v Kupi ~¡J.fuv, 6, 23c). Una mirada retrospectiva al análisis realizado permite comprobar tanto la legitimidad como la utilidad de la aplicación del código actancial al estudio de Rom. 6. Las figuras de los diversos actantes aparecen perfectamente definidas en sus funciones, con la sola peculiaridad presentada por el actante destinatario, que sincretiza en un mismo actor las funciones propias de destinatario y sujeto, si bien esta última función la desarrolla en estrecha dependencia del sujeto principal. La posibilidad de que la dinámica operativa del destinatario-sujeto pueda culminar no en la consecución del objeto o valor último sino en resultado negativo o contravalor, como expresamente se señala en 6, 23, es una prueba plástica de la peculiaridad que el estatuto ético-teológico introduce en el modelo actancial tal como suele ser aplicado en la narrativa. El éxito de la empresa está garantizado a nivel de estructura colectiva en cuanto tal, por cuanto la voluntad del mitente tiene carácter performante absoluto y la eficacia del actante sujeto es también absoluta en sentido paradigmático. Pero a nivel sintagmático, donde cada unidad partitiva está llamada a representar una función operativa específica, lo absoluto se combina necesariamente con lo condicional e hipotético. La entrada en juego de los actantes auxiliares y oponentes desencadena un conflicto de fuerzas antagónicas cuya resolución definitiva depende fundamentalmente de la opción concreta del destinatario. De ahí el realismo y a la vez el dramatismo del imperativo que polariza el discurso (cfr. 6, 12-13.19). En la resolución positiva el destinatario no juega, sin embargo, en solitario, sino como unidad partitiva de la estructura organizada por el Padre ; Dios es quien establece el sistema de coordenadas por las que ésta se ha de regir y la sostiene continuamente con su impulso. Y a Dios revierte en definitiva el resultado final del proyecto : la vida que obtiene ó¡totÓl¡ta"Ct -roü &avá1:ou ... ) permite comprender el verdadero sentido de la dinámica simbólica, que no se sitúa en el nivel de interpretación mítica o de confusión entre símbolo y cosa simbolizada, sino en la neta distinción de ambos elementos, poniendo el acento no en la mediación sino en el referente o cosa simbolizada. 105 Por esta vía procede la argumentación paulina. El evento salvífico -referente fundamental de la argumentación simbólica y de la metafórica~ desencadena un dinamismo de muerte-vida que .se sitúa primariamente en la esfera de la implicación ético-religiosa. Sólo así tienen adecuada explicación tanto el cambio de niveles (del inmediatamente histórico al ético, cfr. 6, 4: 'lva o}a1tEp f¡¡Ép&r¡ Xpta"Có~ •• oü-rro~ xai i¡¡tEt~ .• 1tepmaci¡aro¡tEv) como el cambio de aspecto en las formas verbales (sucesión de formas en aoristo indicativo y en subjuntivo final, es decir, sucesión de los aspectos real y virtual). Por lo que se refiere a la dialéctica símbolo-cosa simbolizada Pablo parece aceptar el nexo interno que rige la relación general significantesignificado, como, por lo demás, era principio común en la interpretación del simbolismo de los cultos mistéricos. La vigencia de este automatismo simbólico del bautismo aparece con suficiente claridad en las expresiones de carácter categórico y universal: oaot &~a'lt"'Ctcr&r¡¡tEV El~ Xpta"CÓv... El~ "'CO"J &áva1:ov &~a'lt"Cta&r¡¡tEv (6, 3) y a continuación auvEcá
ESTRUGrURACiúN A NIVEL DE EXPRESióN FORMAL
69
no- una centralidad al sintagma del v. 13b (de hecho le preceden tres sintagmas y le siguen otros tres). Esta centralidad viene reforzada por el sistema paralelístico que desde ambos flancos crean los sintagmas 13a y 13c: (.I.'Yjae 'ltaptcnrivEn
1:d (.I.Él'Yj Ú(.I.&V o'ltla datx1a¡;
dll.d 'ltapacn~cra'tE Éao'too¡; xat
•ií
á.(.l.ap•1q.
't
'tcl (.I.Ék'Yj Ú(.I.Ó>Y o'lt),a atxatoaÓY'Yji; 1:
No quisiéramos dejar sin resaltar un rasgo formal que puede ser revelador de la concentración teológica operada en este sintagma. Nos referimos a la posición central que dentro del mismo y en sucesión inmediata ocupan los sujetos personales Éao'too¡;-'t
(6, 15-23)
C)
SECUENCIA SEGUNDA
a)
Perícopa introductoria (6, 15)
La secuencia segunda se une literariamente a la primera a través de la frase-grapa ou ¡dp Ecr(.I.E\1 Ú'ltO VÓ(.I.O'I dUd Ú'ltO xriptv (lSa; cfr. 15b) que viene recogida en la frase que explicita y concreta la pregunta ,¡ o5v que abre la secuencia. A primera vista puede parecer extraño que tras la formulación asertiva de 6, 14a, que proclamaba la no-existencia del reinado de la á(.l.ap•1a se introduzca ahora una nueva objeción centrada precisamente sobre la licitud del pecado, y aduciendo como base de la misma lo ya formulado en el aserto negativo (el no estar bajo el reinado de la ley sino de la gracia). Examinando, sin embargo, de cerca el texto se advierte que no son idénticos los términos en que el problema se plantea en uno y otro caso :
70
L. ALVAREZ VERDES
6, 14:
á(J.ap'ttfl rdp ÚflÍÍlV Oll XtlpteÓaet oü 1áp ea'te üxo vóflov dA.A.ci üxo xáptv. Ó'tt oüx EIJ(J.EV úxo VÓ(J.OV úxo xáptV;
ana
En 6, 14 el verbo es un futuro asertivo: niega que el pecado siga ejerciendo su reinado sobre el cristiano (ú(J.fuv), En 6, 15 el verbo tiene la forma de presente deliberativo y se proyecta sobre la licitud de la praxis concreta de pecado. b) Sección A (6, 16-19)
Al fl~ révono que rechaza de forma lacónica la viabilidad de la hipótesis presentada, sigue la demostración, que arranca con la interrogación introductoria "oüx 'ltaan; ". La frase-ó'tt que sigue inmediatamente ofrece no pequeñas dificultades de carácter sintáctico, que repercuten en la estructuración de la misma y, a través de ésta, en la estructura de las perícopas siguientes. O. Michel propone tres posibles formas de interpretar el relativo iji del segundo colon (que es donde radica la mayor dificultad): a) la frase-iji es simplemente reasuntiva (="a aquél, por tanto, a quien obedecéis"), b) equivale en forma abreviada a la expresión "y a él debéis obedecer", 3) equivale a la expresión atci 'toiho Ó'tt (=precisamente porque obedecéis); 39 en la traducción, sin embargo, que O. Michel ofrece del texto adopta la expresión "so dass ihr ihm gehorchen musst". Todas estas interpretaciones suponen que la "coma" deba colocarse después de aou'A.o[ ean. Por nuestra parte preferimos mantener la 'coma'' detrás de úxaxo~v, como lo hacen las ediciones críticas del NT (Von Soden, Merk, Aland, Bover, etc.). De esta manera queda como frase principal aou'A.o[ EIJ'te iji úxaxoÓE'tE, mientras que la primera parte adquiere carácter epexegético. La estructura ofrece así un paralelismo sinonímico quiástlco: ABB'A' iji xapta'táven Éau'tooc; aoóA.ouc; etc; aou'A.o[ ean
úxaxo~v,
iji úxaxoóeu. 39
O.
MICHEL,
Der Brief an die Romer, 211, nt. 3.
ESTRUCTURACióN A NIVEL DE EXPRESióN FORMAL
71
La repetición de los lexemas Ú1taxoóm-Ú1taxol¡ en el sintagma predicativa! de la prótasis y en el de la apódosis, que desde el punto de vista formal puede parecer una tautología, se encuadra perfectamente en el estilo paulino de retornar sobre un mismo término al que se le quiere dar una función rlevante. De hecho ú~axoóm-Ú'Itdxo~ aparece treS veces en esta perícopa, y retorna una cuarta vez en la siguiente. Se advierte en el uso de este término una evolución a nivel sintáctico que conlleva una evolución de carácter semántico : Ú1taxo~ aparece en el primer colon como simple referente final del sintagma predicativa! ; en el segundo ocupa ya el puesto de sintagma verbal: cp Ú1taxoóen; en su tercera reaparición (lí'tot ••• Ú'ltaxo'ij¡; ¡;:¡¡; atxatoaÓV'IjV) aparece en el sintagma predicativa} como referente inmediato y subjetivado que funda el sintagma final e!c; atxatOaÓVljV. En 6, 17 recupera su papel central en su condición de sintagma verbal ( Ú1tljxoóaan ae). Por otra parte, mientras en los dos primeros casos los lexemas Ú'ltaxo~-Ú'ltaxoóetv forman parte de una estructura paralelística de carácter sinonímico de contenido semántico neutro (la afirmación es de carácter. general y puede, por tanto, desdoblarse, como se hace a continuación, sea en dirección negativa sea en dirección positiva), en los dos casos restantes entran a formar parte de-un sistema paralelístico antitético : lí'tot 't'ijc; áp.ap'ttac; /lí'tot 't'ijc; Ú'ltaxo;¡c; (6, 16d); 7¡n aoüA.ot 'ti¡c; á¡J.ap'ttac; 1Ú1t'lptoóaa'tE etc; ••• 'tÓ'ltov ataax'ijc; {6, 17ab); de esta manera la Ú1taxo~ deja su neutralidad sintáctica y semántica para tomar posición del lado positivo, en antítesis con la á¡J.ap't[a. La primera perícopa se mantiene, pues, en la formulación principia}, desdoblándose el sintagma predicativa! en una antítesis disyuntiva lí'tot á¡J.ap'ttac; etc; 3áva'tOV
1¡
Ú'ltaXO~c; e!c; atxatoavóy¡v.
La segunda frase- 6'tt viene introducida por la formulación característica de la acción de gracias. 40 El estilo de acción de gracias hace que la frase adquiera una función hipotáctica causal. La prolongación, en frase relativa, del segundo colon ofrece la peculiaridad sintáctica de que el antecedente del relativo es atraído al interior de la frase de relativo, asumiendo el CasO de éste: e!c; OV 1tapeaóth¡n 'tÓ'ltOV ataax'ijc; = 'tÓ'lt
40 Cfr. H. ScBLIER, Der Romerbrief, 207. La misma fórmula se puede ver en Rom 7, 25; 1 Cor 15, 57; 2 Cor 2, 14; 8, 16, etc ... 41 Cfr. BLASS-DEBRUNNER-FUNK, A Greek Grammar, n. 294; M. ZERWICK, Graecitas biblica, n.o 18. No nos parece aceptable la lectura presentada por algunos autores: úm¡xoóaa"te ele; "tov "tÓ1tov "t'!íc; llLllax~c; 8v 1tQpelldlh¡"ts , suponiendo para 8v 1t apelló b 71 u una construcción pasiva personal, semejante al o e1tlau~l}r¡v e¡w
72
. L. ALVAREZ VERDES
La estructura de la perícopa es diversa según se la considere desde la perspectiva de 6, 16ab o desde la perspectiva de 6, 16cd. En el segundo caso, la antítesis áJiap't(a-Ú'Itaxoi¡ de 6, 16cd obligaría a organizar la estructura de 6, 17 partiendo de los términos 'tjj<; áJiap'ttac;fÚ'ltljXoóaan. obteniendo así una estructura de paralelismo antitético. Si, en cambio, se pone el
de Tito 1, 3·. La dificultad de tal interpretación no la vemos tanto desde el punto de vista del verbo r.apa!lGlovat sino desde la construcción ór.ax'>Úel\1 el; que si bien se encuentra documentada entre los autores griegos no sucede lo mismo en el N. T. en donde la construcción normal es fi1roxo6:tv 'tt"t (Cfr. He 6, 7; Rom 6, 12.16.; 10, 16; 2 Th 1, 8; 3, 4. Por la misma razón nos parece poco probable la lectura de A. SEEBERG (Der Katechismus der Urchristenheit, Leipzig 1903, 3ss): e!~ -cov -cú1tov ti¡~ !lt!lax7¡c; oc; 'lt:apé!lolh¡ fip.iv ya que parte de la construcción Ó1taxOÚel\l eic; . Otras lecturas dejan intacta la construcción gramatical (atracción del relativo), pero ven en la expresión el; 8v una forma apocopada de ele; olí -c7¡v ¡uz!l-~:Jtv = para el aprendizaje de cuyo contenido fuimos entregados. Tal es la opinión de A. FRIDRICHSF.N, quien se apoya en una inscripción del tiempo de los nabateos encontrada en la parte oriental de Jordania ("Exegetisches zum N. T.", Coniect Neot 7 (1942) 6-8). Sobre este versículo se han ofrecido las más diversas interpretaciones, pero todas ellas parten de una estructura sintáctica reductible a los modelos anteriormente expuestos. Cfr. H. LIETZMANN, An die R'omer (HNT 8), Tübingen 41933, J. KÜRZINGER, "T6r.oc; !lt1lax7¡c; und der Sinn von Rom 6, 17 ss." Bib 39 (1958) 156-176; H. GREEVEN, "Propheten, Lehrer, Vorsteher bei Paulus", ZNW 44 (1952-1953) 1-43, espec. ------.t.21, O. Kuss, Der Romerbrief, 386-390; N, G.liUMANN, Taufe und Ethik, 94-97; H. Scm.IER, Der Romerbrief, 208-210. Una interpretación que va más allá de las palabras y que afecta seriamente a la estructura es la presentada por R. Bultmann: se trataría de eliminar, como glosa, el v. 17b, ya que, en su opinión, las expresiones h xapll{ac; y -có1ro~ llt!lax7¡c; serían "unpaulinisch", y, por otra parte, la estructura quedaría perfecta uniendo directamente los vv. 17a y 18. Bultmann habla de 17b como de "stupiden Zwischensatz eines Glossators" que ha rebajado el significado profundo del Íi'lraxoúetv al de simple aceptación de la doctrina dada por Pablo. Desde el punto de vista estructural creemos, sin embargo, que la tesis de Bultmann carece de fundamento. Pablo procede en Rom. 6 por binas antitéticas (y algunas veces por binas sinonímicas). En esta misma sección (Rom 6, 16-18) la estructura actual binaria es clara (sucesión de bina sinonímica y triple bina antitética). Suprimiendo el v. 17b, la última perícopa constaría de tres colon - el 1.0 y 3.0 paralelos: Y, -ce llfJül.m -c7¡c; áp.ap-c{ac; 1 H.eo&epwltév'te; 1JS rbto -c7jc; áp.ap-c{ac; 1 e~ool..óJ&r¡'te •lí lltxatoaÚ\I'{j. Con ello nos encontraríamos ante tres consecuencias incongruentes de· orden estructural: a) rotura del sistema binario empleado en esta sección; b) eliminación en la antítesis del motivo fi'lrax'>~ que se contraponía antitéticamente a lloükot e1vat, e) deformación de la bina el..eull-epwll-év'tEc; d'lt:o 't7¡c; áp.ap-cia~ 1 ell'>ol..w&r¡n 'tlj ~txawaúvn que en las tres secciones (cfr. 6, 18.20.22) aperece como fórmula de contextura propia, mientras que aquí se vería integrada en una estructura trimembre. Por otra parte, el úr.axoúetv -clj lltaaxlí viene exigido a nivel tanto formal como semántico: el cuestionamiento inicial áp.ap't~awp.ev ó-ct ... tenía como referente etiológico el O'tt o~x lap.ev o1ro vóp.ov. Ahora bien, el vóp.o~ tiene vigencia o no en cuanto la tienen o no los "preceptos" que lo constituyen. La respuesta de Pablo al cuestionamiento propuesto se estructura literariamente sobre el transfert (no supresión) de la ÍiltaxfJ~. Resulta, pues,
ESTRUCTURACióN A NIVEL DE EXPRESióN FORMAL
73
v. 17 en relación con 16ab los términos que presiden la estructuración son ~"t:E ?Joi.íA.ot-Ú'ltr¡xoúcran. Desde la perspectiva de 6, 16ab el término Ó'ltaxoÚEt\1 tiene significación neutra, lo mismo que ?Joi.íA.ot el\lat. A diferencia de lo que sucederá con ÚT.axoi¡ en 16d (cuyo sentido es exclusivamente positivo). En 6, 16ab se afirma la relación interna entre ?Joi.íA.oc; elvat e Ó'ltaxoúm; vista desde esta perspectiva, la estructura de 6, 17 debe considerarse primordialmente como un paralelismo sinonímico, lo cual no excluye que en el interior de la estructura funcionen otras antítesis concretas (cfr.áf.!.ap"t1a-"t:ú'ltoc; ataax~c;). La proximidad inmediata de 6, 16cd y 6, 17 podría aconsejar el primer tipo de estructura descrito. Creemos, sin embargo, más acertado estructurar 6, 17 desde la perspectiva del vers. 6, 16ab. La distancia que los separa no crea problema especial ya que en rigor 6, 16ab es la frase principal inmediatamente anterior a 6, 17 (16cd es simple prolongación explicativa de 16ab). Por otra parte, ningún índice gramatical permite ver en el Ú1tr¡xoúcra1:E de 6, 17 sentido exclusivamente positivo, antitético a áf.!.ap1:la. Tiene más bien sentido neutro (como en 16b). La positividad la obtiene en 6, 17 en virtud del referente ("t:Ú'ltoc; ?ltaaxijc; ... Etc; ov 'ltapEM&r¡"t:E ). De acuerdo con lo expuesto la estructura del v. 17 ofrecería el esquema q(AB A'zB'):
1:1¡c; !Íf.!.ap"t(ac; Ú'lt7jXOÚaa"t:E ae ex xapa\ac; Etc; ov iapEaó&r¡n "t:Ú'lt0\1 ataax~c;. La perícopa del v. 18 aparece estructuralmente como prolongación del v. 17. Ateniéndonos al texto que nos ofrece la crítica textual y no a la hipotética reconstrucción avanzada por R. Bultmann, 42 el colon 18b lógico que Pablo, al negar la fln:axo~ al vó¡J.o~ presente el referente concreto de la nueva ún:axo~ que excluye el pecado. Si hubiera, pues, que atribuir a un "glosista" la introducción del v. 17b que responde a esta problemática, habría que decir, por lo menos, que no era "un estúpido" como afirma Bultmann ("Glossen in Romerbrief", ThLZ 72 (1947) 197-202). La tesis de Bultmann es aceptada por G. BoRNKAMM, "Taufe und Neues Leben", 48, nt. 28; 0. MICHEL, o. c., 212; E. FUCHS, Die Freiheit des Glaubens. Romer 5-8 ausgelegt (BeTH 14), München 1949; N. GXuMANN, Taufe und Ethik, 96 ("Bultmanns Erklarung scheint mir damit die plausibelste zu sein"); Cfr. H. SAHLIN, "Einige Textemendationem zum Romerbrief" ThZ 9 (1933) 92-100. 42 R. BuLTMANN, "Glossen im Rtimerbrief", ThLZ 72 (1947) 197-202. La tesis bultmaniana obtiene una respuesta no menos contundente a partir de la nueva
74
L. ÁLVAREZ VERDES
(~aouA.illlh¡-tE -cjj atxatocróv~) forma paralelismo antitético con ~A.cu&Epru&évn<; aE a1to -c'Y¡c; áf1ap-c1ac; (18a), entrando en juego primariamente la antítesis &A.Eu&Epru&énEc;-aouA.ru&évnc; y después á¡lap-c1a-atxawcróvr¡, de acuerdo· con el
esquema AB A'B' :
La estrecha unidad de 6, 18 y 6, 17 se pone de relieve en la sucesión de los verbos ~"CE aoüA.ot-{mr¡xoócra-cE (~A.Eu&epru&ÉnE<;)-Ea(¡uA.ill&r¡-cE. La irrupción del o1tr¡xoócrau es lo que desencadena el cambio de tipo de servicio: del servicio representado por ~-cE aoüA.ot al servicio representado por ~aou A.ill&r¡-cE. Este cambio viene descrito en términos de liberación ( &A.Eu&Epru&énEc;). La liberación queda así encuadrada entre dos polos, que representan dos tipos de servicio ; no es, por tanto, un concepto absoluto. Por la línea del referente del servicio figura la antítesis áf1ap-c1a-alltatocróvr¡, quedando así reorientada la antítesis en sus términos propios tras las formulaciones no tan coherentes de 16cd (á¡.t.ap-c[a-{maxof¡) y de 17bc (áf1ap-c[a--cÓ7tov ataax'Y¡c;). De hecho el término atxatocr6vr¡ será el que figure en las siguientes antítesis frente a la á¡.t.ap-c[a, hasta ser sustituido en sentido personalizante por el término &Eóc; (22b.23b). La perícopa 6, 19, debido sobre todo a la presencia del verbo A.é¡ru, tiene una especial función estructurante. El verbo A.é¡ru recuerda en cierta hipótesis propuesta por U. BoRsE en su artículo "'Abbild der Lehre' (Rom 6, 17) im Kontext", BZ 12 (1968) 95-103. El autor ve en el texto la siguiente estructura: 17b: situación antigua de servicio al pecado: ÍÍ'tt ~'t:€ 1loú}.ot 1:7j~ áp.ap1:ta~; 18b: ulterior precisación de la situación antigua: Ó1n¡xouaan ¡¡~ h xap1l{ac, de; ov n:ape1ló&r¡1:e 1:Ún:ov 1lt1laxijc,. Viene a continuación la enunciación del cambio de la situación antigua en el v. 18a: e}.w&spwlHn
ESTRUCTURACióN A NIVEL DE EXPRESióN FORMAL
75
manera al verbootaa-re (v. 16) y a la expresión xápu; -r
n.
332. M.
ZERWICK,
Grae-
L ALVAREZ VERDES
76
La estructura interna de 6, 19cd presenta el esquema q(ABC) q(ABC'):
-c-r.¡ dx.a&apcr1rt xai
'ti,j ávop.t!f ofhro~
El~
dvop.[av
vüv
'ti,j
atl(lllOOU\I'Y¡J El<;
á-
')'ltlClfl.Ó\1.
El paralelismo de la perícopa es perfecto en todos sus miembros, a excepción del referente, que en el primer colon presenta una prolongación: xai 'ti,j dvop.t!f (e1~ dvop.[av ). 44 El carácter apendicular de esta expresión, que posiblemente se deba a reminiscencias de un_ código de vicios y a un afán de paralelismo, fue notado ya por los testimonios antiguos del texto, algunos de los cuales la omiten en parte (cfr. B pesch Efrén, Tertuliano, quienes omiten e1~ 't~v dvop.íav ). 45 Quizá se deba también a la reminiscencia del código de vicios la variantedxa&apcr[aen vez de áp.ap'tta (en el pasaje paralelo de 6, 13 se registraba ya junto a áp.ap'tta el término aatxia). e) Sección B (6, 20-23)
La sección es introducida por la expresión o'tE ¡rlp aouA.ot f¡'tE 't~<; que recuerda el ~'tE aoüA.ot 't~<; áp.ap'tia~ de 17b. La presencia de la partícula ¡áp indica el carácter explicativo-demostrativo que la nueva sección va a tener con relación a la precedente y, más en concreto, con relación al imperativo 1tapao't~oa'tE (6, 19c) que constituía su culminación. La perícopa 6, 20 tiene, pues, la finalidad de servir de enlace áp.ap'tia~.
44 En rigor la expresión 1:~ dvol-'/q el; dvQp.t(lv es un semitismo que no implica connotación evolutiva, sino que sirve sólo de refuerzo literario (cfr. Jer 9, 2 h xaxwv d~ xaxd; Sal 83, 8: ex llovdi-'EW~ •k llóvap.tv). En el N. T. además de Rom 1, 17 (ex 7t:Únew~ ele 'lttcrnv) cfr. 2 Cor 2, 16; 3, 18; 4, 17). Cfr. A. FRIDRICHSEN, "Aus Glauben zu Glauben: Rom 1, 17", ConiectNeot 12 (1948) 54. 45 SAHLIN, "Einige Textemendationen zu Romerbrief", ibídem.. El autor califica la expresi{)n como "ein pedantisches Streben des Kopisten nach formeller Symetrie".
ESTRUCTURACióN A NIVEL DE EXPRESióN FORMAL
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con el desarrollo siguiente. La estructura es de paralelismo antitético (aoüA.ot-&A.eó&epot) con el esquema q(AB A'B' ): Ó'tE
¡dp
El término EA.eó&epot recuerda el lexema E'A.Eulhpm&ÉnEc; de 6, 18a, si bien es empleado en sentido distinto: &A.eu&epm&ÉnEc; se refería a la esfera del ú'lt-r¡xoóartn y del &aooA.tb&-r¡cE (es decir, al evento salvífica), &A.eó&epot ~"CE se refiere, en cambio, a la esfera del ~"CE aoüA.m 1:~c; á¡.tapc1ac; (anterior al evento salvífico). En la dinámica del servicio, tal como se viene desarrollando en la segunda secuencia, no es necesario entender 20b como expresión irónica: el estar bajo el dominio de una categoría implica (de acuerdo con 6, 16) no estar bajo el dominio de su contrario, al cual no se le presta servicio. En este sentido, se puede decir que en la etapa precedente al evento salvífica (ón), al no estar aún bajo el servicio de la atxataaóv-r¡ 46 eran EA.eó&Epot con relación a ella. Aunque estructuralmente la expresión esté perfectamente justificada, creemos, sin embargo, que el empleo por Pablo del término &A.eó&epot para describir la esfera de dominio de la á¡.tapc1a (cosa infrecuente en el apóstol, cfr. Gál 5, 1 et passim, e incluso en oposición al empleo del mismo en 6, 18b y 22a), puede dejar la puerta abierta a una cierta ironía. 47 El v. 20 introduce el discurso de 21-23 formando parte real de su estructura. Efectivamente el ón del v. 20 tiene su réplica en el 1tÓ1:E de 21a. Por otra parte, la antítesis aoüA.ot-&A.eó&epot del v. 20 tiene también su réplica en el v. 22 ~ &A.eu&epm&énec;- aouA.m&Éne~;, si bien en este segundo caso &A.eu&epm&Énec; tiene sentido distinto de &A.eó&epot (v. 20) y además la antítesis á¡.tapc1a-antatoaúv-r¡ de 6, 20 (cfr. 6, 18 ab) se transforma en 6, 22 en á¡.tap-r[a-&eóc; (por una evolución en sentido personal de la ~txatoaúv-r¡). El v. 21 además de estar estrechamente unido al v. 20 a través de la
46 "Die Gerechtigkeit, die der Christ im Glauben empfangt, ist gleichzeitig die Gerechtigkeit, in derem Dienst er gestellet ist, aber auch das Ziel, zu dem er gerufen ist". (0. MICHEL, Der Brief an die Romer, 214). 47 H. ScHLIER, Der Romerbrief, 212.
L. ALVAREZ VERDES
78
correspondencia lha-L:ÓL:E, forma estructura paralela con 6,22, como se puede ver por la antítesis L:ÓL:E-vlí11, así como por la antítesis implícita entre L:tva oo11 xap1tó11 (scp ' o'l<; 11\ív s1CatcrxóvEa&E) f xap1tóv st<; á¡taar-óv y la antítesis explícita "!:0 ¡dp "tÉAO<; SxEl'/0)1/ Mva"to<;j"to a8 "tÉAo<; e:;m~11 at<Í.l'ltO'I Finalmente, el v. 23 forma inclusión con 6, 20 a través del término rir-apL:[o:. La presencia del término ár-apL:[a en 6,_23_da_origen a una nueva antítesis (ár-ap·da-&só<;), construida en función de la antítesis d~<Í.l11ta-xáptar-a. Descrito en forma gráfica, obtenemos el siguiente cuadro estructural : 20.
lhs ¡dp aooA.ot 6A.só3-spot
~n "!:~<; ár-o:pL:ta<; ~"tE "tij
atx:atOOÓ'IY,¡.
22ab. 11CJ11l a8 EAEO&Epm3-ÉV"té<; alto Tij<; rir-ap"tta<; aoo'A.m&ÉnE<; aE L:
"tt11a 0011 xap1Cov EtXE"tE "tÓ"tE scp' Ot<; '10'1 E1CO:tOXÓ11EO&e; L:O ¡dp L:Éko<; ExEtvmv &áva"to<; ...
-----ncd. (11ovi aL) ~XE"tE L:ov xáp1to11 ÚfLÍÜ'I El<; á¡taar-óv, "!:0 aE "tÉk O<; l:;ro~11 IXliD'IlO'I,
23.
L:d ¡dp d'fúma "!:0 ae
Tij<; á¡wp"tta<; &á11aL:o<;
xáptOfLIX "tOÍ:Í &solí
f:;ro'i¡ IXliD11lO<;
S'l Xpta"t
La sección, pues, 20-23, centrada en el tema de los frutos, no obstante la complejidad de los elementos de que se compone, ofrece una estructura bastante definida, que se proyecta sobre la sección precedente a través de diversos índices: la partícula ¡áp del v. 20, la antítesis áp.apL:to:-atxatoaóvr¡ (ár-o:pL:[a-&só<;) que recuerda 6, 19bc, la bina rir-apL:la-fMvaL:o<; (vv. 23.17bc; cfr. 1'távaL:o<; en 6, 21c). Finalmente, la antítesis &áva"to<;-f:;m~ a[Ólvto<; de la perícopa conclusiva (v. 23ab) es una réplica de 5, 21ab, y la fórmula cristológica conclusiva sv Xpta"t
Desde el punto de vista de la estructura formal los elementos indicativo-imperativales de 6, 20-23 son bastante claros. En primer lugar, el elementos indicativa! aparece directamente en la conjugación de formas verbales en imperfecto (aoof..ot-sA.Eó&spot ~"tE, EtXE"ts), en aoristo (sf..su&spm{M11-
ESTRUCTURACióN A NIVEL DE EXPRESióN FORMAL
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1:E¡;-aoul..rutMv1:E¡;) y en preserúe (EXE"tE, ~'ltwcrx6vccr&~>). El elemento impera-
tiva! aparece ante todo en el mismo hecho de la vinculación estructural de 20-23 con el imperativo de 6, 19c: toda la sección aparece como una justificación del imperativo, como lo manifiesta expresamente la partícula ·p:ip al comienzo de 6, 20. Al concluir el análisis formal podemos afirmar que la tensión indicativo-imperativo no es un problema privativo de alguna expresión concreta de Rom. 6 sino que .está subyacente a toda la estructura del discurso. En la primera secuencia veíamos cómo se alternaban las formulaciones de carácter indicativa! -preferentemente en aoristo (muchos de ellos, cuando se referían al sujeto hombre, en pasiva vgr. E~o:'lt"t[cr&'Y¡p..Ev, cruvE"tá
CAPÍTULO
TERCERO
ESTRUCTURACióN SEMANTICA
l.
ÁMBITO DE LA ESTRUCTURACIÓN SEMÁNTICA
El estudio que hemos realizado se ha movido dentro del juego de los elementos formales, sea a nivel de expresión sea a nivel de contenido. No hemos tocado en forma directa ni la sustancia fónica (sustancia de la expresión) ni la sustancia de los pensamientos o rasgos conceptuales (sustancia del contenido). Evidentemente el carácter inseparable de los elementos significante-significado hace que no se pueda hablar adecuadamente de ninguno de ellos sin connotar necesariamente al otro. Por esta razón al estudiar los elementos formales hemos tenido que hacer referencia más de una vez a elementos que afectan directamente a la sustancia del contenido. De igual modo al estudiar ·el contenido tendremos que hacer referencia a lo que constituye su vehículo inseparable, es decir, a los elementos formales. En nuestro trabajo apenas haremos hincapié en lo que los lingüistas llaman sustancia de la expresión (elementos fónicos y gráficos), y esto por varias razones: en primer lugar porque la naturaleza del texto que analizamos está suficientemente distanciado de la lírica (que es el género literario dond~ el material sonoro juega un papel más importante) y después, porque nuestro estudio se centra primariamente sobre un "tema" (la tensión indicativo-imperativo), lo cual impone una atención específica a las· categorías que trabajan directamente con el sentido. Antes de iniciar nuestro estudio en este nuevo nivel juzgamos oportuno precisar algunos conceptos. En tal sentido, creemos importante señalar la distinción que existe entre el nivel semiótico y el nivel semántico propiamente dicho. Para ello nos remitimos a los estudios de E. Benve-
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L. ALVAREZ VERDES
niste sobre el tema. 1 Tal distinción responde en realidad a los dos tipos de lingüística : lingüística de la lengua y lingüística del discurso. Cuando E. Beneviste habla de los dos tipos de "niveles" lo hace recurriendo a operadores que deben considerarse internos al análisis literario como tal. 2 Ambas lingüísticas se entrecruzan, analizando elementos comunes, pero lo hacen procediendo en sentido inverso: la lingüística de la lengua parte de las unidades diferenciales, del estudio de los signos, que -como talesse definen extrínsecamente por sus "diferencias" : "cada signo tiene como propio aquello que lo diferencia de los demás signos. Ser distinto y ser significativo es la misma cosa". 3 La lingüística del discurso sigue una marcha de sentido inverso: parte de la frase, del mensaje (cuyo número teóricamente es infinito) para así llegar a las unidades, que son los signos, los cuales quedan como "integrantes" hipotácticos de la unidad superior. Las relaciones que de ahí brotan deben considerarse, por el mismo hecho, como relaciones integrativas. El lexema aparece así en una "posición intermediaria que apunta a su doble naturaleza. Por una parte se descompone en unidades fonemáticas, que son de nivel inferior, por otra, entra a título de unidad significativa -junto con otras unidades significativasen una unidad de nivel superior". 4 Esta distinción nos parece fundamental, ya que permite, desde operadores internos al texto, trascender el nivel de la desintegración analítica, donde el texto no aparece más que como un tejido de relaciones diferenciales, para situarlo en su auténtica perspectiva de discurso. No debemos olvidar, por otra parte, que "en el discurso, actualizado en frases, es donde la lengua se forma y se configura". 5 Si los lexemas y los fonemas tienen la categoría de elementos lingüísticos, es precisamente porque llevan la huella del cordón umbilical que les remite al discurso. En este sentido consideramos plenamente válida la afirmación de E. Benveniste acomodando la fórmula clásica en filosofía: "Nihil est in lingua quod non prius fuerit in oratione". 6
1 E. BENVENISTE, Problemes de linguistique générale, Paris 1966. "La forme et le sens dans le Iangage", en: Actes du XIII• Congres des S ocié tés de philosophie de langue frall{:aise. Le Langage, Geneve 1967, 27-40. 2 E. BENVENISTE, Problemes, 122. 3 E. BENVENISTE, "La forme et le sens ... ", 35. 4 E. BENVENISTE, Problemes, 123. 5 Ibidem, 131. 6 lbidem, 131. Consideramos exacta la crítica que P. RICOEUR formula a R. Barthes: "La frase mínima será siempre un operador de sentido que componiendo y no ya dividiendo (la frase no es analítica) consiste· en decir algo sobre algo". Y
ESTRUCTURACióN SEMÁNTICA
83
Nuestro criterio será el de movernos en esta perspectiva sintética, haciendo del análisis semántico de las unidades inferiores a la frase (lexemas) un momento importante, pero sin olvidar que éste constituye sólo un primer paso hacia la síntesis en la frase y después en el discurso. El momento analítico, que Benveniste vincula con la semiótica, nos permitirá de1;cubrir la pluralidad de sentidos que se van liberando a medida que van emergiendo las diversas categorías relacionales. El momento sintético nos permitirá, por su parte, descubrir el perfil anagógico de la estructura profunda. 7
2.
TRANSFORMACIÓN DEL CORPUS EN TEXTO
El discurso de Rom. 6 que hemos elegido para nuestro estudio del tema de la tensión entre el indicativo y el imperativo, tiene -a nivel de corpus- una primera legitimación que pudiéramos llamar precientífica : es la que brota de la lectura atenta de la obra paulina y de lo que pudiéramos llamar una primera intuición general. A ella nos atenemos como hipótesis de trabajo, conscientes que la legitimación científica sólo será posible tras el estudio del discurso y de la comparación de los resultados con el resto del mensaje de la obra paulina. 8 continúa : R. Barthes "no tiene más que un solo método, e. d.,. le falta constantemente el momento sintético de la frase, que es la estructura de la predicación (en: Exégese et herméneutique, 261). R. JAKOBSON toca el mismo tema al estudiar el discurso como "poiesis", función descuidada por los lingüistas por su VISIOn exclusivista y atomizante (Essais de linguistique générale, Paris 1963. Trad. ital.: Saggi di linguistica genera/e, Milano 31976, 184). 7 No estamos de acuerdo· con R. BARTHES (SfZ, Paris 1970. Trad. ital.: S/Z, Torino 1973, 16) en que el objetivo de la lectura sea dejar al texto en "la pluralidad de sentidos". De ahí que la omisión de sentidos no deba ser considerada como un defecto de la lectura sino como "un valor afirmativo, un modo de afirmar la irresponsabilidad del texto, el pluralismo de los sistemas (si 1legase a cerrar la lista de los mismos reconstruiría fatalmente un sentido singular, teológico): precisamente porque omito puedo decir que leo·". Y más adelante: "Interpretar un texto no es darle un sentido (más o menos fundado, más o menos libre) sino, por el contrario, es valorar la pluralidad de que está hecho" (ib. 12) R. BARTHES se mantiene fiel a estos principios cuando concluye que "es necesario liberar al texto de lo que le es externo y al mismo tiempo de su totalidad" (ib. 12). Resulta verdaderamente difícil c1ómo se puede hablar de "interpretar" un texto si se impone como condición previa el liberarlo de su totalidad, cuando es desde. esa totalidad desde donde cada una de las frases se convierte realmente en operadora de verdad y en auténticamente pertinente (cfr. R. RICOEUR, o. c., 290). 8 A. G. GREIMAS, Sémantique structurale, Paris 1966.
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El texto de Rom. 6 ofrece. ya a primera vista, una pluralidad de f:lementos capaz de liberar numerosas isotopías. Ello impone la opción inicial por una isotopía determinada que oriente la labor de análisis y de síntesis. 9 La opción viene en nuestro caso impuesta por el tema escogido: la tensión indicativo-iimperativo. Con este criterio de fondo. se impone como tarea inicial, la transformación del corpus concreto de Rom. 6 en texto o, en otras palabras. la transformación del texto en metatexto. Las proporciones relativamente reducidas de Rom. 6 permiten emplear con carácter operativo tanto el procedimiento de eliminación como el de extracción y reducción, procedimientos que no se excluyen sino que se complementan. En la aplicación de este triple procedimiento nos encontramos en primer lugar con el nivel de la palabra. Pero la palabra es una categoría sumamente fluida y variable. De ahí que los autores hayan considerado necesario distinguir entre palabras "funcionales" y palabras "autónomas". Autónomas son aquellas que tienen un contenido semántico por sí mismas, mientras que son consideradas como funcionales aquellas cuyo contenido se identifica con la función. 10 Evidentemente, son las palabras autónoma 'l las que constituyen el centro de interés principal del análisis semántico. Siguiendo un criterio práctico comenzaremos por una operación de eliminación, teniendo en cuenta los criterios arriba establecidos sobre la valoración de las palabras. Así. ya de entrada, podemos eliminar unos 157 vocablos que no pueden ser considerados como palabras-contenido sino que son más bien funcionales. Con ello, el total de 361 palabras que compone el texto de Rom. 6 queda reducido a 204. En una ulterior etapa podemos también eliminar una serie de palabras que, aunque en rigor 9 La labor de "reducción" no puede perder de vista el cuadro general del "corpus" y el horizonte de la descripción isótopa. si quiere ser verdaderamente pertinente (A. G. GRBIMAS, o. c., 201). 10 Aunque la mayoría de los autores está de acuerdo en esta división fundamental entre las palabras, son diferentes, sin embargo, los criterios y los términos desde los que esta división suele venir formulada. O. JESPERSEN (The Philosophy of Grammar, London 1924) propone la nomenclatura de full words (palabras plenas) y empty words (palabras vacías). Entre los autores ingleses es también frecuente la denominación de content words (palabras contenido) y form words (palabras forma), cfr. H. SWEET, New English Grammar, Oxford 1892, Vol. 1, 22s. Los lingüistas alemanes emplean normalmente la denominación de palabras autosemánticas y palabras sinsemánticas (cfr. A. MARTY, Satz und Wort, Reichenberg 1925; O. FuNKE, "Von den semasiologischen Einheiten und ihren Untergruppen", Englische Studien LXII, 1927-28, 50). Para una exposición de conjunto cfr. S. UILMANN, lntroduction to the Science of Meaning, Oxford 1962 (Trad. it. lntroduzione alla scienza del signijicato, Bologna 1966, 74-82).
ESTRUCTURACióN SEMÁNTICA
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pudieran considerarse como autónomas, sin embargo, en el texto tienen una función preferentemente operativa; tal sucede con los verbos A.€¡el\l, "(l'iÓ>
De esta manera el número de vocablos queda reducido a 59. Esta reducción puede llevarse más adelante, teniendo en cuenta no sola)llente la identidad entre muchos téí:minos a nivel de significante, sino también la equivalencia de los mismos a nivel de contenido o "equivalencia semémica". 11 De esta manera llegamos a la individuación de una serie reducida de lexemas, que ofrece la escala de iteratividad siguiente: á[J.ap-cfa (á[J.ap-cávw) = 18 veces; ~(1)~ (~T¡v) = 9; aouA.oc; (aouA.eóm) = 9; t}áva-coc; (ci'ltot}-.¡~
11 A. G. GREIMAS, Sémantique structurale (trad. it.), 192-193. 12 La intercambialidad y correspondiente reducción lexemática se hace éspecial-
mente clara en la estructura antitética, donde sobre un mismo sistema semántico fundamental se van alternando lexemas diversos. "Ce qui est déterminant c'est beaucoup moins leur contenu (te] que par ex., on pourrait le deduir successivement des analyses du TWNT) que leur movilization daos un camp ou daos l'autre et le signe qui les affecte. D'une coté nous trouvons vó11o~, CÍfliJ(l1:tl7, dvr,l'-{a, dxa&apo{a, »ávcno<;, o4cbvtov et le verbe E7ttxtOXÚVOfltxl. De l'autre xr.iptc;, lltwtoOÚV'IJ, ártao¡.t.Ó<;, úrraxo~, 8aóc;, C:w~ ai<ÍJVtoc;, xápto¡.t.a. Ces termes ont souvent perdu leur couleur propre, ils sont meme interchangeables, du moment qu'ils sont embarqué daos la meme cause ... " (M. BouTTIER, La vie du chrétien en tant que service de la justice pour la sainteté, en: L. DE LORENZI, Battesimo e giustizia in Ro m 6 e 8, Roma 1974, 135.
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L. ÁLVAREZ VERDES
3.
ANÁLISIS SEMÁNTICO
El análisis semántico se basará fundamentalmente en los lexemas de las binas citadas : 'á[tap-r[a-&á\I(HO<; j xápt<;-i::;ro~.
a) ANÁLISIS SEMÁNTICO DE á[tap-r[a Para identificar los sernas inmanentes del lexema á[tap-ría el instrumento primero que se nos ofrece es el de los diccionarios. H. G. LiddellR. Scott 13 ofrece para á[tap-r[a los siguientes significados: deficiencia, fallo, pecado (con referencia al uso del mismo en Sófocles y Platón). Como segunda acepción encontramos : vicio, defecto físico. Los sernas de estas definiciones se sitúan en un doble nivel: el físico (cosmológico) y el noológico. En ambos casos se trata de poner de relieve la idea de •·ausencia". Sobre el hipotético eje semántico presencia-ausencia la á[tap-rla se sitúa en la esfera de la no-presencia, de lo que falta, sea en absoluto sea en relación con un coeficiente previamente establecido (de ahí la idea de "fallo"). El eje semántico es aquí de orden noológico, aplicable por igual a la esfera de lo religioso, de lo ético y de lo psicológico. Pero, como lo demuestra la segunda acepción, la idea de ausencia se realiza también a nivel cosmológico (ausencia total o parcial de una realidad física). El común denominador es siempre de carácter negativo. Los diccionarios suelen limitarse a comprobar la pluralidad de sernas sin reducirlos a unidad. Lo más que hacen algunas veces es exponer la evolución diacrónica de los mismos. 14 En Rom 6, 1 á[tap-ria viene colocado en el cruce de una serie de relaciones que permiten la liberación de varios sernas. El verbo &7Ct[tÉvro¡.tsv pone en juego el serna de "permanencia". Aquí se trata evidentemente de una permanencia de tipo noológico (cfr. la relación-rva con xápt<; y sobre todo la expresión inmediata a7CsMvof-lEV -rij á[tap-r[q, 6, 2). 'A[tap-r[a es, pues, una categoría cuyo serna nuclear de negatividad aparece matizado por un nuevo serna que hace posible la aparente paradoja de presencia en la ausencia. La á[tap-r[a representa una situación-estado en cuyo ámbito es posible "establecerse", permanecer (es la hipótesis avanzada por el verbo
13 14
320.
H. G. LIDDELL-R. Scorr, A Greek-English Lexicon, Oxford 1968, 77. G. QuELL-G. BERTRAM-G. ST.ii.HLIN-W. GRUNDMANN, á¡.tapcia, ThWNT 1, 267-
ESTRUCTURACióN SEMÁNTICA
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deliberativo Eltt¡tÉvrop.Ev). El serna de situacionalidad indefinida aparece aun más clara en la hipótesis, a través de la respuesta 1tfuc; E"tt ~~cro¡tEv ev ai.n:1,j. Pero no se trata de una situacionalidad huera, sino cuantificada, capaz de insertarse en el juego del aumentar-disminuir (cfr. 'tva 1tAEowicr1J ... olí ()e EÚEÓvacrEv., 5, 20). En 6, 2 á¡tapcia aparece como referente del lexema "muerte" (ohtvEc; ci'lt:E&ávo¡tEv Tij á¡tapct!f). Pero el lexema "muerte" (morir) tiene primariamente carácter operatorio, definiendo la relación del "nosotros" (ohtvEc;) con la á¡tapcia; indirectamente, sin embargo, el morir libera el serna "ruptura" y su correlativo "cesación" efectiva (con el correspondiente eje semántico cesación-permanencia);. morir a una cosa equivale a liberarse de la dinámica de su permanencia (cfr. 7, 3 y 6, 7). Como quiera que el motivo "muerte" se aplica primariamente al orden cosmológico, 15 su trasposición aquí al campo noológico debe considerarse como metafórica. En la expresión mñc; iht ~~cro¡tEv &v atnij la partícula adverbial E"tt pone en juego nuevamente un sistema relacional basado en el serna "permanencia". Pero el mismo hecho del cuestionamiento 1truc; E"tt e:;~cro¡tEv &v abc'ij pone de relieve el carácter no-absoluto de este serna, a diferencia de lo que sucede cuando éste se mueve en el orden cosmológico. De esta manera se desvela la complejidad introducida por el sistema semántico de la á¡tapcia desde el punto de vista de la "cesación". Cesación-permanencia introducen de hecho la fundamental paradoja del existencial humano. 16 En 6, 6c ('!va x.acap¡r¡&ij 1:0 crrn¡ta 1:~c; á:p.apciac;) el término á:¡tapcta tiene como indicadores los vocablos crfu¡ta y x.acap¡r¡&ij . Para este último término ofrece Liddell-Scott los significados de hacer inoperante, inactivo, ineficaz; en pasiva: ser abrogado, abolido, anulado. En el contexto de 6, 6 á¡tapcia adquiere valor atributivo, ocupando el puesto de sujeto el término crfu¡ta. El crfu¡ta se constituye así en espacio o continente de un dinamismo que
15 Aceptamos aquí la terminología empleada por Greimas para clasificar las cualificaciones y funciones de la vida y de la muerte en el estudio que realiza de la obra de Bernanos (Sémantique structurale, trad. it. 272). En la esfera de lo "noológico" quedan colocados todos aquellos sernas que no se desarrollan en el plano físico-cosmológico, que es el inmediatamente significado por dichas categorías. En nuestro caso entran todos los sernas pertenecientes a las esferas teológica, religiosa, ética. 16 Los mismos sernas aparecen en la expresión ),oTU::Ecr&E ~au1:ou~ (élval) vExpoú~ 'ií á:p.ap,{q. La radicalidad de la ruptura aparece afirmada solamente en 6, 10 (zcpd1ra~), donde se combinan los niveles cosmológico y noológico en el evento salvífica de Cristo.
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L. ALVAREZ VERDES
debe ser anulado o reducido al autovaciamiento. 17 Surgen de esta manera dos nuevas binas oposicionales : superioridad-inferioridad y dominio-sumisión (cfr. 6 ,17. 19). Ambas binas cobran especial relieve en 6, 12 al entrar en relación con la articulación semántica "cesación-permanencia". Si la radicalidad de la ruptura-cesación aparecía problemática en 6, 2 y en 6, 11 (cfr. el recurso al verbo A.or1t:ea3e) en 6, 12 queda expresamente relativizada o hipotetizada a través de la formulación imperativa (p.~ oov). El serna "ruptura" se sitúa aquí en el campo noológico-ético : se trata de una tarea moral, en la que la áp.ap·da se presenta como un juego de opciones permanente. La articulación cesación-permanencia está delante del hombre, o mejor, dentro del mismo hombre (ev 1:cp &v1p:cp arop.a1:t) como posibilidad conglobante. En el mismo nivel se sitúa el serna "dominio" de la expresión siguiente: p.7j?i€ 7tapta'tdve'te 1:d. p.éA.lj ... 57tA.a d?itx[a~ tiJ áp.ap•1q. La metáfora de las "armas" pone de relieve el carácter de lucha : el creyente no debe luchar la lucha de la iniquidad en servicio de la áp.ap'tta. La lucha viene cualificada por el atributo á?itx1a, paralelo de ?itxatoaÓV7j ; se sitúa, por tanto, en el plano ético, quedando por el mismo hecho enmarcadas en el mismo contexto las ideas de dominio y de superación. En 6, 16ss encontramos junto a 7tapta'tdvetv y ?JouA.eóetv, los nuevos lexemas con carácter operativo Ú'ltaxoi¡-[maxoóetv. La idea de dominio queda así concretada en el serna que pudiéramos llamar "domesticación" (doctrinal, valorativa), con la articulación oposicional domesticación-autonomía. La áp.ap1:1a domestica imponiendo sus categorías de valor. Aunque aquí no se precisa la forma concreta, sabemos por Rom 7, 8ss que la áp.ap•1a realiza esta función de dominio explotando los preceptos de la ley. 17 Cfr. H. G. LIDDELL-R. Scorr, A Greek-English Lexicon, xa1:aprém, 908; aiil!'-a, 1749. Los comentaristas suelen establecer relación entre los síntagmas aw¡•a 1:i'j~ aapxó~ (Col 2, 11) y aw11a 1:7í~ &1'-ap1:ia~ (Rom 6, 6), enumerando los siguientes significados de aw11a: a) aquello que constituye al hombre como persona, b) aquello que constituye la persona humana, pero vista no tanto en el sentido de que posee un cuerpo, sino en cuanto es cuerpo, e) el término a«i111ase predica del hombre en cuanto éste, a través de su cuerpo dice relación a sí mismo, se puede constituir a sí mismo en objeto de su obrar y de su experiencia. En este sentido los actos pueden ser considerados como realizados por el awpa, y, como tales, pueden ser referentes de muerte. Cfr. K. A. BAUER, Leiblichkeit das Ende aller Werke Gottes. Die Bedeutung der Leiblichkeit des Menschen bei Paulus, Gütersloh 1971, 152. H. SCHLIER, Der Romerbrief, Freiburg 1977, 197. En la interpretación de las expresiones alii11a 1:7í~ aapxó~ (Col 2, 11), aiil¡La 1:olí 6avá1:ou (Rom 2, 24) y especialmente aw~ a 1:7í~ &!'-ap't{a~ (Rom 6, 6) debe tenerse en cuenta la carga semítica de la construcdón (genitivo hebraico). Ello impone cierta precaución en el momento de determinar el contenido semántico del término &1'-ap't{a. Cfr. M. ZERWICK, Graecitas bíblica, Romae41960, n. 0 40; F. BLAssA. DEBRUNNER-R. W. FUNK, A Greek Grammar, Cambridge-Chicago 1961, n.o 165.
ESTRUCTURACióN SEMÁNTICA
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En otra serie de expresiones (áp.ap-r(a El!; Mva-rov, 6, 16; d~óma •.. ·!Mva-ro¡;, 6, 23) la áp.ap-r(a aparece relacionada COn la muerte. Los lexemas El!;, O~Ól'lla, e implícitamente -réA.o¡; (6, 21c) indican la naturaleza prospectiva del serna liberado por el contexto. La formulación más adecuada de este serna viene dada por la deisis muerte. La muerte entra como componente de la áp.ap-r(a impregnando todo su dinamismo; no se trata, pues, de un referente extrínseco sino del término interno de una dinámica autodestructiva, como lo indica el lexema -réA.o¡; y especialmente el lexema Ele;.
b)
ANÁLISIS SEMÁNTICO DE
fhiva-ro¡;
El significado de {}dva-ro¡;, es traducido en los diccionarios con el vocablo "muerte" (Liddell-Scott). 18 'Arco&v~crxm viene descrito como forma reforzada de {}v~crxoo con el significado de "morir" (tanto en sentido real como metafórico) y con la significación pasiva de "ser entregado a la muerte", "ser muerto". Por su parte, el vocablo "muerte", según el Diccionario de la Real Academia Española 19 ofrece las siguientes acepciones: a) el cesar de la vida, el modo de cesar de vivir, b) en sentido figurado: el terminar de cualquier cosa, aquello que es causa de que una cosa perezca. Entre las aplicaciones figuradas se citan: muerte civil (=privación de los derechos civiles), muerte del alma (que F. Palazzi explica ulteriormente como "estado en que queda el alma que cae en pecado mortal"). 20 Dado el carácter que la muerte tiene como experiencia primaria y fundamental del hombre, es lógico que el serna nuclear (cesar de la vida), que es de orden físico, haya tenido una prolongación figurada a numerosos campos del entorno humano (físico, religioso, cultural, psicológico). De ahí la necesidad de estudiar en cada caso los sistemas de relaciones textuales para identificar los sernas liberados. En Rom. 6 los sernas de la muerte, liberados por el contexto, están muy lejos de ser unívocos. 21 Señalaremos algunas variantes principales, en función del sujeto y del referente. A Cristo se refiere el semema muerte de forma directa y exclusiva en los vv. 9-10. La primera formulación en estos versículos es de carácter absoluto : Xptcr-ró¡; ... ouxÉ-rt drco{}vi.¡crxEt, que 18 H. G. LIDDELL-R. Scorr, o. c., 784. 19 Diccionario de la lengua española (Real Academia Española), Madrid 1956, 897; F. PALAZZI, Novissimo Dizionario della lingua italiana, Milano 151954, 703-704. 20 F. PALAZZI, Novissimo Dizionario della lingua italiana, 703. 21 Los pasajes en los que aparece el lexema &r.ivc.n:o' o choltv~cllmv son 6, 2b. 3c. 4a. 5a. 7a. 8a. 9bs. lOab. 12a. 16d. 21c. 23a.
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anuncia ya el a7tÉ&avEv étpá'lta~ del v. 10b. El serna liberado en este caso es de orden cosmológico (cf. muerte física de Cristo). En el v. 10 la doble formulaciÓn a'ltÉ&a'IE'I, sin abandonar la dimensiÓn CÓSillOlógica, Se proyecta, sin embargo, sobre un nivel diferente. El síntagma o 1dp a7tÉ&avEv comienza enunciando en forma indeterminada el carácter referencial del serna subyacente. 22 El síntagma siguiente desvela la naturaleza del serna, al introducir el referente concreto de la m~erte: -e~ Ú.fl.a't[Cf a7tÉ&avEv. Se trata de un serna de naturaleza ética y religiosa. La partícula 1áp del v. 10 traduce la profunda unidad de este serna con el precedente. La muerte de Cristo aparece así como un evento físico cuya razón de ser es la de proyectarse esencialmente sobre el plano noológico. Hay otros tres casos en que el semema muerte se refiere a Cristo (6, 3.4.5), pero aquí ya en el marco de sus relaciones con el creyente. La expresión comparativa '1va &cmcp ~~Ép&Yj Xpta-co¡; éx. vcx.pmv (6, 4) aplicada directamente a la resurrección en su dimensión real metahistórica, permite deducir que la muerte de Cristo, a la que acaba de hacer referencia, debe entenderse primariamente como hecho cosmológico. Pero, al igual que en 6, 10, el contexto permite descubrir también aquí la indisoluble unidad de los sernas de orden cosmológico y los de orden noológico: la comparación o}a7tEp-o5-cro¡;, que introduce en la prótasis la afirmación del evento físico-histórico de la muerte y resurrección de Cristo, culmina con la afirmación del imperativo ético "para que caminemos en novedad de vida". Esto significa que la muerte (sepultura, resurrección) de Cristo tiene un referente implícito de orden noológico, la á.¡.tap-c[a. Es precisamente en el nivel neológico donde el serna de la positividad se inserta en el serna de la negatividad : la muerte de Cristo, que como tal comporta el serna de la negatividad, estaba noológicamente proyectada a vaciar la potencia de la Ú.f!.ap-c[a y abrir espacio en el existencial humano a la dinámica de la gracia. 23
22 Entre las marcas semánticas señaladas por los autores para el pronombrereferente del sintagma· O rap drré1}Qy€V figura precisamente el de la "indeterminación", característica de este tipo de formulaciones; BLAss-DEBRUNNER-FuNK (A Greek Grammar, n. 0 154) habla en estos casos de acusativo referencial; S. LYONNET (Exegesis Epistulae ad Romanos, 1961, 42) prefiere denominarlo "acusativo interno"'. Lo mismo H. ScHLIER, Der Romerbrief, 199. 23 Los lexemas a~anicr&r¡f1€V y cruvnd
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En otros textos el semema "muerte" aparece en un sistema de relaciones que tiene por sujeto al hombre. En 6, 7 y 6, 11 el serna nuclear se proyecta directamente sobre el plano noológico. En el primero de estos textos el semema "muerte" está determinado por el síntagma predicativa! asatxa(ru-rat aT:o "t~¡; á[iap-r(a¡;; la muerte tiene sentido negativo, radicando aquí precisamente su positividad. El perfecto asatxa1ru-rat introduce además el serna aspectual de acción realizada en el pasado pero cuyos efectos cubren también la esfera del presente. 24 Este mismo serna de "permanencia", vinculado a la acción liberadora de la muerte, viene expresado igualmente en 6, 11: Éau-roo¡; s1vat vsxpoó¡; y en 6, 13: ÓJcrsi &x vsxpruv e:;runa¡;. En 6, 8 el síntagma aT:E&á'IOfiE'I crov Xptcr"tijl pone en juego, por su parte, el serna interacción-comunicación entre Cristo y el creyente. Lo mismo sucede en 6, 6b con el lexema cruvscr-rauprolh¡. Ambos verbos ponen de relieve, además de la idea de interacción, el serna aspectual propio de la forma aoristo : se trata de una acción colocada en un momento puntual de la esfera del pasado, que en Cristo coincide con el evento histórico de su muerte en cruz, y en el cristiano corresponde al momento de su decisión por Cristo en la fe y en el bautismo. El sintagma rcaA.ato¡; i'iv&prurco¡; concreta el nivel noológico en el que se realiza la muerte. llaA.atóc; se sitúa en el polo opuesto de xatvóc; (xatvó-rr¡c;) que en 6, 4 aparecía en conexión inmediata con la resurrección de Cristo. La esfera del rcaA.atóc; tiene como frontera la muerte de Cristo (correlativamente, la muerte del cristiano) y se define en función del 'ltsptrca-retv. En perspectiva antropológica la muerte representa aquí la liquidación del conjunto de coordenadas que condicionaban el T:spt'ltautv del hombre antes de (sin) Cristo, como se expresa en la doble fórmula de 6, 6cd: tva xa-rap¡r¡&ij -ro cri'ófia -rf¡c; á[iap-riac; y -roí) fiY¡XIht aouAEÓEt'l 'f¡[idc; 'ií á[itxp"tlCf. El lexema &áva-roc; lo vemos reaparecer en las expresiones ~ouA.ot áfiap-r[ac; ele; &áva-rov (6, 16), -rÉAoc; &xs{vruv &áva-roc; (6, 21), O'fÓlVta -rY¡c; áfiap-r(ac; &ávdtoc; (6, 23). En estos textos aparece un serna dominante: la proyectividad.
