WILFREDO KAPSOLI EL DEMONIO DE LOS ANDES (Anécdota e Historia) RESUMEN
Recurso narrativo utilizado por muchos escritores, la anécdota fue un elemento esenci esencial al e impres imprescin cindib dible le en la obra obra de Don Ricardo Ricardo Palma. Palma. En efecto efecto,, la pres presen enci cia a de este este elem elemen ento to logr logró ó enri enriqu quec ecer er y darl darle e vita vitalilida dad d a ese ese impr impres esio iona nant nte e y vast vasto o cuad cuadro ro porm pormen enor oriz izad ado o de suces ucesos os hist histór óric icos os y personaes que logró crear el escritor lime!o con su pluma. Es precisamente en El Demonio de los Andes, uno de los trabaos históricos del tradicionista en
dond donde e la hist histor oria ia y la anéc anécdo dota ta se comp comple leme ment ntan an de la meo meorr mane manera ra,, deleitando con ello a muchos lectores, pero dando también para que muchos cr"ticos cuestionen la labor de Palma como historiador por el abuso recurrente de la anécdota. El presente trabao busca deslindar los l"mites entre la historia y la ficción y el empleo de la anécdota en la obra del del tradicionista.
PALABRAS CLAVE #istoria, anécdota, Ricardo Palma, $rancisco de %arbaal
ABSTRACT & narrative resource used by many 'riters, the anecdote 'as an essential and essential element in the 'or( of Don Ricardo Palma. )n fact, the presence of this element managed to enrich and give vitality to that impressive and vast detailed picture of historical events and characters that managed to create the 'riter *ima 'ith his pen. )t is precisely in El Demonio de los &ndes, one of the traditional 'or(s of the traditionalist 'here history and anecdote complement each other in the best 'ay, thus delighting many readers, but also giving many critics to question the 'or( of Palma as #istorian for the recurrent abuse of the anecdote. +he present 'or( see(s to delimit the boundaries bet'een history and fiction and the use of the anecdote in the 'or( of the traditionalist.
KEYWORDS #istory,, anecdote, Ricardo Palma, $rancisco de %arbaal #istory
Introducción Para desarrollar este Ensayo queremos resaltar las refleiones esenciales que nuestro maestro %arlos &ran"bar acerca del tema cuyo derrotero nos sirve de gu"a-
1. Anéc Anécdo dota ta e i!t i!tor oria ia El maestro afirma%reo que la &nécdota gusta por su brevedad, opuesta a un etenso libro de historia. /o es mera cuestión de tama!o, 0qué va1 Pero si las cosas diminutas y ligeras atraen m2s que las enormes y pesadas32s me espanto de la ligereza de la mosca que vuela, que de la grandeza de la bestia que anda y m2s me maravillo de las obras de las hormigas, que de las de los camellos4, dec"a san &gust"n5. &gust"n5. *uego, contin6aEn realidad, la &nécdota es figura tan viea como la historia escrita. 7i la borr2semos de las milenarias obras de #eródoto, Plutarco, 7uetonio, +2cito, *ivio, +uc"dides, se nos caer"an de la mano tetos 2ridos y de lectura penosa, poblados por personaes que simulan maniqu"es fugados de un museo de cera. 7i hoy revivimos con placer el a!eo mundo de 8recia o Roma es gracias a las breves y pulidas estampas que esos autores trasmiten. 9curre lo mismo con los escritores de la Edad 3edia, cuyas crónicas y memorias rebosan lances p6bl p6blic icos os e "ntim "ntimos os epis episod odio ioss que que eor eorna nan n sus sus rela relato toss y que que suel suelen en ser ser engendros de una dislocada fantas"a. *a #ist #istor oria ia es sole solemn mne e porq porque ue pers persua uade de,, la &néc &nécdo dota ta es livi livian ana a porq porque ue entretiene. *a historia cruza tiempos y espacios, nos pide calzar las botas de siete leguas para un paseo maravilloso y agotador, la anécdota es el oasis
Introducción Para desarrollar este Ensayo queremos resaltar las refleiones esenciales que nuestro maestro %arlos &ran"bar acerca del tema cuyo derrotero nos sirve de gu"a-
1. Anéc Anécdo dota ta e i!t i!tor oria ia El maestro afirma%reo que la &nécdota gusta por su brevedad, opuesta a un etenso libro de historia. /o es mera cuestión de tama!o, 0qué va1 Pero si las cosas diminutas y ligeras atraen m2s que las enormes y pesadas32s me espanto de la ligereza de la mosca que vuela, que de la grandeza de la bestia que anda y m2s me maravillo de las obras de las hormigas, que de las de los camellos4, dec"a san &gust"n5. &gust"n5. *uego, contin6aEn realidad, la &nécdota es figura tan viea como la historia escrita. 7i la borr2semos de las milenarias obras de #eródoto, Plutarco, 7uetonio, +2cito, *ivio, +uc"dides, se nos caer"an de la mano tetos 2ridos y de lectura penosa, poblados por personaes que simulan maniqu"es fugados de un museo de cera. 7i hoy revivimos con placer el a!eo mundo de 8recia o Roma es gracias a las breves y pulidas estampas que esos autores trasmiten. 9curre lo mismo con los escritores de la Edad 3edia, cuyas crónicas y memorias rebosan lances p6bl p6blic icos os e "ntim "ntimos os epis episod odio ioss que que eor eorna nan n sus sus rela relato toss y que que suel suelen en ser ser engendros de una dislocada fantas"a. *a #ist #istor oria ia es sole solemn mne e porq porque ue pers persua uade de,, la &néc &nécdo dota ta es livi livian ana a porq porque ue entretiene. *a historia cruza tiempos y espacios, nos pide calzar las botas de siete leguas para un paseo maravilloso y agotador, la anécdota es el oasis
donde abreva el viaero. *a #istoria, fiscal ante un sa!udo tribunal de usticia, re6ne los documentos documentos de prueba. prueba. *a anécdota, como en un vivaz cotorreo de familia, estrua y comprime los hechos en 2gil resumen. *a historia epurga un ayer leano que no volver2 y despide el aroma melancólico de las cosas guarda guardadas das,, la anécdota convida una vivencia cuya lozan"a no puede aar el tiempo y nos da en la cara como esos programas de +: ;en vivo y en directo;. 7e diera que la historia se mueve con el andar lerdo y pesado del oso y la anécdota con el saltar"n arrebato de la ardilla. *a historia nos aturde con masas
de datos, fechas e información que no hay tiempo ni voluntad de procesar y nos suele suele empua empuarr a calle calleone oness sin salida. salida. *a anécdota, atao en el bosque, como un apunte taquigr2fico abrevia sucesos de personaes que recuerdan mucho mucho a los de la vida vida diaria. diaria. *a historia restaura vieas fotograf"as que los a!os han amarilleado y las bru!e y retoca para devolverles el brillo que tuvieron, la anécdota repudia maquillaes porque es un flash que ciega por su resplandor. 7i la historia habla a la razón, la anécdota convoca al sentimiento. En el estoc2stico tiro al blanco de las reminiscencias, cabe la tierra azul de la fant fantas as"a "a,, la historia diri dirige ge sus dardo dardoss a la cabez cabeza, a, la anécdota apunta al corazón. 32s a6n, *a anécdota no moraliza ni adivina el futuro, porque no es escuela de ética ni bola de cristal. cristal. Pero la ciencia ciencia histórica siempre ugó esos uegos e incurrió en ambas ilusiones. Dos milenios ha reinado el aforismo cl2sico de %icerón <=la historia, maestra de la vida4n ecelente historiador del siglo ??, el marista Eric #obsba'm, cuenta que por la década de @ABC su familia resid"a en :iena. >n buen d"a de @AB el suegro, un comerciante ud"o, sin m2s argumento que su intuición hace liar los
petates y los, b2rtulos y huir a )nglaterra y trasfiere sus negocios a 3anchester. >n a!o después #itler invade &ustria, %hecoeslovaquia... y comienza el acoso y la persecución de los ud"os y el genocidio que el mundo entero condena #obsba'm. 9n history. /e' For(, +he /e' Press, cap. G, p. GCH. >no creer" creer"a a que la trivial trivial anécdota aspira aspira a quitarle quitarle los humos humos a la 'historia cient"fica;. Pero se trata de ópticas distintas. El libro de historia pide un lector con actitud cr"tica y una saludable cuota de escepticismo- no aceptar lo ;falso; como verdadero;, rechazar lo que no apoyan documentos. *a anécdota, m2s humilde y menos eigente, solo demanda credulidad. *a historia nos propone teoremas con una demostración razonada que aspira a convencer, la anécdota epropia la virtud del aioma, que no necesita prueba alguna.
