Contents Título Copyright Cita Presentación Los co connse segguidor dores es Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capíttulo 4. Capí 4. Capíttulo 5. Capí 5. Capíttulo 6. Capí 6. Capíttulo 7. Capí 7. Capíttulo 8. Capí 8. Capíttulo 9. Capí 9. Capíttulo 10. Capí 10. Capítulo 11.
Sobre el autor
Consigue lo que te propongas .......
Técnicas y Herramientas para convertirte en quien tú quieras ser .......
Roland Rolandoo Lato atorre rre
www.rolandolatorre.com
Copyright – Octubre 2015 Rolando Latorre — Todos los derechos reservados —
“Tanto si crees que puedes hacerlo, como si no, en los dos casos tienes razón.”
–Henry Ford
Presentación Vivimos tiempos líquidos. Y eso es así especialmente en el mundo laboral. Allí donde antes había empleos fijos de por vida, y empresas y administraciones que los proporcionaban, ahora existe un entorno líquido que impide que los trabajos puedan ser a largo plazo. Las empresas se enfrentan a mercados hipercompetitivos y globalizados, donde cada vez es más difícil aguantar estructuras fijas de trabajadores. Sobre todo los que
viven en sociedades denominadas avanzadas, que requieren un alto salario y buenas coberturas. Ante este escenario necesitamos: 1. Tener claros los conceptos. 2. Abandonar la comodidad física y mental. Abrazar el cambio. El cambio constante es lo único que no va a cambiar. 3. Empezar a divertirnos. 4. Formarnos en nuevas habilidades. Pero la habilidad más útil que puedes desarrollar hoy en día no difiere en nada de lo que le ha sido útil a los hombres del pasado. A los
que antes que nosotros aportaron valor e hicieron que sus sociedades avanzaran. Se trata de la capacidad de conseguir aquello que te propongas. Lo grande de este viaje es que va a ayudarte a reflexionar sobre tí. Sobre qué quieres. Sobre quién eres. Sobre quién quieres ser. Sobre qué vas a aportar. Sobre qué harás para ser un ejemplo para tus hijos. Espero que me acompañes en las siguientes páginas de este libro y el viaje te haga reflexionar acerca de cómo te enfrentas al nuevo escenario laboral. Analiza si tienes
las herramientas que se necesitan para sobrevivir en la Nueva Economía. Haz un sincero examen de conciencia, y si por el camino te puedo enseñar algunas técnicas para sobrevivir e incluso prosperar, no sólo como profesional, sino como persona, el periplo habrá merecido la pena. Pongámonos en marcha.
Los conseguidores Te seré brutalmente sincero: he fracasado. Muchas veces. He empezado cosas que nunca terminé. Estudios, artículos, proyectos, empresas, contactos. He planeado cosas en mi mente en multitud de ocasiones y después las he abandonado. Sin razón aparente. Bueno, sí. Por dejadez. Por pereza. Por aburrimiento. Porque me pareció mejor matar las horas divagando con los amigos, tomando café o mirando la tele. Cualquier cosa que uno emprende
requiere esfuerzo. Una planificación, y lo más importante, determinación a prueba de desencantos. Buf. Duro. Tan duro que mil veces he tirado la toalla, y he preferido decir “más tarde”. Después de iniciar mil caminos y no finalizar ninguno, finalmente hace algún tiempo vi la luz. Este libro habla del proceso de ver esa luz y sustituir el “más tarde” por el “ahora mismo”. A lo largo de los años me he fijado en la gente que consigue lo que se propone y siempre me pregunté:
¿Qué les diferencia del resto? ¿Son más listos?¿Tienen más contactos?¿Son más simpáticos? ¿Tienen más dinero?¿Tienen más carreras?¿Saben más idiomas? La respuesta a cada una de estas preguntas es no, no, no, no y no. ¿Cuál es el secreto entonces? ¿Qué tienen los “conseguidores” que no tiene el resto? En primer lugar definiré a los “conseguidores”: Son aquellas personas que han elegido su destino, un destino forjado en base a lograr pequeños avances diarios en la dirección correcta. Son gente que
han tenido claro dónde querían ir. Ellos. No sus padres, ni sus profesores, ni sus novios, ni el sistema. Son personas que, para mí, han alcanzado el éxito. Ojo, igual no son ricos ni famosos, pero viven la vida que desean vivir. ¿Qué porcentaje de la población vive la vida que desea vivir? No lo sé. Pero son una minoría. Ahora retomaré la pregunta: ¿Qué tienen los “conseguidores” que no tienen los demás? Pues bien, tomad nota porque este es el secreto: Los “conseguidores” ante todo tienen la capacidad de aceptar su
responsabilidad en todo al 100%, tienen mucha disciplina y manejan unas técnicas muy concretas de las que voy a hablar en este libro. Espero que entre todo lo que leas en estas páginas encuentres algo que te pueda ayudar a ser tú también parte de la gente que consigue lo que se propone. Por muy imponente que pueda parecer la tarea en un principio. La actitud que adoptan los conseguidores es zen. Una actitud zen es aquella que debes adoptar cuando te enfrentas a una tarea mastodóntica. Imagina que tienes
delante de ti una montaña de troncos de árbol que llega al cielo. Prácticamente tapa las nubes. Te han encomendado la tarea de transformar todos esos troncos en pequeños trozos de madera de apenas 30 centímetros que se puedan echar en la pequeña chimenea de una casa. La tarea es abrumadora y sólo cuentas con una modesta hacha. El truco no está en imaginarte el tiempo que vas a tardar, las dificultades que encontrarás o las llagas que te van a salir en las manos. El truco está en centrarte en
el primer tronco. Olvida todo lo demás. Céntrate en el ahora. En la unidad de trabajo más pequeña con la que te enfrentes. El primer tronco. o pienses en que te quedan miles de troncos. Eso ahora no importa. Importa el que vas a transformar ahora. La Gran Muralla China mide más de 21.000 km de largo. Un trabajo demasiado grande para cualquier hombre o comunidad de hombres. Para construirla no empezaron en un extremo para acabar en el extremo opuesto. Hubiera sido demasiado desmoralizador pensar que delante
de uno quedaban tantos kilómetros hasta alcanzar el objetivo final. La estrategia fue dividir la tarea en tramos pequeños de muralla, y poner a dos grupos de hombres a trabajar en la construcción de dicho tramo desde cada extremo, para avanzar y acabar encontrándose en el medio. Como cuando se cava un túnel y se empieza simultáneamente desde ambos lados de la montaña. De esa manera la moral se mantiene alta, y el objetivo se siente cercano. Adoptar una actitud zen es sólo una de las muchas estrategias de la gente que consigue aquello que se
propone. El objeto de este libro será acompañarte para que a partir de ahora puedas adoptar una actitud zen en todo aquello que emprendas. Eso, junto a la disciplina y la perseverancia diarias harán de ti un superhéroe. Un ser imparable. Un conseguidor. Alguien que vive como quiere vivir, sin que nada ni nadie se lo impida.
Capítulo 1 La Nueva Economía. Nuevas reglas. La Nueva Economía está expulsando de sus puestos a los que hasta ahora hacían el trabajo. Ahora
el trabajo lo ejecutan programas informáticos y chips de silicio. Y las tareas que tienen que ser ejecutadas por personas de carne y hueso se externalizan. Por supuesto todos los bienes manufacturados ya vienen de lejanos países orientales. Y en el sector servicios pronto será lo mismo. No sé si has oído hablar de los “Asistentes Virtuales”. Son programadores y administrativos indios que, gracias a Internet, pueden trabajar en sustitución de un españolito mientras aquí es de noche, por una muy razonable tarifa de 4 a 6 euros la hora. Y hablan
inglés perfecto, o español si hace falta. Otro ejemplo son los telecentros, habitaciones llenas de operadores telefónicos que operan desde Marruecos o Ecuador para grandes compañías telefónicas de aquí. Estas dos tendencias, la tecnología y la deslocalización, hacen que las empresas sean igual de productivas que antes pero sin empleados. Con plantillas mínimas. Sin comités de empresa ni liberados sindicales. Ya no se busca a los que “hacen”. Ahora se valora a los que
“consiguen”. No es lo mismo hacer que conseguir. Cualquiera puede hacer. Para que alguien haga, sólo hace falta darle el manual de instrucciones. “Sigue el manual, después del procedimiento uno, haz el dos. Si acontece equis, tú debes seleccionar zeta”. Conseguir es mucho más difícil. Conseguir requiere pensar en cómo podemos añadir valor. Ofrecer algo que le sea de utilidad a los demás. Si trabajas en una planta química y eres operador de planta, tu trabajo consiste en controlar desde una
cómoda butaca si sucede una reacción química en un tanque, viendo una serie de indicadores y luces y apretando palancas y botones. Si tu trabajo es ése, o parecido a ése, ya te puedes ir despidiendo. Porque ese puesto añade poco valor. Tiene más lógica que lo haga un empleado turco o vietnamita. O que lo haga un robot. Si eres taxista y empiezas a ver cómo cada vez más gente utiliza servicios como Uber o Blablacar, maneras más imaginativas y baratas de desplazar a la gente, puedes
llegar a intuir que tu modelo de negocio, concebido con unas tarifas fijas establecidas por una asociació profesional o por un sindicato, está empezando a estar maduro. De la misma manera que las empresas hoteleras van a a tener que reinventar su modelo cuando cada vez más gente va de vacaciones a casa de alguien que anuncia un apartamento, o una habitación en sitios como Airbnb. Los cines en EEUU están cambiando su modo de funcionar y sus precios, porque allí existe un servicio de tarifa plana de alquiler
de estrenos por internet. Se llama etflix. En España la gente ya no va al cine, y sólo desde que se han puesto en marcha iniciativas como el Día del Cine, con entradas a 2,90 euros la industria está viendo por dónde tiene que tirar. Las discográficas y las librerías ya hace tiempo que cambiaron, a raíz de la aparición de plataformas como Spotify y Amazon. Las editoriales cada vez editan menos libros y cada vez hay más publicaciones autoeditadas, como este libro que tienes entre las manos.
Las redacciones de los periódicos tradicionales hace años que languidecen en números rojos, y se mantienen a base de becarios que trabajan gratis o reporteros mileuristas. Los ciudadanos ya no están dispuestos a pagar por un diario. ¿Para qué? Si tienes gratis toda la información en internet. De calidad y sin límites. ¿Cuál es la tendencia que subyace tras todos estos cambios? Las reglas han cambiado. Fíjate que el denominador común es que los productos y servicios son cada vez más baratos, la productividad de las
empresas no deja de crecer, y las plantillas no dejan de mengüar. Sube el PIB y se mantiene la tasa de paro. Los economistas se rascan la cabeza, pero no es tan difícil de entender. En aeropuertos, estaciones del AVE, hoteles y cines cada vez es más normal ver cómo todo el proceso de check-in se hace automático, sin el concurso de ningún empleado. Con códigos en el móvil, o números de referencia. Pronto los paquetes postales los entregarán drones, y el autobús que te acerca al centro de la ciudad lo
conducirá una máquina. Adiós conductor de bus. Adiós al cartel que dice “Prohibido hablar con el conductor”. Nos podemos quejar. Podemos echarle la culpa a “los mercados”, a las políticas neoliberales, o a Obama. Pero eso no va a cambiar las cosas. La tendencia es esta, y lo es en todo el mundo. Tú, que lees estas líneas, puedes estar pensando “bueno, pero yo estoy bien colocado. Esto no va conmigo, o a mí no me echarán ”.
Pero sabes que, en el fondo, tu puesto pende de un hilo, de una
decisión que se tome a miles de kilómetros de aquí, por un jefe con ganas de marcarse la medalla del ahorro de costes que supondría que tú ya no tuvieras trabajo. Y aunque estés “bien colocado”. ¿Y tus hijos? Ya puedes ir preparándolos para el nuevo escenario, porque está aquí para quedarse. Se necesitarán, como mínimo, los consejos que te voy a dar en este libro, porque no pienses que nada de lo que aprendan en el colegio les va a servir el día de mañana. En el colegio y en las universidades no preparan para el
S.XXI. Todavía funcionan con sistemas que fueron concebidos para la en ensseñanz eñanza del S.XI S.XIX y preparan a los estudian estudiantes tes como como si todavía estuviéramos a mitad del S.XX. En la Nueva Economía del S.XXI no hace falta matricularse en la universidad. Tenemos Wikipedia. Tenemos Khan Academy. Tenemos Coursera. Skillshare y Udemy. No hace falta memorizar datos. Lo tienes todo en la punta de los dedos. Bendito San Google. No neces ecesitam itamos os más títulos, títulos, ni ni más años metidos en aulas
memorizando datos o haciendo trabajos a base de cortar y pegar datos que cualquier niño puede encontrar en internet. Lo que se necesita es la capacidad de concebir una idea, un proyec proyecto, to, una una meta, y llevarla a cabo. Cueste lo que cueste. Empezar y acabar una tarea de prin principio a fin fin. De la nada al todo. Sobre todo acabar. Finalizar los proyec proyectos. tos. Todo el el mun mundo do sir s irve ve para empezar algo. Son pocos los que lo acaban. Una vez hayas acabado una tarea o proyecto, podrás evaluar los
resultados. Ojo, porque acabar no significa que los resultados sean óptimos. Ni tan siquiera buenos. Acabar es simplemente parte del proceso. proceso. Acabar algo nos va a permitir evaluar qué ha ido bien, qué ha ido mal, qué has aprendido, qué vas a repetir la próxima vez, qué errores nunca más vas a cometer. Thomas A. Edison consiguió la bombilla bombilla inca incanndesce descennte después después de acabar mil experimentos que no funcionaron. En cada uno de ellos aprendía algo. Con ese aprendizaje volvía a empezar y volvía a acabar.
Sin los novecientos noventa y nueve prim primeros ex experim perimen entos tos fallidos fallidos nunca hubiera llegado al experimento final en el que consiguió con éxito convertir la electricidad en una luz que cambiaría el mundo. La capacidad de perseverancia, la creatividad y el talento natural de Edison está sólo al alcance de los genios. Pero sí podemos fijarnos en que, en el extremo opuesto, cada día nos topamos con muchos que ni siquiera tienen la capacidad de esfuerzo suficiente como para empezar y acabar proyectos que,
objetivamente considerados, podemos podemos calif calificar icar de normales ormales.. Yo, sin ir más lejos, ha habido momentos en que me he sentido incapaz de terminar multitud de cosas. Sólo después de pensar detenidamente en por qué dejaba las cosas de lado a medio hacer, llegué a la conclusión de que se trata de dominar dos aspectos: la voluntad (lo fácil), y la ejecución (lo difícil). En este libro voy a atacar ambos flancos, con la esperanza de que descubras vías más eficaces de derribar los muros que se hayan ante ti, y que te impiden conseguir
aquello que te propongas.
Capítulo 2 Tú eres el único responsable. Tal como te he dicho al principio de este libro, existe un tipo de personas que, independientemente
de cuál sea el entorno, de si estamos o no en crisis, o de si el paro sube o baja, consiguen aquello que se proponen y llevan adelante sus proyectos. La primera característica de estas personas es que hacen un exhaustivo y racional análisis de sus vidas. Dónde están, qué son, y en qué se quieren convertir. Como consecuencia de dicho análisis los “conseguidores” en primer lugar, establecen objetivos. Luego establecen los pasos necesarios para alcanzarlos y en última instancia ejecutan dichos
pasos de principio a fin, sin distraerse hasta alcanzar su meta. Repasaremos cada una de estas habilidades y te daré las claves para que empieces a hacerlo tú de la misma manera. Enfocado en los resultados. Pero primero quiero hacer hincapié en un rasgo característico de todas las personas que logran conseguir sus metas. Este rasgo, que actúa como premisa para que obtengan sus logros, es el hecho de que este tipo de personas aceptan que ellos son los únicos responsables de sus resultados, de
sus logros, y también de sus fracasos. Porque, conseguir hacer algunas cosas, implica también fracasar en muchas otras.
Analízate como si fueras otra persona Elévate por encima del nivel de la calle, imagínate que puedes volar, pero que dejas tu cuerpo en tierra. Planea por encima de tu vida como si estuvieras fuera de tu cuerpo. Te ves ahí debajo, junto a los demás, te miras atentamente, con tus características físicas y tu manera
de caminar, con tu estilo de vestir y tu peinado. También ves a los demás, y puedes objetivizar qué papel juegas tú (ahora eres uno más) en la vida de los otros. Recuerda en todo momento que eres un observador fuera de tu cuerpo. Anota cómo te sientes. Escríbelo. Eres un científico y analizas el comportamiento dentro de un experimento. Disecciona cómo te sientes. Si hay algún rincón oscuro que te tiene el corazón encogido, reconócelo. Si hay alguna relación con algún punto amargo, asúmelo.
Saca una hoja de papel y un bolígrafo y tómate unos minutos para escribir tan sólo unas líneas debajo de cada uno de los siguientes apartados: Describe el tipo de persona que te gustaría ser dentro de 10 años. Describe a qué te gustaría dedicar el tiempo dentro de 10 años. Describe dónde te gustaría vivir dentro de 10 años. Describe qué bienes materiales te gustaría poseer dentro de 10 años.
Imagina que dentro de 10 años fueras rico y libre para dedicar todas las horas del día a lo que quisieras: ¿a qué las dedicarías? Describe qué tipo de relaciones te gustaría tener con tu entorno dentro de 10 años (amigos, familia, compañeros de trabajo, conocidos, etc.). Acabas de hacer el ejercicio de visualizar cómo te gustaría ser dentro de 10 años. De alguna manera, has dibujado un Macro-Objetivo a 10 años
vista. Todos los objetivos que te propongas, todas las metas que te marques, y más adelante dedicaremos espacio a cómo establecerlos, deberán estar alineadas y acercarte en mayor o menor medida a la visión que acabas de tener de ti, dentro de 10 años. Diez años pueden parecen un período de tiempo inmenso, pero si echas la vista atrás y piensas en dónde estabas hace 10 años verás que si no haces un esfuerzo diario por mantenerte en la senda correcta,
esa década puede escapársete entre los dedos como arena de la playa, sin completar nada concreto, atendiendo quizás a los deseos de otros, o vagando a la deriva por el espacio sideral, sin obtener nada que en el fondo te satisfaga ni te aporte valor alguno. Guarda la hoja que acabas de completar, y tenla en algún lugar que puedas consultar con frecuencia. No puedo dejar de enfatizar que este ejercicio debe hacerse por escrito. Si lo haces
mentalmente puede que ahora esa visión te empuje a la acción o te motive en una determinada dirección, pero en unas horas o en unos días, ya no quedará nada en lo que apoyarte. Si haces el esfuerzo de escribirlo, y además guardarlo en algún sitio que puedas revisar, te servirá de permanente acicate y su potencia te servirá siempre.
