-------------------------------------------------------------------------------------------------------Comenzaba el verano del 90. Esther hacía poco que había pasado la selectividad. Estaba contenta con su nota, 8,76. Con esa nota no tendría problemas para elegir. Su padre quería que fuese veterinaria, como el, pero Esther quería ser enfermera. Lo de sacar buena nota en la selectividad era solo cuestión de orgullo. Sabía que que era una buena estudiante y le gustaba superarse, pero desde siempre le atrajo aquella profesión. Aquella era una decisión para toda la vida y aunque siempre le había gustado ver a su padre trabajar con los animales prefería ser enfermera. Estaba convencida de que iba más con su forma de ser. Su padre trabajaba en el zoológico de Madrid. Levaba media vida trabajando allí. Pero en los últimos meses no se sentía sentí a a gusto. El nuevo director no era muy agradable. Estaba muy acostumbrado a ir a su aire, siempre había tenido la confianza del antiguo director, pero este se había jubilado y había ocupado su lugar un niñato que sabría mucho de lo suyo pero se metía demasiado en temas de los que no sabía nada. El padre de Esther estaba arto, y un día después de una fuer te discusión por un malentendido le dijo que lo dejaba, que estaba muy mayor para aguantar tantas tonterías. Se dirigía a casa pensando en que haría ahora. La niña iba a empezar la carrera car rera y no podía permitirse el lujo de estar mucho tiempo sin trabajo. Tenía que encontrar trabajo donde fuera pero ya. Encarna- Por dios Manolo, ¿qué has hecho? Justo ahora que la niña va ha empezar la universidad. La pobre con lo ilusionada que está. Manolo- Tranquila no te preocupes, con mi experiencia y mi currículo no creo que tarde en encontrar algo. Ya verás como todo va bien. Pasó un mes y medio y no encontraba trabajo, solo faltaban veinte días par a empezar las clases y Esther se empezaba empez aba a preocupar, por no hablar de la desesperación de su padre. Ya no eran solo los estudios de la niña, el dinero empezaba a escasear para par a otras cosas más cotidianas. El padre de Esther estaba esta ba dispuesto a trabajar donde fuera y como fuera. Por fin llegó una oferta de trabajo. No le hacía mucha ilusión irse de Madrid pero si ellas estaban de acuerdo lo aceptaría. Encarna- ¿Y donde has dicho que es el trabajo? Manolo- En Jerez. Encarna- ¿Y tu estas seguro de querer que nos vayamos tan lejos? Manolo- Es un buen trabajo Encarna. Es para una familia de bodegueros. Los Wilson. Encarna- ¿ Los Wilson? ¿los de los vinos y el brandy? Manolo- Poco ha poco se han ido metiendo también en la cría de c aballos y parece que la cosa les va bien. Necesitan Neces itan un veterinario a jornada completa, y tú sabes como me gustan los caballos. Sería el sueño de mi vida después de tantos años. Encarna- ¿Pero y Esther?
Manolo- Sevilla no queda muy lejos. Puede estudiar allí. Además, seguro que le encanta. Me han dicho que tendremos una casita cerca de las caballerizas, solo para nosotros. Parece ser que la finca es enorme, tiene de todo, y no queda muy lejos de Jerez. Esther lo entenderá.
En ese momento Esther entraba en casa. Esther- ¿Qué voy a entender? Manolo- Veras cariño, me han ofrecido un trabajo estupendo. Esther- Eso es genial papá. Manolo- Pero... Esther- Pero ¿qué? Manolo- Es en Jerez Esther- Pero, eso está en Cádiz. Manolo- Cariño, Sevilla no queda muy lejos, vas a poder estudiar allí, además, tu harás amigas enseguida, de todas formas ninguna de tus amigas va ha hacer enfermería así que tendrías que hacer nuevas amistades de todas formas. Esther- Está bien papa, lo entiendo,¿ y como es es e trabajo tan estupendo? El padre de Esther abrazó a su hija como agradeciéndole que lo entendiera. Sabía que le iba a costar acostumbrarse a una nueva vida pero era lo mejor para todos. Y así empezó a contarle los detalles. Pasaron los días y llegaron a Jerez. Jerez . Manolo ya había estado allí para una entrevista. Todo había ido muy bien. Aprovechó el viaje para ir a Sevilla y matricular a Esther en la universidad. Esta estaba un poco asustada. Puede que hiciera ami gas allí pero que haría hasta entonces. Se había pasado el viaje viaj e hablando de lo sola que iba a estar en esa finca tan grande. Por fin llegaron a la casita donde iban a vivir. Era preciosa, pequeña pero preciosa. Aquello era muy tranquilo, se respiraba paz. A lo lejos, como como a trescientos metros se podían ver los establos, es tablos, y en dirección opuesta, un poco más lejos, se veía una gran mansión, parecía sacada de un cuento de hadas, Esther pensó que nunca había visto una casa tan grande. Mirando hacia allí vio dos personas que se acercaban. Eran un hombre de unos cuarenta y tantos y una muchacha que debería tener más o menos la edad de Esther. El hombre era muy elegante, iba vestido con un simple pantalón y una camisa, pero se veía a simple vista que tenía clase. La muchacha llevaba unos vaqueros y una camiseta ajustada. Esther pensó que como se podía est ar tan guapa con aquella simple ropa. El hombre se dirigió al padre de Esther dándole la mano. Pedro- ¿Que tal el viaje Manolo? ¿todo ¿ todo bien?
Manolo- Perfecto señor Wilson. Todo bien. Pedro- Esta es mi hija, Macarena. Manolo- Encantado señorita Macarena. Maca- Maca, llámeme Maca.
Manolo- Encantado señorita Maca. Estas son mi mujer Encarna y mi hija Esther. Encarna-( Saludando a los dos.) Hola encantada. Esther- (Dándole la mano al señor Wilson y luego dos besos a Maca). Hola encantada. Pedro- Venga pasad y os enseño la casa. Espero que os guste, y si quereis cambiar alguna cosa pues nada lo decís y se cambia. Fueron viendo la casa, los padres de Esther y el señor Wilson iban delante. Maca y Esther un poco más atrás. Maca- Bueno, ¿Que te parece la casa? Esther- Es muy bonita. Maca- A mi me gusta mucho. Mi casa es tan grande que a veces habiendo diez personas dentro tienes esa sensación de soledad. Esto es más un hogar. Esther estaba un poco sorprendida. No esperaba que aquella chica que a simple vista parecía tan estirada resultara ser un apersona tan agradable. Maca- Me ha dicho mi padre que vas ha estudiar en Sevilla. Esther- Si, quiero ser enfermera. Maca- Que bien, yo voy ha hacer medicina, también en Sevilla. Podemos aprovechar e ir juntas. Esther- Claro, eso sería estupendo. No podía ser lo que estaba pasando, llevaba quince quince minutos en Jerez y estaba empezando a congeniar con aquella chica. Quizás su padre tenía razón y se acostumbraría a aquello enseguida. Claro que, era la hija del dueño. Tampoco quería tomarse demasiadas confianzas, pero, aquella chica parecía tan simpática. Le iba contando que tenía tres hermanos más, que ella era la pequeña. Cuando terminaron de ver la casa, se dirigieron a los establos. Eran enormes. Había muchos caballos, eran preciosos. Maca le enseñó a Esther el suyo. Maca- Mira, este es el mío. Se llama Boliche.
Esther- Que maravilla de animal. Maca- Es muy dócil. Ya verás un día de estos te dejo montarlo Esther- ¿Qué dices? Yo no he subido en un caballo en mi vida. Maca- Tranquila, yo te enseño. Esther- La verdad es que debe de ser una mar avilla ir montada en el. Maca- Claro que si, Ya verás como le coges el tranquillo enseguida. Vas a vivir entre caballos, así que te tendrás que hacer a la idea. Los padres de Esther estaban encantados viendo que las dos niñas se estaban llevando bien. Tener tan cerca a alguien de su misma edad sería genial. El señor Wilson también iba pensando en su hija. Solía quejarse que se aburría en esa finca tan grande. Le había insinuado a su padre un par de veces que quería quedarse en Sevilla e ir a la finca solo los fines de semana como sus hermanos, pero este est e no quería. Era su niña, su princesita, y le gustaba tenerla allí. Tenía asumido que un día se iría para hacer su vida, pero egoístamente quería retenerla a su lado todo el tiempo posible. Quizás ahora, teniendo a Esther allí se le quitaría de la cabeza aquella idea. Pasaron unos días. Maca y Esther comenzaban las clases. Se habían visto un par de veces por la finca y habían quedado en irse juntas el primer día. Iban en el tren nerviosas, pensando en esa nueva rutina que las esperaba y deseando que gracias a la compañía que se hacían la una a la otra quizás ahora sería más llevadera. No coincidían todos los días, pero si bastantes. Iban y venían juntas, quedaban para salir por Jerez, iban al cine, a pasear. Maca le fue enseñando a Esther toda la ciudad. Un día regresando de Sevilla. Maca- Mañana es sábado, podíamos ir a dar una vuelta. He quedado con unas amigas de la facultad y les he dicho que tu también vendrías. Esther- Pero, si no las conozco, me voy a sentir rara. Maca- Tranquila, no te voy a dejar sola, no me voy a separar de ti para nada. No sabía porque pero sentía unas ganas enormes de protegerla, de hacer que siempre estuviera bien. Solo tenía unos meses menos que ella pero a veces parecía tan niña. Era muy dulce, y su sola compañía ya le bastaba para sentirse bien. Esther, por su parte, sentía que aquella chica se estaba convirtiendo en su mejor amiga, se contaban cosas, siempre estaban juntas, quedaban para estudiar, para ir a ver los caballos. No se decidía a montar, hasta que un día Maca por fin la convenció. Maca- Venga Esther, que no pasa nada. Esther- Que no que me voy a caer.
Maca- No digas tonterías, como te vas a caer. Verás, ven, sube conmigo. Maca cogió a Esther del brazo para ayudarla a subir al caballo delante de ella. Ibas las dos sobre aquel precioso animal. Era un caballo de raza española, blanco, con algunas manchas color gris en las patas. Maca llevaba las riendas del caballo rodeando a Esther con sus brazos y esta apoyaba sus manos sobre las de Maca. Esther temblaba, estaba muerta de miedo, pensaba que aquel animal en cualquier momento las iba a tirar al suelo. Maca intentaba tranquilizarla. Maca- ¿ Ves como no pasa nada? Esther- Ya, porque a ti te conoce pero me subo yo sola y me muero del susto. Maca- Pues nada, subes conmigo hasta que le cojas confianza. Seguían paseando tranquilamente y poco a poco Esther se fue calmando. Aquellos brazos tan seguros de si mismos le transmitían confianza. Era maravilloso ir por aquellas tierras sobre aquel caballo y rodeada por sus brazos.
