UNIVERSIDAD SAN PEDRO
FACULTAD DE INGENIERIA ESCUELA DE INGENIERIA CIVIL
TRABAJO DE GRUPAL N° 2 TEMA:
ETICA Y MORAL COMUNISTA”
“
INTEGRANTES: - SAAVEDRA CCONOJHUILLCA S. MICHAEL - JAVILIANO CUEVA FIDEL -OSORIO CAMONES CARLOS -SANTISTEBAN HERRERA HONAN
DOCENTE: DR. FERNANDO VEGA HUINCHO
TRABAJO DE GRUPAL N° 2 TEMA: “ETICA Y MORAL COMUNISTA” INTEGRANTES: - SAAVEDRA CCONOJHUILLCA S. MICHAEL - JAVILIANO CUEVA FIDEL -OSORIO CAMONES CARLOS -SANTISTEBAN HERRERA HONAN
DOCENTE: DR. FERNANDO VEGA HUINCHO
2012
ETICA Y MORAL COMUNISTA ¿Qué es una ética comunista? Es una ética de la lucha contra el Estado, ya que pasa de la indignación hacia la sujeción y el rechazo de la explotación. En el nodo de la indignación y del rechazo se encuentra el segundo elemento de la definición de una ética comunista, que es la de la militancia y la construcción del común, de la lucha contra la exclusión y la pobreza, la alienación y la explotación. Estos dos elementos (la lucha y la militancia común) se abren en un nuevo plano: aquel de un conjunto de singularidades que, dejando la soledad, trabajan para constituirse como multitud - una multitud que busca el común contra la privacidad La Ética Comunista es una herramienta insuperable, contraria ciento por ciento a la Ética empresarial de los grupos comprometidos con la oligarquía atrincherada en los bancos, aquellas que usufructúan del robo de los ahorros previsionales, distinta, enormemente distinta a la moral de los financistas, con os que los trabajadores nada tienen que hacer. Es posible que los comunistas sean pocos, pero, de lo que estamos seguros es que son los imprescindibles de la sociedad. Sin ellos no habría sueños colectivos, no habría lucha, no tendríamos el ejemplo de sacrificio por el desarrollo social y no tendríamos en quienes mirarnos para sostener una lucha que podría costas la vida de quienes se oponen a los designios de los poderosos.
¿Qué es una moral comunista? La Moral comunista es rebelde por naturaleza propia. No puede ser de otro modo en un mundo de injusticias, desvalores e inequidad permanente. El hombre comunista se preocupa de su vecino, del amigo, el joven comunista de su compañero de clase y de estudio, por el solo hecho de serlo, de estar en una posición tan dura como la del mismo, sin distinguir nada más. El padre comunista educa a sus hijos en el hogar a fin que la violencia externa no contamine la conciencia de los jóvenes, es el padre abnegado y ejemplar. El camarada de trabajo comunista, es el mejor trabajador, honrado, preocupado de la suerte de sus compañeros, combativo y enemigo a muerte de la injusticia. No es el que se golpea el pecho cada domingo, con la izquierda, pero, con la derecha azota a su prójimo. No es el juzgador, pero, si quien q uien demuestra la injusticia. Se da a su grupo, no hace nada que no vaya a tener repercusión en el colectivo. Por eso es el primero en la marcha contra la pobreza, por la casa propia, por el aumento salarial.
CARLOS MARX Nació en Tréveris, en 1818 y murió el 14 de marzo de 1883. Dentro de sus obras más importantes destacan: Diferencia entre la filosofía de Demócrito y Epicuro, Manifiesto del partido comunista, Teoría de la plusvalía.
ETICA MARXISTA Marx no fue precisamente un moralista. Marx tan sólo admitirá aquel sistema moral que se ponga del lado de la revolución y abra las puertas a la acción revolucionaria. Para ello Marx empieza hablándonos de ―la conciencia moral‖.
La conciencia moral es expresión de un conjunto de ideas, teorías, principios, concepciones, valoraciones, sentimientos y estados de ánimo por la que se rigen los hombres en sus relaciones entre sí y con la sociedad. Es al mismo tiempo, un conjunto de principios y normas que regulan la conducta moral, que incluyen conceptos tales como el bien, el mal, el deber, el honor, la responsabilidad, etc. Y busca también el modo de educar a las personas formando y fortaleciendo determinadas cualidades. El marxismo descubrió las verdaderas fuentes originarias de la moral, el carácter histórico y de clase, y el papel de la moral en el desarrollo de la sociedad. Para los defensores del marxismo, la ética marxista es la única capaz de poner al descubierto científicamente el origen, la esencia y las leyes de la moral, ya que se basa en la comprensión dialéctico-materialista de la historia. Sólo desde las posiciones del materialismo histórico se hace posible analizar la moral como un fenómeno social y comprender las doctrinas y sistemas éticos del pasado para emprender la formación de una moral comunista nueva. Al surgir la sociedad dividida en clases: la burguesía y el trabajador, los capitalistas elaboran concepciones propias de lo que son el bien y el mal y se hacen portadores de una moral diferente. Ésta siempre defiende los intereses materiales de la clase dominante. Marx, por el contrario, condena la moral burguesa y propone una nueva moral, la moral proletaria o comunista. De todo esto se puede deducir que según Marx en la sociedad hay dos clases de moral que se enfrentan mutuamente: La capitalista burguesa y la moral proletaria-comunista.
LA MORAL DE LA SOCIEDAD CAPITALISTA–BURGUESA. En la sociedad burguesa la moral trata de defender los intereses clasistas de la burguesía, trata de justificar la explotación del hombre por el hombre, el yugo nacional y de clase. En la sociedad burguesa, el proletariado está reducido a la condición de mercancía, a las leyes del mercado. Se compra y se vende en ese mercado, por lo tanto, está sometido a las fluctuaciones de la oferta y la demanda. El principio fundamental de la moral capitalista y burguesa es el culto y respeto a la propiedad privada. Los mismos hombres no se valoran por lo que son, sino por lo que tienen. La ambición de ganancia y de riqueza sin límites es la nota dominante del mundo burgués, y como consecuencia de ella, la explotación del trabajo. No se repara en la elección de los medios, siempre que éstos conduzcan al fin supremo de la ganancia y al enriquecimiento. Incluso la propagación y explotación del vicio y del crimen se justifican con su rentabilidad. Así, son rasgos de la moral burguesa, contravalores como: la intriga, el soborno, la calumnia, el cálculo, los negocios deshonestos, la prostitución, la depravación sexual, el egoísmo, el individualismo, la hipocresía, el antihumanismo, el vandalismo y un largo etc... La medida principal de la dignidad del hombre en la sociedad burguesa es el dinero. La posición social del hombre y el respeto hacia él se determinan por el peso de su billetera. La degradación moral y el amoralismo son propios de la clase burguesa. El espíritu de individualismo, del interés propio, las ansias de lucro, la enemistad y la competencia, son la esencia de la moral capitalista burguesa. La moral capitalista transmite una visión de la realidad y del hombre que no concuerda con la realidad. Por ejemplo, la religión ofrece un mensaje de obediencia (a los poderes) y de resignación, que impide la realización actual del hombre, y le promete una realización futura en el más allá. La moral supone unas normas de conducta que siempre favorecen a la clase dominante, etc. Todo eso pasa porque la verdadera dignidad del hombre la produce el trabajo con el que transforma la naturaleza. Pero el fruto del trabajo, en la economía capitalista, no le pertenece y se le priva, así, de sí mismo, está alienado. En vez de ser un hombre, se transforma en un producto que se vende en el mercado. Eso lleva a que unos hombres exploten a otros.La explotación el hombre por el hombre, sobre la cual se ha erigido la sociedad burguesa, constituye la burla más brutal de la moral. Ya en el seno de la sociedad capitalista en oposición abierta a la moral burguesa surge la moral proletaria-comunista como forma cualitativamente superior de las relaciones humanas
LA MORAL PROLETARIA-COMUNISTA La sociedad capitalista ha creado y desarrollado la masa proletaria, es decir, su enemigo, que tratará de destruir el sistema capitalista. Esta clase tiene una moral propia, diferente de la moral burguesa. Dice Lenín: ―nuestra ética tiene por punto de partida los intereses de la lucha de clases del proletariado‖. La moral comunista es la más progresista y humanitaria que se impone a la moral de las clases explotadoras y es a la vez continuación directa de las normas humanitarias, que han sido elaboradas a través de la historia por las masas populares en la lucha contra la explotación y los vicios morales. La moral proletaria no expresa los intereses de un puñado de explotadores, sino de la mayoría absoluta de los miembros de la sociedad y de los intereses de todos los trabajadores. Es una moral nueva, que expresa la colaboración y ayuda mutua entre los hombres, destinada a asegurar la felicidad y el bienestar de todos los miembros de la sociedad. Ésta constituye la forma suprema de moral, porque contiene normas y reglas que sirven a la gran causa de la liberación del hombre de la explotación y la opresión. Dicha moral se forja en la lucha de clases contra la burguesía. Las bases de la moral proletaria proceden de la propia naturaleza del régimen socialista, de su base económica: la propiedad social sobre los medios de producción. La propiedad social une a los hombres, les brinda la posibilidad de vivir y trabajar sobre la base de la amistad fraterna, el respeto mutuo y la cooperación. De aquí surge el principio más importante de la moral comunista: el colectivismo y la ayuda mutua entre los hombres. Ello significa que lo principal en el comportamiento del individuo debe ser el servicio en bien de la sociedad en su conjunto.
