SEXUALIDADE TRASORGANICA:
(Alquimia Sexual e Neuro-Ciência
na Psicoterapia de Casais)
Dr. Francisco Francisco Moreno Téllez (PSICOTERAPEUTA DE ORIENTACIÓN ANALÍTICA JUNGIANA, UNIVERSIDAD CATÓLICA DE C HILE)
SEXUALIDADE TRASORGANICA :
(Alquimia Sexual, Neuro-Ciência ePicoterapia) Dr. Francisco Francisco Moreno Téllez
INDICE:
I.
El Problema del Orgasmo y la Experiencia Transorgásmica ………………………………pg.3
II.
Qué es sexualidad transorgámica, orígenes del término…………………………………pg.06
III.
El Drama Sexual del Patriarcado. La conección matríztica ………………………………pg.09
IV.
Por qué nos beneficiamos del sexo sin orgasmo ……………………………………….……pg.15
V.
Cómo hacer el amor de modo “transorgásmico”………………………………………… “transorgásmico”………………………………………… ..pg.19
VI.
Ejercicios para practicar la Sexualidad Transorgásmica……………………………………pg24
VII.
La mujer: Naturalmente Transorgásmica……………………………………………………....pg.29
VIII.
El Llamado………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………………………… ………………………………… ...pg.31
IX.
Por qué la sexología en Occidente está tan ciega hacia la experiencia transorgásmica………………………………… …………………………………………………………………… …………………………………………………………………… ………………………………… .pg.33
X.
Los dos caminos del amor y del sexo: La Afrodita Sensual y la Afrodita Celeste…………………………………… ……………………………………………………………………… ………………………………………………………………… ……………………………… .……pg37
XI.
Orgasmo: por qué las parejas pierden gradualmente el deseo y la atracción sexual mútuos................................................................................................................pg.41
XII.
El Verdadero "Placer Orgásmico" nunca es el Orgasmo (discutiendo sobre aquello que llamamos Orgasmo)……………..…………………………………………………………………pg.48
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Sexualidad Transorgámica es una forma muy diferente de concebir y practicar la
sexualidad, que puede traer verdadero reencatamiento, armonía y felicidad a tu relación de pareja. Transorgásmico es un término nuevo que quiere decir "más allá del orgasmo" o "trascendiendo el orgasmo" y como modelo y como práctica se basa en conocimientos de antiguas tradiciones como el Tao, el Tantra, la Gnosis y la Alquimia, entre otras, en los descubrimientos actuales de la neurociencia sobre sexualidad y, por sobre todo, en lo que algunos hemos podido practicar y experimentar por nosotros mismos.
I.
El Problema del Orgasmo y la Experiencia Transorgásmica
Constantemente se nos ha dicho, y así lo hemos creído, que el orgasmo es la experiencia que nunca debe faltar en una relación sexual. Después de todo, el orgasmo nos parece 100% “natural”y es placentero. Sin embargo, muy pocos son conscientes de las consecuencias indeseables que el orgasmo trae, tanto para el individuo como para la pareja. Investigaciones recientes hechas sobre la sexualidade del mamíferos han mostrado que el orgasmo trae consigo una serie de cambios drásticos a nivel de la neuroquímica del cerebro, las que nos afectan profundamente. Por ejemplo, la dopamina, que es el neurotransmisor que nos estimula y nos hace sentir entusiasmados y enamorados, es descargada con fuerza durante el orgasmo o rgasmo (Ver ( Ver imagen abaixo).No abaixo).No obstante, inmediatamente después, el neurotransmisor experimenta una significativa y prolongada baja, lo que implica que justo después del orgasmo, el entusiasmo, la atracción atracció n y la energía decaen irremediablemente. Esta baja en el período postorgasmo se experimenta usualmente como una especie de “resaca”. El individuo, en especial el varón, se
siente cansado y con sueño; a menudo se duerme o desea estar solo. Un estado de hipersensibilidad
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(fotofobia, susceptibilidad emotiva, etc.) envuelve a la mayoría de los individuos en los minutos m inutos y horas posteriores a la descarga orgásmica, sin mencionar que algunos efectos menos evidentes pueden permanecer hasta por 2 semanas. Las fluctuaciones de la dopamina, además, ocasionan cambios en la percepción: antes me sentía bien; ahora me siento cansado y quizás algo contrariado (emocionalmente). Si antes percibía a mi pareja como la persona más atractiva atra ctiva del mundo, ahora me qued a el gusto a “¿y eso fue todo?”. Con la baja de la dopamina empiezo a notar también cosas de ella, quizás detalles, que me molestan. Los cambios descritos no son un capricho de la biología. Más bien se trata de un diseño común a todas las especies de mamíferos en su conducta de apareamiento. El orgasmo es un refuerzo biológico que proporciona su dosis de dopamina al cerebro para que el individuo siga apareándose una y otra vez. Esto no sería problema si no ocurriera que sucesivamente, cuando el macho vuelva a la carga, se apareará cada vez con menos frecuencia con la misma hembra. La observación y los experimentos científicos señalan que llegará el momento en que el macho perderá todo el interés por la hembra. Sin embargo, si frente a él ponemos otra hembra otra hembra de la misma especie, el macho correrá a aparearse con ésta con igual entusiasmo que al comienzo. Este fenómeno es conocido como el efecto Coolidge, y se ha observado en muchísimas especies de mamíferos. El mecanismo permite a la naturaleza asegurar que un macho se cruce con muchas hembras en un mismo período, para así asegurar la variabilidad genética de sus hijos. Esto a su vez incrementará las posibilidades de supervivencia de la prole, para así perpetuar los genes. ¿Si esto ocurre con la gran mayoría de las especies de mamíferos, a nadie se le ha ocurrido pensar que los humanos, siendo también mamíferos, estamos sometidos a una dinámica similar? ¿Cuántas parejas enamoradas van perdiendo paulatinamente el interés por tener relaciones entre sí? ¿Cuántos hombres y mujeres, después del sexo, se sienten ajenos, separados, desconectados el uno del otro? Todas estas preguntas nos llevan a considerar c onsiderar el alto índice de infidelidades y de matrimonios que fracasan, el porqué de la necesidad de que existan prostitutas, o la insatisfacción y el aburrimiento en que caen muchas parejas que han convivido mucho tiempo. Todos estos hallazgos han sido documentados por la autora norteamericana Marnia Robinson en su libro "Cupid's " Cupid's Poisoned Arrow" , también disponibles en su web http://www.reuniting.info/ http://www.reuniting.info/.. Como revelaciones, lucen sorprendentes, ya que el sexo y el orgasmo son ampliamente valorados por nuestra cultura, incluidos muchos psicólogos y sexólogos que constantemente animan a las parejas a maximizar su experiencia orgásmica. Sin embargo, hablar de relaciones sexuales y de orgasmo no es hablar 100% de lo mismo. Aunque nos parezca increíble o impracticable, es posible tener relaciones sexuales sin orgasmo, aprovechando todos los beneficios de la intimidad y del placer sexual, mas sin exponernos a los efectos desagradables que mencionamos antes. Nosotros hablamos de una manera diferente de plantear las relaciones sexuales, la cual hemos llamado sexualidad transorgásmica, siendo más que nada una invitación a la práctica. A través de ésta nos liberamos de la mecánica y del condicionamiento impuesto por la naturaleza. Sin embargo, jamás renunciamos al verdadero placer sexual, sino que lo incrementamos. Porque para disfrutar de un buen vino no es necesario emborracharse. Del mismo modo, disfrutar del sexo no implica tener que llegar
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al orgasmo; al contrario este último nos priva de alcanzar la verdadera experiencia. Pensemos que con el orgasmo la intensidad sexual se concentra en los genitales y se desvanece abruptamente una vez acabado el acto; en la experiencia tr transorgásmica, ansorgásmica, esta intensidad se experimenta por el cuerpo entero y la sensación de éxtasis se conserva, haciéndonos sentir, al acabar, más m ás atraidos y conectados emocionalmente con co n nuestra pareja. Después del acto sexual, nos sentimos revitalizados, satisfechos, tranquilos y enamorados, sin que exista un corte entre el antes y el después de la práctica. Si no estamos pensando en tener hijos, no es necesario eyacular, ¿Para qué desgastarnos? ¿Para qué caer c aer en la sucesión de "altos" y "bajos" a la que nos expone la dopamina? ¿Cómo aprender esta "nueva" aproximación al sexo? El primer paso es cuestionar nuestras creencias. Investigando un poco más, nos daremos cuanta de que la aproximación aprox imación no es nueva: ya fue enseñada por los Tántricos en la India y por los Taoístas en China. También hubo pioneros en Occidente, a través de escuelas espirituales, comunidades, hermanadades, etc. que practicaron de manera secreta por temor a las represalias de la Iglesia o los gobiernos. Esto que hoy planteamos a través de este escrito es sólo la "punta del iceberg" de un gran g ran conocimiento práctico que ha existido siempre pero al cual muchos estamos accediendo por primera vez. El término " Sexualidad Transorgásmica " es nuevo, pero lo hemos creado porque no existía una palabra que pudiera englobar la esencia de esta práctica y visión. Muchas veces se piensa que es un saber "raro" o "excéntrico", que hay que ponerse túnica o recitar mantrams, o que hay que adoptar creencias extrañas. Transorgásmico nos parece una buena palabra, porque hace alusión directa a lo que ocurre en la sexualidad: es un ir "más " más allá" allá" o un "trascender "trascender " la rutina sexual común (el orgasmo) para acceder a un tipo de experiencia más satisfactoria, completa y sanadora. De todas formas existe el placer y un tipo de climax, pero no tiene nada que ver con la descarga de la energía sexual, ni con una explosión ni un vaciamiento, como ocurre con el orgasmo. En cuanto a la práctica, puede que el comienzo convenga continuar del modo habitual, pero esta vez estando atentos para observar lo que nos ocurre o curre en el antes y el después del orgasmo. Luego, si pensamos seriamente en que es necesario cambiar, tendremos que comenzar poniéndonos un o bjetivo: evitar el orgasmo. El resultado óptimo se obtiene cuando ambos miembros de la pareja están inspirados por lo mismo. ¿Pero cómo evitar el orgasmo? Hay muchas técnicas y ayudas, pero ninguna de éstas servirá si no aprendemos a reconocer el momento cuando el orgasmo se aproxima. A través de una respiración profunda, pausada, podemos disminuir el ritmo de nuestras pulsaciones y controlar con mayor efectividad la efervescencia sexual. También el movimiento tiene que ser pausado; la quietud del cuerpo permite que los lo s órganos se vayan acostumbrando el uno al otro. Así de a poco y con cuidado, comenzamos con movimientos rítmicos, tomando mucho aire en los pulmones y expulsándolo suavemente. La musculatura de la zona perineal nos ayudará mucho, ya que contraerla y relajarla voluntariamente es como cerrar y abrir las puertas de la energía. Y para que la práctica sea efectiva, imaginemos (y/o sintamos) que nuestros genitales son como un horno hirviendo o una especie de olla a presión que emite vapores. Esos vapores son como ondas de placer que, con cada
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inhalación y movimiento, ascienden hacia nuestro corazón y/o nuestra cabeza, expandiéndose (al espirar) por todo nuestro cuerpo. Es una manera práctica de descomprimir la zona genital, a la vez que estimulamos que la energía sexual circule, expandiéndose como sensaciones por todo el cuerpo. Y no olvidemos abrazar y besar a nuestra pareja, porque la afectividad ayudará a que fluyamos más y mejor, y que la experiencia transorgásmica sea completa. Si por algún motivo, sentimos que estamos ad-portas del orgasmo, intentemos quedarnos quietos inspirando rápido y profundo al mismo tiempo, y reteniendo; también puede ser necesario que salgamos de nuestra pareja. Del mismo modo, si sentimos que ya llevamos lo suficiente como para continuar, nos separamos con cuidado y nos tendemos al lado, procurando mantener las respiraciones profundas junto a los ejercicios de imaginación y musculatura que ya mencionamos. Es importante permanecer así un buen rato, hasta que la excitación y el "fuego" haya menguado. La explicación más detallada sobre la práctica la haremos en un próximo artículo. Por ahora, la invitación es a practicar. La mejor manera de alcanzar la experiencia transorgásmica es ir aproximándose a ésta a través de la experimentación, ya que nadie conoce mejor su cuerpo que uno mismo. Importante es no desanimarse, pese a que al principio puede que las cosas no fluyan como uno quiere. Es difícil descondicionar a nuestro cuerpo. La capacidad transorgásmica sólo se desarrolla con la práctica paciente, mientras los frutos valen realmente la pena. .
II.
Qué es sexualidad transorgámica, orígenes del término
“Sexualidad transorgásmica” o “sexo transorgásmico” es un término que
hemos inventado para poder dar cuenta de una experiencia y de una práctica o disciplina que pone en cuestionamiento todo lo que hemos aprendido sobre sexualidad y relaciones sexuales. Este cuestionamiento no es superficial: es decir, no se refiere a las preferencias ni a los gustos en materia sexual, sino a un paradigma básico, que domina nuestra manera habitual de aproximarnos al sexo, la manera en que lo vivimos y cómo nos afecta. En primer lugar, quisiéramos afirmar que vivimos inmersos en una gran ignorancia acerca de las posibilidades que involucra el sexo en cuanto a experiencia, del mismo modo como un maestro de yoga o de medicina china podría afirmar que sabemos muy poco sobre las posibilidades de nuestro cuerpo y nuestra mente. En el sexo aún cargamos con siglos de condicionamiento proveniente de valores, creencias y hábitos arraigados y preservados por una cultura patriarcal de la cual apenas hemos tomado conciencia. Si hoy preguntamos a cualquiera en qué consiste el acto sexual humano normal, dirá que es el acto donde dos adultos se unen a través de sus órganos sexuales, con el fin de procrear, de darse placer o afecto. Es cierto que en cierto sentido las cosas han cambiado mucho. Por ejemplo, en Europa hace 200 años el orgasmo no era una experiencia demasiado habitual en las mujeres, ya que la religión oficial lo desestimaba y a veces lo prohibía. En algunas partes incluso, el esposo ni siquiera podía ver la desnudez de la esposa, y el
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sexo en el matrimonio sólo era aceptado con fines reproductivos. Sabemos que hoy en día, en todos lados ha habido una liberalización progresiva (con excepción de algunos países islámicos) en materia sexual. No obstante, esa gran liberalización de lo sexual no ha aumentado necesariamente nuestra comprensión acerca del sexo, y apenas ha permitido poder plantear cuestionamientos prácticos; la reflexión ha sido más que nada teórica, ya que, como decíamos, en el aspecto conductual el acto sexual (me refiero a la respuesta sexual), sigue siendo la misma. Sigmund Freud colocó una huella muy profunda cuando señaló de modo tajante, que todo acto sexual normal necesariamente debía culminar en el orgasmo, el cual, al menos en el hombre, aparece 100% ligado a la descarga de la eyaculación. Esa prescripción deja en claro lo que muchos jamás siquiera cuestionan: que el acto sexual se completa cuando el hombre eyacula. El orgasmo, por ende, es el componente o el hecho fisiológico que marca la culminación y consumación. Por su parte, Master & Johnsonn, en la segunda mitad del siglo XX, quisieron establecer un modelo empírico, basado en la observación de las distintas etapas de un acto sexual. Después de estudiar miles de actos sexuales entre sujetos de las más diversas características y orientaciones, establecieron que la respuesta sexual humana tenía 4 etapas: (1) Excitación, (2) Meseta, (3) Orgasmo y (4) Resolución. Estas etapas pueden graficarse por una curva
ascendente, la cual alcanza un punto máximo (el orgasmo), para luego decaer más o menos bruscamente (al menos en el varón) y volver al nivel basal. Dado que el orgasmo representa algo así como una experiencia “peak" en cuanto a su capacidad de remecer al organismo, se lo valora como el estado ideal, aunque en la práctica sólo dure unos breves segundos. Es así que el modelo de Master y Johnsonn es un modelo “orgásmico”, tal como lo es el de Freud, y aún
siendo un modelo descriptivo más que explicativo, de todas formas establece un patrón o norma. En sí mismo ha pasado a ser un mapa de lo que debiera ser una conducta sexual adecuada. Además, ¿Quién podría
contradecir al modelo? ¿Acaso todo acto sexual no debe siempre culminar en un orgasmo por parte (al menos)
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del varón? ¿Quién haría algo distinto y para qué? ¿Acaso no es lo natural, lo que observamos en los animales, por ejemplo? Es cierto que el modelo de Master & Johnsonn 1 describe con precisión lo que ocurre con nuestra conducta sexual, no obstante deberíamos hacer la pregunta: ¿Es esto natural o aprendido? ¿Existe otra posibilidad? ¿Puede que Master & Johnsonn hayan estado describiendo, sin saberlo, un patrón cultural más que un hecho natural? O también: ¿El hecho que sea natural significa que debemos vivirlo por obligación así? Muchas conductas son naturales y sin embargo las hemos modificado para poder vivir mejor: por ejemplo: orinar o defecar es algo natural, pero lo hemos educado para hacerlo sólo en lugares o momentos adecuados; con un poco de entrenamiento, un atleta o un nadador pueden modificar la forma natural de respirar para así lograr mantenerse corriendo o nadando por mucho tiempo. Master & Johnsonn no ahondan en si su modelo está describiendo o prescribiendo la respuesta sexual humana. Quizás por la época en que su investigación fue hecha, ellos no consideraron a personas que efectivamente practican un tipo de sexualidad muy distinta que no cabría jamás en el modelo de 4 etapas. Antiguas tradiciones como el taoísmo en China y el tantrismo en la India, nos demuestran que es posible concebir el sexo de modo muy distinto, tanto en la teoría como en la forma de practicarlo. También en los EE.UU. existieron personas, hoy casi completamente olvidadas, que plantearon formas radicalmente diferentes de vivir la sexualidad. En todos esos casos, no se trat a de modelos “orgásmicos” que enfatizan la importancia de llegar al orgasmo, sino todo lo contrario, resaltan la importancia de evitarlo. Todas estas doctrinas, filosofías y grandes pioneros, estaban preocupadas por alc anzar un tipo de experiencia mentecuerpo a través del sexo, para la cual era 100% necesario trascender la forma convencional de hacer el amor. Dichos modelos que la gente llama “tantra”, “karezza” o “tao del amor”, tienen como característica
común, el hecho de que se aprende a controlar la descarga sexual. A menudo hablan de orgasmo, pero como una experiencia de gran plenitud más que como explosión. De ninguna manera se están refiriendo al orgasmo convencional descrito por Master & Johnsonn. El tantrismo, el taoísmo y el método Karezza en los EE.UU. son “modelos transorgásmicos”, y he aquí que podemos plantear con claridad a qué nos referimos por sexualidad transorgásmica. Es así que Sexo Transorgásmico es aquel sexo que se practica sin llegar al orgasmo, ni por parte de la mujer ni por parte del hombre. El énfasis está puesto en el intercambio afectivo y en prolongar lo más posible la etapa de meseta, de modo de gozar del máximo placer que proporciona todo el cuerpo, recorrido por estremecedoras sensaciones que no se agotan. Para hacernos una idea, el acto sexual transorgásmico puede durar 1 hora y más, y estamos hablando de penetración efectiva. Este acto sexual culmina cuando ambos, o uno de los miembros decide terminar y suavemente se retira. En el caso del varón, éste conserva intacta su erección, puesto que no ha eyaculado y por ende no existe ninguna etapa de resolución. Respecto al placer, éste se asemeja más a un tipo de éxtasis; algo que es necesario vivirlo para entender de qué se trata. Ambos miembros de la pareja se ven muy beneficiados con este tipo de relación y el fuego de la pasión que provoca, 1
Con los dos apellidos Masters y Johnson, se conoce popularmente al matrimonio formado por el famoso ginecólogo William Masters y la trabajadora social Virginia Johnson. Juntos estudiaron la respuesta sexual humana, realizando un exhaustivo estudio en el que participaron diferentes parejas, tras su observación y análisis de los datos obtenidos de los encuentros sexuales de las personas que participaron en el estudio, diferenciaron 4 fases en la respuesta sexual humana: excitación, meseta, orgasmo y resolución.