Cuando Maca notó que Esther ya estaba más calmada dio unos golpecitos al caballo para que trotara. Esther ahora sonreía, le encantaba aquella sensación, el viento golpeaba su cara, se sentía como volando. Maca fue mandándole al caballo que corriera más y más. Era perfecto, las dos cosas que en ese momento más le gustaban en este mundo, su caballo y Esther. La oía reír y era feliz solo con aquello, no pensaba que hubiera nada mejor. De repente Maca hizo que el caballo parara. Había llegado a un lugar muy tranquilo, solo se oían los pájaros, el aire olía a flores silvestres y tierra húmeda. Maca bajó del caballo y después ayudó a bajar a Esther. Se sentaron junto a un árbol y se quedaron mirando al cielo sin decir nada. Las dos pensaban en lo que les estaba pasando. qu e a gusto que estoy así, con ella, sin hacer nada más, no necesito más, Maca- “Que bien, que solo saber que está aquí, conmigo. ¿Por qué siento esto? ¿ Porque paso el día pensando en ella? ¿Qué me pasa?,Es una mujer, y además es mi amiga. A lo mejor me estoy confundiendo y solo es un cariño que hasta ahora nunca había sentido por nadie, nunca había tenido una amiga como ella, nunca había tenido con nadie la confianza que tengo con ella, pero no es eso, es algo más, lo sé, es algo más, no puedo dejar de mirarla, me ha encantado rodearla con mis brazos, por mi podemos salir a pasear así siempre que ella quiera, ha sido perfecto.”
Esther- “Dios, que maravilla, y yo que no quería subir, claro que no se que me ha gustado más, si montar a caballo o tenerla ahí, tan cerca. Es tan dulce y tan tierna conmigo, me siento bien con ella, me gusta estar con ella, ojalá que me invite a más paseos como este, me esta gustando a mí esto del caballo, pero le voy a seguir diciendo que tengo miedo así ella se monta conmigo. ¿Qué dices Esther? ¿Pero tú te estas oyendo? Que es tu amiga, qué cosas se te ocurren Esther, pero si es una mujer, y que mujer, ya vale Esther, no empieces.”
Volvieron a casa esta vez sin prisas, disfrutando del rato que estaban pasando juntas, ninguna decía nada, no sabían que decir, estaban empezando a sentir algo que no acertaban a explicar, pero que estaba allí. Las dos tenían miedo de decir nada por la reacción que pudiera tener la otra. Y así poco a poco llegaron al establo donde dejaron el caballo y entonces fue Maca la que decidió romper el hielo. Maca- ¿Qué te ha parecido? ¿Ha valido la pena el susto del primer rato? Esther- Ya lo creo que ha valido la pena. Ha sido genial. Maca- Entonces, ¿El próximo día montas tu sola? Esther- Ni lo sueñes, voy a necesitar muchos paseos como este para perderle el miedo al animalito. Maca- Pues cuando quieras, no tienes más que decírmelo. Las semanas seguían pasando. Era sábado y habían quedado con unas amigas para salir un “e l chirimoyo”, No rato. Iban a ir al cine y después a tomar algo. Fuero n a un pub llamado “el
había mucha gente, era pronto pero tenían que estar antes de la una en casa, así que entraron a tomar algo. Había un grupo de chicos al fondo más o menos de su edad. Uno de ellos se acercó rápidamente al verlas entrar y se abalanzó sobre una de las amigas de Maca y Esther. Chico- Pero bueno, Susana, cuanto tiempo. Desde que terminamos el instituto no se te ve el pelo guapa. Susana- Jaime, pero que como has cambiado tío, estas hecho un hombre. Jaime- No digas chorradas, si solo han pasado ocho meses. Susana- Pues te han sentado genial. Jaime- ¿No me presentas a tus amigas? Los amigos de Jaime se acercaron y empezaron a hacer las presentaciones de rigor. Pasaron un buen rato allí con ellos. Un amigo de Jaime, llamado Rafa, no se separaba de Maca. A Esther no le hacía mucha gracia. Esther- “¿Pero este tío de que va? Déjala. Mírala, si le ríe las gracias. Esther pero que dices, que haga lo que quiera. Si, que haga lo que quiera pero no delante de mí porque me va ha dar algo. Si es que ella está tan a gusto, mírala dándole conversación. Resígnate Esther, no siente lo que mismo que tu. Tú para ella solo eres una amiga. Quítate esas ideas de la cabeza, haz lo mismo que ella, habla con alguno de estos chicos, pero con cual, aquel del suéter rojo tiene una cara de lelo, y este de aquí, mírale, no se entera, no si pensando en ella
como te va a gustar ninguno de estos si es que no tiene punto de comparación.” comparación.” si n hablar con nadie?¿no estará a Maca- “¿Qué le pasa?¿por qué no deja de mirar aquí y allá si n gusto? ¿no lo estará pasando bien? O será que se siente mal porque este tío no se aparta de mí. Ojalá fuera eso. Ojalá estuviera celosa. No quiero hacerle daño pero si está celosa es que siente lo mismo que yo. Quizás si me acerco un poco más a el salgo de dudas.”
Maca de acerco más a aquel chico hablándole al oído, no le gustaba jugar con los sentimientos de los demás pero era una oportunidad para saber si Esther sentía lo mismo que ella. Cuando Esther vio la actitud de Maca se acerco a ella. Esther- Maca, voy fuera a que me de un poco el aire. ( No podía soportarlo más, verla allí con aquel chico la estaba poniendo enferma.) Maca-“Bingo, está celosa” .( .( Dirigiéndose al chico.) Perdona voy un momento fuera.
Salió tras ella. Estaba al lado de la puerta apoyada en una pared con el semblante triste. Maca- ( Acercándose a ella y tocándole la cara con la mano.) Esther, ¿qué te pasa?. Esther- (Mirando al suelo.)Nada, estaba... agobiada. Maca- ¿Agobiada?, pero si está casi vacío. Esther- Ya, por eso, me...agobiaba estar en medio de ese... vacío. (Mientras una lagrima rodaba por su mejilla.) Maca- Esther, cariño, no llores. (Cogiendo su cara con ambas manos.) Esther- Me has llamado cariño.( Levantaba su cabeza mirándola y perdiéndose en esos ojos que la volvían loca.) Maca- Voy dentro a decir que nos vamos, ¿vale? (Esther asintió) Fueron andando hacia donde habían dejado el coche de Maca. Andaban serias, sin decir nada. Al llegar al coche se sentaron dentro de este, y entonces Maca se fue acercando a Esther poco a poco, como dándole tiempo para que la parara si era eso lo que quería, pero Esther no la paro y se dieron un beso dulce, tierno, un beso que fue el primero y deseaban
que no fuera el último. Parecía que el mundo se había parado, que no había nadie más que ellas dos. Ellas y ese beso.
Después de aquel beso se separaron unos centímetros, se miraban, sonreían, no sabían que decir, llevaban tanto tiempo esperando ese momento. Querían decirse tantas cosas, pero no sabían por donde empezar. Esther- Maca...yo... Maca- Shhhhh...No digas nada. Vamos a intentarlo y ya veremos que pasa, ¿vale?. Esther- Vale. Emprendieron rumbo a la finca Wilson sin decir nada más, pero sonreían, se miraban con una mirada dulce, se sentían bien. Por fin tenían claro que el sentimiento era mutuo. Llegaron a la casa de Esther. Maca siempre la acompañaba para que no fuese sola por la finca de noche. Cuando Maca paró el coche se quedaron mirándose, no sabían que decir, no era necesario decir nada, se lo decían todo con la mirada. Esther le dio un beso a Maca en la mejilla y salió del coche. No podían dormir, todo había sido tan bonito. Pensaban en lo que había pasado esa noche. Maca- “ La he besado, me ha besado, nos hemos besado, y yo dudando, como se ha puesto al verme con aquel chico, que por cierto, que pesadito el tío, y mi Esther tan dulce, llorando porque creía creía que yo y el...pero el...pero vamos, que nos ha ha hecho un un favor, supongo supongo que, a la larga, larga, esto era inevitable, pero, así ha sido antes. Dios, ¿y ahora que?, es una mujer, como se enteren mis padres, espero que no, al menos de momento, tendremos que tener cuidado, pero, vamos, vamos, que ya pasamos mucho mucho tiempo tiempo juntas, no notaran notaran la diferencia, diferencia, digo yo. yo. Mañana le digo si damos un paseo a caballo, como temblaba, como se agarraba a mis manos, parecía una niña, mi niña.”
Esther- “Por fin, nos hemos besado, siente lo mismo que yo, quiere que lo intentemos, espero que no se entere nadie de momento, porque con la cara de lela que se me pone cuando me mira, no se... Y como me mira, que ojos, que mirada, tiemblo solo al recordarla. Y como me rodeaba el otro día con sus brazos para que no tuviera miedo, espero que me lleve pronto a otro de esos paseos, que gusto, ahí, tan cerca de ella.”
Sumidas en sus pensamientos fueron quedando dormidas. Amanecía en la finca Wilson. Como todos los domingos la casa estaba en silencio. Solo se oían los madrugadores pájaros. Maca se había despertado. No podía dormir más. Tenía ganas de verla, era un deseo irrefrenable. Sin pensarlo dos veces se puso un chándal y se encaminó hacia su casa. Apenas eran las ocho, no se oía ningún ruido proveniente de la casa. Maca se asomó por la puerta de la cocina y al no ver a nadie entró, subió por las escaleras hasta la habitación de Esther y sin hacer ruido se coló en ella. Esther estaba dormida. “Que
,pensó Maca, “es como un ángel” , se acercó poco a poco y se arrodilló al lado de la guapa” ,pensó cama quedando a pocos centímetros de la cara de Esther. Maca- (Apenas en un susurro.) Esther. Esther.
Esther- Mmmm... Maca- Esther, buenos días. Esther- (Esbozando la mejor de sus sonrisas.) Buenos días. Maca- ¿Cómo has dormido? Esther- Dormir, dormir, normal, pero ha sido el mejor despertar de mi vida. v ida. Maca- Oye, que...había pensado en coger el caballo y unos bocadillos e irnos a pasar el día por ahí. Esther- Pero, ¿que hora es? Maca- Las ocho. Esther- ¡Las ocho! Pero si incluso los caballos deben de estar durmiendo. Maca- No, no digo ahora, más tarde. Esther-¿Y porque me despiertas a estas horas? Maca- Tenía ganas de verte. Esther- (Con sonrisa pícara.) ¿A si? Maca- Si, muchas ganas de verte. Esther- Y yo a ti. (Dándole un pequeño beso.) Maca- ¡Esther! Si nos pillan. Esther- ¡Anda esta! Pues mira que si te pillan a ti entrando en mi habitación un domingo a las ocho de la mañana. Maca- Ya lo tenía pensado. Esther- ¿A si?