7e acus acusa a a la anécdota de acudir a chismes y fraguar sucesos que am2s ocurrieron, en tanto que la historia es fiel a la verdad. Eso, como dec"an los esuitas, es ;materia opinable;.
El libro de historia siempre lleva nombre de autor. En época menos remilgada, uno echaba mano libre a otro. #oy, al que no cita fuentes con pelos y se!ales autor, autor, t"tulo, pie de imprenta, p2ginaH las reglas de cortes"a vigentes le cuelgan el sambenito sambenito de ;plagiario;. ;plagiario;. En cambio, cambio, la anécdota es bien mostrenco de libre circulación, cuya paternidad nadie reclama. Es fruto de creación anónima, surge de fuente colectiva, de una sabidur"a popular sin tiempo ni espacio fios y se trasmite por la v"a oral, como agua que brota de un puquio que fluye suave y de conti continuo nuo y que que se canali canaliza za en tradic tradición ión,, refr2n refr2n,, leyend leyenda, a, rumor rumor,, frase frase célebre. *a anécdota, vol2til ave migrante, deambula por donde puede, aventaa a la historia porque no usa muletas de archivo y vaga por su cuenta y riesgo. 7alvo
la mayor libertad de uicio que brota en 6ltimo tercio del siglo ??, durante milenios el historiador ha estado al servicio del poder- los de vencedores, baldón de vencidos. 8ozó de privilegios y en el Renacimiento era honroso ser ;historiógrafo; o ;cronista mayor; de un monarca. En el Per6, dice nuestro maestro %arlos &ran"barIien lo supo Ricardo Palma, que resucitó nuestra Iiblioteca /acional saqueada en la guerra del A y sol"a borronear un par de l"neas en la primera p2gina de cualquier teto antiguo, como lo sabe quién alcanzó el alucinante 7alón &mérica antes del incendio de @AGB. %rónicas y memorias son las fuentes que inspiraron sus +radiciones peruanas, anecdotario rico de ingenio en formato (ingsize5.
& menudo Iasadre usó la &nécdota como recurso narrativo. :argas >garte uzgó su #istoria de la Rep6blica apresurada y a trechos m2s anecdótica que ponderada y cr"tica5 3anual de Estudios Peruanistas. *ima, @AJK, p. BKAH. Iasadre acusó el golpe, doliéndose de =la cr"tica de que es apresurada y de que otorga ecesiva importancia a las anécdotas... *a historia es vida y la vida suele epresarse en detalles, gestos o visaes que entretienen o hacen meditar5 #istoria de la rep6blica. *ima, GL ediciónH y rechazó =la obeción de que acog"a anécdotas, como si fuera un pecado tratar de dar amenidad al relato5 )- ?:)))H. 7i Porras usó la c2tedra, Iasadre usó el libro como aula peruanista. /o escribió para lectura de corrido. Para alivio de lectores echó mano de anécdotas que, como en remanso, aquietan las aguas y hacen burla de las cosas m2s serias del mundo. 7i en nuestro pa"s de tan rica historia hay ondas de hero"smo y brisas de fragancia, lo mismo hay frustraciones y torpezas, disloques y hasta burradas colectivas. %omo en cualquier rincón del mundo, también entre nosotros se cuecen habas, a!ad"a Porras.
%reo que el mayor atractivo de la anécdota es contagiar presentismo. 7i la historia evoca fantasmas leanos, sombras ilustres a las que hay que mirar hacia arriba y dedicar efemérides y discursos retóricos y aburridos, la anécdota baa a tierra pompas y orgullos porque nos habla de personas que no recuerdan lo que vemos y vivimos a diario. /os sugiere que los grandes hombres pueden descalzarse el coturno, quitarse la m2scara y baar al nivel de lo cuotidiano y que aquellas situaciones que nos divierten o deslumbran bien podr"an ser el fruto de nuestra vulgar eperiencia. *a anécdota suspende el fluo temporal, muda al drama heroico en comedia de costumbres, rompe la clepsidra m2gica y hace del pasado fugitivo un presente que se escapa del tiempo para dialogar con nosotros. Pese a Ienedetto %roce, toda historia ocurrió ayer y a nuestras espaldas, m2s toda anécdota ocurre hoy mismo, frente a nuestros oos. >na 6ltima refleión, dice don %arlos- Die que la historia demanda escepticismo y duda cr"tica, virtudes ambas del pensamiento adulto. F que la anécdota pide credulidad, virtud tan propia del infante. $rente a la fe pura del ni!o que cont"a y cree, el lector de historias es un obcecado aprendiz que madura al convertir en rutina el arte de sopesar testimonios y confronta verdades y cuestiona, no tanto lo que se dice, sino quién lo dice. F por qué lo dice. %omo aquel ruminativo y memorioso $unes del cuento de Iorges, cual testarudo inventariador que no puede olvidar nada y sue!a con el vano espeismo de registrar todo el pasado en un cat2logo infinito, la historia nos recuerda que el tiempo pasa, nunca sin fruto, pero pasa. F pesa. Es inevitable y grato recordar el ayer, pero por mucho mirar atr2s la muer de *ot quedó convertida en estatua de sal. F es que, tanto en el diario vivir como en la historia, alegarse al pasado en demas"a es un h2bito peligroso que frena y quita los br"os cuando se intenta cambiar las cosas de verdad. En cambio la anécdota nos sube a su alfombra m2gica, nos venda los oos y nos proh"be
mirar la segur de %ronos y luego, transport2ndonos a la infancia ya libres de mudanza y de melancol"a, nos devuelve el rumoroso y olvidado candor que en otro tiempo nos hac"a o"r la m6sica del universo y vivir en rosa y fantas"a, cuando sencillez e inocencia caminaban untas, como tomadas de la mano5.
". Anécdota e i!toria de #ranci!co de Car$a%a&. ".1.
