Sidicaro: Nacidos como dirigentes de un partido-Estado, convertidos luego en los jefes de un potente movimiento social que cobijó diversos voluntarismos políticos, sus figuras más reconocidas perdieron en los 90 los horizontes de los proyectos nacionales y se hicieron gestores de provincias y municipios. Pp 8 Sin duda peronistas había muchos pero habían perdido los elementos materiales y simbólicos que aseguraban la cohesión de las representaciones colectivas del peronismo y habían dejado de ser una comunidad predominantemente fundada en valores para convertirse en una asociación movida por intereses personalistas. Pp 8 Introducción La hipótesis inicial puede resumirse del siguiente modo: las orientaciones de los gobiernos peronistas fueron el resultado de una combinación entre: 1) los proyectos e intereses, materiales y simbólicos, de quienes dirigieron cada una de esas tres gestiones gubernamentales; 2) las situaciones o condiciones en que se hallaban las capacidades estatales (burocráticas, políticas, técnicas y económicas); 3) las características e intereses de los grandes actores socioeconómicos con los que establecieron relaciones de cooperación y de conflicto en cada una de esas experiencias, y 4) los tipos de vinculaciones que los dirigentes gubernamentales peronistas mantenían con sus apoyos sociales, fundamentalmente, si bien no de manera exclusiva, situados en los sectores populares y en las organizaciones sindicales. Max Weber: dos tipos ideales de partidos: -organizaciones patrocinadoras de cargos -partidos de ideología En la práctica se da una mezcla de los dos. La tradición que ligó a las organizaciones políticas con los intereses y con la historia de ciertos sectores sociales suele tener como consecuencia que, aún cuando dichos partidos modifiquen sus proyectos y doctrinas, conserven esos apoyos concitados en circunstancias precedentes. Pp 17 Los dirigentes peronistas de los tres períodos tuvieron la primacía en el campo político, es decir, en las luchas entre partidos y grupos partidarios para acceder al manejo de instituciones estatales. Los actores socioeconómicos disputaban en el campo económico para conservar o mejorar sus posiciones en la distribución de los excedentes producidos y/o de los patrimonios acumulados anteriormente por agentes privados o por entidades estatales, así como por situaciones que permitirían futuras ganancias. Tanto para los actores del campo político como para los del campo económico, el Estado era un componente clave de sus metas y estrategias. Pp 20 Para los primeros el objetivo de sus luchas eran los cargos. Los segundos buscaban decisiones estatales favorables a sus intereses. Las articulaciones entre ambos campos se modificaron y dieron lugar a nuevas configuraciones. Estado: economía y sociedad Los desempeños estatales previsibles, calculables y racionales aparecen en el fundamento de las sociedades modernas y sin su presencia las instituciones pierden legitimidad ante la población, provocando la multiplicación de las iniciativas contrarias a las leyes y debilitando la cohesión del tejido social. Pp 23 Desarrollo capitalista moderno ---- cálculo ----- Estado que juzga y administra conforme al derecho estatuido y a reglamentos concebidos racionalmente (Weber)
El peronismo contra el Estado (1989-1999) Por su historia, el peronismo tenía más proximidad con los empresarios perdedores de los años 1989-1999 que con los ganadores. Pero fue con estos últimos que Menem pudo establecer la convergencia que le brindó sustento a su prolongada presidencia y preservar así los cargos y los beneficios materiales y simbólicos alcanzados por los jefes y figuras menores del movimiento, y los obtenidos por sus aliados provenientes de pequeños partidos neoliberales de escasos sufragios. Entre los integrantes de las administraciones provinciales peronistas se encontraron, también, los que ganaron y los que perdieron con las políticas neoliberales. Exigidos por las políticas de ajuste, o limitados por los compromisos del endeudamiento público, no pocos dirigentes provinciales vieron caer sus redes clientelares y algunos sintieron, sin metáforas, que se hacían humo sus residencias. Frente a ellos, la desocupación y el avance de la desigualdad social dieron lugar a la aparición de las revueltas protagonizadas por los actores populares posperonistas. Pp 217 O sea, sería lo contrario de lo que sostiene Auyero. Para Auyero, en las revueltas del 2001 (en los saqueos al menos) los punteros políticos peronistas jugaron un papel central. Y éstas no se debieron sólo al avance de la desocupación y la desigualdad social sino también a la existencia de una red clandestina de interacciones entre policía, dirigentes políticos y punteros. Ahora, volviendo al contexto de fragmentación y desestructuración estatal desde la pregunta por las condiciones del orden social en la argentina contemporánea, quizás haga falta más ida y vuelta histórico entre lo que sostiene Auyero y lo que plantea Sidicaro. Conclusiones generales Los tres peronismos y las transformaciones estatales Los dirigentes de la primera experiencia gubernamental peronista unificaron sus orientaciones políticas en torno a un proyecto que tenía como objetivo la consolidación y expansión del Estado intervencionista. Pp 219 El proyecto estatal y la aceptación de la