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j'WST* j'WS T* La espada del islam Las huestes huestes de Almanzor xí El saqueo de Barcelona Barce lona ií Tierra de nadie: geoestrategia y frontera . .
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Extra n.° 53: El Tratado del Ebro:>\ casus liede be la Segunda Gfierra Púnica d JM JMr r
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Editorial
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Los reyes de España con deshecho pavor olvidaron a Ti, que eres su señor; tomáronse vasallos del rey Almozor. [...] Señor: dame esfuerzo, seso e poder, Que pueda al rey Almozore o matar o vencer. Anón., Poema de Fernán González , versos 397 y 400
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Jorge M. Corada José Luis García Morán Radu Radu Ol tean Pablo Outeiral
El nombre de Almanzo r (al-Mansur, “el Victorioso”) Victorioso”) evoca en el ima ginario colectivo un periodo de apocamiento de los incipientes reinos cristianos frente al inmenso poderío de un califato, el de Córdoba, en el cénit de su esplendor político y militar. Una época en la que los ejércitos ejércitos musulmanes azotaron hasta la extenuación las ciudades y los territorios del norte peninsular con incursiones incesantes. Al manzor dirigió hasta cincuenta y seis de ellas, algunas tan sonadas como la que culminó con la toma de Santiago de Compostela y el robo de sus campanas que, para mayor agra vio, fueron más tarde empleadas como lámparas en la mezquita de Córdoba. Pero, ¿qué motivaba esta agresividad? agresividad? Debem os recordar que Almanzor no era más que un chambelán (hayib ) al servicio servicio de un califa, primero, primero, menor me nor de edad y, durante toda su vida, incapaz -y según algunas fuentes, disminuido-; de modo que, para justificar su asunción del poder, se presentó ante la sociedad andalusi como el campeón del islam, hasta convertirse, aceifa tras aceifa, en el auténtico “azote del año mil”, como ha sido definido. En paralelo, en la segunda mitad del siglo X asistimos a una lucha sorda entre las grandes familias del al-Ándalus y los advenedizos cortesanos de origen esclavo (saqaliba), que debían su influencia exclusivame nte a su cercanía al califa. califa. Almanzor satisfacía plenam ente los intereses intereses de los primeros pues, por un lado, an ulaba al califa y por tanto a su ca pacidad de repartir prebendas entre advenedizos y, por otro, otro, aseguraba asegurab a que los recursos del .Estado .Estado quedaran quedar an en manos de la aristocracia tra dicional. Solo así se explica su meteòrico ascenso y la excepcional situación que se vivió en el califato en sus días. Paradójicamente, bajo el esplendor y la gloria militar, este modelo sirvió de catalizador del inminente final del califato, que apenas sobrev ivió unos poco s años tras la muerte del Victorioso, Victorioso, porque “la soberbia es heraldo de la ruina, y la altivez de corazón, de la caída” (Proverbios 16:18). 16:18).
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índice 0
Carlos de la Rocha Co l a b o r a n
Raúl Raúl Catalán, Ana Echevarría Arsuaga, Marib el Fierro, Fierro, Alej andro García Sanjuán, Irene Godin o Cueto, Enrique Hernández Prieto, Jesús Lorenzo, Lorenzo, Eduardo Manzano Moreno, Virgilio Martínez Enamorado, Eduardo de Mesa, Miguel Ángel Novillo López, David Soria Molina, Josep Suñé
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22
Re v i s i ó n d e e s t i l o
Tierra Tierra de nadie: nadie: geoestrategia geoestrategia y frontera frontera por Edua E duardo rdo Manza Ma nza no Moren Mo renoo Almanzor, una personalidad fulgurante fulgurante por An a Eche E chevarrí varríaa Arsuaga Arsu aga
38 44
La espada del islam por Jesús Lorenzo “El día en el que B arcelona va a m orir” La campañ a contra los condados catalanes por Virgilio Virgilio Martínez Enamorado
Las campañas militares de Alman zor por Alejan Al ejandro dro García Ga rcía Sanjuán San juán
Alberto Pérez Pérez Rubio pc i ó n y p a r t i c u l a r e s Su s c r i pc
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Cuando las cabezas volaban: las huestes amiríes por Josep Suñé
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ISSN ISSN 2171-927 6 Depósito Legal: M-25920-2012
del Ebro: casus belli de la Segunda Guerra Púnica por Enrique Hernández Prieto Prieto
www.despertaferro-ediciones.com marzo-abril 2019
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En p o r t a d a
Veníen los almófares e los benimerinos, Traíen en sus camellos sus fomos e molinos, Veníen los moros todos, de Oriente vecinos, De todos estos eran cobiertos los caminos. Veníen ahi destas gentes sin cuento e sin tiento, Non eran de un logar nin de un entendimiento enten dimiento , Mas feos que Satán con todo su convento Cuando sale del infierno sucio e carbón iento. iento. Anón., Poema de Fernán González, versos 383-384. La imagen de portada refleja refleja un fenómeno que fue muy común en los reinos cristianos del norte peninsular durante el siglo X: el saqueo de una iglesia por las huestes de Almanzor. El inmenso pode r ec onó mico, mic o, político polí tico y m ilitar ilita r del de l c alif ato de Cór dob a gar an tizó su pleno pleno dominio sobre sus pequeños vecinos septentrionales: los reinos de León y Pamplona y los condados catalanes. La cam paña de ace ifas del cha mb elán elá n del califa cali fa perseg per seg uía, entre ent re otro s fines, la intimidación y el despojo de sus recursos, tanto materiales como humanos. En palabras del anónimo autor del Poema de Fernán González : Si nos por mal pecado fuéremos arrancados, Los nuestros enemigos serán de nos vengados; Seremos nos cativos, fambrientos e lacerados, Serán los nuestros fijos de moros antenados. Los fijos e las fij
Verlos hemos llevar cativos, valer non los podremos; Do nos mandaren ir, por fuerza allá iremos, A nuestros fijos e fijas jamás nunca los veremos. Es desamparado de todo bien el cabtivo, Mas dice muchas veces que non querría ser vivo; Dice: Señor del mundo, porqué me eres esquivo, Que me faces vivir lacerado e mestivo? Contesce eso mismo con la gente renegada: Heredan nuestra tierra e tiénenla forzada; Mas mudarse ha la rueda que está trastornada, Serán ellos vencidos; la fé de Cristo honrada Anón., Poema de Fernán González, versos 435-439. La capilla es de estilo prerrománico, lo que implica que el ábside no sea circular sino cuadrangular, de pequeño tamaño y cu bier to por una bóved bó ved a de cañón. cañ ón. En esta apare ap are ce rep res entad en tado o un pan toc ráto r (o “to do po de ros o” , del grie go nav ioR páicop pái cop ), figura mayestática de Cristo entronizado (o Cristo en majestad) que se inspira en la representación similar del folio 131v del Beato de Gerona, obra com puesta en el siglo X. La cruz que sostiene uno de los guerreros se inspira en la llamada CRUZ DE LA VICTORIA, pieza pie za de or febr fe brer ería ía fab ric ada ad a en el año añ o 908 90 8 por po r Alfo Al fons nso o III el Magno, rey de Asturias y conservada hoy en día en la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo.
Tierra de nadie
G eoestr eo estrategia ategia y fron fronter tera a Eduardo Manzano Manzano Moreno - Institut Instituto o de Histo ña- CSIC
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PROBLEMA CADA VEZ MÁS ACUCIANTE! LA FRONTERA DEL NORTE, QUE LIMITABA CON REINOS Y CONDADOS CRISTIANOS, ERA OBJETO DE UN NÚMERO CADA VEZ MAYOR DE ATAQUES POR PARTE DE EXPEDICIONES MILITARES QUE SE INTERNABAN EN TERRITORIO ANDALUSÍ Y CAPTURABAN PERSONAS Y BOTÍN. No SE TRATABA DE GRANDES EXPEDICIONES, SINO MÁS BIEN DE PEQUEÑAS PARTIDAS QUE A VECES ERAN DIRIGIDAS POR MAGNATES Y QUE, A LO SUMO, CONGREGABAN UNAS CUANTAS DOCENAS O CENTENAS DE HOMBRES A CABALLO Y ACTUABAN CON ENORME RAPIDEZ TANTO EN SU DESPLIEGUE, COMO EN SU RETIRADA. LOS ENCLAVES QUE HABÍAN IDO SURGIENDO EN LAS DÉCADAS ANTERIORES EN LA LÍNEA DE VALLE DEL DUERO (SAN ESTEBAN DE GORMAZ, OSMA, CLUNIA, ROA, O Aza ,
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QUE PERMITÍA QUE TALES LAS EMPRESAS CULMINARAN CON ÉXITO. l califa califa Abderramán III (912-961) fue muy consciente de este problema, pero también sufrió en carne propia sus consecuencias. Fueron cuatro las campañas que dirigió personal pers onalmen mente te contra cont ra territor terr itorios ios del norte de cristiano, crist iano, especia espe cial l mente contra la zona del valle del Duero, y fueron muchos los daños que intentó intentó causar quemando cosechas, haciendo cautivos o destruyendo enclaves, como forma de hacer patente el poderío militar de Córdoba y las consecuencias que podía tener el des afiarlo, atacando territorio andalusí. En el año 936, sin embargo, la seriedad del problema se hizo patente cuando la llamada “cam paña del Gran Gra n Poder” Pod er” comanda com andada da por el propio pro pio Abderr Ab derramá amá n III
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sufrió una emboscada en un lugar llamado Alhándega, en el valle valle del río Riaza: muchos soldados andalusíes perecieron en el campo de batalla y el califa apenas pudo escapar a una muerte segura, huyendo precipitadamente y dejando atrás su pabellón y sus en seres, entre los que se encontraba un precioso ejemplar del Corán que le acompañaba en todas sus expediciones. El desastre de Alhándega cambió radicalmente la política cor dobesa con respecto a la frontera. Dentro de la corte parecen haberse empezado a oír voces que se preguntaban si tenía algún sentido la política de enviar continuas expediciones militares que, aparte de ser largas y costosas, tenían un alcance muy limitado:
D E S P E R T A FERRO
EPITAFIO DEL DEL MONJE MA RTÍN, ▼ Lápida funer aria ro mana d e márm ol, del s iglo I d. C., reutil izada en el siglo X para servir de lápida funeraria y EPITAFIO XII Fulm Fulmina inato. Villacevallos, Córdoba. El El texto origi nal estuv o dedi cado a Postumio Aciliano, prefecto de la Legión XII OBISPO DE ÉCIJA. Hallada en Villacevallos, En el el reverso, sin sin embarg o, h allamos el epitaf io de Mart ín, ob ispo de Écija, Écija, mu erto el año 931. Este Este,, redactado en latín, remit e a los los panegíricos musulmanes dedicados al califa, pero en este caso al mencionado obispo. Lo traducimos aquí:
Aquí el el pan teón a la la manera pontifical, sagrado recinto de las las tumbas, oculta también os miembros del claro obispo Martín, quien ado lescente, sirviendo a Cristo, Cristo, aspiró a la vida mo nástic a y ya adul to ejerc ió sus reglas. reglas. Rigió Rigió la iglesia astigi astigi tana desd e el alcázar alcázar episcopal, de do nd e fue elevado hasta los héroes, héroes, pues esculpid o fue en m ármo l el día tres tres de los idus de mayo d e la era 969 (93 (9311 del calend ario gregoriano). Lector, encomienda a Dios en tus piadosas oraciones el sepulcro y [...]. Se trata, trata, por tanto, de un interesantísimo tes timo nio d e la supervivencia supervivencia de la fe cristiana cristiana en territorio gob ernado por el califato, califato, así así como de la con tin uid ad d e las las jerarqu ías religiosas en el seno de las las COMUNIDADES MOZÁRABES, si bien, co mo es sabido, sometid as a la entreg a de impuestos especiales iyizya) de cuyo pago estaba eximida eximida la población musulm ana. Museo Museo de Málaga, ©t yk sin duda, los territorios que atravesaban las columnas columnas omeyas sufrían conside rables daños, pero la capacidad de des pliegue de las mismas mis mas no debía de bía de d e ser se r muy grande, pues las emboscadas en territorio hostil debían de estar a la or den del día. Además, Alhándega había demostrado que la persona del califa podía verse vers e envu envuelta elta en unos peligros pelig ros extremos, por no hablar de la fuerte pér dida de prestigio político y militar que este tipo de derrotas acarreaba. UNA NUEVA ESTRATEGIA
Es muy probable que este tipo de re flexiones llevaran a tomar la decisión de cambiar radicalmente la política militar contra los reinos cristianos, algo de lo cual los historiadores ára bes se hacen hac en am plio pli o eco. Las gran gr an des campañas dejaron de enviarse y en los veinticinco años que aún le quedaban de vida, Abderramán III no volvió a ponerse al frente de nin gún ejército. El grueso de la guarda de las fronteras quedó encomendado a las principales familias aristocrá ticas que ocupaban territorios y en claves fronterizos a los que se permitió un régimen de autonomía lo suficientemente amplio como para perm pe rmiti itirle rless con tar con sus propi pr opias as tropas tro pas,, así com o tra nsmi ns mitir tir sus dominios a sus descendientes. Fue este el momento en el que se cimentaron el poder político y los dominios de gentes como la familia de los tuyibíes, quienes señoreaban Zaragoza, Calatayud y Daroca y llegaron a extender su dominio por otras zonas del valle del Ebro; o la familia de los Banu Dhi 1-Nun, asentados en un amplio territorio conocido como Santaver, en el que se incluían enclaves como Zorita de los Canes o Huete; o el linaje, en fin, de los Banu Razin, establecidos en el actual Al barrac bar racín, ín, territ ter ritor orio io al que dieron die ron no nomb mbre re y en el que con constr struye uye n diversas fortalezas. Estos y otros linajes rendían acatamiento al
califa de Córdoba, recibían de él di ploma plo mass en los que se recono rec onocía cíann sus dominios, y contaban con su bene plácito plác ito para repele rep elerr las exp expedic edic iones ione s cristianas que se adentraban en te rritorio andalusí. Allí donde no exis tía el dominio de alguna de estas fa milias, el poder califal fortificaba y guarnecía con sus propios hombres los enclaves estratégicos en la fron tera, lugares como, por ejemplo, Medinaceli, Calatalifa (cerca de la actual Villaviciosa de Odón en Ma drid) o Saktan (cuya ubicación es desconocida, aunque sin duda se en contraba al norte de Toledo). De esta manera, el aseguramiento de la fron tera se convirtió en una prioridad compartida entre Córdoba y los po deres locales, una estrategia que los andalusíes encontraban plenamente satisfactoria: así lo reflejó el viajero oriental Ibn Hawqal, quien años después de Alhándega recorrió el país y pud pudoo com pro bar ba r de prim era mano que sus informantes consi deraban que las necesidades defen sivas del país estaban bien cubiertas y no había demasiado motivo para preocuparse por lo que ocurría en la frontera del norte. TREGUAS
A esta estrategia se le añadió, además, un elemento nuevo: la in tensificación de las misiones diplomáticas en las cortes cristianas, algo que tuvo como resultado la concertación de una serie de tre guas en los años posteriores a Alhándega. Estas treguas fueron especialmente importantes con los antiguos condados carolingios carolingios de Cataluña, donde sirvieron para impulsar un naciente comercio que atravesaba ese territorio y comunicaba el al-Ándalus con la Europa septentrional. Este comercio proveía tres de las importa ciones más apreciadas en Córdoba: esclavos, armas y pieles, por
◄Panorámica del CASTILLO DE AYYUB, en Calatayud, Calatayud, uno de los más más temprano s y m ejor conservados de cuantos erig ieron los musulmanes para fortificar la región fronteriza septentrional o Marca Superior, frente a los reinos cristianos. La fecha exacta de su construcción se desconoce, pero es pro bable que coin cida con el esfuerzo esfuerzo de fortificación del l ugar que se dio en el año 862 cuando Muh amm ad I, emir in depend iente de Córdoba, ord ena la ampliació ampli ació n d e las fortif for tificacio icaciones nes de esta villa con el fin de hacer frente fren te a la rebeldía de los gober nant es de Zaragoza, los Banu Banu Qasi. Qasi. En En elel año 937, el el p rimer califa de Córdoba, Córdoba, A bderr amán III, III, hubo de sofocar sofocar la rebelión de una familia n oble d e origen yemení, los tuyibíes. El El control por parte d e estos estos de Calatayud obl igó a Abderram án a sitiar y tomar esta fortaleza. fortaleza. Una peculiaridad muy interesante de este castillo castillo es es la heterogeneidad de las materias primas elegidas ara su construcción. La PIEDRA, dispuesta en forma de mampostería, coexiste con muros de TAPIAL, esto es, una argamasa formada por la mezcla de arcilla, arena cal y cantos ocasionales. Para su aplicación es preciso la fabricación de encofrados de madera que después se retiran, pero dejan tras de sí el negativo de su forma. El empleo de tapial con fines defensivos es, precisamente, una carac-
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Los sectores clave de la frontera
La última última de las antiguas puertas de la muralla lla musulmana de Medinaceli, Medinaceli, aunque el arco que se observa es posterior, terior, góticomudéjar. En su época de esplendor, la muralla muralla llegó llegó a tener 2400 mde recorrido.
Entre el califato y el reino de León hay un sector especialmente marcado por el enfrentamiento fronterizo, un lugar en el que los límites entre entre ambos ambos mundos mundos se estrechan, estrechan, hasta tocarse, tocarse, en un área de capital importancia geoestrátegica. Es el corredor del Jalón Jalón y su unión con el Henares, que conecta las dos memesetas con el valle del Ebro. La presión cristiana obliga al califato a convertir Medinaceli, eje de este territorio, en una poderosa fortificación y base de operaciones. Abderramán III, entregará la posición a su mejor general, Gálib, que la convertirá en una plataforma desde donde actuar con energía contra la amenaza representa representada da por las ambicione ambiciones s castellanas. castellanas. Fruto Fruto de esta política es la conquista del baluarte fronterizo de Gormaz, en la década de 960 960. La eficaz eficaz actuaci actuación ón de las fuerzas fuerzas califal califales es desde este vital enclave, frenará en seco toda progresión cristiana hasta la la propia caída del Estado omeya, a parti partirr del año 103 1035.
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Ciudades y asentamientos de alÁndalus
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Fortificaciones principales Baya Cora NOTA: En cursiva, el nombre de época.
La frontera andalusí en el contexto del califato
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Vélez-Rubio
\ Territorio Territorio fronterizo fronterizo,, oscila oscila entre ambos contendientes o bien permaneceQ como tierra de nadie. „
Morella
Albarracín/al-Sahla # Teruel / T i r w a l Sarrión •
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Ibiza / Yâbisa
Todo apunta a que, bajo el califato, las regiones fronterizas, divididas en tres marcas, mantenían características administrativas propias que las diferenciaban de las coras del interior. El sistema defensivo omeya confiaba la custodia de los territorios de frontera a una serie de familias y linajes asentados desde antiguo en estos lugares, desde los que mantenían a raya a los ejércitos cristianos. El precio a pagar por el gobierno de Córdoba es el de ceder buena parte de su soberanía a estos poderes locales o regionales. La autonomía con la que buena parte de ellos discurren representa, un constante factor de inestabilidad política. Ningún califa se libra de tener que someter y castigar a uno u otro de estos caudillos de la frontera, aunque siempre con mesura. El transcurso del tiempo ha creado un complejo entramado de intereses entre los diferentes linajes, la mayor parte de ellos unidos a los califas por vínculos de vasallaje particulares, por lo que no le resulta fácil al gobierno de Córdoba imponer su autoridad sobre todos ellos. El mejor general de Ab derramán der ramán III y al-Hakam II es Gálib, a quien confían el sector más comprometido de la frontera omeya. Este hecho le permite articular una poderosa coalición con sus propios recursos y los que le proporcionan sus vecinos, señores de los territorios fronterizos (tanto cristianos como musulmanes) con la que se enfrenta a Almanzor en la lucha final por el poder.
El ejército califal: el yund Hasta Almanzo Al manzor, r, la columna vertebral de la fuerza de choque del ejército omeya la formaba el yund. Son los descendientes
del antiguo ejército sirio que había entrado en alÁndalus en el año 740. Se encuentran repartidos por el sur de la Península, agrupados según su lugar de procedencia, replicando así su organización de origen. Las diferentes circunscripciones militares en las que se establecen establecen son llamadas: llamadas: (A) (A ) Damasco Damasco (el más importante), importante) , (B Palestina, C Jordania, Jordani a, (D Quinnasrin,í E Hims y F} Egipto. Estos hombres, hombres, que que en tiempos tiempos de de paz paz se se hacían cargo de la recaudación recaudación de las contribuc contribuciones iones en los territ territorios orios donde se asentaban, estaban obligados a tomar las armas sin límite de tiempo cuando eran movilizados, en cuyo caso se les abonaba una paga. Con el tiempo, gracias al poder que representaban, fueron recompensados con ciertas prerrogativas como la de servir un máximo, por yund, de seis meses al año y, a su vez, en dos secciones, cada una de las cuales solo podría estar en campaña tres meses. Ahora bien, la eficacia de estos cuerpos ejército decae en la misma medida en que lo hace la falta de agresividad del Estado omeya. Un observador imparcial anotará, en el año 948, que las fuerzas del califa no tenían arrojo, solo servían para organizar emboscadas y, en conjunto, no eran rival para una fuerza bien preparada. Para concluir, afirma que eran malos jinetes y que apenas se podían reunir el omeya a 5000 hombres a caballo. En este contexto, no es de extrañar que la frontera fuera progresivamente abandonada por el Estado central y dejada en manos de los señores territoriales, que podían hacerse cargo de su defensa inmediata.
ID
D E S P E R T A FE R R O
▼ Maqueta en terracota que representa una puerta o ACCESO andalusí. La La obra fue hallada en en AC CESO FO RT IFIC IF IC A DO a una dud ad o recinto fo rtificado andalusí. Madrid y se data en el siglo siglo X, X, por lo que es es testimonio del m odelo de fortific ación m usulmana del p eriodo. Museo Arq ueológi co Regional, Regional, Alcalá Alc alá d e Hen ares, © % o u t is n n
ese orden. Estas treguas estuvieron vigen tes durante varias décadas y pusieron las bases de lo que habrían de ser los intercambios a través del Mediterráneo occidental durante los siglos siguientes. PAZ RELATIVA
La política que se puso en marcha march a después de la batalla de Alhándega se mantuvo durante el resto del califato de Abderramán III, así como durante toda la época de su hijo y sucesor al-Hakam II (961-976), quien posiblemente había sido, como príncipe heredero, uno de sus principales artífices. Este califa nunca emprendió empren dió personalmente persona lmente ninguna campaña militar de importancia, redoblando, en cambio, los esfuerzos esfuerzos diplomáticos para mantener las alianzas y aprovechar las disensiones políticas intemas entre los cristianos para desactivar posibles amenazas amena zas militares conjuntas. Con C on todo, y durante durant e los años de gobierno de este califa, la estrategia pareció dar sus frutos solo a medias. Las treguas con el condado de Barcelona se mantuvieron, mantuvieron, y debían de ser muy prove chosas para todas las partes, pero ello no evitaba que, de cuando en cuando, se libraran algunas es caramuzas que tenían como resultado la captura de gentes andalusíes por parte de parti das que atravesaban la fron tera. “Más complicada parece haber sido la situación en la zona del valle del Duero, donde la fragmentación polí tica era mucho mayor y no siempre era fácil encontrar los interlocutores adecuados con los que tratar. tratar. Además, este est e territorio carecía de bienes que pudieran resultar de interés para los mer cados cordobeses, por lo que el alcance de las relaciones comer ciales era aquí siempre mucho más limitado. La persistencia del problema militar en esta zona se con firma por la construcción durante estos años de la fortaleza de Gormaz (en la actual provincia de Soria) dominando uno de los pasos estratégicos del Duero. La política militar del califato de Córdoba sufrió una dura prueba cuando en el año 972 al-Hakam II decidió trasladar su ejército al norte de África para controlar de manera efectiva los territorios del actual Marruecos. Durante las décadas anteriores, los califas omeyas habían mantenido una fuerte rivalidad con los fatimíes, que habían instaurado un califato de inspiración chií en Ifriqiya, territorio que se corresponde grosso modo con el actual Túnez. Uno de los frentes de esa rivalidad se había desarrollado en el Magreb y había tenido como objetivo conseguir la obediencia de las tribus bereberes que ocupaban la región. En esta lucha interpuesta, las alternativas habían sido muchas, muchas, como también los cambios de obediencia por parte de los jefes tribales imbuidos también en sus propias querellas intemas que les hacían tomar partido por fatimíes u omeyas, dependiendo de complejas circunstancias. Aunque no están claras las razones que llevaron a al-fiakam II a tomar la decisión de ocupar militarmente
los territorios al otro lado del Estrecho, es muy posible que en su ánimo pesara el temor a que el poderío fatimí se consolidara en todo el norte de África y se pudiera exten der así hasta la península ibérica, pues no hay que olvidar olvid ar que apenas ape nas unos un os años antes, en 969, los ca lifas de esa dinastía dinastía se habían apuntado un éxito resonante tras con quistar Egipto, país al que decidieron trasladarse. Las campañas en el norte de África pusieron de nuevo de mani fiesto las limitaciones militares omeyas. Poco después de haberse desplegado, las tropas cordobesas sufrieron un pavoroso desastre en Fahs Mahran, no muy lejos de Ceuta, donde perecieron mil quinientos soldados andalusíes junto con el caíd que los comandaba. A pesar de la magnitud del desastre, al-Hakam II no se arredró. Durante los meses siguientes movilizó a un gran número de tropas de refresco, así como ingentes cantidades de riquezas, que fueron empleadas para comprar comp rar lealtades y conseguir conseg uir que, más por la enorm e normidad idad del despliegue que por estrategia militar, las tropas del califa ocuparan los principales enclaves de la región, siendo así muchos los caudillos y jefes que acep taron someterse a Córdoba. En muchos casos, la rendición se vio acompañada de una cláusula extraordinaria para los berebe res vencidos: la obligación de trasladarse a la capital de alÁndalus con objeto de engro sar las tropas califales a cam bio de recibi rec ibirr estipend esti pendios ios regulares. El reclutamiento masivo de soldados bereberes, la ma yor parte de ellos jinetes, trans formó radicalmente un ejército omeya que hasta entonces se había basado en movilizacio nes anuales que duraban unos pocos meses. m eses. Ahora, en cambio, el peso pasó a recaer sobre estas tropas estipendiarías, que estaban siempre a disposición del califa y que se caracterizaban por tener un entrena miento específico y estaban, por lo tanto, tanto, más profesionalizadas. profesiona lizadas. Su presencia p resencia planteaba, sin embarg embargo, o, dos problemas: el primero, su mantenimiento, que era muy costoso y drenaba gran cantidad de recursos del Estado; y el segundo, de or den público, pues al estar acantonados en la capital sus relaciones con la población cordobesa no siempre eran fáciles. fáciles. Una de las figuras que, posiblemente, resultó clave en estas transformacion transfo rmaciones es fue Muham Mu hammad mad Ibn Abi ‘Amir, más conoci conocido do po porr el sobrenombre que adoptó años más tarde, Almanzor. En su rápida ascensión dentro d entro de la corte de al-Hakam al-H akam II, este hombre desem desempeñ peñóó tareas de supervisió su pervisiónn e inspección inspecc ión durante dur ante la campaña norteafri norteafrican canaa y es muy posible que por entonces comenzara a anudar contactos con los principales jefes bereberes, relaciones que habrían de resul tarle muy útiles en los años sucesivos. Dicho periodo estuvo marcado por la muerte muert e de al-Hakam al-Ha kam II en octubre de 976 y la proclam proclamaci ación ón de su hijo Hishám II como sucesor, algo que era completamente irregular, pues el nuevo califa era todavía menor de edad y la ley
DESPERTA FERRO
II
►Detalle ►Detalle de min iatura del BEATO E MIUANENSE, de principios del siglo X. En la imagen se representan una escena de siega, otra de vendimia y un lagar, que correspo nden al escenario escenario descrito po r el el capítulo 14 del libro del Apocalipsis: i
Y otro ángel salió del templo, cla mando al que estaba sentado sobre la nube: echa tu hoz y siega, porqu e llega la hora de segar, puesto que está seca la mies de la tierra. Y el que estaba sentado sobre la nube echó su hoz sobre la tierra y la tierra fue segada. Y salió otro ángel del tem plo que hay en el cielo, cielo, que tamb ién tenía una hoz aguda. Y otro ángel salió salió del altar, altar, que tenía pod er sobre el fuego y gritó con una gran voz a aquel que tenía la hoz aguda: echa tu hoz aguda y vendim ia los racimos racimos de la viña de la tierra, porq ue m adu ras están sus uvas. Y metió el ángel su hoz aguda y vendimió la viña de la tierr a, y la echó en el g ran lagar de la ira de Dios. Y fue pi sado el lagar de fuera d e la ciudad y salió sangre sangre del lagar hasta los frenos de los caballos hasta mil seiscientos estadios (Apo calipsis 14:14-20).
U L -
Se trata, claramente, de una amenaza, una alegoría que anuncia un castigo di vino. Por otrojado, la imagen es especial mente interesante porque nos presenta escenas de la vida rural del periodo.
musulmana prohibía taxativamente que la dirección de la comunidad de creyentes re cayera sobre un niño. El hecho de que Hishám II fuera menor permitió que los principale p rincipaless personajes personaj es de la corte se hicieran con los resortes del po der. der. Aunque estuvo presente en toda la cons piración que llevó a Hishám Hish ám al poder, el fu turo Almanzor Alman zor no estaba especialmente bien situado al inicio de esta nueva etapa: su for mación era la de un ulema, especializado en el conocimiento de distintas disciplinas religiosas, a lo que se unía su trabajo en el seno de la administración califal, debido a los cargos que había desempeñado bajo alHakam II. En cambio, su experiencia militar era nula, pues las misiones que había des empeñado durante la campaña norteafricana habían sido meramente burocráticas. Des pués de la muerte m uerte de al-Hakam al-H akam esta situa ción cambió y Almanzor pasó a estar cada vez más interesado en las cuestiones mili tares. Algunas indicaciones de las fuentes árabes permiten atisbar que poco a poco se fue convenciendo de que la política que se había seguido hasta entonces en la frontera había sido un fracaso: en 975, por ejemplo, una coalición cristiana había puesto asedio
al castillo de Gormaz y, a pesar de que la campaña constituyó un fiasco, las razias cristianas en territorio andalusí seguían siendo frecuentes en los territorios de fron tera, cuyos habitantes parecen haber mos trado un descontento cada vez mayor. Es posible que su preocupación por este estado de cosas fuera una de las razones que le llevaron al enfrentamiento con Gálib, el gran general del Ejército omeya, artífice, entre otras muchas cosas, del triunfo en el norte de África y que, a la larga, acabó siendo vencido por Almanzor. Almanzor. EL REGRESO A LAS ARMAS
La proclamación de Almanzor como el poderoso podero so hayib que concentró en su per sona el poder del ya desactivado califa Hishám II significó un brusco cambio con respecto a lo que había sido la política de las décadas anteriores. Las grandes cam pañas dirigidas por el gobernante volvieron a sucederse de forma anual. La primera de ellas, tras haberse desembarazo de Gá lib, fue contra Zamora en 981, expedición a la que siguieron otras ese mismo año y los siguientes. Los objetivos iniciales fue ron los territorios del Duero y muy en es
pecial los enclaves encla ves que servían la retaguar reta guar dia de las expediciones cristianas (Zamora, Simancas, Sepúlveda, Sacramenia, etc.). Los efectivos que llevaron el peso de las campañas eran las tropas bereberes com puestas fundamentalm fundam entalmente ente por p or jinetes, que aseguraban una gran rapidez de movimien tos. El antiguo ejército regular omeya fue disuelto por orden de Almanzor, quien a cambio estableció una contribución que gravaba la exención de reclutamiento. El éxito de esta política de incansable acoso militar se tradujo en sumisiones de condes y monarcas, y muy posiblemente en un cese de las expediciones cristianas. Tal vez movido por estos triunfos, Al manzor se decidió a dar una nueva vuelta de tuerca al cambio de política con respecto al pasado. En el año 985 dirigió una devas tadora expedición contra Barcelona, cuyos condes habían venido manteniendo unas relaciones pacíficas y comerciales con Cór doba durante las décadas anteriores. Es muy difícil saber qué fue lo que llevó a Almanzor a romper una relación que parece haber sido mutuamente beneficiosa y es tan solo posible suponer supone r que qu e el poderoso hayib tu viera en mente instaurar una simple y clara
IZ
D E S P E R T A FER R O
▼ En el el siglo X(y fundame fund amental ntalmen mente te durant d urantee el gobierno de Abderramán III III) el califato califato se preocupó de erigir erigir una línea de p equeñas eque ñas torres-vigía o atalayas a lo largo de la frontera fronter a en torno tor no a Toledo, Toledo, distantes unos 40 km entre ent re sí, y con el fin fin de reforzar la vigilancia vigilancia frente frent e a las posibles incursiones cristianas así como ante eventuales insurrecciones locales. Una de ellas fue la ATALAYA DE EL VELLÓN, entre los municipios de El Vellón y Espartal (Comunidad (Comunidad de Madrid). Madrid). Su Su morfología es característica característica del fenómeno de atalayas musulmanas musul manas del periodo: planta casi casi siempre redonda redond a (con un diámetro de 6 m en este caso), paramentos de mampostería y un acceso a cierta altura del suelo (en este caso, a 2,5 m). Esto último permitía, en caso de necesidad, es conder la escala y aislar aislar a sus ocupantes. Apartir del acceso se desarrollan tres plantas comunicadas comunicad as entre entr e sí por una es calera interna. interna. El El término mod erno atalaya proviene precisamente del árabe tala'la ("pequeña torre"), o r o w a n w in d w h is t l er
hegemonía política y militar andalusí. El resultado resul tado fue que Barcelona sufrió una de las peores catástrofes de su historia: fueron muchos los defensores de la ciudad que resultaron muertos, diversos mo nasterios nasterios quedaron destruidos destruidos y el número de cautivos -muc hos de los cuales tuvieron que ser después rescatados mediante fuertes su ma s- fue enorme. enorme. En los diecisiete años siguientes, Almanzor no varió un ápice su agresiva política militar. Los golpes contra enclaves del Duero se multiplicaron y, al menos en algunos de ellos, como Coímbra, Clunia, Osma o San Esteban de Gormaz, llegaron a establecerse guarniciones musulmanas, lo que también suponía un cambio con respecto a épocas anteriores, en las que los gobernantes cor dobeses nunca se habían preocupado de una expansión territorial más allá de las fronteras establecidas. Junto a estas expediciones se produjeron otras más ambiciosas, como la que en el año 997 se dirigió contra Santiago de Compostela (véase “Exhibición de la fe y legitimidad política. política. Almanzor saquea Compo stela” en Desp e n a F e r r o H i s to to r i a A n t ig ig u a y M e d i e v a l n.° 51). Allí se había consolidado ya el importante centro de peregrinación que ha per vivido hasta nuestros días, algo que llevaba a los autores árabes a compararla con lo que “la Kaaba es para nosotros”. Movidos por las rivalidades internas del reino, algunos aristócratas leoneses se enrolaron en el ejército andalusí, que saqueó la ciudad durante siete días obteniendo un enorme botín, en el que se incluyeron las campanas del templo que fueron utilizadas como lámparas para iluminar la mezquita de Córdoba. La continuidad de los ataques andalusíes favoreció, sin embargo, la unión entre monarcas y magnates cristianos. La llamada campaña de Cervera del año 1000 encontró una coalición militar formada por los reyes de León y Pamplona, así como el conde castellano, que se enfrentó en ese lugar del valle de Arlanza (en la actual pro vincia de Burgos) a las tropas del hayib andalusí. Aunque, final-
mente, este salió victorioso del encuentro, durante buena parte del combate la suerte estuvo poco decidida y los musulmanes sufrieron grandes pérdidas. Casi dos décadas de incansables campañas, por lo tanto, habían conseguido instaurar una fuerte hegemonía militar omeya que, sin embargo, estaba lejos de haberse consolidado. La última campaña de Almanzor se produjo en el año 1002, cuando el caudillo contaba con sesenta y dos años y se encontraba, al parecer, enfermo. De nuevo fueron los estratégicos territorios del Duero y de la Rioja los que sufrieron su ataque, que llegó hasta las inmediaciones de la ciudad de Nájera. Cuando se encontraba de regreso a Córdoba, el estado de Almanzor empeoró y murió en Medinaceli el 9 de agosto de 1002. Los cronistas árabes afirman que fue enterrado en ese enclave fronterizo y añaden el pintoresco detalle de que su tumba fue cubierta con tierra que había venido re cogiendo en sus campañas y que estaba adornada con una inscrip ción que, entre otras cosas, afirmaba que “nunca volverá a dar el mundo nadie como él, ni defenderá sus fronteras nadie que se le pueda compa co mparar” rar” (Epitafio (E pitafio de Almanzor, según Ibn Al-Abbar Al-Ab bar e Ibn Idhari). Idhari). Los autores cristianos, en cambio, tenían una visión distinta distinta y afirmaban que había sido “sepultado en los infiemos”. La muerte de Almanzor no significó un cambio en su política. política. Su hijo y sucesor, que tomó el nombre de al-Muzaffar, continuó dirigiendo expediciones continuas contra el norte y haciendo os tentación del poderío m ilitar del califato. Sus triunfos, sin embargo, embargo, no fueron tan resonantes, a pesar de que las fuentes los describen de forma entusiástica. Bien fuera porque carec ía del talento militar de su padre, bien por el hecho de que la resistencia cristiana era cada vez más organizada, o bien porque la maquinaría militar andalusí comenzaba a dar m uestras de agotamiento, lo cierto es que que al-Muzaffar no consiguió en sus apenas nueve años de gobierno emular del todo las grandes hazañas de su padre. A su muerte, en el año 1009 1009,, los problem as que Alman zor había tratado de conjurar conjurar no solo no habían desaparecido, sino que se habían acrecentado. De hecho, poco más de dos décadas más tarde el califato omeya dejó de existir y fueron muchos los contemporán eos que achacaron achacaron este desastre a la presencia de las tropas bereberes que el califato se había visto obligado a reclutar en el norte de África.
