Bob Mandel
(Dos corazones son mejor que uno
©
Par Pa r a e n c o n t r a r y mantener una relación ¡lena de amor, creativa y duradera
Bob Mandel
os os co corazones son me mejor que uno Neo Person © Madrid
Primera edición: noviembre 1994 Segunda edición: septiembre 1997
Título original: Two hearts are better than one Publicado por convenio con Celestial Arts c/o & Writers House Inc. Traducción: Teresa Sans Morales © Copyright by Bob Mandel De la presente edición española: © Neoperson Ediciones Vicente Camarón, 21 28011 Madrid - España Tel.: (91)526 41 99 Fax: (91) 526 36 59 Depósito Legal: M-32.087-1997 I.S.B.N..-84-88066-13-9 Impreso en España por: Artes Gráficas COFÁS, S.A. Este libro está es tá impreso en papel ecológico. ecológico. Reservados todos los derechos. Este libro no puede reproducirse total ni parcialmente, en cualquier form a que sea, electrónica o mecánica, mecánica, sin autorización autorización escrita es crita de la editorial.
Dedico este libro a Larry Block, cuyos escritos y cuyo amor, apoyo, y seminario “Escribe a tu Mujer” han sido tan enorme inspiración para mí.... A Larry y Lynne Block... Y a todos aquellos que caminan hacia la relación de pareja perfecta.
ÍNDICE
PÁG. PRÓLOGO.................................................................................................................... PREFACIO ...................................................... ............................................................ p r i m e r a p a r t e
: Dos
c o ra z o n e s s o n m e jo r q u e u n o ...........................................
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AMOR AL PRIMER SU ST O........................................................................................... FINAL DE LA PISTA DE DESPEGUE.......................................................................... VASOS RO TO S.................................................................................................................. VEINTICUATRO HORAS AL D ÍA ............................................................................... METERSE EN LA CAMA CON PAPÁ Y MAMÁ...................................................... TRES ES UN ENCANTO................................................................................................. PON TU DINERO DONDE ESTÁ TU CORAZÓN..................................................... NIÑOS EL EGIDOS........................................................................................................... LA DIVINA CO MED IA.................................................................................................... DOS CORAZONES SON MEJOR QUE UNO..............................................................
17 27 39 51 71 85 103 121 135 147
se gu nd a p a rte :
Crea-un-compañero ........................................................................
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t e r c e r a p a rte :
Parejas conscientes.........................................................................
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PROLOGO Este libro consta de tres partes. La Primera Parte es la historia de mi relación con Mallie, mi mujer, el camino que seguimos, las lecciones que aprendimos y las conclusiones que sacamos. La historia pretende servir de inspiración a todos los “realistas románticos”, aquellos de vosotros que buscáis la relación de pareja perfecta en el m undo real. La Segunda Parte es la parte de “cómo hacerlo” del libro. “Crea-uncompañero: ¡cómo atraer y mantener tu relación con tu pareja perfecta!” es un sistema probado para establecer relaciones conscientes y crecer por dentro al mismo tiempo que creces con tu pareja perfecta. La Tercera Parte es un tributo a otra? parejas conscientes. Cuando Mallie y yo nos conocimos, éram os muy cínicos en lo tocante a las relaciones. Las únicas parejas a las que habíamos observado estaban metidas o bien en largas y tediosas luchas, o bien en breves, dulces apasiona das aventuras. Los dos habíamos tenido nuestra buena ración de ambas, y no deseábamos ninguna de las dos cosas. Así que decidimos utilizar nuestra relación como un espacio para experimentar con la posibilidad de tener un romance eternamente agradable, apasionado. Dado que no teníamos ningún modelo que seguir, y como la mayor parte de nuestros amigos eran aún más cínicos que nosotros -de acción, no de palabra- decidimos fijarnos el objetivo de crear a nuestro alrededor abundancia de parejas maravillosas, alegres, prósperas, y espiritualmente conscientes. Lo logramos. Este libro es una continuación de aquél objetivo. ¡Ojalá experimen tes todo el amor perfecto con toda la riqueza mereces!
PREFACIO “No pu edo esperar a ponerte las manos encima” dijo Mallie. “Igual que y o ”, contesté. “Buenas noches, mi amor. ” “Buenas noches.”
Colgué el teléfono y me di la vuelta. Mi cama estaba en Atlanta, y la de Mallie en Nueva York. Estaba de viaje para dirigir un Programa de Relaciones de Pareja. Mallie estaba en casa, cuidando de los niños. E ra uno de esos pocos fines de semana en que no estábamos juntos. Nos sentíamos totalmente unidos, contribuyendo en funciones diferentes en nuestro propó sito común, pero al mismo tiempo nos echábamos terriblem ente de menos. Qué raro, pensaba cuando cerré los ojos. Recordaba cuando lo último que deseaba en el mundo era estar con una mujer veinticuatro horas al día. Y ahora aquí estaba, fastidiado por una interrupción de tres días de nuestra unión total. ¡Qué lejos debo haber llegado! Inspiré profu ndam ente y suspiré, e intenté imaginar a Mallie dando vueltas en nuestra cama, en casa. Era domingo por la noche. La vería mañana por la tarde. No podía esp erar para ponerle las manos encima. Me sumí en un sueño. “¡Espera a que te ponga las manos encima!” gritaba mi madre, persiguiéndome alrededor de la mesa de la cocina, blandiendo una percha de madera sobre su cabeza. Puedo decir que hablaba en serio. Corrí al dormitorio, dando un portazo tras de mí. Debía ten er unos doce años. Cuando mi madre intentó abrir, cargué todo mi peso contra la puerta.
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“ ¡Abre!” gritó. “ ¡Espera a que tu p adre te ponga las manos encima!” tronó. Me senté en la cama e inmediatamente me deshice en un mar de lágrimas. Sabía que había hecho algo horriblemente malo, pero estaba desesperado porque no podía adivinar el qué. Si mi madre estaba tan enfadada, evidentemente habría cometido alguna terrible felonía que sólo se podía castigar con una fuerte paliza. In terp retaba mi papel lo mejor que podía. Me tum bé en la cama y cerré los ojos. ¿Porqué todo el mundo me quiere poner las manos encima? Pensé. ¿Y porqué cuando la gente am enaza con tocarme siempre suena como un castigo? Cuando era niño, podía conseguir que m e acariciaran y me abrazaran con echar una simple lágrima. Ah ora que tenía doce años, todo eso había cambiado. Parecía como si mis padres ya sólo me quisieran tocar cuando me pegaban -cosa que, en realidad, hacían pocas veces. Empecé a soñar con una chica, una que me quisiera, que me acariciara, que me abrazara porque me moría de ganas de que me abrazaran, y a quien pudiera abrazar para siempre en total inocencia. Podía verla en un prado. Corría, al parecer alejándose de mí. M e puse a perseguirla. Era rubia y rápida, y deseaba alcanzarla más que ninguna otra cosa en el mundo. Cuanto más aprisa corría, más distancia parecía poner entre nosotros. E ra inútil. Finalmente, caí agotado. Miré hacia arriba, y estaba de pie junto a mí. “Siempre que dejes de correr, estaré aquí”, dijo. “H e parado”, le recordé. “Menos mal, dijo sonriendo - como si supiera algo que a mí me llevaría años averiguar. Intenté tocarla, y entonces me desperté. Mi madre estaba llamando a la puerta del dormitorio. “¡Abre!” exigió. Salté de la cama. “Quiero hablar contigo”. Abrí la puerta. C uando vi los ojos de mi madre, lamenté inmediata mente mi decisión. Podía ver lo dolida que estaba, y estaba dispuesto a someterme a la tortura pertinente. Nos sentamos en la cama el uno junto al otro. Contra lo que me esperaba, no estaba enfadada. Parecía resignada a alguna decisión que ya había tomado. Por primera vez, observé que tenía una carta en la mano. Me resultaba familiar.
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“¿Quién te ha escrito esta carta?” preguntó, blandiéndola ante mí. “Uh....” No podía contestar. “Dice” - leyó “Te quiero y nunca te dejaré... ¡Mallie! ¿Quién es Mallie?” “Oh, Mallie,” dije. “Te va a gustar. Espera a conocerla. “¿Quién es?” “No lo sé.” “¿Te quiere y nunca te dejará, y tú no la conoces?” “No exactamente. Todavía no nos hemos conocido.” De repente, me desperté en mi cama en Atlanta. Estaba sudando y jadeando. Quería estrechar a Mallie entre mis brazos para siempre. En mi mente, alguien estaba cantando una canción: Brillan estrellas radiantes El cielo está oscuro; Sé que este amor mío Nunca morirá... Y la quiero....
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PRIMERA PARTE
DOS CORAZONES SON MEJOR QUE UNO
AMOR AL PRIMER SUSTO “¿Quieres quedarte a pa sar la noche? “S í ”
Me costaba creer lo que estaban viendo mis ojos. ¿Quien era esa mujer cuyo rostro estallaba de am or y de vitalidad? ¿Era la que había pedido? Hacía tan solo dos semanas que había empezado a considerar la posibilidad de una nueva relación. Por lo menos, estaba dispuesto a probar las aguas. Tenía muy claro que no quería nada que se pareciera ni remotamente al pasado. Quería tenerlo todo, o nada. Mirando hacia atrás y considerando todas mis relaciones de pareja importantes, me había dado cuenta de que cada una había pasado por su propio ciclo de nacim iento/muerte. Parecía como si todas las relaciones -al igual que nuestros cuerpos, coches, ropas- llevaran incorporado un factor de obsolescencia que había que superar para tener un vínculo duradero, apasio nado. Sabía que mis pensamientos en este campo era n una proyección de la idea que abrigaba en mi m ente de que todo tiene un principio, un punto m edio y un final, pero ahora estaba empeñado en ver la vida bajo una luz diferente - como un continuo de momentos eternos, cada uno de los cuales es un nuevo comienzo. ¡Pero ver y experimentar son dos cuestiones totalmente diferentes! Lo que sabía es que en el pasado, mis relaciones habían tenido u na concepción inconsciente. Había tropezado con esta, saltado a la siguiente, y chocado con la tercera. Nunca me había tomado el tiempo de expresar claramente mi objetivo inicialmente al elegir una pareja. ¿Si mis concepciones eran tan confusas, cómo podía esperar otra cosa aparte de embrollos? Así que me había jurado no volver a poner mis pies en una relación antes de tener clara la dirección que estaba decidiendo tomar. Sabría lo que quería antes de
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encontrarme metido en medio de algo que conocía demasiado para desearlo otra vez. Así pues, me senté con papel y lápiz e inicié la eTAPA 1 de lo que más tarde se convirtió en el sistema CREA-UN-COMPAÑERO. Como encabezamiento, escribí las palabras: “MI RELACION DE PAREJA IDEA L”, y empecé a cursar mi pedido, por así decirlo. Estaba seguro de lo que no q uería en mi pareja, y estaba dispuesto a decir no a eso pa ra siempre. Pero nunca m e había preguntado qué era lo que sí quería, lo cual, al fin y al cabo, es una parte importante del proceso. Tienes que tener claro lo que quieres, aunque sólo sea para recono cerlo cuando se presenta. Normalmente, atraes aquello a lo que estás acostumbrado, quizá a alguien que sea como tu padre, tu madre, tu hermano, tu hermana. P ara atraer a alguien realmente extraordinario, primero debes imaginar a un a persona que no encaje en tus imágenes. Y así fue como me senté con mi papel y mi lápiz, poniendo en orden mis valores y prioridades. MI RELACION DE PAREJA IDEAL Quisiera estar con una mujer que sea: 1. alegre 2. físicamente bonita, preferiblemente rubia 3. que esté cerca de Dios 4. brillante, inteligente, sabia 5. apasionada, viva, sana, potente 6. cálida y amistosa 7. autosuficiente (¡que no necesite a un hombre!) 8. muy intuitiva y telepática 9. que le gusten los deportes 10. que le guste viajar
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11. que le guste el arte 12. muy leal 13. pacífica 14. que tenga buenas relaciones con sus padres 15. que tenga sentido del humor. En la época en que hice mi “lista de la compra”, estaba trabajando con afirmaciones o injertos de form a bastante religiosa (ver mi libro Ter apia a Corazón Abierto).1Estaba atravesando un período de crecimiento, en el que mi mente necesitaba una revisión extensiva. Había tenido el cerebro tan lavado con tantas mentiras, ilusiones y mitos sobre las relaciones, que sólo serviría hacer una instalación completam ente nueva de mis circuitos menta les. Sólo por diversión, empecé escribiendo dos pensamientos veinte veces al día: Ahora creo mi relación de pareja ideal, y Hay una maravillosa sorpresa a la vuelta de la esquina.
Eso había sido dos semanas antes. Ahora, mirando a Mallie a los ojos, me pregunté si era la respuesta a mis oraciones, la materialización de un sueño, o simplemente una bonita rubia. Me resultaba extrañamente familiar, pero distinta de todas las personas que había conocido en mi vida. Me resultaba interesante que viviera prácticamente a la vuelta de la esquina.
“¿Quieres quedarte a pa sar la noche? “Sí”
El día en que conecté con Mallie, mi vida cambió para siempre. Con sólo mirarla, supe que nunca volvería a ser el mismo. Había encontrado mi media naranja. Me habían pescado. ¡Una perspectiva terrorífica! No es de extrañar que hiciera todo lo posible por poner a prueba el “pacto” que experimentaba. 1 Ediciones Mandala, Colección Despertar, 1990.
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Hay que comprender que por mucho que pensara desear crear a una compañera, en realidad la posibilidad de tener éxito en mi misión ni se me había pasado por la cabeza. Adem ás, cuando nos conocimos, Mallie y yo ya no éram os niños. Ni tampoco estábamos dispuestos a envejecer juntos. Entre los dos, habíamos estado casados tres veces y habíamos disfrutado de una considerable ración de aventuras. No teníamos ninguna buena razón para creer que el futuro de nuestras relaciones sería mejor que su pasado. Cada uno de nosotros había concluido por su lado que las relaciones eran un mal necesario en la vida, a veces agradable, pero no por naturaleza, y difícilmente una cuestión de alegría y belleza. Las relaciones parecían dividirse en dos categorías -o bien breves, apasionados romances, o bien luchas tediosas, prolongadas. Ninguna de las dos alternativas resultaba atractiva. Era evidente para los dos: no queríamos una relación como las que habíamos visto, y mucho menos meternos en ella. Cada uno de nosotros hab ía estado solo duran te varios meses, mucho tiempo para nosotros. Ninguno de nosotros necesitaba otra relación. Eramos felices con nuestras vidas solitarias, y los problemas que pudiéramos tener parecían más fáciles de resolver a solas que con alguien más. Las relaciones siempre complican las cosas, pensábamos. A comienzos de la treintena, nos las habíamos arreglado solos, o por lo menos íbamos bien encaminad os hacia ese objetivo. “¿Quieres quedarte a pasar la noche? “Sí”
No me podía explicar mis propios sentimientos. Me había llevado flechazos muchas veces, pero esta vez era totalmente diferente, y mucho más atemorizador. No estaba herido de flecha en ningún sentido de la palabra. No esperaba que nadie me cuidara, me salvara, me rescatara, ni siquiera que me ayudara. Estaba a gusto solo. Pero m irando a los ojos brillantes de M allie me encontraba m ucho mejor, como si su presencia me recordara lo maravillosa men te bien que está solo. U na idea cruzó mi mente: ¡Quizá me esté elevando en el amor!2 2N.T. El auto r hace un juego de palabras que resulta intraducibie. Hem os traducido p or “flechazo” la expresión utilizada más arriba “to fall in love”, enam orarse , literalmente, “caer” enam orado . En este caso, el au tor inventa el término “to rise in love”, quesignificaría “elevarse” enamorado.
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No había forma lógica de comprender lo que estaba experimentan do. Apenas conocía a esa mujer, pero mi corazón se sentía inundado de información sobre ella. Podía ver no sólo su belleza natural, su calidez, su sabiduría, su honradez, su ingenio, y otras muchas de las cualidades de mi lista, sino tam bién su amor por los niños, los animales, las flores, la luz del sol, y las islas. Podía ver toda su vida centelleando ante mis ojos. Era como un viaje de droga dura. Podía ver lo que era y parecía una persona a la que conocía desde siempre, aunque nunca le había puesto los ojos encima hasta entonces. En realidad, la había conocido dos meses antes, pero no había observado quien era. ¡Ahora estaba completamente hechizado! Las vidas pasadas centellearon ante nosotros. Podíamos ver literalmente nuestras vidas enteras huyendo, persiguiendo, abandonándonos. ¡Cuando Mallie y yo conectamos, los efectos especiales fueron asombrosos! “¿Quieres quedarte a pa sar la noche? “Sí” -
- preguntó Mallie.
contesté.
Nunca he podido adivinar de dónde salió ese sí. En ese momento, mi mente consciente no quería decir sí a una mujer. Tampoco era lujuria ni ningún otro denominador común. Además, sabía que Mallie tenía dos hijas, y suponía que estaba casada. Y no acostumbraba a liarme con mujeres desdichadas, especialmente cuando estaba practicando el celibato. Ese sí parecía explotar desde el centro de mi ser, como si la pregunta hubiera brotado de los labios de Mallie sin qué ella supiera lo que estaba diciendo. Un yo desconocido estaba diciendo sí a una mujer desconocida. Esta profunda sensación de misterio es la que siempre nos une más y más, y tal vez ayude a explicar el irresistible deseo de estar juntos. ¡Qué hacer! ¡Qué hacer! Por una parte, estaba el deseo irresistible de estar juntos. Por o tra parte, la voz de la experiencia decía que las relaciones no funcionan, que no tienen esperanza, que los buenos momentos nunca duran, que ¿para qué? ¿Porqué una relación? Pensé. ¿Porqué encerrar el amor en un envase limitado?
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De todos modos, no puedes poseer el amor. Ese parece ser el problem a para la mayor parte de la gente. Encu entran ese sentimiento maravilloso, eterno, inconmensurable llamado amor, y casi inmediatam ente intentan encerrarlo, poseerlo, aferrarse a él - como si el amor fuera algo que puedes depositar en una cuenta de ahorros y después retirarlo cuando lo necesitas. A mí me parece que el amor es fluido como un río. Nunca podrías meter dos veces el pie en el mismo punto. Lo único que hay es experiencia. No puedes tener am or como tienes un coche, una casa o un televisor. En definitiva, el amor es informe. Al m irar a Mallie, con vidas enteras corriendo que me atenazaban las piernas, los dos nos hicimos la misma pregunta: ¿Porqué una relación? ¿Porqué no limitarnos al amor? Pero aún así, estaba ese irresistible deseo de estar juntos. Mis piernas estaban temblorosas. Me sudaban las manos. Ese sí estaba reverberando en cada célula de mi cuerpo. ¡Me sentía más bien como si estuviera rompiendo con alguien a quien conocía desde hacía años, y no como si me hubiera enam orado a primera vista! ¿Había, en definitiva, alguna diferencia entre los primeros y los últimos mom entos de una relación? ¿El miedo a la pérdida estaba presente desde la puerta inicial? Y si la pérdida era inevitable, ¿porqué em pezar siquiera? Pero el amor es inconmensurable. No tiene principio ni fin. Carece de fronteras, es infinito. Ha existido siempre, y no puede morir, al igual que el propio universo no puede desvanecerse. ¡El amor es tan pantagruélico que, en definitiva, no hay miedo a la pérdida, sino sólo a ser arrollado! Aunque había dicho sí, cada músculo de mi cuerpo quería largarse por la puerta. Y sin embargo, sería incapaz. E ra un profesor en medio de un seminario. ¡En la sala de estar de Mallie! El descanso casi había term inado. ¡Estaba claramente atrapado! El tem a de! seminario era el Renacimiento. Un Simple Proceso de Respiración. Creo que no respiré en el resto de la tarde. Recuerdo hablar muy deprisa, recorriendo mis notas a tod a pastilla para term inar la sesión. ¡Dios mío, estaba sediento! Era el 22 de febrero de 1977, la fecha de nacimiento de mi relación con Mallie.
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Cuando terminó el seminario y todo el mundo se marchó, me di cuenta de que seguía pegado a la mecedora donde llevaba sentado toda la tarde. Mallie se sentó en el sofá y encendió un cigarrillo. Pensé que me atraía su falta de pureza. U n cigarrillo puede simbolizar muchas cosas para mucha gente. En ese momento significó un defecto, un signo de humanidad, y me indicaba una verdadera mundanalidad. Sonrió, e inmediatamente supe que podíamos ser grandes amigos para siempre. Si no fuera por ese irresistible deseo de estar con ella. Me levanté para sentarme junto a ella en el sofá. “No suelo pedir a los hombres que se queden a pasar la noche”, dijo Mallie. “No suelo decir que sí,” contesté. “Ni siquiera sé lo que pasó,” añadió. “Yo tampoco.” “No se me o curre ni una buena razón para tener una relación.” “Ni a mí.” Y así seguimos. Durante cinco días seguimos con esta conversación sobre no tener una relación. C ada uno de no sotros formulaba un pensamiento negativo sobre las relaciones, y el otro asentía inmediatamente, y luego echaba otro pensam iento a la olla. “Las mujeres son dem asiado dependientes,” dije. “Es cierto,” convino Mallie. “Y los hom bres son demasiado posesi vos.” “Es verdad ”, asentí. “Y las mujeres son soterrad as.” “Lo sé,” asintió Mallie. “Y los homb res son controladores.” “Es verdad,” confirmé. “Y las mujeres son tan asfixiantes.” “Desde luego,” convino de nuevo Mallie. “Y los hombres, escurri dizos.” Era un verdadero proceso -un proceso que recomiendo a toda nueva pareja. Lo que estábamos haciendo era compartir todos nuestros pensamien tos negativos sobre la posibilidad de estar juntos. Pusimos todas nuestras cartas sobre la mesa. Era una rebelión. Nunca he reído, llorado o temblado
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tanto en toda mi vida. Cada vez que emitía un nuevo pensamiento, podía sentir como mi amor p or Mallie crecía con mayor fuerza. Expresar el temor parecía hacer sitio para el amor. Cuanto más reconocíamos nuestro miedo a las relaciones, más seguridad experimentábam os en la decisión de estar juntos. E n medio de todo eso, le pregunté a Dios cual era el objeto las relaciones - ¿Porqué estar con alguien? Recordé una frase que mi padre decía siempre que alguien le preguntaba porqué tenía socios en los negocios. “¡Dos cerebros son mejor que uno!”, decía. DOS CORAZONES SON MEJOR QUE UNO, pensé. Quería estar con Mallie porque sabía intuitivamente que mi vida mucho más fácil, más feliz, y en general mejor que solo, por muy buena que ésta hubiera llegado a ser últimamente. Cuando dos individuos auto-suficientes, satisfechos, ceden p ara ser mutuamente interdependientes, arraiga la semilla de una buena relación. Esta parece ser la clave de todas las relaciones sanas, ya sean románticas, de negocios, o simples y viejas amistades. Todas tus relaciones deberían hacerte la vida más fácil, y lo que te hace la vida más fácil es bueno para tu salud. ¡En definitiva, la gente es buena para los demás!
E l amor puede ser una perspectiva aterradora. Po r una parte, parece que lo deseamos más que ninguna otra cosa. P or otra parte, hace que todo resulte distinto de lo que era, y a veces deseamos huir de “la cara oscura del am or”. Enamorarse no es la respuesta, porque “caer”por alguien suele ser expresión de un deseo desesperanzado de que alguien cuide de ti para siempre, y esa no es la madera de que están hechas las buenas relacio nes. “Que el amor te eleve"parece una solución mucho mejor. Cuando dos personas que se aman a sí mism as deciden estar juntas, hay el doble de amor para cada una de ellas. L a mayoría de las relaciones empiezan de form a inconsciente, y cuando la concepción de algo es mala, su fructificación sólo puede ser imperfecta. Po r lo tanto, el primer paso es tener claro lo que quieres a fin de que puedas reconocerlo cuando se presente. (Tu mente está tan acostumbrada a lo que no quiere, que hay que entrenarla a ver lo que realmente desea pero no está acostumbrada a recibir). Una vez que has atraído a tu pareja perfecta, el segundo pa so es sentarte con ella y comunicaros vuestros temores. ¡Líbrate rápidamente d el terror! Deja que el am or sustituya al mied o y crea rápidamente el hábito de decirla verdad desde el primer día de tu relación.
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EL FINAL DE LA PISTA DE DESPEGUE “¿Porqué no saltas por la ventana?” “¡Lo haría, pero no sé volar!”
Cuando era niño, tenía un sueño recurrente. ¿O no era un sueño? Estaba tumbado en la cama, contemplando las sombras en el techo - sombras producidas por el amistoso parpadeo de las farolas y los coches que pasaban por la calle. Vivíamos en el cuarto piso de un típico edificio de apartam entos en una típica zona de Brooklyn. Yo miraba esas sombras fantasmagóricas, y mi mente infantil inventaba juegos con sus formas cambiantes. En un momento determinado veía un gran plátano negro; al momento siguiente era un gran gato negro, o un tigre, o un elefante. O una de esas grandes flores negras “flores de la noche”, las llamaba, que sólo abrían sus capullos después de la puesta de sol y de que la ciudad se fuera a dormir, y desaparecían por la mañana tan misteriosamente como habían aparecido al anochecer anterior. O el Coco, que llevaba una trenca y se deslizaba por el techo, por la pared, para erguirse, enorme, sobre mi cama, con el único propósito, estaba convencido, de asustar a las luces vivas diurnas para que salieran de mí, que cerraba los ojos apretando los párpados. Y sombras.
así the acunaba yo solo cada noche hasta dorm irme entre las
No e ra un niño feliz. U na de las fuentes de mi interminable -o así lo pensaba- desdicha era la negativa de mi padre a trasladarnos fuera de la ciudad. Recuerdo yacer entre las sombras, rezando para despertarme a la mañana siguiente en el campo, para qu e mis flores de la noche se convirtieran
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en flores diurnas, y para que mi reino de criaturas imaginarias se convirtiera en una granja de verdad, con animales de verdad y granos de verdad que cosechar. En realidad, me hu biera conformado con una casa en Long Iland. ¡Cualquier cosa con tal de dejar la ciudad! De todos modos, estaba ese sueño recurrente, o lo que fuera. Estaba tumbado en la cama, con los ojos cerrados para protegerme del Coco, cuando de repente mi aliento zarpaba de mi cuerpo y -sin mayor dificultad, estaba en el techo, como una de esas sombras, mirando para abajo hacia mi cuerpo. Era tan ligero, que no podía hacer nada por mantener mi equilibrio. Era como caer hacia arriba. Si el techo no hubiera estado allí, estaba seguro de que me hubiera “caído” hasta la luna. Al principio, esos “sueños” eran aterradores, pero también en cierto modo excitantes, emocionantes. Al cabo de un tiempo, cuando aprendí a controlar mi “vuelo”, resultó divertido. Aprendí a usar mi respiración para regular mi altura, y mis brazos y mis piernas para mantener el equilibrio. Ah ora podía maniobrar por el techo con bastante destreza. Era un pequeño Superchico aprendiendo a utilizar mis poderes. ¡Estaba dispuesto a saltar por la ventana! Con cierta agitación, una noche bogué hasta la ventana, y me asomé durante uno o dos minutos, decidiendo un plan de vuelo, y entonces realmente despegué. Al principio sólo revoloteé cerca de la ventana, como había visto hacer a las palomas, pero a medida que fui cobrando valor y seguridad, exploré toda la calle, el barrio, Brooklyn e, incluso la Ciudad de Nueva York. Me llevó varias noches realizarlo. Todavía puedo recordar la emoción, la brisa golpeándome la cara, las estrellas y la luna y el Empire State Building, los árboles (los hay en Brooklyn, principalmente en Prospect Park) y los pájaros y la Estatu a de la Libertad. ¡Dios santo, cómo me gustaba volar! “¿Porqué no saltas por la ventana?” “¡Lo haría, pero no sé volar!”
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Me he pasado toda la vida dejando a los demás. Quizá po rque mi re nunca quiso mudarse a la Isla. (Prometió a mi madre que cuando se ^Jubilara tendrían bastante dinero p ara viajar por tod o lo alto y pasar el resto de sus días en los mejores hoteles del mundo- una promesa que nunca "íimplió. Quizá una parte de mi ser quería cumplir los sueños inconclusos de <¡B¡ padre. O quizá decidía ser el primero en m archarme solamente por protegerme de mi mayor temor -que las mujeres me abándonaran. Fuera gomo fuese, marcharme era lo único que sabía hacer y que había sabido liempre. Cuando las cosas se ponían mal, yo echaba a volar. Al trabajo, a otras mujeres, de viaje, de mudanza, o aún más en profundidad, dentro de mí mismo, a rincones secretos de mi ser donde nadie podía encontrarm e. “Fifty Ways to leave you r lover”2 no sólo era mi canción favorita, sino que parecía basada en mi itinerario emocional, o incluso en mi historia real. Nacido, criado y educado en la Ciudad de Nueva York, a los 23 años me fui a vivir a Cleveland, New Haven, Estocolmo, Londres, San Francisco, el Con dado de Bucks, Trenton y Santa Fe, Nuevo México. Para mí, marcharme era como perseguir aquellas sombras de mi techo, y luego volar hacia arriba para reunirme con ellas, y después despegar por la ventana. Simplemente, no podía estarme quieto. Parecía como si mis pies tuvieran su propio destino, y yo estuviera condenado a seguirles en su carrera. Un verano, atravesé tres veces todo el país al volante. Entre medias me casé y nunca pude anunciarlo. El día en que murió mi padre, estaba conduciendo en medio de un huracán en el sur de México. También recuerdo el día en que le quemó mi casa en el Condado de Bucks, reduciendo a cenizas mi licencia de matrimonio. Recuerdo que dejé a mi mujer en Santa Fe y volví a Nueva York para arreglar las cosas, de tal modo que el matrimonio no sobrevivió al Viaje. Vi lo que significaba ser un sinvergüenza, dejar por el camino a las personas que amas. Me había jurado a mí mismo no volver a vivir en la Ciudad de Nueva York. Para mí, representaba el dolor de la infancia del que estab a intentando huir. Y sin embargo, cuanto más viajaba, más descubría que aunque yo pudiera dejar Nueva York, eso no significaba que la ciudad me dejara a mí. Cuando vivía en Europa, por prim era vez experimenté mi amor por mi tierra natal (y por mi madre) y lo felices que son los americanos, lo sepan o no. Y Cuando volví a Nueva York a hacer las paces con mi pasado, fue cuando empecé a ver nuevas posibilidades para mi futuro. *N.T. “Cincuenta formas de de jar a tu am ante” .
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Me había adulado a mí mismo llamándome un espíritu libre. En realidad, tenía un fortísimo esquema de abandono, algo que tenía que dom inar si quería que mi relación con Mallie fuera distinta de todas las demás. Y que durara. Mallie tenía esa asombrosa capacidad de permanencia. No sólo había permanecido en un matrimonio desdichado duran te 13 años -con un hombre más amante de navegar que de quedarse- ¡llevaba la permanencia en la sangre! Su familia provenía de una campechana cepa de Vermont. Se habían quedado en la diminuta ciudad de East Arlington, Vermont, desde fechas anteriores a la revolución. Escuchar a su padre era escuchar un verdadero relato homérico sobre personas, lugares y acontecimientos de tres siglos mezclados, entretejidos en su mente como una cuerda. La familia de Mallie -los Mattison- eran como rocas. Todo lo que sabían hacer era quedarse quietos. Bueno, ocasionalmente alguno de ellos podía rodar a otro lugar, pero básicamente estaban realmente instalados en su sitio. Si se pudiera hacer un mapa de su mente, sería como uno de esos mapas de las revistas con East Arlington en el medio, y abarcando hasta Burlington, hasta Nueva York por abajo, hasta Albany por el Oeste y hasta Boston por el Este. El resto del mundo probablemente aparecería en un pequeño recuadro, como representan las Baleares o las Canarias. ¡Los Mattison tenían raíces'. El transplante de Mallie a la Ciudad de Nueva York era prácticamente lo máximo a lo que podía llegar una chica. (Mallie tuvo que dejar el campo al igual que yo tuve que dejar la ciudad). ¡Los Mandel, por otra parte, tenían ruíasl Eramos inmigrantes, y todos nosotros andábamos siempre buscando una vida mejor, un nuevo mundo, una tierra prometida. Como judíos errantes de Alemania y de la Rusia zarista, para nosotros la emigración era un modo de vida. Mi madre vino en un barco cuando tenía seis meses de edad -en 1905, cuando el corazón de Rusia estaba empezando a retumbar. Su padre había desertado del ejército del zar seis meses antes, para emprender una nueva vida para su nueva esposa y su hija, y embarcó rum bo a América - el Colón de mi familia. No es de extrañar que mi padre quisiera quedarse quieto (Aunque desaparecía o salía a la calle para fumar un cigarro). Pero llevaba la huida en mi sangre con la misma certeza con que Mallie llevaba la permanencia. Ambos teníamos mucho que comp artir, una vida entera con la que enredarnos, y tradiciones familiares que era necesario fundir para con vertir nos en una misma sangre, en un solo hilo.
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Todo esto se veía un poco complicado por el hecho de que uno de los prim eros acuerdos a los que llegamos Mallie y yo fue: ¡Nada de obligaciones ifamiliares! Con lo cual queríamos decir que ninguno de nosotros tendría Obligaciones ante la familia del otro, ya fueran en form a de bodas, funerales, O reuniones familiares de cualquier clase. En todas nuestras relaciones anteriores, las expectativas, enredos y obligaciones familiares nos habían hecho un daño considerable. Si te paras a pensarlo, las relaciones con la familia política quizá sean lias relaciones más innaturales e inducidas que experimentamos jamás. Decides estar con u na persona - una decisión que de por sí ya es lo bastante difícil- . y zas, hete aquí, de repente, miembro por completo de to da una nueva familia. Aparte del propio nacimiento, nada te expone a tan intensa observa ción, juicio y escrutinio por un grupo de gente con el que nunca has escogido estar conscientemente. Con ello no quiero negar que hay personas que encuentran en su familia política la aceptación que nunca tuvieron en su familia natural. No fue fácil dejar que nuestras relaciones con la familia del otro tuvieran espacio vital para crecer orgánicamente. A veces parecía destrozar nos los nervios. Pero a la larga, parece haber producido en tre todos nosotros una verdadera sensación de familia elegida. ÍLa fusión entre las “raíces” y las “rutas” fue una lección de paciencia y perseverancia! “¿Porqué no saltas por la ventana ?" “¡Lo haría, pero no sé volar!”
Hay que comprender que cuando conocí a Mallie, acababa de llegar a un pun to de mi vida en que me había convertido en mi prioridad nú mero uno. No más sacrificio. No más martirio. Evidentemente, dad o q ue estaba tan desequilibrado en todo este campo, por desgracia a menudo parecía frío, insensible y cruel al decir no a los demás. Pero creía en el proceso de reclam ar mi poder personal. Sabía que era mi único camino. iY estaba decidido a no permitir ninguna interferencia!
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¡HASTA QUE T E COM PROMETE S CON TU PR OPIO BIEN ESTAR, LA POSIBILIDAD DE COMPROMETERTE A UNA RELA CION ES PREMATURA! De todos modos, ¿qué significa comprometerse? No es lo mismo que un acuerdo, e n el que dos personas desconfían básicamente la una de la otra y por consiguiente se responsabilizan cada una de ellas de una línea de acción determinada. “ ¡Me diste tu palabra!” Esa es la expresión del acuerdo. “¡Me diste tu corazón!”, es la expresión del compromiso. El compro miso es una confianza profunda, una lealtad descubierta en la decisión de estar juntos. El compromiso no necesita acuerdos porque se basa en el deseo, y no en la obligación. Lo que yo llamaba libertad ahora me parece puro escapismo. Solía creer que era libre en la medida en que evitaba toda estructuración en la vida. En nom bre de la libertad, me abstuve de elegir, com prometerme o dedicarme plenam ente a nada. Me rebelaba contra el control, ya fuera de un trabajo regular, una vivienda permanente, o una relación duradera. ¡Estaba com prometido a no comprometerme! Iba por la vida a la deriva, me dejaba llevar por ella, y tomaba lo que la vida echaba en mi camino. No sabía que mi rumbo estaba siendo gobernado por una programación subconsciente que yo estaba negando y suprimiendo. No sabía que hasta que eliges lo que realm ente quieres en la vida, tiendes a ir a ser arrastra do sin fin en los mismos ciclos recurrentes. Mi actitud básica era que si algo salía, lo elegiría. Estaba en un estado de hibernación. ¿U n espíritu libre? ¡No lo creo! Revoloteaba sobre mis opciones como un pájaro asusjado, sin lanzarme nunca plenamente a nada por miedo a ahogarme, a asfixiarme, o a quedar atrapado eternamente en una opción que más adelante lamentaría. Había visto a demasiada gente atrapada por los amargos resultados de elecciones pasadas. No estaba dispuesto a cometer los mismos errores. Yo no. Era demasiado listo. Con el tiempo, llegué a ver lo estúpida que era mi inteligencia. Vi que al no elegir, estaba traicionándome. Vi que mis relaciones fracasaban una tras otra porque las emprendía de esa manera. Po rque nunca las elegía. Por que tenía esa actitud de “esperar a ver”. Porque estaba mirando cómo pasaba mi propia vida. Porque, lo supiera o no, estaba eligiendo estar solo.
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?é Tengo que admitir lo mucho que temía verme atrapado y en qué •iÉMisistía todo eso. Lo que llamaba libertad era miedo disfrazado. Tuve una iMperiencia de renacimiento -volví a experimentar las paredes del útero de mi Mdre encerrándome más y más a medida que crecía durante el último bnestre de gestación. Era como si todos los recuerdos siguieran ahí, aten idos en las células de mi cuerpo, tan sólo a unas cuantas inspiraciones é t distancia.... Sentí que ese terror primordial a “no tener salida” fue la fuerza ■ totora de mi parto, y que subconscientemente pensé que m archarse era la iaica forma de seguir vivo, que mi supervivencia dependía de ello, y que también era la fuente de mi liberación espiritual! Me di cuenta de que todas tris batallas con las mujeres eran escaramuzas menores -símbolos de la Gran Guerra con mi madre, la guerra que había introducido en mi propia m ente •B mi propio nacimiento, cuando decidí erróneamente que quedarme era morir y marcharme era vivir. Incluso llegué a ver cómo mi am or por mi madre •y por todas las mujeres- era tan grande, que prefería dejarlas a herirlas. Desde entonces, he llamado a este conflicto primordial El síndrome de Culpabilidad infantil, y creo que es la causa de mucho sufrimiento en la vida posterior (ver mi libro T erapia a corazón abierto). “¿Porqué no saltas por la ventana?” “¡Lo haría, pero no sé volar!”
Y así fue como llegué al final de la pista de despegue. Ese punto en el que parecía que sólo tenía dos opciones en la vida, echar a volar, o estrellarme. Y ninguna de esas opciones era aceptable, porqu e ahora había Conocido a Mallie, y estaba ese irresistible deseo de estar juntos. Estaba comprometido conmigo mismo. Eso era lo único que sabía. Al quedarm e aquella primera noche con Mallie, ya sabía que había plantado una semilla de la que podía crecer algo extraordinario. Por otra parte, quizá se convirtiera en un atrapamoscas de Venus. Cuando pensé en la familia de Mallie -sus dos hijas (Kim y Suzie), y sus padres y sus cuatro hermanos y sus mujeres y sus hijos- fue demasiado para mí. A sí que intenté mantener a todo el clan fuera de mi mente. Recuerdo cuando la abuela de Mallie estaba muriendo en Vermont. Estaba dirigiendo un seminario por allí cerca, en Massachusetts. Me negué
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a acompañar a Mallie a visitar a su familia. Quería quererte con ella, pero no era así. No podía. Me parecía un a obligación, una trampa. Tenía que elegirme a mí, por muy culpable que me sintiera. Recu erdo otras veces en que Mallie y las niñas se fueron a V ermon t y yo me quedé en casa sin hacer nada. No tenía ninguna buena razón par a no ir. Pen saba que estaba defendiendo un principio. También estaba estudiando los límites de mi compromiso con Mallie. Hub o otras veces en que fui a Vermont y me senté con el clan y me pregunté en qué planeta me encontraba. Escuché a su pad re divagar en un eterno monólogo sobre personas de las que nun ca había oído hablar. Escuché a sus hermanos hablar de pesca, de caza, o de m aquinaria pesada, y pensé ¿Qué demonios m e ha traído aquí? Muchas veces ni siquiera podía com pren der las palabras con ese acento. Pero era un proceso que estaba en marcha. Cada vez que elegía estar con la familia de Mallie, me sentía más libre de ser yo con ellos. Com o sabía que no tenía porqué estar con ellos, empecé a querer estar con ellos. Y cuanto más elegía a Mallie, más elegía toda su vida -pasada, presente y futura. Y cuanto más elegía a su familia, menos extraños me parecían y más... bueno, más familia. Se volvió evidente: al elegir era libre y al no elegir estaba atrapado, y cada momento de mi vida era una encrucijada. No existe un mapa preconcebido de la vida a seguir. ¡No hay “camino”! Dios no ha diseñado tu plan de vuelo. ¡Eres libre! Un amigo me dijo una vez: “¡No se puede escapar de la libertad!” Vas labrando tu camino a medida que vas eligiendo y aprendiendo. Viras por aquí y por allá, constatando las consecuencias de tus elecciones y cambios. Matemáticamente, se dice que la línea recta es la distancia más co rta entre dos puntos, pero el destino humano no se mide de form a tan sencilla. ¡A veces un ser humano tom a el camino más largo, porque al final resulta ser el más corto! “¿Porqué no saltas po r la ventana?” “¡Lo haría, pero no sé volarf”
¡Y también estaban las niñas! Ha habido veces en mi vida en que he sentido un gran aprem io de tener mis propios hijos. Otras veces me parecía
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imo que quería en el mundo. Ya tenía yo bastante niño conmigo mismo, almente, pensaba que tendría niños cuando estuviera preparado. Pero ni siquiera en mis sueños más locos, previ la posibilidad de estar listo pa dos potentes niñas de ocho y diez años de edad, y que no eran hijas mías. S siempre me resultó fácil. Era mayor cuando sus padres se separaron. Por ucho daño que le hiciera, a algún nivel comprendió que tenía que ser así, lie era lo mejor para ellos dos. Cuando aparecí en escena, Kim me vio como fealguien que podía hacer feliz a su madre, y sabía que cuanto más feliz fuera Mallie, mejor irían las cosas para ella. Kim y yo nos reconocimos mutuamente al momento. Muy pronto abía un montón de amor entre nosotros. Mi principal problema era qué acer con todo el amor que me daba - ¿qué había echo yo para merecerlo? Ni siquiera era su verdadero padre.
S
Kim y yo tuvimos nuestras luchas. Es increíblemente bonita, tanto fínica como espiritualmente. Es enérgica, vibrante, emotiva, apasionada, brillante, y tenía un enorme talento. En muchos aspectos, era “la niña buena”, y Suzie la rebelde. Pero las etiquetas son falsas para todos los individuos, i Y Kim y Suzie era n ante todo individuos! Me gusta la propia relación de pareja de Kim. Ella y Robert llevan ¡dos años juntos en el momento en que escribo estas líneas, y me resulta asombroso lo bien y a gusto que están juntos. Nunca he sabido qu e personas de su edad puedan estar tan adelantadas. Creo que les asusta estar tan agradablemente juntos tan pronto en su vida. Nunca dan su futuro p or hecho, pero abordan sus temores y ansiedades con gran honestidad. Y está esa sensación de “para siempre” entre ellos. Lo que más me asombra y me encanta es la calidad de la amistad que hay tras su romanc e. Kim es un fuego temperamental. R obert es un viejo leño sabio. Juntos crean calidez. A veces saltan chispas. Durante el prim er mes de mi vida con Mallie, Suzie (nuestra niña de ocho años) me hacía todas las mañanas la misma pregunta: “ ¿Porqué no saltas por la ventana?”. Y yo le contestaba siempre lo mismo: “¡Lo haría, pero no sé volar!” Con Suzie, saltaban chispas todo el rato. C ada día era un 4 de Julio. Juegos de artificio. ¡Día de la Independencia! Había nacido rebelde y desafiaba a mi yo masculino más allá de mis frágiles límites. Al tentarm e para que saltara por la ventana, estaba diciendo: ¡Si vas a marcharte antes o después, ¡hazlo ya! Estaba enfadada con su padre por haberlas dejado, y no tenía
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escrúpulos en pagarlo conmigo. Terna ocho años y se convirtió con toda facilidad en el mayor desafío de mi vida. Em pezó a representar a cada mujer que me había rechazado, todas ellas fundidas en una sola. Pasaron años antes de que me dijera que me quería, por no hablar de abrazarm e o besarme. Pero, con todo, fue Suzie quien me robó el corazón. Hab ía algo entre nosotros que nos hacía sentir a ambos que habíamos encontrado a alguien de nues tra talla. E n mi relación con ella, podía experimentar lo que mi padre debió sentir respecto a mí cuando era niño, cuando era tan colérico y beligerante, pero ardiente y emotivo. Suzie era un reflejo femenino de cómo era yo a su edad. Y a veces el reflejo me resultaba inaceptable. Si las discusiones con Kim eran peleas de enamorados, la guerra con Suzie era una primitiva guerra de la selva - el tipo de combate al que se entregan las Fieras antes de convertirse en una familia. Kim me enseñó a recibir el amor, y Suzie a darlo. Nunca he podido estar seguro de hab er recibido algo a cambio de lo que le di a Suzie. Sólo sabía que era lo que tenía que hacer. Era como un animal herido, acorralado. Tuve que aprender el arte de amar a distancia. Pero siempre supe que al quererla incondicionalmente, de algún modo me curaría en las profundidades de mi alma. Siempre tenía una fuerte conexión psíquica con Suzie. Leíamos el uno en la mente del otro, acabábamos la frase del otro, y se nos ocurrían las mismas brom as al mismo tiempo. A veces, parecía interpretar inconsciente mente mis peores temores. Si me preocupaba el dinero, pedía un aumento de asignación o dinero para ropa nueva o bisutería. Siempre me enseñó que me podía permitir ser generoso y que cuanto más diera a mi familia, más próspero me volvería. Al mismo tiempo, me dio una valiosísima lección sobre cómo decir no a las personas que amo. Suzie es una de las obras maestras de Dios por descubrir. Tiene al mismo tiempo 16 y 42 y 9 y 2 años. Su edad no se puede medir en años. Ni tampoco su sabiduría. Su corazón puede estar contigo o lejos de ti en menos de un pestañeo. Esa cría es iluminadora. Una de las cosas que siempre me maravillaron de Mallie fue su forma de apartarse para dejarme estar cerca de sus hijas. Dejaba que ocurriera. R ara vez se interponía. Se sentía segura en su relación con ellas e insistía en que estableciera mis propios vínculos con ellas y ellas conmigo. Nos inspiró para que resolviéramos nuestras diferencias en el contexto de una familia, y dejó
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Buy claro a las niñas que yo estaba allí para quedarme. Eso creó una sensación de ineludibilidad de la entrega mutua de todos nosotros. Cuan do las cosas se ponían realm en te duras, celebrábamos una conferencia familiar, sacábamos 1 relucir nuestras quejas y reforzábamos nuestra conexión. Con el tiempo, los niños se dieron cuen ta de que yo estaba de su parte tanto como su madre. Ah ora m e doy cuenta de que los niños pueden llegar a los padres de Duchas maneras, y que todos los caminos de Dios son igual de naturales. Estas •On mis hijas y siempre lo serán - por elección y no por la sangre. Por el corazón por supuesto. Si soy un padrastro -una frase que aborrezco- es solamente porque decidí dar un paso hacia unas niñas que pedían amor4. Fue el paso más gigantesco de toda mi vida. Debido al poderoso esquem a vital que tenía, siempre había buscado la salida fácil. Ahora, había llegado a ver que con frecuencia la salida fácil era quedarse. Hasta que no decidí plenamente quedarme, mi vida no despegó. ¡La libertad no siempre es lo que parece! Aunque valoramos la libertad casi tanto como la propia vida, ¿cuántas veces ejercemos la liber tad? Con frecuencia, en nombre de lo que llamamos ser “un espíritu libre”, al no elegir nos paralizamos. Nos privamos a nosotros m ismo s de muchas opciones que se abren ante nosotros, pensando que si elegimos plenam ente una cosa -ya sea una carrera, un hogar, una relación- esta elimina el resto de nuestras opciones. En realidad, nos aterroriza vemos atrapados o ser abandonados, y el compromiso parece activar con mayor celeridad que ninguna otra cosa esos recuerdos del nacimiento. Proyectamos nuestras impresiones subconscientes del “terror a no tener salida" a nuestras relacio nes, y luego pensamos que tenemos que marchamos para seguir viviendo y creciendo. Este pánico primitivo que traemos al amor hace que nuestras relaciones sean disparatadas desde el principio. La solución es comprome terte primero con tu propio bienestar, y después con el de tu pareja. Cuanto más eliges ser tú mismo, tu ser completo y sagrado, en todas tus relaciones, más descubres tu compromiso natural con ¡os seres queridos. “¡Me diste tu palabra!" es la expresión de un acuerdo. “¡Me diste tu corazón!” es la expresión de un compromiso. Descubres tu compromiso, y después tu lealtad, eligiendo quedarte día tras día. Y al elegir renunciar a tu personali dad reactiva en favor de tu ser intuitivo, acabas viendo que lo único que se ha interpuesto siempre en tu camino es lo que has suprimido de tu pasado. Cuando haces las paces con tu pasado, tu futuro despega. *N.T. “Step -parent” significa pad rastro . “Step” significa paso. De ahí el juego de palabras.
