1906 / 2006 Cien años de política de vivienda en Chile María José Castillo, Rodrigo Hidalgo (Editores)
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1906-2006. Cien años de política de vivienda en Chile María José Castillo, Rodrigo Hidalgo (editores) Esta publicación es un proyecto de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Nacional Andrés Bello y del Instituto de Geograía de la Facultad de Historia, Geograía y Ciencia Política de la Ponticia Universidad Católica de Chile. El libro recoge los trabajos presentados en el Seminario 100, 1906/2006. 100 años de política de vivienda en Chile, organizado por la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Nacional Andrés Bello, la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos y el Instituto de Geograía de la Facultad de Historia, Geograía y Ciencia Política de la Ponticia Universidad Católica de Chile, y la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela, realizado los días 10, 11 y 12 de octubre de 2006. Ediciones UNAB Serie Arquitectura N° 1 Serie GEOlibros Nº 10 Facultad de Arquitectura Arquitectura y Diseño UNAB - Instituto de Geograía UC
Gestión proyecto editorial Nicolás Rebolledo (URO1.ORG) Editores María José Castillo y Rodrigo Hidalgo Edición de textos Camila Sepúlveda y María José Castillo Diseño del libro Fauna Diseño e Isidora Castillo Diseño de la portada Fauna Diseño Impresión Alvi mpress Impreso Alvimpress Impresores res Ltda. Ltda . Inscripción Registro de propiedad intelectual: Nº 166867 I.S.B.N.: Nº 978-956-7247-47-9 © Universidad Andres Bello. Todos los derechos reservados. Primera edición Santiago, Noviembre de 2007 Ninguna parte de esta publicación puede reproducirse sin previa autorización de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Andrés Bello. Bel lo.
CONTENIDOS Presentación 7
Presentación
Prólogos 10 / 11 12 / 15
Tareas… Tareas… Chile, una cantera de casas: Cien años de política de vivienda, 1906-2006
Introducción 18 / 23
Cien años de política habitacional en Chile
Capítulo 1: El palimpsesto de la política de vivienda social 27 29 / 49 51 / 63 65 / 84 85 / 106 107 / 123
Introducción 1. La primera vivienda social en Valparaíso. Fines siglo XIX - inicios siglo XX 2. Cien años de política de vivienda social, cien años de expulsión de los pobres a la perieria de la ciudad de Santiago 3. La Caja de Habitación Popular: El rostro cambiante de la vivienda en Chile, 1936-1952 4. Vivienda obrera en Concepción. Conce pción. La Villa Presidente President e Ríos, primera p rimera ciudad moderna mode rna en Chile 5. La política habitacional como instrumento de desintegración social. Eectos de una política de vivienda exitosa
Capítulo 2: Los desaíos de la participación en la política de vivienda actual 127 129 / 149 151 / 168 169 / 180
Introducción 1. Participación: compartir los poderes de decisión y acción sobre la ciudad 2. Participación, habilitación social y autoconstrucción: ampliaciones de viviendas sociales dinámicas sin deuda (VSDsD) 3. La dimensión habitabilidad desde el Programa Puente: una intervención en construcción
Capítulo 3: Estrategias de recuperación y revitalización de conjuntos de vivienda social 185 187 / 207 209 / 216 217 / 234 235 / 246 247 / 259
Introducción 1. Procesos de recuperación y repoblamiento de centros urbanos: ¿Para qué? ¿Para quién? ¿Cómo? 2. Recuperación de la vida social en conjuntos de vivienda social y mejoramiento de barrios: nuestras certezas 3. Proyecto piloto 9x18, una alternativa a la expansión de Santiago 4. Desarrollo de metodología para prevenir la ocurrencia de patologías en las viviendas sociales 5. Procesos inormales y componentes constructivos
Capítulo 4: La experiencia internacional 263 265 / 285 287 / 294 295 / 319
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Introducción 1. Desarrollo urbano y habitacional en América Latina y el Caribe 2. La política de vivienda para Venezuela 3. ¿Puede establecerse complementariedad entre el saber proesional y técnico y el saber constructivo popular para habilitar las edicaciones de los barrios?
