ZAPOTECOS DE LOS VALLES CENTRALES DE OAXACA
NOTA SOBRE LA AUTORA
Dolores Coronel Ortiz es candidata a doctora por el Instituto de Investigaciones Investigaciones Antropológicas de la Universidad Na cional Autónoma de México y especialista especialista en los temas de mercados regionales, redes de comercialización comercialización y procesos migratorios entre los zapotecos de los Valles Centrales en Oaxaca.
ZAPOTECOS DE LOS VALLES CENTRA CENTRALES LES DE OAXACA DOLORES CORONEL ORTIZ
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una de las 15 lenguas originarias de la entidad, lo que constituye 37 por ciento de su población total mayor de cinco años de edad. De todas, la lengua zapoteca es la que más se habla.
Los zapotecos surgieron en los lo s Valles Valles Centrales, desde donde, tras su fragmentación, se expandieron hacia la Sierra Sie rra Norte, la Sierra Sur y el Istmo.
El grupo etnolingüístico zapoteco
dividen en zapotecos de los Valles Centrales, de la Sierra Norte, de la Sierra Sur y del Istmo. Además, debido al incremento migratorio, se localizan núcleos importantes de esta etnia en otros estados de la República Mexicana, sobre todo en Veracruz, Baja California, Sinaloa, Chiapas y Sonora, la ciudad de México, así como en Estados Unidos. La lengua zapoteca está considerada actualmente como una de las 10 familias lingüísticas que conforman el grupo otomangue, junto con el amuzgo, el chatino, el chinanteco, el cuicateco, el mazateco, el mixteco, el otomí, el tlapaneco y el triqui, a más de ser una de las
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en una altiplanicie promedio de mil 500 metros sobre el nivel del mar. Ahí se localiza la capital del estado, eje de la vida política y económica de la región, originada durante la etapa temprana de los centros urbanos (hacia 400 a.C.), cuando se fundó Monte Albán (Whitecotton; 2004).
La zona tiene una extensión de 8 762.36 kilómetros kilómetros cuadrados cuadrados y reprerepresenta 9.2 por ciento de la superficie estatal. Limita al norte con las regiones de la Cañada y Sierra Norte; al oeste, con la Mixteca; al este y al sur, con la Sierra Sur. Se compone de siete distritos
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político-administrativos: Centro, Ejutla, Etla, Ocotlán, Tlacolula, Zaachila y Zimatlán. Se distingue de las otras regiones por la dinámica interacción que existe entre la ciudad capital y las comunidades campesinas, gracias a la cercanía geográfica y a la actividad comercial. Sin duda, la ciudad de Oaxaca es el corazón de los Valles.
La configuración geográfica de este territorio es variada: planicies aluviales con algunos lomeríos y montañas que alcanzan alturas de 2 050 metros. Las zonas con topografías suaves se ubican en el centro y están conformadas por tres valles menores: Etla, al noroeste; Tlacoluzla, al sureste, y Zaachila-Zimatlán-Ocotlán, al sur. Esta heterogeneidad
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La vegetación que predomina en estos valles es la xerófita (como el guamúchil, gua múchil, el mezquite, las cactáceas, cactáceas, los agaves y los pastos) y algunas especies de árboles caducifolios (el fresno y el zapote, por ejemplo).
condiciona la variedad de climas, desde los semicálidos subhúmedos en las planicies, con temperaturas promedio de 22 oC, hasta los templados subhúmedos en las partes altas de la sierra, con temperaturas medias anuales de 19.5 oC (INEGI; 2001). La precipitación promedio anual es de 727.7 milímetros en el
go. No obstante, estos recursos son cada vez más escasos, a causa de la desmedida extracción del líquido para cubrir la demanda urbana, sobre todo del distrito Centro, donde se asienta la mayoría de la población de la zona. La vegetación que predomina en estos valles es la xerófita (como el guamú-
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II, los habitantes de los valles sufrieron la invasión de grupos del sur, aunque no llegaron a ser sojuzgados. Entre los años 100 y 800 d.C., Monte Albán III recibió gran influencia de Teotihuacán, principalmente en la cerámica, la arquitectura, la escultura y la pintura de murales. A lo largo de este periodo, Monte Albán se convirtió en el centro más importante para los zapotecos, y se distinguió por una compleja organización social y política: el gobierno lo constituía el jefe sacerdotal. Monte Albán III llegó a su máximo esplendor, y prueba de ello son sus templos, palacios, adoratorios, plazas, juegos de pelota y otras edificacio-
tra grupos vecinos, así como defenderse de la amenaza del dominio azteca. No fue sino hasta la época de la Conquista —primeras décadas del siglo XVI — cuando los zapotecos perdieron su autonomía como grupo, al aliarse con Hernán Cortés para combatir a los aztecas. Durante la época colonial —siglos XVI al XVIII—, la vida de los zapotecos cambió a raíz de la introducción de nuevos elementos políticos, económicos, sociales y culturales. Tuvieron que concentrarse en las comunidades rurales, pasando así a formar parte del campesinado al servicio de la Corona, la nobleza y el clero. La población zapoteca
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Los españoles introdujeron ganado vacuno y equino en los valles de Oaxaca, que era criado en pastizales, tanto tanto para el consumo de los europeos como de los nobles indígenas. También trajeron ovejas, cabras y cerdos.
por los europeos, desconocidas para los nativos. Esta situación facilitó y permitió a los conquistadores el dominio económico y político de la región. Por otra parte, los dominicos comenzaron la evangelización en 1529. Iglesias y conventos de la ciudad de Oaxaca, como la catedral y los conventos de
de azúcar que se comercializaban con España. Por otra parte, la producción de grana de cochinilla fue una labor muy importante en el siglo XVIII, ya que llegó a ocupar el tercer lugar de productos de exportación de la Nueva España (Whitecotton; 2004).
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lo apoyaban; en este sector de la población se contaban los mestizos, los indios y otras castas que sufrían discriminación y todo tipo de injusticias. La lucha encabezada por Hidalgo, Morelos y Guerrero atacaba el poder de los criollos y de la Iglesia y buscaba cambiar la situación de la población india. Este tipo de luchas por el poder entre liberales y conservadores continuaron hasta más allá de la mitad del siglo XIX. Durante la Reforma, Benito Juárez luchó contra los conservadores para derogar los privilegios que tenían la Iglesia, la nobleza y la milicia, para instaurar un gobierno constitucionalista y por
va clase social: la burguesía nacional. Sin embargo, estas leyes afectaron también las tierras comunales indígenas. En las comunidades cercanas a la ciudad de Oaxaca, en Etla y, posteriormente, en otras comunidades de la región fueron vendidas la mayor parte de las tierras indígenas heredadas de la época colonial, que de esta manera pasaron a formar parte de la propiedad privada. La Reforma en Oaxaca y en todo el país trajo consigo inestabilidad política y una crisis económica (Whitecotton; 2004). El porfiriato (1870-1910) se caracterizó por ser una época de cierta moder-
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pues no había inversión extranjera debido a la falta de recursos y de una cultura propia de las haciendas, desarrollada principalmente en el norte del país. Fue en el transcurso de este periodo cuando se introdujo el Ferrocarril Mexicano del Sur, y la minería tuvo gran auge en los distritos de Tlacolula y Ocotlán, lo que favoreció el desarrollo del comercio y las finanzas (Chassen; 1986). El año de 1910 marcó una nueva etapa en la historia de México: la Revolución, una lucha de rebelión campesina por la tierra. Los conflictos en los Valles Centrales se presentaron de manera dispersa y duraron poco tiempo. Los más
y más tarde intentaron hacer partícipes a los campesinos de las haciendas vecinas para levantarse en armas. Sin embargo, estas rebeliones fueron sofocadas sin mayor dificultad. La lucha por la tierra en la región se inició en 1916 y la perseverancia de sus demandantes —a pesar de la renuencia de los acaparadores de grandes extensiones de tierras inconformes con perderlas— permitió que en 1934 obtuvieran 77 de las 117 dotaciones ejidales que se llevaron a cabo en el estado. De todos, los más beneficiados fueron los distritos del Centro con 24, Etla con 19 y Ocotlán con 15 dotaciones, en donde
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CUADRO 1: DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN TOTAL EN LOS VALLES CENTRALES DE OAXACA D is tritos
Población en 20 00
P or c e n t a j e
Centro
472 624
53.8
Ejutla
4 4 .617
5.1
Etla
102 074
11.6
Ocotlán
67.951
7.7
Tlacolula
10 4 4 86
11.9
Zaachila
33 .0 8 6
3.8
Zimatlán
53 2 9 4
6.1
878 .132
100.0
Total de la región Fuente: INEGI, 2001.