La responsabilidad es tuya Todo empieza cuando te das cuenta de que eres responsable al 100% de tus resultados.
Aunque no controles necesariamente todas las variables que influyen en ellos. La responsabilidad de nuestras vidas es algo que siempre va con nosotros, aunque mucha gente no le preste la más mínima atención. Puedes renunciar a ejercer el control sobre tu vida, pero nunca puedes delegar la responsabilidad. La responsabilidad siempre será tuya. Tuya exclusivamente. No de tus padres, ni de tu jefe, ni de tu marido, ni de la sociedad,
ni de Dios, ni de nadie. Puedes culpar a quien desees pero el resultado lo sufrirás siempre tú. Ser responsable significa ser consciente de que si los resultados que obtienes no son los que deseas, el único que puede cambiar para obtener unos resultados distintos eres TÚ. Porque los demás elementos no van a cambiar. Y mirar hacia cualquier otro lado buscando excusas fuera de ti mismo es algo que sabes que no te va a ayudar con tus objetivos.
Las circunstancias son las que son. El escenario político es el que es. La Economía es la que es. Las ofertas de trabajo son las que son. Es verdad que las cosas pueden mejorar…pero ¡también pueden ir a peor! ¿Qué sentido tiene que te sientes a esperar que el entorno mejore? Ninguno. Céntrate en ti. Ahí está la clave. Ahí es donde tienes que trabajar. Igual estás pensando en dejar tu trabajo porque no te satisface, o porque ves que corres peligro. Igual estás a
gusto con lo que haces, pero eres consciente que la Nueva Economía puede acabar de un plumazo con tu actual status quo laboral. Igual acabas de finalizar tus estudios y no sabes qué vas a hacer ahora. O llevas meses en el paro pensando que nunca encontrarás un trabajo como el que tenías hasta hace poco tiempo. ¿Estás preparado para valerte por ti mismo? En cualquier caso la conclusión a la que llegarás es que debes aprender a ser una
persona independiente con los recursos suficientes para superar cualquier situación. Debes aprender a ser alguien que no se escuda en pretextos ni tras excusas a las primeras de cambio, ni le echa las culpas a los demás. Cuando tus hijos vean (aunque no lo noten conscientemente, quedará en su subconsciente) que eres una persona que no echa balones fuera ni culpa a nadie de sus resultados, ellos también aprenderán, a la larga, a generar
sus propios recursos ante las adversidades que la vida les depare. Aceptar la responsabilidad de tu vida implica: No quejarte. Ejercer el control sobre tu día a día: anota ideas, reflexiona, establece pequeñas metas, registra tus mejoras. El factor sin duda más importante que debes controlar es TU TIEMPO. No aceptar lo que digan o hagan los demás, sin más, sino someterlo todo siempre a tu
propio criterio. Ejecutar. Después de analizar, reflexionar y establecer un Plan de Mejora: pasa a la acción. Ten la disciplina suficiente para no distraerte. Una vez tengas claro que tu porvenir está exclusivamente en tus manos, tendrás claro que cuentas con dos magníficas herramientas para moldear tu destino. Estas herramientas son: Tus pensamientos. Tus acciones.
Hablemos en primer lugar de los pensamientos.
Los pensamientos Los pensamientos son el origen de todo. Antes de que algo se convierta en realidad, ese algo ha debido ser pensado por alguien. La construcción mental precede a la construcción real. Por tanto, aquello que desees conseguir debe, en primer lugar, lograrse en tu mente. La mente tiene una extraña manera de trabajar. Todo lo que ocupe tu mente se cumplirá. Tanto si es positivo como si es negativo.
Es como en los dibujos animados, o en las series para niños. En iCarly [aclaración para los que no tienen hijos entre los 3 y los 10 años de edad: iCarly es un programa infantil de la cadena Disney Channel], en iCarly, decía, hay un capítulo en el que Spencer, hermano de la protagonista de la serie, empieza a salir con la madre de Gibby, una mujer rubia, muy guapa. Pero un día Spencer, mientras la está besando con los ojos cerrados, piensa en Gibby. Gibby es un chico regordete, mofletudo, con pecas y el pelo encrespado. En ese momento
Spencer se siente incómodo, abre los ojos, y…en efecto: ¡la cara de la chica se ha convertido en la cara de Gibby!. ¡Argg!. A partir de ese momento ya no puede besar a su nueva novia sin que se le aparezca la cara de Gibby cada vez. Tu mente manda. Igual que le sucede a Spencer, la realidad (tu realidad) depende de cómo tu mente modula tus percepciones. Si piensas a menudo: “Si me echan del trabajo, ¿dónde voy yo ahora con 50 años? Si no tengo ormación”, estás recitando una
afirmación que a fuerza de ocupar tu
mente se va a convertir en realidad. o tendrás donde ir sin la formación que dices que te falta. Si piensas: “Si no tengo el áster de [pon aquí lo que quieras], no me cogerán” tu mente
está proponiéndote una excusa: gástate el dinero en un Máster, y posterga la realidad acuciante de que necesitas un trabajo YA. El mejor Máster es el de intentar algo que deseas de corazón y encontrar tus propios medios para conseguirlo. Fíjate que los pensamientos no pueden tenerse si no es mediante el
lenguaje. Necesariamente necesitamos palabras para pensar en conceptos. Y la elección de esas palabras y frases que van a ocupar tu mente, condicionarán tu visión de la realidad. Imagínate que le tienes que explicar cómo es el sabor de una naranja a alguien que nunca la ha probado. Por muy bien que lo describas, nunca vas a acercarte siquiera a lo que es la experiencia directa de saborear una naranja. Y en el momento que elijas una sola palabra, el que te escucha ya va a estar condicionado por ella. Por
tanto, sé consciente del poder que tiene cómo te formules verbalmente tus propios pensamientos. Yo tengo una hija de 6 años a la que le gusta la fiesta y la jarana. Supongo que como a todas las niñas de 6 años que todavía no tienen problemas más allá de qué habrá para comer hoy, o si esta tarde sacamos las bicis o no. Un día se me ocurrió decir enfrente de unos amigos que la niña “es un poco payasita”. Sé que ella oyó ese comentario. A partir de ese día se ha encargado muy bien de que ese pensamiento que yo convertí en
lenguaje se convierta en realidad. ¿Cómo? Actuando de verdad como un pequeño payaso en miniatura. El lenguaje ha condicionado su pensamiento, y su pensamiento ha condicionado la realidad. Por tanto, los que tengáis hijos, no dejéis de expresarles que son buenos, que son prudentes, que son inteligentes y que son autosuficientes, si es que queréis que vuestros hijos sean así. Pero volviendo a ti… Te sugiero que empieces a pararte cada vez que escuches cómo tu mente genera pensamientos que no ayudan en absoluto a que consigas tus metas.
iega la mayor. Cambia pensamientos negativos por su reverso en positivo: “ No tendré roblemas si me echan. Hay pocos tíos con tanta experiencia como o”, o “ Los conocimientos/la experiencia/la actitud que yo tengo vale más de lo que cuesta sacarse un Máster ”. Exprésalo verbalmente.
No pienses tampoco que las reglas no se pueden torcer. Si en una solicitud de trabajo solicitan a alguien con un Máster, o alguien con experiencia en tal sector, ten por seguro que eso son líneas que alguien ha trazado para filtrar la
cantidad de gente a la que entrevistar. Pero si tu deseo por ese puesto es tan grande, muéstralo. No es necesario que mientas al respecto (ver más adelante lo que te tengo que decir respecto a la Integridad) pero debes encontrar la manera en que tu candidatura aparezca como atractiva para tus potenciales empleadores. Eso compensará que no tengas el Máster o la experiencia que piden. Puede que no funcione (o sí), pero que a veces las cosas no salgan no significa que no haya que intentarlo. Siempre hay que intentarlo.
Aceptando la responsabilidad de crear tu propia realidad, aceptas el poder de cambiarla. Puedes conscientemente poner más energía en pensar en cosas que realmente deseas. Algunos de esos pensamientos negativos aún pueden aparecerse en tu mente, pero los puedes acallar con sus reversos positivos, como hemos visto antes. Puedes pensar que no eres mayor para un trabajo, sino que tienes mucha más experiencia que la media. Verás que, en la medida que tus pensamientos y expectativas son positivos, tu realidad y tus
resultados mejorarán. Es casi mágico. Es el poder del optimismo. Te transformará en otra persona, y los demás lo notarán. ¿Qué pasa si te niegas a aceptar la responsabilidad de lo que te sucede? ¿Qué pasa si te repites a tí mismo “ Algo externo a mí me está causando todo este malestar, todo este dolor ”, “todo lo que me sucede es culpa de…”? En ese caso ¿qué
poder tendrás de cambiar tu realidad? Ninguno. Si focalizas tu mente en lo malo que te está sucediendo, y no en lo bueno que puede venir, estás abriendo los ojos
y viendo la cara fofa de Gibby. Podrías estar besando a la chica guapa, y ¡estás con cara de asco! ¿Cómo puedes aprender a parar de pensar en lo que no quieres? Acepta la responsabilidad de atraer tus pensamientos. Si le das vueltas a lo que tienes, “ jo, qué mala suerte la mía, jo qué difícil lo tengo, si es que no sirvo, si es que tenía que haber hecho tal o cual cosa hace nosecuánto tiempo”. No te darás cuenta y
estarás en un bucle. Estarás como un hamster, dando vueltas a la noria en tu pequeña jaula.
Si tu mente la llenas con lo que no quieres, estarás en el Infierno. Si llenas tu mente de lo que deseas, estarás en el Paraíso. Por tanto, tu primer ejercicio debe ser dejar de pensar en lo que te ocurre, en tu mala suerte, o en el mal trance por el que estés pasando. Si escoges hacer caso omiso de esta primera premisa (que tus pensamientos condicionan tu destino), entonces sé consciente de que nadie, absolutamente nadie, va a poder hacer nada por ti. Simplemente sé consciente de los resultados que dicha actitud te
seguirán generando, para que aprendas que la situación no puede cambiar. Si continúas haciendo lo mismo, es lógico que sigas obteniendo los mismos resultados. Al menos ahora lo sabrás. Si quieres continuar sufriendo, no merece la pena que sigas leyendo este libro. Te diré un secreto: nadie puede hacerte avanzar en tu desarrollo personal, el motor que hará que consigas aquello que te propongas. Sólo tú. Cualquiera que sea el bache en el que te encuentres. Aunque estés en la cuneta. En el arroyo más inmundo de tu vida.
Sólo tú eres responsable de que te levantes otra vez y salgas adelante. Voy a suponer que en tu caso, deseas seguir adelante y ayudarte a ti mismo a mejorar tu situación. Lo primero es dedicarte conscientemente al ejercicio de pensar en positivo. Siempre en positivo. Mira hacia delante. No mires atrás. Lo pasado, pasado está y no se puede cambiar. Lo mínimo a lo que debes aspirar a partir de ahora es a que el futuro sea mejor que el pasado. Y no tengo ninguna duda de que eso va a ser así, por una sencilla razón: a partir de ahora
cualquier experiencia va a ser un aprendizaje. Las malas experiencias no existen. No existe el fracaso. Sólo existe la experiencia de probar las cosas y aprender de los resultados que obtengas. Si los resultados en primera instancia no son óptimos: ¡ya está! Sólo debes descartar esa manera de actuar y repetir. Así hasta que las cosas salgan bien. En ciencia, esto se llama “ensayo y error”, y bien sabemos todos que la ciencia está llena de cientos de miles de errores antes de encontrar “las respuestas”. El conjunto de
todo el conocimiento de la Humanidad descansa en gente equivocándose. Por cada 100 cagadas alguien tuvo un pequeño éxito. ¿Qué digo? Por cada 1000 cagadas. Como Edison.
Las acciones Después de dominar tus pensamientos, asumiendo que tienes la capacidad de moldearlos y conseguir crear en tu mente ideas, proyectos y planes motivadores y positivos, deberás centrarte en la segunda fase: la ejecución, la
acción, la puesta en práctica de lo pensado, el ponerse manos a la obra. Esto es más importante -si cabeque la fase de la imaginación, puesto que si no pasamos de ahí, estaremos peor incluso que si no hubiésemos pensado nada en primer lugar. Sin la acción que debe seguir, nacerá en nosotros el paralizante sentimiento de la frustración. Henry Ford lo manifestó de la siguiente manera: “Vision without execution is just hallucination”. Si no pasas a la acción, simplemente estarás alucinando.
Pasar a la acción es algo tan sencillo y a la vez tan complicado que requiere de un elevado grado de autoconocimiento. El conocimiento que tengamos de nosotros mismos puede ayudarnos a desarrollar las técnicas que nos empujen al único secreto que se esconde detrás de los que consiguen aquello que se proponen: la perserverancia, y la capacidad de no abandonar hasta finalizar. Pase lo que pase.
Empezar modestamente Además de la perseverancia, sobre la que después hablaremos, es
crucial siempre, siempre empezar modestamente. Es infinitamente más importante la constancia que la vehemencia propia de los inicios de cualquier proyecto. Es más, seguramente empezar con grandes dosis de entusiasmo e impulsividad sea hasta contraproducente. En mi experiencia es mejor dosificarse, y empezar cualquier proyecto con pequeños pasos, sabiendo que debemos apostar por el “largo plazo”, que es lo que realmente marca la diferencia entre “los conseguidores” y los mediocres. No es el talento, ni los
estudios, ni la capacidad innata. Se trata únicamente de la capacidad de no cejar en el empeño. Empezar modestamente es como darle martillazos a un clavo. Los primeros golpes deben ser delicados, suaves, ligeros, sin la carga en esfuerzo y tiempo de lo que vendrá después. Pero deben ir bien dirigidos y dar en el corazón mismo del clavo para que éste perfore la superfície de manera correcta y duradera. ¿Cuántas veces cuánta gente habrá decidido un día que debían ponerse en forma, y al día siguiente
se han machacado 2 horas en el gimnasio, para acabar con unas agujetas de órdago y la incapacidad de mantener el esfuerzo hasta –casi sin darse cuenta- abandonar su proyecto inicial de cuidarse? Hay que empezar modestamente, dedicando el tiempo y esfuerzo mínimo necesario, pero con una determinación a prueba de bombas, que te asegure que cada día, sin excepción, le dedicarás parte de tus recursos al objetivo que te hayas marcado.
Decir no a lo demás
Nuestra atención es limitada. Multitud de estímulos reclaman nuestra atención hoy en día. Mensajes, llamadas, redes sociales, invitaciones. Debemos ser cuidadosos con cuáles de esos estímulos distraemos nuestra atención. Gran parte del secreto está en dejar las medias tintas, en comprometerte realmente con tus objetivos y empezar a declinar otras posibilidades. Entre las cosas inevitables que debemos atender hallamos en primer lugar nuestras necesidades
fisiológicas y biológicas (comer, ducharnos, vestirnos, ir a la peluquería, etc..), además la mayoría debemos destinar recursos a la tarea de generar ingresos para pagar las facturas del mes. Luego hay compromisos familiares, reuniones de amigos, invitaciones a actos sociales, recados domésticos, y tareas de mantenimiento, etc. Si te tomas en serio tus objetivos debes obsesionarte con ellos, cosa que implicará trazar una linea roja en algún momento, para que las “trivialidades” del día a día dejen de interferir en el tiempo que vas a
dedicarle a tus objetivos. Piensa claramente qué cosas no merecen tu atención, o qué cosas puedes delegar en otros, para conseguir “liberar horas”. El tiempo necesario para centrarte en tus objetivos. Di NO a lo accesorio, para dar un gran SÍ a lo importante. A lo que tú decidas que es importante.
No te distraigas En mi propia experiencia te puedo decir que un aspecto crucial para conseguir acabar lo que te propongas consiste en ser consciente
en todo momento de que necesitas “no salirte del camino”. Enfocarte en aquello que tienes que hacer, y olvidar el resto del mundo, siquiera por unas horas, días, o semanas. Hasta conseguir llegar al final. Hoy en día la sociedad audiovisual en la que vivimos nos proporciona distracciones múltiples. Mi generación creció con la TV como distracción por antonomasia. Lo más fácil para que pasaran las horas sin conseguir llegar a nada era repantingarte en el sofá a ver las pocas cadenas que por entonces había.
