Colección Teorema
Michael 'Ruse
Sociobiología
SEGUNDA EDIC]ON
CATEDRA TI:( )R I:MA
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¡'l'. / / -/I,,r1., originrl
de 1a obra: .So4obiobg,-;
Sense orNonsense?
fndice
f'raducción de A Martín Santos
L "' I
Revisada por l\'lanuel
(iarrido
llr<;or.¡ocrumNTos
... ...
lJ
I¡¡rnonuccróN
17
lru¡lDni.tsNros DE BroI-ocÍA
2.2.
La sociobiología como biología Principios de genética
24 26
2.).
Genética de poblaciones
29
2.1
.
2.4. 2.5.
26. 2.7.
..
La selección'.oro pr.r.ruudor^ del status quo ... El nivel de selección
La tmría de la
evolución
La sociobiolcgío .orno .inu porr. ¿. [a teoría evo
)2 34
l8
4t
Iucionista
l,r socrosror.ocÍr or r.os ANrMÁr.Es 7.1
.
1.2.
1.J.
Agresión: el punto de vista etológico ¿Qué representa realmente la agresión animal? ... Esffategias evolutivas estables
1.4. Validez y limitaciones del enfoque de teoría juegos
t{oliancl 1980 D. Reidel Publishing Compan-v Dordrechr' Ediciones Cátedra, S A, 1989 Josefa Valcárcel' 27. 28027 l\{¿dricl DePósito legal: N{' 2c)769 198')
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84 J16'0421')
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Impre*o cn Anzo.. S. A
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de
...
t 6.
selección sexual Inversión paterna
3.8. 1.9.
54 57 59 64
Paternidad
68
1.5.
O
...
45 47
Sexo
y
1.7. Estrategias reproductoras de las hembras ... ...
Alt¡uismo 1.10. Selección Íamiliar
1.11. Manipulación paterna 1.12. Alruismo recíproco
71
72
77 79
LÁ socIOBIC)l.o(lIA
H UMANA
B'
"+.1. Agresión
90 96
1.2. Sexo .. 43. Paternidad
99
'1.1. Selección familiar
r0l
1.5. 1.6, Altrrrismo recíProco i; iin nt"d.l,' gcircral prrr el altruisnr" ManiPulación Paterna
(,nír'rr:,qs
r07 r09
20) 7.6. Argumentos de la analogía 208 " 1.7. La agresión humana 7.8. La evidencia indirecta para la sociobiología normal. 2ll 1.9. La evidencia indirecta para la sociobiología humana 2ll 7.10. La plausibilídad de las causas culturales sobre las causas biológicás .* ...
. ¿Deja la cultura rin lugar para la humana? 1.12. Un compromiso biológico cultural " 7.1-1. Conclusión...... 7.1
li. Ln socro¡rolocÍA y
N() RMA'l'IvAs
tl)
l. La sociobicrlogía tonlo tlisci¡rlina.reactionaria, un capitalisnro, virulcnto? t20 :) :Á;ü;i;Aüuioi"g'u p.i dt Sihlins sobrc la iJco.iíiitas las .i,'¡'iallan 5:3 t27 l.rsía 5.1. i"fiii.u.i.'n"t strciobiológicas sobre la homoscxua'
5
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sociobiología? Las ¿cusacrol.les me
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5.(t. in.t r""i-t,u la sociobiología? La acusación m¿vor"
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da ciel ' Islam
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. ¿É. dc los hijos (r.8. Conclusiólr f^f
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.
152
t5t ge 161
scrciobiología infalsable? Consideracioncs
narticulares
(t.
mosexualidad ... ... ... t3.10. Conclusión ...
.
(r. 'rg."i"'t..i"Ul.[ogia
humana falsa? El origcr-r y caí-
sociobiología htrmana?
El
168 112
problcnra 176
().
SocronrorocÍe
Lv
t
262 266 269
27r
v Érrc¡
9.1. ¿Por qué somos éticos? 9.2. Etic¿ evolutiva --. ... L).3. El ataque de Iiüilson al intuicionismo ... ... ... ... 9.4. El relativismo moral de \X/ilson ... 9.5. ¿Puede dirigirse la evolución? .. 9.6. La sociobiología y la dirección de la evolución ... 9.7. Conclusión
215 279
286 290 293 296 299
180
llr¡rrocnrrÍ¿ L,r
2)0
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6.1
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t'ptst t:r'lc¡t-ót;tcAs
(r.-1. zEs infalsable la sociobrología?
221 221
LAs cTENcIAS soctALES
8.8. La economía 8.9. La sociología
. El problema de la reificación ' ¿:.). la iociobiología como sínsentido místico social ;.; Lr...l¡" "urrral conto explotación ('onstderacLones
2ll
sociobiología
8.1. El cambio en las teorías: sustitución y rcducción. 2)6 240 8.2. La sustitución de la antropología ... ll.l. La guerra primitiva analizada a través de un com' promiso biológiceantropológico 244 ¡t..1. La anropología que simpataa con la biología ... 250 ¡i.5. La relación formal entre una antropología corre gida y la biología 25) f'i.(r. La psicología: el problema del aprendizaje ... ... 2tl 11.7. La teoría psicoanalítica y la explicación de la ho-
.
5.1. jE. t"*itt^ la
1
301
nttNct,t PC)sl1'lvA
LI . I-¿ cviclcncia dirccta' Problemas dc 1 .2. Éxitos v rescrvas
contrastacicitl
La cuestión cle la inteligentil. : 1 3 b-]l|l\(.¿lI5¿lS.lctri'clclainteligerlcia " l.l. l,f r,t"t"-.f" la cvidencia directá para gí¿ hlttnana
i81 189
t9) 1e4 1a sociol¡iolo 202
9
)
T
I
Introducción Iln junio de 1975, el distinguido entomólogo de Harvard l'ilward O. \X/ilson publicó un voluminoso lib¡o titulado .\ot'iobiologia: La nueua síntesis. En este lib¡o \X/ilson trató tlc presentar, basándose tanto en los hechos como en la tcoría, una visión panorámica del dominio, en rápido crecimiento, de la sociobiología, que es el estudio de la naturiúeza y fundamentos biológicos del comportamiento animal, rnzís precisamente del comportamiento animal social. Aun(lue, como el título parece indicar, lo que \X/ilson hace en
esta obra es más bien dar una idea de conjunto y una síntcsis que aportar material nuevo, ello quedó compensado por t'l hecho de que se ttataba esa materia del modo más complcto y pormenorizado, comenzando por el mundo animal cn sus formas más simples y progresando a través de los insectos, los niveles más bajos de invertebrados, mamíferos y primates, hasta remontarse a la inclusión de nuestra pro-
lria especie, el Homo sapiens.
La reacción inicial al libro fue muy favorable, pero antes de transcurrido un año se produjo un furibundo ataque por lrarte de un grupo de científicos radicales del área de Boston que se autodenominaron <
[<1. La crítica es, desde luego, lo que todo académico obtiene (¡y necesita!), pero por dos razones este ataque fue particularmente ingrato. En primer lugar, no solamente fueron atacadas
las 17
ideas de Vilson, sino que se acusó al pro¡rio ¿urlor de estar aliado con los pensadores po.líticos más r'cac<'io¡r:rrios. incluidos los nazis. En segundo lugar, aunqrrc rrlgunos de los miemb¡os del grupo científico eran colegas tlt: \X/ilson -y, en realidad, hasta ese momento habían sido considerados amigos-, el ataque se llevó a efecto públic:rrut'ntr: (cn forma de carta al Neu Yc¡rk Reuiew ol Books, c()nro respuesta
a una recensión simpatizante del genetisra (i. IL \üTaddington) y sin tener la cortesía de advertir previarnentc al propio Wilson.
Como puede imaginarse,
el
ataque
fuc
scguido
dc
un
contraataque, y la acritud del debate aumentó. Pero también aumentó con ello el círculo de interés profesional y público suscitado, hasta conseguir que la disputa rccibíese el mayor espaldarazo publicitario americano: que el tenra se asomase
a la cubierta de la revista Tine. Ciertamente, a pesar de todos sus problemas, Vilson puedc sentirse satisfecho de haber ayudado a despertar el interés público por la sociobiología, y además debe sentirse confortado por el hecho de que el sentimíento seneral hacia él ha sido de simpatía, dada la forma en que fue agredido. De hecho, algunos de los atacantes iniciales de rüTilson han lamentado el modo
en que se efectuaron las críticas, aunque, no obstante, puedan todavía apoyar el contenido esencial del ataque t. Ahora que los ánimos se han apaciguado un poco y estamos empezando a alejarnos del momento álgido de la disputa, podría ser provechoso someter a consideración la controversia de la sociobiología: cenuando nucsffa atención no en las personalidades particulares, sino en las diversas ideas en ella expresadas. Ciertamente, la cucstión de la verdadera nafutaleza
y
fundamentos del comportamiento social animal Y si incluimos la naturaleza y bases
parece digna de estudio.
del comportamiento social hurnano, entonces el interés e importancia de la investigación pa¡ecen aumentar en sumo grado. Por lo demás, al margen de cuanto podamos opinar acerca de las acciones y motivos particulares de los diversos participantes en la controversia sociobiológica, éstos, cienaI
Breves historias de la cont¡oversia sociobiológica pueden encontra¡se en llade (1976) V Cu¡¡ie¡ (1976). El primer ataque a Vilson de los críticos de Boston fue en Allen et al. ltllS¡. k siguió una ve¡sión ampliada en BioScience, Allen e¡ al. (L976), y otta versión aún más ampliada en Allen et al. (1977). llilson replicr5 publicamente a estos c¡íticos en l7ilson (1975c) y \lilson (1976).
t,
il
mente, parecen tener ganado, por el hecho de ser científi cos, el der-echo a que sus ideas sean tomadas ,.rium.nt.. Lomo es sabrdo, ya antes de- publicar la Sociobiología, Vlilson era considerado uno de los principales ..rto-?logo, d.i mundo. Por la parte contaria ia coÁpañía es, si caÉe, aún mas prestlglosa, porque entre los críticos de Boston encont¡amos_(por nombrar sólo a dos) a los brillantes genetisras de poblaciones, Richa¡d Lewontin y Richr.á-I,evlnsl nwon_ rin, en particular, ha dado a la máderna Ui"ñll" á.1"1], ciones u¡ gran impulso en su desarrollo, por el modo en que na logrado que la teoría molecular y sus descubrimien_ tos arroien luz sobre problemas tradicioÁales Por consiguiente, dádo-,que e.l .asunro parece se¡ impor_ tante que en él participrn parec.r, ser homüres .y -quienes qu.e tienen algo, importante que decir,'me propongo consi_ oerar, este ltbro, la conffoversia sociobiológica. Como ,en va ne ctrcho, mr_ rrabaJo no versa sobrc personalidades ni sobie motivos particulares. Quiero examina? qué argumenros pue_ den -esgrimirse a favor de .la. sociobi ologia y .,_iá1", .n de ella. Como mi investigación p..t".,á" ser imparcialmente "orrr." .b.jtÍ9t?.y. sin trabas. nJrestringiré rni de las tesis socloDrologlcas a los escritos de Wilson, sino "*e!"ri, que consideraré lícito referirme a los tabajos de orros ,o.iol'iótogá, ?;;;;, el propio \X/iléon hace). y ..iip.á.u-"nre, aun_ f3fe luego, lll" :? gt..,os,aspectos_haré referencia, cómo es obvio, a
ras oblecrones de los críticos de
Para,empezar,.podría quizá inroducir una nota personal,
no a. rírulo. de disculpa iino de explicación. Mi fórmacil y mr trabaro son los de un filósofo de la ciencia, no los de un biólogo. Podría, por.ello, pr..ü L-irrrro'lmperti nente.por mi parte incluso el inteniar escribir lib¡o lomo éste; la controversia de Ia sociobiología es uná "n.ontrou"rri,
r Wilson
colabo¡ó con
_el
.difunro Robc¡r l1cArthur en un
t¡a-
McArrhur ¡ wir,on ii;;¿,:, s,i p,in.;pir ]::: 1::^.: ,"f:t?eiu: ,,r)ra propla sobre lnsecros esrwilson.{197J1. y acaba dc
, n.
b"Uli."i, colaboración con George Osrcr, lo qr."pü¿i"." una conlI teoría ;.i .,¿;ó;;iJntoserde dichos
tribución fundamenral a
.rnimales, C)ster
y Vilson (197g) L. ob."-;;.'l_^frt^nt"
a. L._ rvontin sobre la variación g_enéuca ¿.nrÁ-á. u.rL, ., Lewon_ ttt¡ (7974). yo discuto ,r. iá.", .n Rur. its76í-i'tlll^¡. Lruín ,s conocido. sobre rodo. por su trabaj"-a."Uittogi" Lcvins (1968).
i.".¿i;lrl
18
t9
biológica y debe, por tanto, ser estudiada ¡xrt' los biólogos. Sin embargo, creo que puedo legítima y apropiadamente intervenir en la disputa. Thomas Kuhn, en sr¡ estimulante libro La esttuctala de las reuoluciones ciantificas, ha advertido que cuando uno se topa con los más graves con-
flictos
y
desacuerdos científicos, encuentr¿ Jrccuentemente
que las diferencias cruciales no se apoyan tanto en cuestiones de ciencia pura (cualquiera que sea lo quc esto quiera
significar), sino en cuestiones que, a falta de otra palabra
mejor, podemos llamar . Esas difcrencias afectan a la lógica, la metodología, la metafísica, y otras disciplinas. Yo no sé hasta qué punto el análisis general de la ciencia de Kuhn es válido; de hecho daré razones que muestran que la conroversia de la sociobiología le crca di{icultades; sin embargo, en esta particular cuestión filosófica creo que Kuhn tiene razónx. Como veremos, gran parte de la controversia de la sociobiología va más allá de la ciencia pata tornarse en tema filosófico: al menos en un tema sobre el cual los filósofos disertan pot extenso. Es pot esta razón, supongo, Por Ia que escribo sobre la conüoversia de la soiiobiología. Por iupuesto, si mi biología está equivocada, 'espero ser criticado por los biólogos; pero nada semeiante espero de los filósofos si es que está equivocada mi filosofía. Afiadítia que mi arrogancia iguala mi presunción, ya que pretende que lo que tengo que decir sea de interés tanto para biólogos como para filósofos. Por esta razón procuraté en todo momento suminisüar las más elementales bases tanto biológicas como filosóficas de los problemas a discutir. Sé que los filósofos necesitan de la biología, y sospecho que igualmente la filosofía será de valor para los biólogos. La esffuctura de este libro es la siguiente: en primer lugar, tras una breve introducción de los elementos esenciales de la biología, me ocuparé de exponer las principales aportaciones teoréticas y fácticas de la sociobiología no humana. Como mi propósito no ha sido escribir una inttoducción popular a la sociobiología, no me sentiré obligado a men-
cionar absolufamente todo. Cicrtarnentc espero desarrollar la materia lo suficiente comcr para que un lector ajeno a la sociobiología pueda rerrer una ídea óla¡a de la misma; pero cscribiré siempre pensando cn las objeciones levantadai contra la sociobiología. En segundo lugar, volveré a hacer lo -ias rrris.mo, aportaciones de la ,pero refiriéndomc ahora a sociobiología humana. Añadiré que no voy a ocuparme de ciertos esc¡.itores populares antcliores qrré hrn rütado de las supuestas bases biológicas del compórtamienro humano, L'omo son, por ejemplo, Robert Ardrey y Desmond Morris. I)or razones que explicaré, investigadores'como Wilson creen hrber dado a la sociobiología humana un uaramiento totalllrcnte nuevo, y dado quc yo tiendo a estar de acuerdo con cllos y que esos escritores más antiguos no se han visto envucltos en la reciente controversia,- los ignoraré en el pre-
scnte libro.
tc¡cer- lugar, me ocuparé de las distintas críticas .lurnIlnlrccho (de de
que
se
la sociobiología la no humana y de la human:r). Pu-esto que una y otra habrtín sido ya evaluaré "rpr_r..tr., st'brc la marcha los méritos de las distinias críricas. En cu¿rto lugar, analizaré cuáles serían, si las hubiera, las im_ plicaciones científicas a largo plazo de la sociobiología. En ¡rarticular, me fijaré en algunai recientes especulacio"nes de \ü/ilson acerca de los posibles efecros futuros'de la sociobio_ Iogía en las ciencias sociales.. En quinto y último lugar, ana_ lizaré cu_.íles serían, si las hubierá, las implicacione-s filosó ficas a- laryo.plazo de la sociobiología. Én particular me centraré en algunas especulaciones de- Wilson acerca de los lrosibles efectos de la sociobiología en la filosofía.
3 Como sugeriré más tarde, la cont¡oversia de la sociobiología es en sumo grado reminiscente de la controversia que siguió a la publicación del Origen de las especies, de Charles Darwin. También en esa polémica se plantearon importantes cuestiones filosóficas, aunque hay muchas dificultades para someterla a un análisis kuhniano. Véase Ruse (1970), (I975a), (1978); (1978a\.
20
Hull
(1973),
21
2
Fundamentos de la biología En este .capítl'ls me propongo introducir algunas ideas y teorías básicas de la biología, que se darán por supuesras en el resto del libro. Obviamenre, no voy á vz;,ir toda la biología, sino sólo aquellos aspecros que tienen algo que ver
con la sociobiología. Por ranro, el hilo conductor en
esta
cuestión será la natvraleza de la sociobiología y la forma en la que se supone que está relacionada coñ el'resto de la biología. Posiblemente, a algunos lecrores interesados primaria o exclusivamente en el comportamiento humano pueda decepcionarles la densidad de este capítulo, y r. ri"rrtun tentados de saltárselo. Creo que seríá una équivocación. Quizá 1o que distingue, más qué ninguna ot.a cóa, las afir-
maciones y el estilo de los sociobiólogos respecto de escritores anteriores, que han tratado el tema de las bases biológicas del_comportamiento social humano, es el modo en que los sociobiólogos creen ser los primeros en aproximarse- al comportamiento humano respaldados por una sólida base de teorías biológicamente connastadas. -Desde luego, podríamos concluir más adelante que los vínculos que loi soiiobiólogos advierten no sólo enre sus investigaiiones sobre el
cgqport¿miento social en el mundo no-humano y el resto de la biología, sino también entre sus investigaciónes en el
mundo no humano y el comportamiento social humano, no son tan estrechos como ellos suponen; pero éstas son cosas que tendtemos que investigar, y no asumir desde un principio. Pot esta razón, consecuentemente, y aunque sólo sea por hacer justicia a los sociobiólogos, es importante esta23
blecerunabasebiológicatodolosóli
nl,',-
Y.'i::tS:
i:
2.L L¡ socrosrolocí¡ cclvo srol-ocí¡ \ü/ilson
Al orincipio de Sociobiologia: La nuettatls.i¡t/csis cstudio siste.#;.:".,i;'lo.iátiotogi' se definc conto soc()rnPortamrento todo dc biológicas -¿ii.o ¿. las bases Por tanto' lnterelil,'--tWlfton, 1975a, pág 4l'. Estamos'. o' mzis precisamente' en il;t :,; "i-.o-po.,u'nien"to animal,medida en que envuelve la en u"iÁur directamente estamos No "i:;;.;;;;tito animales' otros con interacciones morfología la de v otras parte i;;;;;;;il.- por la mavor el ejemplo' .áiá.l"tlrii.^'t a" to, ot'gáni"no', tolet como'.p:Ifrío' aunquer dcl putn pólut J"t oto Protegerse ;ilt;^;ilñ
las características no desde luego, nuestro rnttrés se extiende a po.r estcn.ilnplicadas sentido algún que en .ornoo.rnrn.ntales (lís armas para luchrr' erc (Nó
) es usada prlabra la ;;;;;i;'prc' 'social> ;.J;;""';;;i, que cub'e nruclrrs clnses de interac .i':5I.,;;,ii',-'ilnio-to.i"t
.;"r;-;";,1¡;
amplio
.i¿o .o" otros anjmaleJ, incluvendo algún
compoftamlento
de il; ;""; > de ) al-significado l^"rú.iri". -at tarde --il;;-¿; v"ü."-ót bioló-gicas> se eitá, refiriendo \X/ilson qué
sentido poáríumot etiquetar-.positivamente
e
l-".?i¿" natural, sino que también aplica su de comportamiento de dich-os organismos' como' por elem-
.1"11'.omoortr-i"ntodelasobrerasenvatiaspoblaciones Para Darwin. v para. biólogos posteriores á;'h.;l;;.
a
;i il iÑ" para el entendimiento biológico de los rasgos ,"i-rf.t, e incluimos aquí los -rasgos .de comportamiento natural' ;il;i,-;t la evolución ior medio áe-la..selccción que. \ü/ilson y sus colegas Y, en este respecto, ".aónt,u.-o' fitme se mantienen sociobiolósicos "J"l
y abiertamente en el camel comportamiento enténder ¡;.;inismo. Quier-en ;; Ioliai anim^l como un-produ.to de la evolución darwiniana. .¿"-;.;;i;áe-la evoluóión de Darwin por medio de la se24
lección natural es el centro del estudio del comportamiento social...>> (Trivers, 1976, pág' v. Véase también Dawkins, 1976, pág.1; \lilson, 1975a, Pág. 4\. Aúora"bien, aquí tenemos que andarnos con cuidado o corremos el peligio de malenténder las intenciones de los lugar, y como pu.diera esperarse, En primer sociobiólogos. ^formidab[e 'ínicial ímpetu darwiniano del -peny desde el samiento evoluciónista se han dado grandes pasos' Obviamente) aunque los sociobiólogos se consideren a sí mismos > y aunque, como veremos más tarde, exista una sólida continuidad entre el pasado y el presente, los sociobiólogos toman su inspiracién y gtía, esencialmente, de la modeina teoría de la evolución: la comúnmente llamada teoría > de la evolución. En segundo lugar, y en conexión con el punto anterior, debemos entender 1o que precisamente quieie decirse o implicarse por-adoptar un enioque evolucionista moderno del problema. Para Ia mayoría de- los no-biólogos la evolución se identifica ge-neralmente con el regístro áe los fósiles, y no pasa de ahí. Siendo esto así, una áproximación evolucionista al comportamiento animal podría parecer frusüante, por no decir algo más. El comportamiento es, casi por definición, una cosa que no se fósiliza, y de ahí que pueda patecer que, en e1 mejor de
los casos, uno va a p^sat la mayor patte de su tiempo buscando una aguja en un pajar y tratando de inferir un hipotético comportamiento de aquellas características de los animales que han llegado a fosilizarse. Sin embatgo, aunque
esta clase de infe¡encia tenga lugar en el especuo de los estudios evolucionistas, para un biólogo hay mucho más involuctado, de hecho, al adoptar un enfoque evolucionista del problema. Este enfoque incluye no sólo el hecho y la trayectoria, sino también el mecanismo de la evolucitín. Y, a su vez, dicho enfoque puede hacer referencia a todas las dispares áreas de la investigación biológica que están unidas por ese mecanismo: morfología, sistemática, embriología, biogeografía, etc. Consecuentemente, en la medida en que pretenden adoptar un enfoque evolucionista, parecería que los sociobiólogos se p¡oponen integrar los estudíos del comportamiento social de los animales en esta famiüa de teorías (o sub-teorías). Siendo esto así, se impone, por tanto, una mejor aproximación a la moderna teoría evolucionista. Después, hacia el final del capítulo, volveremos de nuevo a la sociobiología. (Para un ratamiento completo de los puntos siguientes, véase Ruse, 1969a, 1972, 1973a, 1973a.) 25
2.2.
PRrrvcrpios DE (;ENETIcA
Paradójicamente, aunque puede decirse con propiedad que
la mode¡na teoría de la evolución está fundada en las
ideas
de Darwin, es probable que el meior punto de partida para su exposición séa el más importante componente no darwinista:- el concepto de gen. Es casi una perogrullada señalar que diferentes organismos tienen diferentes caracte¡ísticas (unos son altos, otros son bajos; algunos son pesados, otros son ligeros; unos comen carne, offos comen plantas; algunos se reproducen prolíficamente y otros virtual o absolutament. .rrdr, etc.). Los factores biológicos causales que se hallan det¡ás de todas estas caracte¡ísticas, las unidades de función, son los genes. Estos se encuentran denro del núcleo de las células del cuerpo, en bandas llamadas cromosomas. Cada célula tiene genes, y aunque diferentes organismos tienen diferentes conjuntos de genes, dentro del cuerpo principal cada célula tiene el mismo coniunto. Y son estos genes, ho¡t identificados en el nivel molecular como ácido deoxirribonucleico (DNA), los que en último término interactúan para causar las características corporales t. (Véase George, 1964; Strickberger, 1968; \ülatson, 1970.\ Como uno puede averiguar rápidamente, si es que no lo sabía ya, nada en biología es demasiado simple. Es preciso tener en cuenta ciertas complicaciones y restricciones para poder describir al gen. El punto más importante a señalar, hablando en general, es que los genes en los animales no aparecen solos sino a pares. Más prccisamentc, los cromosomas de las células pueden estar, v en ciertas ocasiones
están, emparejados. Todo gen tiene un compañero en el
lo
I-a posición en el cromosoma se conoce como locus (plural loci). Los genes tienden a configurarse en distintas formas causando diferentes características, pero normalmente sólo los gencs cle r¡n mismo grupo pueden ocupar un locus particulari los miembros de tal grupo son llamados alelos. De lo que va. dicho se sigue que en un organismo particular y en r¡n locus particular (esto es, en los dos correspondientes loci dc los cromosomas cromosoma emparejado.
I En esta bteve discusión estoy ignoranrlo
des¡riadadamente
cie¡tas irrelcvancia-s, como los microorganismos en los que el RNA es cl último portador de la herencia. 26
emparejados) habrá dos alelos que podrían scr iguales o difetentes. Si los alelos son iguales, entonces, y con respecto a ese locus, diremos que el organismo es bomocigótico (q:ue es un homocigoto); si los alelos son diferentes, el organismo es beterocigótico (es un heterocigoto). Un organismo podría ser hemocigótico con rcrspecto a r¡n locus, pero heterocigótico con respecto a otfo. Dado el emparejamiento dc alelos, l-ray varias formas en las que éstos podrían expresarse y, de hecho, se expresan ,r sí mismos en el nivel físico (conocido como el nivel t'enotípico, por oposición al nivel de los genes, que es el nivel geiotípiio). F.n particularr en un heterocigo¡o podría ser que el efecto de uno de los alelos ocultase enteramente el efécto del oro alelo (lo que es, fenotípicamente, como si el organismo fuese homocigótico por el primer alelo). En tal caso r. dice del primer gen que es dotnittante y del segundo que es recesiuo. Un alelo puede ser dominante sobre un segundo alelo, pero recesivo respecto cle un terceio. A veces, existe un isomorfismo bastante esüecho entre un gen y un efecto fenotípico particular. A veces, sin embargo, un gen afecta a máJ de una característica. l)c tales genes se dice que son pleiotróplcos. Recíprocamente, cuando más de un gen (esto es, alelos
de diferentes loci) está implicado en la iormacicin de
una
característica, a estos genes se les denomina poligenes. Finalmente, considerando el gen desde el punto de vista
funcional, debemos hacer referencia
el que
a un
extremo sobrc
habremos dc volver: es de la mayor importancia recalcar que, esfficramente hablando, no es muv apropiado decir sin ulterior precisión que los genes causan cá¡aCterísticas fenotípicas. Entre otras cosas, cn cierras circunstancias a uno le gustaría decir qr-re no son los genes los que causan Ias características sino el ambiente. La razón cle que mi jefe tenga un saludable bronceado miennas que vo esroy blanco no es mera función de nuestras diferencl,rs genéticas, síno que él ha pasado sus vacaciones en España, mienfras
gu9 yo permanecí cncerrado en mi despacho. Sin embargo, hablando en rigor, no es ¡ealmente satisfactorio ramp¿co decir que tenemos una simple dicotomía enüe caracterísiicas
genéticamente causadas v características causadas ambientalmente. En realidad. son siempre los genes en conjunción e interacción con el ambiente los que causan tales características. Considérese, por ejemplo, la altura de los anima, les. Bien pudiera ser, v cle hecho ciertamente lo es, que sí mantenemos el amhiente absolutamente constante. exist,rn 27
coniuntos de alclos quc puetlan causar f luctuaciones e t-r la altura. Algunos genes hacen a un animal más altoi otros genes hacen a un animirl más baio. En este sentido, la altura es senética. Por otra parte, es casi iqualmente cierto que podemos conseguir fluctuaciones en la alturr mantrniendo los alelos constantes y variando el ambiente. En estc sentido, la altura es no-genética o ambiental. En un sentido. por tanto, hablar de que las cosas sean genéticas o nogenéticas, o sea, habla¡ de que las cosas estén genéticamente causadas o ambientalmente causadas, es probablemente un claro error, porque cabe pensar con bastante certeza que la naturaleza es lo suficientemente ingeniosa como para perpetuar las componentes causales de un gran número de características de este modo. Y esto por no menciona¡ lo que podría strceder si inte¡r,iniesen los humanos (Hull, 1978b). Sin embargo, aunque no sea estrictamente verdadero, decir simplemente que los genes causen características, o que el ambiente cause caracte¡ísticas, sería demasiado extremista abandonar por completo la dicotonría causal nambiente-genética>. De hecho, tendremos ocasión de percatarnos de que, en cietto modo, es porque esta dicotomía tiene algún sentido, y porque este sentido es muy importante, por lo que la controversia sociobiológica ha podido tener lugar. Hav características que van a desarrollarse v llegar a ser lo que son sin que importe demasiado el ambiente en que naturalmente se desarrollen; por otra parte, hay características que \/an ¿l se¡ sensibles a casi todo cambio ambiental. Citemos un caso que valga de paradigma para ambas clases de ca¡acterísticas: los pájaros cantores (Hinde, 1970). Cla ramente existen componentes tanto genéticos como ambientales en los pájaros cantores; si no hay genes, no hay canciones; sin alimentos, tampoco. Sin embargo, algunas clases de pálaros son casi totalmente insensibles al ambiente cualtclo se ponen a cantár. Cantarán el mismo canto que sus semeiantes, aunquc havan sido criados en completo aislamien-
to. Para oros páiaros, sin embargo. el ambienre riene ur'1 efecto crucial en sus cantos. Criados en aislamiento no cantan y criados junto a otras clases de pájaros cantores los imitan. Clar¿nrcnte cxiste aquí una importante diferencia r', teniendo en cuenta los varios puntos que se han mcncionado, podemos hablrlr dc Ia primera clase de canto como < v tle la segunda como > por oposición a comportanrienro
..rprcndid().; v. como es bicn sabido, esta se esu"..i .n los términos ¿. l"irir..l"cjistinción f ¡enre a .,eclu_
t;¡blece a cacional>>.
Volviendo ahora ar.gen
sí, echemos un vistazo ar orro g.,-, .nnru l" ,*ri¿r¿ cJe heren "l ¿. .tior. io.". copias oli
irspe*o del gen, a saber,
t'ir¡.
c..n
o lr.-;éi"io; s.xr¡a1.,.. d. ,nu uá.'lli,o?"j"i, guicntc. A diferencia de las célula.;;H;i;, (), Jas cerlulas sexuales conriener;d;r;;;; .l,,¡u,rro de genes no ernpar.eiado.s: cada uno ,le. ..,o, g.n"r-"prouiene d. ,-,n Iocus. En los orsanisrr ia
.
.S.n. Io.s genes.
vía clc
;f,
,, i ;. ; ; ;i' ; i.' :1, il li,,li il*:: ;jT;, J' ;t:; ; :, ¡,ii, ',iiuil"'L,.,ur dc cada uno de 'to, "i ,:i; i conríene "ndr.r. de nuevo pares de sÉnes.(es',l.iploiiei.-ó.'a..,..do con las rcglas descubíertas ó.,r J."í, ;;oj;.n, re<¡ría dc la herencia, el moni. europeo "t ¡,,,d.! Gregor Mendel, si se consi_ dera un locus cualoui"lu, un l_,".f,o'ñ;;;:;,. casuat que ;
;
"i
ii ;i:1""5;" J"':f i:'* se *ansmitá a la desce,rde.,.iui ' l" . :,; ;;; ;;,''",,"' :,',",'uXl :'' 1' d"'.:l :',',i:::: i; hablar"de < no i;ti;,":., "iq". l.:, ji,ill-' f
cosas.
;i..,c|;.t.il'#,]ilii1r.t,' lo 2.3.
J
in.,un.i. lr. no rengan causa, y. de hécho.",.. h. d...ubi".;"-q;; c¡ue
o.u.- .n Jn ro*.
p,ÉJ..
(l¿¡vÉrtc,r DE poBLAcroNEs
llasta ahora, hemos-
estaclo considerando el asunto sóio en ct nivel individual. fu g.réti.r"á.i'iriirj¿"" puede fácil_ mcnre ser generalizada con. la
su disribución
v
consid".r.l¿,iJ"tL*r".r.;:1.
; ü;;üi;ion.r. L, d:..11
su herencia
."r"n_ poblaciones>, '.ri "g.n?;;';"; llamada lev de Hard_r fV"inb!.g', f,o'no. a sus dos c.rlt'scubridores. Los .í-b"l.r. ;;'r"f'rJin'i'".lemental.
sión básica, el fundame¡ro.
cs
l¡
o,X?fi;,,t:ou"sase
ayu_
que tenemos unu pobl,cián, :111,,il*.j:" tamaño' de organismos, que éstos sc reproducen ul.uto.;.1 " h,, ],,r;; ;;; ibj J' ; t';'J' [: i' i,,u ;' u.':, ';. r,ü::.. i"Tj :. p:t¡. La ley esrablece qu. prr, ',;;; ;." ,gi"r..ion., .i_ Ia proporción p.r-un...rzí.. U{rrcntes, p,,j, ¡i.,qu", aclemás. ' Lo, g.n.. de un mi ,:,,(n L,nos respe.o a. .,ifl',riilff,'"l'l*|,:.t:1"'l:::'l:Í:' t .'
:fj
28 2L)
cualesquiera que sean las dist¡ibuciones iniciales, a menos que
existan factores distorsíonantes, las proporciones de los diversos genotipos serin como sigue:
rcproduzcan, v, además, sus genes no est¿rrán tan b,ien repreen generaciones futuras si no se reproducen al nr('nos tan bien como lo han hecho sus padres. Pero no
\('ntados
*
2pqArA:
*
qrArAi
rrrsnro puede ser destruido, digamos,
(ArAr es un homocigoto para Ar, y así sucesivamente). La ley de Hardy-\Weinberg funciona en la genética de poblaciones de fortna muy parecida a como la primera ley del movimiento de Newton funcir-¡na en la mecánica newtoniana: proporciona una base de estabilidad, que en efecto nos dice que si nada sucede, entonces nada sucede.
Al
igual
que en la mecánica, donde la genética de poblaciones alza el r,'uelo es al considerar precisamente qué factores disruptivos pueden existir, 1' cómo pueden opetar; por > en este contexto queremos decir cómo los factores disruptivos pueden afectar a la variación de las proporciones de genes de una generación a la siguiente. Los dos principales factores potenciales son la <> y la <>
Li, 1955; Mettler y Gregg, 1969). En primer lugar, algo puede ir mal en el proceso de copia a medida qlle se van creando los nuevos genes, y aparece así una nueva forma de gen, un >, 9ue a su vez, afecta al fenotipo. La mutación es aleatoria en el sentido de quc no aparece como respuesta a las necesí clades de un organismo; de hecho, la mayoría suele ser perjudicial para slr posesor; pero por regla general puede ser cuantificada. Obviamente, en un lapso largo de tiempo, la mutación es la materia bruta de la evolución, porque sin (véase
ella las formas nunca cambiarían. Sin embargo, la mutación por sí misma no nos va a llevar demasiado lejos rápidamentc. Ni nos va a explicar lo que probablemente es el rasgo
más significativo del mundo orgánico, pues, cicrtamente, el rasgo que más lo diferencia del mundo inorgánico es la adaptatiuidad: el hecho de que los organismos no sean simplemente cosas aleatorias sino qLle parece como si estuviesen diseñados, consisticndo sus características en < que ayudan a sus poseedores a sob¡evivir y reproducirse (Ayala, 1970; Mayr, 197,1; I{ull, 197),1974). Y así, esto nos lleva al segundo factor potencial disruptivo o alterador de la proporción genética, la contribución da¡winiana a la genética de poblaciones: la selección natural. Los organismos nacen, viven v mueren. Sus genes no esta-
rán representados en generaciones sucesivas a menos que t0
xrstc una g rantía automática de rcproducción.
Un orgapor ejemplo, porque It t'ire una roca antes de conseguir su prima reproductiva.
(
p'?A,A,
se
l\:sclc luego, esto sería probablemente un accídente aleatorio, ¡x'r'o también existen otros ¡rroblemas de naturaleza nrás
(()nstante y ¡epetitiva pa¡ticula¡mente el hechr¡ de l;r cxistencia de otros organismos todos los cuales luch¿n ¡xrr sobrevivir y reproducirse. El conflicto con otros podría lx)ncr coto a la supervivencia l la reprodtrcción de trn orll;rnrSmO.
Ahora bien, lo que se arf{urncnta es qur cicrtos genes, (} rrlcl tienen uná mayor probabilidad que los de los competidores pa¡a perpetuarse en un número rr):lyor en la generación siguiente. lConsidelando sólo las
¡1t:nes ¡qt'nes
¡rroporciones en una gran población, cada poseedor de cierto tilxr de gen no tiene siempre que t¡iunfar necesariamente sobre cl poseedor de otro tipo de gen, áunque, por regla general, ('sto sea lo que sucede.) Por analogía con el humano que ( scoge un tipo de organismo para reproducirse mejor c¡uc olro, los biólogos hablan de un tipo de gen más favorable. cs deci¡, un gen más apto, <¡uc es < en vez ciel otro (o que tiene un mayor coeficiente de selecci
)l
llado en una sofisticada teoría matemática. No tenemos necesi.lad de enüar aquí en detalles; pero, con vistas a la futura discusión, existen un par de aspectos en e[ concepto de selección que merecen comentarse. Estos aspectos se refieren a ias formas en que la selección puedc actuar a veces para mantener las proporciones genéticas tal como están, v al nivel o niveles en los que puede actuar la selección.
l'(r'nranecerán indefinidamente en equilibrio denffo de la lxrblación. Esto se puede ver intuitivamente porque el heterix'igoto, por regla general, siempre contribuirá a la siguientt generación. Consecuentemente, siempre se obtendrán am-
lxrs alelos en la generación siguiente, y el equilibrio sur¡1ilrí porque las diversas fuerzas selectivas se anúará¡ nr¡ruamente. El ejemplo clásico de tal aptitud equilibrada
,1,'l heterocigoto se refieie a los genes que causan la llamada
2.4. L¡
spr.sccróN coMO
eRESERVADORA DEr, sIATUS
euo
Aunque los evolucionistas cteen que los cambios significativos de la proporción genética son ocasionados y dirigidos por la selección, no es difícil mostrar que, bajo ciertas circunstancias,
la
selección puede mantener las cosas (vale
decir, la proporción genética) en una forma muy estable en una sociedad. Una ci¡cunstancia tal se da si hay una ventaja selectiva, dentro del conjunto de la pobiación, para la rareza- Esto no es una posibilidad extravagante, porquc bien pudiera suceder que se diese una población sometida a predación y que los predadores tuvieran que aprender a re, conocer a sus presas. Claramente, cualquier singularidad de forma en la población ayudaría a su poseedor, ya que Ios predadores tendrían más dificultades en reconocerlos. La selección favorecería, por tanto, a la forma extraña. Pero, obviamente, antes de que pasase mucho tiempo, ;la forma extraña ya no sería tan raral Por consiguiente, 1os predadores empezarían a reconocer la nueva forma y la selección estaría actuando contra ella. Eventualmente, lo que uno e speraría es que todas las diversas formas se mantuviesen
en una especie de equilibrio denro de la población, con sus diversas proporciones que serían función (entre otras cosas) de la facilidad con que el predador reconociese las clistintas formas como presas potenciales. En ot¡as palabras, las proporciones de genes muy estables serían función de las distintas fuerzas selectivas que actuasen sobre ellas (Sheppard, 1975). Otra circunstancia. sobre la cual se ha escrito mucho, que lleva a csta clase de equilibrio en la proporción de genes, se refierc a la llamada .
Si, dados dos alelos en un locus, se puede .ostrai qre el heterocigoto tienc una ventaja selectiva (o que es más rrpto que) cualquiera de los homocigotos, entonces es fácil nrostrar clue mientras lr situación se mantenga, los alekrs 12
..túlula falciforme de la anemia>>. Aunque los homocigotos ,lt'l gen de la célula falciforme generalmente desaparecén al ¡'r'incipio de la anemia, estos genes permanecen en una
Iolnra estable en ciertas poblaciones humanas africanas, por-
(luc el heterocigoto para ese gen tiene una inmunidad n¿tur.¡l a la malaria y por ello es más apto que el heterocigoto sin cse gen (Raper, 1960; Livingston, 1967, L97l; Dobzhansl.v ct al., 1977). Mcrecen destacarse un par de consecuencias de esta clase ,1.. situaciones de equilibrio que acabamos de discutir. Prírrrcro, implican que dentro de las poblaciones no hay uniIolrnidad genética (o fenotípica). Siempre están presentes
,liferentes clases de alelos. Por consiguiente, si cambiara el o alguna otfa cosa obteniéndose así presiones seItttivas radicalmente nuevas, como ya existe una gran varia, i<ín genética, podría darse en un momento dado un cambio ilcnético (es decir, un cambio de la proporción genética) muy lrípido. No hay necesidad de esperar exclusivamente nuevas r)rutaciones. Segundo, estas situaciones apuntan dramáticar))ente al hecho antes esbozado, a saber, que no se trata ,lc una capacidad o ventaia adaptativa absoluta. En caso rirnbiente
,lc
escasez, nada
es mejor ni peor. En el caso de
la
superior aptitud del heterocigoto bien pudiera ser que, aun(lue un alelo trabajase maravillosamente con algún bro alelo, cuando estuviese emparejado con un gemelo resultase surramente nocivo, llegando incluso a matar al poseedor antes de la reproducción. Claramente, una coniecuencia es (lue en una población con tal fenómeno, se dará un suministro constante de fenotipos mucho menos aptos (ésto es, con_una desventaia reprodr.,.tiva) que otros fenotipos denffo
tle la población.
Debería añadirse .que se debate la cuestión de hasta qué
pllnto se dan comúnmente en realidad estos diversos riecan-ismos de equilibrio en la naturalez ; pero gracias a los brillantes
y
pioneros trabajos de Lewontln ahára sabemos
que las poblaciones contienen un gran número de varja-
))
ciones genéticas, e indudablemente algo de csto se expresa en el nivel fenotípico, aunque aún es materia de ardua discusión en qué medida se da y qué tipos de efectos selectivos
ticne (Lewontin, 1974; Ayala et al., 1974\.
2.5. El urvrr- or
sBrrccróN
Volviendo ahora a nucsüo segundo punto, una inrportan-
te pregunta que debe hace¡se ace¡ca dc la selección natural
es ¿a <¡uién beneficia? Pudiera parecer que la respuesta es tan obvia gue no Inerece la pena formular la pregunta. Sin duda el organismo individual se va á beneficiar, y á ravés de é1, en última instancia, ia especie .le ese organismo. Pero, ¿esto cs así? ¿Es que los inte¡eses cle un organismo individual y los de su grupo, particularnrente la especie. son siempre idénticos? O, por decirlo de ot¡o modo, ¿pudiera algún organismo tener ciertas características que fuesen de
valor para cl individuo, pero no para cl grupo2 \'
así fuera, ¿podría
Y
la
selección favorecer
tai
si
característica?
recíprocamente, ¿podría algún individuo tener ciertas crrracterísticas de valor para el grupo, pero no para el individuo? Y, ¿podría la selección favorecerlo/ (Lervontin, 1970). Clararrente, a menudo los intereses de un individuo y
los de un grupo coinciden. Un individuo tiene una característica; ésta ayuda al individuo a sobrevivi¡ y reproducirse, y en la medida en qLre el individuo es miembro .le una cspccie particular, la especie es ayudada a sobrevivir y reprcrdtrcirse. Pero, prima lacie, parece igualmente claro
que una característica pudiera avudar al individuo, fflas no al grupo. y viceversa. Supongamos, por ejempio, que un área particular puede soportar sólo un cierto número de individuos dc un cierto tipo de organismos. El ceñirse Io más posible a este núme ro es de interés para la propia
especie. El individuo, sin e mbargo, querrá ma-ximizar su propio número total de descendientes. (Estoy usando aquí un lenguaje antropomcírfico, pero no pretendo que ello impliqr-re intenciones conscicntcs.) Por consiguiente, e1 interés de un individuo y un erupo pueden el)uar en conflicto. Una
cierta ca¡acterística puede hzrcer que el individuo doble e1 número de su descendencia. Esto podría llevar al número de la población por encinra de su punto crítico, lo que causaría un¿r declinacicin bastante drástica, clue se sirurrse )4
tl, ,, rlebajo del máximo posible i. pe¡o aun así, después ,l, r.do, el individuo sigue adelante, incluso .uponi.ndo'qu.
.rr( lrrc su parte en csa declinación, porque tiéne más des_ ,, rrlt.ncia de la que tcndría sin la caiacterístic¡r en cuestión. ,\ lrr inversa, una característica puede ayudar al gr,_rpo, p"ro n. írl individuo. Aparentementé, un aÍtruismo que s€a un ,rrt,sacrificio, como cuando un organismo da su rrida herr.¡rt:r¡nente por sus compañeros, ayudarí a la cspecic, pero, .rl I'rrrccer, no al organiJmo indivjáual. l,:r cuestión de si es en r.igor posible inrerpretar las ca_ r.r,tt.rístic¿1s como si fueran.de valór para el iüividuo, pero rr,r (o sólo incidentalmente) parq el grupo, o de valor para , f grupo, pero_ no (o sólo incidentalmente) para el ináivi_ ,lrro, ha causado divisio¡es y problemas enre los biólogos ,lr¡r¿ntc muchos años_ IguaLlénte sucede con la cuestién,
de si es en rigor posible distinguii individual,,, que favoñce características" de r',rlor para ei individuo, respecto de una <
,rn
<
organismos híbrjdos tienen ciertas características q,r. loi'.on','ierten en. estériles, y ambos reconocían, asimismó, que tales c¿r¿rcterísticas podían ser dr valor par._ la especie paterna l)orque evitan una futura descendeniia híbrida mal adapta_ rla.. Sin embargo, mient¡as que Darrvin pensó que lr, .uirl_ terísticas esterilizantes tienen que, ,". o..id"rrtul", po.q". tu
'elección nunca,podría permitii algo,dañino al indivlaui poi
rnucho que ayude a sus compañeros de especie, \üfallace pcnsó que precisamente _por su valor para la éspecie patern"'tal.s
caracterísricas_podrían constirui¡se
por Áedio'de la
selec_
ción. (Tanto Darwin como \X/allac" udrniti".on que la aver_ sión a procrear con ntiembros dc otras especies estaría cau^de valor prr. .l :rq3 .qo. la selección, ya que esro se¡ía individuo (Darwin y Seward, 1901, 1, págs. 2g7_99). El debate conrinuó hasta Ia publüafiOn, en 1962, de Anirnal _Dispersion in Relation to Social' Bebauiour rJ,i
V. C.
\7_vnne-Edwards,
quc puso orden en esras ideas.
el género de cosas que ocurren cuanclo una pobla, ^,j-E:l:..t clon .destruye su área de vegetación, causandc¡ una compleia de_ solación y todo tipo de enfelmedades_ 3t
y
convlncentemente en
r
favor de la eficacta de la selección de grupo, v sus esfuerzos se vieron recompensados con el dudoso honor de haber estimulado a actrar a una multitud de biólogos, el más notable de todos G. C. !íilliams, determinados a probar que él estaba equivocado (\üilliams, 1966). Y, dc hecho, en el
r
\íynne-Ed',r'ards argunrentó extensa
estado actual de las cosas, el consenso general es que, con excepción de unos pocos casos especiales, ciertamente \lynne-Edwards estaba equivocado. La selección se da casi siempre a favor del individuo y no del grupo, o más precisamente, se da en favor del grupo sólo si favorece al
la posible
individuo. En otras palabras, en la medida en que una característica ha de ser explicada en términos de selección, ha de serlo en términos de su promoción de los genes de un individuo rnás que de los genes colectivos (el
grnético>) del grupo (Wilson, 1975a). Naturalmente, la negación de la selección de grupo coloca a los biólogos en un dilema. Muchas características parece como si fuesen causadas por selección de grupo, porque parecen ser de valor primaria o exclusivamente para el grupo y no para el individuo. Sin embargo, los biólogos no se desesperan por ello ni niegan que tales características tengan alguna causa o valor selectivo. Por el contrario, se esfuerzan en dar explicaciones alternativas basadas en la selección individual. A medida que este libro progrese nos encontraremos con un gran número de explicaciones de esa índole, porque donde más plausibles parecen las explicaciones de la selección de grr-rpo es con respecto al comportamiento animal. Quizá un elemplo ayudatá a ilustrar el problema y la resolución propuesta. Un hecho bien documentado por los ornitólogos es que tamaño de nidada muchas especies -por de pájaros tienen un ejemplo, los petreles ponen un huevo, las constante: palomas dos, las gaviotas tres y los chorlitos cuatro. Es más, la no-accidentalidad de estos números está subrayada por el hecho de que si los huevos son robados, entonces los pájaros ponen más huevoS hasta llegar a completar el númcro inicial. Para los partidarios de la selección de grupo, el argumento explicativo cor¡ecto es que al no exceder el tamaño específico de la nidada, los pájaros están practicando cierta clase de control de natalidad pata el bien del grupo; si la reproducción fuera completamente libre, no pasaría
mucho tiempo sin que el grupo entero se encontrase en peligro de extinción. Por tanto, los partidarios de la selec-
36
r(in de grupo afinnan que la selección actúa en este nivel
r¡
t'l
sentido.
de que se ljbra
cualquier individuo que
_cle nga tendencia a tener una nidada clue no se halle deni¡o ,lt l .interés - reproductivo del grupo. Sin embargo, p".o "i l,¡rrtidario de la selección individiral, el control-¿é i" ,rr.tu_ lrtl:rd es_para el bien.de los padres. Como argunrentó el r(
tlilunto David Lack, si un pájaro pone menosirr.r,o, t()nccs se halla en una dcsvéntaja ñproducriva obvia, pero "n_ si ¡rs¡6 más huevos rambién esrlrá en desventaja, porqu., ,l:rtla la carga extra de hijos a mantener, d..ci.rrden i"r-;;;l
l'¿rl¡ilidades de criar con éxito incluso un numero menor (l.ack,. 1954,, 1966). Por esro, para un partidario de la st lccción individual como Lack, la selección actúa en el nivei ,lc_individuo, en el sentido de c¡ue sc deshace d. .";lq;i; individuo. que tienda a producii una nidada que no esré ,lc acuerdo con la nornti porque tal inclividuo "s1,.cífica, ( s lltenos apto qr¡c sus compañcros. En- este punto, uno no puede menos de prcguntarse por t1ué los biólogos modernos ticnen esa obresión -con el incli_
viduo. ¿Por <¡ué están tan. predispuestos en contra del grupo cosás en rérminos d. uá.,tá¡u
1 propenden a cxpl'car las
rntlividual? La respuesla es_ sinrplerncnte porLlue parccc quc la selección de grupo no funciona. Co,n^o Darwir, 'no es ¡rrr. valiosa ,.¡uc_ pueda scr un:l cosa para t.l grupo. si"p.r.rió, también de __valor, dirccra o indirei¡,rrn.nt., prm el indi_ viduo, sencíllamente no prosperará. La selecciár, op".o piirnero sobre el individuo, v si una característica pr.t"nd.
perpetuarse debe adoptar este camino.
no, puede
viduo...> (Darwin y Scu'3rd_,. 1901, 1, 294). Supóngrr., po,. tomar el ejernplo dei cho¡lito, que aunque lá niia.ta 'de
v.alor para
el grupo
sea^de_
crrrtró, un ináividuo
p";¡; A
cilmente criar cinco. Cualguier gen que favoreciera un
número rrla)¡or en la nidadá ser¿í- de inmecliato pror-nocio_ nado, porque la selección !$pieza con el indi,,,i¿"". S"pár_ gase que renemos una población en donde se dé el caso de clue todos los individúos. excepto uno o dos, críen cuatro (o cualc¡rier orra proporción qué de hecho alcance la ma-
durez.)
v
r¡ue_las. excepciones críen cinco
(o Ia proporción
c'orrcla.tiva). En _la siguíenrc gencr:rción los g.ncs'de Ics e-.:ceDciones cstarían mejor reprisentados, v así sucesivamente, incluso a_unque el resultado evenrual pudiera suponer el 'suma, razónan los S911F,so rotrl de toda la pohlacitín. En biól<'.:'r¡. ,¡r,o debe sitnplcrirente buscar en ,Já lr, ;;;rrl;;
j7
Dara
cl individuo,
!l::.: ;';;;;;.";;i
2.6. L¡ ruonÍ¡
porcuaiesquicra que sÜan Ias aprricnct:ts' inJiui¿uo cotno sc inicia Ia sclección'
"l
r!r{,,¡, I [.;-l L-l ol f
DE LA EvoLUcróN
csta importantc scrie Tras haber puesto cierta rtención cn nuestro tena prrna ahora volvamos d"';;;";;llt".ul"t, hablando de biología -o IJ4ct4 rhora, r,"rr'lu.
i
"ttu¿u ver con la ¿Qué tiene esto que algo que ii#;t.'"-tX di;.i.;...' L"a-evo1'''cií'r.' ser parece i";;l."i,'*J.t.i¿,,i' T" -'i'Áp"' r':To-' consideraclo v i.:;;':,;'";:,"''';;i;;;. ;i;i tle lai gcn''taciones individtral'' el en genéticos c¡mbios de. generactoncs' número gran un en no ciertamentc, Un impor-v Sti .-b;;;;;';; h"v nnán pn'ndolico en .ellot"noderno es
d.t
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?'ul -
I
p"ntumiénto evolucioniste
periodos lo que ocurre a gt;;-;;;;i; y necesita gra'des sc' d'tn quc evenlos dt clc tiempo, no cs rr)as ;;t'-ü iutu teoría Je moderna la o-ii" r,n :'.".i,;"'ñ; ..luir' ftitt""s' incluvc la trnnsmisió¡r tlc i:1?:ii1 it"p.uü'i'*s -quc etc propotciona e-l' ne selección' ;;iu.'i¿.t,-iu ;:tr:t:; ': este mecanlsmcl' con arnados así, Y :;;it-. d. la evolución' área.s particulares cle las ptt"dtn'"tl;t; evolucionirt". los ^ scan, dc. inter'és (Para i; ;;;.,i;;.i;n uiologiin qu" l"'.
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I
¡' É\ J .v,> I.,5". ?\-
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la evolución véanse Sinrp-
;;;;i;
''o''íu 'l' 1970' v "l,i]'i,li.'ñ^.;;; son, 1953; Mayr, rgZl;*"óclk''huntL"'
Maynard
Smith. 197i.) mgnrenrt' ,\sí. por elemplo' considcremos por un' -11 ,'il':1 ()rganrsmos:
l,rs .,"n."rn.i"1,"-, lá ¿i.tr¡Uución geográfica dc incunrltt': :]Y" le Por ejernl,r hiogeo*rafin, u ,ornJttt uñ pí"t't"-u oceánicas islas las en di't¡niiut i^ ir",l- t: irtrru us,Galápago-s...oo" su['t'^'tr ,i.1'";; il' C'.T.¡píii's; la convcrsión dc Dtlrwin al tn itnporiuntiu crrrcial elco de
;"
brillantemente analizado por
:il:l"ii.o;;;,' "-¡;J. ;;;ncesla más peculiar disttibución Lack (1974)-, ¿" piiaros (Geospizinae' conocidos como #;t;;"b-ir-ili, "nton"un"tot son de Darwin')' Aunque roJos. esos páiaros i"'. l.oi"tá""t 'i5"ñ;;ttt*t"r cuatro en sc similarés'. muv .diviclen .; disv se hallan .irr.eg'larmentc ;¿;.;;.';'-iJ "'t"'i;;' algunas Archipiélago; íslas del -es*;;id..'u *uuér'cle las en Llna sola isla v otras en varlas' pecies se encuentron
evotucionistas sllponen P^* .tpli.ur este {enómeno' losvolaron a l¿s islas clesde k*-;1;;¿'""s o,.,; il: ,ti"pr*¿.t ¿t ]B
,,,^-,
}
clue
(Véase figura 2.1.)
riqd.n
I
^i^.1
;;,.;;*:üio
l)r
_l t] _ I ,.,,.{ :. jli r)l
lircun¡ 2.1. (De Lack, 197.1.) Porcentaje de formas endémicas dc ¡rinzones dc Darwin en cada isla quc demuestra el ciecto del ¿rislamiento
Ia parte continenral de Sudamérica (donde todavía pueden encontrarse pinzones), y a¡gurnentan que a causa de las
barreras de aisla¡niento originadas por 1á separación de agua xistentc enrre las l'slas, los dife¡entes pinzones l'ran evólu-
e
cionado cada uno por su iado, separándor.
rt,r
descendien-
tcs de los descendientes de mien-rbros de la especie común.
Y, para justificar sus argumentos, los evolucionistas apclan a su conocimiento de la genética de poblaciones, en la crcencia cle que es ésta la quc les proporciona el mecanismo preciso para explicar cómo ocurre tal evolución. La evolución de los pinzones re<¡uirió generación tras generación dc cambios
sucemás mutación' más selección' y así tación, selección, tt"'tugüt" que' como las poblacioncs
r;;r-".;;. Es -ás. ' cu,alquler subconiunto ;ffi;;; áÁ*'á'¡u..¡0.''l"ned'u' subcóniunto típico 3el aislado en una isla no-p,r.dZ ser un típicos' Por miembros 1*itttn grupo originul, po'q'lt'io
,r:,rnrrir c<)rr-¡o dadas muchas afirnaciones que otros evoluestudio de los organismos r()nislas pueden 'Pero, inferir de su esencialmente, la genética de poblaciones da vrv¡('ntes. r
a parti'.del grupo original' i;¿ilfiT;;ü"t¿pi¿" .,,u'iutlJt'"i s"btoni""ttó resnonderá a les
a un núcieo unificado enre las distintas sub-áreas de l,r lriología evolucionista. Por tanto, en cierto n-rodo, cabrí¿r ,,,rxcbir coi-rvenientemente a la teorí¿r evolucionista en form¡ rt rrrt'jante a la de un abanico cuyo ápice sería la genética de ¡rrlrl:rciones, tal como se ilustra en la figura 2 2. (Rtrse, 1972'
fundadoó de Ernst MaYr')
.' l . L¡ soclosrorocí¡
causará una evoconsiquiente, esta dlterencia en sí misma porque
ü;;;;" en que' lo fuetzas selectivas .t iot-o dife¡enté (Este" "q"til'
el l" g";;íi;; de poblaciones. proporciona En resumen, -b¿.i.o distrila a relativos át los argumentos f,,;i;;;;;-s;ü ;1!i: j;,',:Jn l^,' f : ;ffi !r : l : ,' ¡;l función con otras area fj:.?f i[',:,;, ; . Desde lueeo' cada disptitt*"roiit''ptculia"t iX*iT. "ti elemplo' la ciolina tiene ,u, p'opi^''"''J'ls -poi a la fo¡ma
que conciernen "lt"*iri..l ;ttü::Jffi..iiiáliii'-acionés pueden' o no pueden' il;;;;'-tismos q"" en -iqF. o formas reales glob;q+ v hav una serie :J";;'ñ;;o, u'iá
o"o'-ái"iptlt"í q'-'" se.'tom;t.' prestadas Et p"teontológo' en particular' tiene que
de conclusion", ¿"
;;-;^'ñ"*I;
{;¡:NF:',t
lrr¡,,:rl
l')'/ J. Véasc también
ICA
l,og¡,t<;l
l'.sto nos lleva ahora directamente al corazón de las pre de los sociobiólogos. Básica y simpletnente quie r'( n que qe considere la sociobiología como un miembro má, tk' la familia de cienci¿s de la evoluci6¡.t Quieren que la :;ociobiología se encuadre en el estudio def comportamieltt,' social animal r como otra sub-disciplina más, vincul,rda por ,l núcleo .d-út.t de la biología genética de poblaciones. ( ), para ser rnás preciso, quieren desarrollar la teoría del com lxrrtamiento social de los animales, mostrando su base gert'nsiones
lrlaciones>>
ología
crnbriokrgía
()tlaS
rliscipiinas
figura los rcctángulos reFrcun¡. 2.2. (De Ruse, 1971') (En esta
li!,"..li,,í'¿il,.r;-i¡;._ilill,,;:.1:l:lÍ".n];;,ly:,i'.lli;i[: suDonen ¡ealmente cxr se
los nexos entrc las disciplinas lnt mostrrdos en la fiauxiliares. Aunque t"o"ntl?'t'Jiiti'"' denot:rn necesariamente ;;;il;"; li"::ng.l;:,
il;r"u"Xi# ¿..*;-ll t"."-ttntil^,
;:il'i;; 40
colvto t.r¡*A PAR'|E lrt l,q tloRí¡
EVOI-UCIONISTA
cvolutiva
morf
1974.)
rrútica, volviendo a poner de relieve el lugar propio de l,' It:oría dentro del espectro evolucionista.'De hecho, S7ilson e; rrruy explícito en este asunto, pues al prihcipio de la Sociobir', bgia maniÍiesta abie¡tamente estas intenciones: oEste librtr intenta codificar la sociobiología en una ¡ama de la biologí,r
I)I,]
sistcnárica palcontología
I{ull,
y
particularmente de
la mode¡na biología de po
(Wilson, 1975a, pá9. 4).
Como las intenciones de los sociobiólogos son tan direc' tas, no es necesario añadír nada más a modo de preliminar científico. Ahora ya estamos en disposición de volver sobre sus especulaciones y hallazgos reales, y eso es 1o que ha rernos de inmediato. Pero, precisamente porque las inte¡rciones de los sociobiólo[los son tan directas, podemos haccr un par de comentarios filosóficos que pueden ayudat a cl,r' rifícar discusiones postcriores. A estos comentaríos se dedicará, brevemente, 1o que resta del presente capítulo. Primero, adviértase que cualesquiera que sean las innovaciones que puedan intoducir, en un sentido muy importanrc los sociobiólogos quieren recorrer un sendeto ya batido por otros. Quieren ser evolucionistas ortodoxos. De hecho, como hemos visto, están en la mísma línea de Darwin quien, al 4l
igual que ellos, también quería explicar c[ colnportamtento ócial animal en términos de evolución potenciada por medio de la selección natural . Pero, por el momento, ateniéndonos al presente y a la moderna genética de poblaciones
que incorpora la sélección darwiniana, vemos que -la..aceptación de^ello es el punto de partida de los sociobiólogo-s' No buscan el derroóamiento dé la teoría y loglos de la
genética de poblaciones. Desde luego, los. sociobiólogos quieien extendei y agrandar la teoría al abordar sus propios
problemas pariic,.tlar.t; pero esto
no es más de lo
clue
ñace cttalqrri.r evolucioniJt¿. Por tanto, en este sentido, por usar el bien conocido lenguaje de Thomas Kuhn' los sociobiólogos son científicos onormaleso que rabajan dentro de su ofaradigma>>; están haciendo
gros que alguna comunidad científica -partícular
reconoce
por algún tiempo como suminisradores del fundameryo para una práctica posterioro (Kuhn, 1970, pág. 10)4. En particula], los sociobiólogos se proponen rcalizat sus investigaciones tomando firmemente como base los pasados logros éientíficos de la biología genética de poblaciones. Uno debe¡ía ai'adit, sin embargo, que la claridad con la que cabe encaiar el análisis de Kuhn en este punto e,s un óoco engañosa. En el último capítulo apunté que, a1 pai"."r, .n" la controversia sociobiológica tcnemos el tipo de apelaiión a la filosofía que Kuhn encuenta- en tiempos de cámbios y tensiones cruclales en la ciencia: las revoluciones
científicai. Desafottunadamente, Kuhn argumenta también que esos son momentos en los que los científicos cambian Ju adhesión de un marco teórico paradigmático a otro
Por consiguiente, podríamos haber esperado aquí un- campltadigma, algo que no parece que se esté dando. bio de -enconlramos es, más bien, la extensión de un paLo que radigma ya establecido a un área donde otros , paradigmas
han"sido- propuestos (Barash, 1977). Afortunadamente los problemas de Kuhn no son los nuesttos, y, .por tanto' no ?enemos por qué intentar resolver esta paradoia. Como otros a
paradigma pa¡a-Kuhn es una especie de concepción del .Wáltanscha,rhg> científica en la que se sitúa la mayor parte del tiempo 7a mayoúa de los científicos. I-os cíentífiios que trabajan dent¡o de un paradigma, haciendo ciencia 'noroposición a la ciencia < que surge cuanmal> (por -paradigma es desafiado), aceptan como inviolables las predo un misas básicas del paradigma (Suppe, 1974).
Un
mundo
42
ó
l)areccn babet hecho, podemos usa¡ las perspectivas de Kuhn
:;in tener que preocuparnos por la verdad de su tesis com¡rlcta. Sociológica y psicológicamente, parece que tenemos tockrs los indicios de una rcvolución científica cle tipo kuh rriano, pero epistemológicamente no es así.
Dcsde luego,
un
comentario obvio es que aunque los
sociobiólogos puedan afirmar que están usando una teorí¿t t'xistente, de hecho no lo están haciendo. Como Kuhn apunla, a menudo un cambio de paradigma no supone un ca¡nbio rle lenguaje, ocultándose así la radícalidad de la revolución.
Quizá los sociobiólogos afírmen que están usando de ur) modo normal la genética de poblaciones, pero de un mod<, sublepticio o no- la han sustituid() -intencionadamente por su propia teoría. Esto quiere decir que, ciertamente tenemos una revolución epistemológica kuhniana. Cla¡amentc, sin embal'go, no podemos enfrentarnos con esta objeció,r hasta que no hayamos analizado más la obra de los socit,hitilogos: así pues, reservómonos el juicio para más tardt. La intención cleclarada de los sociobiólogos es trabajar par tiendo de un cuerpo de teoría ya aceptado. El segundo punto dc interés filosófico que nace de las ,
intencioncs
de los
sociobíólogos concierne
a la
estructur¿
global de ia teoría cle la evoluciírn, y, por tanto, indirectamente a la sociobiología. Existe actualmente un debate entrc los filósofos de la ciencia acerca de la interpretación y anrí lisis propio de las teorías científicas. Unos argumentan qLre las teorías científ icas son propirrnente consideradas como sistemas >, donde las conclusiones sc pueden seguir deductivamente de los axiomas iniciales, quc son las hipótesis últimas de las teorías. Otros filósofos nitgan este argumento. Afortunadalnente, esta es otra disputrr filosófica cuya tesolución última no es vital para nuestr()s propósitos; pero sí tiene un cierto interés en nuestro estudio. Tanto Ios que están a favor como los que están en contra cle la tesis hipotético-deductiva están de acuerdo cn que el caso en que mejor defensa encuentra es el de lrls cicncias físicas: pues de ellas vino en primer lugar. Tal y como hoy se nos muestra, Ia teoría de la evolución no cs muy hipotético-deductiva. Lo menos que puede decirse cs que frecuentemente existen grandes lagunas enffe premisas y conclusiones, mient¡as que los posibles eslabones son sólo esbozados, sugeridos o asumidos por hipótesis. Aunque existen algunos cuerpos compactos de teoría deductiva en los estudios evolucionistas, por ejemplo, el núcleo de la genética 43
de poblaciones, frecuentemente cuando uno habla en dichos estudios de cosas que <> o que >, tiene en mente conexiones más débiles que la deducción.
Y como era de esperar, una leve ausencia de evidencia firme no ha desalentado jamás a los filósofos, y aquellos que están a favor de la tesis hipotético-deductiva argumentan que todo esto es simplemente la prueba de que la teo¡ía evolucionista tal como hoy se pfesenta es un esbozo de una teoría completa. Los oponenres, obviamente, llegan a diferentes conclusiones. Pero, cualquiera que sea la respuesta cofrecta en este punto, la disputa subraya la > de los estudios evolucionistas. En la medidá en que la sociobiología es parue de la familia evolucionisra, nó deberemos jtngatla con crit'erios más esrictos de los que aplicamos al resto de las teorías de esa Íamilia. (Para más información sobre la estructura de la teoría evolucionista, véanse Ruse, 1.973a, 1977 \lilliams, 1970; Goudge, 196I; I{uIl, 1977.) Y ya es suficiente por lo que respecta a la fundamentación biológica de la sociobiología Pasemos ahora a considetar a la sociobiología en acción.
3
La sociobiología de los animales lil terna de este capítulo son los hechos y la tcoría socioI'iológicos del comportamiento animal, más específicamente, tlcl comportamiento social animal . Trutaré sucesivamente de l:rs siguientes cuestiones: agresién, sexualidad, parentesco y Aunque esto no agota el corpus sociobiológico, 'rltruismo. scrá suficientemente representarivo. Inevitablemente hábrá ciertos solapamientos, pues los tópicos escogidos no se pue-
rlcn tratar del todo por separado. J.l
.
ACnTSIóN: EL PUNTo DE vISTA ntolócrc<-I
La cuestión de la agresión animal ha fascinado a los evolucionistas desde Darwin: y ciertamente fascinó no menos a los biólogos pre-evolucionistas, ya que éstos lucharon por armonizar 7a natutaleza de con la supuestamente benevolente omnipotencia del Dios cristiano (Ruse, L975b, l977lr). Para Darwin, que usó la lucha por la existencia como carburante de la selección natural, la agresión era una faceta fundamental, vital y universal de la existencia animal, si bien es un hecho que su > cubrió una gama mucho más amplia que la escena de dos animales combatiendo a muerte para sobrevivir; extendiéndose metafóricamente, por ejemplo, a un cactus > conüa la sequía y a una bonita flor <> con sus compañeras parc llamar la atención de los insectos (Ruse,
t97tb\.
44
45
r¡ cl meio¡ interés de la cs¡recie nrr suprin'rir ningúrn nricnl)r(), p¿rticularmente dado quc cl más débil suele coincirlir rr¡¡r cl más joven. v así la selección de grupo pcrfecciona todos 1.5 rnecanismos restrictivos. se instaura clur¿nte la Edad de Piedra \,, como consecuencia, los htrnanos no podemos ya controlat r¡uestros rencores. De ahí que emprendamos [Jucnas masir,rs (r)ntra los otros humanos. La ciencia confirn¿t la religión, l,L¡es, verdaderarnente, los hombres están marcados por el pc,
En añcs rccientes la cuestíón de 1a agrcsión anímal h¿ sido considerablenrente iluminada, por no decir populari
zada, por los escritos de rnuchos de los llamados etólogos' muy particularfirente Konrad Lorenz. En su fascinante -v merecidamente famoso llbro, Sobre la Agrcsión, Lorenz arguye pormenorizadamente que la concepción tladicional sobre la agresión animal como una batalla cuyo final es inevita-
blemente sangriento, es totalmente errónea en particular sl se la aplica a animales de la misma especie. Ciertamente. habrá de darse la lucha a muerte cuando un león ataca a un antílope: si no fuera así, el león no podría comet. Pero las luchas entre animales de la misma especie, un género rnuy común de agresión animal, son totalmente distintas. Envuelven un tipo de interacción social tal que nos resisti¡íamos a encuadrarlo en la situación de presa-depredador. El combate es siempre limitado, v comporta un ritual brusco y violento, pero no fatal. E incluso existen gestos de paci{icación que puede hacer el animal perdedor en un conflicto a fin de que el vencedor no llcgue a matarlo. Los perros, por ejemplo, nuesü¿ln sus vientres il un cont¡incante más poderoso, aplacando con ello la furia del agresor. Además parece que, por lo general, a los animales no les gusta el sabo¡ de sus propios congéneres; consecuentemente, los animales que necesiten hacer presa de otros no tienen por qué haccrlo con los de su especie. En vctdad, sostiene Lorenz, tan cfectivos son los mecanisnros de rest¡icción que <(ar¡nque ocasionaimcnte, en luchas territoriales o rivales, por algún accidente un cuerno pueda penetrar en un ojo o un diente dañar a una arteria, ian.rás hemos hallado que el objetivo
de la rgresión fuera el exterminio cle los miembros se-
mejantes de la misna especie> (Lorenz, 1966, pág. )8). Esto es por 1o que respecta a los hechos; pero, ¿y la teoría? La agresión de un animal a otro para defender su nido o para obtener su comida es fácilmente explicable en términos de la selección darwiniana. Pero, ¿por qué habría de existir,
en absoluto, agresión alguna ente animales de la misma especie, aunque indudablemente exista, y por qué, dada esta agresión, habría de ser tan restringida? En este punto Lorenz invoca hipótesis de selección de grupo: la agresión entre individuos de una misma especie existe para escoger los mejores miembros de ésta, de manera que ellos sean los que provean el stock racial para el futuro, quedando satisfechos los mejores inte¡eses de la especie al hacer de padres los miembros mejores. Asimismo, sin embargo, está 46
t,rclo original.
Este cuadro de la agresión animal, tomado casi como tvangelio por muchos en nueslros días, ha sido desafiado lror los sociobiólogos tan¡o en lo que respecta :r los hechos corro a las teorías. Empezando por los hechos, nos remitilcmos a la síntesis de \ü/ilson.
i.2.
¿QuÉ nEnnesENT-{ RE,AL}IF:NTE LA ncn¡sróN ANrruAL?
Las cuestiones importantes e interesanres atlñen a la agresión enffe animales de la mism¿ especie. Nadie nicga, generalmente hablando, que la agresión entre animales de diferente especie implica funciones darwínianas bastante sencillas de comida, defensa, etc. Ahora bien, considerando la agresión dent¡o de una especie, se está de acuerdo con Lo. renz y con sus seguidores en que esa agresión se da abundantemente, en que mucho de ella es genético o innato y
también en que mucho de ella está restringido.
Lo
más
frecuente es que los animales no efectúen una escalada de violencia que desemboque en una baralla campal, o al menos, no por principio. Sin embargo, existe un fuerfe desacuer-
do con Lorcnz en lo que respecta a Ia supuestamcnte casi universal e inva¡iablcmente limitada naturaleza de la agresión enne miembros de la misma especie. 47
Comenzando con el mundo de los insectos, \lilson aduce .r.ru lu.gu lista de especies donde la lucha mortal por ia existencla ocurre entie rniembros de la misma especie e incluso va acompañada de canibalismo. Cie¡tamente, en algunas especies parasitarias de himenópteros (es decir' el orden de'los inicctos que incluye las abeias, las hormigas
y las avispas) las larvas, durante un tiempo, se ffanstorman ár ,rt, e*ttañ.a figura que -par-ece específicamente adaptada
pata matat y consumlr a'todás las otrás larvas congéneres ¿ttergadrs eí el mismo insecto. El conflicto mortal ocurre
hasía qrre sólo queda una
y
entonceg. 11-larva vuelve
transfor-marse (\X/ílson, 1975a, pág- 246)' Yéase figura
n lt ffi)
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V
Estas dos seríes muestran
el
sucesivo desarrollo de
dos especies de avispas parasitarias (arriba, Poec"ilo' i;-l;;;^'¿.-l"iiot lbuaitesii,- abaio, Collviia cal,it'nto'¡' Ilusran gráficac-e) se ii."i. .¿-" utt á.te.-iiudo éstadio (ar|ba, D; abajo, li id"pt^du -de específicamente para matar a las Jarvas congéneres' CoPYClausen,.Copvinsects, por C. P. Clausen, Énromophagus'lnsects, (Tomado de Entot, ?Í;-r$ ,c, 1940, ;;l; @ ls4o por n.,r McG"raw-Hill Book Companv. Utilizado con right
el correspondiente
48
el mando, trata de matar a todos los jóvenes. lncluso ent¡e ios chimpancés aparecen a veces el asesinato i' cl canibalismo. Si echamos una mirada al mundo de las ,r\,('s, veremos que también allí se da la lucha a muerte (\f ilson, 1975a, cap. 11, especialmente págs. 246-7). A estas alturas uno podría preguntarse por qué estaba i.r¡renz tan absollrtamcnte equivocado. Los sociobiólogos argu',c1r que los errores son no sólo posibles sino también reales, lx)rque para establecc¡ la ve¡dad completa sobre la agresión :rnirrial (v por supuesro sobre el comportamiento animal t'n general) se precisan estudios de muy larga duración del coraportanriento anirnal en estado salvaje, y sólo ahora se tstán empezando a obtener éstos. Acerca del comportamiento l¡:rccrse con
\
3.1.
,r las crías de ot¡o. Las hienas tienen una proporción de la de Detroit, y también en ocasiones s,t' alimentan de otras hienas. En el mundo de los primates lilnrpoco es desconocido el asesinato. Por ejemplo, en la ;¡scsinatos mayo¡ que
Jnclia los langures viven en manadas en las que las hembras t"stán dominadas por un macho. Si otro macho pelea hasta
--
\1
Frcun.q
la escala, para que no se piense que sólo asesinato y cl canibalisrno en el mundo cle los ir¡vertebrados, encontramos que ambos están bastante extt ndiclos en el mundo animal, incluyendo los ver-rebrados :rr¡reriores. Pese a su represión, muchos animales n)atan a :rrs compañeros y luego no se los comen. Ciertarnente, y (r) conua de la popular opinión, Ia especie humana viene :r salir bien parada. Así, los leones a vece¡- se matan entre sí, y, dado ei caso, los machos no tienen reparo en comerse .&scendiendo en
:;, dan el
Permiso.)
t¡iminal en los animales \ü/ilson escribe: (\X/ilson, 1975a, págrni 247). Y para subrayar algo más este punro, ril/ilson continúa añadiendo que un asesinato por cada mil horas es
L¡na gfan cantidad de vio]encia en comparación con el estántlar humano, y, de hecho, sugiere que con la presente inforrnación, aun tcniendo en cuenta las guerras humanas, cier-
tamente, los seres humanos están empezando a parecer, comparaCos con el resto de los animales de la criación, seres muy' pacíficos. Somos considerablemente menos agresivos que rnuchos animales, sin excluir los monos. Las tesis de los etólogos relativas a los hechos de la agresión animal se han vísto, por tanto, desafiadas. Como cabría esperar, las hipótesis de selección de grupo de Lorenz 49
_.)
t: también son cuestionadas. fin particular', los sociobiólogos quieren ttal>ajar desde y scito cL'sde ln selecciór-r individual.
En cierto sentido pueden hacer esto fácilmente; más fácilmente, quizá, que el plopio Lorenz. Los soc.iobiólogos no hacen suposicíones ¿ priori sobre el bien de la especie y, por tanto, no tienen necesidacl de dar explicacioncs especiaies de por qué un organismo puede atacar ¿l un serneiante. Así, a los ojos de un sociobiólogo, y rnientras las
restantes condiciones sean iguales, es indifercnte que la larva de la avispa ataque a su compañera o a un miembro de una especie distinta. Otro organismo significa comida, o conrpetencia o algo así. Y más generalmente, los sociobiólogos, v en particular Wilson, considelan que la agresión anim¿l es susceptible de ser explicada en términos de una competencia < (\lilson. 1975a, pág. 24)). A, la ltz de esta perspectiva general, la agresión asegura <¡ue un rnimal obtenga su pa¡te o más. Dado que los congéneres quieren las mismas cosas, no debe sorprender que la agresión y la competencia existan dentro de una misma especie. (Véase
figura 3.1.) Además, señala Vilson, la agresión puede variar de acuer-
do con las necesidades. En patticular, cuando los recursos son muy limitados, la agresión suele aumentar, o los animales muestran ot¡os tipos de comportamientos extraños. Los gatos que viven apiñados se tornan despóticos y descargan frenéticos ataques sobre otros que se convierten en parias. Las ratas muestran hipersexualidad, canibalismo y otros comportamientos que son, en esas circunstancias, > (el término es de Süilson). Todo esto puede ser directamente comprendido en términos de ventaja adaptativa darwiniana. Con la explicación de la agresión en términos de competencia por los recursos, estamos va dentro del dominio de la teoría. Sin embargo, comó sociobiólogos, todavia no hemos explicado el más sorprendente de los hechos acerca de la agresión animal, a saber, que a despecho de las limitaciones que queramos poner a la concepción de Lorenz, los
animales, no obstante, muestran una buena dosis de resfficción en los conflictos con sus semeiantes. ¿Cómo puede explicarse esto juntamente con el hecho de que, a veces, se intensifiquen los conflictos2 Más particularmente, ¿cómo puede explicarse esto en términos de selección individual mejor que en términos de selección de grupo, que es un anatema 'para' los sociobiólogos? Como señala 'Süilson, la
r',,1)r¡(.sta debe
ser que las agresiones irrestrictas son
más
para el individuo que las restringidas. Sin embargo, .rrrr(lut: \Tilson^no {ia de ofrecer algu"na, propuestas su_ ,r,rtivas, es en Gran Bretaña donde se ésrá realiándo en el 1,,¡ \(.nte un análisis más completo. Como esto muestra no '.,'l.r el ,rigor sino también algunas de las limitaciones ac_ rrr.rlcs de la sociobiología, merece que le dediquemos una lrr lr'1' 6isr¿r. ' ".,r()\as
t t. -Esrnar¿cus
EvoLUTTvAS ESTABLES
lrl enfoque a discutir deriva de una rama de la matemá_ ;r aplicada conocida. como teoría de juegos y debe su ,'ri,r'n. a John Maynard Smith y üna série"de áolrborrdt_ ^ es Ia noción de rr.s. (.entral en el trabajo de Smith <
(Snrith, 1972, pág. 15). Lo que se entiende por ello es una .,rrrración donde se tiene uná población con un número de l,rrmas posibles y donde dadá la particular proporción de lormas obrenidas en esa situación, la selección'individual -i" no favo¡ece más a una forma_ que a otra. Bn ,"*a, ¡xrblación es equilibrada. o establé, po.qrr" .ubriu .rp._ r;r que una fo¡ma se desarrolle má! a-expensas "o de otras. (Juizá eSta noción de E E E guede meio; ilusuadu of.e_
, icndo nno o dos modelo, .eniillor, espécialmente fo, tu. lran sido- propuestos para mostrar cómó puede -u.rt"rr"'ara l;r agresión limitada en.- Ias pobla,ciones c^on l, poribiiiáuJ rlc una violencia total (Maynard Smith, tglZ, plq, lgjO, Mavna¡d Smith y Price, 1973). . Considérese primero una población de organismos con dos tipos-posibles: Halcón y Paloma, o Rat6n 1.e tata tan srílo de dar un nombre a-dichos tipos). Cuando los Halconel rncuentran a un miembro de su especie luchan duramente
h:rsra vencer o quedar seriamente dá¡ados. L¿s palomas luchan de un modo ritualizado hasta que ellas o sus oponen_ tes ter.minan por aburrirse y se ván; siempre se retiran antes de una verdadera agresión. IJna íez re ásignan .rrulor., númericos adecuados-, cabé mosrar que ni iotalidad de tlalcones nr una totalidad de palomas constituyen "na una E E E uy población, pero sí una cierra propoición de cada :." upo. .cs decrr, puede mostrarse que una población de pa-
50 5L
F
lr rrrrturaleza) una cierta agresión útttalizada no sangrienta ' (r;rnrbién como en la natutaleza) cierta agresión mñy real r l','ligrosa. Y todo esto está causado y mantenido por la
la selección individual favoremutante Ilaicón. Pero, entonces' tampoco es
lomas no es estabie, )'a clLre
ceria
a un
estabie una población de Halcones. pues la selección individual favorecería a un mtttante Paloma- Sin embargo, en nna cietta propotción de Ilalcones o Palomas ¡-rn individuo no tendría por qué acomodarsc meior siendo Halcón que Paloma o viceversa. La selección individual mantendría. estable, por tanto, la población polimórfica. Cuantificando las iosas con la alegre displicencia de Jere-
lny Benthaml, supóngase clue el ganaclot merece *50 puntos, el perdedol0 puntos, el daño grave o la muerte -.100 dos puntos la pérdida cle tiempo. Cuando puntos y -10 ganará {*50) Palomas se encuentran srbemos que algunn
(-10 cada una). En 10 x 2\ x I/2: promedio, una Paloma puede esperar (50 : +15 de una lucha de Paloma con Paloma. Similarmeny
que habrá una pérdida de tiempo
te un Halcón que encuentre a un Halcon puede esperar, suponiendo que la batalla sea rápida y sangrienta para el Y cuando el Halcón perdedor (50-100) x l/2 -2r' el Halcón gana sienlpre en se encuentra a la Phloma, como seguida, para él tendremos *50 v 0 para la Paloma. Podemos ver que una población dc Palomas no sigue une E E E porque un mutante Halcón podría comenzar a difundirse (ventaia de *50 sobre f 15 pata cualquier encuentro con otro miembro <1e la población, que Por estipulación es una Paloma). Pot otra Parte, aunque un individuo Halcón siempre bariri a un individuo Paloma, una población de
Halcónes no seguirá una E E E, porque un mutante Paloma podría empezar-a difundirse (ventaja de 0,sobre como ésa hecho, auñqr-te podría temerse que una población-25).De oscilara vioÍentimente enme los extremos de todo Palomas y todo I{alcones, existe ciertamente una E E E, a saber: éuando la proporción de Palomas a Halcones es 5:7. En este punto, un mutante de Halcón a Paloma o viceversa no se acomodaría porqLre el saldo promedio tanto para Halcones como para Palomas es de 6 l/4 (se puede obtener pot cálculo la probabilidad de que un Halcón enconnase a una Paloma, et¿.). En oras palabras, lo que este modelo muestra es que podríamos tener una población que continuara 'indefinidaménte en una forma estable, donde se daría (como en 1 Para facilitar la exposición de este punto he usado un modelo simplificado que presentó Dawkins en su popularización de la sociobiología (Dawkins, 1976). 52
tci<ín individual. r\ntes de pasar a un nivel más sofisticado, conviene hacer 'rrr ¡r:rl de aclaraciones.,En primer lugar, si se piensa que se r( ( r'curía más a la vida real que el mismo brganismo se , rnrlx)rtase algunas veces como Halcón y otras como pa_ ,h
hrrrur,
el modelo puede ser interpretado como si
rlu( una proporción 5:7 de comportamiento , ,
n todo individuo es una E E E. En
mostrase paloma_Halcón
segundo lugar, y ello el moáelo irroja
r, rniís _interesante (aunque no inesperad"),
r,sr¡ltados diferentes
a los que ariojaúa un modelo de
se_
l,tción de grupo. Bajo el anterior modelo de selección indi_
vitlual se espera que la población evolucione hacia una E E E
,,,1' ',,
yl
saldo promedio de
6l/4; bajo el modelo de la la población evolucione
lt'cción de grupo se espera que
lo que es mejor para elia. Obviamenre, una poblai
¡rrometedor. . Lo que hemos. presentado hasta aquí es
un modelo muy simple con dos tipos de comportamieñto bien definidos. Sií cmbargo, se puede extender fácilmente la noción de E E E rr situaciones más_complejas, que probablemente reflejan me_ ior la .realidad. fg. ejemplo, Maynard Smith y price han .liseñado un modelo más sutil en- el que uno se encuentra con cinco tipos diferentes: Halcón; Palóma (que ellos llaman );.Valentó-n, que se comporta como un Halcón pero c¡ue cambia a Paloma o huye ii el oponente es tamtién un Halcón; Vengador, que se comporta como una paloma pero que se convierte en Halcón si también lo es el opo_ nente, y Vengador,-Sonda que se compofta como el Vengaáor la mayor parte del tiempo, .pero qrre de vez en cu"ando prueba el ánimo.del oponente-cambi?ndose a Halcón. Asi!nando ciertos-valores plausihles, los autores muestfan que con probabilidad la población podría evolucionar princípal_ ,3
mente a Vengadores y Vengadorcs-Sonda'. co-n sólo u! p9d. Ruto.,es. De hecho, el Vengador-Sonda ,ólo gr.,u realmente como Vengador.cuando hay Ratones
queño núme.ü
(los cíales nunca resistirán). Pero como los autores señalan' en una población real se está casi seguro de obtener algunos Ra-
tonei: el viejo, el joven. el enfermizo, etc. Este análisis de teoría de iuegos se puede extender
tam-
bién de otros modos. Por eiemplo, supóngase que en lugar de combatir realmente, los organismos se dedican a una <, tratando de desanimar al oponente o3r medio de m'iradas fiias o amenazas o algo similar' Aquí ia oérdida no es cl daño físico sino que es el tiempo quien j,rega tu baza. Es fácil mostrar que 1o que-la selección favoi..áá .to es al animal que esté tanquilo o amenazante árrru.t. un tíempo fijo, sino al que varíe por un, periodo cuyo alcance .*aito d.pettde de varios factores, tales como el"precio, el costo o io.n. parecidas. La selección favo;eceri también el desarrollo dei que muestte <' Si la imprcdictibilidad es clavé, sería estúpido dejar saber
al
uno piensa. - Permítasenos mencionar oponente 1o que -apropiadas
modificaciones, el análisis puede cubrii cotnbates <>, donde se suponga que uno cle los combatientes tiene incorporada cierta ventaia o áesventaja, aparte
trmbién que, con
combate'mismo. Aquí los faétores externos pueden realmente crear una diferencia según qué E E E alternativa sea lo que esté evolucionando rialmente (Maynarcl Smith y Par-
ker,1976).