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muy distinto del típico deseo de llegar al orgasmo, se ve incrementado conforme la pareja practica. Digamos que el hombre no pierde el interés (enamoramiento) por su mujer, a la vez que la mujer tampoco por su hombre. En el aspecto de salud y bienestar personal, ambos miembros se sienten más equilibrados, más energizados y vitales. Si practican algún deporte o disciplina espiritual o artística, verán que cuentan con mayor concentración e inspiración. No hay contraindicaciones para hacer del sexo transorgásmico un hábito, siempre que se lo practique dentro de una relación entre adultos responsables que lo han aceptado voluntariamente y que entienden qué están haciendo. Algunas dificultades pueden experimentarse al principio, pero son las dificultades propias de aprender cualquier arte o disciplina. El hecho de que exista una pareja estable que también desee vivir la experiencia, ayudará enormemente al principiante a percibir los beneficios de la práctica. Muchos mitos existen respecto a este tipo de sexualidad. Se nos ha dicho que si el hombre no eyacula, terminará por producírsele daño, que algo quedará incompleto, que luego al día siguiente andará mal, etc. Respecto a eso, la invitación es a experimentar por sí mismo. Si alguno de esos mitos fuera cierto, quienes llevamos años practicando de seguro ya estaríamos enfermos o tendríamos serios problemas de pareja o de conducta. La verdad es que no es así y, por el contrario, el bienestar tanto personal como la vida en pareja, tienden a mejorar. Transorgásmico es un término nuevo. Hemos buscado crear una denominación nueva para poder englobar un tipo de sexualidad que nos ha sido mostrada desde distintas tradiciones y culturas, sin necesariamente tener que identificarnos con ellas. Creemos que no es necesario ser un monje tántrico ni seguir sus rituales, ni hacernos un seguidor del Tao para integrar la sexualidad transorgásmica a nuestras vidas. Ésta puede ser practicada con éxito por cualquier occidental, tal como hoy muchos occidentales practican el yoga o la meditación, que originalmente estuvieron asociados a religiones orientales. Resumiendo los beneficios de la sexualidad transorgásmica, podemos decir, po r último, que existen dos grandes énfasis: 1) Para el individuo que practica:
- Mayor ánimo, energía, vitalidad y salud. - Mayor inspiración y concentración - Mejora su vida sexual y su vida de pareja. - Adquiere un mayor equilibrio yin-yang. - Se conlleva mucho mejor con cualquier práctica espiritual, actividad artística, intelectual o deportiva. 2) Para la pareja: - Mayor armonía. Las investigaciones señalan que el orgasmo genera distanciamiento emocional, mientras la experiencia transorgásmica ayuda a que ambos se sientan conectados, comunicados. - Método natural de anticoncepción (no es infalible, pero la experiencia demuestra que una pareja puede estar años sin tener hijos). .
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III.
El Drama Sexual del Patriarcado. La conección matríztica.
Nuestra forma de abordar el sexo, como humanidad, está llena de ambivalencia. Esto quiere decir que la mayoría de las veces hay un doble discurso, un “doble filo”. Por un lado están la fascinación, la atracción y el
deseo; por otra parte aparece la represión, el miedo y hasta el odio al sexo, y los intentos por ponerlo bajo control. A lo largo de nuestra historia, mientras más represión existió, mientras más moralismo, leyes y tabú hubo respecto al sexo, más proliferaron la prostitución y los excesos. A épocas de relajo sexual invariablemente sucedieron épocas de puritanismo. Y hasta el día de hoy, aunque ha desaparecido la censura explícita impuesta por la autoridad, el sexo es un asunto incómodo, que por su complejidad a menudo nos somete a más de algún conflicto moral o emocional. ¿Se ha preguntado alguien por qué las religiones se han preocupado tanto por normar la vida sexual de las personas? ¿y por qué existe el machismo, la “guerra” de géneros, la denigración del sexo y la mujer, etc.?
¿Y por qué existe el énfasis, en muchas culturas tradicionalistas, en ver al sexo y a la mujer aún como "peligrosos" o "inadecuados"? Hasta el día de hoy, y aunque nadie lo diga expresamente, sentimos que el sexo es un terreno espinoso. Con toda la buena intención nos declaramos liberados de tantas creencias del pasado, pero su sombra inconsciente nos persigue. Basta ver los chistes, los rayados en los baños públicos y la fuerte demanda de pornografía en Internet, como para ver que no todo está resuelto. Y a menudo en el plano personal la ambivalencia del sexo se presenta con las características de una adicción: logro disfrutarlo, pero con frecuencia experimento también cierta frustración conmigo mismo o mi pareja, como si la promesa que nos hace el sexo antes de hacer el amor, no estuviera siendo 100% cumplida. El origen de esta ambivalencia puede ser rastreado hasta los comienzos de nuestra historia como sociedad patriarcal. Y es que el patriarcado, ese sistema social que se impuso aproximadamente a partir del 4to. milenio A. de C. implicó una violenta ruptura que afectó la relación del hombre con la naturaleza, incluido la propia experiencia de la sexualidad. Antes del patriarcado lo que habría existido son sociedades matrízticas que, según la socióloga e historiadora cultural Riane Eisler (2000), se caracterizaron por ser pacíficas, solidarias e igualitarias. Mantenían un contacto directo y espiritual con la naturaleza, siendo su deidad principal una especie de Diosa o Gran Madre. Consideraban que el sexo, así como todo lo que tenía que ver con el cuerpo, era sagrado, ya que provenía de la Diosa. En el arte de esos pueblos suelen figurar los motivos alegres, coloridos, representando la relación armónica entre el hombre y la naturaleza. El placer era también valorado como una celebración de la vida. El patriarcado, en cambio, era y sigue siendo muy distinto a lo matríztico. En primer lugar se trata de sociedades jerárquicas que valoran la competencia y la guerra. Y si la guerra es su actividad principal, las personas importantes serán los individuos aptos para ella; por su fuerza física, los hombres llevan siempre la ventaja. Las mujeres, por ende, en el mundo patriarcal ocupan un lugar secundario, siendo necesario establecer un control estricto sobre ellas. Si bien es cierto, las mujeres –decíamos- están relegadas a un segundo plano, la sociedad patriarcal no puede prescindir de ellas. Pensemos que las dos actividades principales de un patriarcado son la guerra y la
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esclavitud (la segunda, consecuencia de la primera) y por lo tanto se requiere un gran número de individuos. Las mujeres y la sexualidad serán así enfocadas a la función reproductiva. El patriarca tendrá muchas esposas y esclavas que le darán muchos hijos, ojala varones; las prisioneras y las mujeres de las castas más bajas proveerán también del número adecuado de esclavos o trabajadores. Por otra parte las relaciones sexuales aparecerán con la siguiente ambivalencia: cuando un hombre, fuerte, orgulloso, guerrero, tenga relaciones sexuales con una mujer, quedará de manifiesto que él es inferior a ella. Él podrá tener una sola eyaculación y caerá rendido cada vez, mientras ella tendrá siempre una disposición a querer más. Esto angustiará mucho al hombre, quien empezará a ver esta superioridad de la mujer como una amenaza. Sentirá cómo, después de eyacular, su fuerza y su voluntad ya no son las mismas, y así constantemente percibirá en la mujer a una rival, que en la lucha cuerpo a cuerpo siempre lo derrota. Para comprender esto pensemos también que la virilidad de un hombre, me refiero su propia autopercepción de fortaleza y virilidad, tiene que ver con el falo (esto ya fue estudiado ampliamente por el psicoanálisis). Cada eyaculación implicará que el falo queda fláccido, y será percibida orgánicamente como cansancio y debilidad (debemos aceptar que el orgasmo causa una serie de cambios neurológicos (que ya hemos señalado en otros artículos, que afectan la experiencia y cambian la autopercepción y percepción del mundo; hoy existe bastante investigación científica al respecto (Robinson, 2009)). La venganza de este hombre que se siente derrotado por la mujer en lo sexual será simple: hay que reprimir el sexo y a la mujer. Dirá: “mi satisfacción es la que im porta; la de ella no”. La mujer por sí misma se
transforma en una piedra de tropiezo y, al mismo tiempo, una especie de objeto. La rabia inconsciente del patriarcado hacia la mujer y su sexualidad se expresa de formas diversas: a la mujer hay que denigrarla, taparla, mutilarla (como en muchos lugares de África), violentarla (como en la violación), esconderla detrás de velos y vestidos largos, usarla como moneda y botín, etc. Porque los psicólogos sabemos que ante el miedo y la angustia se presenta la reacción de querer controlar, poseer. El matrimonio, que en la sociedad tradicional ata a la mujer al dominio de un hombre, busca relegarla a la función de procreadora y c riadora de los hijos. La mujer adúltera será castigada con la muerte, y la mujer que ose desafiar las leyes fácilmente se la puede tachar de bruja, escandalosa y hasta ninfómana. El drama inconsciente de este hombre del patriarcado es sentir que el sexo es su punto débil. Para compensarlo, practicará el distanciamiento emocional. Hacer el amor de modo rápido, superficial, violento, y sin intimidad, será la característica de la sexualidad del hombre patriarcal. Muchas veces el placer será un placer sádico, porque el hombre puede demostrar su superioridad por medio de la fuerza, haciendo sufrir a la mujer. Un ejemplo es la fantasía de muchos hombres de que su pene es una especie de arma o manguera que dispara. Suponen que el volumen del semen es una señal de su potencia, o que lo es la violencia y rapidez con que “acaban”. En el contexto del
patriarcado, debemos suponer que la mujer ponía a su vez sus artes en juego: seducción, celos y manipulación a través de los hijos. Era el comienzo de la guerra de los sexos. En diversas culturas del patriarcado, un padre que, sintiéndose amenazado por sus hijos, luego los abandonaba o los devoraba, aparece como un tema mitológico recurrente (Cronos, Edipo, Urano, Zeus, etc.).
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En muchas especies el macho muere después de fecundar a la hembra, y así los hombres guardan un miedo ancestral, arquetípico, que se desencadena inconscientemente cada vez que eyaculan. Porque eyacular es morir (perder el falo erecto, símbolo del poder). Y si uno nace mientras el otro muere, el que muere siente que el que nace lo ha matado. El sexo con eyaculación causa angustia en el hombre patriarcal, puesto que le desencadena el miedo a morir y ser devorado. El falo yace fláccido después del orgasmo, y para evitar el sentimiento de pérdida es necesario hacer que el sexo sea sólo un trámite, una simple y rápida descarga. Así, el hombre termina rechazando emocionalmente el sexo, a la mujer y a los hijos; el acto sexual se convierte en un acto banal, rutinario, desprovisto de misterio y sensibilidad. El hombre encapsula su sexualidad en un solo lugar, la punta del pene, y en un solo momento, la eyaculación. Y como él tiene el poder físico, social, familiar, termina imponiendo su manera de vivir lo sexual: precaria, básica, animal. Hoy en día muchas mujeres corren detrás del orgasmo tratando de emular al hombre. Ellas, cuya capacidad sexual innata es inmensamente superior a la del hombre, se hallan marcadas por tantos milenios de sexualidad masculina y guerra de géneros. Podemos ver que hombre del patriarcado es tremendamente acomplejado en el ámbito sexual, pero su problema se fundamenta en la ignorancia, a partir de una actitud errada desde el comienzo. Esta actitud es que él estableció un orden valórico basado en el poder y en la dominación. Dominación de otros hombres, de la naturaleza y de sus propios cuerpos; dominación sin comprensión, ya que no se interesaron por comprender la naturaleza, ni la sexualidad, ni las emociones, sino sólo dominarlas. Desde una perspectiva psicopatológica, podríamos decir de este hombre, que se aprecia adoptando una posición esquizo-paranoide. Se siente amenazado (por la naturaleza, por el sexo, por otros hombres) por lo que necesita hallar un punto seguro: dominar antes que ser dominado. Las sociedades matrízticas, por el contrario, establecieron una relación armónica con la naturaleza y con el cuerpo. Son sociedades que el connotado biólogo Humberto Maturana señala en la línea de lo que él llama la biología del amor. No fueron sociedades dominadas por mujeres, porque en ese caso habrían sido matriarcales en lugar de matrízticas. Lo interesante es que esta relación de armonía con todas las cosas los llevó a desarrollar un conocimiento profundo de la naturaleza, ligado a la espiritualidad y el misticismo. Aún hoy existen vertientes de lo matríztico, que aún se conservan, que nos hablan del conocimiento que estas culturas poseían sobre el ser humano. Dos grandes ejemplos de estas vertientes son el Tantra de la India, y el Taoísmo chino. En el caso del Tantra, estudiosos como Andreé Van Lysebeth (1990), sitúan su origen en la India pre védica, esto es, anterior a las invasiones arias. Recordemos que los bárbaros arios invadieron la India hacia aproximadamente el II milenio A. de C., conquistando a la Civilización del Valle del Indo, una c ultura de la línea matríztica. Los arios, que eran jerárquicos, politeístas y tribales, impusieron el rígido sistema de castas, que hasta la actualidad impera en la India. Ahora bien, este pueblo también absorbió parte de los conocimientos y espiritualidad de sus predecesores. El yoga hindú, por ejemplo, habría tenido también un origen pre-védico y por ende tántrico, el que sólo al sincretizarse con el mundo patriarcal adquiere un acento ascético y se termina por institucionalizar a través de sistemas. Es decir, la filosofía de la dominación y la jerarquía (propias del patriarcado y los valores guerreros")pasa a ser el fundamento del énfasis que muchas escuelas de y oga
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hacen, en dominar el cuerpo y las pasiones, más que de integrarlas. El Tantra o “yoga tántrico”, por el contrario, refleja de modo mucho más fiel la aproximación matríztica: integradora y aceptadora de la naturaleza, de las emociones y de la sexualidad. A pesar del sincretismo que manifiesta con las deidades del hinduismo (como Shiva y Shakti), en el culto tántrico estas últimas representan más bien principios, energías. La sexualidad es una parte central en el culto tántrico, pero los maestros y escuelas nos revelan que el secreto no es dominar ni controlar (externamente) la sexualidad, sino iniciarnos en su conocimiento profundo. También enfatizan que, siendo la mujer sexualmente superior al hombre, es este último quien debe equipararse a ella, y no viceversa. Al referirse al placer sexual, éste constituye una vía para iluminarnos, es decir un yoga o práctica. En su mayoría señalan que se debe evitar el orgasmo, pues éste representa un obstáculo para alcanzar la iluminación. Ahora bien, para evitar confusiones hay que aclarar, que hay hoy en día muchas escuelas y maestros que utilizan en nombre tántrico pero que no comparten la visión que estamos enunciando. Esto es porque Tantra es utilizado de modo amplio, muchas veces incluso por corrientes que promueven el ascetismo. El Taoísmo, por su parte, floreció en China y es una filosofía centrada en la observación y comprensión profunda de la naturaleza. Su influencia ha sido enorme para la cultura china, en su medicina, sus artes marciales, sus sistemas de adivinación, artes plásticas y poéticas, etc. Como filosofía plantea la existencia de dos principios: Yin (femenino) y Yang (masculino) en constante movimiento y equilibrio.Aunque el imperio chino era muy machista y patriarcal, los taoístas enfatizaron (y lo siguen haciendo) el hecho de que existe un equilibrio entre yin y yang. En el Tao Te King, su principal libro escrito por Lao Tse en el siglo VI. A. de C., encontramos pistas matrízticas, cuando menciona a “La Madre de Todas las Cosas”
(Canto I) o a "la Hembra Misteriosa" (Canto VI), y su constante alusión al elemento agua, como símbolo de lo femenino. En el plano sexual, los maestros taoístas desarrollaron lo que llamaron el Tao del Amor o Kung Fu sexual, en el que son aún más explícitos al prevenir al hombre contra la eyaculación del semen. Maestros taoístas modernos, como Mantak Chia, nos enseñan cómo el hombre y la mujer, en vez de llegar al orgasmo, pueden alcanzar una experiencia superior, mediante lo que ellos llaman el “Orgasmo Valle”, el cual no tiene nada que ver con la
descarga genital. Queda claro que tanto el Tantra como el Taoísmo son filosofías pre-patriarcales, ligadas a lo matríztico, que han logrado sobrevivir hasta nuestros días. ¿Por qué justamente en ellas encontramos una aproximación a la sexualidad como algo sagrado, misterioso, extático, y por qué nos plantean hábitos sexuales tan distintos, como evitar la eyaculación y el orgasmo para así acceder a una experiencia de carácter "superior" ? Son estas culturas que descienden de lo matrístico las que justamente nos están planteando un enfoque Transorgásmico (o sea, que evita y trasciende el orgasmo, tal como lo hemos estado señalando en otros artículos sobre el tema). A través de estas prácticas nos abrimos a una experiencia de lo sexual como camino de encuentro con lo sagrado, sin caer en la ambivalencia que resulta del orgasmo. El acto sexual, desde estas aproximaciones transorgásmicas, ya no causa contrariedad ni culpa, ni frustración, ni es la raíz de la rivalidad inconsciente entre el hombre y la mujer. Pero el Tantra indio y el Tao chino no son los únicos casos de tradiciones que habrían adoptado una visión y una práctica del sexo como ámbito sagrado. Sabemos que lo matríztico existió también en Europa y el Medio
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Oriente, antes de las invasiones de los patriarcales semitas e indoeuropeos. Esto nos lleva a creer que un conocimiento similar al Tantra o al Tao del Amor ciertamente tiene que haber existido también en occidente y, por qué no, en todo el mundo antiguo. Como ejemplo, en el Tantra indio el culto central está dirigido al dios Shiva y a su co nsorte Shakti, quienes abrazados sexualmente y en meditación mantienen al universo en perpetuo movimiento. Pero Shiva posee un paralelismo directo con Dionisios, el dios Griego del vino y del éxtasis (Danielou, 1987) Los drávidas, por su parte, habitantes de la India Pre-Védica (tántrica y matríztica), serían de un origen étnico Alpino-Meditarráneo, o sea Europeo (Vas Lysebeth, 1990). Por ende, habría suponer que las Culturas de la Europa antigua (llamada Civilización de la Europa Antigua) y del Asia Menor arcaicas, que construyeron grandes construcciones megalíticas, y que continuaron ejerciendo una influencia grande pero subterránea, a través de las grandes Herejías y Escuelas Filosóficas y Espirituales de Occidente, conocieron y practicaron una visión tántrica (o sea transorgásmica) de la sexualidad. El Culto a Dionisio, por ejemplo, el Shiva mediterráneo, con sus misterios sexuales, estaba ampliamente extendido por el mundo griego, latino y Egipcio (Danielou, 1987). En estos lugares, aunque el dominio patriarcal se hacía sentir (con sus guerras y esclavitud), habría habido pequeños grupos que, al igual que como ocurrió en India y China, conservaron un saber práctico respecto a la sexualidad, no enfocada a la reproducción sino al desarrollo interno del individuo. Esto también podemos suponerlo en base al estudio de los mitos y símbolos de esas culturas, los cuales dan pistas bastante contundentes de la presencia de un conocimiento esotérico respecto a la sexualidad (por ejemplo, en la Cábala Hebrea, en el Gnosticismo la Alquimia o el Amor Cortés). La palabra dionisíaco, por su lado, se usa hasta hoy y bien podría ser un calificativo válido para el éxtasis transorgásmico.
