CREATIVIDAD. GENIO Y PSIQUIATRÍA
o de euforia, como lo son, por ejemplo, las fiestas de San Fermín, la llegada a París en 1945 o las aventuras africanas. En forma continua observamos un estado de ánimo particularmente inquieto, extrovertido, acelerado, irritable, expansivo, contagiante, grandilocuente y desenfada do. Este estado, casi permanente hasta 1954, se alterna ocasionalmente con períodos de introversión, retraimiento, nihilismo y mutismo. Cabe tener en consideración que E. Hemingway ostentaba con ingerir grandes cantidades de alcohol, especialmente en los estados de exal tación anímica. Lamentamos no saber exactamente cuál era su patrón regular de consumo, por lo que no podemos excluir la presencia de una dependencia alcohólica asociada a su cuadro clínico. Cuadro psiquiátrico final
Luego de su última visita a Pamplona en 1959, Hemingway comienza a presentar un cuadro de ostracismo, retraimiento, nihilismo y descon fianza progresivos. Sus intentos de escribir son abortados por crisis de cólera y de violencia. Rara vez abandona su casa en las afueras de Ketchum, mostrando franco desinterés por su entorno y una actitud huraña. No hay datos sobre el consumo de alcohol durante esta fase. Progresi vamente aparecen signos de desinterés vital, con frecuentes referencias en torno a la propia muerte. Con el tiempo, comienza a configurarse un delirio de persecución, poco sistematizado, incluyendo a elementos del FBI, de la CIA o de Cuba. El delirio paranoideo va acompañándose paulatinamente de alucinaciones acústicas y, al parecer, visuales, donde habría, visualizado a dichos agentes en las afueras de su casa. La gravedad del cuadro es confirmada por el médico de cabecera, quien lo envía en 1960 a un tratamiento con hospitalización. Antes de su inter nación realiza varios intentos frustrados por autoeliminarse. Durante su hospitalización se constatan las alucinaciones y el cuadro paranoideo, diagnosticándose una depresión psicòtica, por lo que se le practica una serie de sesiones con tratamiento electroconvulsivo. Una vez superado el cuadro psicòtico se le vuelve a enviar a su hogar. Aquí permanece postrado y sin interés vital hasta mediados de 1961, donde, en la madrugada, se dispara un tiro de escopeta en el cráneo. Muere inmediatamente.
Ernest Hemingway: Vida, obra y psicopatologia | capítulo 7
Junto a los síntomas antes descritos, durante este período habría pre sentado anorexia, clara disminución de la libido, inhibición psicomotora, desánimo, pérdida del impulso, insomnio mixtor de conciliación y del despertar, negativísimo, desesperanza, irritabilidad y angustia difusa. En ocasiones se habrían comprobado conductas fóbicas, en particular en relación a otras personas y a los espacios abiertos.
H i p ó t e s is d i a g n ó s t i c a
Es muy difícil establecer un diagnóstico psiquiátrico certero en el caso de Hemingway. Sin embargo, coincido con la mayoría de los investiga dores en el tema, que el diagnóstico principal es el de un Trastorno Bipo lar, tipo II, lo que en psiquiatría se entiende por Hipomanía crónica con Depresión Mayor Recurrente. Es casi imposible eludir el diagnóstico de un abuso de sustancias, en particular de alcohol. Hemingway muy pro bablemente sufría de un alcoholismo inveterado. Algunos autores han planteado que junto a estas patologías, el escritor habría sufrido una hemocromatosis, heredada de su padre. Esta enfermedad se caracte riza por un exceso de hierro en la sangre, lo que provoca alteraciones del páncreas pero también trastornos mentales como inestabilidad emo cional.
D i a g n ó s t i c o d if e r e n c ia l
Numerosos autores han puesto énfasis en los aspectos de la persona lidad de E. Hemingway, favoreciendo el diagnóstico de un trastorno de la personalidad de tipo limítrofe (Borderline). Sus conductas violentas, los arranques impulsivos, la inestabilidad emocional y la incapacidad para establecer vínculos afectivos apoyan esta postura. No obstante, al establecer el diagnóstico definitivo e intentando evitar las discusiones académicas entre los autores más «constitucionalistas» y los «psicodinamistas», tenemos que tener en consideración cuatro elementos fun damentales: •
En primer lugar están los antecedentes hereditarios de la familia He mingway (Tabla 7-1), que hasta hoy sorprenden por su excesiva car ga hacia conductas suicidas, pero también, por la mayor concentra-
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ción de casos con una enfermedad del ánimo. A su vez, en muchos familiares de Hemingway, como en el caso de su padre, se observan elementos compatibles con un trastorno del ánimo, pero no se en cuentran signos claros de un trastorno de personalidad. • En segundo lugar, se debe tener en consideración las evidentes os cilaciones del estado de ánimo que exhibe E. Hemingway durante su vida, las que no parecen estar relacionadas con eventos vitales específicos. Sobre la base de una hipomanía persistente, claramen te evidenciable en las fases de expansión máxima, como lo son los «San Fermines», el autor presentaba periodos totalmente opuestos, con evidentes síntomas y signos depresivos. Esto queda demostrado no sólo por el análisis biográfico, sino por las descripciones que ha cen del famoso escritor sus amigos más cercanos. • En tercer lugar, cabe considerar la personalidad premórbida de E. Hemingway, que si bien es impulsiva y muy compleja, nunca se des borda, aun bajo el influjo del alcohol. Durante toda su vida Hemin gway mantuvo el control deseado sobre sus emociones, calculando cada paso a dar. Siendo un individuo extremadamente libre y creati vo, nunca abandonó los límites de todo individuo «respetable», adap tándose bien a las contingencias y mostrando una clara tolerancia a las frustraciones. La muerte aparece al final de su vida, no como un acto impulsivo, sino como el desenlace ineludible de lo que había sido su vida, vale decir, su propia novela. Este alto grado de control personal, su producción literaria, el reconocimiento y respeto de los límites y su evidente capacidad de construir un mito, aun a pesar de las oscilaciones anímicas, hacen poco probable la presencia de una personalidad muy desestructurada. • Finalmente se debe tener en consideración el cuadro clínico final, que corresponde claramente a una Depresión Psicotica muy seve ra, que requirió tratamiento electroconvulsivo. Es en este momento donde el cuadro psicòtico se expresa en toda su magnitud, revelan do alucinaciones, delirios parnoideos, fenómenos de despersonali zación y desrealización. El ánimo es francamente depresivo y existe una gran inhibición psicomotora. La constante rumiación en torno al tema de la muerte confirma la presencia de un trastorno depre-
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sivo. Y este trastorno aparece dentro de! marco de un paciente con evidentes oscilaciones anímicas, por lo que no es posible evitar el diagnòstico de un trastorno bipolar, con depresiones e hipomanias. Cabe preguntarse si la patologia de Hemingway no corresponde simplemente a un problema de consumo excesivo o a una adicción al alcohol. Porque no cabe duda sobre el consumo excesivo que el prominente autor solía realizar. Pero las evidencias aquí expuestas no son incompatibles con este diagnóstico, sino que por el contrario. El trastorno bipolar es el sustrato sobre el que se construye el alcoholismo de Hemingway. Porque tanto los antecedentes hereditarios, la personalidad previa como el cuadro clínico apuntan a un trastorno eminentemente endógeno, que si bien pudo haber estado influenciado por el uso de sustancias, no logra explicarse cabalmente a través de él.
