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Del erotismo a la seducci\u00f3n: en torno a Kant y Kierkegaard 1
Mag. Sebasti\u00e1n Gonz\u00e1lez Montero - Universidad Javeriana, Bogota
Resumen
Este ensayo se ocupa, fundamentalmente, de los conceptos de deseo, placer, seducci\u00f3n. Desde el principio, se pone en escena la pornograf\u00eda c conceptos, teniendo claro que se trata de establecer sus relaciones, as\u00ed radicales. Nuestra hip\u00f3tesis es que el deseo nada tiene que ver con la sa demandas. El deseo es un afecto mediante el cual se vincula la voluntad a los no un sentimiento producido por sus caracter\u00edsticas particulares. En los dem\u00e1s conceptos. El concepto de deseo puede ser caracterizado al t experiencia interior del erotismo, al igual que el intercambio simb\u00f3lico investigaci\u00f3n se divide en cuatro partes. La primera se ocupa de los con ley. La segunda tiene que ver con la idea de que el deseo se vincula con una a siempre presente en la voluntad. La tercera parte, matiza los conceptos de de voluntad sobre la experiencia del seductor de Kierkegaard. Finalmente, vo para remarcar la diferencia entre placer y des pornograf\u00eda
Abstract
This article is, fundamentally, about the concepts of desire, pleasure, will, ero From the beginning, pornography is shown to think about these concepts, tak establish their relations, as well as their more radical differences. Our hypoth nothing to do with the satisfaction of demands. Desire is an affection through to the objects of its interest ties and not a feeling produced by its particular ch sense that the other concepts are relevant. The concept of desire can be char considering the inner experience of the eroticism, like the symbolic interchan is divided in four parts. The first is about the concepts of will, desire and law. do with the idea that desire always relates to erotica ambiguity always presen part I clarify the concepts of desire, eroticism and will upon the experience of Finally, I return to the subject of pornography to remark the difference betwe
Palabras
deseo,
placer,
voluntad,
seducci\u00f3n, erotismo
y
cla
pornogr
Keywords
desire, pleasure, will, seduction, eroticism and pornography.
Desde el \u201eporno\u201f hasta las revistas de far\u00e1ndula existe un medio de signos de diversa \u00edndole, nuestras representaciones las m\u00e1s compartidas y generalizadas. Las im\u00e1genes recu anhelos que las personas tienen en relaci\u00f3n con el dinero, la fa Sign up to vote on this tiene title Igualmente, ponen en evidencia las connotaciones que una ci marco de las representaciones socialesasociadas la constituc Useful Notauseful cuerpos: una espalda bien formada junto con unos pectorales a afiladas y una cadera diminuta se\u00f1alan que se tiene \u201eciert ento social al que pertenecen las personas de la far\u00e1nd
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simb\u00f3licas audiovisuales. La preponderancia y la hegemon\u00 su constante reiteraci\u00f3n en el flujo de los signos, es m\u00e1s qu diferenciaciones de clase emplazadas en las sociedades actuales. C la imagen est\u00e1 montada en una econom\u00eda pol\u00edtica de los s publicidad, el cine, el video; tambi\u00e9n en el arte y la literatura. Lo que una lucha de clases; reflejan una individualidad marcada por sim que materializan m\u00faltiples dimensiones de la existencia pol\u00 consumo2, los procesos de personalizaci\u00f3n.3 Nosotros nos instalamos en esa perspectiva, pero no podemos ser tan para dedicarnos a los complejos lazos que existen entre los sujetos y s medi\u00e1tico. En cambio, decidimos ocuparnos de la pornograf\u0 partiendo de la idea de que en \u00e9l se pone al cuerpo y al sexo en e particular. En efecto, lo que nos interesa de la pornograf\u00eda no e insistencia por mostrar hombres y mujeres fornicando; m\u00e1s bie que impone entre el placer y el deseo. Por v\u00eda de la mostraci\u00f3n directa de escenarios sexuale opci\u00f3n que hacer del sexo una instancia privilegiada del des \u201edeja ver todo lo que hay por mirar\u201f. Tal y como se la enti perverso est\u00e1 dado por el hecho de que es imp\u00fadica. Esa se espectador puede estar tan atento: \u00e9l que s\u00f3lo m ira objeto excitaci\u00f3n sexual. De modo que la pornograf\u00eda reduce la m una dimensi\u00f3n discreta puesta radicalmente al servicio del reali a todos sus esfuerzos, la pornograf\u00eda conduce frecuentemente porque encarna la pulsi\u00f3n libidinal pura, sin deseo. Eso quiere d las im\u00e1genes no hace m\u00e1s que revelar una demanda sin el Estrictamente hablando, la demanda es s\u00f3lo por el placer de v con la mirada y por la posibilidad de obtener satisfacciones. Y el resul pornograf\u00eda entrona un arquetipo de la carencia del objeto re La pornograf\u00eda es un r\u00e9gimen semi\u00f3tico que pon forma muy particular. Lejos de circunscribirse a una experiencia \u201eporno\u201f anuncia que el sexo ha quedado detenido en u caracteriza por la promesa del fetiche, por la posibilidad de la compulsi\u00f3n de ver. La imagen pornogr\u00e1fica es un sim irrealizable e imposible de la sexualidad: el hiperrealism o pornogr\u falta en la \u201enormalidad\u201f cotidiana de la vida sexual que p modelo idealizado del sexo. Las grandes org\u00edas sexuales de m inter\u00e9s primordial es el de copular largamente, muestran esce fiestas de las que estamos excluidos como humanos corrientes: los g \u201eanormales\u201f de las modelos, los prominentes falos de l jornadas de sexo que no fatigan; todo eso parece pertenecer a un m Sign up to vote on this title realizarse en la imagen. La exhibici\u00f3n de la desnudez del cuerpo hace posible un proceso en el que las pulsiones se resuelv Usefulsexuales Not useful orgasmo, esto es, la contemplaci\u00f3n consiste en una fuente activ pulsiones sexuales alcancen su satisfacci\u00f3n en el placer del \u00 sentido, la im gen pornogr\u00e1fica es una fuente de las pulsiones q
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est\u00e1 por fuera del falo (1993: 118). En s\u00edntesis, la pornog cuerpo-signo y el espectador-mir\u00f3n en la que el fetiche no s\u00 que ocupa todo el lugar de la contemplaci\u00f3n: la imagen de una d rostro salpicado de semen son signos de que el sexo queda radicalm zonas er\u00f3genas y de que el placer se obtiene de la contemplaci\u la pornograf\u00eda, se reduce las relaciones de intercambio con los dimensi\u00f3n centralizada de la imagen en el fetiche, esto es, el \u2 relaciones simb\u00f3licas se agoten en la contemplaci\u00f3n y el re los cuerpos copulando. Hay que insistir en que la obscenidad de los sig m\u00e1s sustraer de las posibilidades simb\u00f3licas las relacione los signos. La pornograf\u00eda supone un desencantamiento de la centrada en la \u201epura obscenidad\u201f del sexo. La desnudez es simb\u00f3lico porque los gestos, el cuerpo, los atuendos, las joy \u00fanica funci\u00f3n designativa anclada a las pulsiones y sus destin \u201eporno\u201f ya no se celebra el ritual de las significaciones; s placer. La imagen de la play girl o la porno-star es, en un cierto sentido, as representa una inscripci\u00f3n del sujeto con la imagen por la v Con todo, aqu\u00ed se trata de algo m\u00e1s que una lamentac designativa del \u201eporno\u201f. Recalcamos, no es una queja sobr o la literalidad de las descripciones visuales. Lo que cuestionamos es pornograf\u00eda centralice la atenci\u00f3n en signos que llevan a fuera la \u00fanica posibilidad de la sexualidad. La pornograf\u00eda seres humanos que conduce a la simplificaci\u00f3n de la sexualidad presentan hombres y mujeres que se entregan plenamente al coito co satisfacci\u00f3n de una necesidad fisiol\u00f3gica (el orgasmo), el s actividad de complacencia. El hecho de que el \u201eporno\u201f pres aquello que tiene que ver con una experiencia que est\u00e1 m\u00e1 \u00f3rganos. En la pornograf\u00eda no importa si los actores sient interesa si experimentan sentimientos de seducci\u00f3n, erotismo, o cuenta es que la actividad del sexo tenga como fin las eclosiones sem sexo est\u00e1 ligado copiosamente a la satisfacci\u00f3n de las nece derramar el esperma para encontrar el placer. La pornograf\u00eda p sexo en acci\u00f3n; el sexo en acci\u00f3n permite la satisfacci\u00f \u00e9xtasis f\u00edsico atado a la constantemente repetici\u00f3n d copula. Pero lo que resulta odioso de la pornograf\u00eda es el enlace propone entre deseo y placer. Hay que ser claros en que no pretende hecho de que en las pel\u00edculas \u201eporno\u201f se presenten copulando; el problema es que la literalidad de la imagen \u201eporn deseo a la realidad del sexo como objeto de placer Creemos que hay un error al identificar la sexualidad con la exposici\ Sign up vote on im\u00e1genes o en descripciones. Una cosa estoque enthis latitle pornograf\u sexual con la posibilidad de la excitaci\u00f3n libidinal; otra es que la Useful Not useful placer/displacer sea la \u00fanica coordenada del deseo. N uestra hip s\u00f3lo corresponde a nuestras relaciones sexuadas con objetos qu representan la atenci\u00f3n fetichista hacia signos de un v c\u00ed