Los autores Los autores Índice de autores
Presentación
ALBERTO ETCHEGARAY ETC HEGARAY AUBRY
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PRESENTACIÓN
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Presentación Alberto Etchegaray Et chegaray Aubry Ministro de Vivienda y Urbanismo 1990 - 1994 El libro “1906-2006. Cien años de política de vivienda en Chile”, iniciativa impulsada por destacados académicos e investigadores de la Universidad Andrés Bello, la Ponticia Universidad Católica de Chile y la Universidad Central de Venezuela, es una publicación maciza, completa, interesante y necesaria, no sólo para conocer lo sucedido en este campo durante estos 100 años, sino principalmente para iluminar acciones uturas que permitan pereccionar las políticas que las sustentan. En él se recoge la opinión autorizada de arquitectos, urbanistas y proesionales de la sociedad civil que abordan temas como las consecuencias de la política de vivienda social en la conormación de la identidad de las grandes ciudades y su impacto en la integración —o desintegración— de los cuerpos sociales que las habitan. También se analizan los procesos ormales e inormales de asociación y de También d e construcción que dichas políticas generan, la implementación del plan de mejoramiento de determinados barrios, la estrategia de repoblamiento de los centros urbanos, y el tema siempre crucial de la participación en estos procesos, donde los ciudadanos resultan aectados por la implementación de los dierentes programas. En lo técnico social se incluyen estudios sobre habitabilidad, radicación de allegados, recuperación y desarrollo de la vida social, complementariedad entre saber técnico y proesional, acompañados de una descripción de los procesos migratorios, las expulsiones suridas por los pobres hacia las perierias urbanas y la desintegración social que ello provoca. Especial mención merece el análisis de experiencias no siempre conocidas de Valparaíso y su patrimonio, de proyectos de vivienda social en Concepción, así como del desarrollo urbano y habitacional de América Latina y el Caribe. En suma, este trabajo recoge la opinión de especialistas que opinan sobre estos 100 años y critican las políticas de vivienda, cuya puesta en práctica, en muchos casos, ha aectado el tipo de ciudades que hemos construido, el cuerpo social que se ha desarrollado en ellas y, de alguna manera, la calidad de las relaciones sociales que hemos establecido. Es importante analizar y diundir este libro en los medios académicos y entre los encargados de ormular las políticas públicas, con el n de extraer las experiencias necesarias para el diseño y la implementación de éstas a uturo.
Prólogos
ALBERTO SATO JOSÉ ROSAS VERA p. 11 / 16
PRÓLOGOS
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Tareas... Alberto Sato Sat o1 Decano Facultad Arquitectura y Diseño, Universidad Nacional Andrés Bello
Es asunto universitario la ormación de las generaciones que en el uturo se ocuparán de nuevos problemas, pero también de viejos asuntos que desde hace tiempo están inconclusos y en agenda. De estos últimos, que constituyen costosas deudas, se ocupa la universidad: es la producción de conocimiento para disponer de instrumentos, conceptos y talantes nuevos o distintos. De este modo, transerencia, producción de saberes y nalmente su divulgación constituyen la tarea universitaria. En esta oportunidad recogemos un tema, nada menos el que caracteriza a la arquitectura moderna: der na: la vivienda. Han transcurrido transcurr ido al menos cuatro mil años de arquitectura arquitect ura sin que el tema de la vivienda tuviera relevancia en la institución arquitectónica, pero en estos últimos doscientos años el debate disciplinar pivotó sobre este asunto. Este signicativo acontecimiento puede ser explicado desde la política, como señalaba Foucault: “a partir del siglo XVIII, se desarrolla una refexión sobre la arquitectura como unción de los objetivos y de las técnicas de gobierno de las sociedades” 2. Pero también el enómeno tiene explicación desde la disciplina. Citando una de las más conocidas proposiciones de Le Corbusier: “Estudiar la casa, para el hombre corriente, universal, es recuperar las bases humanas, la escala humana, la necesidad-tipo, la unción-tipo, la emoción-tipo” 3. Así, a dierencia de otros temas t emas estelares est elares de la arquitectura, en los siglos XIX y XX la vivienda se abordó con la sistematicidad que exigía la cadena de producción, el tipo, el estándar, tomando distancia del arte y acercándose más a la producción capitalista industrial: perdió su aura, razón por la cual en ocasiones el tema perdió cierto interés o ue abandonado. No obstante, continúa siendo el tema que caracteriza e identica a la modernidad. De hecho, en la actualidad no abunda el debate, la investigación y el proyecto de vivienda masiva, sino la pieza arquitectónica, retomando antiguas tradiciones. Sin embargo, como mascullaba amargamente un habitante del antiguo Berlín: “el hecho de que se terminó el socialismo, socia lismo, no quiere decir que se acabó la pobreza”. Y el tema de la vivienda, pese a que para algunos jóvenes arquitectos no sea un tema que motive su entusiasmo, sigue vigente como tema arquitectónico, no ha desaparecido ni está cerrado, ce rrado, sino todo lo contrario: sólo que exige una actitud más refexiva y un compromiso disciplinar más proundo.
