hoy por los Pericos?” “Roberto Muñoz”. “Ay carajo. Bueno a fájarse duro pués”. Isaías arrancó la camioneta y salió rumbo al Universitario. Cuando iba por la Francisco de Miranda prendió el radio. El ritmo de la melodía pegajosa seguía sonando. “Hilo de agua de plata que se desliza. Chaperón de las niñas que van a misa. Estuche, catuche, tilingo, barco de papel. Colina, neblina, paisaje del amanecer”. Entró al estacionamiento del estadio y salió disparado hacia el lugar donde el autobús del Magallanes casi salía. Llegaron al estadio José Bernardo Pérez a las 10 y 30 de la mañana. Isaías corrió 40 minutos en los jardines. Luego regresó por un momento al dugout y tomó 2 vasos de agua. En la tarde se fue al bull pen. El juego empezó a las 8 y 7 de la noche. Roberto Muñoz e Isaías se enfrascaron en un intenso duelo de lanzadores. En el inicio del tercer episodio Gustavo Spósito (2b) bateó elevado al centro y llegó hasta segunda base por error de Aaron Pointer (cf). Muñoz dominó a Walter Williams (lf) y a Merrit Ranew (c). Jim Hicks (cf) despachó imparable al centro que remolcó a Spósito. El duelo continuó a lo largo de los 9 innings. En el cierre del noveno Alberto Cambero (3b) conectó imparable a la izquierda después de 1 out. El manager Les Moss salió al montículo. “That’s it Isiah. You’ve done a great work. Now it’s reliever’s time”. Isaías entregó la pelota a Moss. Alonso Olivares llegó desde el bull pen y obligó a Teodoro Obregón (ss) a batear línea de frente a Spósito quién lanzó de inmediato a primera y sorprendieron a Cambero fuera de base para manufacturar el dobleplay en el mascotín de Oswaldo Blanco (1b). Magallanes 1 Valencia 0. Isaías ganó el juego (2-1) en trabajo de 8.1 innings, enfrentó 33 bateadores, no permitió carreras, aceptó 9 imparables,
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ponchó 5, no concedió boletos. Muñoz lanzó 9 innings, enfrentó 33 bateadores, permitió 1 carrera sucia, aceptó 6 imparables, ponchó 4, concedió 2 boletos. Tres niños detuvieron a Isaías frente a la entrada del Banco Unión de Chacao. “Señor Látigo, Señor Látigo. Un autógrafo por favor”. La mamá del niño lo agarró por el brazo. “¿Qué te pasa José? ¿No ves que el señor va a entrar al banco?” Isaías agarró el pedazo de papel que le extendía el niño. “Tranquila señora”. José se acercó a Isaías. “Señor Látigo ¿verdad que usted le va a ganar esta noche al Caracas como le ganó al Valencia hace unos días?” Isaías removió los cabellos de José. “Vamos a ver José”. Isaías le entregó el papel al niño y entró al banco. Salió media hora más tarde. Carmen Elena esperaba en la camioneta con el brazo apoyado sobre la parte inferior de la ventanilla. “Cónchale te tardaste un buen rato ¿no?” Isaías cerró la puerta y arrancó la camioneta. “Es que el cajero se puso a preguntarme un montón de cosas de béisbol”. Isaías llevó a Carmen Elena a casa de sus padres y salió hacia el Universitario. Dejó la camioneta en el estacionamiento. A las 12 y 15 del 03 de noviembre de 1967 entró al dugout del Magallanes. Allí encontró a Alonso Olivares y a Fred Klages. Conversó un rato con ellos. Luego salieron a correr en los jardines. A las cinco de la tarde Isaías se acercó al bull pen. Empezó a soltar el brazo alrededor de las siete de la noche. Gualberto Acosta cantó “play ball” a las 8 y 07 de la noche. Isaías corrió hacia el montículo. En el bull pen del Caracas calentaba Luis Tiant. En el primer inning César Tovar (rf) conectó sencillo al centro. Robó segunda. José Tartabull (lf) disparó imparable remolcador a la izquierda. Caracas 1 Magallanes 0. En el cierre del segundo episodio Oswaldo Blanco (1b), Isaías, Walter Williams (lf) y César Gutíerrez (ss) batearon inatrapables seguidos para facturar 2 anotaciones. Magallanes 2 Caracas 1. En el cierre del quinto Nelson Castellanos (ss) cometió 3 errores. Gustavo Spósito sonó imparable impulsor. Urbano Lugo relevó a Tiant. Magallanes 4 Caracas 1. En el séptimo después de 2 outs Isaías ponchó a Juan Francia (c). La pelota se le escapó a Merrit Ranew (c) y Francia se embasó. Manuel Mendible emergió por Lugo y sonó sencillo. Victor Davalillo (cf) despachó doble que trajo la carrera de Francia. Magallanes 4 Caracas 2. En el séptimo Aurelio Monteagudo relevó a Lugo. En el octavo Paul Schaal (3b) negoció boleto. Octavio Rojas (2b) disparó imparable. Gonzalo Márquez (1b) la rodó por el cuadro y avanzaron los corredores. Fred Klages relevó a Isaías. Rich Underwood emergió por Castellanos. Despachó doblete a la derecha para remolcar 2 carreras. Magallanes 4 Caracas 4.En el cierre del octavo Luis Peñalver relevó a Monteagudo. En el noveno Nick Willhite relevó a Klages. Davalillo disparó sencillo. Tovar tocó de sacrificio. Davalillo pasó a segunda. Tartabull recibió boleto. Alonso Olivares relevó a Willhite. Schaal se ponchó. Rojas conectó imparable impulsor de la carrera de Davalillo. Caracas 5 Magallanes 4.En
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el cierre del noveno Ronald Klimkowski relevó a Peñalver. Luis Peñalver se apuntó la victoria. Nick Willhite resultó el pitcher derrotado. Isaías lanzó 7.2 innings, enfrentó 32 bateadores, permitió 4 carreras, 3 limpias, aceptó 10 imparables, concedió 2 boletos, ponchó 8. Al campo participó en un dobleplay de O. Blanco a C. Gutiérrez a Isaías (3661). A la ofensiva bateó de 3-1 y anotó 1 carrera. La camioneta Willys se detuvo frente a la casa N° 2 de la calle Las Mercedes. Isaías se bajó y dio la vuelta para ayudar a Carmen Elena a bajar del carro. “Con cuidado mi amor”. Isaías acarició la barriga de Carmen Elena. “Tranquila. Que el nené la está pasando muy bien ¿verdad hijo?” Isaías y Carmen Elena entraron a la casa. Sebastián se levantó del sofá. “Caracha ¿cómo están ustedes?” Isaías pasó hasta el fondo y saludó a Carmen y a sus hermanos. Llamó a Carmen Elena para escuchar los trinos de los pájaros en el bucare. “¿Estás oyendo nené? Cuando salgas de ahí vas a ver como nos vamos a divertir viendo los pájaros y jugando pelota”. Miguel salió del baño y dio dos palmadas en la espalda de Isaías. “Que hubo Isaías”. “Epa Miguelito. Ya casi voy saliendo para el estadio”. Miguel se detuvo en la puerta de la cocina. “No me gustó nada ese pasbol que hizo Ranew en aquel juego con Caracas”. Isaías abrazó a Carmen Elena. “Como se hace. Son errores que cualquiera comete. Lo importante es analizar el error para tratar de evitarlo”. Isaías se tomó un vaso de jugo de naranja que le trajo Carmen. “Bendición mamá. Te quiero mucho Carmen Elena”. Isaías avanzó hacia la sala. La voz de Cherry Navarro sonaba en la radio. “….estas son las cosas, que me hacen olvidar. Este mundo absurdo, que no sabe adonde va. Aleluya, Aleluya, Aleluya…(26)” Se despidió de Sebastián y salió a la calle. Arrancó la camioneta y bajó hacia el autopista. Llegó al Universitario a las11 y 50 de la mañana del 08 de noviembre de 1967. En el dugout se encontró con César Gutiérrez. Conversaron mientras se ponían el uniforme. Isaías corrió por 50 minutos desde la raya de la izquierda hasta la del jardín derecho. Luego hizo calistenia. A las seis de la tarde se acercó al bull pen. Empezó a calentar a las 7 y 50. El juego empezó a las 8 y 05 de la noche. James Weaver calentaba en el bull pen de La Guaira. En el primer episodio Ángel Bravo (lf) sonó cohete a la derecha. Remigio Hermoso (2b) lo llevó a segunda con rolling al cuadro. Merv Rettenmund (cf) lo remolcó con sencillo al centro. La Guaira 1 Magallanes 0. En el comienzo del quinto Bravo bateó imparable. Hermoso se embasó con infielhit por el campocorto. Los corredores ejecutaron un doble robo. Miguel De La Hoz (3b) disparó inatrapable para impulsar a Bravo. La Guaira 2 Magallanes 0. En el cierre del quinto Sid O’Brien (2b) negoció boleto. Merrit Ranew (c) lo forzó en segunda con rolling al cuadro. Oswaldo Blanco (1b) hizo cometer error a Pedro Villaren (3b). Gustavo Spósito (rf) sonó imparable impulsor. La Guaira 2 Magallanes 1.En el octavo Bob Watson (1b) despachó doble entre
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left y center. El manager Moss ordenó boletos intencionales para Luis Aparicio (ss) y Owen Johnson (c). Isaías dominó a Weaver. Moss subió al montículo. “It’s enough for today Isiah. You’ve done a great work”. Isaías bajó del montículo con la mirada en el pecho. Fred Klages relevó. Ángel Bravo despachó doblete remolcador de Watson y Aparicio. La Guaira 4 Magallanes 1. Weaver se apuntó la victoria en trabajo completo. Isaías resultó el pitcher perdedor (2-2). En trabajo de 7.2 innings, enfrentó 33 bateadores, permitió 4 carreras limpias, aceptó 10 imparables, ponchó 10, concedió 3 boletos (2 intencionales), golpeó a 1 bateador, incurrió en 1 balk. Al campo participó en 1 doble play de Isaías a S. O’Brien a O. Blanco (14-43). Isaías abrió los ojos. Besó a Carmen Elena. Luego pegó la oreja de la barriga. “¿Qué quieres que te traiga de Maracay nené?” Carmen Elena movió la cabeza a un lado. “¿Qué hora es Isaías?” “Las siete”. Isaías se metió al baño. Los sonidos del agua del lavamanos y la regadera arroparon la mañana de relajamiento. Un silbido sordo pero pimientoso acompañó a Isaías desde que salió del baño hasta que se vistió. Carmen Elena se levantó pasó por el baño y siguió hacia la cocina. “Isaías como vas para Maracay quiero que me traigas una cachapa con queso de mano de esas que venden en el autopista”. Isaías dejó el maletín sobre un mueble de la sala. “Pero mi amor, acuérdate que vamos en autobus”. “Por favor trata de traerla ¿si?”. A las 8 y 30 salieron en la camioneta. Isaías dejó a Carmen Elena donde la Sra. Tula. “Te quiero mucho mi amor. Nos vemos esta noche”. Pasó un momento por la casa de sus padres. Llegó al Universitario como a las 9 de la mañana. Estacionó la camioneta y corrió hacia el bus. Salieron a las 9 y 30. Cuando iban a mitad de camino Isaías se acercó al manager Les Moss. “¿Nos podemos parar un momento para comprar unas cachapas?” Moss lo miró con los ojos exorbitados. “¿Qué es cachapa?”. “Ya usted va a ver”. El autobus se detuvo a un lado de la vía y dos muchachos corrieron con sendas ollas de aluminio en las manos. “Cachapa con queso de mano”. Isaías compró una torta de maíz tierno para él y la de Carmen Elena. La mayoría de los peloteros aprovecharon el inesperado bastimento. Al terminar la merienda regresaron al bus. Moss dio dos palmadas en el hombro de Isaías. “Ahora si se que son cachapas. Muy buenas. Buena idea de parar a comer Isaías”. Llegaron al José Pérez Colmenares a las 11 y 25 de la mañana del 14 de noviembre de 1967. Isaías entró al dugout y empezó a cambiarse. A las 12 y 30 salió a correr. Regresó al dugout para refrescarse con agua. En la tarde hizo ejercicios de estiramientro. Se fue al bull pen a las 6 de la tarde. Tom Ravashiere llamó a jugar a las 8 y 07 de la noche. Dick Whitby abrió por los Tigres. Isaías terminaba su calentamiento en el bull pen. En el primer inning después de 1 out Hilario Valdespino (cf) se embasó por error de César Gutiérrez (ss). Elio Chacón
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(2b) disparó sencillo al centro. Isaías dominó a Johnny Lewis (lf) con elevado a Jim Hicks (cf). Bob Burda (1b) la rodó por el short y Gutiérrez cometió otro error que permitió la carrera de Valdespino. Oswaldo Blanco (1b) dejó escapar el disparo de Gutiérrez y Chacón también anotó. Isaías pateó el montículo y apretó las mandíbulas. Oswaldo Blanco se acercó a la lomita. “Isaías ¿qué te pasa vale? Tú no me vas a avergonzar así ante el público. Si no vamos a tener que arreglar esto con unos golpes”. Oswaldo regresó a la inicial. Isaías sacó el último out. Isaías se sentó en un extremo del banco durante el turno ofensivo del Magallanes. Al salir al campo para el próximo inning llamó a Oswaldo Blanco. “Discúlpame Oswaldo. Me comporté injustamente contigo”. “Tranquilo Isaías. Vamos a seguir jugando”. En el cierre del sexto después de 2 outs Chacón sonó imparable al centro. Robó segunda. Lewis lo remolcó con imparable. Aragua 3 Magallanes 0.En el octavo Francisco Carlos relevó a Isaías. Whitby ganó el juego en trabajo completo. Solo aceptó 8 imparables. Isaías resultó perdedor (2-3) en trabajo de 7 innings, enfrentó 27 bateadores, permitió 3 carreras, 1 limpia, aceptó 5 imparables, concedió 2 boletos (ambos intencionales), ponchó 2, cometió 1 wild pitch. Bateó de 2-1. “Carajo, ese piso si está frío”. Isaías levantó los pies y buscó las pantuflas. Carmen Elena lo agarró por una mano. “No te levantes todavía. Hoy es domingo”. Isaías besó la barriga de Carmen Elena. “Si pero igual tenemos juego. Y es ahora en la mañana”. Estiró los brazos hacia atrás y se encaminó hacia el baño. A las 8 de la mañana se sentaron a la mesa. Isaías empezó a reir mientras mordía un pedazo de arepa. Carmen Elena se sirvió un vaso de leche. “¿Cuál es el chiste Isaías”. “Es que me estoy acordando de una historia que me contó Alfonso Carrasquel cuando era manager del Magallanes. En Chicago había un pelotero cubano de nombre Orestes Miñoso. Siempre le contaba chistes a Alfonso. Uno de los mejores trataba sobre un jonronero cubano que lo llevan a jugar a México con el equipo de los Diablos Rojos de la capital. En los primeros cuatro juegos el tipo todo lo que hacía era poncharse. Entonces el dueño del equipo se le acerco. “Mira chico nosotros te contratamos por tu fama de jonronero. Ahora resulta que todo lo que haces es poncharte”. El pelotero se ajustó la gorra. “Bueno chico, si tu quieres ver jonrones sirveme filete todos los días”. Por detrás del estadio de Ciudad de México hay un cementerio. Al día siguiente en el primer turno el jugador cubano la sacó de jonrón y empezó a darle la vuelta al cuadro. Cuando venía llegando al plato. Se paró y le gritó al dueño del equipo: “Óyeme tu. Yo no se como vas a hacer ahora con ese montón de muertos que se van a despertar”. Carmen Elena ladeó la cabeza. Bajaron al estacionamiento y salieron en la camioneta. Isaías dejó a Carmen Elena en casa de la señora Tula y siguió hacia el estadio. Entró al dugout magallanero a las 10 de la mañana
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del 19 de noviembre de 1967. Se cambió y salió a correr. Hizo unas calistenias y se fue al bull pen. El juego empezó a las 11 y 05 de la mañana. Por Lara Frank Kreutzer calentaba en el bull pen. En la apertura del primer inning Irán Paz (1b) entregó el primer out con rolling al campocorto. Barton Shirley (2b) se embasó por infieldhit a las paradas cortas. Isaías ponchó a Dave Roberts (lf). Robert Cox (3b) disparó sencillo al centro. Clarence Gaston (cf) bateó línea atrasada que picó delante de Gustavo Spósito (rf) para empujar la carrera de Shirley. De aquí en adelante Isaías retiró 13 en fila hasta el sencillo de Shirley en el sexto. Lara 1 Magallanes 0. En el cierre del primer inning Spósito sonó imparable a la izquierda. Walter Williams (lf) bateó elevado a manos de Gaston. Sid O’Brien (2b) destapó doblete a lo profundo del campo central para empujar a Spósito. Jim Hicks (cf, rf) llegó a primera por infield hit. Oswaldo Blanco (1b) bateó imparable impulsor de la carrera de O’Brien. Magallanes 2 Lara 1. En el cierre del tercer episodio Williams bateó un imparable por encima de la segunda base. Pasó a segunda por wild pitch de Kreutzer. O’Brien llevó a Williams hasta tercera con largo elevado a la derecha. Hicks bateó un elevado a lo profundo del centerfield que trajo a Williams hasta la goma. Magallanes 3 Lara 1.En el cierre del cuarto Lorenzo Fernández (3b) sonó imparable a la izquierda. Pasó a segunda por wild pitch. César Gutiérrez (ss) y Victor Colina (c) fallaron con elevados al cuadro. Isaías respondió con línea imparable sobre segunda para empujar a Fernández. Pablo Torrealba relevó a Kreutzer. Magallanes 4 Lara 1. En el quinto Erasmo Díaz relevó a Torrealba. Isaías ganó (3-3) el primero de una doble tanda. Lanzó 7 episodios, enfrentó 24 bateadores, permitió una carrera limpia, aceptó 4 imparables, ponchó 8, no concedió boletos. Con el madero bateó de 2-1, una carrera empujada. El 20 de noviembre de 1967 Lorenzo Chico Fernández reemplaza a Les Moss como manager del Magallanes. “Cuídate mucho Carmen Elena. Bendición mamá”. Isaías apuró la marcha hacia la puerta de la calle. Se montó en la camioneta y salió hacia el estadio Universitario. Entró al dugout a las 12 y 10 de la tarde del 23 de noviembre de 1967. Encontró a Lorenzo Fernández escribiendo la alineación. Conversó un momento con él y siguió hacia los vestuarios. A las 2 de la tarde fue hasta la zona de seguridad en los jardines y empezó a correr. Regresó al dugout 1 hora después . A las cuatro se fue al bull pen. El juego empezó a las 8 y 09 de la noche. Isaías se iba a enfrentar contra George Culver de los Pericos del Valencia. En el primer inning Aaron Pointer (cf) negoció
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boleto y robó segunda. Isaías lo sorprendió movido de la base. En la apertura del cuarto Pointer sonó imparable. Llegó hasta tercera con rolling de Joe Hague (1b) por el cuadro. Ed Kirkpatrick (rf, c) roleteó a manos de Sid O’Brien (3b). Pointer intentó anotar y O’Brien lo enfrió en la mascota de Victor Colina (c). En el cierre del cuarto O’Brien despachó doblete. Jim Mooring (rf) negoció boleto. Oswaldo Blanco (1b) se sacrificó y avanzaron los corredores. Gustavo Sósito (2b) y Jesús Aristimuño (cf) fallaron en su intento de remolcar carreras. Magallanes 0 Valencia 0. En el inicio del octavo acto Culver despacho triple a la derecha. Isaías dominó a Teolindo Acosta (cf,lf) con rolling por segunda. Luego ponchó a Pointer y a Kirkpatrick. Magallanes 0 Valencia 0. En el noveno Don Bryant (c) disparó sencillo. Evangelista Nuñez (2b) lo sustituyó como corredor en la inicial. Luís Rodríguez (lf, rf) bateó imparable a la derecha. Alberto Cambero (ss,3b) adelantó los corredores con rolling por primera. Fernández ordenó boleto intencional para Dámaso Blanco (2b, ss). Alonso Olivares relevó a Isaías. Gustavo Gil emergió por Culver y bateó rolling por tercera que remolcó a Nuñez. Teolindo Acosta recibió boleto intencional. Rodríguez anotó por wild pitch de Olivares. Valencia 2 Magallanes 0.Roberto Muñoz relevó en el noveno. Isaías cogió camino a las duchas cabizbajo. Aristimuño se acercó. “Tranquilo Isaías. Tu lanzaste muy bien”. Culver se apuntó la victoria. Isaías perdió el juego (3-4) en trabajo de 8.1 innings, enfrentó 29 bateadores, permitió 2 carreras limpias, aceptó 6 imparables, ponchó 4, concedió 4 boletos (1 intencional), golpeó 1, lanzó 1 wild pitch. Isaías salió al estacionamiento y prendió la camioneta. Pasó por casa de sus padres a buscar a Carmen Elena. Sebastián salió a la puerta del cuarto. “Tremendo juego lanzaste hoy. Así es la vida”. Salieron a la calle. “Bendición mamá”. Llegaron a la Urbanización Bolivar y subieron al apartamento. Carmen Elena abrió el refrigerador. “¿Tienes hambre?” “Si. Pero no te vayas a poner a cocinar ahorita. Yo bajo ahorita y me como algo en la calle”. Carmen Elena sacó 2 bistecks del freezer y empezó a ablandarlos con una piedra en el balcón. Splash. “Que… ¿que es esto?” Carmen Elena miró hacia el piso de arriba con la cara y toda la ropa empapada en agua. Isaías corrió hacia el balcón. “¿Cómo estás? ¿Te sientes bien?” Isaías la llevó a la sala. Trajo una toalla del baño y la secó. “Espérate un momento. Ya vengo”. Entró al cuarto y salió con un bate. Antes que Carmen Elena hiciera algo, Isaías subió al piso superior, el último del edificio. Tum, tum, tum. Un sonido de tambor redoblante salió de la puerta de arriba. “Abran desgraciados. Si es que los molestamos con el ruido entonces hablen, reclamen. Abran, den la cara cobardes”. El 27 de noviembre de 1967 Ed Herrmann llegó para jugar con el Magallanes.