Maca- Si, se me han terminado las compresas, y aquí en la finca la única que usa la misma marca que yo eres tu. Esther- ¿Y eso se te ha ocurrido a ti solita? Maca- Tampoco es que haya tenido mucho m ucho tiempo para pensarlo. Bueno, ¿que me dices? Esther- Que si pesada pero déjame dormir un ratito más. Maca- Vale, te espero en los establos a las once. No traigas nada, ya me encargo yo.(besito) Esther-¡ Maca.! Maca- Vale, vale, ya me voy.
Después de media hora sobre aquel caballo Maca se detuvo al lado de un pequeño riachuelo. Era un lugar tranquilo a unos tres kilómetros de la casa. Le encantaba ir allí cuando quería estar sola, era su lugar secreto, pero quería compartirlo con ella. Esther- Maca, esto es precioso. Que tranquilidad, que paz. Maca- ¿Te gusta? A mi me encanta venir aquí, y en todos los años que llevo viniendo nunca he visto a nadie, así que podemos estar tranquilas. Pusieron una manta en el suelo a la sombra de un olivo y se tumbaron las dos boca arriba. Maca se puso de lado y se quedó mirando a Esther. Esta hizo lo mismo. Se miraban sin decir nada, se sonreían, no sabían muy bien que hacer. Pero sus impulsos les allanaban al camino. Sin darse apenas cuenta se estaban besando, un dulce beso que poco a poco se fue convirtiendo en húmedo. Sus lenguas se buscaban ansiosas, sus corazones se aceleraban, no podían controlar sus manos que ansiosas recorrían la espalda de la otra. Estuvieron así durante varios minutos. Poco a poco y con miedo a no poder parar si seguían, fueron disminuyendo la intensidad del beso. Maca acariciaba la cara de Esther. Esta por su parte acariciaba el pelo de Maca. Estaban como en una nube de la que no querían bajar. Maca- Que guapa eres.(beso) Esther- (Sonrojándose.) Tu que me miras con buenos ojos. Maca- No, en serio, eres preciosa. Esther- Puede, pero no tanto como tu.(beso)
Maca- (Con risa irónica.) Bueno, si puede. Esther- (Dándole un manotazo en el brazo.) Serás creída. Maca- No, en serio, no me canso de mirarte. Me podría pasar así el resto de mi vida. Esther- Maca, ¿cómo vamos ha hacer para que no se enteren?, porque yo no quiero que mis padres se enteren de esto, al menos de momento. Maca- Yo tampoco creo que sea conveniente que se enteren, como se entere mi padre es capaz de... Esther- ¿De que Maca? Maca- No, nada. Esther- ¿Crees que echaría a mi padre para separarnos? Maca- No lo sé Esther, pero prefiero no averiguarlo, prefiero seguir así contigo sin que lo sepa nadie, además, así es más... interesante. Esther- ¿Te parece más interesante así? Maca- (Con tono dramático.) Claro, buscándonos como dos amantes furtivas.
Esther- Pues yo no se si será mejor así, pero yo preferiría no esconderme. ¿Acaso tus hermanos esconden a sus novias? Jero ya va por la tercera desde que yo llegué a Jerez, y a veces da la sensación de que no solo no se esconde sino que las exhibe como trofeos. No es justo que nosotras nosotras tengamos tengamos que escondernos, escondernos, no hacemos hacemos daño a nadie. Maca- Ya, pero es así. A mi madre le daría algo si se enterara, bueno, más bien si se enteraran sus amigas, ya las imagino, (con voz pija), te lo juro, la pequeña de los Wilson, que lo se de buena tinta. Esther- Bueno, de momento seguiremos así. Con un poco de cuidado no tienen por que notar nada. Ya pasábamos el día juntas antes y a nadie se le ha ocurrido pensar que tu y yo.... Maca- ¿Tienes hambre? Esther- La verdad es que si.
Maca- No sé para que lo pregunto si tu siempre tienes hambre. Esther- Mira quien fue ha hablar. Maca- Bueno, ¿comemos? Esther- Si, venga. Comieron los bocadillos que les había preparado Carmen y siguieron allí un par de horas. Pasearon por la orilla del riachuelo. Maca cogía agua con la mano y salpicaba a Esther, esta hacía como que se enfadaba. Iban hablando de los estudios, de las amigas. Esther le contaba a Maca lo trasto que era de pequeña y esta le contaba que siempre había sido una niña bastante tranquila. Se iban conociendo cada vez más. Regresaron a casa sobre las cinco y quedaron en verse al día siguiente para ir a Sevilla. Durante el día no se podían ver mucho por no estudiar juntas, pero al menos el trayecto de ida y vuelta si lo hacían juntas. Cuando tenían tiempo les gustaba pasear por Sevilla cogidas de la mano aprovechando que allí nadie las conocía. Pasaron las semanas y todo seguía igual. Salían con las amigas, buscaban momentos para estar solas con cualquier excusa, estudiaban, paseaban, y así sin darse cuenta llegó el fin del curso. Los padres de Esther le sugirieron a esta que porque no se iba a pasar el verano a Madrid a casa de su abuela, pero a ella no le apetecía nada. Solo pensar en estar todo el verano sin verla la entristecía. Maca le había comentado que tendría que irse de vacaciones con sus padres unos días y Esther pensó que esos días serían los idóneos para ir a Madrid, pero antes habían organizado con las chicas una escapadita a la casa que tenían los Wilson en la playa. Llegaron a media mañana. Iban, Susana, Ana, Carmen, Maca y Esther. Maca- (Abriendo la puerta y dejando paso a sus amigas.) Pues esta es. Susana, Carmen y Ana entraron sin pensarlo. Esther se quedó mirando a Maca. Maca- Pasa Esther, esta es tu casa.
Maca les enseñó la casa y al llegar a las habitaciones les dijo que escogieran la que quisieran. Viendo que había una habitación con tres camas Susana propuso a Carmen y Ana dormir ellas tres en esta habitación, a Maca le encantó la idea, así ella y Esther podrían dormir juntas en su habitación. habitación. Dejaron las maletas y se fueron a dar una vuelta. El calor ya se hacía notar y entraron en un bar a tomar algo fresquito. Luego fueron a comprar un poco de comida para esos días. Compraron un poco de bebida por si hacían alguna fiestecilla nocturna. Susana comento que
unos compañeros de facultad habían comentado que estarían por allí esos días y pensó en llamarles y quedar con ellos. Primero a la playa.
Comieron algo rápido en la casa y luego bajaron a la playa. Extendieron las toallas sobre la arena. Al colocar las toallas, Ana se las ingenió para que Esther y Maca estuvieran juntas. Ana- Susana tu ponte a mi lado que así leo tu revista. Susana- Que morro tía, cómprate una. Ana- Carmen, tu ponte a la izquierda que tu no puedes estar quieta y nos tapas el sol. Carmen- ¿Pero que cachondeo es este? Mañana nos haces un plano antes de salir de casa y ya nos lo estudiamos. Maca miraba la escena pensando “Que más dará como nos pongamos, esta Ana y sus paranoias.” paranoias.”
Estuvieron toda la tarde en la playa. Se bañaron, jugaron un poco con una pelota que traía Carmen, y al caer el sol se fueron hacía la casa a prepararse para salir a cenar. Susana había hablado con sus compañeros de facultad y habían quedado en verse después de la cena. Llegaron al restaurante y Maca se sentó la primera, Esther se sentó enfrente de esta, habían pensado no insistir mucho en estar siempre juntas por no despertar sospechas. Pero ya era tarde. Carmen se acercó a Esther. Carmen- Perdona Esther te molesta que me siente yo ahí es que como está la ventana y yo fumo pues para que se vaya el humo y eso. Esther- (Sin parar a pensar que era una excusa sin sentido le cambió el asiento quedando al lado de Maca.) Si, claro, no importa. Maca ya estaba empezando a pensar que pasaba algo raro. Primero Susana había distribuido las habitaciones sin dar opción a nadie, luego en la playa el numerito de Ana con las toallas, y ahora esto. Maca- Bueno, ¿que pasa aquí? Carmen- (Como sorprendida.) ¿Qué? Ana- ¿Qué pasa Maca?
Susana- Eso, ¿Qué pasa? Maca- No sé, vosotras sabréis. Esther no se había dado cuenta de nada pero al oír a Maca preguntar que pasaba reaccionó. En la silla donde estaba ahora le daba la brisa que llegaba del mar de lleno así que cayó en la cuenta de que lo de Carmen había sido una simple excusa.
Esther- ¿Alguien va a decir algo, o que? Susana- Esto....Nosotras...¿Tanto se ha notado? Maca- Ya te digo. Solo falta que nos peguéis con loctite. Ana- Lo hemos hecho con buena intención. Se os ve tan bien juntas que... Esther- Pero....¿Lo sabéis?. Si no os hemos dicho nada. Carmen- Ni falta que hace. Si os echáis unas miraditas que pa que. Ana – Anda que ya os vale. Que lo hayamos tenido que averiguar por nuestra cuenta. Susana- Ya nos lo podíais haber contado que somos amigas. Maca- No lo toméis a mal pero es que no se lo hemos contado a nadie. Y...¿en serio se nota tanto? Carmen- Tanto, tanto, tampoco, supongo que depende de la situación. Ana- Es que si se te pasa por la cabeza la idea pues te vas fijando en detalles que hasta el momento eran inapreciables. Maca- ¿Y que os hizo sospechar? Susana- Maca, hija, antes tu eras una ligona y desde que llegó Esther, solo tienes ojos para ella. Esther- ¿Con que eras una ligona, eh? Maca- Tanto como una ligona. Carmen- Si Maca, si, ahora no disimules.
Susana- Desde aquel día que vimos a Jaime y sus amigos en cuanto un chico se te acerca te pones la coraza y sales pitando a buscar a Esther. Ana- Un día por casualidad yo comenté algo, y nos dimos cuenta de que las tres pensábamos lo mismo. Esther- Vaya, y nosotras convencidas de que disimulábamos bien. Carmen- (Con tono burlón.)Si, si, Disimuláis de muerte hija. Todas reían y Esther y Maca empezaron a tener más confianza en como reaccionaría la gente. Si sus amigas lo habían aceptado ¿porque no los demás?.
Cenaron tranquilamente y luego se dirigieron al bar donde habían quedado con los amigos de Susana. Eran cuatro, Andrés, Pablo, Luís y Sergio. Después de las presentaciones Pablo y Sergio se disponían a ir a la barra a pedir algo. Pablo- Bueno chicas, ¿Queréis tomar algo? Susana- Si Pablo, tráete unos cubatas. Sergio- Eso, eso, a ver si se anima la noche. El local estaba bien, la música era bastante buena y no estaba muy fuerte de manera que se podía hablar tranquilamente. Andrés- Oye, Susana, y, ¿estas dos son pareja o solo me lo parece.? Susana- (Dándose la vuelta y viendo como Esther y Maca se hacían carantoñas.) Anda que, las que dicen que disimulan.(Dirigiéndose a ellas.) Que, parejita, ¿ya no disimuláis?, porque aquí Andrés os a calado enseguida. Maca- Es que aquí no nos conoce nadie, y las que nos conocen ya lo saben. Esther- (Agarrándola por la cintura.) Es que no veas tu lo que cuesta aguantarse con una novia como la mía. Susana- Anda, anda, no quiero detalles, que lo disfrutéis.(Volviendo con Andrés y dejándolas solas.) Maca- Con que, ¿cuesta aguantarse con una novia como la tuya?. Esther- Ya te digo, no sabes la alegría que me da que estas lo sepan. Al menos con ellas ya no tenemos que fingir.