Bio'ra()a %rueldades aparte, es $rancisco de %arbaal una de las figuras históricas que m2s en gracia me han ca"do, declara Ricardo Palma&révalo, peque!a ciudad de %astilla la :iea, dio cuna al soldado que por su indómita bravura, por sus dotes militares, por sus haza!as que rayan en lo fant2stico, por su rara fortuna en los combates y por su car2cter sarc2stico y cruel, fue conocido, en los primeros tiempos del coloniae, con el nombre de- Demonio de Los Andes . %omo en otra ocasión lo he retratado, nació %arbaal en R2gama aldea de &révaloH y el autor de los 32rmoles parlantes dice, no sé con qué fundamento, que fue hio natural del terrible %ésar Iorgia, y, por ende, nieto del papa &leandro :). & comprobarse este dato, no habr2 ya por qué admirarse de la ferocidad de nuestro hombre, que en la sangre tra"a los instintos del tigre. *a raza no desmintió en él. $rancisco de %arbaal, después de haber militado cerca de treinta a!os en Europa, servido a las órdenes del 8ran %apit2n 8onzalo de %órdova y encontr2ndose con el grado de alférez, en las famosas batallas de R2vena y Pav"a, vino al Per6 a prestar con su espada poderoso auilio al marqués don $rancisco Pizarro. 8randes mercedes obtuvo de éste, y en breve se halló el aventurero %arbaal poseedor de pingMe fortuna. NOuiénes fueron sus padres N$ue hio de ganancia o fruto de honrado matrimonio *a historia guarda sobre estos puntos sobre estos puntos
profundo silencio, si bien libro hemos le"do en que se afirma que fue hio natural del terrible %ésar Iorgia, duque de :alentinois. Después del tr2gico fin que tuvo en *ima el audaz conquistador del Per6, %arbaal combatió tenazmente la facción del oven &lmagro. En la sangrienta batalla del %hupas, y cuando la victoria se pronuncia por los almagristas, $rancisco del %arbaal que mandaba un tercio de la alebronada infanter"a real, eclamó, arroando el yelmo y la coraza y adelant2ndose a sus soldados- Q 3egua y baldón para el que retroceda1 Fo soy un blanco doble meor que vosotros para el enemigo15 *a tropa siguió entusiasmada el eemplo de su corpulento y obeso capit2n, y se apoderó de la artiller"a de &lmagro. *os historidores convienen en que este acto de heroico arroo decidió de la batalla. *as cualidades dominantes en el alma de nuestro héroe eran la gratitud y la lealtad. 3uchos v"nculos lo un"an a los Pizarros, y ellos lo forzaron a representar el segundo papel en las filas rebeldes. 8onzalo Pizarro, que estimó siempre en muchos el valor y la eperiencia del veterano, lo hizo, en el acto, reconocer del eército en el car2cter de maestre de campo. %arbaal, que no era tan sólo un soldado valeroso sino hombre conocedor de la pol"tica, dio, por entonces, a 8onzalo el conseo m2s oportuno para su comprometida situación- Q Pues las cosas os suceden prósperamente le escribióH apoderaos una vez del gobierno5. El maestre de campo era, pol"ticamente hablando, un hombre que se anticipaba a su época y que presenta aquel evangelio del siglo ?)?- Q a una revolución vencida se la llama mot"n- a un mot"n triunfante se le llama revolución- el éito dicta el nombre. /o es nuestro propósito historiar esa larga fatigosa campa!a que con la muerte del virrey en la batalla de F!aquito, el @S de enero de @JGT, entregó el pa"s, aunque por poco tiempo, al dominio del muy magn"fico
se!or don 8onzalo Pizarro. *os grandes servicios de %arbaal en esa campa!a, los compendiamos en las siguientes l"neas de un historiadorEl octagenario guerrero eterminó o aterró a los realistas del 7ur. & la edad en que pocos hombres conservan el fuego de las pasiones y el vigor de los órganos, pasó sin descanso seis veces los &ndes. De Ouito a 7an 3iguel, de *ima a 8uamanga, de 8uamanga a *ima, de *ucanas al %usco, del %ollao a &requipa y de &requipa a %harcas. %omiendo y durmiendo sobre el caballo, fue insensible a los hielos de la puna, a la ardiente reverberación del sol en los arenales, y a las privaciones y fatigas de las marchas forzadas. El vulgo supersticioso dec"a que %arbaal y su caballo andaban por los aires. 7ólo as" pod"an eplicarse tan prodigiosa actividad5. Después de la victoria de Yñaquito el poder de 8onzalo parec"a indestructible. +odo conspiraba para que el victorioso gobernador independizase el Per6. 7u tentador Demonio de los &ndes le escrib"a, desde &ndahuaylas, ecit2ndolo a coronarse- Debéis declararos rey de esta tierra conquistada por vuestras armas y las de vuestros hermanos. #arto meores son vuestros t"tulos que el de los reyes de Espa!a. NEn qué cl2usula de su testamento les legó &d2n el imperio de los )ncas /o os intimidéis porque hablillas vulgares os acusen de deslealtad. /inguno que llegó a ser rey tuvo am2s el nombre de traidor. *os gobiernos, que creó la fuerza, el tiempo los hace leg"timos. Reinad y seréis honrado. De cualquier modo, rey sois de hecho y debéis morir reinando. $rancia y Roma os amparar2n, si tenéis voluntad y ma!a para saber captaros su protección. %ontad conmigo, en vida y en muerte, y cuando todo turbio corra tan buen palmo de pesenezo tengo yo para la horca como cualquier otro hio de vecino5. #a de quedar en el Per6 memoria de $rancisco de %arbaal. 0F vaya si deó nombre1
Iasta leer al Palentino o cualquiera otro de los que sobre las guerras civiles de los conquistadores escribieron, para que se le ericen a uno los cabellos ante la sangre fr"a y el desparpao con que %arbaal cortaba pescuezos, no diré a hombres de guerra, que al fin en ellos es merma del oficio el morir de mala muerte, sino hasta a frailes y mueres. %arbaal es una especie de ogro, un tipo legendario, un hombre enigma. En nuestra historia colonial no hay figura que m2s cautive la fantas"a del poeta y del novelista. 8rande y peque!o, generoso y mezquino, noble y villano, fue %arbaal una contradicción viviente. %on sentimientos religiosos que no eran los de su siglo, con una palabra en la que bull"an el chiste travieso o el sarcasmo del hombre descre"do, con una crueldad que trae a la memoria los sanguinarios refinamientos de los tiranos de la Roma pagana. #e aqu" el retrato moral que un historiador hace del infortunado maestreEntre los soldados del /uevo 3undo, %arbaal fue sin duda el que poseyó m2s dotes militares. Estricto para mantener la disciplina, activo y perseverante, no conoc"a el peligro ni la fatiga, y eran tales la sagacidad y recursos que desplegaba en las epediciones, que el vulgo cre"a tuviese alg6n diablo familiar. %on car2cter tan etraordinario, con fuerzas que le duraron mucho m2s de lo que com6nmente duran en los hombres, y con la fortuna de no haber asistido a m2s derrota que a la de 7asahuaman en sesenta y cinco a!os que, en Europa y &mérica vivió llevando vida militar, no es etra!o que se hayan referido de él cosas fabulosas, ni que sus soldados, consider2ndole como a un ser sobrenatural, lo llamasen el Demonio de los &ndes. +en"a vena, si as" puede llamarse, y daba suelta a su locuacidad en cualquier ocasión. 3iraba la vida como una comedia, aunque m2s de una vez hizo de ella una tragedia. 7u ferocidad era proverbialU pero a6n sus enemigos le reconoc"an una gran virtud- Q la fidelidad. Por eso no fue tolerante con la
perfidia de los dem2sU por eso nunca manifestó compasión con los traidores. Esta constante lealtad, donde semeante virtud era tan rara, rodea de respeto la gran figura del maestre de campo $rancisco de %arbaal5. &l arribo del licenciado 8asca con amplios poderes de $elipe )) para proceder en las cosas de &mérica y prodigar indultos, honores y mercedes, empezó la traición a dar amargu"simos frutos en ls files de 8onzalo. 7us amigos se desbandaban para engrosar el ampo del licenciado. 7ólo la severidad de %arbaal pod"a mantener a raya a los traidores. En *ima estaba en ebullición la rebeld"a contra Pizarro. El pueblo que, en %abildo abierto, lo hab"a aclamado libertador, que lo llamó el muy magn"fico, y que lo obligó a continuar en el cargo de 8obernador ya que él desde!aba el trono con que le brindar2n, ese mismo pueblo le negaba, un a!o después, el contingente de sus simpat"as. 0+riste, trist"sima cosa es el amor popular1 $orzado se vio 8onzalo para no sucumbir en *ima, a retirarse al 7ur y presentar la batalla de #uarina. /o eced"a de quinientos el n6mero de leales que lo acompa!aban. Diego %enteno, al mando de mil doscientos hombres, atacó la reducida hueste revolucionariaU m2s la habilidad estratégica y el heroico valor del anciano maestre de campo, alcanzaron, para tan desesperada causa, la 6ltima de sus victorias. *a gran figura del vencedor de #uarina tiene su lado horriblemente sombr"o- la crueldad. Dif"cilmente daba cuartel a los rendidos, y m2s de trescientas eecuciones realizó con los desertores o sospechosos de traición. Por fin, el A de abril de @JGS se empe!ó la batalla de Saxsahuaman. Pizarro, temiendo que la impetuosidad de %arbaal le fuese funesta, dio
el segundo lugar al infame %epeda, resign2ndose el maestre a pelear como simple soldado. &penas rotos los fuegos, se pasaron al campo de 8asca el segundo efe %epeda y el capit2n 8arcilaso de la :ega, padre del historiador. *a traición fue contagiosa, y el licenciado 8asca, sin m2s armas que su breviario, y su conseo de capellanes, conquistó en 7asahuaman laureles baratos y sin sangre. /o fueron el valor ni la ciencia militar, sino la ingratitud y la felon"a, los que vencieron al generoso hermano del marqués Pizarro. %uando vio %arbaal la traidora deserción de sus compa!eros, puso una pierna sobre el arzón, y empezó a cantar el villancico que tan popular se ha hecho después*os mis cabellicos, maire, >no a uno se los llevó el aireU 0&y pobrecicos, *os mis cabellicos1 Derrotados ruidosamente por el pacificador don Pedro de la 8asca, 8onzalo Pizarro y $rancisco de %arbaal fueron inmediatamente uzgados y puestos en capilla. 7obre el 8obernador en su condición de caballero, recayó la pena de decapitación. El maestre, que era plebeyo, deb"a ser arrastrado y descuartizado. &l leerle la sentencia contestoIasta con matarme. %uando lo colocaron en un cesto arrastrado por dos mulas para sacarlo al suplicio, %arbaal soltó una carcaada y se puso a cantar0Oue fortuna1 /i!o en cuna, :ieo en cuna1 0Oue fortuna1 Durante el trayecto, la muchedumbre quer"a arrebatar al condenado y hacerlo pedazos. %arbaal, haciendo ostentación de valor y sangre fr"a, dioQ Ea, se!ores, paso franco. /o hay que arremolinarse y deen hacer usticia.