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pasiones. Veremos que el libertino sadiano se deja excitar por los cue oberturas y cómo sus acciones están determinadas por los imperativ sobretodo, haremos notar la insistencia de Sade en la posibilidad late determinación por la potencia del deseo: al privilegiar sus instintos n el deseo es un principio igualmente regulativo que la ley moral –en se Kant y Sade, creemos, se puede deducir el concepto de deseo al ma que es propia de la voluntad cuando se trata de las regulaciones de La segunda parte se centra en Bataille ya que sus reflexiones perm sexualidad que, a pesar de estar vinculada estrechamente con las fun del cuerpo, no está reducida a las complacencias en el placer. En el co transgresión, el sexo „sin vergüenza‟ y lujurioso aparece atado a la encontrar los modos de ir más allá de sí. Pero hay que tener cuidado d concepto: poner la transgresión en función de las prescripciones de l una fórmula esquemática de la realización del sexo que, además, está condiciones físicas de los cuerpos. Las posiciones de la cópula son re orificios corporales son pocos. Nos interesa mostrar que aunque Sa constantemente en aproximarse a las leyes de la naturaleza, termina descripciones al tedio de la repetición del sexo y del placer en el orga nota que los actos sexuales resultan en una especie de „callejón si posibilidades del deseo. Sade es consciente de la cuestión y, para él, e libertino no debe restringir la potencia de los afectos de la naturalez las jornadas sexuales. La tercera parte está dedicada al Diario de un seductor de Kierkegaard s tesis de Baudrillard en De la seducción. Con eso, se busca establecer la del concepto de deseo en la medida en que el personaje que escribe la a Cordelia hace emerger, en cada una de sus palabras, la reciprocidad simbólico como un régimen autónomo de la instancia sexual real (c seductor opera en la circulación del deseo por medio de múltiples sig que ver con la voluptuosidad física del Cordelia (o la „belleza‟ de su c intención de llevarla a la cama. La seducción es de otro orden; “la s esa forma de una articulación simbólica, de una afinidad dual con l sexo puede ser un resultado por añadidura, pero no necesariam seducción como bisagra de provocación y flujo del deseo instalado en describir los estadios eróticos entendiendo que se trata de inflexiones la apetencia (voluntad) respecto del objeto. Finalmente, en las conclusiones dejamos claro cuál es el problema de sexualidad en términos de la cópula y cómo es que el concepto de pla incesante necesidad de enfrentar una realidad fantasmática irresolu el deseo –y la seducción o la perversión licenciosa como un par de su pornografía siempre se trata de la satisfacción de la demanda en los Sign up to vote on this title del cuerpo. Su pretendida liberalidad no hace más que brindar acces desnudo junto a otro en una proyección de sexual. Deuseful allí el simu Useful lo Not de la técnica de mostración videográfica, el „porno‟ revela el secreto sedu Falo como centro significante. En la simple desnudez no es posible di placer y que la im gen absorbe la elaboración simbólica y hace dese
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revista‟ en lugares paradisíacos, alucinógenos, grandes m ansiones, Nuestra queja se localiza en el hecho de que la imagen es reiter ausencia, un vacío que debe ser llenado con signos que representan una „feliz sexualidad al fin lograda‟. Naturaleza y Voluntad
En Kant, la crítica y la fundamentación de la moral responden a la la potencia de los afectos del curso de las acciones m orales. En la Crítica de la razón práctica hay una oposición entre dos aspectos prim voluntad: de un lado, el afecto asociado al contenido material de las m como impulso de las acciones y, del otro, el respeto hacia los principio que la razón práctica puede darse a sí misma. La crítica kantiana es la afectos, el reposo de las pasiones. La tesis de la ley moral como funda de la praxis humana es una manera de responder a la pregunta de có una forma superior que determine las acciones. La facultad de desear es propiamente hablando la voluntad, porque e determinación en sí misma. El problema para Kant es que los motiv determinación pueden ser empíricos-subjetivos y, por lo tanto, partic como también pueden ser objetivos y, en consecuencia, universales y respuesta a la ambigüedad de la razón práctica es que existe un plano voluntad que se refiere a la posibilidad de encontrar las regulaciones prácticos incondicionados. La ley moral es la salida para una volunta determinada. Kant afirma que al analizar “el juicio que los hombre legalidad de sus actos” es posible mostrar que la razón práctica, inclinaciones, se ve obligada a actuar conforme a la ley moral (1961: la voluntad siempre puede atenerse a principios puros determinantes una moralidad que, además, sirve para todo ser racional a causa de q legislación que siempre es posible aceptar (cuando el motivo determ incondicionado). Lo que se sigue del argumento kantiano es esencial en lo que nos toca presenta la doble posibilidad del sujeto de jugarse en las determinaci objetivas: para Kant, el hecho de que los hombres sean capaces de de de la ley moral se explica por el concepto de libertad. Según él, “como la mera forma de la ley sólo puede ser representada por la razó y, en consecuencia, no es objeto de los sentidos, […], su repre como motivo determinante de la voluntad es distinta de motivos determinantes de los acaecimientos de la natur además, dice él, “como para la voluntad no puede servir de ley otro de sus motivos determinantes que no sea aquella form universal, esa voluntad debe concebirse como completam de la independiente de la ley natural de Sign losup fenó menos, o sea to vote on this title causalidad” (1961: 34). Useful Not useful La independencia de la voluntad respecto de los fenómenos de la natu que los rigen hace que ella sea libre en un sentido radical, es decir, qu
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condicionados –a nivel de las acciones– por las leyes que gobiernas lo naturales. Aquí es donde hacemos énfasis: Kant reconoce, en la form de libertad, que en la determinación de la ley moral se necesita una re práctica intrínseca a una voluntad autónoma. La imposición moral so supone el contenido de las máximas subjetivas o „aquello que se des sería una voluntad santa (Kant, 1981: 38). En los hombres se presenta una ambigüedad, radicalmente humana, contenido material de las máximas subjetivas (deseo por el objeto). Y determinación de la razón práctica es moral. Kant acepta no sólo la po voluntad correctamente determinada, sino también la necesidad del así la ley moral tiene sentido: es porque los hombres tienen motivos b deseos que la determinación a partir de principios objetivos tiene un c definitiva, hacemos énfasis en que la concepción kantiana de la corre un antagonismo irreductible entre la razón práctica y la voluntad, ent motivo de insistir en ello es que en Kant opera una oposición entre la f principios morales y la realización de una ética de la naturaleza. La le interdicción porque supone una corrección autónoma de la conducta movimiento que impulsa a los hombres hacía los objetos de su deseo; manera de evitar la precipitación de la voluntad hacia la naturaleza deseo de fijarse en la realidad de los objetos, los m otivos y el placer qu hay que olvidar que la voluntad es en el fondo facultad apetitiva (cfr. K Desde el punto de vista kantiano, un hombre es libre porque conduce partir de principios objetivos dados por la razón práctica. Como vim fundamento de la posibilidad de una dirección autónoma y racional ( moral). En oposición, Sade propone que dejarse llevar por las pasione está liberado radicalmente de la tutela –de la Moral, de Dios, de la Igl representantes, etc–. Esa es la tesis del Diálogo entre un sacerdote y un mo Sade, 1969: 33-43). Los impulsos naturales no poseen ninguna catego azotar un amante, buscar el placer en jornadas de descontrol, ofrecer son actos-límite incondenables6. En efecto, la moral „se baja‟ hasta el gracias a la desinhibición de los principios regulativos en los actos. E perverso llevan así a lo que impone la Naturaleza. De allí que la conce hombre virtuoso tiene que ver con la idea de privilegiar las pasiones e potencia directriz y no tanto con la idea de sacrificar los propios imp preceptos de principios más respetables. Como dice el moribundo: “la leyes para nuestra condición y no hay que buscar en estas leye ajeno a su realidad” (Sade, 1969: 37). Creemos que la consecuencia que se deriva de esa concepción es que objetivos fijados por la razón práctica sirven de regulaciones morales en el sentido de que se oponen al influjo natural de las apetencias. S Sign up to vote on this title en mostrar que la libertad humana consiste en el triunfo de las inclina voluntad. Conducirse de acuerdo a lo que imUseful pone la Not useful a radica naturalez que cada uno tiene en el interior en términos de las afecciones que no y con los cuerpos. Esa es una necesidad que se refiere al enlace causa ndo y las pasiones de él deriv das: si alguien m toca, diría S de, m