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¡VASOS ROTOS! “¿Qué está haciendo?” “¡Está tirando vasos contra la pared!”
Mallie era Directora Adjunta del Centro Social de Manhattan. Tenía un trabajo de nueve a cinco. Yo estaba empezando mi ca rrera en el negocio del auto-perfeccionamiento. Fijaba mis propios horarios. Todas las mañanas, Mallie se levantaba, daba de desayunar a las niñas y las mandaba a la escuela, y después se iba a trabajar. Yo me quedaba tolo en ese apartamento extraño donde Mallie y su marido habían vivido juntos durante 13 años. Yo seguía casado con Kathy. Mallie seguía casada con Steve. Recuerdo mi primera mañana a solas en ese lugar. Al marcharse, Mallie me recordó que me sirviera en la nevera. Nos abrazamos durante largo tiem po (todavía no habíamos hecho el amor). Luego se fue. Nunca me había lentid o tan incómodo en toda mi vida. Dura nte un rato me deslicé furtivamen te y me escondí por el apartam ento como un intruso, un ladrón, alguien fuera de lugar. Era uno de esos típicos apartamentos de la parte alta de West Side i»en un edificio de antes de la guerra con una vista de posguerra sobre la Calle 106. Examiné cada rincón y cada grieta, esperando en parte enc ontrar algún secreto familiar enterrado desde hacía mucho tiempo, y en parte que alguien descubriera mi presencia y me preguntara qué derecho tenía de estar allí. “Bueno, verá, señor, realm ente estoy en el lugar adecuado... Sí, me invitaron, soy un huésped... Puede, bueno... puede incluso que me quede.” Finalmente, me acerqué a la nevera. La cocina era minúscula y la nevera estaba en el comedor, que no era mucho más grande. Abrí la puerta de la nevera, contemplé las provisiones familiares, saqué un bote de zumo de frutas y volví a la cocina para servirme un vaso.
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“¿Qué está haciendo?” “¡Está tirando vasos contra la pared!"
Apenas había terminado de llenar el vaso, cuando se me escurrió de la mano y se hizo añicos. Salté hacia atrás, horrorizado por mi m etedura de pata, mi torpeza. Esperé, contuve el aliento, cerciorándome de que nadie me descubriría. Me sentía observado. ¿Quién era ese fantasma que parecía estar observándome? ¿Qué debía yo a los Espíritus del Pasado? Barrí rápidamente las esquirlas de cristal y las eché en la basura. Luego cogí otro vaso, y también acabó hecho añicos. Rom pí tres vasos en total. Em pecé a pensar que yo era un maleficio para Mallie y las niñas, y que de algún modo les trae ría mala suerte (o ellas a mí), y que sería mejor que me fuera a casa, o mejor aún que dejara la ciudad. ¡Tres vasos, era asombroso! Parecían tener voluntad propia pensam ientos y energía que les impulsaban. Saltaban literalmente de mi mano, uno tras otro, pilotos kamikaze estrellándose hasta hacerse añicos. Más tarde me di cuenta de quienes eran los fantasmas y cómo hacer exorcismo, ya que para que se unan sus espíritus, las personas deben ser exorcisadas de sus pasados. Y los lugares deben ser purgados de sus historias a fin de que su espacio quede limpio para un nuevo amor. Los objetos también tienen poder -el poder de la gente que los ha manejado. Al trasladarm e a casa de Mallie, no sólo tenía que hacer frente a la fusión de dos tradiciones familiares diametralmente opuestas, sino que también estaban los recuerdos físicos que estábam os reuniendo, recuerdos contenidos en objetos sentime n tales, reliquias de relaciones anteriores, remanentes de amores perdidos y recorda torios de lo que antaño fue o pudo hab er sido. Estábamos tan enamorados, habíamos pasado a ser parte uno del otro tan to y tan de prisa, que nuestras historias separadas, nuestros caminos separados tenían poco sentido, aparte del de habernos conducido a este magnífico momento en el tiempo. Queríamos librarnos del pasado. Sabíamos que teníamos que hacerlo. Y sabíamos que nunca lo habíamos hecho antes. Dos corazones son mejor que uno. Pero los dos corazones deben quedar libres de todos los contratos pasados. Al barrer los últimos tres vasos, empecé a pensar en limpiar mi pasado - especialmente en lo referente a mi madre y a mi ex-mujer.
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Pensé en los vasos y en cuantas veces habrían bebido Mallie y Steve de ellos, y de pronto no quise que siguieran en “mi casa”. Me permití sentirme posesivo respecto al espacio físico que estaba decidiendo llamar hogar. Dejé que se impusiera mi territorialidad, como un animal delimita su territorio. Quería librarme de todos los vasos del pasado de Mallie, y del mío. ¡Los destrozaría todos! Quería que todo fuera totalmente nuevo. “¿Qué está haciendo?” “¡Está tirando vasos contra la pared!”
Recordé a un viejo amigo mexicano que, siempre que se sentía atrapado por la vida, colocaba una hilera de botellas de cerveza contra la pared de ladrillos, y hacía añicos los cristales hasta agotar su ira. Tenía que barrer muchas formas de vasos rotos. Lo más inmediato era terminar con la que pronto sería mi ex-mujer, Kathy. Nuestro matrimonio había term inado con muchos sentimientos negativos, y en cierto modo, yo Itabía cogido al toro por los cuernos y había luchado con la fiera hasta derribarla. Al record ar lo que había sucedido, sentí profundos remord imien tos por mi com portamiento hipócrita hacia el final. Recuerdo que escribí una larga carta a Kathy, una carta de conclu sión, como se dice en los negocios. Por aquella época, me consideraba brillante en el estilo epistolar. En esa carta, adopté un enfoque iluminado. La confusión que había creado e ra “mía”, asumía completamente la responsa bilidad; perdonaba a Kathy por su contribución; podía ver la máxima perfección de todo ello; era la voluntad de Dios, el sino, el destino, el karma - o como quiera que se llame, el caso es que le eché el muerto a eso. Mi intención era bastante honesta. Pero mi técnica no era más que una nueva versión de mi vieja necesidad de justificarme a mis propios ojos, de ser arrogante y pomposo. Incluso admitiendo que había obrad o mal, de algún modo, había escrito una carta defendiendo mi rectitud. Caramba, ahora hasta tenía a Dios de mi parte. La verdad es que me sentía increíblemente culpable por sabotea r mi matrimonio. Y hasta que no me enfrenté directamente con mi culpabilidad, no estaba en condiciones de experimentar mi inocencia. A pesar de todo, envié mi obra maestra a San Francisco donde, si quedaba algún trocito de mi corazón, esperaba que me lo devolvieran lo antes posible.
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Esperé, y esperé, y esperé, pero la respuesta nunca llegó. Empecé a ver cuanta importancia le daba a una respuesta. M e di cuenta de que el motivo por el que escribí la carta era totalmente erróneo, y que deseaba la aprobación y el perdón de Kathy cuando no era capaz de dármelos a mí mismo. ¡LA REDENCION NO PUED E PROCED ER D E OTRA PE R SONA! ¡EL PERDON, COMO LA CARIDAD, EMPIEZA POR UNO MISMO! Primero tenía que perdonarme a mí mismo por arruinar mi matri monio. El perdón de Kathy era secundario y, en última instancia, irrelevante. Contemplando los cristales rotos en el suelo de la cocina de Mallie, recordé los tiempos felices con Kathy, cuando vivíamos tranquilam ente en el Condado de Bucks, cuando yo escribía y ella bailaba; la época en Santa Fe en que estábamos enamorados de esa tierra y ese cielo; los tiempos en que acam pá bamos en Redwoods pasando días enteros en silenciosa armonía. Al reco rdar los días felices y dejar a un lado los malos, me sentí en cierto modo más decidido con respecto a todo. Sin embargo, aún quedaba una cosa por terminar. Le debía a Kathy algún dinero que su madre nos había prestado durante los mom entos difíciles que caracterizaban nuestra vida en común. La cuantía no era enorme. Indudablemente, ahora me podía permitir devolvérselo. Era como si me hubiera aferrado a esta última deuda como a un recuerdo sentimental de nuestro amor. D esprenderse de ella sería como desprenderse de Kathy para siempre. ¡Finalmente, lo hice! Estaba en San Francisco de viaje de negocios. Quedé con Kathy y fuimos al Banco de Gibraltar en la Calle 34 de Noe Valley, donde tenía mi cuenta de la Costa Oeste. Pedí el reintegro necesario y le di su dinero. Fue muy emocional. Me liberó. Era como decir adiós a mi culpabilidad, a todo lo que siempre pensé que debía a ese matrimonio, a cada pensamiento que había tenido de salvarlo. Era como traerm e mi corazón de vuelta de San Francisco. La gente se aferra al pasado de muchas m aneras sutiles, encubiertas b inconscientes. Veo a parejas que se separan y dejan todo tipo de cabos sueltos en las posesiones del otro. Totalm ente inocentes, no se dan cuenta de las terribles consecuencias de guardar viejas fotos, viejas cartas de amor, viejas prendas, o incluso de llevar un anillo como garantía de vínculo permanente. Por no mencionar los lazos emocionales que se niegan a soltar -ya sea una pena incompleta por un pariente muerto o un viejo resentimiento hacia un ex-compañero.
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Recuerda, tu palabra es la ley en el universo físico. Si das tu palabra a alguien, si le prometiste que siempre estaríais juntos, es un contrato que has suscrito y debes anularlo -mental, espiritual y emocionalmente- a fin de quedar libre para algo nuevo. Los antiguos pactos con antiguos amantes te retienen, por muy antiguos e insignificantes que le parezcan a tu mente consciente. “¿Qué está haciendo?” “¡Está tirando vasos contra la pared!”
Mi madre era otro vaso que necesitaba arrojar. Siempre he querido a mi madre, y ella a mí. Es una mujer increíble. Era mayor de cuatro hermanos. Abandonó el colegio y empezó a trabajar Cuando tenía trece años. Trabajó durante más de cincuenta años para el Servicio a la Familia Judía. Se jubiló tres veces y volvió dos al trabajo. (Finalmente, contrataron a tres personas para hacer su trabajo). Crió a dos niños fuertes y era una torre de fortaleza y apoyo para mi padre. Adem ás de SUenergía y resistencia, mi m adre rebosa de amor, pasión, sabiduría, sentido Común y sentido del humor. Es única. Por desgracia, durante mi infancia y mi adolescencia apenas si me daba cuenta de las virtudes de mi madre. Estaba demasiado ocupado rebelándome contra lo que, me parecían sus vicios sofocantes. Me sentía demasiado protegido, cobijado, y vigilado por su amor. Quería salir del cascarón, ver mundo, correr riesgos, aprender de mis propios estúpidos errores. Como cualquier madre, quería evitarme el dolor, enseñarme los atajos, detenerme cuando veía que iba a estrellarme contra un muro tan ciegamente como un toro. A mi modo de ver, era mi mayor obstáculo para la libertad. Desde su punto de vista, ella no quería que yo me hiciera daño a mí mismo. Y así, ese tirón primitivo hacia el enfrentamiento se convirtió en la lucha de un adolescente por su independencia. Recuerdo mi primera experiencia de renacimiento. Estaba tumba do, expirando, mi cuerpo vibraba con cada oleada de energía, recordando el día frío y ventoso en que nací, y cómo mi padre olvidó el abrigo de mi madre cuando llegó el momento de llevarnos a casa. De repente, sonó el teléfono, el renacedor contestó y, Dios sabe porqué, me pasó el auricular.
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“Es tu madre”. Agarré el teléfono. “Hola, Mamá.” “Hola, Bob. ¿Estás bien?” “Sí, estoy bien.” “Bueno, simplemente se me ocurrió llamar... Tienes la voz rara. ¿Qué estás haciendo?” “Me están haciendo renacer.” “¿Renacer? ¿Y para qué, es que no bastó con la primera vez?” Mi madre siempre parecía desaprobar mis extrañas andanzas. Quería que yo fuera médico o abogado o profesor o trabajador social, algo que por lo menos pudiera explicar a sus amigos. Me duele no po der darle eso. Me siento culpable y me pongo a la defensiva. (Con los años, a medida que mi madre participa en cada vez más seminarios míos, su desaprobación se ha convertido en orgullo. Ahora, los dos reconocemos que compartimos el interés por el servicio a la familia.) Una vez tuve la brillante idea de despedir a mi madre. Tenía 33 años, era un hom bre hecho y derecho; había hecho lo mejor que pudo su trabajo de criarme; merecía ser relevada de sus deberes. Pensé que podría transfor mar nuestra relación madre-hijo en una amistad. La llamé. “¿Mamá?” “¿Sí?” “Estás despedida.” “¿Qué?” “Que estás despedida como madre. Tu trabajo ha terminado. He crecido del todo.” “¿Te encuentras bien?” “Sí, muy bien. Ahora quiero que seamos simplemente amigos. ¿Vale?” “Vale. Seremos sólo amigos.” “Estupendo.”
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“¿Llamaste a tu herm ana?” En cierto sentido, un padre lo es para siempre. La inmortalidad de la relación padre-hijo es incuestionable, biológica y emocionalm ente. LLega un mom ento en que padres e hijos deben reconocer su igualdad en tanto que seres humanos, luchando con problem as vitales similares, de form as distintas. La capacidad de hacerte amigo de tus padres muchas veces es un paso clave para liberarte para unirte a un compañero. De modo que con frecuencia se lo aconsejo a las personas -de todas las edades- que parecen seguir esperand o que sus padres les den alguna misteriosa libertad que consideran que se les debe. Eso no tiene sentido. Libera a tus padres. Dales el amor incondicional que siempre deseaste. Deja de intentar cambiarles. ¡Tus padres son perfectos tal y como son! “¿Qué está haciendo?” “¡Está tirando vasos contra la pared!”
La gran explosión con mi madre se produjo un día del verano de 1979. Había decidido decirle la verdad. Ya no podía soportar reprimir mis senti mientos. Estaba cobrándonos su precio a mí y a Mallie. Tiendes a descargar en tu com pañero todo lo que no expresas ante tus padres, y ya era hora de volver a cambiar de juego. Fui a ver a mi madre con la clara intención de descargar mi ira. Sabía que me llevaría mucho encontrar una excusa para hacerla estallar, pobre mujer, y tenía razón. No llevaba ni cinco minutos en su apartam ento cuando encontré motivo suficiente para reventar. Recuerdo la escena con tal claridad que parece que fue ayer. Estábam os de pie, a poco más de un m etro de distancia -tenía cuidado de no invadir su espacio energético inmediato (dieciocho pulgadas, dicen los psicólogos), y me situé ligeramente en ángulo con respecto a ella porque no quería volcar mi rabia directamente en ella. Lo que me interesaba realmente era liberarme, no destrozarla. Asumí completamente la responsabilidad cuando grité: “Estoy enfadado... no es culpa tuya, lo llevo dentro, es mi ira, pero odié que hicieras... no puedo soportar cuando dices... Me hace daño que hagas... Nunca te he perd onado por esa vez que...”. Y así seguí y seguí, durante diez o quince minutos. Nunca la miré a los ojos. Grité y lloré. Fue intenso.
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Cuando sentí que había terminado, hice algunas inspiraciones profundas y levanté la vista. Por muy llenos que estuvieran de lágrimas, nunca hab ía visto los ojos de mi madre tan radiantes, tan rebosantes de am or. “Bob”, me dijo, “Estoy tan contenta, lo soltaste todo. Siempre supe que lo tenías ahí encerrado.” ¡Madres! Son los mejores terapeutas. Siempre tienen un hilo directo hasta los corazones ocultos de sus hijos. ¿De qué sirve intentar separarse de ellas? Su conexión telepática es infalible. Solía pensar que mi madre estaba neurótica y deprimida. E, induda blemente, siempre que estábamos juntos, se ponía más som bría y taciturna. Un día estaba en su casa de visita, cuando sonó el teléfono y descolgué. Era una vieja amiga de mi madre, y yo había crecido queriéndola y respetándola. Tras un poco de charla preliminar, empezó a decirme lo maravillosa que era mi madre, lo delicioso que era salir con ella, lo divertida que era, cómo era siempre ei alma de la fiesta. ¿De quién estaba hablando? Empecé a ver que mi madre sólo estaba deprimida en presencia de mis bajos pensamientos sobre ella. La gente tiende a actuar como los camaleones, adoptando el comportamiento más familiar para la persona con quien se encuentra. ¡No sólo los hijos interpretan a menudo las mentes subconscientes de sus padres; los padres también tienden a cumplir las expectativas de sus hijos! Em pecé a ver a mi madre bajo una luz diferente. La imaginé alegre y festiva, como si supiera que estaba en plena juventud. Planté el siguiente pensamiento en el jardín de mi mente subconsciente: “ ¡Es una alegría estar con mi madre!” Al cabo de unas semanas, mi relación con mi madre dio un giro maravilloso. Reíamos y bromeábamos, quedábamos para comer, p ara tom ar úna copa, para cenar. Hace poco, la llevamos a nuestra nueva casa en Mikonos. Nos dejó deslumbrados con su energía y emoción sin límites. ¡A los ochenta años! ¡Qué corazón más joven tiene! Mi padre era un vaso más difícil de romper. M urió antes de que yo tuviera la oportunidad de curar mi relación con él. Mis sentimientos hacia él eran muy contradictorios. Por una parte, apreciaba su política de no interven ción ante los niños. Sabía que me quería. Sabía que quería que yo viviera mi
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propia vida, fuera libre, descubriera el mundo por mí mismo. (Estoy seguro de que también le hubiera gustado que de mayor jugara de centrocampista con los Brooklyn Dodgers.) Sabía que su pa dre le había pegado de niño, y que la última cosa que deseaba en el mundo era hacerm e daño, cosa que nunca hizo -físicamente. Al mismo tiempo, yo abrigaba un enorme resentimiento por la distancia que su miedo a herirme creaba entre nosotros. Me enloquecía, porque me había dado la espalda tantas veces, que a menudo parecía un padre absentista. Le escribí una larga carta, vaciando mi corazón en el papel. Lloré, grité, aporreé la mesa, arranqué páginas de papel, escribí y reescribí y corregí hasta tener una carta que no me hubiera importado recibir. (Había aprendido la lección de mi carta a Kathy.) La verdad es que hacía todo eso sabiendo que nunca recibiría una respuesta. Mi padre estaba muerto, flotando allí arriba en el éter. Y los muertos no contestan el correo. Escribí esa carta para mí, porque sabía que al perdonarle, me liberaría para ser el hombre que deseaba ser. Si los hijos pagan los pecados de los padres, son los hijos quienes tienen que perdonar y romper así la maldición familiar. Así lo hice. Puse la carta en un sobre y la envié a: Isidore Mandel ¡Cielos! ¡Omití el remite! ¡Menuda diferencia supuso! Casi inmediatamente, empecé a sentir que la presencia de mi padre volvía a mi vida. Mallie, a quien él hubiera adorado pero que nunca le conoció, empezó a ver su espíritu allí donde íbamos. Le quería. En cierto modo, se convirtió en nuestro ángel de la guardia. Además, mi madre dejó de quejarse de él, cosa que había sido una de sus adicciones favoritas. Nunca había tenido grandes amistades masculinas. Todos los hom bres a los que quería tendían a ser distantes como mi padre. O quizá el distante era yo. En cuanto perdoné a mi padre, aparecieron todo tipo de hombres maravillosos en mi vida, y fui capaz de establecer lazos profundos, durad eros, con los herm anos que siempre había anhelado (solía pedir a mis padres que me trajeran un hermanito varón). Mis padres siempre me habían dicho: Nunca te cases con una m ujer que no se lleve bien con sus padres. Me había rebelado dos veces contra esa
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idea, y las dos veces acabé divorciándome. Con Mallie, di en el blanco. Quería a su padre y a su madre, y ellos a ella, de una forma que siempre m e inspiró. Y el amor de sus padres en tre sí era tan dulce como el de Kim y Robert. Mallie, claro está, también tenía cosas que limpiar, y atravesó su propio proceso mientras yo seguía el mío. Pero, con todo, me sentí honrado de entrar en semejante mundo de dulzura. Hay algo bueno que decir en favor del viejo jara be de arce de Vermont. Al limpiar mi relación con mis padres, pude aportar una pizarra nueva a mi relación con Mallie. El pasado estaba borrado . O por lo menos, lo estaba la amargura. Por consiguiente, podíamos em pezar desde cero. Eso es lo que querem os expresar cuando decimos a la gente: La terminación es un buen punto para empezar. “¿Q ué está haciendo?” me preguntó Susie cuando nos juntam os en medio de la sala de estar. “Está tirando vasos contra la pared,” contesté. Mallie se había encerrado en el dormitorio y estaba haciendo añicos los vasos para desahogar su rabia. Siempre se le dio bien descargar su ira de forma sana. A veces saca a pasear al perro. O tras se va a hacer jogging. Tiene esa facilidad única de canalizar las emociones de forma energética. Esta vez en concreto, optó por arrojar vasos. Mientras Susie y yo escuchábamos el destrozo de vasos, uno p or uno, parecía como si todas nuestras emociones estallaran con los vasos. Nuestros cuerpos temblaban cuando nos abrazábamos. “Espera a q u f l e dije por fin a Suzie, y me acerqué de puntillas hasta el dormitorio. LLamé a la puerta. Hubo un momento de silencio. Mallie entornó la puerta. “¿Estás bien?” le pregunté. “Claro que estoy bien: nunca me he sentido mejor.” Y con eso, cerró de un portazo y siguió con lo que estaba hacien Cuando volví a la sala de estar, Suzie me preguntó: “¿Está bien?” “Sí, está bien.” No es de extrañar que los judíos destrocen vasos cuando se casan. O que los griegos rompan platos a media noche. O que mi amigo mexicano arroje cascos de cerveza contra paredes de ladrillo. Como quiera que lo hagas, tienes que romper el pasado para abrir el futuro.
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Una relación es como un vaso. A veces está llena, a veces está vacía. La mayor pa rte de las veces, está medio llena o medio vacía. Puedes ver la plenitud o el vacío. La elección es tuya. Sin embargo, una cosa es cierta, y es que según elijas verlo, así será. Aquello en lo q ue te fijas se expande. Además, cuanto más llenas tu vaso, más afloran los posos a la superficie. Por eso a veces las cosas empeoran antes de arreglarse. Pero, en última instancia, no puedes contener el amor. El amor es agua, fluida y libre. El vaso es el recipiente, sólido pero transparente, algo que agarrar. iA veces tienes que romper el vaso y mojarte! Perdonar y librarse del dolor de l pa sado es en última instancia una decisión de servirse a sí mismo. Aferrarse a antiguos resentimientos y agravios es m alsano -psíquica, mental y espiritualmente. Y en eso consiste el dolor -en el esfuerzo que requiere aferrarse a creencias antiguas, negativas. A la gente le aterra perdonar porqu e piensa que eso le expondrá a ser herida otra vez. Tu ira empieza a parecer tu po der person al (en vez de la impoten cia que es realmente), y la utilizas para protegerte de un mundo en el que ya no confías. L a clave para perdonar es (1) ser dueño de tu propia culpa y canalizar físicamente la energía, respirando, haciendo jogging, arrojando vasos, etc.; (2) perdonarte a ti mismo po r crear la situación desagradable; (3) renunciaral deseo de desquitarte; y (4) saber que puedes perdonar al otro sin volver a crear las mismas circunstancias. Por ejemplo, si tienes un empleado que roba de tu caja registradora, puede que quieras revisar tus propios pensam ientos d e desconfianza y escasez que él estaba interpretando. También podrías perdonar al empleado por representar su pap el en el robo. Ypuedes desear despedir al empleado porque tienes razones legitimas para que no siga en la caja registradora. Perdonar no es convertirte en un loco. Es sencillamente desprenderte del incidente de m odo que te puedas sentir cómod o en presencia de esa persona. Perdonar completamente a tus padres es algo eminentemente práctico. Hicieron las cosas lo mejor que pudieron. Y cuanto m ás consideres sus relaciones con sus propios padres, más llegarás a comprender las opciones que tomaron. Asimismo, cuanto m ás te enamores de ti mismo, p or no hablar de tu pareja perfecta, más inevitablemente llegarás a la conclusión de que, con todo, tus padres hicieron bien su trabajo.
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24 HORAS AL DIA “¿Cuándo te marcharás?” “Pronto.”
Cuando conocí a Mallie, mi vida estaba cambiando muy deprisa. Sin embargo, a ojos del profano, apenas se percibía movimiento. Al vivir con Mallie, mi crecimiento se aceleró, pero aminoré aún más mi marcha. Así es la vida en el rápido camino de la iluminación. ¡Lento es sagrado! De hecho, en seis meses apenas si salí del apartamento. Duran te t n meses, rara vez me aventuré fuera del dormitorio. R ecordar aquellos días e.s como recordar un viejo y agradable sueño. Puedo verme a mí mismo tumbado en la cama, o en la bañera, respirando y estremeciéndome y sudando y sollozando -renaciendo, como decimos nosotros- utilizando la respiración para drenar el pasado y hacer salir el dolor. Estaba trabajando con tantos antiguos dolores, que no tenía tiempo para mucho más -como tres comidas al día, ocho horas de sueño, un trabajo, un coche, dinero, modales. Estaba en eso llamado “p roceso”, y por ra ro que pudiera parecer a los extraños, me tenía dominado y tenía que pasar por ello. Y había días en que era como una cometa. Tal vez fuera todo el oxígeno que estaba inspirando o la energía que producía, o los altibajos emocionales, o los recuerdos y la comprensión que estaban acudiendo - había veces que podría estar volando. A veces Mallie me abrazaba durante horas, dando una base de seguridad física a mi éxtasis. Respirábamos juntos, abriendo nuestros cora zones que latían al unísono, riendo, gritando, pulsando, uniéndonos a nivel celular.
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Recuerdo una llamada de mi madre. “Estás respirando otra vez.” “Sí, mamá.” “¿Porqué?” “Me sienta bien.” “Quizá debiera yo respirar de vez en cuando.” “No te haría daño.” “Dime, Bob, ¿es un culto?” “No, Madre, no es un culto.” “¿Es un a religión?” “No, Madre, no es una religión?” “¿Qué te enseña?” “Me enseña que todos somos seres divinos.” “¿Seres divinos? Bueno.... ¡Mi hijo, el divino chiflado!”5 De algún modo, la frase me pegaba. Realm ente me veía a mí mismo como un divino chiflado saliendo de su cascarón. Más adelante, cuando mi madre me dijo que en mi parto le asistieron las enfermeras del Pa dre Divino (en un hospital judío), el chiste primordial de mi vida quedó claro. Creo que la vida es bella a la larga. Sin embargo, lo que sí se es que nunca se gana nada sin perder algo en el proceso, y normalmente lo que se pierde es algo que no deseamos realmente pero que tem emos perder. Para mí, entregarme a esa nueva vida, esa nueva energía, ese nuevo mundo que se acercaba, pasaba por renunciar al mundo de respeto a la “casa del chiflado” (hacia la que mi madre aseguraba que me dirigía). No sólo perdí a Un montón de amigos que no podían seguir mis cambios, sino que perdí todo un contexto de vida que formaba parte de mi ser, tanto como las croquetas de huevo, y Prospect Park y Ebbets Field. Había nacido, crecido y sido criado y educado para un universo físico, y no metafísico. Había estudiado en Columbia y Yale, no para entrar en el reino de lo desconocido, sino para triunfar con conocimientos conocidos entre gente erudita en un mundo tradicional. Tenía que ser un profesional -médico, profesor, incluso escritor. ¿Pero un director de seminarios nueva era, un asesor iluminado, un consejero intuitivo, un renacedor? ¡Vamos, hombre! 52
SN.T. En inglés, “n ut” (en este caso, chiflado) significa tam bién nuez. En eso se basa todo el juego de palabras de los párrafos siguientes.
¡Qué poco sabían! Cuanto más respiraba, más descubría. Cuanto más descubría, más deseaba com partir este proceso con otras personas. Deseaba trabajar en ese campo. Era un cam podel futuro, un campo de visión. Por primera vez en mi vida, me sentía llamado, como si tal vez hubiera un Dios y com o si tal vez, al fin y al cabo, tuviera algún propósito al darme la vida. Quizá yo no era un completo desperdicio. Una vez vi un cartel que decía: ¡DIOS NO G EN ERA BASURA! Y mientras me daba cuenta de mi valor potencial ante los demás, tenía peor aspecto que nunca. Sin afeitarme, sin vestirme, y despeinado, arrastraba los pies por el apartamento, no estaba en condiciones de ser visto, ni preparado para la luz del día. Podría decirse que mi crecimiento interno todavía no se había expresado en mi presencia externa. Tam bién se podría decir que era un patán o un cerdo. Un amigo me dijo que no me preocupara, que simplemente me estaba reponiendo de un buena educación. Eso sonaba bien. Lo único que me preguntaba era que si cuando me hubiera recuperado completamente, Cáritas me metería en un guardarropa. "¿Cuándo te marcharás?” “Pronto. ”
Nunca iba a ningún lado. No me apetecía. Y me había prom etido a mí mismo no hacer nunca nada por sentimiento de culpa o por obligación. De modo que no hacía nada o casi nada. Sospecho que estaba superando la existencia pura a algún nivel, probándome a mí mismo que tenía derecho a existir y que no tenía porqué merecer o justificar mi existencia trabajando, luchando, ayudando o complaciendo. Había trabajado durante años para conseguir la aprobación de los demás. ¡Nunca más! Me parecía haber luchado durante vidas enteras para conseguir mi propia autoestima. ¡Nunca más! Nunca volvería a hacer nada que no surgiera de la alegría de estar vivo, si es que existía algo así. E ra una criatura sedentaria. Ocasionalmente, hacía renacer a algún cliente o hacía un largo viaje hasta la sala de estar para dar un sem inario sobre Pensamiento Creativo o Relaciones. Era un Zombi. En un momento dado, me impuse a mí mismo la tarea de no levantarme por la mañana hasta que pudiera pensar en tres cosas excitantes
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que esperar duran te el día. La mayor parte de los días, no se me ocurría ni una. Me quedaba en la cama durante años. Me sentía profundamente inútil, desesperado e incapaz. ¡Luchaba contra el ángel de la muerte, el pequeño diablo rastrero! Me hundí en la autoconmiseración. Me revolqué en la repugnancia hacia mí mismo. Apestaba. (Ni siquiera me duchaba). Me consentía todo en una completa desesperación. No siempre era divertido estar conmigo. Pero durante todo ese tiempo, sentía progresar cierto proceso dentro de mí. Una parte de mi ser am aba las contradicciones. Afirmaba a mi mente subconsciente: Ahora se manifiesta elplan divino de mi vida . Mi mente consciente contestaba: ¡Cretino! ¡Ahora se manifiesta la broma cósmica de tu vida! Y me veía a mí mismo como un vagabundo o un hombre del saco, cascarón de hombre hambriento, buscando refugio o sopa para llenar el agujero de mis tripas. Sentí lo que es estar solo en un universo infinito. Podía sentir la soledad, el pesar, incluso la autocompasión que desea dar un toque romántico a la enajenación. Al record ar ese período, creo que fue una de las cosas más sanas por las que he pasado. Durante toda mi vida había evitado esas sensaciones, las había encubierto, buscando el bienestar. Aho ra había llegado a ver que en cualquier proceso de liberación hay una etapa en la que experimentas la ilusión de una profunda soledad. Antes de un gran avance, suele haber oscuridad, desesperación, e inutilidad. Pensé en el cordón umbilical y la ansiedad de separación que provocaba su corte. La libertad siempre exige perder algún apego. Y aunque, en definitiva, lo único que se pierde es dependencia, la sensación de pérdida no deja de ser arrasadora. Mi mayor temor era no servir para nada. ¡Siempre que mis padres estaban realm ente enfadados conmigo, me decían “no sirves para nada” ! Así que, de alguna manera, ese pensamiento represen taba lo más bajo para mí. Simbolizaba por sí solo la amenaza de eterno destierro del Jardín del Edén . Podía oír el juicio final de Dios respecto a mí: ¡Después de todo, no servíaspara nada! ¡Vete directamente al infierno! ¡No puedes pasar!
Pero durante mi exilio autoimpuesto, llegué a ver que en realidad, no servir para nada no era malo en absoluto, y que, de hecho, era un buen punto para volver a empezar. E ra una declaración tanto de mi independencia como de mi inocencia. Era la afirmación de que era esencialmente bueno, y de que no tenía que luchar para demostrarlo. Además, al instalarme en mi bondad innata, podía relajarme y compartirla sin ansiedad, pánico o desesperación.
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Cuando finalmente volví a trabajar a tiempo completo, fue con la inamovible certidumbre de que mi am or era lo suficientemente bueno p ara cualquiera, y que mi amor siempre daba en el blanco - sin importar la apariencia del proceso. Nunca volví a preocuparme por mi bondad. ¡De alguna manera, había superado el dilema moral básico! Creo que se podría decir que gané confianza, certidumbre, o autoestima. F uera lo que fuese, supe que nunca volvería a ser el mismo. Por aquella época, Mallie era una torre de fortaleza, un pilar de paciencia y apoyo. Escuchaba todos mis temores, dudas, opiniones, confusio nes, y decía, “Tómate tu tiempo. Lo estás haciendo muy bien”, o “Relájate. ¡Sólo estás en medio de algo!” Mallie había empezado a renacer un año antes que yo. Era la inspiración de mi respiración. Recibir su amor durante esos meses en que no hacía nada fue una asombrosa confrontación. A veces, simplemente no podía dejarlo entrar. No había hecho nada para merecerlo. Me limitaba a apartarla, o a retirarm e aún más en mi proceso. “Te quiero”, me decía. “¿Qué quieres decir con eso?”, preguntaba. Miraba su cara resplandeciente como el sol, y tenía que taparm e los ojos, literalmente. Su amor era una luz deslumbrante para mi ego. Me escondía en una fantasía paranoica, imaginando que quizá Mallie tenía un motivo detrás de su amor - quizá sólo me estaba calentando como preludio de algún crimen atroz que estaba tramando. Pensaba en esas películas de Hitchcock - era capaz de hacer cualquier cosa por poner a prueba y sabotear. Me convertí en un verdadero incordio. Gemía y me quejaba; discutía y criticaba. Era difícil y mezquino y asqueroso y cruel. Una vez alguien dijo que es bueno entrar en una relación con el pie izquierdo. De ese modo, tu pareja puede aceptar todas tus cualidades negativas, y no tienes que temer que te rechace después, cuando salen a relucir. Evidentemente, la mayoría de la gente hace lo contrario. Esconde lo que no le gusta de sí misma temiendo que su p areja la rechace si descubre esos defectos. Seleccionan sus rasgos más encantadores y seductivos para revelárselos a los demás. El único problem a es que aunque consigan amor, viven en un terror constante a que la verdad salga a la luz. ¡Y acabas escondiéndote de lo que escondes!
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Así que entré con mi pie izquierdo, intentando secretam ente poner la zancadilla a Mallie. En realidad, estaba saltando a toda carrera con mi pie izquierdo. Afortunadam ente, ella no “tropezó” por tan poca cosa. Nuestro sentido del humor volvió a sacar lo mejor de nosotros. Tenía una camiseta en la que ponía: “Los ángeles vuelan alto porque se toman a la ligera ”. Se convirtió en nuestra consigna. “¿Cuándo te marcharás?” “Pronto.”
Nuestros problemas desembocan en lecciones, y nuestras lecciones se convierten en nuestras enseñanzas. Nos dimos cuenta de que, en su momento, cada problema fue una solución a un problema anterior. Por ejemplo, nos gustaba pelear. Los dos éramos campeones de la argumenta ción. Esa había la solución a (1) mi educación con un padre que era a la vez abogado defensor y judío, y (2) al hecho de que Mallie nació en una familia de cuatro niños donde, bueno, los chicos eran chicos. De modo que al principio peleamos. Comprobamos que los dos pensábamos que amar significa pelear, y que si no peleas es porque el otro no te im porta realmente. Tam bién nos dimos cuenta de lo adictos que éramos a tener razón. A medida que fuimos viendo más claro, tuvimos que reconocer que dado que “lo que piensas es lo que consigues”, uno siempre tiene razón desde su punto de vista. De cualquier modo, todos nosotros recogemos toda la evidencia que necesitamos para sostener nuestro punto de vista particular. Incluso posturas diametralmente opuestas pueden estar docum entadas cien tíficamente. ¿Así que porqué pelear? De modo que al final llegamos al siguiente pensamiento: Prefiero ganar amor a ganar discusiones. Se convirtió en nuestro ¡GRITO DE PARAR LA BATALLA! Creamos el juego del Día de la Razón. D urante 24 horas, Mallie tendría totalmente razón, dijera lo que dijera. Yo estaría de acuerdo con todo lo que dijera. Recuerdo un día de verano en que estaba escondido en la oscuridad, buscando el útero o algo parecido. Mallie siempre quería ir a la playa y jugar al sol. Era demasiada luz para mí. Un día, su Día de la Razón, nos despertamos y miré por la ventana.
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“Está demasiado nublado para ir a la playa,” dije. “Hace sol,” contestó Mallie. “Va a llover,” sugerí. “Hace sol.” “¿Con rayos y truenos?” “Hace sol.” “¿Hace sol?” “Hace sol.” “D e acuerdo. Hace sol.” Fuimos a la playa. Fue el día más soleado del año. El Juego del Día de la Razón convierte todo el asunto de tener razón o estar equivocado en un juego. También te da la oportunidad de experimentar lo brillante que puede ser tu pareja - especialmente cuando no estás obsesionado por d efenderte. ¿A quién le importa quién tiene razón? Si Mallie tiene la mejor idea, sólo está demasiado deseosa de compartirla conmigo. Darle la razón duplica mis provisiones de inteligencia, imaginación e intuición. Cuanto más gana Mallie, más gano yo. Cuanto más gano yo, más gana Mallie. ¿Por qué luchar? Cream os una afirmación conjunta - un pensamiento para expresar todas las cualidades que deseábamos expandir en nuestra relación. Teníamos una norma: si uno de nosotros empezaba a pronunciar esa afirmación en voz alta, el otro estaba obligado a unírsele. La afirmación es tan larga que es imposible repetirla entera y seguir molesto. Nuestra afirmación conjunta se convirtió en otra herramienta útil para evitar discusiones tontas. Es la siguiente: Bob y Mallie siempre tienen y disfrutan un amor, salud, felicidad, abundancia, sabiduría, armonía, espacios vitales lujosos, viajes fáciles y agradables una felicidad sexual siempre crecientes! Esa afirmación libró a mi
corazón de más de una depresión potencial. Por aquél entonces, volvía a ser una persona triste. Todo lo veía gris. Allí donde había un color de plata, buscaba una nube. Y si no había ninguna nube que encontrar, simplemente la inventaba. Recuerdo q ue en un vuelo a Barbados, iba mirando por la ventana, y vi una nubecilla blanca en m edio del azul sólido, infinito, y me dije: “ ¡Se está preparando una tormenta!”
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Mallie me trajo el sol. Al haber nacido en Vermont, no tenía paciencia con el mal tiempo. Esto, de alguna manera, se trasladó a nuestra vida emocional. Yo era una gallina judía. Mi perspectiva cultural básica era: “Si hay un problema en ésto, encontrémoslo y volvámoslo lo más grande posible. La actitud de Mallie era puro Vermont: “¡Vivamos la vida!” Si había un problema, había una solución. La vida era sencilla. Dabas un paso después de otro. Derecha. Izquierda. Pero yo seguía demasiado ocupado saltando sobre mi pie izquierdo para frenarme y limitarme a caminar. Además, la vida sin enfurruñamientos parecía un a proposición deprimente. Sufrir, luchar, la culpabilidad, la angustia - En eso consistía la vida. ¿Acaso no es así? ¡Dios mío, como quería a mi dolor! ¡En muchos aspectos, le era más fiel que a Mallie! Había veces en que sabía que tenía que librarm e de ella mientras aún supiera quien era. Me parecía que entregarme completamente sería darme por vencido, rendirme, perder mi identidad, morir. Al mismo tiempo, ya había decidido que Mallie era lo mejor del mundo para mí y que nunca la dejaría, contra viento o marea -y las dos cosas me embistieron. Una relación tiene su propio ciclo vital. Parece atravesar todas las etapas del crecimiento, de la concepción al nacimiento, de la infancia a la adolescencia. Y el amor también contiene un deseo de muerte. Recuerdo cuando irrumpió entre nosotros. Era como un tornado que nos arrastraba. Estábamos literalmente desgarrados por un campo de energía tan intenso que parecía que todo lo que podíamos hacer era atrincherarnos o echar a correr hacia las colinas. Finalmente, tuvimos una idea. Teníamos que hacer valer nuestra voluntad de amar, de vivir, de sobrevivir juntos. Tuvimos que matar al deseo de m uerte. Así que creamos el Juego de las 24 horas de Contacto, que fue el baile más loco que hemos hecho nunca -un deporte de contacto físico que, en cierto modo, era más brutal que la lucha libre. Pasamos 24 horas pegados el uno al otro. Nos tocábamos en todo mom ento. Ibamos juntos a todas partes -al servicio, a la nevera, al cuarto de baño, al supermercado, a la cabina telefónica. Siempre en contacto. Brazo con brazo, pierna con pierna, o espalda contra espalda, - siempre tocándonos, siempre conectados, entre la zados, miembro con miembro. Era asombroso. A veces la energía que nos empujaba a cada uno por su lado era tan potente que nos daba violentos tirones, como fuertes ráfagas de viento cruzadas. Era una lucha de guerra. E sa noche fuimos a una fiesta.
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Atrajimos a personas entre nosotros dos, nuestros cuerpos intentaban inconscientemente soltar su presa sobre el otro. Era un torbellino. Giramos y nos tambaleamos, pero nos mantuvimos firmes y reafirmamos nuestra presa. La Fuerza tiraba de nosotros, pero nos habíamos metido de corazón en un curso de acción, y no cedimos. Y entonces, por fin, murió. Desapareció tan repentinamente como había irrumpido, como diciendo: “Veo que habéis elegido estar juntos. C elebro la fuerza de vuestro vínculo.” El Juego de 24 Horas de Contacto fue una m aratón emocional que mató a la bestia de la separación - o, al menos, la relegó a los bosques a lamerse las heridas. “¿Cuándo te marcharás?" “Pronto."
Durante todo ese tiempo pude ver que Mallie era una brillante terapeuta, consejera y sanadora. ¡Era sorprendente! Su simple presencia parecía mover montañas. Y su sabiduría era antigua, y su compasión calaba hondo. Además, era una telépata emocional -y normalmente sabía lo que estaban sintiendo las personas antes de que lo sintieran. Por ejemplo, estaba en la cocina, removiendo una enorme olla de su auténtica salsa original de Verm ont para espaguetis (lo cual ya era una buena hazaña en sí), y llegó una amiga. Al entrar me pareció perfectamente normal, pero Mallie inspiró, probó un poco de salsa de la cuchara de palo, y dijo: “¿Porqué estás tan triste?” ¡Como si todo el mundo lo supiera! De repente, esa persona se deshizo en un mar de lágrimas, sollozando desde lo más hondo de su corazón, confesando sus sentimientos más profundos y sus secretos más oscuros. Mallie seguía removiendo tranquilamente la salsa, recordando a su “cliente” que respirara, bro meando y provocándola sobre el tema, y después la invitó a quedarse a comer espaguetis. Cuando nuestra amiga se marchó, ya había olvidado de qué se había curado y sólo le preocupaba la receta de la salsa de espaguetis. Nunca había ninguna fanfarria en torno a los poderes intuitivos de Mallie. Nunca se consideraba especial, siempre velaba los considerables dones que le había otorgado Dios. Cuando andab an por allí otros maestros espirituales, Mallie solía pretender que no sabía nada, removía su guiso y se concentraba totalmente en él. ¡Cuánto admiraba su completa ausencia de
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ego, la pureza de su amor y de su deseo de ayudar a los demás, y su m anera invisible de trabajar en tu alma! Recuerdo lo que d etía Lao Tse sobre el liderazgo en el Siglo VI A.C.: Un jefe es m ejor cuando la gente apenas sabe que existe No tan bueno cuando la gente le obedece y la aclama Peor cuando le desprecian.