La muerte aparece como elemento último interno del proceso del servicio Regensburg 21955; V. WARNACH, "Taufe und Christusgeschehen nach Rom. 6"'; ALW 3 (1954) 284-366; "Die Tauflehre des Romerbriefes in der neueren Diskussion", ALW 5 (1958) 274-332. 24 No creemos que 1le1ltxa{w'tat permita aquí la liberación de nuevos sernas en relación con &dva,oc;. La expresión tiene todas las características de un adagio popular, como aparece en numerosos ejemplos de la literatura griega y rabínica, cfr. Poim. 9; Herm. (V), III 9, 1; Sir. 26, 29; Test. Sim. 6, 1; Shabbat 151 b; Sifre Num. 112. Para el estudio del tema cfr. K. G. KUHN, "Rom. 6", ZNW 30 (1931) 305-310.
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a la áJ.iap'tia. La no-muerte al pecado hace que éste desencadene su dinámica de muerte en el existencial humano. 25 El serna de lo "proyectivo" no elimina el serna de la presencia sino que lo incluye. De hecho, los sememas o~ónna, xciptcr(la, x.ap'ltó¡; se sitúan en una misma esfera espaciotemporal, que en el caso de x.ap7tó<; viene expresamente determinada por el verbo EXE'tE, en presente de indicativo. Cada x.ap'ltó¡; tiene un hic et nunc de o~Ó>VlOV, de 'tÉko<; (correlativamente, de xá.ptCifia), que Se abre dialécticamente a una dinámica prospectiva de muerte o de vida (cfr. 5, 21). Lo mismo cabe decir del serna de disforia introducido por el verbo E'ltatcrximcr&E. La disforia constituye aquí el común denominador de todos los sernas de la muerte; la forma temporal de presente del verbo E'ltatcrxúvEcr&at prueba claramente la referencialidad perenne de la dinámica de la muerte. Al igual que todos los demás sernas, la disforia se realiza en el "vuv" categorial del existencial cristiano, 26 suscitada, por tanto, directamente por la dinámica de la vida. -
e)
ANÁLISIS SEMÁNTICO DE Xápt<;
El lexema xápu; aparece en oposición inmediata de á[J.ap'tia y puede ser considerado como el término operativo fundamental de la vida ( f:;w~ ). Los significados de xápt<; lexicalizados en Liddell-Scott 27 son los siguientes: 1) gracia o aspecto exterior bello. De ahí, atractivo, encanto; 2) gloria; 3) favor, gentileza (por parte del agente) y gratitud, reconocimiento (por parte del beneficiario); 4) favor en concreto. A estos significados de carácter nominal, habría que añadir otros de carácter adverbial: en favor de, por amor de, gracias a. El serna nuclear de la xcipt<; puede concretarse en la espontaneidad y la belleza como categorías oblativas. Se sitúa por igual en el campo noológico y en el cosmológico, si bien en el uso derivado predomina la esfera de lo noológico, resaltando ante todo la actitud psicológica y espiritual del agente. En todo caso, se trata siempre de
25 Cfr. 5, 21 : e~aaO..eoaev ~ á¡wp·ria ~" 1:
~ClalAetaY 1:oü ll-eoü oí) XA7jpovo!l~aooalY. 27 LIDDELL-Scorr, A Greek-English
Lexicon, 1978-79.
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sernas hipotácticamente relacionados con la vida. Como serna derivado, la xápt<:; ofrece también el de la apertura e intercomunicación (don de alguien para alguien) así como su contrario genera los sernas de clausura e incomunicación. Desde el punto de vista contextua!, la xáptc:; va liberando a través de Rom. 6 sernas diversos, pero con la peculiaridad de que mientras su contrario, la á¡.t.ap'tta, tiene una persistencia muy marcada a nivellexemático, la Xáptc:; presenta un:a gran fluidez e intercambiabilidad. De hecho el lexema xáptc:; aparece solamente cinco veces (una de ellas en forma pronominal): 6, lb; 6, 14b. 15b. 17a. A este cómputo podría añadirse la presencia de la variante xápta¡.t.a en 6, 23b y la doble presencia de xáptc; en la premisa (5, 20d. 2lb). Xáptc; aparece en antítesis expresa con á¡.t.ap'tta solamente en la premisa (5, 20d. 2lb) y en 6, lb. 28 En los restantes casos, 6, 14.15 (dejamos de lado el caso particular de 6,17) forma antítesis con vó¡.t.oc:;. Por su parte la á¡.t.ap-ría prolonga su sistema de relaciones oposicionales formando antítesis con ltsóc; (6, lOb. llb. 13bc. 22b. 23b), con Ó1taxoY¡ (6, 16e), con 'tÓ1toc; ataaxY¡c:; (6, 17b) y con atxatoaim¡ (6, 20), que pueden ser consideradas de alguna manera como expresiones metonímicas 29 de xápu;. Esto prueba indirectamente la conmutabilidad del término xáptc;, lo cual no puede considerarse como elemento negativo en orden a la identificación de los sernas propios sino como una vía positiva de aproximación al contenido de los mismos. Xáptc:; aparece en primer lugar acompañada del verbo atributivo 'ltAsováe:stv (6, 1), que libera el serna de cantidad. La cuantificación no presenta más determinaciones que la de su carácter progresivo, hipotéticamente ilimitado, aspecto que viene reforzado por la formulación 'lva más subjuntivo. El carácter negativo de las frases ¡.t.~ Távot'to, 1tióc; ht e:Y¡ao¡.t.sv no afecta inmediatamente al serna cuantitativo que brota de su unión con 'Jt:A.sováe:stv sino al sistema relacional vehiculado por la partícula 'lva (e7tt¡.t.ávo¡.t.sv 'tij áJLap'tl!f 'lva ~ xáptc; 'lt:AefJVá01J ; ). El serna cuantitativo-evolutivo de la xápu; 28 A. F'RANKEMOLLE, Das Taufverstiindnis des Paulus (KBW 75), Stuttgart 1970, 33. El autor considera la antítesis xapL;-&¡.tap;:{a como "Grundmo_tiv im ganzen sechsten Kapitel". 29 Tomamos aquí el término "metonimia" en el sentido amplio en que lo entiende R. Jakobson, e. d., como tipo de sustitución lingüística que actúa por contiguidad (sobre el eje del sintagma) a diferencia de la metáfora que actúa por sustitución (sobre el eje del paradigma). Cfr. JAKOBSON, The metaphoric and methonymic Poles, en: Fundamentals of Language, The Hague 1956, 76-82; IDEM, Saggi di linguistica generale, Milano 1966, 39-45; U. Eco, Trattato di semiotica generale, Milano 1975, 347-348.
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es un hecho indiscutible para Pablo, pero realizado en un sistema antagónico al introducido por la áp.ap·da (cfr. 5, 20d y 5, 21). Identificar las coordinadas de estos dos sistemas en orden a dejarse condicionar adecuadamente por ellas es la gran tarea ético-religiosa del creyente y lo que constituye el cometido fundamental de Pablo en Rom. 6. En 6, 14b. 15a xápt~ forma parte del síntagma EO"te (eop.Ev) Ú7tÓ xáp:v. Como lexemas operativos en orden a descubrir los sernas de xápt~ en este contexto, destacan en primer lugar las partícula Ú1tó v en segundo término el verbo nominal elvat. a) La partícula b1tó aparece aquí construida con acusativo (puede construirse también con genitivo y dativo). Liddell-Scott enumera los siguientes significados para la construcción b1tó + acusativo: 1) lugar: hacia, bajo; 2) sumisión; 3) tiempo. 30 Los sernas liberados en tales casos pueden ser tanto del campo cosmológico (espacio-tiempo) como del noo-lógico (sumisión: a la ley, a la autoridad, a los magistrados, al orden establecido). El sentido noológico de "sumisión" es el más frecuente en las expresiones paulinas, especialmente en relación con átlap-ría (Rom 3, 8; 7, 14; Gál 3, 32); con xápt~ (Rom 6, 14.15), con vóp.o~ (Rom 6, 14.15; 1 Cor 9, 20; Gál 3, 10; 4, 4.5); con referentes diversos (Gál 3, 10; 4, 2; 5, 18.25; cfr. 1 Tim 6, 1; 1 Pe 5, 6). En todos estos casos se da un común denominador: la connotación a un poder o categoría superior, con relación a la cual se da una determinada sumisión de carácter jurídico, ético o religioso. En Rom. 6 y en la premisa (5, 20-21) se aplican a las categorías xdptc;, áp.ap-ria e indirectamente a vóp.oc; atribuciones (verbos, adjetivos) que dejan al descubierto los sernas de dominio y autoridad (cfr. los verbos ~aotA.eóm-xupteÓEtv, 5, 21; 6,12.14, ?louA.eÓEtv, Ú7t!ixoÓEtV, 6, 6.16. 20). Podría, pues, desplegarse el síntagma b1to xáptv en el síntagma completo ó1to &Eouoíav -ri¡~ xápt-ro~ (cfr. Mt. 8, 9; Le. 7, 8). Del síntagma analizado no se puede deducir inmediatamente si la eEouaía de la xáptc; es de orden puramente jurídico o si alcanza a niveles más profundos del existencial humano; el contexto, sin embargo, permite comprobar cómo la xáptc; es l::;on'¡ y la !::;m~ es ouv-qv con Dios en Cristo. En este hecho se funda la legitimidad de la sustitución de la xápt~ por &Eóc; en las antítesis cuyo segundo término es la áp.ap-ria (cfr. especialmente 6, 11 : l::;éñnac; -rq¡ 8eqí, expresión que traduce la relación vital entre Dios y el creyente, reforzada por el sintagma siguiente: ev Xpto-rq¡ 'h¡oolí, 6, 11; cfr. 23c).
30 LIDDELL-Scorr, A Greek-English Lexicon, 1874-75. Cfr. Fr. graecum, Parisiis 31961, 1369.
ZORELL,
Lexicon
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b) El verbo slvat adquiere especial relieve como operador de sentido en los vv. 14b.15b. La expresión verbal está en ambos casos en presente de indicativo ~crp.Év-ecrtÉ. Se trata, pues, de una formulación categórica, que permite a la xápt¡; liberar los sernas que deben ser considerados como verdaderas cualificaciones (forma de ser-estar) y no como simples funciones. Quedan finalmente dos pasajes en los que la xápt¡; libera sernas específicos en su contacto con el texto: 6, 17a.23b. En 6,17a xápt¡; funciona en el marco de una fórmula de acción de gracias (xápt¡; a e -rip 8sip, cfr. Rom 7, 25; 1 Cm 15, 27; 2 Cor 8, 16; 9, 15; quizá también en 1 Cor 10,30 por el paralelismo entre xápnl tts-réxoo y suxaptcr-rru). En estas fórmulas xápt¡; no libera directamente los sernas característicos que obtiene en los escritos paulinos. No sería, sin embargo, correcto reducir el contenido semántico de xápu; en estas fórmulas al significado banal de una expresión de cortés agradecimiento. El dar gracias a Dios por la obra salvífica, que es fruto de la dinámica de la xápt¡; (3, 24), brota como exigencia interna de la misma naturaleza de la xápt¡;. No se puede menos de admitir una correspondencia entre xápti; 'tOÜ &soü y xápt¡; 'tip ·ltsip (Rom 3, 24; 6, 17). A nivel de contexto más próximo encontramos la afirmación de que "estamos bajo el régimen de la gracia" (úrea xáptv, 6, 14b.15b) y que el resultado del dinamismo salvífica es también gracia (xáptcrfta, 6, 23b). El serna que xápt~; libera de forma directa en 6, 17 es el de gratitud efectiva. El serna gratitud connota, por su parte, el serna de gratuidad, implícito de forma muy especial en los pasiVOS SUbsiguientes: rcapsaó&7jn, ~AEtlfi.Epoo&Éns¡; eaouA<Ófi.1j'tE. 31 En 6, 23b el término lexicalizado es xáptcrtta· G. Bomkamm al analizar la estructura de Rom 5, 12-21 señala la identidad que de tal estructura se desprende entre los términos xápt¡; y xáptcrtta, lo mismo que entre atxaíOOftct y atxaíoocrt¡;. 32 La sustitución de xápt¡; por xáptcrtta se debería simplemente al afán de correspondencia, llevado hasta el mismo nivel de la sustancia de la expresión. La afirmación que Bomkamm hace hablando del c. 5 creemos que tiene su aplicación en 6, 23b, como lo demuestra el paralelismo con 5, 21b. En todo caso, xáptcrtta libera en virtud del con31 Sobre la fórmula xápt~ 'tljí lteljí cfr. BLASS-DEBRUNNER-FUNK, A Greck Grammar, n. 0 128, 6; G. IIARDER, Paulus und das Gebet, 45. 32 Cfr. G. SCHRENK, amdmtta, ThWNT 11 226; H. CoNZELMANN, xáptr,, ThWNT IX, 384; G. BoRNKAMM, "Paulinische Anakoluthe", en: Das Ende des Gesetzes 86, nt. 23: "Paulus wii.hlt hier um der Entsprechung Willen die konkreten Ausdrücke auf - 11a".
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texto los sernas de resolutividad y gratuidad (cfr. paralelismo antitético con o4óHna) así como el serna de perennidad (por la presencia del sintagma atributivo ~ro~ at<ÓVto~ ).
d)
ANÁLISIS SEMÁNTICO DE ~ro~ (~fjv)
Si la á[tap"tta puede ser considerada como categoría operadora de sentido con relación a &áva"to<;, la xápt<;, por su parte, aparece como categoría operadora de sentido de ~ro~ . Esta relación entre los elementos integrantes de ambas binas oposicionales es tan estrecha que justifica la frecuente conmutación lexemática de los mismos. Los léxicos ponen como primera acepción de ~ro~ vida (aplicable por igual a los hombres y a los animales en general), pasando después a describir los diversos estratos especiales de esta vida : niveles psíquico, espiritual, moral. Suele venir a continuación la significación metafórica y metonímica. F. Zorell distingue en este último nivel: 1) vida feliz (=vida tras la resurrección), 2) aquello que posee la vida, 3) aquel que da la vida y aquello que aporta la vida (Seó<;, ~no A.~, x"tA.). 33 Zro~ aparece en forma sustantiva! tres veces en Roro. 6 y una vez en la premisa (5, 21b). El primer texto es Roro 6, 4c: 'lva ~ .. xatvón¡tt ~ro~~ 'ltEpt'lta"t~atO[J.EV. El lexema principal operador de sentido es aquí el verbo n?mantv con sentido ético. 34 En Pablo aparece con igual frecuencia la construcción 'ltEpt'ltautv ~.. y mopt'ltautv xa"tá. 35 La construcción ~.. introduce normalmente los sernas de espacio-tiempo y los de continente-contenido, si bien trasladados a la esfera noológica. En la expresión ~.. xatvó"t'Yj"tt ~ro"Yj<; el serna que traduce la idea de "continente" (y en cierta manera la idea de "espacio") viene representado por la serie de categorías y valores que forman y condicionan el wjido de la dinámica ético-religiosa en el existencial humano. Pero esta "vida". viene ulteriormente determinada desde el punto de vista semántico en virtud de la relación intertextual introducida por la construcción Ólar.ep-ofhro¡;. La inserción, en la prótasis, del evento de la resurrección de Cristo mediante la acción de la MEa del Padre
Fr. ZoRELL, o. c., 558-559. 34 H. SEESEMANN, 1tatéw, en ThWNT V, 940-946. 35 Lo mismo sucede con otros lexemas similares: h d¡d1rr¡ (Ef. 5,2), zv f¡p.épt:¡ (Rom 13, 13), ~v r.avoup¡l'f (2 Cor, 4, 2), ~'1 a?pxl (2 Cor 10, 2), h tai; áp.11ptlat~ (Ef 2, 2), zv. a~toi; (~p¡ot~ d¡11&oid (Ef 2, 10), h p.11tatótr¡t tto1i vorl~ (Ef 4, 17); ~v aot
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permite deducir que a los elementos axiológicos se deben añadir una serie de connotaciones de orden estrictamente vital (podríamos decir de orden cosmológico) que emanan del ~¡€p-&1¡ de Cristo. Partimos evidentemente del supuesto de que la presencia textual del evento de la resurrección de Cristo no es puramente extrínseca o comparativa ; bastaría recordar las frecuentes fórmulas ai>v Xpta'tlj>, que traducen la misma dinámica (cfr. el concepto de aóEa y el de aó;ra¡.w; en Rom 1, 4, muy próximo al "kabod" del A. T.), 36 y de forma especial la expresión ( aó¡.tcpu'tot) Tf¡<; &vacr'táaEro<; eaÓJ.LEI}a (6, 5b) que está estrechamente relacionado con 6, 3c (El<; 'tOV -&áva'tOV) y COD 6, 4a ( C1tlVE'trÍCfl1jfLEV Clll'tlj} ). La e:; ro ~ presenta, pues, los sernas característicos de la eticidad, pero dando a ésta una profundidad específica. Una nueva prueba de ello la ofrece el uso del lexema xatvó't"t¡<;. cuyos sernas fundamentales de novedad y originalidad consisten precisamente en la suma de connotaciones de carácter teológico-cristológico que surgen de la condición concreta del ser-en-Cristo (cfr. correspondencia con ?taA.ató<;, 6, 6). 37 En los dos pasajes restantes l:;ru~ viene determinada por el atributo atómo<; (6, 22d.23b; cfr. 5, 2lb). Los léxicos ofrecen como primer significado de atómo<; "que dura una época" (atów = época, período de tiempo). Connota, pues, la esfera temporal, con un sentido de duración y continuidad. El lexema atillv es usado por Pablo tanto en forma determinada como indeterminada (en el sentido de "mucho tiempo", largo período de tiempo). 38 De ahí deriva fácilmente a la forma adverbial con el
36 G. VoN RAD, 1ióErz, en: ThWNT 11, 24Q-258. 37 El serna de vejez está presente no sólo en la expreswn de 6, 6a sino también, en forma implícita, en las antítesis 7t:Ón-vüv. En este pasaje nos encontramos con una peculiar formulación de la llamada teoría de las "dos vías", frecuente erÍ el A. T., en el rabinismo, en la Didajé y en los Padres Apostólicos. Pablo se sitúa, sin embargo, a nivel principial. La misma referencia al motivo xa:p11:~~ se hace empleando el singular. La concretización propiamente dicha se encuentra en las frecuentes listas de vicios y de virtudes o cuando son tratados problemas determinados. Conexión explícita de los motivos 11:epma:-ceiv-xa:pr.ó' con la lista de pecados y virtudes la ofrece Pablo en Gál 5, 16-24. Para la referencia a la doble forma de 11:epma:r.:eiv cfr. Rom 8, 4; 13, 13 ; 2 Cor 4, 2; 1 Tes 4, lss. 38 El adjetivo a:1óJvlo~ no contiene como serna inherente el de futureidad, que sólo puede venir liberado en razón del contexto concreto. El serna nuclear de a:ió.Jw,c; es de temporalidad ilimitada, que puede verificarse tanto en la esfera temporal del pasado como en la del futuro o en ambas simultáneamente. De hecho Pablo emplea en algunos casos el término a:lúJvlo<; para designar el ilimitado período que precedió a la revelacign (d11:oxdku~lc;) del misterio salvador en Cristo (Rom 16, 25 e). Aplicado a la deisis Cm~ el adjetivo a:lómo~ funciona como• cualificación específica de la vida que vive Cristo resucitado y que a través de él ha sido otorgada al cristiano.
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significado de "eternamente". La forma determinada recurre frecuentemente vinculada a los adjetivos ofí-coc;, &xe'tvoc;, &vea-croe;, fJ.ÉA."A.oov, EPXÓf-lE\Ioc; o al adverbio v uv (-có). El atillv, así determinado, adquiere fácilmente sentido categorial, expresando además de la coordinada temporal otra serie de cordenadas de tipo espacial que fundan la relación de continente a contenido. Atoo\1 viene a representar en estos casos el conjunto de realidades, categorías, factores axiológicos, etc., que, desde un determinado marco espacial (metaespacial) y temporal (metatemporal) fundan la relación de continente-contenido en el existencial humano. El sentido categorial resulta especialmente claro en las binas antitéticas ó at<Ílv oo-coc; (ExE"lvoc;) x-cA. y ó atoov fJ.ÉAAoov (epxóf-lE\Ioc;, x-cA.). En Rom. 6 la antítesis temporal se establece a través de los lexemas 7tÓ"CE-vuv con su carga categorial: ?CÓ"CE representa el marco espacio-temporal (con todo su contenido axiológico) del antes-de-Cristo y de su obra salvífica, y del sin-Cristo. Lo mismo se puede decir del vuv como expresión del "ahora" con-Cristo. Existe, pues, una correspondencia paradigmática entre las categorías ó atoov oo-coc; y 7tÓ"Ce, así como entre ó atoov fJ.ÉAAoov y \luv .. Ambas categorías
El paralelismo entre 5, 17 y 5, 21 permite comprobar la identidad funcional de la participación en la vida de Cristo- sea que venga formulada en forma absoluta (Cm~) o en forma determinada (Cm~ atÓJvto~): en ambos casos se trata de una dinámica de plena realidad en el presente (el futuro ~aatA.eúcroocrtv en 5, 17 tiene carácter lógico, impuesto por la estructura "JtoAA.
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tienen un común referente : el reinado de la á¡.tdp-c[a o el reinado de la xápu;. El atributo atówto¡; libera, pues, para el lexema ~on'¡ el serna "proyectivo" (futureidad, eternidad) y a la vez el serna de "presencialidad". La simultaneidad de ambos sernas crea una inevitable tensión en el existencial humano, porque ambos están llamados a ser esencialmente pertinentes. Los sernas de "presencia-permanencia" vienen ulteriormente (6, 22.23) expresados a través de la forma verbal "sxEn" (22c) que se refiere por igual a xapxó<; y a -co aE -cfA.o<; ~ro~v a[ól'ltov. La vida, considerada como -cÉAo<; libera en primer lugar el serna contextua} de "culminación", término (serna inherente del lexema -cÉAo<;); el serna "culminación", por su parte, connota el nuevo serna de "proyectividad", por cuanto la dinámica del sujeto queda marcada por el -cÉAo<; hacia el cual conspira. Tal es el caso de la dinámica de la vida (correlativamente, la dinámica de la muerte). El serna de "proyectividad" se conjuga lógicamente con el de ;'presencialidad": la vida, abundantemente presentada en los c. 5 ·y 6 como realidad presente y actual del cristiano (cfr. 5, 5.17.18.21; 6, 4.5.11.13), aparece así como dinámica proyectiva hacia la vida: ~ro~ El<; ~ro~v (cfr. 2 Cor 2, 26). Algo semejante debe decirse de los sernas liberados en el COntexto por e} lexema xáptcrf1CX, que funciona COIDO término OperatiVO de} sintagma ~ro~ aiómo<; en 6, 23b ; el don-recompensa de la vida eterna no es algo extrínseco a la dinámica actual de la vida, sino su normal e interna culminación, con las connotaciones sémicas de gratuidad (serna actuado por }a presencia de} xáptO'flCX) y de productividad (serna liberado por el paralelismo textual con d~ól'lta). Los sernas de productividad (cfr. EXE-cE -cov xap1tov Úf1illV , 6, 22c) y gratuidad son esencialmente pertinentes en el texto. Ahora bien el serna "productividad" hace que ~ro~ alÓl\lto<; libere textualmente el serna de remuneración-recompensa. En 5, 21 el sintagma E[¡; ~ro~v atól'ltov no libera directamente, en virtud del contexto, el serna de culminación o término, pero sí el serna de proyectividad: (cfr. partícula El<;): }a dinámica de la xápt<;, presentada como dinámica de dominio de la justicia, es una perenne virtualidad de vida. Presencialidad-virtualidad son dos sernas esencialmente pertinentes en el semema vida y en todos aquellos sememas introducidos en el existencial cristiano por el sistema de la xápt¡;, como lo ponen de manifiesto las numerosas expresiones-E[¡; (5, 21b; 6, 16c.22c). La copresencialidad fáctica del sistema de la xápt<; con el sistema de la á¡.tap-c[a introduce, por el mismo hecho, la tensión de virtualidades de vida y de muerte tanto a nivel indicativo como imperativo.
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De los textos que acabamos de analizar obtenemos la siguiente serie de sernas que expresan el contenido semántico de e;ro~ : dinamicidad, permanencia, presencia, interioridad, proyectividad. Todos ellos aparecen encuadrados en la esfera de lo noológico y en el marco propioceptivo de la euforia, en contraste con la disforia que caracteriza los sistemas introducidos por á¡uxp'tta-ltáva'to<;. El análisis semántico de e;ro~ debe lógicamente ser completado con el estudio de los sernas liberados por la forma verbal e;r¡v. El verbo e:;r¡v aparece una vez en forma indicativa, referido al sujeto i¡p..at<; (6, 2c), dos ·veces, también en forma indicativa, referido a Cristo (6, lOb) y otras dos veces en forma participial referido al sujeto úp..at<; (6, llb.13b). A este cómputo debe sumarse el empleo de la forma c:wl:;~crop..av en 6, 8b, que tiene como sujeto a i¡p..at<; y como referente a Cristo. El verbo e:;r¡v aparece referido de forma especial a Cristo: o()¿ 1:;1j, 1:;1j 'ttp 8cq> (6, lOb). La doble forma de indicativo presente tiene como serna aspectual el de continuidad (permanencia) y como serna modal el de realidad. Desde el punto de vista contextua! el sintagma 'ttp &aq> actúa como operador de sentido que hace liberar al verbo e:;r¡v el serna de referencialidad teológica. El vivir de Cristo se sitúa en la esfera de lo teológico (como se desprende también de la antítesis a1té&anv 't1j áp..ap'tttf, 6, lOa). La conexión explicativo-consecutiva de 6, 10 con 6, 9a pone en relación la forma verbal 1:;1j con &1cp&af<; que comporta el s~ma de pasividad teológica (en 6, 3b la pasividad teológica venía explicitada a través del sintagma (Jtd 'tf¡<; aóE1J<; 'toü Ila'tpó¡;). El vivir de Cristo queda así, a nivel de texto, encuadrado en una doble referencialidad semántica : a través de su relación con &Fp&afc; libera el serna de "dependencia" frente a la dinámica del Padre ; a través del sintagma 'ttp Saq> libera el serna de "proyección" a Dios. El verbo e:;r¡v aplicado al hombre (sujetoi¡p..et<;-Úp..at<;) libera también una serie de sernas característicos en su triple recurrencia textual (6, 2b.llc. 13b). a) El sintagma 1trnc; E'tt e:;~crop..av ev au't1j (6, 2) tiene como referente la áp..ap'tta (en forma pronominal). El sujeto ohtvac; introduce el serna de pluralidad indiferenciada. La cuantificación viene precisada solamente a través del sintagma a1ta&ávop..av 't1j áp..ap'tttf (v. 2c). En 5, 12c la muerte se extendía ate; 1tánac; av&pómouc; y en 5, 15 a 1tóA.Aot, que corresponde al de; 'tooc; 1toA.Aoóc; de la xáptc;. En 6, 2 no se habla de la muerte en general ni viene cuantificado su radio de acción. Se habla más bien de la no-muerte o de la muerte a la muerte que está integrada en la dinámica de la áp..ap'tfa, a la cual corresponde lógicamente la no-vida en la muerte. No
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es pensable la presencia simultánea en la misma esfera, de la no-muerte y de la no-vida, como no lo pueden ser la vida y la muerte. El cuantificador ohtve~ introduce un grado de extensión que viene ulteriormente determinado en el versículo siguiente: 5'tt oaot e~a.'lt't[cr&r¡p.ev .•• et~ 't0\1 !Mva.'tov x'tA (6, 3). El serna "imposibilidad", contenido en la interrogación 1tw~ E'tt queda así afirmado no en forma genérica y universal (5, 12 ss.) sino en orden a un sujeto concreto (los bautizados) y a un referente específico (el pecado). 39 La forma del verbo es de futuro (e::,~crOf>-EV} 40 que en la formulación interrogativa (1tfu~ E'tt) libera el serna modal de imposibilidad categórica, en la línea de la negación resolutiva expresada en el p.-Y¡ 1évot'to de 6, le. La lectura de tono deliberativo e::,~crmp.ev (subjuntivo aoristo) que recogen algunos códices, como el Chester Beatty, la consideramos poco probable, ya que el carácter imperativa! (parenético) que quieren dar al verbo está suficientemente indicado en la forma de futuro. La tensión indicativo· imperativa! queda así inserta en el interior de la relación vida/muerte (no-vida/no-muerte): el verbo ri'lte&dvop.ev, en aoristo, introduce el aspecto histórico-indicativa! del semema muerte, mientras que el verbo e::,~crop.ev, en futuro, proclama el carácter imperativa! del sistema relacional de incompatibilidad de la vida con la no-vida. b) Los sernas indicativo-imperativales aparecen de forma no menos explícita en la doble expresión participial ( e::,funa.~ ) de 6, llc y 6, 13b. En 6, 11 el participio e::,funa.~ viene introducido por el verbo A.o1te::,ecr&e que desempeña la función de operador de sentido. Tiene como referente positivo a Dios ( 't
39 Dentro de esta delimitación, impuesta por los referentes muerte-bautismo, queda suficientemente afirmada la universalidad: oÍ'tt~e~. 8ao~ = 'ltáY'tec; of. Se trata de una indeterminación que implica la extensión a todos los sujetos que entran en la esfera del referente (Cfr. M. ZERWICK, Graecítas bíblica, n. 0 215). 40 Los principales códices leen en futuro (C:~aop.e~) B S A ss P 1175 D y gran parte de los que siguen a K. El futuro de la expresión r.üi~ en C:f,aop.e~ puede considerarse como uno de los ejemplos típicos de influjo hebraico. M. Zerwick (Graecitas bíblica, 279) le atribuye el aspecto propio de modalidad que connota posibilidad (correlativamente imposibilidad). El carácter imperativa! que atribuimos a este futuro no brota tanto del nivel proposicional cuanto del nivel ilocutorial (Cfr. J. L..¡._usnN, How to do thíngs wíth words, Oxford 1955, 101 ss.).
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intelectiva, valoración, contabilidad. 41 Algunos autores sostienen que el serna "contabilidad" debe considerarse como nuclear en el texto de 6, 11. El imperativo A.o¡í~scr&s sería, pues, un imperativo dirigido al cristiano para que "contabilice" (in Rechnung stellen, anrechnen) el evento de la muerte vicaria de Cristo. Lógicamente el serna liberado por el participio l:;iiwra.; será el de "apropiación" del evento salvífica (muerte-resurrección de Cristo). En tal caso el imperativo sería de carácter absoluto y se situaría directamente en la esfera teológico-religiosa. Por nuestra parte creemos, sin embargo, que A.o¡[~scr&cu tiene aquí el significado general de "considerar", "pensar" (cfr. los diversos verbos de conocimiento que introducen cada una de las secuencias y secciones : cipost"Cs, ¡tvrucrxons.;, s[Clócs.; ... , 6, 3.6.9.16). Su función es ostensiva: invitación a poner ante sí, como objeto de reflexión-contemplación un evento o realidad indicativa!, 42 que es a la vez contenido de fe: Ér.w1:ou.; vsxpou.; 'ií á¡uzp<:[q ~iilna.; (le <:
44
El serna indicativa! genera ulteriormente los sernas de referenciadependencia a través de la relación oposicional vsxpoú.;-~runa.; que se pro41 LIDDELL-Scorr (o. c., 1055), señala como primera acepción de /,oriC:ecr&at contar, computar, calcular y también "poner en cuenta", adeudar. Cita a continuación las acepciones de considerar, tener en cuenta, concluir por razonamiento. W. BAUER (Griechisch-deutsches Worterbuch zu den Schriften des Neuen Testaments und übrigen urchristlichen Literatur, Berlín 51963, 940ss.) pone también de relieve la esfera mercantil en la que se desarrolla primariamente el significado de A.oriC:ecr&at; F. ZORELL, o. c., 773 cita también en primer lugar la significación "in Rechnung bringen". Cfr. H. FRANKEMOLLE, Das Taufverstiindnis, 93, 93. 42 Sobre el término "ostensivo" cfr. C. CASTILLA DEL PINo, Introducción a la hermenéutica del lenguaje, Barcelona 1972, 39. 43 La lec.tura "e[vat" no aparece en p46 A 33 Ds. 225. 44 Cfr. O. Kuss, Der Romerbrief, 306: "Weil sie glaubend wissen, dass Christus erweckt von den Toten, nicht mehr stirbt... (v. 9), müssen sich auffordern lassen, zu 'denken' !A.oril:ecr&e; vgl. etwa Rom. 3, 28; 8, 18; auch Rom 14: 14; Phil 3, 13), davon überzeugt zu sein, sich versichert zu halten, dass sie vor Gott eine neue Existenzform gewonnen haben. Es kann und muss dazu gemahnt werden, sich der im Glauben ergriffenen Wahrheit und Wirklichkeit denkend zu bemachtigen und -das wird gleich noch eindringlich dargelegt werden- ihr durch gelebtes Leben gerecht zu werden". Cfr. W. ThüsrNG, Per Christum in Deum. Studien zum Verhiiltnis van Christozentrik und Theozentrik in den paulinischen Hauptbriefen (Nt. Abh. NF 1), Münster 1969, 74.
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yecta sobre el ªrpámxE histórico-salvífico descrito en 6, lOb. 45 Por otra parte, la conexión de ¡::ólv'ta~ con el referente "t
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directamente sobre la relación no-muerte/vida. El "no" a la muerte, que en las antítesis anteriores se desarrollaba en construcción autónoma (cfr. 6, 2.5.8.10.11), se transforma aquí en simple referente lexemático de !:;ffina~ (ex vexp&v). El referente -rq> 8eq> no aparece aquí en conexión inmediata con l:;ffinac;; por motivos puramente literarios, ya que ácaba de figurar como referente del verbo principal 'lt:apacr-r~aa-re. Pero esto es una prueba más de la importancia del s.ema imperativa! en este contexto. A diferencia de 6, 11 donde el imperativo A.o¡í!:;ealte tenía pura función ostensiva, aquí adquiere función nuclear, implicando en su dinámica imperativa! a todos los elementos que intervienen en la frase. De hecho !:;ffinac;; desempeña el papel de simple atributo del objeto directo del imperativo (Éatnoóc;;). Teniendo, pues, en cuenta que, en fuerza sobre todo de la partícula ffiaeí el participio l:;ffinac;; introduce directamente el serna indicativa!, podemos concluir que en 6, 13 la relación indicativo-imperativo aparece como componente esencial intrínseco del existencial cristiano : el cristiano debe considerar como un imperativo el llegar a ser aquello que ya es, y precisamente porque lo es. e) Hemos dejado para el final el análisis del texto de Rom 6, 8 porque el verbo "vivir" ofrece la peculiaridad de llevar integrada la partícula referencial (auv-l:;jjv). En los verbos-cróv empleados en los vv. precedentes el referente categorial era la no-muerte (cfr. auve-rácp7jfLEV auvea-raupffi~7j). la participación en la muerte de Cristo representaba en realidad la participación en la muerte a la muerte. Aquí, en cambio, el serna referencial se proyecta directamente sobre la vida, aunque en íntima conexión con el serna referencial a la no-muerte expresado en la prótasis (El ae cZ'lt:EMVOfLEV ailv Xpta-rq> ). 47 En orden a la delimitación de los sernas que concurren en la expresión-cw!:;~aofLEV resulta necesarioprecisar el tipo de relación que la unen con el verbo 'lt:tO"tEÓOflEV de función ostensiva. El verbo 'lt:lO"tEÓElV es empleado frecuentemente por Pablo para introducir los contenidos doctrinales que quiere fonnular (lo mismo que ¡tvffiax.etv, e[aévat A.é¡ctv ). En -todos estos casos no se trata de afirmaciones estimativas sino de afirmaciones con carácter asertivo. Pero la presencia de estos verbos no prejuzga la esfera temporal en la que se desarrolla la acción que intro47 En 6, 5 el serna referencial introducido por el lexema aút-tcpiJ'tot (con aúv integrado) ofrece una connotación neutra, que de hecho vendrá posteriormente precisada en forma bipolar CIÚJ-l'f'IJ'tOt 1no-muerte y aÚJLcpti'tOt 1vida.
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ducen, ni la modalidad indicativa! o imperativa! de la misma. Este tipo de sernas deberán deducirse del contexto. El contexto que debe tenerse en cuenta es, en primer lugar, el de las perícopas inmediatamente posteriores (vv. 10.11) ya que éstas funcionan como demostración del aserto establecido en 6, 8. Ahora bien, en 6, 9 predomina el aspecto físico-histórico del evento salvífica en Cristo (muerte-resurrección), pero visto desde la perspectiva del presente (IMva'toc; aó'tou oóxé'tt xuptEÓEt); en 6, 10 se pone en relación directa el evento histórico con su significación teológico-religiosa ('tij á!iap'tÍCf d'ltétJ.avEv f ~~ 'tijl &Eijl); a través del presente ~~ el contenido de la afirmación se proyecta en la perennidad del presente. Finalmente en el v. 11 la antítesis morir (al pecado) -vivir (para Dio~) es aplicada al hombre y se sitúa en el campo teológico-ético, quedando connotado el serna de presencialidad. En la misma línea parece apuntar el contexto precedente. Al estudiar la estructura formal señalábamos el marcado paralelismo de las secciones B y C de la primera secuencia; uno de los paralelismos claros era precisamente el de los vv. 5 y 8. Ahora bien en el v. 5 ( Et rdp aó11q¡u'tot TETÓVc.t!1EY ••• 'tolí &avá'tou aÓ'tou, dA.A.d xa! 't~c; dvaa'táaEroc; EaÓ!iE&a) la afirmación de nuestra participación en la resurrección de Cristo está en íntima relación (cfr. partícula ráp) con la frase inmediatamente precedente (v. 4c), donde la participación del bautizado en la resurrección de Cristo venía expresada en términos de 'ltEpt'lta'tEt\1 Ev xatvó't7j'tt ~rofjc;. Esto mueve a pensar que los sernas que el verbo aaó11E&a permite liberar al sintagma aó11q¡u-cot 't7¡c; dvaa'táaEroc; son primariamente de orden ético-teológico, connotando ante todo el hoy del ser y del quehacer del cristiano, a través de los cuales se realiza nuestra participación en el evento salvífica de la resurrección de Cristo. Así se obtiene una línea coherente a nivel de discurso. En 6, 2 la interrogación (oht\IEc; a'JtEtJ.d\IO!iE\1 .•• 'Jtiñc; E"Ct ~~OO!iE\1) rechaza implícitamente la posibilidad de conjuntar el haber muerto al pecado con el seguir viviendo en él. En los vv. 3-4 se señala el fundamento del aserto precedente : hemos participado en la muerte, debemos, por tanto, manifestar que hemos entrado a participar en su resurrección y esta manifestación se realiza fácticamente en el 'ltEpt'ltaniv EY xat11Ó't7j"Ct ~ro7¡c;. El segundo momento argumentativo se abre con la misma doble referencia (de nuestra condición de bautizados) a la muerte y resurrección de Cristo, pero desde la nueva perspectiva ofrecida por el lexema "aó11q¡u'tot" (partícipes de la misma naturaleza: au11q¡óm, o bien complantados: au11q¡unÓEtv). La demostración que sigue al aserto de 6, 5 desarrolla sólo el elemento de participación en la muerte de Cristo -tanto a nivel indicativa! fáctico ( auv-
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sa-caupó:J{}Y¡) como a nivel asertivo virtual (-coü fL'YjXÉ-ct aouA.s6sw 'ii áfLap-ciq); el serna de eticidad y, lógicamente, el de presencialidad en este caso es evidente. La segunda sección deja sin desarrollar el aspecto de participación en la resurrección. Esto se hará en la sección tercera (6, 8 ss.), en estrecha Unidad COn el tema de participaciÓn en }a muerte (El as t:btEfMVOfl.EV aov Xpta-c
48 Nos parece, pues, acertada la interpretación que E. KÜHL (Der Brief des Paulus an die Romer, Leipzig 1913) hace de los vv. 5 y 8 cuando afirma que "Die rein futurische Fassung... (constituiría) ein dem ganzen Zusammenhang vollig fremder Gedanke", y continúa afirmando que la posterior vinculación de los vv. 8-10 con la exhortaci!ón del v. 11 constituye la prueba de que "hier überall aro Leben in Sinne der sittlichen Lebenstatigung im Diesseits gedacht ist". De la misma opinión son W. T. HAHN, Das Mitsterben und Mitauferstehen mit Christus bei Paulus (Diss. Tübingen) 1937, 38; E. LARSSON, Christus als Vorbild. Eine Untersuchung zu den Paulinischen Tauf- und Eikontexten. Acta Seminarii Neotestamentici Upsaliensis, Band XXIII, Upsala 1962, 71. La legitimidad del empleo del futuro "lógico" desde el punto de vista gramatical viene reconocida expresamente por BLASS-DEBRUNNER-FUNK, A Greek Grammar, n. 0 348. Debemos, sin embargo, reconocer que la interpretación histórico-escatológica ha sido la más frecuente en la historia de la exégesis desde la época de los Santos Padres: cfr. J. Crisóstomo, en J. P. MIGNE, Patrologiae Cursus Completus, Script. graeca (1857-66), 60, col. 485; Ecumenio, en K. STAAB, Pauluskommentare aus der griechischen Kirche, Münster 1933, 426; Gennadio, en K. STAAB, o. c., 366. Por una interpretación primariamente escatológica se inclinan también numerosos autores modernos (cfr. O. Kuss, Der Romerbrif, 305, quien escribe: "Das Futurum 'wir werden mit ihm leben ... bestimmt den Sinn des Satzes; es ist die eschatologische Erfüllung gemeint". En términos muy semejantes se expresan H. ScHLIER, Der Romerbrief, 186.199, G. GXuMANN, Taufe und Ethik, 19, y H. FRANKEMOLLE, Das Taufverstiindnis, 71. 81).
ESTRUCI'URACió;N SEMÁNTICA
4.
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CAMPOS SEMÁNTICOS
El proceso de eliminación y reducción lexemática nos ha permitido individuar algunos vocablos, que por su especial consistencia 49 pueden considerarse como lexemas cardinales. Entre éstos figuraban ante todo los que componen las doble bina áJiap·da 1&áva-roc; xáptc; 1l:;m'i¡. En torno a ellos se han ido formando una serie de galaxias semánticas. Los sernas que las integran tienen diversa procedencia. Los unos, inmanentes al lexema como tal, brotan del análisis interno del mismo, los otros surgen al paso del lexema por las diversas zonas del discurso: son los sernas contextuales. Pero entre todos ellos es fácil detectar algunos dotados de una especial capacidad de liderazgo, que polarizan en cierta manera todo el despliegue semántico. Vistos desde una perspectiva estática de estructura ya realizada, estos sernas dan la sensación de constituir la plataforma subyacente sobre la que se apoyan todos los demás. Desde una perspectiva dinámica, b de estructuración, aparecen, en cambio, como el humus primordial del que por diversas vías van generándose los otros sernas, dando lugar a la formación de las galaxias semánticas. Las categorías áJiap-rta, tMva-roc;, Xápu; !:;m'i¡ aparecen en Roro. 6 como otras tantas galaxias semánticas, construidas a partir de la dinámica generativa de un grupo de sernas determinados que funcionan a base de binas oposicionales. La vía para identificar las binas oposicionales consiste en reunir aquellos elementos que, por su proximidad a nivel de significantes, se pueden considerar constitutivos de un paradigma. Una vez establecidos los principales paradigmas se procede a examinar el aspecto concreto a partir del cual se establece la relación oposicional ; este aspecto concreto se detectará analizando las ausencias y presencias de determinados sernas dentro del marco general del texto. Los ejes semánticos así establecidos no se identifican con los signos lingüísticos sino que dicen
49 Entendemos por "consistencia" (correlativamente, inconsistencia) de un lexema o de una cadena sintagmática la especial capacidad de persistencia que éstos manifiestan a lo largo del texto (cfr. C. CASTILLA DEL PINo, Introducción a la hermenéutica del lenguaje, 65). La consistencia puede entenderse en función solamente de los significantes o puede extenderse también a los "significados", en cuyo caso la conmutación a nivel lexemático alarga el área de presencia (de consistencia) del término en cuestión. Por nuestra parte, hemos procurado atenernos fundamentalmente a los elementos significantes, recurriendo a la conmutación sólo entre las formas verbales, sustantivas o adjetivales del Inismo grupo semántico.
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referencia a aquello que une o separa a los signos ; esto viene dado en clave de sernas y no en clave lexical. Los lexemas pertenecen al eje semántico mediatamente, e.d., a través de los sernas. Una vez establecido el cuadro de la estructura relacional, en el sentido descrito, será necesario proceder a saturarlo mediante la integración en el mismo de todos los sernas que funcionan en el texto. Sólo en este momento se podrá decir legitimada la estructura semántica propuesta como básica. Aplicando estos criterios a Rom. 6 se puede ver cómo la dinámica del discurso, en la que desde el nivel lexemático jugaban un papel fundamental las binas xá.pu;-áp.ap·da, f:ro~-&á.va-ro<;, se desarrolla a partir de un sujeto principal: Cristo. El papel importante de Cristo se hace especialmente evidente en la primera secuencia, donde no solamente emerge como sujeto gramatical de las afirmaciones de 6, 9.10 sino que está además continuamente connotado a través de las expresiones-aóv que tienen como sujeto gramatical al bautizado. En la segunda secuencia Cristo aparece a nivel lexical en la perícopa conclusiva (6, 23), pero se puede decir que está implícitamente presente en toda la secuencia tras la dinámica del Servicio a la (}tx.atoOÓV"fj y a la xá.pt<;. Poniendo a Cristo como sujeto primero de un sistema oposicional, el polo opuesto será lógicamente el hombre-sin-Cristo, e.d., el hombre no justificado. El hombre no-justificado no aparece lexicalizado en el texto, pero está suficientemente connotado por una serie de expresiones, como e/..eó&epot ~"tE tij (}tx.atOaÓV1j (v. 20b), ~ouAot ~"tE "t~<; áp.ap-r(a<; (V. 17b), 'ltaAato<; áv&pro'lto<; (v. 6a) etc., que describen la condición precedente del justificado. La relación Cristo/hombre-no-justificado permite fácilmente descubrir la figura de un sujeto intermedio : el hombre justificado ((}tx.atro&eíc;). Tampoco este sujeto está lexicalizado. Es fácil, sin embargo, comprobar cómo el atx.atro&et<; es el verdadero destinatario de todo el discurso (cfr. 6, 2: ohtvE:; cX'ltEil-á.VO(J-EV tij áp.ap·ci~; 6, 3: oaot E~a'lt"tta&wev ; 6, 8; 'ltlO"tEÓO(J-EV Ó"tt. o.), es decir, los destinatarios son aquellos que "creen" que por haber muerto con Cristo vivirán con él. 50 La relación entre los dos polos extremos (Cristo-hombre no justificado) se establece desde el campo semántico del dominio hamartiológico: Cristo ha roto definitivamente con el dominio de la áp.ap-ria, 51 el no justificado está, en cambio, plenamente bajo el dominio de la áp.ap·tia. El eje semánCfr. O. MICHEL, Der Brief an die Romer, 208. O. MICHEL (ibídem) explica la relación Cristo-pecado en los siguientes términos: "Der Christus stirbt, weil er unter die Macht der Sünde getan ist". 50 51
ESTRUCTURACióN SEMÁNTICA
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tico, que desde aquí se establece, puede formularse : ruptura con la áfl.ap·tía - no ruptura con la áfl.ap't[a. Desde esta perspectiva del dominio hamartiológico es fácil percibir la existencia de un sujeto intermedio entre los dos polos anteriores : es el sujeto "hombre justificado" (atxatffi~etc;), que introduce un doble sistema de relaciones : relación justificado-Cristo y relación justificado-no justificado. 1) La relación justificado-Cristo está ampliamente expresada a nivel lexemático: e~rx'lt'tta&7jfl.EV Etc; Xpta'tóv (Etc; 'tov fl.áva'tov au'tou, 6, 3), auvE'tácp7jfl.EV r.tU't
52 La ruptura del cristiano puede decirse absoluta en cuanto en él se hace presente la ruptura operada por Cristo, pero a nivel de existencial cristiano el elemento cristo lógico es inseparable del elemento antropológico; de ahí que la cualificación definitiva de la ruptura sea la de "no absoluta". De hecho el discurso de Rom. 6 ofrece numerosos índices que proclaman las limitaciones y condÍ.cionamientos que brotan de la esfera antropológica; un índice fundamental es la presencia misma del imperativo.
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atd 'tij~ 3óE'YJ~ 'tou Ila'tpo~ y es definitiva y, por tanto, puramente indicativa!, mientras que la superación vital del cristiano se realiza ailv Xpta't
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el dominio de la áttaptta produce como resultado la dvottta 13 y su tÉA.o.; es la muerte. El texto emplea también aquí el término "fruto" porque es, en definitiva, resultado del tremendo dinamismo de la áp.ap·da. Pero tal resultado se sitúa en una negatividad tan radical que sólo puede ser expresado en términos de negación (cfr. a-vop.la) y su culminación es la negación total (el &ávato.;). De ahí que cuando el autor centra el discurso directamente en el tema de los "frutos" deje sin "denominar" el resultado o fruto del no justificado; se limita al indefinido tí va oov xap7tóv (v. 21a); desde la perspectiva de positividad salvífica en que se sitúa el apóstol, tal negatividad equivale a esterilidad. De ahí el sentimiento de disforia que siente el cristiano (~txatml}z[¡;;) al mirar retrospectivamente a lo producido por él cuando vivía en condición de no-justificado, es decir, bajo el dominio de la áp.aptía. Ofrecemos a continuación el cuadro en que aparecen visualizados los diversos sernas que desde cada uno de los ejes semánticos se acumulan en cada uno de los sujetos, así como las expresiones que los lexicalizan a nivel de texto: 1) ruptura
+
2) ruptura
+
3) no rup-
+
tura
superación vital superación vital con tinuidad
+
actualización definitiva
+
actualización no definitiva
+ +
dependencia positiva. dependencia negati va.
+
fecundidad.
CRISTO
+
fecundi dad.
R~UTIZADO
+
fecundidad negati va.
NO BAUTIZADO
53 En la esfera negativa de la áflap·t:ia se sitúa en Rom. 6 el dominio del vó11o~ (vv. 14b. 15b). Puede parecer en este sentido paradójico, a menos a nivel lexemático, que entre los resultados de la dinámica negativa (de la áp.ap·ria y del vÓflo~) se enumere precisamente la dvo11ia. Nos encontramos aquí probablemente ante una de las incongruencias lógicas no infrecuentes en Pablo (cfr. el uso tan distinto de Ú1taxo~ en el v. 16a y 16d). Al proponer la nueva condición del cristiano en 6, 14b y 6, 15b, Pablo parece situarse en la perspectiva judaica de un dominio precedente de la ley, mientras que ahora estamos ya libres de este dominio. En cambio al describir las consecuencias negativas del pecado en 6, 19 Pablo se sitúa en la perspectiva del mundo pagano, dominado, según la mentalidad judía, por la dxa&apcria y la civof11a (cfr. O. MICHEL, Der Romerbrief, 214). Es, sin embargo, posible que Pablo quiera dar en 6, 19 al término dvo11ia un sentido más amplio, alcanzando a todo género de transgresión y de impiedad (cfr. Rom 4, 7; 2 Cor 6, 14) en cuyo caso la oposición con el dominio del vÓflo~ es sólo aparente ya que en 7, 8 ss. se explica cómo la ley ha servido para que funcione más activamente la dinámica del pecado, como.por otra parte, había quedado bien asentado en 5, 20 (Nóf1o; 'ltapeta~ /.&ev Yva 'ltAeovacr"!J 1:0 1tapánw11a ). Cfr. l. DE LA POTTERIE, "Le peché, c'est l'iniquité (1 Jn 3, 4)", NRT 78 (1956) 785 ss.
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Las expresiones que lexicalizan el sistema de sernas 1. 0 son entre otras: d1té&avsv 'tij á.¡tap'tttf, ~¡€p&r¡ ?Jl(i 't~¡; ?Jó~-y¡¡; 'tOu IIa'tpÓ¡;, l:ií 't
Et¡; 'tOV IMva'tov au'tou, oíhro¡; lj¡.t.Et¡; ~v xatvÓ't1j'tl l:ro~¡; 1tepma't~aro f-lEV, ~aouA.ill&r¡n 'tij atxalO~ÚY¡¡, 1trzprzn~aa'te -cci ¡.t.ÉA.-y¡ "Cij aotatOOÓVY¡¡, EXZU xap'lt0\1 ~:(¡; á.¡taap.óv ... El sistema semántico 3. 0 está lexicalizado por vía indirecta, es decir desde la descripción del mÍ'te del justificado : 'ltru~ E"Ct I:~OOf-leV ~\1 au'tij (á.¡.t.ap-c[tf), 'ltaA.ato¡; av&pro1to¡;, ~'te ?JouA.ot -e~¡; á.¡.t.ap-c[a¡;, 1trzpea"C~aau -cci ¡.t.ÉA.-y¡ "Cij dxa&apa[tf, &A.eó&epOl -cií ?JtxatoaóvY¡¡, -e[ va oov xap1tov EtXEU -có-cs, -co -cÉA.o¡; &xeivrov &áva-co¡;, -cci ¡cip ó9illvta -e~¡; á.¡.t.ap-c[a¡; &áva'to¡; etc. Desde la perspectiva ético-teológica los sernas del sistema 1. 0 (que
corresponden a Cristo) se resuelven en una linearidad puramente indicativa!. Los sernas del sistema 2. 0 (que corresponden al hombre justificado) se resuelven en una linearidad indicativo-imperativa!. Los sernas del sistema 3. 0 (que se refieren al hombre no-justificado) se resuelven a nivel de texto en simples connotaciones o en afirmaciones de carácter indicativa!. Los ejes semánticos estudiados dan origen a nuevos ejes que pueden interesar especialmente nuestro tema. El sujeto sobre el que se construían las polaridades semánticas eran, por un lado, Cristo y, por otro, el hombre justificado y el hombre no justificado. El sujeto Cristo funciona a nivel de texto en singular mientras que el sujeto-justificado y el sujeto no justificado funcionan en plural {t>¡.t.Et¡;, lj¡.t.E"i¡;, oaot, ohtvec; ... ). Los sernas de singularidad y pluralidad remiten directamente al campo semántico de la cantidad. Al mismo campo de la cantidad apuntan los sernas de "plenitud" inherente al verbo 7tA.eovál:m (6, lb) y de "desarrollo" progresivo de la expresión -cij dvo¡.t.[tf e(¡; dvo¡.t.[av (6, 19b). De los ejes semánticos ruptura-no ruptura o permanencia y superación vital - no superación o continuidad brota connaturalmente la idea de un antes y un después, determinados por un evento histórico fundamental, lo que nos sitúa en el campo semántico de la temporalidad. · 1)
EL CAMPO SEMÁNTICO DE LA CANTIDAD
El campo de la cantidad tiene su expresión más inmediata en el eje semántico singularidad-pluralidad. La singularidad emerge como serna característico de Cristo. En los textos que tienen a Cristo como sujeto, éste aparece funcionando en cierta manera como sujeto en solitario. Hay un aoristo pasivo {~¡ép&-y¡) que connota explícitamente la acción del Padre
ESTRUCTURACióN SEMÁNTICA
113
<~¡ép3r¡ atci ·~<; aoEr¡<; 1:oo IIa.1:pó¡;, 6, 4b) y otro
El serna de pluralidad está ampliamente representado por el sujeto hombre justificado y por el sujeto hombre no justificado, que en realidad responden objetivamente a un único sujeto, descrito respectivamente desde la etapa anterior o posterior a la conversión. En ambos casos el sujeto es plural y determinado ( i¡p.et<;, úp.et<; o'htve<;, ocrot ; en el caso de ohtve<; y ocrot la determinación viene dada por el contexto: ohtve¡; d1tefMvop.ev •ií Úf!.ap1:t!f. 6, 2b), ocrot s~a7t1:tcrltr¡p.ev, 6, 3a). El sujeto plural funciona aquí con carácter distributivo y en esencial dependencia de la singularidad de Cristo: de hecho la mayor parte de los atributos verbales de la primera secuencia están construidos con las partículas cróv (en forma integrada o separada) o ek, ev (e~a7t1:tcr3r¡p.ev ei¡; Xptcr1:ov, ei<; &áva1:ov atnoó, 6, 3 ; e:;wna<; ev X p t cr1: q¡ ' 1r¡ cr oü , 6, 11 b). Esta relación de la pluralidad con Cristo nos pone ante la presencia de dos sernas nuevos, que dan lugar al eje semántico conjunción-disyunción. El eje semántico conjunción-disyunción no funciona, sin embargo, en relación exclusiva con Cristo ; en el discurso funciona también una conjunción-disyunción con relación a las potencias negativas ( áp.ap1:[a, &áva1:o<; ... , etc.). De hecho, el planteamiento fundamental
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del discurso se basa en la hipótesis de simultanear ambos tipos de conjunción: E1CtfL€11
A+(B+C)
A+B#A+C
y en forma lexicalizada
El eje semántico propuesto se resuelve a nivel de texto mediante el rechazo de la conjunción simultánea y la afirmación de la conjunción alternativa, la cual a su vez deberá resolverse definitivamente en la aceptación de la disyuntiva positiva y en el rechazo de la disyuntiva negativa, es decir en el establecimiento indicativo-imperativa! de la conjuncwn Y¡[Le'ic;-Xptcr"tó<; y en la negación indicativo-imperatival de la conjunción -(¡fLEte;- á[Lap"tta.