Hoy en día, la amenaza como distracción que constituía la TV, se ha visto aumentado de manera realmente peligrosa con el advenimiento y generalización del acceso a Internet y los smartphones. Internet es una herramienta maravillosa. Lo tienes todo en la punta de los dedos. Si te apetece ver a Taylor Swift en concierto, ahora mismo podrías dejar de leer estas líneas, pinchar en Youtube, poner "Taylor Swift in concert" y ya está, a disfrutar. Además después de ver una magnífica interpretación de esta nueva musa de adolescentes y
no tan adolescentes, te vas a liar y vas a estar media hora más viendo vídeos de aficionados que se graban a sí mismos haciendo versiones caseras de cualquier canción de Taylor. Algunos tienen gracia, lo sé. Pero te pido que por un segundo pienses en la cantidad de tiempo que has perdido cada vez que caes en esta “rueda”. Si tan solo dedicas 15 minutos al día a este tipo de navegación sin sentido, o a echar una miradita rápida a lo que tus amigos han publicado en Facebook estás perdiendo la friolera de casi 8 días
al año en este tipo de actividad que no te aporta nada. Imagina que tienes 8 días por delante para dedicárselos a un proyecto que realmente lleves pensando en completar desde hace tiempo. Es demasiado tiempo como para que no te detengas un momento a evaluar la conveniencia de entrar en la “rueda” cada día. Es verdad que casi todos utilizamos Internet cuando tenemos la más mínima duda acerca de cualquier cosa. Yo cada día entro en Wikipedia, y cuando dudo acerca de una palabra, me falta tiempo para
entrar en la web de la Real Academia Española. También miro fotos y leo blogs. Reconozco que todavía no soy capaz de asumir la cantidad de información y distracciones que nos brinda la Red. Y la inmediatez con la que nos lo da. Es sencillamente brutal. A veces confieso que he pensado que estaría bien sufrir una larga enfermedad que me tuviera postrado en cama las 24 horas del día, porque así podría dedicarme todo el día a picotear de esas frutas prohibidas que me brinda el navegador. Todo el día viendo videos interesantes,
divertidos, educativos, o leyendo textos sugerentes o enviando y recibiendo emails de amigos, o mirando las redes sociales, haciendo nuevos amigos. Todo el día subido en la “rueda": email, facebook, videos, blogs, wikipedia, google, noticias, gmail, linkedin, google plus. Abriendo ventanas. Nueva ventana. Nueva ventana. Rodando y rodando sin parar, como en un tiovivo digital. Pero... ¿qué te aporta todo eso? ¿a dónde pretendes llegar? La “rueda” te absorbe, te succiona como un agujero negro, y te lleva a
la nada, al vacío, a otra dimensión donde no se avanza en linea recta, donde no hay objetivos. Para evitar que caigas en los peligros de la “rueda" puedes seguir las siguientes técnicas: No abras el email nada más sentarte delante del ordenador. No enciendas el ordenador nada más sentarte en la silla. Antes de nada escribe en un papel las 3 cosas que deseas acabar (iba a poner hacer, pero he puesto acabar) ese día o esa mañana. No pongas más de 3 cosas, ¡ pero termínalas !
No busques cada vez que se te venga algo a la cabeza. Anótalo en un papel y olvídate. Ya lo buscarás cuando toque. Si tu mente calenturienta te hace recordar durante la mañana que te gustaría saber dónde nació Taylor Swift, no lo hagas en ese momento. Escríbelo en un post-it o en un trozo de papel, o mejor en una libretita pequeña, y métetelo en el bolsillo. Sólo consulta el email 2 veces al día. Esto es duro. Muy duro. Es como dejar de fumar.
Al principio es durísimo. Luego vas viendo los frutos y te conviertes en un buen usuario del email. No abras un ordenador ni utilices la tableta a partir de las 7 de la tarde. Además tanta pantalla no es bueno para conciliar el sueño. Ten objetivos. Toda búsqueda que no ayude a acercarnos a nuestros objetivos hay que rechazarla. Bórrate del facebook. Pregúntate qué te aporta. Yo no me he borrado, pero trato de
entrar lo menos posible. Nunca, nunca, abras el facebook (si has decidido no borrarte) o cualquier distracción, pensando "venga, sólo 3 minutos, veo las novedades y cierro". Eso nunca sucede. Hay que tenerlo claro. Bórrate del twitter. O si todavía no estás, ya ni te registres. Si todavía no tienes tu voluntad plenamente domesticada, concédete diariamente una pequeña ventana de tiempo para hacer
una mini-rueda. Un premio por haber estado enfocado durante todo el día. Mejor hacerlo antes de ir a comer o antes de la cena, o previo a algun compromiso que nos vaya a obligar a levantarnos y apagar el ordenador, así, al cabo de un rato, lo tendremos que dejar sí o sí. Vuelve al papel. Escribe tus ideas en una libreta de bolsillo. Deja de utilizar aplicaciones para esto del tipo Evernote o Wunderlist, son herramientas magníficas, pero
favorecen la exposición a la “rueda". Evita -siempre que sea posible- leer artículos en la pantalla del ordenador. Lee libros en formato papel, o utiliza un Kindle. Da paseos durante el día. Eso te mantendrá alejado del ordenador y te asegurará unos minutos de exposición a la luz solar. Que nos dé la luz del sol es primordial para obtener vitamina D, lo cual garantiza un estado de ánimo más calmado y un cerebro más alerta.
No hagas "multitasking". Aunque todo esté preparado para hacernos creer que la manera moderna de hacer las cosas es saltando de una a otra constantemente, no lo hagas. No abras otra ventana. Te dices a tí mismo "mientras se carga esto, voy a ir mirando el email", "así voy aprovechando", "mientras se imprime ese informe miro un momento en google dónde ir el fin de semana". Ese es el camino más rápido a tirar la mañana por la borda. Lo sé por experiencia.
Capítulo 3 Las herramientas. Lo primero que debes establecer es aquello que quieres conseguir. Hazlo en forma de frase o parágrafo, a modo de descripción, y
siempre por escrito. Recopila y conserva tus objetivos en algún fichero o lugar común donde los puedas revisitar con frecuencia. Yo, particularmente, los guardo en Dropbox. Así los puedo consultar o revisar incluso desde el móvil. Da igual que hablemos de metas profesionales o personales. Lo importante es que tomes conciencia y concretes cuáles son esas metas. Si no estás demasiado seguro de si merece la pena incluir un determinado proyecto entre tu lista de objetivos, entonces es que necesitas madurarlo más. No lo
anotes. Escribe sólo aquello para lo que estés dispuesto a comprometerte al 100%. No nos vale un 50% o un 70%. Ten en cuenta que aquello que escojas como objetivo depende enteramente de ti, y debe satisfacerte a ti exclusivamente. Que los demás quieran meter cucharada en lo que deberías o no hacer es irrelevante. Haz un cuidadoso examen de conciencia personal, y pon en esa lista lo que te acerque más a la persona que TÚ quieras ser. A la larga será la opción que te garantice mayor nivel de
felicidad y autoestima. Una vez tienes esa meta clara en tu mente, bien escrita y visible en algún lugar fácil de revisitar, deberás esmerarte en seguir los hábitos y estrategias necesarios para llegar al objetivo. No es complicado. Pero precisamente, al no ser complicado hacer lo necesario, tampoco es complicado dejar de hacerlo. Eso es lo que hay detrás de los millones de personas que no consiguen lo que se proponen. Tenlo en cuenta. Manténte alerta. Cada día cuenta. o debe haber día sin avance. No
puedo dejar de enfatizar esta frase: “No puede haber día sin avance ”. Los grandes cambios empiezan con pequeños pasos. Son tan pequeños esos pasos diarios que hay que dar, que es fácil engañarnos a nosotros mismos diciendo “uff, hoy no se me ocurre nada”, “uff, hoy me encuentro algo cansado”, “uff, hoy tengo reunión familiar, no podré avanzar en mi proyecto”, “uff, con lo calentito que se está en la cama, no sé si voy a poder madrugar”. En el momento que uno de estos pensamientos te asalte, fíjalo en tu mente durante 5 segundos como si
lo tuvieras delante escrito a lápiz en una cuartilla, y luego con una goma MILAN imaginaria bórralo. Sustitúyelo por una frase escrita que sea: “No debe haber día sin avance”. Para conseguir lo que te propongas deberás seguir una estrategia basada en los siguientes puntos: 1. Establecer el objetivo. 2. Establecer los pasos. 3. Establecer los hábitos. 4. Hacer un seguimiento de los resultados. Veamos estos pasos en detalle:
Establecer el objetivo Los antiguos filósofos ya sabían que antes de que algo sea en la realidad, debe serlo en potencia. Que algo sea en potencia significa que alguien lo tiene que haber pensado, alguien debe haber imaginado cómo será aquello que algún día será, pero que todavía no es. Por tanto, lo primero es imaginar qué es lo que quieres. Debes imaginarlo vívidamente. Yo te aconsejo que, en un momento en que estés solo, te tomes 10
minutos para cerrar los ojos e imaginar cómo será el sentimiento de conseguir alcanzar una meta. Por ejemplo acabar una maratón, aprobar un examen, montar una empresa, aprender un idioma, aprender a tocar un instrumento, firmar un contrato con algún nuevo cliente, construir una casa de madera, sembrar un pequeño huerto del que proveerte durante el verano, o lo que sea. Después de haber imaginado en detalle cómo será el haber conseguido tu objetivo, y de ser capaz de describirlo de manera
concreta en una frase o parágrafo, es crucial que te constestes la pregunta de POR QUÉ deseas alcanzar esa meta. ¿Se trata de un proyecto encuadrado en una manera de vivir que deseas como propia? ¿Se trata de demostrar algo a alguien? ¿Se trata de demostrarte algo a ti mismo? ¿Se trata de subir un nivel en conseguir un modo de vida acorde con tu personalidad? Lo ideal será que ese objetivo te acerque a la persona que te has imaginado a 10 años vista. Ten en cuenta que si, a la larga, el
POR QUÉ no es lo suficientemente atrayente y motivador, si no está alineado con la persona que quieres llegar a ser, una vez te pongas a ello los obstáculos que surjan te parecerán insalvables, y será más duro evitar el desánimo y eventualmente el abandono. Al principio no, porque todos los principios son ilusionantes y motivadores. La novedad puede con todo. Pero después de que la novedad se diluya, y debas perseverar en el esfuerzo diario, llegará invariablemente el momento de bajón en que deberás apoyarte en
algo, primero en el hábito (ahora hablaremos de esto), pero sobre todo deberás tener muy presente qué deseas conseguir con el proyecto en el que te has embarcado. Es vital, por tanto, empezar escribiendo: 1. El objetivo 2. El por qué del objetivo Tómate el tiempo que necesites para decidir cuáles van a ser tus objetivos. Los objetivos que te marques son sagrados y magníficos. Deben llegar a ser una obsesión para ti, porque sólo lo que nos obsesiona es capaz
de reclamar nuestra atención y motivación hasta extraer de nosotros el esfuerzo necesario para finalizar el trabajo. Ante tus objetivos sagrados todo lo demás debe apartarse del camino. Lo demás es pequeño e irrelevante. Debes asumir que quizás decepciones a alguien por algún asunto nimio e insignificante, pero que ese precio bien vale alcanzar aquello grande y magnífico que te hayas propuesto. Aquello de lo que realmente te sentirás orgulloso. Muchas veces tener claros tus objetivos (aquello a lo que te vas a
comprometer en un 100%) hará que también veas claro qué asuntos debes ignorar, aquello que no debes atender ni tan sólo al 1%. Debes empezar a considerar delegar las trivialidades, aquello que no esté en tu lista final: quizás en tu caso signifique que alguien te haga la declaración de la renta, o que te monten el armario que compraste desmontado, o que te arreglen la moto en el taller en vez de perder horas y esfuerzo personal,o que te pinten la casa, etc. A no ser que por la razón que sea (para avanzar en tus objetivos) tenga
sentido que tú hagas ese tipo de tarea. Tipos de objetivos Ya hemos hablado del objetivo a 10 años vista. Más que un objetivo, es una imagen que tienes de ti mismo, hacia la que vas a dirigirte con paso firme. Esa imagen puede cambiar y evolucionar con el tiempo, pero el mero hecho de tenerla siempre presente va a ayudarte a no desviarte demasiado del rumbo. Para que esa imagen se traduzca en realidad yo particularmente manejo objetivos anuales, que
establezco a principios de año. Se podrían establecer objetivos a 5 años o trianuales, pero a mí me cuesta particularmente centrarme en estos plazos. Para mí es más sencillo establecer sencillamente objetivos anuales. Si algun proyecto en concreto me puede llevar más de 1 año, simplemente planifico qué parte del proyecto tengo intención de completar en los siguientes 12 meses. El año que viene ya me preocuparé del resto. Objetivos mensuales Una vez establecidos los objetivos anuales (en dos
categorías: profesionales y personales), lo que hago yo es evaluar cada mes el progreso realizado. Normalmente me ayudo de una aplicación de calendario, donde un día cada mes me programo una reunión conmigo mismo denominada “Evaluación de objetivos anuales”. Para mí es importante realizar esa evaluación por escrito. Dedico unos minutos a escribir el progreso realizado en el mes, y establezco qué avance debería alcanzar en el mes siguiente. De esa manera me fuerzo a hacer una autoevaluación
exhaustiva y sistemática. No creas que esos pequeños exámenes personales que me pongo son siempre satisfactorios. Muchas veces me encuentro decepcionado conmigo mismo ante el poco avance que he logrado. Pero lo bueno de este ejercicio es que me fuerza a volver a imaginar cómo sería alcanzar el objetivo, por qué lo estoy persiguiendo, y a retomar con fuerza los hábitos necesarios para seguir avanzando. Si hay algún objetivo en el que no he hecho ningún avance significativo en unos meses, es que quizás ese
objetivo no está llamando mi atención lo suficiente, y necesita caerse de la lista, por lo menos momentáneamente. Objetivos diarios Además de los objetivos mensuales yo trabajo con tareas diarias que son necesarias. ormalmente no escribo más de 3, ya que en mi experiencia intentar conseguir más de 3 cosas en un día suele ser fuente de frustración y de dispersión. Podría establecer objetivos semanales, pero en mi caso, si simplemente aspiro a conseguir
acabar 3 cosas cada día, el objetivo semanal lo considero cumplido. Normalmente escribo esas 3 cosas que debo completar a primera hora del día, y me fuerzo a atacarlas inmediatamente, antes de plantearme hacer nada más. Antes, solía demorar las tareas pensando que tendría tiempo a lo largo del día, mientras hacía cosas más “atractivas” o “relajantes”, especialmente si ese día tenía la agenda más o menos despejada, pero por experiencia te puedo decir que si haces eso te expones a encontrarte con urgencias
profesionales, imprevistos personales, o reuniones o consultas sobrevenidas que darán al traste con el tiempo que te resta del día y no te dejarán completar tus 3 objetivos diarios. Por tanto, escribe 3 cosas que debas completar durante el día y ponte las orejeras, no atiendas nada más hasta que logres completarlas. Con un poco de suerte cuando acabes todavía te quedarán horas en el día. Entonces ya atacarás esas otras tareas “de segunda”, las que no marcan la diferencia. Sí, se tiene que hacer igual, pero no determinan
tu nivel de logro. ¿Cómo establecer objetivos? En primer lugar, no tengas en cuenta el tiempo. El tiempo pasará siempre, no es un coste de oportunidad como el dinero. El dinero se puede ahorrar. Si no lo gastas hoy, y lo mantienes en tu bolsillo, lo podrás gastar más tarde. Pero el tiempo, pasa. Hagas lo que hagas. No se puede “ahorrar” tiempo. Esta hora que dedicas a leer este libro pasa y ya no volverá. Sólo vale el momento presente y tú escoges a qué lo dedicas. El pasado no vuelve y el futuro, cuando llega
es en forma de momento presente. Enfócate en lo que tienes que hacer hoy, y al fijar un objetivo no te obsesiones con una fecha de cumplimiento. El mero hecho de enfocarte en algo (el objetivo) HOY debe significar que tu vida ya está experimentando una evolución positiva, aunque todavía no hayas alcanzado el objetivo. ¿Cuál es el propósito de marcarte objetivos? Tener objetivos te permite enfocarte mejor hoy. Escoger aquello que te mantendrá en el camino que tú has escogido.
Clarifica qué debes hacer y qué debes dejar de hacer. Ayuda a priorizar. Desde este punto de vista establecer objetivos futuros, debe ya influir en tu rendimiento presente. Debe aportarte más confianza y seguridad hoy. Llevar un Diario Algunos autores recomiendan establecer un “scoreboard” para hacer el seguimiento de los objetivos marcados. Un scoreboard es sencillamente un documento con 3 columnas. En la primera se establece la descripción de aquello
que queremos conseguir, de la manera más objetiva y concreta posible. En la segunda columna establecemos cuándo consideraremos cumplido ese objetivo. En la tercera columna escribiremos en qué punto nos encontramos y qué nos falta todavía para finalizar. A mí particularmente no me atrae la idea del scoreboard o cuadrícula para seguir el avance con un proyecto. La manera en que yo prefiero revisar mis objetivos es la siguiente: En una libreta escribo el objetivo de manera concreta y
objetiva, dejando varias páginas en blanco siguiendo al enunciado del mismo. Cada 30 días dedico unos minutos a añadir unas lineas para evaluar qué avances he realizado y qué me planteo para el mes siguiente. El esquema sería: 1. Descripción del objetivo. 2. Evaluación de control - mes 1 3. Evaluación de control - mes 2 4. Evaluación de control – mes 3 5. … y así hasta el final. Lo que escribo cada mes
acostumbra a acuparme unos pocos párrafos. Intento plasmar cómo me he sentido, mi nivel de motivación, si me he encontrado alguna dificultad, si he podido o no cumplir el hábito necesario para avanzar, también si ha habido alguna incidencia, etc. Trato de escribir algo que me sirva de referencia al mes siguiente, y en meses posteriores, algo que me ayude a ir superando etapas. Y tengo que decir que a medida que vas avanzando, es motivador revisar las primeras entradas de un Diario como éste, escritas unos
meses atrás, cuando ya estás más avanzado en tu proyecto. Es entonces cuando te das cuenta de lo que has trabajado y del progreso conseguido, y eso te da ánimo para encarar el trabajo que todavía falta hacer para alcanzar lo que te hayas propuesto.
Establecer los pasos El primer punto ha sido fácil, un poco de reflexión y unos pocos minutos para escribir qué nos proponemos y por qué. Ahora hace falta un poco más de reflexión: debes pensar qué pasos,
qué subestaciones vas a tener que visitar en tu viaje hacia la estación final de trayecto. Las escribiremos en su orden cronológico natural. En inglés algunos definen estos dos primeros puntos que acabamos de ver (establecer el objetivo, y establecer los pasos) con las frases “write-it-down” y “break-itdown”. A mí me ayuda a recordar su importancia. Por seguir con alguno de los ejemplos que he mencionado antes: para acabar una maratón necesitarás entrenar y cuidar la dieta. Escribirás
un plan detallado de entrenamiento y unas reglas a incorporar en tus hábitos alimenticios. Para ilustrar este tipo de desarrollo, expongo a continucación una posible “hoja de ruta” para alcanzar el objetivo “acabar una maratón”. Este documento está basado en mi propia experiencia, y al leerlo verás que muchas veces cada uno debe personalizar los pasos que va a realizar, aunque en un inicio éstos estén basados en la experiencia de otra persona, o en algunas recomendaciones que uno haya leído.