Como ya se señaló, la región ha sido históricamente territorio zapoteco; sin
dos por razones de carácter laboral. Así,
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Con base en los resultados del Censo General de Población y Vivienda 2000 podemos saber que los hablantes de zapoteco reúnen un total de 117 011 personas, cifra que representa 77.1 por ciento de la población indígena de la región. Se ubican preferentemente en el distrito de Tlacolula, en cuyo territorio, 62.2 por ciento de la población mayor de cinco años habla zapoteco; le sigue Ocotlán, con 32.6 por ciento, y Ejutla, con 15.6 por ciento. En tanto que los distritos de Zimatlán, Centro, Zaachila y Etla presentan menores porcentajes de hablantes de zapoteco (véase cuadro 2).
Los hablantes de zapoteco se ubican preferentemente en el distrito de Tlacolula, en cuyo territorio, 62.2 por ciento de la población mayor de cinco años habla zapoteco; le sigue Ocotlán, con 32.6 por ciento.
Los hablantes de zapoteco se distribuyen en 118 municipios, de los cua les 27 registran 70 por ciento que lo hablan; 13, entre 40 y 70 por ciento; uno —la ciudad de Oaxaca—, con menos de
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En los últimos años se han incrementado los residentes mixes, muchos de los cuales abandonan sus localidades de origen debido a conflictos internos, y esto ha hecho más notoria su presencia en el distrito de Tlacolula.
40 por ciento y más de 5 000 hablantes en números absolutos; dos con una importante presencia zapoteca, pero menos de 40 por ciento —Santa Lucía del Camino con 3 721 hablantes y Santa Cruz Xoxocotlán con 2 549 hablantes— y, por último, 75 municipios presentan una población dispersa donde predomi-
Además, en la región habitan otros grupos indígenas: destacan los mixtecos de Santiago Tlazoyaltepec, Santa María Peñoles y San Antonio Huitepec, en cuyos municipios hay más de 64 por ciento de hablantes de dicha lengua; el otro grupo corresponde al chinanteco de San Juan Bautista Atatlahuca, en donde 46
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CUADRO 3: CARACTERÍSTICAS CAR ACTERÍSTICAS DEMOGRÁFICAS Y LINGÜÍSTICAS DE LOS MUNICIPIOS ZAPOTECOS CON MUY ALTO GRADO DE MARGINACIÓN
Municipio
Población total
Población mayor de 5 años
% HLI
% de monolingües
Asunción Ocotlán
3 655
3 29 0
9 6 .4
14.1
95
A
Coatecas Altas
5 8 03
5 07 7
47.0
10.5
46
B
Magdalena Teitipac
3 604
3 116
9 5. 0
7.9
95
A
San Dionisio Ocotepec
9 78 8
8 6 02
9 6. 2
17.8
96
A
1 52 9
1 300
22. 5
0.4
22
B
2 817
2 54 4
17 1
05
16
B
San Jerónimo Taviche San Juan
% de hablantes Tipo de del zapoteco * municipio
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ACCESO A LOS SERVICIOS COMUNICACIÓN
Por la privilegiada ubicación geográfica, la vigorosa actividad comercial, los antecedentes históricos y el desarrollo turístico que ha alcanzado la región en las últimas décadas, la red de carreteras y el sistema de transporte se han multiplicado. Sin embargo, los avances más importantes en la infraestructura de comunicaciones se ubican en el área cercana a la ciudad de Oaxaca, mientras que en
las localidades asentadas en la sierra siguen predominando los caminos estrechos y sinuosos. Las principales vías terrestres que comunican a los Valles Centrales con otras regiones son: a) la supercarretera Oaxaca-Ciudad de México; b) la carretera PaPanamericana, que recorre el estado de noroeste a sureste y atraviesa la capital del estado y los valles de Etla y Tlacolula; c) Oaxaca-Puerto Escondido, que cruza Zimatlán; d) Oaxaca-Puerto Escondido,
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que pasa por los distritos de Ocotlán y Ejutla; e) Oaxaca-Tuxtepec, que atraviesa algunos poblados del distrito Centro, y f) la vía rápida Oaxaca-Istmo de Tehuantepec, que cruza Tlacolula. Estas carreteras comunican con otras pavimentadas o de terracería que unen a las poblaciones con los principales centros económicos. De los 2 007.40 kilómetros de carretera con que contaba la región en 2000 (12.45 por ciento del toto tal estatal), 611.70 estaban pavimentados, 1 088.60 revestidos reve stidos y 307.10 eran era n de terracería ( INEGI, 2001). Los movimientos cotidianos entre el interior de la región y su capital —así
En varias comunidades cuentan con transporte comunitario, y en otras, los particulares proporcionan el servicio.
te terrestre. Operan diversas líneas de autobuses, taxis y camionetas que trasladan a los pasajeros y llevan toda clase de carga; de este modo, llevan a la ciudad productos agropecuarios y fuerza de trabajo. En varias comunidades
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El transporte foráneo de pasajeros consta de varias líneas de autobuses que abarcan diferentes rutas y comunican los valles con otras regiones del país. Además, cuenta con un aeropuerto internacional ubicado en el municipio de Oaxaca de Juárez, desde donde las líneas aéreas cubren las rutas entre la ciudad de Oaxaca y el Distrito Federal, Tijuana, Tuxtla Gutiérrez, Huatulco, Puerto Escondido y Acapulco, así como el vuelo Los Ángeles-México-Oaxaca y el de Houston. En el distrito de Tlacolula se localizan tres aeródromos con pista de terracería y con capacidad para avionetas únicamente.
SALUD
Como muchos otros pueblos indígenas del país, los zapotecos guardan valiosos conocimientos sobre la medicina tradicional: cada pueblo y cada familia tienen sus propias creencias y sus fórmulas mágicas para prevenir y curar ciertos padecimientos. Para muchas personas, algunas enfermedades, como el “susto”, desaparecen solamente gracias al tratamiento de los curanderos. De acuerdo con Whitecotton (2004, pp. 294-295), el susto —común entre los zapotecos y otros grupos étnicos— es resultado de un encuentro repentino y atemorizador, ya sea con seres humanos, animales,
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Fue en la segunda mitad de la década de 1990 cuando los sistemas oficiales de salud tuvieron mayor cobertura en los municipios, mediante los programas de asistencia social, por ejemplo, “Progresa-Oportunidades”.
comunicados y carentes de servicios médicos. La construcción paulatina de los caminos ha permitido a tales poblaciones acceder a los centros de salud públicos y privados más cercanos, aunque éstos, en su mayoría, se concentran en la ciudad de Oaxaca. Fue en la segunda mitad de la déca-
como por sus beneficiarios, tienen acceso a los servicios del IMSS, del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado ( ISSSTE) o de Petróleos Mexicanos ( PEMEX). Para el año 2000 había 168 unidades médicas del sector público (14.4 por ciento del total del estado) en los Valles
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la ganadería en pequeña escala. Asimismo, existen algunos centros de beneficencia que proporcionan atención médica a esta población desprotegida; entre los más reconocidos en la entidad se encuentra “Manos Ayuda, A.C.”, localizado en el distrito de Tlacolula. EDUCACIÓN ESCOLARIZADA
A pesar de que todos los municipios de la región cuentan con escuelas de enseñanza básica, la infraestructura aún es precaria y el número de analfabetos es alto, lo cual constituye una fuerte limitación para el desarrollo de estos pueblos. En 2000, la población analfabe-
de San Sebastián Abasolo (8 por ciento), Santa Lucía del Camino (8.7 por ciento) y Santo Tomás Mazaltepec (8.8 por ciento). OTROS SERVICIOS
Si bien los servicios de agua entubada y electrificación se han incrementado de manera significativa en los últimos años, los pueblos indígenas presentan todavía un rezago considerable. En el ámbito regional, la electrificación ha tenido más alcance; para el año 2000, 92 por ciento de las viviendas de los 43 municipios con importante presencia zapoteca disponían de este servicio. La proporción
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En 25 de los 43 municipios zapotecos, el sector primario absorbe más de 50 por ciento de su población económicamente activa, la cual se dedica principalmente a la agricultura y la ganadería.
