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Rafael Cano Aguilar
E,L E,SPAÑOL A TRAVÉS DE LOS TIE,MPOS BIBLIOTECA U.C.M.
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edición, 1988 ed\ción,1992
@ 1992 by ARCO/LIBROS, S.4., Juan Bautista de Toledo, 28 - 28002 Madrid
ISBN: 84-7635-044-9 Depósito Legal: M-3 1.609 -1992 Printed in Spain Impreso en España por Grafur, S. A. Paracuellos del Jarama (Madrid)
A Elena
PRESENTACIÓN No es ésta una obra de inuestigación ni þretende llenar el hueco que todavía tiene la Gramática Histórica del esþañol desde que en 1940 don Ramón Menéndez Pidal diera la
última uersión a su Manual. Va dirigida a estudiantes, extranjeros y esþañoles, que quieran disþoner de una síntesis clara y þrecisa de los hechos y þroblemas þlanteados en la
eaolución de nuestra lengua. É,ste es su único objetiuo: resumir lo que se sabe hoy de la historia del español, y rnostrarlo en forma nítida y asequible. Por ello, los fenómenos más problemáticos y las interþretaciones mtis conllictiuas sólo aþarecen exþuestos en líneas muy generales, y sin que el autor tome þartido, þues no es éste un trabajo con þretensiones doctrinales. Por otro lado, como el conocimiento de la lengua latina ua siendo cada uez un bien más þrecioso (þor raro), se ha þreferido þartir de los hechos esþañoles en su þrimera rnanifestación þara, a þartir de ellos, establecer sus bases latinas (o de otro tiþo) y su desarrollo þosterior. Por lo exþuesto, se entender¿í con lacilidad que el autor haya utilizado las obras de Menéndez Pidal, Hanssen, García de Diego, la insuþerable Historia de Laþesa o el imþresionanú¿ Diccionario de Corominas sin dar a cada þaso la referencia bibliográlica: ello hubiera sido farragoso en exceso. Por tanto, queden citados aquí de una uez þor todas þara el resto de la obra. Y, þo! último, los agradecimientos. A mis amigos Lidio Nieto y ,4luaro Porto þor haber conliado en míþara este trabajo. Y, sobre todo, a Elena, por su constante ayuda, y a Rafael y Peþe þor su þaciencia.
Sevilla, Marzo de
1988
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C¡.pírulo I LOS ORíGENES DEL IDIOMA
l.
INr.nooucctót¡
¿Desde cuándo existe la lengua española (o castellana, conflictiva dualidad que veremos en su momento)? No es fácil responder a una pregunta como ésta. Sólo sabemos con cierta seguridad desde cuándo hay textos escritos en una forma lingüística a la que ya podemos denominar así. Pero es indudable que ya entonces llevaría siglos de vida: las -lenguas suelen tardar mucho tiempo en pasar a la escr,ilqqa (y la inmensa mayoría de las que existen o han Elistido no lo ha conseguido). Ese "momento inicial" sólo puede inferirse por conjeturas, en las que, además, habrá que hacer intervenir dat.os diferentes a los avatares de la propia lengua. Por otra parte, tampoco la pregunta es adecuada, ni parece responder a ninguna realidad. Por lo que sabemos del modo en que cambian las lenguas, cualquier decisión en este sentido contendría una elevada dosis de arbitrariedad (aunque todas puedan justificarse, en mayor o menor grado)' Si bien es cierto que pueden producirse discontinuidades y
transformaciones abruptas, también lo es el que nunca un momento dado de la historia de una comunidad lingüística su lengua <
, p. ej', latín para <>, p. ej., castellano (o cualquier otra lengua románica). Lo único que podemos saber, y no siempre con precisión, es cuándo una lengua ya formada empezó a utilizarse en un nuevo ámbito (p. ej. el latín en la Península lbérica, el castellano en el Valle del Guadalquivir, o el español en las tierras americanas). Por todo ello, la historia de una lengua ha de incluir, necesariamente, su prehistoria. En primer lugar, porque hemos de reconstruir las etapas primitivas de las que no terÌemos documentación escrita directa. En segundo lugar, podemos decir que en
t2
LOS ORIGENES DEL IDIOMA
porque para entender su génesis y desarrollo debemos conocer sus antecedentes: no sólo saber de qué <> lengua se originó y cómo, sino también en qué lugares se fraguó, a cuáles y cómo se extendió, y, muy especialmente, con qué otras formas lingüísticas entró en contacto, incluyendo entre éstas aquellas anteriores a su antecesora inmediata y que existieron en el mismo entorno geográfico.
2.
L¡. ¡.p,rnrcróN DEL IDToMA CASTELLANo
El
castellano es una de las varias lenguas romances, del latín: en su origen no debió de ser sino una más de las varianies dialectales que esa lengua importada adquirió en ciertas zonas y entre ciertos hablantes de la Península Ibérica y que, al ir desarrollando y consolidando sus rasgos propios, acabó siendo una entidad lingüística suficientemente difereàciada. romálnicas o neolatinas, surgidas
LA APARICIÓN DEL IDIOMA CASTELLANO
piamente castellanos. Esto último tardará también bastante en producirse: de hechó, no ocurre hasta fines del s. xrr y principios del xur. La presencia del ìomance castellano se da, en progresión creciente desde el,s. x, en los documento, de tipo jurídico: p¡ivilegios y fueros reales .i, nobiliarios, contratos de compra y venta, etc., hasta arrinconar el latín a meras fórmulas estereotipadas en los documentos de finales del xr En la centuria siguiente el uso del romance castellano se consagrar en este tipo de textos, sino situación muy distinta a la texto completo ya en 842 (con los Juramentos de Estrasburgo), pero bastante
parecida a la de las otras lenguas peninsulares, cuyas primeras manifestaciones plenas surgen también entre los siglos xrr y xrrr.
2.1.1. o aca rasgos ling eran
La conciencia de esa génesis es ya antigua en España: empieza a formula¡se a finales de la Edad Media, adquiriendo la forma de la . (los eruditos que en eì s. xvu defendieron la idea de un <, independiente del latín, no tuvielon, lógicamente, continuadores). Como vemos, pues, la Filología románica, disciplina ya , no ha hecho en los ss. xlx y xx sino llevar al extremo la linea de investigación indicada l.
Primitiuos textos castellanos
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res a esta época en zonas que que sin embargo presentan notables son las famosísimas
romance de la España musulmana), como en el Fuero de Mad.riit; en otros se dan rasgos orientales: en la Fazienda de (Jltramar, un relato de viajes por Tierra Santa mezclado con traducciones bíblicas, se dan cita elemenios occitanos, catalanes y aragoneses; otros, por fin, como el Auto de los Reyes Magos, compuesto en Toledo, tienen una huella no castellana difícil de precisar (¿mozárabe, gascón, catalán?).
2.1. Las primeras muestras históricas de esta lengua son de índole muy dispar. En algún caso hay referencias a la l-engua de los castellanos en textos escritoì en otra lengua: así, el conocido verso del Poema de Almería (h. ll50: dato, pues, algo tardío) la compara con el resonar de tambores y trompetas de guerra (<>); otras alusiones coetáneas citadas por los historiadores son demasiado vagas y generales. Mayor interfs tiene su aparición direcra, en principio en forma de palabras o frases insertadas en textos latinoi y, por fin, de manera ya exclusiva, constituyendo textos proI
Puede verse un buen estudio de esta cuestión en: W. Be.uNrn, La Lingüística esþañola del Siglo de Oro (trad. de J. Munárriz), Mad¡id: Ciencia Nueva, 1966.
2 Sobre el Poema podemos señalar, de entre la abundantísima producción de Prn,rl: En torno al Poema del Cid, Barcelona: Edhasa, lg?0; véase también F. LópEz Esrn¡.n¡,, Panoratna crítico sobre el poema d.el Cid., Madrid:
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MENÉNDEZ
Castalia,
1982.
I LOS ORíGENES DEL IDIONI;\
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I-À /\PARICIÓN DEL IDIOI\IA CASTEI-LANO
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cle Berceo, incluye fonnas propias de su Rioja natal. Es decir, hasta mediados de[;S. XIu no hubo una escritura propiamente castellana, lo cuaì nos dice mucho de cómo se fue configurando la tradición literaria española.
Geogralía del castellano þrimitiuo zona originaria del castellano, a juzgar por sus primeros testimonios escritos, se nos presenta bastante bien delimitada: la Montaña cántabra al Norte, el Pisuerga al Oeste y el País Vasco y la diócesis de Oca al Este enmarcaban lo que desde el año 800 empieza a denominarse Castilla (< lat. Castella - <>); ésta es la que llamaban Castilla Vieja, que a lo largo de los siglos x y x se extiende por la Meseta hacia el Sur (en 884 se repuebla Burgos) en un proceso que, con muy diversas alternativas, no cesará en los siglos posteriores. AI mismo tiempo. ese conjunto de fortalezas defensivas al pie de las montañas,
2.2. La
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organizado en condados dependientes de los reyes de Asturias
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y León, irá adquiriendo unidad y autonomía política: Fernán GonzâLe2, a mediados del s. x, será el primer conde de toda
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Castilla, y Fernando I, hijo del rey navarro Sancho el Mayor, será, en la siguiente centuria, quien abra la larga historia de la Monarquía casf-ellana. El solar del castellanc fue, pues, una tierra fronteriza t' los musulmanes, una avanzadilla defensiva cristiana, con : lugar de encuentro de gentes atrevidas, escasamente condi,l cionadas por la tradición que imperaba en el reino de
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León: esas gentes, montañeses y vascos, serán los que den a Castilla su personalidad tan peculiar en el derecho, las costumbres y, sobre todo, la lengua. Todo ello puede explicarnos, de acuerdo con Menéndez Pidal, el carácter innova- dgr, revolucionario incluso, y decidido de la evolución lingüística castellana. Pero también nos ayuda a entender por qué cuando, por fin, surg=e una tradición escrita castellana nos presenta tantos elementos (los <.dialectalismos>> que señalamos arriba) de otras regiones con mayor tradición.
cultural.
2.3. El condado castellano no se había construido ninluni entidad lingüística o cultural anterior. En
sobre
realidad, se hallaba en el límite de tres provincias romanas (la Galtaecia, que ocupó Cantabria; Ia Tarraconense, al Este y Ia Cartaginense, que llegaba por el Sur). Ahí también
I l6
LOS ORíGENES DEL IDIOMA
confluían pueblos antiguos muy distintos: cántabros, vacceos, incluso los mismos vascos, cuya filiación lingüística y étnica nos es bastante desconocida.
Había sido ésta una región difícil para los romanos, quienes no terminaron de pacificarla hasta la época de Augusto (aún después hubo intentos de rebelión, incluso en el período visigótico). Sus habitantes, muy poco desarrollados, fueron integrados tarde y mal a la cultura latina: debieron de aprender un latín muy simplificado, lleno de rasgos de sus primitivas lenguas, una de las cuales, el vascuence, si$uió existiendo, no sólo en su lugar de origen, sino también entre los primeros repobladores de Castilla. Esa prolongada situación bilingüe (o multilingüe), en un entorno pobre, belicoso y muy poco ilustrado, va a condicionar decisivamente la transformación del latín en romance castellano. Pero la oscuridad que envuelve todos estos antecedentes históricos del castellano va a hacernos también muy difícil poder seguir detenidamenre ese proceso.
3. Aur¡cn¡eNTES HISTóRICos:
EL LATíN
y
LAS LENGUAs
PRERROMANAS
Al igual que en la mayor parte del mundo románico, el latín fue en la Península Ibérica una lengua trasplantada por obra de los conquistadores romanos. Lalatinización de Hispania, paralela a su romanizacíón política y cultural, comienza, como señalan todos los historiadores, en el 2I8 a.C., fecha en que desembarca en Ampurias el primer contingente romano, al mando de Cneo Escipión, dentro de la guerra que enfrentaba por entonces a Roma con Cartago. En el proceso de latinización hay dos elementos: modo en que se produce y lenguas anteriores desplazadas, que para los romanistas son clave en la configuración de las posteriores lenguas romances. Situación lingüística de
l@;pania pierromana
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3.1. Poseemos en la actualidad un conocimiento bastante aproximado acerca de la primitiva población peninsular. Sin embargo, hay dos aspectos que conviene no confundir en absoluto: por una parte, los ámbitos étnicos y culturales (que tampoco rienen por qué coincidir), y por
EL LATIN Y LAS LENGUAS PRERROMANAS
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otra las zonas lingüísticas. Es cierto que de unos podemos deducir las otras, y viceversa, tal como ha sido ïabituai entre los historiadores; pero ello puede llevarnos a identificaciones equivocadas. En este sentido, lo que debe interesarnos ante todo es la distribución de las lenguas primitivas. A grandes rasgos, podemos afirmar que la península presentaba {o_q-g¡andes zonas más o menos compactas a la llegada de los romanos: por un lado,i toda la franja del Sureste, desdq Andalucía Oriental hasta Valencia y Caialuña (con extensión al otro lado de la cordillera pirenaica), pepetrando por el Valle del Ebro casi hasra el final, constitùía \a zona ibérica, de cultura elevada, como muestran sus abundantes inscripciones y las referencias de los historiadores antiguos. De origen discutido: ¿procedían del Norte de Africa, o eran autóctonos de la península?, tampoco sabemos si hablaban una sola lengua o- varias, aunque de la misma familia. En Cataluña conviviêron con prrãblos d.e estirpe pfeÈÉfica (layeranos, cosetanos, etc.), de cuyas lenguas iro gu¡da.n.resros. A! Sur, aproximadamente en el Baþ Guadalquivir, se enconrraba la lengua de los tarresios, (liamados también túrdulos o rurderanos), que no se cree fuera de tipo ibérico, aun siéndonos desconocida por completo. (J, La otra gran zona es la de tipo indoeuropeo, extendida por el Centro y (Nor)Oesre de la perünsula: denrro de ella habría que diferenciar una capa¿ry¡ççl¡ica, más primitiva (en la que algunos creen ver los míticos ligures de lã Hisroria antigua), arrinconada hacia el Norte y Oeste de la península, y mezclad-problamente con pueblos más antiguos de naturaleza desconocida; y otra posterior céltica, deiarrollada en toda la zona central y occidental del Noite del Guadiana, y sobre todo del Tajo, aunque con presencia en muchos otros puntos (desde el Valle del Ebro a Andalucía): los celtas del borde oriental de la Meseta, muy relacionados con la cultura ibérica (utilizaron el alfabeto silábico ibero para sus inscripciones, como después el latino), son los qle recibieron la denominación de -celtíberos. Con el primer grupo de 'pobladores indoeuropèõlño éélticos lentrãdos en Ia Éenínsula hacia el 1000 a.C.) podrían relacionarse los cántabros (cuya afiniã-d-þimitiva con los vascos se discure, aunque hoy ya no se les considera como pueblo ibérico), urtrrr.r, c¿llaecos, lusitanos, etc.: salvo nombres de lugar, siempre de difícil explicación, nada sabemos de las lenguas de esìos pueblos.
I LOS ORíGENES DEL IDIOMA
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EL LATíN Y LAS LENGUAS PRERROMANAS
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Los otros grupos lingüísticos son mucho más variados; casi todos, de origen ignoto, y muchos de ellos sin ninguna muestra lingüística conocida.
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El más importante, por su-
puesto, es ek yascô¡, _i{ioma pirenaico en la Antigüedad, pues llegaba desde su emplazamiento actual hasta el Mediterráneo; parece que era propio no sólo de los vascones (habitantes
de
la actual Navarra) sino también de otros pueblos
más
occidentales, situados en la zona del actual País Vasco. Hoy
qe_ 4d1n_ite que sea una lengua ibérica, y mucho qlle fuera la antigua lengua ibéricã ðomún á toda la meqas Península; pèrã il sóä evidenres-muchòs-iãsþös còmunes entre ambos grupos (tanto de tiþo fónico como morfológico tiva a la o léxico), debidos uizá. a unã base común yai posterlores muy qqlqe.qladiçqgn parece, incluso, que e mismo término ibero pluede ter,er raíz vasca, si se admite que se les dio tal nombre por el río Iberus (> Ebro), del vasco ibai, ibar 'río' (¿pero era esta palabra originariamente vasca?). Por otra parte, la presencia céltica fue también importante en la zona vasca, aunque quizá no en la estructura propiamente lingüística, sino sólo en nombres de lugar o persona (aparte de influencias culturales de otro tipo): uascones parece tener raíz céltica. Por último, no hay que olvidar lasõóloñiqs orientales establecidas en las costas del SuÙ en Levanìè.r Las más antiguas son las !çnicias, en general façtorías comerciales; del mismo tipo lingüístico, aunque ya de caúrcter militar, son ìos e-r-rçlavès púnicos o cartagineses. Por otro lado, las colonias griegas (establecidas por diferentes ciudades). Unas y otras podían entremezclarse, aunque los griegos fueron los únicos en fundar poblaciones en la costa mediterránea más al Norte (Valencia y Cataluña).
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La herencia de las lenguas þrerrornenas
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3.2. El conocimiento de la situación lingüística prelatina en la Península tiene para nosotros un interés relativo: ninguna de estas lenguas, con excepción del vasco, sobrevivió al Imperio Romano (al menos, no tenemos ningún dato de ello), por lo que su influjo en la formación del castellano, o de cualquier otra lengua romance, no puede ser más que indirecto. Esto es, precisamente, lo que más atrae a los investigadores: la imagen más extendida es que los romanos invasores (soldados, colonos, comerciantes, magistrados, etc.)
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EL LATíN Y LAS LENGUAS PRERROMANAS
LOS ORIGENES DEL IDIOMA
impusieron el latín a todos los hispanos, lo que en la mayoria de los casos se logró tras una larga et4p4 Qe bilingüismo, suficiente para que penetraran en el habla latina triunfante al final muchos de esos rasgos þiimitivôij ásí, tales rasgos, en último término, son vistos como responsables de la ruptura del latín, de su evolución, y de la existencia de determinados procesos de cambio en el romance hispánico. Nos hallamos, ante lo que la Lingüística histórica viene el siglo pasado. 3.2.1.
Es evidente que esta imagen está bien fundada: sabemos que
seimpuso de golpe ni a fuerza de decretos, sino a través de un -el-.latín jb largo pÍoceso en el que hay que tener en cuenta la mayor o menor
prontitud con que las distintas zonas
se integran en el mundo romano; también es importante el [p_o dç l4!!U que se difunde, debido a qué gentes ¡omanas se instalan en cada zona: un habla más vulgarizante estará más abierta a influencias de las lenguas indígenas que otra de carácter más cgÌto; por último, hay que considerar ei nivel social y cultural de las poblaciones romanizadas: la latinización fue mucho más intensa en las provincias que tenían un grado alto o aceptable de cultura, mientras que seÌía sólo superficial en las más incultas (que coincidían, por cierto, con las más tarde conquistadas). Ciertamente, la pervivencia de los elementos prerromanos parece garantizada por el hecho de que los romanos realizaron la división administrativa de Hispania, respetando lai fronteras étnicas existentes; es posible que así se transformaran las dife¡encias lingüísticas primitivas en diferencias dialectales dent¡o del latín adquirido. No obstante, el recurso aì sustrato como elemento explicativo de la evolución latino-románica presenta muchos problemas. En primer lugar cuando no colrocemos la ìengua primitiva difícilmente podremos señalar de ella al latín en muchas ocasiones, rasgos esa sust¡ato>> precisamente a través de hechos románicos inexplicables de otro modo, y que suponemos pueden deberse a esa causa; incluso se da el caso de que los romanistas postulen la existencia de un sustrato a partir de situaciones de este tipo, sin que haya ninguna otra justificación histórica para ello. Esto es precisamente lo que encontramos en la Península Ibérica: las inscripciones ibéricas, las más abundantes, han podido ser leídas, pero no interpretadas; de las lenguas pre-célticas sólo tenemos nombres propios (de dioses, de lugar, etc.) y poco más (en cambio, la documenración celtibérica es abundante). Nada hay, por el contrario, de las demás 3. Por otra parte, el\sustraò ha de interesarnos por su presencia en romance (y en el latín previo). En este sentido, hemos de distinguir si lo que se transmitió fue unproceso lingüístico vivo;.o*ì;n elemento cualquiera, que siguió actuandó o produjo determinadas reacciones; o, por el contrario, fuero¡ elementos ya fijados en su fo¡ma (palabras, sufijos sin capacidad expansiva, etc.); prácticamente imposible de determina¡ es si hay otras 3 La primera documentación directa del vasco es del s. x, precisamente en las ya citadas Glosas Emilianenses.
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hyel.las 9e sustrato, taìes como preferencia por ciertos tipos de sonidos, -sin CieÍtàs'fòrmaì de ordenà¿ión táctica, erc. 4
3.2.2. Son abundantes las reliquias prerromanas ¡
con-
servadas en castellano. Como hles, se trata casi siempre de palabras sueltas o de algún que otro sufijo: enrre las prime-
ras, predominan, como es usual, los topónimos, y también ciertas denominaciones de elementos físicos característicos de la Península. Los topónimos, por su fijeza, han sido utilizados para delimitar las áreas étnico-lingüísticas; sin embargo, no necesariamente han de reflejar la lengua hablada en esa zona (pueden responder, por ejemplo, a estratos anteriores). En cuanto a los demás términos, por lo general menos limitados geográficamente, los que más dificultades plantean son los preindoeuropeos, dada nuestra ignorancia sobre cómo eran las lenguas no célticas de la Península.
Incluso las palabras que tienen correspondencia en vasco no tienen por qué ser vascas: pueden pertenecer a un estrato anterior al vasco conocido, que podría ser de tipo ibérico o preibérico; o pueden ser préstamos vascos a lenguas que tuvieran algún contacto geográfico con él (o préstamos antiquísimos de esas lenguas al vasco); no hay que olvidar, además, que el vasco ha seguido coexistiendo, primero con el latín y luego con el romance: hay también vasquismos de época muy posterior. Por último, es también difícil de explicar la presencia de algunos de estos términos prerromanos fuera de la Península (salvo, naturalmente, los de raíz indoeuropea): suelen darse en torno al Mediterráneo o en Centroeuropa, y han dado lugar a todo tipo de especulaciones sobre pueblos y movimientos migratorios primitiVOS.
3.2.2.1. A ese vocabulario preindoeuropeo pertenecen nombres de accidentes geográficos como cueto 'cerro', barranco, alud, barro, arroyo, charco, balsa; de plantas como chaþarro 'mata de encina o roble ', c&rrasc&'encina', mata'conjunto d.e árboles o arbustos'; de animales como sa,þo, becerro,' y otras como ,Iegaña, sarna o, quizâ, sobaco q Para el sustrato, véase la reciente y exhaustiva obra de D. SrlvesrR.r, L¿ teoria del sostrato. Metodi e miraggi,3 vols., Napoli: Gaetano Macchiaroli Ed., 1977-82; excelente recopilación de artículos teóricos y empíricos es la de R. KoNrzt, Szås¿r¿te und Suþerstrale in den romanischen Sþrachen, Darmstadt: Wissenschafrliche Buchgesellschafr, 1982.
22
LOS ORíGENES DEL IDIOMA
(relacionadas con el hombre), objetos como abarc&, carna' etc. En varios casos la palabra castellana procede directamente del latín, pero los autores antiguos nos hablan de su origen hispánico: sería el caso de cuscuLIUS (> coscojo), CUNICULUS (> conejo), GURDUS 'necio' (> gordo), PLUMBUS (>
þlomo), etc. También forman parte de este estrato ciertos sufijos, aislables por repetirse en diversas palabras, pero ya sin vitalidad, como lo muestra el que no presentan un sentido claro ni hay nuevas formaciones con ellos. Se trata de -rro (baturro, ¿cacharro?), -ieco, -ueco (muñeca, morueco, Batuecas), -itano o -etano, usado mucho en pueblos de este tipo (aquitanos, lusitanos, carþetanos, etc.); muy discutido es el origen del patronímico español en -z (Ferraz, Gómez, Muñiz, Muñoz, Ferruz), aì que se le han supuesto raíces ibéricas, vascas, góticas y arábigas, sin que aún se haya llegado a ninguna conclusión. Por último, son también prerromanos, aunque no sólo hispánicos sino propios del Mediterráneo occidental, los sufijos atónos'-ala,'-ara,'-aga, '-ana, '-ama, presentes en topónimos: Lángara, Cuétara, ant. BRACARA, BRACANA, BRACALA (> port. Braga), Sástago, y en términos comunes: légamo o légano, carámbano o cará,mbalo, (a)rreþáþalo, zángano, galápago; llegaron a incorpoTarse a lexemas latinos: ciénaga (< cnrruuu > cieno), relá,mþago, luciérnaga, médano, cáscara, uástago, murciégano y murciégalo (> murciélago), y atraer a otros sufijos de contextura fónica semejante: cernícalo (por cnRutculul,t > cernícolo o cernígolo en castellano medieval), þámþano (< ee.urri.rus), cuéaano (< corHrNus), etc.
5
3.2.2.2. No son muchos los elementos léxicos procey menos aún aquellos que puedan considerarse primitivos: algunas de las palabras
dentes directamente del vasco,
señaladas arriba han sido presentadas como tales, al existir
también en vasco. Es muy difícil, no obstante, poder aislar una capa de vasquismos primitivos frente a los que entraron
en el idioma en los largos siglos de bilingüismo vascorománico al comienzo de la Reconquista. Entre el léxico de origen vasco más antiguo en español suelen citarse: izquierdo, cencerro, þizarra y algún otro. 5 R MENÉNDEZ PIDAL, .', en Toþonimia þrerrománica hisþánica, Madrid: Gredos, 1968.
F,I,
LÄTíN Y LAS LENGUAS PRERROIV1ANAS
23
En cambio, la toponimia peninsular explicable a través del vasco es muchísima, y sobrepasa ampliamente el espacio que tal lengua pudo ocupar en el pasado: de hecho, ha sido uno de los argumentos utilizados para defender la identidad del vasco con la lengua ibérica primitiva de Hispania. Así, no sólo hallamos abundante toponimia de tipo vasco a lo largo de todo el Pirineo hasta el Mediterráneo y comarcas francesas vecinas, sino también por todo el Centro y Sur de Ia Península. Hoy ya no se cree que esto indique que se hablara en todos estos lugares una lengua de tipo vasco: puede tratarse de sustratos previos comunes, de préstamos de ciertos elementos compositivos, etc. 6 Así, son interpretables por el vasco topónimos orientales como Ará'n ('valle'), Esterri ('lugar cercado') o Segarra (< s,tc,tn 'manzana'). En toda la Península, especialmente en el Sur y Levante, hay o hubo topónimos con lli, Iri ('ciudad'): Ilerda (Lérida), Iliberis ('ciudad nueva': desde el Pirineo a las inmediaciones de Granada); con Aranz ('espino'): Aranjuez, Aranzueque, etc. Es hacia el Oeste del actual País Vasco donde la toponimia de este tipo es menor, aunque elementos corno Selaya, en Cantabria, Iria Flauia, en Galicia, y otros hayan hecho antiquísimos relacionables con el vasco.
la toponimia todo en el Levante, Sur y Portugal, Y -ena, ibérico, menos en el Centro y Noroeste, es o y casi idéntico al derivativo vasco Curiosamente, suele aparecer unido a nombres latinos, indicando probablemente el primer poseedor del lugar: Leciñena (de t-tcINIus), Villena (de nrr-lrus) , Lucainena (de lucaNtus), Mairena (de nalnrvs) , Galiena (de GALLIUS), etc. Otro sufijo, éste ya más claramente vasco, también muy vivo en época latina, es -urri, -uri ('ciudad'): Gracchurris n
sufi o muy abundante en casi toda
(Rioja), Crescenturi (Cataluña), etc. (como el preindoeuropeo CALAGURRIS
> Calahorra).
3.2.2.3. Los elementos indoeuropeos prerromanos de la Península presentan también problemas de localización. 6 Naturalmente, hay que excluir de aquí la toponimia vasca del Norte de Castilla surgida al inicio de la Reconquista (de la que son muestra los Villabdscones, etc.); no obstante, es ditícil decidir si los topónimos vascos de la Rioja y zonas colindantes son medievales o proceden de un estrato primitivo. Véase, para todas estas cuestiones, M.'
romrinica, Madrid: Paraninfo,
1987.
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-\ 24
LOS ORíGENES DEL IDIOMA
En primer lugar, pueden aislarse algunos elementos no célticos, dada la presencia en ellos de una /p/ que el celta perdió: þá,ramo, quizá c,+rnNNt (> cabaña), eeuNue (> palencia), y algún otro 7; para algunos, también lama'cieno', aliso o naua'tierra llana entre montañas' tienen este origen; conocida es la procedencia < atribuida al sufijo -asco, frecuente en el Norte peninsular (Velasco, Biosca, Benasque, etc.). Naturalmente, hay que descartar los numerosos celtis-
EL LATÍN Y LAS LENGLIAS PRERRONÍAI.NAS
25
geográfica que los primeros; aquí la atribución céltica siempre mucho más segura.
es
3.2.2.4. Las colonias fenicias, púnicas y griegas dejaron sólo unos pocos topónimos, aunque entre ellos figuren algunos muy conocidos. De origen fenicio parece ser el primer nombre de la Península, el adoptado por los romanos (frente a \a lberia de los griegos): Hisþania procede de r+iseþhan-im'isÌa (costa) de conejos'; tienen la misma procedencia Cádiz (< cADIR), Málaga, Medina Sidonia (donde se reconoce el Sidón fenicio), etc. De origen cartaginés son Cartagena (con el ibérico -ena añadido), Mahón o lbiza. De los nombres que los griegos dieron a sus enclaves
mos del latín difundidos desde éste al romance (camisa, cerueza,, legua, carro, carþintero, etc.). Por otro lado, siempre habrá que contar con que los celtas trajeran a la Península voces no indoeuropeas, o con que en ésta existieran ya términos que en otras zonas europeas habían sido incorporados por los celtas: en ninguno de los dos casos se trataría de ..celtismost, propios. Hechas estas salvedades, del léxico celta peninsular parecen proceder unas pocas palabras (en menor número, ciertamente, que de otras procedencias): álamo, huelga'huerta a la orilla de un río' (hoy sólo subsiste en el topónimo Las Huelgas), comba, brezo, greñón y greña, quizâ porra, colmena, gancho, huero y brío, uno de los pocos términos no materiales de origen prerromano. El sufijo -iego: andariego, mujeriego, gallego, rnanchego, labriego, etc., es también considerado céltico (aunque en él hayan confluido luego elementos latinos, 1, âurì posteriores); su mayor presencia parece haberse dado en el Noroeste de la penín-
costeros quedaron pocos: Ampurias, Rosas, etc. Pero ningún
helenismo del español pertenece a este primer contacto del
mundo griego con la Península.
3.2.3. Mucho más compleja y discutible parece la noción de sustrato cuando lo que se le atribuye no es la presencia de tales o cuales elementos (que, hasta ahora, sólo son de naturaleza léxica) sino la puesta en marcha de determinados procesos de cambio en la lengua que sobrevive: lo que a veces se llama reacción sustratística. En este punto hemos de conocer muy bien, por un lado, si dicho proceso se daba, y cómo, en la <>; y, por otro, las
razones por las que se insertó, y cómo actuó a partir de entonces, en la otra lengua. En el campo de los sustratos prerromanos raramente puede cumplirse la primera condi-
sula.
La toponimia céltica es más abundante, y delimita bastante bien la zona indoeuropea peninsular: así, los nombres con el Oeste (aún
ción. Tampoco se ha tenido en cuenta la mayor o menor proximidad estructural y genética entre las lenguas en contacto: como ha señalado A. Tovar, es mucho más probable la influencia sobre-_el lg4" por pìlfe -misma familia (lái indo-eùro-þéáSf que -dtGûcuap_@ll por otras de tiþ éstructural- difèrènte.- Sin embargo, como ya señalamos más arriba, la acción de los diferentes sustratos en las comunidades del Imperio Romano en su proceso de latinización ha sido una de las causas que con mayor insistencia se han aducido para la tdtagrrqqqtaciólLdel l4tín. Los sustratos estarían, principalmente, en la base de los caracteres distintivos de las lenguas románicas entre sí. En este punto, y ateniéndonos al español, habría que diferenciar:
llegaron briga, etc
briga, Flauiounã incursión en el Levante (Segóbriga, en Valencia); los nombres con Seg- ('victoria') se hallan también en el Centro y Oesre: Segouia, Sigùenza; en cambio, son escasos los topónimos con -dunum, que parecen responder a una invasión céltica posterior (curiosamente, éstos se dan más en Cataluña y Aragón). El resto de la toponimia céltica: los derivados de Clunia (como Coruña) o los compuestos con Argant-.plata' (Argønda, etc.), y otros, presentan la misma distribución 7 A este respecto se cin la oposición entre el lusitano Bletisama < rpLËTIsAMA
y el celtibérico Ledaisama (> Ledesma).
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LOS ORICIENIIS DEL IDIONIA
26
27
EL I,ATíN Y LAS LENGUAS PRERROM;\¡'AS
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Procesos de carr-rbio a_tiginados por la existencia en otra lengua de elementos de su estructura o de su
realización que, al incorporarse a la nueva lengua, pro\/ocarì en ella determinadcls procesos de transformación. En nuesLro caso, se trataría rnás bien de casos de ausencia: la inexistencia de fonernas labio-
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dentales en vasco, ibérico o en la lengua cántabra sería la responsable de la aspiración y pérdida de /latina (ttlu > hilo), o de la confluencia fonológica de å- 1, u- (baca pronunciado igual que uaca). Procesos de cambio existentes en una lengua y que se transmiten a aquellã Con la que entra en con[acto. Sería el caso de la sonorización de las consonan[es sordas intervocálicas (,Lrorul,ce > bodega), fenómeno incorporado de las lenguas célticas, o el de Ia me[a-
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fonía o inflexión vocálica por vocal ccrrada final (vzc; > hice). Si bien adelantamos que parecen mejor fundadas las explicaciones del segundo tipo, dejaremos la discusión de estos posibles fenómenos de sustrato para la consideración en cada caso de los diferen¡es cambios.