F en el momento en que el verdugo Vuan Enriquez se preparaba a despachar a la v"ctima, ésta le dio sonriendo- Q #ermano Vuan, tr2tame como de sastre a 7astre. %arbaal fue austiciado en el mismo campo de batalla el @C de abril, a la edad de ochenta y cuatro a!os. &l d"a siguiente hizo 8asca su entrada triunfal en el %usco. %erca de sesenta a!os hab"an transcurrido desde el horrible drama de 7asahuaman. >n descendiente de 7an $rancisco de Iora, duque de 8and"a, el virrey poeta, pr"ncipe de Esquilaeche, gobernaba el Per6 en nombre de $elipe ))). /o sabemos su cumpliendo órdenes regias o bien por rodear de terroroso prestigio el principio mon2rquico, hizo que el @L de enero de @T@, y con gran ceremonial, se colocase en el solar del maestre de campo la siguiente l2pida-
*Re+na&do &a ,a'. De P-i&io III. /.S. A0o d 112 e& E34o. Se0or D. #ranci!co de Bor%a r)ncie D E!5ui&ac-e Virre+ d e!to! reino! 4ando reedi(icar e!te 46r4o& 57e e! &a 4e4oria de& ca!ti'o 5ue !e dio a #ranci!co de Car$a%a& ,ae!!e de Ca4o de 8on9a&o Pi9arro en cu+a co4a0)a e7e a&e7e + traidor a !u re+ + !e0or natura& cu+a! ca!a! !e derri$aron + !e4$raron de !a&. A0o de 1:;< + e!te e! !u !o&ar=. Esta l2pida, que nuestros lectores pueden eaminar para convercerse de que, al copiarla hemos cuidado de conservar hasta los errores ortogr2ficos, se encuentra hoy incrustada en una de las paredes del salón de la Iiblioteca /acional. Pero, algunos a!os después, un deudo de %arbaal la hizo desaparecer de la esquina de la calle de los 8allos, hasta que un siglo m2s tarde, en @TGJ, fue restaurada por el virrey marqués de 3ancera, como lo prueban las siguientes l"neas que completan la del salón de la Iiblioteca-
*De!ué! reinando &a ,a'. de P-i&io IIII> /.S. e& E34o. S.D. Pedro D. To&edo + Le+7a ,ar5ue! de ,ancera Virre+ de e!to! reino! 'enti& -o4$re de !u c64ara + de !u con!e%o de 'uerra e!tando e!te 46r4o& otra 7e9 erdido &e 4ando reno7ar. A0o de 1;:=. Ricardo Palma al final de su librito anota lo siguientePara que los lectores de esta suscita biograf"a formen cabal concepto de hombre que, as" en las horas de la prosperidad como en las del infortunio, fue leal y abnegado servidor del muy magn"fico don 8onzalo Pizarro, vamos a presentarles en una docena de tradiciones históricas, cuanto de original y curioso conocemos sobre sus acciones y anécdotas de los &ndes.
".".
Anécdota! de #ranci!co Car$a%a& a. %uéntase que, en el %usco, do!a 3ar"a %alderón, esposa de un capit2n de las tropas de %enteno, se permit"a con mueril indiserección tratar a 8onzalo de tirano, y repet"a, en p6blico, que el rey no tardar"a en triunfar de los rebeldes. %omadrita, la dio %arbal en tres distintas ocasiones, tr2guese usted las palabrasU porque si no contiene su maldita sin hueso, la hago matar, como hay Dios, sin que la valga el parentesco espiritual que conmigo tiene. *uego que vio la inutilidad de la tercera monición se presentó el maestro en casa de la se!ora, diciéndolaQ 7epa usted, se!ora comadre, que vengo a darla garroteU y después de haber epuesto el cad2ver en una ventana, eclamó- Q0%uerpo de tal, comadre cotorrita, que si usted no escarmienta de esta, yo no sé lo que me haga1 b. %a"do el caballo que montaba, se halló el maestre rodeado de enemigos resueltos a darle muerteU m2s lo salvó la oportuna intervención de %enteno. &lgunos historiadores dicen que el prisionero le pregunto-
Q NOuién es vuesamerced que tanta gracia me hace Q N/o me conoce vuesamerced contesto el otro con afabilidad 7oy Diego %enteno. Q 0Por mi santo patrón1 replicó el veterano, aludiendo a la retirada de %harcas y a la batalla de #uarina como siempre vi a vuesamerced de espaldas, no le conoc" viéndole la cara. c. &cercósele entonces un capit2n, al que en una ocasión quiso don $rancisco hacer ahorcar por sospecharlo traidorQ &unque vuesmerced pretendió hacerme finado, halgaréme hoy con servirle en lo que ofrecérsele pudiera. Q %uando le quise ahorcar pod"a hacerlo, y si no lo ahorqué fue porque nunca gusté de mater hombres tan ruines. >n soldado que hab"a sido asistente del maestre, pero que se hab"a sido asistente del maestre, pero que se hab"a pasado al enemigo, le dio llorandoQ 03i capit2n1 Pluguiera a Dios que deasen a vuesamerced con vida y me mataran a m"1 7i vuesamerced se huyera cuando yo me hui, no se viera hoy como se ve. d. #ermano Pedro de +apia, le contestó %arbaal con su acostumbrado sarcasmo, pues que éramos tan grandes amigos, NPor qué pec2steis contra la amistad y no me disteis aviso para que nos huyéramos untos >n mercader, que se queaba de haber sido arruinado por don $rancisco, empezó a insultarloQ NF de qué suma le soy deudor Q Iien montar2 a veinte mil ducados. e. %arbaal se casó con do!a %atalina *eyton que era una dama portuguesa, y la 6nica muer que alg6n dominio eerc"a sobre el Demonio de los &ndes. 7in embargo, no la trataba con grandes miramientosU pues habiendo en &requipa, convidado a comer a varios de sus amigos, estos se ecedieron en la bebida y, al ver los ca"dos bao la mesa, eclamó do!a %atalina- Q 08uay del Per61 0F
cu2l est2n los que lo gobiernan1 32s %arbaal ataó la murmuración de su querida, diciéndola con aspereza- Q %2llate, viea ruin, y déalos dormir el vino por un par de horitas que en disip2ndoseles la embriaguez, el que, menos de ellos es capaz de gobernar no digo el Per6, sino medio mundo.