La conclusión final es que existe una clara conexión entre las culturas matrízticas y la sexualidad transorgásmica. El patriarcado, por parte, nos ha legado su afán por encapsular lo sexual en su aspecto más básico y animal, imponiendo como norma una sexualidad centrada en la eyaculación y el orgasmo. Esto debiera hacernos reflexionar: la esclavitud y la guerra, otras herencias del patriarcado, hace un tiempo atrás eran también aceptadas como "naturales". ¿No será hora de cuestionar también las creencias y valores que rigen nuestros hábitos sexuales?
REFERENCIAS
Danielou, A. (1987) Shiva y Dionisos. Buenos Aires: kairós Eisler, R. (2000) El Cáliz y la Espada. Santiago: Cuatro Vientos. Maturana, H. (2000) Prólogo, El Caliz y La Espada. Santiago: Cuatro Vientos Robinson, M. (2009). Cupid’s Poisoned Arrow . North Atlantic Ed. Van Lysebeth, A. (1990) Tantra, el Culto a lo Femenino. Urano Ed.
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IV.
Por qué nos beneficiamos del sexo sin orgasmo
En qué consiste, hablando de modo sencillo, la Sexualidad Transorgásmica, y por qué, siendo que el orgasmo es una experiencia tan legítima y natural, hemos hablado tanto a favor de evitarlo? ¿Acaso no nos estamos yendo hacia una especie de puritanismo o conservadurismo extremo que intenta reprimir los aspectos más intrínsecos de nuestra vida sexual? Intentemos, pues, contestar de modo simple: una pareja que practica Sexo Transorgásmico es aquella que es capaz de hacer el amor, retirándose sin haber llegado al orgasmo. Y decimos “orgasmo” para referirnos a aquella serie de contracciones involuntarias a nivel de los músculos y órganos de la zona pélvica, que en el caso del hombre llevan a la eyaculación. Muchos se preguntarán “¿pero es eso posible? ¿con qué objetivo?”. Efectivamente, una pareja puede practicar el sexo transorgásmico de modo habitual, y esto le trae grandes beneficios, puesto que desde la perpectiva transorgásmica, el orgasmo representa una descarga de la energía, una especie de corte que “acaba” con el rico intercambio energético que mantiene una pareja mientras está unida. A nivel del cuerpo, si bien uno experimenta un gran placer debido al alivio de la tensión, también ocurre que uno queda cansado, exhausto. Porque posterior al orgasmo, viene la etapa llamada “Resolución”, donde toda la atracción, el magnetismo, el deseo y el entusiasmo previo a la descarga, invariablemente se esfuma como si hubiera huido. En esos momentos somos como un volcán apagado: nos preguntamos dónde quedó ese fuego que hace sólo breves momentos con tanto ímpetu ardía en nuestras entrañas. Algo así es la situación en la que quedamos muchos después de “acabar”. A veces el cansancio nos vence y nos echamos a dormir. Otras, puede que nos paremos y nos vistamos para irnos, con expresión de “deber cumplido”. También habrá veces en que nos sentiremos ansiosos y hasta arrepentidos, lo que nos llevará a discutir, a salir corriendo o a prender un cigarrillo. Y por supuesto muchas veces nos diremos a nosotros mismos que todo está bien, e intentaremos permanecer abrazados el uno al otro como dos náufragos después de la tormenta. Porque después del orgasmo hay que echar mano al amor, para que éste nos ayude a conservar el vínculo. Si fuésemos animales, después de copular, cada uno seguiría su camino. Así, el amor, y los afectos en general, nos ayudarán a seguir juntos. Y esto no está mal; es justamente lo que la mayoría de las parejas estables hacen. El amor, el compañerismo y los vínculos afectivos en general, ayudan a que la pareja conserve el deseo de permanecer juntos. Es lo que muchos llaman “el amor después del amor”. Pero esta capacidad de seguir juntos aun después del “alivio de la tensión”, no significa que todo esté perfecto. Porque durante y después del orgasmo ocurren cambios significativos a nivel de la química de nuestro cerebro. Estos cambios, que hoy están siendo estudiados asiduamente por la neurociencia, nos ponen de manifiesto que existen pautas invisibles que gobiernan nuestro comportamiento sexual. Según las mismas, los
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mamíferos no somos naturalmente monógamos, por lo cual después del apareamiento (digamos que el orgasmo es la manera en que nuestro cerebro registra el apareamiento, independiente de si usamos métodos anticonceptivos o no) lo natural es que los individuos se tiendan a desincentivar progresivamente de unirse el uno al otro. La naturaleza, con el fin de aumentar la variabilidad genética de los descendientes, nos ha programado para buscar nuevos compañeros sexuales. Es lo que se conoce como “Efecto Coolidge”, que ha sido observado en una gran cantidad de mamíferos; de seguro es la causa principal del alto índice de divorcios e infidelidad. (Robinson, 2009). Hablamos también de descarga energética para señalar que el orgasmo es auto-evidenciable también como una gran corriente energética que se precipita de modo centrífugo y se experimenta como cierto tipo de “vaciamiento”. La sensación de energía, previa al orgasmo, podría ser descrita poéticamente como estar galopando en el viento o sobre las olas agitadas. La excitación sexual podría ser como similar a un “fuego” ardiente que nos hace hervir y vibrar por dentro. Este fuego, que no es otra cosa que la energía sexual, nos hace sentir llenos, vitales, gozosos, como siendo partícipes de una fuerza superior a nosotros que nos envuelve y compenetra. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que este estado paroxístico tiene el poder de transfigurar la realidad. Mientras el placer nos embriaga, nuestros sentidos se agudizan; la gran secreción de endorfinas que invade nuestro cuerpo nos hace sentir felices, gozosos. Todo nos parece como una especie de vértigo y los límites de la conciencia racional fácilmente se desdibujan para dejar paso a un estado de intenso frenesí. Algunos lo viven y lo significan como un momento extático, el cual tiene mucho en común con el trance místico y aquél producido por algunas sustancias. Este estado exaltado de la conciencia se produce gracias a que nuestro cerebro está liberando grandes dosis de neurotransmisores como la dopamina, la cual, tal como si fuera una droga, actúa haciéndonos sentir excitados y encumbrados. Lamentablemente, el orgasmo representa el límite natural y fisiológico para toda esta poderosa experiencia. Durante breves segundos experimentamos la explosión y la descarga de la tensión acumulada y concentrada en nuestra zona pélvica. Conforme la energía se disipa, el estado exaltado y frenético invariablemente desaparece. Lo que queda son dos seres humanos exhaustos que, como combatientes después de la batalla, observan a su alrededor el campo devastado. El fragor de la lucha ha desaparecido y el cansancio y la fatiga no tardarán en hacerse presentes. El célebre dicho clásico, atribuido a veces a Ovidio, y otras a Aristóteles, nos lo señala con claridad: Post coitum omne animal triste (después del coito, todos los animales quedan tristes") Durante el orgasmo tenemos una fuerte descarga de dopamina, la cual, a continuación, sufre una notable disminución por debajo del nivel basal (ver imagen, fuente: Robinson, 2009). Experimentos en mamíferos señalan que esta baja puede extenderse, incluso, por un período de hasta dos semanas Por esta razón es que la realidad, después del orgasmo, nos parece más “la dura realidad”, percepción que llega incluso a afectar la imagen que tenemos de nosotros mismos y de nuestra propia pareja (Robinson, 2009). Con el tiempo, una pareja que alguna vez estuvo locamente enamorada, pronto devendrá en una
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pareja que se quiere y que se tiene un lindo afecto, para finalmente desembocar en una pareja que apenas se tolera. El deseo y el interés mutuo por mantener relaciones sexuales irán disminuyendo con el tiempo (según el Efecto Coolidge) hasta que la relación se transformará, en el mejor de los casos, en un buen compañerismo. En el peor, tendremos a la tradicional esposa “bruja” y al esposo “ogro” que ha cambiado la cama por el televisor. Es esencial recalcar que con esta descripción intentamos retratar sólo una tendencia, reflejada bastante en las impresionantes cifras de divorcios y separaciones en nuestras sociedades “libres”. Debemos decir, siendo fieles a la verdad, que no todas las parejas fracasan, puesto que hay muchas que encuentran fórmulas que les permiten manejar sustentablemente los inconvenientes del orgasmo. Por ejemplo, John Gray (1992), en su best seller Los Hombres son de Marte y Las Mujeres son de Venus, nos señala cómo una mujer debe comprender al hombre que, después de la “intimidad”, necesitará replegarse rápidamente a “su cueva” solitaria. Esa “cueva” puede ser el trabajo, los amigos, o quizás una adicción cualquiera. Otras parejas logran estar juntas gracias a lo que ellas llaman “valores” o “principios” (mucho de esto puede estar dado por la religión o la familia). También si ambos miembros tienen mucho en común, como actividades, intereses, gustos, búsqueda espiritual, etc., o si han logrado construir significados y valores propios gracias a vículos de afecto y cariño, resultará mucho más probable que permanezcan juntas durante años. En muchos de estos casos tendremos que lo sexual pasará a ser un asunto secundario. Que el orgasmo produzca satisfacción y felicidad, es con seguridad el mito más grande de nuestra sexualidad. Para quienes se vean interesados en conocer a fondo un extenso trabajo sobre los inconvenientes del orgasmo, los animamos a leer “Peace Between the Sheets. Healing with Sexual Relationships” y “Cupid’s Poisoned Arrow”, los dos libros de Marnia Robinson, escritora Norteamericana quien recopila una serie de evidencias científicas muy actuales, experiencias personales, y enseñanzas basadas en la sabiduría de tradiciones como el Tantra o el Tao, donde queda claro que el orgasmo es una práctica y una experiencia que conlleva un “doble filo”. La autora al mismo tiempo nos muestra la alternativa, exponiéndonos un método y una práctica sencilla, el cual beneficiará enormemente a las parejas e individuos que deseen llevarlos a cabo. Lamentablemente para los lectores hispanoparlantes, esa literatura sólo se halla disponible en inglés; quienes quieran, asimismo pueden visitar el sitio web (también en inglés):http://www.reuniting.info/. con muchísima información útil y fidedigna. Decíamos que el orgasmo es el mito más grande de nuestra sexualidad. Sin embargo, no podemos ser condenatorios y decir que esto es intrínsecamente malo. La verdad es que el orgasmo, después de todo, es simplemente lo que tenemos. Como dicen los jóvenes: “es lo que hay”. E indudablemente es mejor que otras soluciones, como la abstinencia y el celibato. Estos últimos han sido fallidos intentos por evitar las consecuencias desagradables del orgasmo, donde diversas personas han decidido “cortar por lo sano”, alejándose de todo contacto sexual. Sacerdotes, monjes, yogis, maestros espirituales, y hasta intelectuales y deportistas, han optado muchas veces por evitar la tentación y se han privado voluntariamente de cualquier estímulo relativo al sexo. Lamentablemente a largo plazo, experimentarán con fuerza los síntomas de haber reprimido una función tan natural. Las neurosis producidas por esta clase de represión están ampliamente documentadas. El sexo con orgasmo es, a menudo, una válvula de escape frente a una sociedad que constantemente nos reprime y neurotiza, sin embargo, eso está lejos de ser necesariamente sinónimo de satisfacción y felicidad verdaderas. La frustración muchas veces terminará manifestándose de una manera encubierta. Muchas riñas, frialdad, hipersensibilidad emocional, etc. pueden estar siendo desencadenadas por la dinámica invisible de nuestra química cerebral (Robinson, 2009). Hoy más que nunca necesitamos encontrar un medio mejor; una fórmula nueva que nos permita a las parejas evitar las consecuencias desagradables del acto sexual, pero sin renunciar éste. Y t ampoco–que
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quede 100% claro- estamos hablando de renunciar al placer. Queremos entusiasmar y animar a las parejas, para que aprendan una nueva manera de hacer el amor, sin que por eso tengan que renunciar al paroxismo y ese estado de conciencia exaltada que describíamos antes. La sexualidad transorgásmica es eso. No significa simplemente “evitar el orgasmo”, ya que si así fuera, las personas frígidas e impotentes estarían más capacitadas. La condición de evitar el orgasmo es necesaria pero no suficiente para acceder al éxtasis transorgásmico. También se requiere que ambos miembros de la pareja puedan permanecer unidos sexualmente durante un tiempo más o menos largo antes de decidir desconectarse (del acto sexual). Durante ese lapso, ambos deben estimularse mutuamente en todas sus zonas erógenas a fin de hacer circular la energía a través del cuerpo; así la experiencia no será sólo genital, sino que abarcará la totalidad del organismo. Besos, caricias, movimientos lentos y profundos, junto con una respiración acompasada y honda, son factores que contribuyen a hacer del acto sexual un verdadero intercambio de sentimientos y energías sutiles. Los taoístas como Mantak Chia se refieren a esta intensa experiencia como el "Orgasmo Valle"; nosotros lo llamaremos "Éxtasis Transorgásmico". Algunas personas pueden ver en esta práctica algún tipo de experiencia mística al estilo del “Sexo Sagrado”. Esto está en perfecta concordancia con la naturaleza de la experiencia transorgásmica y, por ende, quien quiera vivirlo así, siéntase por completo libre para hacerlo. Tanto en el Tantra como e el Taoísmo, así como en otras tradiciones de índole espiritual, existe mucha literatura y prácticas específicas que el interesado puede investigar. Pero en general, queremos decir que todo resulta lícito mi entras se sepa respetar la principal restricción: no debe llegarse al punto donde se produce la descarga de la energía (orgasmo). El control de la respiración y del movimiento, ayudarán a evitar que esto se produzca. Indudablemente que la práctica no deberá prestarse para excesos, como orgías o sesiones sadomasoquistas, ni para la pedofilia, o el abuso sexual de ningún tipo. En general, podemos decir que en la Sexulaidad Transorgámica existen dos tipos de beneficio bien demarcados: 1) Beneficio individual, el cual tiene que ver con lo bien que uno se siente al no descargar la energía a través del orgasmo. Durante la práctica el cuerpo se energiza y se relaja a la vez. Cuando se hace bien, alcanzamos un muy alto nivel de placer y satisfacción. Este beneficio lo podría conseguir alguien que practica solo, incluso con parejas ocasionales. Las personas tienden a gozar de mayor, salud, vitalidad, inspiración, creatividad, equilibrio emocional y paz espiritual, entre otros. 2) Beneficio relacional, el cual tiene que ver con la conexión y el intercambio emocional y energético con nuestra propia pareja. La ausencia de orgasmo evita que se active el mecanismo neuroquímico de la separación, ya explicado en otros artículos. Para lograr este beneficio, se requiere siempre una pareja estable y es el más completo, puesto que engloba al primero. Además, según nuestra opinión, éste es el beneficio por el cual la práctica cobra mayor sentido, ya que podemos empezar a verla como un "Camino de Pareja". En él, cada miembro va descubriendo la transformación que la práctica empieza a producir sobre ellos. Es en el amor de pareja donde podemos alcanzar mayores niveles de felicidad y realización. Respecto a la posibilidad de existir embarazo, señalamos que la ausencia de eyaculación hará de esa probabilidad algo más o menos remoto. Sin embargo, una pareja sí puede llegar a concebir un hijo. Si creemos en la Ley del Deseo y la Atracción, esta puede ser la oportunidad de ponerla en práctica para “atraer” un hijo.
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Para concluir, señalamos enfáticamente, que cada pareja es libre de experimentar y sacar sus propias conclusiones. Mucha gente hace de la Sexualidad Transorgásmica un camino de vida mientras otra se contenta con la práctica ocasional. Estamos totalmente en contra de hacer prescripciones doctrinarias que puedan minar dicho libre albedrío. Y respondiendo a la pregunta del comienzo: ni el relajo sexual, ni el puritanismo, son opciones que nos interesen. No obstante ambas tienen algo positivo que enseñarnos: del liberalismo sexual rescatamos el valor que dan al placer y al gozo sexual como legítimo derecho, mientras del puritanismo valoramos su interés en hacer del sexo y de las relaciones de pareja una dimensión al servicio de lo espiritual y trascendente. La Sexualidad Transorgásmica se desarrolla en un terreno muy distante de esas polaridades. Como Ulises, nos interesa un camino sabio e intermedio: disfrutar del canto de las Sirenas, mas sin caer en su trampa mortal. REFERENCIAS:
Gray, J. (1992) Los Hombres son de Marte y las Mujeres son de Venus. Harper Collins Eds. Robinson, M. (2003) Peace Between the Sheets. Healing with Sexual Relationships.Berkeley: Frog Ltd. Robinson, M. (2009) Cupid's Poisoned Arrow. North Atlantic Eds.
V.
