El carácter de tu hijo Cómo equiparlo para la vida Andrew Mullins
2
Título original: Parenting for Character Copyright © 2005 Andrew Mullins Cartoons by Cathy Wilcox © Ediciones Palabra, S.A. 2016 Paseo de la Castellana, 210 - 28046 MADRID (España) Telf.: (34) 91 350 77 20 — (34) 91 350 77 39 www.palabra.es
[email protected] © Traducción: Diego Pereda Diseño de cubierta: Raúl Ostos Diseño de ePub: Rodrigo Pérez Fernández ISBN: 978-84-9061-641-3
Todos los derechos reservados. No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor.
3
Índice Introducción Parte 1. La base de la educación Principios para educar a hijos con carácter 1. Crea un hogar unido 2. Establece hábitos afectivos con cada uno de tus hijos 3. Ten esperanzas elevadas, pero razonables 4. Guíalos con el ejemplo 5. Acostúmbralos a una comunicación padre-hijo estrecha 6. Controla las influencias que reciben 7. Deja a tus hijos que cometan errores 8. Que la honradez sea algo prioritario 9. Disfruta de la vida familiar 10. Convéncete de que corregir y querer no se oponen 11. Ten la determinación de forjar buenos hábitos en tu hijo o hija Reexamina tu forma de educar Parte 2. Los buenos hábitos, los ladrillos para construir el carácter Algo más que otra teoría sobre cómo educar Las conductas repetidas se convierten en una segunda naturaleza Somos la suma de los hábitos que establecemos Buenos hábitos y educación Las cuatro facultades, hábitos fundamentales para la felicidad 1. Sensatez de juicio 2. Responsabilidad 3. Autocontrol 4. Fortaleza Importancia de la dimensión espiritual Revisa los buenos hábitos de tu hijo Parte 3. Forjar buenos hábitos Educa a tus hijos para que tengan control sobre sus vidas 1. Establece rutinas y sé coherente 2. Delega, aunque se tarde más en terminar las tareas 3. Enséñales que los actos deben estar motivados por el amor 4. No dejes que se acumulen los malos hábitos 5. No pienses por tu hijo 6. Da ejemplo de las cualidades que quieres que tengan 7. Enséñales con claridad lo que está bien y lo que está mal 4
8. Ayúdales a forjar buenos hábitos desde pequeños 9. Haz que el fin del deporte sea la construcción del carácter 10. Muéstrales que las lecciones más difíciles son las mejores 11. No pierdas de vista la sinceridad y la generosidad: hábitos para la mente y el corazón 12. Enséñales a estar desprendidos de las cosas materiales 13. Céntrate en las causas y las consecuencias Parte 4. Educar adolescentes con fortaleza de carácter Comienza pronto Atiende a sus necesidades Rechaza la visión negativa sobre la adolescencia Reconoce su potencial Cómo educar adolescentes con fortaleza de carácter 1. Manifiesta tus valores más profundos 2. Muestra la felicidad que te procuran tus valores 3. Comprende que el primer cambio de los adolescentes es interior 4. Exígeles que piensen, no que hagan 5. Ayúdales a interiorizar el proceso de desarrollar buenos hábitos[41] 6. Busca nuevas formas de comunicarte 7. Enfréntate a los problemas 8. Explica las razones 9. No subestimes la influencia de sus amigos 10. Busca el refuerzo del colegio[44] 11. Busca mentores que cuenten con la confianza de tu hijo 12. Céntrate en la resiliencia 13. Prepara a tus hijos para las relaciones y la sexualidad 14. Dales cariño, cariño y más cariño 15. Enséñales a encontrar la paz frente a los retos más difíciles Reflexiones finales Bibliografía recomendada Notas
5
Para Sara, Teresa y Mayumi.
6
Introducción
«El buen carácter consiste en conocer el bien, desearlo y hacerlo… hábitos del intelecto, del corazón y de la acción». UNIVERSIDAD ESTATAL
7
DE
DR. THOMAS LICKONA NUEVA YORK (CORTLAND)
SI QUIERES QUE TU HIJO SEA FELIZ, FORJA EN ÉL BUENOS HÁBITOS El carácter equivale a buenos hábitos. Si eres sistemático y perseveras a la hora de forjar buenos hábitos en tu hijo a la hora de pensar y actuar, lograrás que sea un niño y un adulto feliz. Deberás tallarlos sobre la sólida roca del respeto, profundo y cariñoso, por los demás y con ellos tu hijo llegará a ser un adulto sano. La paternidad no es tanto preocuparse por el ahora como preparar a los niños para tomar el control sobre su propio futuro y para conectar con los demás, a través de relaciones duraderas. No olvides jamás que estás construyendo para la vida. Esta es la esencia de la educación del carácter. Una vez cubiertas las necesidades de alimentación, refugio y amor en la familia, la felicidad en la vida adulta viene determinada en gran parte por los hábitos positivos de nuestro carácter —optimismo, generosidad, honestidad, lealtad, autocontrol y claridad para enfrentarse a los problemas—. Según nuestra conducta y actitud habituales, las relaciones que establezcamos cuajarán o se marchitarán. La felicidad no depende de los sentimientos ni de lo que los demás hagan o dejen de hacer, así que pon todo de tu parte para educar a tus hijos de tal forma que no se dejen arrastrar por reacciones impulsivas —rabietas, atracones, dejadez, miedos incontrolables, resentimientos destructivos—, basadas en pasiones y emociones que solo les perjudican. Edúcales de tal forma que sus buenas intenciones no queden frustradas por una pereza arraigada. Edúcales desde sus primeros años, los de mayor formación, según una conciencia clara de lo que más les enriquecerá como personas, y con el valor de alejarse de todo aquello que les empequeñezca o les lleve a aprovecharse de los demás en su propio beneficio. Mi experiencia es que los padres y madres que se centran en estas prioridades, con paciencia y cariño, aportan a sus hijos algo de incalculable valor. El Talmud, una especie de guía clásica del judaísmo para la vida, lo resume así: «Lo único necesario es el carácter». Plutarco, el famoso historiador griego de la época romana, supo expresar con estas palabras lo esencial: «El carácter», escribió, «no es más que un hábito sólidamente establecido».
EL DON DEL CARÁCTER
8
«Al juzgar la talla de un atleta, o de cualquier otra persona, confío sobre todo en ciertas cualidades que considero esenciales, además de la habilidad. Son las que hacen que esa persona se conduzca en su vida con integridad, valor y, tal vez por encima de todo, con modestia. Estas virtudes son plenamente compatibles con el orgullo, la ambición y la competitividad».
DONALD BRADMAN (estrella australiana del cricket, 1908-2001)
HÁBITOS PARA LA FELICIDAD
Un niño necesita: Hábitos para juzgar rectamente, guiado por una comprensión acertada de lo que está bien o mal, y de lo que enriquece o degrada a una persona.
Resiliencia y fortaleza frente a las dificultades o a las personas de trato difícil.
Un profundo sentido de la responsabilidad hacia los demás, y unos hábitos desarrollados de generosidad, para ser capaz de establecer y mantener relaciones duraderas. Dominio de sí y autocontrol de forma habitual, que le dará una cierta independencia con respecto a sus debilidades interiores y sus malos hábitos.
9
Sentido común y valor para resistirse a las presiones externas, de los medios de comunicación o de sus iguales. Desarrollar los recursos precisos para ser un auténtico padre o madre cuando le llegue el momento.
CONSIGUE QUE SE COMPORTE BIEN POR LOS MOTIVOS CORRECTOS No es difícil hacer feliz a un niño, basta con llevarle a un McDonald’s o dejarle jugar con la PlayStation. Eso les hará felices (ahora), pero no es ese el fin de la educación. Es mucho más importante equipar a los menores a nuestro cuidado para que encuentren la felicidad cuando sean adultos. Existen dos ingredientes muy simples en el proceso de equipar a los niños para la vida adulta. Son principios universales; todos los grandes autores orientales, la literatura clásica y los libros religiosos más importantes señalan las cualidades atemporales de la buena educación: Los niños precisan de una comprensión nítida de lo que está bien, basada en un razonamiento claro y un profundo respeto hacia los demás; valores o conciencia, si prefieres ese término. Estos valores, a su vez, son el fundamento de unos hábitos de conducta responsable bien cimentados. Los padres han educado a sus hijos con éxito basándose en estos principios desde que Adán y Eva acertaron con Abel. La felicidad de los niños y —no lo olvidemos— también la de los padres ha girado siempre, en toda época y cultura, sobre unos hábitos sólidos motivados por el cariño. Un hábito necesita unos valores. Los hábitos en sí son insuficientes. Stalin y Gengis Kan tenían unos hábitos de acción bien desarrollados, pero muy poca conciencia… y los resultados fueron catastróficos. Las buenas intenciones tampoco bastan. Acuérdate de todas las veces que has retrasado el despertador, has contado una mentirijilla para salir del paso, has dejado que se amontonen los platos sucios o te has pasado comiendo. Nuestros valores nos remuerden recordándonos qué es lo mejor para nosotros; cuando no nos comportamos como quisiéramos, perdemos la paz interior y la felicidad. No confundamos los valores con los buenos hábitos. No son lo mismo. La educación del carácter no se consigue con cuentecillos amables ni con videos llenos de colores. Si los padres estáis centrados en construir buenos hábitos, veréis cómo, en vuestra propia familia, vuestro hijo o hija contará no solo con un corazón sabio y en paz, sino con la capacidad de actuar como quiere hacerlo en realidad. Tu meta como padre es consolidar estas habilidades para la vida —virtudes, por emplear un término que hoy en día acarrea excesivas connotaciones— en tu hijo, en el sentido más profundo. En este libro nos centraremos en construir esos buenos hábitos, esa conducta 10
habitual motivada por una actitud responsable y cariñosa hacia los demás.
ALGUNOS TESTIMONIOS SOBRE LA IMPORTANCIA DE DESARROLLAR BUENOS HÁBITOS
A lo largo de este libro se citan ideas de otras culturas, épocas y lugares, para demostrar la sabiduría universal que sustenta algunos principios educativos, y especialmente la importancia de cultivar una serie de fortalezas de carácter, buenos hábitos y virtudes.
«Guarda estos útiles consejos que te he dado, y reflexiona en tu corazón sobre ellos; cúmplelos y serás feliz».
Ani, escriba egipcio, aconsejando a su hijo que cultivase una determinada conducta, con honestidad, en buena compañía, siendo diligente, manteniéndose activo, rezando, evitando a las mujeres descaradas y preocupándose por su familia.
«Un joven debe respetar a sus padres en casa y ser fraterno con los demás cuando esté fuera. Debe ser discreto en las palabras, sincero en los compromisos y afectuoso con todos, mientras entra en confraternidad con los virtuosos. Si después de cumplirlo aún le quedan fuerzas, puede dedicarse al estudio de las letras».
CONFUCIO, 551-479 a. C.
«La vida es breve, así que consérvate sencillo, bueno, puro, grave, natural, amigo de la justicia, piadoso, benévolo, afectuoso, firme en el cumplimiento de tus deberes».
11
EMPERADOR MARCO AURELIO, 121-180 a. C.
«No hay verdad más firmemente establecida que la existencia en el curso de la naturaleza de una unión indisoluble entre la virtud y la felicidad».
GEORGE WASHINGTON, 1732-1826
«Todo aquel que ha buscado seriamente la verdad, anciano o moderno, pagano o cristiano, ha afirmado que la felicidad del hombre, así como su dignidad, se basan en la virtud».
JOHN ADAMS , 1735-1826
«El verdadero cristiano, fruto de una educación cristiana, es el hombre sobrenatural que piensa, juzga y actúa de forma constante y coherente de acuerdo con la recta razón, iluminada por la luz sobrenatural del ejemplo y las enseñanzas de Jesucristo; en otras palabras, por emplear un término actual, siendo un verdadero y cumplido hombre de carácter».
PAPA PÍO XI, 1857-1939
12
EVALÚA EL CARÁCTER DE TU HIJO No existe un número determinado de rasgos del carácter. Tomás de Aquino enumeró más de 200, pero existe un consenso general en que todos ellos derivan de cuatro hábitos clave (sensatez, responsabilidad, autocontrol, fortaleza), a los que siguen otros hábitos asociados. La lista que presento a continuación recoge la obra del profesor David Isaacs[1]. Utilízala para reflexionar sobre la cantidad de cualidades positivas de carácter que posee tu hijo o hija, y sobre aquellas que precisan de un mayor desarrollo. Te puede servir fotocopiar la hoja y marcar cada casilla. Las diferentes perspectivas del padre y la madre son importantes, por lo que lo ideal es que os sentéis juntos y debatáis por orden cada cualidad. Trabajad en equipo. Recuerda: los hábitos necesitan una motivación adecuada. Qué fácil resulta para todos nosotros caer en la trampa de esforzarnos, pero por razones egoístas y materialistas. Para que una conducta sea adecuada debe estar motivada por el amor. Las columnas A y B corresponden a esos principios para una vida feliz. En «Nivel actual de desarrollo» ten en cuenta la frecuencia con la que tu hijo manifiesta una conducta concreta. En «Motivación» busca aquellos indicadores objetivos que revelen la motivación de esa conducta. Considera, por ejemplo, si sus palabras muestran que su actitud se centra en los demás o si es evidente que se busca a sí mismo. Considera también si la motivación es intrínseca o extrínseca: ¿se guía por una convicción interna o por las alabanzas y recompensas externas? Después de terminar el trabajo con las columnas A y B, debate las áreas prioritarias de atención en el carácter de tu hijo o hija. Si —por ejemplo— ves que, con frecuencia, la motivación se centra en sí mismo, eso puede llevarte a decidir que la motivación por amor sea un área prioritaria. En capítulos posteriores verás esas cualidades más detalladas, lo que puede llevarte a afinar mejor tus observaciones iniciales. No hay problema. Tu forma de educar tiene que ser dinámica y adaptarse a las nuevas observaciones y descubrimientos. Lo único que debes evitar es la complacencia y la falta de atención. La tarea más importante que tienes entre manos es la de educar a tu hijo lo mejor que puedas, con tus capacidades. Hagas lo que hagas, no pierdas de vista el balón. Demasiado a menudo la educación fracasa porque los padres, como los niños en clase un viernes por la tarde, se distraen.
13
OBJETIVO DE ESTE LIBRO El carácter de tu hijo es un manual para inculcar buenos hábitos en los hijos. No es una lista de trucos al azar, sino un marco de trabajo práctico para una educación sensata. En el proceso de educar el carácter, los padres también tenemos que observar nuestros propios hábitos, por lo que deberás estar dispuesto a evaluar tu propio carácter y tu forma de educar, y a reformar aquellos hábitos que tengas que cambiar. Sería hipócrita esperar que nuestros hijos mejoren si nosotros no vemos la necesidad de afinar la puntería. Modificar la conducta exige unas metas claras y un esfuerzo constante. Cuanto mayores nos hacemos, más humildad precisamos para cambiar nuestra forma de hacer las cosas. Con demasiada frecuencia la impaciencia hacia nuestros hijos, o la falta de implicación, dicen más sobre nuestra falta de carácter que sobre la suya. Me parece que esto da qué pensar.
CÓMO UTILIZAR EL CARÁCTER DE TU HIJO
Marca con un asterisco los mejores consejos que encuentres en el libro. Ponlas por escrito.
Si tienes pareja, comenta las ideas con él o ella.
Revísalas todos los meses. Este es el paso más importante.
Trabaja las páginas de evaluación. Somete a debate cada resolución educativa concreta que tomes sobre la educación. Fija tres o cuatro objetivos familiares; serán aquellas metas que, una vez alcanzadas, harán más eficaz tu forma de educar.
14
Comprométete a cambiar lo que haga falta, individualmente y como equipo, para educar de forma más efectiva.
A. Nivel de desarrollo actual RASGO DE CARÁCTER O HÁBITO Surge de forma En Rara POSITIVO habitual ocasiones vez Sensatez Flexibilidad Comprensión Lealtad Audacia Humildad Optimismo Responsabilidad Obediencia Sinceridad Disciplina Autocontrol Modestia Moderación Sociabilidad Amabilidad Respeto por los demás Sencillez Civismo Fortaleza Perseverancia Diligencia Paciencia Responsabilidad Justicia Generosidad C. Prioridades del B. Motivación curso Actúa así Marca la casilla con los Puede hacerlo Con frecuencia habitualmente puntos de interés ocasionalmente por lo hace por su por cariño a los prioritarios para cada cariño a los demás propio interés demás niño
15
16
Parte 1
LA BASE DE LA EDUCACIÓN Principios para educar a hijos con carácter. 1. Crea un hogar unido. 2. Establece hábitos afectivos con cada uno de tus hijos. 3. Ten esperanzas elevadas, pero razonables. 4. Guíalos con el ejemplo. 5. Acostúmbralos a una comunicación padre-hijo estrecha. 6. Controla las influencias que reciben. 7. Deja que cometan errores. 8. Que la honradez sea algo prioritario. 9. Disfruta de la vida familiar. 10. Convéncete de que corregir y querer no se oponen. 11. Ten la determinación de forjar buenos hábitos en tu hijo o hija. 12. Reexamina tu forma de educar.
17
PRINCIPIOS PARA EDUCAR A HIJOS CON CARÁCTER «Aspira a educar a jóvenes capaces de solucionar por sí mismos los problemas que tengan en su vida». RAFAEL PICH, ONG
PADRE DE
16
OIDEL, FAMILIA [2].
HIJOS Y FUNDADOR DE
PARA LA DEFENSA DE LOS DERECHOS EDUCATIVOS DE LA
Es difícil no llegar a la conclusión de que la educación de los hijos ha perdido gran parte de su eficacia. La triste realidad es que a esta generación de los festivales musicales le cuesta demasiado lidiar con los compromisos, la responsabilidad hacia los demás, la tentación del éxito, las relaciones estables y la construcción de un estilo de vida que no perjudique al resto. Y ese fracaso conlleva, a su vez, una gran infelicidad. No faltan aulas repletas de felices niños de primaria, pero algo se rompe al llegar a la adolescencia, justo en el momento en el que los retos vitales deberían poner a prueba su idealismo. Cada vez nos cuesta más educar para una vida adulta plena y feliz, con herramientas para afrontar los desafíos que esa edad plantea. Parecería que no supiésemos cómo enseñar a los niños a ser felices de mayores. Cubrimos sus necesidades del momento sin mirar más allá. Se nos da muy bien crear una atmósfera protectora y cariñosa aquí y ahora para un niño, pero con demasiada frecuencia somos incapaces de fortalecer los rasgos del carácter que va a necesitar cuando sea adulto. No les enseñamos que la felicidad depende de los buenos hábitos… y eso es una tragedia. No pongo en duda el esfuerzo de los padres, pero este se centra en la microeducación, al precio de no criar a hijos dotados de un carácter de calidad. Gran parte de la sabiduría popular en torno a la educación se ha centrado en el corto plazo —cómo evitar presionarles, cómo cortar las rabietas, cómo hablar con un adolescente, cómo cambiar un pañal—. Basta una ojeada a la sección de educación de una librería para certificarlo. Este enfoque micro debe equilibrarse con un esfuerzo por reforzar los hábitos de conducta de los niños. Si un chico no tiene buenos hábitos, como diría Bob Dylan, va a lloverle mucho. No hay horas suficientes de PlayStation para preparar a tu hijo para la vida. Con demasiada frecuencia nos permitimos la distracción de sobrepasar las necesidades menos esenciales de la vida de nuestros hijos, mientras nos quedamos cortos a la hora de entrenar su carácter. En el mejor de los casos actuamos a posteriori, en lugar de anticiparnos. Estamos confusos. ¿Cómo es posible que entreguemos todo nuestro tiempo, 18
esfuerzo y dinero a nuestros hijos y a la vez no seamos capaces de transmitirles las lecciones fundamentales sobre la felicidad? La primera ley universal de la educación siempre ha sido la misma, y siempre lo será: cuanto más quieras a tus hijos, menos «harás» por ellos, y menos les harás caer en la trampa materialista. Desde luego, el objetivo de cualquier padre o madre es educar a sus hijos para que piensen por sí mismos, para que entiendan que la felicidad está en las personas y no en las cosas, para ser capaces de actuar libre y responsablemente, y para poder dar y recibir amor. Si queremos que todo eso aparezca a los 18 años, es imprescindible poner las bases desde la primera infancia. Y, sin embargo, algo tan simple como dejar una televisión en el dormitorio de un niño de 12 años puede estar fomentando los malos hábitos, y no los buenos. Las siguientes páginas se dedican a los once principios básicos de la educación del carácter. He constatado una y otra vez su importancia, y gran parte de la literatura sobre educación vuelve siempre a ellos. Al final de la sección encontrarás un cuestionario para la autoevaluación.
PADRES CON ÉXITO
«Los padres que tienen éxito son los que se dan cuenta de que sus hijos maduran, no al cuidarse ellos mismos, sino al cuidar a los demás y al hacerlo conscientemente».
JAMES STENSON, director de colegio y escritor[3].
19
1. CREA UN HOGAR UNIDO «Que los dioses te concedan cuantas cosas anhelas en tu corazón; un marido, una casa, y te otorguen también una feliz armonía. Seguro que no hay nada más bello y mejor que un hombre y una mujer gobernando su casa con el mismo parecer». HOMERO, ODISEA C. 700 A. C. Los padres que están unidos son más propensos a educar bien a sus hijos. Hay estudios que demuestran que el 30% de niños australianos que han crecido en hogares en los que no están presentes ambos progenitores son más proclives a padecer una desventaja en todos los indicadores[4]: los psicológicos, los académicos y los socioeconómicos. Esto mismo ocurre con aquellos expuestos a las discusiones crónicas. Por supuesto, un padre o una madre solos, o un padrastro o madrastra, pueden realizar una labor fantástica… pero es mucho más difícil. James Stenson insiste en su libro Upbringing (Cómo tratar a los adolescentes, Ediciones Palabra) en que la unión es la primera característica de los padres con éxito, y Ray Guarendi se hace eco de este principio[5]. En su estudio clásico Back to the Family escribe: «lo mejor que puede hacer un marido por sus hijos es querer a su madre». No es una cuestión de cultura popular. Cuando los padres son infelices, los hijos también lo son. Los niños reflejan el estado de ánimo de sus padres, y es una triste ley de la conducta humana que somos más propensos a advertir los errores ajenos cuando no estamos satisfechos con nuestra propia situación. Mientras los preadolescentes se culpan a sí mismos por los gritos de su padre o su madre, los adolescentes les pierden el respeto[6]. En ambos casos la educación queda en entredicho. Y, además de todo esto, los niños infelices corren un mayor riesgo de padecer ansiedad y depresión, y haber experimentado agresividad en casa es algo que suele resurgir con demasiada frecuencia en la propia conducta adulta del niño. Pero hay un problema añadido: incluso el niño más cariñoso dividirá y vencerá para conseguir lo que quiere cuando sus padres no están de acuerdo en sus expectativas. He visto a un padre cuya permisividad parecía calculada para comprar la lealtad de su hijo y para minar las exigencias de su pareja, de la que estaba separado. Dos casas nunca son mejor que una. Papá y mamá pueden formar nuevos hogares, pero los niños seguirán siendo nómadas. Y su alternativa, la de preguntarle al niño con qué progenitor prefiere vivir, es horrible. Todo niño tiene 20
derecho a crecer en su propia familia, pero ¡con cuánta frecuencia las cosas parecen ir por otro lado!
LOS EFECTOS DE LA DESUNIÓN
Esto fue lo que escuchamos los recién llegados en nuestro primer día como profesores, en 1979, en un barrio periférico al oeste de Sydney: «En este colegio debéis tener en cuenta una cosa, y es que el 80% de nuestras familias están en crisis. Eso marca todo lo que hacemos». ¡Y de qué manera! Solo estuve allí 9 meses, pero en los 25 años que han pasado desde entonces nunca he encontrado a unos niños tan necesitados de atención, tan agradecidos por el cariño ni tan difíciles de guiar. *** Barbara Holborow, antigua jueza de Menores, afirma que el 85% de los niños que acaban en el sistema juvenil de justicia proceden de hogares rotos[7].
El conflicto debilita, por su propia naturaleza; los padres que discuten no pueden concentrarse en respaldar a sus hijos. Los adolescentes cambian tan deprisa, que sus padres no pueden perder de vista el balón. Lo que es peor; cuando los padres se divorcian, el mensaje para sus hijos es que el amor se acaba, y que la aceptación incondicional no existe en el mundo real. En un lugar en el que sus padres se han rechazado mutuamente, los niños sienten que ellos también pueden ser rechazados.
PEDIR DISCULPAS: UNA DESTREZA INDISPENSABLE
21
Sé siempre el primero en pedir perdón después de una discusión. Por supuesto, nunca te vayas a la cama sin haber hecho las paces. Pide disculpas por las palabras hirientes, y por no haber atendido al punto de vista del otro. Debemos abandonar la idea paranoica de que perdemos ventaja si nos disculpamos. Enseña a tus hijos a pedir perdón con tu ejemplo. Es mejor no discutir delante de los hijos, pero, si ocurre, haz que vean también cómo pides perdón. Cuando esté justificado, aprende también a disculparte ante tus hijos: por tu impaciencia, por excederte en el castigo, etc. Un niño que sepa disculparse posee la destreza que logra recuperar las relaciones. Todos necesitamos de esta capacidad, y en abundancia.
22
2. ESTABLECE HÁBITOS AFECTIVOS CON CADA UNO DE TUS HIJOS «Las recompensas interpersonales (tiempo y afecto) son más importantes que las materiales»[8]. PAULA BARRETT ,
PROGRAMAS DE JUVENTUD LA UNIVERSIDAD DE FLINDERS
DIRECTORA DE DE
Contaba un padre la conversación que tuvo con su hijo de siete años, que acababa de tener un hermanito. «Papá, ¿a quién quieres más?». [Pausa] «… a mamá». «No, digo de los hijos. ¿A quién quieres más?». «Chris, te quiero igual que a tus hermanos». «Pero ¿a quién quieres más de verdad?». «Os quiero a cada uno exactamente igual». Hay que decirlo. «¿Me quieres?» es una pregunta que se hace todo adolescente. Cada niño tiene necesidades diferentes, pero todos están mejor cuando su padre y su madre son cariñosos con ellos. Los padres en sí pueden estar heridos. Tal vez su padre era frío, no disfrutaron de mucha vida en familia o arrastran un temperamento que les dificulta mostrar sus sentimientos. Pero tanto el padre como la madre tienen la obligación de cambiar para ofrecer a sus hijos el amor incondicional y el apoyo que estos necesitan. Si no, las consecuencias pueden ser de largo alcance. Barbara Holborow apuntó que la gran mayoría de los niños que acababan en un tribunal habían padecido falta de cariño en sus hogares[9]. Y alguien escribió: «Lo que hacemos a los niños, ellos se lo devuelven a la sociedad». Las apuestas son elevadas.
«Cárgate de cariño y de expectativas claras y directas. Es así de simple. “Todos los estudios sobre socialización efectiva identifican dos parámetros generales: el apoyo emocional (cariño) y el establecimiento de límites…”»[10]. DON EDGAR,
PROFESOR EN EL
23
CENTRO RMIT,
DEDICADO AL CAMBIO EN LA CULTURA ORGANIZATIVA , Y ANTIGUO DIRECTOR DEL
INSTITUTO
DE
ESTUDIOS
SOBRE LA
FAMILIA
ESTABLECE MODOS HABITUALES DE MOSTRAR EL CARIÑO
Asegúrate de que dedicas tiempo individual de calidad a cada hijo: puede ser algo tan simple como sentarte un rato a charlar en su cama antes de que se acueste. Dice un padre: «busca algo que os guste a los dos, y hacedlo juntos». El escritor Ross Campbell afirma que los padres deben aprender a dar a cada niño una atención plena, con contacto físico y visual[11]. Paula Barrett señala la importancia de ser positivo y animar, evitando los comentarios negativos[12]. También advierte contra el excesivo énfasis en las consecuencias negativas y la frialdad de trato como forma de disciplina.
EL CARIÑO SIEMPRE GANA
Jimmy, de cuatro años, se presentó con toda formalidad a su madre una mañana y le anunció: «Ya no quiero ser de esta familia». Juliette se dio cuenta de que había algo más, porque su hijo tenía una forma de pensar muy creativa. «Vaya, Jimmy. Qué pena. ¿Por qué?». «Pues porque no puedo decir j**** cuando quiera». Según Jimmy, su vocabulario tenía demasiados terrenos vedados. «¿Y qué vas a hacer? ¿Dónde vas a vivir?», le preguntó Juliette. «Bueno, voy a vivir aquí, pero vosotros os tenéis que marchar». «¿Y qué vas a comer?», le respondió la voz del sentido común. «Pues voy a coger plátanos del frutero», le explicó Jimmy. 24
«¿Y quién te va a dar abrazos?». Esa idea provocó una pausa más prolongada, hasta que respondió. «Bueno, creo que me he equivocado». Jimmy ya no dijo tantas veces esa palabrota después de la conversación… o al menos no demasiadas.
DILLION
Y
JULIETTE,
PADRES DE
JIMMY,
SU SÉPTIMO HIJO
ALIMENTA EMOCIONALMENTE A TU HIJO ADOLESCENTE
En Cómo querer de verdad a tu hijo adolescente, Ross Campbell recuerda a los padres que es responsabilidad suya «alimentar emocionalmente» a sus hijos[13]. Es un error que sean los padres los que busquen en sus hijos el apoyo emocional.
25
3. TEN ESPERANZAS ELEVADAS, PERO RAZONABLES «Ten el valor de pedir cosas grandes a tus hijos». CHRIS RILEY, YOUTH OFF THE STREETS (ONG PARA JÓVENES SIN HOGAR) «Siempre me ha parecido una niña a la que le han exigido muy poco», afirmaba un profesor de una alumna con unos hábitos de estudio pésimos. Para los padres es una obligación exigir a sus hijos de una forma sistemática, creciente, amable, firme y con resultados cuantificables. Los niños a los que se ha exigido poco, y a los que se ha dado demasiado, carecerán totalmente de preparación para la vida, y con demasiada frecuencia encontramos a chicos que adolecen del carácter necesario para lidiar con la presión que ejercerá sobre ellos la sociedad, los medios de comunicación y los que estén a su alrededor. Exige a tus hijos en todas las destrezas fundamentales para la vida: una actitud humilde, amabilidad, respeto, la sinceridad y generosidad frecuentes, autocontrol, valor, diligencia y responsabilidad hacia los demás. Adapta tus exigencias a las capacidades de cada uno, y no compares sus logros con los de sus hermanos o hermanas. Cada niño tiene cualidades únicas y limitaciones también únicas. Procura no confundir un entorno protegido con uno indulgente. El tiempo para preparar a un niño para los desafíos a los que deberá enfrentarse es limitado. Trata de equilibrar la tarea de evitar las influencias peligrosas con la necesidad de generar un ambiente menos acomodado cuando van creciendo. Incluso los niños más pequeños deben aprender a encarar sus problemas con fortaleza y determinación interior. El tiempo vuela. Aplica este proverbio africano: «No lleves a cuestas a un niño que puede caminar». Mamá y papá no deberían hacer lo que el niño puede realizar solo. Sitúa el listón bien alto cuando se trata de formar parte de una familia en la que todos sus miembros ponen el interés de los demás por encima del propio, se esfuerzan por cumplir con sus obligaciones, aprenden a controlarse, contribuyen a la vida familiar y son generosos con sus posesiones. Todas estas son áreas en las que los mejores padres predican con el ejemplo. Como dijo uno de ellos: «Empieza a enseñarles desde el principio que la casa de la familia es la casa de todos, y por tanto también responsabilidad de todos».
26
EXIGE A CADA UNO SEGÚN SU PROPIO NIVEL
Como padres, debéis coincidir en exigir lo máximo de vuestros hijos: socialmente (haciéndoles confiados, con habilidades de comunicación y liderazgo), artísticamente, físicamente, éticamente y espiritualmente. Asegúrate de que tienen un horario por la mañana y por la tarde, y de que lo cumplen. Insiste en que se esfuercen al máximo en los estudios: lo importante es la exigencia. Las buenas notas vendrán después. Trata de que las vacaciones y los fines de semana se dediquen a actividades constructivas. Pon en marcha proyectos con ellos, de tal forma que tengan la iniciativa en el tiempo libre, y no se acostumbren a perder el tiempo.
Llegado el momento, tu hijo será emprendedor. La meta de la educación no es empujar a un niño a hacer lo correcto, sino dotarle de herramientas para que sea capaz de vivir su propia vida. Todos debemos aprender a exigirnos a nosotros mismos, y dar la pauta —de nuevo— es crucial. Así hablaba san Juan Pablo II del ejemplo que le dio su padre: «Mi padre nunca me trató con dureza, porque se trataba con dureza a sí mismo».
EL 1% SUPERIOR
Hoy en día, en Occidente, nos encontramos en el punto álgido del bienestar. No cabe duda de que estamos entre el 1% que ha disfrutado de la mayor comodidad, entre los 8.500 millones de personas que se calcula que han vivido en el planeta, por lo que no nos debe extrañar que tengamos que tomar todas las precauciones posibles para asegurarnos de 27
que no estamos criando a unos pequeños fanáticos del materialismo.
PREPÁRATE PARA LAS PREGUNTAS ENREVESADAS
Responde a esta pregunta, planteada por un astuto chico de 14 años: «Mamá, si la práctica hace la perfección, pero nadie es perfecto, ¿para qué practicar?».
28
4. GUÍALOS CON EL EJEMPLO «El ejemplo es más eficaz que el precepto». SAMUEL JOHNSON, 1709-1784 Que imitamos a aquellos que admiramos es un axioma de la existencia humana. Thomas Jefferson lo expresó con sencillez: «El hombre es un animal que imita». Con los hijos a nuestro cargo debemos esforzarnos todo lo que podamos por darles ejemplo en cada faceta de nuestra vida. De sus padres, los chicos aprenden a comportarse como un hombre. No al anticuado estilo machote, sino en las destrezas para la vida: fidelidad a la familia, resiliencia ante las dificultades, respeto hacia las mujeres, el trabajo como servicio, etc. De la misma forma, ¿qué chica podrá salir adelante si su madre no le enseña la belleza de la feminidad? Y, sin embargo, en muchos hogares con hijos adolescentes, la madre y la hija chocan de continuo, y no se puede decir que el padre y el hijo quinceañero sean amigos íntimos. En algunos casos hasta han dejado de intentarlo.
EL EJEMPLO DE LOS PADRES
«Es sorprendente lo alto que ponen el listón para sus hijos algunos padres, y lo bajo que lo ponen para sí».
JACK GIBSON, estrella del rugby
La principal responsabilidad de un padre o madre es la de darles a sus hijos toda la ventaja que puedan, en su mayor parte a través de la fortaleza de carácter. A lo largo de la historia, los mejores no han tenido solo buenas habilidades de comunicación. También han tenido algo que decir: no solo se han hecho presentes, sino que su presencia ha supuesto una influencia decisiva en sus hijos. Esta época no es distinta. La educación no va de sostener y alimentar a la familia. Va de conectar con 29
los hijos para transmitirles sabiduría y para fomentar la mejor conducta de forma habitual.
¿PUEDES MARCAR TODAS LAS CASILLAS?
¿Das ejemplo a tus hijos en esto?: una actitud cariñosa con todos, presentes o ausentes
la costumbre antes de actuar
de
pensar
disposición para servir a los demás
sentido responsabilidad
sinceridad y compromiso inquebrantable con la verdad
fortaleza personal y resiliencia ante la adversidad
de
la
inclinación hacia la lealtad y la amistad
profundidad espiritual sentido del humor
carácter trabajador
buena educación
profesionalidad, viendo trabajo como un servicio
el
autocontrol
visión del mundo positiva y optimista
«Todos los padres hacen daño a sus hijos[14]. No pueden evitarlo. La juventud, como un cristal, recoge las huellas de los que la manejan. Unos padres manchan, otros rompen, otros destrozan por completo la infancia de sus hijos: la hacen pedazos y ya no se puede reparar». MITCH ALBOM, LAS
CINCO PERSONAS
QUE ENCONTRARÁS EN EL CIELO
30
EJEMPLO DESPROPORCIONADO
Papá, te gusta poner los pies en la mesa mientras lees el periódico, y un día te das cuenta de que has reñido a tu hijo por apoyar los zapatos sucios en el sofá de cuero. Ese programa de televisión que sueles ver de vez en cuando se convierte en una obsesión para tu hijo de 7 años. ¡Ya puedes encerrarle hasta que se le pase el mono! Tu hijo adolescente imita tu costumbre de dejarlo todo tirado al llegar a casa. Desesperado, lo único que puedes hacer es insistirle en que cierre la puerta del dormitorio. Y tú, mamá, tal vez odias la esclavitud de obligarte a tener la cena lista a una hora determinada, pero pronto te das cuenta de que la puntualidad no es, desde luego, la principal virtud de tu hijo, y de que tu hija os hace esperar a todos cuando vais a salir de viaje. ¿Por qué se comportan así? Lo que en un padre es una conducta inocua y bajo control, se transforma para el hijo en un hábito desproporcionado y sin ninguna moderación.
31
5. ACOSTÚMBRALOS A UNA COMUNICACIÓN PADRE-HIJO ESTRECHA «Cuando viene a casa uno de mis hijos y me doy cuenta de que le está dando vueltas a algo, enciendo la tetera y le cuento una buena historia». SRA. CONGROVE, OBERON, 1985 Tu objetivo es ser uno de los protagonistas en el mundo de tu hijo pequeño o adolescente. Tus otras ocupaciones, la falta de contacto o un fallo de comunicación no deberían dejarte marginado. Unos buenos hábitos comunicativos son parte esencial de la educación. Cariño. Analiza tus patrones de interacción con tu hijo o hijos. ¿Te interesas de verdad por lo que le interesa a cada uno? ¿Compartes con ellos lo que les hace felices y lo que les entristece? ¿Muestras tu cariño respetando su autonomía y privacidad? ¿Comparten la alegría que sientes al estar con tu familia, y con tu marido o mujer? ¿Proporcionas y aceptas con facilidad el contacto físico como muestra de afecto? Hablar y escuchar personalmente a cada uno, de forma distendida. ¿Escuchas con los ojos igual que con los oídos? ¿Te sitúas a su nivel? ¿Te tomas tiempo para hablar en profundidad? ¿Tratas de tener una buena conversación con cada uno de tus hijos al menos una vez a la semana? Cuenta las veces que has mantenido una conversación así el mes pasado. Puede que te impacte el resultado. Y no sumes al marcador las respuestas monosilábicas a la pregunta clásica: «¿Qué tal te ha ido hoy el colegio?». ¡Para esa pregunta, solo hay una respuesta posible! Hacer cosas juntos. Intenta no hacer nada tú solo. Deja la costumbre de hacer cosas para tu hijo o hija: haz cosas con ellos. No vayas tú solo en el coche, ni siquiera a hacer la compra. Aprovecha los trayectos del sábado para ir al fútbol para charlar. Busca la manera de alargar esos momentos; comprad un helado y sentaos en un parque. Por encima de todo, aprende a dedicar esas actividades corrientes a escuchar. Los padres, especialmente, tienen que esforzarse más. Tiende puentes hacia tu hijo. Documéntate sobre sus aficiones y deportes favoritos. Tened proyectos juntos: fabricar un coche de pedales, una red de pesca, un robot, una casa de muñecas, lo que se te ocurra. ¿Cómo, si no, vas a saber lo que está pensando tu hijo?