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Ding, dong. El timbre del apartamento abrió los ojos de Isaías. Carmen Elena intentó levantarse de la cama. “Esa debe ser mi mamá”. Isaías la agarró por un brazo. “Quédate tranquila que yo abro la puerta”. En dos trancazos abrió la puerta. “Buenos días suegra ¿cómo amanece?” La señora Tula sonrió. “Bien ¿y Carmen Elena?”. El sonido de un tubo abierto dirigió la mirada de Isaías hacia la habitación. “Ya se está lavando. Ya viene a hablar con usted”. En menos de tres minutos Carmen Elena salió del cuarto amarrándose un turbante lila en la cabeza. “Hola mamá ¿cómo estás?” “Bien. Viendo en que te puedo ayudar en la cocina”. “Tranquila mamá. Siéntate ahí que yo puedo hacer mis cosas”. “Pero tu estás embarazada”. “Si pero el embarazo no me molesta para hacer mis oficios ¿verdad nené?” Carmen Elena se acarició la barriga. Isaías salió del cuarto. Sus manos ajustaban la parte inferior de la franela blanca dentro del pantalón azul de popelina. “¿Y entonces suegra que me cuenta?” “Aquí chico. Fastidiada. Carmen Elena no quiere que la ayude en la cocina”. Isaías entró en la cocina. “Que le parece si jugamos una partida de chapita”. “¿Dónde?” Isaías aspiró el olor del perico que salía de la sarten. “Aquí mismo, en la sala”. Carmen Elena se volteó hacia la mesa de la cocina. “Mamá si llegan a romper algo tu vas a ser cómplice de Isaías”. “No va a pasar nada chica. Vamos a jugar la chapita Isaías”. Isaías desenrroscó el palo del cepillo de barrer y sacó unas tapas de cola Dumbo de la bolsa de la basura. “Tenga suegra usted se va a parar aquí. Agarré el palo y lo separa un poco frente a su cara. Cuando le lance la chapa usted trate de pegarle”. Isaías echó a un lado un mueble de la sala y se alejó tres metros. Lanzó la primera chapita. La señora Tula abanicó y el palo del cepillo pasó a medio metro de la chapa. Isaías envió otro lanzamiento que casi choca contra el palo. La señora Tula abanicó contra el piso. “Que va Isaías yo no se como es esto”. “Bueno suegra. Lánceme usted la chapita. Para que vea como es que se batea”. La señora Tula lanzó la chapita e Isaías la conectó con fuerza. PLING. Carmen Elena se acercó a la sala. “Ajá ¿qué rompieron?” Isaías sonó el dedo índice contra el medio de la mano derecha. “Nada mi amor. Fue solo un rechazo de la chapita contra el adorno de vidrio de la lámpara de la sala”. La señora Tula se fue a sentar en una silla de la cocina. Isaías desayunó. Entró al cuarto y salió con el maletín colgando del hombro derecho. “Bueno mi amor. Voy saliendo para el estadio”. “Cuídate mucho Isaías”. Isaías besó a Carmen Elena y se agachó hasta adherir la oreja en la barriga de Carmen Elena. “Hola nené. Voy a jugar pelota ¿no quieres venir conmigo?” Carmen Elena lo levantó por los hombros. “Todavía falta para que lo llevas a jugar pelota”. Isaías abrió la puerta del apartamento. “Hasta luego suegra”. Isaías bajó al estacionamiento y salió en la camioneta. Pasó un momento por casa de sus padres y siguió hacia el estadio Universitario. Entró al dugout del Magallanes a las 12 y 45 del 28 de noviembre de 1967. Conversó un rato con el novato Everest Contramaestre.
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Se cambió y salió a correr en los jardines. A las tres de la tarde hizo ejercicios de calistenia. A las siete de la noche se fue al bull pen. El juego empezó a las 08 y 05 de la noche. Por La Guaira abrió Héctor Urbano. En el primer inning César Gutiérrez (ss), Gustavo Spósito (2b) y Walter Williams (lf) sonaron sencillos que combinados con 2 boletos y 2 errores de Urbano produjeron 3 carreras. Urbano tuvo un encontronazo con Williams en el plato por lo cual no salió a lanzar en el segundo inning. Magallanes 3 La Guaira 0. En el cierre del primer episodio Remigio Hermoso (2b) y Merv Rettenmund (cf) sonaron sencillos. Miguel De La Hoz (3b) remolcó a Hermoso con elevado de sacrificio al jardín izquierdo. José Herrera (rf, 3b) empujó a Rettenmund con imparable a la izquierda. Magallanes 3 La Guaira 2. Tom Fischer relevó a Urbano en el segundo episodio. En el inicio del tercer acto Gutiérrez recibió pelotazo. Williams lo remolcó con doble a la derecha. Jim Hicks (cf) impulsó a Williams con imparable a la izquierda. Magallanes 5 La Guaira 2. En el cierre del tercero Francisco Carlos relevó a Isaías. Hermoso, Rettenmund, Herrera y Enzo Hernández (ss) combinaron imparables para facturar dos anotaciones. Magallanes 5 La Guaira 4. En el séptimo episodio Williams disparó imparable a la izquierda. Eddie Watt relevó a Fischer. Hicks negoció boleto. Jim Mooring (rf) despachó doblete para empujar 2 carreras. Everest Contramaestre (3b) sonó sencillo a la izquierda para traer la carrera de Mooring. Contramaestre llegó hasta segunda con la jugada en el plato. Francisco Carlos destapó imparable impulsor de Contramaestre. Magallanes 9 La Guaira 4. Carlos Moreno relevó a Watt en el octavo episodio. Carlos se apuntó la victoria. Urbano resultó el pitcher perdedor. Isaías lanzó 2 episodios, enfrentó 11 bateadores, permitió 4 carreras, 3 limpias, aceptó 7 imparables, ponchó 2, no concedió boletos, golpeó a 1 bateador. Carmen Elena abrió la puerta de la camioneta. Isaías la ayudó a subir. De la esquina próxima al estacionamiento llegaban las notas de un aguinaldo. Un joven tocaba el cuatro. Con cada palabra cantada el frío convertía en humo blanco su aliento. Isaías arrancó la camioneta y salieron del estacionamiento. Carmen Elena abotonó su abrigo hasta el cuello. “Isaías quiero comer arroz con coco”. Isaías cruzó en la avenida Francisco de Miranda. “Vamos a ver que se puede hacer al respecto”. Llegaron a la calle Las Mercedes. En la puerta de la casa saludaron a Sebastián y pasaron hasta la cocina. “Buenos días. Vengo con una encomienda para la señora Carmen Silva”. Carmen bajó el escalón de la cocina. “Hola querido ¿cómo estás Carmen Elena? ¿En que diligencia andas ahora Isaías?” “Mamá ¿dónde se puede conseguir por aquí arroz con coco?” “Ahorita eso es muy dificil. Si me consigues los cocos y el papelón. Yo te lo hago”. Isaías se metió las manos en los bolsillos del pantalón. “Ya vengo”. Isaías salió en la camioneta.
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Regresó como media hora después. “Aquí están los cocos mamá. Solo conseguí medio papelón. Y esta corteza de canela. No te puedes quejar Carmen Elena. Vas a comer arroz con coco”. Isaías besó la barriga de Carmen Elena. “Hasta luego nené, nos vemos esta noche. Te quiero mucho Carmen Elena. Bendición mamá”. Salió a la calle y arrancó la camioneta. Llegó al estadio Universitario a las 12 y 50 del 06 de diciembre de 1967. Entró al dugout del Magallanes. Se puso el uniforme y salió a correr en la grama del left field. A las 5 de la tarde empezó a soltar el brazo en el bull pen. Armando Rodríguez cantó play ball a la 8 y 07 de la noche. Isaías se encaramó en la lomita por el Magallanes. Eddie Watt hizo lo propio por La Guaira. En el tercer episodio Ángel Bravo (lf) se embasó por infield hit. Remigio Hermoso (2b) entregó el primer out con rolling fuerte por el montículo. Bravo pasó a segunda. Merv Rettenmund (cf) bateó un roletazo de botes altos por el campocorto ante el cual César Gutiérrez cometió error, luego se durmió con la pelota y Bravo anotó. La Guaira 1 Magallanes 0. En la apertura del sexto episodio Hermoso llegó a primera por infield hit. Rettenmund y Ramón Webster (1b) batearon rolatas para llevar a Hermoso hasta la antesala. José Herrera (rf) despachó jonrón por la izquierda. La Guaira 3 Magallanes 0. En el séptimo Luis Aparicio (ss) disparó doblete. Jesús Romero (c) lo llevó a tercera con toque de sacrificio. Isaías ponchó a Watt. El manager Lorenzo Fernández trajo a relevar a Francisco Carlos y este dominó a Bravo con ponche. En el cierre del octavo Ed Herrmann (c) sonó sencillo al centro. Gustavo Spósito (2b) y Oswaldo Blanco (1b) siguieron con imparables para llenar las bases. Orlando Reyes emergió por Carlos y envió un largo elevado que tomó Herrera. Herrmann anotó al pisa y corre. Spósito se fue a tercera y lo hicieron out de Herrera a Aparicio a De La Hoz. Gutiérrez salió con rolling al pitcher. La Guaira 3 Magallanes 1. Alonso Olivares relevó a Carlos en el noveno inning. En el cierre del noveno Walter Williams (lf) bateó doblete. Sid O’Brien (3b) se ponchó. Jim Mooring (rf) destapó imparable impulsor. Jim Hicks (cf) bateó para dobleplay. La Guaira 3 Magallanes 2. Eddie Watt ganó el partido. Isaías se apuntó la derrota (3-5) en trabajo de 6.2 innings, enfrentó 25 bateadores, permitió 3 carreras, 2 limpias, aceptó 6 imparables, concedió 1 boleto, ponchó 5, incurrió en 1 wild pitch. El 07 de diciembre de 1967 Magallanes envió al pitcher Graciliano Parra al Caracas a cambio del serpentinero Aurelio Monteagudo. Isaías estacionó la camioneta en el estacionamiento del Universitario y corrió hacia el frente del estadio. Allí el autobús del Magallanes casi arrancaba. Aristimuño sacó la cabeza por una de las ventanillas traseras. “Apúrate que te vamos a dejar”. Isaías subió al estribo del bus cuando ya el chofer había arrancado el vehículo. Adentro los
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jugadores le daban la Bienvenida a Aurelio Monteagudo. Llegaron a Maracay a las 11 y 40 de la mañana del 07 de diciembre de 1967. El chofer estacionó el autobús frente al estadio José Pérez Colmenares a las 12 y 05 del mediodía. Isaías sacó sus implementos del maletín mientras conversaba con Ed Herrmann. Corrió en los jardines por 45 minutos y se fue caminando poco a poco hacia el bull pen. El juego empezó a las 8 y 03 de la noche. Por Magallanes abrió Fred Klages ante el tigrero James Roland. En el cierre del primer inning Jacinto Hernández (ss) bateó rolling al short ante el cual Sid O’Brien (ss) cometió pecado. Hernández intentó robar la intermedia, Ed Herrman (c) lanzó de manera defectuosa y Hernández se metió hasta tercera. Klages retiró a Hilario Valdespino (cf). Elio Chacón (lf) negoció boleto. Bob Burda (1b) empujó a Hernández con elevado a la izquierda. Chacón estafó segunda base. Enrique Izquierdo (c) trajo la carrera de Chacón con imparable. Francisco Carlos relevó a Klages. El debutante Daniel Morejón (rf) sonó doble impulsor de la carrera de Izquierdo. Desde ese momento Francisco Carlos retiró 10 tigres seguidos hasta que lo relevó Alonso Olivares en el quinto cuando salió por un emergente. Aragua 3 Magallanes 0. En el sexto el descontrol de Olivares combinado con 1 error de Gustavo Spósito (2b) provocó 2 carreras aragüeñas. Aragua 5 Magallanes 0. Aurelio Monteagudo relevó a Olivares en el séptimo episodio y no permitió libertades. Roland mantuvo en blanco a Magallanes hasta el noveno cuando anotaron 2 carreras. Isaías relevó a Monteagudo en el octavo. Aragua 5 Magallanes 2. Roland ganó el juego. Klages resultó derrotado. Isaías actuó en 1 inning, enfrentó 3 bateadores, no permitió carreras, 0 hits, 0 ponches, 0 boletos. “Muchacho ¿y tu te vas a comer todas esas castañas y esos huevos sancochados?” Carmen Elena llegó a la cocina. Isaías bajó de la hornilla una olla de castañas. En el lavaplatos tenía los huevos. “Hoy vamos para Barquisimeto y en ese viaje van a ver lo que es bueno”. “Pobres narices de los compañeros tuyos. Caramba vale ten un poquito de compasión con ellos”. Isaías saboreó una castaña. “Lo que pasa es que tu no has visto las maldades que hacen ellos”. Ding, dong. Isaías abrió la puerta. “Hola suegra ¿como está?” “Bien, muy bien”. Isaías entró al cuarto y salió con el maletín en la mano derecha. “Bueno, ya me tengo que ir. Cuídate mucho mi amor. Nos vemos mañana nené. Hasta luego suegra”. Isaías bajó a la calle a las 7 y 30 de la mañana del 12 de diciembre de 1967. Las personas corrían en las calles, con un aguinaldo en la boca y buscando los ingredientes de las hallacas. Isaías pasó por la calle Las Mercedes. “Nos vemos mañana mamá. Hasta luego papá”. Carmen se paró en la puerta de la casa. “Vaya con Dios hijo”. Llegó al Universitario a las 8. El chofer del autobus esperó por Isaías y salieron. Al regresar al bus luego de desayunar en el trayecto Isaías no encontró el maletín en su asiento. “Espero que me regresen el maletín”. Volteó hacia atrás y vio un
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mar de sonrisas cómplices. A los cinco minutos empezó el bombardeo. Oswaldo Blanco se acercó a Jesús Aristimuño. “Regrésale el maletín a ese hombre porque sino nos va a matá a peo limpio”. El autobús se estacionó frente al Estadio Olímpico Lara a las 12 y 16 del mediodía. Los jugadores del Magallanes entraron al dugout. Isaías se cambió y se fue a correr en los jardines. A las 2 de la tarde se fue al bull pen. Comenzó a calentar a las 4. El juego empezó a las 8 y 07 de la noche. Por Cardenales abrió Salvatore Campisi. Isaías hizo lo propio por el Magallanes. En el cierre del primer episodio Isaías retiró a Neudo Morales (ss) y a Barton Shirley (2b). Robert Cox (3b) sonó sencillo al centro. Isaías golpeó a Dave Roberts (lf). Carlos Santeliz (1b) y Domingo Carrasquel (rf) despacharon imparables impulsores. Lara 2 Magallanes 0. En el comienzo del tercer episodio Gustavo Spósito (3b) llegó a primera por infield hit. Isaías ejecutó el toque de sacrificio y llevó al corredor a la intermedia. Walter Williams (lf) impulsó a Spósito con inatrapable al centro. Lara 2 Magallanes 1. En el cuarto episodio Leo Posada (cf) la desapareció de jonrón por la izquierda. Lara 2 Magallanes 2. En el cierre del séptimo episodio Morales despachó vuelacercas entre left y centerfield. Lara 3 Magallanes 2. Jerry Nyman relevó a Isaías en el octavo acto. En el noveno Williams se embasó por error de Morales. César Gutierrez (ss) salió con globo al campocorto. Williams robó segunda. Jim Mooring (rf) elevó al cuadro. El manager Tony Castaños ordenó boleto intencional para Posada. Sid O’Brien (2b) largó doblete entre right y centerfield que remolcó a Williams y a Posada. José Bracho relevó a Campisi. Magallanes 4 Lara 3. Nyman ganó el juego. Campisi resultó perdedor. Isaías trabajó en 7 innings, enfrentó 29 bateadores, permitió 3 carreras limpias, aceptó 10 imparables, ponchó 3, no concedió boletos, golpeó 1 bateador. Bateó de 2-1. El 16 de diciembre de 1967 Magallanes recibió a Juan Quintana y Armando Ortíz desde La Guaira a cambio de Aurelio Monteagudo. Isaías se levantó y sacó una caja forrada con un papel de muñequitos de debajo de la cama. Carmen Elena se acostó de lado. “¿Que es eso Isaías?” Isaias se detuvo debajo del marco de la puerta de la habitación. “Es un regalo del niño Jesús para el nené”. Carmen Elena afincó las manos en la cama y levantó la mitad del cuerpo. “Pero si todavía no ha nacido. Todavía falta como un mes para que llegue”. Isaías avanzó hasta el arbolito de la sala y colocó el regalo bajo las ramas de la base. “ Mentira el ya está aquí con nosotros. Lo único es que no nos puede ver. Pero el nené sabe que el niño Jesús le mando un regalo adelantado. Verdad nené?”Isaías regresó al cuarto y pegó su cabeza de la barriga de Carmen Elena. Carmen Elena acarició el cabello de Isaías. “Y tú como sabes que es él y no ella”. “Bueno sea niño o niña igual lo voy a querer”. Isaías abrazó a
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Carmen Elena. Tomó el maletín con los implementos deportivos. “Hasta la noche mi amor”. Isaías tocó la puerta de la habitación de la señora Tula. “Buenos dias suegra. Voy saliendo para Valencia. Nos vemos en la noche”. Una voz ronca salió del cuarto. “Buenos días Isaías”. Isaías se detuvo un momento en la sala. Levantó el auricular telefónico y marcó un número. “Aló. Mamá voy saliendo para Valencia nos vemos mañana. Bendición”. Isaías bajó al estacionamiento y salió en la camioneta. Llegó al Universitario a las 7 y 30 de la mañana. El autobús salió a las 8 y 25. Llegaron al estadio José Bernardo Pérez a las 10 y 45 de la mañana. Isaías se cambió y salió a correr en los jardines. Se vino un momento al dugout para tomar agua. A la 1 y 40 de la tarde se fue al bull pen para soltar el brazo. El juego empezó a las 8 y 07 de la noche del 17 de diciembre de 1967. Por los Pericos abriria Roberto Muñoz. Magallanes dependería de los envíos de Isaías. En el inicio del segundo inning Gustavo Spósito (3b) recibió pelotazo luego de 2 outs. César Gutiérrez (ss) destapó triple a la izquierda que remolcó a Spósito. Magallanes 1 Valencia 0. En el cierre del cuarto episodio Valencia llenó las bases pero Isaías tomó una línea de Joe Hague (1b) y la convirtió en dobleplay. En el séptimo Hague despachó triple a la derecha. Alberto Cambero (3b) remolcó a Hague con imparable al centro. Dámaso Blanco (ss) tocó en sacrificio. Muñoz la rodó por segunda para llevar a Cambero hasta tercera. Aaron Pointer (cf) disparó sencillo al centro para empujar a Cambero. Valencia 2 Magallanes 1. En el cierre del octavo Jim Hicks (lf) llegó a tercera sin outs. Isaías dominó a Ed Kirkpatrick (rf) y a Don Bryant (c). Otorgó boleto intencional a Hague y retiró a Cambero. Valencia 2 Magallanes 1. Roberto Muñoz ganó el juego en trabajo completo donde enfrentó 31 bateadores, permitió 1 carrera limpia, aceptó 7 imparables, ponchó 3, concedió 2 boletos, golpeó 1 bateador. Isaías resultó el pitcher derrotado (3-6). Trabajó 8 innings, enfrentó 31 bateadores, permitió 2 carreras limpias, permitió 9 imparables, ponchó 2, concedió 2 boletos (1 intencional). Al campo participó en 2 dobleplays: Isaías a Oswaldo Blanco (1-13); Isaías a César Gutiérrez a Oswaldo Blanco (16-63). Bateó de 31. A dos cuadras del estadio Universitario el tráfico de vehículos se detuvo por más de cinco minutos. Isaías se bajó de la camioneta y caminó varios carros hacia delante. Varios hombres y mujeres improvisaban una parranda en medio de la calle. Un tambor sonaba entre las notas de una trompeta. “Tun, tun. ¿Quién es? Gente de paz. Abrannos la puerta que ya es Navidad…” Los parranderos recogieron su aguinaldo y continuaron hacia otras avenidas. Isaías volvió a la camioneta y enfiló hacia el estacionamiento del estadio Universitario. Entró al dugout del Magallanes a la 1 y 15 de la tarde. Conversó un rato con Juan Quintana y se puso el uniforme. Se llevó su guante hacia los jardines. Allá
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lo metió debajo de la baranda y empezó a correr. A las 5 de la tarde se llegó hasta el bull pen. El juego empezó a las 8 y 05 de la noche del 19 de diciembre de 1967. Por Magallanes abrió Alonso Olivares. Danny Morris empezó lanzando las serpentinas de los Tigres de Aragua. En el cierre del primer acto Gustavo Spósito (3b), Sid O’Brien (2b) y Ed Herrmann (c) sonaron imparables para traer al plato la carrera de Spósito. Magallanes 1 Aragua 0. En la apertura del segundo episodio Daniel Morejón (lf) y David Concepción (3b) negociaron boletos. Morris la rodó por el montículo. Olivares forzó a Concepción en segunda. Oswaldo Blanco (1b) perdió el tiro de Everest Contramaestre (ss) y Morejón entró en carrera. En el cuarto inning Enrique Izquierdo (c) recibió boleto. Jacinto Hernández (ss) disparó sencillo. Concepción recibió boleto intencional. Ed Herrmann cometió pasbol y entró la carrera de Izquierdo. Aragua 2 Magallanes 1. En el cierre del cuarto episodio Leopoldo Posada (cf) despachó doblete. Oswaldo Blanco la rodó por segunda base y Posada llegó a tercera. Orlando Reyes (rf) sonó hit impulsor. Aragua 2 Magallanes 2. Juan Quintana relevó a Olivares en el noveno inning. En el décimo inning Hernández se embasó por infield hit. Morejón tocó de sacificio. Hernández pasó a segunda. El manager Fernández ordenó boleto intencional para Concepción. M. García emergió por Morris y negoció boleto. Isaías relevó a Quintana. Ponchó a Hilario Valdespino (cf). Bob Burda (1b) disparó sencillo impulsor de la carrera de Hernández. Posada hizo out en la goma a Concepción con preciso disparo a Herrmann. Aragua 3 Magallanes 2. René Paredes relevó a Morris en el cierre del décimo y salvó el encuentro. Danny Morris se apuntó la victoria. Juan Quintana resultó perdedor. Isaías lanzó 0.2 innings, enfrentó 2 bateadores, no permitió carreras, recibió 1 imparable, ponchó 1, no concedió boletos. Isaías entró junto a Carmen Elena a la casa de sus padres. En la sala se pararon frente al pesebre. Isaías se inclinó hacia el vientre de Carmen Elena. “Nené, esta noche viene el Niño Jesús. Yo hablé con él. Me dijo que te iba a dejar un regalo aquí en casa de tu abuela también”. Carmen y Marilú se acercaron. “Hola Isaías ¿Cómo te sientes Carmen Elena”. Marilú abrazó a Isaías. Isaías empezó a caminar con Carmen Elena hacia el comedor. Allí conversaron un rato hasta que llegó Valerio con un pan de jamón. “Feliz Navidad para todos. Prueben esto. Es una delicia ¿Qué hubo Isaías? ¿Tienes juego hoy?” Isaías arrancó un pedazo de pan de jamón. “Si. Vamos contra los Tigres. Así que voy saliendo para el estadio. Cuidate mucho mi amor. Bendición mamá. Hasta luego Marilú”. Isaías salió a la calle y prendió la camioneta. A las 8 y 30 de la mañana del 24 de diciembre de 1967 detuvo la camioneta en el estacionamiento. Se bajó, tomó el maletín y apuró el paso hacia el lugar donde los peloteros seguian llegando. Poco después el