Maca- La verdad es que yo ya estaba empezando a cansarme. Llegaban a la casa molidas, eran casi las cuatro y no habían parado en todo el día, el viaje, las compras, y luego de fiesta. Ya tenían ganas de pillar la cama, unas para dormir y otras para... No habían dado aún ese paso, pero ambas sabían que si tenían que pasar la noche juntas iba a ser difícil evitar que aquello pasara, aunque tampoco era un problema porque ninguna de las dos quería evitarlo. Se morían de ganas de pasar la noche juntas. En Jerez era imposible, con sus padres allí, pero aquí y sabiendo que las chicas no las molestarían era el mejor momento. Tenían que aprovechar esos días. Subieron las escaleras y se dirigían a las habitaciones. Susana- Buenas noches chicas, y no seáis malas. Carmen- ¿Qué dices? No le hagáis caso, sed muy, muy malas. Ana- Pero no hagáis mucho ruido que estoy muerta. Maca-Esther- Buenas noches. Cerraron la puerta de la habitación y se quedaron mirándose cogidas de las manos. Andaban despacio hacia la cama, se mecían, casi bailaban. Se abrazaron. Esther hundía su cara en el cuello de Maca y empezaba a besarlo. Maca levantaba la cabeza dejando su cuello a merced de ella. Esther acariciaba la piel de Maca por debajo de su camiseta. Maca se estremecía y empezó a besarla. Se besaban con más ganas que nunca, sabían que esta vez no tenían que parar, que iban a llegar hasta el final, que por fin iban a darse todo ese amor que llevaban dentro. Maca desabrochó el primer botón de la camisa de Esther y con su dedo índice acariciaba su escote. Esther cogió el borde de la camiseta de Maca y comenzó a quitársela poco a poco dejando su pecho al descubierto. Maca siguió desabrochándole los botones de la camisa entre besos y caricias. Por fin se deshizo de ella por completo. Llegaron a la cama. Maca cogió a Esther por los hombros haciendo que se sentara en esta. Se arrodilló delante de ella y la abrazó pegando su cabeza al pecho de su amada. Nunca había tocado algo tan suave como aquella piel. Empezó a besarle el abdomen con besos suaves, húmedos, Esther sentía un mar de sensaciones bajo su piel. Su cuerpo ardía en deseo. Se dejó caer sobre la cama reptando hasta ponerse cómoda. Maca se acercaba a gatas quedando encima de ella. Empezó a besar su cuello, su pecho, como pudo puso sus manos por detrás de la espalda de Esther y le quitó aquella prenda que tanto le estaba molestando. Esther hizo lo propio con la de Maca. Con un suave roce Esther tocó aquellos pechos que tantas y tantas veces había soñado. Eran suaves, y reaccionaban al mínimo contacto con su mano. Maca besaba lo pechos de Esther sin prisa, saboreando cada rincón de su piel. Poco a poco fue bajando besando su abdomen y llegando al botón del pantalón. Con sumo cuidado se lo quitó. Ahora besaba sus muslos, volvía a subir a sus pechos para luego llegar a su boca que esperaba ansiosa ese beso. Esther le desabrochó el pantalón a Maca que con dos movimientos de
piernas se deshizo de ellos. Seguían besándose sin tregua. Estaban a punto de explotar. Se necesitaban, necesitaban sentir más. Maca introdujo sus dedos dentro de las braguitas de Esther bajándolas poco a poco produciendo un leve roce que hizo suspirar a Esther, la cual sin pensarlo y con un poco más de prisa despojó a Maca de esa misma prenda. Con un movimiento rápido consiguió ponerse ahora ella encima controlando un poco la situación. La besaba con desesperación, la deseaba ya y no podía controlar sus impulsos. Empezó a besarle el cuello, luego los pechos, el abdomen para luego continuar con sus muslos. Con su mano rozaba aquel punto que pedía más. Maca no podía más, movía sus caderas a un ritmo que estaba consiguiendo encender aun más a Esther. Esta se lanzó a su centro y empezó a lamerlo y ha succionarlo como si solo hubiera nacido para darle placer a esa mujer que estaba allí con ella, sabía que estaba a punto, introdujo dos de sus dedos haciéndolos bailar dentro de ella sin dejar que su boca parara hasta que Maca estalló de placer, mordía la almohada para no ser oída por sus amigas, clavaba sus uñas en el colchón intentando contener ese grito que quería salir de dentro de su alma. Había llegado al cielo a manos de esa mujer que tanto quería y que ahora la miraba con una sonrisa de satisfacción y deseo. Sin dejar que su respiración se normalizara se abalanzó sobre ella besándola con una pasión desmedida. No podía parar. Besaba su boca como si de ella fuera a salir el aire que le permitiera no ahogarse, bajo por su cuello, la apretaba contra si agarrándola con fuerza, besaba sus pechos alternándolos como con miedo a que le pudiera quedar un centímetro de aquella piel sin besar, bajó por su abdomen besándolo con el mismo empeño. Esther no podía estar quieta, se revolvía sobre la cama, imploraba más. Maca quiso complacerla y sin más dilación se dirigió a aquel punto que tanto deseaba. Besaba su centro con ganas, lamía con desesperación, quería hacer sentir a Esther lo mismo que ella le había hecho sentir hacía solo unos instantes. No pudo más y explotó de placer, apretaba la almohada intentando sacar todo aquello sin emitir sonido alguno. Por un momento no notaba la cama, sentía como si flotara. De manos de aquella mujer había ido volando al paraíso del placer. Sus ganas y sus impulsos contenidos durante tanto tiempo hicieron que, aquel, su primer momento de pasión, fuera rápido, intenso, descontrolado. No podían esperar más, lo necesitaban y esa necesidad las arrastró. Maca se dejó caer sobre ella apoyando la cabeza en su pecho sintiendo aun ese acelerado corazón. Esther le acariciaba el pelo mientras iba recuperando poco a poco un ritmo de respiración normal. Inspiró hondo como intentado apoderarse de todo el aire que le había faltado hacía tan solo unos instantes. Y poco a poco y sin apenas moverse fueron cayendo en los brazos de Morfeo. Unos tímidos rayos de sol entraban por las rendijas de la persiana despertando a Maca. Al abrir los ojos se encontró desnuda y abrazada a ella. Levantó la mirada y se encontró con la de Esther. Esther- Buenos días cariño.(beso) cariño.(beso) Maca- Buenos días mi niña.(beso)
Esther- ¿Qué tal has dormido? Maca- Como nunca. Si por mi fuera dormiría siempre así. Esther- Siempre... me parece que no va a poder ser, pero, en los próximos cinco días te lo prometo.(Entonces alguien empezó a aporrear la puerta.) Ana- Parejita, que nos vamos a la playa. Vosotras seguir a lo vuestro. Maca- (Dando un salto quedando de rodillas sobre la cama y hablando con una notable alegría.) Esther, que se van a la playa. Esther- Ya ¿y? (Sonriendo al adivinar sus intenciones.) Maca- (Acercándose a ella sinuosamente.) Que no nos puede oír nadie. Esther- Maca, tengo hambre. Maca- (Con cara de viciosilla.) Y yo Esther, y yo. Sin darle tiempo a reaccionar se abalanzó sobre ella besándola sin parar, pero dispuesta esta vez a hacerla disfrutar de manera más pausada, más relajada, sin dejarse llevar por esas irrefrenables ganas de ella que sentía. Hora y media después bajaban a la playa con una enorme sonrisa que lo decía todo. Carmen- Bueno, bueno, si están vivas. Ana- Hijas, ¿parece que teníais que recuperar mucho tiempo perdido? Maca- Tenemos que aprovechar estos días, ¿verdad Esther? Esther- Ya, bueno, pero al paso que vamos en vez de unos días en la playa va a parecer que hemos estado en un campo de concentración, porque nos vamos a quedar en los huesos. Susana- Maca, Dale un respiro a la niña, que la vas a matar. Esther- Tranquila Susana, sarna con gusto no pica. Ana- AY, el amor. Ese día cenaron en la casa y después montaron su fiesta particular. Pusieron un poco de música y se sirvieron unas copas. Maca- ¿Tu que quieres, Susana?
Susana- Ponme un cubata. Ana- A mi lo mismo. Maca- Esther, ¿ a ti aun te queda? Esther- Si, tranquila. Bailaban, charlaban, se reían, lo estaban pasando bastante bien. Entonces empezó a sonar una canción que a Esther le encantaba. Se acerco a Maca, la cogió de la cintura y empezó a Bailar con ella. (Presuntos implicados. Sed de amor.) Sed de amor Sed de amor Sed de amor Sed de amor
Bailaban abrazadas devorándose con la mirada. Tenían tanta sed de amor como decía la canción. Tu te has convertido en mi desierto Estoy perdida en tu arena sin fin Entre las brumas del calor Puedo entrever tu perfil Huiste recorriendo mi cuerpo Note tu rastro en mi piel Sed de amor siento, oh, Entre las ruinas de mi corazón Sed de amor siento y pienso Que tu estarás junto a mí, tú, tú, tú, tú,
Esther- (Cantando al ritmo de la música.) Tú, tú, tú, tú. Sed de amor Sed de amor Sed de amor Sed de amor Se que podrías ser la fuente Donde calmar mi sed Hundir los pies en tu arena y buscar
Buscar la sombra de tu amor Quizás todo es un espejismo Y eres el fruto del calor Sed de amor siento, oh, Entre las ruinas de mi corazón Sed de amor siento y pienso Que tu estarás junto a mi, tú, tú, tú, tú, Sed de amor Sed de amor Sed de amor Sed de amor
Esther- (Cantaba mirando a Maca a los ojos.) Oh!, busco mi oasis de amor, Oh!, Eres mi única salvación. Y siento, sufro.
Sed de amor Sed de amor Sed de amor Sed de amor Oh!, Oh!, oh!,oh, Sed de amor Oh!, Sed de amor Oh! Sed de amor Oh! Sed de amor
Maca- Es una canción muy bonita Esther. Esther- Ya, a mi me encanta. Me hace pensar en ti. Maca- ¿A si? Esther- Si, eres mi oasis de amor. Maca- (Con voz sensual.)¿Quieres que calme tu sed? Esther- Si por favor. (Y comenzaba a besarla con pasión.)
