2) Para el análisis de los elementos dramáticos de los Milagros de Berceo, Berceo, me toca hacer especial hincapié en tres milagros en particular: el del Clérigo Ignorante, el de la Abadesa Preñada y el de Teófilo. En todos los Milagros, los protagonistas sufren una “caída” “caída” y la Virgen los asiste como intermediaria ante Dios y ellos siempre van en búsqueda de su protección. Los relatos son introducidos bajo una linealidad temporal sin regresiones o rupturas cronológicas, pero sin referencia alguna a elementos locativos o temporales de la época; según Juan Manuel Rozas, esta cierta abstracción del tiempo y el espacio es un elemento típico de la novela, para centrar el interés sólo en el conflicto o enfrentamiento entre los personajes (Rozas, 1975: 436). Como elementos prototípicos, podemos fijar un marco narrativo y la posterior introducción del milagro. En el marco narrativo, Berceo se dirige a sus lectores/oyentes, tanto en el inicio del relato para presentar las circunstancias narrativas previas, por ejemplo en el Clérigo Ignorante donde se introduce al protagonista, diciendo que era un clérigo pobre de clerecía, o en los otros dos milagros donde se menciona acerca de las bondades y virtudes de Jesucristo y la Virgen María, como al final del mismo cuando se expone una conclusión final junto con una enseñanza didáctica. …Los protagonistas de los Milagros atraviesan diferentes situaciones, y la Virgen obra en todos los casos por igual, sin importar la gravedad del pecado cometido: en el caso del clérigo ignorante es prejuzgado por un superior por no saberse más de una única misa, pero la Virgen intercede respondiendo al rezo del desamparado que acude en búsqueda de su 3
consuelo, actuando apasionadamente por su vasallo por encima de toda lógica racional . En el relato de la Abadesa Preñada, hay dos conflictos: el embarazo de la protagonista y también el ser prejuzgada. La abadesa cae presa de desesperación, y le dice a la Virgen que 3
María es ante todo mujer, y obra por amor y por pasión como tal. Es la protectora de la humanidad, una
figura maternal a la que se recurre en busca de consuelo (Rosas, 1975: 438).
prefería morir antes que se supiera que estaba embarazada. Las compañeras de la abadesa la quieren delatar; la tensión es tal que en relato se dice que: “querién veerla muerta / las locas malfadas” (estrofa 510). Llegados al obispo los rumores sobre el pecado de la abadesa, la pretende expulsar de la congregación. En el caso de Teófilo, él decide venderle su alma al diablo por un deseo desmedido de poder, ya que entra en escena un nuevo obispo que pasa a ocupar el cargo que le había sido ofrecido a él antes. Y también el elemento de prejuicio se encuentra en este milagro cuando Teófilo dice para sí: “E/ día del judizio, yo, falsso traïdor, / ¿con quál cara verré ant el nuestro Sennor? / De mí fablarán todos, mesquino peccador, non verrá a la junta de mí otro. /” (estrofa 802). Los tres milagros son del tipo de los que los protagonistas que creen devotamente en la Virgen sufren una crisis en el espacio terrenal y ella los asiste. El Clérigo Ignorante quizá se diferencia de los otros dos porque la Virgen no se le aparece al sujeto en problemas, sino al causante de los mismos quien recibe los retos inclusive en tono de amenaza hacia su persona. El de la Abadesa y el de Teófilo son los más largos de la colección y es en donde encontramos los soliloquios más extensos de los beneficiarios de los milagros. En el primero, el foco de tensión va en clímax cuando la mujer embarazada le reza a la Virgen desesperadamente: “Devatióse en tierra delante el altar, / cató a la imagen, empecó de llorar /” (estrofa 518). Su recado es atendido, y la Virgen hace su aparición, situación frente a la cual la mujer se atemoriza: “Ovo pavor la duenna e fo mal espantada/ ca de tal visïón nunqua era usada /” (estrofa 530). Aunque la Virgen ayuda a la mujer, surge otro foco de tensión cuando la abadesa se presenta frente al obispo y él no acepta que ella le bese las manos y la increpa, hasta que comprueba por sus propios ojos que en su cuerpo no había signos de embarazo alguno: “Levantóse el bispo onde estaba assentado, / fo pora la abbadessa sannoso e irado; / fizoli despujar la cogulla sin grado, / provó que l aponién
crimen falso provado /” (estrofa 560). El obispo decide expulsar a quienes la acusaron en un principio, pero en ese momento la abadesa confiesa el milagro, y lo comprueban yendo a buscar al recién nacido quien había sido encomendado a un ermitaño. En el segundo milagro, luego de hacer el pacto con el diablo, durante 40 días Teófilo se siente culpable y se lamenta porque había tenido que entregarle una carta negando a Dios: “So perdido con Dios e con Sancta María; / perdido con los sanctos por mi alevosía; / corté todas las cimas do los piedes tenía, si nacido non fuesse mucho mejor avría/” (estrofa 801). Hasta que la Virgen hace su aparición, y le da una reprimenda como una madre a su hijo. Actúa como mediadora entre Teófilo y el diablo, y consigue la carta de vuelta. Luego Teófilo hace pública su experiencia: “El confesor Teófilo, un lazrado christiano, / fue p ora la iglesia con su carta en mano; / posóse a los piedes del buen misacantano, / confessó su proceso tardío e temprano /” (estrofa 879). En ambos milagros, se muestra a la comunidad la veracidad de los milagros tanto cuando se conoce al hijo de la abadesa en manos del ermitaño, como cuando se conoce la existencia de la carta de Teófilo. Este conocimiento, sumado a las confesiones de los protagonistas, son un aval para que la intervención milagrosa se convierta en auténtica y veraz. Y a mayor veracidad, mayor devoción. “Incluso los mayores pecadores obtienen la Gracia de la intervención divina, en muchos casos sin otro mérito que su fervor manifiesto en una situación extrema. La generosidad en el perdón y la eficacia del arrepentimiento son patrones de conducta” (Cacho Blecua, 1986: 60). …Gonzalo de Berceo se valió entonces de la dramatización de fuentes tradicionales para interactuar, instruir y lograr que su público se identificara con los descarriados y desdichados protagonistas, y en cierta manera lograra empatía con los mismos, y confiara en
la
redención
Mariana
para
…………………………………………….
el
perdón
de
sus
pecados.
Bibliografía: - Cacho Blecua, Juan Manuel, “Géner o y composición de los Milagros de Nuestra Señora de Gonzalo de Berceo”, Príncipe de viana, 2-3 (1986), 49-66. - Rozas, Juan Manuel, “Composición literaria y visión del mundo: „El clérigo ignorante‟ de Berceo”, en Studia Hispanica in honorem R. Lapesa, Madrid, Gredos, 1975, III, pp. 431-52.