Pero de un buen jefe que habla po co cuando su trabajo está hecho y su objetivo cumplido dirán: “Lo hicimos nosotros. ”
No cabe duda de que estaba describiendo a Mallie. Sus formas de actuar eran misteriosas y con frecuencia sin palabras, pero sumamente eficaces. Deseaba mucho que dejara su trabajo y trabajara conmigo 24 horas al día. Quería actuar con ella todo el tiempo, y el trabajo era una excusa excelente para conseguir su atención completa. Estaba consiguiendo un rápido éxito en mi negocio de auto-perfeccionamiento. Mi corazón estaba abierto; mi mente sum amente clara; y la gente estaba experimentando mucho crecimiento en mi presencia. A decir verdad, con frecuencia el porqué me resultaba un misterio. Nunca sentí que hiciera nada especial con nadie. Simplemente, empezaba a sentirme más cómodo en mi pellejo, y cuanto más me estabilizaba en lo que era, más se estabilizaba la gente en lo que era en mi presencia. Entonces me llamaban un “canal claro”, lo cual supongo que significa que consigues una buena recepción si sintonizas conmigo.
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En cualquier caso, estaba avanzando. Los grupos aumentaban de tamaño. Nos reuníamos en hoteles en vez de en salas de estar. Tenía que rechazar clientes, y que enseñar a nuevos renacedores a llevar todo el asunto. Mallie participaba cada vez más en mi trabajo, pero no quería'renunciar a su trabajo de nueve a cinco. E ra su medida de seguridad. Llegué a comprender hasta qué punto la gente desarrolla un apego umbilical hacia su nómina - por muy pequeña que sea. La regularidad es más importante que la cantidad. Deseamos ard ientemente alguna fuente externa que nos alimente, y adoramos esa fuerza hasta el fin de nuestros días mientras nos mantenga. ¡Madre mía! “¿Cuándo te marcharás?” “Pronto.”
Me sentía cada vez más frustrado, impaciente e irritable. Quería a Mallie por entero y en todo momento. Sentía que estábamos llamados a estar juntos, a trabajar juntos. ¡24 horas al día! Sabía que Mallie tam bién lo sentía. Era inevitable. Puedes posponer tu propósito, pero tienes que cumplirlo. ¿A qué venía ese aplazamiento? ¡Tal como salieron las cosas, resultó ser un aplazamiento perfecto! Ver a Mallie trotar hacia el trabajo cada mañana estaba evocando lentamente en mí el recuerdo de mi madre ocupándose al mismo tiempo del traba jo y de la casa cuando yo era niño. Llegué a perd onar y apreciar muy profundam ente a mi madre. C omprendía la asombrosa m alabarista que puede llegar a ser una madre. Recordé como esperaba ansiosamente cada día que mi madre llegara a casa a las 5:30. Entonces, me permitía a mí mismo transferir esa excitación infantil a Mallie - permitía que mi amor por mi madre se transformara en mi Amor por Mallie. Era una transferencia consciente. ¡ Con mucha frecuencia las personas -personas independientes- están psicológicamente atadas a sus padres. Esas personas tienden a ser niños mayores en funcionamiento en vez de adultos sanos. Necesitan cortar el Cordón psíquico que mantiene su vínculo padre-hijo estancado en la infancia. El niño tiene que darse cuenta un día de que ha madurado física, mental y emocionalmente, hasta el punto de no necesitar más a sus padres. Llegado a ese punto, se libera a sí mismo para unirse a un compañero maduro. ¡Pero primero tiene que cortar!
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El no estar con Mallie las 24 horas al día me ayudó a librarme de mi apego neurótico a mi m adre, y por extensión a todas las mujeres. Y tam bién me ayudó a librarm e de todos los apegos, lo cual, a su vez, despejaba el terreno para una mayor intimidad con Mallie. Esperando a Mallie, me libré de la parte de mí que siempre había estado esperando a las mujeres. Recordé una vez que pasé tres horas esperando a mi hermana en un andén del metro. Recordé muchas tardes de sábado de mi infancia, esperando con mi padre en Union Square a que mi madre comprara en la planta de oportunidades de Klein - ¡eso sí que era esperar! E incluso volví a experimentar la espera de mi nacimiento, cuando tuve que esperar a que mi madre estuviera lista, mientras ella esperaba a que estuviera listo el tocólogo. Así que cada día, Mallie me hacía renacer desde su oficina de Harlem, enseñándome paciencia, constancia, perseverancia, y amor. Pronto llegó el momento de que también Mallie cortara su cordón. Llevábamos seis meses juntos. Mis ingresos como organizador de seminarios, renacedor y asesor parecían duplicarse cada mes - lo cual no significa mucho si se considera con lo que empecé. Pero aún así, la nómina de Mallie - regular, previsible, y suficiente para parecer sustanciosa- era para ella, y por extensión para mí, el cordón umbilical que constituíamos la fuente de nuestra supervivencia. Estábamos claram ente atrapados por una conciencia de supervivencia. Recuerdo incluso haber considerado, seis meses después de que por fin dejara su trabajo, las consecuencias de que se acabaran sus cheques de 100 dólares semanales del paro. Me iba bien. Pero era autónom o, y en eso no hay seguridad. Estaba claro que yo era la Fuente, pero no había certidumbre para el futuro- al menos, no según todo lo que nos habían enseñado. Alguien me dijo que me asustaba el verdadero éxito. Me pregunté porqué. ¿Porqué me asustaba tenerlo todo? La respuesta me atacó por la espalda. Una vez más, era mi madre. Recordé cuantas veces me había dicho: “Bob, sólo vivo para verte triunfar!” Pude ver que se me había m etido en la cabeza que mi éxito completaría la vida de mi madre y por lo tanto la mataría. Esa constatación me sacudió en lo más hondo. Inmediatamente, m arqué el número de mi madre.
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“¿Mamá? “Sí, Bob.” “¿Te acuerdas de cuando me dijiste que sólo vivías para verme triunfar?” “Sí, lo recuerdo.” “¿Significa eso que si fuera rico tú morirías?” “ ¡No seas idiota!” “Bueno, eso es lo que dijiste.” “No quería decir eso.” “Ah. ¿Estás segura?” “Segura, estoy segura. Si no me crees, ¡haz la prueba!” “Lo haré.” ¿Quién te enseña sobre la vida? ¿Quién te enseña sobre el amor y el dinero, los sueños y la felicidad? ¿Cuál es la receta del éxito? ¿Cómo consigues que la vida te dé lo que deseas? No hay escuela, universidad o , instituto que te enseñe la fórmula del éxito en la vida. Vives de la manera que eliges, aprendiendo a medida que avanzas, decidiéndote a medida que progresas, siguiendo tu corazón con fe suficiente para enco ntrar las cosas que buscas y las cosas que amas. No hay camino a seguir. No hay un gran agente de tráfico en el cielo, esperando para ponerte una multa si das un giro prohibido. No hay giros prohibidos. Tú abres tu propio camino al andar, y, de alguna manera, donde terminas es donde querías ir. Mallie y yo sabíamos en el fondo de nuestros corazones que trabajando juntos seríamos prósperos. Ninguno de nosotros había imaginado nunca querer estar con alguien 24 horas al día, y ahí estábamos, deseándolo tanto que nos aterraba. Eramos felices con lo que teníamos, no queríamos echarlo a perder. Teníamos claro que cada uno de nosotros era autosuficiente. Sabíamos que no nos necesitábamos el uno al otro. Eramos supervivientes probados. Pero, de alguna m anera, la idea de renunciar a nuestra sensación duramente ganada de separación autónoma y zambullirnos juntos en un lago de recursos comunes y de completa interdependencia nos parecía una locura. Recuerdo que de niño me decían: “¡Nunca pongas todos tus huevos en la misma cesta!”
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Creo en la diversifxcación tanto como todos los buenos inversores. Pero también sé que en las cosas del corazón, debes darlo todo para tenerlo todo. No quiero decir que para ser feliz tengas que trabajar con tu com pañero, pero sugiero que si estás enam orado, compartir ese am or en una forma de negocio viable puede ser doblemente gratificante. Puedes am ar mucho más tu trabajo si amas a la gente con quien trabajas. (Y si no les amas, al menos pueden gustarte). Por supuesto, nos habían enseñado: “Nunca hagas nego cios con los amigos.” Y no quieres trasladar esa actitud a una relación de negocios con alguien a quien amas. También nos habían enseñado: “Nunca aceptes dinero de extraños.” Bueno, pues, si no puedes aceptarlo de extraños, y tampoco debes tomarlo de los amigos, ¿quién queda? Enemigos conocidos. Y así, la gente tiende a desarrollar resentimientos contra quienes les dan dinero, a menudo su patrón (que se convierte entonces en el blanco sobre el cual proyectar una trem enda cantidad de hostilidad inconsciente relacionada con el dinero y la autoridad). Siempre digo a mis alumnos: “Es doblemente gratificante hacer negocios con amigos.” “¿Cuándo te marcharás?” “Pronto. ”
¡Así que dimos el gran salto! Form amos nuestra primera empresa, Little Miracles, que pronto se convirtió en Only Miracles, y a su vez se convirtió en ISLP- Programas de Organización de Seminarios Internaciona les. Y nos unimos con Sondra Ray y Fred Lehrm an para formar Producciones Orientadas, para promocionar el LRT - Curso de Relaciones de Pareja. Y nos unimos a Larry y Joan Tobin para formar Producciones Corazón Abierto, para producir y distribuir libros y cintas. ¡Trabajar con Mallie fue pura magia! A veces nos sentíamos como ángeles invisibles, influyendo suavemente en el mundo para que fuera mejor. Otras veces nos sentíamos como el papá y la mamá de todo el mundo, espejos para que la gente aclarara sus relaciones con sus padres, y, dado que todo lo que está pendiente de resolver con los padres afecta a las relaciones con los demás, les ayudábamos con ello a crear sus relaciones ideales. Y otras veces nos parecía que estábamos supervisando a la cuadrilla de construcción de Dios.
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¡Si podemos construir la Bomba, Podemos edificar la Paz!
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„ Tanto Mallie como yo llevábamos el trabajo en la sangre. A veces parece que somos adictos al trabajo. Y a veces lo somos realmente. Pero normalmente, nos gusta tanto lo que hacemos que nos alimenta más d e lo que •nos agota. Y es divertido. El padre de Mallie no pued e andar sin muleta. Tiene B cadera mal y cojea. Pero tiene un enorme huerto lleno de calabacines y bimientos y zanahorias, y el maíz más dulce que he probad o jamás. Verle lílpervisar su huerta, arrodillarse para sem brar cada plantita, de una en una, Irrastrándose, es ver el trabajo ético en obra - ¡el hombre atendiendo el ; dominio que Dios le ha confiado! Mi madre trabajó desde que tenía 13 años. Mi padre, que era Ibogado, trabajaba día y noche. Le recuerdo hablando por teléfono muy tarde jpor la noche, aconsejando a clientes que querían divorciarse, instándoles a Arreglarlo, a dar otra oportunidad a su matrimonio, a perdonarse. N ormal ícente, su corazón triunfaba sobre su sentido comercial. Mallie y yo hicimos un negocio basado en el amor. Trajimos el Curso de Relaciones de Pareja de Sondra Ray a Nueva York, donde lo produjimos durante tres años antes de aprender a darlo. El LRT es una extraordinaria Combinación de iluminación, psicología, sabiduría espiritual, y sentido co mún. Nuestra asociación con el Curso ha sido una reflexión constante sobre nuestra relación, así como una de nuestras maneras favoritas de extender nuestra relación al mundo. También creamos otros cuantos cursos y talleres - El Curso de Terminación, el Zen del Sexo, las Etapas de Crecimiento, Am or y Dinero. {Desarrollamos nuestra forma personal de trabajar, a la que llamamos Terapia a Corazón Abierto, y empezamos a combinar nuestro gusto por trabajar juntos con nuestro gusto por los viajes. Bueno, en realidad al principio era mi gusto por viajar. Las raíces de Mallie la convertían en un ave sedentaria. Yo era el pájaro salvaje, el migratorio. Lograr que Mallie disfrutara de la carretera fue tan desafiante como lograr que yo disfrutara del nido. Pero con el tiempo, ambos disfrutamos de las dos cosas - y el Show de Bob y Mallie, pues eso era, se convirtió también en una gira triunfante. Recorrimos todos los estados, Canadá, México, Inglaterra y ahora Israel, Australia y Grecia. Cuanto más trabajábamos por todo el mundo, el mundo
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se convertía más y más en nuestra casa. En 1983, compramos una casa en Grecia. Cuanto más hacíamos del mundo nuestra casa, más inundaba el mundo nuestra casa. A nuestro p equeño piso de dos habitaciones de la calle 106 Oeste acudían buscadores de todas partes. Almas solitarias, almas perdidas, almas enfadadas, almas que sufrían -todas venían a buscar nuestra ayuda. Y hacíamos lo que podíamos po r cada uno. Pero nu estra pequeña casa pronto resultó inadecuada para nuestras necesidades. U na noche en que estaba dirigiendo un seminario, me di cuenta de que me sentía atrapado en una esquina, como si estuviera entre 70 sardinas en lata. Resulta irónico que estuviera hablando del TE RR OR A VERSE SIN SALIDA. Supe que había llegado el momento de mudarse. Cuando nos trasladamos a nuestra casa de arenisca, nos parecía enorm e en comparación con nuestro diminuto apartamento. Aho ra teníamos tres pisos, una cocina grande y un enorme salón con el techo tan alto como el de una catedral. Parecía una iglesia. Parecía colosal. Y luego, al cabo de unos cuantos meses, también se convirtió en una lata de sardinas de almas comprimidas. “Bueno, vale,” decidimos, “La Tierra es un asunto de familia, y todo el mundo viene a casa.” Seguimos enseñand o nuestro mensaje, que la Tierra es una familia y la curación empieza en casa, que todo lo que está sin resolver en casa te lo llevas contigo a las calles, al trabajo, a cada nueva relación, a cada nuevo beso y abrazo. Hablamos del perdón y la gratitud y el reconocimiento y la oración. Hicimos superar a la gente la rebeldía y el conformismo, y apoyamos a la gente para que se expresara tal como era, y no en reacción a los demás. Enseñamos a escuchar en oposición a contestar, la tranquilidad en oposición al drama. Hablamos de auto-respeto, de autoestima, de confianza en uno mismo, y de autoentrega. Enseñábamos una mezcla de metafísica sencilla, sentido común, y conocimiento intuitivo. Ante todo, queríamos estar ahí para la gente - les brindábam os el tiempo y el lugar para hacerse pedazos y reconstruirse, para crecer por dentro, para en contrar dinero o am or o paz o alegría. Queríamos a las personas tal como eran, y tendían a enriquecerse por sí mismas en nuestra presencia. Nos gustaba amar. Abría más nuestros corazones para d ejar que se nos acercara tanta gente. Pero había veces en que teníamos que marcharnos. Cuando compramos la casa en Mikonos, pensamos que por fin podríamos
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-esta -estarr juntos jun tos y a solas en casa. ¡Mikonos ¡Mikonos!! Una Un a isla mágica para enamorados enam orados.. Para Pa ra los dioses. dioses. ¡El perfecto escondite romántico! romántico! O eso creíamos. Pero Pe ro no fue así. así. La gente gen te nos seguía. Se reunían reun ían en nuestro paraíso priva privado. do. Pronto empezamos empezamos a celebrar reunion es de negocios negocios y cursos en Grecia. Y la ciudad de Mikonos nos reconoció y nos llevó a su corazón y a sus hogares. Finalmente, nos rendimos. Renunciamos a toda esperanza de anonimato. Al fin y al cabo, este es un mundo pequeño. Y cuando lo Conver Converti timos mos en nuestro nu estro hogar, todo el universo se convirtió convirtió en nues n uestro tro jardín. Estábamos en México. Estábamos dando un LRT Avanzado en 7 días para 250 personas. Era nuestro aniversario de bodas. Al salir del iscensor, una banda de mariachi mariachiss nos dio una serenata con trom petas: 250 250 pers pe rson onas as brin br inda daro ronn por po r nues nu estra tra relació rel ación. n. Lo celeb cel ebra ram m os. os . D espu es pués és,, nos no s •entaron en el estrado y todos los formadores, amigos y socios contaron historias sobre nosotros. Nos achicharraron de amor. Estaba intentando escuchar. Recordé una vez, al principio de nuestra relación, en que estábamos en Walton, Nueva York, en Centro de Formación de la Costa Este p ara renacedores. Er a tarde por la noche, noche, y nos habíamos habíamos encerrado en el dormitorio para huir de la gente que qu e ya empezaba I correr hacia nosotros en busca de ayuda. Era a principios de 1983. Nos habíamos metido en la cama sobre las tres de la mañana, mañan a, y atran qué qu é la puerta pue rta Con una maleta m aleta llena de libros, libros, que era la única man era de impedir imped ir que entra en trara ra la gente. O así lo lo creía. creía. Nos acostamos, agotados ago tados por p or los procesos del día, día, y me esperaba a que nos nos quedáramos dormidos antes de poder pod er pronun ciar una palabr pal abras. as. P ero er o m e sorp so rpre rend ndió ió,, ya que q ue ento en tonc nces es tend te ndía ía a esta es tarr de vuelta, vu elta, que qu e |1 cabo cabo de unos pocos pocos minutos estuviéra estuviéramos mos abrazándonos abrazándo nos apasionadam ap asionadam en te, entregándonos a la energía incontrolada que se hincha entre nosotros Cuan Cuando do debe. Estaba E staba encima de Mallie, Mallie, bien den tro de d e ella, ella, cuando oí que se •bría •b ría la puerta. pue rta. Giré G iré la cabeza yvi a Leonard Leon ard Orr, O rr, el fundador fundad or del Renacimien Ren acimien to, asomar asoma r la cabeza en la habitación. habitación. “ ¡Hola!” dijo dijo a su m odo inimitable inimitable.. “ ¡Hola!” dije dije,, luchando con mi turbación. “¿Sabéis cuando será el próximo Seminario sobre el Dinero en Nueva Nue va Y ork or k ?” “¿Porqué?”
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“Hay “Ha y alguien alguien abajo abajo que quiere qu iere saberlo.” “¿Puedo decírse decírselo lo mañana?” “Quiere “Qu iere saberlo ahora.” Le onard era er a un poco diabóli diabólico. co. “¡El 15 de Abril!” le grité, por decir algo, para que saliera de la habitación. “Ese es el día día del impuesto sobre la renta.” renta .” “Ya lo sé.” “Gracias,” sonrió Leonard, cerrando la puerta. Me volví de nuevo hacia Mallie, riendo para mis adentros. Ambos reímos hasta que acabamos. acabamos. En Méxi México co,, homenajeados por nuestro m atrimo nio por 250 250 seguidor seguidores, es, aquél mom ento en Walton me pareció más conm o vedor que nunca. nunca. Para Par a Mallie y para mí, mí, realm ente no había escapatoria.
A veces es mejo m ejorr adelantar adelantar primer pri mero o tu p ie izquierdo. A sí, si tu parej parejaa te acepta, sabrás sa brás que te quiere quiere incondicionalmente. incondiciona lmente. Romper Rom perás ás el esquema de revelarte selectivam selectivamente, ente, basándote basá ndote en lo que crees que conse guirá la aprobación de los demás. Sólo Só lo cuando eres libre d e revelar tod o tu Ser Ser en tus relaciones, relaciones, puedes pue des experimenta experimentarr el verdadero amor. Es doblemen dobl emente te gratif gratifican icante te hacer negocios con los lo s amigos. amigos . En nuestra nuestra cultu cultura, ra, nos n os enseñan que el trabajo y la diversión, diversión, el dinero dine ro y el amor am or son dom d ominio inioss separados. separados . Eso E so refuerza refuerza aún más m ás la esquizofrenia de vivir vivir en un un mundo mun do complicado. comp licado. Y adem ás no es ciert cierto. o. Si lo l o piensas, piensas, es mucho muc ho más m ás fá cil ci l hacer dinero haciendo algo que te gusta que hacie h aciendo ndo algo que despierta tu resentimiento. resentimiento. En prime pri merr lu lugar, gar, disfrutas tanto del de l trabajo que tienes una doble do ble motivación motivaci ón para hacerlo bien - amor am or y dinero. En Segundo lugar, tu placer es tan contagioso, que a los demás les gustará proporcionarte proporcionar te prosperidad. prosperid ad. Piénsalo: ¿a quién quién dejarías una m ayor ay or propina, a un camarero que odia o dia servirte servirte o a uno a quien le gusta? En tercer luga lugar, r, ¡cua ¡cuand ndo o haces lo que te gust gusta, a, estás cumpliendo cumpliend o tu propó pro pósito sito asignado asignad o p o r pro pósito o tiendes tiendes a tener más Dios en este planeta, y cuando cumples tu propósit :éxito en la vida. La L a gran gran tragedia tragedia de crecer crecer es es que padre pa dress y profesore pro fesoress a menudo menu do dicen a los niños que para sobrevi sobrevivir, vir, tienen tienen que renunciar a sus sueños y ser ‘‘realistas" respecto a su futuro. Y así, un gran gran músi m úsico co potencial poten cial Se convierte convierte en programad progr amador or de ordenadores, o un niño con don para par a las letras se convierte en en profeso pro fesorr de inglé inglés. s. Y muy pronto, la imaginación Crea Creati tiva va de todo to do el mundo mun do queda sepultada po r su conciencia conciencia de d e superviven superviven- tía. tí a. Entonces, acabas acab as siendo sien do un niño mayo m ayorr en en funciona func ionamien miento to en vez de tut adulto adult o sano. Para d os amantes, am antes, trabajar juntos jun tos es una experiencia experiencia potencia pote ncialme lmen n s er muy mu y claro. Si te maravillosa. Pero ante to do cada uno de ellos debe ser tíenen aspectos aspec tos de d e dependencia depen dencia de d e los que no han habl h ablado ado y que no han resuelt resuelto, o, el hecho de d e trabajar juntos jun tos se pu ede ed e convertir en un agotamiento agot amiento emocional y financiero financiero.. Pero cuando las personas saben con certeza certeza que no Sólo se pueden cuidar solas, sino también una a otra la formación de una asociación de ese es e tipo puede pue de ser se r increíblemente increíblemente lucrativa lucrativa y satisfactoria a la
vez. Cuando Cuand o y a no n o necesitas a tu pareja pare ja para pa ra sobrevivi sobrevivir, r, entonces, entonces, hacer negocios jun tos se basa ba sa en una conciencia de la prospe pro sperida ridad d conjunta que OS satisfará tanto a vosotros como co mo al mundo.
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METERSE EN LA CAMA CON PAPA Y MAMA “¿Puedo acurrucanne?” “¿Por qué no?”
De bo empe zar desde la concepción. A hí estás, durante un mo me nto eres una chispa en los ojos de tu padre , y al mom ento siguiente estás viviendo en el vientre de tu m adre. En un instante, te conviertes en una cuña e ntr e tu madre y tu padre. Muchos padres cuentan que experimentan una fu erte reducción de la actividad sexual tras concebir a un hijo. Y si el declive no es inm ediato, suele aflorar más adelante en el embarazo, cuando los cambios físicos son más acusados. Muchas veces parece que la energía de la m adre se ha vuelto hacia dentro, excluyendo a su marido en favor del niño que va a nacer. Y el tem or del pad re a hacer daño a la madre y al niño tiene por resu ltado que retira su energía de su mujer, com pletando con ello el origen del triángulo incestuoso. ¿Q ué hace con todo esto el niño que va a nacer? Si, como creo, ese niño es un ser sumamente sensible, inteligente y telepático -que recibe mensajes sutiles y directos a través del aparato em ociona l/neurológico de su madre- ¿qué podría pensar? “Me interpongo entre la gente a quien amo” sería sin duda una conclusión lógica. ¡La culpabilidad prenatal no es imposible! Cuando era peque ño, lo pasab a fatal por la noche. Te nía pesadillas, dolor de oídos y arreba tos de llanto, berre ab a hasta que mi madre me sacaba de la cama y me p lantaba justo entre ella y papá. M e preg unto qu é sentía papá. M e pregunto que sentía mamá. Por mi parte, me sentía inoportuno, tum bado ahí entre ellos. Sentía que no era deseado, que era una carga, una intrusión - querido, sí, pero no totalmente bienvenido.
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Mamá y yo teníamos una relación muy especial. Me protegía de lo que parecía un mundo frío y cruel, y a cambio, yo era un am ortiguador entre ella y papá. No creo que mi experiencia fuera única. Idealm ente, m amá y papá serían dos personas autosufícientes que acuerdan ser mutuamente interdependientes. Su vínculo sería tan fuerte que cuando naciera su hijo, recibiría fácilmente los beneficios de ese vínculo. Fluiría naturalmente una sensación de suficiencia de una generación a otra. No habría escasez de amor en opinión de ninguno de los padres, y por consiguiente el niño crecería en una certeza de abundancia. No tendría necesidad de competir con mamá p ara conseguir la atención de papá, ni de competir con papá para conseguir la atención de mamá, porque sabría que hay amor más que suficiente para cada uno. Ojalá siempre fuera así. En la mayoría de los casos, nuestros padres se unieron no a partir de una mutua autosuficiencia, sino para llenar mutuamente los vacíos de la vida del otro. Se necesitaban mutuamente. Su vínculo era simbiótico más que de colaboración. Entonces, cuando se presenta un niño, normalmente se ata más estrecham ente a uno de los padres de lo que éstos están unidos entre sí. El resultado es que uno de los padres acaba sintiéndose marginado, igual que se sentía en su niñez. En última instancia, cada niño debe crecer hasta el punto en que es inevitablemente marginado de la relación de sus padres, al menos sexualmente, pero la poderosa energía de su vínculo con uno de sus padres le hará buscar un sustituto paterno adecuado en forma de compañero. Cuando se une a una pareja, puede constatar o bien que su pasión sexual disminuye gradualmente (cuanto más establezca a su pareja en tanto que sustituto paterno, menos capaz será de hacer el amor con él/ella), o puede atraer a un tercero o tercera para poder sentirse como el niño que fue finalmente excluido del dormitorio de sus padres. “¿Puedo acurrucarme?” “¿Por qué no?"
Creo que cada niño, antes o después, tiene la fantasía de sustituir a su madre o a su padre y de representar mejor el papel de marido o de mujer que el pad re de verdad. Mi versión de esta fantasía tuvo un rasgo interesante.
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Rec uerdo un sueño recurrente que tenía de niño y que m e paralizó em ocionalme nte duran te al m enos dos años, y del que nunca hablé con nadie hasta ser adulto. En el sueño, disparaba y m ataba a mi padre con su propia pistola. Ento nces, se p resenta ba en la puerta un ho m bre que tenía exactamen te el mismo aspecto que mi padre. ¡Un doble! Decía que teníamos que escond er el cuerpo en el armario de mi pa dre y que el nunca revelaría lo que había sucedido si no yo no revelaba nunca que él era un impostor. Cua ndo me desperté, estaba em papado en sudor. D urante años, no pude acercarm e al arm ario y m iraba a mi padre con desconfianza, buscando en su cara alguna señal -un guiño, algún tipo de gesto- que a ludiera al secreto que com partía mos. Aunq ue aho ra puedo ver la clásica natura leza edípica de mi sueño, sigue habiendo una pa rte em ocional de mí que piensa, “Q uizá m ataste a tu viejo.” Incluso recuerd o que una noche en que estaba solo, me desp erté y me deslicé hasta el armario -por entonces ya era adolescente- y abrí lentamente la puerta. Me llegó un olor a c errado que interpreté como olor a mu erte, y podría habe r jura do que había visto la silueta del cuerpo de mi pad re enterrado entre todos sus zapatos en el fondo del armario. Estaba tan oscuro... ¡Habla de tus esqueletos encerrado s en el armario! O tra experiencia que reforzó la índole incestuosa de mis prime ras relaciones familiares tuvo lugar en la bañera. Mi madre solía bañarme a men udo, y yo lo disfrutaba en orm em ente. Estoy convencido de q ue fue lo más cerca que estuve nunca de volver al útero. Recuerdo la última vez que me bañó. Yo estaba jugando en la b añera como de co stumbre. T enía cinco o seis años. Mamá me estaba enjabonando como siempre. Me reía cuando me lavaba los genitales, que era mi parte favorita del asunto - sin dud a m ucho m ás agradab le que cuan do me lavaba el pelo. Miré a m amá y pude ver lo bien que lo estaba pasando. Me miró, y pudo ver que yo podía ver lo excitada que estaba. D e repen te se sintió incómoda, inventó alguna excusa y salió del cuarto de ba ño. Nu nca m ás volvió a bañarme. i Me sen tí tan culpable! ¿Qu é había hecho pa ra a pa rtar a mi m adre? Ten ía que hab er hecho algo horriblemente m alo, pero no podía imaginar el qué. M ás adelante, en la vida, cuando las mujeres se ap artab an de mí, sentía la misma mezcla fam iliar de culpabilidad e inocencia. ¡El poder del “sín drom e de culpabilidad infantil”, basado en el pensamiento de que siempre haces daño a la persona a quien amas (desde el m om ento en que haces sufrir a tu madre al nacer) es algo muy fuerte!
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Si los padres comu nicaran a sus padres cuando se s ien ten incómodos con sus sensaciones sexuales... Cuando un pad re dice a su hija que n o vuelva a sentarse en su regazo, está expresando una decisión per fec tam en te adecu a da que ha tomado. Pero las consecuencias de esa decisión pueden ser devastadoras para la niña, aunque ya no sea tan pequ eña. S ac ar á la siguiente conclusión: “¡Si papá no me quiere, soy un fracaso como mujer y ningún hom bre me q uerrá jamás! H ace algunos años, observé que Kim, nues tra hija mayor, florecía convirtiéndose en una herm osa jovencita. P o r aquél entonces tenía trece años. Su cuerpo estaba cambiando deprisa y para bien, en mi opinión. Me sentía incómodo por mi sentimiento “inc estuo so” , pero no podía ap artar los ojos de su extraordinario cuerpo. R ecord é a mi m adr e y cuando dejó de bañ arm e, y la confusión que me había producido el incidente. A sí que llamé a Kim para hablar a solas, me senté con ella y le dije lo atractiva que la enco ntrab a y lo incómodo que m e sentía. Se rió. “Bah, ya lo sé ”, dijo, y eso fue todo. Los niños saben, pe ro si sus padres no con firman lo q ue es evidente, tienden a sentirse confusos sobre las consecuencias de vivir en un cuerpo adulto. Cuando me sentí físicamente rechazado por mi madre, me volví hacia mi herm ana en busca de consuelo. Cuando nací, ella desa rrolló un caso grave de urticaria en los ojos. Esta ba claro que no qu ería ver a la competen cia. De modo qu e mi presencia no sólo introdujo una cuña en tre mis padres, sino que también sep aró a mi hermana de lo que parecía ser la fuente de bienestar. Creo que siempre me guardó rencor por presentarme y desplazarla del centro de atención. Y además, yo era el varón, y eso comportaba ciertas ventajas. Sin emb argo, con el tiemp o estuvimos cada vez más u nidos, busca n do el uno en el otro lo que no podíamos obte ner de m amá y papá. Mi herman a me lleva seis años, de modo que era muy capaz de pro porcion arm e tod os los abrazos y la ternura que a mi madre ya no le resultaba de cente d arme. E so pareció ser un sucedán eo viable dura nte algún tiem po . Pero después se marchó a la universidad y ya no tenía a nadie. Cuando tenía trece años, pasé mi Bar Mitzvah6. Pensaba que se suponía que ya era un hom bre, así que empecé a mirar a las chicas de forma diferente. Aho ra tenía permiso de D ios para ser un m acho.7 Sin embargo , en mi familia uno apren día muy pron to a no acercarse de masiado a los extraños. Al m ismo tiempo, debido a la política emocional interna, no me podía acercar dem asiado a nadie de la casa. Si quería dem asiado a mi madre, parecía ap artar a mi padre. Y si quería dem asiado a mi padre, parecía que mi ma dre tenía que interpo ner se en tre los dos. Y mi herm ana ya se había ido de casa y man tenía su vida privada en secreto. _ .
6N.T . C ere m onia religios a judía de iniciación de los v ar ones ado le sc en te s, eq uip ar ab le j u cierto m odo a la comun ión de loscristianos. Tam bién es la fecha a partir de la cual los muchachm son considerados hom bres responsables y tomados en cuenta.
“¿Puedo acurrucarme?” "¿Por qué no?”
Cre o que en con tré el térm ino m edio “sano” en el que se instala la mayoría de los niños, guardándome mi soledad para mí. De modo que ahí estaba con mi dolor a los trece años, un “ho m bre ”, sintiéndom e sepa rad o de la gen te a la que estaba m ás unida, mi familia, y culpab le po r ver a las chicas como mujeres por primera vez. Siempre que miraba a una chica bajo esa nueva luz, sentía qu e traicio nab a a mi familia. Pe ro ya no podía conse guir lo que quería en casa -¿era am or, afecto, o qué? Pa recía que c recer implicaba inevitablemente traiciona r a mis person as más qu eridas. Em pecé a cubrir de secreto mi vida social, ocultando a mis pad res mis deseos más profun dos así como mis acciones. Recu erdo que inten taba oc ultar mis primera s am iguitas a mi ma dre. E ra un gesto inútil. Mi ma dre esp iaba mis actividades, se dejaba c aer por la habitación cuand o hablaba con una novia o abría las cartas de a m or que recibía. M e volví m alhum orado y subrepticio, aprendí a ser un agente secreto patrocinado por mi sexualidad. Al volver la vista atrás, puedo ver que, en cierto modo, mi madre estaba celosa, y como su amor y su posesividad estaban tan entrelazados, estaba obligado a rebe larm e con tra am bos a la vez. Estoy seguro de que llegué a la conclusión de que si una m ujer me qu ería realme nte, que rría pose erm e por com pleto porq ue siem pre recreaba este esquem a de busc ar fuera de mi relación principal hasta que mi pare ja volviera a reclam ar mi atención con un arreb ato de celos, dem ostran do a mi m ente subconsciente que ella, igual que mi mamá, me quería lo bastante para sentirse molesta. /Cada dificultad es un proyecto!
De todas formas, ¿qué son los celos? Según el diccionario, es la “intolerancia de la rivalidad o la infidelidad” y “ el recelo de la pérdida del cariño exclusivo de otro”. En mi opinión, es un proyecto subconsciente para liberar todo ese dolor, rabia y ansiedad de separación primordiales que sentimos al nace r y cortarse el cordón umbilical, así como cuand o d escu bri mos que estamos excluidos de forma fundamental de la relación entre nuestros padres, o como cuando competimos con nuestros hermanos para conseguir la apro bac ión de n uestros pad res. Los celos son una p urga libre del universo. Es una form a socialmente ac eptable de volverse loco. ¡En algunos países, incluso en Texas según he oído decir, puedes m ata r a tu pareja en un 'NT. En castellano en el original 75
arrebato de celos y escapar sin castigo! Se le llama “crimen pasional” y sospecho que, en cierto modo, se considera que están fuera del imperio de la ley y el orden. En el origen de los celos, hay tres pensamientos básicos: (1) la Fuente de amor está fuera de mí; (2) hay escasez de amor; y (3) por consiguiente tengo que conquistar la Fuente de am or y adueñarme de ella. Probablemente, esto es un intento de tom ar las riendas del control en una relación, y de equilibrar de alguna manera el poder que ha ido demasiado lejos en la dirección de uno de los compañeros. Si percibes el amor como algo de procedencia externa a ti, y opinas que tiene que haber una escasez de dicho amor, entonces, cada vez que tu pareja dirige su atención a otra cosa -ya sea otra mujer, un partido de fütbol, el golf, su trabajo- tu pánico primitivo se puede activar. Si tu autoestim a es baja, tiendes autom áticamente a crear situaciones en las que la gente parece aventajarte. Te sentirás estafado porque te entregas a tu pareja, y después te sientes controlado y manipulado por ella. El estallido de un arranque de celos podría ser tu forma de decir: “Estoy harto de esto... ¡Merezco tu atención indivisa!” Puedes estar diciendo eso, pero tu afirmación se refu erza con toda tu rabia por todas las veces que no has podido conseguir esa atención en el pasado. El Universo es tan generoso, que te brinda abundantes oportunida des de librarte de la necesidad y llegar a una sensación de poder personal y de tu propia valía en tus relaciones. Si tu caso de incesto es lo bastante grave, puedes incluso atra er a una pareja que está “casada” con su trabajo, el fútbol, el golf o los viajes largos. Recrearás continuam ente la sensación de indisponibilidad a fin de liberar tu añoranza por tu padre o por tu madre, las primeras personas que no estuvieron disponibles para ti. O puedes tener fantasías sobre D on Perfecto o Doña Perfecta, tu alma gemela o lo que sea, y utilizar esta imagen fuera de tu relación, como un tercero, para drenar energía de tus relaciones primitivas. Hay innumerables formas de crear triángulos incestuosos en las relaciones, y probablemente todas se reducen a ese anhelo de volver a m eterte en la cama, ya que no en el útero, con mamá o papá. Hace algunos años, tuve un cliente que estaba atravesando una transición con respecto a sus relaciones. Estaba enamorado de una mujer maravillosa, pero su mujer no encajaba en su imagen de la perfección. Le puse los siguientes deberes: cada mañana al despertarse, tenía que recortar en una revista una foto de la mujer más hermosa que pudiera encontrar. Entonces,
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' debía traerla a mi casa y quemarla en la pila. Siguió este pro ceso durante varios meses, y durante ese tiempo llegó a ver que la realidad de su compañera era mucho más encantadora que cualquier imagen que pudiera encontrar. ¿ Resulta interesante que, mientras hacía esto, su pareja experimentó una transformación física que aumentó mucho su belleza. No hay una única, un alma gemela para la cual reservarse. Sí, tienes una única madre y un único padre, y la búsqueda de un perfecto sustituto patern o puede hacerte proyectar esta imagen en tu búsqueda. Sin embargo, esto es contraproducente. D ado que tus pensamientos son creativos, si estás buscando una relación pensandoque ahí fuera sólo hay una persona adecuada ! para ti, estarás buscando una aguja de perfección en el pajar de la humanidad. Y si encuentras una relación maravillosa, tu adicción mental a Don Perfecto o a Doña Perfecta te hará preguntarte si estás con la persona adecuada, y abstenerte de entregarte plenamente a cualquier otra persona p orqu e podría no ser la adecuada. Puedes desarrollar la actitud de Esperaré a ver si ésta es la adecuada, y si lo es, m e entregaré plenamente a ella.
Po r supuesto, esto nunca funciona, porque mientras n o te entregues por completo, ¿cómo puedes tenerlo todo? M ientras no entregues tu corazón, sólo lo estás guardand o para otra persona. “¿Puedo acurrucanne?" “¿Por qué n o?”
Cuando conocí a Mallie, toda mi búsqueda salió rápidamen te por la ' ventana. Supe enseguida que era ella a quien quería convertir en la única, y > que renunciaría a cualquier cosa para que así fueras El sexo era tan fabuloso ■ entre nosotros, que parecía que ambos fuéramos vírgenes a cierto nivel hasta l que hicimos el amor. Cuando nos tocábamos, cada célula de nuestros dos cuerpos parecía despertarse y abrazarse. No podíamos dejar de respirar juntos. Seguimos entregándonos a niveles cada vez más profundos, que nos llevaron a alturas cada vez mayores. Cuando un ciclo de amor parecía terminar, servía simplemente d e trampolín para un viaje de felicidad aún más apasionado. Era tan poderoso, agradable, tierno, seguro... - nos arrastró. Nunca pensé que nuestra vida sexual pudiera mejorar, pero siempre me ha sorpren dido lo mucho que m ejora siempre.
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Nuestra relación fue tan buena tan deprisa -y no sólo sexualmenteque nuestra necesidad de sabotaje se activó antes de que pudiéramos saber qué estaba pasando. Cu anto más cerca estaba de Mallie, más funcionaba en automático, y buscaba fuera de la relación, volviéndome reservado con ello y creando una vida privada separada d e ella. ¿Qué es lo que estaba buscando? Nada. Tenía exactamente lo que quería, de modo que ¿qué más había? Era simplemente mi esquema familiar de pensar que no podría tenerlo todo con alguien que me quisiera tanto. Era un adicto a separarme del amor, y a buscarlo fuera de mí. El esquema de Mallie encajaba con el mío. Recordó que cuando era niña, dormía en el cuarto de papá y mamá. Se dormía en su cuna y le despertaban los sonidos de papá y mamá haciendo el amor. Se ponía de píe y se asomaba, fascinada por lo bien que lo estaban pasando sus padres. ”¡Yupi!” pensaba. Dejó de gustarle mirar. Siendo adulta, atraía inconscien temente a otras mujeres, y se excluía a sí misma de mi amor por ella. Sin embargo, su reacción adulta no era exactamente la de decir “¡Yupi!” Lo que queríamos era lo que Mallie llama “monogamia nacida del Corazón”, un espacio en el que ambos nos sintiéramos libres, y en esa libertad, eligiéramos incondicionalmente abrazar la monogamia, porque esa elección representa una mayor tranquilidad, placer, y alimento p ara nuestras almas. Parte de mi adicción a “otras mujeres” se basaba en mis celos hacia las hijas de Mallie. Por una parte, me irritaba que tuviera una rubia tan maravillosa, y que yo nunca la tuviera de niño. Por otro lado, estaba celoso simplemente de que tuviera hijas y yo no. Al principio, utilicé mi posición de “intruso”, amante, y padrastro como una excusa para mantenerme apartado de las niñas. Com petía con ellas para conseguir la atención indivisa de Mallie. Estoy segura de que actué justo igual que mi padre, aunque él era mi padre real y yo era un padre sustituto. Cuando me percaté de ello, tuve que admitir que probablemente mi comportamiento hubiera sido exactamente el mismo de haber sido yo el padre legítimo de las niñas. Pero mi ilegitimidad como padre contribuyó a mantener mi ilegitimidad como marido y fomentó aún más mi esquema de actuar furtiva mente. Mi infancia se había complicado aún más p or el hecho de que nunca tuve mi propia habitación. Aprendí a dormir por ahí muy pronto en la vida. Teníamos dos dormitorios. U no era el de mis padres, y otro el de mi hermana. Durante mi infancia, fui arrastrado una y otra vez de una habitación a otra.
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Do rmí en el cuarto de mis padres, en el cuarto de mi herm ana, compartí una habitación con mi madre, y después con mi padre, y después d orm í en el salón (Uites de quedarme por fin con la habitación de mi hermana cuando se trasladó a la universidad. E ra un judío errante incluso en mi propia casa. Creo que el hecho de ser judío acrecentó mi sensación de secreto 6n algún lugar de mi mente había un temor que dictaba que tenía que esconderme para sobrevivir. Eso alimentó mi paranoia general basada en el pensamiento de mi nacimiento: ¡Ahí fuera hay gente esperando pa ra atrapar me!
Cuanto más me acercaba a Mallie, más se activaba mi naturaleza i desconfiada. Pensaba: Ni siquiera es judía. Pero por supuesto que lo era. Se había convertido al judaismo antes de su prim er matrimonio, y sabía más de historia y cultura judías y Yiddish que yo. Pero aún así, no tenía sangre judía, j y se lo reprochaba. , Resultaba irónico. Mallie nunca me dio una buena razón para desconfiar de ella, pero yo, en cambio, le di todas las razones. Así que al final nuestra desconfianza era la misma. Acabamos comprendiendo que ninguno ae nosotros confiábamos lo bastante en nosotros mismos para estar seguros de que no volveríamos a traicionarnos. Buscamos alguna nueva fe para salir de esa situación. “¿Puedo acurrucanne?” “¿Por qué no?”
Ahora puedo ver que todos tendemos a ser adictos a la falta de 'Intimidad. Cuando afrontamos la posibilidad de estar más cerca de un aman te í¡de lo que nunca estuvimos de ningún miembro de n uestra familia, tendemos a echar el freno, a dar un giro de 180 grados y dirigirnos en sentido contrario. ■ Preferimos dividirnos en fragmentos y compartir un trocito acá y otro trocito allá a entregarnos plenamente a un amor. ¿Porqué íbamos a hacer esto si no estuviéramos previamente .fragmentados? Cuando tenemos un comportamiento esquizofrénico, eso nos ¿nuestra lo que hemos negado de nosotros mismos en nues tro interior, y nos la oportunid ad de alimentar esa parte de nosotros y hacerla volver al redil.