Cómo hacer el amor de modo “transorgásmico”
Hasta el momento, hemos hablado ampliamente de nuestro modelo de Sexualidad Transorgásmica. Hemos hecho un gran esfuerzo por explicar sus ventajas y características, y cómo es una necesidad comenzar a cambiar nuestros paradigmas en materia sexual. Ahora nos corresponde explicar los pasos de la práctica, para que las parejas puedan, en el momento en que se decidan, comenzar a practicar. Y hemos hablado de “parejas” más que de individuos, ya que los mejores resultados se consiguen cuando ambos miembros están de acuerdo. De lo contrario, pueden existir éxitos parciales e, incluso en algunos casos, frustraciones. Veamos cómo se practica la Sexualidad Transorgásmica:
Para comenzar, necesitamos de la natural atracción y del deseo mutuo. Todo comenzará como cualquier relación sexual, a través de abrazos, caricias y ardientes besos en las distintas zonas erógenas del cuerpo, a fin de activarnos por completo. Se recomienda, durante todo el tiempo, mantener una respiración profunda, la cual nos preparará mentalmente y paulatinamente nos hará entrar en un pequeño trance, ayudándonos a conectar con nuestro cuerpo y el de nuestra pareja. En lo fisiológico, estos momentos de preparación permiten que los órganos sexuales se lubriquen y estén preparados para la penetración. A continuación, y en algún momento en que la pareja lo estime, se producirá la penetración. Es de suma importancia que se lleve a cabo con cuidado. Los movimientos, sobre todo en los primeros instantes, deben ser tranquilos. Muy de a poco tenemos que ir moviéndonos, pero suavemente y como llevando un ritmo. Sabemos que, en el caso del hombre, muchas veces los primeros momentos son críticos porque en ellos puede sobrevenir el orgasmo y la eyaculación (esto se conoce como Eyaculación Precoz). T extos de autoria de Francisco Francisco Moreno Téllez (PSICOTERAPEUTA DE ORIENTACIÓN ANALÍTICA JUNGIANA, UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE) Fonte: http://transorgasmic.blogspot.pt/
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A partir de la penetración, es necesario que la excitación se estabilice en una especie de “Plateau” o “Meseta” (utilizando el lenguaje de Master & Johnsonn). Esto significa que el flujo de libido debe ser más o menos constante: recordemos las advertencias de Ícaro a Dédalo: “no debes subir demasiado, porque el sol derretirá tus alas de cera, pero tampoco volar tan bajo que caigas al mar ”. En otras palabras, si permanecemos 100% quietos, la excitación decaerá, pudiendo perderse la erección y la lubricación; pero si nos movemos con demasiada violencia, arrastrados por la pasión, desencadenaremos el orgasmo. Estando conectados de esa forma, la pareja debe avivar el fuego sexual, el cual comenzará a manifestarse como oleadas de placer que invadirán todo el cuerpo. La energía debe fluir, porque si se concentra sólo en los órganos sexuales, lo más seguro es que llegue un momento en que el cuerpo ya no aguantará más la presión y estallará. Usemos la metáfora de la “olla a presión”, la cual tiene claras reminiscencias que aluden a un proceso alquímico. La olla, la caldera o el atanor , o como queramos llamarlo, viene a representar nuestros órganos sexuales. Puede ser útil, si en esos instantes de paroxismo sexual, imaginamos una olla hirviendo en nuestras entrañas, la cual naturalmente expedirá vapores. Los vapores representan esas oleadas de placer que nos invaden desde abajo. No obstante, todos sabemos que si una olla o una caldera hierven, es necesario darles tiraje, o una salida al vapor. ¿De lo contrario qué ocurrirá? Efectivamente, la olla o la caldera estallarán, expulsando afuera su líquido hirviendo, el cual de paso apagará el fuego. Todo ingeniero sabe que todo se soluciona si colocamos un tubo de escape o una chimenea por donde pueda salir el vapor. Los alquimistas llamaban a este instrumento: la torre de destilación o el “alambique”, el cual para nosotros éstará representado por nuestra espina dorsal (Los chinos y los tántricos hablan de "meridianos" o canales de energía que recorren el cuerpo de arriba a abajo; el más importante de esto canales va por la columna vertebral. Aunque nos sea difícil aceptar esta posibilidad, la columna será una un buen punto de referencia para nosotros, pues nos ayudará a visualizar la dirección como deben ascender las oleadas de energía (placer) que nos invaden en el momento de la cópula) Durante la práctica sexual, en los momentos cuando experimentamos esa potente “olla a presión” pélvica, necesitamos hacer que los vapores (energía sexual) suban y circulen. Esto, si bien es cierto ocurre de modo más o menos natural si estamos relajados y hemos activado todas las otras zonas erógenas del cuerpo. No obstante necesitamos bombear también los vapores de modo consciente. Esto lo logramos gracias a la Respiración. La respiración profunda de ritmo acompasado cobra importancia capital, no sólo para hacer circular y subir la energía por la columnapreviniendo así el estallido de la olla, sino para hacer que con su ritmo, nuestra mente entre en un estado de semi-trance. Al respirar también nos oxigenamos, y recordemos que el fuego necesita del aire para mantener viva su llama. Ahora bien, las características de nuestra respiración durante el sexo, es que debe ser profunda y llenar, de preferencia, la parte baja del cuerpo (respiración ventral o abdominal). Si esto se nos dificulta durante la práctica, aconsejamos practicarla aparte, a través de ejercicios respiratorios como los que nos entrega el yoga, el chi-kung o las artes marciales. Para que la respiración sea efectiva en bombear hacia arriba los vapores sexuales durante la práctica, debemos poner el énfasis en la inhalación. A diferencia de la práctica común, donde instintivamente el énfasis está puesto en la exhalación (los típicos jadeos), acá se trata de conducir la energía desde abajo hacia arriba, y desde el exterior al interior. Esto lo logramos con la inhalación. Podemos imaginar también una corriente luminosa ascendiendo desde nuestras entrañas a nuestra cabeza por nuestra columna vertebral. Los maestros tántricos hablan de 2 conductos energéticos: Ida y Pingala, que se entrelazan cual
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serpientes a ambos lados del canal central Sushuma, en la espina dorsal (ver imagen). La inhalación profunda no debe hacerse de forma mecánica, debe ser hecha con emoción, tal como si estuviésemos inspirando el aroma de una flor o de un exquisito licor. Algunas personas imaginan (y con la práctica llegan a sentir), que mientras el aire entra por los pulmones, la energía sube hasta el corazón o la cabeza, y luego cuando espiran, ésta se expande como un aura de luz. Respecto a la exhalación, esta no es simplemente “soltar” el aire. Hay que también hacerla de modo consciente, como empujando el aire con el diafragma. Repetimos que esta habilidad puede practicarse aparte, a través del yoga, de la meditación o la relajación profunda. Además de la respiración, existe otra clave para controlar y hacer circular la energía en el trance sexual. Estamos hablando del control de la musculatura. Pero alguien podría ser un asiduo deportista o fisicoculturista, mas eso no implicaría mayor dominio de la sexualidad. La realidad es que nos referimos a músculos que pocas veces ejercitamos de modo consciente: aquéllos de la zona del perineo. Cuando estemos en pleno acto sexual, soltar y apretar esta musculatura, de modo consciente, nos dará mucho dominio y control frente al orgasmo. El músculo pubocoxígeo es el que rodea el punto que los chinos llaman “Hui – Yin” entre los testículos y el ano (en la mujer tiene una ubicación equivalente).Tal como si se tratara de las riendas de un caballo, mantener el control sobre este músculo nos permitirá ir controlando cualquier impulso que pueda precipitarnos hacia un orgasmo involuntario. Si alguien está pensando en que tenemos que estar con el músculo contraído todo el tiempo, les recordamos el ejemplo del caballo: uno no tiene todo el tiempo las riendas tirantes, ya que eso nos cansaría a nosotros y al caballo; uno mantiene las riendas sueltas y sólo las tira para indicar la dirección al caballo, o cuando es necesario hacer que frene o se desvíe. Ejercitar el músculo pubocoxígeo es relativamente fácil: basta contraer como si estuviéramos aguantando la orina. Si sostenemos, estando parados y con los pies juntos, un cubo o libro grueso entre las piernas, balanceemos la pelvis de atrás hacia delante, y veremos cómo el músculo se activa. Mantak Chia (1993) aconseja también a las mujeres introducir un pequeño huevoen su vagina, estando de pie, y jugar a apretarlo y soltarlo. Entonces, recapitulando la práctica: estamos en plena etapa de “Meseta”, y ya han transcurrido minutos, quizás media hora o más. Conforme el cuerpo se va habituando, la cópula puede durar cada vez más. El umbral de eyaculación (u orgasmo, para incluir también a la mujer) se va elevando paulatinamente. Esto quiere decir, que conforme avanza la práctica, la pareja puede aumentar el “fuego” de la “olla”, sin que esto signifique que vaya a estallar. Recordemos nuestra experiencia de hervir leche: cuando ésta entra en ebullición, fácilmente se sube y se rebalsa. Pero si revolvemos, es decir, hacemos circular su contenido, podemos mantener la temperatura y la ebullición, pero sin que derrame. Algo así ocurre con la Práctica Transorgásmica, y es la razón por la que insistimos que aún en ausencia de orgasmo, la pareja puede tener una experiencia intensa y transformadora. Suponiendo que el orgasmo se aproxima, rápidamente hay que detener el movimiento (ambos en la pareja deben parar) y retener el aire. Por supuesto esto tiene que hacerse antes de sobrepasar el “punto de no retorno” después del cual el orgasmo será inevitable. Retener el aire es como una especie de aspiración rápida donde el aire queda retenido en los pulmones, para luego expulsarlo suave y controladamente (no “soltar” sino empujarlo). Cuando pasa el momento de peligro, los
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movimientos pueden reanudarse. Mantak Chia (1993) se refiere a algo que él llama “La Gran Aspiración”, y la recomienda sobre todo para las mujeres, que cuando sienten que el orgasmo se aproxima y la energía está próxima a escapar, deben aspirar profundamente como llevando la energía hacia adentro y hacia arriba, contrayendo y relajando la musculatura vaginal, como si estuvieran bombeando. Los hombres también pueden hacer esta “Gran Aspiración”, reteniendo el aire y apretando su musculatura de las piernas y del perineo, tal como hemos indicado. De más no está decir que mientras más rítmicos, largos y profundos los movimientos, permiten un mayor control. También se pueden hacer movimientos cortos, pero son como apretar el acelerador. Si vemos que el fuego decae, podemos avivarlo a través de estos movimientos cortos, pero si nos acercan demasiado al orgasmo debemos bajar la velocidad. Los movimientos no deben controlarse en un 100%, pues eso quita espontaneidad a la práctica. Se trata más bien de dejar que el movimiento fluya, pero no de un modo descontrolado. En el sexo, los movimientos más armónicos son circulares, como si fuera una serpiente. Esto es así porque la energía circula como ondas, y nosotros debemos acompañar esas ondas, como si danzáramos. Danzar es un buen ejemplo de un movimiento que es fluido, rítmico, pero al mismo tiempo armonioso; no descontrolado ni caótico. También podemos agregar que los movimientos, en este caso de la pelvis, pueden combinarse con la respiración. En una relación típica cuando la pelvis va adelante, instintivamente tendemos a exhalar. Acá podemos invertir dicha relación: si la pelvis va adelante, inhalamos; si va hacia atrás empujamos el aire fuera. Esto nos ayudará, sobre todo al hombre, a prevenir la eyaculación. Si queremos aumentar el fuego, podemos volver a la relación pelvis-adelante/exhalación y pelvis-atrás/inhalación. Finalmente, hay que indicar que algunas prácticas, aquellas a las que se les puede dar alguna intención más mística, pueden incluir algún tipo de mantram. El místico contemporáneo Samael Aun Weor (1991), señala mantrams bastante sencillos como el IIIIIIII-AAAAAA-OOOOOO, que pueden ser vocalizados o repetidos mentalmente durante la práctica. Al no existir orgasmo, la unión transorgásmica “acaba” cuando uno de los dos miembros, o ambos de común acuerdo, deciden terminarla. Aunque no exista cansancio por descarga de energía, la musculatura y el cuerpo también se agota. También podemos sentirnos “llenos” y satisfechos, por lo que prefiramos separarnos. Para eso, suavemente nos desconectamos sexualmente de nuestra pareja y nos tendemos a su lado, puede ser de espaldas o de lado abrazándola a ella. Presionar la pelvis contra ella nos permite apretar nuevamente la musculatura pubocoxígea, lo cual nos ayuda a “cerrar bien las puertas”. Al mismo tiempo, se aconseja que cada miembro continúe respirando como lo venía haciendo, profundo y relajado. Notarán que sus cuerpos están calientes y vibrantes; por lo mismo, no será bueno si se enfrían (nosotros recomendamos cubrirse siempre con alguna manta o sábana, y no ducharse hasta dentro de media hora como mínimo). Después de la separación, lo que buscamos es evitar que haya un corte violento, para así ir poco a poco retornando al ritmo normal. Esto significa que muy de a poco el hombre irá perdiendo la erección, aunque, a diferencia de la fase típica de Resolución (post-orgasmo), podrá la erección ser recuperada en cualquier momento. Por otra parte, un estado de éxtasis y relajación profunda se experimenta en esta fase, muy distinta del cansancio post-orgásmico. Afectivamente, la pareja sigue conectada, y la
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atracción continúa, porque ambos amantes muchas veces querrán seguir besándose o abrazándose. Podrían llegar a presentarse molestias después de la práctica, las cuales pueden ser bastante normales cuando alguien recién se inicia. Estas molestias generalmente afectan al varón, y son similares a las que algunos hombres experimentan cuando han tenido excitación y no han eyaculado. Pueden ser vivenciadas como cierto dolor en la zona del vientre o en los conductos espermáticos (subiendo por la ingle). Podría haber dolor de cabeza o cansancio. En todos estos casos, las dificultades aparecen porque la energía no se hizo circular adecuadamente (por medio de la respiración y el movimiento) y el cuerpo se enfrió, estando la energía acumulada abajo. Recordemos que si nosotros tenemos un sistema de tuberías por donde circula el vapor, si ese sistema se enfría repentinamente con el vapor dentro, el vapor se condensa y puede que hasta se cristalice en partículas sólidas. Quienes hemos visto como la maguera de nuestro jardín a menudo se rompe en invierno, debido a que el agua que queda dentro se congela, entenderemos mejor por qué es importante que al acabar la práctica continuemos respirando y moviendo la musculatura perineal para hacer que toda la energía (los vapores) suban. Por último, queremos subrayar que la Sexulidad Transorgásmica, más que una técnica o un procedimiento, es un Arte. Y con esto hacemos hincapié en que sólo la práctica hace al maestro. Al principio uno siente que pierde algo de la espontaneidad natural del sexo. Todo este énfasis en el control puede hacernos perder de vista que, en la medida en que adquiramos la habilidad, el control llegará a ser tan imperceptible como manejar un auto o tocar un instrumento. Esto mismo debe prevenirnos contra el desánimo, ya que si notamos que las cosas no fluyen, o que hay molestias físicas, será igual que cuando uno se enfrenta al desafío de aprender cualquier destreza. ¿Acaso cuando quisimos aprender violín o guitarra no nos dolieron los dedos al principio? ¿Acaso el primer día en el gimnasio no nos sentimos un desastre? En todas estas actividades al principio estábamos torpes; teníamos la tentación de echar todo por la ventana. Sin embargo son los frutos los que dan sentido a todo el esfuerzo. El único gran consejo es ser pacientes e ir de a poco. Nos han hablado de personas que pueden estar horas en este éxtasis transorgásmico. Sin embargo, puede que nosotros sólo alcancemos unos breves minutos antes de caer en el orgasmo. Esto no debe desanimarnos; antes que eso lo correcto será analizar lo ocurrido y corregir sus posibles causas. Si vamos lentamente, si al principio nos quedamos quietos y observamos nuestras sensaciones, vamos dando tiempo a que nuestro cuerpo y nuestra mente comiencen a desarrollar lo que nosotros llamamos una “conciencia transorgásmica”, que es incluso más amplia que la esfera sexual. REFERENCIAS:
Aun Weor, S. (1991) El Matrimonio Perfecto. Bogotá: Intergráficas Ltda. Chia, M. (1993) Cultivando la Energía Sexual Femenina. Villaviciosa de Odón: Mirach Chia, M. (2001) Secretos Taoístas del Amor: Cultivando la Energía Sexual Masculina. Madrid: Difusor del Libro.
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VI.
Ejercicios para practicar la Sexualidad Transorgásmica.
En general la sexualidad transorgásmica viene a ser una bonita teoría, a menos que, en conjunto con nuestra pareja, decidamos iniciar la práctica. Por supuesto, el primer gran obstáculo será siempre convencer a nuestra pareja. Ahora bien, si después de leer estos artículos, el enfoque transorgásmico ha pasado de ser algo meramente “interesante” y lo llegamos a comprender –aunque sea teóricamente- como algo "realmente importante”, “lógico” y “digno de poner en práctica”, entonces ha llegado el momento de plantearlo seriamente a nuestra pareja. Porque si algo se vuelve demasiado importante y esencial para ti, también debe serlo para tu pareja, sobre si se trata de algo que concierne a nuestras relaciones íntimas. Lo importante es que tengas claro tu objetivo: cuando Colón se convenció de que la tierra era redonda, su convicción teórica fue tan grande que logró persuadir a otros y conseguir que se embarcaran con él en su aventura, a pesar de que -al igual que hoy en la sexualidad- las personas de esa época aún eran bastante cerradas y supersticiosas. De esta forma, cuando uno ya se decide a probar el sexo transorgásmico, se topa con el primer gran pero, que por lo general lo ponen los hombres: ¿cómo controlar el orgasmo y evitar eyacular? y, lo más importante, ¿cómo hacer que la práctica sea satisfactoria? Si bien en una entrada anterior dimos las claves prácticas para tener un encuentro sexual transorgásmico, a continuación daremos algunos ejercicios y técnicas que nos permitirán entrenar la capacidad del cuerpo para llevar a cabo la práctica transorgásmica. Para contextualizar mejor los distintos ejercicios, diremos que en general, el éxito de la práctica depende de tres cosas: Desarrollo de la Fuerza Sexual Desarrollo de la Sensibilidad Sexual Aprender a hacer circular la energía sexual por el cuerpo. 1) La Fuerza Sexual: a.- Entrenamiento del Músculo Pubocoxígeo
Desarrollar la fuerza o la resistencia sexual se refiere más que nada a entrenar los músculos que nos permiten tener un mayor control de la energía sexual. El músculo más importante es el Músculo Pubocoxígeo (PC), el cual se extiende desde el hueso púbico al coxis por el suelo pelviano, tanto en hombres como en mujeres. La razón por la que muchos hombres sufren de eyaculación precoz y encuentran impensable poder mantenerse sin eyacular, es, en gran medida, porque su músculo PC no se halla desarrollado. Este músculo es el mismo que nos permite aguantar la orina, por lo cual es perfectamente apto para contener y regular los
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impulsos que ordinariamente nos llevan a la descarga orgásmica. Cuando estamos haciendo el amor, debemos aprender a contraer y a soltar conscientemente este músculo, tal como un buen equitador sostiene las riendas de su caballo. Sabemos que las riendas no pueden estar siempre tensas al cabalgar (pues cansaría al caballo y entorpecería su marcha), pero eso no impide tenerlas bien sujetas para que con un pequeño “tironcito”, se conduzca al caballo. Y en caso de querer frenar, el jinete no se hará problemas en tirar fuertemente de las riendas. Ahora bien, si estas últimas están débiles y gastadas, o demasiado elásticas, puede que no cumplan bien su función. A través de esta metáfora podemos comprender lo que ocurre con el músculo PC: necesitamos que esté fuerte y a tono, porque así podremos conducir y frenar nuestros impulsos sexuales a la hora de hacer el amor. Ejercicio para fortalecer el músculo PC: I. Ejercicio I: Toma asiento en una silla o piso, manteniendo (sin forzar) la espalda recta y la cabeza erguida. Coloca las manos sobre los muslos. Fija tu atención en el punto medio entre los testículos y el ano (o en la entrada de la vagina en el caso de las mujeres) Aprieta el músculo PC como si estuvieras conteniendo la orina. Toma aire por la nariz al apretar, retén (aire y músculo) por 3 segundos y suelta. Mantén el resto del cuerpo relajado cuando hagas este ejercicio (sin apretar muslos, glúteos). Puedes apretar ligeramente el diafragma y los abdominales cuando retengas el aire. Repite el ejercicio muchas veces. II. Ejercicio II: 1. Cada vez que vayas a orinar, retén la micción las veces que puedas y luego continúa. Esta sencilla práctica te permite fortalecer el PC. 2. Para el mismo efecto contrae los músculos púbicos y cuenta hasta tres, después, relájalos y repite la acción diez veces. Seguidamente, contrae y relaja rápidamente a discreción. Si lo realiza s varias veces por día tu músculo PC te permitirá afrontar el absoluto control eyaculatorio, y a las mujeres tener mayores sensaciones sexuales. III. Ejercicio III: 1. Estando de pie, coloca la espalda contra una pared, pies paralelos y separados en el ancho de las caderas. 2. Flecta un poco las piernas, de modo que quedes como si estuvieras semi sentado en un piso imaginario. Lo normal en esta posición es que quede un espacio entre tus vértebras lumbares y la pared. 3. Cuenta hasta 3 y lleva la pelvis adelante, inhalando el aire y reteniendo unos pocos segundos. Nota como al hacer este movimiento con la pelvis, las vértebras lumbares van hacia atrás y quedan completamente apoyadas en la pared (desparece el espacio). 4. Luego exhala y suavemente devuelve la pelvis hacia atrás.
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5. Repite el ejercicio varias veces, incorporando en él el apretar el músculo PC cuando la pelvis va hacia delante. 6. Este ejercicio también lo puedes hacer de espaldas, como muestra la figura (a la izquierda) IV. Ejercicio IV (hombres) Cuando un hombre está excitado (con erección) puede practicar colgándose un pequeño peso en la punta del pene (colgar una toalla, o diseñar una bolsita de género con una piedra dentro) A continuación contraer y relajar el músculo muchas veces haciendo que el pene levante el pes o en su punta. Con la práctica se puede ir aumentando el peso. V. Ejercicio V (hombres) Estando excitado, con erección, un hombre puede tomar su pene con la mano y presionarlo fuertemente contra el propio vientre (pene hacia arriba). Sin dejar de presionar, contraer y relajar el músculo PC como en los ejercicios anteriores. Este ejercicio también es útil si el hombre se tiende sobre la cama y mueve la pelvis suavemente de adelante atrás apretando el músculo PC, como si estuviera haciendo el amor con el colchón. Para saber con detalle en qué contexto usar el músculo PC, ir al artículo sobre la práctica transorgásmica el día 06/04/2010 VI. Ejercicio V (mujeres) Introdúzcase la mujer algún objeto largo en su vagina e intente apretarlo tensando el músculo PC. Los chinos recomiendan utilizar un pequeño huevo de madera que una mujer debe introducirse en la vagina y hacer sobre él el ejercicio de apretar-soltar. Estos huevos pequeños u objetos similares pueden ser encontrados en los Sex Shops. Tengamos en cuenta que estos últimos ejercicios no son ejercicios de masturbación en sí, ya que lo principal es ejercitar el músculo PC. Sin embargo, si alguien desea experimentar con sus sensaciones sexuales, es libre de hacerlo, pero recomendamos que se detenga justo antes de llegar al orgasmo, y que utilice las técnicas del punto 3 (más adelante) para hacer circular la energía sexual y no experimentar molestias. b.- Desarrollo de la respiración abdominal.