B I B L I O G R A F Í A B Á S IC IC A Manzano Man zano Moreno, E. (2019): (2019): Lo corte de l califa. califa. C uatro años en la Córdo ba de los omeyas. Barcelona: Crítica. Sénac, Ph. (2011): A lm an zo r. El a zo te d el a ñ o 1000. Valencia: Universidad de Valencia. EBibliografía completa en www.despertaferroediciones.com Eduardo Manzano Manzano Moren o es profesor de
investigación investi gación del CSIC CSIC,, de cuyo Centro Cent ro ddee Cie Ciencias ncias Humanas y Sociales fue director. Ha sido profesor invitado en las Universidades de Oxford, Chicago y en School of Oriental and African Studies. Entre sus libros se cuentan Conqui Conquis tado tadores res emires yca califas: lifas: los los omeyas yla form formación ción deal-An -Andalus lus y Épocas Épocas Medievales, vales, ambos publicados por la editorial Crítica.
Al Almanzor Una personalidad fulgurante AnaEchevarría Ana Echevarría Arsuaga
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Universidad Nacional de Educación a Distancia
Sus HAZAÑAS TE INFORMARÁN SOBRE ÉL COMO SI CON TUS PROPIOS OJOS LO ESTUVIERAN VIENDO. ¡POR DlOS!, NUNCA VOLVERÁ A DAR EL MUNDO NADIE COMO ÉL NI DEFENDERÁ LAS FRONTERAS OTRO QUE SE LE PUEDA COMPARAR. E p i t
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◄Detalle de la llamada ARQUETA DE LEYRE, arca de pequeño tamaño tallada en el año 1004 por Faray, artista hispanomusulmán. Probable mente fuera o bien capturad a en el el curso de algun a incursi ón cristiana o entreg ada a mod o de paria o trib ut o a los reyes reyes cristianos, lo que ex plique que acabara sus días en el monasterio de Leyre, en Navarra, que da actualmente nombre a la pieza. Allí fue reutilizada como relicario de la las santa santass Nunilo y Al odia. Pero Pero su historia es muy anterior ; la inscripción q ue con tiene, en letra cúfica, indi ca que se fabric ó a mod o de RE GALO PARA PARA AB D AL -MALIK, hijo y sucesor de Almanzor: En el nombre de Alá, prosperidad, alegría, esperanza de obras buenas. Retraso del momento supremo para el hayib Saif al-Dawla 'Abd al-Malik Ibn al-Mansur [hijo de Almanzor]. Dios le asista, de lo que le mandó hacer por orden suya bajo la dirección del Fata Al-Kabir Zuhayr ibn Muhammad Al-amiri su esclavo. Año cinco, noventa y trescientos [según el calendario islámico]. Por lo mismo, es probable que la imagen que aquí vemos, que corresponde a uno de los laterales, corresponda bien al propio'Abd al-Malik, o más más pro babl ement e, aall CALIFA HISHÁM II, que ejercía como t al en el mo men to en el qu e se fabric ó esta arqu eta (976-1009). El El califa aparece sentado "a la turca" sobre trono sustentado por leones. Nótese cómo en la mano izquierda porta un gran anillo que no es otra cosa que el sello real, por tanto símbolo de autoridad califal. Con la misma mano sostiene una redoma o copa que es emblema de su dominio terrenal, e influencia de la icono grafía abasí del peri odo. Con la diestra sujeta una piña, símbo lo de abu ndan cia. Le asisten dos sirvientes. sirvientes. El El pro lon gado pero débil califato de Hishám sirve de telón d e fond o del p eriodo de gob ierno d e Almanzor y de sus suce sucesore soress e hijo hijos, s, elel m encion ado'Ab d alMalik y Abderramán Sanchuelo. Hishám llegó al trono siendo demasiado joven para gobernar (once años), lo que propició las luchas por el poder. Los Los esclavos esclavos de la corte de o rig en eslavo ( saqa saqalib liba a) trataron de destronar al joven califa para reemplazarlo por un tío suyo, pero las an tiguas familias dominantes, enfrentadas a los saq saqaliba liba, reaccionaron y formaron un consejo de regencia en el el qu e la figura d omi nante sería sería Almanzor, quien asumía el título de hayib ("chambelán"). A partir de ese momento, sería este quien gobernase de facto, mientras Hishám era recluido en la sombra, apartado del poder. A la muerte de Almanzor, sus herederos trataron de sostener este estado de cosas pero, carentes de la pericia política y el prestigio militar de su progenitor, acabaron catalizando el final tanto de sus propias carreras como del califato de Córdoba en su conjunto. Museo de Navarra. a trayectoria política del chambelán (hayib) del califa Hishám II, Muhammad Ibn Abi ‘Amir al-Mansur, co nocido en las fuentes cristianas por la latinización de su sobrenombre, Almanzor (“el victorioso”), no solo despertaba admiración entre los poetas musulmanes, sino que atrajo la atención de numerosos cronistas cristianos. Todos ellos contri buyeron buye ron a la creac cr eació iónn de una leyend ley end a que ha sobr so brevi evivi vido do al paso de los siglos sig los,, has ta el pun punto to de que Alm Al m anzo an zorr es más co co nocido como personaje histórico en España que los califas de al-Ándalus.
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UNA UNA GENEAL OGÍA A MEDIDA
Las genealogías compuestas para explicar los orígenes del hayib de Hishám II remontan su ascendencia a ‘Abd al-Malik, que atravesó el estrecho de Gibraltar en el ejército de Táriq ibn Ziyád. Al mando de un grupo de tropas, se apoderó de Carteya y, a cambio, recibió una propiedad en Torrox, a orillas del Guadiaro, desde donde comenzó a ascender dentro de la élite local y a desempeñar funciones en la administración, como emir o gobernador del distrito de Algeciras, puerto clave -entonces como ah ora - del tráfico en el Estrecho. Estrecho. Su descendiente y abuelo de Almanzor, el sabio Muhammad Ibn Abi ‘Amir al-Mansur (I) -desposado con la hija de Yahya Ibn Isháq, médico del califa Abderramán III, visir y gobernador de Badajoz- fue nombrado cadí de Sevilla por ‘Abd Alláh (895-903), con lo que pasó a ser miembro de la elite judicial del emirato y consolidó definitivamente la posición de la familia, ennobleciendo sus orígenes por ambas ramas, la femenina y la masculina. El hijo de este matrimonio, ‘Abd Alláh ibn Muhammad ibn Abi ‘Amir, sería el padre de Almanzor, y Burayha, del igualmente prestigioso linaje árabe de los Tamim, su madre. La tardía biografía de ‘Abd Alláh se escribió de manera que resaltara sus rasgos piadosos, frente a las virtudes políticas de su hijo, con referencias a su pro funda religiosidad, su vida retirada de estudio, su despego hacia el poder pode r y su categorí cate goríaa como co mo erudito erudit o del hadiz [N. del E.: dichos del Profeta ante sus allegados, compilados con posterioridad]. A su muerte, hacia el año 960, sus dos hijos, Muhammad y Yahya, ya rondaban la veintena, y a pesar de ello Burayha tuvo que ganar su sustento, tal como proclamó años después su famoso hijo.
EL ASCENSO EN LA ADMINISTRACIÓN CALIFAL
Almanzor se trasladó a casa de su tío materno para cursar sus es tudios en Córdoba. La ciudad que recibió al joven provinciano era una de las principales metrópolis del islam occidental, con su muralla de piedra romano-visigoda y los más de veinte arrabales desarrollados en tomo a fundaciones piadosas o mezquitas desde que fuera designada como capital de al-Ándalus (véase “La Cór doba del califato. Una megalópolis en al-Ándalus” en Arq A rq ue olog ol og ía e H isto isto ria n.° 22). Pero la percepción espacial de la ciudad había cambiado, sobre todo con la división de la administración entre la medina de Córdoba y la nueva ciudad palatina de Medina Azahara, mandada construir por Abderramán III después de arrogarse el título de califa (929) y colocar así, en el marco del mundo islá mico, al califato omeya de Córdoba, al mismo nivel que los otros dos ya existentes, el abasí de Damasco y el fatimí de El Cairo. Almanzor se educó con ilustres maestros y su progresión en la carrera funcionarial, aparte de deberse a sus propias cualidades, siguió el cursus honorum tradicional dentro del vasto aparato del Estado omeya. Accedió a él desde el humilde puesto de es cribano público en una tienda cercana al alcázar de Córdoba, donde se ocupaba sobre todo de redactar peticiones e instancias, instancias, gracias a la intercesión de un importante cortesano, probablemente el visir Ya’far Ya’far al-Mushafí, quien en la práctica desempeñó la re gencia durante la enfermedad terminal de al-Hakam II. Su puesto clave fue el de administrador de los bienes del príncipe heredero y de su madre Subh, la favorita vascona de al-Hakam II. Desde entonces, el ascenso de Almanzor en la corte fue imparable y, como era habitual, fue acum ulando las atribuciones: prefecto de la ceca -su nombre empieza a figurar en las monedas en 967-, administrador de las herencias vacantes y, según algunas fuentes, cadí de Sevilla desde 968. Comenzó a frecuentar a los notables de Córdoba, al tiempo que se construía una residencia en el arrabal de al-Ruzafa, y se le encomendó el cargo de jefe de policía poli cía (sahib al-shurta ), lo que le abrió las puertas de los fastos que tuvieron lugar en Medina Azahara con ocasión de la fiesta de la ruptura del ayuno, en los que Almanzor, según el orden je rárquico, ocupó el último puesto a la derecha del califa. Durante los años 973-974, Almanzor formó parte de una comisión califal de inspectores encargada de supervisar las
IB
D E S P E R T A FE R R O
operaciones de los generales presentes en las campañas norte-
de las herencias herencias intestadas, procedió a recopilar los docum entos
africanas de Ceuta y Tánger y el gasto excesivo que producían,
de juramento público para repartirlos entre aquellos que lo
tras lo cual, en solitario, desempeñó el puesto de cadí supremo
habían prestado, mientras al mismo tiempo organizaba un cuerpo
del Magreb (véase “Las campañas de Almanzor” en D e s p e n a
de guardia vinculado personalmente al califa.
F e r r o A n t ig ig u a y M e d i e v a l n.° 7), región fundamental para ga rantizar los intercambios comerciales y el reclutamiento de sol dados para combatir a los fatimíes. Desde dicho cargo, Alman
año, quedó desbaratada una conjura palaciega para entronizar
zor era el responsable de llevar obsequios a los no bles bereberes
acabó siendo asesinado por intervención directa de Almanzor
que abandonaban las filas enemigas para pasarse a las omeyas
y Al-Mushafí. No obstante, el problema sucesorio no se limi
y de informar directamente al califa, como muestran sus cartas
taba a la edad del nuevo califa, puesto que, una vez alcanzada
en el Muqtabis [N. del E.: antología de textos históricos com
la mayoría, siguió sin asumir el mando y varios autores bara
A la muerte de al-Hakam, a principios de octubre de ese a uno de los hermanos del difunto califa, al-Mughíra, quien
pilad a en el siglo si glo XI por Ibn Hay yán ]. Cua ndo nd o los asu nto s nor-
jar on la po sib ilidad ilid ad,, a cepta ce pta da actua ac tua lmen lm en te, de que qu e n o e stu vie se
teafricanos se apaciguaron, regresó a Córdoba y nunca más
en sus plenas facultades. Así lo recogen figuras como Ibn
volvería al Magreb, sin embargo, esta m isión le había permitido
Hazm o el biógrafo al-Hiyari (m. 1155), quien afirmaba que el
pon erse ers e en con tacto tac to con los ber ebere eb eres, s, que serían ser ían un elem ento en to
califa, además de enfermo, tenía problemas de motricidad, una
fundamental para mantener el poder que llegó a adquirir durante el califato de Hishám II.
pará pa rálisi lisi s par cial cia l de la par te izq uie rda rd a de la car a y era disc di sc ap a citado mental -una exageración, para Ibn Sa‘id-, e incluso numerosas anécdotas anónimas contemporáneas. Algunos his
UN CALIFA INCAPAZ
toriadores se refirieron a Almanzor con la palabra k a f i l (“tu
A la vuelta del Magreb, Almanzor se encargó de la gestión de
tor”), sin embargo, la participación de Subh, madre de Hishám,
las tropas permanentes ( hasham ), ámbito en el que ya había
en los movimientos en torno a la sucesión, aportando fondos
destacado y en el que sus conexiones m agrebíes le facilitaban la
para par a facilit f acilitar ar la investid inv estid ura y ejerc ej ercien iendo do una ver dad era rege ncia,
tarea. En ese momento, en la capital, la cuestión candente era la
hacen sospechar del aparente desinterés de la actuación actuación de Al
sucesión en el trono omeya de un al-Hakam II que era un hombre
manzor. Aunque infrecuente, el papel de “la gran señora”, o
enfermo, cuyo primogénito era menor de edad y que contaba
“la señora Subh”, como regente desde el harén no es excep
con otros parientes adultos más p reparados para asumir el título. título.
cional, como atestiguan las personalidades de Sagib, madre
Ello indujo al califa en el año 976 a asegurar el trono para su
del califa abasí al-Muqtadir (908-932) o Sit al-Mulk (970-
hijo Abü 1-Wálid Hishám mediante un juramento de fidelidad
1023), tía del califa fatimí al-Zahir. Subh utilizó a Almanzor,
(bay'a ) por parte de los cortesanos y los gobernadores, trámite
que tenía acceso al harén por su cargo de administrador del
en el que Almanzor, en calidad de jefe de policía y administrador
heredero, como su brazo armado, dado que tenía también la
Almanzor Al ma nzo r asume el cargo de responsable de la policía m edia (sahib al-shurta al-wusta).
Una vida entregada a la búsqueda del poder Cadí
O
o
Almanzor hasta Cursus honorum de Al alcanzar la cúspide del poder (sayyid) Ac Aceifa ifa cris ristia tiana Ac Aceita ita musulmana Ac Aceifa ifa en tie tiempos de Almanzor
El conde Gundisalvo, de Galicia, informa al califa de la llegada de los normandos a su territorio. La flota omeya sale en su búsqueda al Algarve, pero estos se han retirado. Al ma nzo r res po ns abl e de la su per vi si ón del bu en fu nc io na miento de la ceca ( An-n An-n aza r fi amana dar as-sikk a)
Moneda Moneda de de plata plata (dirham) ^ acuñada en Medina Azaha ra el año 968 o 969, durante el califato de al-Hakam II (reg. 961976). Por entonces el jefe de la ceca era, precisamente, Al man zor (que accedió al cargo en el año 967), y en el anverso aparece mencionado bajo su nombre verdadero (Amir).
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Ad mi ni st ra do r de las herencias intestadas (huttatu al-mawarith). al-mawarith).
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Llega Llega a Córdoba el embajador embajador de Otón II emperador emperador del Imperio Romano Germánico.
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al-Hakam II
( r e g . 929961)
| Sancho 1 | Ordoño IV |
Au di to r esp eci al en el Ma Ma greb y máximo magistrado ju di ci al Al-amana (Al-amana bi-ard -ard al-Magrib wa-quda bi-ha).
Gestor de los asuntos del sucesor designado (wakala wali al-'ahd\.
Con 26 años, nombrado intendente, administra dor de los bienes, del príncipe Hishám
Ab A b d err er r amán am án I Ordoño III
Gálib, el mejor mejor y más más p general omeya, se une al ejército en África.
y Sevilla.
alfaquí de provincias, se instala en Córdoba para ampliar sus conocimientos. 951 951
Un nutrido ejército califal desembarca en el norte de Marruecos. Se combate la rebel rebelión de los idrisíes risíes contr contra a la hegemonía omeya.
durante el período IV/967III/972. Derrocha buena parte de los recursos provenientes de la ceca para obsequiar y adular, principalmente, a Subh, madre del príncipe Hishám Almanzor obtiene de esta forma una influencia decisiva sobre la favorita del Cadí de Niebla califa.
Al man zor , un joven
>0
Llega a Córdoba el embajador del emperador emperador bizantino tino Juan I Tzimisces
( r e g . 961976)
Sancho 1
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Hishám, a la edad de 12 _ J años, designado sucesor por su padre Al -Hak am II
Ramiro III
D E S P E R T A FERR O
capacidad de movilizar a los ejércitos y la policía acantonados
García de Castilla y el rey Sancho Garcés de Pamplona. En
en la ciudad, mientras ella, por su parte, dominaba el consejo
mayo, Almanzor asoló durante dos meses la Marca Superior,
de regencia encabezado por el chambelán Ya’far al-Mushafí.
hasta acampar junto a la fortaleza de San Vicente, preparado
Este último, junto con el comandante supremo de la frontera,
para enf rent arse a Gá lib em ple and o par te d e las ant igu as fuer zas
el afamado Gálib, eran los personajes más importantes de la
de la frontera de este, al mando de Ma‘n al-Tuyibi -lo que sin
corte y Almanzor se apresuró a aliarse con ambos: con el pri
duda debió doler profundamente al general-, tropas beréberes
mero, para minar la posición de los eslavones [N. del E.: anti
a las órdenes de Ya‘far ibn al-Andalusí y su propio ejército de
guos esclavos de origen eslavo -de ahí su nombre- con gran
la capital. Por parte de Gálib estaban las tropas fronterizas que
pres enc ia en la ad m ini str aci ón cal ifal ] de ntr o del alc áza r; y
le seguían siendo fieles, encabezadas por otra rama de los tuyi-
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bíe s, la de Ha shi m, ade má s de los co nt ing en tes de Ga rcía Fe r
con el segundo, mediante el matrimonio con su hija. Es entonces cuando comenzaron las conocidas campañas
nández y de los navarros, mandados p or Ramiro, hijo de Sancho
de Almanzor, forzadas por los avances del conde castellano
Garcés II. Cuando Gálib estaba a punto de vencer, se retiró de
García Fernández. Al-Mushafi, enfrentado al general Gálib, no
la batalla y fue hallado muerto poco después sin huellas de he
supo afrontar la emergencia y se contentó con ordenar la des
rida alguna. Con la batalla de San Vincente (981), apodada por
trucción de un puente sobre el Guadiana para impedir a los
al-‘Udri “de la victoria”, Almanzor quedó como hayib y co
enemigos el acceso a territorio musulmán. Almanzor consiguió
menzó a utilizar el sobrenombre h onorífico con el que ha pasado
el mando de las tropas de la capital y se dirigió a la plaza fuerte
a la historia: al-Mansur (“el Victorioso”).
de al-Hamma (Baños de Ledesma, Salamanca), de donde re
AL-ZAHIRÁ, UNA CIUDAD INTRAMUROS DE LA CAPITAL
gresó con dos mil prisioneros, y de allí a Cuéllar (977), en una campaña meramente defensiva. Gálib y Almanzor se habían aliado para hundir a Ya’far al-
Tras la conspiración que había acabado con los omeyas de Cór
Mushafí, quien finalmente fue depuesto y humillado, pero el
doba para facilitar la sucesión de Hishám II, el resto de sus pa
siguiente en caer fue el propio Gálib, a pesar de ser su suegro y
rientes se mantuvo en la sombra para evitar las represalias.
compañero de armas de aquel. Entre ambos habían surgido
Pero el mismo Almanzor, temiendo también po r su seguridad,
irreconciliables desacuerdos sobre el desempeño del poder,
comenzó a edificar en 979 una nueva residencia que reemplazara
pues G álib, clie nte de los o me yas , n o p odí a c on ceb ir la pos ició n
a la que ya tenía en al-Ruzafa, en un entorno mucho más pro
en que se mantenía al califa y temía que la situación acabara
tegido y controlable. La denom inó M edina Al-Zahirá (“la ciudad ciudad
con la propia institución califal. En abril de 981, ambos se en
resplandeciente”) y tardó menos de un año en poder trasladarse
frentaron en la llamada “rota de los Ma‘afir”, en la que Alman
a ella. ella. La fortaleza-palacio serviría de acanto namiento de tropas
zor sucumbió frente a las fuerzas combinadas de Gálib, el conde
fieles a su persona; le permitiría dirigir las campañas desde su
Alm Almanzor, nue nuevo inspecto inspectorr del del cuerpo cuerpo perpermanente de soldados profesionales (al-nazar bil-hasam). Al -Hak am II, que ve acercarse su propiofinal final, le le brinda este cargo, decapital capital importancia, de cara a asegurar una sucesi sucesión ordenada ordenada enel califato.
Tras la muerte del califa, al-Mushafi se hace con el mando del gobierno gobierno (hayib). Alm anzor , uno de sus hombres de máxima confianza, confi anza, rer ecibe el cargo de visir (wazit) y ministro (wizard). Almanzor conspira contra al-Mushafi
.
Alm anzor se hace con la máxima magistratura de la ciudad de Córdoba (sahib al-madina). Enfrentamiento abierto entre al-Mushafi y Alm anzor , alianza de este con Gálib
Triunfo de Alm anzo r que, a la edad de 37 años, es nombrado hayib. Al -Mus haf i es enviado a prisión. A l manzor al frente del gobierno. Guerra en África
D a w I a La d i n a s t í a Conspiración contra Alm anzo r liderada por el comandante del ejército en Zaragoza, 'Abd al-Rahmán ibn al-Mutarrif, unido al ministro y cadí de Toledo, 'Abd al-'Aziz ibn de Al Almanzor, 'Abd Marwán, y al hijo mayor de All áh. La conjura fracasa y 'Abd Alláh huye a territor terri torio io cristiano. cri stiano. Dos Dos años años después después es entregado a Alm anzor , que ordena su decapitación. Encuanto En cuanto a los otros traidores, traidores, Almanzor, se limitará a hacer justicia, sin excesos. Pertenecen a poderosos linajes de la frontera con los que el hayib, probablemente, no desea indisponerse.
El poderoso Ziri ibn Atiyya, en el contexto del enfrentamiento entre Alm anzo r y Subh, se desliga del sayyid y, desde su posici posición en Marruecos, declara su lealtad directa al califa, lif a, alineándose al ineándose así con los enemigos de su antiguo protector. re Al man zor hace que el califa, Hishám II, renuncie públicamente al ejercicio del poder y se lo ceda oficialmente a aquel y a su linaje. Es el triunfo final e ¡ncontestado del sayyid, que definitivamente se hace, de tacto, con el control absoluto de todas la riendas del Estado omeya.
amirí
Subh maniobra contra Alm anzor , al que acusa de querer hacerse con el poder absoluto. t o. La respuesta del sayyid es la de purgar purgar el círculo círcul o palaciego que acompaña a la madre del califa. Subh reacciona y trata trata de apoderarse de los fondos del tesoro público con el fin de poder financiar financiar un levantamient levantamiento, o, lo que provoca provoca una una severa respuesta de Alm anzo r Este se hace con el control y la posesión legal de los caudales del Estado y, con apoyo apoyo de tropas tropas leal l eales, se dirige a palacio y hace trasladar todo el tesoro a su residencia de Madínat alZahirá.
Alm anzo r ordena pasar a África a un ejér-
cito de élite al mando de su mejor general. Un año después, después, en 998, Ziri ibn Atiyya es derrotado y puesto en fuga.
lo que a la Alm anzo r se intitula sayyid, lo
Hassán b. Qannun maniobra contra contra los omeyas en el el Magreb. Al man zor ordena una intervención masiva. El rebelde es captucapturado y ejecutado cutado en Córdoba. Córdoba.
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Al man zor muere en el transcurso de una
sazón supone el culmen de su carrera carrer a polí tica y, quizá, es el catalizador del movimiento que muy pronto pronto se organiza en la corte contra él. Ziri ibn Atiyya, caudillo zanata (Magreb) y protegido de Alm anzor , pone bajo obediencia omeya (entre (entre 979 y 994) buena parte del Magreb occidental y central, territorio que gobierna con autonomía.
La lucha por la preeminencia entre Gálib y Alm anzo r concluye con la batalla de San Vicente ente y la muert muerte e de Gálib. r* . i . 1 2 3 * 4 5.16 .7 8 91 91101 377 978 978 979 979 980 981
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campaña. Su hijo y sucesor designado, Abd al -M al ik al -Mu zaf fa r (9751008), siguiendo los últimos consejos de su padre, se dirige i ge rápidamente rápidamente a Córdoba Córdoba para ser el primero en dar dar al califa cali fa la la noticia de la muerte del sayyid, y hacerse de inmediato con los resortes del poder.
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Hishám II (reg. 976-1009)
Sancho II Garcés
r .......
Bermudo II
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..............
i ......
García Sánchez II | Ramón Borrell
Alfo Alfons nso oV Sancho III Garcés
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D E S P E R T A FERRO
▲ Detalle de la llamada ARQ A RQ UETA UE TA DE LEYRE (Pamplona). En ella se aprecia una escena cortesana, con músicos que tañen instrumentos para solaz de los miembro s de la cort e andalusí.Tal andalusí.Tal y com o ha puesto de relieve la investigación reciente, la admin istr ación c alifal no era un mo delo institucional conso lidado sino una máquina cuyo ob jetivo era el el DRENAJE DE RECURSOS del Estado. En consecuencia, la administración de los recursos estatales era una fuente inagotable de riquezas por las que competían LAS GRANDES FAMILIAS del reino, caso de los Abi Abd a, los Suhayd, los Yahwar o los Futays, acostumbrados, generación tras generación, a monopolizar todos los cargos y dignidades del califato y, en consecuencia, a nadar en la abund abund ancia. Pero el el califa Al-Hakam II comenzó, tímid ament e, a repartir estas mismas dignid ades entr e personas que carecían de apellidos ilustres, muchos incluso descendientes de esclavos. Son los famosos SAQALIBA SAQALIBA,, que despertaron el recelo de las familias ¡lustres, que veían cómo advenedizos ajenos a su círculo les arrebataban parcelas de poder. Inevitablemente, estalló una pugna entre unos y otros. El El ascenso ascenso vertig inos o de A lman zor en la cort e se explica, preci samente, po r su alianza alianza con las las grandes famili as en su lucha con los advenedizos advenedizos y descendient es de esclavos, esclavos, o esclavones (caso (caso de su gran opo sito r en la corte, Gálib).
propia pro pia base, base , pro teger teg er a su fam ilia mien mi entra trass él estaba est aba ausent aus ente, e, con guardias de su confianza, y podía ser aislada del resto de la capital por motivos de seguridad durante las crisis de gobierno. Con el tiempo, tendría una administración paralela a la del pro pio califa cal ifa y una vida vid a corte co rtesan san a igual ig ualme me nte lujosa. lujo sa. En torno tor no a ella, los terrenos fueron cedidos a notables de la corte y secre tarios afines para que edificaran allí sus viviendas. Cuando se trasladó a Al-Zahirá y se sintió seguro, Almanzor tuvo un gesto simbólico: ordenó que se le invocara en todas las mezquitas de al-Ándalus, detrás del nombre del califa, lo que motivó el es cándalo de muchos por ser una medida sin precedentes. LA FAMILIA DE DE ALMANZ OR
Las alianzas matrimoniales de Almanzor condicionaron su ascenso y el mantenimiento de su poder. Asma, la hija de Gálib, apodada la Chata ( a l-D a lfa ), fue aceptada por Subh, desempeñó un papel fundamental en la estrategia de Almanzor contra Ya’far al-Mushafí y fue la esposa principal en el harén de Almanzor y madre de su hijo ‘Abd al-Malik. Divorciada de uno de de los visires de al-Hakam II, tiene su propia biografía en el D i c c i o n a r i o b i o g r á f i c o de al-Humaydi, un honor reser vado a un número muy limitado de mujeres. Como principal
esposa de Almanzor, a Asma le correspondía la autoridad en el harén pero, muy especialmente, la custodia del tesoro per sonal de los amiríes [N. del E.: dinastía de Amir, esto es, Al manzor] durante las ausencias de su esposo de Al-Zahirá y el ordenamiento de sus pagos, según consta en las recomenda ciones de este a ‘Abd al-Malik en el momento de su muerte: “el dinero que tu madre guarda es el bastimento de tu poder y la munición frente a cualquier contingen cia”.1Tras la muerte de Almanzor, siguió viviendo en su residencia habitual y uti lizaba a un alfaquí de su confianza para mantenerse infor mada, lo que le permitió avisar a su hijo de una conjura tra mada contra él por uno de los visires de la corte. Lo mismo ocurrió cuando proporcionó financiación al partido omeya cordobés para levantarse contra Abderramán Sanchuelo, a quien culpaba de la muerte por envenenamiento de su medio hermano ‘Abd al-Malik, con la condición de que les vengaran a ambos. De tipo político, pero de otro tenor, fueron las alianzas que contrajo Almanzor con las hijas de los principales líderes de los poderes del norte peninsular, asunto que los cronistas cristianos consideran profundamente humillante. Tras la cam paña pa ña de C astil as til la o “de “d e las tres tr es na ci on es ” en e n el vera ve rano no de 982,
Dinastías omeya y amirí
Muhammad ihn Abi 'Amir
Los Los califas califas y sus chambelanes chamb elanes
Cadi de Sevilla
'Abd Allah ibn Muhammad ibn Abi 'Amir
Ab A b d er r am án III Califa 912-961
rS J
Burayha (linaje de Tamim)
a\ianza \ian za ¿ama ¿amarites?
al-Mughîra
al-Hakam II
Ab d al -J ab ar l
Califa 961-976
Subh
OD]
✓1 "la vascona"
Sancho Garcés II Rey de Pamplona
____ |
__induc __in duce¿ e¿V Vi ' '
Hishâm II Hishâm i co o co 1 iO iS .Sá g if ä t? ë
!
1 03 » i
"la Chata"
__ ____ ________
Califa 1009-1010
MI Califa Califa omeya omeya (y número) número) Chambelán (hayib) Rey
Al man zor zo r
-----------------------
Abda
Hayib 978-1002 Hayib 978-1002
destrona
asesina___
___________________
Muhammad II
O -o ©
Asm A sm a al -D al f a x r T ' j
Califa 976-1009, 1010-1013 1010-1013 y 1018
'Abd al-Mal ik al-Muzaffar
Ab A b d erra er ram m án San ch uelo ue lo
Hayib 1002-1008 Hayib 1002-1008 "Espada de la Dinastía"
Hayib 1009 "Defensor de la Dinastía"
Casa omeya Cristiano o de origen cristiano I De origen bereber I Saqaliba (antiguo esclavo de origen eslavo) Am Amiríe iríes s (de (desce scendien ientes tes de Alma lmanzor) Familia ilia de origen origen yemení
)IMlIJI1 lIJI1 /" ¿asesto^
'Abd al-Aziz ibn Abi 'Amir Rey taifa de Valencia y Almería
llegó la hija del rey Sancho II Garcés Abarca de Pamplona, reconocida como “vascona” en las fuentes árabes, que se convirtió al islam con el nombre de Abda y fue madre del úl timo amirí, Abderramán, apodado Sanchuelo por sus cone xiones navarras. La tregua consiguiente culminó con el viaje de Sancho II a Córdoba en 992, donde fue recibido en AlZahirá, en medio de una gran formación militar, por su nieto Abderramán, recién nombrado visir a pesar de su minoría. Según Ibn al-Jatíb, Almanzor le recibió en su sala de recep ciones, entre la guardia negra y la eslava. La otra unión co nocida fue con Onega, hermana de Sancho García, conde de Castilla desde 995.