32
«Se aprende más de las preguntas inesperadas de un niño que de los grandes discursos de los hombres, que giran siempre en el mismo círculo y que obedecen a nociones recibidas y prejuicios de su educación». JOHN LOCKE, 1632-1704
UNA COMUNICACIÓN IMBORRABLE
«Papá, ¿sabías que mi profesora tiene 114 años?», anunció mi hija Annie, de seis años. La señorita Bristow-Smith no podía ser tan anciana; casi, pero no tanto, pensé. «Ah, ¿sí?», le respondí, sorprendido. Para Annie, su profesora no podía cometer absolutamente ningún error. «Entonces debe de ser la profesora más mayor del mundo. ¡Es más mayor incluso que Papá Noel!». «¡No me crees! Tiene 114 años de verdad. ¡Lo ha dicho la profesora!», y diciendo eso, Annie corrió escaleras arriba, entre sollozos. Algunos meses después quise ponerla a prueba. Durante la comida de un sábado leí en voz alta una noticia del periódico, que decía que había fallecido una mujer a la edad de 111 años. «Bueno, no es tan mayor como la profesora BristowSmith», afirmó Annie, con mayor convicción aún, mirándome de una forma que me hizo avergonzarme. «Papá, mi profesora lo sabe todo. ¿Sabías que los animales
33
se portan bien entre ellos, los perros con los perros y los gatos con los gatos?», me informó, sin duda para iluminarme de nuevo con la sabiduría de los 114 años de su profesora. «¿Sabías que la profesora Bristow-Smith vio una vez a una rana coger a un renacuajo que se le había muerto y enterrarlo debajo de unas piedras?». «Sí, es verdad, los animales cuidan unos de otros». ¿Cómo iba a afirmar lo contrario? Y la siguiente vez que quise que Annie se fuese a dormir, o que hiciese lo que le habíamos dicho, ya no tuve que decir: «Papá Noel se va a enterar», sino: «¿Quieres que lo escriba en tu cuaderno para que lo lea la profesora BristowSmith?». Evidentemente, ella tenía mucha más influencia que nadie sobre mi hija ABRAHAM
Y
CORINNA
MÁS COMUNICACIÓN «¡Qué absurdo es pensar en el vínculo infantil de un niño con su cuidadora, en lugar de con su madre! Estate en casa cuando tu hijo llegue del colegio». «No te limites a hablar o a oír a tu hijo: debes escuchar lo que está diciendo». «Todas las familias ven demasiada televisión». «No cometas el error de buscar solo tiempo de calidad con tu hijo… dale todo el tiempo que puedas. No existe sustituto para la atención de papá y mamá».
CITAS
DE
BARBARA HOLBOROW [15]
Palos y piedras me harán un moratón, pero las palabras pueden romperme el corazón. La infancia no garantiza que la caridad no quede de lado cuando se emplea la creatividad para insultar: un niño de ocho años dice a su compañero de clase: «No le caes bien ni a nuestro perro». Haz todo lo que puedas por enseñarles a respetar a todo el mundo.
EL PRECIO DE LA MALA COMUNICACIÓN
Cuando tenía ocho años, nuestro hijo insistía mucho en que le comprásemos un hámster. Le dijimos que no una y otra vez, pero una tarde apareció con uno, que había comprado con sus ahorros en una tienda de mascotas. Siendo el único adulto de la casa en aquel momento, decidí dejar que se lo quedase, con la condición de que se encargase de él. Si había 34
algún problema, tendría que dárselo a un amigo suyo, que ya tenía varios ratones. Sin embargo, no le conté esto a mi marido, que cuando llegó a casa insistió en que devolviese el hámster a la tienda de mascotas. Evidentemente, mi hijo protestó: «¡Mamá ha dicho que me lo puedo quedar!». ¡Discusión asegurada!
Mi hijo se quedó con el hámster. Vivió tres semanas antes de sufrir una intoxicación alimentaria (como suele ocurrirles), que supuso una visita al veterinario (cara, como son esas consultas). ¿Sabéis quién tuvo que pagarla?
JEANETTE:
35
CINCO HIJOS Y VARIAS MASCOTAS
6. CONTROLA LAS INFLUENCIAS QUE RECIBEN «Siempre preferimos aquello que experimentamos antes… por lo tanto debería mantenerse a los jóvenes alejados de lo que les perjudica». ARISTÓTELES , 384-322 A. C. Cuanto más pequeño es un niño, más impresionable. Todos volvemos a nuestras primeras experiencias; miramos con cariño nuestros juegos, los lugares a los que íbamos de vacaciones, la gente mayor que se interesó por nosotros. Qué pena cuando esas primeras experiencias son menos positivas, o producen en el niño una atracción por lo mediocre, lo feo, lo cínico o lo egoísta. Existen industrias millonarias dedicadas a convertir a nuestros hijos en pequeños consumistas. Padres y profesores hacen bien en ejercer un control cuidadoso de los estímulos que reciben los niños, muy impresionables, en sus vidas y en sus mentes: los de sus iguales, la televisión, Internet, las revistas para adolescentes, incluso el frigorífico, dejan su huella. Los niños van a ser manipulados por todo y por todos los que contacten con ellos, en ocasiones en su propio y penoso detrimento. Vigila de cerca su entretenimiento digital. Los juegos de ordenador, ver la televisión sin control, la curiosidad en Internet, la música atronadora, son poderosos forjadores de hábitos, por su atractivo y por su naturaleza repetitiva. Estate alerta, porque los cotilleos chabacanos de algunas emisoras de radio no son, desde luego, adecuados para según qué oídos impresionables… ¡A saber si lo son para alguien! Pero es más importante aún que tú juegues un papel destacado en la vida de tu hijo. Si aprendes a charlar con ellos en estos años, les transmitirás actitudes y valores que perdurarán para siempre. Sienta las bases de su vida adulta. ¡Todo lo que digas cuenta! No subestimes lo que, incluso los niños más pequeños, pueden absorber de cuanto ven y escuchan. Cuando todo lo demás fracase, abre El señor de los anillos y léeselo. Muéstrales lo divertido que puede ser un buen libro, recordando el consejo de Mark Twain: «Los que no leen buenos libros no tienen ninguna ventaja sobre los que no pueden leerlos». Eso también se aplica a los padres.
EL ENFOQUE CLÁSICO 36
«¿Soportaremos, entonces, con paciencia, que esté en manos de cualquiera contar indiferentemente toda clase de fábulas a los niños? (…) Eso no debe consentirse. Por eso es importante que los primeros discursos que oigan sean a propósito para conducirle a la virtud».
PLATÓN, 428-348 a. C.
«Retirad las pinturas y las representaciones indecentes de la escena, y de la vista y el oído de los más jóvenes».
ARISTÓTELES , 384-322 a. C.
EL ENFOQUE MARXISTA
«La televisión me parece muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me voy a la habitación de al lado y abro un libro».
GROUCHO MARX
REFLEXIONA SOBRE LO QUE LES INFLUYE
¿Estás acostumbrado a que se produzcan influencias arbitrarias en tu casa, con valores sin contrastar, por ejemplo dejando la televisión encendida sin control?
37
¿Dan buen ejemplo los hermanos mayores? ¿Qué ejemplo les llega de los medios de comunicación, impresos o digitales, en casa? ¿Y en el colegio? ¿Y en casa de sus amigos? ¿Tienes un control efectivo sobre la influencia de su grupo de amigos? ¿Ejerces un liderazgo y una guía efectiva en este campo? ¿Has elegido un colegio en el que la influencia de los profesores siempre es positiva, y la de sus compañeros lo es de forma predominante? ¿Creas una atmósfera en el hogar en la que la lectura tranquila y el estudio se valoran? ¿O está tu hijo sobreestimulado por el ruido y las imágenes inconexas? ¿Hablas siempre con tus hijos sobre cualquier influencia negativa que hayan podido recibir, por ejemplo, de las noticias? ¿Tienes claro tu papel a la hora de establecer un criterio acertado de lo que está bien y mal con respecto a esas influencias?
EL PODER DE LOS MEDIOS DIGITALES Andrea (3º de Primaria): He visto un video, sé cómo va a acabarse el mundo. Los padres de Dylan no sabían que su hijo había visto Armageddon 21 veces. Will (6º de Primaria) tiene 185 juegos de ordenador en la estantería de su habitación. Hablando el lunes por la mañana, una niña de 3º dice, en serio: «He visto cuatro películas este fin de semana. Las películas son mi vida». «¿Por qué no dejas de ver la televisión en cuaresma?». «¡Antes me muero!», responde Stephanie, de 8 años. Profesor: «¿Cuál es tu videojuego favorito?». Alumno de 3º: «El Mortal Kombat III» Profesor: «¡De matar gente!». 38
Alumno de 3º (sonriendo): «A los chicos nos gustan esas cosas». (Dos meses después). Profesor: «¿A qué videojuego estás jugando?». Alumno de 3º: «A Twisted Metal». Profesor: «Parece violento». Alumno de 3º: «No, no es violento… atropellas a gente y sale sangre». Profesor: «¿Y eso no es violento?». Alumno de 3º: «No, no es violento… tienes que usar muchas armas. Las de lejos son las que más me gustan. Hay dinamita. La gente grita cuando les matas». Profesor: «¿Y eso no es violento?». Alumno de 3º: «No, no es violento».
NUNCA SUBESTIMES EL PODER DE UNA HISTORIA
Los preadolescentes son como esponjas. Una mañana un chico de 17 años me repitió, palabra por palabra, una historia —sobre un tal Rufo y un tal Bruto— que les había contado en clase cuando él tenía 7 años. ¡Y cuando terminó me preguntó que qué pasaba después!
HAZ QUE LEAN COSAS DE VALOR
«Luego erraba yo en aquella edad al anteponer aquellas cosas vanas a estas provechosas (las narraciones al estudio)».
AGUSTÍN
DE
HIPONA, 354-430
39
7. DEJA A TUS HIJOS QUE COMETAN ERRORES «Los niños tienen que fracasar. Cuando les protegemos impulsivamente del fracaso, les privamos del aprendizaje». MARTIN SELIGMAN, NIÑOS
OPTIMISTAS
La sociedad está llena de padres de buen corazón que no pueden hacer más por sus hijos. ¿Qué tiene esto de malo? Seguro que así aprenden a ser buenos con los demás. Hacer por los hijos lo que ellos podrían hacer por sí mismos puede ser un error de juicio importante. No les defiendas de las pequeñas dificultades que puedan experimentar. Actúa ante situaciones de peligro físico o moral[16], pero no luches en las guerras que son suyas, si pueden combatir ellos con seguridad. No corras a protegerles si son demasiado sensibles. No mandes una nota diciendo: «No ha podido hacer los deberes porque se ha dejado el libro en el colegio». Los niños deben aprender a resolver esos pequeños problemas ellos mismos, de tal forma que adquieran la capacidad de atajar las dificultades que encuentren en su vida adulta. Robert Louis Stevenson escribió: «Todo el mundo se sienta, antes o después, ante un banquete de consecuencias». Si no dejamos libre el camino de los niños hacia las consecuencias naturales de sus actos, puede que más tarde encuentren grandes problemas. Es vital que los chicos se acostumbren a afrontar lo que ellos mismos han provocado. Si se olvida el almuerzo, volverá a casa con un poco más de hambre. Mañana no se lo olvidará. Es mejor que le castiguen por llevar los deberes mal en primaria, que ganarse un cero cuando llegue al instituto. Tampoco debemos sobrepasarnos con los chicos más mayores, que pueden ser tratados como adultos frente a la ley. No hay que protegerlos de las consecuencias de sus acciones, especialmente si la situación les supone una lección para el futuro. Este es el principal motivo por el que los institutos no deberían ser tolerantes con las drogas. Las acciones suponen consecuencias inevitables. Todos los jóvenes deben aprender esta ley de vida; cuanto antes lo hagan, menos les dolerá.
AMABILIDAD DESCONTROLADA
40
Una señora carga con la mochila del colegio de su hijo y varias bolsas de la compra. A su lado el niño revolotea con las manos vacías. Poco después, el niño se para frente a un puesto de helados. La madre sigue caminando, y le hace gestos para que se dé prisa: ¡Ven aquí! El hijo le devuelve el gesto, con la misma urgencia: ¡Ven tú! La madre vuelve sobre sus pasos y le compra un helado. Esto es la vida real.
***
Un padre objeta: «Mi hijo es un tiquismiquis con la comida, pero no es un consentido». Puede que sí, pero poco después ese mismo padre mira entretenido un partido de cricket, mientras su hijo de diez años exhibe un considerable conocimiento de vocabulario soez. El padre no hace nada por corregir a este lingüista en ciernes.
UNA NOCHE PARA RECORDAR
El dueño de una tienda de la zona nos llamó para avisarnos de que había sorprendido a uno de nuestros alumnos de 10 años robando chucherías. El profesor que mejor le conocía habló con él sobre el robo, organizó un encuentro para que se disculpase con el tendero y le animó a hablar con su padre de ese hecho tan serio. El chico se puso pálido.
Al día siguiente el padre llamó al colegio muy agradecido y contento. Dijo: «Ayer Alex maduró cinco años de repente». Nunca habían tenido una conversación así antes.
Lo que el chico no sabía es que el profesor había llamado antes a su padre para decirle: «No te enfades. Tu hijo tiene algo importante que decirte hoy. Dale una oportunidad, intenta escucharle primero y después dile 41
lo que tengas que decir. No te pases».
Ocho años después, durante sus últimas semanas en el colegio, ese chico escribió sobre la conversación que había tenido con su padre, afirmando que había sido uno de los mejores momentos de su infancia.
ENSEÑAMOS A NUESTROS HIJOS A NO DECIR «PERDÓN»
En cambio, debemos enseñarles a decir: «Lo siento». Hay una gran diferencia, porque en el segundo caso existe una responsabilidad individual. Tratemos también de hablar así nosotros.
TREV
Y
JODIE,
PADRES DE TRES HIJOS
42
8. QUE LA HONRADEZ SEA ALGO PRIORITARIO «La sinceridad y la transparencia te hacen vulnerable. Aun así, sé sincero y transparente». MADRE TERESA, 1910-1997, PREMIO NOBEL DE LA PAZ (1979) Los niños que no aprenden a respetar la verdad pueden engañar a otros, hacer trampas o robar. También pueden engañarse a sí mismos, y eso es más grave. Cuando un chico se acostumbra a escapar de la realidad de los hechos, a no afrontarlos, pierde las herramientas para identificar y resolver los problemas de la vida. Un niño que aprende a ser honesto está sentando las bases para unas relaciones plenas y para la amistad, para la profesionalidad y, lo que es más importante, para la paz interior. Según mi experiencia, al chico o chica que todavía tiene problemas con la verdad a los 8 o 9 años le espera una gran tarea por delante. Los hábitos insinceros que ha adquirido se acrecentarán. Padres y profesores con niños así deberían esforzarse por eliminar cualquier traza de insinceridad. Demasiados adolescentes tienen problemas para afrontar la realidad… y eso es algo que, posiblemente, se podría haber evitado con una mayor diligencia por parte de sus padres y profesores cuando eran más pequeños. Los niños más mayores tienen un radar especial para la hipocresía. Para un adolescente es evidente cuándo un adulto es autoindulgente, cuándo posa para las visitas, cuándo habla mal por la espalda, cuándo está aparentando, cuándo exige a sus hijos que se esfuercen en el colegio pero no es capaz de tener su casa ordenada. Sócrates proclamó: «La gente escucha lo que decimos, pero imita lo que hacemos». Bueno, que el cielo se apiade de los hijos de padres hipócritas; les servirán de muy poco. Se dice que en occidente, de media, una persona miente cada ocho minutos. Sócrates tendría mucho que decir al respecto.
«Las únicas veces que me he enfadado con mis hijos han sido aquellas en las que no me han dicho la verdad». JOSEPH,
PADRE DE VARIOS HIJOS DE ENTRE
43
21
Y
4
AÑOS
TEN EN CUENTA LAS POSIBLES CAUSAS DE LA INSINCERIDAD
Cuando descubres que tu hijo de siete años se ha gastado en cromos el dinero que ha ido cogiendo en casa, o que tu hija ha visto en el cine una película que no era la que te había dicho, tienes una oportunidad de oro para aprender a entender por qué tus hijos han tenido un problema con la sinceridad. Primero, mírate a ti mismo. ¿Eres un ejemplo de integridad absoluta? Estudia tus reacciones. ¿Te tienen miedo tus hijos? Si te retuerces hasta la apoplejía cuando tu hijo te raya el coche, ¿cómo vas a reaccionar cuando tu hija se quede embarazada? Si pierdes los papeles a la primera, toma la resolución inmediata de no hacerlo nunca más delante de ellos. Una cosa es un estallido ocasional, pero un padre que está crónicamente insatisfecho y criticando crea un adolescente hermético. ¿Eres autoritario? Un padre o madre dogmático, que habla a los hijos (no con ellos), que dedica más tiempo a hablar que a escuchar, o que se pone siempre como ejemplo de conducta logrará que sus hijos muestren una reticencia frustrante a abrirse. ¿Confías en el castigo como forma de enseñanza, en lugar de hablarles a tus hijos al corazón? ¿Mantienes el sentido de la proporcionalidad, o exageras? ¿Castigas cuando reconocen sus faltas, o tienes la sensatez de mitigar la reprimenda por su sinceridad? Cuando una hija te cuenta algo en confianza, ¿lo expones después frente a otras personas de la familia? ¿Son tus castigos irracionales y arbitrarios? ¿Escuchas su versión de los hechos antes de decidir un castigo? ¿Recibe tu hijo mal ejemplo de algún amigo acostumbrado a ocultar cosas a sus padres? Ten en cuenta el carácter de tu hijo, y cómo puede afectar a su sinceridad. Algunos niños tienen una personalidad más introvertida, o puede incluso que sean increíblemente sensibles. Otros son orgullosos y perfeccionistas. No les gusta equivocarse, y les cuesta pedir disculpas. En cualquier caso, lo mejor es que aprendan desde pequeños a abrir su corazón. De eso 44
pueden depender, en pocos años, sus relaciones.
45
9. DISFRUTA DE LA VIDA FAMILIAR «Una vida familiar fuerte es la solución para todos los problemas de la sociedad». RAFAEL PICH,
PADRE DE DIECISÉIS HIJOS
Contesta a estas preguntas y, si crees que tu vida familiar es escasa, trata de ponerle remedio. Es crucial para el desarrollo saludable de tus hijos: 1. ¿Tu casa es un lugar divertido? ¿Sois creativos al organizar los entretenimientos en familia semanales? 2. ¿Disfrutáis de la compañía de vuestros amigos, y dejáis que vuestros hijos también lo hagan? 3. ¿Sois conscientes de que el clima del hogar depende de vuestros gestos? ¿Creáis un ambiente tranquilo y alegre estando habitualmente de buen humor? 4. ¿Controláis vuestras emociones y deseos? ¿Os esforzáis por que vuestra conducta, centrada en vosotros mismos, no robe la paz del hogar? Recuerda: cuando los padres están estresados o de mal humor, los hijos más pequeños tienden a culparse. 5. ¿Mostráis una ternura y cariño profundos y mutuos entre vosotros de forma constante? ¿Dedicáis tiempo individual a cada hijo a diario? No existe sustituto para la atención personal de un padre. Los niños aprenden de cualquiera con el que pasen tiempo, pero las lecciones de un padre son imborrables… así funciona la naturaleza. 6. ¿Es tu hogar emocionalmente estimulante? ¿Os habláis con cariño y prodigáis un contacto físico reconfortante? 7. ¿El ambiente de la casa es estimulante intelectualmente? ¿Tenéis cuidado con las imágenes, sonidos y conversaciones que llegan hasta vuestros hijos? ¿Sois un modelo en vuestros intereses y en vuestra apertura a nuevas ideas? ¿Sois un modelo de entusiasmo? ¿Habláis con pasión de vuestros ideales, o dominan los temas mundanos y materialistas? 8. ¿Supone el horario de comidas y de sueño un orden básico diario? ¿Existen rutinas claras? ¿Os esforzáis por crear costumbres familiares de autodisciplina: recoger, no picar entre horas, regular de forma sensata la 46
televisión y los videojuegos? La rutina y las expectativas razonables facilitan la responsabilidad, sin regañar y sin convertir la atmósfera del hogar en algo deprimente. 9. ¿La casa es físicamente luminosa? ¿Hacéis lo que está en vuestra mano para mantener el orden y la limpieza de modo habitual? ¿Se deja todo desastrado por cualquier sitio? ¿Los adultos y los niños más mayores amontonan los platos en el fregadero? ¿Todos limpian lo que manchan? 10. ¿Veis las comidas en familia como un momento de juego, en el que puede educarse a los niños para que analicen los sucesos habituales con idealismo, compasión y respeto por los demás? ¿Dais ejemplo de optimismo? 11. ¿Evitáis escrupulosamente la negatividad? ¡Sonreíd… no lo hacéis por vosotros! ¿Enseñáis a vuestros hijos a analizar las cosas objetivamente, y a planear cómo superar los obstáculos cotidianos?
CONSENSO EN LA VIDA FAMILIAR
«Todas las desgracias de los hombres proceden de una sola cosa: no ser capaces de estar tranquilamente en casa».
BLAISE PASCAL, 1623-1662
«No hay duda de que en torno a la familia y el hogar es donde las mayores virtudes de la sociedad humana, y las más importantes, se crean, se fortalecen y se conservan».
WINSTON CHURCHILL, 1874-1965
«El mayor canal de transmisión de la cultura sigue siendo, de lejos, la familia; y, cuando la vida familiar no cumple con su parte, cabe esperar un deterioro de la cultura».
47
T. S. ELIOT , 1888-1965
BROMAS EN FAMILIA QUE SUAVIZAN LOS MOMENTOS DE TENSIÓN
Hay un chiste de rubias (sí, uno de esos clásicos chistes de rubias) que dice que, una vez, una rubia con un walkman le dice al peluquero que le corte el pelo, pero con cuidado de no desconectarle los auriculares. Cuando termina con su faena, el peluquero coge un espejo para enseñarle cómo le ha quedado por detrás, pero al hacerlo le quita los auriculares. De pronto, la rubia se desmaya. Intenta despertarla, pero nada. Empieza a darle un masaje cardiaco y llama a una ambulancia. Cuando llega, la reaniman y la llevan al hospital. Con el ajetreo, los auriculares se caen al suelo, y un médico residente los encuentra. Se los pone y escucha. ¿Sabes qué se oía en la cinta?: «Inspira… Espira… Inspira… Espira…».
Este chiste tan tonto es una maravilla en muchas situaciones: 48
1. Antes de una fiesta, una de mis hijas (veinteañera) estaba taaaaaaaaan nerviosa que era incapaz de ayudar con los preparativos, por no hablar de atender a los invitados, etc. Solo me hizo falta decir: «¡Ponte los auriculares!», para que se echase a reír y se tranquilizase.
2. Tim vino hace poco del instituto diciendo que alguien le había llamado «rubia» (no, no pregunté nada más). Al día siguiente tenía que realizar la prueba de ingreso en una universidad, debía conducir él, no se sabía el camino y estaba algo nervioso. Antes de que se fuese, quería darle un abrazo, pero por eso sí que no iba a pasar. Así que le dije: «Ahora que eres una rubia puedes llevarte los auriculares». ¡Y me abrazó él!
CATHY,
MADRE DE CUATRO HIJOS
HÁBLALES AL CORAZÓN
Cada palabra que digas debe ser cierta, o, si no, estarás practicando un chantaje emocional barato: Ejemplo A: «John, esta mañana has decepcionado mucho a tu madre cuando te ha tenido que pedir tres veces que le ayudes con la compra. Sabes cuánto se esfuerza por nosotros. Hijo, no puedes hacer eso. Para arreglarlo, quiero que vayas y te disculpes, y que le preguntes si puedes hacer algo por ella». Ejemplo B: «Sé que estás molesto, que te sientes engañado, que piensas que ya no te queremos y que todo el mundo está en tu contra. Entiendo que de vez en cuando te enfades… pero aun así te toca bajar la basura».
49
10. CONVÉNCETE DE QUE CORREGIR Y QUERER NO SE OPONEN «Si la gente se rige por leyes, y se utilizan los castigos para mantener el orden, entonces tratarán de evitar ser castigados, y no tendrán ningún sentido del honor. Si se rigen por la virtud y las normas de educación se utilizan para mantener el orden, entonces tendrán sentido del honor y también serán buenos». CONFUCIO, 551-479 A. C. ¿Te acuerdas del señor Wilson de Daniel el travieso, que se lamentaba: «Ante una tragedia de semejantes proporciones, a alguien habrá que culpar»? Tal vez todos tengamos algo de señor Wilson. Por desgracia, si tenemos tendencia a culpar, y si reaccionamos con ira y con resentimiento, atemorizaremos a los niños. No te centres en lo negativo. No fomentes el sentimiento de culpa. No corrijas enfadado. ¿Significa esto que no debemos castigar a nuestros hijos? Desde luego que no. La palabra «castigo» puede traernos muchos recuerdos a la memoria, pero sin castigo hay veces que las lecciones no se aprenden. Simone Weil, la joven mística de la Francia ocupada, proclamó que «el castigo es una necesidad vital del alma humana». La clave es castigar a los niños dejando de lado el histrionismo. El cariño y la corrección deben ser inseparables, y cuanto más tranquilos, mejor. Da ejemplo de autocontrol y sé positivo: una vez aplicado el castigo, borrón y cuenta nueva. Olvida la falta. Cuanto más se derive el castigo naturalmente de la acción, mejor. Si un hijo acumula una enorme factura del teléfono, que la pague con su propina. No te enfades, pero que ponga el dinero.
CASTIGA SOLO POR AMOR
Tomás de Aquino dice: «El castigo es una disciplina poderosa, aplicada para enseñar al hombre a cumplir su parte en el orden social». El castigo siempre debe ser medicinal. El fin de las sanciones es la educación; no sirve para hundir a alguien, ni para quedar en paz, ni siquiera para ser
50
ejemplar. El cariño debe quedar claro, por lo que no debes castigar si estás enfadado.
Minimiza la necesidad de castigar con una cultura familiar amable, con expectativas claras y metas realistas y bien medidas. Los mejores padres y maestros siguen estos principios, y los adaptan personalmente a cada niño. Los castigos indiscriminados son una excusa. Hay que ayudar a los niños a interiorizar las lecciones y a aceptar la responsabilidad, y eso se debe hacer de forma personalizada. Castiga y explica la lección, señalando en concreto cómo su conducta negativa ha afectado a otros. Debe existir una relación clara en su mente de la conexión entre el castigo y las acciones que lo han provocado. Así como la alabanza solo puede ser específica, la culpa solo es aceptable cuando es, también, específica. No hay niños malos, solo malas acciones. ¿Y quién dijo que los castigos no podían ser divertidos? Un poco de creatividad contribuye mucho a ayudar a los niños a entender que las correcciones son una parte necesaria de la vida. A algunos de mis alumnos de primaria les gusta tanto sacar una tarea al azar de la Caja de las Maldiciones que les han pedido a sus padres que les castiguen así en casa. ¡Cuantas más veces se equivocan, más tiradas tienen!
ALGUNOS MANTRAS DE LOS CASTIGOS
Cuanto antes lo hagas, más fácil.
(pérdida de un privilegio), repara (el niño corrige lo que ha hecho mal).
Supervisa. Desvía. Para. Tranquilos, coherentes, consecuentes.
Claros, concisos y que supongan un cambio en él.
Prepara (informa de antemano de las consecuencias): separa
¡Castiga solo una vez!
51
UN PRINCIPIO DE LA VIDA
¡No aceptes las tonterías!
SARAH MAY, 95
AÑOS
El propósito de una corrección no puede ser que el niño haga lo correcto…
«Esto es lo que un padre debería hacer: ayudar a su hijo a lograr el hábito de hacer lo correcto por iniciativa propia, y no por el temor a las consecuencias negativas».
TERENCIO, 190-159 a. C.
«No es camino acertado, para la educación, la imposición autoritaria y violenta. El ideal de los padres se concreta más bien en llegar a ser amigos de sus hijos: amigos a los que se confían las inquietudes, con quienes se consultan los problemas, de los que se espera una ayuda eficaz y amable».
SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, 1902-1975
UNA CORRECCIÓN DEMASIADO SEVERA…
Un día, durante un entrenamiento, Jake, de 13 años, estaba siendo 52
particularmente molesto, dando vueltas y sin centrarse en los ejercicios. Al final el profesor estalló y le expulsó sin muchas contemplaciones. Al día siguiente le buscó para decirle: «Jake, lo siento, ayer no debería haberme enfadado tanto, pero ¿entiendes por qué estaba así?».
«Sí, entrenador, tenías que corregirme».
Esto es un éxito, definitivamente.
TENER LA LÍNEA SIEMPRE ABIERTA
Hallado en una excavación arqueológica en Egipto: «Querido padre: ¿Cómo se te ha ocurrido no llevarme a la ciudad? ¡Si no me llevas a Alejandría, no te voy a escribir, ni a hablarte ni a saludarte! Si te vas, no te voy a coger de la mano, ni a hablar contigo nunca, si no me llevas. Muchas gracias por enviarme tantos regalos… Mándame, por favor, una lira. Si no lo haces, no voy a comer ni a beber. ¡Toma ya! Theon».
53
11. TEN LA DETERMINACIÓN DE FORJAR BUENOS HÁBITOS EN TU HIJO O HIJA «El adquirir un modo de ser de tal o cual manera desde la juventud tiene no poca importancia, sino muchísima, o mejor, toda». ARISTÓTELES , 384-322 A. C. La conducta humana no se ha materializado desde el ciberespacio… nuestros actos individuales normalmente manifiestan los patrones de conducta establecidos en nuestra personalidad como una segunda naturaleza. Por lo tanto, aquel que tiene un patrón de conducta honrada, incluso bajo presión, normalmente dirá la verdad. Un hábito de estudio facilita aprobar los exámenes. El hábito de resolver los problemas significa que no perdemos la calma cuando llegamos a casa y resulta que han entrado a robar. Pero a una persona con un patrón de conducta irresponsable, en una crisis, le costará mantener el empleo y las relaciones sociales. Gran parte de la conducta adulta deriva de los hábitos; los buenos hábitos de diligencia, responsabilidad, honestidad, o los hábitos que debilitan, como los desórdenes alimentarios, los estallidos emocionales frecuentes, los engaños, la impulsividad, etc. Los hábitos facilitan las buenas acciones, que nos hacen felices a nosotros y a los demás: y los malos hábitos provocan que no alcancemos todo nuestro potencial y frustran nuestros deseos de felicidad. El carácter, en esencia, es una mezcla de buenos y malos hábitos, cada uno con su motivación egoísta o centrada en los demás, que los sustenta. Una virtud no es otra cosa que un buen hábito motivado por el amor a los demás. Los hábitos se adquieren por la repetición de actos, pero con demasiada frecuencia descubrimos en nosotros conductas impropias, incluso sin darnos cuenta. Por defecto, fomentamos los malos hábitos. ¿Has reparado en que el personal de a bordo en los vuelos internacionales posee su propia cultura particular, incluso dentro de la misma compañía? Algunos ponen ese esfuerzo extra de su parte, y otros caen en la dejadez. Con qué facilidad la gente incorpora a su conducta el trato duro que han recibido de otros. Está en la naturaleza humana que, si no nos esforzamos por cultivar buenos hábitos, caigamos en los negativos. Los hábitos son increíblemente duraderos. Las buenas costumbres que adquiera un niño en la infancia le acompañarán toda la vida. Los malos le acosarán cuando sea adulto. Algunos dicen que para cambiar un hábito se necesitan entre 30 y 60 días de esfuerzo y concentración. La psicóloga y 54
escritora Michele Borba[17] sostiene que un niño debe repetir durante 21 días una nueva conducta para adquirirla. Aunque estas cifras puedan parecer una simplificación, el hecho es que los hábitos perduran, para bien o para mal. Y basta con que hayamos superado uno malo, sea fumar, sea la pereza o la mentira, para que nos veamos otra vez cayendo en él. El cansancio también hace que surja de nuevo con facilidad un rasgo de nuestro carácter que creíamos dominado. Todo esto tiene unas implicaciones profundas en la educación. Un niño al que se anime a incorporar buenos hábitos de conducta a su personalidad contará con esa fortaleza durante su vida adulta. Un niño educado para ser habitualmente reflexivo, amable, trabajador, positivo, alegre y autodisciplinado será más proclive a alcanzar una vida profesional exitosa y unas relaciones duraderas. Los padres que se centran en desarrollar una extensa gama de virtudes en sus hijos o hijas les encaminan hacia una vida adulta llena de autoconfianza y amor.
TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN
No existe consenso médico en torno al conjunto de conductas que se agrupan bajo el término de trastornos por déficit de atención. Lo único cierto es que todo el mundo necesita desarrollar hábitos fuertes de autocontrol para la vida adulta. Junto con la decisión de medicarles o no, y con una estrategia clara para fijar límites, etc., debe realizarse un esfuerzo coordinado, coherente y duradero por ayudar a los niños a desarrollar esa serie de conductas que va a necesitar en la vida adulta. Todos los niños deben aprender a respetar a los demás; todos los niños deben aprender autocontrol. El TDA no puede ser una excusa para faltar al respeto a otros o para ser irresponsable. Puede explicar su comportamiento, pero no excusarlo. Para nuestra propia tranquilidad y felicidad en la vida adulta, debemos tener unos hábitos bien establecidos de autodominio.
55
REEXAMINA TU FORMA DE EDUCAR Más difícil que forjar buenos hábitos en tu hijo o hija es cambiar los tuyos; la argamasa lleva solidificándose mucho más tiempo. ¿Estás preparado para cambiar? ¿Estáis preparados, como padres, para ser corresponsables de vuestros hijos, y para trabajar como un equipo en todo, o, al menos, en todo lo relativo a la educación? ¿Estáis dispuestos a dar un ejemplo de primer nivel en todo? Tu hijo reflejará tus acciones y actitudes y, más importante aún, tus valores más profundos. ¿Estáis dispuestos a evaluar constructivamente vuestras propias habilidades como padres? Vuestra felicidad y la de la familia dependen de vuestra disposición a crecer, así que examinad los valores que os motivan en lo más profundo: ¿Es la educación una tarea primordial en vuestra vida? ¿Estáis convencidos de que la plenitud y felicidad están interconectadas con el éxito de la tarea educativa? ¿Estáis decididos a educar a los hijos en los buenos hábitos, de pensamiento y de obra, sin importar los sacrificios personales que eso exija? Si estas preguntas te incomodan, sería una buena idea que te preguntases por qué. En todo caso, espero que esto no haga que dejes de recibir de forma clara y audible el mensaje de este libro.
LA AUTOCOMPLACENCIA ES LA PUERTA DE ENTRADA DEL DESASTRE
Un antiguo tutor de mi colegio volvió de un semestre de intercambio de estudios en otro país occidental. Durante el viaje se quedó muy 56
sorprendido por lo descentrados que estaban los padres allí: «No le dan ninguna importancia a cosas tan obvias como saber qué hacen sus hijos cuando ellos no están en casa. Es increíble lo autocomplacientes que son».
Si has decidido seguir adelante, tómate un tiempo a solas para trabajar los temas del cuadro que aparece en la introducción y evalúa tus logros. Después déjale el libro a tu marido, mujer, pareja, o incluso a la persona que se encargue contigo de cuidar a los niños, aunque no sea tu pareja, para que te examine sobre esas mismas materias. Cuando vayas a comparar los resultados, prepárate para avanzar un poco en tu conocimiento propio. Recuerda el antiguo proverbio: «El mejor negocio del mundo es comprar a alguien por lo que vale, y venderlo por lo que cree que vale».
«Una buena persona se exige a sí mismo. Una persona mezquina exige a los demás». CONFUCIO, 551-479 a. C.
«Para cambiar de vida: empieza de inmediato. Hazlo de forma llamativa. Sin excepciones». WILLIAM JAMES , 1842-1910
LA BASE DE LA EDUCACIÓN
PUNTOS PARA LA REFLEXIÓN La educación comienza con el amor entre el padre y la madre, y descansa 57
en él. La relación cariñosa entre los padres crea una cultura relacional de cariño en el hogar. El cariño entre los adultos, y de los adultos a los niños, puede ser natural, pero también exige un esfuerzo constante por exhibir, de forma habitual, muestras de cariño. Las expectativas definen los resultados. No entorpezcas el desarrollo de tus hijos. Dar ejemplo siempre funciona. Las relaciones familiares dependen de la comunicación frecuente y sincera. Las influencias perjudiciales en la vida de un niño pueden ahogar los lazos familiares. No libres sus batallas si puedes acompañarles para que lo hagan ellos. El esfuerzo de los padres hace de la vida familiar algo de lo que disfrutan todos sus miembros. El carácter se forma con el ejemplo, el consejo y la corrección, cariñosa y oportuna, siempre que los padres tengan una idea clara de las fortalezas que quieren que sus hijos o hijas desarrollen.
EVALÚA TUS CUALIDADES COMO PADRE
Unión entre los padres… en sus expectativas, en su cooperación y en la comunicación frecuente.
Cariño por cada uno de los hijos… independientemente de que se porten bien o mal. 58
Expectativas elevadas, pero razonables.
Disposición para dar buen ejemplo, en todo y a todas horas.
Costumbre de tener una comunicación estrecha con cada hijo.
Control real de las influencias que reciben los niños.
Disposición para hacer que cada niño acepte las consecuencias de sus errores y faltas, siempre que no hayan sufrido daños por esas consecuencias.
Dar prioridad a la honradez en casa, en tu conducta y en la de tus hijos.
Creatividad en la vida familiar: disposición para que cada fin de semana, desde que tus hijos son pequeños, planeéis algo divertido todos juntos.
Alegría habitual; una alegría que no depende de los sucesos externos, sino de la paz interior que tienes en ti.
Voluntad de corregir, con cariño, pero de forma clara y urgente.
Determinación de forjar buenos hábitos sistemáticamente en tus hijos, dando por sentado un conocimiento exhaustivo de las necesidades de cada uno.
Nivel de desarrollo Bien
Medio o
Necesita mejorar 59
Áreas prioritarias
desarrollada
alto
Medio mucho
60
Inexistente
Parte 2
LOS BUENOS HÁBITOS, LOS LADRILLOS PARA CONSTRUIR EL CARÁCTER Algo más que otra teoría sobre cómo educar Las conductas repetidas se convierten en una segunda naturaleza Somos la suma de los hábitos que establecemos Buenos hábitos y educación Las cuatro facultades, hábitos fundamentales para la felicidad 1. Sensatez de juicio 2. Responsabilidad 3. Autocontrol 4. Fortaleza Importancia de la dimensión espiritual Revisa los buenos hábitos de tu hijo
61
«Las monedas no son solo de plata y oro: la virtud también se acepta en todo el mundo». EURÍPIDES , C. 480-406 A. C. En esta sección estudiaremos con más detalle la relación entre los buenos hábitos y el carácter. Esta perspectiva educativa, amplia y sistemática, parece olvidada por nuestra generación, pero será la que otorgue una ventaja de incalculable valor para tu hijo.
62
ALGO MÁS QUE OTRA TEORÍA SOBRE CÓMO EDUCAR La literatura mundial, al menos desde hace 2.400 años, está permeada por la idea de que el valor que damos al carácter de una persona se puede deducir de los rasgos estables de su personalidad; la alegría, la responsabilidad, la fiabilidad, etc. Estos buenos hábitos, o virtudes, siempre han sido considerados los rasgos de carácter que permiten a la persona moverse por el mundo e influir en él, esenciales para la autodeterminación sobre la que descansan la paz interior y la felicidad. La educación, por su parte, sería el proceso por el que se desarrollan esos buenos hábitos, o virtudes, forjando el carácter de los niños.
ORIGEN DEL TÉRMINO
Virtud procede del latín virtus (fuerza), que a su vez deriva de vir (hombre).