Santiago Matatlán, Santo Tomás Jalieza, Santa Ana Zegache y Santa Ana del Valle menos de 31 por ciento disponen del líquido; y, en el resto de los municipios, arriba de 40 por ciento de las viviendas sí cuentan con este servicio. Destaca Santo Domingo Albarradas, con 98.9 por ciento de viviendas con agua pota-
LA POBLACIÓN ECONÓMICAMENTE ACTIVA
En 25 de los 43 municipios zapotecos, el sector primario absorbe más de 50 por ciento de su población económicamente activa, la cual se dedica principalmente a la agricultura y la ganadería. En el otro extremo se hallan los 18 mu-
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de su población en las actividades terciarias y 26.4 por ciento en actividades secundarias. De entre ellas, las más importantes son los servicios, el comercio, la industria de la transformación, el gobierno y la construcción ( ibid .). .). También es interesante observar cómo los pueblos zapotecos de Tlacolula aumentaron su participación en el sector secundario y terciario, a los cuales se integra más de 50 por ciento de la población indígena del distrito. Destacan los municipios que han desarrollado la actividad artesanal, como San Pablo Villa de Mitla, Santa Ana del Valle y Teotitlán del Valle, que concen-
En San Antonio Castillo Velasco, alrededor de la mitad de la población se dedica al comercio y al trabajo artesanal.
pobladores dedicados a las actividades agropecuarias, lo cual revela también una importante tendencia hacia el sector secundario y terciario. ACTIVIDADES
La economía de los zapotecos de los
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Combinación de cultivos en zonas de temporal. Magdalena Teitipac. Fotógrafa: Dolores Coronel Ortiz, 2003. Acervo personal.
opera en varios lugares. Sin embargo, los campesinos enfrentan el problema
cen sobre la ejidal y la pequeña propiedad. Además, hay otras formas de
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res tienen muy poca tierra y presentan una fuerte fragmentación. El estudio elaborado por Martha Rees (2001) en la región nos muestra parte de esa realidad que viven los campesinos: el promedio de tierras que manejan las familias zapotecas en Asunción Ocotlán es de 0.53 hectáreas; en San Agustín Yatareni, 0.71; en San Antonino el Alto, 1.30; en Magdalena Teitipac, 1.60; en San Bartolomé Quialana, 2.03, y en Magdalena Ocotlán, 3.11 hectáreas. Los pro-
blemas de acceso a la tierra son mayores en Asunción Ocotlán: el total de las tierras agrícolas son de pequeña propiedad y se encuentran verdaderamente fragmentadas. En San Agustín Yatareni, Santa Lucía del Camino, así como en los l os pueblos aledaños a la ciudad de Oaxaca la superficie agrícola es cada vez menor por efecto del crecimiento urbano. Los sistemas de cultivo difieren de acuerdo con la geografía: tanto en las llanuras como en los suelos de poca
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inclinación, el empleo del arado y la yunta es común; además, se combina con el uso del tractor; en las laderas empinadas, en cambio, se utilizan instrumentos muy rudimentarios, como la coa, la azada y el machete. El cultivo principal continúa siendo el maíz, pero suele alternarse con el del frijol y la calabaza. Aunque el uso de fertilizantes químicos se ha generalizado entre los pueblos de la región, la producción es baja, ya que el promedio es menor a 500 kilogramos de maíz por hectárea, como lo muestran los trabajos de Alicia Barabas (1999) y Martha Rees (2001) para la región. Barabas señala que en
Ante la escasez de tierras agrícolas, los zapotecos han ideado una serie de estrategias acordes con las condiciones ecológicas y su ubicación geográfica.
1995, el promedio de maíz por hectárea fue de 470 kilogramos y Rees reportó un promedio total de 303 kilogramos hacia 1997. Es importante señalar que la producción varía entre una zona y otra, pues está determinada por varios facto-
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Trabajo familiar agrícola. San Antonio el Alto, Ocotlán, Oaxaca. Fotógrafa: Dolores Coronel Ortiz, 1995. Acervo personal.
Sebastián Abasolo, San Francisco Lachi-
calera, favorecida por una creciente de-
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LA VESTIMENTA
La transformación de la vestimenta ha sido más rápida entre los hombres que entre las mujeres. La indumentaria masculina más antigua y similar que aún usan algunos ancianos se compone de un calzón de manta, una camisa de mangas largas del mismo tipo de tela o de otro material, una faja de lana o algodón, huaraches y sombrero. La mayoría de los hombres usan ropa y calzado industrializados que adquieren en la mis-
ma región o que los migrantes llevan, mientras que entre los jóvenes se ha difundido el uso de pantalón de mezclilla, playera y tenis; incluso es frecuente que porten gorra con visera. El atuendo de las mujeres tiende a ser más conservador que el de los hombres, pero el diseño varía de una localidad a otra. Entre las prendas más comunes están la falda, la blusa bordada o el vestido de una sola pieza, todos confeccionados con telas industrializadas
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en las mujeres ha cobrado importancia en ciertas localidades donde la migración se ha difundido, como puede observarse entre las jornaleras de Asunción Ocotlán. LAS ARTESANÍAS
La elaboración de diversos objetos artesanales muestra sin lugar a dudas la gran creatividad de los pueblos zapotecos y, junto con la agricultura, constituye la actividad primordial y el motor del intercambio. La producción está presente en todas las localidades zapotecas, sólo que algunas participan más en el mercado que otras.
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Artesana bordando una blusa como la que lleva
nal se caracterizan por tener diferentes tecnologías, mercados, fuentes de materia prima y división del trabajo por sexo o edad (Cook y Binford; 1995 p. 105). La producción de las diversas artesanías está determinada por la demanda de los mercados regional y externo que inciden en la paulatina transformación de los sistemas de trabajo tradicionales. Destacan las localidades textileras, como Teotitlán del Valle y Santa Ana del Valle, en las cuales se elaboran —en telares de pedal— tapetes, cobijas y jorongos con hilo de lana, al natural y teñidos con tintes naturales o artificiales. En San Pablo Villa de Mitla y Santo
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seda y algodón, aunque la producción tiende a disminuir. En el barrio de Xochimilco, de la ciudad de Oaxaca, se producen manteles con hilo de algodón, los cuales se fabrican en telares de pedal y lanzaderas. La mayor parte de la producción de estas localidades está orientada al mercado turístico tanto nacional como internacional. Están también las localidades productoras de cerámica, entre las cuales destacan el barro negro de San Bartolo Coyotepec, los diversos tonos y diseños de loza de Santa María Atzompa y el barro rojo de San Marcos Tlapazola, Tlacolula (ollas, cazuelas, comales, en-
cuentan con un alto grado de incidencia en el mercado regional, pero se encuentran menos favorecidas económicamente. Entre ellas están las tejedoras de ixtle y de palma localizadas en Santo Domingo Albarradas y San Lorenzo Albarradas; o las familias dedicadas a la talla de madera en Santa Cecilia Jalieza. Asimismo, hay otras que se dedican a elaborar la cestería que se distribuye en diversos puntos de la región. No obstante, algunas localidades tienen mayor popularidad regional, como los municipios de Santa Cruz Papalutla y Tlacolula de Matamoros, en los que se producen cestos, baúles, chiquihuites (canastos),
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lámparas, cortinas, tortilleros. En algunos municipios como en Asunción Ocotlán, San Pedro Mártir, Magdalena Teitipac y Santa Cecilia Jalieza sobreviven algunas cuantas familias productoras de cestos y chiquihuites, cuyas mercancías se limitan al mercado local. El otro ramo de la producción artesanal de importancia considerable para la población zapoteca es la fabricación de ladrillo, sobre todo en los municipios de Santa Lucía del Camino y San Agustín Yatareni; si bien estos pueblos ya no
son predominantemente indígenas, la industria del ladrillo sigue siendo una importante fuerza de trabajo asalariada entre los zapotecos. En general, la mayoría de las unidades de producción artesanal se caracteriza por la falta de recursos financieros y la baja tecnificación. Además, la producción está inmersa en una cadena de intermediarios que controla los precios y restringe los ingresos de los artesanos, lo que contribuye a que éstos vivan en condiciones de pobreza.