óon .rto cluecla dicho lo bastante como para dar al lectot una idea de ia aplicación de 1a teoría de -iuegos al comPortamiento agresivo animal. ¿Qué se puccle decir, en conclusión' ,át., ¿"-.tt" enfoque? Sin la preier'tsión de apelar a pruc'b.:s á" g;;" p"ro, pr..." haber clos comentarios obvios acerc¿r del graáo dé éxito obtenido por el momento.
rl).urc las dificultades dc la selección de grupo señaiadas en
,l rilrimo capítulo, tal seiección no explica adecuadamente ¡rrl qué algunas veces la agresión intraespecífica llega al
. Por otro lado, Ios ¡nodelos de Mavnard Smith muesr iur cótno se puede milnrener l¿ restiicción v también rr¡rrcstran lo que parece ser un hecho: que a véces estalla r¡rr,¡ violencia real. Si un organismo no eitá preparado para lrrchar, el quc se le suponga dispuesto a comportarse como r¡n llalcón parece una superchería. Por lo démás, en este I'rrnto parece haber una evidencia psicológica en favor del , rrfoque de teoría de juegos (en particulai del modelo que nrrlestra una preponderancia del tipo Vengador), pues la , videncia experimental muestra que, cuandó sienten dolor (¡ror ejemplo, al ser atacados), muchos animales no huyen ',irro.que responden con nrucha más agresión (Maynard Smith r Price, 197). pág. 18\. I-a e\tensión del análisis a guerras no violentas o desgastes t:rmbién encuentta soporte evidencial. Así, tomando "como , jcmplo al .pez luchador de Siam, Betta Splenders, Maynará S¡nith escribe: lrnrite
Los conflictos ritr-rales entre machos van usual¡nente seguidos de luchas escalonadas, en las que uno o ambos rivaies pueden ser seriamente heridos. Sin embargo, los conflictos entre hembras acaban (por lo general, después de cinco-quince minutos) con la rendición de uno de los dos peces, sin que haya habido lucha escalonada. Simpson estudió tales conflicros detalladamente, mídiendo Ia frecuencia y tiempo de los componentes particulares del ritual; no encontró diferencias significativas entre las frecuencias con las que tanto 1os ganadores como los perdedores eventuales tealizaban sus acciones, excepto en los dos últimos minutos de un combate, en que el eventuel ganador podía ser reconocido porque su aleta dor-
s¿l se mantenía erecta por un mayor lapso de tiempo. ganador no pudiera ser distinguido del perdedor hasta casi el final del combate, encaja bien con 1as prediccioncs de la teoría de juegos (Maynard Smith, 1972, pág. 21).
El hecho de que el
3.4. Y¡rrosz
Y
LTMITACToNES DEL ENFoQUE DE
TEoRÍA
DE
JUEGOS
Primeto, y en favor del enfoque de teoría de-iuego-s'.los modelos en-él basudos, como yá se ha subrayado suficientemente, parecen acefcarse más a lo que una creciente evi¡;;; ;"; respecto a los encuentros eipecífic-os- agrdvos de los animales .rr.rt.o ser la verdadera realidad' Dejando 54
. Por último, y rambién en apoyo del enfoque de teoría de juegos, nos encontram.rs con é1 hecho de 'los combates asimét¡icos. Una aplicación obvi¿r aquí es la del tan discutido fenómeno del tenitorio. Es de sobra conocido que en muJ5
# chas especies de aninialcs los indjviduos lnarcan sus :rrol): ¡ territorios particulares y, lo que es más interesante' ottos miembros ile la especie tienclen a respetar esos te¡ritorios aunque éitos puedan ser dc valor para ellos' Tin-incluso bergen, por ejemplo, há mostrado que los machos del pez
su propio teritorio, pero. que si son iniroducidos artificialmente en los territo¡ios de otros tenderán a huir (Tinbergen, 1971). EI enfoque de la teoría ie
',lclos, lejos de tener que ser absolutamente aceptados, ,,n srilo plausibles.
,,',
i') Ssxo y
sErnccróN
SEXUAL
espinoso^ defienden
juegos puede explicar tales fenómenos tan pronto como uno ár.r*-u q". los conflictos son peligrosos o son pérdidas de tiempo o algo parecido. Una E E E puede ser: Adviértase, incidentalmente, cómo a este nivel una E É E igualmente efectiva puede ser: <
que a veces pueda darse el caso. Por ejemplo, cl residente conozca el territorio y' pol tanto, esté en este asPecto en ventaja física real sobre el
áencia
lo
usual es que
intruso.
Pero tras haber conside¡ado las lazones ¿r favor clel enfoque de la agresión animal clesde el punto de vista de la
t.oiíu .i. juegós, pasarentos a un seguudo comentario que indudablemenie procede hacer ¿rl resPecto. Por el momento parece ser un en{oque muy prometedor, p-ero tenemos lo que -llamaríamos una teoría bien establecida. Los no lo que modelos diseñados hasta el presente dan resultados que se
corresponden aproximaclamente con Io que- sucede en la naturale)a, p..o ñottn el momer-rto apenas cabe hablar de una contrasta¿ión rigurosa. Es más clue indu<'lable que el qrre aplica la tcoría ¿e jucgos elige valoies que pelmiten que lt>s risultados obtenidos ie parezcan lo más posibie a io que sucede en la realidad; pero en sí lnismos esos valo¡es son muy arbitrarios. No hay un control efectivo sobre qué puedan significar esos valoies rn Ia vida real, ni de la exactitud
predicciones frente al comportamiento observado. ¿Existe en realidad al.gr-rna espccie donde el ganar valga *50 puntos, mientras que el ser matado comporte un castigo de 100? ¿Y tiene realmente csta especie una proporción estable cle Halcones a Palolnas que sea exactalnente
de lal
áe 7:5?
En suma, debemos concluir, modestamente, que la mayorla de los trabajos tealizados hasta ahora muestran que los
56
I lrsta ahora hemos considerado a los animales envueltos en ',,:i:rs formas de conflicto. Sin embargo, si sus genes han ,l( scr transmitidos a las futuras generaciones, esos mismos ,'rltanismos deben, en algún momento, dejar de combatir y .'itpeezdt a reproducirse. Puesto que muchos animales son ,.( \uales, es decir, presentan dos tipos de individuos y ambos '( Dccesitan para procrear, esto suscita toda la problemática ,l. l comportamiento que rodea la reproducción, algo por lo , r¡l los sociobiólogos han mosuado gran interés. Iln cierto sentido, sin duda, uno se podría plantear previa, rr'nte lá pregunta de por qué en definitiva tiene que hal'(r sexo. La mayoría de nosotros sabemos por experiencia (lue no es fácil el sendero del amor, y pudiera parecer, por puede reproducirse rirnto, que un organismo asexual ,rir.r la ayuda de oro- tendría -que una ventaja selectiva. La lcntaia del sexo parece descansar en el hecho de que nuevas r¡rutaciones causantes de características favorables pueden, qiacias al sexo, reunirse mucho rnás rápidamente. Supóngase (lue un organismo x tiene una mutación d y un organismo y iiene una mutación á. Incluso aunque ab pudiese dar lugar r una formidable combinación, si no fuera por el sexo no ¡rodtíamos conjugar ambas mutaciones, sino que tendríamos que esperar a que x cambiase a b o que y cambiase a a.
Sin embargo, aunque hav mucho de verdad en esta respuesta,
no puede negarse gue se aproxirna peligrosamente a lo que sería una respuesta de selección de grupo. A la especie irudiera inte¡esarle una combinación ab, pero, ¿acaso la esperanza de que un descendiente de x escogiese un b compensaría el esfuerzo de buscar compañero? Se han propuesto varios modelos para contestar esta pregunta y oüas pare-
cidas, aunque probablemente es cierto que el asunto se encuentra todavía en un estado de fluidez, sin respuestas firrres (Maynard Smith, 1975, págs. 183-91; \ü(/illiams, 197I). Pero supóngase que ya contamos con el sexo. Desde muy _ al principio se ha reconocido que el sexo tiene importantei e interesantes implicaciones evolutivas. En particular, en El origen de las especies Charles Darrvin introdujo todo un mecanísmo cvolutivo que se cenffaba en el sexo. El 57
S:l
mecanismo principal
dc l)aru'in fue Ia
sclección natural,
que era función de cosas ta.les como la necesidad de encontrar alimento, refugio, etc.; pero uno de sus mecanistnos secundarios fue la selección sexuaL que era función de la lucha por hallar compañeros de apareamiento. Darwin llegó probablemente a su noción de selección natural por analogía con la selección artificial y es probable que fuese esta analogía la que le llevó a la selección sexual: al menos la que le llevó a creer que la selección sexual era lo suficientemente importante para ser presentada como un mecanismo de evolución por derecho propio (Ghiselin, 1969). Cuando los criadores seleccionan, lo hacen por una de dos razones: o por provecho, como el granjero que desea ovejas más lanosas o vacas nrás grnndes,
el criador de
o por placer, como
palomas que las quicrc n.rás bonitas. El primero de estos objetivos (y éxitos) le llev(r a Darwin a
selección natural,.v el segundo a la selección sexttai o. más precisamente, a las dos clases de selección sexual que él reconoció: el combate de los r-nachos v Ia elección de las hembras. Por analogía con la selección llevada r cat¡o l.or los criadores de perros y gallos de pelea, Da¡s'in arguyó que a veces los machos luchan entre ellos por las hembras,
la
y asi se puede \/et cn cllos la evolución de ¿ulras ofensivas dirigidas a otros machos de sus respectivas es-
pecies. Por analogia con la selecciírn llevada a cabo por los críadores para obtener animalcs hermosos, Darl'in arguyó que, a veces, las hembras eligen entre los machos, y así se puede apreciar en éstos la evolución de bellas caractetísticas dirigidas a las hembras dc sus respectivas cspccies (Darwin, 1859, págs. 87 90). Tan pronto como se la expuso públican-rentc, 1a sclección sexual hubo cle afrontar controvel'sias v así ha continu¿ldo a lo largo de los años (Vorzimrner, 1970; Carrpbell, 1972). La difundida existencia del dinrorfismo sexual (es decir, de diferencias entre los seros), es indiscutible, y dadas las cuen el pavo riosas fornras que puede tonrar rt vcces evoluciot-lista da¡real- es igualmente indiscutible para el-collo winiano que algunas fornras de la selección juegan un papel importante e.n la adaptacirin. Por otra parte, parece que nadie se ha átrevido ¿ decir c¡ue Daru'in estaba equivocado. La lucha entre machos cicrranrente existe v éstos parecen ayudarse del empleo de arm¿rs L-n es¿ lucha: piénsese, por ejemplo, en los grandes elcfantes nrarinos, que batallan brutalmente por la posesiírn clc st¡s harenes. Ni tarrpoct se 58
¡,rr,
,l
rlr' n€g2rf
la
magnífica exhibición de sus plumas que hace
1r:rvo real. Sin embargo, a muchas personas les parece ,¡,r, lrr elección de la hembra huele excesivamente a antropG. rrrr,1 f i5¡¡6 injustificado, pues imputa a la pava cualidades isr¡ rr(irs propias del ser humano, y han tratado de prescin-
,lrr rle ellas. Así, Alfred Russell \Wallace explicó táles dir'rrf ismos no en términos de la belleza del pavo sino de
,i.r lcaldad de la hembra! Arguyó que existe una preferencia , lt'ctiva para las hembras discretas, ya que, como principales , .rirl¿rdoras de sus crías, necesitan prote¡aerse por- camufla;e ,l, los depredadores (Wallace, 1870, págs. Dl-61). Y orros l..rn llamado la atención sobre el hecho de que, a pesar de . r¡e la selección sexual descansa en la luchá por la repro,lrrcción más que por la supervivencia, la selección natural (';\('ra a veces también así, y de ahí que hayan tendido a r'r'escindir de la selección sexual incluyendo su perspectiva ,ir'¡rtro de la selección narural (Lack, 1966). I-os sociobiólogos han dado nueva vida a la selección si'rual ----como cabía esperar, puesto que dicha selección 'rr apoya en implicaciones evolutivas del comportamiento ;'nimal y ése es, al fin y al cabo, el campo de trabajo de l.r sociobiología. Sin embargo, como también cabía esperar, .lunque en muchos aspectos parecen más próximos a Darwin .¡tre la mayoría de los sucesores de éste, particularmente en cuestiones como la elección de las hembras, los sociobiólogos no presentan los hechos en términos totalmente darwiniar';os. Qrrizá su más grande avance sc centra en la noción, clesarrollada por Robert L. Trivers, de v será, por tanto, adecuado y conveniente que desarrollemos nuestra discusión alrededor dc esta noción (Trivers, 1972).
).6.
Iwvensróu
pATERNA
Para introducir esta noción deberíamos ernpezar por el principio. Supóngase ya dados los inicios rudimentarios de l:r sexualidad, con los dos nuevos sexos recién formados. Cada uno aporta una célula-sexual igual (un ); ob.
viamente (o sea, parece ¡azonable suponerlo), si un progenitor produjera una célula algo mayor que acumulase una reserva de alimentos, eso sería una ventaja selectiva sobre sus semeiantes; sin embargo, inmediatamente, podría ser también una vental'a selectiva para otro organismo el producir con nenos costo (v probablemente en mavor número) gametos 59
q
,f' (¡
más pequeños que, al fundirse con los r.nayores. participasen de Ia reserva extra de comida. Consecuentemente, tendríamos la evolución de dos tipos de células sexuales: céiulas grandes, producidas en número rela¡ivamente pequeño, y células pequeñas, producidas en núnero relativamente grande.
Trátese de una definición o de un hecho, la condiciór.r de <> implica producir células grandes v la condición de <
Y
impiica producir células pequeñas.
ahora entla en juego la noción de inversión paterna; los dos padres, el macho y la hembra, Quieren producir descendencia ?. Sin embargo, uno de ellos tiene que criarla. Si uno cualquiera de los padres pudiera dejar el trabajo al oro, entonces tanto rrejor (desde el punto de vista evolutivo), porque ese progenitor podría así ir a buscar otro cónyuge capaz de prodr-rcir más descendencia. Pero no cabe duda de que el otro progenitor querrá hacer lo mismo, y de este modo surge la cuestión: ¿quién tiene más que pcrder? Obviamente es la hembra la que no¡malmente queda atrapada en este dilema: ella es la que tendría que hacer más esfuerzo si decidiera abandonar y comenzar de nuevo. De rhí que en seguida se fon.lre un conflicto clc intereses. El macho quiere fertilizar e irse con la siguiente; 1a hembra quiere ser fertilizada, pero quiere recibir ayuda del n.racho, o cn caso contrario obtener ulta compensación. De este mod.) tenemos diferentes ftterzas selecfivas, y, en general, lo que deberíamos encontrar (lo que de hecho encontramos) es qlle
los machos están más interesados en fertillzar muchas hembras y que las hembras están más interesadas que ellos en
criar a la descendencia. Conviene añadir que existen excepciones a esta regla, que considerarenros brevemente. En términos más formales, ia cuestión se puedc est¡ble-
cer así: la inversión paterna está definida como
momento. nc tom¡ré la libertacl de hablar infoluralmi prt:pcísíto irntrlicar intcnciones conscicntes por rni uso del término <>: solamcnte que algo estí en el propio interés reprocluctir'o clel individuo.
el
mente. No es
ó0
c-o¡sideración cl.
total posiblc de
vástagos
que
rrn
rr¡rlivjtluo pueda prodtrcir, se ptrede calcular ei "tipo ;r;;" ,Jr,r rlc inve.rsión paterna por vástago para un indi;idu;. Los rirs sc.xcS de las especies no tiene;'nÉcesariamente la misma rtrvcrsló¡ paterná promedio por vástago; sin e¡1f¿¡g6, 6¿d¿ .,, xo s<ílo puede producir cl mismo número total de ?¿!rág., ,¡rc cl sexo opuesto. Por consiguiente, el sexo que tiene ¡rnir inversión paterna pron-redio rnayor qr. .l oüó ," .onvr('r'rc en rccrrrso limitado para cl qué irrui.rr" nenos. y estcr
al modo en q,re actúa; las pr"riorr", selectivas .,,rlrrc los individuos en una especie. (yéáse figura 3.2.) . Ahora bien. ¿cómo pueden tener h.rgar esas" presiones se_
r
r,
ts lleva
Itctivas.y qué fornras pueden adoprari En primer t"gur,-y sl() cs lo más obvio, tendrer,los; un, conlpe¡encia enrre los
(
r¡ric¡nbros del sexo que invierte ,r.no, la reproducción r on tos clel sexo que invierte más. "r, organismtr del Cualquier: '.( x() clue menos inviertc y clrvos genes promoaioa"n aurra_ tt'rísticas que avuden a eje organii*o u 'p.o.r"ur más satis_ f :tctoriamente que sus comprñero., transmítc esos mismos
.
¡it'ncs favorables a la generición siguiente en proporciones irrcrenrentadas. Normalmente, por lé que ." o.rbu'd. decir ¡rccrca de los tamaños relativoi t¡,, poi ¡anto, de ln, ¡nu"r_ 'soi siones) en las células sexuales, las t.rnSrrli !ui.rr", , constituyen el recurso limitad
:1.T.:
r
\vlson, t.)/>a. págs. jf8-35).
Se debe señalar, sin embargo, que la teoría de la inversión paterna de ningún nodo implicá que las hei¡,bras d. ;;; cspecle sean necesariamente el sexo de recursos limitados.
parerna se refiere
-{,1 11v,erslón organlsmo pone
a rodo
que un
"r},r.rro elr su prole. Iisto corrprende cosai tales como la consrucción dc nido-s, cuidaclos después del na_
cimiento. etc. Debido a las diferencias entre los gametos y las diferencias asociadas de tipo fisiológico ipn, .;Érnpio, fr', hembras de los mamíferos que portan el embrión) resulta que, -generalmente, son las liemtas el sexo de recursos lipflro laio cierras circunsrancias los-ioles p".¿á, l]_t:-*l rnverrrrse. por e¡enrplo, en algunas especies de peces ion los macnos qulencs constntyen nidos. s¡ida¡ de ' Ios jóvenes, 61
,d
1',2 se ha sugerido, qurzá con más plausibilidad, que el ,rnl)io se debe al mecanismo de fertilización. A diferencia ,l, la fertilizaci
'
(
,
(¡rc la_ hemb¡a haya soltado los huevos. Esto signiflca que l,r lrcmbra puede realizar la escapada dejando al macho con la ¡'r'olc. Si está en el interés reproducfivo del macho que
t! a --.: .7c
z-
l:r prole sobreviva,
+a _-.
J
TENIENTNA
Máximo
?ARENTAT-
el nivel del individuo, no del grupo. ¿Cómo podría la selecn-rodo <1ue ayudase al individuo que más invierte2 ¿Cómo podría ayudar al individuo que hasta un r icrto monlento en el tiernpo ha realizado más inversión? Sen, cillamente, podría ayuda¡ a ese individuo a producir trrn
productivo
,
Onr
siendo seleccionadas para maximizar el númeto de descendencia en ¡elación a la inversión paterna y, como puede vcrse, esto significa que las hembras tienen un mayor grado de adaptación c'ran-
Or
descendencia;
los machos cuando producen O-.
Puesto que O- ) O¡ y puesto que ambos sexos producen el mismo número de descendencia, en este caso ios machos compiten por las hembras. Si se diera que Or ) O-. entonces las hembras competirían por los machos
ión actuar de
tixito el mavor número de la mejor prole posible.
CANTIDAD DE DIjSCENDENCIA PRODUCÍDA
FIcun¡. 1.2. (Trivers, 1972. reproducido en Barash, 1977.) Este rráfico compara la inversión paterna del éxito reproductivo- Se ve- que la inversión paterna de la hembra crece más rápidamente con el éxito de la prole que la del macho. Ambos sexos están
está, el macho no tiéne
, rr
éxito neto
J
Oi
lo
.,i pudiera actuar sobre el sexo que hace una inversión rrrcnor. Pero también actu¿rrá sobre el sexo gue hace mavor irrversión, porque convienc recorda¡ que la selección actúa
INVERSION
:-<
obviamente
()r
PARENTAL
:z'
v
r¿ opción que la de sacar él mismo adelante la prole_ Pero, .r sr¡ vez, esto lleva consigo que las hembras luchen por los r¡r;¡chos (Dawkins, 1,976, págs. L67-9). l{asta ahora hemos venido considerando la selección conro
INVERSf O)¡ AI AS(,-ULIN.I
t) z
r1o producen
r:rl es preñada la hembra, muchos peces tienen fettilizay, en particular, el macho fettlliza después de
irín .externa
una parte, e] individuo podría ser seleccionado po. Ias cnracterísticas que le permitan forz.ar a miembros del otro scxo a una mayo¡ inversión en la prole. De otto lado, cabría seleccionar las características qué pernritieran al inclividuo, complementar sus propigs ¡lenes con los genes dcl miembro del otro sexo que pudieran asegurar hejor el futuro de sus propios genes. En una amena obra de'divulgación de la sociobiología, Richard Dal'kins (1976) deno-
mina esas dos posibilidades como la esrraregia de <> y la estrategia <,del super-macñoo 3. Las veremos
etcétera.
por orden v asumiendo, por comodidad de exposición, la hembra es el recurso limitado.
competencia.
I
En esos casos los machos son el sexo de recursos limitados y. como la teoría predice, Io que encontamos es una competencia de las hembras por los machos v mecanisnros adaptativos asociados que ayudan a la hembra en dicha Como cabría esperar, patece que no hay una sola razón por la que a veces cambie c'l rol del sexo. En el caso del
Cor-r-
siclerando, en particular, las interacciones individuales con nriembros del sexo opuesto, nos encontramos en definitiva rrrn dos posibles .< que podrían tener lugar. De
que
p*.-*ante, esos nonrbres n-te parecen tan necios como colc ristas. Pero uno de los reproches que se han hecho a la sociobiología ha sido su lenguaje y el uso r{" meráforas, v no quisiera r¡erecerio yo también.
62
6J
r 1 ).7. Estnetncres
REpRODUCTORAS
DE r.AS HEMBRAS
En la estrategia de la felicidad doméstica, la l.rembra obligrr al macho para que haga una inversión sustancial anterior a la cópula. En el momenro en que la copulación tiene lugar el macho está fuertemente comprometido con la hembra, pues ha tenido que construir un nido, alimentar copios;r-
mente a la hembra, rcalizar un laborioso ríto nupcial o cosas parecidas. Básicamente, aho¡a al macho no podría interesarle desertar, pues la siguiente hembra con la que se enconuase le pediría de nuerro ese esfuerzo. Puede quc esté nrás en su interés que, en vez de aumentar el nírmero ab, soluto de hijos engendrados por é1, desvíe su esfuerzo con el intento de que aquellos que ha engendrado llegr_ren a la nradurez.
, Todo
esto supone, indudablemente, que la hembra con Ia que se encuentre le exigirá el esfuerio anterior. Si ella cop_ula inmediatamente, entonces el macho podrá marcharse. Debemos poder mostrar, por tanto, que semejante demanda de esfuerzo previo por parte de lal hembras puede tener arraigo en una población. Una hipótesis de selección de grupo podría ser ésta
obviamente, interesante para
el grupo, considerado en-sería, su toralidad. que todas las hemtras conspirasen contra los machos-, pero semejante clase de hipótesis _está prohibida. Sin embaigo, se puede establecer
un modelo sencillo
al
método áe la teoría de la estraregia de la felicidad domés_
apelando
juego-s para mostrar que
tica funcionaría, aunque sólo se diára la selección individual. Afortunadamente, como los detalles son Í)Lrv similares a
los requeridos en el modelo de la agresión rástringida, no necesitamos aquí proceder a una e"poiición detalhcü (Davr_ kins, 1.976, págs. 163-5). Debiera notarse, incidentalmente, que a manera de efecto colateral para las principales fuerzas sélectivas aquí operantes, pueden darse también algunas fue¡zas subsidiarias ientradas cn la posibilidad del <>. Si ha evolucionado un patrón de cuidado paterno masculino, entonces, si la hembra hubiese sido abandonada, la selección podría obligarla a que buscase un padre sustituto que sacase ád.lant. su-prole. Pero recíprocamente, como ese padrastrcl ttabaiatía prr, ¡r.ro"tuar los genes de un exrraño, cabe esperar presiones'fuertemente selectivas contra tal ¿rdulterio. Esta- puede ser la razón por la que las hembras de rattín embarazadas abortan 64
,,,,rr,k¡ huelen a machos extraños
,1, ltrín adoptan
y por la que los machos el papel de asesinos y se comen los ca-
.l,,rr'()s (\Wilson, L975a, pág. 85).
t i'nvendría mencionar también que esta estrategia re¡,rrrlrrctorÍl de las hembras podría pioporcionar la cüve de 1,,,r ,¡ué la poliginia (un único macho solitario con múlti¡,1,r; hembras) no es infrecuente en el reino animal. Al ír , orr un macho que ya ha estado con otra, la hembra cuenta rl r¡¡cnos con una cualidad , en particular con r,,,¡)(.cto_ a la provisión de cuidado paterno) como, por ejem;,1,,, la defensa del temitorio y el suminisro de comid-a. podría ¡ ,,r;rr en el interés reproductivo de la hembra de1'ar de .rl)rrcafse en exclusiva con machos inexpertos y compartir , I :¡cceso con machos va probados (\X/ilson, i975a,- pági_ 2)8). ',,t .l,a otra estrategia abierta para las hembras es la estrategia ,l, l super-macho. En ésta, en su forma más pura, la hembra .rlrrndona_ toda e_speranza de obtener del mácho avuda pala '.,rt¿r adelante a la prole. Lo que ella, en cambío, quiete del rrircho son los mejores genes posibles para su prole o, menos nrctafóricamente, la selección favorece a aquellas hembras 'luc son. atraídas por los machos portadores de genes que \(' complementan con los suyos de una manera mZs favora-
Irlc'. Recíprocamente, la selección favo¡ece a los machos portrrdores de esos <> genes. Por tanto, hay una fuérte
¡rrima selectiva para los machos que son fuertes, ágiles, etcé-
tt,ra,
así
.
como p¿ra las hembras que son atráídas por
r'sas cualidades. Por supuesto, a,.nque cualidades como la -exisre sean genetalmenre _valiosas, también la posi i,qjlid{ lrilidad _de que se. desarrollen características que no sean nruy útiles al macho. Supóngase una caracterísiica que fue titil para el macho, pero que tal vcz se ha desamoilaáo más
la utilidad. Esa cualidad, no obsranre, podrá ser porque se la toma como 'marca de atracción .y ello es en_ sí mismo dc valor para la madre,
rrllá de
t<>áavia seleccionada
l)ues así sus- hijos tendrán dicha marca y. en consccuencia, rrejores posibilidades de reproducción. La esrategia,llamada del <> está, obviamente, rnuy ligada a la selección sexual de Darwin basada en lá elección femenina, que luego Julian Huxlev (l9lg) llamó , -aynque rnientras Daiwin interpretó que las características del pavo real eran amactivas pira la pava por modo a.ná'logo a como lo son las,cosas bellas pera el hombre, el socíobiólogo ¡roderno quizá interprete que efcr65
cen es¿l atracción p()r scr jnclicativas clel hccho de quc ios machos son aptos y la prole masculina de la hembra será, a su vez, attactiva. Así, aunque los sociobiólogos uselr in' variablemente lenguaje antropomórfico al describir y rorular esos hechos, quizá estén ntenos abiertos a la crítica qlrc se le hizo a Darrvin de antropomorfismo. La llarnada cs, trategia de quizá no estuviera realnlente comprendicla por Ia selección sexual de Darwin. áulrque n() cabe duda de Que también se podría explicar la selección sexual nrcdiante el combatc nrasculino en el sentido de que los machos mllestran a las hernbras que podrían ser nrejores f'r'oveedores v progcnitores cJL¡e otros machos. Y, obviamcn¡e. también la estrategia del super-macho podría contbinarse con aigún cornbate masculino: l¿s henrhras serían atraídas por los ganadorcs porque ¿sí rendrían la posibilidad dc tener l-rijos machos cluc pudieran ser ganadores. Debc advcrtirse que en la realización de estas varias es-
trategias reproductoras femeninas habrá una ¡ensión constante, en la medida en que los machos tafarán de aparentar
ser más aptos .1e
lo que en realidad son y las
hembras tratarán cle disccrnir entre a<¡uellos que realmente son aptos
y los qtre aparentan
serlo. A este propósito, en un pasaje que, según veremos más tarde, se ha hecho fanroso en la controversia sociobiológica, Wilson ha escrito 1o siguiente:
El ¡ruro
despliegue epigámico puede
ser
considerado
com() Lrna contiencla entre el r'endedor y la tesistencia a la venta. El sexo que corteja, generalmente el macho, planea invertir menos esfuerzo reproductivo en Ia prole. Lo que ofrece ¿ la hembra es principalmente la evidencia de que es plenamente normal y f ísiológicamentc apto. Pero esa gatantíA se ¡educe a una breve representación, de modo que existen fuertes presíones selectivas a fat,or de ios indivitluos menos aptos para representar una falsa imagen.
Al scxo corteiaclo, no¡malmente la hemb¡a, le será de gran vcntaia distinguir al realmente apto del que prerende scrlo. Colrsecuentemente, habrá nna fucrte tendencia en el sexo cortejado a mosffar recato; esto es: sus respuestas serán vacilantes 1t precavidas, de modo que piovoque más exhibiciones criminaci<'rn
v
pueda hacer más fácil
(Wilson, 1975a, pág.
la
correcta clis-
320).
Para conch¡ir esta cliscusirin de ios trabajos sociobiológicos scbrc l¿ selección sexual. no estará quizá Íuera de lrrgar
I
la
,,
rnrinar con
rr
rrrrinó nuestra discusión sobre
misnra nota de precaución con que se la agresión. Los hech'os dei ,,',rr.lo anirnal parece'n apyntll ineqüvocamert. l" ,r,,'¡¡ ds algún tipo ,lc séleccíón sexual, " op.iu_ en un sentido am_ I'rr{r. Las dlterencras entfe machos y hembras son demasiado ¡r,,r)unes y llamativas para que ,", d" otro modo. po¡ lo ,l( t)l¿ís, como he tratado de -dar a entende¡ , to lrrg" á" I r discr,rsión, muchas de las sr-rgeren.ir" pnrticrlares de los ,,ciobiólogos p__arecen enconrrar una contlrma.iOn .,"pirü. li 'r gjsmpl6, \ü/ilson nluestra q.,e, llabtanáo g.n..alm.nt" l como cabría esperar, en el_ 'mundo animal los mo.¡o, t,,uecen visiblemente dist¡aídos cuando se requiere algún trrrbajo duro para las cúas, y, por añadidura, tienden a ser ',(,\ualmente promiscuos. por otra parte, cuando .. ,"o"i.ia 'machos
cuidado realmenre inrenso, Ios "'r ;;;J";-;;";;;: .,r.rdidos>.a jugar un papel acivo. por en muchas 'ctía , .¡.rcsig5 de pájaros los- machos "i.Ápfo, a.vudan' a 'la ae loi
¡,,
'llu6l.r.
Sin embargo, a pesar de todos estos hechos posirivos, cs_ ¡,unos en los comienzo.r.,.y en mnchos respectos apenas si l(.nemos una teoría sólidanrenrc contrast¿d;. p", Li"Áptá,
s posible construir modelos p^.u n,*i."i..qu. la selección irrdividual puede. fomentar v nlanrener el comportamiento l¡menino <¡ue induce a los machos a suminisrrar un mayor trríclado pate¡no; pero _como en el c¿rso cle la agresiórr, .io, nrodelos son todavía demasiado basros y las ciíras en elloi t iegidas lo han. sido para, <¡ue rrrrojcn i"r.,irn¿o, .";;.;;;r; rr(! potque verifiqucn los.hechos. pero quizá sea nrejor, por t
cl
momento. no hacer más pregunta.
1.8.
,l'r..p"ato.
P¡r¿nruronn
Pasamos ahora a los resultedos del sexo, a sabcr:
la
res¡onsabitidad con t.ila r".t*ionrau, L :::-.5i1, ¡ 11 pudtcra lcrnrdad.. Aqui pensarse, s(_guranrentc,
des_
jr_
que los inie_
reses selectivos coinciden. Dos padies poclrían no tener los nrismos intereses, \,, por fanto,'.rU" a.p.rr. que tratcn potenciar sus propios intereses reproduciivos a-expensas de del
otro; pero
seguramente,
ios intcreses de los padres
hijos coinciden. Sin embargo, aunque o-priÁ"., visra1, los esto párece obvio, las cosas, co-rr,<, yn io,.¡.lr¿., T.iuer.. no son tan sencillas. Veamos por qué ., ,.i (ir;u"rr,'iCZii La selección individual .upon" qu. i,no .leberá csfor_
66 67
zarse
por m^ximizar las oportunidades de reproducir sus no lo hace, sus genes serán expulsados
propioi "genes genes
-si de aquellos organismos que por' los -'considerando
lo
hag.an. Aho-
los organismos sexuales, si uno es el único hijo de sus padres (y puede que así sea), entonces los interesei de los padres y de los hijos coinciden' El úni co modo en que los padres pueden transmitir sus genes es a ravés ¿ei triio. Sin embargo, el ser hiio único es, sin duda, un fenómeno raro (en el mundo animal). Normalmente, un progenitor (por conveniencia tomaremos a la madre) tendrá -át d. un descendiente. Esto significa que' ei progenitor y uno cualquiera. de hablando generalmente, 'iienen quiere
ra
bien,
sus hijos
intereses diferentes.
El
progenitor
el número de sus genes, y los hijos quieren maximizar el número de los suyos. Mas precisamente' y pata eludir en lo posible falsas implicaciones de intención consciente, los genes de la madre están promoviendo características que conducirán a su propia replicación; los genes del hiio están promoviendo características que conducirán a su propia replicación. Pero mientras que los genes de la maáre están distribuidos en un 50 por 100 para cada hijo, los genes de los hijos están concentrados en un 100 por 100 en sí mismos (este último punto debe ser precisadó en su momento). En consecuencia, los dos tipos de maximizar
genes pueden promover y promoverán características que incitarán a un comportamiento conflictivo. Apelando de nuevo demós decir que
la
I
a la noción de inversión paterna' pomadre tiene un total fijo de inversión
paterna que tiatará de repartir enre su descendencia para m'¿ximiz.ai el número de los que sobrevivan hasta la madurez reproductiva. Esto significa que, casi inevitablemente, ella limitará la cantidad que otorgue a cada hilo' Por otra parte, el hijo querrá maximizar sus propias oportunidades, esto cs, sus genes promoverán características para maximizar sus posibilidades de reproducción, y asi tratará de exceder la cántidad limitada de inversión que la madre menos desle ofrece. Y todo esto da lugar al conflicto -al la parte de pués dc que la madre haya dado a la prole cuidado que su interés reproductivo le induce a dar. De hecho, las cosas son un poco más complejas de 1o que se ha sugerido hasta aquí. Por el momento pudiera parecet clue los hijos requiriesen de sus padres ayuda por toda la vida. Sin embargo, existe una poderosa ruzón por la qrrc cilo no podría ser así, a saber: cluc el r'ástngo manticne 68
una relación con los rivales de la inversión paterna; esto no sólo guardan relación consigo mismos sino también con sus hermanos. Inspirándose en ia teoría descs, los hiios
arrollada en un par de artículol seminales de
W. D. Hab), Trivers señala que un individuo está relacionado al 50 por 100 con sus hermanos. Esto quiere
(1964a,
del propio .organismo (más exactamente, nansmite copiís de los genes del propio organismo, que es al fin y al óabo 1o
que éste transmitiría). Por supuesto, un organismo está más relacionado consi_ go mismo que con sus hermanos (100 por 100 frente al 50 por 100). Esto significa que hablando generalmente , cabúa lfperar tres estadios en el proceso del cuidado de los hijos. Un- periodo inicial en el que está en el interés del paáre y- del hijo que aquél invierta en ésre. Un periodo final en cl que está en el interés del padre y del hijo que el padre invierta en otros hermanos; la pérdida para el hijo está más
*4 aq
z¿ Especie B
-< ,Jq .? :]
Ca ¿^ a:
P¡:RIODO DE DESCEND}:NCI¡
Ftcu¡n J.J. (De Triver-s, i974; reproducido en Barash,
Aquí
1977.)
podcmos .ver -gráficamenrc cómo el conflicto padres-hijoi ocu¡re cuando el padre corta la ayuda. En ambas espe-cies el cán-
flicto ocurre cuando el interés ieproductivo del prdr. .riá-..,
ayudar a otros hijos, pero eso no está todavía en'el interés dál vástago. Le especie A termi¡a el cuidado antes que la especie B 69
.lue compensada por las ganancias de los herrnanos que_se ielacionan con él al 50 por 100 (es fácil ver qr.re para los hermanos obtener una unidrrd de cuidado ha de resultar dos veces mejor que para el hijo individual). Y luego tcnemos un periodo. inte¡medio. Est¿í en el interés reproductivo del padre invertir en otros hiios, pero el hiio continúa
obteniendo del ínte¡és dei padre o padres demasiado conto p¿ra qlre pueda interesarle que los padres inviertan en otros hijos. En otras palabras. éste cs cl pcriodo qtte ttdnscurre entre aquel en el cual una unidad de ayuda es meior para
otros hermanos que para un individuo, pero no dos veccs rrejor, v aquel en el cual la unidacl es, a1 nrenos, dos veces nrejor para oüos hermanos. En estc periodo esperanos Lln conflicto entre padres e hijos. (Clatamcnte, el tipo de modelo que aquí se presupone es del hijo crecido, que va obteniendo cada vez menos v menos unidades dc cuidado v de hermanos más jóvenes que podrían bcncficialse mís de tales unidades.) (Véase fig. l.l.) Ahora bien, con esta teoría nos acercrmo\ a l¿ts nocioncs cle selección familiar 1' de adaptación inclusiva -ntrcit¡nes que constituyen el núcleo clc las más .impresionantcs
investigaciones llevadas a cabo hasta hoy por los sociobiólogos. Estas investigaciones serán discutídas en la siguiente sección. tanto por lo clue respecta a la teoría como a k¡s hechos. A este propósito tecordaremos que no es nuestta
intención discutir aquí las eviclencias indirectas en favor de las tesis sobre las que descansa el análisis del conflicto pa-
dles-hijos realizado por Trivers, pero volvemos a advertir qLre si bien puede no haber una evidencia cuantificada de las tesis de Trivers, la evidencia con que contamos las hace parecer muy plausibles. Al mcnos no las invalid¿rr como sucec'le con análisis rivales, particLrlarmente los que sc basan
cn la selección de grupo. Ciertar4ente, si consideramos las cosas clesde el punto de vista de la selección de grupo, se debe¡ía esperar que en ningún momento hubiera conflicto alguno cnre paclres e hijos. Tanto los padres como los hi jos son dc la misnra especie, y siendo así la selección debería actnar rrmonizando los deseos de unos y otros. Y, sin cnrhargo. uno de los hechos nrás ampliamente documentados en el mundo animal es clue los cleseos de los padres y de los hijos di fieren r veces -v que esas diferencias se tornan particularmente agudas en el momento en que los padres dejan de crridar a los hijos. Como Trivers escribe
r('tc ent¡e ios mandriles, por ejemplo, puede du¡ar semanas o ffi€ses: comporta interacciones compeiitivas diarias y fuer_ rts gritos de los cachorros., en una'especie que, por otra l):rrre, ha sido altamenre seleccionad" pir, Jil.r.i- ff* pág. 25t). La única explicáción "l ul,..nr,lu^, ¿rá, 5lt^,,^l?]l
r;r seteccton,de grupo, parece ser qrre aquí tenemos una ine_ r(acra. amptta y general_ dc Ia n,rturaleza: obviamenre, Ia nrayoría de las veces.padres e hijos coinciden y es sólo en t:l momento del cambió cuando h; .o;;.--r;-;.ré"r*rrr'rr"_ (lue no vayan tan mal para los individuos implicados'como l)ar¿ que Ia selección de intervenir al rerpecto. Sin em_ !3fa bargo.,,ésta es una-explióación de úlrir". h;; y Ia verdadera cuestión es qüe,eI destere_ causa una aeiorlanización de un lrpo y m.agnitud,. que_ debcría, en circunsiancias normalessr.r are.ndid¿ por fa seletción. Aquí .r,,í i; ;i;;ib;l,d#';J la explicacíón sociobíológica. '
3.9. Arrnu¡slrto al último .tópico. o grupo de tópicos a discutir capítulo. Altruismo signilica', dicho el términos sen, cillos, hacer atgo por alguienl Má'p;;;i;r;;nte, desde Llegamos
en. esre.
un punto de vista sociobiológico,. sigrrifiéa h"ü, -"fgi ;;;;-"yr: . pe¡o sin tratar'de adentrarnos en cuestiones semánticas, ¡rodemcrs d..i. .o; ,;;;; dad q.ue el al'uismo, tal como 'ré l;-;;;lr-;'. caracterizar,
ha sido de profundo ínterés para f., ,..i"Uijf.gos. \l/ilson llega incluso al extremo de señala¡ <
el individuo. Pcr.o I"' ca.a.rÉ.írri.r, ;i;;rir;;;';;;;".." ser precisa_ mentc ac¡uellas que no son beneficiosas'p... '"f individuo.
7o 71
En resumen, la selecciiin individuat parecc impedir el
al-
truismo.
Pero no podemos negar el hecho del .alruismc¡' tr'os evolucionistas, desde Darlvin, han reconocido qüe es ttn extendido fenóÁetto en el mundo animal, cuyo clímax se alcanza qJ:rá .n las castas estériles descubie¡tas en los insectos, dond'e las obreras se consagran totalmente a otros rnicmbros' ¿Cómo escapa entonces él sociobiólogo a- este dilema? Obviamente, mostrando que pese ,r todas ias contrarias apa-
liencias, el altruismo teneficia los del individuo que causa el acio altruista. Como ha escrito un sociobiólogd .tt ,.-rno discusión sobre el altruislno: < (\ü/est Eberhard, I975' intereSes reproductívos
págtna 7). Dejando-para
el final la discusión acerca cle qué
plovecho tiene habla¡ de
1, almuismo recíproco. Veámoslas
1.10. SpleccróN
por orden.
FAIvIILIAR
La selección familiar partc d.-l hcchc' de que cstlmos emparentados con otros (Harnilton' 19(;'la. b). Esto significa
genes con otros y_ que' Por tanto. ya que que compartimos -genes han sido seleccionaclos precisamente por su nrrestrot la, replicapacidad*para -rí causar características que aseguren .riió.t d. -i.-ot, está en nuestro interés reproductivo asegurar que se reproduzcan aquellos,que compartcn nuestros genes, porque así harín copias de esos genes que !:n"rno.t. Otto modo de enfocat los hechos es decir que sólo aquellos genes que se reproducen, persisten; v .no.importa qrre es" reprodtrccitín se haga directamente o r"ic:trirmentc. 72
I)ero sean las cosas como sean, la consecuencia es que po que es la adaptación de un individuo en sentido propio junto con su influencia en la adaptación de parientes que no sean descendientes suyos.) Hemos encontrado ya una versión de este argumento en
cl contexto del conflióto
padres-hijos, en donde"parecía llecompensaba a un individuo no quitar la comida de la boca a sus hermanos. Sin embargo, es fácil ver que se trata de un caso particular dentro de
garse a un punto en
el que le
una teoría más general. Cualquier aJrrda (es decir, ayuda reproductiva) hacia cualquier pariente es de valor reproductivo pata m|. Por supuesto, este último enunciado dlbe ser precisado; está más en mi interés ayudar a mi hermano que a un primo hermano, ya que según la primera ley de Mendel el primero comparte el )0 por 100 de mis génes, mientras que el segundo comparte sólo el 12,5 por i00 de ellos. De hecho, como es fácil ver, puede establecerse una sencilla fórmula. Si cierto esfuerzo beneficia a mi hermano más del doble de lo que yo ganaría (o lo que perdería si el esfuerzo se hiciera sin éxito) enronces me- benlficia ayudarle. De nuevo, si beneficia a mi primo más de ocho ve-
ces de
lo
que ese esfuerzo me rendiría a mí, entonces me
beneficia ayudarle. Y más generalmente, el altruismo para con los parientes merece Ia pena si la proporción de ganancia o pérdida en la adaptación (k) excede a la proporción recíproca del coeficiente promedio de parentesco de los parientes beneficiados (r). Aparte del caso bastante especial de los hermanos mayores que se aparfan en beneficio de los menores, ¿puede la selección familiar, promotora de alruismo, suministrar posibilida-
enre animales salvajes? Se sospecha que así puede ser, particularmente cuando los parientes próximos tienden a vivir juntos. Un bonito ejemplo lo brindan los pavos
des efectivas
salvajes. (\íilson, 1975a, págs. 125-6). Los machos del pavo salvaje forman grupos de inclusión reiterativa (o sea, clases anidadas): uno tiene bandas de hermanos que se juntan en
gn¡pos, los cuales a su vez formarán un gran rebaño. El estatus en todos estos grupos está muy definido y se establece mediante la lucha. Los hermanos pelean para estatuir al jefe, y luego las bandas de hermanos pelean enre 73
un r)arrntesco del )0 por 100, pucs cl padre, ai ser aploi rlc, dará a cada htla cliploide exactarnente los mismos genes. v sc puede añadir otro 25 por 100 de parentesco, porque lrrs hembras comparten una madre diploide que les da la 1'lrrl mitad de sus genes y, por la primcra ley de Nlendel ,los hijas cualesquiera tendrán en común la mitad de eso: llcnes rnaternaimente donados. En otras palabras. las herma n¿rs estarán emparentadas en un 7) por 100 (es deci¡, conr ¡nrten el 7) por 100 de sus genes). Por otro lado, madre e hi jas compartirán sólo ei )t) ¡ror 100 de sus genes (el otro 50 por 100 de los genes dc las hilas viene del padre). Por tanto, dice Hamilton ,,' ,rquell'os sociobiólogoi que están cle acue¡do con el, dad,' t¡ue el ser una obrera estéril v no reproductora es frtnciól tlel medio ¡r no de los genes (es decir, la causa está en no ingcrir cleterminados alimentos especiales), podemos ver cólno <> ¿r una hembra abandonar enteramente su propia reproducción 1' dedicar su tiempo enteraniente 1rl rlesarrollo de hermanas fértiles (por supuesto ello podría rcc¡uerír la producción de otras hermanas obreras): Las her' manas fértiles difundirán más genes de las obreras clue de las hijas fértiles. Más precisamentc. los genes de la obrerii clue determinan el comportamientcl altruista serán una ventaja selectiva frente ¿r los genes que no lo determinan. Aparte de la extremada elegancia de esta explicación y aparte del casi exclusivo confinamiento anteriormente mencionado de la esterilidad de las ob¡eras a los himenópterosr. existen otros hcchos obvios en su favor. Por eiemplo, no sc encuentran machos obreros, y las explicaciones de Hamilton mllesffan por qué. Un macho no está más emparentado co¡-l sus hermanos que con sus propias hijas (él no tiene hijo-s). Pclr supuesto, todo esto es un tanto informal, y difícilmenic
ellas, 1' así sucesivamente. El éxitt-, cn la luch¿ arroia alt<,rs dividendos reproductivos, pues sólo los ganadores podrán escoger de entre las pavas, mientras que los demás no p.leden hacerlo. La seleccitín famiiiar sirve de gran ayuda para explicar este fenónreno: por qué, por ejemplo, un pavo puede éstar dispuesto a luchar por sLl banda. aun cuando el éxito tan sólo traiga oportunidades de procrear a sus hermanos de rango superior. Habiendo sido batido por su
.
hermano, sus propias posibilidades de reproducción están muy disminuidas. Sin embargo, si su hermano se reproduce, al menos algunos de sus genes se transmitirán. Por tanto, la lucha aluuista por los hermanos compensa. (Más precisarnente, puesto que es casi seguro que se perderá cualquier esfuerzo en favor de sí mismo, cualquier esfuerzo en ayudar las posibilidades de reproducción de l<¡s hermanos es seguro que vale a más que ese 50 por 100 de relación estas relaciones irán medida que ios grupos sean mayores-presumiblemente, disminuyendo. Por supuesto no se implica aquí ninguna in-
tención consciente.)' Se ha mencionado antc¡iormente que el área del reino 'animal donde ei altruismo se muestra en su forma más pura y absoluta es la de los insectos sociales, en particular los himenópteros (hormigas, avispas y abejas), donde castas enteras de hembras estériles emplean su tiempo exclusivamente para el bienestar de su madre (la reina) v sus hc¡manas. Cabría esperar, por tanto, que los sociobiólogos dirigiesen su atención a este átea, y ciertamente hallamos que es aquí donde surge la más excitante, por no decir atrevida, aplicación de la noción de selección familiar. Se ha sugerido por Hamilton (1964a, b) que la clave para el fenómeno del altruismo de las obreras estériles, que resulta aún más sorptendente por el hecho de que se cree que ha evolucionado muchas veces independíentemente en los himenópteros y sólo una vez fuera de eilos (las termi tas), descansa en el peculiar modo en que está determinado el sexo entre los himenópteros. En particular, las hembras son diploides, pues tienen tanto padre como madre, mienüas que los machos son aploides, pues tienen sólo rnadre.
Si la reina fertilizada fertiliza a su vez un huevo tendrá una hija; en caso conrario tendrá un hijo. Esto significa que las hermanas de una reína, fettllizada por un sólo ma-
cho, ¡están más est¡echamente emparentadas entre sí de lo que 1o estarían con sus propias hijas! Baste considerar lo siguiente: si las hembras tienen el mismo padre, esto les da
t4
excluiría explicaciones rivales; así. recientemente, valiéndose de un íngenioso argumento. Robert Trivers y Hope Hare (1,975) han tratado de someter la hipótesis de Hamilton a una contrastación muy rigurosa. Señalan, siguien'r
do a Sir Ronald Fisher, que normalmente la sexualidad implica una disribución del 50:50 enme machos y hembras. El argumento subyacente es análogo al del equilibrio de a Oster y lliJson (1978) sugieren que la razón de la s
porque necesitan transmitirse ciertos flagelados simbióticos intestinales a t¡avés de la alimentación anal. 75
genes basado en la rareza, que se adujo en el capítulo anterior. Una desviación de una proporción del 50:50 podría dar una ventaja selectiva a un organismo que produjese más del sexo raro; y así la proporción volvería a equilibrarse. (Hablando en rigor, 1o que se tiene no es una propor-
ción numérica 50:50, sino una proporción 50:50 del
es-
fuemo para producir machos y hembras. Si un macho requiere producir menos' esfuerzo qlre una hembra, entonces la selección favorece la producción de más machos.) Sin embargo, arguyen Trivers y F{are, en ei caso de los himenópteros la proporción sexual normal no debería obtenerse, o al menos no necesáriamente. Si la reina controla el nido, entonces se mantendría una proporción sexual normal 50:50. Sin embargo, si, como generalmente pasa, las obreras controlan el nido, entonces debería haber una predisposición a Íavor de las hembras. Como una hembra está
más emparentada con sus herman¿s que con sus hermanos, puede maximizar \a difusión de sus genes originando más hermanas fértiles que hermanos. En particular, se puede mosrar que la proporción ideal de machos a hembras fértiles (desde el punto de vista de la obrera) es 25:75 (más exactamente, esa proporción es el esfuerzo para producir -el
y Hare correlacionan- con peso del cuerpo). Y terminando su argumento con una conclusión al parecer riunfante, por apelación a un amplio dominio de evidencia empírica, Trivers y Hare arguyen que éste es el tipo de proporción que de hecho se obtieñe. Además, en ciertos casos especialés en que la reina puede controlar su nido, específicamente cuando delega en obreras < no emparentadas, sugieren que se encuenra una proporción de los sexos más normal: que es lo que l-rabría que esperar. Desafortunadamente, aunque por un tiempo este argumento de Trivers y l{are ha sido considerado como una vindicación triunfante de la selección familiar en particular y de la soCiobiología en general, no hace mucho que su valor ha sido seriamente cuestionado. Por ejemplo, és crr.tcial para el argumento que las reinas tengan sólo un compañero. Si tuvieran más de uno. entonces el estrecho parentesco de las hermanas obreras se desvanecería al punto. Pero se ha sugerido que, en realidad, las reinas de los hi organismos, que Trivérs
menópteros suelen aparearse repetidamente (Alexander y Shetman, 1.977). Asi el argumento de Trivers y Hare falla, aunque los críticos no niegan que los himenópteros produ76
,, n Lln número sospechosatncutc grande de henrbras fértiles. ( { r[secuentemente, en vez dc un argllmento de selección l.rr¡riliar sugieren oüo de los mecanismos de l{amilton, que I'roducirá menos machos. Este mecanismo, (competición lo,
,rl de
,k
apareamiento>>
(F{amilton,
1967
), patte del
hecho
que si los parientes de un sexo compiten para empare-
l.rrsc con sus compañeros sexuales, entonces está en
cl
interés
r,¡rroductivo de los padres producir pocos de eilos. Por , ¡t'rnplo, si dos hermanos compiten pol cada compañera, y ',rilo uno puede fertilizarla, entonces los padres han desper,l¡ciado su esfuerzo en producir dos hermanos. En el caso ,lt' los himenópteros, arguyen los críticos, tenemos esa con]¡,ctición entre machos y así tenemos la proporción de sexosl)t'ro flo por las razones que Trivers y I{are suponen. Nuestra discusión se sitúa en un terreno particularmente rrrovedizo e indudablernente la última palabla a este respecro y en materias similares no se ha dicho todavía. Muy lrrcn pudiera ser que ninguna de las explicaciones de la ¡rroporción de sexos sea completamcnte acertada ni compler:rmente errónea. Sin embargo, una vez llegados rrl térrnino ,le la presente sección, el lector se habrá percatado de que csta noción de selección farniliar es muy poderosa )' tiene cxcitantes posibilidades, pero de momento la plenítud de srr valor está por ver. (\ü7ilson, 7975a, fue uno de los que inicialmente se sintieron más entusiasmados con los resulrados de Trivers y Hare. Desde la crítica de Alexandcr y Sherman, ha atemperado un poco su entusiasmo; pefo, cn contra de estos últín'ros, sugiere que en muchas especies de hormigas
del tipo estudiaclo por Trivers y Hare la compeno es probable. Véase Oster y
tencia para emparejarse
Wilson, 1978.)
).11. MaxlpurecióN
PATFIRNA
Se ha sospechado por algunos sociobiólogos (especialmen-
te Alexander, 1974) que una forma de altruismo puede evolucionar mediante selección, no tanto porque esté en el interés teproductivo del individuo ayudar a sus parientes próximos, sino porque cstá en el interés de los padrcs dcl individuo que éste ofrczca esa ayuda y los paclrcs han siclo capaces de manipular al individuo en cuestión 1;ara que la oftezca. Si ponernos atención en el anterior anúlisis padrcshijos, es fácil ver cótno tales situaciones se pueden dar. Su-
7i
póngase que un padre tiene un númt:ro de hijos, digam.rs cinco. Supóngase que es imposible para el padre cuidar de los cinco: y que incluso si uno de los hijos fuese abandonado no sobrevivirían más de tres de los otros cuatro. Supóngase. sin embargo, que el padrc está en posición de manípuiar a uno de los hijos, de manera que ese hijo sea altruista para con slrs hermanos ;- así sobrevivan los cuatro restantcs. Clatamente, en tal caso, cualesquiera genes que causen tal manipulación por parte del padre serán favorecidos por selección. (Véase, sin embargo, Dawkins, 1976, págs. 1467.) A primera vista parece que no existe mucha diferencia entre la manipulación paterna 1' la selección familiar; pero existe, de hecho, una importante diferencia. En la selección familiar. un individuo ayuda a otro porque ambos están emparentados: cl segtrndo individuo está uansmitiendo los genes del primcro. En la manipulación paterna, un individuo está obligado a ayudar a un segundo individuo por causa de un tcrcero. Que el primero v el segundo individuo compartan sus genes es bastante incidental. De hecho, sin duda, ambos los comparten, y así, posiblemente, cuando ha1' manipulación paterna 1a selección familiar tiene también cabida. ¡, ciertamente no es fácil distinguir entre casos de manipulación paterna y cle selección familiar. Si uno tiene hermanos que ayudan, tal como ocurre en ciertas especies de páiaros. ello puede ser función dc la manipulación patcrna, pcro, dc nuevo, puede ser también función de la selección familiar. Se ha sugerido, párticularmente por los críticos de Trivers y Hare (! ), clue la manipulación paterna es el principal factor causal clue opera en los hirnenripteros: después de todo. una vez establecido el nido, la reina fabrica obreras en lugar de reprclcluctoras, mcrced a lo cual alinrenta a su primera descendencia (Alexander, 197-l). Sin cnlbargo, como hemos visto, todo esto constituye por el momento materia irresuelta de controversia. Más pronretedores pata la hipótesis de la manipuiación paterna son, quizá, los frecuentísimos ca-
sos del reino animal en que una cría sirve de alimento a otrás, El fenómeno de los llamados huevos <>, que son usados como comicla por los hermanos, es común en el mundo de los insectos. E incluso en los vertebrados superiores se encuentia uno con casos de canibalismo entre los cachorros. Por supuesto, puede llegar un momento en la vida del organismo en que vale la pena dejar la vida por los hermanos; pero en las primitivas etapas del desarrollo 78
n (lue un organismo puede setvir de alimento a otros herrr,r)()s, parece difícil que las pr-obabilidades estén tan níti-
,l.rrrcnte delimitadas que valga ,
L
sacrificio.
l¡rcidentalmente,
la pena
si la tesis de la
tealizar
tal
¿lcto
rnanipulación paterna
rr(r)e algo de verdad, entonces se podría fencr una intere',rr¡rtc ','ariedad en el escenario del conflicto entre padres e lrijos. Normalmente el conflicto ocume porque la prole quie-
rt una ayuda que los padres están reacios a dar. Pero si l,,s padres dan demasiada ayuda para tener así a los hijos .,rrjetos a ellos, entonces podría estar en el interés de los lrijos rebelarse. En otras palabras, el conflicto podría darse , n dirección contraria, los padres ofreciendo ayuda y los
lrijos rechazándola. Obviamente, no se está suponiendo que ,rlgo de este comportamiento maquiavélico esté conscientenlcnte planeado. Se supone que el comportamiento es una Irrnción de los genes y ciertamente podría haber un valor selectivo en la ignorancia con que funciona el cuerpo (Trivers,1974).
).12. Arrnursno
REcíPRoco
En tercer y último lugar, de entre las posibles calrsas sugeridas de alüuistno animal, tenemos el altruismo recípro-
co (Trivers,1971). Éste, si hay algo de cierto en ello, es un mecanismo más amplio que los anteriores, puesto que puede darse entre extraños e incluso entre miembros de especies diferentes. De nuevo debemos volver a la teoría de Trivers para buscat los detalles. Supóngase que tenemos
tlos individuos, A y B y que cada uno de ellos se encuentra en peligro de ahogarse (Trivers usa en su eiemplo seres humanos, pero ello no es necesario). Supóngase t¡ue, sin ayuda, un individuo tiene el 50 por 100 de probabilidades de ahogarse, y que, si es ayudado, esa probabilidad baja a un 5 por 100. Supóngase, además, que tanto el salvador
el salvado se ahogasen o sobrevivieran siempre juntos y que ambos en ciettcl momento se encaren con el riesgo de perecer ahogados (es decir, que necesitan al'uda). Claramente, si todo miembro del grupo está preparado también
como
hasta cierto punto para fender una mano, el riesgo de un miembro clel grupo bajará de un 50 por 100 a un 10 por 100. A la larga todo el mundo gana. ahogatse de
79
Para un seleccionista de grupo esto podría ser cuanto importa, mas para un seleccionista individual queda una importante cuestión. ¿Por qué habría de aniesgar uno su vida en beneficio de otro? Obviamente, porque uno espera
.''
a su vez ayuda para cuando esté en apuros (esto es, aquellos genes que aceptan ponerse en peligro, cosechan recompensas selectivas --{omo s.iempre, no se suponen intenciones cons-
cientes). Pero la cuestión que surge ahora es: ¿Por qué no engañar? ¿Por qué no aceptar el ser rescatado e ignorar los ruegos de otros? Aquí se ha de suponer una cierta facultad de memoria, pero entonces la respuesta es simplemente que los individuos recuerdan al menti¡oso y rehúsan ayudarle. En otras palabias, se ayuda a aquellos que han mosrado buena voluntad para ayudat a otros o que al menos no se han mostrado contrarios a ayudar a otros. Así se acepta, sob¡e la base de una especie de principio de inteligente interés egoísta, la difusión y mantenímiento del altuismo a través del grupo, incluso en un grupo de individuos no emparentados; aunque siempre habrá probablemente una cierta cantidad de engaño, particularmente en una población grande y fluida, porque entonces se requiere un tiempo antes de que la naturaleza del mentiroso sea fleneralmente co-
nocida.
La diferencia entre el altruismo recíproco y la selección es también que en el primero se espera algún retorno di recto, mienüas que en la segunda no se espera tal fetorno directo a cambio del propio altruismo: el retorno está en ver el éxito reproductivo de los genes que uno comparte. Como el lector habrá inferido, existen muchos vínculos directos entre el cnfoquc llcvado a cabo por Trivers en su análisis del altruismo recíproco y el enfoque llevado a cabo por Maynard Smith en su análisis de la agresión animal. Y, ciertamente, alrnque Trivers no invoca todo el apatato formal de la teo¡ía de juegos, equipara explícitamente la situación del altruismo recíproco a la que ha de afrontar un jugador en el dilema del prisionero, tópico favorito de los cultivadcres de la teoría de juegos. ¿Pero encuentra uno en la naturaleza ejemplos reales de comportaniento aninral altruísta que parezcan ser tema adecuado pata un análisis dcl alruismo recíproco? Trivers discute elr cletalle u. caso que prima lacie pa¡ece muy convin, cente: la simbiosis de limpieza en el pez. I.os miembros de cierta espccie Cc peces, el camarón y otios parccidos, 80
lrrrrpian de parásitos a miembros de otras especies de peces. l\rr una parte, el limpiador obtiene como ganancia una
y por otra el limpiado obtiene asimismo gaal verse libre de los parásitos que, en caso de no .,t l atendido, pueden acarrearle incontables dolores y enferrrrcdades. Pero lo que es verdaderamente digno de destacar , rr tal situación es que, aunque el limpiador podría constituir una deliciosa v nuritiva comida para el limpiado, rirramente sucede que el limpiador acabe su tarea siendo I'rrcna comida, r¡;rrrcia
ngullido por el otro. Por el contrario, el pez limpiado hará un gran esfuerzo pat^ garantízar la seguridad ,lcl limpiador, incluso cuando éste se halle amenazado (Fetlc:r, 7966; Maynard, 1968). La evidencia muestra, sin duda aTguna, que el comport¿miento del limpiador y del limpiado está bajo el control tle Ios genes. Existen, por cierto, algunos ejemplos clarar¡rente documentados de algún pez efectivamente vicioso por haber sido criado en soledad, pero que muestra cuidados l)rotectores adecuados cuando se encuentra con limpiadores. l)or ora parte, la ventaja selectiva de los varios comportarnientos exhibidos ha sido también demostrada. El pez grande tiende a dirigirse a estaciones diversas para ser limpiado y ,
licneralmente
si los
limpiadores han sido artificialmente removidos (es hace como si los limpiadores hubiesen sido devorados) el pez que tendría que haber sido limpiado des-
decir,
si se
arrolla rápidamente llagas y otras enfermedades. Y, finalmente marca, casi inevitable, de que algo está controlado ge-la néticamente y es selectivamente ventajoso (porque de otro modo no dura¡ía mucho)-, se ha descubierto que otra especic de peces saca ventaja de la situación. Algunos peces pretenden ser limpiadores, pero de hecho lo que hacen no es más que aprovecharse de la situación ¡comenzando a devorar trozr:s del confiado pez grande que esperaba ser acicalado! En este ejemplo particular, está claro que la selección farniiiar no puede influir. No existe ¡elación senética entre el limpiador v el limpiado. Por tanto, argumeitaría Trivers, es preciso invocar algún tipo de explicación de altruismo recíproco. Ciertamente, no se cuenta aquí con suficiente infornlación cuantificada: pero parece que sólo puede satisfacer un tipo de explícación que apele a su propio e inteligente inierés. Rccíprocarnente, esro implicn qué el altruismo animal prrede ser: promovido por la selección individual, incluso a través de las barrcras de la especie. Con esta discusión del alruismo récíproco, poclemos po81
r ner punto final a nuestra excursión a través de las ideas resultados de los sociobiólogos en la medida en que se aplican al mundo animal. Mi intención, sinceramente, no ha sido tratar por completo esta materia, pero creo que el lector tendrá ahora una idea general suficiente sobre el tema. Pasemos, pues, a continuación al mundo httmano.
y
4
La sociobiología humana \i'ayamos ahora con el área tle mavor conüo\/ersia: la apli,cit'rn de las ide as esbozadas en ' el capítulo anterioi a !rrJcstra propia especte. Homo sapiens. Para hacer justicia
r
ír muchos sociobiólogos (y a la sociobiología en general) es ¡rnportantc comenzar con una prccisión: se puede hacer sotiobiología-animal sin tener el más mínimo lnterés real por l:r sociobiologí¡ htrn¡ana. o incluso negando que la sociobio-
logía pueda exrenclerse de un modo legítimo i los humanos. Por tanto. ctralesquiera qne scan las convicciones que uno sustente. no se debe alabar ni condenar a Ia sociobiología tomando por base su rclevancia para con los ñu-
:;.;;:1.].t
De' hecho,
lo que
parece darse entre los sociobiólogos.
cu:rn
v los hombres comparten cerca por lOC dc su histo¡i¿ evoluriva. v, iin embargo, la mayor parte de los pensadores humanos consideran al mono como un ser deforme e irrelevante, n_.ienüas que ellos se r.cn a sí mismos como rreldaños que llevan a la crib.::
Omn_ipotcncia. Un evolucionista no puede aceptar esto. No
hav base objetiva sobre la cual elevár a una'especie sobre ot¡a.> Y continúa:
83
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u\r' 'ur¡ fir¡1' ld'J' ' rr'\' J'^ r -.' ,n ,. {, ,' rJ-rr
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Io r¡re'i.rnp, r, dr.t,. ... . .i. , r nrr, -.,, .., ¡¡ Ernr " vol'¿no, ,l-.{d. .ob. ,Jy.n. Jr - te. L, - r- c¿piut¡
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a.' ' Lor"r' '¡ro ¿' lo' .1",¡* co"ilnrrr' ",".. ". J rr¡itJ i I d l' Dobl. l' ;ronr '- 'J.' 1". "i.],,l. " rorJ¡d" 'hr' oi ;1;;",'.," ,rir'. h. .i; '¡onbó '' rlvo ei p. Lc' LJn i..' -"". ';. 'v^l r"lc' rm¡lili'a ' PJr "n r duo' rnd:v lle h ¡ ¿. .á.,".,".i "'" I' J, r'ib . ,. -" ( i'l rl ". -,. .1,' 'J.'.r. .' l¿ vidJ r'r'
:i;. -".,,'il'1., q:.,,¡..-,a.'r,, , '.ol. {..\'il'ñ 'r I' o' ';a ",..;;;;¡.t. mPó' Jn q" p. 'r. \ ". 'n'I',o .r'..;;-,'.-^,. ,.. ^rr' r ii"-.'"' .¡e ' ur' i'r'r' I
.rso dr lo\ hu,¡. no\ ',.'..,'¿'.l
n _r ',o o' ¡r D't \,ánr"''o rl!Lru'rle ¡o l.in' tr,' . ¡choI n'J'l{1 P rre loc I r crr'nr.,*no lo i, ".;.'""s.' ' n' 13' r' l hon brc' I.'cp,do ' " c!'r'rión de.l¡ rlotír p."ñ'" su ;;;t;;;;. r' . én c..¡,opir. - .it r' r'd(s , ''rr1rr i..,1 ¿on¿.r o | t'.. ,l ¿¡'r<'ec ur:r \o b,"', ;;;-. i,., " rr, Jo , rñ qr-. L, ..",,,,, r,, I.ccto..,. .. .o!: ,broi^s, ' .', ,, .lr'sl," ¿.j" á"'m*. ocdsion.l ¡ei.r.¡cia d lA Posibles inPlic¡ "" 8,1
.r.¡.¡,t,.rc,,o,
p.¡
1,cri, .rprcsro reli. i-idon ( L,cJ,.irJ,,enre J t,,s I.um¿no. Mi 'r(rncrón lqur L\po.i r\ L' p.re ¡rás rdet¡nre.
.crrr"I" , i,",..',' 'll '.i,,l;r' \\l,n'o,i Ll'r"' ' '-.."',,-rDr,, ori viti¿cnnr culluml l,' 'lc -*"*¡*t s:quc utodá '"li¿.'r, o- \\ rl¡on ln, ! 's¿ 5s0 .n r.noLlu JJ 6.,' ¡
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,
. .., F.. nJo , r,n.,,T(¡,-, nr , ,. It", id,.,. \ ,,rt. tc72) luien se disra¡cir tisa ! .n.ndr¡e d; J¿ yriobiot.sia h,r'.nr.) ¡¡u- q,- .1. iJL,. I.r,,n \"'ur ¡Jern, tr¿ et
J
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D\J( Ln pr:n,,pio J r1,,,, dr t, ra.-.ion hL rn¿ h¡ r' .o erér de o, b,.loAo (votu..ion.r,) v¿ s€, lon! c¿uv y¿ .uno etl.ro aono bi-r ". ".bido. ¿unSue e. 'ñ\ pa .c¡o.Jño. FU.h". fcr\ó1_. r,c ¿¿,.,¡ cJ ddiipol¡:.J - ¡'"c,enr'ti,.., o.,,. .e,:nrie¡on r(¡¡:d.- .';l lor snrla,(. roiro.. F\.o. úhmó. Dcn. ./oa qu, l' .d.r nro ol,r.. ,'e D,r,.,. pod,"n .e, Jrt;- roJu eén-ro d. prJ. r'.,, ¿A ..:v¡. humánas /¡d1" p¡, , 'oo. DU110 ,lgrdo to rh rnl.j ta ju r:fica.iún -dá,u:nr¿na" -Lr ou. Iropu,o rotr D. Ro, t.-tc . J. r. o opi,.. rmpr.clbje. rvr¡ru¡ , tin.,¡. i,a ,H ñr, t¡¿,b toL8). hov d;r quizi po¡qu< nrrh¡r dc ed, e,r-,pojá(ione" h¡n c¿rao¡ en de\¡ed,¡o..y.\re un $d(nc:¿ , .Ff,, que Dd$ 1 5". ! ren,do r.t (nc' c¿t er ,". , Frnc,¿. de que Io, hdñ¿ro rsrc'.vos por ra.',mtc.á , gue ..r, ái-c.ijr ,r, d(¡cñpeiódo puedP dber Ln inpo.lr r- p¿oe' cn .u hi". to ,r t¡. o,rgcntr det J,rwiDi..o ,Gi,t .; ,uctcn ,inrd o Herb.r spe.re. En.e,td¿d.s:r. ¡\r"to,Ltr o-ün..t,c dc.prcbá cn {r.ior.. t^ r,,, r .'on\ buó!¡¿. p¿rá _J FL-rlr F. r¿ t.J_.r.¡r Jrcor\en .rd: oe or r¡,áu(.ror r.u, .,n" .\ bi^td-..rnc|e , -¡ t o... 11\ r.'\J oF ,nr áe,c.ión Lbir ido dLrt-o..cn :¡a ir. ,lá\L b,,i lo hrr¿1o, s b:cn,. \eF h./o \...p,¡ cof o. te,one,o. br,.icjSrrs, cnáb" dr pLeno e.ht¡ ,r,¿ rrnbrcl .n r"n,no, d; hc ' rJq' irido, v .. ü,r,,ncn,e @r de .,r,'.F,s for .c rcc,.ó¡ lJr r¡ del nr' ¡¿,ej\o ,¿ . . o r-jor, "p,(.io i r¿ r8relir que obr;1r iti o t¿ ,,.k i.,(:oLd" co; el tahaño del cereb¡o). Po. to demás, Da¡\,i¡ no elu.tió sa;; (¿p¿-Jdo
85
r
o¡secue¡ci s p¿r¡ cl preseorc: .L¿s llamadas ¡z¡s Cauca' siaras, más cilili,.¡lds, haD ve¡cido co¡rpletamente a los
luchi por la distcn.i.) (DaNin, ¡887, i,
Tü.os en I¡ pági¡¿ lló ). Hoy di¡, soleños rendcr
¡
de i¡feie¡c;as tan cudamenrc cháüli¡;stas, pdo lás báses biolóeicas de 1á ¡grcsiód humana continú¿n acapá¡ándo la atcnciód. De hezaf¿¡nos
cho, rcmó se ha señalado e'¡ el capí¡ulo an¡erio., ha lesado a impone$e u¡a impresión general curiossmeD¡e auto-der p€ctiva. Po¡ u¡a par¡e, sisuiendo a au¡ores como l¡¡enz, ¡as esp(ies Jrrcrenres i llono vpun: son visr¿s po¡ onr' pleto si no como dulzrr. y lumioosid¡d sí .oúo relar'vá mcnte ¿¡moniosas y ciertamcnte no lctáles. (Cua¡do, cn el orso de $ evolución, u¡a csp€cie de á.imales desarro a ó.e¿nos con los q¡e püede derrui. de un golpe r un semcjanre. en'on,*. rn ¡r¿" dc l¡ .L,pe,ri\elcir. .( dcb,.
ría de¡r¡oll¿r. : h v.z qrc rl .naano. unr inhrbki, n social p¿H prcvenir un uso ¡.ruc pudien pe¡judic¿r.1. exisrenc;a de lá espccie...D ()areoz, t966, pás. 111). Po.
ot¡. parrc¡ se8ún aurores conlo R¡ymond D¿rL, los hoDbres sc rcvclá¡ como esinos sin resiric¡ón ri ¡nhibiciones, no sólo de o¡m. cspccjrs. rno r:mhien de la suya propia. Biolósicai¡ente, todos descendcDos de Cain. Así prosigue
l¡reü: "Existe gilo un se¡ en posesió¡ dc .¡m¡r que no s hú dsa.¡ollado en su cue.po )' de cuyo plán de e..ión,
po¡ t¿nto, náda sab€ el iDstinto dc su espccie y pa¡a cúyo uso él no cuenD con Ln¿ inhibnniñ .orespondien¡emcnre ad(uáda. Es¡e cr e\ el h"mbr,' tLorenz. lt¡r6i r¿mb¡en
D.rt,
195J).
Hemos visro en
los anináles. los
cl capítulo ¡n¡c.ior que, co!.especto socioblólogos .lnsidera¡ los he(hos
teorí¡s de sus predcesorcs alramcnte
speh()s.
a
y
Niesá¡
qu€ los animales sei¡ ran comedidos pari con sus seh€jabtes, y trmbién lds hip¿resis dc ,ele..ió¡ de srupo del ripo de lá de l¡rcnz. Similármenre, cn el caso de los humanos ¡icsdn ¡a¡¡o los hc.hos .omo las tcorías. Para em-
pezdr, .uAieren que lo. h',raroc nó sor ár 0sre,ivos como á menudo sc l.j dc\.ribe. il rrenos compamdos .on oaas esp€cies- \vjlson escribe que tebrados de lo que 1o es en el homb¡c, (Vilson, r97Já, páei' ¡a 247)- Cicrtane¡tc, \Vjlson susiere que comparados co¡ los
pa¡ecidas, somos u¡ grupo b.srante áj])isroso. farnbren. coño Lábri¡ e-perar, Wrl"on y onor .trio-
leones
u ot.as especies
. 'L,rt. $h
.'..¡.,, rc
r.,,,o. ., c\I,,i!¡r
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cJ comp.ram,ento
jd
tu\ iuhicitoaos v.an rSresióñ cn L hunr{no.. quc ta e.rjn,(n ,1. *,i,,j ,.".,,,"i,". h¿th/*,\ J, tr .;,,"t.iot¿,r,, ,n,,n,,".c"; ., ,r'(rr¿. !u" \GrobidtoEo, ,.._.,," ; (u¡an p,*ja d; -l*i.:l l-,a,",t ,ons¡J(r¡n eu( * ,;," fr hJnJ.u .,tDr¿ y "¡snfi.,,iu" c1-et o¿\rd.
;li,r;:;:,1 , ."'t",-. herr. v:,, .tue wit.un cornderJ quc . l,:p¿trc de tr Jgresiún j,rn ¡ni¡¡dl ci rJ¿pra,ivú, '1,rJ ¿ r¡, obren(ion de tos rccursos ri_,,,a*:! que est¡ di¡; J,, ,s*ñ" '',, 1,rt pkL!icad¡ den(u d,r rcmo
ulJ,IdnE
dc unJ e,p.c,e nrncioni
ante
de coaFrir ptr i"s re.u¡:os ambie¡'. ,,rri rn(lulentlo elpe.ia¡nrc¡rd et JL-*v et ¡etug;;
ple 24,). op,nJ er,(. cro pro"oádo e oe.,¿rm(rr( por^rá ra uegada de t¡.ff,. \cnuróbico ":.fflnc,pro h, sil"
ll_'.',)3j: ,:ll-. "yr":,
.,",,:^: ,.:-^li'll:iT:".
docu;enr.do rodc. ros arupG .rue cihiben fo.mas ,J;. ,¡,uBU¿\ oe úgánp¿cron..oriat" {\vit.on. lq/,¿, p:ig. 24ór. \y/ihon conrrlpta tr rgrcsiói :1''',- ",,"",,,,rinriL,. ,l::TinG, no c9no un ,e¡cbrcso rJ"Bo quc m"e.!¡a en los n,6rrc '-1,r,9, sansuhárjo. sino como rtgo y J"-,ii
¡nn
srAnrrr.rcróñ .d-pt¿¡ivi p¡_a
"i*"¿,¿"
li -Deni* ,,i ;"-d"J,i;;.J;1,¿:Tf: en
,rrr¡i.jn der in¡r,vidrcl v
una rompirencia p,tr recu¡'os r¡. :::'-1': ,i'l'.:oq. ':,:1""" ,,". (omo. ra cohidJ u er e
¿l,r* i:,"*rl,";, T,r .l: Ii{::rii¡!:i:: i::?i?Í' e,er{nas e1 ¡os .rmpos dL .oncehrrá,ión ¿. pi¡,i.ü
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q^ul ,us quirdr estrelho p ruleto :,íj"fí:",h\yj"i-: con tas dc orfos á.rimáles
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intui¡ilamente. ponemos b¡ueras a erfanos, ex¡rdtJeros, intrusos y demás Ellos son los Yids. los VoPs Y los
'i.'. li ra( ión cr el Pre'en'c ".r h¿v''.-r'á " p.-. :,j¡r d- p¿"edoi AuLr c'r¿ tl¿r't que \rlt.;1"..,'".¡, .. rene. co. DtrNir .on'ioer'ndo que r" ,","'l¡" l, iu¡ad" irn papel (1,\" en c P¡'¿dó evollrivo ;,;',;; l,-b;" es Je'Lr¿ or'n:on c 'o.io"io oeo R, ranto Patádó ¡. Át"*.¿*. quie¡ sosti;ne que, u'p€ru "-i,iJ \i\ r er 'o húmrn¡ Je lo .¿Pr.idtd r" ricanenre ezn P: . e¡lad r. o(e Ale\'¡¿er cols'Jer¿ c.ao bá'.¡mel'e fets' i¡",.. -'¡"-, ir.r¡n'iJ ul prod- o d la .¡ e'ron en h¡ 'uper ¡lo ' men,d. qu. . hJ-¿no' \ 'euaiéron r¡pid¿menr' "n rur' "n j- ¿ cr7' a;rá;; " "'"'.',"",.. hum¿noi ne.e rrrb¿n ú"hárr¡ i"reliseare' i;' ,"'"f"',". rjs rIr ''\ar'¿r'e\:arnr Y*a rucl-o q crsa¿er e,ib¿ . -ro t' i .. ¡ur ;;;;;;, 1 'o ;"-*",', o";c . r¿ c\r'l:. r' r'ir Pdo lonvrnclr_ de 1i-o' rc. r lo' ," ", . . , .l - " . . ., i - . l. a.o',¿ l, ',¿, en ! ,po ,11-s 'om' ¿ s r. Prol'¿bilidr¿ iá"J: l' ,1" .".úre- oG,m;1,"* I l"r 'nrñ ll 'rc" aue '"'L' hildad \ ..r ir"lgerc'.: por ¡ mFr.i'rtr L áPre'ion 'on Pot J ó' dcrhd'd' c' qu cÓ-or(a Lumaro ¡o de b'rd¿' q( or' ,"'''""'. .''' J '". ' que, en u¡ er.dio pri¡litivo tuero¡ P¡1¡ct
t
,
'
38
l, igrcsión e¡ el reino dnib¡l, puedc poseer rdñbién lz , ,r)¡cidad de prese¡var a su especie de 1á desfuftividad de .1, ¡srcsión> (Alexdnde¡, 1971, pás. 11'1). Y Alexander ,lLj¿ ouy claro que, en su opinión, esd cápacid¿d para \udrt a las especies es sólo función de la cápá.idad indi vldu¡l humana pa¡a áyuda¡se ¿ sí nrisña. En partiolar, \lcxander sigue el hisbo tipo dc ¡azonabiento que los ,rL,c ¡plic r la reori¿ de juesos ¡ l¡ asresión a¡imal: ¡eál¿ar ,i rt¡que to¡¿l está bie¡ si uno csrd seguro de quc va a ,.rnrr; pcro si l¡s p¡obabilidades de éxito so¡ muy pequeo i lJ. p.obáb,r,d"de' del coyo. , LJ,.lu:c'¿ que .." ' i nr l¡¡do \on ru.hu,,.^u( en.ore. .,op,rr
por Lnr
,1¡rarcgja de dgiesión linritad, pue¿e ser la nrejor política . er' -El pe¡, ipu Je 11, n¡' -l J ,. diflB,r un ¿r¿que 'r bri,' Drobrb I J.'d-' d- p¿,Lr . . J",pJ(. de ódó, rr lr .n1c arñ¿. ler¿l-.. n l. nrár. p.u rc.ib"' JL'Jnrc . 'uch|n¿ he,,J" e,,v. o ..o r"l ,rL c¿uro "- pcrder ilis que de gar¡r. Los leoDes y los tigrcs... ¡o pareen ser
nu.há e. . . Ale\rndc. to-t. pj8 tt¿i ",,J. \Je n¿.. o. ¡s uo 1i ,n(\ .ob,. tr
Je¡...on ,F¡insid¿ buha¡a,'üov.', Alexánde¡ ¡e'¡i¡c ¡ los d¿ros a'r¡opoiúgicos de rari¡s rribus
,rr con lo. :,üár¿Jo.