El requisito más importante de esta nueva moral es la preocupación por el bien del pueblo, por el desarrollo integral de la personalidad humana en el socialismo. El hombre y sus necesidades constituyen el objetivo de la producción socialista. La aspiración a ser útil para la sociedad, para su pueblo. La moral comunista resuelve, sobre la base del principio del colectivismo, el problema del deber, de la conciencia y el honor. La persona que tiene una alta conciencia del deber y el honor es intransigente ante las infracciones de los intereses sociales. Otro principio importante es el amor al trabajo, ver el trabajo como un deber y un motivo de honor para todos y cada uno de los miembros de la sociedad, que es la fuente de la riqueza social y del bienestar personal de los miembros de la sociedad socialista.
Una condición importante de la nueva moral es el internacionalismo proletario, el patriotismo socialista y el humanismo. Concluimos por lo tanto que Marx busca una moral que acelere el movimiento revolucionario y sea eficaz para el propósito que él se ha propuesto. Su teoría se dirige especialmente a las masas, por cuanto en ellas existe un poder capaz de vencer el poder capitalista: “La teoría se convertirá en poder material tan pronto como conquiste a las masas”. El sistema capitalista terminará devorándose a sí mismo y surgirá la humanidad feliz, sin explotadores ni explotados.
FEDERICO ENGELS Engels nació en 1820, en la ciudad de Barmen, provincia renana del reino de Prusia. Cuando era todavía estudiante secundario, llegó a odiar la autocracia y la arbitrariedad de los funcionarios. El estudio de la filosofía lo llevó aún más lejos. En aquella época predominaba en la filosofía alemana la doctrina de Hegel, de la que Engels se hizo partidario. A pesar de que el propio Hegel era admirador del Estado absolutista prusiano, a cuyo servicio se hallaba como profesor de la Universidad de Berlín, su doctrina era revolucionaria. La fe de Hegel en la razón humana y en los derechos de ésta, y la tesis fundamental de la filosofía hegeliana, según la cual existe en el mundo un constante proceso de cambio y desarrollo, condujeron a los discípulos del filósofo berlinés que no querían aceptar la realidad, a la idea de que la lucha contra esa realidad, la lucha contra la injusticia existente y el mal reinante procede también de la ley universal del desarrollo perpetuo. Si todo se desarrolla, si ciertas instituciones son remplazadas por otras, ¿por qué, entonces, deben perdurar eternamente el absolutismo del rey prusiano o del zar ruso, el enriquecimiento de una ínfima minoría a expensas de la inmensa mayoría, el dominio de la burguesía sobre el pueblo? La filosofía de Hegel hablaba del desarrollo del espíritu y de las ideas: era idealista. Del desarrollo del espíritu deducía el de la naturaleza, el del hombre y el de las relaciones entre los hombres en la sociedad. Marx y Engels conservaron la idea de Hegel sobre el perpetuo proceso de desarrollo, y rechazaron su preconcebida concepción idealista; el estudio de la vida real les mostró que el desarrollo del espíritu no explica el de la naturaleza, sino que por el contrario conviene explicar el espíritu a partir de la naturaleza, de la materia. . . Contrariamente a Hegel y otros hegelianos. Como fruto de sus observaciones y estudios apareció en 1845 su libro La situación de la clase obrera en Inglaterra. Ya hemos señalado más arriba cuál fue el mérito principal de Engels como autor de dicho libro. Es cierto que antes que él muchos otros describieron los padecimientos del proletariado y señalaron la necesidad de ayudarlo. Pero Engels fue el
primero en afirmar que el proletariado no es sólo una clase que sufre, sino que la
vergonzosa situación económica en que se encuentra lo impulsa inconteniblemente hacia adelante y lo obliga a luchar por su emancipación definitiva
LA ETICA DE ENGELS Engels al igual que Marx enfocaron el mundo y la humanidad desde el punto de vista materialista, y comprobaron que, así como todos los fenómenos de la naturaleza tienen causas materiales, así también el desarrollo de la sociedad humana está condicionado por el de fuerzas materiales, las fuerzas productivas. Del desarrollo de estas últimas dependen las relaciones que se establecen entre los hombres en el proceso de producción de los objetos necesarios para satisfacer sus necesidades. Y son dichas relaciones las que explican todos los fenómenos de la vida social, las aspiraciones del hombre, sus ideas y sus leyes. El desarrollo de las fuerzas productivas crea las relaciones sociales, que se basan en la propiedad privada; pero hoy vemos también cómo ese mismo desarrollo de las fuerzas productivas priva a la mayoría de toda propiedad para concentrarla en manos de una ínfima minoría. Engels, el entrañable amigo y colaborador de Marx, afirma que: ―Una moral verdaderamente humana que esté por encima de las contraposiciones de clase, y por encima del recuerdo de ellas, no será posible en un estadio social que no sólo haya superado la contraposición de clases, sino que la haya además olvidado para la práctica de la vida‖. Engels pinta al proletariado revestido de virtudes y carismas que no existen en el hombre burgués: a) El proletario es humano, mientras el burgués es esencialmente inhumano. Para el proletario, todo hombre es un hombre, mientras que para el burgués el hombre no es hombre, y no lo trata como tal. b) El proletario encierra la virtud de la fraternidad y solidaridad, que se desarrolla en la lucha contra el capitalismo, mientras el mundo burgués es esencialmente individualista y egoísta. c) El proletario necesita dinero, pero no existe en él culto al dinero, la reverencia ante el dinero. d) Por ello, el trabajador tiene más capacidad de percepción en relación con el bien común, mientras el criterio del burgués es el interés particular. La moral proletaria pondrá remedio a la corrupción burguesa que carcome la sociedad actual.
LENIN, VLADÍMIR ILICH (1870—1924) Jefe de la clase obrera rusa e internacional, gran continuador de la obra de Marx y Engels, fundador del Partido Comunista de la Unión Soviética y del Estado soviético. A finales de los años ochenta del siglo pasado y durante la ultima década del mismo, Lenin estudia el marxismo y se incorpore a la lucha política. Desde entonces, Lenin desempeña un relevante papel en la elaboración creadora de todos los aspectos de la teoría marxista aplicada a la nueva situación histórica, en la aplicación concreta de dicha teoría teniendo en cuenta las condiciones de Rusia, en la dirección del movimiento revolucionario ruso e internacional de la clase obrera y de todos los trabajadores. En diversas etapas históricas, Lenin resolvió con espíritu creador los problemas del desarrollo social que habían madurado, enriqueció el marxismo con magnos descubrimientos. Con pleno derecho se ha denominado marxismo — leninismo la teoría revolucionaria de la clase obrera. Lenin contribuyó con una extraordinaria aportación al desarrollo de la economía política marxista. En los inicios de su actividad revolucionaria, Lenin llevó hasta el fin la derrota ideológica del populismo.
