El culto a los ancestros entre los antiguos mayas
EL CULTO A LOS ANCESTROS ENTRE LOS ANTIGUOS MAYAS: CAMBIOS Y CONTINUIDADES Roberto Romero Sandoval Centro de Estudios Mayas, iifl, unam
Ahora mi cabeza ya no tiene nada encima, no es más que una calavera despojada de la carne. Así es la cabeza de los grandes príncipes, la carne es lo único que le da una hermosa apariencia. [Pero] su condición no se pierde cuando se van, sino se hereda; no se extingue ni desaparece la imagen del Señor, del hombre sabio o del orador, sino que la dejan a sus hijas y a los hijos que engendran.
Popol Vuh
Introducción El culto a los ancestros es práctica común en varias religiones del mun do y está basado en la creencia de que los miembros muertos de la fami lia tienen una nueva existencia, se interesan por los asuntos del grupo y poseen la habilidad para influir en la suerte de los vivos. En China, el culto a los ancestros recibe el nombre de piedad filial, su función social radica en cultivar ciertos valores, como la lealtad a la familia y la conti nuidad del linaje (Botton, 1998: 126). Entre los antiguos mayas también encontramos este culto con sus propias particularidades. En Palenque, gracias a la construcción y al descubrimiento de la enorme cripta funeraria de K’inich Janaab’ Pakal en el interior del Templo de las Inscripciones, sabemos que, al morir, el gobernante fue representado como el dios del maíz en la lápida que cubre su cripta, lo que demuestra el propósito de divinizarlo; además, 79
Continuidad, cambios y rupturas en la religión maya
el sarcófago fue decorado con imágenes de sus antepasados, lo que re salta la importancia de la continuidad del linaje en la sociedad maya; el psicoducto que se construyó al pie de la tumba y que sube por cada uno de los pisos, en forma de serpiente, nos indica la creencia de que, aun muerto, Pakal interviene en los asuntos de su pueblo (figuras 1a y 1b).
Figuras 1a y 1b. Trabajos de exploración en la tumba del Templo de las Inscripciones por Alberto Ruz, 1952. Fototeca del Centro de Estudios Mayas, iifl, unam.
Además de estas grandes tumbas, los llamados entierros secundarios son otro ejemplo del culto a los ancestros, pues existe evidencia arqueo lógica de que los restos mortuorios son removidos de su lugar original, limpiados y vueltos a recubrir de cinabrio. 80
El culto a los ancestros entre los antiguos mayas
Entre cráneos, huesos y poder En el arte maya es posible encontrar gran variedad de imágenes que revelan el culto a los ancestros, como escenas donde aparecen los an tepasados dialogando ante una gesta heroica o donde las mujeres de la nobleza los invocan entre cráneos y huesos. En este orden de ideas, ana lizaré algunas imágenes del período Clásico en sitios como Palenque, Yaxchilán, Tikal y Copán. Para ello realizaré comparaciones con otras regiones de Mesoamérica, así como con diversas religiones del mun do. Además, considero que en la actualidad es posible encontrar cierta continuidad en la forma en que se concibe a los antepasados entre los grupos mayas contemporáneos. En primer término quiero analizar iconográficamente la estela de San Francisco (figura 2), en la que aparece la señora Ix Mutal Ajaw ataviada como gobernante. Ostenta como símbolos de poder la barra ceremo nial, un tocado de plumas decorado con la máscara del dios K’awiil y el faldellín del dios del maíz. Quiero destacar que la barra tiene forma de hueso y está decorada con ojos de muerte y bandas cruzadas. Con sidero que el hueso representa un fémur de ser humano. Si tenemos en cuenta que en el ámbito universal el hueso es símbolo de firmeza, fuerza y origen (Chevalier y Gheerbrant, 2007: 579), me atrevo a proponer que algunas barras ceremoniales representan simbólicamente los restos sagrados de los antepasados. Si bien entre los antiguos mayas no se ha encontrado un mito que hable sobre la creación del hombre actual a través de huesos de antepa sados, considero que es posible conjeturar la existencia de uno similar al que se menciona en la Leyenda de los soles, de los antiguos nahuas, pues en él se refiere que, para crear al hombre actual, Quetzalcóatl tuvo que descender al inframundo en busca de los huesos de los antepasados, y con sangre que extrajo de su miembro viril les dio vida (Mitos e historias de los antiguos nahuas, 2002: 177-181). Por tanto, las barras poseen una doble función simbólica: por un lado, actúan como símbolos de poder y, por el otro, funcionan como vasos comunicantes con los ancestros, pues del fémur surge una enorme serpiente de donde emerge el dios K’awiil, deidad ampliamente rela cionada con la sangre ilustre de los gobernantes, los antepasados que residen en el inframundo, el maíz y la fertilidad. 81
Continuidad, cambios y rupturas en la religión maya
Figura 2. Estela de San Francisco. Glifoteca del Centro de Estudios Mayas, iifl, unam.