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El umbral de intimidad tiende a fijarse en el mismo punto en que de niños sentimos que nos retiraban el afecto. Mallie y yo llegamos a superar todo esto. Nos sentamos y nos lo dijimos todo. Compartimos nuestras historias sexuales enteras con el otro, nuestras fantasías, nuestras opiniones, y nuestra desconfianza. Aprendim os a confiar en nuestra desconfianza aceptándola, hasta que nos condujo a una mayor confianza. Hicimos meditaciones en las que “desenchufábam os” todos los cables de energía de relaciones anteriores. Escribimo s cartas de conclu sión a todas las personas que seguían interponiéndose en el camino de nuestra vida en común. Tuvimos días de 24 horas de contacto. Elegimos nuestra relación cada día. Rezamos mucho. Hicimos cuanto pudimos pa ra com pletar nuestro vínculo perfecto. Y al final, nuestro deseo de entregarnos resultó ser más fuerte que nuestro miedo a la pérdida, y nos entregamos a la bendición de estar unidos. El poder de un esquema es de alcance nuclear. Dado que un esquema es un comportamiento inconsciente repetitivo, tomar conciencia de él es el primer paso hacia la salida. El segundo paso es comprobar el nivel de adicción a un esquema. El tercero es elegir salir de él. No siempre resulta fácil decidir salir de una forma de comportamiento que ha formado parte de tu persona lidad desde la concepción. Requiere una trem enda perseverancia, paciencia, determinación y oración. Pero, finalmente, es tan sencillo. Dices no a lo que no quieres, y sí a lo que quieres, y todo se soluciona. Incluso cuando un antiguo esquema, como la energía incestuosa, te tienta con toda su fuerza seductora... incluso cuando te sientes atraído hasta el punto de que cada célula de tu cuerpo quiere que digas sí a lo que tu mente y tu corazón ya no desean... simplemente, inspiras, dices no, gracias, y sigues tu alegre camino. Sí, es atemorizador. Siempre asusta ab andonar lo conocido -aunque lo odies- y lanzarte a lo desconocido. Y Dios siempre parece llenar un vacío con algo mejor de lo que tenías antes. Una vez que te liberas del dolor del pasado, una vez que ambos compañeros han establecido un poder igual que coexiste armoniosam ente en una relación, una vez que has superado la separación en tu relación de pareja, entonces, teóricam ente, nunca volverás a crear triángulos, físicos o psíquicos, en tu vida amorosa. Y sin embargo, en mi caso, la espantosa criatura volvió a levantar la cabeza una última vez después de creer que me había librado de
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ella para siempre, y lo hizo en un momento en el que, por lo menos, estaba preparado para tratar con ella. E sta vez, Mallie estaba más allá de los celos, y la herida fue real y presente. Vi su herida y pude sentirla en mi cuerpo. Creo que fue la primera vez que experimenté el daño que causaba a mi pareja como un daño que me causaba a mí mismo. Formábamos parte el uno del otro hasta tal punto, que ya no era posible esconderme en mi separación y pretender que el dolor estaba fuera de mí. ¿Porqué iba yo a querer herir a alguien a quien amaba tanto? me pregunté. ¿Porqué? Simplemente, no tenía sentido. La única explicación posible era que el inmenso amor de Mallie representaba alguna terrible amenaza para una parte de mí que me daba demasiado miedo mirar... la parte que había definido mi poder eligiendo estar separado y solo, la parte que no se entregaría al 100%, la parte que moriría antes de dejar que nada volviera a conmoverme tan profundamente. Era el último fragmento sep ara do, y tuve que librarm e de él para saber que Mallie y yo estaríamos siempre juntos. Una cosa aprendí seguro. El amor basado en la reserva es amor intentando esconderse de sí mismo. Recientemente, le conté un secreto financiero a Mallie. Había estado ahorrando un botín secreto de billetes de cien dólares. Tenía varios miles de dólares escondidos en una vieja cartera en un cajón lleno de calcetines. Al reflexionar sobre mi escondite secreto, me di cuenta de que se trataba del mismo esquema. Vi que una parte de mí estaba ahorrando ese dinero para mí, para el caso en que Mallie y yo llegáramos a separarnos. Mi escondite secreto era mi inversión en separación. Me sentí tan liberado al compartirlo con Mallie (el secreto tanto como el dinero) que ahora me sentía rapaz de contarle todo. Me permitió sentir el fuerte deseo de mi corazón de poner todo mi ser en común con Mallie. Otra vez, intenté ocultar un pensamiento a Mallie. Tras seis meses de vida en común, me sentía superado por mis sentimientos de amor hacia ella. Pero, en medio de todo eso, un pensamiento me trastornaba: “La necesito.” Durante semanas, me lo callé. Era el último pensamiento que deseaba revelar. La necesidad era impropia de un hombre, y contraria al romanticismo y a la iluminación. Pero aún así, era lo que estaba sintiendo y estaba intentando negarlo. De repente, un día, lo solté de buenas a primeras en la cocina. “Mallie, te necesito.” Se volvió hacia mí y me sonrió. “Lo sé,” contestó. “Yo también te necesito a ti.”
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Lo sabía. El am or siempre parece saberlo todo. No puedes esconderte de las personas a las que amas tan profunda mente. El amor es una luz radiante que brilla en cada rincón de tu ser. Puedes intentar esconderte temporalm ente en las sombras, pero es un gesto inútil. En el amor, la luz llega hasta tus pensamientos más oscuros. En ese aspecto, Mallie se parece mucho a mi madre: el poder de su amor y su intuición me abre más de lo que muchas veces me atrevo a reconocer. Por decirlo francamente, es la mujer más poderosa que he conocido nunca, y en su día tropecé con muchas. Mallie puede ver en mí (y en otros) cosas que yo todavía no he visto, por no hablar de mostrar. Sus ojos irrumpen como láseres en los rincones más remotos de mi ser. Siente lo que yo siento en mi cuerpo, incluso aunque yo no quiera reconocer que lo siento. No hay form a de ocultarle la esencia de nada. Y por fin puedo decir ¡Gracias Dios mío! Estoy seguro de que una de las principales razones por las que la atraje hacia mí fue para aprender que es seguro revelarlo todo. Y es seguro dejar que una persona me ame plenamente. “¿Puedo acurrucanne?”
Mallie y yo estábamos durmiendo. Nos despertó la voz de Kim. Había tenido una pesadilla y quería m eterse en la cama con nosotros. “¿Porqué no?” contestó Mallie, y Kim se deslizó entre nosotros. Ambos la abrazamos durante algunos minutos. No había separación, intrusión o incomodidad en ninguno de nuestros cuerpos. Al cabo de unos minutos, Kim se levantó y se volvió a dormir a su cuarto. “Te quiero,” le susurré a Mallie. “Te quiero,” me contestó en un susurro. Nos abrazamos. Al final, el amor que das es verdaderamente igual al amor que tomas.
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Dado que tu primera experiencia de las relaciones se produce entre mamá, pa pá y tú, al crecer, tiendes a plantearte tus relaciones en triángulos. Y , como tus pensamien tos son creativos, los triángulos se convierten en un lugar común en la m ayor parte de las relaciones. A veces el tercero es una persona. ! Otras veces es el trabajo o la afición de tupareja, o incluso la tele o el periódico. En otras ocasiones, pu ede ser una fantasía, una imagen de perfección que Utilizas para retraerte ante la persona con laq ue estás. Puede ser cualquier cosa. L as personas tienen el hábito de sentirse divididas energéticamente entre dos form as, que probablemente representan a pa pá y a mamá. El único es aquél a quien eliges para convertirle en el único. Una vez que has hecho esta elección, lomas probable es que todos lospensamientos que se interpongan entre tú y tu unión total lo hagan para ser sanados. Puedes sentirte , atraído por otras personas, incluso cuando estás totalmente satisfecho con tu ; pareja. Puedes atraer a un tercero para que tu pareja se sienta atraída por él, Simplemente para curar tu “caso de incesto”. Hay muchas técnicas para manejar estas situaciones, y hablamos de ellas en la Segunda Parte de este libro. Pero en última instancia, todo se reduce a una elección -al elegir entregarte plen amente a una relación, inevitablemente vas m ás allá de ti mismo, proba blemente más allá del “umbral de intimidad” establecido en tu familia. Te adentras en un territorio desconocido que, aunque es atemorizador, es el lugar perfecto donde crear una relación más maravillosa de las que has tenido nunca Hasta entonces. Tu mente gravita hacia ¡o conocido. Tu corazón quiere lo que no ha Sentido nunca hasta ahora - te conduce hacia delante, más allá de todas las Señales conocidas, hasta que llegas a una que reza: “¡Siga sin cuidado!". ¡Entonces, sabes que estás en el buen camino. Y finalmente aprendes, contrariamente a lo que te han enseñado, que ño sólo es seguroponer todos tus huevos en el mismo cesto, ¡sino que al hacerlo así estás creando un nido verdaderamente abundante!
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“Casarse supondría... ¡bueno, estaría atrapado para siempre!" “¡Gracias!”
Mallie y yo llevábamos juntos cuatro años antes de tocar el tem a del .matrimonio. Mallie había estado casada una vez durante 14 años, y yo me •tiabía casado dos veces que habían durado nueve años en total. C abría pensar qu e con entre los dos 23 años de experiencia del matrimonio a las espaldas, deberíamos haber acumulado cierto saber sobre el tema. ¡No era así! Sabíamos más de física cuántica que de matrimonio, y no sabíamos absolu1 tamente nada de física cuántica. MI primer matrimonio se pareció mucho a la conclusión de mi Bar Mitzvah. Sólo fue otro gesto inútil para expresar esa inefable cualidad llamada hombría. Resultó que no había alcanzado realmente ese estado a los 13 años, i así que tuve otra opo rtunidad a los 22. Incluso la ceremonia nupcial se pareció , a mi Bar Mitzvah, con un acordeonista en la banda y pollo en los platos. ; 'Recuerdo haber pensado en ambas ceremonias: “¿Esto es para m í o para mi familia?” Incluso cuando rom pí la copa, me preguntaba si tenía 13 o 22 años. ¿Me había hecho mayor, o sólo había crecido? La principal diferencia entre ambas ocasiones fue de cara a las chicas. Cuando pasé el Bar Mitzvah, en cierto modo me sentí aliviado al decir buenas noches a mi novia y volver a casa con mis padres. C uando me casé, no me alivió en absoluto decir buenas noches a mis padres y subir a la suite nupcial para estar con una mujer -mi mujer. Me sentía tan incómodo con mi mujer a los 22 años como a los 13 con mi novia. Recuerdo que después de la boda me senté en una enorme cama. Mi mujer estaba llorando de forma descontrolada, y yo no podía imaginar porqué. Me sentía tremendamente impotente, inmaduro y nada preparado, todo lo cual era realmente cierto. Todo lo que fui capaz de decir es: “¿Quieres que pida una pizza?”
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Un a sem ana antes de la boda, mi m adre me habló a solas. Por fin iba a enseñarme el ingrediente que faltaba p ara tener éxito en la vida. “Bob”, dijo, “tengo algo que decirte. Estuve casada antes que con tu padre. C uando tenía 22 años. Con un jugador.” Dios mío, pensé, ¿qué me está diciendo y porqu é ahora ? ¿Estoy jugando por el hecho de casarme ? ¿Estoy condenado al divorcio porque también tengo 22 años? ¿Es ese el mensaje? ¿O quizá soy ilegítimo, y m i verdadero padre era el jugador y es el esqueleto del armario. O quizá es más simbólica y se refiere al Gran Jugador del Cielo que echa los dad os de nuestras vidas? Mi mente corría a toda prisa. “No le digas a tu padre que te lo he
contado”, susurró. “Me prometió no decírselo a nadie.” ¡Más diplomacia secreta! El día de la boda, poco antes de la ceremonia, mi padre me llevó aparte para darme algunos consejos, o al menos eso dijo. ¿Iba a contarm e por fin los hechos de la vida? ¿Creía que aún era virgen? “Bob”, dijo, palmeándome la espalda, “quiero hablarte del matrimonio...” Dio una calada a su cigarro, un George Burns corriente. “Siempre... Siempre debes cuidar de ella.” Me susurró al oído, “Sé amable” ¿Eso era? pensé, Sé amable... un buen alumno y un caballero... ¡Estaba preparado! “Casarse supondría... ¡volvería nuestra relación aburrida para siempre!” “¡Gracias!”
Elizabeth, mi prim era mujer, era la chica de los sueños de mis padres. E ra judía. Procedía de una familia adinerada que tenía una casa de campo en Ham ptons y una casa en la ciudad en Madison Avenue. Su padrastro era un afamado cirujano cardíaco. Ella tenía una buena educación, era licenciada por la Escuela Barnard, igual que mi hermana. Era bonita, lista, y la quintaescencia de la Princesa Judía Americana. ¿Qué más podía querer cualquier padre para su Príncipe Judío Americano? ¿Cómo podría complacer más a papá y a mamá, sino poniendo mi corazón a los pies de una mujer que estaba segura de que su camino era Dios y de que, de no serlo, Dios seguramente se sometería a ella? Indudablemente, ahora encontraría la felicidad. Seguramente, lo había logrado. ¡Menuda suerte! Debía estar loco por aquél entonces. Apenas si puedo hablar de la persona que era entonces como si de m í se tratara, y si no fuera por el hecho de que estoy seguro de que algún día, al verme tal como soy hoy en día, me
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sentiré igual de superior, encerraría enseguida a la persona que era entonces en el fondo de aquél armario con mi padre. En realidad, mi relación con Liz empezó el mismo año de mi Bar Mitzvah. La conocí en un campamento de verano en Carolina del Norte. ¡High Valley! El campamento fue mi prim era salida lejos de casa, y la libertad, la diversión y la amistad que experimenté se grabaron para siempre en mi corazón como recuerdos queridos. Sin embargo, no me es tan querido el recuerdo de Liz en High Valley. Estaba enamorada de otro chico, Kenny Rigler, que era mayor, más alto, y mucho mejor atleta que yo. Yo ni siquiera intentaba competir. Seis años después, volví a tropezarm e con Liz. Yo estaba terminando mis estudios en el Columbia College, y ella era estudiante de segundo año en el Barnard College. Caminaba Broadway abajo, cuando de repente me golpeó el bolso de una chica. Levanté la vista y era Liz. Quizá tenía que haberla conocido mejor. C uando te golpean con un bolso en la cabeza, quizá deberías sacar algunas conclusiones obvias sob re la índole de la relación. P ero cuando alcé los ojos hacia ella, no sabía nada. Me enamoré, o al menos esa conmoción adolescente que Kenny Rigler había interrum pido tan bruscamente volvió a despertar en mis entrañas, como un fuego que necesitaba consumirse. A decir verdad, estoy agradecido por todo lo que aprendí con Liz, aunque no aprendiera lo que he aprendido hasta que fue demasiado tarde. Recuerdo que después de divorciarnos, quedé con ella para tom ar una copa. Estábamos sentados el uno frente al otro, mudos, en Copper Kettle en la Calle 72 Oeste. Era una de esas escenas conmovedoras, disparatadas, de una película de Woody Allen. Nos sentamos y nos miramos mutuamente como completos extraños. Al mirarla, recordé cuando la conocí en el Cam pamento de High Valley en Carolina del Norte. Reviví mis celos de Kenny Rigler. “¿Qué es lo que ha salido mal?”, me preguntó. “No lo sé,” contesté. “Yo tampoco,” replicó. Y eso es lo más completos que llegamos a ser. Nuestra ignorancia sobre lo que había ido mal parecía lo único en lo que podíamos estar de acuerdo. Creo que eso nos liberó de alguna manera misteriosa. Al recordarlo, parece más un sueño que una realidad. Quizá eso sólo sea función de lo mucho que tuve que desapegarme para sobrevivir al dolor. O quizá estaba demasiado enamorado de la fantasía para llegar a experimen tar la realidad. ¡Cualquiera sabe! "Casarse supondría... ¡bueno, podría arruinar nuestra vida sexual!” “¡Gracias!”
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¿Qué significa realmente enamorarse? ¿Y porqué querría alguien caer en algo, y mucho menos el amor? Cuando pienso en caer por alguien, pienso en ese sentimiento de hundimiento en mis tripas, pienso en el pecado original o la caída de la gracia, cuando Adán cayó por Eva que había caído por la serpiente que la tentó para que pensara que era menos de lo que realmente era. Cuando caigo por algo, o por alguien, es siempre porque soy ingenuo. El am or es ciego en la medida en que caes por él. Los locos caen. Los hombres sabios se elevan en el amor. Caer por alguien es hundirte en tu yo inferior, y entonces esperar que tu pareja sea tu yo superior y te saque del lodo. Normalmente, intentas hacerla caer al lodo mientras ella intenta sacarte, y el resultado es un es tancamiento. Me enamoré de Liz, me volví inconsciente, ¡y sólo para d espertar tres años después y descubrir que no estaba en absoluto enamorado, sino en apuros! En el momento de nuestra boda, creo que padecí una equivocación popular sobre lo que es, o puede ser, el matrimonio. Creí que casarte e ra un billete para el futuro, una promesa de lo que vendría. Pensó que una boda era un rito mágico que transform aría automáticamente una relación corriente en una extraordinaria. E n términos prácticos, pensé que el matrimonio me daría una seguridad qu e no había encontrado en mi interior. Estoy seguro de que sentía que el matrimonio era un pase gratuito a todo el amor que siempre quise para siempre. Supongo que pensaba que Dios garantizaba cada matrimonio. Cómo o porqué tenía esas ideas es algo que escapa a mi comprensión. ¡Quizá la única explicación posible es que por aquél entonces era estúpido! Ah ora veo el matrimonio de forma muy distinta. Lo veo como una expresión de lo que es, y no como una promesa de lo que será. C uando Mallie y yo empezamos a casar a otros, vimos inmediatamente que una boda era simplemente el reconocimiento público de una unión que ya se había producido. Unirse en santo matrimonio es revelar al mundo la profundidad de tu devoción y la grandeza de tu amor. Este concepto de matrimonio no es realm ente nada nuevo o radical. De hecho, está mucho más en línea con la unión sagrada que se supone que es siempre el matrimonio. Sin embargo, durante la E ra Industrial, con el ascenso de la clase media (y de la institución legal), el matrimonio se redujo a un contrato social, un medio conveniente de repartir la propiedad y disponer la transferencia regular de posesiones materiales en el momento del fallecimiento. La gente solía olvidar la unión espiritual, relegándola a las novelas románticas, y la posesión sustituyó a la entrega como motivo principal para estar con alguien. Hoy en día, cada vez
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son más las parejas que están reafirmando la esencia espiritual del matrim o nio, buscando un alma gemela además de un compañero compatible. “Casarse supondría... tendría que cuidar de alguien más cuando apenas pu ed o cuidar de mí mismo. ” “¡Gracias!"
En mi primer matrimonio, representé el sueño del matrimonio burgués, imitando una forma vacía que era una copia bara ta de un santo sacramento. Pero aún así estoy completamente agradecido p or la experiencia. E n su mom ento, mi primer matrimonio fue perfecto p ara mí. Me brindó un puente que cruzar, y cuando lo crucé, pude mirar atrás y ver a mi familia saludando. Podía marcharme y al mismo tiempo seguir conectado con las personas que amaba. Liz era el espejo perfecto en el que podía ver tanto mis puntos fuertes como mis debilidades. E ra una mujer fuerte, con los pies en la tierra, y su apoyo hizo que mis días en la escuela de graduados fueran menos cerebrales y más cordiales de lo que hubieran sido sin ella. Me ayudó dándome valor para soportar mi primer trabajo profesional en la enseñanza, como profesor de Inglés en la Universidad Estatal de Cleveland. Liz siempre me apoyó para que persiguiera lo que realmente deseaba en la vida, de modo que al cabo de un año, volvimos al Este, a la Universidad de Yale, donde pude seguir escribiendo obras de teatro en la escuela dramática y ella pudo ir a por su doctorado de francés. Cuanto más éxito teníamos en nuestras carreras, más parecía resentirse nuestra relación. Al considerarlo ahora, puedo ver que mi Ley Primordial (el pensamiento más bajo sobre mí mismo) tenía que manifestarse de alguna forma. Y como todo lo demás era más que suficientemente bueno, inconscientemente elegí a Liz para fracasar. Me aparté de ella, me retraje, y me tomaba a mal que no pudiera leer en mi mente y darm e lo que nunca tuve el valor de pedir. Era un cobarde en casa y un héroe local en el mundo. Durante el último año de nuestro matrimonio, estuve obsesionado con Vietnam, or ganizando la corriente de movimiento de resistencia en New Haven. Conduje hasta el sur para asistir al funeral de Martin L uther King. Participé en una marcha sobre el Pentágono. Pensé en renunciar a mi ciudadanía norteame ricana como forma de protesta y pasar el resto de mis días en Suecia o Inglaterra o Canadá. No hay ni que decir que eso ponía a prueba a mi mujer, y mucho m ás por ser una mujer que había regateado con los valores de la clase
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media. Estoy seguro de que una pa rte de L izm e utilizaba para volver con sus padres, especialmente con su padrastro desaprobador con el que estaba resentida. A pesar de todo, su apoyo a mis decisiones era asombroso, e incluso cuando estaba claro que nuestras estrellas se estaban distanciando, Liz respaldó lealmente mis posiciones políticas. Era un rebelde. Mis posturas revolucionarias eran la expresión evidente de mi deseo de d errocar a mi padre, y no a mi país. Podrían haberm e nombrado a cualquier buena autoridad, y hubiera encontrado diez buenas razones pa ra borrarla de la faz de la tierra. Cuando eres un revolucionario de corazón, estás profundamente comprom etido a hacer las cosas de forma diferente que tu papá. El m atrimo nio se convierte en una de esas instituciones rudimentarias de una era periclitada. Por supuesto que tenía que derrum barse. No quería estar asociado a ninguna estructura paterna. Era un anarquista buscando la informidad en la que descubrir mi propio orden interno. Quemaba puentes, no los construía. Por supuesto que tenía que divorciarme. ¡Era lo más ético que podía hacer! Ahora sé que una relación que no está consagrada a un propósito superior está condenada al fracaso. Liz y yo nos casamos por casarnos. Nunca pensamos que había algo más. Nos juntamos para afrontar nuestras insegu ridades, y así, las grandes cuestiones de nuestro tiempo en común eran dónde vivir, qué trabajos coger, qué coche tener, qué tipo de comida comer. ¡Esa no es la madera de la felicidad! Al intentar estabilizarnos, seguíamos consideran do estabilizarnos por debajo de lo que éramos, y dentro de cada uno de nosotros, algo decía que no, y así nos separamos. Ella buscaba en mí que la hiciera ser completa, y yo buscaba en ella que me hiciera ser completo. Nunca tuvimos un fuerte propósito común para estar juntos. Estábamos casados, no porque cada uno de nosotros estuviera siguiendo los deseos de su corazón y eso nos llevara al mismo camino, sino más bien porque creíamos que si tomábamos el camino más corriente, de alguna manera encontraríamos los deseos de nuestros corazones por el camino. Pero amigo, eso no funciona así. No es de extrañar que nos sintiéramos tan incómodos. Eramos como niños imitando a nuestros padres... niños intentando andar con los zapatos de sus padres. Tropezamos y caímos... fuera del amor. “Casarse supondría... que tienes que vivir en las afueras. ” “¡Gracias!”
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Tienes que convertirte en tu propia pareja perfecta antes de en con trar a otra person a que llene esoszapatos. Tienes que ser felizmente tú mismo antes de estar felizmente casado. Tienes que ser un ser hum ano responsable, que es algo muy distinto de estar cargado de responsabilidades. Tienes que tener una relación personal con Dios, lo cual es distinto de ser religioso. Tienes que ten er un propósito en la vida. Tienes que am ar el amor, tienes que sentir la ventaja de compartir. Tienes que crecer. No creo en las almas gemelas. No creo que haya un único, Don Perfecto, o un príncipe azul que venga a buscarte. Hay muchos peces en el mar, muchos cebos, muchos anzuelos, y para mucha gente, la finalidad del am or es la pesca, y no la unión. El “único” es la buena de mamá o el bueno de papá, y una cosa es segura: ¡no puedes ten er a ninguno de los dos! 1969, era mi cumpleaños. Estaba en cama con fiebre en la enferm ería de Yale. Eran las vacaciones de Navidad y todo el cuerpo de estudiantes se había ido a casa hacía tiempo. Tenía 26 años, estaba solo, sorbiéndome las lágrimas, sintiéndome bien y compadecido de mí mismo. Fue mi Navidad más fría. Me preguntaba si alguna vez me volvería a casar. Me sentía tan avergonzado y humillado. Había fracasado en el juego más básico de la vida, las relaciones. Me sentía vacío. No tenía idea de quien era ni de lo que quería hacer con mi vida. Y lo que es peor, me moría de aburrimiento. Me decía a mí mismo: “Es mejor haber amado y perdido que no haber amado nunca.” Eso sonaba bien, incluso consolaba, pero cuando estás totalmente perdido, te preguntas si amaste siquiera, y si no lo hiciste, ¿qué es lo que te apen a tanto haber perdido? Lloraba mucho, y no sabía porqué. Al pen sar en ello ahora, tendría que decir que liberé muchos viejos dolores. Pero en aquél momento, m e sentía profundamente desesperado. Dos años después llegó Kathy, mi segunda esposa. Estaba escribien do obras de teatro y pasaba por un buen momento emocional. Vivía en Greenwich Village, trabajaba du rante el día en el Hospital del Condad o de Kings para pagar el alquiler, y escribía durante toda la noche. Había pasado una temporada en Londres como autor de teatro residente para una joven compañía de teatro inglesa. Yo diría que estaba más decidido que nunca a sacar el drama de mi cabeza y llevarlo a escena. En el Hospital del Condado de Kings, trabajaba para el Departa mento de Servicios Sociales, entrevistando a las personas en el pabellón de psiquiatría, para ver si tenían derecho a ayuda médica. Recuerdo a un
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paciente en particular, John Knowitall2. La primera vez que le entrevisté, me dijo su nomb re y yo me eché a reír. La segunda vez que le entrevisté, me dijo que su nom bre d e pila era Moisés y que era escalador. Empecé a escribir una obra sobre ese hombre. Se llamaba California Jubilee, y tratab a de una conspiración para rap tar a un loco del Condado de Kings y llevarlo a California, donde nadie se daría cuenta. Había viajado a Eu rop a y al Caribe, pero nunca al Oeste. Mi corazón ansiaba grandes espacios abiertos. Fu e en este contexto donde conocí a Kathy, una chica de California. Kathy era claramente un alma gemela, pero difícilmente una com pañera compatible. En nuestra relación, todo era perfecto, salvo los detalles prácticos de la supervivencia, como el dinero, la casa, los trabajos y demás. Nunca lo conseguimos juntos, pero la montaña rusa en la que nos subimos era un paseo increíble. Kathy era actriz, y nuestros caminos se cruzaron en la escuela dramática, pero nuestras estrellas tuvieron que esperar un par de años. La conocí saliendo de una representación. Caminamos, charlamos. Los dos teníamos un aire de disponibilidad. Le pregunté. Dijo que sí. El tiempo se detuvo. Hicimos el amor m ientras caía el calor del verano. Era la semana de la Unidad Italiana. Era el 4 de Julio. La independencia estallaba a nuestro alrededor. Los fuegos artificiales no habían hecho más que empezar. Ese verano, recorrimo s tres veces todo el país. Dejamos Nueva York tras la boda de mi hermana. Eran las 3 de la mañana y condujimos todo el camino hasta las Cataratas del Niagara, y después nos dirigimos hacia el Oeste atravesando Canadá. Fue el verano en que desperté a la belleza de América. Vi los Gran des Lagos y las Grandes Llanuras, Banff y el Lago Louise, Puget Sound y las Cascade Mountains, los grandes bosques de Reedwoods y el Golden Gate. Cuando llegamos a San Francisco, nuestras cabezas daban realm ente vueltas. Parecíamos adictos a buscar, normalmente a expensas de encontrar. Nuestros espíritus eran demasiado inquietos para parar. Volvimos a em barcar en el coche y nos dirigimos hacia el sur, al Desierto de Mojave, donde m e sentí totalmente arrastrad o por la magnificencia del Valle de los Muertos, la Reserva India Hopi -donde podría haberme quedado para siempre- y Santa Fe, la Ciudad de las Tres Culturas, donde nos casamos. Creo que en realidad nos casamos simplemente para echar el ancla. Recuerdo que estábamos sentados en el banco de un parque, intentando decidir. ¿Debíamos o no debíamos? En gran medida como adivinar en qué dirección seguir a continuación cuando no tienes ningún sitio a donde ir.
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N T. Know-it-all, sabelotodo.
Podríamos incluso haber arrojado una moneda al aire. Estába mos jugándonoslo \ a la paja más corta o esperando una intervención divina. Algo que detuviera i el remolino en el que nos sentíamos atrapados. La boda no se pareció en nada a un Bar Mitzvah. Encontramos a un , cura católico renegado que nos casó. El Padre G eorges dirigía una casa p ara niños difíciles - ¡muchos de los hijos de las flores de California acababan sin hogar en Santa Fe, final de trayecto sin lugar a dudas! La ceremonia fue .sencilla, increíblemente espiritual, y se celebró en el patio trase ro de casa de ’ un amigo. Recuerdo un largo momento de silencio a la mitad, y entonces rugieron sobre nuestras cabezas unos cazas procedentes de una base cercana. ¿ Pensé en los Hopi, el pueblo de la paz, y en Los Alamos, d onde fabricaban ' armas atómicas, y me pre gunté qué significaba casarse tan cerca de donde estaban la guerra y la paz. Después de la ceremonia, observé que no me sentía mejor ni tenía las cosas más claras respecto a donde ir o qué hacer con mi vida. Kathy me miraba, esperando alguna clase de orientación aho ra que estába mos casados. “Sigamos conduciendo,” dije. “Casarse supondría... ¡bueno, resulta caro!" “¡Gracias!"
Kathy y yo éramos unos románticos enamorados, rebeldes, inade cuados para el mundo real. Nunca tuvimos dinero, carreras, o un techo propio. Parecíamos mantener alejadas de nosotros todas las cosas normales de la vida. Era como si, en la naturaleza de nuestra relación, hubiera algo opuesto «la prop ia vida. Nos tomábamos a mal tener que ocuparnos de cuestiones de supervivencia. Supongo que se podría decir que simplemente no queríamos Crecer. Como Romeo y Julieta y todos los grandes amantes románticos, , estábamos aislados donde quiera que fuéramos. Habíamos tom ado nuestros Sentimientos de separación individuales y los habíamos enlazado en un gran nudo de aislamiento. Era un caso de “Tú y yo, pequeña, con tra el mundo.” El único problema es que el mundo gana ba siempre. Los tiempos más locos fueron los días de Kopavi. Había escrito una obra de teatro llamada Kopavi, palabra Hopi que significa “la puerta de la Cabeza.” Era una aventura rom ántica cómica, y casi conseguí vendérsela a una gran compañía. No obstante, en el último minuto decidí montarla con un grupo de amigos. Así empezaron los días de Kopavi. Vivíamos en comunidad,
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y muchas veces Kathy y yo desenrollábam os una colchoneta de goma espuma y dormíamos debajo de un mostrador. Teníamos mucho de nada, pero teníamos ese sueño de filmar juntos la película de nuestra c arrera a través del país. Las sem anas se convirtieron en meses, los meses en años. No ocurría nada. No teníamos perspectivas de ingresos. Me estaba aferrando obstinada mente a una fantasía estúpida. Había una cuña entre nosotros. Tuvimos algunas fuertes peleas. E lla ganó algunas, y yo otras. Pero perdimos la guerra. ¿Por qué luchábamos? Ahora puedo ver que rara vez estábamos molestos por la razón que creíamos. Creo que peleábamos sobre todo -y que la gente pelea- porque queríamos entregarnos. Hay un viejo cliché según el cual primero peleas, y después lo arreglas. Creo que la gente suele llevar sus relaciones de esa forma tan poco perspicaz. El deseo de pelear contiene el desen de derribar el muro de la separación. La reconciliación es un alivio temporal de la pared. Pero no hay cantidad alguna de peleas capaz de derribar realmente un muro que existe en la mente. Dado que lo que creemos en nuestros corazones es lo que conseguimos en nuestras vidas, mientras creemos necesitar muros para sobrevivir, seguiremos levantando esas barreras subconscientes contra el amor. Eso es lo que nos ocurrió a Kathy y a mí. Por un lado, estaba ese profundo amor y el consiguiente deseo de entregarnos; por otro lado, estaba esa desconfianza básica que siempre sentiríamos mutuamente. El padre de Kathy murió cuando ella era joven, y yo no confiaba en absoluto en las mujeres. Sabía que estaban esperando a que apareciera para atraparme. Como nos queríamos tanto, activábamos nues tros peores temores. Por desgracia, no éramos lo bastante sabios para librarnos de esos temores sin librarnos el uno del otro. “Casarse supondría... ¡bueno, vuelve más difícil separarse!" “¡Gracias!”
Cuando te enamoras de alguien, reconoces inmediatamente una conexión eterna, una unidad atemporal. Tus sentimientos no tienen explica ción lógica, ya que acabas de conocer a esa persona y no tienes ninguna escala humana capaz de medir la profundidad de tu amor. Pero conoces a esa persona. E n tu corazón, la conoces desde siempre, pero para tu razón, acabas de conocerla. La razón nunca puede medir la eternidad del corazón, y para el corazón, las mediciones de la razón son totalm ente insignificantes. Por eso el amor es tan esquizofrénico. Por una parte es para siempre, mientras que por la otra, está condenado a pasar.
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Así que, ¿qué haces? Lo que hice con Kathy fue intentar encerrar lo eterno en un estilo de vida práctico. Nunca funcionó. Nunca conseguí reunir los dos mundos. Mi deseo más profundo era elevar lo práctico al nivel de lo eterno, pero simplemente no sabía cómo hacerlo. Cuanto más elegía un í mundo, más perdía el otro. Hasta que al final, los perdí los dos. En 1974, Kathy y yo seguimosjun tos el program a de formación EST. P o r entonces, yo era director de artes teatrales del internado Quaker de Bucks County, Pennsylvania, y Kathy estaba preparando su diploma de terapia de danza en la Universidad del Templo. Entre los dos talleres de fin de semana, nuestra centenaria casa victoriana ardió por completo. Esa noche, habíamos pálido a cenar. Mi nueva máquina de escribir, con mi nueva obra en el rodillo, fue alcanzada po r un rayo. De alguna manera, eso simbolizaba la imposibi lidad de tener una carrera y un hogar al mismo tiempo. Estaba de pie en el césped, contemplando cómo se elevaban las flam as a más de treinta metros de altura. Los bomberos hacían todo lo que *podían, que no era mucho. Un periodista de un diario local me estaba preguntando: “ ¿Q ué se siente al ver cómo todas tus posesiones se convierten t n humo?” Qué pregunta más estúpida. Ni siquiera pude emp ezar a respon der. No teníamos seguro. Lo que se había perdido, incluidos varios originales .manuscritos, se había convertido en humo para siempre. Pero, en lo más ¡¡profundo de mi corazón, me sentí increíblemente libre, descargado de los •aeces de un estilo de vida que nunca había deseado. Y lo que es más, me sentí ¡yivo, y agradecido de estarlo. Mi mente, mi cuerpo y mi espíritu estaban los ♦res en perfecto orden. Podía ver que todo lo que se estaba quem ando carecía 1e valor duradero. Lo dejé marchar. ¡Tenía lo importante! Seis meses después, gané un certamen teatral. Mi obra, Sand Dwarfs, btuvo una subvención de la Fundación Nacional para las Artes, para ser roducida por la Corporación de Artes Teatrales de Nuevo México. Así que lví a marcharme a la Ciudad de las Tres Culturas, Santa Fe - el lugar de acimiento de nuestro matrimonio y,.muy pronto, su sepultura. Vivimos allí urante más de un año. Kathy trabajaba en un cen tro de salud mientras yo dirigía Jesse and the Bandit Queen, que de alguna manera resumía la inutilidad y la frustración que sentía con respecto a la relación. Todo llegó a un punto decisivo en Septiembre, du rante la semana de la Fiesta3. En Santa Fe, en cada Fiesta electrocutan a un eno rme pelele, Zozobra 3, el dios de la iftristeza. Ver arder el pelele fue como ver arder mi casa, sólo que ah ora lo que se convertía en humo eran mis obsesiones internas -aunque aún tardaría ^algunos meses en producirse el acto final de la separación. Poco después me N.T. E n castellano en el original.
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marché a Nueva York para intentar conseguir algún trabajo de dirección. El día de mi partida, nuestra gatita Egg fue atropellada por un camión, y consiguió arrastrar su cuerpo manchado de sangre hasta el centro de nuestra enorme colcha blanca, donde murió. Lloré más a mi gatita que a mi matrimonio. “Casarse supondría... tendríamos que ponemos de acuerdo sobre qué coche compramos. ” “¡Gracias!”
Después de divorciarnos, Kathy y yo cenamos juntos una vez. Era uno de esos restaurantes buenos de California. No era como una película de Woody Alien. Se parecía más bien a una serie de Hollywood. M e tomé un par de copas y me puse muy emotivo. Quizá fue la prim era vez que confié a alguien todo lo que tenía en el corazón. Compartí todo mi dolor, mi resentimiento y mi culpa -todo salió desmoronándose. Cuando terminé, nos miramos, tan enamorados como siempre, pero con nuestro camino juntos claramente a las espaldas. “¿Qué salió mal?” preguntó Kathy. “los dos nos queríamos, y seguimos haciéndolo,” dije, “¡pero el matrimonio no era el envase adecua do!” Nunca pensé en volver a casarme. Alternaba entre pensar que el matrimonio era intrínsecamente imposible o sentir que no estaba hecho para él. La mayor parte del tiempo, no pensaba en ello para nada. Pero cuando conocí a Mallie, era fácil estar juntos. Fuimos amigos al instante. Compañe ros. Y trabajábamos muy bien juntos. Estaba empezando mi nueva carrera en el campo del desarrollo personal. Mallie era mi asesora y confidente constante. Progresivamente, se convirtió en mi socia a tiempo completo. Ni siquiera hablamos inicialmente de nu estro propósito. No hacía falta. Ambos creíamos profundamente en esta nueva terapia de auto-ayuda, el Renaci miento, y en la sanación de las relaciones familiares. No se tra taba de que fuéramos designados para crear una comunidad en Nueva York. Se trataba más un hecho que una elección. Simplemente estábam os tan bien juntos. ¡El matrimonio era lo último en lo que pensaba! Así que éramos amigos que trabajaban juntos, y que sentían esa llamada a estar juntos y a llamar a la gente a unirse en torno a ellos. No obstante, ambos estábamos reponiéndono s de nuestros respectivos matrimo nios, y éramos muy reacios a otro gran compromiso. Nos dijimos todas las
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razones por las que no queríamos tener una relación. Como amantes, nos fundíamos en una pasión tan perfecta, que era como si nunca hubiéramos bec ho el am or hasta entonces. Era como si cada parte de nuestros seres despertara en presencia del otro. Nos tumbábamos, inmóviles, y respirába mos juntos. El hecho de compartir el sexo no sólo parecía form ar parte de nuestro propósito, sino un ejemplo viviente de todo lo que estábamos enseñando -respiración, entrega, experimentar la unidad, conectar con la alegría y la vitalidad. Nuestro amor era muy dulce. El matrimonio era lo último en lo que pensaba. “Casarse supondría... que dejaríamos de ser nosotros mismos y empezaríamos a ser lo que no somos. ” “¡Gracias!”
Con Mallie, aprendí los secretos del amor. Aprendí a ser yo mismo y ten er una relación al mismo tiempo. Aprendí a perm anecer en el presente en vez de arruinar un buen momento con proyecciones del pasado. Aprendí a respirar antes de contestar, que la paz no necesita defensa, que prefería ganar amor a ganar discusiones. Aprendí a gozar de prosperidad mantenien do a úna familia y compartiendo con mis seres queridos. En vez de am oldarme al mundo material a expensas del mundo espiritual, o de rebelarme contra el mundo material para ser un espíritu libre, aprendí a construir el puente entre Jo real y lo sublime, a ver y sentir lo extraordinario en lo ordinario. Con Mallie, disfrutaba tanto dando que nunca me preocupó recibir. Dejé de llevar la cuenta de cuanto recibía a cambio de lo que daba, y de medir tan equilibrio emocional con la diferencia. Nos estábamos divirtiendo d ema siado para llevar la cuenta. Nos conmovíamos demasiado profundamente el uno al otro. Y de todas maneras, en el punto de contacto tod o parecía ser lo mismo. Y al ser dos adultos de mutuo acuerdo, en vez de dos niños, constituía una doble excitación para los dos. Recuerdo haber pensado, por prim era vez en mi vida, ¡Qué suerte tengo! El matrimonio era en lo último en lo que pensaba. Fuimos a Jamaica y a las Islas Vírgenes, al Cabo Cod y a Bar Harbord, Hollywood, Aspen, Snowmass, Sun Valley, British Columbia y Yucatán. A veces llevábamos a las niñas. Otras veces íbamos solos. Disfru tábamos una luna de miel maravillosa, aun sin habernos casado. ¿Porqué Ibamos a pensar en el matrimonio?
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Teníamos nuestros problemas, pero eran pocos y muy esporádicos, y a menudo podíamos resolverlos solos, y sin mucho ruido. Cuando estábamos totalmente bloqueados, recurríamos a otros expertos en relaciones para que nos aconsejaran. Cuando surgía un problema, solíamos mantenerlo en el contexto de nuestro deseo de estar juntos para siempre. Nuestra actitud siempre fue: vale, esto es interesante, pero resolvámoslo rápido para que poda m os volver a lo bueno. A veces teníamos escenas teatrales. Recuerdo una en particular.
Recorríam os el Gran Sur en coche con las niñas. Mallie y yo, en el calor de la batalla, bajamos del coche y subimos al borde de un acantilado donde nos atacamos. Recuerdo haber pensado, qué sitio más bonito para pelear. Entonces volví la vista hacia el coche, y vi las caras de las niñas pegadas a la ventanilla. Sentí que Mallie y yo estábamos dentro de un televisor, interpre tando un culebrón. Fue difícil mantener la seriedad, pero lo intentamos. Seguimos creando juegos estrafalarios para resolver nuestros p ro blemas. Cuando necesitábamos mejorar nuestra comunicación, inventamos “El Juego de la Verdad Mojada”.T odas las noches nos metíamos en la bañe ra y nos comunicábamos lo que nos habíamos callado durante el día, tanto lo positivo como lo negativo. La única respuesta perm itida era “¡Gracias!” Así, cada uno de nosotros asumía el 100% de la responsabilidad de deshacerse de todo lo que se interpusiera en el camino de nuestro amor incondicional. Observamos que cada uno de nosotros reclamaba un lado de la cama como una especie de te rritorio aparte, y que eso simbolizaba de algún modo lo que quedaba de la separación entre nosotros. Decidimos cambiar de lado durante algún tiempo. Estuvo muy bien. Mallie tenía mis sueños, y yo los suyos. Cuando hacíamos el amor, el equilibrio de energías masculinas y femeninas en y entre nosotros era mejor. Era un juego insignificante, pero con grandes resultados. ¡Aun así, el matrimonio era lo último en lo que pensaba! Aprend í mucho de Mallie. Estaba tan anclada en lo mejor del hogar y la familia, que vivir con ella era toda una educación. Podía ver su amor incondicional hacia las niñas y hacia mí. Tenía una voluntad muy fuerte y ponía el listón muy alto, pero perdonaba, no desaprobaba, y siempre apoyaba, aunque rara vez a sus propias expensas. Nunca he conocido a una mujer como ella. Cuidaba de una casa, de dos niñas, de un perro, un gato, y un negocio, todo ello al mismo tiempo. C uando necesitaba estar sola, sacaba a pasear al perro. Cuando necesitaba una dosis de raíces, se iba a Vermont y volvía con
un galón de sirope de arce puro, queso Cheddar de Vermont, maíz fresco, pimientos verdes, pepinos y calabacines. Era lo mejor del campo y de la ciudad, todo ello liado en un ovillo de infinita energía. “Casarse supondría... ¡que tendríamos que estar jun tos hasta que ¡a muerte nos separe!'' “¡Gracias!”
Otro de los grandes regalos que me hizo Mallie, fue permitirme afrontar la muerte, en vez de negarla, y al hacerlo, elegir más plenamente la vida. Cuando m urió mi padre, estaba conduciendo p or México en medio de un huracán. Llegué a casa a Pennsylvania el día de su funeral. Lloré. Me t enfadé, pero nunca capté bastante la realidad del momento. Vi como Mallie presenció la muerte de sus dos abuelas. Estab a muy unida a ellas. Su dolor er a casi insoportable -para mí. Me vi con ganas de echar i, a correr. Eran dos grandes señoras de Vermont, bien en tradas en los 90 años. Cuando murieron, el corazón de Mallie salió hacia ellas; entonces, ella se lo trajo de vuelta, de algún modo fortalecida por el proceso. Era realmente poderoso. Y milagroso. Lo que hacía Mallie volvía mi vida más fácil. Lo que yo hacía le volvía , la vida más fácil a Mallie. Y cada uno de nosotro s hacía lo que quería. Por : prim era vez en mi vida, estaba experimentando la alegría y la libertad de estar ' tan alineado con otro ser humano. Aquí tenía a una mujer con la que podía ir al teatro o a un partido de baloncesto, mirar la tele o ir a monasterios, jugar f a las cartas, hablar de política, de literatura o de metafísica. ¡Era mi mejor ■ amiga, mi mejor amante, mi mejor compañera de habitación y mi mejor socia! ÍEra feliz, lo tenía todo! ¡El matrimonio era lo último en lo que pensaba! Sucedió en una reunión de Renacedores en 1980. Surgió el tema. Nos cogió por sorpresa. Celebrábamos esas reuniones tres veces al año con el fin de organizar nuestro trabajo, esclarecer nuevas ideas, y aclarar nuestras relaciones mutuas. U no de nuestros colegas hizo saltar la pregunta: “¿Qué pasa con vosotros dos y el matrimonio?” Los dos contestamos enseguida. “¿Matrimonio? Dije, en un estado de conmoción. “No tenemos nada que hacer con el matrimonio.” Y Mallie dijo. “Nada. Nada en absoluto.”
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Al oír el tono de su respuesta, supimos que pasaban muchas cosas al respecto. Así que decidimos repetir el proceso todos los días. Teníamos tres minutos cada uno. “Casarse supondría... nos llevaría al divorcio.” “¡Gracias!”
Durante tres meses proseguimos religiosamente este proceso. Nues tra intención era continuar hasta que no surgiera nada , y entonces decidir si realmente queríamos casarnos. Creo que, secretamente, esperábamos no terminar nunca el proceso para no te ner que decidir nunca. Pero, cómo no, ocurrió. Estábamos en Washington DC, a punto de celebrar el Curso de Relaciones de Pareja. Repetimos el proceso. Y no salía nada... nada... nada... no supondría ninguna diferencia. Estábamos aterrados. No obstante, al ser personas que temían hacia delante, y no hacia atrás, decidimos casarnos. Pero primero llamamos a todo el mundo para decírselo. Acordamos que si había una gran resistencia por parte de nuestras familias, lo reconsideraríamos. Llamamos a los padres de Mallie, y pensaron que era una gran idea. Llamamos a las niñas, y lo aprobaron sinceramente. Llamamos a mi madre, y pensó que era fantástico. Mallie llamó a su ex-marido, y dijo que estupendo. Yo llamé a Kathy, y dijo que espléndido. Recuerdo que le dije a Kathy: “Estoy asustado. Es mi tercera oportunidad. Tres golpes, y estás acabado.” Contestó, “¡No lo olvides, tres es un encanto!” Obtuvimos nuestra licencia de matrimonio ese mismo día. Nos casamos el Lunes siguiente. No fue ni un Bar Mitzvah ni un rito neo-indio. Nos casó un amigo en una marisquería. ¡Las almejas estaban excelentes! El matrimonio cambió las cosas. Para nuestra gran sorpresa, senti mos que un torrente de inocencia inundaba nuestros corazones. Pese a todo lo iluminados que estábamos, supongo que aún había una parte de nosotros que pensaba que vivíamos en pecado. Al casarnos, volvíamos a ser como niños, no niños que intentan andar con los zapatos de sus padres, sino hijos de Dios bendecidos en nuestra elección de ser uno.