1d\L^¿r,o..
t,
¡up¡.
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Ln
"-..¡¡" ¡: p"' L .lre Jc rl¡un, n ,oler,.¿ AlerJ Jc r¡i,1e qrc'i'"'" b.er pud,i¡rmo, ..rrr "asi\ ,"rJo al e'FcrácLlo J, t.r^.¡. .J,r\..io q'c..,dean ¿ u, opor¡r e. ,¡nre, J. dcc,J,, q,. .,o .\.'i c, ,L in¡eF. ' :oirJ -l e¡rJb:. .,, ,.nflj.ro le,¡i. e,ro q'. \'cy¿ndel o¡r{de.,l¿s bJnd. rr.tLrns\ ,onJ'f' .r'rr'r',. nu hay fa úe¡o¡ sugercncja de que dquí oFere u¡ ¡recanismo de iue8o
sele.ción de e¡upo.) Obvi¿me¡te, áunquc no pl¿¡tec la cuesrión cn té¡ni¡os formales, el análisis dc Alexander corre p.¡.lelo at que hace May¡ard Smith de la asresióD ¡nin¡l Mavnard Sinitb ha '1, v¡do l¿, coü. ra p¿.o ñd id,',lrc r L. r-o'rrado
"xrc oud':" rdnc on:' r1l nc,¿ni.ao :rn.mb,rgo. n¡¡ curiosa lasund c¡ cs¡e punto. Alerander, pir nñ \c refreF ¡l ,,tjrjo dc V.\n¿.d rmirh drri ' !,Jre m .,lmm,c ,re dud.'. o¿J,; I,r'.(, Le.no c{o ¿l p¡inc, pio, y¿ qoe.sus p¡ineros r¡abrjos ¿nte.ede¡ ¡ tos de M;vnard sm,h Pdo e. qu. .J\ r1,Jr rn.tu." r.rnpo,., ,c ipola fJr.' r.,¿, -. 1.. 'cñ,,' d. t'(-ú. C,,n...; t .ri.l.; ¿t rc¡emos
89
r
rtes scxuáles. homb¡e es ru;cr apate n.. Js-e.iro. .omb¡rrvñ t ene-Sh" ,tue l""El .l .c nrs iTágrn¡rvo ^ l3.r.orr'\i'L 1,. mrlcr c. "r^ conrencionales ¡cerce de los
Jr c.r' '¿Pr¡rlo \l'rn J\n rl' r't Jt'er 'rf'r 'r énloque I lor \Úr'¡t's l'e'r J r(r"' J' rñ /h\óluro 'i..ii;;;- i,)r ,'.ii., ¡" r ' ,.. ru. o, v,n¡ me,re rod i'J humrl¡ .lúc rlfun" Dueblo' pr I -1.. ¿--."":"'.i"'," ' po\,'¡r/ ;,;"; 'v'ñ' ''mira 'v3 l¡ ,rure( 'fla ' '''p'er'orrJ ''r' lñ' r Fá(' ¿n.nrrlc".;;ú"" i",i,,,"'¡,.1.,"i","""" r,nv,{,ar.i nc' r l.'qn ¡ p..rnienzo
s:nsible y benos egoísla> (DarNin. 1871.2, págs. Jl6126).
!álido Pam óeuúti'os l-"..r "*** cono rl sulo cs rurnrL I rbPr J ¿rcp lh n¡"; s i."-,*. ¡t''-,¿ obiorur: o de -'l " ;;il;.,..;',.; r.e,".o nroq* .o.LLal'qo Purl' r et onr¡"rrrmi.n^ ;; r,;";. rr .n, r' ¿pre''¡ot e o i;', ar. i'ni:. 'rroro¡ ;;"i; ;; "," t ¿'\' l' I' o'k pt'" Je n:Jr r" '' -j", .r'= I "¡r^, r, '^,' J uluo \lr\'"s r ;;;;.,-; ".'-,1. i',¡.*", " .nr¿.rd¡! "J or"' ,i.""1"'.,r'"r ,." "on¡r' Irs.enn',,/r'." ili'¡. -i-i "]""'¡" op; r' nrc.rrcunr''mrri -d '1" ',,. :i,;: ..¿,.;q,.l'"-.",,. r''Lr^ cr mciñ'á ¡n hu¡ L ,¡/ú. '"r'' 'r l..ll ",i,ir i,;* honh,e. ¡r 'p'o'r.üP:uec¡ ' "'* i.,-'ii"n,ii; d- '' " 'L '" ,i ",'.'¡-' ¡ 5n'";r',.r" l:".;;;';: l;"i "ni* r" si rq'2 r\ d ..,,i ¿". 'i."i-. 'tt.Lná "F -.¡ l.a.-^ ' ' J. '(n,rll¡\ * di"uri'i 'J'l'" '.i.." ¡r lñ' 'otrñhrolñsñ' 'nn"rc¿ar\ nn enrl Cierlám.nrr. .r ¡".^.,,..'. 'r., .i"q.¡¡ . " l;,;;,;; ;,;;;., 'rr"
4.2.
SEro
¿.'r.l fr"l h n'r d'l - r'' ¡el ¿T'r d- h " om^ r l¡ ¡¡re ion Jcheao ! ro' i"rr ' ú '" oi^ """..c'",,."."'' .'ne;' D'" n o"'rnlli ¡'in r" ," ii' i"""-".'¡; r. .rc. . *i"'l er e rrndo "rrrnar' r" v'vrmo'
¿ho
\',,.,,rr rú,¡."-'orerd"" ;" ;,,;;.,.i¡ J..'¡c.d.,r. Fl ¡'nñ d- Dr'"ir "b'e rib'o h..lo. ó. ii, i.;;,; '.. ¡" /'' drJL ! "orot:nr J' o' ¡t4 t t .r""i." "."- i" " Ñni'o d l' ur rnil'¡ l"'¿.lc 'r r¡ilnr' -.n.-r" q* l"i*i ' .,'' '¿ e' rplhad' I H""o ".i"ii'r.i ";"..r .".',"n. q,, Ib dirern.i¿" 'cr'' ;;;;;,, ó"i.:r; dP nñ ¡rrsr¡' rirñrnn ."-. e¡',h' * ¡u_d"n c\fli.Jr',n'o "n cl "rr' .ch.oo' exdir r', 'n ¡;;-"'ii;'.:," J,''¿." i!i'' d; i;. ;,.;;' ' l.' 4"."'n ¿. r¿' h'rbr"' 'e ""¡rFh"'n e\p'e'rh oó, cr ,.mrr'ror.' rr .¡. ;";i.;'";;;;' 'de¡ vr'r' 1 ' r-'a r',mcnr '!
'mnnrz.rdo
90
t.
Desde el nobeóto.n quc ¡rnbién etlo".rcen que las Ir.rías desar¡oll.das p.r. la sexu.lidd de los ¿nimáles Pue l¡r ser direa¡nente iplic¡dds d los hum¡nos, Ios sociobió j,loj son unos d¡^vióidnos nr,) orrodoxo\. Comó |ehos i .ro. c! sexo r el apáre¡miertu h.¡ s () consi¿e¡á.los, ¡o (¡ o coope¡¿cioóes eó bie¡ dc l¡ especic. si¡o como
r'.¡rpo cl huevo fecund¡do i¡ .bitlll¿- .nrc Ios scxos ha sri,, lsu¡l¡rcnte consider¡
. .sas on(licioncs inicidles. Ios so.io hr¡ esperado. ! .¡een no cauivoc¡Isc. lluc cl .om' , ''o. rJ te ' ,'n'i-..ú e\u"l hrn ,¡ { ,t',J. r.'l'b¡in - ;.re ale . Ciei,rr-¡.r. el trof,ñ Dr\'\ia' rr¡.lue 'F c.,r¡ en s¡l¡cl c\piícirrmc¡¡e ¡l conn¡tar que "el nrdo de \i¿¡ del hoñbre esrtí ¡nrpli.me¡t. derernin¡do po. Ia culr,:a más que por los Scner,. se vc obliga.lo d c¡nclui¡ su ,l¡..!sión sob¡e el seso obscrv¡ndo h.r¡ q!¿ Punro cl com , lr' p¡, 'nr' \d,o 'e t(d,tír. ' ¡¡', .",. r^'¡l lL 'rno.lue 'i',,, en ge¡eral, los ma hidóaicos "... es posiblc .hos hununos tie¡d¿n ¡ la p(nniruid¿d r I¿s hembras a l¡ ¡ro¡oeami¡,.omo podrí¡mos prcdecit desde una base cloluriv." (D,wkins. 1976, ptíg. l7;) \.r, ¡srJ ,omén7.rr to- l" n'.r"r Jt irtc'i;r o¿r'rn¿ q"c lr. I'c, 'h, N hum,nr'. J. llfcr 1" 'i . q red.a e-h,,á¿¡d¿'. i"¡-n ,tu. h¡..Fc ' l, dea de .r- .e..' d..nh..r'nt quin ,,"' J.,,iJr¡".'i h¿n :.itbsos
r ,\drié¡r,se que .co.flico" ) "b.úilh" sc r.fi.ren ¿qui á or dile'(a.< ú1_,. r.pr'Ju.rr\'- D. hJ.ho
, rec-o. l,n.ro¡nr,(d'
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rel cohpórtmenial u¡a oopertr.ió¡ ¡rmonios¿. cspcci,lnent¿ f¿ni\ c.ño cl hum¡no. que ¡couic¡c nucho d,ida¡lo Páterno
¿n
91
*. "jy*J:'.1::iL.:ff :",,]:r,.r:*,u*';;,';::sl;
ai,T'ffi ffi ft :ffi+.'{'***.*T* mr.},
bien. s¡s err¡r
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ri'-':" :'"J;;il,:"ij:ffi;"-ii-,J r,i\cr: * (omPracc ¿r comprob* qre er
:,,X:J;';;;¿".
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conrirñ¿n 6rá predrcción
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retáriunrnre.-rar?.
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Ei ;"9::l;1,;;Íi,l'Íiil :xxr3:i': su "i"*. rr"u'rñcnr( sÓn vícrimr Fl ,sesino v ''r h¡rido " r¡'¡1) r'Poú" de 5u i"Ñú" il','"'li'iár'. -ÉlJ.'ili"'¿;'i,""
el
la penpecrttc 1". má.hoe. rqué hr! accr(3 d€r txo ocs"'ela esrá m" o h {ecundación de *;¡* ,"j ü''ii.ii¿','i quc jrcance quicre que cs li.'il'"ll'iii,a;¡; 'ra l¡ -r socrobroloarcá Scnero' 'uEic'c lüc --tr*-, l. '"óriá nañ€nre rK€ qúc no.s4 *,o'"gi^ ,iiiü* '¡.'i"" ao= t¿i denomi"a ra' csrr¿recia' de r¡
ill*ii,,iiiii o,.*¡.h der 'a'r'n'cidor"
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i#.';,'"* *tj.-i:::':t.:::"::
Pnme¡¡mcrr'
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arsun)eúta. aguí que desde el moñe¡to cn que el macho a rnvertt mrs r'emPl'. cnrpe2rra bién su interés por lnr ;ñseminació¡ no dcñasiedo rápidá. si * v. á comprcmetcr con (¡ cuidadó de lá piolt, cnbn.es propio hit. a qu,f v¡ ,t,,eri r,esuhFc ,ie .tuc cmp'e2a
'er¡i 'u Vilson dñbién s,,Eierc. sin dud¿ relacioñándolo @n e¡ hccho dc quc Ia hembr. hun¡ana neesit. por uD larso ¡criodo la ayuda del mlcho. que hi exisr;do presión selec. ri!, p.r¿ l¡ prctedó¡ ¡tue cl Dacho of¡ee a l¡ hcDb¡. -a"i. |or eieDplo. l¡" hemh'ás 'on sexuálnlcnre r(cprivás ,lurantc rodo el riempo v no sólo en cl periodo a¡terior . l, ovulrción o duradrc ¡si¿ (\(r¡len, l97iá, ¡ág. t54). P¡óh.bl€mc¡'e ¿simi(mo. r, guc e\i\rc ur¿ tucrre prcsiún 'clcctiva cn coór¡ del ádultern'. no csrará cn el interés ¡eD.oduc¡ivo de la h€ñbra e¡ podeBe quedar cmbaráz¿d, dc cualquicr macho. D€ ,hí quc cl nacho prope.da a reioÚár
co¡ sr coDpáñera, gue espcra ál8un, 2yud¿ er el cuidado tle la prole como comp€nsación por sus favores sexuales. Po. supu.ro, Io anre¡iorme¡ie di.ho no suponc. ño! ¡cgr¡ gue el macho tenga in¡e¡és d;¡cro
d
modo algu-
e¡ el
cuidado
infa¡til. dada la oaturalea indcfens. de Ir c.ía hum.o. prcbablemente el cuidado del m,cho y Iá inde. -auoguc fensió¡ huma¡¡ esré¡ relacion.dos, cn partc cono causa t, co parte como eÉecto. Pero c*o es s¡tlo un asp.cro de lá ac¡ividád sxual femeni¡a; ld hembra no sóló qui€.e ie¡et ayúda pa.a poder cria¡ ¡ los hiios. sino bDbién quicre co¡¡bim¡ sus senes co¡ sc¡c. "burnos" Je !, pareja }fr\ p¡e(isaDcnre. no sólo csr; er el interés reproduc¡ilo de la hembra el tener iyudá en cl cuidado de los hiios. sino tambiéo el combinar \us g
.ümentárá¡ las prob.bilidades r.p¡oducrivas dc Ia p¡ole. Por momenro dernos fucrá dc l¡ di
rl
ibordádis. Respccro á la cüesrión dc los senes (bue¡osD, .siá.Í¿rc qúe los $(iobiólosos oeen re aqui algo semei.¡t€. lá esrráresi. (lel g¡l¡nre¡¿o¡ piopncr¡ por Da\93
_
Lue.\. \ia oud",:cl.oa'hle J.l
¡liño-¡r 'mo ct'11 hu¡a'-o. T¡lvere, por ejendo. susie¡e quc jncluso en la socicd¡d contcmPorínca l¿s hc¡rbr¡s, si es quc pueden, eli
lr'
decir, i¡rdividuos de u¡¿ sdlanteadóres -s socioeconódic¿ (Trivers, 1971, clevada posició¡ en l, esc¿l¿ pásina 172). Tdmbién 1, poligá¡ria hum¡¡¡, rnás común c¡ _ .,.o de .lr" un horl re rPnc¿ \ FLi'rF' auc vicF 'ri1' ve¡sa, pudieia qledir imPli.¡da .quí Al igu.l q c nrccde .on los.nib¿les, las bcmbtrs quc sc aPrrc¡n.on un nr¡cho Jl o,' or r' .a\'F r .. ,, l ¿ enr.o r .l'ci r-'
re¡ a los
,'"
q,.
'o
, g"r 'd' -
'b.r
' cuid¡do sino t¡mbi¡n cn ¡ratt¡id dc 'o.al sumiDisÍo ' '. ' dc ¡t¿ñe gc¡es.
Co¡ro se señ¡Ló cn cl c¿so dc los .oi¡r.lcs, Pensr¡ pura
lue elieetr. cs un tanto con .lucetic a e¡ror. Lo que casi inv¡rirble¡renrc observ¡mos es quc los machos compiten, quizá Pór l¿ mejor hcmbM elc,c'o, d lo' n *\o' ' 1r. lr Le-ora d"i" h$ r rc" , 'e r" \i n genenl que elitcn }]st¡ cla¡o que éste es cl Plno.¡r¡d : ¡ I rc , l¿' ve, lo. o..obiul L(,cn ¡J ' ".rrrrd.dc L ,ále! dc lo5 FL ^' {r, .t ,F r drtl( rir ¿- ¿lt' no '¿, tores qle les precedicron, l
,1
I
¡esp¡l¿r csll ruposicn')n. l]n razrr[nriero sinilaL ts aplicrdo por los $ciobiólogos ¡1 ca$ hunrano. [spccílicrnente. se rcfiercn ¡ l¡ c¡si unnersrlid¡d dc los ¡,búes del incesto !
\.!h '1 ,.'. ¡ 1", ¡,.r." {r'1. . r.v¿s dc l¿ sclccci{tr P¿m coüobom¡o. L's $ciobióloso\ f,ucrr¡n !!c cso\ r¡bri.t ricnc¡ Frfecto sen sc iDpuesto
rido Lrlolósico. t.os ctecN Jc (ru¿r.id¡)ie¡tos .er¡dos en. ric h!¡rúos por .icnrplo, 1¡ cópula ¿e her¡unos y he¡ ¡r¿¡¡s so. ¿bsoluld¡r.,r(c rctrros. Sin lusnr r dud¿, los gcnes gtc fro¡rueve¡ los t¡búes .lel inccs¡) cst¡rá. fucrc mc¡rc fávor..'¿os pór l. sel(ci{í¡ lrmbi¿n. d¡do cl rabú .l!l iD.csro, l.s p¡obdbili¿ades ¡c (,npercncir loc.l !)or cl .ó¡!u¡rc serin reducid,s, ks hcD¡¡os no co¡per;án sc. xu¿l.renrc .on {b l,c n¡n¡s (r\lcgn(1.r. l97l: 1977b). Pn |,J,,. s'. \',r,,. .r,:, J .n..,,.r 'm,.n. to'. p¿r€ce sd lu que sc podrí¡ csfc'.r, supues¡a l¡ ve.dad .,.i,r.,t,, '.'Jc D tc,,.. '.,I.1. cncuentr¡n. I njblL¿¡rc¡rc,
.i,in Ii\lcxandcr. 1977¡). A¡rcs dc fasa¡ ¡ !.! nlcv¿ sccción, süli úril h¡ce¡ ktui ú¡ co¡rc¡ra¡io ij¡¿1. EI t)roblcm. Ir¡d¡¡re¡trl, o al mc¡os ,úro de los probl.r)as fu¡¿¡hrenralcs cn cucsrión, es.b!i¡ nc¡¡c.n qu¡ r¡.¡ld¡ pucdc ¡.cirsc qlc cl p¡tró¡ \c\!¿l hu,¡¡¡o cs r¡r tuurc1ó¡ dirc.tr dc l{,s se¡es, ¡rús qüe.le
ul ..r' , , -r.'l 1 4q' pe. l ,r, pd.,, { l.. l , di ",: , 1rJ.,.r ,r J, rF i .. bbl{ígicasj ev) ddr dei¡rsc rar¡ nr;s ¿del¡nre. Pero al
cxp.ner el crso dc los sociohiólogos .lebe rñadnE cn jrs ticia quc {s ¡.gu¡rc¡rcs. no sólo prete¡de¡ apoy,se c¡.1 s¡pucsn) ¡justc d. s! rco,í¡ con los hechos, sino r¿¡rbi¿n
r. , r ,o l. .- t., 9..,r ,o ¡o.dc sc p!.dc. exchlr c¿si ror defini.ió¡ bs factorcs cuTruráles no gcn¡ricos. l,,s r)¡¡KDes \exualc. sorl cn nn,chos rspccos sifril¿rcs ¡ kx obrcnidos en k,s h,,¡,.r ¡os. Ad.¡,ás, los sociobiólosos alirm¿r lnc er.lsunos c¡sos cs lcgírj¡ro.r¡u¡rcnr.r t.s¡ido de los ro hun,¡nos ¡ bs h!o.Dos H¡1. f(tr (¡¡to. sopor. ¡n¿lógi.o para Jd bdse ¡jen¿li.¿ .l.l .oDt,on.diienr. l,un¡¡o for eje¡rpl{r. \vilson ¿rgun)enr¡ ¡,áló¡lic,mcntc c. fNor dc l¿ bxsc s. ^sí rr..¡ .. l' ).',,'..',. L n. ,, r, b, , t, rd tt hrcho dc,luc r¿l Llonrinan.i¡ s€ d¡ r¡ul Acncmlhen¡e en l()s p¡jm.tes fo huh.nos r roqL,c ¡ic¡s¡ luc l¿ vincuiació¡ 1
hum¡¡os,
95
crrt{h¿ lJa \ no or¡o\ .,",,r,rl .;n.ll idn No d'tr n¿dr md 'qúr: Plo cs i.¡i".¿,"¿" ¿e confirmación, dir¿cto e indi¡eclo, deberia .nr,e ctLó!
De nuevo, cn esta seccióD, sdáo las ideas v cl trabajo c¡c-c¡.r I 'no cIr"l'T l- li!cr'nu€i,'oir.p'l ' ,, ," n.ordrr.i .l r.n¿ P, moJd;l _', .l de ¡u orr r'r" .. i.d'trLivo Ilnler.. .o74) .Qu "s rrr'errL. ntc o q, scne. en ,url á 81 r¿.ior * ^r"i rr''rré rodá r\ rc,l .o. oboÜAi' 'l ' .pL. e,un .p. "..rr. b,i j el .or rol d. lo' scn-"¡1,.¡ en el ,nomc¡ru dc' f .ir naro, ' ¡" Je l' or . .i ., la c,e rior d.l rrqi' ep 'd u h^ro' v'ñ Li' Fopo- r"" ' h i,por,.,r':. loqÉ.' l .eró. on rnr f,n. '¡ d' Tir r ''lr' ¡nr' !{r r r Drop a oa r'' rl 1' ' ;, rr Je lo. sencs \orn.rr.r 'c ¡ J'l' ;,.¡,;;-i Jc
i".-¡r,ir r"o".' .""",. U"" ¿"
que Duede¡ afect¡r ¿
esos posibie' fác¡ores es
por el rpare,-iento. Otro se reticrc
r
l¡
FroPorció¡ dc
la cóúpercnci¡ 1oc'l lu aptil'"1 fhicr nra
-"n ir I'eI F /' lo 'lo,nDero IirplJ r¡ e é ' 'n r ' de o .;.i':.. ;i . ". d. r, noo podJ. . "' ; ;";; i;'.. -". i "r ca no $ l¡ cons.ie¡ci¿ ." i" .¡"*" sentido.".,5i¡ cnb;r¡o, hufl rob ol - 'lc p¡ I . 'o i".¡ 'l|Lador' '..- t. "*"-. " Tplildr l, ^n e..i, o l'r ',,,.. h. ,- mrr' , . 'n { p¿,r r,\'r'r, 'u ;,;;, ,--" que la n; A.;h" ."-" el l¿dor habrú Dodido infcrir, c.een 'D',,',d red "r' rm¡li rJo r'' 'o'.re¡ ",. ¡1"" h m.no. ! J.r"' .;;;, ,, , ., ,c L, ii.ne por 'i ''ión J" I n,no L ¡l " ,,-- .,i.' "cl r^ i.. o¡.. .,.'.'ie".r. -e¡ -l po i, pl'r qu' brer¿ ¡.' o"¡,men¿ utu ou'i.idl d^,, ".J. ¡' i_\f'.l 'Ih"i.,r J' lr.óiobioloc" i. 'l q l-'n¡ q rre en rrl n I e .¡ rirnnu' .,.o_ ud _ - "l r i ¿P los.'. n,rJrdrjco rrql";'o ."" ;, '-,"". Ii'é'rlmen e aDl:..'ble .ülñ , c¡. q'? d üt .on' cicnteme¡te Más ¡del¿¡re dhcuriú esrc problema de h mdífom
,on.¡ (o sea, l¿ sllud). ll¡ pnfticular, y! guc c¡ Duchrs rspecies son las ¡cmbr¡s cl recurso li¡rítado, csrarin ¿s¡as i rales espccies Dás dispucs¡as ¡ rcoe¡ descende¡ciá que los machos. Por tanh, plresto quc los nachos cnfcn¡izos .starán probablemcntc más perjudic¡dos que las hembras eD
le¡mizas, a una madre cnfe¡mi,a que renderá a te¡e. lrijos cnfermizos, le serd ñás provechoso (en !n sentido .!oLútn'o) te¡er hijas, púes d éstis les se¡á m,js ficil rep.o .lüci¡se que a los hijos. Trivers y V/i ard (1971) hdn bail¡do qtre est. con.lusión ¡o sólo vale pa¡¡ el mundo animal también pá¡a el hu¡r¿¡o. En particular, las hembras 'jno bajo condi.iones ádve¡s¡s tienden a tcne¡ ¡re¡os hijos y .¡ .áñbio propo¡cion.lde¡te mís hijas. No p¡s*r¡ des¿per .ibid.s, sin dudá, ál le.tor las implicaciones fávo¡dbles que -ste h¡ll¿zso tide pá¡¡ las opi¡iones sobre ñachos y hebirr¡s ex.úinadás e¡ h sección antcrio¡. PeN, ¿!u¿ oc!¡re.udndo se ha te¡ido dl hijo y se h,
rdquirido el coñproñiso de ffid¡lo? La teoría sociobioló lica sugiere que se orisinará uó conflicto debido r quc los in¡ereses de los pad¡es y de los hiios son sólo pa.ci¿lmenfe
los mismos: en huchos aspectos cllos son rivalcs eenédcos, r¡niculamente cua¡do los benefícios del padre respe.ro al hijo cacD denfo de una zona difus¡ do¡de el pádre pod¡ia -¡ejo¡ invcrtit en otrc hijo, perc el hijo qur yd tiene est:í iccibiendo más con la actual nrve¡sió¡ de lo que ¡eibi¡ía si ista tuvjcm quc ser conp¿ftid. co! el oúo hijo G¡ pocas
Dalabms, dos bc¡manos co¡umen el doble.lue un solo 'iio \o tirecc \¡bcr Jud¿ o¿r¿ lo, 'o.i,'h ri u8o' ¡l r cno, .. r TrircA y lfil.on. que r p'-¿, c\.aJ.r J, In¿ r,r Dera lesírima esta co¡.epción de las ¡el¡cioncs padre hijo a
'. hurdno.. lo. confli',o efl c p,d¡c' L h:;o\ cn Élácru I. ayrda p.trcrnr \or lun,..'¡c! dirc.r¡. Je \1. bi.l,, ' sí¿s llcga u¡ mome¡to dura¡te cl crccn¡ienro en qne los .or,
hijos quieren m¿1s de ló que está cn el i¡rerés ¡le los p¡drcs d.¡lcs. Y sin duda, e¡ seneral. cl f¡dre t¡ltr de ninimiz¿r '10\ nrc\ión CLc l-.' .l- Lcc, J.¡r"u h .;,.\ ', ,irj,. J hiios d€ ma{ miz¿rl, A cste respecto cebe Ltc¡tda¡ el conocidGimo Dromcnro de la vidá f.úiliá¡ eh quc se lles¡ ¿l fi¡¡l del díd. <1,.,r
lo' o,dn " lo, r,i,.. 10 .e porn ,'r ¡ qué hor..lebe¡ estos úln¡os bdcb¡Nc a do¡mir. es de esperar quc los pa¿res dbosuen Dor un¡ hom remprana, en l. c¡eencia dc que eso disminui¡,i xl dia si ic.rolo. . r¡nJ"
..trerdo sobre
s ric¡te las deb¡ndas ¿e los hijos por
kx rccrrsos
patcrnos> 91
lTrive
Trivcrs' por rircrs, 1974' pág. 2rtO)' Aclcmás' sugicre se-puedeh cxplireoría del ttlrlitt" o'itt;tiit;
dio de esta
:;; ;'ñ¡ i"'qryl:: íi1:':m;f:Ti$;:Jff 3..' lt: modo serían enlgmatlco pro-los.hiios,estuvrera il"Jir*tJ'¿J.''ltinittt" cuidado aclc el pi:rr esl¡s^1como voca
esté ll^ti'" :i:':-",]:ir .ilsus::'":,x,""*:1i,.'.""r,-q". apropiade tácrica unir scr pod'ía p'4"'l conflicto con anterior del desrcpetir gcsto, t' "t'o#' i""" 'n "tt^¿io entonces pouna.inversión.q-u-e motivar ;;ñi;Jn orden a dcrallado dc funcional unáli'is dría haber continuado Un -i; teoría aquí presentada" la resresión podtí^ ¡"^'l^ ; (Trivers, 1914. PáP' 251 I n ht"'''''no'' T'ivers parecc dispuesto ";.;';i ;;;"'i;i.t hasta padres-hiios co"rtttto' ¿tl' llevar ¿rclelan," tu on¡ii'i'" c¡ un cltso de 'totpnttut-t-tiento el extrcmo en que ""t-""'uit''almer-tté de trn di en
maniptrlación P¿tertra
propio vástaq3' que.al'altruista t"n"ilcl"ll p'ái"a' ;;;i. un primo hermano esta a ";:;;il ávu'la incli'iduo i1j:"il^i;;;;n pare'tcsco
relación de q;. gu.''d, 'l00 Sin lr""¡."i. ^ * i"¿l"i¿,. embare'o' está avttpor l2'5 un en con él sólrr cn rrr'r 2, .rprr.ntado .rtáqr-lc' rlando a utr inJividuo en el estar podti' oor 100 con cl padre É;;;;;;'li"n sin hijos' los :l interés del pudtt fot"'it^' Li oltt"it-o Incluso ttt-plit.t.tiento' ántl"itt"t .re esté e' el interés'i"' er artmisn'o con indivi-Si :':''Ji;'','';,;' ;;;; ;"iri';;-';;b'; va a correspondet'
duos totalmen," t*"t¡o't' "l "*tt^ño lo' her".t^ntts de éste' el no sólo al individuo 'iti'"'t^"fti¿"-n i j'J,' i"l :; f ,:"n i:Í ",1: i:" :ffi J, * :^ : *c1 il i
:*
conlo para provoc¿f
"t**,iJ, grande como para i".''l.r'.-¡"ti.anos poclría ser lo bastante a realizar el t.ttiiót.t que el padre empr'rje ^i';"iitiá"á-'"" acto altruistr.
;"^ ;:JJ;:':'' < se espc r a u n .conf I icto i",:Tl: o^:^l: egtltl:: soclallzarrt'rr LrrL¡L lft'it"p"rtát la ''' l, -"*.i^l;-.i.jn .altruistas'Y pt'ole s' a socillícen "n*. cl . esperat' prole . Es de -¿". "t"ll* "'¿res ..r+.,,i"to r¡ nor 1ár-rto. ---:^ (ltle ,ii¡" rrLtuc uL un^ para ui; "' " 'nn"o ilá:-j:]':':':::"'l;,0'l ;;;; li"'¿'; de .'uttttaleza' y- es menos egoísta de lo qr't"io'rtttí" 1"'t t -^^t^ti-^^iAn /Tri'ers f
.,."-dLn-'^':11t*
1.""'i'i{ ¡- "t ¡f:3:''Í: l}H:;: p'.r" "É"..''*' $::;'ü:i'il p^r'¡'^: r l!llllL.-"I':éT;.'::: i&T:'n;*:' z'io i' h
il';-;,"'f.1ft.á,'.i ,;';";;;
98
'i
los hiios
cos¿ls
colrlo la h.nes.
tjCad, decencia, generosidad, etc., no es ranto (o
al
menos
no exclusivamente) para inroducirlos en la culturaj, en un sentido general, como para acostlrmbrarlos a soportar los inlereses biológicos de los padres. (Trivers, 1974, pá uina 160).
Dado que, obviamente, estamos empezando a examinar las explicaciones sociobiológicas _del alruismo humano, conviene que conozcamos este hecho de forma rnás explícita. Sjsuiendo el mismo esquema que el capítulo anterior, veaülos, pof orden, los tres mecanismos que se han sugerido i-,r'a dicho altruismo: selección f amtliar, rnanipulación paterna v alt¡uismo recíproco. 1.-+. SernccróN
FANTTLTAR
Es fácil ver por qué los sagaccs sociobiólogos hubieron tle fijarse gustosamente en la selección familiár para aplicar sus teorías a la dirnensión humana. Cualquier ayuda (lue se dé a un pariente redunda en algún provecho. Por supuesto cabría advertir que, en las sociedades occidentaics, se suele vivi¡ justo solamente con aquellos par.ientes ciue son no ya cercanos, sino muy cercanos (o sea, Ios que componen la familia nuclear), y que, por definición, -en cste pu_nto, no se puede usar la selección familiar para explicar los múltiples casos de inte¡acción humana, ^ sea al, truista o no altruista. S.in embargo, los sociobiólogos argumentan que no se puede tomar sin más a la sociedad óccidental como paradigTu N,o niegan que puedan gcurrir V ocufran .¡astos cambios culturales que afecten a nuestra naturaleza biológica, alterándola y ocultándola ne-aunque garían que esté tan alterada y oculta como muchos á. nosotros nos inclinamos a pensaf. Pero la cuestión es, como
clice \X/ilson (7977a), qlre nuestras culturas son <. Donde algo como la selec-
ci('n familia¡ hubiera podido ser o haber sido realmente importante, sería en las sociedades tecnológicamente menos rrvanzadas, tanto las actuales como las pasádas. -.Y aquí los sociobiólogos creen tener iólidas razones para rfirnrar que Ia selección familiar ha sido Lrn ímpo¡ranre
fac99
F'n gran .una cantid¿d tor moldeador de la naturaleza humana' obsesicin -existe de sociedader rin t"'li'.'i'-'i"gititta" "en de parenrelación laellas r"'"iiii v Iitt"ii"7l", pot-1^ ti-''íinipo detalle tEl hombre es tesco se calcula ¡u," de sus di{erencias de lllü*r"l "" "n g"ao extraordinario' que.convive> (Aieio' ton lo-iitt Darentesco con los ot"' de las so' individros los I;;ü;."le;i^, pás' :n7\'.'''tá''o¿'' social sea q"'-"' i"i'n Itiá"ril. .í;';J;i;t; .comportarliento
liff ';^Íin;:":l'?1"fi li'T*:x*''.'i.t::J,r:i*i,'ffi supuesto' lo quc él Esto es' Por
ll;n'"11'J."r'ir...'^igo"o"t
sido r-rn t' li '"l"ltión familjar hubiera humagenotipo d"ttttollo.del importante tr.to. .a.tt"l "" "t existen bucsociobiólogós' ios añadidura, Por no.
se podría esperar
"gt';tttnt"n nas razones para creer';;;"-i;
t"i"ttió" faniliar ha sido dc
nues1'''s"lo' Como sc ha visto en #;t'?í;;;;;rilu la"naeresión, en par'l ha Al"*andtr cle ,sostenido ?r"'iir.,lrl¿"
ticular que
l,
,"le.ci¿n
i""ir^¡"-1"ú*ln.io
il'"iíi" f""
l.'un't'''ta'
crucial en el desarrollo
irr hipótesis '"'lol;iln
guc-
osugiere que
'la con los grados de dife'
;;;r;;; ?;t'Jt' ^rg""' t"ettión del vaior y el fundat.t.i^ n."¿l.r- u prtíü-r' de asistir'.a trn pariente ccr...i. l"ll.tiuo, d" la acción de personas no em;;", ""p.nttt del pariente leiano oestán sometidas ¿l los algunas--ctf"ti"t'q* En oarentadas. ^'r]iJ1." ica' a caparaespecíf nt co-petición t"1", iil,'¡; [ijr' puede cercanos parie-ntes los r:idad dc reconocer y Ade117) 'y;á;t'; ptiu' r97.1' fÁlexancler' ,ci?,;il; iá"..".i¿l' de irodernos más, añadc Al"*,nd"''l"o;;';G;;;;' f""bÍ"i pequeños gruI
i
;;;;h;;;;-t.."lectores que todavía viven en intcrtribal' la ex"conocinriento rx)s. \' cn los que prJt'alcce la agresión Idel .paren1"..;¡*,r' nr-.r't"ru' de senteiantc ;;*.f han asombrado a los antropólogos rrtás que nrngrrrla (ibid.).
.ir. L sus carecterísticas,> ""'ü".I""ü.g;, la crítica obletaría que a ve¡ces los sistemasla ft'ncionan en ¿"?i.",.t.1"'no funtio''t'n' al 'nenot no Sin embargo' la sociobiología'. p*ái;;-i; que lo cn forma icto en tre conf uier cualq qtle ts. p"".i.i¿"' i"' i"r r-o.iobótngo.t. aparente .,'. nredicciones v la realidad iiende a ser más s lsieren que el.conbien nrás ellos ;i'" ;;;l''';;''".rí¿^J, Así' I
,¡oil:;.,'';'".,:;"j"' ,1.''t" ¿ de la nradre' ;;;.t, 1rá, .j",tplt' tl'.ftnó'ntno del he-rrnano dc los niños recae É; ;i;;;'"i *oci"áadet, la responsabilidad (tal como que en el u i" r.'"it -u¿t" -padreposible en-i."J, "." familiar) ¿Será seiección p".".*1,l Ñ".i.-f"
rriunfos socio6iológicos'
i00
lonces que tengamos un conflicto con machos que mantienen a parientes con los que tienen una relación del 25 por 100 en lugar de mantener a parientes con los que lienen una relación del 50 por 100? Sin embargo, Alexán
.r,(1977a) sugiere que
c'vidente-
si se considera
cómo parece
-tal la páternique sucede- que en tales sociedades
rlad es frecuentemente dudosa (independientemente del padre social) entonces el cuidado del hermano de la madre^es precisamente lo que la seleccíón familiar predeciría. Se renuncia a un muy dudoso parenresco familiar del 50 por 100, por uno-muy cierto del 25 por 100 (presumiblemente algo menor, dado que los hermanos sólo tienen que tener una madre común).
nesumiendo, siempre que las condiciones de vida generales u otras circunstancias sociales considerables .oñd*can a una disminución general de la seguridad en la paternidad, un descendiente de la he¡mana-del hombre, sólo uno ent¡e todos los posibles sobrinos y sobrinas, puede llegar a ser su pariente más cercano de la siguiente gene_ ración. En consecuencia, con tal que los hermanos y-hermanas adultos tiendan a permaneier en una proximidad social suficiente como para que los hombres sean capaces de ayudar a la descendencia de sus hermanas, la ielección famiüar predice que una sociedad con una conÍianza general brja en la paternidad conduce a una sociedld e1 Ia _que _ existe una prominencia general, o ins_ titucionalización, de la figura del hermano de lá madre como macho que puede procurar los beneficios paternales.
Esto parece set exactamente lo que ocure. La evidencia i_ndica que la reducida confianza en la paternidad, la fragilidad de la matrilinealidad del vlnculo matrimoniaÍ, y los cambios hacia una prominencia de la figura del heimano de la madre, van unidos, en un modáo casi dra-
máticamente consistente con el modelo darwinista de la socialidad humana (Alexander, 1977a, pág. 17).
Otro ejemplo citado por Alexander como un fenómeno que aparentemente falsea la sociobiología y que, sin embargo, de hecho la respalda, se refiere á loi
antropológico_
primos. Muchas sociedades establecen una distinción entre
<>, descendientes de hermanos del mismo sexo, y <>, descendientes de hermanos de
sexo diferente. Es más, tales sociedades a menudo tratan a los primos-paralelos como si fuesen parientes mucho más
cercanos qrre los primos-cruzados, incluso refiriéndose a ellos 101
anos>>' P'rima lacie esto algunas ocasiones como <(herm la relación entre contradice la teoria 'ottüiotOgitu' P'orque q"" ser la misma' ii"tté p",ntl"-ci"'i¿té y orimos-paraleto, lo que
cn
',
,abei 1/8. Sin ttb;;st'";tsu*tntu tt^::iito"'
:,.*;;-;a;¡"er'.,,ii:#[?_"1?.nT'::l?ii:h":il1: cante entre sociedades ruesen pafi'"o''f"'t"l:: ::n: si sociedades ;1t;;^';;;,;;á;;-ü' primos-cruzados,.y lo. qu'" ricntes más cercanos :;"i;: il;' i. rct¡",- ro'- piitot-purálelos ,tiend-eii ^::: r
p.,i.',*= Ji.r¿g'-.::":l;.itr:f;";'
iJ'nlJnT'"','lili T:,ll' -'"'1'91"' " ígam as' d il,'lli i,'¿. ;T"*".,1 ::fi' f"'J' r., t"r'"t tiJ"tl-'"¿t de una esp-osa' poa menudo :;";, i;: los primos paralelos son tamhermanas y, por conslg"i"""' At! ,l^1 teoría sociobién frecuentemente -Ji;tñ;ot asimétrico oun tratamiento I
biológica se mantlene,' t1 O"t muy concentrado en los de los primos "'tu p'"ti'"-ente i"'qu" se-prediio desde tioos de sociedades Ptlr;;;;^;; frecuente es que
ináusivo' Jt lut se espere 'oti"i-"J"'' "n 18)' i977a, der, Pág'
I'i";;"L.:;?ito'
menos v'tipo
monógamo'> (Alexan-
la selección familiar' poAntes de abandonar el tema de a. considerar las socieclría ser oportuno q"";.,i;l¿t;;s propla' incluyendo' general' en r,ltttttu que clades humanas -li'
creen
sociobiólosos ;;;.";;;-;"n el módo tn qut los puede tencr implicaciones ü''"l"ttiot"lu*iiut í;.^.:';; trascender su biología' iniluso para sociedad; ;;;'P++n puede arrolar lr'rz familiar lt 'lltttiótt i'J''ti"ríg.¡¿.-q* q;""';;;;t;tmentt a consideratftct' sobre el fenómeno
t"utqii"'-il;iee;i' la homosexualidad'se Despre¿. 'i"á"t¡r¿eit"' la homosexualidad ff#;;;; qué habrían ¿Por senta como ,.,n' "'ptti""i-t'iáit'ptfubtt's homosexuales si eso las de tener las personas'inlún^tiátt alguna evidencia de que aleia de la reprodr-rcci¿ti"ii'-"*it" parte' genética' v los soser' en í;''#;;;;l:áud pt'di"t" entonces' ¿no la hábría elihay' la que ciobiólogos dicen Ahola bien' al parecer' rninado la selección 'a¡d^n{"nttl . htt'''unot.en cualguier luhasta un 10 por 100;5'ü;";;'"'' t";:i";lltiili'$1,"qt siiir"""""ií.i1"*i"*:"nfl TT::ff piii'¿ lq u I t"nd' d' o.YT,ill,?1"'?i'i, "o i",;:;; á"','' " ^ 55' ios heterociun Éeterocig.r. twil"li]'isñ" o'rt- '' ton' biológicamente e";' ohotott*ttolo i"ror''q". li.va,, t'n 1''"tin-tn*pensn le existencirr de ho-
bles minorías a"
i
i
mosexuales, que son los fenotipos biológicamente menos aptos de los genotipos homocigóticos para genes <. (Los genes en sí mismos no son homosexuales, lo que se quiere decir es que estos genes pueden causar homosexualidad en el fenotipo.) Oua sugerencia que se ha hecho, sin embargo, es que la homosexualidad bien pudiera ser un producto de la selección familia¡ (ibid.). Los genes homose-
xuales pueden tener una aptitud personal baja, pero al estar liberados de la necesidad de ayudar al cónyuge y a los hijos, estarán más capacitados para ayudar a que los parientes próximos se reproduzcan y sobrevivan. En otras palabras, los homosexuales incrementan su aptitud inclusiva merced a su homosexualidad: se parecen, más bien, a las hormigas estériles. Por tanto, aun cuando hoy día los homosexuales no se preocupen demasiado por éacar adelante a la familia, tienen sus genes y sus consiguientes deseos personales de índole sexual debido a la selección familiai en
el
pasado.
Otro posible fenírmeno determinado por la selección familiar puede ser la menopausia. A mcnudo se ha señalado cuán injusto resulta que las hembras pierdan rápidamente su capacidad reproductora, mientras que los machos lo hacen gradualmente. Dado que las mujeres son las que más comprometidas están con el cuidado de los hiios (por razones discutidas anteriormente) puede que sea una ventaja Ia pérdida de la fertilidad personal. Obviamente, está en el propio interés reproductivo el cuidar de los hijos más que de los nietos (50 por 100 frente aI 25 por 100); pero como la vejez disminuye las posibilidades de que una persona cuide de un niño hasta que éste alcance la madurez, se podría aumentar la aptitud inclusiva personal si se realiza un esfuerzo en cuidar de los nietos, en el momento en que esta ayuda es más necesitada, )' teniendo en cuenta que en los últimos años ese esfuerzo educador lo pueden hacer los padres, que para entonces aún siguen vivos. De ahí que la
selección familiar, al producirse Ia nrenopausia, el altnrismo hacia los nietos.
4.5. M¡nrpur¡cróN Pasanros ahora
promueva
pATERNA
a Ia nranipulación paterna, V ciertamente
ya hemos visto en el análisis que haie Trive¡i del conflicto padres-hijos la sugerencia de que los padres manipulan
hablando, superaPtos
103
r02
¿r sus hiios induciendo en ellos un comportamiento alt¡uista. Itecordemos las diferencias entre la manipulación paterna y
la
selección familiar. Aunque el aluuismo que los padres tratan de inculcar a sus hijos beneficiará de hecho a la fa-
milia del hijo, los principales receptores genéticos del altruismo serán los propios padres. Ellos son quienes obtienen más ganancia: no sus de mala gana altruistas hijos. Por supuesto, en los casos que hemos discutido en la sección anterior, todo salía bien al final; a menos de que los padres forzaran, presumiblemente después, a sus hijos jó\¡enes a ser altruistas con los recién nacidos, aun cuando a esos hijos pueda no gustarles. Sin ernbargo, se ha sugerido que a veces la manipulación paterna va más leios -hasta ¡educir o suprimir permanentemente los intereses del lrijcr cn favor de sus hermanos. Sabcmos ya que esta fotma ext¡ema de nranipulacíón paterna es genéticamente posible: supongamos que un padrc tiene cinco hijos, que si no se les dan cuidados sólo dos saldrán adelante, pero que si se les dan, tres de cada cuatro se reproducirán. Por tanto, si los padrcs son portadores de genes que tengan por efccto, quizá de una manera inconsciente, configurar a un hijo como altruista no reprodtrctivo en aras de los oüos, esos genes serán favorecidos por la selección, incluso aunquc puedan no actuar enteramente en el propio interés del altruista. Alexander señala un ejemplo donde se podría vcr una forma extrema de manipulación paterna (1974). En ciertas especies de insectos los padres ponen los llamados huevos <>, esto es, huevos a los que no se da ocasión dc desarrollarse, pues son usados como comida por la restante prole. Alexander supone que por similares razones pudiera darse un comportamiento similar en los humanos. Por ejemplo, en épocas de escasez los aborígenes no vacilan en alimentar a sus h! jos mayores con el hijo más pequeño: el hijo menor es sacrificado en aras del mayor v, claramente, desde Lrn punto cle vista biológico, este sacrificio est¿i cn el interés reproductivo de los padres. En este punto, el lector podría sentirsc un trrnto incónrodo. Técnicamente hablando, si se entiende por > pueclen scr ciertamcnte calificados de (involuntarios) altruistas. Pero cs obvio gue en el caso humano el sociobiólogo quiere llevar las cosas algo más allá. Claramentc, prctenden crrptar
el contenido causal de las emociones y .los que los humanos rene.mos^y d.;;;Li;ár;;ncomportanrientos sin ningún co_ nocimienro de biología..Qíi"r." que normalmente eniende-or, u..bliru.i., "*fitlr-biológicamente Io
po. .,rgr"rión> v <>, donde ,ítii". prirüiu-'.r, utg,:., sentidó ,esta significa hacer un esfu.erzo oti;;;";Miru, po. los orros como principio
p*
de acción.o.Aho* ti"",^." d.ri;ri;;r."';;_ pítulo tendremos oue. examinar .o"-uig,ln'¿.talle punto to que los i..i"uiorrg", *'i,rlÉJi'",i;;;;r;hasta oué
ffi :;:
nociones técnicas se.correspónd. .J;;;;;;as oeencias, hallazgos y orras acrividad", ;;';;;.rr.'t]j'.,,,uurso, se po_ dría pensar con cierra *ró;-q;;';rL'",;pl. de los hilos tróficos muestra va jár[::]"'J::f
,,"'..?"X'A,0";:..|:."",T:: no és del ,oáo -.piápir¿o .n -.1.--l'ü_ guaje ordinario decir de.un niño ;;"-¿'i";r. se arimenran sus hermanos que es orlt.uirturl ÉT'.i*"lrrno en el caso -á" éxija.,, ,ip. l;,;.ió, ly.T::"y quizá ;r, parte der ar_ trursta esto en el caso anterio¡ no oa,-,.i.. Quizá, en esre rnomenro, to puede hacer
i?i-;j;;,,;:l;T' srmplemente porque
es romar nota de este desasosiegg"r.¡á.";;;'r" (íU á.rrrorlég"fj-y-;o.rsiderar orros casos de, rnanipulaci¿"'ó"i..rrl que afecran a la prole humana más allá.¿.1'"rtráio
;?;;;i;ionde
at menos posibilidad de que i;;ñ;;'ñ"dur, .u,rru, .rn comportamienro que se..correspondJ.on rI existe
la
eI, discurso
iu" en g"r,".ál prdiéramái-iirrn*'.¿lr,lismo> (sin por
ello,esrar categóricamente afirmando qu.
nosotros
.i.iru..nte
lo lla_ maríamos comDonamie¡to .oaltrui.tari-ür'l"ri¡le ejemplo de elto.lo seríá et hecho-de-quá,"i1'jlg"ril.j tento -una países, el sus_
de una familia gira. en torno a granja: si ésta de perrenecer u iu tuÁrl¡Á".'".i-r"-'áúde, la familia sald-rá perjudicada. Alexaná.rüsiql ,rrürl que en tales srtuacrones se da a menudo unn irnporiuni! manipulación paterna, forzándose a los hijos _#;-;';o romar una parte dc la propiedad , y ." ."_¡il d. ,rru_ nera al hermano mavo-r.que ^yid,^, "lg.r.ru será el gu.-r" quede con la Esta ayuda. pba.ig' ..u"rii. lu.lu'r- f'o'.r.,ur, g:?"iu. y no ser. sota¡nenre ayuda física .directa. L., t;;;r;s más jóvenes por estilos de ;';;;d;;i";;';;; ¡1dríp oprar e¡emplo, un sacerdocio altruista."td; ,ri'iorma especial arir¿ de esta manipulación r",poá.io-.n-üili., L.i.¿ades poliándricas, esro es. ro.i",láJ", llr' ri,,r¡"r.r rr.n"r, -ron "n-ñ';'ul. mariáo. (que generalm"n,'. hermanos). El n:r_-l" un r¡ermano mayor es el titulaide la granja t-¡; i;, ti;"r;,p"de.ia
104 105
Í
hermanos lllenores como pago por la ayuda ofrecida' a los de la muier coparte por sexuales favores iJ"i"r'or"..i,n por.los situación tal a u"n-iát'^ios mún: los hermanos t. ri,c11 oadres. Es interesant" obt"tuot que los hombres 1áso por monoganla la. inclinan se .por !"-á"t sociedades muieres)' ir'p.ligt"á (un marido con muchasescapado que en la mahabrá le se no avisado Al lec¡or de la homoposible ora nioulación paterna tenemos -causa
re ha escapado eso, al ::il;ii#.'éü;;;;;;;-'i"n'po'o'sc 1974)' Los padres manip:lan
t".l.uioi.!" tfi'i"t^', ""i#. d" .,rr"hi;o, para que sientan- deseos altruistas'y ;';;;
más seguros t.oroductivós, -.. y' t'"to de loslasmodos inclinaciones homo""t." "" á;';;;il ?ot"nt"tles 5il;;; no existen genes ;;";;l*. Nótese que en este tipo d-e casos en el caso ocurrir como'pudiera ;;;;-'i; iornát.*'1¡iaad genes que le.ha-
5.'il *r.Lii;;;il*;
(son, pof supuesto' 'ciertai ambien.át- u .rto homosexual'baio ,circunstancias a diferencia del caso de [a selección familiar es ;;i;t.
";
.l
mundo los tenga)' Nótese también' que
ma; .r'tá "fitmattdo que los padres -conscientemente il""riUl"'á""-todo hiios para encaminarlos hacia la homosexuali ,rioJ.rr- tot " ¿"i¿. el punto de vista genético' las cosas á;i.^ói";t-.niÉ, -át efitientes si tanto los padres como iáák*-t* -rr.úo lo que está ocurriendo' isnorasen io, tiiot '" cou-
Y.'ii;"ñ;;";,
inclusó aunque los padres no. puilie'nn
oe vertír en homosexuales a sus hiios' bien pudleran tratar necesa-
;;;i;"h.I* ;;il;;; i;;'t-;;;;
induciéndolos a uniones que no están
el meior interés de los hiios' <
para
tna cuestión indiferente de cónyuge fu. lt"" "G..i¿n animen a sus hiios a il;;d;;..-^S1-o*.t'de"e'perar.que de éstos hacia alruismo elqu" ,u-ántt elesir un cónwge pás. 26r)' Por tanto' puedcn i;%#ii";"?tii*'É, rsz+. ^pii-os, o forjar alianzas con ."itti. p..tlones para catut las uniones con los para evitar ái.ot n*pot, v ciértamente ;;;;;t"['i;'á.1"¿.¿' tales uniones no traen nada bueno' y *.not para los padrcs y la familia'
106
i,
4.6. Arrnursno
RscÍpRoco
Finalmente, tenemos el altruismo recíproco. Trivers (197I¡. concretamente, se ha ocupado de analizailo en el contexto humano. Sugiere que todas las sociedades humanas muestran signos de comportamiento altruista (completamentc
aparte del altruismo para con los parientes): la ayuda al viejo y enfermo, 7a ay'tda a los que están en peligro, etcétera. Además, piensa que los humanos con sus varias características, tales como un largo periodo de vida y oras similares, pueden haber sido precisamente la clase de seres en los que tal comportamiento fuera favorecido por los genes. Por tanto, afhma: < (Trivers, 197I, pág. 48). Tras haber sentado esta suposición, Trívers cree hallarse en buena posición para sacar conclusiones acerca de la psicología humana, y todas ellas parecen tener un respaldo empírico independiente. Algunas de estas conclusiones son Ias siguientes: Primero, no deberíamos esperar que las per. sonas sean completamente altruistas. Si pueden engañar y luego marcharse, lo harán; y seguramente que casi todo el mundo se podría encontrar. en ciertos aspectos, a muy poca distancia del engaño y, a la recíproca, muy próximos a Ia posibilidad de ser engañados. Segundo, las personas
propcnderían, bajo .circunstancias normales. a ser nerosas con sus amigos y menos con los enemigos.
rnás geEn otras palabras, deberíamos estar más dispuestos a ayuáat a aquellos que nos ayudan y menos a los que no lo hacen. Ter-
cero, deberlamos estar dispuestos a descubrir a los tramposos. <> (Trivers, 1971, 107
página -+9). Y e sto lo e ncltcntra Tt'ivels en la etrérgLca atiiti.l nlotot qr.re adopta la gente para.-cr-ln los trampostts
¿;r.; l;;^ pli-tu. 'deberíaí ser sensiblcs a Ia necesidad con
1'-r lor,á del altruismo. Cuanto más des. en relaciór.r 1,,.-i""nut. fanto más cré
',.,
necesitas' il d;-É-;i"da). Inversamente' cuanta más ayudalesponder: i,l"i" .at pt:rpur^du debería estar la gente a
. al.no iruá"rn.n,., conforme sea mayor el beneficio oor"".lut para cl receptor' tanto mavor es la simpatía.y itX r."ui¡i. es el gÉsto altruista, incluso para con in'li.,iáuo', .*tt"¡os o an*tipáticos'> (ibíd')' Quinto' habría una i"l...i¿" hacia el sentimiento de culpabilidad y la b--uena volunt¿d patr teparaf el daño. Si un tramposo es pillado' ástá e.t su interés el volver a ser aceptado de nue"nto".". persona de confianza, y está en el interés dei en;;;;;" sañado voluar. , poner sll confianza en el tran-rposo F'l sen-
.,..
1
l
de culpábilidad v los propósitos de enmientla ayr-rdan tanto al tramposo como rl engañado a volver a resta¡iá... io confianz.i. Por supuesto, si el tramposo no es des-
1
en condiciones iocales, y desapro-
Trivers cree que todas estas predicciones pueden ser verificadas. Algunos de estos hechos quizá puedan ser más fácilmente observados en las sociedades sin escritura; otros, en nuestra propia sociedad. Pero son, con todo, constantes humanas, muchas de ellas no muy obvias, y ninguna otra teoría distinta al altruisnro recíproco biológico seguridad ninguna teoría puramente psicológica- -con puede explicarlas todas. Por tanto, las razones en favor de la importancia del altruismo recíproco humano, que promueve genes que controlan el sistema alt¡uista humano, son de peso-
ii-i"n,o
4.7.
p.óbuble clue se den en él ni senticubierto entonces ,-to "t reparadora. Sexto' en relación con mientos de culpa ni acción .rinuno, p.,ntoi anteriores:
Acabamos de considerar las explicaciones que ofrecen los sociobiólogos de los varios mecanismos que promocionan el altruismo humano menos nos hemoi ocupado deI -al romados individualménte. ParaanáIisis de esos mecanismos finalizar esta discusión expositiva del almuismo humano y con
moo (trivers, 197I, pág. 50). En otras palabras,, la selecü^t¿ de todos nótóttot, o al menos de muchos, unos l-r;o¿.rirrt. Séptimo, ligado con el punto ante¡ior' la sca'.lcsctrb'i*r ios hipócritas CuanJo i;i.i¿; ;.t
.lJ" I
c¡ue pueden ser adaptativas
bar aquellas otras que tengan consecuencias más peligrosas. No cabría esperar que un sistema simple regule el desamollo del comportamiento altruisrar> (Trivels, 197L, pág. ))).
muestre clemasiado o demasiado poco interés' una persona^yrdurÁ oraur'ao-a.rratán a sospechar de sus motivos y sinceridad' Octavo, las personas eitarán dispuestas. a iniciar o consoli.lar relacionit, po.q,.," el altruismo recíproco es, por lo geuna buená cosa. Por tanto, en ciertas ci¡cunstanci:¡s neral,'oodaíu ser tnás geneloso con los exffaños o enemigos ,r.r., qu. ün los an.rigos. Ñou.no, en e1 caso humano deberíamos árp..or. interacciónes multipartitas: puede compensar, por eiémplo. que la gente conspire conüa los tramposos y re.,'nt"^l"r deudas í la famlliá del alruist¿. Décimo, debe¡íalior tutl"t plasticidad:
Uw tuooero cFINERAL pARA EL ALTRUTsMo FTuMANO
ello concluir nuestra discusión de la sociobiología humana en general, podríamos señalar que Alexandet (1977) ha tratado de combinar algunos de los mecanismos del altruismo
en un solo modelo. En particular, refiriéndose a un análisis
puramente no biológico de las sociedades sin escritura, efectuado por el antropólogo Marshall Sahlins (I9G5), Alexander sugiere que los hallazgos de Sahlins pueden ser mejor interpretados por la teoría sociobiológica. Sahlins se ocupa de establecer un modelo general de reciprocidad en grupós sin escritura: ¿Cómo se responden ente sí las personas? Trazando una especie de círculo radiado, Sahlins-divide las relaciones interpersonales en ües categofías: éstas muesffan reciprocidad genetalizada, equilibrada y negativa. (Véase fi-
guta 4.t.) Así, teremos primero la reciprocidad generulizada, practicada básicamente enüe la familia, esto és, entre parientes. .,Una buena indicación pragmática de reciprocidad-generali zada es el maritener un flujo en un¿ sola dirección. El fallo de la reciprocidad no da lugar a que el que está dando cese de dar: los bienes circulan en un-solo séntido, en favor de 109
ha invertido, se cesa cn la inversión. Como cabría
lViiembros de la tribd
esperar,
Alexander identifica la reciprocidad equilibrada como una función del altruisno recíproco. Por último, tenemos la reciprocidad negativa. Ésta ocurre fuera de la tribu o nación, porque implica el trato con otras tribus o naciones. Y pone en juego toda suerte de acciones encaminadas a dar [o menos que sea posible, aunque haya que holgazanear, mentir, robar, luchar o lo que sea. Todo vale: nada está prohibido. Por supuesto, Alexander se deleita en esta clase de reciprocidad no menos que en las oüas, mas para nosotros en este momento los mecanisnros del altruismo comienzan a fallar, y si algo hacen es empezar a aproximarse al dominio de la agresión que es
la reciprocidad negativa: a medio camino entre el altruismo y la agresión, y quizá un poco más cerca de esta última. En resumen, dada la exactitud de la coincidencia enne sus expecraciones sociobiolóobviamente donde descansa
gicas y la taxonomía anropológica independiente de Sahlins, Alexander cree que el enfoque genético arroja, aI ser aplicado a los humanos, una significativa victoria. De este modo, con la inrerpretación sociobiológica que ha-
ce Alexander del modelo antropológico de SahlinJ, con-
v Barash' 1977') Aquí tenede .nt,.'' tRl Relación Social: .(B) Pautas lnfluv"n en el altruismo en las v (C) Factoü q"(Ie6t) ídentificó.los dos primeros Á.iñi".- Srr'iins'
FIcun,q 4.1. (De Alexandet, 1975,
mos una correlación
;;;i";idü ;iiiü,T;' ;;;;;;;-fu."áná.'
tiélll'"¡'í¿
cluimos nuestra revisión de la sociobiología humana y con ello
la primera parte de este libro. dejar paso a las críticas.
IIa
llegado
el momento
de
que podían ser explicados
Por medio de (C)
los desposeídos Por rrn largo periodo> (Alexander' 1974' iir¡"i 9l ). Es oi,vio que Alexándcr identifica la recip.rocifamiliar' á"á"*í*llit¿o .on ,inn función de la selecciónEsta suele equilibrada' reciprocidad la X';;;;;;;;" '¡"'" familia peio dentro de la tribu: en otas d;; il;;; de la que no Dalabras, ocurre entre u*igot v conocidos con los enilil;;'-iu ."iuli¡. d" p^renie.co' La principal diferencia que' es la equilibrada y generalizada t".ip.ocidad ii" -en ;i ;;-¡J esta úliima se espera una compensación: - algo <Dicho lisa ;t, d. ..na cita de Sahlins, 1e65)' ¿"., ü;;,';f; que se por lo compensación ;-ii";;;;i","si no se obtiene 110
111
5
Críticas normativas Hemos visto, en el primer capítulo, que los principales críticos de la sociobiología humana, ciertamente los más mordaces y vociferantes, han sido los miembros del Grupo de Estudio, fundado en Cambridge, dedicado a la Sociobiologia de < (Allen et al., 1976, 1977). Sin embargo, sabemos también que desde la explosión inicial, han surgido críticas más moderadas, particularmente la del anropólogo Marshall Sahlins (1976). Sin duda, nada le mueve a uno tanto a la acción como el ver que con las ideas que uno mantiene se llega a conclusiones que uno abortece. En este y en el siguiente capítulo examinaré las diversas críticas que se han elevado contra la sociobiologla humana; mi análisis en este capítulo versará sobre las críticas que plantean cuestiones de valores, y en el capítulo siguiente sobre las críticas encaminadas a mosttar que de alguna manera la sociobiología humana fracasa como ciencia genuina. Como con las críticas habré expuesto los dos enfoques del problema, me sentiré libre para irlos comentando según vayamos avanzando. Dejo, sin embargo, hasta el capítulo siguiente el enjuiciamiento general del valor de
la
sociobiología humana.
5.L. L¡ socronrolocíA coMo DrscrplrNA
REAccroNARra
El Grupo de Estudio pata 7a Sociobiología de <, >, para abreviat comenzeron su crítica de la sociobiología instalando firmeIL3
\.
dcterminisrno biológico' ttlla nrcnte ésta en la tradicirín clel lnostrar quc el prescnte ciencia-cuntlilosofía que <'intenta el r''sultado dc las fuertt h;;;;;;; 'üioiogi* las sociedadeJ estado de
de las especies huu r, n"u'ujt'l dcsde luego' paffiJ;;' (1i1"; ct a! , lvlt ' pes' 1)'seEsto podrá perdonar a le ;:#"ü;';;;"in¿;..utiui". zas biológicas
"lniu' teoría científica dc lo uno el que se pregunte iántu tuotquier ntgün sentido biológicamentc tn * humano podría evltar Ia forma .dada "'''ii"ntuti't^s" 'Uiólogos continuamente hincapié en que hacen qü"'^iá.
iiil,i.i"'!i"'l;.i;; l';''';; ""' son io, árg"nir-os "ambi.nte.
Lrn.
protlucto t"Ltt,
1t..:":'.ffiff;[:
Pero obviamente csto' en Lln
de s,,
es un equívo.o;
:i ;::#H;;"'i' genes tn'1"^ memente a sus
;;'iil;".-yi i; ;;;;; .; ""ñ;
(
lo qut"lo; ;;i;i;"t
"Ái'"
""'i"ii"i.,gi' este hecho' se. hallan ut ttn'tát
claramente
no sea eso' la'sociobiología no hace nada que
;;;';iir *.:.,j:: tmm:: il,'.,."* H':: i:-.:
más que una taxonoml
rías determinirtas, no'-
Jit"n' üftt¡un
preiuicios
socioeco-
adernás condu. nómicos, son apologéticas del statusquo; 1, ñlus" defienden' de la cámara de gas'
'.ií'1"i"'ril.'"iá;;;;
de que tl t-?-!"^::: Durante más de un siglo' la idea por imperatlvos evG humáno está"determinado
-i"..1" ,á.i^l limiádá'ó"' p*áitp"ti:i-t'9f^ innatas o herelucionistas v p'Ji']tJtt-tó*o un' justificación ostensible dadas, ha teorías deterministas 'i¿u dc determinad* pJli;;; *tluttt' Las
tanto por
no ;;"';i¡;';.*áat-v u-pliumenteconm-antenidas la realirlad sino por su su pretendida to"Étionitntia valor como Yl-tip" de excusa so :;#;';;i;;"ii1i'á'"' * a'' P77' páe''J' Ver tamqu"*iil"lx\ii cial de lo
Li?. Án." trt ¿.,-liie '
Páe,' r82)'
citando el-ejem'plo los críticos dan énfasis a su.argumento y terminó haciéng"t'ot tót de Konrad Lorenz, q"t ttpt'O "racial áe exteiminación dose eco de la deprJvJo-lJiiitu
Y
Hitler. de ""T;;;;"
nivel más inmediato' esta ,tli:i:?^,T"^t?i ru rr.vr en su -LU'aua t' raya en la iniusticia' o in prende por lo d:sorbita 'áál-outt ; r--^-^-.r^" o-aoeraciones so¡ las l^ .i".1¿"¿' Verdaáeramente' ir""tJ :-1?^*ittr::":^::: t:',,:"'i:: p::.-'::01Í", q.':: """ J' ;;i:: ^ :" to "i"paü'. pun alto po r ;?::,t:.- "^;" f ,, Jin' pi" :, l"-'.-T"t "oJ; P"::T:::::: á' .una críticá e"",1'11: urcrau ¡Lr rsr!vr!¡v--No hay ttna . raclstas son no ,.i-.ut"gó.i.o: los sociobiólogos
ñ'"'l-i,* t ;i#i":J;'5ó¡ür." 114
:'
sola indicación en ninguno de sus escritos de que (por elemplo) los negros sean inferiores a causa de sus genes. Ni menós aún exisie la indicación de c¡ue pudiéramos embarcarnos justificáEamente en amplios Programas eugenésicos para eliminar genes de.'ciertos tipos raciales, como negros o iudíos. No conozco la qgncepción política de los sociobiólogos, pero desde luego no son neonazis. Con la atmósfera aclarada, vay¿rmos ahora a las versiones más moderadas de la acusación de que existe algo de poli ticamente reaccionario, incluso de peligroso, en los escritos sociobiológicos. Para empeza¡, se puede estar de acuerdo con que no hay racismo intencionado en los sociobiólogos y sus escritos, pero, no obstante, se puede temer que existan elementos en lo que producen que puedan ser aprovechados por sujetos omenos-que-honorables> y usados para justificar viles doctrinas sociales. Las especulaciones genéticas acerca de los humanos han conducido a tales > en el pasado; quizá pudieran hacerlo nuevamente. Por consiguiente, simplemente porque la sociobiología es una una genética especie de genética humana -particularmente es peligrosa. del comportamiento humano-, En réplica, primero haremos resaltar un Punto obvio que menos que nadie los eminentes biónadie podrá negar -y entre los críticos-, que los humalogos que se incluyen nos son, en un aspecto esencial, función de sus genes) y además que existen diferencias genéticas enre la gente, y más específicamente €ntre mujeres y honrbres de diferentes ¡azas. Los negros no son negros ni los blancos son blancos simplemente porque hay más sol en el Congo que en Canadá (aunque esto no suponga negar que el sol pueda haber sido un factor determinante en la pigmentación de la piel). Además, simplemente el prestar atención al hecho de que existen dife¡encias genéticas entre la gente no parece en sí mismo ni particularmente racista ni conducente al racismo, como tampoco lo es un examen de la forma en que los distintos genes afectan a la gente, o el posible significado adaptativo que tienen o han tenido los genes. Desde luego, los críticos pueden replicar inmediatamente que esto es precisamente no comprender el punto esencial. Tan pronto como uno comienza a estudiar y a hablar sobre diferencias genéticas, de cualquier diferencia genética, abre la vía al racismo. Aun suponiendo que las diferencias genéticas existan realmente, y obviamente existen, prestarles aterción es el primer paso hacia su discriminación. Qui115
rrzrí los judíos tengan rcalrnente la nariz grancle, o q'-ri zti no; pero esto no va a evitar el recelo ante ct¡alqui.r propuesta de que se subvencione una investigación que t¡ate de estudiar comparativamgnte el trmáño de nariz de judíos y gentiles. Sin embargo, aunque uno tendría que scr ingenuo, por no decir insensible a la historia dc este siglo, para no conceder finalmcnte algo de peso a esta acusacíón, existen ciertas y poderosas objeciones a ella como base para un programa de acción o no acción. Primero, existe lo quc parcce ser el peligro general de proscribir un áre¿r de investigación (Ruse, 1988c). Puede estar pasado de rnoda decirlo. pero una de las glorias del scr hunrano es la forma en quc investiga en sr-r propio mundo, ya sea través de la ciencia, la literatura, la filosofía o cuai^ medio. Creo clue la investigación libre es algo, quier otro en sí mismo, btreno y quc proscribir prima lacic tal investigación es Lln error. Obviamente, en el cenffo de las obieciones a la sociobiología se inscribc la creencia de c¡ue los humanos son más que simples animales (de oro modo, ¿a qué todo este alboroto? ) v crco que los críticos simpatiza¡ían con este aspecto qur estov señaiando. Desde iuego, uno puedc replicar qLrc aunque en sí misma se¿¡ un bien general, lrav t'eces en que la libre investieiemplo, cuando supone gación debe scr eliminada o Llna amenaza a la larga para un coste demasiado elevaclo -por la comunidad- ]' que los estudios de genética se h:rllan en esle caso (Jonas, 1976). Pero esto me lleva a mi segunda objeción, ¿ saber, que yo no veo que el estudio Ce la genética human¿r (incluyendo lrr genética del comportamiento) caiga en esta catcgoría. E.s ¡ertlmente cierto que en el pasado algunos honrbt'es y tnujcres petversos han usado mal la genética humana, pero csto no constituye, de por sí, un argumento a favor de cluc hov la ignorernos. Si ese argumcnto fuese válido, deber'í¿rmos proscribil asimismo la físic¡, la química, la psicología v muchas otras disciplinas, potque también han sido mal usadas cn el pasado. Quizá debiétamos proscribir también la filosofí¿r, porque ésta parecc haber sido la más pcligrosa del grupo. Ademís. aunque quizrí scn cierto <1ue algunas rnalas personas, incluso hoy. usan mal los hallazgos de la genética (y de la física, etc.), óste no es un argumento serio conffa el estudio de la gcr-rética humana. La ciencia puede ser usada tanto para el bicn como parr.'l n-ral, y esto vale particlrlar116
ii':::,Li"
Ia, 8enética hunrana (i¡rclu.vc'do específicarnente comportamicnro). por ,rnu p"rr", ,e ta pu._
jL (¡c i:T,,::^*l
usar. rrnto para drsrpar.como para crerrr prejuicioa. ói.r_ t:lmente,, ejemplo, nadie quc ionor.a
,tgo .l. t ;.d;; .por. na genética humana puede si,poner por un tnorn.nro o,r" Icrs judíos son, de.alguna manera, uni raza ¡ü##;. H: rre otras cosas, sabemos quc exisre demaslrau'ririfll"a g"nética enne los judíos y'el restc, d;--;;;., espccie para
colttrarrestar tai afirmación. O, por tomar un caso mencio_ nado por \X/ilson: sabemos qre no existe base genética para la diferencia de casras .n i, fn¿¡u'iWlfl"r, 1975a, pági-
na 555). Por otra parte, ia genética humana puede muy bien ser usada de una forma po., oyuja I la humanidad. .fosjtiva Tomenros. por ejernpló,.t, ,rg!r.n.ü ¿l'üllron il6;-i; xenofobia (el tcinor' a 'ros exlraño;ircner una funñ¿. damentación genética:
Il
l
t-
rilzonL's o inllrlicit'tnlcntt' racistlt ) quc ll() t xlstcllc()¡)trrrr¡(r' p^t'o pto''.tlr'irlol cn réalidatl' vale lo ;;ft-;;rt --Á .rr. podría lcvantarse unA objecicin.contra ^t""- i.opOiito 'u"nido argt,-er.ttattdo hasta aquí pof-t. to .Un crítico combinando rienido he fe' mala q.,.. de .le J.ír' tu.;urr. dc las 'caü ,o.iobiología con estudios noralmente neutros lo, fenotipos. humanos' LJn crítico tal p.;;r;;J,l;JJ" racista' á.i"-.rr^, clispuesto a .onceder que. no hay nadasobre [¡s ;i;. ;. -ádo of.ntivo' en uná investigación altudiferentes tiencn humanos seres los q"" i;t ;;r;t";;; 'aquí razones de tipo genético' Un crítico ;;-ñl"r;do de ias posi-
ra globalmente considerada sca nrás csquizofrénica que otra. l-os cfectos últimos pueden ser nruv distintos. Juana de Arco es ¿ menudo etiquetada de esquizofrénica, y ciertarnente cjerció una gran influencia sobre sus compatriotas; pero el cfccto global no fue trastornar mentalnente a la colectiviclad de los franceses. Sólo los reduccionistas más extremos rrrgumentarían que del comportamiento de un número de individuos en una población puede deducirse la cultura de la misma. Juana no volvió más esquizofrénicos a Ios franccses; de acuerdo con De Gaulle, que la admiraba mucho, los hizo más patriotas, más valientes, etc. El único sociobiólogo que ha tratado realmenre de basar la cultura de sociedades específicas en fundamentos genéticos es Alexander (1974). Pero tampoco en este caso, a rnenos que uno tenga la ética y las concepciones de un misionero cristiano del siglo xtx, existe la implicación de que
exDhcita
ial'podría incluso permitir algunos estudíos
bl;t';;;. ;;.¿ii."'. del compórtamiento hrtnrano: ''''ran I 's n".fr--¡t.é'. brillantes únicánente a causa de suqu9ambiente ofencie debido á sus genes compartidos? !" ;-;;-bl¿; -"" ci..,. tipo de genética del iomportamiento humantl' .r raciales' taies ;"t;;;i ;i-,r"J "tilitá' sttcias generalizaciones,los judíos ava.o-o q". los negros ,on u,goi o estúpidos' y otras oor el ;i;;"J, los ingléses emocio'Áalmente iríos' a pertenece es sociobiolog.ía Ia de estilo. El ploblema .qlre este tipo áe genética clel .comportamiento humano' En respuesta a esta objeción' prinrero. h'y q"t l,:l-Y::
ciertas personas sean malas a causa de sus genes. Incluso los aborígenes, que se supone que alimentan a sus hijos mayores con sus propios bebés, son raramente condenados. Re alizan acciones muy drásticas ante circunstancias muy drásticas, precisanrente para salvar a tantos de sus hijos como ¡ruedan.
sociobitilogos, n-o. afirman que .clertrs ,"ng^n cierto-s hábitos nralos o desafor' .i.;tificables y' geneticn".tente causados' tales como
El segundo punto a establecer contra esta crítica es que 1a clase de datos concernientes a las diferencias raciales que Lrsan los sociobiólogos, está de hecho admitida por los críticos. En realidad, una de las pocas afirmaciones firmes de \üTilson relativa a las diferencias está tornada de Lewolrtin (1972), y es que los sistemas humanos de tipos
en que los a insistir -lJ.ttti;.ub1",
L*t ;;l"do; esil qt; ,crbo d" "n.t-",a' Es bien cierto .que Wilson documenevide.ncia : pasaie ..iUJL ttn cleterminado "Hay mei"¿^ ¿. una heredabiliclad moderadamente alta en las personal' activi-
sanguíneos muestran que e[ 85 por 100 de la variación es innapoblacional y sólo el 15 por 100 es interpoblacional.
¿láu.-á.-l"troversión-extroversión' tiempo áuá", a"portivas v psicomotrices, neurotismo' dominancia'
enfermedad J""i"ti¿"'" la tendencia hacia ciertas formas depequeña par;J;;, ;.;t" la esqrrizolrenin ' Incluso .na de población' variación' invertida en diferenci¿rs ;;'a;;; a las sociedades a diferencias culturales>t ""¿.L "t.¿i.poner p¿g 550). Pero aparte del hecho de ,q-ue ñ;i', [\ítl;;'i,no contrastada' \X/ilqtá otn más ,ro'es "spec'lación de ".,o JJri ;; f;g" ; décir que todas o nl menos ,la mavoría modo algún de tienen noblaciones olgun^, i;;' ;;t;"; "n predisposición a la locurr' ^ Aoarte de otras cosas, sabemos que rü ilson postula un o.i"iü -rlriplicrdor'. y así si a algg- se puede parecer. su oá.i.ió. es n la resis de que si hay diferencirs significativa.s i- i,;;tiir;lon.r. .o*o''por eieóplo' con respecto al nú;;;; á;";;uirtit¿ni.ot. esto no significa que una cultu-
Aho¡a bien, uno puede preguntarse por Ia validez de la conclusión a la que llega \íilson, a saber, que:
nes posea una distribución muy disrinta a la de otros sistemas lnenos accesibles que afectan al comportamiento>> (\7ilson, 1975a, pág.550). Y ciertamenre, más adelante, habremos de examinar conclusiones como ésta. Pero incluso en este punto está claro que no se están afirmando grandes diferencias genéticas ---€sto es, diferencias fuera de la
línea de
El
lo
que parece generalmente admitido.
y último punto es que 1o que frecuentemente no se menciona es el grado en que los sociobiólogos, a pesar de que hablen tanto de diferencias, están afirmando- la unidad de la humanidad. Tomemos, por ejemplo, la discutercer
719
118
l
,il
-
:iu vez l-ran sido después usadas para suministrar iustifica-
(1971)' Exrae- sus sión del alruisnro recíproco de T¡ivers clase de sociedatoda de humana l"üt-r.Ui" la conducta tecnolóá"r1"¿."ft'-.no. ."ot".;onada a la más avanzadalos homtodos que sencillamente, es, tesis nü-..rr". Su porqu€ poseen genes quc les conducen r il;';;;;;
r:iones espúreas de las creencias
""i¿.. de altruismo iecíproco' Lt-'s bosquim'r;;;;;;t,;-iento ;. ili"d;;;ii" ¿. rtl.¡ari v los hombrcs dc negoc.ios dc Ñ".ü'v-.I-.Ltpána." " ot'át personas fundamentalmentc raen la misma foima por fundamentalmente .las mlsmas t€ma zones senéticas. Aquí, como en otras ocasiones' un .rt*f "i.-i. *.ioUiálogiu es que' con toda nuestla sofistisretrcalión occidental, en muchos aspectos vitales segutmos rest'-> del (o hermanas) hermános piel, la brio' á;^k;;i;; de la humanidad.
la .soPár erta razón, ante la acusación directa. de que racista inintencionadamente' o intencionada .i"¡i"lü^ es, ., uilun^ otra forma políticamente reacclonarla' yo su-
"ar ;" l; ".. Sin embargo' hav todavía algunas cri' ;t;;?r-;:r; Poii.^,;.];;.;"o po,.,'.:iul"'. que"debtn-. ser consideradas' í.*i¿á en que la sociob,iología no es reali;rr';;;;;";" que, exrste mente racista, pero podría pensarse' no obstante' ;ü;';;il ioii,i.uÁ"n," Áuv sospecho* A:,1,:1.1ld:i::-
no apoyai opiniones extremas, puede sumtnlstrar un esrJouo u .lgunm idcas políticas v socialcs de la époce social "¿."o á;'Ñ"";d"';ri É'i r.ária^¿. ná "t más que darwinismo ncr pueden socibbiólogos Los ropaie moderno' ;;r;;;;; que citar abiertamente-a John D Rockefeller para sostener moderno' i;'i;á;-;;;--lu- .'irtén.i, sanciona el capitalismo pero su mensale es esencialmente el milmo' Los sociobiósisteíono, prr"d".t áo opou,, el racisrnc', pero apoyan un mí deiechista de libre empresa'
de"
5.2. ¿Arove
LA socIoBroLoGÍA uN cAPI'r-4LrsMo
VrnUlst'¡.rO?
Una acusación como ésta se encllentra en la crítica de Srhlil a-lá so.iobiologia (L976 (al igual^que en el ataque
concibe la il^il oiii.o, d" Boíá"j' Básicamen"te Sahlins en la culmina evolución,.que ia áe frir,".i^-¿" t, t"oríu sociobiología, como un continuo crecimiento qe.nt'u$' ;¡1la economía política y la biología' uo-ná" tiniJ"i" entre -i^- -iJ."r.gia " del' capitalismo. occidental ha ;;,i";;;;";.
que sido i¡fundida en las especulaciones evoluclontstas'
na
y prácticas socioeconómicas.
Así, pór una parte, nos enconramos con las esoeculacio'rcs de Malthus ácerca de la futilidad del intento de aliviat :r la nrasa de los pobresr: dadas las inevitables apreturas ocasionadas por el crecimiento potencial del número de huprogresión geométrica, mientras que los alimen,-rotro.
a
los abástecen pueden se¡ incrementados sólo en protos que"n gresión aritmética, Malthus pensó que la avuda a. los -pobles sólo incrementaría su número, haciendo así el problena aún mayor para la siguiente generación. Estas ideas fue:'rn recogidas por Daru'in que deió de lado las piadosas ,rlectaciones de Parson Nlalthus sobrc cómo cludir los proi¡lemas de población mediante la ies decir, abstiner-rcia de copular) y que argumentó que en rl mundo aninal tenemos inevitablemente una total >: esto a su vez suministra la fuerza motjvadora que se enclrentra detrás de la selección natural. Pero consideremos ahora la economía política que algún iiarrvinista social americano como William Graham Sumner, r,aliéndose de las ideas dc Darwin, aplicó a la esfera huma¡a. afirmando que justificaban un sistema capitalista extremo t:e1 laissez-faire. Estas ideas, impregnadas con la noción de que la única cosa que cuenta es el beneficio a cualquier precio (obviamente obtenido a expensas de la propia espeiie), revierten luego en la sociobiología animal, con su insisiencia en que hav quc propagar los propios genes a expensas ,ie los componentes dc nuestra cspecic, sin que inrporte cónro (no hay lugar aquí para inte¡esarse por los demás). Así, finalmente, llegarnos al movimiento posrero de la lanzadera, en la medida en que esas ideas son nuevamente intepretadas en el ¡eino de lo humano v asumidas para iustificar un sistena de mercado enteramente reaccionatio. El interés egoísta y sólo el interés egoísta es lo que cuenta. Pero todo el proceso y, particularmente, el resultado final, afirn-ra Saf;lins, es extremadamente circular.
capitalista
ai reino animal, y reaplicando este
i'eino animal
a la
interpretación cle
la
I
aburguesado
sociedad
humana>>
l
r Sahlins, de hecho, se refiere a Hobbes; pero como él mismo ¡:rece advertir, Malthus constituye el punto de Ianzamiento para la
sociobiología.
t2t
,M
(Sahlins, l()76, pág. 101). Hemos -encontrado en I¿r socio-
irt;i;;r;' n.,-uÁu' precisan.tente aquellos elementos indeológi.o, qi. quería-os evitar. <
su inevitabiliáad" (Sahlins, 1976, pág 101)' Se puede establecer cierto número de puntos contta esta (excrítica; pero primero hagamos notar que histó¡icamente itnmucha conccder i."Áo'ri ,¡,-,.^el mismo Sahlins parece po.iun.;^ I la obleción deja mtriho que desear' Por cienriü. l"rno se señaló cn el capítulo anterior' la concxiórr Iti.. "f Darwinismo biológico y el Darrvinismo social está i.i"r ¿. ser una simple relación histórica de causa y efecto' Cá.o t. admite genéralmente, hay 'reces en qlre Darutin parece un darrviniiia social; así, por ejernplo, escribe sobrc lo, cr,lca.ianos que derrotaron a los turcos en la lucl-ra por' Oira, veces, sin embargo, tlrvo clridado de i, "rirt.rr.i^. ¿" su trabajo biológico cualquier tipo de extrapola"t"¿i.'social, política o e.oñómicn Por otra parte, hay una ción buena nzón p"ra .reet c¡ue la influencia más importante e.n social fue
'Herbert
"i¡u.urini.-á evolutiva reside no en Malthus,
Spencer, cuya nayor deucla sino el.r el biólogo francés
Lamarck (Hímmelfarb, 1968). P..o d.¡.rnot to
importantes.,.sobre el modelo de las .o"ft1".^ar, ?.t "tp..to. económica occidental (de Beer, tc)61; ideas"de 1á política n"t., fSZ¡¡1. A,tnq.,. Darwin conocía perfectamente ln ltr.h. po. la existenciá (incluso con esta misma denominaciítn) oo. i^¡.t leído l¿ obra Principlcs ol Geolog'y, de Charles L""n. r" lectura clcl Essal ort'a Principle ol Populatio¡t de úJ*ut a finales de sepiicmbre de 1818, lc suministrir el 722
cat,rliz¡dor que le hizo ver qué inecrnisr.r.ro análogo ¿ la selcccit'rn artificial practicada por los hombres dedicados a la crí¿ de animales existe unive¡salnrente cn cl estado salvaje rle la naturaleza, v le ller,ó a la concepción total del cambio cvolucionario (Ruse, 1975c). Por añadiclurr, Darwin romó ex1r1ícitarnente prestadas ide¿s de Mrrlrhr-rs en sv Origin of Specirs, nrodelando sus ¿trgunrentos rclativos al mundo animal ..rbre los arglrmentos afines utilizados por Malthus para el ,:,'.'ndo humano. Y esto nrismo es vzílido para el codescui''.rrlo¡ de la selecci(rn natural, Alfrcd Russell Wallace. Por 1,.; dem¿ís, no pucde negarse que, clcsclc Darwin, los evoluc. ,nistas han querido aplical Ia teoría de Ia biología de la . i'lución a la evolución cle lc.rs hurnanos (aunque curiosa:jrtc, y en principio debido a sli clttltsiasmo por el espir.r.,alismo, \ffallace llegó a duclar dc la adecuación de la ,tlccción natural conlo nrecirnisnro carrsal cle la evolución hui r- ¿l1l ¿l
).