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EL SISTEMA DE MERCADO
Las comunidades zapotecas están estrechamente relacionadas en un amplio sistema de relaciones de mercado. Desde siglos atrás, los mercados-plaza de la entidad oaxaqueña —específicamente de los Valles Centrales— constituyen los ámbitos físicos y sociales de intercambio de los pueblos indígenas. En medio de las profundas transformaciones estructurales, estos mercados tradicionales persisten y reproducen antiguas relaciones sociales de la cultura zapoteca. En ellos se hace patente tanto la enorme diversidad productiva como cierta especialización agrícola de diferentes ecosistemas.
Las comunidades zapotecas están estrechamente relacionadas en un amplio sistema de relaciones de mercado.
de interacción y comunicación, lo que a la vez regula la producción (Diskin; 1990, p. 262). El sistema regional de mercados-plaza en los Valles Centrales se extiende más allá de este territorio, se organiza en función de una periodización semanal y muestra cierta jerarquía. El mer-
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También están los mercados-plaza menos concurridos, como Ayoquezco, Atzompa, San Antonino Antonin o Castillo Velasco, Velasco, San Pedro Apóstol, San Pablo Huixtepec, Mitla, Teotitlán del Valle y Tlacochahuaya.
en las cabeceras distritales y, de ellos, Tlacolula (domingo) y Ocotlán (viernes) son los más animados; también están los de Etla (miércoles), Zaachila (jueves), Zimatlán (miércoles) y Ejutla (jueves). Todos conforman los centros de intercambio más inmediatos de las comunidades periféricas que acuden semanalmente a
que funciona para todo el estado. En Tlacolula se puede apreciar la presencia de vendedores o compradores mixes, zapotecos de la Sierra Norte y del Istmo, captados por medio de las dos rutas de comunicación que atraviesan dicho distrito: una hacia el Istmo de Tehuantepec y otra rumbo a la Sierra Norte.
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Vendedoras de legumbres en la central de abasto. Ciudad de Oaxaca. Fotógrafa: Dolores Coronel 0rtiz, 1995. Acervo personal.
Casi todos los vendedores indígenas son
tortillas (“blandas y tlayudas”) a los mer-
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destacan los hombres de Magdalena Teitipac y de San Bartolomé Quialana, quienes desde hace mucho tiempo se emplean como cargadores o estibadores, y trabajan principalmente en la compleja central de abastos. Desde esta perspectiva, el sistema de plaza, junto con los mercados permanentes, es indispensable en la vida
económica de los pueblos zapotecos y contribuye a mantener su identidad. Aunque también estos mercados introducen productos modernos que inciden en los cambios culturales, hasta ahora las comunidades indígenas han sabido cómo adoptarlos para defender su herencia cultural y ponerse a la altura de los nuevos tiempos.
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MIGRACIÓN
En las últimas décadas, la migración indígena en general ha variado debido a los cambios socioeconómicos y a la demanda de trabajadores en las zonas prósperas del país y del extranjero. Hasta principios de la década de 1970, los movimientos migratorios más importantes —destacaban la población mixteca y zapoteca— se dirigían a la Ciudad de México y a las zonas cafetaleras del sureste del país, para emplearse en actividades de construcción y en fincas algodoneras o cañeras (Costa, Papaloapan, Chiapas y Veracruz). Si bien un cierto número de campesinos de la
Desde principios de la década de 1980, los puntos de origen y destinos migratorios se han diversificado cada vez más.
ron de plataforma de lanzamiento para la corriente migratoria indocumentada que empezó a cruzar la frontera a finales de la década de 1970, en busca de trabajo en la agricultura de los estados de California, Oregon y Washington. Desde principios de la década de
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toria; le siguen los Valles Centrales con 19.85 por ciento de sus municipios en esta condición, la Sierra Norte con 19.1 por ciento y la Costa con sólo cuatro por ciento (DIGEPO, 2002). Estas regiones son las que mayor mano de obra expulsan hacia las zonas donde pueden desempeñar alguna actividad económica que les retribuya los ingresos necesarios para vivir; persiste la salida de la población indígena hacia el noroeste del país y a Estados Unidos, en donde se emplean principalmente como jornaleros agrícolas o en distintos tipos de servicios urbanos. Cada vez son más las mujeres y las familias completas que migran fuera del
Una parte importante de las remesas de los migrantes en Estados Unidos se destinan a la construcción de sus viviendas. Asunción Ocotlán. Fotógrafa: Dolores Coronel Ortiz, 2003. Acervo personal.
ta, San Miguel de Horcasitas y San Luis
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de origen (Krissman, 1994; Anguiano, 1990; Varese, 2000). A pesar de que el fenómeno se ha generalizado, éste se presenta de forma heterogénea: hay diversos grados de transformación como distintos grados de intensidad migratoria. Entre los pueblos zapotecos de los Valles Centrales hay tendencias diferentes en cuanto a los destinos migratorios y a los tipos de actividades en que se emplean, situación que se relaciona con las historias locales de migración y con las redes sociales. Por una parte, están los jornaleros agrícolas que trabajan actualmente en el
cas Altas, Ejutla, Asunción Ocotlán, San Pedro Mártir, Santiago Apóstol Ocotlán, San Antonino el Alto, San Miguel Mixtepec y Zimatlán. Las familias más pobres de estos pueblos migran temporalmente a los campos agrícolas de Baja California, Sinaloa y Sonora, ya sea mediante contratistas, o bien, por su cuenta. Por lo general tienen un bajo promedio de escolaridad, que muy excepcionalmente alcanza el tercer grado de educación primaria. En Estados Unidos, las áreas geográficas receptoras son muy diversas: California, Oregon, Washington, Arizona, Texas, Florida, Georgia, Carolina del
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a través de los diferentes vínculos con la comunidad de origen. Las relaciones comunitarias de los emigrantes se establecen principalmente con su participación política y religiosa. Estos apoyos tienen sus raíces en las tradiciones culturales y continúan siendo un recurso permanente para la creación y el funcionamiento de redes de apoyo que abren el camino para el nuevo migrante (Hulshof; 1990). Así, hoy en día, muchas familias se mantienen en contacto con sus parientes en Estados Unidos. Los dólares que envían los migrantes, producto de su trabajo, son las divisas que hacen posible cumplir con las
LA ORGANIZACIÓN SOCIAL, POLÍTICA Y RELIGIOSA
Muchas de las prácticas políticas y religiosas de los pueblos indígenas tienen sus orígenes en la Colonia; luego se adaptaron elementos de la herencia cultural indígena. Cada tradición local realizó durante siglos su propio proceso de producción de significados que produjo peculiares logros culturales (Barabas; 1999). En este contexto, el sistema de cargos, el tequio y la guelaguetza son instituciones tradicionales y mecanismos que organizan la vida interna de las diversas comunidades oaxaqueñas. Aunque estas prácticas se expresan
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miento y con la Iglesia católica, principalmente. Las comunidades se organizan en función de las categorías político-administrativas que ocupan. Así, el municipio se compone de una cabecera y una serie de localidades o unidades administrativas menores llamadas agencias y rancherías (aunque varios de los municipios de los valles conforman sólo una unidad administrativa), cuyo gobierno local lo constituye el ayuntamiento. Los principales funcionarios son el presidente municipal, el síndico, el tesorero, el alcalde y de tres a cuatro regidores. Además, sirven al ayuntamiento el
Reunión de mujeres; obsérvese el tipo de vestimenta que distingue a estas mujeres de
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Preparación de la ermita para festejar a San Pascual Bailón en San Antonino el Alto.
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de mayor importancia. Es la ocasión de máximo júbilo religioso en el que la gente celebra el aniversario de su santo con abundante comida, repiques de campanas, música, baile, juegos deportivos, fuegos artificiales, juegos mecánicos y jaripeo.