LA “DINASTÍA” AMIRÍ Ibn Hayyán consideraba la ruptura entre Almanzo r y Subh como el acontecimiento d ecisivo de la historia de los amiríes, fraguada desde el año 996 una vez que esta se había percatado de las redes de poder que aquel había ido tejiendo y que superaban su pro pia influe inf luenci ncia. a. Intent Int entóó finan fin ancia cia r una un a r ebe lión lió n a poy ada por su hermano Raiq, desencadenada por la consulta de Almanzor al consejo de visires y alfaquíes, para requerir su consenso para asumir directamente el título de califa, dando como motivo de la grave decisión la incapacidad de Hishám II para desempeñar sus funciones. Dado que el califa debía perte necer a la tribu del del pro fet a Ma ho homa ma , el cons co nsejo ejo int erp uso su veto, vet o, dec isión isi ón que acató Almanzor. Tras su ruptura con Subh, y dado lo delicado de la política interna cordobesa, Almanzor necesitaba un golpe de efecto y promovió la campaña de Santiago (997) para pro-
mocionar su propia figura y justificar la delegación en él de todos los poderes y afirmar la situación política (véase “Exhibi ción de la fe y legitimación política: Almanzor saquea Compos ia A n t i g u a y M e d i e va va l n.° 51). tela” en D e s p e n a F e r r o H i s t o r ia A partir de 998, año de comienzo del gobierno en solitario de la dinastía amirí, Almanzo r fue apoyado por la élite religiosa que, viendo al califa incapaz de gobernar y temiendo una guerra civil, impusieron a Hishàm II la renuncia a su propio tesoro en beneficio de Almanzor, lo que hacía a la corte califal completamente dependiente de este, pero manteniendo la es tabilidad aparente del califato. La crisis terminó con la confir mación de Hishám II como califa y la pública delegación de todos sus poderes en Almanzor. El tesoro califal fue trasladado a Al-Zahirá. Después de esto, nada turbó el peculiar orden del califato andalusi: Hishám permaneció bien asentado en el trono gracias a su incapacidad de m olestar a nadie, mientras Alman zor continuó gestionando el poder en su nombre. La pérdida de la crónica de su familia, escrita por Ibn Hayyán, hace que conozcamos este periodo mucho peor que el anterior. anterior.
EL LEGADO Y LA LEYENDA La muerte de Almanzor, el 27 de Ramadàn del año 392 de la hégira -año 1002 de la era cristiana- a los sesenta y cinco años y diez meses, fue un aldabonazo. Las recomendaciones en su lecho de muerte a su hijo ‘Abd al-Malik, recogidas por Ibn Hayyán, cubrían todos los aspectos de su herencia, tanto los familiares como los políticos. Su cuerpo reposó en Medinaceli, que había sido feudo de su suegro.
2D
D E S P E R T A FE R R G
► Detalle Detalle de miniatura del Codex Codex Vigi Vigila lanu nuss o Códice Códice Albeldense, Albeldense, obra redactada entr e los años 881 y 976. En ella aparece el el REY REY SANC HO GARCÉSII, rey de Pamplo na-Nájera y conde de Aragón, bajo la le yenda San Sancio rex. rex. Su reinado (de Pamplona-Nájera) se prolongó entre los años años 970-994 y constitu ye un ejem plo de adversario adversario y víc tima d e Almanzor, con quien h ubo de lidiar en repetidas ocasiones ocasiones,, siempre sin éxito. La larga larga sucesión de derro tas qu e sufrió frent e al al cordobés le llevaron, finalmente, a buscar la vía diplomática. En con secuencia, en 983 entregó a su propia hija Urraca (rebautizada Abda) para que desposara con A lmanzor. En 992 visitó en persona la capital capital califal, califal, don de se entrevistó con su nieto, Abderramán, apo dado Sanchuelo por su parecido físico con su abuelo. Este Este,, sin em bargo, lo despreció y brindó un trato distante y hasta humillante, en señal señal de desprecio y de superio ridad f rent e a él. él.
r - —
Su figura entraba así en la leyenda. La ma yoría de las fuentes biográ bio gráfica ficass andalu and alusíes síes se basan bas an en la menci me nciona ona da Historia de
los amines de Ibn Hayyán, escrita de forma casi contemporánea a los hechos, combinando los recuerdos de su padre, que había sido secretario de Almanzor y el diccionario biográfico de alHumaydi. La imagen que pretende dar del personaje es la del héroe del islam, con anécdotas sobre sus cualidades morales (justo, (justo, docto, valiente, devoto); virtudes que contribuyen a oc ultar o justificar sus defectos, como la crueldad debida al sentido de la justicia, concepto muy barajado cuando se describe cómo mandó dar muerte a su hijo ‘Abd Alláh, quien se rebeló contra él apoyado por los cristianos. Su devoción se manifestaba en la prác tica de la yih ad contra con tra los cristian cris tian os y en su intento inte nto de con co n tentar a la clase de los ulemas, cuya legitimación, por otra parte, le era necesaria: necesaria: para ello no dudó en quemar una parte de la bi bliot eca de al-H a l-Haka aka m d edicad edi cad a a la astrol ast rologí ogíaa y la filoso fil oso fía e in in tentó tentó que la oración de los viernes viernes se hiciera también en la mez quita de su propia ciudad, Al-Zahirá, sin dejar de engrandecer la mezquita mayor de Córdoba. No obstante, tampoco se ocultan algunos de sus defectos, como el hecho de que bebía, en contra de las enseñanzas del Profeta. Por su parte, ‘Abd Alláh de Gra nada, en sus memorias, lo puso como ejemplo del azar y los cambios de la fortuna en el mundo, al describirlo como un indi viduo inteligente, cuyos astros se habían conjugado de forma conveniente y que, mediante su habilidad política, había conse guido alcanzar todas sus aspiraciones. Como era de esperar, la muerte de Almanzor produjo un sentimiento de alivio en los reinos cristianos peninsulares. Desde el famoso “el demonio que había habitado dentro de él en vida se lo llevó a los infiernos” de la H istoria silens silensee 2, a la causa natural de su muerte aducida por la Historia composte-
lana , con un moderado “entregó su alma infelizmente al seno de Mah oma”3, oma”3, todas las crónicas celeb ran su fin. Varios cronistas destacan el hecho de que Almanzor tratara con justicia a las tropas cristianas que servían con él como mercenarios. Un par de siglos más tarde, Lucas de Tuy dice de él que “era largo e alegre el rey Almanzor”4, y Jiménez de Rada llega incluso a considerarlo “pers ona juiciosa, valerosa, alegre y ge nero sa”5, sa”5,
B I B L IO G R A F ÍA B Á S IC A Ballestín Navarro, X. (2004): A l- M a n su r y la d a w la 'am iri yy a. Barcelona: Universidad de Barcelona. Bariani, L. (2003): Al m an zo r. San Sebastián: Nerea. A lm an zo r, un ca lifa lif a en la so m bra. br a. Madrid: Echevarría, A. (2011): Alm Sílex. Granja, F. de la (1999)://EI testamento de Almanzor", en Estudios de historia de al-Andalus. Madrid: Real Academia de la Historia, pp. 109-120. La Chica Garrido M. (1979): A lm a n z o r en los p oe m as de Ibn Ib n Darray. Zaragoza: Anubar. Puente, C. de la (1997):"La caracterización de Almanzor entre la epopeya y la historia", en M. L. Ávila y M. Marín (eds.) BOBA VIII. Madrid: CSIC, pp. 367-401. Sénac, Ph. (2011): A lm an zo r. El a zo te d e l a ñ o m il. Valencia: Universidad de Valencia. EBibliogr afía afía comp leta y notas en en www.despertaferro-ediciones.com
lo que significa llevar a un alto grado la estima caballeresca. Sin embargo, la d a m n a t i o m e m o r i a e había empezado pa ralelamente y los los vestigios de al-Zahirá se borraron de Córdoba ya en época de Ibn Hazm (994-1064), quien decía que “uno de los que han venido hace poco de Córdoba, a quien yo pedí noticias noticias de ella, me contó cómo había visto nu estras casas de Balat Mugit, a la parte de poniente de la ciudad. Sus huellas se han borrado, sus vestigios han desaparecido y apenas se sabe dónde están”.6
Ana Echevarría Arsuaga (Madrid, 1967) es profesora
titular de Historia Medieval en la UNED. Licenciada en Historia Medieval Medieval por la Universidad Universidad Complutense, Complut ense, recibió elel doc doctor torado ado en la University University ooff Edinburgh. Es Es autora de numerosos nu merosos libros y artículos de investigación sobre las relaciones entre el islam y el cristianismo, con especial interés en las minorías mozárabe y mudéjar, la conversión, la polémica antimusulmana y las cruzadas.
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O E S P E R T A FE R R D
Las campaña cam pañass m ilit ilitares ares de de Almanzor Alejand Ale jandro ro García Gar cía Sanjuán - Universi Uni versidad dad de Huelva H uelva Co
m o c o n t i n u a c i ó n d e u n a p o l í t i c a y a i n i c i a d a p o r
LOS DOS PRIMEROS CALIFAS OMEYAS, ALMANZOR LLEVÓ A SU APOGEO LA CAPACIDAD MILITAR DEL CALIFATO DE CÓRDOBA, DESARROLLANDO UNA AMPLIA INTENSIFICACIÓN DE LA POLÍTICA DE YIHAD EN CONTRA DE LOS CRISTIANOS, CON MÁS DE CINCUENTA CAMPAÑAS EN UN LAPSO DE TIEMPO DE VEINTICINCO AÑOS, ENTRE 977 Y 1002.
D E S P E R T A FERRO
as numerosas e importantes campañas militares de Almanzor contra los cristianos pueden entenderse, en gran medida, como la continuación de una política ya iniciada en años anteriores por los dos primeros califas de Córdoba, en especial Abderramán III. No obstante, durante la primera mitad del siglo X, los reyes cristianos, en especial los leoneses, habían demostrado ya una considerable capacidad militar, suficiente para llegar lle gar a pene pe netra trarr de forma for ma pro fun da en el propio pro pio territ ter ritori orioo musulmán. musulmán. H ay sobre todo dos momentos importantes que de terminan esta creciente fortaleza bélica de los reyes leoneses.
L
LA AGRESIVIDAD LEONESA
El primero se produce en la época de Ordoño II, hijo de Alfonso III (866-910). Desde la muerte de su padre, Ordoño gobernó, al prin cipio, como rey de Galicia, sucediendo a partir de 914 a su her mano García, primer rey de León. El abandono de la antigua ca pital, Oviedo, Ovie do, por la nuev nuevaa sede s ede legione leg ionense nse represent repre sentaa un aspecto aspe cto importante a la hora de entender la amplitud de las incursiones protagon prot agonizad izadas as por Ordoño Ord oño en años siguientes. siguie ntes. Ya antes de 910, Ordoño llevó a cabo una importante acción ofensiva en la que logró alcanzar la ciudad de Sevilla, donde saqueó una de sus barriadas, según narra la H isto ria silense. silense. No obstante, su campaña más célebre fue sin duda la del año 913, en la cual alcanzó y saqueó la ciudad de Évora, situada a 600 km de distancia de León, en la que dio muerte al gobernador y a toda la guarnición que la defendía. En palabras de Ahmad alRazi, transmitidas por el célebre cronista cordobés Ibn Hayyán (oh. 1075), se trató de una acción sin precedentes: “No había memoria en al-Ándalus de un desastre del islam, por parte del enemigo, más afrentoso y terrible que éste” (Ibn Hayyán, a lMuqtabis, V; trad. de M.a J. Viguera y F. Corriente, pp. 81-83). Solo dos años más tarde, el propio Ordoño realizaba otra incur sión en territorio musulmán y alcanzaba la ciudad de Mérida, si bien, bien , tras tra s sus cribir cri bir un pacto, pact o, se retiró reti ró sin atacar ata carla la (Ibn Hay Hayyán, yán, al-M uq tabis V, Zaragoza, 1981, p. 81-83 y 100-102). No obsta o bstante, nte, sin duda la acción acc ión más cono conocida cida de los lo s reyes rey es le l e oneses fue la célebre victoria de Ramiro II ( re g . 931-951) en Si mancas frente al todopoderoso Abderramán III. En agosto de 939, el rey de León (con la ayuda del conde de Castilla y del rey de Pamplona) venció al fundador del califato cordobés, infligiéndole su más dolorosa derrota, a tal punto que, a partir de entonces, Ab derramán no volvió jamás a ponerse al frente de sus ejércitos. Todavía en 955 las fuentes latinas informan de una expedi ción de Ordoño III (951-956) sobre Lisboa, en la que habría obtenido numerosos cautivos, volviendo a León “con paz y victoria” (H isto ria silense , ed. M. Gómez Moreno, Madrid, 1921, pp. 105-106). Sin embargo, el reinado de Ordoño estuvo marcado por una cierta inestabilidad, debido a que su procla mación fue contestada por su hermano Sancho, que gozaba del
apoyo del conde de Castilla, Fernán González. Aunque al morir Ordoño en 956 fue sucedido por Sancho, solo dos años más tarde una rebelión de nobles leoneses apoyados por el conde de Castilla lo depuso del poder y fue sustituido por un primo suyo, que gobernó como Ordoño IV (958-960). Sancho buscó entonces refugio en la corte cordobesa, donde fue tratado de sus graves problemas de obesidad por el mé dico judío del califa, califa, Hasday ibn Shaprut, y posteriormente, gracias a la ayuda de las tropas califales, logró recuperar el trono leonés en 960. La situación de inestabilidad en la que había entrado el reino leonés desde 956 aún se prolongaría durante varios años, hasta la llegada al poder de Almanzor, impidiendo, de este modo, la posibilid posib ilidad ad de d e lleva ll evarr a cabo cab o una u na autén a uténtica tica política polít ica ofensiva ofen siva frente al califato cordobés. La fuerte dependencia de León en estos años respecto a Córdoba queda de manifiesto en el hecho de que el depuesto Ordoño IV, al igual que había hecho antes su rival Sancho, también buscó refugio en la corte califal. A partir de 981, el rey leonés Ramiro III (966-985) tuvo que hacer frente a la rebelión iniciada por su primo Bermudo, hijo del rey Ordoño III (951-956), apoyado por Gonzalo Menéndez, titular del condado portucalense, que culminaría con la coronación de aquel al año siguiente en Santiago de Com postela pos tela.. El rein o leonés leo nés que quedó dó así dividi div idido, do, de tal ta l modo mod o que q ue los nobles castellanos y leoneses apoyaban a Ramiro, frente a los gallegos y portugueses que se decantaron por Bermudo. LA APARICIÓN APARICIÓN DE ALMANZOR
La citada fecha coincidía precisamente con la del ascenso de Al manzor, que ese mismo año 981 lograba deshacerse del general Gálib, su único rival en la lucha por el poder desatada en Córdoda debido a la minoría de edad del califa Hishám, de apenas once años de edad al morir su padre, al-Hakam. A partir de entonces, Almanzo r monopolizó el poder en Córdoba y los cuatro cuatro años de enfrentamiento interno en León, hasta la muerte de Ramiro en 985, constituyeron un contexto favorable para su actuación. De hecho, el apoyo de Almanzor fue decisivo en el triunfo final de Bermudo, que tras su victoria quedaba, debido a ello, ello, en una po sición de dependencia respecto al califato, hasta el punto de que las tropas cordobesas llegaron a permanecer durante un tiempo en territorio leonés para g arantizar su fidelidad. En realidad, la actividad militar del todopoderoso hayib ha ha bía com enz ado ad o ya año añoss antes, ant es, a parti pa rtirr de 977, si bien la may or parte part e de sus aproxi apr oxima madam dam ente ent e cincu ci ncuent entaa y seis cam pañ pañas as contr c ontraa los cristianos, y en concreto las más importantes, tuvieron lugar a partir de aquel 981. Sin duda, la característica principal que definió su actividad bélica fue su carácter sistemático, tanto desde el punto de vista cronológico como geográfico. A lo largo de un período de veinticinco años, entre 977 y 1002, solo se registró uno, el año 991, en el que no se desarrolló
◄Tocó la trompeta el sexto ángel, y oí una voz que salía del altar de oro, que estaba colocado delante de los ojos del Señor, la cual decía: suelta a los cuatro ángeles que están atados junto al Éufrates. Fueron desatados los cuatro ángeles y, en visión, vi a millones de caballos mon tados por jinetes q ue vestían armaduras de fuego, de color jacinto y azufre. Los Los caballos caballos tenían boca com o de león, por la cual cual arrojaban fuego , hu mo y az azufre; ufre; y su poder estaba en su boca, boca, aunqu e tamb ién en su cola, cola, pues sus sus col colas as termi naban en cabezas cabezas de serpientes, con con las las cuales cuales picab an de mu erte a los homb res (Apocalipsis 9:13). 9:13). La imag en cor respo nde pr ecisam ente a la reconstru cción d e este este escenario escenario descrito en el libro del Ap ocalipsis, y plasmado aq uí eenn una de las las páginas del BEATO DEL ESCORIAL, edición del mencion ado libro testamentari o redactada, comentada e ilum inada en torno a los los año añoss 950950965. La obra coincide, por tanto, con uno de los periodos de mayor apocamiento de los reinos cristianos peninsulares frente a la omnipotencia de Córdob a, inm edia tam ent e anteri or a la aparició n en escena escena política de qu ien llevaría este estado de cosas cosas a su su extremo: A lmanzor. En En este este contexto, no es de extrañar que el relato del fin de los tiempos haga las veces de alivio para los cristianos, una suerte de "evangelio de la es peranza peranza",", un relato de l iberación , que anunc ia a poblacion es martiri zadas que sus verdugo s serán juzgad os y el bien prevalecerá. En En para paralelo, lelo, y sin sin conflict o con lo anterior, no ha de sorprendernos el hecho de que -tal y como sostiene el el análisis análisis aacadémico cadémico m od ern o- los cristian cristianos os pe ninsulares hicieran un a lectura en clave política del Apocalipsis, bajo la luz de la realidad realidad d e su su mo men to. De este modo, la pecadora pecadora Babilonia
23
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Las campañas de Almanzor 977-1002
Santia Santiago go de / / Compostela / / •ria Flavia Flavia 9 ; Castellum Castellum \ Sancii Pelagii Pelagii de Luto ! Fortalez Fortaleza a de San Pel Pelavo] avo] O
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(A) Torre don Vicente, ente, 981 981 (B) Río Esta, 982 (C) Roa o Rueda, Rueda,983 (D) Moneada, 985 (E) Cervera ervera,, 1000 Las campañas de Almanzor
o Enclave atacado t> Guarnición ión omeya establecida establecida por Almanzor Almanzor Principales fortificaciones ^ Aceifas representadas, representadas, y año de ejecución
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® Grandes ciudades ciudades (más (más de 40 000 000 habitantes habitantes en algún momento de su historia andalusí) o Ciudades entre 20 20 000 000 y 40 000 000 habitantes habitantes • Ciudades Ciudades y asentamientos de alÁndalus o
Otras ciudades
♦ Capitales Capitales de cora $ Monasterio Baya Cora NOTA: NOTA: En cursiva, el no mbre de época.
Las Las campañas de Almanzor Aceif Aceifa a 1.a 1.a, de feb febrero rero a abril ril de de 977, co contra tra Baños de Montem temayor. or. Aceif Aceifa a 2.a 2.a, de mayo a juni junio de 977, co contra ntra el Ca Castill stillo de Mola. la. Aceif Aceifa a 3.a 3.a, septie tiembre de 977, co contra tra Salam lamanca. A Aceifa Aceifa 4.a, de mayo a agosto de 978, co contra tra al alD Daliya iya, al alF Fabra, Pa Pamplona y Barcelona. Aceif Aceifa a 5.a 5.a, de noviem iembre a octub tubre de 978, co contra tra Ledesma. Aceif Aceifa a 6.a 6.a, del 1al 1al 29 29 de mayo de 979, co contra ntra Ledesma. Aceif Aceifa a 7.a 7.a, de julio julio a agosto de 979, co contra tra Sepúlve lveda. Aceif Aceifa a 8.a 8.a, de sep septiem tiembre de 979 a princip ncipio ioss de 980, co contra tra Algec lgecira iras. Aceif Aceifa a 9.a 9.a, tam también ién llam amada “de “de la trai traici ción", ón", entre tre abril ril y mayo de 980. Aceif Aceifa a 10 10.a, de sep septiem tiembre a octub tubre de 980, contra tra alM lMunya. Aceifa Aceifa 11 .a, entre el febrero y marzo de 981, contra Qalbilis. Aceif Aceifa a 12 12.a, entre tre marzo rzo y abril ril de de 981, Gá Gálibderro rrota a Almanzor. Acei Aceifa fa 13 13.a"de .a"de la victor ctoria ia"" [fr [fre ente nte a Gálib], de mayo a julio julio de 981. Aceif Aceifa a 14 14.a, de agosto a septie ptiem mbre bre de 981, co contra tra Zamora. ra. ^ A c e i f a 15.a,de octubre a noviembre noviembre de 981, contra Tarank Tarankusa usa.. Aceif Aceifa a 16 16.a, de juni junio a agosto de 982, co contra tra Qastiliy tiliya, Munt Baliky Gerona. Aceif Aceifa a 17 17.a, de sep septiem tiembre a octub tubre de 982, co contra ntra Toroy León. Q Aceifa Aceif a 18.a, dejunio a julio de 983, 983, contra contra Simanca ancas. s. Aceif Aceifa a 19 19.a, del 1al 29 de sep septiem tiembre de 983, co contra ntra Salam lamanca. Aceif Aceifa a 20 20.a, de noviem iembre a dicie iciem mbre de 983, co contra tra Sacram ramenia. ia. Aceif Aceifa a 21a, de feb febrero rero a marzo rzo de 984, co contra tra Zamora. ra. Aceif Aceifa a 22 22.a, de juni junio a septie ptiem mbre bre de 984, co contra tra Sepúlve lveda y terr territo itorio rio en torno a Barcelona. Q Aceif Aceifa a 23.a, 23.a, de de mayo a julio julio de 985, contra contra Barcelona Barcelona. Acei Aceifa fa 24 24.a, agosto de 985, co contra tra Algec lgecira iras. Q Aceif Aceifa a 25.a, en verano verano de 986, contra Zamora, Salamanca Salamanca y León. Acei Aceifa fa 26 26.a, de sep septie tiembre a octub tubre de 986, co contra tra Condeixa ixa. Aceif Aceifa a 27 27.a, primavera de 987, co contra ntra Coimbra (Portu rtugal). l). Aceif Aceifa a 28 28.a, en jun junio de 987, nu nuevamente contra tra Coimbra. Aceif Aceifa a 29 29.a, posiblem lemente en oto otoño de 987, con contra tra Burbil rbil (Portil rtillo). lo). Aceif Aceifa a 30 30.a, inv inviern ierno o de 988, co contra tra Zamora y Toro. Aceif Aceifa a 31 31.a, en 988, co contra tra Astorg torga a. Acei Aceifa fa 32 32.a, otoñ toño de 988, nu nuevamente contra tra Portill rtillo. Acei Aceifa fa 33 33.a, primavera de 989, co contra tra la ciud iudad de Toro. Q Aceifa Aceif a 34.a, 34.a, en en 989, 989, contra contra Osm Osma y Alcubilla. Alcubilla. Aceif Aceifa a 35 35.a, en dici ciembre de 990, co contra tra Montem temayor. Aceif Aceifa a 36 36.a, en 991, co contra ntra Buns, Ná Nájera jera y Alco lcocero. ro. Aceif Aceifa a 37 37.a, entre tre primavera y veran rano de 992, co contra ntra Galis. Aceif Aceifa a 38 38.a, contra tra la loc localida idad de alM lMaraki rakib. b. Aceif Aceifa a 39 39.a, en 993, co contra ntra San Esteb teban de Gormaz. Aceif Aceifa a 40 40.a, en 993, co contra tra alA lAgar. ^ A c e i f a 41.a, junio de 994, contra Clunia, Clunia, San Esteban steban y Pamplona. plona. Aceif Aceifa a 42. 42.a a, en oto otoño de 994, con contra tra Asto storga rga y León. Aceif Aceifa a 43. 43.a a, en mayo de 995, co contra tra Castilla. la. Aceif Aceifa a 44 44.a, en veran rano de 995, lade Batris trisa a. Aceif Aceifa a 45. 45.a a, prob robablem lemente nte en 995, co contra tra San Román. Aceif Aceifa a 46 46.a, en 995, co contra tra Aguilar. Acei Ace if a 47.a, en en otoño de 995, contra Astorga. Aceifa Aceifa 48.a, de julio julio a octub tubre de 997, con contr tra a Santia ntiag go de Compostela tela.. Aceif Aceifa a 49 49.a, agosto de 998, en en Áfric frica. a. Aceif Aceifa a 50 50.a, contr ontra a Pallars. rs. Aceif Aceifa a 51 51.a, prim rimavera de 999, co contra ntra Pamplon lona. Aceif Aceifa a 52 52.a, veran rano de 1000, co contra tra Castilla, la, bat bata alla de Cervera. Aceif Aceifa a 53 53.a, inv inviern ierno o de 1000, co contra tra Montem temayor. Aceif Aceifa a 54 54.a, ¿en 1001?, con contr tra a Pamplon lona. Aceif Aceifa a 55 55.a, ¿en 1001?, con contr tra a Bab ¿Baños de Rioja? ja? Aceifa Acei fa 56.a, 56.a, entre mayo y agosto de 1002, 1002, contra San Mill ón de la Co i, y a cuyo regreso Almanzor halló la muerte.
8
8
La ciudad de Santiago 1000
ca.
torre de defensa
La villa Sancti laco bi. Entre los siglos I y V d. C. existió un hábitat rural romano que probablemente correspondiera al nombre de Assegonia. Tras esa última fecha el lugar fue deshabitado, pero mantuvo una necrópolis activa al menos hasta el siglo Vil. Según la tradición, alrededor del año 813 el eremita Pelayo avistó luces nocturnas en el mencionado cementerio. El obispo de Iria Flavia indagó y halló, presumiblemente, la tumba con los restos del apóstol Santiago, a quien otra tradición paralela (documentada desde el siglo VI) había hecho venir a la Península en uno de sus viajes de Alf onso II el Casto, ordenó erigir un mausoleo en el lugar para honrar al apóstol, fundando así un lugar de peregrinapredicación. El rey de Asturias, Alfonso ción cristiana y destacando, al tiempo, un patrón para la causa cristiana en la lucha contra alÁndalus. De ahí su apelativo de Santiago Matamoros, Alf onso el Casto). Casto). Según la tradición, en vísperas de la batalla ficticia de Clavijo (en el año 844) se le acuñado en tiempos de Ramiro I (sucesor de Alfonso apareció en sueños sueños el el apóstol para revelarle revelarle que había había sido designado por Dios como como patrón de las Españas Españas y favorecer favorecer el triun triunfo fo cristi cristiano ano sobre las las huestes musulmanas. La población que creció en torno a la tumba recibió el nombre de Santiago de Compostela, acaso como corrupción de campus stellae (“cam tella ("tierras (“ campo po de de estrel est rellas las") ")en en recuerdo de las luces que que avistara avistara el eremita eremita Pelayo- o, más probablemente, derivado de comp osita tella hermosas"), eufemismo empleado para referirse a los cementerios.
2 ninguna operación sobre territorio cristiano. Por otra parte, las
COMPOSTELA
campañas organizadas permitieron a los musulmanes alcanzar
Sin embargo, la campaña más cé lebre de Almanzor, “el mayor de
prácticam prác ticam ente todos los pu ntos d e la geogr g eogr afía penin sular, desde des de
todos los bárbaros”, como lo llama el autor de la anónima Historia
Galicia y el el norte de Portugal, en la parte occidental, hasta Ca -
silense (p. 110), fue sin lugar a dudas la que le permitió alcanzar
taluña, en el extremo oriental. Como veremos más adelante,
Santiago de Compostela. Esta algazúa se produjo en el verano
los propios textos árabes que narran estas campañas afirman
del año 997 y representa una de las muestras más evidentes de la
que en el transcurso de las mismas los musulmanes llegaron a
eficacia militar de las fuerzas de Almanzor, capaces de alcanzar
alcanzar territorios territorios que nunca antes habían recorrido, clara m a-
una ciudad situada a más de 800 km de distancia de Córdoba (vé-
nifestación de la singularidad que atribuyen a su actuación.
ase “Exhibición de la fe y legitimación política: Almanzor saquea
Las dos sedes regias que sufrieron de forma más intensa el rigor de las campañas de Almanzor fueron León y Pam-
Compostela” en Despena Ferro Antigua y Medieval n.° 51). Obviamente, la fama de esta campaña obedece a la gran im-
plon a, per o tam bié n alc an zó otr as ciu dade da de s, como co mo Ba rce lon a,
porta ncia que ya en esta época époc a tenía te nía Santia go entre los cr istiano s
Burgos y Santiago. Durante la década de 980, la capital leonesa
como lugar de enterramiento del apóstol, un hecho que no era, en
vio en tres ocasiones a los ejércitos cordobeses. La primera
absoluto, desconocido por los musulmanes. De hecho, las fuentes
ocasión fue en 982, en el contexto de la guerra civil desatada
árabes que narran esta campaña comparan Santiago con La Meca,
en el seno del reino leonés entre Bermudo y Ramiro III. La
el principal centro de peregrinación del islam, denominando la
segunda se produjo cuatro años más tarde, en 986, como re-
ciudad gallega como “la Kaaba de los cristianos”. Como es sabido,
pre salia sa lia po r la decis de cis ión de Be rm udo, ud o, una vez de rrota rr ota do su ri-
la Kaaba se encuentra en La Meca, la principal ciudad santa islá-
val, de expulsar las tropas que Almanzor había establecido en
mica, y supone el centro del rito de la peregrinación, el quinto y
territorio leonés.
último de los llamados “pilares del isla m”, es decir, las las obligacio-
De igual forma, otras poblaciones leonesas fueron también
nes básicas y fundamentales de todos los musulmanes.
objetivo de las tropas de Almanzor, entre ellas Simancas, cer-
Las fuentes árabes afirman que el caudillo amirí salió de
cana a Valladolid Valladolid,, cuya g uarnición y parte de su población fue-
Córdoba al frente de sus tropas a principios de julio y habría
ron masacradas en 983, con tal violencia que, según una fuente árabe tardía, refiriéndose al Pisuerga, “las aguas del río se tiñeron de rojo por la sangre vertida” ( D i k r , II, 198). Otras importantes poblaciones leonesas, como Salamanca (977, 983 y 986) y Zamora (979, 981, 984 y 986) padecieron en distintos momentos, del mismo modo, la acción de las fuerzas cordobesas.
D E S P E R T A FERRO
▼Panorámica del CASTILLO CASTILLO DE GORM AZ (Soria) erigido en el siglo IX durante la dominación musulmana de la región y PIEZA CLAVE EN LA ESTRATEG ESTRATEGIA IA DE DEFENSA FR ONTERIZA frent e a los reinos cristianos cristianos del norte, en tanto cont rolaba vis ualmen te uno d e los los pasos pasos principales del río Duero. Sus grandes dimensiones (perímetro amurallado de 1200 m) hicieron de él un bastión imponente. Por todo ello, su dominio fue siempre codiciado y disputado: los cristianos lograron tomarlo en el año 912, pero durante el califato de al-Hakam II volvió a manos musul manas. Este califa emprendió la ampliación y refuerzo de sus defensas, tarea que encomendó al general GÁLIB. Frente a sus murallas se produj o, en 975, una batalla ent re las trop as de este últ imo y las las del con de de Castilla Castilla García García Fernández. Fernández. Est Estee había acudid o con la ambici ón de tom ar la plaza, plaza, pero sufrió un a dura derr ota. Sin embarg o, en 978 el el castellano p rob ó suert e por s egunda vez y en esta ocasión ocasión sí logró h a cerse con la plaza, para perderla nuevamente en 983 frente a las tropas musulmanas acaudilladas por el propio ALMANZOR. A partir de ese momento la fortificación permanecería en manos musulmanas hasta su definitiva conquista por las tropas del rey Fernando I de León, en 1060. 106 0. EEll gran pro tago nis mo de Gorm az eenn las las luchas fronterizas del p erio do es a todas luces luces evid ente. © alejandro mezcua
tardado poco más de un mes en alcanzar Santiago, que fue to
En su De rebus rebus Hispaniae, Rodrigo Jiménez de Rada narra
mada el día 10 de agosto y, posteriormente, saqueada y des
otra de las tradiciones más célebres sobre la campaña de Santiago:
truida: “acopiaron una descomunal cantidad de botín (todo el
como señal de su victoria, Almanzor decidió llevarse las campanas
que pudieron haber), demolieron completamente los edificios,
menores de la iglesia que, tras ser fundidas, fueron convertidas
las murallas y la iglesia, arruinaron cuanto encontraron a su
en lámparas y usadas en la mezquita de Córdoba (R. Jiménez de
paso y d eso laron lar on el lu gar conc co ncien ien zuda zu da me nte ”, si bie n Alm anz or
Rada, Historia de los hechos de España, Madrid, Alianza, 1989, 1989,
ordenó que no se profanase el sepulcro del santo (G. Turienzo,
Libro V, cap. 16).
El R eino de León en las fuentes fuentes islámicas m edievales , Univer sidad de León, 2010, 312-313). La anónima Historia compostelana (escrita durante la pri mera mitad del siglo XII), coincide en señalar el carácter se lectivo del daño causado por los sarracenos, quienes “destru yeron totalmente la mayor parte de las paredes de la iglesia de Santiago excepto su santísimo altar”. No obstante, a continua
poderoso hayib , ya que se estima que hasta nueve de sus campañas
ción añade que los infieles recibieron merecido castigo divino
Garcés II (943-994), apodado Abarca, acudieran en 971 a la capital
por e stos hec hos, ho s, de forma for ma que casi todos tod os mur ieron, ier on, incluid inc luid o el
cordobesa para establecer acuerdos de paz con el califa al-Hakam II.
propio pro pio A lma nzo r, víc timas tim as de la enf erm eda d:
Con posterioridad, el propio soberano había entregado a Almanzor
PAMPLONA
El reino de Pamplona tampoco se libró de las acometidas del todo alcanzaron su territorio entre los años 978 y 1001, de las cuales cuatro afectaron a su capital. La relación de los califas omeyas con el reino pamplonés era estable desde que los embajadores de Sancho
en matrimonio a su hija Abda, la cual se convertiría en la madre de Así pues, el santísimo Santiago que no quería que esca
‘Abd al-Rahmán ibn Abi ‘Amir, ‘Amir, conocido como Sanchuelo debido,
paran par an imp un em ente en te de su iglesia, igle sia, que ello s con tanta tan ta
al parecer, a su parecido con su abuelo pamplonés.
soberbia habían pisoteado, los castigó con una enfer
Durante la mayor parte de la década de 980 las relaciones
medad tan grande de disentería que, muertos la mayoría,
entre Córdoba y Pamplona fueron estables. La primera campaña
solo algunos pocos regresaron a sus casas. Y como su
tuvo lugar en 992, tras la cual el propio Sancho Garcés se des
jef e Al ma nzor nz or comp co mp rend re ndió ió que los suy os había ha bían n sido
plazó plaz ó p ersona ers onalmen lmen te a C órdo ba para sella r la paz con Almanzo r,
castigados duramente con el escarmiento de tan gran
una embajada que fue seguida al año siguiente por otra enca
venganza, se dice que preguntó a los que guiaban su
bezad be zad a por su hijo Gon zalo , rati fica ndo nd o así la sum isión isió n de los
camino, quién era aquel cuyo palacio ya casi había sido
reyes pamploneses a Córdoba.
destruido por su ataque. Y al comprender por la respuesta
Pero las relaciones debieron empeorar rápidamente, pues
de estos que allí estaba enterrado con seguridad San
ya en 994 se habría producido un primer ataque contra Pam
tiago, uno de los discíp ulos del Hijo de la Virgen María,
plona, plon a, que vino vin o seg uido uid o por otros otr os per iodos iod os de paz. Ese mismo mism o
cuyo nombre entre ellos significa “He aquí, María”,
año había accedido al trono el rey García Sánchez, apodado el
arrepintiéndose de tan gran audacia emprendió sin inte
Temblón, el cual hubo de padecer el más grave de los ataques
rrupción la huida y mientras huía fue atacado por una
de Almanzor, cuyas tropas arrasaron Pamplona en 999.
repentina enfermedad en Medinaceli, donde fue sepul tado, y donde entregó su alma infelizmente al seno de Mahoma (Historia compostelana, trad. E. Falque, Ma drid: Akal, 1994, p. 75).