Visualizado el desarrollo hipotáctico de los sernas del campo semántico de la cantidad, obtenemos el siguiente diagrama : CANTIDAD singularidad personal
pluralidad
1
categorial
determinada
determinada indeterminada
positiva negativa
1 distributiva
Xpunó~, Se¿~
xript~.
(IIat~p)
Ó &n:o{hzvów
á!'-ap·t:ia,
1ltxatO·
d~txla,
cró·n¡,
dxal'lapcrla,
Cm~.
dvof.Lla, vóp.o.c;, l}á~a"to~.
1
dependiente. ~¡te!~+ oó~, el~,
Ev.
ESTRUCfURACióN SEMÁNTICA
115
2) EL CAMPO SEMÁNTICO DE LA TEMPORALIDAD
Los sernas ruptura-continuidad, novedad-permanencia evocan la idea de linearidad temporal. De la ruptura operada por Cristo se dice expresamente que tuvo el carácter de ECfá11:a~ tv. lOb). Esto significa que la muerte no tiene ya (oilxÉ-ct) dominio sobre él (9b). En forma semejante, la ruptura operada por el cristiano comporta el no permanecer (b::t¡lÉvEt\1) en laáp.ap-c[a(v. lb), el no vivir más tiempo en ella (E-ct. v. 2c) ni prestarle por más tiempo (!lr¡xÉtt, v. 6d) servicio. Nuevos índices de carácter temporal son las partículas vuv (vv. 19c. 21d), vuv[ (v. 22a), o-cE (v. 20a), -c6-cE (v. 2la). El serna "temporalidad" aparece además en el adjetivo a(Ólvto<; y en las formas temporales de los verbos, cuyo empleo tiene un papel privilegiado en el discurso. En el campo semántico de la temporalidad la polaridad más fundamental es la que se funda en la concepción misma del tiempo como despliegue circular o como despliegue linear. En Rom. 6 el serna del "retomo", que connota el serna de circularidad no está presente, al menos en forma explícita (cfr. en cambio Gál. 2, 18). Los sernas temporales se sitúa~ aquí en la temporalidad linear. Sobre esta temporalidad linear se construye ante todo el eje semántico . anterioridad-posterioridad. Los sernas anterioridad-posterioridad connotan la existencia de un antes y un después. Los índices de la existencia de esta cisura en la linearidad son múltiples en el discurso de Rom. 6. En primer lugar, el recurso a las partículas -c6tE-vuv (vuv[). La partícula to-cE es en sí indeterminada; la determinación de la esfera temporal a la que se refiere sólo puede venir dada por e.l texto; ahora bien, el texto permite establecer como frontera posterior del -cotE el momento en que se realizó la liberación del pecado (por parte de los creyentes) y la puesta al servicio de Dios: \IU'It ae EAEU&EprolMvtE<; rb:o -c"ij<; á!iaptta<;, \jouA.roMvn<; ae-c
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El eje semántico anterioridad-posterioridad connota, pues, un doble evento que determina el momento de cisura entre un antes y un después, con características significativas a nivel del texto. El primero de estos eventos está ligado al sujeto Xptnó¡; y coincide con el &cpá1t:rxE de su muerte (y sucesiva resurrección). El segundo evento tiene como sujeto al hombre y coincide con el evento histórico de su muerte al pecado, ligada al bautismo y con la entrada al servicio de la justicia a través de la aceptación en la fe del mensaje salvífica ( Ú1t"tptoócrau ••• 1:Ó1tov atarxx_ií¡;, v. 17). Aunque la manera concreta cómo se vinculan ambos eventos (muerte de Cristo y muerte del cristiano por el bautismo) no es una cuestión "pertinente" en el estudio semántico anterioridad-posterioridad, sí lo es el hecho como tal de la conexión interna entre ambos, ya que a nivel de texto ambos eventos son considerados como significativos desde una perspectiva unitaria. En el eje semántico propuesto el serna posterioridad connota nuevos sernas de carácter hipotáctico. La posterioridad puede, efectivamente, ser ulteriormente determinada por los sernas de "singular" y "evolutiva". Singularidad connota aquí no tanto al sujeto, cuantitativamente considerado, sino la modalidad con que el evento se proyecta sobre la linearidad temporal. En este sentido se puede decir que el evento histórico-salvífica de la muerte de Cristo se proyecta en una posterioridad temporal de carácter único, absoluto y totalizante, que viene lexicalizado tanto por el adverbio &cpám:xE como por la forma q (~i.í 1:
ESTRUCTURACióN SEMÁNTICA
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Recogiendo en forma visualizada los diversos sernas que estructuran el campo semántico de la temporalidad, desde una evolución hipotáctica del eje semántico anterioridad-posterioridad, podemos trazar el diagrama siguiente: TEMPORALIDAD anterioridad indeterminada general 'tÓ'te,
actualidad central singular ~cpdn:a~
(Xptato; drr!i&aY
Ote.
posterioridad
plural
absoluta
evolutiva
(~!i•ic;) IÍrroll-dYO!LEY ¡~ania&w
Olr1)XOÓOCX!LEY X'tA.
presente
pasado (aó¡.tcpUcOt) !ETÓVCX!LEY X'tA.
y
o
y
Cwnac;, ~a.:<. 'll:apaac~aan,
futuro
auqao!LeY,
xü.
x-r:A.
Para la lexicalización del diagrama nos hemos servido, en primer lugar, de las partículas temporales y, después, de las formas verbales por cuanto éstas llevan implícito el serna temporal.
5.
CONVERGENCIA ISÓTOPA 54
Recogiendo los elementos obtenidos a través de nuestro análisis, tanto los que se refieren a las binas fundamentales á¡tap'tta-xdptc; (9sóc;) y ltdva'toc;!:;,ro~ como los que han ido aflorando a partir del estudio de los campos se54 Al afrontar el problema de la isotopía no compartimos evidentemente la interpretación que R. Barthes hace de la "pluralidad" del texto. La imagen de las galaxias le lleva a ver en el texto una pura nebulosa de significantes y de significados. Partiendo de este supuesto, es lógico que el texto se presente como "reversible" y que sean múltiples las entradas en el sentido. No eremos, sin embargo, que en una perspectiva hermenéutica -a la que en definitiva debe conspirar toda lectura- pueda prescindirse de la estructura de fondo y de la convergencia isótopa, que en última instancia responde a la naturaleza sintética del espíritu humano y a la exigencia interna de todo mensaje (Cfr. R. BARnms, S/Z, Paris 1970, 26). Para el concepto de isotopía en lingüística nos remitimos al amplio estudio de A. J. GREIMAS, Sémantique structurale (trad. it., 104 ss.).
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118
mánticos (binas relacionales bautizado-no bautizado, Cristo-bautizado) podemos identificar una primera isotopía, como se desprende del diagrama siguiente :
n~bautirndo
Pecado!~
•
~l
Muerte 4
~
Dios (¡dpl~) bautizado (Cristo) Vida
La deixis de la izquierda representa el movimiento característico del hombre no-redimido (no-bautizado): vive en el pecado y su caminar está abocado a la muerte. La deixis diagonal describe el movimiento fundamental que opera en el bautizado : de una situación de dominio de la á¡.tap"t[ct arranca un movimiento de rotura, vinculado concretamente al evento-bautismo. En Cristo se ha realizado también este movimiento, centralizado en el e
terminación
.------~
X
no-terminación
no-singulaTidad
ESTRUCTURACióN SEMÁNTICA
119
En el diagrama propuesto la deixis de la izquierda describe los sernas propios de la ruptura-tránsito de Cristo: singularidad (en cuanto Cristo realiza todo esto como sujeto individual y único) y terminación (en cuanto que el &cpá7t:a~ del evento realizado por. Cristo tiene carácter absoluto y definitivo). En la deixis de la derecha aparecen señalados los sernas que determinan la modalidad propia de la ruptura y del tránsito en el bautizado : no-terminación (por cuanto se trata de una realidad que, no obstante su carácter radical, está esencialmente sometida a un proceso evolutivo) y no-singularidad (ya que el bautizado no actúa en este proceso como individuo singular sino en esencial dependencia de Cristo, como se desprende de la mplia gama semántica desarrollada por las expresiones -OI.lV ).
A partir de estos sernas fundamentales de terminación y singularidad se pone en movimiento el ulterior despliegue semántico. La singularidad del evento de Cristo comienza por proyectarse sobre la no-singularidad del hombre. El hombre rompe la "clausura" en que lo tiene aferrado el pecado, a través de su inserción en la singularidad de Cristo y del evento salvífica por El operado. Se da así un movimiento recíproco de la singularidad hacia la no-singularidad y de la no-singularidad hacia la singularidad. En forma paralela funciona el serna terminación. Lo terminado y definitivo, que acompaña como nota esencial la obra de Cristo, se proyecta sobre lo no-terminado, sobre el hombre bautizado enriquecido en principio de una vida radicalmente nueva pero de carácter virtual y dinámico, esencialmente proyectada a la eclosión final. En esta perspectiva se insertan los sistemas semánticos que a nivel de discurso se construyen en torno a los sememas 7t:Ept7t:a1:EtV, aal.lAEÓEt'l ('tcp 8Ecj:>, 't:1,í atxatocrÓV1j), 7t:apta't:!ÍVElV 'ta p.ÉAYj ('tcj) 8Ecp) X't:A. No obstante.la complejidad de sistemas semánticos operantes en el discurso de Rom. 6 creemos, pues, en base a los elementos expuestos que la isotopía fundamental debe ser contemplada a partir de los sernas complementarios ruptura-tránsito, modalmente desarrollada por la doble isotopía de singularidad y de terminación. Formulada en estos términos la isotopía del discurso, resulta fácil descubrir el papel que a nivel estructural desempeña el evento salvífica en su doble vertiente: cristológica y antropológico-soteriológica. El &cpá.7t:a:~ de la muerte de Cristo (que en la dinámica estructural interna funciona como muerte-a-la-muerte) constituye el pivote central que polariza el ulterior despliegue semántico construido en tomo al evento-bautismo. La esencial conjunción de ambos eventos provoca a nivel de texto un sistema de interrelaciones de carácter integrativo y a la vez de tensión dialéctica.
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L. ALVAREZ VERDES
La singularidad, con su carga complementaria de irrepetibilidad y de perfección definitiva está llamada a integrarse a nivel dinámico-existencial con la no-singularidad y con la virtualidad. El nivel semántico viene a descubrir de esta manera a la vez que la pluralidad, la concentración isótopa del sistema de relaciones que rige la estructura profunda del discurso, concentración que funciona bajo el signo de la tensión y que en clave ética nos autoriza a hablar de la dialéctica del existencial cristiano como de la dialéctica del ser que lleva en su misma condición indicativa! el imperativo a seguir realizándose.
CAPÍTULO CUARTO
ESTRUCTURACióN A NIVEL DE COMPOSICióN
l.
ÁMBITO DEL NIVEL DE COMPOSICIÓN
En los dos capítulos precedentes nuestro encuentro con el texto se ha realizado por vía preferentemente analítica: análisis de las estructuras que afloran a la superficie a nivel de expresión formal, y análisis de las estructuras de sentido que operan en el nivel propiamente dicho semiótico. 1 Al denominar nosotros el nivel anterior, nivel semántico, lo hacíamos desde nuestra convicción de que la semiótica y la semántica no representan dos niveles opuestos, sino dos momentos sucesivos y complementarios. El momento semiótico, que procede fundamentalmente por el sistema de la "diferencia" está llamado a completarse con el sistema de "referencia" por el que se rige el nivel semántico. 2 De hecho, muchos de los sernas que hemos descubierto en nuestro análisis precedente estaban basados en un proceso de referencias textuales, que constituyen la plataforma del sistema de referencias trascendentales. En definitiva, la "regulación" concreta de la polisemia (objeto directo de la semiótica) viene operada por las costricciones impuestas por el texto 3 y estas costricciones obedecen ante todo a un sistema referencial interno al texto.
La métaphore, 274. "En ningún momento se ocupa la semi<ótica de las relaciones del signo con las cosas denotadas, ni de las relaciones entre la lengua y el mundo" (E. BENVENISTE, La forme et le sens dans le langage, en: Le langage. Actes du XIII• Congres des Sociétés philosophiques de langue fran~ise. Neuchatel 1967, 35). 3 Como muy acertadamente afirma A. J. Greimas "La única fuente de información sobre las significaciones inmanentes del lenguaje" es el discurso considerado como "manifestación del lenguaje" (Sémantique structurale, 46), ya que el discurso es "no sólo el lugar en que acaece el encuentro del significante y el significado, sino también el lugar donde se realizan las distorsiones de la significación, debido a las exigencias contradictorias de la libertad y de las constricciones de la comunicación, 1 RICOEUR,
2
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L. ALVAREZ VERDES
Es, desde el nivel semántico propiamente dicho, desde donde el texto abre las pasarelas del sentido a la significación, según la distinción de G. Frege. 4 En nuestra marcha hacia el momento hermeneútico, que se basa precisamente en el sistema referencial a nivel de texto, se impone un análisis previo de las condiciones que el texto, en cuanto tal, ofrece y por las cuales es lícito trascender el sentido para dar alcance a la significación. El que el tejido formal que analizábamos en la primera parte funcione a través de unas estructuras determinadas, poniendo en evidencia el carácter privilegiado de algunos lexemas y de algunas fórmulas, y que el tejido semántico que hemos analizado en la segunda parte haya permitido la liberación de unos sistemas semánticos nucleares y la polarización en una isotopía determinada, no puede considerarse fruto del azar (o como una simple combinación de los múltiples elementos lingüísticos que hipotéticamente permite el juego de la lengua), sino como fruto, primero, del carácter integrador del espíritu humano y, en segundo lugar, como resultado concreto de la labor individual de composición de un autor, que ha sabido combinar adecuadamente los elementos que le ofrece la lengua para transmitir un mensaje concreto a un escucha también concreto. Preferimos llamar a este nivel de estudio "nivel de composición". En primer lugar, porque los análisis anteriores, especialmente el análisis semántico, han podido dar la impresión de segmentación o de estratificación, con ·la consiguiente falta (impuesta evidentemente por el método) de atención al conjunto como tal; en segundo lugar, porque hablar de "nivel de manifestación", como suelen denominarlo algunos autores, difícilmente justifica la distinción entre este nivel y el nivel que hemos llamado "formal", ya que en ambos entra por igual el aspecto de manifestación. La denominación de "nivel de composición", por su parte, pone de relieve la función creadora e integradora del autor, que, operando con los eleasí como a las oposiciones de las fuerzas divergentes de la inercia y de la historia" (ib, 49). 4 G. FREGE "über Sinn und Bedeutung", Zeitschrift für Philosophie und philosophische Kritik, lOO (1892). Lo que los estructuralistas entienden por "sentido" se puede deducir de la definición siguiente de R. Barthes : "Denominamos 'sentido' todo tipo de correlación intratextual o extratextual, es decir, todo trazo del relato que remite a otro momento del relato o a otro lugar de la cultura necesario para leer el relato: todos los tipos de anáfora, de katáfora, en una palabra de "diáfora'' (si se me permite la palabra), todos los lazos, todas las correlaciones paradigmáticas y sintagmáticas, todos los hechos de significación, y también todos los hechos de distribución. Lo repito, el sentido no es, pues, un significado pleno, tal como lo podría encontrar yo en un diccionario... Es esencialmente una correlaci'ón, un correlato, una connotación". (L' analyse du récit. A pro pos d' Actes X-XI, en: Exégese et herméneutique, 185-186).
ESTRUCTURACióN A NIVEL DE COMPOSICióN
123
mentos lingüísticos desde diversos niveles (elementos y niveles, que en sí son comunes y abiertos a indefinidas posibilidades), nos ha ofrecido su obra personal y concreta. La obra como acto literario
El nivel de composición nos permite contemplar la obra ante todo como acto literario 5 o "discurso". 6 El acto literario, a este nivel, se caracteriza ante todo por su dinámica integradora, es decir, por su capacidad de reducir a unidad orgánica la pluralidad discontinua que nos ofrece la realidad, sea que se trate de realidad estrictamente fenoménica, sea que se trate de la realidad noológica (categorías, valores, etc.). 7 Este carácter integrador hace que el discurso como acto literario funcione gestálticamente. La intuición del discurso como totalidad rige todo el conjunto de dispositivos intelectuales, imaginativos y operacionales (comparación, eliminación, selección, integración ... ). 8 El analista tiene evidentemente derecho a distinguir niveles para mejor seguir la dinámica de cada una de las estructuras. En un estudio rigurosamente técnico de base lingüística tal tipo de análisis se hace necesario. Pero nuestra intención no es hacer un ensayo de lingüística semiótica sino, procediendo sobre cauces válidos en la lingüística actual, descubrir aquellas estructuras que desde los diversos niveles nos ayudan a captar el mensaje del autor. Abordando el signo-discurso por el lado de la "composición" éste se nos ofrece ante todo -en cuanto acto de lenguaje-- como vehículo de las funciones esenciales en todo acto de comunicación : función expresiva (o emotiva), función informativa o referencial y función conativa o impresiva. A estas funciones suelen añadir los autores actuales la función fática y la función metalingüística. A todas ellas y en calidad de función
s En este sentido G. Genette designa "el relato como el enunciado narrativo" como el discurso oral y escrito que asume la relación de un evento o de una serie de eventos" (Figures, 111, 71). Y. C. Bremond inicia su definición de relato: "Todo relato consiste en un discurso, etc ... " ("La logique des possibles narratives" en: Communications 8 (1966), 60-76), hic 62. 6 SAUSSURE, Corso di ling. 149. 7 En el acto literario, dice Benveniste (Problemes, 22), "el atomismo cede su puesto al estructuralismo". 8 Estamos aludiendo a la imagen del juego que se ha hecho ya tan frecuente entre los linguistas, concretamente en el juego del ajedrez. Cfr. E. GurrGEMANNs, "Qu'est-ce que la Poétique Générative?" LingBibl 19 (1972) 8-18. E. BENVBNISTE, Problemi, 25.
124
L. ALVAREZ VERDES
conglobante o "macrofunción" tenemos que añadir la función poética (en el sentido amplio de la palabra). Por su carácter conglobante, podríamos "prácticamente" identificarla con la "composición" en cuanto tal. 9 El discurso retórico está llamado por su propia naturaleza a privilegiar de forma especial la función conativa. El propio Aristóteles al señalar la diferencia que existe entre la poética y la retórica reconoce que, si bien existen elementos comunes ---'-Como el pertenecer ambos géneros a las 'ltori¡ctxat 1:Éx_vat 10 y explotar en cierta medida los elementos miméticosla retórica no se centra directamente en la mímesis (como la poética) sino en la acción sobre el público. 11 Por sus propias características de discurso 9 Sentido amplio que describe P. VALERY, Variété V, Paris 1946, 291: "El nombre de Poética ... entendiendo esta palabra según su etimología, es decir, como nombre de todo aquello que dice relación a la creación o a la composición de obras, cuyo lenguaje es a la vez la sustancia y el medio". T. ToooRov, Poétique de la prose, Paris 1971, 42-55: Si bien prefiere distinguir entre "littérauté" y "littérature", limitando la poética al estudio de la primera, y dejando para la crítica el estudio de la segunda, es decir, de la obra concreta. R. JAKOBSON, Essais de linguistique générale 1963 (Saggi di linguistica genera/e, Milano 31976, 190), destaca por igual el intento de reducir la función poética a la poesía y el de reducir la poesía a la función poética (190). Para él función poética es "la realización (Einstellung) concreta del mensaje en cuanto tal, es decir, el poner el acento sobre el mensaje en sí" (189). 10 ARISTÓTELES, Met. 6, 1 1025b, 25; 11, 7 1064a, 17. 11 El desprestigio en que desde tiempos del mismo Aristóteles se ha ido hundiendo la retórica .no se ha debido a la función de la persuasión que debe ejercitar sobre el público, sino al haber reducido tal función al puro campo de la elocución, es decir, a una pura técnica taxinómica, sin la necesaria relaci'ón con la dialéctica (ARISTÓTELEs, Rhetorica 1, 2, 1357a). Es lo que G. GENET denomina "rhétorique restreinte" (Communications, Paris 1970). En los últimos decenios hemos asistido a un Teflorecimiento de la retórica tanto en lo que se refiere a los elementos característicos de la argumentación-persuasión, como en lo que se refiere a la dimensión estrictamente literaria. En el primer sentido merece destacarse la conocida obra de H. PERELMAN y L. Ü'LBRECHTs-TYmcA, Traité de rargumentation, Paris 1958. Son significativos también los estudios de J. WAHL, N. RoTENSTREICH, PASSMORE, J. MARIAS, en: Symposium sobre la argumentación filosófica (Universidad Nacional Autónoma de México : Centro de Estudios Filosóficos), México 1963. Entre las obras dedicadas a este tema merecen citarse: S. E. TouLMIN, The Uses of A rgument, Cambridge 1958; H. W. JONNSTONE, Plzilosophy, Rhetoric and Argumentation, Pennsylyania 1965. Los artículos de CH. PERELMAN, Y. BELAVAL, H. W. JoNSTONE, A. J. AYER, N. BoBBIO, P. FoRIERS, Y. GRYNPAS EN: aevlntPh XV (1961) n. 0 58; H. W. JONSTONE, D. H. WHimER, D. C. YALDEN-THOMPSON, l. Ph. McGREAL, S. B. THOMAs, A. LEVISON, W. SACKSTEDER en: The Monist XLV/11 (1964) octubre. En el segundo sentido antes mencionado merecen destacarse los estudios del conocido Grupo "p.", presentados bajo el título de "nueva retórica". P. RICOEUR (La métaphore vive, Paris 1975, 173), traza las directrices de esta corriente en los siguientes términos : "Los trabajos de la nueva retórica... tienen la ambición común de renovar la empresa esencialmente taxinórnica de la retórica
ESTRUCTURACióN A NIVEL DE COMPOSICióN
125
parenético, Rom. 6 desarrolla también de forma especial la función informativa o referencial. Ateniéndonos a la clasificación del discurso establecida por Aristóteles, se puede decir que Rom. 6 participa por igual de las características del género cw¡.t~ou"A.Et-rtxóv y del lbttaetx-rtxóv. 12 No obstante, el carácter especialmente privilegiado que algunas funciones puedan obtener de acuerdo con la diversidad de géneros literarios, 13 se debe afirmar que de una u otra manera todas estas funciones están siempre presentes, ya que el discurso literario funciona gestálticamente. Pero, al hablar de funciones de la composición, estamos haciendo referencia al discurso en cuanto mensaje que el autor transmite a un escucha, mensaje que ha cristalizado en una determinada obra literaria (TCo11j:J.a). En la composición de esta obra literaria el autor ha sometido la complejidad de elementos a un doble tipo de sistemas organizativos : 1) el sistema de organización sucesiva, en el que las diversas unidades literarias (y tras ellas las diversas acciones, situaciones, estados, motivos argumentativos, etc.) se concatenan en la linearidad del discurso, o linearidad sintagmática; 2) el sistema de organización vertical en el que los diversos elementos que intervienen en el discurso se repliegan en torno a determinadas constantes, dando lugar a la formación de paradigmas (fórmulas, esquemas, tipos, arquetipos, etc.). 14 El valor literario de una obra se mide precisamente por la perfección y riqueza de los ejes paraclásica fundamentando las especies de la clasificación en las formas de las operaciones que se ponen en juego a todos los niveles de la articulación del lenguaje. La nueva retórica es, en este aspecto, tributaria de una semántica llevada al más alto grado de radicalidad estructural". Los principales representantes del grupo "p." son: J. DUBOIS, F. EDELINE, J. M. KLINKENBERG, P. MINGUET, F. PIRE, H. TRINON, que han publicado conjuntamente la obra Rhétorique générale, Paris 1970. El grupo "p." pertenece al Centre d'études poétiques, Université de Liege. La obra Rhétorique générale intenta ser una síntesis de las aportaciones que en el campo del estructuralismo semántico se han venido realizando en los últimos años: G. GENETTE, Figures, París 1966; G. GENETTE, La Rhétorique des figures, Introduction a PIERRE FONTANIER, Les figures du discours, París 1968; T. TODOROV, Littérature et Signification, espec. el apéndice: Trapes et figures, París 1967; lEAN COHEN, Structure du langage poétique, París 1966; PRIETO ET CH. MuLLER, Statistique et Analyse linguistique, Strasbourg 1966; A. J. GREIMAS, Sémantique structurale, Recherche de méthode, París 1966; GREIMAS, Du Sens, Essais sémiologiques, Paris 1970. 12 ARISTÓTELES, Retórica, 1, 3, 1358. Cfr. E. M. COPE, An lntroduction to Aristole's Rhetoric, London-Cambrídge 1867; O. NAVARRE, Essai sur la rhétorique grecque avant Aristote, Paris 1900: G. KENNEDY, The Art of Persuation in Grece, Princeton-London 1963; R. BARTHEs, "L'ancienne rhétorique, aide-mémoire", Communications 16 (1970), 172-22. 13 Cfr. R. JAKOBSON, Sflggi di linguistica generale, 181 ss. 14 BENVENISTE, Problemi, 31 ; SAUSSURE, Corso, 149dd.
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digmáticos proyectados sobre la linearidad sintagmática. 15 Y si la expresión literaria debe ser considerada como esencialmente interdependiente con relación al contenido, deberemos concluir que sólo llegaremos al sentido profundo de la obra en cuanto totalidad significativa cuando lleguemos a comprender adecuadamente la estructura de la misma tanto a nivel sintagmático como paradigmático. Para abordar el estudio de la composición en ambos niveles seguiremos el criterio de selección de un determinado número de códigos que no sólo sean pertinentes con la composición de la obra sino que sirvan para poner de manifiesto aquellas estructuras relacionales que son verdaderamente significativas en orden al tema concreto de la tensión indicativoimperativa!. Por códigos entendemos un conjunto de elementos organizados que hacen posible la transmisión de un mensaje. 16 Moviéndonos ahora en el nivel de composición, que se refiere a la totalidad del discurso, los códigos que escojamos representarán otras tantas ópticas desde las cuales podrá de alguna manera ser contemplada la totalidad del texto. Entre la multitud de códigos posibles o "tópica", como los denomina R. Barthes, 17 hemos escogido e i n e o : el código de las funciones, el
R. BARTIIES, Introduction .. ., 5. A. MARTINET (La linguistique. Guide alphabétique, Paris 1969, 177) ofrece la siguiente definición de código lingüístico: "Le code est l'organisation qui permet la construction du message et a quoi on confronte chaque élément du message pour connaitre le sens"; cfr. U. Ecco, Trattato di semiotica genera/e, Milano 1975, · 49ss. 17 R. BARTIIES enumera en su obra S/Z (pág. 28) los cinco códigos siguientes: proairético (o voz de la empiria), semántico (voz de la persona), cultural (voz de la ciencia), hermenéutico (voz de la verdad) y simbólico (voz del símbolo). Aunque Barthes manifiesta claramente su oposición a una preocupación centrada en la estructura, reconoce, sin embargo, que a través de los códigos "se trata en la medida de lo posible, de producir una estructuración" (ib). El código es efectivamente "como el surco" de un múltiple ya: de lo ya vivido, leído, realizado (por la cultura, por la vida, por la vida como cultura). Barthes, quizá sin darse suficiente cuenta ha abierto, a través de su teoría de los códigos, el texto al horizonte del meta-texto, de la serie de coordinadas que, trascendiendo el texto, son capaces por eso mismo de estar presentes en el texto y, en definitiva, de hacer posible el texto. "Lateralmente a todo enunciado, en efecto, podría decirse que se hacen sentir voces exteriores al campo: son los códigos ... ". El concurso de los códigos hace que la escritura se convierta en "espacio estereográfico" en el que se entrecruzan la voz de la empiria, de la persona, de la ciencia, de la verdad, del símbolo (ib). Aunque Barthes establece en S/Z cinco códigos, él mismo reconoce de hecho en análisis diversos que el número puede ser más amplio. Un ejemplo concreto lo ofrece en "L'Analyse structurale du récit. A propos d'Actes 10-11" en: Exégese et herméneutique, 181-204, donde señala doce códigos: narrativo, topográfico, 15
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código actancial, el código simbólico, el código teológico y el código ético. El código de las funciones se sitúa ante todo en el nivel sintagmático, los restantes se sitúan, en cambio, en el nivel paradigmático, aunque sin prescindir de las necesarias referencias al nivel sintagmático.
2.
CÓDIGO DE LAS FUNCIONES
Por funciones entendemos aquí las unidades lingüísticas en cuanto unidades de contenido que se sitúan en la linearidad sintagmática del discurso como elementos hipotácticos del mismo. De ahí el nombre de "elementos orgánicos" con que las califica J. Bedier. 18 La denominación de "funciones" se debe ante todo a V. J. Propp. 19
onomástico, histórico, sémico, retórico, acciona!, cronológico, fático, simbólico, anagógico, metalingüístico. Sobre los motivos que han movido a R. Barthes a decidirse por el método que él llama de "análisis textual" escribe: "Lo que me ha movido a cambiar es una reflexión sobre la literatura y el texto literario. Me he dado cuenta hace ya dos años (habla en 1969)... que el método de un texto, lo cual está en oposición a la teoría del corpus, era mucho más rentable" (A propósito de la ponencia "Essai d'analyse structurale d'Actes 10, 1-11, 18", en: Exégese et herméneutique, 245-246). 18 J. BEDIER, Les Fabliaux, Paris 1893. 19 V. J. PROPP, Morfología della fiaba (trad. ital. del ruso), Torino 1966. Propp acepta en principio la distinción que Bedier hace de los diversos elementos de las fábulas: elementos o magnitudes constantes, que Bedier representa con el símbolo griego w, y elementos o magnitudes variables, representados con las letras del alfabeto latino. Prop critica, sin embargo, a Bedier el que haya dejado sin precisar cuál es el sentido concreto de estos elementos representados por w y cómo llegan a identificarse (Ibídem, 20). Puede ayudar a comprender por qué Propp escogió la denominación de "funciones" la explicación que el propio autor hace al principio de su libro morfología della fiaba. Hablando del término "morfología" escribe que pretende evocar el significado que tiene en botánica: "estudio de las partes componentes del vegetal y de sus relaciones recíprocas con el todo; en otras palabras, el estudio de la estructura vegetal (o. c., 3). Se trata, en definitiva, de examinar cómo "funcionan" relacionalmente las partes dentro del todo. Ciertamente el término de función no es de los más homogéneos en el uso que de él hacen los linguistas. A. Martinet, comparando el diferente significado que adquiere en la gramática tradicional y en gran parte de los linguistas actuales y el que obtiene en Hjemslev (= pura relación entre dos funtivos), llega a afirmar que nos encontramos ante "un cas de polysémie fort regrettable" (La notion de la fonction, Louvain 1971, 8). Martinet, por su parte, define la función a partir del principio de pertenencia, como "ce qui relie les unités linguistiques correspondant aux éléments dans lesquels il a fallu analyser le tout de l'expérience pour pouvoir la communiquer" (ib 7). Ahora bien aquello que crea esta vinculación es la unidad misma de contenido que se autoidentifica lingüísticamente y, por tanto, semántica-
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En la linearidad sintagmática de la composición se· pueden distinguir con V. J. Propp tres categorías generales de funciones: a) funciones que sirven para introducir, presentar o encuadrar el problema o la acción; b) funciones que desarrollan directamente el argumento del discurso; e) funciones que manifiestan o describen las consecuencias. 20 Aunque el esquema propuesto por Propp está pensado ante todo en función del discurso narrativo, creemos que el criterio en que éste se funda responde a la dialéctica interna a todo discurso y es, por tanto, perfectamente aplicable al caso de Rom. 6 que estamos analizando. Lo mismo podemos decir de la división que establece R. Barthes, 21 cuando djstingue entre funciones nucleares (la función nuclear o núcleo "no se puede suprimir sin alterar la historia" narrada o en general el discurso desarrollado) y funciones catalíticas (o funciones que sirven para rellenar los espacios entre los núcleos). Al lado de esta doble clase de funciones propiamente dichas que Barthes denomina "distribucionales" (o de funcionamiento propiamente sintagmático) están también las denominadas funciones "integrativas" o índices (de carácter paradigmático). Teniendo en cuenta los criterios arriba señalados trataremos de clasificar las funciones de Rom. 6 señalando en primer lugar su carácter introductivo, expositivo o conclusivo y posteriormente su carácter nuclear, catalítico o indicia!. a) Funciones de carácter introductivo. Entre ellas pueden colocarse las perícopas de la premisa (5, 20-21) en cuanto establecen las coordinadas sobre las que se apoya el cuestionamiento introductorio propiamente dicho. Funciones introductivas en sentido estricto son ;:[ oli11 epoi:í¡tE11 (6, la), ;:[ otiv (v. 15a), cuyo cometido es más bien formal (funcionalidad fáticá), y la pregunta ht¡tÉvru¡tav Tij á¡trxpct!f '111rx i¡ x_ápt~ 'ltAeo11áa11; (v. lb), que presenta la cuestión concreta a la que intentará dar respuesta el discurso. El mismo carácter tiene la pregunta: áp.rxp;:~ao¡tE11 lht oux &a¡tÉ11 ú'lto 11ó¡to11 aA.A.d tmo x_ápw; (v. 15b). También puede reconocerse carácter introductivo al doble 11~ ¡é11 ot;:o de 6, 2a y 6, 15c que- adelanta el sentido global de la argumentación subsiguiente. mente por su posición en la estructura, no obstante la polisemia de los elementos que la vehiculan. Por eso nos parece insuficiente la versión de tipo matemático realizada por Hjemslev, o la fundada en el concepto de valor, de Saussure (Corso, 98s.). Cfr. R. BARmEs, lntroduction, 7; E. BENVENISTE, Problemi, 32. 20 V. J. PROPP, Morfologia della fiaba, 31. 21 R. BARTHES, "lntroduction a l'analyse structurale des récits", Communications 8 (1966) 5.
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b) Las funciones que desarrollan el argumento propiamente dicho desde diversas perspectivas son las siguientes : en la primera secuencia las unidades de los vv. 2b~l0b; en la segunda secuencia las unidades de los vv. 16-22. Entre estas unidades habrá, como veremos después, funciones nucleares y funciones no nucleares. e) Como funciones de carácter consecutivo, que tratan de deducir las consecuencias de carácter especulativo o de carácter práctico o simplemente cerrar con carácter explicativo el discurso, se pueden señalar: othrnc; xai "i¡JLE'lc; A.oT[1:;ccr&c Éacno6c; ... que es la conclusión a nivel de principio de la primera secuencia; fi~ oov ~acrt"A.cuÉ-rrn "i¡ á[Lap-r[o: x-r"A. (vv. 12-14) que funciona como conclusión práctica de la primera secuencia ; -rci -¡cip o~ÓlVta -r~c; á[Lap-r[ac; /}dvrnoc; x-r"A. (v. 23 abe) que funciona inmediatamente como conclusión explicativa de 6, 20-22, pero en cierta manera se proyecta sobre todo el discurso en torno al "servicio", desarrollado en la segunda secuencia. Tomando como criterio de clasificación de las funciones la división establecida por Barthes (funciones nucleares, catalíticas, integrativas o indicios) podemos trazar el siguiente cuadro de Rom. 6: 1) Funciones catalíticas. Comenzamos por las funciones catalíticas, dejando para el final las nucleares, ya que, dada la densidad de contenido del discurso, las funciones catalíticas e integrativas son relativamente pocas. Teniendo en cuenta que las funciones catalíticas no añaden elementos nuevos de importancia nuclear en el discurso sino más bien actúan como expansiones o precisaciones de las funciones nucleares, consideramos como función catalítica la perícopa "Et Tcip cr6[L~not Te.¡óvafLE'I -r
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tcrtdvE'tE 'td !LÉA:r¡ ó¡J.ru\1 o1tA.a. 't'ij:; datx[a.~ 'ií á!la.p't[lf; la perícopa no añade aquí elementos nuevos de carácter nuclear con relación al v. 12, sino que más bien desarrolla el anterior en función del sujeto Ó!LE'lc; y del lexema o1tA.a.. 2) Funciones integrativas. Como funciones integrativas entendemos aquí aquellas que no proceden propiamente por la línea sintagmática, sino que se sitúan en un nivel de sentido distinto, tratando de introducir un detalle, una circunstancia, etc., que sirvan a caracterizar a los personajes que de alguna manera intervienen en el discurso (aquí incluimos también el orador y el oyente), matizando la forma de pensar y sentir o actuar, o simplemente tratando de encuadrar las demás funciones en un determinado eje de coordenadas espacio-temporales. Consideramos, por esto, funciones integrativas las siguientes: ,¡ o?ív ~polí!lE\1 (6, 1), que trata de establecer el contacto entre el orador y el escucha, sin introducir contenido alguno del desarrollo dialéctico del discurso (cfr. también el 'tl o?ív de 6, 15a); xdptc; ae 't
3) Las demás funciones de Rom. 6 (incluyendo también la premisa de 5. 20-21) estimamos que deben considerarse como nucleares. Puede existir cierta duda SObre el carácter de la perícopa 17c (Ó1tYjXOÓOa.'tE ae ~X xa.pa[a.c; El~ ••. 'tQ'lt0\1 ataa.xi'¡c;), SObre todo por parte de aquellOS que tienden a aceptar con demasiada facilidad la tesis bultmaniana de que aquí se trata simplemente del conjunto de principios y normas conferido en el
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contexto del bautismo; 22 en tal caso se trataría de una circunstancia u ocasión con relación a la función nuclear de la liberación del pecado y del nuevo servicio a la justicia {descrita en 6, 18). Por nuestra parte estimamos que el verbo Ú'ltaxoóEt\1 -tenido en cuenta el contexto precedente- tiene toda la carga de "prestar obediencia" y, por tanto, "ponerse al servicio" ; en tal caso la aceptación radical del compromiso evangélico (ataax_-1¡) constituye una verdadera función nuclear. La linearidad sintagmática de Rom. 6 la consideramos, pues, integrada por las siguientes funciones nucleares: 5, 20-21 (premisa); 6, lb-2; 3abc.4.6; 8.9.10.11; 12ab; 13b.l4ab; 15ba.l6; 17bc.l8; 19bc; 2lac; 22cd.23. Estas funciones dan lugar al desarrollo discursivo siguiente: cuestionamiento inicial sobre la posibilidad de simultanear el vivir en la á!-lap"t[a y en vivir en la x_ápu; (6, lb). Rechazo radical de la hipótesis propuesta (v. 2a), dado que es imposible haber muerto al pecado y seguir viviendo en él (v. 2bc); el fundamento de esta especial condición del cristiano se funda en el hecho del bautismo en la muerte de Cristo (3ab), que implica también la participación en su resurrección, la cual impone al hombre caminar en novedad de vida (v. 4bc). La participación-integración en la muerte y resurrección de Cristo (5ab) supone que ha sido destruido el hombre viejo (6b) o cuerpo de pecado (6c) de forma que no se sirva más el pecado (6d). La participación en la muerte y resurrección de Cristo (8ab) tiene como fundamento último el evento histórico-salvífico de Cristo (9a), que representa el término del dominio de la muerte sobre él (9b), el haber muerto definitivamente al pecado (lOa) y el vivir para Dios (lOb). En la perspectiva del hombre, esto implica un doble imperativo: imperativo de carácter principia! : el cristiano debe considerarse como muerto al pecado y vivo para Dios, en unión con Cristo (v. 11); imperativo de carácter práctico : el cristiano no debe permitir que siga reinando de forma efectiva el pecado en su cuerpo mortal (12ab), sino que debe entregarse a sí mismo a Dios (ofreciendo sus miembros como armas de justicia, 13bc), porque laá!-lap't[a no tiene ya señorío sobre nosotros (14a), como tampoco lo tiene el instrumento de que se sirve el pecado, la ley (14b), que ha sido suplantada por la gracia (14b).
22 R. BULTMANN, "Glossen im Romerbrief", ThZ 72 (1947) 202; E. FUCHS, Die Freiheit des Glaubens: Romer 5-8 ausgelegt (BEvTh), München 1949, ad loe.; G. BoRNKAMM, Taufe und neues Leben bei Paulus, 48, nt. 28; O. MICH'EL, Der Brief an die Romer, 212; N. GXUMANN, Taufe und Ethik. Studien zu Romer 6 (BEvTh 47), München 1967, 96.
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En la secuencia segunda el desarrollo sintagmático de las funciones comienza con el cuestionamiento sobre la licitud de pecar en base de la suplantación de la ley por parte de la gracia (15b). El rechazo radical de la hipótesis (15c) lo funda Pablo en el principio axiomático de que el comportamiento de servicio efectivo es lo que determina la condición objetiva de esclavitud con relación a una determinada categoría (16ab), sea que se trate del pecado/muerte o de la obediencia/justicia (16ed). Ahora bien, el cristiano es el hombre que poniéndose al servicio efectivo del evangelio (17bc) ha quedado por el mismo hecho libre del pecado y se ha convertido en esclavo de la justicia (18ab). Consecuencia lógica (por más que la expresión puede llamarles la atención, v. 19a): si cuando era esclavo de la áf1ap·da ponía sus miembros al servicio efectivo de la impureza y de la impiedad, el bautizado deberá ahora poner sus miembros al servicio de la justicia (19bc). La dialéctica del discurso se orienta en los vv. siguientes a la demostración plástica, basada en los frutos : los producidos en la condición precedente (cuando era esclavo de la áf1ap·da v. 20) tienen como término la muerte (2lc), los frutos, en cambio, producidos en el ahora (ahora de liberación del pecado y de servicio a Dios, 22ab) son frutos de santidad (22c) y tienen como fin la vida eterna (22d). La dinámica de los frutos es, en definitiva, paralela a la del sueldo y de la recompensa : el pecado da como sueldo la muerte, Dios da como recompensa la vida eterna en Cristo (v. 23). La sucesión de las funciones nucleares pone de manifiesto la dialéctica de la argumentación (entre paréntesis hemos señalado algunas funciones no nucleares que resultan más necesarias para el esclarecimiento de la misma), dialéctica cuya evolución sintagmática tiene su paralelo en lo que en el discurso narrativo se denomina desarrollo de la acción.
3. CóDIGO
ACTANCIAL
En el código de las funciones hemos tratado de seguir el hilo de las unidades lingüísticas que entrelazándose sobre un sistema de correlaciones conducían al desarrollo del discurso. Hemos escogido conscientemente el término desarrollo y no el de acción para evitar una excesiva homologación con los esquemas propios de la narrativa. Con ello no queremos eliminar el factor acción de nuestro análisis, si bien dándole un sentido amplio, en el que caben tanto las acciones propiamente dichas, como las pasiones, estados, cualificaciones. Llevadas de la mano de la
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lógica y de la libertad del autor, 23 las unidades lingüísticas dan lugar a la formación de secciones y secuencias que constituyen como los diversos círculos en los que se va desplegando el discurso, dentro de la linearidad sintagmática. El estudio de las funciones puede, sin embargo, seguir una trayectoria paradigmática, replegándose sobre las personas o categorías sobre las que se polariza el movimiento acciona! o discursivo de las diversas unidades lingüísticas, y que, por este mismo hecho, pueden considerarse como los actores que llevan adelante el hilo de la acción o del discurso. Tratándose de un estudio de "funciones" es lógico que los actores, más que en su condición de portadores concretos de acciones, valores, cualificaciones que se suceden sintagmáticamente, aparezcan en su condición paradigmática, e,d., en cuanto desarrollan una determinada función en el discurso, independientemente de su situación sintagmática concreta. Para denominar a los actores en esta dimensión A. Greimas ha recurrido al término "actantes". 24 El modelo actancial viene tomado inicialmente de la sintaxis, si bien con los retoques necesarios para . acomodarlo al nuevo estatuto semántico. 25 Los actantes se estructuran sobre una triple bina oposicional : mitentedestinatarío, sujeto-objeto, aliado-adversario. La relación fundamental sujeto-objeto se rige por la modalidad del deseo (vouloir), lo que hace de ella una relación teleológica. La articulación categórica de los actantes aliado-adversario, aunque no tiene tras sí un modelo sintáctico definido, es fácil de precisar desde el punto de vista funcional ; la función del 23 Libertad y lógica son los verdaderos propulsores del movimiento funcional. El autor es ante todo el sujeto que piensa un mensaje, y lo piensa desde unas categorías lógicas básicas. La creación literaria supone, sin duda, dar a luz una serie de categorías, persónajes, funciones que a medida que avanza el discurso se desarrollan en sus exigencias características; nunca, sin embargo, esta autonomía de la creación literaria puede llegar a tal punto que escape o se imponga a la libertad creadora del autor, dando paso al determinismo o al acaso. PRoPP (o. c., 28) mientras se declara por una especie de determinismo literario en la sucesión de las funciones, critica la interpretación "casualística" de A. N. Veselov.skij y de Slovskij. En RIFFATERRE se encuentran también expresiones que parecen defender la idea de necesidad o determinismo : " ... las frases a medida que son descifradas, parecen engendradas de manera necesaria" ("Le poeme come représentation", Poétique. Revue de Théorie et d'analyse liltéraire, 1 (1970) 401-418, hic 404. 24 A. GRBIMAS, describe desde el punto de vista semántico a los actantes en los siguientes términos: "éstos (los actantes) poseen configuraciones cualitativas que constituyen su particularidad; se definen por el campo de sus funciones. Un actante puede ser, en este sentido amplio, sea la representación lingüística de una persona humana, sea el personaje de un relato cualquiera, sea en fin un animal o una máquina". (Sémiotique et sciences soc. 96). 25 A. GREIMAS, Sémantique structurale, 208ss.
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aliado es la de ayudar, actuando en el sentido del deseo (del sujeto), o facilitándole la comunicación ; la función del oponente o adversario es la de crear dificultades para la realización del deseo. 26 Por lo que se refiere a la bina mitente-destinatario, la figura del mitente resulta también fácilmente identificable: es la figura del árbitro, del organizador, del responsable último. Por el contrario la figura del destinatario puede en ocasiones confundirse con la del sujeto. Este fenómeno que ya Greimas reconoce en la posible identificación sujeto (héroe)-destinatario en la narrativa popular rusa, 27 puede ser frecuente también en el.discurso parenético, 28 especialmente cuando éste viene encuadrado en el contexto de una carta. La legitimación del código actancial como estructura aplicable al discurso ético-teológico se funda ante todo en la base de validez universal en que se funda dicho código, que es la sintaxis. En todo discurso hay efectivamente una estructura sintagmática construida sobre unidades frásicas que tienen un sujeto, un atributo verbal -que puede ser transitivo o intransitivo- que introduce una serie de sintagmas nominales que funcionan como objeto o como complemento circunstancial. Por otra parte, cuando se habla de "actantes" se hace referencia ante todo a la capacidad que determinados sujetos tienen de ser portadores de funciones, las cuales no se identifican necesariamente con "acciones" ; pueden ser muy bien cualificiones, estados, etc. De ahí que tales sujetos puedan ser no solamente personas físicas sino categorías de diverso tipo, capaces de desarrollar un rol determinado en el discurso. Lo ~sencial en el actante es que pueda ser "individuado" a partir de las funciones que desempeña a nivel de discurso. 29 En el discurso ético-religioso funcionan por estatuto propio dos actantes con características personales bien definidas : Dios, programador y responsable del proyecto ético-salvífico, y el hombre, destinatario y responsable de la realización concreta de este proyecto. Tratándose de un discurso ético-teológico "cristiano" entra en función necesariamente, de manera explícita o implícita, un tercer actante, Cristo, que es el primer destinatario, por cuanto su función de sujeto principal (o de líder, héroe, A. GREIMAS, Sémantique structurale, 215. A. GREIMAS, o. c., 215. M. GoGUEL, define la parénesis en los siguientes términos: "Toda parénesis es una resultante cuyos componentes son uno el ideal del autor, y otro la realidad moral que ése se esfuerza por trasformar" (L'Eglise primitive, Paris 1947, 561). 29 A. J. GREIMAS, Sémiotique et sciences sociales, Paris 1976, 96. 26
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etc.) se funda en la "comisión" que le ha sido confiada por el mitente primero, y que él "ha aceptado" llevar a la práctica. La presencia de estos tres actantes se desarrolla, por exigencias del estatuto ético-teológ1co, en la línea del "querer" y del "hacer". Dios aparece como voluntad performante. Cristo y el hombre -desde distintos niveles- funcionan como realizadores de esta voluntad. El objeto-valor a conseguir se desdobla normalmente en una serie de categorías concretas de valor que tiene su culminación en la conquista del bien definitivo que, como tal, reviste la condición de 1:É/..m;. En este desarrollo funcional que integra las líneas del querer y del hacer intervienen otras categorías que ayudan o dificultan el proceso, tales como la gracia, el pecado, la ley, etc. Por otra parte, el discurso ético-teológico se construye sobre una doble isotopía. La primera está representada por el discurso referencial que "denota" unos determinados hechos (centrados en el evento salvífica) e introduce, por el mismo hecho, una determinada estructuración o visión del mundo real. La segunda está representada por el discurso ético que señala los imperativos y las prohibiciones. En ambos casos el discurso no puede prescindir del recurso a ciertas formas de la estructura narrativa, y esto no ya sólo a nivel de sub-texto o de metatexto, como afirma Greimas del texto jurídico, 30 sino incluso a nivel propio del texto.
A)
EL MITENTE O DESTINANTE
El discurso de Rom. 6 deja oír la voz del apóstol, que, como en toda parénesis, trata de llevar al oyente a la aceptación de una serie de estructuras de orden de las creencias y de las actitudes, por él aceptadas y vividas. Pero a diferencia del filósofo que se considera sujeto creador o descubridor de esas estructuras. Pablo es "dxóc:mA.o~ dcpruptcr!LÉ'Io~ d~ Eurrr¡ÉAto'l &Eoií" (Rom 1, 1) y toda su acción, como todo su discurso, sólo puede ser considerada como un A.tnpEóm •<1> &E
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A. J.
GREIMAS,
Sémiotique et sciences sociales, Paris 1976, 111.
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a) Presentando a Dios como potenciador de la dinámica salvífica que arranca del hecho salvífico de Cristo; la máxima expresión salvífica concentrada en el lexema !Taipacr&at de Cristo se dice realizada Cltci 't~c; M~ljc; 'toü Ila'tóc; (6, 4). áó~a, Mva¡w; (hebreo kiibOá) es la potencia específica de Dios manifestando su proyecto salvífico o poniéndolo ya en práctica a través de especiales intervenciones en la historia. La culminación de estas manifestaciones de su iló~a se realiza en la resurrección de su Hijo (cfr. Rom 1, 4). De ahí que la resurrección de Cristo aparezca siempre como obra atribuida a la dinámica del Padre, sea a través de la formulación explícita Cltt.i 'tijc; iló~ljc; (Rom 6, 4), !v iluvdfLEt (Rom 1, 4), xa'tci TI¡v !vipTEtav 'toü xpd'touc; 'tijl; tax_óoc; atJ'tOÜ T¡v ev~pT7jXEV (Ef 1, 29-20), sea empleando simplemente el verbo e¡eipatv en activa, en dependencia del sujeto activo 3aóc;: ó l};oc; ~Tetpav (Xpta'tóv) (Cfr. Act 3, 15; 4, 10; 10, 40; 13, 30. 37; Rom 4, 24; 10, 9; 1 Cor 6, 14; 2 Cor 4, 14; Gál 1, 1, etc.), o en pasiva (pasivo teológico) teniendo como sujeto gramatical a Cristo (Rom 6, 4; 7, 4: 8, 34; 1 Cor 15, 4.12.13.14.17 et passim). Si el hecho histórico salvífico de Cristo aparece estructuralmente como el referente fundamental de la dialéctica en la que hemos sido introducidos a través de la fe y del bautismo, y ese mismo hecho salvífico aparece propulsado por Dios (por el Padre), él será lógicamente quien desempeña la auténtica función de mitente a nivel general de discurso. b) Empleando la pasiva al describir los momentos fundamentales de nuestra inserción en la dinámica salvífica, cfr. los aoristos pasivos EAEU3Epw3Évnc;, eilouA.~37j'tE ('t~ CltxatoaÓV1j), 'ltapailó&7j'tE X'tA.: se trata probablemente de referencias sutiles a la función actancial del Padre, afirmada aquí directamente en relación con el sujeto-hombre. e) Finalmente, a través de la fórmula •cp 3acp el mitente o destinatario principal abre y cierra a la vez el círculo de la acción del discurso. Cuando se trata de destinantes humanos puede darse la posibilidad de que el referente final en cuyo servicio se ha desplegado la dinámica funcional del discurso sea distinto del destinante, al menos a nivel de actor; a nivel actancial, sin embargo, el éxito o fracaso de la empresa siempre cederá últimamente en honor u oprobio del destinante. Tratándose del destinante absoluto, Dios, el referente teleológico último no puede ser sino Dios mismo. De aquí que las fórmulas 'tcp 3ecp connoten, al menos implícitamente, la función primordial de Dios en el conjunto de la estructura actancial. La frecuencia de estas fórmulas (6, 10d.llc.13bc.17a. 22b) y sobre todo su inserción en el interior de la dialéctica del 'ltEpmaniv cristiano pone de manifiesto la radicalidad de esta dialéctica. No existen
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en este 7tept7taniv momentos accidentales o neutros ; todas las acciones del sujeto son otras tantas opciones frente a Dios. Por este mismo hecho, el éxito o fracaso actancial a nivel de destinatario-sujeto supone, en cierta manera, introducir el éxito o el fracaso a nivel actancial general, y, por tanto, también ~ nivel de destinante. 31
B)
EL ACTANTE SUJETO
Frente a la figura del mitente o destinante que se presenta ante todo como "volutad" y proyecto eficaz, la figura del actante sujeto representa el "hacer": su función es la de llevar a la práctica el proyecto del destinante en orden a la consecución del objeto fijado como meta, y por tanto, como valor o bien a conquistar. En el discurso narrativo es frecuente que el desarrollo de la acción se centre exclusivamente en tomo a la figura del héroe o protagonista que tiene que llevar adelante la empresa que le ha sido confiada. La figura del destinatario puede quedar en el . campo proyectivo, dominando la escena teleológicamente más que en una forma realmente operativa. En el discurso ético-teológico la figura actancial del sujeto es necesariamente compleja. Hay que !:listinguir un sujeto primero, protagonista fundamental de la empresa, y éste es sin duda Cristo, destinatario inmediato en el plano operativo del proyecto que le ha sido confiado por el mitente. A él le compete la realización en solitario o en forma conjunta, de aquellas funciones que le son exclusivas por su peculiar situación en la sintagmática operativa. Junto a este sujeto que reviste las características del protagonista o del líder, es necesario reconocer la función activa del destinatario, que no es el receptor pasivo del tesoro conquistado por el protagonista sino verdadero sujeto que, en estrecha colaboración con el protagonista, pero con una funcionalidad específica, que le corresponde también por su posición particular en la estructura operativa, va construyendo paso a paso lo que va a constituir el valor y el bien final. 31 Esta conclusión que consideramos perfectamente válida a nivel funcional y semántico, podrá fácilmente relativizarse o incluso desvirtuarse desde sistemas filosóficos o teológicos construidos sobre estructuras absolutas y necesarias. La abstracción puede así garantizar a los actantes una impermeabilidad total. Sin embargo, la estructura del quehacer salvífica, construida sobre el tejido de relaciones semánticas y funcionales, proyecta hacia estructuras históricas que "funcionan" de manera concreta e interdependiente, donde nada es indiferente, nada "funciona" en solitario.
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Por razones de método trataremos aquí solamente del actante sujeto propiamente dicho, de acuerdo con el esquema actancial, es decir de Cristo, dejando para el estudio del actante destinatario el desarrollo de las funciones que hacen del destinatario un actante-sujeto específico. La figura actancial del líder, a quien Dios confía la realización de una empresa concreta en favor de su pueblo, es frecuente en el A.T. La gran gesta del éxodo está construida en torno a la figura de un líder, Moisés, a quien Dios llama para confiarle la misión de liberar a su pueblo: "Ahora, pues, ve. Yo te envío ... para que saques a mi pueblo de Egipto" (Ex 3, 10). La misma estructura será empleada por el Segundo Isaías cuando describe la decisión de Y ahwé de servirse de Ciro para llevar a cabo la gesta de la segunda gran liberación: "Así dice Yahwé a su ungido Ciro ... a causa de mi siervo Jacob y de Israel, mi elegido, te he llamado por tu nombre" (Is 45, 1a.4a). Para los autores del N.T. la culminación de la acción liberadora de Yahwé lleva consigo la culminación funcional y cualitativa del líder (cfr. Hebr 1, 1 ss.). En Rom. 6 la función actancial de Cristo adquiere un relieve peculiar. No debemos olvidar que este capítulo está estrechamente unido literariamente con Rom 5, 12-21 donde se describe la dialéctica de dos protagonistas antagónicos : Adán-Cristo. Sobre el trasfondo de una estructura actancial de carácter corporativo quedaba de manifiesto el radical plus-valor de la funcionalidad de Cristo. En Rom. 6 la funcionalidad de Cristo abandona la formulación comparativa (cfr. 11:oAA
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un nexo de causalidad interna final, formulaciones-&cmep-oíh.wc; (5, 21; 6, 4; solamente oíhwc; en 6, 11) que indican un nexo comparativo-consecutivo, pero de manera especial Ias formulaciones-a6'J y las formulaciones- E'J (atd) que, teniendo como sujeto gramatical al hombre, permiten descubrir la dinámica efectiva de la actancialidad de Cristo. Dado el papel privile- · giado que el texto concede a este último· tipo de formulaciones, directamente orientadas a establecer la realidad indicativa! de la que arrancará el imperativo cristiano, hemos juzgado oportuno centrar nuestro estudio de la actancialidad de Cristo en el análisis de las virtualidades que brotan de esas formulaciones. a) Dinámica actancial de Cristo en las formulaciones-a6'J
El recurso a las formulaciones-a6v sea en los sintagmas aiw Xpta"Ciji, aiw Kupllp, au'J u[iji, sea en forma integrada (integración sustantiva! o verbal) es frecuente en la obra paulina. 32 La dinámica actancial subyacente en estas formulaciones no siempre es homogénea, dependiendo en cada caso del contexto concreto. 33 En Rom. 6 la formulación más explícita es la del v. 8: ei ae cbt:efl.d'JOfi.E'J ai>'J Xpta"Ciji 7t:tan6ofLE'J cht aue:;~aOfi.E'J du"Ciji. La funcionalidad actancial que está aquí de fondo arranca del evento histórico-salvífico de su muerte. Este aparece como elemento fundante de una estructura corporativa (cfr. las
32 La fórmula oov x.pta'tljí reaparece varias veces en los escritos paulinos (1 Tes 4, 14.17; 5, 10; 2 Cor 4, 14; 13, 4; Fil 1, 23, cfr. Col 2, 13; 3, 3.4).
