Era sábado. Mi madre y yo nos habíamos ido de compras a la ciudad. Al llegar a la calle princi principal pal,, mi madre se dedicó dedicó a mi mirar rar los escaparates y yo, a aburrirme un poco, cuando, de repente, observé que Danielle venía hacia nosotras por la otra acera. Pero no nos había visto. ¡Humm…!, miré a mi madre, que, justo en ese momento, estaba ensimismada con un vestido. Intenté fijarme en el modelo para comprárselo por Navidades y, al mismo tiempo, miré por el rabillo del ojo a Danielle. Hasta la fecha mi madre y ella todavía no se habían encontrado. No se había dado e caso. Y, al recordar la forma en que, al princi principi pio, o, lo había evitado evitado Daniel Daniellle, pensé que quizás a ella no le interesara en absoluto.
A mi madre sí le habría interesado, yo estaba segura de eso, porque ya hacía tiempo que sentía mucha curiosidad por ella, pero se dominaba y esperaba que yo misma, en cualquier momento, acudiera a casa con Danielle. Volví a mirar hacia el otro lado de la calle. Estaba ante un gran escaparate y miraba los artículos expuestos. En cualquier momento se daría la vuelta y yo sólo tenía que dirigir a m madre en otra dirección, a la calle lateral que, sin embargo, estaba detrás de Danielle. ¿Es posibl posiblee que no nos vi viera era y se limi mitara tara a pasar de largo? En aquel momento Danielle se dio la vuelta y me miró. Sonreía. Mi madre también se volvió y quiso enseñarme algo que había en el escaparate. Yo estaba de pie entre ambas y no tenía ni la más mínima idea de lo que debía hacer. Al darse cuenta de que no estaba sola, por
un momento pareció que Danielle se iba a limitar a seguir su marcha como si no me hubiera visto. Dio un par de pasos en dirección contraria a la nuestra, pero luego cambió de idea. Cruzó el paso de peatones con pasos enérgicos y se dirigió a mí. Entre tanto mi madre se había dado cuenta de que yo no estaba siguiendo sus indicaciones y de que mi vista iba en otra dirección. Siguió mi mirada y se tropezó con Danielle. —Hola —Hola —dijo —dijo Daniel Daniellle, amable amable y sonriente. sonriente. Mi madre me miró y yo tuve que cumplir con aquel requerimiento que no se había pronunciado pronunciado de palabra. palabra. —Ésta es… Daniel Daniellle. —Hice —Hice la presentación, presentación, un tanto angusti angustiada ada y luego uego mi miré ré en la otra dirección—. Mi madre. Las dos mujeres se miraron de forma inquisitiva. Luego mi madre extendió la mano. —He oído hablar hablar mucho de usted —dijo. —dijo. Danielle estrechó su mano y la miró
profundamente a los ojos. ojos. —Ahora —Ahora ya sé de dónde ha sacado su hi hija ja el magnífico aspecto que tiene —dijo con un curioso timbre en la voz. Mi madre suspiró. —Oh, gracias racias —contestó, al alggo turbada, como nunca la había visto antes. Miré a Danielle y no me lo podía creer. ¡Estaba flirteando con mi madre! Sin embargo, aquello no duró mucho tiempo. —Tengo —Tengo que segui seguirr —dijo—. —dijo—. Que se diviertan con las compras. —Se volvió y siguió su marcha por donde habíamos venido mi madre y yo. Yo miré a mi madre y ella me miró a mí. —Es muy… encantadora —dijo —dijo mi madre, turbadísima. —Sí. También También lo pi pienso enso yo —respondí lentamente. Luego le hice un ruego a m madre—. Quédate aquí. Vuelvo enseguida. —
Y corrí detrás de Danielle. Cuando llegué hasta ella aferré su brazo con fuerza. —Daniel —Daniellle. Ella se dio la vuelta. —¿Qué sig signi nifi fica ca esto? Has estado fli flirteando con mi madre. Ella sonrió, con expresión indulgente y divertida. —Sí, ¿por qué no? Está cl claro aro que es una mujer muy atractiva. —Se inclinó hacia delante y me besó en la mejilla—. Igual que tú. Os parecéis mucho. Además, es muy oven, sólo un poco mayor que yo. —Rió a ver mi cara—. No tengas miedo. No voy a intentar seducirla. —Parecía divertirse mucho, como si no se lo pudiera tomar en serio. Yo la miré, boquiabierta. —¡Es heterosexual heterosexual!! Y además es mi madre protesté, enfadada. Danielle arrugó el entrecejo.
—Aunque —Aunque no te lo creas, yo también también tengo tengo una madre. —Sonrió de nuevo—. Anda, ve con ella, te estará esperando. Ya nos veremos luego. Dejé que se marchara porque me sentía demasiado perpleja como para retenerla. Además, habíamos quedado para esa misma tarde. Yo debía tener un poco de paciencia. Regresé junto a mi madre. —¿Has hablado hablado con Daniel Daniellle? —preguntó, —preguntó, frunciendo el entrecejo. —Sí —respondí, aún al alggo angusti angustiada—, ada—, era ella. —Es muy guapa —dijo —dijo mi madre—. Una mujer muy guapa. Impresionante, y elegante de pies a cabeza. —Es porque va vestida vestida de call calle —repli —repliqué . No siempre tiene ese aspecto. —Pero —P ero pi pienso enso que sí lo tendrá la mayoría de las veces —dijo mi madre—. Cuando actúe en representación de su empresa. —Me miró
y torció con fuerza la comisura de la boca—. o me extraña que te hayas enamorado de ella. Es muy… —titubeó con intención— … atractiva. Aquello resultaba bochornoso para mí. —Mamá —dije —dije con esfuerzo—, ¿podemos hablar de otra cosa? Ahora no puedo tocar ese tema. —Está bi bien. en. P ero me al aleg egro ro de haberla haberla conocido por fin. Hasta ahora siempre la habías mantenido oculta.
Cuando vi a Danielle aquella noche me sentía muy dispuesta a pedirle explicaciones, pero cuando empezó a besarme me di cuenta de que todo lo demás carecía de importancia. —Mi madre estaría encantada si vi vini nieras eras a
casa por Navidad —dije después—. Si no tienes familia... Danielle me miró por un momento, con aspecto pensativo. —No, creo que no —dijo —dijo más tarde—. Suelo ir a esquiar algunos días durante las avidades y este año voy a hacer lo mismo. —Es una pena —repuse. Todo se desmoronó a mi alrededor al pensar que pasaría unos días sin sin verla—. verla—. No sé esquiar esquiar y, además, quiero pasar la Nochebuena con m madre. Seguro que tú te irás antes. —Sí —empezó a decir decir, pero luego uego se interrumpió un momento—. Pero también me podría ir más tarde. tarde. —¿Más tarde? —repetí con una mi mirada rada esperanzada. —Sí, y así podrías venirte. venirte. ¡Me echaba de menos! Podría haber flotado