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mediante una inversión de la determinación moral justo en el interior regulador. La ley moral aplica a partir del reconocimiento de lo que ha voluntad: ni nuestros intereses e intenciones sublimes ni nuestros v sirven de motivo moral determinante por las connotaciones subjetiv cómo diría Kant, el interés práctico subyacente tanto a las ideas de lo como a las ideas del placer y el vicio). En términos de kantianos, las máximas subjetivas sólo son validas pa si coinciden con lo que generalmente es considerado „bueno‟. Los m singulares pueden ser confundidos con principios objetivos por el hec razonables. Las ideas de la felicidad o la conmiseración son buenos ej contingencias asociadas a esas ideas como justificación de las accion numerosas como concepciones de lo „bueno‟ hay. Los principios inc ser independientes de las condiciones patológicas de la voluntad, est responder a la objetividad de la ley en el sentido de que son incondici 24). De allí que Kant afirme que el valor moral de toda acción está en cual fue determinada, y a su vez , el valor moral de dicha máxima está universal del querer según el cual se determina y no tanto en su objet dice él, “si en una ley se hace abstracción de toda materia, es decir, voluntad como principio determinante, no queda más que la si legislación universal” (1961: 38). Y aquí proponemos un deslizamiento entre Kant, Sade y Bataille que p por la complicidad en la oposición que se halla entre la superioridad d prácticos y el deseo de la transgresión. Estamos de acuerdo con Bataille cuando afirma que Sade opone a la c desenfrenada vida erótica, aunque creemos necesario aceptar que la preceptos morales por vía de una incrementación del placer –como e conduce a una formula esquemática de la ejecución sexual (cfr. Batai Puede decirse que en el puro beneficio del placer, los hombres y las m están radicalmente ajustados a los abusos de una práctica que se exp pero que en el fondo envía a escenarios de sometimiento del deseo al “ lo que oz plazca” (Sade, 1977: 87). El exceso es la forma ruinosa, pero Los propósitos de la actividad sexual sadiana suponen una concepció preceptos moralistas, termina por privilegiar el placer de los órganos Sade para exponer la hipocresía dominante de las consignas de la dis la época victoriana, sus escenas eróticas son fórmulas de la repetición estimulación en el sexo –únicamente limitadas por las condiciones na cuerpos. En ese sentido, el orgasmo no es más que el máximo de goce momento y, la licenciosidad, la complacencia en las diversificaciones Por más que insiste Sade en la riqueza del goce, la arbitrariedad de la queda circunscrita al beneplácito de los caprichos en el que se trata d Sign up to vote on this title los gustos y los deleites, pero también –y no hay que olvidarlo– por “la circunferencia o el largo del pene” (Sade, 1977: 22). DNot esde ese punto de useful Useful del sexo, con todos sus posibles juegos físicos, se afirm a en la consu voluptuoso sadiano está vinculado, aunque no dominado, a la descrip performance sexual. Y allí no hay más salida que la apatía. V
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follado con quince, „¿eso es todo?‟; „has follado con treinta‟, „¿eso es todo?‟; puta‟, „¿eso es todo?‟. Puesto de esa manera, el sexo no es más que la repetición de un acto: penetraciones, repetir las posturas, repetir los manoseos. Cuantitativ algunas opciones en los acoples; cualitativamente permanece similar que da. Eso significa que existen, sin duda, variaciones en el acto sexu físicamente sean posibles–, pero permanecen como repeticiones unid conducen: el placer. Como dice Deleuze en Diferencia y repetición, “cad tratamos de repetir según la naturaleza, como seres de la naturalez placer, de un pasado, de una pasión), nos lanzamos a una tentativa de antemano, que no tiene otra salida que la desesperación o el tedio” sexual, en todas sus posibles variaciones y combinaciones, no es m repetición del placer. La monotonía de algunas de las páginas más desvergonzadas de Sa interminable referencia a los actos sexuales. Por más que él insiste en actos sin freno de sus personajes, termina sumergido en la literalidad Eugenia manoseando a Dolmancé; éste último acariciando las nalgas Saint-Ange. Luego, Madame besando lo genitales de Eugenia mientra las suyas entre los senos de Eugenia (cfr. 1977: 18-40). De modo que e permanece adherido a su objeto haciendo de su deseo una energía qu orgasmo. Esa es una redundancia de Fi losofía que sólo desaparece en e disertaciones: después de dadas las instrucciones a Eugenia sobre la una vez consumadas las relaciones sexuales, los participantes de la o discutir filosófica fi mente8. Al precipitarse –aunque sea durante largo t de los órganos en el sexo, Sade muestra el agotamiento al que conduc libertino. En Filosofía pronto se nota –alrededor de la mitad del tercer placer exige variación, pero también, que ella está limitada „a lo que palabras de Sade, “mientras dura el acto sexual no hay duda de participación en él del objeto; pero cuando dicho acto ha sido satis ambos?, pregunto”. Un gran aburrimiento, diría él (1977: 36). Esa sería la razón de especular acerca de Dios, la Naturaleza, la virtu bien: el triunfo de la filosofía sería arrogar luz sobre el modo en que ac que implica el privilegio de las pasiones propias del cuerpo –aunque n libertino, muestra Sade, debe encontrar provecho de su deseo de ir m sumisión a las órdenes morales y de la providencia porque atentan co entregarse a las pasiones. La lección de Sade es que el vicio no sólo re caprichos de una conducta impropia. Las halagadoras recompensas d vienen de la corrupción de los principios ilustres de la m oral. Quizá crimen. Ante el tedio y por la radicalidad de la postura de obedecer la naturaleza, el libertino no se contenta con las complacencias en el9 sex Sign up to vote on this title voluntad de gozar en el deseo de la transgresión (cfr. 1971: 22) . Erotismo y transgresión. Useful Not useful Con lo que se ha dicho sobre Kant y Sade ya podemos justificar la idea concepción de la fascinación por el goce hay que proponerle una conc sexo suscita una sensación de desborda iento interior que es la que p
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El erotismo es un signo de esa angustia producida por la interrogació humana; signo que remite a un tipo de experiencia en la que el sujeto a sí mismo a través de la conciencia de esa experiencia. Para Bataille, el acto sexual animal y la sexualidad de los sujetos está determ inada p aspectos del erotismo. A las relaciones sexuales humanas están asoci que pasan por los intereses de la reproducción, pero también por una manifiesta en gestos directos asociados al cuerpo del Otro (sentimi Para los hombres, la penetración del cuerpo femenino es tan fundam aspectos seductores. Las mujeres no sólo representan cuerpos sexua sujeto de una experiencia que no remite directamente al placer de la d Para las mujeres también es cierto: el cuerpo masculino pone de ma seducción que va más allá del acto sexual11. En ese sentido, dice Bataille, los aspectos determinantes de la sexual presentes en el objeto de placer. Las prácticas sexuales están asociad valoraciones particulares sobre lo bello o lo que agrada y, sin embarg juego en la experiencia sexual de los sujetos no es una “cualidad ob placer12. Al contrario, el acto erótico de los amantes procede de una a desprendida de una profunda perturbación: el deseo de los cuerpos e visible de una experiencia extática muy superior al placer del orgas amantes, diría Bataille, lleva consigo un desorden violento que reve del éxtasis del deseo. Bataille es enfático en señalar que ese éxtasis er conciencia individual de la intensidad del deseo expresada en una pue (cfr. 1972: 211-216). Ponerse en juego quiere decir que el sujeto se lib un acto de transgresión14. La sexualidad liga la superación de los lím experiencia interior entendida como la conciencia de la transgresión Bataille en El Culpable:
Un cuerpo desnudo, exhibido, puede ser visto con indiferenc mismo modo, es fácil mirar el cielo por encima de uno mism vacío. Un cuerpo exhibido, empero, posee a mis ojos el mis que en el juego sexual y puedo abrir en la extensión clara o s cielo la herida a la que me adhiero como a la desnudez fem éxtasis cerebral (el subrayado es mío) experimentado por un h que abraza a una mujer tiene por objeto la frescura de la des espacio vacío, en la profundidad abierta del universo, la extr meditación alcanza igualmente un objeto que me libera (19
En el erotismo, el „yo‟ se pierde en una experiencia íntim a que no su pero lo lleva a un límite que ya no es placer sino deseo de ir más allá de evidencia en el juego o contrapeso correlativ o entre las interdiccione Sign up to vote on this title pero sólo porque corresponde a una experiencia interior lúcida: el ero Useful Not useful transgresión violar las regulaciones auto-impuestas. La es un gesto q de la interdicción; es un gesto que se revela como una experiencia per transgresión como una apuesta de sí mismo que hace emerger el éxta
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interdicciones morales, sin olvidar que lo que está en juego no es s ambigüedad presente en el deseo de la transgresión . En otras palabras, el erótico de la transgresión no remite únicamente a la perversidad de u como objetivo eliminar los prejuicios sociales o pudores compartidos frente a las relaciones sexuales. Si entendemos el deseo como una irreductible ambigüedad de la vo encontrar una dimensión erótica que lleva más allá del placer. Allí prop ambigüedad de la conciencia de la libertad es la clave para dar cuenta términos que no están directamente vinculados con los hábitos en las Eso quiere decir que no se trata de la influencia patológica de los obje del conjunto de intereses que le corresponden; la cuestión consiste en contradicción de principios diferenciables que se imponen a la volunt equivalente entre las máximas subjetivas y los principios incondicion identificar el concepto de deseo. Esa es la salida al fetichismo y a la ló evitar que el deseo se resuelva por vía de la satisfacción –como si su ú fuera la descarga seminal– se puede encontrar un concepto de deseo
expresa en dimensiones de las relaciones eróticas radicalmente diversas, n extrañas.