Pero admiticnclo estos hechos, ¿qLré l-rav en ellos de objer;:i;le? ¿Suponen Lrna justificacícín espúrea o en alguna for:;.1 rrrtificiosa de la ideología occidentali Por otra parte, y .:r Io que toca al aflujo de ideas sobrevenidas a la biología, ,:r simple hecho dc clue Darwin forjase las suyas tomando coiro nrodelo ideas dc omo campo, es difícilmente objetable .lc,.;clc
cl punto
de los principios. Generalmente
se
:rilnrite, como numerosos filósofos han scñaiado, que el uso rl,: ¡lodelos está lleno de peligros inrerpolar íle-podríamos r:íiimamente en un árca nueva nociones solanente aplicables ,-.¡r el ¿írea antigua- y, por tanro, conro prer'.iene R. B. Braithivaite: (Braithrvaitc, l9r, pág. 9-1. Véase también Bun!c, i968). Pero el uso de moclelos. al mcnos como guías ircurísticas, parecc indispensable cn ciencia; difícilmente irincún gran descubrimiento se 1>odría haber hecho sin cllos. Además, el simple hecho de que Lrno esrablezca una nueva tcoría tomando como nrodelo otra, no implica necesariamente que \¡aya a apoyar 1a vieja teoría. Lo constiturivo de un modelo es que cn ¿rspccros esenciales no es lo rrísmo que la cosa sobre la cual ha sido modelado. por tomar un sencillo cjemplo: Kekulé rnodeló el anillo de benceno inspirándose en la visión que tuvo de una serpiente que se :rrrierde .la cola. El que un herpetólogo pudiesé objetai que i,rs serpientes nunca se muerden I¿ cola es irrelevante. Éor !o demás, y manteniéndonos todavía en un nirrel general, si se objetase que el error de Darrvin no fue el r,so dé modelos
r2)
l
l'/' como tales sino el uso de modelos tomados del mundo hLrde esta índole que -a.ro, la existencia de numerosos modelos lo absurdo de tal muesua ciencia la en fr"n i"ni¿o éxito noción de "fuerza" la sino proviene dónde ¿De freocupación. b de .,traba;ot] o de oenergía> o de tttracción" o de ' rcpulsión>?
'
Presumiblenente, cn este punto pudiera replicarse que Darwin se equivocó, no al inspirarse en el -mundo humano, sino al inspirarse en una leoría como la de Malthus qrre conduc. a úna teoría del bienestar todavía más a la de.'..h" q.t" Luis XIV' Si bien es realmente cierto qle Malthus tüzó un cuadro tenebroso de la existencia humatra' afirmando la futilidad de la ayuda estatal al pobre, también lo es que existe una diferencia fundamental entre su concepción y la de Darv'in. Entre otras cosas, Malthus pensaba q.r. ,r-t, Puntos de vista indicaban la imposibilidad de cualq.ti". ."-bio real, incluyendo el evolutivo, mientras que Da-rwin, obviamente, no hizo tal (Bouder, 1976). Más,específi ."-a.rr", Darwin despoió de contenido normatit'o las ideas de Maltlus: a Darwin no le preocupaba en ningún sentido el bien o el mal moral dc la lucha por la existencia en el mundo biológico, ni Io que deberíarnos hacer al respecto'
Para Darv¡ín lo que irnportaba era la innegable universalidaJ-áe la lucha pot lu.*itt..,cia. Y en este punto' al igual q". .n el uso que hace de Malthus, es difícil acusarle' Lo que cuenta en una nLleva teoría es si funciona o si es correct" (o cualquier otra cosa que uno u-se para caractetíztr
y no slrs orígenes' Yo creo que en-este crtestionanáo la verdad esencial de la ".iá darwiniana;- por mucho-que Ios neotiologí, evolucionista vitaliítas como Arthur Koestler deseen que fuese de ot¡o modo, las batallas con los lamarckianos y demás han terteorías afortunádas)
punto Sahlin, ,to
minráo. Además, como punto de partida, apuntaría que Malthus, en su caso, modeló s¡.¡s icleas sobre las de otros, a sabei, las especulaciones sobre el conflicto geometría-aritmética en el mundo animal de Beniamin F¡anklin' En otras
palabras, que si ahondamos en el tema las raíces de Dart'in nos sacan fuera del reino humano. Mirando e1 problema del lado contrario y considerando el fluio de idéas de lo biológico a 1o hutnano, probablc111s1-165 hov no lo esmente no es causa cle queja -¿l havan pretendido apliel que los evolucionistas darg'inianos cár sus ideas a los humanos. Deiando a trn lado el programa específico cle los sociobiólogos. presumo clue nadie pre124
tcnde negar clue los seres humanos son cn alcún sentido animales, que somos descendientes de los monos (de especícs hoy extinguidas), quc la selección natural ha sido-el principal factor causal, que nruchas cosas que nos distinguen de las bestias, tales como nuesrra inteligencia, son adáptativas ¡, fueron causadas por selección, e incluso que muchas de las cliferencias entre razas humanas no son caiuales, aunque el saber que puedan haber sido estas mismas causas o si _son operativas todavía hoy sea otro problema. Incluso podría ser que la selección está actuando aún en nuestros días sobre los humanos. Ciertamente, la evolución está todar¡ía funciorrando, aunque sólo sea por las nuevas mutaciones que están apareciendo contir-ruAnlente dentro del pozo de geires
humano t.
;\hora bien, considerando csre ripo de afirmacioncs a la liiz de las críticas de Sahlins me vienen a la mente dos comentarios. Primero, r'iciadas o no, parecen ser esencialmente verdaderas, y aceptadas por todos, ya estén a favor o en contra dc la sociobiología. Conro a la esposa dei obispo de Worcester, a uno pueden no gustarle demasiado, pero nada más. I{asta que alguien \/enga con una teoría ¡ival dc la evolución humana que pueda explicar los hechos tan bien como las tesis mencionadas lo hacen, éstas tendrán que bastar. Pero, en segundo lugar, negaría que afirmacionés como éstas estén viciadas por la ideología del capitalismo occidental. Afi¡maciones como éstas son extensiones de la biología cvolucionista darwiniana no humana, pero como acabo de scñalar, este tipo de darwinismo está desprovisto de todos los asertos normativos quc alguien corno Malthus defendió. Y tales afirmaciones normarivas no nos han sido retransferidas de nuevo. Prest¡miblernente, los antepasados humanos con cerebros más grandes o cllerpos más erguidos fueron scleccionados sobre los de cc¡ebros rnás peqúeños o cuerpos más enco¡r'ados. Pero csto no significa dccir que cs meior c¡ue así sea, o qlre aun hoy debamos seleccionar por cerebros más grandes o columnas vertebrales más derechas. Ni ta_mpoco significa decir. por ejernplo, que si alguien se hunde hov a causa de una indisposición genética áebanros dejarle sucumbir si¡r u'at:rr dc irvudarle. Y, ciertamente,
tampoco ,supone justificrrr l¿s creerrcia* v prácticas económicas del laissc:-t'airc. Enconrrar tal justifiiación es leer en F',n el capítu1o final volveré sobre cste punto. \, lo _2 té más ampliamente.
clesarrolla
125
algo que no se encuentra en ellas. Lo que uno está haciendo con tal lectura es crear un modelo que, como fue la teoría de Darrvin respecto de la de Malthus, es distinto del original. En otras palabras, al menos en este nivel, esta concepción de la historia como > que tiene Sahlins carece de fuerza crítíca ". Habiendo ya tratado el ránsito de ideas que va dcl mundo humano a la biología v viceversa, y habiendo visto que, en un nivel bastante básico, los temores de Sahlins son infundados, pasen)os al segi-rndo punto que quiero tratar. Todo lo que he dicho hasta ahora bien podría ser admitido, pero aún se podría pensar que con la llegada de la sociobiología sc añade una dimensión totalmente nueva. Podría decirse qtre la sociobiología ha sido una infusión fresca de ideología occidental, y que por eso, )' en particular cuando s.: la aplica a los humanos, es sospechosa. Quizá, ciertamente, sc puedan hacer afirmaciones normativas acerca de la evoIt¡ción humana. El hecho es que los sociobiólogos no las l¿rs afirmaciones evolucionistas
hacen.
Desde luego, esta crítica depende de la prenrisa de que tal infusión de ideología se ha dado, y ésta es una suposición que yo cuestionaría y negarí'a. Pero esto se tratará más adelante con mayor detención. Concedamos por el momentcr <¡ue Ia sociobiología ha dado una dirección nueva, sea ésta ideológica o no, al pensamiento evolucionista. Pero aun así Irrs críticas de Sahlins fallan, dado que lo que pretenden mosrar es que la aceptación de la sociobiología implica la aceptación de la ideología occidental de derechas; aunque debe admitirse que .ha1' veces en las que es nccesario salvar a la sociobiología cle los sociobiírloeos.
3 Desde luego cs cierto que, cc¡mo hcnros visto, cl propio Daracusaba una tcndencia ¿ adl-rerirse a las teorías normativas comúnmente sostenidas en la Inglaterra victoriana; por eiemplo, las que hacían referencia a las diferencias sexuales -v a la supe-
s'in
rioridad de los anglosajones blancos. No estoy negando que se pueda cargar a la teo¡ía evolucionista con el lastre de afirmaciones normativas o que, en efecto. la gente así lo haya hecho. lli punto de vista. que creo quc es ncgado por Sahlins. es <¡ur: se puede se¡ evohrcionista darrviniano sin ser un reaccionario de derechas, porque de suyo la teoría de la evolución no hacc afirmaciones normativas ímplica la sLrperioriclad del macho británico.
r26
-no
5.3.
P<¡n euÉ FALLAN LAs cRít.lc^s n¡t S¡trr_tNs s()BnE LA
IDEOLOGíA
Primero, atrn cuan
rrrisina .rp..i.]. rodavía es per_ 1,,^j:..1.: lrnenrc y legítimo establecer la dísríntión entrc el ."r" i lt
*debeoa. euízá havanros .uolu.ionoáo-;;r-i; ;r;;r;';; q,; los sociobiólogos afirman, l. .ru. d;;;;ü,riC.u seanros ro_ talmente esclavos de o¡ue debamos cruzarnos dc.brazo, porirro',lJntl"it.tliirt;,o,1;
tan
to, ro iu,to.' D. 1,.;h;, ;;;;¿;"
J
".Jll.',''oi',; ofi
aceptar ninguno de los extrenros cle esta disvunc¡.ón. Conro hemos visro con respecto .r p.irn..,"."'r'r#o de Ia rlisyuntiva, nadíe oarcce quercr negar que en aspectos signi_ ficari'os los humanos ,. librrn d;-!;;
;;;.r'nredianrc lir crrl_ ser una ,lin.,.nrifi JJ l" ,i¡; Jr,,,,r;;; ly11 ;s,t'ecir,,parece ba¡o el conrrol directo de krs gencs :,^Jl: ).cs razo_ nabrc ?.rf,.... suponer que se.pueden consideraa ..11. las cuales los genes aisládos n., .nrr.n "n ^..ion..'.ln nienclo las cuesriones q.izá.u' p;;;";; "n^.orri¿.r".;J".'ilp;_ pr"..ir.,n"nr.. qre
]ia rne he visto forzado , s,.,hrayar qr.-.,lt,ii tante los genes son un facroi cat,sal en to.lo"specto imp.r_ que atañe a la experiencia humana: como la culn .a - e.I.,también un aspecro .g.y de la experiencia 1,,_"n", renemos iypglunte una gran flexibilidad en .nuesrras acciones; una flexibilidad que
no rendríamos sin ella.. Ci..rr_".rt.,-lr-ff."i¡iila"J-iI nuesua cultura es tan grande q.l. podemo, l,nprender accio_ nes que pudieran ir en contra '¿" i_ru..t.o.
Ji...,o, intereses reproductivos. por mencionar un ;,_pi."+;plo, nuesrros gcnes podrían imoulsarnos a nraximizai nr.rli" propia repro_ índividuaj,. pero no por esro se niega que mediante !]lcción cuhura nuestra nodríamos decídir lirni; i;-r";prla"..iOn po,
el bien del grupo.
-. R..i.",..enrc, cierto ,número.
con más profrndidad en qué me¡tid, p,,.a.n'i,'.uil" i".'riili,r.i.nes cientí_ licas como base'para afirmáciones ¿;i¿;;.'i;'iijlrr¡¿, en esre nunto, por tanro, rc¡rdrá ,^" ,"rr.*i. pi.fi"rl"rr..¿.i."1 do para más tarde posihles oblecrones. :¡,r-rq"I. 127
u Por lo que concierne al segundo extlcno de la disyuntiva, no se sigue en absoluto que lo que cxiste merced a la evolución deba ser aceptado pasivamcnte como lo meior o lo justo. \/olveré sobre este punto con más detalle al final del capítulo,
nada,de esre tipo. El hecho.de que diferentes personas ren_ gan diferentes sexos,o irnplica ;;-l;;"rpliq.en diierend;. res códigos moraies. Si encontráseirro. q"".l..ros genes transforman a los hombre, no nos *uzatiamos de brazos (ni "n.uiálu¿or;:",".;;;"rre deberíaÁá; il;i;j^;rra seguir. En,otro lugar el mismo \)flil.;;'pr;".e dejarlos pro_ darse cu(nra ie esro, al menos por implicació",;oñ;. reconoce ,no dc Ios más orrnde. pioUf.,"rr'.!"iJ""*ptorión que demo_ gráfica de ta pobüción h"Ag.d, a hacer atso at respeco (aquí obviamente \Wilsoí;";.."irii, no su moral cn la sociobi otogía; \üZilson, riillj."V"i"ei! ".á turrndo detalladamente sobre.esro y_ algunos otros punros
aunque su verdad esenciai puede ser comprendida fácilmente. Es muy cierto que lo que es, o es .>, tiene prima facie un aspecto de ser bueno. Por ejemplo, hablando en gene-
ral, la mayoría de nosotros intentaríamos prevenir el suicidio porque pensamos que la vida es una buena cosa. De forma similar, por tomar un ejemplo ligeramente más com-
prometido, cada vez mayor númeto de nosotros estamos llegando a pensar que no se debe forzar a los homosexuales para que cambien sus prefetencias sexuales, basándonos simplemente en que son de esa determinada forma. Sin embargo, está lejos de ser el caso de que lo que es o es natural, sea en sí mismo un bien absoluto. Muchos de nosotros, por ejemplo, pensaríamos que si alguien tuviese una enfermedad incu¡able o terriblemente dolorosa debería per¡¡itírsele terminar con su vida (o al menos drogarle para que se halle en un estado donde de lacto esté muerto). O tomando un ejemplo menos polémico, es <> para el virus de la viruela infectar a los humanos, pero nadie negaría que la innatural extinción que ahora se encara con el virus es algo realmente bueno. En resumen, tenemos algunas fuerzas no genéticas sobrc nuestro destino, y lo que se ha desarrollado no es necesariamente un bien en sí mismo. Por consiguiente, incluso si Ia sociobiología humana es válida, e incluso si incorpora aspectos de la ideología occidental, no se sigue que uno esté por ello obligado apoyar esa ideología occidental como una guía de valoración^ moral para la acción futura. Esta conclusión requiere suposiciones adicionales: o que no tenemos conuol sobre nuestro destino genético o que lo que es, es
por tanto bueno. Sin embargo, debo confesar que, como admití antes, en ocasiones los sociobiólogos (ar.rnque no la sociobiología) l.ran hecho esas suposiciones. Así, por ejemplo, en un determinado momento, rüTilson aboga por <, afirmando que la sociobiología muesua que <(no se puede aplicar un único conjunto de normas morales a todas las poblaciones humanas, sin tener-tp-cllenta todas las clases de sexo-edad que ha,v denro de cada población> (\üilson, 1975a, pág. 564). Pero, hablando sencillamente, Slilson está equivocaclo: la sociobiología no muestra
en el capítulo final de cste-libro. (Dicño sea.de piS., .l fr"tlir"rn* -l"r buscado sis_ -r".i.'Ui¿logos, ;emáticamenre los nrejuició, d. podría_ iara acusarlos ¿. .nti-..Ior¡.isrno, porque .T,lt" Tllr:, :otivos .uos no trenen en cuenta a los que se oponen a la limitación del crecimiento a. h poLiu.'l¿"."ir"i5]'q"izá, los cíti_ cos..de la izquierda n" .oni¡¿"r"í-r'," pr"]ir¡.ío el ser anti_ católico. )
. , Vayamos ahora
al tercer y ,último punto que quiero csta_ blecer conra el argumento"de Sahliil'^,{ui ,i Io quc yo he argumenrado fuese_.admitido,, todavía pul.l. p"nrorse que políticamente habland, '
ii
orioiffi
b;ffi;ü* j f.
ff:;
;1,":o ; J, n';'"l*rffi que 5e descubre cue ds.hssh", f"í á"¡...Jt on fíri.r,n.nt" más débite.s que lás t.-s..r'l;'o; ff,;d".;os hacer "
nada para cambiar esta diferenc¡o. ío 'J¡r.r.níil-io lrnpri.r en sí mismd una afirmación no-rmariva d.l-;;9 ono deberí, per_ a las, mujeres ocupar ¡ilirse armadas>,. ,puestos de combate cn las tuerzas por otro ladt. ri-selrtu'üI..i.r.., .1".umente limitaciones sobre. lo que'l;;;r,";.. pueden o no hacer, no podrían. oo. hacer. todas "i*pio.'.;;".;;i.r'te f ísicas que' lor' ilr,nr5.r'i"i¿ados machos, "ororrori' nacemos, y entonces acaso, llegasen a influi¡lu"rr.r. posicio_ nes normarivas. ;por qué íniistir .n iu-.1..r.i,;n rre tr.oas de combate femeiinn*
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de tiemoo 1, dinero podemos obrener. tropas más eficace.. cle varonÁ? De forrna anáIosa.
v uoluienái';'il".;:;;;;rogía,
una biología social áe lo,
huÁr*r";,;ñ;;;:,,
atrnr¡ue
t.tc la icft.n_ logía occidentat de derecha,. ;9 "ñ,'li"i¿*i.,] ;;;;;:'J; ¡,foildebamos aceprar tur ta.ir.lir, ;; ¿*j;; cierramenre, ::-'_g:: por conve¡tjr termrnará a mucha [.ír" nrUr",rl ii;;i;;;;:
Sería ingenuo pensar de otra manera. uad,a Ia que ),o creo es la fuerza
obvia a csta
contra_
128 129
l
l
(,j(rtamente, estoy sienckr alÚuisrrr cn
obieción, cs para mi posición claramente inrportante ser c¿paz
una fornra i]or una concepción ext¡crnadarnente cínica de no acirniticla los hr.;;;:. corno puede ser una ideología ;;;;".;^;..1 í,,¡ririi)i,I,,"'iii \'. ¿r rodos los se¡es hrr-'üno.'-;;;;iurji, por^
de mostrat que la sociobiología, de hecho, no describe
una imagen de los humanos como individuos egoístas. agresivos, que funcionan me¡'or como grupo solamente cuando sus int€-
un interés es.ísra consciente, que cstaría ,p.yr"j."fu uno encuenrrc.causas inéon..i".ri".concepción. No dctrás las :rtr.iores humanas. ..r¿n lr.. ,i..i.;;;;;;;r'genuinas o de nrenos .'ien:rs de encomio f ¿" .on.'l.i;;" "'""" " cstoy trarando Vurza et punto qu-e de estableccr pueda
reses personales están admitidos con total libertad en Lrna sociedad de libre mercado, sin estar restringidos por ningún
lic)rclLrc
control delimitador, conro puede ser el Estado. Yo creo, gue, dc hecho, prrede mostrarse que la sociobíología no describe semejante imagen; aunque, como ya dije, a veces sea necesario salvar a la sociobiología de los sociobiólogos.
c()mprenderse más claranrent,-,
Pero sobre esto trataremos más tarde. Primero apliquemos
nesa
el caso a la sociobiología. La sociobiología, incluso la aplicada a los humanos, es esencialmente trna teoría acerca de los efectos causales de los genes. Lo que se ha afirmado es que los genes dan lugar a características comportamentales, características qrre maximizarán las posibilidades de los genes de estar representados cn proporciones mayores en generaciones sucesir,¿ts. Esenciai en la teoría es la noción de selección individr¡al. que implica que sólo se preservarán en las poblaciones aquellos genes que causen copias de sí misnros para perpetuarse; es decir, no necesariamente copias de cualquiera de
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,j; ;,;ñ;.,Ers. pala.bras' genes o "n no genes, c:xisdetrás de J ":i:t ..,, .,cr u v ñ ;; ;;; ;',l ;: ";:'" " :,,.mnk: ü : l" :1, il:l:":: nuestras i."ngan causas no ;l:JH]:t':fi.;;;"f:u,'" ^"ion.i \.,:( es desinrereiado. Jj'1,^1]9:ll:l quc, c: 'gni't, i-;l;ü; *:.i".': n: i::én::" ll i: :i:{: -ié7ñ"i'" tf;i: "i ryi: Yuet lraccm()s "i: F: lSobre cslc rcn
camente los califica, <>. Aunque esto. desde luego. es una metáfora. Los genes no son realmente egoístas, aunque
t30
e x is
rcse lo siguiente: to.lo. nosorroJ
los genes de las poblaciones de indivíduos del pozo de genes.
sin ningún ¡rensamiento consciente de recompensa los sociobiólogos admiten de forma bastante explícita la-v posibiIidad cle esto-, entonces estov siendo gentrinanrerrte altrtrista.
que
r'¿ílidr¡ tanto si uno cree q.," t* c()mo un control mínimo sob¡e
En este sentido, los genes son, como Dawkins (1976) gráfipueda ser conveniente o llamativo hablar de esta manera. Son los seres humanos los que son egoístas o no (y quizá algunos de los animales más evolucionados). Ciertamente, está adrritido por la sociobiología que los genes pueden clar lugar al egoísnro, a la hipoc|esía, o a otfos rasgos desagradables de comportamiento; pero entonces, de nuevo, corno ya henros visto, los eenes pueden muy bien dar lugar a comportamientos altruistas. Además, es seguramente una equivocación conceptual decir que porque el alruismo humano es función de los genes (digamos llevado a cabo a tavés de la selección familiar) es cualquier cosa menos genuino altruismo: e I ala cle recha de la ideología occidental mantiene qlte no lrav altruismo
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de los genes ti"n"n tugo.";r#;;:il ..j:::",..1,:. rÍ rr.rsras enre los humanos: "nr," frr,.liol.ll u- "n,r" n., fn_ causa
13i
lt miliares. IVIás aún, pcrtcnccc a la csencia dc la sociobiolc,gí:r que el comportamiento altruista se efectúe frecuentenrente, por no decir generalnrentc. sin ninguna iclerr de recompcns¿. Esto se halla en flagrantc cont¡adicción con la icleología c¡ue Sahlins ve cnrparcntacla corr los sociobiólogos. Sin cmbargo, resta una observaciírn final: debo confesar qire s
La evolución cle Ia sociedad f ija e I paradigma darwiniano en su forma m¿ís individualista. Nada en ella exige st'r' cxplicado dc otra forma. La economía de la naturaieza cs competitiva del principio al fin. Se comprende r¡uc la cconomia, su funcionamiento y las razones subvaccntcs dc los fenónrenos sociales son er,'idcntes. Son los nrctlios por los quc un organisrno gana algur-ra venraja en dctrime nto tie otro. Una vez que el sentimentalismo ha
sido deiado a un lado, ninguna indicación de caridad genrrina mejora nuestra visión de la sociedad. Lo que pasa por cooperacirin rcsr¡lta scr Llna mezcla de oportunismo .v cxplotación. Los inrpulsos quc llevan a un animal a s¿crificarse pol otro viencn a tener su l'azón última en ganat vcntaja sobre un terccro; -v actos realizados
nativ¿.
st:
solrete al vug,r de Ia se rvidumbre comunal. Ia oportunidatl de actuar en su propio
I)ada, cnrpero,
tcrés, nada cxcc'¡rt
la
n
Ils irrnt.rlrrblc tluc Glrisclin t'stií ¡rrccisanrcnte cor.l.lcticn.ii.r t'<¡r:ir ocacitir.r colrcc¡'rtual cn l,r c¡trc vo rrfil'mo que tlopicrir
l¿r.l-ítjt,r rlt'Sahlins. Srilo cr-r c'l sc'nticlo nretafórico rnás cngrriicso .¡rcor.tranros lripírclit,is bajo la picl rlc los eltrtrisrrs f)ccir ,:,rt irlq'¡is¡ cs rt¡ hip
rlrucsre de una forma está
planean
rt,rd, esraba.exptótando
;;;;'.iTi i,ir.¡. uriah Heen r",' ¿".p*.ir,ÉÉHffi ,'üJ vi.mield y pro_ il;;; .'.'"i,r :s cu: ra.hipo;:lXliffi'i"3i1,1.19."' seEIaplican a individuos' t-ot g"ñ., no pucden ,., h;oll3.o' "profesand-o I rc un hipócrita oorque,"';;;; ,t:rd estaba exptoiando ,;a;;;;;;." r
,iJ;;;;;;i"iJ"iTli?.n0.'?*"r"?.,'.::l:?j::'i.;i:t: t:rs clases postutadas
p;;
l.;- ,il;Biáil*J_ ésta no hace . rle,osorros unos hipocrit"rrul.,i¿"nJáI""' rooo to que puedo alegar aquí es que la sociobiología no cs porque uts:;;o;-;;.;bH;ó nayan pensado (tuc ^condenabte sus reorías orueban más d. lo realidad hacen. Si hubiéranros de form.ular.un juicio q;;i; ,ár-¿rr., entonces dado ,¡rre a roda sran realizac¡¿" l;."iiiir-'rl"i" l.,un auibuido irnplicaciones"fantásticas y .l.rtifi; l. toclo género .-n
;;'.e;;;.5";:j:i. .i,.".'ii? la
ralidad de lá ciencia: cierrarnenre. ,
casi roralidad de cicncia que excede lm b.r* á.r..üriür'i¡.rponicndo, desdela luego, que hava alsuna cjencia Ulii.r'qr."r¿a descriptival). Habiendo vá corñolerado ,ri ,1r.., y",llriJ,, punro conrra concruyo d.-, p;; í;, ;;;;;¿ ,llT::: !,11,or...", sahrins sc equlvoca al encont conexión entre la ideología áe
¿.r.Éür"i ü ;;;'ii:i^u¡a
j
.rg,,no.-*'.io;,.iü:"fjl:i1.:,,á.lrT!.,"":.X,ff más, ideolóei.r."ñt" r,rU*áo,"¿É-L';tiJ? *.,d;ril":; realidad hace. sin embargo, ,n¿, 3.,:"r], ..nái¡,,*'iul"iri"eu. considerar antes de que havamos rerminado ,lürr.ion", de quc cn algunos asp.ótos l, ,o"iobiolojá'J "án.L-,r*l;i o moralmente
ofensrva, v antes de oue poar_o.de diferente rioo. Au,i,dail;ü; ániirü.'."" acusaciones se admitiese todo lo argumenrado hasra ahora,ü;::ff,0:.,oodrí, üdavía p.nrurr" rr1 aspecto.impotanre l, .o.i;-ü;l;íÍ :l imptica creen_ ^11¡ reaccronarias. clas Es .n lo.qg. se refie¡e Z- .i..,o, sectores oprimidos de nuesrra ,o.i"dáJ. ciobiología ensalza casi como l;;"d;';f;Á;se que la so_ .un .ideal ,nr"llur. parricular dc seres humanos. a saber, lo de ü, lü":;r, machos y hererosexuales. v. Dor tanto. al ,";;";;.plí.1;;mente,
des.favorablemenre
'al
.e.ro
d. i.;';#tir;;
hatlan firera de este modeto.
juzga
b""".r"'n.¿;: :X":i*;lrr.r";:
lr, sociobiotogía infravalora l9:, o,ro, no nrancos). :r las hembras v ^'i;; ;;;;;; iu u o,rn. a los h.,;;r;;,i;J:r.'En ou_
|
)t
t"
sociobiología rcbaja a muchos seres humanos una forma moralmente ofensiva. iab¡as,
la
de
Tengo poco más que añadir a lo que ya se ha dicho la cuestión de los grupos sociales. No creo que la sociobiología o los sociobiólogos impliquen o pretendan implicar que un grupo de gente sea inferior, moral o biológicamente, a cualquier otro grupo. Ven diferencias entre los grupos; pero ¿quién no las ve? Esto nos lleva a la cuestión de las mujeres y los homosexuales (grupos no mutuamente excluyentes). Cambiando este orden trataré primero el tema menos complicado de las explicaciones sociobiológicas de la
! I
lismo) gue se da en¡re ratn- L^:,.nu.iri.ulü'n;"; ilJ^"tit .ratas .bajo condrcrones cle ex¡renra r.no, t un'lnir"rtl1; rncrdentalmente la atención ;-aciai;#
I
sobre
homosexualidad humana. Y después volveré sobre el asunto, algo más complicado, de la sociobiología (y los sociobiólogos) v las mujeres.
"l Sr.p. i.'ur
.
ExplrcRcroivEs socroBror-ócrc¡s sosne LA H OMOSEXUALIDAD
de \a Sociobiología de Slilson puede inclinarnos a pensar que así lo hace. No solamente se presta una mayor atención a los acoplamientos heterosexuales, sino que más de una vez, la homosexualidad es agrupada con otras <> del comportamiento, tales como el canibalismo (por ejemplo, \X/ilson, 1975a, pág.255). No estoy seguro de que ni siquiera Anita Bryant quisiera hacer semejante evaluación. Pero ¿es que, con estas consideracíones, vemos a la sociobiología en sus auténticos colores? Realmente, así tiene tintes de ideología de derechas. Una vez más debo comenzar deseando que se hubiese mostrado por parte de los sociobiólogos una mayor sensibi que al menos las verdalidad en asuntos como éstos -y hubiesen sido expuestas deras intenciones de los escritores más obviamente-, porque creo que está claro que, de hecho, janás se ha pretendido efectuar tales condenas implícitas.
la
sociobiología
y
los
sociobiólogos trazan un cuadro de la homosexualidad que está leios de ser crítico. Pata empezar, notemos que el contexto en que \Wilson
incluye la homosexualidad enre las anormalidades implica, en realidad, situaciones extrañas, por no decir <. Así, por ejemplo, habla de la homosexualidad (v el caniba1J1
juicio. de
la ,norn.,riiáli'-i.
,,]r1.1_.rr t tromosexualidad. Dresumihle-.-,"' *' i" I I'':.ff' Jff :fi :?H".'; ;:trJ*.,:,,,.J,X' ::' .,1:l' :; :"' "';ff.,,.ui..ni" ,n*,ui, ig,;i' r* ;::::;rT¿,y",..,"manera a los nomosexuales a acl r't'"'o"i"ilit;:'!' condiciones .*,."-r'^'11 i:{,iftl ff il: l,:,.:llffi :Til'.,: e ). La norm ida] : :" "
Lo que
tenemos,
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j":',T; ::":f; f ";ün;1"':"41;'."Ti::T:?,li,iiTT"' afirqra.ciín mo¡al. desearía qr;'Vil;;'t'c¡. uno rearmenre eso es algo gu. tod..lubtese dejado claro €st€ punto' pero ' ttta poi-iátt''tu I)e cualquier ,nod,'uít i1.:, i, ;;¿;;, ;;:;.,",1,,J.."11fi :x1:. ..;1 "f , : a dea, n e_ fl
¿Prima la sociobíología al ser hetcrosexual y desprccia a los homosexuales? Debe admiti¡se que una lectura rápida
Verdaderamente, en ciertos aspectos,
tales como los
¡,[iírrft'r?:y,'rq#;itr#t*,:-'.*jt . >..., n....rr]r,i.niJi
::¡^.:on vator gcneral sobre
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s)r¡nllares'
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o,r. ;-^-ll.,l'fiu-¡¡[¡rrus,maS
I lntport¿rntes,
::::l;;¿;;;"s;'lTii{'i:"5X;1,:,.:H*i::,{i: ü,:ii:{:i",:'J,;x,i, ::'Ti;;;'::#ii.,o" n. o.;," :l|f; :,:i.::Ti.li. ji$n:,,r;á;;;i.'.::,'J#':?.J:i o
,n, p..dirpo=.la ""'"':' I T?i:)' i E' .; ü muestran
.nomosexualidad- lot
*..sr'ü,
f ¡:' ¿"'ilí'l,¿¡"s i:;, I :tnariz $'1r:*ru::ti:j[lT de ra, y dando iiliii?*;:.'j.'?;1":: SlÉn.r, ,rnio j; #;:rroo. La cuesrión es I d.e Ios
iudíos no son':i:''jJ;';;;;'i'"t'H?""#" pseudo-problenra_s; sitan explicacl;: i:';:tt.que no
":::; necel. qu. uno-..,á'o.á""!3-t-otra parte, prétcnder dá;..i; ;;;;"h;;;;;:-: ya estén bur;;;r";;';tando sus propios o*i,i.i;; raza o en la orieniacíón Ahora ,¿;,";"*;: sexual. reconozco que algunas esrarán d" ;;;";ü.T"; personas no en este la analogía;;;;".i";]:Igo no acepto que .punio' ¿.iiu*;;""n''oj111no de .natiz de los ;rái5."rü.1! ".,ou ...J"k"J:ilT:ü,^qtril:d;,.r.."T¡1#?f.11 É*'...#if ".1 .l compo.trmi.;; il;::ito nada moralmente "r.".i"i, m' n d o' i.re,¡ i te;;;;, #:, :;.i I I l,,i,T,? il.l rH: :1, ",il,,ri,
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L))
l"
que caería i*,': hacia esta clase de comportamiento ho-mosexual,bajo o no; serta fuese l.ü.i;';.;i;i el q"e-akcíatía en la meque le ^iili"" a uno única-mente
un asunto ton,u-lgyrt:n como comdil^":;";"J-.st'''uiera -relacionado significa qYt no. esto nañeto sexual. Sin embargo' "fettót"no biológicamente li.l: rnterettn ""il'.;tilá;''.,o'- "u si no derecho' él tengan ; -ó"ir'''o. lo, ,o.io¡l¿'to;;; #i::fi;; para un capítulo la oblieación, a. inr".,,u.".ifii."rlá. sociobiolo#,;íifil á' i"álidezveráeunla caso prlma iL:',:".r'#ü'¡ü;i¿; podemos eía humana, pero lncluso ahora human¿; tt ia ho-ose*t'alidad i*i'"ri'n l'ér* .r ""'iaio está realmente en lo cierto v exrste' :ii; ;;il.;álo.ionittu enpor tanto, un gran P;;i; a la eficacia rep'roductiva'
Así cont"J;;; que debe ser explicado'los sociohumana áit."tiii it l'áÁ--*'."ttldad
ionces hav aquí algo
¿;¿ ,i 0t",1:i:t:J¡'.Ti""fi
:*r"
?lt":?I;ifi iógi.od'rahomosexuaridad se proponen ües me-
heiho' humana, encontramos oue' de v ningúno de ellos da canismos para esa o""Jü'¡oi"t"*u'i De hecho' en rrna visión desfavorable
homosexuales', ?l-iot-pt"á"
p"'" i"4yl t"t r^ tiJ"ti' -::{1 conüarto'' todo.lo es .oto en afirmacion", ,ror-"iiuu., "f homosexualidad puede ser U h, Primero, ,. la
medida en que
"'gttido-!"t ;;;"á;"i heterocigoto; al reproducirse frnción de la superior 'h.tt'o'Jtuules' los homosexuales son por esta il;;;
q".-il
razónbiológicamente*"no,,op,o,.peroesto.unresultado moc i' il;;"J"'d ad pose ídos hopor :Í::. ;'#:';;;;;ü J;'i;;6túi;;; el l"-póbt"iones I
eóticamente, -ut,'"nt'"i que"nposeen-un gen de tipo Éecho de que los heterocigiotos (ósto es' son biológicamente ,"ptoaut"l-más ,. i;;;;"1' gen de tipo honingún sin ñ;''c-';
H:?;;i;;i'; eñ o,tr"as palabras' la mosexual (\íilson, P;;:;"'';;;'"-5ijl' se da con los genes que la :i;;il;;;t"l;¡; "''íi'oiü'""
-t'""d"digoquelacie¡cia.
posición inicial para argume'-
a
attr-
conducen directamente H'l,]i irl ,t"irrí,.ion"t"titniirit"t decir es que las creentü'il Már ;ue morales. maciónes -quiero forma en oue uno prensa la én influit :i;.'^"Ji;tiñ;';;;; a cabo' Podría c¡ue las creencias ,nt"ü'J'ittitn^ltt-lilu"¿us. realizar la acdebería qle uno. fn"ür'á. iusri{icar mi creencra ouc A lleva muestra ciencia. 1; ción A meior qut r" ol iát;;t füerza moral la t"teo' á*dt P^tt;' a una mavor felicidad ;;t""Ii: si-no de la predomiclc mi creenci" no p'ol'iJní d"-lá' t¡t"t¡"' srr ielicidad' ;;.,''1";;;i;;""itl"t ¿t''ili! ,no'"r creencia nante
de las células falciformes de la anenia en las
poblaciones
negras de África. Pero esta explicación es despreciativa para los homosexuales sólo si uno directamente iguala lo que es biológicamente apto con lo que es moralmente superior.
Y esto en sí mismo requiere un paso no dado por la sociobiología; la sociobiología simplemente hace propuestas acerca de cómo son las cosas. Además, da la impresión de que las inferencias morales que se seguirían del hecho de que los sociobiólogos contemplen el fenómeno del heterocigoto equilibrado de la homosexualidad, le servirían más bien
de aliento
(al
menos
no de
desaliento). Esto es,
dadas
sus posiciones morales, los sociobiólogos estarían más incli nados a dejar a un lado tal fenómeno que a intentar cambiarlo; esta actitud proviene simplemente del miedo de los sociobiólogos a que la explosión demográfica vaya a arrui-
narnos
a todos (Alexander,1971; S7ilson,1975b). Por a los ojos de la sociobiología y los sociobió-
consiguiente,
logos, Ia conveniencia s66l¿l en este caso como -s¡¿sndida resistencia a aumentar el crecimiento de la población- puede oponerse a 7a capacidad biológica. No existe, por tanto, en este punto, condena de la homosexualidad. Los mecanismos sociobiológicos segundo y tercero sugeridos pard'la homosexualidad son parecidos. Por una parte, se sugiere que la homosexualidad puede ser función de la
selección familiar (rüilson, 1975
a, pág. 555). Los
genes
que causan la homosexualidad son seleccionados porque liberan al portador de responsabilidades de cuidado de niños, abriendo de este modo oportunidades para el comportamiento alffuista hacia la familia (esto es, hacia aquéllos que comparten unos mismos genes). Por otra parte, se sugiere que la homosexualidad puede ser función de la manipulación paterna; el caso de los padres que (quizá sin saberlo) manipulan a alguno de sus hijos orientándolo hacia un comportamiento homosexual, paru que este hijo pueda servir altruistamente de ayuda a la reproducción de otros descendientes de los padres (Trivers, 1974). En ambos casos, parecería que las actuales pautas de comportamiento
público de los homosexuales comprenden compbrtamientos
altruistas hacia otros, y cualquiera que sea la causa y puesto
que generalmente - alabamos
el alffuismo, los
homosexuales
merecerán alabanza."Así pues, una luz completamente nueva y favorable es arrojada sobre la homosexualidad. Cierta-
mente, igual que antes,
no existe condena de \a
homose-
xualidad.
t37 136
menos peligroso,
lo siguiente .sobrc la socioqut hov condena o poi alguna deaborrece la homosexuat;;"ilitilt"^"r'ttJtro u"q como--una.transgresión del terminada razón. Algun* l^ iiUtt albedrío; otros la ven código moral v u".ttatia''o*¿ti pucdc ex-
Finalmente' pern'rítasemc decir I-' g"nít biología y la h.mosex";ii;J
una enfermedad'
clase de
I i¿ibie ndo
la
cuesticin
de la sociobiología y l:r a la cuestión de ltr
;;';J'gttunadamcnte'
i:t.*.;;;;xuales)'
5.5.
qu"'la la sociobiología está 'lit";;t" t;Úi"nJu tnoral' Por conla"voluntad ¡" ii; f homosexua'l no es un Después la u t'n ,lisera' siguiente. no debería ;;';"tt";^ homosexualila rle todo, las mtsmas d;J;;;;'-:;;J";^" lot li99.t to" el síndrome dad no tienden " n''""o''ütli'i u quizá llegasen a estar memr-ry'brillarrtes; ser no por de Down En lo que se t.t"Áosexuales tot ti nos dispuesto, u dt'p"Jiut que la inclinación
gttp"''l;";"ciobiología
es'itJttii"t'' Por
H ,il ;'i;:;-'h'*';,.;;i;
¿Es srxrsre r-Á socroBroLocíA? LAS AcusACr()NF:s MENORES
Los críticos de Boston arguyen vigorosamente que la so ciobiología, en lenguaje y en teoría, menosprecia injustamen te a las mujeres:
manos y en otros animales. El mensaje sexista es llevado rr cabo en el libro de formas implícitas y sutiles> (Allen et al., 1977, pág.11). Los críticos alegan que rü/ilson y otros s()-
sugicre'
tañto'' no deberíamos ios por el hecho
ciobiólogos muest¡an su sexismo porque se refieren
;;;íT lll;1,:;;i;,ie"'i¿'¿ Si hay algo cierto de que se hallen tnt'"''ño*"ttxualcs' gente nuestrt.rs^hi
a
1os
humanos como < o <
los que vttelven a la
homosexual.
tanto' sugiero quc la En cualquiera de ambos casos' Por a la c-lase i:^-t:"' sociobiología pt-"a" 'li"t"''""i']" ".,ütt"t hacer dos Dreclslones' homosexuales. aunquc convendría dicicntlo cn 9y: no tttu'' Primero, debo volver a insistir af irhan sobre l" que ;;'"i;;''otiouietogot punto en este cierto'.Lb que 'ahora estoy át-n"trto' il' rt'"."ti-"tiidáá 'ea' su verdad y'considerar cÓmo haciendo es dar poruupu"ttu consi-omles" Más tarde afirencaiaria.on n""t"ui"itt"*i^ estov no segundo' :Hi:'; .;;,;; á'"'"^"'¿""i^' t"" ..'t' tial como el síndrome mando que l' ho'nose*it]ttüuJ antes' sean genéticos o no' de Down. Para mí' totu tugttí
machos.
En un primer nivel, diré que enclrentro muy difícil tomrrr en serio alguna de estab críticas; en realidad, no se están refiriendo a nada que una rutina editorial no pudiera rectificrrr rápidamente. Tomemos, por ejenrplo, el uso de .,hombre> o > [ nankind ] . Hasta hace poco éste era el tér' mino usual para referirse a Ios seres humanos, y era usado fclizmente tanto por los machos como por las hembras. La vcrdad es que nadie pretendía menospreciar a las mujeres al usarlo, ni las mujeres se sentían menospreciadas cuando er¿r
¿"ior' ho;1ur"*,]u1"r son algo parecido tenerloso¡o.tut'ont'ynoazules(o-másprecisamente' hembra' Particularmente me como lo es el ser tn"tfto'y no en lugar de azules' trae sin cuidado tener los o¡ot -u"onts pero no veo heterosexual; y Estov conforme con ser -uáho cosa ni otra no una ni sea no que :"# ;;'i; qt" 'lg"i"" con lo. que es)"Lo que oueda estar perfectamente conforme condenan la homoseque ;quéllos :;# 'f';;J;; "' ;;; r"ir' -J'"r poaii"n estar menos dispues:l;id;";; "t conociclas' Por lo tos a hacerlo "i 'llu'-^ tuu'át fueran n q.'" la vicran como algo demás, si se los p"d;t;;";;;áit
considero que los
tratado
buscrrrle tod,:
homosexualidad, pasemos de inmediato sociobiología y las mrrjeres.
como dc proeiempl,' ;ilá"...l"',";;;';;;; hiiil"ip;; ,"^ué' primer grupt't' -" al reficre sc qut tt'' Én
refiere al segunclo homosexualidad no
no se afanarían tanto cn
<.
a
*
Como sucede con las palabras castellanas < y o género humano los ingleses utilizan mankind, palabra compuesta que contiene el vocablo nan, y no aomankind (de uoman, >). [N. del T.] bres>>,
119 118
tr
I
7 usado. Hoy, el asunto está en debate. A algunas Personas no les gusta este uso; otras no lo consideran tan ofensivo y a menudo aborrecen las nuevas palabras compuestas, horribles, como chair-person ". Pero aunque la cuestión podría resolverse por sí misma, todavia no ha sido resuelta. No hay
duda de que > se halla todavía a la par con
<(negro>>
En otras palabras, de momento es difícil ofenderse demasiado por el uso que los sociobiólogos hacen de tétminos tales como <> o, análogamente, con el uso de <<él> y <> como pronombres universales. De hecho, encuentro que el mismo Lewontin no era tan sensible al tema, porque no tuvo repafos en referirse a los evolucionistas como <(él>> (Lewontin, L96t, pág.288), y en 1974, justo un año antes de que se publicase Sociobiología se refería felizmente al bono sapienr como <> (Lewontin, 1974, pág. 261). Y en todo caso, esta cltica diflcilmente llega al corazón de la sociobiología, porque uno puede fácilmente alterar el len-
o
<>.
guaJe.
La crítica de las ilustraciones de la obra Sociobiología me sorprende lo mismo que la antetior, y al igual que ésta es fácilmente contestable. De hecho, no todas las figuras ---que, incidentalmente, han sido realizadas por una mujer- ponen al macho en el centro en una forma prominente; y si lo hicieran diflcilmente afectaría¡ al conzón del progtama sociobiológico ni lo tacharían de irredimiblemente sexista. Una crítica algo más seria, pero, sin embargo, en mi opinión errónea y maliciosa, si la consideramos en su auténtica dimensión, es la acusación de los críticos de que las metáforas de los sociobiólogos tienen <> (Allen e¡ al., L977, pág. 11). Así, por ejemplo, \lilson y otros sociobiólogos son explícitamente criticados por hablar del despliegue de galanteo como posición entre <>
y >. Tal forma de ex-
poner los hechos es considerada degradante para las mujeres, como también lo es la afirmación de que el sexo corteiado desarrollará la <.
En orden a enjuiciar el valor de esta crítica, pern.ritámonos citar el pasaje pertinente de '$7ilson, que escribe lo siguiente:
Las ostentaciones puramente epigámicas pueden consideta¡se como un enfrentamiento entre el arte de vender
*
Para eludir las connotaciones masculinas de
().
IN. del T.]
<>
y la resistencia del conrprador. El scxo quc correja, or_ dínariamente el masculino, planea invertir un esfuerzo re_ productivo menor en la descenclencia. Lo que ofrece a la
.
hembra es la evidencia de que .. u*trnlnr. fisiológicamente eficaz. pero esta garantía "";;; sóro; consiste en una breve ejecución, por lo qué existen fu..t., pi.siones selectivas en los lndividuós .*o, .fi...., i* presenta¡ una fals¿ imagen. El sexo cortejado, no.rnulÁ.* tr, el femenino, hallar¿í mu1, ventajoso dirtl.rgui. .i ténticamente eficaz de| que sólo tá-pi"t.na.. "u_ En consecuencia, hab¡á una fuene tendencia áel sexo cortejado a desar¡ollat timidez. O sea, las ..rp*u, serán dudosas y cautas de forma que provoquen más ostentaciones y ha_ gen más fácil una correcra discriminación.
Ahora bien, tan .pronto se deja uno de obsesiones adver_ rrra que las acnsaciones _de los críticos no tienen base; es ntás, son una auténtica distorsión. primero, está muv claro rlue no siempre es el macho el que u.n.l.' y-iu ñ"";U_-lá t¡ue es tímida. La diferencia atañc al ,nayor ,j nl.,lo, estucr_ zo reproducrivo. De hecho, en lo, pe..'r, dánd" fre..,.ni"_ Incnre, cs, el macho quien cuida . loi ;óu.n.r, él es el tími_ .l:-y,#, hembra la que rcaliza la venta. Segundo, cs obvio (lr¡e \{/llson está usando rnet¿íforas. N,¡die ei'tá, ."aúáua, comprando o vendiend_o algo (no h"y monedas "n que tle mano)- Lo.que \Wilson'está,.rá¿."j"-tacer cambien es descri_ srtuacrón parecida a la de la venta que se da en .l 11:-:,1, corre,o.
rero' al menos _en este sentido, sus metáforas son tiene que que su men_ Fl quey corteja :ll,:ti*t convincentemcnre;"o"r"gui. esto- es inálogo a la :.1,t_..^"yll-t?da vcnra (esta es
lustamenre la- función de las salas ¿i .rfri_ bición de los distribuidores de .".f,"r1. ii éue es cortejado mirar por sus propios intereses y'ro d.¡u.."-lonl :1:l-: ,q"" (lurstar por un zalamero- inadecuado; esto sino also ¿qué'es muy parecido a la timide:',? T.rcero, ;r';;;;rird. cir que las metáforas utilizadas ; ü á;r;;,p¿n H;rl? general el papel superior ¿.1 rnr.to, *ulJo'"r,uro, es_
laplec¡n que ,r,rrnrendo es el sexo masculino .t q". !.n..rñ;;;;p; rnenos esfuerzo en la crianza_de lu d";;"¡;;;ia. La hembra l¡,rce todo el trabaio du¡o. Fl -;.h;";i;;;'ho.., po.o o nada, y oculta sus deficiencias en el cóntrato. seguramente t's significativo, dado el desprecio qr"-i.r-"."aémícos rentlemos a sentir hacia los.que traba¡ril a ;;_;;;r, que rVil_ s.n haya usado la expresión.,"t u.í.-¿J;#;r, y es segu-
t40 141
r
r¿mentc paradójico que, cu su deseo por satirizarle, Ios c¡i ticos de Vilson lc hayan malentendido al conchrir quc intentabzr hacer t¡n clogio usando tai término.
En un primer nivel, por tanto, que admito es super-
ficial, no encl¡entro nada en Ia sociobiología que justifique la acusación dc ; aunque, antes de continuar, debo confesar qlre en este nivel (como parece ser a menudo el caso) los sociobiólogos mismos no han sido siempre tan cuidadosos como debieran haber sido. Así, por ejemplo, aunqlre
ni
siquiera haya sido registrado por los críticos, hay al
rne-
nos una ocasión en la quc el propio Vilson se aproxima peiigrosamente al desprecio a las mujeres. En un popular artículo. Vilson (1975b) ha sugerido que mienras que los hombres tienen mavor capacidad matemática, las mujeres pueden tener nlayor capacidad verbal. Ahora bien, obviamentc no
hay nada particularmente sexista en una afirmación como ésta, aunque desde luego el que sea verdad es otra cuestión.
Pe¡o cntonces Wilson continúa a¡gumentando c¡ue esta di{erencia entre los sexos puede llevar a los hombres a tomar un rol social más, importante que el de las mujeres. Desde luego, a nlenos que uno asuma que el ser dominante es mejor, e-.to, de nuevo, no es sexista; pero dado el hecho de que el mismo Vilson no ofrece en absoluto evidencia de por cltré sus p¡emisas deberían llevar a esta conclusión. y dado tanrbién el hecho de c¡ue sus premisas no implican obvi¿mente esta conclusión. uno empieza a tener la sensación de quc \X/ilson personalmente <¡uiere llegar a ella. ¿Pudiera
ser que \lfilson quisiera inrplicar que la dominación del macl¡o cs naturnl. y no el resultado de algunas intrigas maquiavélicas conscientes fraguadas por los hombres, y que,
por tanto, hay aquí, prirna lacie, base suficiente para sostener que es bueno? Quizá estoy viendo demasiadas cosas en \üTilson sobre este punto; sensibilizado por las acusaciones de los críticos, veo scxismo donde no existe. Ciertamente, daré evidencias que muesnan que Vilson no siempre caracteriza urrjor a los machos y que, obviamente, el error de Vilson,.si es que lo hay, no.desauto¡iza irrevocablemente a la sociobiología como tal. La sociobiología en este caso no implica, en rcalidacl, que las mu jeres sean inferiores. Sin embargo, confieso que, en este punto particular, no encuentro que \lilson sea todo lo consciente que debiera del status de la mujer.
r42
5.6.
¿Es srxtsre LA socr()llrot-or;í..r? L.,r ,rcus¡crór.¡ MAyoR
A los críticos
más severos se lcs habrá agotado la pacien_
cia.. Deliberadamente, hasta ahora,
h.
u..niá., confinando la
presente discusión del sexismo a un nivel muy superficial, se me podría objerar que lo t¡ue hago con.Uó..,'i"rir_."'_v pasar por alto Ia cuestión. Olvidenros él l"ngur_ ::,..,:Í,,r,o olvldemos 1os posibles lapsos de lfilson, que no ,e,)' hicen nras que.rozar la superficie del asunto. El punro central es (luL' continuamente, en el más profundo niu.f .on..piunL, i, sociobiología desprecia a las heÁbras .n g"n"."l y , f'u. n .,¡._
res en parricular. Así, por,ejcmplo, p"ní._o, .í to qu. cen Trivers o Dawkini ,ob.. .i ,á-;. i;; análisis
de
ái_
las
relaciones sexuales comienza con.la t*;;; ini;iaJ-d;-q; las hembras poseen una desvenra,r, ;;;ü;;, que esrán lire_ ralmenre suietas a la cría. y .l un¿firir .".rir¡" con el rema oe ras mule¡es como se¡es desvalidos, que pugnan por com_ pensar su inicial desventaja,. ya sea atrapandio ál ."if-,. i..r_ mategia de felicidad domésricá>) o u"n¿i¿naor" rl _.io.'por_ tor-(<(esrraregia del super_macho>). U"; vez, Ias hem_ t;;; oras. (tas. muleres en particulaf) son ptesentadas en un se_ g::*^gTg, siempre trarando u;":;;;-,i,p"rr. sus des_ venta,as con respecto a los machos. Es más, al arro mano esto conduce a toda, clas_e de estereotipos "nsexistas; hrrlas mujeres son los animales domésticos, las ;;i;?;.". de niños; son los ejemplares ffiiuor, dominan_ res !:,1b.:r soDre las hembras, por naturaleza polígamos (poliginá), etcétera. Fn suma, la sociobiologf, a" ü,'.Eir.íon., .."u"1.,
¡.
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h;;"*
i
es en todo momento un chaurinisro ;r.ú;;. Aun a pesar de esta acusación, q"; ;r;;;"reria, sigo creer que la sociobiología pueda .i...". el veredicio "de sin sexrsmo. pero se debe admitir y clarificar una cosa. En la sociobiología de las reracion.r r""r.rul", .r .*i.d ra creencia las h.mbr^s sán-;"os"#;rr, en el senlalhos,¡ 9_l!-,o¡sljiegan estrategia, .e"uaie, difeientes. (Es :11: esre ^"-:^ senttdo de antagonismo soro el,que está implicado; I".go veremos más claramente que en el nivel del comportamien_
j::t^b:
3jr:hS:nrotógrcamenre ¡. hembras puedén ¡oop"* ;;il; y armoniosa_ hablando, machos y hembras son di_ Illji l rerentes y sus fines no son necesa¡iamente los mismos. No tiene. sentido t¡atar de evitar la ;;;;;i¿; áJ sexismo afirmando que los sociobiólogos, ..rt¡áuJ, nolui"r.n separar "n
l
r4) I
I
u los nrachos y las hernbras, porclu<: cl punto central de la que se sociobiología del st*o es qt'te és esto precisamente lo
Á¿.-at, u'l"qt" en el. casó.de los Ptt:'- ::: l"' que están (si lo están) en desventa¡a' en.tos nulos -u.hot de manos son üi l.-Utut las que se ocupan del. cuidado (si es)' lo dominado sfalus el Ios niños, las qu" constituyen proponen.
-
Étto Éuv que concedérselo a los críticos' Pero, ¿son toá'i t't" aseveraciones de la sociobiologir necesariamentesexistas?Yonocreoqueasísea.Elprestar atención a las diferencias entre machos y hembras no es en sí mismo algo sexista, ni lo es incluso el tomar ciertas tela
etcétera.
.t' t"u' diferencias' Por ejemplo: en olímpico no se consideta sexista atletismo .l natacióu y que las -lt¡...t v los hombres iompitan. separadamente' De Éecho, ,e fánt¡á".,tit probablementé se*ista que se Ies obligrr. u .o,-ni"iii itn,oJ' Los hombres y las mujeret to"--d.t: i.t"nr.t. Pór lo g,eneral . los hombrcs son rnás altos y más Sefuertes q". t"t -'uj.res,'y éste es un hecho de la vida' xismo es usar las áif..".,ci". entre hombres y mujeres .para extraer inferencias normativas no garantizadas' como- declr' por. ejemplo, que. porque los üombres t9" q?: grandes,.son mclorcsi ..to in.l,ve,'desde luego' señalar diferencias ficticiaá para extrael de- ellas tales inferencias normativas' En este punto, los críticos no dudarían en acusarme de susoluciones [|.¿J"t. -en
biotil o de .;;lt;' Ñadie negaría que existcn .diferenci¿s tamlógicas entre los machos y. las. henrbras' Nadie ne€arÍa po.o, qrr", socialmente ha6lando, los machos son dominantes t"' Se clebe reconocer que el sexismo'.el sobre las h;ü;;' poa., .o.i"iÁ."t" prttttlto que tienen los 6ombres sobre las
existe mujeres, 'a1.,
et
en'la
mayor
-parte
de las sociedades> (Allen
Oii-. p"g' tzt' io que es obierable es la autentici suge-
dad cspúr:ee que los sociobiólogos dan a este poder' nl rir que todut'i,t tliferencias dé comportamiento entre hom-
, I i
que' bres v muiercs están genéticrmente causadas; diferencias mucho posición una en hombre al p'íntn ;;"'h;;;;-uitü' " favorable que la de la rnujer' -ás in¿;;.1.'"p.1' .l";antlo para más tarde cuesriones queper.umben a la verdad-o frlsidad de la sociobiología, me por las que aun a pesar. de esta ,,., mitiré ofrecea-no '"'ott"s sociobiólogía esté.condenada.a 1á que dura crítica, ""o sexista; aquí la comprensron del sexlsser irrevocablemente e"-tt"r inferencias normativas no mo, implica igual que "''tt"' las diferencias sexuales entre. homgnránra¿;, i prrii, de
É.", y -i¡.r.r'' y tt*bién implica el reconocimiento de que r41
hasta que no esté plenamente explorada la cuestión de la evidencia, no podemos dar una réspuesta final a la acusación de sexismo. Hago esta última salvedad porque lo que voy. a sostener aquí daú por supuesto que lo que los sociobiólogos tienen que decir sobre el sexó es unla afirmación digna de se¡ ,oída y no simplemenre un prejuicio disftazado
de objetivo de la
ciencia
. Primero, logía
como ya apuntamos en este capítulo, la sociobioes esencialmenre una teo¡ía causal iobre los genes, y muchos de los términos que usa son metáforas. Fra"ncamentg, hqy veces en las que desearía que los sociobiólogos esclarecieran su uso de las ¡1.¡¿¡oras ó, al menos, que l"as que usasen fueran menos floridas, pero es forzoso reconocef que las metáforas son lo que son. No son literalmente reafidád.
De este- modo, fijándonos en \a teoria, lo que encontramos es que Jos sociobiólogos argumentan que porque algunos gér-
T"n:..se_ tr-ansmiren por la vía del esperma y otro, poi la vía del óvulo, adaptativamente hablanáo debén dar ligat a diferentes características de comportámiento (el mismo"compoJtamiento
y las
caracte¡ísticas morfológicas asociadas no
valdrán para ambos sexos). Pero estas i'firmaciones en
sí
no son normativas en absoluto, y si uno se propusiera usa¡las para apoyat tesis no¡mativas, ciertamente, no apuntarían hacia la inferioridad de la mujer. El punto central en Ia sexualidad es que ambos sexos son absólutamente esenciales (un sexo no puede reproducirse por sl solo). Por consiguiente,. en este sentido, si tiene alguno, la sociobiología apunta a 7a igual valía de machos y hembras. Es más, como ya dijirnos, las diferentes estrategias que los genes adoptan son descritas metafó¡icamente; no es, en modó alguno,^por ejemplo, que los genes femeninos, conscientementé, se áesprecien o degraden a sí mismos ante genes masculinos. Los genes femeninos no escogen individuos <> o mismas
genes . Literalmente hablando, lo que ocurre es que los genes femeninos dan lugar a características que asegu¡an meior su ligazón a los buenos genes masculinos en Ia generación siguiente (por > eniendemos el dar lug.ar.a catacterísticas que más tarde datán lugar a oportunidades reproducrivas pára los genes femenino.i Al haier afirmaciones como ésta, no se está concluyendo implícitamente que los machos sean mejores que las hemb¡as. El segundo punto se ¡efiere a las diversas características a las cuales dan lugar los genes, puesto que, obviamente, el cr:ítico replicará de inmediato qué aunqué el supuesto corn145
r--
V portamíento de los genes puede no ser sexista, el comportamiento físico, al cual los genes se supone que dan lugar, lo será. Primero, notemos que de ninguna forma esas características son las consideradas tradicionalmente como chauvinismo machista. De hecho, los machos humanos (en mzón de la estrategia de felicidad doméstica) mlresuan una fidelidad considerable hacia sus cónyuges e invierten una gran cantidad de tiempo y energía en la crianza de su prole. Dado que la prole requiere tanta ayuda, los machos humanos muestran virtudes domésticas sustanciales. Esto, en sí mismo, no es normativo, pero ciertamente no apunta a un panorama egoísta del comportamiento biológicamente determinado de la actividad del macho humano. Ni tampoco implica que las hembras humanas sean pícaras intrigantes que planean conscientemente cómo atrapar pobres machos para la ayr-rda en 7a crianza de sus mocosos. La esrrategia de felicidad doméstica no excluye definitivamente la posibilidad de que una chi ca o mujer joven pueda deliberadamente, en principio, negarse, por las razones religiosas o morales más sinceras, a permitir a un hombre joven que duerma con ella, aceptando la intimidad sólo después de que el hombre haya mosmado sus intenciones honorables a través del acto formal del matrimonio. De hecho, ésta es la clase de comportamiento que encaja en la estrategia. Segundo, agarremos al toro firmemente por los cuernos y admitamos sin rodeos que, a pesar de todas sus virtudes domésticas, la sociobiología actual implica ciertamente que a causa de su biología el hombre tenderá a ser más dominante, más polígamo, y que (caso de poder hacerlo) se librará del trabajo de la crianza de los niños (contrariamente, las mujeres serán más tímidas, etc.). Sin embargo, como llevo diciendo a lo largo de todo el capítulo, afírmaciones tales como éstas no son de por sí normativas; es más, no estoy ni siquiera seguro de que apunten en una dirección particularmente estimable para los machos. Al menos sé que el ideal del vigoroso super-macho no es algo que yo particularmente venere. Todo eso parece un poco cosa de adolescentes. La clase de aributos humanos que yo valoro son la inteligencia, la sensibilidad, la lealtad, la habilidad artística, etc. No veo nada en la sociobiología que implique que las mujeres sean menos valiosas en estos aspectos que los machos; de hecho, si existiese alguna ventaja, creería que la tienen las mujeres. Es más, incluso cuando llegamos a algo como la dominancia, no estoy seguro de que las implicaciones sociobiológicas esta146
blczcan que los mechos son (l()minantcs e lr t()dos los ;rspectos. Los machos pueden ser donrinantcs socialmente, pero en sus rc,i¿ciones intersex.ales. las cosas ptreclen ,.. d" tr." f;;";;; socialmente, fue el obispo prouciie quien llevó ;i ;.lr;;;i, Fcro personalnrente fue la señora proudie l. qr. li;; l;;
¡anta.lones (o polainas ). De hecho, qLtizá valga la pena scñalar,
ros numanos) trenden
t¡n.l.iidos
ser dominantes en algún
sentido,
_a consjderando a los machos en general. ninguno á" Io, ,o.iol biólogos. parece estar enamoracl'o d. .ll.,s. -óon*di.;á;;;; los machos son. de hecho, los o".. inician el corteio, hcmos visto cómo rü7ilsón .."o..uláente ..ii.-.. a sus tácticas conro .,el arte de r,ender>; además, \X/ilr"n c.talog;,-";;-;;;; otra las cspecit's. en la.s que. cuando hru qu.'hr..-, .l-;;rb;i.
duro. los machos brillan poruu .rrr.n.irl-De modo
sioni_
cn .n. eiempro ;i-J;'-i.r"l.#;,"r.'r;.Il:i1''" rrere a ,tos machos como "*tr.-o. (rüZilson,
1975a, página 504). No cxiste ninguna- estima aquí'rnü.. lo, urri¡lrt?, gesde ttrego. ga!{a y,.L": yo sólo ha_ |;] . nro asl porquc estoy ímbuido de ^.r!,,rn';;,;;;r. ra ética protesrante del rrahajo. Sugiero, sin embargo, qrl 1., ;;r;., mentar como I. hacen porque tl.n.n .,,_, ;A..i Dueden aror,_ á. l"."lrrril_ nos que combina los hábiros sexuales a. f.illam t*;;;^'; imagen de macho de Ernesr H.r;ú;;y, hábitos
i"los de tabaj
:l:'lf:l:,
¡"ld;i;'
.y gracias a los avances biomédicos, particu_ llly:_::p.j':r. rarmente en el área de la anticoncepción, lu, rn"¡.rér^r" hu.,
librado d.e su ¡ol prerio.
d. .onrtorlü-."i¿rjo.o, de niños. cuntquiera que sea la. biología de la mujer i:1,^:.1:'ll:"nte, ry ocr nombre). no se sigue que In sociobiologia implique que
la qenrc debn pe'man.."., I". p";l;i;;;;iara las cuales fueron seleccion¡rdos. Incluso "i-,si trUo';;';i;;;. en que
mujeres estaban destinadas o
p..-rrr..".
las
"""i
úgar,1 ,.. 147
V (consiesDosas v madrcs, darlos los cambios en ei entorno de que ;;;á;t i"'.1 t*it arnplio sentido) no hav necesidad los lo-o .l'pasaclo. Deberíamos p-ermitir que ;i^f.;.; la meen desarrollasen se hembras, ;;;-h;;;;;s, machos v ¡noderna no io.-iotL^ posiblc, po.qú. gracias'a la tecnología biología.' propia nuestra de Ácl,io' *'D;td"'it;ñ, i;;.;;;;t';Ú*tutb' -
i" tociob¡"logía sugiere una . nota final de ! lut mujeres tienen distintos
5i "."."".i¿". convendría andarse con cautela al fi;-á;;;;potiá^i.n,". faciuá;;-;";-t;;;tio q.'e ho-btes v muieres.puedenen con ésta o en los hombt"t
dad asumii exactamente las mismas posiciones cualquier otra nueva sociedad (incluso aunque no se
crea
6
y oue deban permanecer atrapados en sus roles del pas.ado nivel en el sucede que igual al u ,¿-itlt q''e' rt";t;il;;"'.;
h;-fi una conside'able coiñcidencia entre ambos se;i;;; 'p"ti¡f.-.t r., las feministas radicales, que niegan.cual""r1. ;;;á; dif;;"¿ia v están determinadas a creár una sociedad tal cosa á"'i.rJ'-t-i-irli.,i uttdtóg",]a, creerán que al admitir malo,,del sexismo de r" .tJ-*"t"ando que. ?n realidad, loque ello sea así' como í; ;;bi;bgí" ,tie". al final. No cr-eo tengan ;;;;;; ;t.; quc cl admitir que diferentes pueblos al menos ;if;;;;.t .;;uJid^d". implique racismo' Me ,parece ;i;;rit[ *É.ti, que las'n'ü¡.t"t en general serían mejores a un ffiic;;o*- r"t Éo-b¡et. Pero quizá hemosyallegado infructuoso' sería argumentAndrJ qu" t.grrit ;;;";"';i bo. lo que ,ní ,.tp".tu' tlett'prt he encontrado curioso que a.la i;;;"J¿;"i " .udi.'ur.. ,"rn tott conser'adotes respecto fertilide uso del eiemplo, por ulá'nin"n' ;";i;;i;-t;. rmi.r-7.rifiéiaics o de la encrgía nuclear y estén' sin em-
barso. dispuestos a afirmar qtrc podemos recrear nuestra esen la fol'm,t t¡t'(j'not plazca s.in efectos resiililt;;;i^l Desde luego. itr misma paradola ocurre con nocivos. duales
Al tiempo de votar en ,r la IgLraldad de Derechos (E-R'A en sus siglas inglesas), se sacian de alitnentos que contlenen toda clase de aditivos contrmrn¿lntes' o"rrrudo... del extreno cl¡htrario'
5""it" 1""i, E;i;n¡,
Críticas epistemológicas Hasta este momento hemos venido considerando las críticas de la sociobiología que pretenden mosttar que hay algo
en ella moralmente ofensivo. Ahora debemos volvernos a de índole muy distinta: críticas que pretenden rnostrar que la sociobiología es una pseudociencia porque
críticas
tiene varios defectos conceptuales o metodológicos que o bien afectan internamente a la propia sociobiología o bien a su relación con una realidad externa. Al igual que en el capítulo anteriot, vna yez que las críticas hayan sido inmoducidas, me consideraré en libertad de hacer comentarios por
mi
cuenta.
6.1
. E¡, pnosreN{A DE LA nnrrrcecróN
El primer pecado de que se acusa a los sociobiólogos es lo que Lewontin llama una < injustificada. En particular, los sociobiólogos confunden la relación entre las unidades de herencia, los genes, y la forma o formas en que estas unidades llegan a manifestarse flsicamente a través de las características externas, los fenotipos de los organismos. Se argumenta que la sociobiología se basa en un supuesto isomorfismo entre genes y características físicas que es tan burdo como impreciso: de hecho, es absutdo. Hace ya tiempo que los genetistas abandonaron la inge nua noción de que hay genes para los dedos de los pies,
148
l\,-
r49
il
para lu:,?,11:"ttt"us' genis senes para las rodillas'^genes fragmentan pltu los sociobiólogos oara las rótulas' tit' humano en unidai*i¡ t-'pt"""'t""iá ir^;",;i,dJ';J" 'órganos' de comdes arbitrarias, Iruni^i a estos elementos o" compleios de p"ti;tttares gt"tt po"'iiun' portamiento , lilut t¡'llt" et al ' 1977' pág 3t)' para .'¿u genes
"n]'lt
cuando los socioDe este modo, argumentan los críticos' como el aluuismo en tales tottt i;r"*il;-üi*t íún* punto de vista términos de los genes, J"tdt-';" verdadero mucho senrealmente l.#tñ: L-"iá"it ttr.'"'^ tto tiene el aluuisexplicar intenta -i¿t-inos ."unJá"Ít-l*rs ^"t iti;.'P;; ;';;¡", modelo de su de-p'o-outría mo enre no empa¡entii"t genes. para' ese altruismo' altruismo recíproco ql" valor' ya que el la empresa ".rr"r, .utttá^ttt"ti^fÁt"'e-de altruismonoesunlasgotalquepuedaSerpuestoencorasgo' rrespondencia con genes Dara ese
Yo quisiera
Precrsar
;Jt-';";t;t
pa"ra
replic'r a esta ob-
jeción, uno ,r-tu, .g"tt"tJ-"u'otto más parlicular -rl::":t:no que. l.o.s organlsmos mientras que es stn duda íerdadero 'obietivo' de rasgos, ffiT:;;n'i;',.-áiriri¡r* un conjunio
recientes han llegado a supor\er' a corresalguno de características se vava controlo gene,s--que de ponder netamente ton't-'n-cot'j'-tnto de no- pasatse de 7a ra)'a'
#;ñ;;; ;ñ.-¡;ñ;to
"n tu*ono*i"ut
len, hay que tener o""":-t"iJá¿o en camrno porqu.'.n ca,so contratio puede uno.er:::-t:it* [o permítasenos establecer
de rechazar la genettca tnttt^' esencial de oue es obvio, la pt";t;l;i¿; ábsolt't"-"nte ciertamente- abstraer caracpuede iJ'.i*.i^"g."é,i.u''Úno tanto si cree que *n ,;.rt,i;;;- d? 1o, organismos, ':':l(cualquiera que sea lo cue esto stgnt;;¿;;;.";; obletivás piel rízado' pelá ,i no lo'tll;]";ñ-'o^ltt' fique) como "Mi, círracteestas de u¡n' por lo mános elgunas' ;"Hi ; con los genes rísticas pueden .rtut dit"ttn-ente viñculadassolamente obeno 1os oios-.v TH'.i.]i;iá, .i-..r..á" ¿. d"i; ;'i;t!'.básicas r' e""¿ii"''::".:::,,:; :ail
t:,: uin*lot fisíológicos entre genes y caracterls que toda característica ;;;;i;;;;;i.'^J"-r,inser tli'Éonu¿u "l"n'ií- ""ti¿o directámente con los gencs abstraíble puede de la bar(Lewontin, rlzz, pone lo-o tJt-pt".el tamaño caracterísotras de función ;t; upu,"nttil;; billa, que ", sentado "l-"t tittiut características abstraíbles ticas), queda y que teiacionadas directamente con los senes ;;;;.";; Aislar' herencia' de leyes pueden estar suletas ;";;;;iá* 150
por tanto, unidades orgánicas no es necesariamente de por sí una empresa
<.
fuIi segundo punto de vista nos lleva al comportamiento: extcnder el proceso necesariatnente abstractivo en genética al ámbito del comportamiento, esperando con ello, por tanto, reIacionar esta dimensión orgánica con los genes, ni es ingenuo ni está necesariamente condenado al fracaso. Al menos una tal extensión ha sido avalada por Lewontin, quien recientemente ha dado una larga lista de < o <> (son sus palabras) bajo control de genes que pueden ser seleccionados en la Drosophila (mosca de la fruta); incluso ha incluido rasgos de comportamiento. Por ejemplo: (Lewontin, 1974, pág. 90). Pudiera añadirse, además,
que no sólo Lewontin, en particular, niega su propia tesis, sino que más generalmente, los críticos niegan su tesis en la medida en que se aplica a los humanos, porque admiten abiertamente una base genética del comportamiento esquizofrénico, y esto parece justamente implicar rasgos o caracteres tales como, por ejempio, el altruismo. En suma, contrariamente a lo que los críticos señalan, no parece haber a priori incoherencia en uatar de sectorializar
el
comportamiento en unidades: .unidades que pueden ser
puestas en relación con genes. Ciertamente, bien pudiera resultar que, por ejemplo, las instancias de altruismo promovidas por la selección familiar contienen muchos tipos dife-
l
I
rentes de esa actividad controlados en formas complicadas por muchos diferentes genes (asumiendo sin ptejuicio que el altruismo esté genéticamente controlado); pero esto es un problema general de la genética, no de la sociobiología. La clave del asunto está en que, como programa de investigación, si tiene sentido hablar de que la preferencia de apareamiento en la mosca de la fruta está genéticamente controlada, y al parecer lo está, tiene sentido hablar de que una actividad como el prestar ayuda a parientes o exffaños está genéticamente conrolada.
.
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6.2. Le socrosro¡-ocÍ'q col'{o
sINsENTIDo I'lisrrco
de la . pluma 'de Sahlins y se familiar' En síntesis' tá"ttién -;-í'titu" "ti'L Otvial¡11;' .l, Sahlins la considera *i""¡?i*^v con una clerta cajt-lli", organismos de d.ptttdt iár"?iü" segunda crítica brota centra específicamente
La
illi:jJ¿iJ.il;i',1ii,1f""f;::ll.t',iT::1:,'?:,.'1iiff il, laciones de Parentesco otta de rf 4 iiri"i"g"i.
i*e'itt dá¡l?^l .'li. ,-,n^ '"I"ián tontá*to no se implica' ciertamente'
ió.--.?¿irringtiro
en
.ette
e'te .o,"t""á)'-sahlins encuentia. que falso como tanto es no que algo t",,'iíiut tñHñ;i;..i¿" incoherente' Y escribe:
una distinción
.
que el ql"bl9.TÍ.. es preciso advertir de'soporte-lingüístico -
hecho
eoistemolósico
para el cálcupresentado pot lu'iult" un serlo comporta paientesco de lo de los coettctentes ''.' famiüar' Las fracctodefecto en tu ttoiiu"¿t-la selección lenguaies del munlos nes son de muy t"i" itttitttit en v en las indotttópttt iitiii''"tit"* iát tt aparecen do; pero están gene;-i;';;" ttttn'io d.l .Oriente'. a¡caicas Los
i*' liÁ^¿tt pueblos'primitivos' generalmente sistemas .;ffi;;t-;-;;tilttiottt no tienen Me abstengo de de contar -a' uii"it"";;' ;;; t íres' cómo se supone que ;;o,;;;;;'.i--pioutt-" aún mavor de. hermanos):1/8' t?* primos abordar calculan lo, unituitf *t'f este pro:
ralmente,,,,tt"t"'t"n
ü-i"."p".i¿"J ¿t'itt1tti"¡ióiogd pata de misticismo en ttÁiJtt"ti9 -gbsis blema inuodutt
;;;'i;
re76, Págs' 44-5)' (Sahlins,""á"
<> un tanto t" tiili:1j:gt: pasa ,'*tno' ^ selección familiar' se aproxlma a la .i"J; qo.e "i. al lr i. * i¡t'?ti'to"ttt'*e.' del si eu ien te modo ii''riü.ir"
Acto
seguido
i
(aquí Sahlins,.p'oau'" ;;il;;il;Vli:::]:'óonst"'vendo de' postulados' un modelo partlcular buiodo en un conjunto
i,n tt"-,ttu¿o' o¿uitti"n¿o que' aproximadamentq' v concluvendo el resultado predicho ;' ;;'; i" nu''i'?i"'á' (Sahlins' 1976' t"Ju*dud"toto p"ti"r'lot los tanto, oue. Dor
;i,;i"J;
1975a)' lai¡i- Ci, citándo-a \'X/ilson, que va presumo que no "'?:; iíiiiir?. Sahlins, una *íticapuesto que éstos aceptan Boston' dá ltiii.ot *óá1""'j* el mecanismo de.hecho' en principio y, hasta- ti"t'o-punto" una intención de bien o tuo'riitl seleccion -titttu de la más estrictos que los que se
lpfi.".'"' f^'U;"i"giu puitántt 152
podrían. aplicar.a las ciencias físicas, o bien, más probablemente, ignorancia acerca de la natutaleza de las teorías científicas y iu confirmación. Tome¡nos la patte más dura de la c¡ítica. Es ciertamente verdadero que los sociobiólogos no tienen mucha idea acerca de cómo las madres himenópteras pueden sentir que están más estrechamente emparentadas ion .rn hermanas que con sus hijas, aunque obviamente no será a mavés de un cálculo consciente de proporciones similar al que nos permite a nosotros discernir las diferentes relaciones- de paréntesco. Pero la creencia de que hay tat
mecanismo sensitivo (que quizá va más allá de nuesmos cinco sentidos), aun cuando se admita ignorancia acerca de la naturaleza de semejantes mecanísmos, no equivale sin más al misticismo. Y ello, al menos, por dos razones. Primero, con frecuencia, los científicos no conocen tdos los mecanismos que sus teorías presuponen. Tomemos, por ejemplo, la genét1ca mendeliana. Cuando se desarrolló ini.í"lm.nie, na-die tenía en realidad mucha idea acerca de cómo un gen podría afectaf una característica o cómo una mutación- poáría alterar las cosas' Pero no había nada místico en que los genetistas fueran mendelianos: incluso era racional serlo, porq.te gracias a su teoría los mendelianos se vieron estimulados al descubrimiento de mecanismos, un programa de investigación que ha reportado, prodigiosos frutos en nuesro tiempo. Así pues, el hecho de que los sociono conozcan esos mecanismos debe darnos ánimo biólogos --abordar los problemas que quedan por resolver' en para ociosas especulaciones cuasi-religiosas.. de achacarles iugar "Segundo, difícilmente cabtía afitmar qu-e se haya dado el .aso 1. que los sociobiólogos hayan vuelto sus espaldas - a la natvaléza de ese mecanismo: ya han estudiado con algún detalle los varios modos y niveles en que puedan los organismos recolectar información acerca del mundo externo' y particularmente acerca de los miembros de su propia especie. lWilson (1975a\, por ejemplo, dedica considerable atención a los problemas de comunicación, y, ciertamente, para los organiimos más bajos detalla el modo en que pueda recogerse inucha información acerca de los miembros de la especie a üavés de feromonas, que son tipos varios de sustancias qulmicas que se emplean paru I'a comunicación. Es clato que aguí nos hallamos precisamente en los umbrales de una nueva
disciplina
y
matufo. En suma,
que
la
el
pesimismo de Sahlins es bastante pre-
acusación de Sahlins de que
el uso de la
se-
t5)
Irl
lt"
lección familiar es en algún modo un sinsentido se nrc aut(). ja parecida a la de un crítico que acusase a un o¡nitólogo rle misticismo porque el ornitólogo insistie¡a en que los pájar'on son guiados en sus migraciones, aunque no conociese la nrt turaleza del mecanismo que los guía (excepto que, como ('l el caso de la selección f amiliar, no se recurriera a medios humanos tales como consulta¡ los mapas de carreteras). Queda todavía \a crítica <.más suaver> de Sahlins, a saber', la que se centra en el modo en que la selección familiar dehc
ser conttastada. La llaga donde Sahlins pone su dedo cs, por supuesto, un problema, o aI menos un rasgo de toclirs las teorías científicas, no sólo de la sociobiología. No se puc. de ofrecer una justificación lógica, o sea, deductiva, de las teorías científicas. Aunc¡r-re la anterior cita de \)Tilson parccc implicar que sólo en la mala ciencia puede tener lugar urrrr suerte de progresión retroactiva del hecho a la teoría (que inr. plica los hechos), en realidad ésta es la esencia de toda justili" cación científica. Mientras sea posible, uno coteja o ajusra sus predicciones o implicaciones con los hechos, esperando añadir con ello peso a su teoría. Pero aun habiendo tenido lucar ese cotejo o ese ajuste, no está uno absolutamente seguro tlc haber siempre nuevos llue su teoría sea verdadera -podría hechos falsadores o teorías rivales. Es por esta razón por l
una perenne broma filosófica el hecho de que la primela mitad de los libros de lógica, la parte deductiva, dénuncie todas las falacias, y c¡ue la segunda nritad de esos libros, la inductiva, le enseñe a ,no córno comerer las falacias clcnunciadas en I:r parte antcrior. Por supuesto. las cosas no son re¿rlmente tan extremadirs. Dejando de lado por un momento la cuesrión de la falsabilidad, hablar crudamentc dc sin matizar sería bas-
tante erróneo en este contexto. La ciencia no está precisamente abierta a ln jtrstif icación deductiva, a pesar de cprc haya llevado tanto rieirpo a filósofos y a científicos cobrar conciencia de ello. T{cmos de trabajar tenrativamente, contentándonos con lo que parece encajar. al menos hasta que surja algo mejor. Por lo demás, hay multitud de razones que elevan a la contrasración de l¿s teorías científicas por eÁci154
r,,,r rlel nivel dc la mera falacia. La contrastación de las teorr,r' ¿¡rs[¿ a cosas tales como la simplicidad, hasta el punto ,1, .¡uc resulta posible hacer prediccioncs sorprendentemente t,r1(vas en áreas que uno consideraría hostiles a la teofía que Irr( rende defender, hasta el punto de qr-re resulta posible , ¡:rblecer un nexo enre áreas diferentes dc investigación, , rt t:tcra (Hempel, 1966; Bunge , 196 t-). \hora bien, esto es Io que se hace en física y química, y, r" r)eralmente hablando, es normal qLle se piense que eso es r.rirlrnente adecuado. Por ejemplo, aunque existen muchas ,;rtstíones sin resolver en lo que atañe a los límites del unit, rso, nadie duda serian-rente de que la tierra no sea el cen¡r,, del mismo o de que la composición química del agua sea ll,O. Ciertamente vo no quisiera sugerir que haya algo en
',,'eiobiología que esté tan bien establecido como esos dos ni menos aún estov sugiriendo que la so-
luntos extremos;
iobiología humana sea toda ella plausible. Pero creo que ¡r'ne al caso decir que en la medida en que la clave de la ,,'nfirmación en el ¡esto de las ciencias reside en coteiar las ¡ ;cdicciones con los hechos (con el suplemento de las consi(l(iaciones del tipo mencionado más arriba), debería tratarse ,r l¿ sociobiología con la misma gentileza. Cuanclo Trivers pesa ,, )ris hormigas para ver si se cumplen sus, sorprendentes, pre,licciones acerca de la selección familiar. o cuando Alexander rn"'estiga datos antropológicos para ver si se mantiene su lripótesis del hermano de Ia madre, los sociobiólogos están ,nrpleando la metodología de todos los científicos. No hay r:r:.:ón para hablar de
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(,.-j. Sarr,ccróN
NA'IuRAL coMo EXpL()TACIóN socrAr
La tercera crítica dirigida a mostrar que hay algo conceptualmente sospechoso en la sociobiología, r'iene también de S¿hlins. Es una especie de versión epistemológica de un arF.Lrmento que va hemos r¡isto en él al considerar las implicaciones socieconómicas de la sociobiología. En particular, Sahlins argumenta que la sociobiología no cs, como he sugerido antes, sólo una extensión de la teoría evolutiva orto tloxa, algo que no rompe con el
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"l sicas o epistemológicas'
Y esto conduce a toda
clase de inadc-
cuacione; Y contradícciones'
Así Sahlins escribe:
de selección natu¡al ha suf¡ido -i'tt-'tíi"-¿t*iación concepto darrviniano ideológica' La esen años recientes en las considerada tuol"tión -SGp'"n' tlt'iu ..oport"ni'ü'"-
El
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Mavr' J" H'xlev'
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décadas de 1940 v'ísió sustituida por Dobzansky u o"o'' ha sidó progresivamente la.acción 'apropiados ¡t t"t'il;;á;ü; l" ¿. elementos decirse que el
iti-t'ádo' -ltt Podtí" a la sociedad il;i;ñ*,i"iátJqu" pt"itittlát"tt darwinismo, ^ptitado a la biología como como <
tenemos una nueva C,omo resultado de esto, arguye Sahlins' <
de la ventaia evolutiva ";;-'
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dif.'"n ciat' > ( i b íd' )' En to.-ó.g"nit'át-en vez de tener-que vérselas con
i.""ii.r.'"i-'l¿;
ffiil;;; :i^;;i;';úi."i.'
los bienes de esos
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.
u*"jot--"no'.en pos dt los otros v"de
en un sentido amplio). ."", t.",."áidos -ia -desvi ideológica, la socioación
.in"".T'rljrirno-.ri.dio"á" -;;;;ib"
tanto que ésta selectiva lu üt"iü -en la apropiación "rmlgi" se desoliesa .n irrt.,.ttionÉs sociales- como. :'" il:"#il.";';il;i;; ;;'o*o o'g'ni'mo en beneficio de la U;.iección"natural en última instancia ;;ó; üil;.¿iót' apropiación de recLrrsos naturales para t, e.t deja de conslstlr recursos de otros>> i.árfor-r.r. .n l, t*p'oiiación de los la selección natural se resume'' Épág. iti' it;6' i's;ñi;;; oe*plótaiión social'> (ibid')' ;;;;; '"il.;p;;;io, para "Á to¿" esto puede ser cie¡to y bien triste .
diferencia lii:^^-:;s1 i."tT¿...t'izquierdista-s, pero. ¿qué normatlvos' tie.i--Si-Pá¿"mos' prescindir de los aspectos
f"t es
o'e los hav' v he ;;;;Jt
l'"
podttot'- ¿por que habría
porque esta si*pi"1'nt'' u'g"v' slfl':'' postura, ñ.";".;ü;ili no tuncrór.rarál Sahsu de ápoyo y en nueva teoría propuesmecanismos los de algunos h.r';;;;; con detallep"r-ejemplo' el modelo del alt¡uismo i'"t ¿.'1á't".1áÉltf'"gl', dichos mecanlsmos coni*ip-.. de Trivers, y sugiere rlue argumcntos dc Trivers los Si tienen contradlcclones'inteinar. rporclLre éste vuelve a apoYarse es Sahlint, ;;il'^l*"";;ilene
en ideas de sclección c1e gru¡'ro, delando de lado la selección individual. Una vez más, yo sugeriría que estas críticas tienen poca o ninguna fuerza. Consideremo.s primero, con nuestra protesta, la enteramente fraudulenia historia de la biología de Sahlins. No es cierto que la sociobiología represente una radical clesviación del darwinismo ortodoxo. Justo desde el principio, reconoció Darrvin que Ia lucha por la existencia y
la consecuente selección natural no sólo afectatía a la natu-
oros organismos, incluso quizá más a los orgauismos más semejantes a uno
raleza, sino también a tJesesperadamente
mismo (es decir, a nriembros de una misma especie).
especie, o bien con individuos de especie diferente, o con las condicioncs físicas de la vida. Ésta es la docuina de Malthus aplicada con múltiple fuerza a todo el reino animal
y vegetal...> (Darrvin, 1859, pá.q. 6l). Si m^tat a otro organismo por comida, por espacio, o por lo que quiera que sea, no conlleva , vo no sé qué otra cosa pueda ser. Incidentalmente, se ha sugerido con cierta plausibilidad por un reciente estudioso que el énfasis de Darrvin en la competición intraespecífica le es básicarnente pcculiar, pues Malthus sólo vio la competición en las tribus primitivas las razas más -para civilizadas, las presiones selectivas venían más desde fuera, como. por ejemplo, la inanición qlre rae la faka de comida (Bou'ler, 197(r). Por añadidura, y pa¡a
sr-rbrayar
la
continuidad entre
Darrvin )' los socíobiólogos, tenemos el mecanismo darwiniano de selección sexual, algo c¡ue tiene lugar por entero enre nrienrbros de la nrisma especie, y, que, como ya hemos inf Iuencia en el moderno pensamiento sociobiológico. Está la negación de Da¡win a seguir
visto, e jcrce importante
a Vallacc en Ia acelrtación de mecanisrxos de selección de grupo en orden a explicar Ia evolución de la esterilidad
fisiolócica, insistienclo en que la selección debe actuar en v a irar'és del individuo. Y, sobre todo, era deseo de Daru'in aplicar sus principios al hombre (Darrvin, 1871). En otras ¡;alablas, considerando los esl¿bones iniciales y los finales, hav i¡na scilida continuidrcl cntre Daru'in v la-sociobiología. Yo no preteudo sostencr. iror srrpt¡esto, c¡ue todo arl^áto t57
156 i
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F t.
trr cl munrlo animal (Allcn, et al., lg:,j). quien r, ;;;.;;;n'a"v Lcvíns, g,,po pt.J. lJ:,,lil'iil","* ,"1.X:*,.::
afi¡ma la sociobiología se puede cncontrar en Da¡win Si bien es cierto que tanto Darwin como los sociobiólogos comparten la fascinación por las castas estériles de los himenópteros, también lo es que mientras Darrvin explica tales fenómenos suponiendo que la familia podría ser considerada como un individuo, los sociobiólogos arguyen que r.nadres e hijas son biológicamente antagonistas. Y es asimismo cierto que importantes evolucionistas de los años 1910 v 1940, Mayr (1942), Sirnpson (1941, l9r)) y Dobzhansky (19)7), no estuvieron directamente interesados por tenas con-ro la selección familiar, aunque es fo¡zoso reconocer que
*::i'l^::.
lli":i[ii¡,1'Tli..lTli,i,*",1'J,X,Lll:,TÍf En
cstc punto. algunos lcctorcs pudicran, objerar t¡uc nuesrra discr¡sjón se ha . tornad" i...1Ár-nü: lo que no es la historia de la s,ciobiolod, ,i;;ff"?"presenre. cuenra (.sto)' enreramenre \cguro -i;;;; \,o no d. l; .ru obicción. si uno puede. de t"".ho, ,nor,.lrr';;,n.