Una respiración profunda, abdominal, es la segunda gran clave para aumentar la fuerza sexual. Para eso debemos entender que se trata de respirar de un modo intencionalmente muy distinto al como lo solemos hacer en un acto sexual ordinario. En éste último, los amantes sin experiencia suelen respirar cada vez más rápido, como si jadearan, y ponen todo el énfasis en la fase de la exhalación. De esa forma, los impulsos se agitan hasta el punto en el cual se vuelven incontrolables. Por el contrario, si en el momento de hacer el amor utilizamos la respiración abdominal, profunda, y ponemos nuestro énfasis en la inhalación y la breve retención del aire, conseguimos calmar la excesiva pasión y de esa manera logramos mayor control. Si sentimos que la
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explosión orgásmica está próxima a venir (tanto hombres como mujeres), podemos disminuir o detener el movimiento y hacer una fuerte inhalación, al tiempo que apretamos el músculo PC. Retenemos el aire unos segundos y, pasado el peligro, retomamos lentamente el ritmo previo. La respiración profunda del abdomen tiene también la virtud de producir en nosotros un estado mental más profundo y receptivo, con el que nos conectamos más con nuestro cuerpo y con nuestra pareja. En general, diremos que · Nos relaja · Oxigena nuestro cuerpo y cerebro · Nos armoniza · Nos permite armonizarnos y equilibrarnos emocionalmente, y conectarnos con nuestra pareja · Nos hace entrar en un ritmo mental diferente (estado Alfa) · Nos permite controlar el orgasmo y la eyaculación. · Hace que nuestra energía sexual se expanda por el cuerpo. Acá entregamos un par de prácticas para desarrollar este tipo de respiración: Ejercicio I 1. Toma asiento, con la espalda recta y la cabeza erguida. Debes estar relajado y cómodo. 2. Pon las manos cruzadas en el abdomen 3. Inhala por la nariz e imagina que tu aire baja bien abajo, hasta tu estómago (el cual se hinchará un poco). Nunca infles el pecho o levantes los hombros. 4. Retén unos breves segundos 5. Exhala, pero sin soplar, más bien intenta empujar el aire con el diafragma suave y controladamente como si apretaras un fuelle o movieras el émbolo de una jeringa. Que tu espiración sea lenta y pausada. Ejercicio II 1. Cuando la respiración abdominal se haya instalado ya como un hábito natural en ti, intenta practicarla estando de pie o al caminar. Luego ejercítala al hacer deporte. Finalmente, al tener sexo con tu pareja. Este tipo de respiración ayuda a controlar el acto sexual, pues baja nuestras revoluciones durante éste. Esto, al contrario de lo que se puede pensar, no nos resta placer, sino que hace que éste se magnifique y se profundice. Lo típico de una relación sexual común es que las respiraciones sean cortas, a veces jadeos, con lo que nuestra energía tiende a disiparse rápidamente (eyaculación precoz, falta de conexión emocional con nuestra pareja). Tanto hombres como mujeres debemos desarrollar la Fuerza Sexual, pues eso mejorará no sólo el control de la energía sino la calidad del placer experimentado. 2) Sensibilidad Sexual
La sensibilidad sexual la logramos cuando somos capaces de reconocer cuando el cuerpo nos anuncia que el orgasmo está cerca. En general, necesitamos desarrollar una buena conciencia corporal, y eso es válido tanto para hombres como para mujeres. Cuando sentimos que el orgasmo se acerca, simplemente disminuimos o detenemos el movimiento, aspiramos profundo y apretamos la musculatura PC. Retomamos a los pocos segundos para seguir disfrutando de hacer el amor durante el tiempo que deseemos.
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Las prácticas de sensibilidad son prácticamente las mismas que las que hemos dado para desarrollar la fuerza sexual, ya que fuerza y sensibilidad suelen ir juntas. Además de eso, cualquier técnica de relajación nos permitirá estar más sensibles. El estrés y el aceleramiento, serán los enemigos de una correcta sensibilidad. Aunque parezca algo muy difícil de lograr, pensemos por un momento en la sensibilidad que desarrolla el conductor de un vehículo cuando aprende a manejar. Con la práctica, puede que se desentienda de estar pendiente del vehículo y podrá conversar o pensar en otras cosas mientras maneja. No obstante, cualquier ruido o movimiento extraño llamará al instante su atención y lo hará disminuir la velocidad o detener el vehículo. Esto mismo es lo que hacemos durante el acto sexual. 3) Hacer circular la energía.
Cuando hacemos el amor, nuestros genitales y nuestra zona pélvica están rebosantes de energía. Usando la metáfora alquímica, son como una gran caldera que hierve a alta temperatura. La experiencia transorgásmica es más completa y más satisfactoria cuando en pleno acto sexual (e inmediatamente después de éste), hacemos ascender los “vapores” o energía sexual desde la pelvis a la cabeza, para que así la sensación sea completa (éxtasis corporal y no sólo genital). Esto es lo que llamamos “hacer circular” o “transmutar” la energía, pasando por los distintos chakras, desde los más bajos a los más altos. Transmutar la energía permite que ésta no quede abajo después de hacer el amor, ya que si no descargamos nuestros órganos, al enfriarse el cuerpo sobrevienen dolores. I. Ejercicio I: La primera gran clave para transmutar los vapores, y extender el placer de las oleadas de energía por todo nuestro cuerpo, es la Respiración Abdominal profunda, que ya hemos descrito. Esta respiración es como bombear, o absorber desde afuera hacia adentro y desde abajo hacia arriba.. II. Ejercicio I: La segunda gran clave consiste en ayudarse con la imaginación para visualizar la energía sexual s ubiendo como energía Kundalini por nuestra columna vertebral hacia arriba. Esta práctica de imaginación puede entrenarse a cabo en frío, sentado en una silla, y puede ser combinada tanto con la respiración como con el trabajo muscular que ya hemos descrito. Luego, y es el objetivo, practiquémosla en pareja mientras hacemos el amor, integrando de nuevo las técnicas anteriores. Al inhalar imaginamos un rayo u onda de energía que asciende desde nuestra pelvis hacia nuestra cabeza y baja luego al corazón. Al retener el aire unos breves segundos, imaginamos que esa energía se concentra en nuestro corazón o entrecejo. Al exhalar visualizamos que una gran luz se expande desde nuestro corazón.
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Una variante magnífica consiste en imaginar esta energía subiendo por los chacras e iluminándolos. Los ejercicios de hacer circular la energía sexual son muy importantes, ya que como señala el clásico de alquimia taoísta “El Secreto de la Flor de Oro”: la luz (o energía sexual en este caso) es muy difícil de fijar. Si intentamos detenerla se nos escapa, por lo tanto la manera de fijarla es haciéndola circular en lo que ellos llaman “El Cursos Circular de la Luz”. Mantak Chia, un maestro taoísta actual, habla de hacer circular la energía sexual por la “Órbita Microcósmica”, de la cual ponemos una imagen Con estas prácticas, tanto la mujer como el hombre aprenden a dominar la Sexualidad Transorgásmica. Como Ícaro, debemos estar conscientes de no volar tan cerca del sol que nuestras alas de cera se derritan (la descarga orgásmica) ni tan bajo como para que caigamos al mar (cuando el cuerpo pierde la excitación).
VII.
La mujer: Naturalmente Transorgásmica
La mujer, mucho más que el hombre, es naturalmente transorgásmica. Esto quiere decir que su sexualidad está mucho más conectada con un intercambio afectivo y energético durante la relación, que con el hecho de alcanzar rápido el orgasmo. El placer femenino, tan misterioso para el hombre por su complejidad, no siempre se experimenta como una descarga explosiva. Y es que la sexualidad femenina es también menos parcializada y localizada que la del hombre. Pensemos que este último tiene genitales externos, en cambio en la mujer, tanto el útero como los ovarios y la vagina se hallan muy por adentro de su propio cuerpo. La mujer necesita más tiempo para alcanzar su máximo placer, pero muy a menudo los hombres, quienes son naturalmente orgásmicos, no duran lo suficiente antes de eyacular. Hablando sólo de la capacidad sexual de la fémina, mientras el hombre común sólo puede lograr sólo 1orgasmo, ella puede experimentar varios. También en la mujer las zonas de placer se diversifican. No se trata sólo del clítoris y la vagina; también están los senos, los labios, el lóbulo de la oreja, las caderas y en general toda la superficie de su piel, la que opera como un órgano sexual. En el hombre, todo o casi toda su capacidad excitatoria se concentra en el miembro viril, específicamente en el glande. Al estar tan localizada, los impulsos sobrepasan fácilmente el umbral de excitación donde sobreviene el orgasmo. Es la razón de porqué a los hombres les cuesta tanto controlarse sin eyacular. Y si hablamos de las tradiciones que practicaron y siguen practicando Sexualidad Transorgásmica, encontramos, por ejemplo, el Tantra, donde la mujer es ensalzada como muy superior al hombre en lo sexual. Ellos afirman que “lo que aprende una mujer en un día, un hombre lo hace en un año”. Recordemos
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que el Tantra es un conocimiento antiquísimo en la historia de la civilización, que se remonta a las culturas matrízticas de la antigua India. Para el Tantra, el amor sexual tiene carácter de sagrado, pues constituye una suerte de camino de iluminación o liberación. Y la mujer, al ser sexualmente superior al hombre, es siempre adorada y sacralizada ("la mujer supera al hombre como el agua supera (o apaga) al fuego" señalan). El libro de Andrée Van Lisebeth “Tantra, el culto a lo femenino”(Van Lysebeth, 1992) ya nos sugiere en su título, cómo Tantra y naturaleza (sexualidad) femenina están muy relacionados. Y es que la mujer, como es naturalmente menos explosiva, más pausada y menos interesada en “correr los 100 mts. planos hacia el orgasmo”, comprende más rápido de qué se trata la experiencia transorgásmica. De seguro, ella misma, muchas veces al hacer el amor involuntariamente percibió aquella ola de placer que iba y venía..., y aspirando profundamente sintió cómo subía por su espalda y le ocasionaba un gozo que inundaba todo su ser. La vivencia no fue la misma que cuando, en otras ocasiones, consiguió el orgasmo ordinario, donde la energía, en vez de subir, estalló y se "escapó" al exterior. Por su parte, los maestros taoístas como Mantak Chia (Cia & Winn, 2000) afirman que la energía en la mujer va naturalmente desde la tierra al cielo, por tratarse de la fuerza de la tierra. En el hombre ocurre lo contrario: va desde el cielo hacia la tierra. Esta es la razón por la cual, según Chia, al hombre le es tan fácil y familiar el descargarse o "explotar" sexualmente. En la mujer, en cambio, la energía tendería a subir hacia la zona del corazón, haciéndola más emocional y sentimental. Mantak Chia va aún más allá al señalar que estos dos flujos opuestos son flujos lineales, que suelen no encontrarse entre sí. Hombres y mujeres van por caminos distintos: los hombres buscan el placer genital mientras las mujeres buscan a menudo una experiencia más bien romántica del sexo. Para que el encuentro se produzca, deben transformar este flujo lineal en circular. Ambos lo logran haciendo que la energía circule por lo que Chia llama “la órbita microcósmica”, la cual va por el centro del cuerpo y sube por la espalda y la nuca hasta la coronilla, bajando luego por el entrecejo, la garganta, el pecho y el vientre hasta completar el circuito. Digamos que un requisito para conseguir esto es evitar el orgasmo, ya que éste implicaría interrumpir el flujo. Chia recomienda usar la respiración abdominal, la musculatura pélvica y la imaginación, para así “dirigir” la energía y evitar la descarga. Sin embargo, retomando el punto central que nos interesa, volvemos a insistir en que la mujer es naturalmente más proclive a una experiencia transorgásmica. Si lo pensamos bien, el orgasmo no es una experiencia natural de la mujer; más bien tiene que aprenderla. Hay mujeres que recién a los 30 años comienzan a tener orgasmos, mientras que otras lo descubren a través de la masturbación. Hoy en día, dada la gran publicidad que tiene el orgasmo en occidente, toda mujer desea tenerlo cuanto antes. Muchas feministas han convertido al orgasmo en su bandera de lucha por la igualdad sexual. Señalan que toda mujer tiene el mismo derecho a llegar al orgasmo que el hombre. Es así como la mujer abandona su natural predisposición hacia la experiencia transorgásmica y se embarca en igualar al hombre. A las feministas, sugerimos que estudien la obra de Alice Bunker Stockham, la quinta mujer médico en los EE.UU., gran feminista y sufragista, la que en plena época victoriana (s. XIX) desafió las prohibiciones y convenciones morales para plantear un método que ella llamó Karezza, basado en los principios de la práctica sexual transorgásmica. Ella era una convencida de que Karezza era la solución para la mujer en cuanto a su vida sexual, pues además de liberarla de la concepción indeseada, potenciaba su experiencia y su vida de pareja. Sus libros
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fueron censurados y olvidados, pero aún es posible hallar copias de su obra principal “Karezza, Ethics of Marriage”. (Yronwode, 1995). Muchas mujeres actuales, hijas de la cultura patriarcal, también se han vuelto fetichistas. A menudo están en contra de que un hombre no “acabe” al hacer el amor, aún cuando no estén pensando en quedar embarazadas. Consideran al semen como una especie de trofeo, la prueba tangible del amor de su hombre, y cuando no logran que este último eyacule, estas mujeres se sienten frustradas o incompletas, como si estuviera ocurriendo algo muy malo con ellas o con la relación. Queremos hacer la invitación a todas las mujeres a adentrarse en la Práctica Transorgásmica, que de seguro traerá grandes cambios en sus relaciones de pareja. REFERENCIAS:
Chia, M. & Winn, M. (2000) Secretos taoístas del Amor. Cultivando la Energía Sexual Masculina. EDL Eds. Stockman, A. (2009) Karezza, Ethics of Marriage (paperback). Bibliolife. Van Lysebeth, A. (1992) Tantra, el culto a lo Femenino. Yronwode, C. (1995) Alice Bunker Stockham & Karezza. Artículo disponible en
VIII.
El Llamado
El hecho que planteemos lo excelente que es practicar una sexualidad sin orgasmo puede ser, para muchos, la cosa más inverosímil que hayamos escuchado alguna vez. Sabemos que ir contra la corriente puede llegar a ser tremendamente impopular. Y nada pareciera tener menos sentido que negar la importancia del orgasmo en la sexualidad. Porque piensa un poco: todas las personas a nuestro alrededor nos dicen explícita, o implícitamente, que el orgasmo es bueno, que es el premio que hay que buscar, que es el fundamento de una vida sexual sana. Los médicos y los psicólogos, los religiosos, los escritores, las personas con sentido común, los buenos ciudadanos de nuestra cultura, todos coinciden en lo mismo sin discusión:“el orgasmo es al sexo como la levadura al pan”. En este consenso tácito, todos parecen estar de acuerdo: religiosos y agnósticos, revolucionarios y conservadores, el hombre de la calle y el intelectual… Pero tú que has leído estas líneas, ¿qué piensas? Tú que has llegado hasta este blog, guiado de alguna curiosidad o interés de saber más, ¿estarías dispuesto a aceptar sólo una posibilidad, de que todo lo que has aprendido sobre sexo hasta ahora pueda estar equivocado?
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SEXUALIDADE TRASORGANICA :
(Alquimia Sexual, Neuro-Ciência ePicoterapia) Dr. Francisco Francisco Moreno Téllez
Tú que quizás estás enamorado, y que quieres a tu pareja con verdadero y sincero amor, ¿no te gustaría preservar este amor para siempre y recorrer junto a tu amado un camino de autodescubrimiento, de conocer los misterios del "sexo mágico", más allá de la rutina de lo mundano? Tú que has sentido cómo la magia te toca cada vez que sientes algo por alguien..., ¿no quisieras hacer de esta magia un don permanente? Porque el enfoque que estamos proponiendo es un camino práctico, algo que indudablemente te trae beneficios individuales, pero que adquiere su sentido mayor en el Amor de una pareja. Tú y él/ella llegan a sentir cómo con la práctica la armonía aumenta. La pareja se “magnetiza” mutuamente. [En el orgasmo ordinario, el magnetismo se pierde después del orgasmo, debiendo recomenzar de cero cada vez, y después de un tiempo la relación se “gasta”; en la relación transorgásmica, por el contrario, ese magnetismo se acumula y se convierte en satisfacción, felicidad, armonía.] El amor mayor, todos esos sentimientos de reencontrar el paraíso perdido no se diluyen con la rutina, sino que pueden incrementarse. Es por esto que el sexo sin orgasmo es llamado “sexo sagrado”, un camino de iluminación. Cada vez que te enamoras, tu cuerpo y tu alma se estremecen y te revelan el “lado mágico” del mundo. Y ése es el momento en que “tocas a Dios”. Incluso no siendo religioso, esta maravillosa experiencia está al alcance de cualquier ser humano común. Todos la hemos vivido. ¿Pero te has preguntado por qué, si todos lo vivimos, esto no nos conduce a un desarrollo espiritual mayor? ¿Por qué todos esos enamorados no alcanzan finalmente nada parecido a una iluminación? Por qué hombres y mujeres sienten que la vida en pareja se torna monótona, rutinaria, y empiezan a aflorar los defectos, las críticas, el deseo de correr, o la opresión y el miedo ante el compromiso y la intimidad? Por qué no fluye como antes. Será que, como dice Pablo Milanés, "Los años pasan/ nos estamos poniendo viejos/Yo el amor no lo reflejo/como ayer......En cada conversación/Cada beso, cada abrazo/Se impone siempre un pedazo/De razón”. El sexo transorgásmico no sólo es hacer el amor sin orgasmo, es acceder a nuestra conexión más profunda, el rito sagrado del amor vivido entre dos. Estamos deteniendo el tiempo, alcanzando sin querer un tipo de meditación. Es poesía, donde el milagro más grande quizás no sea lo que pasa sólo durante el acto sexual, sino después, cuando te retiras conservando todas tus energías y habiéndolas transmutado en algo "luminoso", "superior"... En efecto, después de la relación transorgásmica los órganos genitales quedan tan tranquilos y apaciguados como quedan después del orgasmo ordinario, pero la diferencia es que en el primer caso el cuerpo sí queda lleno y radiante de una energía maravillosa, habiendo una fuerte conexión entre ambos amantes. En el sexo ordinario, en cambio, el cuerpo queda con una sensación de vacío, como si hubiese perdido algo muy importante. Y hay que exigir demasiado, para mi gusto, del amor para que venga a auxiliarnos en medio de la brecha que este sentimiento de vacío nos provoca. Un gran maestro que alguna vez leí decía que “el Amor (uso mayúsculas a propósito) es un niño muy esquivo” (S.A.W.) y que con el orgasmo espantamos a éste de nuestras vidas. La complicidad y compañerismo sanos con el tiempo devienen en adicción, cuando los químicos del cerebro empiezan a actuar a hacernos sentir ansiosos antes y culpables después… El sexo ya no es maravilloso como antaño, sino algo que cae en cierta monotonía y que hay que avivar en base a fantasías, afrodisíacos y terapias.