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Como se puede suponer de estos prolegómenos, el tema tiene muchas aristas y es inagotable. En realidad, su propio carácter moderno exige que nunca se termine de resolver, porque pertenece a la dinámica social y a la naturaleza humana: no se puede armar con seguridad que en algún momento se ha satisecho la necesidad de vivienda. En esta dinámica y acercándonos a nuestra realidad, sin duda que Chile ha avanzado más que otros países del continente, pero menos que otros países del mundo, y así como al interior de sus políticas públicas, de la investigación y del proyecto, la condición actual no es suciente ni satisactoria. Todos Todos insatisechos, condición de modernidad, pero entusiastamente insatisechos, como ocurre con la necesidad de conocimiento. Esta es otra de las razones que motivaron el evento: la continua alimentación y el enriquecimiento del tema, la vigilia permanente y la alerta crítica. Así, la aortunada oportunidad de recopilar recopilar los ensayos y las ponencias realizados por destacados investigadores y proyectistas especializados en el tema en Chile, en Venezuela y en otros países latinoamericanos, la posibilidad de debatirlos en el contexto de la celebración del centenario de la primera ley de vivienda en Chile, con la asistencia de guras relevantes que han participado en las políticas públicas, en proyectos y realizaciones, constituye una signicativa contribución al conocimiento y la actualización, a los últimos avances en materia de vivienda masiva. Estamos complacidos y honrados de haber apoyado y participado activamente en este evento y en la presente edición, así como también de haber logrado esta ructíera asociación entre la Universidad Central de Venezuela, la Ponticia Universidad Católica de Chile y la Universidad Nacional Andrés Bello, sin las cuales habría sido imposible la convocatoria de tan notable presenta ción. Dejemos entonces hablar a los especialistas, a quienes agradecemos su valiosa contribució contribución. n.
PRÓLOGOS
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Chile, una cantera de casas: Cien años de política de vivienda, vivienda, 1906 - 2006 José Rosas Ros as Vera1 Decano Facultad Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos, Ponticia Universidad Católica de Chile
El libro que aquí se presenta, con el título “1906-2006. Cien años de política de vivienda en Chile”, ue realizado a partir de las ponencias que diversos autores presentaron en el seminario de igual nombre, que tuvo lugar en Santiago de Chile, en octubre de 2006. Ambas actividades resultan de una iniciativa impulsada conjuntamente entre la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos de la Ponticia Universidad Católica de Chile, la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Nacional Andrés Bello y la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela, cuyo objetivo es abordar en proundidad este tema, más allá de lo que la celebración de un siglo de experiencias de por sí ameritaba. En eecto, ya era hora de entregar una visión, no tan sólo panorámica de lo sucedido en este campo en el arco de tiempo comprendido entre 1906 y 2006, sino también presentar una explicación didáctica dirigida a conrontar los dierentes saberes universitarios en torno a las políticas de vivienda aplicadas en Chile durante este período, y analizar lo que ello ha signicado en la economía material de la ciudad. De este modo, anticipamos al lector que este documento constituye una refexión crítica seria y prounda, un registro de experiencias que permiten entender mejor el papel que ha tenido el poder político del Estado chileno en el desarrollo de dierentes ideas y propuestas de ciudad y sociedad. Con ellas, y ya por más de un siglo, este Estado ha abordado el tema de la vivienda social, campo donde ha puesto en práctica de un modo excepcional excepcio nal diversos programas, cuyos resultados merecen diundirse en el contexto regional, al menos por sus logros cuantitativos. Otra dimensión apuntada es proponer, a partir de los dierentes fancos problemáticos que los autores aquí consignados —destacados académicos e investigadores— exponen, una instancia que contribuya a ampliar las bases conceptuales y operacionales de la docencia y la investigación universitaria en tales materias. En esta perspectiva, y dado el sentido de oportunidad que tiene el tema en cuestión para las actuaciones uturas en la materia, hemos creído conveniente —en nuestra condición de decano— exponer una serie de refexiones en torno
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al horizonte que este trabajo orece a los estudiantes de arquitectura, y a los paradigmas bajo los cuales actualmente se enseña el proyecto de vivienda en nuestras escuelas, cuestión no menor para avanzar en el uturo. Es más, dado el oco que aquí se privilegia, en relación con el papel estructurante que han tenido las políticas públicas de vivienda social en la construcción ísica de la ciudad, podríamos sostener —pararaseando lo planteado por Aravena, Pérez y Quintanilla en “Hechos de la arquitectura” (Pérez, Aravena Aravena y Quintanilla, 2006) 2— que este tipo de operaciones de inraestructura social, cuando son acertadas —como muchos de los casos emblemáticos registrados— constituyen un aporte undamental para la realidad social que intentan modicar. Así, el tipo de vivienda y el tipo de urbanización —desde la conguración del espacio urbano—, pueden considerarse en estricto rigor como