En la carta a los Rom no ·aparece en forma expresa más que en Rom 6, 8. Esta relativa infrecuencia en Rom de la fórmula oov x.pto•ljí queda, no obstante, compensada con una serie de expresiones lexemáticas con oúv incorporado, que ponen de relieve la función actancial de Cristo. Enumeramos a continuación las principales: a) Verbos (sustantivos, adjetivos) que se refieren a la tríada histórico-salvífica morir (sufrir), ser enterrado, resucitar (ser glorificado): oup.;ráox.op.sv (Rom 8, 17), OUYS'tácpy¡p.ev (6, 4), OUYS:l'taUpo1íatl-at (6, 6; Gál 2, 19) auvaQ~C:eaBat (Rom 8, 17). b) Expresiones que hacen referencia a nuestra transformación en Cristo, vida, herencia con El: oup.!lopcptC:óp.evot (•ljí 8-avá'tq>, Fil 3, 10), oup.p.&pcp~t (Rom 8, 29), aupl.:r¡povóp.ot (Rom 8, 17), oúp.cpu•'•l (re·rívap.ev-bóp.e»a, 6, 5), ouC:r,o~p.•v aÓ'tq> (6, 8). En lo5 escritos deuteropaulinos: aunacpéne~ .•. ev "t:cji ~a7t1Úp.•nt (Col 2, 12), ouvy¡réplh¡n (Col 2, 12; 3, 1), ouveC:wr,;r~{r¡oev (Col 2, 13), auvexátl-t:leY (Ef 2, 6), auvar:eltávflp.ev (2 Tim 2, 11), ouC:~oQp.e, (2 Tim 2, 11), aup.~a:ltA.eúaoi'-EY (2 Tim 2, 12). 33 O. Kuss reconoce también esa dificultad: "Das genaue Verstiindnis des "mit Christus" in der Taufe, vor allen nach Rom 6, 1-11 macht der Exegese die meisten Schwierigkeiten, und auch die wirklich in Betracht kommenden Meinungen geheo hier sehr weit auseinander" (Der Romerbrief, 378).
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frecuentes expresiones-ú'lt&p úp..ruv ). 34 La estructura corporativa integra hipotácticamente, como actantes colectivos, a cada uno de sus miembros, sea que éstos funcionen sintagmáticamente o paradigmáticamente. 35 En nuestro caso la estructura corporativa funciona ante todo sintagmáticamente, . por cuanto, partiendo de un común denominador virtual, cada uno de sus miembros está llamado a desempeñar una función específica. La interpretación sintagmática elimina cualquier comprensión del a6v encaminada a convertir en identidad lo que por estructura es heterogeneidad, como sucede cuando se pretende hacer un transfert del Ecpá'ltaE que especifica la función actancial de Cristo, a la esfera de la funcionalidad de cada uno de los cristianos, partiendo de una trasformación ontologizante de la estructura corporativa. 36 Las formulaciones-a6v introducen, pues, la afir-
34 Al hablar aquí de "estructura corporativa" nos apoyamos en los elementos que en conjunto ofrece para ello Rom. 6. No prejuzgamos, por tanto, si algunos textos en concreto, como el discutido v. 10, debe entenderse directamente en sentido corporativo {'t:¡j átlap·ti¡;¡ = >.Epi &¡tap'ttmv ). De hecho, la expresión de Rom 6, lOa creemos que debe interpretarse a la luz del v. 9, donde se afirma que el D-áva'to~ -en cuanto potencia- no tiene ya poder sobre Cristo. Rom 6, lOa viene a explicar (cfr. partícula "(!Íp) la afirmación precedente; la muerte no tiene ya dominio, porque la muerte funciona como potencia dependiente de la á¡.tO"p'tÍa, y Cristo se ha liberado del dominio de la tX!i!Ip'tla a través de su muerte. La dimensión corporativa, pues, no debe deducirse inmediatamente del sentido corporativo de la &11ap'tla (a que hace referencia 6, lOa) sino de la posición de Cristo en la estructura actancial, que es corporativa. En esto estamos de acuerdo con P. V. D. OSTEN-SACKEN (Romer 8 als Beispiel paulinischer Soteriologie, 178-179) en contra de R. C. TANNEHILL (Dying and Rising with Christ. A Study in Pauline Theology, BZNW 32, Berlin 1967, 24ss.) y W. THüsiNG (Per Christum in Deum. Studien zum Verhiiltnis von Christozentrik und Theozentrik in den paulinischen Hauptbriefen, NTA N. F. 1, Münster 21969, 72). 35 A. (iREIMAS, Sémiotique et sciences sociales, 91. El actante corporativo se denomina sintagmático cuando viene definido "por el conjunto de sus funciones, es decir, por el programa virtual que es capaz de actualizar". El actante paradigmático, por el contrario, funciona a partir de una "partición clasificatoria de una colectividad más amplia y jerárquicamente superior (liceo, comunidad nacional), operada sobre la base de criterios-determinaciones que los actores poseen en común (su campo funcional .o sus· cualificaciones específicas). En el actante sintágmático el común denominador del objeto virtual a producir introduce una diferenciación de funciones concretas en los actantes individuales (en una cadena de montaje de coches es muy distinta la función del ingeniero de la del obrero que pone el último tornillo). En el actante paradigmático los individuos no funcionan como unidades sino como totalidad intermediaria entre una colección de unidades y la totalidad que lo trasciende" (ib 97-98). 36 J. DE FRAINE, Adam et son lignage, Bruges 1959; J. RATZINGER, Stellvertretung, en: HbThGr 11, 1963, 566 ss.; R. ScHNACKENBURG, Neue Studien, 45. H. Wh. RoBINSON, "The Hebrew Conception of Corporate Personality", en: Werden und Wachsen des AT (BZAW 66),Berlin 1936, 46-42; W. T. ÜAHN, Das Mitsterben und
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mación de una estructura real, por cuanto son reales la voluntad performante de Dios, el estatuto por el que se debe regir (evangelio) y los miembros integrados en ella, comenzando por el primero de ellos, Cristo, el 7tportÓ1:0XO~ (Hebr 1, 6; Col 1, 15.18) y apxr¡¡ó~ (He 3, 15; 5, 31; Hebr 2, 10; 12, 2). Pero este carácter real no suprime sino que funda su condición virtual : se trata de algo a realizar desde la aportación de cada unidad partitiva con sus características específicas ; aportación que sólo es posible desde la conjunción efectiva de la dinamica de Cristo y del hombre. 37 Esta conjunción dinámica cubre todas las etapas de la vida del creyente, desde su integración inicial por la fe y el bautismo (cfr. Ó 'ltaAato~ a-.&pco'lto~ crUVEcr"tatJpch&r¡, V. 6b; CltJVE1:1ÍCfYJf-lE'J, V. 4a; ClOf-lCftJ1:0t ¡e¡óVaf-lEV 1:oü &avá1:otJ x-cA, v. 5) hasta la participación final escatológica en que culminará el desarrollo vital a que se siente llamado por su inserción en la estructura (6, 5b.8b). b)
La dinámica actancial de Cristo expresada en las
formulaciones-~v
Esta formulación ( ~v Xptcr"t
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Rom. 6 dos veces ; en ambos casos el sintagma referencial es compuesto : E'l Xptcr'tcp 'hpoti (6, llc) 39 y &v Xptcr'tcp 'h¡croti 'tcjl Kup[cp 1¡p.iilv (6, 23c). Aceptando en principio la hipótesis de F. Neugebauer 40 de que las fórmulas 6'1 Xptcr'tcp 41 ofrecen un carácter preferentemente indicativa!, mientras las formulaciones E'l Kup[
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Esta doble dimensión de la dinámica desarrollada por Cristo aparece con especial evidencia en las llamadas fórmulas "correlativas", en las que Cristo funciona como sujeto gramatical y el creyente como referente (ev ~¡.ttv, ev e¡.to[, cfr. Gál 2, 20; 4, 19). 44 En todos estos casos se trata de la dinámica vital de Cristo que transforma radicalmente al hombre 45 y a la vez le impulsa a obrar. Es la dinámica que lanza a Pablo a predicar con decisión absoluta el evangelio a los paganos, apenas Dios ha manifestado en él a su Hijo (oTE Euaóxr¡crEv ó rlcpop[cra~ ¡.t€ ... d11:oxaA.ócpat 1:ov ulov au1:oü sv Efiot, Gál 1, 15-16 ss.), la dinámica de Cristo que sigue hablando en Pablo y a ·través de él ha invadido con su potencia a los corintios : "buscáis, en efecto, una prueba de que Cristo habla en mí (1:oü sv Efioi A.aA.oüno~ XptcrToü), él que no es débil sino potente en medio de vosotros" (2 Cor 13, 3). El Cristo, pues, que se revela a Pablo y que habla en él no actúa como una realidad "instalada" sino como proyecto y como tarea que, a la vez que potencia, urge y condiciona toda la existencia. En términos aún más generales se dirá en Rom 8, 10-11 que la presencia de Cristo en el cristiano (El ae Xptcr"t:Ó~ E'l Úfil'l) hace que el Espíritu vivifique todo nuestro ser (cfr. 8, 1-2) haciendo que pensemos y actuemos no xaTa aápxa sino xaTa 1t'IEÜfia (8, 5 ss.). Si las expresiones sv XptcrT<¡¡ y sus correlativas sv é¡.tof, év ~flt'l cualifican y determinan de manera tan radical el existencial cristiano no sólo en la línea indicativa! sino en la línea virtual e imperativa, difícilmente podrá ser limitada la actancialidad de Cristo imponiéndole fronteras sea de carácter espacial sea de carácter temporal. Existen, sin embargo, autores que pretenden mantener tales reducciÓnes. Especialmente significativa en este sentido es la hipótesis avanzada por W. GRUNDMANN, según la cual las expresiones aiw XptcrT<¡¡ (y equivalentes) servirían sólo para enunciar los dos polos que limitan la existencia cristiana : el hecho históricosalvífica (muerte-resurrección de Cristo) en el que participamos a través del bautismo, y la eclosión final escatológica a través de la resurrección. Entre estos dos polos se extendería el amplio espacio de la existencia del cristiano. Esto sería lo exclusivamente significado con las fórmulas
Rom 16, 7), hablar (2 Cor 2, 17; Rom 9, 1), caminar (1 Cor 4, 17); ser colaborador (Rom 16, 3), coprisionero (Film 23), educadores (1 Cor 4, 15), haber muerto (l Tes 4, 16; 1 Cor 15, 16), vivir-vida (Rom 6, 11.23), etc. 44 F. NEUGEBAUER, In Clzristus ... , 183. 45 F. NEUGEBAUER, o. c., 42.
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EV Xptcr-ciji y equivalentes.
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La inviabilidad de tal hipótesis brota del mismo texto paulino, en donde encontramos una alternancia de expresiones- cr6v y expresiones- Ev que no se pliega a tales criterios. En Rom 8, 17 por ejemplo, la formulación Er7tep cro¡.t7táOXOfiEV 'lva xal. oovaoEacr~illfiEV habla de una actancialidad de Cristo, expresada con la partícula cr6v integrada al verbo, que no puede reducirse a la glorificación final sino que se realiza ya en el momento actual, en el soportar los sufrimientos del -cou vuv xatpou (8, 18); más aún, esta funcionalidad del oiw Xpto-ciji, realizada en el momento presente, es la que abre las puertas a la funcionalidad final. Por todo ello nos parece conveniente señalar que, aún admitiendo la diversidad de matices concretos, impuestos por el contexto, el uso de las diversas formulaciones a que hemos aludido sirve para traducir el carácter gestáltico de la funcionalidad de Cristo, que alcanza por igual al nivel indicativa! y al imperativa!. De ahí que Pablo en Rom. 6 no tenga inconveniente en servirse de uno u otro tipo de formulación (cfr. partículas Ev-atá-o6v, 5, 21; 6, 8.11.23). 47 De todo lo expuesto podemos concluir: 1) La actancialidad de Cristo funciona en el marco de una estructura corporativa; 2) su funcionalidad se realiza primariamente en el plano sintagmático, no sólo porque el 46
46 Creemos correcta la afirmación con la que W. GRUNDMANN sintetiza su explicación, por cuanto afirma la capacidad del au'l Xpta'tiji de crear una efectiva tensión y correspondiente dinámica en el hoy del existencial cristiano, partiendo de los polos sobre los que están ancladas la fe y la esperanza cristianas. Lo que no nos parece tan aceptable ni a nivel teológico ni especialmente a nivel literario es el que para este espacio intermedio se aplique únicamente la fórmula ev Xpta'tiji. La fórmula au'l Xpta'tiji, dice, "enthalt den Inhalt der christlichen Hoffnung auf das ewige Sein mit Christus ... , ist in seinem Tode für uns begründet und umspannt die ganze Existenz des Christen" rw. ÜRUNDMANN, CIÓ'/' en: ThWNT VII, 784). La explicación de W. Grundmann es adoptada en forma perentoria por N. ÜAUMANN: " ... So ist die Zeit h XptCI'tiji durch au'l Xpta'tiji gleichsam eingeklammert und als Zeit zwischen Taufe und Auferstehung bzw. künftigem Leben charakterisiert" (Taufe und Ethik, 61). 47 P. HoFFMANN describe este conjunto de matices contenidos en las partículas llta-~v-a1'1 como capaces de desarrollar "das gesamte menschliche Leben ... durch diese von Paulus gepragten Prapositionalverbindungen in jeweils besonder Hinsicht mit dem einem entscheidenden Ereignis des Todes und der Auferstehung Jesu in Zusammenhang gebracht (wird)". (Die Toten in Christus. Eine religionsgeschichtliche und exegetische Untersuchung zur paulinische Eschatologie (Ntl. Abhandlungen NF 2), Münster 1962, 309. Cfr. H. FRANKEMOLLE, Das Taufverstiindnis des Paulus (SBS 47), Stuttgart 1970 116ss; E. ScHWEIZER, lt'leílp.a, en ThWNT VI, 429.431; H. M. ScHENKE, Das Verhaltnis von lndikativ und lmperativ bei Paulus. Diss. Berlin 1956, 67 ss.; K. KARNER, "Rechtfertigung, Sündenvergebung und neues Leben bei Paulus", ZSTh 16 (1939) 548-561; D. MERK, Handeln aus Glauben. Die Motivierungen der paulinischen Ethik (MThS 5), Marburg 1968, 17-18.
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evento histórico-salvífico tiene las características de ecpcÍ'lt:a~ irrepetible, sino porque lejos de suprimir las demás actancialidades de la estructura las posibilita y las potencia ; 3) el papel específico de la actancialidad de Cristo es el típico del sujeto, del héroe o líder; a la función de líder no se opone la función de "mediador", 48 ampliamente expresada en los escritos paulinos ; desde el momento en que la estructura funciona sin· tagmáticamente, el destinatario no es simple receptor-beneficiario sino que tiene una función activa que desarrollar; en este sentido la figura del héroe puede con razón ser considerada como una "mediación" entre la voluntad performante del organizador o mitente y la función receptivoactiva del destinatario.
C)
ACTANTES AUXILIAR Y OPONENTE
La función actancial del auxiliar y del oponente es la de apoyar u obstaculizar la acción del sujeto. 49 Comoquiera que la acción del sujeto se sitúa en Rom. 6 en un doble nivel -el nivel de lo individual e irrepetible (el evento histórico-salvífico en cuanto ecpcí7t:a~) y el nivel de la cooperación permanente con el destinatario-- será en este ·doble nivel donde se deban identificar las categorías actanciales que funcionan en el texto. La legitimidad de aplicar el estatuto actancial a las diversas categorías parte ante todo del mismo texto, que les atribuye funciones y cualificadones que denotan una marcada tendencia personificadora. Así del vóflo<; se dice que se ha "infiltrado" (7t:apELCri¡A.3Ev, 5, 20a) como una tercera categoría junto a los dos grandes protagonistas anteriormente descritos : Cristo y Adán. Su presencia supone el desencadenamiento de la dinámica de la cÍfiap'tta(5, 20bc), de manera semejante a como lo supuso la presencia y acción del primer hombre (5, 12 ss.). En 6, 14.15b se habla de una relación hombre-ley en términos de Elvat tmo vófioV, lo cual indica que la ley funda un sistema de dominio sobre el hombre, opuesto al sistema de dominio de la gracia. La presentación personificada de la ley bajo la figura de oponente en una estructura actancial en la que Dios desempeña el papel de actante primero o destinante es una de las tesis más audaces 48 Sobre los diversos esquemas bíblicos que presentan la figura del "mediador" puede consultarse el reciente artículo de A. V ANHOYE a propósito del texto de Gál. 3, 19-20) ("Un médiateur des anges en Gál 3, 19-20", Bib. 59 [1978], 403-411). 49 A. J. GREIMAS, Sémantique structurale, 215.
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de la teología paulina, ya que para el israelita de todos los tiempos la ley había representado la expresión misma de la voluntad de Dios, 50 y, como tal, el don supremo que Dios podía conceder a su pueblo. 51 De ahí el escándalo que tal doctrina iba a representar para los judíos de entonces 52 y de los tiempos posteriores, como lo demuestran, por ejemplo, las obras de J. Klausner 53 y H. J.-SchOps. 54 50 W. ÜUTBROD, v•Í[lo;, en: ThWNT IV, 1942, p. 1031: esta función de la ley de poner a su pueblo en contacto con Dios se realiza "indem es zeigt, wie das Volk vor Gott lebt, weil es durch ihn lebt". 51 W. ÜUTBROD, O. c., 1033. 52 Test Dan 6, tras recomendar el apartarse de todo tipo de injusticia ( ho r.acrr¡~ dl'ltxia;), añade como precepto fundamental: xoi..Ar¡111j7e 1:1¡ l'ltxato:lóvu -¡;r¡¡j vÓ[lOO 1:oü Koplou. Cfr. Apoc. Baruch 61, 6 (51, 3). Cfr. D. RossLER, Ge:<~etz und Ge:<~chichte. Untersuchungen zur Theologie der jüdischen Apokalyptik und der ·pharisiiischen Orthodoxie, Neukirchen 1960. El autor describe en los siguientes términos la concepción que la Apocalíptica tenía de la relación hombre-ley: "Nicht als Fülle einzelner Gebotseinhaltungen beschrieben. Im Vordergrund steht vielmehr die Vorstellung vom Bewahren des Gesetzes als einer Grundhaltung im Gegenüber zum Gesetz" (p. 77). Muy semejante es la doctrina que sobre la ley aparece. en los escritos de Qumran (IQ 8, 22). Cfr. H. BRAUN, "Romer 7, 7-25 und das Selbstverstiindnis des Qumran-Frommen", ZThK 56 (1959) 13; S. ScHULZ, "Zur Rechtfertigung aus Gnade in Qumran und Paulus", ZThK 56 (1959) 183. S. Schulz llega a afirmar que en Qumran se puede hablar de una justificación por la "sola gratia", pero sólo considerada como meta y punto final de la respuesta a las exigencias de la Torah. Hablar de "sola gratia" en estos términos nos parece, sin embargo, una entelequia. 53 J. KLAUSNER, Von Jesus zu Paulus, übertragung aus dem Hebriiischen unter Mitwirkung des Verfassers von F. Thieberger, Jerusalem 1950. J. Klausner reconoce en principio la presencia de la fe judaica en la base del pensamiento paulino, pero mixtificada y falsificada por el influjo de tendencias paganizantes y antijudías hasta el punto de poder considerarse su obra como un rechazo del judaísmo y de la nación judía como tal. Concretamente su doctrina sobre la ley constituiría una prueba de fanatismo orientado a suprimir la libertad de la voluntad, colocando la fe ciega en lugar de las obras. 54 H.-J. SCHOEPS, Paulus. Die Theologie des Apostels im Lichte der Jüdischen Religionsgeschichte, Tübingen 1959. H.-J. Schoeps mantiene que la interpretación de la ley propuesta por Pablo se basa en una falsa comprensión de la misma. En términos algo más suaves que J. Klausner pero no menos perentorios, reconoce en la base de la interpretación paulina una serie de influjos extraños, que progresivamente había ido sufriendo la doctrina judía, sobre todo en la diáspora. Pablo se encuentra en esta situación. Alejado de la tradición auténtica de los Padres por una falsa concepción que no veía en la ley el vehículo de la santidad de la b"rit de Israel sino que, por el contrario, la reducía al marco de lo ético y ritual, Pablo emprende una demoledora operación contra la ley. De entre la amplia bibliografía sobre el tema de la ley en Pablo pueden consultarse las obras siguientes: A. W. SLATEN, "The qualitative Use of 'nomos' in the Pauline Epistles", AmerJournTh 23 (1919) 213-219; W. GRUNDMANN, "Gesetz, Rechtfertigung und Mystik bei Paulus", ZNW 32 (1933) 52-65; P. BENOiT, "La loi et la croix d'apres saint Paul", RB (1938) 481-509; R. A. BARTELS, "Law and Sin
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Una personificación no menos acentuada es la operada con la categoría tÍfLap't[a. La tÍfLap't[a aparece no solamente como potencia que se sitúa frente al hombre en posición de hostilidad, sino como potencia ·capaz de establecer con el hombre una relación de dominio radical, como se afirma ya de manera expresa en 5, 21 ( e~aa[AsiJosv ~ tÍfLap't[a ev <:
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mmto del pecado supondrá la superación del dominio del &áva'toc; (la construcción-rdp de 6, 10, pone de manifiesto la relación interna que une el ECfd'ltaE de la muerte de Cristo a la áp.ap'tla y el &áva'toc; aó'tou oÓXÉ'tt xuptsóst, 6, 9b). Del lado de las potencias citadas figuran en el discurso otra serie de categorías negativas que entran en el estatuto de oponente, como el 'lta'A.au)c; ávltpol'ltoc; (concretización personificada del awp.a tijc; áp.ap'tlac; 6, 6bc}, la E'ltt3up.1a 55 (esencialmente vinculada a la condición del arop.a 3v7j'tÓv, 6, 12b), la d~l)da (que domina al hombre, privado de la justicia traída por Cristo, 6, 13}, la dxa&apala y la dvop.la (categorías que para el mundo judío representaban la corrupción del mundo pagano, 6, 19bc). Todas estas categorías funcionan -a nivel de texto- tanto en la esfera de lo asertivoindicativa! como en la esfera de lo virtual-imperativo : se trata de categorías que han desempeñado ya su función específica frente al sujeto principal, Cristo y frente al destinatario, pero su dinamismo no se ha agotado ; de ahí que sigan siendo una amenaza permanente para el desarrollo del proyecto salvífico. Aliado de las categorías negativas (que desarrollan la función actancial del oponente) están aquellas que desempeñan la función actancial
55 La S.'Jtt&u11Ía, que en ARISTÓTELES no desempeña aún un papel relevante, pasa a ser uno de lo¡¡¡ conceptos fundamentales de la filosofía estoica. La h:tltu111~ se caracteriza ante todo por su dimensión somática, lo cual comporta una valoración ética negativa. ZENÓN en su obra Ilepi 'ltalhiiv pone la s'Jttltu¡da al lado de las pasiones 7j1lov1j, tpó~o~, Mn:71. EPICTBTO (Diss. 11, l6, 45) recomienda combatir la ht6-u11ía por la misma razón por la que se combaten ias pasione~ Aú1t7J, 'f'Ó~o~. q¡6-óvo~. CICERÓN (que sigue de cerca el pensamiento de Crisipo) declara expresamente: "In libidine (htlhl!lt'l) esse, peccatum est etiam sine effectu" (De finibus bonorum et .malorum, 111 9, 32; cfr. Tusculanae IV 7, 14; lll, 11, 24). Diversos testimonios antiguos sobre el carácter negativo de la E'Jttltu11ia se encuentran recogidos por l. A. B. ARNIM, Stoicorum Veterum Fragmenta, Vol. 111, Stuttgart 1964, 92-95 (cfr. especialmente los textos de SToBEO, 11, 88, 6; 11 90, 7). F. BüCHSEL (bt6-U¡LÍa ThWNT III, 169) resume el pensamiento griego sobre la in:tllu!LÍ'l en los siguientes términos: "Die t'Jtt3ullía ist in der griechischen Philosophie Vergeben des Menschen gegen seine eigene Vernünftigkeit". El término dvo!L{a, por su parte, ha conocido una amplia evolución semántica, que va desde la simple "transgresión" de la ley entre los clásicos griegos hasta la actitud o estado de hostilidad, propiamente dicha, a Dios. Este es el sentido que se puede observar en el judaísmo tardío, especialmente en Qumran (1 QS III, 18-21, IV, 19-23; V, 2, 10; X, 20). De ahí la especial carga escatológica de que suele ir acompañada en estos textos. Este es también el sentido que l. DE LA PoTI"ERIE reconoce como prevalente en S. Juan, especialmente en 1 Jo 3, 4 ("Le peché c'est l'iniquité", NouvRevTh 78, 1956, 785-797). Muy próximo a éste creemos sea el significado de dvo¡L{a en Rom. 6, aunque sin la carga escatológica que se percibe en Juan.
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del auxiliar. Entre éstas figuran ante todo la xáp!~ y la atxatoaÓV1j. La xápt~ aparece en 5, 20.21 y en 6,1b como categoría opuesta a la áp.ap·da. Se trata de una categoría dinámica y evolutiva, que puede crecer y desarrollarse (\mepe7teplaaeuaev, 5, 20d; 1tAeováa11, 6, lb). Pero no funciona como simple cualificación, sino como categoría personificada, capaz de fundar una relación de dominio sobre el hombre (cfr. ~aatA.eáa11, 5, 2lb); de ahí que 'pueda hablarse de un "estar sometido" al estatuto de la xápt~ (6, 14b.l5b). La categoría xápt~ es frecuentemente sustituida en el discurso por la categoría atxatoaÓV'Yj, especialmente cuando se trata de establecer formalmente la antítesis con la categoría áp.ap·tia (cfr. 6, 18.20) o sus paralelos la axaltapaia y la avop.[a (6, 19bc). La atxatoaáv'Yl se sitúa en la misma línea del "querer" de ahí que enrolarse efectivamente en el proyecto salvífico a través de la obediencia de la fe (tmaxo~, 6, 16d) signifique entrar en la dinámica de }a atxatoaávr¡ (El~ atxatoaÓV'Yj\1, V. 16d) y COnstituirse en esclaVO de ella (eaol.lA<Í:llh¡1:E 1:1,j atxatoaáv11, 6, 18). La posición de independencia con relación a la atxatoaáv'Yl supone el extrañamiento de la estructura salvífica (cfr. 6, 20). Otras categorías que se sitúan en la línea de la auxiliaridad positiva son la b1taxoi¡ (vista desde la perspectiva de 6, 16d), la ataax~ (6, 17c), el á¡taap.ó~ (6, 19c.22c). La ataax~ representa el evangelio como doctrina y como mensaje: funciona, pues, como categoría objetiva que coopera de forma fundamental en la realización de la empresa salvífica. La Ú7taxo~ y el á¡taap.ó~ funcionan más bien como categorías subjetivas o cualificaciones, cuya auxiliaridad es esencialmente complementaria de las categorías objetivas. En la línea de la auxiliaridad actancial pueden situarse también las acciones desarrolladas por el destinatario, en cuanto medios o instrumentos que coadyuvan al desarrollo de la acción. En este sentido debe reconocerse funcionalidad auxiliar instrumental al bautismo (cfr. ata -cotí ~a1t1:lap.a1:o~, 6, 4a), a la obediencia al evangelio (v. 17c) y, de forma especial, a todo el desarrollo ético, descrito como 7tEpt7ta1:Etv ev xatvÓTYJ1:l 1:;roY¡~ (6, 4c), como 7taptcr1:ávetv 1:d p.¿A'YJ 'ií atxatoaóv"Y.J (6, 13.19). Con ello, se pone de manifiesto la peculiaridad que comporta la aplicación del código actancial al modelo ético-teológico: no se trata de un simple transfert de la estructura acciona!, propia de la narrativa, donde el actante sujeto (héroe) introduce una red de transitividades en la que se integran positiva o negativamente las transitividades de los actantes auxiliar y oponente, quedando la figura del destinatario, en cierta manera, extrínseca a la dinámica del juego; el estatuto ético-teológico introduce una modifica-
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L. ÁLVAREZ VERDES
ción fundamental no sólo a nivel de actante destinatario sino también a nivel de actantes auxiliar y oponente e incluso a nivel de actante sujeto: el hecho de que el destinatario funcione a la vez como recipiendario y como sujeto activo, modifica radicalmente la funcionalidad de los demás actantes, pues, si excluimos el evento histórico-salvífico como tal, toda la dinámica de los actantes viene a situarse en el interior mismo del existencial humano, con la lógica preponderancia de las funciones intransitivas sobre las funciones transitivas. La funcionalidad de los actantes auxiliar y oponente quedará ulteriormente clarificada con el estudio de la figura del actante destinatario.
D)
ACTANTE DESTINATARIO Y ACTANTE OBJETO
Tratándose de un discurso dentro del contexto de una carta, los términos destinante-destinatario son necesariamente ambivalentes. A nivel de carta no cabe duda que el destinante es Pablo, el apóstol, siervo de Cristo (Rom. 1, 1) y los destinatarios son los romanos: TCacm totc; ooatv e" ' P Ól 11 ~ (1, 7). 56 A nivel, sin embargo, de estructura actancial el mitente es Dios, el Padre que ha resucitado a su Hijo para que podamos caminar todos en novedad de vida (6, 4), y los destinatarios son todos los hombres a quienes está dirigida la obra redentora, y más en concreto, los ya bautizados. A nivel gramatical el actante-destinatario viene expresado en Rom. 6 por el pronombre -(¡fiEic; (ÚfiEic;), ulteriormente determinado como "aquellos que hemos sido bautizados", "cosepultados", "coplantados en la muerte y resurrección de Cristo" y que tenemos por delante la tarea imperativa! de vivir la dialéctica de la muerte al pecado y de la nueva vida en Cristo. Este Y¡p.Etc; (ÚfiEic;) es el destinatario del discurso, no sólo en su dimensión teórica (cfr. 6, 11) sino especialmente en su dimensión imperativa! (cfr. 6, 12-13.19). El hecho de que el discurso de Rom. 6 haga confluir lo indicativa! y lo imperativa! en una única figura actancial, el hombre bautizado, hace que dicha figura ofrezca necesariamente una funcionalidad compleja de carácter a la vez receptivo y operativo, que en términos estructurales vale tanto como decir que el destinatario funciona a la vez como sujeto, en
56 ALTIIAUS, Der Brief an die Romer, Gottingen 1932 (trad. it. La Lettera ai Romani, Brescia 1970, 10).
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íntima unidad y dependencia del sujeto principal, Cristo. 57 Es significativo en este sentido que a nivel gramatical en una gran mayoría de perícopas el sujeto sea i¡p.Et<;;-Úp.ii<;; (6, 1-5. 11.13; 15-17. 19b-2lb.22), es decir, el hombre. De hecho las dos grandes cuestiones que están en la base del discurso tienen como sujeto gramatical al hombre (6, lb; 6, 15b). El estatuto ético del discurso hace que el desarrollo de la estructura actancial tenga como campo específico funcional el hombre mismo. Aunque las figuras del destinante y del líder protagonista aparezcan en principio como contradistintas del sujeto humano (cfr. 6, 4b.9.10), su funcionalidad se irá transformando a lo largo del discurso en una funcionalidad interiorizada a través de las Categorías auxiliares ~ro~, X,ápt<;;, atxatoOÓV7j : el bautizado debe considerarse como efectivamente integrado en el dinamismo de la muerte y de la vida de Cristo (6, 5.11.13b), debe manifestar esa integración caminando "en novedad de vida" (6, 4c), sirviendo a la justicia (6, 13.19c), lo cual representa el enrolarse de forma real en el proyecto de vida programado por el Padre (e.d., vivir para Dios, 6, llc, servir a Dios, 6, 13c.22b). El mismo sistema de interiorización se advierte por lo que se refiere a las categorías que funcionan como oponentes. La áp.ap·da funciona en realidad como potencia que actúa desde el interior del hombre: su reinado tiene como espacio propio el l}v'Yj-cov afup.a (6, 12a): por eso cuando su dominio es efectivo y permanente se puede hablar de un afup.a -el¡¡;; áp.ap-da¡;; (6, 6c) y el sistema de relaciones con la áp.ap-c[a puede describirse como É'lttp.ÉvEtv T~ áp.ap·dlf (6, lb) o, más simplemente, áp.ap-cávm que integra la funcionalidad del hombre y la de la áp.ap·da en un único atributo verbal (6, 15b). En cuanto categorías interiorizadas e interiorizantes, los actantes auxiliares y oponentes funcionan en realidad como cualificaciones del existencial humano, pero no según un estatuto exclusivamente óntico-teológico sino según el estatuto teológico-ético, que introduce junto a lo óntico o indicativa! el elemento operativo-imperativa!: la cualificación de ~fuv-cE<;; se proyecta necesariamente como 7tept7ta"tetv av xatvÓ1:7j"tt ~rol¡<;; (6, 4c), como 7tapta"távEtv 1:a p.É)..r¡ ó7t)..a atxatOaóvr¡<;; (6, 13bc.19c), y en definitiva, como proceso efectivo El<;; ájtaap.óv (6, 19c.22c). Lo mismo se debe decir de las categorías negativas, cuyo carácter dinámico y operativo queda suficientemente explícito a través del insistente imperativo de no -ceder a sus exi- / gencias (cfr. 6, 12a.l3a).
57
A. GREIMAS, Sémantique structurale; 221.
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El código actancial permite descubrir la red de tensiones que se entrecruzan en el existencial humano, tensiones que a nivel de discurso se focalizan en torno a dos categorías fundamentales : la xáptc; en calidad de auxiliar positivo y la df1ap·da en calidad de oponente. En esta dinámica tensional el hombre no puede menos de adoptar una posición operativa, consciente de todos los elementos que integran su somaticidad: ac.Ofla. aápE, f1ÉA1j y los factores por ellos generados: aa&évEta, É1Ct&Uf1Í!l. Pero sabe que cuenta también con el concurso del voi:íc; (implícitamente connotado en los verbos de conocimiento: "(tvcóaxEw, etaávat,, así como por los verbos ÚTCaxoóm y /..o¡íe::e:altat). Pablo reconoce al voi:íc; una positividad capaz de fundar la voluntad de saber y de querer (7, 23), con las limitaciones correspondientes cuando entra en juego la voluntad de hacer. Desde la perspectiva de la fe, en que se sitúa Rom. 6, el voi:íc; que opera en el existencial cristiano ha sido profundamente transformado en el contexto de la nueva vida y por eso mismo está bajo el imperativo de un continuo proceso de transformación (cfr. 12, 2: flE"t!lflopcpoi:ía&e tií avaxamoaEt -roi:í voóc;). Esto significa que el bautizado se sitúa en la estructura actancial del discurso ético-teológico no bajo la figura del sujeto, protagonista autónomo, que construye un modelo ético y racional y que se impone como voluntad de saber y voluntad de hacer, ni bajo la figura del simple destinatario (recipiendario), forzado a recibir pasivamente el dinamismo imperativa! que se le impone. La figura del hombre en el código actancial del discurso ético-teológico es primariamente destinatario, pero recibe "interiorizando", abriéndose como espacio a la dinámica actancial del protagonista o sujeto principal y a la dinámica de las categorías auxiliares y oponentes. Con ello el modelo actancial no queda desvirtuado sino transformado, de acuerdo con las exigencias del estatuto propio del discurso ético-teológico. Entre las peculiaridades impuestas por el estatuto propio del discurso ético-teológico merece destacarse la funcionalidad del actante-objeto. El objeto aparece expresamente formulado en 6, 22d: -ro a€ -r€/..oc; e::ru~v a[ówtov. La misma realidad de e::ru~ a[ómoc; reaparece en el v. 23b con el atributo nominal de xáptafla. TéA.oc; y xáptafla: connotan dos aspectos que ayudan a clarificar la funcionalidad específica de la e::ro~ a[ómoc; en su condición de actante-objeto. Xáptafla connota la gratuidad, la condición (le don, que es puesta en relación directa con el mitente ( -roi:í &eoi:í) y con el protagonista o sujeto ( &v Xpta-rq:> 'l1Jaoi:í -rq:> xopÍq> ~fliilV, v. 23c; en 5, 21 se empleaba la expresión ata '11JOOU Xpta-roü x-rA.). El lexema -réA.oc; pone el objeto en relación directa con el mitente, en cuanto a él -como organizador de
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la estructura- le corresponde señalar los objetivos; pero -réA.o¡; connota también la función del actante sujeto y del actante destinatario por cuanto la t:m~ tÚÓ>vto¡;, integrada en la estructura por la decisión del mitente, es a la vez término interno de la funcionalidad del sujeto principal y del destinatario. La t:m~ atoovto¡; no es esencialmente distinta de la t:m~ que vive Cristo como resucitado (6, lOb) y en la que participan los bautizados (6, llc.l3b) fundando en ella la dinámica del nuevo 7t:Ept7t:a1:Eiv (6, 4c). La dinámica actancial destinatario-objeto en el discurso ético-teológico puede iluminarse en cierta manera con la dinámica que rige en el discurso jurídico. A. J. Greimas ha puesto de relieve cómo en el discurso jurídico el sujeto colectivo, que recubre las funciones actanciales de destinatario y de objeto, necesita de la mediación de dos actantes : el actante decisorio y el actante gestor. Mientras las funciones del actante decisorio constituyen una especie de sintagma intercalar entre el poder hacer y el hacer mismo, las funciones del gestor se sitúan en el plano del hacer propiamente dicho. La sociedad, pues, o sujeto colectivo "no puede concebir la expresión de su poder y la actualización de su hacer más que a través de la instauración de un sujeto del hacer, que siendo distinto de ella es, sin embargo, coextensivo a la misma". 58 En el discurso ético-teológico la estructura colectiva, compuesta por la comunidad de bautizados ( ocrot e~a'lt:1:tcrth¡p.EY) no puede parangonarse en sentido estricto con la estructura colectiva de los diversos tipos de sociedad previstos en el discurso jurídico, ya que, por lo menos en el nivel ético, el funcionamiento es directo, a través de las unidades partitivas (no sólo en el plano decisorio sino en el plano mismo del hacer); podemos, no obstante, encontrar cierta semejanza por cuanto se refiere a la función del bautizado concreto y la función del "gestor". Al gestor no le compete tomar deCisiones de carácter performante por lo que se refiere al orden del ser mismo de la estructura y a las reglas fundamentales por las que debe regirse, pero sí le compete el tomar las decisiones concretas en orden al hacer y, sobre todo, es competencia suya el hacer propiamente dicho, aunque siempre en dependencia esencial del actantes principal, en forma que el resultado positivo puede con toda razón aplicarse al sujeto principal mientras que los resultados negativos quedan como atribución exclusiva del sujeto secundario, como sucede también en el discurso narrativo cuando se trata de distribuir glorias y fracasos entre el héroe
ss A. J.
GREIMAS,
Sémiotique et sciences sociales, 115.
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y sus auxiliares. 59 En el discurso de Rom. 6 el bautizado aparece como portador de una responsabilidad total y exclusiva por cuanto se refiere al resultado negativo ; el IMwi-coc; en que desemboca la á¡J.ap-cfa tiene carácter de "sueldo" (o4oovta, 6, 23) y, como tal, es remuneración en sentido estricto del que ha pecado. La vida eterna, en cambio, aparece como xáptcr¡J.a, que Dios otorga, en relación esencial con el sujeto principal, Cristo Uv Xptcr-c
59 Hablando del paralelo entre el modelo actancial del discurso jurídico y el de la narrativa, A. J. GREIMAS describe la relación gestionado-objeto narrativo en los siguientes términos: "11 s'agirait la de la morale du petit prince qui seul est loué, tandis que son petit camarade le mendiant r~oit les punitions" (Sémiotique et sciences sociales, 117).
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el destinatario es qv 1:4> &E
4.
EL CÓDIGO SIMBÓLICO
Al establecer la lista de códigos o "topica", a través de los cuales pasa el tejigo del texto, R. Barthes sitúa en el quinto y último lugar el código simbólico. 61 En realidad, la voz del símbolo está subyacente a toda expresión literaria, como lo está en todo tipo de actividad a través de la cual el sujeto se proyecta sobre el mundo que le rodea. 62 E. Cassirer en su estudio sobre la filosofía de las formas simbólicas ha ensayado la 60 A, J. ÜREIMAS, o. c., 85. 61 R. BARTHES, S/Z, Paris 1970, 27-28. 62 M. ELIADE, Images et symboles, Paris
New York 1961, 12).
1952 (trad. ingl. lmages and Symbols,
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vía hacia una estructuración de las ciencias del espíritu, partiendo precisamente de la intuición fundamental del papel que lo simbólico juega en la constitución de cada una de las formas de conocimiento. 63 Al tratar del mito y de la religión, partiendo de esta concepción de base, presenta el mito como una síntesis de un elemento ideal y de un sustrato material. 64 Sobre el origen de las formas simbólicas se han formulado las más diversas explicaciones. E. Cassirer pone como fundamento de las mismas el "sentimiento": "Todo pensamiento, afirma, como toda intuición y percepción, se apoya sobre la base originaria del sentimiento". 65 Con ello no hace más que mantenerse en la lógica de su tesis de que "la primera facultad con la que el hombre se enfrenta con las cosas es el deseo". En ella no sólo no acepta pasivamente la realidad de las cosas, sino que la construye para sí". 66 Pero, continúa E. Cassirer, esta vertiente sicológica no es exclusiva ni siquiera en el estadio más primitivo -como es el de la formulación mágica- ya que toda forma simbólica brota del contacto de esta facultad, dominada por el deseo, con la realidad fenoménica concreta. En todos los estadios, pues, aun en el más primitivo, es imprescindible -para que se pueda hablar de símbolo- la síntesis que confiere estructura intuitiva y conceptual a las imágenes fenoménicas. 67 No es posible con Cassirer ir más adelante en la línea de la justificación de los símbolos. Habla simplemente de la existencia de un nexo causal fundado en analogías puramente externas (proximidad espacial, pertenencia a un mismo grupo) y dominado por lo que él llama "magia simpatética". 68 M. Eliade prefiere dejar de lado toda explicación de orden antropológico y estudiar la diversidad de símbolos partiendo más bien de criterios fenomenológicos, de acuerdo con los datos que ofrecen las diversas áreas culturales. 69 Rechaza, sin embargo, decididamente las explicaciones de carácter bio-psicológico (como la que pretende encontrar el E. CASSIRER, Philosophie des symbolischen Formen, Berlin 1923-1929, I.IX. "Al igual que la forma fonética, la imagen mítica no sirve simplemente para indicar diferencias ya existentes, sino para fijarlas por primera vez como tales" (E. CASSIRER, o. C., U, 284). 65 E. CASSIRER, o. c., II, 138. 66 E. CASSIRER, o. c., II, 220. 67 M. LANCELLOTTI, Funzione, :>imbolo e struttura. Saggi su E. Cassirer, Roma 1974, 222. 68 E. CASSIRER, o. c., II, 76. 69 M. ELIADE, o. c., 176. 63
64
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origen de los símbolos en las impresiones sensoriales producidas directamente en la corteza cerebral por el ritmo general del cosmos). El símbolo, afirma M. Eliade, se sirve del elemento externo (perteneciente al cosmos), pero solamente se convierte en verdadero símbolo a través de la acción creadora de la psique, que es la que puede añadir aquel "plus" de significación al objeto, capaz de convertirlo en símbolo, sin eliminar por ello la significación que le es propia. Con la misma firmeza con que excluye · las explicaciones puramente extrinsecistas rechaza la nueva forma de positivismo defendida por S. Freud y sus discípulos, que pretenden elaborar una teoría y una taxinomia de los símbolos a partir del subconsciente y, más concretamente, de la libido. M. Eliade prefiere dejar al símbolo, lo mismo que a la imagen, en su plurivalencia natural ya que, como él mismo escribe, "trasladar una imagen al marco de una terminología concreta, restringiéndola a una de sus estructuras referenciales, es hacer algo peor que mutilarla, es destruirla anulándola como instrumento de conocimiento. 70 Este respeto a la plurivalencia del símbolo es lo que está de fondo en sus obras como criterio de clasificación. 71 G. Durand, al estudiar las estructuras de lo imaginativo. ha optado por la explicación psico-fisiológica de los símbolos, poniendo como base el principio de que "existe una estrecha vinculación entre los gestos del cuerpo, los centros nerviosos y las representaciones simbólicas". Aquí cree encontrar Ía base no sólo para una taxinomia de los símbolos (en e1>quemas y arquetipos) sino para una fundamentación del simbolismo como tal. 72 Por nuestra parte, creemos que es imprescindible una adecuada combinación de los elementos fenomenológicos externos y de los elementos subjetivos (sean éstos de orden psíquico o fisiológico). Cualquier tipo
M. ELIADE, o. c., 177, cfr. p. 15. M. ELIADE, Traité d'histoire des religions, Paris 1948 (trad. ital., Trattato di storia de/le religioni, Torino 1954). Por las razones ya expuestas nos parecen infundados Jos reproches que G. DURAND (Les structures anthropologiques de l'imaginaire. lntroduction ii l'archétypologie générale, Paris 3 1970, 20) dirige contra M. ELIADE y G. BACHELARD (L'eau et les réves, Paris 1942) a quienes presenta como dominados "por un positivismo objetivo que pretende motivar los símbolos únicamente en base a los datos extrínsecos a la conciencia imaginante". 72 G. DURAND, Les structures anthropologiques, 51. El autor reduce concreta· mente los diversos tipos de representaciones a tres clases de reflejos fundamentales: postura[ (en el que entran la verticalidad y la horizontalidad), copulativo y nutritivo (a este último refiere los reflejos derivados táctiles y gustativos). R. LACK (La symbolique du livre d'lsale, Romae 1973), parece aceptar sin mayor dificultad la estructuración físico-antropológica propuesta por G. Durand (cfr. pp. 14-17). 70 71
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de reducción o exclusivismo corre peligro de trmcwnar la naturaleza misma del símbolo, en donde confluye el mundo complejo de la psique y el mundo fenomenológico externo con todas las coordinadas cosmológicas, culturales, religiosas, etc.
A)
LA DINÁMICA DEL SÍMBOLO
El símbolo se sitúa dentro de la dinámica general del conocimiento. El proceso cognoscitivo más normal es el de la abstracción, en el que <>e distingue un triple momento: contacto sensorial, elaboración de la imagen, abstracción de la idea. Pero ésta no es la vía única de conocimiento. Existen casos en que el punto de arranque no viene dado por el contacto sensorial sujeto-objeto sino por otro concepto -fruto de anteriores procesos cognoscitivos-. En este caso la imaginación desempeña también su función propia, estableciendo el lazo referencial con el objeto a través de la representación imaginativa del mismo. Esta representación a partir del concepto puede ser directa y adecuada o simplemente indirecta y aproximativa. Lo primero sucede cuando la imaginación, aún sin establecer contacto sensorial con el objeto, se lo puede representar en forma adecuada mediante el concurso · de precedentes aportaciones sensoriales ofrecidas por la memoria. Lo segundo, en cambio, tiene lugar cuando la imaginación no cuenta con elementos inmediatos de orden sensorial, porque el concepto que está en la base no ha sido fruto de una abstracción propiamente dicha. En este caso la imaginación no dispone de más vías hacia el objeto que la de la representación alegórica. El proceso simbólico coincide con la alegoría en cuanto que ambos se sitúan en el marco del conocimiento indirecto, pero difiere de la alegoría por funcionar en sentido inverso : el símbolo parte del contacto sensorial inmediato con el objeto fenoménico. La intuición le permite descubrir en este objeto la condición de significante capaz de liberar valencias significativas que se sitúan más allá del propio objeto. Esta epifanía que pudiéramos llamar "transobjetiva" -sólo captable por intuición- permite la elaboración de conceptos, cuyos referentes están fuera de la esfera de la experiencia sensorial inmediata. 73 73 Al carecer de mediación sensorial propia, tales objetos nunca podrán ser aprehendidos en forma perfecta. Se trata más bien de un procedimiento por vía de aproximación, que en definitiva responde a la multivalencia del objeto. M. BECKER describe esta multivalencia, aplicándola al objeto-Dios: "Das Bild definiert und ergreift nicht, sonder umgreift und lasst es zu, dass sein Gehalt nicht nur eines,
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El símbolo añade, pues, un nuevo valor a un objeto o actividad determinada, pero sin anular ni prejuzgar el valor inmediato del mismo. En este sentido podemos decir que el simbolismo es una proclamación de la apertura misma del universo; ninguna cosa en el mundo es un para-sí, sino que está abierta a un sistema de relaciones de convergencia y desemejanza. De ahí el papel insustituible de la imaginación en orden a captar el mundo en su totalidad, desvelando en él esferas refractarias al concepto. 74 Desde el punto de vista lingüístico el símbolo se rige por las leyes del proceso metafórico, que está detrás de todo lenguaje indirecto. Si damos por válida la distinción que R. J akobson establece entre las diversas formas de combinación de los signos, es fácil comprobar cómo el mecanismo de la metáfora -y lógicamente del símbolo- se sitúa por su propia naturaleza en la l.4lea paradigmática, mientras la metonimia adopta el funcionamiento sintagmático. 75 P. Ricoeur, por su parte, coloca en la polisemia el punto de inserción del símbolo y de la metáfora en el marco de una teoría del lenguaje. El lenguaje ordinario -a diferencia del lenguaje científico- no se rige por la univocidad sino por la pluralidad de significación, que sólo en el marco de las constricciones del texto se individúa, liberándose así el significado o valor concreto y actual del término. La polisemia traduce, pues, la capacidad de las palabras para "adquirir significaciones nuevas a través del uso, sin perder sus significaciones antiguas". 76 Las constricciones del texto imponen la selección de unas valencias determinadas, pero esta selección no anula las demás valencias significativas, las cuales quedan flotando alrededor. La función poética tendrá como cometido especial el ir más allá de las imposiciones semánticas operadas por la isotopía, para lograr que "todas las dimensiones de la significación jueguen conjuntamente en una especie de polifonía semántica", 77 como sucede en el símbolo y en la metáfora. sondern mehreres bedeutet. Die Multivalenz ist aber der Unendlichkeit Gottes gemiisser als die intellektuelle, aus Abstraktion gewonnene Eindeutigkeit" (Bild, Symbol, Glaube, Essen 1965, 196). Cfr. R. INGARDEN, Von Erkennen des literarischen Kunstwerks, Tübingen 21960, 319-321. Los diversos aspectos que diferencian el sistema literario de la metáfora y el de la alegoría son ampliamente expuestos por R. ToooRov en su obra Théories du symbole, Paris 1977, 235-260. La relación imagen-signo-símbolo es estudiada en perspectiva filosófica por J. MARrrAIN, "Signe et symbole", RevThom 44 (1938) 299-330. 74 M. ELIADE, Symbols and lmages, 178, cfr., p. 20. 75 R. JAKOBSON, Saggi di linguistica genera/e, 39 ss. 76 P. RICOEUR, Mythe, en: Encyclopaedia Universalis, Paris 1968, 11, 532-533. 77 P. RICOEUR, lbidem.
160
B)
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EL CÓDIGO SIMBÓLICO Y EL CÓDIGO CULTURAL
En la polisemia -que hemos visto que está en la base del transfert metafórico que se opera en todo proceso simbólico- concurren diversos elementos significativos, acumulados por la confluencia de la diacronía y de la sincronía. El simbolismo puede tener una base antropológica -con mayor o menor peso de los elementos psíquicos o fisiológicospero· todos sus esquemas y arquetipos están en estrecha dependencia del mundo exterior que actúa sobre el objeto. Todo sujeto es, en realidad, objeto de la interacción de infinidad de coordenadas que actúan sobre él, sea en perspectiva diacrónica sea en perspectiva sincrónica. Esto tiene especial aplicación en el mecanismo de la formulación metafórica del símbolo, basada en la semejanza. La semejanza debe ser entendida "como una tensión entre la identidad y la diferencia en la operación predicativa, puesta en movimiento por la innovación semántica". 78 Pero hablar de operación predicativa significa hablar de sentido concreto, situado. 79 De esta manera, el lenguaje que ya a nivel de lengua se presenta como un fenómeno cultural y social, 80 desde el momento en que se hace discurso se reencuentra en forma directa e inmediata con esa misma cultura y con los objetos por ella creados. De ahí la naturaleza cambiante de los símbolos. 81 Captar, por tanto, el significado concreto, en cada caso, de la expresión simbólica implica un proceso de reflexión metalingüística que nos lleva necesariamente al pre-texto. Con esto no pretendemos trasladar nuestro análisis a campos extraños al método de investigación que hemos adoptado, concretamente al campo propio. del método de la "Formgeschichte". La coincidencia objetiva no significa coincidencia metodológica. El método de la "historia de las formas" parte de una visión esencialmente diacrónica del texto, mientras que la visión del método estructural es sincrónica. Las posibles referencias, pues, al pretexto quedan en este caso integradas en la estructura sincrónica del discurso. P. RICOEUR, La métaphore vive, 10. "Le mot par son emploi, revet une valeur sémantique, qui est son sens particulier dans cet emploi" (P. RlcoEuR, La métaphore vive, 275). P. Ricoeur pone en relación esencial "sentido concreto" y "referencia", tanto a nivel de palabra como a nivel de frase. La referencia, añade, "puede ser llamada objeto, si se considera el referente del nombre, o estado de cosas, si se considera el referente del enunciado entero" (o. c., 276). 80 U. Eco, Le forme del contenuto, Milano 1971, 32. 81 M. ELIADE, Images and Symbols, 16. 78
79
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Fieles a nuestra marcha a partir del texto, las calas que deberemos hacer en ese "humus" general de la cultura no tendrán el aire de una concesión a lo común y genérico -en detrimento de lo individual y específico del discurso- sino de un compromiso con el mismo texto que no se presenta como realidad fortuita o como suma de piezas que se brinda al juego de las relaciones semánticas, sino como mensaje del hombre-en-situación al hombre-en-situación. 82 El lenguaje simbólico, precisamente por su distanciamiento del lenguaje puramente racional, lleva consigo una mayor permeabilidad a todos los factores circundantes. El genio del autor consistirá en construir sobre esa riqueza y pluralidad la obra singular y original. C)
EL SIMBOLISMO EN ROM.
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El discurso de Rom. 6 se desarrolla sobre una estructura simbólica que alcanza a cada una de las secciones. Las dos categorías fundamentales (&áva-¡:oc;-r;ru-1¡) que presiden todo el despliegue semántico imponiendo la isotopía fundamental del discurso, funcionan dentro de un dinamismo simbólico. Ambas categorías,· efectivamente, tienen su verificación inmediata en la esfera de lo fenoménico, inmediatamente asequible a la experencia sensorial. El uso de estos términos para designar la consistencia actual o el cese de determinadas categorías de orden no-empírico es sólo posible desde un tránsfert semántico fundado en la virtualidad polisémica de Jos significantes. 82 L. BLOOMFIELD (Language, New York 1973, 139), pone de relieve el carácter "situacional" del sentido (meaning) de las formas lingüísticas, al que define como "la situación en la que el hablante las pronuncia y la respuesta que éstas evocan en el escucha". Z. R. HARRIS (Methods in structural linguistics, Chicago 1951, 188) admite la conveniencia de estudiar las situaciones, no obstante la dificultad de "describirlas en términos de partes constitutivas". En esta misma línea se expresa R. BARTHES: "Hasta el presente (la lingüística) no ha integrado en su cuadro lo que se denomina situación; no existe clasificación lingüística de las situaciones de la palabra". Pero reconoce que "ciertos lingüistas comienzan a preocuparse de la cuestión" (Exégese et herméneutique, 255). Las dificultades sugeridas por Harris y Barthes obedecen a una concepción segmentacionista de la unidad lingüística y, en· general, de todo tipo de estructura. Conviene recordar que el discurso literario debe ser considerado primariamente como un todo, y sólo desde su totalidad tienen sentido las partes en cuanto tales. Lo mismo vale para las "situaciones": no se puede prescindir de la "situación" como realidad conglobante, por el simple hecho de que no exista una teoría de clasificación de las partes. Cfr. E. BENVENISTE, Problemi di linguistica genera/e, 19 ss.; H. E. BREKLE, Semantik. Einführung in die sprachwissenschaftliche Bedeutungslehre, München 1972 (trad. ital., lntroduzione alZa semantica, Bologna 1972, 102).
