Universidad Nacional del Litoral Problemas Sociológicos Argentinos y Regionales Contemporáneos Trabajo Práctico Unidad Nº 3 Texto: Pobres ciudadanos . Las clases populares en la Era Democrática (Argentina, 1983-2003) Merklen, Denis, Bs As, Gorla, 2005 Alumno: Pablo Nicolás Bolzico
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1. En relació relación n al nuevo nuevo mapa social social que describ describee Merkle Merklen, n, el movimien movimiento to piquete piquetero ro y el Estado aparecen como los principales actores que interactúan en la escena pública. Al respecto describa la dinámica de las relaciones construidas entre ambos actores sociales, teniendo en cuenta las tensiones e intereses resultantes. 2. ¿Cuá ¿Cuáll es el pape papell que que cump cumple len n las cienc ciencia iass soci sociale aless para para Merk Merkle len n ante ante los los camb cambio ioss acontecidos?, ¿Cuál sería su contribución al proyecto democrático? 1 - En prin princi cipi pio, o, resul resulta ta fund fundam amen enta tall menc mencio iona narr algu alguno noss elem elemen ento toss que que nos nos perm permiti itirá rán n contex contextua tualiza lizarr la dinámi dinámica ca de las relacio relaciones nes constr construid uidas as entre entre el movimi movimient ento o popula popularr (léase (léase movimiento piquetero) y el Estado, en la manera en que esta es abordada por Denis Merklen. Para comenzar, es importante atender a algunas características del proceso histórico y social en el cual se gestó el movimiento movimiento piquetero. En perspectiva de Merklen, la historia de los piquetes se inicia con los conflictos petroleros ocurridos en Plaza Huincul y Cutral-Co (provincia de Neuquén) a fines de la década del 90’, consolidándose como herramienta efectiva de lucha recién hacia el año 2000. El punto de inflexión, según el autor, estaría dado por el corte de la Ruta Nacional N° 3 (a la altura del partido bonaerense de La Matanza) ocurrido a fines de ese año, el cual posibilita posibilitaría ría la consolidaci consolidación ón del método piquete como forma forma de acción acción, a la vez que permitiría “…el reforzamiento de un grupo de organizaciones organizaciones identificadas identificadas como piqueteras piqueteras ”1. El elemento elemento distintivo distintivo al respecto sería la profunda articulación articulación entre el modo de organización y el tipo de demandas presentadas a las autoridades en esa ocasión. Sigu Siguien iendo do esta esta líne línea, a, el proc proces eso o de gest gestac ació ión n del del movi movimi mien ento to piqu piquete etero ro no pued puedee entenderse al margen de los cambios operados en el rol del Estado, como así tampoco evadiendo consid considera erarr las modifi modificaci cacione oness social sociales es surgi surgidas das como como efecto efecto de dicha dicha transfo transforma rmació ción. n. En tal sentido, la reorganización general del mundo del trabajo (marcada por la precarización laboral) y la redefinición del rol del Estado (a través de la reducción del nivel de control e intervención sobre el mundo económico) juegan un papel clave en esta secuencia cuyo inicio puede situarse en los últimos años de la década del 70’. En medio de este contexto de desorganización desorganización institucional institucional y de fractura social , puede observarse una especie de “crisis” en los marcos de orientación de los sectores populares, es decir, a lo que que Deni Deniss Merk Merkle len n (uti (utili liza zand ndo o los los conc concep epto toss vert vertid idos os por por Robe Robert rt Cast Castel) el) deno denomi mina na desafiliación . Este concepto busca dar cuenta de la descomposición de un determinado sistema de integración social , con la consiguiente pérdida de las inscripciones inscripciones colectivas colectivas en las cuales se hallan anotados los distintos actores sociales. Asimismo, este proceso de desafiliación implica implica la necesidad, por parte de los actores, de reorientar su “cosmovisión” a fin de evitar la exclusión, la soledad y la pérdida de contacto con el complejo entramado social del cual (se supone) forman parte.