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autobus salió hacia Maracay. Llegaron al estadio José Pérez Colmenares a las 10 y 37 de la mañana. Isaías entró al dugout. Se cambió de indumentaria y salió a correr en los jardines. Habló varios minutos con Jesús Aristimuño al borde del cuadro interior y se fue al bull pen. El juego empezó a las siete de la noche. Danny Morris (p) mantuvo en blanco al Magallanes en los tres primeros capítulos. En la conclusión del tercer inning Enrique Izquierdo (c) bateó sencillo a la izquierda. José Manuel Tovar (3b) disparó imparable a la derecha. Morris tocó por primera Orlando Reyes (1b) lanzó tarde a tercera y se llenaron las bases. Jacinto Hernández (ss) despachó sencillo impulsor de 2 carreras. Ed Herrmann (c) tuvo problemas para controlar el tiro al plato y los corredores avanzaron a segunda y tercera. El manager Lorenzo Fernández ordenó boleto intencional para Hilario Valdespino (cf). Isaías dominó a Bob Burda (1b) con elevado de foul a primera y a Elio Chacón (2b) con rolling para dobleplay. Aragua 2 Magallanes 0. En el inicio del cuarto episodio Sid O’Brien (2b) soltó imparable a la izquierda. Walter Williams (lf) sonó otro imparable que llevó a O’Brien hasta la antesala. Leo Posada (cf) la rodó por el campocorto. Jacinto Hernández forzó a Williams en segunda. O’Brien anotó en la jugada. Herrmann falló con elevado a la derecha. Reyes respondió con triple impulsor de la carrera de Posada. Aragua 2 Magallanes 2. En el cierre del cuarto Johnny Lewis (rf) la sacó de jonrón sin gente en base. Izquierdo se embasó por error de Gustavo Spósito (3b). José Manuel Tovar y Morris soltaron imparables consecutivos para traer a Izquierdo hasta el plato. Aragua 4 Magallanes 2. Juan Quintana relevó en el quinto inning. Chacón bateó imparable y se robó segunda. Daniel Morejón (lf) lo llevó a tercera con rolling al cuadro. Lewis remolcó a Chacón con sencillo al centro. Aragua 5 Magallanes 2. Tom Fisher y Jesús Llamozas relevaron en el séptimo a Quintana. Morris ganó el juego en trabajo completo. Isaías resultó perdedor (3-7) en trabajo de 4 innings, enfrentó 18 bateadores , permitió 4 carreras, 3 limpias, aceptó 6 imparables , concedió 1 boleto (intencional), ponchó 2. Fernandito y Juan hablaban sentados en la acera de enfrente de la casa de la familia Chávez. Isaías estacionó la camioneta frente a la casa. Ayudó a bajar a Carmen Elena. Cuando caminaba hacia la puerta de la casa silbó a los muchachos. “Que fue Fernandito? ¿Qué te trajo el Niño Jesús?” Fernandito y Juan se acercaron. “Mi mamá me dijo que el Niño Jesús la llamó anoche y le dijo que se le había echado a perder el carro viniendo para acá. Que a lo mejor mandaba el regalo con los reyes magos”. Isaías abrió la puerta de la casa. “De todas maneras espérense por ahí. Yo creo que el pasó anoche por aquí y dejó algo para ustedes”. Carmen Elena enarcó las cejas y se sonrió con Isaías. Entraron a la sala. Isaías acompañó a Carmen Elena hasta la cocina. “Feliz Navidad
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mamá ¿y los muchachos?” Carmen estiró un vaso de avena a Carmen Elena. “Todavía están durmiendo”. “¿Y papá?” “Debe estar en el cuarto”. Isaías dirigió sus pasos hacia el cuarto de Valerio y Miguel. Abrió el escaparate y registró en el fondo. Sacó un guante de medio uso. Un bate y una pelota de cuero raspado. Valerio se descubrió la cara. “Epa. Para donde vas con esos implementos”. “Se los voy a regalar a Fernandito y a Juan”. Valerio saltó en la cama “¿Cómo? ¿Y con que voy a jugar yo?” Isaías metió la pelota dentro del guante. “A esos muchachos no los visitó el Niño Jesús. Ya tú has jugado suficiente con este guante y este bate. Después yo te consigo otros”. Valerio se volvió a acostar rascándose la cabeza. “Este Isaías si tiene vainas chico”. Isaías salió a la calle. Fernandito y Juan abrieron los ojos hasta la esquina. “¿Y eso es para nosotros?” “Si. Esto se los dejó aquí el Niño Jesús para que jugaran hoy”. Isaías entregó el guante a Fernandito y le dio el bate a Juan. “Fernandito cubre allá atrás. Ahí va la pelota Juan. Bateala”. Juan hizo swing y sacó un elevadito que Fernandito empezó a correr en aquella mañana de tranquilidad y sonrisas. “Mía, mía”. Metió el guante y agarró la pelota. Juan había corrido emocionado hasta la primera base. “Le di. Le di durísimo a la pelota Isaías”. Isaías se quedó mirando por un minuto como los niños contemplaban el regalo y hablaban animados de cuantos juegos iban a hacer aquel mismo día. “Bueno me tengo que ir muchachos”. Fernandito arrugó la cara “¿Por qué? Nosotros te ibamos a meter en el equipo”. Isaías aguantó la manilla de la puerta de la casa. “Es que tengo juego hoy con el Magallanes”. Juan apretó el bate e hizo un swing. “¿Otra vez? Ayer jugaron en Maracay”. Isaías puso un pie en el piso de la sala. “Y hoy jugamos otra vez contra los Tigres pero en el Universitario”. Fernandito lanzó la pelota al aire y la recibió en el guante. “Pero tienes que desquitarte porque ayer los Tigres te ganaron 5 a 2 y te dieron hasta un jonrón”. “Bueno si se presenta la oportunidad voy a tratar de ganar el juego de hoy. Ese va a ser la segunda parte del regalo que les mandó el Niño Jesús”. Fernandito y Juan brincaron de alegría. “Yuupiii”. Isaías pasó hasta la cocina. Saludó a Sebastián y se despidió de Carmen Elena y de Carmen. “Pero muchacho ¿tu estás seguro de que tienen juego hoy? Hoy es Navidad”. Isaías besó a Carmen Elena. “Si mamá ayer nos lo recordaron en el juego de Maracay”. Isaías salió a la calle y arrancó la camioneta. Entró al dugout del Magallanes a las 11 y 05 de la mañana del 25 de diciembre de 1967. Allí encontró a Walter Williams y a Victor Colina. Conversaron un rato sobre el juego de la víspera. Isaías se uniformó y salió a correr en los jardines. A las tres de la tarde se llegó al bull pen y estuvo observando el calentamiento del abridor del Magallanes ese día. El juego empezó a las 4 y 05 de la tarde. Alonso Olivares abrió por Magallanes. René Paredes se montó en la trinchera de los Tigres. En el cierre del tercer inning Everest Contramaestre (ss) disparó imparable. Olivares lo llevó a la intermedia mediante
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toque de sacrificio. Walter Williams (lf) empujó la carrera con imparable a la izquierda. Magallanes 1 Aragua 0. En el inicio del quinto inning Enrique Izquierdo (c), José Manuel Tovar (3b) y Paredes batearon inatrapables para llenar las bases. Enrique González (c) incurrió en pasbol. Izquierdo aprovechó para anotar. Tovar y Paredes avanzaron a tercera y segunda. Hilario Valdespino (cf) sonó imparable remolcador de 2 carreras. Aragua 3 Magallanes 1. Juan Quintana relevó a Olivares en el comienzo del sexto episodio. En el cierre del sexto inning Sid O’Brien (2b) despachó doblete. Leopoldo Posada (cf) lo llevó a tercera con elevado de sacrificio. Oswaldo Blanco (1b) bateó rolling al campocorto que pifió Jacinto Hernández. O’Brien anotó. Aragua 3 Magallanes 2. En el cierre del séptimo Enrique González roleteó por la intermedia y se embasó por error de Elio Chacón que le permitió llegar hasta segunda base. Billy Whitby relevó a Paredes. Contramaestre lo llevó a tercera con toque de sacrificio. Gustavo Spósito emergió por Quintana. Victor Colina sustituyó a González como corredor en tercera. Spósito bateó rolling por segunda. Chacón quiso sorprender a Colina en tercera pero lanzó desviado y el corredor anotó. Magallanes 3 Aragua 3. Isaías relevó a Quintana en el inicio del octavo inning. En el cierre del octavo Posada destapó inatrapable a la derecha. Llegó a segunda mediante robo. Colina (c) la rodó por la intermedia. La pelota le hizo un extraño a Chacón y Posada anotó. Magallanes 4 Aragua 3. Magallanes no ganaba desde el 12 de diciembre. Isaías ganó el juego (4-7) en trabajo de 2 innings, enfrentó 6 bateadores, no permitió carreras ni imparables, ponchó 2, no concedió boleto. Olivares, Quintana y Colina felicitaron a Isaías por el relevo. Isaías salió hacia el estacionamiento del estadio y arrancó la camioneta. Al llegar a la calle Las Mercedes de Chacao Fernandito y Juan lo esperaban sentados en la acera. “Isaías ¿ es verdad que el Niño Jesús te ayudó a ganar ese juego para completar el regalo que nos diste esta mañana?” Isaías abrió la puerta y sonrió. “Si y me dijo que si respetaban a sus padres y a sus amigos les iba a traer más regalos el año que viene”. Los primeros rayos matinales amenazaban con colorear la penumbra de la habitación. Carmen Elena despertó. Observó la placidez del sueño de Isaías. Se sentó en la cama, metió los pies en sus pantuflas y se acercó a la ventana. Cerró la persiana y la alta noche regresó al cuarto. Se fue un momeno al baño. Utilizó muy poca agua en el lavamanos y salió hacia la cocina. Dos horas más tarde Isaías gritó en el cuarto. “Carajo. Ya son las nueve de la mañana”. Carmen Elena asomó la cara en la puerta. “¿Qué pasó muchacho?” Isaías apareció en la puerta del baño con el cepillo dental lleno de espuma. “Cónchale vale ¿por qué me dejaste dormir tanto?” “Es que te vi tan cansado cuando llegaste del juego anoche…” Isaías abotóno una camisa de cuadritos azules en su torso y se amarró los zapatos. “Lo que pasa es que tengo que estar en el estadio temprano. Hoy
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más porque me toca abrir el juego”. Desayunaron y bajaron al estacionamiento. Cuando Isaías movía la palanca de velocidades levantó la vista hacia el techo de la cabina. “Espérame un momento Carmen Elena”. Isaías subió al partamento. A los tres minutos regresó con su maletín azul marino. “Menos mal que me acordé ahorita”. Isaías paró la camioneta frente a la casa de sus padres. Allí Carmen y Sebastián conversaban en la puerta de la calle. “Hola muchachos ¿cómo están?” “Bien papá ¿cómo te sientes mamá?” “Muy bien Isaías ¿y como está el nené Carmen Elena?” “Bien. Dando sus pataditas”. Isaías conversó un rato con Sebastián. Luego se despidió. “Bendición mamá”. Estampó un beso en la barriga de Carmen Elena. “Nos vemos en la noche nené”. Se montó en la camioneta y bajó hacia el autopista. El motor estornudó cuando Isaías detuvo la camioneta en el estacionamiento del estadio Universitario a las 12 y 30 del mediodía. En el dugout habló un momento con Ed Herrmann. Luego se cambió y salió a correr alrededor del campo. A las 3 de la tarde realizó ejercicios de estiramiento. Cuando el sol se escondió en el horizonte empezó a soltar el brazo en el bull pen. El juego empezó a las 8 y 07 del 30 de diciembre de 1967. Isaías abrió por Magallanes. Salvatore Campisi salió al montículo por Cardenales de Lara. En el primer inning Walter Williams (lf) sono doblete a la izquierda. Campisi ponchó a Orlando Reyes (1b) y a Sid O’Brien (2b). Leopoldo Posada (cf, 1b) y Ed Herrmann (c) batearon sencillos para traer a Williams hasta el plato. Magallanes 1 Lara 0. En el inicio del tercer acto Bob Oliver (cf) negoció boleto. Robó segunda base. Barton Shirley (2b) la rodó por la intermedia. Oliver pasó a tercera. Herrmann incurrió en pasbol cuando le lanzaban a Robert Cox (3b). Oliver anotó. Lara 1 Magallanes 1. En el cierre del cuarto episodio Oswaldo Blanco (3b) entregó el primer out. Armando Ortíz (rf-cf) sonó imparable al centro. Everest Contramaestre (ss) despachó doble. Isaías negoció boleto. Pablo Torrealba relevó a Campisi. Williams y Reyes negociaron boletos para empujar 2 carreras. Leo Marentette relevó a Torrealba. O’Brien empujó 2 carreras más con sencillo. Magallanes 5 Lara 1.En el cierre del octavo Jesús Aristimuño (rf) bateó sencillo. Con 2 outs Posada y Herrmann soltaron imparables para impulsar a Aristimuño hasta el plato. Oswaldo Blanco recibió boleto. Erasmo Díaz relevó a Marentette. Armando Ortíz remató con un doblete barrebases. Magallanes 9 Lara 1. En el noveno Borrego Álvarez (1b) la sacó de cuadrangular. Magallanes 9 Lara 2. Isaías ganó (5-7) en trabajo de 9 innings, enfrentó 32 bateadores, permitió 2 carreras, 1 limpia, aceptó 7 imparables, ponchó 7, concedió 2 boletos (1 intencional), golpeó 1 bateador. Bateó de 2-1, 1 anotada. Campisi se apuntó la derrota. Scriiiiiiichzoc. La camioneta Willys frenó a un lado de la esquina donde un hombre de guayabera blanca bajaba de la acera. Sobre el pavimento un humo blanco ascendía
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entre olores a caucho quemado. “Coño Isaías que te pasa ¿tu como que me quieres matar de un susto?” El conductor de la camioneta metió la cara entre las manos con una sonrisa. “Que hubo Pío ¿Me vas a decir ahora que te asustaste con ese ruidito? ¿Para donde vas por ahí?” Pío terminó de sobarse el pécho. “Tu si tienes bolas Isaías. De vaina que subes la camioneta a la acera. Voy un momentico a Chacaito a ver si consigo un rollo de hilo de alpargata. Por todo esto no se consigue”. Isaías se inclinó en el asiento y abrió la puerta del copiloto. “Móntate. Voy a pasar por ahí”. Pío subió a la camioneta. Tres gotas de sudor hervían en su frente. “Pero eso si. Te dejas de esas güevonadas de estar volando con la camioneta”. Isaías arrancó la camioneta y regresó por la otra calle hacia la Avenida Francisco de Miranda. Pío bajó el vidrio de la ventanilla. “¿Vas para el estadio?” “Si, tenemos juego contra el Valencia esta noche”. Pio metió las manos en los bolsillos de la guayabera “¿Qué le pasó al Magallanes este año Isaías?” Isaías detuvo la camioneta ante una luz roja. “La defensiva hizo muchos errores. Cuando los otros equipos son buenos, ningún pitcher puede con esa carga”. “Pero de seguro te van a agarrar de refuerzo otra vez”. “Si me llaman para el play off, allí estaré. Bueno mi querido amigo Pío ya estamos en Chacaito. Espero que todo te salga bien en este nuevo año”. Pío abrió la puerta de la camioneta y estrechó la mano de Isaías. “Gracias Isaías. Hablamos después”. Isaías siguió rumbo al Universitario. Dejó la camioneta en el estacionamiento. A las 9 de la mañana encontró en la puerta del autobus al manager Fernández y a Walter Williams. Intercambió algunas palabras de año nuevo con ellos y subió. Legaron al José Bernardo Pérez de Valencia a las 12 y 30 del mediodía. Isaías entró al dugout, se cambió y salió a correr en los jardines. Roberto Muñoz salió del dugout del Valencia y se llegó hasta los jardines. Conversó un rato con Isaías. De allí se fueron al bull pen y empezaron a lanzarse unas pelotas. El juego empezó a las 8 y 07 de la noche del 03 de enero de 1968. Roberto Muñoz subió al montículo de los Pericos. En el cierre del primer inning Aaron Pointer (cf) disparó sencillo. Gustavo Gil (2b) despachó doblete. Isaías dominó a Jim Hicks (lf) y a Ed Kirkpatrick (rf). Don Bryant (c) empujó a Pointer y Gil con sencillo al centro. Con el tiro a la goma Bryant se metió hasta segunda. Alberto Cambero (3b) sonó imparable para emolcar a Bryant. Valencia 3 Magallanes 0. En el segundo episodio Armando Ortiz (rf) negoció boleto. Víctor Colina (c) sonó doblete a la derecha. Everest Contramaestre (3b) disparó imparable para traer a Ortíz y a Colina hasta el plato. Valencia 3 Magallanes 2. En el tercer inning Leopoldo Posada (cf) despachó doblete a la derecha. Oswaldo Blanco (1b) bateó otro doble que hizo anotar a Posada. Ortiz remolcó a Oswaldo Blanco con sencillo al centro. Magallanes 4 Valencia 3. En el cierre del tercero Hicks negoció boleto. Kirkpatrick sonó imparable a la derecha. Hicks avanzó hasta la antesala y Kirkpatrick a segunda por error de Ortíz. Bryant la rodó por el campocorto. Hicks anotó. César
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Gutiérrez retiró a Kirkpatrick en tercera. Joe Hague (1b) bateó sencillo que llevó a Bryant hasta segunda. Cambero lo impulsó hasta la goma con imparable. Jerry Nyman relevó a Isaías. Valencia 5 Magallanes 4. En el quinto acto Posada destapó imparable a la izquierda. Colina lo remolcó con doblete a la derecha. Juan Campos relevó a Muñoz. Magallanes 5 Valencia 5.En la apertura del séptimo Oswaldo Blanco tronó doblete entre left y center. Ortiz bateó imparable a la izquierda. Oswaldo pasó a tercera. Contramaestre la rodó por la grama corta. Dámaso Blanco lanzó a la inicial y Oswaldo anotó. Walter Williams (lf) roleteó por tercera. Cambero flumbeó la pelota y Ortíz pisó el plato. Magallanes 7 Valencia 5. Tom Fischer relevó a Nyman en el cierre del séptimo episodio. En el octavo Cambero negoció boleto. Teolindo Acosta emergió por Juan Campos y empujó a Cambero con doblete a la derecha. Magallanes 7 Valencia 6. Juan Quiroz relevó a Campos en el noveno inning. Jerry Nyman resultó el pitcher ganador. Juan Campos se apuntó la derrota. Isaías lanzó 2.2 episodios, enfrentó 14 bateadores, permitió 5 carreras limpias, aceptó 8 imparables, no recetó ponches, concedió 2 boletos. Isaías entró al dugout del Magallanes a las 12 y 45 de la tarde. Se uniformó y salió a correr en los jardines. Una hora más tarde agarró su guante y se paró entre segunda y tercera a recoger los roletazos que enviaba Lorenzo Fernández a Everest Contramaestre y a Gustavo Spósito. A las cinco de la tarde se fue al bull pen. El juego empezó a las 8 y 05 de la noche del 06 de enero de 1968. James Weaver abrió por La Guaira. Tom Fisher comenzó por el Magallanes. En la apertura del tercero Fisher bateó imparable al centro. Walter Williams (lf) despachó doble a la izquierda. César Gutiérrez (ss) disparó inatrapable impulsor de Fisher. Sid O’Brien (2b) trajo la carrera de Williams con elevado de sacrificio. Magallanes 2 La Guaira 0. La Guaira descontó 1 carrera en el cuarto inning. En el quinto acto Gutiérrez bateó un machucón delante del plato. Jesús Romero (c) tuvo dificultades para manejar la pelota y Gutiérrez se metió hasta segunda. O’Brien sonó imparable impulsor de la carrera de Gutiérrez. Magallanes 3 La Guaira 1.En el cierre del sexto tramo Ángel Bravo (lf) bateó imparable. Remigio Hermoso (2b) lo llevó a segunda con toque de sacrificio. Ramón Webster (1b) lo remolcó con sencillo a la derecha. Magallanes 3 La Guaira 2. En el octavo Juan Quintana relevó a Fisher. Weaver se ponchó. Bravo llegó a primera por infield hit. Robó segunda para establecer una nueva marca en la liga. Intentó estafar la antesala y lo retiraron de Victor Colina (c) a Everest Contramaestre (3b). La Guaira protestó la sentencia de Cipriano Duarte. Hermoso sonó imparable. Robó segunda. Merv Rettenmund negoció boleto. Isaías relevó a Quintana. Webster despachó doblete impulsor al centro que provocó error de Leopoldo Posada (cf) con lo cual Rettenmund anotó la carrera de la ventaja. Isaías ponchó a Euclides Camejo (rf). La Guaira 4
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Magallanes 3. Weaver se apuntó la victoria. Quintana resultó el pitcher derrotado. Isaías lanzó 0.1 episodio, enfrentó 2 bateadores, no permitió carreras, aceptó 1 imparable, ponchó 1, no concedió boletos. Isaías sacó la camioneta del estacionamiento.Unos niños jugaban con una pelota de voleibol en la esquina del edificio. “José ¿y que te trajeron a ti los Reyes Magos?” La pelota se escapó hacia el medio de la calle. Carmen Elena apretó el pie contra la alfombra en el asiento del copiloto. “¿Qué vas a hacer Isaías?” Isaías movió la planca de cambios hasta pare y se bajó de la camioneta. Se metió por debajo del motor y agarró la pelota. Uno de los niños esperaba al lado de la camioneta. “Señor ¿usted es el Látigo Chávez? ¿él que juega con Magallanes?” Isaías colocó la pelota en las manos del niño. “Si. Deben tener más cuidado con esa pelota ¿Por qué no se van a jugar a una cancha?” Los niños se arremolinaron alrededor de la camioneta. “Señor ¿nos firma la pelota?” Isaías le pidió un bolígrafo a Carmen Elena y estampó su firma en el balón. Los muchachos se fueron corriendo hacia la acera. Isaías entró a la camioneta con una sonrisa en el rostro. Pasó dejando a Carmen Elena por casa de sus padres y siguió hasta el estadio. Entró al dugout a las 9 y 25 de la mañana. Se uniformó y salió a correr en los jardines junto a Alonso Olivares. El juego empezó a las 11 y 10 de la mañana del 07 de enero de 1968. Isaías abrió por Magallanes. Bruce Von Hoff hizo lo propio por los Industriales del Valencia. Al terminar el primer episodio Roberto Olivo se retiró como árbitro activo. En la apertura del segundo inning Ed Kirkpatrick (rf) disparó imparable. Aaron Pointer (3b) bateó sencillo que perdió Walter Williams en el left field. Quedaron hombres en segunda y tercera. Don Bryant (c) sonó imparable impulsor de la carrera de Kirkpatrick. Joe Hague (1b) la sacó de jonrón entre left y center. Dámaso Blanco (ss) destapó imparable. Alonso Olivares relevó a Isaías. Von Hoff y Teolindo Acosta (lf) recibieron boletos. Olivares ponchó a Gustavo Gil (2b). Jim Hicks (cf) recibió pelotazo para empujar la carrera de Dámaso Blanco. Jerry Nyman relevó a Olivares. Kirkpatrick negoció boleto remolcador de la carrera de Von Hoff. Pointer sonó imparable impulsor de 2. Bryant forzó a Pointer en segunda. Hague salió de Gustavo Spósito (2b) a Oswaldo Blanco (1b). Valencia 8 Magallanes 0. En el inicio del quinto acto Bryant despachó cuadrangular por el centro. Jesús Llamozas relevó a Nyman en el sexto inning. En el cierre del octavo Concepción Escalona emergió por Llamozas y soltó imparable a la izquierda. César Gutiérrez (ss) y Spósito conectaron imparables para hacer anotar a Escalona. Williams remolcó a Gutiérrez con elevado de sacrificio. Valencia 9 Magallanes 2. En el noveno Luis Guarache relevó a Llamozas. Valencia anotó otras 2 carreras. Von Hoff se llevó la
