ANALISIS LITERARIO Biografía de Jaime Aduana Quintana
Jaime Aduana Quintana, nació el 6 de julio de 1958 a hrs. 4:30 a.m. en el Hospital Obrero de la ciudad de Oruro - Bolivia. Bolivia. Sus padres don Froilan Froilan Aduana Salazar y Elena Quintana Quintana Cabrera. El 2014 mientras escribía "Vulnerables" falleció su madre. Ese golpe tan duro le dejo ausente por varios meses. Hoy comparte sus Obras Literarias con jóvenes y niños realizando talleres en diferentes departamentos del País. A finales del 2014 empieza a conformar un partido político Socialista con el nombre "26 de Julio", junto a los jóvenes de las diferentes provincias de nuestro país. Bibliografía de Jaime Aduana Quintana - Las tres cruces del diablo, - Gabriela (parte 1 y 2) - Amargos años de un estudiante Tema principal:
“La drogadicción de la juventud en la sociedad”
Introducción desde la muerte de su hermano que es más un aspecto psicológico hasta el económico. Nudo empieza con la relocalización hasta la muerte de los padres de d e Gabriela. Desenlace Gabriela se queda completamente sola sufre una serie de situaciones sin fin. Tema secundario
Juzga que vivimos en un mundo de necesidades y a la vez la sociedad le da la espalda. Idea subyacente: A veces la soledad puede abatir pero siempre abra alguien para tendente la mano. La pobreza puede ser un medio de desesperación más que de superación. Las amistades no siempre son buenas hay que saber identificar al tipo de personas con quienes nos relacionamos. La muerte puede ser causa de sufrimiento pero saber aceptarla como algo natural y puede darnos paz. Algunas cosas que hacemos determina el futuro de los demás, debemos tomar en cuenta los actos de nuestra conducta.
Personajes: •Protagonistas:
Gabriela: porque es de quien se habla en toda la obra de un principio a fin. Gabriela, una joven hermosa de buena estatura, con 23 años de edad con un aire de sensualidad. Humilde, sencilla, cariñosa con los niños y personas que la rodeaban. Era muy buena con toda la sociedad. •Coprotagonistas:
La fuerza de voluntad: acompaña a Gabriela en las decisiones que toma a lo largo de la obra y a la vez es bunerada por fuerzas externas ex ternas que quedan fuera de d e su control. •Antagonista:
Los problemas de sociedad: las diversas situaciones a la que es sometida por la vida, atravesando diferentes problemas donde la sociedad no la ayudaba. a yudaba. Personajes secundarios:
Sandra y teresa: le ayudaron a conseguir el primer trabajo.
Don facundo: amigo del padre de Gabriela. Doña Petrona: dueña de la tienda que vivía cerca de la casa de Gabriela. Esther: amiga muy rica que se dedicaba a la drogadicción. Sandalio: le dio trabajo para vender yerba. Doña Adela: la inquilina que vivía en la casa de Gabriela. Pérez: realiza curaciones. Resumen
Esta historia de desarrolla en la alejada localidad de Cataricahua, ahí vivía una niña muy bonita que se llamaba Gabriela. Sus padres eran Don Jesús y doña Catalina. Gabriela tuvo una infancia feliz, llena de cariño y amor. Al cumplir ella sus once años le regalaron un vestido azul muy hermoso, de ensueño. Al pasar el tiempo ella fue creciendo al igual que sus dos hermanos, Pedro y Roberto; los cuales decidieron cumplir con el servicio militar. A ella le daba mucha tristeza por la partida de sus hermanos al cuartel; Don Jesús y doña Catalina, sus padres, la consolaban diciéndole que pronto estarían de regreso. El tiempo fue pasando y la ausencia de sus hermanos melló su salud, no tenía ganas de comer nada y se fue debilitando. Sus padres preocupados la llevaron al hospital, donde finalmente Gabriela quedó internada. Un día sus hermanos la visitaron, con el uniforme del cuartel y el quepí en sus cabezas. Gabriela aún debilitada, se alegró mucho de verlos otra vez y los abrazó muy fuerte. Solo se quedarían cinco días y al despedirse nuevamente ella se sintió muy mal. Pasaron los días y le dieron de alta, no sin antes recomendar a sus padres que no tenga pena, porque eso podría afectar a su corazón. Ya en casa todo iba bien. Pero un día inesperado recibieron una carta del Regimiento comunicándole que uno de sus hermanos había muerto: Roberto. Fue el segundo dolor más grande de la vida de Gabriela. Solo le quedaba su hermano Pedro. Mientras tanto la situación en el país se complicaba. Los trabajadores sindicales y mineros se levantaron en protesta contra el gobierno hambreador. El padre de Gabriela, don Jesús se sumó a sus compañeros de lucha y marcharon con rumbo a La Paz. Pero el ejército y la policía los hicieron retroceder. Las consecuencias… muchos