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de la Península ibérica al mut-t-
do político dominado por Roma es un proceso relativamente bien conocido tanto en el aspecto militar de la conquista colrro en el de la ..aculturación', de los pueblos peninsulares según los moldes romanos.fA partir de 218 a.C. el Levante (la zona ibérica) y el Sur (la zona tartesia) son rápidarnente sometidos al poderío romano: tras la rebelión de 197, prorlLo sofocada, estas provincias (la Citerior y la Ulterior) quedarán integradas de forma definitiva. A lo largo del siglo It a.C. se
produce la conquista de las zonas indoeuropeas, mucho más pobres y belicosas; las guerras lusitanas (155 139) y celtibéricas (153-l5l y 143-133) serán los períodos culminantes de esta etapa. En el s. I a.C, se sucederán las guerras civiles romanas que tienen su reflejo en la Península: la rebelión del itálico Sertorio en Fluesca, y la contienda entre los partidarios de César y Pompeyo (muy abundantes éstos en la Península). Por fin, entre el 29 y l9 a.C. se producen las guerras contra cántabros, astures y galaicos; tras ellas,
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I 28
EI, LATíN Y LAS LENGUAS PRERROMANAS
LOS ORIGENES DEL IDIOMA
29
su latín fue más conservador y <> (hemos visto que incluso un gramático romano lo recoirocía); el peso de la escuela y la instrucción como medio de difusión del latín debió ser en ella mucho mayor. Por el contrario, la Tarraconense fue habitada sobre todo por soldados, colonòi del Sur de Italia, comerciantes, etc.; era una zona más abierta a la comunicación con Galia e Italia, atravesada por vías que venían de Roma; su latín fue más < y receptivo a las innovaciones que procedían del centro del Imperio; al mismo tiempo, se afirma que contenía numerosos dialectalismos suritálicos, introducidos hacía poco en el latín por antiguos hablantes oscos, sabinos, lucanos, etc.: fueron muchas las ge-qteq dçl Sur de Italia que, por razones económicas,o a consecuencia de las guerras civiles del s. I a.C. en ltalia, emigraron a esta provincia hispana. Este primer germen de diferenciación en el latín hispano (aparte de los sustratos, que en estas dos provincias no parecen haber actuado) s_e propagó al resto de la Península a medida que se producía su conquista: el l-atín de la Bética ascendería por el Oeste y llegaría hasta las zonas galaicas, astures, incluso cántabras; de esta forma, el conservadurismo de los dialectos románicos nacidos en estas zonas heredaría el carácter conservador del latín bético. Por el contrario, el latín popular de la Jarraconense se difundiría por el Centro, hasta chocar con la corriente anterior en la zona donde, precisamente, al cabo de los siglos brotaría el romance castellano, que, por tanto, tomaría elementos de ambas.
Hispania será ya urra þrouincia þacata ('provincia pacificada'). i
tica y cultural fue paralela a este proceso, y de los pueblos que se iban incorporando a atraerse a los indígenas, los procedimientos represivos y la seducción pacífica, en especial de la arisrocracia y las capas dirigentes nativas. Sabemos que la romanización fue completa en las
que conservan ele traria¡ lo que nos (þingue sonantes
Adriano (s. u d.C acento regional. Todo esto no sóìo tiene que ver con la mayor o menor facilidad para la transmisión de rasgos lingüísticos indígenas (la cuestión del sustiato) sino también con la mayor o menor propensión a sufrir transformaciones
3.3.1.1. Esta tesis, desarrolÌada por Harri Meier, aceptada por Menéndez Pidal y la mayoría de los hispanistas, presenta sin embargo algunos )nconvenientes. Aparte de fiar en exceso los caracteres de los diaìectos románicos a la situación latina (y prelatina), no parece que algunas de esas características, de las utilizadas como apoyo para esta imagen de Ia latinización hispánica, encajen adecuadamente en ella. _Uno de los rasgos diferenciales señalados era el carácter dialectal del latín importado a la Tarraconense, con evoìuciones que luego pasarían al catalán, aragonés o castellano, pero no al portugués o a los dialectos
3.3.1. La romanización del inrerior de Hispania parrió, como es lóglco, de las zonas ya romanizadas: lás prouirr.iu, Bética (el Sur, anres rarresio, pero con áreas ibéricãs, célticas y púnicas) y Tarraconense (originariamente, el Levante ibérico). Ambas desarrollaron un ripo diferente de latín 8: l.a Rética, u¡bana y culta, acogió en general a romanos de mayor nivel social y cultural (magistrados, etc.), por lo que
occidentales.
Entre esas evoluciones H. Meie¡ señaló las rrronoptongaciones ALI > o ) toro), Ar > ¿ (pRrNrARrc > primero), ErB > m (LUMBU ) lomo), Nn ) n (sólo en catalán y aragonés: cÈRUryDA ) Girona; era éste el único fenómeno verdaderamente extendido en las lenguas itálicas y en el latín del Sur de ltalia), -Lt > -o; Menéndez Pidal citó también la asimilación lt > ll (esporádica en va¡ias zonas de la Península: HERùIENEGILDIIs > Armillo), y ciertas sonorizaciones tras nasal o líquida que se hallan en el Pirineo aragonés (cambo, aldo, þarde, etc.). Otros investigadores añadieron (]-A[JRLÌ
8 Véanse: M C. Di¡zv Dí,\2, , Ibid ,2Zj-2b0; S. MrrnrNer. BIconn¡., ..El latín de ìa Península Ibérica. Léxico>, Ibid., 199_226 I
-\ 30
I,OS ORÍGENES DEL IDIO]\IÀ
Ii-L T,ÀTíN Y L¡\S LENGI]ÄS PRERRON{ÀNÀS
numerosas concordancias léxicas entre el Sur de Italia y la Península Ibérica, en especial en las ìenguas 1' dialectos ccntrales y oricntales; también se incluyeron aspect.os sintácticos, tales como la preposición a ante Objeto Directo persoual (he uisto a tu þadre), el desplazamiento de I{^BERE por TINERE (como verbo de posesión )¡ como auxiliar), el empleo de ¡uI también como pretérito del verbo que signifique'il', etc. A todo esto habría que añadir la abundante toponimia común (el caso más llarnativo, aunque no deje de ser discurido, selía oscA > FJ&¿sta) y las viejas relaciones desde la época romana (que tuvo su cumbre en la rebelión deì osco Ser-torio en esta zona). Sin embargo, estos felrómenos ya no muestran una coincidencia tan nítida: p ej. los sintácticos se dan también en por-tugués, aparte de erì otros puntos de la Rornania; incluso valios de los fenómenos señalados más arriba presentan graves probÌemas (escasa o nula documentación latina y prelatina en Italia, dificultades de cronología, etc.) para ser aceptados sin más como herencia de ese latín dialectaÌ en el Cerìtro y Este pcninsulares.
ello. en su distribución vuel\/el1 a no coincidir por etìteì'o cou ll ì,,r.-,u-os cambios a los que se'atribuía origen suritálico
¿oarLe de
3.3.2. La Península Ibérica fue la primera conquista romana en la Europa occidental (excepción hecha de las islas: Sicilia, Cerdeña y Córcega, ocupadas desde mediados
del s.ItI a.C.). Es cierto que hasta finales del s. I a'C. no acabó de ser sometida, pero también lo es el que desde principios del s. tI a.C. ya estaban dominados por completo ios puntos desde donde partiría la ocupación del resto. Por ranro, l-?_ptesencia del latín en la Península es antigua: arrattca de un período que no es aún la época <>, y en el que existen formas que desaparecerán o serán arrinconadas por el desarrollo posterior de la lengua latina. En suma, el latín qqq s-q _ll4plaqta e.t Hispania es de tipel 4\çaic9, y pqse a conservar los vínculos con el resto del mundo romano mantendrá numerosos arcaísmos que luego subsistirán en los romances hispánicos 12. Es probable que ese carácter arcaizan[e se deba también que Hispania çIe_u44 ren4 -144-teral¡>, st -no-
En otros dos cambios peninsulares ha sido defendido arclicnternente el origen suritálico, pero su dist¡ibución geográfica viene a contradecir la tesis de ùIeier. La metafonía, o cierrc dc la vocal tónica por una vocal cerrada final (roru > port. tudo, þerïo > asr. þhru), se da en portugués (no en gallego) y asturiano central; en éste la metafonía interviene en el llamado <, l0 para los herederos de eslos grupos latinos, articulaciones quc aparecen en Asturias occidentaì y central, quizá existieran en el Pirineo aragonés, y se encuentran también en el Mediodía italiano y sus islas (naturalmente, esto no implica identidad fonética ni distribucional enlre las dos zonas) También se señala, como rasgo común de base, el ¡cfuerzo de t - en ll- (leonés y catalán: LINCUA ) ast. llingua, cat. llengua) y de irt- en ñ- (frecuente en leonés: ñudo, ñariz); ese refuerzo puede ser cacuminal cn las mismas zonas que lo ticnen para -ll-. En cambio, el rcfue¡zo cle R- en rr-, también suditaliano, es común a toda ìa Península
dentro del mundo románico no deja de ser discutible: ni toda Hispania puede considerarse área .> del mundo romano (menos aún provincias como Ia Tarraconense)
Ibérica. De ninguno de estos cambios hay mucstras en época latina; 0 L.os es¡udios sobre la metafonía asturiana son numerosísimos: r éase una completa relación bibliogrática en R LAPIsA, Hisloria dc La lengua esþañoLa,9^
ed, ùladrid: Gredos', 198Ì, $ ll9, n 20; pucde añadirse: C Bl,rvlocn,..Hispanic Nletaphony>, Romance PhiloLogy, xvtlt, 3, 1965, 253-27ì r0..Se llama consonante cacuminal (con mayor frecuencia denominada
relrolleja ),, menos corrientementc, cerebral) a ìa cotìsonante en cu)'a articulaciórl se da un contacto cntrc cl revés de la punta de la lengua ¡ ìa parte superior del paladar" (J. I)r;Bots y otros, Diccionario de Lingüistica (trad de I. Ortega y A. f)omínguez), Nfadrid: Aìianza Editorial, 1979).
3l
ll R.
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NÍENÉ^-DF.z
Pln,\L,
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problcmas iniciales relativos a los romances
hispánicos>>, E¿,F1, r, Lrx cxxxvln Véase discusión y bibliografía en: K La lormación d,e los dominios lingüísticos en lo Península lbérica
BII ¡t¡lccl, (trarl' de l'.
Lledó y M. Macau), 2.' ed, Nladrid: Greclos, 1971, 12 No parcce, sin cmbargo, contra lo afirmado por bastantes romanistas clesde fines del xIx, que la mayor o menor antigúedad de la implantación del latín en las distintas provincias se tradujcra automáticamente en las dilerencias clue llevarían a las Icnguas románicas
I 32
I,OS ORIGENES DEL IDIOMA
ni de esas áreas pueden considerarse excluidas las innovaciones. Por otra parte, los areaísllos atañen. casi sólo al léxico; en la evolución fonética y morfosintácrica el panorama es muy distinto: aquí los romances hispánicos son igual de <.avanzadosrr, o más, que el italiano, bastante menos que el francés, y, salvo algún caso, no suelen coincidir con el rumano 13. 3.3.2 época de
1. Son l¡astantes ìos a¡caísmos hispanos que remontan a la la conqr,rista; entre ellos algunos aparecen en autores romanos
que estuvieron en la Península: podemos ver así cómo en Hispania se asentó este tipo de latín. A esta capa pertenecían: LABRLÌM > lebrilLo, POCILLUI\Í > þocilLo, ROSTRITM 'pico, hocico' > ÍostÍo, CAprTrA (de CXrrrrurvr 'capucha, orificio superior de la túnica') ) cabeza, tttNn 'pernil' ) þierna, APTARE > alúr, etc. Otros arcaismos característicos, bien conocidos, son: CO\/A > cueuü, CtttUS-Á.-lIM > cuyoJ -a, y qÙizit los indefinidos ninguno,
nada.
En otros casos, son las formas clásicas las que perviven en Hispania (acompañada a veces de otras zonas románicas), mientras que el Centro del Imperio prefirió innovaciones más tardías. Son los casos de AUDIRE > oír, ivtttLltn ) mujer ('persona de sexo feme¡rino' y 'esposa'), CoMEDERE > comeÍ, CRÃS ) c¡as 'mañana', rìQtr/\ > yegua, y muchos otros (p. ej., ciego, cuna, hentir, rogar, queso, etc ); dentro de las formas gramaticrles: Nt^cls ) más (para la comparacitin), la telminación -,cclNr',{ () -aenta, -enta), e\ mantenimiento del sisterna te¡nario en los demostrativos, o la conservación del antiguo pluscuamperfecto de indicativo y del futuro perfecto, si bien con notables desplazamientos de vaìor (amara, amare). Algunos investigadores añaden, dentro del nivel fónico, el idéntico tratamienro de las vocales en sílaba libre y trabada (Hispania, Sur de Italia y rumano): NO\¡LlS > nueuo = PORTÂ ) þuerta, lrentc a su diferenciación en francés e italiano (c|r. ft. neuf/þorle, iL. nuouo/þorta). Incluso hay quien asigna a este momento la ausencia de articulación labiodental para /ï,/ (y la nueva
/v/).
Por último, ocu¡re también que en la Península hallamos innovaciones respecto del latín <, pero anteriores a las que triunfaron en el Centro de Ia Romania. Es en estos casos donde, principalmente, suelen coincidi¡ los romances hispanos y eì rumano Se trata, entre otros, de: FAtsULA.RI ) hablar, AFFL¡\RE ) hallar, FORT\TOSUS ) hermoso, etc. A estas innovaciones tempranas y arrinconadas pertenecen también querer ('desear' y 'amar'), PI.RCONI'ARI > þreguntür, CAMpST\RE > cansar, y otros.
3.3.2.2. De acuerdo con todo lo anterior, no podemos esperar demasiadas innovaciones peculiares en el latín de la Península Ibérica. Muy pocas, además, se atestiguan en época latina; entre ellas están dos de amplio alcance en la estructura gramatical: la eliminación de la conjugación en -Ènt (no sólo el trasiego de verbos entre conjugaciones, según ocurría en otras zonas), y el desarrollo de a (( el) ante ciertos Objetos 13 Véase
A Tovnn,
de Hispania: aspectos léxicos de la romanización",
discurso de ingreso en la R.A.E, Madrid, 1968.
DE t,Ä AN'IIGÜEDAD LATINA AL À'IEDIEVO ROM,ÁNICO
JJ
Directos En cambio, sí se citan neologismos léxicos; en época imperial, FoRlvl^cEtrs ) horntazo 'pared', y, más tardíamente (los cita Isidoro de Sevilla), ANTE-N^TLIS ) aLnado (o en\enado), C^PTARE ) catar 'ver', AMARELI-IrS (< AMARUS) ) amarillo, etc. Carácter innovador de Hispania, frente a un mayol conservadurismo de la zona central, puede verse en unos pocos casos: GERI\IANIS ) hertnano, SERARF. > cer. ar, lener con val,or posesivo, etc. Los neoìogismos que se aducen, casi siempre léxicos, han de ser inferidos del romance como tal, sin que sepamos, pues, si la.> es latina o románica.
4. Dr ln ANTrcüEDAD
LAlrNA Ar- NîiDilvó'hor,r,{Nrco
Ll,latín instalado en Hispania debió de presentar, según hemos \isto, particularidades notables, debidas a causas diversas (lenguas antiguas, tiempo de difusión, etc.). No obstante, era la misma lengua del resto del Imperio,.la que Roma, su cuna, hat¡ía difundido por casi todo el mundo entonces conocido. En la época imperial se nivelarían muchas de las diferencias que henros supuesto: Hispania se comunicaba con las áreas centrales (Galia, Italia) a través de los Pirineos, y con África por el Estrecho de Gibraltar. La latinización de Hispania fue, en líneas generales, completa: ello no sólo se muestra en la floración de autores latinos (Séneca, Marcial, Columela, Lucano, etc.) y en la existencia de grandes focos de latinidad (Hispalis, Corduba, Emerita, Tarraco, etc.), sino muy especialmente en que era el latín la única lengua empleada hasta en los escritos más humildes. Es de ese latín hablado por todos, < o
(frente a la modalidad literaria más fijada), de donde surgieron las lenguas romances y, entre ellas, el <
castellano.
EI
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4.1. Con el nombre de latín vulgar se viene denominando esa forma lingüística no literaria, ma!ìre de todas las lenguas románicas. Es un concepto antiguo, nacido con lã Filología Románica: fue acuñado por F. Diez y consagrado por H. Schuchardt; desde entonces se ha convertido en una categoría utilizada de forma universal. En realidad, s_u-.g. antecedentés
son'del mismo latín: Cicerón menciona
el
þlebeius sermo, o lengua <, que puede emplearse, p. ej , en las cartas, y eluulgaiis serrn;,la manera corriente de hablar (que Cicerón recomienda no olvidar), nombrada
34
LATINA AL MEDIEVO DE LA ANTIGÜEDAD
LOS ORIGENES DEL IDIOMA
ROM'ÁNICO
35
de orden social: naturaleza y jerarquía de los interferir consideraciones. etc' ronìanización' la de modos :;ì;;..' como 'latín vulgar' se entiende de vista diauônico, punto el Desde
también a veces sermo cotidianus. Diferenciación sociocultural unida a la geográfica era la que establecían sermo urbanus frente a sermo rusticus (pues en éste podían quedar formas dialectales itálicas): había, además, entre ellos una clara distinción de v4lor (positivo el primero, negativo el segundo), tal como se observa en,Cicerón o QuintilianÒ. Un paso más parece ser el que dan autores como Séneca en el s. I d.C. o Agustín de Hipona en el s. Iv, al oponer latine
-
a uulgo, con lo qqq se implica que la forma < latinas. te.
4.I.1. Latín uulgar,
pese
a su antigüedad, no es en absoluto un
las siguientes perspectivas
y las fases intermedias, si bien éstas de forma muy fragmentaria en ocasiones. La necesidad de reconstrucción es cla¡a cuando encontramos muchas formas romances que no pueden explicarse a partir de las formas documentadas en cualquiera de las variantes del latín. Sin embargo, esa lengua reconstruida, abstracta e intemporal, no tiene por qué coincidir con el supuesto
Romano: muchas formas ..vulgaresn documentadas en las fuentes conocidas (inscripciones, textos de gramáticos, obras técnicas, latín cristiano, etc.) no han tenido ninguna herencia en las lenguas ¡ománicas; la ¡econstrucción a partir del romance tampoco nos proporciona sistemas lingüísticos coherentes en un tiempo histórico. Po¡ ello, muchos Iingüistas llaman a ese sistema, construido a partir de elementos diversos en el tiempo y el espacio, románico común o þrotorromónico, punto de partida ideal sob¡e cuyo tipo de existencia real no hay por qué pronunciarse.
l4:
En primer lugar el latín diferenciado socialmente : a ello responden etc. en este punto se diferencias sociales y culturales de los hablantes larinos (los miembros de las distintas clases y estamentos no hablarían igual) con variaciones esrilísticas, debidas a la situación; esto último es lo que intentan recoger denominaciones como lalin lamiliar o latín coloquiaL (el sermo cotidianus de Cicerón). Este es, por cierto, el valor de uulgar como nombre de la forma no literaria del latín.
'vulgar','popular',
- Las diferencras geográfico-dialectales ya, eran conocidas por los romanos: a la oposición er,tre 5ermo urbanw y sermo ruslicus (social en su origen) se sumaría la diferencia entre latín de la Urbe y latín de las provincias. Este último presentaría numerosas interferencias de las lenguas primitivas de cada zona (los 'sustratos'); pero también es cierio que el latín de Italia fue más .popular,>, lleno de los viejos rasgos itálicos (latinos o no-latinos), mientras que el provincial presentó mayor homogeneidad (como toda lengua importada), al ser la lengua enseñada en la escuela y usada por la Administración colonial. En todo ello vuelven a
lr La bibliografia sobre el latin vuìgar es inmensa; una buena selección, así como valiosas precisiones, nos ofrece A. Nlcur-¡.sct'. <1El latín vulgar. Considera+È€oltqepto,¡- /4 nuario de Le tras, xt, l, lÙffi211-
_
_jg!ìrs.solrr€
Por último, el 'latín vulgar' puede ser también obtenido por
reconstrucciôn a partir de lo que nos ofrecen las lenguas románicas' La técnica de la reconst¡ucción, tanto por comparación entre lenguas afines (la más frecuente) como Ia interna en una lengua, fue uno de los grandes ìogros de la Lingüística histórica del s. xtx. En el caso de la familia neãlatina su actuación es rnás fácil, ya que se conocen eì punto de partida
concepto unívoco; su polisemia lleva, incluso, a muchos lingüistas a proponer su eliminación: Paul M. Lloyd h,a señalado trece significados atribuidos en diversos momentos a dicho té¡mino. Los latinistas nunca han estado muy de acuerdo con éi, ya que ace4túa en demasía el elemento no literario del latín y supone una separäción excesiva de los distintos niveles lingüísticos. Va¡ios lingüistas actuales consideran que la rígida dicotomía entre latín clósico y latín uulgar responde a una visión superada del funcionamiento y el cambio de las lenguas, que no riene en cuenta la heterogeneidad a comunidad lingüística. En tivo: indica todo lo que no [neafid,ad, Iatín la escritura literaria desde el { pertenece a la I I s. I a.C. De ahí que pueden agruparse según
\.\
4.1.2. Muy debatida ha sido la cuestión de la unidad o diversidad del latín vulgar o, en general, la del habla latina en la época imperial: ello tiene una clara relación con la génesis de las lenguas románicas. Así, hay quienes piensan que la diferenciación interna del latín arranca de la-rniqma época de su implantación en las distintas--?euj4-s (en relación con los sustratos y la antigüedad de la conquis-
ta), pj1 lo que el origeu de las lenguas romances po-{¡ía siluarse incluso en el s. I (o II) a.C.; ot{o.s, por el contrario, \1n llçgaQ.o a afirmar que la unid¡d l|ngqíqt!ç3.I?_tina llega tìâsta èfs. vIII. Por otra-parte, en el problèma ãê lã- Iâüna ñay dos cuesdo;es: ¿hasta cüándo latín <' y
.to
LOS ORIGENES DEL IDIOMA
son formas de una única lengua?; y ¿hasta cuándo los hablantes de latín siguieron compartiendo una misma forma lingüística, y desde cuándo hay < lenguas románicas? Si bien tales preguntas se refieren a hechos que no tienen por qué coincidir, es habitual pensar que ambos procesos de diferenciación son paralelos: incluso, suelen presentarse como las dos caras de un mismo fenómeno. Ciertamente, no tenemos < (ni puede haber tal cosa): sólo tenemos textos latinos con vulgarismos o innovaciones, fenómeno que se va haciendo cada vez más usual desde el s. nr d.C.; no obstante, la presión de los moldes clásicos no dejó nunca de actuar, incluso entre los escritores cristianos, que, en un principio, habían preferido emplear la lengua corrienre. Ahora bien, là lengua literaria va siendo cada vez más diferente de la coloquial (Coseriu señala los siglos rn y rv d.C. como punro de partida). Para ello fue decisiva la ruprura de la unidad cultural del mundo romano, paralela a la ruptura de su unidad política (primero, con l4 separación entre el Imperio de Occidente y el de Oriente (395), y luego con la desaparición de aquél en 476). - Esta ruptura, no sólo incrementó el número y ritmo de los cambios que separaban la lengua de sus moldes previos, sino que además permitió el desarrollo, cada vez con menor freno, de los rasgos diferenciales de las distintas zonas del Imperio. Sabemos que el latín conocía variación dialectal interna, aunque no podamos trazar fronteras claras ni esas diferencias se perpetúen en las lenguas romances; pero los ce,Ltrgs locales de poder y cultura mantenían una notable unidad: al final del Imperio, sin embargo, empiezan a surgir otros centros (las futuras capitales medievalès: París, según señala A. Tovarj, menos apegados a la tradición -Léóñ, culta latina, y que, por ello, yan a dejar campo libre a formas vulgares, rústicas (a veces, fruro dèl bilingüismo); a particularismos locales, etc. Frente a ello, la lengua escrita permanece fijada en un estado que corresponde a uña situaèióñ ya superada (de ahí las numerosas <.incorrecciones>, de los textos e inscripciones, que muestran esa falta de correspondencia). Parece iniciarse así una clan diglosia þqinq-¡ománica, que, sin embargo, aún no es senrida como <>
tal.
Con todo ello, pue_de afirmarse, a partir de la documentación directa y de la cronología obtenida por recons
DE LA ANTIGÜEDAD LATINA
AL MEDIEVO ROM,{NICO
ôt
que__þls_ta el 600 d.C. todavía puede hablarse de mientras <>, _que desde el 800 ya tenemos inequívoca< distinto en cada zona: en esta época se el mente hacen mayoritarios los elementos diferenciales entre el latín escrito codificado y el habla espontánea, así como entre el habla espontánea de cada región.
ûucción,
4.1.3. A pesar del
constante progreso de la diferencia(vertical y horizontal) en el latín post-imperial, interna ción no tenemos derecho aún a hablar máTque.de una lengua. Puede afirmarse, incluso, que durante todo este período uo hay más que una forma lingüística (la propia de cada zona) y llna única forma de reflejarla por escrito: el llamado <> no sería.-m_ás que la manera de escribir la Iengua hablada; ciertamente, de acuerdo con la variación propia de toda comunidad lingüística, a la hora de escribir se eìegirían las formas ..elevadasr, (por arcãísmo, prescripciones de los gramáticos, etc.), sobre todo en el área morfosintáctica y en el léxico: pero los textos se leerían con la fonética propia de cada zona t5 (sin olvidar que muchos cambios fónicos estarían en plena ebullición, por lo que habría aquí también coexistencia de modos fónicos antiguos y nuevos). Los cambios, sin embargo, eran tantos y tan profundos en la lengua hablada que la co.nciencia de la diversidad hubo de imponerse. Los romanistas sitúan este momento en el reinadoì.e Carlomagno (768-8l4), época de revitalización cultural, en la que sus sabios (en especial Alcuino de York) crearon un nuevo modo de leer, atenido a la literalidad de lo escrito y distinto ya al habla espontánea (es -lo que algunos llaman la <.invención del latin medievaL>); hay que tener en cuenta además que los cambios lingüísticos del Norte de Francia eran mucho más radicales que los de otros lugares. Esa separación se muestra expresamente en los Cánones del Concilio de Tours (Bl3), donde, frente a esa pronunciación...latina>t, se señala que los sermones han de r¡ Es ìa tesis desarrollada por R Wntcer, Late Lalin and Early Romance in Sþain and Carolingian France, Liverpool: Francis Cairns, 1982 (aunque ya apareció en H LÛDlKE, Historia del Léxico románico (trad de M Martinez Hernández), Madrid: Gredos, 1974). Es una idea razonable, que puede apoyarse en lo que ocurre hoy en árabe, inglés o francés entre la lengua hablada y la escrita; sin embargo, es muy discutible prolongar esa situación en España hasta el s xtr (o xlrt)
-t
38
r,OS ORíGENES DEL IDIOMA
Ilevarse
a la rustica Romana lingua (o a la
Thiotisca
-germánica-,la otra lengua hablada del Imperio carolingio). En 842 el habla espontánea adquiere su propia forma escrita en los luramentos de Eslrasburgo; y la Secuencia de Eulalia, de ese mismo siglo, muestra que la división era ya irreversible.
EUq!rys zonas el desarrollo fue más tardío: tanto en Italia como la Península Ibérica no hubo nada parecido a la reforma carolingia (quizá porque no hubo una decadencia cultural como la de la Francia merovingia de los siglos vIvIII); por otro lado, al ser menos < en su evolución lingüistica, la_conciencia de la diversidad no se presenta hasta, al menos, el s. x (o el xt): en España son las Glosas Emilianenses y las Silenses la primera muestra en este sentido. Desde esta época el latín queda como un suþerestrato lngüístico: eila lengua de cultura y la lengua ritual, pero ya no sólo en aquellos países donde ha generado nuevas lenguas, sino en todos los de la Europa occidental; su actuación sobre las lenguas <, será, en principio idéntica a la de otra lengua (aunque en la realidad su influencia haya sido muy superior a la de cualquier otra): suministrará préstamos léxicos (los cultismos), y como lengua de cultura elevada será modelo digno de imitar en muchos aspectos gramaticales y estilísticos.
4.1.4
Es, pues, evidente que el latín pervivió en las.lenguas que surgieron de su variación interna: francés, español o italiano son el latín de hoy. AI mismo tiempo, una de sus fases quedó consagrada, fijada, hasta el punto de quedar como lengua independiente: es ésra la única que, desde Ìos albores de la Edad Media, recibe el nombre de latin. Por el contrario, para nombrar la lengua viva latina lingua sólo se mantuvo para uno de los dialectos retorrománicos suizos (el Ladin de Engadina; los ìingüistas italianos empìean, no obstante, ladino para todo esre dominio); en la Edad Media, e incluso después, lalino, o la forma evolucionada
ladino, designaba a cualquier lengua neolatina por oposición a las de otro origen (en- España, ladino se oponía a árabe: ..moro ladino> e¡a el que sabía romance)
16.
ì6 Recuérdese que Aìfonso X cmpleó varias veces nuestro Latín para referirse al castelìano. con lo que parece evidente t¡ue podía considerar aún la identidad esencìal de ambas formas ììngüísticas: véase H -J. Nt]-Dr:Rr.H]., Allonso X el Sabio y La Lingùística de su tiempo (Lrad de Carlos Meìches), Madrid: SGEL, 1987, págs l0l-ì03 (con discusión de las opiniones de A. G Solalinde, el primero que analizó tan curiosa expresión¡
DE LÅ A\"TIG[iEDAD I-,\TINA ÀL I\IEDIEYO RONÍÁ¡'ICO
39
La denominación para las nuevas lenguas arrauca de la significación que llegó a tener Ror¡a..Ro¡nahus,' de indicar a los llaturales de Rorna 1lr.nt. u latinus, aplicado a los dernás habitantes del Latiurn, y que tarnbién hablaban latín), pasó a tenet unâ clara dim.ensión política: ser cit,is ¡ontanus era la rrláxima dignidad de un habitante del rlundo dominädo por Roma, 1 sólo fuc general en 212 d.C. En la decadencia del Irnperio, r.oÌnanus se opotría a barbarus ('extranjero', sobre todo los .gerrnanos invasores); elr el s. \' surge Romania para designar, tto tanto una entidad politica (desapalecida eu ese mistno siglo), cuanto una unidad cultural, espiritual, lingüística en último ténnino. Este nuevo nombre recrrperg trlr arcaico adjetivo rontanicus ('a la tnanera romana'). Pronto del¡ió de rrtilizarse corno adverbio: ..fabulare (parabolare) tomanice,, sig' nificó.hablar al rnodo de Romaniar', y
Et linal del mundo Latino:
4.2.
los puebtLos germánicos
Las invasiones de los pueblos llamados bárbaros
por los romanos tuvieron consecuencias decisivas para la historia política, cultural y lingüística de la Europa occidental. Con ellos terminó el Imperio Romano y se pusieron las bases de una nueva ol'ganización, feudal y nacional, que
ocupó toda la Edad Media y originó con el tiempo las
nuevas realidades rìacionales. Su actuación lingüística fue
doble: en primer lugar, originaron nuevas situaciones de bilingüismo, provocando, en mayor o menor grado, interferencias con el habla latina (o románica ya) de las zonas del Imperio que fueron ocupando; en este aspecto su influencia fue sobre todo en el léxico, aunque también transmitieron algún elemento gramatical y determinadas características fónicas, todo lo cual contribuyó al proceso de escisión lingüística que hemos visto antes. Pero de mucho mayor alcance fueron las condiciones que crearon para la evolución lingüística: el período de luchas incesantes que abrió su definitiva irrupción en el Imperio a finales del s. Iv y principios del v (en 403 y 406 se producen grandes oleadas de godos y teutones sobre Roma), unido a su bajo
40
LOS ORiGF-h'ES DEL IDIOì\I,\
nivel cultural, produjo el hundimienro generalizado del mundo espiritual romano, el cual llevaba ya rnás de dos siglos de progresiva decadencia; las guerras y los repartos de tierras entre los invasores cortaron, a veces de ralz, las comunicaciones enrre las distintas parres del Imperio. Asi, la miseria cultural y el aislamienro mutuo permitieron el libre desarrollo de los carnbios y las tendencias centrífugas en lo que antes había sido la lengua latina. La Península Ibérica quedó separada del Imperio desde 409, año en el que enrran en ella los pueblos germanos de suevos, alanos y vándalos, quienes se la reparten, con excepción de la Tarraconense. En 4l I llegan a esta provincia los visigodos: subordinados nominahnenre al Imperio, eliminan a los alanos, arrinconan a los suevos en el Noroeste y obligan a los vándalos a marchar a Africa en 429. El reino visigodo se hace definitivamente hispano a principios del s. vt, cuando pierde Tolosa ante los francos; a finales de ese siglo los suevos de Galicia son someridos, y a principios clel vIt se expulsa a los bizantinos del Sur y Este de la península, zona que habían ocupado setenta años antes.
4.2.1. Si en el campo de las instituci<¡nes, el derecho, la liturgia o, según se ha di<:lro, ìa poesía épir:a el elelnento gótico va a ser muy imporrarìte, erì cambio la evoìución lingüística peninsular parece deberle po<:o. Los visigoclos llegaron a Hispania muy impre¡;nados ya de là ãultura romana: su lengua desaparece a lo largo del s. vl. por lo que el período de bilingüismo fue breve; si a esro añadimos que nos por qué la
l.-?q ht}Ë que
uperesrraio del
llo (frente a lcr
idioma fráncico). Salvo préstamos de vocabulario, su influjo fue sólo indirècto; lo mismo puede decirse de los st,euos, que, al aislar a Galicia, dejaron campo libre a ciertos fenómenos muy vulgares. Por otro lado, la Hispania visigólica fue el más culto de los nuevos reinos germãnicos: de ahí la mejor calidad de sus .escritos (que traslucen poco de la evolución
DE LA ANTIGÜEDAD LATINA AL MEDIEVO ROM,{NICO
4l
legada por los romanos (y que, en muchos casos, perpetuaba viejísimas divisorias auróctonas). Sin embargo, ranro los vulgarismos de los textos litúrgicos como la escritura más bárbara de las pizarras del Centro y Noroeste sólo nos ofrecen unos pocos rasgos evolutivos poco específicos (confusiones vocálicas, sonorización de consonantes sordas, analogías en formas verbales, etc.). Los grandes cambios constitutivos de las lenguas iberorrománicas deberían estar iniciándose, y con ello la escisión respecto de la antigua norma latina; pero casi nada de ello se nos testimonia
directamente.
La aportación directa gótica es muy escasa; es posible que muchos de esos elementos góticos hubieran sido ya incorporados al latín tadío (muy pocos son los exclusivos de nuestra península). En el vocabulario los más optimistas
dan un centenar de términos de origen godo (otros no admiten más de dos o tres decenas) 17: entre ellos se citan sacar, sayón (léxico jurídico), guardia, guardiá,n, esþía (léxico militar), casta, esquila, esquilar, ga,nso (vocabulario de pastoreo de animales), y otros corrro gana,, roþa, atauiar, etc.; fuera de ahí sólo proporcionó el sufijo -engô, de valor jurídico (realengo, abadengo, abolengo; hay varianre -en-co: mestengo/mostrenco, þodenco). Tampoco nos legaron muchos topónimos, y aun éstos habían pasado ya por el latín: así, los que nombraban sus primitivos reductos propios (Godos, Godones, Gudín, etc., frente a los Romanos, Rornanones, etc. de sus dominados); y, sobre todo, los que {çqiv_4q del nombre en geni¿ivo latino que indicaba al señor del lugar: pueden aglutinarse a un genérico latino (cesrnuu sIGERrcr )\ Castrogeriz, etc.) o aparecer aislados (Gondomar, Guitiriz, Mondariz, etc.: se concentran sobre todo en el t¡.o. peninsular). El único topónimo germano de cierto alcance no es godo sino vándalo: Al-Andqlus (¿ Andalucía) fue la adaptación árabe de Portus Vandalus o Portus Vandalusius, el lugar (hoy, Tarifa) donde este pueblo embarcó oara Ãfricu. ' L--* I7 A la hora de valorar la importancia del elemento gótico en español hay que destacar, naturalmente, los-_germ,anismos de orígenes varios incorporados al latín tardío y que, (jtmo latín, siguieron en romance (aunque a ueces ¡uvieran un tratamiento fonético especial); germanismos enrraron por distintas vías; así, -o-tros el francés medieval suministrci6ãiianres, y es posible que ios mismos visigodos nos transmitieran términos de procedencia distinta. En realidad, todo este vocabulario germánico es más numeroso y tiene mayor entidad que el exclusivamente gótico.