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ADDE/DA @Re!u4en de Anécdota! de #ranci!co Car$a%a& en cada una de &a! Tradicione! 5ue co4one E& De4onio de &o! Ande! 1. LOS TRES ,OTIVOS DEL OIDOR $rancisco de %arbaal previno caritativamente a los vecinos de *ima que estaba resuelto a seguir ahorcando próimos y saquear la ciudad, si est2 no aceptaba por gobernador del Per6 a 8onzalo Pizarro, quien, con el grueso de su eército, se encontraba esperando la respuesta a dos leguas del camino. F el maestre de campo enderezó a casa del oidor, y sin andarse con dibuos de escolar, pidió para su ahiado la mano de la ni!a. El pobre Z2rate se vio comido de gusanos, balbuceó mil ecusas y terminó d2ndose a partido. Pero cuando el notario le eigió que suscribiese el consentimiento, lanzó el buen vieo un suspiro, cogió la pluma de ganso y escribió- %onste por esta se!al de la [ que consiento por tres motivos- por miedo, por miedo y por miedo. &s" llegó a hacerse proverbial en *ima esta frase- *os tres motivos del oidor, frase que hemos recogido de boca de muchos vieos, y que vale tanto como aquella de las noventa y nueve razones que alegaba el artillero para no haber hecho una salva- =razón primera, no tener pólvora4, gu2rdese en el pecho las noventa y ocho restantes.
". EL E SE AO8 E/ POCA A8A Dicen los fatalistas que la que est2 de condenarse, desde chiquita no rezaU que a cerdo que es para boca de lobo, no hay 7an &ntón que lo guarde, y que el que nació para ahogarse, pierde el resuello en un charco de ranas. &l ir a cometer un crimen y eclama- =3adre y se!ora m"a del %armen, que me salga bien dada esta pu!alada, y te ofrezco un cirio de a libra para tu altar4. 8ómez Pérez, otro de los conurados, dio un rodeo para no meter los pies en un charco de agua, formado por la ligera lluvia o gar6a con que el invierno se manifiesta en *ima, y Rada lo apostrofó con estas palabrasQ%argado de hierro, cargado de miedo. 0:amos a ba!arnos en sangre, y vuesa merced est2 huyendo de moarse los pies1 &ndad y volveos, que no serv"s para el caso. 8ómez Pérez fue un p"caro de encargo, d"scolo, fanfarrón y gallina, y que anduvo siempre m2s torcido que conciencia de escribano. &s" lo pintan los historiadores. Pero es preciso convenir en que a veces Dios est2 con humor de gora, porque oye hasta la plegaria de los p"caros. =&lzó %arbaal los manteles del altar mayor, que era hueco, y vio a un infeliz soldado, Rodrigo /6!ez, que también andaba fugitivo. 3as como no era 8arcilaso, que era el que %arbaal ten"a empe!o en prender, soltó los manteles diciendo en alta voz- =/o est2 aqu" el que buscamos4. En pos de él llegó Porras, y mostr2ndose muy diligente, alzó los manteles y descubrió al que ya %arbaal hab"a perdonado, y dio- =&qu" hay uno de los traidores4. & %arbaal le pesó de que lo descubriese, y dio con mal gesto- =Fa yo lo hab"a visto4. 3as como el pobre soldado fuese de los muy culpados contra 8onzalo, no pudo ecusarse %arbaal de ahorcarlo sac2ndolo confesado del convento. Pero Dios castigó pronto al denunciante. +res meses después salió Porras a desempe!ar una comisión en #uamanga. El caballo, que iba caluroso, cansado y sediento, se puso a beber en un charquito peque!o donde el mismo
Porras le guió para que bebiese, y habiendo bebido se deó caer en el charco y tomó una pierna a su amo debao, y acertó Porras a caer hacia la parte alta de donde ven"a el agua. /o pudo salir de debao \KTA] del caballo ni tuvo ma!a para que éste se levantara, y as" se estuvieron quedos hasta que se ahogó Porras con tan poca agua que no llegaba, con estar ca"do, ni al pescuezo del caballo. :inieron otros caminantes, levantaron al animal y enterraron al inete4. =0Eh1 /o hay que ahogarse en poca agua, como Vuan de Porras4, refr2n que era de uso constante en boca de %arbaal.
. SI TE DIERE/ O8AFAG /O PIDAS TORTA %rueldades aparte, es $rancisco de %arbaal una de las figuras históricas que m2s en gracia me ha ca"do. %omo en otra ocasión lo he relatado, nació %arbaal en R2gama aldea de &révaloH, y el autor de los 32rmoles parlantes dice, no sé con qué fundamento, que fue hio natural del terrible %ésar Iorgia, y por ende nieto del papa &leandro :). & comprobarse este dato, no habr2 ya por qué admirarse de la ferocidad de nuestro hombre, que en la sangre tra"a los instintos del tigre. *a raza no desmintió en él. +en"a el feo vicio de amar mucho el oro. Pero el hombre propone y Dios dispone. Iasta leer al Palentino o a cualquiera otro de los que sobre las guerras civiles de los conquistadores escribieron, para que se le ericen a uno los cabellos ante la sangre fr"a y el desparpao con que %arbaal cortaba pescuezos, no diré a hombres de guerra, que al fin en ellos es merma del oficio el morir de mala muerte, sino hasta a frailes y mueres. %arbaal era una especie de ogro, un tipo legendario, un hombre enigma. En nuestra historia colonial no hay figura que m2s cautive la fantas"a del poeta y del novelista. 8rande y peque!o, generoso y mezquino, noble y villano, fue %arbaal una contradicción viviente. %on sentimientos religiosos que no eran los de su siglo, con una palabra en la que bull"an el chiste travieso o el sarcasmo del hombre descre"do, con una crueldad que trae a la memoria los sanguinarios refinamientos de los \K@] tiranos de la Roma pagana, hay que admirar en él su abnegación y lealtad por el amigo y la energ"a de su esp"ritu. Ouedaba el 6ltimo de los prisioneros, que era un mancebo de veinte a!os. Por supuesto, que el pobrete, viendo que iban a pelarles las barbas a sus tres compa!eros, pon"a la suya en remoo. QPues s2bete, arrapiezo, que el se!or tu padre fue el mayor amigo que en mis mocedades tuve, y que algunas bromas corrimos untos en tiempo del
%ondestable. El ser hio de quien eres v2lete m2s que el ser devoto de alg6n santo para que el pescuezo no te huela a c2!amo. Pero condenada estrella alumbraba a *ope IetanzosU porque alentado \KK] con las muestras de cari!o que le dispensara D. $rancisco, no giró sobre sus talones, sino que permaneciendo como clavado en el sitio, se atrevió a decirQPues tanta merced me hace su se!or"a, quisiera que para que meor pueda llenar mi obligación, mande que se me devuelva mi caballo, siquiera para que pueda alzar los pies del suelo. /unca tal deseo formulara el infeliz. & %arbaal se le inyectaron los oos y murmuró con voz roncaQ0#ola1 0#ola1 NDanle hogaza y quiere torta Fa te lo dir2n de misas, bellaco. Eres como el abad de %ompostela, que se comió el cocido y a6n quiso la cazuela. F volviéndose al negro que cerca de él eerc"a funciones de verdugo, a!adióQ3ira, %aracciolo, ahórcame luego a este barbilindo, y sea de un 2rbol, y de manera que tenga los pies bien altos del suelo, todo cuanto él sea servido. *a cuerda lo har2 discreto. =3i comadre, mi comadre la alcaldesa, nunca en la suya, siempre en mi mesa, y cada a!o me endilga un ahiado. 0Oué compadre tan afortunado4
;. CO,IDA ACABADAG A,ISTAD TER,I/ADA %uando $rancisco de %arbaal entró en Piura ya estaba en libertad el prisionero, quien se encaminó a la posada de su vieo conmilitón para darle las gracias por el servicio que le merec"a. El maestre de campo lo estrechó entre sus brazos, manifestose muy contento de ver tras largos a!os a su camarada de cuartelU hicieron alegres reminiscencias de sus mocedades, y por fin, llegada la hora de comer, sent2ronse a la mesa en compa!"a del capell2n, dos oficiales y cuatro vecinos. /i #urtado ni %arbaal traeron para nada a cuento las contiendas del Per6. Iromearon y bebieron a sus anchas, colmando el maestre de agasaos a su comensal. *os dos vieos parec"an, en sus epansivas manifestaciones de afecto y de alegr"a, haberse desprendido de algunas canas. &quello s" era amistad, y la de 9restes y P"lades pura pampirolada. Q7r. $rancisco #urtado, yo he sido siempre amigo y servidor de vuestra merced, y como tal amigo, le mandé quitar prisiones y sacar de la c2rcel. \KG] $rancisco de %arbaal ha cumplido, pues, para con $rancisco #urtado las obligaciones de amigo y de camarada. &hora es menester que cumpla con lo que debo al servicio del gobernador mi se!or. N/o encuentra vuestra merced fundadas mis razones QVustas y muy ustas, colombro!o Qcontestó #urtado, imagin2ndose que el maestre de campo se propon"a con este pre2mbulo inclinarlo a cambiar de bandera, o por lo menos a que fuese neutral en la civil contienda. Q#uélgame Qcontinuó %arbaalQ de o"rlo de su boca, que as" desecho escr6pulos. :uestra merced se confiese como cristiano que es, y capell2n tiene al ladoU que yo, en su servicio, no puedo hacer ya m2s que mandarle dar garrote. Q%umpl" hasta el fin con el amigo, que buey vieo hace surco derecho. %omida acabada, amistad terminada.