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Mucho se ha hablado sobre el "reencantamiento del mundo": al enamorarnos reencantamos el mundo, pero luego del sexo común, este encantamiento se va esfumando de a poco. La sexualidad que estamos proponiendo, es el sustento del "Reencantamiento". Este no sólo se propduce hacia tu pareja, sino hacia todo el mundo a tu alrededor. Tu cerebro empieza afuncionar de otro modo, tus energías sutiles se armonizan con el universo entero, sin tener que huir a la soledad para lograrlo. Tú que amas y que tal vez estás teniendo ya algunos problemas con tu pareja, derivado de los cambios de percepción neuroquímicos, todavía estás a tiempo de cambiar las cosas. También si tu vida ha sido un fracaso en el amor, podrás comprender de qué modo las cosas han fallado, y dónde podrás hacer el gran cambio la próxima vez. Pará qué decir que estando solo, también podrás prepararte para cuando halles un alma afín que quiera probar estos manjares sagrados. Y si te gusta meditar, o eres un alma sensible, enamorada, mística o artista, verás cómo este arte te permite incrementar tus dones y tu conexión con el Todo... Y no tengas miedo de tener que renunciar a lo bueno de la vida, porque el sexo con orgasmo es sólo un gran espejismo en el desierto que te promete un edén y luego se esfuma, dejandote vacío y desconcertado. La nueva experiencia se llama Amor Transorgásmico, y éste es el llamado que hago, como quien ha practicado durante años, para que abras tus sentidos y tu corazón, para así comprender y poner en práctica por ti mismo, con el más alto Amor...
IX.
Por qué la sexología en Occidente está tan ciega hacia la experiencia transorgásmica
No es fácil sacudirse 5000 años de cultura patriarcal, donde el sexo siempre fue visto de modo simplista: o es para la reproducción o es para obtener una especie de "liberación" o rápido placer. Obviamente, para no generalizar demasiado, tenemos que incluir también al sexo como expresión del amor dentro de una pareja, que con la igualdad de género se ha ido volviendo muy importante . De cualquier forma, todos obramos como si ya supiéramos de qué se trata. Decimos que un joven o una joven se “inicia” sexualmente cuando ha tenido su primera relación sexual. No obstante ¿quién se refiere a la calidad de esa experiencia?, ¿acaso saber sobre sexo es sólo saber correr nuestra carrera hacia el orgasmo? ¿y quién dijo que el orgasmo tenía que ser la estación obligada de cualquier vida sexual? Todos nos miraremos las caras unos a otros buscando respuestas, lo que ocurre es que así nos ha parecido siempre. "Así funciona la naturaleza" -dirá alguien, pero con eso aceptamos que estamos hablando de reproducción, y sabemos que el 99% de las relaciones sexuales no se tienen con el fin de reproducirnos (es más, lo evitamos, por medio de anticonceptivos). El orgasmo es así un fruto apetitoso colgando del árbol y por ese solo hecho decidimos cogerlo. Y a partir de ese instante asumimos quedar “iniciados” en el conocimiento de la sexualidad. Desde ese momento, el coito será el mismo, tendrá la misma estructura básica y un sabor o experiencia de fondo que comenzará con la penetración y acabará en la eyaculación. Y así será por toda una vida. Este es el problema más hondo en nuestro conocimiento de la sexualidad. Constituye en sí un paradigma, el cual incide en los hábitos y, a nivel científico, repercute en los modelos que intentan explicar la conducta T extos de autoria de Francisco Francisco Moreno Téllez (PSICOTERAPEUTA DE ORIENTACIÓN ANALÍTICA JUNGIANA, UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE) Fonte: http://transorgasmic.blogspot.pt/
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sexual humana. Después de 5000 años de patriarcado, el cual se encargó de reprimir e ignorar la sexualidad, nuestros hábitos sexuales son precarios. Debido a esa precariedad es que los científicos hoy estudian la sexualidad y hacen modelos simplistas, modelos que dan por sentado que la sexualidad humana es como la hemos descrito: una carrera que tarde o temprano desemboca en la experiencia del orgasmo. Es más, deseamos el orgasmo, ya que éste ha pasado a ser sinónimo de satisfacción y felicidad sexual. Sin embargo, ¿es el orgasmo el fundamento de una vida sexual feliz? Porque placer momentáneo es una cosa, pero felicidad otra. Y los filósofos y psicólogos de todos los tiempos nos han enseñado que es necesario conocer a fondo nuestros deseos y apetitos, no para reprimirlos (fórmula fácil, pero que a la larga no funciona), sino para hacerlos sustentables. En otras palabras, para que podamos gozarlos y vivirlos constantemente sin minar nuestro bienestar físico, emocional y/o espiritual. Porque muchos placeres son del momento, pero luego dañan el cuerpo o la mente o deterioran nuestra percepción y nuestra relación con nosotros mismo y el entorno. Pensemos en el alcohol: ¿cuál es el placer? ¿acaso llegar al límite de emborracharnos y sufrir la tradicional resaca al día siguiente, o la cirrosis hepática en unos años? ¿o debemos abstenernos 100% de probar siquiera una gota de licor para el resto de nuestras vidas? Es casi seguro que quien haya aprendido las lecciones de la vida preferirá un camino intermedio: disfrutemos unas cuantas copas de alcohol, pero observando nuestro límite antes de caer borrachos. ¿Acaso no se disfruta mucho más del sabor, de la calidad de un buen vino? Incluso, con un ritmo adecuado, podríamos beber toda la noche sin embriagarnos. Los sexólogos en nuestra cultura trabajan hasta hoy con un modelo creado por Master & Johnsonn en la década de 1960, donde establecen que la respuesta sexual humana posee 4 etapas bastante delimitadas: (1) Excitación, (2) Meseta, (3) Orgasmo y (4)Resolución . Ese modelo supone que existe una curva de placer que comienza en la excitación y tiene su peak en el orgasmo. Pero el orgasmo es un límite fisiológico, después del cual las sensaciones y emociones previas desaparecen abruptamente. Esto da lugar a la etapa de Resolución , donde la llama de la pasión se ha apagado y se supone que debiéramos sentirnos satisfechos. No obstante los individuos en esta etapa a menudo presentan un conjunto de efectos secundarios: cansancio, hipersensibilidad, a menudo desconexión emocional y necesidad de estar solos, pérdida de interés en la pareja, etc., síntomas bastante descritos por la ciencia actual y conocidos por muchos quienes los hemos experimentado. Imaginemos entonces por un momento que el sexo fuera como el vino. Los enólogos, en vez de los sexólogos, quizás se darían el trabajo de construir un modelo similar al de Master & Johnsonn y dirían que la "respuesta humana frente al vino" tiene 4 etapas: (1)Degustación, (2) Consumo, (3) Borrachera y (4) Resaca. ¿Qué diría el lector si estos enólogos dijeran que lo normal es siempre pasar por esas 4 etapas. Suena absurdo, pero quizás, imaginando que el 99% de los seres humanos sólo consumiera vino para curarse, el modelo dejaría de ser absurdo y sería un fiel reflejo de un hábito fuertemente extendido. Los científicos podrían decir que así ES la conducta humana frente al alcohol. Incluso las borracheras tendrían una excelente propaganda. A nadie se le ocurriría cuestionar que el vino no tuviera el fin de emborrachar y aceptarían como normal la resaca y el malestar que dejaría en nuestros cuerpos al día siguiente. Es más, existirían trastornos como el “síndrome de borrachera precoz” u otros, como el que sufrirían personas incapaces de emborracharse, los que serían llamados “analcohólicos”. ¿Podemos pensar por un momento que algo muy similar ocurre con el sexo? ¿No podríamos equiparar nuestra obsesión por alcanzar el orgasmo con la obsesión de un alcohólico por emborracharse? Y ¿Es el orgasmo la única posibilidad de disfrutar del sexo? Nosotros afirmamos que no es la única posibilidad ni la mejor, y con esto desafiamos expresamente el modelo de Master & Johnsonn. Afirmamos que éste, como casi toda nuestra sexología, sólo es una descripción de nuestros precarios hábitos
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en materia sexual. De ningún modo da cuenta de otra posibilidad y de otro tipo de experiencia. Sigmund Freud también cometió un error similar: señaló que si una relación sexual no culminaba en el orgasmo, era señal de perversión . Hasta el día de hoy los sexólogos siguen usando esos criterios cuando se niegan a aceptar otras visiones. Y que no se malentienda: no estamos contra el placer, sino todo lo contrario, nos interesa prolongar ese placer y transformarlo en éxtasis y felicidad verdadera, sustentable en el tiempo. Creemos que el orgasmo no es la respuesta obligada. Y con eso tampoco estamos condenando a los modelos en sí ni a los hábitos sexuales de la gente; sólo cuestionamos que el paradigma principal que rige nuestra forma de ver y vivir el sexo, no deje espacio a una experiencia distinta. La sexualidad transorgásmica es una visión y un modelo muy distinto de la sexualidad, el cual se fundamenta en la experiencia. Y la experiencia dice que sí es posible tener relaciones sexuales y disfrutarlas, sin jamás llegar al orgasmo. Esta forma de vivir el sexo fue practicada en muchas épocas y lugares a lo largo de la historia de la humanidad, por antiguas culturas y filosofías como elTantrismo de la India o el Taoísmo chino. Donde quiera que se habló de “Sexo Sagrado” o de “Alquimia Sexual” estuvo la huella de la experiencia transorgásmica. En occidente, a partir de muchos mitos y vestigios en la simbología de grandes cultos y escuelas, podemos presumir que este mismo conocimiento sobre la sexualidad estuvo siempre presente, pero velado (recordemos que el cristianismo oficial transformó al sexo en un tabú). ¿Qué gana alguien con vivir su sexualidad evitando el orgasmo? ¿y por qué se dice que podemos disfrutar mucho más? En primer lugar lo que podamos decir con palabras nunca podrá reemplazar a la verdadera experiencia. Hacer el amor sin llegar al orgasmo permite disfrutar del proceso más que del fin. Al evitar el orgasmo, podemos permanecer horas sintiendo olas de placer, las cuales llevan a un tipo de éxtasis que los taoístas llaman el “orgasmo valle”, que es más bien una sensaciónde plenitud, expansión y unión mentecuerpo, una especie de comunión con nosotros mismo y con nuestra pareja. Durante esos instantes se pierde la noción temporal y entramos, gracias al movimiento rítmico, en una especie de trance. Los taoístas afirman que de esta forma damos tiempo a la pareja de equilibrar sus energías yin y yang (femeninas y masculinas). Momentos de intensa sensación se intercalan con momentos de profunda tranquilidad. A través de este acto, la pareja crece afectivamente. Lo más importante es que al no producirse el orgasmo no hay un corte.Todo ese magnetismo y esa atracción que sentimos no se esfuma de un momento a otro. Puesto que no hay descarga de energía, ambos amantes conservan esas sensaciones una vez separados. Ninguno de los dos experimenta cansancio, o ese sentimiento de náusea o de “¡¿y eso fue todo?!” que embarga a los miembros de una pareja (en especial al hombre) después del coito. El orgasmo, por lo demás, causa un desánimo paulatino por volver a unirse con la misma pareja. Es lo que se conoce como “Efecto Coolidge”, el cual afecta a la mayoría de las especies de mamíferos. El macho sobre todo, siente cada vez menos entusiasmo por aparearse con la misma hembra, mientras que se interesa ante cualquier otra potencial pareja que aparezca a su alcance (en la hembra ocurre algo similar). Eso implica que, a la larga, tener sexo con orgasmo nos hace perder el entusiasmo sexual por nuestro compañero, cambiando nuestra percepción de él: antes era la persona más maravillosa del mundo; después ella pasa a ser "la bruja" y él "este fresco" o "este insensible". Sólo basta mirar lo que ocurre en la mayoría de los matrimonios, o en toda pareja que ya esté viviendo junta. Tienen que hacer grandes esfuerzos para permanecer juntos y enamorados como el primer día. Y no estamos quitándole importancia al amor, sólo que anunque éste exista, estos cambios ocurren a nivel de nuestra química cerebral y hormonal. Para resolver los inconvenientes que plantea el orgasmo, las culturas del patriarcado inventaron que el hombre podía tener muchas esposas, o una esposa y varias concubinas, amantes, esclavas sexuales, etc.. Reprimieron el sexo y a la mujer, considerándolos un mal necesario. Su desconocimiento las llevó a creer
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que la intimidad y las relaciones sexuales eran negativas, y crearon soluciones como el celibato, la poligamia y la prostitución. Hoy en día, habiendo mucha más libertad e igualdad sexual que antaño, encontramos altos índices de insatisfacción sexual, mucha infidelidad y separaciones, sin mencionar los matrimonios que después de algunos años ya no se toleran o llevan una vida sexual más que distante. También es posible observar que los potenciadores sexuales como el Viagra, el Ging Seng y ta ntos otros, permanecen siempre en el “top” de las ventas. ¿Qué podemos concluir de todo esto, cuando el orgasmo debiera ser el que da la satisfacción y la felicidad? El camino intermedio que representa la sexualidad transorgásmica no busca sólo resolver los inconvenientes del orgasmo. También es una experiencia transformadora en sí misma, que se conlleva con todos nuestros ideales de amor verdadero, intimidad verdadera y éxtasis verdadero. El placer del orgasmo sólo dura unos cuantos segundos; el éxtasis transorgásmico, en cambio, puede durar hasta una hora o más, y podemos sentirnos revitalizados y más enamorados después de hacer el amor. Lo dionisíaco y lo apolíneo, lo sensual y lo espiritual, lo yin y lo yang, tienen un punto de encuentro no teórico a través de esta práctica. Para muchas personas la experiencia transorgásmica puede transformarse en una experiencia religiosa; muchos pueden llegar a sentir que hacer el amor es como meditar o fundirse con el universo. Lo importante es que al final, toda esa dicha y ese magnetismo sexual que nos embriaga durante horas, se conservan sin ruptura. Una vez separados los amantes, la energía y esa sensación de estar plenos, no experimenta corte alguno; tan solo se va apaciguando de un modo armónico y natural. La persona siente que logró alimentarse de esta energía, lo cual es muy diferente de sentir que esa energía se descargó o expulsó fuera.
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X.
Los dos caminos del amor y del sexo: La Afrodita Sensual y la Afrodita Celeste . A lo largo de las publicaciones, ha ido quedando claro cómo el modelo Transorgásmico de la sexualidad, presente en el Tantra, en el Tao Sexual, y en otras tradiciones que vinculan la experiencia del sexo con la trascendencia y la espiritualidad, es un modelo que contrasta con la manera que llamaremos “orgásmica”, de entender y vivir la sexualidad.
Y es que estamos frente a dos paradigmas casi por completo opuestos de lo que comprendemos por vida sexual. Se trata no sólo de algo teórico, sino eminentemente práctico: Ambas experiencias, orgásmica y transorgásmica, se viven diametralmente distinto. En el primer caso (sexo orgásmico), el encuentro sexual culmina en el orgasmo (de uno o de ambos miembros) y el placer máximo se alcanza en el momento de la descarga. Desde el punto de vista energético, lo que tenemos es una especie de “explosión”, la cual acaba con el "fuego" sexual, que requerirá de un tiempo para recuperarse (etapa de “resolución). Debido a que el orgasmo ocasiona una serie de cambios neuroquímicos en el cerebro señalados por Robinson (2003 y 2009) [que ya hemos señalado en anteriores artículos], nuestra percepción hacia nuestra propia pareja y hacia el mundo que nos rodea, a la larga cambia radicalmente y nos produce desencanto, agotamiento y cierta sensación de pérdida y agotamiento (entre otros síntomas acumulativos). En el segundo caso (sexo transorgásmico), el encuentro sexual se centra más bien en el intercambio afectivo y “magnetización mutua”, y el placer máximo es una experiencia de conexión y éxtasis profundo y sostenido entre los amantes, que nunca implica descarga u orgasmo convencional (podríamos hablar– como en el Tao- de un “Orgasmo Valle” o de la experiencia “multiorgásmica” de la que nos habla Mantak Chia (Abrams & Chia (1997)). Desde la perspectiva energética, tenemos –más que una explosión- una especie de “reactor nuclear” que nos lleva a mantenernos por largo tiempo en un fuego constante y maravilloso, acabando sin orgasmo, o sea sin que exista corte ni descarga, ni las indeseables consecuencias neuroquímicas. Producto de la práctica constante, nos vamos acercando cada vez más a nuestra pareja y a un bienestar generalizado, y comenzamos a entender por qué las tradiciones transorgásmicas veían la sexualidad como un camino espiritual. El celibato y la abstinencia sexual, muchos dirán que constituyen un tercer camino, pero no lo es, ya que está en la misma lógica del primero. Muchos hombres y mujeres que renuncian al sexo, lo hacen porque están desencantados y aburridos de la práctica ordinaria. Ellos saben que cada vez que tienen sexo terminan cansados, desencantados, o a la larga pierden el interés en sus parejas, pero como ignoran que estos son los efectos típicos de la resaca orgásmica, culpan a las relaciones sexuales en general. Entonces, como muchos santos cristianos, terminan igualando vida sexual activa con pecado y concupiscencia, o con sufrimiento (o Samsara) como muchos monjes célibes budistas. La abstinencia es la reacción–más que contra el sexo en sí- contra el orgasmo, por sus efectos negativos. Por esta razón, entre orgasmo y celibato existe una relación dialéctica impuesta por la neuroquímica del cerebro: es difícil, o imposible -diría yo-, a la larga congeniar la práctica espiritual, que busca aumentar nuestro nivel de conciencia y energía, con el sexo ordinario (orgásmico) que fisiológicamente lo decrece. Por lo mismo, el paradigma o modelo imperante en el celibato sigue siendo orgásmico.