Los días que habían pasado juntas en aquella casa fueron como un sueño, pero llegaba el momento de volver, y no solo volver a su realidad de tener que estar siempre escondiéndose, sino que en unos días Maca se iba a Brasil con sus padres y Esther a Madrid a pasar unos días con su abuela. Les aterraba la idea de pasar quince días sin verse, lo que ellas no sabían es que iban a ser muchos más.
A Maca le extrañó mucho que sus padres insistieran tanto en que les acompañara en sus vacaciones, hacía como tres años que no iba con ellos de viaje, pero su madre parecía estar tan ilusionada con la idea que no supo decirle que no. En ningún momento se le ocurrió pensar que aquello era todo un estudiado plan de su padre para llevársela lejos de Esther. Sus amigas no habían sido las únicas en notar que algo pasaba entre ellas, así que después de muchas sospechas un día las siguió hasta aquel paradisíaco lugar donde tanto les gustaba ir. Después de permanecer oculto entre los árboles durante un buen rato, volvió a su casa con la prueba de que sus sospechas tenían fundamento. Empezó a pensar que hacer. No podía echar a Manolo, no tenía excusa, además, era muy bueno haciendo su trabajo y se llevaban muy bien. Podía despertar las sospechas en Maca y eso era lo último que deseaba. Entonces se le ocurrió aquella idea. Maca, durante el último año de instituto había machacado bastante a sus padres con la idea de que quería ir a estudiar a los EEUU. Sus padres no accedieron pero ahora puede que aquello les ayudara. Llegó el momento de la despedida. El avión de Maca salía a las ocho así que tendrían que madrugar para ir al aeropuerto. Quedaron en verse la noche antes para despedirse. Salieron a dar un paseo por la finca lejos de las miradas de curiosos. Cuando estuvieron lo suficientemente lejos se pararon. Estaban cara a cara, se miraban, por sus mejillas empezaron a rodar unas abundantes e inevitables lagrimas. Se abrazaron, deseaban quedarse así toda la vida y no tener que decirse adiós nunca. Maca- Venga Esther, no llores. Esther- Quien fue a hablar, no llores tu. Maca- Solo van a ser quince días. Ya verás como pasan volando. Esther- Si, ya, pero quince días sin saber nada de ti, No sé como lo voy a soportar. Maca- ¿Y no hay manera de poder hablar? Esther- Ya te he dicho que mi abuela no tiene teléfono. Maca- ¿Y como se puede vivir sin teléfono a estas alturas de la vida?
Esther- No conoces a mi abuela. Lo que nos costó que se comprara la tele. Maca- ¿Y si te mando una carta? Esther- Con lo lejos que está Brasil vas a llegar tu antes que la cara. Maca- Eso también es verdad. Pues nos vamos a tener que aguantar. Esther- Oye, Maca, yo... te he comprado una cosa. Maca- Esther, yo... a mi, no se,.... no se me ha ocurrido. Esther- Tranquila, pensé que, quería que algo te hiciera pensar en mí. Maca- Esther, no necesito nada que me haga pensar en ti, estas todo el día en mis pensamientos. Esther- Si es una tontería. Mi presupuesto no daba para más.(Sacando una cajita y dándosela a Maca.) Era un anillo de plata, ancho, liso, con los bordes redondeados. Maca miro el interior y vio una inscripción. MACA-ESTHER POR SIEMPRE. Maca- Esther es precioso. Le temblaban las manos y las lagrimas volvían a caer por su cara. Se puso el anillo y cogiéndole la cara con ambas manos la besaba. Le besaba la boca, los ojos, la nariz. Maca- Esther....te quiero, te quiero, te quiero. Esther- Yo también te quiero Maca. Se abrazaron fuerte como queriéndose dar en ese abrazo todos los que no se iban a poder dar en los próximos días. Esther- Cariño, se está haciendo tarde, tienes que madrugar, yo me quedaría así toda la noche contigo pero tendrás que dormir un poco. Maca- No quiero irme Esther. Se besaron tiernamente con miedo a que un beso más profundo convirtiera aquella separación en más dolorosa aún. Se encaminaron hacia la casa y con una tierna mirada se dijeron adiós. Las dos estaban ya en sus destinos intentando aguantar esos días de la mejor manera
posible. Habían pasado cuatro días y entonces un suceso inesperado parecía demostrar que de repente todo se ponía en su contra. El padre de Esther estaba solo en el establo con un caballo enfermo. El animal estaba muy nervioso. Manolo intentaba tranquilizarle, y forcejeando con el empezó a sentir un fuerte dolor en el pecho. Cayó al suelo sin tener tiempo ni siquiera a pedir ayuda. Había sufrido un infarto. Cuando lo encontraron ya era demasiado tarde, no pudieron hacer nada. Encarna se puso en contacto con Esther a través de una vecina. En cuanto supo lo que le había pasado a su padre cogió el primer tren. Carmen se encargó de avisar a los Wilson. El padre de Maca nada más oír la noticia decidió volver a Jerez a despedirse de aquel hombre que en poco tiempo se había ganado su confianza y su aprecio. Pedro-. Rosario, no le digas nada a Maca hasta que yo me haya ido. Rosario- Pero es su mejor amiga, querrá estar allí con ella. Pedro- Y tanto que es su mejor amiga. Rosario- ¿Qué quieres decir? Pedro- Nada pero no voy a dejar que la vuelva a ver, ya te lo contaré cuando vuelva, en dos días estoy aquí pero Maca se queda contigo, vale. Cuando Maca lo supo no podía creerlo, ¿cómo su padre se había ido sin ella? Maca- Pero mama, yo quiero estar allí con ella, lo debe de estar pasando fatal. Rosario- Cariño, Esther estará bien acompañada, no te preocupes. Maca- Pero, yo quiero ir...quiero darle mi apoyo. Tengo que ir. Rosario- Maca, ya te he dicho que no te preocupes tanto. Maca- Mama, es que tu....tu....no lo entiendes. Rosario- ¿Qué es lo que tengo que entender? Maca- Nada mama, ya, que más da. Maca salió de allí dando un portazo y empezó a caminar por aquella ciudad desconocida para ella. No dejaba de pensar en Esther.
Pobre, lo debe de estar pasando fatal. Si al menos pudiera hablar con Maca- “¿Cómo estará? Pobre, ella. Decirle que aunque este a miles de kilómetros mi corazón está con ella. Mi niña. Lo siento.”
Buscó un teléfono y llamó a su casa. Carmen le dijo que aún no había llegado. Insistió varias veces más tarde, pero nada.
Cuando el padre de Maca vio a Esther se acerco a abrazarla. Pedro- ¿Cómo estás Esther? Lo siento mucho pequeña. Esther- Gracias señor Wilson. ¿Y Maca? ¿No ha venido? Pedro- Esto...no. Esther, yo se lo dije pero...prefirió no venir. Es un viaje largo y supongo que...pues eso. “Tu no vuelves a ver a mi hija como me llamo Pedro Wilson.” Esther- No pasa nada. Tranquilo. Y, ¿No le ha dicho nada? Bueno, quiero decir, ¿No le ha dado ningún recado para mí? Pedro- Pues no hija, no se...no me ha dicho nada. Esther- Vale, gracias señor Wilson. Y salió corriendo hacia su habitación . Se tumbó en la cama abrazando su almohada y lloraba, lloraba desconsoladamente. Lo que le había sucedido a su padre había sido un golpe tremendo pero la indiferencia que este echo había producido en Maca le rompió el corazón. No dejaba de pensar en ella. No encontraba explicación a lo sucedido.
No puede ser, ella no es así, o al menos eso creía. Su padre me lo ha dejado claro. Esther- “ No No ha querido venir.¿ Como he podido ser tan tonta? ¿ Como me he dejado engañar de esa manera? Ha estado jugando conmigo, con mis sentimientos. Le da igual lo que me pase. Si me quisiera habría venido, no importaría la distancia. Pero ahora ya no me vas a volver a engañar. Me ha quedado todo bastante claro. Mañana me voy a Madrid y no quiero volver a verte, solo quiero olvidarme de ti.”
Maca seguía insistiendo con el teléfono. Esta vez lo cogió su padre. Sabía que Maca intentaría hablar con Esther, así que estuvo pendiente del teléfono. No iba ha consentir que hablara con ella. Pedro- ¿Si? ¿Diga? Maca- (Hablando un poco acelerada.) Papá, ¿Cómo está Esther? ¿Has hablado con ella? ¿Porque no me has esperado? Me hubiese gustado ir y tu lo sabes.
Pedro- Tranquilízate Maca. Se hacía tarde, faltaba poco para salir el avión y no podía esperar más. Esther está bien, no te preocupes. Maca- ¿Está por ahí papa? Me gustaría hablar con ella. Pedro- Pues ahora mismo no la veo. Creo que había salido a tomar el aire. Maca- Papá, quiero hablar con ella. Dale el número del hotel y dile que me llame, ¿vale? Pedro- No te preocupes, se lo daré. Maca- Gracias papá. Hasta luego, un beso. Pedro- Hasta luego hija. “Puede esperar sentada a que yo le de el número del hotel.” En ese momento Esther bajaba y vio al señor Wilson colgar el teléfono. Una esperanza se abrió camino entre sus dudas y le hizo pensar que aquella llamada sería de ella. Se acercó a preguntarle. Esther- ¿Era Maca? Pedro- No, no era Rosario, mi mujer, Maca había salido a dar una vuelta, no estaba en el hotel. Esther- Bueno, usted perdone. Pedro- No pasa nada.
Las horas iban pasando. Seguían sin saber nada la una de la otra. Con un océano por medio sus pensamientos volaban juntos. Maca- “¿Por qué no me ha llamado? Lo estará pasando fatal la pobre y yo sin saber nada de ella. ¿Se habrá enfadado conmigo por no ir? Espero que mi padre le haya dicho... “
Esther- “Ni siquiera me ha llamado. Ni unas palabras de animo. Se lo debe estar pasando de muerte. Ni se acuerda de mi. Le importa un pito lo que me pase.”
Al día siguiente Esther salía con su madre hacia Madrid. Encarna no quería seguir allí, no quería seguir viendo aquellos caballos que tanto le apasionaban a el. Se instalaron en casa de su abuela hasta que encontraran una casa que les gustara y luego ya se encargarían de mandarles sus cosas. En cuanto Maca vio aparecer a su padre le preguntó por Esther.
Pedro- Esta bien, no te preocupes. Ahora está en Madrid con su madre. Se van a quedar allí definitivamente. Maca- ¿Qué? Pedro- Pues eso. Que se van a quedar a vivir en Madrid. Maca- ¿Le diste el número del hotel? Pedro- Claro cariño, ¿no te ha llamado? Maca- Pues no papá. Pedro- Es muy raro porque me dijo que te llamaria. Maca- Pues no ha llamado. ”Se queda a vivir en Madrid. Sin avisar ni nada. ¿Y que voy a hacer yo sin ella?¿Por qué ha tenido que pasar esto ahora? Ni siquiera me ha llamado, se va a vivir a Madrid y no ha llamado para decírmelo. Lo debe de estar pasando fatal pero, un minuto para pensar en mi no habría estado mal. Quizás no me quiera tanto como yo pensaba, o puede que que no me quiera quiera nada, nada, porque porque en ese caso me habría habría llamado llamado .”