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victoria. Isaías se apuntó la derrota (5-8) en trabajo de 1 inning, enfrentó 8 bateadores, permitió 5 carreras limpias, aceptó 5 imparables, ponchó 1, no concedió boletos. “Bueno mamá, nos vemos esta noche. Te quiero mucho mi amor”. Isaías acarició la barriga de Carmen Elena y avanzó hacia la sala. Sebastián se levantó del sofá. “Cónchale vale con ese montón de batazos que te están dando a lo mejor ni siquiere te agarran para el play off”. Isaías se detuvo en la puerta. “Ojalá. Así tengo más tiempo para disfrutar con mi hijo”. Arrancó la camioneta. Al final de la calle Las Mercedes dobló a la derecha y entró en el autopista. Llegó al estacionamiento del estadio Universitario a las 12 y 30 del mediodía. Sacó el maletín de la camioneta y caminó hasta el dugout del Magallanes. Se uniformó y salió a correr en los jardines. De regreso al dugout conversó un momento con Jesús Aristimuño. A las tres de la tarde empezó a hacer ejercicios de estiramiento en el bull pen. El juego empezó a las 8 y 07 de la noche del 13 de enero de 1968. Isaías salió al montículo por Magallanes. Ronald Klimkowski abrió por el Caracas. En el primer inning el Caracas marcó 1 carrera. En el segundo dieron batazos por todos los ángulos y marcaron 7 rayitas. Tom Fisher relevó a Isaías. Caracas 8 Magallanes 0. Magallanes anotó 1 en el cierre del segundo, 1 en el tercero y otra en el cuarto. Alonso Olivares relevó a Fisher en el quinto inning. Caracas marcó 1 carrera en cada uno de los innings sexto, séptimo y octavo. Caracas 11 Magallanes 3. Juan Quintana relevó a Olivares en el octavo acto. Los Leones remataron con 4 anotaciones en el noveno. Luis Guarache relevó a Quintana en el noveno. Caracas 15 Magallanes 3. Klimkowski se apuntó la victoria en trabajo completo. Isaías perdió (5-9) el juego en trabajo de 1.2 innings, enfrentó 10 bateadores, permitió 7 carreras limpias, aceptó 6 imparables, ponchó 1, concedió 3 boletos (1 intencional), cometió 1 balk. Las páginas deportivas de los periódicos del 18 de enero de 1968 confirmaron la tendencia de los anteriores 4 años: “Isaías Látigo Chávez tomado como refuerzo para el play off. Jugará con los Leones del Caracas”. “Que buena broma Isaías ¿Quién iba a creer que un magallanero de siempre como tú un día se iba a tener que poner el uniforme del Caracas”. Carmen Elena ayudó a Isaías a doblar el uniforme para meterlo en el maletín. Isaías sacó el guante del maletín y lo dobló hasta hacer tocar la punta de los dedos con la zona donde cae la pelota. “Así es la vida. Ya en el pasado he reforzado otros equipos”. “Si pero ¿el Caracas? ¿el eterno rival del Magallanes?” Isaías metió el guante en el maletín. “Tu sabes que el béisbol es mi vida. Si mi equipo queda descalificado y otros me llaman, allí voy a estar. Ahora, al llegar
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octubre me vuelvo a poner la camisa del Magallanes”. Isaías se sentó a desayunar con Carmen Elena. A las 9 de la mañana bajaron al estacionamiento. Isaías prendió la camioneta y salieron hacia Chacao. En casa de la familia Chávez Isaías llevó hasta Carmen Elena hasta el patio de la casa. Allí encontraron a Carmen. “Hola mamá. Voy saliendo para el estadio. Por aquí te dejo a Carmen Elena y al nené”. Carmen abrazó a Carmen Elena y acercó su rostro a la barriga. “Hola nené. Dile a tu papá que lance bien esta noche”. Isaías caminó hacia la puerta de la calle. Sebastián salió cuando Isaías casi arrancaba. “Mira Isaías concéntrate en la mascota del catcher y no pienses en más nada”. En el dugout del Caracas flotaba el silencio a las 12 y 50 de la tarde del 20 de enero de 1968. Regino Otero llamó a Isaías a su oficina. “Esta noche va a brir Luis Tiant. Quiero que te prepares para que seas mi primer relevo”. Isaías respiró profundo. “Aquí estamos para eso y más”. Salió a correr en los jardines. A las 4 de la tarde se acercó al bull pen. A las seis tomó varios turnos en la práctica de bateo. El juego empezó a las 8 y 05 de la noche. Por los Tigres de Aragua abrió Jim Roland. En cierre del cuarto episodio después de 2 outs Paul Schaal (3b) negoció boleto. Gonzalo Marquez (1b) destapó triple a la derecha que trajo a Schaal hasta el plato. Caracas 1 Aragua 0. En el inicio del séptimo inning John Lewis (lf) bateó imparable al centro. Robó segunda. Llegó a tercera por error de Teodoro Obregón (ss). Luis Rodríguez (rf) descargó imparable al centro para remolcar a Lewis. Aragua 1 Caracas 1. En el comienzo del octavo Roland disparó sencillo. César Gutiérrez (2b) lo forzó en segunda en intento de sacrificio. Gutiérrez robó segunda. Bob Burda (1b) negoció boleto. Hilario Valdespino (cf) desniveló el marcador con metrallazo al centro. Isaías relevó a Tiant. Aragua 2 Caracas 1. Roland se apuntó la victoria en trabajo completo. Tiant salió derrotado. Isaías lanzó 1.2 innings, enfrentó 5 bateadores, no permitió carreras ni imparables, ponchó 1, concedió 1 boleto. El motor de la camioneta reflejó un cambio en su accionar. Isaías presionó dos veces el acelerador de la camioneta y salieron a la calle. “¿Cuándo te dijo el médico que podía ser el alumbramiento?” Carmen Elena estiró las piernas. “Alrededor del 30 de enero”. Isaías dobló en la avenida Francisco de Miranda. “Vamos a ver que puedo hacer para que me den ese día”. Bajaron por la calle La Joya hasta la calle Las Mercedes. En la sala de la casa Sebastián conversaba con Miguel y Valerio. “Ajá ya llegó el hombre que va a brir el juego de hoy”. Isaías se sonrió y pasó con Carmen Elena hasta el patio de la casa. “Bueno mamá. Nos vemos después del juego”. Carmen abrazó a Isaías. “Anda gana ese juego”. Isaías besó a Carmen y a Carmen Elena. En la sala Miguel y Valerio se acercaron. “Tú como que estás asustado”. Isaías siguió hacia la calle. “Hablamos esta noche”. Entró al dugout del Caracas a las 12 y 50 del mediodía. Conversó un momento
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con Regino Otero y Pompeyo Davalillo sobre las habilidades ofensivas de los bateadores del Valencia. Otero terminó de escribir su alineación. “Tienes que cuidarte mucho de Teolindo y de Kirkpatrick”. Davalillo miró hacia el campo. “No te descuides con Gil ni con Luis Rodríguez, esos no perdonan el mínimo error”. Isaías se fue al vestuario. Se uniformó y salió a correr en los jardines. El juego empezó a las 8 y 05 de la noche del 23 de enero de 1968. Isaías salió al montículo del Caracas. George Culver abrió por los Pericos del Valencia. En el primer inning luego del out de Teolindo Acosta (lf), Gustavo Gil (2b) bateó un rolling que pasó entre las piernas de Isaías. Cuando Teodoro Obregón (ss) lanzó a primera Gil ya había pasado sobre la base para apuntarse infield hit. En el cierre del primer episodio César Tovar (rf) bateó imparable y se robó la segunda base. Víctor Davalillo (cf) roleteó por primera. Joe Hague (1b) tomó la pelota y la lanzó a Culver pero este no pudo controlarla y Tovar aprovechó para anotar. Caracas 1 Valencia 0. Juan Quiroz relevó a Culver en el quinto acto debido a una ampolla en un dedo. En el cierre del sexto Davalillo despachó cuadrangular por la derecha. Roberto Musulungo Herrera sonó otro vuelacercas. Juan Campos relevó a Quiroz. Caracas 3 Valencia 0. Mientras tanto Isaías retiraba bateador tras bateador hasta que en el noveno inning Teolindo Acosta bateó un rolling por segunda que no pudo manejar Octavio Rojas (2b). Isaías trabajó a base de velocidad con el slider rompiendo toda la noche en la esquina de adentro. Sólo 5 bateadores le sacaron la pelota a los jardines. Tres al leftfield y dos al rightfield. El resto de los bateadores fueron retirados en el cuadro interior: 15 outs en primera (5 roletazos a segunda, 6 rolatas al campocorto, 1 rolata al pitcher, 2 al mismo inicialista y un elevado en foul a primera), 3 outs del inicialista Gonzalo Márquez al pitcher Isaías Chávez, 1 ponche, 1 out forzado de Isaías a Rojas (14) una línea al campocorto y un elevado al campocorto. Ningún corredor pudo pisar la segunda base. Isaías ganó el juego en trabajó de 9 innings, enfrentó 29 bateadores, no permitió carreras, aceptó 1 imparable, ponchó 1, no concedió boletos. Bateó de 3-1. Culver se apuntó la derrota. En el dugout los peloteros del Caracas felicitaron a Isaías. Luego de una ducha y el cambio de ropa Isaías fue al estacionamiento y prendió la camioneta. Llegó a la calle Las Mercedes a las 11 y 15 de la noche. Sebastián se adelantó en la acera. “Cónchale Isaías yo creo que venía a batear Willie Mays e igual lo dominabas. Tremendo juego pichaste hijo”. Los Díaz atravesaron la calle. Carlos le extendió la mano. “¿Viste? Tu lo que tienes es que pedir que te cambien para el Caracas. Con nosotros si vas a ganar un montón de juegos”. Valerio y Miguel llevaron a Isaías a la sala. “Ojalá ese juego los hubieras lanzado para Magallanes”. Isaías se sentó en el sofá. “Sea el equipo que sea siempre voy a dar lo mejor de mí. El Caracas me respaldó. Por eso las cosas se hicieron más fáciles”.
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Valerio manejó hasta el Universitario. Isaías se bajó de la camioneta a las 9 de la mañana del 28 de e nero de 1968. Frente al autobus del Caracas César Tovar, Víctor Davalillo y José Tartabull bromeaban entre ellos. El cubano le tendió la mano a Isaías. “Que hubo Acere ¿Cómo te sientes para el juego de esta noche?” Isaías sonrió y subió al autobus. El autobus llegó al estadio José Bernardo Pérez a las 11 y 25 de la tarde. Isaías conversó un rato con Musulungo Herrera. Luego salió a correr en los jardines. El juego empezó a las 8 y 03 de la noche. Bruce Von Hoff abrió por el Valencia. Isaías salió al montículo por el Caracas. En el comienzo del quinto inning Isaías sonó doblete entre left y center. Víctor Davalillo (cf) se embasó por infield hit. César Tovar (rf) llegó a primera por error y se llenaron las almohadillas. José Tartabull (lf) remolcó la carrera de Isaías con elevado de sacrificio. En el cierre del octavo Domingo Carrasquel emergió por Von Hoff y negoció base por bolas. Anibal Longa lo sustituyó como corredor en primera. Teolindo Acosta (lf) consiguió infield hit. Gustavo Gil (2b) tocó la pelota y Acosta fue forzado en segunda. Con hombres en las esquinas John Hague (1b) bateó rolling por el montículo y entró la carrera de Longa. Juan Quiroz relevó a Von Hoff en la apertura del noveno inning. Luis Tiant relevó a Isaías en el cierre del noveno episodio. Freddy Rivero relevó a Quiroz en el décimo inning. En el cierre del décimo Teolindo Acosta disparó sencillo y se metió hasta tercera por error de Octavio Rojas (2b). Tiant ponchó a Gil. El manager Otero ordenó bolear a Hague y Ed Kirkpatrick (3b). Don Bryant (c) destapó sencillo para dejar en el terreno al Caracas. Valencia 2 Caracas 1. Rivero se apuntó la victoria. Tiant resultó perdedor. Isaías lanzó 8 episodios, enfrentó 29 bateadores, permitió 1 carrera limpia, aceptó 5 imparables, ponchó 5, concedió 3 boletos (1 intencional). Con el madero bateó de 3-1 con una carrera anotada. Carmen Elena entró a la sala del apartamento. “Isaías. Isaías”. Revisó los cuartos. Abrió la puerta del baño. Al final enfiló hacia el balcón. Isaías señalaba con la mano hacia el horizonte. “Ves Nestor. Allá está el Ávila. Un día de estos vamos a acampar por allá”. Carmen Elena se lo quedó mirando. “Mira chico. Ya son las 8 y media de la mañana y tienes que irte para el estadio. Acuérdate que hoy es domingo”. Isaías levantó al recién nacido a la altura de su rostro. “Que va mamá. Mi papá no se va todavía. Este sol está muy sabroso”. Carmen Elena tomó a Nestor. “Dame acá chico”. Isaías atravesó la puerta del balcón. Entró al cuarto y salió con el maletín azul marino en el hombro. “Vamonos Carmen Elena”. Bajaron al estacionamiento. La camioneta se resistía a prender. Isaías abrió el capó y movió los bornes de la batería. Vroooo, vrooom. “Ahora si nos vamos”. La camioneta salió a la calle y avanzó en dirección a la avenida Francisco
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de Miranda. Isaías paró la camioneta frente a la casa de sus padres. Acompañó a Carmen Elena hasta la cocina. “Buenos días mamá. Por aquí te dejo encargados a Nestor y Carmen Elena hasta la tarde”. Carmen salió de la cocina. “Dios te bendiga hijo”. Isaías salió y arrancó la camioneta. Llegó al dugout del Caracas a las 9 y 30 del 04 de febrero de 1968. Todos los peloteros hablaban de la urgencia de ganar el juego de ese día. Por eso Regino Otero escribió Diego Seguí en la casilla del lanzador de su alineación. Isaías sacó el uniforme de su maletín y se cambió. Salió a correr en la zona de seguridad de los jardines. Luego vino al dugout y agarró un bate. Practicó varios swings. A las 10 se fue al bull pen. El juego empezó a las 11 y 07 de la mañana. Por La Guaira abrió Paul Knechtges. En el incio del juego Octavio Rojas (2b) y Víctor Davalillo (cf) conectaron imparables que combinados con un error de José Herrera en el right field propiciaron la carrera de Rojas. En el cierre del primer inning Remigio Hermoso (2b) bateó imparable. Ramón Webster (1b) la sacó de cuadrangular. La Guaira 2 Caracas 1.En el inicio del segundo inning Diego Seguí y Rojas dispararon sencillos. Davalillo despachó triple impulsor. Carcas 3 La Guaira 2. En el cierre del segundo Miguel De La Hoz (3b) bateó cuadrangular. La Guaira 3 Caracas 3. En la apertura del tercero Aurelio Monteagudo relevó a Knechtges. Musulungo Herrera (c) sonó imparable. Paul Schaal (3b) y José Tartabull (lf) negociaron boletos de llenar las bases. Davalillo conectó imparable impulsor de 2 carreras. Caracas 5 La Guaira 3. En el cierre del tercero Ramón Webster la sacó de jonrón. Caracas 5 La Guaira 4. Isaías relevó a Seguí. En el cuarto episodio Alonso Olivares relevó a Monteagudo. Un jonrón con las bases llenas de Gonzalo Márquez (1b) fue determinante para las 5 carreras que marcó el Caracas en esa entrada. Caracas 10 La Guaira 4. En el sexto inning Teodoro Obregón (ss), Marquez y Rojas combinaron imparables para traer otra rayita. Caracas 11 La Guaira 4. La Guaira descontó 1 en el cierre del sexto. Caracas amplió su ventaja con 4 carreras en el séptimo. Caracas 15 La Guaira 5. Víctor Jimenez relevó a Olivares. Héctor Urbano relevó a Jimenez. Héctor Brito relevó a Urbano en el octavo episodio. Isaías ganó el juego en trabajó de 6.1 innings, enfrentó a 22 bateadores, permitió 1 carrera limpia, aceptó 6 imparables, no ponchó, concedió 1 boleto. Knechtges se apuntó la derrota. El 05 de febrero de 1968 el Caracas se tituló campeón al vencer a los Tigres de Aragua 5-3. En medio del jolgorio del triunfo Regino Otero estrechó la mano de Isaías. “Una parte de este título tiene tu marca impresa. Gracias por tu trabajo”. Isaías se quitó la gorra. “Yo soy quien le agradece al equipo Caracas por haberme dado la oportunidad de mostrar mi alcance”.
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Isaías metió el uniforme de los Gigantes de San Francisco en el maletín azul marino junto a un guante y varias pelotas. Carmen Elena llegó con Nestor en brazos. “¿Para donde vas tu con ese uniforme?” “Voy para una clínica en La Planicie. Vente Nestor para que juegues un momento”. Carmen Elena acompañó a Isaías hasta la cocina. “Déjame en casa de mi mamá”. Bajaron al estacionamiento. Isaías calentó la camioneta y salieron a la calle. Se detuvieron un momento frente a la casa de la señora Tula. Carmen Elena se detuvo en la puerta de la casa. “¿Cómo a que hora regresas?” “Como a la una de la tarde”. La camioneta se detuvo frente al estadio de La Planicie a las 10 de la mañana del 10 de febrero de 1968. Isaías pasó por el dugout. Se cambió y salió al campo. Un enjambre de niños corrió hacia el pelotero. “Señor Látigo, señor Látigo un autógrafo”. Isaías firmó varios papeles y pelotas. Luego caminaron hacia el montículo. Allí empezó a enseñarle alos niños como agarrar la pelota. Le dio la pelota a un niño de camisa azul que tenía al lado. “¿Cómo te llamas?” “Pedro”. “Ajá Pedro tienes que llevar la pelota detrás de la cabeza por encima del hombro”. El niño agarró la pelota y lanzó hacia el home. “¿Y si yo quiero que la pelota se mueva cuando llegue al home?” Isaías apretó la pelota por las costuras. “Eso depende de cómo agarres la pelota, si la tomas por las costuras la pelota va a caer en un lugar. Si la agarras por el cuero la pelota va a ir a otro lugar del plato”. Los niños se quedaban extasiados escuchando al Látigo y mirando sus movimientos en el montículo. El uniforme crema de rayas colgaba en el escaparate. Isaías lo sacó del gancho y lo dobló para meterlo en el maletín azul marino. Carmen Elena verificó que Nestor dormía y se acercó al escaparate. “¿Para donde vas?” “Hoy me toca lanzar contra Puerto Rico ¿Te acuerdas el otro día cuando el señor Carlos González llamó a la casa? Era para ver si podía pitchear este juego por el equipo de Venezuela”. Isaías dejó a Carmen Elena en casa de sus padres. Cuando iba saliendo Sebastián lo detuvo en la sala. “Mucho cuidado con Roberto Clemente. Ese es un señor pelotero que se la saca al más pintao”. Isaías abrió la puerta de la casa. “Tranquilo papá”. La camioneta soltó un soplo de monóxido. Isaías bajó por la calle Las Mercedes hasta el autopista. Entró al dugout del conjunto venezolano a las 9 de la mañana del 12 de febrero de 1968. Conversó un rato con Ángel Bravo y César Gutérrez. Se puso el uniforme crema de Venezuela y salió a correr en los jardines. A las 10 y media caminó hacia el bull pen. En ese momento empezó a entrar el público al estadio. Muchos corrieron a ver el calentamiento del Látigo. El juego empezó a las 11 y 10 de la mañana. Por los borícuas abrió José Palillo Santiago. Isaías subió a la lomita por Venezuela. En el cierre del primer inning
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Ángel Bravo (lf) negoció boleto. Luis Aparicio (ss) falló con rolata a primera. Bravo pasó a segunda. Victor Davalillo (cf) recibió boleto. Gonzalo Márquez (1b) reventó triple entre left y center que trajo las carreras de Bravo y Davalillo. César Tovar (rf) presentó el bate y dejó caer una bala fría a la derecha que remolcó a Márquez. Faustino Zabala (c) largó doblete a la derecha que hizo anotar a Tovar. Venezuela 4 Puerto Rico 0. En el cierre del tercer acto Zabala aprovechó un disparo desviado del torpedero Julio Gotay y llegó hasta segunda base cuando la pelota se metió en el dugout de su club. Luis Isaac (c) incurrió en pasbol y Zabala aterrizó en tercera. Desde allí anotó cuando Angel Luis Alcaraz (3b) pifió una rolata de Gustavo Gil. Venezuela 5 Puerto Rico 0. En el tercer episodio Julio Morales (cf) disparó imparable. Alcaraz falló con elevado a la derecha. Roberto Clemente (rf) la rodó por el campocorto y se consumó un dobleplay. En el sexto episodio Alcaraz sonó sencillo al centro. Clemente salió con elevado a manos de Tovar. José Luis Calero (1b) se ponchó. Gotay entregó el último out con rola al campocorto. En el séptimo inning Joe Christopher (lf) la sacó de cuadrangular por el centro. Venezuela 5 Puerto Rico 1. En el octavo Alcaraz disparó sencillo. Isaías dominó a Clemente con rolling por segunda para forzar a Alcaraz. Con ese juego Venezuela se iba adelante 2-1 en la serie. Isaías ganó el juego en trabajo de 9 innings, enfrentó 35 bateadores, permitió 1 carrera limpia, aceptó 10 imparables, ponchó 6, regaló 1 boleto. Santiago resultó perdedor. Una vez concluída la serie los periodistas abordaron a Roberto Clemente para solicitar su opinión sobre Roberto Muñoz y el Látigo Chávez. “Muñoz tiene un mundo en la bola. Pero el Látigo posee mayor variedad de lanzamientos”.