En este mismo sentido, la barra ceremonial tiene un carácter divino y ancestral, porque representa el poder que proviene del inframundo y la continuidad del linaje de los gobernantes mayas. 82
El culto a los ancestros entre los antiguos mayas
Otro ejemplo de los huesos y su relación con el poder y el linaje lo tenemos en el Tablero del Palacio de Palenque (figura 3). Los personajes principales, K’inich K’an Joy Chitam II, Tz’akb’u Ajaw y K’inich Jana ab’ Pakal, están sentados sobre unos cojines con forma de huesos y ojos de la muerte. Imágenes que me permiten corroborar esta idea son las de una vasija del Petén central con escenas del inframundo,1 procedente de la Colección del Museo Popol Vuh de Guatemala (figura 4),2 pues tanto el jaguar como el ave Muan allí representados están sentados en un trono de huesos, y la imagen del trono del dios de muerte que aparecer en la pá gina 53a del Códice de Dresde. Dichos tronos son similares al del Tablero del Palacio (figura 5). Además, sabemos que Pakal y la señora Tz’akb’u están muertos y son invocados por su hijo, K’an Joy Chitam II, para estar presentes en la ceremonia de su entronización.3
Figura 3. Tablero del Palacio, Palenque. Dibujo: Linda Schele. 1 En el catálogo de Rents-Budet aparece con el número de clasificación MSO739 (1994: 272-3). 2 Para Mercedes de la Garza, la escena que fue pintada en esta vasija nos muestra una detallada descripción de un ritual chamánico (Ver el artículo de De la Garza en este mismo volumen). 3 Este fue un recurso muy utilizado por los mayas del período Clásico: los antepasa dos sirvieron como testigos en las ceremonias de entronización y designación del nuevo heredero (Fitzsimmons, 2003: 672).
83
Continuidad, cambios y rupturas en la religión maya
Figura 4. Vasija estilo códice, Museo Popol Vuh, Guatemala (Rents-Budet, 1994: 272-3).
Figura 5. Dios de la muerte, Códice de Dresde, p. 53a (Schele y Grube, 1997: 170).
84
El culto a los ancestros entre los antiguos mayas
Figura 6. Altar U, Copán (Robicsek, 1972: Plate 219).