memorándums de despido en los centros mineros, entre ellos el papá de Gabriela. Entonces la reducida familia decidió comprar un terreno en Vinto y establecerse ahí. Al tiempo llegó se licenció del cuartel su hermano que le quedaba, Pedro. Pero la situación económica de la familia hizo que éste se marchara en busca de mejores días a Chapare. Esa fue la última vez que Gabriela vio con vida a su hermano. Sus amigos encontraron su cuerpo en estado de descomposición. Murió asesinado por un ajuste de cuentas. Eso terminó por afectar a los padres de Gabriela que se dedicaron a la bebida hasta los últimos días de su vida. Así a sus quince años, solamente le quedaban los recuerdos de lo que fue una familia feliz. Al verse sola en una ciudad tan grande, no tuvo otro remedio que buscar trabajo. Fue así que deambuló buscando trabajo, de dama de compañía, atención de una tienda, de la cual fue despedida por problemas con un señor que la acosaba. Llegó a trabajar como empleada doméstica a una casa lujosa, donde el hijo mayor de los dueños la golpeó y la abusó. Inútilmente buscó justicia porque la abogada a la que recurrió fue sobornada por la madre del tipo que la abusó. Otra decepción más en su triste vida. Nuevamente se encontraba sin trabajo. Un día conoció una pareja de extraños que la introdujo en el mundo de la drogadicción. Empezó primero como “mula” entregando paquetes de droga, y cuando se dio cuenta ya era una adicta a las drogas. Con su suerte ya echada, se unió a un grupo de cleferos. Destruyendo su vida cada día más y más. Así conoció a un tal Víctor, el cual se drogaba con yerba que era costosa. Ella se enamoró de él. Pero una noche Víctor, la obligó a drogarse y desnudarse para que otros hombres la golpearan y violaran, de esa forma estaba pagando la yerba que consumía. Al fin recordó que tenía casa y trató de volver, pero estaba lejos así que no le quedó otra que caminar. En el trayecto alzó la mano y un camión se detuvo. Pidió que la lleven y la pareja de esposos accedió. La señora le recriminó por su aspecto, con ese instinto de madre que tienen todas las mujeres. Ya en casa, sola, forzó la
cerradura y pudo ingresar. Todo estaba desordenado. Se miró al espejo y pensó para sí misma: ¿cómo he llegado a esta situación?... La adicción la invadía nuevamente. Ella se cortó el pelo con una tijera para así no poder salir a la calle, pero también tenía hambre. Así que se acordó de los anillos de oro de sus padres. Fue a venderlos al centro. Compró comida y se hizo rapar el pelo totalmente para según ella comenzar una nueva vida. Pero otra vez caería en el mundo de las drogas, eso era mucho más fuerte que su voluntad. Vendió gran parte de sus cosas y hasta dejó en anticrético sus casa. Así reunió alrededor de quinientos dólares para solventar su vicio. Conoció a una chica del mismo mundo llamada Esther, quizás su única amiga. Ambas adictas a las drogas. Esther vendía su cuerpo por un poco de marihuana que ambas consumían, es así que Gabriela conoció a don Sandalio; un proveedor que les ofreció trabajo. Esther vendía su cuerpo a este señor, pero un día éste le dijo que ya estaba cansado de ella y que había otra mujer mejor y más joven que ella. Cuando cundía la desesperación por consumir droga, ellas fueron golpeadas y abusadas por un grupo de hombres que les prometieron trabajo a cambio de yerba. En el hospital, Gabriela salió primero y prometió volver a visitar a Esther, la cual le hizo prometer que no le diga nada a sus padres. Fue la última vez que vio a su amiga. Al preguntar por ella, le dijeron a Gabriela que su amiga se había escapada del hospital. Días después se enteró que Esther había muerto por intoxicación de alcohol y drogas. Nuevamente Gabriela queda completamente sola. En medio de todos sus problemas y fuertes deseos de consumir droga regresó a la casa de don Sandalio en busca del trabajo que le había