D i s c u s ió n
Las relaciones entre la creatividad artística y la psicopatologia han sido objeto de múltiples estudios y reflexiones fundamentadas. El caso de E. Hemingway resulta paradigmático para quienes defienden la tesis de la creatividad asociada al sufrimiento o a la desmesura biográfica. Su vida y su obra son una malla entreverada e indivisible, donde nunca se sabe quién está al servicio de quién. Como hemos observado, su propia muerte parece ser el desenlace irrenunciable de una novela dramática. El fenómeno Hemingway resulta aún más interesante cuando se observa la cantidad de acólitos que el autor ha heredado. Su personalidad carismàtica y su espíritu aventurero han despertado un interés inusual para una figura de las letras. El Premio Nobel viene aquí no sólo a poner el broche de oro a una leyenda que se fue gestando en vida, sino a reafirmar el enorme atractivo que algunos de sus pares ejercen sobre su entorno. Este hecho no debería sorprendemos. Es altamente probable que Ernest Hemingway haya sido portador de una _ enfermedad bipolar, la que lo condujo a sufrir múltiples complicaciones médicas y psiquiátricas. Los estudios epidemiológicos de Jules Angst sobre la enfermedad bipolar son claros en señalar que este trastorno se
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asocia muy frecuentemente con un consumo inmoderado de alcohol, explicando en muchos casos el origen de ciertas formas de alcoholismo. También se ha demostrado que la bipolaridad se asocia con formas de vida aventureras, inquietas y desmesuradas. Esto ya había sido descrito por von Zerssen en su brillante monografía sobre el Typus Manicus. Los estudios de Angst demuestran además que estos pacientes con trastor no bipolar tienen una morbimortalidad más elevada, especialmente por la mayor prevalencia de suicidios. Los antecedentes hereditarios de la familia Hemingway avalan poderosamente esta hipótesis. Desde las descripciones originales de Falret se sabe que el trastorno bipolar puede contagiar frecuentemente al público lego, en particular durante la fase maniacal expansiva. Se conoce la irresistible fascina ción que suelen ejercer algunos pacientes maníacos o hipomaníacos sobre sus pares, o sobre personas totalmente ajenas a ellos. En el caso de Hemingway se ve retratada una vez más la admirable capacidad de contagio y de fascinación que ejercen algunos pacientes bipolares so bre la población general, incluso en forma postuma. A su vez, la alta contagiosidad de sus conductas irreverentes, de sus desafíos, de sus extralimitaciones y de sus aventuras hablan claramente en favor de la presencia de un trastorno bipolar. Desde una perspectiva fenomenológica-antropológica, interesa estu diare! trastorno bipolar en sus interacciones con la identidad personal. Este tipo de aproximación revela que uno de los fundamentos compren sivos del trastorno bipolar lo constituye un problema en la consolidación de la identidad. Desde esta perspectiva, la psiquiatría comprende a la melancolía como la máxima negación del ser, como la aproximación a la nada. Este frágil modelo de «ser» se fundamenta básicamente en el «ser para sí» del individuo melancólico. La incapacidad de vivenciar y percibir el mundo emocional, la hipertrofia del rol laboral, la intoleran cia al cambio, la falta de fantasías y la rigidez configuran una identidad frágil y muy vulnerable en el paciente depresivo. La nada pareciera estar acompañando continuamente al melancólico en su afán de ordenar el mundo, de eludir el cambio y la experiencia emocional. Al fracasar los mecanismos compensatorios de esta frágil identidad, surge la melan colía.
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En el extremo opuesto de la melancolía, el paciente bipolar que atraviesa un estado maníaco pareciera experimentar una consolidación de su pro-, yecto de ser. La manía se caracteriza por un aumento de la agudeza de las percepciones, por una clara hipertrofia de la conciencia de sí mismo, por un mayor despliegue energético en función del hacer y el tener, por un estado de euforia continua y desmesurada y por la pérdida de las restricciones que normalmente limitan nuestra conducta. En términos antropológicos, la manía aparece como una consolidación completa del ser en sí, a través de la construcción ficticia de un ser para sí. La manía surge como un estado de libertad plena, llevando incluso al contagio masivo. A diferencia de la melancolía, que se aproxima a la nada, la manía apa rece y es vivenciada como una victoria contra la nada, contra el no ser. Una vez confrontada la ficción del ser con la realidad y la conciencia, la manía se desploma, apareciendo la amenaza del no ser, de la melanco lía. Sin embargo, el sujeto hipomaníaco va a lograr mantener en forma continua la ficción de su ser, esquivando así la realidad y la amenaza de la nada. Pero esta postura resulta particularmente difícil de sustentar, llevando tarde o temprano a la descompensación melancólica. Hemos incluido esta reflexión teórica por la proximidad existente entre los conceptos fenomenológicos aquí enunciados y la vida, la obra y la personalidad de E. Hemingway. Como se puede observar, él revela en toda su biografía una incesable lucha contra la melancolía, aún más, un constante afán por compensar una identidad personal insuficiente. Su gran versatilidad caracterológica, su identidad difusa y su personali dad de contornos irregulares revelan un conflicto claro en la demarca ción del propio «yo». Al hablar aquí de «yo» no lo hacemos en el sentido de E. Erikson, sino más bien en el opuesto, en el sentido de Krappman y de A. Kraus, quienes sostienen que el conflicto central del trastorno bipolar es un problema de identidad, que se intenta resolver a través de una sobreidentificación con el rol laboral-vivencial. Kraus habla aquí de una «conducta hipernómica», donde la debilidad de la propia identidad conduce a una exacerbación de la identidad de rol. El movimiento dialéc tico entre la identidad y la no identidad es especialmente claro en el caso
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de E. Hemingway. Porque el claro déficit que el autor exhibe en la así denominada identidad-personal, dadas sus falencias afectivas, es inten tado vanamente de compensar a través de la hipertrofia de la identidad de «escritor-aventurero». A su vez, la continua búsqueda de aventuras y peligros y su afán de desafiar los límites constituyen otra forma de suplir el vacío existente en la esfera personal-afectiva. La propia sobreidenti ficación con el rol profesional conlleva un evidente distanciamiento en las relaciones interpersonales, con la consiguiente soledad resultante. Coincidiendo con la mayoría de los pacientes bipolares, Hemingway re vela durante toda su vida un grave conflicto de consolidación de la iden tidad, intentando infructuosamente resolver dicho conflicto a través de la vertiente creativa y de la sobreidéntificación del rol. El desenlace final no es, entonces, otra cosa sino el resultado negativo de este conflicto, donde finalmente, desprovisto de su rol y de la creatividad, el autor no puede eludir la autodestrucción. No lo puede hacer, porque su «ser» ya no existe, porque su identidad ya no alcanza para sobrevivir. El vacío, la nada, se apoderan de él, dejando claramente en evidencia su incapaci dad de existir en sí. Resulta notable comprobar la forma en que se interrelacionan los pro cesos biográficos, los procesos de creatividad y los aspectos centrales de la bipolaridad, cuales son, los problemas de identidad. El caso de Hemingway resulta paradigmático para reflejar la lucha de un individuo maníaco-depresivo contra su propio destino, utilizando las herramientas que le parecen más apropiadas. A juzgar por los resultados de su creati vidad, o sea de su obra, sin duda que Hemingway habría vencido dicha lucha, pero si se observa el desenlace final, ya no podemos asegurarlo. Porque si bien es cierto que la esencia de la estructura bipolar puede fa vorecer el proceso de creación artística, cabe preguntarse: ¿Aqué precio debe nutrirse el arte? La vida de Hemingway es un continuo tormento, donde la literatura parece brindar un breve remanso en el trajín existencial. Sin embargo, al momento de terminar de escribir, los problemas de siempre reaparecen, retomando con la misma intensidad de antaño su molestia continua, solamente combatible con el uso de alcohol y los excesos, dejando en claro que la «compensación hipernómica» nunca