Esa ambigüedad estaría presente al nivel subjetivo de la experiencia nivel de las prácticas sociales en Occidente. Una mirada de conjunto erotismo está presente en los aspectos más fundamentales de las acti permite mostrar cómo se expresa la transgresión en la perspectiva in experiencia interior, pero también en las prácticas propias de la vida Habitualmente se admite que el concepto de erotismo, tal y como lo p que ver con experiencias sociales de transgresión de las prohibicione relaciones sociales. Eso es cierto y, sin embargo, al tiempo el erotism radicalmente atado al concepto de experiencia interior de tal forma especificado en la interioridad de la experiencia erótica. Eso nos perm cierto sentido, el erotismo remite a la ambigüedad de la experiencia i supone una relación complementaria entre la interdicción –que es dis social– y la transgresión que estaría expresada en la necesidad del de regulación de la interdicción (o ley moral, ya veremos). Cuando se pas determinación de los deseos a partir de reglas prácticas a su demolici entrega voluntaria a esos deseos, se ponen en cuestión las reglas co determinante, lo cual no indica su ruina o desaparición, sino prueba q autoimpuesta– es atractiva en sí misma (Bataille, 2005: 35). Y es que la transgresión no es irracional; siempre supone un motivo como para ir más allá de la ley. Bataille insiste en que el carácter parti de la transgresión –constantemente presente en la literatura de Sa ambigüedad de la violación respecto de la ley: el deseo está ligado a la Sign up to vote on this title porque remite a un placer que levanta las interdicciones sin suprim puede decir que esa complicidad consiste enUseful que ley ral y el deseo Notouseful m presentes: en un caso, lo que se juega es la posibilidad de la determ la facultad apetitiva y, en el otro, el enfrentamiento ante una elección ral, pero para ro per con ella. E el caso de la crítica kantiana las
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motivaciones de sentido contrario (Bataille, 2005: 39). El movimiento las interdicciones y la transgresión expresa la ambivalencia o posibili determinación por el contenido de la ley (moral) o el deseo (de la tran impacto de la libre determinación moral, el sujeto debe obedecer la in cuando hay una identificación del sujeto con el objeto en el que se pie no hay que olvidarlo, existe un aspecto racional del que no se pueden violación de las determinaciones ni la ordenación de la interdicción m provienen de la conciencia de la ley. La conclusión es, y aún reconociendo la afinidad de Sade con las desc sexo, que hay admitir una relación irreductible entre la transgresión y los pla órganos dada por una ambigüedad propia de la voluntad . La dimensión por Sade –en la que el sexo escandaloso es la expresión de una ambigüed voluntad humana– es irreductible a la dimensión pornográfica –en la claramente las consignas del libertinaje atadas al sexo escandaloso Deleuze, los mandatos y las descripciones obscenas de Sade no tiene exclusivamente con la idea de evocar las sensaciones placenteras de lenguaje libertino, más allá de la persuasión y el convencimiento, tie demostrar cómo es posible acompañar la violencia del ultraje con un substancialmente erótico. “Encontramos en Sade el desarrollo má facultad demostrativa”, dice Deleuze. Y continua más adelante: Vemos como un libertino lee un panfleto redactado con desarrolla sus inagotables teorías, elabora toda una dis condesciende a dialogar o a discutir con su víctima […]. Esta son frecuentes, sobretodo, en Justine, que actúa como confid cada uno de sus verdugos. La intención de convencer, en el li sólo aparente; quizá da la impresión de que intenta persuadi convencer, o incluso puede que trate de reclutar nuevos disc sucede en La philosophie dans le boudoir). Pero lo cierto es que n más lejos del sádico que la intención de persuadir o convenc nadie más ajeno que él a cualquier intención pedagógica (19 Dolmancé y Madame de Saint-Ange no tratan de persuadir a Eugenia al placer le son naturales); de lo que se trata es de instruirla en los raz conducen de la prescripción imperativa de las interdicciones a la violencia erót transgresión. Eso quiere decir que el sexo, la transgresión y el erotismo so las descripciones obscenas que están vinculados al hecho de poder de propios límites y no tanto al placer de las desenfrenadas jornadas libe argumento de Deleuze, teniendo en cuenta que el asunto de Sade está demostración de las formas eróticas de la transgresión, ya podemos h sentido de los mandatos y las descripciones: Sign up to vote on this title
Las descripciones, las actitudes, ya no desempeñan otra fun Useful Not useful execra de ser figuras sensibles que ilustran demostraciones mandatos, las órdenes proferidas por los libertinos son, a su los enunciados del problema, que nos remiten al entramado
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Eso es claro para Sade: en el fondo de las justificaciones de las accion situaciones cotidianas como en las que involucran actividad sexual que las motivan. Incluso, diría él, en la potencia de las pasiones se enc lleva a una verdadera virtud y que conduce a las más halagadoras rec Sade, 1971: 6). Sólo que en lo relativo a nuestras costumbres, el liber el que se más acentúan las pasiones en la voluntad. Los placeres del c son imposiciones que no pueden ser eludidas. Hacen perder los estrib de la más virgen. Eugenia es un buen ejemplo de eso: aunque siente in virtud, confiesa ella, tiene “mayores disposiciones al vicio” (Sade, 197 imperativo del goce tiene que ver con el incremento de las sensacione para esa has sido traída” dice Madame de Saint-Ange (Sade, 1977: 52 acabar con nuestros presuntos deberes; la agitación de las pasiones n barreras de ningún tipo. Pero es más que una defensa de la necesidad satisfacciones y de los actos viles. La transgresión compete a la conti autoimposición de los límites. El libertinaje tiene sentido en el hecho regulaciones morales. Gozar es el resultado de considerar los dictado naturaleza. Como dice Sade, “compensémonos, pues, en secreto por tod tan absurda, seguras [diálogo entre Eugenia y Mme de Saint-Ange] d desordenes, cualesquiera que sean los excesos a que seamos capaces de ultrajar la naturaleza son sólo un sincero homenaje que a ella rend deseos que sólo ella ha puesto en nosotros es obedecer a sus leyes” (1 De manera que la perversión es una lógica de la voluntad en la que los sexuales ensañados en encontrar y prolongar el placer introducen permite la transgresión, entendiendo que el sexo es un elemento prov inclinación condicionada de la voluntad porque permite descubrir la f ella. La experiencia sadiana de la transgresión remite a un plano de la no depende úni camente de las descripciones descaradas del acto sexu actualización, en la escritura, de la conciencia de la transgresión. La p acciones descaradas de los personajes de Sade alcanza su sentido en que no sólo se trata de la dilación del orgasmo sino de la posibilidad la de no acatar las prescripciones de la razón práctica y sus principios in voluntad que se inclina –en la posibilidad de la determinación por la L las pasiones es una voluntad de goce. En otras palabras, la voluntad d los sentimientos de placer constituyen las prescripciones que determ los actos más allá de las interdicciones autoimpuestas a través de los incondicionados de la razón práctica. Por eso, no hay que confundir la patológicamente inclinada hacia el deseo (o lo que se apetece) con el hace constante referencia al sexo, las penetraciones, etc. La voluntad desea porque efectúa la transgresión de la norm atividad impone y no porque la voluntad se entregue irreflexivamente al place Sign up to vote on this title al deseo de la realidad del objeto– (cfr. 1961:26). El ano y el pene son s del placer, pero la transgresión es la posibilidad deNot„pasar useful por enc Useful imperativos sin desconocerlos ni suprimirlos. La transgresión es más que de la energía sexual por vía de los actos sexuales y del orgasmo; má posibilidad incesante del debate de la v luntad entre la
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voluntad inclinada hacia el ultraje de las interdicciones por medio d Kant pondera la racionalidad, Sade la naturaleza. Pero hay que tener cuidado en confundir la oposición entre Kant y S de que, por un lado, existen unas inclinaciones que son el efecto de un constantemente emerge y, por el otro, con el hecho de que siempre es práctica para indicarnos una condición superior de determinación m simple antagonismo entre un aspecto corrompido –por los impulsos b sujetos y la posibilidad de su depuración en el plano racional de la nor en que se trata de un paralelaje irreductible entre la facultad apetitiv dimensión necesaria de la conducta humana: el deseo. Por vía del con enfático en su rechazo a la servidumbre humana respecto de aquello q preeminencia racional de la ley moral; por vía de las descripciones lib radicalizó el deseo como una ambigüedad vinculante que conduce a l ultrajar las prescripciones morales para encontrar el sentimiento eró manera que cuando se reconoce que el erotismo no es un sentimiento las experiencias sexuales sino a la experiencia límite de la transgresió descubrir una dimensión en la que el deseo se presenta de un modo qu que ver con el placer. En el momento en el que Sade se pregunta naturaleza?‟ y que Kant insiste en el contenido necesariamente m incondicionados de la razón práctica, emerge –literariamente en un conceptualmente en el otro– la ambigüedad radical de los seres hum con los objetos de la realidad y las pasiones que de ellos se deriva Entre Kant y Sade no sólo están en juego concepciones contrapuesta legitimidad de las motivaciones morales, sino el deseo y la ley como t antinomia de la libertad. Eso es fundamental en lo que sigue puesto q para mostrar cómo nuestras relaciones con los objetos de la realidad ver con su constitución orgánica ni con la manera en la que puede ser través de la antinomia de la libertad podemos decir que el deseo es un reduce a los objetos ni al estado de su realidad; el deseo es un afecto, posibilidad de vincularnos con los objetos a través de una facultad de por pasiones de distinta índole. En la contraposición entre las determ los condicionamientos de la Naturaleza podemos descubrir un conce órdenes heterogéneos como la experiencia erótica, teniendo claro qu habría que describir el régimen según el cual opera. Creemos que la la tesis sadiana de la reinvindicación de los derechos de la Naturalez moral kantiana, esconde la puerta de salida a la lógica del fetiche de l vez que suspendemos la atención en el placer y en „todo aquello podemos decir que el deseo consiste en una relación inmaterial –basa como la capacidad para ser afectados– que nos liga a lo real y no tanto producida en lo real. Erotismo y seducción
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De la mano de Kant, Sade y Bataille pode mos hacer a una Useful useful pregunta Not salir del simple placer? ¿Cómo evitar el desbordamiento del deseo e La cuestión es más que una insistencia obstinada por desacreditar al el proble a es que al construir el concepto de pornografía en torno