:. EL SEHO DE / SA/TO VAR/ 3uy 3agn"fico D. 8onzalo Pizarro =Descreo en Dios si Dios no est2 con 8onzalo4, hab"a puesto pies en polvorosa y present2dose a *a 8asca. Para impedir que la desmoralización cundiera como aceite en pa!izuelo, creyó $rancisco de %arbaal oportuno dictar medidas terror"ficas. Pena de la vida al soldado que sin su permiso enfrenase el caballoU pena de la vida al que vagase por los arrabales de la ciudadU pena de la vida al que murmurase de sus efesU y, en una palabra, los pizarristas no ganaban para sustos, pues menudeaban las ordenanzas que les pon"an la gora en peligro de intimar relaciones con la cuerda de c2!amo. 7r. 3art"n Prado trasciende a felón y teedor. *a palabra teedor, que después se ha generalizado aplic2ndola a los que no uegan limpio en pol"tica, era de uso en boca de %arbaal cuando hablaba de aquellos que, en esa guerra civil, hu"an de comprometerse, pensando sólo en la manera de quedar bien con el que resultase vencedor, ora fuese 7an 3iguel, ora el demonio. %onste as" para que nadie, ni la Real &cademia de la *engua, dispute a %arbaal el derecho de propiedad sobre la palabrita. Q7"game el buen mozo, y por el camino acabaremos el auste de cuentas, que muy limpias han de ser para que yo le otorgue saldo y finiquito. Fa veremos si vuestra merced es tinaa de agua para estarse serenando. Iueno va el canticio, se!or gal2n^ +eer amores ad6lteros o teer traiciones, todo es teer^, pero no hay tusQtus a perro vieo. &ndallo, andallo, que fui pollo y ya soy gallo. *legados al sitio donde se encontraban amarrados a un tronco los cuatro prófugos, dio %arbaal al verdugo-
Q%uélgame de ese 2rbol a estos p"caros, y en concluyendo con ellos, har2s la misma obra con este hidalgo, ahorc2ndolo en la rama m2s alta, que alg6n privilegio ha de tener el alférez sobre los soldados. Rece un credo, que para los pocos pecados que tendr2 en la alfora, yo los tomo por mi cuenta, cierto de que no a!adir2n gran peso al bagae de los m"os, 0Ea1 &cabemos y sepa morir como hombreU que de muerzuelas es, y no de barbados, eso de andar haciendo ascos a la muerte. %onmigo no vale dar puntada sobre puntada como sastre en v"spera de pascua. Q7r. &lonso _lvarez, roguemos a Dios muy de corazón que se contente con la migaita que acabo de ofrecerle. En seguida %arbaal tendió su capa, que era de pa!o veintidoseno de 7egovia, al pie del 2rbol donde se balanceaban los cinco ahorcados, y acostose sobre ella, murmurandoQ0Iuen madrugón me he dado1 Pues, se!or, a gentil sombra estoy para echar un sue!o. Iostezó, hizo la cruz sobre el bostezo y se quedó dormido con el sue!o de un bienaventurado que no trae sobre la conciencia ni el remordimiento de haber dado muerte a una pulga.
. LOS POSTRES DEL #EST?/ =& la vuelta lo venden tinto, voltear casaca y traicionar a su caudillo4. &ll" estaba también el capit2n &lonso de %2ceres 0gran traidor1H, quien besando a Pizarro en un carrillo lo dio- =09h pr"ncipe del mundo1 03aldito el que te niegue hasta la muerte14. 8asca promet"a amplio perdón a 8onzalo y sus secuaces. $rancisco de %arbaal, viendo el general embarazo, dioQPues todos callan, seré yo el que ponga el pa!o al p6lpito y lleve el gato al agua. Paréceme, se!ores, que esas bulas son buenas y baratas, y que vienen pre!adas de indulgencias, y que las debe tomar el gobernador mi se!or, y ech2rnoslas nosotros encima, y traerlas al cuello a guisa de reliquias. Por las bulas estoy y... he dicho. %ruz y cuadro. 3ir2ronse unos a otros los de la unta, maravillados de o"r tan pac"ficos conceptos en boca del Demonio de los &ndes, que, por esta vez, habló con sinceridad, y sobre todo muy razonablemente. Pero luego, report2ndose, continuó con su habitual tono de burlaQ3eor es tomarlo a risa. #e dado mi parecer y voto, sin encontrar sacrist2n de amén que conmigo sea. Pero no tomaré las bulas, as" me prediquen frailes descalzos, si todos mis amigos no las toman. Por lo dem2s, soy la 6ltima palabra del credo, y tan buen palmo de pescuezo tengo yo para el cabestro como el se!or licenciado. 7iga el carro por el pedregal y venga lo que viniere. %ruz y cuadro. #e dicho. F se puso a canturrear esta tonadilla=Iien haya la ni!a, pues la van a ver dos paternidades y un vuesa merced4. *as libaciones menudeaban y el banquete crec"a en animación. +odos brindaban por las glorias futuras de 8onzalo Pizarro, su caudillo, su amigo.
F casi todos los que brindaban iban muy pronto a ser desleales con el amigo, traidores con el caudillo. 7i 7ha(espeare hubiera o"do aquellos brindis, habr"a repetido indignado su famoso apóstrofe- 0'ords1 0'ords1 0'ords1 Q>n cuarto de hora después regresaba %arbaal al comedor trayendo una gran fuente cubierta, la que colocó en el centro de la mesa, diciendo & la sazón llegan los postres. Destape vuesa merced. 3art"n de Robles levantó la tapa de la fuente, y todos, menos 8onzalo, lanzaron un grito de horror. &ll" estaba sangrienta, casi palpitante, la cabeza del capit2n Diego +inoco.
2. LAS ECAS Y POR ACER &ndaba $rancisco de %arbaal en persecución del capit2n Diego %entono y cogiendo prisioneros a los rezagados que éste, en su precipitada fuga hacia Ouilca, iba deando. >na ma!ana traéronle sus eploradores dos de los soldados de %enteno. Era el uno hombre de marcial y noble aspectoU y el otro, reverso de la medalla, mellado de un oo y lisiado de una pierna, parec"ase a 7ancho Panza en lo ruin de la figura. Q8u2rdeme, Dios, 7e!or %arbaal, de una felon"a, y no me dice la conciencia que la haya cometido para merecer la muerte a que vuese!or"a me condena. En estas guerras de espa!oles contra espa!oles empecé sirviendo al rey, sin cambiar nunca de bandera. Q Entiendo Qcontestó %arbaal con su acostumbrada iron"aQ que vuesa merced quiere dear a sus herederos una eecutoria limpia, y sepa que lo ahorco por hacerle favorU pues siendo vuesa merced tan leal servidor de su maestad, el rey habr2 de reconocerlo as" y premiar2 en los hios el mérito del padre. Deseng2!ese que, muriendo, hace buena obra en provecho de los suyos y que de agradecérsela han. %onque as", siga a este hombre, rece un credo cimarrón y déese matar sin hacer ascos. Q&gudo eres, bribón, y eso te salva, que siempre gusté de hombres despiertos. +ómote a mi servicio para que cures las caballer"as de mi escuadrón, y ten presente que te perdono las hechas y por hacer. Q:engo en ello, que vuese!or"a me cautiva con su generosidad perdon2ndome las hechas y por hacer Qrecalcó el homólogo de 7ancho. Perdida, pues, por %enteno la batalla, cayó nuevamente prisionero el albéitar %osme #urtado. %uando lo llevaron a presencia de %arbaal, éste lo cogió de una orea diciéndole- \KS@] Q0#ola, p"caro1 #oy te ahorco.