Prácticamente todos los grandes escritores clásicos suscribirían lo anterior. Cuesta encontrar una página de Homero, Platón, Cicerón o Virgilio en la que no aparezcan referencias a los buenos hábitos como el elemento clave del carácter. Esquilo, Sófocles, Tucídides, Aristóteles, Horacio, Tácito, Plutarco, Séneca y muchos otros compartían la misma idea. Esta cosmovisión quedó recogida en el canon previo al siglo XX en la literatura occidental: desde el clásico inglés Beowulf, el prerrenacentista Dante, el isabelino Shakespeare o el Cervantes del Siglo de Oro, hasta Jane Austen, Manzoni y Tolstoi. Todos ellos juzgan la personalidad y el carácter en términos de virtud. Joseph Pieper, eminente filósofo del siglo XX, describió su visión del carácter como «… uno de los mayores descubrimientos en la historia de la comprensión propia del ser humano, que ha continuado siendo parte indispensable del pensamiento europeo (…) resultado de siglos de persistente esfuerzo intelectual, por todos los elementos creativos del occidente incipiente, tanto griego (Platón, 63
Aristóteles) como romano (Cicerón, Séneca), judío (Filón) o cristiano (Clemente de Alejandría, Agustín)»[18]. Enorme alabanza. Aún es más, esta visión del hombre completo no aparece solo en occidente. Prácticamente todas las demás culturas han relacionado la felicidad con la buena conducta habitual, aunque no con la claridad argumentativa de Aristóteles. Véase, por ejemplo, la tradición judía del Libro de la Sabiduría. Del Antiguo Egipto se conservan hermosos documentos que unen la virtud constante con la felicidad. Lo mismo ocurre con los grandes escritos orientales: al mismo tiempo que Sócrates, Confucio mostró cuáles eran las tres virtudes universales: la sabiduría, el amor y el valor. Estos 2.500 años, durante los cuales se ha asumido el vínculo entre buenos hábitos, carácter y felicidad, han sido descartados durante los últimos 50, pero ¿a qué precio? ¿Será esta una de las razones de las relativamente altas tasas de fracaso educativo actuales? Desde luego, mis más de veinte años de experiencia trabajando estrechamente con cientos de padres y sus hijos me ha convencido de los increíbles beneficios que produce la atención sistemática y constante al desarrollo de los buenos hábitos[19].
64
BENEFICIOS DE LOS BUENOS HÁBITOS DE CONDUCTA «Las virtudes (son) una suerte de salud del alma». CICERÓN, 106-43 A. C. Entre los beneficios de fijar buenos hábitos de conducta en tus hijos se encuentran: 1. Libertad. ¿Has sentido alguna vez cómo un defecto en tu conducta —la pereza, el pesimismo, la vanidad de hablar de sí— secuestra tus buenas intenciones? También es posible que te hayas visto manipulado por presiones externas; las personas que te acompañan o alguna opinión expresada de forma impertinente. El antídoto consiste en fijar hábitos intelectuales contrarios, eligiendo y actuando como quieres, de tal forma que seas tú el que lleve las riendas, con libertad para elegir lo que sabes que es mejor para ti. Los buenos hábitos te hacen libre. 2. Un amor duradero por los demás. La capacidad de comprometerse sustenta las relaciones afectivas, que son el medio por el que interactuamos de forma generosa, leal, juiciosa, desprendida y sincera con los demás en nuestras vidas. El compromiso mutuo es exclusivamente humano; los gatos no establecen vínculos que generen un entorno estable de crecimiento para sus cachorros. Pero incluso para los seres humanos las promesas de compromiso no son suficientes si falta el necesario hábito de comprometerse. Las intenciones pueden desvanecerse cuando la vida las pone a prueba. Los hábitos y las intenciones no son lo mismo. Gran parte de nuestra felicidad depende de sabernos amados por completo, de forma única y permanente por otro. Pero para merecer el compromiso del otro debemos ser capaces de entregarnos del todo. Enseña a tus hijos a cumplir sus compromisos, a mantener su palabra y a asumir las consecuencias de sus actos cotidianos, o, si no, cuando sus compromisos sean los propios de un adulto, sus buenas intenciones no bastarán para afrontarlos. 3. Madurez moral. Los niños crecen, pero algunos no maduran. Piensa en la madurez como en el desarrollo integrado y armónico del conjunto de buenos hábitos, que nos permiten actuar libremente y amar a los demás. Al leer algún comentario escolar del tipo «Siegfried no es maduro», ¿nos sorprende que haya que trabajar para equilibrar su carácter? Los colegios no 65
deberían verse como un muestrario de obras maestras terminadas. Y en un adulto esa falta de madurez es igualmente preocupante: alguien de 25 años que no se preocupa por los demás, que es deshonesto de forma habitual y con el que no se puede contar, es un peligro para todo el mundo. Un profesor de la antigüedad trazó la línea que une la conducta moral y el hábito hace 2.000 años: «La virtud moral surge como resultado de los hábitos». Saca a tu hijo de la vitrina y esfuérzate por pulir su carácter hoy.
EL DESCUBRIMIENTO DE LA FELICIDAD
Aristóteles fue el primero en explicar en qué consistía la felicidad. Afirmó que esta depende de los buenos hábitos, que denominaba virtudes, incorporadas a nuestro carácter. La felicidad duradera se encuentra, según él, no en el poder, el placer o, de modo directo, en las relaciones con los demás. Aristóteles proclamó: «La felicidad es el premio a la virtud». Desarrolló esta idea en la Ética a Nicómaco, obra que muchos piensan que dedicó a su hijo, así llamado. No sería acertado pensar que esta visión del desarrollo del carácter es una opinión más acerca de cómo maduran las personas. La Ética a Nicómaco de Aristóteles, tal y como se denomina el libro, no es un libro de tantos sobre la educación; se trata, sin duda alguna, de uno de los grandes textos de la civilización. Depende de nosotros el descartar a la ligera semejante patrimonio, porque a esa comprensión de la virtud —los buenos hábitos motivados por el amor— siempre le ha acompañado la certeza de que es allí donde se encuentra la felicidad. Pasar por alto esta herencia sería algo parecido a incendiar la biblioteca de Alejandría, un acto caótico y definitivamente autolesivo.
66
LAS CONDUCTAS REPETIDAS SE CONVIERTEN EN UNA SEGUNDA NATURALEZA «Un hábito, amigo mío, es una práctica continuada largamente, que al final acaba convirtiéndose en el hombre mismo». EVENO
DE
PAROS ,
POETA GRIEGO
La repetición de actos crea hábitos, que son atajos para la acción. Se manifiestan tanto en un sentido físico (el revés en el tenis, incluso la habilidad para trocear zanahorias), o en el moral (el hábito de mantener la calma ante una crisis, controlar la forma de comer, ser ordenado). Esta idea tan simple tiene consecuencias profundas en la educación. Aunque estos atajos no son suficientes para alcanzar la felicidad, sí que podrían considerase como los ladrillos, o el ADN, de esa felicidad. Añade un amor por los demás que motive esas acciones, y entonces la receta estará completa. Todos nuestros actos deberían estar guiados por la razón. Es fácil caer en hábitos que nos perjudican; Aristóteles explicó así la conexión entre el hábito y la virtud: «Tres son las cosas que hacen a una persona buena y virtuosa: sus talentos naturales, sus hábitos y su determinación de actuar según lo que es razonable y bueno para el hombre». En otras palabras, nuestro esfuerzo por desarrollar buenos hábitos debería estar guiado por lo que la razón nos dice que es positivo para nosotros. Así pues, sería necio tratar de mantener el orden en el cobertizo del jardín a costa de discutir todo el tiempo. Comparemos los tres principios de Aristóteles con la visión reduccionista de la personalidad que se deriva de la idea de «la herencia y la educación» o la naturaleza y el hábito. Aristóteles nos lleva mucha ventaja: nos hemos olvidado de la razón, pero el griego nos recuerda que —para llevarnos hasta la felicidad— nuestras acciones deben estar guiadas por el razonamiento cierto, así como por las convicciones meditadas. Es necesario basar las convicciones en principios objetivos, como «Haz el bien y evita el mal», «Haz a los demás lo que te gustaría que te hiciesen a ti», «La vida es siempre el bien mayor» y demás. Una persona sin convicciones morales es un barco sin timón; no existe una brújula moral. No hay conciencia. Como civilización, no disponemos más que de una comprensión brumosa del papel crítico que debe jugar la razón de cada cual en la madurez educativa. Es un serio defecto de la forma de pensar contemporánea, que en mi opinión dificulta educar a los niños con pensamiento crítico y autocontrol. Por este motivo el juicio recto, el hábito propio de la inteligencia, fue descrito en la antigüedad como el «conductor de la cuadriga de las virtudes», que 67
sostiene las riendas de todas las demás acciones. Lo veremos con más detalle.
NUESTRAS ACCIONES HABITUALES RESUMEN LA CLASE DE PERSONA QUE SOMOS[20]
El valor de nuestras vidas se refleja de muchos modos en la calidad de nuestras acciones habituales. Comparemos a una persona que se centra habitualmente en sí misma con otra que piensa en los demás. Todos nuestros actos tienen un impacto inexorable sobre nuestra personalidad. Con nuestras acciones decidimos realmente la clase de persona que queremos ser. Para Aristóteles, eran los rasgos del carácter que nos hacen buenas personas, en sentido amplio: «La virtud en el hombre será esta manera de ser moral, que hace de él un hombre bueno, un hombre de bien, y gracias a la cual sabrá realizar la obra que le es propia». El hábito, para bien o para mal, es el ingrediente principal de nuestra personalidad.
EL ACOSO
Cualquier intento de trabajar con aquellos que acosan a los demás debería centrarse en modificar el comportamiento malo, y no en las correcciones puntuales, insistiendo en la repetición constante de actos buenos, animando a actuar movidos por el amor hacia los otros. Estos son los principios básicos que garantizan los buenos hábitos. A la hora de acompañar a los que sufren el acoso es necesario centrarse en la necesidad de perdonar, y en estrategias para forjar hábitos de resiliencia, dirigiéndose con asertividad a la persona que les molesta, para que deje de hacerlo, ocupándose de la conducta externa y no juzgando sus intenciones,
68
resolviendo cualquier conflicto con la intermediación de la persona adecuada, y mostrando el autocontrol preciso para responder a las palabras solo con palabras.
69
SOMOS LA SUMA DE LOS HÁBITOS QUE ESTABLECEMOS «Uno se hace justo practicando la justicia; sabio, cultivando la sabiduría; valiente, ejercitando el valor». ARISTÓTELES , 384-322 A. C. Pam Stenzel, en el seminario «El sexo tiene un precio», al que asisten más de medio millón de adolescentes cada año, afirma: «La conducta en el pasado es el mejor indicador para predecir la conducta futura». A todos nos cuesta romper con hábitos antiguos. Nuestro carácter es la suma de nuestros hábitos, buenos y malos, con sus motivaciones subyacentes. El carácter equivale a la conducta habitual. Recordemos la cita de Thomas Lickona, en la primera página: «El buen carácter consiste en conocer el bien, desearlo y hacerlo… hábitos del intelecto, del corazón y de la acción». La madurez humana implica desarrollar unas fortalezas de carácter amplias e integradas, en los tres ámbitos en los que opera el ser humano: el pensamiento, la elección y la acción. Alimenta el carácter de tu hijo dirigiéndolo a ese fin. Dale Carnegie hablaba de «… cuatro formas, y solo cuatro, en las que establecemos contacto con el mundo. Somos juzgados y clasificados según estos cuatro contactos: lo que hacemos, lo que parecemos, lo que decimos y cómo lo decimos». Aunque se centre específicamente en los hábitos de acción, la conducta manifestada exteriormente, el mensaje final es el mismo. O desarrollamos una buena conducta habitual en esas áreas, o seremos hombres y mujeres incompletos. ¿Parece demasiado para un padre pedirle que se centre en el desarrollo progresivo de estas diversas esferas de actividad, para cada uno de sus hijos a su cargo, analizando regularmente cómo piensa, juzga y actúa? ¡Relájate! Seguro que es más fácil dejar que el carácter del niño, simplemente, se desarrolle. El problema es que el carácter no se desarrolla. Solo lo hace la personalidad, con su mezcla única de cualidades hereditarias, intereses y particularidades. El desarrollo del carácter siempre ha requerido, y siempre lo hará, una atención consciente. Los padres que no participan activamente, ayudando a su hijo a realizar el esfuerzo constante que es necesario para desarrollar todas sus capacidades, están fallándole. ¡Cuántos errores tristes y evitables cometerá en su vida adulta porque sus padres no le ayudaron a pensar con tranquilidad o a 70
tomar decisiones sin dejarse arrastrar por las emociones! ¡Cuántos errores porque sus padres no le enseñaron a autocontrolarse ni a ser humilde y pedir disculpas, o a aceptarlas cuando una relación peligra!
LA SITUACIÓN DEL MUNDO ES LA SUMA DE LA CONDUCTA DE TODOS LOS QUE LO HABITAMOS
Según santo Tomás de Aquino, la paz y el orden en la sociedad son, en definitiva, un reflejo de la paz y el orden de nuestros corazones. Gran parte de las conductas negativas en el mundo que nos rodea se derivan de defectos de carácter personales: Falta de solidaridad con los países en desarrollo, y explotación de sus trabajadores. Respeto desigual por las personas, que lleva a un sistema penal inefectivo, cultura de la indiferencia y la tortura, falta de respeto por los ancianos y vulnerables, falta de voluntad para encontrar alternativas al aborto, que hiere a las mujeres y priva de vida a los niños, etc. Incapacidad de los líderes de perdonar y llevar a sus pueblos a la comprensión mutua, la cooperación entre las naciones y la paz mundial. Ruptura generalizada de las relaciones duraderas, con el consiguiente efecto sobre los niños y sobre los propios afectados.
LAS 10 CUALIDADES PRINCIPALES DE UN CARÁCTER FUERTE[21]
7 esfuerzo 8 integridad
Estas cualidades son las que señalan casi todas las 71
señalan casi todas las tradiciones filosóficas, religiosas y culturales:
2 3 4 5 6
9 gratitud 10 humildad Las cuatro primeras no son otras que las virtudes cardinales, que estudiaremos en las páginas siguientes.
1 sabiduría justicia fortaleza autocontrol amor actitud positiva
THOMAS
LICKONA ,
EL CARÁCTER IMPORTA
72
(2004)
BUENOS HÁBITOS Y EDUCACIÓN «… hábitos —patrones establecidos de pensamiento y acción— que todas las familias con éxito tienen en común». STEPHEN COVEY, LOS
SIETE HÁBITOS
DE LAS FAMILIAS ALTAMENTE EFECTIVAS
La educación del carácter efectivo y juicioso no sucede por casualidad. Implica: Una visión clara del tipo de niño o niña que se está educando. Un esfuerzo sistemático por implicarse en el desarrollo del amplio abanico de cualidades que necesitará. Un compromiso con el crecimiento propio por parte de cada padre y madre. Un deseo de dar ejemplo de motivación amorosa con constancia. Si no aspiramos al conjunto, conseguiremos algo muy rebajado. A no ser que enseñemos a los niños que la felicidad reside en los hábitos de pensamiento, elección y acción, no llegarán a descubrirlo por casualidad. Miles de monos con miles de máquinas de escribir no producirán Guerra y paz. A no ser que enseñemos a los hijos que la felicidad y las relaciones duraderas derivan en gran parte de que pongan un amor intencional en todo lo que hagan, es poco probable que lo descubran por ellos mismos. Ya sabemos cuántas relaciones se rompen hoy en día en la sociedad. Los padres afrontan una gran competencia al educar a sus hijos, procedente de sus iguales, de los medios de comunicación, del mal ejemplo de los personajes públicos… Si frente a esa presión los padres abdican de su responsabilidad, los niños acabarán sufriendo. Un buen padre, un padre eficaz, no tira la toalla. Se ha escrito mucho en los últimos 15 años sobre la educación de las virtudes. Numerosos autores han publicado libros sobre este tema. El antiguo secretario de Estado de Educación de Estados Unidos, William Bennett, escribió el éxito de ventas Libro de las virtudes y, a continuación, La brújula moral. Educar buenos hijos y El carácter importa, de Thomas Lickona, argumentan con brillantez la felicidad que supone fortalecer el carácter. El corazón de la virtud, del canadiense Donald DeMarco, es una colección encantadora de anécdotas que 73
ilustran el amor que debe sustentar los buenos hábitos. Y el estremecedor análisis de William Kilpatrick, Por qué Johnny no distingue el bien del mal, debería ser de lectura obligatoria para todos los padres. El aumento de diversos movimientos que inciden en la importancia de la educación del carácter, y de escuelas que se centran en esta característica personal, añade fuerza a la convicción de que unos padres atentos y autoritarios pueden desarrollar el carácter de sus hijos.
¿EDUCAS A TU HIJO PARA QUE SEA BUENO?
Cada vez menos gente educa a sus hijos claramente para que sean buenos, como si ser buenos no fuese lo mejor para ellos, o porque lo bueno parece un concepto relativo, o tal vez porque la bondad, como objetivo, parece decepcionar a muchos. Siguiendo la impresión errónea de que el bien es sobre todo un concepto religioso, muchos padres y educadores lo evitan, o no aspiran a él. Desde luego lo bueno es un término moral, pero la moral se puede defender con argumentos racionales, y es crucial aclararlo. En consecuencia, como nuestra sociedad se ha secularizado cada vez más, hemos desdeñado la meta última de la educación, totalmente defendible desde la razón, que es enseñar a los niños a vivir una vida moral. Cicerón la describió como la forma de vivir más adecuada a nuestra naturaleza, más propensa a llevarnos a la felicidad: «el hábito de vivir de la forma más adecuada a nuestra naturaleza humana, guiado por lo que es razonable». La educación ha perdido su patrón universal y, en el proceso, ha perdido también la capacidad de educar a los niños para que sean adultos felices.
SERVIR A LOS DEMÁS 74
SACA LO MEJOR DE NOSOTROS MISMOS
«Cuidar a niños discapacitados tres días a las semana ayuda más a los jóvenes que tener tutorías con ellos durante cinco años seguidos».
CHRIS RILEY, ONG YOUTH
OFF THE
STREETS ,
HABLANDO DEL PROGRAMA
EN EL QUE JÓVENES SIN HOGAR CUIDAN DE NIÑOS CON ALGUNA DISCAPACIDAD
75
LAS CUATRO FACULTADES, HÁBITOS FUNDAMENTALES PARA LA FELICIDAD «¿Por qué son tan actuales los filósofos antiguos? Porque sus convicciones no nacen de lo actual —nada se desactualiza tan rápido como la actualidad—, sino de la esencia inmutable del hombre, la estructura inherente al alma. Platón fue el primero en descubrirlo y aplicarlo… Las cuatro virtudes cardinales son relevantes para el hombre de todas las épocas, porque lo son para el hombre en sí, no para la época. Son acordes a nuestra naturaleza, y a la naturaleza en sí». PETER KREEFT ,
FILÓSOFO
Como vimos en la Introducción, cualquier rasgo del carácter puede encuadrarse bajo una de estas cuatro categorías: sensatez de juicio responsabilidad autocontrol fortaleza Estas facultades, fundamentales para alcanzar la felicidad, se han denominado, durante más de dos milenios, las cuatro virtudes cardinales. Este concepto nació casi con seguridad con Sócrates, y se encuentra de forma unánime en Platón, Aristóteles, Cicerón, san Agustín y santo Tomás de Aquino. La división no es arbitraria; las cuatro cubren las principales esferas de acción e interacción con los demás. Todas las virtudes se refieren al dominio de sí. Gracias a estas fortalezas fundamentales del carácter alcanzaremos la facultad de emplear bien nuestro intelecto (la facultad de comprender la verdad de las cosas) y nuestra voluntad (el principio de actuación libre, que nos permite, en definitiva, amar).
RESUMEN ETERNO 76
En un ensayo sobre historia clásica, mi sobrino escribió: «Aristóteles enseñó al joven Alejandro dos lecciones principales: la importancia de la observación y la doctrina de que debe ser la mente la que controle el cuerpo para ser capaz de actuar libremente». ¡Qué logro, conseguir resumir la contribución del mayor filósofo de la historia en dos puntos! La sabiduría es eterna. Si queremos seguir nuestro propio camino y no ser arrastrados por las emociones variables, los medios de comunicación manipuladores y la opinión desacertada de nuestros iguales, necesitamos anclar nuestra percepción en los hechos objetivos, y dirigir nuestras acciones utilizando la cabeza, no solo los sentimientos.
La sensatez de juicio y el autocontrol se rigen interiormente, y nos otorgan la fortaleza para controlar nuestra mente y nuestras pasiones. La responsabilidad y la fortaleza se rigen exteriormente, y nos permiten cumplir con nuestros deberes hacia los demás y sobreponernos a las dificultades externas. Es importante cubrir los cuatro aspectos; un niño valiente pero con escaso autocontrol se pondrá a sí mismo, y a los demás, en peligro. Un niño prudente pero poco justo acabará buscando lo mejor para sí con la mayor eficacia. No cabe sobreestimar la importancia de estos cuatro hábitos: son las facultades por las que los hombres y mujeres más grandes de todos los tiempos han sido capaces de conducirse rectamente y de servir a los que amaban.
PSICOLOGÍA RACIONAL 1A
Aristóteles fue el primero en proponer una explicación del funcionamiento del ser humano, mostrando cómo —dentro de cada uno— existen varias cualidades integradas: el intelecto (capacidad de entender) 77
la voluntad (capacidad de elegir y de amar) las emociones y las pasiones (sentimientos y motores de nuestras vidas) los sentidos los hábitos de conducta que hemos desarrollado para bien (virtudes) o para mal (vicios). El consenso posterior a Aristóteles afirma que, en una personalidad equilibrada, es el intelecto el que gobierna la voluntad. La cabeza debería guiar al corazón. Las elecciones deberían basarse en una comprensión correcta de las situaciones. Normalmente nuestro intelecto, auxiliado por la información correcta a través de los sentidos, las convicciones y los procesos racionales, debería guiar nuestro juicio y las elecciones voluntarias. Las emociones y las pasiones están muy relacionadas con los sentidos, pero también precisan de la guía de la razón. Somos un todo: la felicidad se relaciona con el uso de la razón para guiar nuestras elecciones, nuestras pasiones y nuestras emociones. En definitiva, todas las acciones dependen de elecciones impulsivas o meditadas, de pasiones y emociones bien o mal gestionadas.
PSICOLOGÍA RACIONAL 1B
Aristóteles y santo Tomás nos enseñaron que la naturaleza humana experimenta siete pasiones: amor y odio, deseo y miedo, alegría y tristeza e ira. El reto consiste en manejar estas pasiones y sentimientos, en ocasiones, cambiantes, para pensar con claridad y ordenarlas a nuestro propio bien. Las cuatro virtudes cardinales son los cuatro hábitos clave para manejar bien nuestro pensamiento, nuestras pasiones y sentimientos. Las pasiones y emociones son buenas en sí mismas, pero precisan de 78
una guía para fortalecernos y que nos aporten algo; si no fuese así, actuarían de forma independiente de la voluntad, y podrían dominar al intelecto. Cuando las pasiones y las emociones rigen las decisiones, podemos acabar haciendo aquello que no queríamos, o aquello que nos perjudica; nos apegamos a lo que no debemos, comemos demasiado, tenemos miedos irracionales, permitimos que la tristeza nos domine, estallamos en cólera, etc. De las cuatro virtudes cardinales, el juicio recto se refiere al dominio efectivo sobre el intelecto. Pero las otras tres son las que contribuyen a dominar las pasiones y sentimientos, de tal forma que no sean estas las que nos dominen a nosotros. Por ejemplo, sin autocontrol, nuestra pasión, deseo o ira podría condicionar las decisiones que tomemos. Sin fortaleza, los miedos evitarían que pensásemos con claridad, y sin responsabilidad para mantener a raya el amor propio, nuestras decisiones podrían menoscabar los deberes para con los demás. En una personalidad bien formada, estos cuatro hábitos hacen que se mantenga el dominio de las pasiones, empleándolas para el bien, pero sin rendirse ante ellas.
79
1. SENSATEZ DE JUICIO «Desde luego, nada debería preocuparnos más que cultivar la facultad de formar un recto juicio». ARISTÓTELES , 384-322 A. C. Este hábito nos permite dominar lo que ocurre en nuestra mente. «La felicidad depende más de una disposición interna de la mente que de las circunstancias externas», afirmó Benjamin Franklin. Aunque no podamos controlar los sucesos externos, sí que podemos controlar la forma en la que respondemos frente a ellos… o así deberíamos hacerlo. Modela una forma de pensar adecuada para alcanzar, literalmente, la paz mental y para poder enseñarle estos hábitos a tu hijo: Esfuerzo para dominar la imaginación y la memoria. Aprovechar las emociones y sentimientos. Aprender a sacar fuerza de la pasión, evitando a la vez tomar decisiones de forma impulsiva basadas en reacciones irracionales. Alimentar una sana capacidad de reflexión, sopesando todos los factores de un determinado asunto. Compromiso con lo que de verdad importa en la vida, priorizando en lo grande (la atención a la familia por encima del trabajo) y en lo pequeño (organizarse para llegar a casa a tiempo para la cena). «No basta con tener una mente brillante: lo importante es usarla bien», afirmó el gran filósofo Descartes. Si no se piensa con claridad, no se puede tener la vida bajo control. No te fijes en la resonancia caduca del antiguo nombre de esta virtud, la prudencia; se llame como se llame, es un hábito siempre necesario. David Isaacs afirma que la sensatez de juicio es la cualidad más importante que debe adquirir un adolescente, en la que deberían centrarse sus padres. En resumen, es la clave de la educación de los niños más mayores.
ENSEÑAR A PENSAR CRÍTICAMENTE
80
«El maestro dijo: el que aprende sin pensar está perdido; el que piensa sin aprender está en peligro». CONFUCIO, 551-479 a. C. El desarrollo del pensamiento crítico es uno de los procesos más importantes de aprendizaje durante la adolescencia. Es una extensión del hábito de la sensatez de juicio, la capacidad de tomar decisiones correctas basándose en los valores adecuados. La gente con pensamiento crítico es capaz de juzgar y actuar según sus propios principios y convicciones. Son menos sensibles a las presiones externas, y menos proclives a juzgar temerariamente y a reaccionar de forma emocional. El pensamiento crítico siempre empieza con una comprensión firme de la realidad. Enseña a tus hijos a observar los hechos en cada situación; esto les ayudará a evitar tomar decisiones basándose en información incompleta, en las emociones o en sus prejuicios.
IRRACIONALIDAD: CUANDO LA VOLUNTAD SE RIGE POR LAS EMOCIONES
Todos precisamos desarrollar buenos hábitos en el ejercicio intelectual y de la voluntad. Si no, nuestro intelecto no será capaz de guiar a la voluntad, y seremos presa fácil de las pasiones y las reacciones emocionales. Nuestras decisiones se basarán más en los sentimientos que en una valoración sensata. Actuaremos irracionalmente.
81
82
2. RESPONSABILIDAD «La madurez supone ser honesto y sincero con uno mismo, tomar decisiones basándose en procesos internos conscientes y asumir la responsabilidad sobre las propias decisiones». MARY PIPHER,
PSICÓLOGA CLÍNICA
En mi primer año como director, uno de los padres me enseñó una gran lección; al menos espero haberla aprendido. Su hijo se había hecho daño en la rodilla, de forma grave, a causa de una travesura de otro chico que salió mal. Este padre me acosaba sin parar: «¿Quién se responsabiliza de la conducta de los chicos en las instalaciones del colegio después del horario escolar?». Mi primera reacción fue evitarle, diciéndome que en este caso nadie era responsable, porque el accidente había ocurrido en una zona sin supervisión, sin mala intención, después del colegio, etc. Pero no era suficiente. Al final, me gustase o no, como director del colegio, yo era el responsable. Especialmente cuando hay niños de por medio, siempre tiene que haber un adulto que acepte la responsabilidad última. Cuando los niños no tienen suficiente edad, experiencia o criterio para tener cuidado de sí mismos, los padres deben asegurarse de que siempre haya alguien que acepte la responsabilidad de protegerles. Fue una gran lección para mí. Para aprender a ser responsables es necesario desarrollar el hábito de centrarse en los demás. Los jóvenes de hoy en día disfrutan de muchos privilegios: pensión completa, padres cariñosos —normalmente—, acceso a la educación, gran cantidad de entretenimientos, una relativa libertad de movimientos, facilidad para comunicarse, etc. Junto a estos privilegios, deben tener la seria responsabilidad de hacer un buen uso de ellos. Esto significa tener algún encargo que ayude a toda la familia, esforzarse en el estudio, ser moderados en el entretenimiento sin verlo como un fin en sí, ser responsables en la conducción, utilizar el teléfono con sensatez (limitándose a hacer llamadas breves y pidiendo permiso antes de hacerlo), entre otras. Hace más de dos mil años, Séneca escribió acerca de cómo enseñar a los niños a ser responsables en el uso del tiempo: «Deberían disfrutar de algo de tiempo libre, pero no se les permitirá emplearlo con indolencia: ningún niño debería acostumbrarse a vivir una vida inactiva y perezosa». Los hijos solo verán el tiempo como un don, y desarrollarán un fuerte hábito de servicio, si los adultos a los que admiran les dan ejemplo. 83
Es un asunto serio. Por ejemplo, un alumno de 16 años que no estudie sus buenas dos horas y media todas las tardes no está mostrando responsabilidad por el privilegio de poder ir al colegio durante todo el día, lo que le exime de tener que trabajar. Son muchas las culturas y épocas en las que a los 15 años ya se trabajaba como un adulto. Que los adolescentes vivan a costa de los demás es un invento del siglo XX, a no ser que uno tuviese la desgracia de ser el sobrino de Luis XIV. Una advertencia. Las responsabilidades deben ser las adecuadas. En mi primer año en el colegio, como solo teníamos una secretaria a tiempo parcial, encargamos a algunos alumnos que atendiesen el teléfono, para que tuviesen una responsabilidad real. Un día, un estudiante cogió una llamada y, con voz seria, respondió: «Colegio Redfield, ¿en qué puede ayudarme?». A partir de entonces buscamos encargos más realistas.
LA RESPONSABILIDAD LLEVA A LA JUSTICIA
«Justicia significa respetar los derechos de todas las personas. La regla de oro, que nos conmina a tratar a los demás como nos gustaría que nos tratasen, es un principio de justicia que aparece en diversas culturas y religiones de todo el mundo. La educación del carácter en ocasiones se centra en la justicia porque incluye muchas de las virtudes interpersonales: civismo, honestidad, respeto, responsabilidad y tolerancia (entendida, no como la aprobación de la conducta o creencia de los demás, sino como el respeto por su libertad de conciencia, siempre y cuando no viole los derechos de los demás). La preocupación por la justicia —y la capacidad de indignarse moralmente frente a la injusticia— inspira nuestro quehacer como ciudadanos para construir una sociedad y un mundo más justos».
UNIVERSIDAD ESTATAL
84
DE
THOMAS LICKONA, NUEVA YORK, CORTLAND
DIMENSIONES DE LA RESPONSABILIDAD
emplear bien el tiempo responsabilidad cívica
solidaridad con los más vulnerables y menos privilegiados
aceptar la responsabilidad de las propias acciones, incluyendo los errores y sus consecuencias aceptar nuevas responsabilidades al crecer situar siempre el bienestar de los que nos rodean por encima de nuestros intereses
respeto por los demás, sea recíproco o no, estemos de acuerdo o no con sus actos, por el hecho de que son seres humanos, con sus derechos y dignidad
OPORTUNIDADES PERDIDAS
Las «madres monopolistas», por emplear el término de Rafael Pich, niegan a sus hijos la oportunidad de crecer en responsabilidad. Los «padres debilitantes» no son mejores. Tampoco es buena idea que los padres justifiquen una conducta superficial o poco inteligente de sus hijos encogiéndose de hombros y diciendo que los niños son niños. Dentro de muy poco ese niño será capaz de realizar elecciones que cambiarán su vida para siempre. Si no se exige de un chico o chica de 8 o 9 años que se comporte con sensatez, tal vez no sean capaces de encontrar la llave del sentido común dos o tres años más tarde, cuando lo que esté en juego sea mucho más. Entonces puede que su vida dependa de eso.
85
JUSTICIA EXPEDITIVA
Nuestro hijo de ocho años estaba, como de costumbre, entreteniéndose durante la cena, mientras todos los demás habíamos terminado. El de quince años decidió meterle prisa: «Si no terminas en cinco minutos, te vas a la cama sin cenar», le riñó.
Cuando le sugerí que repartir castigos era mi responsabilidad como madre, me miró y dijo: «Bueno, ALGUIEN tiene que tenerles controlados».
JEANETTE,
86
MADRE DE CINCO HIJOS
3. AUTOCONTROL «No permitas que los niños se enrabieten. La libertad sin restricciones conduce a un carácter insoportable. Pero ten en cuenta que la restricción total lleva a un carácter servil». SÉNECA, 4 A. C. – 65 D. C. Los sentimientos y las emociones son buenas, pero debemos controlarlas: no deberían ser ellas las que nos controlasen a nosotros. Hace dos mil años Cicerón escribió: «La falta de control sobre sí revela un defecto fundamental en el intelecto y la razón». Los seres humanos seguimos siendo los mismos; si la cabeza no guía nuestra vida emocional y nuestras pasiones, terminaremos como Afrodita, «esclava de sus pasiones», según Homero. A pesar de sus limitaciones, Nietzsche entendió bien el efecto debilitador de las pasiones, «el abdomen es el motivo por el que el hombre no se toma a sí mismo con facilidad por un dios». El autocontrol es el hábito fundamental a la hora de dominarse a uno mismo. Cuando lo incorporamos a nuestro carácter, controlamos con mayor facilidad el temperamento, somos capaces de retrasar las recompensas por una decisión racional y podemos decirnos no a nosotros mismos, para mantener a raya a los apetitos sensuales y las pasiones cuando no son buenas para nosotros o cuando pueden dañar a otros. También mejoramos la paciencia y ejercitamos la cortesía y las buenas maneras, así como los hábitos de generosidad en el servicio a los demás. Al incrementar la capacidad de pedir disculpas cuando hace falta, adquirimos la destreza esencial en la vida para restaurar las relaciones. Una vez le pregunté a una madre durante una tutoría por qué a su hijo le costaba entregar los trabajos a tiempo. Me dijo: «No puedo con él, no hace más que quedarse tirado en la cama fumando porros». Hasta unos años después, cuando el hermano pequeño me contó: «Mamá… era lo peor. Estaba siempre fumando marihuana». Los niños con problemas de impulsividad son, en su mayoría, hijos de padres con escaso autocontrol, impaciencia, curiosidad excesiva, juicios temerarios sobre los demás, pereza, pérdidas de tiempo, desorden, incluso infidelidades o abuso del alcohol y las drogas. En el niño esta debilidad se puede manifestar de otro modo, pero en el centro aparece la falta de ejemplaridad en el autocontrol.
87
¡TOMA YA!
«Los jóvenes de hoy solo piensan en sí mismos. No respetan a sus padres ni a los ancianos: son impacientes y sin contención, hablan como si lo supiesen todo, y lo que entre nosotros es sabiduría para ellos es necedad. En lo que respecta a las doncellas, son necias e inmodestas y poco femeninas en sus palabras, su conducta y su vestir».
Cuando le sugerí que repartir castigos era mi responsabilidad como madre, me miró y dijo: «Bueno, ALGUIEN tiene que tenerles controlados».
PEDRO
EL
EREMITA,
SIGLO
XI
Los padres deben conocer las dificultades a las que se enfrenta un adolescente: la adición a la televisión, la pornografía, el descontrol en las comidas, el fracaso a la hora de establecer una rutina de estudio, horarios descuidados a la hora de levantarse y de acostarse, etc. Una vez asentados estos hábitos, le perjudicarán mucho. Se decía de Sócrates que «resistía con facilidad la tentación de beber más de lo necesario». Hay algo en todos nosotros que nos hace admirar ese grado de autodominio. Reconocemos que ese grado de control es la marca distintiva de las personas excepcionales. Y en lo profundo del corazón nos damos cuenta de que es muy probable que eso les haga más felices que al resto. Sócrates fue capaz, incluso, de hacer reír a sus discípulos la mañana del día de su ejecución. No ha habido muchos como él.
LA FALTA DE AUTOCONTROL NOS DEGRADA
«Los impulsos del hombre incontinente le llevan en dirección opuesta a la que se dirigía». 88
ARISTÓTELES , 384-322 a. C.
«Las pasiones y emociones deben permanecer bajo la influencia de la razón. Domina tus pasiones; si no obedecen, mandarán; refrénalas con la brida y los grilletes».
HORACIO, 65 a. C. – 8 d. C.
89
4. FORTALEZA «Los hombres no están hechos para los lugares seguros». ROBERT KENNEDY, 1925-1968 La fortaleza nos permite tomar decisiones difíciles, y hacer lo correcto frente a las dificultades. Es una resistencia íntima, que nos mantiene centrados en una meta que vale la pena, sin sucumbir a los reveses ni a las incomodidades, al dolor o a nuestros fracasos previos. El valor, la resiliencia, la determinación, el aguante y una autoconfianza saludable son aspectos de la fortaleza. Los reveses, el sufrimiento y el negarse a sentir excesiva compasión por uno mismo construyen el carácter. Para enseñar la fortaleza, sé un motivo de empuje para los demás, da ejemplo de tranquilidad frente a las adversidades y muestra a tu hijo a atajar los problemas. Opta por aquello que exija físicamente: vete con tus hijos a hacer la compra, llévales de acampada, cuidad juntos el jardín los fines de semana, generad una cultura familiar en la que se cede la silla y se guarda el trozo más grande de la tarta para el que llega el último. Y, sobre todo, mantén una actitud positiva hacia el trabajo, que es posiblemente la mejor forma de enseñar la fortaleza a los niños.
«Las tareas del hogar hacen que los niños maduren más rápido». RAFAEL PICH, padre de 16 hijos
Tal vez de boquilla defendamos el trabajo duro, pero no nos creemos de corazón su importancia. ¿Tiene prestigio el trabajo en la familia? ¿Cómo hablas de él? ¿Cuál es tu lenguaje corporal? ¿Te entusiasmas mucho más con el fin de semana o el deporte que con el trabajo? Si mamá se queja de todo el trabajo que tiene, o papá no termina nunca de cambiar la arandela del grifo que gotea, están lanzando un mensaje de desapego al trabajo. Los deberes y las notas de Jimmy, antes o después, acabarán resintiéndose. Si nuestro objetivo en la vida es reducir al máximo el trabajo y aumentar al máximo la diversión, jamás enseñaremos a los hijos que el trabajo 90
es bueno. Aristóteles afirmó que el amor es la inclinación hacia lo bueno; no podremos enseñar a amar el trabajo a no ser que nos convenzamos de su valor. Puede que conozcamos la teoría: el trabajo es un medio para hacer el bien a los demás, empezando por aquellos que nos rodean; es el instrumento para hacer del mundo un lugar mejor, y para atender las necesidades de aquellos que son menos afortunados; es un medio para desarrollar nuestras habilidades e intereses; podemos incluso contemplarlo como una forma privilegiada de compartir la actividad creadora de Dios. Pero —como cualquier lección en el hogar— solo se puede enseñar a través del ejemplo y del acompañamiento en la práctica.
¿CÓMO SABER SI SE SOBREPROTEGE A LOS HIJOS?
Cada hogar es un entorno de protección para los niños, muy influenciables. Una casa o un colegio protectores permiten hallar el tiempo para inculcar buenos hábitos y valores, lo que supone ofrecer una guía clara sobre el bien y el mal, poner a prueba sus valores en circunstancias controladas, entrenar y supervisar su responsabilidad, etc.
«MI PADRE DICE QUE SIN ESFUERZO NO SE CONSIGUE NADA»
A un gran número de niños se les hizo esta pregunta: «Si tu padre te dijese que vuestra familia tiene que mudarse durante un año y solo puedes llevar una cosa contigo, lo que más te guste, ¿qué elegirías?». Todos se decantaron por la Play Station, la Xbox, la Nintendo o el DVD, menos uno, que afirmó que se llevaría los deberes, y lo explicó así: «Mi padre dice que sin esfuerzo no se consigue nada».
91
¿Qué le diferenciaba del resto? Su padre solía contarle unas historietas con moraleja espectaculares, que era capaz de repetir con entusiasmo palabra por palabra… y sus dos progenitores —ambos inmigrantes— eran un ejemplo de esfuerzo. ¿Cómo enseñar a tu hijo o hija a trabajar duro? Muéstrale cómo se terminan bien las tareas de la casa habitualmente: limpiar el coche con frecuencia, dejar la cocina recogida después de las comidas, acometer con prontitud las reparaciones, etc. Cuando los padres están dispuestos a trabajar junto a sus hijos, cuando les «entrenan» para ser detallistas, están enviando un mensaje positivo acerca de las prioridades en la vida.