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Las categorías muerte-vida, dotadas de una acentuada entropía, 83 se asientan sobre una plataforma simbólica común, que es el arop.a. El cuerpo humano -en su condición de experiencia fenoménica primaria y fundamental- no sólo condiciona indirectamente (a través de esquemas y arquetipos) la expresión simbólica, sino que se presenta en sí mismo como el primero de los símbolos. 84 En Rom. 6 el "cuerpo" aparece como marco de una constelación de simbolismos que se van generando metonímicamente. Así. aparece en primer lugar, aunque en forma implícita, el arop.a de Cristo, en torno al cual se desarrollan los sememas morir, resucitar, vivir (6, 9-10). Pero estos sememas vinculados con el a.ií>p.a de Cristo no se agotan en el hecho histórico sino que introducen además un sistema de valencias de carácter
83 La entropía de un semema viene determinada no tanto por la frecuencia de unos determinados lexemas cuanto por la adecuada selección y combinación de los mismos. La redundancia excesiva de un lexema disminuye proporcionalmente su capacidad informativa. No obstante, una cierta iteratividad del símbolo puede a veces ser rentablé por cuanto ayuda al destinatario a eliminar interferencias extrañas que ponen en peligro la correcta descodificación del sistema. Los sememas muertevida en Rom. 6 combinan una relativa iteratividad de los símbolos con una adecuada diversificación de los mismos (Cfr. A. MARTINET, La linguistique. Guide alphabétique, Paris 1969. Trad. ital. La linguistica. Guida alfabetica, Milano 1972, 227-229; H. Eco, Trattata di semiotica generale, Milano 1975, 64. 84 "El campo simbólico está ocupado por un solo objeto, del cual obtiene su unidad (y del cual nosotros hemos obtenido un cierto derecho a nombrarlo, un cierto placer para describirlo y como la especie de un privilegio atribuido al sistema de los símbolos, a la aventura simbólica del héroe, escultor o narmdor). Este objeto es el cuerpo humano" S/Z, 220. Para el estudio del aüíp." tanto desde el punto de vista simbólico como desde los demás aspectos que puedan interesar la teología paulina pueden consultarse las obms siguientes: C. HoLSTBN, Zum Evangelium des Paulus und des Petrus, Rostock 1868; H. LuoBMANN, Die Anthropologie des Apostels und ihre Stellung innerhalb seiner Heilslehre, Kiel 1872, R. HIRZEL, Die Person: Begriff und Name derselben im Altertum. Sitzungsberichte der Bayerischen Akademie der Wissenschaften der philosophisch-psychologischen und historischen Klasse, Miinchen 1914, 1-54; K. GROBEL, l:üíp.a as 'Self, Person' in the LXX, en: Neutestomentliche 'studien für Rudolf Bultmann, BZNW 21, Berlin 1954, 52-59; J. A. T. RoBINSON, The Body. A Study in Pauline Theology, SBT 1/5, London 1952, 13; J. MACQUARRIE, An Existentialist Theology, London 1955, 128-131; 138-139; 141143; W. D. STACEY, "St Paul and the Soul", ExpT 66 (1955) 274-277; J. BARR, The Semantics of Biblical Language, London 1961 (trad. ital.: Semantica del linguaggio bíblico, Bologna 1968, 287-354); E. E. ELLIS, Paul and his Recent lnterpreters, Grand Rapids 1961, 39; M. E. DAHL, The Resurrection of the Body, London 1962, J, 62; Cfr. C. A. VAN PEURsEN, Body, Soul, Spirlt, London 1966, 8Q-86; R. C. TANNEHILL, Dying and Risin with Christ, BZNW 32, Berlin 1967, 7Q-74; R. BULTMANN, Neues Testament und Mythologie, en: H. W. BARTSCH, Kerygma und Mythos, Hamburg 51967, 1,. 7; R. H. GUNDRY, crüíp.a in Biblical Theo• logy, with emphasis on Pauline Anthropology, London-New York-Melbourne, 1976.
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referencial de un orden distinto al fenomenológico: la muerte-resurrección de Cristo "funciona" en el discurso como símbolo de la superación activa del dinamismo de la áp.ap·da. 85 Esto vale no sólo para 6, 10, donde el funcionamiento simbólico viene expresamente explicado a través de un código metalingüístico, sino para todos los demás pasajes donde directa o indirectamente se hace referencia al mismo (cfr. las expresiones auve-ráqn¡p.ev, auvea-raupffilh¡, au~f¡aop.ev 6, 4.6.8b).
En su aplicación antropológica el simbolismo del cuerpo procede metonímicamente, 86 refiriéndose unas veces a las partes orgánicas del mismo (aápE, p.ÉA.r¡, xap~[a) y otras a las funciones o cualificaciones del ser humano en su dimensión somática: debilidad (cia{}Évetoc), pasiones (e7tt{}up.[a), muerte ({}áva-ro<;, awrcá{}m, auva-raÚpooa3at, vexpo[-~fuY"te<; elvat) vida (a través de sus diversas manifestaciones: permanecer, caminar, estar inmundo, lavarse-bautizarse, etc.). En la esfera de la vida entran los simbolismos que R. Barthes incluye en el código de lo "económico", como son la belleza física (la belleza de la juventud, de lo nuevo, y sus opuestos) y la diversa clase de bienes (xap1eó<;, d~ffivtov ). Desde el punto de vista literario, la constelación simbólica del discurso impone un estudio directo de cada una de sus expresiones, ya que la mediación simbólica no funciona en forma homogénea, dándose casos en que ésta se esfuma en pura metáfora. 87 De entre los diversos sistemas simbólicos presentes en el discurso examinaremos de forma directa el sistema simbólico-bautismal por el papel central que el motivo-bautismo ocupa tanto a nivel de desarrollo literario del discurso como especialmente en función del establecimiento de una teoría de la relación indicativo-imperativa!.
85 El funcionamiento "simbólico" de un determinado semema no prejuzga su valor denotativo. Hablar, pues, de la muerte de Cristo en términos de "simbolismo·• no excluye el carácter efectivo y real del objeto connotado. 86 Empleamos aquí el término "metonímico" en el sentido general en que lo emplean los lingüistas actuales, integrando los casos que en la retórica clásica aparecían bajo la denominación de sinécdoque. De hecho ambas figuras obedecen a un proceso común de sustitución por contigüidad. El proceso metafórico, en cambio, se rige por la semejanza. Cfr. R. JAKOBSON, Saggi di linguistica generale, 39 ss.; U. Eco, Trattato de semiotica generale, 349. U. Eco pone bajo el común denominador de la metonimia a todas las figuras que proceden por sustitución: la perífrasis, la antonomasia, la litotes, la ironía, el énfasis (Ibidem, 352, nt. 67). 87 Sobre la vinculación de lo "económico" al simbolismo del cuerpo, Cfr. R. BAR1HES, S/Z, 220. El término xdpt~ se sitúa primariamente en esta esfera, con el significado de "belleza, atractivo físico" (Cfr. LIDDELL-Scorr, o. c., 1978).
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a) El sistema simbólico bautismal
Los términos que evocan la realidad del bautismo son el verbo y el sustantivo ~án:'!ta!la. La forma verbal suele aparecer en aoristo, connotando la acción en cuanto tal de la inmersión. 88 La forma sustantiva (sustantivo verbal) traduce la idea de resultado o término de la acción. 89 El símbolo de la inmersión (~á'lt'!ta!la) introduce un doble referente como parte integrante del mismo: Cristo (ele; Xpta'!óv) y su muerte (e!~ '!ov &áva'!ov au'!ou}. El lexema aovHá
88 Cfr. M.. ZERWICK, Graecitas bíblica, n. 0 89 Cfr. Buss-DEBRUNNER-FUNK, A Greek
241. Grammar, n. 0 109, 2. 90 La acción introducida por el verbo auvecoic¡n¡p.ev no es una realidad fenomenológica sensorial: la sepultura fue un hecho fenomenológico para Cristo, pero no para los cristianos. No se puede, pu!!S, hablar propiamente de símbolo sino de metáfora. Por esta razón auva>:d
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realidad sensorialmente perceptible. La lectura no-simbólica (al menos inmediatamente) que hemos hecho del v. 5 brota de la estructura formal de la sección que presentaba la frase-¡áp con una función de síntesis con relación a la frase-o·n y a la frase-'lva. Admitido, pues, en la frase-o1:t el doble elemento: simbólico (é~a7n(a&"IJflE\I) y metafórico ( aovE1:ácp7Jp.Ev) no existe dificultad para que el v. 5 pueda interpretarse metafóricamente, si bien en conexión inmediata con el elemento simbólico (atd 1:oo ~a1t1:[ap.a1:oc;). La explicación propuesta no parece, sin embargo, convencer a algunos autores, que prefieren dar a óp.o(mp.a una interpretación estrictamente simbólica. Entre ellos figuran ante todo los representantes de la llamada "teología mistérica" 92 y otros como R. Bultmann, 93 H. W. Schmidt, 94 G. Otto, 95 O. Michel. 96 Para V. Wamach '11 la interpretación sinibólicomistérica del término óp.o(mp.a es tan evidente que, a partir de ella, se puede organizar toda una teoría mistérico-sacramental, extensiva a toda la obra paulina. Nos encontramos aquí con un ejemplo típico de exégesis conducida a partir de un término concreto, dejando de lado el contexto y el análisis de la estructura. Por otra parte, el significado lexical de óp.o(mp.a no impone necesariamente una mediación simbólica en relación con la muerte de Cristo. Basta examinar los pasajes en que Pablo usa el término óp.o(mp.a98 (Rom 1, 23; 5, 14; 8, 3; Fil 2, 7). En algunos casos está de fondo una cita de los LXX, lo que hace suponer, en principio, que Pablo acepta el significado que el término tenía en el texto que está de fondo. Ahora bien, en los LXX el_ término óp.o(mp.a ofrece la doble significación de figura-copia (imagen) y de figura con consistencia propia. verwandt, 2. zusammengewachsen, innerlich verbunden, hier offenbar das letzte" (C. MoE, Apostelen Paulus's Brev til Romerne inneledet og fortolket, Oslo 21948, ad Rom 6, 5. Traducción de O. Kuss, Zu Rom. 6, en: Auslegung und Verkündigung, Regensburg 1963, 1, 151). 92 Cfr. O. CASEL, Glaube, Gnosis, Mysterium, Münster 1941; -Das christliche Kultmysterium, Regensburg 1948;- "Altchristliche Literatur", JLW 14 (1934) 372; V. WARNACH, "Taufe und Christusgeschenhen nach Rom. 6", ALW 3 (1954) 284366, hic 313; E. STOMMEL, "Begraben mit Christus (Rom 6, 4) und Taufritus", RQ 49 (1955) 1-21, hic 21; W. GRUNDMANN, oúv en: ThWNT VII, 792, nt. 119. 93 R. BULTMANN, &dva'to~, en: ThWNT 111, 19, nt. 80. 94 H. W. SCHMIDT, Der Brief des Paulus an die Romet (ThWNT 6), Berlin 1963, 110. 95 G. Orro, Die mit oúv verbundenen Formulierungen im paulinischen Schriftum, Berlin 1952 (Dis. mecan.), 42. 96 O. MICHEL, Der Brief an die Romer (KKNT 4), Gottingen 121936, 164. '11 V. WARNACH, "Taufe... ", 310. 98 El vocablo Óflo{wfla aparece seis veces eri el N. T.: una en el Apocalipsis (9, 7) y cinco veces en Pablo (Rom 1, 23; 5, 14; 6, 5; 8, 3; Fil 2, 7). Sobre. el significado de Óflo{wfla cfr. U. VANNI, "Óflolwfla in Paolo", Greg 58 (1977) 431-470.
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Concretamente en Rom 1, 23 está de fondo el salmo 105, 20: se hace referencia a las "imágenes" de los ídolos, a las que los idólatras otorgaban una real consistencia y no ya simplemente el carácter de mediación figurativa (Cfr. Apc 9, 7 = JI 2, 4). En otros textos paulinos, donde no existe este trasfondo de los LXX, ÓfLOÍWfL« tiene también este mismo sentido: en Fil 2, 7 ( ev ÓfLOtÓ>fL«"Ct dv3pro7twv TEVÓfLEvo¡;) se proclama la realidad de la condición humana de Cristo y no una simple mediación figurativa. Lo mismo puede decirse de Rom 8, 3 ( ev ÓfLOtÓ>fL«"Ct aapxo¡; áfL«p"tÍa¡;) que afirma que Dios ha enviado a su Hijo en la "realidad" de una. corporeidad de pecado (cfr. Rom 6, 10 donde se dice que Cristo "ha muerto al pecado"). 99 Estos ejemplos nos permiten concluir que cuando Pablo emplea el término ÓfLoÍwfLa en un complejo genitiva! no lo hace para introducir una mediación figurativa rebajada sino para proclamar el hecho de la realidad indicada en el referente genitiva! ( adpE. dfLap-cía ••• ). En nuestro caso, pues, podemos concluir con fundamento, el sintagma "t
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pensamiento semítico, que ponía especial relieve en la apariencia externa de las cosas, para desde ahí llegar al ser de las mismas. 100 Esta interpretación de ó¡to(ro¡J.Cx 101 permite entender la expresión aó¡tcpu'tot TETÓva¡tev en sentido metafórico (al igual que auvE'tdcp7j¡tEv y auvsa'taupffi&7j). excluyendo una mediación simbólica propiamente dicha. 102 La interpretación metafórica propuesta no quiere decir que el bautismo quede completamente al margen de esta dinámica de inserción en la muerte de Cristo. El marco simbólico del bautismo constituye el espacio concreto de la acción del 'lt:veü¡ta que es el que, en definitiva, hace posible tal inserción (cfr. 1 Cor 6, 11 ; 2 Cor 1, 32; Ef 1, 13-14); en Rom 6, 4 puede verse una referencia implícita al Espíritu en la expresión 1ltd 1:1j<; ~JóE'Yjt; 1:oü lla1:pót; que, habiendo intervenido en la resurrección de Cristo, está de fondo en el misterio de nuestra participación en el evento salvífi.co a través del bautismo. En este marco concreto se hace posible la superación de la distancia temporal entre el evento histórico de Cristo y el evento salvífico del hombre en una cotemporalidad metahistórica. 103 H. Schlier coincide fundamentalmente con nuestra interpretación, aunque su expresión pudiera resultar en cierta manera equívoca. La distinción por él establecida entre la muerte de Cristo en el Gólgota y la 100 E. LoHMBYBR, Der Brief an die Philipper, Kolosser und Philenwn, GOttingen 111956, 94. El autor define el significado de ó¡v,(ml'-a en los siguientes términos : "nichts Scheinhaftes an sich, sondern ist der semitischem Denken geliiufige Ausdruk, nach dem A.usseren der Erscheinung das Wesen einer Sache zu bezeichnen". 101 En el griego clásico se usa casi exclusivamente con el significado de "imagen", "semejanza", es decir, como pura mediación o copia (Abbild). Cfr. LIDDELLScorr, o. c., 1225; J. SCHNEIDER, Ó!lo{m!la, en ThWNT V, 191. 102 P. V. D. OSTEN-SACKEN (o. c., 182, nt. 19) se pronuncia en esta misma línea, reconociendo en el bautismo el espacio donde acaece la muerte del cristiano con Cristo : "Sie sind eben nicht mit ihm am Kreuz gestorben, sondem sterben in der Gegenwart, in der Taufe, d.h., sie sterben 'durch ihn wie er', niihlich indem sie die Gabe des Geistes empfangen". Con ello Osten-Sacken rechaza por igual la tesis sacramentalista y la tesis de los que pretenden que en el Gólgota se realizó una especie de bautismo general. Contra esta última tesis se pronuncia abiertamente E. Kli.sEMANN (An die Romer, HNT 8a, Tlibingen 1973, 156). Una actitud radical contra cualquier tipo de explicación sacramentalista es la que mantiene G. BoRNKAMM (Taufe, 42) y N. Gli.UMANN (Taufe und Ethik, 50.78). GA.uMÁNN escribe: La expresión 611oÍw!La 'to6 8-avd'too aihoii "bezeichnet also die Gestalt des Todes Christi oder des Sterbens Christi, keinesfalls aber die Taufe" (ibídem 78). 103 Una no adecuada distinción en este campo conduce a frecuentes contradicciones, como se puede comprobar en N. Gli.uMANN (compárese la afirmación citada en la nota anterior con esta otra : "Das der-Sünde-sterben geschieht in der Taufe': ibidem, 71). Cfr. W. THüsiNG, Per Christum in Deum. Studien zum Verhiiltnis von Christozentrik und Theozentrik in den paulinischen Hauptbriefen (NTA N. F. l), Münster 21969, 75.
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muerte de Cristo en el bautismo creemos que no pretende rebajar el valor del &
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y la dinámica que procede .por vía de "cosa significada"
(oovE'tátp1jfl.E'I, oovEo'taopó:J{}'Yj). Finalmente el uso del indicativo aoristo en to-
dos estos casos tiene carácter asertivo, cuya consistencia viene reforzada por el frecuente recurso a la convicción que en todos los bautizados existe sobre el hecho; tal es el sentido de las expresiones f¡ dpoEha, 'tOÜ'ta Ttvó:Joxonsc;, Etaó'tac; x'tA..
Pablo, pues, parece aceptar para la dinámica simbólica del bautismo el nexo necesario significante-significado, pero desde el plano fáctico. Para el apóstol el sujeto en el que se desarrolla el proceso simbólico bautismal ha tomado postura por Cristo aceptando existencialmente su evangelio. Éste es el sentido de 7tapsaó{}1j'tE Etc; .•• 'tÓ7tov ataax~c; (Rom 6, 17b). Es el hombre que conoce y cree ( Tt'I<ÍloxonEc;, Etaó'tEc;, 7tto'taÓaf!.EV, Rom 6, 3.6.8.9.16). En la perspectiva de Pablo no entra un planteamiento de principio sobre el automatismo de la dinámica simbólica del bautismo, capaz de excluir toda hipótesis de excepción. b)
El bautismo Etc; 'tov {}áva'tov 'taü Xpto'toü
Pablo pone en Rom. 6 la acción simbólica del bautismo en relación directa con la muerte y resurrección de Jesús, atribuyendo al hecho histórico salvífico de Cristo un carácter de mediación, paralelo al que tenía el mito en la religión de los misterios (Etc; 'tov Mva'tov atrroo &~a7t ·do{}1jfl.E'I, Rom 6, 3). Existe evidentemente una diferencia fundamental por cuanto la muerte-resurrección de la divinidad en las religiones de los misterios 106 se consideraba como algo que se repetía de forma real en
106 Entre las religiones de los misterios que mayor influjo tuvieron en el mundo helenista, tan próximo a la formación cultural de Pablo, merecen señalarse los cultos de Eleusis y los de Isis y Osiris. En todos ellos se realizan importantes ritos de iniciación, de los que formaba parte el baño sacro y la representación del mito en torno a la divinidad. En los cultos que se realizaban en Eleusis se reproducía simbólicamente el mito de Deméter y Coré (rapto de Coré por parte del dios del Hades y búsqueda accidentada que termina con el matrimonio sacro o ¡epo:; Tá[loC: de Hades y Coré). Para la documentación sobre los· cultos de Eleusis cfr. CLEMENTE ALEJANDRINO, Ilpo<:pe1t-.:txó:;, 11 21, 2; TERTULIANO, De baptismate, 5. CSEL XX/1 205, 3-5; A. D. NocK, Pagan Baptisms in Tertulian, JThS 28 (1927) 289; C. G. JUNo-K. KERENYI, Prolegomini allo studio scientifico della mitología, Torino 1958, 218; M.. P. NILSSON, Greek popular religion, München 1960, 63; K. KERENYI, Pythagoras und Orpheus, Zürich 31950; D. SABBATUCCI, Saggio sul misticismo greco, Roma 1965, 176; U. BIANCm, Saggezza olímpica e mística eleusina nell'inno omerico a Demetra, en: Studi e Materiali di Storia delle Re ligio ni 35 (1964) 161 ss.; G. E. MYLONAS, Eleusis and the Eleusinian Mysteries, Princeton N. J. 1961, 287 ss.; O. Kuss, Der Romerbrief, 345-351.
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el contexto del culto, mientras que la muerte-resurrección de Cristo aparece como un hecho irrepetible ( E~á'ltaE), no obstante la representación simbólica en el bautismo. Pero, a pesar de todo, queda flotando la cuestión: la inserción de la mediación del evento histórico-salvífico (muerte-resurrección de Cristo) ¿debe considerarse como elemento específico del código cultural paulino, precisamente bajo influjo del esquema simbólico de la religión de los misterios, o como un elemento ya existente en la estructura simbólica del bautismo en la comunidad cristiana prepaulina? Hablar de comunidad prepaulina es hablar ante todo de código cultural hebraico, ya que la comunidad postpascual nace del humus del judaísmo. 107 R. Bultmann considera la mediación de la muerte-resurrección de Cristo como un elemento insertado en el simbolismo del bautismo secundariamente y con posterioridad a su celebración como rito de iniciación por el cual se obtenía la cr<01:1jpfa. 108 En favor de la tesis bultmaniana se podría aducir el hecho de que en las primeras formulaciones del kerygma cristiano la muerte de Cristo no parece considerada como evento salvífico: la muerte de Jesús aparece como obra de exclusiva responsabilidad de los hombres, mientras que la resurrección es presentada como obra de Dios. 109 Este contraste es claro en los discursos de Pedro en el libro de los Hechos: " ... a quien mataron (los judíos) colgándolo de un madero, a Éste Dios lo resucitó al tercer día" (He 10, 39. Cfr. 3, 13-15; Para el estudio de los cultos de lsis y Osiris cfr. APULEIUS de MADAURA, Las Metamorfosis, IV-VI.IX; J. FIRMICUS MATERNUS, De errare profanarum religionum, 22, 1; R. REITZENSTEIN, Die hellenistichen Mysterien-religionen, Leipzig 1927, 20; R. MERKELBACH, Roman und MysteriuTrJ in der Antike, 1962; M. DIBELIUS, Die lsisweihe des Apuleius und verwandte Initiationsriten, Heidelberg, 1917; J. BERRETH, Studien zum Isisbuch in Apuleius, Metamorphosen, Diss. Tübingen 1931; W. WrrTMANN, Das lsisbuch des Apuleius, Stuttgart 1938. 107 La comunidad de Pentecostés sigue asistiendo asiduamente a rezar en el templo ( 1tpocrxap'tspo1ina~ ó1w&ufla1lóv sv 't
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4, 10). Esta antítesis, en todo caso, parece haber sido superada en época muy temprana, pues la fórmula antioquena sitúa a nivel salvífico tanto la muerte como la resurrección (d1té&avev ... xa'ta 'tcic; ¡pwpác;, xaL. e¡~¡ep'tat •.. xa'td 'tdc; ¡pwpác; 1 Cor 15, 3). 110 La trayectoria de las fórmulas bautismales corre paralela a la del kerygma primitivo. Sería inútil buscar en las primeras fórmulas bautismales una referencia a la muerte de Cristo, cuando ésta no había sido aún integrada en el kerygma. O. Cullmann afirma como cosa normal "al principio se bautizaba solamente en el nombre de Cristo". 111 Las diversas referencias al bautismo en el libro de los Hechos e incluso en las cartas de San Pablo parecen confirmar esta hipótesis. Los sintagmas que en el libro de los Hechos suelen aparecer determinando al verbo ~a'lt'ttl:ecr&at son: e1tl. 'tij'l dvó!J-a'tt 'h¡croo Xptcr'too (He 2, 38), h 'tij'l dvóJ:la'tt 'lr¡croo Xptcr'too (He 10, 48), ELe; 'to ovo11a Kup(ou (He 8, 16; 19, 5). Pablo, por su parte, alterna la fórmula e 1e; 't o ovo 11 a (1 Cor 1, 13.15) con E 1e; 1:ov Xptcr'tóv (Rom 6, 3 ; Gál 3, 27). 112 Lógicamente se plantea el problema de qué tipo de mediación supone en la dinámica simbólica del bautismo la presencia de este sintagma centrado en el lexema ovo11a (introducido por las partículas h(-ev-etc; y seguido del referente personal Xptcr'toc; 'lr¡crooc;). De su intefpretación dependerá · la posibilidad de considerar la expresión paulina de Rom ~. 3 (etc; 'tov &áva'tov au'too s~a'lt'ttcr&r¡J:lev} como un ·Simple despliegue metonímico de acuerdo con la evolución del kerygma, o si supone, por el contrario, la intervención de una mediación simbólica nueva, debida al influjo inmediato de las religiones de los misterios. A nivel sintáctico las partículas ek y sv adquieren tanto en la koiné como en NT una fluidez de uso que supone una cierta indistinción de
110 De hecho ya en el discurso de Pedro en Pentecostés la fórmula empleada refleja el sentido salvífico de la muerte de Cristo 1:oütov 1:1j Ólptcrp.év¡¡ ~ouA1j xo ¡ 7t:porvw:m 1:oü &soü ~xllo1:ov .•• dvsil.a1:s (He 2, 23). La autenticidad de la fórmula parece fuera de discusión ya que además de no presentar variantes textuales, coincide con la empleada por Lucas 22, 22. La presencia de ambos tipos de fórmulas en Hechos no ofrece, por otra parte, dificultad ya que cuando este libro se escribió, la antítesis estaba ya superada. Cfr. J. ScHMITT "Urkerygma und Evangelienberichte", BibUK 22 (1967) 18-22; Ph. SEIDENSTICKER, Die Auferstehung Christi (SBS), Stuttgart 1967; U. WILCKENS, Die Missionsreden der Apostelgeschichte, Neukirchen 1963. 111 La foi et le culte de l'Eglise primitive, Neuchatel 1947 (trad. Ital. La fede e il culto della chiesa primitiva, Roma 1974, 165). 112 Otras fórmulas que se encuentran en Pablo son ~a'lt-::il:;so&at + sl; 1:ov Mmiicr~v (1 Cor 10, 2), ev évi 'ltVoÚ¡.ta'tt (1 Cor 12, 13), sk Év OÓJfla (1 Cor 12, 13), Ú'ltS(l 'tÜÍV vexpüiv (1 Cor 15, 19).
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fronteras entre lo estático y lo dinámico. 113 Por eso resulta muy problemático el pretender urgir en la explicación de un determinado texto el sentido de movimiento y de localización vinculado al sincategorema E1e;, debiendo más bien decirse que E1e; deja abierto el camino a una gama amplia de significados, que habrán de ser precisados por el contexto. Algo semejante debe decirse respecto a la partícula E'ltl. De hecho, los autores, al estudiar el sintagma formado por estas partículas E1c;-ev-E'lt[ y el lexema ovop.a no urgen la distinción que pueden introducir las diversas partículas y tratan de formular una explicación unitaria. G. Delling en su amplio estudio de. la fórmula "bautizar en nombre de" 114 rechaza el dar un especial peso al uso de la partícula E1c;. proponiendo para todas estas expresiones (úsese una u otra partícula) el sentido de vinculación con la realidad salvífica que se oculta tras el nombre. El lexema lívop.a no introduce mediación alguna específica, pudiendo, por tanto, ser homologadas las expresiones Ele; 1:0 ovop.a Xflllli:OU y Ele; Xpta"tÓ'I. 115 Esta equiparación queda además legitimada por la carga noética y dinámica que en el mundo semita se concedía al nombre : el nombre era la misma realidad de la persona nominada. 116 Que Pablo se atiene a este código cultural, aparece claro en 1 Cor 1, 23. Frente al peligro de cismas y divisiones entre los miembros de la comunidad ,cristiana por una excesiva objetivación de su vinculación a la persona del "evangelizador", que les llevaba a afirmaciones tan peligrosas como las de "E¡m p.Év Elfl-l IlaóA.ou, EltO ae •A'lto"-A.ii> EltO ae Kr¡cpa .:· (1 Cor 1, 12), Pablo argumenta a base de la fórmula ~a'lt"tti:Ealtat Etc; 1:0
113 Cfr. BLASS-DEBRUNNER, Grammar, 218; M. ZERWICK, Graecitas biblica, 99-111. 114 G. DELLING, Die Zueignung des Heils in der Taufe. Eine Untersuchung zum neutestamentlichen "taufen auf den Namen", Berlin 1971, 60; "Die gesamten onoma-Wendungen heben vielmehr die mit diesem Namen verbundene, durch ihn angdeutete Heilswirklichkeit hervor"; 119 Sobre el frecuente empleo de la fórmula el~ 'to liv'>p.a en lenguaje mercantil del helenismo G. DELLING introduce la precisación de que el significado de "propiedad" no se impone directamente por razón de la fórmula como tal sino por razón del contexto. A. ÜEPKE, ~dnm, en: ThWNT 1, 1933, 357; el~,, en: ThWNT Il, 1935, 430. 116 Cfr. H. BIETENHARD, livop.a, t:n: ThWNT V, 1954, 242-281, hic 274.. De esta significación del lexema ó'vop.a, frecuente en el mundo semita y especialmente en el A. T., se aleja el uso rabínico de la fórmula "l•sm" en sentido final (o causal), vgr.: "L•sm bn l;twrin" (en el nombre de un hombre libre = para llegar a ser un hombre libre). G. DELLING da varios ejemplos de este género, en los que livop.a no es más que un lexema puramente funcional ("kategoriale Verwendung" o. c., 38) que tiene muy poca semejanza con las fórmulas bautismales neotestamentarias.
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óvo¡J.a, que no puede tener como referente a ningún líder humano, ya que es convertible (correlative) con ¿a-caupm!h¡ ú'lt:Ep Ú¡J.fuv. La expresión ~a'lt-c( !:;ea&at e(¡; -co óvo¡J.a (-ctvó<;) vale tanto como insertarse en el evento salvífico
realizado por esa persona, y no hay más evento salvífico para el cristiano que el realizado por Cristo con su muerte y resurrección. 117
117 l. DE LA PoTIERIE ("L'onction du Christ", NRTh 80 [1958] 225-252, hic 246 nt. 61) resuelve el problema del código cultural desde el que se justifica la vinculación paulina de Rom 6, 3, "bautismo-muerte de Cristo" a partir de la inteligencia que la comunidad paulina tenía del bautismo de Jesús, del que el bautismo de los cristianos constituiría un simple tránsfert: "D'ou saint Paul a-t-il tiré cette doctrine, nulle part formulée ni dans les Actes ni dans les Evangiles? Tres probablement de cette conviction que le bapteme chrétien est une assimilation au bapteme du Christ. On n'en a peut-etre pas assez tenu compte". DE LA PoTIERIE remite a W. F. FLEMINGTON, The New Testament Doctrine of Baptism, London 1953, 33.42.91.120-122. La argumentación de l. DE LA POTTERIE, en muchos aspectos muy válida nos parece forzar el planteamiento del problema cuando pretende ver en Me 10, 38 y Le 12, 50 una referencia de los evangelistas a la conexión establecida por Jesús entre su bautismo y su muerte, a partir del simple hecho que Jesús se refiera a su pasión con el verbo ~a:::'til:;ew (~árr'ttcr¡w). Existen ejemplos ya en el griego clásico, en los que ~a'lnit:
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El despliegue de la expresión ELG; "to iívo¡w. Xpta"totí o ELG; Xpta"tóv en la fórmula metonímica ELG; "tov &áwnov atl"totí, estimamos que se produjo como consecuencia lógica del desarrollo del kerygma. 118 Apenas el kerygma primitivo comenzó a considerar como evento salvífico la muerte de Cristo, quedo legitimada la sustición metonímica. Rom 6, 3-4 es. una prueba clara de la vinculación del rito bautismal a la formulación de fe. Hay efectivamente una referencia directa a los tres elementos que reaparecerán en la fórmula de fe antioquena (1 Cor 15, 3-4): muerte (IMva"tO¡;;), sepultura ( auvc"tá~1JiJ·Ev) y resurrección ( ~¡Ép!t1J). El código cultural explica por un lado la vinculación bautismo-muerte por parte de Pablo a partir de la evolución interna al mismo kerygma cristiano, pero no sería legítimo imaginar a un Pablo cerrado al influjo de las religiones de los misterios en donde el mito muerte-resurrección jugaba un papel fundamental como "medium" en el simbolismo de la . iniciación. Esta copresencia de códigos culturales diversos obliga a Pablo a hacer algunas precisaciones que permitan entender lo específico del misterio cristiano, como es ante todo el carácter histórico (&~á'l':a~) de la muerte de Cristo y, lógicamente, la imposibilidad de una "reproducción" de la misma en el simbolismo bautismal, en el sentido de "medium" propiamente dicho. El proceso simbólico se despega del carácter míticotentum, en: RGG V, Tübingen 31962, 627 ss.; J. ScHNEIDER, Die Taufe im Neuen Testament, Stuttgart 1952, 563. Los baños rituales parecen haber tenido una cierta importancia en la comunidad de Qumran. Pero tampoco aquí se puede considerar como rito de iniciación en sentido estricto, ya que estos ritos de lavado se repetían con frecuencia. Todo ello hace muy problemático el influjo inmediato del simbolismo bautismal de la praxis judía en la concepción paulina. E. DrNKLER, o. c., en: RGG VI, 628; E. LoHSE, "Taufe und Rechtfertigung bei Paulus", KuD 11 (1965) 308-324. 118 O. CULMANN (o. c., 165) cree encontrar en He 8, 37 una de las antiguas fórmulas del rito bautismal: el bautizando u otro pregunta: "T{ xwMet ; " ¿qué impedimento existe para que este catecúmeno sea bautizado? A esta pregunta el celebrante respondía: "Si crees con todo tu corazón, te será otorgado". La respuesta del bautizando sería una confesión de fe: "Sí, creo que Jesucristo· es el Hijo de Dios". Y a continuación era bautizado. Es muy posible que, o en la pregunta del celebrante o en la respuesta del bautizando, estuviera contenido el acto de fe y que admitiera también cierta evolución, incluyendo el núcleo del kerygrna primitivo. En todo caso la fórmula ritual no hacía más que recoger el proceso real del acercamiento del catecúmeno a Cristo : al rito precedía la catequesis, cuyo contenido coincidía en lo esencial con el del kerygrna (cfr. Rom 6, 17b). Cfr. W. KRAMER, Christos Kyrios Gottessohn. Untersuchungen zu Gebrauch und Bedeutung der christologischen Bezeichnungen bei Paulus und der vorpaulinischen Gemeinden (AThANT 44), Zürich-Stuttgart 1963. J. KREMER, Das iilteste Zeugnis von der Auferstehung Christi (SBS 17), Stuttgart 2 1967, 25-30. N. GXUMANN, Taufe und Ethik, 61-65.
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mágico dejando un amplio espacio al sistema de relaciones personales Cristo-bautizado. Cristo, como evento salvífico, no queda aprisionado mágicamente en el dinamismo del "medium". Pablo no hace con ello más que aceptar la profunda dimensión histórico-salvífica que desde un principio tenía en la comunidad primitiva la administración del bautismo. En todos los pasajes, efectivamente, del libro de los Hechos en los que aparece el verbo ~a'lt"ttl:ea3at éste viene precedido de un contexto kerigmático en el que al bautizando se le exige aceptar el mensaje del evangelio. Uno de los textos más explícitos es He 2, 27-38 donde se observa el movimiento siguiente: predicación -por parte de Pedro- del evento salvífico, pregunta de los oyentes ¿Qué debemos hacer?, respuesta de Pedro: "Convertíos y bautizaos para recibir así el perdón y el Espíritu", relato del comportamiento ético-religioso provocado por la predicación y el bautismo : acogían con fidelidad la doctrina de los Apóstoles, participaban en la fracción del pan y vivían en la caridad práctica. Aunque en forma no tan desarrollada el elemento ritual y el elemento históricosalvífico aparecen como elementos inseparables en todos los demás textos: He 8, 11-13; 16, 14-15.32-33; 18, 8; 19, 3-5; 22, 16 ss. La referencia esencial y directa al evento histórico-salvífico permite al simbolismo bautismal introducir un sistema de relaciones que se sitúan en el plano personal, histórico y concreto. El bautizado entra en relación personal con el Cristo que ha muerto al pecado y que vive para Dios (Rom 6, 10). De ahí que tal relación desemboque necesariamente en la proyección dinámica de carácter ético : aove'tácplJ!-lE\1 o?ív uÚ't
(6, 4). La clausura a lo histórico concreto y personal lleva necesariamente al trascendentalismo y la abstracción, como sucedía en las religiones de los misterios, en las que el simbolismo del bautismo y demás ritos de iniciación no suponían más que un paréntesis con relación a la vida real, 119 la creación momeatánea e ilusoria de una 119 Una excepción en este campo puede considerarse la que ofrece el culto de Mitra, en donde los lavados sacros y demás ritós tenían un profundo sentido catársico y se proyectaban hacia un compromiso ético, sometido al veredicto de un juicio final. Pero aquí se puede aplicar el principio de que a menor profundidad de contenido mistérico corresponde una mayor capacidad de proyección ética. Lo mistérico, efectivamente, queda muy rebajado· en los cultos de Mitra mientras afloran nuevas categorías que aproximan grandemente estos cultos al mismo culto cristiano. Cfr. K. I'REISENDANZ, Papyri Grae·cae- magicae. Die griechischen Zauberpapyri, Leipzig 1928, 475 ss.; K. P'RÜMM, Religionsgeschichtliches Handbuch, 368; L. R. FAR."ffiLL, Evolution of Religion, Oxford 1905, 127; F. CuMONT, Les religions orientales dans le paganisme romain, Paris 1907, 130 ss.
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transformación indicativa! llamada a diluirse con el diluirse de la propia acción simbólica; 120 una transformación indicativa! incapaz, por tanto, de generar un verdadero imperativo ético.
S.
EL
CóDIGO TEOLÓGICO
En nuestro análisis distingui~os entre código teológico y código ético. La distinción se basa primordialmente en exigencias de método, pues a nivel real del existencial cristiano difícilmente puede concebirse una respuesta de obediencia radical en la fe que no sea a la vez compromiso de implicación ética. 121 Con el nombre de código entendemos aquí el conjunto de relaciones, sea de carácter funcional o cualificativo, que se estructuran en torno a un determinado motivo teológico. De los numerosos códigos teológicos que de una manera más o menos explícita funcionan en el discurso de Rom. 6 hemos escogido aquellos que emergen con una mayor relevancia en función de la dialéctica indicativo-imperativa!. Estos códigos son: el código homológico (en su doble vertiente integrativa y antitética) y el código pneumatológico. Un código clave también para la inteligencia de Rom. 6 es el bautismal que no será tratado de forma expresa por haber sido estudiado desde la perspectiva del código simbólico.
120 La ausencia de proyección ética en los cultos mistéricos no escapaba a las agudas críticas de los autores paganos, como consta por la célebre frase de Diógenes en la que se ironiza con la figura del famoso ladrón Pataikion: Seguramente, dice, "el ladrón Pataikion, que se ha sometido a los ritos de la iniciación, terminará teniendo mejor fortuna que el honrado Epaminondas" (PLUTARCo, Audit. poet. 4); cfr. también los famosos versos de ÜVIDIO (Fast. 11 45 ss.):
"Ah! nimium faciles, qui tristia crimina caedis fluminea tolli posse putatis aqua!" 121 Aunque no estemos de acuerdo con R. Bultmann en desligar el compromiso teológico del compromiso ético, estimamos, sin embargo, válida la crítica que hace de la tesis bartiana según la cual toda obediencia ética es necesariamente obediencia teológica, excluyendo así toda posibilidad de autonomía en la moral. "Al confundir K. Barth la obediencia ética y la obediencia de la fe, confunde lógicamente la libertad de decisión que presupone el imperativo ético y la libertad de Dios" (R. BULTMANN, Response, en: Th. C. ÜDEN, Radical Obedience. The Ethics of Rudolf Bultmann, Philadelphia 1964, 147).
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A) EL CÓDIGO HOMOLÓGICO
El código homológico trabaja con los contenidos fundamentales de · la fe cristiana, expresados frecuentemente en las llamadas "fórmulas de fe" o "fórmulas-credo". 122 El elemento central de estas fórmulas era la afirmación de la resurrección de Cristo, que viene expresada normalmente a través de la forma aoristo del verbo E¡E1pem, y menos frecuentemente, del verbo dvtacdvat, sea en la voz activa -teniendo de sujeto a "Dios"-, sea en la voz pasiva, en cuyo caso el sujeto es "Cristo". Un ejemplo característico del primer tipo es Rom 10, 9: lht &dv ó¡.t.oA.op'¡a1Jc; ..• xai 7ttacEÓa1Jc; ... éht ó 8Eoc; aucov ~~EtpEv EX vExpiilv, aro3f¡a1J. 123 Ejemplo de construcción pasiva es la fórmula de 1 Cor 15, 3-5: prop1~ro ... ott Xptator; a7tÉ&r.tVEV ..• Xr.tl ecdcpr¡ Xr.tt E¡f¡¡Eptal (perfecto). 124 En las fórmulas-credo destaca la solemnidad de la introducción, donde se suelen acentuar los aspectos de tradición-recepción-fe y la función especial desarrollada por Dios: Dios es "el que ha resucitado'' a Cristo (cf. la frecuente construcción participial ó E¡Etpac;, Rom 4, 24 ; 8, 11.34) ; lógicamente Cristo es el "resucitado" (ó e¡Ep&cic;, Rom 7, 4; 2 Cor 9, 4.14; Gál 1, 1; cf. 1 Pe 1, 21). Es frecuente también en este tipo de fórmulas que el _lexema que expresa la resurrección venga ulteriormente determinado por el sintagma Ex vcxpiilv (cf. Rom 4, 24; 7, 4; 10; 9; 1 Cor 15, 20; Gál 1, 1 ; 1 Tes 1, 10) o que venga precedido por la afirmación del evento de la muerte de Cristo. Esta inserción del tema de la "muerte" parece, sin embargo, que se realizó de una manera progresiva. Es muy probable que en las fórmulas de fe más primitivas no
122 Cfr. K. CONZELMANN, "Was glaubte die frühe Christenheit?", SchwThUmsch 25 (1955) 61-74, hic 64; W. KRAMER (Christos Kyrios Gottessohn, AThANT 44, Zürich 1963, 17) prefiere denominar a este tipo de fórmulas "Pistisformel" para distinguirlas de las fórmulas-credo empleadas posteriormente en la Iglesia. 123 Cfr. Rom 4, 24; 1 Cor 6, 14; 15, 15; 2 Cor 4, 14; Gál 1, 1; Tes 1, 21. La misma construcción se observa en Act 3, 15; 4, 10; 5, 30; 10, 40; 13, 37; Ef 1, 20; 1 Pe 1, 21. 124 El uso del verbo ire{petv en voz pasiva no impone necesariamente una interpretación pasiva y, por tanto, una connotación directa de la acción del Padre, ya que frecuentemente tal empleo de la voz pasiva es simple sustitución de la voz media, como resulta evidente en Mt 9, 6-7 y Me 2, 11-12. Debe notarse, sin embargo, con M. ZERWICK (Graecitas bíblica, 231) que el hecho de la resurrección de Jesús es con: mucha frecuenCia explícitamente atribuida al Padre. No se puede, por lo tanto, excluir a priori (en virtud de la tendenCia a sustituir la voz media con la pasiva) que en algunos casos exista esa connotación pasiva.
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se hiciera referencia explícita a la muerte de Cristo, por no haberse aún superado el escándalo 125 que tal hecho implicaba para no pocos de los primeros creyentes. 126 En Rom. 6 aparece bastante clara la voluntad del autor por integrar en su código teológico los elementos característicos de las fórmulas-credo. A nivel de expresión encontramos en primer lugar los términos característicos con los que tales fórmulas suelen ser introducidas : el verbo ma-cEÓO!-LEV (6, 8b) y una serie de verbos de conocimiento que de manera más o menos expresa hacen referencia a los contenidos aceptados en la fe (1¡ a¡voEhE, 6, 3a; ¡tVIDOXO\I"CE<;, 6, 6a; EtaÓ"CE<;, 6, 9a; OUX otarrcE, 6, 16a). Aparecen después una serie de expresiones características del contenido de las fórmulas-credo: uso del verbo ~¡E[pw en aoristo pasivo (1¡¡éplh¡ Xptcm)<; Ex vExp&v, 6, 9b) para expresar el evento de la resurrección, y empleo de los verbos d?to/}vijaxatv (cf. 6, 9.10), a-crwpolíaltat (6, 6b) o del sustantivo &áva-ro<; (cf. 6, 3b.4a.5a) para expresar el evento de la muerte sea directamente -desde el sujeto Xpta-cóc;- sea indirectamente. Junto a la referencia expresa a la muerte y resurrección se encuentra también la referencia a la "sepultura" ( OU\Ie"Cd~"fjfiE\1 au"C
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de las categorías muerte-resurrección a nivel de texto en Rom. 6, avalando los resultados con algunos pasajes del corpus paulinum . . En los textos que tematizan el contenido de las fórmulas-credo se advierte una estructuración que dista mucho de ser homogénea. Cuando se trata de textos que se refieren directamente al evento histórico de Cristo, la bina de verbos empleados suele ser drcé&avEv-1¡¡épfJ.r¡ (dvÉcnr¡, en algunos casos). La frase suele venir en estos ca.Sos introducida por la partícula ¡;, t en dependencia inmediata del verbo asertivo de fe. El nexo entre los verbosdrcáltavEv-1¡¡ép&r¡ es expresado mediante la partícula xa1 (cf. 1 Tes 4, 14 y 1 Cor 15, 3-4). A medida, sin embargo, que la fórmula se arranca en cierta manera del esquema-parádosis se advierte una tendencia a acentuar la antítesis. El procedimiento para insinuar o introducir la antítesis no es siempre el mismo. A veces es la expresión fidAA.rn M, que introduce sutilmente una cierta tensión entre los verbos de la fórmula-credo (cf. Rom 8, 33-34). En otros casos la antítesis adquiere mayor consistencia, recurriendo para ello a los índices determinativos de los verbos (cf. Rom 4, 25: lk, rcapsaó&lj ata 'Ca rcapa1C'CCÍlf-la'Ca ~f-lÜl\1 xal1¡¡ép&lj ata "C1¡v atxa1ruatv ~tJ-ÓlV). La estructura antitética en sentido estricto aparece propiamente cuando la fórmula, abandonando en cierto modo su carácter original de referencia directa al evento histórico de Cristo, se centra más bien en las categorías muerte-vida en su condición de potencias antagónicas que han ejercido su función específica en la muerte-resurrección de Cristo y que la siguen ejerciendo en todos los que por el bautismo se han integrado en el evento históricosalvífica de Cristo. Esta ambivalencia de los elementos que entran en las fórmulas de fe exige un tratamiento por separado cuando se trata de determinar la función que a estos términos concede Pablo en la configuración del indicativo y del imperativo cristianos. a) El código homológico como estructura relacional positiva
La positividad de la estructura relacional muerte-resurrección (vida) depende en definitiva de las posibilidades de positividad del primer miembro de la bina, es decir, de la muerte. El vocabulario empleado por Pablo para referirse al hecho de la muerte de Cristo presenta frecuentemente el carácter estereotipado, propio de las fórmulas usadas en el culto o en la instrucción catequética. Estas formulaciones se suelen servir de diversos verbos para referirse a la muerte de Cristo. El más frecuente es, sin duda, drco&vijaxstv. La estructura de
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'
las frases-d7to&r~axEtv es bastante homogénea: sujeto (Xpta'tóc;). beneficiario (introducido por la partícula tmáp +genitivo), verbo. La partícula Ó7tÉp es en algunos casos sustituida por atá (cf. 1 Cor 8, 11) o 'ltEp[ (cf. 1 Tes 5, 10). El referente humano, introducido por esas partículas, viene también expresado con lexemas o sintagmas diversos: l¡!ifuv (Rom 5, 6; 1 Tes. 4, 14), daE~üw (Rom 5, 6), 'tíilY á.11apttíilv 'i¡!iiil\1 (1 Cor 15, 3), 'ltánuw (2 Cor 5, 4.15), aaEA.cpóc; at 'ov (1 Cor 8, 11), Ó7tep olí (aaEA.cpóc;, Rom 14. 15). Son raros los casos en los que las expresiones- d7tÉ3-avEv aparecen sin referente humano, de no ser en contexto hipotético irreal (cf. Rom 8, 34; Gál 2, 21). El evento de la muerte de Cristo viene expresado en Pablo no sólo con el verbo ddB-aVEv sino también con numerosos otros lexemas, tanto verbales como sustantivales: 7tapaaíaovat, 128 d'ltoxnívEtv, 129 'ltáaXEtv, 130 a'taupoua&at. 131 El lexema ai11a es quizá el que mayor número de campos semánticos polariza en tomo a la muerte de Cristo: el campo de la ex-
128 El verbo 1t'7paaíaoval aparece en activa (teniendo a Dios como sujeto, cfr. Rom 8, 32), en reflexiva (Cristo se entrega a sí mismo, cfr. Gál 2, 20; Ef 5, 2), o en pasiva (Cristo es entregado a la muerte, cfr. Rom 4, 25_; 1 Cor 11, 23). Al igual que las frases -á1tollv'(¡axew las frases -1tapaaíll"'lll introducen al referente beneficiario mediante la partícula bdp (Rom 8, 32; Gál 2, 20; cfr. Ef 5, 2). Sólo en Rom 4, 25 se usa la construcción - lllá. 129 El verbo d'J!:OX'telvetv tanto en Pablo como en el resto del N. T., suele apli•, carse a la muerte de Cristo con una significación restringida; tanto cuando se emplea en sentido real como en sentido metafórico connota siempre la acción criminal del sujeto. Por eso se aplica a los judíos que organizan y ejecutan la muerte de Jesús y postenormente persiguen y dan muerte a los seguidores de Jesús (1 Tes 2, 15; cfr. Jn 5, 18; 7, 1.19.20.25; 8, 37.40; 11, 53; 12, 10; He 3, 15). Se aplica también al sujeto d!f.ap't{a que se sirve del precepto para matar (Rom 7, 11) y a la "letra" (la letra mata, a diferencia del Espíritu que vivifica, 2 Cor 3, 6). En Ef 2, 16 Cristo, se dice, ha matado con su muerte la enemistad y traído la pacificación a los hombres. 130 El verbo 'l!:árrt_etv no aparece ninguna vez en Pablo; sí aparece, sin embargo, en su forma compuesta au!f.r.áaxelv (Rom 8, 17) para referirse a los sufrimientos de los cristianos en unión con los de Cristo; aparece igualmente el sustantivo 'l!:all-~p.a'ta referido a los sufrimientos y muerte de Cristo (2 Cor 1, 5; cfr. Fil 3, 10). 131 El verbo a'taupoüallal es ante todo aplicado a Cristo como objeto del kerygma (1 Cor 1, 23; 2, 2; 2 Cor 13, 4). En la fonna activa, teniendo como sujeto los agentes de la crucifixión, aparece en 1 Cor 2, 8 y Gál 5, 24. La proyección soteriológica se expresa normalmente a través de la partícula b'l!:ép, (1 Cor 1, 13). La crucifixión de Cristo está llamada a provocar una actitud de "crucificado" en el creyente (cfr. Gál 6, 14: "lll, ou ep.~t xÓ:Jp.oc; ¡CJ'taópm'tal xario XÓCI!l«Jl"· La expresión lll' oé'i debe entenderse como referida directamente a CJ'taupó-; y no a XPlCJ-cÓ;, en cuyo caso se habría probablemente usado la construcción h ip ; cfr. H. SCHLIER, Der Brief an die Galater, Gottingen 51971 (trad. españ. La Carta a los Gálatas,- Salamanca 1975, 328).
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ptacwn (lA.ao't~ptov, Rom 3, 25; cf. [A.aop.ó¡;, 1 Jn 2, 2; [A.áoxeo&at, Heb 2, 17), del perdón de los pecados (r.:ápeot¡;,Rom 3, 25; cf. lf~eot¡;, Ef 1, 7), de la liberación ( cbtoA.ó'tpffiot¡;, Rom 3, 24), de la reconciliación ( xa'taAAdjEtV, Rom 5, 10; 2 Cor 5, 18), purificación (circoA.oóeo&at, 1 Cor 6, 11), santificación (1 Cor 6, 11; cf. Ef 5, 25), adquisición (cijopáe::EtV, 1 Cor 6, 20; 7, 23; Gál 3, 13; 4, 5. Cfr. especialmente 1 Jn 1, 7; 5, 6; Apc 1, 5). 132 La abundancia del vocabulario zanatológico en Pablo permite descubrir el alcance soteriológico de la muerte de Cristo y su funcionalidad concreta en la configuración del indicativo cristiano. La muerte de Cristo aparece ante todo como un evento histórico que se ha proyectado sobre todos los hombres y por el que todos han sido alcanzados de una manera efectiva. Prueba de ello es la alternancia de expresiones centradas en Crjsto y expresiones centradas en el hombre, de modo especial las expresiones-oóv (cf. Rom 5, 14-15; 2 Cor 5, 14-15. En referencia a todos los bautizados cfr. Rom 6, 3.5.8). Las expresiones-úrcép, atá, rcep[ sitúan la proyección salvífica de la muerte de Cristo en la esfera de la funcionalidad vicaria. Cristo ha muerto por nuestros pecados, en el sentido de "a causa de" (cf. Rom 3, 25) y "en sustitución nuestra". Pero esta función sustitutiva no termina en sí misma sino que está llamada a culminar en la vida de la resurrección. Esto transforma radicalmente el concepto clásico de la muerte sustitutiva. El criterio último por el que ésta se rige no es aquí la ira de Dios sino más bien la manifestación de su amor. No se trata, pues, tanto de restablecer equilibrios perdidos cuanto de abrir nuevos cauces. Hay en Pablo algunos textos que revelan de manera especial esta dinámica positiva de la muerte de Cristo. Nos fijaremos sólo en 2 Cor 5, 14 y Rom 5, 8 por su especial proximidad en este punto con el discurso de Rom. 6. a) 2 Cor 5, 14: ... 'H djárcr¡ 'toÜ Xpto'toÜ ouvéx_et ljp.a¡;, xp[vana¡; 't:OÜ'to O'tt ei¡; Ú'ltEp rcánffiv circé&avev x't:A..
Pablo recurre aquí a la muerte sustitutiva de Cristo, pero poniendo el acento no tanto en la función de cancelar los pecados sino en la de crear 132 'tOÜ
En el contexto eucarístico se encuentran las expresiones
xotvmv{a 'tou at!'-a'to~
X1:olí (1 Cor 10, 16) y ~voxo<;. 1:o1i al'l'-a'to:; 1:oü Kup{ou (1 Cor 11, 27).
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una relación positiva entre representante y representados, partiendo de la dinámica misma del agape de Dios. Esta relación personal, fundada en el amor, es la que fundamenta y propulsa el existencial cristiano en todos los niveles, si bien Pablo hace sólo referencia explícita al ministerio apostólico que le ha sido confiado ( 1:~v (haxov[av "tijc; xa"taAAaj~c;, 5, 18). El responder con una implicación radical a esta llamada (al apostolado) es considerado por Pablo como la auténtica verificación de que "vivimos" (ot l:;iíwnc;) en el amor manifestado por Cristo en su muerte. b)
Rom 5, 8: :EuvtCJ"C1jCJlV ae "t~\1 ÉllU"tOÜ djá'lt:"lj\1 Etc; ~fld<; ó ltaoc; Ó"tt ~"tt áfLapcroA.iiw onrov ~fliñv Xpta"toc; Ó7t:ep ~fliñV d1t:éltavsv xü.
La afirmación que está en la base de la argumentación es la del hecho salvífica: Cristo ha muerto (aoristo) por nosotros ( úúp ~fl<ÍlV ). La referencia al pecado es clara por los términos das~ruv, áp.ap1:roA.ruv, ~xltpo[ e implícitamente en los términos xac-y¡A.A.á11JfLEV y aro31jaÓfLE3a. La afirmación fundamental en la perícopa es, sin embargo, la de la realidad del amor de Dios. A nivel literario esta centralidad del amor se manifiesta en la repetición del lexema djá7t1j en la primera parte de la argumentación qal wachomer. La muerte de Cristo es la prueba deldjá7t:1j de Dios (cf. la construcción-1áp en 6a y después el recurso al verbo ostensivo auv[a"t"ljatv, v. 8a), y esto no sólo a nivel dialéctico sino en cuanto la muerte ha sido el instrumento real de que Dios se ha servido para comunicarnos su amor, concretado en la donación del Espíritu. Desde esta perspectiva del hombre la dinámica de la muerte de Cristo viene expresada en términos de justificación (aDtatmlténsc; oov ª" "tqi a'lfLatt athoü, 9a) y de salvación (crmlt"flat.Íflslta, 9b). La construcción pasiva en ambos casos revela el papel de Dios en este proceso, papel que ha sido descrito en clave de djá7t:1j. Nos ha parecido interesante resaltar la esencial vinculación de la dinámica de la muerte de Cristo con la del djá'lt:'lj del Padre, sirviéndonos de este texto porque en él emergen las coordenadas fundamentales de la tensión indicativo-imperativa!. Se afirma por un lado la absoluta con· sistencia del indicativo cristiano, como lo indican los verbos en aoristo y en perfecto: ªxxéxu"tat, aolténoc;, atxatmlténEc;, X!l"t1jAA.áj1j!J.EV X"tk. Por otro lado, esta condición indicativa! del cristiano está colocada bajo el signo de la esperanza (cf. la presencia del lexema eh[c;, 5, 2c.5a, y la propia estructura qal wachomer que introduce la tensión entre lo ya realizado y
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lo que habrá aún de realizarse, 5, 9b). De ahí el enfoque imperativa! que se refleja ya en el versículo primero en la expresión etpf¡v-r¡v ~XOf.lEV, entendiendo el verbo EXOf.lEV como indicativo imperativa!. 133 El tema de la muerte de Cristo adquiere así en Rom 5, 1 ss. un carácter esencialmente positivo: es la realización efectiva del amor del Padre y está, como tal, esencialmente proyectada hacia la vida. En Roro. 6 el tema de la muerte de Cristo se desarrolla dentro de las coordenadas que hemos advertido en 2Cor 5, 14 y en Rom 5, 8 ss., pero con algunas características propias. Desaparecen, en primer lugar, las expresiones-údp, lo cual es un signo de que el aspecto oblativo-sustitutivo no representa una función privilegiada en el discurso. En segundo lugar, aumentan las referencias a la muerte de Cristo construidas literariamente a partir del sujeto humano: el bautizado ha sido insertado en la dinámica de la muerte de Cristo, que por el mismo hecho aparece como una dinámica de integración (cf. las frecuentes expresiones-et~, (M, aóv y la propia construcción Ó)a'ltep-o¡hro¡; que introduce no una simple semejanza sino una exigencia a ser y actuar en una determinada manera en virtud de nuestra integración con Cristo, 6, 4.11). 134 La función integradora de la muerte de Cristo aparecía en Rom 5, 1 ss. y 2 Cor 5, 14 en conexión directa con el d¡á'lt"Y¡ de Dios. En Rom. 6 el d¡á'lt"Y¡ no está presente a nivel lexemático; no es difícil, sin embargo, descubrir su presencia tras la figura de Dios, presentado como "Padre'', que a través de su aóEa resucita a Cristo y nos impulsa a caminar en nueva vida (6, 4). La correspondencia 6óEa-aóvaf1ti; permite fácilmente ver tras este término la acción del Espíritu, 135 como aparece en el texto
133·
Sobre la doble lectura zxop.ev y
zxmp.e~
cfr. anotaciones al aparato crítico.