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¡Que no te casen hasta que te hayas casado tú mismo! Una vez que has descubierto tu propio compromiso contigo mismo, tu voluntad de estar contigo mismo para siempre, en lo bueno y en lo malo, entonces, y sólo entonces, tienes los cimientos para compartir el compromi s o con otra persona. El amor incondicional hacia ti mismo crea el espacio donde experimentar la unión espiritual con otra persona. El matrimonio puede ser una trampa si piensas que es una garantía declararlo públicamente en una boda. Idealmente, una boda es una declara ción de que ha surgido otra relación sagrada en el mundo. No quieres casarte para amoldarte al punto de vista de tus padres i para rebelarte contra ellos. Tu matrimonio tiene que ser la expresión Derfecta de tu propia perfección. No quieres sacrificarte a la institución, ni istruir la institución para salvar tu pellejo. Quieres estar en un espacio onde pu edas funcionar libremente en una estructura viable, donde tu lerza, intuición y energía creativa puedan florecer, y no morir, en un sistema de amor. Quieres que tu matrimonio sea una expresión de tu capacidad de experimentar lo sublime en lo mundano, de tal form a que cuando estés limpiando, lavando los platos o haciendo la compra, puedas experimentar hl unión inmortal y tu finalidad al mismo tiempo. ¡El matrimonio pued e constituir la señal d e que puedes experimentar lo extraordinario en lo ordinario y de que ya no tienes que escapar de la realidad de la vida para encontrar el amor perfecto!
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PON TU DINERO DONDE ESTA TU CORAZON “¿Tienes algo suelto?” “Sí. ¿Porqué?”
En Septiembre de 1976, llegué al Aeropuerto Kennedy con 30 dólares en el bolsillo. Cogí un taxi hasta la ciudad. El taxímetro m arcaba 18 dólares. “ ¡Quédese el cambio!”, le dije al taxista tendiéndole los tres billetes. ¿E ra yo el último derrochador de los grandes tiempos o tan sólo un simple loco? Ninguna de las dos cosas. En algún rincón de mi corazón, sabía que siempre que temía quedarme sin blanca, había llegado el momento de dar .■otro salto de fe. Hab ía desarrollado una confianza básica en que el universo siempre cuidaría de mí. Había aprendido que cualquier cosa que diera me sería devuelta, multiplicada por la medida en que estuviera dispuesto a . recibir. No es que haya crecido en una trem en da abundancia. Por el contrario, papá y mamá peleaban duro para llegar a fin de mes. Papá era un abogado que trabajaba un poco en asuntos de propiedad, pero estaba enamorado de los perdedores, y su amor le hacía quedarse en ese papel en ¡ vez de convertirse en un ganador. Recuerdo cuando ganó una casa de vecindad en la parte baja de la * zona este. Fue durante una época en lá que todo el mundo estaba alborotado : contra los caseros de las zonas pobres. Papá no era un casero. Incluso tomó dinero prestado para arreglar su edificio, anteponiendo las necesidades de sus inquilinos a las suyas propias. Pero eso no impidió a sus inquilinos llamarle a todas horas de la noche para quejarse de diversas emergencias, como grifos que goteaban, retretes que se salían, y falta de calefacción. Siguió esperando a que el ayuntamiento desahuciara su edificio, para poder recuperar sus gastos y quizá sacar un poco más. Pero nunca sucedió. Por aquél entonces, era el fin de la Gran Sociedad. La fuente de generosidad del gobierno se había
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secado. El deseo de la gente de ayudar a los pobres había terminado. Los años sesenta daban paso a los setenta. Los republicanos se estaban imponiendo. Mamá estaba frustrada y furiosa. Duran te tod a su vida en común, papá le había dicho que no se preocupara, que se jubilarían ricos y recorrerían el mundo. Mantenía sus finanzas en secreto, pero cuando murió, ella descubrió la amplitud de sus deudas, y su am argura casi superó su tristeza. Ella, y todos nosotros, habíamos esperado la abundancia. Recuerdo a papá sentado a la mesa de la cocina el primer domingo de cada mes. Se levantaba al despuntar el alba, iba hasta Eldridge Street para cobrar el alquiler, y llegaba a casa justo cuando nos levantábamos. R ecaudaba la mayor parte del dinero en metálico, y recuerdo que le ayudaba a contarlo. Teníamos fajos de billetes de cien, de cincuenta, de veinte, y de diez. Pensaba que Papá era dueño de un banco. Yo debía tener unos doce años. La contradicción entre esta imagen de ab undancia y la papá m urien do sin blanca -y destrozado- me dividió durante años. Pero siem pre supe que las reconciliaría’ De hecho, recuerdo que P apá y Mamá me decían que yo tendría las cosas más fáciles. Luchaban para que yo no tuviera que hacerlo. Se sacrificaban para que yo pudiera relajarme. Casi parecía que mi deuda para con ellos fuera tener una vida fácil, una buena vida, una vida rica. Por desgracia, era rebelde como mi padre. Y la tradición financiera de mi familia hacía que no quisiera jugar en absoluto al juego del dinero. El dinero me parecía una fuente de sufrimiento, conflicto y desilusión en mi familia. De adolescente, evitaba cualquier consejo práctico como si se trata ra de la peste. “¿Qué vas a ser de mayor?” me pregun taba mi madre. “Millonario,” contestaba a la defensiva. “¡Ah! ¿Tienes algún plan?” “¡No es asunto tuyo!” Siempre parecía una elección entre dinero y felicidad. El único problema es que yo quería las dos cosas. Hice el pacto secreto conmigo mismo de ser millonario a los 30 años o suicidarme. La víspera de mi treinta cumpleaños, cambié de parecer. En realidad, no tenía ningún plan. Mentalmente, era un rebelde como mi padre, ligado a los perdedores, deseoso de der ribar un sistema que ni albergaba a los pobres ni les daba de comer. Ahora p uedo ver que durante aquellos años, defendía el fracaso de mi padre atacando al sistema que creía
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que le había frenado. De todas formas, estaba ap rend iendo a mi pesar valiosas lecciones sobre el dinero. Lo primero que tiene que aprender todo el mundo respecto al dinero, ¡y yo no era ninguna excepción, es a valerse por sí mismo. M e habían educado •con un montón de falsas creencias sobre el dinero. P or ejemplo, había llegado a creer que cuanta más educación se recibía, más puertas se abrirían y mayor sería la cuenta bancaria. Así que cuando salí de la escuela de graduados a los 26 años, me sentí algo desconcertado al saber que no tendría automáticamen; te un hotel en Boardwalk y dos en Park Place como resultado natural de todos esos grandes billetes que habían invertido mis padres en mi educación , “superior”. Después, cuando pensé en ello, me di cuenta de qu e si la educación era la fuente de riqueza, entonces todos los profesores de universidad con quienes había estudiado debían haber sido millonarios- cosa que no era el í' caso. Salvo uno. El Profesor K. me enseñó lógica durante cuatro m eses hasta ' que una hermosa m añana de primavera se detuvo a media frase, dando una calada a su pipa y mirando por la ventana. Esa pausa estaba muy cargada de { Significado, y también fue interminable. Finalmente, dijo, “Discúlpenme, ;hace un día demasiado bonito para ser lógico.” Tras lo cual salió, y, para nuestra gran confusión, no le volvimos a ver. Corrió el rum or de que ese día dejó la enseñan za y que se le podía encontrar en su yate en el Caribe. Pero de todos modos, la mayor parte de los profesores no tenían yates, lo cual, francamente, contribuyó a mi salida prem atura de los edificios académicos.
“¿Tienes algo suelto?” “Sí. ¿Porqué?” Otro mito sobre el dinero del que aprendí a deshacerme fue que el icamino de la riqueza implicaba conseguir mucha experiencia en un trabajo, escalando los peldaños del éxito. Pude ver que eso era una mentira flagrante. De ser cierto, los funcionarios acabarían siendo ricos. En realidad, podrías empezar desde abajoy acabar siendo Presidente. El Sueño Americano puede ser muy ingenuo si eres inconsciente, si no despiertas. Quizá reaccioné excesivamente a esta constatación, porque me negué a acumular experiencia en ningún trabajo. Durante años trabajé en escuelas, hospitales, bancos, restaurantes, oficinas, de puerta en puerta, en ventas por teléfono, y en teatros. Quizá estaba huyendo del compromiso, pero
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al mismo tiempo, estaba aprendiendo que podía crear dinero, por lo menos el suficiente para sobrevivir, con un gran número de cosas. Estaba em pezando a ver que era yo, y no el trabajo, la fuente de riqueza en mi vida. Me di cuenta de que los ricos sólo tenían una cosa en común, que es una actitud hacia el dinero, una conciencia de prosperidad que les permite funcionar fácil y agradablemente en el universo físico. Cuanto más veía que el dinero procedía de dentro, m ás me rebelaba contra cualquier forma de estructura externa. Cuando me convertí en un hippie, luché en el universo físico porque toda mi actitud era que la gente rica es mala, corrupta, sedienta de poder, avariciosa y desdichada. ¿Porqué iba a querer ser uno de ellos? Y sin embargo, al mismo tiempo, estaba aprendiendo inadvertidamente otra valiosa lección: no necesitas dinero para sobrevivir. Si te paras a pensarlo, el dinero es un fenóm eno histórico bastante reciente. No cabe duda de que los seres humanos sobrevivieron antes de que hubiera ningún tipo de sistema monetario. Cazaban, pescaban, cultivaban y comerciaban para satisfacer sus necesidades. El dinero se inventó simple mente para volver menos incómodo el intercambio de bienes - es más fácil intercambiar monedas y papel que acarrear sacos de patatas para trocarlos por una vaca, por ejemplo. Los años en que no tuve dinero me sirvieron de mucho, po rque tuve que aprender a confiar en la generosidad de los demás, la abundancia de la tierra, y mi propia energía creativa para sobrevivir. Es cierto que durante ese período acumulé unas deudas considerables, pero también llegué a ver que una deuda es exactamente la medida de cuanto confía alguien en ti. Mis deudas eran justo mi calificación de crédito disfrazadas. Cuando le di a ese taxista mis tres últimos billetes de diez dólares, tenía 32 años, y estaba sin blanca. Lo peor era que pese a todas las valiosas lecciones que estaba aprendiendo, no estaba más cerca de tener un plan claro que cuando pasé mi Bar Mitzvah, y saqué 1.000 dólares por hacerme en un hombre. Ojalá pudiera uno hacerse hombre todos los días. Pero nadie ofrecía un empleo así, ni siquiera en el New York Times. Así que conseguí un empleo en Brew Burger, sirviendo a las mesas. Estaba dirigiendo una velada teatral. Mi vida parecía tan dividida como siempre. El Espíritu me señalaba una dirección y las necesidades prácticas me recordaban otra. E s cierto que había aprendido algunas cosas sobre el dinero. ¡Como que no te harás rico sirviendo mesas!
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“¿Tienes algo suelto?” “Sí. ¿Porqué?” Al principio me sentí desanimado, bloqueado en la típica trampa neoyorquina de trabajar en un restaurante du rante el día y en el teatro por la noche. Pero, en el fondo de mi corazón, sabía que haría mucho mejor mi trabajo en las mesas si me gustara, en vez de odiarlo. Recuerdo a algunas de las cam areras resentidas que había conocido en mi vida, actrices frustradas que ensayaban el papel de Lady Macbeth a mi beneficio, viejas camareras amargadas que volcaban en mí su resentimiento hacia los hombres, que servían ceñudas o arrojaban el pescado ante mí como si se tratara de un castigo, y no de un alimento. Pero dadme a un camarero al que le gusta servir, o que al menos respeta a la gente, y mi inclinación natural hacia la bondad humana aflorará y le dejaré alegremente un poco de prosperidad en forma de propina. Así que aprendí a servir con una sonrisa en los labios, si es que no era con una canción en el corazón. Funcionaba. Mis propinas eran casi siempre considerablemente mayores que las de otros camareros. Consideraba el restaurante como un decorado teatral. Mi papel consistía en disfrutar, en ser yo mismo, y pasarlo bien con los clientes. En mi último día en Brew Burger, serví una comida de negocios y recibí un billete de 100 dólares de propina. En ese momento supe que había llegado el momento de marcharme. Cuando Mallie y yo empezamos a trabajar en el negocio del autoperfeccionamiento, tuve la oportunidad de volver a apren der esa misma lección, es decir que uno de los secretos del éxito es hacer lo que amas y am ar lo que haces. Al fin y al cabo, la mayor parte de la gente que se hace rica disfruta tanto con su trabajo que con frecuencia resulta difícil lograr que lo dejen. Cuando Mallie y yo empezamos a celebrar seminarios juntos, enviá bamos cada mes un boletín informativo, con un calendario de las actividades que presentábamos. Evidentemente, para que el calendario fuera eficaz, la gente tenía que recibirlo con alguna antelación a las actividades programadas. Pero cada mes, me veía aplazando la realización de la carta. ¿Porqué lo hacía? Odiaba llevar la copia al impresor porque la imprenta estaba en medio del centro comercial de ropa, y esa zona de la ciudad me resultaba particularmente repulsiva. Así que demoraba la impre sión de la carta, sacándola con una semana de retraso, y para cuando la gente la recibía, la mitad de las actividades del calendario ya habían tenido lugar. Evidentemente, eso no ayudaba a incrementar nuestras inscripciones.
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Entonces, un mes, cuando entregué la copia en el centro, observé que habían abierto una heladería en la puerta de al lado de la imprenta. Eso cambió completam ente mi forma de verla. A partir de entonces, pensaba en ir a por un helado en vez de en ir a la imprenta. Empecé a terminar más rápidam ente la carta, a ir más rápidam ente a la imprenta, y a enviarla antes. Y hete aquí que nuestros seminarios empezaron a aum entar de tamaño, el dinero empezó a llover, y el éxito se volvió inevitable. ¡Menuda diferencia supone un cucurucho de chocolate! Siempre aprendí a anteponer el trabajo al juego. Vi que había sido una víctima inconsciente de la típica división trabajo/placer que define la ética laboral am ericana. En pocas palabras, la gente debe vivir su vida de acuerdo con el siguiente evangelio: trabaja ahora, juega después. Así que luchas todo el día para poder jugar por la noche o en los fines de semana o durante dos o tres semanas de vacaciones cada año. Sólo que cuando llega el mom ento de jugar, estás demasiado agotado para hacer nada salvo rep onerte de la batalla. Si consideramos los horarios de la mayor parte de la gente, veremos que están llenos de responsabilidades, batallas, obligaciones y necesidades. Rara vez se encuentra a alguna persona que programe primero el placer, y después el trabajo. Y si preguntas a alguien porqué vive su vida de esa forma, te dirá que no se puede permitir hacerlo al revés. Pero si no desarrollas los hábitos de la prosperidad antes de hacerte rico, o bien nunca ganarás el dinero que necesitas para relajarte o, si lo haces, seguirás interpretando el esquema básico de lucha que te impedirá disfrutar de tu vida. La vida es un milagro en sí. Y el amor a la vida es lo que genera una pasión por todo lo que puede ofrecer la vida. Cuando en tu corazón eres feliz simplemente por el hecho de estar vivo, entonces puedes salir al mundo y compartir esa alegría, ya estés trabajando o jugando. ¡No supone ninguna diferencia! Luchar por cosas que están fuera de ti mismo y que crees que te trae rán la felicidad es poner el coche delante de los caballos. El amor a la vida es lo que te hace feliz, y esa es la lección del corazón, y no de la cartera.
“¿Tienes algo suelto?" “Sí. ¿Porqué?" Cuando conocí a Mallie, una de las cosas que me impresionaron de ella es que era claramente una mujer capaz de arreglárselas sola. A diferencia de mis relaciones anteriores, en las que las mujeres solían ser impoten tes y querían que yo fuera su padre y me hiciera de ellas (cosa que me tomaba a mal ya que, a fin de cuentas, mi padre no había se había hecho realm ente cargo de mi madre), Mallie era una mujer basada en la autosuficiencia, tenía sus
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raíces plantadas en la tierra como un arce de Vermont. No sólo era autosuficiente, sino que era capaz de mantener a sus dos hijas en una época en que su ex-marido estaba demasiado presionado para prestarle ayuda. Observé cómo manejaba Mallie el dinero y vi que podía dejarlo venir fácilmente y dejarlo m archar libremente. No se afe rraba a la posesión: cuando llegaba dinero, participaba claramente en el río de la vida. Cuando me fui a vivir con Mallie y las niñas, cada uno d e nosotros sabía que se podía valer por sí mismo. Y Mallie se hacía muy bien cargo de las crías. Al principio, yo no estaba dispuesto a com partir con Mallie el gasto de tener una carga familiar. En realidad, no estaba dispuesto a mantener a Mallie, por no h ablar d e las niñas. Así que hicimos nuestro prim er acuerdo monetario con un espíritu de coexistencia pacífica. Yo pag aría el 25% de todo. Mallie pagaría el 75% de todo. En ese m omento, parecía una prop uesta en la que ambos salíamos ganando, ya que Mallie se ahorraba un 25% de sus facturas y yo recibía comida y alojamiento por una fracción de lo que me hubiera costado viviendo solo. Financieramente, nuestro acuerdo nos parecía ju sto a ambos. Emocionalmente, era otra historia. Me sentía culpable, porq ue en el fondo de mi corazón, quería dar más. Me había instalado en la familia de Mallie casi como un tercer niño. Estaba recibiendo tanto, y dando tan poco. Podía sentir todo lo que m e habían dado mis padres, y lo mucho que deseaba devolverlo. Al mismo tiempo, todavía le guardaba rencor a mi padre por no estar plenamente disponible, y por lo tanto, no quería estar disponible al ciento por ciento para Mallie y las niñas. Intenté justificar mis sentimientos. “¡De todas formas, no son hijas mías!”, me decía a mí mismo. Pero no me sentía bien. Sabía que aunque hubieran sido mis hijas biológicas, habría tenido los mismos sentimientos. “¡No han salido de mi vientre!” hubiera pensado. Supongo que estaba experim entando el resentimiento básico por el que pasa la mayor parte de los padres al tener que m antener a niños indefensos. Quizá lo que nos sienta mal es nuestro propio desam paro. Quizá por eso no querem os hacernos cargo de los pobres. Nos recuerdan demasiado a la parte “pobre “ de cada uno de nosotros. Nos hemos limitado a barrer nuestro desamparo debajo de la alfombra y a pretender que no nos importa. Lo malo es que sí nos importa. Dios me había enviado esa familia, que seguía considerando una bomba de relojería y no un regalo del cielo. Sabía que nunca sería feliz como hombre a menos que me entregara para darme por completo a una mujer y sus hijos. Incluso sabía que si acordaba ser el sustento de la familia, Dios sería mucho más que un sustento para mí. ¡Sabía
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que todo me sería devuelto multiplicado, simplemente con que permitiese que así fuera! Mientras pasaba por todo esto, Mallie también estaba pasando lo suyo. Había crecido siendo la única niña de cinco hermanos en una familia que vivía literalmente al día. Uno de los primeros recuerdos de Mallie sobre el dinero era la reticencia de su padre a firmar un crédito para permitirle ir a la facultad. Aunque al final cedió, la tradición familiar era vivir dentro de límites considerables, de acuerdo con sus propios medios, como decían. En su primer matrimonio, su marido intentó varias empresas, incluida la de llevar un periódico en su propia casa, y cuando se divorciaron había acumulado una cantidad importante de deudas. Lo que realmente le gustaba era navegar, cosa que no entusiasmaba a Mallie, y ella decidió trabajar para proporcionar la estabilidad de que carecían. Cuando la conocí, creo que sus principales pensamientos respecto al dinero eran “¡Puedo hacerlo yo!” y “¿P orqué no ayudas?” El nacimiento de Mallie fue un parto con fórceps, y siempre tuvo esa ambivalencia entre pensar que lo podía hacer todo sola, y desear más apoyo de los demás. (Si has nacido en un parto con fórceps, tiendes a tener la creencia de que la ayuda es dolorosa).
“¿Tienes algo suelto?” “Sí. ¿Porqué?” Después de un mes en que yo pagaba el 25% de los gastos, Mallie y yo volvimos a negociar nuestro acuerdo económico básico. Ambos habíamos aprendido que la finalidad de los acuerdos es servir a ambas partes. También sabíamos que puesto que los acuerdos nos tienen que servir no tenemos por qué ser sus esclavos, y que siempre tenemos derecho a renegociar. Así que establecíamos nuestros acuerdos por un mes de duración, experimentando con lo que parecía funcionar y, al mismo tiempo, ayudando lo mejor posible a nuestro crecimiento. Acordé aumentar mi cuota al 50%. Durante un tiempo, me sentí mucho mejor así. Mitad y mitad, ¿podía haber algo más justo? ¿No es en eso en lo que se basa una buena relación? Te responsabilizas de tu propia parte; yo haré lo mismo con mi mitad. Así que ahí estábamos, con nuestras cuentas bancarias separadas pero equitativas en una relación separada pero equita tiva. Me sentí mucho mejor, pero sólo hasta cierto punto. A medida que pasaba el mes, observé que no estaba en absoluto satisfecho con ese tema de “separado pero equitativo”. Lo que realmente
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deseaba en el fondo de mi corazón no era en absoluto lo de “separado pero equitativo”, sino más bien una unión en la diversidad. Qu ería tener con Mallie esa unidad que tenía conmigo mismo. Quería extender esa sensación de unión espiritual que había encontrado con Dios, conmigo mismo, y con el universo a una relación de p areja primordial. Quería entregarm e por entero y recibirlo todo. Quería ser responsable al ciento por ciento, y no al cincuenta por ciento. Cuanto más lo pensaba, más podía ver que la forma en que decidimos tratar las cuestiones de dinero en nuestra relación es exactamente la misma forma en que estamos decidiendo llevar la propia relación. Si dos personas asumen cada una ellas el 100% de la responsabilidad del conjunto, entonces tienes a dos creadores, dos seres completos que comparten la totalidad de la relación. Ese asunto del mitad y mitad era en realidad una reserva. Me decía a mí mismo que éram os dos seres humanos separados, y los más cerca que podíamos llegar a estar el uno del otro era un encuentro en la frontera de nuestra separación. Esta afirmación era incohe ren te con nuestras creencias espirituales. Al esta r financieramente separados pero en condiciones equitativas, carecíamos de totalidad, mientras que afirmábamos ser un solo ser espiritualmente. Po r lo tanto, no es de extrañar que el segundo mes me resultara incómodo. Así pues, el tercer mes Mallie acordó mantenernos sola a m í y a las niñas. Eso representó un gran paso para ambos. Me permitió superar mi culpabilidad y entregarme a total agradecimiento por se r mantenido por mis padres, por Dios, por mis amigos, por desconocidos y, en realidad, por el universo entero. Para Mallie, representó un salto por encima de su resenti miento a un nuevo nivel de abundancia, gratitud y éxito. Como me libré de mi culpabilidad, y Mallie se libró de su resentimiento, era inevitable que aum entara nuestra prosperidad. Y así fue. El cuarto mes, elegí mantenernos a los cuatro. Eso fue otro paso enorme. Estaba expresando mi compromiso ante toda la familia de cuidar de ella, de estar disponible para ella, de garantizar que nunca les faltaría de nada. Mallie se estaba entregando a su disposición a confiar en un hombre que la respaldara como no lo había hecho ninguno en toda su vida. Durante ese mes fue cuando exhorté a Mallie a dejar su empleo y a traba jar conmigo a tiempo completo. Estaba inspirado por mi propia voluntad de ser un proveedor. Desde el fondo de mi corazón, quería ser un hom bre de verdad, y para mí, un hombre de verdad era un hom bre dispuesto a aceptar el dominio sobre una familia. De alguna manera, sentía que estaba complaciendo a Dios, e incluso que mi padre sonreía desde el cielo ante mi éxito, aunque el suyo hubiera sido incompleto.
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Al empezar el quinto mes, parecíamos habe r extendido al máximo nuestra conciencia de la prosperidad. Sólo quedaba un problema: seguíamos teniendo cuentas separadas. Poner nuestros fondos en común en cuentas bancarias conjuntas era una fusión emocional para ambos. Pero yo tenía una cantidad sorprendente de cuentas bancarias por todo el país, y me llevó bastan te tiem po encontrar todas las libretas, por no hablar de escribir a los bancos, cancelar viejas cuentas, firmar nuevas fichas, y demás. A veces, incluso olvidaba una cuenta -intentando esconder otra cosa a mí mismo y a Mallie. Antiguamente, solamente tenía una cuenta de ahorro, p ero aprendí que eso no apoyaba mi conciencia de prosperidad. T ene r una sola cuenta es ahorrar para los días difíciles. La única forma en que puedes utilizar tus ahorros es crear alguna emergencia en tu vida que justifique sacar fondos. Una de las ventajas de tener múltiples cuentas de ahorros es que eso genera más dinero. Es como decir al universo: Vale, os voy a dar montones de espacio para mí. Estoy abierto a recibir por muchos caminos. ¡Cubridme de dinero! Mallie y yo abrimos una “C uenta de Viaje” en la Caja de Ahorros de Cape Cod porque por aquél entonces el Cabo Cod simbolizaba nuestro deseo de viajar. En Nueva York, abrimos una “Cuenta de Movimiento de Fon dos”, una “Cuenta de Independencia Financiera”, una “Cuenta Grandes Com pras”, y una “Cuenta de Inversión.” La verdad es que abrimos esas cuentas con pequeños depósitos en cada una de ellas. Pero nuestra emoción por ahorrar para todos esos objetivos diferentes nos motivó para ganar más dinero y distribuirlo rápidamente entre todos nuestros escondites. ¡Es divertido ver aumentar el dinero!
“¿Tienes algo suelto?” “Sí. ¿Porqué?” Cuando dos personas autosuficientes aúnan sus fuerzas en una relación, pueden generar una riqueza tremenda. Cambiando nuestros acuer dos económicos cada mes, Mallie y yo aprendimos que cada uno de nosotros era capaz de mantener a toda la familia. Eso nos dio una gran seguridad y certeza. Psicológicamente, yo sabía que tanto Mallie como yo nos man tenía mos a mí, y Mallie sabía que los dos la manteníamos a ella. Por consiguiente, casi parecía que éramos cuatro, y no dos, trabajando para nuestra relación. ¿Cómo no iba a aum entar nuestro dinero? Juntos éramos más que la suma de nuestras capacidades separadas de ganar dinero.
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Po r otra parte, si dos personas llegan a una relación sin una certeza de su autosuficiencia individual, pueden experimentar una tensión y una sangría financiera por el hecho de estar juntos. E n tales casos, recomiendo llevar el dinero po r separado durante un tiempo, hasta el momento en que ambas partes sepan que se las pueden arreglar por su cuenta. Incluso después de poner nuestro d inero en común, experimentaba cierta reticencia y resistencia respecto a lo mucho que tenía que dar. Recuerdo unaNavidades en que Malliey yo estábamos gastando una pequeña fortuna en regalos para las niñas. Cuanto más dinero gastábamos, más m e enfadaba. Para empezar, al ser judío, tenía una actitud básica negativa hacia la Navidad. De niño, siempre me sentí excluido de la abundancia que representaba Navidad para mis amigos. Mi cumpleaños es el 11 de Diciem bre, y siempre parecía como si Jesús estuviera despreciando mi cumpleaños. Bueno, esas Navidades en concreto, estaba gastando más en las niñas de lo que nadie había gastado nunca en mí. U na parte de mí quería ser el niño que recibía en vez de el padre que daba. En Nochebuena, estaba que echaba humo. M e precipité fuera de nuestro ap artamento y salí a dar una vuelta a media noche. Llevaba en los bolsillos varios billetes de 100 dólares. Cuando bajab a por la calle, con la sangre hirviendo de rencor, oí pasos detrás mío. Entonces sentí una pistola en mi espalda. “¡Dame todo tu dinero!” decía una voz joven. Pensé en Mallie, en las niñas, en la Navidad, en mi egoísmo, y me eché a reír desconsoladamente. “¡Tu dinero!” repitió la voz. Me metí la mano en el bolsillo, pensando en dar sólo una parte de lo que tenía. Pero sentí que Dios quería que lo diera todo. Era claramente una lección de entrega y abandono. Ni siquiera me asustaba la pistola. Pensé en echar a correr, o en girar y darle un porrazo al chaval. Pero decidí entregarle cinco billetes de cien dólares y decirle “¡Feliz Navidad!” El chaval, totalmente sorprendido ante todo el dinero que llevaba, y confundido por mi actitud generosa, dijo “Gracias”, y echó a correr. Seguía riéndome a carcajadas cuando volví a casa para jugar a Santa Claus y poner los regalos bajo el árbol. Era sorprendente la cantidad de cosas que había allí. Me sentí totalmente agradecido por tener tanto que dar. Y había aprendido que siempre me pod ía permitir ser generoso.
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“¿Tienes algo suelto?” “Sí¿Porqué?” Hablando de resentimiento, podría mencionar también el que sentía hacia Hacienda. H asta entonces nunca había sido autónomo, y no estaba acostumbrado a ten er que ocuparme de impuestos. Es mucho m ás fácil dar a Haciend a cuando te retienen tus impuestos, que cuando tien es que hacerlo tú mismo. An te la idea de tener que pagar al gobierno para defensa, desarrollo nuclear y cosas po r el estilo, volvió a aflorar tod a mi rebeldía. Simplemente, no podía hacerlo. Un amigo nos aconsejó que abriéramos una “Cuenta Fiscal” con ese objeto, pero lo aplazamos durante semanas, meses, años. Mallie también sentía aversión hacia los impuestos, probablemente porque su padre pagaba de más al gobierno en vez de cobrar las devoluciones que le correspondían. Estoy seguro de que en cierto modo sentía que el gobierno le debía dinero. Como nuestros ingresos aumentaban rápidamente, nuestros im puestos pendientes se acumulaban a la misma velocidad. Nos sentíamos culpables, poco íntegros, y atrapados, pero durante años, no conseguimos forzarnos a tratar ese área de nuestra vida. Queríamos tener un negocio legítimo, sentíamos más gratitud que nunca, pero cuando le tocaba a Hacienda, nos echábamos atrás. En el trasfondo de mi mente estaba ese pensamiento de que en la vida, las únicas certezas son la muerte y los impuestos, de m odo que si no pagaba mis impuestos viviría más tiem po. Eso no era consciente, ni premeditado, pero al recordar la intensidad de mis sentimientos respecto al tema, tengo que adm itir que por entonces sentía una urgencia de vida o muerte. Aún así, no pagábamos. ¡Fue un tórrido día de verano cuando nos golpeó la luz! Estaba jugando al baloncesto en el patio de un colegio, cuando de repen te sentí un crujido en el tobillo y me caí al suelo rabiando de dolor. Me había torcido gravemente el tobillo, lo cual me obligó a guardar cama durante varias semanas. (Podía andar con muletas, pero prefería no hacerlo). En cuanto mi tobillo se torció, pensé: ¡Impuestos! No había forma de eludir un mensaje tan claro. P ara mí, era hora de poner mi casa completam ente en orden. Mi contable me aconsejó que revisara todos mis archivos, reconstruyendo mis gastos e ingresos (y, de hecho, mi vida) de los últimos cinco años. ¡Menuda experiencia! Estaba tumbado en la cama, recordand o cómo se había desarrollado mi vida durante ese período de tiempo. Lloré ante imágenes que había intentado suprimir. Me encolericé ante sucesos en los que había traicionado. Respiré p rofundam en
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te, desincrustando y sacando todas estas imperfecciones del pasado fuera de mi cuerpo. Al cabo de tres semanas, estaba dispuesto a comparecer ante Hacienda, e incluso al propio Dios. E l hecho de re staurar la integridad de mi situación fiscal contribuyó mucho a curar lo que quedaba de mi resentimiento hacia mi padre. Hacienda es una super-figura del padre para la mayoría de la gente, y los sentimientos que abrigamos hacia el Hermano Mayor que nos vigila están íntimamente relacionados con la forma en que nos sentíamos de niños cuando nuestros padres nos desaprobaban. Perdonar a mi padre era perdonar a todos los padres y a todas las figuras del padre, incluso a los políticos con quienes no estaba de acuerdo y a los presidentes que no había elegido. Me di cuenta de lo agradecido que estaba por ser americano y que, por mucho que me opusiera a decisiones políticas específicas, mi amor hacia mi tierra natal era firme y me llenaba de orgullo. No hay en la tierra ningún otro país donde prefiriera tener mi hogar.
“¿Tienes algo suelto?” “Sí. ¿Porqué?” El hecho de convertirnos en propietarios de una vivienda fue un gran cambio para Mallie y para mí. Llevábamos un par de años viviendo en un piso demasiado pequeño, cuando un buen día cayó entre nuestras manos un plan de viviendas en cooperativa. La oferta era tan buena que no podíamos permitirnos desecharla. No teníamos problem a para conseguir el dinero. Todo resultaba tan fácil. ¡Nos sentíamos como si Dios nos hubiera dado algún regalo maravilloso por nuestros esfuerzos en Su nombre! ¡Qué suerte teníamos! Lamentablemente, ninguna de nuestras familias había poseído nunca una casa, así que no teníamos tradición familiar que continuar en este campo. Habíamos aprendido una cosa, y es que siempre que vas a superar a tu familia en algún aspecto importante, siempre tienes que librarte de algo ienes que romper otro vínculo con tu pasado familiar. Tanto el padre de Mallie como el mío (aunque éste tenía aquella casa de vecindad) habían evitado las oportunidades de comprar hogares para sus familias. Yo solía presionar a mi padre para que comprara una casa fuera de la ciudad, donde pudiéramos vivir con mayor paz y tranquilidad. Pero papá seguía siendo un chaval de la calle, y su am or por el barrio de Brooklyn era algo extraordinario. Me llevó mucho tiempo perdonar a Papá por mantenernos atrapados en la ciudad. En cuanto crecí lo suficiente, abandoné Nueva York, me eché a la carretera, y a los diez años de marcharme había vivido en quince casas
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diferen tes. Cuando volv volvíí a la Gran Manzana para volver volver a conectar conectar con mis raíces, seguía demasiado desconectado desconectado de mí mismo para ten er mi propio prop io hogar ho gar.. D e modo mod o que fue perfecto que Mallie Mallie tuviera una casa a la que yo me pu p u d iera ie ra m udar ud ar.. Cuando llegó el día de concluir la compra de nuestra vivienda en cooperativa coo perativa,, sentí como crecía una tensión silenciosa silenciosa entre Mallie M allie y yo. yo. Creo C reo que no respiram os ni una sola vez vez en todo el día día.. Nos dirigimos al centro de la ciudad a un edificio de oficinas, donde todos los trámites legales se desarrollaron con fluidez. Salimos de allí aturdidos, y nos dirigimos a un restau res tauran ran te japonés para celebrar celebrarlo. lo. Casi Casi inmediatamente, sentí la imperiosa necesidad de discutir. “¿C uándo vamos a venderlo?” v enderlo?” dije dije.. “¿Qué?” Mallie estaba atónita. “Creo que debemos venderlo rápidamente y salir de la ciudad.” “¡Pero si lo acabamos de comprar!” “¿Y qué?” “¿Podemos celebrarlo celebrarlo antes de hablar de venderlo?” Estaba Es taba furioso. Ni siquiera siquiera sabía sabía porqué. Mis M is sentimientos no eran lógicos. lógicos. Al recordarlo, recorda rlo, aho ra sé que experimentaba to da la ira reprimida reprim ida por no ten er la casa que deseaba. También me sentía culpable culpable por tener más de lo que hab ía tenido mi familia. familia. Supongo que el pasado estaba estallando e stallando fuera de mí. En cualquier caso, caso, eché a perder el saké con mi furia, fur ia, y el el sushi con mi mi rabia.
“¿Tienes algo suelto?" suelto ?" “Sí. ¿Porqué?” Un a noche, estaba viendo la tele, tele, cuando observé que M allie estaba haciendo una cosa que me dejó anonadado. Había recortado centenares de cupones de descuento de los periódicos y revistas y estaba clasificando sus montoncitos mon toncitos en la cama. De repente, rep ente, reco rdé una un a escena similar, similar, veinte años años atrás, cuando vi a mi madre ma dre haciendo exactam ente lo mismo. mismo. Aquella Aq uella vez vez,, me puse pu se furios fur iosoo con mi madr ma dre, e, pre p regu gunt ntán ándo dole le por p orqq ué tenía ten ía que qu e preo pre o cup cu p arse ar se por p or pese pe setas tas y duro du ros. s. D e niño, niñ o, no m e gust gu stab abaa q u e m e reco re co rdar rd aran an nues nu estra trass limitaciones financieras, y quería quedarme con la imagen de los fajos de
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bille b illete tess de mi pad pa d re, re , y no de los m onton on tones es de cupo cu pone ness de mi m adre ad re.. A l ver a Mallie, Mallie, perdo per doné né a mi madre. Vi que la frugalidad y la la prosperidad prosp eridad no son cosas opuestas opuesta s entre en tre sí, sino, en realidad, las dos caras d e la misma moneda. Vi que Mallie, Mallie, con sus sus antecedentes po bres de Verm ont, y a mi madre, mad re, con su conciencia conciencia de la Depresión, me estab an dando dand o un a valio valiosa sa lecció lecciónn sobre cómo ahorrar aho rrar dinero. dinero. Siguiendo esa misma línea, a Mallie y a mi madre les encantaba part pa rtic icip ipar ar en conc co ncurs ursos os.. N unca un ca había ha bía pre p re s tad ta d o m ucha uc ha aten at enci ción ón a esa e sass rifas, rifa s, sorteos y loterías en e n los que participaba participaba Mallie. En E n mi opinión, opinión, nunca ganas concursos, concursos, y desde luego que no puedes con tar con ganar gan ar algo a cambio camb io de nada como forma de vida. Mallie seguía participando. Acordamos que no entraría en ningún concurso cuya participación costara más de un sello de correos. Recibía cartas anunciando concursos y me leía los premios por la noche. Empecé a pensar, bueno, tal vez... Mallie también también estaba procesand o sus pensam ientos sobre ganar y per p erdd er, er , d ese es e and an d o d esar es arro rollllar ar una un a actit ac titud ud de gan ga n ad o ra que qu e resu re sultltar aría ía en grandes premios. Leía artículos sobre la gente que ganaba, que de alguna manera había vencido al sistema, o, como decía, uncido al sistema a su bene be nefic ficio. io. Em E m p ecé ec é a mete me term rm e cada cad a vez m ás en e n ello. Me M e di cuent cue ntaa de que q ue tení te níaa el pensamiento pensa miento denunca denun ca gano nada nada,, y que esem ero pensamiento podía podía frenar a Mallie por asociación. Sabía que mis pensamientos eran creativos -que yo era er a el pensad pe nsadoror- y, al igual que Mallie, Mallie, utilicé mi iluminación espiritual para convertir convertir una actitud actitud de perdedor perd edor en otra otr a de ganador. g anador. Mallie Mallie siguió siguió partici partici pand pa ndo. o. Un día sonó el teléfono. Mallie había ganado una semana de vacaciones vacaciones en Bermud B ermudas as para par a una pareja, con todos los los gastos gastos pagados, pagados, más un importante premio en metálico. No podíamos creerlo. Era demasiado bu b u e n o p a ra s e r cierto cie rto.. P ero, er o, como co mo p a ra d em o stra st rarr cuan cu anta ta resis re sisten tenci ciaa ten te n ía ía mos a recibir algo a cambio de nada, nos llevó llevó casi casi un año añ o pode po derr utilizar utilizar este prem pr emio io.. Nos dedic de dicam amos os a apla ap laza zarr el viaje a B erm er m udas ud as.. E r a como com o si tuvi tu viér éram amos os que trabajar durante otro año para justificar el aceptar el regalo. Y cuando fuimos a Bermudas, descubrimos que, por mucho que disfrutáramos las vacaciones vacaciones,, una un a semana de independencia financiera financiera era lo más que podía mos tolerar. Para nuestra ética del trabajo, resultaba muy amenazador bañ b añaa rnos rn os en e n la gene ge nero rosi sida dadd del de l univer uni verso. so. [Ahora me gustaría ganar gana r un millón millón de dólares dó lares y enfrentarm enfren tarmee un poco más con mi ética ética del trabajo! trabajo!
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“¿Tienes algo suelto?” “Sí. ¿Porqué?" Cuando aprendía sobre el dinero, uno de mis profeso res me sugirió sugirió que llevara llevara en todo m omento un billete de 100 100 dólares dólares en la cartera. c artera. La norm a era que nunca podía gastar ese billet billetee a menos m enos que pud iera sustituirlo sustituirlo por otro al día siguien siguiente. te. Me gustaba ese proceso. Iba por la calle mirand o escaparates, y en vez de pensar No No m e puedo pue do permitir eso, ahora decía, Bueno, podría p odría comprarlo, comprarlo, pero ¿lo deseo realmente? Me gustaban tanto los billet billetes es de 100 100 dólares que empecé empec é a reunir reu nir cada vez más. Una Un a vez incluso incluso hice hice que Mallie me diera un masaje mas aje de dinero, dine ro, restregándom e suavemente con todos mis mis billetes billetes de cien para que pudiera hacerme a la idea de que el dinero e ra algo agradable, agradable, y no una u na dolorosa carga. A menudo tenía un billete billete de de cien dólares dólares en la cartera, pero nada más. Podía hacer grandes compras, pero cuando se trataba de pequeñas cosas, cosas, siempre pedía a Mallie unos pocos dólares adicionales para esto o para lo otro. Era una lección relativamente pequeña, pero me di cuenta de que seguía estableciendo que Mallie M allie era mi madre ma dre y, en cierto sentido, pa gaba mis necesidades inmediatas y me daba una pequeña asignación. Por ejemplo, cogíamos un taxi, y cuando llegábamos a nuestro destino, el taxista decía: “ ¡Cuatro dólares!” dólare s!” Abría mi cartera , contaba co ntaba mis billetes de cien, y al no ver nada más, le preguntaba a Mallie:
“¿Tienes algo suelto?" “Sí. ¿Porqué?" ¡Pones tu dinero d onde está tu corazón! corazón! Si amas a alguien a lguien al 100%, 100%, apóyale apóyale al 100% 100% -emocional, espiritual y económ icamente. icam ente. Dos individu individuos os que han dom inado la la relación relación entre amor amo r y dinero son un equipo em presarial al que hay que tener en cuenta. Al final de cada año, e n Nochevieja, Nochevieja, Mallie y yo nos sentába s entábamo moss y escribíamos nuestros agradecimientos agradec imientos por el año a nterior nterio r y nuestros nues tros objetivos objetivos pa p a ra el venid ve nider ero. o. Ali A line near ar las m ente en tess así as í como com o los cora co razo zone ness con c onfie fiere re m ucho uc ho pode po der. r. La unió un iónn de am or y diner din eroo es e s el segun seg undo do m atri at rim m onio on io e n tre tr e el cielo cie lo y la tierra, y creo que es la intención de Dios para todos Sus hijos.
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¡El dinero es ener energí gíaa en movimiento! movim iento! ¡El dinero es un m edio ed io de intercambio! L a form fo rmaa en que manejas manejas el dinero en una u na relació relaciónn suele ser un espejo espejo perfecto de la form fo rmaa en que maneja man ejass la propia prop ia relación relación.. ¿Te refrenas refrenas a la l a hora de dar dinero a tu pareja? ¿Eres ¿Eres generoso? ¿Tienes confianza al dar y recib recibir? ir? ¿Llevas ¿Llevas la cuenta de cuanto das y cuanto reci recibe bes, s, y tu equilibrio equilibrio emocional emocio nal está en junción junció n de la diferencia diferencia?? E l amo a morr y el dinero suele suelenn estar estar separados en nuestra mente, y necesitamos casar a ambos am bos en nues nuestro tross corazones. corazones. A l fin fi n y al cabo, cabo, el lengua lenguaje je del amor am or y el del dinero dinero tiene tienenn muc m ucho hoss términos comunes. comu nes. “¿Cuánto VAL VA L ES en tu opinió o pinión?” n?” es una pregunta que se puede pu ede aplicar a tu valor valor financiero o a tu autoestima. “¿Cuánto ¿Cuánto te aprec aprecias ias o valoras valoras a ti mism mis m o?” o? ” es una pregunta similar. similar. De hecho, ya estás en posesión de algo algo más valioso que todo el dinero dinero del mundo. mun do. Y eso es la propia vida. vida. No N o cambiarías cambiarías tu vida p o r un millón de dólares, lo cual significa que ya eres millonario en tu propio valor. Es importante pararse a reconocerlo, porque toda la riqueza surge del amor a la propia vida vida.. Cuanto más má s agrade agradecid cidoo estás por po r la vida, vida, más má s cosas de que estar agradecido te da la vida. Despeja tu mente de todos tus pensam pen samient ientos os negativos negativos sobre sobre el dinero dinero.. Si piensas piensa s que el dinero corr corrom ompe pe,, piensa pi ensa en toda la gente gente pobre y corrupta corrupta y constata que la corrupción corrupción viene de dentro, dentro, y n o de fuera. Si piensas pien sas que es mejor dar que re recibir ibir,, que no te sorpr sorprenda enda tu saldo bancario bancario a fin fi n a l de mes. Tus pensamient pensa mientos os sobre sobre el dinero dinero producen resultados resultados en dinero, así que comprueba que tus resultados son coherentes con los deseos de tu corazón. Y si no es así así,, eres eres lib libre re de cambia cam biarr de opinión. opinión . En una relac relación ión,, las cosas cosas son más m ás fáciles cuando cuan do las dos personas asumen asume n la responsabilidad responsabilidad del conjunto, conjunto, y no n o de la mitad. Esto E sto es cier cierto to tanto a nivel emocional como c omo a nivel financiero financiero.. Cuando cada persona pued pu edee mantener man tener toda la relac relación ión,, entonces tenéis tenéis la base base para enriqu enriquece eceros ros juntos. N o hay ninguna buena razón razón en la tier tierra ra que impida impid a que una buena relac relación ión no se pued pu edaa reflejar reflejar también materialmente. E l mund mu ndoo del espíri espíritu tu y el m undo un do de la materia necesitan necesitan puentes, y no fosa fo sass de separación separación.. E l reino material materia l no es una distracción distracción del d el crecimiento espiritual; espiritual; es la arena arena donde dond e pode po dem m os medir med ir claramente claramente nuestro nuestro crecim crecimien iento. to. Creo firmemente que una pareja que se entrega a la plena expresión de su unión personal recogerá inevitablemente beneficios en todas las áreas de su vida. vida. Realme R ealmente nte podéis pod éis tenerlo tenerlo todo juntos. A s í que elig eligee jugar en equipo el juego juego del amor am or y del diner dinero. o.