42
LOS ORíGENES DEL IDIOMA
Sin embargo, el desarrollo de las lenguas peninsulares, y entre ellas el castellano, no podría entenderse nunca sólo a partir de estos antecedentes. Al revés de lo que ocurre en Flancia o I¡alia, la estructura ìingüística de la Península no continúa el latín desarrollado orgánicamente sobre sus asentamientos originarios. La llegada en 7ll de los árabes trastornó por completo la situación que hemos venido describiendo 1' motivó una his¿oria lingüística imprevisible de
Cnpirulo II LA CONSTITUCIÓN DE LAS LENGUAS
otro modo.
MEDIEVALES
L
LA
TNVASTóN .ÁRRsn
La entrada de los musulmanes (árabes, sirios y beréberes)
:n la Penínsuìa, a la que conquistaron con inusitada rapidez y en la que instalaron una nueva organización, vino a romper radicalmente con todo el desarrollo histórico anterior. Su presencia inicia una nueva etapa en la historia peninsular, no una mera prolongación de situaciones precedentes; no fueron un paréntesis más o menos largo en una evolución que ya se hubiera iniciado y que conrinuó rras su expulsión (como a veces insinuaba la Historia tradicional), ni rampoco constituyeron una simple superestructura de poder, al revés de lo que había ocurrido con los visigodos. No sólo fue su presencia: la larga lucha que pusieron en marcha en los cristianos rebeldes hizo que la España que surgió de ella fuera en muy pocos sentidos continuadora de la Hispania gótico-romana. Algo muy parecido ocurrió en la lengua. Si la invasión árabe no se hubiera producido, es probable que los centros prestigiosos hubieran seguido siendo los mismos que venían siéndolo desde la época romana; quizá Toledo hubiera sido un foco de irradiación de innovaciones, dado el papel que adquirió en esa época. Los dialectos románicos hubieran, así, perpetuado viejísimas divisorias, que las administraciones romana y eclesiástica habían conservado; los rasgos del latín hispano habrían tenido herencia directa, como roda lengua que evoluciona in situ. A. Tovar ha llegado a decir que el romance hispánico resultante habría sido más semejante a las hablas italianas, con las que tantos lazos exis-
tían l. I A.
TovAR,
Lo que
Madrid, 1968, pâg.75.
sabemos d.e la lucha de lenguas en la península lbérica,
44
LA CONSTITT'CIÓN DE LAS LENGUAS MEDIEVALES
Nada de eso ocurrió (en realidad, es ocioso especular La sociedad que se constituyó en la Peninsula con los musulmanes, Al:r{_rydqløs (el nombre de la España islámica, fuera cual flera su extensión), trajo una lengua -de naturaleza muy distinta, el árabe, que se impuso como lengua oficial y de cultura; al mismo tiempo, roto el entramado de la sociedad hispanogótica, los hablantes románicos se distribuyeron y evolucionaron en situaciones y lugares que apenas tenían que ver con los anteriores. Ciertamente, Al-Andalus fue una sociedad bilingüe árabo-románica, al menos hasta el siglo xr o xII. En esa habla románica se continuaba el latin de Emerita, Hispalis, Corduba, Tarraco o Caesaraugusta; pero era sólo una lengua para el coloquio, carente de cualquier normalización, y fragmentada en formas diversas: en la mayor parte de la Península había desaparecido al empezar el siglo xIII. Por el contrario, lo que se perpetuó fue el habla de los distintos enclaves de resistencia, desde la cordillera astur hasta el Pirineo, donde a sus rudos habitantes, siempre rebeldes, se habían unido miembros de la aristocracia hispanogoda o simples cristianos que, frente a la actitud mayoritaria, rechazaron integrarse en Al-Andalus (con o sin conversión al islamismo). Allí surgieron nuevos centros (Oviedo, León, Burgos, Pamplona, Barcelona, etc.) en los que se fraguaron los nuevos modos lingüísticos sobre un fondo de latín vulgar lleno de elementos de sustrato: esas lenguas se esparcirán sobre el resto de la Península a tenor del desarrollo de la Reconquista. El mapa lingüístico de la España moderna nació de ese proceso. sobre ello).
El romance en Al-Andalus
l.l. Buena parte de la población hispanogoda había permanecido en sus lugares de origen: la mayoría del campesinado acogió a los invasores como liberadores, y muchos nobles y ciudades lograron mediante pactos conservar sus dominios. Si tenemos en cuenta que los recién llegados eran escasos en número (hasta 756 sólo unos 60.000 hombres, frente a una población peninsular de cuatro millones), es fácil comprender por qué el habla románica pervivió en AlAndalus. Sin embargo, al revés de lo ocurrido con los visigodos, los musulmanes lograron imponer su organización y sus modos de vida y atraer a ellos a los indígenas: la arabización cultural fue intensa, no sólo entre los conversos
LA INVASIÓN
45
,Á,RABE
al Islam (musalima o <>, y muwalladum o muladíes, sus herederos), sino también en los que permanecieron fieles al Cristianism o (mu' ahidutr, <>, o rnusta'rib, >, origen de.mozirabÞ, palabra caçtellana que no aparece hasta comienzos del s. xr (1024)).
Este proceso, no obstante, fue largo
y complejo:
desde
mediados del s. Ix hasta la instauración del Califato (929) se producen rebeliones de mozárabes en Córdoba y Toledo y de muladíes en numerosos lugares (Toledo, i|r'4érida, Zaragoza), hasta culminar en la sublevación de Omar ben Hafsun en la Serranía de Ronda; todo ello no es sino una muestra más de la extensa fragilidad de la sociedad andalusí, debido a la heterogeneidad de sus componentes (abundaron, del mismo modo, los conflictos entre árabes y entre árabes y beréberes).
Esa heterogeneidad se manifestaba también en el plano lingüístico: el árabe er7, seg-úç-þ-ç¡nos dicho, la única lengua de ia administraciórf9 Hffildrtrlruy p¡¿nls-jufrió-camÈios
que cond
distinto
a un árabe col , como
iaì an
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era?I pero q
ba limitado lo
puede
los cultos emplearan
SO
testrmonros de anécdotas de la vida cotidiana, los médicos y botánicos recogen denominaciones romances, se componen vocabularios o glosarios entre ambas lenguas, y
los poetas intercalan en sus muwaiÍahas (inventadas por dos poetas de Cabra en el s. x) y zéjeles palabras, frases y hasta versos enteros, en romance. Los historiadores andalusíes citan casos de personajes, incluso elevados, que no hablaban árabe; y como excepciones presentan a quienes desconocían el romance. Ese
Emlrat
bilingüismo
, rl-Ç4lllalq v
.s. XI
los reinos de ue en
tanto elggragones maslvas de 2 Véase F-. Cornterrn,
Bundle, Madrid, 197'l
es decir hasta el decreciente, deb
como
a
AS
A Grummatical Shetch oJ lhe Sþanish Arabic Dialect
_l
-r46
LA CoNSTITUCIÓN DE LAS LENGUAS MEDIEvALES
d-ç]_NgIJg,, iniciadas duranre las persecuciones reli del s._x. Desde. mediados del s. xl, dffiyen a la paulatina disolución de los mozárabes: por un lado, el avance de los reinos cristianos, en los que se integran, diluyendo así su personalidad (con la .rotuùI. excepció"n dé Toledo); por otro, las invasiones de almorávides (iines del t.^Tt) y almohades (mediados del s. xrr), fanáticos guerreros africanos, van a terminar definitivamente con li relativa tolerancia religiosa de épocas anteriores: los mozárabes se ven obligados a emigrar al Norte, o son deportados en masa al otro lado del Estrecho. Esto no supone necesaria_ mente. la desaparición del romance andaluií, aunque con los cristianos debió de perderse uno de sus principales soportes: en las ciudades reconquistadas en ei ,. xrir .ro parece que existieran grandes núcleos de hablantes románicos. En cuanto al reino de Granada, sabemos que su árabe estaba lleno de romanismos y que contaba con numerosos renegados.o refugiados de habla românica; pero no parece que esta situación heredara directamente la que existía en
épocas anteriores.
l.l.l. El conocimiento de la lengua románica de Al_ Andalus choca con grandes dificultadãs. En primer lugar, ni siquiera podemos nombrarla con un término .rp..ifîá. El más habitual es moz¿íraber p€ro ya se ha senataao que esta palabra no tenía aplicación lingüística sino so.ìo_ religiosa; además, lealtad al Cristiani*o y lealtad al ro_
mance
no.
ron para e mía), que,
aplicarse,
superponerse. genérj de bárbáros o
nación
aa_
ia
cualquier lengua no arábiga; también usaron latiniya, que unas veces va-lía por ..latínï y
otras p^or <> (es decir, >), aunque en ocasiones especificaban <
Los mozárabes, por su ârabe, sólo escriben en latín que hace el cordobés Alvaro los cristianos (latini, dice él)
LA INVASIÓN ÁRABE
47
linguam þroþriam. Otro testimonio, una supuesta traducción del árabe fechada.en Toledo en 1290, diferencia dos formas de latín (¿habladas?): latinum circa romancium lrente a latinum obscurum. No se halla ninguna otra referencia al romance vulgar por parte de los mozárabes.
1.1.2. No
se conservan textos escritos directamente en
esta forma romance; en todo caso, su escritura sería el <> de sus himnos, historias, actas conciliares, etc., en que se vislumbra algo de la lengua hablada. Por ello, no sabemos si ésta era una sola o presentaba fragmentación, y en este último caso qué formas adoptaba ésta; es de suponer
sin embargo, dada su situación social, que el
romance mozârabe seiía poco unitario, aunque carecemos de datos para señalar en él divisorias dialectales (los autores árabes
no aluden a ello, limitándose a indicar que tal o cual palabra se usa en la < de una u otra ciudad). Nuestro conocimiento del mozárabe se limita, en buena parte, al léxico: por medio de él podemos muchas veces reconstruir su fonética (y el sistema fonológico que subyace); muy poco, en cambio, conocemos de otros planos de la lengua. A esto hay que añadir que casi todos los elementos mozárabes nos han sido transmitidos por los árabes, bien directamente como formas extranjeras en grafía arábiga, o bien como romanismos que el árabe hispano había asimilado
y luego transmitió a castellanos,
portugueses, catalanes,
etc.: siendo el árabe una lengua de naturaleza tan diferente, Ios problemas de interpretación de esos datos (semejantes a los problemas que tendrían los árabes para adecuarlos) son muchos y muy complejos; además, las reglas de adecuación
eran distintas en uno y otro caso 3. Mozarabismos, o romanismos, aún no integrados en árabe son los que nos ofrecen desde el s. x al xv los tratados
o Botánica, entre los que destacan el anónimo sevillano de ll00 y el del judio zaragozano Ibn Buklaris de I106. Más interesantes, si cabe, por contener los únicos datos de sintaxis mozárabe, son las cancioncillas romances que sirven de remate a muwaíiahas ârabes y hebreas: las jarchas, descubiertas a mediados de este siglo, árabes de Medicina
3 Para el mozârabe, aparte de las magníficas páginas de Menéndez Pidal en Orígenes del esþañol (415-440), deben consultarse: M. S,rrcsrs GuArNr:n, <
-tr 48
LA CONSTITUCIÓN DE LAS LENGUAS MEDIEVALES
Ln lNv,¡rslÓt{ Án,Ae¡
que constituyen la nínsula; aunque ha a la poesía árabe conservadas remon
origen árabe (p. ej. HtsrRI-rs > 1s oträs muchor'iu, ålt..uciones cor fonética mozárabe (así, ÖNunn ¡
en
ón stâ
de toponimia, mayor y menor,. [anto abundante aparición ^mozárabe, y qre es de extraordinario interés árabe como
lingüístico.
que también llevaban'
49
-]
50
LA CoNSTITUCIÓN DE LAS LENGUAS MEDIEVALES
En todavía caso má
cuya ab como del campo, mantuvo su personalidad propia hasta la Baja Edad Media. Esa fuerre conciencia de iãentidad se
su marcha evolutiva, adecuándose a los dialectos vecinos en
LA INVASIÓN ,{RABE
5l
árabe pudo suminisrrar palabras de origen latino sin ningún intermedio mozá¡abe (parece ser el caso de alcá,zar I CASTRUM y otros). Por otro lado, muchos moza¡abismos entraron también a través del árabe, por lo que determinadas características fónicas atribuidas t¡adicionalmente al moárabe surgen de la adaptación de estos romanismos a una lengua de rasgos tan diferentes como es el árabe. Y aun en el caso de que esas caracte¡ísticas provengan de la pronunciación mozárabe, como ignoramos en qué fecha
tales elementos fueron incorporados por el árabe, ignoramos también, pues, si fueron caracteres permanentes en mozárabe o, por el contrario, sufrieron alteraciones du¡ante el período de existencia de esas hablas. Entre los moza¡abismos más conocidos (aparte de los abundantísimos topónimos, a loi que ya hemos hecho refèrencia) habremos de citar té¡minos de alimentación como alcøucil, chacina, gazþacho, chícharo, guisante, habichuela, horchata, y nombres de peces como jurel, þargo y jibia; reciptentes como búcaro, cqþacho, cenacho, coracha, dornacho y hornacho; relâcionados con la construcción están glcayota, cambija y ripio; otros nos recuerdan el mundo agrícola; almatriche, camþiña, corcho, chiquero o marisma; y a los oficios artesanos nos llevan cordobá.n o traþiche. Todas éstas, y otras como chinche o marchito, perteneçen al mundo de lo mate¡ial (alguna excepción: regomello'reconcomio'): si es cierto que fue el árabe quien transmitió estos términos, constituyen una buena muest¡a de qué es lo que interesó a los árabes de los cristianos sometidos; los testimonios moárabes coetáneos en árabe andalusí (nombres de plantas, etc.) corroboran esa impresión: el mundo superior del espíritu de Al-Andalus no se expresaba en romance. Pueden apreciarse ciertos rasgos comunes en la forma de varios de estos mozarabismos: el artículo ârabe al-,la presencia de cå en lugar de la dental (así, chacina frente a cecina, o el sufijo -acho en vez de -azo), consonante sorda por sonora (alcayal¿ frente a cayad,o); si tenemos en cuenta los topónimos, hallaremos numerosos terminados en -(i)el (Odiel, Utiel, Montiel, Muriel, Carabanchel, etc.).o -uel (Teruel, Buñuel, etc.), corresponrìientes a los castellanos -illo o -uelo. Según veremos, tales rasgos pueden definir la fonética del mozárabe (pero ¿de qué época?), aunque algunos, como ya dijimos, puedan ser fruto de la adaptación al árabe.
castellano (en particuì:r, los andaluces) con un posible sustrato mozárabe: si bien es cierto que en la actuaiAnda_ lucía se emplean voces mozárabes desconocidas o inusitadas spañol, también lo es que los rasgos lin_ acterizan a esta región parecen procider, al s datos que poseemos, del habla de los t 1.4. Los elementos de origen mozárabe entrados en español (o en otras, Ienguas peninsulares), nunca en número elevado, pr"r.rr,un g.uu.,
problemas a la hora de determinar su transmisión: ya indicamos {ue el
La influencia lingüística del árqbe
I.2. La huella árabe es bien patente en la Península Ibérica: desde espléndidas construcciones a humildes sisremas de riego, desde elementos filosóficos o religiosos a receras culinarias, el largo período en que la Península conoció una sociedad islámica y arabizada impregnó profundamente el espíritu hispánico. Su actuación no fue sólo por negación: los mismos cristianos, en guerra de reconquista con ellos, se dejaron ganar por su refinamiento, su sensibilidad y su cultura tan superior. Así, quienes les hacían guerra con el fin de expulsarlos fueron asimilando formas y contenidos
-!
LA CONSTITUCIÓN DE LAS LENGUAS MEDIEVALES
52
propios de su enemigo: es ahí donde muchos historiadores ven los aspectos más específicos del mundo hispánico. !',laturalmen!ç, gl_-la.lengua también es perceptible esa huella. del
(
gua _-{pglinAqtç ) (lên$ua vecina) de l.en
los otros romances peninsulares; rfnuchas gentes de la época dominaban uno y otro tipo ling{iísticos; el prestigio de lo árabe y las muchas !gyç.d_4d.ç-q, de todo tipo, que traian hicieron que Lo-s_crist-ianos las adoptaran con su correspondiente forma de expresión. $irì- ..çmbargo, al enfrentarse mundos lingüísticos,de naturaleza tan difere4te, el influjo
sólo llegó a los a1p.Ëdlö$"mä¡ <êxternos>):: ehtëspeci..{ 1f léxiçg; las estructuras internas de las lenguas, en absoluto èQuìþarables, siguieron sus respectivos procesos históricos cpn, casi. total independencia.,, ."ftr.,r ",:r 1.2.1
(..,
,1,',,',.ir
. n. ulrl.lio .o., to rd',.,e alaba-ås
de'señalar, nä hay en español
ningún foneìñ'fiùe haya sido prestado del árabe, arí coÁo tu-po.o ninguna pronunciación particular. Cie¡tamente, Nebrija y algunos otros gramáticos creyeron que ciertos fonemas palatales o aspirados del español antiguo, desconocidos del latín, podrían tener origen arábigo. Con menos rigor aún se ha pensado que algunos rasgos de la fonética andaluza vendrían también de ahí;.rsin embargo, tanto en un caso como en otro el estudio más detenido de Ià cuestión ha llevado a conclusiones negativas. Todos los estudios realizados sobre las correspondencias de fonemas entre .i"ã létrg"a y otra, tal como se desprenden ãe los préstamos mutuos de palabras, han mostrado cómo los sistemas fonológicos fueron siempre ¡ impermeables el uno al otro 4. Sólo parece admisible la tesis de qr. lo. préstamos árabes modificaron la frecuencia de ciertos ripos de acentuación (así, incrementaron el número ddpalabras agud4s, y también deiesdrújulas); de ciertas dist¡ibucionês lörròIóþicas (aumëtrràion los casos je -r y I linaleslralféiØi) almire'fi y silábicas (introdujeron numerosos polisílabos: almo gáuar, b erenj ena). .,La esructura gramatical -põsible tampoco sufrió influencias. A este respecto, sóloiãTlãiãä¿; ãl arabiimo del plural e-spañol[Ios padreiipan referirse a la pareja de uno y otro sexo (es decir, 'el padre y la madre', no sólo 'los varones que son padres'); y, aunque más bien dentro del préstamo ìÍxico, hay que incluir en este apa¡rado la preposiciôn þlstp. Sí se han hecho notar numerosos arabismos sintácticos en oblas medievales traducidas del árabe o inspiradas en él: de esta forma, parf pllonasmo..à-o..", gracra de Dios>>, construcciones dislocadas de relativo como <>, segunda persona del verbo como impersonal (ejemplo anterior), o la repetición constante de la conjunción a Véase A. ALoNso, <, Reuista de Filologia Hisþánica, vrr, 1946, l2-76, y À4. Gtossl¿¡¡.1N,
LA INVASIÓN ÁRABE
5ó
copulativa se ha supuesto procedencia arábiga. Pudie¡a ser que en este tipo de obras estuviera actuando el modo de const¡ucción sintáctica del árabe; pero aquellos rasgos de este tipo que han*pervivido en español, muestran, todos ellos, claros antecedentes latinos.
1.2.2. El influjo árabe en el léxico hispano se manifiesta no sólo en trasvase de palabras, sino también en interferencias semánticas, muy sutiles y complejas en ocasiones. En cambio, la morfología ìéxica, al igual que la gramatical, apenas si se vio afectada; en este sentido, sólo hay que reseñar la incorporación del sufijo -í, en general integrado en ara-
el
bismos como jabalí, hurí o muladí, reconocible en gentilicios del mjsmo origen como ò.eutî, yemeni o bengalí' y que ha manifestado una cierta vitalidad fuera de ese ámbito sólo en øl¡c;nsí.(creada en el s. xlll por los sabios judíos de Alfonso x) y andalusi (creada por Menéndez Pidal para diferenciar fo ¡elativo al Al-Andalus de lo propiamente andaluz);,también se ha afirmádo que el prefijo a- adquirió valor factitivo (amenguar, auiL)ar, anL. abajar y amatar) por influjo del prefijo semejante del árabe. El léxico español de procedencia arábiga es muy abundante: se ha señalado que constituye, aproximadamente, un 8% del vocabulario total (unos 800 ó 900 términos primitivos que, junto con los derivados, pueden llegar a 4.000, incluyendo palabras desusadas o de circulación muy restringida). Puede decirse que casi todos ìos campos de la actividad humana cuentan en español con arabismos: sólo parece quedar excluido el vocabula¡io de sentimientos y emociones (con la originaria excepción de ',hazañal. En cambio, el vocabula¡io científico,idada la superioridad árabe en este terreno durante ìa Edad Media, presenta numerosas muestras: asi, algoritmo y guarismo en Geomet¡ía, cilra y álgebra en Matemáticas,
àlcohol, álcali o alambique en Química (o Alquirnia), azafea, cenit en
Ast¡onomía, nuca o jarabe en Medicina, etc. En estos campos, los arabismos no son exclusivos del español: todas las lenguas europeas occidentales los conocen, en mayor o menor grado (hay que hacer notar que gracias. precisamente, a la actividad traductora del árabe al latín o al romance desarrollada en la Península durante la época medieval). Propios de los romances hispánicos, por el contrario (aunque también de los dialectos sicilianos y suritalianos), son otros tipos de arabismo: los que hacen referencia a ìa casa (zaguán, azotea, arriate, alcantarilla, etc.), la ciudad(arrabal, ald,ea, alcázar, alcazaba, etc.), las labores o tareas agrícolas (acequia, alberca, alquería, almazara), y las plantas, frutos, etc. (alcachofa, algarroba, algodôn, azúcar, alfalla, açs.ituna (y aceite), naranja, etc.), o llores (alhelí, azucena, jazmín, etc.).'la artesanía y oficios en general (alfarero, albañil, badana, alfiler, etc.), el comercio (almacén, aduana, arancel, albalá, zoco, alhóndiga, marauedi, arroba, fanega, etc.), las instituciones (alcalde, alguacil), el vestido y ajuar (jubôn, zaragüelles, babuchas, almohada, alfombra, etc.), juegos (ajedrez, azar, ¿naipe?), alimentación (albóndigas, fideos (quizá mozarabismo), almibar, ajonjoli), etc. Como puede verse, casi toda la vida cotidiana está representada, lo que nos indica hasta qué punto ambos mundos se entremezclaron.l Algunos de esos arabismos remontan a orígenes distintos (sánscrito: ajedrez, persa: naranja, griego: alquimla (frente al di¡ecto química), incluso latin: alcázar): en ello Ìos árabes no hicie¡on sino continuar su Ìabor de transmisores de cultura que cumplían en tantos otros campos.
-]-54
LA CONSTITUCIÓN DE LAS LENGUAS MEDIEVALES
EL ROMANCE EN LA ESPAÑA CRISTIANA
55
rincón gallego, abandonado por los árabes ya en el s. vlrr,
Más frecuentes, al menos en la lengua medieval, son los casos de semá þalabras 'þuridad influjo de
préstamo
þor
('pureza'z"secre ('correr',/'depre
2.
'i, borr", e las fo¡_
EL nontRucE EN LA Esp¡.ñR
CRTSTTANA
Los núcleos crisrianos que hâbían ¡esistido el empuje musulmán se situaban a lo largo de las cordilleras cantábriãa
hispanogoda. Ello contribuyó también a 14 cristiánización definitiva de gallegos, astures, cántabros, vascones, etc., en
nlco.
Epoca þrimitiua
(7
I I -1002 )
2.1. Ya hemos señalado en varias ocasiones que el núcleo asturiano-cántabro fue el más importante en los primeros siglos de la Edad Media. Se extendía desde el
hasta las llanuras de,Álava. Quedó protegido, relarivamenre, por el supuesto <> en que quedó convertida la Meseta al norte del Duero, tras su abandono por los beréberes a medrados del s. vIIt, y tras las incursiones de los reyes astures que se llevaron a las montañas a casi todos los cristianos, mozárabes, que habitaban aquella zona. Sin embargo, desde mediados del s. rx y en el s. x se repuebla eì valle del Duero e incluso se llega más abajo; a principios del s. x la capitalidad del reino desciende a la ciudad de León. En todo este proceso parece que fue elemento decisivo Ia creación de grandes monasterios como Sahagún o Cardeña. De mayor trascendencia aún es la creación de una conciencia de <, que parece estar asentada ya en el s. IX, como lógica consecuencia del sentimiento <
formado parte de él La Monarquía asturleonesa era notabìemente heterogénea: en un extremo, Galicia, con entidad propia (aunque rara vez constituyera un reino independiente), y que desde 813, con el hallazgo del supuesto sepulcro del Apóstol Santiago, se convertirá en importante centro religioso y de peregrinaciones. Las montañas de Asturias y Cantabria encerrarían núcleos de población con pocas ¡elaciones mutuas, de escasa cultura, muy apegados aún a sus viejas tradiciones pese al barniz gótico-mozárabe que acababan de conocer. En el extremo oriental se encorìtraba el condado de Castilla, independiente ya en el s. x, en el que, según dijimos, se mezclaron cántabros, godos y vascos, y que desarrolló en su proceso de repoblación una sociedad más guerrera e igualitaria que la de León, donde predominó la labor de los señores y los grandes monasterios. Además, mientras León era foco de atracción para los mozárabes, a Castilla iban en escaso número. A partir de lo expuesto puede entenderse la fragmentación lingüística de este reino. Por un lado, el gallego, arcaizante en muchos rasgos, paro revolucionario en algunos otros: ese conservadurismo, su aspecto más citado, podría deberse a hechos muy antiguo,r (latín de la Bética, aislamiento durante la época sueva, etc.), pero debió ser decisiva también Ia situación medieval primitiva de Galicia, margi-
I
56
LA CONSTITUCIÓN DE LAS LENGUAS MEDIEVALES
EL ROMANCE EN LA ESPAÑA CRISTIANÂ.
57
nada de los centros de poder y sin posibilidades de expansión desde que entre los siglos xr y Xl se le separó el condado de Portugal. De todas formas, hasta el s. xru (o finales del xlr)
no encontraremos textos en gallego (o gallego-portuþùës,
aún sin diferenciar), en especial la poesía lírica de
los Cancioneiros; además, la documentación en latín que reflejè los fenómenos propios de la lengua hablada es más escasa en esta zona. Por su parte, el habla de Asturias y Cantabria, dadas su situación y su-historia, debía estar diversificada en numerosas variantes, reducidas a veces a los límites de un valle (situación que, en buena parte, continúa hoy). Al sur de las montañas, por el contrario, el dialecto leonés, continqador en muchos rasgos del habla asturiana, debió presentar una mayor homogeneización interna, a la vez que asimilaría elementos mozárabes conservados en el valle del
Duero; no obstante, los documentos jurídicos escritos en latíir, llenos de .> o romanrsmos, parecen mostrar ciertas diferencias entre el romance leonés occidental, más próximo a las formas gallegas, y el central; los documentos más orientales, en cambio, muestran gran semejanza con el dialecto románico del extremo del viejo reino: el castellano. De todas formas no hay que olvidar que ese llamado < de los documenros, que llega hasta finales del s. xr, era, en gran parte, obra de escribas mozárabes: muestra, sí, numerosos casos de tratamiento fonético romance (neutralizaciones vocálicas, consonantes sonoras por sordas, etc.) para formas que no debían ser populares, o que incluso eran contrarias a la evolución romance (pasiva cingidur por CTNGTTUR, genitivo rris por REGIS, etc.); pero muy pocos de esos vulgarismos parecen ser estrictamente leoneses 5.
2.2. Los enclaves cristianos del Pirineo tuvieron origen desarrollo bastante diferentes: en realidad, nacieron a instancias de la Monarquía franca, deseosa, tras haber derrotado y expulsado a los musulmanes de Francia, de contar con una frontera meridional segura. Ello les llevó a frecuentes incrìrsiones al su¡ de los Pirineos (a una de ellas, la expedición de Carlomagno a Zaragoza en 778, se refiere la
y
I Contra lo
creído por Menéndez Pidal, no parece que se habìara; se tÌata tan
sólo de la modalidad culta de ìengua escrita, a ìa que se dota de Ia misma pronunciación que aì romance vulgar (de ahí los < en la gra[ía).
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LA CONSTITUCIóN DE LAS LENGUAS MEDIEVALES
leyenda de Roldán y de ta derrota francesa en Roncesvalles);
al mismo tiempo, crearon condados, dependientes del Me-
diodía francés, para contrarrestar el poder musulmán. Uno de ellos, precisamente a consecuencia de una rebelión vascona contra los francos, se convirtió a principios del s. Ix en el reino de Pamplona (o Navarra), si bien reconociendo como superior al rey astur-leonés (al que ya con Alfonso III, en el s. x, se llama <); en el s. x, los navarros bajan también hacia el Ebro, llegando a ocupar La Rioja: en este proceso los monasrerios (Albelda, San Millán de la Cogolla) vuelven a tener un papel importante. Más al Este, los condados de Aragón, Sobrarbe, Ribagorza, pallars oscilaban entre su dependencia franca y la aproximación a Navarra (qu siglos x y xl). Por Medi-
un de Barcelon terráneo,
taca el
x una entidad de mayor peso ante los musulmanes (de ahí que se le aplique el genérico término de Marca Hisþanica, ùsado por los francos para su frontera meridional): a esta zona,
germelt de Cataluña, acudirán mozárabes y en ella serán también importantes las fundaciones monásticas; a finales del s. x desaparece casi por completo la sumisión a la Monarquía franca, pero no su intensa influencia cultural.
Fue, sin embargo, en una de estas zonas, donde hallamos
el primer texto romance de cierta extensión: las Glosas o
EL ROMANCE EN LA ESPAÑA CRISTIANA
59
castellanos (riojanos mejor que navarros), se hallan además dos frases en vasco, tradutciones también (es, asimismo, la primera rnuestra escrita de esta lengua), lo que nos ilustra sobre la presencia de esta lengua en el reino navarro (no obstante, desconocemos la antigüedad de la lengua vasca en la Rioja). Del mismo tipo lingüístico son las Glosas casrellanas del monasterio de Santo Domingo de Silos. Unas y
ofas, a pesar de su soledad, parecen revelar una notable habilidad a la hora de reflejar por escrito directamente el habla romance, despojada ya de la forma latina que tenía toda escritura posible en la Alta Edad Media. Época de exþansión (1002-1250)
2.3. Entre 1002, año eh que muere Almanzor, el más grande de los caudillos andalusíes, y 1031, año en que Córdoba decide abolir el Califato, la situación de la España medieval va a plantearse sobre relaciones de fuerza muy diferentes: Al-Andalus dejará de llevar la iniciativa militar para quedar a merced de los reyes cristianos, primero como tibutaria y después como objeto de conquista. Es cierto que todavía conocerá dos períodos efímeros de unidad y relativo empuje, con los Imperios de almorávides (1086-1147) y de almohades (1147-1224); pero ambos Imperios son africanos, no hispanos, y ambos termina¡án en la misma fragmentación (los <) y decadencia que habían venido a combatir. Es cierto que la brillante culrura de Al-Andalus, sobre todo en el s. xr, no desapareció; pero sí lo hizo su carácter de sociedad bilingüe y tolerante con los cristianos. Todo ello va a modificar tanro el ritmo de la Reconquista como el modo en que ésta se produce. En la España cristiana se produce también una situación radicalmente nueva: sus reinos más antiguos, León y Navarra, van a ceder la primacía a otros nuevos, Castilla y Aragón, convertidos en reinos por la dinastía vascona que Sancho el Mayor de Navarra (1000-1035) instala en esros antiguos condados; uno y otro mantendrán esa preponderancia hasta el fin de la Edad Media. Los otros, por su parte, iniciarán un largo declive, que en el caso leonés, tras diversas alternativas, terminará con su absorción definitiva por Castilla en 1230, mientra que el navarro, cuyo rey Sancho el Mayor llegó a proclamarse
60
LA CONSTITT'CIÓN DE LAS LENGUAS MEDIEVALES
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EL ROMANCE EN LA ESPAÑA CRISTIANA
6I
dencia frente a Aragón, lo que conseguirá en 1134, pero tras perder mucho de su primitivo territorio (en 1076, cuando Navarra es absorbida, temporalmente, por Aragón, Rioja y las provincias vascongadas pasan a Castilla 6) y tras quedar sin ninguna posibilidad de expandirse hacia el Sur, arrinconada entre Aragón y Castilla: gobernada, además, por dinastías de origen francés desde 1234, se desvincula de la vida política peninsular. Por último, los dos extremos de la Península conocen evolución muy diferente: el condado de Portugal, al sur del Miño, se independiza tras la muerte de Alfonso VI de Castilla y León (l I 19) y se convierte en reino en ll39; en cambio, Cataluña (es decir, el condado de Barcelona) se une definitivamente a Aragón desde 1137. La Reconquista alcanza en estos siglos su máxima expresión; es ahora, además, una actividad consciente y programada, como ponen de manifiesto los diversos tratados con que el s. xtt los reyes cristianos se reparten el territorio todavía musulmán. El descenso a la cuenca del Tajo (conquistas de Toledo en 1085 y Lisboa en ll47) y al valle del Ebro (conquista de Zaragoza en 1ll8) hizo pasar a manos cristianas, no ya desiertos como el del valle del Duero que había que repoblar y dotar de nuevas ciudades, sino territorios poblados, con núcleos urbanos importantes de larga historia y prestigio. Son ahora los reinos cristianos los que se hacen complejos, social y lingüísticamente: además de los judíos, habrá que contar con los mudéjares, musulmanes que permanecen bajo dominio cristiano, comunidades mozárabes como la toledana, y los nuevos pobladores, castellanos o aragoneses y gentes de más allá de los Pirineos. Situación muy parecida, aunque ya sin mozárabes, es la que se produce con las grandes conquistas del s. xIIl (la del valle del Guadalquivir por Castilla y la del reino de Valencia por Aragón). Pero desde mediados de ese siglo hasta fines del xv la Reconquista se detiene, con lo que el pequeño reino de Granada logrará mantenerse como el único resto de la antaño poderosa Al-Andalus.
2.4. Es lógico suponer que todos estos hechos tendrían repercusiones lingüísticas, más o menos directas, de amplio alcance. Según Menéndez Pidal, esta época marca el límite entre la dialectalización románica desarrollada en su lugar s Estos territorios
se
harán por fin castellanos en ll76 y
1200 respectivamente.