27
28
D E S P E R T A FERR O
CASTILLA
zor, tras haber conquistado en 990 la ciudad de Osma (hoy El
Como el resto de las formaciones políticas cristianas de la
Burgo de Osma, en la provincia de Soria), “la pobló con mu
época, el condado de Castilla fue también otro de los grandes
sulmanes para hostigar a los cristianos” (D/7cr, II, 200), e igual
objetivos militares de Almanzor. Había razones para que así
mente Almanzor habría establecido una población musulmana
fuera, ya que esta esta entidad, depen diente del reino de León, había
en Zamora en 998. Asimismo, una de sus acciones más dura
experimentado un importante proceso de consolidación y for
deras fue la toma en 987 de la ciudad de Coímbra, situada en
talecimiento durante el largo período de gobierno de Fernán
una zona donde la presencia islámica no había sido importante
González (931-970), el cual, entre otras cosas, participó de
hasta entonces: a raíz de esta conquista, la ciudad permaneció
forma
en manos de los musulmanes durante casi un siglo, hasta que
destacada
en
la
victoria
de
Simancas
sobre
Abderramán III en 939. Su hijo y sucesor García Fernández
en 1064 el rey leonés Fernando I la incorporó de forma defini
(970-995) fue el primero de los condes castellanos que hubo
tiva a los dominios cristianos.
de enfrentarse de forma directa al hayib cordobés.
En definitiva, durante los veinticinco años que Almanzor per ma nec ió en el pode r, en espec es pec ial, a partir pa rtir de 981, los rein os
BARCELONA
cristianos estuvieron sometidos a una constante presión que no
Otra de las ciudades atacadas por Almanzor fue Barcelona, en
les permitió reaccionar, obligándolos a estar en permanente si
la que las fuentes árabes suelen situar como su vigesimotercera
tuación defensiva y convirtiéndolos, en muchas ocasiones, en
campaña. La ciudad había formado parte de las primeras con
tributarios de Córdoba. Tan abrumadora llegó a ser la superio
quistas de los musulmanes en la Península después de 711, si
ridad militar musulmana que Almanzor pudo eximir a la po
bien fue con qui stada sta da por Carlo Ca rlo magn ma gno o en 8 01, a través tra vés de la ac a c
blació bla ció n del debe de berr de comb co mb atir ati r (yihad (yi had ), “satis “s atis fec ho del tam año añ o
ción de su hijo, Luis el Piadoso. Casi ciento cincuenta años
del ejército”. Se trataba, nuevamente, de una medida claramente
después, en 985, los musulmanes volvían a alcanzarla. Se trata
“populista”, destinada a ganarse el favor de la población, ya
de un acontecimiento que dejó una profunda huella en la me
que, como las propias fuentes afirman, los andalusíes no eran
moria catalana, si bien las fuentes disponibles para su estudio
“gente de guerra”, de tal modo que la parte principal de los
son muy escasas, menos de una decena de textos árabes, bastante
contingentes lo formaban las tribus bereberes venidas del Magreb y contratadas para combatir.
breve s y proba p roba blemente blem ente proceden proc edentes, tes, en mayor m ayor o menor me nor m edida, de Ibn Hayyán, cuyo padre fue secretario de Almanzor.
Al regresar de su última campaña militar, Almanzor, que
Cuando se produjo el ataque de Almanzor, el condado de
contaba con más de sesenta años, se sintió enfermo y murió en
Barcelona estaba gobernado por Borrel II (947-992), el cual
agosto del año 1002 en la ciudad de Medinaceli (Soria), donde
había mantenido hasta entonces buenas relaciones con los califas
fue enterrado. Las fuentes árabes describen en términos expre
cordobeses. Las razones del ataque del caudillo amirí no son
sivos ese momento, marcado por el fuerte sentido bélico que
muy claras, pero las fuentes hablan de que el conde fue derro
tuvo su actividad durante un cuarto de siglo:
tado por las fuerzas del hayib , y algunas incluso dicen que murió en el combate. Con posterioridad, los musulmanes ase
Fue enterrado bajo el polvo que había recogido durante
diaron la ciudad y usaron las catapultas para lanzar las cabezas
sus campañas, pues, cada vez que salía en expedición,
de los vencidos al al interior (una información qu e repiten fuentes
sacudía todas las tardes sus ropas sobre un tapete de
catalanas tardías del siglo XIII), tomándola finalmente por la
cuero e iba reuniendo todo el polvo que caía. Cuando
fuerza. Asimismo, algunos monasterios cercanos a Barcelona
murió lo cubrieron con ese polvo. Sobre su tumba se
fueron saqueados, entre ellos San Cucufato, San Pablo del
escribió: “Sus hazañas te informarán sobre él como si
Campo y San Pedro de las Puellas. Este tipo de establecimientos
con tus propios ojos lo estuvieras viendo. ¡Por Dios!,
siempre fueron uno de los grandes objetivos de los ataques
nunca volverá a dar el mundo nadie como él ni defenderá
musulmanes, ya que en ellos se acumulaban importantes ri
las fronteras otro que se le pueda comparar” ( D i k r , II, 204-205).
quezas, por lo cual ha llegado a decirse que saquear un monas terio era el equivalente medieval a atracar un banco. La acción de Almanzor sobre Barcelona tuvo importantes consecuencias en el futuro de los condados catalanes. Dado que el soberano carolingio no había acudido en ayuda de sus vasallos, cuando en 987 Hugo Capeto, fundador de una nueva dinastía de reyes francos, exigió la renovación del vasallaje, no obtuvo res puesta del cond e catalán, catalá n, rom pién dos e así a sí el vínculo vínc ulo feuda l que q ue unía a los condes de Barcelona con los soberanos francos desde
B I B L I O G R A F Í A B Á S IC IC A 'a m iri ya : U na Ballestín Navarro, X. (2004): A l- M a n s u ry la D a w la 'am dinámica de pode r y legitim legitim idad en el occidente occidente musulmán medieval. Universidad de Barcelona. Bariani, L. (2003): A lm an zo r. San Sebastián: Nerea. Sénac, Ph. (2011): A lm an zo r, el a zo te d el a ñ o m il. Valencia: Universidad de Valencia.
el siglo IX, si bien legalmente se mantuvo hasta el XIII.
z Bibliografía completa en www.despertaferro-ediciones.com FINALIDAD
¿Cuál fue el objetivo de Almanzor con todas estas campañas
Alej A lej an dr o Gar cía Sanj S anj uán uá n es profesor de Historia
de ataque sobre territorio territorio cristiano? Las accio nes de las fuerzas
Medieval en la Universi Universidad dad de Huelva. Entre Entre sus publicaciones publicaciones más más importantes i mportantes se cuentan Coexistencia
cordobesas consistían habitualmente en el saqueo de las zonas conquistadas, sin voluntad de permanecer en los territorios ni de apoderarse de ellos de forma definitiva. En algunos casos, sin embargo, se produjeron situaciones algo distintas. En una de sus campañas sobre territorio castellano se dice que Alman
y conflict ictos. Mino inorías religio igiosa sas enlapenínsu ínsullaibé ibérica rica durantelaEda EdadMedia edia(Universidad de Granada, Granada, 2015) y Laconqui quistaislámicadelapenínsulaibé ibérica ri cay latergi tergiversacióndelpa pasado: delcatas tastrofis trofi smoalnegacionis nismo (Marcial Pons, 2013).
Cuando Cuando las cabez cab ezas as volaban volaban
Las huestes ami am iríes ríes Josep Jose p Suñé Arce - Universität Universitä t de Barcelona Barce lona I b n
mi r a A bi A mir
l
-M
a n s u r s e h i z o c o n e l p o d e r c o r d o b é s e n e l a ñ o
978 y
r e l e g ó a u n s e g u n d o p l a n o e l
CALIFA HlSHÁM II. Su POLÍTICA HACIA LOS CRISTIANOS DEL NORTE PENINSULAR ESTUVO MARCADA POR LA REALIZACIÓN DE UNA VIOLENTA Y EXITOSA YIHAD EN LA QUE LAS CAMPAÑAS REITERADAS, EL ASALTO DE NÚCLEOS FORTIFICADOS Y LAS ACCIONES DE TERROR FUERON SUS CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES. SUS VICTORIAS SE CONSIGUIERON GRACIAS A UN EJÉRCITO ORGANIZADO, NUMEROSO, RELATIVAMENTE BIEN ARMADO Y, EN BUENA MEDIDA, PROFESIONALIZADO. PROFESIONALIZADO. n el año 1006, ‘Abd al-Malik al- Malik al-M uzaffar, que o stentaba el cargo de h a y i b en la administración del califato omeya, el equivalente actual a la figura de primer mi nistro, realizó una expedición militar contra el Sobrarbe y la Ribagorza. Tras unos inicios prometedores, las fuerzas musul manas descendieron por el valle del del Isábena y se adentraron en la frontera leridana. Fue mientras atacaban uno de los castillos cristianos próximo s a esa marca, concretam ente el de Torà, Torà, que los andalusíes sufrieron una dura derrota a manos de los con tingentes movilizados por los condes catalanes. Al regresar a Córdoba los supervivientes sin el botín esperado, un tratante
E
de personas empezó a exclamar: “¡Murió el importador de es clavos, murió el importador de esclavos!”. Ese importador de esclavos al cual se estaba haciendo referencia con aquella pro clama burlesca no era otro que Almanzor, padre de al-Muzaffar, quien había ejercido el cargo de hayib hasta el año 1002 sin apenas conocer el fracaso. El éxito militar, sin embargo, no ex plica por sí solo la relación rela ción de Alma Al manzo nzo r con la escla vitud. vitud . Esta vinculación únicamente se hace evidente al observar que sus grandes victorias consistieron la mayoría de las veces en conquistar núcleos hab itados y en apresar a las mujeres y niños que había en su interior.
D E S P E R T A FER R O
◄Miniatura del BEATO DE URGEL. En ella se representa la toma de Jerusalén por las tropas de Nabucodonosor, hecho acontecido en el año 589 a. C. (Libro de Jeremías, 52) Sin embargo, la miniatura se compone en torno al último tercio del siglo X y refleja los usos de la moda militar de este periodo. periodo. La imagen que aquí vemos se interpreta como una suerte de metonim ia en la que cada figura representa no a un comb atiente sino a una unidad militar en su conjunto. De este modo, la imagen sirve de expresión de los tipos de tropas que se podría esperar hallar en un ejército peninsular del siglo X. Así, apreciamos tres jinetes y tres peones. Dos de los jinetes aparecen armados con espadas, mientras que un tercero emplea arco compuesto. Nótese la presencia presencia de escudos escudos redondos -ro del as- c olgando de los arreos arreos del cuello del caballo. Merecen Merecen destacarse destacarse también los pequeños pinj antes metálicos que cuelgan de los mencionados arreos arreos y cuya función es la de servir de amuletos que alejan la mala fortuna, un fenómeno que se documenta ya en época romana (probablemente sea incluso anterior) y que sobrevive por lo menos hasta la fecha de composición de esta miniatura. Nótese también el carácter de las espadas, que son relativamente largas, de doble filo y punta, y empleadas con una única mano. De los peones identificamos a uno armado con espada, a otro con lanza y a un tercero que arroja piedras, piedras, aparentem ente con la mano. mano. Todos Todos ellos ellos se arman con escudos redondos, pr esum iblemen te de m adera recubierta p or tela pin tada con los motiv os radiales que aquí vemos. Nótese la ausencia de defensas defensas corporales o pro teccion es para la cabeza, algo r elativ amente poco frecuente en el periodo y reservado a los más pudientes. ▼Juguete de época califal procedente de Bayyana (la moderna Pechina, Almería). Representa a un JINETE, presumiblemente un combatiente andalusí del period o. Destaca el el uso de la silla silla de mon tar de arzones. En En los primeros siglos de presencia mu sul mana en la península, la caba llería andalusí no destacó particularmente, pero durante el califato se desarrolló enormemente. El califa Al-Hakam II, en particular, le dio un enorme impulso, con la fundación de una yeguada militar en la almunia Amiriya, en las cercanías de Córdoba. © A museo de
EL ASEDIO
lmería
pro ce día n al der rib o de los mu ros par a fa cil ita r la con qui sta .
Efectivamente, la actuación táctica más destacada de los ejércitos
Lo podían hacer de tres maneras distintas: mediante el impacto
amiríes -los de Almanzor y a l-Muzaffa r- fue el asalto de de los prin
de las piedras lanzadas por los almajaneques -los trabucos de
cipales centros fortificados. La expugnación violenta de ciudades
tracción-, picando los paramentos para producir una brecha o
amuralladas y fortalezas no era en aquel entonces un recurso ha
apuntalando los cimientos con una cava subterránea. En estas
bitual a ca usa de la gr an canti dad de hom bres que se n eces itab an
dos últimas técnicas el papel de los albañiles y
para lleva r a cab o ese prop ósito y de las el evad as b ajas que se po
zapadores era fundamental. No obstante, la tarea
dían producir en el intento. En su lugar se realizaban largos ase
que tenían encomendada les hacía estar muy
dios precedidos de incursiones y acciones de pequeña en
expuestos a las armas arrojadizas de los de
vergadura para desgastar al oponente. Sin embargo, no
fensores. Con la finalidad de proteger su trabajo,
parec e que a Alm anz or le preo cup aran estos prob lem as en
los almajaneques y arqueros musulmanes no pa
exceso. Las fuentes árabes insisten en el gran número de efectivos que te nía a su disposición y sabemos que
raban de lanzar pie dras y flechas contra los ocupantes de la fortaleza. A veces, las brechas realizadas en la mu
¿
ralla eran rellenadas con leña empapada en alquitrán
las promesas de recompensa divina
par a pr ov oc ar un inc end io y ha ce r qu e el mu ro cay era.
para los m usul man es c aído s en la yi-
Otro recurso buscado por los ejércitos ejércitos amiríes -aunq ue
had fueron difundidas con intensidad en
más difícil de lograr, porque dependía muy a menudo
aquellos años, constituyendo el Kitab qud-
de las condiciones climatológicas- era el de privar de
Abi Zamanin (o b . 1008) wat al-gazi de Ibn Abi
agua a los defensores.
el mejor ejemplo de este interés por esti
En todo este proceso de asalto a las plazas for
mular la lucha contra los enemigos del is
tificadas la guerra psicológica era uti-
lam (véase “Yihad durante el califato” en
1izada amplia mente para desmo-
Desperta Ferro Antigua y Medieval n.° 7).
ralizar a los adversarios. El
El núcleo de la expedición salía de Cór doba y antes de entrar en territorio cristiano se le unían las tropas procedentes de la fron
takbir, popularizado tristemente por los ac tua les gru pos ter ror is tas, consistía en gritar A ll a h u a k b a r ,
tera. Junto al ejército iban trenes de acémilas
y se acompañaba con el redoble de atabales.
cargadas de pertrechos, armas y provisiones.
Tampoco se dudaba en mutilar y humillar
En ocasiones, ocasiones, como fue el caso de la campaña
los cadáveres para aterrorizar a los cris
de Santiago de Compostela (997), el recurso
tianos. Caso paradigmático es el de Bar
a la flota permitía reducir el número de muías
celona (985), donde Almanzor ordenó
movilizadas. movilizadas. Con todo, los andalusíes no po
accionar los almajaneques para lanzar ca
dían mantenerse en tierra enemiga por largo
bez as sobr e la ciu dad en vez de pie dras . La fam a cie rta de que
tiempo solo con sus propios suministros. Esto les obligaba a
quienes se resistían eran ejecutados a sangre fría -aunque luego
desplazarse constantemente para buscar alimentos. De esta
se rindiesen- y de que sus mujeres e hijos eran hechos esclavos,
necesidad surgían muchos de los saqueos y devastaciones que
hacía el resto. Aquellos que sufrían la yihad de los amiríes sabían
nos transmiten transmiten los documentos. Otra gran dificultad, aún más
que solo lograrían salvar sus vidas, y las de sus seres queridos,
urgente que la anterior, era la de proveerse de agua. En una
si claudicaban sin combatir, obtenían el aman -rendición con
de las aceifas dirigidas contra el reino de León centenares de
condicion es- o rechazaban a los musulmanes exitosamente. exitosamente.
combatientes combatientes musulmanes habrían muerto de sed.
Si el ataque directo a la fortificación fracasaba o se consi
Cuando las fuerzas amiríes llegaban a su objetivo, lo primero
deraba que las posibilidades de éxito eran escasas, no se esta
que hacían era obligar a los cristianos a que se encerrasen tras
ble cía n ase dio s, sino que, por el con tra rio , se saq ue ab an los
las murallas. Para ello no era extraño que se produjeran encar
arrabales de la población, se destruían los castillos depe ndientes
nizados combates por el control de los arrabales. A continuación,
de ella y se arrasaban las tierras de los alrededores. La idea era
31
» S S B ' y w * y r - ' " \<\ < 'Jtr(
desgastar al máximo la capacidad de re sistencia de los cristianos para que un ataque ulterior pu diese tomar a la fuerza la plaza deseada. Victorias amiríes como las de Salamanca (986), Sepúlveda (984), Zamora (988), León (994/995), Toro (989/990), Barcelona (985), Coímbra (987), Astorga (997), San Esteban de Gormaz (994) y Pamplona (1000/1002) fueron consecuencia de esta insistencia. Los contingentes andalusíes instalados de manera per ma nente ne nte en la f ron ter a t am bié n contr co ntr ibu irían irí an al debil de bil ita mi en to de las defensas enemigas mediante incur siones de corto alcance propias de la guerra cotidiana. Lamentablemente las fuentes árabes son casi mudas al res pect o. La única úni ca exc epció ep ció n la con stituy sti tuy e una acción de pequeña escala que por su importancia recibió la atención pri vilegiada de los compiladores bajomedievales. Se trata de la captura del conde castellano García Fernández, quien ha llándose de caza de forma temeraria en la frontera tuvo la desgracia de ser des cubierto por un escuadrón de la caballe ría musulmana que se encontraba en la
zona. Tras un combate con los jinetes andalusíes, el conde fue herido y hecho prisio pri sioner ner o. Murió Mu rió poc o d esp ués y su ca bez a fue envia en via da a C órd oba (995 (995). ). LA BATALLA
^
Las batallas campales, al igual que sucedió con la mayoría de los conflictos desarrollados en la Edad Media, fueron un tipo ^ de enfrentamie enfrentamiento nto poco fr freecuente dentro de las campañas amiríes. Con todo, sabemos que los dispositivos tácticos orde nados por Almanzor se mostra ban débil dé biles es en am bos flan cos . Venció en la batalla de Atienza (981) porque cuando su enemigo, el anciano Gálib, estaba lanzando la carga final contra el centro de su su formación -despué s de ha ber pue sto en fuga a sus su s dos a la s- fal le ció oportunamente. Años después, en la pírrica pírri ca vic toria tori a de Peña C erve ra o b atalla atall a de Cervera (1000), o currió un fenómeno similar. Solo mediante la astucia de fingir que los criados y sirvientes del camr; J pam ent o musul mu sul mán má n eran tro pas de Jp refuerzo se consiguió salvar del || desastre un ejército ejército que ya había Ji
sufrido la derrota de los dos flancos. Aquel día, de todos m odos, las bajas an dalusíes alcanzaron cifras muy elevadas. También conocemos algunas tácticas utilizadas por los bereberes, quienes se habían convertido en las unidades de élite amiríes. Abrir las filas de la forma ción para a continuación rodear a quie nes habían cargado contra ella y la ha bía n atr ave sad o, así com o ala nce ar de manera conjunta y coordinada las mon turas rivales mientras se estaba lu chando, son algunas de las maniobras descritas en las fuentes árabes. LOS BEREBERES
Los bereberes nunca an tes habían tenido un protagonismo tan destacado en el ejér cito andalusí. El califa al-Hakam II (961976) los empezó a incorporar en gran número después de quedar maravillado por sus aptitudes bélicas, pero fue j el hayib Almanzor quien ^ reclu tó a la mayo ría de ellos con la finalidad de crear un contingente de
◄Imagen general y fotografías de detalle de algunos de los relieves que decoran la llamada ARQUETA DE SANTO DOMINGO DE SILOS que, merced a las inscripciones que contiene, podemos saber fue esculpida en el taller de Muhammad ibn Zayan, en Cuenca, en el año 1026. Por razones que se desconocen acabó en manos cristianas y, en torno al siglo XII, le fueron añadidas algunas piezas que representan ángeles y otros motivos de iconografía cristiana. La pieza original, sin embargo, representa escenas de cacería o de lucha entre humanos y animales, tanto fantásticos como reales. Interesa particularmente el detalle con el que se representan las armas y protecciones corporales de las figuras HUESTES ANDA LUSÍES DEL PERIODO. Así, humanas, humanas, que reflejan fielm ente las las empleadas por lasHUESTES Así, por ejem plo , se aprecia el emp leo d el arco compuesto, de origen oriental, mucho más potente que el arco simple. Los dos jinetes y dos de los arqueros visten lo que parecen ser gambesones besones o prendas acolchadas para absorb er los golpes d e un arma bl anca. Otros dos, por el contrari o, visten l o que parece ser algún algún género de cota de malla, que el artista ha tratado de representar mediante el troquelado de gran número de orificios en la superficie de la prenda. Bajo Bajo esta esta armadu ra se aprecia el el gam besón , visible en los antebrazos. Los Los jinetes son muy interesantes, ya que reflejan varias características características importantes de la monta del periodo: por un lado, el empleo de estribos, claramente discernibles en uno de los casos. Ahora bien, se trata de estribos altos, que mantienen la rodilla flexionada, a la inversa de lo que ocurre con los estribos empleados en el occidente cristiano, que se disponen más abajo y perm iten al jin ete estirar comp letam ente la pierna para descansar descansar su peso de mejor m anera. Nótese asimismo el empl eo de pequeñas pequeñas rodelas rodelas redondas y planas planas decoradas con motivos serpentiformes, así así como espadas espadas de do ble filo y hoja recta, comunes tan to a cristianos como a musulm anes. Museo de Burgos. ©E duardo kavanagh
tropas enteramente leal a sus intereses.
infancia para ser forma
La calidad de estos efectivos se explica
dos
por el hec ho de hab er sido esc ogi dos de
Los andalu síes eran,
manera muy selectiva entre las diferentes
como es fácil de supo
confederaciones tribales del Magreb.
ner, musulmanes autóc
como
neral la calidad de los efectivos
militares.
asalariados, cumplían una {
función relevante en el des arrollo de las campañas. Estos se pueden dividir en dos grandes
Esto era así debido a que cuando un jefe
tonos que servían como sol
grupos: los soldados de leva y
de estos clanes enviaba una embajada a
dados profesionales. Muchos
los voluntarios. Ambos tenían
Córdoba para agradecer los regalos de
de ellos se consideraban des
en común que no recibían del Estado
presti gio q ue de sde allí se le hacía n, parte
cendientes de los árabes que habían lle
una remuneración ordinaria -s í la podían
de los hombres armados que acompaña
gado a la península ibérica en la primera
recibir extraordinariamente- por su ac
ban la de leg aci ón se a list aba n en el ejé r
mitad del siglo VIII y mantenían una
tividad bélica, pero mientras los prime
cito andalusí atraídos por las riquezas
cierta idiosincrasia tribal que se mani
ros estaban obligados a hacer el servicio
que se les ofrecían. Hay crónicas árabes
festaba en la organización de sus unida
militar si no pagaban un tributo que les
donde se afirma que los bereberes aca
des. Era de estos últimos efectivos, es
eximía de él, los segundos acudían es
baro n sien do, en tie mp os de Alm anz or,
pec ial me nte , con tra qui ene s Al ma nz or
po ntá nea me nte a la e xpe dic ión .
el grupo étnico mayoritario dentro del
se quería proteger haciendo venir a los
Las fuentes árabes nos informan de
ejército regular (y u n d ). Sin embargo, las
ber ebe res. Pero la lleg ada de ma gre bíe s
que los soldados de leva se encargaban
mismas compilaciones contradicen este
no fue la única medida que emprendió
de tareas que podríamos denominar auxi
dato al ofrecernos cifras, pues los ma
para lim ita r su am ena za. Ad em ás, pr o
liares, como talar árboles frutales, cuidar
greóles habrían representado solo 3000
hibió que los distintos contingentes an
las acémilas que transportaban las armas
jin ete s del total de 21 000 efe ctiv os que
dalusíes estuvieran formados por hom
y provisiones, y colaborar en la expugna
bre s
ción de fortalezas cargando y depositando
había repartidos entre la capital y las fronteras. La información anterior tiene más sentido si en vez de referirse al y u n d en con
qu e
co m pa rti es en
un
mi sm o
par ent esc o y ord enó que toda uni
haces de leña cerca de las murallas. Sa
dad contase con la presencia
bem os que Alm anz or orde nó presc indir
de varias familias. De esta
de las levas en 998, argumentando que ya
jun to se hac e al usión a una
manera pretendía elimi
tenía suficientes hombres con el ejército
parte espe cífi ca de él con o
nar la cohesión ciánica
regular. La decisión, no obstante, parece
que había caracterizado
que no habría sido respetada por su here
hasta entonces a aquellas tro
dero, al-Muzaffar, quien las habría vuelto
de combatientes recibían
pas. Tam bién par ece ser que les
a convocar tras la muerte de su padre en
del Estado una remunera
limitó la capacidad de autofinan-
1002. 1002. Menos da tos tenemos sobre las fun
ción ordinaria por sus ser
ciarse al retirarles las concesio
ciones que cumplían los voluntarios, aun
cida como hasam (sing.) o ah
sa m (pl.). Ambas tipologías
vicios, pero los segundos tenían la fun
nes territoriales que disfrutaban.
que la destacada presencia de combatien
ción concreta de proteger al emir y
Las tropas regulares -incluido el h a -
asegurar su poder absoluto, motivo por
sam constituían el núcleo del ejército
asumirían un papel más relevante. Cono
el cual residían cerca del palacio o en
amirí. Sus miembros ocupaban las posi
cemos también la predilección que los
las fortalezas más estratégicas del país.
ciones más críticas en el campo de bata
amiríes sentían por las gentes del ribat [N. del E.: defensa fronteriza]. Estos eran
Almanzor hizo de los bereberes su
lla, tales como el centro y los flancos, y
hasham, porque cuando alcanzó el poder
realizaban las operaciones que requerían
temió una conspiración del resto del
mayor sangre fría, por ejemplo la ejecu
yund en su contra. Los grandes grupos
ción de prisioneros. Sin embargo, no
étnicos que integraban el ejército regular
eran los únicos contingentes que parti
en aquel entonces eran los saqaliba y
cipaban en las expediciones militares.
los andalusíes. Los primeros eran escla
Junto a ellos acudía un importante nú
vos procedentes de la Europa oriental
mero de combatientes no profesionales
que habían sido comprados durante su
que, si bien no alcanzaban por regla ge
tes bereberes entre sus filas sugiere que
34
DESPERTA FERRO
La batalla de Cervera Año
1000
Decía: ferid de recio, mis leales amigos; Habedes Habedes muchos tuertos de Alm ozorre recebidos; recebidos; Para vengarnos dél sed bien mente metidos, Membradvos que po r eso somos aquí aquí venidos. venidos. (Anón., Poema deFernán Fernán González, verso 507) La ilustración reconstruye los momentos más críticos de la batalla de Cervera, enfrentamiento lidiado en el año 1000 entre las tropas de Almanzor y una coalición d e reyes reyes cristianos; cristianos; posiblemente, el m om ento en el que el caudill o amirí estuv o más cerca de hallar la muert e. En En jul io del año 1000 Almanzor partió en dirección a Castilla, pero no esperaba que allí le esperase esperase una coalición fo rmad a por los reyes reyes de Pamplo Pamplo na y León, así como el conde de Castilla, que sorprendieron al hayib en las proximidades de Cervera (Burgos). En palabras del cronista árabe Ibn Jatib, en su Kita Rafaela Castrillo Marques, Madr id, Ki tab b amalal-alam amalal-alam (trad. Rafaela Instituto Hispano-Arabe de Cultura, 1983):
v
V
D E S P E R T A FERR O
Nunca afrontó al-Mansur una lucha más intensa ni en circuns tancias más difíciles ni cruentas [...] Los enemigos de Allah concentraron su caballería caballería y atacaron atacaron sim ultán eamente las las alas alas derecha e izquierda musulmanas, descargando sobre ellas todo el peso de sus escuadrones, con la consecuencia d e que se desarti cularon cularo n las líneas líneas de los defensores islamitas y los cris tianos se afianzaron, atacando con más brío. La lucha se pro longó bastante, tornándose cada vez más insostenible la posición crítica en que estaban los musulmanes, pues al ver, los que estaban atrás en la línea de los defensores, el aprieto en que los mismos se hallaban, se desorientaron y desanima ron. La mayoría aflojó y, a su vez, los más de éstos se dieron a la fuga. Los ataques menudeaban por todos los flancos, hasta el punto de que casi casi hicieron morder el ignomin ioso polvo de la derrota a los musulmanes. [...] Así continuaron las cosas hasta que descalabró el ala derecha y se quebró, haciéndose
muy grand e el desconci erto. Tan Tan malas se se pusieron las las circuns tancias para los musulmanes que los hombres comenzaron a separarse separarse sin sin atinar a adoptar una actitud comú n. Cada Cada uno procedía a su arbitrio, buscando la oportunidad de huir, hasta el punt o de qu e uno d e los secreta secretarios rios de al-Mansur al-Mansur llamado 'Abd al -Malik -Mali k ibn ib n Idris al-Yaziri, al-Yaziri, púsose a decirl e a Said Said Ibn Yusuf, conocido por Ibn al-Qalina:'Ven a despedirte, oh mártir, pues con seguri dad hoy has de morir'. Y una vez finalizada la jornada resultó que el presagio se había cumplido. La situación era por co mp leto desesperada para los andalusíes, andalusíes, aun que ello no impidió que algunos de ellos destacasen por sus actos heroicos. Siguiendo al mismo Ibn Jatib: Fue'Abd al-Malik, el el hijo de al-Mansur, elel co mb atient e más des tacado d e aquella huest e de defensores de la fe; fe; y ello, por opi nión unánime y sin ningún espíritu de adulación, es decir, por just ju stic icia ia y no po r favor fav orititis ismo mo , est e stan ando do con él una un a can tida ti dadd de campeones de los más brillantes que existían entre los musul manes de al-Andalus y de África, predominando en número los caballeros bereberes. De éstos éstos el más rep utad o en ese día fue Kayaddayr al-Dammar¡ al-Abra ("el Leproso"), quien era un prín cipe de la tribu norteafricana de los Banu Dammar y, a la vez, uno de los jefes principales de los bereberes. bereberes. Este Este homb re m os tró una extraordinaria intrepidez, habiendo matado, en un fu ribundo arranque, a uno de los condes de Banu Gumis, cortándole la cabeza y trayéndola consigo. Estando en este duro trance, y temien do la batalla se convir tiese en una amarga derrota, Almanzor ideó una estratagema que daría un vuelco a la fortuna: Al intensificarse el calamitoso desarrollo de los acontecim ien tos, se le ocurrió a al-Mansur una idea que fue la causa más eficiente de la victoria. Ella consistió en esto: al-Mansur dis puso que se levantara levantara el camp ament o d e su eejército, jército, sacán sacán dolo de la hondonada en que estaba -y de la que él mismo había tenido que apresurarse apresurarse a salir salir por causa del ene m ig opara instalarlo en el promontorio en que él se hallaba. Or denó, pues, a gritos a los que le rodeaban que efectuaran el transporte de los efectos, con amenazas para los que se atra saran en la operación. Además, llamó a los sirvientes que cui daban de su tienda de campaña y les mandó que la condujeran a dicho pro mon torio con toda celeridad amena zándoles también a ellos con graves castigos por cualquier demora. Los sirvientes sirvientes llevaron el pabelló n de inm ediato, car gándolo sobre sus espaldas, de modo que enseguida quedó debidam ente instalado. instalado. Cuando los enemigos vieron a al-Mansur se desmoralizaron, suponiendo que los musulmanes tenían detrás tropas de re fuerzo, y desde ese momento comenzaron a replegarse. La huida no se interrumpió ya, siendo perseguidos por los mu sulmanes, que mataron cuantos quisieron, resultando, a la postre, que los cristianos, en su mayoría, se viero n atados con las las mismas cuerdas que habían p reparad o para lig ar a los cau tivos islamitas. La victor ia fue en efecto para los andalusíes, andalusíes, pero a costa de un duro sacrificio. Las propias fuentes musulmanas reconocen una cifra de ochocientos "mártires" entre sus filas. En nuestra imagen se aprecia la hueste cristiana que avanza por la izquierd a para asestar asestar el el go lpe -pretendidamente- definitivo sobre las líneas andalusíes, ya muy debilitadas. Sin embargo, en la distancia se aprecia el pabellón real que los sirvientes de Almanzor erigen en una colina cercana, un gesto que los cristianos interpretarán como prueba de la de la lle gada de refuerzos y de la seguridad de los árabes en la victoria, lo que al poco hará que pierdan la fe en la victoria y emprendan la huida, dejando el triunfo en manos del hayib. © p a b l o o u t e ir a l
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36
DESPERTA FERRO
(1009-1031),
voluntarios que se instalaban durante un tiempo en las rábidas de
fragmentación política del califato
la frontera para rezar y practicar la yihad. Ellos y los reclutas que
andalusíes puedan expulsar de la península ibérica a los ma-
se habían presentado a la leva con un caballo recibían del botín
grebíes, a pesar de que estos últimos contaban con unos efecti
presa s ta n va liosa s c omo las muj eres y lo s niñ os.
vos mucho más reducidos. A nivel armamentístico se deduce
La generosidad de los amiríes con los voluntarios del r i b a t
ni eslavos ni
que las protecciones de metal no estaban demasiado extendidas
y los reclutas montados a caballo se explica por el deseo de
entre las tropas musulmanas. Este hecho, sin embargo, no de
compensar económicamente a unos contingentes que habían
muestra que los cristianos cristianos estuviesen mejor armados y e quipa
tenido que costear su propio equipo.
dos por aquel entonces, algo que sí será evidente durante los siglos centrales de la Edad Media. Pero no eran la buena orga
ARMAMENTO
nización, una cantidad aceptable de lorigas o la profesionaliza-
En relación relación con el armam ento de los ejércitos andalusíes del úl
ción de una parte considerable de las tropas los aspectos que
timo cuarto del siglo X y principios del XI, algo que se debería
hacían diferente al ejército amirí, sino la extraordinaria capaci
evitar es imaginar unas tropas vistiendo hierro de la cabeza hasta
dad para tomar al asalto los principales núcleos fortificados de
los pies. Las protecciones de metal existían y eran utilizadas,
los cristianos. Ni antes se había conocido una eficacia parecida
pero su uso esta ba rest ring ido a una min oría de combati com batiente ente s.
a la hora de superar el obstáculo de las murallas ni después se
Para hacerse una idea, la cantidad de escudos en el arsenal de al-
volverá a ver. Quizá lo más sorprendente es que todos estos
Zahira, en Córdoba, era de 40 000 ejemplares, mientras que la
éxitos se consiguieron con una tecnología muy limitada, donde
suma de cotas de malla no alcanzaba la cifra de 13 000. Esto sig
tan solo los almajaneques parecen haber requerido una inge
nifica que, virtualmente, por cada combatiente que pudiera llevar
niería más sofisticada. En mi opinión, los éxitos militares de
ambas defensas, había otros tres que solo portarían escudo. Parece
Almanzor y de su hijo al-Muzaffar solo se explican por el gran
además que las lorigas estaban reservadas a los integrantes de la
número de efectivos que conseguían movilizar para sus expe
caballería acorazada que servían en el ejército regular, quienes
diciones -se dice, sin duda de manera exagerada, que en alguna
también recibían almófares y yelmos cuando salían en campaña.
de estas campañas participaron hasta
Otra protección usada por los jinetes musu lmanes de manera e x
infantes-, por la insistencia insistencia en atacar repetidamente una misma
cepcional eran unas placas de acero indio que se llevaban en los
plaz a, oc asion as ion án dole do le así un de sgas sg aste te que fac ilitarí ilit aríaa a la larga
antebrazos. Con ellas se buscaba que los hombres a caballo pu
su expugnación, y por el uso de una brutal política de terror
dieran proteger sus caras y cabezas de los golpes enemigos. Se
que nos hace estremecer cada vez que leemos los relatos que
emplearon durante la expedición de Barcelona (985) para con
nos la describen.
et es 46 000 jin etes
y
26 000
trarrestar las las mortíferas espadas francas y no vuelven a aparecer en los relatos de los siguientes enfrentamientos. La necesidad de recurrir a este tipo de defensa sugiere que al menos una parte de
B I B L I O G R A F Í A B Á S IC IC A
la caballería andalusí no portaba escudo cuando combatía. En
Ballestín, X. (2004): A l-M l- M a n su ry la d a w la 'am iri ya : u na d in á m ic a
cuanto al armamento ofensivo, este consistía en lanzas, espadas,
de poder y leg itimidad en el occidente musulm án medieval. medieval.
mazas, hachas y arcos árabes. Tampoco podemos descartar el recurso a algún tipo de ballesta primitiva (véase “El guerrero an dalusí” en Despertó Despertó Ferro Antigua y Medieval n.° 7). Si la información sobre el armamento es escasa, menos datos aún aportan las fuentes árabes sobre la vestimenta y los atuendos de los combatientes amiríes, más allá de hacernos saber que los bereberes cubrían sus cabezas con turbantes. Esta carencia de noticias se puede compensar con las imágenes que nos ofrecen los beatos mozárabes y la eboraria andalusí. Gracias a estas fuentes iconográficas sabemos que los caballos y las sillas de montar iban adornados con diferentes objetos y señales, tales como pinjantes, lazos, nudos, cascabeles, crótalos, canilleras y marcas de hierro candente. Asimismo, las colas de los equinos eran peinadas de distintas maneras. Tal como sugirió Juan Zozaya en uno de sus trabajos más interesantes,
Barcelona: Universidad de Barcelona. st rucc cc ió de Ba rce lon a, de les Ballestín, X. (2015): A lm a n s o r i la de stru cendre cendress del Regom ir a I'ultimá tum d'Hug Capet. Capet. Barcelona: Editorial Base. Benet i Ciará, A. (1997): “Les ¡ncursions dAlmansor i Abd alMalik", en Pladevall, Antoni (dir.) Catalunya Románica. Barcelona: Enciclopédi Enc iclopédiaa Catalana, vol. XXIV, p. 301. Maíllo Salgado, F. (1993): Ibn Idári. La caída del califato de Córd oba y los reye reyess de taifas (al-Bayán al-M ugrib). Salamanca: Estudios Árabes e Islámicos, Universidad de Salamanca. Molina Martínez, L. (1981): "Las "Las campañas campañ as de Almanzor Alma nzor a la luz de un nuevo texto". Al-Q A l-Q an ta ra : Revista d e estu dio s árabes, árab es, 2/12, pp. 209-263. Zozaya Stabel-Hansen, J. (2010): "Militares en iluminaciones y marfiles: una visión visi ón del ejército califal". Cuadernos Cuadernos de Mad inat al-Zahrá ’, 7, pp. 43-63.
es probable que todos estos ornamentos tuvieran como objetivo identificar las unidades en el fragor del combate, así como re
EBibliografía completa en www.despertaferro-ediciones.com
conocer la graduación de sus diferentes miembros.