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Merklen, Denis (2005). Pobres Ciudadanos. Las Clases Populares en la Era Democrática (Argentina, 1983-2003), Gorla, Buenos Aires. Pág. 54
Ante esta situación, las clases populares se ven inmersos en un proceso de “doble entrada”: por un lado, los viejos marcos de identificación que servían de base para el accionar (individual y colectivo) se ven debilitados, evidenciándose así un alto grado de desafiliación de los sectores más empobrecidos, aunque también de buena parte de los sectores medios. Una muestra clara de esta circunstancia es el debilitamiento de los sindicatos en tanto componente central del sistema social argentino. Sin embargo, este entramado resulta mucho más complejo, ya que la voluntad de integración (o de resistencia a la desafiliación ) por parte de los mencionados grupos no tardó en manifestarse a través de un ”proceso de reafiliación” relacionado principalmente con la inscripción territorial de los sujetos de acción. De esta manera, se da lugar al desarrollo de diversas organizaciones barriales , como así también al establecimiento de lazos de solidaridad locales articulados en densas redes dirigidas hacia en el interior y el exterior del barrio. Esta instancia es, en definitiva, el resultado de muchos otros procesos (de carácter heterogéneo y multivariado) que tienen al barrio como lugar común, como eje central al que acuden los distintos “círculos de pertenencia” de los diversos actores sociales (de allí la referencia de Merklen al diagrama de Venn), posibilitando de esta forma la construcción de una solidaridad social estructurada localmente y de diversas redes de pertenencia , permitiendo a los individuos (y/o grupos) reorientarse y reacomodarse a las nuevas circunstancias. Cabe destacar, que en este proceso complejo en el que se origina la protesta social, se reconfiguran constantemente los espacios y se resignifican ciertas luchas hacia el interior y el exterior del barrio. Asimismo, se consolidan nuevas formas de acción (entiéndase aquí al piquete como herramienta para el cumplimiento efectivo de demandas) impulsadas por el éxito y el reconocimiento que les ha permitido consolidarse como herramientas legítimas y al alcance . De esta manera, el barrio, tal como lo expone Merklen, se presenta como un territorio complejo y heterogéneo. Por su parte, las movilizaciones populares, se muestran como la combinación de numerosas demandas, y expresan una tensión fundamental entre aquellas que buscan la restauración de conquistas sociales perdidas o en crisis (por ej., a través de la defensa del nivel de los salarios, de los empleos), con aquellas que se dirigen a la adquisición de prestaciones sociales ligadas a la asistencia en toda su dimensión. Dicha tensión, también expresada en términos de urgencia y proyecto , nos invita (al nivel de la teoría) a pensar y considerar a los grupos y al Estado como actores inmersos en lo que, en términos de Norbert Elias, se denomina configuración . En tal sentido, se los entiende como actores unidos por densas redes de interdependencia , sujetos a las dinámicas inherentes que las mismas poseen y que resultan (al mismo tiempo) coactivas y beneficiosas para las partes en disputa. Por su parte, los “dirigentes populares” se inscriben en una lógica de confrontación con el Estado a fin de posibilitar la articulación de las nuevas demandas sociales por medio de organizaciones capaces de representarlas. Este hecho da cuenta de la ineficacia de las viejas estructuras tradicionales para articular las necesidades emergentes; necesidades que comienzan a debatirse en el plano local siguiendo las lógicas antes mencionadas. Por otro lado, se pone en marcha la llamada asistencia participativa , es decir, la incorporación activa de las organizaciones en la ejecución de las políticas sociales. De esta manera, la reorientación de las políticas sociales y la descentralización de las mismas operada desde el Estado Nacional (primero a las provincias y municipios, y luego de allí, hacia el barrio), principalmente desde la década del 90’, contribuyó a la formación de un “círculo vicioso”, en el que la relación Estado-clases populares adquiere una dinámica particular: cuanto más restringidos los rendimientos del sistema político y mayor la necesidad de acaparar recursos por parte de Estado, más indispensable y necesaria se hace la asistencia de las demandas articuladas desde las diversas organizaciones, cuya base social se sitúa en los sectores populares. Así, las organizaciones barriales, afirmándose sobre una base social considerable, se constituyen como actores dentro del sistema político, en parte como respuesta al vacío institucional desencadenado por la ruptura del empate hegemónico en favor de las elites y la caída del llamado