un territorio de oportunidades en la construcción de determinadas realizaciones notables o hechos del urbanismo. De hecho, como lo conrma el académico Rodrigo Hidalgo (2005)3 en su estudio sobre dierentes operaciones orientadas a dar respuesta arquitectónica y urbana al problema de la vivienda de los sectores de menores recursos, en el período estudiado, un signicativo conjunto de estas operaciones ueron intervenciones unitarias que generaron un nuevo tejido urbano. En estos casos, el uso estratégico de la orma como síntesis proyectual —al decir de Aravena 4— permitió que las políticas de vivienda social se materializaran en unos conjuntos notables al interior la estructura urbana, y al mismo tiempo ocuparan el suelo de una manera que le da tamaño y relieve al proyecto de ciudad moderna en el siglo XX. También estos proyectos crean un interesante repertorio de soluciones habitacionales y prácticas de la arquitectura doméstica que todo estudiante de arquitectura debería dominar. Considerando lo anterior, nos atrevemos a sugerir que la problemática de la vivienda social no es sólo una necesidad institucional y la justa normalización académica de una agenda interdisciplinaria, aún pendiente en muchos de nuestros nuestros planes de estudio de arquitectura. Es también una imperiosa necesidad para los estudiantes e investigadores de la arquitectura y del urbanismo que requieren
PRÓLOGOS
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una cierta extraterritorialidad disciplinar para sus opciones de investigación proyectual, puesto que el diseño y el uso de la orma requieren ser “traccionados” hacia otras ronteras del conocimiento que contribuyen a la práctica proesional desde perspectivas innovadoras. Por otro lado, tanto el sector público como el privado reconocen que, en la ábrica de la ciudad actual, aún persisten problemas derivados de las intervenciones residenciales, cuyas consecuencias neastas para un importante porcentaje de la población son la segregación espacial y social, la mala calidad de vida y la alta de identidad urbana de los ba rrios. Así, parece del todo pertinent pertinentee explorar nuevas estrategias proyectuales que tengan la capacidad de enrentar los desaíos y las dimensiones que aún presentan deciencias. Ello por sí solo justica la atención y la dedicación prioritarias de nuestros investigadores, proesionales y estudiantes en el desarrollo desar rollo de un saber especíco, a partir del cual nos encaminemos hacia soluciones habitacionales habitacion ales correctas. Nuestra academia está decidida decidid a y dispuesta a asumir los desaíos que exige esta lógica de proyectos en términos de cadena de decisiones. Teniendo en cuenta el renovado interés que la convocatoria de Elemental del año 2003 (Aravena et al., 2004) ha despertado entre los arquitectos; los diversos aportes que en el campo de la vivienda ha venido realizando este equipo —de suerte que como proesionales nos aproximemos con nuevas soluciones a los problemas asociados a las deciencias que tiene la vivienda social en la realidad urbana donde se inserta—; y, naturalmente, otras contribuciones, importantes y signicativas, emergidas en la región de América Latina en esta primera década del siglo XX 5 se puede armar que asistimos a la emergencia de nuevos marcos de reerencia que pueden contribuir al mejoramiento de las políticas de vivienda social, a partir del entendimiento de la lógica desde la cual se originan este tipo de proyectos. En eecto, ante la pregunta básica que nos ha ormulado Elemental en relación con el desaío de pensar una vivienda hoy, esto es, que “mantenga su sustancia y materia arquitectónica rente a los cambios que tienen los distintos terrenos y los dierentes habitantes, que introducen situaciones de aumento, alteraciones y disminución disminu ción de acciones en el espacio e spacio asignado”, asignado”, no cabe duda que a la arquitectura, en tanto disciplina y proesión, se le exige aproximarse con nuevas soluciones a los dierentes problemas que la vivienda social presenta en la realidad urbana en que está inserta.
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En el más estricto sentido pedagógico, necesitamos interpretar las políticas públicas reeridas a estas materias y traducirlas en consonancia con la dimensión social, económica y cultural en que interactúan, de tal modo que el conjunto residencial que diseñemos tenga siempre presente una doble dimensión del problema, a saber: la dimensión urbana de la intervención y, naturalmente, la dimensión arquitectónica y experiencial de la unidad contenida en el conjunto. Y es que, si hay algo cierto en términos de la lección que nos deja este seminario, es que en el lapso de cien años de políticas de vivienda se ha registrado y sucedido un continuo de innumerables historias de casas. Como lo anticipa Viollet-le-Duc en 1871, cuando establece un modelo opuesto al de la Academia de Bellas Artes para la enseñanza de las construcciones domésticas en arquitectura, ya en ese entonces era necesario aceptar que en el diseño de una casa “el procedimiento proyectual nace de la concepción cerebral de la obra” (Le-Duc, 2004: 30) 6. Y ello, a nuestro juicio debería ser se r no sólo una de las tareas t areas más signicativas que nos deberíamos proponer las universidades, dados los problemas que enrenta un alto porcentaje de la población que habita hoy en las ciudades y que carece de casas, sino una responsabilidad ética y social irrenunciable de la arquitectura.