La legitimidad de la interpretación imperativa! del indicativo es a'lalada por los
numerosos ejemplos que se encuentran en las cartas paulinas. "The Pauline letters are replete with examples of the 'imperatival indicative'. Rom 5, 1 ff. is a classic instance. Even though it is probably best to red the indicative é'xop.ev ('we have') and not hortatory subjunctive sxmp.e~ ('Jet us have') in v. 1, the whole series of affirmations about rejoicing, endurance, character, and hope has admonitory dimension, more subtle but hardly less effective than the formal imperatives about rejoicing, patience, love, and hope in chap. 12" (V. P. FURNisH, Theology and Ethics in Paul, Nashville-New York 1968, 97). Cfr. O. MICHEL, Der Brief and die Romer, 177, nt. 2. 134 La expresión úí:mep-oÜ'tm; en 6, 4 se refiere a la muerte de Cristo mediatamente, e. d., a través del verbo cro~e'td:p7]f1ev. Por otra parte, su funcionalidad ostensiva de la idea de "integración" se realiza desde el interior de otra construcción que tiene esta misma finalidad, la construcción - tva. 135 "LlóEa steht hier anstelle von M~ap.t<;, vgl. 2 Cor 13, 4; auch Eph 1, 19 ss." (H. ScHLIER, Der Romerbrief, 194).
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paralelo de Rom 1, 4. 136 El Dios que resucita a Cristo de entre los muertos a través del Espíritu es el Padre, que da a los hombres la u1o&Ecría (Rom 8, 14.15) y les hace "caminar según el Espíritu" (8, 5; cf. 6, 4c). Se trata, en definitiva, de una dinámica regida por el a¡drc"'J, dinámica de unión e integración. 137 En relación con el indicativo cristiano la dinámica de la muerte se proyecta al mismo tiempo sobre el nivel negativo o liberación del pecado y sobre el positivo o introducción en la nueva vida. Sobre ambos niveles se construye por igual la tensión indicativo-imperatival. La liberación del pecado cuenta por un lado con el carácter absoluto del Ecpárca~ de la
136 No obstante la larga discusión habida históricamente en torno a la frase 1:oü Ópt:~&ano~ u1o1í Ra~1í ~v lluwi¡tat x•na ITvaü¡ta ártw:~1"r¡~ eE dvaO'td:~aw~ vexpüiv (Rom 1, 4),
creemos que el término óptcr!l-~v'l:oc debe entenderse en sentido no simplemente declarativo sino como acción verdaderamente constitutiva de Jesucristo en "Hijo de Dios" (Cfr. M. J. LAGRANGE, Epítre aux Romains, 6). En tal caso el sintagma ev lluvá¡.tat debe unirse a tlf6:; y no directamente a la acción constitutiva del Padre. A través de esta interpretación queda, sin embargo, suficientemente clara la conexión entre u[r,&acriafdvdcmt:~t~ y la 1l~va¡tt~/1lóEa del Padre ya que en definitiva la dynamis específica de que es portador el resucitado no es otra que la dynamis que a través de este acto constitutivo le confiere el Padre. Cfr. E. ScHWEIZER, "Rom 1, 3 ff. und der Gegensatz von Fleisch und Geist vor und bei Paulus", EvTh 15 (1955) 563 ss. (= Neotestamentica, Zürich 1963, 180-188); IDEM, Erniedrigung und ErhOhung bei Jesus und seinen Nachfolgern, Zürich 21962, 31 ss.; K. WEGENAST, Das Verstiindnis der Tradítion bei Paulus und in den Deuteropaulinen, Neukirchen 1962, 70-76; F. HAHN, Christologische Hoheítstítel. Gottingen 1963, 251 ss.; W. KRAMER, Christos, Kyrios, Gottessohn, Zürich 1963, 105 ss.; K. WENGST; Chrístologische Formeln und Líeder des Urchrístentums, Diss. Bonn 1967; P. STUHLMACHER, "Theologische Probleme des Romerbriefspraskriptes", EvTh 27 (1967) 374-388; E. LINNEMANN, "Tradition und Interpretation in Rom 1, 3 ff.", EvTh (1971) 264-276; O. Kuss, Der Romerbrief, 5 ss.; H. ScHLIER, Zu Rom. 1, 3 ff., en: Neues Testament und Geschíchte. Festsch. O. CuLLMANN zum 70. Geburtstag, Zürich 1972, 207-218; IDEM, Der Romerbrief, 22-23. 137 G. THEISSEN ("Soteriologische Symbolik in den paulinischen Schriften", KerDog 20, 1974, 282-304) al tratar de establecer los diversos códigos simbólicos empleados por Pablo al hablar de la muerte de Cristo, da la preferencia al código de la "reconciliación" (Versohnungssymbolik) por considerarlo el más adecuado para traducir la realidad subyacente del amor del Padre y de Cristo. No considera igualmente positivos el código de la liberación (Befreiungssymbolik) y el de la justificación (Rechtfertigungssymbolik). Sobre el significado de la muerte de Cristo cfr. H. KESSLER, Die theologische Bedeutung des Todes Jesu, Düsseldorf 1970, 296329; G. DELLING, Der Kreuzestod Jesu in der urchristlichen Verkündigung, Berlin 1971; E. KASEMANN, Die Heilsbedeutung des Todes Jesu bei Paulus, en: Perspektiven, Tübingen 21972, 61-107; U. Luz, "Theologia Crucis als Mitte der Theologie im Neuen Testament", EvTh 34 (1974) 116-141; H. W. KUHN, "Jesus als Gekreuzigter in der früchristlichen Verkündigung bis zur Mitte des zweiten Jahrhunderts", ZThK 72 (1975) 1-46; K. KERTELGE, "Das Verstandnis des Todes Jesu bei Paulus", en: AA. VV., Der Tod Jesu, Freiburg-Basel-Wien 1976, 114-136.
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muerte de Cristo a la d¡.tap·da (6, lOb) y, por otro, con la condición esencialmente condicionada de un existencial cristiano, que debe realizarse en el marco del &v'Yj't'Óv aci>¡.ta (6, 12) que, en cuanto tal, sigue siendo espacio de la á¡.tap't'1a. En el aspecto positivo, la apertura e introducción real en la nueva vida cuenta con la tensión propia del YA y del AUN No: la vida nueva es ya participación efectiva en la vida de la resurrección, pero es a la vez compromiso, tarea, esperanza de llegar a la culminación final escatológica. De ahí el alternarse de las formulaciones en futuro y de las formulaciones en pasado (cf. Rom 5, 9b.l0d; 138 6, 5b.8b). b) El código hom:ológico y la estructuración antitética muerte-vida
La sucesión de los motivos muerte-resurrección en el esquema hornológico propiamente dicho se caracteriza por la conjunción-integración: dd&avev-r~TÉ&'Yj. En este contexto es difícil hablar de antítesis. La antítesis comienza propiamente a adquirir consistencia cuando el segundo término de la bina deja de ser ETe[pm. y es sustituido por l:;'ijv. Signo externo de la dinámica antitética suelen ser las partículas ¡.tév-aé, Táp-di..M Táp-aé e1-Táp, 'lt:ol..l..ro ¡.tdl..l..ov ••• (cf. Rom 5, 10; 14, 9; 2 Cor 13, 4 et passim). En estos casos suele estar de fondo -de manera más o menos explícitala connotación antropológica del evento salvífico (cf. especialmente 2 Cor 13, 4 donde Pablo tiene en vista el contraste de la debilidad personal -persecuciones, rechazo- frente a la potencia del misterio del que es portador en cuanto apóstol). 139 La antítesis adquiere absoluta consistencia cuando se trata de textos directamente antropológicos en los que &áva't'oc;-l:;ro~ aparecen como categorías que ejercen su dominio sobre el cosmos y sobre el existencial humano. Un ejemplo característico puede ser Rom 8, 38-39 donde la antítesis &áva't'oc;-!:;ro~ forma parte de una larga lista de contrarios por los que se supone viene condicionada la existencia. Este giro operado por Pablo en la estructuración de los conceptos muerte-vida, pasando de la sucesión integrativa a la antítesis formal, no puede considerarse fortuito o fruto de transformaciones espectaculares 138 Sobre el sentido a la vez futuro y virtual imperativo del verbo amlh¡aóp.e&a en Rom 5, 9b.10d escribe S. LYONNET (Exegesis Epistulae ad Romanos, 19): "Aspectus eschatologicus certo adest quia illa participatio in vita erit perfecta in resurrectione corporum, sed iam nunc de illa vita etsi imperfecte vivimus hic in terra ut patet ex Rom 6, 4.10 ss.". 139 2 Cor tiene de fondo la situación concreta de Pablo descrita en 12, 20-21 y 13, 1 ss. y trata a su vez de fundamentar la parénesis de 13, 5 ss.
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. de la psicología del apóstol, como pretende R. Bultmann. 140 El estudio de la historia de las formas permite descubrir la evolución progresiva de las fórmulas de fe, 141 desde su expresión más simple en el marco del culto y de la catequesis hasta las formulaciones más desarrolladas. En este proceso de evolución el cristianismo primitivo no tiene dificultad en integrar los elementos de la cultura actual, especialmente del judaísmo y del helenismo ; tal sucede, ·por ejemplo, en la asunción del término de muerte "vicaria" ; 142 esto mismo podemos afirmarlo del empleo de la antítesis &áva-co¡;-l::;m'i¡, estructura de amplia raigambre en el mundo· griego. 143 Como escribe E. Norden, 144 en el mundo griego la antítesis no debe considerarse como un simple esquema literario, sino que traduce la oposición general (especialmente en el s. v a.C.) ante todo aquello que era considerado como tradicional y adquirido. Puede darse como paradigmática la célebre frase de Heráclito "1tána pe\ xai ouaev !lÉ'IEl". La ley del devenir mete en el interior de cada cosa la copresencia de los contrarios : en ningún momento se puede decir que una cosa ha dejado de ser A para comenzar a ser B, porque el devenir borra las fronteras, haciendo que AB sean capresentes en el sujeto. 145 Una de las antítesis que de forma más radical expresaban esta idea era la antítesis &áva-co¡;-l::;m~. 146 140 R. BuLTMANN, Der Stil der paulinischen Predigt und die kynisch-stoische Diatribe (FRLANT 13), Gottingen 1910, 81. Bultmann contrapone el proceso de cambio de sistema de valores en los griegos y en Pablo : "Bei den Griechen hat die Umwertung der Werte sich mittels einer Gedanken -(und Willens)-. Operation des Menschen vollzogen; bei Paulus durch eine Tat Gottes in der Geschichte". 141 Cfr. M. ALBERTZ, "Zur Formgeschichte der Auferstehungsberichte", ZNW 21 (1922) 259-265: Ph. H. NEUFELD, The Earliest Christian Confessions, Leiden 1963, 120 ss.; Ph. SEIDENSTICKER, "Das antiochenische Glaubensbekenntnis 1 Kor 15, 3-17 im Lichte seiner Taditionsgeschichte", ThGl 57 (1967) 286-323. 142 Ejemplos en los que aparece el concepto de muerte sustitutiva se encuentran tanto en la literatura helenista como en la judía. Cfr. PLATÓN, Symp 179b; EPICTETO, Diss. 11 7, 3; FILOSTRATO, Vit. A p. VII, 13; 1 Mac 2, 50; 2 Mac 7, 37; cfr. 3 Mac 1, 21; 4 Mac 6, 27. 143 Sobre la relación literaria de Pablo con el mundo griego cfr. E. NoRDEN, Die antike Kunstprosa, Berlin-Leipzig 1915-1918; J. WEISS, Beitriige zur paulinischen Rhetorik, en: Theologische Studien B. Wmss dargebracht, Gottingen 1897, 165-247; R. BuLTMANN, Der Stil der paulinische Predigt und die kynisch-stoische Diatribe (FRLANT 13), Gottingen 1910; H. LEISEGANG, Denkformen; Berlin 1928; P. WENDLAND, Die Urchristlichen Literaturformen, Tübingen 1912; C. ToussAINT, L'hellénisme et l'apótre Paul, París 1921; H. D. BETZ, Der Apostel Paulus und die sokratische Tradition, Tübingen 1972. 144 E. NORDEN, o. c., 1, pp. 20-21. 145 Cfr. H. DIELS, Herakleitos von Ephesos, Berlín 2 1909. 146 Cfr. HERÁCLITO, Frag. 88; SEXTO EMPÍRICO, Pyrr. hy poty p. 3, 320; PLATÓN, Fedón, 70.71c; Gorgias 491; EPICTETO, Diss. 1 12, 33; 29, 60. Otros testimonios,
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Esta concepción filosófica tiene sus reflejos no solamente en los escritos judeo-helenistas (Qohelet, 147 Filón 14l!) sino en numerosos escritos del A.T. en los que no se puede hablar de un influjo particular del mundo griego (cf. Gén 43, 7; 47, 19; Dt 33, 6; 1 Sam 5, 12; 1 Re 14, 17; 20,21; Jer 8, 3). La antítesis tiene especial peso moral en Dt 30, 15.19; Prov 18, 21. Sobre este trasfondo cultural resulta perfectamente comprensible que Pablo integrara la antítesis muerte-vida en la esfera del código homológico, en donde ambos conceptos estaban ya presentes. En Roro. 6 se advierte, tanto a nivel de expresión como a nivel de contenido la existencia de una cierta fluidez entre el esquema homológico propiamente dicho (de carácter integrativo) y el esquema antitético. De hecho, cuando se hace referencia al evento histórico los lexemas que se combinan son a7Co&vijcrxew (IMvaco¡;)) y &jEfpm (dvácrcacrt¡;), cf. 6, 4b.5b.9b; en todos los demás casos el segundo término de la bina es uno de los lexemas del grupo semántico de la vida: e:;r¡v-cruqv-e:;Ol~ (cfr. 6, 2c.4c.8b.10cd.llc.13b. 22d.23b). Siguiendo de cerca la evolución del discurso en su primera secuencia, se puede comprobar el paso natural del funcionamiento antitético y viceversa. La primera aparición de la bina antitética muerte-vida la encontramos ya en el v. 2ab: vivir-morir funcionan aquí como dos polos contrarios que se excluyen absolutamente. En 6, 3 ss. la estructura cfr. Fragmenta philosophorum Graecorum, edit. Fr. G. A. MuLLACHUS, Paris 1860, 514. 147 Qoh 1, 4; 3, 2.19.20; 7, 2; 9, 5; 12, 5 y especialmente en la serie de antítesis de 3, 2-5: xcnpo; 1:ou 'texe'[v xal xatpo~ 1:o1í dn:o&averv xatpo~ 1:ou cpu1:<1icrw 1:a! X(npa~ 't:OU kt{'A.at ltE
xa{ 'CIJ.A.ka 3$ ava't:{a 1rpoün:ca, ~.Ó•tJ-a't:a icró•~a;a,, stJ-4uxa 114uxa /,o¡txrí a/,o¡a, &vr,1:a alhzvaw, ... Cm~ ltríva1:o~. vÓ:¡Il; il¡eía, /,eoxov tJ-É/,a.v •.• xal nl b:lpac;; n:áv-ta ú31) "tOt~ 1:~~ hépa; et1lacrt 1rilcav.
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Del orden físico Filón traslada la antítesis ltáva'll'-Cm~ al orden moral, poniendo del lado de la vida todo cuanto es virtud y del lado de la muerte lo que es vicio, cfr. Legum allegoriae, I 105-108; De fuga et inventione, 53.58. En este último pasaje explica en términos de alternativa vida-muerte el texto de Dt 30, 15, añadiendo a continuación: "1:o 11-av d¡a&ov ~ dp<1:~ ecr't:tv Cm~, 1:0 1lE xaxov xal ~ xax{a ó &áva1:o~" (Cfr. Provid. I, 13, 14, 16; Somn. Il 258; Confus. ling., 104; Spec. leg., 1, 26; Cherub., 19; Leg. alleg., I, 7; Aetern. mundi, 3, 5; 10, 3; 11, 11; 33, 18; V ita Mos., II, 16).
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es de carácter integrativo: 3áva'to~ se refiere aquí a la muerte histórica de Cristo y se combina con la vida (resurrección) no en forma antitética sino conjuntiva. Lo mismo vale para los vv. 5.8.9b. Una significación distinta tiene 3áva'to~ en el v. 9c: 3áva'to~ au'tOo ouxÉ'tt xuptEÓEt; la expresión desarrolla, pero a la vez profundiza, el alcance de la afirmación precedente ( ouxÉ'tt d7to3v'f.¡axEt): el que Cristo no muera ya más tiene su explicación en el hecho de que la potencia 3áva'to~ no tiene ya dominio sobre él. 8áva'to~ recobra así el sentido pleno de potencia hostil a Dios (sentido que suele tener en la escatología judía) o de potencia cósmica de carácter destructor, como aparece en el dualismo griego. 149 La diversidad de sentido de muerte en 6, 9.10 pone de relieve la ambivalencia· semántica de la muerte de Cristo en Rom. 6 : significado positivo en cuanto evento salvífico, y significado negativo en cuanto resultado de la acción del 3ávtt't(J~. La paradoja queda resuelta en 6, 10 al presentarse la muerte de Cristo como ruptura y superación de la áp.ap't[a que funciona como operador fundamental del 3áva'to~. 150 En 6, 11 la bina muerte-vida mantiene el carácter antitético a nivellexemático ( vExpoó~-1:iñna~) y a nivel referencial ('tij áp.ap'tt!f-'tqi 3Eqi); a nivel de estructura general, sin embargo, ambas afirmaciones se sitúan en el sistema de polaridad positiva por cuanto ambas representan cualificaciones de la vida : vExpoo~ 'ií áp.ap't1!f funciona como cualificación negativa de la vida 151 y 1:dína~ 'tqi &Eqi funciona como cualificación positiva. En los vv. 1-11 la antítesis muerte-vida se mueve en la esfera de lo teológico y de lo ético cuando se refiere al hombre. En 6, 12 ss. la antítesis, centrada en el hombre, se sitúa, en cambio, primariamente en el plano físico-biológico: ev 'tqi 3v-r¡'tqi cr¡op.a'tt. El uso del adjetivo 3v-r¡'tó~ reco149 Cfr. J. NÉus, "L'antithese Iittéraire C:unj-t}áva'to~ dans les épitres pauliniennes", EThLov 20 (1943) 18-33, hic 46. En el mismo sentido se expresa H. SCHLIER (Der Romerbrief, 199): "Der Glaube weiss ja, dass Christus als der von den Toten Erweckte der Macht des Todes entronnen ist. Das wird in v. 9 zweifach ausgedrückt:
oUxé"Ct chro{)-v~axet. / há'llcx'to.; aU-coü l'l0xé'tt xopteÚ~et". 150 En la perspectiva salvífica la muerte de Cristo aparece en función de la "vida": entra en el designio salvador de Dios (cfr. xa1:a ,,;~ TPa
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noce a la dinámica del &áva-ro¡; el carácter de cualificación permanente del aillp.a, cualificación que constituye la plataforma de una serie de funciones que se proyectan sobre la esfera de lo psicológico, de lo ético y de lo teológico en forma de seducción y tentación. Se trata aquí de cualificaciones y funciones permanentes. Esto significa que el aserto indicativa! <ÓaEt ex vExpiiw e:;illna¡; (13b) se realiza primariamente en el plano teológico y, como tal, está llamado a coexistir con los niveles zanatológicos físicopsicológicos; de ahí la necesidad del imperativo ético: p.~ 7t:apta-rávE-rE •• af...Arl 7t:apaa-r~aan, que por el mismo hecho nace bajo el signo de la tensión. Es la realidad ~escrita frecuentemente por Pablo en términos de "vivir en la carne" (&v aapx.O pero no según la carne (xa-rrl oápx.a) cf. Rom 8, 4; Gál 2, 20; 2 Cor 10, 2.3; Fil 1, 22. 152 Frente a la polaridad de la muerte aparece siempre la polaridad de la vida. En Rom. 6 la "vida" no viene nunca formulada en forma categorial absoluta, sino en forma determinada y concreta : la vida nueva (6, 4c), la vida eterna (6, 22d.23b; cf. 5, 21b). 153 La vida, referida a Cristo, es la vida propia del resucitado (cf. ~¡épth¡, 6, 4b; t¡Ep~E(~, 6, 9b; dváa-raat¡;, 6, 5b), que viene ulteriormente descrita como "vida-para-Dios·' (6, lOd). La vida de que se habla en relación con el cristiano es de orden teológicocristológico (cf. OÓf-lCftl"tOl "t~¡; avaatáOEOO¡; (XU'tOÜ, 6, 5; oue:;~ao¡tEV atncp, 6, 8b; 1:illna¡; -rcp ~Ecp, 6, 11). La proximidad esencial entre la "nueva vida" del 152 La diferente formulación literaria (adjetivo/infinitivo final) de las cualificaciones "mortal"-"tentador", no es un simple recurso retórico debido, quizá, a la dificultad del autor de encontrar un segundo adjetivo para traducir como "cualificación" la capacidad de provocar y tentar, inserta en la somaticidad. La construcción final tiene la función de poner en evidencia la dependencia del tentarobedecer con relación a la condición de &vr¡1:ó~ que, incluso a nivel lexemático se presenta como cualificación primera y fundamental operada por el fl.civaco~. De ahí lo discutible de la opinión de H. ScHLIER (Der Romerbrief, 202): "Aber wir haben noch das 3v7JcOY crüip.a und den versuchlichen Leib. Für das letztere hat Paulus freilich kein entsprechendes Adjektiv". Cfr. E. KXsEMANN (Leib und Leib Christi. Eine Untersuchung zur paulinischen Begrifflichkeit, BHTh 9, Gottingen 1933, 124): "Versuchlichkeit ist ein Charakter der Verganglichkeit des in der Zeit Stehens". P. V. D. OSTEN-SACKEN (Romer 8 als Beispiel paulinischer Soteriologie, 185) pone como segunda marca distintiva del estar bajo el dominio del thánatos el sufrimiento. Cfr. O. MERK, Handeln aus Glauben. Die Motivierungen der paulinischen Ethik, Marburg 1%8, 36; E. KXsEMANN, Leib und Leib Christi, 124. 153 La expresión "Cw~ ai<ímo~" era ampliamente conocida en el mundo griego (Cfr. PLATÓN, Republ. 11, 363c; Timeo 37d; 38c; DIODORO S1cuw I, 5). Existen también numerosos testimonios en el judaísmo helenista (cfr. Dan 12, 2; Sal 3, 12; Henoch 10, 10; 4 Mac 15, 3). En Pablo la expresión "Cw~ airovto~" se encuentra también en Rom 2, 7; Gál 6, 8; cfr. Tit 1, 1: 3, 7; 1 Tim 1, 16; 612.
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cristiano y la vida de Cristo resucitado viene avalada no sólo por las frecuentes coincidencias lexemáticas sino por la misma estructura literaria, que traduce la existencia de este nexo recurriendo sea a la construcción de carácter consecutivo sea a la construcción comparativa (cf. ofhiDc; xa[, 6, 11 ; roa'ltEp-oíhiDc;, 6, 4). A diferencia de las cualificaciones negativas de la vida, construidas siempre en forma asertivo-indicativa!, las cualificaciones positivas presentan una formulación gramaticalmente diferenciada. Cuando se refiere a Cristo, la vida es afirmada en forma asertiva (aoristo, presente: ~~Éplh¡, ETEpltE[c;, l:;ij). Cuando se refiere al cristiano, la formulación asertiva es más bien rara (sólo en 6, 11.13, y en construcción participial). En la mayoría de los casos la construcción es de carácter virtual: construcción final ('1va ..• ev xatvótr¡tt I:;ID~c; 7tEpt7ta;:1¡aiD¡.t.E'I, 6, 4c) construcción en futuro (a6¡.t.Cft11:0t ·~e; dvaa"táOEIDc; EOÓf1E&a, 6, 5b; au1:;1¡aOf1EV ao;:c.p, 6, 8b). La tensión indicativo-imperativa! a partir del código de la vida se expresa en diversos niveles: a nivel de antítesis muerte-vida, en cuanto establece la coexistencia de las cualidades negativas de la vida con las cualificaciones positivas de la muerte ; a nivel de integración teológicocristológica, por cuanto la condición asertivo-indicativa! de la misma va necesariamente unida a su condición virtual y operativa; a nivel escatológico, ya que la participación en la muerte y resurrección de Cristo nos sitúa en una posición "interim", en el YA pero AÚN NO. De ahí que al interrogativo inicial de 6, lb no se pueda responder adecuadamente con un imperativo a contemplar especulativamente la condición indicativa del cristiano (A.oTti::EaltE éau;:o6c; .. vcxpo6c; •. l:;&nac;, 6, 11) sino que sea necesario el imperativo directamente dirigido a ia praxis (cfr. 6, 12 ss.; 6, 19d). En síntesis, el código de la muerte y de la vida es ante todo expresión de la antítesis radical subyacente a toda realidad creada y, por tanto, al existencial cristiano. El que en el código homológico la bina muerte-vida funcione primariamente en forma integrativa no suprime la antítesis de fondo sino la confirma : la muerte de Cristo supone una asunción real de la eficiencia negativa del ltá'la"toc;, pero es precisamente desde esta asunción desde donde se realiza su definitiva superación, trasformándose en función negativa de la vida y abriendo las puertas a la eclosión plena de su funcionalidad positiva.
ESTRUCTURACióN A NIVEL DE COMPOSICióN
B)
191
EL CÓDIGO PNEUMATOLÓGICO
Para Pablo es un presupuesto teológico fundamental el que Espíritu Santo es otorgado al creyente en el momento del bautismo (cf. 1 Cor 6, 11; 12, 13; 2 Cor 1, 22; Tit 3, 5) y que actúa en el interior del creyente como fuerza o ()óval.t.ll; de Dios. 154 Puede por ello parecer extraño que en Rom. 6, en cuyo desarrollo juegan un papel tan importante los motivos bautismales y el dinamismo de la "nueva vida", no se hable nunca de forma explícita del1t:vEop.a. Esta ausencia, sin embargo, del 'lt:VEop.a a nivel lexemático no puede constituir un arguménto decisivo para juzgar de la relevancia o irrelevancia del código pneumatológico en Rom. 6, ya que más allá del nivel lexemático está el de las funciones y cualificaciones que será necesario examinar, como lo hemos hecho al analizar los restantes códigos. Una de las cualificaciones que definen esencialmente al 'lt:VEop.a es su condición de Mvap.tc;. El 'lt:VEop.a es ante todo Mvap.tc; de Dios que actúa, primero en Cristo resucitado y después en todos los creyentes, en cuanto éstos participan de la resurrección de Cristo. Esta cualificación puede venir designada lo mismo por el término ()óvap.tc; que por el de ()óEa (cf. Rom 1, 4; 1 Cor 15, 43 y 6, 14). La convergencia, por otra parte, de los términos ()óEa-'lt:vEop.a viene expresamente afirmada en 2 Cor 3, 17.18 : "ó ae xóptoc; 'to 'lt:veop.á &a'tc..... ~p.Etc; ae 'lt:áV'tEc;... 'tl¡v atl't~v Etxó\la 1'-E'tap.opcpoóp.s&a a'lt:O ()óE'Ylc; Etc; ()óEav xa&á1t:Ep Q'lt:O xop[ou 'ltVEÓp.atoc; ". Fuera, pues, de algunos casos en que la ()óEa es empleada en un senitdo relativamente banal (cf. ~or 3, 7), por lo general se puede ver tras este término una cualificación dinámica del espíritu. 155 154 Esta convicción era general en la comunidad primitiva; cfr. He 2, 38; 9, 17; Jn 3, 5; Bern. 11, 9. 11 ; Hermas, Sim. IX, 13; Clemente, Paed. 1 25, 1 ; 26, 1; 29, 1; Strom 111 78, 5; V 25, 5; Protr. 112, 3. Cfr. R. BULTMANN, Theo[ogie des N. T., 335.341; W. D. HAUSCHILD, Gottesgeist und der Mensch. Studien zur früchristlichen Pneumatologie, München 1972. La conjunción en forma de endiadis de ltveu¡uz-Mva¡t.l' se puede ver en 1 Cor 2, 4 y 1 Tes 1, 5. En ambos casos en conexión con el kerygma predicado por Pablo (cfr. la expresión 11:ávw .. , !veprai -ro g,. xat ail-ro ltveu¡t.a, 1 Cor 12, 11; lo mismo en Gál 3, 5). 155 R. BuLTMANN (Theologie des N. T., 158): "wie nun dynamis und doxa gleichbedeutend sein konnen ... so ist auch pneuma mit doxa als himmlische Lebenskraft verwandt". En 2 Cor 3, S Pablo habla de la diakonía apostólica como una diakonía sv llóE-¡¡ precisamente por ser una diakonía 'to1í 1t:veÚ!'-a-ro<;.
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En Rom 6, 4b aparece la (ió~a del Padre como fuerza que actúa inmediatamente en la resurrección de Cristo ( Xpta-ro<; ~¡épfh¡ (itd -ri¡<; (ió~-y¡<; -roó Ilatpó<;). En virtud de la estructura comparativa (ooa'ltep-o~-roo<;), que viene, a su vez, propulsada por la. construcción-!va, la vida de Cristo resucitado se proyecta directamente sobre la xatvó-rr¡¡; ~oof¡<; en la que debe caminar el cristiano. El caminar del cristiano resulta así, en definitiva, un " 7tept7tau\v 8td -ri¡c: (ióE-y¡<; -roó Ila-rpó<; ", que en Gál 5, 16 es descrito como un "caminar en el espíritu'' ( 'ltveóp.a-rt 7tept7tau\v; cf. Gál 5, 18: 'ltveó¡ta-rt a¡ea~at). En Rom. 6 el 'lteptn:a-retv Ev xamh-y¡-rt ~ooi¡<; representa la verificación concreta de que la á¡tap-r1a no ejercerá ya su reinado y de que, por consiguiente, los creyentes no están bajo el dominio de la ley (instrumento de laáp.ap-r[a) sino bajo el dominio de la gracia (6, 14b.l5b). Ahora bien, este nuevo régimen es exactamente el que en 8, 2 aparece denominado como dominio de "la ley del Espíritu de vida". Es la misma dialéctica descrita en Gál 5, 18: e[ ae 'lt'IEÓ¡ta"tt a¡ea~e obx EOtE tl'ltO VÓ¡tO'I. Creemos, por esto, fundado ver en la funcionalidad de la (ióEa del Padre la funcionalidad misma que Pablo atribuye al 'ltveóp.a en su código pneumatológico. R. Bultmann quiere ver incluso presente la dinámica del ·'ltveó¡ta tras las funciones subyacentes en los lexemas X,dpt<; y X,dpta¡ta 156 (cf. 1 Cor 15, 10; 2 Cor 12, 9). 157 La x.dpt<; aparece en Rom 6, 14b.15b como fuerza que ejerce su dominio en el vóv salvífica. Por otra parte, en 6, 23b con el término xdpta¡ta se pone de relieve el carácter gratuito (don) que tiene la ~oo~ a[ómo<; que se inaugura en el vóv salvífica. Ahora bien, las categorías de don y gratuidad evocan espontáneamente el código pneumatológico. 158 Otro motivo que evoca connaturalmente el código pneumatológico es el de los "frutos". En Gál 5, 16-25 el doble catálogo de vicios y de virtudes 159 pone de relieve la antítesis que existe entre la adpE y el
156 157
R.
BuLTMANN,
Theologie des Neuen Testaments, 158.
La proximidad semántica "xdpt~-Mvapt~" es evidente en la construcción-endía-
di& de He 6, 8: r.:A.~p71~ y_dptT.o~ xa! 1lovd¡wll<;, en claro paralelismo con la expresión precedente: r.:A.~p71; r.:v<Ú!laT.o<; d¡loo (6, 5). 158 De hecho el r.:vsü11a aparece frecuentemente acompañado de los verbos darenviar-recibir (cfr. Rom 5, 5; 8, 15; 1 Cor 12, 7; 2 Cor 1, 22; 11, 4; Gál 3, 2. 5.14; 4, 6). 159 Cfr. E. KAMLAH, Die Form der kata[ogischen Pariinese im Neuen Testament, Tübingen 1974. El autor sostiene (p. 16) que existe una cierta correspondencia entre el catálogo de vicios y de virtudes de Gál 5, 15-25 y Rom 6, 20-23: "In Rom 6, 20-23 ist man jeden Augenblick auf ein Katalogpaar gefasst, das dem im Galaterbrief etwas entsprechen würde".
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193
'ltVEÜfla partiendo de la dialéctica de los resultados o frutos (cf. Gál 6, 8).
La proximidad entre Gál 5, 6-25 y Rom 6, 20-23 viene sugerida no solamente por el recurso al común denominador xap'ltó~, sino además por la confluencia de este motivo con el de la "libertad". En Gál 5, 13 se proclama la vocación (xA.~crt~) del cristiano a la libertad, pero precisando bien que no se trata de una libertad absoluta e incualificada (acpopfl~V) sino de la libertad para servir en el amor (aA.A.d. Btd. -ci¡~ a¡á'ltr¡~ aouAEÚE"'CE aA.A.~ A.ou¡;}. Rom 6, 20-23 viene dentro del contexto de la liberación del pecado, que se proyecta positivamente como servicio activo a Dios. La liberación es sin duda una función específica del 'ltVEÜfla ; en Rom 8, 2 se dice expresamente que la ley del Espíritu de vida es la que nos ha liberado (neuiMpmcrÉv crE) y la que propulsa en nosotros el nuevo dinamismo ético; de igual manera, en 2 Cor 3, 17.18 el Espíritu aparece en relación esencial con la libertad ( oú aE: 'ltVEÚflO: -coü Kup[ou &A.eu&ep[o:), atribuyéndose a su dinamismo liberador la transformación radical del cristiano. No menos específica del pneuma es la función "santificadora''. El grupo semántico de la d¡tmcróvr¡ tiene como punto de referencia fundamental el 'ltVEÜflo:. que es denominado por antonomasia "'ltveüp.o: aTtov" (Rom 5, 5; 9, 1; 4, 17; 15.13.16; 1 Cor 6, 19; 12, 3; 1 Tes 1, 5; 4, 8) y "'ltVEÜflO: á¡tmcróvr¡~" (Rom 1, 4). La presencia del término á¡to:crfló~ en Rom 6, 22c -en un contexto en el que afloran diversas funciones características del 'lt'IEÜflO: (Ef..eu&ep[o:, XO:p'ltÓ~, Xáptcrflo:, f:;m~ O:lO)'IlO~)- permite ver también aquí una función característica del Espíritu. El que Pablo no mencione explícitamente el 'ltVEÜflO: en Rom. 6 se puede deber al deseo de reservar para el cap. 8 el tratamiento directo del tema, presentando al 'ltVEÜflo: como la verdadera nueva "ley de vida", tras haber dejado al descubierto en el cap. 7 la dramática situación del hombre bajo la ley antigua. No obstante, toda esta serie de "indicios" de la presencia subyacente del código pneumático ayuda a contemplar el problema de la tensión indicativo-imperativa! desde una nueva clave de interpretación. Si en 1 Cor 6, 11 se puede describir la condición indicativa} del cristiano con la tríada de aoristos a'ltsA.oócro:cr&s, ~Tácr&r¡-cs, s~txo:till&r¡-cs es, en definitiva, porque se trata de un evento realizado &v -ctji dvóflo:-ct -cou xup[ou 'Ir¡croü Xptcr-cotí xo:i EV -ctji 'ltVEÚflO:"t\ -coü &soü ~flü'JV. El Espíritu es el que hace que los cristianos se puedan con verdad denominar ~~to:crflÉVot y á1iot (1 Cor 1, 2). Pero es el mismo Espíritu el que, por su condición esencial de aóvo:flt~, convierte la xA.Y¡crt~ cnstiana en imperativo, de suerte que rechazar la dinámica imperativa! representa efectivamente rechazar al m1smo Es-
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píritu (1 Tes 4, 8). 160 En el discurso de Rom. 6 la amplia descripción del indicativo cristiano adquiere plena luz cuando ésta se polariza en la presencia del "Espíritu Santo que nos ha sido dado" ('toü ao&éno¡; ij¡üv, Rom 5, Se). Entendido el vüv como eclosión de la presencia del Espíritu es fácil comprender la afirmación asertiva del xap'ltov ~xs•s (6, 22c) y que esta afirmación asertiva se proyecte necesariamente en un st~ áTtacrp.óv (6, 22c). El vüv del cristiano es necesariamente tarea, imperativo de santificación, precisamente por estar fundamentado en la realidad indicativa! de la presencia del Espíritu. 161
6.
EL CÓDIGO ÉTICO
El estudio del código ético comporta una amplia problemática que trataremos de estudiar desde una doble perspectiva : la del discurso ético en cuanto acto lingüístico que desarrolla de forma especial la función apreciativo-conativa, y la de las estructuras argumentativas concretas que tratan de plasmar la función conativa en resultados efectivos de convicción y adhesión.
A)
EL DISCURSO ÉTICO
En la clasificación general del discurso, Ch. Morris 162 -tomando como criterio tanto la manera de significar como el uso de los complejos sígnicos- pone en la misma columna el discurso legal, el moral y el religioso : todos ellos caracterizados por la función estimulante o conativa, pero que se distinguen entre sí por la dominante designativa, prescriptiva y apreciativa, respectivamente. El propio Morris reconoce, sin embargo, que por lo menos en el cristianismo -donde el problema moral ocupa un puesto central- el "discurso moral y el religioso pueden resultar muy semejantes", 163 pudiendo integrar a un tiempo las características antes enumeradas. Morris se muestra, con todo, reacio a integrar
160 A partir de este mismo código deben entenderse las severas amonestaciones a conservar, a través de una praxis digna, d'Ttov nuestro cuerpo (1 Cor 6, 19) y a no violar el "templo de Dios" que llevamos en nosotros (1 Cor 6, 16 ss.). 161 Cfr. H. ScHIJER, Der Romerbrief, 212. 162 Ch. MoRRIS, Signs, Language and Behaviour, New York 1946 (trad. ital. Segni, Linguaggio e Comportamento, Milano 1963, 124 ss.). 163 Ch. MORRIS, o. c., 146.
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en el discurso moral el aspecto prescriptivo, que considera propio del lenguaje legal. 1M Otros autores, sin embargo, no sólo no ven dificultad en tal integración sino que consideran el lenguaje moral como una especie del lenguaje prescriptivo. De hecho R. M. Hare dedica la primera parte de su obra sobre el lenguaje de la moral 165 al estudio del modo imperativo, que es la forma característica del discurso prescriptivo. Lo más correcto sería decir que el discurso moral integra por igual el elemento apreciativo y el prescriptivo, pero sin que ninguno de éstos haya de reducirse necesariamente al otro. De ahí que si en la práctica se acepta el criterio kantiano de denominar "imperativo" a todo juicio moral, esto debe entenderse desde un concepto amplio de imperativo. 166 En sentido estricto se impone la distinción entre imperativos (que pueden ser singulares o plurales) 167 y juicios de valor, cuyo ámbito de por sí se extiende más allá de los contenidos morales. 168 La dinámica relacional entre juicio moral o juicio general de valor y el imperativo pasa necesariamente por la formulación del juicio de valor concreto. Éste no se limita a las razones generales que pueden tener validez en el nivel lógico objetivo o nivel de la creencia, sino que presta atención a toda una serie de elementos psicológicos personales de muy diversa índole, que son los que, en definitiva, rnueven al individuo al asentimiento. 169 En nuestro estudio hemos empleado a menudo el término "imperativo" en un sentido amplio, aplicándolo a asertos de carácter moral que proyectan el indicativo cristiano hacia la praxis en forma de ser o de deber hacer. La razón de haber adoptado este lenguaje es, en definitiva, la naturaleza misma del discurso de Rom. 6, encuadrado en el nivel principia! de la perspectiva de la fe. Pablo es consciente de que puede existir Ch. MORRIS, o. c., 139. R. M. HARE, The Language of Morals, Oxford 21964. 166 R. M. HARE, o. c., 16. 167 R. M. HARE, o. c., 3. 168 En la teoría de J. L. AuSTIN (How to do things with words, Oxford 1962) los diversos factores que sirven para diferenciar "los actos de lenguaje" (factor de constatación, orden, aprobación, desaprobación, etc.) entran en el acto de lenguaje (Speak;-Akt) no en cuanto "locution" o acto proposicional que pone en juego la función predicativa, sino en cuanto "illocution", e. d., desde la dinámica especial desarrollada en el mismo hablar ("in saying"). Ck P. RrcoEUR, La métaphore vive, Paris 1975, 96. 169 R. M. HARE, o. c., 164. La distinción entre juicio de valor general o juicio moral y juicio de valor concreto va paralela a otra distinción fundamental: no es lo mismo decir una cosa y hacerla creer, como no es lo mismo decir una cosa a uno y hacérsela hacer. 164 165
196
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una problemática concreta en la vida del cristiano capaz de crear cisuras entre los juicios de creencia y los juicios de actitud 170 (cf. la referencia a la cicr&Éveta -r"Y¡<; crcxpxóc;, 6, 19); pero esto es un problema que no modifica la dialéctica de lo principia!, que es el nivel en el que se sitúa el discurso. El cristiano es el hombre que "sabe" (conoce y cree) que la versión imperativa! del indicativo cristiano alcanza a la existencia total del individuo, y que sólo podrá tener validez efectiva cuando es aceptado como juicio de valor concreto. En esta perspectiva -aunque sin descender del nivel de lo principia}- debe entenderse la culminación de las formulaciones morales asertivas en formulaciones imperativales (cf. el paso del '1va 7tEpt7ta-r~crroflEV 6, 4c, al p.~ oov ~acrtAEuÉ-rro ~ á¡1ap-ría ... flr¡ae 7tcxptcr-rávE-rE ... ciHd. 7tapacrt~cra-rE, 6, 12.13.19d). El hecho de que el cristiano "conozca" por la fe esta conexión interna entre el juicio religioso-moral asertivo y el juicio concreto de valor que desemboca en el imperativo, no excluye la convicción realista de que a nivel de existencial concreto existen otros factores (de orden psicológico, social, etc.) que pueden influir seriamente en el definitivo asentimiento de actitud. 171 Prueba de ello es la misma forma de plantear el discurso de Rom. 6: la doble interrogación -ri oov (6, 1.15) significa que, al menos por parte de algunos cristianos, existía una cierta resistencia a comprender o, al menos, a aceptar el imperativo de "no pecar" como una inferencia necesaria de los principios constitutivos del indicativo cristiano. 172 no Empleamos aquí los términos de "creencia" y "actitud" en el sentido en que son usados por Ch. L. STEVENSON (Ethics and Language, Yale 1944, 2 ss.). Al tratar de definir las dos clases de acuerdo y desacuerdo que pueden darse en el discurso prescriptivo, lo hace a partir del nivel de la "creencia" y el nivel de la "actitud". El nivel de la creencia se centra en el "modo en que se deben efectuar las descripciones y explicaciones verdaderas de las cosas". De ahí que en el juicio de creencia entren ante todo los factores objetivos, como sucede en las ciencias. El nivel de actitud, por su parte, se centra "en la aprobación o desaprobación" que las descripciones llamadas "objetivas" pueden generar en el escucha, debido a los factores de orden personal y subjetivo, que pueden en determinados casos llegar a anular la "creencia". Ambas esferas, aunque diferenciadas, guardan una estrecha relación. De ahí que una de las vías para vencer el desacuerdo de actitud sea el profundizar el acuerdo de creencia y viceversa. 171 Para los autores que, como R. Bultmann, recluyen todo el problema del indicativo-imperativo en el cuadro de la fe sin proyección inmediata sobre la praxis ética, la dialéctica aserto-juicio de valor-imperativo (con los problemas de fondo que plantea el acuerdo de actitud) carece en realidad de sentido. 172 Cfr. P. M. J. LAGRANGE (Épitre aux Romains, 143): "L'objection n'est pas purement académique. Paul sait qu'on calomnie sa doctrine (3, 8). On lui reprochait d'enseigner qu'il faut faire le mal pour amener le bien". Cfr. O. Kuss, Der Romerbrief, 294; K. RüMPF, "Zur Struktur des Romerbriefes", ZKTh 72 (1950) 333349; N. GXuMANN, Taufe und Ethik, 69; H. SCHLIER, Der Romerbrief, 190.
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Las ulteriores referencias alltvr¡-rov oillp.a (6, 12a), a la dinámica de las emltup.[at (6, 12b) y a la daltÉveta -r"fj~ oapxóc; (6, 19a) vienen a corroborar la convicción del papel que estos factores pueden desempeñar especialmente a nivel de asentimiento de actitud. En esta perspectiva aparecen encuadrados los diversos códigos éticos que funcionan en el texto. Su objetivo es remover los obstáculos que se oponen a la aceptación plena ; de ahí que desempeñen la doble función de convencer y persuadir. 173 Es sobre todo en este segundo nivel donde entra en juego toda una serie de recursos del lenguaje, como la metáfora, la descripción viva, la adecuada combinación de las formas asertivas e imperativas ; no menor importancia tiene la selección de esquemas y motivos que pueden influir más directamente en la imaginación y en el sentimiento, como son los que se imponen por su evidencia inmediata : alternativa inevitable en la condición de servicio, dialéctica de los frutos, del premio y del castigo, etc.
B)
ESTRUCTURAS ARGUMENTATIVAS
Al emplear la expresión "estructuras argumentativas" queremos destacar, primero, el factor literario (se trata en efecto de estructuras o esquemas literarios frecuentes en la tradición parenética paulina) y, en segundo lugar, la dialéctica subyacente al uso de estos esquemas en el discurso, en su función de motivos destinados a convencer y persuadir. a)- El motivo 7Cept7Caceiv Una de las experiencias más inmediatas que se le ofrecen al hombre es la experiencia de la vida como movimiento, cuya expresión más normal es la del "caminar". El carácter polisémico del caminar corresponde a la complejidad de niveles en los que se desarrolla la vida.
173 Sobre la . necesidad en tales casos de recurrir a la "exhortación" escribe Ch. STEVENSON (Ethics and Language, 140) "Para cambiar el giro de las actitudes del escucha no se recurre al instrumento intermedio que consiste en modificar las creencias, sino a la exhortación abierta o sutil, llana o rebuscada. Para algunos la persuasión tendrá un resultado absolutamente transitorio si no viene adecuadamente combinada con los métodos racionales. Es evidente, sin embargo, que. por amante que una persona sea de los métodos racionales, se deja influenciar más fácilmente y de forma más fuerte y duradera cuando intervienen conjuntamente la persuasión y la razón que cuando se recurre a las solas razones".
19"8
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En el A.T. se usan diversos términos hebreos para traducir esta idea. El más frecuente es el verbo hlk (especialmente en las formas de qal e hitpael). En sentido muy próximo al verbo hlk son usados también, en construcción unitaria, los verbos b' y y.f. 174 La derivación del sentido general al ético aparece de forma especial en las construcciones halak (hithaltek) lifne (= caminar al servicio de 175) y halak bcderek. 176 Los LXX explean diversos verbos para traducir hlk. Los más frecuentes son 7topeóeaftat, 7tEpt7tautv . De estos verbos se sirven especialmente para describir la antítesis entre el comportamiento ético del justo y el del impío: el justo camina en la verdad (en la justicia, en la ley, etc.); el impío camina en la mentira (en las tinieblas, en la iniquidad, etc.). Aunque con rasgos menos marcados que en el judaísmo posterior, se vislumbra ya aquí la doctrina de las "dos vías". 177 En los textos veterotestamentarios que desarrollan la idea del "caminar" destaca un profundo sentido teonómico. Dios ha escogido a Israel como pueblo liberado 178 y le ha enseñado a caminar (Os
174 Los verbos b' y Yl son empleados en el A. T. no solamente para indicar la vida en general, sino especialmente para significar algunos movimientos determinantes en la misma, como es el "entrar-salir" en la existencia (Gén 25, 25.26; 38, 28.29; Jer 20, 18; Job 1, 21; 3, 11; 10, 18), o los cambios de carácter migratorio, que tan profunda huella dejan en la existencia de las personas (Gén 10, 11; 12, 1; 31, 13; Núm. 1, 9; 33, 1; Dt 2, 23). Este sentido profundo de los verbos b' y y.y' cobra especial relieve cuando aparecen construidos en bina inmediata (cfr. Ex 28, 35; Lev 16, 17; Dt 31, 2; 1 Re 15, 17; 2 Re 11, 18) sobre todo con el significado de "dirigir la vida" del pueblo (cfr. Núm 27, 17; 1 Sa 18, 16). Con el mismo significado que b' y yl suele ser empleada también la bina b' - hlk (cfr. Qoh 1, 6) o swb- hlk (cfr. Qoh 1, 6; 3, 20; 12, 15). Cfr. P. JoüoN, hithallek lifne, Bibl 3 (1922 57-58; G. BERTRAM, 1taTÉw-7reptrraTÉW ThWNT V 942-943; J. SCHMID, Lexikon für Theologie und Kirche, Freiburg 1965, Vol. X 953. 175 El verbo hlk seguido de la partícula lifne aparece tanto en la forma qal (cfr. 1 Re 2, 4; 3, 6; 8, 23.25; 9, 4; 2 Cron 6, 16; 7, 17) como en la forma hitpael (cfr. Gén 17, 1; 24, 40; 48, 15; 2 Re 20, 3; Sal 56, 14; 116, 9). La idea de "servicio" que esta construcción encierra tiene normalmente como referente a Dios, pero puede tener como referente también al hombre (cft. Gén 24, 51; 2 Re 3, 14; 15, 16). Los LXX traducen en algunos casos el verbo hlk con el verbo griego "dape::n:eiV' que no es precisamente el más adecuado para traducir el sentido original (cfr. Gén 17, 1; 24, 40; 48, 15; Sal 56, 14; 116, 9). 176 Los términos más frecuentes que suelen ser introducidos por la partícula be son drk (Núm 21, 21; Dt 2, 27; 6, 7; 11, 19.22; 19, 9; 26, 17; 30, 16; 1 Sam 8, 5; 1 Re 11, 38; Sal 1, 1; Qoh 10, 3 et passim), /;lsk (Qoh 2, 14), twrh (Ex 16, 4; Lev 18, 3.4; 2 Re 17, 8), J:¡qqh (Bar 14, 13; Ez 20, 19; 37, 24; Dan 9, 10), rm (Sal 25, 1; 83, 1), 'wr (ls 5, 11), i§qr (Jer 23, 14), sryrwt (Jer 23, 17). 177 G. BERTRAM, 7ra>:Ém-ltapt1taTéw, ThWNT V 943: "Dabei kling das Motiv von den beiden W egen an". 178 Israel aparece expresamente como pueblo de Yahwé (Gén 15, 1 ss.). Lá expresión más frecuente para indicar esta idea suele ser 'ammi (cfr. Gén 23, 11;
ESTRUCTURACióN A NIVEL DE COMPOSICióN
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11, 3) en sus preceptos. Los libros sapienciales, aunque desarrollen el papel especial de la razón y de la experiencia personal en el caminar ético, reconocen al mismo tiempo que Dios es el centro de control y de referencia (cf. Prov 3, 5.7; 16, 1.9; 19, 14.21 ; 20, 24; 21, 30 179). A la relación teonómica responde de parte del hombre el sentido de responsabilidad, 180 que se expresa en términos de fidelidad y de conversión integral. 181
En el discurso de Rom. 6 Pablo describe la proyección ética del indicativo cristiano recurriendo al esquema clásico del AT: el cristiano se constituye en el bautismo en condición de lanzado a "caminar" en la nueva vida, que es la forma de participar en la vida del Cristo resucitado. El esquema del "caminar" es formulado primero desde la polaridad positiva: 'lva roa1tep l¡TÉpfi.y¡ Xpta"to<; EX vexpillv .•• xai ~flet~ EV xatVÓ1:Yj'tt ~roi¡<; 'ltept'lta't~OrofLEV (6, 4bc); posteriormente viene formulado desde la polaridad negativa, como no-servicio al pecado: 1:oü fLTjXÉ'tt aooA.eóetv 'tij CÍfLap'tt!f (6, 6d). La versión del 1tept1tantv en términos de aooA.eów responde direc41, 40; 49, 29; Ex 37, 10 et pa.ssim). Se advierte una diferenciación en los textos del A. T. en lo que se refiere al hecho determinante por el que Israel comienza a ser "pueblo de Yahwé": mientras que J y E vinculan la elección al evento de Gén 15, 1 ss. la tradición Sacerdotal (P) considera la liberación de Egipto como el evento constitutivo (cfr. Ex 6, 6 : "Yo soy Yahwé, yo os libertaré de los duros trabajos de los egipcios, os liberaré de su esclavitud y os salvaré con brazo tenso y con grandes castigos, Y o os haré mi pueblo y seré vuestro Dios. oo"). La solemnidad que en este texto reviste la presentación de Yahwé ('ny yhwh) y la acumulación de verbos de liberación (whw-1'ty 'tkm.oo whHltyooo wg'lty 'tkm) dan a la asunción que Yahwé hace de su pueblo (wlqJ:¡ty 'tkm ly l'm) a través de la liberación de Egipto todo el carácter de un acto constitutivo. El decálogo, que sella la alianza sinaítica, es introducido por la autopresentación de Yahwe cómo el Dios de Israel que le ha liberado del Egipto (Ex 20, 1; Dt 5, 6); Oseas (11, 1) describirá de forma poética cómo la infancia de Israel coincide con la llamada que Yahwé le dirige al liberarlo de Egipto. 179 Cfr. VoN RAD, Weisheit in Israel, Neukirchen-Vluyn 1970 (trad. ital. La Sapienza in lsraele, Torino 1975 94 sso). 180 La responsabilidad ética del individuo y de la sociedad aparece de una manera plástica en las frecuentes recriminaciones que los profetas dirigen a Israel. Uno de los esquemas más característicos en que se suelen formular estas recriminaciones es el rib. Cfr. A. DmssLER, "Micha 6, 1-9. Der Rechtstreit Yahwes mit Israel um das rechte Bundesverhiiltnis", Trier ThZ 68 (1959) 229-234; E. WÜRTHwmN, "Der Ursprung der prophetischen Gerichtsrede", ZThK 49 (1952) 1-16; J. HARVEY, "Le RIB-Pattern, réquisitoire prophétique sur la rupture de l'alliance", Bib. 43 (1962) 172-196; IDEM, Le Plaidoyer prophétique contre Israel apres la rupture de l'Alliance, Bruges-Paris-Montréal 1961. 181 Cfr. por esto mismo la importancia que en el marco de la conversión tiene el verbo sub (= volver a Yahwé), como en Jer 3, 12: swbh m8wbh ysr'l (Cfr. Jer 2, 2; 11, 25; Os 2, 16.17).
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tamente al sentido de la formulación hebrea hithallek lifne. 182 Esta versión del 'lt:Epma"tEtv como aeof...Eóetv se conservará a lo largo del capítulo, especialmente en la segunda secuencia. La inserción del 'lt:Ept'lt:a'tztv (aoof...Eóm) en el cuadro del 'lt:Ó"tE-vov (cf. 6, 19c) pudiera hacer pensar que la dialéctica de la "doble vía" ha quedado superada en el hoy del creyente. Sin embargo, la formulación imperativa!, así como el recurso posterior al motivo de los frutos y del premio-castigo (6, 21-22) indican claramente que tal dialéctica sigue todavía operante. b) El motivo de las "armas"
El recurso al motivo de las "armas" en contexto parenético no es exclusivo de Rom. 6. Pablo recurre a este motivo con frecuencia para poner de relieve la condición de lucha a la que está sometido el existencial cristiano. Las "armas" de que dispone el cristiano son las virtudes, representadas a través de símbolos diversos, y puestas en conexión inmediata con el indicativo cristiano (1 Tes 5, 8; 183 Rom 13, 12; 2 Cor 6, 7; 10, 4; cf. Ef 6, 11 ; 1 Pe 4, 1). La novedad que Rom 6, 13 presenta con relación a los demás textos es la de situar el motivo de las "armas" en conexión inmediata con el constitutivo antropológico. Las "armas" no son aquí las "virtudes" 184 Cfr. P. JoüoN, hithalfek lifne. Bib 3 (1922) 57-58. El tema de las armas suele figurar en contexto parenético, teniendo como trasfondo la realidad indicativa! del cristiano que le capacita para la lucha. Este indicativo viene descrito en 1 Tes 5, 8 como situación real de pertenencia a la edera del día y de la luz (-¡jp.ú~ 1iE 1Íf1Épo:~ lív·w;; cf. Rom 13, 13: w~ ev 'f.p.Épq). Sobre esta base indicativa! es lógico que las armas sean ,
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sino "los propios miembros", que deberán ser empleados como instrumentos de la virtud al servicio de Dios ( o1tA.a. atxatoaóvr¡<; -c
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185 La novedad de la versión paulina del "motivo de las armas" aparece aún más clara si comparamos Rom. 6 con los diversos textos de la tradición judaica donde las armas se ponen directamente en Dios (cfr. Is 59, 17), en el enviado de Dios (Sab 18, 14-15), en el logos (FILÓN, De Somniis 1, 103), en el Mesías (Sal 2, 9; Is 11, 4) o én el orante en cuanto participa en el uso de las armas del Mesías. Cfr. J. PRECEíio LAFUENTE, "El Cristiano en la metáfora castrense de S. Pablo", en: Studiorum Paulinorum Congressus, 11, 342-358. 186 Sobre la dxpaaia cfr. ARisTÓTELES, Ethica Nic., VII, 1 ss.