EPÍLOGO Recapitulando todo lo dicho hasta ahora, podemos afirmar que el ejército amirí era una estructura bien organizada en la cual tomaban parte tropas regulares y combatientes no profesionales. profesionales. La procedencia geográfica de los soldados era mayoritariamente andalusí aunque desde un punto de vista cualitativo la calidad de los bereberes destacaba por encima de la de los demás. Esta realidad será especialmente patente cuando, al producirse la
Univesitat Josep Suñé Arce es doct or en Historia por la Univesitat de Barcelona (2017), ha centrado su investigación en el análisis de los ejércitos andalusíes y en el estudio de las causas que explican su retroceso ante las huestes cristianas. cristianas. Recientemente ha sido gal ardonado con el Premio Premio Jóve J óvenes nes Investig adores dores AIHM-Banco AI HM-Banco Santa S antander nder Totta(2018). Gladius, A nuari nuario o de Asimismo, tiene tien e publicaciones destacadas destacadas en Gladius, Estud Es tudios ios Medievale Medievaless , Al-Qantar A l-Qantara ay Al-Ma Al- Mass aq. En la actuali actualidad dad comp agina sus tareas de investigador con las de profesor de secundaria.
H a s t a q u e l a ir r u p c ió n d e i n t e r n e t y l a g l o b a l i z a c i ó n d e
LA CULTURA TRAJERON CONSIGO LA INVASIÓN DE HÉROES DE LA PANTALLA O DE LOS VIDEOJUEGOS, ALMANZOR FORMABA PARTE DEL IMAGINARIO COLECTIVO CASTELLANO Y SU NOMBRE POBLABA LOS RELATOS QUE LOS ABUELOS CONTABAN A SUS NIETOS, PERPETUANDO ASÍ LA MEMORIA DE SUS TERRIBLES CAMPAÑAS.
La espada del islam Jesú s L orenzo Jiménez -
Universidad del Pa ís Vasco Vasco
enorme pod er que acumulaba, convirtió la guerra santa en un efi cacísimo instrumento de propaganda q ue le hizo merecedor a ojos de los andalusíes del puesto que ocupaba. Fueron tantas las expe diciones militares que emprendió que los cronistas árabes no se al ponen de acuerdo acu erdo a la hora de cifrar cif rar su número. El D ikr bilad al A nd a lu s habla nada menos que de cincuenta y seis campañas entre el año 977, fecha de su primera expedición exp edición a la cabeza de las tropas, y su muerte en 1002, vencido por la enfermedad, nunca por la es pada, lo que arroja la espeluznante media me dia de no menos meno s de dos cam pañas cada año. A lo largo largo de esos años, ningu no de los reinos ni de los condados de la península ibérica se vio libre de sus ataques. De entre todos ellos, el reino de León fue el que sufrió de forma más acusada la intervención de Almanzor. Ya desde el siglo VIII, este reino había representado la mayor amenaza para Córdoba, con frecuentes incursiones de saqueo sobre territorio andalusí que per mitieron ampliar su área de influencia prácticamente hasta el rio Tajo. Tajo. Para Almanzor, este territorio constituyó desde d esde el principio un objetivo preferente desde su primera campaña, en la que destruyó Baños de Ledesma. A esta le siguieron otras muchas dirigidas contra las ciudades de León, Zamora, Simancas, Salamanca, Coimbra, Se pulveda, Cuéllar y un largo etcétera, etcétera, que serían destruidas de forma sistemática y su población diezmada, ya fuera por la aniquilación o por la toma masiva de cautivos. Estas campañas se vieron favorecidas no solo por la eficacia del ejército de Almanzor, Almanzor, sino también p or la propia debilidad del reino, que se encontraba inmerso en luchas intestinas. Las faccio nes enfrentadas acudían no pocas veces a Almanzor para solicitarle ayuda contra sus rivales, y este la otorgaba de forma aleatoria. Los contingentes leoneses rebeldes pasaban a engrosar el ejército de Almanzor y participaban junto a los musulmanes en las des trucciones y saqueos sobre territorio del reino. De todas las campañas realizadas contra el reino de León, la que más impacto causó entre los cristianos fue la que llej/ó a la destrucción de Santiago en el año 997, por la carga simbólica que representaban tanto la ciudad como su templo. Desde el punto de vista religioso, se trata del lugar donde se encontraba el presunto sepulcro del apóstol Santiago, cuyo cadáver habría sido conducido por sus discípulos discíp ulos en una u na barca b arca desde desd e Jerusalé Je rusalénn hasta el extre mo occidental del mundo conocido, esto es, Galicia (véase “Antes del camino...” en A rq u e o lo g ía e H is to ri a n.° 6). Fue en el año 814, durante el convulso reinado de Alfonso II, cuando, según cuenta la tradición, unas luces en el cielo advirtieron a un ermitaño de la presencia del sepulcro en ese lugar. Al tener
ry
n cronista árabe dijo de él: “Durante toda su vida, alMansur ibn Abi Amir no dejó nunca .de .de atacar a los cris tianos, asolar su país y saquear sus bienes [...]. Comba tiendo contra ellos llevó a cabo hazañas memorables y batallas gloriosas”. Y es que, efectivamente, durante los veinticinco años que duró su gobierno, Almanzor consiguió poner de rodillas a todos los soberanos del norte peninsular, con los que jugaba a su antojo, como lo hace un gato con su presa cuando la tiene a su merced entre sus garras: sin prisa, sin piedad. A pesar de ello, los cronistas latinos apenas pueden disimular su admiración por esté terrible enemigo, a quien recon ocieron su valor y su sentido de la justicia, una imagen que recuerd a en alguna algun a medida me dida a la memoria memo ria que dejaron otros personajes míticos del islam, en p articular Saladino en oriente, casi dos siglos más tarde.
U
ALMANZOR Y LA YIHAD
A la muerte del califa Abderramán III en el año 961, el califato había caído en una especie de desidia en relación con los reinos cristianos del norte peninsular, lo que de alguna manera suponía el reconocimiento tácito de su existencia. El califa al-Hakam II, que gobernó en al-Ándalus entre los años 961 y 976, había sido más proclive a la diplomacia diplomac ia que al empleo del ejercito para p ara dirimir dirimi r las diferencias, incluso tolerando en ocasiones los ataques provenientes del otro lado de la frontera. Esta situación se iba a transformar ra dicalmente durante el gobierno de Muhammad Ibn Abi ‘Amir alMansur: consciente de la falta de legitimidad para el ejercicio del
♦
DESPERTA FERRO
◄Miniatura del BEATO EMILIANENSE , de principi os del siglo X y, por lo mismo, con siderada la más más antigu a copia conserv ada del original q ue da lugar a todo s los b eatos, esto es, los los Comenta Comentarios ri os al Apocalipsi Apocalipsiss del beato beato de de Liéba Li ébana (año 778). La imagen refleja ei pasaje del Apocalipsis correspondiente al séptimo ángel, cuando Dios envía a dos profetas para predicar pero estos son ejecutados por el Anticristo, aunque al poco cobrarán vida de nuevo: Entretanto yo [N. del E. E.: Dios] Dios] daré ord en a dos testigos míos y harán oficio de profetas, cubierto s de sacos sacos o hábitos d e penitenc ia, por espacio de mil do scientos y sesenta días días.. [...] Mas después que concl uyeren de d ar su testimon io, la bestia [N. del E. E.: el el Antic risto], qu e sube del abismo, moverá guerra contra ellos y los vencerá y les quitará la vida (Apocalipsis 11:3-7). ▼Miniatura del BEATO MOR 922 y 958 por encargo encargo del m onasterio MOR CAN CA N , también llamado Beato eato Pierpo Pi erpoiint, redactado e ilum inado ent re los años 922 de San Miguel de la Escalada (León). En esta imagen en concreto se representa un escenario del Apocalipsis (11:13) que narra la destrucción de la ciudad que figuradamente recibe el nombre de Sodoma. La DESTRUCCIÓN DE CIUDADES era, lamentablemente, algo a lo que los reinos cristianos cristianos estaban sob radamen te acos tumb rados a causa causa de las continuas aceifas aceifas de sus vecinos vecinos andalusíes. andalusíes. Ledesma, Sepúlveda, Sepúlveda, Salamanca, Salamanca, Arm uña d eTajuñ a, Zamora, Simancas, Barcelona, Barcelona, León, Coimb Coimb ra, Toro, San San Esteban de Gormaz, Asto rga, Santiago d e Compo stela, Pamplona y Clunia debieron de soportar, entre otras, los ataques de las huestes de Almanzor, algunas hasta en dos o más ocasiones. Estos casi siempre culminaban con la toma y saqueo de las poblaciones, y la toma de innumerables prisioneros que eran conducidos a Córdoba para ser ser vendido s c omo esclavos esclavos y arrastrar, arrastrar, en en adelante, una vi da p enosa. Esta Estass aceifas aceifas andalusíes tenían, p or tan to, dos finalid ades espe cíficas: por un lado el debilitamiento de los reinos cristianos y por otro la obtención de inmensos beneficios económicos por medio del saqueo y la venta de esclavos. Adicionalmente, podrían brindar un tercer fin del que se beneficiaban exclusivamente los líderes militares, como era su crecimiento en prestigio, requisito indispensable para desarrollar una carrera política de éxito. Almanzor lo entendió bien y, consecuentemente, dedicó buena parte de su vida a guerrear. Lo mismo hizo su hijo y sucesor'Abd al Malik, aunque su temprana muerte por enfermedad truncó prem aturamente su gobierno. noticia del hallazgo, el monarca erigió una capilla en ese preciso
destacamento destacamento de musulmanes que habían acudido a la concentra-
lugar, que quedaría desde entonces indisolublemente unido al
ción siguiendo la ruta marítima con todos sus pertrechos. Una
reino de Asturias. A principios del siglo X un descendiente de
vez atravesado el Duero, el ejército marchó sembrando la des-
este rey, Alfonso III, a quien se atribuye la idea de restitución del
trucción a su paso, hasta llegar a Santiago, que sus habitantes ya
reino visigodo de Toledo, erigía un gran templo en ese mismo
habían evacuado, y procedió a su saqueo y destrucción. Las tropas
lugar en sustitución de la iglesia original y, años más tarde, en
se emplearon du rante una semana en arrasarla hasta sus cimientos, cimientos,
985, el rey Bermudo II se hizo coronar precisamente en esta ciu-
poni endo un espec ial énfa sis en la d estru cción de su iglesia. Sin
dad. No es por ello casual que cuando Bermudo dio muestras de
embargo, el sepulcro de Santiago no fue tocado. Hay que tener
desidia a la hora de cumplir los pactos a los que había llegado
prese nte que, al igual q ue var ias ig lesias del cristian ismo oriental,
con Almanzor, el hayib pusiera en marcha su máquina militar y
los musulmanes co nsideran a Santiago hermanastro de Jesucristo,
eligiera la ciudad de Santiago como lugar sobre el que descargar
por cuan to le at ribu yen la co ndic ión de hijo de José, pero no de
su furia y, de paso, dar un escarmiento que sirviera de aviso a
María. Por tanto, debido a su parentesco con Jesucristo, profeta
todo aquel que cuestionara su autoridad.
del islam (Corán 5:75), está también tocado por un aura de santi-
El ejército salió de Córdoba el 3 de julio de 997. Tras atravesar
dad. No debe por tanto sorprender que Almanzor respetara el se-
el Tajo, recibió los contingentes que aportaban los condes cristianos
pulcro, pero no así el temp lo q ue le servía de m ausole o, q ue, es te
opuestos al rey Bermudo, y aún en O porto se le unió un numeroso
sí, era la obra de los sucesivo s reyes de Asturias.
39
Junto con el eno rme botín en bienes y cautivos, el ejército se llevó llevó consigo las puertas de la ciudad y las campanas menores del templo cristiano con destino a la mezquita aljama de Córdoba, que en ese momento estaba en fase de ampliación. Las primeras, para construir con ellas la armadura de la techumbre, mientras que las segundas serían utilizadas como lámparas que alumbraran la oración de los musulmanes. Antes de regresar a Córdoba, Almanzor agasajó a los condes cristianos que le habían ayudado en el saqueo de la ciudad. Si la relación con León había sido conflictiva desde siglos antes, no puede decirse lo mismo de la que mantenía con Barcelona, que era desde el siglo IX un pequeño condado bajo titularidad nominal franca que apenas había dado problemas al califato. califato. Desde el
año 956, el territorio era gobernado por el conde Borrell, que se había ido liberando de los vínculos con la monarquía franca prácticamente hasta hacerlos desaparecer. Si la desaparición del vínculo fue el causante de los ataques de Almanzo r o si simplemente estos ataques respondían a otras motivaciones del hayib en su afán por someter a los poderes peninsulares es algo que no nos es dado conocer. Lo cierto es que Almanzor dirigió varias campañas contra este territorio, en particular contra Girona y la misma sede del condado, Barcelona. La más destacada de ellas es la que llevó a la destrucción de esta última el año 985. Frente a otras expediciones contra Barcelona, de las que solo quedó constancia de la fecha, la campaña del año 985 está
DESPERTA
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◄Ll eno Almanzor con su hueste mui grand, et entro en G Galliz allizia ia por Portogal, corriendo et astragando uillas et cibdades; et quando llego a la marisma ast rago la cibdad ci bdad et la eglesia de d e Sant Yague Yague,, et quemóla; et no catando al, al, entro en aquel l ogar do yazie el cuerpo cuerpo de sant Yague Yague aposto! aposto! pora quebr antar el su monu mento (Crónica General o Es tori toria a de Espa Es paña ña deAlfonso X el Sab S abio, io, X. 1.4). En el año 997, Almanzor no se contentó con hostigar y saquear re peti damen te los territorios cristianos sino qu e llevó a cabo un un acto destinad dest inadoo a humi llar lo l o que hasta la fecha había sido el soporte de la la resistencia: la confianza en el credo religioso. La cuadragésimo octava campaña militar la empren dió cont ra SA NTIAG O DE COMPOSTELA COMPOSTELA lugar en el que, como es bien sabido, los cristianos reconocían la tumba del apóstol Santiago. Al su llegada el 10 de agosto, el hayib encont ró la ciudad deshabi tada y sus ocupantes fugados fugados en previ previ sión de ser hechos prisioneros, prisi oneros, lo qu e le perm iti ó saquearla saquearla a placer. placer. Según las fuentes musulmanas, arrasó la ciudad y destruyó el mo nasterio, pero respetó la tum ba del apóstol. após tol. Eso sí, sí, antes antes de irsetomó las las campanas del santuario, qu e se llevó consigo consi go a Córdoba, Córdoba, a modo mod o de trofeo, para p ara que sirvi esen esen de lámparas en la mezquita de Córdoba, Córdoba, el recinto recint o sagrado de la fe contraria. contrari a. En En la imagen hemos reconstruido reconstruido el aspecto de la ciudad, relat ivament iv amentee bien conocid con ocidoo merced merced a las las in vestigaciones vestig aciones arqueológ arqu eológicas. icas. A la izquierda, izqui erda, la propia iglesia iglesia de San San tiago, tiago , consagrada en 899. AAll otro o tro lado d e la calle calle vemos la Iglesia Iglesia de San Salvador de Antealtares, de finales del siglo IX. Junto a esta se aprecia el claustro cl austro que q ue se le adosaba, con sala sala capitular adosada adosada a la iglesia monacal. mo nacal. Ya Ya a la derecha derech a de d e nuestr a imagen im agen se aprecia aprecia elel do r mito rio de Antealtares, perten ecien te a la iglesia iglesia homónima. En En elel fon do v emos el l ienzo de la murall a de la ciudad, ciudad, que por entonce entoncess era de reduc idísimo tamaño . Intramuros, Intramuro s, algunas viviendas viviendas adosada adosadass al paramento interno de la muralla. Entre las murallas y las mencio nadas iglesias se aprecia una torre que corresponde a la iglesia del monasterio de San Esteban, dedicada a Santa María. En la imagen re flejamos asimismo el ROBO DE LAS CAMPAN AS de la iglesia de San tiago. Tanto la arqueolo gía como co mo las las fuentes del periodo callan acer acerca ca dón de se hubieran pod ido hallar, hallar, lo que nos permite sospecha sospecharr que acaso estuvieran sobre una espadaña similar a la documentada en Valluerca (Álava), en un campanario o en otro tipo de soporte. Ante esta dificu ltad nos h emos perm iti do la conjetura de representa representarr un campanario -siempre hipotético-, en primer plano en nuestra ilus tración. Este se inspira en representado en una miniatura del Beato de Tábara (siglo X) que corresponde, aparentemente, al que tenía el pri miti vo monast erio de San Salvador de Tába Tábara ra (Zamora) (Zamora) en en esta misma centuria. c enturia. Por otro lado sabemos q ue las campanas campanas del del periodo peri odo eran todavía de un tamañ o muy modesto, caso de la campana campana del del abad Sansón, Sansón, de los años 810-890, q ue mid e 21 por 20 cm. A los los pies pies del campanario vemos un g rup o d e cautivos cautivos cristianos cristianos que perma necen m aniatados y custodiados por sus sus captores captores musulmanes, musulmanes, fe nómeno muy extendido en el periodo y objetivo preferido de la mayoría d e las aceifas fronteri zas, o j. . l
garcía moran
en estado de defensa. Almanzor dispuso que las tropas la rodearan completamente, por tierra y por mar y, a continuación, ordenó que se construyeran almajaneques o catapultas de contra pes o en torn o a la ciudad ciu dad , no para par a arr ojar oja r p roye ctile s de piedra , sino para lanzar al interior las cabezas de los defensores muertos. especialmente documentada. La expedición partió de Córdoba
Una crónica catalana da la cifra de quinientas, entre las que
a finales de la primavera y se prolongó durante ochenta días.
estaba la del propio Borrell, mientras que las crónicas árabes
Almanzor no condujo su ejército directamente a su objetivo,
elevan notablemente el número hasta las mil diarias. No es
sino que, en una marcha no exenta de exhibicionismo frente a
difícil imaginar el efecto devasta dor que esta inusitada lluvia lluvia de
los propios, dio un rodeo que le llevó primero a Elvira, luego a
cabezas tuvo que causar entre los moradores de la ciudad, con
Baza y Murcia, y después, remontando la costa, hasta Barcelona.
toda probabilidad mucho más demoledor que el que hubieran
Estos paseos militares militares por el territorio andalusí solían tener por
pod ido causa ca usa r otr as t antas an tas anda an danad nad as de pied ras lanzad as co ntra
objeto vencer las eventuales resistencias internas: la sola pre-
los muros. En todo caso, no sa bemos si los habitantes de BarceBarce-
sencia del ingente y enfervorizado ejército de Almanzor par-
lona tuvieron o no la intención de rendirse: tras ocho días de
tiendo a la yihad hacía palidecer toda tentativa de disidencia.
asedio, las tropas de Có rdoba tom aron la ciudad al asalto, asalto, la so-
Cuando llegó a Barcelona la noticia de la presencia del ejér-
metieron a saqueo, arrasándola hasta los cimientos, como tantas tantas
cito de Córdoba, el conde Borrell se aprestó a poner la ciudad
otras, y la dejaron despoblada. Almanzor entraba en Córdoba
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O E S P E R T A FERR O
Ranes (Zierbena, (Zierbena, Vizcaya Vizcaya). ). Destaca Destaca el el m oti vo procesional fo rm ado por u na cruz de tipo ► EST ESTELA ELA FUNERARIA del si glo IX hallada en La Cerrada de Ranes griego (de brazos brazos del mi smo tam año) y grandes dimensiones y un ho mbre vestido con una larga túnica hasta hasta los tobillos, ceñida por un cint urón. La mano der echa -do tad a de seis seis dedos, por cie rt o- se alza alza como quer iendo señalar, señalar, o más pro babl ement e sostener, sostener, la menci onada cruz. En En torno a la cruz figuran unos motivos incisos de difícil interpretación. Bajo los pies de la figura se aprecia una superficie no desbastada que sin duda iría empotrada en la tierra. En el reverso -aquí no visible- aparecen nuevamente motivos geométricos entre los que destacan los círculos concéntricos en tor no a un pun to c entral. Esta Esta diferencia entr e anverso y reverso reverso podría hacernos pensar que se trata d e labras labras de distint as épocas; épocas; sin sin embargo, contamos con ejemplos de estelas similarmente talladas, lo que sugiere que todos los relieves de la estela fueron tallados en un mismo momento. Su interp retació n, en cambio, no es tan evid ente. Alg unos supon en que podr ía tratarse de la imagen del dif unto , otros que se trata de invocaciones al sol (caso de los círculos concéntricos del reverso). La estela, en su torpe factura y primitivismo, es sin embargo testimonio de la creciente com plejidad social de las regiones vascas en el periodo, con la aparición de una progresiva jerarquización social que se manifiesta en la presencia de clérigos y señores qu e or denan la ejecución de estas estela estelas. s. Piedra Piedra arenisca, arenisca, 82 por 47 cm. Museo de las Encartaciones. Encartaciones. © A n d r e a s p r a e f c k e un 23 de julio de 985, llevando consigo un cuantioso botín y, si
que legitimaba a Almanzor para el desempeño del poder absoluto
creemos al cronista, nada menos que 70 000 cautivos.
que ostentaba, por encima incluso del califa, califa, una autoridad obtenida
Al igual que Barcelona, el reino de Pamplona había mantenido
por medios no siempre bien vistos por los andalusíes. Almanzor
una relación pacífica con Córdoba desde la muerte de Sancho
había puesto un especial énfasis en acentuar el elemento religioso de
Garcés I en el el año 925. Su esposa y -en la práctica- sucesora en
las campañas, según quedó constancia en los muchos panegíricos
la regencia, la reina Toda, no había dudado en acudir a Córdoba
que le escribieron los poetas de la corte. Porque si por algo quedó
tantas veces cuantas fue preciso para solicitar la ayuda del poderoso
grabada la imagen de Almanzor en la memoria, tanto de musulmanes
vecino del sur para conseguir sus objetivos políticos, lo que con
como de cristianos, fue por su empeño en la yihad, esto es, la guerra
vertía al reino pirenaico en un aliado. Pero se trataba de un aliado
Santa contra los musrikun , los politeístas. politeístas. Con este es te término despectivo,
ciertamente díscolo, que en ocasiones hacía amagos de escapar a
que alude a la Trinidad, los cronistas árabes denigraban a los cristianos
la tutela de Córdoba, una situación que siempre se resolvía vol
que habitaban en los reinos del norte de la península, al otro lado de
viendo al redil ante la amenaza de una intervención militar.
la frontera del islam, allí donde no regía la ley islámica, islámica, un territorio territorio
En el año 970 subió al trono pamplonés Sancho Garcés II,
que, por eso mismo, recibía la calificación calificación de dar al-harb o tierra de
conocido como Sancho Abarca. Abarca. Almanzor ignoró los pactos con
la guerra. Así, Así, varias de estas campa ñas militares se iniciaron en vier
Pamplona y, en el año 978, solo dos años después de acceder al
nes, el día en el que los musulmanes realizan la oración en comunidad,
cargo de hayib, Almanzor, que había hecho de la guerra contra
y partieron desde la mezquita aljama de Córdoba. No es difícil ima
los soberanos del norte peninsular un medio de propaganda, lan
ginar las arengas que se lanzarían desde los almimbares, no ya de la
zaba su primera campaña contra el pequeño reino, para dirigirse
mezquita mayor mayo r sino de todas y cada una de las mezquitas de Córdoba,
pos terio rme nte hasta Barc elona, sin q ue se teng an noticia s de las
haciendo llamadas a la guerra santa y exhor tando al martirio. martirio.
causas que la motivaron. A partir de ese momento, Pamplona se
Fuera por razones políticas de carácter intemo, de cara a justi
sumaba a la lista de objetivos militares, lo que impulsaba al mo
ficar su enorme poder ante los ojos de los propios andalusíes, o
narca pamplonés a b uscar aliados entre los enemigos de Almanzor.
por conv icción sincer a, Ibn Abi Amir era profu ndam ente religioso,
No o bstante , en el año 984 Sanc ho Ab arca, en u n in tento de c on
o así lo presentan las crónicas. crónicas. Dicen que en sus campañas siempre
graciarse con él, le entregó en matrimonio a su propia hija. Con
llevaba un Corán y un sudario. El Corán lo había copiado él mismo
vertida al islam, esta mujer tomó el nombre de Abda, y dio a Al
de su puño y letra en su juventud y todo su ejército era el garante
manzor un hijo de nombre Abd al-Rahman, pero conocido con el
de que este libro sagrado nunca cayera en manos impías. En cuanto
sobrenombre de Sanchuelo por el gran parecido que tenía con su
al sudario, destinado a envolver su cuerpo el día de su muerte, es
abuelo pamplonés. Este Abd al-Rahman sería el segundo sucesor
taba cubierto con el polvo que había ido recogiendo cada día que
de Almanzor. La historia, sin embargo, le reservaba un triste final.
pasaba en ca mpañ a mil itar ena rbola ndo la band era de la yihad.
Por más que fueran frecuentes, estos enlaces matrimoniales
En cuanto a los reinos latinos, el efecto de estas campañas fue
no suponían en absoluto alianzas políticas. De hecho, tan solo
demoledor, no ya desde el evidente punto de vista físico, sino tam
seis años después de este desposorio, en el año 990, Sancho
bién desde el moral, haciend o que sus habitantes vivieran en un
Abarca se alió con García Fernández, conde de Castilla -y, por
clima permanente de inseguridad bajo el peso de la amenaza cons
cierto, cuñado del pamplonés-, contra su poderoso yerno. En el
tante. Si el elevadísimo elevadísimo núme ro de expediciones militares no hubiera
año 992 llegaba la respuesta de Almanzor en forma de campaña
sido suficiente para generar terror entre los habitantes de los terri
militar contra Pamplona. Los detalles de esta campaña son des
torios atacados, la imprevisibilidad de estas incursiones aumentaba
conocidos, pero debió de resultar muy persuasiva, ya que en ese
aún más la sensación de estar a merced de la voluntad del hayib
mismo año Sancho solicitaba audiencia a Almanzor, que le recibió
Muhammad Ibn Abi ‘Amir al-Mansur. Tradicionalmente, las ex
en su ciudad palatina de Medina al-Zahira [N. del E.: no confundir
pedicion es de saqueo se llevaban a ca bo en verano, coincidien do
con Medina Azahara, erigida asimismo en las cercanías de Cór
con la cosecha, que pasaba a manos de los atacantes en concepto
doba pero con anterioridad, en tiempos del califa Abderramán III]. III].
de botín. Las campañas de Almanzor, sin embargo, no seguían este
Tras un espectacular recibimiento, el hayib reprendió de forma
patrón, al contrario, se docume ntan en to das las estaciones del año,
humillante al pamplonés, que nunca más volvería a sublevarse.
incluso en invierno, cuando las condiciones meteorológicas son más adversas para un ejército invasor y las posibilidades de botín
EL EFECTO DE LAS CAMPAÑAS
son más reducidas. En consecuencia, cualquier momento era pro
Los réditos que estas campañas reportaron a Almanzor fueron es
picio para una cam paña militar y cua lquier causa la justificaba.
pectaculares, tanto frente a los andalusíes, sus súbditos, como frente
La incertidumbre permanente en la que vivían los reinos
a los reinos latinos. De cara al interior, el entusiasmo con el que se
latinos queda reflejada en un fragmento de la Crónica de San
entregó a la yihad colocaba al califato en una situación como nunca
Juan de la Peña. Dice el cronista, refiriéndose al periodo del rei nado del pamplonés Sancho Abarca (970-994), que:
antes se había visto, ni tan siquiera en tiemp os de Abderramán III, lo
DESPERT DESPE RTAA FERRQ
En aquel tiempo, por miedo a los árabes, todo hombre tenía sus caballos en las estancias o palacios donde es taban sus mujeres, mujeres, p or poder tenerlos y ser virse de ellos cuando fuera preciso y obligase la necesidad (Cró nica de San San
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otro que se le pueda comparar (Dikr hilad
al-Andalus li-m u allif mayhul mayhul,, ed y trad. Luis Molina. Madrid, CSIC, vol. 1, p. 195 y trad. en vol. 2, p. 205).
Juan de la Peña, versión aragonesa, ed. Carmen Orcastegui Gross (1986): Zaragoza: Diputación Provincial, pg. 29). La espada de Almanzor podía llegar en cualquier momen to y en cualquier lu gar. gar. Y esto sumía a los monarcas cristia nos en la desesperación y el miedo, lo que les llevaba a pactar la paz por cualquiera de los medios a su alcance, entre ellos, la entrega de las hijas a Almanzor para engrosar su harén. Un poeta árabe recogió de forma cruda el sentimiento de humillación que su ponía esta vergonzosa entrega:
Este epitafio compendia en unas po cas pala bra s la f igura de Almanzor, Almanzor, que durante veinticinco años fue dueño y señor de la península ibérica y parte del Magreb, haciendo y deshaciendo a su antojo, merced a la enorme poten cia de su ejército. A su muerte le sucedió su hijo ‘Abd al-Malik, al-Malik, que, siguiendo la estela estela de su padre, con tinuó con éxito la práctica de la yihad. Pocos años más tarde, sin em barg o, caía ase sina do y le suced ía su hermano Abd al-Rahman, el nieto de Sancho Abarca, conocido como San-
La hon ra de u n pu ebl o —dijo T arasia a su padre, Bermudo II, cuando marchaba a Córdoba—no se en cuentra en los muslos de sus mu jer es, sin o en las lan zas de sus hombres (Ibn al-Nahhas al-Dumyati: M asa ri al-aswaq al-aswaq ilá m asari al-ussaq al-ussaq
chuelo. Apenas había transcurrido un año cuando fue apresado por una facción re bel de y ejec utad o. Su ca dáv er fu e cru ci ficado y expuesto a la multitud. Corría el año 1009. Su muerte no era sino un funesto presagio del destino que aguar daba al califato andalusí.
fi al-yihad w a-fadailihi; a-fadailihi; eds. Durish Muhammad Ali & Muhammad Jalid Istambuli. Beirut, Dar al-Basair allslamiyya, 2002, vol. 2, p. 833). Y sin sin embargo, a pesar de los enormes daños que Almanzor infligió a las monarquías cristianas, a pesar de las destrucciones
FUENTES PRIMARIAS Di kr bila bi lad d al-A al-Anda ndalus lus li-mu alllfmayhul alllfmayhul (Una descri pción anónima anónima de al-A al-Anda ndalus) lus).. Ed. y trad. L. L . Molina (1983) (2 vols). Madrid: CSIC. CSIC. Jiménez de Rada: Historia de los hechos de España. Trad. J.