Introducción
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INTRODUCCIÓN
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Cien años de política habitacional en Chile María José Castillo 1, Rodrigo Hidalgo2
En diversas magnitudes y con dierentes expresiones, el problema de la vivienda sigue siendo acuciante en la sociedad mundial. La carencia de servicios de urbanización, a la que buscaba dar solución la vivienda higiénica de comienzos del siglo XX, se maniesta aún con gran intensidad en los países del tercer y del cuarto mundo, razón por la cual es diícil abordarla, al menos en el corto plazo. Según la Organización de Naciones Unidas, casi un quinto de la población mundial —unos 1.000 millones de personas— no tiene acceso al agua potable y casi el 40% —unos 2.500 millones— carece de las condiciones de saneamiento básico adecuado (PNU D, 2006). En las naciones desarrolladas, el alto costo de la vivienda y la dicultad que tienen las amilias de bajos ingresos para acceder a ella constituyen un grave problema, situación que se ha visto considerablemente aectada por la llamada “burbuja inmobiliaria”, que elevó en orma notable el precio de los bienes inmuebles y generalizó el acceso del ciudadano común a los créditos hipotecarios de largo plazo. Sin embargo, la dicultad de los deudores para cumplir sistemáticamente con el pago de las cuotas mensuales está poniendo en jaque al sistema económico mundial, lo que lleva a pensar que la especulación de los bienes inmuebles es un asunto que, tarde o temprano, tendrá consecuencias en los vaivenes de la economía y, en denitiva, en la orma en que los sin casa accedan a la vivienda (Sánchez, 2003). La vivienda se sitúa entre dos mundos: el privado y el público. En el primero, las personas person as llevan adelante su propia vida, habitan ese espacio y con ello le imprimen un carácter único y personal. Sus sueños y anhelos se maniestan muchas veces cuando se adquiere la propiedad de la vivienda. En el segundo, la vivienda orma parte de un sistema mayor, el territorio donde se emplaza. En el ámbito urbano, la vivienda congura el espacio residencial, que no sólo está compuesto por las unidades residenciales, sino también por personas y grupos de personas, con su diversidad social y cultural, con sus necesidades de bienes y servicios, los que deben brindarse adecuadamente para que se produzca en propiedad el hecho urbano (Hidalgo y Sánchez, 2007). Las acciones del poder público se han basado en múltiples enoques. Han ido desde proveer una vivienda terminada hasta entregar suelo semiurbanizado, pasando por solu-
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ciones intermedias que han otorgado una unidad básica de tamaño mínimo con sus respectivos servicios de urbanización. Todas estas alternativas han ido construyendo una sección considerable de las áreas urbanas del país y en especial de las grandes áreas metropolitanas como la de Santiago. Estas intervenciones han contribuido a congurar los límites del espacio social de las ciudades, donde se han materializado los anhelos de gobernantes y pobladores por satisacer una necesidad básica como lo es la vivienda. Chile ue uno de los países de América Latina que más pronto contó con una legislación habitacional. El primer instrumento jurídico que aborda el problema de la habitación popular es la Ley de Habitaciones Obreras, promulgada en 1906. Por un lado, este texto legal es el punto de partida de un largo recorrido realizado por el país para aproximarse a la solución de sus problemas sociales. Por otro lado, esta normativa marcó el comienzo de las actuaciones públicas en el contexto de la vivienda social y tuvo importantes implicaciones en el inicio de la discusión en torno a cómo debían planicarse las ciudades chilenas, considerando los requerimien tos que planteaba la localización de los primeros barrios obreros en aquellas áreas urbanas. Con una marcada orientación higienista, esta ley permitió un amplio margen de acción en la edicación de habitaciones baratas y salubres a los agentes privados. Esta labor comenzó a dibujar en la ciudad de Santiago los primeros bosquejos de barrios de viviendas obreras (Hidalgo, 2005). Es precisamente este primer intento por normar el problema de la vivienda obrera el que sienta las bases de la realización de este libro: “1906-2006 Cien años de política habitacional en Chile”. Hoy parece necesario recabar antecedentes que alimenten la memoria urbana del país. El espacio de las ciudades no es todo nuevo y necesitamos comprender las respuestas que el Estado ha diseñado para abordar el problema de la vivienda, su evolución en el tiempo y la explicación de las estrategias que éste despliega en la actualidad. Problemas en discusión: aportes y enunciados del seminario
Ante este desaío, de saío, un grupo gr upo de arquitectos, arquitect os, geógraos y urbanistas urbanista s de la Universidad Nacional Andrés Bello, la Ponticia Ponticia Universidad Católica de Chile y la Universidad Central de Venezuela convocaron al Seminario “1906-2006, 100 años de política de vivienda en Chile”. Este encuentro, realizado en el marco de la XV Bienal de Arquitectura, tuvo lugar en el Centro Cultural Palacio La Moneda entre el 10 y el 12 de octubre de 2006. Durante su desarrollo surgieron una serie de interrogantes, desaíos y enunciados que marcaron signicativamente la discusión de las dierentes sesiones. Entre ellos destacamos:
INTRODUCCIÓN