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Es esta posibilidad la que parece relevante para el mejor tratamiento de los pacientes bipolares. El caso de E. Hemingway permite entender la forma cómo los problemas de identidad constituyen un elemento central en dicha patología. El abordaje clínico que no tenga en consideración estos aspectos puede llegar a ocasionar mayor perjuicio que beneficios, en particular cuando se trata de un personaje que opte por la compensa ción creativa. Es por ello que queremos reforzar el concepto de efectuar en todo paciente bipolar un tratamiento combinado, que junto con la terapia farmacológica incluya una psicoterapia que considere y se haga cargo de los aspectos de personalidad y de identidad de los bipolares. Sólo de esta forma, pensamos, es posible lograr un avance real y una es tabilización efectiva en nuestros pacientes, acercándolos a una relación más adecuada consigo mismos, con sus semejantes y con su existencia. El ejemplo de E. Hemingway revela las enormes potencialidades crea tivas que pueden surgir desde el trasfondo de un trastorno bipolar. Un tratamiento y una profilaxis adecuada pueden lograr que estas personas no sólo desarrollen una vida completamente normal, sino que puede favorecer la creación de grandes obras, hasta incluso geniales.
Re f e r
e n c i a s b ib l i o g r á f ic a s
Baker C. Hemingway, el escritor como artista. Buenos Aires: Ediciones Corregidor, 1974. Castillo-Puche JL. Hemingway, entre la vida y la muerte. Barcelona: Ediciones Des tino, 1968. Heerlein A. Personalidad y psicopatología. Chile, Santiago: Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía, 1997. Hotchner AE. Papá Hemingway. México DF: Organización Editorial Novaro SA, 1966. Kazin A. Hemingway and Fitzgerald. Am Heritage 1984 (April-May); 49-64. Kraus A. Psychotherapy based on identity problems of depressives. Am J Psychothe rapy 1995; 49:197-212. Rovit E. Ernest Hemingway. Twayne Publishers, Inc, 1963. Traducido por Alicia McGaw. Buenos Aires: Compañía General Fabril Editora SA, 1971.
EL ARTE Y LA CREATIVIDAD COMO TERAPIA
A. Heer l ein
Desde los albores de la medicina comienza a desarrollarse la idea de que la actividad artística, ya sea espontánea o dirigida, tendría efectos terapéuticos sobre las enfermedades humanas. Incluso en la prehistoria se registran rituales, ceremonias, danzas y coreografías a las que se les atribuía un valor terapéutico o reparador. Generalmente estas expresio nes artísticas se combinaban con rituales o tradiciones religiosas que pretendían alejar a los «malos espíritus». En el antiguo testamento apa recen mencionadas algunas prácticas terapéuticas con efectos medici nales, como por ejemplo, la musicoterapia practicada por David en favor del Rey Saúl. La mayoría de los autores de la Antigua Grecia favorecían el uso de las artes en el tratamiento de los enfermos. Esta visión supone una estrecha asociación entre los fenómenos psíquicos y los fenóme nos cósmicos, siendo el arte un elemento de unión o de armonización entre las partes. La medicina romana y medieval también apoyaron el uso de las artes en la terapéutica, especialmente de la música. El nota ble legado de la músico medieval Hildegard von Bingen demuestra con precisión en qué forma la cultura del medioevo favorecía la utilización de las artes en los procesos curativos de la medicina. El Renacimiento y la Ilustración confirmaron este proceso, diferenciando gradualmente los factores terapéuticos del arte de los factores religiosos o místicos. En el siglo xix la música, las artes plásticas y la literatura ingresan con espe-
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cial fortaleza al período del Romanticismo, especialmente en los países de habla alemana, recibiendo no sólo el reconocimiento de distinguidos médicos de la época como Heinroth o Krehl, sino también de notables genios de las artes, como Goethe, Beethoven o Byron. Según estos ar tistas, las artes serían particularmente eficaces en el tratamiento de las enfermedades del espíritu. En el siglo xx numerosos autores sugirieron la eficacia de algunas disci plinas artísticas en el tratamiento científico de los trastornos mentales, como así también en la mantención de la salud mental. Junto con el no table desarrollo de la música como herramienta terapéutica, se planteó la necesidad de incorporar a las artes plásticas, a la danza, a la literatura y al teatro en el arsenal de un buen tratamiento psiquiátrico. Sin embar go, hasta hoy los estudios empíricos que avalan estos tratamientos no abundan, y la mayor parte de ellos no ha sido realizada con metodolo gías muy rigurosas. S. Freud y C.G. Jung plantearon a comienzos del siglo xx que el arte puede ser muy relevante como herramienta terapéutica. Como hemos visto en este texto, el estudio patográfico del poeta J.W. Goethe como así también el análisis de la vida y obra del poeta Rainer María Rilke demuestran en qué forma el arte, la creatividad y la poesía pueden trans formarse en herramientas terapéuticas para superar conflictos y proble mas personales. Pero no sólo los ejemplos de Goethe y Rilke revelan el efecto terapéutico del arte. Los casos de Robert Schumann, de Vincent van Gogh y de Ernest Hemingway, expuestos en este libro, también apoyan la idea de que en la constante lucha creativa de los artistas se persigue -intuitivamente- un efecto terapéutico, que distrae y consuela, que alivia y reconforta, que armoniza, embellece y da sentido existencial. E. Bleuler, Viktor von Gebsattel, H. Tellenbach, N. Andreasen, J.J. LópezIbor, H. Akiskal y otros notables psiquiatras de las últimas décadas han brindado apoyo a las técnicas diagnósticas y terapéuticas basadas en la creatividad artística. El arte puede constituir una notable herramienta terapéutica para los grandes artistas. Pero la práctica habitual del arte en los pacientes aje nos al mundo artístico también parece tener propiedades terapéuticas. Actualmente se han desarrollado numerosas escuelas terapéuticas que
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están dirigidas a los pacientes no artistas, vale decir, a una población que no necesariamente ha tenido contacto previo con las disciplinas artísticas. Se denominan terapias artísticas a las intervenciones terapéuticas a través de diferentes disciplinas artísticas. Si bien la mayoría de estas te rapias tienen orígenes diferentes, y cada una ha desarrollado un cuerpo teórico particular, relacionado con la disciplina artística usada, o desde un modelo psicológico diferente, las terapias artísticas se pueden agru par como aquellas que usan el proceso creativo durante una interven ción intencionada, con objetivos terapéuticos específicos, pero también como una forma de rehabilitación, dedesarrollo comunitario, ya sea en la salud como en ámbitos educacionales. En los diccionarios electrónicos actuales se suelen distinguir tres tipos principales de terapias artísticas: 1. Arteterapia oterapia a través del uso de las artes plásticas. 2. Musicoterapia o terapia a través de la interpretación o auscultación de la música. 3. Dramaterapia o terapia através del uso del arte escénico.