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ausencia de los intercambios simbólicos, el sexo es la liberación d nada más. Frente a ello, dice Baudrillard, tendríamos que “redescubrir en el secre una energía libidinal „desligada‟, que se opondría a la energía ligad productivos” (1989: 43). En la perspectiva de Baudrillard, la liberación pasar por una lucha frontal frente a la publicidad y los estereo revolución debería atender “a las lógicas rituales de desafío y seducción sob económicas del sexo y de la producción” (1989: 45). D icho de otra demanda sexual tiene como consecuencia que los referentes objet obscenidad brutal y transparente que, eventualmente, sólo conduc de ver senos, nalgas, penes, cópulas. “Naturalmente lo porno, natural no ejercen ninguna seducción. Son abyectos como la desnudez, aby Todo eso es la forma desencantada del cuerpo, como el sexo es la form desencantada de la seducción, como el valor de uso es la forma desen objetos, como lo real en general es la forma abolida y desencantada de La tesis de Baudrillard es que la seducción permite encontrar un or heterogéneo y radicalmente desligado de la objetividad de los cuer Parafraseando sus palabras, lo que seduce no es la superproducció hiperrealismo de la imagen–, sino la reversibilidad (tal vez sea má „intercambio‟ o „reciprocidad‟) del orden simbólico (1989: 15). Inclus a la idea de que el deseo es una especie de esfuerzo por apropiars representa lo Real, diría él. Y es que no sólo se trata de liberar la sexu códigos más publicitados, sino de declinar las manifestaciones de la c reivindicación del juego inconciente de lo simbólico. En el intercam nada que llenar –ilusión irrisoria nacida del tópico imaginario–; lo qu apetencia, es la circulación en si misma del deseo. En la proliferación puede pensarse una revolución sexual. Haría falta, dice Baudrillard, orden diferente de los signos dado en la fuerza de la seducción: “fue seducción de sustraerle todo a su verdad, al sentido, y de haber qued las apariencias, y de desbaratar con ello en un abrir y cerrar de ojos to sentido y de poder: hacer girar las apariencias sobre ellas m ismas, ha como apariencias” (1989: 22). El hilo conductor de la reflexión que sigue es la relación que hay entr seducción y el concepto de deseo. De uno al otro se juega la heteroge elaboraciones simbólicas y los trayectos –de deseo– que ellas perm un seductor, tratamos de afianzar la idea de que el deseo es un flujo inm la satisfacción en el placer. La relación paralela e irreductible naturaleza fue el primer paso para dar cuenta de eso. Una vez hec Diario, insistiremos en la heterogeneidad del concepto de deseo ac definición que va más allá del erotismo de la voluntad de goza r. Sign up to vote on this title Entre Johannes y Cordelia existe una profunda complicidad da significantes que lentamente los unen y por la form particular en la useful Useful aNot otro. El seductor de Kierkegaard opera en el plano del significante, esto la belleza sensual –de Cordelia– a una dimensión que responde al des diante signos, de hacer que ella se entregue paulatina ente al jue
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La elaboración erótica pasa por tres estadios: el de la sensualidad, medio de los dos, el de la ambigüedad22. El primer estadio erótico sensualidad del objeto de deseo. Ese estadio se manifiesta en una “cre esto es, la inquietud de la voluntad por aquello que es objeto de su ape (Kierkegaard, 1969: 151). La sensualidad es el m omento en el que la v impelida por su inclinación hacia el objeto, lo que quiere decir que el s el valor que hay en él y el interés de su posesión. El estadio de la sensu momento contemplativo de la voluntad a partir del cual se constituy meramente subjetivo del objeto. Hay que tener claro que ese estadio apetencia, es decir, al hecho de desear el objeto y no tanto de poseerlo es que la voluntad sabe del valor condicionado de su objeto y goza de el reino de las representaciones que le corresponden a ese valor. En del objeto es el motivo determinante de la voluntad porque remite al c que representa en términos de apetencia. El deseo asociado a la repre existencia del objeto es un motivo determinante porque se funda en la o condición subjetiva de tal objeto. Según esto, en el primer estadio er reconocerse los lazos de la voluntad con su objeto de deseo a través d subjetiva de éste y de la forma en que vale como determinación en el s estadio de la sensualidad, la voluntad está plenamente acompañada p producidos en la realidad del objeto. Eso es especialmente evidente e (4 de abril al 22 de mayo) en el período en el que Johannes contempla clandestinidad: en la medida en que ellos no se conocen oficialmente, miradas y las cortesías conducen a un plano de la contemplación –de Cordelia como objeto– cuya gracia proviene de todo aquello que ell Es claro en las cartas del Diario que no sólo se trata de la sensación de despierta la belleza de Cordelia. Esas cualidades pueden ser todo lo h quiera, pueden ser representaciones de la forma de su cuerpo o la de labios y, sin embargo, no explican el deseo de Johannes. El deseo es un a
el cual se vincula la voluntad al objeto de su interés, no un sentimiento produc características particulares del objeto. Cordelia no es objeto de deseo por
por sus cualidades físicas, sino porque permite una afección que nace representaciones del seductor23. El deseo es la fuerza, manifiesta en l que permite los enlaces; no el grado de placer o displacer asociado a l objeto. En síntesis, el estadio de la sensualidad es el m omento de cont afecto manifiesto en los lazos con el objeto, aún aceptando que tiene s la belleza de Cordelia. Esa es la razón por la cual Johannes no ansía co poseerla y es la razón por la que la seducción en sí misma es el horiz del deseo (ya lo veremos más adelante). El segundo estadio es el de la conquista. Es el momento en el que el se mera subordinación por la sensualidad del objeto de deseo, a larealiz SignJohannes up to vote on this title inclinación hacia él. Es el momento en el que por primera v 24 directo con Cordelia . Hasta cierto puntopode m os decir que Johann Useful Not useful que goza de la apetencia de Cordelia y se lanza a su conquista; o, si se efectivo de ocuparse de conducirla a sus encantos seductores: A tes que nada una m chacha deber ser conducida al punto
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del seductor: “Una, dos, tres, cuatro intrigas a la vez, ese es m i de 1977: 51). Mantener fascinada a una muchacha depende de que e fuera de lo que se quiere que vea. Arte del desvío. El estadio de la
hacer de ella aquello que se desea y, al tiempo, hacerse el deseado .
C Baudrillard, “la seducción, al no detenerse nunca en la verdad de lo engaño y el secreto, inaugura un modo de circulación secreto y iniciación inmediata que sólo obedece a sus propias reglas de jueg manera que seducir es hacer caer al otro y a sí mismo en un flujo de si mezclarse con la fuerza de atracción de los cuerpos, remite a una eco nace de la ligadura entre los signos. Seducir es atar y fijar signos con sign medio de un saludo y una mirada sutil, elegante. Luego, fijar por algu través de las palabras (cartas). Al final, ni siquiera se trata de la conqu anterior del noviazgo. Eso sería poco seductor, pues cesaría el efecto signos que van y vienen entre los dos (reciprocidad del intercambio). línea de deseo que pasa por signos diversos y fluctuantes cuyo fin es la constante26. Entre los estadios de la sensualidad y la conquista existe un estadio in Cordelia es el objeto de deseo de Johannes en la medida en que él logr ambigüedad de su apetencia. El seductor desea su objeto, pero no se constriñe (por mor de la interdicción) porque el hecho de ligar supon sostiene la sensación erótica. En efecto, lo importante para el seduct no se entregue al apetito plenamente, sino que contemple su objeto d la sensualidad) invadido por una irreductible ambigüedad que hace p (estadio de la conquista): “en todo goce, reviste sum a importancia sa Johannes (cfr. Kierkegaard, 1977: 31). La voluntad seducida –de Joha vinculada a un estado de deseo indefinido porque no se consuma en la Cordelia –realidad del objeto de deseo–, pero tampoco se consume en l espíritu que teme a la cesión de su voluntad por ella. El seductor se m inclinación de su voluntad, en la inquietud por el afecto (cfr. Kierkega relación de doble vía: la voluntad apetece su objeto y se hunde en la se la ligadura, sin entregarse. Deseo y objeto están radicalmente separa primero es la atadura y el segundo el horizonte al que apunta. Lo que seductor no es la dominación de Cordelia (o la posibilidad de llevarla indefinido estadio entre la sensualidad que provoca el contemplarla y de conquistarla (cfr. Kierkegaard, 1977: 38). En ese sentido, Cordelia ligadura; su belleza y femineidad no logran agotar el deseo porque la Johannes nada tiene que ver con la consumación de la apetencia que e aún, el deseo por ella es un fin incondicionado, esto es, no depende de efectiva del placer de tenerla, sino que atañe al hecho mismo de desearla mismo de desearla. Incluso cuando se trata de la conquista, el seductor de Sign up to votecesaría. on this titleDisponer quantum de deseo porque de no hacerlo la apetencia implica poseerla, al contrario, está relacionado con antener el fl Not m useful Useful intervienen en el deseo de seducirla. Dicho de otro modo, la seducci
presente en la constante elaboración de signos como una fuerza que permite la
para el seductor, “la sim le posesión es algo vulgar” (K erkegaard, 197
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eso, el deseo presente en la seducción pertenece al campo del artifici referentes materiales del mundo (cfr. Baudrillard, 1989: 9). La seducc directamente a las zonas erógenas ni a su excitación, su carácter espe con la forma de representar el deseo mediante signos . Eso quiere decir que l atañe al flujo flotante de los signos como un registro heterogéneo e in no depende del referente, sino de una constante elaboración de deseo. lèvres‟, lo importante es el rojo de la tinta: lo que seduce no es tanto labios‟ están cubiertos de color del maquillaje como la inscripción qu simbólico –o aquello de lo que es signo.27 En efecto, el deseo está en referentes, pero no se reduce a ellos, entre otras razones porque cons intercambio ininterrumpido entre el sujeto y el mundo que tiene com signos y no la inmediata satisfacción en el placer. En ese sentido, el de no es la forma precipitada en el objeto que conduce a la disolución de la demanda, es la singularidad del flujo de los signos que provocan las simbólicas. A estas alturas ya podemos decir que el vínculo del seductor con Co referido a la relación de la voluntad con los objetos de apetencia. M escenario que literariamente pone de manifiesto que el deseo está as experiencia que obliga a pensar el deseo en los límites del concepto d entre Cordelia y su amante existe un vínculo que no puede reducirse a anclados a la existencia real del uno o del otro. Como vimos, los encan nada tienen que ver con representaciones relativas a sus aspectos fís crece en el seductor se dan en otro orden y respecto de otra cosa: el in signos. Por eso, el Di ari o es más que un ejemplo de nuestra hipótesis; p una experiencia efectiva que da cuenta del deseo sin acudir a una con los sentimientos de placer. En estricto sentido, lo que se juega en los p Kierkegaard es un deseo que puede ser postulado prescindiendo del i representan los objetos, esto es, sin acudir a la idea de que el deseo es unida a la representación de la existencia de un objeto (Kant, 1977 A pesar de la definición kantiana –claramente restringida a la posibili empírica de lo que se apetece– el deseo en si mismo sólo atiende a la c receptividad si se tiene en cuenta que es la condición que hace posibl voluntad con los objetos. El deseo no tiene que ver con lo que las cosa sensuales por sus apariencias, sino a la facultad de la afección. Nuestra tesis fundamental es que es necesario salir del sensualis mundo para reivindicar la experiencia misma del deseo como afecto