Q/o puede ser, 7e!or Don $rancisco, que vuese!or"a es hombre de palabra y empe!ada la tiene para dearme con vida Qcontestó con desparpao el prisionero. Q03ientes por mitad de la barba, belitre1 Q7ean ueces estos caballeros. :uese!or"a me dio un d"a en p6blico, y testificarlo han m2s de ciento, que me perdonaba las hechas y por hacer. &hora, si vuese!or"a quiere olvidarlo, ahórqueme enhorabuena, que mala ser2 para su fama, sobre la que echar2 el feo borrón de no haber honrado su palabra. F el Demonio de los &ndes, recelando que #urtado tuviera en el estuche otras por hacer, lo puso en libertad, permitiéndole que fuera a reunirse con los realistas que, al mando del licenciado *a 8asca, se aproimaban ya a &ndahuailas. *os espa!oles de aquellos tiempos, por depravados y descre"dos que fuesen, llevaban hasta la eageración el cumplimiento de la palabra empe!ada. Por esto se inventó, tal vez, el refr2n que dice- =&l toro por las astas y al hombre por la palabra4.
<. ,ALDICI/ DE ,ER Pacificado, en apariencia, el Per6 con la muerte de &lmagro el 3ozo, encomendó :aca de %astro a los capitanes Diego de Roas, $elipe 8utiérrez y /icol2s de #eredia la conquista de +ucum2n y 7alta. Doscientos soldados se alistaron entusiastas para acometer esta arriesgada empresa, que duró m2s de tres a!os y en la que los epedicionarios tuvieron que sostener muy sangrientas batallas con los indios y pasar hambre, miseria y peligros sin cuento. *a historia conoce con el nombre de los de la Entrada a estos bravos soldados, calificando de heroicos su valor y sufrimientos. F no sólo ellos sino hasta sus mueres realizaron verdaderas haza!as, que por tales tomamos las que escriben los cronistas de *eonor de 8uzm2n, esposa del alférez #ernando %armonaU de %lara Enciso, compa!era de $ernando 8utiérrez, y de 3ariQ *ópez, la querida entonces y muer m2s tarde de Iernardino de Ialboa. 9casión hubo en que, mientras los hombres andaban diseminados buscando v"veres, las mueres defendieron el campamento batiéndose vigorosamente con los indios. $ue en esta campa!a, prodigiosa por la rapidez de las marchas, donde %arbaal ostentó todas sus admirables dotes militares, conquist2ndose la reputación de gran capit2n. & fuerza de h2biles maniobras estratégicas, derrotó primero a %entenoU y poco después, en Pocona, territorio de 7anta %ruz de la 7ierra, tomó prisioneros a *ope de 3endoza y /icol2s de #eredia que, como todos los de la Entrada, se batieron bizarramente. 7in revelar pizca de enoo, le dioQN%u2l, D. $rancisco QOue venga %antillana y que lo ahorque sobre tablaU y no me diga el felón que ha menester confesarse, que de eso no se le dé nadaU que yo tomo por mi cuenta sus pecados, que son muchos y gordos. F un minuto después, el infeliz emprend"a viae a la eternidad.
%uando en Pocona lo presentaron herido y prisionero a *ope de 3endoza y a su segundo #eredia, d"oles %arbaalQ0#ola1 0#ola1 N%onque eran vuesas mercedes los malandrines que hab"an urado ahorcarme por su mano Pues ahora vamos a ver quién mata a quién. Q&lférez Iobadilla, venga ac2, si es servido, y mande dar garrote a este par de bellacos y que les corten la cabeza y tr2igamelas, que holgareme de verlas separadas del tronco. %umplida la sentencia, el mismo Dionisio de Iobadilla partió para &requipa conduciendo las dos cabezas, que deb"an ser puestas en la picota de la ciudad. Q3ientes, p"caro Qle interrumpió IobadillaQ, que cabezas de enemigos huelen a ambros"a. %uando dos a!os después, vencido el 3uy 3agn"fico 8onzalo Pizarro, cayó prisionero Dionisio de Iobadilla, mandó *a 8asca que le cortasen la cabeza y la colocasen en &requipa, en el mismo sitio que hab"a ocupado la de *ope de 3endoza, cuya memoria se honró con una gran misa f6nebre. *a verdad es que una maldición de muer es tan atroz como maldición de gitanoU pues no parece sino que las hias de Eva tuvieran, a veces, el privilegio de deletrear en el libro del porvenir.
J. / O,BRE I/,ORTAL :encidos por $rancisco %arbaal en Pocona, presentóse el terrible caudillo en la tienda donde estaban heridos nueve de los soldados de la Entrada y les dioQ&rreglen vuestras mercedes sus cuentas con la conciencia, que el herido, después de sano, habr2 de serme enemigo mayor. >sarcedes, los de la Entrada, gente sois de mucho br"o y de grandes humos, y debo andarme con tiento. Q&rreglen vuestras mercedes sus cuentas con la conciencia, que el herido, después de sano, habr2 de serme enemigo mayor. >sarcedes, los de la Entrada, gente sois de mucho br"o y de grandes humos, y debo andarme con tiento. &quellos heroicos soldados no desmintieron su reputación, y sin humillarse ni ehalar una quea iban entregando el cuello al verdugo. +ócole el turno al 6ltimo de ellos, que era Vuan 3orales de &bad, el cual ten"a la pierna derecha atravesada por una pelota de arcabuz. $uese que su corae hubiera desmayado al ver austiciados a sus ocho compa!eros, o que de suyo fuera mandria, enderezose como Dios le ayudó, y dio)nmediatamente %antillana le dio garrote, y de2ndole con la cuerda al cuello, arroó el cuerpo al r"o. Presumo que el verdugo ser"a novicio en la carreraU porque el austiciado, a quien arrastraba la corriente, volvió en s", y haciendo un esfuerzo desesperado, se arrancó la soga del pescuezo y logró pisar la orilla. Deparole su buena estrella que a pocos pasos estuviese la casa de Diego de Z6!iga el +alaverino, quien no sólo albergó y atendió a la curación del resucitado, sino que le alcanzó la gracia de %arbaal. Q0Ese hombre no tiene precio1 Qeclamó maravillado %arbaalQ. 0/o le matan balas, no lo da!a el garrote, no lo sofoca la cuerda ni lo ahoga el agua1 Perdonado est2, y d"gale vuestra merced que lo tomo a mi servicioU pero que, si
lo pillo m2s tarde en una felon"a, ya sabré encontrar forma de que muera a la de veras. Vuan 3orales se avino muy gozoso al cambio de casaca, y fue a %arbaal y sentó plaza en la compa!"a del capit2n %asta!eda. %arbaal se fió entonces en la muchacha, la tomó la barbilla y la dio sonriendoQ0/o eres mal bocado, grand"sima p"cara1 F sac2ndole a usticiar los alguaciles, salió una p.....róima, muy bellaca y muy sucia y con una cuchilladaza por la cara, dando gritos- =/o maten al 7r. $ulano y dénmelo por marido4. F en aquella tierra era ley que cuando una hembra de esa clase pidiese por marido a un condenado a muerte, no lo matasen si él quisiese casar con ellaU y a los gritos que daba la muer pararon los alguaciles, y dieron- =7r. $ulano, casaos con esta muer y no moriréis4. F él volvió la cabeza, y como la vio y conoció que era de las de cinturón dorado, y como él era hombre honrado y caballero y de tanta presunción, contestó a los alguaciles- =7e!ores, ande el asno, que no quiero tal muer4. &s" que, padre reverendo, el 7r. &lonso %amargo, vecino y regidor del %abildo y merecedor de emparentar con duquesa, ha de decir lo que dio aquel hombre honrado. Ello no tiene remedio y sin falta morir2, que ya otra vez perdonado lo hube. F t6, l2rgate, bribona, a pescar sin ca!a ni anzuelo, que anguila no te ha de faltar mientras te sobre desvergMenza. F %amargo y otros muchos fueron austiciados aquel d"a. Es popular en %huquisaca la creencia de que, ni aun hecho cuartos, murió Vuan 3oralesU pues en la noche de su suplicio desaparecieron sus restos. De aqu" saca el pueblo como consecuencia, que los cuartos volvieron a untarse, y que el cuerpo de este pobre diablo pasea de noche, embozado en una capa, por las calles de la ciudad.