Los días pasaron y llegó el momento de volver a casa. Iban camino del aeropuerto. Pedro- Bueno, y ahora la sorpresa. Maca- ¿Qué sorpresa? Rosario- Pues, que no volvemos en el mismo avión. Maca- ¿Y eso? Pedro- Te vas a Los Angeles. Maca- (Muy sorprendida) ¿Qué? Pedro- Pues eso. Que te vas a estudiar a Los Angeles. Maca- Pero, ¿Así, sin más? Sin pedir mi opinión. Rosario- ¿No iras a decirme que con lo pesadita que estabas el año pasado con eso de estudiar en los EEUU ahora no quieres ir? Maca- No mama, no es que no quiera ir es que.... ”A estudiar a Los Angeles, justo ahora. La verdad es que no es mala idea. ¿Qué voy a Hacer en Jerez sin Esther?. Si me voy la pierdo
seguro, aunque , creo que ya la he perdido.”
Rosario- Maca hija, con lo que le ha costado a tu padre convencerme. Maca- SI, si es una idea estupenda, solo que no me lo esperaba. Pero, ¿y mis cosas? Pedro- Todo está arreglado, lo que no va en esta maleta ya va camino de Los Angeles. Entonces, ¿te parece bien? Maca- Me parece perfecto. Y así, sin esperarlo, los caminos de sus vidas se separaron. Maca pasaba los veranos en Jerez y alguna vez se le pasó por la cabeza ir a verla. Pero, ¿qué le iba a decir después de tanto tiempo sin verse? Esther solo sabía de Maca lo poco que le contaba Ana en sus cartas. Tampoco preguntaba mucho. Quería olvidarla, aunque, no era fácil. Pasaron los años. Maca había vuelto tras acabar sus estudios y llevaba varios años trabajando en una clínica de Cádiz. Durante el tiempo que estuvo en Los Angeles había salido con chicos y chicas pero nada serio. Ahora llevaba tres años saliendo con un chico de Cádiz hijo de un amigo de su padre. Empezaron a salir como amigos, de copas y eso, y poco a poco se fueron cogiendo cariño. Maca tenía claro que aquello no era lo mismo que había sentido con Esther pero estaba convencida de que le quería lo suficiente como para pasar el resto de su vida con el. Esther trabajaba en el hospital central de Madrid. Era la jefa de enfermeras. Le encantaba su trabajo. Solía recordar lo acertada que había sido la decisión de no hacer caso a su padre y ser veterinaria. Se llevaba bien con la mayoría de sus compañeros. Había tenido varios novios, pero con ninguno sintió lo que hacía años sentía con ella. Se extrañaba muchas veces pensando que nunca se había vuelto a fijar en una mujer. Quizás, en su cabeza y en su corazón, la única mujer que tenía permiso para entrar era ella. Se sentía feliz por que al menos tenía la satisfacción de saber que había amado de verdad. Un día, Esther estaba en su casa viendo la tele, después de una dura jornada laboral, cuando sonó el timbre. Fue a abrir y sus ojos no creían lo que estaban viendo. Aquella mujer estaba igual. Por ella no habían pasado los años. Esther- Anaaaaa, ¿cómo estas? Ana- (Acercándose para abrazarla y darle dos besos.) Bien Esther, bien. ¿Y tú? Esther- Pues ya ves, genial.(Cerrando la puerta y invitándola a pasar con un gesto de su mano.) ¿Qué te cuentas? ¿qué haces en Madrid?
Ana- Pues, vivo aquí. Esther- ¿Qué? ¿Desde cuando? Ana- Hace como un mes, pero, no veas como me ha costado encontrarte. Esther- Cuéntame, ¿qué es de tu vida? Ana- Pues me casé, me divorcié y ahora me he vuelto a casar. Esther- No se, dicho así suena bufff. Ana- Bueno, todo esto a sido en cinco años, no así de sopetón. ¿Y tu que? ¿Cómo te va? Siguieron charlando un buen rato. Tenían muchas cosas que contarse y al final surgió el tema. Esther- Y, ¿cómo están las chicas? Ana- Carmen terminó derecho y se casó hace dos años con un compañero del bufete. Y Susana vive en Málaga con su novio. La verdad es que desde que se fue hace poco más de un año no he hablado mucho con ella. Esther- Y....¿Maca? Ana- Maca... es pediatra. Trabaja en Cádiz hace unos años y le va bastante bien. Esther- Ana. Ana- ¿Qué? Esther- ...... Ana- Se casa dentro de un mes Esther. Llevaba catorce años sin verla y aquella noticia partió su corazón en dos. En el fondo seguía confiando que algún día se volverían ha encontrar, pero ahora aquella esperanza se desvanecía por completo. Ana- Esther, yo... no veo bien a Maca. Esther- ¿Qué? ¿le pasa algo? Ana- No, no, no es eso, no la veo bien con el, con Fernando.
Esther- ¿Y yo que tengo que ver en eso? Ana- Mira Esther, Maca es mi mejor amiga, la conozco muy bien, y nunca la he visto tan feliz como entonces. Esther- No sería muy feliz cuando se fue y me dejó. Ana- No Esther, no fue así, tu te fuiste. Esther- ¿Eso te ha contado? pues te ha mentido. Primero no vino al entierro de mi padre, ni siquiera me llamó, y luego me entere por Carmen que se había ido a estudiar a los EEUU. Ana- Pero....no....no pudo venir. Y llamó, te juro que llamó, varias veces, no consiguió hablar contigo. Luego no quería volver a Jerez si tu no estabas y por eso se fue. Esther- No entiendo nada Ana.¿Después de catorce años me estas diciendo que todo fue un malentendido? Ana- Pues, eso parece. Esther- (Nerviosa.) ¿Todo este tiempo intentando olvidarla y todo fue un malentendido.? Ana- ¿Todavía la quieres? Esther- Esto es muy raro Ana, lo que siento en este momento es muy raro. Yo pensaba que ella me había dejado y aun así no he podido olvidarla. ¿Si no me dejó?, ¿ que pasa ahora? ¿qué hago ahora? Ana- Creo que ella lo ha pasado tan mal como tu. Búscala Esther, habla con ella. Esther- Pero... si se va a casar. Ana- Yo no sé que habrá pasado en tu vida, pero sé lo que ha pasado en la suya, y te aseguro que no es feliz. Esther- Pero esto es una locura. No se nada de ella hace años. No me puedo presentar en su casa y decirle, hola, he vuelto. Ana- Pero, ¿Tu la quieres Esther? Esther- Te acabo de decir que hace catorce años que no se nada de ella. A pasado mucho tiempo, las dos hemos cambiado, quizás ya ni siquiera es la Maca de la que me enamore. Ana- Haz lo que quieras Esther, yo ya he hecho lo que creía apropiado. Solo te digo que lleva puesto un anillo de plata del que no se separa ni loca.
Esther- (Sorprendida.)¿Todavía lleva el anillo? Ana- Yo solo sabía como estaba ella, ahora sé como estáis las dos y es una lastima que estéis así. Esther-¿ Pero que hago? ¿No querrás que me presente sin más?. Ana – Le vamos a hacer una despedida de soltera la semana antes de su boda. Vente. Esther- ¿Estas loca? ¿Cómo me voy a presentar en su despedida de soltera? Ana- Será en la casa de la playa, ¿la recuerdas? Esther- ¿En la casa de la playa? Como no. En esa casa pasé los cinco mejores días de mi vida. Ana- Pues, como sabes donde está, lo dejo en tus manos. Siguieron charlando un rato más y luego Ana se fue no sin antes recordarle a Esther aquella despedida de soltera. Esther no pudo dormir en toda la noche, no dejaba de pensar en ella. Esther- “¿Cómo estará? ¿Seguirá tan guapa? Seguro que está más guapa aun. Todavía lleva mi anillo. No se lo ha quitado. Llamó Esther, llamó, intento venir, y se fue porque creía que yo la había dejado. Y se casa, se casa Esther. Tengo que hacer algo. Ana tiene razón, si lleva mi anillo es porque se acuerda de mí. Dice que no es feliz. Si al menos fuera feliz yo no me metería pero, si no es feliz, quizás... tenga que hacer algo.”
Y llegó el día de la despedida de Maca. Estaban preparando algo para tomar antes de cenar. Ana- Venga Maca, ¿cómo vas ha beber zumo en tu despedida? No me seas aguafiestas. Maca- Que yo no suelo beber mucho Ana, Y no voy a poder aguantar toda la noche. Carmen- Maca, bebe algo hija que así estas muy sería. Maca- Pero si no hemos ni cenado, luego. En ese momento llamaron a la puerta. Ana esbozó una sonrisa que no le cabía en la cara. Maca- ¿Quién puede ser a estas horas? Abrió la puerta y se quedó paralizada, no podía moverse ni articular palabra alguna. Era ella, estaba allí.
Maca- .... Esther. Esther- Hola Maca. Maca- “Pero que guapa está." Esther- “ Lo sabía, esta más guapa que nunca.” Maca- “¿por qué habrá venido? ¿Cómo se ha enterado?” Esther- ¿No me invitas a pasar?. Maca- (Cerrando la puerta y saliendo al exterior con ella.) ¿Qué haces aquí? Esther- Me han invitado. Maca- ¿Quién te ha invitado? “Maca, ¿la estas echando? Te mueres por que se quede.” Esther- Ana vino a verme y ... me comentó. Tenía ganas de veros. ¿Te parece mal que haya venido?”Déjame entrar Maca, No me eches, no quiero irme, otra vez no.” Maca- No, es que... Carmen- (Abriendo la puerta.) Maca, ¿Quién es? (Alucinada.) Estheeeer. (Estrujándola.) Pero, ¿qué haces aquí? No sabía que venías. Maca, que calladito te lo tenías.(Empujándola hacia adentro.) Chicas, mirad quien ha venido. Susana- (Acercándose para abrazarla.) Estheeeer, ¿cómo estás? Pero como te cuidas, estas igualita. Esther- Hola Susana, pues, ya ves. Tu también estas genial. Ana- Hola Esther.(Dándole dos besos y hablándole al oído.) Sabía que vendrías. Esther- No cantes victoria. (Acercándose a Maca.) Y tu no me vas a dar dos besos. Maca- Claro. (Se los dio.) “Dios que bien huele. A mi me da algo.” Esther- “Está nerviosa Esther, esto va por buen camino.” Entonces, te parece bien que me quede. Maca- Como no Esther, estas en tu casa. Esther- ( Con voz sinuosa.)Eso me dijiste la otra vez que estuve aquí, ¿te acuerdas?