Trabajo comunitario, limpia del solar para iniciar la construcción del centro de salud. San Pedro Mártir. Fotógrafa: Dolores Coronel Ortiz, 1990.
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Desfile de la dote para los novios. Asunción Ocotlán. Fotógrafa: Dolores Coronel Ortiz, 2003. Acervo personal.
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DELA LAPOBLACIÓN POBLACIÓN EN ENHOGARES HOGARES ZAPOTECOS DEVALLES CENTRALES, CARACTERÍSTICAS DE MÉXICO, 20011 Total Población en hogares
%
Hombres
18 2 0 3 2
Mujeres
85 49 6
96 536
Población de 0 a 4 años
17 765
9 .8
8 887
8 878
Población de 5 a 14 años
43 688
24.0
21 900
21 788
Población de 15 a 24 años
36 826
20.2
16 575
20 251
Población de 25 a 44 años
43 671
24.0
19 355
24 316
Población de 45 a 64 años
26 092
14.3
12 054
14 038
Población de 65 y más años
13 376
7 .3
6 427
6 949
614
0 .3
298
316
Población de 5 años y más hablante de lengua indígena2
112 568
61.8
52 4 47
60 121
Población de 15 años y más
119 965
54 411
6 5 55 4
Sin instrucción escolarizada
23 951
20.0
7 608
16 343
Con algún grado de primaria
60 382
50.3
28 218
32 164
Con posprimaria
33 956
28 3
17 851
16 105
Población de edad no especificada
Zapotecos del Istmo de Teh Tehua uant ntepe epecc Pueblos Indígenas del México Contemporáneo
Nota sobre la autora
Eliana Acosta Márquez es historiadora por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México y candidata a maestra en antropología social por la Escuela Nacional de Antropología Antropología e Historia. Ha realizado estudios sobre migración e historia colonial y contemporánea entre los zapotecos del Istmo de Tehuantepec.
Zapotecos del Istmo de Tehu Tehuan antep tepec ec Eliana Acosta Márquez
CDI 972.004 C65 ZAPOTECOS ISTMO
Acosta Márquez, Eliana Zapotecos del Istmo de Tehuantepec / Eliana Acosta M árquez. -- México : CDI, 2007. 55 p. : fots., tablas. – (Pueblos Indígenas del M éxico Contempor áneo) Incluye bibliograf ía ISBN 978-970-753-093-5 1. INDIOS DE OAXACA – ZAPOTECOS 2. INDIOS DEL ISTMO DE TEHUANTEPEC, OAXACA – ZAPOTECO ZAPOTECOS S 3. ZAPOTECOS ZAPOTECOS (DEL ISTMO ISTMO DE TEHUANTE TEHUANTEPEC) PEC) - HISTORIA HISTORIA 4. ZAPOTEC ZAPOTECOS OS (DEL ISTMO ISTMO DE TEHUAN TEHUANTEP TEPEC) EC) – UBICACIÓN GEOG GEOGR RÁFICA FICA 5. ZAPO ZAPOTE TECO COS S (DE (DEL ISTM ISTMO O DE TEHUANTEPEC) – DESARROLLO SOCIOECONÓMICO 6. IDENTIDAD ÉTNICA – ZAPOTECOS (DEL ISTMO DE TEHUANTEPEC) 7. COMERCIO INDÍGENA – ISTMO DE TEHUANTEPEC 8. ZAPOTECOS (DEL ISTMO DE TEHUANTEPEC) – VIDA SOCIAL Y COSTUMBRES 9. ZAPOTECOS (DEL ISTMO DE TEHUANTEPEC) – ORGANIZACIÓN SOCIAL SOCIAL 10. ZAPOTECO ZAPOTECOS S (DEL (DEL ISTMO ISTMO DE TEHUAN TEHUANTEP TEPEC) EC) – Í RITOS Y CEREMONIAS 11. ZAPOTECOS (DEL ISTMO DE TEHUANTEPEC) POL TICA Y GOBIERNO I. t. II. II. Ser. Ser.
Catalogación en la fuente: fuente: GYVA
Ztc l It Ttc
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en el estado de Oaxaca; de igual forma un número signicativo de población se localiza en Veracruz, Chiapas, Estado de México y Distrito Federal (Serrano, 2002; pp. 74, 100). Los istmeños son un subgrupo de los cuatro que constituyen una de las principales macroetnias de México, junto con los zapotecos originarios de los Valles Centrales, la Sierra Norte y la Sierra Sur. En el Istmo, donde la población total se calcula en 546 288 y más de 50 por ciento se cataloga como población originaria, 7 de cada 10 hablantes de una lengua indígena se desenvuelven en za-
ZaPotecos del istMo de tehuantePec
El Istmo de Tehuantepec Tehuantepec destaca por contar con múltiples recursos naturales, lo cual ha motivado proyectos para construir co nstruir vías de comunicación y planes de explotación del entorno.
dición y un estilo cultural propios. Se distinguen de los zapotecos de otras regiones y cuentan con una variante lingüística: el didxazá, término que alude a su origen mítico y que se traduce como “palabra de las nubes”. 3 Aunque hay fuentes que registran la presencia de los zapotecos en el istmo
cual, en distintas épocas, ha motivado a cristalizar proyectos para construir vías de comunicación y planes de explotación del entorno que comprende esta zona. 4 Por sus caminos terrestres y uviales, desde la época prehispánica fue lugar de tránsito. Durante la Colonia también se distinguió por ser un puente
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Junto con la construcción de vías de comunicación, múltiples proyectos, entre los que sobresalen la modernización agrícola, la industria petrolera y algunas tentativas de desarrollo —como el Megaproyecto del Istmo y el Plan Puebla Panamá— han congurado al istmo oaxaqueño y han marcado la historia de los zapotecos y de los otros pueblos originarios de la región (mixes, huaves, zoques y chontales). La región está conformada por el distrito de Juchitán y el de Tehuantepec, el
primero con 22 municipios y el segundo con 19. Ambos presentan tres zonas geográcas y económicas diferenciadas: la de la planicie, donde se concentra la población zapoteca, orientada al comercio y a la producción agrícola y ganadera; área beneciada por la infraestructura y las vías de comunicación. Después está la zona montañosa, donde coexisten zapotecos, chontales, mixes y zoques; se distingue por la producción de café y maderas, así como por la falta de caminos y servicios. Por último, está la zona
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Unión Hidalgo, Asunción Ixtaltepec, Ciudad Ixtepec, Santa María Xadaní y Santo Domingo Tehuantepec. Sólo en Juchitán se ubica más de 40 por ciento de la población, y, junto con Tehuantepec y Ciudad Ixtepec, históricamente ha dado forma a los centros económicos de los binnizá . En el marco de la diversidad de los pueblos indígenas del país, los asentamientos zapotecos se distinguen por-
que, en su mayoría, no están compuestos por áreas rurales; de hecho, 60 por ciento de la población se localiza en zonas urbanas y ha conformado ciudades indígenas con un notable poder político y económico. Tehuantepec destaca por haber sido, durante la época colonial, el centro poblacional más importante de la región, y Juchitán, por contar, hoy en día, con el principal polo comercial del istmo oaxaqueño.
ZaPotecos del istMo de tehuantePec
Desde la época colonial, los binnizá se erigieron como el grupo predominante predomin ante del Istmo de Tehuantepec; Tehuantepec; en el periodo novohispano se convirtieron en el centro de articulación de las políticas del régimen colonial, y durante los siglos xix y xx protagonizaron las vicisitudes del México independiente.
En denitiva, los zapotecos del Istmo de Tehuantepec se han distinguido por su hegemonía, su superioridad demográca y por contar con mejores condiciones socioeconómicas si se las compara
pec; en el periodo novohispano se convirtieron en el centro de articulación de las políticas del régimen colonial, y, durante los siglos xix y xx, fueron protagonistas de las vicisitudes de la moderni-
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ZaPotecos del istMo de tehuantePec
la población quedó circunscrita al Marquesado del Valle, pero pronto estuvieron bajo la jurisdicción de la Corona. Al igual que en la época prehispánica, durante la Colonia, Tehuantepec fue el centro político de la región; en ese lugar residían las autoridades, se concentraban los tributos recaudados y desde ahí los dominicos evangelizaban a los pueblos indígenas. El Istmo continuó siendo un lugar estratégico gracias a sus rutas comer-
Con la irrupción española, los zapotecos desarrollaron estrategias para afanzar un predominio en la región. En un principio quedaron en su mayoría circunscritos al marquesado del Valle, Valle, y luego directamente a la Corona.