A r
t e t e r a pia
La arteterapia es una disciplina que utiliza los dispositivos provenientes de las artes plásticas para recuperar y rehabilitar a individuos que pa decen dificultades físicas y/o mentales. Actualmente se distinguen dos corrientes principales en arteterapia: por un lado, existen los terapeutas que utilizan la plástica como medio de provocar o elicitar un diálogo pa ciente-terapeuta, con el objetivo de elaborar posteriormente y de modo verbal el contenido plástico antes creado. Por otro lado, están los que se centran en lo puramente creativo, sin recurrir a la posterior elabora ción verbal. Los primeros, generalmente son psicólogos o psiquiatras especializados en arteterapia mientras que los segundos suelen actuar supervisados por algún psicólogo o psiquiatra, y su labor es planteada como complementaria a una labor psicoterapéutica. La arteterapia ha sido utilizada no sólo en los procesos de tratamiento de enfermedades mentales, sino también en la investigación psicomé-
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trica y en los diversos procesos del diagnóstico psiquiátrico. De hecho, es un instrumento frecuentemente utilizado en psiquiatría infantil y en los estudios diagnósticos de pacientes adultos que presentan dificulta des diagnósticas. Así por ejemplo, la arteterapia ha sido utilizada con frecuencia para confirmar el diagnóstico de pacientes con trastornos esquizomorfos, autistas o con trastornos esquizoafectivos. También se la ha utilizado para la expresión de conflictos muy reprimidos en pacientes con trastornos de la personalidad, en pacientes infanto-juveniles o en personas discapacitadas en lo verbal. Independiente de la orientación o la corriente psicológica que la susten te, la terapia artística se caracteriza por: • Relevancia del proceso de creación por sobre el producto artístico, ya que es en las limitaciones de este proceso en donde suelen trabajar se las dificultades para simbolizar la experiencia. • Importancia de la creatividad, bajo el supuesto que su desarrollo fa vorecerá el surgimiento de soluciones creativas en otras áreas de la vida mental. • Énfasis en la creación espontánea, sin importar el grado de pericia plástica, con un objetivo más bien expresivo. La práctica arteterapeútica tiene sus inicios en el interés de algunos psi quiatras europeos, como Hans Prinzhorn, que hacia fines del siglo xix consideraron que toda creación albergaba un potencial de sanación. Du rante décadas Prinzhorn realizó un notable trabajo de colección de obras artísticas de pacientes psiquiátricos, la mayoría de ellos hospitalizados por largos períodos. Esta colección, de más de 20.000 piezas, constituye uno de los tesoros más valiosos en el mundo en cuanto a Artes Plásticas y Psiquiatría, y ha sido exhibida en diversos centros culturales de Occi dente. La colección permanente está alojada en el Museo Prinzhorn, con tiguo a la Clínica Psiquiátrica de la Universidad de Heidelberg, Alemania. En los EE.UU. los pioneros de la arteterapia son Margaret Naumburg y Edith Kramer, quienes a mediados del siglo xx desarrollan en forma independiente el concepto de «Arte como Terapia». Es interesante com probar que el inicio de este trabajo se desprende de un estudio sobre
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el trabajo en pacientes psiquiátricos infantiles, donde el arte ha revela do tener una preponderancia muy significativa. En 1974 los psicólogos Paolo J. Knill, Shaun McNiff y Norma Canner de 1a Lesley University de Cambridge desarrollaron el primer magíster en «Creative Arts Therapy«, un compendio de todas las formas terapéuticas que ofrece el arte. La arteterapia se basa en la utilización del arte como proceso creativo, que al acercar al paciente a algo nuevo y luminoso lo ayuda en su trata miento. De acuerdo con esta terapia, el arte tiene la capacidad de hacer visible algunos valores universales: el contraste luz-oscuridad, el color, la composición, la armonía y la belleza. Mediante estos elementos el paciente crearía nuevos mundos, no basados en la utilidad práctica o el nivel puramente físico de la vida, sino uniendo el mundo material con el mundo mental o psíquico. Esta terapia supone que con el estímulo de la creatividad humana se generan importantes asociaciones mentales. La persona se descubre, se encuentra y se sorprende al ver que ha realizado algo distinto; ha convertido algo material en algo vivo, que le enseña algo sobre sí mismo. La arteterapia tiene una visión integral del tratamiento, ayudando al enfermo a volver, junto a otras herramientas terapéuticas, a un estado de funcionamiento normal y armónico. De acuerdo con esta escuela, el arte sería terapéutico cuando consigue los cambios estimu lados por el terapeuta y cuando el paciente participa activamente en su sanación. La terapia se basaría no sólo en la creación plástica misma sino en la relación que se establece entre el enfermo y su terapeuta, quien debe tratar de despejar los caminos hacia el arte, hacia la crea tividad y hacia la expresión artística, favoreciendo el restablecimiento integral de la salud. Estos terapeutas sostienen que la arteterapia no es una forma de realizar arte. Es una terapia en la que el paciente debe participar creativamente y contribuir en el proceso de su curación. Otra diferencia.con la práctica artística es que en la arteterapia no es impor tante ni la habilidad o conocimientos plásticos previos de la persona, ni tampoco el resultado artístico en sí. Lo importante sería el proceso, y la relación terapéutica que se establece. La arteterapia ha sido utilizada en diferentes trastornos psiquiátricos, especialmente en el ámbito de los trastornos del ánimo y de la persona lidad. Esta aproximación favorece la utilización del lenguaje simbólico, plástico y verbal. No obstante, lo importante en arteterapia es centrarse