Fernández Valverde (1989). Madrid, Alianza Editorial.
y los saqueos, y a pesar de las constantes humillaciones a las que les sometió, las crónicas del reino de L eón, más tarde de Castilla, reflejan el enorme respeto que su figura inspiró a sus enemigos. A inicios del siglo XIII, Jiménez de Rada calificaba a Almanzor de persona juiciosa, valerosa, valerosa, alegre y generosa”, y destacaba asimismo que “intentaba por todos los medios ganarse a los cris tianos, de forma que daba a entender que apreciaba más a los cristianos que a los árabes”. Ambos, cristianos y musulmanes, formaban parte de su ejército, e incluso señalan las crónicas latinas que castigaba con mayor dureza a los musulmanes que a los cristianos. Por todo ello, continúa Jiménez de Rada, “era amadísimo por los suyos hasta el punto de que todos por igual se desvivían espontáneamente por servir” (Rodrigo Jiménez de Rada: Historia de rebus Hispaniae sive historia gothica, ed. Juan Fernández Valverde, 1987: Tumhout, Brepols, pg. 163).
EL ÚLTIMO GRAN GUERRERO ANDALUSÍ En el año 1002 Ibn Abi Amir al-Mansu r emprendía su última cam paña, que hac ía el núm ero cin cuenta y seis y que finalizaría con su muerte en Medinaceli. No fue una derrota militar lo que le abatió, sino la enfermedad que arrastraba desde hacía años, pero que se agudizó por aquellas fechas. Fue enterrado en el mismo lugar en el que falleció. Sobre su tumba se escribió el siguiente epitafio: Sus hazañas te informarán de él como si con tus propios ojos lo estuvieras viendo. Por Dios, nunca volverá a dar el mundo nadie como él ni defenderá las fronteras
B I B L I O G R A F Í A B Á SIC A Almanzor Almanzor .San Bariani, L. (2003): .San Sebastián: Sebastián : Nerea. Cañada Juste, A. (1992): "Las relaciones entre Córdoba y Pamplona en la época de Almanzor (977-1002)" Prí ncipe de de Viana, 196, pp. 371-90. Echevarría Arsuaga, A. (2011): Almanzor. Almanzor. Un califa califa en la sombra. sombra. Madrid: Sílex. Pérez de Tudela, M. I. (1998): "Guerra, violencia y terror. La destrucción de Santiago de Compostela por Almanzor hace mil años" En la Es pañaMedieval, Mediev al, 21, pp. 9-28. Puente, C. de la (1997): 'La caracterización de Almanzor: entre la epopeya y la historia" en M. L. Ávila Navarro; M. Marín (coords.), B iografías iog rafías y género g énero biográfico biog ráfico en el occiden occi dente te islá is lám mico. EOBA VIII. VIII. Madrid: CSIC, CS IC, pp. 367-402. Rovira i Sola, M. (1980): "Notes documentáis sobre alguns efectes de la presa de Barcelona per al-Mansur (985)" Ac ta his tórica et archaeologi ca medioevolia, 1, pp. 31 -53 .
~Bibliografía completa en www.despertaferro-ediciones www.despertaferro-ediciones..com co m Jesús Lorenzo Jiménez es doctor en Historia por la Universi dad del País aís Vasco Vasco (2008). (2008). A lo l argo de su carrera carrera ha compaginado el estudi o de la historia y cultura árabes con la práctica de la arqueología en lugares como Chipre o Cirenaica. Es autor de numerosos artículos publicados en revistas científicas, así <:omo de la delosBañó BañóQasi Qasi (Madri | monografía tit ulada Ladawlade (Madri d, 201 0). 0).
£
"El día en el que Barcelona va a morir" La campaña contra contra los condados catalan ca talanes es Virgilio Martínez Enamorado - Universidad de Málaga C a b e i m a g i n a r s e l o q u e s i g n i f i c a b a e n u n a l - Á n d a l u s q u e p o r e n t o n c e s e m p e z a b a a s e r c o n s c i e n t e d e UNOS SÍNTOMAS, TODAVÍA INCIPIENTES, DE UNA, AÚN INDEFINIDA, DEBILIDAD MILITAR CUALQUIERA DE LAS CAMPA CAMPAÑA ÑAS S TRIUNFA TRIUNFANTE NTES S DE MUH AMMAD AMM AD IBN AB I ‘AM IR AL-M A L-MANS ANSUR UR (CA. 939-1002). ESTE PERSONAJE, QUE HA PASADO A LA HISTORIA COMO ALMANZOR, PERSONIFICA LA IDEA DE UN AL-ÁNDALUS TRIUNFANTE, POR MÁS QUE CON SU DESAPARICIÓN EN EL AÑO 1002 SE INICIARA EL LENTO CAMINO DE SU DECADENCIA. Su GENIO MILITAR SE ACABA ACABA CON CON ÉL Y SUS SUS HIJOS ‘ AB D AL-M A L-M ALIK ALI K AL-M UZAFFA R Y ABDERRAMÁN SANCHUELO, NOMBRADOS NOMBRADOS SUCESORES SUCESORES EN EL “HAYIBATO” POR ÉL MISMO PARA CONTINUAR SU OBRA, QUEDARÁN ABSOLUTAMENTE ENSOMBRECIDOS ANTE UNA FIGURA POLÍTICA Y MILITAR COMPLETAMENTE EXCEPCIONAL.
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espués de décadas de expansión por el territorio pe ninsular y magrebí, la sociedad andalusí tal vez sabía que Almanzor le ofrecía una oportunidad -la última para mante ma ntener ner esa idea de la yihad fi sabil Allah (“el esfuerzo en el camino/vía de Dios”) que contrarrestara la actividad mi litar, litar, cada cada vez mejor org anizada, de aquellos n úcleos cristianos que hasta esa segunda mitad del siglo X solo podían ser consi derados meros subsidiarios y vasallos del califato omeya. La campaña de Barcelona (gazwat Barsiluna) entra en una ló gica de los hechos perfectamente programados por el hayib. De hecho, todas estas incursiones en territorio enemigo implicaban una organización en su diseño que dista mucho de la idea de unas expediciones regidas por el azar o la improvisación. A pesar de esto que decimos, decimos, no sabemos las razones concretas que llevaron a Almanzor a emprender una acción militar como esta, aunque se puede argumentar argum entar que los efectos positivos para sus intereses que produciría esa intimidación intimidació n sobre sob re los cristianos cristian os hispanos hisp anos (“política ( “política del terror” se ha dicho) y, particularmente, sobre las poblaciones del condado de Barcelona no serían banales. Si se observan las di ferentes expediciones o aceifas (del árabe al-saifa, que literalmente significa “veraniega, de verano” por ser expediciones que tenían lugar en esa temporada) protagonizadas por Almanzor, se puede comprobar que cubrieron, de manera meticulosa cabría decirse,
todo el norte peninsular, salvo la comisa cantábrica protegida por el murallón de las montañas que la protegían, y los centros simbó licos más destacados que los cristianos habían ido edificando desde tiempo atrás. Desde Santiago de Compostela, atacada unos años después (997), a Barcelona, el conjunto de las tierras septentrionales septentrionales más o menos próximas a las fronteras de al-Ándalus fueron transi tadas y ocupadas temporalmente por las tropas comandadas por este fascinante personaje cuya legitimidad se fundaba no en la per tenencia a la familia de los omeyas, sino en su desbordante capacidad militar puesta al servicio de los marwaníes y en su osadía estratégica. Dentro de ese conjunto de expediciones (cincuenta y seis enu mera el anónimo autor del D ikr bilad al-Andalus) al-Andalus),, la de Barcelona, que hacía la número veintitrés de la serie, tuvo una destacada signi ficación. De la jomada en la que se produjo, el 6 de julio del año 985, se ha llegado a decir que fue “el día en el que Barcelona va a morir” (sg. Pere Catalá y Roca), tal fue el colosal impacto que en la vida de la ciudad tuvo aquel asedio. Barcelona, por supuesto, no murió y, de hecho, sufrió otros devastadores asedios, centurias des pués - el de 1714 de d e las tropas borbónicas borbón icas y los bombard b ombardeos eos de la Guerra Civil por parte de los franquistas-, pero sí que es cierto que aquel acontecimiento hizo virar su historia para tomar otros derroteros que habrían de tener una destacada repercusión en el futuro. Las consecuencias, y no es exagerado lo que decimos, llegan al presente
DOÑA SANCH S ANCHA, A, también denominado Beato eato de Facundo, por el nombre del copista, obra redactada ◄Miniatura del BEATO DE FER NANDO I Y DOÑA e ilumin ada en tor no al año 1047. 1047. En En esta esta min iatura en c oncreto se representa el JUICIO DE BAB ILONIA, REDUCIDA A UN BRASERO, profetizada por el Apocalipsis (18:21): Entonces Entonces un ángel p oderos o levantó una piedra, que era com o una gran pi edra de moli no, y lanzándola al mar dijo: Así será seráss tú echada abajo, Babilonia, la gran ciudad, y nunca más te volverán a ver. Nunca más se oirá en tus calles música de arpas, flautas y trompetas, ni habrá en ti trabajadores de ningún oficio, ni se oirá en ti el ruido de la piedra del molino. Nunca más brillará en ti la luz de una lámpara, ni se oirá en ti el bull icio de las fiestas de bodas. Porque Porque tus comerciantes eran los poderosos del mu ndo y engañaste a todas las las naciones con tus brujerías'. La miniatura que aquí vemos representa, de forma esquemática, la ciudad en su conjunto, y es por tanto un interesante testimonio tanto de las las fórmulas iconográficas emp leadas en el perio do com o del aspecto de las urbes altomedievales peninsulares. Un Un análisis análisis cuidadoso permi te identificar detalles importantes. Así, destaca, ante todo, la gran puerta central cobijada bajo un arco de herradura, solución arquitectónica común a los los periodos vi sigo do y andalusí. Sobre Sobre este vano, un pórti co o, más más pr obab lement e, una ventana ajim ezada o con dos arcos arcos de herradura. En En el el alféizar, alféizar, dos vasos. vasos. Sobre esta esta ventana vemos una fila de merlo nes qu e sugieren q ue la constr ucción tien e un carácter defensivo, esto es, una puerta fortificada. Esta misma impresión proporcionan las dos torres, muy estrechas, que flanquean a la principal y se yerguen hasta una altura muy superior a la del lienzo central. Se dotan, a su vez, de puertas de tamaño mucho menor, lo que probablemente remita al mo delo iconog ráfico de los arcos arcos triunf ales de época ro mana. A los los lados de estas estas aparecen aparecen sendos lienzos de m anipo stería, cuyos sillares sillares ha marcado cuidadosamente el dibujante mediante un damero de cuadrados grises y amarillos. Sobre estos, más ventanas ajimezadas. Por fin, todo el conj unt o es abrazado p or una segunda pareja pareja de torres, torres, similares similares a las las centrales centrales pero d e meno r tamaño . Sobre to do lo descrito se yerguen formas diagon ales que con to da p robabi lidad t raten d e representar los tejados de las viviendas del i nteri or de la ciudad. Cabe Cabe señalar señalar que la estructura resultante de la ciudad en su conjunto se asemeja enormemente a los iconos empleados para representar ciudades en la cartografía de época tardorromana caso, por ejemplo, de la Tabula España. TabulaPeuting Peutingeri eriana anao la Notitia Dig Di g nitatum nitatum. Bibl ioteca Nacional de España.
En el el siglo X la ciudad d e Barcelona mantenía aún muchas caracterí características sticas del del p rimi tivo muni cipi o rom ano. Conservaba Conservaba el recinto amural lado de época ro mana O ' reparado y mant enido hasta la fecha. No No se puede decir lo mismo de sus sus acueductos acueductos © , que habían caído caído en elel descuido y aband aband ono y, consecuentemente, habían habían p erdido su funció n. La ordenaci ón urbana i nterna era mucho más caótica de lo que había sido sido en época romana, pero conservaba tamb ién trazas de lo que fueron las las ca calles lles principales de la aquella. Así, Así, en el centro de la ciudad se abría la Plaça Plaça de Sant Sant Jaume © , que oc upaba lo qu e tanto ahora com o antes había sido el centro de la urbe rom ana y pu nto don de se cruzaban cruzaban sus dos arterias arterias principales, elel cardo y el decumano , en sentido norte-sur y este-oeste res res pectivamente. El CARDO sobrevivía tant o entonc es como ahora en son elel Carrer Carrer de la Ciutat © y del del Bisbe © . Por su parte, elel DECUMANO hace lo propio en las modernas calles de Ferran o y Jaume IO En el mencionado cruce entre ambos se erguía la IGLESIA DE SANT JAUME © mientras que, más al noreste, noreste, la mucho más impor tante BASÍLICA PALEOCRISTIANA DEDICA DA A LA SANTA CRUZ (Sa restos se se pueden ver hoy en (S anctae Crucis) © , sede episcopal cuyos restos día bajo el Museu d'História de la Ciutat de Barcelona. Se trataba de una construcción de tres naves asociada al palacio episcopal. Las huestes de Almanzor la destruyeron por co mp leto y, sobre sus sus ruinas, ruinas, se erigió una iglesia románica que a su vez vez es es preceden te de la catedral gótica qu e podem os ver hoy en día en el mism o lu gar (la Seu). Seu). Saliendo Saliendo de la ciudad pro piam ente dicha, se aprecian aprecian dos grandes arrabales arrabales a extramuro extramuro s, erigidos cada uno de ellos en torno a una construcción religiosa. El primero de ellos crece en torno a la iglesia de SANTA MARÍA DEL MAR © , de la que tom a nom bre to do el barrio. Su ce cercaní rcaníaa a la costa garantizó su carácter carácter por tuario. Y, Y, efectivamente, un poc o más al este este hallamos el prop io m uelle de la ciudad o, que en el mom ento del asedio asedio amirí no tuvo ningún protagonismo ya que los musulmanes tomaron pronto control de las costas y bloquearon todo posible socorro que pudiera recibirse por mar. Las naves naves que vemos en la imagen se inspiran insp iran en los pedo s de Yenikapi y Yassi-Ada Yassi-Ada © y corresp onden ond en a las las comun es en el medi terráne ter ráneoo en los siglos IXIX-X. X. Más al norte hallamos el arrabal de Sant Pere, formado en torno a la iglesia de SANT PERE PERE DE LES LES PUEL-LE PUEL-LESS © . Más al norte incluso, pero ya fuera de esta imagen, estaría el arrabal de SANT CUGAT DEL VALLÈS, en la zona del Besos, de carácter agrario. Las fuentes señalan que los tres barrios sufrieron el mismo destino: fueron arrasados y sus habitantes hechos prisioneros o cruelmente degollados. Hacia el suroeste el terreno cae en dirección a lo que hoy en día se conoce como las las Ramblas Ramblas © . En nuestra imagen podem os ver a las las huestes huestes musulm anas que han to mad o ya posiciones en torno a la ciudad 0y lanzan sobre ella, merced al usó de catapultas, una lluvia de cabezas cortadas 0con el fin de desmor d esmor alizar a los defensores. defensores. © j o r g e m . c o r a d a
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D E S P E R T A FERR O
de acuciante actualidad. Porque la expugnación de Barcelona por Almanzor en aquel remoto verano del año 985 incluye un compo nente que ha sido orillado por una buena parte de la investigación española: supone la primera manifestación política de la necesidad del condado de Barcelona (para muchos, una suerte de Cataluña embrionaria y en ciernes) de cortar las relaciones de vasallaje que mantenía con el reino franco, una vez se comprobó la indefensión y soledad en la que fueron dejados sus habitantes por aquellas autori dades del norte cuando se produjo el cerco del jefe andalusí. Hasta finales del siglo X pueden llegar, sin problemas ni contradicciones, los fundamentos históricos de nacionalismos de distinta laya. Los precedentes de esta expedición son contradictorios. Bien es cierto cierto que Almanzor ya había llevado a cabo div ersas incursio nes por tierras catalanas y adyacentes en los años anteriores a la toma de Barcelona (978, 982 y 984), pero nada hacía presagiar que dirigiera sus miras con tanta saña y brutalidad a la principal ciudad de ese nordeste hispánico, Barcelona. Algo hubo de vis lumbrar Almanzor en esas expediciones previas, previas, alguna manifiesta debilidad de los francos, para planificar con cierta celeridad la algazúa del año 985. Por otro lado, las relaciones diplomáticas entabladas entre los omeyas y Borrell II, conde de Barcelona, Gerona y Osona (947992), así como de Urgel (948-992), marcharon razonablemente bien desde desd e que qu e este último últim o se entronizar entro nizaraa hasta ha sta q ue el mism o Al manzor emprendiera esas incursiones por el nordeste hispánico, preparato prep aratorias rias de la de d e 985. 9 85. De nada sirvieron sirvier on estas expedicio expe diciones nes para que Borrell Borr ell organ o rganizara izara una adecuad adec uadaa defens d efensaa ante an te un presu pre su mible embate mayor, como el que efectivame nte se dio en aquella recordada expedición almanzoriana por tierras catalanas. LA CAMPAÑA
La algazúa de Almanzor p artió de Córdoba el día 5 de mayo de ese año de 985 para dirigirse a los territorios del oriente de al-Ándalus (Sharq al-Andalus) que ya habían manifestado una cierta proclividad proclividad a configurarse como “autónomos” en el conjunto andalusí. Y, sin duda, el objetivo inicial era llegar a Turtusa (Tortosa), atarazanas
(dar al-sina ’a ) del Estado califal y centro urbano fundamental en
la Marca Superior de al-Ándalus, para desde de sde allí acometer la entrada entrada en la capital condal. Pasando antes por Madinat Ilbira [N. del E.: entre Atarfe y Pinos Puente, en Granada] y Basta (Baza), los cro nistas andalusíes se detienen en explicar un acont ecimiento sucedido en la ciudad de Murcia que retuvo a Almanzor y su ejército un buen tiempo. Al igual que qu e Abderramán Abder ramán III, Almanzor Alman zor siempre siem pre co mandaba personalmente estas aceifas a través de las cuales, oca sionalmente, se podían analizar las relaciones de poder en el seno de la Dawla Umawiyya amiriyya (el Estado omeya y, dentro de este, el amirí fundado en tomo tom o a la figura de Almanzo r y su incesante actividad pública): como si fuera un rutilante califa, la hospitalidad ofrecida al hayib con una duración entre trece y veintiún veintiún días -qu e son las jomadas a las que se refieren refieren los cro nistas- por parte de un destacado miembro de la ja ss a (la élite social y cultural) árabe, em parentado con las familias aristocráticas de origen visigodo del ám bito murciano (era descendiente descen diente del mítico Tudmir), Abü ‘Umar Ahmad ibn Jattáb, permitieron a Almanzor disfrutar de unos días de lujo y abundancia. La imagen del jefe militar, como describe al‘Udri, ‘Udri, recibiendo un baño de agua de rosas extremadamente olorosas es de una gran fuerza evocadora. Esa hospitalidad no era moco de pavo pues pu es aquel murciano mur ciano acogía aco gía no únicamente únic amente al jefe de la expe dición, Almanzor, con su séquito, sino a todo su ejército, un contin gente de entre 15 000 y 50 000 soldados. Y las contrapartidas tam poco pueden ser esquivadas: esquiv adas: por esa es a acción con la que se prodigó prodig ó Ibn Jattáb, el hijo de aquel, Abü 1-Asbag Musa, recibió la titulatura de cadí o juez de todo el territorio de Sharq al-Andalus, esto es, de los territorios de las ciudades de Balansiya (Valencia), Uriwala (Orihuela) y Turtusa (Tortosa) así como de las islas orientales de Mayurqa (Mallorca), Manurqa (Menorca) y Yabisa Yabisa (Ibiza). (Ibiza). Desde Murcia, Almanzor remontó la costa mediterránea si guiendo el mismo recorrido de la actual N-340. Una vez que las tropas musulmanas cruzaron el Ebro, los catalanes entendieron que era necesario realizar un primer esfuerzo para detener esa contun dente expedición que amenazaba Barcelona. Borrell le sale, por ello, al paso, pero va a ser derrotado en un indeterminado lugar -
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FE RNANDO I Y DOÑA DOÑA S ANCHA. ANCHA. En ella se representa al falso profeta (fi gura de gran t amaño que sos ◄Miniatura del ya mencionado BEATO DE FERNANDO tiene un l ibro abi erto) y a sus sus huestes asediando asediando a los los justos, refugiados estos últimos en una forti ficació n: "Y saldrá saldrá a engañar engañar a las naciones naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar. mar. Y subieron subieron sobre la anchura anchura de la tierra, y rodearon el cam pam ento de los santos santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió" (Apocalipsis (Apocalipsis 20:8-9). 20:8-9). Interesa, Interesa, aquí, en particular, el aspecto de los guerreros q ue siguen al falso profeta (con corona tr iangular), que portan espada espadass de p omo tril obulado y se defienden con escudos escudos redondos de tip o rodela cubiertos de lienzo lienzo y decorados al al exterior con motivos radiales sinuosos. sinuosos. Nótese Nótese tamb ién la ausencia ausencia de cualquier otr o tip o de defensa corporal. La realidad realidad q ue refleja esta miniatu ra no es la propia del m om ento de factura de este beato (siglo XI) sino, más más pro bablem ente, la de un siglo antes, en época califal, lo que se explica por que presumiblemente este beato es una copia fiel de un prototipo del siglo X, sin pretensiones de actualización por parte del copista.
los estudiosos no se ponen de acuerdo-, tal vez en las cercanías del río Llobregat. La huida del conde Borrell en busca de ayuda a Manresa permite presuponer que confiaba en las defensas de la ciudad. Lo cierto es que Almanzor sometió inmediatamente, y casi simultáneamente al cerco de Barcelona, a todas sus comarcas cer canas a una notable intimidación basada en el asalto y destrucción de distintos monasterios: Sant Pere de les Puelles, Sant Pau del Camp y Sant Cugat. Todo este deambular por tierras de lo que des pués será la Cataluña Cataluñ a profunda profu nda no hace hac e sino certificar la inexorab le superioridad de los ejércitos andalusíes que no sufrieron ni una sola acometida de reacción de parte los condales, paralizados por la acometida de aquel voluminoso y adiestrado ejército andalusí. EL ASEDIO
Las tropas califales se encontraron ante los muros de la ciudad condal el 1 de julio, sin que q ue sepamos sepa mos cual fu e la estrategia concreta para acceder al interior de la misma, hecho que se produjo prod ujo el 6 del mismo mes. Ni los textos latinos ni las crónicas árabes describen los detalles de la expugnación, por lo que carecemos de unos datos más concretos que hubieran permitido saber si los califales abrieron alguna brecha en la muralla o si utilizaron torres para escalarla y alacceder al interior de la villa. Con todo, el autor del D ikr hilad al An da lus se detiene en un hecho macabro en apariencia difícil de creer por meras razones cuantitativas. Es este: [Almanzor] acampó ante ella [Barcelona], la asedió e instaló instaló los almajenaques, que arrojaban ca bezas de cris tianos ( ru ’us al-rum) en lugar de piedras. Se estuvieron lanzando diariamente mil cabezas hasta que, finalmente, [Barcelona] fue conquistada. Los cautivos que hizo, en tre mujeres y niños, alcanzaron la cifra de setenta mil. (D ikr bi-bilad bi-bilad al-Andalus , ed. y trad. de L. Molina Mar tínez, CSIC, Madrid, 1983, pp. 198-199). Estas cifras han de ser valoradas con prudencia por su des mesura. mesura. No podemos, sin em bargo, du dar de la veracidad de lo que el cronista describe: el lanzamiento sobre el perímetro in terior terior de Barcelona de las cabezas de los caballeros abatidos en la contienda anterior a la instalación del campam ento en los al rededores de la ciudad, por un lado, y la captura de un buen número número de cautivos, por otro. Evidentemente, Evidentemente, el lanzamiento de cabezas humanas perseguía no tanto un objetivo militar concreto (es de suponer que fuera acompañado de una lluvia de proyectiles por más que el cronista afirme afirme que las las piedras fueran sustituidas por testas) como de ame drentamiento de la población. En todo caso, habría que explicar la utilización de almajenaques ( al-mayaniq ) por parte de los califales, para lo lo cual la explicación explica ción más co nvincente nvin cente es la que proporciona prop orciona Xavier Ballestín. Dada la ralentización que hubiera supuesto el transport transportee de una maqu inaria de asedio com o esta desde C órdoba atravesan atravesando do todo el oriente de al-Ánd alus, cabe p ensar en su con s trucción trucción en las las atarazanas de Tortosa, orden ord en que previamente p reviamente habría
partido del mismo mism o Almanzo Alm anzo r en alguna algun a de las expedicion exped iciones es por aquellas comarcas que precedieron a esta. Se cuenta que una de las razones que sirven para explicar la abrumadora superioridad de los califales fue que sus jinetes habían recubierto sus brazos con láminas de acero, de tal manera que los golpes de espada de los francos resultaban en el cuerpo a cuerpo inanes. El saqueo de Barcelona hubo de ser muy intenso, pero las huellas del mismo a través de restos de incendios no parecen apr e ciarse en las diversas intervenciones arqueológicas efectuadas en la ciudad. Los testimonios literarios, literarios, por po r el contrario, sí insisten en describir una verdadera situación a pocalíptica en los días que duró la breve ocupación de la ciudad. Tal visión tiene mucho que ver con el impacto psicológico entre los despavoridos barceloneses que vivieron la expugnación de su ciudad por los andalusíes y con la gran cantidad de cautivos que Almanzor capturó, pero también las evidencias literarias reflejan las durísimas repercusiones de la campaña: en los documentos documen tos de Sant Cugat Cuga t del Vallés Vallés se se comprueba cómo familias enteras fueron asesinadas; los judíos de la ciudad casi desaparecieron de Barcelona, integrándose sus bienes en el patrimo nio condal. También, un buen número núm ero de campesinos campes inos de localidades cercanas se refugiaron intramuros de la ciudad, en la errónea idea de que una conquista de Barcelona por Almanzor se les antojaba imposible. LOS CAUTIVOS
La convulsión ocasionada afectó a dos asuntos primordiales, como refleja la documentación posterior al acontecimiento. Uno fue la pérdida de títulos títulos de propiedad y la otra, otra, la más relevante, la creación de una gran masa de cautivos que fueron trasladados desde B arce lona hasta los territorios andalusíes (fundamentalmente, la capital cordobesa). La implicación económica de los rescates de aquellos cautivos fue clara: como habían de pagarse en dinares, la circulación monetaria andalusí integró a los territorios catalanes en ese circuito que desde el África subsahariana (Siyilmassa) proveía de oro a alÁndalus. Y es lógico pensar en comerciantes andalusíes que al calor del dinero afluyeran hacia aquellos territorios en busca de nuevas oportunidades de negocio. De hecho, afloran mercaderes sarracenos en la documentación de aquellas fechas que, segura mente, tendrían que ver con los cautivos llevados al sur. Por otro lado, como no podía ser de otra manera, la gestión de la recuperación de los cautivos se convirtió conv irtió en una de las prioridades de las autoridades franco-catalanas. Los nombres de los prisioneros más ilustres, miembros de la aristocracia local, comparecen en la documentación tras la conquista: propietarios acaudalados como Mocio y su hijo Guisardo; Emma, esposa de Guillem, quien com batió en la defensa de la ciudad; Udalardo, Udalard o, hijo del vizconde vizcon de GuiGu itardo; Guandalgod de Gerona; el canónigo Lang obardo o el archi diácono Arnulfo. De muchos otros (la mayoría de habitantes capturados sin tanta relevancia social) social) nada sabemos. Por su actua ción como intermediario, uno de los cautivos más célebres fue el juez Aurús, Au rús, de vuelta vuel ta en Barcelona Barcelo na en el 986 tras pagar pa gar su rescate,
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reg . 976-1009) sirve -com o ya se ha ha explicad o en páginas p asadas▼DIÑAR (moneda de oro) DE HISHÁM II, califa cuyo periodo de reinado (reg
de telón de fondo de los gobiernos de los chambelanes Almanzor y, después de este, sucesivamente sus hijos'Abd al-Malik (1002-1008) y Abderramán Sanchuelo (otoño 1008 - invierno 1009). Este último cometió la torpeza de tratar que Hishám lo nombrara su heredero, lo que contradecía la norma que estipulaba que solo un descendiente del profeta podría ser califa. Ello provocó un levantamiento popular, histó ricamen te record ado com o la revolució n cordob esa de febrero de 1009, que acabó con el asesinato asesinato de Sanchuelo y la deposición de Hishám. Pero Pero las luchas luchas de p oder en tre di stintas facciones (árabes, (árabes, bereberes, bereberes, eslavos) eslavos) contin uaron y, poco más tarde, en jul io d e 1010, Hishám Hishám fue repuesto en el trono por las tropas mercenarias eslavas. Finalmente, en 1013, Hishám fue nuevamente depuesto -y probablemente asesi na do - por un g olp e orqu estado p or tropas bereberes que, además, además, tom aron y saquearon la capital. capital. Esta Estass idas idas y venidas contin uaron d urante cerca de dos décadas décadas más hasta culm inar, en 1031, 1031, con la disolución del califato y la división d e al-Ándalus en múl tiples reinos taifas. taifas. En En el el muhammad 'ab ' abduhu duhu wa rasuluhu ("Mahoma es Su servidor y Su mensajero"). anverso se puede leer la leyenda inna muhammad e incapaz en el testamento de Almanzor, po r otro príncipe omeya. Fue esto un indicio claro de que dentro de la familia omeya se guía habiendo quienes querían recuperar el control del califato y de que el buen gobierno no era suficiente para salvaguardar el poder po der de los amiríe am iríess - la familia fam ilia de A lm an zo rtras la muerte de este. Cuando al-Muzaffar falleció en 1008, le sucedió su hermano (por parte part e de d e padre p adre,, no de madre ma dre)) A b derramán, a quien se respon sabiliza de haber puesto fin al equilibrio entre amiríes y omeyas que Almanzor había construido y que su primer sucesor' sí había sabido pre servar. La ruptura vino tanto por po r el lado om eya ey a com o por el amirí. Abderramán era conocido como Sanchuelo, apodo que hacía referencia al hecho de que era nieto de Sancho Garcés II Abarca (reg. 943994).4 En efecto, una hija del rey de Pamplona, Abda, se había casado con Almanzor en 982 y con ella este tuvo a Abderramán, quien, al poco poc o de suc eder ed er a su herma her mano no,, tom ó la d eci ec i sión de obligar a Hishám II a nombrarle he redero suyo. En el documento en el que se hacía público dicho nombramiento, citado por Ibn ‘Idari en al-Bayan al-mugrib, afir maba Hishám II haber tomado tal decisión tras haber llegado a la conclusión de que: [...] no se encuentra nadie más digno que confiársele [pueda] el califato dadas la bondad de su espíritu, la nobleza de su natural, la excelencia de su séquito y lo ele vado de su origen, unido a su piedad, su hones tidad, su resolución y su inteligencia.5 También según Ibn Tdari, otro argumento que se adujo adujo -au n que no se mencionaba dentro del docum ento- fue la parentela parentela de Sanchuelo con el califa omeya, pues su madre, com o la del califa, califa, era vascona. Si esa fue una de las maneras con la que intentó le gitimar su derecho al califato, no deja de ser sorprendente dado que la genealogía por parte de madre no tiene apenas valor en el rígido sistema patrilineal patrilineal árabe y más aún tratándose de un vínculo cognaticio cognaticio no m usulmán, pero no po r sorprendente hay que des deñarla, ya que Abderramán Sanchuelo carecía de uno de los re quisitos necesarios para ser califa, califa, la pertenencia al clan de Qurays que había sido el del profeta Mahoma. No solo no era quraysí, ni
siquiera pertenecía a los árabes del norte. Su genealogía era en efecto de los árabes del sur (Qahtan). Tenía, pues, poco que argu mentar para sustentar su derecho al califato y desde esta perspec tiva, cualquier justificación podía pasar por buena. Entre los cris tianos existía la posibilidad de que las mujeres hered asen un reino y de que un varón llegase a ser rey por ser descendiente de la hija de un rey. Quizás fuese este el marco referencial en el que quiso inscribirse Abderramán Sanchuelo como única salida al cul de sac que para alguien como él constituía la nor mativa legal islámica referente al califato. califato. Es de supo ner también que había quienes podían ver en esa pre tensión de parentela cierta dosis de legitimidad, por ejemplo, los soldados beréberes reclutados por Al manzor en el norte de África y para los que la matrilinealidad sí tenía sentido tal y como revelará más adelante la onomástica almorávide con nom bres como com o Ibn Fátima. Pero si Abderramán Sanchuelo pensó que su pretensión podía prosperar, los hechos no le dieron la razón, sobre todo porque también rompió la unidad familiar. La madre de al-Muzaffar, al-Dalfa, es la mujer mencionada en el testamento de Al manzor como poseedora de una cuantiosa fortuna que serviría para pro teger los in tereses de la familia. Pero al-Dalfa sospechó que Abderramán había te nido algo que ver con la muerte de su hijo ‘Abd al-Malik, falle cido después de tan solo siete años de reinado. Aprovechando que Abderramán Sanchuelo ha bía b ía ab an d on ad o la ca pi tal ta l al ■ mando de un ejército en direc ción a la frontera con León, un prín pr íncip cip e om eya ey a llam ado ad o Mu ham mad ben Hishám ben ‘Abd ‘Abd al-Yabal-YabY bár bá r (bisn (b isn ieto iet o de A bd erram er ram án III) se levantó contra el califa y su nuevo he redero, contando con la financiación de alDalfa y con unas tropas salidas del común del pue blo. bl o.66 Hish Hi shám ám II abdi ab dicó có,, M uh am ma d fue proc pr oclam lam ado ad o nu nuevo evo califa y la plebe plebe cord obesa d estruyó la ciudad de los amiríes, Medina al-Zahira. El título que tomó el nuevo califa, a lM a h d i b i - I l á h , tenía resonancias mesiánicas asociadas sin duda con la fecha de su proclamación (el cambio de siglo de la hégira) y posiblemente también con el hecho de que Ab derramán Sanchuelo había intentado previamente asociarse con otra figura mesiánica, la de al-Qahtani. La ruptura del equilibrio entre omeyas y amiríes ocurrió de forma muy rápida, como señaló un testigo de los aconteci mientos:
DESPERTA FERRO
▼Detalle del BEATO DE GE RONA, manuscrito fech ado en tor no al año 975. En En ella ella aparece una representación de la PROSTITUTA DE BABILO (17:3-4). Al Al pers onaje se le atrib uye u na gran soberbi a, avaricia avaricia y lujur ia; se trata, cla NIA, personaje men cion ado en un pasaje del Apocalipsis (17:3-4). ramente, de la encarnación de la corrupción y el vicio, que los hebreos asociaban a la ciudad de Babilonia desde que una parte de ellos transcurriera en ella un largo periodo de exilio (la célebre "cautividad babilónica"). Como ya hemos avanzado anteriormente, los Beatos, re dactados dactados en torn o al siglo X, X, adquieren significación a la luz de la realidad política de los reinos reinos cristianos peninsulares peninsulares del mom ento, sometidos a la hegemonía andalusí. En este contexto, la ciudad de Córdoba y el Estado califal son asimilados a la Babilonia bíblica, con la consecuente atribución de vicios y pecados pecados qu e ello conlleva. Es Es más, más, la prostitu ta ado pta en ocasiones una postura "a la turc a"y con una copa en la mano, al igual que sucede con la figura del califa abasí en la iconografía persa coetánea, en este caso con el significado de dominio terrestre. En algún caso caso aparece aparece vestida con tocados andalusíes e incluso con un creciente lunar inver tid o en el tocado. El El mensaje qu e se pret ende trans mitir es evidente: una i dentifi cación d e Córdo Córdo ba y su su poder com o la fuen te de toda co rrupc ión al tiem po q ue se advi erte que, al al igual qu e Ba Ba bilonia, llegado el día caerá la ira divina sobre ella.