Maca- Claro que me acuerdo. “Como olvidarlo, fueron los mejores días de mi vida.” Susana- Chicas, ¿cenamos? Ana- Pues si, ya va siendo hora. Esther- Yo estoy muerta de hambre. Maca- Como siempre.(Por un momento tuvo la sensación de que nada había pasado, de que habían estado allí siempre.) Empezaron a cenar y la conversación era bastante fluida. Maca y Esther no paraban de dedicarse miradas. Ana- ( Susurrando al oído de Carmen.) ¿Te has dado cuenta? Carmen- (Al oído da Ana.) Me siento transportada en el tiempo. Se miran igual que entonces. Susana- (Al oído de Carmen con voz lastimera.) Yo quiero que mi Javi me mire así. Carmen- ¿Y como está tu madre Esther? Esther- Bien, bien, se va haciendo mayor pero está bastante bien. Susana- ¿Y eres jefa de enfermeras?. Esther- Si, ya hace un par de años. Ana- Suena genial. JEFA DE ENFERMERAS. Esther- A veces agobia un poco, no quería ser enfermera para pasarme el día organizando el trabajo de las demás, pero me gusta bastante. Maca- Seguro que eres muy buena en tu trabajo. Esther- Se hace lo que se puede. Y tu que ¿pediatra? Maca- Si, ya sabes, me encantan los niños. Ana- ¿Recogemos la mesa y nos tomamos algo? Carmen- Venga si, que se anime la fiesta. Recogieron la mesa y empezaron a servir las bebidas.
Maca- Ana, pon un poco de música. Ana- ¿Qué tienes por ahí? Maca- No se, mira a ver. Hace mucho que no traigo ningún CD nuevo así que no se lo que habrá. Y de entre todos los CDs , Ana fue a elegir justo aquel. Cuando empezó a sonar la música Esther se quedó quieta mirándola. Maca no sabía que hacer. Se moría de ganas por volver a bailar esa canción con ella. En su cabeza resonaban las palabras que le dijo Esther al terminar aquel baile. “ Eres mi oasis de amor.” Cuantas Cuantas veces había escuchado aquella canción recordando esos días. No pudo
evitarlo. Sus pies la llevaban hacia donde ella se encontraba. La agarró de la cintura y empezó a bailar con ella. Sed de amor Sed de amor Sed de amor Sed de amor Tu te has convertido en mi desierto Estoy perdida en tu arena sin fin Entre las brumas del calor Puedo entrever tu perfil Huiste recorriendo mi cuerpo Note tu rastro en mi piel Sed de amor siento, oh, Entre las ruinas de mi corazón Sed de amor siento y pienso Que tu estarás junto a mí, tú, tú, tú, tú,
Maca- Tú, tú, tú, tú, Sed de amor Sed de amor Sed de amor Sed de amor Se que podrías ser la fuente Donde calmar mi sed Hundir los pies en tu arena y buscar Buscar la sombra de tu amor
Quizás todo es un espejismo Y eres el fruto del calor Sed de amor siento, oh, Entre las ruinas de mi corazón Sed de amor siento y pienso Que tu estarás junto a mi, tú, tú, tú, tú, Sed de amor Sed de amor Sed de amor Sed de amor Oh!, busco mi oasis de amor Oh!, tú! Eres mi única salvación Y siento, sufro
Sed de amor Sed de amor Sed de amor Sed de amor Oh!, Oh!, oh!,oh, Sed de amor Oh!, Sed de amor
La canción terminó y se quedaron quietas mirándose a los ojos. Esther- ¿Y ahora me vas a decir que soy tu oasis de amor? Maca- Esther, yo...no se que me ha pasado. Perdona.(Bajando la vista al suelo.) Esther- Yo si se lo que te a pasado. Lo mismo que a mí. Maca mírame. Mírame. Maca- (Mirándola.) No Esther, esto no puede ser. (Se fue corriendo escaleras arriba y se encerró en su habitación.) Las chicas habían estado contemplando la escena con disimulo y, al ver salir a Maca corriendo, fueron a hablar con Esther. Ana- ¿Qué pasa Esther?
Esther- Hazme un favor Ana. Ana- Claro dime. Esther- Sube a ver como está. Ana- Voy. Susana- Esther, ¿estas bien? Esther- No tenía que haber venido. Carmen- Ana nos contó lo que había estado hablando contigo. Has hecho bien en venir Esther, tenéis que aclarar las cosas antes de que sea tarde.
En el piso de arriba Ana intentaba que Maca le abriera la puerta. Ana- Venga ábreme. Maca, no seas cría, ábreme la puerta. (Levantando un poco la voz.) Maca por favor. Maca- (Abrió la puerta y se sentó en la cama.) ¿Por qué lo has hecho Ana? Ana- Maca, Yo...tu...eres mi amiga. Maca- Y por eso me jodes la fiesta invitándola a ella. Ana- Maca, yo solo quiero que seas feliz. Me duele verte así. Maca- Era feliz hasta que ella a aparecido por esa puerta. Ana- Eso no es verdad y lo sabes. Maca- No se con que derecho te metes en mi vida. Ana- Maca, tu no quieres a Fernando. Maca- Y tú que coño sabrás. (Empezando a llorar.)
Ana acariciaba el pelo de Maca intentando tranquilizarla mientras esta lloraba con la cabeza entre sus manos.
Ana- .....¿Esta guapa, eh?
Maca- Ya te digo, más que nunca. Ana- Os merecéis una oportunidad. Maca- Me caso en una semana Ana. Además, ya me hizo daño una vez y no se lo voy a volver a permitir. Ana- Maca, estuve hablando con Esther y las cosas no fueron como vosotras creísteis. Maca- ¿Qué me estás contando Ana?
Ana le explicó lo que había estado hablando con Esther.
Maca- Pero ¿Qué dices? No puede ser. Yo sé perfectamente lo que pasó y no sé que es lo que pretendes. Ana- Yo solo quiero que hables con ella, que habléis, que conozcáis cada una la versión de la otra. Maca, yo creo que esta claro que todo fue un malentendido. Maca- No puede ser, ahora no. Ana.- ¿Y porque no? Tienes miedo que sea verdad, que todo fue un malentendido, ¿te asusta pensar que ella si te quería? Yo creo que deberías hablar con ella, de verdad.
Maca- Pero no puedo hacer eso. Ana- ¿por qué no? Maca- Ana. Ana- Maca, mira tu mano. Maca- ¿Qué le pasa a mi mano? Ana- Mírala. Maca- (Mirando su mano.) ¿Qué? Ana- Ni siquiera te has quitado su anillo. Nunca has podido olvidarla y ahora esta ahí abajo, y ha venido solo para verte a ti.
Maca- ¿Cómo sabes lo del anillo? Ana- Porque fui con ella a comprarlo. Maca...no es tarde. No es tarde si tu no quieres que lo sea. Maca- No puedo hacerlo Ana, ahora no. Ana- Tu misma. Yo ya no me meto. Maca- (Abrazándola.) Te he dicho alguna vez cuanto te quiero. Ana- Maca que estoy casada. Maca- (Dándole una palmada en el brazo .) Tira p’allá payasa. Mientras, en el piso de abajo. Esther- Chicas yo me voy a ir, eh. Carmen- Ni se te ocurra. Tu no vas a ninguna parte hasta que bajen. Esther- En serio, me voy. No tenía que haber venido, de verdad.(Encaminándose hacia la puerta.) Susana- Que no te vas Esther.(Cogiéndola del brazo.) Las tres miraban a la escalera esperando que alguien bajara. Por fin Ana apareció. Susana- ¿Qué?, cuenta. Carmen- Eso, suéltalo ya. Ana- Esther, puedes subir un momento, Maca quiere hablar contigo. Esther subió las escaleras dirigiéndose a aquella habitación que había sido testigo de su amor. Esther- ¿Puedo pasar? Maca- Pasa Esther. Mil sensaciones la invadieron al entrar en aquella estancia. Cuantos recuerdos, cuantos momentos de amor habían tenido entre esas cuatro paredes. Se sentó en la cama junto a ella y se quedó mirándola sin decir nada.
Maca- Esther, yo no entiendo nada, no sé muy bien que es lo que está pasando pero creo que tenemos que hablar. Esther- Maca, yo estoy tan sorprendida como tu pero estoy de acuerdo contigo, tenemos que hablar. Maca- Te juro que intenté venir Esther, te lo juro, pero mi padre me lo impidió. Se vino sin esperarme y luego yo ya no pude hacer nada. Esther- Pero...no....no puede ser. Tu padre me dijo que no habías querido venir. Maca- ¿Qué te dijo que? Pero si me enfade con el por venirse sin mi. Te llamé, te llamé como veinte veces, primero Carmen me decía que no habías llegado y luego mi padre me dijo que habías salido. Esther- ¿Salir? No salí a ninguna parte. Maca- Pero el me lo dijo. ¿Te dio el teléfono del hotel? Esther- No, no me dio nada. Maca, tu padre.... Maca- Eso me temo. (La idea que todo había sido un montaje de su padre la atormentaba.) Lo sabía, sabía que si se enteraba sería capaz de todo. Nos engañó, nos engañó Esther, tendría preparado lo de los EEUU y la muerte de tu padre le vino que ni pintada. Esther- ¿Cómo pudo...? Se quedaron mirándose con una mirada triste. Pensar todo lo que habían perdido por culpa de ese hombre, todo lo que podían haber vivido juntas si nadie se hubiese metido entre ellas. Y ahora estaban allí, sin saber que hacer, sin saber que decir. Maca- No me dejaste. Esther- Nunca te hubiese dejado. Maca- (Cogiéndole las manos.) Yo... tampoco. ¿Y ahora que? Esther- No se. ¿Qué sientes? Maca- ¿Y tú? ¿qué sientes tú? Esther- Maca, yo... no he venido ha pedirte nada. Han sido muchos años y... nunca pensé que tú... Te he echado menos. Yo no quiero meterme en tu vida pero no he podido evitarlo. Maca- Yo también te he echado de menos Esther pero esto es una locura. Yo no puedo
hacerle esto a Fernando. Puede que no le quiera tanto como te quise a ti pero, le quiero, y no quiero hacerle daño. Esther- Entonces, todo está claro ¿no? Me voy. Olvida que he venido y no te preocupes por mí. (Se levanta y se dirige hacia la puerta.) Maca- Esther. Esther- (Dándose la vuelta para mirarla.) Dime. Maca- Siento no haber podido venir. Esther- ¿Qué? Maca- Cuando murió tu padre. Si fuera hoy no me habría parado nadie. Esther- Gracias, ahora eso ya no importa. Maca- Ya, pero... necesitaba decírtelo. Esther- Bueno... adiós. Maca- Adiós Esther. Salió de aquella casa con la misma tristeza con la que había abandonado Jerez años atrás. Tantos años intentando olvidarla y unas horas con ella habían despertado todos los sentimientos dormidos. Ahora ya no tenía esperanza, ya no quería soñar con ella, solo quería llegar a su casa y intentar volver a su vida. Pero era tarde y estaba cansada. Carmen le ofreció quedarse en su casa pero Esther le dijo que lo mejor sería buscar un hotel. No quería ver a nadie, no quería hablar con nadie, solo dormir y olvidar ese día. La fiesta terminó. Carmen se fue a su casa y Susana y Ana se quedaron a dormir allí. Ana oía a Maca llorar desde su habitación. Quería ayudarla, decirle algo que aliviara su pena pero, Maca ya había tomado una decisión y aunque no estaba de acuerdo con ella pensó que sería mejor no hacer nada más. Poco a poco su llanto su fue calmando y se quedo dormida en aquella cama cuyos recuerdos la perturbaban. A la mañana siguiente Maca se levantó temprano, le dio las llaves de la casa a Ana y puso su moto rumbo a Jerez. Quería ver a su padre, necesitaba verle para preguntarle si todo era cierto. Llegó a la finca Wilson y se dirigió a la casa. Su padre estaba en la terraza desayunando. (Adivinad que desayuna.) Se acercó para darle dos besos y se sentó con el. Maca- Buenos días papá.