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su ta¡ea fue principalmente dar contenido biológico concrcto al trabajo matemático de Fisher, Haldane y Sewell Vright, los hombres que sintetizaron la selección darwiniana con la genética mendeliana (Provine, 1971; Hull, 1974). De ahí clLle esos grandes evolucionistas que articularon c hicieron plausible la teoría sintética de la evolución, se interesasen primordialmente por aspectos de la evolución más obvios y tangibles que el comportamiento mismo, como, por ejeurplo, las características morfológicas. Sin embargo, la c<-rntinuidad desde Darwin a los sociobiólogos nunca se perdió. Tanto Fisher (19-10) como Haldane (L955), por eien'rplo, c¿ptaron la teoría de la selección familiar. \' cuando los trabajos de los representantes cle la teoría sintética rozaron el comportamiento, se encuentran en ellos ideas presociobiológicas. Un clásico ejemplo es la explicación por selección individual que dio David Lack, o el tamaño de las nidadas de los pájaros, como se vio en el capítulo anterior (Lack, 1954, 1966). Quizá, la melor evidencia del rnoclo en t¡ue la sociobiología tienc raíces teóricas en el pasado, desc¿lnsa en el hecho de que por mucho que lcs pese, los críticos de la sociobiología biológicamente nrás sensitivos, usualmente le conceden de . mala gana cierta legitimidad
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para dar ".'i,'J,"l,l],j:'_'1t"n,.' menros una prausibirio;: J]rÍ;::sión'
a sus irgu-
Tomenros el mecanismo ¿Ll ajlruisnro r.ecíproco que Sahlins escoge como blanco parricular de ,r, .rfi¡.^I.Sahlins escribe:
[r punto decisivo cs que Trivers lrega a inrercsarse tan_ to. por el hecho de qr" uvu¿rn¿J;;;;."se a¡ruda a uno mrsmo, que o'u'Oo-:¡;,li -f,u..iio benefícia ros competidores genéticos, "".,ii.U¡¿" ranto como ; i,no mísmo, dca suerte que ntn*un1-^,]:-_1.'r ,nouir;Jnrlr' -.ii" qr. generari_ c.c? un equilibrio reportan _recíproco
,,-',.nn. u.ntri"
actívicra? :!:;í:í:::'É. 1':":''in,deaprimái',''i,'fi,'od, .la adaptación. Ia li.i"i"riri ¡,r;á"-rl'l.ri'.;.ii;tP-l' ^
por completo
lins,
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I No niego que los modernos
sociobiólogos usan algunos mo' delos económicos humanos que Darwin no usó: por eiemplo, Oster y Vilson (1978) son bastante explícitos en su uso de tales nlrdelos para explicar la ergonomia de las castas de insectos. Pero. en primer lugar. esos modelos son aplicados a los insectt¡s sociales, no a seres humanos; en segundo lugar, no hay declaraciones normativas; y en tercer lugar, el compromiso subyacente con la selección da¡winiana tradicional queda intacto, por no de-
lr,
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recíproco. es que elimina ..-ol1^ill*iflno "iSaidiferenciales ind;u¡¿uuier
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luego, quizá con cierra condescen
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qu" pó."a. á"-'i, *,áláir"¿"''#til^)' l! rorzad6 entonces es' obvio .t;; i; '.orin 'o.;ob;oüiá';&'i^:^".lucron' la teoría ?uol-rlüirr""c1?al Para sí algo de L gloria .J.
tanto teórica como factual. Lervontin, por eierr-rplo, accpta la existencia de al menos ciertos tipos de selección familiar
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rl clividuos que participan en cllas, con respecto a otros mrem-
bros de la especie que pudieran ser incapaces de entablar las ¡elaciones en cuestión. Incluso para el estudio biológico de la organización social de los animales, será necesario aceptar una perspectiva r. Mientras tanto, y en lo que hace a la biología del altruismo recíproco, la perspectiva de la sociobiologla colapsa bajo la conradicción de que semeiante altruisrno generalizado no reporta beneficios dilerenciales en la adaptación individual (Sah-
lins, 1976, págs.
87-88).
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n;#':'i;ffi:?";"ff¿,0,,:r '.n-,n"ol
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En suma, no hav nad¿ intrínsecamente paradójico en el atmuismt r..iprolo'.iJ;.;;;J, ;::.d.t^:,^9:. rrivers, y no -uI;' r)ay, creftalnente. el menor indici. -;ü; J. reintroducción cncubierta de la setecciól üno"ii.a. quizá
¡.
deci_
ff ::"::r:"'.H1;'T:u:l'i;f;:1";;:".i;í.i.","-;;;;; ü* ", i,," á.";' ; # .iil';j "l¿ :.""j?íáÍ';,il;H* uomo modeto para ta r
Es claro qLre, en este pasaje, Sahlins exhibe una concepción fundamentalmente errónea de la teoría de la evolución: vale decir, de la teoría de la evolución del tipo más ortodoxo. Y esto con entera independencia del hecho de que en su furor crítico Sahlins omite completamente mencionar que, incluso en el altruismo recíproco, Trivers deia bien
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., ,
explícito que la selección favorecerá cualquier comportalniento que dé verdaderamente a su posesor una ventaja sobte sus semejantes, por ejemplo, sutiles formas de engaño. No es cierto que el altruismo recíproco . Mucho más importante, sin embargo, es el hecho de que, dejando aparte la sociobiología. la selección puede actuar y act(ta no meramente para elevar a un individuo por encima de sus semejantes, sino también para mantenef a un organismo en el nivel de sus semejantes. La leproducción diferencial significa no sólo que el superaventajado será favorecido, sino que el subaventajado será desfavorecido. Si un grupo de organismos practican el altruismo recíproco, entonces le reportará beneficios a un individuo ser altruista recíproco, incluso aunque al obrar así ayude a sus semeiantes, simplemente porque si no lo hiciera así. ello sería más perjudicial para el individuo. Los modelos basados en la noción de EEE de Maynard Smith, demuestran este hecl-ro muy claramente, pues Ia situación en el alt¡uismo recíproco es análoga a la agresitín Iimitada: a un organismo le reporta beneficio el no ser totalmente halcón, a pesar del hecho de que sus compañe¡os sufran menos, porque una estrategia de halcón significa c¡ue el propio organismo sufre más. Sahlins muesra con sus críticas que ignora por entero hechos como éste. La verdad es que si se aceptase su crítica, una generalización mu\/
la imposibilidad de la evolución de característica que no lleve a un organismo a ele-
obvia podría mostrar cualquier 160
l'.
recíproco.
evotución
J;i.;;;;;.miento, el at_:
no ha mostrá¿.
.rrrr'li'.ánflicto con los iTltfq evoIucionistas prlncrplos aceptados. 6.,1
.
¿Es rxrersanr-E LA socroBrolocÍ^?
Co¡vsr¡¡necroNEs cENERALEs
el principat cargo que se ha n"InT'3?1.1 i,'l'j:.;Ti Ínota -h;";id;"r#;ii:l's-t1-.como ciencia g'ni''iná' la a.* 'r.ió; por sahlins. ¡no'o1-lt-l'o por.los c¡íticos de Boston como ^,.;;;" gín ; # li l. fi ill',ll ;,1' :tJ'i; "n "i empítica;
*in:?;
decir. t" d. ,"r,".;"iiiili¡,l]fatsable. pero está claro que Ia sociobiología no *i ¿.-n"..i", esre importante aspecto ,;";ir';;..;¿. falsable; por "'""?,''
es
l11l-.,,_." genurna.
A¡i lo. argumenta
una ciencia
ejemplo, el grupo de
como sigue:
el
pueblo>
. Cuando examínamos_cuidadosamente
la nr Ia sociobiología pretende .ipii.r." t.?i'. llr"i:tl'|:fil,H: ros corno adaorativos, ,.rultá o¡uio-qü u"i.i.i" esrá cons_ truida de modo ou
t.ir,lrt.,i"I;"',iT",.:..Ñi:.:3::o'l j*.,,?f.:f ble que no pueda ,", .*pl¡.uJr;--.r;';;;:;,rrente "rffill: confirmada- por toda observación.-'E'i"';;;.T.
explicación conlleva' tres posibles,rr¡*r.r'-¿.''"p,áIiión' de la sele._ crón natu¡al: !. La--clásica ..1*.i¿í-i"¿iiiirrl pr.. dr razón de los comoor.tamientos obrriamenti. .Jto¡n r.."rrdor. 2. La seleccjón famitiar.pa;; á;;'";;;¿;.dl.,lo.
l
truistas o sumisivos. haciá jl H ,.,o, ,t.los purl.n-rlr. recíproco pam dar .uzin a.-ioílornporríÁi.nros "lr.uirro altruis_ tas dirigidos a personas que no son pr-.i*i.r..fo¿o
Io quc 161
th
,|, histo'ria' qucrvcnga al ceso' rcsta es pergeñal LIn cucnto o adecuada de ser^^ ;;;;;';o'. 19''" rJe la adaptació' t' paq' z't / 19 I al" r/ leccióno (Allen '
hace eco Sahlins'
se De unos sentimientos nruy similares la postura del grupo to'i á¡'"tu' ñ, ,1";".ho, ^ptou"ión de Boston ante una crítica q^ue De nuevo creo que nos hallamos como a primera vtsta <-levastadora tan es en modo alguno nrte el modo creo no l',1¿i.t^'o^ti..,' sit etnbargo' áccptándo sus tér'u9 sea ttíiit' ttí contestar-tt aorooiado de a los críticos les daría ;'hT'' # ;;';";;-;;" ;la;;;'-';tonutndti" 'va par de É"ttt "tt 1' la la mita
la
.,falsabilidrdo tíficos dc nuestros
repiten díJ i; ¡ni* u"t¿"áera ciencia' de las que implicaciones Jo-pott" ii'á:t"t. ;; ir"q""-pt"¿" son.fals'as' lo cual im'i;i;;;; ¡e 'la teoría-.científica se pudicrn prob" t-pí'"""t!"t"-qtt misma plicaría lógicamente 1971)' 't Dobzhanskv' u lvéase. por elcmplo' nuol' n" nq:l' tanto por el ciertámcnt", .i' x'ii"Éo;ñ"üui escritos' ha lle-gado.a vários concepto de falsabilida; ;;-;"t de l' :t^t^Yu' a qulen se convertirse .., "n tonto patrón y ensalzados fueran y-tomo -invocados invoca v ensalza tal cltte Supongo Pasado del it Ci"ntin ilT,a,nd.t"ilo*-¡''"i qi"t tanto alcanzado itt' n"t;¿n hava 'Popper' oartc '' cuándo iipJittis r" ::"t'fi,""-..n".i^ Gente de sunla rÍrcl()n:llloao' (1959) admite por en"il üü como cl mismo Poppet
presenta' no son tan simples como se lasconduce'a ésta v hipótesis' Supóngasc que- uno ii"nt ""n encie' prra una concepclon consecuencias talsas v que' Por es falsa' Los cienhipótesis' del falsacionltito'fl "-rt,t"'.''u-
tero, las insenua
cos¿ls
iiii#" n:,.i"" 162
t'ut*'
cualquier
tipo de
cosas
l)¿r':r no tener que rcchazar su hipótesis (como advirtió Dulrern, lL)14). Para elnpczar, las hipótcsis rararnentu son contr¿rstadas aisladamentc de cualquier tcoría científica -dentroun grupo de hipótesis asocialnreresante hay generalmcnte das- y, por tanto, si uno es realmente perspicaz al afer r¿irse A una hipótesis científica particular, puede siernpre ic casi siempre) echar la culpa del fracaso de la predicción : urra hipótesis asociada, o puede invocar alguna hipótesis .:ri hoc, acaso díseñada para mostrar por qué no se ha icgrado la falsación en cse caso particular. O, si todo falla, ,,:ro puede siempre negar los hechos contrarios o bien oivirlelse de ellos (véase Hernpel, 1966). Yo no estov diciendo que los científicos debieran sienrpre ir¡ccr una o más de una de estas cosas. Sospecho que la :::rr,,'oría de nosotros nos inclinaríamos a decir que alguien -r,nro Vclikovsky, que hace las rres, se propasa. Pero llega :, jr punto en que realmente hav que conceder que los l:echos deciden en contra de Ia teoría. Sin embargo, está ciaro que por hacer alguna de esas cosas no necesariamente ('s uno irracional ni un mal científico. Por ejemplo, es no:orio que la má3 grande teoría del universo, la mecánica :-el'toniana, jamás oper'ó con toda exactitud. En todo mor:rento ha habido siempre heclros, por ejemplo, el perihelio tic Mercurio, que nunca se aiustaron del todo a las pledicciones. Pero esto no quiere decir que los nervtonianos estu., icran equivocados o se situatan al margen de la ciencia cr¡ando se aferraban a su teoría a pesar de los hechos. \i estuvie¡on equivocados los darrvinianos al aferrarse a su rcoría a pesar del hecho de que en los cincuenta primeros ;:ños de la vida de ésta sc tuvo la más clara evidencia posii.lc de que el lapso de tiempo comprendido por la duración rle la tie¡ra era mucho más corto para un mccanismo tan iento como el de la seleccirin (los físicos subestinraron Ia rluración de la tierra porque no conocí¿rn la dcscomposición r adioactiva) (Burchfield, 1975). Ríos de tinta se lran volcaclo sobre la cuestión de cuándo ticbe propiamente Lrn científico nefiárse a dar por falsada su icoría, r' cuándo ha llegado el momento de abandonarla. .,\lcunas consideraciones tan pertinentes como obvias incluven el que se cuente o no se cuente con una teoría susririrto que sea más satisfactoria c¡ue la teoría que se cstá a irirnto de rechazar', cuánto éxito ha tenido la teoría en la cr:plicación de los hechos difíciles, v la precisión hasta la fr:cha que ha mostrado al unir áreas diferentes de investi-
t6)
tl gación; cómo sc ha engranado esa teoría con otras que sc tuvieran; y tal vez ciertas consideraciones metafísicas, como, por ejemplo, ¿encaia la teoría con nuestras concepciones acerca de cómo debieran ser las teorías (por' ejemplo, con
nuestras nociones de causalidad)? No tenemos aquí tiempo ni lugar para evaluar estas varias consideraciones, pero con seguridad una cosa está clara: uno no puede, o al menos no dehería. aislar uno o dos elementos de una teoría científica v hablar de si mucsran o no muestran que una teoría
cs fals¿ble, o nrás hien falsable en un sentido adecuado. Ce ñirse. por e jemplo, al perihelio de Mercurio v s¡-r falta de ¿liuste con las predicciones, y luego hacer generalizaciones acerca de la falsabilidad del nel'tonianismo, es sacar las cosas cle contexto al extremo de la distorsión. I{av c¡rrc considerar todo cl ctradro. Y es obvio que esto se aplica igualmente al caso cie la sociobiología. Esto nos lleva ahora a nri segundo punto general. a
saber, el que conciernc a la tcoría de la evolución como tal: juzgada a la luz de algunas de las cosas que ya hemos dicho, ¿hay algo sospechoso en la teoría de la evolución, por ejenrplo, qLre a pesar de todas las demás consideraciones que intcrvengan, haya algún fallo esencial para la teoría
de la cvolución de Daru'in que le impida exponerse
al
test de la experiencia!' Claramente es ésta una cuestión que
ha de scr contestada antes de que podamos volver nuestra atención a la sociobiología cn particular. Porque es obvio que la mecánica ne\\¡toniana considerada como un todo era falsable
en un scntido pro¡rio. v está claro que la cuestión
del
perihelio dc Merculio no puso a toda la teoría fuera del ámbiro de la ciencia razonable: similarnrente hemos de saber si la teoría clart'ilriann dc la evolución, considerada o juzgada c(rmo lrn todo. es falsable elr un sentido propio. Ahor:r bien. no se puede negar que muchos escritores han cJicl-ro cluc, dc heclro. la teoría cvolucionista de Darl'in no cs unrr genr¡ilra teoría porque no es propianrente falsable. El propio Po¡r¡rer, por cierto, sc inclina hacia esta línea de pensamicnto: "Hc lleeado a la conclusión dc que el darrvinismo no es r¡na tcoría científica testnble o contrastable, sino un progl¿nld ,ttetafísico dc inucstigaci(tn posible marco para -rrn pzig. 1)4', el subravaclo teorías c()nrrastablcso (Poppcl. 1971, cs su,.'o). Gcneralmcrrtc. las críticas de este tipo, incluvendo las cle Popper. se fundnn c'n la creencia de q,1s el mecanismo dart'¡iniano clnve. la seleccicin natrrral. se traduce como .,la supervi'u'cncia de los más aptos)>. \¡ cluc. conro por definición los más
;.r)tos son los .,ue sobreviven, la selección natural ¡esulta scr r¡na banal tautólooía,--1, e_p.r;"".ir'l'"titl"a. prourr quc sca f,rlsa. De hecho. sín embargo, no es difícil
men
ro es especioso
ff H:Tillíricas
;;; i:,i""i.".lT ili. Tf,liric";u" p'i'n.'o:ir.. l;'"i;;;ili;
: t, ;"r.l;iór" sign
t:l'o^l:ccíón
diferencial: esto po.J,í. .." falso, porque ,odo. ,, n d",i;; ; ;J;;.' : i' il :.:":",r## ra). Sesundo. afirma !que l¿:'": I ",.¡' l; ;;p;ffi;iáÍ"itr"r.n.¡rt será tematizada: no es un urr, sis_ .riJ., ,ar"' lJ, organismos cuc , y se^reprodu;;;,, ;";;y"lo;,,i"i,¿uo a trar,és .dc tas srtuacrones. De r
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su ;;;r'iRu)r't.?' :3a, Aqrrí r,ienen a cuento una. serie no es \/er(lad qr-re los evolrrcíonistasde comentarios. primero, ;;;; todas las ca-
164
165
De .hccho' racterísticas sean adaptativas'
lil-.."t^
serie de
i;;;;,:' ü. iut qu " ri*,*,.''liT';#, :iT:xl, i"JJ,}',11, ;"]JJ".,..:* apareamien:'^.';r:::ff i,l'10?f,i,tTJ';i;"nq;. ligera,l;; iottacion características to puedan establecerse "; j"it5i*'opittl:-11,1, es la posibimente deleté,tt'' E*"tJ' causatlas doi
características
lidad de que sean '"t"ttiánidu' tan-^111¡3ios" que vale por los mismos s"""' ;;ü;;;",';' la otra ca-racterística sea en la pena poseerla 'nt'u"-í""r.lnqtlc
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:J;;; T:]llir'i *á,?;,Íd*;:*:'ü?.'1"i:",i
donde una caracterlstlc¿ temPrana utniá;" ';."ifieste seedor una
tn la reproduccióh,tlf"?1X? como positivamerte - p^et¡t
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hrvtambiéno"u'po"Lit'''u'unt'(Simpson'1953)' "" !.*1,.áo',''"I;;i'"''"d;' *m:n ;i:"ffi 3:.h:
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j
l, f¡ I
"' casoi problemáticos: unifica to como uno se ""t*ti" tcl"dispares' de la biogeognfía'a áreas de estudio "tpriuÁtnit no tleton¿utJ'u-pt"aittio""t muy^^valiosas; la embriologíu: ne rivales qu" lt
y :t t"jllí1t:Iente t{iante leyes nor'"ttititJ"; r''lauptug1ó1 de trata Dor cuanto de Dios' Por otra "-riittt éreativas males, en lugar de lnttt''f-"*"tiut guía heuuna,luena Darte. asumir ru ut"'i'u"'i"pitii"'-tt prenaturaleza la lo' tuáiuiilíi'tu' ' butt" rística " v' " Tl""*'.,Í: ta venraia '¿'pi'ii"'' ventalas cisa de-lleva han st' H:H;.1áf'1 pues tales
;;;.;;
aceptable
áividendos'
totalmente ausentes' aunque'n't'ui'*ni" patecieran de la ventala trinate'¡i¡ lt. {u' Y ciertament", v'';i;i;- ;-;; oue los evoluútil tan guía xdaDtativa ha resultado';;; los de ii'puE"o' u ort"pt'il^ qtrecaractecionistas de hoy t"¿n"*á muchas hace veinte anos' ¡"ionl' "'án -ttginudas pu"t"i"t^t"titt' ¿" ttntia"; pero ahora'hay
incluso
rísticas que, al elemque estas caract-erísticas son buenas razones pu'u pt"*t ;; fi s';' á ü:" .:' :l :: ; Y aouí. Por eiemPto' en stqntun tienen que sabe á'"
il,;,
:'i;it'^'::: ij" i:,':H::;; ::
'u'lo''l 'hotu ist'tppttá' ;::'U;¿; En suma' " .te7't' correcta y ficado vital para el ;'it;i;f fiécuentemente ¡^' *áétrado d';ffq;; t; p^"io"'ut " tl"tt frente contta-evidencias desfructífera
el .n ""o'i" opu'"nt"'li"'' tuolt'ti""¡strs
'conociclas o
de hov en día tienen
razón al no sucumbir tan rápidanrente a las tentaci<¡nes del falsacionismo.
Tercero, y contestando todavía a la acusación de que su concepto de adaptación muestra que su teoría no puede ser falsada, en cualquier caso sospecho que podría haber algunos ejemplos que darían qué pensar a los evolucionistas: donde éstos realmente podrían ver que sus teorías demandan al menos algún tipo de tevisión. Supóngase que nos encontramos con un grupo de animales que muestran una pierna enormemente hinchada (como sucede con la elefantiasis). Supóngase que no hay buenas razones para que eso se dé en la pierna, y sí buenas razones en contra de que se pueda dat: la pierna no es sexualmente atractiva, y eso hace al portador más propenso a ser cogido por los predadores, etc. Supóngase, que no hubiera evidencia de que la pierna estuviese disminuyendo de tamaño, y que pareciese estar creciendo (y que hubiese clara evidencia de que el origen fuera genético). Imagino que esto preocuparía a los evolucionistas, especialmente si pareciera no ser un caso aislado, sino conformarse a un patrón bien común. Ciertamente los evolucionistas necesitarían volver a revisar sus premisas con mucho cuidado. Pot supuesto, que tales cosas no ocurren a menudo, pero esto no significa que la teoría de la evolución sea infalsable. Convendría no confundir el no ser falsada con el ser infalsable. ¡La teoría de la evolución pudiera ser cierta! Pero dejemos esta discusión y volvamos a la sociobiología. En primer lugar, hemos visto que la cuestión de la falsación cs toda ella muy compleja y que pudiera haber buenas razones por las que los científicos no quisieran o no debieran desechar sus teorías tan pronto como se detectase alguna evi
166
t
l
uso de semeiante suPosición cuando se encuentren con fen(ie. menos orgánicos nuévos o todavía no discutidos
6.5.
¿Es
ra socroBlol-ocí¡
CoxsrorucroNEs
r¡¡r¡,rsesln?
PARTIcULARES
Obviamente, ya podemos extraer algunas implicaciones im' portantes para la sociobiología con resPecto a la cuestión dc Ia falsabilidad, globalmente considerada. En la medida en <.¡ue la sociobiología es una extensión de la teoría evolucionis' ta ortodoxa, y hemos visto que hay razones Para creer que
lo es, lo sociobiólogos podrían
¡ I
I'
incluso deberían- r^zona.
-e orgánicas de las quc blemente asumir que las características se ocupan, a saber, las características del comportamiento, tienen una significación adaptativa. O que tales característi. cas están de algún modo vinculadas con funciones adaptativas. Cuando los sociobiólogos hacen esta suposición no por ello se tornan ilegítimamente sus investigaciones en pseudociencia infalsable; por el contrario, suponen lo que, como buc" nos evolucionistas, deberían suponer. En oras palabras, le actitud, un tanto arrogante, adoptada por los críticos estí equivocada. El intento de relacionar el comportamiento con las ventajas adaptativas es bien oportuno. Esto me lleva a los aspectos particulares del programa so' ciobiológico y a las acusaciones específicas de los críticos, Ninguna de ellas parece tener mucha fuerza. La principal ob' jeción que los críiicos parecen esgrimir, es que los sociobi& logos se apoyan en tres mecanismos diferentes, la selección individual, la selección familiar y el alruismo recíproco. Aho ra bien, si esto es realmente una objeción, es un tanto ri. dícula. El comportamiento que nos interesa analizar es su. mamente compleio, y tiene poco de sorprendente que estat materias no sean sencillas
o que se necesite más de un
mc.
canismo para explicarlas. Difícilmente beneficiaría al socio. biótogo aferrarse (por ejemplo) a la vieja concepción de le selección individual, porque entonces no podrían ni empeza! o huma. a explicarse las interacciones familiares
-animales
¿ Existe un considerable debate hoy día sobre si las caractcrís. ticas orgánicas conside¡adas cn el nivel molecular muestran funcio.
nes adaptativas. Sin embargo, afortunadamente, podemos ignoraf aquí esta conffovetsia, pues sólo nos concierne el niv.'l superm(> lecular. (Véase Lewontin, 1974.)
Que la sociobiologia trate de dar respuesta a diferen_ t(.s aspectos del comportamiento ,,o po, supuesto, un Ir;rr'¿rso: es una virtud. (Aquí procede "r, llt. insistido en.que los evolucionistas ,rnr'br.v.'Jr.áiiOi. de hov pi"rrrn'o]r" vrrurtmente toda la selección lo es en favor dei individiro, rr,rs.
¡t,,r' .posición al grup.o..En -este párrafo, "¡ui"...rt.,-r.-til I'l;r
.que ,k.l individuo, por opo.icién ¿ b.""i¡.i" lnjirecto a obrener ¡'ol medio de otros individuos.) , lndudablemenre, Ia.objeción ie los críticos a la sociobio_ 1,,¡ií. basándose en la infaisabilidad tu ¿"-r"i..formulada. Se rli'rí que la objeción-r¡al.no ., ,*o qr. h ;;ü;i;g;; \(. :rpoye en varios mecanismos, a-ogrro q.ra se apoye cn los en que se apoya y del moho ., q,r. lo hace. l;.¡.,,.I1T-._r y una )nr vez más, difícilmente puede'.n.orr,rrrr. .embargo, ¡r(luí un motivo serio-para t" u.u.uiie.r,-"i-rn..ro, l';rsc.del cargo de fa.liabilidad. ñ"-.r-'.ürrmenre sobre la el caso ,¡rrc_ la selección familiar, po, invención ,ul boc, sin fundamento, irruo."dá--;;;;;. ";.mpiá,-rir',r.ru para salvar la l,uhada de la sociobiología. Sabem"; d.;;;.i. G-¿iÁ;", l,i.s fundamentales de .11 rcoria y .iert"m"rrte srr r¿rcionalidad v su existencia ""áir.l."iü, son aceptadas por Ios mismos , ¡ íricos (Atlen ei tsii).-'Ád;;¿', ;;;;; :"";i ;;;il;? "t., nr:rl como en el humano parece estar abierta a una posible l:rls:rción. Si las proporciones y p.7.ii..r"'gr; predice no se rl;u). entonces es
rr.
falsa. Ciertamenie, es falsa' tan pronto como
quiera soste-ner
q...g:
aplicable
u-"* u.pii"
g;*;;; ,rrcresanres fenómenos. (Uno^ puede ,l.rnfi" iátu".-"". ñ¡uitt.sis,neg.aldo- qu. t..rir- intencíón á.-á"pii.u.l" a un caso l,¡rrricular falsado. Sin embargo, ,unq,r" ;:;;;rro esrá per_ r¡rirido ley de.Boyle no"p;";;;;;Jei'-apticada a attas -la y presiones- si uno abusa rcrlr)eraturas de él'se ve expues_ rrr rr ¡s¡sr que renunciat a toda aplicación que tenga inte_ rt:s para la vida real.) Así. pot ejemplo, como sabemos, Alexander ha concebido dudas sobre
Ia
d. í. ;.il;;ió"
fr;ilñ;;;; 'r;rrdes t .ih"'.;;; I ez ). sugiere qu c l,r,r l:,ll1:1?^o l-rexander ('v¡oencta ::1',-! empirlca no ¿poya la_ afirmación emitida"por t'ri_ .,r'rs v Hare de que Ia .elección f.rniliu, tr¡i"'riá" ti¡r:rl fuerza evolutiva U á.tárÁ¡nüó;ll i", proporcio"i"-p.ir"n especies d. ;J;; i.rrá.ro, r*s de sexos en muchas sociales. me parece a mí, es exponer una teoúa a una cont¡asf;1¡, r:rcrón,
eficacia
no menos que si conóluimos qu.
t,
Éy
a. S*ll-;;
168
169
\-
J
r
al es¡rato de Islandia. Además, pena tomar nota de quc los propios sociobiólogos parecen estar ¿rbiertos a la pcrsuasión por evidenci¿r conraria. rX/ilson, por ejemplo, quedó inicialmente muv impresionado por los resultados de Trivers y Hare; pero ahora, a la luz de 1as críticas de Alexander,. ha atemperado considerablemente su entusiasmo (Oster y \X/ilson, 1978). Situaciones lógicas en buena medida idénticas con respecto a la selección familiar parecen obtenerse en el mundo humano. Alexander, por ejemplo, sugiere que, cuando la paternidad está en duda, podríarnos esperar razonablemente palrtas de cuidado del hijo en los hermanos de la madre. falsada después
vale
la
... mientras los hcrmanos y hcrmanas adultos tiendcn a permanecer en una proximidad social suficiente pa¡a que los hombres estén dispucstos a cuidar de la prole de sus hermanas, puede predecirse a 1o largo de la sociedad una baja general de la fiabilidad de la paternidad, por ¡azones de selección familiar, para dejar paso a lo largo de la so ciedad a una prominencia, o institucionalización, del hermano de la madre como macho apropiado para dispensar el beneficio paterno (Alexander, 1917, páe. 11). Alexander'sostiene que, clc hecho, sus predicciones resultan ser ciertas; pero si esto no quiere decir que se asume un compronriso epistemológico, yo no sé qué ,¡s. Si los hcchos
relativos aI cuidado del hermano de la madre fueran de otro modo, o se probara que son de otro modo tras un cuidadoso examen, entonces la posición de Alexander estaría falsada. Yo añadiría, incidentaimente, que con respecto a esta cuestión dc la selección farniliar humana, no estoy seguro de hasta qué punto habría que tolrar en serio el cz'.rgo de la infalsabilidad, pues, corno en seguida \¡eremos, Sahlins piensa que hav una buen¿t evidencia para probar que es fal sa.
Exactamente las mismas cousideraciones que se acaban de hacer acerca de la selección familiar parecen valer para el altruismo recíproco. Si un organismo da algo y se lo da a oro que no seá pariente suyo, no habiendo además ganancia'alguna, sólo pérdida, entonces las tesis que afirman que el alruismo recíproco es un mecanismo efectivo son faisadas esto vale para el ámbito animal y pala el ¿ímbito humano.-y Y 1o mismo cabe decir de la relación entte los varios mecanismos selectivos. Alexander (1975) sostiene que la selección {amiliar y el alüuismo recíproco deberían cuaclrar, y de hecho cuadran, 1,70
con l¡s'rlivisioncs antropológicas dc la reciprociclad ctccrua das por S¿rhlílrs. Si no cuadrr¡ran, tendríamos una falsaciól: sustantiva.
I-os cargos particulares de lc¡s c¡íticos parecen, por tanto, no tcncr mucha fuerzr. Pe¡o todavía no podemos sentirnos cómodos. De alguna nane¡a, se.podría argumentar que ios sociobiólogos se han apresu¡ado excesivamente a ver ventajas adaptativas en todo comportamiento, particlrlarmente en to do el con-rportamiento humano. ()uizá havan dado aquí un
paso que les aproxima a la infalsabilidad. En realidad, y
mos, por ejemplo, que un mecanisrno sugerido para el conrportamiento humano homosexual fue la aptitud heterocigri .tica ecluilibrada. Aquí se sostuvo abiertamente que, hablando biológicamente, la homosexualidad no es una adaptación. Y, nrás generalmente, no parece habet razón para suponef qrre los sociobiólogos se negarían, más que los demás evt,lucionistas, a aceptar la posibilidad de causa alguna que pu-
diera producir características no adaptativas.
Al acercarnos al térn.rino de esta discusión de la falsabilidad, lo que yo quisiera concluir es que no se ha logrado establece r ni un solo argumcnto de peso para demosffrrr que la socióbiología es ráalmente infalsable.'En la medicla en que es adecuado considerar la falsabilidad como un ingrediente esencial del quehacer científico, 1a sociobiología pasa la prueba. Y yo podría añadir, además, que las acusaciones se han formulado considerando sólo una parte del corpus sociobiológico, a saber, la que se centra en el altruismo. Si se tiene en cuenta el conjunto entero de las afirmaciones de los sociobiólogos, el margen de falsación se ensancha. Considérese,
por ejemplo, la explicación
sociobioló-
gica de los tabúes humanos del incesto, a saber, que tales tabúes han sido forjados por
la selección porque la
procrea-
ción enre parientes cercanos tiene efectos perjudiciales.
Su-
póngase que los anffopó1ogos encuent¡an que ciertas tribus, a pesa¡ de las temibles consecuencias genéticas que pueda 771 i
L
r tener, p¡actican abierta ¡,' dcliberadamente e I incesto dc generación en generación que hasta consideran como parias a los que no se han-ycruzado con parientes cercanos. Supóngase, también, que los a¡tropólogos encuentran que esas tribus han alterado las formas usuales de los pattones de apareamiento sin ninguna razón poderosa (y que, por tanto, no hay cuestión de cambio de genes). La tesis sociobiológica de que los tabúes del incestn tienen un origen genético y no sólo cultural hubiera sido, obviamente, falsada. Tampoco aquí, como en los casos antes discutidos, deja de ser la sociobiología una ciencir gerrtrinr. i
6.6.
t, I I
¿Es
Er
ra socroBlot-ocÍ¡ uuir¡aNa y CAÍDA or:l Isr¡u
r,ars.r?
onrcr,N
Y llego a la última serie de críticas que se han dirigido contra la sociobiología, especialmente contra la sociobiología humana. Los críticos, tanto los del grupo de Boston como Sahlins, dicen que la sociobiología humana es falsa. Debo confesar que, si se da por válida la crítica anterior, me parece que ésta, hasta cierto punto, sobra. Si la sociobiología fuese infalsable, yo no me sentiría obiigado a decir que pudiera mostrarse que es falsa. Lewontin (1977) ha sugerido que no hay nada de extraño aquí. Uno puede pensar de algo que es ontológicamente ve¡dadero o falso, y no obstante, epistemológicamente, infalsable. Sin embargo, aun cuan-
do esto puede ser cierto de los enunciados metafísicos o religiosos ser falso, y no obstante ínfalsable, que -puede Dios es amoryo no estov seguro, sin embalgo, de que eso sirva para la ciencia. Si, corno señalan los críticos,la sociobiología es infalsable en el sentido de ser inmune a los ataques de la contra-evidencia empírica, entonces esos c¡íticos no tienen derecho a da¡ un giro en redondo y ofrecer evidencia empírica de por qué la sociobiología es falsa. Pe¡o no importa: como hen.ros visto, la sociobiología no es infalsable en un sentido que sea perturbador. Por tanto, podemos pasar a Ia siguiente cuestión: ¿es falsa? Considerembs primero los a¡gumentos de los críticos de Boston, )' volvamos luego a
los de
Sahlins.
Continuando su acusación de infalsabilidad, los críticos del grupo argumentan como sigue: <
cuantitatiltas acetca de cálculos de canrbio de caracttres en y acerca del grado de diferenciación entre poblaciones de especies>> (Allen er al., 1977, pág. 27). En particular, sostienen los críticos, si la sociobiología es en algún sentido verdader¿, entonces (restringiendo nuestra ateñción al mundo humano) deberíamos encontrar que los principales cambios cultu¡ales van acompañados de (puesto que son función de) cambios genéticos significativos. AdemTs, deberíalnos encontrar diferencias genéticas significativas enrre poblaciones, reflelando a su vez (v causando) importantcs rlifelencias culturales. Sin embargo, continúan argumentando los críticos, esas dos implicaciones resultan ser falsas. En lo c¡ue concierne a la dirnensión temporal, es significativo que grandes cambios cr¡lturales puedan ocurrir y ocurran en peri,odos de tiempo demasiado cortos para que dichos cambios hayan sido causados por cambíos genéticos, al menos por iambios tales como los que permite la teoría ortodoxa de la genética de poblaciones. Así, por ejemplo, el surgimienro y la caída del -de Islam duraron menos de treinta generaciones, modo que tan masivo cataciism<¡ no pudo haber sido directamente provocado por-los genes. Similarme¡rre, habiando en el presenre, pero considerando los hechos a través del espacio, encontramos que no existe entre poblaciones la variación genética requerida para explicar las vasras diferencias culrurales. y se citan los hallazgos de Lervontin, según los cuales el 85 por 100 de la variación genética humana ie da dentro de las poblaciones, y sólo el 8 por 100 enue naciones y el 7 poi tOO entre las principales razas (Allen et al., 19i7, pág.'2g). ¿Qué pueden responder los sociobiólogos a- aiusaciones como. ésras, y_ c.on qué efectividad? parecé habe¡ dos tipos posibles de réplica. Primero, puede ser, y ciertamente éstá admitido, que la mayoría de los cambios' y diferencias culturales no son esencialmenre función de ios genes. Clatamente la índole cultural (esto es, no genética) ?el caso del Islam no puede ser, ni lo es, de hecho, negada (llilson, 1976). Pero, ¿no es esto salvar a la sociobiologá a costa de.vaciar_ la de contenido? Ciertamente, la sola éoncesión de que un proceso como el surgimiento y la caida del Islam no fue cas
un tiempo
en ningún.senrido gené¡1c9. muesrra que, en ciertos aspec_ tos, las tesis de la sociobiología humana tienen severos limi tes._ No obstante, los sociobiólogos, y \X/ilson en parricular, plobablemente argumenrarían que, al menos coniiderándo. los en su dist¡ibución en el espacio, los genes bien podrían L7J
influir en diferencias culturales, por ligeros que sean los porcentajes reales
canrbios genéticos tu.",ieran o ningún efecto comportamcntal; esto podría contarsel)oco como una prueba rn contra de
éste, \X/ilson invocaría su .,efecto multiplicador> sugiriendo que pequeñas diferencias en el nivel del genotipo pueden desencadenar grandes diferencias en el nivel del fenotipo, plrr-
la vcrdad generirl del efecro -1,ir;pli;5;. l,ero, tras esras breves consideraciones a
multiplicador
ticularmente en lo que concierne al comportamiento. Como puede imaginarse, una respuesta semeiante no encuentra demasiado favo¡ entre los críticos. E,stos opinan qu-el remedio propuesto por \Wilson es peor que la enfermedad que pretendía curar, pues para eludir el riesgo de la falsedad se precipita de bruces en el pozo de lo infalsable. El efecto multiplicador, y otro efecto destinado a salvar la
fachada que los c¡íticos ven en el trabajo de rWilson, el de acrrerdo con el cual los organismos han de alcanzar cierto nivel cle complelidad para que el efecto multiplicador pueda ser operativo, < (Allen ct al., 1977. págs.29-30\. ¿Es justa la censura de los críticos? ¿Tiene razón Wilson al recurri¡ al efecto multiplicador en su defensa? Por mi parte, debo confesar que si toda la sociobiología descansara en eso, me sentiría algo incómodo. No cabe duda que algo parecido al efecto multiplicaclor puede darse. Nos consta per' fectamente que cosas pequeñns pueden provocar cosas gr¿rndes. Recuórdese la historia del pobre rey Ricatdo III.
Por lo demás parece plausible sugerir que el comportamien' se caracterizaría fuente al fenotipo como el elemento que más drásticamente poclría ser alte¡ado por mínimos can: bios genéticos. Y tampoco parece realmente que el efec-
to
to multiplicador sea del todo infalsable. Seguramente se podría comprobar, al menos en otros organismos, y si el
resultado fuese totalmente adverso, se tendría un argumento en conra de la tesis de su gran relevancia para los humanos. Supóngase, por ejemplo, que en los ratones, pequeños 174
fuerza conceder,
o d d ¿o,.
al
r
;;
-;rnb;.g.,f,rvor del efecto que los aleea-
jíTi::J:, J: .d.'.r.'lfelü
i."j;,fi
r_,i r,, 5f J;:.ilj"¿. ?" aporta .\ü7ilso_n para. estableccr. f u ;,.np"rirn.* ta
n
t
cs mínima:
lo ha introdu.id".,ólo'iá.0'LIral.-
p-U1.."r. Desde luego, es cierro que \üZils.n s,Jgi.."'qu. dicho efecto '." poclría
ser import,rnre .n lo., UrUr¡"."r, los que se dan clos variedad.. .o., patrones de comportamiento
drástica_ mente diferentes (cuyas.car-ll-s: presumitlemenre, sou genéti
<,
Por falta clc r¡n clavo la hcrradura se perdió. Por falta de una herraclura el caballo se perdió. Por falta de un caballo el jinetc se perdió. Pc.r falta dc un jinete \a batalla se perdió. Pc;r falta de una batalla el reino se perdió. Y todo por falta de un clavo de herradura.
.
ros de Wilson
;n'ilÍ: il!,,i:li:'l'::)' i!üiis;;' t';\^"" pes ii i biia r.,.n.i^;;;;;;,ffi:::T"n:xin,,xl',,,T'il.j,:,,T. jj,
\\/jlson no piueba ..ut-"nr"''r,i.
;i;;rJ;"r,
pues no se .-'frece evidencia real.algun, d;"q;;'i.r"ürrrri"o, guarden csrrecha relación genéticá. E"-árJr'""]rSIf
los argumento,,r.'io,
.riii..r' o"#r"il"J#
r#t"¿,J;:r#:: res como ellos Darecen.r... qú" lo son, rü-'ar..."n, ni mude peso. to .o.ioüio'iogjr"i.,i¿ií q.e recorrer un il"_^.:^T:, rargo camrno para salir equí de ,óu..r..
t ero esto me trae ahora Ia segunda l.iólogos pueden hacer cuando ;füilr;';eréplica que los socio_ falsedad. pue_ den alegar que. en ir
e; :;l;iü ü;:.# ;f.':: #:"l""'ffi.;L' i: ;l':1:ffi .,1: di lo o". ;;;;.;';;i".;;ñ,1#i{;i"'Tfiojif ';:',.u,1'l!"i,"1.*'TJ: de tas pobtacionJri";';;';_Lii"'*. ::r:l: dentro rüt se repite. de población pobtá.i0"-trnto .., ::^:": .rpacro como en el tiempo.,En "n r
gía. Mucho
oras^paüUrur,
entre poblaciones nó
,.¡ulrr Ia"lfaka
., Áur relevante. Se supone "*^jl"i:.tls que tanto las sociedades sinescritum io¡no las indus_ practican
;t,;;i;.il;.'.ipr*o
Ii:I:'::-""anzadas mrsmas razones. "i d.l uniijuo,'ir"¿¡o por las ":b,1:i""", vo Islarn comparren lás mismos_ genes y cLrtás patrones bá_ srcos de comporramiento, u nudu'á" lJ
tr.
rlicho prueba otra
cosa.
;-il:
q* I;,
críticos han
En lo que concierne a los críticos de parece ran justificada co.mo adecua¿r. Boston, esta réplica que por el momento nada. se h, di;ñ; Vá"ói""iera subra;,ar ;r#;" si la biología humana u"rd".J.rr. e1"nr;r.t"'i,-Lrt¡oo essocioque se ha dicho algo",acerca de si L üi.uiálü humana
cs
t75
Y la respuesta es que apelando a fenómenos tales como nada se dice acerca de .t' ,,r.ni*i.nto -.o--"n.t v la caíd'a dei Itlat seres humanos' los caiacterísticas enffe irr falsa.
6.7.
HUMANA? ¿Es rerse LA socIoBIoLoGÍA
Er- pnonl-BlrlA DE LAS
HIJAS
A su es en este punto cuando vuelve a aparecer Sahlins' qYt muestran que básicos !9 iuicio. hav datoi antropológicos signif%ativas emitiáas por los sociobiói.r'ijt"ríi.*;;i";;, del to*.-r."r., de las co"nstantes, genéticamente, causadas' .á'-port-u--l.nto humano ton .ompletumente falsas' Al menos' á;¡ó d" resringe su análisis a'los pretendidos efectos de de tu i.l"i.¡¿n famifiar, se siente ,apaz Áe sostener la tesis ;;;--;;; hav un solo sistema he matrimonio, residencia J"rrtátir"i,-á rganización familiar, relaciones interp-ersonales d.scendencia comítn en las sociedades huá;';;;;;;.",'o q.t. no hayan rcalizado un cálculo de relaciones y acY
-un"s
;i;;-;.;l;i difereáte del indicado por los principios i"..i¿" ]^-itiar> (Sahlins, 1976, fág' 26). En oras
de-
la
se-
palabras,
Sahlins niega que los sociobiólogos puedan afirmar que so.i.¿u¿.t diierent.s muestran similares patrones de comportamiento genéticamente causados' ;Cómo"trata Sahlins de establecer su tesis? Pri¡cipalmen,"'.ittii.tr"á. el destino de las hilas' A pesar de que los
L¡sualmente lrcrriranos o hijos de hermanos. Un joven varón se encontnrá de este modo en colaboración con primos de primer grado G:1/8) o de grado mayor (r:l/32,
l/64, etc.), tíos (FB, r:lla), muy posiblemente tíos abuelos {FFB, r:1/8). Si se practica Ja poligamia habrá incluso parientes distantes dentro de la familia (por eiemplo, FI/2B.5, r:1/16).I{ientras tanto, la hermana G:l/2) del mismo jo'¡en se irá a vivir con su marido, tras e1 matrimonio y criará a sus hijos G:111) en la casa del último; mientras que la hermana de la madre (r:l/a) habrá ¡esidido probablemente siempre en otro lugar, al igual que la tia paterna (r:l/4) desde que se casó. Cuando alcance la madurez, nuestro jo ven perderá similarmente a su hija (r:1/2) y a los hijos de ésta (r:1/4), así como todas las demás muieres que nazcan dent¡o de su propio grupo familiat extendido, aunque él retendrá a su hijo, al hijo de su hijo y a todos 1os machos nacidos en el grupo. Por tanto, desde el momento en que un hombre favorece a los hombres de su grupo que son parientes de sangre, Ios discrimina frente a quienes siendo parientes de igual o más ce¡cano grado eitán fuera de él (Sahlins, 1976). Aquí, cree Sal-rlins, entramos en una palmaria contradicción con las implicaciones de la selección familiar. Po¡ ranro, este ejemplo muestra que la selección familiar que actúa sobre los. humanos puede ser un factor significativo (o no sig-
-no nificativo); al menos, si se tiene.n crrenta el fenómeno
tÁ
común.de las hijas que abandonan el hogar después del matIlmOnto.
el porveiii"r i." seneralmente estimados y tienen asegurado de \a fa' fuera casan se, hiias las sociedades ;i;";;X;h;; .iíi, i.,-.¿iuta. Esto, cree Sahlin's, viola ia selección familiar'
Por añadidura, Sahlins cree que nuchos ouos hechos antropológicos muest¡an la falsedad de la sociobiología, en \a medida en que ésta se centra en la selección familiar. Por
.o-L po, las hiias y, ciertamente, no debería traer mujeres las
de,una,persona que uno hubiera matado en guerra, a pesar del hecho de que, dada la difundida práctica del infantiéidio,
por los hiios ;;rque el indivicluo áebería estar tan interesado de extrañas (es decír, e.sposas) y cuidar de ellas más que hembras de su propia sangre. He aquí sus palabras: Tomemos una regla común
tal como
la, -residencia pa-
aldea'. Por regla ,.ii;;i.'.;; ,,tr' .uü-i..tio fuera delalacasa del padre del H;;i: L*';H;;;¿oi vivirán en
integrada ;'#.''";;;t;;d"' uti-unu familia más extensa .,.r Jt io-br., srt muier, sus hijos casados con sus espoi". f".niu áe lamilia'hallada aproximadamente ""; "'"ii¡Á"Jl" i"'^'i;".iá. roó ¿. las sociedades del mundo, MurpG aldca local ¿..t. fór'zi Por la nrisma regla. la un -o comterrltorlodria ser una banda de cazadores en it.i¿.^rt.irt-á. "r., {amilias cuyas cabezas visibles son
176
ejemplo, en Tahití se esrableció la práctica de adoprar el hijo
podría haber destuido uno o más de sus propios hiios (ibíd., pág. 49). Y más generalmente para los humanos, Sahlins cree que toda la hipótesis de la selección familiar se viene abal'o, ya que hay muchísimas personas que no tienen idea de las complicadas fracciones que se necesitan para calcular las varias relaciones familia¡es y porque además hay mucha gente qrie tiene una noción completamente errónea acerca del verdádero parenresco biológico. <
I
7
rf. pcctivamente, en conparación con el de los rangiroanos 1,2,3. Este último experimentaría, así, cierta dificultad para calcular las cifras del álgebra egotística de la selección familiar postulada como una lógica social general por los prtnerosr, (ibíd., página 44). Ciertamente, la ignorancia humana en materia de
f¡acciones representa <
la
teoría de la
selección familiar> (ibíd., pág. 45). Desgraciadamente, aunque las objeciones de Sahlins tienen
una inicial plausibilidad, un ligero esfue¡zo de reflexión muestra que no son tan devastadoras como él cree que son. Primero: es ciertamente lamentable que, Sahlins, deliberadamente, se haya resringido a la selección farniliar, ignorando el altruismo recíproco v la manipulación paterna. Si no hubiera circunscrito el ámbito de sus consideraciones, podría haberse percatado de cuán fácilmente se ajusta su ejemplo de Tahití al paradigma sociobiológico. Por una parte, el altruismo recíproco explica la adopción de los hijos del enemigo: si estoy dispuesto a hacer esto por ti. entorices tú estarás dispuesto a hacerlo por mí. Po¡ otra parte, la rnanipulación paterna explica el infanticidio. Como el propio Sahlins admite: (ibíd., pág. 48). Los sociobiólogos no podrían decir nada más favorable en apoyo de sus tesis. Segundo: incluso de uno de los mecanismos que discute, Sahlins muestra un desconocimiento casi descarado. Como antes subrayó, al considerar por vez primera este tipo de objeción, no es necesario que se efectúen estimaciones plenámente conscientes y exactas de los iazós de sangre para que opere la selección familiar. Tales estimaciones no son efectuadas por los hímenópteros. Por txnto, tampoco son necesarias en el caso del homo sap¡ens. La selección familiar humana puede ser falsa; pero el que los pueblos sin esc¡itura no sepan ftacciones no es una prueba de ello. Como Alexander escribe: <(... no es necesario, para la maximización de la aptitud inclusiva, saber quiénes son los familiares de uno, sino sólo comportarse como si uno lo supiera> (Alexander, 1977, página 12; los subrayados son suvos). Tercero, y quizá esto sea 1o más importante, todo el argumento de Sahlins basado en la residencia patilocal se viene abajo por haberse éste olvidado de la sexualidad. Si 178
los seres humanos se reprociu jcse n asexualmcnte, entonces pudiera esperarse que los padrés se o..,p^rur-, tan stjlo de sí nrsmos; pero, por supuesto, Ios humanos no se reproducen por gemación. Los humrnos rer¡rieren pareja ,d.mas una 1, ¡,'areja con la que no .rt.n ..pur.ntados. cier".t..ihn.n.n,é lirmcnte. argumentan los sociohiólogos, es ,on i_por,rnt" qr. no esrén genéticamentJ..prr."ira;, q;. 1"1;_ ll: ,O,1"irr rcccron ha modulado nuesÍas emociones
contrar compañero
o
compañera para
el
apareamiento
y
Ia
co¡ 9uien. no ," ,éngrn lrr¿r;;";r-;.;.'r.;; ).'11.,.n _-Tún v esra en.er p¡opro interés reproductivo de un individuo ei (tue sus .hijos encuentren un compañcro o compañera para el apareamiento v la vida .n .ornún .on qrri.n no se tengan lazos de parenierco. pero ahora tomemos el argumento Si es así, muv ^bien. un poco más ailá..Supongamos que ¡ro (macho o t..1."i." mi cónvuge . ca.a. Supóngase que mis hijos, j:.1g:.a :,i.?^: qu..m¡ conyuge. v vo hemos cuídado. haóen lo v1..19t asl suceslvamente. Yo esto1, mi¡ando ciertamente mismo, por mii propios inre¡eses uenéticos; p..ro ,i .Oiyug", mis des_ cendienrcs inmedia"tos y ,,,, "o, .'.ónyug., .ár"."r' lo, que cargamos con todo el trabajo. Mientras"tan,o, un, seri; de- ;:; sonas, que también rienen un inrerés biolJgi.o dir..to. mis deseendienres. a saber, los p"dr;; J;";?' "n .Ony.rg. y á; los cónyr.rges de mis hijos, no il;;lii.ni; nada. La seic.cción.familiar, juntamént'e quizá.árr r".'áár¡s de alruismo recíproco, _zugiere que esr; situación ¿eberia .q"ilib;;;; cuanto: anres. Yo me cuida¡é.de la mitad de mis Éi;", y á" sus, cónyuges v otros se cuida¡án de l, oim mitad de mis ruJos v cle su.s. conyuges _y Io harán porque está en sus 'el lnrercses genéticos
directos haccrlo ásí y porque si no cuidan de los hiios de otros, orros no cuidarán'de j;;;y;. (El mismo Sahlins habla. del rno¿á .n .ii"r.r.ambio de hijos .ayuda a formar alianzas, .. a..iiir.¿;" .ómo el cuidado de hijos de_o*os, es una pi"lu .lu* d.llr-"oir:.r¿o, ¿" ul_
truismo recíproco).
que
la
esrrucrura básica descrita por
.^J,":":: :,1i!., un problema. real Janlrns no ry: constltuve para la sociobiología.
.o-[l.tu, ia historia. if"i-q"¿ habría que a los hijos y ofrecer,úni.r-'.rrt" a'las hijasl Bi:eno, para comenzar eso no es del todo cierto. Las H;u, *n Permírasenos,
re_servarse
cuidadas
y
apreciadas hasta que se casan,
y cuando lo
hacen
t79
lx|ncrse en caminos. Pefo como. es de suponer, ,rrnfeccionar un informe u..r.u .1.-rur-;..ó;;;r. se impone ¿Hay algu_ nrr ve¡dad en la sociobiolggi¡t y, más'coicretamente, ,rlgo de verdad en la sociobiát"gií'h;rr;J'i?..itur... ¿hay '.rol_ vcr a considerar estas cucstion;s .n .l .upiirlo siguiente.
se van con una dote. Pero hay una posible razón de por qué se deja ir a las hijas y no a los hijos. Esto deriva de las diferencias reproductivas entre machos y hembras. Las hembras tienen una probabilidad mucho mayor de quedarse embaruzadas y tener descendencia que los machos (Trivers y Willard, 1974). Los machos tienen que competir por las hembras. Esto quiere decir que los padres pueden deiar que se vayan las hembras porque es casi cierto que quedarán embanzadas y así les asegurarán una cantidad de descendientes. En carnbio, a. los machos tienen que ayudarles todo lo posible eiemplo, ofreciéndoles posesiones familia¡es-, pues -por en caso contrario no se casarían y no tendrían descendencia. (Como se ha mencionado, quizá la dote compense este desequilibrio.) Consecuentemente tenemos que los machos se quedan en casa y traen esposas. Así las pre-
dicciones sociobiológicas y los hallazgos antropológicos coinciden. El intento de Sahlins de falsar la sociobiología vuelve a fallar. No se ha demost¡ado, por ranro, que esta disciplina sea falsa (véase Hartung, 1976\.
6.8.
Coucr"usrór¡
Pero ¿es esto cierto? Aquí y en el capítulo anterior, me he esfotzado por defender a la sociobiología, incluyendo la sociobiología humana, de los varios ataques que le vienen de fuera y de los varios excesos que le nacen de dentro. Seguramente que algunos lectores deberán estar ahora convencidos que mi compromiso con la sociobiología es absoluto, y que estoy tan entusiasmado por ella como el más ardiente de sus cultivadores. Esta irnpresión, sin ernba¡go, no es del todo acertada. Mi parecer es qLre la sociobiología, que confieso que me parece fascinante, no ha sido bien expuesta. Creo que muchas de las acusaciones dirigidas contra ella han sido bastante parciales, aunque no puede negarse que algunos sociobiólogos se han exptesado con suma torpeza. Emiten confiadamente juicios y dictámenes sobre cosas que cono€en muy poco, y. al igual- que míster Micawber, parecen creer que su conocimiento de los problemas es suficiente para que éstos se desvanezcan. Mi propósito, por tanto, ha sido simplemente dar a la sociobiología, incluyendo la sociobiologla humana, una oportunidad: ni asesinarla con mis críticas ni ensalzalJa antes de que ella h^y^ tt^t^do realmente de 180
(197g) ha comparado acerrad¿ " D. "uid .Hull -.iiiiíái"el" ado d e r, ;; ;;r ft",:."rÍ.,tlT:T .h Ie han dirieido. a lr,ieoría-ü'ñ'Áffü;después de que se publicara El origen ae Ms especier. es
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l
181
7
La evidencia positiva el problema de la evidencia positiva en la sociobiología humana podría ser conveniente considerar una o dos páginas del libro de Charles Darwin. Cuando se le preguntaba por qué alguien debería aceptar su teoría de la evolución por medio de la selección natural, Darwin acostumbraba a responder que había tres razones. En primer lugar, estaba lo que se podría denominar la evidencia directa extraida de la lucha por la vida y la indudable variación en el estado salvaje. En segundo lugar, esPara abordar
re.lación con
l,f¿
taba la evidencia analógica, suministrada por 1a seleccién
ficial.
Y en tercer lugar,
atti
estaba la evidencia indirecta, sacada del modo en que podría ser aplicada la teoría a muchas ¿íreas de interés biológico. <'(Darwin, 1887, 3, pá5. 325. Yéase también Ruse, 1975). - Ahora, bien, sin ser artificialmente rígidos, veamos a dónde nos lleva esta triple división en el iaso de la sociobiología. Entiendo que¡-el problema que se discute es el de saber cn qué medida el comportamiento humano, en especial el comportamiento social, es esencialmente una función de los
il
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181 I
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- --r quiere ^..:--- r-¡i¡¡ decirse' que el comportaml€nto sc lo ' cual siñ necesidad de manifestará en medios ambientes ntrmales que. el rival -á: cleo. tg'-tul-""tt ;tt;i' ,tT ,rn "p,.'iái'i; n u '^""'--';i;;u uc uua ;;; porLa'Lc portanti l"^l::luti:' i'l' ;::l ::".lff "*pli'n'"io"'*' explicación ?e ttut" "cultuto social humano sería aprende muy ripo .definido r¡" á1t"¿.-.. ,equ.,iriu "Ígún h"-ot uitto' las caracterísdizaie inicial. Como' t"gJ; yu í^ r^'s^ producto ranto de los
genes, con
-
i¿?J".;;ffi;';;';"á;:-a
no
ambiente, átaÁ dos explicaciones ;;;.".il;;I-Áediotan opuestas como Parece,seguirse y: ti!lson necesariamente los que pudieran concurrlr. en Caros ;;;;, examinaremos
7.I. L¡ ¡vrpr'xcrl DIREcTA' or coNtn,lst¡cróN
Pnonr-ruas
'"il"ñ;;""t. ili;ilt¿;-;;
tal evidencia directa -áun suponiendo que Para exista- se ve dificulttá;'p.t ;; serie de próblemas' un caso esclarecer este punto, consideremos por-un momento
;;lÑ;
áe récolec.ión de evidencia directa de un compor-
en un grupo de ii#i.#; t*i"i"g""Jii**.nttportottttolado eiemplo' los insectos'
;;;;i;;"t
inferóres, como' Obviamente, una gran páit"
d"i to-port'*i"ttto
del in-
de sus génes: ciertamente si .".;;;-;;"i.,iá" í-t"tit'tl 1o' gtt"'' e's-difícil imaginar de il;#;"i.'.i-."ttt"r-át clsa podría ser una f"unción' Paraáigmáticamente' social muy ""¿-"i, i* i"*.,* t..iul"t-l".t"an un comportamiento es lnesto ap.rendizaie: ningún de necesidad .á.pi.iá ti" exPuesto'.es arriba sentido el en dudáblémenr. ^;;;; <,genéticot p?. los g"n"t v desarrollado sin ningún tipo ;ñ, (Wílson' .197I\' Sin emi"'itifr".*ir" d'"i--.di8 umbíenttpudiera seriamente. discutir ;;.;;:';;;e .ludo que alguienparte del comportamrento sogran genética-de li íuí"rutéu duda cial de los insectos, fáa?iu tiU"tgarse una- pequeña de la tanto acerca de un argumento q"t p^teit depender
teá"r.n.i" de hipétesis rivales' Pero, para .atenuardeestos que ol Ét." ."iá""ti" claraÁente directa .
"i.i.tl1"itr. ";;;;.t;;ro'to.iái-¿. iI.'JJ';';;il;; ;i h*ü
Quizá, para reforzar este punto, sea meior referirse aquí
r la autoridad de Lewontin. (Cito aquí a Lewontin
porque
cs una autoridad; no porque esto sea objeto de controversia.)
É.1 escribe: <
Entonces se sigue qr-re, de enuada, debe haber cantidades no trir,'iales de variación genética para ese carácter en la pobla-
Por 'evidencia directa' de la verdad de la sociobiología humanaenesteContexto,quierodecir.laevidenciaquepo. del contról genético del comportamiento soIiá "¡r..*tte 1 experimentos Ii"i oo.-."r"rencia inmediat"a a humanos yadamente', que la Ñ;;t Jiir.ii observar, desgraói
t, at
ilsectos es algo que responde a presiones selectivas (es decir, que se puedé inteniificar o cambiar mediante la selección). Esto és algo que se podría esperar y comptender por rntero si el comportamiento fuese una función de los genes ¡rero sería inexplicable si el con-rportamiento fuera un fenórneno aprendido. En otras palabras, tenemos aquí la oporrunidad de realizar pruebas o conmastaciones directas de las hases genéticas del comportamiento (social) de los insectos.
los insectos es una función de los de que el comportamiento en los
ción... Incluso alrnque el éxito cn la selección no nos riiga todo lo que necesitamos saber sobre la variación ger-rética, demuestra que la vatiación genética estaba presente para ser seleccionada,, (Lervontin, 1974, pág. 87). Es suficiente sobre este punto general. Pasemos ahon a la Drosophila. Aunque no son insectos sociales, en el sentido Ce pertenecer a castas o cosas similares, al igual que todos los animales muestran un comportanriento social, y encontralnos que este comportamiento responde a la selección.
La selección dc la preferencia en el apareamiento se puede llevar a cabo petmitiendo el libre apareamiento cn una mezcla de dos grupos mutantes ¡t destruyendo luego en cada generación toda progenie híbrida. De este nrodo, por elemplo, Knight, Robertson y 'üTaddington (1956) :ambiaron
el
paüón de apareamiento de los
mutantes
ebony y xestigial de una situación aleatoria a ot¡a en la cual la proporción del apareamiento homogamético al heterirgamético era 1,6:1 (Les'ontin, 1971, pág. 90).
Y otros aspectos de la
Drosophila cetcanos a las especu-
laciones de los sociobiólogos parecen estar sttjetos a selección, por ejemplo, el que la Drosophila se reproduzca sexual o ¿sexualmente. Por ello, en conclusión, esctibe Lewontin: <
Drosophila...
La exraordinaria variedad de posibles
puestas de
selección sugiere muy seriamente que en las
la
res-
185 184
¡
t para Doblaciones naturales existe variación genética relevante Je,arrollo v la fisiolog.ía del organis-
iJ;;h-;';;;;;;.i
de seÁá1"r¡li¿.,""iii. r2).'En r",,-'á, los experimentos el compor-
leición sugieieñ que' como otras características' ,árni.",o íocial dl los insectos está genéticamente controlado. ^-
p;o. ;qué relación tiene todo esto con el- comportamrennuestra proto-*.irl' ir,lmrno? Obviamente, al ttatat de deiando de lado el hecho de que la hipótesis "i, qt:-;i'.átnpát,r,ni"n,o "*".i". " humano es esencialmente cultu# fá' i"f á-.p*t¿ido no puede ser descartada o ignoradaal tan menos tenemos insectos, los de el'caso en ;;;o ;;i.;";: -".i".iul"t' Primero, se plantea el sencillo á;;';;;bi;; de
que ^los humanos
son seres de relativamente
"iá¡É-" significa que uno (incluso aunque lo quii;#;;;¿n.'gllo de ;'i..r)";;;;.á" il"uri fácilmente a cabo experimentos llevado han y otros Lewontin que los .o-o ,á1.. r.l.iiiit Incluso aunque uno estuvlera a cabo sobre la Drosophila' 'algo elegir .un rasgo. que. no dé {por seleccionar a átÑ.t," deportiJ"Árrirdo lugar a controiersüs) como la capacidad íu.io, ..nt.nares de años antes 4t q"9 pudiera ;;;;;;¿;
t, l¡
proalsún resultado significativo' Segundo' existen idea de {orzar deliberadamente prograrnm ¿. procreación en la gente se nos antoia espelu.znante' v"" *¡"" ürti"t,. -"f" siieccionarlos por sus habilidades t;ieccionarlos por algo así como las tendencias á;;;;;t; criminales sería francamente horroroso (aunque esto clertalas pe-lícuá."i.-.*irrúa la imaginación de los devotos a con Madeencuenra se i;i.or'-.,iu.r. el"Destripador
oii*....
blemas
.otáI.t. La
il-Ji
leine Smith>).
;Cómo entonces tratar de soslayar tanto los pro-blemas o.¿'.ii".ár"..-o iá, probl"-rs moralés y resolver la dificultad ;;;nos olunt"" el^ hecho de que una gran parte del comsocial hu*rno puédt prini t'acie ser explicada ;;;,;i.ñ; ár.",nlti.-rt.,.o po, la cuit,,ra tó-o pot los genes? Nealgún mtdo de separar el medio ambiente de la ;.ri;.r herencia y p^t^ hacerlo es obvio que, lo que necesitamos es
lrnrrrnor'"^la búsqueda de experimentos naturales: es decir' necesitamos dar con .oru, qr-,i hayan ocurrido en realidad y que simulen los experimentos que a u,no le hubiera gus-
íu¿o tt¡.t realizado. i)" .rt. modo se reducen tanto las difi supongo' cultades temporales como las morales' Idealn-rente' se doncle ptotocolos los tener sería gustaría l. il G u ,,,.ró 186
I
l'^
tcgistrado programas delibc¡ados de procreación hurrer-ia (y, :rsí podría descargar la res¡ronsabilidad en otros). Sin etnbat'go, aun suponiendo que existan, son pocos y dispcrsos. Peto hay otros muchos ejernplos pertinentes de expcrinentos naturales. Así, por tomar un ejemplo no-conducti)t¿r, estamos bastante seguros de que el color de la piel .s esencialmente un fenómeno genético más que cultural, i),:r'que sabenros que cualquiera qlle sea el clima en que nazc.,n. dentLo de cíertos límites, las personas tienen el color de p,cl de sus familiares. De modo sirnilar, pa¡a tomar un ejem¡rlo conductista, estamos bien ciertos de que el que se habic el inglés en vez del francés es esencialmente no genético, porque el idiorna que uno habla de forma más natural [rirrece S€r virtualmente una función absoluta del medio amlruLriesen
i¡.cnte cn el que uno se desarrolla, y es, específicamente, ir:nción del hecho de que uno esré rodeado de personas que ir:iblen inglés o de personas que hablen francés.
Pero aun teniendo en cuenta el necesario tipo de enfoque .v denro de amplios límites, las materias comiénzr:n a hacerse más complicadas, particularmente cuando en11 ¿ln en juego sutilezas del comportamiento. ¿Es un niño un lr,icn.dcportista porque sus padres son buenos deportistas, v todos comparten los mismos genes causantes?, o, ¿es un niño un buen deportista porque los padres son buenós deyrortistas v los ües comparten el mismo ¡rredio ambiente causilnte? En unos pocos casos podemos decir casi definitivarlrente que el comportamiento está genéticamente causado l)orque está asociado con irregularidades de los cromosomas 1' a menudo , con rasgos fenotípicos característicos (que no ¡rodr'ían ser función de la cultura). El caso mejor conocido cs el síndrome de Down, causado por un cromosoma extta, rlue determina un reffaso mental, así como varios signoá físicos diferenciados (Bodmer y Cavelli-Sfona, L976). Éero I:r mayoría de los casos de comportamiento no suministran un rastro qu,e nos lleve tan fácilmente a sus orígenes. Dudo rrrucl.ro que las causas de las habilidades del fut-bolista pelé se puedan ver en un microscopio. Aquí, como en otros mu.hos casos de comportamienro, el dilenra de la distinción cntre el rnedio ambiente y los genes permanece; y Ia única salida parece tener lugar mediante el estudio de éxperimen_ tos naturales,. que impliquen a personas emparentadás en las (ju-e. por varias razones, genéticas y de medio ambiente, Ia influencia del aprendizaje se pueda dejar aparte parciai o totalmente.' 'rciecuado,
r87
Probablemente , los rnás famosos de tales crperimenl
turales se estudian en los llamados <
el mismo genotipo' v geielos dicigóticoi, que no comparten el mismo genotil)u, y q.r", por consiguiente, tienen lá misma 19!9ión que-ctrul q"i"r p". de her-manos (es decir, 50 por 10O)' Normalncrr tipos de gemelos crecerán juntos-de niños, lo c'rrrrl t", ".nto. quiere decir'que coÁpartirán el misrno medio ambiente l)ot ello, si los gemelos rnonocigóticos revelaran un comport¡l miento más farecido entre si que el de los gemelos dici¡1ti ticos, se podiía aribuir esta relación de parecido a los gentn más que al medio ambiente. En otras palabras, aquí, ticrrt' .rno Éi"rt"-"nte la oportunidad de separar los genes tlcl medio ambiente t. Además, se pueden obviamente (al menon cigó"úcos que comParten exactamente
en teoría) introducir algunos cambios en este modelo básico'
Por eiemplo, si se pudieran enconttar algunos ejemplos
de los
y
los
genes-
Convéndría añadir c¡uc, aunque las pruebas de los gemc' los son el mejor modo de distinguir en los humanos lrts causas ambientales de las genéticas, de hecho uno no puedt' limitarse exclusivamente al estudio de los gemelos, o incluso al de los hermanos, porqlre padres e hijos están muv relacionados entre sí. Se puede, por ejemplo, tener la espcranza de separar los efectos de los genes de los del meditr ambiente si se tiene información detallada sobre niños quc han sido adoptados. ¿Se parecen tales niños más a sus padres naturales (es decir, ejercen el control los genes) o se parecen más a sus padres adoptivos (es decir, eierce el control el medio ambiente)? Vemos, por consiguiente, qLre los estudios de experirrentos naturales humanos nos dan 7a esperanza de averigtrar las posibles causas genéticas del comportamiento social humano. Ahora debemos volve¡ sobre los resultados.
I Se han hecho objccioltes ¿cerca de todo tipo de estudio como éste. Por ejemplo, sc poclría afirmar quc los gemelos mo nocigóticos tienden a ser tratados rle forma difcrente de 1os gemelos dicigóticos. Considctaré al.cunas objcciotle s pertincntes. 188
f:xl,rOS Y
RESERVAS
\ ¡r:rrtir del trabajo de Francis Calton (1869), primo de i l¡.rrks Darwin, quier-r investigó si los hombres famosos ten,lr.u) ¡r tcner relación con otros hombres famosos, se han rea-
lr¡rulo muchos estudios de este tipo, y toda clase de aspect,r:, rlcl comportamiento humano han sido examinados. Por ' t( nrl')lo, se han llevado a cabo varios estudios sobre la es,,"trtt[tnniq nrác común rnm¡". lo mantalpc la más de lo. las .nfe¡m-Ao{." enfermedades mentales. ¡,rrzofrcnia, lo
I
t'stos estudios muestran que
la
esquizofrenia tiene, con <.Las corela, rorrcs familiafes son relativamente altas, con una incidencia , rr krs hermanos de los afectados del orden del 12 por 100, rlu(' cs de la misma magnitud en los cogemelos dicigóticos, r))icntras que los cogemelos monocigóticos afectados tienen rrrr:r incidencia de al men<¡s el 40 ó el 50 por 100 (Bodmer y t,:¡velli-Sforza, 1976, pág. 516\. La única explicación t^zonal,lt' dc estos descubrimientos es que la correlación, bastante rrris alta, en los monocígóticos está causada por su identi,J:rd senétic¿ (aunque dado que la correlación no es perfecta, r s claro que Ia esquizofrenia tiene también algunos compo-
lrru) ccrteza, un factor genético significativo.
del medio ambiente). Con similitud a la esquizofrer-ria, la segunda perturbación
rrcntes causales
nrcntal más común,
la
manía depresiva, probablemente tiene
rrn corlponente genético. Aunque todavía se especule soIrrc las cáusas, el modelo de la herencia sugiere que puede
s;cr un dominante vinculado al sexo, y ciertamenie li marría depresiva parece vinculada a otros genes que se vinculan al sexo, como los que dererminan el daltonismo (ibíd.). \t, al igual que con estas perturbaciones mentales, se han hecho much,as otras sugerencias sobre las posibles bases genéticas de la conducta hunrana, sugerencias que han dado algún fruto. Por ejemplo, existe una cierta eviáencia de que
puede ser en parte una función de los genes -alcoholismo_ (McClearn y Defries, 1973). A partir de los estudios de los experimentos naturales humanos, que incluyo bajo el rótulo de la <> de la sociobiología humana, podemos, como consecuencia, afirmat definitivamente que existe una base pan 7a creencia de que algunos comportamientos humanos, o determinadas formas de tales comportamientos, están conffolados por los genes. Añadiría que parte de esta evidencia es lo bastante cl
189
inarnbigua
y fuertc
s.ciobiología esten
de la como para que inclust-l los--críticos fuerv relevancia orsptieli'-'IJn'titit.su
dt acuerdo ,,r Los ciítico, ¿t eoJ;";]'pot'il"tprá' -t-t^tá: genético' Adecbmpon"nte
crl que la esquizofreniu'tl.n.'un
*J";'áifi.lf-.r".,
ge' quc nada crL estós comportamientos
ufgrin. iipo de implicat"¿ít los'esquizofrénicos qu" tuvo Juana de Arco han tenido lo' -i'toi" "?"ttát- i""tt'''t"u esquizofrénica); (admitiendo que Juana ¿t--Á"o
néticamente causados ;r;;;'t""LrÑáciones socialessignititiiiit'
;;;:;;;á""llf
:':i:,"ff*Xlrt;J.ll1.:';'Já1^olJ s i!'
-
á;; lo s soc obiólosoexac-v ::' i.i."#';i'",'it""',it#"" l¿ naturaleza o'á'iJáiotrdo.sóbre strs críticos v^y^n ü'1"
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estas ramificaciones'
Desafortunad",n"nt","li"t'
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podemos deiar la
l'titéttt' ul -tnot' dos imcr-¡estión en este p.,nto'"'ó"i"n naturaestudios de los experimentos ;:;i;;:'";';;;;";l;' de la sop"tiá*ti"nt"t les humanos. .o-t ' es' obvio' ^I::9'OP"t :"1:^l:' cit-rbiología' En primer-lulut' ^unqut que probar' p'e'lán :]. comportamtcn:,'u".:';rt:; .rtuiio, por ptJat tttar'afectado significativamente ;l; co-mcl que áfirmar t'v'eli"i"s de. c,rusas genéticas, esto it*i
tanto
de los genes "":itñ;r".social está balo control ;;;;;1";;; tampoco es afirmar que Y ;.iouiotogo'-p"-i'tnaen :;;;'i;; se ocuPán los sociobiólas
-que la totalidad de las cosa's-de i;,s;;";;;¿; baio el control de los genes último cotnentarto' Por eiemplo, y continuando c.on 9ste,
I"i,o''Ioi,;. : ff "::1"*:: l¡;ili*:;x1; m'ÍJ':fi bastante de está rzzr' 'hecho directa)' #i #;; el"t' ri'i"ttt' l^ itr'á át e'idencia '"t reconocimi-;;';" abierto al se podrían
I'i" " mostrar que el lrara
.,
¿
iatir ver ,cómo tampoco' in.ia".nt'i-""nit' dificultades -urg"n de lasquerer estudroJ';ü;; tales rcalizar decir ^i podría uno qu". io ¡rara definir p,tti'^'n"'i" crucial que para bs p'rticular' ror <
Ni
!i'é.i;"d.";;i", otras no ,Dicho de otra manera' :i-il; ñ;;;t tie'cn v'"r"ii"i J" lo' gtnet de los efectos ,'s imposible separar'i.,t mundo mani(i";;;;1"'"' l'-lr"#.ii"'r-¡i;i; 'i ,todo "l los
monocigó-
lqemelos ficsta el .o-pott".ni"t\;""';;;;;;t"s Jitigótitot.lo tendrán' los paticos lo tendrán. l"t';;;á;t lo tendrán' 9'3'"t i9:::i"tt más distindres naturale' r" jas características '"ná'i'"iá¡ dt t'n^ ctcéteta') Sin e-bargo' sohre el altruismo humano tivas de las tesis toti"¡ioügitts
I
cs la forma en la que éstc cstá extendido. Rccuérdese cómo T¡ivers veía altruistno recíproco en toda clase de sociedades. Por tanto, por un lado, tenemos que, en efecto, muchas de las ca¡acterísticas del comportamiento social humano que los sociobiólogos creen que podrían estar bajo el contol de los genes no han sido todavía estudiadas directamente, y, uno sospecha que en algunos casos pasará algún tiempo antes de que esto se estudie, si es que alguna vez se hace. Supongo que es lógicamente posible hacer un estudio sobrc los deseos incestuosos, pero las dificultades prácticas para realizarlo parecen enornles: si yo durmiera con mi hermana (cosa c¡ue no hago), la últina cosa que haría sería admitirlo en un cuestionario de un genetista entrometido e. Y, por otro lado, pensemos que, como una sirnple cuestión de lógica, muchas de las características del comportamiento social humano que se cree que están bajo el control de los genes, específicamente aquellas que se cree que se d¿n universalmente, están excluidas del tipo de estudios directos que se discute. (Nota: Yo no estoy diciendo que todo esto haga que sea irracional creer en los sociobiólogos. Lo que estoy diciendo es que, existe una evidencía directa limitada.) El segundo punto de reserva que debería hacerse se refiel re a las dudas, bien explicitadas, sobre la autenticidad y la exactitud de muchos de los estudios que han sido realizados en lo que, yo llamo, experimentos humanos naturales. Creo que, a pesar de todas las crítícas, estos estudios han mostrado que algunos comportamientos humanos están controlados genéticamente. Pero sería deshonesto no admitir que también se han producido algunas declaraciones grandilocuentes sobre el poder de tales estudios y que muchas de estas declaraciones se han venido abajo, o al menos se han debilitado, bafo la fuerza de crítícas bien justificadas. Considérese, por ejemplo, uno de los estudios sobre los cuales rüTilson apoya su argumentación: el estudio de Kallman (1952) que pretende mostrar que existe un factor causal genético que influye en el comportamiento homosexual. Prima lacie este estudio subraya con vigor el componente genético en la homosextralidad, porque de 85 series de ge2 Dc hecho, aunque dudo de la viabilidad de estudios dircctos sobre los tabúes del incesto mediante la observación de si los niños de uniones incestuosas tienden, asimismo, al incesto, más tarde en este mismo capítulo sugeriré que realmente existe llguna evidencia directa que sc lefiere a los tabúes del incesto. 191
190
ll.rbiando en general, no esio! sosteniendo, ctcrtdflten¿e, ¡ue todos los estudic¡s sobre ci comportamiento humantr .r.lolecen de probiemas colno los que hemos señalado en el rr:rbajo de Kallman; pero, sin duda, hay muchos ert que así .,rrcede. Por tanto, por razones como l¿s aducidas, al igual ,luc por las resetvas anteriormcnte expuestas, debemos re-
dc ::3"::.":Ti:T':;:"""H';;"r* ;tts;ii::"- ,?'.ü1,_l':::iil" mavoría i;:".:;:;i..-q:_::;"ln:n:f ':1"fr :l'ffi ban comPortamlento ho que
:
el apoyo c¡ue los estudios s<;bre l<.¡s cxpeiintet:rirs n¿rturales le prestan a la sociobiología hr,rmane es !rasr.rnte limitado.