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Los dos caminos, aunque nos parezca extraño, siempre han estado presentes en nuestro inconsciente colectivo. Desde la antigüedad se hablaba de dos tipos de amor, sagrado y profano, y es casi seguro que el sexo transorgásmico no fue algo desconocido, aunque se mantuvo en secreto como un Misterio al que sólo los “iniciados” podían acceder. Ya Platón en El Banquetenos da cuenta de dos tipos de amor: el amor común, mundano, de la “Afrodita Pandemos” o "sensual", nacida de un acto carnal y el Amor de los Filósofos, de la “Afrodita Celeste”, nacida de la espuma del mar fecundada por los testículos de Urano. Luego en el Nuevo Testamento se nos habla de dos polos, la Carne y el Espíritu, donde ambos hacen nacer cosas (“Lo que nace de la carne, carne es y lo nace del espíritu, espíritu es" (Juan 3,6)). Ahora bien, nosotros hemos tendido a considerar que el sexo es siempre la Carne, ¿pero y si tuviera que ver –como plantean los tántricos- con el Espíritu? Después de todo el Espíritu no está tan exento de connotación sexual, ya que éste aparece en muchos mitos fecundando a una virgen (no sólo a María). Esto, por supuesto puede llegar a escandalizarnos, ya que el sexo es “la cochinada” (por algo decir chistes sexuales y chistes cochinos es casi lo mismo en nuestra época). ¿Cómo el sexo podría ser asociado con la Filosofía o los Libros Sagrados? En general la Carne y el Espíritu han sido asociados a Sexo y No-Sexo respectivamente, pero esto es sólo válido desde el paradigma orgásmico de sexo=mundo, materia,sentidos y no-sexo=espíritu/conciencia, inmaterialidad. ¿Qué pasaría si nuestro inconsciente colectivo estuviera mostrándonos estos símbolos, no como aspectos contrapuestos, sino como dos extremos de un mismo continuo: la experiencia sexual? Los dos sexos son bastante bien ejemplificados por Mozart en La Flauta Mágica. Tamino y Pamina encarnan el camino del amor y del sexo sagrado, contrastando con Papageno y Papagena, la pareja mundana que sólo está interesada en la procreación. Las bodas sagradas, de las cuales nos hablan los cuentos de hadas, los románticos y los alquimistas, son un símbolo fuertemente arraigado en nuestra mente colectiva. Cuando estudió este arquetipo, Jung cayó en el error de restringir su significación a la esfera meramente psicológica, sin considerar la de la praxis. Las bodas alquímicas –nos señala- tendrían que ver con la unión del Inconsciente con el Consciente. Sin embargo, en la India, este mismo símbolo puede ser vivido de manera concreta a través del Maithuna, el ritual tántrico entre amantes. Los que practicamos la sexualidad transorgásmica tenemos la oportunidad, a través de una relación de pareja, de poder vivenciar el arquetipo de las bodas en toda su plenitud. Por el contrario, el matrimonio común, con su rutina sexual fundada en el orgasmo, nos aleja de poder integrar este arquetipo. Jung señaló al final de su vida en una entrevista con el escritor Miguel Serrano, que el amor mágico/espiritual (nuestra Afrodita Celeste) era incompatible con el matrimonio (Afrodita Sensual). Desde ese momento, las bodas alquímicas quedan relegadas a un nivel intrapsíquico, y desde este punto de vista no son extrapolables a la vida en pareja, a menos que contemos con la clave que nos brinda el enfoque Transorgásmico. Jung mismo confesó haber amado alguna vez a una mujer con ese amor mágico y transformador que supone la Afrodita Celeste, pero -como dijimos- afirma categóricamente que éste no es viable entre esposos, ya que la rutina del matrimonio acabaría con él (Serrano, 1982). Obviamente, la rutina de la cual habla Jung es sin lugar a
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dudas la del orgasmo ordinario, que practicado de manera frecuente cambia nuestra percepción de las relaciones hacia un desencantamiento (lo contrario de la conciencia mágica del enamorado). El amor que es más capaz de hacernos soñar, aquel que nos inspira y exalta nuestra imaginación y nuestros sentidos siempre tiene un carácter no-orgásmico, y veamos que en la literatura y en el arte se refleja como un amor imposible, o de amantes que deben estar alejados, es decir, que no consuman su amor. Porque si en algún momento este amor se hiciera físico, o sea con el orgasmo frecuente, iría poco a poco perdiendo su fuerza transformadora y transfiguradora (mágica) de la realidad. Pensemos tan solo en tantos artistas, enamorados profundamente de una mujer que les inspira, hasta que deciden…hacerla su mujer. Después aparece una nueva que les produce lo mismo, y así una y otra vez repiten el drama que los lleva a vivir vidas emocionales tormentosas. Y quizás aburridos de esta dinámica digna del mítico Sísifo, finalmente optan por la soledad que les permite amar a la distancia (y evitar las consecuencias del orgasmo). Qué distinta suerte correrían estos amantes desencantados si accedieran a la experiencia transorgásmica. Qué distinta sería una pareja que, en vez de agotarse orgásmicamente, aprendieran a magnetizarse y nutrirse mutuamente, conservando intactas sus ganas, su placer y su mágico encanto. Indudablemente una respuesta muy distinta estaría produciéndose a nivel de sus neuroquímicos. Esta respuesta operaría como un círculo virtuoso que tendería a unir más a la pareja, generándoles un sentimiento y una percepción positiva y exaltada del mundo (Robinson, 2009). Una pista de los dos caminos o sexualidades, orgásmica y transorgásmica respectivamente, también se encuentra ilustrada en El Secreto de la Flor de Oro, un libro de alquimia chino y que se hiciera conocido por el estudio que C. G. Jung realizó sobre él. En el texto se habla de la “fuerza de los riñones” para referirse a la sexualidad, ya que en la medicina china el meridiano del riñón es aquél que rige a los órganos sexuales: La fuerza de los riñones está bajo el signo del agua. Cuando las pulsiones se agitan, fluye hacia abajo, dirigida hacia fuera, y engendra niños. Si en el momento de la liberación no se la deja fluir hacia fuera, sino que se la conduce de vuelta mediante la fuerza del pensar, de manera que puje hacia arriba en el crisol de lo Creativo y refresque y nutra corazón y cuerpo, eso es de igual manera el método retrógrado. (Jung & Wilhelm, 1977, pág. 104)
Vemos con esto que hay dos direcciones claramente definidas: Adentro/arriba y Abajo/afuera. Es decir, el orgasmo es claramente el segundo: una fuerza centrífuga hacia fuera, mientras la experiencia transorgásmica es –como señala el texto- un movimiento retrógrado, centrípeto o hacia adentro, como la mayoría de las prácticas espirituales como la meditación o el yoga, donde hay un “centramiento”, y el cuerpo se nutre de energía, en vez de descargarla. El místico búlgaro del siglo XX Omraam Mikaël Aïvanov, nos da un ejemplo usando la metáfora del láser: el miembro viril es como el rubí del láser, que calentado por la vagina, es capaz de proyectar luz espiritual. Sin embargo–y aquí aparecen los dos caminosexiste un láser inferior u horizontal y un láser superior o vertical. El primero es cuando las pulsiones se agitan debido a la pasión y –por medio del orgasmo- la luz se hace “líquida”, y se escapa al exterior. Esto supone una pérdida y continuar en nuestra percepción ordinaria, mundana y profana de la realidad. El segundo láser, el vertical, es–según el místico- cuando éste se proyecta a través de la columna vertebral hacia arriba,
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despertando y nutriendo los chakras, y abriéndonos a la percepción espiritual (Aïvanov, 1991, 124-126) Por último, veamos el ejemplo que nos proporciona el Tarot, aquella baraja mística donde desfilan los misteriosos arquetipos que, más que un sistema adivinatorio, puede ser tomado como un libro de sabiduría. La carta VI de Los Amantes nos muestra, en la mayoría de las barajas (como la de Marsella), un hombre que debe decidir entre dos mujeres. Se sabe que una de ellas representa el deseo lascivo o amor sensual, mientras el otro es el amor o deseo espiritual. También, en barajas como la de Rider White, la carta VI muestra a una pareja desnuda, pero en perfecta armonía espiritual; atrás y sobre ellos, un ángel los bendice. Lo curioso es que a esta pareja volvemos a encontrarla en la carta XV de El Diablo, pero en este caso aparecen encadenados y amarrados al diablo, que ha tomado el lugar del ángel. Esta pareja “diabólica” claramente representa la adicción a lo mundano. Podríamos decir entonces que la carta VI donde el individuo elige entre las dos sexualidades (orgásmico/profano y transorgásmico/sagrado), da paso, en el caso de elegir el orgasmo, a la carta XV (15 es 1+5=6) donde la pareja y cada uno de los individuos ha optado por el camino de la experiencia sexual común: vivir descargando hasta que la neuroquímica nos desencanta y nos mete en la adicción sexual (en menor o mayor medida). Las cartas XIV y XVII, la Templaza y la Estrella, nos muestran también el amor espiritual, y específicamente el sexo transorgásmico cuando aparece la imagen de la mujer que transmuta las aguas. Obviamente y gracias a C. G. Jung, sabemos que las aguas pueden relacionarse psicológica y simbólicamente con el sentimiento, las emociones y, por supuesto con la energía sexual. Transmutar o "templar" las aguas es lo que hacemos durante el acto sexual transorgásmico. La Estrella nos muestra una actitud contemplativa, espiritual, que es perfectamente compatible con cómo nos sentimos después de hacer el amor en esta otra práctica. Indudablemente la única manera de tomar consciencia de estos dos caminos del amor sexual, es viviéndolos. Esto nos saca de nuestra postura, tan intelectual, de suponer que se trata sólo de la actitud o de las creencias. Por ejemplo, pensamos que vivir el amor sagrado es sólo asunto de fe o de declarar que es así. Puede que el cambio de creencias o actitud mental ayude, así como la oración, la meditación u otra prácticas transforman en algo nuestra percepción hacia una conciencia “de sacralizar” o “reencantar” la realidad del acto sexual. Sin embargo, si no consideramos la biología, y queremos evitar tocar el punto central que tiene que ver con si hay o no orgasmo, por mucho que deseemos practicar una aproximación espiritual o sagrada de la sexualidad, no lo conseguiremos. Estaremos yendo contra todo lo que el Tantra, el Tao, la Alquimia o tantas otras tradiciones nos dicen al respecto. "Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo, Yo tomé el menos transitado, Y eso hizo toda la diferencia." - Robert Frost
REFERENCIAS
Abrams, D. & Chia, M. (1997) El Hombre Multiorgásmico (9na. Edición). Ediciones Neo Person. Jung, C. G. & Wilhelm, R. (1977). El Secreto de la Flor de Oro. Buenos Aires: Paidós Aïvanov, O. M. (1991). La Luz, Espíritu Vivo. Fréjus Cedex: Provesta. Serrano, M. (1982) El círculo hermético. Hermann Hesse-C.G.Jung. Cartas originales de dos amistades. Buenos Aires: Kier
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XI.
Orgasmo: por qué las parejas pierden gradualmente el deseo y la atracción sexual mutuos
La pérdida de interés en mantener relaciones sexuales es uno de los problemas que más afecta a las parejas hoy en día. Como psicólogo me ha tocado muchas veces atender a personas que dicen que, pese a que en los primeros meses o años de una relación mantenían una vida sexual bastante activa, hoy ya no se sienten atraídas por sus parejas. ¿De dónde viene esta pérdida de interés tan desconcertante? ¿Debemos culpar a al “mal sexo”, aquél donde los amantes no llegan juntos al orgasmo? ¿O
debemos buscar causas psicológicas, quizás en la inmadurez afectiva o en la pérdida de contacto con su propia feminidad/masculinidad? ¿Cómo enfrentar el fenómeno desde una perspectiva más amplia? La verdad es que frente al argumento del “mal sexo”, no existe demasiada evidencia a favor. Mucha/os de mis
pacientes afirman que en el pasado han llevado vidas sexuales intensas y creen, de hecho, haber disfrutado bastante haciendo el amor. Las mujeres reportan que a menudo lograban el orgasmo, por lo que presumimos que en ningún caso eran encuentros dispares o insatisfactorios (desde la perspectiva de respuesta sexual)Por otra parte, si lo vemos por el lado psicológico, encontraremos algunas pistas en el hecho de que a lo mejor se trata de hombres y mujeres poco maduros emocionalmente, al principio interesados en alcanzar el objetivo de poseer a sus parejas, pero luego, cuando lo consiguen, pierden el interés en ella. Esto nos lleva a pensar que quizás estamos en presencia de algún trastorno de personalidad o síntoma neurótico, donde tan rápido como se logra hacer seguro el amor, luego se lo olvida, perdiendo el interés en él… Y pensaríamos que de algún
modo están transformando al compañero en una especie de objeto que una vez usado, puede ser desechado. Y -como ya dijimos- también sería posible hallar el motivo en alguna suerte de desconexión con la masculinidad/feminidad, o falta de aceptación del propio cuerpo, etc., etc. ¿Acaso estos individuos son extremadamente exigentes y a la primera falla devalúan al otro, sacándolo del pedestal donde lo han puesto? ¿Acaso están enamorado/as más bien de una proyección o imagen ideal de hombre o mujer que, reflejado en sus pareja, con el tiempo se va resquebrajando? Quizás. La esfera psicológica ofrece éstas y muchas más interpretaciones que podrían explicar una buena parte de lo que ocurre con estos individuos. Y es siempre positivo considerarlas, así como tomar psicoterapia alguna vez en la vida para resolver muchos de estos temas que pueden obstaculizar grandemente su desarrollo y relaciones. Ahora bien, a pesar de su relevancia, la pista psicológica no ofrece tampoco el 100% de explicación a la pérdida del deseo. Y el problema tampoco parece ser el amor, porque la mayoría de las veces quienes consultan dicen querer y amar mucho a sus parejas. Es el sexo el problema. El sexo con su pareja no les atrae. Y casi ninguna cosa que haga ella por conquistarla y
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despertar su deseo par ece ser una solución definitiva. Algunos sexólogos proponen esto de jugar a “innovar”, de modo de ponerse creativos, romper la rutina, irse un fin de semana a la playa, a un motel, o cosas así. Nosotros, en cambio, con el conocimiento de la sexualidad que nos entrega el enfoque transorgásmico [discutido en este sitio-blog], estamos dispuestos a aceptar una hipótesis nueva: que la pérdida del interés sexual es uno de los efectos de la resaca orgásmica a la cual están expuestas todas las personas que llevan vidas sexuales activas y “normales”
No es un asunto psicológico (al menos no totalmente) ni tiene que ver con el buen sexo o mal sexo. Más bien se trata de una cuestión química que afecta el funcionamiento de nuestro cerebro, y que se origina en que las parejas están manteniendo relaciones sexuales con orgasmo. El orgasmo en sí puede ser placentero, y no lo estamos condenando. Pero sepa el lector que existe una consecuencia invisible de la cual somos muy poco concientes, y es que después del orgasmo nuestro cerebro inhibe ciertas sustancias que son esenciales para sentir placer y atracción, e incluso son esenciales para sentirnos contentos y felices a largo plazo. Y esto, naturalmente afecta también la percepción. Si en un comienzo a nuestra pareja le veíamos como el ser más atractivo e interesante del planeta, pronto terminamos por aceptarlo como un “peor es nada” al que con
cariño (y cierta cuota de desencanto) debemos aprender a aceptar. Todas las parejas estables que llevan vidas sexuales activas pasan tarde o temprano por este fuerte duelo, donde poco a poco se van desencantando sexualmente de su pareja, claro que el amor y el cariño los puede mantener unidos por mucho tiempo. Y por supuesto que no estamos en contra de esto último, ya que el amor debe ser uno de los fundamentos de cualquier relación de pareja. Pero la atracción y la sexualidad también son fundamento. No debemos caer en el conformismo que dice que toda pareja está a la larga condenada a perder su mutuo magnetismo y atracción. Así como el enamoramiento no reemplaza al amor, tampoco el amor no debiera reemplazar al enamoramiento, pues ambos son muy necesarios. Pero volvamos al asunto del orgasmo. Marnia Robinson, escritora norteamericana y una excelente amiga, nos ha relatado con lujo de detalles los hallazgos que la ciencia actual ha hecho respecto a la conducta sexual de los mamíferos. Y en su libro “Cupid’s Poisoned Arrow” (Robinson, 2009) nos presenta una serie de de estos
hallazgos que nos describen cómo algunos neurotransmisores como la Dopamina (a veces llamada la “Cocaína Interna”) son los responsables de que nos sintamos atraídos y enamorados (obviamente, en este
funcionalismo también participan las hormonas sexuales como andrógenos y estrógenos). El tema es que mientras estamos bajo los efectos de la Dopamina, nos sentimos de maravilla: energéticos, inspirados, vitales, el corazón nos late con más fuerza, etc. De hecho, esto no es negativo, pues la dopamina participa en el circuito de Placer/Recompensa del cerebro, y en dosis moderadas, es necesaria para motivarnos y sentir placer. En exceso de Dopamina se dice que motiva las adicciones y conductas compulsivas.
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Ahora bien, ¿qué tiene que ver esto con el sexo? Indudablemente –y esto está demostrado- la actividad sexual pone en actividad todo el sistema dopaminérgico del cerebro. El placer creciente que sentimos cuando nos excitamos tiene que ver con la acción de la Dopamina en el cerebro. Esto nos motiva a tener relaciones
sexuales y éstas desembocan tarde o temprano en el orgasmo. Y aquí está el punto: el orgasmo –como también se ha investigado- implica que en nuestro cerebro ocurra una gran “explosión” de Dopamina, la cual nos entrega un potente pero corto placer. ¿Qué ocurre después? Pasado el instante de placer y conforme pasan los minutos, la horas y los días incluso, después de haber intimado sexualmente, los niveles de dopamina cerebral caen dramáticamente. O más bien, lo que tenemos es una suerte de oscilación muy marcada entre momentos en que la dopamina está baja y otros en que vuelve a estar alta (Robinson, 2009) Ahora bien, ¿Cuáles son los efectos psicológicos de esta oscilación? Podríamos decir que con la dopamina alta volvemos a sentirnos estimulados, activos, motivados, mientras que con la dopamina baja ocurre lo opuesto: debido a la falta, también las endorfinas del cuerpo disminuyen, lo que trae como consecuencia un sentimiento de displacer, incomodidad o susceptibilidad frente a los estímulos. Esta oscilación nos trae una suerte de bipolaridad que afecta nuestro estado de ánimo y nuestra percepción de nosotros mismos, de nuestra pareja, y de la relación. Y puede que a la larga nos sintamos confundidos y que inconscientemente empecemos a desarrollar una cierta distancia emocional o sexual con nuestra pareja. Y aunque los primeros meses de la relación pueden verse buenos, los efectos más fuertes pueden venir tardíamente. Marnia en su libro nos entrega muchísima más información, evidencias científicas y testimonios al respecto. La psicología, por su parte, nos señala que el displacer y la incomodidad a la larga operan como estímulos aversivos, que en este caso por condicionamiento clásico uno termina asociando
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inconscientemente con la pareja o con la sexualidad entre ambos. El displacer puede enfocarse en la pareja, en la relación, o en la misma esfera sexual. Ese displacer empieza a tomar forma en lo que solemos denominar “rutina” y que no es otra cosa que un efecto característico de la “Resaca Orgásmica” (Robinson, 2009).
Es relevante que desde hace milenios, los maestros taoístas Chinos han venido describiendo los efectos negativos del orgasmo y señalan que en éste, (que ellos asocian a la eyaculación, pero que se refiere en sí a la “explosión” orgásmica o descarga energética en ambos sexos) ocurre una pérdida de energ ía yang que debilita la atracción. En ese sentido, Abrams & Chia (1997) dice que la atracción depende de la fuerza de la carga yinyang entre y en los amantes, y plantea que la eyaculación debilita la energía yang (pero también la mujer se ve afectada si tiene descargas orgásmicas como las del hombre). Otro de los efectos de la Resaca Orgásmica, el cual ya hemos explicado en otros artículos, acá conviene volver a mencionarlo. Nos referimos al llamado Efecto Coolidge, el cual señala que si nosotros estimulamos a un individuo sexualmente para que copule hasta el agotamiento con una misma pareja, llegará un momento en que perderá todo interés por esa pareja. Aun estando en celo, se mostrará completamente indiferente hacia ella. Sin embargo, si ponemos frente a él otra hembra (en el caso del macho), la atracción mágicamente retorna, y dicho individuo comenzará un nuevo ciclo de cortejo-apareamiento (Robinson, 2009) El Efecto Coolidge no es un invento nuestro, ha sido diseñado por la evolución como parte normal de la conducta sexual de los mamíferos. Las investigaciones revelan que opera a nivel del sistema límbico, a través de los mecanismos de la Dopamina (que ya describimos), la Prolactina, y otras hormonas y neurotransmisores que regulan los mecanismos de atracción/aversión. Los humanos también tenemos un sistema límbico o “cerebro primitivo”, el cual regula muchas de nuestras funciones instintivas como aquella que tiene que ver
con la atracción sexual. Está 100% claro entonces, que el Efecto Coolidge (o alguno muy similar) trabaja también en nosotros, sólo que de un modo casi inconsciente e imperceptible. ¿La razón del mecanismo? Muy simple: a la evolución le conviene que un individuo constantemente se aparee con distintas parejas, porque así aumenta la variabilidad de los genes de la descendencia, incrementando de paso las probabilidades de subsistencia de la especie. Observemos nada más como el Efecto Coolidge se da en las relaciones y marca fuertemente a los matrimonios y a las parejas que llevan largo tiempo juntas. Veamos que a menudo la actividad y el entusiasmo sexual tienden a decaer, o se mantiene en frecuencia, pero no necesariamente en calidad. ¿Ficción? No lo creo tanto. Lo he podido ver muy de cerca en mi consulta psicológica: mujeres u hombres que después de algunos años de relación tienen grandes dificultades para sentirse atraídos por su propia pareja (a la cual aman), pero que sin embargo de pronto se sienten fuertemente atraídos por un tercero en el trabajo, en una fiesta, etc., etc. Lo que yo como psicólogo de parejas he podido observar, es que habitualmente un miembro de la pareja (a
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menudo el más sensible) empieza a sentirse incómodo con las relaciones sexuales, y poco a poco empieza a sentirse mejor llevando una vida de abstinencia, aun al interior de la pareja. Es lo que le ocurre a muchas mujeres que, pese a que aman y admiran a sus maridos, no sienten ya las mismas ganas de antes a la hora de hacer el amor. Por otro lado, el otro miembro de la pareja, con más frecuencia el hombre, resuelve el tema por la vía de la infidelidad. El Efecto Coolidge le impide sentirse atraído por la mujer con la que convive, pero se siente estimulado a tener múltiples aventuras y encuentros ocasionales con otras mujeres, a las que no verá de manera estable. Por un asunto de “masculinidad” –como él le llama- igual sigue manteniendo relaciones con su mujer, como rutina, aún cuando ya no esté enamorado de ésta. Quizás él con frecuencia se masturba, y consume kilos de pornografía para sobrellevar su desidia. Por mientras, la relación se enfría y aparecen los problemas que se disfrazarán de “incompatibilidad”, “falta de comunicación”, “necesidad de espacio personal”, “conductas de manipulación”, entre otras.