De lo más extraño que vi entre las vicisitudes de este mundo es que desde el mediodía del martes [14 de fe brero de 1009 1009...] ...] hasta has ta la m ediano edi anoche che del miérco mié rcoles les [14 de marzo de 1009...] 1009...] se cump lió un mes, y en ese mismo tiempo fue tomada la ciudad de Córdoba y destruida la ciudad de al-Zahira; al-Zahira; fue depue sto un califa de largo rei nado [...] y proclamado un califa que no tenía derecho antes y sobre el cual no recayó elección [...]; [tuvo lugar] la desaparición del reinado [dawla] de la familia de Amir y la vuelta al poder [dawla] de los Banu Omeya; la for mación de unos ejércitos de la plebe [amma], reunidos para sustitui sus tituirr a las trop as agu erridas err idas y exp erim entada ent adass del soberano [sultán] y [en fin] la caída de los grandes visires y la elevación de sus contrarios, a los que los ojos despreciaban por su bajeza y vileza. Y aconteció todo esto por mano de unos diez hombres de los más viles de pueblo [...]: sangradores, zapateros, corraleros y basureros que se atrevieron a ello (Ibn ‘Idári, ‘Idári, La caída del califat o y los Reyes Reyes de Taifas , p. 74).7 Abderramán Sanchuelo encontró la muerte el 3 de rayab (marzo) (marzo) de 1009, cuando regresaba a Córdoba con la esperanza vana de de retener el poder heredad o de su padre. Pero los amiríes no volverían a recuperar la posición alcanzada por Almanzor, si bien algunos de ellos lograron durante un tiempo hacerse con el poder en Valencia cuando se cjuebró la unidad territorial y empezaron a surgir los gobiernos locales que darían lugar a los reinos de taifas. El equilibrio entre amiríes y omeyas no fue el único que se rompió tras la desafortunada ini ciativa tomada por Sanchuelo. También lo hizo el que había mantenido unida a la fa milia omeya. El destronamiento de His hám II era inédito en la trayectoria suce soria soria de los los omeyas: por prime ra vez en dos siglos y medio, un gobernante omeya era de puesto p or la fuer f uerza za en Córdo Có rdoba. ba. No sería serí a el último ú ltimo . La decisión de Sanchuelo no solo afectó a los ome yas. yas. Con la caída de Hishám II, también se sintieron am e nazados los eslavos ( saqaliba ) amiríes y los bereberes. Los saqaliba eran esclavos traídos de las tierras euroasiáticas ticas y empleados en la administración palaciega, la guardia palatina y las tr op opas as prov pr ovinc inciale iale s, cuy o nú núme mero ro había hab ía cre cre cido bajo Almanzor quien recurrió a ellos para dotarse de servidores fieles fieles a su perso na.8L os bereberes eran eran mercenarios traídos desde el norte de África para debilitar a los regi r egimie miento ntoss (yunds- s) árabes y dar a los amiríes una base militar en la que apoyarse, en una política ya iniciada bajo alHakam Hak am II. II. Para distingu ir a estos bereberes de
los que se habían establecido en la Península en siglos anteriores se hace referencia a ellos como los “nuevos bereberes”.9Se les consideraba extranjeros por sus costumbres, hasta el punto de que la imposición de su forma de vestir o el rechazo de la misma se convirtieron en una de las formas en las que los go bernante bern antess se ñalab an sus s us alianza ali anzass y le altades alta des .10Pa .10Para ra el h istoriado isto riado r cordobés Ibn Hayyán fueron los bereberes “nuevos” los máxi mos responsables de la fitna , a la que se hace referencia con la expresión fitna barbariyya. Es fitna un término con una gran carga negativa en la cultura política islámica porque implica la ruptura de la unidad entre musulmanes, el conflicto entre cre yentes, el estallido de la guerra civil.11 Las crónicas abund an en relatos sobre el sufrimiento de los cordobeses durante esos años, la violación de mujeres, las masacres de unos y otros, el hambre, la pérdida de moralidad, el caos reinante. Al poco de llegar al poder, al-Mahdi fingió que Hishám II había muerto y simuló su entierro. Hishám II reapareció unos meses después para volver a ser proclamado califa. El reino de al-Mahdi en efecto duró solo nueve meses, víctima de la desafección de los bereberes que eligieron como califa
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Casa Real, palacio palacio de Medina Azahara. Durante los dos primeros años de la guerra civil civil,, los l os dos complejos palaciegos palaciegos más majestuosos de Córdoba fueron saqueados saqueados y abandonados. Medina Azahara, la la ciudad de los califas, califas, y Madínat alZahirá, al Zahirá, el palacio palacio de Almanzor. El primero primero a manos de los bereberes, el segundo, del propio propio pueblo de Córdoba.
/ Banu Harún (Faro-Algarve)
1018
B) El inicio de la guerra civil en el califato, 1009-1010 La caída caída de Hishám II (comi (comienzos de 1009) a causa de un levantami evantamiento nto popular, conduce rápidam rápidamente ala a la ruptura del orden imperante. MienMientras tras los los hombres del viejo viejo régimen son barridos barridos de los puestos gubernamentales y sustitui sustituidos dos por improvisados líderes. líderes. El calif califa, a, que seapoya en la facción facción andalusí, trata trata con desdén desdén a los eslavoamiríes y los bereberes, cosa que muy pronto deriva en un enfrentam enfrentamiento iento abierto abierto entre todas las facciones: estalla la guerra civil. Los ejércitos ejércitos berebebereberes combaten contra contra andalusíes y eslavos, aliados aliados ahora del del califa. califa. Los contingentes contingentes de lafronter frontera a se envuelven en estas querel querellas las y, con ellos, miles de mercenari ercenarios os cri cristianos. stianos. Enmedio del vacío de poder, comienza el proceso de fragmentación del cali califat fato. o. Los prim rimeros en actuar son los eslavoamiríes eslavoamiríes que, tras ser expulsados de Córdoba, se han estableci establecido do en el Levante. Serán pronto imitados por el partido parti do bereber y, por últi últim mo, por los andalusíes, una vez que la autoridad autoridad central central se va diluyendo diluyendo víctim tima del caos rei reinante. ante. Con una asombrosa rapi rapidez, en solo tre trece ce años, el otrora otrora poderoso poderoso Estado omeya ha implosionado, sionado, desapareci desaparecido do ysido remplazado por más deveinte veinte Estados de pequeña enti entidad.
al-Bakri (Huelva) 1012
Vixc*'
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Miranda de Ebro Cellorigo0° ° Amaya Amaya B rio n e s Alcocero 0 Ná¡e"V Burgo Burgoss ° o SanM illándeS ... .,0 Oj j Albelda la Cogolla Barbadillo0 Lerma°
A
'‘"' , I
Baños de la Beas de Segura/ Encina Sh Shaqüra Andújar/ \ Cazlona/ And Andusha shar i Qasta stalla lla Hornos Hornos de Segu Segur Montoro Montoro ^ Baeza Úbeda / Ubbadha Bujajance Quesada /Qayshata • Jódar/Shüdhar» Jódar/Shüdhar» • Madmatal-Zahi Madmatal-Zahira° ra°rC rCUna. c#Jaén • Tíscar íscar t Baena • Martos Y a v v a *Río g>Écija/ Luque. #Alcaudete /fj/ M B a s ta ^Carmona/ Jstiyya »Cabra/Oabra. QarmunanBanu x/WadiAsh W T TDammar f i W IT IT f f l l ^ Guadi x/Wa (Morón) Marchena/ Elvira///ó/ra % ^ Granada / Almonte/ j f e « i • Loja ^'¿harnáta , ú y ya Utrera • Archidona j—j j—j • Antequera Mawrur wrur ' è • > Seten etenil l uf'' r * * Jete/Xat * Arcos de la Frontera/A nilii l ^ Bobas* ro Æ * Banu Ziri j^% Bu bas hti ¡^ Q ^ ái ái Jerez de la Frontera Frontera/S/?arís/? /S/?arís/? _ (Granada) * Rom_^ . o Salobreña 1013 ^Takurunnd\ Almuñécar/ %
X Banu Ifran
/Sidun na Medina Sidonia /Sidu 100 km
4
(Ronda)
1015
hammudíes (Algeciras) 1023
Tarifa
%
/al-Ya Yazzir at al-J l-Jadra feciras /al-
al-Munacab hammudíes (Málaga)
1026
La caída del califato de Córdoba** 1002-1031
R E I N O
D E
F R A N C I A
Pamplona
Rosellón
REINO
Pallars Sort „ _ cn gif g if .Cerdaña ° La Seo de 9
„ , P.erelada Perelada Besalú ° ^ 0o ° Ampuria Ampuriass Urgn Urgn .Berga Gerona C a t a ¡ e „ Urgel 60 la«es o Meya t> Solson a ni> Gerona
Monzôn/Muntshûn sastre • 6 -mUisn-al-Roso • Ro lam .or I V ld ld ll ll ie ie S a tíalaguer cast;elloli o «p •V- a - -í i d a * Cervera
a/Larida
0 castillo Vell de Llinars
^í- r*í ^S an t Cugat i ? Sant Sant Pere de les Puelles o Barcelona
h
Guarnición omeya establecida por 'Abd alMalik
La Fitna (guerra civil) Las primeras taifas, con personaje o clan fundacional y año de creación ^
Taifa ifa bereb reber
^
Taifa Taifa funda fundada da por por anda andalus lusíes íes
^
Taifa Taifa funda fundada da por por eslavo eslavoam amiríes iríes Posiciones entregadas por el califa al conde de Castilla Castilla durante la guerra civil (1010)
fa
Jayràn al'Amiri
El ejército legado por Almanzor, e inmediatamente recogido por su hijo 'Abd alMalik, es una engrasada maquinaria de guerra que en las condiciones adecuadas no tiene rival en la Península. Durante su gobierno, 'Abd alMalik continúa con la dinámica puesta en práctica por su padre. Atacar y presionar constantemente a los territorios cristianos que no acatan la hegemonía cordobesa en cualesquiera de sus facetas, sea militar o política. Las aceifas dirigidas por 'Abd alMalik, si bien no llegan a la espectacularidad de las de su antecesor, sí que logran mantener la apariencia de superioridad indispensable para mantener el prestigio del califato incólume. Aceita 1.a 1.a, invierno de 10021003. Su primera aceifa se dirige contra León. Posiblemente una columna de invasión se interna en territorio leonés por Coímbra y otra marcha hacia la capital. Sin datos. Aceifa 2.a 2.a, verano de 1003. Contra los condados catalanes. Un nutrido ejército califal, al que se unen en Medinaceli contingentes leoneses, ataca la frontera. Se ocupan varios enclaves y, seguidamente, se devasta todo el territorio hasta Barcelona. Se toman más de 5500 cautivos y se destruyen 85 lugares fortificados. Aceifa 3.a 3.a,, invierno de 1003. Movimiento contra territorio castellano, sin datos. de 1005. Solo se sabe de la incursión incursión de un con Aceifa 4.a 4.a, otoño de tingente contra Zamora y su territorio, el movimiento y los objetivos del grueso del ejército califal en territorio leonés son desconocidos. llamada por las crónicas crónicas musulmanas Aceifa 5.a 5.a, verano de 1006. Es llamada la "campaña contra el reino de Pamplona". Se ataca la frontera pirenaica, sobre todo la Ribagorza, con un resultado desigual. El botín es exiguo, de ahí que en Córdoba se la tilde de fracaso. Aceifa 6.a, verano de 1007. La "incursión de la victoria". 'Abd al Malik dirige esta vez su ataque sobre Clunia, en el Duero. La campaña es tildada de gran victoria en la crónica de Ibn 'Idari, por el hecho de que los cristianos opusieron un gran ejército a la hueste musulmana y fueron claramente derrotados. Para 'Abd alMalik supone el éxito que le resarce del fracaso de su anterior aceifa contra Pamplona. Aceifa 7.a 7.a, invierno de 1007. El ejército omeya marcha sobre la disputada frontera en el Duero, en este caso la posición elegida es la del castillo de San Martín, que es asediado y conquistado, y donde se instala, seguidamente, una guarnición. Aceifa 8.a 8.a, la "expedición de la enfermedad", verano de 1008. Durante los primeros compases de la campaña, 'Abd alMalik enferma gravemente, lo que conduce a un final final precipi pr ecipitado tado de la aceifa y el regreso a Córdoba, donde muere.
1012
Ab A b de rr am án San ch ue lo
rtosa/Tu rtusa
O
Labib al'Amiri (Tortosa)
•Alcalá de Chivert Oropesa •Burriana /Buriyána • Uxó •Almenara alMuwaffaq (Valencia) lentia/Balansiya Cullerà f •Alfandech
Ondara Tárbena
ma/Dániya •I fach fach
V
Ibiza Ibiza / Yâbisa
alMuwaffaq (Dénia)
1010
Alicante/Laqant
Orihuela/Uriwala
Aurci Au rci a/M ursiy ur siy ya
.¿Jijóla w «Sénés
Enclave atacado
A)L os hi jo s de Al m an zo r Las campañas de 'Abd al-Malik Tarragona /Tarrakúna
Purchena/Burshâna
O
ao^
Fraga/Ifràglia
¡ViLorca/Lawraqa • * Vélez-Rubio
Los últimos amiríes 10021009 Principales aceitas de 'Abd alMalik, y año de ejecución
Cartagena/Qartajanna *
(Murcia)
® Grandes ciudades ciudades (más de 40 000habitantes habit antes en algún momento de su historia andalusí) o Ciudades entre 20 20 000y 40000 habitante habit antess • Ciudades Ciudades y asentamientos de alÂndalus o
Otras ciudades
$ Capitales Capitales de cora 5 Monasterio Baya Cora NOTA: En cursiva, el nombre de época.
Durante sus primeras semanas de gobierno, y antes de asentarse firmemente en el poder, Sanchuelo comete errores que socavan decisivamente su aparente autoridad. Tratando de enmendar en la guerra sus desaciertos en la política, organiza precipitadamente una aceifa contra territorio cristiano. La llamada "aceifa del lodo" es un desatino desde el principio. Emprendida en invierno, sufre de una climatología calamitosa y queda en la memoria como paradigma del desastre. El comportamiento de Sanchuelo, por otra parte, es errático. Mientras hace parada en Toledo con su ejército, camino de la frontera, llegan las noticias del levantamiento en Córdoba. Abandonado por todos menos por sus auxiliares cristianos, Sanchuelo es capturado por las tropas del nuevo califa y ejecutado. El último amirí había gobernado únicamente durante cinco meses.
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D E S P E R T A FER R O
a Sulaymán bin al-Hakam al-M usta’in bi-lláh bi-lláh y lograron lograron im
Sancho Garcés, denom inado Ibn Mam a en las fuentes árabes, 14
po ne rl o en C ór do ba co n la ay ud a de Sa nc ho Ga rc és y sus
je fe de las tro pa s cri stia na s que en tra ro n en Có rdo ba con el
tropas castellanas. Ello ocurría el 2 de noviembre de 1009.
nuevo califa, reaccionó ante lo que vio durante aquella guerra
En mayo-junio de 1010, al-Mahdi, con la ayuda de tropas
civil diciendo:
catalanas, volvió a entrar en Córdoba y se desencadenó una masacre de bereberes. Aquellos del ejército de al-Musta’in
Creíamos que la religión, la valentía y la equidad eran
que lograron salvarse sometieron la ciudad a un durísimo
[patrimonio] de los cordobeses, pero he aquí que son
asedio durante el cual se dio muerte a al-Mahdi, traicionado
gentes que no tienen religión, ni valentía, ni tienen in
po r al gu no s es cl av os am ir íe s. Su se gu nd o re in ad o du ró m e
teligencia, y solamente les cupo lo que les cupo, de
nos de dos meses. meses. N uevos califas fueron nombrados con go
triunfo y victoria, por mérito de sus reyes. Pero, cuando
bi er no s en ge ne ra l ta n ef ím er os co m o el de al -M ah di , ha sta
[estos] desaparecieron, se descubrió su [verdadera] con
que en el año 1031 los cordobeses, cansados, decretaron la
dición [...] se desbandó su ejército, sus príncip es y todos
abolició n del califa to.12 to.12
ellos, ante menos de dos centenares de hombres a caba llo, que no tenían jefe ni eran conocidos [...] [Los cris
MUSULMANES Y CRISTIANOS: LA QUIEBRA DEL
tianos] saquean y roban sin orden. Luego vienen las
PREDOMINIO MILITAR
gentes de Córdoba y les compran lo robado, los bienes
Tanto Almanzor como al-Muzaffar habían legitimado su go
de sus compañeros los musulmanes, y ninguno de entre
bie rno y e ng ros ad o las arc as del Es tad o lan zan do ex pe dic ion es
ellos tiene escrúpulos en co mp rarlos .15
anuales contra los reinos cristianos en el norte peninsular, ya fuesen los condados catalanes, Pamplona, Castilla o León. Fue
Refleja este pasaje, por un lado, la existencia de un imagi
a su regreso de una de esas expediciones cuando Abderramán
nario idealizado sobre la potencia militar de la Córdoba musul
Sanchuelo, abandonado por sus tropas, fue arrestado por emi
mana entre los cristianos y, por otro lado, el momento en el
sarios de al-Mahdi y ejecutado, tras lo cual su cuerpo fue cru
que ese imaginario se rompió.
cificado en Córdoba. La turbulenta situación en la ciudad tuvo su reflejo militar en las zonas fronterizas, con la pérdida de
LAS CONSECUENCIAS DE LA F I T N A
fortalezas como Medinaceli. Las carencias militares de los an-
La fitna trajo muchas otras consecuencias. La familia omeya, a
dalusíes quedaron entonces al descub ierto13 y se agudizaron
pes ar del ele vad o núm ero de sus mie mbr os, des apa reci ó de la
po ste rio rm en te, com o rev ela el sis tem a de par ias por el cua l
escena política andalusí con una breve reaparición siglos después
los musulmanes empezaron a pagar a los cristianos para no ser
durante la rebelión de los moriscos cuando su cabecilla Hernando
atacados por estos.
de Válor (ca. 1545-1569) reivindicó una genealogía omey a (véase
La fitna abrió también las puertas de Córdoba a las tropas
Despena Ferro Historia Moderna n.° 25: la Guerra de las Alpu-
cristianas. Cuando Sulaymán al-Musta’in atacó a al-Mahdi en
jarr as). Alg uno s de los rein os de taif as con tinu aron pre stan do
Córdoba lo hizo con tropas bereberes y cristianas. El conde
obediencia al recuerdo del califa omeya bajo la forma de un
f i t n a
Tras emprender una una aceifa invernal y abandonar la capital, estalla la rebeo guerra civil lión en Córdoba. El califa Hishám II Dawla L a primera gue rra civil civi l termina t ermina es derrocado. Muhammad II califa. Al -Ná si r, el primer califa de la dinastía hammudí, de la faccon la victoria victoria de Sulaymán, Ab der ram án Sanc hu elo regresa a la La dinastía amirí ción bereber, ataca Córdoba con sus fuerzas y, tras tomarla, tomarl a, que entra en Córdob a. Asesinato Asesi nato ciudad pero, abandonado por todos, es captura y ejecuta a su antecesor, el califa cali fa Sulaymán posterior de Hishám II, quien, Muerte de Alm anzor , su hijo 'Abd ejecutado por orden del califa. cali fa. La caída antes de morir, rir, nombra heredero al-Malik al-Muzaffar (9751008) al del último últi mo amirí representa representa el inicio i nicio de la Un nuevo pretendiente, pretendient e, en este caso de a al-Násir La facción amirí huye frente del gobierno. origen omeya, Ab omeya, Ab der ram án IV, disputa el civ il,, y a la vez, el final de fitna, la fitna, la guerra civil al Levante. trono. A trono. A l-N ás ir es asesinado asesinado en Córdoba. la época de las grandes grandes aceifas contr contra a los los Abd al -M al ik al -Mu zaf fa r prosigue cristianos. Ab der ram án IV califa. con desigual éxito la agresiva política Batalla Batall a de Alcolea. El omeya Sulaymán, con adoptada por su padre contra los l os Esta Ab der ram án IV cae asesinado vícti víctima ma de una apoyo bereber y castellano, derrota a las las fuerdos cristianos. _con _conjura jura Ma'mün, hermano de Al de Al -Nás ir , es zas del calif califa. a. Saqueo de Córdoba. Sulaymán nombrado califa cali fa por sus seguidores en Córcalifa. Muerte de 'Abd al-Malik al-Muzaffar Su doba. hermano, Ab der ram án Sanc hu elo , se hace Muhammad II, que cuenta con el apoyo de Incapaz de asegurar su posición en la l a capital, con las riendas del poder. Incap I ncapaz y atolonun ejército mercenario de catalanes, comba Al -Mu ht al huye Al -Ma 'm ün recupera el condrado, drado, su comportam comportamiento inicial i nicial le granjea, te a Sulaymán y sus aliados bereberes. Sutrol trol de Córdoba con el respaldo respaldo bereber. el desprecio de buena parte de la población y laymán huye. Muhammad II califa. Intenta clases dirigentes. aniquilar aniqui lar a los los bereberes, pero es derrotado Al -Ma 'm ün depuesto. Caos en I El hijo hi jo de Al -Nás ir , por estos. Isá b. Sald al-Yahsubi, visir de doba, guerra entre entre los bereberes || Al-M uh tal, disputa el trono 'Abd al-Malik, conspira contra él. El Nueva victoria, decisiva, bereber, los cordobeses. Al -Ma'm ün , con i a Al -Ma 'm ün El califa huye amirí ajustici ajust icia, a, de su propia mano, al los mercenarios catalanes abanderrota derrota bereber, huye de la ciudad. E a Sevilla, mientras su sobrivisir. A partir de ese momento se hace donan a Muhammad y regresan pueblo de la capital capital nombra califaá. lifaá. no se instala instal a en Córdoba y cargo, personalmente, de los asuntos — a su tierra. tierra. Los amiríes asesinan a que en en sol solo o dos meses asume al mismo tiempo el Ab der ram án V, que de Estado. Muhammad III y elevan de nuevo a sucumbe sucumbe a manos de su pri primo ysuct| título de califa. Hishám II al trono. Sulaymán desde sor, Muhammad III Alg Algec ecir iras as,, apo apoyado po por el el partid partido o bereber, lucha por el trono. Guerra civil.
9 “
Hishám II
•* • 1008 1008
1009 1009
I
D E S P E R T A FER R D
►Anverso y reverso de TALISMÁN TALISMÁN ANDALUSÍ (en árabe, hirtz), seguramente de tradición harrania rrania,, con asidero para ser llevado prendid pren did o al cuello. cuello. Se Se trata de una pieza de bro nce fun did o a molde, se fecha en los siglos Vlll-X. Presenta en sus sus dos caras caras leyenda en árabe i nscrita en un un característico cúfi co inciso. En la cara A desarro (s uratt al-ij al-ijla las) s),, que es el verda lla la azora CXII (sura dero credo musulmán en el que están contenidos los principios básicos de su radical monoteísmo. En la cara B, parece incluir un breve texto text o cabalístico, sin aparente sentido, al tiempo que despliega un motivo de ataurique central central que pued p uedee recordar el árbol del paraíso o hom. Según el testimonio del astrónomo turco Thabit ibn Qurrá (siglo X) X) -recog ido por Juan Hispalense (miembro en el siglo XII de la escuela de traductores de Toledo)-, la ciencia de los los talismanes era era muc ho más útil qu e la ge ografía y más excelent e que la filosofía. falso Hishám II promovido inicialmente por los abad ab adíes íes de Sev illa. Du ran te la fitna, otra dinastía califal hizo su apari ción en territorio peninsular, la de los hammudíes. Descendientes de los emires idrisíes que habían reinado en Fez y en otras otras regiones regiones del actual Marruecos donde se berberizaron, los califas hammudíes (al-Ná (al-Násir, sir, al-M a’mün y a l-M u’tali) u’tali) se pre sentaron primero como herederos de los omeyas, omeyas, pero cuando tuvieron que aban donar Córdoba buscaron nuevas y origi nales formas de legitimar su gobierno como revelan las monedas que acuña ron.16 ron.16 La fórmula que acabó predo mi-
El final del califato La eclosión de las taifas O #
Aceifa Aceifa cristiana cristiana Aceifa Aceifa musulm usulmana ana
Aju Ajuic icio io del histo histori ria ador Ibn Idari Muhammad III es un vagoy unli unliberti bertino, no, un ignorante ignorante enviado por Dios para castigar a Córdoba, el más nefasto de llos os califas califas de esta etapa. Confuso período eríodo en el que Muhammad es depuesto y vuelto a elevar en el tron trono o Al-Muhtal, desde Málaga, ha reclutado un ejército ejército para marchar contra la ciudad. Muhammad huye, siendo asesinado a los pocos días. Al-Muhtal gobierna desde Málaga, álaga, delegando delegando el gobierno de la turbulenta turbulenta capit capital al en su visir. visir.
Hishám III gobierna por medio de su visir. Matanza de bereberes bereber es en La mala administraCórdoba. Desordenes en la ción dirigida por él capital. Al-Muhtal, depuesto. mismo provoca su caída. Los cordobeses cordobeses deciden expulsar a Loscordobeses cordobeses nomtodos los omeyas y bran a Hishâm III gobernarse por sí miscalifa. mos. Fin del califato.
- i - - 1...■■■■*■ — H o 10277 1028 I 1025 1026 102 i a m m a h u M
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E
nando bajo los reinos de taifas fue la de reconocer a un ambiguo a b d A l l a h a m i r al-muminin que podía ser identificado con el califa abasí, pero que sobre todo ofrecía una solución a la necesidad polí tica de reconocer la “idea” del califato, independientemente de la presencia o no de un imán al frente de la comunidad. Los reinos de taifas se constituyeron a partir de tres grandes grupos de los que surgieron quienes se hicieron con el po der: los bereberes “nuevos ”, los saqaliba y los andalusíes. Los reyes de taifas no fueron considerados rebeldes ya que no se alzaron contra un poder central, sino que se limitaron a ocupar el vacío que quedó cuando este dejó de existir. existir. El nú mero de esos reinos varió a lo largo de su andadura, con algunos -como los reinos
de Sevilla, Toledo y Zaragoza- expan diéndose a expensas del resto y desarro llando diversos procesos de legitimación política pol ítica y reli r eligio gio sa.1 sa. 17 Riv alizaron aliza ron entre sí en mecenazgo artístico, científico y lite rario, gracias al cual el siglo XI constituye uno de los períodos de mayor esplendor cultural de la historia de al-Ándalus en todos los terrenos. Pero como ha desve lado Josep Suñé en un estudio reciente, ello hizo que los reyes de taifas carecieran de fondos económicos suficientes para mantener ejércitos, agudizando una de bilidad bil idad mil itar que hizo necesa nec esario rio el re curso a los almorávides hacia finales de la cen turi a.18 a.18
B I B L I O G R A F Í A B Á S I CA A lm an zo r. San Sebastián: Nerea. Bariani, L. (2003): Alm Los reinos reinos de taifas. taifas. Fragm entación p olítica y esplendor Guichard-B. Soravia, P. (2006): Los cultural. Málaga: Sarriá. Martinez-Gros, G.;T¡xier du Mesnil, E. (2011 (2011 ):"La fitna . Le désordre politique p olitique dans Nslam Nslam médiéval", Médiévales 60. Córdoba. Berber Berberss a nd Andalusis in conflict. conflict. Scales, P.C. (1994): The fall of the ca liphate o f Córdoba. Leiden: New York y Cologne. Suñé Arce, J. (2019): "Was the Umayyad caliphate of Cordoba as Strong as Arab Chroniclers Claimed?", Claimed?", Al -M as áq 31. West.. An Islamic Political Institution in the Iberian Wasserstein, D. (1993): The caliphate in the West Peninsula. Oxford: Clarendon Press. Press.
z B ibliografía ibliografía com pleta y notas en www.despertaferro-ediciones.com
itut o de Lenguas y Culturas Maribel Fierro es profesora de investigación en el Inst ituto del Mediterráneo (CCHS-CSIC). Trabaja sobre la historia política, social e intelectual de las sociedade sociedadess islámicas islámicas premodernas, especialmente especi almente en el Occident Occ identee islámico (Norte de Africa y Península Ibérica). Es autora de Abd Abdarram rramán III y elcalifa lifatoomeya edit ado con F. García García Fitz, de Córdoba (2011) y TheAlmohadrevoluti revolution. on. (2012). Ha editado El cuerpo derr derrota otado: cómo cómo trata trataban musulm usulmanes anes y cristi cri stia anos nos a los los enemigos vencido cidos (Península (Península Ibéri Ibérica ca, ss. VIII-X VIII -XIIIII)I) (2008).
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Libros ELIZABETH DRAYSON
EL
ÚLTIMO
SULTÁN BOABDIL Y EL FIN DE AL AND ALUS
ISBN: 978-84-948208-4-7 Páginas: 216 Elizabeth Drayson Autor: Elizabeth Editor: Pasado & P resente Web editor: www.pasadopresente.com Reseñadora: Irene Godino Cueto
Hombres de religión y guerra Cruzada y guerra sania en la Edad Media peninsular (siglos x-xv) Carlos de Ayala Martínez Santiago Palacios (eds.)
ISBN: 978-84-773754-9-4 Páginas: 541 Autor: Carlos Ayala Martínez y J. Santiago Palacios Ontalva (editores) (editores)
Traductor: Editor: Silex Web Editor: www.silexediciones.com Reseñador: Antonio Checa Sainz
El último sultán. Boabdil y el fin de al-Ándalus El 2 de enero de 1492 capitulaba Granada al entregar Boabdil las llaves del reino a los Reyes Católicos. La leyenda asegura que en su posterior ruta al exilio, el último sultán de la capital árabe volvió la vista atrás para contemplar por última vez el que había sido su paraíso en la tierra, y se echó a llorar llorar.. S upuestam ente fue entonces cuan do su m adre le sentenció con aquella frase que pasaría a la historia: “te haces bien, hijo mío, de llorar como una mujer por lo que no pu ed es de fend fe nd er com o un ho m br e” . Aun qu e de aq uel lo hag a ya más de cin co sig los, las ho sti lidades religiosas continúan vigentes y la herencia andalusí permanece todavía hoy viva e in negable en nuestro acervo cultural, artístico y científico. También desde el siglo XVI se hizo pat ent e en el im ag ina rio co lec tiv o la fig ura de un mo na rca tra id or a su pr op io pu eblo , déb il, pu silá nim e, am igo y alia do sec reto de su en em igo cri stia no Fer na nd o el Cató lico . A ho ra bien, ¿por qué ha llegado hasta nuestros días una imagen tan denostada? ¿Y qué hay de cierto en ello? Elizabeth Drayson se muestra rotunda en este libro y, sin pretender dejar lugar a dudas, desvela las claves y presenta un Boabdil muy diferente a lo que la tradición nos contó. Basa la investigación en relatos biográficos e históricos de autores cristianos y árabes contemporáneos par a mo str arn os a un ho mb re tan cul to com o ex cep cio na l en po lític a y gue rra; un per son aje que desempeñó un papel significativo para la historia de España al sacrificarse por su reino. E l últim o sultán es un estudio extenso de su vida y época que parte del nacimiento del regente nazarí y bucea en la conflictiva e intrigante red de relaciones políticas y familiares hasta su exilio en Fez, muerte y misterioso enterramiento. Según su autora, la obra “reconsidera el ve redicto de la historia, que lo ha marginado y favorecido a sus vencedores. Examina su papel decisivo en la España de finales del s. XV [...] e investiga cómo se creó y preservó su reputación hasta convertirse en materia de leyenda”. En poco más de doscientas páginas nos encontramos con una obra que consigue sumergirnos en una historia de celos, afrentas, rencores y traiciones, casi como si de una novela se tratase. Mantiene incluso la tensión en la trama. De hecho, tanto su estilo narrativo como sus evocadoras descripciones incitan al lector a seguir hacia delante en una lectura continua sin darse apenas cuenta de tener entre sus manos un trabajo de investigación. ¿Fue al-Zugabi “el Desdichado” víctima de su destino? ¿Fue un héroe sacrificado o sacrificó a su propio pueblo? Drayson se arriesga y apuesta por lo primero intentando arrojar luz sobre las sombras de esta controvertida figura histórica.
Hombres de religión y guerra. Cruzada y guerra santa en la Edad Media peninsular (Siglos X-XV) Los profesores Carlos de Ayala y J. Santiago Palacios son los impulsores del proyecto de in vestigación “ Confrontatio. Violencia religiosa en la Edad Media peninsular: guerra, discurso apologético y relato historiográfico (ss. X-XV)”. Fruto de su primer año de andadura es el pre sente libro, un conjunto de veinte trabajos de ellos mismos y otros dieciocho autores que versan sobre la participación de los clérigos, tanto cristianos como musulmanes, en las guerras que se dieron en España y Portugal entre los siglos X y XV. Estos conflictos fueron poco a po co tra ns form fo rm án do se has ta ser viv ido s po r mu ch os de sus co mb atie nte s com o aut ént ica s guerras de fe. Podemos poner todos los reparos que se quieran sobre las causas últimas del en frentamiento entre estos mundos de frontera, pero muchos lucharon convencidos de que podían alcanzar la remisión de sus pecados y la vida eterna peleando por su fe. No se luchaba única mente por botines y ganancias territoriales. En el islam, el recurso a la violencia por motivos religiosos no era algo extraño. Maho ma fue un gran jefe militar a más de profeta profeta para escándalo de los primeros tratadistas cristianos que supieron de su existencia. La yihad, la guerra santa en una de las acepciones del término, es uno de los puntos más importantes de la fe islámica según la interpretación mayoritaria de los teólogos de la época. En este contexto no puede ex trañar la participación de ulemas, alfaquíes o místicos en las guerras peninsulares. El cristianismo fue poco a poco evolucionando desde un pacifismo inicial hasta aceptar el concepto de guerra ju sta pr im ero y, ya en el s iglo XI, ab raz ar de for ma clar a el idea l de cru zad a, una au tén tica re volución que solo fue posible por el éxito de la reforma gregoriana y la percepción de una cris-
tiandad amenazada por musulmanes y paganos. En un interesante capítulo se argumenta que este concepto iba más allá del elaborado por los clérigos asturianos en el siglo IX, al incluir la idea de la remisión de los pecados y acentuar los actos religiosos antes de entrar en batalla. Los obispos cristianos no solo defendieron estas ideas desde el pulpito sino que ellos mismos se convirtieron en ocasiones en hombres de guerra, como nos recuerdan los distintos autores con varios ejemplos. Las órdenes militares serían un fenómeno claramente fruto del espíritu cruzado y fusionarían los ideales de vida monástica y caballeresca. Se realiza aquí una aportación interesante sobre la eficacia y relevancia militar de la Orden de Santiago, capaz hasta finales del siglo XV de poner en pie ejércitos de peso para la época. Muchos de los con flictos que hubo en la península fueron declarados cruzada por Roma, y sus participantes ob tuvieron las mismas indulgencias que si hubieran luchado en Tierra Santa; de hecho una de las pr im era s cru zad as dec lar ad as con tra un rey cri stiano sti ano fue la d e Ce les tin o III con tra A lfo ns o IX de León, en castigo por haberse aliado con los almohades. En el siglo XIII tenemos las figuras del arzobispo arzobispo toledano Jiménez de Rada y del del obispo barcelonés Berenguer de Palou, prota gonista de uno de los mejores trabajos aquí incluidos y merecedor de mayor atención historiográfica. Estamos ante un proyecto colectivo que no termina en este volumen y del que se pu ede n esp era r nu evo s res ulta do s. Qu ien lo de see pu ede seg uir su lab or a trav és de la pág ina de Facebook que han creado con el fin de informar de las novedades y enlaces sobre esta te mática. Habiendo, por tanto, un claro interés divulgativo, no se comprende que cuatro de los trabajos y varias citas extensas en latín estén sin traducir y en lengua distinta del castellano. Habría sido de agradecer un índice onomástico y temático para facilitar la búsqueda de datos. Dos capítulos sobre la cruzada y los clérigos en Tierra Santa tienen su interés, pero no se com pre nd e su inc lus ión en un libr o sob re la p en íns ula ibé rica . Son cue stion sti on es pe qu eñ as que , ju nto con algún pequeño fallo de edición, pueden corregirse en futuras reimpresiones y que no em pañ an en ab so luto la ob ra que pr ese nta mo s, cla ram en te atr ay en te par a los int ere sad os en los vínculos entre religión y guerra en la Edad Media. El volumen aborda temas realmente originales en algunos capítulos y siempre desde una lectura directa de las fuentes de la época, po r lo qu e el lec tor sal drá en riq ue cid o de su lect ura.