92
IMPORTANCIA DE LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL «Háblale menos a tu hijo de Dios, y más a Dios de tu hijo». CONSEJO
DE UNA HIJA MAYOR A SU PADRE
Gandhi dijo: «En la vida hay algo más importante que incrementar su velocidad». El ser humano es algo más que carne y sangre. Las facultades inmateriales del amor y el conocimiento nos separan del resto de los animales. ¡La materia es muy limitada! La simple observación nos muestra que las realidades materiales van desapareciendo cuando se entregan o se comparten, y que los objetos tienden a romperse en piezas más pequeñas. La muerte no es otra cosa que esta descomposición. A pesar de que lo material es en esencia fallido, esta intuición no limita nuestros impulsos consumistas: nunca nos cansamos de los bienes materiales o de los placeres, a pesar de que no terminen de satisfacernos. Las realidades espirituales tienen otras reglas. Los maravillosos intangibles del amor, la bondad, la unidad, la belleza y la verdad manifiestan un mundo más allá de lo material. El amor no se gasta cuanto más se reparte. Es posible amar profundamente a toda la humanidad, a todas y cada una de las personas. A diferencia de los ordenadores al procesar información, los seres humanos no se quedan sin espacio al incrementar sus conocimientos. Aristóteles insistió en la inmortalidad del alma humana aduciendo su carácter espiritual (no en el sentido religioso, sino como principio del amor y del saber), que no tiende a romperse en piezas más pequeñas. Nuestro conocimiento y nuestro amor perdurarán. Esta fue una revelación extraordinaria para un mundo pagano.
«El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente». SAN JUAN PABLO II, 1920-2005
93
EL PODER DE LA ORACIÓN
«Abuela, reza por mí, que mañana tengo un examen». «He rezado por ti todos los días de tu vida… cuenta con ello». El chico volvió sobre sus libros con humildad y sintiéndose querido de forma increíble. Desde luego, la oración de los padres, y de los abuelos, debe ser infalible. Cuando, en la vida profesional, el jefe da alguna responsabilidad al empleado, si es bueno le prestará toda la ayuda que necesite para acometerla con éxito. ¿Por qué Dios no haría lo mismo cuando otorga la responsabilidad de la paternidad?
«Tengo un ángel de la guarda muy especial». BEN (94
AÑOS ), HABLANDO DE SU HUIDA DEL
FERROCARRIL
DE LA
MUERTE
EN LA
II GUERRA MUNDIAL
El idealismo es otra de las cualidades espirituales de la personalidad humana que, a saber por qué, parece que ejercitamos poco. De corazón reconocemos que la simple materia, o las ganancias materiales, no pueden llenarnos. Los ideales son el antídoto contra el materialismo, y nos dan la fuerza para salir de nosotros y derribar el altarcillo doméstico del interés propio. Una vez sintonizado con lo espiritual, estaremos despiertos para lo comunitario y familiar. No podemos realizarnos de forma aislada, nos pongamos como nos pongamos. Los que no experimentan el don y el cariño de los demás están insatisfechos de forma trágica, al menos a tres niveles: el vínculo padreshijo, la unión matrimonial y, para muchos, la relación creador-criatura. Es preciso que construyamos recipientes para el extenso mundo espiritual; contamos con los ojos y oídos para el material, pero nuestros sentidos solo procesan información sobre los objetos. Sentimos el infinito únicamente a media 94
luz, de vez en cuando, en susurros de inmortalidad. Antoine de Saint-Exupéry escribió: «Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo. Evoca primero en los hombres y mujeres el anhelo del mar libre y ancho». Platón remarcó que la actividad que más puede llenar al ser humano es la contemplación de la perfección y el infinito. Silencio, veneración y oración son los receptores que necesita tu hijo para ese otro mundo. ¡Qué situación más triste! En la naturaleza, en lo bello y en los actos de bondad podríamos adivinar el mismo espíritu de Dios, y aun así nos aburren. Nuestro corazón está inquieto; nadie nos ha enseñado a evocar la inmensidad, nadie nos ha enseñado a contemplar. Más adrenalina, más volumen, ponme una película, enciende el iPod, mira mi nuevo móvil, corre y siéntate, ponen Gran Hermano.
INTUICIONES DE INFINITO
«Nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti».
AGUSTÍN
DE
HIPONA, 354-430
«La infinita bondad tiene tan largos brazos que toma a todo el que se vuelve a ella».
DANTE ALIGHIERI, 1265-1321
«Lo que se ve, ni indica una exclusión total, ni una presencia manifiesta de la divinidad, sino la presencia de un Dios que se oculta: todo lleva este sello».
BLAISE PASCAL, 1623-1662
95
«El orden visible del universo proclama una inteligencia suprema».
J. J. ROUSSEAU, 1712-1778
FE, ESPERANZA Y CARIDAD… PARA NIÑOS
Fe. Muestra en tu día a día que no buscas en lo material la felicidad eterna. Enséñales que estamos de paso en este mundo material, y que Dios se da a conocer a aquellos que le buscan. Búscale con tus hijos. Esperanza. Dante afirmó que «la esperanza es la certeza de las cosas venideras». Enséñales que las inevitables dificultades y sufrimientos de esta vida no son absurdas. Dios tiene todo en sus manos, y todos estaremos bien; si no es en esta vida, será en la siguiente. Con tanta tristeza en este mundo, tiene que ser simplemente el insignificante umbral de la eternidad. Caridad. Todos estamos llamados al amor… a darlo y a recibirlo.
BUENOS HÁBITOS; LOS LADRILLOS DEL CARÁCTER
PUNTOS PARA LA REFLEXIÓN No tenemos que inventar la rueda. Los grandes escritores, pensadores y padres del pasado tienen mucho que decirnos sobre la educación. Si queremos que nuestros hijos sean felices, ahora y en la vida adulta, deben ser virtuosos, dotados de buenos hábitos motivados por el amor. 96
Sé un experto en el desarrollo de todos los buenos hábitos en tus hijos. Edúcalos para que sean de verdad libres, alejados de la influencia excesiva de los que les rodean, y de los efectos debilitadores de sus malos hábitos. Utiliza las rutinas para forjar buenos hábitos en los niños. Sé crítico con las rutinas y los horarios domésticos. Los actos repetidos deberían pasar a formar parte, gradualmente, de nuestro propio carácter. Muestra a los niños cómo las dimensiones espiritual y material de la naturaleza humana interactúan. Enséñales que las emociones y pasiones deben estar guiadas por los valores y determinaciones, para que no les arrastren a lugares a los que no querrían ir. Céntrate en el núcleo de la educación: alimentar los cuatro hábitos clave de la rectitud de juicio, la responsabilidad, el autocontrol y la fortaleza. Busca el autoconocimiento: mi valor como persona viene dado por mi conducta habitual. El respeto y la responsabilidad son el fundamento de una personalidad justa y equilibrada. El autocontrol en lo pequeño, como la ira o la prontitud para levantarse de la cama, se transfiere de inmediato al dominio de sí en la vida adulta. El valor es lo que evita que las dificultades desestabilicen a un niño. Analizad vuestra coherencia como padres. Hablad con frecuencia entre vosotros de la educación de los hijos. Ten objetivos para cada uno. Edúcales con sensibilidad para lo espiritual. Enséñales con tu ejemplo que la gratitud y la humildad son atributos imprescindibles. Redescubre los hábitos de oración que tal vez tenías de niño, y compártelos con tus propios hijos.
97
REVISA LOS BUENOS HÁBITOS DE TU HIJO
Sensatez de juicio
piensa antes de actuar
es crítico con lo que ve en TV
piensa con lógica
sopesa los hechos antes de decidir
reacciona racionalmente, no con las emociones
tiene prioridades.
Responsabilidad
acepta la responsabilidad de sus actos
no se excusa
es hospitalario
se preocupa de sus pertenencias 98
cumple las tareas encomendadas
da buen ejemplo a sus hermanos pequeños
Autocontrol
controla el apetito por la comida y la bebida
controla la impaciencia y el temperamento
controla la imaginación y la curiosidad
gestiona su horario
acepta las dificultades con buen ánimo
gestiona el dinero y sus objetos con sensatez
no le cuesta terminar de jugar
Valor
se rehace tras un revés
acepta las correcciones
es físicamente fuerte, duro y resiliente 99
tiene determinación ante las dificultades
muestra confianza en sí mismo se rebela contra las injusticias
Áreas prioritarias
Nivel de desarrollo Bien desarrollada
Medio o Necesita mejorar Medio alto mucho
100
Inexistente
101
Parte 3
FORJAR BUENOS HÁBITOS Educa a tus hijos para que tengan control sobre sus vidas 1. Establece rutinas y sé coherente 2. Delega, aunque se tarde más en terminar las tareas 3. Enséñales que los actos deben estar motivados por el amor 4. No dejes que se acumulen los malos hábitos 5. No pienses por tu hijo 6. Da ejemplo de las cualidades que quieres que tengan 7. Enséñales con claridad lo que está bien y lo que está mal 8. Ayúdales a forjar buenos hábitos desde pequeños 9. Haz que el fin del deporte sea la construcción del carácter 10. Muéstrales que las lecciones más difíciles son las mejores 11. No pierdas de vista la sinceridad y la generosidad: hábitos para la mente y el corazón 12. Enséñales a estar desprendidos de las cosas materiales 13. Céntrate en las causas y las consecuencias
102
103
«Debemos exigir constantemente a nuestros hijos que actúen con generosidad, diligencia o paciencia para que sean capaces de desarrollar esos buenos hábitos en la práctica». MARGARET
Y
GERARD O’DONNELL, VALORES
FAMILIARES
En esta sección encontrarás una forma contrastada de lograr que los niños adquieran una serie de hábitos de carácter. Mientras lees, coteja tu propio estilo y tu vida familiar con esas indicaciones. Recoge las ideas que más te llamen la atención y coméntalas. Cuatro ojos ven más que dos, y los esfuerzos combinados del padre y la madre son cruciales para tener éxito en la mejora de la cultura familiar.
104
EDUCA A TUS HIJOS PARA QUE TENGAN CONTROL SOBRE SUS VIDAS No olvides que el fin último de la educación es lograr que tus hijos tengan el control sobre sus vidas. No hay que hacer que los niños sean pequeños robots obedientes: no se trata de que estén conformes con todo lo que les pidas. Emplea cada oportunidad que tengas en conseguir que piensen por sí mismos, elijan por sí mismos y actúen de forma independiente al comenzar la adolescencia. Prepárales para la autonomía que tendrán. Ya en la preadolescencia estarán tomando decisiones que podrían cambiar sus vidas: las drogas, las relaciones sexuales, decisiones sobre la prioridad que darán a los demás en sus vidas. El carácter ya debe estar asentado a mitad de la adolescencia: los retos no esperarán a que estés preparado. Tu hijo o tu hija van a necesitar un amplio registro de cualidades: fortaleza mental, de corazón, de disposición para sobreponerse a los obstáculos internos y externos. En otras palabras, los cuatro hábitos clave. También sería deseable que atesorasen una buena dosis de humildad, optimismo, laboriosidad y otra decena de fortalezas en su carácter. Las investigaciones científicas afirman que, si tiene ideales y creencias espirituales, también será más feliz y más resiliente[22]. Deberá dominar sus sentimientos, pero también deberá obtener de ellos la dedicación apasionada a las grandes metas, y la capacidad de mostrar un cariño y ternura auténticos hacia los demás. Primera infancia. Asígnales suficientes responsabilidades, y estate pendiente de ellos con tranquilidad y mucho cariño. Observa cómo las van cumpliendo: no les exijas algo grande, sino pequeñas tareas que puedan llevar a cabo. Recuerda la regla de oro: lo que pueda hacer, debería hacerlo. Ayúdale a que haga todo por amor a los demás de la familia. Explícale los motivos, incluso a los más pequeños, para que vayan desarrollando la conciencia. Tómate en serio sus conversaciones[23]. Deja que las consecuencias sigan su curso, e insiste en que las acepten. No libres las batallas que son suyas. Primaria. Enseña autodisciplina, orden y respeto por los demás pronto. Aprovecha cualquier oportunidad para que vaya desarrollando sus virtudes. Cuando sea adolescente no querrás seguir trabajando en los deberes o la buena educación: vence esas batallas cuando está en Primaria. Presta atención para que cumpla lo que se espera de él, y eleva el listón año a año: piensa qué más tareas puede llevar a cabo. Los padres deberían hablar con frecuencia sobre los puntos fuertes que van a necesitar sus hijos. Sistematiza. Que la educación abarque 105
todo. Desarrolla hábitos sólidos de comunicación, y muestra tu cariño con frecuencia. Adolescentes. Exígeles que sopesen con criterio las decisiones que vayan a tomar pero, excepto en el caso de que se pongan en peligro moral o físico, no pienses tú por ellos. No te sobrepases en el control. Normalmente es contraproducente dar órdenes a un adolescente. Sé positivo y mantén una comunicación abierta. Corrige siempre con cariño. Conoce qué otras influencias está recibiendo y afronta los problemas cuando surjan (ver Parte 4). Ahora veremos, una por una, las prioridades para un hogar en el que los hijos crecen controlando sus vidas.
106
1. ESTABLECE RUTINAS Y SÉ COHERENTE «Es fácil realizar una buena acción, pero no es tan fácil adquirir el hábito establecido de llevar a cabo ese tipo de acciones». ARISTÓTELES , 384-322 A. C. Los ladrillos con los que se edifican los buenos hábitos son los horarios sencillos y las rutinas que estableces, y las expectativas coherentes acerca del respeto en el hogar, y el orden material. Los hábitos que fomentes serán la materia prima de un carácter con una hondura genuina.
VUELTA A LO BÁSICO
«Cuanto más mayor me hago, más creo en mi abuela», afirma la profesora de la Universidad de Florida Paula Barret. Siempre hace tres preguntas a los padres. La primera es: ¿Cuánto duerme tu hijo?, señalando que, desde la invención de la luz eléctrica, los niños duermen menos. La segunda es: ¿Qué hábitos de alimentación tiene? Y la tercera: ¿Cuáles son sus rutinas? «No te rindas», afirma, «mantén los límites razonables que hayas impuesto». Los niños necesitan dormir, una buena alimentación y hechos predecibles. No te confundas en lo más básico.
Los padres deben estar al acecho de cualquier oportunidad de reforzar algunas conductas, y de revisar otras antes de que se afiancen. Se encuentran en una posición privilegiada para establecer rutinas coherentes, hablar entre ellos para unificar sus expectativas y para acordar cuáles serán las nuevas responsabilidades de cada uno. Su cariño es crucial para ayudar a los niños a vencer algunas debilidades de carácter, como la timidez o la impaciencia. Por supuesto, el éxito reside en la disposición a la proactividad, y al 107
seguimiento que se haga de las responsabilidades e indicaciones sugeridas. Como suele comentar un amigo mío, constructor, «la parte difícil del trabajo es arreglar, uno por uno, todos los pequeños defectos de una obra». Recuerda que el amor de sus padres es una motivación fundamental para que un niño haga las cosas bien. No la ira, ni la impaciencia, ni el chantaje emocional. El amor.
CÓMO HACEMOS LAS COSAS EN MI CASA
Establece hábitos basados en el respeto y la responsabilidad. Igual que nosotros crecimos escuchando frases como «no dejes el trabajo a medias», establece esas mismas expectativas explícitas en tu casa. Recicla algunos lemas sobre el trabajo: Si merece la pena hacerlo, merece la pena hacerlo bien. Primero el trabajo, después la diversión. Si hay que hacer algo, nos encargamos todos. Un sitio para cada cosa, y cada cosa en su sitio. Para las habilidades interpersonales: Sé el primero en pedir perdón. En casa no se grita. No se habla mal de los que no están. No nos levantamos de la mesa hasta que hayamos terminado. Si alguien nos está hablando, le prestamos atención.
108
RUTINA PARA LAS VACACIONES
Aprovecha las vacaciones para enseñar algunas lecciones importantes a tus hijos más pequeños: el valor del tiempo y la capacidad de descansar cambiando de actividad, y no limitándose a no hacer nada: Fija una hora de levantarse, por ejemplo, entre las 9 y las 9:30. Si no, gran parte de la autodisciplina del curso se vendrá abajo. Fomenta nuevas aficiones, mejora sus habilidades de comunicación, incúlcales el amor por el arte, el teatro o la música. Ayuda a tus hijos a crecer intelectual, física y culturalmente, y en sus virtudes. No permitas en tu casa la estrechez de miras. Interésate de verdad por el resto del mundo. Predica con el ejemplo. Prestad juntos servicios a los demás. Reserva un poco de tiempo cada día para que cada uno realice alguna tarea en el hogar. No te decantes por la opción cómoda de dejar que la televisión ejerza de niñera. Evita las series y programas que no aportan nada. Ved películas y documentales interesantes. Comentadlos. Que tus hijos te vean leer. Una madre estableció que, durante las vacaciones, todas las mañanas dedicaban media hora a leer. Funciona.
109
2. DELEGA, AUNQUE SE TARDE MÁS EN TERMINAR LAS TAREAS «Mamá no tiene que encargarse de aquello que pueda hacer otro, y si nadie más puede hacerlo, entonces habrá que enseñarles». PRIMER
COROLARIO A LA
LEY
DE LAS EXPECTATIVAS DOMÉSTICAS
Los niños tardan mucho en terminar las cosas, así que no es de extrañar que los padres acaben haciéndolas por ellos: ir limpiando lo que ensucian, recogiendo, haciéndoles la cama. Parecería más eficaz no delegar, y desde luego da menos problemas. Pero eso es pensar a corto plazo. El entrenamiento inicial lleva tiempo, pero más tarde se ven los resultados. Haz que los niños se involucren cuando son pequeños y quieren ayudar, aunque se tarde más. Como premio extra, cuando sean más mayores seguirán prestándose, y entonces sí que se notará la ayuda. En las familias amplias delegar es una obligación para la supervivencia, pero en todas es la clave para desarrollar la responsabilidad. Las listas de tareas y la planificación, incluso para los niños más pequeños, arrojan grandes dividendos cuando llega la adolescencia. Toma la iniciativa: asigna responsabilidades a todos los miembros de la familia junto con tu pareja, o decididlo entre todos. Ayuda a los niños a que se fijen objetivos, y revísalos con frecuencia. Las metas objetivas clarifican la responsabilidad y la tarea de cada uno, y facilitan el control. Los hechos hablan por sí mismos, y otorgan eficacia educativa a las regañinas o a las alabanzas. Una política familiar: «Los niños dan valor a lo que nosotros valoramos», o esta variante: «Menos mandar, y más observar». Llevar cuenta de las tareas de cada uno es totalmente esencial para forjar buenos hábitos. No hace falta que sean grandes responsabilidades; el niño que crezca asumiendo las pequeñas, más tarde hará lo mismo con las grandes.
POSIBLES TAREAS PARA UN NIÑO DE SIETE AÑOS[24]
Vaciar la lavadora, guardar la 110
ropa planchada.
Horario y deberes
Dar de comer al perro y limpiar los platillos.
Llevar una rutina habitual, con pocas variaciones.
Escribir a mano las invitaciones de su cumpleaños.
Seguir un horario colgado en el frigorífico o tablón. Marcarse metas simples y razonables para las vacaciones/fines de semana.
Fuera de casa Tareas específicas en el jardín antes de ponerse a jugar. Recoger las ramas secas, ayudar a quitar las malas hierbas, rastrillar las hojas. Ayudar a limpiar el coche. Pasar el aspirador por dentro. Compras sencillas. Contar el cambio.
111
Tener una rutina sencilla de estudio por las tardes: lectura, escritura y las tablas de matemáticas. Esta será la base para un buen hábito de estudio más adelante. Si está aprendiendo a tocar algún instrumento, ensayar todas las tardes.
3. ENSÉÑALES QUE LOS ACTOS DEBEN ESTAR MOTIVADOS POR EL AMOR «A través de las virtudes manifestamos el amor a los demás». DONALD DEMARCO,
FILÓSOFO CANADIENSE
Tu familia es el entorno ideal para fomentar los buenos hábitos. El servicio a los demás es el eje de una vida familiar armónica, y la motivación natural en ese ámbito es el amor. En la familia somos aceptados por pertenecer a ella, por quienes somos, no por lo que hacemos. Se trata igual a todos los niños, con todo el cariño y la atención que necesitan para ser lo mejores que puedan. Solo el amor personal puede desentrañar los objetivos que exige cada carácter individual. El profesor Donald DeMarco explica que las fortalezas del carácter nos permiten amar a los demás de forma efectiva. El corazón de las virtudes es una recopilación de historias maravillosas para ilustrar lo que es la virtud. El título alude a la intención amorosa que se encuentra en el corazón de todo buen hábito. No tiene sentido ser un gran comunicador que le falla a su esposa o pareja, o un adolescente con aspecto educado que hace lo que le parece cuando no está en casa.
CARITAS[25]
En la base de todo buen hábito debe encontrarse una motivación por amor. Agustín afirmó que la caritas, la caridad, contiene todas las virtudes cardinales. Por eso, por ejemplo, la fortaleza requiere una intención noble y por amor. El arrojo de un ladrón de bancos en realidad es un vicio, porque está motivado por una mala intención. De forma similar, si alguien dona gran cantidad de dinero a una ONG para que se entere todo el mundo, no existe ni responsabilidad ni justicia. Engañar a Hacienda no es poseer un juicio recto.
112
El amor paterno incondicional —el amor que nunca se cansa— es el modelo vital para el futuro amor esponsal del niño, y puede suponer la diferencia entre una relación que capea los temporales y otra que es arrasada. Pero no hay que pensar que ese amor incondicional supone no corregir jamás a los hijos; significa, más bien, corregirles por amor.
EL AMOR A LOS HIJOS NO DEPENDE DE LO QUE HACEN NI DE SUS LOGROS
«Estará muy orgullosa de su hijo», preguntó un periodista a la madre de Johnnie Wilkinson, jugador de rugby que participó en el Mundial de 2003.
«Estoy orgullosa de todos mis hijos», respondió la madre de Johnnie.
Si no se sustenta la educación de los hijos en un profundo amor hacia los demás, la opción de partida será el egoísmo. Por este motivo es imposible una educación sin valores, y las instituciones deben fomentar el carácter: respeto por los demás, aspiración a poner el propio talento al servicio de los otros, exposición a modelos positivos, filosofía educativa en la que los errores son parte del proceso de aprendizaje, y donde los problemas no son un desastre, sino una oportunidad de desvelar alguna causa oculta que queda así a la vista. Pero, dado que los centros tienden a considerar la educación como una producción en cadena, su efectividad queda en entredicho.
ATENDER A LA SABIDURÍA INTEMPORAL
Las enseñanzas de Confucio pueden resumirse en la palabra jen, que significa amor, humanidad, bondad, benevolencia. Así lo enseñó: «La virtud es amar a los hombres. La sabiduría es entenderlos». 113
No es de extrañar que los mayores filósofos paganos de la antigua Roma expresasen exhortaciones similares al amor universal por la humanidad. Cicerón escribió: «La virtud une al hombre a Dios: todos los seres humanos poseen un valor inherente, la universal fraternidad de los hombres».
INCULCAR LA INTENCIÓN POR AMOR
«Hazlo para ayudar a mamá» es una de las expresiones más poderosas que puede emplear un padre. Y una madre puede susurrar a su hijo de siete años: «Ya sabes cuánto le gusta a papá que hagas los deberes». Los padres que emplean la opción contundente, «haz esto porque lo digo yo», están preparando el terreno para el fracaso cuando sus hijos sean adolescentes. Lo que habría que hacer es ser constantes a la hora de enseñarles a actuar por amor hacia los que les rodean.
114
4. NO DEJES QUE SE ACUMULEN LOS MALOS HÁBITOS «Las impresiones que más perduran en un joven son las malas». QUINTILIANO, 35-C. 100 A. C. Los hijos de ciertos padres no hacen nunca nada mal. Los profesores son muy conscientes de cómo algunos padres corren para defenderlos: cuántas excusas para su conducta… y para la nuestra, de paso. Para mirar a nuestros hijos necesitamos una visión objetiva. Con demasiada frecuencia nos quedamos mirando embelesados mientras se van desarrollando malos hábitos. Nos engañamos al decir «ya crecerá»: estamos fallando a los niños.
«El carácter de un niño es como cera para los malos hábitos». HORACIO, 65 A. C. - 8 D. C.
Así como las buenas acciones habituales arraigadas, motivadas por el amor, son virtudes, los malos hábitos o acciones por una motivación egoísta son vicios. Los hábitos, por su misma naturaleza, son permanentes, por lo que deberemos luchar sin cuartel por forjarlos en nuestros hijos, y por prevenir la aparición de vicios en su carácter. También los vicios se arraigan por la repetición de actos. Así, un chico que constantemente descuida los deberes desarrolla una firme irresponsabilidad; molestar a los demás de forma repetida puede acabar insensibilizando ante los problemas ajenos. Los vicios pueden coartar el potencial de un niño; es importante atender a la mala conducta y corregirla antes de que se arraigue como un mal hábito. Si ignoramos esta advertencia, estaremos poniendo a los niños en peligro. Cuántos niños, al crecer, han terminado fracasando en su matrimonio o en el trabajo, porque sus padres no fueron capaces de corregir en su juventud una mala conducta. Corrígeles con firmeza, pero con tranquilidad. Dales razones para la mente, y 115
cariño para el corazón. ¿Son positivas tus correcciones? ¿Confías excesivamente en las regañinas y los castigos? ¿Enseñas a tu hijo a mostrar su amor a través de sus actos? ¿Permites que se enmienden?
«Escucha lo que tu hijo tenga que decir: permite al tiempo apaciguar tus emociones, y a la razón encontrar el castigo adecuado». PLUTARCO, 46-120
Las conductas negativas no nacen de la nada. La psicóloga infantil Michele Borba explica que «la mejor forma de atajar una conducta inapropiada es ir a la raíz del problema, a la primera causa»[26]. La próxima vez que te enfades con tu hijo, pregúntate dónde ha aprendido a portarse así. Tiene que haber sido en casa —y de ti—, de sus amigos o de los medios de comunicación. Ninguna de estas opciones es muy halagüeña. O estás dando un ejemplo poco adecuado o, si ha adquirido esa conducta fuera y la replica en casa, eso significa que la educación que le das no es efectiva a la hora de contrarrestar el ejemplo negativo de otros. ¿Vas siguiendo el hilo?
Después de otra batalla, al final se apaga la televisión. Carly se lo explica a su madre: «Esto no habría pasado si hubieses hecho lo que te he dicho».
CONTROLA LAS CONDUCTAS QUE GENERAN MALOS HÁBITOS
abandonar cuando una tarea es exigente
Algunos comportamientos generan de por sí hábitos, por su naturaleza repetitiva y
decir medias verdades 116
atractiva:
decir medias verdades
demasiado tiempo con el ordenador o la televisión
acumular cosas de forma obsesiva
curiosidad en Internet
Si está aprendiendo a tocar algún instrumento, ensayar todas las tardes
comer a deshoras hablar mal de los demás posponer los deberes • los «olvidos» dejar que los demás se hagan cargo de todo
117
Si a los niños les están afectando especialmente estas conductas, los padres deben estar alerta para intervenir de inmediato. Pueden fijarse algunas normas básicas de uso.
5. NO PIENSES POR TU HIJO «Los mejores gestores saben cómo gestionarse a sí mismos». PETER DRUCKER,
GURÚ DEL MANAGEMENT
Controla tus genes de superpadre; no sobreprotejas a tu hijo. Si no le educas para que sepa gestionarse por sí mismo, nunca vivirá su vida. Ten en cuenta la «indefensión aprendida» que explicó por primera vez Martin Seligman[27]. Esto es lo que se debe enseñar a los niños. 1. Tener metas. Cuando llegan las notas, «siéntate en el mismo lado de la mesa» que tu hijo o hija, como dice Rafael Pich. Enséñale a mirar objetivamente la parte buena y la mala. Ayúdale a formular algún propósito para el siguiente trimestre. Y después muéstrale que las metas sin supervisión no suelen funcionar. 2. Enséñale a resolver problemas. Ayúdale a identificar las dificultades objetivas, y a formular las estrategias adecuadas. 3. Explícale qué son las emociones y las pasiones. Haz hincapié en la razón por encima de las reacciones impulsivas. «No te precipites. ¡Piensa antes!». Enséñale diferentes estrategias para gestionar sus reacciones emocionales: tomarse tiempo, retrasar las decisiones, aprender a relajarse, decidir de antemano qué batallas afrontarán… 4. Ayúdale a programarse un sencillo horario por su cuenta. No de esos, poco realistas y draconianos, en los que todos hemos fallado. Acompáñale a una papelería y deja que elija una agenda y un planificador semanal. 5. Anímale a planificar las vacaciones y las actividades sociales. No les organices fiestas; ayúdale a que las organice él o ella. Apóyale: encauza, pero no reprimas. Implícate desde el principio, pero no tomes el control de todo. Hazle ver que la falta de experiencia puede traer problemas, y que tu única preocupación es su bienestar. 6. Pregúntale su opinión. Tened debates; todos necesitamos sentir que se nos escucha. 7. Déjale decidir, cuando no hay peligro físico o moral. Pide cuentas a posteriori. Si tu hijo de 14 años prefiere quedarse estudiando antes que ir a 118
casa de la abuela, déjale, y dile después que ha preguntado por él y le manda un beso. Llévale cuando pasen los exámenes. De esta forma ganarás mucho. Te ganarás su corazón.
EL PLAN IMPERIAL
El emperador Augusto exigía mucho a sus hijos adoptivos: «Cuando todavía eran jóvenes, les daba responsabilidades políticas, enviándoles a dirigir una provincia o un ejército…», escribió uno de sus biógrafos contemporáneos[28]. Era consciente de que, si quería que esos jóvenes fuesen líderes, debían aprender cuanto antes las destrezas necesarias.
¿CUÁLES SON TUS METAS?
Haz que tus hijos vayan teniendo experiencia en fijar sus propias metas, y guíales durante el proceso. Es de gran ayuda encontrarse en la misma «longitud de onda». Un profesor charlaba con su alumno: «John, la semana pasada estuvimos hablando de objetivos. ¿Cuál ha sido el tuyo esta semana?».
«Tendría que haberlo visto. Chuté con la izquierda».
PUEDES LLEVAR A UN CABALLO A LA LAGUNA
Para ayudar a su hijo pequeño a entender la necesidad de marcarse sus propios objetivos, una madre puso al niño frente a un espejo. Llevaba la corbata torcida, los bolsillos por fuera, la camisa sucia y el pelo despeinado. «Christopher, mira y dime si ves algo mal». Christopher miró, y respondió 119
con cautela: «¿Que llevo los calcetines bajados?». ¡Una historia real!
PUEDES LLEVAR A UN CABALLO A LA LAGUNA
Para ayudar a su hijo pequeño a entender la necesidad de marcarse sus propios objetivos, una madre puso al niño frente a un espejo. Llevaba la corbata torcida, los bolsillos por fuera, la camisa sucia y el pelo despeinado. «Christopher, mira y dime si ves algo mal». Christopher miró, y respondió con cautela: «¿Que llevo los calcetines bajados?». ¡Una historia real!
UNA SALUDABLE AUTOCRÍTICA
«Todos deberíamos preguntarnos: ¿Qué ha salido mal? ¿Qué se ha dejado de hacer?».
PLUTARCO, 46-120
120
6. DA EJEMPLO DE LAS CUALIDADES QUE QUIERES QUE TENGAN «No se puede esperar del hijo de un borracho que camine rectamente, en su interior o con el cuerpo». PLATÓN, 428-348 A. C. Homer Simpson tendrá más influencia sobre tu hijo que tú si pasa más tiempo con él que contigo. Un niño imitará la conducta de todo aquel con el que conviva. Esto no precisa de ninguna racionalización: los niños necesitan la máxima atención personal, tanto de su padre como de su madre. En mi colegio organizamos habitualmente campamentos para padres e hijos. Son fines de semana que les acercan, los padres aprenden viendo a otros padres, y aumenta la amistad entre ellos. ¡Cómo se parecen padres e hijos! Los niños copian a sus papás en casi todo: la forma de hablar y reírse, los deportes que les gustan, la forma de tomar el pelo a los demás, incluso la de llevar la gorra.
¡UN MODELO HASTA EN ESO!
Gus es un chico de 10 años especialmente consentido, hasta el punto de que no se toma su almuerzo. La comida que menos le gusta —y alguno dirá que con razón— es el sándwich de berenjena que le suele preparar su madre. Son muchas las veces que llega a casa después del colegio sin haberse tomado la comida, esperando merendar todo lo que le gusta, si no ha conseguido calmar su hambre autoimpuesta después de convencer a su madre para detenerse en un McDonald’s.
A su madre no le sorprende que sea tan quisquilloso con la comida. «Cuando vamos a una barbacoa, su padre nunca come. Espera a llegar a casa, porque le gusta más lo que cocino yo».
Un día, hablando de los posibles motivos por los que Gus no hacía uso de los aseos del colegio, el padre confesó: «¡Cuando estoy en el trabajo, yo 121
siempre espero hasta que llego a casa!».
El conocido dicho de Aristóteles, «el niño es el padre del hombre que será», nos recuerda que no cabe subestimar la importancia de los primeros años de formación de los hábitos. En el carácter del niño puede adivinarse el adulto. Todo lo que decimos y hacemos deja su huella. Y recuerda que es natural que un hijo o hija ponga a su padre en un pedestal hasta los 13 años, más o menos. Emplea ese tiempo al máximo para dar ejemplo, no para ser adulado. Trata de no centrarte en ti. Cuando un niño crece en un hogar donde los adultos no piden perdón, el tono de conversación es sarcástico o negativo, no se muestra el cariño, hay escaso espíritu de servicio a los demás, se come cuanto apetece, donde apetece y cuando apetece, la compañía de la televisión es más interesante que la de los demás y no se da ejemplo de laboriosidad, entonces tendrá que luchar contra esas dificultades el resto de su vida, y tal vez actúe del mismo modo con sus propios hijos cuando le llegue el turno.
RESUMEN PARA LOS PADRES
Evita a toda costa discutir delante de tus hijos. Esfuérzate por dar ejemplo constante de cariño y sacrificio. Evita el lenguaje soez, los chistes de mal gusto y la violencia y los contenidos poco apropiados en televisión. No dejes que sean otros los que incentiven a tus hijos. No seas sarcástico o crítico con personas que no están presentes. No muestres más entusiasmo por las actividades que se centran en ti que por las que sirven a otros. Llena a tu hijo de esperanza e idealismo.
122
CÓMO LO DICES
«Nunca decimos: “No nos lo podemos permitir” con caras largas; para enseñar a nuestro hijo a gastar en lo necesario, y no en caprichos, decimos con tono alegre: “¡No vamos a gastarnos el dinero en eso!”».
DAVID
¡PARA PENSAR!
«Papá, ¿por qué hoy cocinas tú?». «Porque es el Día de la Madre».« ¿Y el resto de días son el Día del Padre?».
123
Y
MARIE
7. ENSÉÑALES CON CLARIDAD LO QUE ESTÁ BIEN Y LO QUE ESTÁ MAL «Conozco la diferencia entre el bien y el mal. Ya no soy un niño». EL
HIJO DE
ODISEO,
PROCLAMANDO SU MADUREZ
La capacidad de discernir el bien y el mal es un rasgo clave de un carácter maduro. Para Homero, era la marca distintiva de la edad adulta. Los que están en proceso de convertirse en adultos deben comprender claramente las razones objetivas para hacer lo correcto, basándose primero en el amor hacia los demás, por su bien y el de su felicidad, y por la responsabilidad —compartida— de hacer de este mundo un lugar más humano, en el sentido más profundo de la palabra. También necesitan, y mucho, ejercer el discernimiento. Acabamos dominando aquello que practicamos, y así es como se hace uno juicioso. Esta capacidad de distinguir el bien del mal es lo que la humanidad ha denominado, desde hace siglos, conciencia. Para Stephen Covey, conciencia no es un término de la jerga religiosa, sino uno de los cuatro grandes dones de la naturaleza humana, junto con el concepto de sí, la voluntad independiente y la imaginación[29]. Según Covey, es necesario desarrollarlos. Tener tres de cuatro significa fracasar. Vlad el Empalador tenía tres de ellos en abundancia, especialmente imaginación, pero no conciencia, y acabó siendo un ser humano funesto. No trates con condescendencia a tu hijo: apórtale razones reales y no meras explicaciones al azar. Reflexiona sobre los motivos para vivir una buena vida y para hacer el bien a los demás. Debátelo durante las comidas, pero primero haz los deberes: vete preparado con una buena carga de explicaciones. Sentaos juntos y hablad de películas y programas de televisión. Que tu hijo te vea en acción cuando algo no es suficientemente bueno. Apaga la televisión y manda una carta al periódico si un programa es ofensivo. Nadie más tiene derecho a fijar los criterios morales de tu hijo: ni un profesor, ni un político, ni un bibliotecario, y desde luego tampoco un cantante soez. Por descontado, no se debe abrumar a un niño impresionable descargando una batería de opiniones paternas arbitrarias, pero es una tarea seria enseñarle la diferencia entre la vida y la muerte, entre la felicidad y una vida condenada a una amargura egoísta. Esto es aún más cierto teniendo en cuenta la presencia de las drogas y el alcohol en la cultura juvenil actual. Las estadísticas afirman que tu hijo sufrirá una gran decepción por una relación fallida; puedes hacer algo para alterar ese resultado. 124
«No intentes ser una persona de éxito, sino de valor». ALBERT EINSTEIN, 1879-1955
NO TE PASES CON LAS NORMAS
Si un preadolescente no aprende que el amor debe ser la base de sus actos, acabará pensando que lo correcto viene definido por las normas. En ese caso, invertirás demasiado tiempo tratando de fijar reglas para cada mala conducta posible. El sentido del bien y el mal debe adoptarse en el interior, no imponerse desde el exterior.
EL CONSEJO DE CATÓN A SU HIJO
Catón el Viejo (m. 149 a. C.), el romano más excelso de su época, recopiló una serie de consejos para su hijo, que representan el esfuerzo de un padre concienciado con la tarea de legar unas instrucciones claras y no ambiguas para vivir una buena vida. Muchos padres reconocerán en esa guía sus propias palabras: «Reza a Dios», «Ama a tus padres», «Mantén las buenas compañías» y «No bebas demasiado». Hay dos que se pueden aplicar especialmente a los estudiantes de Primaria: «Conserva lo que se te ha dado» y «Lee libros». Otras reglas son de menor aplicación hoy en día, e incluso puede que alguna yerre. «Preserva la modestia» es un consejo más adecuado antes de que entren en juego los egos de la adolescencia. «No desprecies a los pobres» clama contra la conciencia de nuestro mundo desarrollado. 125
«Recibe con largueza» se refiere al menguante arte de hacer sentir a los demás que son bienvenidos. «No te rías de nadie» sería una buena advertencia para la hora de cenar. Y «estudia literatura» es un antídoto contra la Xbox sin fecha de caducidad. De los 57 consejos, mis favoritos son estos dos: Parentem parientem vince (Vence a tu padre con paciencia), maravillosa receta para evitar las discusiones. Y Convivare raro (No festejes demasiado), buen consejo para los chicos de cualquier civilización.