Referencias musicales: Página 310: (24) Epa Isidoro. Billo Frómeta. 1967 Páginas 312-313: (25) Doña cuatricentenaria. Aldemaro Romero. 1967. Página 315: (26) Aleluya. H.L. Aute.
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h.- El otro lado del octavo
“…los jovenes necesitan más azúcar. Ahora los dejó de nuevo con Delio Amado León”. “Armando Ortíz batea en cuenta de 2 y 2. Ahí lanza Seguí. Foul a la tribuna de la derecha. Los caraquistas siguen vitoreando a Seguí. Ahí lanza de nuevo, va una línea tendida que pica y se extiende por la raya del right field. Ortíz pasa por segunda, se impulsa hacia tercera y va a llegar parado con un triple. Escuchen a los magallaneros”. “Jonrón….jonrón….jonrón….” “Delio me parece que a Seguí se le está acabando la gasolina. Regino Otero parece que le está preguntando si se siente cansado. Pero Seguí va a seguir”. “Al bate el receptor Víctor Colina. Levanta un elevadito a las manos de Márquez en primera. Seguí respira profundo y se va detrás del montículo. Dámaso Blanco entra al cajón de bateo. Bola la primera. Seguí recibe la pelota de su receptor. Bola baja y lleva dos”. “No me gusta nada ese descontrol Delio”. “Estraaik el primero. Seguí pide cambio de pelota. Viene para la goma Dámaso levanta un globo a la izquierda. Ortíz se monta en la almohadilla. Tovar toma la pelota y lanza para la goma. Ortiz entra de cabeza y es quieto en la goma. El juego se ha empatado. Esto es un manicomio amigos”. “Tremendo deslizamiento se metió Ortíz en la goma Delio. Cuando Casanova lo fue a buscar ya había entrado por fuera”. “Al bate viene ahora Jesús Aristimuño. Es una línea por el medio del campo que toma Obregón corriendo hacia su mano enguantada. El inning se va con 1 carrera, 1 hit, 0 error. Al terminar 8 entradas completas Caracas 1 Magallanes 1”.
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25.- Toque sin efecto “…bola la tercera. Seguí tiene de 2-0 en el juego. Salió del 6 al 3 en el tercero. En el sexto sorbió ponche. Bola la cuarta”. “Mala señal Delio. Ahí va Colina a hablar con el Látigo”. “César Tovar viene a consumir turno. Se prepara el Látigo, Tovar toca por tercera. Dámaso Blanco ataca la bola con la mano limpia, lanza a segunda y Gustavo Gil retira a Seguí”. “Muy buena la jugada de Dámaso. Estaba encimado sobre el plato”. “Ya vengo”. Isaías bajó las maletas y dejó a Carmen Elena y a Nestor con Carmen y Sebastián en la sala. Salió a la puerta de la casa y prendió la camioneta. Movió la palanca de velocidades y manejó la camioneta 2 cuadras abajo en la calle Las Mercedes. “Alfredo. Alfredo”. Un hombre con una braga azul sucia de grasa salió a la entrada del taller mecánico. “Epa. Que hubo Isaías. ¿Para donde vas con esa pinta?” “Voy saliendo para el Norte. Aquí te dejo la camioneta para que la calientes todos los días y le hagas cualquier reparación que creas conveniente. Te voy a dejar algo adelantado. Si falta nos arreglamos cuando regrese en septiembre”. Alfredo recibió las llaves y el dinero. “Hasta luego Alfredo”. Isaías dio media vuelta y empezó a caminar hacia el comienzo de la calle Las Mercedes. A las 10 de la mañana del 25 de febrero de 1968 Carmen y Gladys se sentaron en el asiento de adelante. Isaías, Carmen Elena y Nestor subieron al puesto trasero del Ford Falcon rojo de Gladys. Valerio se despidió de Sebastián y se subió al volante del carro. Llegaron a Maiquetía a las 10 y 40 de la mañana. Isaías presentó su equipaje y el boleto ante el mostrador de la aerolínea donde viajaba. Recibió el pase de abordar y se fue a sentar junto a sus familiares en el salón de espera. En ese momento aparecieron unos periodistas. “Buenos días Isaías ¿Cómo te preparas para los entrenamientos primaverales?” “Me espera un duro trabajo, sé que debo ganarme un puesto como regular entre muchos aspirantes, pero llevo buenas recomendaciones de los escuchas que han seguido mi carrera, no solo en el norte sino en el Caribe. Es mi meta y para ello he descansado lo suficiente sin alejarme de mis compromisos en el gimnasio”. “Qué opinion tienes de las Grandes Ligas?” “Para los latinos es muy duro llegar y mantenerse, esto no es un secreto. Ya otras figuras con más experiencia han opinado igual. Sinceramente encontrarse en la Gran Carpa asignado a un equipo grande nos hace sentir más importantes. Quizás por lo estrictos que son y las reglas de disciplina que se
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tienen que conservar dentro y fuera del campo. Un bigleaguer es un personaje que los mismos aficionados convierten en figura y como tal tenemos que comportarnos”. “Crees definitivamente en que este será tu año?” “Tengo instrucciones de presentarme al campo de entrenamiento. Los directivos tienen especial interés en que los coachs trabajen conmigo para perfeccionar mis lanzamientos. Mis posibilidades son bastante buenas, pero el factor suerte juega papel importante”. “¿Fue muy agotador tu trabajo en Venezuela?” “Lancé más cómodo que en el norte por lo corto del calendario nuestro. Es decir jugamos menos a la semana y la rotación es más fácil, pero cuando salgo al campo, pongo tanto o más que en el norte; es mi país y los aficionados merecen respeto. Desafortunadamente el Magallanes tuvo un mal año y la moral de algunos jugadores de este equipo estaba por el suelo. En líneas generales no quedé satisfecho con mi actuación, creo que hice mejor papel en el play off y en el juego que lancé contra Puerto Rico. Sin ánimos de menospreciar al equipo Magallanes; en mis últimas actuaciones con el Caracas y el combinado venezolano mi trabajo fue mejor respaldado”. “¿Es cierto que piensan negociarte?” “No lo creo, llevo buenas relaciones con el dueño del Magallanes, aunque el béisbol profesional es un negocio y cualquier cosa puede pasar, pero honradamente creo que no esté en planes de ninguna negociación. En el norte quizás y para mí sería un poco más fácil si caigo en cualquier otra organizaión que realmente necesite mis servicios con más urgencia. Pero tampoco puedo adelantar nada al respecto”. “De no quedarte en los Gigantes a que equipo irás?” “Indiscutiblemente a la Costa del Pacífico donde me encontraba al ser llamado a final de temporada. Esta pelota del Pacífico es un poco más fuerte que la jugada en Venezuela, pero también allí me siento bien quizás por encontrarse uno con muchas caras conocidas de jugadores que han ido subiendo igual que uno, amén de los que nos han visitado para nuestra temporada profesional”. “Muy bien Isaías. Te deseamos suerte y feliz viaje”. “Gracias”. Isaías regresó junto a Carmen y Carmen Elena. En ese momento llamaron a abordar el vuelo con destino a Miami. Isaías abrazó a Carmen. “Bueno mamá. Bendición. Te espero allá dentro de un mes Carmen Elena. Chao nené”. Isaías abrazó a Gladys y a Valerio y apretó el paso hacia el area de abordaje. El vuelo salió a las 12 y 15 del mediodía. Aterrizaron en Miami a las 4 y 40 de la tarde. Isaías hizo conexión para Arizona. Llegó al complejo de Casa Grande a las siete de la noche. El 01 de marzo de 1968 Valerio llegó con el periódico hasta la cocina de su casa. “Ven a ver lo que dice aquí mamá”. “¿Que fue muchacho?” Valerio abrió el periódico. “La
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revista Baseball Digest comenta sobre algunos peloteros latinos. Isaías Chávez: Mezcla bien los lanzamientos. Necesita experiencia y mayor consistencia en la recta. Su control es perfecto”. El 08 de marzo Isaías se presentó al juego de exhibición entre Cachorros y Gigantes. Por Chicago abrió Ferguson Jenkins. Por San Francisco Ray Sadecki. Los Gigantes anotaron 1 carrera en el primer inning. Chicago igualó en el cierre de esa entrada. San Francisco marcó 4 anotaciones en el principio del tercer acto. Ken Holtzman relevó a Jenkins. En el cuarto inning Ron Herbel relevó a Sadecki. En el sexto Chicago anotó 2 rayitas. Chuck Hartenstein relevó a Holtzman en el comienzo del séptimo. Isaías relevó a Herbel en el cierre de esa entrada. San Francisco marcó otra carrera en el inicio del noveno. Gary Ross relevó a Hartenstein. Isaías no permitió carreras en 3 innings de labor. Gigantes 6 Cachorros 3. Sadecki se apuntó la victoria. Holtzman perdió el juego. Luego de este juego Isaías empezó a sentir dolores en el codo de lanzar. Los Gigantes lo bajaron al Phoenix AAA el 05 de abril de 1968 para que iniciara la recuperación poco a poco. El 17 de abril de 1968 Isaías se deslizó en tercera. Tardó más de lo normal en incorporarse Phoenix jugaba contra el eqipo de Oklahoma City.. El manager Clyde King y el kinesiólogo salieron al campo. Hubo de salir del terreno en los hombros de sus compañeros. En ese momento Phoenix derrotaba a Oklahoma City 6-2. Se trasladó a una clínica en compañía de unos representantes del equipo Phoenix. El médico tocó el tobillo. Isaías cerró los ojos. Tomaron unas placas de rayos X. De allí regresó a su residencia en muletas y una bota de yeso en el tobillo derecho. Al día siguiente hizo una llamada telefónica. “Aló mamá ¿Cómo estás? No muy bien ayer me lesioné el tobillo y voy a pasar unas semanas sin jugar. Es una pequeña fractura. Si pónmela por favor. Hola mi amor ¿Cómo está Nestor? Si, es una lesión que tuve al deslizarme en tercera. Pero seguro eso se me va a pasar cuando ustedes lleguen el mes que viene”. Carmen Elena llegó al aeropuerto de Phoenix el 10 de mayo de 1968. Gladys se encargó de buscar las maletas mientras Carmen Elena alimentaba a Nestor. Una voz las detuvo al atravesar la puerta que daba hacia el exterior del aeropuerto. “¿Señoras necesitan un taxi?” Gladys volteó. “Cónchale vale tu nunca vas a cambiar Isaías”. Carmen Elena se acercó con una sonrisa y le puso a Nestor en los brazos. “Mira ¿tu no y que tenías unas muletas pués?” “Si pero ya estoy en la parte final de la rehabilitación. Esta semana tengo que empezar a practicar con el equipo”.
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El 20 de mayo de 1968 Isaías hizo un relevo de 3 innings en blanco en un juego que el Phoenix perdió ante el Hawaii. Ese día llegó a casa y trató de no despertar a nadie. Cuando se sentó en la cama Carmen Elena lo agarró por el codo. “¿Como te fue?” “Muy bien mi amor. Salí a relevar y no me hicieron carreras en 3 innings”. El 29 de mayo de 1968 Isaías abrió el juego de Phoenix ante el Tacoma. Miller lo relevó en el sexto inning y Frost en el noveno. Phoenix ganó 9-5. Isaías se apuntó la victoria. Ken Henderson bateó 3 jonrones para ayudar la causa del Phoenix. Al llegar al dugout en el quinto inning Isaías metió el codo en una bolsa de hielo y ahí lo mantuvo hasta que terminó el partido. Se duchó y salió del estadio. Anduvo 2 cuadras y encontró un teléfono público. “Aló mamá ¿Como te sientes? ¿Cómo están todos? Mejor. Ahorita acaba de terminar el juego. Ganamos. Lancé 5 innings. Si lo gané”. El 30 de mayo de 1968 Gustavo Gil Dámaso Blanco y Freddy Rivero pasaron al Magallanes procedentes del Valencia a cambio de Gustavo Spósito, Everest Contramaestre, Alonso Olivares y Roberto Romero. El 03 de junio de 1968 el Phoenix visitó al equipo de Oklahoma City. Estelle abrió por Phoenix. Zachary hizo lo propio por Oklahoma City. Isaías entró a relevar en el sexto inning cuando su equipo perdía 4-0. A partir de ese momento ningún bateador contrario logró pisar la primera base. En el séptimo Phoenix reaccionó con un racimo de 4 carreras donde destacó un jonrón del antesalista Oswaldo Virgil. Anderson relevó a Zachary. En el octavo Rivas relevó a Anderson. Phoenix marcó en ese octavo episodio la carrera de la ventaja. Isaías se apuntó la victoria (2-2) en trabajo de 4 innings, no permitió carreras ni aceptó imparables, tampoco concedió boletos, ponchó 2. Anderson resultó el pitcher perdedor. El 07 de junio de 1968 Isaías ganó (3-2) su tercer juego en trabajo de 6.1 innings con relevo de Costello. Phoenix venció a Tacoma 5-2 con un racimo de 5 carreras en el primer inning. El 12 de junio de 1968 Phoenix dejó en el campo 2-1 al Portland con un elevado de sacrificio de Ken Henderson en el cierre del undécimo inning con las bases llenas. Isaías abrió el juego. Permitió 1 carrera en el comienzó del segundo tramo. McKnight empató para Phoenix en el cierrre del octavo con cuadrangular. Larry Miller relevó a Isaías. Entre ambos pitchers retiraron en fila los últimos 21 bateadores del Portland. Miller se apuntó su segunda victoria en 2 noches. Por Portland abrió Woodson. Scott lo relevó
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en el undécimo y perdió el juego. Al llegar al dugout después del inning final de su trabajo se agarró el brazo derecho. “Carajo que dolor tan arrecho”. El manger Clyde King se acercó desde su escritorio. “¿Qué pasa Isaías?” Isaías se sobó el codo. “Es que me está doliendo otra vez el codo como en los entrenamientos primaverales”. Isaías pasó otro mes en la lista de incapacitados. Luego fue llevado poco a poco por el manger del Phoenix. El 26 de julio de 1968 Isaías abrió ante Oklahoma City y cubrió la distancia en ruta a una victoria 6-2. Sólo aceptó 6 imparables. Su record quedó en 5 y 4. Al terminar la temporada Isaías llamó a Dámaso Blanco. Acordaron llegar a Miami a la misma hora para viajar juntos a Venezuela. Dámaso había terminado su campaña con el Amarillo de la Liga de Texas (AA). En el aeropuerto de Miami, Lourdes esperaba sentada en una silla cercana al mostrador de Viasa. Isaías llegó con Carmen Elena, Gladys y Nestor. “Señora, usted no ha visto por aquí a un negrito que juega bárbaro en tercera base”. Lourdes se levantó de la silla. “Hola Isaías ¿Cómo estás Carmen Elena? Hola Gladys. ¿Y ese nené que dice?” Al poco rato llegó Dámaso y empezaron a planificar. “Podemos irnos para Margarita el 15 de septiembre y nos pasamos una semana por allá”. Isaías le hizo cosquillas a Nestor en la nariz. “¿Una semana? Mejor nos quedamos 2 semanas”. La locutora del aeropuerto llamó a abordar el vuelo hacia Caracas. Las dos familias empezaron a caminar hacia la puerta de embarque. El avión salió de Miami a las 2 de la tarde del 10 de septiembre de 1968. A las seis y 45 de la tarde los neumáticos del tren de aterrizaje despidieron vapores sobre la pista de Maiquetía. Los pasajeros bajaron del avion en plena pista. Valerio y Zaira llegaron hasta la escalerilla. “¿Como está ese nené?” Gladys lo cargó y se lo llevaron hacia el edificio. Isaías se despidió de Dámaso y Lourdes”. “Bueno Dámaso nos vemos en 5 días. No te vayas a perder”. “Tranquilo Isaías que ese viaje a Margarita no me lo pierdo por nada del mundo”. Isaías y Carmen Elena avanzaron hacia la correa deslizadora para retirar el equipaje. “Bueno ¿y donde está mamá y el resto de la familia?”. Carmen Elena se asomó hacia el estacionamiento del aeropuerto. “Miralos en el estacionamiento están encantados con Nestor”. Isaías agarró una maleta. “De verdad que cuando hay santos nuevos los viejos no hacen milagros”.
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26.- Rastrero en la grama “…INOS salud a chorros. Ayer el agua era una necesidad para muchos. Hoy es un beneficio de todos. Sigue con ustedes Delio Amado León”. Al bate viene ahora Víctor Davalillo. Tiene de 3-1. En el primer inning salió de short a primera. En el cuarto lo retiraron de segunda a primera. En el séptimo la sacó de cuadrangular por el centerfield. Se prepara el Látigo. Viene para la gona. Davalillo hace swing y batea un roletazo por el campocorto. César Gutiérrez tiene la bola se la pasa a Gustavo Gil y fuerzan a Tovar…..”
La mañana del 15 de septiembre de 1968 Dámaso Blanco llegó junto a Lourdes a la casa N° 2 de la calle Las Mercedes de Chacao. En la sala lo recibió Sebastián. “Hoola Dámaso ¿cómo estás? ¿cómo está señora Carmen? Ya te llamo a Isaías”. En 2 minutos Isaías apareció en la sala. “Que tal Dámaso. Hola Lourdes. Pasen adelante”. Carmen les tenía un desayuno en la mesa. Carmen Elena terminó de darle un tetero a Nestor. Carmen le entregó las llaves de la casa a Sebastián. “Aquí tienes. Ya tu sabes como entenderte con Gladys, Zaira, Marilú, Valerio y Miguel”. A las once de la mañana se montaron en la camioneta Willys. Isaías se asomó a la ventana del copiloto. “Yo te llamó esta noche papá”. La camioneta salió rumbo al autopista de oriente. Llegaron a Puerto La Cruz a las 4 de la tarde. Se embarcaron en el ferry a las cinco de la tarde. La noche había desplegado sus anchas sombras sobre Punta de Piedras cuando el ferry atracó en la costa margariteña. Isaías calentó la camioneta y salieron hacia playa La Galera. Llegaron a la casa de Modesto como a las 10 y media de la noche. Durmieron en unas hamacas. Fueron 2 semanas llenas de sancochos de pescado, juegos de pelota en los amplios terrenos forrados de sal aledaños a la playa y atardeceres pletóricos de brisa fresca y pieles tostadas. De regreso Isaías planteó tomar la vía de Cumaná. “Hay que cambiar de paisaje. Seguro que en Cumaná hay muchas cosas agradables que ver”. El ferry llegó a Cumaná a las seis de la tarde. Llegando a Guanta el motor de la camioneta empezó a estornudar. Isaías y Dámaso abrieron el capó, apretaron los bornes de la batería, revisaron las correas y nada. “Carmen se bajó de la camioneta “¿Qué pasa Isaías?”. “El motor no quiere arrancar. Vamos a tener que empujar la camioneta hasta la entrada de Guanta”. Jesús prendió el radio de la camioneta. “…carretera, acórtate carretera, que me ahoga la distancia, de que manera, de que manera…(27)”. Isaías abrió la puerta del chofer y puso a la camioneta en “drive”. Luego afincaron las manos en la parte posterior
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del vehículo y lo echaron a andar por una bajada hasta llegar a una estación de gasolina. Allí se detuvieron. Dámaso adelantó unos pasos y le hizo señas a Isaías. “Ven acá”. Tocaron a la puerta de una casa. “Ya voy. Ya voy”. Un hombre de algunos 37 años abrió la puerta. “Buenas noches…usté es Dámaso Blanco el pelotero. Y ustéd es el Látigo Chávez. Cónchale que alegría. Cuando iba a pensar yo que en una misma noche los iba a tener a los dos en mi casa ¿Que se les ofrece?” Dámaso tomó aire. “Necesitamos auxilio para reparar el motor de nuestro vehículo”. El señor miró su reloj. “Caramba lo que pasa es que ya son las 9 de la noche. A esta hora todo el mundo está descansando. Lo que podemos hacer es que ustedes pasen la noche aquí y mañana salimos a buscar un mecánico”. Dámaso e Isaías se acercaron a la camioneta. Lourdes, Carmen, Carmen Elena, Nestor y Jesús bajaron de la camioneta. Adentro en la casa la esposa del señor colgó varias hamacas. El señor levantó la voz. “¿Ya están listos los chinchorros Josefina? Pasen, pasen”. Las mujeres se acostaron a las once y media de la noche. El señor se quedó conversando con Dámaso e Isaías de béisbol hasta la 1 de la madrugada. En la mañana se levantaron. Josefina sirvió el desayuno. “Carlos, levántate. Mira que los señores necesitan arreglar su carro”. Luego de desayunar Carlos salió con Isaías y Dámaso a buscar un mecánico. Pasaron más de tres horas. Cuando Carmen y Carmen Elena empezaban a desesperar. Dámaso e Isaías llegaron con Carlos y el mecánico. Traían un paso vacilante. Carmen Elena acercó la nariz a la boca de Isaías. “Cónchale hoy es un día especial señora Carmen Isaías está zarataco”. Dámaso se acercó a Lourdes. “Eeso..fueron dos..cervecitas que nos… brindaron los maga..lla…neros”. Lourdes pestañeó y dobló el cuello. “Vaya sorpresa Dámaso Blanco. Hay que buscar una cámara porque esto no se ve todos los días”. El mecánico trabajó con diligencia. A la una de la tarde el motor de la camioneta roncaba de nuevo. Dámaso e Isaías se echaron varios manotones de agua en la cara. “Muchas gracias Carlos”. Isaías se montó en la camioneta y esperó que Dámaso y las mujeres se despidieran. Llegaron a Caracas a las 7 de la noche. La mañana del 08 de octubre de 1968 Isaías se reportó al campo de la Electricidad de Caracas para empezar a entrenar con el Magallanes. Allí coincidió con Dámaso Blanco y César Gutiérrez. En la tarde Isaías y Dámaso visitaron Radio Tropical para participar en el programa de Carlos Tovar Bracho y Nestor López. Tovar Bracho empezó la entrevista. “Hoy tenemos con nosotros a dos destacados jugadores de béisbol tanto en Venezuela como en el exterior. Les hablo de Dámaso Blanco e Isaías Látigo Chavez. Vamos a iniciar el programa con Dámaso ¿Cómo te sientes con el cambio que te envió al Magallanes?”