ETICA DE LENNIN En 1920, frente a la federación de jóvenes afirma ―¿Existe una moral comunista?… Ciertamente sí, con frecuencia se pretende que no tenemos nuestra propia moral y más frecuentemente, la burguesía nos reprocha a nosotros, Comunistas, de renegar toda moral. Este es un medio de falsear los conceptos, de echar tierra a los ojos de los obreros y de los campesinos. ¿En qué sentido negamos la moral, negamos la ética? En el sentido predicado por la burguesía, la que deducía la moral de los mandamientos de Dios… Nosotros
negamos toda esa moral derivada de concepciones exteriores a la humanidad, exteriores a las clases… Nosotros afirmamos que nuestra moral está subordinada por entero a los intereses de la lucha de clases del proletariado… Nosotros decimos es moral lo que sirve
para destruir la antigua sociedad explotadora que está creando la nueva sociedad, la sociedad comunista… Cuando se nos habla de moral, nosotros decimos: para el comunista, la moral consiste por entero en la disciplina solidaria y coherente y en esa lucha consciente de las masas contra los explotadores. No creemos en la moral eterna y denunciamos todo tipo de fábulas engañosas acerca de la moral. La moral debe servir a la sociedad humana para superarse, para liberarse de la explotación del trabajo‖ .
El leninismo es un cuestionamiento de nuestras certezas más profundas, de aquellas en las que nos hemos criado: más que una identificación incondicional con no se sabe bien qué tipo de «extremismo», supone la «deconstrucción» del propio campo en el cual se distribuyen las distintas fuerzas en conflicto (y en el cual se puede clasificar lo normal y lo «extremo»). Un par de ejemplos. En El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo, obra que todo el mundo cree conocer con solo leer su título, Lenin combate tanto el conservadurismo como el aventurerismo izquierdista; pero esto no significa que su propuesta sea, como rezaba la doctrina estalinista, que la línea correcta del partido tenga que oscilar entre una y otra desde una política «de centro». El verdadero mensaje del texto es que el plano en el que hay que disponer la práctica política no es el de la frívola elección entre «izquierda» y «derecha» (como quien escoge té o café, azúcar o sacarina). Contra la metáfora espacial, lo que Lenin rescata es la lucha de clases – el capital de un lado, los trabajadores de otro – y una consecuente toma de partido por los intereses de clase de éstos. El segundo ejemplo que hay que citar es el de El Estado y la revolución: como en el caso anterior, lo que tenemos es la abolición de toda moral abstracta y de todo apriorismo, y el uso del Estado como herramienta subordinada a los intereses de la clase trabajadora y la hipótesis de su extinción en la medida en que dejase de ser necesario para llevar a cabo su función. En un caso como en otro, tenemos la plasmación más exacta de lo que Lenin, tal vez en un exceso, llega a llamar la «moral comunista» . Jacques Lacan formulaba la ética del psicoanálisis con el siguiente aforismo: no cedas en tu deseo. No dejes de ser sujeto deseante, no te rindas ante la satisfacción. La ética de Lenin, si se la puede llamar así, es justamente una ética del deseo, aunque se trate de un deseo revolucionario: no cedas en tus intereses de clase; sus últimos escritos, durante la etapa de la «edificación socialista», dedicados a proyectar el futuro desarrollo hacia la sociedad comunista, tienen que ver con esta ética que no se acomoda a los logros alcanzados – a la inversa, el periodo estalinista del «socialismo en un solo país» supone la vuelta a la autocomplacencia, tanto por conformarse con el socialismo (que no puede ser más que un medio más a tener en cuenta como tal, y por consiguiente imperfecto) como por regresar a las dimensiones de la política internacional clásica (basadas en el Estado-nación). Hay un interesante paralelismo entre la Escuela de Lacan y el Partido de Lenin: ambos personajes eran afectos a la escisión, a la disolución, incluso a ser excomulgados. Ambos lo fueron, de un modo o de otro, en vida o «en efigie», en lo cual tenemos que situarlos en la nada menospreciable compañía de otro gran excomulgado, literalmente hablando: Spinoza, el judío hereje de Ámsterdam. Persistir en el deseo significa que el objetivo no es alcanzar un equilibrio estable y satisfactorio, sino elevar el nivel del conflicto. Persistir en el deseo significa que la felicidad, la satisfacción, son imposibles; no hay descanso, no hay vacaciones: dejar de hacer política (rendirse en la consecución de esos intereses de clase) es perderlo todo, puede que por mucho tiempo.
LA CONCEPCIÓN DE ÉTICA Y MORAL SEGÚN CARLOS MARX.
Para Marx la ética es ideología pura con la única visión de legitimar lo que hay. Según Marx los seres humanos no necesitan una moral para ver transformado su mundo, necesitan que se transformen las condiciones de la humanidad en que vive la mayoría, víctima de la desigualdad y la injusticia. Para Marx no es la teoría sino la practica, el cambio de circunstancias reales, lo que eliminará ciertas ideas de las mentes humanas y así cambiar la moral de las personas. Para Marx la moral no será capaz de superar la alienación del hombre, sino que será preciso la transformación de las estructuras materiales que son realmente culpables de la enajenación de los seres humanos. Para Marx las ideas morales o filosóficas no contribuyen a superar este mundo, más bien lo consagran y lo justifican al no darse cuenta dc su procedencia. La Ley y la moral son, prejuicios burgueses derivados de interés burgueses con la única y exclusiva intención de perpetuar la riqueza en quien la posee. Los valores morales son los portavoces de los intereses de la clase dominante, Para Marx la transformación moral del mundo es pura mentira sino atiende fundamentalmente a la corrección de una distribución de la riqueza radicalmente injusta e inmoral.
Ética marxista La ética marxista considera los instintos biológicos no un límite ni el contenido sustancial, sino el punto de partida del desarrollo moral del hombre. Federico Engels planteo que el hombre es un animal capaz de salir por su trabajo del estado puramente animal; su estado normal es el que le corresponde a su conciencia y debe ser alcanzado por el mismo¨. El hombre es un ser natural cuya esencia es social.
ETICA MARXISTA Marx no fue precisamente un moralista. Marx tan sólo admitirá aquel sistema moral que se ponga del lado de la revolución y abra las puertas a la acción revolucionaria. Para ello Marx empieza hablándonos de ―la conciencia moral‖.
La conciencia moral es expresión de un conjunto de ideas, teorías, principios, concepciones, valoraciones, sentimientos y estados de ánimo por la que se rigen los hombres en sus relaciones entre sí y con la sociedad. Es al mismo tiempo, un conjunto de principios y normas que regulan la conducta moral, que incluyen conceptos tales como el bien, el mal, el deber, el honor, la responsabilidad, etc. Y busca también el modo de educar a las personas formando y fortaleciendo determinadas cualidades. El marxismo descubrió las verdaderas fuentes originarias de la moral, el carácter histórico y de clase, y el papel de la moral en el desarrollo de la sociedad. Para los defensores del marxismo, la ética marxista es la única capaz de poner al descubierto científicamente el origen, la esencia y las leyes de la moral, ya que se basa en la comprensión dialéctico-materialista de la historia. Sólo desde las posiciones del materialismo histórico se hace posible analizar la moral como un fenómeno social y comprender las doctrinas y sistemas éticos del pasado para emprender la formación de una moral comunista nueva. Al surgir la sociedad dividida en clases: la burguesía y el trabajador, los capitalistas elaboran concepciones propias de lo que son el bien y el
mal y se hacen portadores de una moral diferente. Ésta siempre defiende los intereses materiales de la clase dominante. Marx, por el contrario, condena la moral burguesa y propone una nueva moral, la moral proletaria o comunista. De todo esto se puede deducir que según Marx en la sociedad hay dos clases de moral que se enfrentan mutuamente: La capitalista burguesa y la moral proletaria-comunista.