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La primera rebelión zapoteca, zapo teca, en 1660, estalló como consecuencia de los abusos de las autoridades en la recaudación tributaria y la explotación laboral. En 1715 hubo otra insurrección, pero esta vez los españoles prefrieron negociar y conceder más derechos. ciales, recursos naturales y actividades productivas. De gran importancia para los zapotecos fue mantener una lógica económica y comercial a la par de la española. En efecto, los españoles fortalecieron un poder económico con el establecimiento de haciendas, y, sobre
se expandió a toda la región y a lo largo de un año la población zapoteca se autogobernó. Medio siglo después, en 1715, desconocieron una vez más a las autoridades; los españoles, en lugar de reprimir, prerieron negociar y conceder más derechos a la población zapo-
ZaPotecos del istMo de tehuantePec
mo de Tehuantepec ha permanecido estrechamente integrado al capital nacional y extranjero. Este nuevo escenario económico dio pie a un notable incremento demográco; en tres décadas se duplicó prácticamente la población —de cerca de 50 mil a más de 100 mil—, y a la par se di-
versicaron los ocios y las actividades productivas. Las poblaciones zapotecas no dejaron de ser predominantemente agrícolas; sin embargo, en lugares como Juchitán, Ixtepec y Tehuantepec, además de los de campesinos y comerciantes, había muchos más ocios: carpinteros, alfareros, albañiles, médicos,
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Los binnizá tuvieron que adaptarse a las políticas del Estado posrevolucionario, que diseñó para el lado oaxaqueño del Istmo un polo de desarrollo agrocomercial.
sastres, soldados, empleados públicos, profesores, abogados, plateros, herreros, zapateros y barberos (Reina, 1995, p. 39; Coronado, 2003, p. 82). La modernización del Istmo de Te-
y del país, y sobre todo, por el despojo de las salinas al volverse monopolio de un particular. Las mismas demandas de esta rebelión (tierras, salinas y autonomía) se observan en la década de 1880 con la movilización de Mexu Chele en contra de Porrio Díaz. Igualmente, los binnizá se involucraron en la lucha entre conservadores y liberales, lucha que se tiñó de disputas internas cuando Tehuantepec tomó partido por los primeros y Juchitán por los segundos (Barabas; 1999, pp. 97-98). En contraste, la historia de los zapotecos en el siglo xx está marcada por los
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Y por el otro lado está el declive económico por la apertura del Canal de Panamá, que afectó considerablemente el carácter comercial del puerto de Salina Cruz y del ferrocarril transístmico. Una de las consecuencias más notables de lo anterior es la migración de grandes contingentes de población a la zona petrolera del sur de Veracruz, y, vinculado a ello, el decrecimiento de la población en los municipios zapotecos en 24 por ciento (Reina; 1994, pp. 128129). La industria petrolera se convirtió en la fuente de empleo más importante de la región, y los zapotecos, en una de
rio no impactó considerablemente hasta que, en la década de los sesenta, diseñó un programa de modernización agrícola a partir de la construcción de la Presa Benito Juárez y del Distrito de Riego Número 19. El Estado pretendió dotar a los campesinos de un sistema que posibilitara el aumento y la comercialización de los cultivos y superar así la agricultura tradicional y de temporal. El resultado fue que un gran número de campesinos se quedaron sin tierra y no gozaron de los benecios del distrito de riego, que se concentró en muy contadas propiedades. Además, se desplazaron los produc-
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Mujeres portando la indumentaria tradicional, una de las expresiones del estilo cultural zapoteco. Juchitán de Zaragoza, Oaxaca.
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Romero comprenden importantes polos económicos; no obstante, Tehuantepec, Ixtepec y, en mayor medida, Juchitán, constituyen los centros comerciales de la región. Indígenas y mestizos concurren a estas ciudades para comprar y vender, y tener acceso a ciertos bienes y servicios. A Juchitán acuden desde las mujeres huaves para ofrecer camarón hasta los
ganaderos del istmo oaxaqueño y veracruzano para vender sus productos. Por esa razón se arma que tal centralidad comercial ha conformado una “estructura dual” constituida por dos economías con orientaciones distintas: una encaminada a la subsistencia y otra, a la acumulación de capital. La segunda se concentra en las ciudades y es controla-
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da en gran parte por los binnizá, quienes han propiciado que las actividades productivas locales sean una extensión del comercio zapoteca. Hasta hace poco, las mujeres zapotecas eran las intermediarias del comercio de camarón que producían los huaves y por mucho tiempo proveyeron a mixes y zoques de mercancías industrializadas a cambio de sus productos locales (Millán; 2006a). En denitiva, la hegemonía zapoteca ha estado aparejada a relaciones interétnicas desiguales, que se han reejado no sólo en el ámbito económico, sino también en el político y cultural. Los
centran los binnizá cuentan con más ventajas productivas y están mejor comunicados. De especial relevancia en este proceso ha sido lo que se ha denominado la “zapotequización” del Istmo de Tehuantepec, término que se ha utilizado para explicar la conformación de una cultura regional de estilo zapoteca (Reina, 1995, p. 44; Barabas, 1999, pp. 101-102). Así pues, en contraste con otras regiones indígenas, en el siglo xix , durante la llegada de población de distintas regiones de México y diferentes países —en el contexto de la construcción del ferro-
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ConTrasTes IdenTIT IdenTITarIos arIos y soCIoeConómICos
Es indudable la hegemonía de los binnizá en el Istmo de Tehuantepec; sin embargo, no dejan de ser patentes los contrastes y las contradicciones dentro de la población zapoteca. Entre los sectores sociales y los municipios se marcan las diferencias en las condiciones de vida y en los índices de marginación. Igualmente son signicativas las disputas políticas, sobre todo en relación con problemas de linderos y con discrepancias partidarias, y a pesar de que hay un estilo cultural regional, las diferencias entre
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Expresión de las oposiciones identitarias entre los binnizá la constituye la añeja rivalidad entre juchitecos y tehuanos, ya sea con el tamiz de liberales y conservadores o de priistas y coceístas. Lo son también las representaciones y los estereotipos en torno a las valoraciones positivas o negativas de los dierentes tipos de zapotecos. Las disputas intercomunitarias se han expresado especialmente en diferencias, e incluso, en oposiciones identitarias. En principio, los zapotecos se han distinguido por el municipio de origen, de manera que es clara la distinción entre
ferentes tipos de zapotecos. Los juchitecos se consideran “robaganados” o “revoltosos”, pero también “valientes” o “unidos”; en tanto, los tehuanos, si bien pueden calicarse de “traidores” o “presumidos”, se tienen por “amables”
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pende en gran parte de las remesas que proporcionan los migrantes. Ahora que el sistema tradicional de subsistencia no da siquiera para el autoconsumo y no se han generado otras posibilidades económicas, la migración pasó de ser un medio de autorregulación socioeconómica a una franca expulsión demográca. Hasta los años sesenta, los municipios zapotecos fueron predominantemente agrícolas y pesqueros, con una enorme actividad comercial. Esta dinámica se sustentaba en una estructura ocupacional por géneros, en la que el hombre se dedicaba a la producción agrícola o
profesores de enseñanza básica y media superior del Istmo. Por más que los zapotecos se adapten a nuevos escenarios económicos, las fuentes de empleo son limitadas en la región, excepto la creciente economía de servicios en las ciudades y la escasa industria, representada básicamente por la renería de Salina Cruz y la cementera situada en el municipio del Barrio de la Soledad. Así pues, los binnizá cuentan con mejores condiciones de vida en comparación con los pueblos indígenas de la región; sin embargo, las diferencias so-
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los servicios, además de presentar un alto grado de escolaridad y de ingresos. Sin embargo, en otros, como San Blas Atempa y Santa María Xadaní, más de 40 por ciento de la población es analfabeta, en tanto que en Santiago Laollaga nadie tiene acceso a los servicios
de salud (Dirección General de Población de Oaxaca, 2000, pp. 85-89; Millán, 2006b). Las diferencias en las condiciones de vida y los contrastes identitarios dan cuenta de que los binnizá, aunque formen parte de un grupo delimitado histó-
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rica, regional y culturalmente, no constituyen un pueblo homogéneo, ya que en el interior se marcan dichas diferencias. Hay un centro constituido por las ciudades zapotecas —Tehuantepec, Juchitán e Ixtepec— y un conjunto de municipios
No se advierte la particularidad de los zapotecos si no se repara en el conjunto de prácticas, símbolos y valores que los distinguen de otros pueblos y de la sociedad nacional.