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“Para mi es una satisfacción regresar a jugar con un equipo de la capital. Tener la oportunidad de jugar junto a peloteros como Camaleón García, Gustavo Gil, Armando Ortíz, Isaías. Va a ser una experiencia inolvidable”. “Has compartido equipo con Isaías en el Norte ¿Qué nos puedes decir de él como compañero de equipo?” “Con Isaías jugamos en Springfield a finales de la temporada de 1965 y el año pasado en Waterbury. Te puedo decir que es un pelotero que se concentra por completo en el juego una vez que pisa el estadio. Siempre que salía a lanzar había un ambiente de competitividad que contagiaba a todo el mundo en el dugout”. “¿Y que nos cuenta Isaías Chávez de su experiencia este año en las ligas menores del béisbol organizado de los Estados Unidos de Norteamérica?” “Este fue un año dificil para mí. Primero sentí molestias en el codo en el campo de entrenamientos. Después vino la fractura del tobillo. Cuando creía que me había recuperado, volvieron a aparecer las punzadas en el codo. De todas formas ahora me siento mejor y espero ayudar al Magallanes esta temporada”. Isaías llegó al campo de la Electricidad de Caracas a las 10 de la mañana del 09 de octubre de 1968. Allí lo revisó el Doctor José Domingo Martínez Morales. Apretó varios puntos del codo derecho de Isaías. “Te duele aquí”. “Si”. “Te duele acá”. Una inclinación de la cara hacia delante mostraba el dolor de Isaías. Martínez Morales terminó de revisar el codo. “Tienes depósitos de calcio. Lo más recomendable es operar”. “Doctor ¿y no se puede hacer más nada?” “Bueno te podemos poner un tratamiento con inyecciones de cortisona a ver si desaparecen los depósitos. Si no hay que operar”. Isaías salió del campo cabizbajo subió a la tribuna. Allí lo abordaron los periodistas. “¿Son ciertas las declaraciones que acaba de dar el señor Istúriz en referencia a que usted no jugará esta temporada?” “Abrigaba la esperanza de que no fuera necesaria la operación. Haré cuanto digan los médicos para regresar cuanto antes a defender al Magallanes”. Al día siguiente en las páginas deportivas de los períódicos se leía. “Don Yingling reemplazará al Látigo Chávez quién no jugará con el Magallanes por lesión”. “Hola Nestor ¿Vamos a jugar pelota?” Isaías se asomó a la cuna y levantó al niño. Nestor agarró la pelota de goma y la lanzó fuera de la cuna. Carmen Elena llegó de la cocina agitando el tetero “¿Para donde vas Isaías?” “Me voy a hacer el tratamiento con el Doctor y después voy para el estadio”. Isaías cargó a Nestor y caminó hacia la puerta. “Vamos Cuzcu”. Isaías apretó el botón del ascensor. Bajaron al estacionamiento. La camioneta soltó una ráfaga de humo y salieron a la calle. Carmen Elena se bajó en la
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calle Las Mercedes. Isaías la acompañó hasta el patio. “Buenos días Mamá”. Carmen abrazó a Isaías y besó a Nestor “¿Cómo estás Carmen Elena?” Isaías regresó a la camioneta. Arrancó y dobló a la izquierda en la próxima cuadra. Desembocó en la avenida Francisco de Miranda. Al llegar a Sabana Grande Isaías detuvo la camioneta y entró en una juguetería. “Señor quiero aquel trencito, la casa de muñecas y los avioncitos con paracaidistas”. El muchacho de la tienda empaquetó los juguetes. Isaías le entregó dos billetes verdes. Luego alzó las cajas y atravesó la puerta de la tienda. “Hasta luego”. Abrió la puerta de la camioneta y guardó las cajas debajo del asiento. Luego salió hacia el estadio Universitario. Isaías entró al dugout del Magallanes a las 12 y 20 del mediodía del 07 de diciembre de 1968. Conversó un momento con el manager Napoleón Reyes y con Jesús Aristimuño. Se puso el uniforme magallanero y salió al campo. Avanzó con paso pausado entre los peloteros del Magallanes que hacían calistenias detrás de la tercera base. Saludó y conversó en breve con algunos de ellos. Después llegó hasta lo profundo del jardín izquierdo y empezó a correr. A las 5 de la tarde se fue al bull pen para ver los movimientos de Bob Belinsky. “¿Vas a abrir el juego de hoy Bob?” Belinsky soltó la pelota hacia la mascota de Víctor Colina. “Epa Isaías. Si, me gusta mucho lanzar con público en las tribunas”. En la tribuna del jardín central habían colocado dos nombres bajo la casilla de los equipos: Caracas y Magallanes. El juego empezó a las 6 y 30 de la tarde. Por el Caracas abrió Mike Paul. Isaías pasó todo el juego observando los movimientos de los pitchers del Caracas y del Magallanes. Cuando Clarence Gaston se alistaba para salir a batear en el cierre del decimotercer inning. Isaías se acercó: “Fíjate hasta donde lleva el pie Bob Lee. Si lo sube hasta la altura de la gorra viene con recta”. Gaston salió a batear. Al tercer lanzamiento despachó un estacazo laberíntico que dejó en el campo al Caracas. El estadio deliraba entre cánticos de victoria y miradas vidriosas. Gastón llegó al plato en medio de un tropel de aficionados. Corrió como pudo hasta el dugout. Al ver a Isaías se sonrió. “Hey man. You were right”. Isaías agarró su maletín. “Te felicito. Un jonrón como ese no se ve todos los días”. Le extendió la mano a Gaston y salió del dugout. Caminó hacia el estacionamiento y abrió la puerta de la camioneta. Luego de calentar el motor unos minutos movió la palanca de velocidades. Llegó al Hospital Ortopédico Infantil a las 11 de la noche. Sacó los juguetes de abajo del asiento y entró en la recepción. “Buenas noches. Vengo con unos regalos que mandó el Niño Jesús por adelantado”. La recepcionista colgó el auricular del teléfono. “Buenas noches. Lo que pasa es que ya todos los niños están dormidos”. Isaías templó la bolsa de juguetes en su espalda. “Mejor. Así la sorpresa es mayor ¿me pueden permitir pasar a las habitaciones para dejarles sus regalos?” La recepcionista hizo una llamada y sonrió. “Si, pase”. Isaías entró a cada uno de los cuartos. Se acercaba a las camas y dejaba un juguete al lado de cada almohada.
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En uno de los últimos cuartos un niño de algunos 4 años agarró a Isaías por el brazo. “¿Tú eres San Nicolás?” Isaías sacudió los ojos y soltó una sonrisa. Los ojos del niño permanecían cerrados. Isaías aflojó los dedos del niño y colocó la manito sobre la almohada. Retrocedió con sigilo hasta la puerta. “Aajo Doctor. Esas inyecciones de cortisona arden más que una picada de avispa”. Isaías despabiló los ojos hasta el techo del consultorio del Dr. Martínez Morales en el Instituto Clínico la Florida. El médico retiró la jeringa del brazo de Isaías. “ Bueno Isaías. Si no te quieres operar tienes que aguantar ese dolor. De todas formas si de aquí a 2 semanas no han desaparecido los dolores del codo hay que operar”. Isaías salió del Instituto clínico a las 3 de la tarde del 24 de diciembre de 1968. “Feliz Navidad Doctor”. “Feliz Navidad Isaías”. Isaías entró a la casa de sus padres a las 6 y 30 de la tarde. Carmen Elena perseguía a Nestor con un tetero. “Ven acá Nestor. Mira que después el Niño Jesús no te va a traer nada”. Isaías se agachó en la entrada de la sala y cargó a Nestor. “Hola nené ¿ya viste el Nacimiento. A las doce va a venir el Niño Jesús y junto con el también viene San Nicolás”. Isaías empezó a cantar. “No debes pelear recuérdalo bien. Acuéstate ya si no no vendrá. Santa Claus no tarda en llegar. Él hace una listica si tú te portas bien. Él viene a tu camita y sorpresas te dará…(28)” Sebastián compró el periódico a la entrada del Instituto Clínico La Florida. “Cabo Cañaveral se prepara para el lanzamiento del cohete que llevará al primer hombre a la luna a mediados de año”. Isaías le dio un vistazo al periódico en las manos de Sebastián. Se sobó el codo. “A mí es a quién van a poner en órbita cuando me operen el brazo”. Carmen Elena besó a Isaías. Sebastián palmeó la espalda de su hijo. “Vamos hijo que este juego tambien lo vas a ganar”. Isaías pasó a un cuarto donde se recostó en una camilla. Una enfermera le tomó los signos vitales. A las 10 y 15 de la mañana del 10 de enero de 1969 llegaron los enfermeros y se llevaron a Isaías en la camilla. En el quirófano un médico colocó anestesia local en el brazo derecho de Isaías. El Doctor Martínez Morales entró a la sala con una bata verde. “Playy ball. Vamonos Isaías que esos depósitos no van a poder contigo”. Isaías miró hacia el techo y cerró los ojos. Dos horas más tarde los enfermeros sacaron a Isaías del quirófano. En el pasillo Sebastián y Carmen Elena siguieron la camilla. Isaías movía las piernas en la camilla. “When the heck I’m gonna play again?”. Carmen Elena se acercó a la camilla. “¿Qué quieres mi amor?” Sebastián abrió la puerta de la habitación donde iba a reposar Isaías. “Si está hablando en inglés es porque no debe ser muy bonito lo que quiere decir”.
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Tres horas después llegaron los periodistas a la habitación. Carmen Elena salió un momento. Isaías levantó el brazo izquierdo. “No te tardes mucho”. Los fablistanes tomaron asiento y empezó la entrevista. “¿Cómo te has sentido en estas primeras horas después de la operación?” “Tranquilo. Me siento mejor. El Doctor extrajo unas partículas de calcio del codo derecho”. “¿Mucho dolor?” “Nada en absoluto. No siento dolencia alguna en el codo”. Luego que se fueron los periodistas llegó el pitcher de los Leones del Caracas Howie Reed y lo aconsejó sobre la frecuencia y la intensidad de los ejercicios de rehabilitación. El 29 de enero de 1969 Isaías bajó de la camioneta Willys frente a la casa de sus padres. “Espera Carmen Elena”. Isaías abrió la puerta del copiloto y cargó a Nestor. Carmen Elena agarró 3 bolsas de caramelos y sepentinas. Isaías llevó a Nestor hasta el comedor. “Mamá aguanta un momento a Nestor”. El niño se soltó de las manos de Carmen y empezó a correr detrás de Isaías. Carmen Elena lo alcanzó en la sala. “¿Para donde vas? Ya tu papá viene” Isaías salió a la calle. Subió a la camioneta. Media hora después Isaías estacionó la camioneta frente a la casa N° 2 de la calle Las Mercedes. Sacó una piñata del puesto del copiloto y entró en la casa. Carmen Elena llegó hasta la sala. “¿Por qué tardaste tanto?” “Es que me encontré con Dámaso y Pío. Les dije que se acordaran que hoy es el cumpleaños de Nestor ¿Qué te parece esta piñata del ratón Miguelito?” Isaías y Carmen Elena pasaron hasta el comedor. “Nestor ven a comer”. Carmen perseguía al niño alrededor de la mesa. Isaías miró a Carmen Elena y empezó a cantar. “Doña, póngale reparo al muchachito, mire que se va a dá una matá (29)”. “Que va mano. Nooo Miguel. Isaías lanza muy duro. Mira como me dejó la mano”. El joven se quitó el guante y mostró la palma enrojecida de su mano izquierda. Miguel llamó a Isaías. “Vas a tener que buscarte a alguién que te ayude a seguir soltando el brazo. Manuel dice que no está seguro de que te hayan operado. Dice que tienes un cohete en el brazo”. Isaías llegó al dugout del campo Sierra Maestra en la Universidad Central del Venezuela. Un grupo de compañeros de Miguel en la escuela de Bioanálisis se había acercado para ver la práctica aquella mañana del 10 de febrero de 1969. Unas muchachas llamaron a Miguel y le dijeron algo en el oído. “Isaías ven acá. Conoce a unas amigas de la Facultad de Bioanálisis”. Isaías estrechó la mano de las muchachas y se sonrió. “¿Les gusta el béisbol?” Las muchachas cuchichearon entre ellas. Una tomó la palabra. “Si. Queríamos verte lanzar”. “Bueno. Voy a tratar de conseguir un amigo para que me reciba los lanzamientos. Mañana a esta misma hora
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vamos a estar aquí”. Miguel se retiró con sus compañeros hacia la escuela de Bioanálisis. “Nos vemos Isaías”. Isaías prendió la camioneta y salió de la UCV. Tomó rumbo hacia la avenida Nueva Granada. Allí se detuvo en una ferretería. “Hola José ¿cómo estás?” “¡Que hubo Isaías! ¿Cómo te sientes del brazo?” “Bastante mejor. Vengo del campo Sierra Maestra. Pero no pude hacer nada porque los muchachos que estaban ahí dicen que estoy lanzando muy duro ¿Será que tienes un chancecito para que mañana vayas a recibirme unos pitcheos? José se quedó mirando la caja registradora. “Cónchale vale. Lo que pasa es que ahorita estamos en inventario. No se si voy a poder”. “Anda vale. Yo todavía no puedo exigirme mucho. Sólo van a ser unos 30 pitcheos. Además van a ir unas compañeras de clase de Miguel que están bien buenas”. José se quedó mirando a Isaías. “¿A que hora piensas ir al campo Sierra Maestra”. “A las 8 de la mañana”. “Bueno pásame buscando”. Isaías estrexchó la mano de José y se montó en la camioneta. “Hasta mañana José”. Los gritos de los trabajadores del aseo urbano sacaron a Isaías de la cama a las 6 y 30 de la mañana del 11 de febrero de 1969. Carmen Elena lo templó por la franela. “¿A dónde vas?” Isaías abrió la llave del lavamanos. “Voy a la práctica que te dije”. “¿Tan temprano?” “Claro. Tu sabes que el que madruga Dios lo ayuda”. Carmen Elena se levantó. Se acercó a la cuna y acarició el rostro de Nestor. “Te voy a hacer un perico Isaías”. Isaías se puso una franela amarilla y se amarró los zapatos. Se acercó a la cuna de Nestor y lo sacó. “¿Quieres ir con papá a lanzar unas pelotas?” Carmen Elena quebró dos huevos en la sartén. “No te pongas a inventar Isaías. Nestor se va conmigo para donde su abuela Carmen”. Isaías se acercó al tocadiscos de la sala y encendió el radio. “… y ahora complaciendo a Nancy en Los Palos Grandes, José Feliciano canta El Ciego…” “Has visto como pierde su alegría una fuente ya vacía cuando el agua le faltó. Es la cosa más triste de este mundo y así me siento yo por ti solo por ti. No escuches el lamento de las aves cuando ven con amargura que su nido se perdió. Es la cosa más triste de este mundo y así me siento yo por ti solo por ti. No mires cuando un ciego se enamora cuando quiere ver la aurora como se pone a lloraaar…(30)” Carmen Elena tomó a Nestor de los brazos de Isaías. “Ya está listo el desayuno”. Isaías se quedó mirando hacia el radio. Se sentó en la mesa y abrió una arepa. Carmen Elena se bañó y vistió a Nestor. Salieron del apartamento a las 7 y 15. Isaías detuvo la camioneta frente a la casa de sus padres. Se bajó un momento y saludó a sus padres. Luego volvió a la camioneta y pasó buscando a José 3 calles más abajo. “Espérate un momento Isaías”. José entró un momento a su casa y salió con un guante grande. “¿Por qué ese guante tan grande José?” “A falta de mascota hay que apertrecharse bien. No vaya a ser que me revientes la mano”. Isaías arrancó la
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camioneta. “Hay que ver que a ti te encanta la guachafita José”. Llegaron al campo Sierra Maestra a las 7 y 50. Isaías sacó su guante, la gorra y una pelota del maletín. Se fue hacia el montículo. José se fue con su guante hasta el home. “¿Y donde están las muchachas que me dijiste?” “Ellas deben venir después de la 8”. “Ay Isaías. Tu como que me jugaste quiquirigüiqui”. Isaías subió a la lomita y levantó el pié a la altura de la gorra, llevó el brazo hasta la oreja y soltó la pelota en un movimiento suave del hombro. La pelota empezó a moverse a medida que el sol subía en el cielo. Cuando Miguel llegó con las muchachas el sonido de la pelota contra el guante de José rebotaba en las hojas más altas de los árboles. A las 8 y 40 Isaías bajó de la lomita y se quitó la gorra. José se acercó y caminaron hacia el lado donde las muchachas hablaban con Miguel. Isaías se secó el sudor de la frente con la manga de la franela. “Buenos días. Yo pensaba que no iban a venir. Conozcan a un amigo”. José estrechó la mano de cada una de las muchachas hasta que escuchó el nombre que le movió el piso. “Mucho gusto ¿cómo te llamas?” La muchacha estrechó la mano de José. “Osir”. Isaías estacionó la camioneta frente al edificio. La camisa verde claro ondulaba ante la brisa que soplaba la mañana del 20 de febrero de 1969. Subió hasta el tercer piso y entró a un local. Allí se encontró con un grupo de personas prestas a iniciar un acto. Una mujer de cabellos negros y mediana estatura hizo uso de la palabra. “Yo, Yolanda Linares en mi carácter de secretaria de la Federación de Cazadores de Venezuela tengo el inmenso placer de iniciar este acto donde le entregaremos licencia para la caza deportiva en el país a varias personas. Entre ellos el destacado pelotero Isaías Látigo Chávez”. Una salva de aplausos acompañó a Isaías en sus pasos hacia el lugar donde le entregarían la licencia. “Me siento muy contento de haber conseguido este papel que certifica mi disposición a respetar los reglamentos de la caza en Venezuela. Es muy importante que empecemos a cuidar nuestra fauna, como se hace en otros paises. Porque de otra manera vamos a echar por la borda todo esa riqueza de innumerables especies que puebla nuestros bosques”.
Referencias musicales: Página 350: (27) Carretera. Aldemaro Romero Página 353: (28) Santa Claus no tarda en llegar. (Versión de Santa Claus is coming to town). Haven-Gillespie-Coots. Página 354: (29) El catire. Aldemaro Romero. Página 356: (30) El ciego. Armando Manzanero.
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27.- De vuelta a primera “… Gil pivotea a primera, dobleplay la jugada. Tremendo lance acaba de realizar el maestro Gustavo Gil. El inning se va con cero carreras, cero hit, cero error. Cuando tenemos 8 innings y medio el juego sigue Caracas 1 Magallanes1”.
El piloto del DC-9 Emiliano Savelli Maldonado notó una falla en la turbina del avión y la comunicó a la Torre de Control segundos antes del desastre. “Esta vaina no tiene fuerza....” El avión pasó el punto de despegue aún sobre el pavimento. Levantó vuelo se inclinó hacia un lado y casi inmediatamente cayó en los caseríos ubicados detrás del aeropuerto Grano de Oro. La cartera estremeció las manos de Isaías con un estruendo de hierros retorcidos que dejó mudo al sonido. Su mirada resistía con obstinación aquella curva retadora que lanzó hacia las fotografías de su esposa e hijo. Por detrás emergía la oración de la Virgen del Carmen que su madre le había regalado. El lanzamiento de Isaías levitaba entre el montículo y la goma. El avión despegó y se precipitó destrozando varias casas de las cercanías de Maracaibo y paralizando la existencia de muchas personas. Un vapor de desolación encendía las narices de los habitantes de los alrededores. La luminosidad de aquella mañana de marzo se perdió entre las nubes de humo oscuro que esparció la aeronave de Viasa con una noticia que estremecía al acontecer venezolano desde el dolor de uno de los accidentes aéreos más grandes de la historia del país. Meses después, cuando Carmen Elena fue a buscar lo que había quedado de las pertenencias de su esposo apretó los corceles de su escalofrío al palpar la cartera y ver como esta se desparramaba en partículas carbonizadas a excepción de las sonrisas de ella y su hijo y de la estampa de la Virgen del Carmen. “Me ericé de estupefacción. Me era difícil entender lo que estaban percibiendo mis ojos”. La calle Las Mercedes estaba abarrotada de gente que torcían las miradas impacientes en aquel mediodía de rayos solares inclementes que traspasaban hasta evaporar cualquier resto de humedad. El carro donde viajaba la familia Chávez se detuvo dos cuadras antes de llegar. La madre del “Látigo” se volteó inquieta para conversar con Carmen Elena, su nuera. Ella juraba que todo aquello era producto de otra travesura de Jesús, su retoño más joven.
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“Marilú”. Un muchacho de unos veintisiete años se acercó al vehículo y llamó a una de las hermanas del Látigo que estaba dentro del carro. Se fueron hasta el fondo de la casa. “¿Qué pasa Pío?”. Marilú no quería ir hasta donde caminaba el joven. Los piés le pesaban una tonelada y el aire llegaba ácido a los pulmones . Al llegar al patio la voz de Pío rompió techos y arrancó puertas. Marilú se llevó las manos a la cara mientras empezaba a caminar hacia un encuentro con su familia que por primera vez le parecía espantoso. No sabía como iba a arreglárselas para decirle a su madre y a Carmen Elena que Isaías se había ido. Afuera el resto de la familia no podía resistir las ansias de conocer lo que había pasado. Cuando Marilú les dijo: “Se cayó el avión donde iba Isaías”, un rayo depresivo cruzó el horizonte quebrando en pedazos el cristal de las esperanzas y proyectos compartidos por ver regresar en octubre a Isaías cargado de ganas de compartir con la familia y salir a echar varilla con sus amigos de Chacao. Desde su casa en mayo de 2002 Gladys Chávez relata con entereza lo que vivió aquel trágico mediodía. “Nosotros veníamos del aeropuerto y escuchamos en la radio que se había caído un avión en Maracaibo. En ese momento no nos pasó por la mente que ese era el avión donde viajaba Isaías, porque no sabíamos que el avión iba a parar en Maracaibo. A medida que avanzábamos hacia Chacao escuchábamos más rumores de que se había caído el avión donde iba el Látigo. Cuando llegamos a la casa no podíamos pasar por la cantidad de gente que había amontonada. Entonces empezamos a entender que había pasado algo muy grave que terminamos por confirmar en los próximos minutos. Fueron días muy dolorosos. Nunca pensamos que Isaías se iba a ir así. La vida a veces nos tiene guardadas sorpresas macabras”. Valerio Chávez se recuesta en la silla de plástico de su casa en El Playón de Ocumare de la Costa un mediodía de finales de enero de 2004. “Isaías tenía que irse el martes con Dámaso. Le llegó un pasaje de Varig. Él dijo que no se iba en ese vuelo. ‘Voy a cambiar este pasaje por uno de Viasa para el domingo. Así tengo tiempo de ver nacer a mi sobrina’. “El sábado fuimos mi esposa, Carmen Elena, Isaías y yo a comer al restaurant Italia que queda a una cuadra de la casa. Antes de entrar a comer Isaías habló y se despidió de un señor que trabajaba en la Branca que pasaba. Cuando llegamos a la casa escuchamos una explosión que venía de la planta de la Branca que estaba en la calle de atrás. Había estallado una válvula que mató en el acto al señor con quién habló Isaías momentos antes. El domingo salimos de Chacao para acompañarlo al aeropuerto.