Ahora bien, si analizamos detenidamente la escena, el personaje cen tral, K’inich K’an Joy Chitam II, se encuentra sentado en un trono bi céfalo con el rostro del dios Yopaat, especie de serpiente o ciempiés.4 Siguiendo a Mercedes de la Garza (1998: 125-128) respecto al simbolis mo de la serpiente, el ofidio bicéfalo puede representar la armonía de los contrarios y, en este caso, K’an Joy Chitam reúne en sí las energías de vida y de muerte, encarna la totalidad del cosmos. En cambio, su ma dre, la señora Tz’akb’u Ajaw, quien ocupa un trono con la cabeza de una serpiente, simboliza la energía vital que proporciona vida y movimiento al cosmos, además de continuidad, porque le entrega el bulto sagrado. Mientras que su padre, Janaab’ Pakal, sentado en un trono con rostro de jaguar, le ofrece simbólicamente los atributos de fuerza y valentía que le confiere el felino, a la vez que personifica la parte femenina, oscura y fértil del inframundo. Existen otros ejemplos en el arte maya, como el Altar U de Copán (figura 6), de imágenes de tronos con forma de h uesos y ojos de muerte. De acuerdo con Martin y Grube, “en el arte maya, los ciempiés se parecen mucho a una serpiente esquelética con dientes de conejo, y están retratados bajo formas fantásti cas propias de su rango sobrenatural. Eran asociados con la muerte y la descomposición y son vistos como intermediarios con el inframundo. De hecho, muchas de las llamadas ‘visiones de serpientes’ (de las cuales los dioses y los muertos ancestrales salen vomita dos) en realidad se tratan de estos míticos miriápodos” (2002: 179). 4
85
Continuidad, cambios y rupturas en la religión maya
Sobre la montaña sagrada se esculpió un trono de huesos similar al de Palenque y al de las vasijas. Al respecto quiero destacar que existen otras imágenes del Witz-Nal, la montaña sagrada del maíz, en donde se encuentra parado el gobernante, como es el caso de K’inich Kan B’alam, en el tablero del Templo de la Cruz Foliada (figura 7), y Yajaw Chan Muwaan, en la Estela I de Bonampak (figura 8); probablemente lo que los mayas quieren señalar con esta alegoría es que los ancestros del gobernante sirven de intermediarios con los dioses, para conferirle al rey la prosperidad de su pueblo. Y al igual que sucede en otras reli giones, la comunicación directa que el soberano tiene con sus ancestros, a través de sacrificios, plegarias y adivinación, garantiza su legitimidad y le otorga el poder político. Pero, así como el rey depende de sus ances tros, éstos también dependen de los sacrificios y de las ofrendas de los reyes (Botton, 1998: 127)
Figura 7. Detalle del Tablero del Templo de la Cruz Foliada. Dibujo: Linda Schele.
En la iconografía de Yaxchilán también encontramos otros ejemplos del culto a los ancestros, baste citar el Dintel 26 (figura 9), donde aparece 86
El culto a los ancestros entre los antiguos mayas
Figura 8. Detalle de la Estela 1 de Bonampak. Dibujo: Linda Schele.
Figura 9. Estela 26 de Yaxchilán. Fotografía: Justin Kerr (Laughton, 1998: 133).
87
Continuidad, cambios y rupturas en la religión maya
la señora K’ab’al Xook, quien en la mano derecha sostiene una vasija con instrumentos para autosacrificio, y en la izquierda, la serpiente de los rituales. A sus pies vemos un plato con papeles, cuerdas y punzones de donde surge una enorme serpiente, de cuyas fauces emerge un ante pasado en actitud bélica, con máscara de Tláloc. De esta imagen quiero destacar el cráneo que se encuentra cerca de la mano izquierda de la señora Xook,5 pues propongo que, a través de él, se ruega a los antepa sados que se conceda éxito para la batalla; además es posible asociar el cráneo con el fundador de la dinastía: Yopaat B’alam I. Un dato que me permite proponer esto es que la calavera lleva como orejera el glifo Kan, que ha sido traducido como “amarillo”, “precioso”; además, este cráneo aparece representado en una vasijas “matada” en el entierro 81 de Tikal (figura 10), protegiendo el rostro del difunto. Recordemos que, en el ám bito universal, conservar el cráneo de algún personaje principal significa poseer el recuerdo directo de él, es apropiarse de su fuerza vital y de sus efectos benéficos (Chevalier y Gheerbrant, 2007: 352-353).