Pasos para conseguir acabar una maratón: 1. Empezaré la preparación 4 meses antes del día de la carrera. 2. Siempre antes de empezar cualquier sesión de entrenamiento dedicaré 5 minutos a estirar los músculos de las piernas. Estiraré sólo estos tres grupos de músculos: gemelos, cuádriceps e isquiotibiales. Lo mismo al acabar. Para cada ejercicio de estiramiento contaré mentalmente a 12.
3.
El primer día saldré a correr 10 minutos de reloj, al ritmo que tu cuerpo aguante (lento, muy lento). Si mi cuerpo aguanta más de 10 minutos seguiré, pero caminando, y no dedicaré más de 30 minutos ese primer día. 4. Descansaré siempre 1 día entre cada sesión de entrenamiento. 5. En los días sucesivos añadiré 5 minutos de carrera a lo que hice el día anterior. 6. Estas sesiones las iré alargando a razón de 5 minutos
cada sesión. Si siento que se me hace demasiado pesado, mantendré la duración del entreno los días que sea necesario hasta sentir que puedo añadir 5 minutos más. 7. Cuando estas sesiones hayan alcanzado una duración de 50 minutos no añadiré más tiempo a cada sesión. Debo recordar que lo importante es el tiempo, no el ritmo. Si me cuesta llegar a los 50 minutos, es que he ido demasiado deprisa. 8. Ocasionalmente, cuando me sienta cansado, haré un
entrenamiento de sólo 30 minutos, y a la siguiente sesión volveré a la duración en la que estaba. 9. Cuando lleve 2 meses de entrenamientos empezaré a hacer tiradas largas durante el fin de semana. Aprovecharé el sábado o el domingo para hacer entrenamientos de 1 hora y cuarto primero, luego de 1 hora y media, 1 hora y 3/4, y finalmente en el último mes haré un par de tiradas en fin de semana de 2 horas. 10. La última semana, si la
maratón es el domingo, descansaré a partir del jueves. 11. Respecto a la alimentación: dejaré de tomar leche y carne durante el último mes de preparación antes de la carrera, y tomaré mucho arroz integral, verdura y legumbres. Estos 11 pasos son un mero ejemplo de qué tipo de documento podrías escribir para establecer los pasos, una vez te hayas comprometido con un objetivo, de manera firme. Otro ejemplo que me gustaría compartir contigo son los pasos que
yo he seguido para cumplir mi objetivo de que tengas este libro (o ebook) en tus manos y lo estés leyendo. Los pasos para escribir un pequeño libro y publicarlo en Amazon han sido: 1. Escribir un esquema o índice del libro. 2. Escribir cada día 500 palabras, hasta tener escritas 20.000 palabras. 3. Escribir a primera hora del día, con la mente fresca y antes de que los quehaceres y preocupaciones diarias ocupen
4.
5. 6.
7.
todo el espacio. Para ello levantarse 60 minutos antes de la hora acostumbrada. Si es posible establecer la noche antes el capítulo o idea sobre la que se escribirá al día siguiente. Una vez escrito todo el texto del libro, releer y corregir. Entregárselo a una persona de confianza para que lo relea y sugiera modificaciones y mejoras. Publicarlo en Amazon, siguiendo las instrucciones que se pueden encontrar en su
página web. Fíjate que a la hora de explicitar los pasos que deberás seguir no debes limitarte a describir qué hay que hacer, sino que en ocasiones deberás recurrir a una explicación algo más larga para adelantarte a escenarios en los que sentirás deseos de abandonar el proyecto. Expresiones como “debo recordar que lo importante es el tiempo, no el ritmo” o “escribir […] antes de que las preocupaciones del día ocupen todo el espacio” tienen como objeto familiarizarte con las dificultades
que sabes o imaginas que te vas a encontrar. Sobre los pasos, decirte que es u documento en constante evolución y evaluación. Sobre todo al inicio. Debes comprobar que los pasos que has escrito te sirven efectivamente para con conse segguir tu objetivo. objetivo. Cada Cada uno de ellos debe ser útil y necesario. Deberás evaluar si te has olvidado de algo que pueda ser importante, y si has seguido el orden correcto. Una vez tengas delante de ti la “hoja de ruta” escrita, imprímela y llévala siempre encima. Reléela
varias veces, y cuando te sientas preparado, empiez empiezaa a ejecutar ejecutar tu plan. plan. Hasta aquí hemos hablado de la fase preparatoria. A partir de aquí empieza lo duro, la línea que divide a los conseguidores de los soñadores. No olvides jamás que los conseguidores se ponen a ello, pero más más import importan ante te que pon ponerse erse a ello es perseverar en ello, día tras día, y finalmente llegar al objetivo. Cueste lo que cueste. Se tarde lo que se tarde. Como un rayo láser, debes enfocarte en la tarea, sin pensa pensarr en en ello, sin replan replantearte tearte nada.
El momento de pensar se ha acabado aquí. Y aquí empieza el momento de la acción.
Establecer los hábitos Los hábitos son la plasmación en la realidad de la teoría que hemos definido al escribir el objetivo y los pasos. pasos. Todos los grandes randes logros logros son fruto de hábitos cotidianos. Para construir una casa se tiene que colocar un ladrillo sobre otro. No hay otra manera. Los hábitos son los ladrillos con los que construirás la casa. O la Catedral. Lo característico de un hábito es
que sucede periódicamente (lo normal es que suceda cada día) y que su resultado no es perceptible en un día, sino en muchos. Multitud de informes sobre grandes líderes empresariales establecen que los que logran mayores cotas de éxito suelen tener hábitos muy enraizados. Si eres un lector de biografías y autobiografías de grandes líderes y gente de éxito te habrás dado cuenta que suelen ser personas que han desarrollado rutinas y costumbres durante años, hábitos que practican casi religiosamente, que hacen que
sus resultados estén por encima de la media. Son gente que pueden hacer en una vida lo que la mayoría sólo podríamos hacer en tres. Y su secreto radica en sus hábitos. Los hábitos son duros de pelar. Pero no hay más remedio que ponerse ponerse con ellos. Establecer Establecer qué hábitos vas a seguir (alineados con los pasos que has establecido para conseguir tu objetivo) y respetarlos día a día. Al principio puede ser que fracases y abandones algún hábito. Surgirán imprevistos. Sentirás pereza. pereza. O tendrás tendrás que marchar archar de viaje. O alguien se pondrá enfermo.
O ese día preferirás sentarte a ver la tele. No pasa pasa nada. Deja que tu men mente te reflexione y que tu Pepito Grillo te susurre al oído que le has fallado ese día. Intenta que al día siguiente no pase lo mismo. Cuando tengas remordimientos de conciencia piensa que el pasado ya no existe, y el futuro nunca llega, porque porque cuan cuando llega llega ya es presen presente. Todo lo que tienes es el presente. Eso te ayudará a no culparte por los fallos pasados. Si puedes, ponte a ello en ese momento, o pon los medios
necesarios para asegurarte de que al día siguiente respetarás tus hábitos. Un ejemplo de hábito Mi hija Paula tiene ahora 9 años. Desde hacer unos 3 años practica Kumon. Kumon es una técnica desarrollada por un profesor de matemáticas japonés (Takeshi Kumon, puedes buscarlo en google), que se basa en un trabajo planificado en niveles, que el alumno va superando a base de realizar cada día series de operaciones matemáticas, con mucha repetición y sin teoría (todo ejercicios), hasta que asimila y
entiende los conceptos, y adquiere un buen dominio de la técnica de resolución de operaciones y problemas. Gracias a realizar muchos ejercicios del mismo tipo, y a base de una repetición controlada, el alumno no sólo aprende sino que maneja con soltura aquello que se quiere que aprenda. Una vez alcanzado ese dominio se puede avanzar al nivel inmediatamente superior. Cada día el alumno debe dedicar entre 10 minutos y media hora de atención focalizada (sin distracciones) a realizar operaciones
matemáticas en un cuadernillo, en el que se mide el tiempo que tarda en acabar y los errores cometidos. Una vez se alcanza un nivel de tiempo y errores aceptable, se pasa al nivel superior. Lo importante de Kumon es que debe practicarse cada día sin excepción. Debe trabajarse los sábados y los domingos, durante las vacaciones, en Navidad, en Año uevo, es decir 365 días al año. Es el paradigma de lo que sería un hábito diario. La intención es que el alumno desarrolle no sólo las habilidades de resolución de
problemas matemáticos, sino una autodisciplina personal y una autonomía que le servirán en muchos otros campos. Es increíble lo que sucede cuando le dedicas entre 10 minutos y media hora a algo, día a día, ininterrumpidamente durante 3 años. Ahora mismo he hecho el cálculo y, tomando como media 20 minutos diarios, me sale que en los últimos 3 años mi hija ha dedicado 365 horas de atención concentrada a las matemáticas. Eso es el equivalente a mes y medio de jornadas de 8 horas de trabajo totalmente
focalizado. No me extraña que su nivel de matemáticas esté por encima de cualquiera de los compañeros de su clase. No hay otro secreto que la práctica disciplinada de un hábito diario. Mi hija no es más inteligente (ni menos) que ninguno de los de su clase. Simplemente le ha dedicado el tiempo necesario, mediante la adquisición de un hábito, a esa materia. Tiempo para adquirir un hábito Existen estudios que establecen en 30 días el tiempo necesario para
establecer un hábito. Esto significa que los primeros 30 días de cualquier rutina que queramos introducir en nuestras vidas son cruciales. Pasados los 30 primeros días la rutina se convierte en algo más natural, que tu cuerpo ejecutará sin prácticamente oposición por parte de la mente. Bueno, en mi experiencia lo de los 30 días está bien, pero no debes tomarlo como el umbral a partir del cual te debes despreocupar, porque la mente siempre juega malas pasadas, hayan pasado 30 días o
300. Hay que estar constantemente al acecho para respetar los hábitos que nos hayamos impuesto. Para garantizar el éxito en esta tarea creo que es importante recordar lo siguiente: 1. Introducir nuevos hábitos uno a uno. No debes tener prisa. Si crees que necesitas establecer dos hábitos para alcanzar tus objetivos, siempre será mejor trabajar uno primero, y más tarde introducir el segundo, cuando el primero esté consolidado.
2.
Empezar lentamente. Si empiezas a correr, empieza por sesiones cortas. Si empiezas a ir al gimnasio, no te dés una paliza el primer día. Si empiezas a aprender a programar, no le dediques 5 horas seguidas el primer día. Empieza lentamente, pero no falles ningún día. 3. No te apoyes en los demás. En muchos libros se expone como estrategia que nos ayudará a conseguir no abandonar un hábito, el hecho de compartir dicha práctica con
familiares y amigos. La lógica que explica esto, es que una vez lo saben tus contactos, te será más difícil abandonar la práctica de dicho hábito, ante la decepción que experimentarán los tuyos, si lo haces. No obstante yo no estoy tan seguro sobre el poder de esta “accountability”. Mi recomendación es que mejor no compartas con nadie los inicios de un nuevo hábito, con la perspectiva de compartir más adelante un logro. Ese debería ser un factor motivador
suficiente. Si compartes con alguien los inicios, y por lo que sea no estás a la altura, ¿cómo vas a compartir en el futuro los inicios de otro hábito o proyecto? Por tanto, considero más prudente empezar sin hacer pública tu nueva práctica, por lo menos hasta pasado ese umbral de los primeros 30 días. Meta-hábitos Los meta-hábitos son hábitos que nos recuerdan y ayudan a seguir practicando los hábitos que nos acercan a la persona que queremos
llegar a ser. Como ya he dicho, los hábitos son duros. Cuesta respetarlos. Intenta no comer azúcar durante una semana. Intenta salir a correr cada día. Intenta escribir 500 palabras cada mañana. Intenta llamar a 5 potencionales clientes cada día. Ufff. Cuesta. Por eso es necesario establecer estrategias para evitar el abandono prematuro de un hábito. Son los meta-hábitos. Se trata de pensar en los posibles tropiezos e incidencias que pueden surgir durante la práctica de un
hábito, y prediseñar respuestas que nos ayuden a no abandonar. Tener unos meta-hábitos preparados es reconocer que nuestra fuerza de voluntad puede venirse abajo en un momento dado. Los meta-hábitos son aplicables a cualquier hábito que estemos intentando adoptar, y algunos son: 1. Elimina tentaciones. Estudia qué puede llevarte a incumplir tu hábito y evita encontrarte en esa situación. Si no quieres picar entre horas, no debes tener en la despensa de casa bollería o patatas fritas. Si
quieres llevar a cabo una sesión de trabajo personal focalizado pon tu smartphone en modo Avión. Si quieres mantener el presupuesto que te has marcado para el mes, ves a comprar con una lista al súper.
2.
Cuida el entorno. Preve qué condiciones son óptimas para respetar tus hábitos. Por ejemplo: para trabajar sin distracciones mantén tu escritorio limpio y sin papeles. No abras la aplicación de email nada más encender el
ordenador. Para mantener una dieta saludable mantén tu nevera y tu despensa en buen orden, sin alimentos “inconvenientes”. Si quieres dormir bien, no cenes justo antes de ir a dormir.
3.
Establece recompensas . Esto puede ayudarte a mantenerte en tu hábito. Concédete una pequeña celebración cuando consigas algo. Sal a cenar con tu pareja si acabas el proyecto laboral que tienes entre manos. O
encarga sushi si logras salir a correr cada día durante una semana. O vete fuera de fin de semana si apruebas finalmente ese examen para el que deberás esforzarte durante meses.
4.
Qué pasa si fallas. Para mí este es el meta-hábito más importante. Se trata de prever cómo te lo vas a tomar si finalmente rompes el hábito. Puedes fallar un día, eso lo acepta cualquiera, además debes ser indulgente y saber que tu mente a veces te jugará
malas pasadas, pero FALLAR DOS VECES SEGUIDAS ES INACEPTABLE. Debes hacer todo lo necesario para que, si alguna vez fallas y no te pones un día con tu hábito, no dejarás que eso pase al día siguiente. Debo confesar que mi hija ha acudido innumerables veces a este último meta-hábito con su Kumon. Si algún dia ha fallado, al siguiente ha tenido que hacer el trabajo de dos días. Es importante intentar no fallar ni un día, pero lo realmente importante es no dejar que pase UNCA ese segundo día sin
practicar tu hábito. Levantarse y rehacer lo que te has perdido un día es duro, pero se puede hacer. Si fallas dos días seguidos, entonces mi experiencia me dice que es prácticamente irreparable. Todo el avance que hayas logrado hasta entonces se desinflará y te verás abocado a empezar de nuevo desde el nivel cero. Intenta no fallar nunca dos días seguidos. Lo mejor es analizar los metahábitos con un ejemplo: Pongamos que quieres adquirir el
hábito de levantarte cada día a las 6:00 h. de la mañana. El objetivo es tener una franja de tiempo por la mañana para estar tranquilo sin interrupciones, y avanzar en algún proyecto, o estudiar para algún examen. Supongamos que madrugar ha sido siempre un problema para ti y nunca te ha gustado ni lo has encontrado particularmente fácil. Debes analizar por qué no te ha resultado fácil, y poner los medios para que esas dificultades del pasado no se vuelvan a presentar o se presenten minimizadas. Siguiendo
mi esquema, escribe los metahábitos que seguirás. Elimina tentaciones : Acuéstate pronto. Para lograrlo no enciendas la TV después de cenar, ni te expongas al ordenador o la tableta. Cuida el entorno: Cena a una hora prudente, un par de horas antes de irte a dormir. Lee un libro para ayudarte a dormir, o quizás practica 5 minutos de meditación antes de apagar la luz de la mesilla para asegurarte que los pensamientos no dan vueltas
por tu cabeza mientras intentas dormirte. Establece recompensas : Si logras levantarte con éxito durante la semana y avanzas en tu proyecto puedes establecer que el domingo va a ser tu día de no madrugar, y/o quizás de prepararte un desayuno especial a base de chocolate con churros. Qué pasa si fallas : Intenta sobre todo no fallar dos días seguidos. Si un día no logras madrugar con éxito a las 6.00 h. este meta-hábito debe forzarte a
estar especialmente alerta al día siguiente para conseguir que te levantes a la hora marcada. Recuérdalo subrayado y en mayúsculas: FALLAR DOS VECES SEGUIDAS ES INACEPTABLE.
Seguimiento y evaluación de los resultados Habrás avanzado un mundo sólo con establecer objetivos, definir los pasos y adoptar hábitos. Pero igual que los aviones deben corregir el rumbo cada segundo para mantenerse en la derrota óptima que
les lleva de la manera más eficiente a su destino, tú deberás regularmente hacer un seguimiento de los resultados que consigas. Una cosa que no deja de sorprenderme cuando leo las noticias (cada vez menos) es que los medios cubren extensivamente cuando una entidad o una administración o un país elabora un presupuesto. Se habla de presupuestos restrictivos, de presupuestos sociales, de recortes en los presupuestos, o del aumento de tal partida de los presupuestos, pero raramente se habla de la
liquidación de dichos presupuestos. Los presupuestos son los objetivos, pero igual o más importante que los presupuestos es la realidad, que puede haber alcanzado o no el objetivo. En tu caso, después de establecer el objetivo y de acometer el hábito que te hayas impuesto, es crucial evaluar cuál ha sido el resultado. ¿Has sido una máquina y has cumplido exactamente con las expectativas con las que iniciaste el proyecto? ¿Ha ido todo sobre ruedas? ¿No ha habido ninguna incidencia? Imagino que no. Siempre
falla algo. Eres humano. Eres un humano intentando mejorar. Por tanto, seguro que el resultado no ha sido óptimo. ¿Y? Para lo que sirve la evaluación es para tener un punto de referencia que va a servirnos como base para mejorar en el futuro. Lo importante es que mantengas un registro por escrito de tus resultados, que puedas consultar, para poder así revisar tu evolución. Para mis objetivos anuales yo normalmente hago una evaluación por escrito cada mes. Para los objetivos semanales puedes hacer
una evaluación cada día. ¿Qué ha sucedido en el día? ¿Avanzaste en tu proyecto? ¿Cuánto tiempo dedicaste? ¿Qué logros has alcanzado? ¿Hoy no has hecho nada? ¿Te comió lo urgente? ¿Te merendó lo irrelevante? ¿Te perdiste en lo pequeño? Analízalo por la noche. Quizás para mañana, cuando levantes la vista otra vez debas fijar la mirada en lo importante, en lo grande, en lo sagrado. Lo que te hará sentir orgulloso el día de mañana. Fija la mirada en el verdadero objetivo las veces que haga falta.