I 62
LA CONSTITUCIÓN DE LAS LENGUAS MEDIEVAL
de origen y la que es fruto del trasvase de lenguas hacia el
Sur por obra de la acción reconquistadora: tal diferencia se traduce en que, mientras al Norte los límites dialectales se entrecruzan y las fronteras entre lenguas y dialectos no son tajantes (hay muchos casos de <>), en el
Centro
y Sur esas divisorias sí son nítidas, sin que se
respeten barreras de época romana, o anteriores, al revés de lo que ocurre en los dialectos norteños, que sí suelen perpetuar ese tipo de situaciones. Esas dos formas de fragmen-
tación lingüística coincidirían en buena parte con el estado de la Reconquista a finales del s. x: en el Oeste la línea divisoria vendría dada por el Duero y el Tormes, mientras que al Este, mucho más retrasada, no sobrepasaría la comarca de Benabarre (Monzón, en tierra aragonesa, y Tamarite, en tierra catalana, marcarían el inicio de los <>) 7. L,os textos, sin embargo, siguen por lo general empleando el latín como lengua única de escritura hasta el s. xIII, si bien en esta época el romance va adquiriendo forma propia hasta independizarse por completo en la escritura: es a partir de ahora cua¡rdo podremos estudiarlo de forma directa, y no por conjeturas o sobre datos sueltos esparcidos.en los escritos . En el Oeste, el nuevo Estado independiente, Portugal, mantuvo la lengua de Galicia, su solar originario; surgen ya, sin embargo, diferencias, sobre todo en el plano fónico, junto a las cuales un par de grafías distintas (Alfonso III de Portugal prefiere, en 1255, las provenzales filho y Minhb a las tradicionales fillo, Miño) contribuirá de forma notable a la conciencia de diversidad. El leonés, por su parte, fue estrechando su área de influencia: a la Extremadura conquistada por el último León independiente (Cáceres en 1127, Mérida y Badajoz en 1230) sólo llegaron ya formas léxicas aisladas, así como un cierto conservadurismo fónico en algunos rasgos; nivelado y absorbido en parte por el castellano, sólo accedió a la escritura, fuera de los documentos jurídicos, en copias de textos quizá castellanos de origen (Libr'o de Alexandre o Elena y María) y en la traducI Esto impìica que las hablas mozárabes del Centro (las rle Lisboa, Toled'o, Zaragoza o Valencia) no tuvieron actuación ninguna sobre la lengua de los reconquistadores que se impuso en cada lugar; como vimos, no todos los estudiosos están de acuerdo en este punto.
F,I, ROMANCI, EN I-A ESPAÑA CRISTIANA
63
ción del Fuero luzgo de hacia 1260. Por el otro exrremo, el catalân, ya empleado en lã prosa de sermones en el s. xrr, ha de ceder al_occitano el rango de lsngua propia de la poesía lírica, tal como la habían conformado los trovadores prov.enzales; el aragonés, desprovisto de algunos_ de sus rasgos ..pirenaicosn quizá tras fundirse con el mozárabe zaîagozano, sufre fuerte influencia catalana, sin olvidar al castellano, del que difiere en muy pocos rasgos. El área navarra, encerrada y volcada hacia Francia, habíà perdido al riojano, absorbido lingüísticamente por Castilla desde el s. xr al XIII; de Navarra proceden algunos primitivos textos romances como el Liber Regum o las Crónicas nauarras, de carácter histórico ambos, compuestos a principios del xlrr. El castellano es, de todos los dialectos románicos peninsulares, el que va a conocer mayor expansión geográfica en estos siglos (paralela a Ia política); hemos señalado cómo incorporó formas dialectales en principio diferenciadas; por fin, el auge político y cultural que adquiere Castilla en los siglos XII y XIII va a provocar la progresiva fijación del castellano como lengua escrita. Aparte de obras literarias como el Auto de los Reyes Magos y orras, cuya filiación lingüística es discutida, pueden tomarse las Paces de Cabreros (tratado de paz firmado en 1206 por Alfonso VIII de Castilla y Alfonso IX de León) como el primer escrito enteramente en romance, con casi total seguridad castellano; otros textos jurídicos, como la traducción del Fuero de Zorita de los Canes (1218), vienen a preludiar la floración de rexros literarios que se inicia en la primera mitad del xrl (cfr. I, S 2.1.1.). Esos textos primerizos muestran, no obstante, una grafia bastante decidida, lo que revela una larga práctica de escribir castellano, parte de la cual se ha ido revelando en los documentos y fueros del s. xl.
2.5. La historia de la España medieval, y en especial su historia lingüística, difícilmente podría enrenderse sin la aportación de los francos: con este nombre se designó a los extranjeros venidos de más allá de los Pirineos, gentes de þgÞþ--ge_! S¡f qmán ic.a . ( f ra_n ceses, pro ven za les, b orgoñones, etc.) en su mayoría más significativa. Ya hemos visto cómo la Monarquia fraoca estuvo tras el nacimiento de los Estados pirenaicos; el reino astur-leonés estuvo mucho más aislado, aunque en documentos del s. x se cite el comercio con objetos (monedas, espadas, cálices) de origen francés
L,A CONSTITLICIÓN DE LAS LENGUAS NTEDIEVALES
64
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(gallicanum s mayor alcance Sancho el
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ando tiago
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(o camino lra
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Compostela desde las montañas al llano. La presencia fuanca en la cultura y la lengua se va a dar a pártir de distintas situaciones' En primer lugar, los francoi se instalan a lo largo del camino francés como artesanos, comerciantes, etc. (son, quizâ, nuestra primera clase burguesa); los fueros de Aragón y Navarra les reconocen privilegios y barrios especiales en las ciudades, lo que no õ..r..e tanto en León y Castilla, aunque conozcan aquí también un ambiente favorable; por fin, constituyen también grupos compactos en la repoblación de las ciudades conquistadas desde el s. xI (así ocurre en Toledo o Sevilla). En segundo lugar, llegaron nobles y cortesanos: la política de matrimonios transpirenaicos se inicia en Aragón y llega a Castilla con Alfonso VI (su nieto, Alfonso VII inaugura en 1126 en Castilla la casa de Borgoña); por otro lado, el asedio en 1064 a Barbastro, inicia la serie de cruzadas que se
EL ROMANCE EN LA ESPAÑA CRISTIANA
65
tal como ocu¡re en los Fueros de Avilés (Asturias), Valfe¡moso de ìas Monjas (Guadalajara) o Villavaruz de Ríoseco (Valladolid), todos de la segunda mitad del s. xtt Según veremos, ese contacto de lenguas, más intenso en los primerps momentos, ha llevado a postular origen franco (o, al menos, colaboración) a fenómenos medievales como la apócope de vocal final (la de cond, noch o þrinceþ), participios como sabudo, ente¡tdudo, etc. o pretéritos como no;que, uisque, etc. Más clara es su huella en el léxico: de hecho, proporcionó el súijo -aje, que en principio entró asociado a diferentes palabras (homenaje, lenguaje,linaje, mensaje, þeaje, saluaie). Fuera de ahí, podemos señalar términos guerreros y caballerescos: broquel y bloca, dardo, estandarte, baldón, galoþe, maste y mástil, emþlear (franceses), y batalla, þalenque, esgrimir (occitanos); de la vida cortesana: d,øma, duque, garzón, doncel, paje, danzar, desrnayor (y el occitano estuche); o conceptos como þrez, Íetar (f)ardido, ligero, escote; abundantes son ìos términos de procedencia trovadoresca: cuita, deleite, desdén, Iisonia, bello, solaz, vetgel (¿también jard.in?), roseñol o rosiñol () ruiseñor), y técnicos como trouar, rima, refrán, so??,' como era de esperar, hay muchos té¡minos eclesiásticos: þreste, chantre, lreire o fraile, monje, deán, calonge, capellán, hostal (todos occitanos), o de las órdenes de caballe¡ía: maeslre; pero también los hay de la vida cotidiana: cofre, cordel, jaula, quizâ mesón, jornada (y jornal), cascabel, destacando los ¡eferentes a la comida: manjar, aiønda, uinagre, foisón, jengibre (y el trancés brebaje), y al vestido: garnachas,
loyo, etc.
Quizá el más nqtable de todos los galicismos medievales sea el término esþañol, nacido como apellido en el Sur de Francia, y como tal llevado al
sur de los Pirineos por inmigrantes francos. En el s. xtIt, primero en Occitania y luego en la Península, se convierte en adjetivo o sustantivo
hizo abandonar el rito visigodo o mozârabe en favor del romano (Aragón lo adoptó en 1074, Navarra en 1076 y Castilla en el Concilio de Burgos de 1080), con lo que introdujo el latín reformado y depurado que se escribía y leía en los monasterios europeos 8, sustituyó la escritura visigótica por la carolingia, eic. Por último, no podemos olvidar la influencia de la poesía trovadoresca provenzal o de la poesía épica y culta francesa a lo largo de los siglos xII y xIII 251 A este influjo franco corresponde la primeta gran oleada de galicismos (y
y romance
"n
gentilicio para designar, desde fuera, a los habitantes de España, quienes acabarían por incorporar dicho té¡mino. Para entender este curioso proceso no hay que olvida¡ que a principios de la Edad Media Esþaña significó Ia dominada por los musulmanes; los cristianos, si bien siguieron empleando Hisþania (o sus derivados fonéticos) con el valor t¡adicional unitario, no sintieron la necesidad de ningún gentilicio común (les bastaba llamarse leoneses, castellanos, etc.). Fueron, pues, extranjeros quienes impusieron esa denominación unitaria, que el avance de la Reconquista y el progreso de una nueva concepción de 'España' hizo necesaria a los mismos <.
C¡,pírulo III EL CASTELLANO MEDIEVAL: FONOLOGíA HISTÓRICA Cuando entre los siglos xlt y xIII surgen los primeros textos en romance cãstellano, sus autores han de construir un sistema de transcripción diferente al que venía siendo usado habitualmente (la <)' Dado el caráLcter de escritura fonética que tienen los alfabetos europeos, los problemas principales se plantearon- a Ia hora de representar äl ,irt"-u fónico, tan diferente ya del latino. En las vacilaciones de la época primitiva, cuando todavía las formas romances se revisten de latinismo o cuando se mezclan con secuencias de as'pecto completamente latino, y en el sistema gráfico que se fue configurando a lo largo del s. xIlt, podeäos haliar las mejores muestras de la fonía que estaba detrás dd esos escritos; þ comparación con el latín, y con el <
vulganr, lengua bien conocida, y con las lenguas
hermanas nos comple¡arâla posibilidad de reconstruir el sistema fonológico ãel castellano en su aparición histórica, :?lavezq.re.tos permitirá averiguar algunos detalles de su realización fonitica. A partir de ahi'nos será ya relativamente más fácil seguiì\sus vicisitudes di¡rante la Edad Media' )
l. El slsr¡u,t vocÁ.LICo l l. El castellano
medieval presenta ya un conjunto
de fonemas vocálicos que no se va a modificar en los siglos
EL CASTELLANO MEDIEVAL: FONOLOGíA HISTÓRICA
68
cambios, propios ya de la historia románica, que afectan-a las vocalei ,e uu., a limitar a la distribución, es decir, a la presencia de unas u otras vocales en las palabras' De esta forma, nos encontramos cinco fonemas: /a, e'
El
acento
1.2. El
tónicas y át historia del
inción entre sílabas cia decisiva en la las vocales, como
etc.). En cambio, -es muy distinto en otros aspectos: es claramente de 'intensidad' (basado en Ia disnncia máxima vibrar), ¡o-imelódicol -oitonal' de las como parece que era el acen to culto latino (basado en la frecuencia de vibraciones); es te cambio, o, mejor, general-ización de lo que había sido un uso vulgar y rústico latino, está consumado Ya Ç! 9l s-, v d.C., por lo que dicen los gramáticos, pero debía ser usual desde dos siglos antes. Por otro lado, el acento castellano no depende en absoluto de ningún condicionamiento fónico contextual (en este sentido, su acento es <.libret>), ftente al latino , que no se daba en cualquier sílaba (salvo excepcionçs muy limitadas, no aParecía en sílaba final), Y dependía de la sílaba penúltima (su vocal .Bara su posición: si esa sílaba tenía cantidad larga el portaba consonante en terminaba ), era larga, o la sílaba la pasaba a contrarlo AM,4.NTIS; eL-cêlo AMiCUS, acento: antepenúltima (pero no más allá): nÓrÙlus'
EL srsrEMA
vocÁLrco
69
El castellano conserva también, en general, el acento sobre la misma sílaba que lo llevara en latín. En este punto, los únicos casos de traslado acentual que comprobamos en los orígenes son los que se produjeron en latín tardíp (según testimonio de los gramáticos latinos de época tardía). Así, las palabras cuya penúltima vocal se halla ante un grupo de oclusiva y líquida habían atraído a ella el acento, aunque'no le correspondiera (p. ej. tinieblas < TÉNËBRAE, entero < í¡¡rËcnu, a partir de las acentuaciones tardías TENÉBRAE, rNTÉcRU), siguiendo una vacilación yá de los poetas latinos (vólücnls o voI-úcRrs en Virgilio). I os ,.hiato-!rvocálicos, siguiendo la tendencia a formar diptongos, tras'ladan a veces el acento a la vocal más abiertg (rrliÖlus > FILIóLUS) o a la que va en segundo lugar (rurÉölus > purEóLUs), lo que dio lugar a las formas romances (hijuelo, þozuelo). El latín tardio tendió a acenruar el radical de los verbos, no los prefijos (cóMpÄRo > coMpARo > cornþaro, nÉNÈco > RENÉco > reniego) l. Por último, dado el mayor prestigio del griego y la influencia del Cristianismo en los últimos siglos del Imperio, log helenisrnos manrienen su .acentuación propia: así, frerite a los clásicos rBÉRUS (< íBqaos) o c.ÁTHËDRA (< xoOéôgc) surgen íBERUS y cATHÉDRA (> cadera), y en vez de adaptar el sufijo -ía como látono (tragedia, comedia, etc.) se conserva comortónico (melodía, behetría). Otros traslados, como veremos, son'rpropios de la morfología verbal, o tardarán aún en darse. Las uocales en síIaba tónica
ir
'
ltr-'c".
1.3. Las cinco vocales del castellano suponen una reducción notable del sistema lating: éste contaba, si no èon diez fonemas, al meÀos con dieiþosibilidades vocálicas distintivas, pues diferencia tinción que se superponía a (palataleì o anteiioies' /e,i central: /a/), abertura (máxima: /a/; medía: /e, o/; mínima: /i, u/). La distinción 'larga'/'breve' pertenecia a la naturaleza propia de las vócales, sin estar condicionada a ningún otro rasgo: de ellas dependía el carácter largo o breve de las sílabas (que era lo pertinente para los poetas latinos), salvo I El léxico patrimonial suele mantener el acento en su posición primitiva: cóLLoco ) cuelgo (frente a coloco), nt:cito ) rezo (frente a iecito¡, etc.
I
7r
EL SISTEMA VOC,ÁLICO
EL CASTELLANO MEDIEVAL: FONOLOGíA HISTÓRICA
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No son éstos, sin embargo, los únicos datos que hay que tener en cuenta a la ho¡a de analizar la.evolución del vocalismo románico. Imporancia decisiva tiene el fenómeno de ìa 'metafonía' o 'inflexión', por el que determinados elementos de carácter ce¡¡ado (-e, semivocales o semicensonantes, palatales y velares, de difícil clasificación) qlqr4 ql-lçsql-t4-4.S e_sperable, produciendo, por lo gen-eral, cie¡re en ungrado de la vocal ,,, antenor.lì
1.3.2. Según lo expuesto,la /a/ castellana sólo puede proceder en posición tónica, de la misma vocal latina, larga o breve: ÃNSA > ¿s¿, ÄsiNU > asno, etc.; pese a ello, es la vocal más frecuente en español. Los demás fonemas, en cambio, presentan unos orígenes mucho más complejos.
1.3.2.1. I-a Z&ìe-onta en español a diversas fuentes (lo cual sí pue-de.explicar su-frecuencia, inferior, con todo, a, la de /a/,1:'t ( ,,,, ,t e :,: y',,r, (.,ì. I diptongo þlj pJigre-r lug4l, a En u) , . en época muy inexistente en latí¡1 clágiçq, g¡día G;ÈoáumentacióÀ di.e.tu es ya románicui, a p?Itir de diversos fenómenos qge coincidieron en producirlo. Así, surge de la relajación y vocalización de consonantes velares ,
cho; t-çjo; tesis S .RI
+ Voc.-, -sr + Voc.-
(enrr"rnniÙ > .*pnIrvr4ßù
>
cARRARIA > caÍrera; B4sYu > jl*sÁISUi> besoila,'de
in > sartén, peþþg_s_que lo tenían, c.omo
qçlg!_4_e_ çiert4s consonantes *SARTATNE
)
pROBA(ùr
prin¡gr.o,
la desapàTAGÌNE >
de cjertas > lego, o
efibérico vAIKA > uega.. Se sq-pole_qlla .ç!ap4 intermedia, leil (conseiuudññ ei eit.e-ö''oððiãen.tal de la Península), ffiducto de inflexión, o simple asimilación, que.acabaría fundiendo sus elementosr
El cambio,AI >,¿, que no se cumplió al mismo ritmo en todos los .uro. ,.ì.ñãilos, ., u.io d. lös que mejõr sirven para çaracterizar las ¿ireas
-----,
neutralizaba: p' ej' entornos, no muchos, la cantidad vocálica se (salvo si ésta era -s)' ante "1*tnos consonante en terminadas palabras ,itãùr, t-inut"s de
¡n
"n ciertos grupos co
5 E,sto último no al resto; p. ej.
ha
influido-Para
tro de la Romania (Francia e Itaìia)' pero no cas Ìa diferencia de estructura silábica
vmálica'
4 En estos, como en otros casos, la semiconsonante puede surgir de una e, cerrada para favorecer el dipte!_jo: AREA > *48¡âr> *,TRf > ¿.r-¿1 cAsEU > rcAslu >(À queso.
I
-tH EL CASTELLANO MEDIEVAL: FONOLOGÍA HISTÓRICA
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tó
a) La /1/ latina, conservada sin confusión alguna: rlLru ) amigo, FIcu > higo, etc. b) La /e/ del latín < genera una /i/ en aquellos
> hijo, AMIcU
en documentos leoneses de los siglos
casos en que es inflexionada por una semiconsonante palatal de la sílaba contigua: vTNDEMÍA > uendimia, CËRÈu > cirio, virnÉu > vidrio, l-il,lpiou > limþio (como vemos, en todos los casos se conserva la yod) 6; por una -r latina: vENl,>uine, FEcI > hice, rlsl > tí (por medio de tiue), vIclNTI ) ueínte (desde el s. xv aeinte, para convertir ese hiato en diptongo); )en varios casos, poco cÌaros, hubo cierre vocáli.o u perai de - que la yod se perdió o se absorbió en la consonante palatal contigua: NAViciu ) nauío, cAMisiA > camisa (para algunos, cAMIsiA), ECLÈsiA > eglesia, egrija (cfr. Grijota, Grijatba); '.- , también hubo inflexión en algún caso ante semivocal velar: vi¡ùn > aiuda, frente a LÌNGUA ) len,gua. En estos casos, pues, no hay neutraTización con la /ç/ de los mismos
xy xI (en otras zonas son rarísimos).
b) Las V-or4þsJ4Ura¡ /r\, i/ confluyeron en datín vulsar,, en l.è1, uno de lot orígeñ'es más nutridos dela /.e/ .uféilunu. dËiu .uolr.ión se cumple en casi todos los casos:
contextos (que quedaba como /e/), pero sí con /i/. por otro lado, la /e/ en hiato con /a/ disimila en /í/: vi'A> aía, MEA > mía, -È1s¡x > -ía, etc.
1.3.2.3. Más variados son los orígenes de /o/,lo que la hace casi tan frecuente como /e/: a) De forma paralela a Ar > e, otro diptongo decreciente, éste sí existente en latín, originó la vocal /o/:.4v ya conocía la monoptongación desde la época arcaica, en la que parece que era un rasgo provinciano, <, tomado de las
luego pudo desaparecer). Dicha semivocal se encuenüa en
la sílaba ta, de
hablas itálicas vecinas; desde el s. r d.C. vuelve a encontrarse: pese a
MA
de
co
alguna
occidentales enteiro, cadeira, madeira); otros casos: MËDIU >
primiti
i,
1.3.2.2. 'La /i/, en el castellano de los primeros textos, tiene, fundamentalmente, dos orígenes a los que remitirse: 5 Esto prueba, además, la antigüedad latina del paso Ë, i ) e (se encuentra el..-, a.C.), pues i ya había dado /e/ cuando se dio -sr- > -it- (el caso de nicru > dicho, donáe no se produce tal evoiución, se debe a razones morfológicas).
desde
en cast una monoptongación tardía en una nueva /o/ abierta. En la mayoría de los casos AU existía en latín: TAURU > toro, CAUSA > cosa' PAUPERE > þòbre; pero también se formó al perderse una vocal átcna latina: AV(I)CA > oca, Av(t)1 > -ó, o al producirse metátesis de esa semivocal velar a la sílaba anterior para formar el diptongo: HAdÜr' > *HAUBT > ou¿ (luego hube). El proceso debið consistir tambidn en la atracción mutua de las dos vocales hasta su final asimilación. Un último origen del diptongo AU, y por ranro de /o/,no 6 A esto habría que añadir el muy discutido caso de rÈpioo > tlàzo (leonés tcbio), ú,níca forma en que una ç ha dado i por inflexión de yod.
-rF l5
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it1,., t,.,,'",,-'-,',, '.1 ' '.-.''
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consumó el cambio en todos los casos: la secuencra AL + Cons. conoció la vocalización de t- et /q/ (en época ¡ománica ya, pues no hay datos latinos), y el subsiguiente paso del nuevo tu a /o/, como nos muestran ALTERU > otro, SALTU 'bosquecillo') soto, TALPA > toþo, etc'; p€ro el grupo quedó inallerado en AI'TU > alto, sALTU > salto, PALMA > þalma, y otros muchos.
't
al
mantene¡ el dieval' bsa de aunque existía cALrsA, e Por el también contrari.o, el castellano y los dialectos orienales generalizan el monoptongo ya en fos siglos x y xl, con muy pocas muestras de /ot/' En At- + Cons' ia situación es dife¡ente: ni catalán ni ara$onés alte¡aron L; en mozá¡abe
i.
1.3.2.4. La /u/,la vocal menos fiecuente en español,
ducho, rr.ücr¡. ) trucha (no hay casos de ô), o de -ülr-: rtülru > mucho y rnuy (por medio de *nurru), A(u)scùLTAT > escucha, cùLTU > cucho (y vùlrùne > buitre, donde no se dio -ô- al quedar -it- junto a -r- por pérdida de vocal); también queda /u/ en otros casos de -ùt- + Cons.-, donde la -l- debió vocalizar y se perdió: suLpHùRE ) azufre, oùlc¡ > duz, dulce, cùLMiNE > cumbre, súlcu > surco, etc. (excepción: ùlv¡. > oua) 8. La ù permanece como tal si la sílaba siguiente mantuvo la semiconsonante: plùvin > lluuia, nùsÈu,> ruóio (royo y ruyo sor' derivados dialectales de poco uso), rùnniou ) turbio; y hay cierre en RôsciDU > rucio (pero el verbo fue rociar, y de ahí rocío). Por último, hay que mencionar el cierre del verbo cÕ(c¡ir.tr > cuida ( y de ahí cuidar) e. Como ya señalamos, en estos casos no hay neutralización con g < o; pero tampoco hay paralelismo con lo que ocurrió en e < F,, l gn los mismos contextos.
(saltar/otro)7.
s /ô, v/ confluyeron también en geq, þ4bilualmente, de /o/ caste-
ti > todo, ltiPtl > lobo, cÚPPn > ùcul-os > (h)inoios, FENÜcuLU
.1..'¡,,
deriva de dos orígenes latinos: a) En primer lugar, de /ú/ latina: FùMU > humo, crJyn > cuba, ACIITU > agudo, súciDu > sucio, etc. b) Por otra parte, la /o/ (< lat. Õ, ù) se cerró en /ui, en ciertos contextos, ante consonante palatal (producida con o sin presencia de semiconsonante o semivocal yod). En la mayoúa de los casos se trata de una ù latina, por lo que puede pensarse que ésta ni siquiera llegó a /o/ <>, influida por la palatal. Asíi delante de /ry/ procedente de -l¡l + Voc.-, -cN-, -rvc1ú¡L-: cùNËA ) cuña, púcNu > þuño, úNcùI-,c ) uña (pero hay cierre claro en dos derivados del sufijo -oNËu: terruño, uiduño). Ante /è/, de -c-r-' nùcru >
El cambio ¡ru > o delimita las zonas ligüísticas de la Península en una form, muy parecida a la que vimos en Al > e: nuevamente' los
dialectos occidentales se nos revelan como arcaizantes, grado in
r:
.iði"¿i¿ri åiara¡i 'es'io que da otio räsultado'" Vqç.;,, Gl *,,Y9ç.-, -Bl + Voc.- (pþOIrJ. qcqrlg ante- /y/ < -DI +"ò"ti¡.n'" ) þayo, r'ova¡, > hoya, Hpora ) kÐt etc.) y en -cr. -cs-' I" (Nóçre > ngc\e, Õcro > qr&o, cglî'>.r?ig,etc.). '
>
1.3.2.5. El diptongo /ie/ procede eri español, casi ex/ç/ <> en la que habían confluido
clusivamente, de la
t Las etimologías que ((tN)st,LSu) PAITSARE
? f)e la anrigua alrernancia quedan restos en la toponimia: Autillo (< nlru), Montolo (< MoN I [. At I lr). etc
\ L
e
Menéndez Pida'l propone pala þoso 1Rút-su¡ y soso no parecen correctas: como señala Corominas, es mejor pensar en
(lN)SALSLI,
respectrvamente
9 Este verbo tuvo muchas variantes: cueda, cudo, cueida, etc., a lo largo de la época medieval. Lo mismo ocurre en buitre (que conoció boitre, bueitre, butrel, pues -ui- no era una combinación vocálica usual, ni como hiato ni como diptongo, en españoì antiguo.
76 t,!,
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\.'.rr" \- riîci,''.',
cASTELLANo t-rrJ .,t\ar'
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MEDTEVAL:
i'i.'' tì' \'¡"{rr.
FoNoLocíA HrsróRrcA
EL SISTEMA VOC,{LICO
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¿,
È
y,tr'(ésta a veces
se había identificado con Ë: sAETA > no obstante, es elevada, ya que sus orígenes latinos también lo eran. Podemos encontrar este cambio tanto en sufijos y desinencias como en el núcleo radical de muchas palabras. Así, desde los primeros textos castellanos aparece en -iente < -ËNr¡ (ardiente, etc.), -iendo < -ËNlo (gerundio: þartiendo, etc.) e -ienda (hacienda, .t¿da, FAENU > heno). Su frecuencia,
etc.) del gerundivo neutro en plural, -iento < -È¡¡ru (auariento, etc.), -mienúo < -uÈNru (casamiento, etc.),
ca¡acterístico es el sufijo -iello convertido en
illo ya desde el s. x en la Yieja(Castillo, < Iñigo), se ha habìado del posible influjo de los otros diminutivos, -ito, ico, -ino, en la aparición de -illo (lo que no deja de ser dudoso, por la rareza de éstos en la lengua antigua), o de analogía a partir de la sustitución, por razones puramente morfológicas, de las fo¡mas de pretérito þartiemos, þartiestes zona de Burgos y Castilla
-mient(r)e < MËNTE (uas adjetivo buenamient(r)e, etc.), -iello < -ÉLLU (castiello, þoquiello, etc.), -iego, de orígenes diversos, entre los que destaca el grecolatino -Arcu + -AECU (labriego,
por þarttmos, þartxstes. En unas pocas palabras que en latín tenían Ë hallamos en castellano /i/, sin diptongo intermedio. Se trata de Dios < DÈus, mió (junto a mío) < uÈv, judiô (y judio) < IUDAEU, donde ignoramos si hubo formas como Dieus, erc., conocidas en otros romances, simplificadas; o si se pasó directamente de Éu a ,uió,2, diptongo creciente favorecido quizá por la desinencia -ió del pretéritot
palabra se consonantiza en ye-), þiedra < IÈTRA,'ay¿r < HÈRI, etc. Por otro lado, parece que /ç/ diptongó ante Z < -Lr-, rompiéndose así el paralelismo con /ç/: uiejo < vÈTüLU es el único caso claro, pues los btros propuestos por Menéndez Pidal no son acertados: RËcùLA (> reja) tenía E, y spËcúLu (> espejo) tuvo una historia especial (generó formas como sþillu, en Rioja, y otras parecidas). Son muy pocos los casos de /ie/ que no provienen de È latina. Aparte de ciertas formas verbales (subjuntivos coþie, limþie, etc.), se reducen a algunos latinismos que contenían esa secuencia vocálica como hiato: þiedad < piErÃrn' (con frecuencia disimilado en þiadad: en ambos casos solía ser hiato), ciencia < sciENTrA, audiencia < AUDÌENTTA, así como al nombre propio Diego (también Diago) < DIDACU. También habría que conrar aquí los indefinidos otrie y nadie.
¿ diptongo /gq/ p¡ocg{eJ en form_a paralela al ahterior, de o clágica cq¡rvirtida en Q >. Aparece poco en sufijos, de lgs que sólb podríamos cirar -uelo < -öru, lijuelo, hijuelo < FrLioLU, þozuelo < purËoI-u, abuela < AVIOLA, etc. En cambio, es frecuente en radicales: luero <
judiego, andariego, etc.) 10. Entre los numerosos lexemas que lo contienen estân: bien < BÈNE, cielo < cA{,LU, yegua < Ëque., hierba o yerba < HÈRBA (si /ie/ qtreda en principio de
Ya en el s. xlu observamos dive¡sos procesos de monoptogación del de /ç/, en condiciones ¡elarivamenre bien delimitadas. En primer fugar, /ie/ queda reducido a /e/ si va precedido de consonante palatal: esto ocune en algunos casos de los sufijos vistos arriba (amarillento, gallego, manchego), pero también en un radical como mujer, mugier I MtlLÌÈRE, cuya /i/, procedenre de -Lr-, acabó por absorber, a fines del xrrr, a la semiconsonante del diptongo. La ot¡a redutción de /ie/ es a /í/, y se produce en esta época de orígenes, sólo delante de la consonante palatal, probablemente por medio de la asimilacion de /e/ a los dos sonidos palatales contiguos. El caso más
,,-1.3:2.61. EI
popu, bueno < BöNU, cuesta < cÖsrA, huérfano < önpr¡ÄNu,
/iel surgido
r0 El diptongo del pretérito y formas af.ines: þartieron, þartiera, þartiese... (y þarliemos, þortiestes, formas frecuentes en el xul) no deriva tan claramente de E.
rr En mozárabe parece haber también -illo (o -il, junto al más frecuente -iel), aunque es difícil de precisar; por otra parte, puede que sea reflejo del cierre árabe de /a. e/, en /i/ (la llamada imala). l2 Parece que esto remonta a un frecuente ciene de vocal ante nasal trabante en latín, según testimonian los gramáticos.
_.YFFEL CASTELLANO MEDIEVAL: FONOLOGíA HISTÓNICN
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sÕu o*'it través
<
lðNc¡. dW.Þbl, u.îdtr *v
øa < ctcoNlA., -ueño
(
vEn¡cüNuR lqiriiå con otro resultado en" el grupo consonántico: uergüença, uergüenza), Norueña ( NoRÕNrA, Orueña, Ungña < qRgNlA 13; ante -N;y -[;: cuero < CóRIU, como agüero'i nucùnlu, salmuera < snlE MÙRIA, Duero < DQ5'lp, -d@ < -TQRIH (cobdiciaduero, asmaduero, ualeduero, cobertuera), Buesî< nosru (el fenómeno se extendió a sabueso < sEGúsIU) ì4; y se supone que se dio también en algunos casos aislados como Burueba < soRövIA, mastuerzo < N¡.srÙnrtu E*q!ç dlptongo atrajo también otros cy9i4!,jJ4g!f (por el occitanismo cuita), ç_!q_Clqq9__ql du-eçþo < LU-çIS (sin embargo, ya señalamos que ante -CT- no hubo
en general tql rgggel|r9.._i_ç.F)
t5.
Son, por último, muy raros los casos en que
/ue/
no
procede de los orígenes señalados. Ciertas palabras latinas
con -qU- pudieron provocarlo: asi, cincuenta (anf". cinquaenta) < eulNeuAciNu, o el cultismo cuestión < QUAESTIoNE; el pretérito fue < rúir y formas afines. También lo encontramos en algún arabismo como alcahuete.
han propuesto muchas hipótesis para la diptongación, pero, por
las razones expuestas, ninguna es aún definitiva. A grandes rasgos, pueden reuni¡se en dos grupos: por una parte, las que ven en el especial alargamiento que sufrieron en latín tardío las v<¡cales tónicas por efecto del
15
El proceso debió de ser: clcoNrA > * crcorñA > cigüeña (en las Glosas
iLenses aparcce uergoiña). ra Aquí el leonés nos ofrece claramente la forma intermedia: coiro, ogoiro, salmoira, Doiro, etc. (formas que se dan también en gallego-portugués). S
15 En el s. xrtt aún no se había producido ningún proceso ulterior reducción en /ue/) aún se usaban fruente, Burueba o ualeduero,
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acento de intensidad el germen de la bimatización que lleva¡ía a la escisión de la vocal (en el centro de la Romania, tal alargamiento fue
mayor en las sílabas ..libres>: de ahi que sólo en ellas hubiera
diptongación); el alargamiento afecta¡ía en especial a las vocales abiertas, que habían sido breves en estadios ante¡iores de la lengua. Po¡ ot¡o lado, se ha aducido la metafonía, tanto por -i, -u como por yod, como motivo inicial del proceso. Ambas tesis chocan con dificultades en el caso del español (en especial la segunda, pues esta lengua eludió en general el diptongo ante yod). De ahí que se hayan dado explicaciones particulares, como la que achaca el fenómeno al especial expresivismo de las vocales abiertas (Menéndez Pidal), o al sustrato ibérico, desconocedo¡ de las oposicÍones ç/ç, e/g, y que, por tanto, exageraba la abertura de /ç,g/:la desaparición de la norma latina permitiría que tales articulaciones acabaran en diptongos (Badía Margarit, Alarcos).