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A la altura de la Plaza Bolívar tuvimos que despedirnos porque a mi esposa se le presentaron los dolores de parto. En la sala de espera el médico que atendía el parto de mi señora me vino a preguntar como me sentía. ‘No te lo quería decir Valerio para que no escuchara tu esposa. Ocurrió un accidente en el avión donde iba tu hermano’. “En ese momento supe que las cosas no estaban bien. Las noticias fueron confirmando mis temores. No pude ir a la casa hasta bien entrada la tarde porque debía acompañar a mi esposa en el parto. Cuando llegué a la calle Las Mercedes la tristeza y las lágrimas imperaban por todos lados. A la entrada de la casa me encontré con Delio Amado León y Carlos González con una expresión de desaliento que hurgaba en las fibras más internas del dolor”.
“Isaías ¿por qué no esperas y te vas después? Así das tiempo para que te lleves todo el equipaje”. Zaira Chávez trató de convencer en Maiquetía a su hermano de tomar un vuelo posterior aquel domingo 16 de marzo. “No Zaira, es que necesito hacer una conexión hacia Arizona y si no tomo este avión voy a tener que esperar mucho en el aeropuerto”. La tristeza era inocultable en el rostro de Isaías. Había llegado el momento de despedirse de la familia. “La noticia nos agarró por sorpresa cuando regresábamos a Caracas. No sabíamos que el avión haría escala en Maracaibo”. La voz de Zaira a través del teléfono esa tarde de marzo de 2003 ilumina otra arista en los acontecimientos de aquel día. “Ese domingo tenía un juego con el equipo Vigilantes del béisbol AA de Caracas. En medio del juego dijeron que se había caído un avión en Maracaibo donde iban algunos peloteros entre ellos el Látigo, Carlos Santeliz y Antonio Herrera. La noticia cayó como un balde de agua fría sobre el estadio Universitario. Hasta que terminó el juego no dejé de ver a Isaías sentado en el banco preguntando por los secretos del béisbol, escuchando sugerencias, diciendo que su meta era llegar a Grandes Ligas, llegando siempre bien temprano a las prácticas, ayudando a algún compañero en dificultades. Siempre lo recuerdo con un uniforme crema de rayas montado sobre el montículo, enfocado en las señas del catcher”. Alfonso Chico Carrasquel habla desde la sala de su casa la mañana del 08 de diciembre de 2004. “Al terminar el juego me cambié y me fui inmediatamente para Chacao. En ese momento todos esos juegos que compartimos con Orientales y Magallanes se me atragantaron en el pecho. Su constancia y dedicación dentro y fuera del campo me dicen que él iba a llegar lejos en el béisbol”.
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“Estuvimos con el Látigo ese viernes antes de su partida y luego el martes la impresión y el dolor me dejaron mudo y ensimismado ante la desaparición del compañero de equipo en los Halcones de Chacao, del amigo, del líder capaz de hacer las grandes jugadas además de escuchar observaciones y consejos”. Enrique Lazo habla con un dejo de tristeza que persiste a 33 años de distancia de la desaparición de Isaías Chávez. La conversación se desarrolla en un descanso del programa El último round de la emisora radial 92.9 FM en septiembre de 2002. “Ese día nos llamó su familia en una especie de reencuentro para hacerle una despedida con motivo de su salida para el campo de entrenamiento de los Gigantes de San Francisco. Hacía mucho tiempo que no compartía con el Látigo. Su actitud y reacción cuando nos encontramos en su casa no perdió ni un átomo de calidez y sencillez”. ‘Epa Enrique ¿cómo estás? Si, ya sé que ahora eres un cantante de postín. ¿Como es que dice esa canción que tienes pegada? Que belleza de muchacha, que belleza de muchacha’. “Hablamos de Estados Unidos, de Ramón Monzant, de cómo lo seguía Isaías en sus presentaciones con Magallanes y los Gigantes, de Juan Marichal y su brillante carrera con San Francisco, de Bob Gibson y aquella enceguecedora campaña de 1968, del Magallanes y por supuesto de cómo se sentía para los próximos entrenamientos primaverales. ‘Enrique estoy listo para subir a Grandes Ligas. Este es mi año’. “Se veía bien decidido y confiado en que había recuperado todo el potencial en su brazo de lanzar luego de la operación del codo”. “Luego el domingo me entero de la desgarradora noticia y el martes me parecía estar en una pesadilla ante el ataúd de mi compañero de dobleplays en las caimaneras y en los Halcones de Chacao. Desde ese momento de 1969 hasta mucho tiempo después me alejé del béisbol porque todo lo relacionado con él me recordaba que ya Isaías no estaba con nosotros. Era una persona muy especial, siempre estaba hablando de pelota, de dar lo mejor dentro y fuera del campo y su meta era convertirse en profesional y llegar a la gran carpa, siempre estuvo muy enfocado en eso”. “Epa Jesuíto. Párate ahí. A comienzos de marzo iba pasando por la Avenida Francisco de Miranda y escuché la voz de Isaías”. Jesús Sánchez, compañero de Isaías en Valdespino, Los Celis y las selecciones juveniles de Distrito Federal agita una papeleta de azucar en su café marrón. “Yo iba manejando una camioneta pick up. Me paré a un lado de la vía. ¿Qué fue Isaías? ¿Cómo está el brazo?” “Bién, solo que tengo que soltar bastante el brazo. Pero tengo confianza en que me va a ir bien en los entrenamientos primaverales. Los Gigantes dicen que voy a comenzar en AAA pero voy a demostrarles que me puedo quedar con el equipo grande”.
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“Que bien Isaías me alegra mucho eso”. Jesús Sánchez levanta la vista hacia el balcón de su apartamento en Colinas de Bello Monte. “De verdad que ese accidente me agarró fuera de base. Isaías fue mi compañero y amigo en el béisbol aficionado. En el campeonato nacional de Margarita (1963) siempre salíamos después de los juegos a escuchar música venezolana. Recuerdo un cantante margariteño llamado Luisito García que tenía pegada aquella canción: “El cantar tiene sentido, el cantar tiene sentido, entendimiento y razón...”. Cuando nos tocó enfrentarnos a Anzoátegui en el play off de ese campeonato Isaías le pidió la pelota a Emiro Álvarez. “Profesor ya usté va a ver como los blanqueo”. Y efectivamente les ganamos 7-0 y al Látigo sólo le dieron 2 hits. De verdad he extrañado mucho a Isaías, siempre conversaba y echaba broma con él”. Jesús Sánchez se levantó de la mesa donde conversamos una tarde de mayo de 2004 en Colinas de Bello Monte, para atender el llamado de su familia. “Todo va a salir bien. Te escribo”. Este fue el cierre de la entrevista que Isaías Látigo Chávez le diera a Delio Amado León en el consultorio del Dr. José Domingo Martínez Morales. Una semana más tarde León escribía con tristeza que nunca llegó a imaginar que aquellas palabras serían las últimas que escucharía del prometedor lanzador de Chacao. “El almuerzo dominical, familiar y alegre. Con la cerveza o el vino, la radio o la televisión, tuvo un bocado trágico. La fanfarria de los noticieros electrizó al país. Un avión de Avensa, alquilado a Viasa para cumplir un compromiso rutinario de Maiquetía a Miami, cayó convertido en una antorcha”. Más adelante el director de la revista Sport Gráfico ilustraba como el vuelo apenas duró dos minutos desde que salió del antiguo aeropuerto Grano de Oro hasta precipitarse sobre los poblados de La Trinidad y Ziruma. Por si fuera poco uno de los hogares donde donde cayó la aeronave pertenecía a Lino Connel, excelso voleibolista, beisbolista y basquetero quién había salido temprano aquel día porque tenía un juego de béisbol con el equipo de la Universidad del Zulia. El deporte aumentaba su margen de dolor en esta tragedia que oscurecía el ánimo de la colectividad venezolana. En el avión viajaban Isaías Chavez, Carlos Santelíz (pelotero), Antonio Herrera (propietario de Cardenales de Lara), Alí Hernández (ejecutivo del béisbol organizado), Elías González Delfino (tenista), Frank Rippa (velerista), Hans Kessemich (velerista). Connel vio como de un momento a otro su vida se derrumbaba con la desaparición de su esposa, tres hijos y ambos suegros y junto con esta cuota del deporte está el dolor de toda la familia nacional. Delio Amado comenzó la entrevista hablando de los posibles problemas que el Látigo decía que podía tener en el campo de entrenamiento de los Gigantes. Luego de la operación en su brazo de lanzar, aún tenía ciertas dudas de cómo le iba a ir en la prueba definitiva. Martínez Morales interviene para alentarlo e Isaías responde con su
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optimismo de siempre: “Estoy muy fuerte. Me siento duro. Pero tengo que empezar poco a poco. Quiero explicarles eso. Que mi trabajo tiene que ser progresivo”. “¿Crees que te quedes con los Gigantes?” “No sé si el comienzo me puede resultar difícil, pero cuando entre en forma debo resultar mejor pitcher que nunca”. El Látigo levantaba la manga derecha de su camisa para mostrar como había fortalecido sus hombros con los ejercicios ordenados por su galeno. Era el producto de una rutina de flexiones que además le daba juego al codo de donde le extrajeron la calcificación. “El doctor me ha tenido apretando tornillos”. El Látigo miraba con una sonrisa irónica al Dr. Martínez. Con esto el médico buscaba que el lanzador recuperara la flexibilidad necesaria para ejecutar adecuadamente la mecánica del pitcher. “En estos casos a los pitchers les queda una tendencia instintiva a los movimientos extraños. Y quiero que recupere sus movimientos naturales”. Martínez Morales explicaba las razones de los ejercicios sugeridos. Por otro lado el Látigo habló también sobre la pequeña decepción que le había dejado la venta de su equipo, el Magallanes, a Valencia. “ Por mi no hay problemas, porque los profesionales somos soldados de las negociaciones de los propietarios. Pero temo que pueda producir un pequeño colapso en la afición, y los fanáticos nuestros han sido nobles. Desde su despacho en el Tribunal Supremo de Justicia conversamos con Jesús Eduardo Cabrera en octubre de 2002. Un hombre de apreciables conocimientos beisboleros que estuvo involucrado en la firma de Isaías Chávez al béisbol profesional organizado. “La última vez que vi al Látigo fue en aquel juego entre estrellas venezolanas y puertorriqueñas efectuado en febrero de 1968 en el estadio Universitario de Caracas. No lo percibí en su mejor forma, me parece que ya el brazo le estaba molestando. Si, dominó cuatro veces a Roberto Clemente. Yo particularmente le notaba un aire de cansancio. Sin embargo seguía mostrando toda la seriedad y esa disposición a dar lo mejor de sí que ilustraba su personalidad”. “Isaías hizo revivir las esperanzas de los aficionados magallaneros, estos habían abandonado el estadio ante las repetidas derrotas que sufrió el equipo ante la realidad de una nómina sin generación de relevo. Cuando el se encaramaba en el montículo, el estadio tenía otro ambiente, había muchísimo más público del que normalmente acudía a cualquier otro partido del Magallanes. Combinaba unas ganas inmensas de competir con un enfoque mental bien equilibrado que le permitía sacar de
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paso a los bateadores. Así contagiaba al resto del equipo que no tenía otra salida que jugar al máximo de sus posibilidades ante tal portento de demostración lanzadora. Es que sabía lo que tenía que hacer y lo realizaba religiosamente sin que nadie se lo estuviera recalcando”. “Guardando las distancias, Francisquito Rodríguez, ese mismo que acaba de hacer estragos en las grandes ligas, me recuerda mucho al Látigo. Por su entereza, porque se faja con todo y guapea con sus mejores pitcheos ante las situaciones más difíciles. Se para ahí, en medio del diamante y lanza sin ningún complejo lo mejor de su repertorio, sin miedo a que le den palos porque coloca la pelota donde quiere”. “Uno o dos días antes de la Nochebuena de 1968 asistimos junto a Isaías a la cena navideña que brindaba el Catire Istúriz a los integrantes de aquel Magallanes de Clarence Gaston, Gustavo Gil, Pat Kelly, Dámaso Blanco, Joe Rudi, Armando Ortiz, Bo Belinsky, Jesús Aristimuño, Walter Hriniak, Sal Campisi, Ron Tompkins y el resto del equipo que ahora no recuerdo. Nos encontramos en el restaurant Don Sancho. El Látigo había estado asistiendo a entrenar con el equipo y luego animaba a sus compañeros desde el dugout. Acuérdate que ese fue el año de la lesión y debió operarse del codo” Roberto Muñoz se recuesta en el porche de su casa de la Fundación Mendoza en Maracay en marzo de 2003, y la mirada se le va hasta los confines de aquella temporada cuando jugó para el equipo del barco y en más de una ocasión remendó las velas con relevos victoriosos. “Que sabrosas estaban esas hallacas. Roberto ¿Por qué no me acompañas a La Castellana un momentico?” El Látigo les deseó Feliz Navidad a sus compañeros magallaneros y se montó en la camioneta verde en que andaba. “¿Y que vamos a buscar a La Castellana Isaías?” Muñoz se encaramó en la camioneta con un plato de dulce de lechosa. “ Ya vas a ver. Ya vas a ver”. El Látigo arrancó el vehículo Willys y una gaita de Simón Díaz empezó a sonar en la radio. Solo rodaron cuatro cuadras. “Espera. Déjame ayudarte”. Roberto se bajó volando de la camioneta para agarrar una parte del árbol de Navidad que Isaías cargaba en sus hombros. “Está bien. Agarra por allá”. Isaías levantó el ornamento festivo y Roberto lo tomó desde la camioneta. “¿Por que no te vienes conmigo al campo de entrenamiento?” Muñoz saldría para Estados Unidos el 19 de Febrero.
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“Es que debo cumplir con el plan de rehabilitación del Dr. Martínez Morales. Debo llegar en las mejores condiciones a los entrenamientos”. El Látigo ajustó el arbolito con un mecate que guardaba detrás de su asiento. “Casi tres meses después estoy escuchando el resumen de noticias en inglés en el hotel y escuché algo relacionado con un accidente en Venezuela donde entre otros había fallecido un lanzador del equipo de Phoenix. Enseguida llamé a Venezuela y mi esposa me confirmó que había sucedido una tragedia e Isaías había muerto en ella. Pasé varios días apesadumbrado por la noticia, me sentía muy mal. Se había ido uno de mis mejores amigos”. Roberto Muñoz sacude la cabeza y trata de encontrar resignación para una jugada de la vida que sigue teniendo algo de indescifrable. “ Yo vi a Isaías el mismo día del accidente, en Maiquetía”. Teodoro Obregón habla vía telefónica la mañana del viernes 24 de octubre de 2003. “Que tal Teodoro”. “Isaías vino hasta el mostrador de Viasa donde me anotaba en lista de espera”. “Que hubo Isaías, ¿cómo te sientes del brazo?” “Muy bien, estoy listo para regresar con todo. ¿Vas a viajar en este vuelo?” “Creo que si”. “Esta muy bueno eso, así tengo alguien con quién conversar en el vuelo”. “Cuando llamaron a abordar el avión yo no había hecho los trámites del equipaje y el pasaporte. Mi puesto se lo dieron a otra persona y me tuve que quedar. Esa mañana nos fuimos a La Trinidad donde vivía mi novia, hoy mi esposa. Ahí disfrutábamos de una parrilla cuando radiaron el primer anuncio del accidente. Decían que un avión regresando de Estados Unidos se había precipitado al piso en el aeropuerto de Maracaibo. Me dije que eso era muy raro porque los vuelos de Estados Unidos no llegaban aquí en la mañana. Más bien salían de aquí. Entonces empecé a temblar y a pensar en el vuelo que había salido de Maiquetía esa mañana”. “Decidí llegarme hasta Chacao en mi carro. No podía quedarme tranquilo hasta comprobar que lo que sospechaba no era verdad”. “Llegué a la casa de Isaías en Chacao y la imagen desoladora de su hermana me dejó sin respiración”. “Pero tu también te ibas en ese vuelo y estás vivo. Dime que Isaías también está vivo”.
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“Mira Willie ya no vamos a compartir más en los Estados Unidos porque yo me voy para Phoenix. De todas formas yo siempre voy a ir a visitarlos a Casa Grande”. El Látigo conversó con Jesús Aristimuño en diciembre de 1968. “Y de verdad no compartimos más, el se fue en ese avión y nunca llegó a Phoenix”. Aristimuño baja la mirada y mira hacia el pavimento en aquel mediodía refulgente de junio de 2002 en Yagua. Luego recuerda como Isaías empezó a llamarlo Willie. “Cuando yo llegué al Magallanes me dieron el número 24. Cuando Isaías me vio con ese uniforme empezó a echarme vaina ‘Cooooño, una güevoná, el número de Willie Mays’. De ahí en adelante siempre me llamó Willie. ‘Epa Willie’ me decía él con toda la efusividad de su vena bromística”. “Aquí están todos los callos que me estaban molestando el codo Willie. Ahora si estoy listo para el equipo grande”. El Látigo se llegó hasta el dugout magallanero una tarde decembrina con un frasco de compota donde exhibía aliviado las calcificaciones que le habían extraído en la intervención quirúrgica. Aristimuño se extrañó de ver al Látigo ponerse el uniforme y salir a correr por los jardines del Universitario. “Mira Isaías, ¿tu no estás recien operado como para ponerte a dar esas carreras?”. “No te preocupes Willie que la operación fue en el brazo y tengo que empezar a ejercitarme para que cuando me toque empezar a soltar el brazo no esté tan fuera de forma”.
Victor Colina, compañero del Látigo en el Magallanes de mediados de los sesenta viaja hacia aquel día aciago desde la sala de su casa una mañana de abril de 2002. “Yo estaba en el Chato Candela, me enteré que había ocurrido un accidente en Maracaibo por un radio que tenían prendido escuchando las carreras de caballos. Al escuchar que entre las víctimas estaba Isaías, agarré la Vespa donde andaba y salí volando para Chacao. En el trayecto ya iba con los nervios alteraos. Cuando llego allá... ese poco e’ gente. Después pasé para la casa y allí me encontré con la mamá de Isaías, el momento era tan escalofriante que no sentía ninguna parte del cuerpo. Nosotros fuimos al entierro en el cementerio del Sur. Mucha gente, fanáticos. Nunca se me van a olvidar las palabras que dijo un general del ejército al momento en que bajaban el féretro. Que palabras tan estremecedoras, nos hicieron quedar en el cementerio hasta que nos quedamos solos y a oscuras”.
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El campo de la Escuela de Béisbol de Cardenales recibía a un equipo de ligas menores. La tribuna estaba llena pero no había juego. Las chaquetas coloradas enjugaban las sonrisas de los chipilines que escuchaban los cánticos y sermones de la Primera Comunión . El acto concluyó y las manifestaciones de cariño y agradecimiento llovían sobre un hombre de cabellos platinados y estatura de gigante. Domingo Carrasquel entregaba su devoción por el béisbol transmitiendo sus conocimientos a los niños, al futuro del país. Ni el sol más ardiente de ese 19 de julio de 2003 en Barquisimeto podía detener su iniciativa. “El Látigo siempre fue un hombre muy disciplinado. En esas temporadas que compartí con él en el Magallanes de mediados de los sesenta siempre era el primero o el segundo que llegaba al terreno. Todavía habemos muchas personas que recordamos al Látigo. Yo lo menciono mucho aquí en la escuelita. Les digo a los muchachos: ‘Mira aquí hubo un pitcher muy entregado al juego. Siempre estaba pendiente de cómo bateaba el contrario. Cuando no lanzaba siempre estaba pendiente de cómo bateaba el contrario. Para que cuando el se enfrentara tener idea de cómo’ pichale’. Un estudioso de su profesión. Por eso alcanzó esa idolatría”.