Analiza si los pasos y los hábitos están funcionando. Si no lo hacen, quizás debas cambiar de estrategia. Modifica lo que haga falta. Quizás solo se requiera un leve retoque. Si no estás avanzando, cambia. Si estás avanzando, persiste. Pero no dejes de sentarte de vez en cuando, parar, y dedicarle unos minutos a registrar tu rendimiento.
¿Inicias o Respondes? A lo largo del día, si analizas todas las pequeñas tareas que realizas, verás que cada una de ellas puede ser fruto de una acción que
inicias tú, o bien de la reacción a algún estímulo que te viene de fuera. En el ejemplo más básico, tú puedes decidir llamar a alguien o bien puedes contestar el teléfono cuando alguien te llama. Aunque llames tú a alguien, si esa llamada responde al hecho de que tu interlocutor te pidió que le llamaras antes, también estarías respondiendo y no iniciando la acción. Otro ejemplo básico sería cuando te encuentras con algún conocido por la calle. Puedes hacerle una señal a modo de saludo y continuar,
o bien pueden suceder dos cosas: él o ella se detiene e inicia contigo una conversación, en cuyo caso tú estarías respondiendo, o bien eres tú quien inicias la conversación al verle. De la misma manera, con tus amigos, tú puedes sugerir una excursión para el fin de semana (tú inicias) o puedes esperar a que alguien lo proponga y responder a dicha propuesta, ya sea afirmativa o negativamente (tú respondes). Pues bien, está demostrado que la gente que consigue lo que se propone, la gente que desea ejercer
una influencia sobre su futuro, son gente que constantemente busca iniciar las acciones. Es fácil, y seguramente más satisfactorio en el corto plazo, estar constantemente respondiendo a las demandas de los demás, y seguramente no podríamos vivir ignorando totalmente dichas demandas, a no ser que quisiéramos ser seres totalmente asociales, pero hay que tener claro que si quieres conseguir cosas, debes priorizar el iniciar tú mismo las acciones. Una buena analogía podría ser la siguiente: puedes escoger dedicar
tus esfuerzos a empujar una rueda que ha construido otro, o puedes dedicar parte de tu tiempo a construir tú mismo una rueda que sea TU rueda y tratar de que los demás encuentren la motivación necesaria para empujarla. Sólo el hecho de ser consciente de si estamos iniciando una acción o respondiendo a un estímulo de otra persona, ya te ayudará a analizar hacia dónde diriges tus pasos, y puede que te ayude a tomar mejores decisiones a partir de ahora. Está demostrado que gozan de un más alto nivel de autoconfianza y
satisfacción por los logros conseguidos, aquellas personas que inician, que los que continuamente responden.
Capítulo 4. Perseverancia. La perseverancia nace de la autodisciplina diaria en forma de acción destinada a obtener un fin, sabiendo que durante un largo
período de tiempo no vamos a obtener el resultado deseado. Veamos un ejemplo: La diferencia entre un youtuber con decenas de miles de visitas y otro que no sigue nadie no es el estilo, ni el guión, ni la calidad de imagen, ni su simpatía delante de la cámara, o lo que diga en sus videos. Bueno, lo es. Pero hay otra cosa primero. La diferencia entre un youtuber con tráfico y otro cuyos videos no ve nadie es que el primero ha estado 2 años produciendo videos diariamente y colgándolos en la red cuando nadie le seguía, hasta que poco a poco ha
logrado obtener, uno a uno, los primeros 1000 seguidores. Ha invertido las horas necesarias, semana tras semana, mes tras mes, durante más de 2 años, sin tener la motivación que dan los comentarios y el feedback que obtienen de su parroquia los ya consagrados. Por tanto, la perseverancia consiste en una acción continuada y focalizada (siempre en la misma dirección) en la que no se consiguen todavía (al inicio) los resultados deseados, pero que es el peaje que hay que pagar para alcanzar los objetivos que te has marcado.
Casi nadie negará el poder de la perseverancia. Es fácil de captar simplemente en el mero acto de ver a un bailarín profesional, a un atleta olímpico, o a un skater que hace lo que quiere encima de su monopatín. Detrás de todas esas expresiones de excelencia está el concepto de perseverancia. Miles de intentos, miles de caídas, miles de pruebas fallidas, miles de horas de entrenamiento. Malcolm Gladwell y otros autores consideran que lo mínimo que hay que practicar (perseverar) para ser un maestro en cualquier
disciplina son 10.000 horas. Gladwell lo explica en su libro “Outliers” analizando el caso concreto de chicos que tocan el violín. De un grupo de violinistas que habían empezado a ensayar a una misma edad determinó que los que destacaron lo hicieron porque a partir de la edad de unos 8 o 10 años empezaron a ensayar por encima de la media, de tal manera que acumularon unas 10.000 horas de ensayo, mientras que la media de otros violinistas no llegaban ni a la mitad de esas horas de práctica. Gladwell también estima en su
libro que los Beatles debieron tocar untos unas 10.000 horas antes de hacerse mundialmente famosos, cosa que les fue posible al ser contratados en garitos de Hamburgo donde tocaban cada día de la semana durante sesiones de más de 8 horas. Ni tú ni yo queremos convertirnos en maestros mundialmente famosos de ningún campo, pero sí nos ayudaría conocer cuáles son los elementos que sostienen esa autodisciplina llamada perseverancia. Son la acción continuada y de la acción
focalizada.
La acción continuada. La acción continuada sucede sea cual sea el estado de ánimo de quien la ejerce. El atleta no se plantea si hoy tiene menos ganas que ayer de entrenar, si se siente más perezoso, si no ha dormido bien, o si le duele un poco la cabeza. El atleta respeta de manera religiosa su plan de entrenamiento, y si su motivación o su físico no están al 100% él sabe que está enfocado en un objetivo superior, no enmarcado en el fin de ese día, sino
en el distante futuro, y que su mejor aliado es el trabajo y la perseverancia. El adjetivo continuada no es baladí. Significa que hay que echarle horas. Sin caer en el tópico de Einstein, que “esperaba a la inspiración trabajando”, sí hay que recalcar que, en especial en proyectos que requieren de creatividad y de esfuerzos espontáneos, es fundamental –al principio y siempre- bloquear el tiempo necesario para avanzar. Pongamos como ejemplo la redacción de este libro: no siempre
he tenido el mismo nivel de inspiración, no siempre he sabido qué empezar a escribir y/o cómo expresar determinada idea. Cuando empecé a escribir tampoco tenía clara la estructura del libro, ni su extensión, ni su maquetación o cómo sería la portada. Lo que sí tenía claro es que para escribirlo y lograr ponerlo en tus manos y en la de otros lectores necesitaba comprometer una serie de horas. Eso ha implicado que a veces me he puesto delante del ordenador sin tener ni idea qué iba a escribir, o qué paso iba a ser el siguiente, pero
ello no ha significado que dejara de ponerme delante del ordenador, apagara el móvil y le dedicara diariamente los minutos/horas necesarios hasta vislumbrar la dirección hacia la cual avanzar. Para conseguir aquello que te propongas tienes que “fichar”. Es fundamental retener la idea de que para conseguir finalizar cualquier cosa hay que bloquear tiempo diariamente para no hacer nada más que “el proyecto”. Es imprescindible comprometer ese tiempo obligatorio para empujar la rueda y avanzar, aunque no sepas
cuál es el siguiente paso. Simplemente fuérzate a exprimir tus neuronas para encontrar el camino. Sucederá que a veces llegues a callejones sin salida, a encrucijadas de donde no acertarás a ver nada que sea provechoso. Lo bueno es que ya lo tendrás previsto. Es parte del proceso. A veces hay que tejer varios puntos antes de darte cuenta de que no lo estás haciendo bien. o temas destejer el trabajo hecho, retroceder algunos pasos para reanudar la tarea habiendo descartado un camino. Estás en el mismo punto que en algún momento
anterior, pero estás más cerca del final de tu proyecto. El protocolo que te exigirá cualquier fin que te marques será el siguiente: 1º Poner las horas: es un tema puramente de agenda. Hay que bloquear el tiempo que estimes necesario para dedicárselo a la tarea que tienes por delante. Aunque no produzcas nada, especialmente al principio, debes invertir el tiempo. 2º Llenar las horas de contenido: ten en cuenta que el contenido irá mejorando a medida que llevas más horas acumuladas de trabajo. Por
tanto, no te desanimes si al principio no tienes la práctica, la soltura, la creatividad o la agilidad esperada. Es normal que te cueste al principio. 3º No desfallecer: Esta es la medida de los “conseguidores”. ¿Quieres unirte a ellos? No dejes morir tus metas. Sé consciente además que los inicios siempre son lo más duro. Si tienes algun hijo pequeño verás que al aprender a ir en bicibleta, el mayor esfuerzo de habilidad, fuerza y equilibrio lo debe hacer al dar la primera pedalada. Esa es la medida de su aprendizaje. En cuanto saben
empezar a pedalear mantenerse encima de la bicicleta es algo relativamente fácil. 4º Aceptar que el resultado no será el deseado: Acepta el resultado tal cual te haya salido. Ya habrá ocasión de mejorar. He visto mucha gente muy buena que se bloquean al pensar que su trabajo o sus resultados no son lo suficientemente buenos. Dicho de otra manera, en los inicios no seas un p… perfeccionista. La mejoría sólo se alcanza con la repetición. “ Repetition is the mother of skill”, dice Tony Robbins. No tienes
permiso para autocriticarte. Todavía no. Tienes permiso para aceptar que tu trabajo será mejorable. Continúa con tus hábitos y la repetición te llevará a los resultados. 5º Repetir desde el 2º punto.
La acción focalizada Es fácil postponer la hora de ponerte a practicar los hábitos si el único que te va a evaluar eres tú mismo. Siempre hay cosas en el corto plazo más gratificantes que dedicar esfuerzo a un objetivo que nadie te está exigiendo antes de determinada fecha. Pero debes
evitar las procrastinación. La presión te la debes imponer tú mismo. Para mí esa presión se traduce en que la primera tarea del día que debo ejecutar, sin atender a nada más, es el objetivo que me haya marcado para ese día. Es tan crucial seguir este principio que te debes imaginar que el día no va a llegar a su fin. Va a estallar una bomba nuclear y luego no tendrás tiempo de cumplir con tu cometido hoy. Y como es vital que cada día tenga su avance, debes ponerte a trabajar antes de cualquier otra consideración. Dedícale el tiempo
necesario a cumplir tu compromiso sin que nada ni nadie pase por delante. Por otra parte, es también de máxima importancia que aquellos momentos que dediques al “proyecto” sean de máxima concentración. De atención totalmente focalizada en lo que estás haciendo. Por supuesto debes eliminar cualquier estímulo exterior, tan común estos días, que venga de otras fuentes que reclaman tu tiempo. La principal distracción hoy en día es el móvil, y mucha gente no se
separa de él ni siquiera unos pocos minutos al día. Duermen con él en la mesilla, y muchas veces es la última pantalla a la que echan un vistazo antes de dormirse y la primera que consultan nada más despertarse. Debes analizar si tu relación con el móvil es una en que tú controlas la tecnología o si es una en que la tecnología te controla a ti. ¿Pierdes el tiempo sistemáticamente consultando las redes sociales o consultando si tienes mensajes o el tiempo que hará durante la semana? Deja de hacerlo. La vida se te está yendo por un sumidero.
Si quieres realmente comprometerte y dedicar diariamente tiempo de calidad a un proyecto, no te queda más remedio que “distanciarte” de cosas como el móvil, los mensajes, las redes sociales o twitter. ¿Cómo favorecer la concentración? Volviendo a los meta-hábitos, yo te recomendaría que encontraras el momento del día (si es posible) en que no tuvieras distracciones físicas. El momento en que no estés cansado, ni tengas sueño, ni hambre. Que estés fresco. Y que tu mente
esté en pleno rendimiento. Existen estudios que afirman que el nivel de máxima productividad de nuestro organismo se produce 2 horas después de habernos levantado. Yo, particularmente, no puedo dedicar esa franja de tiempo a mis objetivos personales (sí a los profesionales) y por tanto, les dedico las primeras horas de la mañana, inmediatamente después de levantarme. Por la tarde sé que no soy productivo. Además de tener compromisos familiares. Puede haber gente que sea más productiva por la noche, cuando
todo el mundo ya se ha acostado y ellos, con sus biorritmos distintos a los míos y su mente despejada, pueda avanzar de manera concentrada. Pero no es lo habitual. Seguro que sabes qué franja del día es aquella en la que te sientes más energético y productivo. Aprovecha ese espacio de tiempo y dedícalo a avanzar en tus objetivos. No desperdicies tu cima de productividad. La fórmula para una acción focalizada la tienes en estas tres frases: Evita la procrastinación
Huye de la distracción Busca la concentración
Sin resultados todavía En todo proyecto la parte más dura es el inicio. Debes entregarte al hábito diario y coger la disciplina de trabajar y avanzar diariamente, pero tardarás todavía un tiempo en ver ningún resultado. Pasa con el ejercicio, con las dietas, con la preparación de la tierra para tener un huerto. Como nuestros ojos no ven resultado, nuestro cerebro se niega a ponerse en movimiento. Además, no
tenemos el ritmo, ni la costumbre. uestros músculos y nuestras neuronas están todavía acartonados. En esos momentos debemos conocer que estamos siguiendo el procedimiento correcto, y ante todo debemos armarnos de paciencia. No debes tener prisa. No tengas prisa Ten en cuenta que siempre sobrevaloramos lo que podemos hacer en una semana y minusvaloramos los cambios que podemos acometer en un año. Esto es así porque nuestro cerebro desea ver resultados rápidos, cuando en
realidad los mejores resultados son los que tardan en alcanzarse, como cuando en la cocina conseguimos un gran plato, cuyo único secreto (los que cocinan lo saben) es que se ha cocinado a fuego lento durante horas. Mismos ingredientes, misma técnica, pero mucha más paciencia. Igual que en la cocina, aquello que tarda tiempo en elaborarse alcanza un mayor estándar de calidad. Que tu avance sea lento. La lentitud es tu aliada. Lo dice Carl Honoré en su libro “Elogio de la lentitud”. Que sea la repetición, la palanca de fuerza que te haga
avanzar. Que esa lentitud y esa repetición sean como la apisonadora que pase por encima de tus excusas y las deje hechas añicos. Tan profundamente enterradas en la tierra que ni te acuerdes que una vez acudiste a ellas. Poco a poco tu mente y tu cuerpo se irán acostumbrando a la fuerza de los hábitos que vayas adoptando, y esa fuerza será la fuente de un cambio definitivo y duradero. Inténtalo siempre una segunda vez Está científicamente demostrado que el 95% de la gente abandona
cualquier cosa si al primer intento fallan. Imagina la gente que vas a dejar atrás si conoces esta ley universal sobre cualquier proyecto. Inténtalo siempre una segunda vez. Los “conseguidores” saben que el primer intento siempre es una aproximación no perfecta a cualquier meta. Esa primera vez todo parece difícil y los resultados dejan siempre mucho que desear. Bien. Es lo previsible. El segundo intento es siempre más fácil. Ha entrado en juego un elemento con el que nunca pudimos contar la
primera vez: el juicio basado en la experiencia. Todo el mundo quiere escalar la montaña, pero la diferencia entre los que están en la cima y los que todavía los miran desde abajo, es que los primeros siempre lo intentan una segunda vez al día siguiente. Sacrificio en silencio La perseverancia es la verdadera frontera entre aquellos que consiguen realizar sus objetivos y los que pasan día tras día sin ejecutar ninguna meta concreta, repitiéndose a sí mismos: “si algun día yo pudiera…”, o “cuando pase
X entonces yo podré/haré/conseguiré Y”. Puedes diseñar las estrategias que quieras para evitar caer en la indolencia y la procrastinación, pero la decisión final de “ponerte a ello” y echarle las horas que requiera el proyecto con el que te has comprometido depende de una especie de silencioso sacrificio interior, que hace que todo lo demás pase a un segundo plano, cuando se trata de completar una tarea, proyecto, reto o como lo quieras llamar. Los “conseguidores” de los que
te he hablado al principio del libro no tienen la rara capacidad de que todo les sea más cómodo y fácil que a los demás. A ellos también les cuesta. Para ellos es inconveniente muchas veces ponerse a hacer lo que tienen que hacer, y también se les pasa por la mente que con sólo decidirlo podrían evitar sus responsabilidades, dedicar la tarde a mirar series o jugar a videojuegos. Sin embargo, escogen no hacerlo. Escogen tener autodisciplina y ponerse a sus tareas, a pesar de que en muchos momentos no les apetezca. Hacen un sacrificio.
Tienen la capacidad de transformar el presente en logros futuros, aunque ello signifique renunciar a la comodidad o confort del momento. Ellos saben que si en un momento dado no te apetece seguir comprometiendo las horas que hacen falta para acabar un proyecto, el mejor remedio para que esas ganas vuelvan a presentarse ante tí es ponerte a trabajar.