La moral de la sociedad capitalista – burguesa. En la sociedad burguesa la moral trata de defender los intereses clasistas de la burguesía, trata de justificar la explotación del hombre por el hombre, el yugo nacional y de clase. En la sociedad burguesa, el proletariado está reducido a la condición de mercancía, a las leyes del mercado. Se compra y se vende en ese mercado, por lo tanto, está sometido a las fluctuaciones de la oferta y la demanda. Hablando de la situación del obrero en Inglaterra, dice Engels: “El proletario es puesto en una situación la más indigna e inhumana que un hombre pueda pensar. El esclavo, al menos, tiene asegurada su existencia por el propio interés de su señor; el siervo dispone, al menos, de un pedazo de tierra, del que vive; ambos tienen, al menos, una garantía para la pura existencia; pero el proletariado depende de sí mismo, y, con todo, se ve al mismo tiempo incapaz de utilizar sus fuerzas de suerte que pueda contar con ellas”. El obrero se ve forzado a vender sus fuerzas productivas a los propietarios de los medios de producción, y así está a merced de las contingencias del mercado, sin disponer de una garantía para su vida.”
El principio fundamental de la moral capitalista y burguesa es el culto y respeto a la propiedad privada. Los mismos hombres no se valoran por lo que son, sino por lo que tienen. Todo se convierte en objeto de compraventa, la ley suprema del mundo capitalista; hasta los valores más humanos se pueden, también, comprar y vender. Se compra y se vende la conciencia y los valores como el honor, el amor, la dignidad, la belleza, el talento, etc... La ambición de ganancia y de riqueza sin límites es la nota dominante del mundo burgués, y como consecuencia de ella, la explotación del trabajo. No se repara en la elección de los medios, siempre que éstos conduzcan al fin supremo de la ganancia y al enriquecimiento. Incluso la propagación y explotación del vicio y del crimen se justifican con su rentabilidad. Así, son rasgos de la moral burguesa,
contravalores como: la intriga, el soborno, la calumnia, el cálculo, los negocios deshonestos, la prostitución, la depravación sexual, el egoísmo, el individualismo, la hipocresía, el antihumanismo, el vandalismo y un largo etc... La medida principal de la dignidad del hombre en la sociedad burguesa es el dinero. La posición social del hombre y el respeto hacia él se determinan por el peso de su billetera. La degradación moral y el amoralismo son propios de la clase burguesa. La sed insaciable de ganancias empuja a los burgueses a cometer los crímenes más bajos. El espíritu de individualismo, del interés propio, las ansias de lucro, la enemistad y la competencia, son la esencia de la moral capitalista burguesa. La moral capitalista transmite una visión de la realidad y del hombre que no concuerda con la realidad. Por ejemplo, la religión ofrece un mensaje de obediencia (a los poderes) y de resignación, que impide la realización actual del hombre, y le promete una realización futura en el más allá. La moral supone unas normas de conducta que siempre favorecen a la clase dominante, etc. Todo eso pasa porque la verdadera dignidad del hombre la produce el trabajo con el que transforma la naturaleza. Pero el fruto del trabajo, en la economía capitalista, no le pertenece y se le priva, así, de sí mismo, está alienado. En vez de ser un hombre, se transforma en un producto que se vende en el mercado. Eso lleva a que unos hombres exploten a otros. La explotación el hombre por el hombre, sobre la cual se ha erigido la sociedad burguesa, constituye la burla más brutal de la moral. Ya en el seno de la sociedad capitalista en oposición abierta a la moral burguesa surge la moral proletaria-comunista como forma cualitativamente superior de las relaciones humanas
La moral proletaria-comunista La sociedad capitalista ha creado y desarrollado la masa proletaria, es decir, su enemigo, que tratará de destruir el sistema capitalista. Esta clase tiene una moral propia, diferente de la moral burguesa. Dice Lenín: ―nuestra ética tiene por punto de partida los intereses de la lucha de clases del proletariado‖. La moral comunista es la más progresista y humanitaria que se impone a la moral de las clases explotadoras y es a la vez continuación directa de las normas humanitarias, que han sido elaboradas a través de la historia por las masas populares en la lucha contra la explotación y los vicios morales. La moral proletaria no expresa los intereses de un puñado de explotadores, sino de la mayoría absoluta de los miembros de la sociedad y de los intereses de todos los trabajadores.
Es una moral nueva, que expresa la colaboración y ayuda mutua entre los hombres, destinada a asegurar la felicidad y el bienestar de todos los miembros de la sociedad. Ésta constituye la forma suprema de moral, porque contiene normas y reglas que sirven a la gran causa de la liberación del hombre de la explotación y la opresión. Dicha moral se forja en la lucha de clases contra la burguesía. El Papel histórico del proletariado como sepulturero del capitalismo requiere que el proletariado adquiera valores morales que ayuden a su obra liberadora: solidaridad, unidad, cohesión, resistencia, heroísmo en el cumplimiento del deber de clase y fidelidad sin reservas a la causa del comunismo. Las bases de la moral proletaria proceden de la propia naturaleza del régimen socialista, de su base económica: la propiedad social sobre los medios de producción. La propiedad social une a los hombres, les brinda la posibilidad de vivir y trabajar sobre la base de la amistad fraterna, el respeto mutuo y la cooperación. De aquí surge el principio más importante de la moral comunista : el colectivismo y la ayuda mutua entre los hombres. Ello significa que lo principal en el comportamiento del individuo debe ser el servicio en bien de la sociedad en su conjunto. El requisito más importante de esta nueva moral es la preocupación por el bien del pueblo, por el desarrollo integral de la personalidad humana en el socialismo. El hombre y sus necesidades constituyen el objetivo de la producción socialista. La aspiración a ser útil para la sociedad, para su pueblo. La moral comunista resuelve, sobre la base del principio del colectivismo , el problema del deber, de la conciencia y el honor. La persona que tiene una alta conciencia del deber y el honor es intransigente ante las infracciones de los intereses sociales. Otro principio importante es el amor al trabajo , ver el trabajo como un deber y un motivo de honor para todos y cada uno de los miembros de la sociedad, que es la fuente de la riqueza social y del bienestar personal de los miembros de la sociedad socialista. Por eso, el trabajo consciente en beneficio de la sociedad y la preocupación de cada individuo por la conservación y multiplicación del patrimonio público son los requisitos más importantes de la moral comunista. Una condición importante de la nueva moral es el internacionalismo proletario, el patriotismo socialista y el humanismo. Engels pinta al proletariado revestido de virtudes y carismas que no
existen en el hombre burgués: a) El proletario es humano, mientras el burgués es esencialmente inhumano. Para el proletario, todo hombre es un hombre, mientras que para el burgués el hombre no es hombre, y no lo trata como tal. b) El proletario encierra la virtud de la fraternidad y solidaridad, que se desarrolla en la lucha contra el capitalismo, mientras el mundo burgués es esencialmente individualista y egoísta. c) El proletario necesita dinero, pero no existe en él culto al dinero, la reverencia ante el dinero. d) Por ello, el trabajador tiene más capacidad de percepción en relación con el bien común, mientras el criterio del burgués es el interés particular. La moral proletaria pondrá remedio a la corrupción burguesa que carcome la sociedad actual. Concluimos por lo tanto que Marx busca una moral que acelere el movimiento revolucionario y sea eficaz para el propósito que él se ha propuesto. Su teoría se dirige especialmente a las masas, por cuanto en ellas existe un poder capaz de vencer el poder capitalista: “La teoría se convertirá en poder material tan pronto como conquiste a las masas”. El sistema capitalista terminará devorándose a sí mismo y surgirá la humanidad feliz, sin explotadores ni explotados.