“modelo nacional popular” hacia fines de los 70’ (siguiendo el análisis sostenido por Svampa en “La Sociedad Excluyente” ). Es interesante observar cómo este esquema de análisis sostenido por Merklen presenta cierta compatibilidad con el realizado por Javier Auyero en su libro La Protesta (2002). Ambos proyectos permiten abordar la problemática social desde el concepto de “repertorio” –formulado por Charles Tilly-, dando cuenta de la dinámica existente entre los distintos actores en conflicto. En otras palabras, haciendo visible un “ida y vuelta” en el cual las personas y/o instituciones tienden a actuar en el marco (limitado) de lo que conocen, innovando sobre la base de formas existentes, pero contando en su haber con motivaciones diversas y complejas, que muchas veces resultan contradictorias y paradojales. Esto les permite evadir y criticar las explicaciones mecanicistas aplicadas habitualmente por los ciencistas sociales, especialmente aquellas que consideran a la protesta como una mera reacción espontánea frente a la pobreza y el desempleo. Para elucidar correctamente a lo que me refiero, puede decirse que al hablar de protesta social (en la perspectiva citada), el autor no busca referirse sólo a una problemática de índole económica, sino que intenta abordar la complejidad del fenómeno dando cuenta de las numerosas construcciones políticas, sociales y sobre todo simbólicas (por ej., identitarias) que en el mismo intervienen. 2– Las ciencias sociales, según la perspectiva de Merklen, cumplirían un rol político y práctico, que lleva implícita la idea de una intervención (al menos dialógica) en la arena política. Este rol consistiría fundamentalmente en interpretar la realidad social, brindando herramientas para observar, entre otras cosas, continuidades y rupturas entre los diversos fenómenos sociales. Muchos de estos fenómenos que suelen (mal) entenderse como “movimientos novedosos”, resultan en realidad continuidad de otros que se suscitan desde hace tiempo y han permanecido en la invisibilidad a causa de la lectura poco precisa y atenta de la política, los medios de comunicación y gran parte de los intelectuales (por ejemplo, de las ciencias sociales). En tal sentido, la observación crítica y atenta de los fenómenos sociales puede ayudarnos, en este caso, a comprender los límites y las posibilidades de acción de las nuevas protestas, evitando caer en las conclusiones de ciertas teorías mecanicistas que impiden observar la dinámica real de los entramados de interdependencia en los que se hallan inmersos los distintos actores sociales. Siguiendo esta línea, resulta ilustrativa la alusión de Merklen al concepto de “ciudadanía”. Tal concepto, a pesar de la centralidad que posee en los análisis de ciencias sociales, resulta (según su perspectiva) un “obstáculo epistemológico” para la compresión de la politicidad adquirida por las clases populares, como así también de las respuestas que estos grupos articularon frente a las necesidades de nuevas formas de sociabilidad. Estos procesos, extremadamente complejos, deben considerar el surgimiento de múltiples afiliaciones en el seno de los sectores populares, sin desatender a su vínculo con el Estado (la asistencia, el manejo de los recursos, la distribución y ejecución de políticas sociales). Los ciudadanos son tales porque se hallan en una situación de interdependencia con diversos actores políticos; no atender a las relaciones que entre ellos se producen, implica invisibilizar parte de los numerosos procesos en que los agentes se constituyen (simbólicos, sociales, económicos), como así también gran parte de las “luchas” que tienen lugar en el complejo entramado social en el que los mismos se dirimen. Un trabajo intelectual adecuado serviría para describir y problematizar de forma realista la manera en que los actores se constituyen en la sociedad. Asimismo, ese trabajo posibilitaría dar cuenta de multivariadas relaciones, problemáticas y situaciones que pasan desapercibidas para el observador desatento. Esta es una cuestión fundamental. En el tema que aquí nos compete, podría decirse que un análisis adecuado posibilitaría la reconstitución y el reacomodamiento de los lazos desarticulados por la fractura social en que se sumió el país, provocando la emergencia de incontables grupos y afiliaciones. De esta manera, y siguiendo la perspectiva de Merklen, el
proyecto democrático no podrá avanzar si no se resuelve esa cuestión fundamental que es resultado de la fractura social operada. En tal sentido, si “la democracia argentina juega su futuro en la posibilidad de la articulación de los movimientos sociales que representen a las clases populares” 2, resulta evidente que hacer explícitos los procesos en que se articulan las demandas sociales, dando cuenta de las relaciones complejas en las que éstas se debaten junto a otros actores (Estado, partidos, etc.), es un elemento clave a los fines de continuar ampliando el horizonte participativo (democrático) de aquellos grupos que se encuentran imbricados.
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Merklen, Denis, Pobres Ciudadanos… (Pág. 72)