Figura 10. Vasija “matada” del entierro 81 de Tikal. Cabe destacar que James Fitzsimmons llega a esta misma deducción: “en el Dintel 25 se puede observar un cráneo sobre el brazo de la señora K’ab’al Xook. Aquí parece que la señora está usando el cráneo –con los artefactos para derramar sangre– al con jurar al dios Aj K’ahk’ O’ Chaak” (2003: 676). Incluso este autor sugiere que en otros sitios, como Palenque y Copán, se tienen registros donde se detalla el uso de cráneos y huesos como reliquias (Ibidem). 5
88
El culto a los ancestros entre los antiguos mayas
Por otro lado, entre los mayas encontramos la permanencia del rito a las calaveras en varias comunidades. En el Popol Vuh, por ejemplo, se menciona que la cabeza de Hun-Hunahpú, después de haber sido decapitado, fue colocada en un árbol y prodigiosamente causó la preñez de la hija doncella de Cuchumaquic (1996: 58-59). En el drama del Rabinal Achí se alude a un cráneo que sería convertido en recipiente y luego decorado para mostrarlo a las gentes que llegaran a visitar y comerciar. Así, dice el texto, “mis hijos y vasallos dirán ‘he aquí la cabeza de nuestro antepasado, de nuestro padre’ ” (Tozzer, 1941: 120, nota 548). Y fray Diego de Landa menciona la costumbre que tenían los cocom de cortar las cabezas de los señores, hervirlas para quitarles el exceso de carne, cercenarlas a la altura de la coronilla y: A estas medias calaveras suplieron lo que les faltaba con cierto betún y les dieron la perfección muy al propio de cuyas eran, y las tenían con las esta tuas de las cenizas, todo lo cual tenían en los adoratorios de las casas, con sus ídolos, en muy gran reverencia y acatamiento, y todos los días de sus fiestas y regocijos les hacían ofrendas de sus comidas para que les faltase en la otra vida donde pensaban [que] sus almas descansaban y les aprove chaban sus dones (Landa, 1994: 136-7).
Con similar temática, la parte frontal de la Estela 35 de Yaxchilán re produce la siguiente escena: la señora Ik’ Cráneo invoca a sus ancestros a través de un rito sangriento (figura 11), seguramente traspasando su lengua con una cuerda, pues en una de su manos transporta una vasija con los instrumentos para el autosacrificio, y en la mano derecha sos tiene un cráneo, similar al de la imagen de la Señora Xook,6 de donde surge la serpiente de los rituales. La influencia que tienen los antepasados en los asuntos de la ciudad queda manifiesta en estas dos estelas de Yaxchilán. En la actualidad pervive este tipo de creencias y representaciones, aunque con algunas variantes. Tal es el caso del culto a las Santas Calaveras, que reporta Rubén E. Reina entre los itzaes de San José, Guatemala, en 1962. Se 6 De acuerdo con Martin y Grube, esta imagen “formó parte de un esfuerzo más amplio por parte de Pájaro Jaguar para levantar el rango de su madre de la oscuridad que experimentó en tiempos de su padre, e incluso creó otras escenas que la mostraban junto con Itzamnaaj B’alam” (2002: 129).
89
Continuidad, cambios y rupturas en la religión maya
trata de tres calaveras humanas que son objeto de culto y se resguar dan en un altar de la iglesia católica del pueblo (figura 12). De acuerdo con este autor, dicho rito nos habla de la continuidad de una antigua práctica que sufrió “cambios dramáticos” a partir de la llegada de los españoles (Reina, 1962: 21).
Figura 11. Estela 35 de Yaxchilán. Dibujo: Linda Schele. Glifoteca del Centro de Estudios Mayas, iifl, unam.
90
El culto a los ancestros entre los antiguos mayas
Figura 12. Culto a las Tres Calaveras. San José, Petén. Foto: José Alejos García.
Un informante del investigador le comentó que estas tres calaveras eran personajes espirituales de tiempos antiguos. Mi abuelo –dice el in formante– me dijo que le habían contado que eran hombres importantes. Son más importantes que los santos, porque éstos están hechos de made ra, mientras que las calaveras fueron seres humanos y han estado vivas. Son de puro hueso, igual que las nuestras (Reina, 1962: 32).
Por su parte, José Alejos refiere que actualmente “estas calaveras re ciben un importante culto a lo largo del año. Los lugareños acuden a ellas para pedir por la curación o la salvación de la vida, propia o de otro ser querido” (2010: 250). 91
Continuidad, cambios y rupturas en la religión maya
Yaxchilán es particularmente rico en escenas que conmemoran el cul to a los ancestros; una muestra es la Estela 11 (figura 13), donde vemos a Pájaro-Jaguar IV con una máscara del dios Chaahk, de pie, sobre tres prisioneros arrodillados, mientras que sus padres, ya muertos, aparecen dialogando en la parte superior, en una escena alegórica, lo que nos indica que ellos también participaron del éxito de la batalla.