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en el instrumento expresivo como forma de explorar nuevas alternativas de expresión, que se convierten en terapéuticas al lograr eludir los mecanismos de defensa y las estructuras rígidas. En el ámbito de la esquizofrenia, numerosas personas han postulado efectos terapéuticos del arte en estos pacientes. Spreti, Martius y Foerstl publicaron recientemente un libro sobre arteterapia, en que describen las ventajas de esta herramienta terapéutica en el tratamiento complementario de los pacientes esquizofrénicos. Estos pacientes frecuentemente escapan al mundo delirante al no poder tolerar la complejidad de la realidad o la desestructuración interna. El terapeuta adiestrado puede ayudarlos en la reintegración de su identidad y en la oferta de un apoyo sólido y confiable. La arteterapia ha sido planteada como estrategia complementaria en el tratamiento de los pacientes esquizofrénicos, especialmente en su primera etapa. No obstante, se han realizado sólo dos ensayos aleatorios controlados que estudiaron el uso de arteterapia para las personas con esquizofrenia. Ambos estudios no incluyeron suficientes pacientes para permitir que las diferencias registradas fueran realmente significativas. Por ello, no se ha podido aún obtener conclusiones claras con respecto a los beneficios que la arteterapia pueda tener en el tratamiento complementario de la esquizofrenia. Es necesario realizar más investigación para determinar el valor de la arteterapia en estos pacientes. En relación al complejo problema del diagnóstico de la esquizofrenia, el capítulo de Ch. Mundt sobre el paciente esquizofrénico Richard Dadd, que incluimos en este libro, nos parece una interesante contribución al estudio de las relaciones entre esta enfermedad y las expresiones artísticas y pictóricas. Porque de acuerdo con Rennert y Navratil se suelen encontrar en los artistas esquizofrénicos características pictóricas muy singulares. Así por ejemplo, se describen frecuentemente alteraciones de la espacialidad, fenómenos de contaminación, de condensación o de «confusión aglomerada». De acuerdo con Mundt, la obra del paciente R. Dadd confirma una observación de Hans Prinzhorn, quien afirmó que la confusión del lenguaje suele estar acompañada por una organización figurativa que parece totalmente natural. No obstante, se observarían cambios en la temática y en determinadas formas expresivas. Además, el caso de Dadd demostraría que la frecuencia de los motivos de violen-
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cia aumenta notoriamente tras el inicio de la enfermedad, para luego ir disminuyendo. Además los cuadros de Dadd resultan poco claros, complicados o demasiado saturados, recordando la «proliferación del impulso decorativo» de la que hablaba Prinzhorn. En nuestra experiencia con pacientes esquizofrénicos no-artistas he mos podido observar una tendencia muy manifiesta de estas personas a descuidar aspectos importantes de sus obras, especialmente al dibu jar figuras humanas. Resulta interesante observar la elevada frecuencia con que estos pacientes pintan sus figuras sin rostro, sin dedos o sin pies, dejándolos como vacíos, sin el sello propio de la condición huma na (el rostro) y sin expresión emocional. Estas características son más frecuentes de observar en los pacientes que han tenido una evolución más prolongada de la enfermedad, pero también pueden verse en sus inicios, y pueden ser utilizados en las distinciones diagnósticas entre la esquizofrenia, la psicosis maníaco-depresiva y otras formas de psicosis endógenas. En relación a los trastornos bipolares, las principales características pictóricas observadas por diversos autores se pueden resumir en los si guientes puntos: • En la fase maníaca hay una continua actividad pero una escasa pro ductividad, una producción artística muy espontánea, trazos libres, variaciones en la presión del trazo, escritura cruzada, mezcla de di versos lenguajes y colores llamativos. La crítica, el chiste y la ironía se presentan con frecuencia, así como la utilización de personajes en forma de animales como creando fábulas; la obra se da por con cluida rápidamente. • Durante la fase depresiva, las ideas se inhiben y los trazos se hacen lentos y débiles. En las fases más agudas es difícil que la persona se decida aterminar un dibujo. Algunos autores han sugerido que la suicidalidad, los impulsos sui cidas y las ideas suicidas se manifestarían en la expresión pictórica a través de la presencia de pájaros negros, cuervos o manchas negras, que interrumpen el paisaje. Esta idea proviene principalmente de las úl timas obras de Vincent van Gogh, quien pintó cuervos en el cielo de sus
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campos de trigo, pocos días antes de su suicidio. Sin embargo, esta característica no ha podido ser confirmada por estudios posteriores.