Etica comunista Descripción: Estudio sobre la doctrina de la naturaleza social de la moral, de sus valoraciones y de sus leyes, que muestran las posibilidades y condiciones para concretar sus postulados en la vida social. El autor expone sus planteamientos en tres apartados: La noción comunista de la ética; El contenido de la moral comunista; y la Valoración crítica de la ética comunista.
ENGELS, FEDERICO (1820-1895): uno de los fundadores del marxismo, jefe y maestro del proletariado internacional, amigo y colaborador de Marx. En los primeros años de la década de 1840, Engels abandona las posiciones de demócrata revolucionario, y cumple el tránsito al comunismo científico. Engels contribuyó con una aportación valiosísima a elaborar todas las partes integrantes del marxismo: la filosofía, la economía política y el comunismo científico. Se encontró con Marx en 1844; con él dirigió el movimiento obrero revolucionario y creó la nueva doctrina revolucionaria. “No es posible comprender el marxismo ni es posible exponerlo coherentemente sin tener en cuenta todas las obras de Engels” (V. I. Lenin). En 1844 publicó Engels en los “Anales franco -alemanes” su primer trabajo sobre economía política: “Esbozo de una crítica de la economía política”. Marx lo calificó de ensayo genial sobre la economía política proletaria. En este trabajo se analizan los fenómenos y contradicciones fundamentales del capitalismo desde el punto de vista del proletariado revolucionario, se someten a crítica las concepciones de los representantes de la economía política burguesa y a los apologistas directos del capital (Malthus y otros). En 1845, Engels dio a la luz el libro “La situación de la clase obrera en Inglaterra”, en el que trazó un cuadro estremecedor de las penalidades de la clase obrera. Al mismo tiempo mostró, por primera vez, que el proletariado no es sólo una clase que sufre: su dura situación económica le obliga a luchar por su emancipación derrocando el régimen capitalista. En 1845-1846 Engels escribió con Marx “La ideología alemana”, libro en que por primera vez se hace una amplia exposición de los principios fundamentales del comunismo científico. En esta obra, se enuncia la idea de que las formaciones sociales se suceden unas a otras en virtud de determinadas leyes, se demuestra que el hundimiento del capitalismo es inevitable, se explica que el proceso del desarrollo social se basa en el desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción. En 1847, Engels escribió “Principios del comunismo”, proyecto de programa de la “Liga de los comunistas”. Estos “Principios’’ sirvieron de base para el “Manifiesto del Partido Comunista” (1848), redactado por Marx y Engels, donde el marxismo aparece como una concepción coherente del
mundo y como una unidad integrada por la economía política, la filosofía y el socialismo científico.
En la elaboración teórica del marxismo y en su defensa desempeñó un papel muy importante la obra de Engels “Anti—Dühring” (1878). Escrita como trabajo polémico contra el ideólogo burgués E. Dühring, contiene una exposición multilateral del marxismo. En la segunda parte del libro (“Economía política”) y partiendo de la doctrina económica de Marx, Engels define el objeto y el método de la economía política, pone de manifiesto el papel revolucionario de las fuerzas de vanguardia en el tránsito de la vieja a la nueva sociedad, muestra la conexión recíproca existente entre la economía y el poder político, analiza el origen de las clases y las premisas económicas de la revolución socialista. Engels expone, asimismo, la concepción marxista del valor, de la plusvalía, del trabajo simple y complejo del capital, de la renta del suelo y del dinero. El capítulo X del “Anti Dühring” se debe a la pluma de Marx, quien tr ata en él de algunos problemas concernientes a la historia de la economía política. En la tercera parte (“Socialismo’’), Engels caracteriza los rasgos principales de la futura sociedad comunista, cuyo establecimiento constituye, para la humanidad, el salto del reino de la necesidad al reino de la libertad. En la “Dialéctica de la naturaleza’’ (obra escrita entre 1873 -1882, publicada en 1925), Engels demostró que el trabajo desempeñó el papel decisivo en el nacimiento, desarrollo y perfeccionamiento del homb re y de la sociedad humana. En 1884, escribió “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”, libro considerado por Lenin como una de las obras fundamentales del socialismo moderno. En este trabajo, Engels explicó, desde un punto de vista marxista, la sociedad primitiva, el origen y desarrollo de la división social del trabajo, de la producción mercantil, de la propiedad privada y del Estado. Engels ayudó sistemáticamente a Marx en su labor sobre “El Capital”. Después de la muerte de Marx (1883), Engels dirigió durante 10 años el movimiento obrero internacional y llevó a cabo una labor gigantesca en la preparación para la prensa de los tomos II y III de “El Capital’’ (el tomo II se editó en 1885; el III, en 1894). “En realidad, estos dos tomos de “El Capital” son el trabajo de dos hombres: de Marx y Engels” (V. I, Lenin). Engels formuló una serie de ideas profundas sobre las nuevas peculiaridades del capitalismo en el bosquejo de “La bolsa”, en las notas complementarias al tomo III de “El Capital” y en otros trabajos. Es muy importante el libro de Engels “El problema campesino en Francia y en Alemania” (1894), en el que se da un gran paso adelante en el estudio del problema campesino. Engels hizo hincapié en la necesidad de atraer a los campesinos al lado del proletariado en los países de población campesina importante, y ello como condición capitalísima para la conquista del poder político. También señaló cuál iba a ser la política del futuro Estado proletario respecto a los campesinos. Engels demostró la necesidad de pasar de la pequeña economía campesina privada a la economía colectiva, y subrayó que este paso no se ha de realizar por la fuerza, sino por medio del ejemplo y de la ayuda social. A la vez que indicó la necesidad de expropiar la gran propiedad territorial y la propiedad industrial capitalista, admitió la posibilidad de que se indemnizaran. La gran doctrina revolucionaria creada por Marx y Engels ha sido desarrollada en nuevas condiciones históricas, por Lenin, y en la época actual la
desarrollan y enriquecen los partidos marxistas-leninistas. El nombre de Federico Engels goza de un respeto y un cariño infinitos entre los trabajadores de todo el mundo.