,,,noóer que
el hecho de
tra este estudio y t'' tot'lütiá" totttt'ciones s'ign'ificativas n'n "niátiiiuáá 'ótrnotedad de otros estudio, "ilá..*urfi¿ui-*uriulin^ la madrc la, y H. h trenen mavores (lqs madres áel n"cimiento ;;;;;á ;; mascuhomosexualidad la. f ;l;'"lti*"il;;';;;'i"';' tienen "nt'-" más lina v el orden de nut'iiénü Ltos hiios u" ióvenes h";;;''.""i"'r' r^t de :^b'11 -:ftl::: mutactones: en función cstos hallazgos como producidos las madres tuto"JJitinátá-t en 99-.?o:""' que al isual portar un "r probabilidad-de mayor una .i'"niis- Jd^d ,i.n.n homosexual' to-pot"miento ór,ulo mutado qrr. .u"'" t'í esta supoir.; r;^;;-.uiá"n.it independiente que fPfve que apelan
t-
.) Ln cursrtón
DFr LA rN'r'rlr(;ENcrA
Aunque haya admitido que existen teservas sobre los eslrrdios genéticos del comportamiento humano, llegados a este i)unto, el lector podría quejarse de que, probablemente no l,or coba¡día, estoy eludiendo algunas de las rnás importanrls conclusiones de los cstudios de las bases del comporta-
-;:';il;;",-;.;-
'riento humano. Es más, que bajo una fachada de r¿cionalidad, estoy evitando mencionar algunas dc las reservas :rás serias que pueden establecerse conra tales estudios: rrservas que pueden tener Lrn impacto significativo en el ',¡lor de ve¡dad del prograrna sociobiológico humano. A los r,jos de tal lecto¡, aunque sin duda sería interesante enconrrar que la esquizofrenia es una función de los genes, y -iado 1o que los sociobiólogos han tenido quc decir de la iromosexualidad, ciertamente perrinente para suscitar la cues-
rivales sición, y, obviamente, "*i'*t'explicacione-s hallazgos (Pare' 1965; p"''ffiit^i-estos ambiente al medio Rainer' L976)' ü"rÁot. al ff abaio de '"'ii;f 1965;
;',.;';;;,i' ."ii.i¿J''ió'
"p"'iri'"mente sin embaralgunos otto'-"""¿ios han encontrado' cuanto a Kallman, ^""-"fat"-onocigóticos discordantes en son que -?¿t*ltl lm a n es taba i ndudablemente ".. Kal rátá. ii'r-,""i.ár.,."tl dt {actores genéticos que rn-
;*üffi;-ui¿.t*uti-iento Un estudio.suvo' que prcii,;;;;;; "" el comportamiento' á la esquizofienia' estaba l:;';. ili'; ;; i.a;;;;ii'uexpect"tivas Y 1o mismo po.i;ñ";;;-i;fluido por lus de'la homosexualidad' Por añadría ser cierto de ," tti"áiá senéticas de
iión de su base genética, estos hechos y cuestiones, en un sentido importante, son un tanro periféricos. Si lo que los sociobiólogos afirman es cierto, tal lector podría argüir que cntonces lo que debemos describir es que algunas capacidaJes o características realmente importantes del comportamienio están cont¡oladas por los genes. De no ser así, la tesis sociobiológica humana sería bastante trivial. Entonces, y llevando el tema por este camino. el lector podría continuar diciendo que existe una habilidad o capacidad del comportamiento que destaca en imporrancia por encima de todas las der¡ás: la inteligencia. Y, por tanto. si ia sociobiología hunrana cyuisiera decir algo interes¿rnte. iiel¡ería incluir una afimación qrre dijerrr qr-re la inreligencia en cierta rncdicla es una función dc los genes. Pero. entonces, concluye triunfalmente este lcctor', si es que-de repente tal lector 1o lectora) se mostrase poco receptivo hacia nuestras teoríls, resuita patente la debilidad dc la evidencia directa cle la so-
-i';'.:';Tii"' c' w
didura. son también iotiUf"t-"*pficaciones^no \wahr ha ill"i'hd*"'"áJ ii,ri'i^'" i¿eítificación de los gemelos .,''.rirlo orre dada f,
".it".li" entre uno v otro el tabú del -"'ü-'nu""t' ;:ffiiil,"i"o¿"ri,'''áLo",,e í libtt" la actividad lil;;;;"i;;i¿n¿o1.,'i" 1o cual podría sexo)' rnittno sexual entre sí (mie-biJ'-áti homosexual comportamiento un en lueso transformatse observaciones' estas consecuencia' ::::: rp^;." iláii B. susede Kallman l;;;"".';;"¿..j;t';; lÁ conclusiones -la b.1':: od particularmente es que ,","i" *. rencia de V/ahl se
asumlr sln le llevan a uno a reconocer que sería insensato tiene una base i.tomosettralidad in duda ni reserva
'rg"n"'qit genética significativa
193
L
signif ique lratilrl tft; ciobiolt'Aía. ix)l'que los c-stutlitrs -Probar los gencs Jc funcitin una carivamentc qu. l. 'nt.:iig;;ti"'s itrclu.so' fraudulent<-rs-' son notorianlcnte poco ;i^bl;' -o' lrtrman¿t dcl'r'st"'iobit'logí't Y. not c,rnsiguientc' tfttf"l'" c^sr conssct'ttna dc p¡rs1r ,i,'.5I'.f.i"i."itiJ.lnti" clirccra' n() iruida rc,brc la arcna' lrc inclinaría a negar Dcbo confcsar que )¡o personalnrcntc
;ü
.'.:: il"'';;; Í.' i, :n Jll,,,*:.1 l "o'fJ;:::'; ": il' .:; punto v''orpeio deierno' l1-:'t:';¡i::.li.,l'ofÍil¿ La objeción que tit--t" lnt"tigéncia "'t"'
a la cuestton ' c.¡ue uno sea cade i._á, "r..if"riráo a"p"nde obviamente hLrl;;;'1";;;" tnt" la .sóciobiología otz u-it^"de establecer t'" causal t'encstd inttligcnci't in u i^.',,ii r-,.;"'t"*"J' ;;; ¡t.t' los genes: c(rrrcxi()n l!"ixli"".i^.ir"J" 'rr"Jn 'r"-'t' ft'erre cn cuestión. Con todo' ser Puesta cuva factibilidad podría tal como se enhulana'. q*'tu soci.bi'riogía ;';.;;;bl" sobre afirrracioncs las y momcnttl"r""'"[tt' ci.rentra cn cl (o rclaci.naclo) Lrlgo i'.,i..iiotnt¡a ..l..' r'i i;;';;.J'*;.'ti.^, var¡os
\\/ilst'rr' por ejcrrrplo' d;clrrra rbiertamenrc genéticos hacia la asr-rn"rr¿"'i"""i"das. .#""... i;';;;ilencia de lot f^ci''""t no fucd" ser desestiruadao I'i'" i; :;.;;;;;i;; i',i,'2¡ii' apropiado' por tanto' con' Es 55J)' pág -f" i'üilt-t,'ióija. p¿r¿ la socio'brevc de la "i' *i¿"Ácia dit"ctá cluir ntrcstro examen it muy consicieración humana biología .ton sus causas Comen-
ploblcnrática clrestton ae..ta-inteligencia -v a tos trabaioi recientes sobre estc rema' "oté ntr retcrtrnle i,;;;-"t"á sc rclaciona corr la socio-
í;;';;J;';"-;; biología.
7.4. L¡s c¡us¡s ot--'l'nÁs l)li L^ lN'r'Lt'lGENclA de la inteligencia se Aunquc cl cle batc sobre las caus¿s asu.rnió en su Replqtrien menos lo remonta ltor y. que' Por 'i,',')",",',',',"' i" in1"ii,:enci¿^'pluün' hereditarias causas tiene
";
de crianza il;;?J cstablecer Prosramas 1,,liJ;:"i:. énfasis sobrc el i'unqu''todo ;;;; l;ij,;lr".rp",.-tir'iilr* n]u"t" que Platón pensaba i]l'l¡l'.)ii-r'' ,l\) x''i'it'Ii'ocatlsas)' como era de esperal tanlbicjn e.ristían otras
cruc lugar e1 desarrolkr :li; :; ;;.,'"".üi"' ''".a'- ¡' tenido tt]?ndo independienteiq: -t:'tudios como de la psicología """'ti""li' inteligenla sobre causalls han comenzado , .u'g" .;;'.;; ;; ;pariencia'real tle solidez científica Posiblemente ' 194
l,rs más impresionantes de todos estos estudios fueron los del notable psicólogo británico Sir Cyril Burt, quien slrpLrestarncnrc rastreó un gran número de gemelos separados después de ¡)rlcer, y, quien, sobre la base de estos estudios, concluyó que Ios genes juegan un papel significativo en la cletcrminación ,lc la inteligencia (los gemelos monocigóticos tenían coeficienrcs intelectuales mucho más próximos que los gemelos dici,:,iticos). (Véasc, por cjemplo, Burt. 1966).. Sin embargo,,desafortunadamente, desde 1a muerte dc Burt lcn 1971) han surgido graves dudas sobre la autenticidad
,lc su trabajo Jrü7ade, 1976b). Y, ciertamente, aunque to.l,rvía dura el debate acerca de si Burt mezcló o falsificó tlcliberamente los datos, se acepta en general que sus esludios carecen esencialmente de valor. Ni que decir tiene, Ir()r tanto, que esto hace mucho más hipotéticas las innu-
rrrcrables aserciones sobre Ia inteligencia humana que se han Irrrsado en sus estudios o se han extraído de ellos. A uno le .viene aquí a la mente, en particular, dos tesis recientes ,rltamente conrovertidas. Primero. la de /Arthur Jenscn, que
scñaló
el
hecho de que personas de diferentes tazas
en
I;stados Unidos arrojan resultados diferentes en los tests de , t'cficiente intelectual (C. I.) (en especial los blancos dan
,csultados más altos que los negros); Jensen sugería que I'r mejor mane¡a de explicar esta diferencia es admitir que lrr inteligenca está controlada por los genes y que las dife-
lcntes razas tienen genes diferentes-,(Jensen, IL)69, 1972). La segunda teoría es la de Richard Herrnstein, quien sostuvo .¡Lrc el estado socio-económico es una función de los genes, l clue, en consecuencia, a medida qlle nos movemos hacia l,r rleritocracia nos movemos hacia esffatos o castas genéti-
(ir¡nente distintas dentro de las sociedades (Hemnstein, l97l). Desde luego, incluso si Burt fue un fraude, esto, como
tirl, no hace falsas las afirmaciones de gente como
r
I{emnstein,
ni
Jensen
tampoco, obviamente, hace seneralmente inválidos los estudios de experimentos naturales humanos, incluidos los estudios que se ocupan cle buscar las causas ,l,r la inteligencia. Sin ernbargo, manteniendo la discusión en ,rn nivel general y evirando la fascinante desviación de la t:tica petsonal en la investigación dc Burt, no es necesaria une gran imaginación para ver que existen qraves problelnirs por delante para aquellos que estudian las causas de l,r inteligencia, incluyendo a los m¿ís honestos v abiertos ,1,. los investigadores. Para empezar, existe el próblema de ,¡'rti quiere decir uno exactamente por > v cómo 195
puede uno medirla. Con cierta razón, ha habido u,na plétora
áe críticos que han hecho obieciones a los métodos normales de medida, a saber, los tests de C L Obietan que tales tests, miden, como mucho, la habilidad para hacer bien los tests dc C. I. (Block v Dworkin, 197't; Kamin,1974). E incluso, si dejamos a un lado obieciones como éstas, existen todavía formidables barreras lógicas y metodológicas en el camino de los posibles investigadores. Las esperanzas de éxito 1' los tipos de problemas pueden quizá ser ilustrados mejor por reférencia á un reciente estudio realizado por el psicólogo Harry Munsinger (l975al; uu estudio que ha sido saludado por algunos como una strstitución plausible del tra-
bafo de Burt (Herrnsrein, 1975). ' Para probar el grado hasta el cual puede ser hereditario cl C. 1., lVlunsinger estudic'r a 41 niños (20 mexicano-americanos y 21 anglo-americanos) que fueron adoptados mu1' poco después de nacer. De la informaciírn contenida en los documentos de adopción, Munsinger enconüó que la correlación entre el sfatus socioedt¡cativo de los padres adoptivos y el C. I. de los niños (según los valores de Lorgc-Thorndike) cra muy baia (-0,140), mientras que la correlación entre el status socioeconómico de los padres biológicos y el C. L de los niños era muy alta (*0,700). Naturalmente, y por consiguiente, Munsinger creyti que hábía ayudado a nrantener la idea del control genético de Ia inteligencia..... la conclusión m¿ís razonable a todos estos datos parece ser la de gue los padres biológicos ejercen un efecto significativo tanto en el nivel general como en el grado de la inteligencia de sus hijos, incluso cuando están separados de ellos desde el nacimiento, y que, por el conrario, los padres adoptivos tienen poca influencia tanto sobre el nivel general como en los resultados del grado de inteligencia de sus hilos adoptivos> (Munsinger, 1975a, pág. 251. Véase también Munsin-
ger, 1975b). Sin cmbalgo, esta confiada conclusión ha sido atacada por
uno dc los críticos lnás serios que tiencn las afir¡raciones
de que la inteligencia está genéticamente controlada, el psicólogo de Princenton l-eo Kamin (1977a, 1977b. Véase tam-
bién
197.1)
parte , Karrrin prcscntrr obfeciones al hecho de que Mun-.inger tuviera c¡uc trabajar inclirectamente por mediación de otras personas. Dado que el estaclo de California
Por una
(dondc Munsinger realiztí este estudio) no permitía
a
los
extraños estudiar los archivos de adopci(rn, Munsinger tuvo
'r
(lue recuruir a los funciona¡ios del estado para .hu.aareunir sus daros, que jmplicaban-
entre- otras aorur, estimaciones ttet status totioeconómi..-;.1;;;.;*r.' min se opone a alsunos ¿. lo, u"jJi", ÉJi or* parte, Ka_ .j;"il"nrirger inrer_ preró desde sus d'atos pr., "áur.r?"runr"'.f,n.luríones. por ciemplo, Munsinser tuvo que ertable.er uni-.scala para medir lo que .ont"rL .o,,,o giudo r*i";;;;ó#. o cum grado intelectual. (por eiemplo, ¿lri'i'üri¿rd tiene una puntuación de l. mienras-iue "ñg.rauuáo alguien ;;; ;; ter.mí¡ró en Ia cscuela puntuaría con 6.) lir,nin'"JÉi"rJ"' "'
IEI
p¡s..¿¡rrt",1,-o,
g. Munsinger] conriene un arrificio obvio. La determinación.de si el"nivel-irrt.t..tu"t del niño es <,más similar> al, áe- jo-s' ijáilr.lilri¿ei.ü ;, rivos depende de los "ivel valo¡e;";;;"é;;"r".,rrorrrarros "1il;: asig_ nados a los distintos ni".i., ¿. .ir.i.?n, -eüü' .n ¡elación a rrn, igualmente arbitrario, valor de asignado a un C. I. de 100. por con un C. I. ¡iemp]or_c9ñ¿¿....'r"Ti¡" p"dú, ::r":t¡es i ti;r,ógi;;":#il;il1 en.r" escu.ra untcamente cuyos padres toi ,t l¡..".ir¿"' ur;111i;- l-tt" "aoptiuotr, ..,;;;;;. ¿;n u:'::.,#i.r,üfl_:,¿H, :i del niño es 4, el íntelecturl ¿?--io..padres. biológi_ cos ó, v el nivel .nivel á.-l.r;#;, aooptrvos l,). ,;nt.l.ctu-ri El niño, de acuerclo .on Mur,.ing.il ;#;?..., más a tos .niu"f'l;;;i::i";; u?k",";n, ts77b. "n
:*,ltj
_i,.r;:lrr,;
i:fl: li;j*''o'
Por tanto, concluye K¿min, con el tipo de encarnizamiento quc ya el lecror de6e pensar que es norma en ra ciencia: Sólo puedo
reíte que el estudio de Munsinger pl"lr¿L'J.';.;;::t*t está ft 3l:X:üil,Jel'x"J*:::;:üX11....,:n1?,J,t::.T:,fi :
i"r;;ñ";';;"i"loX,?i,;T,¡T.,,"..,::?il::i*Iii
en
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disffi
Y no deio de. pensar que Ios editores de un p"';¿4.ó''ii.ntiñ; ;::;J]jfl i:'i, fñ:i. Doy ambos eiemolos, el estudio de Munsinger y ques de Kamin,'or., ,or¡ro. ata_ l" ;¿;i';lr';i¿n ¿.los los esro debería
¡16., ?lrtlon:t>-
tudios sobre ta gánética det.C. es_ i. .;';;;r"';.;rar ros graves que todavía--rod.an - tódl'"r,",?llr.. (Munsin_ ger, 1975b. contiene una buena prob.temas
selecciJn- de'-lu lir.rr,u., las discusioncs de estos,p.oUr.rnur.l'-ó.' y rc..n" ro mismo, "u;..ion.rl" K;.#1" ," son ran
me inclino a pensar gue Iás
797
t-
Jevastado¡as como él mismo cree. Parece plausiblc sugerir que incluso un oficial de la agencia de adopción del estadtr de California podría determinar el status socio-econórnico dc
I
l;rlrras, eJ nledio
,,
la gente, dadas unas líneas claias a seguir. Y sospecho quc los casos exüemos c¡ue Kamin hipotetiza se encuentran incluso fuera de todo el estudio.
rodo esto es más bien una cuestión de capacidades para responder n ciertas situaciones de aprendizaie, que de h¿bilidacles que se desarrollan se c¡r.tier:r o no, Fn otras pa' 1e8
véa
s
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¡,,','L':T.'i'.T::tt,.ffi::::.:i:'::i",1':::ll:t¿'r"Ie.illl
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se han realizado, se pueden establecer algunas razones para
I
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lll:::1. un,,.,i, ;:ilil:,J;iX, :jf;¡, ilj::li!:A,r:l;e\ trema, ;ilft ,l'ii.1Ít';"'1::-l..¡'ó.iouiolágü, u.,T'f nr¡-''t?Ii¿;.l,i"::l: .r ::T:"::;: ;a!er, srre ros n.lÍ':' 'no ,,r¿s briltantlr';;.";:::,lacen a- las gentes .1" ,ld;r;';;;;;
;
afirrlar que al menos algunos elementos cle la inteligencia están bajo el control de los genes. Me doy cuenta de que los justificados ataques a la integridad de Burt han dejado los estudios sobrc el C. I. un tanto desacreditados; pero, al fin y al cabo, no rechazamos la genética mendeliana porc¡ue los resultados que Mendel citaba para apoyar su teoría
corrompidos como para apoyar al menos unil afirmación limitada sob¡e la irnportancia de los genes en la inteligencia, o rnás precisamente, que personás diferentes tienen diferentes inteligencias, en parte debido a que poscen dife¡entes .genes. Encuentro difícil creer que no existe ninguna diferencia genética pertinente entre los rnienbros del Grupo de Esrudio para la Sociobiología dc la Ciencia para el Pueblo y (pongamos por caso) un grupo cualquiera de fornaleros del campo. Una cualificación obvia v necesaria para una afirmacitín como ésta de la heredabilidad de la inteligencia es que
r
,
.,", l.avanzat en la díscusiún, or,_,rn,no. uunou' sólo serr i,:',5,1"';:,,ff'::' .?':,-'' ;nr.ligen.i,."'üu!' rrt. L' l.' es¡á. hasta :11:-'1"'";;'';;; ;:'::,';Xo;oí"ro:.ll:
Soy tristemente consciente de que una golondrina no hacc
I
(
,
el verano, y que un estudio, incluso si es defendible contra cr'íticas, no prueba inequívocamente quc los genes dcsempcñen un papel causal significativo en las capacidades intelectuales humanas. Estoy, además. escribiendo un libro sobre lrr controversia sociobiológica v no sobre la controversia sobre el C. I., a pesar del hecho de que los dos se solapen. IJabiendo, po¡ tanto, dado al lector una muestra de la evidencia positiva que ha sido presentada en favor de la tesis genetista, y dado lo que soy capaz de ofrecer en este libro, tcndré ahora que dar un salto y remitir a aquellos de mis lcctores que todavía cstén interesadr-rs en el tcma a la literatura pertinente, y sacar sobre es¡e asunto la que rne parece que es la conclusión nrás ¡azonable. Ésta, bastante dudosa, es que, si uno considera todos los estudios pertincntes que
cstu'u'iesen, también. nrr-rv lejos de ser verdad (Fisher, 1936; \\'right. 1966t. Análogamente, creo que existen resultados fiables v no
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# 199
C'. I' t"ttq ,1?l tor causal esencial para las diferencias de exlstcn estuotos que. mencionarse grupos, debería .listintos
de qué el medio ambiente la H;iil;' il;;.;;; 'ospech" diférencia.s de C' I' entre las crucial-en ;;;:;;;"';; É¡'.i de los Estados Uniestudio f"o'o Ú,, [.'álfi,'?t";ü;;. conjunto, los- -reclutas negros obtenían ¿o1 J"rnor*¿"qr.r", "., los 'reclutas blancos' Pero quc .los ne;;t;;';;J;^¿-oi q"" hlancos H.'á.i-;;;i" ou,'."ir. mejores resultados queellosrncjor nipor cxplicable lácilmente ;;'i;"¿;;;; á.;"J;' estudio famoso Otro notü' el en ;;i ;; ,riJu !t. existe nl¡ot ¿. las escuelas escocesas con{irma esta conr.¡." lot"A'l;1";" distin;ñil. -"iño.de una serie sucesiva de años' fueron obteniendo meiores resultados ;;r"^;";; J. a un cambio ge.l r5r tit" -;i"; á" C. t Esto no podía deberse meioría en la una a. debía. i" qte c"ri ..gu'o ;;ti..,
contexto Qüizá un buen caso paralelo en esteque tlene "d,rcaóión. definitivamente sabe se sí que sea la altura, algo que' como el ;;;,;;"t ;;;;o gÉteti.ot como ambientales' v escocesas a lo escuelas las de niños tot ó.'i.,;;;;1¿""n la caso' este e¡ que' años. Sabemos Irig.'¿" saa "t"s--mi.mo. ambientales' cambios los de causa a oliüru "rr..ntó ."io. nutrición; análogamente, es difícil creer it.t*""nlos ;;; ;; haván sido estos mismoi- cambios ambientalesSfor(Bodmer CavelliL C' el en v ;';;"b[l¿1-aumento 1962)' --za,' 1976: DobzhanskY. Volviéndonos ahorá de la raza a los roles' p.robablemente una conexión enre la inteligencia y
,1.".^Á7t-tignlfic"do pr?" 1* ii"rencias en el desempeño de un rol qué tiene para las diferencias raciales en cuanto a r'""fir*iOl" ¿" comÉtidos. Y ciertamente' como va hemos visal ;;;-l;t ;..i"biólogos qlitltun ,establecer a.lguÁos iuicios asun;;";.i", o... It iíflu.ncia de factores genéticos en la (\ü/il.iáI- J. .i"tros rol", amplios .to se p"éde descartar> sin, 1,975a, pág. 555)' Sin embargo, nótese que 1o que no. se ot.i"n¿.. v á."h..ho no se puedJpretender' de una conexión itri.--rt'ií,"ligencia y lot g.n"t, es que los roles que des-
i;;';.;;; q.,.'i,
"-o"ñr-o, ;;¡;;.;;t
.n'l,
.ociedad éstén esffiótamente determinados
e"r,.r' Et verdad que el éxito en los tests de
'C. f . el éxitó profesional están iorrelacionados, perolas peru *lrur'q,r. tienen,rn C. I. de 70 no pro-penden n ser doctores
ser profesores de filósofía' Por tanto' en las
ni tampoco a de elec,á.i.doi., donde la gente tiene realmente libertad tuvieran genes que los ciertamente ..p"i"r ;ór ;; pod.í" ittti""".iu táb." el rol dc cadá uno' o más l'recisa^ig"., 200
I
mentc, que los dife¡entes,genes influencia¡an a la gente pa¡a desempeñar diferentes rolés. Pero el medio ambiénte tiene también, obviamente, influencia sobre los roles que uno des_
e-mpeña, y adenás existen claramente otros faciores ¿parte de la inte_ligencia que influyen en la adquisición de l,x ro_ les de cada uno, como la perseverancia, la ambición, el vi
gor, etc. Por tanto, no existe un isomorfismo exacto entre los genes que dan lugar a Ia inteligencia v a los roles so_ ciales. Es inreresanre señalar que, ónfirmándo esre punto,
pero al mismo tiempo quizá confírmando la importan.ia dé Ios genes en nuestros roles sociales, existe una-relación in_
versa enr¡e la esquizofrenia y el status social. El hecho de que_la esquizofrenia tenga a menudo un componente causal genético apunta_ hacia la influencia de los génes sobre los roles sociales (Cancro, 197G). . Además, el hecho de admiti¡ alguna conexión entre una inteligencia .heredita¡ia. y los roleJ sociales no significa la aceptación de una posición radical como la de H"errnstein. .bxiste una relación social (¡y sexuall) suficiente enr¡e los miembros de los diferentes giupos en las sociedades huma_ nas c-omo para asegurar_un flujo beneficioso de genes en to_ das direcciones. Quízá, lo más-que podemos declr es la mo_ desta conclusión de lülilson:
Los factores hereditarios del éxito humano son fue¡temente poligénicos y .forman una Targa 1ista de la que soJamente unos pocos han sido medidos. El C. I. conitituye solamente un subconjunto de los componentes de la iníe_ ligencia. Cualidades menos tangibl.r, i.ro ig"ulmerrte- im_ portantes son Ia c¡eatividad, la capacidad ámprendedo¡a. ta energía y e1 vigor mental.,Asumamos que los g.n., qu" contribuyen a estas cualidades están deiperdlg"á"r-qu.
".lgrr.o, muchos cromosomas. Asumamos también ""=tr" á" los. rasgos no tienen corelación, o incluso'que éstán ne_ gativamente co¡relacionados. Bajo estas circunitancias sola_ mente las formas más intensai
de
selección
dir."pti*
pod.rían dar como ¡esultado la formación de agrupaciones de genes estables. Una circunstan.iu Áu.fro mí, pr"b;bi; es la que aparentemente predomina: el Áantenimie¡to áe
una gran cantidad de diversidad genética denuo de las y la poco firme cor¡elaiión de los ,"rná, n._
sociedades
néticamente determinados con página 555).
el éxito (Wit;"r\-'it7;;,
Ya he dícho bastante sobre el tema de los genes y la inteligencia: mis críricos no dudarán en decir "que tÉ diciio 201
tÍ
los genes influyen parcialmente en nuestros roles es un buen ejemplo de ello. Pero, tal como se ha señalado, la evidencia directa es escasa, cuando no totalmente inexistente, para al gunas de las más interesantes afirmaciones sociobiológicas, como, por ejemplo, las referentes al incesto o al altruismo. Por supuesto, la evidencia directa no es la única evidenci¿r potencial para 7a sociobiología humana, por eso, siguiendo el orden de Darwin, pasemos a continuación a la cuestión de la evidencia analógica que podría ser aducida en favor dc
tXt';..* j;,,'ig:.x1?*:'::,'iT"fl llt:t-.::ti
dado-.-que más que suficiente' Pero ';#,"0
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f,':t.;; il."Jlr.l'"tJ." :|ica ru qü-üiüá''es;¡ib9 T11 sr Io serlo. t11"'; rncluso sl serlo. serlo' Incluso nunca fuéraq"t :::::1
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":"t;;';;'lt;i['rí' aproximadamente,clerto, r_
;'#;""iP;i""ó"i'lf -^-i^,,Io¡iÁn,el -.áio "-bi.nt" Hi:.iTxl3ft:ilifficaPa-rNau."'uá :*:."TL:l':: para melofar ras lectu,lT::l3. ü?^i$i::'i:J":e1.ü{{1.-á",n3;"*:,",l1PHff in."pr.idad. para la 'CoÁ" páat. de un niño t9" 11",]Y
'.:'"ñ;i#üi'iiliiil:{{.i.:::í*;tffi:i": i;x,f j"6Ti#ary'-ár;'*'Y'11'.]i"t';'T?"r1: ambrente. vurzar¿'"i.'l]'á"'7O [:0"'""1,"i'tl"l*' medio
la sociobiología
doctor"t o p.rgf:convertir a niños con r --.^ --;;-:^"ihijidad. -'"r, u! rrau¿ ;:"d" "o' '- -^;--- 1;g:,::' tuosolra; de rl":i¿i sofes tX - ' : ^.-^ :,,n"::¡:i'lo ::iJ" otra cuestlon' sea "rir"o"I"r^"ñ"ttri¡J át ;i"hacer tal cosa
j; ir;i!
7.5. EL
7.6. Ancuurrlto ne u ¡¡¡llocÍe El problema a discutir aquí es, con respecto a las bases genéticas del comportamiento, ¿hasta qué punto puede uno
peso DE LA EVIDENcTA DIREcTA PARA
LA socroBlorocÍ't rru¡¡rNl
se han áreas"en las No hemos cubierto todas las l*"¿i"t sobre -cuales las posibles
o
se están
rcalizado, '-1i#it'r:":'::fr
#il;;"^J;'
;trffiqi:im$:'r*^:::*i¡ una controversia
inteligencia, Puesto qrre il* " l" ?"...,",,,? .o -o' " dar
Ios senes Pueden fieFiies' 1973)'De idea de
la
fuerza
bastan-
't-"git
ff "iüHt..*'; i*::i'l';'Tit#;?ti. t"nt'nos una buena
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toj;t";;ú-";.'ho" la a¡Éiiiatá'á! las pruebas^para
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" .T"'¿""*-¿..r",*i"[T;ül;3;i1;l;;y;:1".Ht',4T,.:'4 *"t¿" Hl"',0."1r*,i:' "*iir'
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*Jtqf::"r'tamiento de ser algo evidente tT'ot? g"""tl-I^1át-precisamente cuamano está controlado ;;itt qü. prouo., el comportamiento les son los efectos ,o'.i"l",
*Lftif"l:*:.r,,.
que hacen algunas de tas a{irmaciones podemos
humano' ^ los sociobiólogo"oUtJ?i compottamiento Jecir que. su confianzi artrm¡ de sus':?f:i:1"l:,'::1".:"ú
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-
humana.
pasar legítimamente del mundo animal al mundo humano/ Entramos aquí en una materia en la que existe cierta conftovetsia y diferencia entre los sociobiólogos y sus críticos; por tanto, no estarán fuera de lugar un par de comentarios generales sobre la analogía. El primero es quizá obvio, percr merece la pena, sin embargo, mencionarlo puesto que los críticos de la sociobiologia humana parecen olvidarlo frecuentemente: la analogía no es pet se un mal argumento. De hecho, puede ser un argumento muy bueno, y es, ciertamente, indispensable. Imagínese que necesito comprar un par de zapatos, y que decido comprar un par de una marca que compré antes porque me quedaban bien. Este es un argumento analógico, y es, cabalmente, de sentido común. El segundo punto, de nuevo obvio pero digno de mención, puesto que los sociobíólogos parecen olvidarlo frecuentemente, es: Ia analogia se debe usar con cuidado, pues de lo conrario puede conducir a resultados erróneos. Si decido comp¡ar un par de zapatos porque tienen el mismo color que un par anterior que me quedaba muy bien, entonces estoy usando ,sna analogía, pero no muy buena. ¿Cuáles son los criterios de para una analogía) No es ésta una cuestión fáci| de responder, pero la relevancia de las propiedades que se invocan parece crucial (Salrnon, 1973, págs. 97-100). Repárese en que en una analogía uno procede de una cosa a otra argumentando que dado que las dos cosas comparten un cierto número de propiedades (digamos a, b, c)... y dado que la primera cosa tiene otra cierta propiedad (digamos d), es tazonable suponer que
20)
202
I
T la segunda cosa tiene también csa propiedad. -Pero dos objetos'siempre tienen unas propiedades en común,-y también .ie.p.. tienen unas propiedades no comlrnes.- Lo que es cruciál es hasta qué punto son televantes esas distintas pro piedades para la- infirencia en cuestión. En la medida en qn. r. tienen propiedades importantes, similares, se tiene una analogía más fuerte, y en la medida en que se tienen propiedadés importantes disimilares se tiene una analogía inei ¿¿¡ll. Por ianto, en el caso de los zapatos' la marca paimportante en relación a la calidad, rece ser una propiedad -el color no lo es. Naturalmente, en relación mient¡as que a otros fines, por eiemplo, la coordinación con la ropa, el caso podría sei el contrario y, de hecho, obviamente' gran parte' de los desacuerdos sobre los argumentos analógicos gira alrededor de si ciertas propiedades en ciertas situacioáe. ron relevantes o si no lo son. Cabría señalar que el uso de argumentos analógicos puede valer la pena incluso en el casó de que, por várias rázones, no se esté convencido del todo de la verdad de la conclusión. Tales argumentos pueden ser fuentes muy fructíferas de nuevas hipótesis y exámenes que luego se podtían confirmar independientemente (Ruse 1971b, 1973c).
Ahora bien, volviendo a la sociobiología, el esquema general del argumento analógico Parece ser el siguiente-: los
animales y lás seres humanos comparten muchos atributos biológicos, particularmente en el modo en el que los genes dan l-ugar á lrt caract.rísticas morfológicas. Además, estos attibutós son relevantes para las causas del comportamiento' Los animales tienen un cotnpottamiento causado genéticamente. Las disimilaridades aquí relevantes no son lo suficientemente grandes para excluir una infe¡enciá sobre las bases genéticai del comportatniento humano. Por consiguiente, es iazonable concluir, por analogía, que existen bases genéticas para, por lo menoJ, una parte del comportamiento humailo. Poi añadidura, dado que el comportamiento animal y el comportamiento humano son muy similares y dado que .existe una buena razón para suPoner que el comportamiento animal está controlado por los genes, hay ruzón para concluir que el comportamiento humáno está también controla-
do por los N.ii..tt.rt
genes.
ie lleven las cuestiones a un nivel muy general, sospecho que muy pocos querrían negar completamente este Los éeres humanos sienten affacción sexual, se "tgn-"nto. erñparejan, y cuidan de sus hijos. 204
Dada nuestra animalidad y
r.u -papgl crucial en nuestra continua existcncia, existe poca duda de que nuestros genes desenrpeñan un papel significativo en las excitaciones que los miembros de- un sexó ex_ ¡rerimentan ante los cuerpos del otro se_xo, o en el cuidado
t¡ue le5 .padres dedican a sus hijos. (Como deiaremos claro más,tarde en esre capítulo, no esroy diciendo aquí que todo cn_el sexo y en la paternidad sea una función di los genes.) La cuestión principal que aquí se venrila es hasta -d¿nd. poqe1qg llegar, más allá de ian vagas .-un generalidacles. Los sociobiólogos creen que---se puede ir !o.o más lejos, y mefece la pena citar a \X/ilson en este pu;to:
Los caracte¡es que cambian de unas especies a otras, o de un género a otro, son los más lábiles-. No pod.-o, e-xtrapolarlos sin más de los simio, ....opit..óid., hombre. En los primates, estas cualidad., jábil.. in.l* "l yen el haciu -tamaño, la. cohesiín y la apertura del grupo ^prt.rrro, otros, Ia implicación del macho én el cuidaáo la estructura de la atención, y la intensidad y -¡;;; de la defensa ter¡ito¡ial. Se consideran .onr.*udo... lou caracte¡es que permanecen constantes en el nivel de la familia taxonómica, o a través del orden de lo. pri-u-
tes, y son Ios que más, probablemente han persistiio en torma relativamente inalterada en el proc.ro de la evo lución del Ho,za.- Estos rasgos conservadores incluyen los sistemas de dominio agrésivo, con predominio, en
general, de los machos sobre las hembrai,
la escala en íntensidad de las respuestas, especialmeni. drrunte la, interaccio¡es agresivas, el cuidado maternal intensivo y prolongado con un pronunciado grado de socialización ei los jóvenes; y una organización social matdlineal. Est,¿ clasificación de los rasgós del comportamiento ofrece una base apropiada para la formación d'e la hipótesis. pennG una estimación cualirativa de las -probabilid"de. de que varios rasgos del comportamiento ñayan persistido en'el moderno bomo sapiens (Vilson, l97j^, iág. i5i>t. la
Sospecho que ya esto hubiera sido de por sí materia conmovertida, pero a continuación lWilson e^nsombrece m¿ís las
cosas añadiendo
lo
siguiente:
...P.ersiste, sin duda. la posibilidad de que algunos rasgos lábiles sean h-o-mólogos enr¡e el hombri y, for ejemf,lo, el chimpancé. Y, a la inversa, algunos tasgor'qu. se conser-
van.en el ¡esto de los primates podrían, sin embargo, haber
cambiado durante
el origen del homb¡e. AdeñÁ,
esta
20t
conservadores seau
cstimación no implica c¡ue los rasgos una heredabilidad tengan decir' que nrás genéticos -cs l;ú;i;t L" tabil;dad se puede' basar los"1,,..lii.-'.ncias más alta- quc genéticas. entre las es. comoletamenlc "n lás especies (ibíd )' ¡""t'o ;:.:i5i';'i;.';'"¡,1..i"""' '1"
fustigado a VilComo se podría esperar, los críticos han v de tratar inconsistencia de son en este punto, ,.tt'ln'dolt Si los contrapueítas' srmultáneamente razones de encontrar de ras-
;ü-;;;;.t**"¿o."',
entonces tenemos evidencia
si los rasgos
gos genéticam"nr. .uu'uios en los humanos; evidencia de rasgos genética-t"Áuno.. son lábiles, entonces ,*áo, o 1á-
Ergo,.consewadores gt"eticamente causados en 'utgot aun cuanior-í"Áono. (Allen y otros, 1977)' Sin em.bargo' tWilson no es' clercitados anteriormente prrai.s l.t ;; ;; creo que se le pueIr-"nt., ,u., .í^.o .ornu "no desearía' que puede dar ff.;;i;;, i"r .r.e" {. incot"ittencia vLo quesenole parece sosdiciendo' está qú. lb o t"",ido basánque' es sostenér) ^tei; debttía t.,i". t.i .""o., lo'qtt" no puede ,argüirse que ;;;; ; li anaiogia con los animales' Wilson acepta genético' es humano il; J .á-por,"rni"ttto es una disimilaq"" f r' ¿'i-"l.lit ."lt"ral en los h'lianos también ridad relevante: aunque, obviamente'. mantendría excluir trL-rr' áiri-ilrti¿"¿ rro't' t'n grande como,para el comportamiento humano' iod"a --io .ff".t.i, genética ende hecho' afirmar son tres cosas' qu. Vilson parece'
.i".* .r"J.¿os en los ;ii;,JiJiiJt "uiJ"n.i^-dt
prt ü-.,runán ló' ÑLultt (especialmente los primates) es razonable sumuestran un comportatit"'o r¡uy similar' componente eenético signiun tcner ;.o-prii.'^ ;;;';..'"' a todo iicati'o. La razón d. tli;' ;; q'" r" tY-l.ium cñnd.tce mantees no \lilson' iipl-¿" uuriucione..,Esto, como dice
más ner olle los rasgos conservadorts sean necesariamente rnantener sí es pero lábiles' rasgos """¿1"". .r'.,. .rrit"touiera de las causas genéticas que ,n¿' :;';';d;;; 'égui"' ".i^' porque para cstos es mas lábiles' J.r-.i.".o de los rasgos .ultui, haya sido'un factor importante'. Se"."¡rUi""ur.t"-1, uií1"L.9"9 dados los tasgos animaffi:ó,'V'ii;;;-';-b'é; genéticos' y dado les conservador", y ,r.' ptbabilidad de ser
ii.n"n los mismos rasgos' podemos mante;""i;;;;o. i"t unalógicamente que los rasgos hymalgs son genéticos' ?....." üifron ,.ñ"lu que exiiten disimilaridades relevan;;;;;'nos acechan, y que, Por. tanto' no deberíamos pen;;; ñ t"rno, pto¡ádo más áe lo realmente Probado' 206
y sugeriría naturalmente , ciermedida que nos vamos acerc¿rndo ¿r los aninrales
Nadie, supongo, v¿
á
cjuc es razonable aceptar
to, que a
ncgar
el
tercel punto,
el prirnero. Es,
superiores los factorcs culturales se hacen más significativos. Wilson detalla el caso de Imo, el genial macaco japonés, clue descubrió dos métodos de alimentación radícalmente nuevosj y cuyos descubrimientos fueron luego transmitidos por aprendizaje a través de su grupo (Wilson, 1975a, pág. 170). Pero esto no es, en modo alguno, negar que el colnportamiento animal esté influido por los genes, y que un signo cvidente de que los factores culturales están, de hecho, operando es que tenemos rápidos cambios y variabilidad: una cle las principales razones que nos hace pensar que el lenguaje inglés no es genético se basa en que los franceses no lo hablan, v tampoco 1o hablaban los antiguos anglosajones. En otras palabras, si no observ¿rmos cambios a través de las espccies cle los primates, a pesar de que las causas culturales nos predisponen a cfeer que t¿rl cambio existe, parece razonablc crcer que puedan existir factores genéticos significativos. Esto nos conduce al segundo punto, que es el punto clave. ¿Podemos argüit desde los primates a los humanos? La
disimilaridad relevante es el ámbito cultural humano, conside¡ablemente mayor. Las supuestas similaridades relevantes y cruciales son, aparte de las disimilaridades morfológicas, modelos (que ahora se presume que son) genéticos del comportamiento de los primates, y modelos del comportamiento humano. La cuestión de la cultura es indiscutible. Pero lo que importa es si las ptopiedades positivas pueden ser su-
ficientemente relevantes y suficientemente similares para superar el aspecto negativo. Mi impresión es que, en principio, pueden serlo; aunque, como \filson admite, hay que poner cierta cautela antes de aceptar las propias conclusiones. Pero apoyándonos en la conclusión antes extaída de que si la cultuta es un factor de impulso principal deberíamos esperar que hubiese al menos algunas diferencias en el supuesto de que hallásemos un comportamiento bastante complejo generalmente compartido por los humanos y los primates, entonces creo que se dispondría de un argumento en favor de la tesis de que el comportamiento humano tiene un componente genético significativo. La disimilaridad entre el comportamiento animal y humano se quebraría en este punto. Debo, sin embargo, apresurarme a añadit que estoy construyendo un caso teórico. No estoy respaldando en absoluto todas las declaraciones de Wilson sobre los rasgos particu207
lares. Consideremos, por ejemplo, su aserto de que -los ma.l"r ¿á-i"rt sobre ias hámbras. De hecho, estoy lejos.de .r¡¿¡ 66¡r,encido, en este caso, de <¡ue \üilson haya ofrecido y ¡u.Iu"," evidencia de la similaridad entre los humanos pr:el admite mismo él ái-t pti-rtes: ciertamente, ,que dominio masculino no se produce siempre en los primates' ;;;; va he señalado antes' no estoy seguro de que absoír*."tá siempre se dé tampoco en ios hu-manos' (Recuér-le ¿"t desdichádo Mr. Burnble cuando se ;;;--;i-i;.",t diio que sesún la ley tenía un podet sobre su mujer y que' de ésta' ). Más tarde, e.n este mismo capit"io, íolu.ré sobr. la cuestión de las diferencias machohembra.
Mantengo, por consiguiente, que en teoría .uno puede argumentar por analogía de los- primates a los humanos; pefo E., t" pta.ti.u no .itoy en abioluto convencido, de que los ;;;i"biA;g.. hryan s.tiinisuado evidencia suficiente para el caso, por"lo ménos de un modo definitivo' Y las mismas .á".1"i¡n"t vaien incluso con más fuerza cuando nos desolazamos hacia animales más distantes deI homo sapiens' brlr.,to mayor es la difetencia entre los brutos-y los humanor, .".ro. fiables son los argumentos por analogía' Ciert¿.".r,., no quisiera excluitlos-¿ priori, ,peto,'con excepción de múy u-pliot bosquejos, se me,-antoia- que tales inferencias er el actual estaáo de desanollo de la sociobiología humana, son más bien {ecundas indicaciones heurísticas que conclusiones bien establecidas.
7
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H UMANA
El lector podría barruntar que es bastante débil la conclusión que estov sacando sobré las analogías que van de la esfera animal a la esfera humana. No quisiera sostener que se trata de una conclusión firme; pero si se la toma en sus verdaderas dimensiones, creo que puede ser una herramienta útil. Para ilustrar este punto' volvamos por un momento a la discusión de Maynaid Smith (1972) sobre la agresión' Én .onitu de los soóiobiólogos americanos,.este investigador haber áicho nada aplicable a los seres "i.g" "tpfi.itu-"nr. Pese a que en una ocasión aplica explícitamente hrr-u.,o..
."t lá"n. 208
a los primates y pese a que en
oro lugar hace re-
ferencia a los seres humanos neuróticos, lo que Maynard Smith pretende sostener es que la única analogia entre los seres humanos, en una situación de teoría de juegos, y los animales agresivos es formal: una anaTogía de esüuctura lógica. Y Ia implicación de este argumento parece ser que la similarídad de la estructura lógica no es una similaridad lo suficientemente marcada, o qtizá ni siquiera una similaridad relevan-
te, pata apoyar cualquier inferencia acerca de la posibilidad de que las agresiones humana y animal tengan fundamentos biológicos más o menos similares. Sin embargo, sospecho que un entendimiento adecuado de la naturaleza y poder de la
analogia mostraría que se podría sacar una contlusión menos resmingida que ésta. Para comenzar, como han señalado numerosos filósofos, muchas de las analogías supuestamente formales en ciencia resultan depender también crucialmente de la analogia material, es decir, de la analogla entre los términos de los conceptos de las dos situaciones. (Por ejemplo, Achinstein, 1968.) Así, verbigracia, aunque el agua que -corre a través de un tubo y la electricidad que fluye a través de un alambre compartan una estructura formal, la analogia material de algo que corre a través de un objeto largo es crucial. Sin ella no encontraríamos inspiradora en absoluto esa analogia, como no encontramos inspiradora la analogia enffe el agua que corre y los oros mnchos fenómenos qüe comparten 1as mismas ecuaciones formales (por ejemplo, él cambio de carga electrostática en una gota de aceite).
El que Ia
analogía material sea necesaria
o no en todas
científicas significativas es algo que aquí podemos ignorar (véase Hempel, 1965). Lo importante para nosotros es, primero, el hecho de que en muchas de las más fructíferas analogías científicas las más relevantes similaridades han sido las analoglas mareriales (de hecho, es porque disponemos de una anaTogla material por lo que ;os . sentimos tentados a buscar o establecer una igualdad iormal), y, segundo, existe el hecho obvio de que, -sea lo que sea 1o que Maynard Smith pueda decir, exiite una indiicutible analogía material entre los humanos comprometidos en un conflicto ritualizado (digamos, boxear de -acuerdo a las reglas de Queensbury) y dos animales comprometidos en una agresión restringida. Dejando aparte otras cosas, tenemos dos parejas de organismos que disputan. Por consiguiente, me encuentfo lejos de estar convencido de que, mienffas que pueden acreditarse como satisfactorias en el mundo animal, l_as analogías
209
sea inadecuado tomar las te<¡rías de Maynard Smith y apli carlas reüospectivamente al mundo humano. La lógica del argumento de Maynard Srnith parece estar en que existen suficientes similaridades relevantes o pertinentes entre los humanos irnplicados en ciertas clases de con{lictos y los animales implicados en ciertas clases de conflictos, por lo que, plausiblemente, podemos tomar los análisis formales ¡ealizados en los primeros y aplicarlos a I<¡s segundos. Y sea lo que sca lo que Maynard Smith pueda decir que está haciendo, no cabc duda que algunas (si no todas) de las similaridades que él toma como relevantes son factores materiales, como lo es el hecho de que en ambos casos tenemos organismos estimulados a pelear entre sí. Como
él mismo admite, inició el estudio de la teoría de iuegos porque sabía que tataba de >, y ésta era el área que le interesaba en el mundo biológico (Maynard Smith, 1972, pág. l3). Pero las analogías funcionan de dos
il
modos. Si A es similar a B, entonces B es similar a A. Por consiguiente, en la medida en que el comportamiento
agresivo humano estimula el comportamiento agresivo aniy en la medida en que las ideas de Maynard Smith funcionan con relación a los animales, uno puede intentar aplicarlas otra vez a los humanos. O, por exponer la cuestión de otra manera, si los conflictos humanos contienen suficientes similaridades relevanres con los conflictos a¡imales como para intentar transferir el análisis formal de un área a ofta, entonces contienen igualdades relevantes como para tratar de volver a ransferir el análisis en sentido inverso. Naturalmente, no pretendo que los animales elaboren conscientemente estrategias, como hacen a menudo los humanos y que, por consiguientc, existan similaridades totales, formales y materiales, entre el mundo animal y el mundo humano. Pero hay muchas maneras de despellejar a un gate, o dicho menos metafóricamente, la evolución encuentia a menudo diferentes vías causales para lograr los mismos fines. Por consíguiente, incluso arrnque poáamos reóonocer diferencias significativas enue la agresión animal y la humana, eso no es negar que el mismo análísis laxo pueda ser apli
mal,
ir
cable a ambas. En cualquier caso, uno sospecha que gran parte de la agresión LufitánÍl no es siempre algo racionalmente elaborado, de marrera que la analogía entre animales y humanos no debe vacilar a causa de la conciencia. En pocas palabras, no veo ruzón para excluit la agresión del marco de la sociobiología humana, o para negar que tenga re210
lcvancia para los se¡es humanos el trabajo efectuado sobre exclusivamentc con referencia a los
cl tema hasta iihora
::nimalcs. No se rnc contprenda mal. Cicrtamrnte, lto estoy sugir.iendo
que en cste punto se pneda concluir sin más que los aspectos vitales de la agresicln humana sean adecuadamente explicables por medio de modelos rales como los de Maynard Smith. En ¡ealidad, no creo ni siquiera que esro sea iieno rcspecto_ a la agresión animal. Pero lo que sí creo es que esa analogía justifica que uno mi¡e a dónde nos conduce la aplicación al mundo humano de los modelos de Maynard Smith, v que, en consecuencia, si alguien como Alexándet (1971),sugiere un análisis de la agresión humana que guarda marcadas similaridades con la aproximación de Máynard
Smith en
el
mundo animal, es correcto sospechar qüe el
trabajo de Maynard Smith ofrece un apoyo analógico
tipo de aproximación.
7.8. I-¡
EvTDENCTA TNDTRECT.A ANIMAL
pARA
i
este
LA socroBrolocíA
Llegamos ahora a la tercera, y última, fuente posible de apoyo de la sociobiología humana: la clase de evidencia que Lrno tiene de una teoría cuando ésta conduce a predicciones o implicaciones ve¡daderas. Un buen ejemplo de esta clase
de evidencia, que denomino <, será la pcrtinencia del registro fósil con respecto a la teoría de Charles Darrvin sobre la evolución por selección natural:
dicho regisro, una clase de progresión ramifícada que va de lo general a Io específico, de las formas embrionaiias a las
fornras adultas, era jusramente el tipo de regisno que cabría esperar dada la teoría de Darrvin 3. Considéro qué aqul es altamente relevante el alcance hasta el cual uná teo¡í]a explica o predice mejor que sus competidoras: en el caso de Dars'in, el registro fósil ofrecía serias dificultades a las distintas hipótesis rivales revelatorias, trascendentalistas y cristianas progresivas (Bowler, 1.976b). Como ya se indicó en :] Darwin no aceptaba la tesis c¡uda de la <: es decir, que en la ontogenia los animales recapitulásen exactamente su filogenia. Pero sí que creía, acertadamente, que existen -los algunas ,similaridades entre los emb¡iones de hoy y ances-
tros fosilizados (Ospovat,
1976).
211
Lur capítulo anterior,
la evidencia de este tipo nunca
puedc
hrcer que una teoría sea absolutamente verdadera, pero -es crucial'1, a veces verdaderamente pcrsuasiva, en particular si la teóría en cuestión implica fenómenos sorprendentes o fenómenos verdaderos, hastá ese momento tenidos por falsos' Como en el caso de la evidencia di¡ecta es útil comenzar con el mundo animal, y iuego, por contraste, ocuparnos. de Irl situación humana. Cón ,eipecto a los animales. resumiendo buena parte de las ante¡iores discusiones, los-siguientes hechos pañcen ser tan ciertos como relevantes. En .primer lugar, y debido principalmcnte a los intensos estudios en
y
aún estamos obtenienlolitti-or do, un conocimiento considerable sobre el comportamienttr a.ri-al, y nos estamos percatando de que una gran parte de este comportamiento es, en algún sentido del .término, > entfe parientes, como en el caso de los himenópteros, y entre extraños, como en el caso de los peembargo, estamos aprences limpiadores -también y los limpiados. Sin que las interacciones animales no son siemdiendo pre todo dulzura y suavidad. Algunas veces Ia agresión-escala hasta desembocar en un conflicto totalmente fatal. Las luchas sexuales son también a veces llevadas hasta la muerte de uno de ios contendientes, corno también la de cualquier vástago que tenga la mala fo¡tuna de verse envuelto en !a refriega. Existe un conflicto en el tiempo de la adolescencia entre los padres y los hijos. Y, finalrncnte' el altruismo a veces desapafece, o se subvierte. El segundo punto es que -estehay una setie de expli"aciones comportamiento social' Uno posibles" altetnátivas de poa.tr, supongo, sugerir algún tipo de explicación cultural, iorjando lá hipótesii de que una gran parte de este compoíturni.nto social animal ie aprende o se tránsmite de igual irlut"tu. También se podría, clertamente, invocar una hipó tesis de selección de grupo, arguyendo que el comportamienaños,-hemós obtenido,
212
t,, se debe entende¡ cn ténninos de genes adaptativamente vcntajosos para el grupo, más probablemente para las esIrecies. Y sería igualmente posible explicar Lrna gran parte
tlcl comportamiento en términos de factores de azar,
ale-
que, en general, no existe una razón sistemática para ,'l comportamiento social animal. Y, por último, uno puede r'xplicar, obviamente, el comportamiento en la forma en lrr que lo hacen ios sociobiólogos, principalmente en términos de los distintos tipos de mecanismos individuales de 11:rndo
sclección.
En tercer iugar, está bastante claro que casi ninguna de estas explicaciones resulta satisfactoria. Sin duda, una parte
tlel comportamiento animal, en particular en los vertebiados superiores, es aprendida o cultural. En este capítulo, ya he -cómo rnencionado el caso de Imo, que primero descubrió lirvar patatas y luego cómo separar el trigo de la arena amojrrndo ambas cosas al mar (el trigo floia). Este comporta¡niento se,extiende por aprendizaje a través del grupo-(tüÍilson, l9i5a,, pág. I70). Sin embargo, es obvio que la mayor parre del comportamiento social animal no és aprendiclo, es decir, no es cultural. No hay manera, por ejemplo, rle que los himenópteros puedan aprender todos-los intrincaclos actos.sociales que realizan. De igual modo falla, excepto quizá en algunos casos muy raros, la hipótesis de selección de grupo. Hemos visto antes algunas de las dificultades internas de dicha selección. Además, esta hipótesis queda
r'efutada por las rupturas del comportamiento social inierespecífico. Contra lo que autores como Lorenz sostienen, los animales a veces matan a sus compañeros de especie, etcétera. Finalmente, aunque posiblemente una parte del comportamiento social animal se debe aI azar, en el sentido de clue no está relacionada con ninguna causa sistemática, es difícil ver que, esencialmente, siempre sea así. Ello va contra nuesffa compre,nsión de la evolución en un sentido general, y casi por definición deja inexplicados algunos feñó menos que parecen clamar por una explicación: ¿Por qué, por ejemplo, habrían evolucionado las castas independientemente tan a menudo en los himenópteros y, sin embargo,
lna vez fuera de ellos? cuarto, y concluyente, punto es que la sociobiología animal puede explícar muchos de los fenómenos del comportamiento social animal, incluyendo aquí muchos datos claves. El análisis de la sexualídad de Trivers (1972), por ejemplo, nos permite el entendimiento de varias formas de solamente
El
2t3
A
v lo mismo es cierto de su aná' prdres-descendencia: el con' ..1r.;ones ir, iiri.'tls?al J. adolescencia iri.i"'.ti.. Ñr" . hijo en el momento de-la efecdesdichado un con)o azar' un .o-o ;;-t;;;;;firdo prede resultado el como sino ;; ü"r;;;i á: la evolución, causan última--instancia en que definidas tál".,ivas r¡.t.t¿u.t.",.' 1' conflictivos' Y' de-igual modo' ;;;;;t,;;;ot
interacción macho-hembra.
son muchos otros asP;ectos del ctmpottamiento social animal se ha disque manera la de ;i;il;il;;tl.u-it.io¡iología, antes. cutido '"il:il;";;to,
pues, los distintos. pgnlo.s relativos a la so' es ob' .i;;i;;;'';;#t; i la lógica global del .argumento ofrece una sociobiología' la y sola-ettté iá.¡¡ioIogía, i" riá. so._ori.r.i¿" .áro.ríbt"'de los hechos del comportamiento lo lá." de una manera unitaria' Por consi.i"í;ffi,'; ;ti;.'y sólo ella' pueclc aducir una afirnración razo' il;;,
nable en nuestro upoyo. Aunque' como- muy bien sabemos' en el momento presente este apoyo -debe hacerse con cua' la lificaciones y reservas. En el casó de fenómenos como plausibles' Pero no 'inClt'so asresión, tenemos modelos posibles y
sobre lo quc E ;%ái;;i;";' cuantitatiuas claras' predicciones firmes' ;;;;;, pareció que eran predicciones no muy de fenómenos eran lo apreciábles ,o-"-.ti. Porque Me redudas' serias ahora han surgido ;;;;;';-6i.rdot, por Tri-
ii"ro, ,t",,.,."lmente, a las dárivaciones
establecidas
en los hi' ;";."'"-H;;; (1976) de las proporciones sexuales ."t¿irt.-i, y , l"s objeciones' de Alexander (Alexander y Sherman, 1977) a su trabaio'
Roma no se construyó én un dia y- la sociobiología anídemóstrar de la noche a la mañana' Con -J;t"-p".¿. evide.tcia indirecta, se ha,establecido un buen a l'a ;;;ñ ahí ó.;¿-".1" v volvamos ahora a la sociobiolo;il;i;i.. gía humana.
,(r¡nportamiento hr¡mano es social, en rrros utilizado este término. Quizá
INDIRECTA PARA LA socroBIoLoGÍA
H UMANA
de No tenso razón para creer que la lógica del contraste del lógica la de diferenlcia t! ,"o.ár''*f,"r.'-*t.t-'tu-unot .á"iirt,. de teorías soüre animales' Por eso' igual que hi-
l.s animales, recorramos los hechos pertinentes y .il;;. a dónde nos conducen' veamos '-p.i-.ro, de los fenómenos' Casi todo existe la ;;iJt 2t4
el sentido en que
he-
masturbación sea un , jt'rnplo de comportamiento humano no social, aunque tamI'itln desempeña un papel en la promoción de ciertos tipos
,k
r,ínculos. Aden'rás, en muchos aspectos,
el comportamien-
ro social humano es fenomenológicamente análogo al coml,()rtamiento social en el mundo animal. Considérese, por
jcmplo, la agresión entre humanos, particularmente cuando krs recursos como la cornida y el espacio se tornan muy ( scasos. También tenemos, sin duda, una agresión moderarlrr, eu€ implica el engaño y la amenaza, pero que a veces sr: convierte en una violencia total. Como todos sabemos, y .¡trizá demasiado bien, tenemos ma¡cados dimorfismos sexual,rs, siendo los machos más altos y más fuertes que las hem,
I'ras (aunque con frecuencia menos longevos) y a menudo (aundesen-rpeñan roles
(lue no siempre y de modo absoluto)
socialmente dominantes. Y ciertamente e1'ecutamos una gran (':rntidad de ritos en las relaciones intersexuales, exhibiendo Ios machos, tradicionalmente, actitudes más agresivas, etc. Con respecto a la paternidad, ambos sexos invierten t¡aditionalmente una gran cantidad de tiempo y esfuerzo, y existen, frecuentemente, momentos de tensíón cuando los hijos iicanzan las etapas finales del crecimiento. Finalmente, pese ir ser muy a menudo egoístas, los humanos muestran muchas formas de comportamiento altruista, tanto en relación a los
parientes como
a los que no lo son.
Además, parece
rrproxímadamente cierto que cuanto más cercano es un pariente más le dejamos aprovecharse de nosotros sin esperanza de remuneración. Algunas personas son verdaderos santos: pero, en el trato con exffaños, la mayotia de nosotros cstamos dispuestos a hacer cosas importantes por ellos, solamente porque esperamos un reembolso de uno u otro tipo. (Esto último no significa necesatiamente reclamar sin rebozo una propina por los favores prestados, pero podría
significar, por ejemplo, recibir
7.9. La rvror¡lcrA
la
hiios de oto.)
un salarío por educar a
los
El segundo punto a señalar es, de nuevo, para el caso humano, no muy diferente de lo que lo es para el caso animal. Como para los animales, tenemos un determinado nú-
mero de explicaciones posibles del comportamiento social Tal comportamiento podría ser cultural, en el sentido en que lo estamos entendiendo aqui, a saber, aprendido o transmitído de alguna forma similar: algo que va de fenotipo a fenotipo. sin haber sido codificado de alguna mahumano.
215
nera en los genes. Podría ser el resultado de un grupo dc fuerzas selectivas biológicas, en cuyo caso tal compottamiento estaría codificado en los genes y sería desventajoso bio-
lógicamente para el grupo más que para el individuo. El comportamiento podría ser una función de factores fortuitos, quizá explicables en cada caso particular, peto ciertamente ntr con razones sistemáticas. Y también, naturalmente, la sociobiología humana, concentrándose como lo hace en las fuetzas selectivas individuales, podría ser una explicación totalmente adecuada del comportamiento social humano, tal y como se ha desarrollado v como es. Vayamos ahora a los puntos tercero y cuarto, donde, obviamente, comenzamos a separarnos de la situación animal. Cteo que podemos desechar, sin demasiados problemas, la hipótesis de la selección de grupo y la explicación mediante factores aleatorios. No quiero decir con esto que en el caso humano no hubiera abscrlutamente nada cierto en ninguna dc ellas, pero como intentos para explicar algo semejante a la entera gama de la expericncia social humana parecen in¡c,lccu:rdas. Existe demasiada lucha intrahumana pare la seleccicin dc BruPo, y si uno exclul'e el aprendizaje y los genes, simplemente no parece plausible que existan tantas regularidades ente los humanos con respecto (digamos) al emparejamiento a largo plazo y la cúa¡za de Ios hijos. Se está negando que los humanos son animales y que son humanos. Esto nos deja entonces con la explicación cultural y la explicación sociobiológica. Invirtiendo un poco el orden v nrencionando lo que corresponde al cuarto punto de la sección previa, voy a asumir aquí que hay argumentos para afirmar que con algunas reservas, la sociobiología humana puede explicar el comporta-
miento social humano. En un capítulo anterior, intenté demosrarlo desde un punto de vista positivo, y después, en el último capítulo particularmente he intentado demosffarlo desde un punto de vista negativo, rechazando los supuestos contraejemplos fácticos, particularmente los anmopológicos planteados por Sahlins. Puede que Ia sociobiología no sea verdadera; pero no creo que los críticos hayan mostrado que no
lo
es.
Pero el problema está, naturalmente, en el punto tercero, a saber, que en 1o que se refiere a la verdad o falsedad de los rivales de Ia sociobiología, mucho de Io que los sociobiólogos quieren explicar en términos de selección individual que actúa sobre los genes, puede ser también explicado en tér216
rninos de un modelo. cuitural basran¡e obvio que comprenda I descubrimienro, el, aprendizaj.,, ,qJén'l,ir. a diferencia (r( la ¡nayof partc del corr'portalnic,lit¡ ",.. social animal, uno no ¡ruede simplemenre desechar la er¡riicrcij¡i .ultr¡al. o,r.rt,, ,¡rrc es claramcnte cierto .¡u. la cultura p.J.i, l_rrt., .
,lu ,rl
lenos,.una gran parre d..l
."",;;.;;l;"ro
;.;ri;:
social huma_ r(¡. .1sr, anallcemos ahora las dimensiones del comportamiento st¡cial irumano qu.e han sido.,Iirc.L,iiárr-r.*;;ur.n.,os cle argu_ l)rcntar en farror de causas culturales ,"nío aorno sea posible: jur. de ¡rlanteando, hecho, .r.rriun.. ;;'i; i;.,r* en que po,l¡írrr¡os esperar que io hicier. i," ..f,¡.,,'ie ia sociobiología.
7.i0. La plrrusr¡rr_rDAD DE r-As cAUSAs cuL.t.uRAr_I.rs soBRE LAs cAUSAS sroI-ócrcRs
En casi todas las sociedades, descle la de sin escritura más ,r';mitiva a la nuestra.(y éste_ no n".=*riu_ente un otden tic .rériro),.la.agresióí, la l.,.ha,"i;;;;;;, ", erc., son ;rarte significativa dc la cultura, ¿.fin-lár'-¿rt" en un una sen_ rido anrplio. Además, exisrenrnr;Á;;'-;;r;as
en las que ('ste aspecro podría esrar auto_pcrpetuándo*. Así, por eiJii r.lo, aprendemos cosas acerca d'e ü, p;I.;;";n los libros,
y la televisión: John
las
$i;til;;o'_br. q,r" ,. ,u_ ,f p.ú¡i_o,-". ,].ro ¿. los héroes ¡ropulares de nuesro ti.-po,_y,'práü;;i;;;., no carece de significado et que cuando xíil;; b";;;ü-"f..pto, de hu_ ¡nanos que. ¡;elículas
naba.la vida queriendo. mrta. bai<_,
a[suna presión, sc manifesiasen agresivos,
los buscase en Ía ficiió¡ rwilrun. palabras, no exisre dificulra¡
inzirl'p,ü.'255). -i^ñ"?n.onrrarEn
;iil;;
otras
causas culturales para la agresron. C)cupándonos ahora de la sexiralidad, nuestro crítico diría c¡ue,.de.
nuevo, encont¡amos_que prima facie la cultura es una inf'-rencía significativ". l.rctrrá ."--"í"ri"a más básico -;b;;_ esto parece ser cierro. .Considé¡ese, por ejemplo, I" .sión de_los machos occidentales ""i'pifi; cJ; de las hem_ l¡ras, anhelando
ver p.r¿n, ul;;; ;; :;;;.s., exhibido "n ü"i"¿áa.r'ío"...ii?lr¿.r. en rantas cil de creer que. lo que nos, separa de lo, uiil.r.ro, Es difí_ en esro no sea nada más que una funiión,a.t .*t"Á_ bres, erc. De igua[ manera, uno duda "pr"nái"ri., jt ñ l; qr;-;;; separa de los victorianos al no enconüar ..óri.o el ver un tobillo no sea más que la culturr. y en un nivel d"r'1.".ü más gcneral, es difícit ;;; .T ri,.""áür¡¿ pudiera ser ¿bierramenre
";s;;
217
\-
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el
responsable
de que los machos piensen que deben
scr
dominantes y <¡ue las hembras piensen que deben ser dominadas. Y lo misnro sucede con cosas como los tabúes sobre el incesto. Los más viejos de la tribu, habiendo visto que la endogamia muy próxima tiene consecuencias horribles, la prohíben por el bien de todo el que csté implicado (véase
Harris,
1971).
Indudablemente, nuestro crítico creerá que exactamente lo mismo sucede con la paterniclad y el altruismo. Gran pnr-
te de Ia habilidad (o de la falta de habilidad¡ que mostramos en la crianza de los hijos es aprendida, ya sea de nuestros propios padres o del doctor Spock. Y, cie¡tamente, no ha'y escasez de literatura sobre cómo tratar los conflictos padres-hilos. Ni tampoco faltan buenos consejos cuando se üata del altruismo, por no mencionar todas las clases de distintas influencias culturales, explícítas o implícitas, gue sobre nuestfo comportamiento se dan en este punto.
I I I I
I
Nos han sido enseñadas toda clase de cosas acerca de cómo debemos comportarnos hacia los demás, por la Iglesia. la educación y otro tipo de presiones informales de la familia y de los arnigos. Incluso cuando se considera algo como el fenómeno del hermano de la madre, que de tanto le sirve a Alexander, se nos vienen inmediatamente a la mente explicaciones cultu¡ales. Todo lo que se necesitaría es qLre la gente se diera cuenta de que los hijos de sus mujeres no tienen por qué ser necesariamente los propios, algo presumiblemente no implausible en sociedades en las que es norma tener sistemáticamente frecuentes relaciones sexuales extra-maritales, y así el fenómeno podría darse: luego se transmitiría mediante la costumbre I' el aprendizaie. Además. no es difícil concebir hipótesis culturales qlre <:\pliquen el comportamiento, cluizá hoy' no tan obviamente altruista, para el que los sociobiólogos están dispuestos a invocar diferentes tipos de mecanismos productores de altruismo. Considérese, por ejemplo. el comportamiento homosexual, en el que, para dar cuenta de é1, los sociobiólogos sugieren que la selección familiar puede haber sido importante (los homosexuales, liberados de la crianza de hiios propios, se dedican l la crianza de los hijos de parientes cercanos)- Uno podría sencillamente sugerir que la homosexualidad es una función de los distintos tipos de experiencias de aprendizaje. En la antigua Grecia, por ejemplo, el amor homosexual se mantenía conscientemente como un ideal; 1' tal vez inclusc'r hoy día los honrosexuales deban su 218
trrientación sexual a las distintas presiones suriles y no-tansutiles que han sufrido a lo largo de su desarrollo. Los coiegios privados ingleses tienen una notoria reputación por la cantidad de homosexuales que producen, y esto es fácilmentc explicable en términos dgl hecho de que duranre un peliodo clave de su desarrollo sexual los chicos se encuentran trpartados de toda influencia fcmenina. O, lo que es lo rnismo, A. S. Neill, fundador de la mundialmenre famosa eserrela libre de Summerhill, en la que chicos y chicas se mezclaban libremente, se jactaba de no haber producido nunca Lrrr homosexual activo (Neill, 1960). En pocas palabras, el crítico, considerando las cuestiones con respecto a la evidencia directa, argumentará que, en el caso humano, como un caso opuesto al caso animal, las cxplicaciones culturaies del comportamiento social no pue-
.len ser desechadas tan fácilmente. Compitiendo con
las
esplicaciones sociobiológicas del comportarnienro social humano, existen explicaciones culturales muy plausibles. Además, ,rduciría también este crítico, aunque sólo fuese por un principio de simplicidad, en la gran mayoría de los casos, las explicaciones culturales deberían supera¡ a las explicaciones sociobíológicas. Sabemos que, en casi todas las ésferas del comportamiento social humano existen influencias culturales. ¿Por qué entonces argüimos que esencialmente éstas no tienen influencia causal alguna, que son como si aún fueran
ln escoria sin importancia de la existencia humana, y
cl
que
comportamiento humano realmente está controlado por genes que_ ni se conocen ni se han visto? Sabemos muy bien que la gente, particularmente ia gente loven, está sórnetida a un bombardeo de propaganda sobre cosas tales
como. la agresión .y la sexuali{r{, y que, por Io general, reaccionan como si esruvieran influidos por ello. ¿Por qué entonces le negamos una influencia causal real cuando, por el contrario, argüimos que son esos genes hipotéticos ^los que son las verdaderas fue¡zas motivadoras?
Además, también se podría aducir que cuando uno desciende a algunos detalles del comportamiento social humano, si bien es cierto que la sociobiología puede realmente suministrar explicaciones, también es cierto que éstas pa-tírecen cada vez más ad hoc. Considérese, úniCamente a tulo de ejemplo, el siguiente cambio que está teniendo lugar cn nuesuo sociedad: en los últimos años, específicamente en los últimos cincuenta años, hemos visto un incremento dramático del divorcio. Esto ha significado, entre otras cosas, 219
-] que un gran número de niños no han vivido con padtes blológicos (en particular ,con el padre), sino con
I t t I
I
sus sus
padrastros. E, .ott".u.tcia, incluso aunque los padres bioiógi.ot no hayan perdido el contacto con sus- hijos, e incliso aunque ios padrastros no hayan mostrado a menudo la misma pt"o.rrp"tió.t por sus hijastros. que la quc hubiet"n mottrádo poi srrs piopios hijos, de hecho, mucha gente hoy muestra una gran preocupación Paterna por niños que eilás saben positivámenie que no son su descendencia biológica. Ahora bien, tal como un sociobiólogo podtía razona*r, dado que obviamente este cambio en el modelo- para el cuidado ie los hifos no puede ser una función de un cambio en los genes, lo que ocurre es que han entrado en acción los génes del aftruismo recíproco: yo cuido- de los hijos de aigún otro, sabiendo que algún otro cuidará de loi míos, etó. Pero (objetaría nuesro crítico), ¿por qué tomarme la molestia de entar en este tipo de explicaciones cuando uno puede iuvocar influencias culturales tan obvias como, por ejemplo, la decadencia de la religión (causada por el áscenso de la ciencia), que Provoca una desvalorizaiión de la santidad del marimonio, etc.? ¿Por qué rechazar la cultura en favor dc una biología hipotética? O consideremos de nuevo la homosexualidad. ¿Por qué invocar a la totalidad de la selección familiar cuando tenemos muy a mano posibles causas ambientales? Particularmente cuando por confiar en la hipótesis de la selección familiar uno nécesariamente se somite a la idea de qué los homosexuales se reproducen menos que los heterosexuales. Es vetdad que esto podría ser así en los machos, aunque, como nuestro crítico probablemente señalaría, los sociobiólogos no parecen tener cif¡as seguras al respecto, y, además, cómo el lnforme Kinsey claramente señala, muchos homosexuales tienen experiencias heterosexuales. Pero, como nuestro crítico nos recordaría, también existe el problema de los homosexuales femeninos. ¿Vamos a asumir que son los mismos genes los que causan la homosexualidad femenina y la homosexualdiad masculina? Si no lo hacemos así' entonces tendremos que comenzar por suponer más genes hrpotéticos. Pero si los mismos genes, supuestamente causantes de la homosexualidad masculina causan también el lesbianismo, entonces este hecho debe encuadrarse con las otras especulaciones sociobiológicas que dicen que,,en -general, lai hembras no tienen démasiada posibilidad de elección sobre la reproducción (Trivers y Villard, 1971). Esto 220
es, que, incluso aunque r-rna lnujer tenga deseos Iesbi¿nos, tiene Ia rnisma capacídad para reproducirse que cuaiquier ora mujer. En oras palabras, cualquiera que sea la inclinación sexual de una mujer, su capacidad biológica no se ve atectacla. Sin duda, nuestro crítico concluiría, un tanto despreciativarnente, que también este hecho podría ser encuadrado dentro de la selección familiar, pero que si se llega
a esta situación uno podría
comer"lzar
a preguntarse si todo
cste esfuerzo merece la pena. Llegados a este punto, probablemente los críticos reales de la sociobiología estarán frotándose las manos de alegría. Porque habiendo defendido a la sociobiología hurnana de tantas críticas, a través de Ja opinión de un crítico imaginario, parece que estoy concediendo todo al otro bando. Tenemos explicaciones culturales del comportamiento social humano, y tenemos explicaciones sociobiológicas del rnismo comportamiento. Y 1o que parece que estoy sugiriendo es que, solamente por una aplicación de la navaja de Ockam, tienen en general más sentido las explicaciones culturales.
Incluso si se prueba que la sociobiología humana no está equivocada, todavía no estaría probado que fuese cierta; v cn el momento presente no existe una buena razón pata adoptarla como la hipótesis más plausible. Sin embargo, por un determinado número de razones, creo que ésta es una conclusión demasiado radical. Realmente, no creo que ha¡'a llegado el momento de escribir la palabra f inis pall.^ la sociobíología humana.
7.II.
¿I)E¡e
ra
cuLtuRA uN
LUGAR pAR^
LA SOCIOBIOLOGíA HUMANA?
En prirner lugar, se debe señalar que en el estado presente de mi argumentación me estoy limitando a la sociobiología humana tal como ésta se relaciona con la evidencia indirecta. Incluso aunque uno creyese que el compo¡tamiento social humano, entendido en un sentido amplio, puede ser explicado por mecanismos culturales, tan bien al menos como por mecanismos sociobiológicos, uno no debería todavía rechazar la sociobiología de golpe, porque existen otras muchas razones a considerar, por ejemplo, la evidencia directa de la que hablamos antes en este capítulo. Si, por ejemplo, uno toma seriamente la noción de que la inteligencia tiene un fuelte componente genético, entonces uno 221
está, como mínimo, estableciendo limitaciones sobre el'efec'
distintos roles que desempeñamos en la sociedad. (Es decir, el efecto que nornialmente tendría la cultura. Teniendo clara conciencia de nuestra biología en este aspecto, podríamos intentar superarla.) O supóngamos que uno acepta los datos sobre los genrelos en reiacién con la homosexualidad de Kallmann. Entonces, aunque ei entrat en explicaciones comprometidas soble la selección familiar pareciese un poco fotzado v ad boc;
to que la cuitura puede tener en los
necesariamente que el hacerlo fuera un error. Como he señalado ante¡iormente, una explicación cultural de l¿i homosexualidad en los gemelos monocigóticos en términos de la relajación de 1os tabúes del incesto, parece de Io más ,td hoc imaginable. En ouas palabras, la evidencia directa, por no men-cionu. la evidencia analógica, podría inducirle a i r',n , pers.uerar en las explicaciones sociobiológicas humanas. El iegundo punto, ya establecído en nuestra discusión sobre la- analofía, es que, Por muy omnipresente que la
no significaría
I t
influencia cultural pueda ser, es difícil negar que (como rrínimo) existe una estructura biológica básica sobre la que sc funda. Como también se ha señalado en la discusión sobre la analogia, quizá la cosa que más dístingue la cul' tura de la biología is qn. la primera puede cambiar-, y-de hecho cambia, mucho m7s rápidamente que Ia segunda. Las cnlturas pueden cambiar casi de la noche a la maiana, pueden hacerlo en menos de un siglo. mienciertamenie que tras que la biología cambia mucho más despacio, req ririendo miles de años- Por tanto. si la cultura tuviera toda
esa flexibilidad se podría esperar que, dado que todo es cnltura. algunas sociedades se hubieran separado drásticamente de oras. Y, sin embargo, aunque algunas personas puedan ser bastante pacíficas, es cuestionable que -existan grupos que no muestren absollltamente ningún tipo de agre.sión cuando se enfrentan a serias limitaciones de recursos. También existen, ciertamente, variaciones con respecto al sexo y la paternidad, pero aparte de sociedades temporalmente aisladas, como la de los Shakers, los seres humanos generalmente se empare jan l' se comproineten por un iargo plazo en el cuidado de los hiios. Francamente. si tener hijos es solamente una cuestión de cultura (o, por lo menos, si lo es el cuidarlos), y dado el esfuerzo que supone el criarlos, me sorprende que las familias sin hiios no se havan inventado mucho antes que la rueda. E, in.rto del altruismo' parece que existen algunas cluso en
"l
222
Por consiguiente, incluso aunque uno quisiela rlar a la cultura el nayor radio de acción posible, sería (rrestionable la idea de que los humanos son como hojas cn blanco. ¿Se podrían obtener seres humanos que no tu,¡ieran tendencias agresivas, interés alguno por el sexo, sentimientos por los niños y ninguna vo]untad en absoluto para rclacionarse altruistamente con los demás? Esto cs lo que ¡rarecería implicar una posición crrlturalista exrema. I'ercero, podría <¿uizá objetarse que establecer la casi completa primacía de la cultura sobre la biología basándose simplemente en Ia civilización occidental es un poco injusto. Ningún sociobiírlogo va a negar que la cultura puede alejarnos de nuestra biología, o que en los últimos mileconst¿lntes.
rrios, una simple gota en el océano de la evolución, los seres humanos han comenzado a erroluciona¡ de un modo cultural. I)odría argumentarse que Io cierto e interesante de la sociobiología es que en nuesrro pasado más reciente, r-rosoffos, los seres humanos, estábamos sonretidos a fuerzas biológicas y (lrre, consecuentemente, tenenros genes formados por estas Iuerzas que, aunque ahora estén esencialmente enmascaradas, podrían manifestarse de distintas maneras, r' clue los pucblos menos industrializados todavía dejan que su biología se manifieste en formas significativas. Debo confesar que yo mismo tengo algunas dudas sobre csta defensa de la sociobiología humana, aunquc no existe cJuda de que hay algo de cierto en ella. Es realmente cierto
que los sociobiólogos creen que la cultura puede enmascarar muchos aspectos de nuestra biología, y que probablemente en un futuro 1o hará aún más. Sin embargo, los sociobiólogos ciertamenre dan la impresión de que tal como cstán las cosas en este momento, muchos aspectos del comportamiento social en el nrundo occidental se relacionan directamente con la biología humana. Trivers, por ejemplo, utiliza abie¡tamente ejemplos del mundo occidental en sus discusiones sobre el sexo, la paternidad y el altruismo.
Por consiguiente, aunque vo sospeche que en muchos aspectos los sociobiólogos conside¡an a la sociedad occidental como atípica, esto no es considerado atípico. Por tanto, utlTizar ejemplos que se basen en el mundo occidental no cs en realidad improcedente, incluso aunque se pueda creer que es en las sociedades menos desa¡rolladas donde la sociobiología tiene su aplicación más directa. Cuarto, podría señalarse que uno de los externos de la cscala de los comportamientos htrmanos comienza a conver-
rirse en morfología y fisioiogía, o por lo lnenos a estar muy íntimarnente relacionado con ellas. Así, por ejemplo, aunqlre a uno no le gustase mucho la explicación sociobiológica iei por qué a las muieres se les retira la tuenstruación ah'edédor de los cuarenta años, mientras que los hotnbres permanecen fértiles durante nucho más tiempo (Alexan-
cler, 1974), no es posiblc ver cómo podría tener alguna le levancia una explicación cultu¡al. 1' esto mismo siguc siendo cierto para el hecho de <¡ue las urujercs inadapta' das tiendan a tene¡ un porcenta.ie mucho más alto que el normal de descendientes hembras (Trivers y Willard, 1971). Pe¡o si la cultura nos falla en cste punto, mientras quc la sociobiología nos suminisua hipótesis plausibles, entonces debe tarnbién recordarse que hipótesis como éstas no son sin-rplemente sngerencias aisladas, sino consecuencias perfect¿rmente di¡ectas de los principios sociobiológicos fundamentales (en estos casos que acabamos de mencionar del cuidado de los hijos y las diferencias sexuales). Pol tanto, quizá cn casos como éstos tengamos otra razón para tomarnos seriamente la sociobiología. Naturalmente, en este contexto, es difícil no preguntarse
s<-rbre cuál es la aproximación sociobiológica general a Ia cuestión de las diferencias macho-l-relnb¡a. Físicanlente. las hembras y los machos humanos son rnuy diferentes y, adenrás, para un evolucionista es difícil no suponer que algunas de estas di{erencias no sean una función de la selección. Las caderas más anchas de las muieres, por ejemplo, parecen cla¡amente ser una aclaptación para llevar a los niños: más concretamente, para lleval a niños con cabezas grandes, que cs como son normalmente las crías hu¡nanas. Uno podría incluso llegar a decir que dadas las diferencias físicas entre las hembras y los machos hrtmanos, es difícil no creer que alguna de estas diferencias no sea una función del tipo de fr-lerzas selectivas que suponen los sociobiólogos. El mayor tarnaño físico de los machos er-r relación con las hembras, por ejemplo, no es, claramente, una función de la cultura; ), dado que es un fenómeno tar¡bién bastante conrún en el r.nundo animal, y dado que los sociobiólogos parecen estar en el camino correcto, o al menos en un camino prometeclor', para dar una explicación de este fenómeno en el mundo animal (explicando las excepcíones como en el caso cie los peces), parece una pretensión natural qllc a este resIrecto las explicaciones sociobittlógicas ¡ruclieran ser a¡rlicaclas rambién ¿l mundo humauo.