y localidades que, como los huaves, zoques, mixes o chontales, giran en torno a él. El desarrollo de las ciudades y de ciertos sectores de la población zapoteca se ha dado, en mayor o menor medida, en detrimento de los otros binnizá y pueblos originarios de la región. deL ToTopo a La sandunga o Las CLaves deL esTILo CuLTuraL ZapoTeCo
La etnografía y la historia en torno a los zapotecos han puesto especial atención a lo que conforma el estilo cultural de
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se expresa en la lengua, la gastronomía, las estas, la música y la indumentaria (Peterson, 1990, p. 72; Cabrera, 2001, pp. 125-126). El didxazá, que se habla en la zona de los Llanos, al igual que el zapoteco de Petapas-Guevea y el de Lachiguiri en el área montañosa del Istmo, expresan una de las claves fundamentales del estilo cultural zapoteco. La lengua de la “gente de las nubes” condensa un saber y una tradición que se viven en la cotidianidad y en las festividades, y a pesar de ser pocos los monolingües de la región, no sólo es alto el porcentaje de
sin excepción llevan indumentaria regional y se desenvuelven en zapoteco, se distinguen por preparar las “delicias istmeñas” siguiendo la tradición. Proveen a propios y a extraños de totopos, camarón, queso fresco, tlayudas, iguana, pescado seco, chocolate, tamales de elote, quesadillas de arroz, entre otros tantos productos que se han vuelto distintivos de la región e incluso del estado de Oaxaca. Las claves del estilo cultural zapoteco son parte de la vida cotidiana; se respira en los mercados y se saborea en la mesa, aunque su espacio privilegiado es
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despliegue de su ingenio en el lengua je. Las mujeres sobresalen por sus trajes de tehuanas; además, compiten por llevar la enagua y el huipil más elaborados y costosos y por estar mayormente ataviadas en oro. Más allá del totopo, la sandunga o el el traje de tehuana, está la organización comunitaria. El despliegue del estilo cultural zapoteco no se explica sin los lazos de parentesco y las alianzas entre grupos que se ponen en juego en las mayordomías. En estas agrupaciones se articulan el trabajo y la cooperación económica, producto de las relaciones
Más allá del totopo, la sandunga o el traje de tehuana se encuentra la organización comunitaria: lazos de parentesco y alianzas que se ponen en juego en las mayordomías.
Es posible que en la organización ceremonial y en la esta se rearmen los vínculos dentro de una familia o de
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la noción de una comunidad regional, las diferencias sociales han hecho del estilo zapoteco un privilegio de las clases medias y altas (Peterson; 1990, p. 77). Si la hegemonía de los binnizá ha estado asociada al control y manipulación del estilo cultural zapoteco, y si el despliegue de este recurso requiere de redes sociales y disponibilidad económica, no
es de extrañar que la burguesía local sea la principal beneciaria. La profusión de las velas—contar con las mejores bandas o los trajes más suntuosos, por ejemplo— se traduce en ascensos políticos o en concesiones económicas. A pesar de que las clases medias y altas se han apropiado del estilo zapoteco, las clases bajas también han luchado
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por sus derechos no sólo al vivir la tradición día a día, sino también al reivindicar la identidad étnica en agrupaciones políticas como la cocei. Además, es importante no perder de vista que tanto en el contexto regional como en el de la nación, el estilo zapoteco ha favorecido la disposición de una relativa autonomía política y su predominio en el Istmo de Tehuantepec. Las veLas: veL as: expresIón de La fIesTa y La organIZaCIón CeremonIaL
Los zapotecos consideran las velas como una de las tradiciones más arraiga-
ocios y lugares; se ha destacado su origen prehispánico, en particular la relación con el culto a los ancestros. Igualmente, se ha considerado el trasfondo agrícola, ya que su celebración corresponde al inicio del cultivo de maíz y la entrada de las primeras lluvias. En Juchitán se cuenta con unas 24 velas, que van desde las dos velas dedica das a San Vicente, santo patrono de la ciudad, hasta las que honran apellidos, como la de los Pineda y los López. En el Espinal, las principales velas se vinculan a los barrios; en mayo, cada barrio del municipio hace gala de su vela distinti-
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Si ejemplicamos de manera sucinta y nos centramos en las velas en honor a los santos como una de las celebraciones más signicativas y representativas entre los binnizá, encontraremos un presunto modelo constituido por fases bien denidas. Las calles se visten de esta con la calenda y “la regada de frutas”. Gene-
ralmente se inaugura la celebración dos días antes de la esta grande con la calenda, que consiste en un recorrido por las principales calles de la ciudad, recorrido que va de la casa de los mayordomos o el salón de eventos a la iglesia. En el camino de ida y vuelta destaca la presencia de las mujeres vestidas con el traje regional y sus medallones de oro;
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los zapotecos, en especial las mujeres, bailan al ritmo de los sones istmeños. La celebración culmina con el lavado de olla, momento en que se comparte el recalentado y la bebida con la gente más cercana. En realidad es una prolongación de la esta y la puesta en marcha del apoyo de familiares y amigos —de la “ayuda mutua” o “mano vuelta”—, que se expresa precisamente en la entrega de limosnas y el lavado de ollas.
La organización de las velas es responsabilidad de sociedades, conocidas como “sociedades de la vela”. En Juchitán, por ejemplo, se conforma por una mesa directiva, cuyos cargos principales son un presidente, un secretario, un tesorero y cinco vocales. Completan las sociedades las mayordomías, compuestas por un hombre y una mujer —que no necesariamente son esposos—, y en ellas recaen los principales gastos de la esta.
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Se ha advertido que en Tehuantepec es donde mejor se ha conservado el origen de la organización ceremonial, y es posible reconstruir su trasfondo prehispánico y colonial. En esta ciudad existe
el cargo de xuaana , término que se traduce como “el que tiene el poder en la mano”, “el que manda”, “el que mueve el mundo” o “el dueño de las costumbres”. Los xuaanas son la autoridad
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máxima de cada barrio y son considerados dueños de la costumbre; llevan el seguimiento del ciclo festivo, desde bautizos hasta las estas patronales. Se ha señalado que en el Lienzo de Gue vea , una de las principales fuentes históricas de los zapotecos, los xuaanas están registrados como militares en el Consejo de Cosijopi, señor de Tehuantepec (Munch; 1999, pp. 117-146). Otros cargos de la festividad, además de los principales, mayordomos, capitanes y padrinos, son el de gussana, “organizador de las estas”, que funge como antrión, y el de chagola , “casamente-
faCeTas y represenTaCIones faCeTas de Los bInnIZá
Los binnizá han motivado la creación de uno de los imaginarios más representativos de México en lo que se refiere a la etnicidad; es decir, lo que en otro tiempo se conoció como folclor indígena. Por propios y extraños se ha construido una imagen de lo zapoteco, que se expresa en los relatos de viajeros, en la literatura, en la pintura, en la fotografía y en el cine (Cabrera; 2001, pp. 2-11). Artistas e intelectuales, tanto nativos como extranjeros, han disertado sobre
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Como tantos otros viajeros que crearon una imagen, a veces idílica, del Istmo de Tehuantepec, Tehuantepec, Charles Brasseur deja ver su asombro por la libertad y el poder de las mujeres, así como por “cierto misterio que atrapa”.