M u
s ic o t e r a pi a
Entendemos que el hecho de hacer música es mucho más que la mera producción de sonidos o ruidos. Desde sus inicios, los seres humanos utilizaron la combinación de sonidos para la realización de sus ritos religiosos y mágicos. La música tiene la capacidad de tocar las fibras más íntimas del ser humano, a saber, las emociones, los sentimientos y los estados de ánimo. Una vez que los seres humanos descubrieron las capacidades de la música para elicitar estados emocionales comenzó el verdadero desarrollo de la música, de los diferentes instrumentos musicales y de la utilización de la música como elemento comunicacional y de movilización de las masas. Perojunto con ello se inició la musicoterapia, una disciplina sorprendente que ha logrado notables avances en el ámbito de la medicina y la salud mental. La música es la expresión artística más frecuentemente asociada en la historia de la medicina al tratamiento de las patologías mentales. La música aparece muy precozmente mencionada como una herramienta terapéutica en los inicios de la historia. Las figuras bíblicas del rey Saúl y del joven músico David son los primeros testimonios de la utilización de la música como terapia antidepresiva. Tocando la «kinnor» o lira, acompañada de canto, el joven David habría logrado recomponer el ánimo depresivo que oprimía al rey Saúl. Curiosamente, esta recuperación es descrita como gradual y progresiva, tal como se observa hoy durante las terapias antidepresivas modernas. En la Grecia presocrática y la clásica de Pericles, la idea de una armonía universal tanto cósmica como individual formaba parte fundamental del concepto de sanidad mental. Así por ejemplo, el notable matemático Pitágoras solía utilizar la catarsis numericomusical como método terapéutico para superar la melancolía y la angustia. Para ello, se dice, utilizaba el canto y la música instrumental de la lira. Posteriormente, Celso, en su obra De m e d i c i n a recomienda el uso de la música y de los
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sonidos como tratamiento antidepresivo. De esta forma, la música permitiría reestablecer la armonía entre la mente y el cuerpo, intimidando además a los «demonios» que habitarían en el alma de los pacientes depresivos. En las culturas medievales volvemos a encontrar los conceptos heléni cos de una imprescindible armonía entre la música, el cosmos y el ser humano. El filósofo Anicius Boethius escribe en el siglo v que la co nexión numérica entre el macrocosmos y los cuerpos celestes puede ser concebida como «música mundana», mientras que el microcosmos humano corresponde a lo que conocemos como «música humana». De esta forma, las alteraciones del ser humano determinadas por alteracio nes del macrocosmos también pueden ser corregidas mediante el uso de la «música instrumentalis». De hecho, la música religiosa occidental del propio medioevo pretende elevar al ser humano a una categoría su perior, relacionada con la divinidad y la harmonía celestial. La música de Hildegard von Bingen (1098-1180) constituye un claro ejemplo de terapia espiritual, intentando elevar al ser humano desde su atribulada condi ción mundana a las reposadas alturas de lo celestial. En el siglo xv el afamado pintor flamenco Hugo van derGoes (1440-1482) se vio afectado por un profundo cuadro de melancolía, muy similar al su frido por el Rey Saúl dos milenios antes. Aparentemente su enfermedad habría sido curada mediante el uso de música instrumental junto con canto coral, lo que habría permitido reestablecer los «equilibrios perdi dos». En 1482 el médico y músico español B. Ramis de Pareia establece una relación entre las cuatro claves principales de la música y los cua tro humores cardinales. El tonus protus se asoció con el temperamento flegmático, el tonus deuterus con la bilis amarilla, el tonus tritus con el temperamento sanguíneo y el tonus tertarus con la bilis negra, la even tual causa de la melancolía. De esta forma, Pareia lograba armonizar los problemas corporales ycelestiales en forma selectiva mediante el uso de la música. Numerosos médicos del Renacimiento como Lemnius, Ronsse y Johannes Weyer intentaron mejorar los estados melancólicos me diante el uso de la música. Prominentes teólogos como Calvino y Martín Lutero apoyaron el uso de la música con fines terapéuticos, tanto en los niveles curativos como preventivos.
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En el siglo xvn el afamado texto de Richard Burton Anat omía de l a mel an col ía vuelve a poner el acento sobre el uso de la música en el tratamiento de la depresión. Apoyado en una docena de casos clínicos, Burton se ñala: «En una palabra, la música es una cosa tan poderosa que trans forma el alma; es la regina sensuum, la reina de los sentidos, otorgando un dulce placer (una cura de felicidad) y una profunda paz del espíritu corporal... Es un gran remedio contra la desesperación y la melancolía, pudiendo incluso espantar al demonio». El médico alemán Johannes August Unzer publica en el siglo xvm un ensayo sobre El uso medicinal de l a música en diver sas enf er medades, des tacando que la musicoterapia sería efectiva no sólo en los adultos con enfermedades mentales sino también en los niños. No obstante, Unzer es muy claro en señalar que la música no debe ser considerada como una panacea, y que debe ser incluida como una estrategia terapéutica más dentro del tratamiento de los pacientes mentales. En 1745 Ernst Antón Nicolai publica la obra Die Ver bindung Der Musik Mit Der Ar t zneyGl eehr t heit , apoyando sólidamente a sus antecesores, pero poniendo énfasis no sólo en los efectos físicos de la música sino también en las reacciones psicológicas que produce la música en los auditores. De acuerdo a este autor, los efectos terapéuticos de la música se deben a la evocación de afectos que produciría la música en el ser humano. Pero quien otorgó el impulso más relevante a la musicoterapia del siglo xvm fue Cario Farinelli, cantante de ópera que habría curado de una compleja melancolía al Rey Felipe V, transformándose en miembro permanente de la corte médica de Felipe y de su hijo Fernando VI. El entusiasmo originado en torno al efecto medicinal de la música en los trastornos mentales comenzó a decaer en el transcurso del siglo xix. El afamado psiquiatra francés Jean-Etienne Esquirol (1772-1840) pone en duda los efectos terapéuticos de la música, señalando en su libro Des mal adies ment al es: «Frecuentemente he utilizado la música como arma terapéutica, pero rara vez he tenido éxito con ella. Pacifica la mente pero no cura las enfermedades... Existen casos individuales donde se produce una mejoría, pero no es la regla». Sin embargo, en la mayoría de los centros psiquiátricos hospitalarios de Europa del siglo xix y xx comienza a intro ducirse l úsica como herr ienta complementari oyándo
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sólo en los favorables comentarios de los clásicos sino también en los notables ejemplos de celebrados músicos que habían dirigido su atención hacia los trastornos mentales. Además*, efloreciente desarrollo de la medicina psicosomàtica y de la psicología profunda en la psiquiatría vino a respaldar la utilización de las artes en el tratamiento de los trastornos mentales. Fueron los trabajos realizados por terapeutas del siglo xx los que lograron reintroducir a la musicoterapia como una herramienta útil y confiable en el manejo de los pacientes psiquiátricos. Actualmente la musicoterapia es una disciplina de rango académico en Alemania y varios países europeos, y se encuentra plenamente integrada al trabajo clínico de los hospitales. En los EE.UU. se utilizan métodos musicales en un gran número de tratamientos psiquiátricos y neurológicos, y ya en 1950 se fundó la American Association for Music Therapy. Se puede definir la musicoterapia como la aplicación terapéutica del sonido musical, la armonía y el movimiento asociado, a través de la audición, de la práctica y la ejecución instrumental sonora, integrando así lo cognitivo, lo afectivo y lo motriz, desarrollando la conciencia y potenciando el proceso creativo. De esta forma se favorece el restablecimiento de los equilibrios fisiológicos de nuestro organismo, en la mayoría de los sistemas relacionados con el sistema nervioso autónomo. Además la música permite facilitar la comunicación, promover la expresión individual y favorecer la integración grupal y social. Numerosos autores piensan que la acción de la música es una eficaz terapia que actúa sobre el sistema nervioso y en las crisis emocionales, aumentando o disminuyendo las secreciones glandulares, activando (o disminuyendo) la circulación de la sangre y, por consiguiente, regulando la tensión arterial. La música influye en nuestra mente y en nuestro organismo mediante la elicitación y/o amplificación de estados emocionales. Cualquier pieza musical puede influir sobre nuestro estado de ánimo o nuestro nivel de angustia. Hay armonías que despiertan emociones tristes o melancólicas, y armonías que evocan sensaciones de alegría o euforia. Un breve pasaje musical puede causar depresión, angustia, estrés, ansiedad o ira, como también puede relajar, causar alegría o bienestar psíquico. No