ofrecido aquella vez junto a su amiga Esther. Éste la acepta y la coloca como intermediaria. Don Sandalio parecía una persona buena, le compró ropa, también la llevó al cirujano plástico para arreglar las marcas de su rostro; incluso le propuso matrimonio. Pero Gabriela ya conocedora de malas experiencias se tornó desconfiada y perspicaz. Pero el destino quiso que unos volteadores se cruzaran en su camino. Tocaron la puerta. Gabriela dormida, sola. Entraron violentamente gritando: ¡policía!, la llevaron con la cara cubierta a un cuarto pequeño para interrogarla. Ella tenía mucho miedo y pensó que si colaboraba en todo y decía la verdad, no la lastimarían. Pero no fue así; la golpearon y abusaron como ellos quisieron. Uno de esos hombres la ayudó a escapar, al cual más tarde sus amigos lo terminarían asesinando en Chapare. Como pudo Gabriela llegó a su casa, sus inquilinos la recibieron admirados y le dieron de comer. Pasó algunos días ahí, pero la necesidad de droga la desesperaba; fue así fue que les pidió dinero prestado para su supuesto viaje a Santa Cruz. Otra vez estaba en la misma situación, en la calle, buscando algo de droga y temerosa porque aquellos hombres la estaban buscando. Buscó refugio, algún amigo o amiga. Ya no había nadie. Pero se acordó de aquellos niños que la recibieron hace tiempo y fue a buscarlos. Fue así que nuevamente la aceptaron y se unió al grupo. Igual como ocurre en muchos otros grupos marginales, todas las noches se reunían para conversar y compartir la inhalación de clefa. Cierto día aprovechando que los agentes de la Alcaldía estaban decomisando unos pollos en mal estado, lograron robar cuatro pollos grandes los cuales compartieron ya entrada la noche. Más tarde otro grupo de niños llegó, entre ellos había uno que se había lastimado el tobillo en la huída con los pollos, era Rodrigo. Él sentía mucho dolor y la hinchazón crecía y crecía. Pasaron algunos días, Gabriela y los otros niños solo le daban a inhalar clefa para confundir su dolor. Por las noches conversaban sobre qué podían hacer para ayudar a su pequeño amigo. Entre ellos uno sugirió llevarlo a un tal señor Pérez, que se las daba de curandero a cambio de trabajos en su chacra. Fue así que llevaron a Rodrigo donde ese señor con la esperanza de ayudarle. El hombre era un bebedor consuetudinario, pero al final éste aceptó con la condición de que realicen trabajos en su chacra y Gabriela, la única mujer del grupo, arregle su casa. Un día de esos, mientras Gabriela limpiaba la casa del señor Pérez, este llegó ebrio, la golpeó y la abusó, ella recordaba toda su amargura mientras todo eso acontecía, odiaba a la sociedad. Pasaron los días y el pequeño Rodrigo mejoró; Gabriela se puso contenta, al menos todo el sacrificio que hizo el grupo no fue en vano. Gabriela siguió deambulando por las calles, con hambre, adolorida y sucia. Pero esta vez se sentía diferente, le daba sueño, su cuerpo comenzaba a cambiar, sentía náuseas. Así temerosa le preguntó a una mujer anciana que podría estarle ocurriendo; la anciana le dijo que posiblemente estaba embarazada. La respuesta de la mujer la dejó preocupada le cayó como baldazo de agua fría, ella pensaba en todas las criaturas de padres cleferos, no quería que su bebé pasara por lo mismo. Se armó de valor y volvió a la casa del señor Pérez para decirle que estaba embarazada y que le ayude a abortar ya que el bebé con seguridad era de ese hombre.
Después de protestar y patear algunas cosas éste accedió a realizar el aborto. Anestesiada y tendida sobre una mesa estaba Gabriela, instrumentos como de carnicería regados en el piso, sábanas manchadas de sangre. Al despertar sintió mucho dolor, como si le hayan destrozado todo su organismo. El hombre le dijo que se quede con él, que ya no volvería a beber; ella al mirarlo comprendió sus verdaderas intenciones, solo quería satisfacerse con ella, como lo habían hecho muchos tipejos. Disimuladamente ella aceptó, pero le dijo que primero se iba dar una ducha y en la primera oportunidad salió corriendo. Nuevamente en la calle, el dolor era insoportable, sus días eran más miserables. Aplacaba el dolor inhalando el pegamento con una herida mortal por dentro. Así pasaría sus últimos días.