momento en el que Kant sostiene que la ley moral está fundada sobre la ra práctica, ha puesto en evidencia que el deseo es una facultad inherente a la volu
se ha tomado el trabajo de aislar de la voluntad como facultad de dese corresponde a la materia de los fenómenos y a los sentimientosque le Sign uphecho to vote onethis title el preciso instante en que hizo tal distinción ha merger la cues una dimensión que está lejos de los aspectos psicológicos del sentim Useful Not useful 37). Pero quizá haga falta sacar provecho de esa distinción para decir finalmente, la posibilidad siempre presente de vincularnos con el m H y que distinguir el placer del deseo de m nera absoluta ente radi
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importancia atender a la propiedad de desear de la voluntad, pero confundirla con los efectos de los objetos dados en los sentimientos Según Kant, “el placer es la representación de la coincidencia del objeto o las condiciones subjetivas de la vida, esto es, con la facultad de representación en consideración de la realidad de su objeto” (cfr. 196 el concepto de deseo puede ser caracterizado en la relación expre los objetos y no en el sentimiento que le pertenece al interés por e razón práctica parece darse la distinción en lo que compete al deseo y a interés por la cosa: el deseo puede ser considerado como una afección sensación –aunque estén juntos en la receptividad– por el hecho de q facultad de desear. El deseo no está atado exclusivamente a las repre objetos ni al sentimiento provocado por esas representaciones, sino a poder ser afectados mediante sensaciones. En otras palabras, el sent la compulsión hacia un objeto y el deseo es la facultad que hace posib la voluntad. El placer –y la ley moral– sirven de motivo a la voluntad p desear –actuar conforme al sentimiento patológico o al principio inco 148). La determinación específica del deseo es la de ser una facultad objeto como objeto, sino al hecho mismo de la afección. El deseo es fa capacidad de afección o voluntad. No es gratuito que los conceptos de facultad estén tan estrechamente unidos para Kant (1961: 35-39). Este análisis no pretende arriesgarse con los espinosos problemas de la razón práctica, pero llama la atención que el primer paso en ese aná todo lo relacionado con los sentimientos –por comprometer una psico describir sus componentes subjetivos30– para descubrir una instancia explique cómo es posible el juicio moral (1961: 39-42). Si recapitula desde el inicio, Kant separa lo que corresponde al contenido de la vo a los principios incondicionados que pueden servir de ley moral. Allí s exposición trascendental de la razón práctica muestra que los sujetos dadas en sus representaciones subjetivas, justamente porque son cap rigor, la voluntad no desea únicamente efectos apetecidos, sino, ade Eso quiere decir que los hombres no sólo se cuestionan acerca de lo q para obtener sensaciones derivadas por la realidad empírica de los ob pueden encontrar en el hecho mismo de desear una motivación deter posibilidad de que la determinación práctica de la voluntad pueda pro incondicionados pone en evidencia que lo que se juega en la correcció facultad de desear. Kant lo dice claramente: el sentimiento de placer ( práctica, pero no moral, es decir, puede servir de máxima reguladora de determinación moral (1961: 80). Esa es la queja kantiana. Pero K que mostrar la plausibilidad del ajuste entre la razón práctica y la ley separado lo que corresponde al sentimiento de agrado (por el placer) Sign up to on this title de la afec apetencia. Nosotros hacemos énfasis en que una cosa esvote la capacidad otra, las sensaciones provenientes de los objetos. EnUseful el primer caso, se trata de u useful Not
voluntad que desea porque puede; en el segundo, del sentimiento que deleita por place.
P de os decir de m
ida que al tratar el te a de los estadi
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como hombres, tantas como objetos, tantas como signos, tantas… imaginar la lista. Del placer al deseo
Podemos resumir nuestra cuestión volviendo a los términos de Baudr orgías y de la liberación de todos los frenos, en seguida de los escenar pornografía, ¿qué queda? Una sexualidad, dice él, que ya nada tiene q ilusión del deseo, sino con la hiperrealidad de la imagen” (1997: pregunta deba ser planteada de la siguiente manera: ¿cómo huir simulacro como un „passage à l’acte sexual’ sin recurrir a un ascetismo puritano? ¿ salir de la noción de demanda en el concepto de deseo sin renunciar a transgresión? ¿Cómo pensar un deseo que ya no sea el punto cero de l que, sin embargo, pueda ser considerado lujurioso, escabroso? ¿O es legítimo desear unos senos, unas nalgas? ¿Es que la sexualidad sólo r La salida que planteamos esta mediada por la lectura de Bataille, Sa puerta de entrada al paso del placer al deseo, mostramos que el erotis dimensión de la sexualidad que no responde exclusivamente a los anc la idea de la satisfacción en las cosas, sino a una irreductible ambigüe antagonismo entre las regulaciones y las apetencias está la clave del permite ver que no se trata de los objetos ni de lo que representan a n idea básica es que el deseo puede ser especificado como un influjo inm voluntad que no sólo remite a la apetencia, sino a una relación siem vincula con el mundo mediante gestos, afectos, percepciones, etc., de otras palabras, deducimos del deslizamiento Bataille/Kant/Sade la id se identifica ni inmediata ni necesariamente en nuestra relación con l contrario, remite a un plano de afección/producción/representación m categorías como el placer, el fetiche, el sexo. En ese sentido, Sade no sólo trae escenarios descarnados de cuerpos perversiones; entre otras cosas, pone en evidencia el principio de inte por la vía del exceso y la perversión –incluso más allá de la simple forn Eugenia no sólo es el aprendiz de la vida libertina; en el fondo, repres subvertir los signos más preciados de la virginidad y la pureza. Eugen que descubre con facilidad la potencia de los afectos y, con ello, la tran el sentido de la posibilidad de ultrajar las interdicciones morales por nacidos de la preeminencia del deseo. En una perspectiva similar, M y Dolmencé son personajes que representan la plausibilidad radical d Ellos no sólo son amantes extraordinarios que fácilmente pueden ent acciones más viles; también ponen en escena que el deseo lleva –má los confines de la voluntad de goce: el crimen. Ese será un tema recur tocamos con cuidado, pero uno de sus más bellos relatos tiene que v de Juliette y Justine. Cada una de ellas representa los polos de la natu Sign up to vote on this title está dedicada a la vida libertina mientras que la otra simboliza la rect religiosa. Todo el relato de los Infortunios de virtud puede ser caracter laUseful Not useful que entre la una y la otra se enfrentan constantemente el dominio rac pasiones y la libre circulación de las pasiones (cfr. 1971) E el caso de Kierkegaard dim s cuenta de un vínculo entre el seduct
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y elegante persuasión para convertirse en la realización inevitable del d sólo se define en las maniobras de un hombre que quiere conquistar a Aceptando que eso está implícito, el seductor se consagra ritualme estética que lo determina. La seducción es un fin incondicionado –fin ello, es el horizonte de sus acciones, el destino de su conquista31. Ahora bien, no hay que tomar como ejemplo privilegiado ni a Sade ni a ellos nos ocupamos porque son ejercicios literarios que muestran uno semióticos particulares que, en cualquier caso, no deberían ser tom lo que comprometería una relación sexual, de lo que significa las prác transgresión o las estrategias para seducir. No hay que asumir nuestr como consignas que defienden ámbitos de la sexualidad más nobles o relación con lo „porno‟. Y es que el deseo nada tiene que ver co predominio del erotismo o la seducción como pasiones ilustres; tiene proceso de producción expresado en diversos registros que desborda centro de atención. Incluso habría que hacer la siguiente pregunta: ¿c plano de la elaboración simbólica sin renunciar al sexo? Además permítasenos decir que, en todo caso, el problema de fondo t algo más que la distancia entre la imagen pornográfica y la literatura se trata de su simple antagonismo. La cuestión es que frente a la de fundamental que está a la base de las peticiones por el placer) cree forzar el concepto de deseo a responder tanto como aclarar lo que sig términos de Deleuze– que es un afecto que circula en zonas de intens 1994:63). Y ello por la siguiente razón: partir de la idea de que el dese demandas –de satisfacción, de placer– hace que nos encontremos en que corremos tras de un imposible. Las demandas son agujeros negr cierto vacío que no puede ser llenado porque siem pre presupone qu sexo, más belleza…). Al contrario, deberíamos consentir nuestro pla deseo a instancias que posibiliten los intercambios simbólicos y la cir afectos. El espacio simbólico no es una superficie hueca; más bien, sie recuerdos, percepciones, imaginaciones y fantasías. Se trata de cont constantemente vinculan el deseo y que forman una malla interminab de los cuales circula. Eso quiere decir que no hay una forma idealizada de los objetos d puntos de su circulación. Al plano objetivo de lo real no le correspond del que nos ocupamos tercamente. Por el contrario, el registro simb entendido en el marco mismo de los signos, de manera que se eluda e impide llegar a lo Real para abrirle el paso a una pregunta difícil de re ocuparse de los signos en la superficie de su expresión? ¿Cómo pensa de las determinaciones (semióticas, políticas, sociales)? Esas cuestio varios retos: desembarazarse de las codificaciones de las imágenes p Sign up to vote on this title decir que se debe poder dar cuenta de las diversas posiciones de dese flujo del intercambio simbólico. Pero más que eso, librarse Not usefulde la econ Useful signos supone caminos que nos saquen de la dialéctica de la deman conduce al callejón sin salida de la petición por „algo‟ que no est atención y de anda.