Manuel Álvarez Bravo, que capta la distinción de la mujer zapoteca. Los viajeros fueron de los primeros en construir una imagen, muchas veces idílica, del Istmo de Tehuantepec y de los binnizá. Destaca Charles Brasseur por ofrecer un panorama del Istmo en la
poetas, quienes han creado un icono en torno a su belleza, fuerza y sensualidad (Cabrera; 2001, p. 107). Se ha construido un inagotable discurso sobre el protagonismo de la mu jer en la sociedad zapoteca. No sólo se ha reconocido su preponderancia en el
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tiene un lugar en el ámbito doméstico y comunitario. Son famosas las velas juchitecas de los muxe, la “Vela de las Auténticas Intrépidas Buscadoras de Peligro” y la “Vela Baila Conmigo”, que son de las más esperadas por los tecos y constituyen una de las principales atracciones para los turistas. En el discur-
so antropológico, la imagen del muxe ha dado pie a discusiones en torno a la construcción de los géneros, y en comunidades gays, en el contexto nacional, se ha erigido en símbolo ( ibid., pp. 1617, 149-150). Cabe hacer notar la existencia de una “alta cultura” zapoteca, que está
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Los intelectuales y artistas binnizá han recreado la tradición zapoteca al integrarse a las instituciones mestizas y la han llevado más allá de las ronteras del país.
compuesta por intelectuales y artistas de reciente incorporación al ámbito académico o que se halla dentro del circuito artístico nacional.
En la segunda mitad del siglo xx destaca el movimiento cultural vinculado a la cocei, que tiene su mejor expresión en la creación, en 1972, de la Casa de la Cultura en la ciudad de Juchitán. La Lidxi Guendabiaani o “casa de la inteligencia” ha reunido a artistas, políticos y periodistas comprometidos con la tradición binnizá y con la democratización de la cultura. De este movimiento resalta la labor del pintor Francisco Toledo, del poeta Macario Matus y del investigador Víctor de la Cruz. Los intelectuales y artistas binnizá han recreado la tradición zapoteca al
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e incorporan elementos característicos de las velas en sus campañas y mítines. De igual forma, los zapotecos en el siglo xix mantuvieron su predominio frente a los extranjeros al zapotequizarlos, y en el siglo xx lograron controlar el sindicato petrolero al hacer uso de su estilo cultural. No se puede explicar esta construcción del poder desde la etnicidad entre los binnizá, si no se alude a su tradición de lucha y a su participación en movimientos políticos que han marcado lo que ahora es México. En efecto, los zapotecos se han destacado por no so-
terminación” o “tradición guerrera”; lo cierto es que ya sea mediante la participación en las disputas que han marcado la nación —como la Guerra de Reforma o la Revolución— o interviniendo en los partidos políticos que actualmente se disputan el poder, han luchado por su privilegio y autonomía (Campbell, 1989, p. 249; Reina, 1995, p. 41). Hoy en día, los binnizá se hallan integrados al sistema de partidos, de tal forma que el poder de los municipios se disputa principalmente entre priistas y perredistas. Si bien las organizaciones tradicionales —como el consejo de an-
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del campo que impulsaba el Estado. No obstante, después concentró su lucha en la arena electoral al disputar el control político de los gobiernos municipales. En 1981, por primera vez ganó las elecciones en Juchitán; durante dos años mantuvo el poder hasta que fue desconocida por el Congreso local. La cocei recuperó el control político a nales de la década de los ochenta y lo mantuvo durante los años noventa en alianza con el Partido de la Revolución Democrática ( prd ). En la actualidad, aunque sigue teniendo presencia —sobre todo en Juchitán— su poder se ha reducido con-
juntaron política y tradición en las artes, especialmente en la literatura y la plástica, y de ahí surgieron múltiples organizaciones anes (Campbell; 1989, pp. 252-253). La experiencia zapoteca en la industria petrolera del sur de Veracruz es otro caso de la construcción cultural del poder desde la etnicidad; en particular, la hegemonía de los binnizá en el sindicato petrolero deja ver el binomio entre el estilo cultural y la estructura de dominio zapoteca (Acosta; 2005, pp. 21-25). Por un lado, los zapotecos migrantes operaron mecanismos de alianza y apo-
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laboral que se prolonga hasta nuestros días. Participaron en las primeras luchas sindicales y tejieron relaciones con los líderes hasta llegar a controlar el sindicato. El predominio zapoteco no se redujo al sindicato petrolero: trascendió a los gobiernos municipales. Generalmente, después del cargo de dirección en la sección del sindicato, los zapotecos continúan su carrera política, si no dentro de la estructura político-administrativa del sindicato en los ámbitos regional y nacional, sí en las diputaciones locales y federales y en los gobiernos municipales y estatales. Al igual que en el istmo oaxaqueño,
Petróleos Mexicanos ( pemex), además de expresar una construcción del poder desde la etnicidad, dan cuenta de una de las particularidades culturales más signicativas de los binnizá: la apertura al contacto y la articulación entre tradición y modernidad. En la conjunción de una estructura de dominio y un estilo cultural, los zapotecos, a la vez que se han integrado a las instituciones y dinámicas nacionales y mestizas, han recreado la tradición binnizá y han reproducido su hegemonía dentro y fuera del istmo oaxaqueño, y en el camino, han zapotequizado a
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bIbLIografÍa ACOSTA MÁRQUEZ, Eliana, Migración zapoteca a la zona petrolera del Sur de Veracruz , Ensayo preliminar para el Proyecto de Etnografía de las Regiones Indígenas de Méico del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Méico, 2005. Perspectivas etnográfcas BARABAS, Alicia M. y Miguel A. BARTOLOMÉ BARTOLOMÉ (coords.), (coor ds.), Confguraciones étnicas en Oaxaca. Perspectivas para las autonomías , vol. I, Instituto Nacional de Antropología e Historia / Instituto Nacional Indigeni sta, Méico, 1999. BRASSEUR, Charles, Viaje por el Istmo de Tehuantepec (1859-1860) , Fondo de Cultura Económica (Lecturas Meicanas, núm. 18), Méico, 1981. CABRERA PALOMEC, René, La dispersión que produce la danza. El imaginario étnico entre los zapotecos del Istmo de Tehuantepec , tesis de licenciatura en antropología social y maestría en ciencias antropológicas, Escuela Nacional de Antropología e Historia, Méico, 2001. 2001. CAMPBELL, Howard B., “La cocei: cultura y etnicidad politizadas en el Istmo de Tehuantepec”, Tehuantepec”,en en Revista Mexicana de Sociología, núm. 51, abril 1989, Instituto de Investigaciones Sociales-Universidad Nacional Autónoma de Méico, Méico, 1989, pp. 247-263. CORONADO MALAGÓN, Marcela Rosa María, Procesos de etnicidad de los zapotecos del Istmo de Tehuantepec: una relación triádica entre resistencia y dominación, tesis de doctorado en antropología, División de Posgrado, Escuela Nacional de Antropología e Historia, Méico, 2004. 2004. DIRECCIÓN GENERAL DE POBLACIÓN DE OAxACA, Marginación municipal , Oaxaca 2000 , Dirección General de Población de Oaaca, Oaaca, 2000. HENESTROSA, Andrés, Los hombres que dispersó la danza , Miguel Ángel Porrúa, Méico, 2003.
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características de la poblacióN eN hogares zapotecos del istmo de tehuaNtepec, 2000 1
Ttl plci
%
h
185 814
mj
9 0 28 0
9 5 53 4
Población de 0 a 4 años
1
.
30
Población de a 14 años
42
22 .
21 4 43
21 143
Población de 1 a 24 años
3 33
1.0
1 01
1 2
Población de 2 a 44 años
4 0
2.1
21
24 1
Población de 4 a 4 años
2 2
1.
14 133
1 142
Población de y más años
13 2
. 4
04
0
0. 3
330
2
Población de edad no especifcada
plci 5 ñ lt l ií2
116 010
56 0 45
59 9 65
plci 15 ñ
124 943
59 577
65 3 6 6
Sin instrucción escolarizada
2 0
22.
43
1 0
Con algún grado de primaria
0 4
40 4
24 34
2 11
Zapotecos del Ismo de d e Tehuantepec Tehuantepec , de Eliana Acosta Márquez, se terminó de imprimir en diciembre de 2007 en los talleres de Impresora y Encuadernadora Progreso, S.A. de C.V., San Lorenzo 244, Col. Paraje San Juan, Deleg.