Actitud zen Cuando hay ilusión y motivación por acometer un proyecto, normalmente al inicio del mismo, es
fácil dedicar el tiempo que se necesite. Pero cuando una tarea necesariamente va a llevarte muchas horas, muchos días, incluso meses o años, indefectiblemente la motivación flaqueará. En los momentos bajos me gusta adoptar una “actitud zen”. La actitud zen es aquella que experimenta el leñador que tiene ante sí una montaña de troncos que debe transportar en una carretilla. La montaña de troncos llega al cielo y la tarea se le antoja interminable. El leñador ya lleva muchas horas trabajando, pero al levantar la vista
todavía no ve el progreso realizado, ya que el montón de troncos no parece haber disminuido. La tarea sigue siendo imponente. En ese instante, la actitud zen te dice que no debes pensar en ese proyecto o tarea como un todo que tiene principio y final. Olvida el proyecto como entidad. Céntrate en lo que debes hacer “en el momento”. Céntrate en el próximo tronco. Acepta que lo único que buscas es moverte en la dirección adecuada, mantener el movimiento. o pienses en si la meta está muy lejana o si hace mucho que llevas
trabajando en eso. Simplemente ejecuta. Aunque sea con la lentitud de un caracol. Si logras un pequeño avance, un microavance, ya habrá merecido la pena ese momento, ese minuto, esa hora, ese día. Olvida que tienes que recorrer 42 kms, céntrate en la próxima zancada. Una vez hayas completado ese micromovimiento, ese tronco, o esa zancada, con “actitud zen” enfréntate al reto de realizar otro micromovimiento. Sin prisa. Otro avance en la dirección correcta, sin importar cuán lejos esté la luz al otro lado del túnel.
Si eres capaz de ser zen en esos momentos de bajón, tarde o temprano volverá la “inspiración”, las ganas, la motivación, y habrás evitado dejar abandonado un proyecto, una tarea, que ya tuviste claro al comprometerte con ella, que merecía la pena.
Capítulo 5. Treinta pequeños hacks para conseguir más. Un hack es una fórmula sencilla de desentrañar algún secreto o “desfacer un entuerto”. Después de
leer mucho tiempo acerca de productividad y gestión del tiempo, creo que todo lo que hasta ahora he visto lo puedo resumir en la siguiente lista. A mí me es útil. A ti no todo te va a servir, y probablemente habrá cosas que no se amoldarán a tu estilo, pero la mayoría de estas pequeñas estrategias estoy seguro que te ayudarán para conseguir llevar a cabo tus objetivos. Su ordenación no responde a ningún criterio especial: 1. Escribe cada mañana en un papel las 3 cosas que vas a
completar ese día. Sólo escribe 3 cosas. Imagina que sólo tienes 2 horas para completarlas. Sin distracciones, ejecuta esas tareas a máximo rendimiento durante esas 2 horas. Todo lo que trabajes después será tiempo regalado. 2. Haz primero, siempre, lo que más te cueste. Esta regla vale especialmente para los 3 cosas que has escrito en el punto 1. 3. Bloquéate momentos en solitario para trabajar desconectado. Utiliza la técnica pomodoro: 25 minutos seguidos
de concentración en lo que estés haciendo, sin interrupciones. Imagínate que has entrado en una cápsula espacial sin posibilidad de contacto con la Tierra en los próximos 25 minutos. ¡No tienes acceso tampoco al whatsapp! 4. Los trabajos más difíciles atácalos por la mañana. Está probado que el período de máxima alerta de tu cerebro es unas dos horas después de haberte levantado. Ese es el período óptimo de
productividad para la mayoría de gente. No dejes el trabajo gordo para las últimas horas del día. Estás cansado y tu cerebro ya no trabaja a pleno rendimiento. 5. Para el trabajo creativo (nuevas ideas) sal de la oficina: ves al parque, a una cafetería tranquila, o a la playa. 6. Madruga. Si te levantas cada día a las 6:00 a.m. te garantizas unas buenas 2 horas de tranquilidad para avanzar en tus metas antes de que el resto del mundo se ponga en marcha.
7.
Mantén ordenados tu lugar de trabajo y tu casa. Deshazte de esas montañas de papeles y/o trastos que llevan meses a la vista. El desorden crea estrés. Si hace meses que está ahí, seguramente no necesites nada de lo que se esconde ahí. A la basura con ello. Y no le dés más vueltas. 8. Cuando entres en una reunión asegúrate que los demás sepan que sólo dispones de 1 hora como máximo. Cualquier reunión que dure más de 1 hora está mal planificada.
Las reuniones son para poner asuntos en común. Si la reunión dura más de 60 minutos, ello es síntoma de 1) que no se ha gestionado bien la reunión atacando los puntos del orden del día sin digresiones, o bien 2) que todavía cada participante podía realizar trabajo personal por su cuenta, antes de poner los asuntos en común. 9. Analízalo todo a la luz de Pareto: la regla 80/20. Esta sencilla máxima afirma que el 80% de los resultados vienen derivados del 20% de las
causas. Céntrate en ese 20% de causas para influir en el 80% de consecuencias. 10. “Preparados, fuego, apunten”. Es más importante hacer algo ya, que estar pensando qué es lo que se debe hacer. Ponte en movimiento en cualquier dirección, pero ya. Una vez hayas iniciado el camino, ya tienes algo sobre lo que trabajar. Sólo hará falta corregir la dirección, la estrategia o los detalles, y volver a hacer un nuevo intento. 11. Márcate fechas de
finalización para tus proyectos, y ¡respétalas! Para darle mayor liturgia al tema y que te cueste más eludir estas “fechas de entrega” comunícalas o apúntalas en tu agenda para que aparezcan repetidamente en tu móvil unos días antes de la fecha en cuestión. 12. Celebra los pequeños triunfos. Abre una buena botella de vino, ves al cine, pide comida japonesa, o vete u día a un parque de atracciones. Disfruta de los pequeños placeres. Al fin y al cabo en
eso consiste vivir. 13. Diferencia lo urgente y lo importante. Céntrate en sacar tiempo para acabar lo importante. 14. Planifica las tareas del día siguiente. Al final de la jornada, tómate 5 minutos para reflexionar sobre cuál es el siguiente paso que debes acometer y póntelo como prioridad para el día siguiente. 15. Monotasking. Dedícate a una sola cosa hasta finalizarla. No te distraigas. No puedo enfatizar lo suficiente la
importancia de este punto. Es clave. Acábalo como sea. No pienses demasiado en la calidad del resultado. Simplemente acábalo. Siempre se podrá pulir más tarde. 16. Delega las tareas de menor valor añadido. Dífícil, ya lo sé. Pero crucial. De esta manera, si los demás hacen cosas para ti ¡es como si tu día tuviera más de 24 horas! 17. Elimina cosas. Date de baja del gimnasio si no vas cada día. Analiza qué seguros estás pagando y qué contingencias
cubren. Abre tu despensa y analiza cómo haces la compra. ¿Qué tipos de productos compras? ¿Son sanos? ¿Acaban en la basura al echársete encima la fecha de caducidad? Seguramente puedes mejorar tu sistema de abastecimiento eliminando cosas. 18. Gratitud. Da las gracias cuando alguien haga algo por ti, de manera que te recuerden. 19. Di NO. Cuando lo hagas, escríbelo y anota la razón por la que lo has hecho. Te ayudará a reconocer un patrón en el que
eres tú el que decide a qué dedicas tu tiempo, no los demás. Cuando te dés cuenta de ello te será mucho más fácil ser expeditivo cuando realmente una cosa no vaya en tu más honesto interés y debas descartarla. 20. Halaga a la gente. Sin adulaciones falsas. El mundo está lleno de gente que pasa todo el día quejándose de los demás. Compensa la balanza fijándote en las cosas buenas de la gente y házselo saber. 21. Ejercita el músculo de
generar ideas. Piensa cada día en 3 ideas nuevas y escríbelas. Compra un cuaderno sólo para este cometido y llévalo siempre contigo. Es un ejercicio que te hará convertirte en una persona más creativa. Igual que el que sale a correr cada día gana resistencia, el que piensa cada día gana en creatividad. 22. El email es tu enemigo. En realidad el email es un gran invento. Yo calculo que gracias al email nuestra productividad se ha multiplicado por 10 en los últimos 20 años. Pero es una
herramienta que hay que saber utilizar. Es un ladrón de tiempo si no se utiliza con cabeza. Contesta los emails 2 o 3 veces al día, y cuando no lo estés haciendo, cierra la aplicación de correo. 23. Apaga la televisión. Seguramente es el ladrón de tiempo número 1 en la sociedad actual. Analiza qué te aporta la TV. Verás que la mayoría de cosas que ves son para relajarte. Encuentra otras maneras de relajarte como darte un baño de sales, leer, cocinar o
jugar con tus hijos. En realidad la TV no relaja. Son rayos catódicos que nos afectan a la vista y al cerebro. La mayoría de veces los profesionales de la tele diseñan los contenidos para hacer una de estas dos cosas: asustarnos, o hacernos desear cosas que ni sabíamos que no teníamos. Por tanto, no veas la tele. 24. Ve a contracorriente. Si puedes, vete de vacaciones en temporada baja (mucho más barato). Ves a comprar al mediodía (mucha menos gente).
Ves a hacer gestiones a cualquier administración a las dos menos diez (no hay gente y los funcionarios están más relajados). 25. Evita los eventos sociales que no te aportan nada (a veces esas bodas, comuniones y bautizos en los que sabemos que no pintamos mucho). Si no te queda más remedio que ir a uno, imponte la obligación de sacar algo positivo de la experiencia. Como por ejemplo hablar con aquel familiar que no conoces en profundidad o
hacer una nueva amistad. 26. ¡Hazlo ahora! La mejor campaña de publicidad del mundo tenía este eslogan (Do it now – Nike). Que sea tu mantra. Repítelo tantas veces que te dés asco a ti mismo y te cojan unas ganas locas de levantar el culo y ponerte a hacerlo. 27. Contrata a un coach para que te dé consejos y motivación. O alternativamente, proponle a un amigo que sea tu coach a cambio de que tú actúes de coach con él. Podéis ser
“coaches cruzados” y quedar para comer una vez al mes. En esa comida os podéis pedir consejo, evaluación sobre vuestros avances y establecer objetivos para el mes siguiente. Es la manera más barata de tener coach. 28. Llega siempre 5 minutos antes a todas tus citas y reuniones. La puntualidad lleva a la autoridad. 29. No mires el móvil mientras esperas en una cola, o en el médico. Aprovecha para escuchar tus pensamientos,
hacer balance del día o planificar mentalmente tu siguiente meta. También puedes cerrar los ojos y meditar. 30. Lee cada día. Por lo menos 1 hora. No valen noticias ni el facebook. Debes leer libros. Si te comprometes a una hora diaria de lectura de un libro, puedes leer unos 4 libros al mes, que son 48 libros al año. Mis géneros favoritos son las biografías y los ensayos pero escoge tú lo que creas que te va a ayudar más en tu desarrollo personal.
Capítulo 6. Cómo ser más creativo. Una habilidad crucial para conseguir lo que te propongas en esta Economía del Conocimiento es la capacidad de tener ideas. Bueno,
tener ideas es algo que le ocurre a mucha gente. Debería decir que la capacidad que distingue a los “conseguidores” es tener buenas ideas y la capacidad de trabajo y sacrificio suficiente para ejecutarlas. Sobre esto último he hablado en casi todas las páginas anteriores. Hablemos ahora de la parte de “tener ideas”. Tu cerebro es como un músculo. Cuando ves a un tío en la playa y tiene unos buenos abdominales, sabes que detrás de eso hay muchas horas de gimnasio. De la misma manera, la gente creativa y con
ideas está constantemente en el gimnasio de la mente. Hacen gimnasia de ideas. Para ser creativo hay que ejercitar el músculo de las ideas. Primero, haz un hábito de escribir ideas. Cualquier idea. Cualquier proyecto o manera de hacer algo que se te ocurra. Escribe una lista con 10 ideas sobre cómo conseguir una cita con una chica, cómo ir de viaje a Islandia sin gastar un duro, cómo vender números para una rifa, 10 ideas sobre cómo cocinar un pollo, sobre cómo conseguir un nuevo cliente, 10 ideas sobre qué
hacer con los niños un sábado cualquiera, etc. Empieza por ahí. Anotando ideas cada día sobre las más variopintas temáticas. Ejercita ese músculo crea-ideas. No todo lo que se te ocurra será ejecutable, pero no estás generando una lista de ideas para llevarlas a cabo, sino como mero ejercicio de gimnasia mental. Retuerce tu mente al máximo. Que tus neuronas suden. Anota las primeras ideas que se te ocurran, pero después mantén la tensión y escribe unas cuantas ideas más. Las primeras que te salgan son las que
piensa todo el mundo. Las que tienen valor son esas segundas ideas que requieren algo más de tiempo. Esas son con las que estás desarrollando músculo. Estas otras estrategias te ayudarán a ser más creativo: Aplica la mente de un niño. No des nada por sentado. Pregunta por todo como lo hacen los pequeños. La pregunta clave es: ¿Y si…? Mezcla conceptos e ideas de dos campos del conocimiento distintos. Mezcla matemáticas y literatura. Mezcla cocina y
jardinería. Mezcla escribir y montar una empresa. Mezcla jugar y tercera edad. Haz tus propias mezclas. Lee mucho. Temáticas, generos y estilos distintos. Obsérvalo todo. Sal a la calle. Ten las antenas puestas en todo momento. Haz un listado de por qué algo es posible y enfréntalo a un listado de por qué lo mismo es imposible. Lo mismo con el binomio fácil-difícil, aburridodivertido, moderno-obsoleto, etc.
Plantea los problemas desde diversos enfoques. Reformúlalos con distintas palabras. Ya hemos visto que el lenguaje condiciona el pensamiento. Cambia las palabras para ver si se te ocurren ideas nuevas. Apúntate a clases e inicia nuevos aprendizajes, de cosas que no tengan nada que ver con lo que ya conoces. Memoriza poemas, canciones, chistes. Si además lo haces con tus hijos les transmitirás una gran manera de
ampliar su conocimiento y ampliar su visión del mundo. Conoce gente nueva. Visita museos y exposiciones. El Arte inspira. Ves a la Biblioteca.
Capítulo 7. Sistematízate. Conseguir lo que uno se propone no tiene nada que ver ni con la inteligencia, ni con la preparación, ni con la suerte o la riqueza. Tiene que
ver con la actitud, pero más importante todavía, tiene que ver con seguir un procedimiento. Cuando la motivación y la actitud desfallecen, lo que nunca te va a traicionar es el protocolo. El manual de instrucciones. Como si fueras un robot. En caso de duda, siempre te repetirás a ti mismo: “Es sencillo, sólo hay que seguir el procedimiento”. ¿Qué es un procedimiento? Es la manera de afrontar un proyecto o un hábito, sabiendo que como ser humano que eres, lo normal es que te canses, te desmotives, o
simplemente encuentres alternativas más divertidas, placenteras y reconfortantes que apelen a tu deseo de satisfacción en el corto plazo. El problema es que esa diversión, ese placer y ese confort duran tan sólo unos instantes, mientras que alcanzar tu objetivo o completar el proyecto que te has marcado, es una satisfacción infinitamente más duradera. En este punto debo definir perfectamente dos conceptos básicos: Sistema: Es una concatenación de eventos de la realidad, que se
suceden de manera recurrente y repetitiva y que se compone de subsistemas, pequeñas unidades de eventos que se suceden de manera ordenada y armoniosa. Una vez observamos uno de estos sistemas, estaremos en condiciones de domesticarlo a nuestro favor, diseñando su correspondiente procedimiento. Un ejemplo de sistema sería el tráfico de vehículos en las calles de una ciudad. Procedimiento: Es la secuencia de pasos que se establecen (por escrito) para garantizar la obtención de un resultado cuando una tarea
debe realizarse recurrentemente en el tiempo. Un ejemplo sería el procedimiento que debemos seguir para conducir un vehículo. En este caso, dicho procedimiento no lo utilizamos en su forma escrita, porque gracias a un período de formación intenso (autoescuela) y a la práctica diaria, lo tenemos tan interiorizado, que lo seguimos sin necesidad de llevarlo por escrito con nosotros. Pero lo normal es que cualquier procedimiento tenga, en su forma inicial, una forma escrita. Si te paras a observar detenidamente, existen multitud de
sistemas a tu alrededor que ya están procedimentalizados, gracias a lo cual el 99% de las cosas funcionan correctamente. Algunos ejemplos: Las clases del colegio que reciben nuestros hijos. La programación y horarios de la TV. La recogida periódica de basuras en nuestras ciudades y pueblos. La ITV que debemos pasar cada 2 años. El mantenimiento de la caldera de casa. Los horarios de trabajo.