126
8. AYÚDALES A FORJAR BUENOS HÁBITOS DESDE PEQUEÑOS «Todo lo que un niño recibe en su mente puede volverse imborrable e inalterable». PLATÓN, 428-348 A. C. Los estudios sobre la infancia temprana muestran la importancia de las primeras experiencias para su aprendizaje[30]. Para consolidarse, las redes neuronales elementales exigen una estimulación del entorno externo. Después de unos 10 años, el cerebro solo conserva aquellas conexiones que se han reforzado con la experiencia, y destruye el resto. Es una explicación psicológica de por qué se aprenden mejor los idiomas o la música a una edad temprana. Los neurólogos afirman que son las experiencias repetidas las que se transfieren al cerebro, lo que además da cuenta de la importancia de las rutinas y los buenos hábitos. Esto también opera al contrario: un niño con el hábito de comer lo que le apetezca estará atado a futuros problemas. Los hábitos que se adquieren en los primeros años, para bien y para mal, permanecen: la confianza o su ausencia, la tendencia a encarar o a evitar la verdad, la diligencia o la pereza, la generosidad o el egoísmo, el hábito de reflexionar o la impulsividad, la amabilidad o la insensibilidad. Un niño que con cinco años dependa de la televisión no tendrá fuerza de voluntad frente a una pantalla en la adolescencia, cuando sus padres preferirían que estuviese estudiando. Como afirmó con inteligencia James Stenson, «Paga ahora o paga después, pero vas a pagar igualmente»[31]. Gana ahora la batalla de las rutinas y conductas, o en su adolescencia vendrán las preocupaciones.
Los niños que no juegan, o a los que no se toca casi nunca, desarrollan un cerebro entre un 20 y un 30% inferior al tamaño normal para su edad[32]. INVESTIGACIÓN
127
DEL
BAYLOR COLLEGE
DE
MEDICINA
OPORTUNIDADES ÚNICAS
Existen momentos únicos en la vida de un niño en los que se adquieren mejor los buenos hábitos. Después costará mucho más. Por ejemplo, si a los 8 años no sabe situar el deber por encima de la diversión, cuando empiece la Secundaria se le hará cuesta arriba. Puede incluso que más adelante tenga que afanarse por alcanzar esa capacidad de sacrificio y motivación interna, tan necesaria para cursar estudios superiores. Por suerte existe un plan B. Con un gran acto de voluntad podemos adquirir una conducta pasado ese momento único. Pero supondrá más esfuerzo, y un acompañamiento especial de los padres. Hagamos a nuestros hijos el enorme favor de plantearles los retos adecuados (y el ejemplo correcto) a su apropiado tiempo. Que pena que un chico, ya adolescente, siga peleándose con el autocontrol o el respeto hacia los demás.
DESCUBRE CÓMO MOLDEAR LA CONDUCTA DE TU HIJO
Busca dar ejemplo con coherencia, rutinas ordenadas y unas expectativas claras sobre sus responsabilidades:
Observa tu forma habitual de hablar y actuar, porque esa será la forma habitual de hablar y actuar de tu hijo.
Observa la cultura familiar. Observa la cultura del colegio de tu hijo, y la de su equipo deportivo. Controla las influencias que recibe. Busca cómo centrarte en la repetición de actos;
Fomenta un amor profundo y duradero por lo bueno, por la verdad y la belleza, recordando que un niño siempre prefiere aquello que ha experimentado primero. Refuerza el ejemplo que das
128
asignándole una tarea en particular, fijando un momento concreto para realizarla, etc.
como padre con un profundo respeto y compasión por los demás. Es contagioso.
Un profesor a su alumno de 7 años: «¿Te haces la cama?». «Sí» (asintiendo con solemnidad). «¿Con qué frecuencia?».« Cada quince días».
129
9. HAZ QUE EL FIN DEL DEPORTE SEA LA CONSTRUCCIÓN DEL CARÁCTER «La pereza es el hábito de descansar antes de que aparezca la fatiga». JACK GIBSON,
FUNDADOR DE LA LIGA DE RUGBY AUSTRALIANA MODERNA
Un padre me contó hace poco que las tardes de los sábados va y viene de su casa en coche unas 12 veces para que sus hijos puedan ir y volver de hacer deporte. ¿Para qué tanto esfuerzo? ¿Qué fin tienen los deportes extraescolares? ¿Por qué invertimos tanto dinero en pistas, campos y gimnasios? Aparte del potencial entretenimiento, el deporte es uno de los ingredientes de una educación saludable. Todos conocemos las estadísticas alarmantes sobre el incremento de la obesidad en niños. El deporte supone también una magnífica oportunidad para que los padres pasen más tiempo con sus hijos e hijas. Pero el mayor beneficio de todos, sin duda, es su potencial para desarrollar el carácter. El deporte es ideal para forjar hábitos. Su misma naturaleza, que lo hace tan entretenido, también contribuye a que sea una experiencia intensa. Por otra parte, la rutina produce esas experiencias repetidas sobre las que se construyen los buenos hábitos. La práctica frecuente, la cultura de equipo, las exigencias del juego e incluso la decepción al no ser escogido pueden incrementar la resistencia mental y la fortaleza. Pero sin una guía correcta, la cultura de equipo también puede reforzar el hábito de faltar el respeto a los demás, la vanidad o las gamberradas. ¿Recuerdas la película Hoosiers: más que ídolos? El gerente y el entrenador del equipo tienen el privilegio de dejar un legado que perdura, siempre y cuando tengan en cuenta que los jugadores tienden a imitar sobre todo a los adultos que se interesan por ellos. Si creen que el fin último del deporte es ganar por encima de todo, entonces serán entrenadores eficaces, pero fracasarán como mentores. ¡Qué pena! Los niños imitan la conducta que ven a su alrededor, y por lo tanto el entrenador siempre debe transmitirles el respeto a los demás, que es el rasgo esencial de la personalidad. Jamás faltará el ejemplo en este punto; el entrenador y el responsable del equipo tendrán que ser un modelo de autocontrol, esforzarse por corregir con tranquilidad, nunca humillar, nunca hacer de menos en público, realizar críticas constructivas y no excederse señalando los errores. La profesionalidad de los entrenadores es importante, y por fortuna hoy en día existen muy buenos modelos de conducta entre los jugadores de primer 130
nivel. Cuando el entrenador está bien preparado y es puntual, enseñando a cada jugador del equipo a poner lo mejor de sí para alcanzar sus metas personales, entonces se puede hablar de verdad de forja del carácter. Un entrenador jamás dejará de lado a un miembro del grupo solo porque esté menos capacitado que la estrella. En la vida el listón no está a la misma altura para todos, porque cada uno dispone de talentos diversos. Un jugador no se merece más respeto por marcar goles, o menos por fallarlos. Los adultos cometemos un gran error al centrarnos tanto en las victorias. En un curso concreto de mi colegio, los equipos de fútbol y de rugby corrían suertes muy distintas. Uno de ellos derrotaba a todos los rivales, y al otro la temporada se le estaba haciendo muy larga, pero no por eso dejaban de saludar a los rivales que les goleaban semana tras semana. ¿Quién podría afirmar que los del equipo ganador estaban desarrollando más su carácter que los del que perdía? De hecho, los ganadores solían relajarse demasiado en los entrenamientos, y se enorgullecían en exceso de sus victorias. Hay que convencerse de que existe tanto potencial para la forja del carácter en el triunfo como en la derrota.
NUNCA SUBESTIMES LA FUERZA DEL CARÁCTER
«¿Y ahora qué más van a mandarme?».
PROFESOR
DE
EDUCACIÓN FÍSICA AL VER POR PRIMERA VEZ A UN HILARY ENTRAR EN CLASE, EN SECUNDARIA
DESGARBADO
EDMUND
CONSEJOS CLÁSICOS SOBRE LOS NIÑOS Y EL DEPORTE
Los padres no deben pensar en sí mismos:
«Perdida nuestra agilidad, nos recreamos en los deportes y celebraciones, porque nos gusta pensar en nuestro antiguo ser. Con agrado 131
organizamos torneos para aquellos que pueden despertar en nosotros la memoria de la juventud».
PLATÓN, 428-348 a. C.
Mantener la perspectiva:
«Los padres que consagran a sus hijos a la gimnasia, mientras descuidan su educación, están vulgarizándolos».
ARISTÓTELES , 384-322 a. C.
Los malos hábitos también existen en el deporte:
«Al competir con otros chicos de su edad, no se le debería permitir ni abandonar ni perder la paciencia».
SÉNECA, 4 a. C. – 65 d. C.
ENFRENTARSE A RETOS FÍSICOS
No les hacemos ningún favor a nuestros hijos al facilitarles la vida en exceso. Catón, el romano más famoso de su época, enseñó a su hijo a «ejercitarse con la gimnasia, lanzar la jabalina, luchar, montar, pelear, soportar el frío y el calor y nadar en los ríos más veloces e irregulares». ¿Cuándo fue la última vez que cruzaste un bosque o te exigiste 132
físicamente junto a tus hijos? ¿Cuándo dijiste «Vamos por allí» o «Échame una mano con esto en el jardín»? Lidera poniéndote al frente: elige madrugar más, mantenerte en forma, evitar la más mínima tentación de sentir compasión por ti mismo.
¿SABES DAR UN EMPUJÓN (LITERALMENTE)?
Cuando tenía unos 11 años llevamos a nuestra hija mayor, que ya sabía nadar, al equipo de natación. Se negó a entrar en el agua, seguramente por vergüenza. Le dijimos amablemente que podía entrar por su propia voluntad, o que sus padres le ayudaríamos, vestida como estaba. Se metió en el agua. Unos años después, representó al colegio en las competiciones de verano, y acabó dando clases para aprender a nadar en aquel mismo lugar.
ANNE,
133
MADRE DE SIETE HIJOS
10. MUÉSTRALES QUE LAS LECCIONES MÁS DIFÍCILES SON LAS MEJORES «Si se da a un niño siempre todo lo que pide, si su madre preocupada le conforta siempre que llora, y su cuidadora le deja hacer lo que desea, entonces nunca será capaz de enfrentarse a nada costoso». SÉNECA, 4 A. C. – 65 D. C. Hemos visto ya cómo la excesiva amabilidad puede debilitar a los niños, y la importancia de que aprendan a aceptar las consecuencias de sus acciones. Ahora estudiaremos la necesidad de una cierta exigencia física. No, no hace falta ser como los espartanos, que bañaban a sus hijos con vino, y no con agua, para endurecerles. Pero seguro que existe un punto intermedio entre comprarles batidos todas las tardes y la antigua costumbre de reunir a todos los niños del pueblo para las comidas en una zona común. Si los niños de Esparta solo tenían una prenda de ropa, que vestían durante todo el año, también habrá una alternativa a la acumulación de ropa de marca exclusiva. A favor de los espartanos hay que decir que «entrenaban a sus hijos para comerse toda la comida y no quejarse, a no asustarse de la oscuridad o de quedarse solos, a no dejarse llevar por arrebatos de ira o de enfado». Las mujeres espartanas tenían tal reputación como educadoras de niños resilientes que trabajaban en otras zonas de Grecia como au pairs o niñeras. En toda época ha habido padres que han malcriado a sus hijos hasta hacerles infelices. Cicerón habla así de su sobrino: «Su padre siempre ha sido indulgente con él… haciéndole testarudo, dominante y agresivo», explicando que un niño consentido tendrá poco autocontrol sobre su temperamento, carácter o caprichos. ¡Un cóctel explosivo!
«No les malcríes y no les lleves al médico, así se resume todo». JOHN KNIGHTLY SOBRE LA EDUCACIÓN DE EN EMMA (J ANE AUSTEN)
134
LOS HIJOS ,
SÉ EXIGENTE
«Sé exigente. Es un consejo; son muchos los que equiparan ser exigente con despojar a los niños de su libertad… Pero la libertad solo se da si una persona es capaz de elegir. Una persona que no sabe leer no es más libre por eso. El que sabe, puede elegir qué libro leer, e incluso hacerlo o no…».
MARGARET
Y
GERARD O’DONNELL, Valores familiares
PADRES PERSEVERANTES
Cuando quisimos que Mark, de nueve años, empezase a hacer la cama, le dimos las razones que nos parecieron más convincentes; le dijimos que era bueno ser limpio y ordenado, y que debería responsabilizarse de su dormitorio. Mark nos respondió, inevitablemente, que no le importaba que la cama estuviese sin hacer, por lo que la dejaría así. Le dijimos que queríamos que la hiciese, y nos respondió que era su cama y que le gustaba dormir en ella deshecha. Queríamos tener la casa recogida, así que se ofreció a cerrar la puerta. Entonces le dijimos: «¡Hazla, y ya está!». A los pocos días me preguntó que si podía dormir en el saco, porque le apetecía, y yo —sin sospechar nada— le dije que sí. Durante algunas semanas estuvo durmiendo así, sobre la cama ya hecha. Al final resultó tan poco higiénico que le insistí en que dejase de nuevo el saco en su sitio. En esos días, Mark descubrió que podía meterse en la cama sin levantar las sábanas, y salir del mismo modo por la mañana. Esto también duró un tiempo, hasta que por fin, con sentido común y un razonamiento adecuado, le convencimos. Ahora Mark se hace la cama, aunque sigue siendo un poco impredecible.
GAI Y GREGORY
135
CONSECUENCIAS RADICALES
«Mi padre solía llevar la televisión al vertedero con cierta frecuencia».
JULES , 33
AÑOS
«Una vez mi padre se enfadó tanto porque no apagábamos la televisión que sacó los alicates y cortó el cable. ¡Él y mi madre no tenían problema, porque había otra en su cuarto!».
MATTIE, 30
136
AÑOS
11. NO PIERDAS DE VISTA LA SINCERIDAD Y LA GENEROSIDAD: HÁBITOS PARA LA MENTE Y EL CORAZÓN «Es natural para la mente creer, y para la voluntad amar, por lo que, a falta de verdaderos objetos, deben apegarse a unos falsos». BLAISE PASCAL, 1623-1662 Conocer y amar son las funciones naturales de la mente y la voluntad del hombre, pero estas actividades deben sostenerse sobre unos sólidos hábitos de sinceridad y generosidad. La sinceridad es el hábito propio del intelecto, y resulta esencial para ser capaces de buscar y reconocer la verdad sobre nosotros mismos y sobre los demás, así como para encarar objetivamente el impacto de nuestras acciones en otros, si queremos que nuestras relaciones sean directas y transparentes, y afrontar las obligaciones que conllevan esas relaciones permanentes. «La naturaleza ha instaurado en nuestra mente un insaciable deseo de conocer la verdad». CICERÓN, 106-43 a. C.
SINCERIDAD
La palabra «sinceridad» tiene su origen, supuestamente, en el latín sine (sin) y cera. Dos teorías lo explican. Según la primera, los escultores buscaban siempre bloques de mármol sin fallas, mientras los canteros trataban de vender los defectuosos tapando las grietas con cera. Otra teoría sostiene que, cuando un mensajero era totalmente digno de confianza, se le entregaban mensajes sin sellarlos con ese material. En ambos casos se demuestra la honestidad.
137
La generosidad perfecciona la voluntad, nos enriquece con un ánimo profundamente compasivo y respetuoso, orienta nuestras relaciones y, en definitiva, nos permite amar. David Isaacs dice: «Las personas generosas actúan sin egoísmo, y en beneficio de los demás, alegremente, conscientes del valor de su ayuda, y sin que les importe que pueda costarles esfuerzo»[33]. La generosidad es el único camino para descubrir el amor que se entrega, y que da sentido a nuestras vidas.
GENEROSIDAD
Generosidad es el hábito propio de la capacidad de elección del ser humano, nuestra voluntad. Si la libertad no termina en el amor, es que ha sido malgastada. Cada elección es, o bien egocéntrica, o bien centrada en los demás. Habitualmente, las elecciones centradas en el yo acaban con las relaciones: puede que por este motivo se hable, metafóricamente, de la voluntad como el corazón del ser humano, el lugar propio para el amor y la elección.
La generosidad y la sinceridad pueden verse como el software que hace que funcione nuestro sistema operativo. Un axioma sólido como una roca sobre el ser humano es el que dice que únicamente le satisfacen el amor y la verdad. Sin sinceridad ni generosidad un niño no será capaz de conocer la realidad, y no podrá darse a los demás por amor. ¿Cuántos niños conocemos que niegan sus problemas, maquillan la verdad y no son capaces de abrirse a la responsabilidad hacia los otros? Y, a la vez, ¿cuántos son los adultos que pueden decir con confianza que son totalmente honestos con ellos mismos y con los demás, y que siempre ponen por delante a los que les rodean, antes que a ellos? No es un problema menor.
«Un cerebro de primera y una voluntad de segunda siempre serán derrotados por un cerebro de segunda y una voluntad de primera». 138
JACK GIBSON,
FUNDADOR DE LA LIGA MODERNA DE RUGBY AUSTRALIANA
LA RELACIÓN ENTRE SINCERIDAD Y GENEROSIDAD, AUTOCONOCERSE Y DARSE
«El autoconocimiento lleva al autodominio. El autodominio lleva a darse, que es la base de las relaciones de amor».
PROFESOR DAVID ISAACS , UNIVERSIDAD
DE
NAVARRA
Enseñar a ser sinceros «Nunca se ha conocido a sí mismo demasiado bien». SHAKESPEARE, EL
REY
LEAR
La sinceridad es necesaria en la vida adulta, por lo que deberá forjarse ese hábito en la infancia. Para un niño la insinceridad no es lo normal: puede estar causada por el miedo, por el ejemplo de otros, por haber adquirido ese hábito antes, por impresionar a los demás o por el ejemplo de sus padres, pero —sea cual sea la causa— debe atajarse. A los 7 u 8 años debería distinguirse la realidad de la fantasía. A cierta edad, algunos padres detectan que sus hijos parecen mentir. Aunque hay que ser comprensivos, se debe insistir en la verdad, teniendo en cuenta también la posibilidad de que la supuesta mentira en realidad sea producto de un olvido o de un sueño. Estos métodos para lograr que un niño sea sincero y veraz proceden de la sabiduría contrastada de muchos padres: 1. Da ejemplo de integridad. Acepta las críticas con humildad y proponte solucionar lo que haga falta. Haz que tus hijos vean cómo te esfuerzas por mejorar, especialmente por cumplir tu palabra y por pedir disculpas después de cometer un error, algo inevitable. 2. Ayúdales a ver con objetividad sus muchas cualidades, y las áreas de 139
mejora. 3. Confía en la palabra de tu hijo, siempre que no existan pruebas irrefutables. 4. Corrige todas las pequeñas insinceridades. No dejes pasar la oportunidad de enseñar esta virtud, vital. Es demasiado importante. Hazlo con afecto, y corrige con amor, haciendo ver a tu hijo o hija que lo único que quieres es lo mejor para ellos. 5. Deja que las consecuencias sucedan con naturalidad; una mentira a un profesor debería corregirse con honestidad y una disculpa, robar en una tienda exige una restitución y una petición de perdón en persona… Explica los motivos por los que insistes en las consecuencias. 6. Muéstrale que la insinceridad daña a otros, y que entre adultos puede romper para siempre la confianza. Acuerda un plan concreto para solucionar las cosas. Y después, con firmeza pero con infinito cariño, haz que tu hijo lo cumpla. 7. Retrasa el castigo mientras estés enfadado. «En una discusión acalorada podemos perder de vista la verdad», enseñó en el siglo I a. C. Publio Siro. Está bien que los padres se ayuden entre ellos en este punto. 8. Si te has enfadado, pide perdón por las cosas que tú has dicho, y escucha lo que tu hijo tenga que decir. 9. Al explicar algo a un niño más mayor, emplea las 3 Cs de David Isaacs: sé claro, sé conciso y después cambia de tema. 10. Ayúdale a interiorizar la lección, reflexionando sobre las causas y las consecuencias de sus actos.
¿HASTA QUÉ EDAD SE DEBEN ACEPTAR LOS CUENTOS?
Más o menos en la época en la que Harry Potter habló por primera vez con una serpiente, un alumno de 7 años me contó que el fin de semana anterior había visto uno de esos reptiles, «negra, con la tripa amarilla… desde aquí hasta la puerta [unas buenas dimensiones según la escala de las serpientes, unos cuatro metros]. La maté con mi navaja». Llamé a su madre 140
con incredulidad. «¿Habéis tenido algún problema últimamente?». Se había inventado toda la historia.
de
serpientes
ENSEÑAR A UN NIÑO DE 7 AÑOS A SER HONESTO Y VERAZ
Recuérdale que tú también tuviste 7 años, así que sabes reconocer una mentira cuando la escuchas. Establece contacto visual: eso le hace más difícil mentir. Para que no le dé miedo decir la verdad por si le castigas, pregúntale: «¿Qué castigo crees que sería justo?». No le castigues por decir la verdad acerca de algo que haya hecho mal, y dale reconocimiento por tener el valor de ser sincero, dejándole una salida. Enséñale la importancia del arrepentimiento por los errores, porque solo se pueden corregir si se reconocen de corazón.
TESTIMONIOS DE SINCERIDAD
«Conócete a ti mismo»,
INSCRITO SOBRE LA ENTRADA DEL ORÁCULO DE
DELFOS
«La sinceridad y la verdad son la base de toda virtud», CONFUCIO, 551479 a. C.
«La vida sin examen no merece la pena», SÓCRATES , 469-399 a. C.
141
«No muestres una cosa y hagas otra», CICERÓN, 106-43 a. C.
«Si añades algo a la verdad, se lo sustraes», Talmud
«No cambies la cara según el lugar»,
ANTIGUO PROVERBIO CATALÁN
Crear una cultura de la generosidad en casa «Lo que importa no es la inteligencia, sino lo que la guía; el carácter, el corazón, la generosidad…». FIODOR MIJAILOVICH DOSTOIEVSKI, 1821-1881 Piensa en el antiguo dicho: «Los buenos aman a la gente y utilizan las cosas, y los malos utilizan a la gente y aman las cosas». ¿Vives para los otros, o pones por encima lo material? Sé consciente de que el ingrediente secreto de las relaciones afectivas es el servicio incondicional. Esta idea me vino a la mente con total claridad durante la boda de unos amigos. El celebrante dijo, con gran emoción: «¡Se trata de dar hasta que no sepas si va a quedar algo para ti!». Tal vez algunos matrimonios fracasen porque uno de los dos se cansa de darse, pero puede que sean más los que se deshagan porque esa dedicación no está presente desde su inicio, ni se habla abiertamente cuando la pareja empieza a experimentar dificultades. Todos acometemos los nuevos retos con idealismo y generosidad, y el matrimonio no es la excepción. Pero, si no tenemos miras amplias, los viejos hábitos pronto nos alcanzarán. La emoción inicial del amor nos ayuda a entregarnos por completo, pero, si no vivimos para el otro, cuando las llamas se apaguen todo puede parecernos demasiado complicado. Dar ejemplo de despreocupación ayudará a tus hijos en la vida. No permitas que la cultura de la queja se asiente en tu hogar; eso significa que tú mismo no puedes quejarte de nada, ni siquiera por lo bajo, ¡ni en tus pensamientos! Es difícil.
142
«Con la riqueza vienen las preocupaciones; nuestra sed de más crece cuando la fortuna se acrecienta». HORACIO, 65-8 a. C.
LA REGLA DEL 80/20
James Stenson formuló la regla del 80/20 para el matrimonio, señalando que cada uno debería dar el 80% y esperar a cambio solo un 20%. En otras palabras, no se trata de llevar el registro de quién hace más, sino disponerse, positivamente, a darse todo lo posible. En una ocasión, durante una de sus charlas, le interrumpió una voz en tono jocoso: «Esta mañana estaba saliendo por la puerta y mi mujer me ha dicho “Hasta luego”. Cree que con eso ya ha hecho su 80%». A su lado, su esposa se reía a carcajadas.
Un rasgo de la cultura de la generosidad es que los padres conceden un alto valor a la amistad, y así se lo enseñan a sus hijos. «¿Qué es un amigo?», preguntó Aristóteles hace más de 2.500 años. «Una sola alma que habita en dos cuerpos». Sin darse, el hombre se aísla; puede moverse como un meteoro por el espacio, pero sin la posibilidad de ser feliz, solo con placeres fugaces. No podemos condenar a esto a un niño. Es la amistad la que enseña a darse. Por desgracia, para un hijo será difícil hacer amigos de verdad si sus padres no tienen muchos ni comparten con ellos sus penas y alegrías. No olvidemos involucrar a los niños cuando haya invitados. Pídeles que se muestren amables prestándoles atención, apagando la tele, quedándose en la mesa hasta que termine la comida, despidiéndose con educación, etc. Anímales también con sus amigos, para que les inviten a quedarse en casa, y dándoles ideas para ayudarles. 143
UNA TRISTE HISTORIA SIN AMIGOS
Nunca olvidaré una tutoría preocupante, hace unos años. La madre de una niña de 7º, muy agradable pero introvertida, me dijo: «Le he dicho a Ophelia que no haga amigos, porque le traicionarán». Estaba educándola para desconfiar de todo el mundo. Sin duda, alguien en el pasado lo había hecho con su madre, pero era un mensaje trágico para un niño.
LA RESPUESTA DIRECTA
«Ojalá no tuviese hermanas», le dijo una niña a su padre.
«Justo por eso las necesitas, para que, cuando crezcas, no seas malcriada y egoísta», fue la rápida respuesta.
«Hoy en día es difícil encontrar a alguien de buen corazón». STEVIE NICKS
Promover la solidaridad con los más desfavorecidos «No sé qué os deparará el destino, pero sí que sé una cosa; de entre vosotros, los únicos realmente felices serán aquellos que hayan conseguido aprender a servir». ALBERT SCHWEITZER, 1875-1965 Francis Scott Fitzgerald bromeó: «La gente, por norma general, no vive en 144
playas ni en clubes de campo». Se calcula que los recursos de las 13 familias más ricas del mundo podrían alimentar a los pobres del planeta durante los siguientes 50 años. Un informe reciente de Naciones Unidas alertó de que el 25% de los africanos están subalimentados. 1.000 millones de personas viven en arrabales, y una cifra parecida lo hace con menos de 1 dólar al día. Unos 26.000 adolescentes australianos están sin hogar. A pesar de todo esto, muchos de nuestros hijos siguen aislados frente a las acuciantes necesidades de otros seres humanos. Hace 2.000 años Séneca proclamó: «Asiste a cualquier pobre como a tu compañero»; hace 1.000, el erudito chino Chang Tsai dijo: «Todas las personas son mis hermanos y hermanas». ¿Les prestamos atención? Hay más alegría en dar que en recibir, pero los políticos siguen justificando las relaciones internacionales sobre la base del interés de cada país. Según Oxfam, el mundo desarrollado entrega hoy la mitad de ayuda al Tercer Mundo —en porcentaje del PIB— que hace 20 años. Los niños no pueden hacer demasiado para paliar la pobreza, pero sí que deben desarrollar hábitos constantes de generosidad y solidaridad con los menos afortunados, desde que son pequeños. En su caso, dependerá sobre todo de lo que hayan vivido en su casa. Sin embargo, según un estudio —preocupante— realizado en Australia, los niños no reciben una adecuada educación cívica[34].
IDEALISMO PRÁCTICO
Una familia tenía la costumbre, sencilla, de dejar una vela prendida en una mesa del vestíbulo para acordarse de rezar por los amigos o familiares fallecidos. Su hijo es hoy agente de policía, y su hija —que trabajó como cooperante dos años— es la responsable de una gran ONG en Kenia. No subestimes las pequeñas costumbres familiares al construir una cultura de la solidaridad.
Las palabras de santa Teresa de Calcuta no deberían sonar como una acusación contra nuestros hogares: «Cuanto menos se tiene, más se da». Enseñemos la generosidad con el ejemplo; donando a buenas causas, ayudando con pequeños trabajos a las personas mayores. Todos podemos decir, con el rey Lear: «¡Mucho olvidé vuestras necesidades!», al ver las penurias de otros. El 145
natural idealismo de los niños debe tener alguna salida. Dos padres que conozco ayudan a sus hijos a recaudar dinero para un proyecto comunitario en Fiji. Con frecuencia, lo único que necesitan los jóvenes de los adultos es apoyo y consejo. Embárcate en causas idealistas, y habla de ellas con pasión. He visto el gran bien que se produce cuando las familias hablan en torno a la mesa de sus ideales.
«No hay mayor satisfacción para una persona justa y bien intencionada que saber que ha dedicado sus mejores esfuerzos al servicio de una buena causa». ALBERT EINSTEIN, 1879-1955
JUST DO IT!
Un padre quería enseñar a su hijo de 15 años a ser compasivo. Cuando le insistió en que le comprase otro par de zapatillas Nike de 200 dólares, le dijo: «Venga, vamos a cenar por ahí». Le llevó al centro y se pusieron a hacer cola en un comedor social. Hoy, dos años después, el hijo va un día a la semana a atender ese mismo comedor.
La generosidad resuelve muchos problemas de los adolescentes. El profesor David Isaacs suele repetir que «los hijos deben experimentar la alegría que produce servir a otros»[35], y afirma que el antídoto para la introspección y el centrarse en uno mismo que pueden producirse en los años de la adolescencia es la educación en la generosidad. Debemos alimentar el idealismo de los jóvenes, ya señalado por Aristóteles. Con su bondad, pueden hacer del mundo un lugar mejor del que les dejemos. La hija de un padre que sufría por sus otros dos hijos, adolescentes, le dijo: «Papá, intenta que hagan algo por los demás. Eso les servirá».
146
CONVERTIR LAS BUENAS INTENCIONES EN ACCIONES
«Los hombres son llamados a la existencia por los demás, para que puedan hacer el bien a otros». CICERÓN, 106-43 a. C. «El dinero es como el estiércol… solo es útil si se esparce». FRANCIS BACON, 1561-1626 «Solo merece la pena la vida que se vive para los demás». ALBERT EINSTEIN, 1879-1955 «En nuestra época, el camino a lo sagrado pasa necesariamente por la acción».
PRIMER
147
DAG HAMMARSKJOLD, 1905-1961, SECRETARIO GENERAL DE NACIONES UNIDAS
12. ENSÉÑALES A ESTAR DESPRENDIDOS DE LAS COSAS MATERIALES «Una vez alcanzado cierto nivel de bienestar, todos los estudios demuestran que la felicidad no se incrementa al hacerlo la riqueza». DEL
PRIMER
JOHN MENADUE, ANTIGUO JEFE DE GABINETE MINISTRO AUSTRALIANO Y CEO DE QANTAS
Una pintada en mi recorrido favorito para correr dice: «Compro, luego existo». ¡Descartes debe de estar retorciéndose! ¿Con cuánto entusiasmo te montas en tu coche nuevo? ¿Qué revistas y móviles atraen tu mirada? ¿Qué anuncios? ¿Cuánto descanso encuentras en ir a comprar ropa? ¿Qué webs visitas? ¿Compras o ansías regalos caros? ¿Hablas de la comida o la bebida con excesivo deleite? ¿Cuánto te inquieta tu seguridad económica? Son factores que influirán para que tu hijo crezca en un ambiente materialista. Intenta no vivir nunca en la mentira de pensar que, cuanto más posees, más alta está la música o más extrema es la experiencia, más feliz serás. Los adultos podemos transmitir en ocasiones un mensaje erróneo a los niños. Marco Aurelio, famoso por Gladiator, nos recuerda que los buenos tiempos no tienen por qué ser los más caros. «¡Recuerda! No hace falta mucho para ser feliz». El filósofo Bertrand Russell observó: «Es la preocupación por las posesiones, más que ninguna otra cosa, la que evita que el hombre viva libre y con nobleza». Enseña a los niños a hacer uso de lo que necesiten, pero sin poner su corazón en las cosas. Enséñales a desprenderse. Así recordaba su pueblo, en Oriente Medio, un hombre: «Éramos muy felices. Aunque pobres, nos ayudábamos unos a otros. Ahora muchos reciben remesas de sus parientes ricos del extranjero, y las viviendas son mejores, pero no nos ayudamos unos a otros y no somos felices». Algunos alumnos míos, que han participado en proyectos de cooperación en aldeas de pescadores de Sri Lanka, comparten la misma idea: «La gente no tiene casi nada, pero son muy felices».
LOS VALORES FUNDAMENTALES DE LOS HIJOS SON UN REFLEJO DE LOS DE SUS PADRES
148
«¿Qué quieres ser de mayor?». Un niño de 4 años: «¡Millonario!». A su hijo, que estaba pasándolo mal por los exámenes de 7º, le dijo un padre: «No te preocupes. Los exámenes no son para siempre. Conseguirás un buen trabajo y entonces ganarás mucho dinero». Horrie, de 3º de Primaria, recibió un puñetazo de Alan, de 6º, que le hizo sangrar por la nariz. En su defensa, Alan alegó que quería su teléfono móvil. «Ha sido un cumpleaños perfecto» —un alumno de 6º de Primaria—. «Me han regalado una bicicleta y me han traído unos walkie-talkies de Nueva York». Nick presume de que han prometido regalarle un Ferrari si tiene «éxito» en los exámenes finales.
UNA LECCIÓN DE UN NIÑO
«En una época en la que solo le compraba a mi hijo cosas muy sencillas, le regalé un tren muy caro para su cumpleaños. Cuando volví, 20 minutos después, se lo estaba pasando mejor con la caja que con el juguete».
HENRI,
PADRE DE TRES HIJOS
MENTIRAS SOBRE RUEDAS
Thierry les dice a los estudiantes con los que se encuentra en el tren que su familia no tiene coche. No se lo pueden creer, y al día siguiente confiesa que era una mentirijilla. «En realidad, mi padre tiene tres Lamborghini y un
149
Porsche color negro». Los demás se quedan alucinados. ¡Se creen de inmediato que una familia tiene cuatro coches de lujo, pero no pueden comprender que no tengan ninguno!
EL DESPRENDIMIENTO EN UN PASO SENCILLO
Vance, yendo de camino a recoger su flamante Renault rojo deportivo, llamó al colegio para charlar con un profesor. Durante la hora que pasaron juntos, alguien abrió el coche y le robó el equipo de sonido. Esta fue su sorprendente respuesta al inspeccionar los daños: «Vaya, es una buena forma de aprender a estar desprendido».
150
13. CÉNTRATE EN LAS CAUSAS Y LAS CONSECUENCIAS «Cuida de conocerte bien a ti mismo, pues esa es la lección más difícil de este mundo». CERVANTES , 1547-1616 Enseña a los niños a conocerse, para que reflexionen sobre las causas de sus acciones y el efecto que tienen en los demás. Sin importar las creencias de cada uno, la sabiduría del episodio de Jesús perdido en el templo merece una lectura atenta. ¿La conoces? María y José encuentran a Jesús debatiendo con los doctores en el templo, y su madre le pregunta: «¿Por qué nos has hecho esto? Mira lo preocupados que estábamos tus padres, buscándote». La madre pide a su hijo de 12 años que reflexione sobre las causas y las consecuencias de lo que ha hecho. En concreto, quería que pensase en sus motivaciones, y en el impacto de sus actos en los que más le querían. Este es el mejor ejemplo para los cristianos de la educación perfecta. Intenta ayudar a tu hijo a pensar y reflexionar. Es mucho más importante que a los 12 o 14 años acepte la autoría de sus acciones y su influencia en los demás que asegurarse de que haga lo que le mandas. Un padre que insista en la aceptación externa, pero no trate de fomentar la convicción interna, se encamina a una posible tragedia. Las dos palabras más importantes en la lista de obligaciones para una educación práctica son, probablemente, causas y consecuencias. «La fuerza sin la razón cae por su propio peso», escribió Horacio, el astuto y viejo soldado romano que luchó con Bruto en Filipos, y acabó siendo el mayor poeta lírico de su época. Este es el tipo de preguntas que hay que hacerle a un adolescente. 1. Causas. ¿Por qué has hecho eso? Piensa en tus motivaciones. ¿Has actuado libremente? ¿Qué te ha influido? ¿Ha sido una decisión o un impulso? ¿Podrías haber sido más responsable personalmente? 2. Consecuencias. ¿Qué efecto ha tenido ese acto en la gente que te rodea? ¿Entiendes sus repercusiones? ¿Entiendes el efecto que tiene tu ejemplo? Piénsalo seriamente, porque el respeto hacia los demás debe sostener todo lo que hagamos. Nunca tengas miedo de mirar con franqueza tus acciones y, si es necesario, corrígelas, o extrae un buen propósito para la próxima vez, y trata de cumplirlo.
151
SÉ PROFESIONAL
Las destrezas profesionales pueden aplicarse a la educación. Si un negocio precisa de objetivos regulares, que se deben evaluar, en la tarea — mucho más importante— educativa deberíamos recordar nuestras metas y planes de acción con mayor frecuencia, si cabe. Oriéntate a los resultados. Fija objetivos que se puedan evaluar. Mantén unido al equipo directivo. Comunícate bien con todas las partes implicadas. Emplea un modelo consultivo. Lidera con el ejemplo. Sé proactivo. ¿Qué sentido tendría ser menos profesionales en la educación que en el puesto de trabajo?
EL RETO DE SER DUEÑOS DE NUESTROS ACTOS
Una niña de ocho años a la que sorprendieron saltando sobre la mesa de la cocina, protestó: «¡Ha sido un accidente! ¡Ha sido un accidente!».
***
«He salido para coger una cosa que se había caído por la ventana», contó un chico de 12 años al que encontraron fuera del aula. La realidad era algo más compleja. Era cierto que había salido por la ventana, pero antes había puesto varias cosas de otro alumno en el borde, y después fingió una pelea con un compañero, hasta que tiraron todo afuera. Más allá de la acción concreta, había una historia de acoso en la escuela.
***
152
«Me han expulsado por sangrar de la nariz», se quejaba un alumno de 13 años. Los hechos habían sido bastante distintos. Hubo un pañuelo de por medio, pero el castigo se debió al estruendo y las constantes interrupciones durante la clase.
REVISA LOS BUENOS HÁBITOS DE TU HIJO
Insistir en las rutinas y en la regularidad en casa.
Delegar, aunque se tarde más en hacer las tareas.
Insistir en que los niños actúen por amor.
Corregir las malas conductas antes de que se conviertan en hábitos.
Encontrar la forma de ayudarles a que piensen por ellos mismos… preguntándoles sus preferencias, opiniones y metas.
Esforzarse por dar el mejor ejemplo posible, siempre.
Enseñar a distinguir claramente el bien del mal.
Centrarse en los hábitos desde que son pequeños.
153
Hacer de la construcción del carácter el objetivo del deporte.
Transformar las crisis en oportunidades para construir carácter.
Valorar positivamente la sinceridad en casa.
Corregir la insinceridad, pequeña o grande.
Ser conscientes del ejemplo que damos en lo relativo a la sinceridad y la honestidad.
Valorar mucho la generosidad en nuestra familia.
Enseñar a respetar profundamente a los demás.
Crear una cultura de la generosidad en casa.
Enseñar a estar desprendidos de las cosas materiales.
Esforzarse por practicar la solidaridad con los menos afortunados.
FORJAR BUENOS HÁBITOS
IDEAS PARA REFLEXIONAR Conoce los puntos fuertes y débiles de tu hijo.
154
Interioriza que el interés afectuoso por los demás es la base de toda virtud. El ejemplo de amor entre los padres es importante. Ataja los problemas: «Una consecuencia vale más que mil palabras». Nunca es demasiado pronto para razonar con un niño. Olvidan lo que decimos, recuerdan lo que ven y aprenden de lo que hacen.
Áreas prioritarias
Nivel de desarrollo Bien desarrollada
Medio o Necesita mejorar Medio alto mucho
Inexistente
Empieza con la psicología básica: atiende las necesidades intelectuales y afectivas de tus hijos. No desdeñes los pequeños detalles. Céntrate en la sinceridad y la generosidad. No permitas que tus hijos se conviertan en pequeños consumistas. Los anunciantes y los medios de comunicación pueden «rivalizar por el afecto y el pensamiento de tus hijos» (Jim Stenson)[36].