- Como parte del enómeno territorial y urbano la vivienda es una construcción humana compleja. La solución ormal que se le dé no es sino un aspecto dentro de un universo de problemas que se busca resolver al momento de diseñar un proyecto de vivienda social. - Entre 1906 y 2006, la construcción de nuevas viviendas reuerza una tendencia centríuga de los más pobres a la perieria. - ¿Por qué los habitantes rechazan las soluciones de vivienda que antes aceptaban? Entre sus objetivos, la política de vivienda debe generar topolia (amor al lugar). - El problema del suelo y su “supuesta” escasez produce las principales limitaciones para el desarrollo de una política de vivienda sustentable, que tenga presente los valores de la vida urbana: el contacto social entre los dierentes grupos y el acceso fuido a bienes, servicios y oportunidades de todo tipo (comercio, empleo, educación, salud, etc.). - Sin desconocer la importancia del suelo como variable, existen otros tan relevantes como éste, y entre ellos, la participación del ciudadano. Pero ¿cómo integrarla? No se trata sólo de acceder a la inormación en el momento oportuno, ni de ser convocado para dar una opinión; tampoco es suciente compartir las decisiones. La participación debería iniciarse en el ámbito mismo de las competencias, teniendo en cuenta que el habitante conoce su realidad y tiene capacidad para dar solución a sus problemas. - El ejercicio de la participación no tiene recetas sino principios: es una práctica. Supone un aprendizaje mutuo y la elaboración progresiva de un lenguaje compartido . Además la participación debe guiarse por un axioma: en el juego democrático todo ciudadano tiene el mismo derecho a hacer valer su punto de vista y sus preerencias. - Si el camino es partir por una política de suelo, tal vez la política de vivienda debe reinventarse con nuevos objetivos: disposición del sujeto a comprometerse en la solución de su problema, valorar correctamente el papel del diseño, las costumbres y la cultura de los participantes. Pero también mirar hacia atrás y valorar la experiencia acumulada; tal vez tengamos ya algunas respuestas en la rica y variada tradición de nuestra política (9x18, conjuntos modelo de pequeña escala o escala humana). - Hace alta crear conciencia en los técnicos y planicadores del problema de la vivienda y de las dimensiones que éste implica. Aunque parece una perogrullada, gran parte de los escollos de la política han pasado justamente por errores o “allas técnicas” que van más allá del carácter mínimo de las soluciones.
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A la luz de estos enunciados, e nunciados, la cuestión cue stión de la vivienda viviend a es más que una suma de miradas a la que deben converger los habitantes, los actores políticos y los distintos proesionales; es una construcción conjunta donde debe prevalecer el aán incesante por mejorar la ciudad y su calidad de vida con un sentido de equidad, no sólo en el espacio privado sino en el usuructo de los espacios públicos y equipamientos urbanos. Respecto del quehacer de la arquitectura y del urbanismo, esta realidad compleja y multiorme nos obliga a repensar la ormación universitaria en arquitectura respecto del tema de la vivienda social, con el n de reconocer que, en el ejercicio de su proesión, y respecto de la vivienda social, el arquitecto debe necesariamente complementar su mirada con la de otras disciplinas. En eecto, el problema de la vivienda no se resuelve sólo a partir de la orma arquitectónica o del concepto urbano. urba no. No puede limitarse a ellos porque antes de presentarse la necesidad de una orma concreta ya debe haber una decisión política, unos recursos económicos y una consideración de los aspectos sociales, temas de los que el ejercicio de la arquitectura ha estado alejado. Recién entonces puede iniciarse la búsqueda de soluciones ormales. El problema de la vivienda tampoco es un ejercicio culto que permita experimentar con las posibilidades de la orma ísica, mientras la ciudad se construye, se mejora —o se destruye, se deteriora— como resultado de decisiones decisio nes que no tienen relación con los problemas ormales del diseño. Son decisiones políticas y económicas, a las que se suma la acción de miles de habitantes —acaso la mayoría— que prescinden totalmente de la asesoría proesional para concebir, construir, demoler, reconstruir y/o ampliar su vivienda, al ritmo de sus propias posibilidades. Entonces, el desaío consiste en poner las herramientas técnicas, la visión integral y la coordinación de los distintos saberes, al servicio de los barrios en transormación y de aquellos que están por levantarse. Los aportes del seminario: el trazado de la obra
Estos enunciados estuvieron presentes en la elaboración de los trabajos presentados en el seminario y recogidos ahora en este libro, estructurado en cuatro grandes apartados. El primero, titulado El palimpsesto de la política de vivienda social, tiene relación con el origen y la evolución de la vivienda social en Chile, desde los primeros intentos desarrollados en ciudades como Valparaíso y Santiago, pasando por el estudio de conjuntos racionalistas de mediados del siglo XX en Concepción, hasta el análisis de los eectos sociales y espaciales de las políticas de vivienda de las últimas décadas en Santiago. De esto se derivan importantes preguntas y posibles respuestas: ¿qué entendemos enten demos por equidad en términos habitacionales? habitaci onales? ¿cómo se logra la
INTRODUCCIÓN