Engels nació en 1820, en la ciudad de Barmen, provincia renana del reino de Prusia. Su padre era fabricante. En 1838, se vio obligado por motivos farniliares, antes de terminar los estudios secundarios, a emplearse como dependiente en una casa de comercio de Bremen. Este trabajo no le impidió ocuparse de su capacitación científica y política. Cuando era todavía estudiante secundario, llegó a odiar la autocracia y la arbitrariedad de los funcionarios. El estudio de la filosofía lo llevó aún más lejos. En aquella época predominaba en la filosofía alemana la doctrina de Hegel, de la que Engels se hizo partidario. A pesar de que el propio Hegel era admirador del Estado absolutista prusiano, a cuyo servicio se hallaba como profesor de la Universidad de Berlín, su doctrina era revolucionaria. La fe de Hegel en la razón humana y en los derechos de ésta, y la tesis fundamental de la filosofía hegeliana, según la cual existe en el mundo un constante proceso de cambio y desarrollo, condujeron a los discípulos del filósofo berlinés que no querían aceptar la realidad, a la idea de que la lucha contra esa realidad, la lucha contra la injusticia existente y el mal reinante procede también de la ley universal del desarrollo perpetuo. Si todo se desarrolla, si ciertas instituciones son remplazadas por otras, ¿por qué, entonces, deben perdurar eternamente el absolutismo del rey prusiano o del zar ruso, el enriquecimiento de una ínfima minoría a expensas de la inmensa mayoría, el dominio de la burguesía sobre el pueblo? La filosofía de Hegel hablaba del desarrollo del espíritu y de las ideas: era idealista. Del desarrollo del espíritu deducía el de la naturaleza, el del hombre y el de las relaciones entre los hombres en la sociedad. Marx y Engels conservaron la idea de Hegel sobre el perpetuo proceso de desarrollo *, y rechazaron su preconcebida concepción idealista; el estudio de la vida real les mostró que el desarrollo del espíritu no explica el de la naturaleza, sino que por el contrario conviene explicar el espíritu a partir de la naturaleza, de la materia. . . Contrariamente a Hegel y otros hegelianos, Marx y Engels eran materialistas. Enfocaron el mundo y la humanidad desde el punto de vista materialista, y comprobaron que, así como todos los fenómenos de la naturaleza tienen causas materiales, así
también el desarrollo de la sociedad humana está condicionado por el de fuerzas materiales, las fuerzas productivas. Del desarrollo de estas últimas dependen las relaciones que se establecen entre los hombres en el proceso de producción de los objetos necesarios para satisfacer sus necesidades. Y son dichas relaciones las que explican todos los fenómenos de la vida social, las aspiraciones del hombre, sus ideas y sus leyes. El desarrollo de las fuerzas productivas crea las relaciones sociales, que se basan en la propiedad privada; pero hoy vemos también cómo ese mismo desarrollo de las fuerzas productivas priva a la mayoría de toda propiedad para concentrarla en manos de una ínfima minoría. Destruye la propiedad, base del régimen social contemporáneo, y tiende por sí mismo al mismo fin que se han planteado los socialistas. Estos sólo deben comprender cuál es la fuerza social que por su situación en la sociedad contemporánea está interesada en la realización del socialismo, e inculcar a esa fuerza la conciencia de sus intereses y de su misión histórica. Esta fuerza es el proletariado. Engels lo conoció en Inglaterra, en Manchester, centro de la industria inglesa, adonde se trasladó en 1842 para trabajar en una firma comercial de la que su padre era accionista. Engels no se limitó a permanecer en la oficina de la fábrica, sino que recorrió los sórdidos barrios en los que se albergaban los obreros y vio con sus propios ojos su miseria y sufrimientos. No se limitó a observar personalmente; leyó todo lo que se había escrito hasta entonces sobre la situación de la clase obrera inglesa y estudió minuciosamente todos los documentos oficiales que estaban a su alcance. Como fruto de sus observaciones y estudios apareció en 1845 su libro La situación de la clase obrera en Inglaterra. Ya hemos señalado más arriba cuál fue el mérito principal de Engels como autor de dicho libro. Es cierto que antes que él muchos otros describieron los padecimientos del proletariado y señalaron la necesidad de ayudarlo. Pero Engels fue el primero en afirmar que el proletariado no es sólo una clase que sufre, sino que la vergonzosa situación económica en que se encuentra lo impulsa inconteniblemente hacia adelante y lo obliga a luchar por su emancipación definitiva. Y el proletariado en lucha se ayudará a sí mismo. El movimiento político de la clase obrera llevará ineludiblemente a los trabajadores a darse cuenta de que no les queda otra salida que el socialismo. A su vez, éste sólo será una fuerza cuando se convierta en el objetivo de la lucha política de la clase obrera. Estas son las ideas fundamentales del libro de Engels sobre la situación de la clase obrera en Inglaterra, ideas que todo el proletariado que piensa y lucha ha hecho suyas, pero que entonces eran completamente nuevas. Fueron expuestas en un libro c autivante en el que se describe del modo más fidedigno y patético las penurias que sufría el proletariado inglés. La obra constituía una terrible acusación contra el capitalismo y la burguesía. La impresión que produjo fue muy grande. En todas partes comenzaron a citar la obra como el c uadro que mejor representaba la situación del proletariado contemporáneo. Y en efecto, ni antes de 1845, ni después, ha aparecido una descripción tan brillante y veraz de los padecimientos de la clase obrera.
CARLOS MARX , ENGEL Y LENNIN Para terminar este pequeño artículo, que pretende exponer sucintamente las ideas de Marx y las implicaciones de éstas en el campo de la ética, tendremos que afirmar que para Marx mientras el hombre no haya organizado el mundo humanamente, es decir, en una sociedad más libre, más justa en el que el individuo social esté en armonía dinámica con la sociedad, situación que no descarta el conflicto, la sociedad humana asumirá formas inhumanas, alienadas y alienantes. Partiendo de lo anteriormente expuesto se puede afirmar que para Marx no existe una moral absoluta, no existen verdades eternas, las nociones del bien y mal cambian de un tiempo a otro de una época a otra, incluso llegan en ocasiones a contradecirse, como un sí y un no, afirma que ―toda teoría moral que ha existido hasta hoy es el producto, en última instancia,
de la situación económica de cada sociedad. Y como la sociedad se ha movido hasta ahora en contraposiciones de clase, la moral fue siempre una moral de clase; o bien justificaba el dominio y los intereses de la clase dominante, o bien en cuanto la clase oprimida se hizo lo
suficientemente fuerte, representó la irritación de los oprimidos contra aquel dominio y los intereses de dichos oprimidos orientados al futuro.‖… ―La desrelativización de la moral
sólo es posible en una sociedad en la cual la explotación del hombre por el hombre ya no sea una realidad omniabarcante que atraviesa todas las esferas de la vida social e individual‖ (19).
En otro texto, no menos famoso, Engels, el entrañable amigo y colaborador de Marx, afirma que: ―una moral verdaderamente humana que esté por encima de las
contraposiciones de clase, y por encima del recuerdo de ellas, no será posible en un estadio social que no sólo haya superado la contraposición de clases, sino que la haya además olvidado para la práctica de la vida‖ (20).
En un texto conjunto, como casi toda su obra, Marx y Engels sostienen, en su momento, como estrategia política nacida de la realidad concreta, que ―los comunistas no predican moral alguna‖ (21). La moral de los comunistas es una moral revolucionaria que busca
reivindicar el sentido pleno de lo humano desalienado, humanizado, plenamente libre, en una sociedad plenamente humana, desalienada y libre (22). En la antigüedad, en el siglo IV a. c. Aristóteles en su política había estudiado las causas de la revolución y había encontrado que en última instancia éstas se producían por la injusticia en la sociedad, al no tratar a los iguales como iguales, allí afirma que: ―La desigualdad es
siempre, lo repito, la causa de las revoluciones cuando no tienen ninguna compensación los que son víctimas de ella… la revoluciones se h acen para conquistar la igualdad‖ (23). En el siglo XIX, Marx piensa, en ―una glosa crítica para un artículo sobre los prusianos‖, que: ―una revolución se encuentra en el punto de partida del todo porque… es una protesta
contra la vida deshumanizada, porque parte del punto de partida del individuo real particular, porque el carácter genérico, contra cuya separación reacciona el individuo, constituye el verdadero carácter genérico del hombre, la esencia humana‖ (24). Es decir,
podríamos afirmar que para Marx el asunto de una revolución es una cuestión ética fundamental en la que se juega lo humano de la humanidad; ella es al mismo tiempo una protesta contra la inhumanidad y simultáneamente una búsqueda de mayor humanización. La vida buena o el vivir bien, euzoia, humanamente, con felicidad, es decir con eudemonía, se da en la sociedad comunista del futuro en la cual la prehistoria humana de la explotación del hombre por el hombre haya terminado y comience la verdadera historia humana, en la cual el hombre sea para el hombre. Afirman Marx y Engels: ―Para nosotros, el comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal al que haya de sujetarse la realidad. Llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera el estado de cosas actual (25). Lenin, más adelante, en 1920, frente a la federación de jóvenes afirma ―¿Existe una moral comunista?… Ciertamente sí, con frecuencia se pretende que no tenemos nuestra propia
moral y más frecuentemente, la burguesía nos reprocha a nosotros, Comunistas, de renegar toda moral. Este es un medio de falsear los conceptos, de echar tierra a los ojos de los obreros y de los campesinos. ¿En qué sentido negamos la moral, negamos la ética? En el sentido predicado por la burguesía, la que deducía la moral de los mandamientos de Dios…
Nosotros negamos toda esa moral derivada de concepciones exteriores a la humanidad, exteriores a las clases… Nosotros afirmamos que nuestra moral está subordinada por entero a los intereses de la lucha de clases del proletariado… Nosotros decimos es moral lo que
sirve para destruir la antigua sociedad explotadora que está creando la nueva sociedad, la sociedad comunista… Cuando se nos habla de moral, nosotros decimos: para el comunista,
la moral consiste por entero en la disciplina solidaria y coherente y en esa lucha consciente de las masas contra los explotadores. No creemos en la moral eterna y denunciamos todo tipo de fábulas engañosas acerca de la moral. La moral debe servir a la sociedad humana para superarse, para liberarse de la explotación del trabajo‖ (26). La ética marxista es una ética que busca la realización de ―la vida buena‖, no del hombre en
abstracto como ser genérico sino la vida buena, el vivir bien del hombre concreto, en las situaciones históricas y sociales concretas y en condiciones económicas concretas, en donde el hombre se genera y se regenera permanentemente. Para terminar diremos que uno de los sueños de Marx, es el de una gran ciencia, la ciencia del hombre, la cual en el fondo sería un conocimiento transformador profundamente ético, en ella el individuo, en una nueva sociedad, supera la alienación como fenómeno social y vive de una forma plenamente humana como un ―individuo social‖, con su dimensión
ecuménica (27), que es el desarrollo de su dimensión absolutamente humana. Así pues, para concluir diremos, Marx y el marxismo, bien entendido, es un humanismo, es decir, toda una propuesta ética, que busca construir de forma activa una vida buena para el ser humano, de ahí que no se conforma con enunciar la patología de la sociedad histórica sino que busca implementar la terapéutica adecuada para posibilitar la vida del hombre, del individuo social en plenitud, es decir, en interretrorelación constructiva y posibilitante con la sociedad, es decir, con sus congéneres así como en relación codialogante con su entorno, su ecosistema, buscando la liberación plena del ser humano a nivel individual, social y de la humanidad entera.