155
156
Parte 4
EDUCAR ADOLESCENTES CON FORTALEZA DE CARÁCTER Comienza pronto Atiende a sus necesidades Rechaza la visión negativa sobre la adolescencia Reconoce su potencial Cómo educar adolescentes con fortaleza de carácter 1. Manifiesta tus valores más profundos 2. Muestra la felicidad que te procuran tus valores 3. Comprende que el primer cambio de los adolescentes es interior 4. Exígeles que piensen, no que hagan 5. Ayúdales a interiorizar el proceso de desarrollar buenos hábitos 6. Busca nuevas formas de comunicarte 7. Enfréntate a los problemas 8. Explica las razones 9. No subestimes la influencia de sus amigos 10. Busca el refuerzo del colegio 11. Busca mentores que cuenten con la confianza de tu hijo 157
12. Céntrate en la resiliencia 13. Prepara a tus hijos para las relaciones y la sexualidad 14. Dales cariño, cariño y más cariño 15. Enséñales a encontrar la paz frente a los retos más difíciles
158
«Sé siempre un hombre, no un niño echado a perder». ROBBIE ROBERTSON, ENDLESS HIGHWAY Acuérdate de esa pegatina para el coche: «Vive lo suficiente para vengarte de los adolescentes». En esta cultura se teme a la adolescencia. Repetimos como loros términos como «rebelión juvenil», «desconexión» o «brecha generacional» y, a causa de esta mala prensa, podemos estar perdiéndonos la dimensión más hermosa de la adolescencia. En 1993 tuve la fortuna de asistir a un seminario en San Francisco titulado «Padres de hijos adolescentes», donde el profesor David Isaacs explicó que la adolescencia es la época en la que el conocimiento propio alcanza sus mayores cotas, que es la característica más importante de esa edad, y que eclipsa otros rasgos más superficiales. Se refirió a la creciente conciencia, en esos años, de la autonomía y los valores personales, insistiendo en que la adolescencia es la época en la que se asientan los valores que se mantendrán durante toda la vida, sugiriendo incluso que, si no nacen esas convicciones, no se deja atrás esa etapa. Puede que Germaine Greer expusiese un pensamiento muy similar cuando bromeaba: «Las chicas crecen hasta ser jovencitas; los chicos crecen hasta medir 1,80». Desde luego, a nuestro alrededor encontramos algunos niños grandes, con un ego irreconciliable con ese cuerpo que ya no es el que era, y cincuentones que se visten y actúan más bien como adolescentes, o mujeres y hombres casados incapaces de entregarse por completo a su pareja. Una idea central en el pensamiento de David Isaacs es que los padres no deben pensar por sus hijos. «Exígeles que piensen, no que hagan», insiste. Déjales que practiquen la toma de decisiones a raudales, y anímales a que sus actos encajen con sus valores, un requisito indispensable para la paz del alma y la felicidad.
LOS DOS HALLAZGOS DE LA ADOLESCENCIA[37]
1. El descubrimiento del yo, ese mundo personal propio de la existencia humana. «Soy una persona, con mi propia mente, mi propio corazón y mi propia personalidad». 159
2. El descubrimiento de los valores sobre los que eligen asentar su vida, así como su libertad personal y su responsabilidad. «Soy libre de encaminar mi vida en la dirección que quiera, y decido basarla en determinados principios».
Como padre, tu objetivo será ceder el volante a un conductor disciplinado y con buena preparación. No ha habido mejor descripción de lo que es la adolescencia que la de Plutarco: «Para las personas inteligentes, el paso de la infancia a la edad adulta no es un abandono de las reglas, sino un cambio de regente». El gran desafío de la educación de los adolescentes es llevarles hasta la autonomía responsable; enseñarles a autogestionarse. De no ser así, la felicidad a largo plazo se les hará cuesta arriba. Qué tristeza cuando un hijo se descarría. Después de una infancia aparentemente modélica, se rebelan en serio, empiezan a engañarnos y parecen quedarse muy lejos de lo que podrían llegar a ser. En sus años tempranos, tal vez estuviesen bien entrenados para comportarse, pero la motivación procedía de fuera, y sus acciones no nacían del interior. Como consecuencia, abandonan pronto la buena conducta, tal vez también a causa de la influencia de otros, lejos del radar de sus padres. En la vida, aquellos que no son maestros de sí mismos, que no se poseen, caen bajo el yugo de los demás.
ADOLESCENCIA PERPETUA
David Isaacs habla de esas personas de 45 años que siguen siendo, en esencia, adolescentes, porque se comportan como tales. Casi todos hemos optado, más o menos, por una serie de valores particulares en los últimos años de la adolescencia, pero los hay que —durante décadas— se debaten aún entre pensar solo en sí mismos o la dedicación a otros que fundamenta toda relación afectiva y, en definitiva, la felicidad.
160
COMIENZA PRONTO «Trata a un hombre como lo que es y seguirá siendo lo que es: trátalo como lo que puede y debe ser, y se convertirá en lo que puede y debe ser». GOETHE, 1749-1832 La educación con éxito de los adolescentes comienza en la cuna, si no antes. No empieces cuando tu hijo o hija tengan 12 años; el camino más difícil se recorre antes de que las hormonas lo pongan cuesta arriba. La crianza no va de clonar a niños para que encajen con tus deseos, sino de que sean capaces de vivir bien su propia vida, por lo que, cuanto menos la vivas tú por ellos, mejor. No te excedas en el control, ni siquiera de los niños más pequeños. Desde su primera infancia, ten en mente al joven al que quieres educar, y fortalece su carácter, con constancia y resolución. 1. No seas negativo. Empieza con lo que más admires de su carácter. Desde sus primeros años, alaba lo concreto, y critica de forma positiva y constructiva. Sin un hábito de cariño padre-hijo y una atención plena desde la preadolescencia, los lazos se debilitarán, o acabarán rompiéndose. 2. Fomenta en ti, habitualmente, una calma y paz interior profundas. Predica con el ejemplo. Muestra cómo el darse a los demás provoca serenidad. Como reza el grabado en un viejo reloj de sol, «horas non numero nisi serenas» (en traducción libre, «solo me interesan las horas tranquilas y serenas»). Qué pena cuando los hijos pequeños no son capaces de aprender que solo la generosidad lleva a la felicidad: después es muy difícil enseñarlo. 3. No pienses por ellos. Si no tienen práctica en pensar por su cuenta de niños, no podrán hacerlo de adolescentes, y te costará mucho darle prioridad a esto en ese momento. 4. Razona, y empieza desde que son pequeños. Para vivir su propia vida, precisan de un manual de instrucciones amplio. Consúltales sus preferencias y opiniones desde que son pequeños, siempre que sea posible, y explícales de modo sencillo y honesto el porqué de las decisiones que tomes, basándote en su interés; normalmente, será porque su decisión supondría algún tipo de peligro físico o moral.
161
5. Exige responsabilidad. No les libres de las responsabilidades que conllevan sus acciones. Deben pagar sus deudas, pedir disculpas o cumplir sus deberes. No luches tú sus batallas. En la adolescencia la vida les enfrentará a retos para los que deben estar bien dispuestos. Es un principio que también se aplica al trabajo: si no le enseñas a un niño la importancia de la responsabilidad al terminar la tarea, no esperes que los deberes sean prioritarios más adelante. 6. Fomenta una dureza saludable, para que aprenda a autocontrolarse. Hay alcohólicos que crecieron en hogares abstemios, y otros cuyos padres les dieron pequeñas cantidades de alcohol. La clave es si adquirieron hábitos de autocontrol. 7. Habla a los niños con sinceridad de las relaciones afectivas y la sexualidad. Tienes por delante la tarea, real y acuciante, de prepararles para los desafíos, complejos pero positivos, que plantea la atracción sexual. ¡Cuántos matrimonios se habrían salvado si los niños hubiesen estado mejor preparados para los deberes que conllevan las relaciones! En resumen, la regla de oro para educar adolescentes es… ¡empezar pronto!
NO INFANTILICES AL ADOLESCENTE
«Cuanto antes trates a tu hijo como a un hombre, antes lo será».
JOHN DRYDEN, 1631-1700
162
ATIENDE A SUS NECESIDADES «No permitas aquello con lo que no estás de acuerdo. Sé consciente de que “no” también es una palabra de amor, y un medio indispensable para que un niño crezca en el autocontrol». JAMES STENSON,
DIRECTOR DE COLEGIO Y ESCRITOR
Puede serte de ayuda contemplar la educación como la tarea de atender las necesidades de tus hijos, tanto las presentes como las futuras. 1. Dales la seguridad que necesitan. Los límites claros son esenciales. Di «no» a actividades que, potencialmente, puedan suponer un peligro moral o físico, y a las situaciones que pueden exceder sus fuerzas. Sé crítico con tus decisiones… el «sí» puede ser la respuesta fácil, pero tienes la seria tarea de guiar a un joven, que carece de la experiencia vital para reconocer las huellas del oso en el sendero, y al oso mismo escondido tras el árbol. No tiene sentido permitir a un chico de 16 años que socialice sin restricciones y sin control. No tiene sentido permitir a tu hija que viaje de noche con una persona a la que apenas conoces.
LA TECNOLOGÍA Y LOS ADOLESCENTES
La tecnología ofrece avances increíbles y riesgos importantes, así que deberás aprovechar al máximo los primeros y evitar los segundos. Acuerda por adelantado unas pautas razonables de uso para el móvil, el ordenador, comidas familiares sin distracciones, etc.
2. Atiende a sus necesidades emocionales. En ocasiones la adolescencia conlleva algún torbellino emocional. Todos hemos pasado por ahí, y esos cambios pueden desatar una falta de confianza que se manifiesta de diversas maneras: – introversión 163
– cambios de humor – conducta compensatoria frente a su autopercepción negativa, por ejemplo, cambiando sus hábitos alimentarios, llamando la atención… – depresión, basada en la percepción de su impotencia para cambiar su situación – sentimiento de incomprensión o rechazo, en casa o en el colegio – el deber de un padre es ofrecer apoyo emocional a su hijo, y no al contrario[38]. ¿Eres cariñoso con tu hijo adolescente, incluso cuando hace algo que no apruebas, o parece no corresponder a tus sentimientos? ¡Nada de frialdad ni resentimiento! Por encima de todo, da ese ejemplo de estabilidad emocional que tu hijo o hija necesita. Como dicen los alcohólicos rehabilitados, «finge serlo, hasta que lo seas». – predica con el ejemplo de tu propia relación de pareja. Tu hijo debe poseer una íntima confianza en que el amor nunca se termina, que es para siempre. A través del amor incondicional que los padres se tienen, le muestran a su hijo que siempre será querido, pase lo que pase. 3. Atiende a sus necesidades esenciales a largo plazo. Fomenta su capacidad de actuar sobre su propia vida. Como se vio en la Parte 2, eso significa fortalecer los hábitos de: – el juicio recto, incluyendo el pensamiento crítico y una capacidad efectiva de tomar decisiones; – el autocontrol, la responsabilidad y la fortaleza; las otras tres virtudes cardinales que nos ayudan a actuar con decisión y a sobrellevar los reveses de la vida; – el amor hacia los demás, una determinación interior de hacer el bien a otros; – una profunda humildad, porque somos creaturas con deberes y compromisos hacia los demás, hacia nuestro creador y hacia toda la humanidad; los valores espirituales apuntalan la resiliencia y añaden una capa extra de caridad a la motivación sobre la que se sustenta lo que hacemos.
CONCLUSIÓN PARA PADRES DE ADOLESCENTES
164
Ayuda a tu hijo a: Tener la cabeza en su sitio: distinguir el bien del mal, tener valores y convicciones sólidas, amar la verdad… y, en definitiva, aprender a pensar por sí mismo. De ahí nace la sinceridad. Tener el corazón en su sitio: aprender a amar, construir relaciones personales sólidas, a nivel humano y espiritual, y a entregarse en esas relaciones. Este es el ámbito de la generosidad. Tener los hábitos a punto: desarrollar todas las virtudes, cualidades personales y modos de conducta; aprender a guiarse a uno mismo y a usar la libertad con madurez.
EL CEREBRO ADOLESCENTE, EN CONSTRUCCIÓN
Actualmente, los neuropsicólogos son bien conscientes de que el cerebro adolescente experimenta un desarrollo sustancial durante esa época, que facilita la adquisición de nuevas destrezas y un mayor autocontrol, siempre y cuando se aproveche esa plasticidad para poner en práctica estrategias de autogestión. La doctora Judith Rapoport y su equipo descubrieron con sorpresa, en el primer estudio longitudinal del cerebro adolescente por medio de resonancia magnética, que la materia gris se sigue desarrollando, especialmente en las áreas de los lóbulos dedicados a la planificación, el control de los impulsos y el razonamiento[39]. Cuando tu hijo adolescente se comporte de modo impulsivo, explícale las estrategias para pensar antes de actuar, y ten la confianza de que su cerebro hará parte del trabajo.
¡PIÉNSALO!
«Los caballos mejor entrenados son vivaces e impetuosos. Si se les 165
doma cuando son jóvenes, se vuelven más manejables y mejores que los demás; pero, si crecen sin ser domados, se vuelven difíciles de controlar y peores que los demás».
JENOFONTE
166
RECHAZA LA VISIÓN NEGATIVA SOBRE LA ADOLESCENCIA «Si esto te parece mal, espera a que los cuatro que vienen detrás sean adolescentes». FRAN,
DE
14
AÑOS Y EL MAYOR DE SIETE HERMANOS ,
DESPUÉS DE UNA DISCUSIÓN CON SUS PADRES
¡Los años de la adolescencia son maravillosos! Mira más allá de lo más superficial, el egotismo y los cambios de humor, la inseguridad y las influencias externas, las ganas de llamar la atención y los vaivenes emocionales. No reacciones con exceso frente a su rebeldía, la falta de motivación y la pereza o la necesidad de cariño y atención. Estas características superficiales de la adolescencia siempre han sido aparentes. En la Odisea, Homero afirmó que un joven siempre tratará de «romper las reglas», que su «inteligencia es más rápida, pero su juicio no es tan firme». En muchos pasajes escribió que «la juventud es, por norma general, irreflexiva». Aristóteles definió la juventud como un estado permanente que «recuerda a la embriaguez», y observó que «los jóvenes tienen fuertes pasiones, y tienden a satisfacerlas sin discernimiento».
¿TE SUENA?
«No veo futuro a nuestro pueblo si depende de la frívola juventud de hoy en día, porque todos los jóvenes son insensatos sin medida… cuando yo era joven, me enseñaron a ser modesto y respetar a los ancianos, pero los jóvenes de ahora desdeñan la sabiduría y no toleran las restricciones».
HESÍODO, 700 a. C.
«Los jóvenes de hoy aman el lujo, desprecian a los ancianos y prefieren 167
charlar a ejercitarse. Los jóvenes hoy en día son los tiranos, no los siervos de su hogar. Ya no se levantan cuando entran los mayores. Contradicen a sus padres, murmuran frente a las visitas, devoran su comida y le faltan al respeto a sus maestros». SÓCRATES , 469-399 a. C. Adolescentes: «ávidos de placeres, caprichosos, necesitan someterse». PLUTARCO, 46-120 d. C.
Los romanos sabían que, como su ciudad de origen, el carácter no se construía en un día. Reflexionando sobre la juventud, el liberto Publio Siro escribió: «No hay fruta que no sea amarga antes de madurar». Plinio describió la vida de un joven como «algo turbulenta y desorganizada», mientras Cicerón se centraba en el frigorífico, bromeando con su «terror» ante el apetito de su sobrino. Los jóvenes siempre han sido así.
CARACTERÍSTICAS SUPERFICIALES DE LA ADOLESCENCIA
rebeldía
deseos de llamar la atención
egotismo
falta de perspectiva
introspección
escaso control emocional
pereza
cambios de humor
falta de motivación
inseguridad
ansia de afecto
excesiva confianza en uno mismo
influencia externa
168
TRANQUILO: LA REBELDÍA ADOLESCENTE ES, BÁSICAMENTE, POSITIVA
Incluso cuando, a la hora de lavar los platos, parece que empieza la II Guerra Mundial, no debemos olvidar que la rebeldía adolescente es, principalmente, algo positivo. En el fondo es el proceso natural por el que se aprende a caminar erguido, a pensar por uno mismo. Como adultos, calificamos de poco apropiada cualquier forma de estereotipar y controlar a los demás; los adolescentes son adultos en proceso, y es bueno y natural que quieran más y más libertad. Es un requisito previo para una personalidad madura. Los padres no deberían asustarse al descubrir en su hijo o hija un espíritu cada vez más independiente. No deberían reaccionar con pánico e imponer todo tipo de normas como si su hijo adolescente fuese todavía un niño. Cualquier forma de control excesivo o coerción infringen su legítima autonomía. Es contraproducente obligar a un niño mayor a hacer cualquier cosa.
169
RECONOCE SU POTENCIAL «Aléjate de aquellos que traten de rebajar tus ambiciones. La gente mezquina siempre lo hace, pero los realmente grandes te harán sentir que tú también puedes serlo». MARK TWAIN, 1835-1910 ¿Por qué minusvaloramos tanto a los adolescentes? ¡Qué poco esperamos de ellos a veces! Un ejemplo: varias alumnas de 18 años acosaron, de forma deliberada, constante, con nocturnidad y de forma anónima a otra alumna que no les caía bien, y a un profesor. Se descubrió, y el padre de una de ellas, indignado ante la sugerencia del colegio de que podrían expulsar a su hija, se dedicó a presionar a los profesores. El resto de padres no quisieron afrontar el problema, aduciendo que, si un adulto podría quedarse sin trabajo por un comportamiento similar, los alumnos de 18 años tenían edad suficiente para ser responsables. ¿Cómo permitimos que los niños desarrollen su personalidad con una conducta semejante ante nuestra mirada? En algunas casas, cuando hay invitados a cenar, es habitual que los adolescentes coman frente a la televisión. En otras, los padres aprenden a acostumbrarse a las respuestas sarcásticas, o las repetidas notas admonitorias del colegio solo cosechan los predecibles clichés, sin ningún efecto. Tampoco es una práctica muy positiva, de cara a sus futuros deberes como padres, que un hijo adolescente esté sentado en la parte de atrás del coche escuchando música mientras tú, con amabilidad, ejerces de chófer para él. Sabemos lo influenciables que son los adolescentes, y todos caemos en los caprichos y las modas, pero algunas modas son más peligrosas que otras, algunas formas de vestirse son más provocativas que otras, algunas conductas son más antisociales que otras. Los padres tienen el deber de educar a sus hijos para esas situaciones. Si no luchamos contra los pequeños hábitos que se van formando, se solidificarán y será imposible cambiarlos sin un enorme acto de voluntad… ¿de quién será la culpa entonces? Las palabras del legendario entrenador de rugby Jack Gibson, «no quiero que ninguno de vosotros mire hacia atrás y se admire de lo bueno que podría haber sido», son de aplicación evidente en el hogar. Los padres tienen el sagrado deber de poner lo mejor de sí para que los hijos a su cargo hagan realidad el maravilloso potencial que alberga cada uno; para el amor, para las relaciones generosas y para la felicidad. Cada niño, a su manera, está llamado a algo 170
grande. Pero el hecho de que lleguen o no dependerá, en todo caso, de la ventaja inicial con la que cuenten.
NUNCA SUBESTIMES A UN JOVEN
A los doce años, Augusto proclamó la oración en el funeral de su padre, y Jesús pasó tres días solo en la ciudad de Jerusalén sin problema. Gengis Khan dirigió la unión de sus clanes cuando tenía trece años. En muchas culturas, lo normal ha sido que las chicas se casaran a los trece o catorce años. Pompeyo llevó adelante con éxito una guerra civil a los diecisiete años. Al acabar la adolescencia, Miguel Ángel esculpió la Piedad.
CONFÍA EN LOS ADOLESCENTES
Mi hijo Adam estaba en Secundaria, y habíamos empezado a preocuparnos por su escasa motivación (especialmente en los estudios); nos desesperaba pensar cómo se las iba a arreglar en el futuro laboral. Una mañana normal, con la agitación y las prisas propias de una casa con cuatro niños que debían ir a cuatro colegios, y por tanto llegar a tiempo a cuatro autobuses distintos, Adam quería quedar por la tarde con un amigo para jugar a hockey, y no le apetecía llevar el palo durante su ruta escolar.
Protesté un poco, pero al final accedí. Poco después observé cómo pasaba por la sala de estar, corriendo las cortinas y ordenando, como suelo hacerlo yo antes de salir por las mañanas. Mientras fregaba, le vi llevar la mochila, los patines y el palo al coche, preparándose para salir. 171
¡Vaya!, pensé, ¿por qué me preocupo?
KATRINA,
172
MADRE DE DOS HIJAS Y DOS HIJOS
CÓMO EDUCAR ADOLESCENTES CON FORTALEZA DE CARÁCTER Los siguientes puntos son una aplicación de los principios de la educación del carácter para adolescentes, y se centran sobre todo en fomentar en estos futuros adultos el juicio recto que necesitarán para actuar por sí mismos.
173
1. MANIFIESTA TUS VALORES MÁS PROFUNDOS «¿Quién te ha engañado más veces que tú mismo?» BENJAMIN FRANKLIN, 1706-1790 Los adolescentes captan los valores de sus padres; sin reflexionar teóricamente, determinan qué actitudes en esta vida les harán felices. Por tanto, los padres deberán ser profundamente sinceros consigo mismos y vivir según los valores que quieran transmitir. Los hijos ven más allá de las declaraciones.
CONÓCETE A TI MISMO
«Lo más fácil del mundo es engañarse a uno mismo, porque en general el hombre cree que es cierto aquello que desea».
DEMÓSTENES , 384-322 a. C.
«He sido un ser egoísta toda mi vida, si bien en la práctica, y no por principio».
MR. D’ARCY, Orgullo y prejuicio, JANE AUSTEN
«Observa el presupuesto familiar como la medida numérica de los valores de tu familia».
DAVID ISAACS
El autor de la última cita ilustra este principio con la anécdota de un padre, muy desilusionado con la conducta de su hijo. Este hombre era un alto ejecutivo 174
acomodado, lo que le permitía escapar los fines de semana para viajar en lancha motora. El hijo no se esforzaba en el colegio, centrándose en el surf siempre que podía, y conseguía que un compañero de clase le hiciese de tapadera. A pesar de lo diferentes que podrían parecer sus conductas, a ambos les motivaban los mismos valores: hacer de su vida algo lo más placentero posible. Diferían en los medios para alcanzar esa meta, pero el objetivo era el mismo. Para algunos padres, la conclusión es demoledora. Los adultos debemos observarnos de forma crítica. ¿Qué mensaje estamos enviando cuando nos pasamos con la comida, perdemos los papeles, hablamos mal de otros o llegamos tarde a cenar en familia? ¿Qué valores transmitimos? También ocurre lo mismo en el plano espiritual: un padre que cree en Dios pero se agobia constantemente evidencia una falta de confianza en la providencia divina. Los niños oirán el mensaje, pero transitarán hacia las convicciones reales. Si queremos transmitir con éxito nuestras creencias más profundas y preciosas, debemos tener claro que no pueden quedar amortiguadas por las presiones cotidianas del trabajo y la supervivencia. No te erijas en excepción: exígete allí donde exiges a tu hijo. Los hábitos de consumo de televisión solo pueden cambiarse pagando un precio personal. Incluso los hábitos educativos —las reacciones excesivas, la desconfianza, la falta de acierto a la hora de hablar con un hijo de 10 años, la oposición frente a las notas o avisos del colegio— deben modificarse, realizando un esfuerzo personal considerable. Y, cuanto más mayores nos hacemos, más cuesta cambiar de hábitos.
CHOCOLATE Y HELADO
Compara las reacciones de la familia A y de la familia B: En la familia A, el padre descubre que sus hijos se han comido una enorme tableta de chocolate la misma tarde en que la ha comprado. Les riñe en serio y determina que ese mes ya no comprará más chocolate. La madre, enfadada, discute con él delante de la familia. El padre de la familia B descubre que la madre les ha dado a los niños todo el helado que había, y no queda postre para ofrecer a una visita que 175
esperaban esa noche. Todos se ríen y bromean sobre lo rico que estaba, y rápidamente planean algún plato alternativo.
SEAMOS SINCEROS
«De todas las cosas que has hecho esta tarde, ¿cuál crees que es la más importante?».
«Ayudar a mamá, pero papá cree que es el entrenamiento del fútbol», responde Peter, de 4º.
APRENDER DE LA ANOREXIA
«Los pasados 18 meses habían sido una verdadera pesadilla. Nuestra hija de 14 años había llegado a pesar 34 kilos, y estaba ingresada para mantenerla con vida. Carly encajaba en todos los criterios de la anorexia nerviosa: adolescente, mujer, inteligente y perfeccionista de forma abrumadora. ¿Qué error habíamos cometido para llegar hasta eso? Tess, nuestra hija mayor, Beth y yo estábamos también aprisionados por las consecuencias psicológicas de su trastorno. Esta crisis había consumido a toda la familia, y nuestras oraciones incesantes no parecían ayudar. Todo iba a peor.
Lo que libró a Carly de las cadenas de la anorexia no fue el cuidado médico, aunque este la mantuvo con vida durante un tiempo. Su curación y recuperación completas fueron el resultado directo de la comprensión, sentida y completa, de que Dios la amaba incondicionalmente, y de que ya no tenía que esforzarse más para ganarse la aceptación de los demás. Comprendió que su necesidad de aceptación, sentido y seguridad, queridas 176
por Dios, solo podía satisfacerse por medio de una íntima relación con Él.
Durante la enfermedad de Carly, Beth y yo aprendimos mucho sobre la educación, pero una lección destaca sobre todas las demás. Los niños nos son confiados durante un período de tiempo, y nuestra tarea es guiarles hasta lo que su Padre Dios quiere que sean, y no hasta lo que queremos nosotros. Entonces, y solo entonces, serán capaces de dar ese fruto espiritual de consecuencias eternas, tanto para ellos como para los que se crucen en sus vidas. Exigir a nuestros hijos que alcancen su “pleno potencial” en términos puramente humanos es colocarles una carga que es de este mundo. Eso es lo que aprendimos de esta crisis.
Carly ha terminado hace poco su grado en Comunicación, y es la presentadora de las noticias de una cadena de radio importante».
DOUG
177
Y
BETH,
PADRES DE DOS HIJAS PRECIOSAS
2. MUESTRA LA FELICIDAD QUE TE PROCURAN TUS VALORES «¿Por qué los niños van a conformarse con lo que les ha tocado cuando sus padres se quejan de lo que les ha tocado a ellos?» BARBARA HOLBOROW ,
ANTIGUA JUEZA DE
MENORES
Tu forma de vida debe procurarte felicidad… una felicidad atractiva y generosa. Si no fuese así, tu hijo podría deciros: «Papá, mamá; os quiero mucho, pero no quiero vivir según vuestros valores. Necesito algo que me vaya a hacer feliz». En un hogar en el que el padre o la madre están insatisfechos crónicamente, enfadados o son críticos, ¿por qué iba a querer imitarlos su hijo? Con el ejemplo no basta. Todos conocemos a padres muy trabajadores cuyos hijos parecen bastante vagos. En todas las iglesias se ve a parejas que van solas a misa. Conozco a padres concienciados con la salud, con hijos que fuman, beben y se drogan. ¿Por qué pasa esto?
NO, NO ES FÁCIL
Conozco a una pareja determinada a que no hubiese televisión en su casa, y cuya victoria fue pírrica. Cuando por fin se abolió la prohibición, en la sala de estar había al menos dos aparatos rotos, y otro funcionando a pleno rendimiento. Una de sus hijas, después de independizarse, invirtió el salario de varios meses en el Rolls Royce de las televisiones. Otro de los hijos podía pasarse horas frente a la pantalla, a cualquier hora del día. *** Una anécdota más seria. Una familia educó a su hija en una comunidad religiosa estricta, que exigía que pasasen casi todo el domingo en actividades familiares y en oración. La hija creció, se casó joven, cayó en una depresión, engañó a su marido durante dos años y acabó abandonándole.
178
La palabra y el ejemplo no son suficientes. Sería absurdo que un padre sermonease a sus hijos sobre la necesidad de trabajar duro, y que luego le viesen preocupándose constantemente por su futuro económico y tomando pastillas para la úlcera. El esfuerzo debería producir, no ansiedad ni la satisfacción del bienestar material, sino esa felicidad que provoca una alegría íntima. Es muy distinto. Los niños tendrían que sentir que su padre es más feliz cuando no depende de una hamburguesa o un batido, y ver que su madre no se enfada por el atasco, sino que mira la vida con alegría y sentido positivo. Deberían ver a su padre regresar del trabajo con una sonrisa. Día tras día, y año tras año, esto es muy exigente. En los hogares alegres el futuro y el presente son lo importante, y no el pasado. Mirar hacia adelante, y no hacia atrás. Los niños necesitan ver cómo miramos el lado positivo y alegre de la vida, y cómo los valores que les enseñamos operan primero en nosotros. Si no fuese así, ¿para qué nos iban a hacer caso?
LAS POSESIONES MATERIALES Y LA FELICIDAD
«Una casa magnífica, una gran riqueza, una genealogía espléndida y un puesto elevado, la elocuencia y los bienes, todo eso no puede dar a la vida ese clima amable y tranquilo que le proporciona una mente incólume de malas acciones e intenciones, que sustenta la vida en un carácter claro y tranquilo».
PLUTARCO, 46-120 d. C.
«En el colegio les decimos a los chicos que tienen que ser los mejores en matemáticas y los mejores al fútbol. En la vida adulta tratamos de tener la mejor casa, el mejor coche. ¿Dónde queda la felicidad? ¿Por qué no aspiramos a ella?»
ROY,
PARAMÉDICO Y UTILLERO, PADRE DE CUATRO HIJOS
179
«Me gusta la señorita nueva. ¡La anterior nunca sonreía!». SCOTT ,
DE
8
AÑOS
«Nunca voy a formar una familia, porque en casa lo único que hacemos es discutir». BRIDIE,
180
DE
16
AÑOS , A SU MADRE
3. COMPRENDE QUE EL PRIMER CAMBIO DE LOS ADOLESCENTES ES INTERIOR «La paz no puede mantenerse por la fuerza, solo puede alcanzarse por la comprensión». ALBERT EINSTEIN, 1879-1955 Son muchos los padres que subestiman el desarrollo de sus hijos adolescentes en un año o más; con buena intención, les corrigen delante de sus hermanos pequeños, e incluso de sus amigos. Las conversaciones de pronto se convierten en una discusión, en un abrir y cerrar de ojos, mientras los padres parecen estar en otra longitud de onda, o los planes familiares para el fin de semana se determinan sin consultar nada, causando fricciones. Los «legisladores externos», como denominó Plutarco a los padres, ordenan y mandan con condescendencia. Mientras tanto, el «legislador interno», el adolescente, impaciente por tener mayor independencia, tensa la cuerda de continuo. El hecho de que tu hija de 13 años no hable de la ansiedad no quiere decir que no la sienta de forma seria. El padre, en concreto, puede ser absolutamente inconsciente de que su hija de 12 años es ya una persona distinta de la niñita disfrazada de princesa de hace dos. Ese chico de 14 está lleno de preocupaciones, y nadie más se da cuenta; hace tres años parecía que lo único en lo que pensaba era en el fútbol los sábados y en Harry Potter el resto de la semana. La vida interior se desarrolla en los primeros años de la adolescencia. Mira a tu pasado; a los 13 o 14 años teníamos nuestros cambios de humor, y esos momentos de introspección, y al mismo tiempo estábamos formándonos una opinión sobre todas las cosas. La naturaleza humana no cambia. Los padres poco sensibles asumen que su hijo adolescente es solo una versión con más hambre del pequeño que creía en los Reyes Magos y el ratoncito Pérez. Si no empiezan a entender a sus hijos, crecerán cada vez más distantes. Cuando cruzan la línea de puntos de los 12 años, los padres pueden perder el rumbo y no darse cuenta de lo rápido que cambian. El lugar en el que se produce la mayor transformación es en su mente. El hecho de que tu hija introspectiva no hable demasiado no quiere decir que no esté reflexionando, y mucho, sobre todo.
4. LECCIONES DEL WARHAMMER 181
Conozco a un chico de 14 años que tiene como afición pintar figuras de Warhammer, y de cuya gran colección está muy orgulloso. Ha crecido mucho desde que empezó, a los 10, y sigue dedicándole horas y horas, pintando en su habitación. De hecho, su conducta es muy similar a la que tenía en 5º de Primaria. Sigue jugando a fútbol, suele ser educado y trabajador y escucha con atención, aunque sigue sus propios criterios.
Aunque parezca conducirse igual que cuando era más pequeño, no hay que perder de vista los grandes cambios que se están produciendo en su interior. No se debe subestimar la madurez y la capacidad de acción y pensamiento independientes que posee ahora. De lo contrario, estallará la guerra, y no será con figuras pintadas.
Cuando los adolescentes se quejan de que sus padres no les comprenden, pueden tener razón: son muchos los que caen en la trampa de pensar que los principales cambios son físicos. Pero, para cuando esa transformación exterior es evidente, la interior ya se ha asentado.
NO TE DISTRAIGAS
Algunos padres se distraen por las largas jornadas laborales, sus propios problemas de pareja, la presión económica y esa miríada de preocupaciones adultas. Un mes es un periodo largo para un adolescente. Para cuando los padres quieren volver a concentrarse en su familia, la niña disfrazada de hada ha dejado de comportarse como una señorita en las fiestas, pero ellos no tienen ni idea. Y el chico con el yo-yo está leyendo cómics que degradan a la mujer, en lugar de hacer los deberes, pero sus padres tampoco lo saben. ¿Te deja entrar tu hijo o hija en su mundo? Recuerda que esa puerta no
182
puede forzarse.
183
4. EXÍGELES QUE PIENSEN, NO QUE HAGAN «Un hombre conocedor de la literatura y sujeto a los requerimientos comunes de la buena educación no andará desencaminado». CONFUCIO, 551-479 A. C. Expón tus razones, y luego deja espacio. No obligues a aceptarlas, aunque pidas a los futuros adultos que piensen si son coherentes con los valores que profesan. A menudo se darán cuenta de que lo que los medios ponen de moda, o eso tan popular a lo que se han sumado, no son más que falsificaciones de los verdaderos valores. Con nuestro amor debemos animarles a reconocer las medias verdades que les rodean, en el mundo del entretenimiento y del consumo.
«Medita en tu mente y en tu corazón la manera de matar a los pretendientes en tu casa. Y es preciso que no juegues a cosas de niños, pues no eres de edad para hacerlo». PALAS ATENEA APREMIANDO AL HIJO DE ODISEO, EN LA Odisea de HOMERO, c. 700 a. C.
No aprietes a tu hijo para que sea sumiso, porque tus esfuerzos serán contraproducentes. La coerción es contraria a la naturaleza: «A un joven hay que convencerle con la razón, no con la fuerza», escribió un antiguo maestro romano. Si no ayudas a tu hijo adolescente a pensar por sí mismo, estarás fuera de juego. Muchas relaciones padre-hijo acaban mal, y siguen así durante muchos años[40]. ¿Cuántos hijos son obedientes en casa, y después se desenfrenan? ¿Cuántos adolescentes solo hacen lo correcto cuando les están mirando? ¿Por qué tantos caen en las drogas, que les atontan, o en las relaciones fugaces que dejan heridas permanentes? Es de cajón que los jóvenes sin convicciones, cuando se exponen a un peligro moral a causa de su grupo de amigos, no tendrán la fuerza ni la experiencia necesarias para tomar la decisión correcta. Cuando está en riesgo la integridad 184
física o moral, cometer un error no es la mejor forma de aprender. Tiene que haber otro modo. La respuesta es tener una preparación moral seria, y no el correr riesgos innecesarios. Expón tus razones, pero no te enzarces discutiendo. Enseña a pensar críticamente. A no ser que exista un peligro claro y real, físico o moral, o que tú creas que ese riesgo existe y lo argumentes, deja que tu hijo o hija decidan por sí mismos si van a trabajar los fines de semana o si se van a comprar ese Volkswagen de segunda mano. Proporciónales la información que les facilitará la decisión, y después ayúdales a sopesar las consecuencias. «Hijo, si quieres trabajar en esa tienda, tendrás que ir y volver por tu cuenta. Hija, te vas a gastar en esa tartana lo que has ganado en tres años dando clases particulares, y luego vas a tener que dar más solo para pagar la gasolina. Además, no creo que vaya a pasar la revisión dentro de cuatro meses, pero tú eliges»; «Me encantaría dejarte conducir mi coche por tu cuenta, pero creo que tienes que practicar un poco más conmigo. ¿Cuándo nos ponemos?».
LA EXPERIENCIA ES MÁS PODEROSA QUE LAS LECCIONES
«Dime algo, y lo olvidaré; enséñame algo, y lo recordaré; hazme partícipe de algo, y lo aprenderé».
CONFUCIO, 551-479 A. C.
***
Un profesor de mi colegio pasó dos meses de verano en la India, en un viaje organizado por su parroquia. Esos días con la madre Teresa le cambiaron la 185
Un padre, que trabajaba como tasador inmobiliario, hizo que su hijo adolescente le acompañase un sábado por la mañana en su recorrido por una calle de mala nota, que tenía que estudiar por su profesión. Vieron a jóvenes tirados en los porches, cristales rotos, notaron el olor del vómito y de la cerveza. Después, tomando un batido, hablaron de lo que habían presenciado.
vida.
***
«Divide cada problema en tantas partes como sea posible y necesario para resolverlo». RENÉ DESCARTES , 1596-1650
ESCUELA DE PRIMARIA NÚMERO 126
La educación eficaz debe ser genuinamente personal. Estando de vacaciones, viajé a Estados Unidos para asistir a unas jornadas sobre colegios. Cuando el autobús pasó frente a la Escuela de Primaria 126, de camino al aeropuerto de Nueva York, supe que no estaba precisamente en el país de la educación personalizada. Dejemos atrás la ridícula pretensión de que los niños, por sentarse en un aula, ya están siendo educados, o que el colegio cumple su función con independencia de lo que ocurra en los hogares. Cada muchacho se merece toda nuestra atención personal. La atención personal empieza en la familia, y se basa en el cariño entre padres e hijos; es un interés personal que debería extenderse al colegio y al entorno laboral. Sin este tipo de atención, muchos niños no alcanzarán todo su potencial, y otros quedarán dañados para siempre.
186
¿ABANDONO ESCOLAR?
La ley no exige a nadie que permanezca en el colegio más allá de los 16 años. El que decida continuar en la escuela debe esforzarse. Es contraproducente que un joven pase varios años más estudiando, reforzando sus hábitos de pereza e irresponsabilidad, que le acompañarán hasta la vida adulta. No excuses al estudiante que puede obtener unos resultados académicos buenos. No es tu problema. Transmítele la urgencia. Ayuda a tu hijo o hija a pensar con seriedad, a marcarse metas realistas y a dedicarse con ahínco al estudio, o a encontrar algo en lo que volcar sus energías. La vida les presentará problemas más graves que estos.
ALGUNAS MADRES SE ESFUERZAN AL MÁXIMO…
«No olvides nunca lo que tu madre ha hecho por ti… cuando empezaste la escuela y estabas aprendiendo a escribir, ella venía todos los días con pan y cerveza de casa».
ENY,
187
ESCRIBA EGIPCIO
5. AYÚDALES A INTERIORIZAR EL PROCESO DE DESARROLLAR BUENOS HÁBITOS[41] «No hay ganancia en aprender bien si no hacemos el bien». PUBLIO SIRO,
SIGLO
I A. C.
Un psicólogo, que trataba a un joven agresor sexual, describió su conducta como cerebral a la hora de afrontar los hechos, incapaz de empatizar con sus víctimas. Las ideas morales presentes en la mente, pero no en el corazón, son inútiles. No resulta de ningún provecho conocer todas las respuestas si no las vivimos. Algunos de los mayores criminales que ha habido eran conscientes de lo incorrecto de sus actos. Macbeth conocía el mal, pero aun así quería matar al rey. El reto fundamental de la adolescencia es interiorizar los valores aprendidos. Los buenos valores deben conducir hasta un buen corazón, y a realizar habitualmente buenas elecciones. Existen dos mecanismos principales para convertir los valores en una conducta habitual buena: 1. Enseñamos a alguien a tener buenos hábitos mediante las rutinas constantes, las expectativas claras y el buen ejemplo, en todo y de todos. Si la familia da un ejemplo verdaderamente basado en el amor, y las influencias negativas se mantienen alejadas, los niños aprenderán casi por ósmosis a revestir sus actos de amor. 2. Cuando perdemos esa primera ocasión, y ya vemos formarse los vicios, aún tenemos otra oportunidad, por fortuna; lo conseguiremos mostrando nuestros valores, marcándonos metas y redoblando los esfuerzos hasta que consolidemos los nuevos hábitos. Es uno de los procesos mediante los cuales se pueden interiorizar las convicciones y corregir, con esfuerzo, las conductas. Por lo tanto, si tienes hijos adolescentes, mantén las rutinas al día y marca expectativas claras, pero dale mayor importancia aún a asentar la motivación. Da libertad a tu hijo o hija, y anímale a que contraste sus acciones con el listón de lo bueno y malo que le has enseñado desde que era pequeño. No tomes por él las decisiones. Haz que ponga en práctica su capacidad de juzgar, y, cuando se equivoque, sé cariñoso. Si le das ánimos con amor y confianza, saldrá adelante. Ayúdale a descubrir que, como dijo sencillamente Aristóteles, «la felicidad depende de nosotros mismos». 188
PARARSE A PENSAR, UN SIGNO DE MADUREZ
Un antiguo estudiante, Takuya, me envió este correo: «Cumplo 20 años el 12 de agosto, y creo que estoy en un momento decisivo de mi vida. Quiero cerrar los años de adolescencia haciendo un viaje solo, que me sirva para mirar hacia atrás y a pensar en el futuro».