Ahora empezaban a sonar distinto el tropel de incidentes que ocurrieron en oleadas durante los días anteriores a esa intensa mañana de marzo de 1969. Comenzando por el juego de dominó en que se fajó con sus cuñadas la noche anterior al día de su salida hacía el campo de entrenamiento de los Gigantes de San Francisco. “¡Pero bueno, déjenlo estar con su muchacho. Que va a estar un tiempo sin disfrutarlo!”. La suegra protestó ante la insistencia de sus hijas pero Isaías soltó una frase llena de premonición. “No se preocupen, ya voy a jugar. El niño se lo voy a dejar a ella sola”. Le entregó su hijo a Carmen Elena y tomó asiento porque: “Ahora vamos a ver a quién es que le van a ganar ustedes...” La sonrisa sana y la mirada extraviada se enjuagaron entre el primer barajo. “Nunca lo había visto triste, y esa noche me abrazó fuertemente y lo sentí llorar porque tenía que irse del entorno que tanto amaba. Le dije que se calmara, que aquello era solo por unos meses y que pronto estaríamos juntos de nuevo. Pero el dolor se sentía a través de los latidos de su corazón”. Carmen Elena se levanta para buscar un vaso de agua ese sábado 23 de febrero de 2002. Antes de salir para el aeropuerto pasaron por casa de su hermano Valerio para saludar a la esposa de este que estaba pronta a parir. “Pero Isaías quédate un día más para que veas a tu sobrino que debe venir en las próximas horas”. Su cuñada sabía
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que era difícil lo que pedía, lo veía en esa mirada firme y esa sonrisa casi constante en el rostro de Isaías. Varias horas después el obstetra que atendía el parto se llevó a Valerio fuera del hospital para explicarle con las palabras atragantadas que el avión donde viajaba el Látigo se había precipitado a los pocos instantes de haber despegado de Maracaibo. “Cónchale, se me olvidó el guante en la casa, que buena broma”. Ya el Látigo se aproximaba al aeropuerto en compañía de sus familiares. Su suegra no vaciló en tratar de explotar la excusa para tener a Isaías un día más entre ellos: “¡Pero chico vamos a regresarnos y te vas mañana, en fin un día más no es nada!”. “No, no, yo tengo que irme hoy en ese avión, ya he retrasado mucho este viaje”. El Látigo parecía tan resuelto como en su mejor día sobre el morrito. Sin embargo cuando esperaban por la salida del vuelo no pudo evitar decirle a Carmen Elena: “Dáme a mi muchacho, quiero cargarlo por última vez”. “Este mondongo si está sabroso mamá. No sé como voy a hacer para volver a probarlo”. El Látigo apretó la cuchara en su mano y mordió el metal . No dejaba de aspirar los vapores del exquisito plato. “¿Cómo que no sabes que hacer para probarlo?. Seguro que cuando vuelvas en octubre te voy a preparar otro mondongo tan bueno como este”. La madre de Isaías lo miraba con curiosidad y a la vez preocupación porque notaba cierto aire ausente en la cara de su hijo. “¿Que te pasa Isaías?. Tu no eres así. Donde está ese muchacho tremendo que siempre anda echando broma y buscándole sobrenombres a tus hermanos y amigos”. El Látigo arrancó a caminar hacia el patio de su casa como buscando entre los árboles una rama de donde asirse para no irse al día siguiente. “Doctor, ahora si estoy listo para arrancar para los campos de entrenamiento. Este año si me voy a quedar en San Francisco. Los tres primeros juegos van a ser un su nombre”. Aquel jueves de marzo el Látigo había ido a hacerse su último chequeo luego de haberse operado el brazo de lanzar con el traumatólogo José Domingo Martínez Morales. “Ese día me fui a La Guaira a dar un paseo y ví cuando arrancó un avión a media mañana. Allá vá el Látigo me dije imaginando ese primer juego con los Gigantes de San Francisco el próximo abril”. Esa tarde de febrero de 2001, Martínez Morales lanza visuales quebradas que insisten en llegar a las taquillas de ese juego que esperaba toda Venezuela con expectación. “Se veía con un ánimo inmenso que parecía que se iba a comer la Liga Nacional de las Grandes Ligas . Luego vino esa paralizante noticia del
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accidente y pasé como una hora a un lado de la carretera antes de emprender el regreso a Caracas”. Miguel Chávez habla desde la silla de su lugar de trabajo una tarde de mayo de 2001. Una expresión nostálgica invade su rostro. Todavía recuerda como si fuera ayer a su entrañable hermano, con quién viviera infinitas travesuras y momentos de reflexión en distintas etapas de su vida. “La última vez que vi a Isaías fue el sábado en la noche, en casa de mis padres nos reunimos para hacerle una despedida. Ese domingo no viajé al aeropuerto. Tenía un juego con un equipo de béisbol doble AA. Mi papá también estaba en el estadio y allí fue que nos enteramos de lo que había ocurrido en Maracaibo. A mi me tocó ir junto a mi hermana a reconocer el cuerpo de Isaías y sorprendentemente lo pude hacer sin mayores dificultades. Estaba chamuscado, todo el cuerpo marrón, pero se podían distinguir sus facciones. Lo único que le faltaba era la pierna izquierda, esa que tantas veces levantó hacia el cielo para venir con todo hacia el plato”. Los días previos a su partida al campo de entrenamiento de los Gigantes Isaías practicó varias veces con Miguel.“No Miguel, no me voy a ir ahora. Prefiero aguantarme aquí una semana más para estar completamente a tono cuando llegue a Phoenix. Este mismo año voy a regresar a Grandes Ligas y no van a poder mandarme a AAA de regreso. Voy con todo por un puesto dentro del cuerpo de lanzadores”. Isaías conversó con su hermano. Miguel Chávez marcó un círculo en una pared cercana al solar donde conversaban, la piedra que servía de tiza no dejó un rastro muy nítido. Esto no fue obstáculo para que Isaías levantara el pie izquierdo hasta su cabeza. Lo que zumbó de su brazo fue un trueno que estralló el bloque donde estaba marcada la diana. “Pero bueno Isaías ¿que más a tono quieres ponerte tu? ¡si casi echas abajo ese paredón. Nojo.. chico!”. Miguel no perdía la más mínima ocasión para chancear a su hermano “Es que todavía me falta terminar de sentir el brazo bien suelto para tirar mejor la curva”. El Látigo corrió hacia una mata de mango y se colgó del brazo derecho. “Tu y tu curva, acuérdate que no puedes abusar de ese pitcheo”. Miguel brincó y agarró un apetitoso mango pintón que lo había cautivado desde el trancazo del paredón. Dámaso Blanco su compañero en las ligas menores de la organización de San Francisco también viaja en su máquina del tiempo hasta el doce de marzo de 1969. Muerde una hamburguesa en un McDonald’s de El Paraíso una tarde de marzo de
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2001. “Ese día fui a la embajada americana para retirar la visa. Allí me encontré con Isaías. Esa fue la última vez que hablé con él”. “Prefiero quedarme una semana más Dámaso, quiero practicar un poco más, todavía siento el brazo un poco tenso. Además tengo pendiente ir de cacería con el Mataor y otros amigos”. (El Mataor era un taxista que frecuentaba mucho Chacao y amigo de vieja data del Látigo). “Recuerdo que llegué al campo de entrenamiento, y le pedí al cuida cuarto que me reservara una cama más para Isaías. El domingo me llamó por teléfono Cesar Gutiérrez, que estaba en el equipo grande de los Gigantes, y me dio la noticia. En mi vida había recibido una impresión similar. Lloré desconsoladamente, me quedé esperándolo”. Dámaso Blanco camina con su vista entre la esquina caliente y el morrito. Silba una señal de aliento y se levanta para venir hacia adelante en busca de cualquier batazo que le den al Látigo por los lados de tercera.
Carlos González recuerda a Isaías Chávez desde su escritorio de El Nacional. “Casualmente conocí al Látigo Chávez en un avión. Fuimos a Santo Domingo con el equipo Oriente – hoy Magallanes- a una de las series interligas. Nos llama la atención el muchachito que dormía en una de las butacas aereas, con más aspecto de mascota de equipo, que de lanzador capaz de enfrentarse a los hermanos Alou, a Ricardo Carty, a Manuel Mota, a Vidal Nicolás y a la constelación de importados de Licey, Escogido y Estrellas Orientales”. “Recuerdo que el pitcheo maduro del Oriente era vapuleado en el partido inaugural y se produjo un cambio en la trinchera. La impresión que nos causó el Látigo, el nuevo lanzador, nos quedó grabada. Lanzó tres strikes consecutivos al catcher Merrit Ranew para liquidar la entrada e hicimos un comentario emocionado por la radio sobre el astro que nacía. A partir de entonces el Látigo se convertía en el ídolo prematuro, en imán de taquilla. Al público le gustaba ver al muchachito que lanzaba como un hombre”.
“Isaías, te voy a pedir un favor”. Oswaldo Blanco fue muy amigo del Látigo y aquella semana de mediados de marzo lo había frecuentado mucho. “Ya que te piensas ir el domingo, te voy a agradecer que me lleves un reloj que te va a entregar mi hermano”. Isaías no lo dejó terminar de hablar. “Pero, ¿por qué? Yo no te voy a llevar ningún reloj. Tu te vas a ir conmigo. Quédate conmigo. Vámonos juntos, vámonos juntos”. “No Isaías no puedo. Porque de jueves a domingo significan prácticamente cuatro días de
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atraso. Primero, cuando llegue allá ¿qué excusa le voy a dar a esa gente, segundo yo no le puedo dar chance a ninguno ahí que en esos cuatro días luzca bien y de repente lo están viendo a él porque lució bien esos cuatro días y me va a hacer la situación más difícil a mí”. “Pero quédate chico, di que estabas enfermo, inventa cualquier cosa”. Oswaldo terminó yéndose el jueves muy temprano en la mañana. El reloj estuvo listo para el jueves en la tarde. El domingo en la tarde, luego de haber hecho un partido en la mañana, Oswaldo Blanco descansaba con Ángel Bravo en el campo de entrenamiento de los Medias Blancas de Chicago. En eso llaman por teléfono a Bravo y los gestos y la subida del tono de voz alarmaron a Blanco. “Coño no puede ser, se cayó en Maracaibo el avión donde venía el Látigo Chávez junto a otros deportistas y todo un avión repleto de pasajeros”. Oswaldo Blanco deja correr la mirada 33 años hacia el pasado. Toma un sorbo de café en una fuente de soda de la recta de Las Minas en abril de 2002. “En ese momento se me quedó la mente en blanco. No dije ni pensé una palabra, la impresión fue tan traumática que no pude asimilar la noticia en aquel momento. Solo meses después sentí y lloré la ausencia de ese amigo íntimo, íntegro y valeroso que fue Isaías. Muy pocas personas han llegado a ser amigos míos al nivel que lo fue el Látigo”. Oswaldo continúa rememorando aquellos días de tristeza. “Después fui a Maracaibo, cuando jugué con las Águilas del Zulia. Y fui al aeropuerto para informarme sobre el accidente. Y un muchacho que trabajaba para Viasa me explicó paso por paso todo lo que sucedió ese día. La pista tiene su longitud y hay un punto donde el avión despega. Ellos dicen que el avión estaba sobrecargado. Este muchacho me dice ‘Mira Oswaldo yo...presencié todo’. El dice que el avión arrancó y llegó un punto donde la aeronave tenía que alzar vuelo y no lo hizo. Ahí la gente empezó a angustiarse. Sin embargo el avión despegó más allá del límite. Ese aeropuerto tenía al final de la pista una cerca de alambre de 1,80; 2 metros de alto máximo. Y detrás había un caserío. El avión alzó vuelo tardíamente y chocó contra los cables de electricidad del caserío, entonces la aeronave dio un giro sobre si misma y se precipitó a tierra sobre la punta del fuselaje y con el tren de aterrizaje hacia arriba”.
“ Prendi questa mano, zingara. Dimmi pure che destino avro. (Tómame la mano, gitana. Dime ahora que destino habrá)(31)”. “Extra de Noti Rumbos”. Desde el baño escuché como Felipe se lamentaba repetidamente. “¿Qué pasó Felipe?”. “No puede ser, eso tiene que ser mentira mi hermano”. La inocencia de mis siete años todavía no me dejaba ver lo cruento y crudo de la noticia que salía por la bocina del radio. “¿Qué fue chico, cuéntame?”. “Se mató el Látigo Chávez Alfonsito”. “¿Ese pitcher del que tu y Jesús
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Mario siempre hablan?”. “Si, ya no vamos a poder disfrutar de esos juegazos que lanzaba”. “No, eso no es verdad Felipe. Yo todavía no he escuchado un juego del Látigo. No se puede ir así”. No me había dado cuenta que con la impresión de aquel corrientazo informativo me había salido mojado del baño. “Anda a terminar de bañarte chico. Mira que enchumbaste todo el piso. Si tu mamá llega a venir nos va a formar tremendo pleito”. Me fui cabizbajo a terminar de bañarme, pero ya el ánimo no era el mismo ni la canción del radio sonaba igual. ¡Cataplam! “Que fue esa vaina Alfonsito”. “Es que no me di cuenta y me resbalé con el jabón. Felipe, ¿y como hago yo ahora para ver un juego donde lance el Látigo?”. “Vas a tener que ponerte a buscar periódicos y viejos y unas cuantas revistas Sport Gráfico”. La hematoma de la pierna comenzaba a hincharse, pero por primera vez sentía que había otro dolor más fuerte que el físico. La tristeza caía por cada uno de los agujeros de la regadera. En mi mente sonaban muchos juegos del Magallanes. Me veía en la primera fila del Universitario acelerando los minutos para que el Látigo viniera a enfrentar a los rivales y así ilustrar como es un juego donde el pitcher solo se conoce por referencias de los hermanos. “Siempre ibamos a cazar con Isaías por los lados de Pelelojo o cerca del pueblo de Sosa en Guárico. Íbamos con los Díaz, y otros amigos de Chacao. Como a los cinco días del accidente regresamos al Rincón de Paya, donde confluyen el río Guárico y el Paya. Estábamos preparando un sancocho el papá de los Díaz, Carlitos, Mataor, CunCun. Y empezamos a hablá de Isaías, de los juegos de pelota y las bromas que le gustaba echar. Las voces se fueron acallando una a una. A medida que cada uno de nosotros volteó hacia el lugar donde Isaías guindaba su hamaca cuando iba a cazar emergió una virgen con un rostro de serenidad que nos dejó la carne de gallina. Le pregunté a todos los presentes si veían lo mismo que yo y todos asintieron con la mirada adherida hacia las matas donde Isaías colgaba su hamaca. Cada vez que recuerdo o refiero esta experiencia siento que toda la piel se me eriza”. José González, amigo de la infancia y junventud de Isaías habla a través del hilo telefónico en septiembre de 2004. Referencias musicales: Página 371: (31) Zingara. E. Ricardi – L. Albertelli.
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Detalles del Accidente: Fecha: 16 de marzo de 1969 Hora: 12:00 mediodía Lugar: Maracaiba. Zulia. Venezuela Aerolínea: Venezolana Internacional de Aviación S.A. Vuelo: 742 AC Type: McDonnell Douglas DC-9-32 Registro: YV-C-AVD cn / In : 47243 Carga: 84 (74 pasajeros, 10 tripulantes) Muertos: 84 (74 pasajeros, 10 tripulantes) Ground: 70 Sumario: Segundos después del despegue el avión chocó contra unos cables de alta tensión y se precipitó contra unas casas en el sector La Trinidad de la ciudad. Los cálculos del despegue se realizaron a partir de información erronea. El sensor de temperatura falló a lo largo de la pista. Nestor Isaías Chávez Silva, el pitcher de los Gigantes de San Francisco dejó de existir en el accidente. Fuente: www.planecrashinfo.com
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i.- Noveno profundo “… y cuando vamos para el cierre del noveno inning aquí les dejo la narración de Delio Amado León”. “Sale el Látigo Chávez a tomar su turno con el madero”. “De verdad pensaba que Napoleón Reyes iba a traer un emergente por Isaías..” “Lanza Seguí, estraik cantado el segundo”. “Mira Delio por allá está el niño que se lanzó el campo forcejeando con la mamá. Tiene una mano pegada a la baranda de la tribuna y no se quiere despegar”. “Viene el lanzamiento. Allá va un batazo largo hacia lo más profundo del jardín izquierdo. Tovar corre hacia la cerca. La bola se va, se va, se va…joooooonroooooon de Isaías Chávez. Ahí va el Látigo dándole la vuelta al cuadro. Magallanes deja sobre la grama del Universitario al Caracas. Isaías pisa la goma. Los aficionados lo levantan en hombros…”
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Epílogo Regresé a Los Teques cerca de la medianoche. Dejé mi libreta de apuntes sobre la mesa y entré a la ducha. Pasé un momento por el cuarto y besé a Carina. El sueño solo la dejó decir dos palabras. “Mañana hablamos”. Recosté la cabeza en la almohada. Clac, clac, clac. Un sonido metálico rasgó la oscuridad. Me levanté. Asomé la cara detrás de la esquina de la pared que comunica el comedor con la sala. En la ventana del balcón destellaba un número veinticinco sobre un fondo blanco. La figura de un hombre de de 1 metro 85 se volteó. El corazón subió a mil latidos. La piel hervía en erizos cuando pude divisar un barco navegando en el círculo azul del lado izquierdo del pecho del uniforme blanco. Traté de escabullirme hacia el cuarto. El aluminio de los spikes chirrió en las baldosas del piso. “No te vayas”. Volví a asomar la cara detrás de la pared. Unos rayos de luna describieron las facciones del hombre. Se había sentado en la mecedora de apamate. Me fui acercando al balcón. “¿Quién es usted?” “Vine a darte las gracias por el libro. Es grato saber que todavía se acuerdan de uno. A pesar de que todavía faltaban muchos juegos por lanzar”. Un sudor frío corrió por mis sienes. “Usted, usted….” “Si. Yo soy el Látigo. Ya se que estoy muerto pero aquí me tienes hablando contigo. De verdad me emocionó mucho ese jonrón que inventaste para dejar en el campo al Caracas. Eso nunca lo imaginé pero te confieso que lo hubiera disfrutado tanto o más que como lo describiste. Quiero que le digas a Nestor que me siento muy orgulloso de él. Siempre estoy por ahí cerca de donde está. Sobre todo cuando anda con mis nietos Isaías y Sabrina. A Carmen Elena le quiero cantar: Mujer, si puedes tú con Dios hablar. Pregúntale si yo alguna vez, te he dejado de adorar…(32)” Abrí los ojos con un suspiro de sobresalto. Corrí con las piernas hechas gelatina. En la puerta del cuarto hice el intento de regresar. La curiosida me llevó a empellones hacia la sala. Cuando miré hacia el balcón un escalofrío electrizó mis sentidos. Sobre la mecedora de apamate estaba la camiseta número 25 del Magallanes, sobre ella había un guante con una pelota en su interior. En el piso descansaban un par de zapatos con ganchos de aluminio.
Referencias musicales: Página 374 : (32) Perfidia. Alberto Domínguez Borras.
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Cronología - 06 de julio de 1945. Nace Nestor Isaías Chávez Silva en la calle Las Mercedes de Chacao. Miranda. Venezuela. Es el quinto de siete hijos (Marilú, Gladys, Zaira, Valerio, Isaías, Miguel y Jesús) que conforman el hogar de Sebastián Chávez y Carmen Silva. - 04 de septiembre de 1962. Hace su primera aparición con la novena del Distrito Federal en el V Campeonato Nacional de Béisbol Juvenil de Maracaibo. - 07 de julio de 1963. Gana el juego con el cual el equipo del MOP se titula campeón del torneo juvenil distrital. - 16 de julio de 1963. Aprueba el tercer año de bachillerato en el Liceo Fernando Peñalver de Bello Campo. - 13 de agosto de 1963. Pierde 6-3 ante Nueva Esparta en un juego de 13 episodios del VI Campeonato Nacional de Béisbol Juvenil en Margarita. Se detiene una seguidilla de 17 victorias que Isaías había comenzado en la inauguración del campeonato distrital de 1962. Al día siguiente Distrito Federal se titula campeón. - 26 de noviembre de 1963. Firma contrato para jugar Béisbol Profesional con Orientales. - 03 de diciembre de 1963. Debuta con Orientales en juego versus La Guaira. Relevó en el 9° inning. La Guaira 9 Orientales 8. - 05 de diciembre de 1964. Alcanza su primera victoria y primer juego completo en un juego donde Magallanes venció a La Guaira 11-1. - 27 de diciembre de 1964. Logra su primer triunfo ante el Caracas con pizarra de 5-1. - Enero de 1965. Recibe el premio “Novato del Año” de la Liga Venezolana de Béisbol. - 26 de enero de 1965. Refuerza a La Guaira en la final de la temporada 64-65. - 18 de agosto de 1965. Impone una marca de 17 juegos completos seguidos jugando para los Comodoros de Decatur en la Midwest League (A). - Agosto de 1965. Encabeza a los lanzadores de la Midweste League (A) en juegos completos (20), juegos iniciados (23) y blanqueos (7). - 04 de diciembre de 1965. Propina su primer blanqueo en la Liga Venezolana al vencer a Lara 11-0.
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- 05 de enero de 1966. Derrota a Steve Hargan en duelo de pitcheo. Magallanes 2 Valencia 1. - 04 de febrero de 1966. Refuerza al Valencia Industriales en la final de la temporada 65-66. - 20 de noviembre de 1966. Blanquea a los Tigres 2-0 en Maracay. Apenas permite 2 imparables. - 28 de enero de 1967. Refuerza al Valencia en la semifinal de la temporada 66-67. - 04 de febrero de 1967. Refuerza a La Guaira en la final de la 66-67. - 10 de febrero de 1967. Contrae matrimonio con Carmen Elena Von Der Brelje. - 25 de junio de 1967. Lanza por el Waterbury (Eastern League) y derrota al York 2-1 en trabajo completo de 10 episodios. - 09 de septiembre de 1967. Debuta en la Gran Carpa al relevar en el séptimo inning de un juego de San Francisco vs Chicago. - 30 de septiembre de 1967. Alcanza su primera victoria en las Grandes ligas en trabajo de relevo ante los Filis de Filadelfia. San Francisco 1 Filadelfia 0. - 14 de octubre de 1967. Blanquea a los Tiburones de La Guaira en victoria del Magallanes 2-0. Sólo permitió 4 imparables. - 28 de octubre de 1967. Se bate a sangre y fuego contra Roberto Muñoz y sale airoso en el juego que Magallanes le gana al Valencia 1-0. - 18 de enero de 1968. Refuerza al Caracas en la final de la temporada 67-68. - 23 de enero de 1968. Impone una marca para juegos de play off al retirar 25 bateadores del Valencia en fila. Solo permitió un hit en la victoria del Caracas 3-0. - 29 de enero de 1968. Nace Nestor Isaías Chávez Von Der Brelje. - 10 de octubre de 1968. El traumatólogo José Martínez Morales diagnostica depósitos de calcio en el codo derecho de Isaías y propone tratamiento médico. - 10 de enero de 1969. Martínez Morales extirpa los depósitos de calcio del codo derecho de Isaías Chávez. - 16 de marzo de 1969. Isaías Chávez fallece en un accidente aereo en la ciudad de Maracaibo junto a la totalidad de los pasajeros.
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Bibliografía
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THORN John, PALMER Pete,
Gershman Michael, Pietrusza David. Total Baseball. Total Sports. New York, USA.1999. 2538 p. -
GUTIÉRREZ Daniel, ÁLVAREZ
Efraim, GUTIÉRREZ Daniel (h). La Enciclopedia del Béisbol en Venezuela. Tomo II. Fondo Editorial Cárdenas Lares. Caracas.1997. 557 p. -
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GÓMEZ Richard. Campeones.
Las Series Finales del Béisbol Profesional Venezolano. Fondo Editorial Cárdenas Lares. Caracas. 1997. 291 p.
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Fuentes Hemerográficas -
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Diario Meridiano
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Diario La República
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Revista Sport Gráfico
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Revista Baseball Digest
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Revista Selecciones (Reader’s
Digest) -
baseballlibrary.com
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retrosheet.com
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The Sporting News.com
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Midwestleague.com
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Anuarios de la Liga de
Anotadores -
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2.- Valdespino 3.- Halcones 4.- Los retrecheros 5.- Vacaciones en Tacarigua 6.- Los Celis 7.- Liceo Fernando Peñalver 8.- Campeonato Nacional Juvenil 1962 9.- Seguidilla 10.- Margarita
II.- MAGALLANES (1963-1967) 11.- Orientales 12.- Decatur 13.- Navegantes 14.- Diecisiete completos seguidos 15.- Duelo de pitcheo ante Steve Hargan 16.- Phoenix 17.- Tigres anestesiados 18.- Waterbury III.- SAN FRANCISCO (1967-1969) 19.- If you are going… 20.- Toma y dame con Roberto Muñoz 21.- Arizona 22.- Codo adolorido 23.- Operación 24.- Rehabilitación Epílogo 25.- Los juegos que el destino se robó
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