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hace falta saber de música para comprobar cómo influye cualquier pie za musical en nuestro organismo; basta con aprender a sentir que tipo de emociones despierta en nosotros. Las emociones negativas liberan neurotransmisores como la adrenalina y la noradrenalina, hormonas como la ACTH y. los corticoides y, en el cerebro, neurotransmisores como la noradrenalina cerebral y la dopamina, que pueden favorecer u obstaculizar su normal funcionamiento. Las emociones positivas acompañadas por cierta música activan dife rentes áreas del cerebro, favoreciendo el funcionamiento cognitivo y social, permitiendo además la liberación de sustancias neuroquímicas que prolongan y garantizan su buen funcionamiento. De esta manera la música puede ayudar a curar trastornos como desequilibrios nerviosos, trastornos cardíacos y respiratorios, trastornos digestivos y endocrinos, pero más allá de cualquier enfermedad física, también actúa positiva mente sobre la salud mental de las personas, disminuyendo la ansiedad, la depresividad, las conductas adjetivas e incluso las ideas de suicidio. Estudios recientes han revelado que escuchar cierta música antes de dormir, como por ejemplo uno de los movimientos de la Sext a sinf onía de Beethoven, permite estabilizar el ritmo cardíaco y disminuir la presión arterial. Los estudios mediante polisomnografia indican que este tipo de música, con sus múltiples crescendos y minuendos, ejerce un efecto estabilizante y relajante sobre el sistema circulatorio. Un estudio reciente publicado en la afamada revista Cir c ul at io n, de la Asociación Estadouni dense del Corazón, demuestra que la música de tempo más rápido au menta el ritmo respiratorio y cardíaco, así como la presión arterial. Por el contrario, la música más lenta genera un efecto contrario. En otro estudio realizado en la Universidad de Pavia se encontró que cierta música de ópera podría ayudar en la rehabilitación de los pacien tes que han sufrido un accidente vascular encefálico. Otros estudios recientes han demostrado efectos favorables de |a música para los re cién nacidos. Un estudio canadiense acaba de demostrar que la música ayudaría a los recién nacidos a reducir el dolor y a mejorar su desarrollo y crecimiento. Investigadores de la Universidad de Alberta, Canadá, en contraron evidencia preliminar de que, además de calmar a los niños y sus padres la música puede estabilizar la condición del recién nacido
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mejorar su saturación de oxígeno y ayudarlo a aumentar de peso, redu ciendo su período intrahospitalario y adelantando la llegada al hogar. Todos estos estudios vienen a confirmar lo que en muchos hospitales del mundo ya es una práctica cotidiana: el uso de la música como una herramienta terapéutica más. Además de ser una terapia barata y fácil de administrar, se ha demostrado que la música tiene efectos percepti bles en el organismo y el ánimo, reduciendo el estrés, calmando el do lor, mejorando la autoestima y las relaciones sociales. Entre los diversos trabajos que se han publicado sobre este tema queremos destacar sólo algunos, que ponen especial énfasis en los beneficios observados en pacientes con trastornos tan diversos como la enfermedad de Alzheimer, Parkinson, traumatismos de cráneo, autismo, demencia, trastornos deja conducta, ceguera, VIH, patologías mentales y cardiológicas. En Chile se han realizado interesantes esfuerzos por incorporar músicoterapia como tratamiento complementario en pacientes hospitalizados o con enfermedades muy invalidantes. Así por ejemplo, en un progra ma pionero en la recuperación de sus pacientes críticos, un grupo de neurólogos chilenos ha estado utilizando música ambiental tan diversa como melodías clásicas, pop o latinas para favorecer el tratamiento de sus pacientes neurológicos intensivos. Los autores señalan que ha sido una experiencia muy positiva, porque genera en los pacientes una moti vación neutra de conversación, ocupando gran parte de sus contenidos mentales y desviando la atención de la enfermedad. La Asociación Chile na de Musicoterapia (2005) también ha colaborado en el tratamiento de pacientes gravemente afectados. Esta Asociación, sin fines de lucro, se ha hecho responsable del programa auxiliar que aplica la Corporación de Ayuda al Niño Quemado (Coaniquem) a sus pacientes, trabajando con sesiones de música para los niños mientras están en curaciones y en el pre y postoperatorio. Para ello utilizan instrumentos musicales o música envasada, del gusto de cada paciente. Los terapeutas aseguran que con esta metodología consiguen bajar la ansiedad, desbloquear las emocio nes negativas y distraer del dolor. Otros terapeutas han estadotrabajando con pacientes con enfermedad de Parkinson o con jóvenes con lesiones medulares. Un software especial, conectado a una cámara de video que enfoca la parte del cuerpo que se quiere trabajar, permite que la persona ejecute una melodía sólo moviendo su cabeza o una mano, por ejemplo.
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De esta forma se utiliza la ejecución musical en la estimulación de las zonas motoras correspondientes, siguiendo una estructura y un ritmo determinado. Se establecen rangos y parámetros de movimiento, según la necesidad terapéutica. Así se trabaja no sólo lo funcional, sino tam bién la parte emocional y social del paciente limitado. En otros países se continúa trabajando en estudios sobre la efectividad de la musicoterapia para mejorar la calidad de vida de los pacientes con cáncer, enfermeda des invalidantes, otorrinolaringológicas, y muchas otras. No obstante, es necesario contar con mayor evidencia científica acerca de la eficacia y la efectividad de estos tratamientos en otras ramas de la medicina. La musicoterapia parece ser una herramienta muy eficaz para el trata miento complementario de múltiples dolencias psiquiátricas. Ya sea a través de los grupos de práctica musical simple, de la audición de mú sica ¡nstrumental/vocal o de la práctica y el aprendizaje de música ins trumental, esta expresión artística tiene notables poderes en la recupe ración de algunos enfermos. Pero lo más interesante será, sin duda, el reconocimiento, la identificación y el posterior desarrollo de lo que se ha denominado «la vivencia de las emociones musicales puras», vale decir, aquellas emociones básicas o derivadas que se relacionan directamen te con los estímulos musicales. Actualmente es posible «observar» las emociones elicitadas por la música mediante el uso de las neuroimágenes funcionales (RNM y PEI). Así mismo, se ha comprobado que el desarrollo del cerebro en los niños y en los adultos es diferente cuando ha existido una educación musical básica de algún instrumento. En el caso particular del piano, un estudio reciente realizado en la Universi dad de Harvard revela que, mediante las neuroimágenes del cerebro antes y después de asistir a clases de piano, se puede demostrar un mayor desarrollo de las áreas cerebrales auditivas y motoras. Perojunto con ello, se observa un mejor rendimiento en tareas matemáticas, lo que se produciría como consecuencia del entrenamiento musical. Este trabajo viene a confirmar lo que ya se sabía desde la época del gran Johann Sebastian Bach, quien logra magistralmente reunir lo mundano con lo divino, lo analógico con lo digital, lo posible con lo imposible. La música es un gran instrumento de desarrollo del Sistema Nervioso, y debería ser considerada más seriamente no sólo en estrategias terapéu ticas sino también en l planes educacionales de nuestra población.