Convencido de que los jóvenes deben pensar por sí mismos, estaba preparándose para evaluar su propia vida.
Hace unos 2.300 años, Sócrates nos contó la historia de Heracles, quien —como Takuya— «… estaba pasando de la infancia a la madurez, a esa edad en la que un joven se vuelve independiente, y muestra si afrontará la vida por el camino del bien o de la iniquidad. Salió a un lugar tranquilo y se sentó, para pensar en qué camino recorrer».
¡Ecos del poeta Robert Frost en el bosque! Todos los jóvenes deberían retirarse del ruido cotidiano para pensar en lo que buscan de verdad.
«¿A quiénes considero acabadamente educados? En primer lugar, a los que tratan atinadamente los asuntos que se presentan cada día. Después, a los que tienen una relación conveniente y justa con aquellos con quienes conviven —llevando fácil y pacíficamente sus asperezas y los caracteres muy difíciles de soportar— y que muestran también la mayor paciencia y consideración posibles hacia los que tienen trato con ellos. Además, a los que, por una parte, señorean siempre sobre los placeres y, por otra, no se dejan abatir por completo en las circunstancias adversas, sino que en ellas su ánimo se torna valeroso y digno de la naturaleza de la que participan».
ISÓCRATES , 436-338 a. C.
189
6. BUSCA NUEVAS FORMAS DE COMUNICARTE «La mayoría de los problemas de los adolescentes se pueden solucionar o aliviar reduciendo las tensiones en la relación padres-hijos». ROSS CAMPBELL, CÓMO
QUERER DE VERDAD A TU HIJO ADOLESCENTE
Respeta el derecho de tu hijo a la autodeterminación. No te limites a decirle cuáles deberían ser sus objetivos. No trates de que escoja un determinado futuro profesional, una asignatura o tu deporte favorito. Cueste lo que cueste, tienes que sintonizar con él, estableciendo una relación mutua de admiración y respeto, y alimentando esa actitud interiorizada que necesitará en la vida adulta.
BASES DE UNA COMUNICACIÓN EFICAZ PADRE-HIJO[42]
Habla menos para que te escuchen más. «El silencio atento es la mejor forma de atender a los sentimientos». Evita lo que no sirve para nada: el sermón, el cliché, la palabrería. 1. Déjale defenderse. «Mantén la boca cerrada hasta que él cierre la suya». 2. Ten en cuenta el momento. Aprende a distinguir cuando llega el «momento de máxima audiencia». 3. Dilo sin palabras. Muestra tu cariño. «El cariño es una comunicación continua». El corazón de un padre o una madre es, habitualmente, más importante que la «mecánica» de la educación. 4. Pídele su opinión. Aunque en la mayoría de los casos sean los padres los que tengan la última palabra, los niños aceptan mejor las decisiones que se les han consultado, y se ven como una parte importante a la hora de determinar algo en familia.
190
La sala de máquinas de la educación de los adolescentes es una compenetración padre-hijo, con la que se pueden analizar los problemas con intimidad, confianza y en profundidad. Fomenta aquellas conductas que nazcan de un profundo respeto por los demás. Sin una conexión amorosa, quedarás excluido del corazón de tu hijo, y por supuesto de sus esperanzas y preocupaciones más profundas. No le sermonees nunca. Confía en las conversaciones a corazón abierto, que te ayudarán a entender lo que piensa tu hijo.
SI ERES EL CONFIDENTE DE TU HIJO, PODRÁS SER LA PERSONA QUE MÁS LE INFLUYA
Tu relación va a depender en gran medida de la costumbre de tener charlas relajadas en la preadolescencia, y en la conexión que hayáis establecido. Charla con frecuencia —al menos una vez a la semana con cada uno; la clave está en el momento adecuado—. Alguien ha afirmado que las mujeres prefieren hablar mirándose a la cara, y los hombres mirando hacia el mismo punto. Prueba a ver si funciona. Sé generoso con tu tiempo; eso es un requisito de partida. Escucha más de lo que hables. Recuerda, si quieres que vayan a ti a pedirte consejo cuando sean adultos, deben desarrollar ese hábito ahora. Busca las conversaciones fortuitas, de corazón a corazón, que te ayuden a entender lo que están pensando; no te limites a decirles lo que deben pensar. Deben reflexionar sobre lo que ocurre, y marcarse sus propios objetivos, no los tuyos. Cuando tengas que afrontar un tema espinoso, no te limites a criticarlo desde fuera. Piensa siempre lo mejor de tus hijos. No juzgues las intenciones, refiérete a los hechos. Habla sobre los grandes temas: la vida y la muerte, el amor y las relaciones, la libertad, los valores espirituales y el amor a la verdad.
191
Cuenta tu propia vida y tu infancia. Enséñale a reconocer sus fortalezas, y también sus puntos débiles, contándole tus luchas y descubrimientos. Enséñale las lecciones más duras que te ha dado la vida, las convicciones sólidas y los ideales, tu perspicacia y tu conocimiento de la vida.
PON TUS SENTIMIENTOS POR ESCRITO
Las cartas y los emails pueden tocar fibras muy profundas. Después del 11-S un joven que había estado cerca de las torres escribió a su padre:
«Lo que he visto hoy ha sido duro… agradezco los correos y las llamadas de todos, que me han recordado cuántos buenos amigos tengo, y lo cariñosa que es mi familia. Ayer me sentí muy vulnerable, y recordé qué es lo importante en esta vida, y lo mucho que significáis para mí».
TRATAR TEMAS DIFÍCILES CON ADOLESCENTES
Saca el tema, y aguanta la reacción inicial. No actúes emocionalmente, pero no dejes de lado la necesidad de tratar el asunto que sea. Cuando esté más sosegado, habla con calma.
192
7. ENFRÉNTATE A LOS PROBLEMAS «La vida no es un videojuego, no puedes reiniciarla. No puedes ponerla en pausa. Cuando se acaba, se acaba. Solo tenemos una partida». PHIL GOULD,
ENTRENADOR
Como los tornillos flojos en un avión, los problemas crecen cuando no se atajan. Cálmate. Céntrate en el problema. Traza un plan. Habitualmente nadie está mejor posicionado para ayudar a un niño en una crisis que su padre o madre. Las conductas inapropiadas acarrean consecuencias desagradables para el que las lleva a cabo. Ayuda a tu hijo a descubrir que no es bueno para nadie desarrollar hábitos descuidados o egoístas. Si su conducta no cambia, él será el más perjudicado. Las malas notas en el colegio harán que no adquiera responsabilidad, y eso tiene consecuencias graves para cualquier adolescente a largo plazo. Cuando deseamos cambiar algún patrón de conducta asentado, el truco está en poner en su lugar algo que les entusiasme. No es suficiente con darles una lección sobre cómo esforzarse al máximo en todas las asignaturas. Dirá que lo va a intentar, pero cambiar un hábito es muy difícil, y necesita un apoyo constante. Debemos crear un entorno en el que sus nuevas obligaciones le entusiasmen. En algunos casos, es mejor que deje el colegio y se dedique a algo que le atraiga de verdad. Cuando las conductas están arraigadas profundamente —drogas, adicción sexual, influencias perjudiciales, apatía frente a las responsabilidades más directas, insolencia crónica—, pueden ser necesarias algunas medidas extremas para rescatar a un adolescente. Puede que resulte esencial un cambio vital temporal, como parte de un «plan de choque». El consumo de drogas exige la desconexión de su grupo de amigos. Plantéate mudarte a una casa en el campo, o que tu familia te acompañe en algún viaje al extranjero. El buen corazón y las buenas intenciones de tu hijo harán que abandone sus vicios, pero solo si cesa en sus costumbres. Compra tiempo para que vaya adquiriendo nuevos patrones de conducta. Sé creativo. Los padres no deben arredrarse ante la contundencia cuando el bienestar de su hijo está en juego. Al final, el adolescente encontrará la paz, si aprende a ser sincero y a seguir adelante, a pesar de sus fracasos. Ante la más mínima señal de depresión clínica —cambios en los hábitos de alimentación o sueño, alejamiento de los que estáis más cerca, abuso de las 193
drogas o el alcohol u otras conductas de escape, evidencias de que se autolesiona, referencias vagas a la muerte— es fundamental y urgente buscar ayuda profesional.
FIESTAS
Esta guía de actuación te puede ahorrar mucho sufrimiento. Debatidla antes de que entren en juego los sentimientos: En los años de preadolescencia, es bueno evitar el crear precedentes de fiestas prolongadas, dormir fuera, excesiva frecuencia, fiestas en las semanas previas a los exámenes… Opta por fiestas inclusivas y familiares cuando sea posible; invita a los padres y a sus hijos. Mantén la proporción y la escala: un número adecuado puede estar en torno a 20 personas. Las reuniones reducidas son mejores para integrar a adultos y niños, facilitan la supervisión y suponen menos presión para los compañeros de clase que no quieran ir. Ten una lista de invitados, y manda las invitaciones en papel. Ten una política familiar clara con el alcohol, y pídele a los asistentes que la respeten. Acuerda la hora de terminar, respetando los derechos de todos. Pide a otros padres que te ayuden. Cuando sea posible, limítalas a los días libres.
«Hay mejores formas de arreglar las cosas que enviar un barco de guerra». 194
PRÍNCIPE ALBERTO, 1819-1861
195
8. EXPLICA LAS RAZONES «El conocimiento que se adquiere por la fuerza no se queda en la inteligencia». PLATÓN, 428-384 A. C. Forma la inteligencia de tu hijo; pon al menos el mismo esfuerzo en entrenar su capacidad de discernimiento que en el deporte del fin de semana. La mente no es menos importante que el cuerpo, y en ocasiones podemos subestimar el papel de la razón en la madurez educativa.
«Mi padre me formó siendo niño por medio de la palabra». HORACIO, 65-8 a. C.
Ya hemos analizado brevemente la relación entre la razón y la virtud. Cicerón se refirió a esta última como la «perfección de la razón», aludiendo a que el pensamiento recto debía llevar a la conducta buena; el pensamiento debe madurar en la acción. Cuanto mayor autodominio por la razón y los buenos hábitos, mayor libertad tendremos frente a nuestros malos hábitos, y mayor poder para resistir las malas influencias de nuestro entorno. Sin autodominio, es imposible llevar una buena vida, y buscaremos la felicidad en cosas ilusorias. Transforma todo esto en una práctica educativa adecuada: Remarca la importancia del juicio recto, de las elecciones basadas en información adecuada y en mantener alejadas las emociones y los prejuicios personales. Cuando preguntes a un adolescente al que le has dejado decidir por sí mismo, ayúdale a darse cuenta de si ha optado por algo basándose en información incompleta o en sus prejuicios. Ayúdale también a descubrir que a veces el periodismo que se ve en televisión no se basa en una investigación rigurosa. Explícale las razones que existen para llevar un determinado modo de vida: por qué trabajar duro, por qué no es buena idea probar los porros, por qué es dañina la pornografía, cómo puede afectar la moda a la psicología… Hazte una lista. 196
Enséñale a entender las reacciones impulsivas para que las controle mejor. Enséñale cómo interactúan la razón, las emociones y las pasiones, y cómo la cabeza debería —al menos— dar su aprobación a las reacciones emocionales. Hablad acerca de cómo el apasionamiento, la pasión que estalla antes de que tomemos una decisión consciente, cortocircuita la racionalidad. Enséñale a pensar críticamente. Muéstrale los hechos en una situación determinada, y a distinguir los sentimientos y deseos de la información objetiva; que juzgue con calma las intenciones de los demás, pero sabiendo a la vez que puede formarse una opinión sobre su conducta externa. Da ejemplo. Insiste en el compromiso. Si tu hija elige jugar a baloncesto, debe asistir a los entrenamientos y a los partidos. Si tu hijo se compromete con otra persona, debe hacerlo en serio.
TEN LISTOS TUS ARGUMENTOS
Equipa por adelantado a tu hijo adolescente para las batallas en las que participará en su camino hacia la felicidad. Empieza con estos principios. La vida es sagrada… siempre. La verdad debe defenderse… siempre. O vivimos para los demás, o viviremos para nosotros. Estamos hechos para la felicidad. Hay más felicidad en dar que en recibir. La vida gira en torno a las relaciones. El amor genuino siempre lleva al compromiso, y el sufrimiento es inevitable. Los sentimientos pueden apuntar en la dirección correcta o no. Sigue a tu cabeza, no a tus sentimientos. Pide consejo. 197
Vincúlate a la mejor gente que conozcas. El trabajo es un servicio a los demás. Sé creativo en la amistad. Todos los seres humanos se merecen un respeto básico, sin importar sus actos. El bien y el mal son conceptos absolutos. El fin nunca justifica los medios. El amor une, el odio divide. Solo el perdón y el olvido resuelven los conflictos. Las adicciones quitan libertad. La felicidad no está en las cosas.
198
9. NO SUBESTIMES LA INFLUENCIA DE SUS AMIGOS «Los hombres se convierten en aquellos que les acompañan». EURÍPIDES , 485-406 A. C. El grupo de sus iguales, sus amigos, siempre tendrán a tu hijo. Al menos ese es el mensaje de El mito de la educación, libro basado en un estudio realizado en Estados Unidos, publicado hace unos años[43]. Una lectura inquietante. Sin duda, los adolescentes son muy influenciables. Sus amigos refuerzan los hábitos y valores que tú les hayas inculcado, o bien los socavan. No existen los grupos de amigos neutrales. El ejemplo positivo de sus amigos del colegio es impagable, pero lo contrario también es cierto. Es desgarrador ver cómo un niño se malogra por su grupo, y adquiere las actitudes de sus amigos menos motivados. Resulta evidente cuándo los niños están actuando con valores que han tomado fuera de la familia, y en ocasiones puedes sentirte impotente a la hora de impedirlo. La batalla por consolidar un grupo positivo es más fácil de ganar en la infancia. La elección del colegio ayuda, pero no des nada por sentado. Un solo amigo íntimo puede ser la influencia más decisiva para un niño, especialmente cuando los vínculos en el hogar son débiles. Recuerda también que, incluso como adultos, el ejemplo constante de los que nos rodean nos contagia. El truco está en participar en el juego con sus mismas reglas. Crea grupos de amigos en positivo. Casi todos somos en parte como Harriet en Emma, de Jane Austen, cuyo «carácter dependía de aquellos con los que estuviese». Sin buenos amigos, y sin un rango amplio de buenos hábitos, es fácil renunciar a los principios y ofrecer una resistencia muy débil cuando llegan las dificultades. Habla con tu hijo, incluso cuando es pequeño, de sus amigos. Ayúdale a reconocer cuándo los valores familiares entran en conflicto con los de sus compañeros. No alimentes la paranoia, sino un deseo sano y sincero de elevar el listón allá donde vayan.
SABIDURÍA CLÁSICA: LA INFLUENCIA DE LOS AMIGOS
«La compañía de los buenos es un entrenamiento de la virtud, pero la compañía de los malos es su ruina». 199
SÓCRATES , 469-399 a. C.
«Un solo ejemplo de lujuria o de avaricia causa mucho daño: un camarada acomodado nos debilita y ablanda poco a poco; el vecino adinerado excita nuestra codicia; un compañero malvado contagia su herrumbre a otro, por más puro y sencillo que este sea».
SÉNECA, 4 a. C. – 65 d. C.
¿Tus hijos invitan a sus amigos a casa? Descubre aquello que pueden admirar de cada uno y sugiérele también cómo puede ayudarles. No tengas reparo en invitar a tu hijo a compartir vuestros valores familiares con sus amigos, si quieren. Enséñale a tener liderazgo moral; la alternativa no es muy deseable. Habla abiertamente de la importancia de tener buenos amigos, y de buscar a los mejores maestros para sus proyectos de futuro.
CAUTELA ANTE LOS AMIGOS
Ten especial cuidado en detectar las influencias negativas que pueda recibir tu hijo pequeño, más impresionable. Conoces a los amigos de tu hijo y a sus familias, pero ¿conoces también con quién pasa tiempo al ver la televisión, quién le habla a través de la radio, con quién contacta en Internet? El daño desde fuera llega bajo muchas formas.
200
10. BUSCA EL REFUERZO DEL COLEGIO[44] «Les doy muchísimo cariño, y les recuerdo que aquí no toleramos esa clase de comportamiento». DIRECTORA
DE UN
CENTRO
DE
MENORES ,
ENTREVISTADA EN LA RADIO
El colegio de tu hijo o hija puede ser un aliado eficaz, o socavar todos tus esfuerzos. Igual que la clave del éxito en la educación es la unión entre los padres, la cohesión entre estos y los profesores es la clave del éxito en el aprendizaje, del tipo que sea. El colegio y el hogar deben remar juntos. Cuando padres y profesores tienen confianza mutua, el beneficiado es el niño. Ningún profesor debería responder, cuando un alumno se queja de que les hayan puesto muchos deberes, «No me eches a mí la culpa, ha sido un padre el que lo ha pedido». Eso sería quitarse el problema de encima y no aceptar la responsabilidad personal a la hora de mantener el prestigio de los padres frente a sus hijos. Un profesor jamás debería criticar a un padre o madre, ni mucho menos ridiculizar sus opiniones, sobre todo frente a su hijo. Y al contrario. A la hora de la cena, los padres que se ríen cuando un niño se burla de un profesor envían un mensaje equivocado. Las conversaciones en las que se critica a alguien están fuera de lugar, así que ¡cuánto más aquellas en las que el objetivo es un adulto al que los padres han confiado a sus propios hijos! Los padres que critican a un profesor no deberían sorprenderse cuando su hijo le falta al respeto: si la personalidad del niño choca con la de un profesor, será prueba de que no se encuentra cómodo en su clase, pero, si responde habitualmente a los maestros, estará reflejando en realidad los prejuicios de sus padres. Por supuesto, existen algunos reparos legítimos. Pero debemos ser conscientes de que hasta los padres más concienciados y comprometidos pueden dejarse arrastrar emocionalmente por los problemas relacionados con el colegio, perdiendo de ese modo la claridad de juicio. Cualquier profesor se ha encontrado con padres con experiencia, incluso grandes defensores del modelo educativo de su colegio, que acaban siendo unos jueces pésimos cuando está en juego algo relacionado con sus propios hijos. No vayas a tumba abierta; las emociones harán que fracases en tus objetivos.
201
EN TU COLEGIO…
¿se considera a los padres los primeros educadores? ¿dan un apoyo extraordinario a los padres? ¿existe una comunicación fluida? ¿se preocupan por la educación, y ofrecen pautas concretas a los padres? ¿son conscientes del potencial para la formación del carácter que tiene enseñar a los niños que el trabajo es una forma de servicio? ¿el personal sabe que su ejemplo y sus valores son cruciales? ¿desarrollan con eficacia los valores y el ejemplo? ¿consideran el reglamento y el deporte, principalmente, como algo encaminado a formar el carácter?
ENTIENDE PRIMERO LOS HECHOS
«¿Que tu profesor a hecho qué?». Y corres al teléfono. Cuando tu hijo se queje del trato que le ha dado un profesor, no tomes partido. No es dudar de tu hijo: es enseñarle —como es tu deber— que en todo conflicto siempre hay dos partes. Con demasiada frecuencia el instinto paternal o maternal toma el control. Recuerda que los profesores y los padres tenéis el mismo objetivo: el bienestar y el progreso académico de tu hijo. Los niños pueden ser como los anuncios: solo te cuentan la parte que les favorece. Si tu hija te dice que la profesora le tiene manía, no significa 202
que tenga que ser cierto, aunque ya lo haya comentado más veces. Solo tienes la mitad de los datos. Habla directamente con el profesor. No prejuzgues. Llama por teléfono, y di: «Por favor, explícame bien qué ha pasado. Sé que ha habido un problema hoy, pero estoy seguro de que no tengo todos los datos». En el 100% de los casos estarás en lo cierto.
«Nunca he dejado que el colegio interfiera en mi educación». MARK TWAIN, 1835-1910
203
11. BUSCA MENTORES QUE CUENTEN CON LA CONFIANZA DE TU HIJO «La madre y la nodriza, el padre y el tutor, rivalizan por asegurar los progresos del niño desde el momento en el que este entiende lo que se le dice». PLATÓN, 428-348 A. C. Hace poco tuve conocimiento de dos sucesos tristes. Un chico de 12 años había empezado a consumir marihuana, incitado por un vecino más mayor. Y la hija de unos buenos amigos, la más joven de su grupo de amigos, había probado las drogas con ellos. Un adulto importante fuera del hogar puede tener un impacto decisivo en el desarrollo de un niño, para bien o para mal. En ocasiones los padres deben actuar con decisión, sin discutir, explicando con claridad y sencillez a su hijo: «Confío en tus intenciones, pero no tienes todavía la experiencia suficiente para reconocer el peligro de ir a una fiesta con amigos que llevan bebiendo 5 o 6 horas». ¿Cómo podemos aplicar estas ideas de forma positiva? Puede resultar casi imposible imponerle unos amigos determinados a un hijo, por lo que es necesario gestionarlo de forma más discreta. Por ejemplo, es imprescindible escoger con mucho cuidado el colegio y los equipos deportivos. Las normas sobre la televisión deben estar claras mucho antes de que entren en la adolescencia. Solo porque Buffy se haya convertido en una mentora para un millón de chicas de 14 años, o porque Bart Simpson haya sido nombrado el adolescente más influyente en el mundo occidental, no significa que puedan entrar y salir de tu casa a placer. Si las voces que le hablan a tu hijo no son beneficiosas para él, debes controlarlas. ¡Qué gran avance es que tu hijo o hija tenga un amigo más mayor que les cuida, cuando es alguien del que te fías! Por ejemplo, le has estado insistiendo durante dos cursos en que empiece con los deberes antes de merendar, pero solo empieza a hacerlo cuando se lo dice su entrenador. O puede que estés lamentando el tono amargo que has empleado con respecto a la adecuación de una camiseta que se quiere comprar tu hija, y de pronto adopta un look bohemio, pero por suerte mucho más decente, por la influencia de una prima a la que adora. Sé creativo a la hora de hacer contactos. El Mentor original[45] 204
Como Ulises tardaba tanto en volver de la guerra en Troya, Penélope permitió a su hijo salir en su busca, pero bajo la guía de un sirviente de su confianza, llamado —cómo no— Mentor. Que ese Mentor fuese en realidad un dios disfrazado no impidió que el nombre pasase al uso común.
AMIGOS QUE DICEN LA VERDAD
Marco Aurelio, en sus impactantes Meditaciones, nos dejó un legado escrito muy revelador con respecto a su determinación de ser la mejor persona que pudiera. También se conservan las bellas cartas que escribió en su juventud, y que revelan su gratitud y cariño por sus parientes y por su mentor, Frontón, un general muy notable.
En una de ellas, agradece a Frontón su honestidad al corregirle cuando lo necesitó: «¿Por qué soy feliz? Porque aprendo de ti a decir la verdad. Pero tus críticas enseñan al punto el camino mismo sin engaños ni falsas verdades. Del mismo modo debería estarte agradecido cuando me enseñas, no solo a decir la verdad, sino más todavía cuando me enseñas al mismo tiempo a escuchar la verdad. Estoy contento de poder llamarte amigo mío».
«Cada joven se une al que tiene más cerca, y crece hasta ser como él: el carácter del mentor se reproduce en el del pupilo». SÉNECA, 4 a. C. – 65 d. C.
«Hoy en día muchos se comportan de forma ridícula, y llegan a poner a sus hijos al cuidado de personas conocidas por su ebriedad». PLUTARCO, 46-120 d. C. 205
¿Y no es más cierto que hay padres hoy que confían a sus hijos al cuidado de la televisión basura, y de videoclips peores aún?
206
12. CÉNTRATE EN LA RESILIENCIA «Arrastra tus pensamientos lejos de tus problemas: por las orejas, por los pies, o por donde puedas». MARK TWAIN, 1835-1910 Sería poco inteligente no ver la conexión entre un niño malcriado y un adolescente que se hunde frente a las dificultades. En la vida todos luchamos empleando las destrezas y el entrenamiento que nos ha dado la experiencia. Un niño que no se haya tenido que enfrentar a pequeños retos puede no ser capaz de resistir cuando las dificultades crezcan. Cada generación debe enfrentarse a sus propios demonios, y los millenials están rodeados por una cultura en la que los sentimientos y las emociones exigen una gratificación inmediata. Los adolescentes son a veces tan susceptibles como los niños, pero lo que está en juego es mucho más; un adolescente que se guíe por los sentimientos no es solo vulnerable frente al derroche, sino —de modo mucho más problemático— frente a los riesgos excesivos, la experiencia sexual prematura, el abuso de las drogas, los desórdenes de la alimentación y, con frecuencia, la ansiedad y la depresión. Se abre la caja de Pandora. La publicidad para los adolescentes trata de crear necesidades. Hay grandes negocios que se basan en eso. Por ejemplo, en miles de autobuses de toda Australia, Bart Simpson anunciaba que quería un determinado modelo de teléfono móvil. Las revistas, los anuncios de televisión, las cuñas de radio se lanzan sobre los consumidores adolescentes, que en algunos casos tienen más dinero a su disposición que muchos adultos, pero que andan desgraciadamente escasos de la experiencia de vida necesaria para realizar elecciones de consumo sensatas. Los hábitos de gasto de muchos jóvenes son principalmente hábitos de gratificación e impulsividad. Cuanto más consentido esté el niño, y cuanto más acuciantes sean las necesidades que deba satisfacer, mayor será su potencial de insatisfacción con la vida. Sócrates tenía razón con respecto al dinero cuando proclamó: «Es más feliz aquel que necesita menos». ¿Cómo conseguir que tengan resiliencia frente a lo que la vida les plantee, sin esquivarlo y sin deprimirse? 1. Da ejemplo de autocontrol en todos los aspectos. Domina tu temperamento. Modera tu apetito. No compres de forma impulsiva. Limita tu curiosidad. Da ejemplo de moderación; prepárate para comer un poco 207
menos de aquello que te apetece más. Y siempre sonriendo. La felicidad no puede hallarse perdiendo el autocontrol. Sigue el dictado de Aristóteles: «Los impulsos de las personas descontroladas les empujan en la dirección opuesta a la que se dirigían». 2. Enséñales a resolver los problemas. Enséñales que los problemas se pueden atajar. Como afirmó Marco Aurelio, «No permitas que el futuro te inquiete. Si debemos enfrentarnos a él, lo haremos con las mismas armas de la razón con las que encaramos el día de hoy». 3. Trata de vivir confiando en la providencia. Hay estudios que demuestran que las familias con fe e ideales crían a sus hijos con mayor resiliencia[46]. Tal vez tuviste en tu infancia hábitos de oración, que puedes recuperar y transmitir a tus hijos. 4. Ayuda a tu hijo a descubrir que los errores tienen un lado positivo. Como enseña Michael Jordan, «he fallado más de 9.000 lanzamientos en mi carrera; he perdido casi 300 partidos. En 26 ocasiones me han confiado el tiro definitivo, y lo fallé. He fallado una y otra vez a lo largo de mi vida. Y por eso es por lo que he tenido éxito».
«Las madres con depresión que lograron sobreponerse a la melancolía, prodigando cariño a sus hijos, atentamente, y jugando con ellos, lograron que la actividad cerebral de sus hijos mostrase mayores signos de alegría»[47]. INVESTIGACIÓN
DE
GERALDINE DAWSON, UNIVERSIDAD
DE
WASHINGTON
DEPRIMIDOS
Estaba charlando en la sala de profesores una tarde, hablando del caso de un chico de octavo curso que había ido al colegio con 50 dólares para gastárselos en una sala de recreativos. Uno de los profesores comentó: «Es increíble que haya niños que lleven más dinero en la cartera que yo», a lo que otro —con el mismo sueldo de maestro— respondió, bromeando: «No 208
es sorprendente, es depresivo».
209
13. PREPARA A TUS HIJOS PARA LAS RELACIONES Y LA SEXUALIDAD «Respeta siempre a los individuos humanos como fines, y no los utilices como un medio para tus fines». IMMANUEL KANT , 1724-1804 ¿Cómo le hablas a tu hijo del amor? Tienes una enorme oportunidad de explicarle el gran don de la sexualidad, y el privilegio de ser capaces de traer una nueva vida al mundo. Resulta irónico que muchos padres prefieran hablar de fútbol, deberes, lavarse los dientes, de multitud de trivialidades, y a la vez permitan que sean extraños los que les hablen a sus hijos de los temas más íntimos. También da pena, porque es una oportunidad maravillosa para que padres e hijos se unan más. Nadie ocupa una posición mejor que un padre para explicarle a su hijo que, junto con la biología, se encuentra el afecto incondicional y el compromiso de por vida. Las tutorías en la escuela pueden ofrecer una explicación biológica acertada, pero no son tan adecuadas para tratar los intangibles del compromiso, la unión y la devoción a la familia, que debe formar parte de una educación integral sobre las relaciones humanas y sexuales. Es un error permitir que un amigo enterado o algún programa sobre sexo de la televisión se nos adelanten. Nunca olvidaré a un padre que me dijo: «Karel todavía no ha cumplido los 14 años. Seguro que es demasiado pronto para hablar de sexo». Madruga. Resulta mucho más sencillo hablar con un hijo pequeño sobre el respeto a las mujeres, respondiendo frente a alguna obscenidad de la televisión, que tratar de convencer a un adolescente de que la pornografía está mal. Causará menor ansiedad enseñar a una niña cuál es el largo adecuado de una falda que tratar de explicárselo a una adolescente indignada. Si los padres no explican a sus hijos cuál es la conducta aceptable en sus relaciones con el otro sexo, les costará mucho más hacer llegar su mensaje acerca de la poca conveniencia de besarse apasionadamente a los 15 años. Una educación sexual clara debería ser una prioridad en casa antes de que empiecen la Secundaria. No te limites a la biología, habla de la belleza del amor comprometido de por vida, y de lo que hace falta para conseguirlo. Y no subestimes la importancia de dar ejemplo, con tu propia relación, del servicio incondicional y del cariño total que tus hijos necesitarán en sus propias relaciones adultas. Esfuérzate por abrir tu casa a los amigos de tu hijo. Son muchos los 210
beneficios que se derivan del contacto con otras familias a la hora de crear el grupo de amigos que quieran. Si no tienes una familia natural amplia, trata de crear una. Cuando la cultura juvenil está distanciada de la familiar, hay un porcentaje de chicos que sufren los daños.
QUÉ DECIR CUANDO…
Evita las charlas únicas y dramáticas, en las que el padre suele estar mucho más nervioso que el hijo. Habla personalmente y con sinceridad. Repasa la conversación para asegurarte de que lo han entendido. ¿Por qué la televisión va a hablar con mayor franqueza que nosotros? A los 10 años un niño debería conocer, por sus padres, lo básico de las relaciones sexuales. A los 12, trata algunas de las dificultades que se encontrarán en la adolescencia: pornografía, mal uso del sexo como gratificación egoísta, la obligación de no abusar de nadie, la necesidad de que conozcáis a sus hijos, etc. Si un niño no tiene buenos hábitos de autocontrol, respeto a los demás y modestia para cuando llegue a la adolescencia, estará poco preparado para la vida social. Los chicos y chicas a los que se les advierte específicamente son menos propensos a cometer esos errores, así que los consejos deben ser muy concretos. Háblales a los 12 o 13 años de lo que es correcto entre amigos de distinto sexo, y de lo que no es más que utilizar a otra persona. Sé específico sobre la conducta y la interacción apropiada y la inapropiada. No se trata de falta de confianza, sino de evitar que acaben en situaciones para las que no están preparados.
«No hay nada que provoque más el amor de los otros que amarles primero». 211
AGUSTÍN
DE
HIPONA, 354-430
AYUDA A LOS ADOLESCENTES A DOMINARSE
Anima a tu hijo que se junte y conozca a muchos chicos y chicas de su edad. Enséñale que el fin de la vida social no puede ser solo encontrar un novio o novia, con todas las obsesiones emocionales que crean las relaciones prematuras. Deben entender bien las buenas razones que existen para no tener pareja en los años intermedios de la adolescencia. Cuenta cómo las emociones, pasiones y afectos se activan con el trato frecuente, el contacto físico y los encuentros a solas. Explícale cómo determinados lugares —algunas fiestas o discotecas en particular— dificultan que una persona mantenga el dominio de sí, porque las normas de conducta allí son menos exigentes. Explica que algunas épocas, como, por ejemplo, las semanas posteriores a los exámenes, pueden colocar a alguien bajo una presión que no ha experimentado antes, y llevarle a cometer errores que luego puede lamentar amargamente. Explícale que las relaciones sexuales crean vínculos para siempre, y por qué está mal cruzar esa línea sin un compromiso también de por vida. Háblale de los peligros de los porros, el éxtasis, las anfetaminas y el abuso del alcohol, de los cambios que producen en el cerebro y de cómo afectan a nuestra conducta social. Pasarse horas bebiendo, aunque no sea con intensidad, puede afectar a nuestra fuerza de voluntad, y más tarde a nuestras normas de conducta. Por este motivo, algunas fiestas prolongadas acaban en peleas. Es mucho mejor que este tipo de conversaciones surjan antes de que entren en juego los sentimientos. Todos tenemos un gen que nos predispone a justificar que deberíamos hacer aquello que más deseamos.
212
UNA BASE SÓLIDA PARA LOS AÑOS QUE VENDRÁN…
David, de cuatro años, pregunta a su padre:
«Papá, ¿vas a tener una barriga grande y un niño?».
Papá responde rápido: «No, es mamá la que tiene la barriga».
«¡No! Mamá tiene las niñas, y papá, los niños».
***
«¿Sabes de dónde vienen los niños?», le pregunta un padre a su hijo.
«Sí, papá, ya lo sé todo», responde Liam, de 9 años.
«A ver, cuéntamelo», replica el padre.
Liam se queda callado, buscando una salida. «A ver cómo lo explicas tú», le dice, haciendo un gesto con la mano y dando lugar a una gran conversación.
213
14. DALES CARIÑO, CARIÑO Y MÁS CARIÑO «Acojamos siempre a los demás con una sonrisa, porque la sonrisa es el principio del amor, y una vez que empezamos a amarnos unos a otros, queremos hacer algo por los demás». MADRE TERESA, 1910-1997 La hija aparta la mirada. El padre sostiene en la mano la cartilla con las notas, y habla con ella. La chica, de 15 años, intenta responder, resopla con frustración, y le da la espalda. Su padre continúa presionándola: «No has trabajado nada, así que, ¿qué notas creías que ibas a sacar? Espabila. Olvídate en todo el trimestre de salir, de la televisión y del ordenador. Y dame ahora mismo el teléfono, ¡muchas gracias!». ¿Funcionará este planteamiento? Probablemente, no; si el padre prefiere hablar a escuchar, si sigue sermoneando y exagerando, causará un rencor que será virtualmente irreparable. Mientras culpa a su hija de las malas notas, la verdadera causa está en él mismo. No solo está sordo ante lo que su hija trata de decir, sino que es ciego a su papel en ese fracaso.
«Padres, no exasperéis a vuestros hijos». PABLO
DE
TARSO
Los padres necesitan habilidad para hacer de su hogar un lugar divertido, y el cariño que muestran debe ser palpable. Cariño aquí y ahora. Conocer qué hay en el corazón y en la mente de tu hijo. Saber qué le alegra y qué le duele, hoy. Un niño con el que no hablamos crece desapegado. El cariño está en el presente inmediato: En la expresión de tu cara. En el tiempo para conversar de tú a tú. En el simple contacto físico. Ten tus propios signos; una mano en el 214
hombro cuando la lámpara de la mesa de estudio sigue encendida por la noche, tocarse las cabezas cuando ocurre algo importante o llegan noticias. Cuando das seguimiento a sus preocupaciones: pregunta cómo ha ido el examen que tanto le preocupaba el día anterior. Pequeños actos de servicio: ofrecerte para traer a tu hijo del colegio cuando está ocupado con algún trabajo importante, o a fregar los platos si tu hija tiene muchos deberes. Actos pequeños de reconocimiento y ánimo; conoce los puntos fuertes de tus hijos, y busca la ocasión de decir algo positivo. Expresiones de confianza; preguntar su opinión, o realizar un cumplido específico, como «Has respondido bien al teléfono», «Esto lo haces mejor que yo: ¿puedes leerme la letra pequeña?». Ofrece tu cariño incluso cuando parezca que tus hijos no lo necesitan: más tarde te hará falta ese crédito extra en la cuenta. Ofrece tu cariño incluso cuando lo rechazan; no de forma molesta o invasiva, como cuando le despeinas a tu hijo al ver que está cariñoso, sino con la calidez de tu voz y una sonrisa amplia y descomplicada. Nunca te tomes como algo personal el rechazo; es, ni más ni menos, la forma en la que se comportan a veces los adolescentes.
«Cuando atraes a tu hijo con amabilidad, sus actos son sinceros, corresponde a tu amor y será el mismo frente a ti que a tus espaldas». TERENCIO, 190-159 a. C.
MIRA MÁS ALLÁ DEL DAÑO PERSONAL
Se dice que en una ocasión un joven iracundo arrolló a Abraham Lincoln en un pasillo. Lejos de responderle enfadado, le preguntó: «Joven, ¿qué es lo que te preocupa?». Los adultos tenemos el deber de no sobreactuar 215
frente a la falta de educación de los niños. Cuando actuamos con ira, el niño se molesta y no atiende a la corrección.
216
15. ENSÉÑALES A ENCONTRAR LA PAZ FRENTE A LOS RETOS MÁS DIFÍCILES «Si no tenemos paz, es porque hemos olvidado que nos debemos los unos a los otros». MADRE TERESA, 1910-1997 Una niña de 12 años hablaba con el director de su colegio, después de que se hubiesen producido dos trágicas muertes de personas cercanas al centro: «… creo que es una llamada, que nos dice que en el colegio estamos muy protegidos y felices, pero que debemos prepararnos para luchar contra el dolor y el sufrimiento que hay fuera». Esta niña era consciente de que las crisis de la infancia son decepciones: relaciones fallidas, choques emocionales, erupciones cutáneas y exámenes complicados. Son un mundo aparte de los obstáculos serios de la vida adulta: problemas irreversibles con consecuencias permanentes, dolor crónico, maldades incomprensibles, vidas aparentemente desperdiciadas, amores traicionados. Por supuesto, la vida también trae consigo recompensas maravillosas, pero las espinas son muchas, y todos nos pinchamos alguna vez. Para los errores infantiles siempre parece haber un botón de deshacer. Si, hace 300 años, 4 de cada 10 niños morían antes de cumplir los 5 años, hoy sobreviven en occidente el 99%. Pueden ver la guerra a través de la televisión, pero la expresión terribles consecuencias se limita a que no les dejen tomar un batido de camino a casa. Para los adultos jóvenes todo cambia, casi como por arte de magia. De pronto, las decisiones que toman les afectan para siempre, a ellos o a otros. Una historia real. Un joven que aún no había cumplido los 20 y acababa de sacarse el carnet conducía su nuevo todoterreno, persiguiendo a un amigo. Al acelerar a la salida de una curva con poca visibilidad, chocó contra un vehículo que circulaba en sentido contrario. Hubo que partir el coche para sacarle. Pasó unas semanas en coma, y ahora padece una grave discapacidad; la madre embarazada que viajaba en el otro coche murió. A la vista de cuánto pensó en las consecuencias de sus actos, podría haber sido un niño de 10 años corriendo con la bicicleta. Actuar sin pensar puede tener consecuencias catastróficas. Los adultos estamos fallando a la hora de preparar a nuestros hijos para los verdaderos problemas de la vida. Los adolescentes quieren hablar de los grandes asuntos. En una encuesta en mi colegio algunos de los más mayores afirmaron que disfrutaban de las 217
conversaciones profundas con su padre o madre, mientras otros se sentían decepcionados cuando toda la relación parecía limitarse a conversar sobre tópicos o sobre los estudios. No temas hablarles de la enfermedad y la muerte. Es un deber de los padres prepararles frente a todos los desafíos que la vida les planteará. En el curso normal de los acontecimientos, será prerrogativa de los padres, cuando llegue el momento, enseñarles a sus hijos el significado de una buena muerte, con un corazón sincero y cariñoso. Probablemente supondrá el último servicio que le prestes a tu hijo, y tal vez el más grande. ¿Serás capaz de hacerlo?