Los horarios del transporte público. Los servicios y productos que ofrecen las empresas. El funcionamiento de las aerolíneas. Las telecomunicaciones y la tecnología: son protocolos. En realidad, la propia Naturaleza no son más que sistemas. El clima y el campo siguen ciclos siempre iguales. El agricultor se adapta a ese sistema, siguiendo un procedimiento: cuándo sembrar, cómo sembrar, cada cuánto regar,
cómo abonar la tierra, cuándo cosechar, cómo almacenar lo cosechado, etc. La manera en que los “conseguidores” se aseguran de acometer de manera recurrente y con éxito los pasos necesarios para alcanzar sus metas es adoptando procedimientos. Si quieres estar en forma necesitas explorar un procedimiento para hacer ejercicio. Si quieres aprobar un examen necesitas tener un procedimiento para estudiar. Si quieres montar una empresa, necesitas un procedimiento. Igual
que si quieres aprender a cocinar (hasta las recetas no son más que procedimientos), o grabar un disco, o completar el camino de Santiago, o escalar el Kilimanjaro. Si te pones a ejecutar sin un procedimiento puedes encontrarte en un bucle de tiempo y esfuerzo sin llegar a conseguir el más mínimo avance. Serás como el neumático embarrado de un camión demasiado pesado tratando de avanzar en el fango, que aunque gire y gire cada vez con más fuerza, no deja de hundirse en el mismo agujero. Establecer un procedimiento es
pensar por adelantado en todos los pasos que hay que completar y en la manera en que los deberás atacar. Cuando hablo de procedimiento, verás que utilizo también como sinónimos las palabras protocolo o método. Un procedimiento o método te ayudará en tu capacidad de enfocarte y avanzar. Esta capacidad cada día es menos habitual en nuestra sociedad de la hiperestimulación audiovisual, pero es necesaria si deseas conseguir logros a largo plazo. El seguimiento de un protocolo
más la perseverancia no dirige a otro sitio más que a un resultado: Protocolo + Perseverancia = Resultado P+P=R 2P = R El resultado será o no satisfactorio, pero es imprescindible recorrer este camino para lograr avances. Si el resultado es lo que buscabas entonces ya está, pero oh! si el resultado no es satisfactorio, si después de un primer esfuerzo no estás donde querías estar, entonces deberás recurrir a la parte más fría y robótica de tu personalidad, y sin
volcar ningún tipo de emocionalidad a la situación, evaluar qué ha pasado, y volver a intentarlo aplicando las modificaciones que consideres oportunas. No te voy a repetir la ya aburrida analogía de Thomas A. Edison y los cientos o miles de intentos (fracasos) que experimentó antes de lograr que diera luz a la primera bombilla incasdencente. La cuestión es mentalizarte de que esos “fracasos” son parte del proceso. o te deprimas. No te desmoralices, porque cada intento fallido te acerca más y más al “éxito” final.
Y míralo así: el éxito es resultado del buen juicio, que a su vez es resultado de la experiencia, que a su vez es resultado de las equivocaciones. Por tanto, para alcanzar aquello que deseas ¡tienes que equivocarte! Debes interiorizarlo y simplemente tratar de minimizar esas equivocaciones. ¿Cómo? Aprendiendo lo máximo de cada una de ellas, e intentando que no se repitan. Seguir el procedimiento La manera más segura que conozco de garantizar el mínimo de
equivocaciones, y simultáneamente ayudarte a mantener el enfoque es seguir un procedimiento. Podemos establecer procedimientos personales para todo. Yo, personalmente, los encuentro útiles cuando deseo “ponerme en modo piloto automático”, y los utilizo para muchos hábitos cotidianos. Estos son los requisitos de un buen procedimiento personal: Debe constar por escrito. Lo ideal es que se halle en un repositorio central de fácil acceso. Yo utilizo para esto
herramientas como Dropbox o Evernote. Debe poderse consultar en cualquier momento. Gracias a los smartphones esto no es difícil. Debe poder modificarse cuando encontremos una razón de peso. Los procedimientos no son leyes. Debes seguirlos al pie de la letra, sin saltarte ningún paso. Si encuentras que sistemáticamente empiezas a saltarte un paso, significa que ese paso es prescindible y no
debe formar parte del procedimiento. Debe ser sucinto y mantenerse al mínimo. Un procedimiento no es un compendio con grandes explicaciones. Es un manual de instrucciones mínimo de los pasos que debes seguir en una determinada tarea. Puede constar de pasos cronológicamente ordenados, o bien puede ser un conjunto de reglas a modo de guía de estilo sobre cómo realizar determinada tarea.
Lo bonito de los procedimientos es que, si es posible, más adelante podrán ser delegados en otras personas, para que sean ellas las que hagan el trabajo por tí. Algunos ejemplos de procedimientos que todos podríamos encontrar útiles son: 1. El mantenimiento de nuestro vehículo. 2. La manera de abastecer la despensa, normalmente yendo a comprar al supermercado, o a la tienda del barrio. 3. El mantenimiento de nuestros
4. 5. 6. 7. 8. 9. 10.
seguros (hogar, vehículo, salud, etc…). La disciplina de ahorrar. El mantenimiento de nuestra forma física. El hábito recurrente de la lectura. La preparación de cualquier viaje. La manera en que compramos nuestra ropa. La planificación semanal de menús para las comidas de casa. La manera en que elaboramos un presupuesto
mensual de gasto familiar. 11. Etc. Veamos un ejemplo: tu objetivo puede ser algo tan sencillo como levantarte cada día a las 6:00 h. de la mañana, para disponer de tiempo de calidad en soledad para hacer lo que hayas decidido (ir a correr, meditar, leer, estudiar…). Por tanto, puedes anticiparte al hecho de que cuando suene el despertador tu cuerpo va a resistirse a erguirse y salir de entre las sábanas, donde sabes que estarás tan a gusto, que la tentación será
grande para no levantarte. Puedes diseñar un método parecido a este: Procedimiento para levantarse inmediatamente a las 6:00 h. 1.
Dejar el despertador/móvil en una mesa distante de la cama (preferiblemente en una habituación contigua), con alarma repetitiva cada 5 minutos. 2. Dejar siempre un batín al lado de la cama y ponérselo encima del pijama antes de dar
los 5 pasos necesarios para alcanzar el despertador. Razón: mantener la temperatura corporal a un nivel parecido al que tenía entre las sábanas. 3. Una vez apagado el despertador, la tentación será grande para volver sobre los pasos andados e introducirse, de nuevo, en la cama. Por tanto, es esencial que en el cerebro aparezca un motivador mayor, que ayude respecto a ese primer impulso. 4. Dejarás sobre la mesa, al lado del depertador, p.ej. el
libro que tienes que estudiar. Para que sirva de recordatorio de para qué estás realizando el esfuerzo de madrugar. Quizás puedes dejar ahí una foto de algo relacionado con lo que quieres conseguir madrugando: como una foto de unos corredores acabando la maratón, o como un diploma similar al que obtendrás al acabar los estudios en los que estás enfrascado. Las grandes empresas utilizan los procedimientos para que sus
empleados realicen las tareas definidas por la dirección. Ello les garantiza que los resultados serán homogéneos, sin que dependa de la pericia o habilidad del empleado concreto que ese día realiza la tarea. Además, les asegura que la manera de ejecutar las tareas es la óptima, ya que el procedimiento va mejorando a medida que los empleados o la gerencia van descubriendo maneras de evitar incidencias o pasos redundantes. Y por último, los procedimientos escritos les permiten a las empresas minimizar el tiempo de formación de
los nuevos empleados, y transmitirles desde el primer día la manera en que se espera que se comporten y qué se espera de ellos laboralmente. ¿Por qué no aplicar las estrategias exitosas de las grandes multinacionales a nuestro desempeño personal? Intenta protocolizar las tareas repetitivas con las que tengas que lidiar cotidianamente, y encontrarás, por añadidura, que el nivel de estrés en tu vida disminuye considerablemente. Sentirás más control a tu alrededor, y podrás
pensar más en los grandes objetivos que harán de ti un “conseguidor”. Para esos grandes objetivos también puedes utilizar protocolos, especialmente para subtareas que requieran repetición o delegación en terceras personas. El concepto de protocolo es especialmente potente cuando intentas delegar tareas a otras personas. Normalmente cuando queremos que alguien haga algo por nosotros (ya sea un familiar, un amigo, un colega de oficina, o un empleado o subordinado) le arrojamos a la cara el resultado que
esperamos de él, o bien le hacemos una descripción verbal incompleta de lo que se espera de él. En mi experiencia todo resulta mucho más fácil cuando hemos invertido antes unos minutos en protocolizar por escrito las tareas que deseamos que ejecuten por nosotros, y tenemos el detalle de entregárselo en papel al interesado. Este ejercicio es especialmente importante si parte de nuestro trabajo o proyecto consiste en coordinar a colaboradores o freelancers autónomos, cada uno con su conjunto particular de
habilidades, intereses y motivaciones. Ellos no conocen exactamente lo que se espera que presenten como resultado y un protocolo detallado puede ayudar a todas las partes a alinear esfuerzos y evitar malentendidos. Por tanto, dedica el tiempo necesario a escribir el protocolo que seguirás en la práctica de tus hábitos. Revisa todos sus detalles. El Diablo está en los detalles, dicen. Ejecuta el protocolo, y luego revisa si el procedimiento es mejorable. Ponte en piloto automático y simplemente avanza como un rayo
láser en el cumplimiento de tus objetivos. El proceso no será rápido, pero casi sin darte cuenta empezarás a ver resultados. Simplemente ponte a ello. No te demores. Hazlo ya.
Capítulo 8. Persigue la virtud. Ahora ya tenemos la base. Te la resumo en los siguientes puntos: 1. Tú eres el único responsable. No busques
excusas fuera de ti. 2. Tu responsabilidad empieza con tus pensamientos. 3. Aférrate a tus pensamientos positivos, y descarta los negativos. 4. Decide tus objetivos, en función de la persona que quieres llegar a ser. 5. Pasa a la acción: Establece unos hábitos y persevera en su práctica. Sistematízate. 6. Prioriza tus objetivos y tus hábitos sobre todo lo demás. Si sigues este camino de mejora personal puedes lograr el objetivo
último de este libro: conseguir acabar cualquier proyecto que te propongas. Pero si el qué es importante, igual de importante es el cómo. Lo que debes hacer es conducirte con total integridad y honestidad hacia ti mismo. Esta parte es difícil, porque la sociedad que nos rodea nos empuja a ser el “más listo” de la clase. A aprovecharnos de cualquier situación para sacar tajada personal. Aunque sea a costa de los demás. Puede ser que sea en la cola del pan, en el aparcamiento público, o a
la hora de hacer la declaración de la renta. La mayoría de gente, hoy, busca el atajo para colarle un gol a la sociedad, pagar menos, no pagar, adelantarse, o dejarle a otro sin algo, para obtenerlo ellos. Si te fijas, cada día encontrarás este tipo de actitud en determinada gente, que tienen una “habilidad” especial para distinguirse de los demás y sentarse en primera fila sin que les corresponda, o quedarse el último número que se reparte, sin que, por justicia, les corresponda. Pero lo peor es cuando
trasladamos este tipo de comportamiento a cosas más serias, como el trabajo o los hijos. Ante esto debemos entrenar a nuestra voluntad para rechazar toda aquella situación que alguien desde fuera pudiera juzgar como injusta. No pretendas ser más listo que nadie. Sé humilde, y asume que todos son más listos que tú. Los grandes hombres de la Historia se han caracterizado por la búsqueda de la Verdad, que no es más que evitar el engaño y la injusticia hacia los demás. Ser íntegro y renunciar a aprovecharte
de cualquier situación, aunque se presente ante ti, sin tú desearlo. De hecho, los grandes hombres de la Historia, como Mandela o Gandhi, ni siquiera buscaron su propio protagonismo. Simplemente fueron alzados por sus compañeros de lucha como el ejemplo a seguir, por su total desinterés a beneficiarse personalmente de la lucha. No hace falta ser Gandhi o Mandela, porque ni tú ni yo somos superhombres. Somos gente normal. Pero si quieres profundizar en tu autodesarrollo y conseguir lo que te propongas es necesario partir del
auto-respeto que sólo procede de haber actuado de manera justa siempre que haya estado en nuestra mano. A mí me ayuda pensar en la siguiente definición de Integridad, cuando me enfrento a una situación comprometida: la Integridad es actuar como debes aunque nadie esté mirando.
Esto no significa que ocasionalmente nos equivoquemos. Precisamente por lo que acabo de decir. No somos héroes. Pero si cada vez que nos enfrentamos a una disyuntiva ante la cual podemos ser
más justos y ecuánimes en nuestras acciones, lo hacemos tan siquiera un poco mejor, estaremos en el camino correcto que nos llevará, tarde o temprano, a donde nos propongamos llegar. La importancia de esta idea radica en que no hay mejor estrategia para intentar ser feliz, que evitar los remordimientos de conciencia. Debemos de ser capaces de dormir a pierna suelta, sin pensar en que –dada la opción- nos comportamos de manera injusta o egoísta. Como ejercicio concreto respecto
a esto, te propongo que escribas en un papel tu particular Constitución Personal. Aquellos valores y normas por las cuales te vas a regir. El haberte tomado unos minutos para poner por escrito este código puede que te ayude a actuar de la manera correcta, cuando la disyuntiva se presente.
Un ejemplo de Constitución Personal Una vez escribí esta Constitución Personal como ejercicio de autoconocimiento. Es un documento personal e instrasferible, pero hoy lo
voy a compartir contigo. De vez en cuando la releo a fin de no desviarme de la vida que me gustaría llevar. Tiene 22 artículos, que son los que siguen: Artículo 1. Me llamo Rolando Latorre. Nací en Barcelona en 1971, hijo de mi padre y de mi madre. Tengo dos hijas. Esto no se puede cambiar. Todo lo demás está sujeto a cambios. Artículo 2. Soy optimista. Intento ver los aspectos positivos de todas las cosas, aunque sean adversidades. Artículo 3. No intento cambiar a
los demás. Reconozco que no tengo energía para hacerlo, y además no creo en ello, de igual manera que no me gusta que me intenten cambiar a mí. Artículo 4. Creo en la responsabilidad individual. Artículo 5. No me quejo. Si algún aspecto de mi vida no me gusta o me incomoda, pienso honestamente qué puedo hacer yo (sin cambiar a los demás) para solventar/evitar esa situación. Artículo 6. Nunca hago cosas que no me apetece hacer, salvo por algún motivo de fuerza mayor.
Artículo 7. No aguanto a personas que no me aportan nada, más allá de los meros intercambios cotidianos. Artículo 8. Hago un esfuerzo por relacionarme con personas que tengan visiones positivas del mundo. Artículo 9. No tomo decisiones importantes en momentos de intensidad emocional. Artículo 10. Ante una decisión escojo, de entre las posibles alternativas hoy, aquella que vaya a acercarme más a donde quiero estar dentro de un año. Artículo 11. Confío en los
sistemas para gobernar mi vida. Reconozco que soy más productivofeliz cuando sigo un procedimiento. Artículo 12. Cada día doy pasos encaminados a mejorar en los siguientes aspectos: salud (dieta y ejercicio), mente (tener ideas y anotarlas), y relaciones. Artículo 13. Dejo tiempo para desarrollar la espiritualidad. Artículo 14. Intento ser puntual, porque respeto el tiempo de los demás. Artículo 15. Intento de una manera sincera no criticar ni dañar a los demás. No obstante, no puedo
controlar la reacción de otras personas a acciones que principalmente me afectan a mí, y por tanto no me preocupo por ello. Artículo 16. Si es necesario digo O. Reconozco que saber decir NO a tiempo puede ahorrar tiempo y disgustos, a pesar de que muy ocasionalmente deje una oportunidad por el camino. Afortunadamente, surgen nuevas oportunidades cada día. Artículo 17. No creo en las noticias. Intento no estar condicionado por “la actualidad”. Hace años que absorbo información.
Es hora de empezar a emitir. Artículo 18. Soy críticoescéptico. Ante una teoría que se me pueda plantear o una recomendación que me puedan hacer, intento poner los medios para probarla por mí mismo, para sacar mis propias conclusiones. Artículo 19. Soy minimalista. Intento no acumular. Intento desprenderme de posesiones materiales y compromisos, salvo los que me lleven a un mayor desarrollo personal. Desprenderme de cosas es otorgarle libertad a mi mente. Artículo 20. Intento ayudar a los
que piden ayuda honesta y sinceramente. Ayudar a alguien que tiene los recursos necesarios para ayudarse a sí mismo es hacerle un flaco favor. Es fomentar la dependencia. Este artículo es especialmente aplicable a los miembros de mi familia. Artículo 21. Intento no pedir ayuda a nadie nunca. No siempre lo consigo. Artículo 22. Doy gracias a la aturaleza por estar aquí hoy y poder escribir esta Constitución Personal.
-- No te fijes mucho en los artículos concretos de este documento que te acabo de transcribir, pero sí tómate unos minutos para escribir tu particular Constitución Personal, y mientras la escribas no dejes de pensar que los valores supremos en los que te debes apoyar son la Verdad y la Justicia, tal como tú las concibas. Luego, vuelve ocasionalmente a releer tu Constitución Personal, e intenta identificar cuándo no estás actuando de acuerdo a lo que un día escribiste. Poco a poco
desarrollarás el Juicio necesario para no desviarte de tu propio código de conducta. Con ello ganarás en confianza, autorespeto, y verás que las elecciones que debas tomar ante las disyuntivas que se te presenten, como se le presentan a cualquier ser humano, se volverán más fáciles de tomar.
Capítulo 9. La renuncia consciente. Una vez has desarrollado una práctica cotidiana de perseguir tu propio destino, alineando tus acciones para (más tarde o más
temprano) alcanzar los objetivos que te hayas marcado. Una vez estés en la tarea de “conseguir lo que te propongas”, te darás cuenta de que muchas veces hace falta renunciar a cosas. Rendirte a la evidencia de que no siempre podemos ver cumplido todo lo que hayamos escrito en nuestra “lista de los deseos”. Es por ello fundamental desarrollar o trabajar en la adquisición de otra habilidad: la renuncia consciente. Yo antes tenía unas listas enormes de cosas que quería
conseguir realizar en el día. Y una lista enorme de cosas que quería conseguir antes de cumplir los 40. Y una lista enorme de libros que leer cada mes. Y una lista enorme de gente a la que no defraudar, haciendo lo que me habían dicho o lo que yo había entendido que debía hacer para no decepcionarles. Con la madurez llega la renuncia consciente y el minimalismo. La certeza de que no vas a poder conseguir todo lo que te propongas. Simplemente porque nuestro tiempo es limitado y nuestros recursos finitos.
En ese momento te das cuenta que elegir significa renunciar. Que hay que abandonar ideas y proyectos por el camino, igual que indefectiblemente hemos abandonado amistades o relaciones, a medida que pasamos de la edad infantil a la adolescente, y luego a la edad adulta. O a medida que cambiamos de escuela o de trabajo. Debes hacer un análisis cuidadoso de qué es lo irrenunciable en tu vida, centrarte en eso e ir a por todas para conseguirlo, siguiendo el dictado de tu voluntad y siendo consciente de que seguramente te
equivoques, o te tropieces en el proceso de alcanzarlo. De la misma manera, al perseguir lo irrenunciable te darás cuenta que ya estás plenamente preparado para aceptar que todo lo demás, y en ocasiones puede ser mucho, pase al estatus de “renunciable”.