Alarico. La integración frustrada (365/370 - 410 A.D.)
ISBN: 978-84-166625-3-1 Páginas: 184 Autor: Javier Arce Editor: Marcial Pons Web Editor: www.marcialpons.es Reseñador: Raúl Catalán
La figura de Alarico, uno de los personajes centrales del periodo en el que se materializó la des integración como entidad política del Imperio romano occidental, cuenta con un abultado volum en de obras en las que se aborda su figura y su papel en este proceso. Desde la propia An tigüedad clásica hasta nuestros días, su figura se ha visto alternativamen te, o bien com o la de un bár bar o r esp on sab le d e la ca ída de la c iud ad q ue r epr ese nta ba los i dea les de o rde n y c ivil izac ión, o bien como una fuerza motora, un hombre dotado del valor y la energía necesarios para desen cadenar un proceso de cambios que acabaría con un imperio languideciente y moribundo. El trabajo de Javier Arce trata de reconstruir la vida de este icónico personaje, a partir de las escasas fuentes escritas disponibles (desde los autores clásicos hasta los trabajos monográficos más recientes), sirviéndose además del apoyo de los datos arqueológicos cuando esto es factible. factible.
el Gran
Capitán historia militar www.elgrancapitan.org/foro
Libros El autor trata de reconstruir la vida vida de Alarico Alarico desde su nacim iento en algún lugar in determinado del curso bajo del Danubio, hasta su fallecimiento en el sur de Italia, poco después de intentar pas ar al norte nor te de Áfric Áf ricaa y esta blecer ble cerse se en el que pasaba pas aba por ser, j un to a Egipto Eg ipto,, el graner gra neroo del que se alimentaba el Imperio. C omo señala Arce, las dificultades para abastecer a sus seguidores -u na amalgama de germanos de origen bien diverso diverso y provinciales romanos, muy alejada con formar una entidad étnicamente homogénea- parecen explicar las acciones y las decisiones lle vadas a cabo por el líder godo, encaminadas en origen a lograr un encaje firme en la sociedad romana para as egurar su por venir y el de sus seguidores. Así, Arce detalla los primeros pasos de Alarico al servicio del Ejército romano, su intervención en los conflictos entre las diferentes facciones y su ascenso al poder, seguidos por la serie de reconciliaciones y desencuentros tanto con la corte de Constantinop la como con la de Rávena. E stos acabaran finalmen te con el saqueo de Grecia por parte de los godos y más tarde la propia Italia, materializados sobre Atenas y Roma respectivamente. Esta acción, como detalla el investigador aragonés, suponía el punto de no retorno en las relaciones con el Imperio, y consumaba el fracaso de Alarico en sus intentos de integrarse en el mismo, en buena parte motivado por la hostilidad de la corte de Rávena hacia todo aquello que fuera germánico. Al respecto del episodio concerniente al saqueo de Roma, Arce hace una interesante contrap osición entre la figura de Alarico (que tratará de buscar una salida negociada en todo momento, incluso llegando a rebajar sus aspiraciones personales para par a evitar evi tar el con flicto flic to y po poder der integr int egrars arsee en el aparato apa rato rom ano), ano ), y Honor Ho norio, io, el emper em perado ado r reinante en Rávena (intransigente frente a cualquier tipo de petición emanada de un líder germano e indolente ante el destino de sus propios súbditos en Roma). En conclusión, este vo lumen ofrece una visión equilibrada de Alarico, en la que se le presenta como un jefe militar capaz, que ha pasado a la historia por un hecho que a la vez supone su mayor fracaso. No obstante, no se trata de una visión edulcorada del líder godo, ya que se explica que Alarico no dudó en emplear la violencia cuando creyó que mediante esta obtendría los fines que perseguía, pero per o des de luego lue go las pru ebas eba s arque arq ueoló oló gicas gic as y las fuente fue ntess más fiables fiab les des cartan cart an el reguer reg ueroo de muerte y destrucción con el que en algunas ocasiones se le ha asociado. Asimismo, otro de los logros de este libro es ofrecer una visión no solo del personaje en sí, sino también del entorno en el que este se desarrolla y sus antagonistas, en especial la corte de Rávena, sin la que no se entendería la deriva de los acontecimientos. Un libro muy recomendable para entender las fuerzas en juego en el proceso de desaparición del Imperio romano a principios del siglo V.
On Ancient Warfare. Warfare. Perspectives P erspectives on Aspects of War in Antiquity, 4000 BC to AD 637
ISBN: 978-1-52671-8-457 Páginas: 313 Autor: Richard A. Gabriel Idioma: inglés Editor: Pen & Sword Books Boo ks Ltd. Web editor:
www.pen-and-sword.co.uk Reseñador: David Soria
Molina
Este libro constituye u na interesante y original ap ortación a la historia militar de la Antigüedad. A pesar de lo que su título podría sugerir en un principio, una vez el lector se aproxima a los contenidos de esta obra, descubre que este no es, ni mucho menos, “otro libro sobre la guerra en el mundo antiguo ”. Lejos Lejos de caer en un manido recorrido convencional (geográfico-cronológico) sobre la evolución del arte de la guerra en la Antigüedad, habitual en otros tantos títulos divulgativos similares, este libro, como veremos, supone una obra innovadora, tanto en sus objetivos y estructura, como en sus múltiples aportaciones y perspectivas. El libro se es tructura en dos grandes partes claramente diferenciadas pero relacionadas entre sí. La primera parte, par te, com pu esta est a po porr los cap ítulos ítu los 1 a 11, cons co nstitu titu ye un amplio am plio y precis pr ecis o recorr rec orr ido sobre sob re mú l tiples aspectos de la guerra en la Antigüedad, transversales a los distintos periodos y culturas, en el marco de las cuales el autor no olvida considerar el subco ntinente indio y China. Temáticas como la tecnología, las enfermedades, la sanidad militar, la alimentación, la naturaleza de las fuentes escritas antiguas o, incluso, un innovador estudio preliminar sobre síndrome de estrés postr po strau aum m átic o en la Antig An tigüe üedad dad , cons co nstitu titu yen ye n el n úcleo úcl eo de esta prim pr imera era parte. par te. Cada Ca da capítu cap ítulo lo re pre sen ta un unaa acerta ace rtada da - a la par qu quee co m plet pl etaa- síntes sín tesis is de cada cad a uno de esto s y otros otr os aspectos aspe ctos,, contemplados desde una perspectiva transversal e interdisciplinar donde los únicos defectos perce pe rcept ptibl ibles es son un ocasi oc asion onal al exceso exc eso de entus en tus iasmo ias mo en tor no a los lo s log l ogro ross y avan av ances ces en la Edad E dad Antigua en determinados aspectos, así como una cierta tendencia a la asunción de generaliza ciones, ya superadas, en materias específicas como la evolución del ejército romano o las con secuencias de la presencia de contingentes “bárbaros” en sus filas. La segunda parte, que com-
D E S P E R T A FERRO
pre nd ndee los cap ítulos ítu los 12 a 28, supo su pone ne un con junto ju nto de detall de tall ados ad os y p rec isos iso s estud est udios ios sob re aco n tecimientos y procesos históricos históricos concretos escogidos por el autor, autor, m uchos de ellos com pleta mente alejados de lo que consideraríamos como una “selección convencional”. Estos breves pero per o en su mayo ma yoría ría inn ov ovad ador ores es ensay ens ayos, os, nos dan a con c onoce ocer, r, po porr ejem plo : un unaa inter int eresa esant ntee in terpretación crítica de determinados episodios del Antiguo Testamento como fuentes para la historia militar del Oriente Próximo; un rompedor análisis del origen de la doctrina budista como fruto del estrés postraumático sufrido por su fundador; una acertada reivindicación de las figuras de Filipo II de Macedonia y Agripa; el análisis de la importancia de la flota romana en época imperial; o un actualizado estudio sobre las guerras fundacionales del islam. Buena parte par te de esto s cap ítulos ítu los con stituy stit uye, e, ade más, má s, un unaa intere int ere san te cont co ntrib ribuc ución ión his tor iog ráfica ráf ica que aporta nuevas perspectivas de estudio a los especialistas en la historia militar de la Antigüedad. Bien estructurado, redactado con enorme fluidez, en un lenguaje preciso a la par que accesible, la calidad científica del libro se refuerza con numerosas y sistemáticas notas críticas (ubicadas al final), final), una amp lia y actualizada bibliografía selecta, así como un útil índice analítico. Aunq ue emplea las ilustraciones estrictamente necesarias, así como numerosas y útiles tablas, todas debidam ente referenciadas, q uizás se le podría repr ochar una cierta carencia en lo que a aparato cartográfico se refiere, circunstancia sobradamente compensada por la calidad general de la obra. Coherente en su conjunto e innovador en sus planteamientos, este libro es justo resultado y compendio de la trayectoria investigadora de su autor. Supone, además, una excelente obra de divulgación y, al mismo tiempo, una recopilación de nuevas perspectivas e interesantes punto pu nto s de parti pa rtida da par a el inv estig es tigad ador or esp eciali ec iali sta, sta , no pu pudie die nd ndoo faltar fal tar en la bib liotec lio tecaa de ningún entusiasta (profesional o aficionado) de la historia militar del mundo antiguo.
DAN JONES LOS
TEMPLARIOS Auge y caída de los guerreros de Dios
Bkr NAHÜCORNWELL
, unurna
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«Il í l lS I
ISBN: 978-84-162228-0-3 Páginas: 505 Autor: Dan Jones Editor: Ático de los libros Web editor:
www.aticodeloslibros.com Reseñadora: Irene Godino
Cueto
Los templarios. Auge y caída de los guerreros de Dios A lo largo de los siglos se ha llegado a escribir de todo sobre los templarios, desde sesudos tratados históricos a las más variopintas barbaridades m ísticas y esotéricas. esotéricas. No son pocas las págin pá gin as -tam -t am b ién ié n pe lícu las y series se ries de te lev le v isió is ió n - dedi de dica cada dass a esta e sta orde or denn relig re ligio iosa sa me dieva die val,l, unas veces con más acierto que otras y, aún así, así, hoy continúan fascinando los relatos de unos hombres que dedicaron su vida a la espada espada y la cruz. cruz. ¿Qué novedad p uede aportar entonces la obra de Dan Jones? El autor de Los Plantagenet promete ofrecernos la versión definitiva donde quede explicada la historia real tal y como fue, desmitificada y libre de las teorías conspiratorias y fantasiosas que siempre los acompañó y que los convirtió en el imaginario po pu lar en héro hé roes es semi se mileg leg enda en dario rio s. Bebi Be bien endo do de fuen fu entes tes orig or igin inale ale s y estud es tud ios aca démi dé mico cos, s, Jones examina y redefine su historia dividiéndola en cuatro grandes apartados cronológicos: el humilde nacimiento de la orden como guerreros religiosos dispuestos a proteger a los pe regrinos occidentales que seguían los pasos de Cristo por camino s de Tierra Santa y su rápida expansión gracias al reclutamiento de homb res y al apoyo popu lar y sobre todo financiero de sus patrocinadores; su conversión en unidad m ilitar de de élite y su papel decisivo en la Segunda Cruzada, desemp eñando así un papel destacado en la historia política política y militar de los Estados cruzados cristianos; su su maduración y transformación p osterior en una institución institución que comb inaba la capacidad militar y geopolítica con una sofisticada red financiera internacional que auspi ciaba a reyes y papas; y por último, la desestabilización, el desencadenante y las causas de su bruta br uta l aniq an iqui uilac lació iónn en un unaa gu guerr err a sin cuart cu artel el en la q ue sus miem mi em bros br os fuero fu ero n pers pe rseg eguid uid os, os , ju j u z gados, torturados y ejecutados en la hoguera hasta su total desaparición. Finalmente, se les acusó de una lista de crímenes -herejía, blasfemia y orgías- diseñada específicamente para prov pr ov ocar oc ar la rep uls ión en la op opini inión ón pú públi blica, ca, alg o qu que, e, sin em bar go go,, ayud ay ud ó a m agni ag nific ficar ar la le yenda templaría, la cual quedó plasmada en obras de arte, baladas y crónicas hasta nuestros días. días. Lo que consigue este historiador historiador inglés es un relato emocionante sobre una organización religiosa y guerrera que acumuló tantas riquezas que devino más pod erosa y peligrosa que al gunos gobiernos. Es un libro de divulgación histórica y, al mismo tiempo, una narración sobre el poder de la propaganda y de la creación de mitos, la violencia, la deslealtad, la traición y la codicia que convirtió a hombres en reyes y destruyó reinos. Jones guía a los lectores con un estilo claro y sencillo sencillo que combina la información rigurosa con la lectura lectura por placer. pla cer. Su ritm o vibr vi bran ante te y las so rpren rp ren dente de nte s anéc an écdo do tas qu quee salpi sa lpica cann el tex t exto to cau tivará tiv aránn el in i n terés de cualquier apasionado de la Orden del Temple.
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El Tratado del Ebro Casus belli belli de
la Segunda Guerra Púnica Enrique Hernández Hernández Prieto - Universidad de de Salama Salamanca nca a victoria de Roma en la Primera Guerra Púnica marca un
nalidad de Asdrúbal, los es
pun to de infle xión en la po lítica exte rior de Cartago . Tra s
critores antiguos destacan su
la pérdida de sus dominios en Sicilia, Córcega y Cerdeña
preferencia p or recur rir a la
frente a la nueva potencia mediterránea, la península ibérica se
vía diplomática frente a la
convirtió en su nuevo escenario de expansión, destinada a propor
fuerza, lo que pudo animar
cionar los recursos que posibilitaran su recuperación económica y
al Senado a emprender direc
geopolítica. En los nueve años siguientes a su desembarco (237
tamente con él las negociacio
a. C), AmíJcar Barca (el Rayo), el más brillante de los estrategas
nes en lugar de acudir a las auto
púnicos, dirigi ó la conquista de los nu evos territorios y fue suced ido
ridades de la metrópoli púnica.
L
a su muerte por su yerno Asdrúbal el Hermoso. En él recayó tanto el mando de la misión hispana como la educación y formación
EL TRATADO TRATADO CON ASDRÚBA L
para el servic io púb lico de sus sobrin os: Aníb al y sus herm anos ,
Entramos ahora a considerar uno de los aspectos más oscuros y
aún menores de edad. Será con Asdrúbal, como máximo repre
complejos del acuerdo alcanzado con el dirigente cartaginés: cartaginés: la exis
sentante político púnico en Hispania, con quien los romanos esta
tencia de importantes y expresivas diferencias entre los distintos es
blecerán un tr atado que reg ule sus relaciones y actu aciones políticas
critores antiguos sobre cuál era su contenido. Así, Polibio afirma
en la zona. Sus contenidos no solo ponen de manifiesto la preocu
que en el texto solo se imponía a los púnicos la prohibición de atra
pació n de Rom a por la nuev a posi ción de Carta go en occide nte,
vesar el río Ebro en armas, sin mención al resto de Hispania (Pol.
sino que juegan un papel de primer orden en la construcción de la
II. 13.7; III.29.3). Por el contrario, el historiador romano Tito Livio
legitimación moral del segundo conflicto entre ambos Estados.
(59 a. C.-17 d. C.) subraya la existencia de una cláusula que salva guardaría la independencia de los saguntinos, situados en la zona
CUANDO ROMA DESPERTÓ...
intermedia y a los que considera fruto de una unión entre colonos
Mientras los cartagineses, cartagineses, capitaneados por los bárcidas, desarrollaban
griegos zacintios e itálicos ardeatinos (Liv. XXI.2.7). El alejandrino
su expansión en suelo hispano, los romanos concentraron sus esfuerzos
Apiano (95-165 d. C.), más tardío, también se hace eco del supuesto
en reforzar su autoridad en los territorios recién anexionados y en es
origen heleno de los saguntinos y los localiza entre el Ebro y los Pi
cenarios más próximos a la península itálica. Merced al testimonio
rineos (App. VI.7). Apunta que junto a las otras colonias griegas de
del autor tardío Dión Casio (155-235 d. C.) se conserva una noticia
Hispania, preocupad os por el avance de los púnicos, habrían acudido acudido
de historicidad discutida acerca de una entrevista con Amílcar para
a los romanos. En el pacto establecido, establecido, estos últimos se comprometían
esclarecer sus intenciones en la zona, donde quedó satisfecha la cu
a no atacar a los pueblo s al sur del Ebro, en tanto que los cartagineses
riosidad de los delegados romanos con la alusión a la necesidad de
lo hacían a no atravesar el río y a respetar la libertad de las poblaciones
obtener recursos con los que hacer frente al pago de indemnización
griegas. Por tanto, en lo único en que todos coinciden es en el reco
por el conflicto anterior. anterior. Esta actitud pasiva de Roma experimentó
nocimiento del Ebro como línea de demarca ción... y aún este punto
un vuelco en tomo al 226 a. C., cuando nuevos embajadores se pre
no ha estado exento de polémica, ya que se ha llegado a plantear
sentaron en Hispania para establecer un nue vo acuerdo que articulase
que el río al que el tratado hacía realmente referencia era el Júcar (J.
las relaciones romano-pú nicas en ese escenario. El historiador griego
Carcopino ) o el Segura (P. A. Barceló Batiste). Estos planteamientos
Polibio (200-118 a. C.), principal analista de los movimientos diplo
simplificarían notablemente la cuestión de responsabilidades en la
máticos entre las potencias mediterráneas, afirma que los romanos
Segunda Guerra Púnica: los cartagineses habrían vulnerado el pacto
constataron que los cartagineses habían emergido como una gran
al atravesar el límite para atacar a los saguntinos. Sin embargo,
potencia en la región en tanto ellos habían “permanecid o como dor
existen importantes objeciones a estas hipótesis. En primer lugar,
midos”, despreocupados de la gran amenaza qu e su renacido enemigo
no tendría sentido que los romanos hubieran esperado a la destrucción
le deparaba (Pol. 11.13). En efecto, no solo la expansión territorial y
de Sagunto para declarar el conflicto. En segundo, la polémica en
la recuperación financiera de Cartago constituían materia de preocu
tomo al casus belli resultaría insustancial, algo en contra de lo ates
pación para los los senadores senadores romanos. La reciente reciente y estratégica estratégica fundación
tiguado por los propios escritores antiguos, que reconocen que no
de Qart Hadast (Cartagena), (Cartagena), con un magnífico puerto bien comunicado
fue así. Por último, en la región levan tina solo el río actualmente co
con las costas africanas y frente a las itálicas, habría despertado el
nocido como Ebro presenta un recorrido y caudal de entidad sufi
fantasma de la antigua talasocracia púnica. El contexto exterior, por
ciente como para cumplir la función señalada.
otro lado, tampoco se presentaba propicio para medidas expeditivas,
Asumido el Ebro como línea de demarcación efectiva, cabe
pues una inminente invasión de galos, sempiternos adversarios de
plante arse su elecció n en luga r de los Pirineos, una fronte ra más
Roma, amenazaba con desbordar los dispositivos militares al norte
natural y evidente. Optando por el primero, los romanos cubrían
de la península itálica (véase “La batalla de Telamón” en Despena
dos importantes objetivos: establecer una amplia distancia geo
Ferro Antigua y Medieval n.° 2). Por último, refiriéndose a la perso
gráfica entre cartagineses y galos, en previsión de una eventual
La frontera romano-cartaginesa
◄HEMIDRACMA ACUÑADO EN ARSE (la moderna SAGUNTO) en
Pirineos
torno a la segunda mitad del siglo III a. C., en todo caso con anterio ridad alal año 218 a. a. C. C. Corr Corresponde, esponde, por t anto, al peri odo d e in dep en dencia dencia de la ciudad ibérica conocida en lengua indígena c omo Arse y por griegos y romanos com o Sagunto. En En sus sus proxi midades (el (el m o derno Grau Vell) se estableció un puerto mercantil que llegaría a ser, con elel ti empo, un o de los pri ncipales ncipales del levante mediterráneo. Con secuentemente, secuentemente, la ciudad tu vo un estrechísimo contacto c on los co merciantes merciantes griegos que recalaban en su muelle y recibió un enor me aporte cultural h eleno, hasta hasta el el punt o de qu e sería sería considerada considerada co lonia griega. La La ciudad cobró un inusitado protagon ism o cuando, en 219, 219, Aníbal la puso bajo asedio y, meses meses más tarde, tras una du ra re sistencia, sistencia, logr ó tomarl a. El El episod io fue em plead o po r Roma para jus tificar la declaración d e guerra sobre Cartago y el inici o de lo que sería la Segund Segundaa Guerra Púnica (218-201 a. C.). C.). En En el anvers o aparec e la ca beza beza de un équid o ro deada de una inscripción en l engua y signario ibérico que reza arsbikisteekiar. Prob ablemente se trate de una alu sión al nombre propio del magistrado concreto de la ciudad encar gado de la acuñación, cuyo no mbr e aparece aparece precedido por el de la propia ciudad (Arse). En el reverso, un toro androcéfalo (con cabeza humana, y barbada) acompañado de la leyenda asimismo ibérica ar see seetar, p rob ablement e una alusión a la propia c iudad de Arse. Arse. Frente Frente al toro, una estrella. En términos generales, esta acuñación remite a prototipos helenísticos. helenísticos. En En concreto, la combi nación del toro ac om pañado de una estrella estrella la vemos tam bién en las acuñaciones del siglo IV a. C. C. de la ciudad deTurios , en el go lfo deTarent o. coalición entre sus antiguos rivales y, además, salvaguardar las coloni colonias as focenses al norte del río, Em porion (Am purias) y Rhode (Rosas (Rosas). ). A pesar de que solo Apiano menciona la participación de embajadores griegos en aquellos instantes, no resultaría extraño que Roma hubiera brindado ese gesto a sus aliados, preocupados por el avance avance cartaginés en la Península. Presu miblemente, m uchos de los enclaves enclaves comerciales por ellos frecuentados al sur del Ebro se hallarían ya bajo la influencia comercial y política púnica. En este mismo sentido, aunque la existencia de relaciones comerciales entre Italia y la península ibérica se encuentra bien constatada a travé travéss de ánforas y otros materiales arqueológicos, no parece que esos vínculos fueran aún tan intensos como para influir de manera decisiva en las decisiones políticas de Roma. La existencia de la cláusula que garantizaría la seguridad e independencia de los saguntinos, tajantemente negada por Polibio (II. (II. 13.7) 13.7) y defendida por los r estantes escritores antiguos, debe ser valorada con prudencia. Su inclusión supondría, de facto, responsabilizar plenamente a los cartagineses del estallido de la Segunda Guerra Púnica, pues el ataque a Sagunto constituiría una flagrante violación del tratado, una lectura muy conveniente para para el públic o hacia haci a el que dirig ía sus obras. obras . Así, resulta resu lta alta alta mente mente probable que fueran analis tas rom anos, hacia el 150 a. a. C., los responsables de esta manipulación, asumida por los autores posteriores de man era más o m enos eno s cons ciente cien te o, simp leme nte, inducidos al error por no hallarse evidentemente Sagunto salva guardada desde el punto de vista geográfico (a unos 150 km al sur del Ebro)... o étnico. Pues, a pesar de la insistencia en esta blecer blecer un p rete ndido origen orig en griego grieg o e in cluso clus o itálico itálic o a esa pobla pob la ción levantina, la mayoría de especialistas consideran que nos hallaríamos ante una comunidad indígena, ampliamente helenizada zada a través de un intenso contacto com ercial. Del mism o modo, el supuesto origen itálico de la ciudad merece ser descartado e interpretado como un ardid más, destinado a exaltar el vínculo entre Roma y Sagunto en detrimento de la legitimidad de la ofens ofensiva iva cartaginesa c ontra la ciudad. La siguiente cuestión que se plantea es la bilateralidad del tratado o, dich dicho o de otra manera, si los r omanos asumían análogos com pro-
O Rhode ° Emporio Emporionn
/ a ■> río Ebro
O Sagunto río Júcar
@ río Segura O
Cartago Nova (Quart Hadast)
0
40
80
100 km
misos que los cartagineses: no atravesar el Ebro con fines militares. Si volvemos al relato de los escritores antiguos, tan solo Apiano apunta a este hecho. A través de Polibio (III. 15.7), sabemos que unos años más adelante delegados romanos habrían ejercido como árbitros en un conflicto intemo en Sagunto, a resultas del cual algunos ciudadanos habrían sido ejecutados. Esta acción, duramente criticada por Aníbal en las negociaciones previas al estallido, no fue, sin embargo, denunciada como una violación del texto pactado. Asumida la falta de indicios firmes que demuestren la dualidad del pacto, ca be preguntarse pr eguntarse por los motivos moti vos que llevaron a Asdrúbal a aceptar la propuesta romana. Ciertamente, tal y como Polibio presenta el documento, se asemeja más a una misiva por la que el dirigente bárcida asumiría un co mprom iso inform al que a un tratado conven cional entre dos Estados. La aceptación de un límite a su expansión territorial en Hispania, sin lograr retribuciones a cambio, pondría de manifiesto tanto el talante conciliador de Asdrúbal como su preocu pación por evitar fricciones con los romanos. r omanos. No obstante, resulta extraño que un hábil estadista como Asdrúbal no hubiera aprovechado para obtener al gún provec ho o ventaja del compro miso. Así, p uede que ratificase el acuerdo bajo la convicción de que suponía el reco nocimiento, al menos de forma indirecta, de los nuevos dominios púnicos en Hispania, una cuestión de trascendenta l relevancia de cara a evitar injerencias romanas en la zona. De hecho, según recogen los escritores antiguos, solo se limitaban las actuaciones militares al otro lado de la línea de demarcación, por lo que implícitamente se toleraba el tráfico y la presencia comercial mutua en ambas áreas de influencia. Así, se evitaría perjudicar los intereses de mercaderes púnicos, griegos, hispanos e incluso itálicos, muy interesados en mantener su actividad en la zona.
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DESPERTA FERRO
Una coniente de la historiografía antigua, entre cuyos expo
drúbal, marca un punto de inflexión total. La interferencia romana
nentes figura el el analista analista romano Fabio Píctor (254-201 a. C ), acu
al sur del límite establecido debió de molestar y alertar profunda
saba a Asdrúbal de haber pretendido imponer su monarquía en
mente a los cartagineses, presagiándoles acciones cada vez más
Cartago (Poi. III.8.1-4). También Tito Livio recriminó a los bárcidas
directas. Más allá de controlar de cerca el avance púnico en His
por habe r esta blecido en H ispan ia u n p ode r per sonal y h ereditario
pania y pro mov er distu rbio s en la r egión, Sagun to tenía muy poco
(Liv. XXI.3.4-6). Sin embargo, los propios acontecimientos de
más que ofrecer al Estado itálico. Aníbal debía de ser consciente
muestran que los sucesivos dirigentes de esta prestigiosa familia
de las peligrosas consecuencias que su ataque contra esta ciudad
siempre se mantuvieron bajo las directrices del Estado púnico, re
podía provocar, pero pu ede qu e con su destru cción solo pretendiera
mitiendo informes y aguardando instrucciones antes de emprender
poner fin a las injerencias romanas. P ara el gran estratega cartaginés
acciones decisivas. A pesar de lo señalado, cierto talante autocràtico
ese riesgo debía de ser más sencillo de asumir que la sumisión
sí resulta detectable. detectable. El entorno local era propicio a asumir jefaturas
ante las exigencias de Roma, que ya había demostrado anterior
de carácter individual, como destaca el hecho de que Asdrúbal
mente su avid ez exterior.
fuera proclamado rey ( basileus ) por los indígenas tras su matrimonio
También desde el punto de vista púnico el Tratado del Ebro
con una princesa íbera. íbera. También Aníbal procedió de forma similar,
pud o ser fácilm ente con sider ado com o una med ida tempor al. La
tomando po r esposa a una mujer noble oriunda de Kastilo o Cástulo
línea de demarcación se hallaba muy lejos aún de los territorios
(Linares, Jaén). Jaén). Por otro lado, lejos del núcleo metropolitano y d e
controlados por ellos. Nada en aquellos momentos habría hecho
positario s de grand es respo nsabil idades, es asum ible que los go
pen sar a Asd rúb al en un conf licto con Rom a a corto o medio
bern ador es pú nicos d e Hisp ania h ubier an d esarro llado c ierta cap a
plazo. Si el avance cartaginés pros eguía, siem pre qued aba la opción
cidad de iniciativa, asumida incluso por los propios estadistas
de negociar un nuevo acuerdo, acorde a la situación del momento.
romanos al remitirles a ellos sus embajadas en lugar de acudir di
Según recogen Polibio y Tito Livio, en la discusión que precedió
rectamente a Cartago. El modelo helenístico establecido en tomo a
a la declaración de la Segunda Gu erra Púnica, los senadores carta
la emulación de Alejandro Magno, modelo de rey y conquistador,
gineses rechazaron la validez legal del tratado, señalando que no
habría sido el espejo en que se habrían mirado los bárcidas, como
había sido ratificado por ellos (Pol. III.21.1; Liv. XXI.18.11). Sin
demuestran, por ejemplo, las monedas que acuñaron (véase “La
embargo, Aníbal nunca expresó su rech azo al acuerdo y se abstuvo
imitado Alexandri” en Despena Despena Ferro Antigua y Medieval n.° 32).
de dirigir sus campañas al norte del Ebro y de cruzar el río hasta
En la misma línea, resulta muy probable que el espacio en que tu
que el conflicto estuvo oficialmente anunciado.
vieron lugar las neg ociaciones que dieron lugar al tratado, fuera el
En la escalada de tensiones, reproches y amenazas que siguie
li s : el magnífico pa poste riorm ente cono cido com o A r x H as d ru b a lis
ron a la ofensiva de Aníbal contra Sagunto y que se intensificaron
lacio que el líder cartaginés había edificado en Qart H adast (Carta
tras la destrucción de la ciudad, el Tratado del Ebro fue vaciándo se
gena), y que operaría no solo como residencia de los bárcidas, bárcidas, sino
de sentido. Cuando los escritores antiguos trataron de reconstruir
también como centro neurálgico de su pod er en Hispania. Recientes
el origen de la Segunda Guerra Púnica en sus obras, fueron aco
trabajos arqueológicos han sacado a la luz imponentes restos de
modando sus contenidos de forma que la responsabilidad del con
esta fastuosa construcción que seguía los arquetipos helenísticos
flicto recayera en los cartagineses. El espíritu conciliador de As
tan de boga en el Mediterráneo por aquellos momentos.
drúbal se esfumó junto con los relatos de los autores filopúnicos.
A la hora de valorar globalmente el tratado, no cabe duda de
Una vez más, la historia la escribirían los vencedores.
que debe considerarse como un éxito diplomático para Roma. No solo estab lecía un lí mite a la ex pan sión de la p oten cia a ntag o nista, sino que lo hacía en unos momentos en que no se hallaba en disposición de emprender demostraciones de fuerza más con tundentes, con los galos a las puertas de sus dominios. La medida, en sí misma, constituye un mecanismo de evidente carácter pre ventivo, que aprovecha una coyuntura de diálogo y distensión entre romanos y cartagineses. Pronto se haría patente que su vi gencia dependía exclusivamente del marco concreto que lo im puls ó y que resu ltó un inst rum ento inef icaz dur ante la crisis di plo mát ica q ue pre ced ió a la Seg und a Gu erra Púnic a.
EL TRATADO TRATADO DEL EBRO SIN ASDRÚBAL En 221 a. C. Asdrúbal Barca fue asesinado en sus aposentos por
B I B L I O G R A F Í A B Á S IC A Barceló Batiste, P. A. (1994): “Otra vez el tratado de Asdrúbal: hipótesis y evidencias", Mainake 32 ,1, pp. 407-416. Rayo": los Barca y e l dom inio Bendala Galán, M. (2015): "Hijos del Rayo": cartaginés en Hispania. Las Matas (Madrid):Trébede. Carcopino, J. (1953): T e traité d'Hasdrubal et la responsabilité de la Deuxième Guerre Punique", REA 55,3-4, pp. 258-293. Hernández Prieto, E. (2017): Hispania y los tratados tratados rom anopúnicos. Vitoria-Gasteiz: Universidad del País Vasco. Hoyos, B. D. (ed.) (2011 (2011 ): A A C om pa ni on to the th e Pun ie Wars. Malden: Wiley-Blackwell. Scardigli, B. (1991): / trattati romano-cartaginesi. Pisa: Scuola Normale Superiore.
un esclavo indígena en oscuras circunstancias. Como ya hemos apuntado, el marco de negociación y entendimiento entre las dos
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pote ncias med iterr áneas tam poc o sobr eviv ió muc ho tiemp o más. Tal y como n os es presentado p or Polibio, el Tratado del Ebro pre
Enrique Hernández Prieto (Salamanca, 1985) es
senta ciertos visos de provisionalidad. Libres de la amenaza de los
doctoren Historia Antigua por la Universidad de Salamanca. Sus principales líneas de investigación son la Segunda Guerra Púnica, la conquista romana de Hispania y las las relaciones internacionales en el mundo mund o antigu o. Ha dedicado varias varias publicaciones a los tratados romano púnicos. Actu almente pertenece al Cuerpo de Profesore Profesoress de Educación Secundaria de Castilla y León.
galos, ciertos sectores del Senado romano habrían encontrado in suficientes las garantías ofrecidas por los púnicos y habrían im puls ado una política muc ho más inter venc ion ista y arrie sgad a en el escenario hispano. La alianza entre Roma y Sagunto, de la que ningún autor antiguo proporciona su fecha, pero que solo tiene sentido con posterioridad al establecimiento del acuerdo con As-
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