1.AY CTADA Y 8AY DE LO E A? A/DABA 76plicas o empe!os no influ"an en su 2nimo para que perdonase al enemigo, salvo cuando ven"an acompa!ados de argumentos de peso, es decir, de limpios ducados o barrillas de metal. Q0#ola, seor teedor1 Qle dio D. $ranciscoQ. +eida tiene ya %antillana la cuerda con que ha de ahorcarle. Oue no venga el padre 32rquez y lo confiese. Q&ntes que con el capell2n, querr"a confesar con vuese!or"a. F acerc2ndose al o"do de %arbaal, le dio en voz muy baaQDoy dos mil pesos de oro por rescate de mi vida. N&comoda el trato D. $rancisco gui!ó un oo, en muestra de aceptación, y volviéndose a los capitanes que lo acompa!aban, eclamóQ0*oado sea el 7e!or, que ha inspirado a vuesa merced a tiempo para revelarme su secreto1 F, pues disfrutaba de privilegio de corona, vaya vuesa merced mucho con Dios, y esté seguro que, si somos contra el rey, no somos contra la )glesia. %on estas palabras se propuso %arbaal alear de los suyos la sospecha del positivo móvil de su inusitada clemencia. 0Iueno era él para guardar respetos a gente de iglesia, él que hab"a ahorcado en &yacucho al padre Pantaleón con el breviario al cuello1 `ste, interesado en rescatar su archivo, pagó a %arbaal mil quinientos ducados. *a soldadesca, que lo hab"a calificado de loco porque se apoderó de pergaminos y papeles vieos, tuvo que confesar que procedió con talento, pues nadie logró en el saco de \KSA] Roma provecho mayor que el obtenido por nuestro Demonio de los &ndes. *as monedas del cartulario sirviéronle para trasladarse a 3éico. %arbaal, que en el Per6 por lo menos nunca maneó los dados, encaminose paso entre paso al garito, y entrando de rondón, dioQVueguen y huelguen los caballeros y este se queda esa moneda, que uro cierto que es muy buena.
F puso la mano sobre el teuelo, que pesaba quinientos castellanos, a!adiendo alegrementeQ0&y cuitada1 F 0guay de lo que aqu" andaba1 0& las crines, corredor1 0&hora, por mi vida, que te va el recuero1 F %arbaal salió del garito canturreando muy alegre- =0&y, cuitada1 F 0guay de lo que aqu" andaba14 =Porque un beso me has dado gru!e tu madretoma, ni!a, tu beso, dila que calle4. En cuanto a Pero #ern2ndez, aquella misma noche tomó el camino del humo, temeroso de que a D. $rancisco se le antoara m2s tarde cobrar en su pescuezo el precio de los teuelos.
11. LA BO#ETADA PST,A Después de la batalla de )!aquito, anduvo *uis Perdomo de Palma, por dos a!os, a salto de mata y siempre en armas contra 8onzalo Pizarro. $rancisco de %arbaal era due!o de %huquisaca. *uis Perdomo, que viv"a oculto en un monte, a pocas leguas de la ciudad, p6sose de acuerdo con el alférez Ietanzos, de las tropas de D. $rancisco, para matar a éste el d"a de 7an 3iguel y levantar bandera por el rey. %omprometiéronse en el complot &lonso %amargo, regidor de la ciudad, Iernardino de Ialboa y muchos de los soldados de la Entrada. Q03aldita seas, mano que no has sabido defenderte1... F aquella mano sin vida fue a estrellarse en la meilla del traidor alférez Ietanzos. &lgunos d"as después el bravo y honrado capit2n *uis Perdomo de Palma fue seg6n lo relata el Palentino en su crónica de las guerras civiles de los conquistadoresH destrozado en el monte por los tigres.
1".EL ROBO DE LAS CALAVERAS Por los a!os de @JTJ no ten"a la plaza 3ayor de *ima, no digo la luosa fuente que hoy la embellece, pero ni siquiera el pilancón que mandara construir el virrey +oledo. En cambio, luc"an en ella obetos cuya contemplación erizaba de miedo los bigotes al hombre de m2s corae. $rente al calleón de Petateros alz2base un poste, al etremo del cual se ve"an tres aulas de gruesos alambres. El poste se conoc"a con los nombres de rollo o picota. Vunto al rollo se ostentaba sombr"a la ene de palo. %ada una de las aulas encerraba una cabeza humana. Eran tres cabezas cortadas por mano del verdugo y colocadas en la picota para infamar la memoria de los que un d"a las llevaran sobre los hombros. Purgaban su delito hasta m2s all2 de la muerte. Esas cabezas eran las de 89/Z&*9 P)Z&RR9, el 3uy 3agn"fico. $R&/%)7%9 DE %&RI&V&*, el Demonio de los &ndes. $R&/%)7%9 #ER/_/DEZ 8)R/, el 8eneroso. *a usticia del rey se mostraba tremenda e implacable. Esas cabezas en la picota manten"an a raya a los turbulentos conquistadores y eran a la vez una amenaza contra el pueblo conquistado. 8onzalo Pizarro y seis a!os después $rancisco #ern2ndez 8irón acaudillaron la rebeld"a, cediendo a las instancias de la muchedumbre. 7u causa, bien eaminada, fue como la de los comuneros en %astilla. 7i éstos lucharon por fueros y libertades, aquéllos combatieron por la conservación de logros y privilegios. :olviendo a la plaza 3ayor y a sus patibularios ornamentos, digo que era cosa de necesitarse la cruz y los ciriales para dar un paseo por ella, cerrada la
noche, en esos tiempos en que no hab"a otro alumbrado p6blico que el de las estrellas. /o era, pues, etra!o que de aquellas cabezas contase el pueblo maravillas. >na viea trotaconventos y tenida en reputación de facedora de milagros, curó a un paral"tico haciéndolo beber una pócima aderezada con pelos de la barba de 8onzalo. 9tra que tal, ah"ta de a!os y con ribetes de brua y rufiana, vio una legión de diablos bailando alrededor de la picota y empe!ados en llevarse al infierno la cabeza de %arbaalU y a!ad"a la muy marrullera que si los malditos no lograron su empresa fue por estorb2rselo las cruces de los alambres.
E7+& E7 *& %&IEZ& DE* +)R&/9 $R&/%)7%9 DE %&RI&V&* Q#emos hecho un pan como unas hostiasU pero todo se remedia con que volvamos a la faena. F pues Dios ha permitido que por la obscuridad me enga!e en la elección, la manera de acertar es que deemos el rollo limpio de calaverasU y andar andillo, que la cosa no es para deada para ma!ana, y si me han de ahorcar por una, que me ahorquen por las tres. F amo y criado enderezaron hacia la Plaza. F con igual fortuna, pues la noche era obscur"sima y propicia la hora, descolgaron las otras dos aulas. &l d"a siguiente *ima fue toda corrillos y comentarios. F el gobierno echó bando sobre bando para castigar al ladrón. El hecho es que el gobierno se quedó por entonces a obscuras, y tuvo que repetir lo que dec"an las vieas- =que el demonio hab"a cargado con lo suyo y llev2dose al infierno las calaveras4. 8ómez de %h2vez, asociado a un santo sacerdote de la orden ser2fica, enterró las tres cabezas en la iglesia de 7an $rancisco.