Taoístas modernos como Mantak Chia señalan paralelamente que lo que ocurre entre hombres y mujeres es que poseen distintos flujos de energía: en los hombres -dice Chia- la energía va del cielo a la tierra, y por eso el hombre tiende siempre a querer descargar su energía sexual y funciona mucho "desde la cintura para abajo". En la mujer ocurre que la energía va desde la tierra al cielo, por lo que a menudo se queda con la experiencia más bien romántica o afectiva de la sexualidad, es decir "de la cintura para arriba". La desarmonía comienza a hacerse notoria cuando en la sexualidad ambos flujos se polarizan, entonces los hombres se vuelven excesivamente físicos y carnales, pero con poca implicación emocional, mientras muchas mujeres empiezan a experimentar síntomas de falta de deseo sexual y lo reemplazan con el mero afecto. El punto crucial será cómo hacer para que la sexualidad equilibre esas tendencias tan lineales y las transforme en un circuito donde ambos miembros de la pareja puedan encontrarse energéticamente el uno al otro. Quizás estamos exagerando demasiado el retrato y estamos olvidando a las grandes excepciones. Tiendo a pensar que no son tan comunes y que un matrimonio feliz es, a todas luces, la excepción a la regla. Y a veces esa felicidad pasa por una suerte de renuncia al sexo, por encerrarse en el trabajo, en la vocación social o en el cuidado de los niños, o a veces encontrar un trabajo lejos y pasársela viajando, o quién sabe. Muy a menudo, la frase “ Hoy no, cariño, estoy cansado(a)” empieza a ser frecuente. El orgasmo es, para Marnia Robinson, “La flecha envenenada de Cupido”, aquella que a la larga termina separando a los amantes o disminuyendo su entusiasmo hacia el sexo. No obstante, esta flecha puede ser evitada sin tener que renunciar al placer o al contacto físico sexual. ¿Cómo? Siguiendo el camino que los taoístas y los tántricos ya trazaron: practicar el sexo sin llegar al orgasmo. Así de simple, claro que al decirlo nos viene una especie de espasmo o escalofrío y nos preguntamos si eso no es lo mismo que renunciar al mejor placer del sexo. La respuesta categórica es un rotundo NO. Orgasmo no es
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la única alternativa para lograr placer o satisfacción. Incluso es a la inversa: el orgasmo, la mayoría de la veces –si no siempre- nos impide alcanzar la verdadera dicha y el verdadero placer sexual. Nos ofrece un placer breve y localizado que puede ser intenso, explosivo, pero es en sí mismo fugaz. No representa una experiencia transformadora. Tan rápido c omo lo logramos, tan rápido se desvanece. Después de la relación sexual, la realidad vuelve a parecernos tanto o más dura y decepcionante que antes. Aparte de sentirnos un poco más relajados y aliviados (ya que quedamos sin energía), yo no veo cuál es el placer. Cualquiera que haya vivido una luna de miel ardiente, con muchos orgasmos, estará de acuerdo en que hay una especie de decepción que inunda a los amantes después de un tiempo, y que no tiene que ver con el amor ni la compatibilidad directamente. Estamos frente a un fenómeno neuroquímico. ¿Y si no es el orgasmo, qué es? La alternativa se llama “Experiencia o Sexualidad Transorgásmica”, que es un nombre creado por mí el año
2003, pero que intenta mostrar que es posible ir más allá del orgasmo, y abrirse a un placer y un disfrutar de las relaciones sexuales hasta ahora desconocido por la mayoría de los occidentales. Los tántricos y los taoístas lo han sabido desde siempre, y a través de sus prácticas y sus filosofías lo han enseñado. El problema es que en Occidente no hay una palabra que pueda equipararse y que pueda expresar la esencia de lo que este tipo de sexualidad es. Por lo demás, el Tantra y el Tao pueden parecernos lejanos y excéntricos, más que nada porque existe una gran diferencia cultural entre nosotros y ellos, y porque las palabras y expresiones están en idiomas ajenos, así como su idiosincrasia y religiosidad. Por eso, si decimos sólo “Sexualidad Transorgásmica”, se nos ilumina a fondo a qué
apunta este tipo de sexualidad, desde el punto de vista conductual. Y es que la sexualidad transorgásmica tiene que ver con trascender o ir “más allá” del sexo orgásmico, abriéndonos a una experiencia más rica, transformadora y trascendente de nuestras relaciones sexuales. Al hacer el amor sin llegar al orgasmo, podemos mantenernos durante muchos minutos y hasta horas unidos a nuestra pareja. A través de la respiración y el movimiento rítmico vamos entrando en un estado mental más profundo, extático. Poco a poco nos vamos dejando mecer y estremecer por sucesivas olas de placer que no se limitan a la zona genital, como en la relación convencional, sino que invaden todo nuestro cuerpo. Uno se mantiene en un límite justo por debajo del umbral del de la descarga, con lo que podemos experimentar todo el placer de los suaves estremecimientos eróticos (que los taoístas dicen que son los verdaderos orgasmos), estando en profunda conexión emocional, física y espiritual con nuestra pareja, pero con total control y conciencia de nosotros mismos. Aunque parezca extraño, el fuego sexual que se consigue en la medida que dominamos la práctica, es mucho mayor y la satisfacción también mucho mayor que lo que logramos con una práctica de sexo común “caliente” con orgasmo. Al no “acabar” en el orgasmo, no se experimenta ningún corte abrupto entre el antes y el después. Es uno el
que puede elegir cuándo quiere parar, y retirarse sin haber descargado la energía sexual. Es decir, la sensación magnética que nos recorre de pies a cabeza durante el acto, no se pierde sino que se conserva, volviendo a la normalidad poco a poco. La respiración profunda nos permite relajarnos y sentirnos tan bien como después de
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una sesión en el gimnasio, pero sumándole todo el placer del sexo y el amor. En un nivel neuroquímico y hormonal, sustancias como las endorfinas y la oxitocina nos hacen sentir mucha satisfacción y deseo de estar más cercas de nuestro amante (a diferencia del sexo común, donde a muchos le dan ganas de dormirse aparte o salir corriendo). La experiencia transorgásmica no es tampoco una experiencia donde haya que estar reprimiéndose, ya que una vez que hemos educado el cuerpo y la mente, fluye de modo tan natural, que no hay siquiera que pensar en evitar o controlar… Es tan natural como la habilidad de no orinarse los
pantalones, caminar o mantener el equilibrio. Cuando ya nos hemos habituado a hacer el amor de esta manera, volver a la antigua práctica con orgasmo nos parecerá antinatural y hasta desagradable. La resaca orgásmica nos parecerá algo tremendamente evidente, que querremos evitar a toda costa. La descarga orgásmica será tan poco atractiva para nosotros como emborracharse con alcohol barato es para un buen catador de vinos. La experiencia transorgásmica es también una buena solución para la pérdida de interés por la pareja. Haciendo el amor sin orgasmo engañamos a la naturaleza. La hacemos creer que estamos siempre como comenzando una nueva relación, tal como fue la primera vez que nos enamoramos con nuestra pareja. Y la atracción en vez de desaparecer, con el tiempo mejora. Los taoístas dice que incluso a los 60 años, la sexualidad es más satisfactoria e intensa que en la juventud. Y engañar a la naturaleza significa que evitamos la bipolaridad entre mínimos y máximos de la Dopamina, así como el Efecto Coolidge. De verdad que estar enamorados para toda la vida y conservar la natural atracción con el mismo compañero es posible mediante la el método de La Sexualidad Transorgásmica, la cual es realmente benéfica para las parejas, cualquiera sea su condición (incluso si hay problemas entre ambos, éstos de seguro serán más manejables). Ahora bien, ¿cómo hacer para que una mujer recupere el deseo a corto plazo? Quizás las recomendaciones de los sexólogos de cambiar la rutina puedan ayudar, así como también los ejercicios para desbloquear la cadera (el yoga o la terapia corporal reichiana son buenas alternativas), o quizás la psicoterapia sirva de gran ayuda. Sin embargo, para mi opinión, si no cambiamos el esquema de fondo de nuestras relaciones sexuales hacia un enfoque transorgásmico, los resultados puede que no sean definitivos. En otras palabras, puede que tengamos nuevamente relaciones sexuales, pero de calidad discutible. O puede que otros síntomas de la Resaca Orgásmica aparezcan, como peleas y luchas de poder, control y manipulación, depresión, hipersensibilidad, etc. La invitación concreta es a practicar la Sexualidad Transorgásmica y probar sus beneficios.
REFERENCIAS: Abrams, D. & Chia, M. (1997) El Hombre Multiorgásmico (9na. Edición). Ediciones Neo Person.
Robinson, M. (2009) Cupid’s Poisoned Arrow. Berkeley: North Atlantic Books.
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XII.
El Verdadero "Placer Orgásmico" nunca es el Orgasmo (discutiendo sobre aquello que llamamos Orgasmo)
Habitualmente, se produce una gran confusión entre lo que es o no es el Orgasmo. Sobre todo cuando el enfoque transorgásmico afirma que de lo que se trata es de “ evitar ” el orgasmo. La palabra orgasmo (del griego ὀργασμός) se puede definir desde el punto de vista1-fisiológico (es decir, desde qué es lo que ocurre en nuestro cuerpo y nuestro cerebro), 2-fenomenológico (cómo lo experimentamos) y 3- funcionalenergético (qué pasa con nuestra energía). 1) Fisiológicamente, tenemos que los impulsos sexuales crecientes llegan a un punto crítico en el cual desencadenan una serie de contracciones rítmicas e involuntarias de nuestra musculatura pélvica, acompañadas de liberación de calor. Una serie de reacciones neuroquímicas acompañan a esta reacción, ocasionando profundos cambios en nuestra conducta y percepción [remitirse a los otros artículos donde hemos hablado al respecto]. También debemos agrgar que el orgasmo en sí mismo, en el humano tiene una duración aproximada de 8 segundos. En el hombre siempre, acompañado y seguido de la eyaculación, mientras en la mujer las contracciones a menudo –pero no siempre- pueden llegar a desencadenar liberación de fluidos, en lo que se llama la “eyaculación femenina”.
2) Fenomenológicamente hablando, y en el común de la gente, el orgasmo constituye una experiencia placentera pero breve, similar a una explosión. Se siente como una especie de liberación, como una represa que se rompe y desde la que fluyen las aguas en todas direcciones. Una onda expansiva de calor recorre el cuerpo desde los genitales hacia el exterior, generando placer. Este es el motivo por el cual también mucha gente asocia orgasmo con máximo placer. Ya hemos discutido en otros artículos sobre cuán sustentable es este placer en el tiempo, ya que si el orgasmo en sí resulta placentero, sus consecuencias, a corto, mediano y largo plazo, no parecen serlo en absoluto [leer artículos anteriores]. No obstante, por ahora, quedémonos con esto de la "experiencia explosiva" 3) Por último, desde el punto de vista del funcionalismo energético, el orgasmo representa una descarga de energía. En 8 segundos, el cuerpo se estremece por oleadas que vacían toda la tensión acumulada por la excitación previa. Termodinámicamente, podemos equiparar esta reacción a cualquier reacción de “explosión”
donde la energía es liberada como ondas o calor en un proceso conocido como “reacción irreversible” (lo explicaremos en detalle en un artículo más adelante). El orgasmo cumple con un diagrama bastante lineal, energéticamente hablando. El psicoanalista Wilhelm Reich (2010) lo expresó con un modelo muy simple de carga-descarga:
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TENSION MECANICA – CARGA ELECTRICA – DESCARGA ELECTRICA – RELAJACIÓN MECANICA Hasta acá hemos intentado ir definiendo las distintas miradas al fenómeno del orgasmo. No obstante, hacemos hincapié en que Orgasmo, para una buena parte de la humanidad, un sinónimo de placer más que de descarga. Esto es así en especial para muchas mujeres, para quienes el orgasmo explosivo es muy a menudo una opción, pero no lo que siempre debe ocurrir (como en el hombre). Es lo que se ha denominado como capacidad "multiorgásmica" de la mujer, la cual se sustenta en que lo que ella llama orgasmo -en dicho casono es propiamente una "explosión" sino "oleadas de placer " que van y vienen dentro de ella. Podemos afirmar que también los hombres tienen esta capacidad, pero a menudo se ve eclipsada al obsesionarse ellos en eyacular y explotar constantemente. Nosotros también podríamos agregar que si el orgasmo es sinónimo de placer y de satisfacción pero no de descarga, estamos hablando de algo m uy distinto de una “ explosión”. Y exactamente a eso se refiere la Experiencia Transorgásmica a la cual hemos dedicado tantos artículos. Y el problema se nos viene cuando usamos la misma palabra para definir el placer de la explosión/descarga y el placer del estado de plenitud sin explosión/descarga (transorgásmico). Los maestros taoístas y los tántricos, constantemente nos hablan de Orgasmo, pero en ningún caso se refieren a una "explosión". Tampoco a la descarga ni a los 8 segundos de movimientos peristálticos involuntarios. Se refieren más bien a la experiencia de expansión y de placer que se tiene justo antes de alcanzar el punto fisiológico en que toda la reacción explosiva se desencadena. Este “justo antes”, que para el común de la gente
que sigue hasta el final pasa inadvertido es, para los tántricos y taoístas, el verdadero Clímax y el verdadero Orgasmo, que nada tiene que ver con la eyaculación. Es tanto así, que las técnicas de control corporal del Tantra y del Tao, enseñan a prolongar ese estado previo de sensaciones exaltadas tal y como un buen surfista sabe prolongar el equilibrio y la duración sobre la ola, en vez de estallar en ésta. El placer no está en estallar sino en dominar. Por eso existe la confusión entre Orgasmo Explosivo y Orgasmo Valle. Y cuando nosotros hablamos, en estos artículos, de evitar el orgasmo para acceder a la experiencia transorgásmica nos referimos concretamente a evitar el “orgasmo explosivo” mientras estamos completamente de acuerdo en que exi ste “otro orgasmo”, el
del “crescendo del placer”. Veamos, a ese respecto, un extracto de “El Hombre Multiorgásmico”, del maestro taoísta actual Mantak Chia: En Occidente, Alfred Kinsey, pionero de la investigación sexual, no informó de descubrimientos similares hasta 1940. Sin embargo, varias décadas más tarde y después de que sus hipótesis hayan sido probadas repetidamente en laboratorio, la mayoría de los hombres siguen desconociendo su potencial multiorgásmico. Sin este conocimiento y sin una técnica clara, los hombres son incapaces de sentir la diferencia entre el crescendo del orgasmo y el estallido de la eyaculación. La sexualidad masculina occidental sigue estando erróneamente centrada en el objetivo, inevitablemente decepcionante, de la eyaculación en lugar de en el proceso orgásmico de hacer el amor. (Chia & Abrams, 1999, p. 6)
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(Alquimia Sexual, Neuro-Ciência ePicoterapia) Dr. Francisco Francisco Moreno Téllez
De esta manera, se va comprendiendo al fin, por qué los taoístas hablan bien del orgasmo, ya que este para ellos sería más bien la oleada de placer anterior al momento de la eyaculación (nada más que una simple explosión refleja). Veamos lo que señala otro maestro taoísta actual: Muchos hombres se quedan fríos ante la idea de un orgasmo sin eyaculación porque llevan mucho tiempo, a veces décadas, viviendo el sexo con eyaculación. Lo primero que tienen que hacer es desmitificar ésta, ya que no es más que un espasmo muscular involuntario. (Winn, M. citado en Chia & Abrams, 1999, p. 9).
Si usáramos la terminología de Master & Johnson, tendríamos que hablar, con toda propiedad, de un “ Orgasmo Meseta ”, ya que “meseta” (plateau) es el nombre la segunda fase de la respuesta sexual, según el conocido modelo de estos investigadores (1-Exitación, 2-Meseta, 3Orgasmo y 4-Resolución). Lamentablemente esta fase es mucho más rica y compleja cuando se practica sexo transorgásmico, que lo que estos investigadores recogen en sus estudios. Para la gran mayoría simplemente se trata de una fase previa a la fase de la Explosión. Sin embargo, la Meseta es, para la sexualidad transorgásmica, donde se experimenta el verdadero proceso y placer orgásmico de hacer el amor, que puede durar horas. Esta “Experiencia Valle o Meseta”, por su parte se vuelve mucho más familiar a nosotros cuando exploramos las prácticas meditativas, o “ estados de
flujo”, como los del arte, del juego o la danza, que ponen mucho más de relieve el proceso que el fin. Esta fase contiene muchos “ momentos orgásmicos” que nos remiten a la capacidad multiorgásmica” de la mujer o incluso del hombre de la que nos hablan Chia & Abrams (1999). De todos modos la diferencia entre orgasmo y eyaculación no es tan útil cuando pasamos a la sexualidad femenina, porque obviamente la mujer no tiene semen que eyacular (aún cuando a veces emiten un fluido de consistencia similar). Sin embargo, toda mujer puede tener también la experiencia del éxtasis transorgásmico (orgasmos Valle o Meseta) o bien descargarse en una especie de estallido similar al reflejo eyaculatorio, sólo que sin semen. Esta diferencia está corroborada al leer los clásicos de alquimia china antiguos que se refieren a esta importante diferencia en la mujer: "Cuando una mujer hace el amor con un hombre, es en extremo importante que su corazón permanezca tranquilo y sus pensamientos sosegados… …Si siente que
responderá a los movimientos del hombre con un orgasmo involuntario, la mujer detendrá los movimientos de su cuerpo y, de esta manera, nutrirá su esencia. Si se agota su esencia Yin debido a la repetición de orgasmos involuntarios, se crea una especie de vacío en su cuerpo, que atrae la enfermedad". (citado en Douglas & Slinger, 1987, p. 304). También el mismo Mantak Chia, al hablar de la capacidad multiorgásmica –que nosotros llamaríamos “transorgásmica”- de la mujer, señala que la mujer también debe evitar el estallido, porque en él la energía va afuera y se pierde. Ella debe aprender a reconocer cuando la energía está próxima a escapársele y, con una
T extos de autoria de Francisco Francisco Moreno Téllez (PSICOTERAPEUTA DE ORIENTACIÓN ANALÍTICA JUNGIANA, UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE) Fonte: http://transorgasmic.blogspot.pt/
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