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NIÑOS ELEGIDOS “¡Suéltame el brazo!” “¡No!” Cuando elegí ser cada vez más dueño de mi casa, también llegué a ser “ due ño” de las dos niñas que en cierto modo había heredado. Al principio no fue fácil. No quería ser su padre; no querían ser mis hijas. Y desde luego no me emocionaba la idea de ser un padrastro. La simple mención de la palabra me sigue provocando escalofríos en la espalda. Además, estaba ayudando a las niñas a tener una buena relación con su padre biológico. ¿Acaso no era suficiente que amara a su madre y me hiciera cargo de ellas económicamente? Pero, en virtud de mi papel de único adulto varón de la casa, empecé a adoptar cada vez más una pose paterna. Recuerdo que, al principio, reaccionaba inconscientemente a las peticiones de las niñas. Me veía hacer y me oía decir lo mismo que mis padres me habían hecho y dicho a mí - cosas que h abía jura do no hacer o decir nunca. (Nunca digas nunca jamás - suele ser una clara indicación de que te estás resistiendo a algo que necesitas curar. Y, normalmente, ¡todo aquello a lo que te resistes, persiste! Recuerdo una vez que las niñas se estaban peleando, como hacían con frecuencia, y yo no pude soportarlo. Supongo que me recordaba todas las peleas de mi propia familia. “¡Iros a Vuestro cuarto!”, grité a pleno pulmón, asustando a las crías casi tanto como me asusté a mí mismo. Mi cuerpo estaba temblando por la intensidad de mi sentimiento. Podía sentir realme nte cómo volcamos en nuestros hijos el resentim iento hacia nuestros padres, especial mente cuando actúan del mismo modo que nuestros propios padres desap ro baban. Siempre que gritaba a los niños, en realidad sentía que me gritaban a mí, más que estar enfadado con ellos.
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Dentro de cada uno de nosotros hay un padre y un niño. El niño que tenemos dentro llora a menudo pidiendo el amor, aceptación, cariño y alimento incondicional que nunca recibió bastante de pequeño. La parte que está creciendo para convertirse en un adulto sano (en oposición a una persona mayor que funciona) está aprend iendo a dar al niño que tiene de ntro todo lo que necesita y merece. C omo solemos reproducir nuestra relación incomple ta con nosotros mismos en nuestras relaciones con otras personas, muchas veces la forma en que nos sentimos con los niños es un baró metro claro de como nos relacionamos con el niño que llevamos dentro. Pa ra mí, tener a Kim y a Suzie en mi casa, y permitirles llegar directam ente a mi corazón, ha sido un m ilagroso proceso de curación entre mi yo adulto y mi yo niño. Pero aunque podía ver qué valioso era el proceso que estaba atravesando con ellas, una parte de m í se negaba a la idea de ser su padre. No son creación mía, pensaba. ¿Porqué iba a tener que responsabilizarme? D e todas formas, nunca sería realmen te su padre, así que, ¿para qué intentarlo? Por entonces, mi mente era muy limitada. En algún lugar de mi conciencia, estaba asociando el sueño de matar a mi padre, enterrarlo en el armario, y ten er que vivir con su copia, con la ilegitimidad que sentía en tanto que figura de padre en mi hogar adulto. Si no podía aceptar a mi propio padre como padre real, ¿cómo podía aceptarme a mí mismo como padre de unas niñas que nunca había tenido? A pesar de todo, tenía que vivir con ellas, y así, inevitablemente, fui desarrollando más mi paternidad. Al principio me sentía incómodo. Me confundía entre la necesidad de libertad y la necesidad de disciplina, un tem a sobre el que aún estaba trabajando en mi propia vida. ¿Cómo podía ser claro al respecto con ellas, si yo mismo estaba en conflicto? Podía ver que interpretaban los sentimientos reprimidos, sin resolver que yo abrigaba. Lo peo r era cuando se peleaban, y Kim y Suzie tenían algunas peleas magníficas. Siempre me tentaba tom ar partido, darle la razón a una y regañar a la otra. Pero eso nunca funcionaba, porque en cuanto tom aba partido, aunaban sus fuerzas, se defendían mutuamente, y se aliaban contra mí. Em pecé a pensar que lo estaba haciendo mal. Tenía que encontrar un lugar en mi corazón donde pudiera tratarlas equitativamente, no condenar a ninguna de ellas, y amarlas incondicionalmente en vez de ser el Hermano Mayor que vigila. Ya he descrito mis profundos sen timientos hacia Kim y Suzie. Pero querer y tene r una buena relación de am or son dos cosas distintas. No sabía cómo querer a alguien y decirle no. Me sentía tan culpable por decir no a las crías, que ce rraba mi corazón en defensa propia, y era demasiado agresivo en
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mis peticiones. Esta forma de actuar desmesurada hacía que me vieran como una figura digna de temor, más que de respeto. Me sen tí perdido como padre. A veces, pensaba que Mallie y yo debíamos tener otro niño, para equilibrar un pocomás a la familia. Pero entonces pensaba ¿cómo podría tener otro niño cuando ni siquiera soy capaz de manejar a los que me han sido dados?
“¡Suéltame el brazo!’’ “¡No!” La paternidad empezó a convertirse en una d e las áreas de estudio qu e más me apasionaban. Empecé a recordar los tiempos en que daba clases en un internado y todos los niños se congregaban en mi casa para aliviarse de la administración. Aho ra puedo ver que, aunque formaba parte del personal, Director de Artes Dramáticas por ser más concreto, emocionalmente, estaba mucho más alineado con los adolescentes rebeldes. Decididamente, no qu ería ser una figura paterna para los chavales, pero cuanto más me resistía a las energías presentes en mí, más me convertía en un padre, o incluso en un héroe local, para muchos de los niños. Por entonces pensaba que estaba prestan do un servicio que los niños echaban tristemente de menos, una especie de casa intermedia entre su hogar y la escuela. Al recordarlo, ahora puedo ver que yo mismo estaba a medio camino entre ser un niño y un adulto. Cuando Mallie y yo empezamos a desarrollar un seguimiento, comenzaron a aflorar los mismos esquemas familiares. Era asombroso lo rápidam ente que nos convertíamos en madre y padre de una gran familia espiritual de buscadores e investigadores. La mayor parte de ellos estaban huyendo de casa de una m anera o de otra. Sabíamos muy bien que todo lo que está sin resolver con tus padres aflora en otras relaciones para ser curado. D e hecho, ese era el tema del Curso de Relaciones de Pareja que estábamos promocionando en todo el mundo. Y así, animábamos a todos nuestros alumnos y clientes a hacer las paces con el pasado, a librarse de su necesidad de conseguir la aprobación de sus padres y/o de su deseo de vengarse de ellos por no darles lo que necesitaron de pequeños. Pedíamos a todo el que trabajaba con nosotros que escribiera cartas de conclusión a su papá y a su mamá, que asumiera la responsabilidad de lo que habían creado en el pasado, que se pe rdonara a sí mismo y a sus padres, y que dijera la verdad sobre cómo se sentía y porqué. A medida que nuestros estudiantes pasaban por este proceso de curación familiar, decían experimentar transformaciones notables en todas sus rela
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ciones, con amantes, amigos, colegas, patrones y otros. Mallie y yo nos sentíamos validados en la dirección que ayudábamos a to mar a los demás. Al mismo tiempo, estaba observando que entre algunos de mis alumnos más avanzados se estaba desarrollando un esquema. Al principio evolucionaban rápidamente, y su autoestima aum entaba cuando reconocían su igualdad con sus padres y se hacían amigos de las au toridades que solían temer y /o a las que guardaban rencor. Entonces, alcanzaban cierto punto en su proceso en el que se rebelaban contra las propias enseñanzas y profesores que les enseñaban a llegar a ese esquema. Era una paradoja. Cuanto más decíamos “Perdo na a tus p adres”, más lo hacían, y transferían a nosotros todo el ciclo. Así perdimos varios líderes potenciales en nuestra comunidad, por no hablar de amigos queridos.
“¡Suéltame el brazo!” “¡No!” Cuando reflexioné sobre lo que estaba sucediendo, tuve que admitir que yo aún no hab ía resuelto mi relación con mi padre, y que estaba creando este drama a mi alrededor a fin de ser más consciente de la división que, en mi interior, necesitaba sanar. Me di cuenta de que tenía una visión muy limitada de cómo se crece, y de que mis mejores estudiantes sólo estaban siguiendo mis propios pasos. En mi vida, y a mi modo de ver, la forma de crecer era encontrar a un maestro, aprender todo lo que puede enseñar, y luego ponerte en pie ante él y dem ostrarle tu autoestima y tu igualdad, y reclamar el poder al que habías renunciado, y después marcharte. Así es como crecí yo. Encontraba a alguien a quien admiraba, aprendía el sistema que enseñaba, y después me rebelaba y me marchaba. ¿Porqué iba a hacerlo nadie de otra forma, si mi modo de hacerlo había funcionado tan bien p ara mí? ¿Acaso había otra manera? ¿Y si la había, cuál era? ¿Era mejor? ¿Más fácil? No tenía respuestas. Así que ahí estaba, un líder y figura paterna reconocida, una autoridad de las relaciones para muchos cientos de personas, pero seguía siendo el rebelde del armario. En el fondo de mi mente, seguía aferrándome al perdedor, apoyando secretamente su rebeldía, incluso a mis expensas. Estaba claramente atrapad o en un doble lazo: quería ser un padre sin hijos rebeldes, pero creía que la forma de que los niños se convirtieran en adultos era rebelarse. Qué hacer, qué hacer...
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A la vez que crecía nuestra comunidad en Nueva York, cada vez viajábamos más por todo el mundo para dar seminarios, talleres y cursos. Predicábamos la buena palabra sobre las relaciones de amor. Pero Kim y Su zie no eran nada felices con nuestro estilo de vida. ¿P orqu é iban a serlo? Nosotros éram os como los hijos renegados que se escapan de casa, mientras qu e ellas eran como los padres que se quedaban en casa, a menudo con amigos nuestros a quienes querían pero que no eran sus padres, esperando a que volviéramos. En casa todo estaba del revés. Las niñas se peleaban a menudo, y al ser Kim la mayor, intentaba ser un padre para Suzie, que entonces no tenía ninguno. Creo que estaban gritando para llamar nuestra atención. Incluso cuando estábamos en casa, nuestro piso estaba tan invadido por nuestra familia espiritual que a menudo las crías se sentían ciudadanas de segunda categoría. Allí estaban todos esos clientes nuestros, proyectando sus necesidades familiares en nosotros, y con frecuencia descuidábamos a Kim y Suzie para aten der el negocio. Cuando tu trabajo es las relaciones y actúas en tu propia casa, no hay forma de barrer los sentimientos bajo la alfombra. Teníamos acaloradas reuniones familiares donde todos intentába mos expresar nuestras necesidades y frustraciones. A menudo nos gritábamos mutuamente, simplemente para hacernos oír. Nos queríamos tanto. Espe cialmente las niñas harían cualquier cosa para no hacer más difíciles nuestras Vidas. Se volvieron muy independientes muy deprisa. Pero pagamos un precio por ello. Estaba claro que lo de ser padres a tiempo parcial no funcionaba. Estábamos enseñando el valor de responsabilizarse al ciento por ciento (lo cual no quiere decir estar obligado), pero con respecto a las niñas, no estábamos practicando lo que predicábamos. Parecía que todo el mundo quería que fuéramos sus padres, y todo lo que queríamos era tener nuestra propia libertad, ál menos en nuestras mentes. R esulta divertido ver cómo la gente espera que sus padres les den ' libertad. Incluso de adultos, nos reprimimos, y somos psicológicamente dependientes del permiso de alguna otra persona para sentirnos libres de hacer lo que queremos. Pero, si lo piensas, la libertad no es algo que se da o se quita. Sé que hay países, culturas y familias donde esto se acepta menos de lo debido. Pero la propia libertad es una cuestión del corazón; es un estado interno del ser que sólo uno mismo se puede n egar. En esencia, eres libre de >pensar lo que quieras, de sentir lo que quieras, y de hacer lo que te plazca. Por supuesto, también lo son todos los demás. La disposición a aceptar las consecuencias de las reacciones de otras personas ante el hecho de que
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hagamos lo que nos place forma parte de lo que llamamos libertad. Muchas veces parece que sólo tenemos dos opciones: o complacer a los demás a nuestras expensas (conformismo), o complacernos a nosotros mismos a expensas de los demás (rebeldía). Ninguna de ambas formas de actuar produce satisfacción. Volverse adulto consiste en gra n med ida en ap rend er una filosofía de vencedor/vencedor y cómo practicarla. Puedes complacerte a ti mismo y a los demás al mismo tiem po, sin sacrificios ni compromiso. Pero a fin de experimentar esta verdad, primero debes alim entar la posibilidad de este tipo de estado de relaciones cooperativo y no competitivo. Cuanto más pensaba en ello, más veía que realmente no había escapatoria a la libertad, ni a la responsabilidad personal que conlleva. Pero antes de poder reclamar mi propia libertad, tenía que liberar un poco más a mis padres, especialmente a mi padre. Tenía que en con trar de alguna mane ra la forma de aceptarlo como era, de no intentar cam biar su forma de se r o cómo había sido, de entregarme a la perfección de la familia que había elegido.
“¡Suéltame el brazo!” “¡No!” Un pensamiento que me tenía atrapado e ra que no había elegido a mis padres, así que ¿porqué iba a estar obligado a aceptarlos? Es curioso, pero es el mismo sentimiento que tenía con respecto a Kim y Suzie. Un día, uno de mis maestros m e sugirió que yo había elegido a mis padres. M e hizo cerrar los ojos, entrar en un estado de relajación profunda, y empezar a imaginar mi propia concepción. Pero yo no tengo una gran memoria. A veces olvido lo que pasó ayer, y a menudo pierdo las llaves, la cartera, o cualquier cosa. Tampoco estoy seguro de creer en la teoría de la reencarnación, por no hablar de su realidad. Fui educado para ser un escéptico y, por muy espiritual que pud iera sentirme, una pa rte de mí se cuestionaba todo. Sin embargo, al renace r tenía algunos recuerdos profundos de mi nacimiento, de modo que no podía negar que llevaba dentro de mí recuerdos con los que no estaba conectado. ¿Pero la concepción? Decidí proceder a la meditación. Decidí también no preocuparme por saber si eran recuerdos o imaginación, y que cualquier cosa que viera sería válida y relevante, al menos emocionalmente. Me vi a mi mismo como un
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espíritu libre, desencarnado, flotando en el universo. Era una chispa de luz con conciencia total. Era hora de elegir un cuerpo y estaba buscando en el universo las circunstancias perfectas para esa encarnación. Las preguntas surgían una tras otra: ¿Porqué la Tierra? ¿Porqué América? ¿Porqué judío? ¿Porqué papá y mamá? Y todo quedó claro gradualmente, todas las opciones que había escogido inicialmente, mis razones para estar aquí, y cómo mi camino había sido perfecto en todo su trayecto. Vi que había elegido nacer en el tiempo y el lugar adecuados, y que parte de mi propósito era ser un instrumento de paz. (Fui un niño de la guerra, y, aunque mis padres querían un hijo, no querían un soldado). Escoger ser ju dío para poner fin a todas mis diásporas, descubrir el significado de la familia, aceptarme a mí mismo como a uno de los elegidos, y poner en práctica | mi visión de la tierra prometida. Escogí a mi madre para que me enseñara que i la reserva de amor es infinita, y escogí a mi padre para que me enseñara un ; ardiente espíritu de independencia, así como una pasión por la aventura, los S viajes, lagente, y los lugares. Escogí am i hermana p ara que me inspirara para leer, escribir, aprender todo lo que necesitaba y conseguir todo lo que quería. Elegí ser un hombre porque una de las principales lecciones de mi vida es aprender a ser el hombre de la casa. No podía haber escogido un hogar mejor para aprender esta lección.
I )
¡Soy un hombre de familia!
:
¡Soy un hombre de negocios! ¡Soy un hombre de mundo! ¡Soy un hombre de paz!
!
Tengo todo lo que necesito para conseguir todo lo que quiero; ¡quiero vivir en paz!
Al conectar con mis elecciones iniciales para estar aquí, resultó mucho más fácil sentir todas las opciones que había escogido en mi vida, incluso las que parecían desviarse del propósito. Pude ver que todo en la vida ; se basa en la elección creativa, y que mi energía creativa es ilimitada, y las opciones son infinitas. Evidentem ente, había escogido a las niñas que Mallie me había dado. D e hecho, al escoger a Mallie las estaba escogiendo a ellas,
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y es a era la mayor elección que podía hacer cualquier padre. A veces incluso pensaba que la idea biológica de la concepción es un mito. Es decir, puedo com prend er la biología del proceso, pero aún así, tod o me pare cía como un milagro. La ciencia nunca explica realm ente porqué ocurren las cosas, sino solamente cómo ocurren. Quizá todas las concepciones sean realmente inmaculadas, y el sexo sea la forma que tiene Dios de proporcionarnos place r mientras El hace Su obra. También llegué a ver que escogía a mi familia cada día, que cada día era un proceso de recreación de la vida de uno. Desde luego, cada día que elegía a Mallie estaba más profundamente com prometido con ella. Y cada día que elegía a los niños me sentía más padre y menos intruso. M e di cuenta de que ser padre es una continua serie elecciones, y no sólo la concepción, embarazo y nacimiento. Mira a todos los padres que abo rtan, o dan a sus hijos en adopción. ¿Quién es un padre de verdad, si no es alguien que elige ser padre de sus creaciones día tras día?
“¡Suéltame el brazo!” “¡No!” Una de las elecciones que había hecho era la de ser alto. De niño, siempre me molestaba lo bajitos que eran mis padres. Q uería medir un metro ochenta. Mi padre apoyaba totalmente este objetivo, y medía mi altura con frecuencia para ver cómo iba. Recuerdo que me ponía de pie contra la pared, estirándome todo lo que podía (a veces me ponía furtivamente de puntillas, pero norm almente papá me pillaba haciendo tram pa y me hacía bajar una muesca) y papá hacía una raya en la pared con un lápiz para señalar hasta dónde llegaba. Cuando tenía nueve años, un sábado mi padre me llevó a su oficina, como hacía con frecuencia, y un colega suyo observó que nunca sería alto porque papá medía apenas un metro setenta. Papá y yo nos pusimos furiosos. ¿Qué importaba eso? Podía ser todo lo alto que quisiera. ¡La decisión era mía! Cuando tenía 14 años, me acercaba rápidam ente a mi méta. R ecuer do que era más alto que papá. Y sentía mucha fuerza en mi cuerpo. Se me ocurrió que probablem ente podría ganar a papá si quería. Mi padre no era una persona punitiva. Como he dicho antes, creo que de niño habían abusado un poco de él, y su mayor tem or era volcar su ira en mí. Eso le hacía e star un poco distante de mí, y hasta hace poco no me di cuenta de que lo hacía porque
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me que ría tanto que no quería hacerme daño. Mi ma dre estaba encargada de mi disciplina, aunque papá se quejaba con frecuencia de que no estaba haciendo un trabajo concienzudo. Papá nunca me pegó. Pero un día, esa energía masculina surgió entre los dos. Pienso que yo estaba intentando demostrar que podía resistirle, ser su igual, o incluso sustituirlo si le ocurriera algo. Sé que tenía muchos sentimientos incestuosos por aquella época, y estoy seguro de que tenía el deseo de sustituir a mi padre y ser mejor marido para mi madre que él. No sé qué estaba pasando realm ente ese día, p ero sé que Freud hubiera tenido un día agitado. Lo que recuerd o son dos temperamentos encontrándose. Papá y yo nos estábamos criticando con todas nuestras fuerzas. Estábamos temblando de rabia. P apá levantó el brazo para d arme un tortazo, cosa que nunca h abía hecho antes. Alargué la mano y le agarré el brazo. Pud e sentir toda la fuerza de mi brazo, y era suficiente para rechazar a papá. Soy tan fuerte como mi padre, pensaba, y me agarró una mezcla de júbilo y de terror.
“¡Suéltame el brazo!” “¡No!” No lo soltaría. Era casi como si estuviera paralizado en ese asimiento. ¡Era tan estimulante! Entonces, de repente, el hom bre fuerte que había en mí desapareció, y el niño desvalido asomó la cabeza, y solté mi presa y me fui i llorando a mi habitación. Me sentía como si hubiera violado algún código sagrado de la relación padre-hijo. Había demostrado que mi padre era vulnerable, y yo no quería ver su debilidad. Quería que él siempre fuera más fuerte que yo, para que cuidara de mí para siempre, y yo pudiera seguir siendo niño. Mi vergüenza era abrumadora. Podía sentir el dolor de mi padre, probablemente desde cuando su padre le pegaba - era una carga que él siempre había llevado. Atravesamos tres etapas de percepción en relación con nuestros padres. Al principio, parecen seres todopoderosos, perfectos en todos los
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sus sentimientos hacia sus padres. Sin embargo, los que com pletan el proceso deben cerrar el círculo, y ver que la desilusión es otra ilusión igual que la ilusión original. Se liberan de su pasado, perdonan completamente a sus padres y, al hacerlo, ven la perfección del proceso que compartiero n al crecer con mam á y papá. Mi pelea con mi padre se reprodu cía en las peleas con mis propias hijas. Recuerdo que una vez, Kim y yo la repetimos por completo. Era al principio de nuestra relación, una de esas veces en las que interrum pía abruptamente la pelea gritando “¡Iros a vuestro cuarto!” Suzie y ella se precipitaron a su habitación dando un portazo. Era una calurosa noche de verano. Kim se puso a berrea r a pleno pulmón. La pu erta se qu edó atrancada por la hum edad. Gritaba que iba a llamar a la policía, a su padre “de verdad”, que yo era culpable de abuso con tra los niños, y demás. Tod os mis peores temores de ser padre estaban directamente ahí ante mis ojos y mis oídos. Estaba dispuesto a considerarlo una liberación, pero al mismo tiempo veía que estaba pasando por una especie de ritual primitivo que me estaba habilitando más como padre. Pero aún así, no me gustó. En otra ocasión, algunos años después, Kim y yo nos enzarzamos otra vez. Ella estaba atravesando su período rebelde, y yo estaba harto. Kim y yo rara vez nos íbamos calentando hasta llegar a la pelea. E ra o todo o nada. Sólo explotábamos sin preámbulos, nos gritábamos, y acabábamos llorando, abrazánd onos y pidiéndonos perdón. Y, gracias a Dios, nuestras peleas eran escasas y distanciadas. Recuerdo la última. U na vez más, le había dicho que se fuera a su cuarto, pero esta vez se negó. La agarré, intenté arrastra rla hasta su cuarto, pero Kim era muy hábil con las manos. Sabía deshacer nudos, hacer punto, hacerme cosquillas, o arañarme como nadie que hubiera conocido. Cuando sentí que me clavaba las uñas, empecé a luchar con ella, intentando contenerla y literalmente salvar mi pellejo. Levantó el brazo para golpearme. Lo agarré.
“¡Suéltame el brazo!” “¡No!” Habíamos cambiado los papeles. Ahí estaba yo, en la posición de mi padre, y ahí estaba ella, en la mía. El parecido era inconfundible. Estaba sacudida por el mismo tem or y temblor que experimenté en mi cuerpo a los 14 años. La solté.
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E l impulso creativo es, en cierto sentido, el deseo de ser padre. Y ser padre consiste en gran medida en alimentar a nuestras creaciones hasta que alcanzan su independencia completa. Esas creaciones a veces son proyectos, com o una obra de arte, una novela o un proyecto empresarial, otras veces son niños de verdad. En cierto sentido, el acto de la creación empieza con cualquier pensamiento, o concepto, que estás dispuesto a continuar d esde la concepción hasta la realidad. Engendrar un proyecto o un hijo es apren der a darte plena y libremente. Si no te entregas libremente, estarás atrapado en el resentimiento, el sacrificio y el martirio, y te perderás la alegría de ser completamente padre. Con frecuencia, la fase más difícil de la patern idad es el proceso final de dejar marchar. Especialmente durante los años centrales de la adolescen cia, cuando el hijo es medio adulto y medio niño, y estás recibiendo mensajes mezclados sobre sus necesidades, puede resultar difícil decidir cuánto retener y cuánto soltar. Pero después llega un momento en que padre e hijo deben soltarse mutuamente para que continúe el crecimiento. El cordón umbilical se corta al nacer, con frecuencia demasiado pronto, antes de que haya dejado de pulsar, antes de que el recién nacido haya tenido la oportunidad de aprender a utilizar su aparato respiratorio, antes de que haya expulsado e líquido amniótico de sus pulmones. Pero el cordón se corta físicamente en el nacimiento. No obstante, entre padres e hijos hay cordones psicológicos, energé ticos, y también entre personas en relaciones de cualquier tipo, y esos cordones invisibles forman enredos sutiles pero potentes en nuestras vidas. El proceso de cortar los cordones sutiles entre padre e hijo es gradual. Estoy convencido de que puede ser un proceso pacífico, aunque en mi vida, la violencia siempre ha amenazado la separación hasta el punto de que pensaba que mi conexión umbilical con mis padres era lo que me mantenía vivo. Cortar esos cordones supone reconocer que tus padres nunca fueron la fuente de tu vida, y que tú eres una fuente independiente de energía vital, que no depende de un generador externo. En la medida en que creemos que nu estros padres son la fuente de nuestro poder, los utilizamos como vía de escape para nuestra rabia y nuestras frustraciones. Cuando solté a Kim, también estaba soltando mi necesidad de conquistar a mi padre para absorber su poder. La conquista siempre se basa en una sensación de no ser suficiente para uno mismo. Así que siempre necesitamos poseer más a fin de llenar el vacío que tememos experimentar en nuestro interior.
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“¡Suéltame el brazo!” “¡No!” En el análisis final, vi que el brazo con el que había estado luchando durante todo ese tiempo era le brazo de Dios, y con Dios no quiero decir ninguna descripción religiosa en particular, sino más bien el Propio Ser. Me di cuenta de que tenía rencor hacia Dios po r darm e libertad y la enormidad de esa responsabilidad. Tú mismo tienes que ser un Dios para manejar ese nivel de libertad. Sí, tuve que pe rdon ar a Dios por da rme libertad, aunque la valoraba casi tanto como la propia vida, era mi bien más preciado. El librarme de la rebelión contra Dios, el Pad re de toda creación, me dio el poder de ser un padre más creativo en mi propia vida, tanto con respecto a los niños que me habían sido dados como a los proyectos que estaba pariendo en la realidad. P ude ver que siempre había proyectado a mi padre en Dios y a Dios en mi pad re, y que, juntos, eran, a mi parecer, una temible combinación. Dios, el Padre, y mi viejo se parecían más a Grandes Inquisidores que a padres benevolentes. Temía más sus castigos de lo que buscaba sus recompensas. Al soltar el brazo de Dios, solté también el de mi padre. Al ver que era un niño elegido de Dios, elegí más plenamente tanto a Dios como a mi padre, y a mis niñas, Kim y Suzie, que hab ían llegado tan indirectam ente. Supongo que Dios obra de modos misteriosos. Pero el misterio es la mitad de la gracia. La otra mitad es el trabajo de detective que engendra.
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¡Un padre con éxito es el que está en contacto con su impulso creativo! Puedes engendrar un hijo, un proyecto o, en realidad, cualquier pensamiento, pero para hacerlo debes asumirla responsabilidad no sólo de la concepción, sino también delparto y de la entrega de ese concepto al mundo. En la medida en que estamos incompletos con respecto a nuestros padres, que según creemos nos crearon, estamos irremediablemente incom pletos al engendrar cualquier cosa. Si tienes hijos, te recordarán al niño desvalido que tienes dentro y que necesita ser abrazado, acariciado, tranqui : ¡izado. Si sigues atrapado en el resentimiento hacia tus padres por lo que no ) te dieron, en vez de apreciarlespor lo que te dieron, serás incapaz de amar a tu propio niño interior. Ahora eres adulto. Curara ese niño que llevas dentro es trabajo tuyo, y no de tus padres. Ellos lo hicieron lo mejor que pudieron. Te llevaron todo lo lejos que pudieron, dadas las limitaciones de sus relaciones con s u s. padres. ¿Cuándo se detiene el “burro de la censura”? ¡Ahora! Ya es hora de que todos perdonemos, olvidemos, y liberemos a nuestros padres para siempre. Liberar a tus propias creaciones puede ser un proceso desafiante. Incluso escribir un libro y entregarlo a un mundo de lectores a través de una editorial requiere un salto de fe. Entregar a un niño de verdad al mundo adulto es un proceso complejo y gradual, que marcha mejor si miras continuamente dentro de ti, a la parte de ti que retiene. Muchos de nosotros necesitamos que nos necesiten, cosa que con frecuencia confundimos con el amor en sí. Mientras tengas a alguien que jependa de ti, te puedes sentir un ser humano útil, con algo que ofrecer, fjbrarte de esa necesidad suele hacer aflorar tus propias necesidades reales, ¡que tal vez estabas negando al atender a los demás. Los niños llegan a sus padres de muchas formas diferentes a veces biológicas, y otras metafísicas. En definitiva, los creas en tu vida indepen dientemente de cómo te encuentren a ti o tú a ellos. ¡Todo es natural! Y Cuanto más eliges entregarte por entero a todos los niños de tu creación, más experimentas que todos somos hijos del Padre (o Madre) Supremo y que en t i universo hay una fuerza que cuida de todos nosotros.
LA DIVINA COMEDIA “¿Por qué sonríe ?” “Creo que ha comprendido el chiste.” M e acuerdo de un chiste. Era algo así: Era un vagabundo que se sintió cerca de Dios durante toda su vida, hasta que un día, de repente se sintió abando nado. A partir de ese día luchó y luchó, hasta qu e finalmente fue al . encu entro de su Creador. Dios enseñó a ese homb re una grabación en video de su vida, y vio dos series de huellas atravesando el desierto hasta que, en un punto muy claro, sólo seguía una serie de pisadas. “¡Ves!”, dijo a Dios el hom bre indignado. “Ahí es donde me abandonaste. ¡A partir de ese punto, tuve que hacerlo todo yo solo!” Dios miró al hombre y sacudió la cabeza. “No seas absurdo. E s el punto donde te derrum baste y yo te llevé a cuestas el resto •del camino.” Así es como me sentí durante la mayor parte d e mi vida con respecto ;a Dios. No sabía si El m e estaba llevando a cuestas, o si me había abandonado a mi suerte. No me dieron un a educación muy religiosa, y después de mi Bar JMitzvah me volví más laico y menos espiritual. Du rante muchos años, m e las di de existencialista, hasta que alguien me señaló que los existencialistas nunca son felices, así que dejé de serlo. Entonces me convertí un académico, j.y Dios me parecía ser miembro de un club distinto del mío. Desde luego, nunca se le mencionaba en ninguna de las reuniones sociales a las que yo asistía. De vez en cuando, alguien hacía referencia a El como a alguien que había muerto. M ás adelante, me convertí en un activista político y estaba de moda pensar que Dios era un instrumento de opresión, un escape para los trabajadores que necesitaban una promesa de paraíso después de la muerte para justificar matarse en la tierra. Dios no es popular entre los rebeldes, porque si eres un verdadero rebelde de corazón, te opones a todas las figuras de autoridad, y Dios parecía la m ejor forma de resum ir todo ese resentimiento hacia tu padre.
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Cuanto menos creía en Dios, más parecía observar Su presencia P ar a m í, er a fácil pensar q ue Dios n o vivía en la ciudad de Nueva Y ork. Si había un Dios, seguro que no podía soportar la contaminación. Sin embargo, cu an d o em pecé a viajar, no podía impe dir ver que en el universo había una P res en cia que nunca me habían explicado en clase. Co ntem plaba el océano, y p od ía ver a Dios en m ovimiento. Contem plaba el desierto, y podía ver Su cal m a constante. M iraba al cielo claro de la noche, y Le pod ía ver brillando en to d as partes. M iraba el alcornoque, y podía ver Su esplendor y majestad. P o r m uc ho que mi intelecto hubiera sido entrena do a la objetividad, no podía ne gar que había un Misterio en Obra que estaba m ucho más allá de los límites del método científico.
“¿Por qué sonríe?" “Creo que ha comprendido el chiste. ”
Recuerdo que, cuando estudiaba lógica, mi profesor presentó la prueba d e algún filósofo -creo que era D escartes- de qu e D ios existe. E ra algo así: Dios, por definición, es aquello a lo que nada es superior; si Dios no existiera, habría algo superior, a saber, aquello a lo que nada es super ior y qui existe; por consiguiente, Dios, por definición, tiene que existir. Tuvimos una viva discusión en clase sob re esa lógica, y se cen tró en si la existencia era mejor que la inexistencia, el punto crucial de la prueba. R ecu erd o q ue sentía que todo eso era muy frío y calculador, y que si había uu Dios, seguro que no se le podía caracterizar tan claram ente. R ecord aba lo que había dicho Oscar Wilde: “La coherencia es el duende de las mentes estrechas.”, y pensaba que seguramente Dios era Alguien que trascendía todas las discusiones insignificantes de los filósofos y otras “mentes estre chas”. Sin em bargo, aho ra puedo ver lo que averiguó Desca rtes a su propia m ane ra calculadora. E videntemente, la existencia es mejor que la inexistencia; de hecho, la existencia es lo que más valoram os de todo. De no ser así, todos nos suicidaríamo s par a conseguir algo mejor, y nunca he visto que haya largas colas para saltar p or el puente de Washington. En cierto modo , el amor supone la presencia de Dios. ¿Cóm o pueden enam orarse dos personas si no participan de Algo más grand e que cada una
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ilc sus identidades limitadas, separadas? Es tar enam orad o es estar en una esencia del Ser que transciéndela separación. Estar enamorado es experi mentar tu prop ia esencia como algo mucho mayo r de lo que pensab as hasta e ntonces. Afron tém oslo - el am or es la me jor exp eriencia culm inante del mundo, tiene un sabor de inmortalidad, es un salto por encima de la par te de supervivencia de nuestra conciencia hacia las verdades eternas de la propia vida. El am or es la sensación de unidad en la diversidad; el placer es el am or de Dios en nuestros cuerpos. En la mayor parte de las relaciones, la gente toma este sabor de lo divino e intenta reducirlo al mundo cotidiano de necesidad, obligación y i esponsabilidad. Al ha cerlo, olvida a m enudo la fuente e spiritual del am or, y muy pron to sus preocupaciones materiales ciegan co mp letamen te su prop ia divinidad. Entonces, debe dejar la relación para continuar su búsqueda espiritual. El amor sólo puede conquistarlo todo cuando decides elevar el mundo de lo terre na l al mund o de lo sublime, y no al revés. Pa ra los “realistas románticos”, en oposición a los escapistas románticos, el verda dero desafío es experimentar su conexión divina cuando e stán en un superm ercad o o una lavandería, tanto como cuando contemplan una puesta de sol en Maui o Mikonos. El amor es el punto de contacto, la experiencia de dos partes del universo que sien ten su unidad. A la gente le ate rra el amo r igual que le aterra I )ios; no quiere pe rde r su individualidad entre gán dose a algo que e stá más allá de su ego. Pre fiere que darse en celdas separad as a fundirse con el Uno, que se parece a la muerte. Y así, se aferra a su soledad, a su dolor interno, pensando que fortalece el cará cter y le vuelve especial. Muchas personas .leuden a mí defend iendo su dolor, casi orgullosas del hecho d e que su dolor es mejor qu e el de los demás. Esto es la tiranía del ego, que quiere sustituir ,i Dios com o objeto d e culto en nue stro corazón . Tu sistema de defensa, tu Pentágono personal, es el templo de ese ego, y para que el amo r florezca en Iu vida, deb e derrumbarse.
“¿Por qué sonríe?” “Creo que ha comprendido el chiste.”
En todas mis relaciones anteriores, Dios nunca en tró en escena. En mi primer m atrimo nio, un D octorad o y un buen alquiler parecían se r el billete
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más seguro al paraíso. En mi segundo matrimonio, la creatividad y la fama parecían ser las llaves del paraíso. Ahora, con Mallie, de repente todo era totalme nte diferente. Dios estaba tan evidentem ente presente, q ue perderle hubiera sido perdérselo todo. No obstante, al principio Su presencia parecía incómoda. Por supuesto, La no tábamos, es a P resencia mayor que la suma de nuestras partes individuales, esa Esencia mayor que nuestros egos. Ese Campo de Energía en el qu e los milagros s e con vierten en un lugar comú n y la voluntad de D ios eran tan evidentemen te los dese os de nuestros corazones. Era encantador ese Gran Algo en el que vivíamos, amábamos y reíamos, pero al principio era dem asiado grande para hablar de ello. N os limitábamos a asentir conscien temente todo el tiempo, y a seguir con lo nuestro sabiendo que todo estaba bien, que éram os realm ente felices, que no había nada de qué preocuparse, que, gracias a Dios, todo estaba en Sus manos y que éstas eran firmes (a diferencia de las de nuestros tocólogos) así que podíamos relajarnos, cele brarlo, y comunicar a todo el mundo la buena nueva. Empezamos a hablar cada vez más de El. De Ella. De Ello. Cerrábam os los ojos y escuchábam os la voz de nuestros corazones, h acíamos preguntas, obteníamos respuestas. Mallie empezó a leerme literatura inspiradora, y ento nces em peza mo s a escribir regularmente n uestros agrade cimientos, y a rezar y practicar el perdón, y a buscar alguna fuente de inspiración espiritual. Leimos juntos el Course of Miracles, así como The Door of Everything, The Last Barrier, The Invisible Way.4 Estos libros, y otros m uchos, parecían abrir nuestras m entes a la experiencia de algo más allá, algún mister ioso tejido conjuntivo del universo. E m pe zam os a fundirnos; el tiempo presente se convirtió en nuestro lugar de encuentro favorito. Y cuando nuestros eg os asomaban e intentaban dominar y controlar, teníam os un contexto m ás am plio dond e librar nuestras batallas. No eran los libros, era algo que parecía estar recibiendo nuestra relación. Me di cuenta de q ue en todas mis relaciones p asadas había estado básicamente encerrado en mi ego. Siempre había caído enamorado, lo cual se parecía a caer del amor, o caer de la Gracia. Al principio, siempre había un trem endo torrente de buen os sentimientos, pero era com o un afrodisíaco, que me seducía en un estupor inconsciente. Después, cuando despertaba, descubría que el amor se había desvanecido, y que sólo m e quedaba un vacío en las entrañas. Nunca supe cóm o hacer que el amor durara. Si D ios era amor, parecía un embau cador en el que n o podía confiar.
N.T. Curso de Milagros, La Pue rta de la To talid ad , la Ultima Fro ntera, El Camino Invisible.
A ntes d e M allie, el amor m e parecía esquizofrénico. Por una parte, era infinito y eterno. N ingún sist&ma lógico p odía m edir su tama ño, su forma, sus m otivos. Era una alegría y una vitalidad incontenibles. E ra divertido. Por otra parte, parecía reducirse siempre a preocupaciones terrenales, cosas prácticas, obligacio nes, resentim ientos y luchas. Mirando hacia atrás, ahora comprendo que como estaba cegado por el ego, no podía ver la luz. Como pensaba que estaba separado de D ios, todas m is relaciones se basaban en la separación, y aunque hubiera una escapatoria tempora l a la soledad, en última instancia se levantaría el muro y la soledad sustituiría a la unión. Ninguna cantidad de lucha podía superar esa pared -que existía en mi m ente - y no ah í fuera. Ahora pude ver que toda la frustración se convertía en conflictos, intentando utilizar toda la energía necesaria para mantener el muro para derribarlo. Era paralizador. No servía nada que no fuera una intervención divina.
“¿Por qu é s onríe?” "Creo que ha comprendido el chiste. ”
Si crees que estás separado, estás esperando a que caiga lo que Leonard Orr llama “el cuchillo de la carne divino”, y resulta difícil percibir que tu universo es seguro, y no digam os agradable. El m iedo atena za tu cuerpo a cada paso del camino. Vives con el miedo a cometer errores, a sufrir accidentes, a estar en el lugar o relación equivocados en el momento equivocado. Lo cuestionas todo constantem ente. Juzgas a todo el m undo. Tu supervivencia parece basarse en la desconfianza, la sosp echa y la paranoia. La entrega te p arece la muerte. Y cua nto m ás amas a alguien y alguien te ama, más te enfrentas con tu propia división interna. ¡Confiar o no confiar, esa es la cuestión! Sin Dios, no puedes dar el salto de fe hacia algo que básicamente proporciona a limento y apoyo, en e l universo. Tu m iedo te refrena. Co m o tus pensamientos son creativos, cuanto más te centras en tus dudas, más datos recog es para demostrar que el m undo entero está acechand o para atraparte. Lo mejor que pued es llegar a estar con una pareja es ti íyyo , pe queña, contra el mundo. Pero los mismos pensamientos que os apartan del mundo os apartan mutuam ente. H as elegid o la soledad, y la soledad es el hogar al que vuelves. Por lo menos, así era para mí.
Con M allie, el deseo de entrega casi siempre era much o más fuerte qu e el tem or a la pérdida. M ientras que en el pasado, mi actitud siemp re había sido: Veré si funciona, y entonces lo elegiré, ahora mi actitud era: Elegí esto hace muchas vidas, ya es hora de dejar de huir de ello y dejar que se despliegue.
Y lo que se desplegaba era siempre tan maravilloso. Llamamos Little Miracles 5 a nuestra primera em presa porque sentíamos q ue habíamos sido bendecid os con una capacidad de re ír y de ju gar y de se r felices junto s, y de co m partirlo con los demás. Por una parte, nos sentíamos totalm ente corrien tes, nada especiales. Por otra parte, nos sentíamos elegidos para demostrar al mundo las posibilidades de un Romance Sagrado, Feliz y duradero. Dios parecía habernos dado ese propósito, y cuando trabajábamo s p ara éste, nos sentíamos satisfechos y felices. A veces, no s sumergíamos dem asiado en el trabajo, olvidando pasar tiem poju ntos a solas, o con las niñas. Siem pre q ue ocurría esto, todo podía volverse disparatado d uran te un tiempo - hasta que nos tomáb am os el tiempo de alim entar nues tras raíces, nuestras conexiones en casa. Ap rendim os el equilibrio perfecto entre aten der nuestras pro pia s necesidad es y servir al mun do , y qu e servir a Dios no era siem pre lo que aparentaban nuestras imágenes. Pudimos ver que la vida es tanto expansión como c ontracción - un corazón late, las células palpitan, to do el universo está vibrando hacia d entro y hacia fuera, y cuand o nos desviábamos del propósito, Dios siempre nos corregía a medio camino. “¿Por qué sonríe?” “Creo que ha comprendido el chiste. ”
Quizá donde más encontramo s a Dios fue en nu estra propia cama. La unión que experimentábamos no se podía explicar biológicamente. La sensación de Unidad en las células de nuestro cuerpo era espiritual tanto com o física. Parecíamo s llevar el conocimiento del o tro en nuestros cuerpos individuales, y ésto no h abría sido posible de no esta r entreg ado s am bos a una form a de energía supe rior a la que puede ex perim entar cualqu ier individuo. Cuando hacíamos el amor, éramos mucho más grandes que la suma de nue stras partes. Y cuando sacam os ese conocimiento al mundo, la sensación de Unidad posible en todas las relaciones, en todos los momentos, en casa tanto com o en el trabajo, se convirtió en la gran lección que compa rtíamos.
N.T . P equeños M ila gro s
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Siempre recordábamo s a la gente que tenía que sup erar su soledad para llegar a la otra orilla. A m enudo, las personas buscan un alivio de su estado de se paració n, consuelo en med io de la soledad, y muchas veces eso le pued e arran car de ella. Rec orre r el ciclo de la soledad hasta su terminac ión te da el poder de ser completo yautosuficiente. Con frecuencia, detener el proceso a medio camino sólo apla za la ofensiva final. Y al cabo, cuanto más pro fu ndamente te entregas a ti mismo en todas las circunstancias, más experim entas la perfección del universo, y con eso llega inevitableme nte el despertar espiritual que permite la unión entre individuos aparentemente separados. Estamos solos. Y el uno siempre conduce al Uno. Antes de Mallie, siempre concebí la vida -y todas las cosas que contiene- como algo que tenía un comienzo, un punto medio y un final. Parecía que había un factor de obsolescencia incorporado q ue regía el cuerpo humano, las relaciones, los coches, la ropa. Todo el planeta parecía estar deteriorándo se com o mi dentadura. El camino del mundo es la decadencia, pensaba. Con Mallie, el am or siempre me devolvió al tiempo presente. En vez de esperar lo peor, empecé a experimentar sorpresas maravillosas como norma. Sentía que en tre nosotros había una fuente ilimitada de energía, am or y potencial. Y cuando empecé a nadar en la corriente de la vida, y no en su contra, m e sentí más seguro que nunca. No estaba e speran do a ver cómo salía. Estaba demasiado metido en ella pa ra pensar en salir. Y parec ía tan infinita que no h abía un exterior. Al estar en ella, el tiem po parecía de tenerse. E n el amor no hay tiempo , sólo un presen te eterno. En Australia, lo llaman “tiem po de sueñ o”, un intervalo infinito de inm ortalidad a disposición de los que se entregan. Acud imos a D ios en el aquí y ahora, q ue tam bién es Su lugar de encuentro favorito. En Israel, sentimos que nos despojábamos de todos los estratos de separación religiosa. Encon tramo s la paz tras todas las guerras santas que habíamos librado. Nos quedamos con una profunda sensación de unidad general. En Grecia, sentimos la pasión por los dioses, esa espiritualidad que no está sepa rada del m undo real, y que D ios no era la gloria del pasado , sino la Gracia del aquí y ahora, el Instante Sagrado. En Australia sentimos ese paraíso perfecto, el útero o el jardín del Edén, del que habíamos pensa do erróneamente que Dios nos había expulsado. En realidad, seguía allí, tierra bajo el cielo, tan inocente com o el día de la creación, y todo lo que teníamos que hacer para volver a él era deshacernos de la idea de que lo habíamos dejado. Nos pa recía claro que Dios ya había hecho un traba jo perfecto, y que cuando todos de spe rtáram os del sUeño de la imperfección, elegiríamo s estar
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juntos otra vez y ver que, cuando aprovechamos lo infinito, hay más que suficiente para todos.