autoridad carismática de Perón, en el contexto de la movilización social que respaldaba a la nueva etapa política, conformaron una situación de cohesión de los dirigentes peronistas que no fue significativamente resquebrajada por las disputas internas de poder, y que permitió conjugar los intereses en conflicto: individuales, de grupos políticos y de representantes de sectores sociales. Pp 220 Los peronistas de 1946-1955 constituyeron un partido político estatista por su modo de organización y por su ideología. Pp 221 Como consecuencia de la opción por el neoliberalismo, los dirigentes del período 1989-1999 actuaron con una desusada transparencia: las aspiraciones de poder y la distribución de los cargos y los beneficios a ellos asociados se encararon sin discursos de legitimación, invocando objetivos ideológicos medianamente trascendentes. Pp 224 La realidad de la sociedad y del Estado del período menemista era muy diferente de la del primer decenio de gobierno peronista, y en términos conceptuales esa distinción se capta bien con el esquema teórico que propuso Ulrich Beck para distinguir la Primera Modernidad de la Segunda en los países occidentales, situando sus referencias históricas en el período que siguió a la Segunda Guerra Mundial. Según Beck: “La primera modernidad se define por la noción de una sociedad que se constituye en el marco del Estado- nación (…) se caracteriza por el pleno empleo (…) otro rasgo de la Primera Modernidad consiste en que pueden atribuirse identidades colectivas preexistentes, surgidas de la clase, de la etnia o de grupos religiosos relativamente homogéneos. Y, finalmente, esas sociedades se definen por el mito del progreso; (…) se da por supuesto que los problemas generados por el desarrollo industrial
pueden ser superados por un nuevo avance de la técnica y de la industria. Este modo de sociedad es puesto en cuestión por una serie de procesos que pueden ser entendidos como una radicalización de la modernización (…). Uno de esos procesos de radicalización consiste en el globalización (…) que consiste en que ya no podemos concebir la sociedad como un contenedor organizado estatalmente. El segundo proceso de radicalización consiste en la individualización (…) vale decir que las instituciones esenciales, como los derechos sociales y los derechos políticos, se orientan hacia el individuo y no hacia los grupos. Pp 225 El gobierno menemista se desenvolvió en condiciones similares a la Segunda Modernidad de Beck. El debilitamiento del Estado-nación, propio de la época de la globalización, se presentó agudizado por las condiciones de la crisis estatal registrada en el país desde hacía muchos años. Los peronistas de 1989 no sólo se encontraron con capacidades estatales débiles, sino que hicieron de la desarticulación del Estado un programa para forjar alianzas con los actores socioeconómicos predominantes. La participación en el proceso de globalización aceleró la declinación de las condiciones propias del anterior mundo del trabajo asalariado, con la consiguiente desafiliación de los sujetos de la Segunda Modernidad, registrada en el aumento de los porcentajes de desocupación y de población socialmente excluida. Las nuevas condiciones de los sectores populares transformaron el lugar de los sindicatos en la sociedad argentina y en el peronismo. En términos más amplios, las identidades colectivas en crisis abrieron las posibilidades de una notoria ampliación de las reflexiones individuales de tipo moral, y así se difundieron condenas éticas al gobierno por cuestiones relacionadas con la corrupción administrativa. A la fragmentación que caracteriza a la radicalización de la modernidad no escaparon las entidades empresarias tradicionales (…) Los apoyos populares Primer peronismo: -apoyo electoral -movilizaciones masivas -Tarea cotidiana de los sindicatos que fuerza la obrerización de los discursos de la dirigencia. Segundo peronismo: -Plaza en disputa (jóvenes radicalizados vs. organizaciones sindicales). En el anterior: Plaza=pueblo. En cambio en el decenio menemista creció la desocupación y se desarticularon las solidaridades emergentes del mundo del trabajo, perdieron poder de convocatoria y efectividad las prácticas reivindicativas del sindicalismo y se profundizaron las tendencias a la marginación, que sumaban a la pérdida del empleo, o carencia de ingresos, la exclusión en materia educativa y asistencial. Sin embargo, no declinaron de manera notoria los votos por el oficialismo provenientes de la parte de la ciudadanía de menores recursos. Lo que marca Sidicaro es la independencia de la motivación del voto peronista de los sectores populares respecto de la preservación o mejora de sus condiciones de vida. Pp 243 Esto provoca una situación disímil entre la cúpula dirigente nacional y la provincial o local. Un apoyo “tradicional” al gobierno nacional pero un crítica a la “clase política” provincial. Pp 244 Esto puede permitir entender la presencia de funcionarios locales (intendente, concejales, etc.) en los saqueos y el papel que jugaron por la desigual devaluación de su capital político en relación con el gobierno nacional y, sobre todo, en un contexto en el que el gobierno nacional (no peronista) de De la Rúa no tenía su apoyo electoral en la “conducta tradicional” en la que se sustentó el apoyo menemista.