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El motivo de los "frutos"
El motivo de los "frutos" se caracteriza también por su evidencia inmediata e intuitiva. Cuando Mt. 7, 15 ss. quiere prevenir contra el peligro de seducción de parte de los falsos profetas, el argumento resolutivo es el de los frutos: th:o 10>11 xap'ltm'\1 aÚ"Cffi'\1 E'ltt"j"'II<ÍlOEO{}E au-coó¡; • El sentido concreto y positivista de los judíos encontraría en el argumento de los frutos uno de los instrumentos fundamentales de verificación éticoreligiosa. Los frutos del justo consisten en la observancia de los mandamientos y en la realización de obras buenas. 187 En Pablo el motivo de los frutos está encuadrado normalmente en contexto parenético. Esto significa que su función no es la de puro criterio distintivo. 188 En la larga enumeración de frutos en Gál 5, 16-25 se puede advertir claramente el COnteXtO parenético-imperatival: AÉ¡ro aé, 'lt'IEÓ(.l
187 Genesis Rabba 30, al comentar Gén 6, 9 hace la siguiente pregunta: ¿cuáles son los frutos del justo?" A la que responde: "el cumplimiento de la ley y las buenas obras". El judaísmo tardío desarrollaría el concepto -referido al comportamiento humano- sirviéndose del binomio "capital/interés". El término perz = interés se aplicaba a los frutos que se limitaban a esta vida, mientras que el término qeren quedaba reservado para el capital de base, que sería sopesado exclusivamente en el juicio definitivo de Yahwé (Cfr. T. Pea 1, 2-4 (18); STRACK- BILLERBECK, 1, 466; 668). En Qumran el tema de los frutos suele aparecer encuadrado en el esquema de los dos espíritus como criterio de reconocimiento de los mismos (Cfr. IQS III, 14). Para el N. T. cfr. Me 4, 7.8.29; Jn 4, 36; 12, 24; 15, 2.4.5.8.16. 188 El reducir la presencia del motivo-xapo.ó; a la función verificativa, como pretende E. KAMLAH: (Die Form der katalogischen Pariinese, 181) nos parece insuficiente. El contexto parenético en el que suele ser empleado indica la voluntad del autor de suscitar el acuerdo de actitud y, por tanto, la intención imperativa en orden al comportamiento ético. 189 El "fruto" tiene aquí el carácter de "resultado" de todo un proceso éticoreligioso en el que ha intervenido el elemento humano en conjunción inseparable con Cristo (1ltd 'b¡croli Xptcr'toii, 1, 11). No se trata, pues, de un simple criterio de distinción; tanto más que aquí -a diferencia de lo que sucede en Gál 5, 16-25la bipolaridad positivo-negativa (crápE-o.ve~¡w) no entra en juego A lo más se puede decir que esta bipolaridad está implícita tras el deber del cristiano de dicernir y
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El motivo de los frutos tiene en estos textos función de "criterio de verificación", pero sobre todo es expresión de la dinámica interna del indicativo cristiano. El hecho de que Pablo emplee normalmente el singular xap7tóc; y no el plural se debe sin duda a que el apóstol tiene ante todo en cuenta la dinámica productiva, fundada en el ser-en-Cristo (en el Espíritu). Desde esta perspectiva unitaria tiene poca importancia el que el catálogo de los frutos sea extenso (como en Gál 5, 16-25) o reducido (como en Fil 1, 11). La enumeración de las virtudes (corre!. de los vicios) dependerá en definitiva de las exigencias imperativales de cada caso. l!lO En Rom. 6 la perícopa de los frutos se sitúa al final del discurso (vv. 21-22). Tras la exposición de los argumentos anteriores, el motivo de los frutos, expuesto en forma asertiva, aparece como el último recurso en orden a remover los obstáculos que pudieran aflorar a nivel de actitud. Tras este tipo de argumento no queda teóricamente otro recurso que el de la amenaza del castigo y la promesa del premio. Es lo que dialécticamente viene a representar el motivo ó4(ínna-xdptcrl-'-a en 6, 23. Pablo no enumera en 6, 21 unos frutos determinados; indica solamente el objetivo común al que éstos conspiran : la santificación (a¡ e; á¡tacrp.óv, 6, 22c) y la meta última (-réA.oc;), que es la vida eterna (6, 22d). De los frutos negativos no se indica el objetivo inmediato sino sólo el sentimiento de disforia que el creyente experimenta ; sí se indica, en cambio, la meta final (-réA.oc;), que se identifica con el salario de la muerte (6, 21c.23a). El tex·to de Rom 6, 21-22 se estructura sobre el esquema 1tó-re-vov, que venía presidiendo el desarrollo del discurso desde el v. 17 a través de optar por 1:a ar11rpipona frente a 1:a datdrpopa. J. GNILKA, Der Philipperbrief, Freiburg i. Br. 1968 (trad. ital. La Lettera ai Philippesi, Brescia 1972, 115). 199 Una referencia especial merece también Ef 5, Sb-11. El texto se sitúa dentro de una amplia parénesis bautismal, en la que se desarrollan los motivos clásicos: antítesis "hombre viejo-hombre nuevo" (4, 22-24), "caminar de acuerdo con las formas de los paganos -caminar de acuerdo con lo que han aprendido" (4, 17.21), antítesis despojarse (rbrofl.áalhn)- revestirse (svaúaa:¡fl.at). El tema de los "frutos", que responde a una dialéctica no sólo verificativa sino efectiva, está construido sobre al antítesis indicativa} "rptíJ~-axó•~~". de un marcado tono dualista. Sobre las dificultades literarias de este pasaje y sus afinidades con la doctrina qumránica, cfr. E. KAMLAH, o. c., 181; K. G. KUHN, "Der Epheserbrief im Lichte der Qumrantexte", NTS (1960-1961) 334-346; J. MURPHY-O'CONNOR, "La vérité chez Saint Paul et a Qumran", RB 72 (1965) 51 ss.; G. MoLIN, Die Sohne des Lichts, Zeit und Stellung der Handschriften vom Toten Meer, Wien-München 1954; H. BRAUN, "Qumran und das Neue Testament. Ein Bericht über 10 Jahre Forschung (1950-1959)", TR 29 (1963) 239-242.
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de un triple esquema: el primero de carácter indicativa! (vv. 17-18), el segundo preponderantemente imperativa! (v. 19) y el tercero de carácter sintético o indicativo-imperativa! (vv. 20-22). 191 La estructura 1tÓ-c:e-vov da al motivo de los frutos un carácter marcadamente dualista: el1tó-c:e representa la época y el espacio del dominio de la á¡.tap-c:ía con su secuela de pecados y vicios. Literariamente se esperaría aquí el consabido catálogo de vicios (cf. Gál 5, 16); Pablo prefiere, sin embargo, sustituirlo por un recurso de gran efecto retórico : la descripción de la sensación de vergüenza ante la supuesta secuela de pecado (6, 21). Un esbozo de este catálogo de vicios aparece apuntado ya en 6, 19b: aooA.a -c:i¡ d.xa&apcrÍ!f xa! -c:ij d.vo¡.tÍ!f ek d.vo¡.tíav . 192 El vov, por su parte, representa el tiempo y el espacio propios de la xápt<;, del 1.:\IEO¡.ta. de la atxatoaó'l'f¡, del á¡taa¡.tót;; y de la ~oo~ atcímot;;. Este trasfondo bipolar y dualista es empleado por Pablo no para ceder a un pesimismo pasivista y determinista o a un optimismo entusiástico y libertino, sino para reforzar el imperativo; los "frutos" son resultado y verificación de la opción fundamental por uno de los dos tipos antagónicos de 1tept1ta-c:etv: caminar en el servicio a la justicia o caminar en el servicio al pecado. Esta función la desarrollan "los frutos" al doble nivel: indicativa/ (los frutos son una realidad asertiva y fáctica) e imperativa/, por cuanto la verificación de los resultados impulsa al asentimiento y, por tanto, a la aceptación del imperativo subyacente. 193
191 Cfr. P. TACHAU, "Einst" und "Jetzt" im Neuen Testament (FRLANT 105), Gottingen 1972, 120-121. El autor propone un triple esquema rró'te-vuv, que muy bien podría ser considerado como un triple momento del desarrollo del esquema 'ltÓ'te-vi:ív como tal: esquema l. 0 : vv. 17-18; esquema 2. 0 : v. 19; esquema 3. 0 : vv. 20-22. Los dos primeros esquemas 1tÓ'te-vüv desarrollan el motivo ~ooA.eúew ~A.wlhpilltli¡vat en función de la antítesis referencial: &!J.ap't{-z (&x-zltapcria) - ~txatOcrÚv1j (&e~;). Lo mismo sucede con la primera parte del esquema 3. 0 La segunda parte de este esquema se estructura sobre el motivo de los frutos. El esquema rrón-vuv está aquí formulado no sólo a nivel de forma temporal de los verbos sino de las partículas características temporales T.Ó'te-vüv. 192 Admitiendo en 6, 19b la existencia de un catálogo de vicios, se explicaría fácilmente la inserción en este lugar de los términos dx'lltap,{a y dvQ!J.{a, ya que en el sistema antitético desarrollado en el capítulo se esperaría aquí el término dp.ap't{a como opuesto a 1hxawcrúv1j tcfr. 6, 18.20). E. KXSEMANN, Romer 6, 19-23. Exegetische Versuche und Besinnungen 1, Gottingen 21960, 265; P. TACHAU, o. c., 123; N. GXuMANN, Taufe und Ethik, 65. 193 P. TACHAU, o. c., 122.
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EL CÓDIGO DE LA LIBERTAD
En la exposición precedente hemos situado el discurso ético en el área del lenguaje descriptivo, reconociendo como funciones características del mismo la estimativa y la estimulante o conativa. El discurso ético trata de influir en la voluntad del escucha en orden a conseguir el acuerdo de creencia y sobre todo el acuerdo de actitud. En todo este proceso está de fondo, como presupuesto fundamental, la libertad del sujeto, en cuya esfera se construye la aceptación o el rechazo. No es intención nuestra hacer aquí un discurso sobre las condiciones de posibilidad teórica de la libertad. Trataremos más bien de analizar los elementos (fórmulas, esquemas) que a nivel de discurso concurren en el funcionamiento del sistema de relaciones servicio-libertad. 194 El problema de la necesidad de llevar una vida moralmente correcta -resuelto imperativalmente en la parénesis de 6, 12-13.19- arranca del cuestionamiento concreto en torno a la libertad: si no estamos ya bajo el dominio de la ley ¿será lícito obrar a propio antojo y, por tanto, pecar? (6, 14b.15a). En el desarrollo ulterior se usa dos veces el verbo EAEuf3.Epolív (EAEuf3.Ep(l)f3.ÉnE¡; chcó, 6, 18a.22a) para presentar la nueva situación del cristiano como situación de "liberado" frente al dominio de la á[lap-r\cx. En todos estos textos se trata, pues, de una liberación concreta, que conduce lógicamente a una libertad específica : es la libertad que dice referencia a la ley (y al pecado, del que la ley es considerada operador cualificado) y al evento bautismo-justificación, como. instrumento inmediato de la adquisición de esta libertad. En Rom. 6 no se habla de la libertad como concepto absoluto o como proceso psicológico, al menos no lo hace de manera expresa. Será, por tanto, a través de una lectura en profundidad de las estructuras que desarrollan los códigos de la libertad y del servicio a nivel de discurso como podremos avanzar algunas hipótesis sobre aquellos ámbitos que no vienen directamente tocados. El código de la libertad es tratado en Rom. 6 a través de la bina oposicional libertad-servicio, que no funciona en forma autónoma sino en conexión con una bina más fundamental : servir al pecado-servir a la justicia (a Dios). El análisis sintagmático del discurso (especialmente 194 A. GüEMES, "La i),euft€p{a en las epístolas paulinas", EstBib 21 (1962) 37-63; 22 (1963) 219-242; F. PASTOR, Libertad o esclavitud cristiana en Pablo?, en: L. ÁLVAREZ VERDES-J. ALoNso, Homenaje a Juan Prado. Miscelánea de estudios bíblicos y hebraicos, Madrid 1975, 443-463; IDEM, La libertad en la carta a los Gálatas. Estudio exegético-teológico, Madrid 1977.
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de 6, 12-23) permite descubrir una serie de esquemas relacionales que funcionan sea en forma paralelística sea en forma antitética· y que, en perspectiva paradigmática, se pliegan entorno a los siguientes símbolos (S): S. reinar, S. estar bajo el dominio, S. ser esclavos, S. presentar los miembros como esclavos, S. prestar obediencia, S. liberación. a) S. reinar: ~acrtAEÓEtV, xuptEÓEtV. Aparece en 6, 12.14. Funciona únicamente desde el sujeto áp.ap1:fa. La polaridad positiva (sujeto x_ápu;;) no figura expresamente (cf. en cambio, 5, 21b). El enunciado tiene carácter imperativa! en 6, 12a y asertivo en 6, 14a. b) S. estar bajo el dominio: Elvat {mó ... Este símbolo, como todos los sucesivos, se construye sobre el sujeto humano Úp.Et~-'Í¡p.Et~. Aparece en doble bina oposicional vóp.o~-x_áptc; (6, 14b.15b), construida en ambos casos en forma asertivo-indicativa!. e) S. ser esclavos: aouA.ot Elvat-aouAEÓstv Funciona en construcción nominal y en construcción atributiva: 1) construcción nominal ((JotíA.ot Elvat): aparece en 6, 16cd en forma asertivo-indicativa!. La antítesis tiene como referente la potencia dominante, señalando también el objetivo final : 1í1:ot áp.ap1:fw; El~ &áva1:ov 11í Ú'ltaxo1j~ El~ atxatocr6n¡v. En 17a (~'tE 8otíA.ot 't~~ áp.ap'tta~) se establece el paralelismo 8ouA.ot Elvat-ÚTCaxoóm. La frase es asertivo-indicativa!. El mismo carácter asertivo tiene la construcción paralela de 6, 20: aouA.ot f¡1:E áp.ap1:fa~ 1EAEÓ1'tcpot ~'tE 'ií 8txwoo6vY¡¡. La novedad de esta frase está ante todo en el haber insertado el motivo "libertad" en la estructura del "servicio".
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2) construcción atributiva nominal: emplea el verbo aouA.Eóm, sea en forma activa y construcción virtual final (6, 6d) sea en forma pasiva y construcción asertivo-indicativa! (6, 18b.22b). d) S. presentar los miembros como esclavos. Se da una clara correspondencia entre 1:u p.ÉA.r¡ úp.&v y Éau1:ok (cf. 6, 13ab). El símbolo presenta forma asertiva principia! en 6, 16bc, donde se establece la correspondencia entre aouA.Eóm, 11:aptcr1:ávm 1:u p.ÉA.r¡ e ÚTCaxo6Etv. En los demás casos funciona en construcción antitética: en 6, 13 ambos polos de la oposición están, en imperativo; en 6, 19bc el primer polo es asertivo: &cr7t:Ep TCapEcr'tf¡cra'tE ... mientras que el segundo es imperativo: olhru~ TCapacr't-í¡oa'tE. e) S. prestar obediencia: Ú11:axo6m. Aparece en construcción final en 6, 12b, con un referente negativo 1:at~ eTCt&up.fat~. En 6, 16c la construc-
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cwn tiene carácter principia!; su referente es, por tanto, neutro. En 6, 17b la construcción tiene carácter asertivo fáctico (aoristo) y el referente es positivo: 'tÚ1to~ ataa.xil~. 195 Como es fácil comprobar, de los cinco símbolos arriba citados 4 tienen como sujeto la persona dominada y sólo uno la potencia dominante. Por otra parte, las diversas formulaciones -normalmente en construcción antitética- ofrecen polos de oposición bien definidos : árwp'tta.anta.waúvr¡ y paralelos. A la oposición en base a los polos de referencia se añade en varios casos la oposición a partir del índice temporal 7tÓ'tE-vtív (el primero de polaridad negativa y el segundo de polaridad positiva). Finalmente los diversos símbolos que desarrollan la idea dominio/servicio suelen funcionar en el marco de una frase principal (sea asertiva o imperativa). f) S. de la liberación-libertad. Aparece tres veces combinado con el símbolo de la esclavitud-servicio (6, 18a.20b.22a), pero no funciona en forma estrictamente oposicional, ya que la antítesis afecta sólo al nivel de la expresión y forma del contenido, pero no a la sustancia de éste. Así vemos cómo Ü,EUfl.Epcúi}ÉnE~ ae (ho 't~~ áp.a.p't(a.~ y ªaouA.mfl.r¡'tE 't'i,j anta.tocrÚVY¡¡ (6, 18.22) describen en realidad una única e idéntica situación (de polaridad positiva) que se encuadra en la positividad del vuv escatológico. Lo mismo sucede, aunque en sentido inverso, en 6, 20 (o'tE Tdp aouA.ot ~'tE'~~ áp.a.p'tta.~ / ªAEÚ/}Epot ~'tE 't'i,j aota.wcrÚvY¡¡): la polaridad en ambos colon es negativa y se sitúa en la esfera del 1tÓ'tE. Por otra parte, en ninguno de los tres casos en los que aparece el lexema ªA.Eui}Epotív o ªAEÚ/}Epo~ la construcción es totalmente autónoma: en 6, 18a.22a la proposición es participial con función explicativa; en 6, 20b se trata de la opódosis de una construcción temporal que tiene a la vez función explicativa (cf. Táp) e introductoria del motivo siguiente (motivo xa.p1tó~). Todos estos indicios estructurales prueban que la bina libertad-esclavitud no es nuclear en la dialéctica del discurso. El movimiento dialéctico cabalga más bien sobre las coordenadas de la alternativa necesaria de
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A estos códigos podría añadirse también el de la permanencia en el pecado
(ht[iÉvew 1:1,í á[tap1:lq). J. KÜRZINGER sostiene el carácter jurídico de la expresión
(cfr. 6, 1 b), aplicable al sistema de relaciones señor-esclavo (Cfr. "Tú11:o' ~t~axi¡~ und der Sinn von Rom 6, 17 ff", Bib. 39, 1958, 156-176, hic 162). Cfr. F. PRESIGKE, Worterbuch der griechischen Papyrusurkunden, Berlin 1914-1927, p. 1925. L. MITTEIS, Reichsrecht und Volksrecht in den ostlichen Provinzen des romischen Kaiserreiches. Mit Beitriigen zur Kenntnis des griechischen Rechts und der spiitromischen Rechtsentwicklung, Leipzig 1891, 387.
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servicio (a nivel de formulación principia!, a nivel indicativa! y a nivel imperativa!). El hecho de que el tema de la libertad no desempeñe una función central a nivel de expresión no significa, sin embargo, que deba considerarse como un cráter colateral. El tema de la libertad está por el contrario, de fondo en la propia estructura de "alternativa de servicio". Ésta se mueve, en efecto, entre los polos TCÓ'te-'IÜ\1. El evento histórico justificación-bautismo ha introducido en la vida del hombre un tránsfert de servicio y, como tal, una liberación con relación a la polaridad negativa. Lógicamente, todo imperativo a mantener válida la opción histórica por la justicia tiene como reverso obligado el imperativo a mantenerse en condición de "liberado" con relación a la áp.ap-r(a y al vóp.oc;. En el análisis estructural se ha puesto también de relieve un dato importante : el símbolo D,eu&epia se sitúa ante todo de parte de la polaridad positiva (cf. 6, 18a.22a). Solamente en 6, 20b se pone del lado de la polaridad negativa, pero no se puede descartar en este caso una cierta carga irónica, como se puede deducir de la interrogación inmediata: "¿qué tipo de frutos es el que obtuvisteis entonces? La vergüenza cubre ahora vuestro rostro al recordarlo" (6, 21). El hecho de situar la libertad de parte de la polaridad positiva (cf. el resultado final de "vida") y este "posible" ironizar una libertad de signo negativo ¿significa quizá que Pablo ve la libertad sólo como servicio a la justicia, e.d., que sólo en este tipo de servicio se realiza la verdadera libertad? La hipótesis es sin duda tentadora, sobre todo a la luz de Gál 5, 1 : -rij EAeu&eptlf ~p.ac; Xpta-ro~ i¡Aeua.Épmaev; es la idea que está de fondo también en otros textos paulinos. En Rom 8, 2 se dice que es el Espíritu de vida quien nos "ha liberado" (&1-eu&Épm:m) de la ley del pecado y de la muerte. La libertad en que ha culminado esta liberación no puede ser otra que la que define al mismo Espíritu (cf. 2 Cor 3, 17) y que en nosotros adquiere expresión plena en la donación del "espíritu de filiación" (8, 15). Participando en esta libertad, la creación se podrá proclamar plenamente liberada ( &Aeu&epffi&f¡ae-rat ... Etc; -ci¡v EAEU&epta\1 'ti¡ e; aó~r¡c; 1:00\1 -cÉX\I(l)\1 -coü &eoü' 8, 21). Si bien el texto del discurso impone las necesarias reservas sobre este punto, creemos que ni a partir del código teológico paulino sobre la libertad -con el que hay que contar como código cultural del discurso- ni a partir del propio semema de "libera¡;ión" (presente en el texto) podemos limitarnos a ver en Rom 6 solamente la afirmación de un tránsfert neutro de una a otra situación. Ya en el lenguaje vulgar "liberación" connota siempre un término "a quo" negativo y un término "ad quem" de mayor positividad. Pablo deja bien claro cómo la opción por el pecado tiene un
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resultado negativo (muerte), mientras que la opción por la justicia (por Dios) tiene un resultado positivo (la vida eterna). Con ello no pretende yuxtaponer simplemente dos resultados contrarios, de los cuales uno es mejor que el otro y que, por tanto, ha sido mejor la opción que ha estado en el origen del mismo. Pablo contrapone más bien el único resultado válido (la vida eterna) al resultado que lleva a la perdición total (la muerte). En ello va implícito que la única forma válida de libertad es la que culmina de forma efectiva en la "vida eterna". Por eso para el creyente no hay más que un solo imperativo, de igual manera que no hay más que un solo indicativo cristiano. Quizá por ello Pablo reserva el verbo EAEufl-Epouv para describir el paso de la situación de servicio-alpecado a la situación de servicio-a-la-justicia (a Dios), cf. vv. 18a.22a. Pablo habla en Gál 2, 18 de la posibilidad de que el cristiano retorne a la situación antigua de esclavitud a la ley y al pecado, pero el vocablo empleado en este caso no es ehul}Epoucr·lhu sino 7tapa~áTr¡~ (7tapa~án¡v Ép.au-cov auvunávro); tal "paso" no lo considera, pues, liberación sino prevaricación. En Rom. 6 la libertad aparece, pues, como presupuesto fundamental del discurso, aunque no se haga referencia a sus condiciones de posibilidad. Toda dialéctica imperativa! carecería de sentido si no se partiera de la base de la capacidad interna del hombre (liberum arbitrium) para "optar" por el servicio a Dios o por el servicio al pecado -dejando en todo caso clara la asimetría que preside ambos tipos de opción : para poder optar por la justicia el hombre debe comenzar por aceptar la fe. Esta asimetría viene reflejada a nivel de texto en 6, 16de, comparado con 6, 17.18. Una ulterior precisación sobre el sentido y valor de la libertad y de su ejercicio concreto, comenzando por el propio acto de la liberación, no se da de forma explícita. Implícitamente, sin embargo, por los argumentos arriba descritos, creemos que puede verse insinuada la doctrina, ya desarrollada en Gálatas, de que la única liberación válida es la que nos arranca de la esclavitud del pecado y la única forma de libertad que perfecciona al hombre es aquélla en cuyo ejercicio ( = servicio a la (ltxatoaávr¡) el hombre obtiene su perfección definitiva, consiguiendo la vida eterna (6, 22.23). Más elementos no creemos se puedan deducir de Rom 6. Una mayor profundización en la dinámica que rige las relaciones voluntad-pecado (ley)-gracia supone ya recurrir a otros textos, especialmente a Rom 7.8. 196 196 Sobre los problemas que en el plano de la libertad se pueden suscitar a partir de Rom. 7 cfr. A. VERGOTE, Apport des données psychanalytiques a 1' exégese.
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*** Una mirada retrospectiva al desarrollo del capítulo 111. nos permite ver, más allá de la heterogeneidad de elementos que integran los diversos códigos, una serie de líneas convergentes que concurren a iluminar el problema de la relación indicativo-imperativa!. El código de las funciones desvela la sintagmática del discurso como linearidad abierta por igual a las unidades lingüísticas de carácter asertivo~virtual y a las estrictamente imperativales, ofreciendo un despliegue de funciones nucleares que alcanza indistintamente a cada uno de estos niveles. Con ello queda en evidencia que el imperativo no puede ser considerado como un cráter colateral en la sintagmática del discurso. El código actancial ha puesto de relieve la dinámica operativa subyacente al indicativo y al imperativo cristianos. Indicativo e imperativo describen la doble dimensión del bautizado, existencialmente integrado en una estructura corporativa en la que se siente a la vez destinatario del proyecto salvífica de Dios y sujeto que, en unión con Cristo (verdadero protagonista-sujeto), debe realizar de forma efectiva la parte que le corresponde en la sintagmática de la estructura. El código simbólico, por su parte, pone de manifiesto no sólo la existencia de un sistema literario que ha servido para vehicular el desarrollo del discurso, sino ante todo la dinámica interna que rige las relaciones símbolo-cosa simbolizada, con aplicación especial a la realidad indicativa! del "bautizado". Como discurso teológico-ético, Rom 6 desarrolla además una serie de estructuras específicas. En el plano teológico resalta ante todo el código homológico, centrado en la muerte-resurrección de Cristo. Los motivos muerte-resurrección, con la variante semántica muerte-vida, están en la base misma del indicativo cristiano y de su proyección imperativa. El carácter a la vez antitético e integrativo de la muerte y resurrección de Cristo fundamenta y configura el dinamismo muerte-vida en el creyente. La muerte tiene en Rom 6 función exclusivamente indicativa! para el bautizado ; la vida, en cambio, tiene carácter indicativa! e imperativa!, al igual que el Espíritu "que nos ha sido dado" (Rom 5, Se), que es "Espíritu de vida" (8, 2a). 197 El código pneumatológico pone, por ello, en especial evidencia los aspectos de don y tarea que caracterizan el indicativo cristiano. 0
Vie et loi et clivage du Moi dans l' épitre aux Romains 1, en: Exégese et herméneutique, 109-147. 197 En otros pasajes, sin embargo, Pablo no tiene inconveniente en formular el imperativo cristiano en términos de muerte (cfr. Rom 8, 13; Col 3, 5 ss.).
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El último código estudiado es el "ético". Rom 6 se compone no sólo de estructuras teológicas sino también de estructuras éticas, con un lenguaje y una dialéctica propios. Éstas se focalizan en el doble nivel de la creencia y de las actitudes. El código teológico puede ofrecer elementos suficientes para obtener el asentimiento de creencia pero puede no ofrecerlos para arrancar el asentimiento de actitud. En Rom. 6 hay una serie de elementos especialmente orientados a conseguir el acuerdo de actitud : recurso, por un lado, al modo imperativo y demás efectos del lenguaje, y recurso, en segundo lugar, a motivos específicos, como el presentar la vida como un "caminar", como "lucha", como una sementera de "frutos", con un horizonte final de premio o de castigo. Este amplio recurso a elementos característicos del código ético prueba el realismo con que Pablo contempla el existencial cristiano : enriquecido con una nueva vida, ésta se le impone como tarea por la que debe "decidirse" en cada momento. La necesidad del imperativo externo (parénesis) indica que el indicativo cristiano no funciona determinísticamente sino contando con la libertad del hombre y con toda una serie de factores (Pablo enumera la á¡.t.ap·da, el lh"t¡'tov crtii¡.t.a, la cicr!Mvata -c'l¡~ crapxó¡;, etc.) que pueden bloquear el funcionamiento positivo de la misma. Con ello el apóstol deja en evidencia la naturaleza compleja de la realidad indicativo-imperativa!, situada a la vez en el campo teológico y en el ético. Desde ambos campos la realidad indicativo-imperativa! emerge como una dinámica de tensión esencialmente integrativa.
CAPÍTULO QuiNTO
EL PROBLEMA ÉTICO A LA LUZ DE LA TENSióN INDICATIVO-IMPERATIVAL
El análisis de Rom 6, realizado en su diversos niveles (nivel de estructuración formal externa, de estructuración semántica, de códigos de composición) nos ha permitido descubrir los múltiples sistemas de relaciones en que se funda la tensión indicativo-imperativa!. Hasta ahora ha sido el texto quien ha tenido la palabra. Siendo nuestra preocupación ante todo de orden hermenéutico, es lógico que interroguemos al texto planteándole algunos problemas especialmente actuales y que han ido emergiendo en cierta manera a lo largo de nuestro estudio. Las preguntas que más inmediatamente conciernen a nuestro tema son las siguientes : ¿Qué luz aporta el estudio de Rom 6 al clásico problema de la antinomia indicativo-imperativo? ¿Qué consecuencias puede tener para la ética el resolver la tensión indicativo-imperativo partiendo del indicativo y cuáles partiendo del imperativo? Finalmente, dada la indisoluble unidad con que funciona la tensión indicativo-imperativa! en el existencial cristiano ¿qué sentido tiene hablar de una moral autónoma? He aquí una serie de problemas a los que intentaremos dar respuesta en las próximas páginas.
l.
SENTIDO CONCRETO DE LA TENSIÓN INDICATIVO-IMPERATIVAL
En la introducción hacíamos referencia a los diversos tipos de explicación que los autores han dado al problema de la tensión indicativoimperativa! en Pablo (cf. P. Wernle, H. J. Holzmann, H. Lietzmann, H. Weinel, etc.). Estas explicaciones se orientaban ante todo a justificar el hecho de la antinomia latente sin llegar a profundizar en la auténtica raíz de la misma. Los análisis que hemos realizado a lo largo de nuestro
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estudio ofrecen sin duda elementos objetivos que nos permiten avanzar una respuesta, a la vez que nos ayudan a comprender los aspectos restrictivos de las soluciones hasta ahora propuestas. La nueva condición indicativa! del cristiano queda afirmada de forma absoluta en Roro 6, como lo demuestran las constantes expresiones de carácter asertivo a lo largo de todo el discurso. Estas afirmaciones asertjvas se hacen fundamentalmente en términos de muerte-vida y de esclavitud-liberación. El bautizado ha muerto a la muertlf (correlativamente al pecado), renaciendo a una nueva vida. Esta vida nueva es una vida auv Xptcn
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en estas circunstancias es el que se presenta al hombre como exigencia de ser aceptado en actitud de obediencia radical a Dios. Pero esta concepción del imperativo no responde adecuadamente a la que ofrece Rom 6. El imperativo propuesto por Pablo, reconoce evidentemente, la alternativa radical que a nivel categorial existe entre el orden de la gracia y el orden de la ley (el aut aut de que habla R. Bultmann); 1 de ahí la ilegitimidad para el cristiano de "gloriarse" en las obras de la ley. Pero la dinámica operativa que introduce el imperativo cristiano no es ya una dinámica "bajo la ley" (Ú7to nlí vóflou), sino una dinámica ªv Xptcr't
2
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pudiera constituir un peligro real en la comunidad cristiana primitiva se desprende claramente de las cartas paulinas (en Gál 2, 14 Pablo hace referencia a ello sirviéndose del término touaate;etv; cf. Col 2, 16 ss.). Sin llegar al extremismo condenado por Pablo en la carta a los Gálatas, se puede advertir ya en los escritos pospaulinos una cierta tendencia a sobrevalorar el imperativo y, sobre todo, a dejar en segundo plano lo que constituye su verdadera razón de ser, e.d., su esencial dependencia del indicativo. Esta tendencia cobraría forma no solamente en el planteamiento y valoración de algunas situaciones que surgían en la praxis de la vida cristiana, como la obligatoriedad de la circuncisión para los pagano•cristianos (cf. Gál 2, 11 ss.) o la posibilidad de perdón para los que habían pecado después del bautismo (cf. Heb 6, 6), 4 sino, sobre todo, en la desradicalización de las categorías que configuran el indicativo cristiano. Así la 'lt(cm~ tiende a concretizarse como aceptación y fidelidad frente a un conjunto de normas y principios que constituyen el "depósito" de la fe (cf. 1 Tim 4, 1.6). 5 De igual manera la ancatoaón¡ va perdiendo su carga indicatival, reduciéndose al sentido moral de "conducta recta~' (cf. 1 Tim 1, 9; 6, 11 ; 2 Tim 2, 22; Sant 5, 6;16; 1 Pe 3, 12 et passim).
4 El texto de Hebr 6, 6 ofrece especiales dificultades de interpretación, especialmente por lo que se refiere a la conexión entre r:lYaxatv1Cetv y el sintagma e!c; !1ETdvOlav, y entre ambas expresiones y la frase participial siguiente: dvacna opoünac; ~ao'tot; 'tOV Yfov Toi:i 8e•Jü ... Creemos que en este punto puede aportar elementos de interés la interpretación propuesta por L. ALoNso ScHoKEL y P. PRoULX en su artículo "Hebr. 6, 4-6: ele; !iE'tdvotav dvaa'taopo1inac;" (Bib 56, 1975, 193-209), interpretación que viene recogida en la Nueva Biblia Española (Madrid 1975). Lo que en definitiva está en juego en el texto es la hipótesis de poder comenzar de nuevo tras haber experimentado los bienes de la nueva economía a través del bautismo. Al margen de que las fuertes palabras de Heb 6, 4 SS. (d86va'tOV rdp ar.:aE tpm'ttal}énac; .•• dvaxawl~etv ... ) excluyan o no la posibilidad de una penitencia-perdón lo que resulta evidente es que el dvaxatv1Cen no es visto en perspectiva imperativa! (como dinámica necesaria de la renovación indicativa! realizada por el bautismo) sino como posibilidad nueva indicativa!. El autor de Heb 6, 6 rechaza l!t hipótesis planteada, por cuanto tal renovación supondría "crucificar de nuevo a Cristo para obtener el perdón". Con ello se proclama' la validez absoluta del etpdltaE del evento histórico-salvífico de la muerte de Cristo (Cfr. Roin 6, 10), pero no tanto para poner de relieve su carácter de indicativo fundante de un perenne imperativo de renovación, sino para poner de manifiesto la tremenda conminación que en base a este eq¡2rraE pesa sobre el cristiano que ha sucumbido al pecado y al que sólo le espera el juicio y el implacable castigo (6, 6; cfr. 10, 27 ss.). s Esto explica la sustitución del término 1tl:n:tc; por ~ órtawo6ar¡ 8tllaaxa/..{a (1 Tirn 1, 10; 2 Tim 4, 3; Tit 1, 9; 2, 1). Cfr. también las expresiones ópi¡c; Mroc; (Tit 2, 8) e ortawoi>vn; MrQt (1 Tim 6, 3; 2 Tim 1, 3).
PROBLEMA
:enco
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El reverso práctico ·de este proceso es la preocupación por las obras en cuanto tales. Es necesario saber "discernir" qué obras deben considerarse buenas y cuáles pecado. 6 Por esta razón se multiplican los catálogos de vicios y virtudes, las listas de obligaciones domésticas (Haustafeln) 7 y de otros deberes, las exposiciones en forma de catecismo (normalmente siguiendo el esquema de las dos vías). 8 La subordinación del indicativo al empeño ético-imperativa! era una de las características fundamentales de la ética estoica que se presentaba, por lo mismo, como una ética de la perfección : el hombre considera la tarea moral como un proceso de automodelamiento hasta llegar al ideal de perfección prefijado. En el cristianismo primitivo existen huellas evidentes de esta concepción perfeccionista, que llevaba a distinguir dos clases de moral: una moral de la perfección y una moral de grado ordinario. Ya en Mt 19, 21 podemos encontrar tal ejemplo, pero quizá el más plástico es el que nos ofrece la Didaché : "Si puedes llevar todo el yugo del Señor serás perfecto; pero si no puedes todo haz lo que puedas" (Did. 6, 2; cf. 1, 4). También Pablo establece ciertas diferencias al tratar de las exigencias morales : distinción entre crapx[xot y 'ltveup.a't:txo[ (1 Cor 3, 1), entre 'ltata[a y 't:ÉAEtot (1 Cor 14, 20), etc. No creemos, sin embargo, que aquí se pueda hablar propiamente de una subordinación del imperativo a ideales de perfección diversa, que imponga éticas de grado diferente. El punto de partida para Pablo es la realidad concreta en la que, aun siendo idénticos los factores de orden indicativa! y de orden imperativa!, existe, en razón del sujeto, un grado diverso de madurez. Pablo no intenta introducir en su mensaje ético la figura del 7tpoxó'lt't:rov del estoicismo, mezcla de áp.ap1:roA.óc; y de 't:ÉAetoc; que camina hacia el ideal del hombre perfecto. 9 Aunque existen algunos puntos comunes entre la figura
6 Esta preocupación aparece claramente reflejada en P. Hermas, Mand. IV 2, 3-4: "Quiero saber qué obras he de practicar para vivir ... Vivirás, me contestó, si guardas mis mandamientos y caminas en ellos". 7 Cfr. J. E. CRoucH, The Origin and Intention of the Colossian Haustafel, (FRLANT 109), Gottingen 1972. 8 Cfr. A. SEEBERG, Der Katechismus d~r Urchristenheit, Leipzig 1903; Ph. CARRINGTON, The Primitive Christian Catechism, Oxford 1940; G. SELWYN, The First Epistle of St Peter, London 1947. 9 La figura del rrpoxl,'lt't:W" introducida en época relativamente tardía, pretende servir de correctivo al rígido dualismo de la doctrina estoica que no admitía más que los dos polos extremos, que como tales no tienen nada en común: el dp.ap1:wl.ó~ y el 't:ÉI.Eto~. El 1tpoxórr1:wv por el contrario aparece como una mezcla de &!wp:O>I.óc; y de "t:él.aw~. como un ser en camino hacia el ideal del hombre perfecto. Cfr. R. BuLTMANN, "Das problem der Ethik bei Paulus" 130-131.
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del7tpoxó7ttrov estoico y la imagen que Pablo traza del bautizado (cf. especialmente la condición de "caminante" que a través del compromiso imperativa! avanza hacia la meta última, Rom 6, 21-23), las diferencias, sin embargo, son radicales. Estas diferencias brotan precisamente de la naturaleza del indicativo cristiano y de su nexo específico con el imperativo. El indicativo cristiano introduce en primer lugar, una ruptura: el ~txwro&ct<; es el hombre que ha muerto al dominio del pecado y ha renacido al nuevo dominio de la gracia. 10 La figura, en cambio, del 1tpoxó1trov es ajena a este tipo de ruptura. En segundo lugar, el concepto de "'CEkEtót-,¡<; que está de fondo en la doctrina estoica del 7tpoxó7t'trov es radicalmente distinto del concepto de perfección en Pablo: para el estoico la nA.EtÓ't"fl<; permanece siempre como ideal forjado por el hombre, al que puede dar alcance a base exclusivamente de sus propios recursos. Para Pablo, en cambio, la perfección representa la culminación de un proceso de integración en Cristo, presidido y organizado por la acción del Padre; de ahí que tanto el proceso como su culminación sólo pueden ser entendidos como "xáptcrp.a" (6, 23b). Esta dimensión esencialmente teológica del proceso indicativo-imperativa! no supone subestima o rechazo del esfuerzo humano, sino la inserción del mismo en un contexto esencialmente nuevo. Éste es el sentido no solamente de la parénesis de Rom 6, 12 ss. sino de toda la parénesis paulina, como se puede observar en Rom 12, 1 ss., donde el apóstol exhorta a una praxis efectiva y concreta (cf. 7tapacr"'C~crat "'Ca crffip.a'ta úp.fuv &ucrlav ... v. lb) y para ello insiste en la necesidad de transformar nuestra mentalidad para discernir (~oxtp.ál:m) lo que es la voluntad de Dios (v. 2cd). Pero en todos estos casos queda claro el verdadero sentido del imperativo: Pablo exhorta (7tapaxaA
PROBLEMA ÉTICO Y TENSióN INDICATIVO-IMPERATIVAL 219
La doctrina de la tensión indicativo-imperativa!, lejos de introducir una "antinomia insoluble" representa, pues, la verdadera clave de interpretación de la dialéctica del ser-cristiano. El cristiano "es" para "llegara-ser". Indicativo e imperativo deben ser asumidos como categorías encuadradas en una relación de tensión cuya trayectoria tiene un sentido esencial definido, sentido que, por tanto, no puede ser suprimido ni desfigurado mediante absolutizaciones más o menos paliadas del imperativo, ya que ello supondría una nueva forma de restablecimiento del sistema judaico de la ley 12 y, en definitiva, la clausura del hombre en su proyecto utópico de autoconstruirse exclusivamente desde su propio esfuerzo. 13
2.
SISTEMA INDICATIVO-IMPERATIVAL Y AUTONOMÍA DE LA ÉTICA
El sí a la necesidad de una ética en la vida del cristiano -que comtituye el presupuesto fundamental de Rom 6- pasa necesariamente por la indisoluble unidad entre el indicativo y el imperativo. El imperativo sólo tiene razón de ser en cuanto exigencia interna del indicativo y como verificación del mismo. En este sentido difícilmente se puede hablar de una autonomía en la moral. No existe efectivamente espacio alguno en la vida del hombre que esté situado fuera del campo sobre el que dinámicamente se proyecta el indicativo, pudiéndose con razón hablar de una ética cristológica-escatológica. 14
que realiza el hombre debe entenderse el acento progresivo en el cumplimiento de los mandamientos (ihoA.,i) y en la necesidad de la penitencia para borrar las imperfecciones. De ahí la importancia que en la parénesis adquiere el término ¡t.<'t:av oetv (prácticamente ausente en S. Pablo, excepto 2 Cor 12, 21). Cfr. 2 Tim 2, 25; Didaché 10, 6; 1 Clem. 57, 1; Hermas, Sim. 4, 1; 5, 3; 9, l. En la línea de desradicalización, la penitencia fácilmente se convierte en "penitencias", como el "amor" ( &rí•rr¡) se convierte en práctica de dar limosnas (neef1o"Ú"7)) haciéndose normal el intercambio o sustitución de la penitencia (ayuno) por la caridad (limosna), cfr. Didaché 4, 6; Bernabé 19, 10. 14 N. Gi\uMANN (Taufe und Ethik, 133) pone en estrecha relación la pérdida del sentido radical del indicativo cristiano, tal como había sido enseñado por Pablo, y la progresiva transformación del imperativo en "condición" decisiva de la salvación: "Der Wandel wurde die Bedingung und damit verlor das von Paulus ausgearbeitete dialektische Verhaltnis von Indikativ und Imperativ, von Rechtfertigung und Sakrament auf der einen Seite und Ethik auf der anderen Seite seinen Sinn". 13 G. BoRNKAMM, Das Ende des Gesetzes, 35. 14 La ética teológica de Pablo no ofrece una "Weltanschauung" en clave moral sino que se dirige como llamada al hombre concreto para que camine y actúe en
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Frente a esta afirmación de principio se imponen ciertas precisaciones necesarias sobre el nivel en el que se sitúa el discurso de Rom 6 y sobre lo que se entiende por "ética" cuando se plantea el problema de la autonomía de la misma. En Rom 6 se trata del plano radical del cristiano que, a través del bautismo y de la justificación, ha muerto al dominio de la á[J.ap-c(a y ha renacido a una nueva vida, en la que debe caminar en actitud de servicio a Dios, produciendo frutos de santidad. Insertado de esta manera en Cristo, el creyente camina hacia su plena configuración con el Señor en la la resurrección final (6, 5.8). Existe, pues, un punto de partida y una meta final (-cá'Ao~ 6, 22). Esta realidad, de la que el cristiano es consciente a través de su fe, constituye la pauta fundamental por la que. se debe encauzar todo el dinamismo ético. La fe, sin embargo, no explicita cómo se debe llenar de contenido concreto el quehacer ético. En Gál 5, 6 se dice que la fe debe actuar "atd &¡árcr¡~". Pero el &¡árcr¡, que representa de forma especial el reverso imperativa! de nuestra condición de insertados en Cristo; deja abierto el paso a infinitas formas de realización concreta. Algo semejante se puede decir de la exhortación paulina a poner nuestros miembros al servicio de Dios como armas de la justicia (6, 13). Pablo da por superado aquí el dualismo gnóstico ofreciendo una visión positiva del mundo y de la materia, pero no intenta en forma alguna ofrecer una "Weltanschauung" concreta, es decir, no presenta una teoría sobre el mundo y sobre la vida, sobre su unidad, origen y sentid_o en términos tales que el individuo pueda sentirse seguro en las decisiones específicas de la praxis. 15 Resulta por esto inútil pretender encontrar en Pablo un sistema ético, es decir, una exposición orgánica de los principios y normas que deben presidir las relaciones sociales o el funcionamiento del estado, del matrimonio, etc., no obstante algunas tomas de posición adoptadas "ad casum" por el apóstol (cf. Rom 13 y 1 Cor 7). conformidad con su fe, es decir, según las exigencias del indicativo (Cfr. Gál 5, 21 ; 1 Cor 5, 5; 6, 2; 7, 26 ss.). 15 Cfr. R. BULTMANN, Glauben und Verstehen 1, Tübingen 1938, 78; H. D. WENDLAND extiende esta afirmación a todo el Nuevo Testamento : "Wir finden im Neuen Testament nirgends eine philosophische Ethik, die sich als Normen- oder Tugendlehre begreift und von einem- Begriff der moralischen Vernunft, des sittlichen Geistes, des kategorischen lmperativs oder dergleichen leiten liesse." (Ethik des Neuen Testaments, GNT 4, Gottingen 1970, 2). Cfr. L. H. MARSCHALL, The Challenge of New Testament Ethics, London 1966, 207-208.
PROBLEMA :ÉTICO Y TENSióN INDICATIVO-IMPERATIVAL 221
Cuando se plantea el problema de la ética desde el punto de vista bíblico se impone, pues, precisar el sentido en que se toma el término "ética". Quizá sea esta falta de precisión de base lo que ha conducido en los últimos decenios a las numerosas controversias sobre el tema. Para valorar más fácilmente los elementos que Rom. 6 aporta al estudio de la autonomía ética juzgamos oportuno adelantar una panorámica de los diversos enfoques y de los principales resultados a que se ha llegado en este campo. De estos enfoques o "modelos", unos son de carácter estrictamente exegético y otros de carácter teológico. Aunque los modelos que interesan directamente nuestro estudio sean los exegéticas, haremos también referencia a algunos modelos teológicos más significativos, por cuanto la intuición y discurso teológicos pueden fácilmente ofrecer la pista para ulteriores replanteamientos en el campo exegético.
a)
APORTACIONES DE LOS MODELOS EXEGÉTICOS Y TEOLÓGICOS
El primero de los modelos exegéticas es el modelo-parénesls, históricamente ligado a la persona de M. Dibelius. M. Dibelius lo presenta como una exigencia de cientificidad impuesta por la aplicación rigurosa del método de la Formgeschichte, admitiendo, sin embargo, como trasfondo teológico la concepción escatológica, avanzada por R. Kabisch como clave de interpretación del pensamiento paulino. 16 M. Dibelius cree poder encontrar los elementos clave del kerygma primitivo de Pablo en el anuncio de la muerte y resurrección de Cristo, entendidas en sentido estrictamente escatológico (cf. 1 Cor 11 y 15), bajo el signo de una parusía inminente. Esta proyección fundamental se habría plasmado después literariamente en formas diversas: paradigmas, relatos, etc. 17 En este contexto se plantea para Dibelius el problema del origen de la parénesis paulina, entendida como marco literario de todo el material ético, es decir, de todos aquellos elementos que tratan de orientar el comportamiento práctico del cristiano frente al mundo (weltethischer Weisung). La aplicación rigurosa del método de la Formgeschichte lleva a Dibelius a reducir su análisis a las parénesis de proyección inmediatamente práctica, que suelen figurar en la segunda parte de las cartas, dejando de lado todo el material parenético insertado en la parte doctrinal en una 16 R. KABISCH, Die Eschatologie des Paulus in ihren Zusammenhiingen mit dem Gesamtbegriff des Paulinismus, Gottingen 1893. 17 M. DIBELIUS, Geschichte der urchristlichen Literatur, Berlin 1926, 66-100.
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perspectiva estrictamente teológica. Partiendo de esta dicotomía del material parenético, llega fácilmente a la conclusión de que las secciones parenéticas no tienen especial relación con la parte doctrinal, 18 ni tienen la misma originalidad que ésta. El recurso por parte de Pablo al género parénesis se inscribiría en la tendencia, común en el cristianismo primitivo, de seguir de cerca la línea de la "halakah" judía, especialmente en la praxis misionera. 19 En Pablo se sumaría además un marcado influjo de la parénesis helenista. 20 Todo esto significa, según Dibelius, que Pablo y sus colaboradores apostólicos podían · contar no solamente con unos esquemas parenéticos preexistentes sino además con un amplio material ético que ellos podían emplear integrándolo en su kerygma según las circunstancias concretas. 21 Tal integración, sin embargo, se habría realizado desde la perspectiva escatológica que condicionaba el pensamiento paulino, dando así lugar a una actitud absentista y a una visión pesimista del mundo. La posibilidad de una perspectiva más positiva frente al mundo, a partir de las parénesis de fundamentación inmediatamente cristológica o pneumatológica, como es nuestro caso de Rom 6, 12 ss., quedaba excluida desde el momento en que tales parénesis habían sido eliminadas del horizonte de su análisis. 22 El modelo-parénesis propuesto por Dibelius se presenta, pues, con unos contornos históricos muy concretos, pudiéndose definir como "el proyecto de descifrar el problema de la ética escatológica a partir de criterios literarios". 23 En este modelo juega un papel fundamental el concepto de ~xx.A.r¡críd: frente a un mundo que camina hacia su fin, la ~xx.A.r¡cría es ya un espacio que pertenece for-
18 "Bezeichnender Weise wirken die ethischen Abschnitte seiner Briefe, gemessen an anderen urchristlichen Texten, bei weitem nicht so origine! wie die Ausführungen über Gnade und Glaube, Schuld und Heil" (M. DIBELIUS. Geschichtliche und Ubergeschichtliche Religion im Christentum, Gottingen 21925, 147). 19 M. DIBELIUS, Geschichte der urchristlichen Literatur, 27; H. AsCHERMANN, Die pariinetischen Formen der Testamente der 12 Patriarchen und ihr Nachwirken in der frühchristlichen Mahnung. Eine formgeschichtliche Untersuchung, Diss. Berlin 1955. 20 Cfr. W. ScHRAGE, Die konkreten Einzelgebote in der paulinischen PariineseEin Beitrag zur neutestamentlichen Ethik, Gütersloh 1961, 187-210; Th. HERR, Naturrecht aus der kritischen Sicht des Neuen Testamente·s (AzS 11), MünchenPaderborn-Wien 1976, 21-72. 21 M. DEBELIUS, Die Formgeschichte des Evangeliums, Tübingen 31965, 240-241. 22 Cfr. A. GRABNER-HAIDER, Paraklese und Eschatologie bei Paulus. Menschen und Welt im Anspruch der Zukunft Gottes (NTA NF 4), Münster 1968, 5. 23 R. HASENSTAB, Modelle p(lulinischer Ethik. Beitriige zu einem AutonomieModell aus paulinischem Geist, Mainz 1977, 41. M. HENGEL, "Kerygma oder Geschichte", ThQ 151 (1971) 321-336, hic 324.
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malmente al eón futuro; de ahí su oposición radical al mundo presente. 24 La actitud -en las primeras comunidades cristianas- de extraneidad frente al mundo y las categorías culturales del mismo no sería más que la consecuencia lógica. Pero aquí es donde más patente se hace lo paradógico de la tesis de Dibelius : Pablo, que como profeta escatológico proclama la extraneidad de la exxi.:r¡a[a frente al mundo, como pareneta predica la necesidad de que la exxA.r¡a[a se configure integrando los principios de este mundo, especialmente tras la constatación del retraso de la parusía. Dibelius cree poder probar así la autonomía de la ética. El mundo es en realidad el espacio propio y el "humus" de todas las formas literarias y de los contenidos empleados en la parénesis. Frente a esta afirmación de la autonomía de la ética secular sigue, sin embargo, en pie la afirmación de ·la inconsistencia radical de todo lo mundanal, proclamada por la exxb¡a[a escatolÓgica ; de ahí que quede en definitiva sin resolver cuál es el fundamento último de validez de esta ética autónoma, a la que la parénesis cristiana no habría hecho otra cosa que "etiquetar" con la fórmula "auv Xptcnlj.l". 25 La autonomía ética no es vista, pues, desde la perspectiva del indicativo cristiano, que quedaría como tal cerrado a todo proyecto ético, sino desde una perspectiva extrínseca. Ello hace que el modelo parenético, tal como ha sido propuesto por M. Dibelius, no pueda ser considerado como instrumento válido para un planteamiento objetivo del tema de la autonomía en el marco del pensamiento paulino. Sería, en todo caso, necesario ampliar los horizontes de lo escatológico en función de su virtualidad en el presente a través de la dinámica del pneuma y de la nueva vida en Cristo. Pero esto significaría romper con el esquema tal como históricamente se ha presentado, que prescinde, por principio, de la proyección positiva y radicalmente implicativa del 1tept1ta'tEiv cristiano. u; 24 M. DIBELIUS, Geschichtliche und übergeschichtliche Religion im Christentum, Gottingen 21925, 107. 25 M. DIBELIUS, Ibídem, 146. 2li ar. H. D. WENDLAND, "Ethik und Eschatologie in der Theologie des Paulus", NKZ 41 (1930) 757-783 y 793-811; F. GuNTERMANN, Die Eschatologie des hl. Paulus (NTA XIII 4-5), Münster 1932; O. CUILMANN, "Das wahre durch die ausgebliebene Parusie gestllte neutestamentliche Problem", ThZ 3 (1947) 177-191; H. H . .REX, Das ethische Problem in der eschatologischen Existenz bei Paulus, Diss. Tübingen 1954. M. Dibelius (o. c., 45.145) al exponer el modelo parenético reserva el nombre de "ética" para la parénesis elaborada en función del retraso de la parusía. A la parénesis radicalmente escatológica, que parte de la esperanza de la inmediata parusía, prefiere denominarla "Haltung" o "unbedingtes Ethos".
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El segundo modelo presentado por los autores para explicar la autonomía de la ética y el modo de su integración en el kerygma cristiano es el modelo-7tapá.xA.r¡atc:,. La 1ta.pá.xA.r¡atc:, no se limita a la exhortación puramente ética sino que alcanza también al evangelio y a su contenido doctrinal. ZT La 'lt:a.pá.x.A.r¡atc:, es portadora de consolación para los miembros de la familia de Dios ; de ahí que su lenguaje sea muy distinto del lenguaje de la ley. 28 Esta nueva dirección tomada por el estudio del material parenético paulino ha sido posible gracias a un análisis semántico más completo de los términos 1t:a.pa.x.a.A.stv-1t:a.pá.xA.r¡atc:, en la literatura bíblica y extrabíblica. Ello ha permitido comprobar cómo, a diferencia de otras culturas circundantes, la revelación bíblica veterotestamentaria ha ofrecido constantemente la imagen de un Dios dispuesto a otorgar el consuelo. 29 De ahí que la salvación mesiánica sea denominada por antonomasia "consolación de Israel" (nehamat Yisrael, cf. Is. 40, 1). En Pablo los términos 1ta.pa.xa.A.Etv7ta.pá.x.A.r¡atc:, se proyectan más que sobre el consuelo personal que el individuo puede buscar en Dios, sobre la salvación misma que Dios otorga (2 Cor 5, 20), de forma especial a través de la predicación misionera (1 Tes 2, 3), con una especial connotación a las exigencias éticas que la salvación impone. Esto explica que las exhortaciones del apóstol vengan introducidas frecuentemente por el verbo 'lt:a.pa.xa.A.zl\1 30 y que este verbo se combine normalmente con los términos &hfc:, (2 Tes 2, 16; Rom
27 Cfr. H. ScHLIER, Die Zeit der Kirche. Exegetische Aufsiitze und Vortriige, Freiburg 21958, 74-89. 28 Cfr. 1 Cor 4, 15 ss. donde Pablo habla como padre a los recién nacidos al evangelio. 29 Cfr. G. STXHLIN, II'-'paxaA.éw-;rapdxl.:r¡aL~, ThWNT V 785. El hombre del mundo antiguo se puede caracterizar como el hombre sin esperanza ni consuelo, que se manifiesta ante todo frente al evento dramático de la muerte. Significativa en este sentido es la frase tan frecuente en TEoGNis (Elegía 1, 425-428): "Lo mejor para el mortal sería no haber nacido, y para aquellos que han nacido ya el ideal sería morir lo antes posible" (Cfr.. PLUTARCO, Cons. ad Apol. 27; PSEUDO-EPICARMO, Frag. 54, Diels 1 210). El concepto de "consuelo" resulta, por el contrario, central en el hombre del A. T., para el que es normal el buscar consuelo en los demás hombres (cfr. 2 Re 2, 10; Job 29, 25) pero sobre todo en Dios, único capaz de otorgar la 1tapdxh¡crl~ di.Elhv~ (ls 57, 18). Dios se sirve para ello de numerosos medios, especialmente de su palabra (cfr. Sal 119 50), de las Escrituras (2 Mac 15, 9), de la Sabiduría (Sab 8, 9), de los profetas (cfr. Sir 48, 24; 49, 10). La misma convicción aparece en el judaísmo tardío (cfr. T. Chull. 2, 24; Ketub. 8b; FILÓN, Abr. 257.260; Vit. Mos. 1, 137; Test Ruben 4, 4). 30 Cfr. Rom 12, 1; 2 Cor 10, 1; 1 Tes· 4, 1; Fil 4, 2. Lo mismo se puede comprobar en Ef 4, 1; 1 Tim 2, 1; 1 Pe 2, 11; 5, l. O. ScHMITz, IT'-'paxaA.€w1tapdxkr¡al~· ThWNT V 753.