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integración social? ¿cómo se regenera el capital social? ¿quiénes, si no los propios habitantes, tienen la capacidad de mejorar sostenidamente su vivienda y su entorno? En el segundo apartado, centrado en Los desaíos de la participación en la política de vivienda actual , se analiza el resurgimiento de la demanda por participación —y sus matrices discursivas subyacentes— en el escenario actual, en que los actores implicados en la producción y gestión de la ciudad se reorganizan rente a los requerimientos requerim ientos que la economía, la sociedad socie dad y la cultura le imponen a la ciudad en su nuevo ciclo de desarrollo. Se señala que uno de los objetivos de la política habitacional debería ser, junto con proporcionar la solución habitacional, apoyar la evolución de la vivienda y en particular su crecimiento. Es necesario hacer un acercamiento desde la gran escala de la política pública, a lo pequeño y cotidiano, traducido en las posibilidades de ampliar su vivienda que manejan las amilias, a n de conducir el proceso hacia la consolidación de la vivienda como un capital, un patrimonio y, en denitiva, un bien durable y transable. El tercer apartado consiste en discutir las Estrategias de recuperación y re- vitalización de conjuntos de vivienda social . En él se expone cómo el problema del crecimiento de la ciudad en extensión que resulta de las políticas habitacionales tiene su contrapunto en el abandono de los centros, y como a partir de esta situación se pueden proponer estrategias para recobrar el valor urbano de dichos espacios. A su vez se exponen las limitaciones que han tenido los programas de mejoramiento de barrios. Como conclusión, se señala que deben modicarse proundamente las políticas urbanas y de vivienda social. En este contexto es undamental reconocer que el desarrollo urbano no se puede dejar sólo en manos del mercado, que no se pueden construir viviendas sin considerar la vida amiliar que éstas acogerán ni los barrios que se constituirán constituirán.. Hemos destinado la cuarta y última sección a debatir sobre La experiencia internacional , con trabajos sobre la realidad latinoamericana, en general, y con la discusión sobre el caso venezolano, en particular. Estos trabajos describen la situación del décit de vivienda en América Latina, y presentan algunos indicadores reeridos a la inequidad existente en términos de calidad de la vivienda. En esta parte del libro se proponen alternativas para diseñar políticas de vivienda sensibles a las necesidades de los más pobres, así como posibles cursos de acción. La intervención de nuestros invitados venezolanos consiste en una refexión sobre proyectos e intervenciones realizados en los asentamientos precarios, a lo que suman lecturas de las desigualdades urbanas en unción de la brecha que presenta la distribución del ingreso, a partir de lo cual se preguntan: ¿cómo llegar a los más pobres? También proporcionan algunas respuestas a esta interrogante.
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- Hidalgo, R. La vivienda social en Chile y la construcción del espacio urbano en el Santiago del siglo XX. Santiago: Serie Sociedad y Cultura, DIBAM, 2005. - Hidalgo, R. y Sánchez, R. Del conventillo a la vivienda. Casas soñadas poblaciones odiadas. En: Sagredo, R. y Gazmuri, C. Historia de la Vida Privada en Chile. Tomo 3. Santiago: Aguilar, p. 49-83. - Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Inorme sobre Desarrollo Humano 2006. Más allá de la escasez: esc asez: Poder, pobreza y la crisis crisi s mundial del agua. Nueva York: York: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2006. - Sánchez J.E. El mercado inmobiliario y los promotores: cambios en la gran empresa inmobi liaria. Scripta Nova. Revista electrónica de geograía y ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2003, vol. VII, núm. 146(091). Disponible en internet http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-146(091).htm
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Introducción / Capítulo 1 El palimpsesto de la política de vivienda social En ebrero de 2006 se cumplieron cien años de la promulgación de la Ley de Habitaciones Obreras de 1906, la primera normativa social chilena, que sienta las bases para una de las acciones más potentes en el campo de la provisión de bienes y servicios públicos que ha realizado el Estado chileno en el último siglo. Si se analiza el conjunto de las iniciativas emprendidas por el sector público para satisacer las necesidades de los grupos sociales más desprovistos, la elaboración de planes y programas de vivienda social ha sido todo un símbolo de la acción estatal. Ello ha impactado en el territorio en la medida que una alta proporción de la supercie de las ciudades chilenas ha surgido a partir de las intervenciones scales con nes habitacionales durante el siglo XX y especialmente entre 1950 y 2000. Desde la década de los 80, el sistema nanciero de acceso a la vivienda ha contribuido a disminuir a la mitad el décit habitacional. De hecho, en los últimos 16 años se han producido 120.125 viviendas sociales al año en el país, según las ciras entregadas por el propio gobierno en 2006. Sin embargo, el Estado ha centrado su política habitacional en la construcción de “soluciones “so luciones habitacionales” habitacion ales”,, esto es, en proveer a las amilias una unidad mínima de vivienda propia, independiente del lugar donde se emplace y de sus condiciones de habitabilidad. Estas soluciones disminuyen cuantitativamente el décit acumulado,, pero en su diseño no se tienen en cuenta la localización, ni el entorno, ni la acumulado necesidad de una fexibilidad que acoja distintas distint as modalidades de alojamiento. Tampoco incluyen la calidad arquitectónica del espacio construido y la personalización estética. Muchas veces la vivienda masiva y seriada que se entrega a los beneciarios ha sido progresivamente demolida, transormada y ampliada hasta volver la intervención estatal prácticamente irreconocible. Pensamos que es undamental recorrer los pasos dados por la política habitacional chilena en estos cien años e identicar sus aciertos y desaciertos, con el n de entender mejor la manera en que ésta opera actualmente. En denitiva, se trata de saber cómo ha infuido la vivienda y su entorno en la calidad vida de quienes las habitan y, lo que es más importante, conocer la orma en que éstos determinan el éxito o el racaso de cualquier intervención social. Es precisamente ésta la dirección a la que apunta esta primera parte del libro, donde pretendemos adentrarnos en algunas de las consecuencias sociales, espaciales y políticas de la vivienda social durante los dierentes períodos de estos cien años.