221
f)crr .esta razón, y para.tfatü un punto
1.'r.rrso
en
sus_
que existe, prima Ltcic. evidencia física y éxito írf-Eri.'"n or.o, campos (()mo para justificar una aproximación sociobiológiru ;l';{;; ,le las diferencias humanas macho_hemb.u, ,¡n por ello
ir ir incurri¡ en <>: ."rn".'.f^?"alisis de Freud ,lcl desamollo psicosexual 4tgo f"ñ.nin"'ri or." ,s scxisra, por'ro ü;;"-¿*a.nlj il;,tJT:",1r:; ,lc nuestros días. oor
*;;;
i.";;;;;#"i¿, t::il:, o:ff;i,,lj,',lloli3.i",lj"ili., rr¡rálisis ,
hayan tenido alguna. ".",,; p"."." ult"rrrente improbabre que las chícas "lirr.*ir-.""i"M. d" r,*fi", ,"r..i., .lcsesperadamente Iós penes de tó;;il ,#h;;;;;, (Freud, 1905). l)or orro lado,
¿r"..n.i", ñ;;il;". los machos v llamar tu .ur. y tatar ral'corno Iru."n "t*.lZl-lo¡ii tou^rJ.i.#;i;;.. no significa recesariamente mantener valores ,;;i¿;;;;"s que sirvan tle base las hembras.
existeÁ
' cxplicarlas ,lc
al sexismo. No se puede deíar el tema en este punto. Lo que acabo ,le .decir se aplica- directamen_te a las explicaciones socio_ I'iológicas de ias cliferencia, fisioiOg'i;r-15*"rr", humanas. ,'\hora bien, cuando se llega ;i ;;ri};;;;;i.,to .."1, .o_o va he dejado claro anres, óreo que lo, .*ioiiOlogos se en_ cuentran sobre un terreno a".Éo .á, _.r"¿ir.. Con res_ l)ccto a la dominación por el -u.h; hrrrnu.ror, ,r,.
inclina¡ía aceptü es ¡i.i¿;i;; ;'";"i;r" ;;" senrido secun_ ^ sea la que' ctano el que mu¡'er tiene l,os ,ú;;, ú-;;; d" k tiene que cargar más co¡ ellos, po. ello haya "r..,-y-q;; a desempeñar roles gonside;;J, ;;;", activos des_ ll:d:f Lte una perspectiva actual Si se prefiere, .. p,.r"d. d..ir
_ que tienen una capacidad .biológica p^r^'nript^, una cul_ peio rró esroy seguro de que los hechos o la teoría1ach9. impliquen algún tipo dá afirmación ", tan fue¡te como, por ejemplo, qrr., .rrr* d. l" biología, las mujeres necesa¡iamente anhelan la dominación
tula, dominada por el
de
los
hombres, o'que, incluso liberadas ¿. tu tui", del cuidado cle los hijos, como de hecho sucede .udu u"r-.¿. hoy día, las, mujeres no puedan desempeñar lo, ,oi", hasta aho¡a cxclusivamente masculínos. esto es utgá ,lu" me pa_ _Arglir rece que va más allá de..la .evjdencia d. qi,. se dispone. No creo que tales implicaciones ."un n....a.ias para la hulnana. y, cuando ,tg,in ,o.iobiátogo .n pr._
::^:l:^b-b!rtl ttcular se aproxima a formular
tal tipo de implicaciones, 225
r
,l
'llilson una o dos veces, me tufo a sexismo. un cietto Continuando ahora con nuestra lista de puntos que sugieren c¡ue todavía es prematuro, basándose en la evidencia indirecta, descartar las causas sociobiológicas en favor de las causas culturales, nos encontramos con el quinto punto que apunta hacia la idea de que, incluso aunque uno no esté entusiasmado con la sociobiología humana, es en realidad todavía un poco prematuro desecharla completamente, sin haber realizado antes un mayor esfuerzo para contrastarla. Tomemos, por ejemplo, el fenómeno del hermano de la madre, sobre el que Alexander basa tanto su argumentación. ¿Es realmente cierto que es virtualmente en todas las sociedades en las que la paternidad se pone regularmente en duda en las que aparece este fenómeno? Y, ¿hay alguna de enre estas sociedades en la que una explicación cultural realmente no parezca plausible? Por ejemplo, en algunas de estas sociedades, ¿es la gente tan ignorante sobre la nrecánica del proceso reproductivo que como
lo
¡' Jos. primos-cruzrdos, y..Ia. otra miud los conside¡a a.simérricament", .l distingue. dc I¿s 79 stxie_ .pl qu. clades (cl 9t qor^ t_Ogl flu"r"..n"o prescriben la poli_
l2l4 I;..; ;;
hace, por ejernplo,
parece notar
los machos puedan verdade¡amente ignorar clue ellos no
son
los padres biológicos de sus hijos sociales; o es la gente en ocasiones incapaz de desarrollar conscientemente verdaderas relaciones de sangre, aunque instintivamente pueda saber que sería bueno para su propio interés reproductivo el hacerlo? O, por el contrario, ¿podemos enconttar sociedades en donde prevalezca el fenómeno del hermano de la madre y, sin embargo, los padres sociales sean normalmente los mismos que los padres biológicos? Parece que en este punto procede un estudio más detenido. En este contexto, sin embargo, se podría añadir que Alexander cree que existe una fuerte evidencia para su hipótesis del primo (los primos-paralelos y los primos-cruzados son distingtridos cuando los primos-paralelos tienen tendencia a ser medio hermanos). dccir que, en general, la asimetría en el tratamiento de los primos estaría concentrada en las sociedades quc favorecen o mantienen una poligenia fraternal, mientras que Ia simeüia estatía concentrada en las sociePoclcmos
dades qtre practican la monogamia. Casi la mitad (211) de las 123 sociedades dc la muestra etnográfica (de 565 casos) de Nfurdcrck (1967) que son utilizables en nuestro cstudio, porquc contienen datos relevantes, consideran simét¡icamente, o no los distinguen, a los primos-paralelos
226 I
i
¡
genra fraternal consideran asimétricameirt" paralrlos y los primos .rrrr¿"r, - _üri.',.u,
a loi
-;ri;;;
.po. solamen_ -io re J5 de tOl socicdade, .orógr.u.--i.J qu" ¡> .ri;lirrn¿o ióól 0,000.tJ. Alr"rn.i;uáir.ni., < la muestra modelo de 168 sociedades ¿. UurJo.L-'il%ii'sr_Is;;-
hacen (p
tu¡,endo los datos que ';; ?Ul"ri .no son apro'echabl., sociedades conside¡ad"; ;;";;;;uesrra, uno encuenrra que solanre_nre. cinco cle las l) .socicda¿., ;o;; gamas
de las
(el 33 por
cAmenre. mienr¡as
100) lÁr'p.irno, asimét¡i_ _consideran'u que,7 de g socieclaáes-p.ligéri;;;-];;
tcnrales (er 87.) pór r00) I." .i;r;iJ;; asinrétricamenrc (p:0,0177: Tesr Je la prot>abili.Ja.i - .."" ;;.;. " "'"' cle Fisher; Sie_ vel, lc)65) (Alcxander. f C;r-bl.
Incluso si uno continuara reclamando una evidencia mavor esrá claro qr;';"';;;!ñ;'r#; nos enconuamos en los comienzos de la evidenci^ IrJi."itá que es pronto, por tant9, para concluir qu. t" ,o.iof;i;;i; 'no merece ser tomada seriamente como ,rn, ..pli.*ió"";j;;: sible de.l comportanriento social hr;;;.;';.-hecho,
,r pruebas independientes,
l'¡l
.d.ulg pruebas frecuenres
::liJ:lÍgj:.
d"l é;i;;l"-l'a
en comparación cán
;;,,p.:"
hasta
explicación
se
so-
Éxpricacione,
últinro pr¡nto es guizrí t.l mrís inrPorranre. ,,,,1^r:rj:,-,r. r)ltena medlda porque
en
podría mostr:lrnos ltn¿¡ ."lu.i¡n o-ioj, l.l controversia socíobiológi.a. M"r".",-por"rrrnto, trnn intro_
ducción detallada.
7.12.
UN coupRor.rrso Bror_ócrco cuLTURAL
P¡obablenente. la discLrsión hasta ahora se l_raya 6urr¿o una dicotomía fa7sa, o ,l meno, ..iiii.furn.,r,e "n rígida. He sLrgerido que para dar una..*pli.u.iJn'ái'.o.-porr"rnienro
so_ cirl humano habría que. cultu_ rrl o una explicación' "t"gi, .ni..'r"r"ál.[ji.r.¡ón un, e*prica_ !lol¿g:.,1;;-p;;;i.,;;i ción genética): si el comportamienro 'r. ur-r -"*plicar cultu_ ralmente entonces no ," p..,.á.-";lj.;; üilt?g).u..nre, y si se va a explícar biolópicamente. enronccs -.";; ";#í.-pr.á.".;prjl car culruralmenre. pe"ro ¿. "" esro parece -part;,'";;;"" bastante in justificado. por r.,,"lgúr n, ."¡.rir¿., parece increíble sugerir que la biología hrrnno no renga
227
efecto causal alguno sobre el comportamiento social humano. Piénsese únicamente cómo sería nuestro comportamiento si las mujeres, como muchos otros mamíferos, se pusieran en celo. Por otra pa¡te, probablemente debemos estar en desacuerdo con la crítica hipotética de que parece igualmente increíble sugerir que la cultura humana no tiene efectos causales algunos en el comportamiento social humano: que Ia cultura no es más que una espuma epifenoménica en Ia superficie de la biología. ¿No sería, por tanto, r^zonable sugerir que las causas verdaderas del comportamiento social humano se hallan no únicamente en los genes, ni tampoco en
la
invención
amalgama
de
y el
aprendizaje por sí mismos, sino en una
ambos?
La cuestión lógica que surge es justamente, ¿cómo podrían mezclarse causalmente la biología y la cultura? Una posibilidad sería que la biología fuese responsable de algunos comportamientos y la cultura rie otros, pero que esencialmente ambas operasen por separado. Sin embargo, a pesar de que
pueda haber algo
de verdad en esto, uno duda de
que
sea completamente, o casi completamente, cierto. Consideremos un ejemplo ya introducido, los sentimientos eróticos que
t I
I a
alguien, como yo mismo, macho occidental, experimenta al ver el cuerpo desnudo de una hemb¡a. Es seguro que mi biología tiene algo que \¡er con estos sentimientos: no tengo estas mismas sensaciones cuando veo un árbol desnudo. Por otra parte, mi cultura también tiene que tener algo que \¡er con estos sentimientos: el pecho de las mujeres me excita en una forma en la que no lo hace a gentes de otras culturas, y, sin embargo, Ios tobillos no me excitan en la forma en que excitaban a las gentes de otras épocas. En oras palabras, la biología y la cultura parecen ir iuntas causalmenre en algunos comportamientos sociales sexuales; y al igual que en el scxo, uno supone quc algo parecido podría darse para Ia agresión, la patcrnidad y el alruismo. Pero aún c¡ueda el problema de descubrir cómo la biología y Ia cultura actúan iuntas para producir un elemcnto particular del comportanriento social. Una sugelencia obvia es que los genes establecen los línrites a una arnplia gama de posibles conr¡rortamientos; los genes nos dan ciertas capacidadcs v rlcspués el aprendizaje y otras influencias establecen las distintas variablcs 1' determinan los comportamientos parliculares. El comportarriento humano se puede entonces consiclerar como biológicamente adaptativo, que es lo que los sociobiírlogos quieren, pero influenciado causalrnente de for228
nra crucíal por
rr¡ralistas.
El
el aorendizaje, que es lo que proce*o t"t¿ iJ lpiráirl;"".s quieren los
.como " rl)obzhansky, 1962; Ruse. ié)c,
muchor-;ñ;;;.
Itam, 1978.) parece narural aceprar ¿r'.p'¿"U. 1975; Dur_ qu., J."rpue. de todo, mi ircruación
con resDecro u .lm hÉ.ü.ul-l"r-"uüup,rriva, incluso d" ;i;";il;;;"""".ri!, cxplícitamente codificados en mis n.n... ñáii,rr-t'rri.ñ, il es necesario de_ cir que algunos coriportamienr., .rrrl7""iás esricamente tlcterminados por los genes que otros o, por er contrario, t¡ue los humanos hrn.".uolu.íánad;"'ñ;r;'"T p.rnro en que, deliberada o subconscie"r;i;ü;"á..i ,'"prru.se en gran rnedida de su biolopía, en el *nrlio-a"'qr¿ a través de trrando tos detailés
..ñJ.i^.tili,o, or" no son.la S;;Fbr-.s"::#ffi:. una posición tomo ésta uno verá, de hecho, ,"i."rlonÁ-üiot,;gi.n, del comportamien," tu.r,iá]";;;;;Ji;r."rre en gran ¡,arte cr.rando sc examinan sociedades sin escritura y: A-l;;l nranera, uno, (n general, buscará sígnificados t'uhura podrían ,do#"rrnrcho,
.tc hecho, adaptativts,
¡,.1tígi...'.il adaptativos a prácticas'.o.i,t.. t.,"ráñiri'o' ui',n.no. .p"., Ios 1.1."r0,::,:lr-: ,;j:;bus_ cara por razones esneciales como, .l.rpl", ,rlgún caso determinado no ,por ," prodrc""-¿r;;i'prácrícas.
(Dé_
sin,embargo, pon., f::-.,no es .e'nfrrir";r-";., más en que csto -; lo mismo r d er be q,. ; ;. ; ;; ;, :''il ll'oi.i?'Jr.ll,". ;,:', ::, [,f*., í
.r u
ra
craramenle, este rino-de'ñ;i.;;; d."J[HJ"r,r" que ac¿r_ bamos de exponer tiéne que ser razonada,,v no únicamente postulada. prima lacie rÁo ar-¿, ?t'irá,rál posición sería ;rceptable para alguien ."ro duñünJ,'ol::J;" sabemos, se tra romado el trabaío de negar q.u" fr;iri;i.n, ¿" aparea_ u m a no. t..ns1n_ jef i"i".j J.g,ü"r -in'r'iJju-.ir! f: :"1:_ .h n aup r*i uor. ro' lanro. en el siguient. -1, .upítulo. ,tgrno.
l.
r
ba,os gue sugieren que ésra ra gue merece .la oena
!.
,.r-
"t ,n.nor-Jir'propu"r,u .n nrgJno,'d;"i;,',":i"'úJü:',""i:'.J1..,,:,;J,",.ru; ji;,i:
esra propuesra. Así, por.e,"rtl,",-il;"rnder .o ll.l.1" ro srgurenre sobre Ia forma pósible'."'l;;;;';dría cctse et fenómeno del hermlno;; i; ;i... "
escribe estable-
?29
t^
cul_
.k'rado mmo álgo qu. ¡nt.o¿t,..'un-'il".iri._"enronces consi_ r( poderoso para causar. cambios ,d;;;;;;;;. increíblemen_ en el fenotioo proporción infinitamenre .ár'ult;-;;.-i; :,". ;";;;.# rra ll, sr uno contase únicamente con los ;dbi; p=.".i1iili* r.n los genes. Paru mí, como para un determinado número de pensado_ .. fcs, un compromiso éste tiene
Bn 1o que concierne al hermano dc la madre, existc pma duda de que en las socíedades en las que se da estc fenómcno, los padres ticnen interacciones sociales menos satisfactorias, y en menor núme¡o, tanto col) sr.rs mujeres como con la descendencia de sus mr,rjeres, quc en otras sociedades en las que el hermano de la mad¡e no es importante. Los hombres, por consiguiente, tienen qle apfet¿/rr no solamente a comporta¡se hacia la descendencia dc su esposa como si probablemente no fuese su propia dcsccndcncia, sino también a comportarse como si comprendieran, aunque realmcnte no lo comprendan, que la desccndencia de su hermana no solamente representa una inversión alternativa razonable, sino también que se necesita de ellos para el cuidado de esos hiios a causa de la ausencia del marido de la madre... En otras palabras, el cambio cultural representado por la figura prcdominante del hermano de la madre en aigunas sociedades, podría provenir de los cambios en las situaciones de aprendizaic dadas en las dos sociedades, que conducen a circunstancias diferentcs, !' que en cada caso dan como rcsultado la naxin.rización dc la capacidad individual de cada nno dc Iós implicados en los cambios (Alexander, 1977a, ptig. 79. El subrayado es suyo).
Lo que parece que tenemos aquí es algo mucho más en consonancia con lo que se ha dicho en esta sección. Ya sc ha dicho bastante como inroducción a cómo los factores biológicos v culturales pueden actuar juntos. Dejernos ahora el tema, al menos hasta el próximo capítulo. Y después de csta int¡oducción a una posible solución cle unc¡ de los aspectos más difíciles de la cont¡oversia sociobiológica, llevenlos a L¡n fin la discusión de la evidencirr indirecr:r par^ Ia sociobiología hunana. 7
.13.
Conclusr
He mos buscado evid'encia cluc apo\¡e a la sociobiología humana de res formas difercntcs: directamente, analógicarrcnte e indirectamcntc. Henros tendido nuesffNs redes y cicrtamente no han vuelto \¡acías. Si los argumentos v datos de este capítulo son correctos, entonces en las ües direccio-
al
menos una razón pata tomar en scrio la sociobiología humana, Por experimentos direcros, que incluirían los experimentos naturales, disponemos de cierta evi-
lres encontramos
,lt.ncia de que algunos atributos sociales t* pueden realmente,rener un apoyo humanos importan_ ll;rsándonos en
genéti.o
,ig;ii.;;i;;.
la analogia, obtene¡ío. li- il..ro,
y guías heurísricas valiósas. y, .;;; u.uüu_o, sugestiones de ver, la videncia indirecta nos da t"ÁSll"'"."rori para creer que ¡'rrede existir un futu_ro para Ia,á.i.tláíáií;;;;; ;rT ticularmente si se hace un esfucrzo serio ñor combinar las rrrcjores parres de las dos .*pfi.r.ion.rltlnto Ia biolósica (1,rno. la cultural, del comportamiento ,o.i¿ irrr.r'nov¡v¡vF¡La /tsl, por ,
tomaf un ejemplo que conjuga las ffes vertientes
l)irsranre bien, considér::e
por un moÁe-nto,
d;";,i;;;i;: lr:rl de los tabúes del .incesto, un problema que siempre ha Ios a,tropótog"r- *br;^;i.""T 1", sociobiólogos I 1-:r:do,, tlcen poder anojar dgyñ.". Iú2, explicando-ái.ho, ,"É¿.."." rfrminos de imoulsos biológicos b^J.; J';;";"1 d; l;r-;;*, -
t
{Alexande¡
tgiil¡; srr^ti tó7f "p;,;;;,"
re76; Van de l[.rghe v Barash. 1977; 'ü'iison, rbziü.'ülrse también Ha_ tis, 1971). Aunoue. como ya ¡. ."¡"ir¿o,-l,o viable buscar el i'Á,o ¿. í, pt.ifü''Ui.".' ", ..ulrn.nr. fi"rorica de los r;rbúes en Ia evidencla ¿-ii."l, "JJ"ñJ ;:" implicarían tos t.studios de las inclinaciones reales d.e lol iescendientes de incesruosas. .n q* ;.;d;.'; 'niones ü, ,r., áreas de 'alguna^ .to I'osjble confirmación existe .uid.n.ir' positiva a favor de la
hipótesis de los ,o-ciáüa-ür.'"iilrnero, directa_ lo. ;l;;; ie los kibbutzinr si es.que alguna vez ,.. ]:]:1m:nre, srrse (o tener ¡elaciones) con aquellos¿, .i üo, qui...n .r_ .on qu*i.n., han sido criados. No nrente exisre la evidencia de que
verdaderos $,eo"."rli,ri; hacia los que cran socialmente sus paríentes, i".l;r; ;;;;, l,ien que no .*i.t* lui". ¡"i"iá!r..:';",.J:',i:::,rl'!il sienten
üH ¡roco exisren ba¡re¡as sociales, i"grl"; ;;.ligio.ur, para sus ¡¡niones. En ot¡as oalabras, r" ."?J"".i, ;il?;, sugiere que la bio.lo,sí1 humaná (como. _opues ta a Ia cultura excrusiva_ nrenre) Ie hace a uno osicológi.u_1n,.
ñr;;; .on,qu.rio;-;;ü;;;;J'il"3fu
de relacionar_
.
::*':l:ol-."t" crjado. cra_ ramenre, esro tiene implicaciones'para los tábúes del inces_ lo, porque por lo general. Ios hermanor-*.ir"1.,
'."u"id""*iá son he¡ma_ nos biológicos. Ses-undo, .*ir.," unrlOgi.u d. las bases biológicai de los.tabúes"n, ¿"1-ir..rr", simplemente, los. primates ma. d.r"..oiüá;;;;r. la procrea. :li:"::-d. cron enrre parientes muy cercanos, tl la oportunidad. Tercéro, y más incluso .urn¿o ;";.'.;_ Ia evi_ dencia indirecta de oue .rcépto "b;l;.;;;,'.xiste lo, Lá, ruror, Io, rabués
l
2 3()
231 l
mente, y que hablando biológicarnente tales tabués son alta. mente adaptativos. Los efectos de la procreación entre pa" rientes muy cercanos son terribles (Adams y Neill, 1967), En pocas palabras, parece existir una rotunda evidencia cn favor de la base biológica de tales tabúes. Sin embatgo, aunque se concediese algrna frerza a un caso como éste, hablando en general, sería obviamente dcsacertado y err'óneo pretender que en el momento presentc la sociobiología humana pueda reivindicar para sí la condi. ción de una teoría científica ya bien establecida. Incluso cn el mundo animal la sociobiología está letos de funcionar, y el camino a recorrer es mucho más latgo en el mundo humano. Contamos con un montón de especulaciones: especulaciones, sin duda, fascinantes, pero al fin y al cabo especulaciones (Ruse, 1977c). Por consiguiente, setía punto meno$ que ingenuo negarse a conceder que hay ocasiones en quc los sociobiólogos dejan a su entusiasmo superar a su evidencia. Ciertamente, hay veces en que Ia evidencia es tan exi{¡ua que el lector se preguntará por qué me he tomado cn este libro el trabajo de defender la sociobiología humana, Sir.r embargo, esto significaría malentender mi intención. No he pretendido esoibir una apología de la sociobiología hurrana, sosteniendo que el lector debería aceptarla en su tota-
I a
I
¡
lidad. Antes bien, el impulso que me indujo a esoibir
ha
provenido del hecho de que creo que no existe estudio más in.rportante que el de la humanidad, que creo también quc ios seres humanos son animales, y que, consecuentemente, hc concluido que sería decididamente estúpido no explorar hasta el máximo las posibles implicaciones de la animalidad humana en nuestro comportamiento social: particularmente dado que es ahora cuando, al fin y al cabo, los biólogos sc están ocupando realmente en serio, tanto fenomenológica como teóticamente, del comportamiento social animal._ A mi juicio, la historia de la ciencia enseña que cuando se introducen teorías científicas nuevas importantés, su audacía frecuentemente sobrepasa de lejos su evidencia firme. Si realmente metecen la pena entonces darán fruto: nos conducirán a nLlevos descubrimientos, métodos de verificación, unificaciones, etc. En otro caso, y pese al entusiasmo inicial, al igual que los best sellers de segunda fila, decaerán y serán pronto olvidadas a. Mi opinión personal es clue la sociobíología a Sobre esta cuestión, véase entretenid:r e informativa. 232
Hull
(1978a), pale una discusión
lrrr.rrrana,
especialmente si se puede combina¡ con las fue¡zas
d:, hecho,,.
I
i-pt,i.li.'r,,,.o.-
o.;,"J. :,:ll, ii::1.':.ji.n"_, u(. r¿loo otras conslderaciones, no la veo como una teotía rrrrnpleramenre
nueva, sino Áás bi;n ;;,n; -;;;;i; r.\rcnsión de una teoría bien .rtu¡I".iáál'l. una excirante d. ü ¡¡t.clarwinisra de la evoluciOn ul .u-po'¿?l .".p1ürj";;; 'A partir. de. aquí, ",cial humano. nJ .r.o'qu" esté entera_ nrcnre sola (como quizá la discusión d.-;r;. iupítul,o ñ;i", .tt parte),
sino oue es parte de una i"o.iu qu" ya tiene r:xiro. Pero, hablándo en rigor, rni, -r.nii*¡.ntos persona_ It.s son i¡relevantes ,.spe.to"de rní. iai"r.i"res, que prinri¡ralmente pretenden dár a Ia
*.i.Ui.I"g?r'una
¡,:rra probar su validez científica
h (l'co, son tantas críticas esencialmente " ;i-rr?;. espúreas.
posibilidad
l; a;;,";.g,1; Lo que.estoy sosteniendo, por ."rri'gri""r., es que los "se :rsL¡ntos nrás importantes en*esle punto d.ú, d"j; p; ruariamenre al científico_. Eu.rrtüh"rrte, Ia sociobiología lrumana tendrá éxito o fracasará .r-áyo no sov .1.".i.. tientífico, soy filósofo,. y p_ara-mí por d*i.1.*.";i1r"rnü rrífícas palabras de lohn..'Locke .,;irrnbi;;;n queda más -humila. t¡ue colmada con el iruUr¡"'a""'iffi;;.. el suelo un f)oco, y remover los _estorbos .,i el camino d.l .ono.i_ ¡nienro...>> (Locke. 1e59, 7, pas. ,ii. É;;;"., lo que hc, inrenrado hacer- y, po, .onrigrri.;'r;, ;i' p;;;pal se ha rerminado. Sin emablgo. qu"du 'toonu?, tarea ahor. ,lg¡" Irg^,. para el filósofo. Si la sociob"i"f.gi, hr*"r; suosisre-";;;;: como j],."""t-.i:i^ o:_ 11":_*ql.ión viabti .n,on.., h, ;; drrse v de tener rmolicaciones, tanto dentro dc tr ciencia. Como fitósofo. ,no'-prla;-'j:;r;,comoyfuerá adecua_ .lame¡te explorar las vías por las .uul"r" un átea de kt puede afectaru ot.ri ár.";; t;;;de también, más :i:.:h crertamente' explorar las inrplicacionés'no-científicu, á.-iu ciencia. Por consisuiente, y para concluir .rr. tleraré en los rest]antes .op-í,ulo. ulgu;;, -J. ll¡rá, .orrri lu, posibles implicaciones del éxito dc'la socioúñl;;i, ;;"rrna: primc_ ro, en el-campo de la ciencia, prrti.ulu?_.ntl d" lr. .i"r,. cias sociales: y, en. segundu l,,gr;, de la nr, crencra' mas específicamenre, a la vista ";-;i';;;;. de cierias .unri.ri,, ciones d_e algunos sociobióJogos en .l .ampo-áL l, ,rrn, J. la.filosofía que tíene que ver"con lo, f;;á;;.;tos de Ia mo_
ralidad, o sea, la ética.
¿))
8
La sociobiología
y
Para emplear una metáfota
las ciencias sociales útil,
hasta este momento
un punto rle vista <>; es decir, hemos estado congelando a la sociobiología en un punto en el tiempo (el presente) y t¡atando de valotarla. En este capítulo, quiero considerar las cosas desde un punto de vista dinámico; es decir, quiero lremos estado considerando
la
sociobiología desde
ver cómo las cosas podrían desarrollarse a t¡avés del tiempo, el presente hacia el futuro. En particular, dando por supuesto que la sociobiología humana sigue siendo un proq¡g grama viable y que crece de forma satisfactoria yo estoy haen este capítulo esto es una suposición que -ni16ss ciendo 1' el que 7a haya hecho no implica necesariamente que sea verdad-, quiero ver qué implicaciones puede tener esto para el resto de la ciencia. Puesto que, obviamente, eI área de la ciencia que estudia a los humanos es (casi por definición) la compuesta por las ciencias sociales, mi examen es, de hecho, un intento de vet cómo el crecimiento de la sociobiología humana puede afectat a las ciencias soclesde
ciales.
Pero antes de comenzar un análisis detallado, merece la pena poner de manifiesto unos cuantos puntos generales que nos servirán de gula para nuestro análisis. En 1o referente a la histo¡ia de la ciencia, preguntémonos qué ocurre clrando una ciencia, ya sea vna teoría específica o un área completa, se introduce en el dominio de otra ciencia.
235
8 .1
. E¡- ca¡rrro susTrtucróru
EN LAs rronÍes:
v
ReouccróN
Quizá sea obvio que cuando una parte de la ciencia ina otra, Ia parte Dueva puede empul'ar a la vieja hacia un lado, en el sentido de que la parte nuev¿ parece, en aspectos importantes, estar más cerca de la verdad o ser más adecuada que la parte antigua. Eiemplos paradigmáticos de este proceso de <> son la revolución vade
copernicana, donde la teoría heliocéntrica del universo sustítuyó a 7a teoría geocéntrica, y la revolución química, donde la nueva química de Lavoisier sustituyó a la vieja teoría del
flogisto.
En años recientes, este proceso de sustitución ha sido objeto de un intenso escrutinio filosófico; para algunos filósofos esta sustitución es total, y cualquier cosa que fue sostenida antes, ideas, conceptos, teorías, es dejada a un lado y sustituida por la nueva. Dado que los filósofos que han argumentado de esta forma normalmente se aferran a álguna versión de Ia tesis de que los hechos en ciencia están cargados de teoría (esto es, que no existe la obsetvación pura, sino que toda percepción está hecha en términos de creencias a priori), normalmente se ha afirmado también que, durante la sustitución, incluso los hechos de la ciencia cambian: el mundo se convierte en un nuevo lugar (Kuhn, 1962; Feyerabend, 1970). Sin embargo, aunque hay mucho que decir a favor de esta posición, muchos filósofos la encuenttan demasiado extrema. No pueden aceptar que en tiempos de sustitución científica el mundo mismo (o el mundo tal como lo conocemos) cambie; lo que atgumentarían, por el contrario, es que los hechos y algunas de las interpretaciones permanecen. El cambio se produce en las teorías globales. Asl, para ilustrar esta concepción moderada de la sustitución, tomemos la revolución darwiniana. En esta revolución, la clave, e1 hecho común fue la homología de los vertebrados; específicamente, Ios isomorfismos de esqueleto entre organismos de diferentes especies. EI anatomista Richard Owen (1848) los explicaba en términos de una deuda compartida con respecto al arquetipo vertebrado, un boceto neo-platónico trascendental sobre el cual todos los vertebrados fueron modelados. Charles Darwin (1859) lo explicó en términos de un antepasado común, afirmando que el ar2J6
quetipo vertebrado no fue una reconstrucción etérea, sino un o-rganismo que existió vn vez. En este enfoque, el mundo de los huesos no ha cambiado; lo que ha cambiado es
Ia explicación última (véase Ruse, 1970, iqZt; Hull, tgZl). Para los extremistas, todo cambio en la ciencia implica una sustitución. (Por consiguiente, la ciencia, para elloi, es un acontecimiento ¡ealmente discontinuo.) Pero aquellos que se oponen a los extremistas, que piensan que incluso en tiempos de sustitución existe, de 6echo, uia continuidad, normalmente creen que hay muchos cambios en la ciencia que no son drásticos, sino simplemente ligeras formas de sustitución. La nueva ciencia penetra en la vieia ciencia, pero no siempre la echa a un lado; más bien en algunos
casos, y en alguna forma, la nueva ciencia en sí rñisma absorbe a 7a vieja. Ejemplos paradigmáticos son la absorción de la mecánica galileana por Ia mécánica ne\Á/toniana y las lSles de gases macroscópicos por la teoría cinética de gases. Existe un cierto debate acerCa de este proceso de .,r!duc_
el punto de vista común es-que la teoría más teoría reducida, muestra en alguna forma, ser una
ción>>; pero
vieja,
la
consecuencia de la teoría más nueva, donde por <(conse_ cuencia> en este contexto se entiende una cierta clase de vínculo deductivo. Esto significa, de hecho, que la teoría antigua tiende a ser un ciso o aplicación'especial de la
nueva teoría- más general que la ha asumido (ñagel, 1961; Schaffn_er, L967,1.96g; Rusé, 197j, 1976; Hull, ólí, lgZl', 1974; Darden y Maull, 1977; Kleiner, 1975). Vemos, por,ranro, que los filósofos (¡no los mismos filó_ sofosl) nos ofrecen un espectro de posíbilidades sobre el
cambio científico: desde una sustitución exrema, donde cambian incluso los hechos, pasando por una sustitu;ión más
débil .que. ¡n cambió de teorías e inrerpretación, a -supone reducción, donde la vieja teotía es asumida por L ma, nueva. Por. lo- que a mí respecta, ejemplos cotio las dos ve,rsiones citadas a propósito de la ievolución darwiniana, referentes a la aceptación de las homologías de los vcrte_ brados, hacen implausible Ia concepción .it..mu de la ius titución. Consecuentémente, sugieró que, considerando las formas en que la sociobiología puedi entrar en contacto con Ias ciencias sociales, sólo neiesitamos tener en cuenta las_posibilidades de la forma más débil de sustitución y-áe reducción. Pata ayudarnos en nuestro análisis, ¡eseñemos uno o dos puntos clarificadores en este tema. Primero, aunque la sustitución (considerada desde ahora
la
2J7
en su forma más débil) y la reducción suelen presentarsc como alternativas, sospecho que lo que a menudo sucedc en la ciencia es que la teoría nrás antigua es corregida, lo cual es una forma de sustitución, y entonces la versión corregida puede ser reducida a la teoría más nueva. Tomemos, por ejemplo. un caso reciente muy célebre de reducción, a saber, el de la genética biológica mendeliana a la genética molecular físico-química; entendiendo que la rcducción se apoya en la deducción, de hecho la teoría clásica mendeliana no puede ser deducida de la genética molecular, simplemente porque el gen mendeliano, la unidad de herencia y función, no puede ser echado a un lado: es <. Sin embargo, el gen molecular, el DNA, puede ser separado en pequeñas unidades, en pa¡es nucleótidos. Una deducción es, por tanto, imposible, porque las dos teorías son inconsistentes. Sin embargo, si se revisa el concepto de gen mendeliano de manera que permita la división dent¡o del gen, se puede lograr cierta consistencia y se abre de nuevo la posibilidad de la reducción. Y esto es lo que realmente ha ocurrido, porque el viejo concepto
biológico de gen ha sido sustituido por el cistrón, la uni dad de función, el mutón, la unidad de mutación, y el recón, la unidad de transmisión. Un cistrón, que contiene muchos mutones v recones puede ser identificado con el gen molecular, y un recón con un par nucleótido. Deberla añadirse que esta corrección no era simplemente función del deseo de reducit la genética biológica, sino que provenía también de los problemas internos de la genética mendeliana (por ejemplo. del llamado efecto de >) y de la nueva metodología biológica (por ejemplo, el uso de la bacteria para análisis de estructura fina). El segundo punto a señalar es que la reducción (o teducción-con-sustitución) se da a menudo más en principio que de hecho, y los científicos no se apresuran a explicar los detalles de sus reducciones; la verdad es que mu€stran una suprema indiferencia hacia tal tarea. Este es, cierta-
mente, el caso en genética, donde se han dado ciertos pasos no inferencias rigurosas y detalladas. En ottas palabras, la reducción es más una guia: una filosofía, si se prefiere. Da una dirección a los científicos, nuevos caminos a explorar, y a1'uda a relacionar sus distintos logros y a dar audaces, pero
a sus diversas afi¡maciones. Por tanto, debido a su punto de vista reduccionista, Lewontin pensó que su logto de la variación genética molecular estaba relacionado sentido
238
el problema biológico de si hay o no una variación de las"especies. TalÁ científi.". *.rii_ ninguna prisa por r"il"nr. ;;,; ;r c{etallcs "oaburri'ian de una dos ieducc.íón; ."iurn"nr.'ü .liptoru.ión de sus implicaciones es lo que podemos .rp".ni'i" ^Hull, tS"n"ff_ ner, 19761 Ruse. I97óa: "llos. 1976'). Findmente, sobre la ¡educción o la reducción-cunr_susti_ que_ podríamos llamai un urp..ro psicotó_ .f?^.1.";La 19. ^..:i.j: ¡educción..al Hrco. menos en principío, no tiendé a ser Lrn proceso feliz. I_os cientíiico, qu. protagonizan la -muy expansión, los que se ocupan de la cielncia'..a"-.."i.,'"r_ con
-
genética dentro
rentan generalmente.un¿ aciirud de desprecio -5,_, hacia los cien_ tíficos .cuyo rer¡iro¡io están invadien¿ó. propia ciencia les está yendo bier (¡por definiciJnii-y , il.""¿o rran sensibilidad por'lo que la ciencia reducida no mues_
problemas difíciles-.
po. ot.o Uá",'i"r^.1*tífi.o. .;";i;;;;
q,r" siendo invadidos se sienren u-""árr¿or-l'ulim.ntrr, .l"rtán .._ sentimiento. Así, en el caso a" l, g"néi¡.á, los físicos v los químicos consideraban u t^ -^yir?i vitalistas de pensamiento confus'o: .,.ot...iá.rirrrs
J.'-ü.'uiiü;; áill
(Watson, tg6S). por eI contario,
il;^"bi;l";",
de
sellos>>
veían
a los
físicos y químicos .o-o -u,.ririi;;;, i*.;;bl s (Mayr, 1969). Por consiguiente, existí¿ r*;i;;;r-;;i_.j¿"i una carencia de comunicación científica.- p.ro pá.:r;;;' ; clase de ruptura, como ilustra bien el caso de tu "rru ;-;;; g.netl.u, permanenr-e p:^r_ggé ser o_estárica. t.uBaio de Lewontin (1974) muesrra con claridad .O-.EI^1.'-Uiál"gf; ; hoy fructíferamenre lo.-.ri"Jiá, ?olá,rures, ya br;; que "n marerias de interés e importanci, Li.üg*"' exmema
están siendo tratadas con ta. a¡,"ua" J"-i"r"i;;;trl técnicas físicoqulmicas (Ruse. 1e77al lejos de dar .v, -nl4. ;;.;;i;jr., Iugar a la desaparició" ¿"'.ru ¡ioiü;ruil sobradamente muestra la controversía de.la ,*i;b?;i;t;; i"a ciencia biotó_ gica florece como nunca l. hir";;. tff;";" sugeriría es. por consiguienre. sue una red.ucción (;: il É;ü";;;-r;;l tirución de tal máter;ul p".d" ,.i,. br.r"t .á", aquellos a . .una expenÉ "r¡^ riiii¡utr'f rit?uaor". cierta9:--o:" no _Trq., menre, slsnifica oor. fuerza el fin de todo, uqu.llo, qul han estado tiabaianáo trrg.-1.,,,j"'"i"U"lü".ia reducida; de hecho, puede tarles un. nuevo y remendo ímperu y unas nuevas y porentes herramientas. Como preliminar. esto es suficiente. Volvamos ahorc a la biología.y la.s ciencia, recienres :gl"f . tic.i';";';ig"".s sugerencias de Witson (1977a), mE p;;;;d; echar un vis239
i
1
j
Ia sociobiología en ll psicología, la economía y la sociobiología. haré en este mismo orden.
tazo sobre los posibles efectos de antropología,
Y io
8.2. Le El
la
susrrrucróN oE
u
primitivas. üo"á; que exista un ].,:-:-Ti:d'.d.s mprrlsta tan puro como_4u"q* éste, sea hombre o mujer, me viene a Ia mente un^nombre ¿" pri".ili."r'd" ,i;i;1-Ér;;; lloas {y su escuela). Otviamenie, ñr..'íJ"r"rropología pu_ ramente descriotiva el .éxito .1" i; ;;;iología va a sio_ .íficar el uro j..u, tuttrrto', y'1,,*,iiJJ.?n de una teoria (lue no puede ser tal, poi 7a'teoría [iotáni.u. Por or¡a pa¡te, se podiía admit, q".-iá'Eirlogía tiene al_ guna relevancia sobre- la teoría u",roiotO!i.r, pero no como -p.opio, o no, por d'"...ño explicar ;:i,::"1^.ii-::1 ¡ldieraexplica. Lo que quierb jeciruq.f ;; ]:,:i.^J,^rit:opología qy. la biología en sí misma pudi.ü ex_ :1"9:..:",o-.ti_::Cut, ra antropología l)rrcar .(ya sea Ia teoría o los héhos), p.;; permitir que Ia bioJogíá propor.ionrr"-u" -pri"'ir.pi.ri .i".ro número de "f.r.tfJ.á, (
ANTRopoLocíA
interés de los antropólogos está generalmente relacio-
nado con sociedades primitivas o ágrafas, o al menos con grupos que no han sufrido plena influencia de la revolución industrial de Occidente (al punto de que los que estudian tales grupos se convierten en sociólogos). Es decir, el interés de los antropólogos está relacionado con gentes que están, en un sentido bastante vago, muy próximas a la nattraleza. Esto parecería implicar, por tanto, que si la biología va a tener alguna relevancia real en Ia dimensión humana, sería en el campo de la anüopología donde antes se pondría de manifiesto. Y, de hecho, parece que la antropología es ya la ciencia social más cercana a la sociobiología, aunque como hemos visto en las reacciones del eminente antropólogo Marshall Sahlins, esta proximidad no es algo apreciado o inciuso reconocido por todos los antropólogos. (Nuestra discusión en la inroducción anterior nos lleva a esperar tal hostilidad, y a confirmar l^ cerc^nía de la sociobiología y la antropología; si la primera no estuviera desa¡¡ollándose en el dominio de la segunda, los practicantes de esta última no se sentirían amenazados.) Así, pues, ¿cómo podría montarse el escenario? Menos
coloquialmente, ¿cómo podria afectar el desa¡rollo y éxito de la sociobiología a la antropología? Parccetia que existen varias posibilidades dependientes de las diferentes posiciones que los científicos involtrcrados pudieran adoptar, y de hecho adoptan. Comencemos considerando posiciones claramente extremas, tanto de los antropólogos como de los biólogos. Son posiciones que parecen apuntar en el mejor de los casos, asumiendo que la sociobiologia tenga a1g6n éxito, a cierto tipo de sustitución de la teorización anttopológica por la teorización biológica. En un extremo, encontramos posiciones anuopológicas que, esencialmente, niegan la relevancia directa de la biología paft la comprensión de los datos antropológicos. Existen, creo, dos manifestaciones
distintas de este tipo de posición extrema. Por un lado, se podría negar por completo la relevancia de la biología en la antropología. Esta, creo yo, podrla ser 240
lir
postura de un empirista exrremo c¡ue quisiera evitar to(la teoriz^ción antoptlógi., qrr" su tarea t ;;;"p.liir. ¡rrincipal es la descripción de las- creéncias y prácticas de
rneráforas
y
modelos
ltnrropológica. Obviamente, se tiatarío
l{.yrl
a cierro tipo de
á.
la
teorización
n,rtor"s que
t.".¡, .uii".u'l iiolu.ionirt"
se
.*trr_ hiológical en esru siglo, t"n.mor, por ejemplo, a Leslie \X/hite v strs seguidores, tle los c¡ue ,no d. fo'i rn¿, ;rnpor,uni., cs Ma¡shall Sahlins. Así encontramos que \White
escribe:
En la situación. homb¡e,cultura, podemos conside¡ar .homb¡e, al el factor biológico,-iánn-;"il;;;; y a la ctitura como va¡iable. Hay uná relación ge"eri.a-inilm;;G:i -t"ao hombre como un y a lui;J;';;; todo. pero no puede esrablece¡se una correlació",'á un a i."¡¿" á. una ¡elación de causa_y_efecro, .",r"-l.nr.. particulares v culturas, parrículares.. Érto ,;iniii.u ;;;; A;;;.rd gico del hcmbre es ir¡elevanié ." dirl.rro, problemas de inrerpretación cultu¡al trl.. .omá-U^¿i".l,i¿r¿ entre las culturas, y los p¡ocesos d. .o-bio ;.;;;l;;" ;^;";;: ml y la evoluciói pásina 418).
Y, sin
¿" lo .rit"ru--"""p""i""f^. (Vhite,
1959,
él y seguidores han tomado muchas de ü .sgl biotogíí, ;;;.;;;;j; que turas se desar¡ollan dentro-d_g urí"" t"y-"r-iirnlL, las cut_ -ütl¿ú.r_É.te al-igu; que los orga-nismos r. d..r.rollu., dentro de unas leyes límite. Debería. añadirse--ái,.-'.i^'p.¿rramo no siempre ha sído de teorías bi;idil;; acepradas (ni tenían por qué serlo ya que" haniiiulil.r,t" ri¿o^-,riirir"¿.s como embargo,
cosas prestadas
241
_T modelo). Sahlins
y
Service (1960) niegan explícitámente (y
cualc¡uier enridád biol
verdaderamente) que su principal deuda la tengan con Darwin y los neodarwinistas. Están mucho más próximos a alguien como Herbert Spencer, porque ven el progreso en el cambio y evolución cultural de la homogeneidad a la hetc. rogeneidad. Es más, para ellos, la clave del cambio no es l¡
;;nsarse en conrra, i. hacen los humanos. t-o .ulíurrli,r;á; ."¡¡."L1, no tiene bási_ .1T::1. nada que hacer.en ,runro,-", simplemente un cprlenomeno en la cima de la"lbiología, que quizá.¿1".;."" para conciliarnos con la ¡ealidad. OB;i;;;r., si se probase Ja verdad de esra nosición... Jrr¡u;;;l;iá teórico una casi rotnl sr¡sritución je roda -rr*i, ""'r"r-o"l.gí.. Ciertamente, cualquier intento de.proporciona;;;# en té¡minos de a¡rrendizaje y demás ,"rí. ,..hrrrá; ;"ü;; es de presumir se negarían los hechos recolectadds po' los ;;;"t;ü: il.i:.""
supervivencia y la reproducción diferencial sino el aprove' chamiento de la energía. <
de la cultura, una medida de sus logros, (Sahlins y Service, 1960). De nuevo, si la sociobiología va a tener un impacto signi ficativo, habú de tener lugar una cierta sustitución de estc tipo de antropologización. Han de enuar en escena los hum-anos como JereJ biológicos, deiando así de ser simplemente aceptados como consiantes de fondo que se ignotan. Sin embargo, dicho esto, quizá pueda no darse necesariamente una sustitución total. Se puede pensar que los seres humanos inttoducen una nueva dimensión cultural, quizá de la clase sugerida por los evolucionistas culturales aniba mencionados y, por tanto, algunas de sus ideas pueden ser incorporadas dent¡o de una nueva teoría general. Lo que tengo en mente es, obviamente, cierto tipo de teoría en la que la capacidad de la cultura para aprovechar la energía puede estar ¡elacionada con los efectos que ello tendtía sobre las oportunidades de supervivencia y reproducción de los individuos que tienen tal cultura. Aunque no esté aquí intentando directamente incorporar una teoría evolucionista cultural del tipo de la de Sahlins v Service en la biología, de acuerdo con las sugerencias hechas en el último capítulo, pronto consideraté ciertos trabajos que pudieran ser concebidos como el primer paso en la ditección de tal incorporacióo. Hasta ahora hemos estado considerando la posición antropológica ext¡ema; es decir, hemos estado considerando la(s) posición(es) de los anropólogos que realmente no quieren nada con la biología como tal. Parece que debe haber correspondientemente una posición biológica extrema: una
posición que, más o menos, níega Ia necesidad de cualquier teorización antropológica distintiva sobre los humanos, argumentando que todo 1o que sea de interés puede ser pteci cisamente explicado de la misma fotma en que se hatía con 242
último capírulo que, ¿ pesar de que Ia "l ra que escribcn, a.lgunos socióbiólogos dé la imo¡"_ ",,1:::*::íd:..n ::'l:,0,.n sron de que creen gue el fururo de Ia sociJbiolágía i;;í;* un¿ susrirucíón de la antropología ¿" ü.iur" mencionada, probablemente en monren¿.,, ,j.' ;ñ.;.fl..ión esos mis-
m.s s.ciobiólogos np
argument ariaÁ en rnr.,Cierranrenr.. si Ia .*Í.ui.i.gir-ii.gu' fo.ma trn .xt."r'i"n". cierto éxi_ t
probablementc los
de la sustitución sea
sóciobiólogo.s,á;;
que el resultado cualquier
yi: :?ri9bi"ld;; A;-'"*gue espacio a la teoria antropológica Ló
q"'. hatria que sospe_ más bien, qr..Áu.n?r-i.ñojjüe*'no verían con ll'::."r^' nratos olos una exrensión de.la.bio.logía.?
anrropología en la línea que inrinuJ-e-n-"i'.upirufo "f *rnf"'a"i, anterior. [,sro
qrriere decir que, en -tanro que biólogos, los sociopensarían qri.r". d"b; .;-'";;r;';;"" el individuo ll:^,.** nunlar)o como lrna enridarl biológica: lo que a su vez sjsnifica cJue
,
.
se debería intentar.
.nt"ñd",
""
jii;
;.;*.ü.i;:; p.;.ian ;p;ili;;;;
cosas en términos del jnte¡és ,eproductivo-á"i in¿iul¿rro fr,.,mano. Sin embargo, los sociobió1.g..^ asimismo que no se puede desechar sin más la"culti,ra y .i
como algo sin importancla, va.que éstos son, en ciertos
pectos. los más reDresenrari;oi a"'to¿o,
Por consiguient.,
lá.
,irif"r",
l, *lt".u-¿Á.";;;;r#;"da
as-
humanos.
sentido como adaptariva-para er indiviauo"ir,rÁ".,o.en algún Los humanos ya no tienen todo su codificado en,sus senes, rnr"r-Ll"ll';;;';;;;, "ornpoatu1ni.arto-artriatum"nt" crcrtas capacidades o rasgos,de .o_porruri.nio, dan lugar a especificando mediante .l ¿.."u¡nirit.;;"';";i' qr. se van
ó;;dir;r.. 243
$r
r La gran ventaia de ello es, desde luego,. que nueva información" adaptatiuá p,rede ser transmitidt directamente de feno' tipo a fénotipo, sin tener que ,pasar ,^. través del genotipo' Eita forma ie. transmisión
en el sentido de que ahora importan en la evolución interpoder adaptativo acciones directas en el fenotipo), -es tiene un mucho más rápida que los global en el sentido de que métodos tadicionales del cambio revolucionario' resulte ser, en última instancia, realmenQue este enfoque -desde luego, algo que sólo el tiempo nos te fluctífero es, puede decir. Pero algunos éientíficos ya están rabajando en ésta línea, y quizá {uese insuuctivo considerar brevementc un ejemplo, a-saber, el análisis de la guerra.primitiva de t.IJna vez considerado dicho ejemplo' como'ülilliam Durham ahora sólo he venido atendiendo 1 Posique hasta quiera .iot., u'tt.opológicas que negarían esencialmente la importancia en rn .rápo dé la biología como ciencia, pasaté a ocuparme de trabájos de antropólogos que pudieran en ciertos aspectos mostrar más simpatía por el tipo de enfoque que vamos a ilustrar.
l
8.1. Le cueRn,r PRIMITTvA
DE UN COMPROMISO BIOLóGICO.ANTROPOIóCTCO
{
t I
ANALIzADA A TRAvÉs
(:RITERIO rrr: ssr-sccróN
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Númcnr df-energía
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ÉspEcrRo_DF
PROCES{) DE
Satisfaccron
Replicación
t:oNs¡,nvtctó¡l SE
u.{:_li"?13?:'
diferencial
I-ECTTVA
--1.}(IENTES DE V,\RIABI LIDAD
N{utación
1." ltrtlor'¡cttin 2." Recombinación 2." Difusión 1.o
Frcun¡ 8.1. (De Durham, 1976a.) Esta figura muesra el modelo de comportamientos adaptativos que se desarrollan a través de pro cesos culturales esencialmente separables biológicamente CRITERIO
rs srltccróN
Hablando en general, tal como se ilustra en las figuras 8'1
y 8.2, Durham (I976a) favotece el intento de integrar la Liología y la cultura en las líneas sugeridas, y cree que Ja nos encontfamos en un punto en el cual se pueden emprender algunos movimientos positivos en esta dirección' En par-
ticular, Durham (I976b) cree que existen dos razones pot las que la guerra primitiva (esto es, la guerra entre pueblos primitivos)'és una-prueba y confirmación especialmente buena del tipo de posición de compromiso que se recomienda. Primerl, se ha probado q.," 1a guerra primitiva es al,go que ofre.é dificultades teóriias a la antropología no-biológi.u, oqn. ha tendido a creer que las sociedades humanas
ío.,'rirÉrnut íntegtados funcionalmente, y bien-adaptados a sus ambientes,t (Dr-rrham, 1976b, pá5. 401)' Pensemos en alguna de estas difíciles cuestiones que surgen' ¿Por qué
I m^
el trabaio de Durham, que usaré como-paradigtal aproximaiión, a ravés de una re{erencia favorable
Descubrí para
en rffilson (I977a). 244
ESPECTRO DE COJ\{POR'I'A]\f IENTOS
PROCESO DE
couspnv¡cró¡.1 SEI,ECTIVA
I;UENTES DE VARIABILIDAD
l.n X{utacion
2.'
1." lnnovr¡ción
Recombineción 2.u Dil'usión Frcun¡ 8.2. (D- e Durham, 1976a.) Esta figura muestra el modelo, apoyado por el mismo Durham, donde el desamollo del comportamiento adaptativo es una función de procesos culturales y bio lógicos bastante integrados 245
rl algunos pueblos prinritivtis lucharían con otros, tan fict,r mente, tan continu¿lmente y, al parecer, tan destructivamcn te? Tomemos, por ejemplo, el crrso de los mundurucu, lot cazadores de cabezas del Amazonas. Un anropólogo qrrt' estudió su historia extensamente escribe:
... la guerra era considerirda uná parte esencial e incucs tionable de su modo de vida, y las ribus ext¡añas errr atacadas porque eran enemigos por definición. Esta orien tación básica emerge claramente de las entrevistas con los informadores. A nrenos que se hiciesen preguntas específi cas y directas, los mundu¡ucu nunca asignaron causas espccíficas a una guerra particular. La necesidad de haber tc nido que defender alguna vez el te¡rito¡io propio fue ncgada y no se recuerda en la ttadición de ios mundurucu que la causa de alguna guerra haya sido la provocación de otros grupos. Se podría decir qrre las tribus enemigas por su sola existencia llevaban a los mundurucu a la gue. rrá, y que la palabra que designa enemigo es usada palrr cualquier grupo que no sea el propio mundurucu. (Ibíd.,
página ,i04. citando a NIurph_v, 1917, págs. 1.025-6.)
Pero, ¿por qué tenían que ser los mundurucu tan
agrc-
sivos? No parece una explicación en absoluto concluir, conr() hizo este antropólogo, que los cazadores de cabezas tienen una agresividad generalizada y que la gueffa es una institución necesaria como ; y aferrarse al viejo tópico de clue tales guemas preservan > (ibid., pág. 404, citando a Murphy, 1957, pág. 1.028) es. en el mejor de los casos, una explicación ad hoc. ¿Por qué muchas oras uibus, por ejemplo, muchos grupos escluimales, no tienen tal agresividad generalizacla/, y ¿por qué los mundurucu no encuentran una formn menos costosa de mantener a su sociedad unida? Todas estas cuestiones deberían ser contestadas por una teoría antropológícamente adecuada, pero parecen incontestables con la concepción tradicional. La segunda razón por la que Ia guerra primitiva es una prueba y una confirmación excelente de un compromiso biología-antropología, es que, concediendo que 7a antropoTogía
uadicional pueda tcner dificultades con la guerra primitiva, prima lacie la aproximación integrada (esto es, la aproximación que integ¡a la biología y la cultura) no parece más prometedora. En otras palabras, si tiene éxito, entonces, tal como apuntamos en un capítulo anterior, tenemos una instancia confirmadora de Ia mejot clase, una instancia confir-
nradora de fenómenos inespe¡ados o sorprendentes, no simlo gu_e se construye la teoúa. Conside_
¡rlemente alg.o sobre
tcmos: ¿Cuál es
el oo.ibl. urio. Uiot'.;gi.l qu. hay en ir ^.i";rro, E, _;;, , romar se_ riamente las afirmaciones de f"rár"Oi"l.jiu ."g,:n la cual los genes pronrueven p-pio t;;;;;;';;,í"a tor., reproducrivo .lel_individuo,, ¿gué poribl"' "t individuo tormar parte de un orupo de"rl.i"'ii*" ", rodos los guerra? Át.no r., ,rrrancando cabczas dé orros?
de-[ grupo
11r:i!:r cbo poco probable- oarccer.ía que
p:]ie-
fru.r.rrt., cercanos a uno
u¡o ,.
___cosa
de
p"ni;"do
he_
.' oi::,.1:1,-,fñ;;ü;,. ".r¿ ras causas;; y
sóto por
¿ccrones propias sean
culrural.r, no ,trr, .i.iror.nre, bioló_ en el senticl. ;;;p;;; hoy día. En otras palabras, la srrerra parece scr jusiamente el tipo de án"op"l.,gá i ii, "n"'''i" uiorolii "t"iffi l'Lt;i #i" "ii' grcamente adaprativas
;:'
Sin embargo, afirma .Durham, exisren condiciones bajo las cuales tas suerras primitivas (ú;;;;";l;;;;i;.," entre sru_
y manrencrse: condiciones imptica_ 9::)^fq*t_:::iugion?r oas por los prrncipios de la biología v consistenres Lo que necesiramos es, una sitüción ;;'"i;'";r. con ellos. haya una
relación bastante estrecha.enüe los ..*r* len particulat el alimento.) y ta habilida.j d" ; ;ji;j;;;"pr., y reproducirse; es decir, .rn" ,it,ru.-i'Jn'Li"iunqu. sobrevivir un incre_ mento en los recursos vaya a tener un efecto bastante directo S¡J Smax
"i
'Yc
FIcur¡ 8.3. (De Du¡ham, 1976bj.S,' mide el éxito reproductivo de un individuo con resDecto al nú#ero á. ¿'.üai."tes f gene_
g"r':i'rl!;:-1:t,'",;f rT¡:;ií[l*.J:t.:.,T;*, quier valor inferior
.l ¡n¿iu,.¿uo-r;#;;il.Livamenre por ;;;;;"sumir e para
debaio de Ia par. poilunto. ,no-déb.-";i tener una representación de genes
dual;;'i;;;ü'ilnte
generación
246
247
nent€s del grupo se hallen aproximadamente en la misma situación con tespecto a los recursos: es decir, cualquiera ganará y ganará la misma cantidad al incrementarse los rc. cursos; nadie va a aytdat a otra persona si la persona ayudada consigue virtualmente todos los beneficios. (Ver fig. 8.4.)
z
g a
z
ota Frcuna 8.4. (De Durham, 1976b.) I-os individuos en el grupo con respecto a los recursos Y". Cualquiera de ellos cae entre a y b, y, por tanto, consigue la misma cantidad del recurso (aunque pasado un cierto número de generaciones las diferencias en
el logro de
¡ecursos pueden tener efectos significativos sobre el éxito reproductivo)
Y, finalmente, se necesita una situación en la que los recursos puedan inctementa¡se fácilmente, bien tomándolos de oüos o bien evitando que otros los tomen. En particular, con respecto a este último punto, se necesita una situación en la que la demanda de recursos del propio grupo y la de-
manda de recursos de ot¡os grupos coincidan; en la que los recursos no sean suficientes pata ir tirando; en la que fuentes alternativas de incremento de recursos (como la agricul-
tura) no sean de interés, etc. Si no se dan estas condiciones, la guerra primitiva no probable. Así, los esquimales
es
no pueden malgastar su tiempo peleando entre sl; la lucha con la naturaleza pa¡a tener cubiertas sus necesidades vitales, el gran problema de la humanidad, es aquí mucho más dura que en ninguna otra parte, y pof esta razón este pequeño pueblo se ha puesto de ¿cuerdo en sobrellevar esta carga sin disensiones inútiles>. La coopcra<<...
248
\I¡J\
ción.en la lucha por_la existencia cs, en su caso, un ím_ peratrvo. absoluro... al que les obligan las condiciones de su ambrenre (lJurham, 1976b, pág. 392, citando a Davie. 1929, Fáe. 16). i)or
antes mencionadas, ,otra parte, si se dan las condiciones -i"rü para un in¿i"i¿uo es reproductiva:,*: :::-tntabte rncnre renlabJe) unjrsc con su grupo parf guerrear con otros. Iln el caso de los mundu.r:..r,'po. -i.r't se dan las con_ ..liciones requeridas. En parti.,ilrr, "i.ñü r^¿urucu son lv -una fueron) dependientes en ro.,nu ..u.lol ;;;"r;l;r;; rrnimal, .y, debido a Ia rclativa .r.;.J-J;';. ta. Ia caza ¡e¡a (onseguir.tales proreínas es una ,.1;riJ.¿-lür;# "ü; tanto, el barrer a Ios comp_etido.., ..ui"il en el individuo porque entonces hav más álimenro para é1 y para su grupo. ( :onsecuentem"nt.. i, guerra tuvo un valoi adaptativo para cl individuo. Por añadidura, en a-poyo de esta hipótesis, (rona con interés un fcnónleno .lescritt. pero Durham menno apreciado. saber, que .n un !"n,¡¿o i]:'l::-i:i,i"pólogos,.a ros mundurucu ldenrifican al enemígo (humano) con' la caza rnayor. Después de una guerrar en una aldea
#;;;;;;
... el status más importanre fue el del que lograba una qu. .in llamado . "fju;.l"oi.l;,. Lir:;;l;.;;;; tat rirulo. significa *madre d.l p;;",-;'¡r¿. cepción de los mundurucu que conside¡á "-iu'.oil las ot.rrrrt* como equivalentes a la caz '-mayot j" prri. <> de Ia expresón ,. ^"iÁ"f.r.-L ¿.iií.^a.iiáá.. ¿. la cabe,a del trofeo p1ra at.raer, a 1a caza _"yo.-f -."rr."r el incre mento numérico de ésta; y .l .ar"joi j. denominado por la obvia íg*iOrlil*"iira .uU.rur-.ü-"J¡ de fertilidad; peradóiicamenrc. caberro trofeo,
bara un tal status'mani"f"ürr..n," _rr.rr-
lino, juega simbólicamente un rol
página 405).
f..;;il(D".ham,
1976b,
Si la aproximación integradora es correcta, este fenómeno es fácilmente explicable: ei asesino d.i .i;;i ü, tido importante la asequibilidad á"1 p".^rilásto"n un sen_ es, de la
caza mayot.
. Finalmente, ¿qué hay.de ras trampas) Durham invoca arso
similar al attruismo áípro"o hace trampas
v
d. T;i;;;;i'hdill:; irli: ,, ;;;;;iesgo será ráoi_ "Dü;^;.ñala .i.; üil;ü. "*"tuido-?.-¿$;;J;t;, munduruc;.
tÍata de^evitar damenre tachaio u -los
Y, en el
caso de
que
exis_
249
tían unas fuettes presiones sociales que mantenían dentro de un mínimo este <(lib¡arse de las ta¡eas>. Todo miembro del grupo tenía que desempeñar su rol, ya fuese yendo a c zat o permaneciendo en casa y ocupándose del campo. Vemos, por tanto, que, a pesar de las apariencias íniciales conrarias, una teoría de compromiso biológico-antopológico puede dar una explicación plausible de la evolución y mantenimiento de la guerra primitiva. Debe concederse que este análisis de Durham es sólo un ejemplo, pero realmente mues-
na las genuinas posibilidades de construir una teoría
que
comience con los humanos como entidades biológicas, sujetos a leyes biológicas incluso en sus relaciones sociales, y que dentro de unos límites satisfaga completa y abiertamente a la dimensión cultu¡al de la humanidad. Dejemos esto así y volvamos ahora al rabajo de los antropcilogos.
8.4. L¡ ll¡rRopoLocía t¿ue srMpATrzA
coN LA r3roLocíA
Al
hacer referencia a la antropología al principio de este capítulo observé que va, en algunos áspectos. parece la disciplina más cercana a la sociobiología. Sin embargo, podría pensarse, v con razón, que hasta ahora no he ofrecido demasiada evidencia de ello, porque las únicas posiciones antropológicas (es decir, posicíones de antropólogos) mencionadas hasta aquí han sido las que pudieran abonar, en buena medida, Ia tesis de la sustitución mediante una extensión tomada de la sociobiología en la antropología. Yo defendería nri punto de vista, en parte sobre la base de algún deseo de mostrar Io que una extensión antropológica de la sociobiología no perrni-
tiría, y en parte porque creo que es cierfo decir que aún hoy no hay una forma universalmente aceptada de hacer antopología v porqlre sin drrda hay todavía quienes (como Sahlins) negarían que la antropoloeía relacione propiamente a la cultura en una forn-r¿r directa y seria con los intereses biológicos de la supervivencia v la reprodrrcción. Sin embargo, volviendo al tema inicial, se debe observar, en iusticia, que ahora hav muchos antropólogos que estarían bien dispuestos a pone¡ en relación la cultura con fines biológicosl y así en muchos aspectos no estarlan en desacuetdo con el tipo de aproximación ilusrada por el análisis de Durham de la guerra primitiva tal como se han expuesto en'la sección anterior. En este tipo de casos, creo que podríamos esperar algo más bien ¡elacionado con
250
la reducción de Ia antropología a la biología que con su sustitución; au¡que por razones que en ..guÍdu áu..aor ro estoy segl,ro de que consigamos él tipo dé reducción obte_ nrdo en .brología y sospecho quc se dará lugar a una ciefta sustitución. En particular, sospecho qr_,e haürá q.r" .fecruur cie¡tas ¡eflexiones sobre. la cuesrión ie quién grnu .o., i;. uJaptaciones. si el individuo o el nruoo.' Un buen ejempio del tipo d. e"nfóque antropológico al
que. estoy aludiendo
se encuentra en un ..ii.nÉ
ma_
nual de Marvin Harris (1971). En teoría, Harris es bastante e.xplícito e¡ su afirnración de la- cuhu¡a'li"li"i¿o-.i-;;;;;: rlizaie, el_lenguaje, etc.) como adaptativa en un sentido biológico. (Harris, 197I, pág.3g). y, <<... la el modo^primario !:l::t, .del hombrc' p?ru .onseg,rir el "t por tanto, los cxlro reproducüvo. sistemas socioculturaiés par_ ticulares son ordenaciones conforme a un par¿n a. .orn!o'.irnriento, pensamiento y c¡eencias que coniribr,y"n , l" ,.rp.._
vivencia y reproducción de grupos l*¡rf.r'p"rrí ,ulrrr"r, pígina 141). Además, y en particular, FIar¡is concibe ¡liíl , lu .rltr,j ra como biológicamente adaptativa. por e¡emflo, ., ,; ];;; nante análisis sobre la sacralidad de las vacas'en'la India. Ha_ que,aunque prima lacie los tabúes f.,indúes q"e lnuestra 1-ri¡, prohrben matar el ganado y comcr su carne son contrabiolóei_ cos, porque las vacas comen ¿rlimentos necesitado, po. lo. h-rrmanos y no los suminisffan a su vez, de hecho existen bue_ nas .razones biológicas para hacer sagradas , lu. ur.rr. En
parricular, tales.racas pioporcíonan .i.."."ntor, que son vi_ rales como tertlhzantes y como combustible. y, ádemás, ya LIue. son sagradas,y no pueclen ser conridas, ayudan a'lás
rndros a resistir lr tentación de rr.rnsformars'e de socie_ dad vegetariana en sociedad carnívora, nigo'qr. requiere una agricultura basrante más eficaz qu" la" .tr. lo. üdio,
::T,l podfra
Comer.vacas, parricularmenre
,i"-jo, d;-d;;;
"" convertirse en un desastre. Finalrnente, Ias vacas su_ minisuan gran cantidad de alimento u" ,..to. de la ciedad: los_parias, facultados para comer " .u..á¡u, comen so vacas cuando éstas mueren de-r,eiez, hambre
las
. ,fg" pr;iJ".
esre,.ripo.de.enlqque de la anroioñgia m"_ _,$aramentg, nrtresto en la_explicación de Harris sobre el übú"de las vacas no está leios del típo de concepción que los .o.¡obi¿_ logos parccen tener. Aunque, como hemos apuntado, se requeriría alguna corrección, porque Harris nó ve la culrura cc¡mo realmente orientada al irldiuiduo. ol-a relación enire 251
T la adopción de una innovación sociocultural y su ventaja r('productiva es generalmente indirecta y está relacionada con las ventajas reproductivas del grupo social como uri todo más que con cualquier conjunto particular de individuos" (ibíd., pág. 151). Es interesante advettir que, en su discusitin de la guerra primitiva, Har¡is considera a ésta como generalmente adaptativa para el grupo porque mantiene al númeto de la población bajo control, pero como no tiene en cuen' ta las perspectivas biológicas del individuo, la ve como un proceso algo ineficiente que es a \reces nraladaptativo. Desde luego, al decir que un enfoque como éste podría muy bien ser sintetizado con un enfoque sociobiológico, n
la
sociobiología, en un cierto sentido el ttabajo que realizan muchos de ellos está preparando el camino. Antes de poner término a esta discusión sobre biología y antropología veamos uu poco más detcnidamente la relación formal que cxiste entre ambas, si no tal como es exactaentusiasma
el
avance de
2 Incluso aquí, desde luego, tenemos una explicación en té¡minos de un valor biológico in
rnente ahora, sí como puede espera¡se que sea a meclida que vayan acercándose más la una 'a Ia otra.
1J.5. Le n¿racró¡¡ FoRMAL ENTRE uNA ANTRopoLoGÍA CORREGIDA Y LA BIOLOGÍÁ algo-condescendientemente, que Ia an,".,1^1P¡:,q.y.1, ?rirá rroporogra ha s¡do corre.gida_ para poneila en la misma línea .¡ue Ia biología (por. ejémpló, ."ll.iol""¿"'lo, fi;";-i"'l; cukura con el indlviduo.y no .t;;ü;). y que Ia socio_ biología conrinúa flor.eciendo.-1 ¿Cóm8 é;;;." unirse am_ bas? Dada
Ia taxonomía qu. t..i*
.rl"iio
p.iil;i,;;l
capítulo, el lugar más natu¡al el';;;" "t se inclina_ ría a colocar su relación es la^.reducciOi_r:"', "., "n. ¿.ao ;;.-;;'; casi nada. en un aspeco ::lá :ustiruy.endo
.Sin -";tt;;, rmportanre, la situación mencionada difiie que parece haber tenido lugar en la genética.d" lu ..i"i.iJ, E" ér;; ,;-á;; una genética mendeliana -comegicla " (a Áerudo como genética de J deducida-de-1, ..r*iJ" molecular, o,.má¡ precisa.mente, a9
f.-g."ei*,
;;#;
rnolecular jun_
j:^^?.,^1?:_r:.ic de suposiciones rales ó,r,o lol; principios,áe rraduccron (que permite hablar de bandas ¿. bNa, .irro_ nes, mutones, recones, etc.). Ahora bicn,. aquí no se plantea el problema de deduci:: ,- guerra prrmrtrva ta o er. tabú.de las vacas sagradas de la lev Weinberg. Ni. siquiera .on ,y.,?u';; 9,"^,Irft crpros de traducción. Más bien, lo t¡ue parecc darse és la teoría biológica extendida ul .ont.*t'o--.,ilr".rl, p.ro
l,
tr;ri;J
l.rricuesriones y debiendo, por tanro. ser completada ""*.ü,u, por principios
dando dicha teoría biológi.u ril.n.io-
claves
culturales anrropológicos..
L, sit,racü;';;-;;
a la que obtenemos al deducir b Aiogelgiiti^muy diferente tica de poblaciones, junto corr un gran "",iri"rá á"1;-;;;;_
d; pñ.1;;;',
pe_culiares
a las.disciplinas. ;No ,..4 .t.ducir los efec_ ,or-^o-1,:orn.rcro del principio de ;";ibi; _Hardy_Weinbergl "visién r.ermitasente mosf rar en forma de diagrama mi del asunto. I\ormalmente, pensamos en el efÉcto áe selección tal como se muestra en la figura 9.5. (Estoy simplificando ticamcnrc e. ignorando Ia selección torirtii'y'cosas drás_ por el esre diagrama J.rnuriá¿o ..qr'.rnej_ ::r'l:] parrrcutar, ..D_:r-9_" ,h"to,, co. ", olvjda todo lo referente al medio ,rnU¡.n !l te. Al menos habría gue complica¡lo ,"nrl¿o del dia_
"" "i
)51
q SELECCIÓN
CENERACIÓN
GF,NF,RACIÓN
-+
GENt,RACIÓN
1
I
-E\r
GEN,{
+
^
2
INFORMACIÓN CL'LTURAL O
4
GENB #
c€n
-
Illi
A+
:
SF,I,ECC]ÓN
ti ¡
creencra *
lenotípica o práctica X
| "J
t
Creencia
fenotípica o prácIica X
Crccncia
GenB+
Frcun'r 8.5
GENER.{(-1Ó\
]
fenotípica o práctica Y
INFORNTACIÓN
C]ENE,RAI]IÓN
GENERACIÓN
J
E I F"noti¡oX-
EN'TORNO Gen Gen
A._ B*
|
8.6
aptitud dé los feÁotipos. Lo normal, sin embargo, es considerar el ambiente lo suficientemente estable como para que no sea un factor causal más importante que los genes (al menos' esto es 1o que se da por éupuesto). Pero en el caso de la cultura lo que decimos es qui, 'l"do que ios tipos de genes involucradoi, a saber, los génes del conocimiento (o sea, los genes que hábilltatt para cbncebir nuevas ideas manteniendo q.r. tot útiles y rccházando las que no 1o son, y los genes que facultan para t;ansmitir o aprender ideas), el ambiente, o más bien sus dife¡encias, ¡esrrlia ser ahora mucho más crucial' Si entendemos que el entorno inciuye también el medío cultural, lo que tenemos ahora es lo que se mtlestra en la fi254
Frcun¡ 8.7
I
He mostrado dos
Frcunr
8.7.
O
c..A+
grama de la figura 8.6. Incluso esto es demasiado simple' Éor ejemplo, lós dos organismos podrían tener diferentes entorn;s y esto podría dai lugar a una diferencia crucial a la
guta
CULTURAL
SELECCIÓN
I l'.no,ipoY+
l+
2
genes diferentes involucrados aquí. En el
caso puramente biológico, cabe sospechar que los hechos no serían muy interesantes si no interviniesen dos genes diferentes. Sin embargo, en el caso que integra biología y
cultura, los genes podrían ser los mismos, aunque cabe también sospechar que a veces podrían intervenir genes diferentes que condujesen al favorecimiento de diferentes clases de creencias
o
prácticas.
Esta descripción sigue siendo demasiado simplista. Por ejemplo, no dice nada sobre la nueva información, genética o cultural. Pero ahora podemos esbozar el punto principal.
La teoría biológica proporciona el marco general, dejando lagunas que son rellenadas por Ia teoría cultural: la naturaleza de la información cultural, cómo afecta al fenotipo, có mo se üansmite de una generación a la siguiente, cómo se ve envuelta en la selección, etc. La teoría antropológica no se deduce de la biología, pero está integrada en ella. Por
tanto, no deducimos de los genes el tabú de las vacas. siquiera decimos que algunos indios tienen (o tuvieron) genes que les hacen apetecer la carne de vaca y otros
Ni
255
fl
I
que les hacen aborrecer la carne de vaca, y que los últimos fueron seleccionados sobre los prímeros. Lo que decimos es que los que tienen la creencia cultural que les hact' aborrecer la carne son seleccionados en deüimento de aquc llos que no tienen tal creencia. Esto no significa negar que pudieran existir genes (o combinaciones de genes) que pudieran hacet que la gente estuviese más dispuesta u aceptar cierto tipo de tabúes, ni que estos tipos de genes hayan sido aceptados. A menos que la gente pudiera tencr l¡iedos y fobias, los tabúes de la carne de vaca no nos llc varían a ninguna parte. Obviamente, este punto, nos acerca a una discusión sobre los genes que influyen en ciertas clases de aprendizaje, un tópico del que nos ocuparemos en secciones posteriores.
La antopología, por tanto, puede ayudat a llenar huecos biológicos; y a cambio la biología puede proporcionar un marco de ttabajo teórico global para la anropología. Como apuntamos en el caso de la genética, el que la relación exacta no pueda ser nunca expresada en una forma rigurosamente formal no es algo demasiado inquietante (y a menos clue algo vaya mal, es difícil esperar tal cosa). El marco general y las posibilidades es lo que cuenta. Pero, suponiendo que las cosas se desarrollen o muesffen el potencial de desalrollo en esta forma, deberíamos hablar de la relación biológico-anffopológica como una <>, ¿o no? Es probable que sea principalmente una cuestión semántica y en realidad no importe demasiado. La situación que hipotetizamos no es la misma que la acontecida, por ejemplo, genética; pero involucra un desanollo de la teoría sin sustitución (o al menos, no más sustitución que la que se da en el caso de la genética) y no requiere ¡evisiones radicales de nuestras concepciones de las teorías. Si, por ejemplo, uno cree que el ideal hipotético-deductivo es en alguna forma el apropiado, lo que está sucediendo aquí parece que encaja con éste de buen grado 3. El punto esencial es que, quizá incluso más palmariamente que en el caso de la genética, vemos que la llegada de la biología a la escena antropológica, no supone Ltna amenaz paru la antropología. Ni siquiera nos encontramos con que la antropología se deduzca de la biología. Está 3 Sin duda, al que no le guste demasiado el ideal hipotético deductivo, puede conseguir que lo que está ocurriendo encaje con el análisis de sus propias teorías y mosrar que hay más una continuidad qlre una ruptu¡a. 256
tratando áreas indicadas por la biología, pero no tocadas por
senrido, t.r,.*o, ,lg. q';;'í;.", :lli: El.estesrno uesrructrvo, excitante,
ia anropología.
amenazador ni
liberador y con posibilidades para
8.6. La psrcorocít: nr IRoBLEMA DEL AeRENDTZAJE la psicología es de particular interés para . sión, porque cualquiera que sea, o resulie nuestra discuser, exacra, ilustra bien un ienómeÁo ¡n.*ioná¿o la situación ;" ;f;; de. Ia genética, a saber, que cuando una -ciencia (o teoría) se desplaza hacia otta, h ,ú;;;";;ncia pudiera es_ tar trasladándose hacia la. prirneü ¡;; ;;;;;", inrernas a clla misma. Así, aunoue..tu' Liátogiu"..l"."'im se desplazó hacía la genética *.n¿.ti*u, i;ñÉJ;;';e bién se desplazó hacia la biotogíu';o-ü."f"]-,Mendet tam_ medida que era corregida en la genética" de ,.r"rrn¡.i¿rr. Áú; ; ';;;"i; , muy diferente Darece hib., o.ur.iá" üi.r.gá"v'iI psicología, partñularmenre en_un f.n¿Á.no á. g.u, interés para ambas: el aotenclizaje..No hace mr.lr. il¿i.ó;;; cólogos esraban bien Iejos d" lu-;;;r;'ó;"É.io uho.u ..tá., ,1u9ho. más próximos, y aunque cabe .rp.rar que Ia socio_ biología lleve las cosas'rodavá .¿, l"l"ri.r,a aproximación fue simplemente ¡esulrado
l¡
d;i",;;b;i";; É;-i;ili;ñ;
srno que provino también.de ra psicologíá. vá.o, ras cosas con un poco más de atenclon. ., Por. una parte, se tenia a los biólogos, particularmente los llamados.., entre los q". á.riuiuiu., t
rentes.
El
estudioso del comportamiento innato,
acostumbrado a estudiar cierto número de diferentes ;;h;;. y el pamón de comportamiento completo, r. .rrfr..ri".r*.pltidamente con
el
hecho de.que
.nin'"i;;ü;;;.;;:'
cierras cosas "n q,r. otr"s. F',.'a..ir,'ufg.rnas mucho más fácilmente partes del patrón. alsunas.r"r..i"n".
iu.d.r;;'
cambiadas
el aoréndizale, mlen*as._ que offas parecen estaf fiias de modb tal quer:lo T p"riUürpüáLaie alguno. En otras palabras, las <
tar
más
o menos
est¡ióramenre
l*riil.áár.
parecen ^Oiferenres
me_
es_
es-
251
r pecics están predispuesl¿s a aprender diferentes partes del paÚ(rn. Por lo que sabemos, estas diferencias entre especies tienen un significado adaptativo (Tinbergen, 1951, en Scligman y Hager, 1972, pá5. 245).
un estímulo incondicionado, digarnos un shocle, y se consigue una respuesta, digamos una aversión futura a tal alimenio. Y esta fue una forma de pensar bastante generalizada. o...cualquier fenómeno natural elegido a voluntad puede
Así, por ciemplo, la gaviota del arenque aprende rápidamente a distinguir sus propios polluelos de los de otra; sin embargo, a pesar de significativas diferencias no puede distinguir sus propios huevos de los de otra. Pero los pollue-
tímu.lo visual, cualquier sonido deseado, cualquier olor y la simulación de cualquier parte de la piel>> ls.tigmun y I:Iager, 1972, pág. l). En un senrido mu1' real, la "biologíá del organismo no cuenta en absoluto. Obviamente, si la biología, la etología tradicional o la sociobiología hubiesen de inrroducir algúÁ progreso en conrra cle una psicología como ésta, se requeriiía una iustitución bas, tante sustancial. Es más, los hechos citados por los psicó_ logos resultarían ser una muest¡a sesgada del^ conjuntb. Es
los tíenen tendencia a escaparse, mientras que los huevos no. ora parte, aunque una gaviota no pueda decir cuáles son sus propios huevos, aprende con total seguridad la ubicación cle su nido. Sin embargo, no descubrirá sus propios huevos si son robados del nido. a pesar del hecho de que los huevos sean colocados a la vista del lugar en el que el pá-
Por
jaro empolla. De nuevo, el significado adaptativo de tal aprendizaje cs obvio. Y esta misma historia se repite a lo largo de todo el reino animal; qúzá el fenómeno meior conocído cle los , es que en un periodo crucial de su vida algunos. anin-rales aprenden de forma irrevocable a ídentificarse con v sólo con aquellos animales en culra compañía se encuentian.
La mayor parte de los psicólogos, los llamados <,teó¡icos del proceso general del aprendizaje>, o ignoran o niegan
esta clase de concepciones. Siguen a Thorndike, que ha escrito: .,Si nri análisis es verdadero, la evoiución del comportan'riento es un asunto más bien simple. Formalmente, el cangrcjo, el pez, la tortuga, el perro, el gato, el mono y el bebé tienen intelectos y características bastante similares. Todos son sister.nas de conexiones sujetos al cambio por las leyes de ejercitación y efecto> (Bitterman, 1965, en Seligman y Hager, 1972, pág. 110). Y, no inesperadamente, esta clase de opinión tiende a ser auto-teforz nte. Como se pensaba quc no había mayores cliferencias entre los organisrnos, la investigacióD tendía a concentta¡se sobre un único organismo, a saber, la rata; v como toda investigación se limitaba a un solo organismo, no se producía ninguna evidencia en conÍa de la creencia de que todos los organismos aprenden en la misma forma. Adernrís, no sólo se negó o ignoró a la biología en la afirnración de que el aprendizaie no varía en absoluto de una especie a offa, sino que además se supuso c¡:e era irrelevante 1o clue actualmente se sabe. Se empieza con Lln estímulo
condicionado, pot ejemplo, comer cierto alimento, se aplica 258
ser convertido en un estímulo condicion¿do... cualquiér
es-
inconcebible p,ara_ un biólogo, incluso ii no a."pt"'todas las afirmaciones de Lorenz y Tinbergen, que todos los anima_ lcs deban aprender todas las c,rtri ."rctn-ente de la misma nranera. Sería como si todos los animales fuesen exactamente iguales, no sólo unos entre otros, sino también las diversas partes de sus_ propios cuerpos. Sin embargo, de hecho no
hay pruebas de que
sea_ necesario que los 6iólogo, invadan la psicología, sustituyendo drásticanrente seccionÉ, incomple_ t¿s. Desde denrro de la psicología ha surgido ,r.r, ,.r..ión,
o quizá fuera mejor decir una ..ievueltar:lara ,nostrar cuán intenso fue el sentimiento de que la biología es irrelevante, podría señalarse que hace ran sóio diez años'la revista Sciencé rec.hazó.aceptar
un trabaio que iba en contra del
paradigma
psicológico dominante (la
la
clase de aprendizaje y de la especie de organismo involucrados (García y Koelling, l9G6; Gatcía, Ervin y Koelling. L966; García, McGowan v Green, I9j2). E; particular, García expuso a las ratas a estímulos gustativos y estímulos audiovisuales, seguidos por una enfermedad cie radiación una hora más rarde. Contrariamente a la hipótesis cle indiferencia, sólo se volvieron aversivos al gusto. pcri otru par_ te. cuando se les sacudía un,sbock en las patas en lugar de la
enfermedad de radiación, fue al estímuio audiovisual más que al gustativo al que se volvieron aversirros. Hallazgos como 259
Téstos, que desde entonces han sido en muchas ocasiones confirmados en distintas formas, van obviamente en conu¿ de la teoría del proceso de aprendizaje general. Las ratas deberían haber reaccionado igual al sabor y al estímulo audiovisual, y además la ave¡sión no debería haberse dado tras un espacio de tiempo tan largo (una hora) entre el estímulo condicionado (el gusto) y el estímulo incondicionado (la enfermedad de radiación). Pero, como ya ha sido reconocido por rnuchos psicólogos, estos hallazgos de Ga¡cía tienen perfecto sentido dentro de un marco biológico evolucionista. El alimento puede envenenar, mientras que los estímulos audiovisuales no. Es n-rás, un síntoma de envenenamiento es una enfermedad general como la enfermedad de radiación. Por tanto, hay un premio selectivo en el aprendizaje para evitar los alimentos que le hacen a un organismo sentirse enfermo, y, claramente, ese animal es más capaz si puede ilegar a tener aversión a ull alimento aun antes de que la enfermedad pueda hacerse inmediatamente patente, porque ésta es la manera de operar de muchos venenos. En suma, gracias a sus genes han -que sido seleccionados por su valor adaptativo- las raras sicnten aversión a sabores que van seguidos por una enfermedad. Con progresiva claridad se ha venido comprobando que este ejemplo de las ratas no es único en absoluto y que tal aprendizaje animal es selectivo y adquiere un sentido mayor al considerarlo desde una perspectiva evolucionista. Así, por citar offo ejemplo más atractivo, el escribano añil orienta su migración otoñal de acuerdo con la posición de los cielos. Pero en una selie de elegantes experimentos con el planetario Cornell, Stepen Emlen (1970) logró mostra¡ que lo que los escribanos aprenden no es un mapa celeste fijo, sino los ejes dc rotación de los cielos. Expuestos a cielos que rotan sobre ejes ficticios, los pájaros > de acue¡do con ellos. Esta plasticidad en el aprendizaje de los pájaros tiene un valor evolucionista obvio, porque, por poner un ejemplo, dentro de trece mil años la estrella que señale el Norte no será la estrella Polar en la constelación de la Osa Menor, sino Vega en la constelación de Lyra, 47 grados más allá. En \a escala de tiempo evolucionista trece mil años es poco tiem-
po, y si los escribanos tuviesen una orientación fiia
con
rcspecto a los cielos, al cabo cle un cierto lapso de tiempo se encontrarán emigrando a los lugares más inadecuados. Como
con las ratas, también está funcionando aquí 7a natural. 260
selección
,Es.más,. es claro que el aprendizaje humano es también setecttvo de una lorma que apunta causas biológicas. por ejemplo, muchos de nosouos hlemos tenido experiencias semejantes a la ya mencionada de las ratas. Martin S.lig-;; descnbe vrvamenre una aversión a Ia salsa Bernaise, po1qr. tras una comida que contuviese esta salsa se le proáucía un luerte ardor de estómago (scligman y Hager. 1972, pág. g). Séligmanl no áesariolló ,veriián", los ¿Por qué -pregunra platos chinos en los iabía comido o a la ópeta qu. uio .que aquella noche, o rncluso a su mujer, con la que compartió la comida? Claramente la seleccióí há primado'a aquellos de lus genes que le inducen a evitar aliméntos seguidós por un
dolor de
esró_mago,
o
la selEcción fr; p;_ mado a aquellos de sus géne. que le 'inducen a evitar un alimento extraño seguido lor un'dolor a" ..iOmugo, y; q;; él no desarrolló aversión alguna. al filete que haÉia 6aio' la salsa. Similarmente, en . .el ca'so de las fobiai, p.op.nd"-o, -ejemplo, mostrar nuestra historia evolucionisra. por a la mayoría de nosoffos nos repelen las serpientei, to c,ral es algo de un obvio valor adapiativo. por ot, pu.,", y a pesar de los continuos accidentes que nos paouoaun, no reacciona_ mos en la misma forma con los cuchllos, tomas eléctricas v otras cosas peligrosas que hay en las casas. Aq"i, .oÁo'-"n otros aspectos, mosüamos los efectos de nuesira biología, porque,aprendemos rápidamente a evita¡ cosas que en un lugar salvaje serían muy peligrosas (por las ."rl"r,'p.. ,"rü, *selectiva más precisamente,
existiría una. fuerre prósión fuuo, d; i", g;; que nos hicieran estar, dispuestos a evitarlas). "" En .;bi;, algo como una toma eléctrica, desconocida en' t"gu. .uii vaje, nos deja indiferentes (Seligman, I97l). ""
Parece, pues, que, a diferencia de lo que se pensaba hace ,. diez años, con respecto al aprendizaje exisá un reconocimiento creciente pof parte de los psicólogos de que ignorar la biología un peligro. El aprendizaje animal, inciuyendo el aprán1yD9n". dizaie humano, ha sido configurado por la seücción natural. Aunque todavia, como es obvio, queáa mucho por hacer (por
ejemplo, nadie parece tener aún idea de q,.,É g"r., ,"rírn los involucrados), parece que estamos apuntandá a una fe_ ducción de la psicología a la biología. presumo que aquí, como en el caso de la antropología, más que una áed,_,c.ión
de la psicología humana a partii de la aniropología, lo que va a-snceder es que la psicología trabaje á."u, indicadas "ncomprensión de por la biología, de tal forma que nuestra 261
loseenesydelentornodeaprendizajelleguenaintegrarsc
.tr ,ín todó unificado' 8.7
. Ll tEon͡,
PsIcoANALÍTrcA DE LA HOMOSEXUALIDAD
Y LA
ExPLrcAcIóN
dc las ;Ouré decir de las otras partes de la psicología'.