1.3.2.8. Hay muchos puntos oscuros en la historia de la diptongación en los romances peninsulares. En primer lugar, no se atestigua en los textos hasta el s. x; es evidente que las letras a, o encubren los diptongos de la lengua hablada, pero ello nos deja sin poder observar su desarrollo y distribución. Hasta ahora, en vista de la situación de los diptongos en los distintos dialectos, incluyendo el mozárabe, se ha afirmado que el fenómeno tendría como cent¡o, en época visigótica, a Toledo, mientras que la Bética y la Tarraconense, y sus áreas de influencia, ¡echazarían ese vulgarismo (de ahí, según muchos, las vacilaciones de las formas mozárabes etc.) 16; al mismo tiempo, se piensa que en la primera fase esa diptongación pudo estar, al igual que en buena parte de la Romania, condicionada por yod: es lo que indican mozárabe (uelyo) leonés (güeyo, nueche) o aragonés (gùello, nueite) lrente al castellano (ojo, noche) 17, que en este caso se muestra como forma disidente, ..excepcional,r, ¡especto de las hablas centrales.
a la hora de diptongar: Buñuel frente a Albuñol,
1.3.2.7. La diptongación es otro de los complejos fenómenos del vocaìismo ¡ománico: se da en casi todas las lenguas de la familia, pero en ninguna ocurre de la misma forma, tanto en lo que respecta a los contextos en que se produce como en las vocales que la sufren. La más general es la que afecta a las vocales abiertas /ç, g/ þomun a todos los romances que diptongan), pero también la hallamos en las cerradas /e, o/ (p. ej., en francés), e incluso en /i, u, a,/. Estas diferencias inte¡nas han impedido formular una teoría general de la diptongación románica, pese a que, por ser tan extendida, debe remonta¡ a época aún
EL SISTEMA VOC,{LICO
de
Las formas de la diptongación son también variadas: salvo en castellano, se encuentran variantes como ia, ie, o ue, ua, uo; en castellano sólo hallamos ¿¿o en textos periféricos (Auto de los Reyes Magos, Disþuta del Alma y el Cuerþo, documentos norteños): no obstante, la frecuencia con que en textos incluso de época tan, avanzada como el s. xill se hallan fo¡mas como bono o morte (o las ¡imas del Poema del Cid, que exigen Huosca o fuorl) han hecho pensar que /uo/ Iue en Castilla un arcaísmo de relativa larga vida; otras variantes gráficas primitivas: tirra o terra, þusto etc., no hacen sino revelar la inhabilidad de los escribas para reflejar la realidad fónica.
Por último, el castellano se nos presenta también diferente a los dialectos vecinos cuando deja de diptongar, al trata¡las como átonas, las formas de la conjunción copulativa (Ér > e, frente a ye, ya del asturiano) ls De todos modos, la falta de diptongo en los mozarabismos puede deberse a la transmisión arábiga: hoy, la mayoría de los estudiosos cree que las hablas mozárabes conocían plenamente el fenómeno. l7 Galìego-portugués y catalán no parecen haber diptongado; pero para el segundo se ha propuesto una diptongación exclusiva ante yod, luego simplificada (rÉcru > *llieit > llit, Nòcrr. > *nueit > nit).
-tF 80
EL CASTELLANO MEDIEVAL: FONOLOGíA HISTÓRICA
y algunas del verbo sar (Ës, Èsr
)
yes,
yet/ yed/ ye; Ènnv,
Énns .. > yera,
yeras.,,).
Las uocales en sílaba átona
1.4. En el latín de (poca çlág|c4, las distinciones vocálicas funcionaban, porïo general, de forma idéntica en todo tipo de sílaba, aunque ya se produjeran ciertas neutralizaciones, sobre todo en sílaba âtona. Al generalizarse el acento intensivo, las vocales que no lo llevaban relajaron su articulación: no pudieron mantener las mismas diferencias que en sílaba tónica, y muchas veces llegaron a desaparecer. De este modo, se igualaron /ç/ y /e/, /ç/ y /o/ del <, quedando así un sistema de sólo cinco vocales (a/e/i/o/u), que en sílaba final de palabra quedó aún más reducido, pues el español no utilizó demasiado las vocales finales con valor morfológico; /a/, /e/, (procedente de todas las vocales palatales en sílaba final), /o/ (de todas las velares) son las únicas posibilidades patrimoniales en posición final del español. Por otra parte, la distribución definitiva de cada uno de estos fonemas en el léxico tardó mucho más en estabilizarse aquí que en sílaba tónica: si en esta última puede decirse que se fija el vocalismo a lo largo del s. xltr (salvo ciertos casos muy limitados), en cambio las alternancias en sílaba átona (en especial, entre /i/ y /e/, /u/ y /o/) llegan hasta el xvl, y en muchos casos hasta hoy. Además, en el vocalismo átono son muy habituales los cambios <
1.4.1. De acuerdo con lo anterior, el castellano desconocía los diptongos /ie/, /ue/ en sílaba âtona; la alternancia entre
/ie/, /ue/ para la sílaba tónica, y /e/, /o/ para 7a
átona estaba perfectamente arraigada en castellano medieval, tanto en Ia derivación (t'iero/t'ereza, bueno/bondad) como
en la conjugación (þierdo/þerdemos, uuelo/uolamos). Algunos casos de aparición de estos diptongos fuera de la posición acentuada no tenían la procedencia habitual (así, los subjuntivos coþie o auerigüe, o los indefinidos otrie o nadie); asimismo, t'ieldad < nnr,lit'Ä.rr (generalmenre con hiato en fi-el), o antigüedad (sobre antiguo). Sólo en algunos
8l
EL SISTEMA VOC,{LICO
casos de composición: bienfaziente, Buenaval, cuelTea|ao, y en los adverbios en -mient(r)e (fieramientre, cuerdamientre),
además de algunos derivados (fiereza, etc.) se empieza a producir la penetración de los diptongos procedentes de ,/ç, g/ en silaba âtona, muchísimo menor en la lengua medieval que en la clásica o en la moderna.
1.4.2. En líneas generales, los orígenes de las vocales en sílaba átona
corresponden
osición @ esi,
tónica, con la excepción de I /a/ procede de Ã, A latinas:
bdal
(>
caudal) < cAeITÃLE; /e/ de AE, Ë, p, or.,l: þregôn < eRAECÕNE, legumbre < LÈctlMiNE, seguro < sËctlRu, lóbrego < LùBRICU; /i/ de i: i(n)uierno < uIsÈRNU; /o/ de Q, au, o,ú: corteza < CÕRTicËn, þosar 1 pAUsÃ.RE (y -a.r- secundario: otero ( ar-r,,niu), hormazo < FoRMACËu, miércoles < trÈncüRr; ,/u,/
de ú: curar < cuRÃRE. sullçn*lanohién-
inflexiórr eje.r romances,/iê
el influþ
nà-ät tve4) v hay'que "ãËltq"" añadir la posible os es
-ilnã -ai'
se
produce en contextos donde éstas no se veían alteradas; a pesar de ello, es más difícilmente sistematizable. Así, la secuencia -,aiLI
se
,
YS,\tQç,t la semiconlonant
MAXÌLLA >
uiruela. por /í/: riñon <
mextLLa,
(pero: s cAEMÉNTU, hiniesta < cËNËsrR; egual o igual ciruela. Y la /o/ se cierra en /u/: cuñado < cöcNÃTU, cuchi(e)llo < cùLTÈLLU,luzi(e)llo < r-ocÈlr-u (en mujer < MùLIERE <- MùLíERn pudo actuar la semiconsonante latina de -lI- o la romance de mugier); culuebra < *cÕLOBRA (< colùnnn), Burueba < BOROvIA, Urueña 1 ORONIA (pero: Noru¿ña < NORONIA.) RË.NIONE
vocales se convierten en /¿2,:
nrqlclt
> bp,lanza. vERVACTU
82
EL CASTELLANO MEDIEVAL: FONOLOGíA HISTÓRICA
EL SISTEMA VOC,{LICO
83
't.
i.
1.4.3. La consecuencia más extrema del relajamiento
,!
a que la ausencia de acento llevó a las vocales átonas fue su
ìi;
'¿l ¡ r'i .í.. l, I
enzina, vIciNTI ) ueínte VICINU > uecxno, etc., y es también frecuente en RorÙNDU > redondo, FORMOSI] > hermoso, OBSCÙRU > escuro (pero triunfó l-L oscuro). 'l
desaparición. Las más afectadas fueron aquellas que quedaban entre dos acentos, el principal y el secundario 18, tanto en la palatara como en el grupo fónico: el carácter de intertónicas justifica la pérdida de muchas vocales átonas, en especial en interior de palabra, pues en posición final, aunque muchas vocales quedaran como intertónicas en el discurso, intervinieron otros factores; en lo que respecta a la posición ini-cial, difícilmente las vocales que la ocupaban estaban entre dos acentos, ni siquiera dentro de la frase, por lo que, en general, las vocales- en dicha posición se han conservado: los pocos casos de pérdida pueden explicarse por < la (a)bodega, ELEEMÔSYNA > la (a)limosna, EeuiFËRA > la (e)cebra) le.
'-^--t-"
,
li
t-as inteifärb".íär léxicas (aËävaaas o
;'
.; ìèià.t",.'",
semánticas) son responsables también de al teracrones en el vocalismo átono: algunas son tan antiguas como el cruce latino entre AERr-iciNE o AER¡cINE 'orín' y AURúcINE o AURIcINE 'ictericia' (> orín); en la lengua medieval mestengo y mostrar generaron mostrenco, y resg&r (< nrsrc,tnn) y rascar (< *Rnsrc¡.ne) dieron resgal. El reanálisis como prefijo
del elemento inicial de la palabra lleva a cambios como Siet molinos > Somolinos (prefijo so- < sùB-), o ascucha > escucha, ASPARÀ.cu > esþárrago (es- < nx-); también son problemas de morfología derivativa las alternancias medievales entre sabedor y sabidor, y la interferencia del sufijo -ura qtre parece observarse en sabiduría (por sabidoría), contaduría (de contador) o riguroso (por rigoroso). En otros casos, el cambio no parece tener causas claras. A veces se ha intentado hallar motivos fonéticos: en EpiscÖpu > obisþo el influjo de la labial, al igual que en DüBITÃRE > dudar, vIpÈRA > bíuora (uíbora); y en vERSIfRA ) basura, restrojo ) rastrojo, y otros, el carácter abridor de /r/ en castellano (pero parece cerrar la vocal en rancôn, re(n)cón > rincôn, y voces modernas como ren&cuajo, de rana, y rebaño por rabaño). Pero aún no se ha hallado explicación convincente para poLLicÃRE > þolgar ) þulgar, IOCÃRE > jogar > jugar, LÕcÄ.LE > logør > lugør, vùLeECùLA > gulpeja.
1.4.3.1. La pérdida de vocales intertónicas en sílaba interior de palabra se daba ya en latín; incluso, parece haber sido constitutiva de ciertas palabras. En latín tardío o < el fenómeno adquirió gran extensión, aunque aún limitado a ciertos entornos; así, caían estas vocales en R: VET(E)RANUS, VER(E)CUNDIA, AR(I)DUS, VIR(I)DIS; POS(I)TUS; con L: INS(U)LA, CAL(r)DUS, SOL(r)DUS; se generalizó la pérdida en la terminación -ùLUS: AURIC(u)LA, ovrc(u)LA como PERrc(u)LUM, SAEC(U)LUM, TAB(U)LA, ANG(U)LUS, etc.; y en otros casos: DOM(I)NUS, FRrG(r)DUS, AV(I)CA, etc. CONTACIO CON
con s:
También se perdía la vocal más cerrada de numerosos hiatos (o diptongos en época tardía): IARÍETE > eAR(I)ÉTE (> þared), CoR(I)ACEA > coraça, BATTúERE > BATT(u)ÉRe, (> bater, batir), *FEBR(u)ARIv (> febrero), etc. Esta primera fase de
pérdida, prerrománica, tuvo continuación en la Romania Occidental (con diferentes grados de intensidad en cada lengua), en la que se generalizó a casi todos los contextos; esta segunda fase fue ya posterior a la sonorización de las consonantes sordas (proceso cumplido precisamente entre vocales), por lo que pueden diferenciarse las dos etapas: SoLITARIU debió perder su vocal en latín, pues en soltero la
18 <
Y84
EL CASTELLANO MEDIEVAL: FONOLOGíA HISTÓRICA
T no sonorizó, mientras que en
EL SISTEMA VOCÁLICO
85
BoNTTATE la pérdida fue consonante había podido sonorizar
eliminar los esdrújulos latinos frecuente en otros romances (frente al más habitual de nonùnt ) roble)20.
Los ejemplos de este cambio son abundantes, pues puede decirse que es sistemático: coupùrÃn¿ > cont&r,
1.4.3.1.1. La pérdida de intertónicas e¡a un p¡oceso consumado en castellano antes de su aparición histórica. Sin embargo, los textos primitivos, sobre todo los que mantienen la forma gráfica : semeda (< sevire,), articolo, artigolo (< ARTIcùLU), tabola (< TABùLA), etc.; o con ultracorrecciones: diabulus (1 ot.e.nölus), eþiscuþus (< EIISCOPUS). Puede aparecer una vocal neutra,
románica, pues
la
(bondad).
) uergüença o uergüeñø, rEuiNA > hembra, > breua, etc. Como veremos, este fenómeno originó numerosos grupos consonánticos desconocidos hasta entonces, que el idioma tuvo que resolver de muy diversos vERËCUNDIA
BIFÉRA
modos.
a
Son pocas, y limitadas a ciertos entomos, las excepciones este cambio. En primer lugar, se conservan las vocales
átonas no intertónicas, aun estando en interior de palabra, ya que llevan el acento secundario de la palabra: vrcIN(I)T,ÁTE > uezindad, aecindad, srNG(u)LAR(r)TÁ.TE > señaldad, cRrrtvlr¡rÁrt> catibdat, etc. Por regla general, la /a/ intertónica, por sus especiales cualidades fónicas, se mantiene también: eALATÃLE > þaladar, önpHÀ.Nu > huérfano, etc.; si
por asimilación, etc. cambia a oÍra vocal, puede perderse: COMPARARE
)
+
COMPERAXT,) COMþTAT, CITHÀ.RA
+
CITERA
cedra, AMvcDÀLA ---> AMrDDùr-n (atraído por el sufijo diminutivo -ùlus) > almendra; pero otras vocales se convierten en /a/ (en general, por cruce de sufijos) y ello les
permite conservarse en posición intertónica: pAMpiNU ---> pRrrpÀrçu ) þámþano, cöpHiNU ) cuêuano, PASSÈRE > pASsÄRE > þáxaro (pájaro). También se conservan estas vocales por analogía léxica: doloroso, o para evitar un grupo consonántico difícil: AFRicu > ábrego. Finalmenre, si la vocal intertónica queda como elemento no nuclear de sílaba, es decir, yod, por pérdida de consonante, pervive como tal; co(c)ITÃRE > cuidar, llnariln¡u > limþio, etc.
El hecho de que los cultismos latinos, así como las voces <, conservadoras, mantengan las intertónicas ha llevado a pensar que todo caso de pervivencia de estas vocales denota transmisión culta. Así explicó Menéndez Pidal ,tquile, > águila, vrpÉRA > biaora (uíbora),cnt-Ícr.> có,liz, oRDÌNE ) orden, MARGÌNE > margen (podríamos añadir vÈspÉne >
ui(e)sþera), que justifican
tal
ca¡ácter
por su origen, por el
entorno,
eclesiástico o jurídico, en que se usaron, o por otros rasgos lónicos; pero eflo no parece vaier para e.nnönr ) árbol, MARGÌNE > marcen, nospÌrn > huéped, cEspirn ) césþed (o MÉspiLU > ni(e)sþero), donde la única razón para hablar de < es, precisamente, la conservación de la intertónica (postónica en este caso). Puede pensarse en . en la caída de postónicas en castellano; o, cuando cae la vocal final, en que estas palabras son la muestra castellana, muy escasal de un modo de
simplemente por confusión a la hora de intentar recupera¡ la i,ocal perdida, o bien porque aún se conservara algún tipo de articulación
vocálica: cuemþetet (< courÙrlr) , þoþelato (< PoPULÃTU). Incluso puede insertarse una vocal inexistente en latín: þeroþias, lelumine, cabera (1. cAPRA), etc. Por último, puede haber ejemplos de vocal perdida, pero con la consonante sin sonorizar, lo que representa una secuencia contraria a la lógica y a Ia historia: habalhet (< CABALLIcART, > cabalgar), Domenco (< DoMINicu ) Domingo), etc. Estos fenómenos suelen da¡se en los documentos del Reino de León de los ss. x y xI, esc¡itos en el llamado <.latín vulgar leonéur; después de esta época aparecen muy poco. Se encuentran también en Castilla, pero en mucho menor grado: aquí, las formas plenamente romances (cabalgue, Domingo o semda, senda, etc.) son las que dominan fue¡a de las escasas frases formularias latinas. En los textos romances del s. xtll es muy raro ya encontra¡ casos como uendegar (en Berceo), otorigo o comþerar (en documentos de fines de siglo): las intertónicas conse¡vadas van a seguir perviviendo hasta hoy.
1.4.3.2. Ya señalamos que en sílaba final el castellano sólo conocía /a, e, o/,lo que supone la neutralización de mayor alcance en el vocalismo (así, todas las palatales confluyen en /e/ y todas las velares en /o/). Excepcionalmente, encontramos alguna otra vocal en tal posición: por disimilación de una -e, como en RË(G)E > rei, rgc¡r, > lal, cnË1c¡t grei, novr, > buei (existieron también formas asimiladas: re, bue); o conservación, por arcaísmo, de -u en el singular de los sustantivos masculinos: esto, que puede hallarse en las Glosas, textos aragoneses o leoneses, sólo se da en Castilla en los documentos más norteños (conuentu, otru, sulcu), Por el contrario, el casteìlano no conservó la -i salvo en el relativo qui < qut; La Rioja, en cambio, corno muest¡an los documentos o los poemas de Gonzalo de Berceo, no sólo la mantuvo (li(s)
20 Veáse D. ALoNso, <.Sobre ìas.soluciones peninsulares de los esdrújulos latinos,,, en Obras Comþlelas, t, Madrid: Gredos, 1972, págs. 83-89.
86
EL CASTELLANO MEDIEVAL: FONOLOGIA HISTÓRICA
proclítica (posesivos tnia, tua, sua) mi(e), tu(e), su(e) en los siglos xrr-xrrr, numeral femenino duos ) d.ues): no participó, pues, en el cambio -as ) -es, que se encuentra en asturtano central y en catalán oriental desde la Edad Media, y que parece era común también en mozárabe.
La pérdida de vocales finales es quizá el fenómeno más tardío del vocalismo castellano, pues empieza a manifestarse en los textos desde fines del s. X: éste sí es, de nuevo, un hecho compartido con los dialectos orientales (aunque, a diferencia de Aragón y Cataluña, el castellano no pierde la vocal si hay consonante final: desconoce, pues, formas como þastors, et-c.), y también con el mozârabe; por el contrario, las hablas occidentales fueron muy reacias a perder las vocales finales.
i F
,l
Las vocales someridas a pérdida, r@rueron -e y -o (-a sólo en alguna expresron como a guíldd, y de forma mucho más general la primera. La pérdida comenzó tras ciertas consonantes, precisamente las que con más frecuencia aparecían como posibles finales de sílaba dentro de la pala-
bra: tl r!
Í ,l I
I I
i i i I
i I i I
I
i
I I
I
i
/r/ (-nr > -r en los infinitivos), /l/ (rlt z > tal), /n/ > þan), /s/ (urNsn ) mes), pero también tras /d/
(ea,Nn
latina o romance (urncron > merced, vERITATE > uerdad), cruz). Sin embargo, desde fines del s. xr, y sobre todo desde el xIt, se produce una extraordinaria intensificación del proceso, lo que llevó a que casi cualquier consonante o grupo consonántico pudiera quedar como final en la lengua medieval: þrinceþ, quisøb (> quizá, de ¿qui sabe?), noch, dix (< DIxI-), duc, Diac o Diag; adelant, grand, fablast, dulz, estonz (< rx-rüruc + cE), etc. (incluso, se atestiguan asturiens o leionens). Únicamente se mantuvo firme la vocal tras grupos de consonante + líquida (padre, doble...) o de dos líquidas (carne, etc.), de semivocal + consonante (fraile o fraire, þeine, etc.), y en los pocos esdrújulos de la lengua antigua (pues ahí la vocal final era portaclora de acento secundario: ánade). En cuanto a -o, si bien podía desaparecer en las mismas circunstancias (tod, conuent, segund, etc.), lo más habitual era su pérdida en los usos proc.líticos de adjetivos (buen, mal, primer, sant; y cient), sustantivos (duen o don < oönrixu, cab(e) < cApur usado como preposición; y nombres propios: Fernan(d), Ro(dr)i(g), Martín, etc.), y algún adverbio (naulro > muit(o) > much o mui); otros casos de aparente pérdida de -o podrían explicarse como cruce de sufijos: escriuán o
/z/ (cxucn )
87
EL SISTEMA VOC,ÁLICO
escriuano, ro(d)an o ro(d)ano, rocín o rocino 21, etcétera. La apócope tuvo notables consecuencias en la forma fónica de muchas palabras. Así, la neutralización de consonantes en posición implosiva llevó al ensordecimiento de muchas que quedaron como finales: nuel, nief , oÍ (= oue < HABUI), aerdat o uerdad, grand o grant, omenax (por (h)omenaie), Rodric; a la despalatalización: miL (< MILLE),
ual (por aalle), duen o don (frente a dueño), Iuen (por lueñe); reducción de grupos consonánticosi gran, san, allén (de allende), duz (de dulze o dulce), etc. En eì desar¡ollo de la apócope, y, sobre todo, de la > (Lapesa), pudo influir, por una parte, la ampliación de las consonantes que podían finalizar sílaba al caer las intertónicas (surgen entonces lumne, sangne, comþtar,vendgar, etc.), lo que se llevaría a la posición final: no obstante, hay que reconocer que el paralelismo no es total (así, -ô o -5, posibles en final, nunca son implosivas en interior de palabra). También en la f¡ase muchas vocales finales quedaban como ..intertónicastt de un grupo fónico más amplio que la palabra: Font(e) de caballos, allend(e) þresa, elc., por lo que podía eliminarse como cualquier otra intertónica.
Sin embargo, el desarrollo tan intenso y repentino de la apócope (así como su posterior pérdida, igualmente rápida) hace más bien pensar en un influjo de origen foráneo, en una cie¡ta "moda" lingüística. Puede pensarse en los mozárabes emigrados a los reinos cristianos, quienes, por influjo del árabe, no tenían reparos en dejar como finales a muchas consonantes: entre ellos e¡an frecuentes Ioþ, forn,'arzent, elc. y los sufijos -at (de -tru: hañet, o de -irru: Negret), -air (( -e.nIu: habalayr, etc.), -iel (< ,Ét-t-u: Odiel, Monliel, Carabanchel, etc.), -uel (( -ÓI-u: Buñuel, Teruel, etc.), -iz (Alcañiz frente a Cañizo), etc. T¡as ellos debió actuar el elemento <>, de tanta importancia en la época de máximo apogeo de la apócope en castellano: lap hablas galorrománicas habían conocido el proceso mucho antes y de manera mucho más radical, por lo que no es de extrañar que trasladaran ese hábito al castellano que aprendier'on (además, Cataluña y Aragón compartían, en buena parte, ese rasgo), y que, dado su prestigio, fuera imitado hasta convertirse en una constante de los documentos y demás textos de Castilla. No obstante, el fenómen<¡ conoció resistencias, pues en los documentos del s. x¡l no faltan casos de ultracor¡ección: hede (( q:tto), bédene (l vtDENT), matóde (-Av(I)T), etc.; por otro lado, siempre apa¡ece como un cambio en ma¡cha, no consumado salvo en los nombres tras /r, l, s, n, d, z/ (en los verbos siempre vacilaban quier(e), þued(e), ual(e), al igual que lablast(e)).
1.4.4. Es muy poco frecuente la adición (epéntesis) de una vocal âtona a la palabra por razones sólo de orden zr El sulijo latino lNtrs
es
origen del diminutivo español -ín (existe también
-ino, pero en un área más reducida).
88
EL CASTELLANo MEDIEVAL: I.oNoLoGIA HISTÓRICA
EL SISTEMA CONSON,{NTICO
89
sonantismo latino era la posibilidad de que rodo fonema contara con su correlatô 'geminado', o reduplicado; pero tampoco aquí el reparto era equilibrado, pues había secuencias geminadas muy raras como -bb-, -dd- y -mm-.
Los cambios consonánticos del <
2. El slsreu¡,
coNSoNdNTrco
2.1. Las transformaciones que este sistema sufrió en época tardía hasta escindirse en el de los distintos romances primitivos son bien conocidas en líneas generales, pero.no dan pie en absoluto para reconstruir un <
grandes tendencias evolutivas del consonantismo latino, aparte de alteraciones más o menos frecuentes de grupos consonánticos o de consonantes finales, pueden reconocerse tres, que venían en buena parte a rellenar los huecos estructurales del sistema latino, y que vienen a ser los antecedentes directos del consonantismo románico. Este sistema no puede ya entenderse sobre el fondo del latín <
pronunciación general; a ello
de la correlâción de fonemas I escrito con qu-) y otr() sonoro,
(/S*/). Lo que enriquecía
de
2.1.1. El primero, cronológicamente, según los datos de que disponemos, de esos cambios apunta a la creación de un fonema fricativo sonoro. La w, variante asilábica de la vocal ,/u./ en posición inicial ante vocal (verltnt, VIRTUS, etc.), entre vocales (LevARE, covA) y tras /r, l/ (sERvus, elvrus), adquiere una a¡ticulación más cerrada, consonántica, manteniendo los rasgos 'fricativo' y rsonoro', tal como nos atestiguan las transcripciones al griego: hasta el s. I d.C., vALERIUS y NERVA se reproducen como OùcÀÉqlos y Négoucr" mientras que desde esta época lo hacen como Balépr,os y Néqpa. Este hecho coincidió con el inicio de la variación 23, precisamente en las labiales, lo que llevó a -s- intervocálica a relajarse en un sonido también f¡icativo y sonoro 24. De esta forma, desde el s. I d.C. son frecuentes las confusiones entre una y otra grafías: IVBENTVTIS, NOBEM, CABIA, etc., o IVVENTE, DANUVIUM, etc. Como la va¡iación no se limitaba al interior de ìa palabra, enconr¡amos idénrica confusión en posición inicial: nAI-lAr (= VALEAT), BrcrNTr, BIRTUS, o VENE, voNr; también se da detrás de /r/ y /1/ (sALBARE, sERBUS, o -{LVANUS, ARvrrER). 23 Proceso por el que las consonantes adquieten una variante <[uerte, en ciertas posiciones (tras pausa o consonante), y
2z I)e las ultrac<¡rrecciones-surgidas a propósiro de este cambio, ha pervivido ilrsPr\Nr,\ > Sþania (> Sþagna, Sþain, etc )
2a
fümo
todos los fonemas sonoros,
generalmente como oclusiva.
la /j¡/
se realizaba en
latin
clásico
Y 90
EL CASTELLAh'O MEDIEVAL: FONOLOGíA HISTÓRICA
Aunque para el latín tardío o <.vulgan> no podemos extraer ninguna conclusión definitiva, las lenguas románicas seguirán en este punto dos caminos diferentes: o bien la desfonologización total de /b/ y /v/, con la extensión de la variación 'oclusivo'/'f¡icativo' a todos los casos de labial sonora (solución escogida por las zonas más arcaizantes de la Romania: Sur de Italia e islas, Norte de la Península lbérica, etc.); o, por el contrario, aceptando la igualación /b=v/ en posición intervocálica interior de palabra (como fricativa), suspende la variación en posición inicial distinguiendo así ¡-lv- (solución preferida por el Centro de la Romania: Francia e Italia), precisamente como'oclusivo' /' fticativo' . semejante, la -¡-, variante no silábica de /i/ en IANUA) y entre vocales (MAttrs, euon), adquirió también una articulación claramente consonántica: aquí no sólo surgió un fonema nuevo por el modo de articulación (fricativo sonoro), sino también por la zona articulatoria (palatal). Este hecho fue acompañado de la progresiva palatalización y asibilación (conversión en sonido africado o fricativo 'sibilante') de ciertos grupos de consonante + yod, surgida del paso de hiatos a diptongos en latín tardío (rt-lI-us > FI.LIUS, a veces con cierre de la vocal encontacto: FÀ.GE.A>*FAGTA): ocurrió en las secuencias de dentales y velares más yod, siendo las primeras en alterarse las sonoras. La conversión de -¡- y -o1-, -cJ- en consonante palatal se muestra por las grafías cruzadas que empezamos a ver desde fines del s. r d.C. (así, AIUTOR por ADIUToR), y sobre todo desde el s. tf' IoSLIM o lvsvM (por
2.1.2. Por un proceso
inicial + vocal (t,ttr,
(por SERGTUS); MADTAS o MAGTAS (por UnrRS), rnOCr (por rnoler); coRRIDTAE (por coRRIcrAn), etc. A veces, el latín tardio utilizó la letra griega Z paru -¡-, -DJ- (desconocemos qué realidad fónica representaría): ZANUARIo (por IANUARIUS), zEstr (por trsus), ozE (por DEORSUM), SERTOS
HoDIE), ZABULLUS (por DIABOLUS), etc. Las lenguas romances muestran, en general, soluciones palatales para estos grupos, aunque de -o¡- hay resultados sibilantes dentales, sobre todo en la Romania Oriental. Por otra pa¡te, a pesar de la abundancia de grafías cruzadas, no debieron confundirse del todo estos grupos, pues en algunas zonas sus resultados han sido diferentes. Las alteraciones de -r¡-, -KJ- comenzaron algo más tarde; -r¡- fue la
primera en asibilarse, según nos muestran ejemplos del s.
¡¡
(CRESCENTSTANUS, vrcENTzus), rrr (MARSTANESSES) y rv y adelante (pRETzIosA, TERSIo, IzopHILUS por THEopHILus, etc.), y los mismos gra-
máticos de los ss.
Iv y v que
deletrean lusrITIA como IUSTITZIA En
cuanto a -KJ-, los testimonios directos no empiezan hasta el s. III (MARSIANOS por MARCIANUS), y sólo se hacen f¡ecuentes en los ss. \'y VI; no obstante, las confusiones entre ambos grupos ¡emontan al s. tI d.C.: rnnulwlcloNEs, TERCIAE, y se generalizan a parti¡ del v: ¡usrtctn, octo, etc. (la confusión no debió de ser total, pues en muchas zonas románicas han dado resultados
distintos).
El último proceso de palatalización fue el de las ve'lares, /k/ y /g/, ante las vocales /e, i,/, en posición silábica (no llegó a afectar a algunas zonas románicas). El primer testimonio conocido es de finales del s. tv; tn PAOE, y desde el s. v hallamos BINTCENTE, FESIT, etc. También son de la misma época las primeras alteraciones de /g/ + /e, i/: cr,n¡,poI-ls (por HTERAPOLIS), CoNGIGI (por coNIUcI), SEPTUAZINTA, aparte de su pérdida,
9l
EL SISTIMA CONSONÁNTICO
muy frecuente: AGRTENTUM, TREINTA; su atracción po¡ -J-, -DJ- no impidió que en la mayor parte de la Romania los resultados de una y otra se¡ie fueran diferentes.
2.1.3. Ya hemos hecho refe¡encia al último gran proceso de transfo¡mación del consonantismo en latín tardío: la variación (uid. n. 23), que introdujo un sistema de alternancias fonéticas desconocidas por el latín clásico. Las manifestaciones de la variación, apenas documentadas de forma directa en época latina, han sido muy diversas en la Romania, incluso su naturaleza, pues mientras en la zona oriental continúa como alternancia fonética, en la occidental se produjo un proceso de transfonologización: asi, si /t/ tiene una va¡iante (T) tras pausa o conso' nante, y .débilr, (l) entre vocales, ello no tiene por qué entrar en conflicto con las variantes de /d,/ (D frente a d). Pero si la variación se traduce, como ocurrió en la Romania Occidental, en procesos de sonorización, etc., ello conduce inexorablemente a la confluencia de variantes: la <> D (es decir, inalterada) se iguala a-la producida al sonorizar -tentre vocales (así, *coN ToDo (< cUM TOTU), pero también *DE DoDo). Se llega de esta forma a un reajuste de variantes, y la fijación de la variante ..fuerte> en principio de palabra (para evitar posibles confusiones). Al mismo tiempo,la /t/ incorpora a sí el resultado de la simplificación de -tt- (TÈMPUS > tiemþo(s), sAciTTA ) saeta), y surge un nuevo fonema, fricativo sonoro, dela /ð,/ : durante mucho tiempo, fue distinta la -d- de todo < TÕTU o Dios ( oÈus, oclusiva, de la de sudar 1 SUDARE o nido < Ntou, f¡icativa. La cronología de estos cambios es difícil de establecer. La más estudiada ha sido la de la sonorización, po¡ ser, quizá, el rasgo diferencial más claro entre las dos Romanias. Las hipótesis han sido muy variadas, desde quienes la colocaban en el s. vIIl (Meyer-Lübke) hasta quienes la creen ver ya en el s. I: para A, Tova¡, se da en unas inscripciones en zonas de
sustrato céltico (este sustrato ha sido considerado, por estudiosos de las más diversas escuelas, como responsable de la sonorización); en el Sur de Italia hay algunos ejemplos del s. t d.C., poco claros y en nombres de origen griego; todas éstas son sonorizaciones de -T- y -K- (IDEM por ITEM, PAGATUS por PACATUS), pues las de -r- y -r- sólo se encuentran desde los ss.
vr y vrr
(LEBRA
por
LEPRA, PONTMCATUS
por
PONTIFICATUS).
l-a conversión en fricativas de los fonemas sonoros sólo puede seguirse con detalle en -B-, pues su va¡iante f¡icativa fue la que confluyó con -v-. En las otras sólo puede inducirse a partir de algunos casos de pérdida (AUSTUS por AUGUSTUS en el s. tI) o de relajamiento (PERES por PEDES en el s. v), pues el fonema fricativo no pudo adquirir grafía propia. La simplificación de geminadas es un proceso más complejo: arranca de época latina antigua, pues en elìa encontramos el hecho tras vocal
larga o diptongo
(cASSUS
>
cASUs, PATJLLUM
>
PAULUM,
y
dobletes
cupA/cuppn, LITERA/LITTERn, etc.), y también delante de vocal larga (ANALIS por ANNALIS, etc.). En eite caso, el proceso no iba en una sola dirección, pues junto a reducciones como COMUNIS o ANORUM, hallamos
también reduplicación ante yod, ACQUA).
/r/ y wau
(BRAccHIUM, LATTRoNES,
92
EL CASTELLANO MEDIEVAL: FONOLOGíA HISTÓRICA
Las consonantes del castellano medieual 2.2. Los difeientes fenómenos que hemos señalad.o habían dado ya sus frutos cuando se empiezan .";;;;;; lexros romances en la península lbérical de hecho, " pueden considerarse cambios hisróricos concluídos. Sãrí¡".sã, no todos habían llegado a la misma situación estable:ä este. sentido, es digno de destacar que la sonorización 7v fenómenos anexos), el más tardío y difícit i. il;;;;,à; en época latina, era el que en los resultados más definitivos; el de las palatalizaciones sufrirá, en res
todavía primer cuya co
3s.