Figura 13. Estela 11 de Yaxchilán. Dibujo: Linda Schele. Glifoteca del Centro de Estudios Mayas, iifl, unam.
92
El culto a los ancestros entre los antiguos mayas
El ritual de Butz’ Chan o el raspado de huesos De acuerdo con las investigaciones arqueológicas, iconográficas y epi gráficas, sabemos que los antiguos mayas realizaron diversos rituales en torno a la muerte, como exhumar el cadáver, limpiar los huesos de los antepasados y colocarles cinabrio, tal como se muestra en la imagen del Altar 5 de Tikal (figura 14), donde aparecen el gobernante Jasaw Chan K’awiil y un señor de Maasal,7 llamado Sak Chan Wayas, exhumando los restos de la señora Tuun Kay Wak, en un 9.13.11.6.7 13 Manik 0 Xul (24 de mayo de 703 d.C.) (Eberl, 2005: 98).
Figura 14. Altar 5 de Tikal (Harrison, 1999: 139).
Por cierto, el texto no menciona el destino de los huesos de la seño ra Tuun Kay Wak después de la exhumación. Pero, dado el contexto, Eberl (2005: 110) propone que los restos fueron utilizados como bulto sagrado, tal como se observa en varias figurillas de Jaina, en donde el bulto aparece colocado sobre un trono o una litera. Markus Eberl (2005: 98) sugiere que Maasal estaba ubicado en la región de Calakmul. 7
93
Continuidad, cambios y rupturas en la religión maya
Un dato que vale la pena destacar del Altar 5 es que los dos perso najes llevan una serie de instrumentos con los que seguramente reali zaron la limpieza de los huesos o el ritual de Butz’ Chan, como se lee en las inscripciones: un cuchillo de pedernal y un excéntrico. Por cier to, los arqueólogos han encontrado este tipo de instrumentos, como el excéntrico localizado por Alberto Ruz en los escombros del Templo de las Inscripciones, en Palenque (Guillermo Bernal, comunicación per sonal), los excéntricos de pedernal del Escondite 57 de la Estructura O-13 de Piedras Negras (Houston, Escobedo y Child, 1999: 341), los 14 pedernales y obsidianas excéntricas reportados por Joel Palka, Héctor Escobedo y Oswaldo Chinchilla (1992: 136) en Dos Pilas, o las piezas encontradas por Ledyard Smith y William Coe: excéntricos, láminas incisas de obsidiana, conchas y otros objetos colocados en un paquete bajo la Estela 16 de Tikal (Fitzsimmons y Fash, 2003: 309). Además, este tipo de herramientas son idénticas a las que aparecen dibujadas en los vasos “tipo códice” con escenas del inframundo (fi gura 15). En estas imágenes vemos a varios seres del inframundo, como a un jaguar danzando entre lirios acuáticos, al dios de la muerte en una especie de procesión, llevando un excéntrico y una especie de bastón, y al dios Chaahk bailando con su hacha en la mano. A los pies de estos personajes se aprecia una serie de ofrendas: ojos, fémures, cabezas y manos, por lo que es posible pensar que ese tipo de herra mientas también fueron utilizadas para desmembrar a los cuerpos de las víctimas. Arqueológicamente se puede corroborar esta apreciación en los es condites con ofrendas reportados por Chase y Chase en Caracol, pues al interior de un par de platos unidos por los bordes se encontraron los restos de dedos humanos. Además, de acuerdo con los investigadores, los cilindros de mayor tamaño con tapa, modelados exteriormente en forma de apariencia humana, a pesar de encontrarse vacíos debieron contener órganos humanos. Tal vez esto explique por qué muchos pla tos procedentes de los entierros son decorados con fémures y ojos de la muerte (figura 16); es factible incluso pensar que algunos de ellos debieron contener este tipo de reliquias. Esta idea se ratifica con el hallazgo de dos cráneos que fueron colo cados en vasijas puestas labio a labio, como el que reportan los autores de la Relación de Uayma y Kantunikin de 1579 (Garza et al., 1983, II: 94
El culto a los ancestros entre los antiguos mayas