Capítulo 10. Los cuatro pilares: La salud, la mente, el corazón y el espíritu. No es posible ir a donde pretendes sin dedicar el tiempo que
se merecen los cuatro niveles básicos de tu existencia. Como lienzo en el que pintarás aquella obra o proyecto que quieras alcanzar, necesitas dedicarle cada día tiempo a cuidarte en los siguientes aspectos:
Salud: Si no tenemos un mínimo de calidad en nuestro bienestar corporal, y en nuestra autoconfianza personal, lo demás ya no se puede dar. Cuidar tu salud no implica machacarte 2 horas diarias en el gimnasio. Implica únicamente prestar la necesaria atención a lo
que hacemos con nuestro cuerpo, si que ello pase de ser una mera disciplina que nos obsesione. Aquellos aspectos sobre los que podemos controlar nuestra salud son la alimentación y el ejercicio físico moderado. A pesar de que crece la conciencia social acerca de la importancia de la alimentación, todavía es mucha la gente que no se da cuenta de la importancia de cuidar, como primera medida de salud, lo que le echamos a nuestro cuerpo. No debemos olvidar que aquello
que ingerimos se va a transformar a través del proceso de la digestión finalmente en células que viajarán a través de nuestro torrente sanguíneo y recorrerán los órganos vitales de nuestro cuerpo (estómago, intestino, hígado, riñones). La comida procesada característica de nuestra sociedad de las prisas y el estrés, incorpora elementos y aditivos que acumulativamente están degenerando el estado general de salud de la población. El precio de no cocinar en casa, y abastecernos recurrentemente desde las
estanterías de los supermercados (ejercicio cómodo y barato) necesariamente tiene un coste, que pagamos en el largo plazo, a base de enfermedades y dolencias que antes no existían, y que derivan de la pobre nutrición con la que castigamos nuestros cuerpos hoy. Ya hace décadas que los procesos industriales vienen desplazando a los auténticos alimentos, llenos de vida y energía, por otros sucedáneos que tienen mayor duración e incorporan sabores más atrayentes para los paladares indolentes, per0 que a la
postre nos están costando la salud. Como medida básica para que tu alimentación no perjudique tu salud deberías adoptar algunos hábitos: No ingerir alimentos “blancos”. El color blanco suele indicar que un alimento ha sido refinado. Es decir, procesado, para lograr un mayor periodo de comercialización y distribución. Para retrasar su fecha de caducidad. En dicho proceso, se han eliminido elementos absolutamente beneficiosos como la fibra, o se han añadido
elementos perjudiciales, como el azúcar, o los aditivos alimentarios. Entre los alimentos “blancos” estaría: el azúcar, el pan de molde, la harina refinada, el arroz blanco. Minimizar a la mínima expresión los productos lácteos y la carne de cualquier tipo, en especial, de animales producidos en serie. Incorporar prácticamente a diario la ingesta de cereales integrales, legumbres, verduras y frutas. Que sean, siempre que sea posible, de cultivo
ecológico. Eliminar el azúcar, auténtico culpable de la epidemia de dolencias relacionadas con la nutrición de nuestra época. Si no se puede eliminar, porque se padece un verdadero estado de adicción, minimizar su ingesta lo más posible. Por supuesto, eliminar (o minimizar) cualquier expresión de pseudoalimentos tales como bebidas refrescantes (son esencialmente agua con azúcar), patatas chips, bollería industrial y dulces de todo tipo.
Si analizas los puntos que acabo de exponer verás que el secreto de una alimentación saludable no está tanto en “qué debo comer” sino más bien en “qué debo evitar comer”. Siempre que me encuentro con algun amigo o conocido que se ha embarcado en un cambio de dieta, buscando perder peso o simplemente encontrarse mejor, y ese cambio le ha deparado resultados positivos, invariablemente –después de someterles a unas pocas preguntasacabo sacando la conclusión de que su satisfacción con el resultado
conseguido tiene más que ver con lo que han omitido, que con lo que han incorporado a su alimentación. En general sobre este tema de la alimentación hay numerosas fuentes en libros e internet que hablan muy extensamente sobre las razones por las que la “dieta moderna” es tan perjudicial. Se trata de una forma de alimentarnos que se caracteriza por requerir de más tiempo recorriendo los pasillos del supermercado que frente a los fogones. La otra base para gozar de una salud decente, que nos permita alcanzar lo que nos propongamos, es
practicar una disciplina constante de ejercicio físico moderado. No hace falta apelar a ningún estudio, sino a la simple experiencia que te transmitirá cualquiera que practique deporte de manera regular. Mejora el sueño, el nivel de bienestar y optimismo, relaja la mente, y previene dolencias y enfermedades. Además, como ya adivinaron los romanos (“mens sana in corpore sano”) fomenta que el cerebro funcione mejor y las neuronas conecten de tal manera que tengamos más ideas, ocurrencias y creatividad general.
Mente: El cerebro es la parte del cuerpo que también debes ejercitar para ejercer tu pleno potencial. Hay que hacer gimnasia mental cada día: pensar y apuntar ideas sobre cualquier cosa: sobre tu trabajo, sobre tus aficiones, sobre proyectos que te gustaría emprender, sobre sitios que te gustaría visitar. Ideas para ofrecer a tus amistades o compañeros de trabajo. Ideas sobre cómo solucionarías los problemas que tienes. Lo bueno del mundo de las ideas, es que no requieren que levantes el
culo del sofá. Pensar es gratis. Sólo, eso sí, llevar un registro de lo que se te vaya ocurriendo, en forma de diario, o lista. Apúntalo todo en una libreta. O en la aplicación de notas de tu smartphone. Luego haz un ejercicio consciente de revisar esas anotaciones. Verás – a tiro pasado- que muchas son irrelevantes, superfluas, o directa y llanamente malas ideas. Pero de vez en cuando encontrarás alguna idea que te suena bien, a pesar de que la generaste con anterioridad. Esa idea igual merece ser perseguida y realizada.
De todas maneras, el objeto de recoger ideas no es necesariamente actuar sobre cada una de ellas, sino realizar una gimnasia neuronal, igual que la gimnasia muscular que hemos dicho que es tan importante para la calidad de vida que nos permitirá conseguir lo que nos propongamos.
Corazón: Este aspecto es también crucial para desarrollarnos como individuos. Gozar de unas relaciones sanas con los demás y con nosotros mismos. La relación con nosotros mismos se expresa a través de los sentimientos o
emociones. Dos ideas: -Tú estás al mando. Eres dueño de tu futuro. Porque nadie viaja en tu barco, sólo tú. La gente sube y baja de tu barco, barco, pero tú eres el único que estás siempre a bordo y te hallas frente a la rueda del timón. Lo que te digan los demás acerca de arriar velas o modificar el rumbo es totalmente relativo. Ellos no van a hacer la travesía hasta el final. Tú sí. - Debes cuidar la relación e interactuar con las personas que te inspiran y te apoyan en tus
proyec proyectos, tos, aquellos aquellos que te an anim iman an y te valoran de manera positiva. Los que no sirven a ese propósito mejor alejarlos de tu vida. Despídete simbólicamente de los que te critican o continuamente se están fijando en los detalles negativos. Sin estridencias. Sin enfados. Sin malos rollos. Pero debes distanciarte de ellos y apartarlos (siquiera momentáneamente) hasta que puedas respirar libremen libremente, te, sin sin que el pecho te oprima, y estés libre de angustias y miedos. Tú eres la media de las 5 personas personas con las las que pasas pasas más
tiempo. Si los que te rodean pasan el tiempo quejándose, eso te influye de manera negativa. Si los que te rodean son personas optimistas, que ven el lado positivo de las cosas y descartan o solucionan los problem problemas as,, eso eso te va a afectar afectar positivamen positivamente. te. Vigila bien con quien estás durante el día y qué tipo de interacciones tienes. Procura acercarte a los que aprenden, se responsabilizan de las cosas y se superan, a los que saben más que tú, y a los que no se quejan. Aléjate de los quejicas, de los que nunca tienen
la culpa de nada porque están demasiado ocupados en echársela a los demás. Vigila también el lenguaje que utilizas. El lenguaje moldea el pensa pensam miento. iento. Si te repites en voz voz alta con frecuencia que no puedes hacer tal o cual cosa, o que eres malo para los números, o que nunca podrías podrías aprender aprender un idiom idioma, a, no no te extrañe que todo eso se convierta en realidad. Tu lenguaje ha moldeado tu Unidad Central de Procesamiento. Intenta desterrar ese tipo de consignas de tu lenguaje y verás cómo aquello que encontrabas
difícil o imposible se convierte en posible.
Espíritu: Por último debes dedicar parte del día a considerar lo transcendente. Está bien pensar en lo de aquí, en lo práctico y lo material. Pero a nadie se le escapa que somos un granito en la arena de la playa inmensa de la Humanidad. Y la Humanidad es un granito de arena en la playa de la Existencia. Dedicar algo de tiempo a lo espiritual, significa relativizar todo lo que te sucede en el día a día. En mi caso gran parte de esta práctica
consiste en dar gracias por lo que tengo. Aunque el día haya ido mal, aunque algo se haya torcido, dar gracias conscientemente te obliga a pensar en todo lo que todavía funciona y todo lo que todavía tienes y que es bueno. No hace falta creer en ninguna religión ni tener una fe especial. Es el mero hecho de darnos cuentas de que nuestro Yo es parte de un Todo superior. Los niños cuando rezan piden cosas: ganar un partido de fútbol, tener superpoderes o aprobar un examen.
Cuando eres finalmente maduro es cuando ya no pides nada. Únicamente das gracias y aceptas todo lo que te viene. Te abandonas a la idea de que no eres más que una pluma al viento, un peón en el tablero de juego. Sólo nos queda dar gracias, desear cosas buenas para los demás y limpiarnos por dentro, para acometer cada día con una sonrisa de optimismo.
Capítulo 11. Emprende tu camino. Estamos llegando al final del libro y espero haberte ayudado a encontrar inspiración sobre qué estrategias seguir para conseguir lo
que te propongas. Seguramente no te enseño nada si te lo resumo en dos palabras: trabajo y persistencia. Lo que he tratado de transmitirte es que, además de las múltiples horas que hay que echarle a cualquier objetivo que te marques (eso no te lo ahorrará ningún libro que leas), existen estrategias que harán más eficiente cada minuto que le dediques a tus sueños. Pero no me gustaría acabar sin remarcar algo que considero importante. Algo que bien saben los “conseguidores”. Cuando alcanzar
tus metas implique relacionarte con otras personas (trabajadores, colaboradores, colegas, gente a la que necesites motivar, convencer o ganar para tu causa) siempre será necesario que primero les aportes algo. Deberás primero darles, y sólo después, y no siempre, recibir de ellos. Si quieres, en realidad esta teoría es aplicable a todo objetivo, involucre o no a otras personas. Primero deberás demostrarle al mundo lo que tú tienes que aportar de valor, que en el caso más básico será tu trabajo: deberás
arremangarte, currar y ofrecer el fruto de tu trabajo, antes de recibir nada a cambio. Sabiendo que habrá ocasiones en que no habrá nada que recibir.
Da primero,sin esperar nada a cambio Lo dice la Biblia: “Dad y se os dará”. No dice en ningún sitio “Recibe y sólo luego da”. El campesino primero debe remover y abonar la tierra, plantar las semillas, regar y cuidar las plantas plantas,, y después después de todo ese ese esfuerzo, si todo ha ido bien, podrá
recoger los frutos de su trabajo. De la misma manera, debes desterrar esa manera de ser que desgraciadamente es tan común en nuestra sociedad en la que la gente lleva consigo unas balanzas de precisión precisión matemática atemática don donde de sólo dan a cambio de recibir primero algo que tenga igual o mayor valor. Gente que en todo momento mide al gramo cualquier interacción con el prójim prójimo. o. Deja que la integridad, la honestidad y la virtud sean tu guía. Y para obtener de los demás una usta correspondencia, empieza
entregando mucho más de lo que recibas. Basta leer la biografía de los grandes hombres, como Gandhi, Mandela o Benjamin Franklin para ver que su grandeza radica en que dieron mucho más de lo que recibieron. Dieron a corazón abierto, a manos llenas. Sin esperar nada especial de sus contemporáneos. Dieron a sus respectivas sociedades actos de sacrificio y generosidad de los que posteriormente todos nos hemos beneficiado. Si estos grandes hombres dieron años de su existencia o incluso su
vida misma por los demás, ¿no podrem podremos os nosotros dar a los demás demás simplemente actos cotidianos? ¿No podrías tú regalar una sonrisa a cualquier persona que se dirija a ti? ¿No podrías darle tu amabilidad al panadero, al charcutero o al taxista? ¿No podrías invitar hoy a desayunar a algún compañero de trabajo, sin esperar nada de él? ¿No podrías hoy hacer algo por alguien sin esperar nada a cambio? ¿No podrías ceder tu puesto puesto en en la fila fila a alguien alguien que tiene tiene más prisa que tú? Pruébalo. Sé generoso. Hazlo una
política política personal. personal. Que sea tu firma. firma. Si tú inicias el acto de dar, las puertas del Cielo Cielo se s e van a abri abrirr, y detrás, ¿quién sabe qué sorpresas agradables te esperan?
Invierte en ti mismo Espero que las herramientas que has visto en este libro te ayuden a mejorar como persona y como profes profesion ional. al. Tómatelo como un primer paso en un camino que debe durar toda la vida. Conseguir lo que te propongas es la habilidad más preciada que
puedes conseguir y podrás desarrollarla en su total plenitud en la medida que vayas ejercitando el músculo de la planificación y la perseverancia. Para mejorar en estos aspectos es buena práctica que no dejes de invertir en ti mismo. Un primer paso ha sido leer este libro. Y te lo agradezco. Pero debes seguir avanzando. Igual que ahorras para cambiarte de coche cada ciertos años, debes ahorrar (no en dinero, sino en conocimiento) para invertir en tu persona. Considera a partir de ahora todas
estas maneras de invertir en ti mismo:
1.
Cuida tu salud. Haz ejercicio regularmente y come de manera saludable. Te sentirás mejor. Tendrás más energía. Será más fácil acometer tus objetivos. También es muy importante que descanses adecuadamente. Duerme 8 horas. Estas son las bases. 2. Fórmate. Ojo, no hace falta pagar un duro (quería decir un euro) para obtener una
formación de primera clase. Si algo tiene la Nueva Economía es que es el reino de “lo gratis”. No confundas obtener formación con obtener un título o un diploma, o un Máster. Eso es un engaño. Sé disciplinado: hazte tu propio plan de estudios y empieza a frecuentar recursos como khanacademy.org, coursera.org, udemy.com o skillshare.com. Ves a a las fuentes que gocen de prestigio y rigurosidad. Algunas universidades están empezando a colgar todos los contenidos de
sus cursos gratis en la Red. No saben muy bien a donde les llevará eso, pero saben que el futuro está en compartir. Aprovéchate de ello. Hace poco leí la experiencia de una persona que habtía seguido todos los cursos de la carrera de “Computer Science” del MIT (Massachussets Institute o Technology) a través de los cursos que cuelgan en Internet. Se había leído y trabajado todos los apuntes, había completado todos los ejercicios y se había estudiado los
ejemplos de las asignaturas de cuatro años de carrera en doce meses y ya tenía ofertas de trabajo. No tenía el título, pero tenía el conocimiento, y lo podía demostrar. El MIT tiene en su web un proyecto que se llama Open Courseware (OCW), que publicitan como “Complete courses for independent learners”. Otro buen portal lleno de cursos gratuitos es la web del Open Education Consortium (www.oeconsortium.org) con material abierto de muchas
universidades. 3. Lee y escucha a los que tienen cosas interesantes que contarte. Gente que haya recorrido el camino que tú quieres recorrer. Búscalos activamente. Existen blogs, podcasts, apps, recursos. Lee cada día libros o artículos que te inspiren y motiven. Toma notas. 4. Aprende cosas nuevas. Aprende a tocar un instrumento, experimenta con una nueva receta de cocina, estudia una apertura de ajedrez, o aprende
unas cuantas frases en un idioma remoto. Además de romper la rutina y pasar un rato agradable, estarás ampliando los recursos de tu mente para cuando ésta se ponga a producir de cara a cumplir tus objetivos. Serás una persona más creativa y sobre todo: ¡estarás viviendo! Lo decía John Lennon: “la vida es aquello que pasa mientras haces otros planes ”. Por tanto, disfruta del
camino y aprovecha cada momento. Estés donde estés, focaliza tu atención en lo que harás hoy para
crecer como persona. Para alcanzar aquello que desees ser. Lo que pasó ayer no se puede cambiar. Lo que pasará mañana no lo podemos controlar. Ocupa tu mente con el hoy. Piensa qué puedes hacer ahora mismo para acercarte a tus metas. Si no tienes claras tus metas, empieza hoy mismo a trabajar en definirlas. Y luego establece algun tipo de hábito que garantice que cada día te acercarás más a ellas. La teoría es sencilla. La dificultad está en la práctica. Demuestra que eres digno de tus objetivos ejecutando y perseverando. Considérate un
“conseguidor”, y ponte en marcha ahora mismo. *** Espero haberte hecho pensar en la manera en que podrías adaptar alguna de las ideas y herramientas de las que hablo en este libro a tu propio arsenal. Y si ninguna técnica te ha parecido novedosa o incluso válida, al menos espero haberte entretenido un rato. Sólo me queda insistir una última vez en la idea más importante que utilizan aquellas personas que
siempre consiguen lo que se proponen:
NI UN DÍA SIN SU AVANCE.
Sobre el autor . Rolando Latorre ha superado la barrera de los 40, tiene dos hijas, y cuando le apetece escribe en su blog, titulado