I
sistema
d. .or,rorrurrta,
en
"., sólo los procesos de sonori_ zación de sordas, relajamiento de sonorås y simplificación de geminadas (la llamada <
2.3. De acuerdo,con los principios evolutivos expuestos y las grafías observadas en los textås, el castelano contaba en sus inicios con cuatro consonantes labiales:
La /b/, oclusiva por latina inicial (rONu > bueno, BùccA boca, BADtu > bayo), -P- intervocálica sonorizada: lùpu lobo, Cún,+ > cuba, APoTHEcA > bodega), y algún caso de -BB_ (ABBATT. > abacJ, escrito con frecuencia.abbãd o abbat, por su caráct"..rrttàj. - Lu /v/ (o /b/, segun u.r"-o, abajo), ¿irti"tu á"1 anterior plr e_l rasgo .fricãtivo,, que pro."ãíã de la v latina consonantizada (vrrulnr > uenir, ivQiru > uuelto, LAVARE > lauar, NöVEM > nu,eue, etc.), de la -r- latina relajada (-ene por el que ntextos: la
"lenición" que en la
EL SISTEMA CONSON.ÁNTICO
93
(imp.) > -aua, eROBARE ) þroaar, cLOsÈLLu > ouillo, etc.), y de varios casos de la muy escasa -r- intervocálica latina (rr.orÉcru ) þrovecho, TRTFINIU > Treaiño), incrementada por la adaptación de la -p- griega (nernÄNu > rávano, cOPHINU > cuéuano); como puede verse, la grafía propia de este fonema era u (o u, aun una sola letra). /1/, nacida de r inicial latina (rul > /ui, rÖnrr - La ) fuerte, FÊMINA > fembra), y de unos pocos casos del grupo latino -NF-, que ya tendía a simplificarse en el mismo latín (IxrnNrn' ) ifante, con frecuencia escrito iffante, por alarde culto; couruNDERE ) cofonder). Este esquema presentaba, no obstante, puntos conflictivos: el de más alcance es el de la fricativa sonora, tanto en lo que respecta a su naturaleza como a su oposición con /b/; pero los avatares de /f/ constituyen uno de los rasgos más característicos del castellano.
2.3.1. En los primeros
textos castellanos la igualación
B=v entre vocales, dentro de
la palabra, era general, por lo que sólo queda suponer que efEèEißìrq iniciado en latín
tardío se había consolidado én- esiã fosición, dando el fonema fricativo: así, sólo hallamos cantaua, marøvilla, cauallo, Iauar, nueao, etc. (en los textos latinos de Castilla, como de otras zonas, hay todavía una cierta mezcla de grafias b y u en estos casos). No había ocurrido lo mismo cuando este fonema labial estaba en contacto con líquida, o acabó junto a ella; ante líquida domina la grafía b: þarabla, þalabra (< eennrÕln), noble (< NOBILE), libro (< LIBRU), fablar (< nnnùunr'), salvo en los futuros auré, deuré, de aver (< Hartnr) y dever (< nenrnr); detrás de líquida predomina v: yerva (< uËnnn), barva l BARBA), oluidar (< orurenr), pero no faltan casos de b: carbón, árbol (y draol). También det¡ás de nasal había clara tendencia a b (con pronunciación, probablemente, oclusiva): enbiar < INVTARE, conbenir < CONVENIRE, CtC.
En posición inicial, la situación es mucho menos clara. En líneas genelales, la distinción b-/u- se manriene en la escritura, perir con numert¡sas transgresiones. A veces, éstas son constantes, dando lugar así a la forma habitual de la palabra (casi siempre, la dirección es u- --+ b-), por. morivos como la disimilación respecto de otra u interior (vrvnnr > bivir, vr.xvncfu > børuecho), de o, ue (vôcE > boz, *yç¡,ag > buelto, vùLTùRE > buitre), o la meráresis (virËne > biaora),
94
EL CASTELLANO MEDIEVAL: FONOLOGíA HISTÓRIUA
pero también sin motivo concreto aparente (vrnnrnt
>
barrel, vrnuicúlu > bermejo, etc.). Mucho más frecuentes son las confusiones ocasionales, de å- por u-: baca, billa, basos, bezino, b'ibda o biuda, abenidos, etc., o las más raras de u- por b-: uoga, uando, etc., grafías que nunca llegaron a ser las propias de estas palabras. Tales cruces se dan en documentos, fueros, etc. (en especial en los producidos en la Castilla más norteña), aunque no en todos; pero la aparición de la lengua literaria en el s. xrrr va a reducirlos en gran parte a los más constantes, ya señalados. Esa distinción básica entre las dos grafías, así como su consolidación en la lengua literaria, puede hacernos pensar que el castellano diferenciaba ambas labiales como fonemas; pero las abundantes confusiones indican que buena parte de Castilla, o bien desconocía por completo tal distinción (y sólo seguía, si podía, una norma ortográfica de raiz latina), o la mantendría sólo en muy pocas situaciones; situación semejante, con algunos casos de b- por v-, se da en otras zonas del Norte peninsular (Galicia, León, Aragón). Las dos labiales sordas que sonorizaron vinieron a completar la distribución de uno y otro fonema; en época medieval ninguna vaciló; -p- dio siempre -å- (reintrodujo la /b/ oclusiva entre vocales), distinta siempre de -u- (< v, -s-), y -Í- (o -ph-) dio -u- (aumentó las apariciones de la fricativa). 2,3.1.I. La naturaleza de los orígenes de /b/ y /v/ en casrellano medieval justifica plenamente que el rasgo distintivo en la oposición sea 'oclusivo',/'fricativo'; al mismo tiempo, explica también la mayor parte de las confusiones señaladas, pues en posición inicial dicho ca¡ácter suele depender más bien del contexto, que es siempre cambiante (asi, en boca y con uino se pronunciarían con oclusiva, y de boca y de uino con fricativa). Por ello, la supervivencia de la oposición sólo estaba garantizada si existía algún oro carácte¡ fonético; en la mayoría de las lenguas románicas éste fue la articulación labiodental de la fricativa. Es posible que ésta existiera en la Castilla medieval, sobre todo entre quienes dirigieron la norma romance < o ..literarian desde el s. xu. Ello, además, parece estar justificado lingüisticamente: al ensordecerse las consonantes que quedan finales por apócope, la -b- lo hace en -p (lùru ) Loþo, Lobo ) Loþ, Loþe), mientras que la -v- lo hace en -Í (nuef, nief, nul abundan, pero nieþ sólo se halla en algún texto no estrictamente castellano como la Fazienda de Ultramar). 2.3.1.2. Hemos de recordar, por último, que la fricativa inreryocálica perdió con cie¡ta frecuencia; no es éste un proceso vivo ya en castellano, y además parece afectar más a -v- latina que a -B-, por lo que su perdida se
EL SISTEMA CONSON,{NTICO
95
corresponde a una época en que aún no estaban igualadas. Continuando algo común en latin tardío, la -v- se perdió ante vocal velar: -lvu ) -ío (uacío, estío, río), generalizado a -ivn (ciNGIvA ) enzia); otros casos, no sistematizables: sovt > buee, bue, buei, -e1v¡t ) -é. La -¡- sólo se pierde regularmente en el imperfecto -ía (1-EBAM, -l(E)BAM),'y, por disimilación,
en SABUCT) ) saúco.
se daba sobre todo en posi¿ión inicial (diversos cambios lahabían hecho muy rara en otros conteitos):.ahí, o detrás de consonante, los textos antiguos
2.3.2. La [/ latina
de Casrilla'la rh¡èitial'ãon notable regularidad (al igual qr-,. lo, de las otras zonai hispánicas). Sin embargo, desde el s. Ix (el primer ejemplo es de 863, en Santoña) hay muestras de que daba lugar a una aspirada, que podía r'ì
oçe (< FAUCE), repartidos en documentos de la Montaña cántabra, Norte de Burgos y Rioja a lo largo de los ss. x, xI ! Xrr; en el xtII abundan aún más: .Helipe, Amþudia (< FONTE purIDA), Herrera (de rÉnnu), herrán (< re.nne.ciNr), hecho, harán (de FACERE), etc. En la región de Burgos y en el Centro los ejemplos son mucho más raros, aunque no falten algunos casos como gaho (por gafo) y hueren (por fueren), en el Fuero de Brihuega, hiio (< FILIU) en Toledo. Alguna vez la alteración se da en una n no inicial, como en i( L)hant, forma rioiana de lryneNrn Fuera de estos casos, toíavía esporádicos. la presenãã'd" /1/ era constante en la lengua escrit4_-,
foné dich
de' las primeras muestras de r- ) h- (o
a lä actuación de un sustrato vasco-ibérico, y más eSpecíficamente v.g¡ço1cqn1{b¡ico^ (p¡ las zonas ibéricas de Levante la F no se vio alteradal. Si ienèm
diversos modos la r latina i-i"ritaiticu, la'hipóteåii cobra aún mayor verosimilitud. Ahora bien, persisten varias incógnitas: ignoramos la naturaleza del sustrato ; no queda claro si el cambio se debió a un
EL CASTELLANO MEDIEVAL: FONOLOGíA HISTÓRICA
96
EL SISTEMA CONSON.4,NTICO
(y con propuestas semejantes) se iF.tenta evitar los problemas de la hipótesis sustfatística.
Fonemas uela,res
2.5. Sin tener en cuenta, por ahora, la incipiente h < els. Ia.C. F,y (por Por <> .,
Fonemas dentales
2.4. Excluyendo los de carácter sibilante, el castellano medieval contaba con los siguientes fonemas dentales: La /¡/, nacida de r- latina inicial (roru ) todo,
- > teja) y -TT- interior (cùrrn ) gota, lÍrrÈnR rrcùu.
>
letra) 26' a esta geminada se .asimiló, ya en latín tardío, el grúpo -pr-, por lo que su resultado es el mismo: sÈPTEM > > cøtar, etc. La /d/, originada en t- (oll > y en- -J: sonorizadã (vlf(Årï'¿!fft'pì -ado, etc.). Es muy probable que esta
srcte,
C,APTAP.E
dueño),
_.-.
,,,4T-u
>
di'stinta
)_1
en posrcron corto), de la velar geminada sorda interior (v,Lccn > t)aca, siccu > seco), y de la labiovelar sorda latina, /k*/ (escrita qu), en posición no intervocálica: ésta da la velar simple en general (qunrrÚÕnlÉcttt'l ) catorce,
inicial (ce.rur > cabo, cÙRTU )
QUAERERE > querer, qulNlËcItvt > quince, QUOTA ) cota, ToRQUÃCE > torcaz, SqUILLA > esquila, etc'), salvo en posición
inicial seguida de /â/, en que desarrolla cuá- (QUA'r-rÙon > cul,tro, QUALE > cual, QUADRU > cuadro) y también ante /a/ con acento secundario (quÀnnncÍN'ct > cuaren 4, quÀDRAcÉsiMn > cuarbsma), y en algún caso en interior como qulNqueciur l. > cinquaenta, cincuenta. g/ procede d. ,c- ( GÜTTA > gota, GAUDIU > -La/ goço, gozo), y de algunos caïtls de v golpe, cATTU > gato,
adjetivos -iùÍJ > -io; l-irvtpiou > limþio, süciDu > suzio, nÌcinu > rezio, slpiou > sabio, rÈpiou > tibio, etc., frente a unos pocos casps.,qq qqp.,14 -p¡-pe¡viy-iþ por haber caído anres la 'v'òòal 'äöna:''cÄùibù \' càt\o','Þ'ildpu > irido (> lrío), xnPiQu ) rabdo (> ray.tdo)¡Por el contrario, eq el s.. ¡II¡ aún se vacilaba entre crúo'y ûudo (< cRUDU), desnu(y)o y [.g¡rtùdt R Núou), y algún o.tro. En otras palabras, como geda-o nido la -l- fue siempre constante. El castellano se halla, pues, aquí entre el leonés, que pierde casi toda -o-, y el aragonés, que la conserva.-r> ¡.yt¡ í1r¡ ríe ¡i¡ p fr{'r 1'r', Estos dos fonemas se neutralizaban en posición final; en tal entorno las -r y -o latinas se habían confundido y desaparecido en época muy temprana (Èr ) €, ), eliqu'oo > algo), por lo que sólo tenemos dental final tras la apócope: selu$-l> sahzd, ruencnn¡.> merced, etc., con variantes s¿Juú o mercet como muestras gráficas de dicha neutralización. 26
En casos de
rr
geminada posterior, la evolución pudo ser diferente: el
árabe halla se adaptó en castellano como (h)ata, lata, con simplificación normal, pero mmbién como adla o fasla, con diferenciación de las consonantes del grupo.
97
CRETA < greda) 27,
s-g1o.4izada (sEcuRU > seguro, PACÃRE > Þøggr, ACÜTU > qqld.o, etc,.), -{*.---qelorizad3, que pierde el aþéndice labial por lo general (nr-iquoo > al_gg, sEQUI > tryjr, ANTIQUU > -/á/ (tque' > agua, AEQUALE > antigo), conservándõlo ante los pocos casos de labiovelar igual, nNrl > lengua,_frente a ANGUILLA sonora /gi
: a veces la /g/ surge como languila, refuerzo a partir de una semiconsonante (uiNÜARE > menguar). También aquí parece que hubo distinción frente a la -c- procedente de la sonora latina: AUGÚsru > egosto, LEGLIMINE > legumbre, CASTIGARE > castigar, NAVIGARE > naaegar, pues sólo ésta lleg6 a perderse: LEGALE > leal, LIGARE > liar, ruuicRn¡ ) humear, y también nauear_' Estas consonantes apenas se hallaban en castellano primitivo en posición implosiva (son muy raras apócopes como du,c, etc.), pues los grupos latinos que las contenían (-cr-, -cN-, etc.) se habían reducido muy pronto; la -c final latina había desaparecido (AD-ILLIc > allí, etc.), salvo en 2? Esta curiosa sonorización en inicial (y sólo de la velar) puede deberse a helenismo (cfr. xupepvóv > cÙBERNARE), o ser un resto de la variación 'fuer-
te'l'debil' en prir¡cipio de palabra.
E!¡.
98
EL CASTELLANO MEDIEVAL: FONOLOGíA HISTÓRICA
ciertas expresiones adverbializadas, donde sonorizó: uoc ANNO > hogaño, HAC HORA > agora. 2.6.1. Los tres fenómenos de sonorización, fricatización y degeminación, como partes de un mismo proceso, se condicionaron mutuamente de acuerdo con la antigüedad respectiva de cada una. Así, las sonoras latinas, al relajarse en fricativas, no se confundieron con las que resultaron de la sonorización posterior (-b- < -P- no era igual a -v- < -B-, etc.); por su parte, al ser lo último en ocurrir, el resultado de las geminadas ya no pudo seguir el camino de las simples (-p- <-pp- no sonorizó). En cuanto a la pérdida de las sonoras fricativas, parece ser un hecho independiente, sin conexión con los demás (además, no fue sistemático como ellos), aunque por lo general no fue inmediato: fue anterior, no obstante, a la época de Al > ¿ (MA(c)ICu ) mego) y ALr > o (TR,{(D)UCERE ) troçir\. La sono¡ización pudo no producirse en dete¡minados contextos; precedida de nu, la sorda se mantuvo: cAtiTLt > .o¿o, pALrcLr > poco, At'l'ttMNt' ) otoño, AV(I)CA > oca, lo que muestra lo ta¡dío de su paso a /o/ (en þobre el étimo es el vulgar popERE, no el clásico pAtrpERE); Al sólo parece haberla impedido en dos formas verbales muy irregulares (sApIAM > *sAIpA > seþd, CAPIAM > *CAIPA > queþa), pero no en VAICÂ > uega, elc. Tampoco la hubo cuando la pérdida de inte¡tónica era muy antigua (sollti¡rtr > suelto); aquí se encuadran habitualmente cierras palabras donde la vocal átona desaparecida iba tras un grupo latino de dos consonantes, palabras en que la sorda intervocálica se mantuvo: coMptITARE > conlaÍ, Mi\STtCÃRE ) mascar, VENDITA > uenta, coNsÙÈTùMINt) costumbre, etc. (pero ello no fue sistemático: VINDICÃRE > uengar, COLLOCÃRE ) colgar) 28. Por el contrario, estos fenómenos sí se dan ante consonante líquida, tanto la sonorización (DùeLÃRE
) doblar, eATRE > þadre) como la fricación y ) þereza, etc.).
pérdida de sonoras (eicnntn
2,6.2. Todos los romances peninsulares conocieron
estos t¡es fenómenos, como se atestigua ya desde los primeros textos, incluso en los todavia <>. Esto es válido también para las hablas mozárabes, en las que ha sido muy discutida, y aun negada, la existencia de sono¡ización: si bien los mozarabismos con sorda son numerosos (caþacho < cApACÈ('. aLcoyata frente a ca'yado, marchilo < MARcITLI), hay también bastantes muestras de sonora, incluso en escritura árabe; de este modo, para la preferencia por la sorda que testimonian los topónimos o los autores árabes, aparte de un cierto conservadurismo, se ha aducido el contagio de un peculiar proceso de ensordecimiento de sonoras en árabe andalusí. La única excepción son los documentos aragoneses, donde la sorda es de rigor, aun en los contextos más romances (lueco, caþeças, otorhet, etc.)i junto a ello, aparece una curiosa sonorización tras líquida y nasal (rangura, algalde, frangum), presente también en León (faculdate, harda, spondania, etc.) y algunos otros puntos: de origen dudoso (¿sustrato ibérico, vasco, o dialectalismo latino, dada su existencia en umbro antiguo y en hablas italianas del Sur?), no llegó a imponerse. 28 Naturalmente, la sorda se conserva en cultisrnos y..semicuìtismos": así, leahad < LEcAt-ir'Ãlr, amistad ( rvrcir'Ãr¡,, frenre a ìos antiguos lealdad y amizad
99
EL SISTEMA CONSONÁNTICO
Los documentos primitivos, de forma <, oscilan constantemente
no se encuentra en las demás regiones.
Fonemas sibilentes
2.7. Estos fonemas, caracterizados por la especial impresión acústica de de su co iepartían en castellano medieval en alveolar: los primeros eran además afr
fricativos; dentro de ellos se producía la oposición entre lo que sordas y sonoras. En conjunto, se para ue rasgo, llamado han fonólogos algunos los lingüistas españoles es más bien
2.7.1.1. La sibilante deqt4l, por{4,,aiticada y realizada con el dorso de la lengua: /37; tÞiiia muy diversos orígenes: 1 En p,o_qición inicial provenía dela /k-1ante vocales palatales: cAEFÙLLA '> çe,boll-a, ÇIYITÃTE > çibdad, ciudø!',
erc.; a veces, p-Içce-dida de s: !íquida: ùcHEDÙIr¡' > údu-Ia, sçHIsMê ) çismø (genera una.e- prgtEFic4 er. tcAENA >@sgnø); y'de algunòs casos de la labiovelar'/k*/, ¡implificada pronto en velar por:disimilación ante otra lab-iovelar de la palabra:
QUI QUI
)
cincuenta (frente
iu'ä"
la
ir
a
palataliiadd
sibilantes, etc.). Los sonidos r¿åil¿núes (término de la Fonética española que no cojncide por entero con él anterioi) son aquellos que presentan una vibración esþecial en la zona de articulación. En todo caso, parece que las sibilantes pueden recibir ambas caractedzacione.. ,,t.,, ,,, |,
.l'
\,,,
r,i_.,, oll'l
,
.
.u,r,
.
-.l
EL CASTELLANO MEDIEVAL: FONOLOGíA HISTÓRICA
100
yod originó /3/: *un'ncrIARE > (a)dereçar, COLLACTEU > collaço); cuando la consonante precedente era /s/, el resultado fue el mismo, con la -s- absorbida en la sibilante: PISCE > þeç(e), -(E)scERE > -ecer, úsrIU (por el clásico ÕsrIU) ) uÇo, FASCIA ) Íaça, haça, ASCLAT{ ) açada (en todos los demás dialectos peninsulares, el resultado fue /í/: þeix(e), t'a(i)xa, etc.).
Así, algún caso - Otros orígenes son más esporádicos. de consonante + /k*e,k*i/: ronquERE > torcer. De difícil explicación rçsulta el cambio, no sistemático, -nJ- > -3-, tanto en posición intervocálica: BADIU > baço (frente a bayo), *FODTARE > hoçar, GAUDIU > goço (y gozo), como tras consonante: VERECÙNDIA ) uergüença, HORDEÕLU ) orçuelo, vitnu. > berça (y nouÕnuu > almuerzo); si bien n¡ ya en latín parecía dar una sibilante (cfr. uoun > ozu),lo extraño es que diera un resultado sordo, a partir de sus componentes sonoros.
EL SISTEMA CONSON,ÁNTICO
l0l
rna(n)çana y algún otro, pero no para todos), sino que parece acercar al castèllano a los dialectos occidentales, donde las dos secuencias con yod dieron la sibilante sorda. El grupo latino -né- dio -r2- de forma regular:
-
ARGILLA > arzilla, sIARGERE ) esþarzer, BËRGIDU > Bierzo (en ARGÉNTuu > arienço hubo disimilación ante la otra sibilante); en cambio, el paralelo -Né- produjo -n2-: ciNcIvR > enzía, *stNcÈr-lu > senzillo, RINGELLA > renzilla, pero fue más frecuente que resultara en -U- (lÕrvcr > lueñe, y sobre todo en verbos: -NGERE ) -ñir, como reñir, ceñir, salvo
> unzir, junto a uØir). No se ha explicado aún el porqué de este doble tratamiento; tampoco se ha establecido con claridad cómo ó, que normalmente desaparece, da /ì/ TUNGERE
tras estas consonantes
31.
- Por último, el grupo romance de consonantes -K'Torigina /?./; pr¡cllv > þlazdo > þlazo, n¡ciro > rezo, etc.
Por último, esta sibilante pudo absorber a una /t/ que la había quedado en contacto: ACCEPToRE > at(e)tore con (y azttor, adtor)> açor, y en los arabismos con el grupo sr,
-,ì
recogido por los castellanos como çt.' ASTIGI > Eciia, MUST'ARAB > moçárabe, etc.
2.7.r.2. El de_lqq miqln-o-q_o (por ello, .no se,
Su fuente furrda4ental es@Ú*y,.ûren pòsición la-tiua-jnærvocálica:
U>
-
r' 'i í rl' ' i ' r' rytct il ,¡i'. , f
ì;
de /14*e,
{
k*i/
çql¿UEBE > cozer, ÇQguiN4 > -..ÎJ. y,,S-ll-luYieron en
çmhaIgq,
tü "- ¿¡p¿Ë¿TYå'i'iìtli,*.i". '^^*'i-, .--^-
,'r
,^:----r:.. ante sorda (en cultismos y semr,' cultismos TJ se adaptaba como sorda: ç_&'êT-I4 > grdc-be, ,@t0 > .@ftÐ, ç-tc., Pero KJ: IUDICIU > JU&IO¡CNLLAECIA >
POTIÕNE ) þoçón, BRACHIU > coraça, > þoçoña, aparece sonora por sorda: ARCIONE > arzon ); sordo no siempre puede explicarse por geminación de la consonante ante yod (lo que vale para MAT(T)IANA >
Galizia): cAPITIA > cabeça, CORACEA
30 Es
excepcional el caso de zelo, del latín zËlus <
sr'Z'll\oç
r
i,:,'l .,,. t,P¡r
..
escribía sólo z, no po¡que se pronunciara sonora, sino quizá porque el fonema sonoro y la sibilanre implosiva coincidían en una articulación donde correspondía sorda: eisçg> pEz, er sonora:_o{cÌvu > diezmo, -iciNu > > paz, CRUCE> cruz, elc. al s. xuI las grafías para estos fonemas son mucho más confusas: no hallamos el reparto mencionado, sino que para cualquier caso se emplea o bien la grafía latina (face, serbitjo, etc. en las Glosas), o bien la z de forma general (zierto, conzedítnus, þrezio, etc.); de un tipo especial de z empìeada en la escritura de ìos ss. x-xrt surgió la ç. También se emplearon en época primitiva, para la sorda, c ante vocal no palatal: rnacanarcs, caþeca, infancones, cc: tnaccûnaÍes, sz: cabesza, aszoda, y otras. Por resabio cultista, se siguió luego empleando sc o sç
cuando dicha secuencia existía en el origen latino: conosçer (( cocr.roscnnr),
etc.
2.7.1.4. En bastantes casos, hallamos una palatal africada /è/ ahernando con alguna de estas sibilantes, o en lugar de ellas, de acuerdo con la etimología. Así: crccu > chico, cicÈRu ) chícharo, ciMicE > cisme y chinche, inte¡ferido con sculstr¡A ) cisma, chisme, CORTiCE ) corcho, CAPACEU ) caþacho (frente a caþaço), FURNACE ) ho¡nacho (frente a fornaz), etc. Habitualmente, se piensa que tales fo¡mas son mozarabismos: 3l Y. M¡.lrt¡l ha dedicado varios estudios a esta cuestión; puede citarse: .Interplay of Sounds and Forms in the shaping of th¡ee Oltl Spanish Medial C,onsonant Çlusters>, Hisþonic Reuieu, t , 1982,247-266.
EL CASTELLANO MEDIEVAL: FONOLOGíA HISTÓRICA
102
intervocálica, escasa, y cuyo carácter - La ;s- -latina ccsa, -oSU > -oso (bondad,oso,
estas hablas mantendrían el grado paÌatal en la evolución de la consonante velar palatalizada del latín tardío hacia la sibilante dental del resto de los romances peninsulares; esa fase sería la del románico de época visigótica (común con los romances orientales: italiano, ¡umano, etc.). Esta idea viene apoyada por el hecho de que mozarabismos indudables como cauchil (< cALicE) o almatriche (< MATRTCE), o numerosos topónimos de ese origen: Elche (< ir-ict), Tur¡uchel (< TÜRRE + -lcÈLLA), (Al)conchel (< coNCiLIU), Aroche (< ARÚccI), etc., presentan ese mismo fenómeno. Hoy ya no se cree en el mozarabismo de /è/ pot /î/ o /ì/: en mozárabe también se alcanzó el grado dental, como atestiguan topónimos Lucena, Mor(o)ceno o Ar(a)cena (junto a Luchena, Matchena o Archena). Más bien parece que fueron los árabes los que fijaron ese grado palatal primitivo, que escribían con su letra de palatal sonora (o $irn) y pronunciaban como [ô] sorda; desde entonces, lo utiliza¡on para reproducir cualquier sibilante romance (aunque a veces usaran también sus propias dentales). En cuanto a las palabras que no parecen tener otro rasgo de
mozarabismo sino éste,
se
ión
\ri i
.
,
usso,
NÍENSA
s-ibilantes alveolares, fricativas âmbas y repunta o ápice de la lengua, sólo se oponían alizadas con la como sorda frente a sonora en posición interior interrrocálic4'
2.7.2. Las
:.
ilì',
2.7.2),. El fo¡ic-ntu sorde, /,s/,
escrito häbitualmente,
pero no siempre, con ss, tenía los siguientes orígenes: -ss; latina: cRÖ[Su > gruesso, -SSÈM - La subj.)geminada (pluscpfto. > -rs¿ (impfto. suþj.), PASSU > þasso, etc. i Los glupos consonánticos, .aqimilados ya en latín tardío, -ps-: iÉsE > esse, GVPSU > )rsso,' -Rs-: ÚRSU > oJio, vËRSU > uie$so (p-ero nnÕnsuM y súRSUM, hechos IUSUM y susuM 'ì en latín tardio dieron sonora: yuso, Suso). ,i ''
Z.ì.Zi.Z. La
/1/
sonora, escrita con )s, entre vocales,
procedía de: 32
En las inscripciones latinas de la Bética pueden hallarse algunas muestras
de la caida de -s, lo que indica hasta qué punto esta zona asimilaba las tendencias
lingüísticas latinas
produjo incluso tras dipcosa, o tras metátesis de
BASIU
>
beso.
El grupo -ñs-, que simplificaba ya en latín, alargando y nasalizando por compensación la vocal anterior:
,1,,.
pérdida, alinea al castellano con los demás romances occidentales (mientras que los orientales generalizaron la pérdida) :2. De todo este conjunto de fonemas, eran, pues, los que presentaban una diqtribución más defectiva.
se
CAUSA >
piensa en lrueques de fonemas hacia los palata'les,
en búsqueda de mayor expresividad.r, r,1,-r,',.
103
EL SISTEMA CONSONÁNTICO
> mesa,
DEFENSA
> dehesa, PENSARE > pesar, etc.
2.7.2.5. Fueron frecuentes los trueques de estos dos fonemas por otros; pero en esas sustituciones nunca se mezclaron sordas con sonoras, lo que prueba la solidez de la distinción. El más extendido fue el de /s/ por su correspondiente fricativa sorda palatal /5/, estabilizado en algunas voces desde el principio: sAPoNE ) xabón, SEPIA > xiål¿, s,{ssu ) baxo, vESSlcA ) aexiga, vacilante aún en otras: þassaro y þaxaro < PASSERE, Jugo y xugo < sucu, etc.; se ha aducido influjo morisco (los árabes adaptaban como /É/ toda /s/ románica), lo que es probable en algún topónimo como SALONE ) Xalon, pe¡o no en los demás casos, o también influencia leonesa (donde el cambio fue casi general): en último término, hemos de pensar que ambos fonemas estaban muy próximos, por lo que las posibilidades de cruce eran muy grandes. Más esporádicos fueron /s/ ) /3/, casi siempre por asimilación en inicial de palabra: SAETACEU ) cedaço, *sIccINA ) cecina, y algunos casos de súa- ) ça- (ça(m)bullh, çahondar), aparte de otros ocasionales (ceruiçio en el Poemo del Cid, çeçe en Calila, etc.); y /s/ > /ô/; ?rsnunlctu > choriço, cha(m)þuzar (IS[ÌB-PU-TEARE). La /t/ también se trocó por /2/: *cINISIA ) ceniza, CERESIA > cercza, CERVESIA > cervezo (asimilación desde Ia inicial, pero también analogia co'r -eza < ,illl), y por la palatal /i/: ToNsoRIA ) tisera y ligera, sobre todo en algún caso de -s¡-: tclrstn ) eclegia, egrija (cft. Grijalba, Grijoto), igleja o igreja.
F,onemas þalatal,es
2.8. En el orden palatal el castellano antiguo contaba con una tríada de foneinas relativamente bien organizados: excluyendo a la problematica /y/, h.gþlard_pc fonemaE_gordos frente a uno sònoro; los dos sordbs sê'oponían ëirtie sí como 'ociusivo' (africado) frente a 'fricativoi. Por otro lado, en estos fonemas las gposiciones mutuas se daban en casi todos los entornos. ,t
r
,
2.8. I'. La /i/, palatal fricativa sorda, apartç de algunos trueques ya vistos, procedía casi exclusivamente del grupo latino -KS-: de ahí la grafía x, propia de este fonema desde los orígenes, pues era la misma de su antecesor latino (otras
giafías empleadas en época primitiva fueron más raras: rnxu > texo, LAxus > lexos, nIxI
(i)çc,; o incluso (ÐE9i s¡. Así,
I EL CASTELLANO MEDIEVAL: FONOLOGíA HISTÓRICA
104
> dix€, L4XARE > lexar, de
e
quedó,
; si dicho grupo estaba, o tr alizô inmediatamen te
EL SISTEMA CONSON,{NTICO
2.8.3. La africad*e -sojql, /ê/, escrita regularmenre con gTafil de orÇen lianõéì, aesa. 'el-î lìr"4á"t"r- .;;;; çh,,
-
cado):lea.
L.
-g!-
odgl.-q-.--t son - tamb
Algut_o*q ç499s,
qç
tica -latina: ¡inu inncls¡ > junta, f-ùNcu > junco, etc. Préstamos
galorromâ
ién variados de
E
t >
105
Grupos de consonante + LJ, C,L, c,L, T'L:
COCHLÈÃRE
:
n>
. , ',
tala
co
fonema: p. ej. el sufijo -aje (
viene constituido por los
-G(II)L-, 75(ütl- (.asirrúlado, a la pérdida de la vocal): rlpÌú > ,Íijo., tr.tuliÈln > > reja, mug(i)er, Oc(ü)LU ),oio, icú¡-u > -ejo,"xÊ-clp\tn I vÈrüLu (en lalín'tardío vÐcLUS) > uiejo,'etç. i
glgp,o-$
-Ç'L- lras
Esta última evolución, cambio fónico regular en castellano, ha ¡ilanteado algunos problemas. En general, la Romania occidental, y dentro de ella los romances peninsulares, han dado -l- a partir de este origen; en castellano, tal resultado sólo se halÌa en zonas periféricas: tella (Fuero de
Modrid), fillo, mullier (Soria), semellar (Guadalajara, Toledo), uiella (Santoña), etc. En leonés central, desde el s. xIII, y mozárabe parece que hubo también un resultado palatal central, distinto de la palatal lateral producida por la geminada latina -LL-: en todas estas zonas, pues, los herederos de vAI-I-r y FILIU tuvieron sonidos palatales distintos (mientras que en otras confluyeron en la late¡al -¡-). No queda claro si el castellano
conoció -l- como grado previo en ìa evolución que venía de -l¡-, ni tampoco cómo y por qué se diferenció del resultado de la geminada -ll-. 33 Esto viene apoyado por el hecho de que las confusiones antiguas de esta palatal sonora lo son con el fonema africado sordo: así, en el Fueto d.e Madrid hallamos conechos por coneios y Toia por (A)tocho.
> t¡tucho (ante adjetivo, sobre todo con consonante inicial,
quedó en el grado mui(o) > muy), cúLTËLLU > cuchillo, > es., es- cuchar, etc. En estos dos casos, las fonnas castellanas fueron arrinconando las mozárabes o rtavarro-arasonesas (además de gallego-portuguesas) /¿ito, tnutto, etc. ,\L,sct'rLT.ÀRE
2.8.4. Et otro fonema palata I sonoro representado habitualmente por 1y.,, pero también por x, (y en época l pnmrtrva por,g,. ante cualquier vocal, y también ig o gi), plantea graves prqbJçtad de $esçripci el no se ha determirlâdb'aún si êrâ un consonántico, una variante no silábica de lil, o un fonema
vocálico peculiär; en el drìirier supuesro, no sabemos cuál sería su integración coñ el resto de las palatales, .y, en !l
ra No obstante, -¡¡(;
r- da habitualmen¡e ,/n,/: tlrucul,q
> uña, etc.
I
106
EL GASTEI-L,\NO IvlEDlE\',\L:
.
ro¡'oL'ocìíÅ HISI'ÓRIC'{
ET- SISTEMA CONSONÁNTICO
107
somo, etc. También procede del grupo latino -MB-: LúMBU > lomo, pt-úntru > þlo.nio, PALüMBA > þaloma; no era, sin
ziz' Sus concreto, qué rasgos Ia opondrían a la otra sonora'
y ambos < y cambiar < cAMBIÃRE 35. En cuanto a /n/, hereda idéntico fonema latino: NIcRU > negro, poENA >
embargo, cambio sistemático: vacilaban amos AMBo, camiar þena.
Ambos fonemas
fJna
se
neutralizaban en posición implosiva.
n en tal situación podía proveni¡ de M: coMiTE
>
conde, sEMiTA > senda, etc. (por ello, a veces se escribieron comde o semda), pero también una /n/ latina,podía apro-
al sonido de [m], adoptando su grafía: embiar <
ximarse
combenir < CONVENIRE: por otro lado, la -m' implosiva solía escribirse con n: canþo, (h)onbre, etc. En IN-VIÀ,RE,
) non (se empleaba no como respuesta aislada, o ante pronombre enclítico apocopado: nol(e), etc.), y del grupo -NT en el plural de los verbos (eunNr > amqry, etc.).