-Baja intensidad de las muestras de adhesión. Ausencia de grandes actores públicos. En el nexo entre el gobierno y la población más pobre creció la importancia de la ayuda “cara a cara”, que sustituía la anterior acción de organismos oficiales encargados del bienestar y la asistencia social en nombre de derechos estatalmente preservados. El denominado clientelismo les sirvió especialmente a los pequeños jefes provinciales o municipales para disputar en el plano partidario o en elecciones locales, y si bien esas prácticas se usaron para proveer apoyos a las candidaturas nacionales, carecieron de una extensión lo suficientemente significativa como para ser consideradas como la principal fuente de respaldo popular a la experiencia menemista. La mayoría de los sufragios populares peronistas a favor de Menem deben interpretarse en términos de conducta tradicional: “un voto como el de antes o como el de siempre”. Pp 245
La fragmentación social que produjo el neoliberalismo debilitó a los sectores populares en tanto actor colectivo y, en consecuencia, sus entradas en la escena pública perdieron las dimensiones orgánicas y simbólicas que anteriormente cargaban de significados en el sistema de decodificación de los hechos sociales propio del imaginario peronista. La protesta popular contra el neoliberalismo no construyó, tampoco, al peronismo como interlocutor principal. Frente a esas reacciones populares, las dirigencias oficialistas provinciales respondieron con mecanismos de asistencia a una parte de los sectores pobres, revelando preocupaciones sociales y la búsqueda de la neutralización de las protestas, a la vez que trataban de conseguir apoyos para preservar sus cargos y privilegios, y evitaban pagar los costos derivados del proyecto neoliberal, cuyos mayores beneficiarios políticos eran –debían suponer – las cúspides menemistas. Pp 246. Epílogo. Después de los tres peronismos. En el decenio neoliberal, con el abandono del proyecto político tradicional, las pugnas internas del peronismo se hicieron aún más personalistas. Al declinar los debates sobre cuestiones nacionales, los justicialismos provinciales se fueron convirtiendo en partidos con intereses eminentemente locales. Pp 253 Además, la implementación de los mecanismos de ayuda social para paliar las consecuencias de la desocupación y de la extrema pobreza dio lugar a la creación de nuevos agentes y vínculos entre los poderes locales y los sectores populares, con frecuencia denunciados como clientelistas. Sobre el conjunto de redes integradas por patrones y brokers que manejaban recursos asistenciales a los efectos de mejorar sus propias situaciones personales, un crítico interno de esas prácticas proponía, con singular realismo, una comparación elocuente: “la forma clásica de organización estaba liderada por viejos militantes peronistas. La nueva relación a partir de 1983 estuvo basada casi exclusivamente en intercambios materiales.” Pp 254 El gobierno de líder sin partido desempeñó un rol de conducción política en tanto que sus decisiones sectoriales eran bien recibidas por apoyos igualmente sectoriales, y en la práctica se mantuvo la ausencia de interconexiones doctrinarias susceptibles de formar un imaginario común. Pp 260 El apoyo más importante del gobierno de Kirchner provino de la confederación de partidos justicialistas provinciales. Pp 261 El modelo político de gobierno de líder sin partido supuso que los jefes de la confederación no se inmiscuían en las cuestiones nacionales a cambio de que las contribuciones que recibían del presupuesto nacional se mantuvieran o mejoraran. Como
contrapartida, además, desde el gobierno no se les solicitaba modificaciones de sus estilos de hacer política. Pp 262. El sustrato social fragmentado de los 90 hacía que las anteriores representaciones colectivas se convirtiesen en opiniones individuales escasa o nulamente vinculantes, que no incidían, por arriba, en quienes hacían cálculos sobre sus carreras provinciales y, por abajo, en aquellos que vivían cotidianamente la necesidad del asistencialismo. En la medida en que las políticas asistenciales solucionaban necesidades de la población, las redes patronales y brokers ampliaron su influencia. Pp 262 La resolución de las disputas entre jefes de peronismos locales convertidos en kirchneristas y quienes apoyaban al gobierno desde otras fuerzas políticas dio lugar a las llamadas “colectoras”, que fue una innovación de ingeniería política que puso en la arena electoral general la selección de candidatos kirchneristas a diputados provinciales y a concejales municipales. El mecanismo mostró la permanencia y expansión de las redes de patrones y brokers que, con sus prácticas, revelaban la ausencia de renovaciones políticas. Pp 264 La pérdida de poder de los sindicatos. La fragmentación territorial del justicialismo les había dado a los dirigentes de la antes denominada rama política una situación de predominio sobre el componente de origen gremial. Pp 268. El gobierno del líder sin partido encontró en la desarticulación del sistema de partidos la oportunidad para actuar casi sin oposición, mientras que los jefes del peronismo tradicional y un cierto número de dirigentes de otros partidos decidieron apoyar al presidente. Pp 270
El menemismo había debilitado las viejas representaciones colectivas peronistas, en los partidos justicialistas provinciales primaban los cálculos costos-beneficios, y los personalismos de los jefes encontraban en patrones y brokers la intermediación con los sectores populares sin utopías, en tanto que la atomización social, en especial en los centros urbanos, provocaba el aumento de la reflexividad ciudadana y el voto se hacía dubitativo, volátil y flotante. En síntesis, los aparatos estatales en crisis no constituían, a diferencia de lo que había sucedido entre 1946 y 1955, espacios institucionales apropiados para generar una sociabilidad política productora de un nueva elite dirigente. Pp 272