“¿Por qué sonríe?” “Creo que ha comprendido el chiste.” En mi mente, el debate interno continuó durante largo tiempo. ¿Cóm o podía confiar en Dios cuando El perm itía que los niños murieran de hambre, que los judíos fueran gaseados, y que se produjera algo como lo de Vietnam? Indudablemente, si existiera alguna fuerza benefactora en el universo, no toleraría semejante injusticia. Podía sentir cuánto resentimiento abrigaba hacia Dios po r darme libertad, aunque valoraba la libertad casi tanto como mi propia vida. Sin embargo, también podía ver que a veces, lo que parecían ser fuerzas de destrucción, como un incendio o un terrem oto, no eran sino las fuerzas creativas del universo trabajando a su propio modo perfecto, p ero con las que el hom bre no estab a en arm onía. Llegué a ver que cuando me entregaba a la vida, no había ni positivo ni negativo, sino simplemente la propia vida. Sólo había conflicto en mi separación. Y tenía que admitir que todas las injusticias aparentes eran creadas tanto por la víctima como por el verdugo, y que cada presunto crimen era una complicidad inconsciente entre todas las partes. Empecé a perdonar a Dios, a perdonarm e a mí mismo por pensar que estaba separado. Escribí las siguientes afirmacio nes:
Ahora estoy dispuesto a que mi ego fracase para poder experimentar más el éxito de Dios. Ahora estoy dispuesto a ver a Dios en cada uno, aunque no encaje en mi imagen de Dios. Como Dios es lo desconocido, cuanto más sé que no sé, más cerca me siento de Dios. Y cuando el dram a de la separación abandonó mi corazón y la ilusión de la separación abandonó mi mundo, pude ver que Mallie y yo no éramos sino parte el uno del otro. D e hecho, hasta tal punto éram os el uno parte del otro, que nunca podríamos estar realmente separados, cualquiera que fuera el
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punto del planeta se encontrarannuestros cuerpos. A veces, íbam os a trabajar a ciudades separadas, y seguíamos sintiendo que la U nidad nos conectaba. Am bo s nos dábam os cuenta de
“¿Por qué sonríe?” “Creo que ha comprendido el chiste. ” Recuerdo que u na mañana, en los primeros días de nuestra relación, (ré en la sala de estar y miré a mi alrededor. Por aquél entonces, daba chos seminarios en la sala de estar, y teníamos una gran pizarra contra la ed. Esa mañana en concreto, cuando miré la pizarra, encontré una
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ilustración que me hizo sonreír. Era un dibujo sencillo, infantil, de Cristo en la Cruz. Lo insólito de la imagen era que Cristo tenía una gran sonrisa en el rostro . Lo había pintado Suzie. Tenía ocho años entonces. Mallie y yo estuvimos todo el día mirando ese dibujo. Parecía simbolizar de algún modo cómo nos sentíamos. La vida no consistía en sufrimiento, martirio y crucifixión. Eso era el drama, el gran culebrón hum ano. L a verdad estaba en los finales felices. La resurrección era un final feliz. Y vivieron felices para siempre no es el final de un cuento de ha Es el objetivo común que persigue toda vida.
“¿Por qué sonríe?”
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Dios no es una reliquia, ni un concepto obsoleto que tenía sentido en días m ás sencillos pero que ahora carece de significado y de utilidad. Por el contrario, Dios es, más que nunca, una idea cuyo tiempo ha llegado. Hace poco leí en una revista de divulgación científica que un grupo de científicos de élite se había reunido para redefinir a Dios para el Siglo XXI. Discutieron varias ideas de Dios, los problemas de una sociedad crecientemente tecnológica, y cómo alcanzar una mayor armonía entre los valores espirituales y científicos. Llegaron a formular una definición de Dios que era aceptable y tenía sentido para ellos: Dios es el principio de la sencillez y la unidad que parece subyacer a toda la complejidad aparente de las cosas. Los amantes siempre están buscando esta sencilla unidad en sus relaciones. Con frecuencia, las complicaciones de la vida moderna parecen oponerse a la unión espiritual, alejando cada vez más a los amantes del llamado mundo ‘real’. Esta es la falacia de Romeo y Julieta y de todos los grandes escapistas románticos. Eligen su amor por encima del mundo, la muerte por encima de la vida, y su amor se convierte en la expresión suprema de la ausencia de Dios en sus vidas. La alternativa a esta demencia es lo que yo llamo “realismo romántico, ” una filosofía que anima a los amantes a estar abiertos a las posibilidades de experimentar el romance en todos los momentos de sus relaciones. Lo divino siempre está a nuestro alcance; no necesita circunstancias especiales para manifestarse. Cuando estamos dispuestos a ver lo ordinario bajo una luz extraordinaria, los milagros se convierten en un lugar común. Toda búsqueda auténtica te devuelve a la vida, y no te aparta de ella. La próxima vez que pagues la factura del teléfono, da las gracias a Dios por la comunicación que El brinda. La próxima vez que vayas al supermercado, da las gracias a Dios por Su alimento eterno. La próxima vez que friegues los cacharros, alaba a Dios por el agua. Tú y tu amante podéis estar en un estado de felicidad, independientemente de dónde estéis o qué hagáis. ¡Cuando abres la puerta, la luz entra inundándolo todo!
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¡DOS CORAZONES SON MEJOR QUE UNO! ¡Dos corazones son mejor que uno! El propósito de las relaciones es volver la vida más fácil, pese a las dificultades temporales. Sólo somos un a familia humana d e seres humanos interdependientes. La ecología humana de este planeta depende de nuestra voluntad de redescubrir el espíritu de cooperación, en vez del de competitividad. Necesitamos vernos como un equipo, y no como equipos competidores. Alinear a la familia humana es un proceso q ue se sigue de uno en uno. Primero te alineas con Dios, después con un compañero, tus hijos, colegas, amigos y, llegado el caso, con cada persona con la qu e te encuen tras. En mi relación con Mallie, mi vida se ha vuelto más fácil -a nivel emocional, mental y físico. He aprendido, y sigo aprendiendo, a librarme de la rebeldía que me m antiene separado, y, al mismo tiempo, a recono cer las diferencias que hacen que cada uno de nosotros sea único. Aho ra tengo una experiencia directa de la unidad en la diversidad que puede ayudarme en todas mis demás relaciones. En el pasado, me resistía a las lecciones que claramente había atraído a mi vida para crecer. Con Mallie, he aprendido a entregarm e a la pureza del proceso, a no huir, a mirarme de frente más profundamente que nunca. Tu pareja es un espejo divino de tu ser divino. Es imposible encontrarse a uno mismo por sí mismo. Si te encerraras en una cueva y meditaras duran te mil años, aún así tendrías que salir un día para m irar de frente a la luz del mundo. Ves a la gente a la que m ás quieres tan cerca como te ves a ti mismo. Todos tenemos puntos ciegos, sombras que nos cubren y nos impiden vernos plenamente. Cuando encuentras a alguien que te ama incondicionalmente, ese amor disipará las sombras y te pondrá plenamente bajo la luz. Lo único que lo dificulta es que nos asusta salir de la cueva. Cuando te decides, descubres la alegría y la vitalidad que has guardado en secreto durante tanto tiempo. ***************
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Estaba haciendo una meditación, que se convirtió en una regre sión a una vida pasada. Las imá genes, p ensam ientos y recuerdos corrían por mi mente. No me preocupaba por saber si eran reales o no, porque estaba buscando una imagen en los rincones oscuros, distantes de mi propio ser, alguna imagen de mi relación con Mallie en el verdadero comienzo de nuestra elección de estar juntos. Nos vi en Rusia, y en Francia, y durante la Edad Med ia, y en la antigua G recia. Y a m edida que mi imaginación regresaba a través de toda la evolución, las escena s pasaban tan deprisa que no alcanzaba a verlas todas. Y, de repen te, se frenaron, y surgió una imagen tan clara com o el día. Mallie y yo éramos dos peces, peces de color verde metálico con ojos irisados negros y amarillos, nadando el un junto al otro en algún mar antiguo. Todo era soprendentemente pacífico. Teníamos que nadar el uno ju nto al otro para vern os , porque nuestros gran des ojo s neg ro s y am arillo s estaban a los lados de nuestras cabezas. Debió ser entonces cuando elegimos seguir caminos paralelos en todas nuestras vidas. Elegimos estar el uno junto al otro. ¡Y segu imo s estándolo!
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SEGUNDA PARTE
CREA UN COMPAÑERO Cómo atra er y mantener tu Perfecta Relación de Pareja
CREA UN COMPAÑERO En estos días, mucha gente lee libros de “hágalo u sted m ism o”. Son libros sobre cóm o arreglar tu coche, c óm o construir tu casa, cóm o llevar un pequ eño n egocio - por no mencionar más unos pocos. P ero cuando se trata del asunto d e construir una relación de pareja perfecta, la gen te pa rece m ucho más escéptica ante la idea de que se pueda diseñar algo así. Y sin emb argo siempre has diseñado tus relaciones, lo sepas o no. Tus pensamientos son creativos, y tus pensamientos sobre las relaciones, basados en gran m edida en las conclusiones que sacaste observando cóm o se relacionaban tus padres y hermanos mu tuam ente y contigo se convirtieron en esquemas inconscientes que producen un comportamiento repetitivo y comp ulsivo en tus relaciones. Por eso te e ncuentras en situacion es similares, y experimentando sentimientos parecidos, con personas diferentes. En cualquier relación, proyectas inconscien temen te en tu com pañ ero lo que está sin resolver en tu propia mente. Por es o las personas qu e insisten en “dejarse llevar” en vez de ser conscientes de ello muchas veces están dando a su programación incon sciente una oportunidad de campar por sus respetos. Por su puesto qu e tus pensam ientos son creativos. Si quieres ponerte en pie, debes pensarlo a algún nivel. Si quieres construir una casa, primero tienes q ue ‘concebirla, planificarla en el papel. Ad em ás, si tu conce pción es defectuosa, su realización no puede ser sino deficiente. Con las relaciones pasa lo mismo. Si tu idea general de lo que quieres, esperas o crees que m ereces e s limitada, en tonces la relación resultante está ab ocada a estar llena de defectos. La ejecución perfecta de un plan mal conceb ido está conden ada al fracaso. ¡La concepc ión co nsciente es un primer paso esencial para crear una relación consciente! i Ya has caído bastante en el amor! Es hora de dejar de caer, de dejar de esperar a que venga tu Príncipe Azul, se abalance sobre ti y te rescate del mundo frío y cruel. Es hora de dejar de buscar un sustituto paterno, que te permita ser el niño que siempre quisiste ser, que cuide de ti,
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se haga cargo de ti, y te lleve a cuestas por la vida de for m a qu e nu nca tengas que sostenerte con tus propios pies. Es hora de dejar de caer. Es hora del Realismo Rom ántico. Una relación atraviesa un ciclo vital que es en gran medida la proyección de dos ciclos vitales individuales. Así que empecemos por el principio, la concepción de tu relación de pareja ideal:
Etapa 1:
La lista de la compra
Tus pensamientos son creativos. Tú no eres una víctima. Reconoce que, sea lo que sea lo que creaste en el pasado, tuviste el poder de crearlo, y pued es utilizar el mism o poder creativo para atraer algo mejo r ahor a mism o. Si eres soltero, puedes crear a un compañero. Si estás con alguien, puedes transformar lo que tienes en tu ideal. La mayor parte de las personas conciben sus relacio nes inconscien temente, tropezando con una, saltando a otra y estrellánd ose en la tercera. No lo saben, pero están atrayendo inconscientemen te a personas co n el poder de su m ente, esqu ema s, prejuicios y expectativas subcons cientes que literalm en te atraen sustancia hacia ellos. U na mujer con un padre a lcoh ólico atrae a un hombre alcohólico. Un hombre con una madre asfixiante atrae inconscien temente a una mujer dominadora. Y sigue así... ... hasta que un día por fin despiertas del sueñ o y eliges se r con sciente de la calidad de tu propia consciencia sobre las relaciones. La Lista de la com pra es just o lo que da a entender. C oges una hoja de p apel y escribes arriba de la página: MI RELACION DE PAREJA IDEAL. Entonces, haces una lista con las cualidades que más d eseas en una relación. Sé muy concreto. Es tu pedido al universo, y el universo siemp re d ice ¡SI! Y no hay carestía en el universo. A sí que dese cha la idea de que hay fuera hay una persona q ue es la única para ti. Hay una abundancia de personas con las que puedes crear tu ideal. Este es un contex to mucho más positivo en el que atraer a tu compañero. A sí que haz tu lista de la clase de ho mbre o mujer que quieres. D etalla todas las cualidades físicas, espirituales, mentales, emocionales, financieras y culturales que m ás te gustan. N o te dejes nada. U na ve z una mujer hizo esta
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lista pero olvidó poner que quería au n homb re “dispon ible” - y, com o cabía suponer, atrajo y se en am oró de un homb re casado. Otra vez, alguien olvidó consignar la edad, y atrajo a una pareja perfecta, pero tenía 80 años. Cuando hayas terminado tu lista (puedes cambiarla o completarla sobre la marcha), escribe al final déla página: A H O R A M E LLE GA ESTO O ALGO M EJOR, POR VIAS FACILES Y AG RA DA BL ES, CON BIEN PARA TODOS LOS IMPLICADOS. GRACIAS, DIOS MIO.
MI RELACION D E PAR EJA IDEAL:
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Pu ede s trabajar con dos injertos, o afirmaciones, conjuntam ente con tu lista. U n injerto es un p ensam iento positivo que plantas en el jardín de tu mente subconsciente para producir un resultado deseado. Lo escribes 20 veces al día con una colum na de respuesta al lado dere cho de la página. Trazas una raya vertical en m edio de la página, y concen tra tu ener gía en el injerto, no en la respuesta, que e s cnrao una mala hierba que tien es que arrancar para que tu nueva idea tenga espacio para respirar. 1A h ora atraigo mi relación d e pareja ideal - a saber, tu lista de la compra. 2.¡El plan divino de m i relación se manifiesta ahora!
Otros pensamientos en los quizá desees sumergirte son: Soy una persona hermosa, amable, merezco ser amada. Siempre hay abundancia d e homb res (mujeres) atractivos, dispon ibles a m i alrededor. So y un po der oso imán, pued o atraer lo que quiero.
Escribe las afirmaciones indicadas más arriba:
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Etapa 2:
El mapa del tesoro
Un mapa del tesoro es un instrumento visual para manifestar resultados específicos en tu vida. Coge una cartulina grande, donde pegarás palabras e imágenes que representen tu relación de pareja ideal. Repasa viejas revistas y recorta todas las fotos, frases y sentimientos que ilustren la calidad que más d esee s atraer. El tema debe ser la pareja perfecta, romántica, y debe incluir todos los aspectos de tu relación - físico, mental y espiritual. Quizá escojas a dos amantes románticos abrazándose, con una foto tuya superpuesta a la figura adecuada que estás pegando. Pon también un símbolo de D ios en tu mapa, una representación de la conexión divina a través de la cual nos m anifestam os. E incluye los injertos: Esto o algo m ejor s e manifiesta ahora pa ra mí, p o r vías fáciles y totalmente satisfactorias, con bien par a todos los implicados, y ahora recibo ayud a y cooperación de toda s las person as necesarias par a conseguir el resultado que deseo, ¡Gracias Dios mío!
Monta tu Mapa del Tesoro y cuélgalo en un lugar privado, donde puedas meditar sobre él a diario. Los Mapas del Tesoro son métodos comprobados para aclarar tu m ente resp ecto a lo que desea atraer, y después atraerlo realm ente hacia ti. H e visto a mucha gente crear su hogar, coche, trabajo, vaca ciones y relaciones perfectos con ayuda de eso s mapas. Esp ecialmen te si eres una persona visual, los mapas del tesoro, en asociación con afirmaciones escritas, pueden producir rápidos resultados en tu vida. Estos pasos crean la concepción consciente de tu relación. Si la concepción es oscura, la vida de una relación está mal orientada desde el principio. Aclarar lo qu e quieres te perm ite reconoce rlo cuando s e presenta, un paso importante cuando te das cuenta de q ue ahora estarás atrayendo algo que te es básicamente desconocido!
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Etapa 3:
Completa el pasado
La energía que utilizas para aferrarte al pasado e s la mism a energía que necesitas para crear tu futuro. Además, la medida en que te aferras al pasado es la med ida en que estás bloquea do para recibir lo que verdadera mente quieres. Limpia el pasado. Empieza por tus padres. ¡Libéralos! ¡Perdónalos completamente! Amalos incondicionalmente, tal y como son, sin ninguna esperanza de cambiarles nunca. ¡Considéralos perfectos tal y como son! ¡Asum e la responsabilidad de lo q ue has creado con ellos! Escríbe les “cartas de conclusió n”, estén vivos o muertos. Em pieza con una afirmación del tipo: “Mi p ropó sito al escribir esta carta es librarme de tod o lo que ob staculice m i amor total hacia vosotros, y expresar mi gratitud por todo lo que me habéis dado y enseña do...” Rep ite las cartas cuantas veces sea n ecesario hasta que estén bien. No las envíes hasta que tengan una forma que no te importaría recibir, si te las enviara alguien a quien amaste. Haz el mismo proceso con tus hermanos. Y haz una lista de todas las otras relaciones imp ortantes incom pleta Un a buena forma de saber si están incompletas es imaginar que la persona entra en la habitación, y observar si te sientes com pletam ente a gusto en su presencia. Incluye en tu lista a todos los antiguos am antes, am igos, patrones, socios, y otras personas importantes de tu vida. Escribe una carta tras otra hasta que esté s com pleto con tod o el mundo, tras haberles liberado con am or para que cumplan su destino y tú el tuyo. Líbrate de todos los resentimientos y agravios. Lo que no hayas perdonado a esas personas -especialmente a tus padres- es lo que tenderás a reprochar a tus compañeros. Si necesitas hablar con alguien en persona, hazlo. R eza por la liberación, si eso te ayuda. Nece sitas despejar com pleta mente tu espacio interno para estar abierto a las maravillosas sorpresas que se te avecinan. A vece s incluso es aconsejable “despedir” a tus padres. L lámales o escr íbeles y diles que su trabajo com o padres ya ha terminado, q ue has crecido del tod o y pued es cuidar de ti mism o, y que ahora te gustaría transformar tu relación de padre/hijo en una relación de amigo/amigo. Con toda probabi lidad, se sentirán aliviados al saber que lo has hecho. Pueden relajarse.
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¡Si estás incompleto en la aflicción, termínala! Las personas se aferran al dolor pasad o por la pérdida d e un ser querido co m o si fuera la única conexión que les quedara. Eso no es cierto. Cuando te libras del pesar, perdura el amor incondicional, emerge la verdadera esencia del vínculo, y puedes incluso profundizar tu conexión psíquica deshaciéndote de la sensa ción de pérdida física.
RELACIONES Q U E NECESITO CONCLUIR
Lista d e co nclusión: □
Padres
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Herm anos
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A ntigu os am antes
□
Am igos
n
Jefes
□
Socios
IZ 1 Otros
□
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Etapa 4:
¡Prepárate!
Adem ás de preparar tu ser interior para tu pareja, prepara también tu espacio exterior. Deshazte de todos los objetos, momentos y recuerdos de viejas relaciones, incluidas fotos, joyas o regalos de cualquier tipo que representen un vínculo con esa persona. Si debes dinero a un antiguo compañero, salda la deuda. Si se ha dejado prendas de ropa en tu casa, envíaselas o dáselas a Cáritas. La nostalgia del pasado es un sutil enemigo del futuro. Haz limpieza de tu armario, tu tocador y tu mesa de trabajo. El hecho de gobernar tu espacio exterior gobierna tu espacio interior. Una buena limpieza de primavera de vez en cuando resuelve el problem a. Una vez vi una camiseta en la que ponía: ¡Si quieres limpiar el mundo, empieza po r tu propio cuarto!
COSAS QUE NECESITO HACER PARA PREPARARME:
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Etapa 5:
¡Sé consciente de tus esquemas!
Un esquema es una forma de comportamiento inconsciente que reproduces compulsivamente. Algunos esquemas corrientes son: abandonar antes de que te abandonen, impotencia, lucha, venganza, energía incestuosa, culpabilidad, y esquemas familiares específicos que has adquirido imitando a tus padres. Puedes deshacer tus esquemas estudiando tus resultados repetitivos en la vida. Si sólo atraes a hombres sin dinero, ¿porqué? Si las mujeres siempre te dejan por otro, ¿porqué? Si siempre atraes a un compañero físicamente enfermo, ¿porqué? Siempre hay motivos claros por los cuales atraes a esa persona. O bien es alguien que está reflejando las cualidades de uno de tus padres o de los dos, con quien o quienes estás incompleto, o bien estás interpretando el papel de tu padre o de tu madre, y tu pareja se comporta igual que tú lo hacías en su presencia. Puedes descubrir qué pensamientos están produciendo determina dos resultados en tu vida practicando un poco de “auto-interrogación”, donde escribes al comienzo de la página: El motivo por el que creé ________________ y apunta todos los pensamientos que te acudan espontáneamente a la mente. Cuando das con un pensamiento que parece potente en tu cuerpo, probable mente se trata del que te está limitando. Expúlsalo con tu respiración. Utiliza una afirmación para expresar el punto de vista opuesto. Puedes librarte de esquemas si asumes la responsabilidad de haberlos creado inicialmente. Debes aceptar el hecho de que has elegido un curso de acción concreto porque (1) tus padres lo hicieron, así que parecía bien; (2) suponía rebelarse contra tus padres, así que parecía bien; (3) lo asumiste inconscientemente por el camino y nunca supiste siquiera que lo hacías. De hecho, el primer paso para deshacerte de un esquema negativo es saber qué estás haciendo, tomar conciencia de lo que hasta ahora era un comportamiento inconsciente.
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El segundo paso es experimentar hasta qué punto eres adicto a esa forma de comportamiento y hasta qué punto parece ser un mecanismo básico de supervivencia para tu personalidad. El tercer y último paso es decidir librarte del esquema diciendo no al mismo una y otra vez. Si tu esquema es la lucha, debes desarrollar el esquema de la facilidad en tu vida practicando el placer. MIS ESQUEMAS SON: El motivo por el que creé ______________ es:
El motivo por el que creé ______________ es:
El motivo por el que creé ______________ es:
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Ahora, considera hasta qué punto eres adicto a cada esquema. Ahora, crea un nuevo esquema de facilidad librándote de la adicción y diciendo NO al mismo. Notas:
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Etapa 6:
Proceso de placer
Haz una lista con tus diez placeres favoritos. Pon un aspa junto a cada uno de los placeres que has experimentado regularmente en tu relación importante más reciente. Prométete más placer en tu propia vida, y programa tus placeres como actividades frecuentes en tu calendario cotidiano. Si no puedes darte placer por ti mismo, nadie podrá hacerlo por ti. MIS DIEZ PLACERES FAVORITOS:
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8- Q 9- O
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Etapa Etapa 7:
Ley Primor Primordia diall
Tu Ley Primordial es tu pensamiento más negativo sobre ti mismo, deseado, no soy lo bastante bueno, bueno, soy so y malo, pensamientos del tipo ¡No soy deseado, hay algo ma lo en en mí, soy so y feo, feo , siempre hago daño a la gente que amo, o mi amor amo r provoc pro voca a separación!
Estas son conclusiones sobre nosotros mismos en las relaciones sacadas en el nacimiento. nacimiento. Como C omo tus pensamientos son creativos, creativos, los pensa mientos más primordiales - al ser aquellos que has pensado durante más tiempo- son los que más influyen en tus relaciones. Por ejemplo, ejem plo, si tu Ley Primordial Primordial es no soy lo bastante bueno, y el de tu pareja es siempre hago daño d año a la gente que amo, amo , no debe sorprenderte experimentar que tu pareja te hace daño desaprobándote, traicionándote o abandonándote. abandonándote. En una relación, relación, dado que el amor pone sobre el tapete todo tod o lo que es diferente del mismo, en su momento mom ento dos personas experimentarán experimentarán sus Leyes en obra. Si no son lo bastante conscientes para saber lo que está pasando, su relación puede acabar ahí mismo. Normalmente, Normalm ente, sobrecompensamos sobrecomp ensamos nuestras nuestras Leyes Primordiales. Primordiales. Si Si piensas que haces daño a la gente, puedes decidir meterte en una profesión altruista altruista como la enseñanza, la medicina o el trabaj trabajoo social para compensarlo. comp ensarlo. Si crees que eres feo, feo , puedes pu edes convertirte en un arti artista sta y crear belleza. Si crees que tu amor provoca separación, puedes pued es convertirte en el pacificador de las relaciones de d e otras personas. Pero aunque te aferres a la la sobrecom pensación pensa ción de tu Ley Primordial, ésta volverá y te acechará cuando menos lo esperes. Coge Cog e una hoja hoja de papel y anota anota tus cinco pensam ientos más negativos sobre ti mismo. Busca los pensamientos que parecen más básicos en todo tu comportam com portamiento iento compulsivo compu lsivo en la la vida. vida. Despué Des pués, s, subraya subraya el pensamie pensa miento nto que parece ser la raíz de los demás. Por ejemplo, si en tu lista escribes: 1) Los hombres me abandonan 2) Estoy E stoy demasiado gorda gorda 3) Soy aburrida 4) Nunca soy lo bastante buena 5) La vida es una lucha
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Entonces, Nunca so y lo bastante ba stante buena será tu ley, porque si nunca er es lo bastante buena, no eres bastante buena para conserv conservar ar a un hombre, ser delgada, excitante, y llevar una vida fácil. Mis 5 pensamientos más negativos sobre mí mismo: ________________________________________________________ __________________ 1. ______________________________________ 2 _____ ____________________________________________________________________________________________________ .
3. __________________________________________________ 4 . 5 .
Por lo tanto, mi Ley Primordial es:
Entonces, transformas tu Ley Primordial en tu Ley Eterna. Tu Ley Primordial es la mayor mentira que te has dicho a ti mismo, y parece una verdad. Tu Ley Eterna es la mayor verdad sobre ti mismo, pero al principio puede parecer una mentira - porque llevas mucho tiempo creyendo lo negativo.
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Ejemplos de conversiones de Leyes Primordiales/Eternas: Primordiales/Eternas: 1. N o so y lo ba sta nte b u eno
= So S o y p e r f e c t o t al y c o m o s o y
2. N o p u e d o h a ce rlo
= L o te n g o h e c h o
3. H a g o d año a la g e n te
= E s un p la c e r e s t a r c o n m i g o
4. No formo parte de...
= Formo parte del plan plan de D ios
5. No soy deseado
= Soy un regalo de Dios
Mi conversión de Ley L ey Primor Primor dial/Ete dia l/Eterna rna es: es: 1. Escribe Esc ribe tu Ley Eterna Etern a como uno u no de tus injertos injertos diarios. diarios. Escríbela Esc ríbela 20 veces al día hasta que la asimiles, la sientas y la experimentes en todos los campos de tu vida. Dominar tu Ley Eterna es sentar los cimientos de una relación de pareja pareja eternamente eternam ente feliz. feliz.
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Etap Etapaa 8:
Autoestim Autoestimaa
Sumergirse en los diez placeres favoritos y la Ley Eterna son dos ingredientes para alcanzar una gran autoestima. Tu relación contigo mismo es la más importante de tu vida. vida. No sólo la gente ge nte te trata trata como com o tú te trata tratass a ti mismo, mismo, sino que además ad emás eres er es la persona con la que tienes que vivir siempre. Si no puedes hacerte feliz a ti mismo, nadie podrá hacerlo por ti, al menos no durante mucho tiempo. Si no crees que mereces una relación extraordinaria, nunca la crearás. Si no te amas a ti mismo, tenderás a atraer a otras personas que no piensan muy bien de sí mismas, y dos copas vacías difícilmente difícilmente se s e pueden llenar mutuamente. mutuamente. Por supuesto, de vez en cuando puedes atraer a alguien que te ama más de lo que q ue tú te amas a ti ti mismo, mism o, pero p ero si lo lo haces, no serás capaz de recibir recibir el amor. Pensarás que la otra persona está mintiendo y empezarás a desconfiar, a apartarte, o a rechazarla. La mayor parte de las personas son ejemplos andantes del chiste de Groucho Marx: “No desearía pertenecer a ningún club que me admitiera a mí como miembro.” Con una actitud así, ¿cómo puedes atraer, y mucho menos entregarte, a una relación de pareja perfecta? Tener Ten er una gran autoestima es algo natural natural y no narcisista. Un egoísta egoíst a en realidad se odia a sí mismo pero pretende que es un regalo de Dios al mundo. U na persona con una gran gran autoestima piensa muy bien bien de sí misma, está agradecida a Dios, y desea compartir sus dones con los demás. Es fácil crear una gran autoestima siguiendo las directrices siguien tes: 1)Guarda un registro de éxitos en la mesilla y cada noche, antes de dormir, escribe 5 éxitos, por insignificantes que sean, que has logrado en el día. Crea una CONCIENCIA DEL EXITO. 2)Deja que penetren en ti los elogios de los demás. Si alguien reconoce tu mérito en algo, no lo disminuyas como si no significara nada, no pienses “¡Qué tontería!” ni lo descartes pensando “¡Si me conociera de verdad...” verdad...” Simplemente, Simplem ente, inspir inspiraa y di di “¡Gracias!” “¡Gracias!” Mereces M ereces elogios elog ios y reconoci rec onoci miento.
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3)¡Disfruta de tu carrera! ¿Cuántos de tus 10 placeres favoritos experimentas en tu trabajo? El placer y el trabajo no son incompatibles. De hecho, la gente que tiene verdadero éxito disfruta tanto de su trabajo que es casi imposible apartarla de él. Pasas una buena parte de tu vida trabajando, y si el trabajo es una lucha, cada noche vuelves a casa llevando dolor y frustración a tu relación. ¡Ya has luchado bastante! 4)Sé perezoso de vez en cuando. No tienes que hacerlo siempre todo. Quizás tengas el hábito de pensar que nunca haces bastante, y por consiguien te seas un adicto al trabajo. Estate un rato sin hacer nada. Apréciate a ti mismo por lo que eres, y no sólo por lo que haces. Entra en tu existencia pura como en tu máximo valor, porque el amor es una cualidad de existencia, y no de acción. 5)Ama tu cuerpo, que al fin y al cabo es la parte más visible de ti. Ponte desnudo frente a un espejo de cuerpo entero, y reconócete a ti mismo todo el tiempo que puedas cada día, o al menos varias veces por semana. Mírate a ti mism o y di en voz alta. “¡Me gusta mi cuerpo, y también les gusta a los demás!” Deja de mirar en los espejos sólo para ver lo que está mal en ti. Busca lo que está bien. Aquello en lo que te centras se expande. 6)Si cometes un error, no te critiques a ti mismo. Simplemente, aprende la lección y sigue adelante. Desaprobarte a ti mismo crea resenti miento y lucha. Perdonarte a ti mismo, aprender la lección y seguir es la forma de proceder. 7)Cómprate cosas que te gusten de verdad, y no lo que crees que te puedes permitir. Acostúmbrate a darte lo mejor. Cerciórate, por ejemplo, de que no te estás comprando ropa para contentar a tus padres o rebelarte contra ellos, sino para expresar tu magnificencia única. 8)Escríbete a ti mismo mensajes de amor, postales, cartas, y envíatelas como recordatorios de lo mucho que tienes para ti. 9)Además de con tu Ley Eterna, trabaja con 2 ó 3 de los injertos siguientes: a - Soy muy agradable para mí b - Soy muy agradable para mí en presencia de los demás. c - Me amo incondicionalmente
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d - Me perdono completamente e - Merezco lo mejor f - ¡Soy grande! ¡No hago chatarra! g - Tengo todo lo que necesito para conseguir todo lo que quiero h - Soy un hombre (una mujer) guapo, adorable. M erezco ser amado. Por lo general, lo mejor es no escribir más de 3 afirmaciones, y hacerlo 20 veces al día, durante tres semanas. Vuelve a escribir aquí tu Ley Eterna:
Ahora, escoge 2 o 3 injertos y escríbelos aquí:
Durante las tres próximas semanas, coge cada día una hoja de papel, y escribe 20 veces cada afirmación.
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Etapa 9:
¡Estar solo!
Como preparación final para crear a tu compañero ideal, ¡debes estar solo! No encubras tu soledad con asuntos casuales, sin sentido, que al final te dejan más vacío de lo que estabas. Coge al toro por los cuernos y derriba tu soledad hasta tumbarla. Se célibe durante un tiempo. Líbrate de tu adicción al sexo. Deja de pensar que necesitas a otras personas para que te hagan feliz. Cuando aprendes a ser feliz por ti mismo, estás en el espacio perfecto para atraer a otra persona que puede ser feliz por si sola. Dos personas que pueden ser felices a solas pueden ser doblemente felices juntas. Sus copas están llenas y se vierten continuamente la una en la otra. Durante ese tiempo, pasa por la experiencia del REN ACIM IENTO. El renacimiento es el proceso más potente y agradable para entrar en contacto con tu propio poder personal, perfección y amor, así como para deshacerte de todos los esquemas primordiales en el camino de tu felicidad.
Etapa 10:
Corre riesgos
Cuando te sientes completo y lleno en tu interior, estás preparado para atraer a tu pareja perfecto. No obstante, debes estar dispuesto a correr riesgos. Cuando conozcas a gente, pídele lo que quieres. Debes estar dispuesto a decir sí cuando quieres decir sí y no cuando quieres decir no. Sé capaz de aceptar una respuesta negativa y seguir adelante. Todos tenem os una “cuota de rechazo.” Cuando nos han rechazado lo suficiente, dejamos de rechazarnos a nosotros mismos, y entonces es cuando los demás empiezan a aceptarnos. Si eres mujer, puedes desear ser más rotunda al solicitar a los hombres. Hoy en día, los hombres suelen avergonzarse y excusarse ante las mujeres que les solicitan, porque no quieren acudir y arriesgarse a recibir una respuesta furiosa. Si quieres igualdad en tu relación, empieza desde el principio y toma conciencia de que ahora tomar la iniciativa es apropiado para ambos sexos.
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Etapa 11:
Haz lo que te gusta hacer
Al buscar pareja, a menudo las personas pierden su naturalidad. Empiezan a hacer cosas que no disfrutan realmente, pensando que deben hacerlas para conocer gente. Así que van a bares de solteros, cosa que odian, o a fiestas donde no quieren estar. Y buscan a algún otro que no quiera estar allí para que les lleve a casa. Si piensas en ello, es mucho más probable que encuentres a una pareja compatible haciendo las cosas que te gustan. Si disfrutas en el museo, ve. Si te gusta la playa, ve allí. Si te gusta hacer jogging, esquiar, pasear por el parque, hazlo. Ahí es donde encontrarás a otras personas que disfrutan con las mismas cosas que tú. Además, si no conoces a nadie, por lo menos lo estarás pasando bien tú solo. Es algo tan obvio que la mayor parte de la gente lo olvida.
COSAS QUE DE VERDAD ME GUSTA HACER:
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Etapa 12:
Mantén los ojos abiertos
Dado que ahora estás buscando a alguien que no encaja con tus imágenes o esquemas, necesitas entrenar la vista para ver lo inesperado. Por ejemplo, si durante toda tu vida has tenido un esquema de lucha, probablemente evitaste a personas que eran tranquilas, que te querían desinteresadamente, que no eran un desafío. Te atraían esos casos duros en los que podías trabajar duro, rehabilitar, cambiar, mejorar. Luchaste con compañeros que merecían la pena - ¿o no? Ahora, en tu LISTA DE LA COM PRA, has pedido al universo que te envíe a alguien totalmente diferente, tranquilo, relajado, solidario. Cuando encuentres a una persona así, no estarás acostumbrado a ella; tu mente estará acostumbrada a las personas duras. Así que mira atentamente, inspira, y estate dispuesto a ver la atracción si está presente.
Etapa 13:
Amistad primero
Todas las buenas relaciones de amor se basan en la amistad. Y es mucho más fácil que una buena amistad evolucione hasta convertirse en una relación sexual duradera que al revés. Además, si primero se establece la base de la amistad, entonces siempre podrás recurrir a ella cuando surjan problemas en otras áreas de tu relación. No te precipites al compromiso sexual. ¿Qué prisa hay? Mereces que se espere por ti. Conozco a un profesor que recomienda 90 días de celibato a las nuevas parejas antes de comprometerse demasiado. Esto limpia el aura sexual de la pareja y da un margen de tiempo para llegar a conocerse mutuamente. N o digo que sean esenciales 90 días, pero algunas semanas no hacen daño a nadie. Tómate tu tiempo. Puedes tener afecto físico sin sexo. Conozco a muchas personas que duermen con amigos sin tener sexo. Ten siempre claro
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lo que sirve a tu propósito más elevado, lo que quieres a largo plazo. Y di no cuando no quieres y sí a lo que deseas realmente. N o caigas en la trampa de si no hago el amor con él ahora, m e dejará. Mereces que se te conozca. Y el cortejar forma parte del placer de amar. Por otra parte, si siempre has tenido un esquema de no comprome terte, si siempre te has estado reservando para Don Perfecto, puede ser hora de practicar el estar en una relación en vez de reservarte para un hombre único imaginario. En el campo del amor, la práctica perfecciona, y hasta que no te des a ti mismo, no te encontrarás a ti mismo. Lo importante es establecer el equilibrio adecuado entre tu nueva conciencia sobre las relaciones y ciertas virtudes válidas pasadas de moda, como esperar y cortejar y reservarte y no precipitarte. Recuerda, el amor no es ciego, ni algo en lo que deseas caer sin pensar. Los locos se precipitan. Las personas prudentes se toman un respiro.
Etapa 14: Empezar a estar juntos Con frecuencia, viene a verme o me escribe gente para agradecerme el trabajo que he hecho con ellos. A veces dicen algo como Bueno, ahora tengo mi relación - como si una relación fuera una posesión que puedes tener, medir y retener. Pero no es así. Una vez que has encontrado a una pareja perfecta, debes ser igual de consciente que cuando la concebiste. La época en que se empieza a estar juntos suele ser un momento crítico en el que se forman los hábitos de tu relación. Muchas veces, experimentas tantos sentim ientos amorosos tan maravillosos al principio, que tiendes a negar, desdeñar o ignorar “el resto.” Te saldrán mejor las cosas, si llegados a ese punto, mantienes los ojos abiertos. ¡Decid la verdad enseguida! Sentaos el uno frente al otro, asumid uno el papel de A y otro el papel de B, y tomaos unos minutos para comunicaros mutuamente vuestros temores. A. Una cosa que me asusta de estar enamorado de ti es... B. Gracias.
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Es importante que B diga gracias, y no intente discutir o disipar los temores de A. Deja que termine sin discusiones. Y acostumbraos a deciros vuestros pensamientos más oscuros desde el principio. A menudo, es mejor entrar con el pie izquierdo en una relación compartir todas las cosas de ti que temes que sean rechazadas y pisoteadas. De esa manera, si tu pareja te acepta y te quiere incondicionalmente, sabrás que en el futuro nunca tendrás que esconder nada en la relación.
Etapa 15:
Injerto conjunto
Cread un injerto conjunto para afirmar las cualidades de vuestra relación que deseáis expandir. Adoptad una norma: siempre que uno de los dos empiece a decir este pensamiento en voz alta, el otro se debe unir a él. Aunque te sientas totalmente reacio, te unes a este pensamiento superior para superar tu separación. El injerto tiene que ser bastante largo para que resulte difícil aferrarse a pensamientos negativos después de repetirlo. Bob y Mallie siempre tienen y disfrutan un amor, salud, felicidad, abundancia, sabiduría, armonía, espacios vitales lujosos, viajes fáciles y agradables una felicidad sexual siempre crecientes!
Cread el vuestro. NUESTRO INJERTO CONJUNTO:
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Etapa 16:
¡Te quiero!
“Te quiero” son las dos palabras más poderosas que conozco. Normalmente, al principio de una relación las parejas no dejan de decirse el uno al otro, “¡Te quiero!”. Después, a medida que los días se convierten en semanas y meses, el reconocimiento verbal del amor se deja en el cuarto trasero y afloran los esquemas inconscientes, y muy pronto la negatividad parece más real que el amor. Nunca puedes decirle “Te quiero” demasiadas veces a alguien. Y cuanto más afirmas el amor cuando lo sientes, más amor que sentir generas. ¡Céntrate en el amor!
Etapa 17:
Nada de obligaciones familiares
Sobre todo al principio de una relación, es mejor no tener obligacio nes familiares respecto a la familia del otro. Al unirte inicialmente a otra persona, constituís la semilla de una nueva unidad familiar, y como cualquier semilla, necesitáis tiempo, paciencia, espacio y amor para crecer. Ya es bastante desafío entregarte a tu pareja para encima meter en ello a otros muchos parientes demasiado pronto. Además, eso os brinda la oportunidad de deshaceros un poco más de vuestras familias y de convertiros en vuestros propios parientes en vuestra propia vida. Dejad que vuestras relaciones con los padres y hermanos del otro crezcan orgánicamente, y no artificialmente. Así, el vínculo entre todos vosotros será elegido, real y duradero.
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Etapa 18:
Elegir una forma
Recuerda que, por su esencia, el amor carece de forma. No se puede ni contener ni poseer. Nunca podrás meter dos veces el pie en la misma agua - siempre fluye, transformándose continuamente. La base de una relación sana se da cuando ambas personas están comprometidas con su propio bienestar personal así como con el bienestar de la otra. Cada una de ellas satisface su propia alegría y vitalidad a la vez que respeta también las de la otra. Esta es la semilla para una relación de amor eterna.
La naturaleza eterna del amor es, evidentem ente, atemporal, incon mensurable, e incontenible. Si decides meter este amor eterno en una forma limitada, no pierdas nunca de vista el contexto eterno que hace que funcione. Si quieres una forma sexual “abierta” para tu amor sin forma, asegúrate de que no estás actuando compulsivamente, rebelándote contra la forma de ver las cosas de tus padres, el condicionamiento religioso, o reproduciendo un esquema incestuoso. Si tu pareja la quiere abierta y tú la quieres cerrada, averigua porqué atrajiste a alguien que no está en armonía con lo s deseos de tu corazón. ¿Has recreado a tu padre o a tu madre no disponible? Al final, tendrás que elegir realmente entre lo que de verdad quieres y tu adicción a lo que no quieres. Si tienes miedo al compromiso, lo cual suele tener origen en el “terror a verse atrapado sin salida” del nacimiento, quizá quieras renacer frecuentemente hasta que conectes con tu libertad interna, que no está en función de acuerdos externos. Si tienes miedo al abandono, haz renacer también los recuerdos pasados expulsándolos de tu cuerpo para que este temor no te afecte en tu relación actual. Cuando tu deseo de entregarte es mayor que tu miedo a la pérdida o a verte atrapado, tu relación está abocada al éxito. Puedes llegar a acuerdos respecto a qué forma encaja mejor con tu propósito. Un acuerdo es una arreglo para un curso de acción del que los dos queréis ser responsables. Los acuerdos están destinados a servirte; no deberías ser un esclavo de tus acuerdos. Si ya no sirven para tu propósito, se pueden volver a negociar. Los acuerdos siempre se deben hacer por períodos de tiempo limitados.
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Un comprom iso es más que un acuerdo. El acuerdo lo haces desde tu mente. Tu compromiso lo descubres en tu corazón. Y tu compromiso natural con alguien en quien confías y con quien deseas estar siempre te proporcionará una fuerza y una certeza que los acuerdos nunca podrán proporcionar. A medida que despejas el terreno entre tú y la entrega total, observarás que tus acuerdos evolucionan de forma natural convirtiéndose en compromiso, y después el compromiso se convierte en devoción, donde estás totalmente entregado incluso a tu compromiso. El objetivo de jugar con formas acordadas es desarrollar confianza suficiente para dar juntos el gran salto.
Etapa 19:
Juegos
Hay una serie de juegos a los que puedes jugar con tu pareja para mejorar vuestra conexión y disolver la separación.
1. “Juego del Día de la Razón”: Tú y tu compañero os turnáis paratenerrazón 24 horas cada uno. Este es unjuego maravilloso si tenéis un conflicto de tener razón o estar equivocado en vuestra relación. Cada persona tiene siempre razón a su propio modo de ver, porque sus pensamientos son creativos y siempre atraerá la evidencia apropiada para confirmar su punto de vista. Así que lo de tener razón o no es absurdo, pero de todas formas se plantea. Cuando tu pareja tiene razón por un día, eso no significa que tú no la tengas. Significa que tienes que elegir tener razón también. Simplemente, estás de acuerdo con tu compañero siempre que surge una cuestión durante el día, ya sea qué película ver, en qué dirección girar en el coche, o qué tomar para cenar. Sigue repitiendo este proceso hasta que desaparezca todo el conflicto de tener o no razón. Cuando te dejes llevar por él, te reirás un montón, y llegarás a apreciar lo brillante que es a veces tu pareja. Sabrás que has terminado con este juego cuando te des cuenta de que da igual quién tiene razón o deja de tenerla, porque si tu compañero tiene el pensamiento más brillante, tú serás el primero con quien lo compartirá. Cuando quitéis de en medio vuestros egos individuales, vuestra relación podrá ser un canal claro para ideas inspiradas.
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2. “El juego de la verdad m ojada”: La comunicación es la llave de la puerta del amor incondicional. En una relación, quieres sentirte libre para expresarte sin desaprobación, y quieres que tu pareja tenga el mismo espacio seguro. Cada noche antes de acostaros, llenad la bañera y meteros los dos en ella. Entonces, tenéis cada uno el mismo tiempo para comunicar cualquier cosa que se os haya quedado por decir durante el día, ya sea negativo o positivo, sin discusión o respuesta. (La necesidad de contestar se basa a menudo en la autodefensa, y, recuerda, la paz no necesita defensa). Es una oportunidad de alcanzar los pensamientos del otro, así como de deshaceros de esos pequeños pensamientos negativos que suelen convertirse en una bola de nieve, en grandes resentimientos si no te libras de ellos. Elegid un A y un B, y dará algo así: A: Algo que me gustaría comunicarte es te quiero.
B. Gracias. A. Algo que me gustaría comunicarte es... No m e gustó que te dejaras los platos sin lavar esta mañana.
B. Gracias.
A. Algo que m e gustaría comunicarte es... Me encantó que hoy llamaras a mi madre.
B. Gracias. A. Algo que m e gustaría comunicarte es... Me sentó mal que quedaras para cenar sin preguntarme.
B. Gracias. y sigue hasta que lo hayas soltado todo. La Biblia dice: “¡Nunca dejes que se ponga el sol sobre tu ira!” Suéltalo todo. No son más que pensamientos, y por eso B no responde. Aquí, el objetivo no es discutir, sino simplemente crear un espacio libre para decir lo que tienes en la cabeza y dejarlo marchar. Recom iendo respirar al hacer ésto, y que cuando hayáis terminado, salgáis de la bañera y dejéis que el agua se vaya por el desagüe, junto con toda la negatividad que habéis liberado.