> ¿n, NoN
2.9.2.
partien las distintas lenguas) fue la de una nasal cularidades palatal, lul! surgida de numerosos orígenes: Secuencias de n + yod, formadas a partir de -N¡-'
-
SENÌORE
LoNGE
)
Çr.e_4çión romance g.eneral (cqg algunas
señ.or, HrspA\i4 > Esþaña, VINËA > uiña, y de -Nc-:
> lueñe, -NGERE > -ñir o -ñer (ctrucrnr > ceñir,
TANGERE
> tañer, etc.).
- Grupo \cì!, ùNcùI-n ) uña, nIvI ¡.NcúI-u > Riaño, SINGULARIU > señèro, SINGÜLOS > seños (junto a sendos). Grupo -cN- (en realidad, secuencia de n-4s_al velar + cocNÃlu ) cuñado, etc.; a veces, la çyslucla! s-ejn!çryu-lqpç_si quçda qq p_q.qición implosiva (pict¡(o)nn > peindra (luego
r-rasal): sicNn > seña, LicruA > leña, pùcNU > puño,
Estos folretnas, ..periféricos>> elì cierto tnodo resclern¿is cotlsonantes, presentan algunos ras€ios las cle ¡re<'to ,',rrrr.,r,.r, y pe<'uliares, en su historia, pese a que puedan erì('uadrarse en las gratìdes lírleas evolutivas ya seiraladas'
2.9.
l.
Las nasales latinas malltienen la oposición entre labial /m/ y alveolar /n/. La Iabial reúne en sí tanto a /t¡/ corno a -mm- del latín (en este caso, la optlsición 'simple'/'gemirtada' no tenía tanto rendimiento como para coll2.9.
ierv..ie),
IvIA'l'RFt
)
madre, PRAEMIIT > þremio, stjMN'lLi
>
prenda)).
)
- La nasal geminada latina, -NN-: ANNU > año, CANNA caña, piNNULA > þéñola (variante <: þéndola)
Ct E* -ilación, junto a la aragonesa y catalana de run > n ((;ERt'Nr)r > " Girona), la ^esporádica de lo > ll, y las sonorizaciones tras nasal y líquida del aragonés (combo, etc.), fue postuìada por Menéndez Pidal, como muestra del diaìectalism<¡ suritálico que impregnaba el ìatín traído a ìa Península. No obstante, si bien estos rasgos existen hoy en los dialectos italianos, sólo t'ro > ¿ está atestiguado en época latina
,
-t
EL CASTELLANO MEDIEVAL: FONOLOGiA HISTÓRICA
108
çon la que se idenrifico, ya e-g ]4tí4 gardíg' SCAMNU > escaño, DAMNU > dAñO, DÖMINUS) ) dueño. pues, como era habi supe^rLuesta: de ahí'lðJ Q7,¿,
te
en (òcon tilde Ya- en el s.
XUI,
"..¡eplçqd+de cualquier origen.¡, pata la nasa I palatal
Junto con
2.9.3. En las líquidas, a la lateral /l/'el romance le creó una palatal con ese rasgo: /!/; comurt a lá mayoría de los romances, sus orígenes difieren en cada uno (uno de los más frecuentes es -LJ-, -c'L-, etc., de resultado rnuy distinto en castellano). En nuestra lengua hemos de señalar:
inicial procede, casi en exclusiva, de - En posición latinos PL-, cL-: PLANIT > Ilano, PI-ANCTIÌ > los grupos llanto, pLANTAGINE > llantéh, PLÙvIA > lluuia, cLANIÃRE > llamar, cLAVE > llaue, y de algún caso de FL-: FI-AMIIIA > llama. Es éste un cambio no sistemático (o
una polisemia: pt-ic¡,nn > llegar/(a)þlegar, por disimilación respecto
otra palatal:
PLANGERE
> þlañir (frente a llanto),
cle
Pl.ÁTtl > plaça,
CLAVICULA > clauija, o sin razón aparente: PLtlMlltl ) þlomo; FI--' por su parte, se conse¡va en general 36 La historia de estos grupos presenta bastantes pulìtos oscuros. Ignoramos la razón de tales palatalizaciones, que existen en otras zoltas r-o¡nánicas, aunque bajo formas muy diversas (las habituales explicaciones de
sustrato: ¿prerromano: vasco-ibérico o .? no han logracìo dar cttenta
de ello). En la Península Ibérica contrastan radicalmente el área occidental (gallego-portugués y ìeonés occidental), donde tales grtrpos dan ô- (o 5-)'
y el área oriental (aragonés, riojano, catalán, pero tarnbiétì el nrozárabe), que no los alte¡a; entre eìlos, el castellano, cotì tllì grado interrnedio de palatalidad, y con resultados propios de las áreas later¿rles: no sólo collserva la oriental, sino que puede convcrtirlos etr ô' como la occidental (PoPirLU >*PLoPPtr ) choþo, pr-trt't:'u > thoço). Por otra parte, el cambio PL-, cL- i ll- fue tardío, pues sólo ernpieza a docrrmerltarse erì el s. xII, y debió ser muy vulgar (lo que explicaría su paralización), pues sus primeros datos son ult¡acorrecciones: plo.ra, flausa, llosa (por ct.Atrs^), llano (por PIANtr), aflamare (por AD-cI-rrMÀRrì).
EL SISTEMA CONSONÁNTICO
109
transmrsrón <> -LL- se mantuvo, disimilada en -ld-: ¡ppnll-l.t > aþeldør, frente al más culto aþelar, cELLA > celda, BüLLA > bulda, f¡ente a bula, xr.,øËtrr, ) rebelde, frente a REBELLTÔNE > rebelión, etc.). Otros orígenes son más esporádicos: la secuencia - FFL: AFFLÄRu > fallar, súr'rlA,nn > sollar (de ahí latina resollar), algunos casos del grupo romance de consonantes -B'L- (TRrBUru > trillo, lr.¡susùLu > ensullo o enxullo), o -r'r- (nörùlu ) rollo, quizá semicuka o dialectal), y -LJ- en semicultismos (urnenill ¡ > mør auilla, nùuir-ià *r ) omillar, humillar, sRf-ruRI-iA, ) batalla, etc.). En cambio, no dejó herederos la asimilación -ld- > -J-, difundida por casi todo el Norte y Centro peninsulares hasra el s. X[r; dicha asimilación podía afectar a un grupo -ld- primario: Armillo, Armillez, Ermillez (de nrnurruEGrLDUS o nnurcrlnus), Atanagillo, Fronille, o secundario: solladas (de solli¡ou), eguallat (< nrquelir trn), esþalløs (< srerùl ns ) esþaldas),
mallito
(< nanlr-orcru).
2.9.4. Los fonemas ,/r./, simple, y /i/, múltiple, mantienen su oposición en castellano (puede decirse que es la
única distinción 'simple',/'geminada' que lo hace): cARU > 'caro / CARRU > ,orro;-en al[unos .urorìrr" -r- simple se ha convertido en múltiple, en general por analogía con alguna otra palabra: asi, CHARACIU > carrezo, *CARICEU > carrizo, *cARoNEA > carroña (influjo de carro), sERÃRE ) cerrar (por SERRA y SERARE), erc. Frente al latín y a otros romances, el castellano ha generalizado la vibrante múltiple en posición inicial: RADIcE > raí2, etc., y cuando quedaba tras consonante: HONORÃTU > (h)onrado.
estos grupos como
fundamental es la - En po.sición interior, su origen geminada latina -LL-, de donde deriva su grafía: cABALl.tr > cauallo, vALLE > ualle, PùLLtr > þollo, etc. (en formas de rs 'fambién se simplifica en l-.'rt.n<:(:itttr > lacio, solucitin scnrcjatltc a ìa de un grup() parecido como es c;t.-: (;r-,t¡lntlt.,t > landre, (;tiRÒNl. > li¡ón, <;l tlgi;t t.t' > Iouillo (pasó a ouillo por falso análisis con la I del artículo: el (l)ouillol-
2.9.5. El proceso de palatalización de las geminadas lr- y Nr.r debía esta¡ vivo aún en época primitiva pues afectó a geminadas arábigas: AL-BANNA > albañil, AL-MUSAL-LA ) almuçalla. Hay grafías claramenre palatales en el s. xI, ualge, y desde el s. xrl las grafías ll y nn se emplean para estas palatales, fuera cual fuera su origen. Es, por otro lado, un proceso propio de las lenguas peninsulares (salvo eì gallego-portugués). El refuerzo de n- inicial en r-, confluyendo así la inicial con la geminada, según es habitual en la evolución del consonantismo (la /p/ de pn.tn¡ ) þadre como la de cnpp,q > caþa), tuvo su paralelo en los de L) l-, general en leonés y catalân desde época muy temprana y dudoso en mozárabe (LINcuA > Llingua (leon.), llengua (cat.), ¿yengua? (mozár.)), y N- > r"ì-, propio del leonés desde el s. xr (uos ) nios o ños, etc.). En castellano sólo hay casos aislados en el s. xttt (¿interferencia dialectal?): Llorenço, lleño, Ilenguage, llogar; sólo parece haber pervivido en LEvÃRE
I lll
EL SISTEMA CONSONÁ,NTICO
ll0
HISTÓRICA EL cASTELLANo MEDIEvAL: FoNoLoGiA
> Ilevat (si no es que esa
l-
proviene de lÈvo
) lieuo) Ileuo' extendida
sistemática en -úLT- (tvtÜlru > *MUITo > nxucho), pero no en los demás casos, pues si, p. ej., en IMPÚLSA'I > ermþqßa,,.¡,,.. puede pensarse en una fase *¡upulsA, no hay otra razón que la jnflexión sobr-re la yecal para creer en un proceso s,emejantel, en sVLPHüR) ) sufre, sÜLCU > sulco, surco y
suco, DtJLCz > ãuz, CÙltr,tiNr, > cumbre; y ? vçceq no hAy alteración ninguna: *PùLVUS > þoluo(s), ÜI-tvIu > olmo þfr.
s
1.3.2.4.).
Las secuencias de consonante + líquida constituyeron, en posición interior intervocálica, un entorno apropiado
Gruþos consonántica5' o li'( u¡i rnov(rr{\'
para los procesos de sonorización y afines (cfr. $
2.6.
l'). En
pocas ocasiones estas secuencias se comportaron como grupos heterosílábicos, con relajamiento de la consonante implosiva en semivocal: INTÈGRU ) enteiro > entero, CATHÈDRA > cadeira ) cadera, AGRU > eiro > ero.
Por último, en los grupos triconsonánticos los únicos que presentaron LLna evolución especial fueron los de Cons. + PL, CL, FL (en correspondencia con su evolución en posición inicial, aunque los resultados fueran muy distintos: cf. SS 2.8.3. y 2.e.3.).
2.10.2. La pérdida de vocales intertónicas produjo la formación de numerosas combinaciones consonánticas, muchas de las cuales no tenían precedentes latinos: son los llamados <>. Algunos de estos grupos originan consonantes simples: es lo que ocurre con -C'L-' -c'L-, -T'L- > Z, -NG'L- > O o -C'T- > 2. No obstante, en la mayoría de los casos, los grupos resultantes se adecuaron a los esquemas de combinación reseñados: BoN(I)TÃTE > bondad, CoMP(A)RÃ.RE> conxþrar, casi siempre por medio de procesos de simplificación paralelos a los vistos arriba, y cumplidos a lo largo del s. xIu, > limde (incluso limbde) > linde, vIND(i)cÃRE - LIM(I)TE > uengar, SEPT(i)MÃNA > setman&, sedmana > > uendgar sema,n&.
hubo que alterar alguno de los
- En muchos casos elementos componentes, en especial si se trataba de líquidas: PALL(I)DU ) þardo, AN(Ì)MA ) alma, SANG(UI)NE > sangre'
) ancla, aunque también otras consonantes cuando las secuencias resultaban inaceptables: MELIoRARE > mei(oþar ) medrar, rnexli¡Nu > fresno, sIc(È)RA > sizra > sidra. ANC(Õ)RA
se produjo el cambio de orden, por - Otras veces los miembros del grupo: CAT(E)NATU >
metátesis, entre
EL CASTELLANO MEDIEVAL:{ONOLOGíA HISTóRICA
r12
candad,o, vÉN(È)RIS > uiernes, GËN(Ë)RU > yctno' CÚMÜLU >
colmo (y en -r'l- en semicultismos: cAPIT(Ù)LU > cabildo, TIT(ü)LU > tilde), etc. Hubo también vocalización de I hecha implosiva: snqi;cr > saltce, CAL(I)cE > ca'uce (frente a salz(e), calz(e), p.o.tto reducidos a saz, c&z), y de la labial sonora en la misma situación (así, en el sufijo -IFIcARE > *-Iv(I)GARE > -iguar). grupos constituidos tras la caída de la vocal , Algunos (y lôs piocesos de sonorización, etc.) se mantenían en casteiíuno ãtt el s. xttl, pese a que no encajaban en el modelo señalado: así, -bd- en cerli¡rËLI-u > cabdiello, n'nr1i¡nu >
o'dg- en -nr1i¡cu > -adgo (þortadgo, mayoradgo, etc.), tuoli¡cnur'> iudgar, etc.
rabd,o, nùn1i¡rn > dubda,
En otros casos, los elementos del grupo no se asimilan, sino que mantienen sus diferencias (pueden llegar, incluso, a disimilar), por lo que para conformarse a los esquemas señalados de combinaciones consonánticas han de intercalar una consonante de apoyo, articulatoriamente próxima al entorno en que se introduce. Este comportamiento, opuesto al de los gi.tpot latinos, suele explicarse, aparte de la distinta fecha de formación, por el recuerdo de la vocal
perdida (Menéndez Pidal). Podemos señalar: El grupo -rvI'N- disimiló en -mr-, y por último llegó -mbr-: uouli¡Nr > ornne, omre > (h)ombre, lÚu1i¡ur > a lumbre, rnnrli¡Nn > fembra, etc. La solución -mbr- era la escogida por el castellano desde comienzos del s' XIII, Pero debíã contender con las otras dos, más arcaizantes, en las do)' zonas periféricas de Castilla que Esa contienda era general en mas más mantuvo durante mucho arcaizantes, incluso una asimilación ome (sólo explicable sintácticamente, a partir del uso de esta palabra como ttsujeto impersonal>). El grupo -iu't-- produjo -mbl-: rnrulÜ¡lnnr> temblar, -mbr-: rI-Rtr¿(ú)ln > Lambla o Lambru o Al mismo resultado llegó -u'n-: HÙtI(Ë)nu > hombro, etc.
-
-N'R-, aparte de la inversión (cr¡'¡tÈlnu > (nou1o¡na.nz> (h)onrar), conoció
- El grupo yerno) y el iefuerzo de /r/
nmbién la inserción de una consonante:
engendrar, ricu1Ö¡nn
)
þein'ra
)
INGEN(E)RARE >
þendra, þrenda'
C¡.pírulo IV EL CASTELLANO MEDIEVAL: MORFOSINTAXIS FIISTÓRICA
l. Asprcros
cENERALES
Suele decirse que el núcleo más propio y caracterizador de una lengua es su estructura gramatical, el conjunto de esquemas y procedimientos que permiten utilizar y unir los signos para hablar de las cosas y manifestar experiencias, conjunto en que se configura a la vez el primer nivel de
organización del contenido. En este sentido, desde los primeros textos el castellano aparece ya como lengua perfecta-
mente diferenciada; esa estructura se mantendrá estable, por lo que, quizá más que en otros casos, puede afirmarse que el castellano de los textos del s. xlu y el español de hoy son <
EL CASTELLANO MEDIEVAL: MORFOSINTAXIS HISTÓRICA
I14
MORFOSINTAXIS HISTÓRICA DEL SUSTANTIVO
2.
hallaríamos ante un simple cambio en la forma externa gramatical, pues las funciones en cuestión seguirían exisiiendo. Tampoco ha habido creación de ninguna categoría nueva: ni siquiera los <> suponen otra cosa que la ãmpliación de las diferencias de 'aspecto' o de 'anterioridad' temporal, ya existentes en latín; e incluso la aparición del artículo no es sino el desarrollo de un nuevo 'determinante'. Ahora bien, los cambios dentro de las categorías, las reestructuraciones de éstas, han sido numerosas y, en ocasiones, profundas: ahí es donde se han separado las gramáticas de ambas lenguas 1. Naturalmente, cambios gramaticales son también aquellos que han supuesto la alteración de las formas gramaticales: ello puede no ser sino la repercusión, sin más, de los cambios fónicos; pero habitualmente nos encontramos aquí con una compleja red de evolución fonética e interferencias analógicas (entre formas de un mismo paradigma, de distintos paradigmas, etc.). Todo esto no tiene por qué ir relacionado con el cambio de los contenidos gramaticales: el paso de ¡.tr¡.vr,RRM a anl&ra no tiene que ver con su conversión de pluscuamperfecto de indicâtivo en imperfecto de subjuntivo; otras veces sí: la contienda, en el castellano clásico, entre amades, amás y amáis no puede entenderse sin referencia a la distinción 'singular'/'plural', por un lado, y, dentro del primero, a la distinción entre 2." persona 'de respeto' y 2.u persona <> (en suma, a la sinonimia, o no, entre tú y uos). Por todo lo expuesto, si bien evolución ..morfológica>> (en el sentido tradicional) y evolución <>, o de los contenidos gramaticales, pueden considerarse independientemente, aquí serán analizadas en fÒrma paralela, para poder ofrecer los posibles puntos de contacto.
I
Esta ambivalencia entre continuidad y renovación, propia de todo devenir es lo que permite que las Gramdticas sobre el español (y sobre otras lenguas románicas) hayan podido mantener, a veces hasta hoy, conceptos y términos de la la¡ina.
ll5
MonrosIurAXIS HISTóRICA DEL susrANTIVo
El sustantivo, como clase gramatical, presenta en español dos clases de variación, según distinciones de 'género' y 'número': ambas categorías, aparte de los matices semánticos que puedan contener, tienen una función básicamente gramatical, cual es la de establecer identidad fo¡mal derivativa, o 'concordancia', entre todos los elementos (determinantes, adjetivos, etc.) que dependen del mismo núcleo nominal' A su vez, ese núcleo nominal, lugar que suele ser ocupado por un sustantivo, cumple determinadas funciones en la frase: aquí es donde se produjg uno de los cambios más notables en la historia sintáctica de las lenguas romances'
Historia del 'gënero' en eI nombre
2.1. Todos los sustantivos castellanos son o masculinos o ferneninos, los dos miembros de la categoría del 'género'. En algunos casos la diferencia de género se da en el interior del sustantivo (fijo/fija, (h)ermano/(h)ermana, etc.). En una y otra situación se plantea el problema de si el 'género' no es más que un modo de clasificar los sustantivos con vistas a la concordancia sintáctica, o si lleva consigo alguna diferencia semántica: tradicionalmente, se afirma que en los sustantivos de rasgo 'animado' la distinción de 'género' se asocia a distinciones de sexo; en los 'inanimados', salvo en ciertos casos, no parece ser significativa. El sistema latino del 'género' contaba con ûes miembros: además de los dos existentes en romance, conocía el 'neutro',
también en los sustantivos. Esa tripartición ya no correspondía a ninguna hipotética distinción 'animado' (masculino/femenino) / 'inanimado' (neutro), por lo que,
desde el s. I d.C., se fueron reasignando los antiguos sustan-
tivos neutros a cualquiera de los otros dos géneros, bien en
virtud de su terminación o por algún otro motivo particular
2.
más
'
El latín, sin embargo, no cont específicas para el género en los tardía debió de darse un proceso de
t
cristalizado luego en romance, por el que determinados
lingüístico,
2 Como veremos, el'neutro'se mantuvo en el sistema pronominal, gracias a haber desarrollado un valor 'abstracto', 'genérico' o 'colectivo'.
__rr=_ tl6
EL CASTELLANO MEDIEVAL: MORFOSINTAXIS HISTÓRICA
finales
se
atribuyeron a uno u otro género; ello dependió de
que ciertas clases formales de sustantivos (o <)
tuvieran mayoría de unos u otros: así, los de la
l.u
declinación, en -4, eran, en buena parte, femeninos, y los de
la 2.", en -us (> -o), masculinos; por otro lado,
muchos
adjetivos, los de <.3 terminaciones>>, reservaban la forma en -A para concordar con cualquier nombre femenino, y la forma en -us para los masculinos (además de -utvt para los neutros). De este modo, -a quedó como característica de 'femenino', en menor grado -o pata 'masculino', y los otros finales se consideraron indiferentes (en los demás adjetivos latinos ya no había distinción formal de género, y la otra declinación que pervivió, la 3.u, no ofrecía mayoría de un género u otro) 3. Por tanto, la historia del 'género' en castellano antiguo, y a lo largo de todo el español, se limita, aparte de la conservación etimológica del género latino, mayoritaria, a los cambios de género para adecuarlo a la desinencia (o al significado), a los cambios de terminación para adecuarla al género, y en ocasiones a ambos fenómenos a la vez.
I I
I I ì
2.1.1. En latín había varias parejas de heterónimos, cuya diferencia de 'género' se establecía a través de palabras i I
rl
I
I I
'I 1
distintas: PATER/MATER, FRATER,/SOROR, ARIES,/OVIS, CtC. EI castellano conservó algunas: hombre / muier, þadre / mødre, toro /uaca, perdió otras: ( h)ermano / ( h)ermana (por FRATER/SOROR), y ganó otras: caballo/yegua (fuente a Eeuus,/EeuA), fraile/monja (aunque hubo también fraile, frayre / freyra, y monje / monja).
2.1.2. Los cambios de genéro en función de la
desinencia son raros tratándose de sustantivos 'animados',
ya que en éstos el género depende habitualmente de su significado. No obstante, encontramos en el xlu masculinos en -a que adoptan concordancia femenina: evangelistas, þatriarcas, þrofetas, aluazeas, etc.; al ser, por lo general, nombres de origen <>, mantendrán su género etimológico, coincidente, alavez, con el <' (Berceo, Alfonso X, etc. los suelen emplear como masculinos): ese tratamiento 3 Existensufijoscultosparalormarciertosfemeninos:-triz(o-drizenelxttt\, aunque casi todos terminan también en -a: -essa, -tsa., -xna'-elc.
MORFOSINTAXIS HISTÓRICA DEL SUSTANTIVO
ll7
será el que reciban desde entonces todos los cultimos masculinos en -ø (p. ej.: pirãta, raþsoda), los en -ista, etc. Más normales son estos cambios de género en sustantivos 'inanimados': natu¡almente, los masculinos cultos en -a muestran fuerte tendencia al femenino (así, cometa, þlaneta, etc.), refrenada por la conciencia etimológica. En cambio, los nombres de árboles, muchos de ellos femeninos en -us, se hicieron masculinos: þino, fresno, olmo (de los femeninos prNus, FRAxINUS, ULMUS), lo que ocurrió también con el genérico ARBoR (fem.) > árbol. A pesar de la terminacion, día y mano conservaron su género originario sin vacilaciones (pero: la manita). Con otras terminaciones, los cambios de género no tienen motivos claros: vALLE (fem.) > ualle (aun en el Libro de Alexandre: u,na ual oscura; cfr. Vølbuena, etc.), ltul.rt (masc.) > linde (vacilante), los abstractos en -or (masculinos en latín, y con fuerte atracción románica por el femenino, perpetuada en los castellanos labor, color, calor); tampoco tienen explicación clara las vacilaciones de lente (fem. en latín) o þuente (de masc. latino); pero perpetúan una vacilación latina fin, canal o
crtn.
2.1.3. Esa atracción formal fue la que actuó sobre los neutros latinos: los en -uM se hicieron masculinos (vnu > uino, etc.), así como los en -us (IECTUS > þecho(s), TEMpus > tiemþo(s), etc., donde se crean nuevos singulares), mientras
que los en -4, aunque fueron por lo general al masculino como género 'no-marcado', se vieron atraídos al femenino, de forma estable (chusma, calma) o vacilante (clima, cisma, fantasma, etc.). En los demás casos, han ido al masculino (+Notrn¡r ) nombre), al femenino (cocHr-nnnn > cuchara), o han vacilado (tr.tnnr ) mar), sin que podamos explicar los motlvos. En bastantes casos pervivió un plural neutro en -A que se reinterpretó como femenino singular (proceso ya atestiguado en latín tardío), aunque manteniendo el valor 'colectivo' derivado de su origen: opERA ) huebra, LrcNA > leña, HORTA ) huerta, *FRUCTA > lruta (obsérvese el contraste con los masculinos correspondientes: leño, huerto, fruto), votl, ) boda, etc.; en ocasiones se ha llegado a una diferencia semántica radical (comp. gesto y gesta, uelo y uela etc.). Es posible que éste sea el origen del valor aumentativo que tienen femeninos como calderø, hoya, cuba, frente a los
-r')ll8
EL CASTELLANO MEDIEVAL: MORFOSINTAXIS HISTÓRICÀ
correspondientes masculinos; también puede ocurrir que designen realidades distintas (río/ría, þunto/þunta), o que el femenino indique lo menor (cesta, barca, þoza, etc.).
2.1.4. Los cambios de terminación
de acuerdo con eI
género se han producido sobre todo en sustantivos 'animados', donde una mejor distinción formal parece más necesaria. Esos cambios han consistido en:
Cambiar la terminación por otra más <: es - ocurrió en socRu (fem.) > suegra (de ahí suegro), lo que NURU > nrtera, donde la contradicción entre forma y contenido era mayor, y también en PULICE ) þulga, TURTURE > tórtola, cRUE > grulla (a veces cambian, sin que sepamos por qué, género y terminación: TALPA > toþo). formas propias para un género, normalmente - Crear así surgieron infanta, señora, ya en el xIIl; y el femenino: leona, tigra, cisna, etc., formas nombres de animales: en también primitivas. De todos modos, diferenciar los géneros sólo mediante la concordancia (el/la siruiente), o emplear un único género para ambos sexos (los llamados eþicenos: auestruz (masc.) o cigüeña (fem.)), han seguido siendo procedimientos muy habituales.
El número en los sustantiuos
2.2. La categoría
I
del 'número' ha sufrido pocas varia-
'plural', se mantienen, con el mismo contenido (los restos latinos de 'dual': luo, AMBO, etc., ya en latín se trataban como plurales). Por otro lado, la expresión deriva directamente de la latina. ci<-¡nes: sus
dos miembros, 'singular' y
i
I I
2.2.1. El latín tampoco conocía marca específica para el número: sólo presentaba desinencias distintas de 'caso' en singular y plural (ooulNus o DOMINUM frente a DOMINI
L
I
o DoMINos), pero sin que pudiera aislarse en esas terminaciones la parte propia del número. No obstante, uno de los casos más utilizados, el acusativo, terminaba en -s en plurai: RosAS, DoMlNoS, HOMINES; a la vez, en latín tardío reaparecieron con fuerza formas arcaicas y dialectales de nominativos como RosAs (frente a nosne), e incluso DOMINoS (frente a oovtINI): aparte de las confusiones originadas, al añadirse al nominativo clásico HoMINES todo ello vino a aumentar de forma extraordinaria la presencia de -s en el'plural. De
MORFOSINTAXIS HISTÓRICA DEL SUSTANTIVO
ll9
esta forma, se produjo un nuevo reanálisis morfológico, por el que dicha terminación asumió la expresión del plural,
y con este valor permaneció ya en romance castellano a. Por otro lado, la evolución fonética eliminó vocales finales, en especial /-e/: de ese modo surgió un alomorfo de plural, -es, utilizado cuando la palabra termina en consonante (leon(e)/leones > león/lones), y de forma vacilante cuando termina en vocal acentuada (en castellano medieval eran mucho más frecuenles marauedís o marroquís que marauedíes o marroquí¿.t'otras vocales acentuadas en posición final eran aún raras); también las palabras terminadas en semivocal: buey, rey, ley, vacilaban al formar el plural, pues ya en el s. xttl alternaban bueis y bueyes, reis y reyes, leis y leyes (en la variante sin diptongo los plurales eran,
naturalmente, bues,
res).
2.2.2. Los valores del 'número' en español perpetúan los latinos: en los nombres 'contables', el plural indica cantidad superior a la unidad (niños, mesus, etc.), mientras que en los 'no contables': abstractos, colectivos, etc., puede indicar clases (<, <), objetos hechos con determinada materia (hierros = <), acciones que participan de determinada cualidad (en la lengua medieval, uergüenças'afrentas', saludes 'noticias de salud', /es 'promesas de fidelidad'); al mismo tiempo, el singular puede tomar valor genérico (<.son aves pequeñas þaþagayo e orior,>). De esta forma, singular y plural pueden acabar con significados muy distintos: cfr. letra y letras (como <), enxor y amores; pero también pueden no ser sino variantes expresivas: >. El español posee desde sus primeras manifestaciones plurales polisémicos: ,rlos reyes>> puede significar más de un rey, pero también <> (lo mismo ocurre con .>, ,rlos duquesn, etc.). Este particular valor dual del plural se atribuyó a influjo arábigo, pero se ha comprobado que ya se daba en latín, al igual que está hoy presente en otros dialectos románicos. En la lengua medieval, un sustantivo en plural atraia a este número a los sustantivos relacionados con él con q Debido
a ello, singulares como þechos (< pÈcrus), tiemþos (< TÉMPU8),
cuerþos (< r:onet's), hubieron de crear nuevas formas analógicas: þecho, tiemþo, cuerþo.
120
EL CASTELLANO MEDIEVAL: MORFOSINTAXIS HISTÓRICA
mayor facilidad que en épocas posteriores: así se explican expresiones como <> (PCid), <> (Primera Crón. Gral.), .> (Fernán González).
MORFOSINTAXIS HISTÓRICA DEL SUSTANTIVO
l2l
nosÀu y el abl. nosÃ, o en DoMrNo el acus. DoMrNúM y el dat.-abl. boul¡¡o (quizá también el nom. DoMrNùs); en plural las confusiones
Funciones sintácticas del sustantiao
2.3.
Las funciones del sustantivo dentro de la unidad oracional venían expresadas en latín mediante desinencias: ese sistema de 'casos' era prioritario, según hemos visto, respecto de los morfemas de género y número, y a la vez establecía clases formales de sustantivos según los distintos tipos de desinencias empleadas (las llamadas <). Al mismo tiempo, con determinados 'casos' (acusativo
y ablativo) el latín podía emplear también
preposiciones,
las cuales, aparte de redundar en la relación funcional ya
manifestada por el 'caso', venían a precisar los valores significativos de dichas relaciones. Ese sistema empieza a romperse en época tardía (desde el s. I d.C.), aunque se mantiene en los textos escritos, con mayores o menores quiebras, incluso en épocas de tan decaída latinidad como los siglos vI, vII u vIII. Sin embargo, las lenguas romances, desde sus orígenes, muestran la desaparición radical de dicho sistema (con mínimas supervivencias en galorrománico medieval y en rumano): las preposiciones, el orden de palabras a veces, o simplemente la interpretación del sentido serán, desde entonces, los únicos elementos que nos den a conocer esas funciones sintácticas. 2.3.1. Muy discutidos han sido tanto los modos en que se produjo este p¡oceso como los facto¡es que lo desencadenaron. En los textos tardíos y ..vulgaresn haìlamos, po¡ una parte, que dete¡minados casos son sustituidos por sintagmas preposicionales (así, el genitivo cede su puesto a DE + Abl., y el dativo a AD + Acus.), ?l mismo tiempo que se recurre a preposiciones en entornos donde la lengua clásica no las empleaba; por otro lado, las confusiones en el uso de los casos apropiados en cada construcción son cada vez mayores (sobre todo, en los textos menos cuidados),y-si bien el acusativo se hace cada vez más frecuente no puede decirse que se convierta en el .>. En cuanto. a los motivos, lo más probable es que se diera una actuación conjunta de factores de diverso tipo. Entre ellos podemos señalar: 'casos' debidas a cambios fónicos - Confusiones entre los distintos tales como pérdida de consonantes finales (sobre todo -M y -s), desaparición de la cantidad vocálica y neutralizaciones entre vocales átonas: así, p. ej., ' confluirían en una forma de singular como RosA el nom. RosÀ, el acus.
- Como conjunto de formas, los 'casos' latinos e¡an un sistema complicado: había numerosas homonimias (p. ej. ROSAE podía ser genitivo o dâiivo singular y nominativo plural), y ias desinencias de cad-a ,caso' así, ar se expresaba 2.u, mismo tiempo, a¡.s r alguna nueva icio de la ¡elación funcional, se mantenían idénticas junto a cualquier nomb¡e y podían incorporarse nuevas unidades sin necesidad de reorganizar todo el siitema. - Desde el punto de vista significativo, los 'casos, latinos no agotan todas las posibles funciones: de ahí la polisemia de casi todos, en especial de acusativo, genitivo, ablativô,(este último, además, reunía en sí tasos'
sustantivos en que podía mantenerse. Junto a ello, puede señalarse la existencia de determinados sustantivos que escapan a la regìa general, al proceder de ,casos' latinos bien precisos: - Proceden del genitivo los topónimos que remontan a un nombre genérico (vILLA, EcLESTR, etc.) más la denominación del poseedor, patrón, etc.: CASTRUM SrcERrcr ) Castrojeriz, vrLLA GOTHOxVTvt > (Villa)toro, SANCTI EMETEWT ) Santender, Santand.er, SANCTI FACUNDI ) Sohagún, etc., así como los días de la semana: (DrES) LUNAE, (DrES) MARTIS, etc. > lunes, martes, etc. También cie¡tos sustantivos contienen un sintagma
,-
Ya hemos indicado que genitivo y dativo habían sido sustituidos po¡ .. {q Abl. y no + Acus. respectivamente.
DE +
HISTÓRICA EL CASTELLANO MEDIEVAL: MORFOSINTAXIS
I22
\rvl
> latino con genitivo, bien en el orden clásico: PEDIS UNGULA þezuña' STABULI> condesCoMEs y románico: tardío en el ANGULU ) Riaño,como table, FrLru ECLESIAE ) feligrés, etc' Al ablativo remont;n sobre todo adve¡bios: todos los terminados HAC HORA > en -menle: BONA MENTE 'con buen ánimo' ) buenamenle)' vlA > todaL)ía' Loco TorA ) essora' HoRA hogaño,IPSA > à'g.r", ioaANNo
luego, y correlaciones como tanto"' cudnlo' del nominativo proceden sobre todo nombres propio¡, bien judíos), - Del los de ,fasus < DEUM Dio a te épica gala: Carlos, Oliueros Algunos
)
:: å".fl i'Hi" Ïåîi''î "i' "î"å; TiÍìiií:, de su uso sintáctico como predicativos
> lejos, tnvtrus quedaron convertidos en adverbios los nominativos LAxus
)
amidos.
Para la expresión de sus funciones' el castellano mecae mantuvo, incrementó, el empleo de preposiciones' de algunas en ;ñ; yã conocido por el latín clásico' Pero y Sujeto de estas funciones (entie ellas, Ias tan importantes
2.3.3.
Oú¡".1 no huùo procedimiento sustitutivo de ninguna clase
6.