EL ÚLTIMO DEBER DE LOS PADRES
Hace unos años un buen amigo falleció de un cáncer muy agresivo en el sistema digestivo, dejando atrás una extensa familia. Cuando le visité en su última semana, le pregunté cómo se sentía. Nunca olvidaré su valiente respuesta: «Tío, me estoy yendo, pero nunca he estado tan animado». Su autodominio y amabilidad durante esos meses tan dolorosos nos inspiraron a todos. Jamás se quejó, y su tranquila fortaleza fue de gran consuelo. El ejemplo de mi amigo forma parte ahora de la gran herencia que su esposa, sus hijos y amigos llevaremos durante toda la vida, y nos fortalecerá frente a los desafíos. Su conducta frente a la muerte cercana nos enseñó la lección más profunda sobre la vida: que el amor y la confianza otorgan una paz que ni siquiera el dolor y la muerte pueden arrebatar. La paz interior, a pesar de las angustias externas, es uno de los mayores dones que un padre puede entregar a su hijo. Aun así, como afirmó un sabio y hoy muerto poeta isabelino, «el prolongado hábito de vivir nos indispone frente a la muerte». Si no nos reconciliamos con la inevitabilidad de la muerte y la necesidad de separarnos de todo lo que poseemos, no seremos capaces de cumplir esta última gran tarea educativa. ¿Estás preparando a tus hijos, con su educación, para los grandes desafíos que la vida les planteará? 218
CUESTIONARIO PARA EDUCAR ADOLESCENTES CON CARÁCTER
Tenemos una visión positiva de la adolescencia. No nos centramos en sus aspectos superficiales.
Atendemos a las necesidades inmediatas de nuestro hijo.
Nos centramos en la necesidad a largo plazo de forjar hábitos y convicciones sólidas.
Nos esforzamos por preparar, incluso a los más pequeños, para el reto de pensar por sí mismos y controlar su propia vida.
Estamos convencidos del potencial de nuestro hijo para hacer grandes cosas por los demás. Es una confianza que se ve.
Mostramos nuestros valores más íntimos.
Nos esforzamos por mostrar la felicidad que nos proporcionan nuestros valores.
Somos conscientes de que el principal cambio de los adolescentes es interno.
Estamos alerta para hacer que nuestros hijos adolescentes piensen, más 219
que obligarles a que se acomoden a nuestros deseos.
Ayudamos a nuestro hijo o hija a interiorizar el proceso de desarrollo de buenos hábitos.
Somos creativos a la hora de comunicarnos con eficacia.
Afrontamos los problemas sin posponer las conversaciones difíciles.
Explicamos los motivos.
Nos esforzamos por sentar las bases de un grupo de amigos en positivo en torno a nuestro hijo o hija.
Hacemos todo lo posible por actuar en consonancia con el colegio.
Buscamos mentores que cuenten con su confianza.
Nos proponemos construir hábitos de resiliencia y resistencia, resolución de problemas y autocontrol.
Proporcionamos a nuestro hijo o hija una preparación continua de primera para las relaciones y la sexualidad.
Estamos a la altura de nuestro deber de ofrecer un afecto y cariño diarios e incondicionales.
Damos ejemplo de tranquilidad frente a los retos que nos plantea la vida.
220
EDUCAR ADOLESCENTES CON FORTALEZA DE CARÁCTER
PUNTOS PARA REFLEXIONAR Sócrates: «Los niños escuchan lo que decimos, pero imitan lo que hacemos». Sé sincero con respecto a tus valores. Tus valores deben hacerte feliz, y así deben aparecer. Fomenta la virtud del juicio recto. Fomenta la generosidad.
Áreas prioritarias
Nivel de desarrollo Bien desarrollada
Medio o Necesita mejorar Medio alto mucho
Inexistente
Muéstrate cariñoso. Crea la costumbre de charlar. Mira más allá de la conducta superficial de tu hijo adolescente. Consúltale su opinión. No esquives los temas complicados. Explica tus motivos, pero no discutas. Confía en la oración. 221
222
Reflexiones finales ¡QUÉ PRIVILEGIO! «No es otra cosa más que un privilegio el criar desde el inicio a un hijo nacido de los dos, y alimentarle y educarle, vuestro espejo físico y mental…». EL
EMPERADOR
AUGUSTO,
EN LA PROMULGACIÓN DE UNA LEY
PARA FOMENTAR LAS FAMILIAS NUMEROSAS
Uno de mis antiguos alumnos obtuvo una beca para trabajar con un político, particularmente generoso, en otro país. Fueron tres meses inolvidables, recorriendo los pasillos del poder en el extranjero. A su vuelta le pregunté qué era lo que más recordaba. Sin dudarlo, me repitió un dicho de su mentor: «El precio del privilegio es la responsabilidad». Cuanto mayor es la oportunidad, mayor también es el deber de servir a los demás, lo que es una suerte. Aplica esto mismo a la educación de los hijos. Somos muy conscientes de la responsabilidad de educar, pero es bueno recordad que esa responsabilidad es una consecuencia del gran privilegio de criar a un hijo. Esto es lo que, en una vida normal, conlleva ser padre o madre: recibir la promesa de otro ser humano de vivir completamente dedicado a tu bienestar, traer juntos a este mundo a un niño, o a varios, cuyo maravilloso potencial está enteramente en vuestras manos, descubrir, con esta misión, ese camino único con el que alcanzarás tu realización y tu mejora como ser humano. ¡Qué bendición guiar a otros hacia la felicidad! ¡Qué privilegio ser corresponsable de todo el bien que harán otros en su vida! Y, sin embargo, en ocasiones no somos capaces de reflejarlo. Nuestra capacidad de asombro está empobrecida y nos perdemos lo evidente. Encuentra la forma de reflejar de forma constante este gran privilegio. Algunos llevan un diario. Algunos rezan. Otros padres hablan a menudo de esto entre ellos. Un cuestionamiento profundo del propio inmerecimiento debe llevar, 223
inevitablemente, a la alegría y la gratitud, además de acercaros más como pareja. Os dará fortaleza cuando las cosas se pongan cuesta arriba. Os dará esperanza cuando vuestros fallos, o las debilidades de otros, debiliten la confianza en la providencia y en lo que estáis haciendo. Así te convertirás en el mejor apoyo para tu pareja y para tus hijos.
«Por medio del amor mutuo, los padres revelan el significado del amor de Dios por nosotros». SAN JUAN PABLO II, 1920-2005
NUNCA LO OLVIDES
Un buen amigo me transmitió en una ocasión su alegría por el nacimiento de su segundo hijo. Mientras le acunaba entre sus brazos, el dolor físico y mental —la muerte del anterior a las pocas horas de nacer, las dificultades terribles del embarazo de su esposa y la presión constante que sufría él mismo en las largas horas de trabajo por mantener a una familia creciente— se desvanecieron. «Sentado con mi hijo en brazos mientras mi mujer se duchaba», afirmó, «pensé en qué rápido había cambiado todo. Era como si la película de lo que había ocurrido hubiese desaparecido». Los escritores clásicos también hablan de ese momento. Plutarco cuenta que Catón el Viejo, en el siglo II a. C., presenció el nacimiento de su hijo: «Tan pronto como hubo nacido, pensó que jamás había tenido nada más importante entre manos; a no ser que su cargo público se lo impidiese, estaría presente siempre que su esposa le bañase y le envolviese con su manta».
224
¿HONRAS DE VERDAD A TUS PADRES?
«Los hombres privan a sus padres de todos sus derechos cuando envejecen, y la gente se ríe de ellos, lanzando palabras amargas, sin avergonzarse frente a los dioses; ni siquiera a sus ancianos padres les devolverán lo que en su día les dieron».
HESÍODO, C. 700 a. C.
225
LA PATERNIDAD ES UNA INVITACIÓN A CAMBIAR DE CARÁCTER «El mejor regalo que un padre puede hacerle a su hijo es dar ejemplo de cómo lucha por mejorar él mismo». JAMES STENSON,
DIRECTOR DE COLEGIO Y ESCRITOR
Todos tenemos un equipaje: malos hábitos de nuestra infancia, formas de educar no muy perfeccionadas, adquiridas antes de que llegase la nueva generación, la costumbre de reaccionar demasiado deprisa, rechazar a un hijo cuando nos toca una fibra concreta, castigar sin escuchar, no prestar atención a lo que dicen, no dedicarles tiempo. La lista sería muy larga. Como dijo el emperador Augusto, vemos cómo los niños aprenden de nosotros. Verás en tu hijo el reflejo de tus propias fortalezas y debilidades. Sé honesto. Si tu hijo tiene un temperamento fuerte, ¿no será porque tú o tu pareja tenéis poca paciencia? ¿Y si no respeta a los demás, no trabaja mucho o es vanidoso? ¿De dónde le vendrá? La educación exige unas destrezas específicas, que tal vez tengamos o tal vez no. También requiere que reflexionemos profundamente sobre los valores que queremos transmitir a nuestros hijos —en los que se basará su conducta—, y sobre la forma de hacerlo. La buena educación no ocurre de forma automática, ni por casualidad.
TRABAJA TRES VIRTUDES FUNDAMENTALES PARA LOS PADRES
Gratitud. Comienza por el cariño diligente hacia tus padres. Los niños imitarán lo que vivan. La gratitud siempre produce alegría. Humildad, que es la puerta para el verdadero respeto. Aprende a pedir perdón. Resiste a la tentación de poseer a los niños, de clonarlos según tu propia imagen. Fortaleza. En una sociedad cómoda, la fortaleza puede que sea el rasgo de carácter más infrecuente. Exige, pero no de forma obsesiva. A no ser que nazca del amor a los demás, la fortaleza no sirve para nada, y no 226
supone un buen ejemplo.
La educación de un hijo es una oportunidad divina para reconstruir hábitos mal formados, encarar déficits de carácter y adquirir de paso algunas destrezas nuevas. No la dejes pasar, Líbrate de los malos hábitos que ponen en riesgo el ejemplo que das a tu hijo, y tu relación con él. Lucha contra la melancolía, los comentarios intempestivos o la impaciencia que parecen formar parte inseparable de ti. Sal y da la batalla. Día tras día espérales a la puerta, con un comentario positivo para cada uno. Decídete a dedicar las mañanas de los sábados a las tareas de la casa. Haz propósitos para tus luchas particulares. Pon en práctica el consejo de san Agustín: «No te contentes con lo que eres, si deseas alcanzar lo que no eres».
TRABAJO EN EQUIPO
Jamás he conocido a un padre que no quisiese ser el mejor del mundo… en principio. Otra cosa será, como hemos visto, convertir esas buenas intenciones en actos. Conozco a varios grupos de padres que se han organizado para charlar mensualmente sobre educación en torno a un café. Todos tienen puntos fuertes en la vida familiar, y otras áreas en las que pueden aprender de los demás.
LOS PADRES TAMBIÉN TIENEN QUE ADQUIRIR NUEVOS HÁBITOS
Cuando Chris tenía unos 12 años, recuerdo un día en el que 227
nos preparábamos para una salida de fin de semana con más niños.
Con seis hijos, dos adultos y un perro, el coche iba hasta arriba, incluyendo la baca, pero en el momento en el que nos disponíamos a salir, una de mis hijas puso una objeción incontestable. ¡Ni por asomo iba a ir su maleta en la baca! Nos explicó que los insectos se chocarían y se llenaría de barro del camino (parte del trayecto atravesaba una carretera polvorienta). Imposible. Traté de persuadirla con toda clase de argumentos. Llegados a cierto punto, casi parecía una discusión.
228
En ese momento, apareció Chris en la cocina y dijo con calma: «No importa, mamá». Desde luego, tenía razón. ¡Había reorganizado las maletas, y ya podíamos irnos!
STEPHANIE,
MADRE DE CUATRO HIJOS , Y
ORGULLOSA PROPIETARIA DE ZIMBA , EL PERRO PRODIGIO
UNA VIDA PARA LOS DEMÁS «El hombre que no es feliz en compañía de su esposa, o que no acude con ella a los espectáculos o a las diversiones, le está enseñando a buscar su propio placer lejos de su esposo». PLUTARCO, 46-120 D. C., PRECEPTOS
CONYUGALES
En el funeral por la madre de un amigo, uno de los nietos leyó un poema que esta había escrito para sus hijos: «Cuando me haya ido, no disputéis por la casa; cuidad de vuestras esposas; las cosas son solo cosas». Esta verdadera matriarca estaba transmitiendo una verdad que sentía firmemente. Qué mensaje impagable para un hijo, que la felicidad no depende de las posesiones, sino de la dedicación a los demás, de vivir realmente para otros. Si de verdad quieres dedicar toda tu existencia a atender las necesidades de tus seres queridos, entonces sabrás lo que hay en su cabeza y en su corazón. De forma delicada permitirás a tu pareja la libertad de tratar cualquier tema, o realizar cualquier sugerencia, sin responder de forma negativa. Ningún asunto, ni de dinero ni de alcoba, será tabú. ¿Qué aprendes de aquellos que mejor te conocen? ¿Escuchas abiertamente? ¿Has escuchado durante todos estos años sus sugerencias y peticiones más sinceras? Si quieres mejorar la comunicación, crearás hábitos de comunicación; reservarás un tiempo para charlar en profundidad todas las semanas. Esfuérzate con tu otra mitad para encontrar el momento de cenar a la luz de las velas, una vez a la semana, cuando los niños estén acostados, o paseando y charlando después de cenar, o reservándoos una comida juntos. Si la comunicación no se convierte en una rutina semanal, lo más probable es que no surja. Si vives de verdad para los demás, buscarás cambiar, y aceptarás a los otros de forma incondicional. Si eres inteligente, invertirás a futuro. No permitáis que nada os separe. Disfrutad haciendo cosas juntos. Cread recuerdos felices que os unan en los momentos difíciles. Hazte físicamente presente entre aquellos que quieres; si no, el vínculo será muy quebradizo. En definitiva, nuestras relaciones familiares son una escuela en la que aprendemos a darnos; una dinámica de la naturaleza humana que nos ayuda a 229
superar los hábitos naturales que nos centran en nosotros mismos. Un padre de mi colegio captó la idea con este comentario: «Hasta que nació mi tercer hijo no me di cuenta de que ya no podía mantener espacios para mí. Debía dedicarme por entero a mi familia».
TAREAS PENDIENTES
Formula tres o cuatro propósitos familiares; metas que, si se alcanzan, harán más eficaz la educación. Acordad dar prioridad absoluta a la forma de educar en casa y al reto que eso supone. Escríbelos. Repasadlos juntos en los próximos meses. Este es el paso más importante. Comprometeos a realizar cualquier cambio, individual y como equipo, que haga falta para ser más eficaces como padres.
230
CONCLUSIÓN Hay dos frases célebres que sintetizan el argumento de este libro: 1. «La felicidad es la recompensa de la virtud». Afianza la educación de tus hijos en esta cita de Aristóteles. Los actos buenos habituales, basados en un respeto cariñoso por los demás, son los ladrillos para construir la felicidad. 2. «El carácter convoca al carácter». Goethe lo resumió con esta sencillez. Si estás preparado para rehacer con tenacidad tu carácter, el carácter de tus hijos saldrá beneficiado. No puedes dar a los demás lo que tú no tengas.
231
Bibliografía recomendada Educación general Covey, Stephen, The 7 Habits of Highly Effective Families, Allen & Unwin, Nueva York 1997 [Los siete hábitos de las familias altamente efectivas, Palabra, 2014]. Guarendi, Ray, Back to the Family, Fireside, Simon and Schuster, Nueva York 1990. Guarendi, Ray, You’re a Better Parent than You Think, Fireside, Simon and Schuster, Nueva York 1998. Hawkes, Tim, Boy, Oh Boy: How to raise and educate boys, Prentice Hall, Sidney 2001. Holborow, Barbara, Those Tracks on My Face, Random House, Sidney 1996. Holborow, Barbara, Kids: Loving for Life, Random House, Sidney 1999. Seligman, Martin, The Optimistic Child, Houghton Mifflin Company, Nueva York 1995 [Niños optimistas, DeBolsillo, 2011]. Educación del carácter Aristóteles, Ethica Nicomachea. [Ética a Nicómaco, Alianza Editorial, 2014]. Bennett, William, The Book of Virtues, Bookman Press, Melbourne 1994. [El libro de las virtudes, Javier Vergara editor, 1999]. Bennett, William, The Moral Compass, Bookman Press, Melbourne 1996. Borba, Michele, No More Misbehavin’, Jossey-Bass, San Francisco 2003. Brooks, David, The Road to Character, Random House, New York 2015 [El camino del carácter, Océano, 2016]. DeMarco, Donald, The Heart of Virtue, Ignatius, San Francisco 1996. Duckworth, Angela, Grit. The Power of Passion and Perseverance, Scribner, New York 2016 [Grit. El poder de la pasión y la perseverancia, Urano, 2016]. Grant, Ian, Fathers Who Dare Win, Pa’s Publishing, Rozelle, 1999. Isaacs, David, Character Building: A guide for parents and teachers, Four Courts Press, Dublin 1984 [La educación de las virtudes humanas, Eunsa, 2010]. San Juan Pablo II, Familiaris Consortio, 1979. San Juan Pablo II, Carta a las familias, 1994. Kilpatrick, William, Why Johnny Can’t Tell Right from Wrong, Touchstone, Simon and Schuster, Nueva York 1992. Kreeft, Peter, Back to Virtue: Traditional Moral Wisdom for Modern Moral Confusion, Ignatius Press, San Francisco 1986. 232
Lickona, Thomas, Raising Good Children, Bantam Books, Nueva York 1983. Lickona, Thomas, Character Matters: How to Help Our Children Develop Good Judgment, Integrity, and Other Essential Virtues, Simon and Schuster, Nueva York 2004. O’Donnell, Margaret y Gerard, Family Values, St Pauls, Sidney 1993. Pieper, Joseph, The Four Cardinal Virtues, University of Notre Dame Press, Notre Dame, Indiana 1966 [Las virtudes fundamentales, Rialp, 2001]. Stenson, James B., Upbringing: A Handbook for Parents of Young Children, Scepter, Nueva York 1992 [recogido en Cómo tratar a los adolescentes, Palabra, 2004]. Stenson, James B., Lifeline, Scepter, Nueva York 1996 [recogido en Cómo tratar a los adolescentes, Palabra, 2004]. Stenson, James B., Compass, Scepter, New York 2003 [recogido en Cómo tratar a los adolescentes, Palabra, 2004]. Niños mayores Campbell, Ross, How to Really Love Your Teenager, Victor Books, Wheaton, 1983. Carr-Gregg, Michael y Shale, Erin, Adolescence: A guide for parents, Finch, Sidney 2001 [Si amas a tu adolescente, s.d. 1986]. Castillo, Gerardo, Teenagers and Their Problems, Four Courts Press, Dublin 1986. [Ed. original en castellano: Los adolescentes y sus problemas, Eunsa, 2001]. Donaghy, Bronwyn, Leaving Early, Harper Health, Sidney 1997. Fuller, Andrew, Raising Real People: Creating a resilient family, Australian Council for Educational Research, Melbourne 2002. Siegel, Daniel J., Brainstorm. The power and purpose of the teenage brain, Penguin, New York 2013. Hijos y escuelas Heenan, John, Cornerstone Values – A Values Education Curriculum, New Zealand Foundation for Character Education, Invercargill, 1996. Lickona, Thomas, Educating for Character: How our schools can teach respect and responsibility, Bantam Books, New York 1991. Ryan, Kevin, y Bohlin, Karen, Building Character in Schools, Jossey-Bass, San Francisco 1999. Investigaciones de interés Graybiel, Ann M. y Smith, Kyle S., «Good habits, bad habits», Scientific American (June 2014), 23-27. Himmelfrab, Gertrude, The Demoralization of Society, Institute of Economic
233
Affairs, Londres 1995. Macbeth, A., The Child Between: Report on School-Family Relationships in the Countries of the European Economic Communities, Comisión de las Comunidades Europeas, Education Series 13, Bruselas 1984. Maley, Barry, Family and Marriage in Australia, CIS, Sidney 2001. Nucci, L. P. y Narváez, D. (editores), Handbook of Moral and Character Education, Routledge, New York 2008. Schwartz, J. M. y Begley, S., The Mind and the Brain, Harper Collins, Nueva York 2003. Seligman, Martin y Peterson, Christopher, Character Strengths and Virtues, Oxford University Press, Oxford 2004. Recursos en internet sobre educación y formación del carácter (en inglés) www.bbc.co.uk/parenting (Amplio, pero de calidad desigual). www.bu.edu/education/caec/ (Centre for the Advancement of Character and Ethics, Universidad de Boston). www.character.org/ (The Character Education Partnership es una agrupación de organizaciones y personas dedicadas a la educación del carácter). www.charactercounts.org/ (Recopilación de organizaciones dedicadas a la educación del carácter, con acceso a fuentes y enlaces útiles). www.cornerstonevalues.org (Organización de Nueva Zelanda para la educación del carácter). www.cortland.edu/character (Centro de Thomas Lickona en la Universidad Estatal de Nueva York [Cortland]; muy buenas fuentes y una biblioteca digital con más enlaces). www.dadsden.net (Dirigido específicamente a padres). www.forbetterlife.org/ (Fundación The Random Acts of Kindness). www.iamyourchild.org (Página web de una agrupación de padres de EE.UU.). www.learningpeace.com (Recursos útiles para el control de la ira). www.micheleborba.com (Trucos prácticos de una psicóloga que trabaja desde la perspectiva de la construcción de hábitos). www.parenting.org.nz (Parenting with Confidence, una activa fundación de Nueva Zelanda para la educación del carácter). www.parentingbookmark.com (Amplia selección de artículos sobre la construcción del carácter). www.parentleadership.com (Recursos de James Stenson para descargar). www.racp.edu.au (Acceso a excelentes recursos multimedia para padres). http://developingchild.harvard.edu/resources/briefs/ (Centre for the
234
Developing Child. Universidad de Harvard). Nota: los lectores están invitados a escribir al autor (
[email protected]) sus comentarios sobre cualquiera de los temas que se tratan en este libro.
235
Notas [1]La obra seminal sobre el carácter es Character Building: A guide for parents and teachers, Four Courts Press, Dublin 1984, que apareció por primera vez en castellano en 1976. [La educación de las virtudes humanas, Eunsa, 2010]. [2]Además de educar a sus 16 hijos, Rafael Pich ha puesto en marcha colegios, organizaciones de padres y una ONG en Ginebra. También es un abuelo muy autorizado, e imparte cursos de gran profundidad con un lenguaje asequible. [3]El escritor y educador James Stenson es conocido por su libro Upbringing: A Handbook for Parents of Young Children (Scepter, Nueva York, 1992) y por Compass (Scepter, Nueva York, 2003), sobre las habilidades educativas necesarias para forjar hábitos de resiliencia en los niños. [Como tratar a los adolescentes: guías para padres que quieren tener éxito, Palabra, 2004]. [4]El estudio de Barry Maley, Family and Marriage in Australia, (CIS, Sidney 2001) recoge gran cantidad de datos que demuestran las desventajas, estadísticamente, que soportan los niños criados en hogares en los que no están ambos progenitores. [5] Stenson, James B., Upbringing: A Handbook for Parents of Young Children, Scepter, Nueva York 1992; Guarendi, Ray, Back to the Family, Fireside, Simon and Schuster, Nueva York 1990. [6]Una encuesta que realizamos en mi colegio, titulada «Comunicación con los padres», y cumplimentada de forma anónima por todos los alumnos de Secundaria, mostró que, mientras los niños más pequeños se culpaban a sí mismos incluso en el caso de discusiones crónicas, los más mayores eran más proclives a juzgar la falta de autocontrol de sus padres o el nivel de estrés. Se puede solicitar más información sobre este estudio. [7]Conferencia para padres en Redfield, 3 de junio de 2000; puede solicitarse la transcripción. Cuando determinó que el gobierno no tenía demasiado interés en atajar las causas de la delincuencia juvenil, Holborow dimitió como jefa de magistrados de la Corte de Menores. En los años posteriores ha dedicado una cantidad considerable de energía a un programa para que madres con experiencia acompañen a madres primerizas solteras. [8]Paula Barrett, conferencia en el Congreso Nacional de Pastoral, colegio Westminster, Adelaida, 11-14 de julio de 2000. [9]Charla a padres del colegio Redfield, 3 de junio de 2000; notas 236
disponibles. [10]En su conferencia «El liderazgo en los niños» en la Universidad de Newcastle, 12-13 de mayo de 1999, Don Edgar lo explicó con un gráfico muy sencillo. Los padres deben puntuar alto en ambos ejes, en el del cariño y en el de los límites y expectativas: de no ser así, la educación de sus hijos estará en peligro. Ser consciente de esta sencilla realidad puede suponer un desafío a la forma en la que los padres educan a sus hijos. [11] Campbell, Ross, How to really love your teenager, Victor Books, Wheaton 1983. [12]Barrett, Paula, conferencia en el Congreso Nacional de Pastoral, colegio Westminster, Adelaida, 11-14 de julio de 2000. [13] Campbell, Ross, How to really love your teenager, Victor Books, Wheaton 1983. [14] Albom, Mitch, The five people you meet in heaven, Hyperion, Nueva York 2003. [Las cinco personas que encontrarás en el cielo, Maeva, 2004]. [15]Charla a padres del colegio Redfield, 3 de junio de 2000; notas disponibles. [16]Esta sencilla guía para ayudar a los padres a decidir si deberían intervenir o no en las acciones de sus hijos más mayores procede de una conferencia del profesor David Isaacs, «Parents and their Adolescent Children», promovida por la Universidad de Navarra, dictada en San Francisco en mayo de 1993. [17]Borba es una de las nuevas escritoras sobre educación que está haciendo hincapié, en Estados Unidos, en los buenos hábitos, tanto para los padres como para los hijos, y apunta a la falta de perseverancia para corregir la mala conducta como uno de los fallos más corrientes en los padres. Borba, Michele, No More Misbehavin’, Jossey-Bass, San Francisco 2003. [18] Pieper, Joseph, The Four Cardinal Virtues, University of Notre Dame Press, Notre Dame, Indiana 1966. [Las virtudes fundamentales, Rialp, 2001]. [19]El colegio Redfield, del que era director en el momento de escribir este libro, fue fundado en 1986 por un grupo de padres y profesores, a través de la fundación Parents for Education, con el propósito de trabajar tan estrechamente como fuese posible con los padres para apoyarles en su labor como primeros educadores de sus hijos. Entremezclado con el currículum académico hay un programa de virtudes humanas, y —tal vez más importante— los padres reciben apoyo constante a través de seminarios frecuentes y reuniones personales regulares con el tutor de cada hijo, para ayudarles a planificar de forma proactiva sus metas como educadores. El sacerdote san Josemaría Escrivá, ahora canonizado, fue el inspirador de multitud de colegios similares a Redfield en
237
Europa, América, África y Asia, que nos han servido de ejemplo. En los años 50 y 60 animó a los padres a buscar colegios que les apoyasen, o a fundarlos ellos mismos. Tras una larga etapa en este colegio, con posterioridad he trabajado en otros centros educativos. [20]Aristóteles describió cómo los hábitos, buenos y malos, se convierten en parte de la personalidad. Nuestros actos habituales determinan quiénes somos. Una persona que vive en un estado de infidelidad se convierte en adúltero; una persona que habitualmente roba se convierte en un ladrón. Nuestros hábitos determinan la calidad de nuestro carácter. Un escritor contemporáneo escribe: «El filósofo griego Aristóteles definió el buen carácter como la vida con una conducta recta, en relación con otras personas y con uno mismo. El griego nos recuerda algo que en estos tiempos modernos solemos olvidar: la vida virtuosa incluye las virtudes orientadas a uno mismo (como el autodominio y la moderación) así como las orientadas a los demás (como la generosidad o la compasión), y ambas están relacionadas». Palmour, J., On Moral Character: A Practical Guide to Aristotle’s Virtues and Vices, The Archon Institute for Leadership Development, Washington D.C. 1986. [21] Lickona, T., Character Matters: How to help our children develop good judgment, integrity, and other essential virtues, Simon and Schuster, Nueva York 2004, pp. 8-11. [22]El amplio estudio de Michael Resnick, publicado en el Journal of the American Medical Association demostró que los niños criados en hogares en los que existía una fe religiosa y/o unos principios morales fuertes eran menos propensos al consumo de drogas, el abuso del alcohol, la promiscuidad sexual y las conductas autolesivas. También recogió la relación entre las desavenencias domésticas y la depresión en adolescentes. La creencia en el mundo espiritual es, desde luego, un antídoto contra el materialismo de nuestra época. A pesar de todas las riquezas y las comodidades, a todos nos llegará el momento de partir. Sin creencias espirituales, solo veremos en eso la pérdida inevitable de nuestros seres queridos, y el olvido personal. Resnick et al., «Protecting adolescents from harm: findings from the National Longitudinal Study on Adolescent Health», Journal of the American Medical Association, vol. 278, nº 10, 1997, pp. 823-32. [23] Ponencia presentada en el congreso «Building Critical Relationships for Children and Youth», organizado por PRODEC, Universidad de Sidney Occidental, 4 de julio de 1998. El trabajo de la profesora Sue Dockett en la Universidad de Sidney Occidental a este respecto es notable. Sus transcripciones de las conversaciones con jóvenes demuestran la profunda comunicación que es posible cuando los adultos están preparados para conectar con ellos.
238
[24]Esta lista surgió de un seminario con padres de alumnos de esa edad, que pusieron en común las tareas que realizaban sus hijos. Las discrepancias fueron increíbles. Algunos hacían que cocinasen y pasasen el aspirador todas las semanas, y otros no les asignaban ninguna. [25]La caridad para Agustín incluye el amor de Dios; según sus enseñanzas, las acciones egoístas pueden privarnos de la felicidad en esta vida y en la venidera, porque fallamos a los demás y no damos gloria a Dios. [26] Borba, Michele, No More Misbehavin’, Jossey-Bass, San Francisco 2003. [27] Seligman, Martin, The Optimistic Child, Houghton Mifflin Company, Nueva York 1995. [28] Suetonio, The Twelve Caesars, The Folio Society, Londres 1964. [La vida de los doce Césares, Espasa, 2010]. [29] Covey, Stephen, The 7 Habits of Highly Effective Families, Allen&Unwin, Nueva York 1997. [Los siete hábitos de las familias altamente efectivas, Palabra, 2014]. [30] Schwartz, J. M. y Begley, S., The Mind and the Brain, Harper Collins, Nueva York 2003. [31]Conversación con el autor, Nueva York 1993. [32] «A los tres años un niño desatendido, o del que se ha abusado, carga con una marca que, si no es imborrable, es muy difícil de eliminar», Nash, J. Madeleine, «Fertile minds», Time Magazine, 3 de febrero de 1997, pp. 36-46. [33] Isaacs, David, Character Building: A guide for parents and teachers, Four Courts Press, Dublin 1984. [34] Schools and the Social Development of Young Australians, ACER, 1998. En el estudio participaron 2.646 profesores y 8.144 alumnos de toda Australia, de 5º y de 10º curso, y parece poner de manifiesto graves fallas en la educación ética de los estudiantes. Por ejemplo, los investigadores descubrieron que solo el 23% de los alumnos de 10º respaldaron «ayudar a alguien con menos recursos», y solo el 40% afirmaron que era importante «cuidar de alguien que no está bien, o tiene algún problema». No nos engañemos pensando que el idealismo y el altruismo están a un nivel sobresaliente en nuestros colegios. [35]Conferencia del profesor David Isaacs, «Parents and their Adolescent Children», promovida por la Universidad de Navarra, dictada en San Francisco en mayo de 1993. [36]En un breve y acertado artículo de James Stenson, «Born to serve, not to shop», disponible en www.parentleadership.com. [37]Conferencia del profesor David Isaacs, cit. [38] Ross, Campbell, How to Really Love Your Teenager, Victor Books,
239
Wheaton, 1983. [39] Giedd, J. N., Rapoport, J. L., Blumenthal, J., Jeffries, N. O., et al., «Brain development during childhood and adolescence: a longitudinal MRI study», Nature Neuroscience, vol. 2, n. 10, 1999, pp. 861-3. [40]La innovadora investigación de Robert Bly en este campo es significativa: Bly, Robert, Iron John, Addison Wesley, Boston 1990. [41]Juan Pablo II desarrolló este concepto en su Carta a las familias de 1994: «El proceso educativo lleva a la fase de la autoeducación, que se alcanza cuando, gracias a un adecuado nivel de madurez psicofísica, el hombre empieza a “educarse él solo”. Con el paso de los años, la autoeducación supera las metas alcanzadas previamente en el proceso educativo, en el cual, sin embargo, sigue teniendo sus raíces. El adolescente encuentra nuevas personas y nuevos ambientes, concretamente los maestros y compañeros de escuela, que ejercen en su vida una influencia que puede resultar educativa o antieducativa. En esta etapa se aleja, en cierto modo, de la educación recibida en familia, asumiendo a veces una actitud crítica con los padres. Pero, a pesar de todo, el proceso de autoeducación está marcado por la influencia educativa ejercida por la familia y por la escuela sobre el niño y sobre el muchacho. El joven, transformándose y encaminándose también en la propia dirección, sigue quedando íntimamente vinculado a sus raíces existenciales». [42]Esta lista procede del libro de Ray Guarendi Back to the Family (Fireside, Simon and Schuster, Nueva York 1990), un éxito de ventas que recopila prácticas educativas sensatas, a partir de las entrevistas del autor con diversas familias designadas por profesores destacados de todos los estados de Norteamérica. [43]Harris, Judith Rich, The Nurture Assumption, Free Press, Nueva York 1998. [El mito de la educación, Grijalbo, 2000]. [44]El rompedor estudio de Macbeth The Child Between (Comisión de las Comunidades Europeas, Serie Educativa 13, Bruselas 1984) colocó la colaboración hogares-colegios en la agenda europea. Existen dos excelentes fuentes de documentación para las escuelas, Thomas Lickona, Educating for Character: How our schools can teach respect and responsibility (Bantam Books, Nueva York 1991) y Kevin Ryan y Karen Bohlin, Building Character in Schools (Jossey-Bass, San Francisco 1999). Ambos son obra de directores de centros para la educación del carácter, que prestan servicios a colegios: el Centro de la Universidad de Nueva York para Primaria y el Centro de la Universidad de Boston para el Progreso del Carácter y la Ética. [45]Los mentores no son un descubrimiento reciente. En la época clásica, los padres más cuidadosos realizaban un gran esfuerzo por poner en relación a sus
240
hijos con modelos responsables de más edad. Para los romanos un mentor —o pedagogo, como se denominaba— era una suerte de hermano mayor ideal (no en el sentido orwelliano, ni en el de los realities). El gran ensayista Plutarco escribió que un mentor «debería forjar el carácter del niño para que dé sus primeros pasos en el camino de la virtud». Otro autor explicaba que los padres más sabios de Roma elegían de entre sus amigos más íntimos y de confianza a los que serían mentores de sus hijos. Para otro, el tutor debería ser sobre todo un «bonus vir», un hombre bueno. Hoy, como entonces, no siempre es así. Plutarco advirtió a sus conciudadanos de que no permitiesen que sus hijos se relacionasen con otros indiscriminadamente, trampa en la que también nosotros podemos caer. [46] Resnick, M. D., et al., «Protecting adolescents from harm: findings from the National Longitudinal Study on Adolescent Health», op. cit. [47]Nash, J. Madeleine, «Fertile minds», Time Magazine, 3 de febrero de 1997, pp. 36-46.
241
Índice Introducción Parte 1. La base de la educación
7 17
Principios para educar a hijos con carácter 1. Crea un hogar unido 2. Establece hábitos afectivos con cada uno de tus hijos 3. Ten esperanzas elevadas, pero razonables 4. Guíalos con el ejemplo 5. Acostúmbralos a una comunicación padre-hijo estrecha 6. Controla las influencias que reciben 7. Deja a tus hijos que cometan errores 8. Que la honradez sea algo prioritario 9. Disfruta de la vida familiar 10. Convéncete de que corregir y querer no se oponen 11. Ten la determinación de forjar buenos hábitos en tu hijo o hija Reexamina tu forma de educar
Parte 2. Los buenos hábitos, los ladrillos para construir el carácter Algo más que otra teoría sobre cómo educar Las conductas repetidas se convierten en una segunda naturaleza Somos la suma de los hábitos que establecemos Buenos hábitos y educación Las cuatro facultades, hábitos fundamentales para la felicidad 1. Sensatez de juicio 2. Responsabilidad 3. Autocontrol 4. Fortaleza Importancia de la dimensión espiritual Revisa los buenos hábitos de tu hijo
Parte 3. Forjar buenos hábitos
18 20 23 26 29 32 36 40 43 46 50 54 56
61 62 67 70 73 76 80 83 87 90 93 98
102
Educa a tus hijos para que tengan control sobre sus vidas 1. Establece rutinas y sé coherente 2. Delega, aunque se tarde más en terminar las tareas 3. Enséñales que los actos deben estar motivados por el amor
242
104 107 110 112
4. No dejes que se acumulen los malos hábitos 5. No pienses por tu hijo 6. Da ejemplo de las cualidades que quieres que tengan 7. Enséñales con claridad lo que está bien y lo que está mal 8. Ayúdales a forjar buenos hábitos desde pequeños 9. Haz que el fin del deporte sea la construcción del carácter 10. Muéstrales que las lecciones más difíciles son las mejores 11. No pierdas de vista la sinceridad y la generosidad: hábitos para la mente y el corazón 12. Enséñales a estar desprendidos de las cosas materiales 13. Céntrate en las causas y las consecuencias
Parte 4. Educar adolescentes con fortaleza de carácter Comienza pronto Atiende a sus necesidades Rechaza la visión negativa sobre la adolescencia Reconoce su potencial Cómo educar adolescentes con fortaleza de carácter 1. Manifiesta tus valores más profundos 2. Muestra la felicidad que te procuran tus valores 3. Comprende que el primer cambio de los adolescentes es interior 4. Exígeles que piensen, no que hagan 5. Ayúdales a interiorizar el proceso de desarrollar buenos hábitos[41] 6. Busca nuevas formas de comunicarte 7. Enfréntate a los problemas 8. Explica las razones 9. No subestimes la influencia de sus amigos 10. Busca el refuerzo del colegio[44] 11. Busca mentores que cuenten con la confianza de tu hijo 12. Céntrate en la resiliencia 13. Prepara a tus hijos para las relaciones y la sexualidad 14. Dales cariño, cariño y más cariño 15. Enséñales a encontrar la paz frente a los retos más difíciles
Reflexiones finales Bibliografía recomendada Notas
115 118 121 124 127 130 134 137 148 151
157 161 163 167 170 173 174 178 181 184 188 190 193 196 199 201 204 207 210 214 217
223 232 236 243
244