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subjetiva de la sexualidad. El „porno‟ es un fenóm eno paradigmá hombre con su imagen: el porno es una expresión de la identificación producida entre el
¿Qué se desea?: ¿una mujer desnuda? ¿Va prominentes? ¿Penetraciones indebidas? ¿Niños? ¿Animales? Así sale a luz una economía libidinal perseguida por nosotros en el escenificación videográfica no sólo es de fetiches, también es de u siempre está perdido y respecto del cual lo único que podemos hacer alrededor de signos que lo realizan (al precio de someternos a un sim Pero es más que eso. La pornografía ejemplifica la distinción lacanian la demanda y el deseo; distinción que se refiere al modo en que los sig destinados a satisfacer excesos de una Realidad nunca alcanzada en l desea ver „porno‟ porque encontramos allí un valor representativo de demandamos puedan ser cumplidas en los signos. Cuando se re imágenes, por ejemplo, a una „bella‟ mujer que le practica una felación además, permite una eyaculación en su rostro, obtenemos un índice d satisfacción correlativa) ligada al interés por cubrir una dimensión e como si en la experimentación virtual del sexo condujera a una realid dimensión irrealizable en términos „normales‟ del sexo; como si s simulacro la fuente realmente real del goce. Si se quiere, cuando nos oc los signos fetichizados no hacemos más que insistir en la idea de mejor ocurre por fuera de „nuestras camas‟, o sea, en la impresión signos de que „algo‟ subyace al sexo. De allí que nuestra reflexión tenga dos momentos. Primero: como cau placer, la imagen del objeto no es más que el referente del sujeto; es e el deseo con el placer porque es la proyección artificial de la demanda condena a hacer ver –y, al tiempo creer– que lo importante es el artific presentación del sexo como objeto de atracción. En resumidas cuenta las partes específicamente erógenas resulta del parcelamiento signifi Ciertas partes del cuerpo son privilegiadas por la pornografía, no por representativo de lo erótico, sino por un apresamiento simbólico de lo pequeña dimensión simbólica aparece claramente descrita en la de insistimos en que la pornografía supone una sustracción de signos en relaciones significantes (centralización del deseo en signos-objetos d en el fondo, tratamos de decir que la imagen consume los aspectos sim imaginarios del sujeto. Se puede decir que el „porno‟ absorbe, si no to gran parte de las demandas del sujeto al presentar una imagen tra aquello‟ que da lugar a la complacencia de tales demandas. Actualmen
sexo y la sexualidad.
atribuir una realidad a los deseos inconscientes es porque la eficacia de la imagen (p presentar fetiches) hace posible convertir el mundo psíquico de la demanda sexual e experiencia audiovisual . La imagen pornográfica satisface porque el sujeto puede h Sign up to vote on this title frente a sus demandas por medio de su simulacro.
Segundo: con la pornografía enfrentamosdos realidades de manera p Useful Not useful primera esta la realidad en el sentido cotidiano de la expresión, esto e empírica de la vida tal y como se da repleta de inconvenientes: hom eréctil o ey culación precoz sin m ncionar los retornos trau áticos
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insatisfacción que la motiva: en estricto sentido, demandamos „algo‟; un objeto al que apunta nuestra atención, sino „otra cosa‟. Si cada vez que preguntamos „¿quiero tal cosa?‟ realmente estamo algo que no está en ella?‟ persiste un tropiezo insuperable relacionad hecho de que la demanda esconde un arquetipo irrealizable. O en t fantasma al que volvemos una y otra vez sin saber por qué razón est Partiendo de esa idea, nuestra intuición es que el „porno‟ hace pos sujeto con los signos en la que lo esencial no es el deseo, sino el ob como instancia de demanda. Para nosotros, el simulacro pornogr „callejón sin salida‟. Los sujetos demandan sexo hiperreal tratando d viene de la idealización de la sexualidad con lo que no hacen m sesgo entre dos realidades incompatibles. De cara a ese problema, la alternativa que plateamos es que el deseo con la patología de la voluntad y no tanto con las representaciones aso de interés práctico. Creemos que no se trata de rescatar una decencia no es autorizar o prohibir las formas perceptibles del sexo (la imagen últimas, todo nuestro ejercicio puede resumirse en la idea de que el d vincula la voluntad a los objetos de su interés y no un sentim iento pro características particulares de tales objetos. Con ello, tratamos de m caracterizar el concepto de deseo como un afecto se lo puede oponer placer en el sexo. Aquí vimos que, lejos de circunscribirse a una exper deseo, la imagen-porno anuncia que el deseo ha quedado detenido en simbólica que se caracteriza por la constante presencia del fetiche; Baudrillard, es literatura (cfr. 1989: 41-42). Eso quiere decir que el es devoración carnal agota las posibilidades de la vida sexual en una sat explica nada, ni dice nada acerca de lo que estaría por fuera del sexo. „porno‟ –y en general a la tendencia „falocentrada‟ de la publicidad– una alternativa que pase por una ideología contestataria basada en la género32. Creemos fundamentalmente que la salida a la pornografía e que algo está perdido y que podemos encontrarlo presentado en los sig descripciones (literales o gráficas): pero sobretodo se trata “de ren entrar en el orden simbólico”, como dice Žižek (2006: 107). Quizá pod necesario cesar en la idea de volcar la sexualidad en lo real co permite abrir las posibilidades simbólicas del deseo.
Sebastián Alejandro González Montero. Prof. de Filosofía y Magíster en Filosofía Universidad Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario – E Humanas. Sign up to vote on this title Miembro Investigador Estudios sobre Identidad (ESI) de la mism Useful Jav useful– Facultad eNot Doctorando en Filosofía Pontificia Unive rsidad riana Bibliografía
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------------------- (1994). “Décir et plaisir” en: Magazine littéraire, No 325 (octobre), p. 57 -65. ------------------- (2006). Diferencia y repetición. Buenos Aires: Amorrortu. Goulemot, Jean Marie (1991). Ces livres que‟on ne lit que d‟une main: lecture pornographiques au XVIII siecle. Marseille: Aliena. Gubert, Roman (2005). La imagen pornográfica y otras perversiones óptica Kant, Immanuel (1961). Crítica de la razón práctica. Salamanca: Síguem -------------------- (1998). Crítica de la razón pura. Buenos Aires: Alfaguara. -------------------- (1977). Crítica del juicio. Madrid: Espasa Calpe. -------------------- (1981). La religión dentro de los límites de la mera razón. Madrid: Alianza Editoria -------------------- (1996). Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Ariel. Kierkegaard, Soren (1969). Estudios estéticos I. Madrid: Guadarrama. ------------------------ (1977). Diario de un seductor. Barcelona: Ediciones 29. Kundera, Milan (1990). La inmortalidad. Barcelona: Tusquest. González, Sebastián (2006). “Prótesis-video o la máquina de visión. Paul Virilio estética de la representación. Bogota: Editorial Universidad del Rosario. Lacan, Jacques (1999). Les formations de l‟inconscient. París: Éditions du Seuil. Laplanche, Jean – Pontalis, Jean-Bertrand (1994) Diccionario de psicoanális Lypovetsky, Gilles (1996). El imperio de lo efímero: la moda y su destino en modernas. Barcelona: Anagrama. Ordoñez, Leonardo (2005). “La realidad simulada. Una crítica del reality show” Nacional, Análisis político, No. 54, Mayo/Agosto, pp. 49-62. Safranski, Rüdiger (2005). El mal o el drama de la libertad. Barcelona: Tus Sade, Marqués de (1977). Filosofía en el tocador. Buenos Aires: Bruguera. ---------------------- (1969). Escritos filosóficos y políticos. Mexico: Grijalbo. ---------------------- (1971). Los infortunios de la virtud. Madrid : Fundamentos. Zîzêk, Slavoj (2006). Arriesgar lo imposible. Conversaciones con Glyn Daly. ---------------- (2002). Mirando al sesgo. Una introducción a Jacques Lacan a través de la cultura popular. Madrid: Paidós.