2.3.3.1. Al no haber expresión directa de las relaciones
de reconocerse, aparte de Por or Ia concordancia en número to), la Posibilidad de sustituIa(s) Y la de Pasar a sujeto de asiva (el objeto)' El castellano no generó ningún orden fijo, gramatical, para estas funciones' ãrrttqrr" la iecuencia Verbo + Objt <>.
El orden aquí
dePen<
estilísticos Y rítmicos, semán 'acontecer', 'emPezar', etc. su
anteþonen frase (ttla la 'tema' de i.t "n r énf d'ocu
y enunciativos: así,
se
subordinadas, quizá no
por
nvlerívala
ha la ancho
:î^,::H':îÏ:iiii::;
o (como ocurría en las intácticos de los casost en español: 'Los
titutos en español>', Boletín de la R1al Ì964, págs. 5?-l05 De este magnífico eriva en gran parte nuestra clasificación'
MORFOSINTAXIS HISTÓRICA DEL SUSTANTIVO
r23
Glosas) sino por arcaísmo gramatical o por una curiosa inversión románica aún inexplicada.
2.3.3.2. El Objeto, principal función del acusativo latino, presenta en castellano desde los orígenes el empleo de la preposición aì en ciertos contextos. Ello es un rasgo compaftido con otros dialectos románicos peninsulares (portugués y catalán), del Centro y Sur de Italia, y también en rumano (que emplea þ(r)e < PER), por lo que quizá remonte a época prerrománica, aunque carecemos de datos. Fn los primeros textos la presencia de ¿ es constante si el objeto es un pronombre personal o un nombre propio de persona; es frecuente con otros nombres propios (los geográficos) y vacil4 con los demás pronombres (es habitual con los demostrativos pero"no con los indefinidos), así como con sustantivos comunes: en estos casos su presencia se da si hay referencia a personas. En esta época el uso de a. parece deberse a la necesidad de destacar el objeto, bien por precisión, como ocurre en textos jurídicos: <>, <, < (Fuero de Madrid), o por realce expresivo al seitalar a los protagonistas de la acción, como ocurre en el Poema del Cid: <r, <, <>; en cambio, si no interesa destacar a ese personaje, la preposición falta: <, etc. (lo mismo vale para nombres propios geográficos: <
ø
Valençia>>
/
<
Peña Cadiella>). En los
textos del xul se qbserva cómo el rasgo 'personal' del sustantivo y su determinación (por artículo, etc.)-en el discurso van condicionando cada vez más la presencia de ¿i de todos modos, en esta época aún prima la individualización plena del objeto sobre la simple determinación, por lo quela suele faltar ante nombres en plural: <>, e incluso ante sustantivos individualizados pero no conocidos: <> (ambos ejemplos del
Laþidario). -tfambién se halla ¿rante casos muy concretos de objeto 'no personal' (además de los nombres propios, geográficos o no): çg?1tdo se destaca por énfasis (<<... Dios ... alunbra e escalienta a toda cosa segunt conviene>>, en Setenario),-n por analogía o paralelismo con otras construcciones (<
r24
EL CASTELLANO MEDIEVAL: MORFOSINTAXIS HISTÓRICA
en mi guarda... al monesterio de Piedra k al abat & ¿l conuento... & ¿ todo quanto que an.'.>>, en un documento de 1260). En cambio, en estos primeros textos muy pocas veces se halla la preposición para distinguir el objeto del sujeto: tal función, simplemente gramatical, no parece, pues, haber estado en el origen de a + Objeto, frente a lo afirmado por muchos romanistas.
2.3.3.3. Diversos tipos de complemento circunstancial aparecen en castellanô sin ir introducidos por preposic.i.ón. En casi todos los casos, tales construcciones heredan directamente otras latinas donde la función venía indicada sólo por la desinencia de caso -(en general, el ablativo). Entre
dichas construcciones podemos señalar: Expresiones de 'duración' temporal, procedentes de un acusativo sustituido por ablativo desde el s. I d'C. y recuperado en época tardía: <>, ttQue rueguen por mi las noches e los dias>> (PCid)' <> (Primera Crón. Gral.)' [xpresiones de 'localización' temporal (para las que el latín tâidío preferiayalapreposición: <>), confundidas a veces con las anteriores, y, por ello, con acusativo en lugar de ablativo en algunos textos: <>, < (PCid), <> (General Estoria), etc.; no obstante, aparece ya en
algunos casos la preposición, tendencia que
incrementará (PCid).
se
dos secuencias da, ori(e)lla, rie: <> (Fuero de Madrid), <> (Berceo, Vida de Santo Domingo); y con sustantivos seguidos de adverbios como arriba, adelante, etc.: < (PCid).
-
Err expresiones fijas, de valor causal, como fe que
(muy propia del lenguaje épico) o mal þecado, malo nuestro þecado, y también mal grado (a.'.), mal mi deuedes
grado.
semi-independientes de sustantivo - Construcciones (o participio, sintagma p.reposicional, etc.), de + adjetivo
MORFOSINTAXIS HISTÓRICA DEL
SUSTANTIVO
I25
carácter descriptivo, .> (aun
luto' descriptivo en abiertos amos los b
en castellano, y no sólo por latinismo sintáctico:
2.3.4. La mayoría de los complementos lleva en castellano una preposición como elemento introductor. Estas
2.3.4.1. El sintagma casos del objeto)
¿ + sustanriv.o (ya visto en cierros
-unifi.rtu
las siguiente, f,..n.ioner,
latino, posible
(Glofis (Libro de Alexandre), <> (poridad de Poridades), erc.
al valor anterior, con el que a veces con- esPróximo curre, el de 'dirección': ya ç¡ latín se usaba el dativo, algo más el acusativo, y sobie toáà nn o rN con este úkimo caso ('aproximación'/'entrada en el lugar de destino', oposición perdida en época tardía). De ahí] <> (PCid), etc., complemento que si es 'personal' se identifica con el indirecro: (Berceo, Milagros). ,finalidad, lno_ - Mr.y próximo es el complemenro de ción que puede ir en el indirecto), heredado también del
I26
HISTÓRICA EL CASTELLANO MEDIE\/AL: IVIORFOSINTAXIS
MORFOSINTAXIS HISTÓRICA DEL
SUSTANTM
'
l2l
principal para esta función' Así, þartios de la puerta> (PCid), (PCid d.e nosr, (ibid.), < (Poema de Fernán Gonuilez),'asunto': <>, <,
eìc.,'causa': . (PCid)'
'instrumento': <.firieronse d¿ las lanças>> (ibid')' <> (PCid), etc' Todot los valores del genitivo latino vienen expresados en romance por construcciones con de' Así, el complemcnto'partitivo', dependiente de expresiones cuantitati-
..diez d¿ sus parientesr, (PCid), < ¡LiUro de Alexandrø), empleado incluso cuando el cuantiiativo concuerda con el nombre: .
vai
pocos
también 2.3.4.2. La construcciôn de + sustantivo ofrece diferentes sus a uloñ, Àry ua,iudos como corresponde
él>)' ? C[r. .Dexosl¿ prende> (PCid) (= 'dejóse prender por
d.e
cristianos>, (Berceo, Vida de San Millán), <
Londat e de santidat e tanta nobleza>' (Historia Troyana); también hallamos partitivo dependiendo directamente del verbo: .> (Berceo, Milagros), pero también como sujeto: ..murien de los de Greçia>, (Libro de Alexandr¿) o tras otra preposición: ..e mezclol a con del agua en la copa" (Primera brón. Grat.). Çsn valor 'posesivo' o de 'relación': . (PCid), idenominativo': <> (ibid.), 'subjetivo':. "el amor d.e rnyo Qia ya lo ivan provando'> (ibid.) u 'objetivo': <.fallola bien çérrada /por miedo del rey Alfons> (ibid'), tras verbos como acusar, olvidar(se), (a)rreþentirse' etc' Son notables las construcciones caracterizadoras que emplean un nombre con intención cualitativa: < (Romancero), o un adjetivo Cid / prenderélo por -bueno de Minaya" (PCid), <.la mesquina sustantivado: ..el de Espanna>, (Primera Crón. Gral.), etc', construcción que puedé aparecer sola, como exclamación: tt¡mesquina de mugerl"-(Castigos e documentos), o unida también a una inte"rjección (yi en el s. xIV: ,<¡ay de míl>> en el Libro de Buen Amor). En latín el genitivo contendía con la 'aposición' de un sustantivo u ottó (ambos en el mismo caso), estructura de valor calificador () o denominativo ( / <
I28
EL CASTELLANO MEDIEVAL: MORFOSINTAXIS HISTÓRICA
8, (sintagma muy frecuente en la lengua épica) <, propio' y nombre título con única es estructura apositirrã
tanto si el titulo precede (<.señor abad>>, <, <>, etc.) como si sigue (<>, en las Glosas), esquema éste menos habitual' Desde los orígenes un adjetivo sustantivado -t,y-ft...,ente la aposición deespecificativa: ", <>, o <', caboso>' el Millán gentil>, realzadora: <>; el vieio'> < (Historia Tro'yana). Por último, las aposiciones bimembres, separadas del nombre al que especifican o explican, sol .en pur-,tu þot ästa'épo.a muy característic ts de la lengua épica: <, <
2.3.4.3. F.l sintagma formado por en y sustantivo presenta menor variedad de usos: aunque cadavez más restringido,.çì valor - Conserva, 'direccional' que tenía lN + acusativo en latín (con el rasgo específico de þenetración'): (Berceo, Sacl;¡lclo¡, < (Primera Crôn. Gral.), etc. Muy relacionado con el anterior está el valor de 'finalidad', e*presado también en latín por IN + acusativo (y ambos posibles igualmente en dativo): <> (PCid), <' (Berceo, Martirio de Sant Laurençio), < (Libro de Alexandre)' etc.
fundamental de esta construcción es el de tanto en el espacio (donde hereda IN + ablativo y los restos de ablativo 'locativo') como eh el tiempo (con õrígenes latinos similares): < (PCid), <
- El valor indicar 'localización',
- ,
con a¡tículo intercalado se daba en denominaciones de lugar ^*.tción <> (desplazadas pronto por el más habitual
Tarsiana>,
etc. ).
MORFOSINTAXIS HISTÓRICA DEL SUSTANTIVO
t29
alas vinnas>> (Biblia Escur.), etc. A partfu de aquí surgen valores como los de 'asunto' (<>, <>, <>, etc.) o 'modo': <> (PCid), < (PCid).
2.3.4.4. I
rno (con ablativo) conocieron en época tardía un proceso de extensión semántica que llevó a su confluencia en algunos ömãnces, entre ellos el castellano. Dada la compleji¿ã¿ ¿e sus valores, se combinó þor con ø, de donde surgió una riueva preposición, þord, más tarde convertida en þara. Los valores de þor,\eredados de pno son: 'Sustitucìón 'o'equivalencia': <
y
as preposiciones latinas
pER (con acusativo)
-
douos estas dueñas>> (PCid), <<þor un marcho... dare yo quatro>> (ibid.), y expresiones como <, <
þor>>, etc.
/ por mio Çid el Campeadon> (ibid.) (para las que en larín compeþor tían dativo y pRo + ablativo) deriva el valor 'final' de þor: <> (ibid.), . (ibid.), <<...þorque enriendan que non diçe derecho...>> (Berceo, Vida dc Santo Domingo), etc. El valor 'causal' puede derivar tanto de pRo como pnn' <<þor amor de mio Çid rica cena les da>> (PCid), de <<}/,as þor las grandes guerras... muriera la gente'> (Laþidario), efc. (de ahí la conjunción causal þorque). Derivados de p¡R parecen los siguientes valores: 'espacial', concretado en las ideas de 'paso a - El través de': < (PCid),'lugar aproximado': <<þor todas esas tierras yuan los mandados>> (ibid.) y 'lugar sobre el que se coge': <> (Libro de Apolonio). 'temporal' puede indicar 'momento': - En el campo <> (PCid; de ahí las expresiones <<þor la mañana>>, etc.), o 'duración': <<þor consieglo e þor jamas>> (Fazienda de Ultramar), <> (Libro de Aþolonio). 'Instrumental': < (Laþidario), <> (Vida de Santa María Egipcíaca). A partir de aquí
(PCid),
De frases como <
<
Dios>>
=.EL CASTELLANO MEDIEVAL: MORFOSINTAXIS HISTÓRICA
r30
puede d.eslizarse hacia un sentido próximo al de 'agente' de (Berceo, Vida de þasiva: < Santo Domingo).
El valor de 'modo'
se halla en expresiones más o
menos fijas, frecuentes en la lengua medieval: <þor vetdad>>,
<<þor qual guisa (manera.'.)>>, Çor juego>, <<þor velo>>, <<þor burla>>, <<þor (a)ventura>>, etc. La preposición compuesta þora (a, veces, ya þara) se
desarroll,ó Ën dos áreas, en las que,
competir coî þor: 'Finalidad':
(Libro pora m iervicio
<
sin embargo, debía
þora mi tan buen
dia>>
nducho þora mi k ue Y convinie þoral
de Ultramar),
<
sodes porø comigo> (Razón de Amor), etc' 'Virtualidad' en el espacio, es decir, 'dirección': '> (PCid)' < (Historia Troyana), dello þorala <> (Faziend'a de (Jltramar), <> (;U;a.¡, o 'duración futura': <<þora siempre
(documentos).
3.
3.1. La historia morfológica del adjetivo es, en su
propios del adjetivo. Según su
flexión
español: los que diferencian deros de los latinos <
MORFOSINTAXIS HISTÓRICA DEL ADJETIVO
l3l
burguesas junto a leonés invariable). Por ello, están aún sin explicar doble, triple, múltiple, simþle, lirme y libre (procedentes del tipo -us/-Al-uM), en los que se produjo el fenómeno contrario e. La formación del plural en uno y otro tipo sigue las mismas pautas que en los sustantivos de contextura {ónica semejante.
3.1.2. En algunos adjetivos la apócope, habitual en el xtu, acabó perpetuándose. En casi todos los casos se t'rata de la caída de la -o del masculino al preceder a sustantivo: buen(o), mal(o) (de forma paralela a lo ocurrido con ciertos indefinidos y numerales), aunque en la lengua medieval también se apocopa el femenino si el sustantivo empieza poq vocal <> (PCid), etc.; en sant(o) la apócope (y la posterior reducción san) sólo permaneció como título ante nombre propio (salvo en unos pocos casos: <>, <>). En cambio, en grand(e) (> gran), como invariable, la apócope se dio en cualquier género y ante cualquier sonido: <>, <, y no sólo delante de sustantivo: <>, etc. (PCid); luego quedará sólo en posición prenominal.
3.1.3. Para la 'comparación' por medio de adjetivos el latín dotaba a éstos de una flexión peculiar (-ron para
MoRrostt¡IAXIS HISTÓRIcA DEL ADJETIVo
3.1.1.
-!
adjetivos en buena (heteoNUS/-Al-uM'
aún los en -or carecen de forma femenina, y coexisten
masculino y femenino, -IUS para neutros) si establecían una relación de 'superioridad'; en otro caso, recurrían a esquemas sintácticos (rr.rnus + Adj. + euAM, TAM + Adj. + euAM), opcional también en el primer caso: aquí empleaba runcrs y, posteriomente, ILUS (el primero pervivió en la Romania arcaizante, y el segundo en la innovadora). En romance, y en castellano, la comparación del adjetivo es exclusivamente sintáctica, con algunas excepciones: las formas supletivas mejor y þeor, mayor (en latín correspondía a MAGNUS, en castellano a grande) y menor (de r,rnvus, y luego de þequeñ,o); el sustantivo señor; y los relacionales interior y exterior, inlerior y suþerior, a.nterior y þosterior (éstos en latín no correspondían a adjetivos sino a adverbios; en castellano tienen rección de adjetivos: <>, eÍc., no *< lime quizâ el adverbio rinvn (pero: r¡¡rinrr.ru ) enlermo); para libre podría pensarse en el nominativo LIBER, p€ro no se sabe por qué se perdió el
femenino l¡¡È¡n
\
r32
EL CASTELLANO MEDIEVAL: MORFOSINTAXIS HISTÓRICA
que...>>).Por otra parte, el ablativo del segundo término de
or un sintagma con de (r
ligero d¿ todos...r> (Historia iempre la construcción con salvo con r¡.u, donde entró como < QUoMoDo).
3.1.4. Los adjetivos latinos tenían también un grado 'superlativo' (-tssIltus era su forma habitual), que podía indicar la cualidad en su máximo grado, o referida a un grupo (complemento que iba en genitivo). Estas formas se perdieron en latín tardío, de forma que en los primeros textos romances sólo hallamos, para el primer valor, secuencias de-adverbio intensivo (muy, o much(o) bien' fuert(e), etc.) más adjetivo l0; y para el segundo el comparativo con artículo y un complemento con de (<> (PCid)). El superlativo -is(s)imo apenas se usa en el xlll (y sólo, como ocurriría luego casi siempre, con el primer valor): algún caso de dulcissimo en Berceo, o de altissimo en Sancho IV es todo lo que hallamos'
3.2.
Las funciones sintácticas del adjetivo se reducen, básicamente, a ser complemento del sustantivo: bien unido a él o por medio de un verbo. Toda otra función puede considerarse extensión o derivación de ésta ll.
3.2.1. El orden latino adjetivo + sustantivo (con
ex-
cepciones bien delimitadas) fue sustituido progresivamente en época tardía por el de sustantivo + adjetivo, al irse
perdiendo, por el uso, el valor expresivo que en época clásica se asociaba a este último orden, y al irse generalizando la secuencia lineal de Núcleo + Complemento (cfr' el cambio Objeto + Verbo ) Verbo + Objeto). De ahí que en romance el adjetivo antepuesto al nombre sea el que presenta especiales valores significativos. En castellano el orden no marcado (Sust' + Adj.) es el que manifiesta, por lo general, la función lógica del adjetivo: ro Adverbio y adjetivo podían separarse: ,,tnucho avíe grandes cuidados" (PCitt), (PCid'). lr Véase: R. LAPESA, <, Madrid: Castalia, 1975, págs. .. Don Antonio Ro ivo no atributivo>, Homenaje intaxis histórica del nos Aires, 1975, págs. l7l-199. e Filología
MORFOSINTAXIS HISTÓRICA DEL ADJETIVO
-
133
la de restringir la referencia del sustantivo (r (PCid), etc.), áunque no falten casos del orden
contrario, bien por rima (<> (PCid)) o por contraposición rítmica (<> (Primera Crón. Gral.). EI adjetivo sin función restrictiva tiene colocación más libre, aunque para anteponerlo se prefiere que tenga valor 'cualitativo', aportando así una dimensión más subjetiva (<> (ibid.), <> (PCid), etc.), o que se le dote de intención valorariva (a eso responde la distinción medieval entre .> y <.home rico>). En esta época es todavía muy rara la anteposición literaria o retórica del adjetivo: <>, ..myo natuial señorr' (PCid). En cambio son muy característicos tanto el disponer los dos adjetivos coordinados a ambos lados del sustantivo (<> (PCid), etc.), como la separación de adjetivo y sustantivo, en general por el verbo, rasgo muy propio de la lengua juglaresca (<> (PCid), <> (Santa María Egipcíaca), erc.) t2.
3.2.2. Referido al sustantivo a través de un verbo, el adjetivo cumple una función sinrácdca propia en el esquema oracional, no siendo entonces suprimible (como lo es cuando sólo constituye un elemento adjunto al núcleo nominal). Herencia directa del latín es que el adjetivo sea el 'predicado rrominal' con verbos copulativos como .r¿r, estør o þarecer (donde es conmutable por el pronombre neutro lo)-t3; pero el castellano amplió la posibilidad de unirlo a orros verbos, y se caracterizó por usarlo con verbos de movimiento, perdido, o atenuado, el significado primitivo de éstos, como variantes expresivas de la predicación: <> (Cøncionero de Ben Quzman), <> (Libro de Apolonio), etc. Es también habitual en castellano referir el adjetivo al objeto, formando así una cierta <>, bien para indicar,el estado, características, etc. de éste: < (Glosas Sile'nses), <> 12 Esta separación era más f¡ecuente aún con cuantitativos o demostrativos como mucho(s), taL(es), tanto(s), etc. 13 A veces secuencias de ser y un adjetivo en -or o en -nte podia equivaler a un verbo simple: (Disþula del Alma y el Cuerþo).
=r34
MORFOSINTAXIS HISTÓRICA DEL PRONOMBRE
ÊL CASTELLANO MEDIEVAL: MORFOSINTAXIS HISTÓRICA
güistico o <>, y determinación del sustantivo última no con todos los pronombres); mantuvo también
(Santa María Egipcíaca), etc., o para indicar la situación en que queda por efecto de la acción verbal: <> (PCid), <> (Libro dz Apolonio),
(esta
sus clases fundamentales: personales, demostrativos, etc., con sólo la creación del 'artículo' como una nueva forma de determinante. Pero dentro de cada uno de los grupos de la categoría hubo notables variaciones: pérdidas e incorporación de elementos, cambios de posición en las estructuras, etc. El resultado, no obstante, fue un sistema bastante parecido al latino: hasta tal punto ello es así que algunos pronombres conservan el 'neutro' y el 'caso', dos categorías perdidas en el resto del sistema nominal.
etc.
Tanto en uno como en otro caso el adjetivo puede ir introducido por preposición o equivalente. Las más habituales son þor (aqui heredero sintactico de rno): <
tas las dexaron en el robredo de Corpes>> (PCid), <> (Primera Crón' GrøI-); y como:. (Berceo, Vida de San Millán), < (Libro de Apolonio), etc. (en el s. xul apenas se halla
de en ¡al función)
la.
En esta estructura el orden no marcado vuelve a ser el de Núcleo + Complemento, es decir: Verbo + Adjetivo; la inversión supone siempre expresividad: <> (PCid), etc.
3.2.3. Hay
situaciones en las que la función del adjedifícil de precisar. Una de ellas es la denominada por Lapesa 'adjetivo incidental', separado del sustantivo mediante pausa, del que supone un comentario adicional; para muchos lingüistas hay ahí un predicado subyacente: < (PCid) <> (PCid) como sin ella: <>,
tivo
es más
<,1 ermoso
4.
sonrisava> (ibid.).
MonrosrurAxrs HISTóRIcA
DEI\\ pRoNoMBRE] \
La categóría del pronombre sufrió un amplio reajuste en el paso del latín al romance. Conservó sus funciones propias: referencia deíctica a elementos del contexto linl{ En este como en otros casos un sustantivo puede aparecer en estas posiciones, siempre que incluya alguna connotación 'cualitativa'.
135
I
Los pronombres
p"rronolrr\
4. 1. En este grupo la novedad más notable fue la incorporación definitiva de una forma para la'<<3.u persona>>, la que no interviene en el diálogo (no es ni 'yo' ni 'tú'): para ello, se recurrió, en época tardía (no hay muchos datos al respecto), a diversos demostrativos, prefiriéndose al final el de lejanía, ILLE, el más próximo al nuevo contenido que se quería expresar. 4.
l.l. Lo¡ p¡onombres
mas de nominativo de l.^
personales mantuvieron las for2.o personas: Ë1c¡o > yo (¿a
y
*ieo > +ío-ió, o fue direito el paso * Éo > ió? ¿influyó el uso proclítico en ef desplazamiento acentual?), :rtJ > tti, NOs > nos, vÕs > vos. Y_p1 ¿ú_se qlqplqaro4 _s_ólo través de
como sujetq (y predicado nominal), pero nos y uos hubieron de usarse también tras preposición (Nos y vos eran también
acusativos en latíir,
y en casi toda la Romania
los
dativo-ablativos nosrs, vonts desaparecieron); por otro lado, podían usarse con valor singular, Nos por las altas jerarquías y vos en el tratamiento entre nobles, usos ambos que arrancan del latín tardío. La oposición entre ME, TE (acusativo y ablativo) y MIHI, rlnt (dativo) se perdió, aunque originándose una nueva diferenciaciôn: me y le quedaron en castellano como formas de complemento (directo e indirecto) afijas al verbo, mientras que mí (surgida por contracción de las vocales de vtiHl) y ti
(analógica con la anterior) l5 pasaron a usarse sólo uas preposición (con la excepción de entre, que desde los oríge15 De riBi surgieron tibi, tiue, ¡iä, de los textos primitivos, y, por analogía, mibi, mive, etc.: ninguna de ellas sobrevivió.
136
EL CASTELLANO MEDIEVAL; MORFOSINTAXIS HISTÓRICA
nes pudo regir a yo
o tú). La composición iltrcun, TECUM (y los plurales NosIscuxa'
se rehízo en con-migo, con-tigo
vOBISCUM en connusco, conultsco, con u inexplicada). En el
plural las formas afijas fueron las mismas: nos, uos, con ãlg...ror casos ya de os (en general, tras forma verbal terminada en consonante). En el pronombre elegido para la 3.u persona se produjo una diferenciación semejante: é1, ell (elle en textos primitivos, elli en Rioja) < iln, ella < ltt't', ello < it'rÚo (en el masculino se eligió el nominativo para evitar confusión con el neutro) sirvieron como sujeto y como términos de preposición. Las formas afijas conservaron la distinción acusativo/dativo: lo (masc. y neutro), los, la(s) < ir-lu1vr¡ : iI-I-Úo, il-lÕs, illÄtvt, iLLÃs / le(s) (li(s) en Rioja) < iLLI(s), con simplificación de ll y pérdida de vocal inicial por el carácter átono de estas formas; en la secuencia de dativo + acusativo surgió un sonido palatal en el dativo: ge lo, ge la, etc., quizâ a partir de una forma primitiva çoír.o t(e)li elo (< ilü it-t-u...), forma extendida por analogía al plural (no hay casi ningún caso de les lo). Por último, las formas 'reflexivas' se âdecuaron a la nueva estructura pronominal: sE (acus. y ablat.)/sinl ) s¿ @f\o)/sí (preposicional), y srcuv ) consigo.
4.1.2. Dos fueron las principales alteraciones que afectaron a la forma de los pronombres afijos: L_o upþçope- en el si-ngular de estos pronombres (salvo en el fem. la y en el neutro lo) era frecuente desde fines del s. xI, siempre que la palabra anterior, en la que se apoyaba el pronombre como enclítico, terminara en vocal: lexol, quem, sis, etc., surgiendo formas como quen (= < quemblo, ni m(e) la > nimbla, <> ) <> , <> ) <>, formas todas ellas bastante escasas. intensa fue la asimilación entre la -r del - Menos y la l- de alguno de los afijos de 3." persona: infinitivo seruille,.f azello, etc. (en algunos textos como el Auto de los Reyes Magos se emplea I sola: aoralo, sabelo, etc.)' Aþuna" vez hay asimilación también con la s de s¿.' tornasse, adouasse (en PCid). Otra asimilación habitual se produce entre la -d
-
MORFOSINTAXIS HISTÓRICA DEL PRONOMBRE
137
del imperativo y la l- del pronombre: auello, þrendello, etc., aunque fue más frecuente la metátesis: dalde, þrestald.e, etc'. (también presente en dandos, tenendos, inveriión ésta casi
exclusiva de PCid). Mucho más raras son asimilaciones como þartanna, touieronna, deuenna (por <, etc.), quizá de origen dialecral (leonés).
4.1.3. En la reestructuración del sistema pronominal resultó que las funciones de complemento indirecto y de objeto directo con referencia 'personal' tienen dos modos de ñlanifestarse: bien mediante los af.ljos me, te, lo, la, le, etc. o por los sintagmas preposicionales <>, <>, etc. De los dos, mientras que la expresión con afijos era la <r, el empleo de <r,.etc. supone claro énfasis: <', ,> (pcid), <> (Espéculo), etc. Flasta el s..xtu es muy rara la reduplicación pronominal: exprèsiones como <>, ,> (PCid) muestran clara redun'dancia enfática. , En cambio, es mucho más normal reduplicar el objeto, lirectoõ indirecto, mediante el atijo cuando se rrata dè un ìiñtàgma nominal. Ello ocurre cuando se anrepone esrè complemento (como 'tema' o 'asunto' de la frase); áa calçada de Quinea yvala traspassaÞ>, (PCid), pero también anunciándolo, en general, con valor 'enfático': , <> (PCid),.<... cómo b fazia aquel pan>> (Libro de los Engaños) t6. 4.1.4. Los pronombres afijos eran básicamente enclíticos, por lo que en castellano medieval no podían iniciar frase después de pausa, ya que habían de apoyarse en algún elemento anterior. Así, si el verbo iba al comienzo dè la oración (o tras las ìoìjunciones e, mas) se le posponía: .
de mio Çid> (PCid),
<
dixo m¿ otrõssi...r,
(General Estoria), etc.; si eqa forma veT6ã[èra un futuro (o condicional) o un tiempo èõmþuèsto, el afijo podía inteìcalarse entre los elementos componentes: ..alongarsan>> (Glosas Emilianenses), <>, <, .> (PCid), etc. 16
Con frecuencia, el neutro lo anuncia la oración posterior:..ya lo vieron
que es a fer> (PCid).
___
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EL CASTELLANO MEDIEVAL: MORFOSINTAXIS HISTÓRICA
Si la frase comenzaba por algún otro elemento' general el afijo se le pospon verbo): <.non lo desafie nil plazo qual l¿ demandaron>> ese elemento no es un adver
en
que, ya, quando, etc.), el pronombre puede seguir pospuesto ál 't.ibo,-""I rey dioles fieles> (PCid), <> (Primera Crón. Gral.) tt.
rio).
4.1.5. La oposición lo(s), la(s)/le(s)
es
el único resto,
en todo el sisÈmã iingüístico castellano, de los casos latinos (aquí, acusativo/dativo). Ese aislamiento debió de ser un aciiate, ya desde los orígenes, para sustituir dicha oposición por oüas más arraigadas en la lengua. 4.1.5. r.
directo (acus
con lo que Esto ocurre miJmo David Ie llama Sennor" (Euangelio de San Marcos),
MORFOSINTAXIS HISTÓRICA DEL PRONOMBRE
139
Vida de Santo Domingo), etc.) 18. Finalmente, hay que señalar que diversos verbos latinos Qüe regían, siempre o èn ocasiones, dativo se hicieron transitivos en castellano, pero conservando, al menos con el pronombre, su antiguo régimen (p. ej. (q)men&zer, qludar, acorrer, obedeçer, servir, etc. ).
Todo ello contribuyó a que desde comienzos del s. xul hallemòs le(s) como forma de objeto directo con numerosos verbos transitivos. Dado que en casi todos los entorncis mencionados arriba el objeto implicado tenía referencia 'personal', este rasgo semántico debió convertirse en decisivo para la posterior propagación del fenómeno. Sin embargo, hay que señalar que el leísmo se produce con menor intenåidad en plural, y, sobre todp, qqe son muy raros los casos de le(s) por el femenino la(s), aun con referencia personal: aquí primaba, pues, la distinción de 'género' (inexistente en el dativo pronominal). La distinción de 'género' operó también en el caso de lo, gn el que se reunían el masculino ILLuNT y el neutro illuo. Para evitar tal homonimia se recurrió a le como masculino (tanto para objeto directo como para indirecto), reservando a Io para el neutro. Es un empleo menos extendido que el de l¿ como 'acusativo personal', pero es también antiguo: > (Fazienda de Ultramar), <> (PCid: único caso), <<...un carro... que ge le cerrassen de redeziellas> (General Estoria), etc. le
4.1.5.2. B¿Ela¡te-menos extendidos están log_ugg¡ çonal reseñado: empleo de los acusarivos lo(s), la(s) en función de dativo. El primero tiene cierta vigencia en lo.s tlar_iss
textos antigì.ros: <> (Fazienda de Ultramar), <> (Historia Troyana), <
explicarse a partir de la extensión de los casos de doble acusativo conservados en castellano antiguo; este loísmo,
mento indirecto (así < > ..Log4rle (ensêñarle...) algo>), lo que también había ocurrido aniè oración subordinada (<
18 Quedaron restos, sin embargo, de la vieja estructura: <
17 Estas reglas valían para cualquier forma verbal, incluyendo infinitivos, gerundios e imþrativos: (PCid),
lo(s), la(s) ante predicativo o infinitivo subordinado pervivió (sobre todo, en plural o en femenino). le Hasta ahora, es dudosa la influencia que la apócope (en -l'confluyeron -lo y -le) pudo tener en la confusión de ambos pronombres.
etc.
-t
EL CASTELLANO MEDIEVAL: MORFOSINTAXIS HISTÓRICA
I4O
por otra parte, es más frecuente en plural: se ha pensado que la inexistencia de 'neutro' en plural pudo favorecer Lt'
eìta extensión (los tiþne una forma más parecida a ellos)' al dativo Çq cambio, el
diferenciar'al èste caso), es, hasta para
¿por Dios...",> (His 4.
1.6.
Propra en ço a dezir:
Las formas 'reflexivas' continúan en castellano
ìa función ãá ienuht la identidad de referencia entre un complemento (expresado por el reflexivo) y el sujeto de la. frase; esa función podía ser expresada por todos los pronombres, pero sólo en 3.u persona tenía formas propias:'
.>, <> (PCid). En ocasiones puede haber valor recíproco: <, (ibid.) 20. Y, al igual que el dativo prono-
minal no reflexivo, puede tener valor de 'dativo ético': ""' a Murviedro, ca el ganada s¿ tenie çiento>> (ibid.). Ya en latín los verbos 'medio-pasivos' y 'deponentes' (forma 'pasiva' y significación 'media') alternaban con la .otrrt.n.iión reflexiva, y a la vez podían tener sentido 'reflexivo'. La igualación entre ambos tipos se intensificó en latín tardío, ie modo que en romance la construcción reflexiva amplió extraordinariaméirte sus usos y sentidos, pasando a constituirse en un cierto tipo de 'voz media', en principio con verbos transitivos: alegrarse, olaidarse, rnot')erse' iestirie, esforçarse, abrirse, etc. (con sujetos 'animados' o'no amimados'), que así se ..intransitivizan>t en cuanto a su sentido. E,¡ggg-lglidad actuó ya en latín vulgar, dgn-{e s1 pasó a comÈináñãè
Por último, las relaciones señaladas entre '(me-
dio-)pasivos' y 'reflexivos,' llevaron al desarrollo de la llamada 'pasiva refleja' (uso éste exclusivo ya de la forma se), donde, fiente a la construcción 'reflexiva', se supone un 'agente' externo 21. Este empleo no se documenta en latín, pero
20 Si se perdió en romance la posibilidad de que un reflexivo en lrase subordinada aludiera al sujeto de la frase principal. 2l Éste, si se expresa, aparece con la construcción propia del 'agente de pasiva' (de todos modos, no es habitual ìa mairifestación de dicho 'agente')'
MORFOSINTAXIS
nlsTónlcR DEL pRoNOMBRE
l4t
debió de existir en él ya que es pan-románico. En casrellano era frecuente con perífrasis: . (Libro de Alexandre), <
puertas... que non s¿ abriessen de dia nin de noch>>, <> (PCid); en cambio, era poco habitual
con sujeto 'animado' (podía confundirse con el reflexivo <>: cfr. <> en (PCid)): < (Primera Crón. Gral.). Esta construcción presentaba un claro sentido 'impersonal', aunque en el xltl ello aún no se traduce en la forma sintáctica (no se da con verbos intransitivos, y el verbo siempre concuerda en número con su 'sujeto pacien-