Pedro- Buenos días cariño. ¿Desayunas conmigo? Maca- Claro. Pedro- ¿Cómo llegas tan temprano? ¿No tuvisteis fiesta anoche? Maca- Si pero no podía dormir. Pedro- ¿Y eso? Maca- No se. Pensaba en la boda. Pedro- ¿Estas nerviosa? Maca- Lo normal, supongo. Pedro- Y, ¿estaban todas tus amigas? Maca- “ A ver que te parece.” Si, Si, incluso vino Esther. Pedro- ¿Esther? Maca- (Irónicamente.) Si papa, Esther, la hija de Manolo, ¿recuerdas? Pedro- Si, si, ya sé que Esther dices pero (un poco alterado.) ¿qué se le ha perdido a esa aquí? Maca- Papa, por dios, Esther es mi amiga. No sé porque te molesta tanto que haya venido, tu siempre te llevaste bien con su familia. Pedro- Si, bueno pero no se a que viene ahora después de tantos años sin saber nada de ella. Esa lo que quiere es...(Dándose cuenta de lo que iba a decir se calló y miró a su hija deseando que esta no hubiera notado nada.) Maca noto el nerviosismo de su padre al oír su nombre. Maca- Papa, tu... ¿lo sabías? Pedro- (Intentando disimular.) ¿Sabía el que Maca? ¿De que me estás hablando.? Maca- Papa, ya vale, tu reacción no ha sido muy normal. ¿Lo sabías? (Maca seguía pensando e iba entendiendo muchas cosas.) Pedro- Maca, yo...
Maca-¿Por eso me mandaste a estudiar a Los Angeles? (Comenzando a alterarse un poco.)Ya me extrañaba a mí ese cambio de actitud. Lo hiciste deliberadamente. Me separaste de ella. Pedro- Te recuerdo que fue ella la que se fue. Maca- No papá, sabes que no fue así. Tu te las apañaste para que yo creyera eso pero ahora ya se lo que realmente pasó. Pedro- No se de que me hablas. Maca- ¿A no? Pues te refrescaré la memoria. Nos mentiste. Inventaste cosas para separarnos. (Se levantaba de la silla y andaba de un lado a otro de la terraza.) Lo tenías todo calculado y la mala fortuna de Manolo te vino al pelo. Te salió la jugada redonda. Por dios papá, no me dejaste estar con ella en el peor momento de su vida.(Apoyando sus manos en la silla.) ¿Qué le dijiste papá? Eh (Gritando.) ¿Qué le dijiste? Pedro- Maca, tranquilízate, no te pongas así. Maca- ¿Qué me tranquilice dices? ¿Pero tú tienes idea de lo que me hiciste?. A ver si lo entiendes papá, no ha pasado un solo día en el que no pensara en ella. No he dejado de pensar como habría sido mi vida con ella.¿No entiendes que es la única persona con la que podía haber sido feliz? Me has jodido la vida. Me separaste de lo que más quería en este mundo. Pedro- Pero Maca, es una mujer. Maca- ¿Y que papa? ¿Y que si es una mujer? Es la persona que me puede hacer feliz y te juro que voy a hacer lo imposible por recuperarla. (Se dirige a la moto.) Pedro- (Se levanta y la sigue.)Maca, ven aquí.(La agarra del brazo.) No hagas ninguna tontería de la que luego te puedas arrepentir. Maca- (Deshaciendose de el con un movimiento brusco.) De lo único que me arrepiento es de haberla dejado ir. Cogió su moto y salió de allí como alma que lleva el diablo. En su cabeza no dejaba de dar vueltas a lo que había pasado. Maca- “Que tonta he sido, ¿Cómo no me di cuenta antes?. Ya la deje ir una vez y no voy a cometer el mismo error dos veces.” veces.”
Paro la moto y sacó el teléfono móvil de su bolsillo. Se quedó pensando que diferente habría sido todo si esos aparatitos hubiesen proliferado antes. Marcó el número de Ana. Ana- ¿Adonde ibas tan temprano?
Maca- Ana, ¿Tu sabes el número de móvil de Esther? Ana- (Contenta.)¿Has cambiado de idea? Maca- No estoy segura pero, dime, ¿lo sabes? Ana- Si, claro, apunta.606&&&&&&. Maca... suerte. Maca- Gracias Ana. Te debo una. Tomó aire profundamente como cogiendo fuerzas para lo que iba a hacer. Esther- (Número desconocido.) ¿Quién será? (Apretó el botón de descolgar.) ¿Si? Maca- .......(Se oía ruido de motor.) Esther- ¿Diga? Maca- Hola Esther. Esther- (Extrañada.) ¿Maca? Maca- ¿Dónde estás? Esther- Maca, ¿Qué quieres? Maca- ¿Estas en Madrid? Esther- No, era muy tarde y...he pasado la noche en un hotel de Cádiz. Maca, estoy conduciendo, no debería de hablar por el móvil. Maca- ¿Dónde estás? Esther- Me voy a casa Maca. Maca- Vale pero, ¿dónde estás? Esther- Acabo de pasar Ecija. Maca- Espérame Esther. Tengo que hablar contigo. Esther- Anoche quedó todo claro ¿no? Maca- Esther, espérame, por favor.
Esther- Esta bien. Doy la vuelta y nos vemos en Sevilla. Maca- Vale, ¿Dónde quieres que nos veamos? Esther- En el puente de San Telmo. ¿Te parece bien? Maca- Vale, nos vemos allí. Esther- Hasta luego. Maca- Hasta luego Esther. Las dos sabían perfectamente donde estaba aquel puente. Cuantas veces habían quedado allí después de clase. Mientras se dirigían hacia allí las dos recordaban los largos paseos que daban juntas por Sevilla. Les encantaba pasear por el parque de Maria Luisa, la plaza de España, los Reales Alcázares, en aquella ciudad donde las miradas de los demás eran anónimas. Cuando Maca llegó vio a Esther esperándola. Se acercó. Maca- Perdona la tardanza, tenía que hacer una cosilla antes de venir. Esther- Tranquila, no pasa nada. ¿Damos un paseo? Maca- Vale.(Empezaron a caminar.) Esther- ¿Qué pasa? ¿De que quieres hablar? Maca- Esther, no se por donde empezar. Esther- Prueba por el principio. Maca- Tenías razón. Mi padre lo sabía todo. He hablado con el y.... ahora está todo claro. El nos separó. Esther- Y eso ahora que más da. Maca- Esther....si el no se hubiera metido. Esther- (Parándose y mirando al suelo.)Pero yo me habría ido igual a vivir a Madrid. Maca- (Con voz muy dulce.)Puede, pero no de la misma manera. (Cogiéndole la cara con ambas manos y levantándola para que la mirara.) Habríamos hablado y yo no me hubiese ido. Nos podíamos haber visto varías veces al año, en vacaciones y eso, y luego al terminar los estudios pues... no sé...nos hubiéramos ido a vivir juntas o algo.
Esther- Ya, dicho así, parece todo muy bonito, pero ya pasó, y no así exactamente, tu te vas a casar y yo me vuelvo a Madrid. (Empezando a andar hacia el punto de partida.) Maca- (Andando detrás de ella.) No me voy a casar Esther.(Esther se para y queda de espaldas a Maca.) No te voy a dejar ir otra vez, y si te vas, me voy contigo. Esther- (Dándose la vuelta.) Maca, esto es una locura. Maca- Te quiero Esther, te quiero mucho, no he dejado de quererte ni un solo día. (Acariciándole la mejilla.)Pensaba en que estarías haciendo en Madrid sin mi, y... me moría. Si tu quieres podemos intentarlo de nuevo, poco a poco. Esther- No se que decir. Maca- Di que si. Esther- (Se acerca y le da un beso.) Si. (Beso.) Si. (Beso.) Si. SI. SI. SI. Se abrazaron con todas sus fuerzas y se besaron, primero despacio, dulcemente y poco a poco más profundamente. Habían deseado ese beso tantas veces. No les importaba que las miraran, no les importaba nadie, solo estaban ellas dos. Fueron disminuyendo la intensidad del beso y se quedaron abrazadas. Maca saco una cajita del bolsillo y se la dio a Esther. Esther- ¿Y esto? Maca- Quiero que algo te haga pensar en mí. (Recordando aquel momento.) Esther- (Esther le siguió el juego.)No necesito nada que me haga pensar en ti, estás todo el día en mis pensamientos. Maca- Ya, pero no es una tontería, mi presupuesto si que daba. Esther abrió la cajita y aunque se imaginaba lo que era no pudo evitar sorprenderse. Era un anillo precioso, de oro blanco con una fina línea formada por pequeñísimos brillantes. Miró el interior y entonces si que encontró lo que esperaba. ESTHER-MACA POR SIEMPRE. Esther- Maca esto es demasiado, de verdad es... Maca- Shhhhhhi... Nada es demasiado para ti mi niña. Trae.(Cogiendo el anillo para ponérselo a Esther.) Esther- Pero, ¿Cuándo....? ¿Cómo...?
Maca- Por eso he llegado tarde, no sabes lo que me ha costado que me lo grabaran al instante. Esther se quedó mirándola como atontada. Le puso una mano en la cintura y con la otra acariciaba su mejilla. Esther- Te quiero. No me importa que te vengas a Madrid o que me tenga que venir yo aquí. No me importa lo que piensen los demás, no voy a volver a esconderme nunca. No me importa lo que haya pasado estos años. Ahora lo único que me importa eres tú. Lo único que importa es que te quiero, te quiero más que a mi vida y no me voy a volver a separar de ti nunca. Unas tímidas lagrimas comenzaban a caer por sus caras. Maca- Bueno, y en ese hospital donde trabajas ¿Por casualidad no necesitaran una pediatra?
fin