LA ÉTICA SEGÚN MARX Y ENGELS Parece que no es muy abundante el tratamiento en los escritos de Marx a cuestiones éticas o morales. No obstante, la concepción materialista histórica tiene gran importancia para la ética. Como es sabido, la relaciones materiales (socioeconómicas) de producción son la base, en el pensamiento de Marx y Engels (y, posteriormente, en que se denomina marxismo-leninismo) sobre la cual se produce la superestructura jurídica y política; a ella le corresponden las distintas formas de conciencia social, y entre ellas también se encuentra la moral. Según esta perspectiva, en todo periodo histórico surgen según las formas de producción, de forma directa o indirecta, las costumbres y los usos, que luego determinan los modos de vida de las personas. Es por eso que los cambios en las relaciones materiales llevan a nuevas costumbres y usos. Éstas, entran en conflicto con las normas ya existentes, entendiendo que las nuevas forman parte de los intereses de la clase ascendente. No es que los ideólogos creen la moral perteneciente a su clase social, sino que unicamente fijan las normas morales con las que se motiva a los integrantes de una clase en base a sus intereses materiales y de relaciones sociales. En definitiva, a la clase dominante de una determinada
sociedad, le interesa imponer su moral a la correspondiente clase oprimida; ello solo se produce si los dominados no son conscientes de su situación y, recordemos la importancia de la historia en el pensamiento marxista, de su vocación histórica. La clase oprimida, si obtiene esa consciencia, acaba alzándose contra la clase dominante desarrollando nuevas normas, costumbres y comportamiento; es lo que llamamos revolución. Si por un tiempo conviven dos tipos de normas, la clase revolucionaria acaba rechazando las normas que ya no le son útiles y aceptando las que corresponden a las nuevas relaciones que surgen, y añadiendo posteriormente aquellas que demandan la nueva situación económica y su propia situación en la sociedad. Por lo tanto, en la tradición marxista las relaciones económicas son también el fundamento de la moral, aunque es obvio que esa relación de dependencia no se manifieste siempre de forma clara y sencilla. La conciencia no avanza siempre al mismo ritmo que la realidad (los hábitos y la tradición); las diferentes expresiones políticas y culturales (lo que el marxismo denomina superestructura) ejercen con frecuencia un influjo paralizador. En un círculo algo vicioso, en el que hay salvar siempre la libertad y la dignidad humanas (tal vez, alejándonos del marxismo), como las formas de conciencia son también elementos que forma parte de la superestructura, dependerían igualmente de las relaciones económicas de la sociedad. Como resulta evidente, y coincidiendo en gran parte con el anarquismo, estamos ante una visión que niega toda fundamentación de la moral por encima de la historia y de la sociedad; del mismo modo, y esta es una de las polémicas habituales en la filosofía ética, se niega toda validez universal y atemporal (derivadas habitualmente de la divinidad, de lo absoluto, de la naturaleza humana, entre otras fuentes). Lo que es válido moralmente en una época, puede ser inmoral en otro, como demuestra la existencia de la esclavitud durante siglos y su abolición final (inaugurando nuevas formas de servidumbre económica, por supuesto). Aunque es obvio que la tradición marxista admite la relatividad de la moral, no se habla de arbitrariedad ni de dependencia de la voluntad del individuo; no parece que haya sitio para la subjetivida, ya que se sostiene que la moral de una clase o de la sociedad es necesaria y objetiva, determinada por las relaciones económicas. Estamos ante una visión evolucionista que ha descubierto las leyes de la historia, y también del progreso de la moral: la moral primitiva cedió su lugar a la que defendía la esclavitud, ésta dio paso a la correspondiente a la sociedad feudal, que a su vez cedió ante la moral burguesa. Es la sociedad burguesa y su correspondiente moral, con sus contradicciones basadas en la propiedad privada, el trabajo asalariado y la explotación del hombre por el hombre, la que dejará su lugar a la moral comunista inherente al proletariado y caracterizada por el fin de las clases sociales. Es esta característica, de forma paradójica, la que acaba convirtiendo la moral comunista en universal y humana. Aceptando la importancia del pensamiento marxista, se trata de una visión muy rígida que, como es obvio, ha fracasado en aquellos regímenes que se han dicho basados en su doctrina (con todo lo que eso tiene de relativo, ya que se confunde el pensamiento de Marx y Engels con el de Lenin). La tradición libertaria, también en cuestiones morales, ha sido mucho más flexible y humanista, no ha sucumbido ante la objetividad ni ante la historia. De hecho, el primer pensador netamente anarquista, Proudhon, realiza una importante aportación a la historia de la ética, declarando que la base de las normas morales está en los conceptos de la justicia y de la igualdad. El filósofo francés, negador por supuesto de toda base religiosa o metafísica para la moral, afirmó que es necesario estudiar la vida de las sociedades y
descubrir aquellos principios cohesionadores. Estamos hablando de una época donde se empieza a consolidar una visión que aparta definitivamente a la religión. Aunque Proudhon y Marx inauguran la primera gran disputa dentro del socialismo, entre autoritarios y antiautoritarios, coinciden en algunos aspectos como es el hecho de la igualdad económica como base de la moral. El francés insistirá también en la igualdad de derechos, por lo que su visión es más amplia y difiere notablemente al no aceptar una subordinación a lo económico. Esto es así porque Proudhon asocia el derecho y la igualdad económica al valor personal, un sentido desarrollado en las personas que se completa con la aceptación de la misma dignidad en los demás. La moral anarquista se empieza a construir sobre las bases de aceptar la particularidad de cada personalidad y del respeto mutuo. Proudhon no cae en un concepto trascendente de la justicia, base de la moral, ni tampoco la considera algo innato en el hombre; la posibilidad del desarrollo moral, del reconocimiento de la dignidad propia y de la del semejante, aunque forme parte de la estructura síquica humana, solo es posible gracias a la educación y a la experiencia social. No obstante, la visión de Proudhon es también hija de su tiempo, ya que la confianza en el progreso es excesiva, aunque con mayor amplitud de miras, ya que no observa solo la evolución de las relaciones materiales y no subordina a ellas todas las otras facetas humanas. Para ir abriendo boca, he dedicado alguna de las últimas entradas a la historia y las problemáticas de la ética, y he dedicado gran parte de ésta a ese gran pensador que, a pesar de todo, fue Marx. Es tremendamente interesante seguir indagando en la tradición libertaria, para comprender que aquella primera concepción de las normas morales, que podemos llamar humanista y evolucionista, no hay que verla de forma constreñida. El anarquismo está siempre obligado a ampliar su horizonte, a mostrarse flexible poniendo a prueba sus aportaciones en cada tiempo y en cada sociedad, sin sucumbir ante ninguna fuerza que trascienda lo humano.