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15, 4) y cH»'t:'Yjpta (2 Cor 1, 5-7). Con ello se pone de manifiesto cómo tras el momento imperatival, 7tapaxaAEt\l supone siempre la presencia del momento indicativa!, es decir, 7tapaxaAEt\l es a la vez imperativo y consuelo o seguridad confiada. 31 Esta significación pregnante de 1tapaxa"Ae111 contrasta con la propugnada recientemente por C. J. Bjerkelund, quien en base a una aplicación exclusivista del método histórico-formal pretende no ver en las fórmulas-7tapaxa/..m contenido alguno de carácter ético-teológico sino simples expresiones de cortesía y amistad como era frecuente en la correspondencia diplomática de aquel tiempo. 32 Esta interpretación reductiva es rechazada decididamente por A. Grabner-Haider, quien propone incluso la necesidad de extender el estudio de la 7tr.tpáxA.7Jcrtc; paulina 31 Cfr. G. STAHLIN (a. c. 777): "Das imperativische Moment in "parakaleó"' (mahnen) ist immer mehr oder weniger spürbar begleitet von dem indikativischen (beruhigend zusprechen, trosten) und umgekehrt". En términos muy semejantes se expresa G. BoRNKAMM (Das Ende des Gesetzes, 47): "Darum appelliert ja der Imperativ nicht an den guten Willen, darum mobilisiert er nicht die in Menschen liegenden guten K.rafte, sonder er gibt und fordert in einem- es ist r.apríx"A7Jcn~ als aufrufender Trost und als trostlicher Aufruf". Cfr. H. ScHLIER, Der Romerbrief, 252 nt. 15; G. FRIEDRICH, en RGG3 V, 1142. 32 C. J. BJERKELUND, Parakalo. Form, Funktion und der Sinn parakalo-Siitze in den paulinischen Briefen (BNT 1), Oslo 1967. El autor tras estudiar las fórmulasparakaló en el epistolario privado y oficial del mundo helenista (para ello cita un amplio número de papiros de carácter epistolar), pasa a analizar la estructura concreta que estas fórmulas presentan en los escritos paulinos (Rom 12, 1; 15, 3032; 16, 17; 1 Cor 1, 10; 4, 16; 15-16; 2 Cor 10, 1, etc.). Distingue tres tipos de fórmulas: a) frases introducidas con "parakaló" y que ofrecen la estructura típica del grupo (es decir, la sucesión: verbo parakaló, partícula consecutiva o adversativa, persona destinataria, objeto), b) frases que no comienzan con "parakaló" sino con otro verbo similar, pero que conservan la estructura típica del grupo, e) frases que ni comienzan con "parakaló" ni conservan completa la estructura típica, sino una estructura aproximada. La comparación de la estructura de las frases-parak,aló en Pablo con la que se encuentra en frases semejantes en la correspondencia diplomática helenista, especialmente en las cartas reales, conduce a Bjerkelund a formular la tesis de que las frases-parakaló en Pablo deben interpretarse -dada la homogeneidad de estructura- en el mismo sentido. Se trataría, pues, de simples expresiones de cortesía, más vecinas al ruego amistoso que al mandato autoritativo (o. c., 190). La paráklesis queda así desteologizada y desetizada para convertirse en simple fórmula diplomática. El defecto principal del análisis de Bjerkelund está en la forma en que aplica el método de la Formgeschichte, limitándose a un solo tipo de literatura como punto de referencia y, sobre todo, descuidando el estudio adecuado del texto paulino. Así se puede llegar a la extraña conclusión de ver en las cartas paulinas el lenguaje de la correspondencia diplomática. Por ello nos parecen justas las críticas que, al recensionar la obra, le hacen A. GRABNERHAIDER en: ThRev 64 (1968) 401-402 y G. HAUFE en: ThLZ 94 (1969) 266.
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más allá de las formulaciones-'lt:apaxalm a vocablos como 'lt:apa!lólt~:taltat, vooltentv, &pru-rav, anpil:;etv, I.Lap-ropeta&at, &A.énew x-rl. 33 Un estudio de la 'lt:apdxlr¡atc; paulina realizado con esta amplitud de horizontes permite comprobar cómo todo el material ético integrado por el apóstol adquiere una coloración nueva a partir de su inserción en el evangelio de la salvación. La ética queda así fundamentada e iluminada por el evangelio, mientras que el evangelio, por su parte, se desvela como exigencia e imperativo. En este setido el modelo--7t:apdxkt¡atc; ampara ampliamente las posibilidades de integración del material ético que se ofrecían en el modelo-parenético. Pero debe distinguirse entre lo que puede dar de sí el modelo- 7t:apdxl1Jatc; y el margen de posibilidades que ofrece en la explicación de los autores que lo han formulado. Y es aquí donde creemos que el modelo- 7t:apdxl1Jatc; arrastra todavía demasiado peso de la visión escatológica, ya característica del modelo parenético, dejando de lado otras coordenadas fundamentles del panorama indicativa!, que hemos podido descubrir en el análisis de Rom. 6. De hecho según la explicación de A. Grabner-Haider, al ser considerado el Evangelio como realidad esencialmente escatológica, la 'lt:apdxlljatc; queda también profundamente marcada por lo escatológico, con toda la gama de consecuencias negativas que de ahí pueden brotar en orden a una recta valoración del material ético secular y consiguientemente a una visión adecuada de la autonomía. La consideración del mundo como realidad irremisiblemente abocada a la ruina total hace que la aplicación "kainológica" de la escatología al momento presente quede prácticamente reducida a la esfera de lo personal, recluyendo en la lejanía del futuro cuanto se refiere a las estructuras políticas y sociales. 34 En este sentido A. Grabner-Haider representa un paso atrás en relación con M. Dibelius quien, si bien debe ser censurado por su explicación extrinsecista, reconoce la integración de hecho de la ética secular en el proyecto cristiano. Junto al modelo-7t:apaiveatc; y al modelo-7t:apdxlljatc; de índole exegética, se han presentado diversos modelos de integración de carácter preponderantemente teológico, cuyos resultados, sin embargo, pueden ser útiles en cuanto pueden avalar e incluso orientar la investigación exegética.
A. GRABNER-HAIDER, Paraklese und Eschatologie bei Paulus, 26. Cfr. W. G. KÜMM!EL, "Futurische und prasentische Eschatologie im altesten Christentum", NTS S (1959) 113-126; H. D. WBNDLAND, Die Briefe an die Korinther (NTD 7), Gottingen 81962, 56. 33
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Entre los modelos teológicos de integración destaca en primer lugar el propuesto por M. Lutero. El tema de la integración de la ética es colocado por Lutero en el contexto de la ley y más en concreto en la dialéctica de la oposición ley-evangelio. Partiendo del principio de que la ley no puede considerarse como concepto neutral sino esencialmente negativo, ésta no puede constituirse en instrumento de integración del material ético, que sirva a orientar la conducta moral del individuo. La conducta del individuo y las relaciones interpersonales sólo pueden ser seguladas por la 'lt:a:páxA:r¡cru;. A la ley le reconoce Lutero únicamente el "usus politicus" o de nivel de estado. 35 Con ello Lutero no rechaza la existencia del imperativo moral ; excluye solamente que éste pueda ser expresado en clave de ley. El verdadero imperativo moral debe fundarse en la relación inmediata y existencial con la palabra de Dios. En este nivel de inmediatez es donde el cristiano llega a ser verdaderamente "horno sensus et opinionis sensibilis". 36 En realidad Lutero, al poner en la base del imperativo moral la relación inmediata con Dios, está admitiendo la xA:Yjcrtc; protológica como verdadera fuente del material ético. Pero estos elementos positivos quedan desfigurados por su visión teológica del cristiano (simul peccator et iustus), del mundo (realidad llamada a desaparecer como esencialmente opuesta al eón escatológico) y de la ley (considerada ante todo desde su función elénctica y condenatoria). 37 En este contexto la paraclesis debe ser considerada como una realidad que no se identifica ni con la ley ni con el evangelio sino se sitúa al lado de ambos como algo contradistinto. Con la ley se relacionaría la paraclesis en cuanto ha heredado de ella la función instructiva y orientadora, manteniendo frente al evangelio una función pedagógica en cuanto ayuda al hombre a penetrar en la realidad de éste. Es sobre" todo en este último
35 Cfr. W. JOEST, Gesetz und Freiheit. Das Problem des tertius usus legis bei Luther und die neutestamentliche Parainese, Gottingen 1951. 36 M. LU1HER, Werke. Kritische Gesamtausgabe, Weimar 1883, ss.; Vol. 56, 445. Cfr. W. JoEST, o. c., 117. 37 Cfr. W. JoEST, o. c., 11; E. WoLF, Kirche im Widerstand? Protestantische Opposition in der Klammer der Zwei-Reiche-Lehre, München 1965; IDEM, Sozialethik. Theologische Grundfragen, Gottingen 1975, 74 ss.; P. JACOBS, Grundlinien christlicher Ethik, Witten 1959, 49 ss.; A. HAKAMIES, Eigengesetzlichkeit der natürlichen Ordnungen als Grundproblem der neueren Lutherdeutung. Studien zur Geschichte und Problematik der Zwei-Reiche-Lehre, Wittem 1971; P. KNITTER, "Die Uroffenbarungslehre von Paul Althaus. Anknüpfungspunkt für den Nazional-sozialismus. Eine Studie zum Verhaltnis von Theologie und Ideologie", EvTh 33 (1973) 138-164.
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punto donde vemos la explicación luterana más alejada de la concepción paulina sobre la relación indicativo-imperativo, por cuanto el imperativo representado por la paraclesis no arranca como exigencia intrínseca del evangelio -al menos mediatamente, por lo que se refiere a los imperativos concretos- sino como realidad paralela y en cierta manera "anterior", en cuanto prepara al hombre para el evangelio. K. Barth propone una vía de integración en total oposición a la propuesta por Lutero. La integración se realiza a través del concepto de ley. Pero la ley para R. Barth no es ya un concepto negativo sino totalmente positivo. La ley, que se identifica con la 7tapáxA:y¡cn~, no se opone al evangelio sino que se integra totalmente en él como se integran la forma y el contenido. Una sola es la palabra de Dios, que en A T se presenta en forma de promesa y de ley y en el NT en forma de evangelio y de ley. 38 K. Barth escribe en circunstancias muy concretas, cuando las aberraciones del nacional-socialismo acababan de poner de manifiesto las graves consecuencias a que conducía la dicotomía introducida por la tesis luterana, que dejaba al Estado fuera del espacio del Evangelio. Ninguna ley, incluso las que rigen el dominio del Estado, puede considerarse ajena al evangelio sino que todas funcionan frente a él desde la esencial relación indicativo-imperativo. 39 La tesis de K. Barth, que proclama seguir fundamentalmente la línea calvinista, 40 deja cerrada la puerta a cualquier tipo de autonomía de la ética, debido a la lamentable confusión entre imperativo cristiano radical e imperativos éticos concretos. El imperativo cristiano radical no reabsorbe formalmente el material ético que rige las relaciones concretas del hombre con el mundo y con los demás hombres, sino que constituye el impulso fundamental a la búsqueda del mismo. 41
38 K. BAR1H, Eine schweizer Stimme 1938-1945, Zürich 1945; cfr. D. SCH'ELONG, Bürgertum und christliche Religion. Anpassungsprobleme der Theologie seit Schleiermacher (ThEx 187), München 1975; W. JOEST, o. c., 10. 39 La xA~crt<; soteriológica que, en cuanto tal, se realiza sólo en la Iglesia, vacía de sentido la xAY¡
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Mucho más realista y, sobre todo, más de acuerdo con la doctrina paulina es el modelo de integración presentado por B. Schüller. La ley, escribe Schüller, debe considerarse como una realidad multiforme y fluida que alcanza al hombre desde la comprensión existencial que éste llega a tener de la misma como don de gracia o como juicio, como bendición o como condenación. 42 Esta fluidez esencial hace que la ley no se limite al marco del desarrollo histórico-salvífico, sino que se sitúe en el plano de la creación, como forma de la llamada de Dios a la voluntad libre del hombre. Es, pues, una realidad interna a cada individuo que le impulsa a decidirse por el bien. En cuanto dinámica propulsada por Dios es a la vez don (gracia, cf. Rom 7, 14) y tarea. La decisión libre del hombre pone en acto la polifuncionalidad de la ley que culmina en forma de juicio positivo o negativo. El que Pablo haya desarrollado ante todo la función elénctica de la ley no quiere decir que éste sea el único horizonte teológico válido -ni siquiera el principal- desde el que ésta pueda ser estudiada y actualizada. Si Pablo pone el acento en la función elénctica es para poner más de relieve la necesidad fáctica (cf. Rom 1, 18-3, 20) de la intervención extraordinaria de Dios en Cristo. La nueva vida en Cristo permite comprender la proximidad de Dios con el hombre desde niveles totalmente originales, como el de la ulo&Eaía (Rom 8, -14-16). Pero el nivel de la "xl.~au; soteriológica" 43 no puede considerarse como opuesto al de la "x),~at~ protológica" (o nivel de creación); se trata más bien de dos niveles que se integran y complementan. La explicación de B. Schüller no pretenede ofrecer un modelo exegético de integración sino un marco en el que la reflexión teológica contempla el dato bíblico desde su dinámica complexiva y total. En términos muy semejantes se expresa A. Auer cuando al exponer los fundamentos de la autonomía ética reconoce que el ethos referido al mundo se inserta en el marco del conocimiento básico que es patrimonio común de aquellos. que aceptan la x/,~au; soteriológica y de aquellos que la ignoran o rechazan. 44
42 S. ScHÜLLER, Gesetz und Freiheit. Eine moral-theologische Untersuchung, Düsseldorf 1966, 8. 43 B. SCHÜLIJER, "Zur Diskussion über das Proprium einer christlichen Ethik", ThUPh 51 (1976) 330 ss. 44 A. AuER, Zum Problem ldentitiit oder Reziprozitiit von Heilsethos und Weltethos, en: J. GRÜNDEL et al., Humanum. Moraltheologie im Dienst des Menschen, Düsseldorf 1972; H. HAL'I'ER, Taufe und Ethos. Paulinlsche Kriterien für das Proprium christlicher Moral, Freiburg i. Br., 1977, 366.
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b)
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LA APORTACIÓN DE ROM
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La nueva condición del creyente, descrita por Pablo como 'ltepmanrv év xatvó"t'Yj'tt 1:;ro7¡c; (Rom 6, 4c) es una exigencia imperativa! a vivir, desde la perspectiva de radicalidad que impone la fe, los imperativos éticos concretos que condicionan la existencia histórica del cristiano, como viene claramente supuesto en el imperativo a "poner nuestros miembros al servicio de Dios" (6, 13) y a "producir frutos de santidad" (6, 22). El imperativo ético en Rom 6 no es un imperativo abstracto o recluido en el puro marco de la fe, sino que apunta necesariamente a la praxis. En Rom. 6 no se ofrece, sin embargo, el sistema específico de valores y los criterios a partir de los cuales estos valores deban ser integrados en el imperativo radical cristiano y, consiguientemente, en el indicativo. Tratando de precisar ya los elementos. concretos del discurso que pueden aportar luz de una manera más directa sobre el problema de la autonomía de la ética, creemos que merece resaltarse ante todo el uso que Pablo hace del término atKatoaÓV7J· 45 El lexema atltatoaón¡ aparece cinco veces en Rom 6 (vv. 13c.16b.18b.19c.20b). En 6, 13c atxatoaó11"t¡ entra como parte integrante del sintagma o'ltf...a atKatoa6v7Jc;. que forma paralelismo antitético con ó'ltf...a cHltx[ac;. 'Aatx[a funciona aquí como cualificación (se trata en realidad de un genitivo de cualidad) que viene aplicada al uso concreto de los miembros, e.d., al comportamiento ético, haciendo que éste quede "marcado" como servicio a la áJlapt[a. El acusado paralelismo de la estructura hace que atKCltOOÓ117j deba Ser interpretada con idéntica función, aunque de signo opuesto, es decir, como cualidad-que determina el comportamiento hu,mano como servicio a Dios ó'ltf...a 'tlj"l ~elj"l. v. 13c). Lo mismo cabe decir de 6, 19, cuyo paralelismo con 6, 13 es evidente. A. Feuillet 46 sostiene que aquí es incluso más evi45 En la interpretación del término 1ltxa:toa6v7J en S. Pablo hemos asistido con frecuencia a un sistema de interpretación más dominado por criterios extratextuales y por una tendencia homologiza.nte que por razones internas al propio texto. No es extraño, pues, que para muchos autores resulte llamativo cualquier intento de interpretación de este término que suponga arrancarlo del contexto inmediato de la "justificación". Sobre el tema metodológico cfr. J. BARR, The Semantics of Biblical Language, London 1961. 46 A. FEUILLET, "Morale ancienne et morale chrétienne d'apres Mt 5, 17-20; comparaison avec la doctrine de l'Épitre aux Romains", NTS 17 (197Q-1971) 123137. La explicación de A. Feuillet es rechazada por M. BoumER en su artículo: La vie du chrétien en tant que service de la justice pour la sainteté, en: L. DE LoRENZI, Battesimo e giustificazione in Rom 6 e 8, Roma 1974, 127-154. Una
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dente el significado de atxatocrÓ\I"fj como "virtud" practicada; los miembros del cuerpo, en efecto, aparecen como instrumentos tanto del pecado como de la virtud. El sintagma s1.; á¡tacr¡tóv libera los sernas de virtualidad y finalización, lo que proclama el carácter dinámico y operativo de la atxatocrÓ\I"fj: la praxis de la atxatocrÓ\I"fj conduce connaturalmente al bautizado a un desarrollo efectivo de su consagración o santificación (cfr. 6, 22: EXE"CE -cov xap7tov ÚJ-liDV d.; á¡tacr¡tóv) de igual manera que la praxis de una vida impura y desordenada conduce al alejamiento y rechazo de Dios. El lexema atxatocróv"fj no tiene, pues, en este contexto una función inmediatamente teológica sino ética : representa el "comportamiento" correcto, honesto frente al comportamiento incorrecto y desordenado de la aatxia. Hay una conexión inmediata (fundamentación indicativa!) con la nueva condición óntica del cristiano, pero ésta viene dada en términos de vida (roni &x vExp
posición que pudiéramos llamar de "compromiso" es adoptada por J. A. ZIESLER (The Meaning of Righteousness in Paul. A Linguistic and Theological Inquiry, SNT MS 20, Cambridge 1972, 200 ss.) y por H. HÜBNER (Das Gesetz bei Paulus, FRLANT 119, Gottingen 1978, 110 ss. Ambos autores reconocen la ambivalencia significativa del término 1ltxawaúv1Jv en Rom. 6, que aparece unas veces como una fuerza (Macht/Power) y otras como una cualidad o forma de comportamiento. Pero ninguno de ambos se decide a situar el término fuera de la esfera inmediata de la "justificación". 47 J. A. ZIESLER (The Meaning of Righteousness in Paul. Linguistic and Theological Enquiry, SNTS Ms. 20, Cambridge 1972, 202), a pesar de admitir la dimensión ética de la 1ltxatoat!v1J se resiste a aceptar su carácter evolutivo, por considerarla esencialmente vinculada al acto "forínseco" de la justificación. De ahí que el carácter de "proceso" que indudablemente viene expresado en 6, 16e sea despla" zado por el autor; no es la 1ltY.awaÚv'Y) la que evoluciona sino la illmxo~ en el sentido de una mayor sumisión a la justicia.
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rente a aouztOaóvr¡). 48 La úrccowf¡ (obediencia), que en este caso tiene carácter positivo (cf. la antítesis con Úflap~:ía), libera el serna de "permanencia" (cf. el presente aoüA.ot ea'te, v. 16c) al cual se añade la"capacidad de generar" (cf. partícula ek) un proceso en la esfera de la atxatoaóvr¡. A estos aspectos semánticos, que brotan directamente de la expresión de 6, 16e, hay que añadir los que ofrece el contexto inmediatamente posterior. El v. 17 tiene función determinativa con relación a 6, 16e: recoge la antítesis Úflap~:ía- úrcaxof¡, sustituyendo la formulación de carácter principia! por la de carácter fáctico: "vosotros, que antes erais esclavos de la á¡tap~:ia, prestasteis obediencia ( úrcr¡xoóaau) a la doctrina básica que os transmitieron". Esta prestación de obediencia ha sido el medio fáctico para obtener la liberación con relación a la á¡tap~:ía (eA.eo&epro&év'te~ arco 't~~ á¡tap~:ía~' V. 18a) y entrar al servicio de la atxatoaóvr¡. La atxatoaóvr¡ supone en este caso la mediación de la obediencia en la fe. No queda claro, sin embargo, si tal mediación se impone como necesaria en razón del serna nuclear de atxatoaóvr¡ o más bien en razón de los sernas originales que introduce el nuevo aooA.eóm. De ello dependerá el que atxatoaóvr¡ deba entenderse como categoría esencialmente cristológica o más bien como categoría moral. En nuestra opinión atxataaóvr¡ conserva aquí (lo mismo que en el v. 13c) el sentido general de justicia-honradez. Se trata, pues, de una categoría ética cuyo serna nuclear es el de "conformidad con lo que es debido", sea con relación a Dios sea con relación a los demás hombres. No se trataría, pues, ni del acto de la justificación ni de una categoría teológica que surge en cuanto tal (entitativamente) por la justificación. 49 La atxataaóvr¡ es más bien una categoría ética, preexistente en cuanto tal a la justificación y al bautismo, si bien a través de la justificación y el bautismo recibe una carga semántica nueva y
48 C. E. B. CRANFIELD (The Epistle to the Romans 1, JCC, Edinburg 61975, 322) explica la expresión sl; 1llxat~cr6vr¡v de 6, 16: "to final justification", y más adelante (nota 4) añade: "That ~\Xatocróvr¡ has here its forensic, rather than its moral, sense is clear from the contrast with &dva1:o,". Muy distinta es la interpretación deL. AwNso-ScHoKEL y J. MATEas, traductores de la Nueva Biblia Española (Madrid 1975), quienes, partiendo de un análisis estrictamente semántico, se han decidido por traducir en todos los casos de Rom. 6: 1ltx'ltocr6vr¡ = honradez o vida honrada, decidiéndose claramente por el significado ético. 49 H. HÜBNER en su reciente obra Das Gesetz bei Paulus (Gottingen 1978, 110 ss.) hace difíciles equilibrios para mantener simultáneamente el carácter teológico y ético de la 1ltx'ltoayvr¡ y, en todo caso, no entra. en el horizonte de su pensamiento la idea de una 1ltx'ltoaóvr¡, que se prolongue al nivel de creación. dtxa•.rlcr6vr¡, dice refiriéndose a Rom 6, 13, es "das Verhalten dessen, der als Gabe von Gott sein Gerecht-Sein empfangen hat" (p. 111).
PROBLEMA
~TICO
Y TENSióN INDICATIVO-IMP'ERATIVAL 233
específica, por cuanto con ello se introduce una novedad radical en el sistema de relaciones sujeto (bautizado)-referente (Dios). La interpretación expuesta tiene una especial confirmación en 6,20, donde se describe la situación ética correspondiente al TCÓ'tE, o etapa anterior al bautismo. Esta situación viene descrita como situación de "esclaviutd al pecado'' (aouA.ot f¡n 'ti,j áp.ap'tÍ!f} y de no sumisión a la atxatoaÓ'I'fj ( EAEÓ&epot f¡'tE 'tii atxa!0 aóv't,l). No se trata aquí solamente de una situación de derecho sino, en modo muy especial, de una forma de comportamiento fáctico, como se deduce de la interrogación inmediata, centrada en el motivo de los frutos 'ttilll ouv xapTCov EtXE'tE 'tÓ'tE ; v. 21a). Nos interesa resaltar aquí que la fecundidad negativa del comportamiento ético de la etapa precedente es atribuida al hecho de que tal comportamiento no estaba gobernado por la atxato::~6v'fl. En este contexto parece evidente que la atxatoaóv'fl representa una categoría que pudiera y debiera haber gobernado la conducta de los hombres aun en la etapa anterior al bautismo, no obstante ser ésta una etapa de dominio de la áp.ap'tta. Sólo así se explica la sensación de vergüenza ante tal comportamiento (v. 21b). El texto de 6, 20 se muestra por ello muy, próximo a 1, 18 ss. donde se califica de "inexcusable" la conducta de los paganos ''porque habiendo descubierto a Dios, en vez de tributarle la alabanza y las gracias que se merecía, su razón se dedicó a vaciedades ... " (1, 21). La atxawaóv'fj representa, pues, en el contexto de Rom 6 la actitud ética de "honradez", actitud que impulsa al hombre a cumplir con sus obligaciones para con Dios y para con los demás hombres. El referente explícito de este tipo de servicio es Dios, como aparece en la construcción subordinada de 6, 13c (OTCAI1 atxatoaÓV'fjc; 'tqi &eqi) y sobre todo, en la sustitución metonímica de atxatoaÓ'I't,l por &eqi en la. antítesis de 6, 22ab. Esta explicitación del referente &Eóc; resulta especialmente lógica en el contexto indicativo-imperativa! de Rom. 6, que es, como tal, un contexto cristológico-soteriológico. La interpretación que hemos dados del término atxatoaóv'fl abre el discurso de Rom 6 al horizonte de la creación, como marco de fundamentación y legitimación ética, marco que no es suprimido ni eliminado por el evento salvífica sino reasumido en la radical originalidad del mismo. La creación ( X'ttatc; ), no obstante las sombras derramadas sobre ella por el pecado del hombre (Rom 8, 19), conserva imborrable la huella de su creador y, por tanto, su positividad radical. Para el hombre que reflexiona con sinceridad, la creación se ofrece como el espacio donde lo
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"invisible de Dios y su poder" se hace visible (Rom 1, 20). Y esto vale no solamente en el nivel de lo noético sino de forma especial en el orden del imperativo ético. 50 No es de extrañar por esto que Pablo refleje en Rom 6 una plena confianza en el hombre. El repetido recurso a los verbos de conocimiento (6, 3a.6a.9a.lla.l6a) constituye una insistente llamada a poner en juego la capacidad de reflexión y discernimiento del voü~ renovado, presupuesto indispensable de todo imperativo. Esta confianza se extiende al hombre en su dimensión integral, con expresa referencia al elemento somático (6, 13.19). En términos muy semejantes a los de 6, 13.19 se expresará el apóstol en 12, lb cuando exhorta a los romanos a ofrecer sus cuerpos a Dios como ofrenda santa, viva y agradable. La exhortación a no identificarse con los criterios de este mundo (p.i¡ crucrxr¡p.a-c:fE:;ccr&E -c:
50 En Rom 1, 18 ss. Pablo pone de relieve la conexión entre idolatría y corrupción moral, y entre conocimiento de Dios en cuanto tal y conocimiento de Dios como llamada e imperativo (cf. 2, 14). Pablo no niega que la presencia del pecado pueda oscurecer la mente ("ecrxo1:lcr»71 ~ dcrtlve1:o~ aihwv xap'll{a", Rom 1, 21; "E!J.a1:atÓJ{h¡crav ", 1, 21), pero tal oscurecimiento no puede concebirse de tal profundidad que elimine la responsabilidad del hombre. De ahí la censura de dvwroi..o¡~1:ot (Rom 1, 20) y la decidida afirmación de su culpa y correspondiente castigo (&'EtQt &avá1:oo e1cr1v, Rom 1, 32). SI R. BULTMANN, Theologie des N. T., 214.342; E. Kli.sEMANN, An die Romer, 31974, 318; O. MICHEL, Der Brief an die Romer, 372.
PROBLEMA :ÉTICO Y TENSióN INDICATIVO-IMP'ERATIVAL 235
búsqueda y para la asunción de los mismos en la dinámica del indicativo cristiano. En este contexto resulta totalmente lógica la exhortación de Fil 4, 8: "Todo lo que sea verdadero, todo lo respetable, todo lo justo (atxrna), todo lo limpio, todo lo de buena fama, cualquier virtud o mérito que haya, eso tenedlo por vuestro ... así el Dios de la paz estará con vosotros". En todos los sistemas de valor, por diferentes y opuestos que puedan aparecer (judaísmo, platonismo, estoicismo, gnosticismo) encuentra el apóstol elementos positivos y válidos, a los cuales ha logrado dar alcance el hombre a través --en la mayoría de los casos- de una reflexión autónoma. 52 Prueba de ello son las diversas listas de vicios y virtudes, las listas de deberes y las resoluciones concretas de casos particulares. Esto supone un reconocimiento implícito de la autonomía de la ética como sistema concreto de valores. 53 Desde Rom 6 la única condición que se impone es que el sistema ético adoptado funcione válidamente al servicio del imperativo radical. En este sentido se puede afirmar que tal sistema nunca podrá ser neutro u opaco frente a la dinámica proyectiva del indicativo soteriológico. La autonomía a que nos referimos no tiene, pues, nada que ver con un inmanentismo absoluto. Pablo deja bien sentado en Rom 6, 15 ss. cómo en el plano ético rige siempre una necesaria alternativa de servicio: o se sirve al pecado, con la lógica consecuencia de muerte (6, 16c) o se sirve con una actitud de obediencia a la justicia y, por tanto, a Dios (6, 16d.22b). La actitud prometeica de construir una ética más allá de esta condición de "dependencia" no es, según el pensamiento del apóstol sino una pura utopía. 54 Este binomio alternativo de servicio se impone
52 Th. C. ODEN (Radical Obedience, 120) prefiere la denominación de "metonomía" para poner de relieve la diferencia del proyecto ético basado en el análisis histórico y el sistema de valores elaborado a partir de las categorías estrictamente racionales de corte kantiano (autonomía). Creemos, sin embargo, que las diferencias sugeridas por Th. C. Oden no desvirtúan la validez del término "autonomía" ya que, en definitiva, en ambos casos es el hombre el que a través de un proceso racional autónomo llega a la elaboración de un determinado sistema de valores (cfr. R. BuLTMANN, "Response" en: Th. C. 0DEN, Radical Obedience, 143). 53 Cfr. E. SCHILLEBEECKS, Glaube und Moral, en: D. MIETH- F. COMPAGNONI, Ethik im Kontext des Glaubens, Freiburg i. Br. 1978, 28 ss.; H. FucHs, Autonome Moral und Glaubensethik, en: Ethik im Kontext des Glaubens, 53 ss.; C.-J. PINTo DE OLIVEIRA (edit.), Autonomie. Dimensions éthiques de la liberté, Paris 1978. 54 A. AUER, Autonome Moral und christlicher Glaube, Düsseldorf 1971; F. BoCKLE, Theonome Autonomie. Zur Aufgabenstellung einer fundamenta/en Moraltheologie, en: Humanum. Moraltheologie ím Dienst des Menschen, 23 ss.; R. HASENSTAB. Modelle paulinischer Ethik. Beitriige zu einem Autonomie-Modell aus paulinischem Geist, Mainz 1977, 276-277.
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ante todo a nivel de opción fundamental más que a nivel de actitudes o de acciones concretas. Es en este nivel sobre todo donde el cristiano que a través de su decisión radical por Cristo vive la gran novedad de comunión vital con Él debe manifestar el "propium" del ethos cristiano. Esto le impone la obligación de desarrollar una actitud crítica específica sobre todo proyecto ético relacionado con el eón presente, pero sobre todo le impone el deber de integrar a nivel existencial el sistema ético de valores en la propia vivencia del indicativo cristiano, ya que la realización-praxis concreta del proyecto ético no puede ser para el bautizado una tarea neutra sino la versión histórica del TCEptTCr.t'tEtv, impuesto como imperativo radical. 55
55 R. HASENSTAB (Modelle paulinischer Ethik, 316) tras comprobar la insuficiencia de los modelos exegéticos y teológico-históricos que han sido propuestos por los autores en orden a ofrecer un cuadro explicativo del pensamiento paulino sobre la autonomía de la ética, reconoce, no obstante, los abundantes elementos que sobre el tema se encuentran en las cartas paulinas, lo que hace que su estudio sea de gran actualidad: "Die Aktualitat paulinischer Theologie besteht demnach darin, dass sie es der heutigen Moraltheologie ermoglicht, ohne Vmbehalt und aus einem gesamttheologisch gescharften Problembewusstsein heraus, auf die Theorie und Praxis der sittlichen Autonomie einzugehen".
CONCLUSióN
A la hora de compulsar resultados se espera quizá poder contar con la conclusión inédita, con el hallazgo original. Nuestro estudio no se propuso nunca llegar a este tipo de conclusiones. Su objetivo ha sido ante todo el de contemplar el discurso de Rom. 6 desde una óptica nueva, que posibilitara una lectura en profundidad. Para ello hemos partido de una visión del texto como "tejido" de relaciones que se van entrecruzando a diversos niveles: a nivel de expresión formal, a nivel semántico, a nivel de composición. La aplicación de las técnicas del método estructural nos ha permitido contemplar el problema de la tensión indicativo-imperativa! no simplemente como un hecho que está ahí por una coincidencia "fatal,., que debe ser justificada desde el análisis del entorno psicológico, cultural y religioso del autor, sino como expresión de una realidad que brota de la entraña misma del mensaje paulino. La aplicación de los principios de la lingüística moderna, especialmente los que se refieren a la relación significante-significado, nos han abierto la vía al análisis del sistema de relaciones tanto en el nivel de la expresión como en el nivel del contenido del discurso. A ambos niveles se puede observar cómo las diversas estructuras se pliegan al movimiento alterno del sistema indicativo-imperativa! subyacente. Nuestro estudio ha estado presidido desde el principio por una preocupación hermenéutica. El análisis del sistema de relaciones, sobre el que a nivel literario se construye el sistema indicativo-imperativa!, constituye solamente el medio para llegar al sentido profundo del mismo y, con ello, abrir las puertas al momento hermenéutico. El momento hermenéutico tiene carácter conclusivo: es el momento en que el lector, que ha "oído" hablar al texto entabla con éste un nuevo diálogo para hacerle "sus" preguntas. Por nuestra parte nos hemos situado frente al texto con la preocupación del teólogo moralista que busca en las fuentes reveladas la forma válida de ofrecer al hombre de hoy el imperativo del mensaje de salvación, del evangelio que es a6-.o:p.t~ 1:oü 8-aoü dt;; crom¡p[o:v
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'ltani tqí 'lttcrtEÚont (Rom 1, 16). De ahí la doble pregunta, avanzada en
el capítulo final: ¿Cuál es el verdadero sentido de la relación indicativoimperativo? La esencial dependencia del imperativo ¿qué posibilidades deja abiertas al proyecto de construir una ética autónoma? La respuesta de Rom 6 a la primera pregunta es clara: Sólo el indicativo tiene capacidad fundan te ; el imperativo funciona necesariamente como exigencia interna del indicativo y en dependencia esencial de éste, 56 reconociendo a la praxis imperativa! la capacidad de cooperar al desarrollo del indicativo. La respuesta a la segunda pregunta no encuentra elementos explícitos en Rom 6, pero sí algunos elementos que estimamos significativos. En primer lugar, es fácil a partir de Rom 6 establecer la distinción entre imperativo radical (que es el reverso inmediato del indicativo cristiano) e imperativos concretos. Pablo se sitúa aquí a nivel de imperativo radical -nivel en el cual no cabe hablar de autonomía- pero está suponiendo que ese imperativo debe proyectarse sobre la praxis (cfr. 6, 13.19) concreta. El imperativo radical, por estar inmediatamente fundado en el indicativo soteriológico, se sitúa por su propia naturaleza en un nivel totalmente diverso de aquél en el que se sitúa el imperativo de la ética que arranca de la xA.Y¡crt~ protológica. La preocupación esencialmente kerygmática de Pablo hace que el apóstol ponga ante todo el acento en el imperativo soteriológico, tratando de insertar en esta perspectiva los imperativos de la ética profana, aunque sin intentar con ello ofrecer una teoría explicativa científica sobre los principios de tal integración o declarar el "proprium" de la nueva condición soteriológica como distintivo incluso a nivel material de una ética cristiana del mundo.
56 R. N. LoNGENECKER, Paul, Apostle of Liberty, Grand Rapids 1977, 175: "For Paul, the indicative and imperative of the Gospel are so inseparably connected that any attempt to stress the one without the other is a satanic parody". Cfr. G. BoRNKAMM, Das Ende des Gesetzes, 35.
APÉNDICE
TEXTO ESTRUCTURADO DE ROM 5, 20- 6, 23 PREMISA
5, 20
Nóp.oc; aE 'ltUpEtcr~AitE'I 'lva 'ltAEovácr"{¡ 1:0 1tapánrop.a olí M ~'ltAEÓvacrEv 1¡ áp.apcta Ú1tEpE1tEptClClEUClE'I 1¡ xáp te;, 'lva oocr'ltEp s~acr1A.EucrEv 1¡ áp.apc[a ~v 1:<]) ltavá1:
~ro~v
atcbv t0'\1
SECUENCIA PRIMERA
Perícopa introductoria 6, 1
2
T[ otív spolífie'\1; htp.Évmp.ev Tij áp.apc[q, t'IQ 1¡ xáptc; 'ltAeovácr"{l; fi~ "(É'\IOl"tO.
Sección A · ohtvec; dm;ltávop.ev c'ij áp.apct!f 1ti'oc; E"tt ~Y¡crop.ev sv wh'ij;
3
tí
4
ClUVE"tá
apoehe on ocrot ~~a'ltctcrltr¡p.ev etc; Xptcrcov 'Ir¡crolív etc; 1:ov Mvacov alnolí s~an[cr&r¡p.ev;
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Sección B
5
Et 1dp aó¡u¡nrcot TE"fÓVap.Ev 't
akka X!Jl 'ti'¡c; avaa'triOEroc; EllÓ¡.t.Efi.a·
6
'tOo'to "ftV<Óaxovnc;, O'tt ó '!t:akatoc; ~f.Lill'll av&poo'!t:oc; llUVEO'taupro&r¡, r'\la Xll'tllp"fr¡&ij 'tO aillp.a 'ti'¡c; á¡.t.ap'ttac;
'tOU ¡.t.1jXÉ'tt (Joui..EÓEtV ~¡.t.ac; 'tij á¡.t.ap'ttq:
7
ó 1ap a1t:o&avffiv acatxllt(l)'tll! a'!t:o 't* á¡.t.ap'ttac;·
Sección C
8
El ae a'!t:E&ri'IIO¡.t.EV auv Xpta't
9
E1aóuc; O'tt Xpta'toc; E"fcp&ctc; EX 't{ov VEXpÚl'll OUXÉ'tt a'!t:o&'llijClXSt &riva'toc; llU'too OUXÉ'tt xuptcÓEt.
10
O "fap a'!t:ÉitaVEV 'tij áp.ap'tt!f a'!t:Éfi.aVE'\1 ECf'Ú'!t:a~·
o ae
~ii
~ii 't
11
ofhooc; Xlll Ú¡.t.Etc; kO"ft~Eafi.E tau'touc; (E1vat) vExpouc; ¡.t.Ev 'tij áf1ap'tt!f ~illnac; (JE 't
Parénesis conclusiva 12
M~ oov ~aat"A.EUÉ't(l) ~ á¡.t.ap'ttll E'\1 't
Etc; 'tOo Ú'!t:axoÓEtv 'tate; E'!t:t&u¡.t.latc; au'too,
13
¡.t.-y¡(JE 1t:apta'triVE'tE 'ta ¡.t.Ékr¡ ú¡.t.illv o1t:l..a. datxla.c; 'tij á¡.t.ap't[q., dl..)..d 1t:apa.a't~aa'tE É<:w'touc; 't
14
á¡.t.ap'tta 1ap ú¡.t.ill'll ou xuptcÓaEt · ou Trip Ell'tE Ú'!t:O VÓ¡.t.OV d)..).d Ú'!t:O xriptv.
APÉNDICE
241
SECUENCIA SEGUNDA
Perícopa introductoria
15
Tí oov; CÍfwp-c-l¡crrop.ev éht oux &crp.€v [neo vóp.ov aUd Ú7Co xáptv; fl-~ "(É'IOt"CO.
Sección A
a 16
oux
o\(~a-cs
éht
b 17
18
xápt<; a€ -c
ar, Q'l'CO Tij<; áp.ap-c[a¡; eaouAÓ>fi.r¡te tií atxatocrÓV1J·
e 19
dv&pÓ>7CtVOV Mrro atd t~V dcrf}ÉvEtav t~<; crapxó<; Úp.illv. 0007Cep "(rlp 7CapEcrt-/¡cratE -ca fl-ÉA'Yj Úp.fuV aooAa tií dxafl.apcr(q. xal tií dvop.[q. El~ dvop.íav, oíhro~ vtiv 7Capacrt-l¡cra-cc td tJ.ÉA.r¡ úp.mv aooA.a -cií atxatocr6v1l ek ártacrp.óv.
Sección B 20
OtE rrlp aooA.ot ~"CE -e~<; áp.aptta<; &AsÓfi.epOt f¡-ce tií a~xatocrÓV1J.
21
-e[ va oov xap'ltov etXEtE tóts; &cp' oI¡; vtiv &7Catcrx6vscrfk to rrlp tÉAO<; EXEt'l(l)V &ávato<;.
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\IU\Il a8 ElEIJfl.EpmítÉ11'tE<; cb:o t1j<; á¡.w.p-rta.<;
aouf..mfl.ÉnE<; a8 -rcp ítEcp, EXE'E -rov xa.p'lto\1 Úf-lro\1 Ek á¡ta.crf-lóv, -ro aE -rÉA.o<; l:m~v a.\ómo'l. 23
-rd ¡dp d4m'lta. -r1jc; áfLa.p-r[a.c; IM'Ia.-roc:, "tO ae ;(áptOf-lCl "tOÜ fl.EOÜ l:m~ a.t<Í>'Itoc; E'l Xpta-rcp 'h¡croü -rcp xup[<¡> ~(-liil'l.
BIBLIOGRAFíA *
La presentación de una bibliografía sobre el cap. 6 de la Carta a los Romanos impone la renuncia previa a toda pretensión de exhaustividad. De ahí que hayamos excluido, en principio, la ingente lista de Comentarios generales, remitiéndonos para ello a las bibliografías recientes presentadas en obras como las de H. Schlier (Der Romerbrief, Freiburg 1977) y U. Wilckens (Der Brief an die Romer, KOln-Neukirchen 1978). Por lo que se refiere a los estudios de carácter monográfico hemos seguido el criterio de dar primacía a aquellos que afrontan de manera más o menos directa el problema ético en Pablo. El amplio espacio que en nuestro estudio hemos concedido a los aspectos lingüísticos y literarios impone, por otra parte, una selección entre las principales obras publicadas en este campo. La bibliografía que ofrecemos aparece por ello dividida en dos partes :
1.
l.
Obras que se refieren al campo lingüístico literario.
2.
Obras que se refieren al campo bíblico.
CAMPO LINGÜÍSTICO-LITERARIO
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* En las referencias bibliográficas hemos seguido en general el sistema de abreviaciones adoptado para las revistas por Elenchus bibliographicus biblicus (P. l. B., Roma). Para las colecciones nos hemos atenido al Abkürzungsverzeichnis de la Theo/ogische Realenzyclopiidie, elaborado por S. Schwertner (Berlin-New York 1976).
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1NDICE DE AUTORES CITADOS
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35 186 von 178 40 ALONso, J. 44, 205 ALONSO SCHoKBL, L. 18, 21, 216, 232 AL1HAUS, P. 27, 31, 51, 150, 166 ÁLVARBZ V!BRDBS, L. 44, 170, 205 ANDRBWS, M. E. 16 APULBIO 170 lUuSTÓTBLBS 124, 125, 148, 201 ARNIM, l. A. B. 148 ASCHBRMANN, H. 222 AUER, A. 229, 235 AUFFRBT, P. 18 AUSTIN, J. L. 101, 195 AYER, A. J. 124 BACHBLARD, G. 157 BARR, J. 162, 230 BARTBLS, R. A. 146 BARm, K. 51, 176, 228 BARmBS, R. 18, 23, 24, 25, 41, 82, 83, 117, 122, 125, 126, 155, 161, 163 BARTSCH, H. w. 162 BAUER, K. A. 88 BAUBR, w. 102 BAUR, Ch. 11 BBARDSLEY, M. C. 24 BBAUCHAMP, P. 17 BECKBR, M. 158 BBDIER, J. 127 BELAVAL, Y. 124 BBNGBL, J. A. 27 BENOIT, P. 146 BENVENISTE, E. 18, 20, 24, 82, 121, 123, 125, 161 BERRBm, J. 170 BERTRAM, G. 86, 198 BETZ, H. D. 186 BIANCHI, U. 169 ALBERTZ, M. ALI.MBN, D. ALONSO, D.
BIBTBNHARD, H. 172 BJERKELUND, J. 27, 32, BLACK, M. 35 BLASER, P. 147 BLASS, F. 59, 60, 62,
225
71, 75, 88, 90, 95, 103, 106, 164, 172 BLOOMFffiLD, L. 161 BOBBIO, N. 124 BOCKLB, F. 235 BONNARD, P. 141 BoRNKAMM, G. 42, 49, 73, 95, 131, 147, 167, 219, 225 BORSB, U. 74 BouTTIBR, M. 85, 230 BRAND, w. 173 BRANDBNBURGER, E. 141 BRA.UN, H. 146, 203 BREKLB, H. 25, 161 BREMOND, Y. C. 123 BROWN, R. E. 17 BRUNNER, E. 15 BÜCHSBL, F. 148 BUDDEUS, J. F. 27 BULTMANN, R. 13, 57, 73, 98, 131, 162, 165, 170, 176, 178, 186, 191, 192, 196, 215, 217, 220, 234 BusHELL, G. 147 CAMPENHAUSBN, H .. Fr. v. 16 CARRINGTON, Ph. 217 CASEL, 0. 90, 165 CASSIRER, E. 156 CASTILLA DEL PINO, C. 102, 103 Cl!RFAUX, L. 27 ÜCBRON 148 CLBMEN, c. 12 CLEMENTE DE ALB1. 169 CoHBN, J. 125 COLLINS, J. J. 57 COMPAGNONI, F. 235 CoNZBI.MANN, H. 95, 177
256 COPE, E. M. 125 CoRNELY, R. 27 COURTES, J. 18 CRANFIEID, C. E .B. CRISOSTOMO, J. 106 CROUCH, J. E. 217 CULLMANN, 0. 171, CUMONT, F. 175
L .ALVAREZ VERDES 17, 44, 131 235 FUNK, R. W. 17, 59, 60, 62, 71, 75, 88, 90, 95, 103, 106, 164, 172 FUNKE, 0. 84 FuRNISH, V. P. 10, 183 GAUGLER, E. 27 GAUMANN, N. 28, 51, 72, 73, 103, 106, 131, 144, 167, 170, 174, 196, 204, 219 GENETI'E, G. 123, 125 . GNILKA, J. 203 GoDET, F. 27 GOGUEL, M. 134 GRABNER-HAIDER, A. 222, 225, 226 GREEVEN, H. 72 GREIMAS, A. 18, 21, 25, 83, 84, 85, 87, 117, 121, 125, 133, 134, 135, 140, 145, 151, 153, 154, 155, 188 GROBEL, K. 162 GRUMM, M. H. 16 GRÜNDEL, J. 229 GRUNDMANN, W. 86, 144, 146, ltl5 GRYNPAS, Y. 124 GÜEMES, A. 205 GUNDRY, R. H. 162 GUNKEL, H. 11 GUNTI!R.'!ANN, F. 223 GUTBROD, W. 146 GUTTGEMANNS, E. 123 HAHN, F. 184 HAHN, W. T. 106, 140 HAKAMIES, A. 227 HALÍ1!R, H. 229 HARDER, G. 52, 95 HARE, R. M. 195 HARING 27 HARRis, Z. R. 161 HARVEY, A. 16, 199 HASENSTAB, R. 222, 228, 235, 236 HAUFE, G. 225 HAUSCHILD, W. D. 191 HEADLAM, A. c. 27 HEMPER, K. w. 40 HENGEL, M. 222 HERÁCLITO 186, 187 HERR, Th. 222 HIRZEL, R. 162 HmMSLEV, L. 18, 40 HOFFMANN, P. 144 HoLSTEN, C. 162 HoLZMANN, H. J. 12, 213 HÜBNER, H. 231, 232
FuCHs, E. FUCHS, J.
232
174, 184, 223
DAHL, M. E. 162 DAHL, N. A. 27 DAUBE, D. 61 DEISSLER, A. 199 DEISMANN, A. 141 DE.us, D. 18, 39 DELLING, G. 172, 184 DESCAMPS, A. 28 DIBELIUS, M. 13, 170, 221-223 DIELS, H. 186 DINKLER, E. 173, 174 DxonoRo SícuLO 189 DosscHÜTZ, E. v. 16 Dono, Ch. 27 DUBOIS, J. 125 DUPONT, J. 28, 31, 141 DURAND, G. 157 EBELING, G. 17, 147 Eco U. 93, 125, 160, 162, 163 ECUMENIO 106 EDELINE, F. 125 ELIADE, M. 155-151, 159, 160 ELLIS, E. E. 162 ENTREVERNES (Grupo de) 18 EPICARMO (Pseudo) 224 EPICTETO 148, 186 ERNESTI, H. Fr. 11 FABRIS, R. 147 FARNELL, L. R. 175 FEUILLET, A. 27, 230 FILLIOLET, J. 18, 39 FILÓN 173, 187, 201, 224 FIRMICO MATERNO, J. 170 FITZMYER, J. A. 17 FLEMINGTON, W. F. 173 FoNTANIER 125 FORIERS, P. 124 FRAINE, J. de 140 FRANKEMOLLE, A. 93, 102, 106, 144, 168 FREGE, G. 122 FRIDRICHSEN, A. 72, 76 FRIEDRICH, G. 225 FUBINI, M. 40
íNDICE DE AUTORES CITADOS INGARDBN, R. 39, JAKOBS, P. 227 JAKOBSON, R. 18,
159 40, 93, 124, 125, 159,
163 JBRBMIAS, J.
27
JBSPBRSBN, 0. 84 JOEST, W. 227, 228 JoNNSTONB, H. W. 124 JoüoN, P. 198, 200 JUNG, G. 169 JUNCKBR, A. 11, 13
c.
R. 221 E. 192, 202, 203 KARNER, K. 144 .KAsEMANN, E. 44, 167, 170, 184, 189, 204, 234 KBNNBDY, G. 125 KBRENYJ, K. 169 KBRTBLGB, K. 184 KBSSLBR, H. 184 KIRCHGASNBR, A. 11, 13 KLAUSNBR, J. 146 KLINKBNBBRG, J, M. 125 KNILKA 166 KNITTBR, P. 227 KRAMBR, W. 174, 177, 178, 184 KRBMER, J. 174 KÜHL, E. 27, 60, 106 KUHN, H. W. 184 KUHN, K. G. 63, 66, 91, 203 KUHN, T. S. 19 KÜMMBL, w. G. 13, 16, 226 KÜRZINGBR, J. 72, 207 Kuss, O. 15, 34, 37, 43, 44, 51, 59, 60, 63, 72, 102, 106, 139, 141, 165, 166, 169, 173, 184, 196 LACK, R. 17, 19, 157 LAGRANGB, M. J. 27, 43, 184, 196 LANCELLOTTI, M. 156 LARSSON, E. 106 H. LAUSBERG 41, 56, 58, 64 LBACH, E. 17 LEISBGANG, H. 186 LBON-DUFOUR, X. 56 LÉVJ-STRAUSS, Cl. 18 LBVISON, A. 124 LIDDBLL, H. G. 86, 88, 89, 92, 93, 102, 163, 167, 173 LIETZMANN, H. 72, 213 LINNBMANN 184 LIPSIUS, R. A. 27 LOHMEYER, E. 141, 167 KABISCH, KAMLAH,
257
LOHSB, E. 174 LONGBNBCKBR, R. N. 238 LORBNZI, L. ele 85, 230 LUDEMANN, H. 162 LuND, N. W. LU'J1BRO, M.
40, 56 227, 228 LUTZ, u. 31, 184 LYONNET, S. 27, 31, 43, 51, 90, 185 MACQUARRIB, J. 162 MARIAS, J. 124 MARJN, L. 18 MARITAIN, J. 159 MARSHALL, L. H. 220 MARTINET, A. 18, 125, 162 MARTY, A. 84 MATBOS, J. 216, 232 MAYSBR, E. 61 McGREAL, l. 124 MECHAM, H. G. 62 MBRK, A. 35 MBRK, o. 16, 144, 189 MERKBLBACK, R. 170 MICHBL, 0. 26, 30, 33, 43, 44, 49, 51, 52, 63, 64, 70, 73, 77, 108, 109, 111, 131, 165, 178, 183, 234 MIBTH, D. 235 MIGNB, J. P. 106 MINGUET, P. 125 MíNGUEZ, D. 18 MITTEIS, L. 207 MocsY, E. 15 MoE, C. 165 MOLIN, G. 203 MoRGENTHALBR, R. 56 MoRRis, Ch. 194, 195 Mos1s, R. 17 MOULTON, J. H. 61, 62 MULLACHUS, Fr. G. A. 187 MÜLLBR, Ch. 125 MURPHY, R. E. 17 MURPHY-O'CONNOR, J. 15, 203 MYLONAS, G. E. 169 NAVARRE, 0. 125 NAUCK, W. 65 NÉLIS, J. 188 NBUFBLD, Fh. H. 186 NBUGEBAUBR, F. 16, 142, 143 NIBDBR, L. 16 NILSSON, M. P. 169 NocK, A. D. 169 NoRoBN, E. 186 NYGREN, A. 27
L. ALVAREZ VERDES
258
o.
ODEN, Th. 14, 15, 176, 0EPKE, A. 172, 173, 200 0LBRECIITS-TYTECA, L. 124
Orro, G.
235
165
OSTEN-SACKEN, P. V. D.
103, 140, 166,
167, 189 OVIDIO, P. 176 PALAZZI, F. 89 PASTOR, F. 44, 147, 205 PATTE, D. 16, 17, 18, 20 PERELMAN, H. 124
c.
PEÚRSEN, A. v. PINTO DE 0LIVEffiA,
162 C. J.
235 125 PLATÓN 173, 186, 189 PLUTARCO 173, 176, 224 POTTERIE, J. DE LA 111, 148, 173 PRECEDO LAFUENTE, J. 201 PREISENDANZ, K. 175 PRESIGKE, F. 207 PROPP, V. J. 18, 25, 125, 126, 128, 133 PROULX, P. 216 PRÜMM, K. 175 QUELL, G. 86 RAD, G. v. 97, 199 RAMBACH, J. J. 27 RAMSEY, P. 15 RATZINGER, J. 140 REITZENSTEIN, R. 142, 170 REX, H. H. RICHARDS, I. A. 24 RICOEUR, P. 18, 22, 24, 82, 83, 121, 124, 159, 160 RIFFATERRE, M. 133 RoBBINS, V. K. 16, 18, 19, 20 RoBERSTON, A. T. 61 ROBINSON, H. W. 140 ROBINSON, J. A. T. 162 RosLLER, D. 146 ROTENSTREICH, N. 124 RüMPF, K. 196 RuTTKOWSKI, W. V. 140 SABBATUCCI, D. 169 SACKSTEDER, W. 124 SAHLIN, H. 37, 73, 76 SALOM, A. P. 62 SANDAY, W. 27 SAURIAU, E. 18 SAUSSURE, F. 19, 20, 39, 123 SCHELKLE, K. H. 15 ScHELONG, D. 228 ScHENKE, H. M. 144
PmE, F.
235 27 ScHLIER, H. 15, 28, 30, 31, 33, 37, 43, 44, 52, 63, 64, 71, 72, 77, 88, 90, 106, 147, 166, 168, 180, 183, 184, 188, 189, 194, 224, 225 SCHLINK, E. 228 Sc:HMID, J. 198 SCHMIDT, H. w. 165 SCHMITT, J. 171 SCHMITZ, 0. 224 ScHNACKENBURG, R. 15, 103, 140 ScHNEIDER, J. 167, 174 SCHNEIDER, N. 41, 58, 59, 64 ScHOEPS, H. J. 146 ScHoLz, A. 12 ScHRAGE, W. 16, 222 ScHRENK, G. 95 SCHÜLLER, B. 229 SCHULZ, S. 146 Sc:HWEITZER, A. 13, 142 SCHWEIZER, E. 144, 178, 184 Scorr, R. 86, 88, 89, 92, 93, 102, 163, 167, 173 SEEBERG, A. 72, 217 SEESEMANN, H. 96 SEIDENSTICKER, Ph. 171, 186 SELWYN, G. 61, 217 SEXTO EMPÍRICO 186 SICKENBERGER, J. 27 SLATEN, A. W. 146 SODEN, H. v. 11, 35 SPICQ, c. 15 STAAB, K. 106 STACEY, W. D. 162 STAHLIN, G. 86, 224, 225 STEEMPVOORT, P. A. V. 56 STEIGER, E. 40 STEVENSON, Ch. L. 196, 197 STOBEO 148 STOCKHARDT, G. 27 STOMMEL, E. 165 STUHLMACHER, P. 184 SWEET, H. 84 TACHAU, P. 204 TANNEHILL, R. C. 62, 140 ThOGNIS 224 TERTULIANO 169 THEISSEN, G. 184 THOMPSON, A. A. 16 THOMAS, G. F. 15 THoMAS, J. 173
SCHILLEBEECKS, SCHLATTER, A.
E.
fNDIC'E DE AUTORES CITADOS THoMAS, S. B. 124 THüsiNG, W. 102, 140, 141, 167 TISCHENDORF, C. 35 TODOROV, T. 18, 124, 125, 159 TOULMIN, S. E. 124 TOUSSAINT, C. 186 TRINON, H. 125 ULLMANN, S. 84 VALERY, P. 124 V ANHOYE, A. 17, 40, 144 VANNI, 164, 165 V ARENIUS, A. 27
u.
VERGOTI'E, A. 209 VESELOVSKU, A. N. 133 VIARD, A. 27, 43, 51
WAHL, J. WARNACH,
124
v.
91, 165
WEGENAST, K. 184 WEINEL, H. 12, 213 WEISS, B. 27, 31, 166, WELLER, J. 27
186
259
WENDLAND, H. D. 220, 223, WENDLAND, P. 57, 186 WENGST, K. 184 WERNLE, P. 12, 213 WETIE, M. L. 27 WHITTIER, D. H. 124 WILCKENS, U. 31, 43, 171 WILDER; A. 17 WINDISCH, H. 12, 14 WITTMANN, 170 WOLF, E. 227
226
w.
w.
WÜRTHWEIN, E. 199 YALDEN-THOMPSON, D. ZENÓN 148 ZERWICK, M. 56, 60,
c.
124
71, 75, 88, 101, 141, 164, 172, 177 ZIESLER, J. A. 231 ZILLESSEN, A. ZIMMERMANN, H. ZoRELL, Fr. 94, 96, 102
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CUADERNOS BfBLICOS, volúmenes 1, 2, 3, 4, 5 (publicación a offset).
003.
Materiales para un DICCIONARIO HEBREO BfBLICO-ESPAROL, bajo la dirección de Luis Alonso Schoekel. (Cuadernillos ciclostilados que suponen un avance del proyectado Diccionario. útil para Bibliotecas y estudiosos del hebreo).
004.
DOCUMENTACiúN sobre la Institución San Jerónimo para la investigación bíblica : Informe general y boletines anuales. (Se ofrece a todos los miembros de la Institución).
EN PREPARACiúN 12.
PÉREZ FERNÁNDEZ, MIGUEL EL MESfAS EN LOS TEXTOS TARGúMICOS
13.
AssuRMENDI, JEsús M.a LA GUERRA SIRO-EFRAIMITA. HISTORIA Y PROFETAS
14.
FIGUERAS, PAU ESCATOLOG1A JUDfA Y CRISTIANA. Estudio y presentación de las fuentes. DICCIONARIO HEBREO BfBLICO-ESPAROL, bajo la dirección de Luis Alonso Schokel. DICCIONARIO GRIEGO BíBLICO NT-ESPAROL, bajo la dirección de Juan Mateas. DEL OLMO LETE, GREGORIO TEXTOS LITERARIOS CANANEOS.
Para ulterior información y adquisición de estos libros dirigirse a: INSTITUCiúN SAN JERúNIMO o DISTRIBUIDORA EDILVA Trinitarios, 3 - Valencia (3).