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3. “El Juego de las 24 Horas de Contacto”: Cuando irrumpen las fuerzas de separación en vuestra relación, este es un juego fabuloso para reafirmar vuestra voluntad de estar juntos. Necesitarás jugar a este juego cuando menos te apetezca, así que inspira profundamente y elige el camino más ancho. El juego consiste justo en lo que da a entender: Durante 24 horas, tú y tu pareja os mantenéis en contacto físico. No dejéis que nada ni nadie se interponga entre vosotros u os separe. Si suena el teléfono, id juntos a contestar. Si uno de los dos va al baño, el otro también. Etcétera, etcétera, etcétera. Querréis jugar a este juego cuantas veces sean necesarias, hasta que experimentéis armonía en vuestra decisión de estar juntos. 4. “El Juego de la Cama Entera” Muchas veces una pareja tiene una cama muy grande, pero cada uno de ellos disfruta sólo de la mitad de la misma. Esto puede ser simbólico de la separación en la relación, donde cada persona posee su 50%, pero no la otra mitad. Cambiar el lado de la cama puede abrir la puerta para poseer toda la relación, así como la cama. Además, puedes encontrarte con que entras en los sueños de tu compañero, experimentas su aura y su sexualidad, y que así sea fortalece la conexión psíquica entre vosotros dos. No e s más que un juego sencillo con resultados profundos. ¡Intentadlo! 5. El Juego del Co-Aislamiento”: Este es otro juego concebido para mejorar vuestro vínculo espiritual, así como para libraros de la separación. Acordáis pasar 24 horas aislados en habitaciones contiguas. Cada uno de vosotros lleva un diario durante todo el tiempo. Em pezad por cosas sencillas. A mediodía, pensad los dos en un color durante un minuto, y después anotad el color. A la una, uno de los dos piensa en un color durante un minuto y el otro intenta recibirlo. A las dos, los dos compañeros piensan en un lugar. A las tres, uno de los dos piensa en un lugar y el otro intenta recibirlo. A las cuatro, los dos compañeros piensan en una persona a la que ambos conocen. A las cinco, uno de los compañeros piensa en una persona y el otro intenta recibirlo. Planificad vuestro programa de antemano, y anotad todas vuestras comunicaciones por escrito, así como vuestros pensamientos y sentimientos entre horas. Si jugáis periódicamente a este juego en vuestra relación, no sólo os divertiréis, sino que abriréis más vuestras facultades intuitivas.
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Etapa 20:
Centrarse en lo positivo
Dado que aquello en lo que te centras se expande, céntrate en lo positivo, pero al mismo tiempo, no niegues lo negativo. Recuerda reconocer y expresar gratitud hacia tu pareja siempre que la sientas. Lee tu LISTA DE LA COMPRA una vez al mes y céntrate en ver esas cualidades en tu pareja y en reconocer su crecimiento. Practica el perdón hacia ti mismo y hacia tu compañero siempre que sea necesario. Ante todo, no caigas en la costumbre de quejarte de tu pareja a tus amigos. Eso no es más que una invitación a conseguir más acuerdo -y por consiguiente más energía- para lo que no te gusta. Si no siempre puedes aclarar tu relación en tu relación, si hay verdaderos bloqueos, entonces busca ayuda profesional. Pero llevar las quejas a tus demás relaciones sólo ayudará a la expansión de lo negativo. Elogia a tu pareja ante tus amigos. Diles lo que te gusta, y no lo que odias de ella. Comparte la belleza de lo que estáis creando tú y tu pareja, y esa belleza no sólo crecerá en vuestra vida, sino que servirá de inspiración a los demás.
Etapa 21:
El juego del dinero
Jugad juntos al juego del dinero. El dinero es un símbolo de energía en movimiento, Dios en circulación. Al jugar juntos con el dinero, estáis eligiendo manejar más energía, vitalidad, y emoción en vuestra relación. Al principio de estar juntos, podéis querer tomar el 10% de cada uno de vuestros ingresos y formar un “fondo común” para jugar con él. Podéis querer abrir algunas cuentas conjuntas, para el placer, los viajes, grandes compras, una casa. Si no tenéis claro que cada uno de vosotros puede mantener toda la relación, cread esta certidumbre con una serie de acuerdos cambiantes. En su momento, podéis querer poner en común todo vuestro dinero, al igual que ponéis todas vuestras vidas en común, como expresión de vuestra
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confianza, amor y devoción mutuos para siempre. De paso, observaréis las distintas formas que tenéis de utilizar el dinero, bien para controlar y manipular, o bien para jugar al débil e impotente en una relación. Gracias a vuestro compromiso individual de ser autosuficientes, podéis libraros de los entrelazamientos negativos que solía implicar el dinero. Recuerda, en cierto sentido, tu relación es una empresa. Manejáis e intercambiáis tanto dinero juntos como en el trabajo, por lo menos. Por lo tanto, planificad juntos. Preparad objetivos conjuntos para vuestro futuro juntos. Y si os sentís movidos a ello, cread una pequeña empresa juntos -es una forma de jugar más juntos, pasar más tiempo en presencia el uno del otro, y compartir amor y prosperidad al mismo tiempo. Es doblemente gratificante hacer negocios con alguien a quien amas.
Etapa 22: Completar el vínculo Cuanto más elegís estar juntos tú y tu pareja, más se entrelazan vuestros campos de energía, así como vuestras vidas. No obstante, podéis descubrir que existen interferencias sutiles en vuestro proceso de conexión, y que debéis purgarlas de vuestras mentes inconscientes. Es aconsejable, en algún momento de vuestra relación, que os sentéis el uno frente al otro y compartáis vuestras historias sexuales completas - no para abrir una caja de gusanos, sino para compartir completamente vuestras vidas. Compartir el pasado puede ser una gran ayuda para compartir el futuro. El proceso puede ser algo así:
A. Alguien a quien di mi corazón en el pasa do y d e quien ahora me l libero para siempre es...
B. Gracias.
¡Nada de discusiones, gracias! Es un proceso sencillo y seguro para librarse de contratos anteriores, votos y promesas que hiciste en el pasado.
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Recuerda, tu palabra es la ley en el universo, y si diste tu palabra a alguna otra persona, debes retirar conscientemente tu energía y ponerla en tus nuevas palabras para que sean efectivas. También puedes hacer meditaciones y visualizaciones en las que “ves” a esas personas de tu pasado, completas tus comunicaciones con ellas, y les dejas seguir su camino.
Etapa 23:
El juego del matrimonio
Nunca te cases antes de sentirte casado. El matrimonio como expresión de esperanza, como promesa de futuro, o como sustituto de la certidumbre interna está condenado al fracaso. El matrimonio es el reconocimiento de una unión que y a ha sido alcanzada.
Por supuesto, seguiréis creciendo después del matrimonio, pero si hay un bloqueo antes de la boda, la luna de miel no lo resolverá. Si estáis pensando en casaros, seguid el siguiente proceso de una en una vez, hasta que os hayáis librado de todos los pensamientos limitadores: A: Casarse supondría.... B: Gracias. Seguid repitiendo este proceso hasta que no surja nada. Cuando sepáis que el matrimonio no supone ninguna diferencia, seréis libres para casaros, para expresar la alegría y la armonía de vuestra relación sagrada.
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Etapa 24:
Apoyo
Las parejas merecen apoyo, y no hay mejor medio de apoyarte que rodearte de otras parejas que van “a por todo”. El Curso de Relaciones de Pareja, el Curso y el Programa de Parejas son excelentes comunidades de apoyo para las parejas conscientes. En el pasado, tus amistades se han basado en “la desgracia busca compañía”. Ahora, ha llegado el momento de rodearte de gente que apoye tu crecimiento, y no tu desesperanza. Muchas veces, los amigos que buscas son espejos de la dirección en que has decidido avanzar.
Etapa 25:
Injertos para un amor perfecto
A continuación siguen injertos adicionales para afirmar las cualida des que más deseas en una relación. Te sugiero que grabes una cinta con tu propia voz, repitiéndolas tres veces cada una, deteniéndote entre afirmacio nes. 1.
¡Merezco un amor incondicional!
2.
Merezco recibir lo que quiero.
3.
Es bueno entregarse al am or que la gente siente hacia mí.
4.
Mi amor es suficientemente bueno para m í y para todo el mundo.
5.
Soy una persona llena de amor.
6.
Es bueno para m í amar a los demás.
7.
Siempre que parezco perder, se acerca un triunfo más grande.
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8.
A la gente le gusta darme.
9.
Ahora doy a los demás el placer de darme a mí.
10. Puedo recibir sin sentirme obligado. 11. Puedo dar sin controlar a los demás. 12. Merece la pena dar. 13. Me puedo expresar plenamente ante los demás. 14. Cuanto más me expreso, más me am o a m í mismo. 15. Cuanto más me expreso, más me aman los demás. 16. Siempre me comunico d e form a que me hago escuchar. 17. Puedo crear la atención que necesito. 18. Es bueno darme plenamente. 19.
Ya no me refreno en mis relaciones.
20. Cuanto más gano, más gana mi pareja. 21.
Cuanto más gana m i pareja, más gano yo.
22. A m o mi relación. 23. Mi relación hace mi vida más fácil. 24. Ahora permito que mi compañero me apoye plenamente. 25. Ahora experimento la ayuda com o libertad, y no com o control. 26. Puedo ser completamente yo mismo con mi pareja. 27. Ahora permito a mi compañero ser completamente él mism o conmigo. 28. Prefiero ganar amor a ganar discusiones. 29.
Como soy inocente, ya no tengo que defenderme.
30. Asumo la responsabilidad de lo que creo. 31. Siempre puedo encontrar la solución a cualquier problema. 32. Ahora se manifiesta el propósito divino de m i relación. 33. La orientación divina apoya a m i relación.
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34. Dios está con nosotros. 35. Ah ora pu ed o ver a Dios en mi pareja, independientemente de lo que esté pensan do, sintiendo o haciendo.
36. Ah ora revelo m i divinidad a m i pareja. 37. Es bueno estar plenam ente con mi pareja. 38. No tengo nada que esconder a mi pareja. 39. Mis relaciones siempre duran tanto como quiero. 40. Es seguro quedarse. 41. Es seguro marcharse. 42.
Com o sé que m e pu edo marchar, soy libre de quedarme.
43. El am or es una liberación, no una trampa. 44.
Cuanto más elijo a mi pareja, más libre me siento.
45. Mi relación principal m e abre a los demás. 46.
Cuanto más elijo a mi pareja, más cerca me siento de todos mis
amigos.
47.
Ya no creo separación para protegerme.
48.
Cuanto más m e entrego a mi relación, más creatividad e individuali dad siento.
49. Siempre pue do ver el pensamiento más elevado. 50. Mi pareja siempre ve el pensamiento m ás elevado. 51. Mi relación es un canal claro para la inspiración. 52. Siempre elijo el placer en vez del dolor. 53. Merecemos tenerlo todo. 54. Es bueno tener una relación m ejor que la de m is padres. 55. Es bueno superar a m i familia. 56. Me perdon o a m í mism o por divertirme tanto en m i relación. 57. Me doy permiso para experimentar la perfección de mi relación. 58. ¡Mi relación es perfecta, pase lo que pase!
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Mis Injertos para el Amor Perfecto
TERCERA PARTE
PAREJAS CONSCIENTES
PAREJAS CONSCIENTES Cuando Mallie y yo aunamos nuestras fuerzas, no teníamos otras parejas a nuestro alrededor. Nos sentíamos como una isla de unión en medio de un mar de celibato. Uno de nuestros primeros deseos fue crear otras parejas, modelos de papeles de los que pudiéramos aprender y con quienes pudiéramos jugar. Durante los nueve años que llevamos juntos, hemos conseguido atraer a nuestras vidas algunas de las relaciones más magníficas del mundo. Muchas de esas parejas son dúos corrientes, de modales apaci bles, pero mételas en una cabina telefónica y, en un instante, se convierten en las super-parejas que realmente son. Muchas de esas parejas son personas con quienes trabajamos en nuestros cursos y programas, y con quienes jugamos en nuestras vidas diarias. A veces, parecía imposible identificar las fronteras donde acababa la amistad y empezaba la relación profesor/alum no. Había días en que nos parecía que teníamos que elegir entre lo uno o lo otro, y que era imposible ser am igos de nuestros clientes. Vimos porqué los psicólogos tradicionales siempre se mantienen distanciados de sus pacientes, y cuántas transferencias había que afrontar. Pero con cada una de esas parejas extraordinarias, tuvimos éxito a los dos niveles: aprendimos a dejar a un lado nuestras enseñanzas y a relacionarnos con otras parejas como compañeros, y no com o clientes; ellos aprendieron que eran nuestros iguales;que, aunque tuviéramos algo que enseñarles, ellos también nos estaban enseñando a nosotros, y que, esencial mente, éramos iguales. Mallie y yo estaremos eternamente agradecidos a toda esa gente, individualmente y en conjunto, por todo lo que nos dieron y todo lo que nos permitieron darles. ¡Dios os bendiga a todos!
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Terry y Lanier Terry y Lanier son la pareja más inspirada que conozco. Son pioneros en el campo de las relaciones humanas - más todavía que Mallie y yo. Son increíbles amigos, amantes, compañeros, colaboradores y colegas en la vida. También son sum amente divertidos. Cuando les pregunté qué era lo que hacía que su relación fuera tan extraordinaria, Terry no vaciló: “¡Yo!”, exclamó, “¡mi increíble tolerancia respecto al error humano!” Los dos son actores, cómicos, maravillosos imitadores, y guionistas. Su capacidad de representar multitud de papeles sin tomarse en serio ninguno de ellos, así com o de observar el drama de otras relaciones desde el punto de vista de una comedia de situación ilumina considerablemente su relación. “Las peores cosas de la vida son las cosas más divertidas en el escenario”; dicen. En la mayor parte de las parejas, los papeles están claramente definidos - hombre, mujer, marido, esposa, padre, madre. Al ser dos hombres, los papeles de Terry y Lanier cambian constantemente, de modo que nunca se quedan atrapados en una forma o en maneras establecidas de estar juntos. Cada uno de ellos está dispuesto a ser para el otro el amigo, el padre, la madre, el esposo, la mujer, el hijo... lo que haga falta. En un momento dado, Terry será una torre de fortaleza, dejando a Lanier espacio para hacerse pedazos, ser vulnerable, no decir nada, derrumbarse. Al minuto siguiente, Lanier ya ha revivido com pletamente y Terry se ha deshecho a un mar de lágrimas. “Pensé que estabas bien”, dirá Lanier. “Lo estaba”, contesta Terry, “pero estaba esperando para que lo estuviéramos juntos.” Cuando están juntos, las lágrimas se convierten rápidamente en risa. Lo que más admiro de su relación es que, ante todo, son dos seres humanos enamorados, y sólo después homosexuales. No ondean banderas, ni gritan eslóganes ni desfilan en marchas; pero siempre se sienten cómodos siendo quienes son y compartiéndolo con el mundo. Cuando les con ocí en Los Angeles, me quedé tan asombrado por su dulzura, ternura, amabilidad, entusiasmo, inteligencia y humanidad, que sólo más adelante me di cuenta de que eran una “pareja homosexual”. Ahora pienso más bien en una “pareja alegre”6. N.T. En inglés, “gay” significa homosexual, per o también alegre.
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Hace tiempo, Terry intervenía para la Oficina Portavoz Homo sexual, pero dejó de hacerlo cuando se dio cuenta de que la sexualidad no es una cuestión política y que todos los seres humanos comparten las mismas necesidades, sentimientos, problemas y lecciones en la vida. Un día, estaba dando una charla cuando alguien le hizo una pregunta estúpida, del tipo “¿Qué se siente al ser homosexual?” Miró a esa persona y de repente se dio cuenta de que todo era una broma, que la gente hacía preguntas cuyas respuestas conocía, así que porqué pretender que hay separación cuando no la hay. Terry y Lanier tienen una misteriosa capacidad de renunciar com pletamente. Siempre que lo hacen, Dios parece concederles milagros. De hecho, así es com o se conocieron. Cada uno de ellos acababa de renunciar a la esperanza de llegar a tener nunca su relación ideal. Al día siguiente, se conocieron en una pista de baile. La noche siguiente se pusieron de punta en blanco, cosa que nunca hacían, y salieron a cenar. De eso hace cinco años, y desde entonces siguen enamorados. También tienen una profunda certeza de que estarán juntos para siempre, pase lo que pase, lo cual les da una gran libertad para ser ellos mismos, expresarse, y decir la verdad sin temor a la pérdida. Otra ocasión en la que renunciaron completamente fue cuando sus carreras se estancaron en Los Angeles. Sus guiones no conmovían, sus carreras de actores estaban paradas. Finalmente, dijeron. “Olvidémoslo todo... Vayamos a Ojai y abramos una guardería.” Terry se arrastró hasta la cama y adoptó la posición fetal. Sonó el teléfono. Era una oferta de Saturday Night Live para escribir y actuar en el show. Al principio, vacilaron, sabiendo que ya no necesitaban para nada el follón del mundo del espectáculo. Después, hicieron las maletas y se fueron a Nueva York. Ahora, T erry camina por las calles de Nueva Y orle y los desconocidos -”No hay desconocidos,” dice Terry, “sólo personas que todavía no se ha reconocido m utuamente” le salen al paso y le dicen, “Hola, buenas... ¿cómo está?... es muy bueno su show... me gustó su imitación de Nancy Reagan...” a veces, se presenta alguien que dice, “¡Hey!”, creyendo que conoce a Terry, y de repente se da cuenta de que es una “estrella” y dice, “Ah, es usted...¡hola!” Han pasado fácilmente a la categoría de celebridad, igual que lo harían a un nuevo coche. Para ellos, ser una estrella es cuestión de cómo son percibidos, y no de quienes son realmente. Y son muy conscientes de la adicción americana a poner a la gente en pedestales, para apearla después.
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Dicen que el Curso de Relaciones de pareja les ayudó enormemente. Antes del curso, su actitud era: “¡Si lo conseguimos... si somos estrellas, entonces sabremos que somos lo bastante buenos! ” Ahora, saben que su valor no tiene nada que ver con el reconocimiento externo, lo cual les permite seguir el juego del negocio del espectáculo con menos tensión, más desapego, más diversión. Están enamorados de la vida, de sí mismos y entre sí. Todo lo demás es un beneficio complementario. Su punto de vista es que, con toda modestia, son un regalo de Dios al mundo y que el mundo es un regalo que Dios les ha hecho. Creo que estoy de acuerdo con ellos.
Peter y Meg Conocimos a Peter en San Francisco, cuando tenía toda la ambición de sus veinte años. Observamos inmediatam ente que era un joven extraordi nario, con un corazón abierto y una mente rápida. Inmediatamente se convirtió en nuestro amigo. Al principio de nuestra relación, Peter nos ayudó desinteresadamente asistiendo a muchos de los LRTs que organizamos en San Francisco. Creo que teníamos el secreto deseo de raptarlo y llevarlo a Nueva York, pero nunca pudimos convencerle de que Nueva York era un entorno deseable. Conocimos a Meg en Nueva York y se apuntó a nuestro primer programa de seis meses, y ha seguido y/o dirigido cada uno de nuestros programas subsiguientes. Siempre estuvo claro que M eg era un ser humano extraordinariamente dotado, y que estaba plenam ente comprometida con su crecimiento, sus relaciones y el planeta. Creció en Montana, vivió en Alaska y vino a la Gran Manzana a expresarse ante el mundo. Era un regalo que Dios nos enviaba para sintonizar con precisión, jugar con ella, enseñarle y aprender de ella. Meg era tan honrada emocionalmente, que creaba seguridad suficien te para que se entregaran cientos de personas en ella. Meg y Peter se conocieron en una Convención de Renacedores en Colorado. Su conexión fue tan potente que tuvieron que volverse cada uno a su costa y pensárselo durante algún tiempo. Nunca tuvimos que hacer de
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casamenteros con ellos, porque su propósito de estar juntos era tan fuerte que era inevitable que se unieran. Pero, ¿sería en la Costa Este o en la Costa Oeste, o qué tal en Kansas? Entretanto, estábamos intentando convencer a Peter para que participara en nuestro siguiente programa de seis meses. Seguía siendo reacio, pero había tantos signos evidentes de que tenía que dejar California, cosa que no había hecho en su vida, que al final eligió a Meg, a nosotros, a Nueva York, y toda la Costa Este. Era asombroso observar a Peter tras tomar su decisión, lo deprisa que se trasladó, cómo se entregó totalmente a su amor familiar en Nueva York. Peter se convirtió en uno de los mejores formadores de LRT y Meg en una de nuestros mejores Directores de Centro. Ambos tuvieron éxito individualmente y juntos en la creación de paz, pasión y prosperidad en sus vidas, así como en sus vidas de estudiantes. Ahora, Meg se está preparando para formadoray pronto tendréis la buena suerte de poder seguir LRTs con ellos dos y de que os cuenten en persona la historia de su relación. Recuerdo el día en que casamos a Peter y Meg. La ceremonia debía celebrarse en nuestro patio, y tanto el novio como la novia estaban debida mente nerviosos. Peter me pasó el guión de la ceremonia que habían preparado y me dio instrucciones para seguirlo. Me eché a reír. Estaba organizando su propia boda tan brillantemente como organizaría un semina rio, un curso o un taller. ¡No es de extrañar que digamos que vuestra relación es el mejor curso de la ciudad! La propia ceremonia fue increíblemente conmovedora. Tanto Mallie com o yo nos sentimos privilegiados por tomar parte en la misma. En realidad, no les casamos, porque, en nuestros corazones, nunca sentimos tener autoridad para casar a nadie aparte de a nosotros mismos. Pero ahí estuvimos, de pie ante ellos, con el árbol de mimosa en plena floración sobre nosotros. Cuando formularon los votos que habían decidido hacerse mutuamente, todos los presentes se rindieron a la perfección de la ocasión. Sé que todos estábamos pensando al mismo tiempo “¡Dios bendiga a Peter y a Meg!”
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Robert y Doreen Cuando conocim os a Robert y Dor een, llevaban varios años casados. D e tiecho, poc o después de su primer LRT, decidieron separarse, lo cual no era muy buen augurio para lo que podría pasar después. Por entonces, vivían en Queens. Robert era profundamente italiano, y Doree n ligeramente judía. El sentido del humor de Robert fue lo primero que nos atrajo, así como su capacidad de arrancarte las lágrimas con su canto. Doreen era una bailarina fabulosa. Ya había ganado el Certamen de Baile Harvest Moon de adolescente, y su pasión por el movimiento era anterior a Flashdance. Durante su separación, les conocimos individualmente, lo cual fue una verdadera bendición. Mallie hizo renacer a Doreen, y yo trabajé con Robert, y a veces al revés. Durante los nueve meses enteros que pasaron separados, teníamos totalmente claro que en su m omento decidirían volver a estar juntos. Nunca pudimos verlos com o personas separadas. No es que les empujáramos a unirse de nuevo. Sólo esperamos, ayudamos a cada uno de ellos a seguir su proceso, les queríamos incondicionalmente, y no nos sorprendió cuando rehicieron su matrimonio. Los cuatro nos hicimos amigos, compañeros, con fidentes, camara das al instante. M allie y Doreen iban juntas a los baños. Robert y yo jugábam os al fútbol con los chavales. Para Mallie y para mí era tan referescante tener a personas “de verdad” en nuestras vidas, amigos a los que no teníamos que hablar siempre de iluminación. E incluso cuando Robert y Doreen se convirtieron en Directores de Centro LRT, y después en formadores, lo importante de nuestra relación con ellos siguió siendo de amistad, más allá de las circunstancias de nuestras vidas en cualquier momento. Tiempo después, Robert y Doreen dieron el gran salto: se traslada ron de Queens a Manhattan. En realidad, acabaron viviendo en nuestro bloque, un resultado por el que yo había rezado durante meses. Empezamos a compartir nuestra afición por el teatro, el cine, los libros y los deportes. Había veces en que reíamos tanto que casi nos daba un ataque. Viajamos juntos a México, al Caribe, a Grecia, a Londres y a París. Robert me recordaba a mi padre en muchos aspectos. Era bajito, calvo, le gustaba el cine y el deporte, y podía ocupar una habitación entera con
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su mera presencia. Era un líder innato, aunque me llevó algún tiempo convencerle de ello. Doreen era siempre tal manojo de energía que podía mover monta ñas con su aliento. Eran la pareja más amorosa que habíamos conocido nunca. Y nos enseñaron que el amor puede adoptar cualquier forma. A veces se peleaban entre sí como “recién casados”, pero su devoción a la verdad y a su vitalidad era una inspiración constante. Una vez, al volver de México, Robert se presentó con una meningitis espinal el día de su cumpleaños. Temim os que pudiera morir. Doreen había perdido a su padre cuando tenía 19 años, y afloraron todos sus recuerdos y sentimientos sin resolver. Cuando Robert se recuperó, nos sentimos doble mente agradecidos por su presencia. Es un verdadero santo. Al año siguiente, por el cumpleaños de Robert nos fuimos a Grecia. Una amiga nuestra organizó una increíble fiesta improvisada en su hotel. Fue como un milagro: un festín de deliciosas m anifestaciones, m úsica y compañía. Fue un gran contraste con el año anterior. El año pasado, el padre de Robert murió el día del cumpleaños de Doreen. Llenó de dolor a toda nuestra comunidad. Doreen se puso muy enferma y pensó que iba a morir. ¡Era una locura! Las ondas de la conm oción enviaban separación, no sólo a la relación de Robert y Doreen, sino que activaba todos nuestros deseos inconscientes de muerte. Su capacidad de superarlo nos purgó a todos de nuestro miedo a la muerte. Mallie y yo queremos profundamente a Robert y Doreen. Son la prueba viviente de lo que ocurre cuando el deseo de entregarse es mayor que el temor a la pérdida. También nos ha enseñado lo que significa para una persona que su deseo de vida sea más fuerte que su deseo de muerte. Anoche cenamos lenguados en salsa de almejas en casa de Robert y Doreen. Era la primera vez que Doreen cocinaba para nosotros cuatro después de su enfermedad. Doreen nos llevó a su cuarto de invitados y nos enseñó su nuevo juguete: un piano. Nos tocó “Frére Jacques” y “When the Saints Go Marching In”. ¡Robert y Doreen son dos niños divinos en una relación condenadamente divina!
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Gene y Helene Gene y Helene no eran candidatos evidentes a convertirse en buenos amigos nuestros. En parte porque eran muy judíos y muy de Brooklyn y me recordaban demasiado a todos mis parientes que me habían pellizcado las mejillas de niño. Pero cuando superam os el estereotipo, vimos en su interior, y vimos qué dos personas extraordinarias eran. Gene y Helene llevaban doce años casados cuando nos conocimos. Tenían dos niños preciosos, un ángel llamado Devin y una princesa llamada Emily. Eran profesores de enseñanza pública en Brooklyn. Cuanto más les conocía, más veía lo brillantes maestros que eran. Su amor por los niños, su paciencia, su tolerancia, su sabiduría y su fuerza eran asom brosos. En cuanto siguieron el LRT, empezaron a pensar formas de incorporar esas nuevas enseñanzas a su clase. Más adelante, desarrollaron el Taller de Am or Infantil LRT, un seminario de un día de duración para niños de 9 a 16 años. Sus resultados han sido sorprendentes. Ahora, padres e hijos de todo el país experimentan de los beneficios de su regalo. Recuerdo que Gene y Helen e me volvían loco con el dinero. Helen e siempre podía encontrar la mejor ganga de la ciudad, aunque estuviera fuera de la ciudad, y a menudo estaba en Nueva Jersey. Esa caza obsesiva de gangas me recordaba tanto a mi madre, que estaba claro que tenía que perdonar a mi madre o matar a Helene. Por fortuna, elegí lo primero, y Gene y Helene se hicieron amigos de mi madre, lo cual era claramente una unión dentro de Brooklyn. Siempre tuve claro que Gene y Helen e eran prósperos, pero eran tan desorganizados en lo tocante al dinero que nunca sabían cuanto tenían, donde lo tenían, o cómo conseguirlo. En un momento determinado estaban sin blanca, y al minuto siguiente se acordaban de que tenían alguna acción, bono o fondo de miles de dólares. Resultó divertido verles experimentar sus pensamientos de escasez hasta que finalmente recordaban todo lo que tenían. Cuando nos pidieron que les volviéramos a casar, nuestra primera pregunta fue: “¿Por qué?” Parecían estar ya felizmente casados. Explicaron que cuando concibieron inicialmente su matrimonio, eran completamente inconscientes y sólo dieron los pasos formales. Ahora querían una celebración iluminada de su relación. Estuvimos de acuerdo. El día en que les casamos
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parecían tan guapos, tan jóvenes, com o los adolescentes que eran cuando se conocieron. Estaban tan enamorados, que era como la primera vez para cada uno de ellos. M allie y yo lloramos de emoción. A hí estaban esas dos personas perfectas, que habían tenido un matrimonio perfectamente maravilloso durante doce años, volviendo a empezar, con un nuevo espíritu para una nueva era. Cuando apareció Emily, era la esencia de una niña en flor, inocente, sonriente, bajando lentamente las escaleras, sembrando pétalos de rosa a su alrededor. Avanzaba lentamente. Alguien tocaba música. Cuando la niña vino a reconocer la unión de sus padres, el tiempo se detuvo. Devin estaba igual de precioso. Parecía un dios griego bajando del Olimpo para bendecir la ocasión. Gene y Helene son dos personas corrientes en una relación extraor dinaria. Han compartido vidas enteras de aventuras en esta vida, por no mencionar sus viajes juntos anteriores. Su ansia por la vida, tanto interna com o externa, no tiene fin. Meditan, van al zoo, renacen, van a Coney Island, siguen cursos, talleres, programas, mientras enseñan a tiempo completo disfrutándolo. Su capacidad de tomar la vida y de dar amor es verdaderamente maravillosa. Cuando pienso en Gene y Helene, m e entran ganas de pellizcar sus mejillas de niños.
Ron y Miri Ron y Miri llegaron a nosotros como guerreros entrenados. Venían de Israel y los dos habían servido con entusiasmo en el Ejército Israelí. Eran adictos a luchar para sobrevivir y eso estaba haciendo daño a su relación. A pesar de todo, todos nos quisimos a primera vista. Al mirar a Ron a los ojos en el primer LRT que siguieron con nosotros, me sentí conmovido hasta llorar al escuchar que su padre murió cuando el tenía tres meses de edad y que tuvo que crecer deprisa y después ser un padre para sus hermanos menores. Veía en mí a su padre perdido hacía tanto tiempo; y yo veía en él al hermano que siempre deseé. Cuando nos abrazamos, fue distinto de otros abrazos. El llevaba en las venas generaciones de pasión viajera judía. Miri era una torre de fortaleza. Podía llevar a cabo cualquier cosa, o resistir, dependiendo de su estado de ánimo. Por decirlo con franqueza, era
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la pareja más difícil con la que habíamos trabajado nunca, pero lo que sentimos siempre fue gratitud por su presencia en nuestras vidas. Recuerdo una vez que fueron tan duros que pedí a mi madre que les recibiera en consulta. (Nunca lo había hecho hasta entonces). Una vez, participaban en un LRT. Por fin, mi madre asistía al curso. Estaba tan contento, que prácticamente me olvidé de las otras cien personas que había en la habitación, y le dirigí todo el curso. Recuerdo que durante la sección sobre Dios, mi madre salió de la sala de reuniones, y pensé que se marchaba. Corrí a la puerta, donde estaba Miri. “¿Donde ha ido mi madre? le pregunté. “No lo sé,” contestó. “Bueno, encuentrála, tráela, no dejes que se vaya, mira en el lavabo, haz lo que sea necesario...” Estaba com pletam ente enloquecido. Quería que mi madre estuviera en la sala y estaba explotando con Miri sin justificación alguna. Cualquier otra persona aparte de Miri se lo hubiera tomado a mal en ese momento. Pero Miri comprendió. Nos conocía a mí y a mi madre tan bien com o yo les conocía a ella y a Ron. Fue a buscar a mi madre. Unos minutos después, observé que volvían las dos. En el siguiente descanso, me acerqué a Miri para pedirle disculpas por mi compor tamiento. Entonces le pregunté qué había pasado. “Bueno,” dijo, “fui a los lavabos como me dijiste y miré por debajo de cada una de las puertas hasta que vi sus pies. Entonces esperé a que saliera y volví con ella.” La imagen de Miri buscando a mi madre en las cabinas se ha quedado grabada en mi mente como una de las imágenes más divertidas del autoperfeccionamiento. Siempre abrigué el deseo de celebrar un LRT en Israel. De alguna manera, sabía que sería importante para mí en tanto que judío, así com o para el propio mundo. En cuanto con ocí a Ron y a Miri, supe que Dios me los había enviado para llevar el LRT a Oriente Medio. Pero durante mucho tiempo siguieron siendo tan duros, tan luchadores, tan resistentes, que no sabía cóm o podrían hacerlo. Pero siguieron todos nuestros programas, cursos, semina rios. Al igual que Robert y Doreen, se mudaron desde Queens para estar más cerca de nosotros. Estaban tan empeñados en su propio crecimiento que, por mucho que lucharan entre sí y en su interior, el trabajo que estaban haciendo estaba echando raíces y produciendo una transformación. Cuando organizamos el primer LRT en Israel en Diciembre de 1984, fue un milagro. El hermano pequeño de Ron, que por entonces estaba en el ejército, tuvo que dejar su M-16 en la recepción del hotel para poder entrar en la sala de actos. Había 63 personas, una gran familia, todas ellas deseosas de paz, amor y armonía en sus vidas. Cantaron canciones de paz con pasión y canciones populares con energía. Ron y Miri estuvieron en pie a nuestro lado
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durante buena parte del curso, traduciendo del hebreo al inglés y viceversa. ¡Eran brillantes! Y cuando había un caso duro en la sala, no nos parecía duro que fuera duro contra nosotros para nada. D e repente, m e di cuenta de que durante todos esos años en que Mallie y yo creíamos estar ayudándoles, Ron y Miri habían estado depurándonos, limpiándonos para gobernar el tem peramento de Israel cuando fuéramos allí. Bueno, ¡funcionó! El curso fue una de las experiencias más fuertes de mi vida. Mientras estuvimos en Israel, Mallie y yo nos vimos arrastrados por la hospitalidad de R on y Miri. Nos llevaron a todos los lugares que quisimos visitar, al Mar Muerto, a Masada, a Jericó. Recorrieron con nosotros las calles de Jerusalén, nos llevaron a Belén y a la Iglesia del Santo Sepulcro. Conocimos a todas sus familias, que asistieron al LRT, y nos sentimos m ecidos en el seno del amor en la tierra prometida, la Tierra Santa. Nos lamentamos en el Muro de las Lamentaciones y reímos en las murallas de la Ciudad de David. Dos meses después, Ron y Miri volvieron a Nueva York para formar parte del equipo de nuestro nuevo programa de seis meses. Al mismo tiempo, estaban organizando otro LRT en Tel Aviv. Estaban literalmente en dos sitios a la vez, triunfando en dos cosas al mismo tiempo. Era asombroso. En la primera reunión del programa, nos contaron que habían intentado tener un niño sin conseguirlo, y que su principal objetivo para esos seis meses era un embarazo. A la semana siguiente, Miri descubrió que estaba embarazada. Fue hermoso. Todas las pesadillas de Ron y Miri se convirtieron en maravillosos sueños hechos realidad. ¡Son verdaderamente una pareja enviada del cielo!
Larry y Joan Cuando Larry apareció por primera vez en un LRT, yo no sabía si había conocido a Chevy Chase o a Humphrey Bogart. Era un tipo largilucho, desgarbado, que podía hacer reír a toda la habitación sin siquiera decir nada divertido, o al mom ento siguiente, replegarse como un polluelo, poner cara larga y sollozar hasta que todo el mundo se ponía a pedir pañuelos. Le quise al instante.
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Larry era alto y sumamente visible. Estaba obsesionado con los videojuegos y toda su vida era visual. La ley personal de Joan era soy invisible. Juntos formaban un curioso equipo. Larry había nacido con un mes de retraso, y toda su vida parecía un esfuerzo por recuperar el tiempo perdido. Tenía proyectos grandiosos, grandes sueños que ansiaba realizar, con fre cuencia a expensas de las necesidades inmediatas. Larry estaba bloqueado en avasallar, en destruir a gran escala, y en sobrepasar cualquier límite. Vivía en el futuro. En cuanto a Joan, no quería estar en el mundo para nada. Eran mundos separados, pero su amor mutuo era tan enorme que podía abarcar sus planetas separados. Y sabían que se habían atraído mutuamente para curarse: Larry, para refrenarse y aprender a dar un solo paso a cada vez; Joan, para acelerarse, para salir y pensar a lo grande. Los cuatro nos hicimos buenos amigos rápidamente. Cuando Larry y Joan decidieron unirse a nuestro programa de seis meses, estuvimos encantados. Trabajando con ellos, aprendimos las dificultades de trabajar con amigos, y el amor que les profesábamos nos hacía más difícil enfrentarnos con ellos cuando veíamos algo en ellos que necesitaba cambiar. No es que les diéramos puñetazos. Recuerdo una vez en que Larry estaba en plena etapa de “Pensar demasiado a lo grande”, y le encargué la tarea de limpiar mis zapatos y de aceptar cualquier trabajo que encontrara, incluso de vendedor de helados. Sé que Larry tuvo que tragarse mucho orgullo cuando pulía impecablemente mis zapatos y cuando la semana siguiente cogió un empleo de vendedor de perritos calientes en Battery Park. Unos meses después, Larry aterrizó en un puesto muy bien pagado en una gran agencia artística de Nueva York. Queríamos hacer florecer a Joan. Podíamos ver lo maravillosa que era, su gran ingenio, el talento artístico y literario que tenía. Tenía todas las herramientas para expresarse plenamente, pero estaba demasiado ocupada escondiéndose para usarlas. Me sentí tan bien cuando aceptó pasar a máquina mi primer libro, Terapia a corazón abierto. Sentí como si el libro fuera a ser bendecido por sus dedos inocentes. Cuando Larry y Joan estuvieron de acuerdo en producir cassettes para Mallie y para mí, formamos la asociación Open Heart Productions, que es la empresa comercial más agradable en la que he participado. Cuando Larry y Joan nos pidieron que les casáramos, nos sentimos honrados. Su unión nacía por entero del corazón, una unión de amor y
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humanidad que nos hizo reír y llorar. La boda fue una fiesta fabulosa en un viejo restaurante del centro. Recuerdo que televisaban un partido de los Jets, y los chicos iban y venían del fútbol a la boda. Todo eran relaciones de amor. Más que nada, me acuerdo del día en que nació el delicioso niño de Larry y Joan, Joshua. N os invitaron a participar en el nacimiento, que debía ser un “nacimiento ideal” en una maternidad de la costa Este. En la práctica, no resultó tan “ideal” como habíamos soñado todos, pero fue el nacimiento perfecto que Joshua había elegido para sí mismo. Pasam os veinticuatro horas con Larry y Joan, la mitad del tiempo en la maternidad donde el trabajo se estancaba, y la otra en el Hospital de St. Vincent, donde un maravilloso equipo de parto hizo todo lo posible para convencer a Josh de que saliera, después para inducir el parto y, finalmente, cuando todo lo demás fracasó, junto con todos nosotros, una solución de cesárea perfectamente maravillosa. Dejaron que Mallie fotografiara el acontecimiento en la sala de partos. Me fui con Larry a esperar a un bar. Todos habíamos llorado de desilusión al ver el giro que tomaban las cosas. Tanto Mallie como yo estábamos asombrados al ver la prontitud con la que Larry y Joan estaban dispuestos a renunciar a su fantasía y a ceder a la voluntad de Dios (y de Josh) en ese mismo instante. Sé que todos aprendimos más sobre la vida, la entrega, la lucha, la fe y la perfección que cualquier otro día de nuestras vidas. Cuando Larry y yo volvimos del bar, eran las 6:09 p.m. y Joshua ya había llegado. La enfermera se lo entregó a Larry, y no cabía duda de la relación padre-hijo. Josh era un Larry en pequeñito; y se reconocieron mutuamente al instante. Era un niño grande, con una gran cabeza, demasiado grande para abrirse paso en Joan sin hacerle daño. Josh había elegido la salida fácil. Durante todo el tiempo, supo que así sería. Simplemente, estuvo esperando a que todos nosotros nos dejáramos de fantasías. ¡Nuestra amistad con Larry y Joan siempre ha sido una producción a corazón abierto!
Jane e Irv Jane fue una de mis primeras clientes de renacimiento. En cuanto la vi respirar, supe que se convertiría en una de las mejores renacedoras de todo el país. Y así fue. Jane es notable por su belleza, su inteligencia, su creatividad,
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su humor y su compasión. Su compromiso con su propio desarrollo era inquebrantable. Su paciencia, perseverancia, y receptividad para con sus propios clientes la convierte en un bastión de integridad entre los renacedores. Siempre nos habían dicho que Jane tenía un marido medio loco, Irv. Eran novios desde la facultad, y habían recorrido el camino rebelde, vivido en México y en las playas del Caribe. Cuando nos conocimos, Jane era profesora e Irv era un joven y prometedor artista publicitario que ascendía los peldaños de la escalera de Madison Avenue. Nos habían llegado todos esos rumores sobre la oposición de Irv a que Jane participara en la comunidad, sobre su resistencia al crecimiento, su mal humor y su arrogancia. Cuando le c onoci mos, vimos todo eso, pero también mucho más. Era claramente una caso de armario. Tras su máscara de rebelde, de tipo duro, de guerrero, había un corazón blando y sincero como pocos. De hecho, era tan amoroso que no sabía manejar sus sentimientos, y la muerte de su hermano y la demencia de su madre le arrojaron al armario de esperanzas perdidas y sueños rotos. Pero su energía vitalista permanecía intacta, y la parte de él que quería entregarse era siempre más fuerte que la parte de él que temía perder algo. Cuando aceptó ser renacido, en un instante se deshizo en un mar de lágrimas. Tenía un gran sentido del humor para disfrazar su dolor, pero éste siem pre estaba ahí, bajo la superficie, llorando y pidiendo ayuda. Nos enviaba dobles mensajes constantemente, diciéndonos por un lado que nos mantuviéramos apartados de él, y por otro, llorando para que no le dejáramos. Le queríamos tanto y tan incondicionalmente que nunca nos importó qué estado de ánimo que nos mostrara. Nos sentíamos bendecidos por su presencia. Cuando siguió el LRT y compartió sus sentimientos, un centenar de personas lloró al unísono. Jane se convirtió en un líder de la comunidad. Irv se convirtió en un brillante Director Artístico de Madison Avenue. Recuerdo cuando empezó a trabajar para una cuenta del Ejército. Había creado el trabajo perfecto para expresar la parte luchadora de sí mismo. Jane enseñaba la paz apasionada mente en todos los seminarios y consultas. Ambos se enseñaban mutuamente, Jane aprendía que era bueno afirmarse más plenamente y que los hombres no le harían daño, Irv aprendía que en realidad el campo de batalla estaba en su propia mente y que podía sobrevivir sin conflicto. Recientemente, Irv renunció a la cuenta del Ejército por una cuenta de Queso. Todos sonreímos. Jane fue la primera embarazada de nuestra comunidad. Era tan chiquita que resultaba divertido verla engordar tanto. Nos invitaron a presenciar el nacimiento, y estábamos muy emocionados ante la perspectiva.
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Pero nuestra agenda estaba tan cargada que la única forma de que pudiéra mos asistir era que el niño decidiera venir entre nuestros viajes a Nuevo México Méx ico y a Grecia. El día en que nos marchábamos a Grecia, sentimos que iba a suceder. Pero nuestro avión avión se fue antes de la llegada de Jesse. Jes se. C ’est la vie.
Jesse Jes se es el principito de nuestra comunidad. com unidad. Jane ha sido una reserva infinita de alimento, paciencia y amor. Ver a Irv con su hijo haría llorar a cualquiera. Bailan la música de Bruce Springsteen y ven la tele juntos. Irv, Jane y Jesse: ¡una ¡una unidad unidad familiar familiar extraor extraordin dinaria! aria! ¡Un foco foc o de amor con c on el que siempre puedes contar!
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Quisiera dar las gracias a las demás parejas siguientes, por su amor, su devoción y su contribución a la familia de relaciones de pareja:
Scotty Suzanne
Hans y Christi Christiee
Rocky Rock y y Prudence
Jeremy y Carol
Patrick y Kaye
Diane Dia ne y Ronnie Ronn ie
Steven y Trina Trina
Bonnie y D avid av id
Steve y Marsha Marsha
Jim y Pru
Tommy y Linda Linda
Michael Micha el e I la la
Charlyy Char lyy Mary Jane Jane
Philip y Mikela Mike la
Wayne Wayne y Katrina
David Da vid y Doreen
Vincent e Yvonne
Ken y Maureen Maureen
Ale A lex x y Gayle
Y a mis muy queridos amigos, George y Carol. Carol.
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TÍTULOS PUBLIC ADOS DOS Relaciones con Amor Sondra Ray Renacimiento en la Nueva Era Sondra Ray y Leonard Orr C elebrando la Resp R espir iraci ación ón Sondra Ray La Única Dieta Sondra Ray Yo Merezco Amor Amor Sondra Ray Mantras de Dinero Bob Mandel S exejerc exejercici icios os de S exuali exualidad dad Rhonda Levand La P uert uerta de Todo Ruby Nelson
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La Iluminación por los Cristales Katrina Raphaell La Curación por los Cristales Katrina Raphaell Tran Transm smiisio siones a tra trav vés del Cris Cristtal Katrina Raphaell EL Paisaje Sagrado Fred Lehrman El Manantial Negro P atrice atrice Van V an Ee Eerse sell Tú Tú Decides Decides Tu Vida P atri atricia cia Diane C ota-R ota-Robles obles Ser Paz Thi Thich Nhat Han Hanh h Autoestima Virginia Satir Sahaja Yoga de Shri Mataji J os osé é A ntoni ntonio o Salg S algado ado Dos Corazones Son Mejor Que Uno Bob Mandel
Si quieres tener una relación que dure, Y que esté llena de amor, buenos senti mientos, honestidad y profunda intimidad, este libro es para ti. En un cándido estilo personal, Bob Mandel cuenta cómo alcanzó las alegrías de una relación de amor consistente, y demuestra que los principios del amor incondicional pueden crear el tipo de relación satisfac toria que todos deseamos. Las historias personales de otras parejas ilustran cómo también ellas han tenido éxito en sus relaciones trabajando con estos principios. Esta obra Incluye el libro de texto Crea Un Compañero, una herramienta diseñada para ayudarte a definir lo que deseas en un compañero - ya seas soltero y busques pareja, o estés ya en una relación y quieras mejorar - y cómo proceder a crear esa re lación perfecta.
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