>. so Dad a ihm selb st vers chie den en elem enta risc mos ante todo , por la inte rpre taci ón de Zeller, nos preg unta te>>, al TLva >, que con stitu ye el sust nde r que el suje to es sas dem asia das exp lica cion es para ente con stru cció n es dura dife rent e que el pred icad o. Ade más la t>>. Y más aún : tra~ al tene r que sob rent end er <>, entr e el aire y otra cons idera ción parti cular . Dox. 479· I4 -IS , por el que entra en juego de una expr esión seme jante, si De hech o , deJan do de lado la extra ñeza pov como atrib uto , debe rí a éirrEL del se qllls iera ente nder que se h abla la de Ana xágo ras (equ ipara do rec~rd a rse que la >, Zelle r-Mondolfo, 1 cielos cuer pos elem ental es sepa rado s de parte de Baüm ker, en <> I3I , 1885 , 8~7un mod o muy ampl io , que de XEia TOL a ¡.tEva ,\qó 51 Zelle r entie nde T
103 10~
lado a Zeller, encontramos otra interpretación en Lütze, basada en una nueva referencia para el ÉTÉ pav, remitido esta vez a lo que precede.SZ Aristóteles h abría querido mostrar la antítesis entre la con~epción de los físicos y la que se atribuía hace un momento a los pitagóricos y Platón, sin embargo , de este modo se eluden las dincultades. En sustancia, construyendo rigurosamente, se le haría decir a Aristóteles que los físicos suponen al aTTELpOV un SUStrato diferente del que le atribuyen Platón y los pitagóricos, lo que es completamente absurdo, ya que estos últimos no le atribuyen ningún sustrato al a TTELpov, glechteiligten Korper, welche den letzten Bestandteil oder die letzten Bestandteile der zusammengesetzten Korper ausmachen>> [<>, Zeller-Mondolfo I ~. 156], ba sándose enMetaph. 1014 a 3~ y ss. Pero en este pasaje el AÉyouaL señalado por Zeller, aunque amplio, se r e±i.ere siempre a determinados pensadores, mientras que el AE')'Ó~Eva que aparece en nuestro capítulo de la Física es del todo inde±i.nido y despersonalizado. Que además AE')'Ó~Eva o KaAOÚfJ.EVa aTOLXELa forma una expresión particular, a la que como tal no puede aplicársele la de±i.nición de aTOLXELa usada por Zeller, est á probado, acogiéndonos al ejemplo entre muchos posibles de Phys. 187 a ~s- ~6. donde se contraponen Anaxágoras y Empédocles ... KOL TOV fl.EV aTIE Lpa TIOLElv Tá TE ó~oLOflEPii Kal. TcivavT[a, Tov 8€: Ta KaAOÚfJ.EVa a TOLXEla ~óvov, <> [según Aristóteles, Empédocles es el único ±i.lósofo que en la elección de sus principios se contenta con adherirse a esta concepción popular, como lo muestra el <>). Una contraposición semejante no tendría sentido evidentemente si también quedaran comprendidas las homeomerías en los AE')'ÓflEVa aTOLXEla, como pretende Zeller. Finalmente , si el signi±i.cado normal de aTOLXEla fuera el zelleriano , no deberíamos encontrar en Aristóteles, como de h echo ocurre, el uso de a TOLXElov en singular, o de 8úo .. . TÉaaapa a TOLXEla, en un plural que está expresamente determinado. Incluso admitiendo un doble uso aristotélico de aTOLXEla, el que Zeller pretende seguiría siendo excepcional ; menos que nunca podría encontrarse en él la expresión particular AE')'ÓflEVa aTO LXE1a, referida siempre especí±i.camente a los cuatro elementos empedocleos. s~ Cf. Lütze Anax. 9~-94 · Carteron traduce de modo semejante, pero sin comprometerse expresamente (Aristóteles, Física , texto establecido y trad . por H. Carteron, Parí s 19~6 - 1931): <>.
,, .,
,: :.r 1
'¡ :\
en la medida en que él mismo es sustancial. Si, en lugar de ello, optáramos por no escoger la construcción más lógica y viéramos en la palabra en cuestión un simple subrayado de Aristóteles sobre la diferencia entre la sustancia de los físicos y la de los pitagóricos y platónicos, volveríamos a caer en lo que antes ya se ha objetado a Zeller. El innnito del que se está hablando ahora no es diferente del de los pitagóricos y Platón, cambia su posición en el sistema, pero sigue siendo siempre para Aristóteles el concepto de innnito, que no tiene nada que ver con la materialidad. Entonces, ¿cómo puede pensar en distinguirlo del sustrato corpóreo de los físicos , si entre ambos no cabe pensar ninguna relación? ¿Cómo puede imaginar como término de comparación una cpÚaLc que, en Platón, es una palabra que signinca siempre materialidad? Es de destacar aquí el paralelo con un pasaje de Teofrasto. Véase el testimonio de este último en nuestro frag. ~: AÉ')'El 8E auT~V fl~TE ü8wp fl.~TE UAAO Tl TWV KGAOUfl.ÉVWV
OTOLXELWV, a.AA' ETÉpav
TLVÓ.
<<[Anaximandro] dice que el principio no·es agua ni ningún otro de los llamados elementos, sino una cierta naturaleza infmita diferente >> (Dox. 476, 6-7). 'r
: r~
El signifi.cado de la frase no deja lugar a dudas: la cierta naturaleza es diferente de los llamados elementos. Volviendo al pasaje aristotélico ahora, vemos que ÉTÉpav, <>, al que hace un momento se le quería encontrar una referencia más o menos forzada, va unido del modo más inmediato y natural al genitivo Twv A.Eyo¡.t.Évwv O'TOLXELWV, <>. Aristóteles había pues considerado principio de estos primeros físicos, a los que atribuye la infi.nitud, una cierta naturaleza diferente de los cuatro elementos, una naturaleza llamada según los fi.lósofos aire, agua, o cualquier cosa a medio camino. A primera vista, resulta difícil de comprender, surge espontánea la pregunta de por qué en este caso no debemos colocar al aire o al agua entre los elementos. Además, 1