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D r
a ma t e r a pi a
La dramaterapia es el empleo del arte dramáticoxreativo para lograr ob jetivos terapéuticos tales como la sensación de alivio, integración física y emocional, desarrollo de algunos aspectos de la personalidad, etc. La dramaterapia se sirve del teatro como instrumento, gracias al cual, es posible acercarce a los problemas emocionales del paciente, intentando ofrecerle algunas soluciones. Dicho instrumento son propuestas de ejer cicios, improvisaciones teatrales y trabajo en base a obras de teatro, pudiendo ser grüpal o individual. Trabajando en el espectáculo, el paciente experimenta los condensados problemas del drama ytiene la posibilidad de referirlos a sí mismo. Por lo general, no difieren sustancialmente de sus propios dilemas internos. El objetivo principal de este tipo de tera pia es, hablando en general, la profundización de la comprensión de sí mismo, la comprensión de la relación «yo-mundo» además del entre namiento y perfeccionamiento de habilidades sociales deficitarias. Esto se conseguiría mediante un trabajo conjunto con el paciente, dirigido a mejorar algunos aspectos sobre: • La comprensión de las motivaciones propias, de las motivaciones y comportamientos ajenos, así como de las relaciones entre «el yo» y los otros, analizando e interpretando los personajes del drama. • Una mejor expresión de sí mismo. • Las funciones cognoscitivas como la memoria, la concentración y la percepción. • La experiencia de cooperación y de responsabilidad común por la tarea. La dramaterapia se entiende como una disciplina estrechamente vincu lada a las arteterapias, trabajo de grupo y metodologías de acción. Su definición más acotada es «la aplicación específica de las estructuras teatrales y procesos del drama con una clara intención terapéutica». Las cinco fases secuenciales del trabajo dramaterapéutico serían: juego dra mático, juego de roles, encarnación de personajes, trabajo de escenas y ritual dramático. La danza entre textos teatrales y personales acercan personaje y actor hasta la frontera misma de su conjunción o vivenciar
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compartido. La escena persona! se articula con escenas universales o metafóricas. Cada personaje y cada texto universal viene a hacer propuestas o señalar caminos de resignificación y autoconocimiento. El psicodrama es un método de psicoterapia en el cual los pacientes actúan los acontecimientos relevantes de su vida en vez de simplemente hablar sobre ellos. Esto implica explorar en la acción, no sólo los acontecimientos históricos, sino lo que es más importante, las dimensiones de los acontecimientos psicológicos no abordados habitualmente en las representaciones dramáticas convencionales: los pensamientos no verbalizados, los encuentros con quienes no están presentes, las representaciones de fantasías sobre lo que los otros pueden estar sintiendo o pensando, un futuro posible imaginado y muchos otros aspectos de los fenómenos de la experiencia humana. Aunque el psicodrama es usado habitualmente en un contexto grupal y puede ser un método muy útil para catalizar el proceso grupal (y, a su vez, ser catalizado por la dinámica grupal), no debe ser considerado como una forma de terapia específicamente grupal. Puede ser usado con varios coterapeutas entrenados y un solo paciente. También puede usarse con familias o, inclusive, en una forma modificada, en terapias individuales. La dramaterapia ha sido utilizada en diversas enfermedades psiquiátricas. Su mayor indicación la constituye la fobia social, trastorno bastante prevalente y que puede beneficiarse con el tratamiento complementario de dramaterapia. El tratamiento principal debe ser psicofarmacológico y psicoterapéutico, pero se han observado buenos resultados con dramaterapia complementaria. Este tipo de tratamiento, no obstante, debe ser dirigido por un experto en el tema, idealmente un psicólogo o un psiquiatra que hayan realizado una formación oficial en dramaterapia. Otros trastornos que han sido tratados en forma complementaria con dramaterapia son el duelo patológico, los trastornos de adaptación, las adicciones, los trastornos por estrés agudo y/o postraumático, otro tipo de fobias, los trastornos del ánimo y la esquizofrenia, entre muchos otros. Sin embargo, no contamos aún con evidencia empírica suficiente que demuestre la efectividad de este tipo de intervenciones. Es necesario realizar mayores esfuerzos para poder contar con la evidencia requerida para demostrar eficacia.
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En Chile la dramaterapia ha tenido un notable desarrollo gracias al tra bajo de numerosos colegas interesados en estos temas. En 1992 un gru po de académicos del Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina y del Departamento de Teatro de la Facultad de Artes de la Uni versidad de Chile, iniciaron un intercambio de conocimientos y prácticas clínicas y teatrales denominadas «Destrezas Teatrales Psicoterapéuticas», incluyendo a profesionales de la salud, psicología, educación, ar tes y humanidades. Este modelo dramaterapéutico considera el trabajo con textos fijos extraídos de la literatura universal (poesía, dramaturgia y textos bíblicos) ytécnicas psicodramáticas adscritas a la dramaterapia para profundizar en las escenas personales. Los trabajos exploratorios allí realizados abrieron el camino para la sistematización tanto de los aspectos teóricos de la intersección entre ambas disciplinas, como de la práctica aplicada a grupos e instituciones, así como las proyecciones referidas tanto a investigación, entrenamiento, formación y supervisión. En el año 2005 se inicia en Chile el primer diplomado de Dramaterapia, que ha permitido formalizar la especialización terapéutica en este inte resante método de terapia complementaria.
C o n c l u s i o n e s
• Las terapias artísticas han sido utilizadas con relativo éxito en el tratamiento complementario de diferentes trastornos médicos y psi quiátricos. La arteterapia y la musicoterapia han sido incorporadas en muchas instituciones de salud mental para reforzar el proceso curativo y la rehabilitación de estos pacientes. Aún existiendo impor tantes diferencias metodológicas, la mayoría de sus cultores sostie ne que la dramaterapia se homologa a otras formas de arteterapia, como musicoterapia, danzaterapia y terapias artísticas a través de las artes plásticas, consideradas simultáneamente como cuerpos disciplinares, métodos y técnicas de mediación artística. • Es necesario crear un cuerpo de conocimiento y de evidencia cien tífica para poder saber qué patologías y cuáles enfermos se bene fician más con una u otra herramienta terapéutica, qué patologías tienen una mayor indicación de arteterapia complementaria y en qué
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trastornos este tipo de intervenciones puede producir un eventual daño. Porque no cabe duda que al igual que las otras intervenciones terapéuticas, la arteterapia puede llegar a tener efectos colaterales o contraproducentes para la recuperación y/o la rehabilitación del paciente. Por lo tanto es necesario contar con terapeutas muy bien formados y con instituciones serias que alcancen elevados índices de profesionalismo en la práctica de las terapias artísticas.
R e f e r e n c ia s b i b l i o g r á f ic a s
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