LENIN ¿Por qué hay que leer a Lenin? ¿Por qué proponemos aquí una lectura de Lenin en vez de, por ejemplo, de Marx? La elección no es por supuesto arbitraria. Está claro que toda lectura de Lenin presupone una previa lectura de Marx, y especialmente del Marx de El capital. Más aún, toda lectura de Marx tiene que comenzar por El capital – para no caer en los humanismos de cierta lectura, por ejemplo la lectura otrora de moda de los Manuscritos de 1844.
Pero sí que podemos apuntar una idea, la de que Lenin añade algo a Marx: y es justamente lo que le añade lo que ha de ser objeto de estudio. ¿Por qué Marx ha podido ser «revisado», y Lenin no? ¿Cuál es el núcleo del
pensamiento leniniano que, a pesar de los generales malentendidos, resulta claramente incontrovertible – imposibilitando toda tarea de asimilación y digestión de su trabajo – ? O como diría Zizek, ¿cuál es el núcleo del pensamiento leniniano que toca lo Real (traumático)? Y es que, guste o no (y guste o no, en primer lugar, a sus intérpretes estalinistas), Lenin propone una cierta lectura de Marx, una lectura que pone en primer plano el elemental propósito emancipatorio del marxismo, que lo convierte en una magnífica herramienta de subversión: ni capitalismo, ni socialdemocracia, ni tampoco socialismo – sino comunismo. Pero vayamos por partes.
Derrida hablaba de cómo lo realmente incómodo de ciertos autores está en no atenerse a los registros esperados (y bien fortificados por la Academia): así el propio Derrida es incómodo al entrecruzar el estilo literario con el filosófico (al negar por tanto el límite entre literatura y filosofía), como Sade es incómodo no por escribir literatura libertina (que constituía todo un género en la Francia de su tiempo) ni por hacer filosofía (que de hecho suele plagiar a los ilustrados ateos), sino por mezclar de manera inquietante la pornografía más contundente con disertaciones sobre, verbigracia, la existencia de Dios.
Y Althusser es precisamente quien da en el blanco cuando en su Lenin y la filosofía nos pone sobre la pista: Lenin es incómodo por mezclar la filosofía y la política. Lenin hace filosofía, pero no hace la filosofía que se espera que haga un filósofo:
La verdadera cuestión se refiere justamente a esa práctica tradicional, que Lenin vuelve a poner en entredicho al proponer una práctica completamente distinta de la filosofía.
Una práctica de la filosofía que conlleva según Althusser un conocimiento, una Teoría (materialismo dialéctico) que tiene por objeto a la propia práctica
teórica (incluida la misma filosofía, y es ahí donde le duele a ésta). Pero sobre todo, lo que colma el vaso es ¡¡que Lenin es un político!! ¿Cómo puede la filosofía soportar la idea de tener algo que aprender no ya de un filósofo, sino de un político? Y añadiríamos nosotros: lo peor del caso es que ni siquiera es puramente un político.
Cuando Lenin, el 4 de abril de 1917, lee sus famosas tesis, ¿quién habla, el político o el filósofo? ¿Un político que en medio de la explosión de libertades de la primera revolución de febrero parece volverse loco (no lo digo yo, lo dice la misma Krupskaya) y en vez de hacer lo que se esperaba de él, hacer «política» y luchar por unas «elecciones libres», presenta ¡unas tesis!, delirantes en palabras de Plejanov, en las que caracteriza esa misma libertad, la ausencia de violencia contra las masas, y «la confianza inconsciente de éstas en el gobierno de los capitalistas, de los peores enemigos de la paz y del socialismo» , como los elementos constitutivos de la transición desde la primera etapa de la revolución (la de completa sumisión del proletariado) a su segunda etapa, la que pone todo el poder en manos del proletariado y el campesinado? ¿O un filósofo que «malinterpretó» la Lógica de Hegel y en vez de, una vez más, «hacer lo que cabría esperar» de un filósofo (al cabo, que se esté quietecito, que filosofe cuanto quiera pero no saque los pies del tiesto) tomó un tren sellado a través de Alemania para leer un panfleto que hablaba de revolución? Porque incluso así dicho, ni la filosofía del político ni la política del filósofo entran en los cánones preestablecidos.
El leninismo es un cuestionamiento de nuestras certezas más profundas, de aquellas en las que nos hemos criado: más que una identificación incondicional con no se sabe bien qué tipo de «extremismo», supone la «deconstrucción» del propio campo en el cual se distribuyen las distintas fuerzas en conflicto (y en el cual se puede clasificar lo normal y lo «extremo»). Un par de ejemplos. En El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo, obra que todo el mundo cree conocer con solo leer su título, Lenin combate tanto el conservadurismo como el aventurerismo izquierdista; pero esto no significa que su propuesta sea, como rezaba la doctrina
estalinista, que la línea correcta del partido tenga que oscilar entre una y otra desde una política «de centro». El verdadero mensaje del texto es que el plano en el que hay que disponer la práctica política no es el de la frívola elección entre «izquierda» y «derecha» (como quien escoge té o café, azúcar o sacarina). Contra la metáfora espacial, lo que Lenin rescata es la lucha de clases – el capital de un lado, los trabajadores de otro – y una consecuente toma de partido por los intereses de clase de éstos. El segundo ejemplo que hay que citar es el de El Estado y la revolución: como en el caso anterior, lo que tenemos es la abolición de toda moral abstracta y de todo apriorismo, y el uso del Estado como herramienta subordinada a los intereses de la clase trabajadora y la hipótesis de su extinción en la medida en que dejase de ser necesario para llevar a cabo su función.
En un caso como en otro, tenemos la plasmación más exacta de lo que Lenin, tal vez en un exceso, llega a llamar la «moral comunista» . Jacques Lacan formulaba la ética del psicoanálisis con el siguiente aforismo: no cedas en tu deseo. No dejes de ser sujeto deseante, no te rindas ante la satisfacción. La ética de Lenin, si se la puede llamar así, es justamente una ética del deseo, aunque se trate de un deseo revolucionario: no cedas en tus intereses de clase; sus últimos escritos, durante la etapa de la «edificación socialista», dedicados a proyectar el futuro desarrollo hacia la sociedad comunista, tienen que ver con esta ética que no se acomoda a los logros alcanzados – a la inversa, el periodo estalinista del «socialismo en un solo país» supone la vuelta a la autocomplacencia, tanto por conformarse con el socialismo (que no puede ser más que un medio más a tener en cuenta como tal, y por consiguiente imperfecto) como por regresar a las dimensiones de la política internacional clásica (basadas en el Estado-nación). Hay un interesante paralelismo entre la Escuela de Lacan y el Partido de Lenin: ambos personajes eran afectos a la escisión, a la disolución, incluso a ser excomulgados. Ambos lo fueron, de un modo o de otro, en vida o «en efigie», en lo cual tenemos que situarlos en la nada menospreciable compañía de otro gran excomulgado, literalmente hablando: Spinoza, el judío hereje de Ámsterdam. Persistir en el deseo significa que el objetivo no es alcanzar un equilibrio estable y satisfactorio, sino elevar el nivel del conflicto. Persistir en el deseo significa que la