.*-.lutiu"-tnre del aprcndizaie? Una qr-re ;-;;tñ q":; los qlopios ll,rde repidamé.rt. u lu Á"t'te, dado el interés de Y de hecho' Vilson .".iJillin"t' ., l, t.o.iu psicoanalítica' mente ü; tb;;';il iáiu p.i.or",l í tica pa rece serSi.excepcional la esencia de la .á-t*iUf" con la üoríá 'ociob;oiOg;ta"' estructura al in;.""'il;il il;iir;;-}"" suministár una teconsruit la sociobioloe!9-..9t la ei rol lóeico le .;;il;, (Wil'on' te77a' pá ;;;;;;;';;"i;.lonirti de tal estruct"'"o ZU. M"io, qu. intentar dar un p¿norama de la teoría "1"" relación con^ la sociobiología' echai*-"*jirrr.?'i' t"-apotiut" de gran interés tanto ¡rara fenómeno un ,r., vistázo i"-o, -sociobiólogos como para los psicoanalistas: la homoios sexualidad.
todos parecen estar. de acuerdo es -nuy Una cosa en la que tuu'" p"tu la homosexualidad' no oue orobablemente "nupara la'homosexualidad mascu,net .t,tltios,
; ;"T'iJi;"' tesumiendo sus explicair#'p?-, i",n."n.Átt uitio' uexponer.las causas de la quieren :;;;t: l-os sociobiólogl' -a la. luz de los genes: ir""t...,.ttlá"á-"n ¿íu"t"t formas homosexualidad que existen genes pata la -iup"io'
a causa de la capa-
equililrado; que.hav tales ;'d"i';;i i:i".t.üo," fámiliar v que hav genes seiección la ¿-. .á"t" ;il ;;; tal comportamiento lugar-a dan que paterna cle manipulación no t"endría demasiado scntido ;;1#;üi: Ah;tt;;',*qut psicoanalistas' da la impresión iráCi.i-á.-i"¿os los teáricos' la posibilidad de un ;;-;;., esrictamente, no desecharían alguna homosexualidad' Al mefactor genético como causa de
,ror.
sus discusiones se rrae a colación
y
se presentan
"ñ p"ti¡itl¿"d de que l¿ homosexualidad sea ;ii.;;it;-;.-i" forma' ;;t;#ü (for ele-plo, Mamor, 1965)' De cualquier existen casos evidencia no es arrolladora y ciertamente de las teorías concretos que no encajan' Pero la mayoría opuestotalmente parecen no (las publicadas) pri.ln"rtiti.us algún iu, u lu idea de qrre lo' g"ntt pt'di"tan desempeñar presumlcaso' este En pequeño papel en la homosexttalidad'
la
262
blemente, se tendrá sin reservas una explicación bastante dirccta de los hechos psicológicos por la biología.
Sin embargo, hay que admitir al respecto que para los teóricos psicoanalistas el ambiente, particularmente el ambiente del hogar durante el desarrollo, es ei factor causal determinante de que un individuo resulte ser homosexual en lugar de heterosexual. Y, además, aunque no todos sean fteudianos, parece existir el acuerdo general de que Freud tenia razón al sugerir que detás de muchas homosexualida-
des late un desequilibrio paterno. En particular, como es bien sabido, Freud sugirió que la homosexualidad masculina surge cuando la madre es mucho más dominante de lo normal y controla tanto al padre como a los hijos (Freud, 1906). Los teóricos psicoanalíticos parecen dispuestos a secundar en este punto a Freud (aunque quizá sea otra cuestión saber cuántos de ellos le seguirían hasta el fin), cuando él sugiere que el niño varón está enamorado de su madre, que en un desarrollo normal el tabú del incesto ie hace transferir su interés sexual a otras hembras, y que cuando la madre es muv dominante los lazos son demásiado fuertes para romperse y, entonces, el complejo de Edipo provoca en el niño el retraimiento frenre a las mujeres en general y le hace transferir, por tanto, sus emociones a los hombres.
Prima facie parece que tenemos, pues, un conflicto entre
y los teóricos psicoanalíticos sobre la mayoría de las causas de la homosexualidad. Pero, es claro que el conflicto no tiene por gué ser demasiado grave, porque los socíobíólogos
al menos uno de los mecanismos sociobiológicos, el que se la manípulación paterna (Trivers, 1,974), parece
centra en
casi hecho a medida para teóricos del psicoanálisis. Recordemos que en este mecanismo los genes son poseldos por uno de los padres, en particular por la madre, no por el niño que se vuelve homosexual. La hipótesis es que la madre manipula a uno de sus hijos para que sea un homosexual que no se reproduzca (ciertamente esta manipulación no tiene por qué ser un proceso consciente). No supone un gran esfuerzo patala imaginación sugerir que la manipulación toma la forma de una sobreprotección de la madre para con su hiio menor, porque sabemos que existe una evidencia estadística de que la homosexualidad se da más frecuentemente en los hijos pequeños que en los hijos mayores (Pare, 1965). Y no es muy difícil imaginar que la forma en que producen los genes el comportamiento requerido es estableciendo precisamente aque-
llas condiciones que las hipótesis psicoanallticas exigen para 263
las ideas oue se dé tal homosexualidad' En oras- palabras' Las dos la biología' que deia I'L.."^r'iiü ll;;;; i; laguna i;;;;;;-;;i¿ei.u v p'i.ot¿Éica, nL están en conflicto' Se comolementan 7a una a la otra' ' Corno en el caso de la antropología' no .esloy muy.seor,-- á. oue sea cierta la afirmaclón át q"e la teoría psicol""ir,i, i;'riJ; t"á".idu a la sociobiologta, .t4 como la se-
la lenética molecular' íÉilI'"ir.r¿gü il;id. reducida apreviamente' la situació-n ó;;¿ ;-ái;;;r-; similar al
GENERACIÓN
GENERACIÓN
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264
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mos hacerlo; pero no es una deducción fo¡mal. El punto principal es, desde luego, que la biología requiere una reoría psicoanalítica que más tarde podrá {lorecer como no lo ha hecho nunca. Pero, por favor, noten que al concluir esto, basándome en el ejemplo de la homosexualidad, no estoy sugiriendo que los sociobiólogos demanden o confirmen todas las afirmaciones psicoanalíticas que se han hecho. Uno ciertamente no tiene que ser un freudiano ortodoxo para ser un sociobiólogo. Uno pudiera, por ejemplo, querer dar otra explicación causal que la freudiana con referencia a la madre dominante y el hljo homosexual. La sociobiología en si misma no nos d-etendría. El punto esencial es que, con fespecto a la homosexualidad, la sociobiología apela positivamente a una explicación psicoanalitica. Generalizando esta nota de precaución sobre las causas, tal vez debería añadirse que la sociobiología no será necesariamente del todo tolerante con cualquier sugerencia psicoanalítica, como lo es en el caso del análisis de Ia homosexualidad.,Aunque unos y orros, tanro los socibiólogos como los freudia¡ros,, piensen que el tabú del incesto es di una importancia fundamental para los humanos, no estoy seguro de que los sociobiólogos puedan admitir Ia historia de Fieud (19i3) sobre su origen: la triunfante conspiración de una banda de
hermanos pata matar y comerse a su padre (aunque n
toria, tomada literalmente. Es obvio, por tanto, que se requeriría una cierta sustitución de parte de las teorías psicoanalíticas, bien sea por los sociobiólogos o por los propios psicoanalistas, para que haya armonía ente la sociobiología y la teoria psicoanalítica.
Pero da la impresión de que esto probablemente podría suceder; que dado el interés común por muchos tópicos, valdria la pena que sucediese; y que, ciertamente, tal proyecto no significa el tiunfo de la sociobiología y el final de la teoría psicoanalítica. La homosexualidad requiere de esta última, Los tabúes del incesro, incluso respaldados por los genes, requieren una explicación de por qué el hermano y Ia hermana desarrollan una aversión a procrear juntos. Y por qué esto mismo se repite en díferentes tiempos y lugares. Así, como en el caso de la antropologia, la irrupción de la 265
r sociobiología en
la psicología infunde
esperanza
y
renovado
vígor en las ciencias sociales; y no acelera su fallecimiento.
8.8. Le ncoNo¡rrÍe Un juicio de valor personal es que ahora hemos cubierto aquellas áreas de gración fructífera
la ciencia social que prometen una intecon éxito, con la sociobiología {. Entre
y
oüas cosas hemos considerado aquellas áreas de las ciencias sociales que se ocupan de fenómenos débilmente recubiertos de la espesa capa de la cultura, es decir, donde estamos más próximos al fenómeno biológico subyacente. No estoy sugiriendo,
por ejemplo, que los antropólogos que estudian las tribus primitivas no se encuentren con la cultura --desde luego lo hacen, y además mi discusión comienza partiendo de este hecho. Pero como antes expliqué, es en áreas como la antropología donde podemos esperar que la biología se muestre más claramente. Y, de hecho, si algo hemos dicho en este capítulo es que, aun cuando se excluyesen otras áreas, el encuentro entre la biología y las ciencias sociales será fructífero para todos. Otras áreas de las ciencias sociales, tales como la economía y la sociología, nns vienen rápidamente a la mente cuando comenzamos a hacernos preguntas acerca del futuro de la sociobiología. Tomemos primero la economía, pues aunque acabo de admitir que hemos tratado aquellas partes de las ciencias sociales mejor predispuestas a la sociobiología, no quisiera dar a entender que no hay lugar o posibilidad para una interacción fructífera enre la biología y la economía. De hecho, parece que al menos existen dos caminos que merecen ser explorados. Primero, existe la posibilidad de revisión de la teoria económica clásica. Segundo, existe la posibilidad de una economía comparada. Exploremos ahora estos dos caminos brevemente. (Véase también tX/ilson, L977a.) En la teorla económica clásica, los humanos son conside¡ados como máquinas económicas racionales. Por ejemplo, toa Si consideramos el aprendizaje del lenguaje sepamdo del aprenüzaje en general, entonces la lingüística es también obviamente un área donde cabría espetar algunas interacciones fructíferas entre la sociobiología y las ciencias sociales. De hecho, la aproximación de Noam Chomsky parece casi como si fuese diseñada teniendo en cuenta a la sociobiologla (véase Wilson, 1975a y 1977a para una b¡eve discusión y referencia). 266
mando un libro de texto reciente aleatoriamente elegido, el autor comienza con tres asunciones acerca de las preferencias del consumidor que son, en sus palabras (Mansfleld, 1970, pág. 22). Primero, un consumidor. puede siempre decidir cuál de dos opciones prefiere, o si las dos tienen el mismo valor; si él o ella prefieren una entrada de baloncesto y tres ba¡ras de chocolate, o cuatro botellas de soda y un billete de autobús. Segundo, las preferencias del consumidor son transitivas. Si uno prefiere las rubias a las morenas y las morenas a las pelimojas, entonces uno prefiere
las rubias a las pelirrojas. (El ejemplo es suyo, no mío)
Tercero, uno siempre prefiere mucha a poca mercancía. (que sea mu.,' "Por ejemplo, si una bolsa del meréado grande) contiene 15 armónicas y dos galones de gasolina. mientras que otra (también grande) contiene 15 armónicas y un galón de gasolina, suponemos que la primera bolsa err Ia que vemos sin ambigüedad que contiene más mercancía, es la que será preferida>> (ibíd., pág.22). Además, no sólo sc considera a los humanos como racionales (si es que estas slrposiciones son racionales), sino que se supon-e que se puedc teorizar en el nivel del grupo más que en el del individuo. porque este grupo es tomado como una entidad ¡acional. Po¡ ejemplo, el mismo libro de texto introduce la noción de empresa en la forma siguiente: unid-ad que produce un bien -> (ibíd., pá9. 114). Y además. se asume.que esta empresa trabaja,como un todo integrado para maximizar sus propios beneficios. Claramente, todas estas suposiciones u otras similares, son altamente sospechosas. Los seres humanos no siempre actúan en la forma que la teotía clásica supone. A menudo los humanos son <> en sus elecciones y, ciertamente, no siempre actúan como un grupo integrado (en justicia al autor del libro de texto arriba mencionado debo hacer constar que él reconoce este hecho en un apéndice). En años recientes, cierto número de economistas se ha venido enfrentando en forma progresiva con las realidades de la situaci<ín humana, e intentando reflejar tales realidades en sus modelos idealizados. Por ejemplo, recientemente, Harvey Leibenstein (1976) ha formulado una teorla basada en las nociones de que lo central paru la teoría económica debe ser el individuo y no el grupo, y que debemos prestar atención plena a Io que él llama <>, siendo ésta una función de varioslactores psicológicos como la motivación, el placer en el trabajo, y cosas por el estilo. 267
t
fLeibenstein argumentó que más que considera¡ a los individuos como seres que intentan maximizar su ganancia económica, debemos considerarlos como seres que siempre están intentando llegar a un compromiso entre las cosas que querrían hacer y las cosas que debetían hacer: Pa¡a describir las características que gobiernan el comportamiento económico sirve de ayuda el distinguir entre las capacidades:
el
deseo
de usar capacidades bajo circunstan-
cias cons*ingentes y los objetivos deseados que los individuos quieren alcanzar. En general, los individuos tienen que hallar un compromiso entre dos conjuntos de fuerzas psicológicas opuestas: el deseo de usar las propias capaci dades fuera de 1os límites constructivos inhe¡entes al contexto, y el deseo de satisfacer las demandas del superegopropio, es decir, el deseo de conseguir en la medida de lo posible los parones internalizados de cada uno, que en parte dependen de las realizaciones observadas en los demás (ibid., páe. %).
No estoy defendiendo la teoría de Leibenstein, e incluso si 1o hiciera estaríamos todavia muy aleiados de la biología. Pero está claro que existe una necesidad de psicología social en la economia, y que, de hecho, los economistas no son insensibles a esta necesidad y algunos realmente están tratando de hacer algo sobre el asunto. Por tanto, si la psicología se aproxima a la biología, qtizá cuando lo haga, esto tfaiga consigo una mayor aproximación enffe la economía y la biología. Si tatamos de entender 1o que hace que trabajen los seres humanos, ya que éstos no se comportan como a los economistas clásicos les gustaría, muy bien pudiéramos encontrarnos haciendo refe¡encia a la evolución humana.
La segunda línea de investigación posible para la interacy la economía es la de una economía comparada interespecífica. Como bien sabemos, los sociobiólogos se basan a menudo en la teoría económica para establecer sus modelos. Como el propio Wilson admite, su reciente obra sobre la división del trabajo en las sociedades de insectos (escrita en colaboración con George Ostet) depende tanto de las ciencias sociales que más bien parece un texto de microeconomía (Oster y \flilson, 1978). Existen, indiscutiblemente, aspectos de la sítuación de los insectos que difieren del mundo humano; por ejemplo, en las sociedacíes de insectos la mayor parte son hembras y estériles, y, ción de la biología
268
sin embargo, el altruismo mostrado es mucho más grande que
en el caso humano (a causa de las peculiaridades
genéticas
haploides de los heminópteros). Pero, a pesar de todas esras diferencias, \Wilson se arriesga a exffaer algunas conclusiones bastante fuertes.
con un rango limitado de variables de estado
biológicas>
(\X/ilson, 1977a, pág. 23\. Debo confesar que no estoy seguro de que esta conclusión esté justificada, al menos todavia. Una cosa es dbar un área de la ciencia como modelo para otro área; y otra sugerir que este modelo muestre que las dos áreas sean fundamentalmente parte y parcela de la misma cosa. Dejando aparte otras cuestiones, hemos conseguido obviamente un elemento cultural significativo en el mundo humano. Claramente, hemos de trabajar con detalle en la relación ente la cultura y los genes, antes de que podamos decir hasta qué punto, si es que es así, está el comportamiento económico humano relacionado con los genes o puede ser tratado como si lo estuviera. Y entonces, y sólo entonces, podremos empezar
a investigar con cierto sentido la cuestión de hasta qué punto el comportamiento económico humano es realmente igual que el comportamiento económico de omos organismos, en los cuales es sin duda función de sus genes. Se pue-
de probar que hay una coincidencia sustancial. Como acabamos de ver, Leibenstein argumenta que debemos considerar
la economía al individuo, y no al y no tengo que decir ahom al lector que esto supone un gran acercamiento al pensamiento sociobiológico como primordial en
grupo,
general. Pero todavía estamos lejos de mosrar una identidad real y no simplemente una analogla heurística útil. En ouas palabras, no estoy excluyendo la posibilidad de
una economía comparada, pero no la veo en un horizonte próximo.
8.9. L¡
socrorocíe
Finalmente, llegamos
a la
sociología:
el estudio
del
comportamiento social humano, particularmente en sociedades avanzadas (es decir, industúalizadas). Como STilson (1977a) admite, la esperanza de que la biología tenga aquí alguna influencia es, por el momento, difusa. De hecho, es 269
bastante malo intentar inüoducir cualquier psicología porque muchos sociólogos comparten la profunda inclinación anti-¡educcionista de Du¡kheim. <,En una palabra, ente la psicología y la sociología existe Ia misma ruptura de continuidad que la que existe entre la biología y las ciencias físico-químicas. Consecuentemente, cada vez que un fenómeno social es directamente explicado por un fenómeno psicológico, podemos estar seguros de que la explicación es falsa> (\ü7ilson, 1977a, citando a Durkheim, 1918). Pocos seúan quizá tan contundentes, pero de lacto en la proporción en que la sociología se apoya en la psicología es realn'lente mínima. Y, de hecho, aunque existen ciertamente áreas de excepción, la sociología apenas alcanz,a el nivel teórico. Ciertaménte, incluso comparáda con la biología, y dese prejando de lado la. física -y la química, la socio-logía senta como una crencra descriptiva de bajo nivel.
Durkheim ha demostado estar gloriosamente equivocado en cuanto a la relación entre la biología y la ciencia físicoquímica. Para mí, es inconcebible que no pruebe que -tambié.r r" equivocó sobre la futura relación entre la psicología y la sociología. La historia completa de la ciencia apuntá a ia rentabilidad del intento de relacionar un área de la ciencia con el área inmediatamente inferior, entendiendo por ésta aquel área que tata con entidades de un nivel conceptual algo menor. Y, obviamente, si la sociologla se ha aproximado a la psicología, entonces en la medida en que lá psicología se está aproximando a la biología, tal vez ésta pueda hacer sentir su influencia en el nivel sociológico. Pero todo esto, si se er¡cuentra en algún sitio, es en el futuro. En cualquier caso, no estoy argumentando que la sociología, tal contó la conocemos en este momento, vaya limple-étrt" u ser declucida de la actividad de los genes. No he argumentado así para la antropología, ,v según nos acercamos a la sociología lós reparos y cualificaciones que alll fueron hechos aquí deben de multiplicarse por diez. En antropología, traiamos con sociedades que son duraderas y p-róximás a la naturaleza; en sociología tratamos con sociedades p-rofunque cambian rápidamente y que aislan mucho -más áamente a los individuos de las fuerzas brutas. Como \üilson dice sobre las culturas occidentales: <
gcntes no predecibles desde el comienzo de la psicología individual aislada> (Vikon, 1977a, pág. 25). Aquí, probablemente, las conttibuciones de la sociobiología seguirán siendo exiguas, al menos por algún tiempo.
8.10.
Cor.rcrusróN
El gran filósofo alemán Hegel dedujo una vez de principios lógicos que sólo podían existir ocho planetas. Poco después
fue descubierto un noveno planeta. Como filósofo
estoy, por tanto, poco dispuesto siado en predicciones sobre
a comprometerme demael futuro curso de la ciencia.
Este capítulo, debo admitirlo, ha sido especularivo a pesar
del tono confiado
(¿demasiado confiado?) de mis aserciones. Pero hay una idea que subrayé en la discusión, que ha sido ampliamente reforzada y que parece que merece la pena volvet a destacar en Ia conclusión; esta idea concierne al
efecto global de la posible invasión de la sociobiología en el resto de las ciencias sociales. Bien sea que tengamos sustitución o reducción y cualquiera que sea el tipo de reducción involucrado, la llegada de la biología no significa el fin de las ciencias sociales. Como ha ocur¡ido en biología, desde la llegada de la física y la química, significa todo lo conttario: hay esperanza de hallar nuevas técnicas e ideas para atacar problemas imesolubles hoy, y pata la aper tura de perspectivas completamente nuevas, de excitantes áreas dé investigación, aún vagamente discernidas. Los cien-
tíficos sociales deberían dar la bienvenida a la sociobiología, esperando que tenga éxito, y no reüoceder ante ella con miedo
y
disgusto.
crepancias enffe adaptación genética y cultural y, por tanto, presentan una é¡rave disposición a desplegar propiedades emer270
271
9
Sociobiología
y
ética
Tan pronto como apareció eI Origen de las especies, y ciertamente antes de esa fecha, hubo científicos que qui sieron afirmar que la única filosofía moral verdadera es la que está firmemente basada en teorías evolutivas. En seguida nos viene a la mente el contemporáneo de Charles Darwin, Herbert Spencer, quien más que ningún oro estableció estrechos lazos entre la ética y la evolución; aunque, sin embargo, dada la actual reputación de Spencer, mientras que los filósofos lo consideran principalmente como un biólogo, los biólogos, sin duda, lo consideran como un filósofo. (Quizá la forma más rápida paru lograr un compromiso tanto para los filósofos como para los biólogos sea el estar de acuerdo en que Spencer fue esencialmente un padre de las ciencias sociales.) Pero, a pesar de que las valiosas ideas de Spencer se encontraron con la devastadora lógica y retórica de T. H. Huxley (1893), el bulldog de Datwin y un evolucionista por méritos propios al menos tan eminente como Spencer, varias ramas de <ética evolutiva>> han aparecido durante el pasado siglo. Ente los esfuerzos recientes seguidos en esta tínea, qwrzás el más conocido haya sido el del nieto de
T. H. Huxley, el fallecido sir Julian Huxley (L947), y el de ese fascinante biólogo disidente, el también fallecido
C. H. Vaddington (1960) (al llamarle < no quiero con ello faltarle al respeto, sino más bien lo conrario). Estos últimos intentos por revivir la ética evolutiva han
sido zanjados, en opinión de
Ia
mayoría de las personas 273
r')l
la mayotía de los filósofos) de la misma manera en que T. H. Huxley kr hizo con Spencer (Flew, 1967; Quinton, 1966; Raphael, 1958). No obstante, y sin arredrarse por ello, los sociobiólogos han decidido añadir por su cuenta un par de intentos más a esa lista. Opinan que ahora, y sólo ahora, tenemos clara idea de lo que sea la biología humana y, por tanto, es procedente (lue trsenl()s nuestros hallazgos para explorar de una vez todos los aspectos de la condición humana, incluyendo la ética. Ciertamente, tan fuerte es este sentimiento en algunos sociobiólogos que \flilson, por ejen.rplo, empieza de este modo su (vale decir,
Sociobiología:
Dijo Camus que la única cuestión filosófica seria es el suicidio. Esto es un error incluso en el sentido estricto con que fue dicho. El biólogo que se ocupa de los problemas de
la fisiologla e histori¿ de la
evolución,_ se
que su propio conocimiento está Íotzado
da cuenta de
y
condicionado
por los centros de control emocionales situados en el hipotálamo y en el sistema límbico del cerebro. Estos
centros inundan nuestra consciencia con tdas las emociones --odio, amor, culpabilidad, miedo y ot¡as- estudiadas por los filósofos de la ética que desean intuir los
patrones del bien y del mal. De este modo, nos vemos obligados a preguntar lqué es lo que originó los sistemas límbico e hipotalámico? Esos sistemas evolucionaron a través de la selección natural. Debe hacerse hincapié en esta simple afirmación biológica para entender no sólo la ética y a los que la estudian, sino también a la epistemología y a los epistemólogos (!üilson, 1975, pág. )).
Si se toma esto al pie de la letra, las personas como yo deberíamos perder el empleo. (Una opinión, sin duda, sobre la cual los sociobiólogos y sus críiicos estarán por una vez de acuerdo.) Incluso cuando se muesüa más concilia-
dor, \üTilson piensa que los filósofos deberíamos resignarnos y aceptar larguísimos y forzosos <>. l$lilson, L975a, pá9. 563). Como es de suponer, al igual que todo el mundo, nosotros los filósofos tenemos genes para la autopreservación (aunque Sócrates sea una excepción) y sin duda no nos parece que las cosas sean tan simples. A pesar de que, en general, encuentro 274
las sugerencias de
llilson
estimul¿rntcs
e interesantes no
se
me antojan abrr-unadoramcnte perstrasivas sus sugerencias acerca de la filosofía y de los filósofos. A 1o mejor, ciertamente,
>. Un sueño
bastante tentador. Con este caPítulo concluiremos el libro, considerando la posible relación entre la evolución y la ética, y poniendo especial atención en el trabajo y sugerencias de los sociobiólogos. Parece que hay al menos. tres importantes aspectos en Ios que pudieran interactuar la ética y la evolució!. (Munson, 1971). Primero, la biología evolutiva podría arrojar luz sobre el hecho de que los humanos somos, a fin de cuentas, animales éticos. Segundo, la biología evolutiva podría suministrar la fundameniación teórica o justificación pam la ética. Tercero, la ética podría servirnos para dirigir la evolución en el futuro. Estal tres consideraciones de ningún modo son completamente diferentes, pero para facilitar la exposición las trataremos como tales y las veremos por orden. Debería añadir que no me interesa si estas consideraciones son <> filosóficas o <,tealmente> biológicas. Aunque no me identiiique con sus pretensiones, comparto con los sociobiólogos la convicción de que estas cuestiones deben preocuPar tanto a los filósofos como a los biólogos.
9.1.
¿Pon quÉ soMos Érlcos?
Confío en que el lector no habrá pensado que con este epígrafe estoy planteando la importantísima cuestión de si somos o no realmente éticos o morales. Opino que, en general, se estará de acuerdo, con excepción posiblemente de los maestros de escuela y de los padres al final de un largo día,
en que todos los seres humanos cuidan de otros y se preocupan de ellos, incluso a costa de un cierto sacrificio. (Si se puede llegar a ser o no moral con uno mismo es un interesante pfoblema filosófico que no vamos a considerar ahora.) Además, se
quizás no de una maneta tan estará de acuerdo -aunque menos en el nivel fenomenológico, esta general- en que, al
preocupación po¡ otras personas es voluntaria. Nos olvidamos de nosotros y ayudamos a otros. Entendiendó tales actitudes y comportamientos como <> o <<éticos>>; no se puede negar que no existe ninguna persona que sea completamente 275
I moral todo el tiernpo y que algunos de nosoüos no sean)():i muy morale,. la mayor parte del tiempo. Pero a pesar dc nuestros defectos, la preocupación moral parece ser una ca racterística humana. Incluso los grandes desalmados de la
historia, como Hitler, han tratado de cubrir sus delitos bajo un manto de (espúrea) moralidad. Ahora bien, dando por descontado que tenemos este sentido o facultad moral y concediendo también que no es algo que se nos haya impúesto sobrenatu¡almente, urge explicár su origen. Además, si se es un evolucionista darrviÁiano, es decir,. si se _ cree que la selección natural fue causa primera de la evolución, la explicación se torna más apremiante -haber incluso, ya que al menos en algún sentido parece un premio sobre el auto-interés: aquellos organismos cuyos genes no hayan promovido fenotipos que puedan ser mejor qu.át.o, e¡_la lucha por la existencia y en la reproducción, no podrán ser_los que transmitan el máximo- de genes para'el futuro. En ouas palabras, podría parect prina laiie que la moralidad no es beneficiosa desde utra p.r.pe.tiva evolutiva que, por ranto, no debería haber evoluiionado. Como ahora sabemos, existen varias salidas a este dilema. Primero podríamos echar mano de alguna especie de hipótesis de selección de grupo, argumentando que dado
gue la moralidad (casi por definición) opera pof el bien del grupo, sus causas deben ser una funcién de-la selección que opere en el nivel del grupo. Pero como también sabemos, exist_en serias objeciones científicas a este tipo de hipótesis,
y habiéndolas discutido anreriormenre de fo¡ma porménorizada.podemos eliminarlas sin mayor explicación. Segundo, se podría sugerir que el sentido moral humano ha evol-ucionado iin ninguna función adaptativa: que es scílo un efecto colateral del resto de las funciones human¿rs. Esta expiicación también dista mucho de ser satisfactoria. Hablando en general, es siempre un último recurso apelar a la sugerencia de que existen
cosas que no tienen función; y muy pafticularmente en este caso, parece improbable que tan omnipresente e importante elemento de la natura]eza humana- pueda ser un
efecto colateral, especialmenie sí no se pued; mostrar
de
qué es e{ecto colateral. Ciertamente, y puesto que, a primera vista, la moralidad no parece estar en ei intérés evolutivo del individuo, se podría esperar que ésta hubiera sido seleccionada en su contra. Por tanto, is necesario un argumenro poderoso para mostrar por qué ésta no debería ser así. Supongo que actualmente nadié quiere sugerir que los genes 276
del sentido moral están pleiotrópicamenre unidos a los genes de la vista. Tercero, se podría sugerir que el senrido moral y todas
sus consecuencias son enteramente culturales: que
la
teofía
biológica evolutiva no tiene en absoluto relevancia para el origen de la moralidad y de la ética. Sin embargo, ii bien es indudable que muchos aspectos concretos de las prácticas y creencias éticas son una función directa de la cultura, el afirmar que todas las cosas de este tipo están causadas por un desanollo cultural no parece acertado. Aunque hay aspectos,contingentes de la cultura que no tienen nada que ver con ia moralidad, en un sentido irnportante la moralidad parece una condición necesaria de la cultura humana (e inversamente, la moralidad bien pudiera ser una condición suficiente paru 7a cultura, aunque ciertamenre esto sería una manera de quedarse con una versión en la que no existe la cultura y sí sólo la moralidad). En otras palabras, lo que estoy sugiriendo es que la cultura por sí misma no puede ier car,trá de la moraljdad como tal (aunque sí podría moldear aspecros de ésta), ya'que la culrura, en algún senrido, presupone la moralidad (si la gente no puede trabajar en común de una nanera generosa y compaftida, no hay cultura). Por tanto, pafecería que, en algún sentido importante, deberíamos buscar las bases biológicas de la moralidad, o mejor del sentido moral humano. Fn cualquier caso, ya hemos visto razones para creef que la cultura humana, en un sentido general, ha de ser biológicamente adaptativa, y dado que el comportamiento moral es una parte tan considerable de la cultura, éste también, aunque parezca lo cont¡ario, debe ser seguramente adaptativo. En caso contrario, tenemos que admitir que incluso en los pueblos más primitivos, uná gran parte de su comportamiento es con toda probabilidad seriámente disfuncional.
Cuarto, por tanto, casi por un proceso de eliminación, hemos de volver a los socíobiólogos, buscando explicaciones de ia mor'alidad en términos de ventajas selectivás para el individuo. Y como sabemos, los sociobiólogos se complacen en explicar la evolución del sentido moral humano en términos de mecanismos tales como la selección familiar y el
altruismo recíproco. Creo que ni siquíera el más entusiasta de los sociobiólogos se atrevería a afftmar que toda la tanea pata explicaf la evolución de la moralidad está acabada; lo que podrla sostener es que se ha esbozado la línea esencial. La moralidad, o más concretamente el sentimiento 277
tr"
moral, se produce porque la persona morai tiene más probabilidades de sobrevivir y reproducirse que la que es inmoral. La persona inmoral no ayuda a sus parientes y no re-
conrplicarse, porque está claro que
cibe ayuda de las personas no emParentadas con ella, porque " éstas, a su vez, no pueden esPerar avuda alguna de esa persona (ya sea hombre o mujer)-" No quisiera volver a suscitar la ya discutida cuestión de la vetdad de la sociobiología humana. Por mor de fa ar- " : gumentación, al dar en este capítulo Por supuesto lo mismo' ' .-. que en el anterior, a saber, que la sociobiología es básicamente correcta, c¡eo que se podría estar de acuerdo en que, con respecto a la cuestión de las causas de la moralidad, la sociobiología rep¡esenta un significativo paso hacia adelante. Las alternativas no son ni mucho menos adecuadas; pero lo ' más importante es que la evolución de la moralidad se sigue premisas de parti¡ las básicas natural de manera a de una la teoria sociobiológica. Por tanto, en este sentido, en res- ' puesta a nuestra cuestión, ¿por qué somos éticos?, la sociobiología parece constituir un avance crucial. Nótese, sin I embargo, que estoy hablando de las causas de la moralidad, o mejor, del sentido n-roral del individuo. Como ve¡emos más. despacio en el siguiente apartado, no estoy concediendo que esto sea todo lo que se ptrecle decir referente alaéticay..' la moralidad: ni en particular estov concediendo que la ética y la motalidad estén ahora justificadas. Ahora bien, para in- ', " sistir en un punto anteriormente establecido, lo que estoy concediendo es que los humanos son esencialmente <. Hablar de gencs egoístas es hablar de una forma me-... ,
tafórica, y e) punto fundamental_ cs que los_fenotipos, que promueven no son sino egoístas. Un santo puede ser producto de la evolución, pero con eso no se niega que sea (él o ella) genuinamente una buena persona. Debería hacerse ,-rn .oio.ntorio iinal a esta sección que
modifique, pe¡o que de ningún modo elimine, las reservas antes expuestas. Aun cuando el hallazgo de las causas del comportamiento moral pucda no ser la justificación de ese comportamiento, una comprensión más plena de las causas de la moralidad seguramente tendrá implicaciones directas para los límites que ha1'amos de frazar al comportamiento moral. Ser moral implica una elección: el que una piedra caiga puede que no sea ni moral ni inmoral, a pesar del bien o (más ptobablemente) del mal que haga. Las personas son morales porque eligen hacer lo bueno e inmorales pofque eligen hacer lo malo. Ahora bien, las cosas no tardan en 278
no todas las acciones
humanas son voluntarias, es decir, envuelven una elección.
'
'
A veces, nos enconrra*o, , ar,araacl cle fuerzas que escapan a nuestro contol; quiz,á el enamorarse sea algó de esta naturaleza. Y a veces, álgr,nas personas prEa"n ny,_r"o el control. dar haciendo cosas sobre- las que otros tienen aunque podamts elegir, hay veces en que t!:y:, ,incluso argunos de nosotros no somos capaces de distinguir lo bueno
de Io malo.
Todos estos hechos, nos perrniren f,ecir que, bajo ciettas y en algunas ocasiones, cierias personas no son moralmente responsables de sus actos (no ias condenaríamos como si se tratase de una,persona normal). He ñ por qué existen en derecho verediótos del tipo ono crrlpa6le por razones de locura>>. Por supuesto, las iazones poi 1", que deberíamos hacer tales excépciones no de..ansrn, ne_ cesariamente, en causas genéticas. A menudo, se ha pensado que ciertas cosas en el ambiente lo descargan a uno'de responsabilidad. Pero es claro que las r¿zoná pueden descan_ sar, y de hecho a veces descansan, en factorei genéticos. En circunstancias
otras palabras, hay veces que a causa de los g"enes de una pe¡sona, nos vemos menos inclinados a decir que ésta sea responsable de susactos y, por lanto. menos dispuestos a la moralmente. Y no es difícil ver que y" qu. nuestroiuzgar_ cono-
cimiento de las causas de la acción humana se amplía por medio del desarrollo de la sociobiología, los límites que^establecemos- pata, la acción humana résponsable podrían ser alterados... Muy bien podríamos decidir que ciertas cosas que hoy en día censuramos (o ciertamente alábamos) no deberian implt¿¡5s a los que las iealizan. Esto es, el desarrollo de la sociobiología.-!gm_aqa puede alterar el dominio aceptado para la respons,abilidad humana en la acción moral lilas infor_ mación sobre este extremo puede verse en Hudson, 1970).
9.2. Errc¡ rvorurrv¡, Pasemos ahom al contro,vertido punto de la posible in_ teracción entre la teoría evolutiva y la ética. Incluio 5i ¿dmi_ timos, como lo hemos hecho-, que- la teorlfevolutiva pueáe amojar luz sobre cómo se -origiñaron, cómo fueron cauiados, 1a ética y el sentido moral, p".i ¿é9 que la teoría "uol"tiu" de,. en algún modo, justificai la^ ética o decirnos cómo deberiamos compoftafnos moralmente?. Ciertamente, en el pa. 279
sado se pensó qr-r¡ se p()día, y en aspcctos significativos los sociobiólogos son del mismo parecer. Permítasenos empezar con unas cuantas observaciones generales referentes al pasado y luego volver a lo gue \Wilsop ha dicho acerca de estas cosas. La tesis del ético evolucionista tradicional es que el curso
de la evolución nos muest¡a lo que es bueno. En otras palabras, <¡ue lo que ha evolucionado es bueno, )¡ nuestra obligación moral es la de ayudar y fomentar la obra de la
naturaleza tal y conro se ha revelado a través de la teoría evolutiva. Por supuesto, como bien cabe imaginarse, las cosas no soÁ tan simples. Diferentes evolucionistas han tenido diferentes ideas de 1o que es en sí la evolución y de
cómo se podría consecuentemente fomentar
I l
al máximo su
curso. Así, sc han dictado normas morales totalmente contrapuestas. Spencer, por ejemplo, consideró la evolución como un tipo de progresión, de la 'homogeneidad' a la 'hetetogeneidad'. Esto, de hecho, significa que hubo un tipo de progresión a lravés
f¿rh, 19681 Pcel. l')7
I
).
Ahora bicn, ¿cómo podemos juzgar argumentos de ese género, va estcmos a favor de Spencer o de sus contrarios? Hasta hace poco se ha estado generalmente de acuerdo en que todos ellos sucumbían ante un argumento formulado por
I{ume, pero que se hizo popular en este siglo debido a G. E. Moore (1901). Concretamente. cometían el error de pasat del <> al odebe>; asumían de una manera íncorrecta que se puede inferir legítinramente < de las cosas son>>. Hume decía: "Así es como 280
4.-
En todos los sistemas morales que hc c<¡rrociclo hasta ahora he notado que los ¿utores proce<1en a vcccs scgún el modo común de razonamiento, v estableccn cl st:r dc Dios o hacen observaciones referentes a los asunt()s Iru. manos; cuando, repentinamentc, me. encuentro coo sorprcsa que en lugar de las cópulas comunes entre las proposicioncs cs y no cJ no encuentro proporción alguna que esté conectada por un deberia o no debería. Este cambio es impercepti, ble; pero tiene, sin embargo, consecuencias de la mayor importancia. Pues, dado que es¡os deberia ,1, no deberia expresan una nueva relación o afirmación, es necesario que se la observe y se la expliquei y, al mismo ticmpcr, debe darse razón de lo que parece tot¿rlmcntc inconcecible: que esta nueva telación sea una deducción dc otras que son totalmente diferentcs de ella (Iltrrne. 17.10, citado cn Fle'*', 1967, pásina l8).
En este siglo el fallo lógico denunciado por Hume ha llegado a ser conocido por la 'falacia naturalista', etiqucta aplicada por Moore, que pensó que quienes pasan del <(esr> al .> come¡en el error de identificar una propiedad de una clase con una propiedad de otra. En particular, cuando se argumenta (como hicieron, por ejemplo, los utilitaristas) c¡ue algo como la felicidad es el bien supremo, aquello por cuya maximización se debería luchar, se está identificanclo una propiedad no natural con una propiedad naturaT: para N{oore, la felicidad era una propiedad natural que nosorros sentimos, como azul o cálido, mientras que el bien es una propiedad no natural que no sentimos sino intuimos. Ahora bien, parece bastante claro quc los éticos evolucionistas cometen la falacia naturalista. Se está pasando de >, a <.Ésre debería ser el modo de ser del mundo (ayudando, por tanto, a la evoh,rción a llevar a cabo el buen trabaio)>. Pasamos (por ejemplo, en el caso de Spencer) de <>, a *Debemos dejar que la selección narural continúe sin impedimentos>>.
Desgraciadamente, no podemos dejar las cosas aquí, dicien-
do que los moralistas evolucionistas cometen la falacia nzturalista y nada más (Quinton, 1966\. De igual forma que los biólogos han cambiado recientemente de opinión sobre los fenómenos de la selección, así también muchos filósofos han cambiado de opinión sobre la falacia naruralista. Ahora han decidido que no hay falacia en absoluto, y así como 28t
los científicos prefieren que sus Grandes Hombrer lo sean sin mancha, así también no faltan voces dispuestas a sostener que Hume_pensaba precisamente Io contiario de lo que
durante años todo el mundo ha creído que quiso significar. Tanto si se aceptan estos argumentos como si se loi rechaza (lo que estoy inclinado a hacer) hav que admitir que prina lacie tienen una plausibilidad. Valga este populai ejémpio del puente que se supone legítimamenre t.niido entre'la
dicotomía del es-debe, en respuésta a la cuestión <¿En qué hotel debería quedarme?>, el enunciado (del tipo 'debe') oUsted debe quedarse en el Hotel León Rojo> parÉce claramente inf-erirse del enunciado (del tipo 'es'¡ .,Ustéd disfruta¡á quedándose en el Hotel León Rojo>,. Por tanro, en lugar.le peiderno. en una digresión filosófíca, quizá sería mejor"saber ii lu éti.u evolutiva puede. ser eliminadá por oras .uáore. que la simple
invocación de 7a falacia natuialista (\X/arnock,'1962; Hudson, 1970). Peto incluso sin la falacia, la tradicional ética evolutiva parece insatisfactoria. Creo que si alguien propone una te(F ría ética, debe antes dejar c[aras las -razonei dé por qué deberíamos aceptarla: Por ejemplo, que está de acu-erdo-con la común decencia y que quizá sistematice y haga más explíci_ tas nuestras creencias. Puede que ello nos hága revisar al-
gunas de nuestras acruales c¡eencias
y hábitos -Ipor ejemplo,
podrla llegar a hacernos vegetariano; pero esto sólo'poáríá hacerse sobre la base dc
qui
tales cosas, estuvieran en conso_
nancia con otras creencias que fueran muy queridas. Uno Pgdrí1, por supuesto, estipular una nueva i.oría étic" (por ejemplo, que uno debería ser simpático con la gente de^al_ tura inferior a cinco p.ies con seis pulgaclas, y anlipático con los que excedan de esa altu¡a); peio sin razones qle la apoyaran todo el mundo tendría perfecto derecho a ignorarla. Ahora bien, yo presumo que un ético evolucioniita pudiera _ decir que el curso de la evolución es, de hecho, aquello que nosotros llamaríamos obueno>-Así ha sido, ciertamente, en el pasado. Que así sea necesariamente en el futuro, quizá dependa > a todo Io que sucede, cntonces se puede hacer lo que se quiera, pero no se tendrá guía alguna pata la acción moral.) 282
. Sin embargo, a,la luz de lo que se ha dicho a propósito dc la evaluación de las proposiciones éticas, no paréce liabl. la zugerencia de basar la ética en la evolución, ni parecen verdaderas las sugerencias de que así es en realidad. Nb quiero representar necesariamente los puntos de vista dél senddo
común universal sobre la moralidad, pero espero que la mavoría crea, como yo, que hay una considerable dosis de verdad tanto en las propuestas del Kani como en las de los utilitaristas (Ewins, 1.953): por una báre, se debería tt^tar los séféS humanos como fines no óomo medios y, por orra,^ se debería tratar de maximizar la felicidad (si, una-vez que sc los ha investigado a fondo, esros puntos de vista resulian scr coincidentes, distintos o contradictorios no nos concierne aquí. Lo típico del sentido común es que no tiende a profundizar demasiado. Pero, con todo, es úna buena guía). El problema es que, ya se sea kantiano o utilitarista á am_ b¿s cosas,.una ética que se inspire en la evolución choca con la_s
concepctones morales que
l
tenga. Tómese, como ejem-
_uno plo, el virus de la viruelá. Éste es ün producto de la
evo_
lución; un virus que la Organización Mundial de la Salud está t¡atando de erradicar. Pero en la medida en que la OMS e-.¡¿í tratando de erradicar la viruela, está tratandó de impedir cl curso de la evolución. Está tratando de hacer artificiañnen_
/ i
re que desaparezca una especie.^Ahora bien, nadie diría que la acción de Ios miembros de la OMS esré moralment. .qlrrilrocada_y-que deberíamos dejar morir de viruela a la genÉ
cluyéndonos
1in_
a nosotros mismos), esperando que, como su-
cede en el caso de la mixomatosis de los conejos, ia selección haga ver que el virus se hace menos virulento y nosotros más
resistentes. La eliminación de la viruela -rrárt.u una pre_ g.""p?:iil por las personas como fines y un incremenro de la felicidad tanto, por ambas podemos decir -porPor consiguiente, no .rr'or., que. es <
debamos promoverlo.
El argumento. obvio del ético evolucionista en esre punto es decir que el interés principal no atañe a la evoiución per se, sino a la evolución de los humanos. Se dirá que de_
bemos. promover las fuerzas que estimulen y preser'ven la cvolución de los humanos. Siendo así, se puede ver fácilmen_ te .que la erradicación de la viruela, dado que esta última es una amenaza para. los humanos, es unt buena y no una mala cosa.'Desgraciadamente, este arfJumento tampoco es convincente. Primero, presupone parte de .lo mismo que se 283
t' I
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está tratando de establecer, a saber, que la evolución es una base de Ia ética. Se están utilizando tesis muy parecidas a las de la ética kantiana o utilitarista, los seres humanos como fines o la felicidad humana, en orden a establecer la tesis
fundamental de que
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el bien último es Ia evolución de
los
humanos. ¿De qué oro modo se podría justificar semejante resricción? En segundo lugar, no se está, de hecho, excluyendo el ejemplo de la viruela. Dado que indudablemente la existencia de la viruela afecta a la evolución humana (por ejemplo, ser atacado por la viruela es en pa¡te un fenóméno genético y, por tanto, existe una selección para la resistencia a ella), se debería ver la viruela como una cosá buena. F.n tercer lugar, y más generalmente, el considerar la pasada evolución humana y sus actuales efectos como bueÁos en sl mismos va en contra de nuestras intuiciones. Como señala rüüilson, la felicidad (que podríamos considerar un bien)
y la condición de ser adaptativo de ningún modo van necesariamente juntas. Hablando de la agresión humana y de cuán desgraciados nos hace a veces a todos, concluye lVilson:
I'
La lección personal para el homb¡e es que la felicidad personal tiene muy poco que hace¡ en todo esto. Es posible que se sea muy desdichado y al mismo tiempo que eso sea muy adaptativo. Si deseamos reduci¡ nuest¡o propio comportamiento agresivo, y rebajar nuesttas concentraciones de catecolaminas v corticosteroides hasta niveles que nos hagan más felicei, debe¡íamos planear nues-
t ;
i
tras densidades demográficas y sistemas sociales de forma que la agresión se hiciera impropia en la mayor parte de las circunstancias cotidianas posibles y, por tanto, menos adaptativa (Wilson, 1975a, pág. 255).
En cuarto lugar, de ningún modo es válido el argumento de que es bueno dejar que el futuro curso o evolucfun humana Pfoce{a sin trabas. Hoy día estamos inmersos en una explosión de población, que ya causa mucha infelicidad. Si éste proceso continúa sin conÍol, dará lugar a una mayor cantidad de infelicidades, ya que una gran multitud de perso-
nas _morirá por enfermedades, guerras, hambre y cosas parecidas. Y el hecho de que aquellos que sobreyivan, si es que sobrevive alguien, tengan genes algo diferentes de los que han muerto, no minimizará la infelicidad ni constituirá un bien de otro tipo. Incidenralmente, este hecho no se les ha escapado a los sociobiólogos, quienes han afirmado que tenemos el deber moral de hacer algo al respecto. \ü7il284
son sostiene que deberíamos actuar rápidamente v t.sfrrrzar_ nos por consrruir <
tar tan leios de ser el bien último, que puedo imáginar
cir-
cunstancias en las que ,cualquiera podríá sostener que mrís vallera .que Ia especie humana se extinguiera. Supóngamos que hubiera.pruebas conrundentes para aTirmai- qrrá lu"ti.rro dentro de cien años va a entfaf en una zona rádioactiu^ y que nada de lo que hiciéramos podría preservarnos de uná muerte lenta y dolorosa. Sugieró que áeberíamos tener la obligación moral de acabar con toda reproducción: tanto des_ de. una postura kantiana como urilitariita. En oras palabras, . existen orincipios éticos más básicos que. Ia promóción dé la especie humana y su evolución. La consecuencia de estos argumentos es que la tradicional ética evolutiva no funciona (ciertamente ni^siquiera Spencer apeló tanto <,a un excedente de sentimiento, ug.ádubl.r,i.o-o al progreso evolutivo). Sin embargo, los socLbiólogos pare_ cen creer que el problema todavía no se ha zanjadó. A púm€ra vista, esto resulta un poco sorpfendente. Éemos visto cómo algunos de los hechos y argum;nros de los sociobiólogos se pueden usar efectivamente para rebatir a la ética evo_ lutiva tradicional. Además, \üilson tiene conocimiento de los argumentos típicos. empleados en contra de la ética evolutiva, y apafentemente los confirma.
. Ha llegado cl
derosa trampa cn
de señala¡ que existe una pG. la sociobiología, que sá puede euit^r ,3lo
momenro_
mediante constante vigilancia. Lr'trr-pu t" tutu.iu ", qu. lonui"ralista. de la ética, que acríticamente concluye qrr" es. debe ser. 'Lo que es' se corresponde .Á gran medida en la -naturaleza humana con la heÉncia de lai ;i";;¡;; de caiado¡es-recolectores del plei;l;;;.--C,rrndo .. ü demostrado. una_ predisposición genética, no se t, pu.á. usar _para justificar una cost.rmb¡e que conrin,ie á lu, sociedades actuales y futuras (\X/ilson, tS:-rb, p¿;. tú.^-'
Aho¡a bien, como hemos. vis_to, lülilson cree que ha llegado d.e gue la filosofía se 'biologice'.'¿Có;. ;;;¡;
el momento ser esto
y gué
supone?
28'
t' L).). El eraqur, or
'Wrr,soN
AL rNTUrcroNISMo
Hay dos partes en el ataque de \üTilson al problema de ia ética. El efecto de su combinación es un argumento que concluye que debemos aceptar la evolución, sus resultados y sus procesos, como buenos, ya que, en algún sentido casi por dcfinición, esto es lo que tiene que ser lo bueno. Al menos, creo que ésta es la conclusión de Wilson, aLrnque como mostraré, es contradictoria. Las dos partes del análisis de lüTilson
son primero un ataque a lo que considera ser la justificación aceptada de posiciones éticas y segundo una afirmación del relativismo moral basada en los hallazgos de la teoría sociobiológica. Examinémoslas una tras ona y veamos a dónde nos llevan.
En primer lugar, Vilson ataca lo que juzga ser la pr.incipal justificación hoy ofrecida de los puntos de vista éticos, creencia de que la menmal que puede formalizarse lógicamente y convertirse en regla de
a saber, el intuicionismo, qtre es
<
te tiene un conocimiento directo del auténtico bien y
acción social> (Süilson, 1975a, pág. 562). No está enteramente claro qué es lo que Wilson encuenra equivocado en esta posición, pero parece ser que la falta principal se refiere a que no tiene en cuenta el hecho de que el órgano de la intuición es un producto de la evolución.
El talón de Aquiles de la posición intuicionista es que confla en el juicio emotivo del cerebro como si este órgano debiera ser üatado como una caja negra. Mientras
pocos dejarían de estar de acuerdo en que la justicia como imparcialidad sea un estado ideal para espíritus desencarnados, el concepto no es, en modo alguno, explicativo o
predictivo con respecto a los seré,s humanos. En consecuencia, no considera las consecuencias últimas ecológicas o genéticas de la rigurosa prosecución de sus conclusiones.
Quizá la explicación y la predicción no sean necesarías en miles de años. Pero cs improbable que el genotipo humano y el ecosistema en que evolucionó se hubietan
forjado soble la base dc una inlusticia exttema. En cualquier caso, la completa exploración de la máquina nerviosa del iuicio ético cs dcseable y está ya en progreso
(ibíd., pás.
562).
Uno desearía haber podido ver con más claridad las razones por las que esto se debería tomar en contra clel intuicionis286
mo, pero, leyendo un poco entre líncas, presumiblemente el principal aleg to en contra sea que, dado que el cerebro es producto de la evolución, no podemos fiarnos de sus percepciones ni de sus juicios ni de lo que en cierto modo está presupuesto por el intuicionismo. Sabemos que personas diferentes tienen diferentes intereses evolutivos. Sabemos, por la sociobiología, que la gente 've' lo que está en su in-
terés (evolutivo) ver.
Lo que se ve o se percibe no
es
necesariamente la verdad. Por tanto, el intuicionismo ético, esto cs, la creencia ética de que tenemos una visión directa de la verdad moral, ya sea que ésta consista en que debamos maximizar la felicidad o en que debamos trat^t los hombres como fines, no puede ser aceptado. Es muy^posible (e incluso probable) que nlresros genes nos estén engañando haciéndonos creer que hemos alcanzado la verdad absoluta. Los moralistas totalmente engañados son mucho más eficientes desde el punto de vista evolutivo, que los hipócritas conscientes.
Creo que ésta es la posición de rü7ilson. Ciertamente se compagina bien con el ¡elativismo moral que veremos adopta poco después. Y, ciértamente, ésta parec. i.r la clase de opi.nión que apoy^ría Trivers, que es bien explícito en su creencia de que, a causa de la evolución, no podemos confiar en desconfiar de- las 'verdades' percibidas o in-debemos tuidas que mantenemos como buenas: <<... La concepción convencional que afirma que la selección natural {avorece los sistemas nerviosos que producen imágenes cada vez más precisas del mundo, ha de ser una concepción muy ingenua de la evolución mental>> (Trivers, 1976, pág. vi). Antes de pasar a examinar este arguménto de una manera cítica, en honor a la tribu de los filósofos se debería quizá señalar que es un poco extraño que se les impute la iesis de que la intuición es el principal apoyo de loi juicios éticos. Es verdad que en la primera mitad de este siglo el intnicionismo frie popular, pero desde hace unos cincuénta años
el origen del positivismo lógico- muchas teorías -desde metaéticas han sido acepradas por muchos filósofos (Hudson, 1970). Piénsese en el emotivismo, en su descendiente el prescriptivismo y, más recientemente, en el naturalismo.
Ciertamente, sin necesidad de adscribirse a ninguna de estas posiciones, ni de rechazar de hecho el intuicionismo, puede parccer a primera vista que este último fue una elección bas-
tante iniustá para mostfar que la evolución desffuye las jus-
tificaciones filosóficas de Ia ética. En efecto, otra elección po287
['
dría haber llevado a conclusiones enteramente opuestas; el emotivismo, por ejemplo, parece hecho casi a medida para el evolucionista. De hecho, el emotivista, elude por entero las di ficultades que los sociobiólogos creen que la teoría evolutiva suscita a los éticos. Cuando el emotivista dice que se debe hacer x, lo que piensa es tanto como decir que aprueba que se haga x y <>. La pretensión de verdad se refiere a los sentimientos personales que uno tiene y (sin que queramos ejercer de psicoanalistas), esta autenticidad parece ser una introspección cuya verdad ni siquiera la sociobiología puede eliminar. Y para el emotivista, 1o que resta de una afirmación moral es la exhortación, que no es ni verdade¡a ni falsa. En otras palabras, los enunciados éticos para el emotivísta no pueden implicar el posible divorcio de la realidad, que los sociobiólogos parecen pensar que puede hacer tan sospechosas las tesis filosóficas ace¡ca de la ética (Ayer,1946; Stevenson, 1944). Todo esto es un apartado a modo de intoducción. Al usar sus argumentos en contra de la ética en términos de intuicionismo, me parece que \üTilson se comporta como lo hatía un filósofo que rechazase la genética por encontrarle fallos al concepto clásico de gen de T. H. Morgan. Sin embargo, incluso en contra del intuicionismo, el argumento no es tan devastador como pudiera parecer. Al menos, pienso que se puede invocar un argumento tu qaoque poderoso y efectivo. Todo argumento que pueda esgrimi¡se en contra de la ética, puede ser también esgrimido contra otros enunciados con pretensiones de ve¡dad, particularmente los de la ciencia más pa¡ticularmente aún los de la sociobiología! En otras -¡y palabras, usar la sociobiología para combatir la ética es algo desesperadamente circular. Veamos: el supuesto problema de la ética es que hemos llegado a ella por medio de la evolución de los órganos, e infortunadamente eso podría incapa-
citarnos, porque bien pudiera estar en nuestro interés evolutivo el ser engañados. Pero, con todos los respetos, ¿cómo hemos llegado a conocer los hechos de la ciencia, o de la matemática o de la lógica si no es a mavés de órganos que han evolucionado por rnedio de la selección natural? Por supuesto, se podría decir que esos órganos no pueden engañarnos, pero es que eso es, segufamente, dar por supuesta toda la cuestión. Si nos engañan, entonces al usar esos mis-
engaño pudiera afectar sólo a las cuestiones de morai y no a las de la ciencia y la lógica. Es claro que nuestra ciencia y nuestra lógica son de tanto valor adaptativo como io es nuestra ética, y de este modo el engaño es posible. Además, si se arguye que una posible señal de divorcio de la realidad es el estar cambiando y variando de opinión (cosa que no es posible si se está contemplando la verdad), y dado que la moralidad parece tan cambiante queda demostrado que la ética no es absolutamente verdadera, yo sugefiría que la ciencia no parece menos cambiable mucho que la ciencia de hoy parez-por cierta.:Comparada con el bimilenaca ser abrumadoramente rio código cristiano, la astronomía parece positivamente mudable. Todavía se puede seguir la ética socrática; p^t{et7^ un tanto necio seguir una asffonomía ptolemaica-Finalmente, si se alega que la ética no puede ser intuida porque personas diferentes llegan a conclusiones diferentes niños y los -los idiotas, por ejemplo, tienen problemas para comprender la moralidad-, el mismo argumento puede esgrimirse contra la ciencia. Mis hijos pequeños, por ejemplo, no rienen, al menos, mucha más idea de las diferencias entre el bien y el mal de la que tienen acerca de los principios de la física moderna. En resumen, los argumentos en contra del intuicionismo no son convincentes. Se podría concluir, por supuesto, que lo que muestran los argu.mentos anteriores no es que la intuición sea infalible sino que todo nuestro conocimiento es falible, en cuyo caso, presumiblemente, se tendría que adoptar algún tipo de actitud pragmática, arguyendo que se asume lo que por el momento funciona. Pero, incluso aquí, la ética no está en peor situación que cualquier dimensión del comportamiento, y no se puede ciertamente usar la ciencia en contra de ella. Por decirlo concisamente, 1o que está mal del argumento sociobiológico sobre este punro es que se ha introducido una confusión entte causas y razofles (R"phael, 1959). Es bastante probable que tengamos ética y sentido moral a causa de la evolución, es decir, merced a causas evolutivas. Esto no quiere decir que las razones, las justificaciones de la ética sean evolutivas, del mismo modo que el hecho de que tengamos la ciencia y las matemáticas por causa de órganos que han evolucionado, no quiere decir que las razones de los pdncipios de la ciencia y la matemática sean evolutivas.
mos órganos para comprenderlos, nos infunclirán confianza en su veracidad. Ni tampoco puede argüirse que la biología muestra c¡uc el 288
289
r 9
4. Er
dicionales en pro de la moralidad, tenemos derecho, por tanto, a definir la moralidad como lo que está en el interés de una estrategia evolutiva. Pero ésta es, en el mejor de los casos,
Ru-.rrrvrsMo MoRAL oe \ftrsoN
una definición estipulativa
Pasamos ahora a Ia segunda parte del argumento de Wilson. llabiendo dado .upl,itta-.hte cuenta de las justificaciones de la ética que alegan los filósofos, afirma que diferentes Dersonas tiencn diferentes intereses evolutivos y que, por tanatrapados en un relativismo moral' La sociobioio,
lo!íu"rrr.o, -uertm que diferentes personás, vieios v, ióvenes, büs y machos, tienen diferentes intereses evolutivos:
hem-
De haber algo de verdad en esta teoría del pluralismo moral innato, iás requisitos para una aproximación evolutiva a la étióa saltarian a l¿ vistr. También debería estar claro que no puede aplicarse un solo coniunto de normas Áotrl.t a todas las poblaciones humanas, olvidándose de las diferencias de sexir y edad de cada población' La imposición de un código éstándard significa el origen de dijos e i¡resolubles. qLle' por supqefi"ma. morales comple -usual del género humano (Wilto, son la condicién son, 1975a, pá9. 564). Afortunadamente, esta espantosa conclusión no está mejor extraída que la precedente relativa al intuicionismo. Para emDczar. daáo el aigutltento anterior, Wilson no tiene ningún der.cho u hablar áe 'pluralismo mo¡al' ni de nada moral al respecto. Si, según cico entender, ha negado las justificaciones filosóficas (o racionales) de la ética, entonces todo lo que clueda son organismos con diferentes esüategias evolutivas que chocan éntre sí. La única dife¡encia entre el caso humano y el caso animal, est¿í en que los humanos cubren sus esfiategias con el manto de creencias de que hay genuinos modclos morales. Pero, en esencia, o sea, desde el punto de
vista de la lógica de la moral, los humanos no son diferentes de los animales: no existe ninguna moralidad <>. Sin embargo, si esto fue-se así, \X/ilson no debería h¿blar de pluralismó moral. Podría, tal vez; hablar de un pluralismo del clcseo; pero ¿cuándo un deseo tiene automáticamente fuerza -otál? Yo quiero un pastel de chocolate' Mi un pastel de chocolate. Aquí no existe pro hermana quiere -moralidad.
Realmente no necesitamos echar mablema de modo en no de una teoría del pluralismo moral. El único\Wilson es que podríamos sacar esa conclusión en el caso de si afirma-os que. habiendo sucumbido los argumentos tra290
¡"
y no se deberla presentat
el resultado de un análisis de cómo usamos y cómo mos usar propiamente
la palabta'motal'.
como debería-
El segundo punto relativo al argumento de \üTilson es que hay una confusión enüe diferentes niveles, como ya se ha visto más de una vez en este libto. Nosotros, o más precisa, aunque metafóricamente, nuestros genes, tienen diferentes estrategias evolutivas. Pero, como bien sabemos, en el ni vel del fenotipo, que nos lleva al nivel de los deseos comientes, de la cultura y de las creencias morales, no tenemos necesariamente una pluralidad de apetencias (que es lo que el argumento de \Tilson parece presuponer). Ciertamente, 1o que obsetvamos es que aunque las personas tengan difcrentes estrategias evolutivas, e incluso manifiesten diferentes deseos, comparten normalmente el mismo código moral. En otras palabras, hasta un cierto punto quieren lo mismo. He aquí un ejemplo: Espero que la mayor parte de los hombres heterosexuales hayan advertido, como yo en alguna ocasión, que hay determinadas mujetes a las que encuentran se-
xualmente atractivas
y con las que realmente les gustaría
acostarse. Ahora bien, desde un punto de vista biológico, ése setía todo mi interés. Si realizo mis deseos puedo muy
y de esta forma transno aborte ni nada parecido). Y, sin embargo, sin querer presumir de moralista, creo que se puede afirmat que, debido a mis creencias morales, hay veces en las que me resisto a tener trato con una mujer por la que siento un fuette impulso sexual: imagínese que es una mujer casada y que si se descubriese su infidelidad podría causa¡ graves perjuicios a toda su familia, incluyéndola a ella misma. La conclusión de tal caso bien dejar embaruzada a una mujer
mitir mis
genes (suponiendo que
parece ser que aunque podemos tener diferentes estrategias
evolutivas, podemos también asumir el mismo código mo aquellos que lo infringen. Por tanto, ni tan -incluso siquieta nuesffos deseos nos llevan a un pluralismo moral. Finalmente, objeta que no todas las personas compartimos el mismo código moral y que las diferencias al respectcr
ral
pueden representar diferentes bases genéticas como resultado de diferentes fuerzas evolutivas. Yo sugeriría que este problc ma puede salvarse estableciendo una distinción entre los diferentes niveles de un código moral. Supóngase que se diga
2el
r que, en Occidcnte, praclicamos la monogamia y que csto es así por cuestiones morales (al menos se ha p¡acticado por cso); pero c¡ue algunas sociedades practican la poliandria (una nrujer con varios nraridos), donde ésta es no sólo éticamcnte aceptable, sino obligatoria. Supóngase además que esto sc ofrecie¡a como prueba de relativismo moral y que se apoyasc en Ia explicación quc dio Alexander (1974) sobre la po-
liandria en términos de manipulación paterna. Aun así, se puede todavía decir yo lo diría- que todas -cie¡tamente esas diferentes prácticas maritales pueden encajar bajo una
rúbrica común, a saber, c¡ue tirdas las personas deberían te-
ner oportunidad de casarse. Esta rúbrica, por ende, se colnpagina con una ética kantiana o utilitarista: que las perso-
nas no sean sólo medios (objetos sexuales para el placer de otros) y tengan la oportunidad de disfrutar una felicidad máxima, manteniendo largas relaciones con una pareja, lo que no significa que esto tenf¡a que ser obligatorio ni que sea lo clue todo el mundo quiere. Así pues, no se hunde todo en un pantano de relativismo porque diferentes situaciones requieran diferentes necesidades.
Los argumentos de \X1ilson, por tanto, no valen. Ta7
I
sea por eso por
vez
lo que, alegrementc, ignora sus conclusiones
una vez establecidas, afirmando cle una manera bastante inconsistente que nuestro actual predicamento existencial requiere que comencemos por planear el bien de todos, dejando a un lado el egoísmo. Por supuesro, lo que se podría decir, y
yo mismo he dicho, es que si bien la cultura humana
se
presenta no sólo como producto de la evolución, sino como
en un sentido general, biológicamente adaptarivo, nos da el poder trascender en ciertos aspectos nrr.ri¡" biología. a_lgo,,
Fsto quiere decir gue no somos impoientes nnt" nrl.rt., 6iología, sino que podemos actuar móralmente incluso aunque
nuestros deseos básicos vayan en otro sentido. Así, aunque aceptásemos (cosa clue yo no hago) que biológicamente, en un sentido absolirto, los hombres dominan a las mujeres. esto no significaría. negar que nos hallamos en el punio en el que nuestra cultura permitiera alterar este estado: estando las Áujeres libres del cuidado de los hijos, erc., se podría conseguir
gue las_ mujcres tuvieran el mismo poder que los hombíes. -así, Sin embargo, incluso aunque se argumente o mejor dicho, por el hecho de que se pueda argumentar así, e1 relati vismo moral, egoísta v pluralista de $Tilson se viene abajo.
Y
1o mismo sucede si se pretenden mantener tácticas parecidas, afirmando como Alexander (1974) hace a veces. que los
292
seres humanos han llegado a un punto en el que los intereses egoístas y los intereses de grupo coinciden. No hay nada que nos prohíba de una manera consistente aceptar la sociobiología humana y rcchazar el relativismo moral.
9.5.
¿PUEDE DrRrcrRSE
LA EVoLUcróN?
Reduciendo nuestra discusión estrictamente al nivel de la evolución humana que está en función directa de cambios en la proporción genética, aunque esta resfticción se suprimirá más tatde, el tercer modo en que ética y evolución podrlan interactuar se daría si pudiéramos establecer una medida de control sobre la evolución. Entonces, obviamente, podríamos apelar a principios éticos para discutir cómo debería ser dirigida la evolución. Desde nuestro punto de vista, por ranro, las principales cuestiones específicas son si la evolución, particularmente la humana, puede ser dirigida, y supuesro que esto, en efecto, sea así, si la sociobiología podría arrojar alguna luz sobre el modo en que ésta debería ser dirigida. En cuanto concierne a la evolución humana, no se puede negar que los humanos han sido responsables de alteür su curso. Si se piensa en las fuerzas de la evolución como algo consistente en la selección natural que actúa sobre mutaciones aleatorias, los dos miembros de esta ecuación han sido alterados por la humanidad. La selección natural ha sido obviamente interrumpida desde el momento en que salvamos a personas que, por causa de enfermedades genéticas, no po-
drían haber sobrevivido y reproducirse (pero que ahora podrán hacerlo). Uno piensa, por ejemplo, en varios tipos de diabetes, enfetmedad que se sabe tíene una causa genética. Hoy los diabéticos pueden vivir plenamente, de una manera activa, y reproducirse, gracias a Ia insulina. Sin embargo, esto
quiete decir que ahora están transmitiendo sus genes defectuosos, mientras que en caso contrario éstos habrían muerto también con ellos. Por tanto, en este sentido estamos alterando el curso de la evolución humana, ya que estamos preservándo a la gente de los efectos de la selección natural. Probablemente, en otros sentidos, más indirectosJ estamos alterando también el modo en que la selección la evo-
^Íect^ ^el stress lución. Indudablemente, la vida moderna aumenta pudiendo y la tensión, ser esto una forma de selección contra ciertos genes. Por ejemplo, los grupos sangulneos del tipo 0 (causados por cierto gen) parecen más propensos a 293
úlceras, causadas por el sffess, que otros grupos sangurneos (por ejemplo, otros portadores de genes). Por supuesto' Po-
ciría, con ierteza, señalarse que hoy, incluso las personas con úlceras viven 1o suficiente .ó-o para reproducirse, de modo que puecle cuestionarse la eficacia de este particular tipo de selección. El desplazamiento hacia Ia vida urbana causó las concliciones putu \u difusión de T. B., y Parece verosímil que
li j i
cxiste un factor genético de susceptibilidad a esta enfermedzrd; por tanto, hubo selección contra ciertos tipos de -genes. Y, rimilarmente, los misioneros no sóio llevaron la cristiandad paganos, sino también las enfera los pobres e ignorantes -blancos como la gripe: los blancos tenían medadós de los una inmunidad genética contra todos los efectos de esa enfermedad, pero los desptotegidos salvajes murie¡on como moscas (Dobzhansky, 1962; Ruse, 1974). Volviendo al'oro factor de la evolución, la mutación, los humanos también io han alterado. Ante la publicidad que sc ha dado a las armas nuclea¡es y sus efectos, poco más habría que decir aquí a este respecto. Sin embargo,- uno-so-specha"que la bomba atómica no es la única culpable. Dado il .rúméro de aditivos que producen cáncer, no sería de extrañar que alguno de ellos fuera mutágeno. La conclusión, por tanto, es que los humanos han aiterado y todavía alteran el curso de su evolución. Y esto a pesar de que muchas personas tienen la impar ilusión de que, gracias a la moderna tecnología, la evolución biológica hun'rana ha llegado al tope. Si algo hemos hecho nosotros, es l¡abe¡ acelerado la evolución. Pero se podría objetar, con razón, que alteración no es lo mismo que dirección. Al disparar bombas atómicas difícilmente estamos > el curso de la evolución. No obstante, en años recientes, el poder de dirección ha empezado, lentamente, a estar en nuestras manos. La ciencia ficción se adelanta con historias de procreación selectivas o de < o de manipulación genética, pero el primero de estos métodos para dirigir la er¡olución parece moralmente algo repulsivo (aparte de ser teriblemente lento) y aunque se están haciendo grandes progresos con los ottos, en lo que respecta a los humanos aun queda bastante camino por recorrer (suponiendo que recientes e insustanciales reportajes sobre hombres clonados sean ficticios). No obstante, estamos haciendo progresos en detectar y localizar las causas genéticas de algunas enfetmedades y en descubrirlas en una época temprana del desarrollo humano: se piensa aquí en la técnica de la amniocentesis, por la que el 294
líquido amniótico puede ser extraído de una mujer embaray pueden ser, por tanto, obtenidas y examinadas las células del feto. Con la creciente preparación de las personas para admitir abortos, esto significa que muchos portadores zada
de enfermedades genéticas pueden sel eliminadoJ antes de y no puedan así difundir sus genes defectuosos (Hilton, 1971). Debería añadirse, no obstante, que aun dejando aparte que nazcan
todos los problemas morales, como ei aborto, qr.re
a este <(consejo
^comprñ".t -genético>, y aun teniendo en cuenta que comporta, indudablemente, algúna -procedimiento dirección del curso de la evolución, sería un método lenlo y no muy eficiente. Por poner un ejemplo sencillo: supongámos q_ue se tiene una tara causada por un gen recesivo (pbr ejemplo, sólo el homocigótico manifiesta esá tara). Supongamos, para guardar la simplicidad aritmética, que la frecuen-ia *:J.g:" es del 1/100 (por ejemplo, en el equiiibrio de Hardy\üeinberg, una persona de cadá 10.000 tiene la t^ra\. Incluio si se ha eliminado a todz- persona que tuviera la tara (por ejemplo, todos los homocigóticos) e incluso si se asume que n9 ha¡r mutación para el gen, en 100 generaciones la frecuéncia sólo podría descendet a I/200 (por ejemplo, se reduci¡ía semeiante
a la mitad).
Además, se debería advertir que este proceso podrla resul-
tar muy costoso y cabe pensar que existan offoJ modos más eficientes y de invértir nuestros recursos y es-provechosos
fuerzos en el incremento de la felicidad humana. por éiemTay-Sachs que es morral para los niños. pequeños y qüe se debe a un determinado gen homoci gótico re:esivo, afecta a entre 45 y 5O personas por año en los Estados Unidos. Si se considera el üsto de Éailar y eliminar a los portadores, se puede pensar que ese dinéro y tiempg se podría invertir meJor en iormrs ünvencionales dá cuidado sanitario por ejemplo, en el número de niños que hoy dla-piénsese, sufren retraio méntai en Norteamérica debido a la malnutrición (Hilton, 1973; Ruse, I97ga). .Aunque todavia existen oros problemas'relativos al con_ sejo genético (por eiemplo, ¿qué hacer con las personas que de _manera rntralsigente rehúsan abortar fetos enfermos y qué hacer con el hil'o?),.No estoy argumenrando categóricJmenre en contra suya, ni estoy diciendo que no se de-berían e.xplorar otras vías para dirigir la biología humana. Lo que que esto no será ,rna-pana.e, paia todas las enf"rÁe4ig9 dades"lhumanas y que las opciones para otras vías para incre_
plo, la enfermedad de
295
mentar el bienestar general deben quedar abiertas' Por ejemplo, si se puede enco-ntrar una sencilla soluci
9.6. L¡ socronrolocÍA Y LA DIREccróN Dtl LA EVoI-ucIóN Vemos, por tanto, que ya hoy los seres humanos comienevoiución biológica, aun cuando es escasamente áudoso que la evolución inconttolada sea un factor mucho más considerable. ¿Qué tienc que ver todo esto con la sociobiologia, o, más concretamente, qué tiene que ver la sociobiologiá con ello? Obviamente, en la medi.io .. q.t" pueda mosirarse que cualquier comportamiento so' cial humano es función diiecta de los genes' entonces, al fenotípica, ese comigual que cualquier -torna otra característica en candidato para una posible mlnipupártamiento t" iación o alteración o eiiminación, si es que uno intenta dirigir el curso de la evolución. Por ejernplo, si se enconttase que alguna forma g¡oseramente antisocial del comportamiento esi,-ruiera .n,lruáu por los genes, entonces se podría üatar de elimir.rarla eliminlndo a sus portadores' igual que estamos ahora tratando de eliminar la enfermedad de Tay-Sachs. Sin embargo, aquí más que en ninguna otra parte' mi impresión .., qtrJ la cüve de tóda nuestra futura felicidad no descansa ,.,.,.rá-"tt. en la manipulación de la futura evolución bio-
,r., , .o.rtiolar y dirigir si
lcígica. 'P¡imero,
tendrenos graves problemas en decidir qué cons-
títuye un comportamiento antisocial tan grosero como para que- deba ser eiiminado, especialmente si esto conlleva la eliminación de los portadores. La homosexualidad, si, cierta-
mente, se demuesna que tiene una base genética, podría ser, verosímilmente, el primer caso que se sometería a prueba' Es posible imaginar las espantosas tensiones sociales _que se originaúan si un significativo número de personas abogaran seiiamente por la éliminación del comportamiento homosexual a ttavés de los programas de análisis de amniocentesis y de aborto feta1. Segundo, aun cuando se comprobase que- ciertas característicás, quizá menos que deseables, son genética-s, podría--resulta¡ inl'iable e inclusó contraproducente hacer algo con ellas. 296
l
l¡"r
Supongamos, por ejemplo, que se comprobase que la xenofobia (el odio y la hostiiidad hacia los extranjeros) es gené-
tica, como \X/ilson (1975a) pa¡ece a veces sugerir. Prirua lacie
podtía parecer una buena idea el eliminarla: pienso en los horrores de la guerra, prejuicios raciales y religiosos y cosas semejantes. Pero al eliminarla se podría poner en marcha una mata.nza o esterilización en masa de inocentes. En cierto sen-
tido, el holocausto de Hitler sería poca cosa al lado de ello. Hablando sinceramente, pienso que Inglatena podría ser virtualmente despoblada. Además, podría resultar que al deshacernos de la xenofobia, con ella también se fueian algunos rasgos humanos muy buenos: quizá, haciendo abstraccién de lo inglés, la habilidad para salir del paso cuando las cosas van mal esté_pleiotrópicamente ligada a la xenofobia. En otras palabras, el intento de diseñar una sociedad humana ideal, genéticamente hablando, podría ser prohibitivamente costoso v en todo- caso inasequible. (Me apreiuro a añadk que se pued" ser un ferviente sociobiólogo sin creer que se pueda y se deb, conseguir semejante pozo de genes perfecto. El propio lwilson señala las dificultades, por no decir imposibilidades.) Tercero, y lo más importante, si queremós hacer algo por el- comportamienro humano, el lugai más obvio po. é1 Qn" empezar es la manipulación del ambiente, no de- los genes. Supongamos, por ejemplo, que algo como la xenofobia estuviera controlado en algunos aspectos por los genes. Es difícil imaginar que un programa sistemático de eáucación pudiera no tener efectos sobre la gente joven, incluso u,rrrq.r" a los. _más viejos les tesultase duro cambiar sus opinion-es. Consideremos, por ejemplo, el caso del antisemitismo alemán. Sin pretender que éste haya desaparecido totalmente, no se pueq:-negjrr que es menos grave en 1978 de lo que era en 1938. Obviamente, esto es función de la educación y los cambios sociales, más que del cambio en las proporcionés de genes.
No niego con esto que en determinados casos pudiera encontrarse algo que ruviera una base genética con caiacterísticas sociales compoftámentales tan destructivas y rígidas (por ejemplo, insensibles a la manipulación ambientai) q",re ll.gásemts pensar que único cu¡so de acción fuese t.utui de pievenir ia" _el existencia. de personas con tales genes productorés de esas características. Pero hasta tanto no desairollemos grandiosas ideas-par-a reestructurar la sociedad humana, .r óbrrio q,.r" por donde hay que empezar es por el medio, ro por io,
genes.
297
r Siendo esto así, el cambio de la sociedad por alteración de los genes y de la proporción entre los genes parec€ ser algo qué pertenece al futuro y con un valor acaso limitado. Al llegar ál té¡mino de esta.parte de la discusión, debe señalarse que su campo ha sido deliberadamente reducido, y a menos que se teconozca este hecho, hay riesgo de que se subcstime la importancia de la sociobiología para la felicidad humana futura (o cualquier cosa que sea lo que haya que maximrzat para conseguir el mayor bien). La evolución humana hoy día es tanto biológica como culturai, deiando de lado por el momento hasta qué punto lo último es {unción de lo primero. Además, es el factor cultural humano el que se puede cambiar de una manera más rápida y el que da a los hombres la mayor libertad de elección, permitiéndoles en algunos aspectos escapar de su biología. Consecuentemente, como ya se ha señalado, mienüas intentemos meiorar la sociedad, incrementando, por tanto, los bienes humanos, es indudable que
la cultura será una esfera de acción más importante que la
biología.
No obstante, nuest¡o conocimiento de la biología
humana
será absolutamente crucial para nuestras medidas culturales, porque ma¡carán los límites de esas medidas y les señalarán la dirección. Consideremos un ejemplo deliberadamente hipotético: supongamos que se descubre que un detetminado gen recesivo está muy ligado con un determinado compomamiento antisocial repulsivo; que, de hecho, casi todos los que son homocigotos para ese gen manifiestan ese comportamiento indeseable. Un modo por el que tratar de eliminar tal com-
*Y;;r.tnt."to 9.7
.
futuro de mejorar las relaciones sociales
hu
Co¡qcrusróN
Al llegar al final de este libro, permítaseme volver a in sistir (en caso de que lo hayan olvidado los críticos de la sociobiología) que en este último capítulo he asumido deli beradamente, en beneficio de la discusión, que la sociobio
logía humana es una empresa viable y fructífera. Que haya hecho esta afirmación no implica un encasillamiento incondi cional. Como señalé antes, me hallo lejos de creer que los sociobiólogos hayan cumplido su tarea. Lo único que quier<, afirmar es que sus faltas no son tan graves como las pintan
sus críticos. A la sociobiología humana debería dátsele l,r oportunidad de probar su valía. Si no puede cumplir sus promesas, no tatdará en colapsar (Hull, 1978). Pero si demuestra ser viable, su éxito deparará dividendos científicos muy elevados.
portamiento podría ser puramente biológico detectando y abortando a todos los fetos homocigóticos. Sin embargo, por varias razones, teóricas y prácticas, semejante curso de acción puede no se¡ una opción abierta. Consecue¡temente, de una manera alte¡nativa se t¡atará de eliminar tal comportamien-
to por la vía cultural, esto es manipulando los ambientes de los homocigotos afectados. Aunque, claramente, el conocimiento del origen genético de tal comportamiento podría afectat de una manera decisiva a los numerosos planes de acción que se trazatan, Por ejemplo, se podría intentar pri mero varios tipos de terapia con drogas o dietas, antes de tratar de modificar el ambiente familiar procurando que los padres hagan, o dejen de hacer, ciertas cosas. En otras palabras, y generalizando a patti¡ de este ejemplo, un conocimiento de la sociobíología podría ser absolutamente vital en cual298
299
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