1 Esta investigación está atravesada por múltiples compañías y afectos de preeminencia. Es innegable la presencia de Adolfo Chaparro en cada una d trayecto recorrido aquí. Sin ánimo de pasar por adulaciones llenas de adjet se deben a su amistad incondicional y complicidad filosófica. fi Entre nosotro dogmáticas ni acompañamientos enterrados en posturas filosóficas fi tercas. una cierta manera de proponer preguntas. Además, no puedo dejar de m incisivas opiniones de Leonardo Ordóñez. Su inteligente lectura nada tuv mi trabajo. Sus „rayones en rojo‟ fueron señalamientos de debilidades en el arg en la escritura, dificultades en las conclusiones (aún ahora creo que conse acerca del hilo del argumento aquí elaborado). Adriana Alzate y sus palabr invaluables a la hora de precisar cuestiones relacionadas con Lacan. No te devolverle algunas con igual cariño. Wilson Herrera fue un suspicaz lector conocimiento en Kant, me permitió establecer el camino que va hasta Sa Uribe ha sido una compañía latente; más bien, constantemente presente. N filosóficas fi más bellas siempre estuvieron acom pañadas cariño. Sign up to votede on this title Me falta Soledad, Ricardo y Esaú: en ellos giran mis afectos. Useful Not useful 2 BAUDRILLARD, Jean, 1994, Simulacra and simulation. Michigan: Univ 3 LIPOVETSKI, G., 1996, El imperio de lo efímero: la moda y su destino en modernas. Barcelona: Anagrama.
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sexuales son declarados propiedad universal. Burdeles, vergeles o cueva instituciones estatales. Allí todo está permitido, incluso la muerte por plac establece por el hecho de que cada uno puede actuar bajo el presupuesto d mismo víctima. Pero también como víctima se puede encontrar un placer triunfa 2005: 176). También se puede encontrar la postura de Sade en sus escritos “Carta de un ciudadano de París al rey de los franceses”, “Petición a los repres francés” y “Petición de las secciones de París a la Convención Nacional” (cfr. 1 8 “Durante estas disertaciones”, dice Sade, “se ha restablecido un poco la calma; las mujeres se han vuelto a poner sus túnicas y están recostadas sobre el canapé. Dolmancé se ellas, en un sillón”. Luego de eso, Dolmancé prosigue con la pregunta ¿qué son puede creer en la religión?” (cfr. 1977: 40-46) 9 Podría ser que de allí venga la opción del crimen. Ese es un tema que no podemos decir –provisionalmente– que la perspectiva de Sade compromete „ entrega al sexo. Las posibilidades de la transgresión no sólo limitan con la sino que tocan con el tema del crimen. Como dice Sade, “¿por qué habría de s matar si en la naturaleza la supervivencia es una de los principios más notable ¿hasta dónde podría llegarse? “Hasta los crímenes más negros y horribles”, di Ange. (cfr. 1977: 69 y 123) 10 Precisamente, dice Bataille, la reproducción sexual está encaminada a c de los hombres o el abismo que experimentan frente a la muerte: la reprod pasaje a lo continuo, puesto que la fusión entre los amantes hace aparecer algo de la existencia de los dos (2005: 25). 11 Edwarda (una prostituta de un burdel) no sólo goza en el acto sexual. S hecho de hacer jadear: “mira –dice ella- estoy en cueros… ven” (Bataille, 1978: 6 placer no está exclusivamente en la penetración. De hecho, siempre juega a cuando se trata de „entrar en la cama‟; ella invita a un ritmo de la consumació tiene que ver más con el deseo de la seducción en el que el dominio del pla astucia para jugar con los signos del cuerpo. Eso sería, para Bataille, otra radicalmente humana de la sexualidad (cfr. 2005: 33–43). 12 BATAILLE, George, (2005). El erotismo. Barcelona: Editorial Tusquets., 13 El rasgo fundamental de la sexualidad humana en el sujeto no depende sexuales o los deleites que producen goce para la mayoría. Una mujer, dirí encajar dentro de los prejuicios de lo bello y aún conservar „eso‟ que la consti deseo para un hombre. La vida sexual de los sujetos generalmente se encu impulso de la reproducción convirtiéndola en ocasiones en una actividad si Bataille, 1978). 14 Para Bataille, en la diferencia entre la pura actividad sexual y la interior humana se encuentra la clave definitiva para entender los acontecimientos paso del hombre al animal. Esa diferencia se explica, para él, por el surgim que pesan sobre prácticas como el matrimonio, la sepultura, la orgía, etc. ( 15 BATAILLE, George (2005). El erotismo. Barcelona: Editorial Tusquets. 16 Bataille se ocupa a lo largo de su trabajo sobre el erotismo del análisis d muerte, la prostitución y las prácticas religiosas del cristianismo (cfr. 2005 17 También habría que tener en cuenta en Sade [igual que en Masoch] que descripciones son modos distintos de expresarSign cuadros áticos muy p up to votesinto on thismtitle sadismo y el masoquismo. Para una exposición detallada de ese Useful Not usefulproblema, 39. 18 Como dice Klossowski, “la perversión, por los actos que inspira sólo ob tien de la permanencia de las normas [el subrayado es mío]. El hecho de que la
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21 Como dice Kierkegaard, ¿Es que estoy ciego? ¿Es que he perdido la ene íntima del alma? La vi sólo un instante, cual una aparición celestial, y ahor desvanecido por completo en mi memoria. Trato inútilmente de recordarla miles de muchachas. Esta lejos de mi, y en vano la busca mi ilimitado dese espíritu” Y más adelante, “mi alma aún forcejea, apremiada por la misma contra visto, pero también sé que la he olvidado y, así, este residuo de recuerdo p consuelo. Mi alma reclama aquella imagen con tanto desasosiego y tanta v bien estuviera en juego. Sin embargo, no puedo distinguir nada; desearía a castigarlos. Cuando se apacigua mi impaciencia y recobro la calma, casi m sentimientos y recuerdos sólo me interesan delante de una imagen, su im mío) (Kierkegaard, 1977: 29-30). 22 Pero antes una aclaración. Sabemos que Kierkegaard se refiere al eroti estéticos inmediatos) despertado por el Figaro y Don Juan de Mozart (cfr. 1 embargo, creemos que es posible describir los estadios eróticos considerad que involucran la misma intensidad con la que se adscriben los sentimient individuo. Eso quiere decir que a través del concepto de estadios eróticos t diferentes momentos de la relación entre el deseo, la voluntad y el objeto. en un plano estético distinto, Cordelia constituye un objeto que pone en ju de la ambigüedad de la voluntad respecto de „aquello‟ que apetece. 23 “Y ahora, un poco de paciencia [dice Johannes], sin apremios: me la han destinado y algún día me pertenecerá” (Kierkegaard, 1977: 21). Y más adelante escribe, “su imagen mi espíritu. Y la veo tanto en su aspecto ideal como en su figura real, que e impaciente: ella vive en la ciudad y esto me basta. Su verdadera imagen de debe gozarse a largos intervalos” (Kierkegaard, 1977: 43. El subrayado es m 24 “Hoy, por primera vez, la he visto en casa de la señora Jansen. Me presenta me pareció que no me prestaba mucha atención. Para poder observar con conservar la calma cuanto me fue posible” (Kierkegaard, 1977: 47). 25 KIERKEGAARD, Soren 1977). Diario de un seductor. Barcelona: Edicion 26 Quizá, dice Baudrillard, “los signos no tiene n por vocación entrar en las o con fines significativos: esa es su destinación actual. Pero su destino quiz consistir en seducirse los unos a los otros, y seducirnos por eso mismo. E completamente distinta la que regularía se circulación secreta” (1969: 100). 27 “Así es también mi Cordelia; y tengo la certeza de que se le parece, aunque estar en los labios, pero más que en las palabras en los besos. Labios suav en flor: ¡jamás vi otros más bellos! ¡Ahora estoy verdaderamente enamorado¡” 35) 28 Recodar la definición de materia como lo que se refiere a la determinac placer, satisfacción, complacencia, deleite, etc., que se desprenden de la e objetos. (1961: 32). 29 “El placer derivado de la representación de la existencia de una cosa, […], receptividad del sujeto porque depende de la existencia de un objeto” (1961: concepto de receptividad en la Crítica de la razón pura diciendo que se tra afectados por objetos de manera sensible (receptividad de las impresiones detallada cfr. CRP. A19-B33, A27-B43, B59-B63. 30 Una descripción detallada y minuciosa de la acción estitle cosa de la p Signsatis up tofvote on this compete a los fenómenos subjetivos de los que sería agradable para alguie Useful Not useful explícito en la Crítica del juicio, sobretodo cuando Kant se ocupa del interé (1977: 248) 31 De hecho, la ironía del seductor está en que una vez consumada la sedu
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artificial de su cuerpo, en cuanto destino de vasallaje y de prostitución. N seducción representa el dominio del universo simbólico, mientras que el po dominio del universo real (1989: 15).
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