171), o bien los ejemplos citados por Thompson (1975: 224) y que, según él, se han podido localizar en varios sitios del área maya. Ahora bien, arqueológicamente, el ejemplo más claro con evidencias de raspado de huesos es el que reporta Robert Sharer dentro del Templo 16, en la estructura temprana denominada “Margarita”, en Copán; los restos correspondieron a los de una mujer que, aparentemente, al momen to de su muerte fue vestida como la diosa lunar. Un tratamiento similar parecen haber tenido los huesos del fundador de la dinastía K’inich Yax K’uk’ Mo’ (Fitzsimmons y Fash, 2003: 309-310). Sobre los instrumentos que utilizaron los mayas de Copán para el raspado de huesos llaman la atención los reportados por Robicsek (1972, foto 278), pues, por la for ma que presentan, hacen pensar que hubo varios modelos de excéntricos, tanto los usados para los huesos largos, como para los cortos (figura 17). En este sitio también se han encontrado evidencias arqueológicas de reocupación de tumbas, fenómeno que no es único para Copán, pues también se han documentado en sitios como Piedras Negras, Toniná y Caracol. Incluso Juan Pedro Laporte ha encontrado esta misma evi dencia en las Tierras Altas de Guatemala, en sitios como Kaminaljuyú, el Petén y la cuenca del río Montagua. De acuerdo con el investigador, “muchos de estos recintos muestran evidencia de haber sido reocupados en diversos momentos de inhumación, de modo que incluyen muchos entierros secundarios por el hecho de haber sido removidos en rituales de enterramiento posteriores” (Laporte, 2003: 107). Estos datos han sido corroborados por la epigrafía, pues Stuart (1998) ha encontrado en los textos mayas un ritual postenterramiento llamado naal umukil, “el fuego entra a su casa”, que alude a la quema de cinabrio cuando los restos reingresaban a las tumbas. Martin y Grube (2002: 126, 150) han encontrado referencias a este tipo de ritual en ciudades como Yaxchilán y Piedras Negras. Por ejem plo, en Yaxchilán, gracias al hallazgo realizado por Roberto García Mol de una inscripción en el interior del Templo 24, los epigrafistas hallaron la mención de la muerte de la Señora K’ab’al Xook en 749 d.C. y el ri tual de fuego. Con similar temática, localizaron un pasaje en el Tablero 3 de Piedras Negras, donde se indica que el Gobernante 7 ejecuta el naal umukil al Gobernante 4 en 782 d.C. Por otro lado, sabemos que algunos huesos fueron recubiertos de cinabrio, tal como observan Sharer y Traxler (2003: 155-156), en las 95
Continuidad, cambios y rupturas en la religión maya
Figura 15. Vasija con escena del inframundo (Robicsek, 1981: Vessel 30, page 25).
Figura 16. Vasija decorada con fémures y ojos de la muerte. Foto: Sebastian Matteo.
96
El culto a los ancestros entre los antiguos mayas
tumbas Hunal y Margarita, en Copán, quizá con la finalidad de renovar el culto a los ancestros. De acuerdo con De la Garza, esta costumbre de pintar los huesos con polvo rojo de cinabrio en entierros secundarios tiene un significado de renacimiento, ya que al color rojo se le relaciona con el Este, lugar por donde nace el sol, y estaríamos frente a un: “rito de magia simpatética para propiciar la vida en el más allá, o sea, la in mortalidad” (1998: 190). Al parecer, esta práctica de exhumación es ancestral, ya que en la actualidad los habitantes de Pomuch, Campeche, continúan llevándola a cabo, pues a los tres años de que ha muerto un pariente, desentierran los restos, los “bañan”, les colocan telas limpias y pintan su “casa” (tumba); además les depositan ofrendas de agua, veladoras y flores, lo que nos habla de cierta continuidad en las tradiciones míticas mayas (figura 18).
Figura 17. Excéntricos de Copán (Robicsek, 1972: Plate 278).
97
Continuidad, cambios y rupturas en la religión maya
Figura 18. Día de muertos en Pomuch, Campeche. Foto del autor.
98