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La primera vivienda social en Valparaíso. Fines siglo XIX – inicios siglo XX Mario Ferrada, Cecilia Jiménez p. 29 / 49
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La primera vivienda social en Valparaíso. Fines siglo XIX - inicios siglo XX Mario Ferrada 1, Cecilia Jiménez2 Como primer puerto del país, Valparaíso ha sido históricamente el destino de constantes migraciones tanto de personas provenientes del resto del país como del extranjero, convirtiéndose en una suerte de laboratorio donde confuyen y se observan diversas infuencias y evoluciones derivadas de procesos políticos, económicos y socioculturales complejos, generándose un registro singular sobre la arquitectura y el espacio urbano. En Valparaíso, aún en nuestros días, la problemática habitacional cruza transversalmente estos temas, desde las carencias de la vivienda, las interrogantes sobre su orma ajustada a las condicionantes del medio, hasta los contrastes que presentan las soluciones para los pobres y aquellas para los ricos y las situaciones dierenciadas de los cerros en relación al plan. A partir de la gran ebullición social provocada por las evidentes desigualdades, recién a nes del siglo XIX el Estado Esta do enrentaría enren taría el e l problema de la vivienda, mediante la creación creació n de las instituciones inst ituciones de ahorro. En Valparaíso, las soluciones habitacionales casi centenarias de la Caja de Crédito Hipotecario —sean éstas conjuntos, poblaciones, edicios, viviendas pareadas, continuas o aisladas— constituyen valorables exponentes de la arquitectura de principios del siglo XX, cuya vigencia se prolonga hasta hoy. Sus valores históricos, arquitectónicos y urbanos han sido reconocidos como parte del patrimonio cultural, a tal punto que el Plan Regulador Comunal los ha protegido legalmente al declararlos Inmuebles de Conservación Histórica (ICH). Valparaíso a nes del siglo XIX y comienzos comienzo s del XX A partir part ir de la segunda seg unda mitad mit ad del siglo XIX X IX Valparaíso experimenta grandes procesos de transormación en diversos ámbitos, maniestándose dos tipos de inmigraciones que marcarán urbana y arquitectónicamente a la ciudad Así, junto con los grupos de inmigrantes europeos (ingleses y alemanes), se genera una gran inmigración rural atraída por las múltiples expectativas laborales que orece el entonces primer puerto del país e importante centro comercial del Pacíco Sur. Paralelamente se genera un auge en la construcción de obras públicas y edicios de carácter historicista o ecléctico en el plan de la ciudad. Este es un período de contradicciones e insatisacción en el cual se van acumulando las reivindicaciones sociales y
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económicas. Emergen la clase media y los grupos de obreros con conciencia social, que protagonizan huelgas y enrentamientos con el gobierno y desarrollan movimientos sindicales cuyo propósito es mejorar la calidad de vida de las clases desavorecidas. En 1903, la protesta de los trabajadores portuarios de Valparaíso da origen a uno de los estallidos sociales más signicativos, a consecuencia del cual se promulga, en ebrero de 1906, la Ley 1.838 sobre Habitaciones Obreras. Así, el gobierno central enrenta por primera vez el problema de la vivienda en el contexto nacional, puesto que las disposiciones anteriores sólo hacían mención al mejoramiento de las condiciones sanitarias de ésta (Jiménez y Ferrada, 1995: 55) 3. La asunción al poder de Arturo Alessandri Palma, en 1920, y la promulgación de la Constitución de 1925 sientan las bases de la nación, con el establecimiento de las garantías constitucionales, la separación entre la Iglesia y el Estado y la incorporación de la educación y la salud como derechos ciudadanos. También se vela por el trabajo, la industria y la previsión social, con el n de asegurar a los chilenos el derecho a un bienestar mínimo y el acceso a la propiedad de una vivienda económica, digna, higiénica y segura. Por otra parte, a principios del siglo XX, la economía del país giraba predominantemente en torno a las exportaciones de salitre utilizado en Europa como ertilizante natural y en la abricación de explosivos, el que era explotado por capitales británicos y norteamericanos, constituyendo la mayor uente de trabajo del período. A partir de la posguerra, con la creación del salitre sintético, el país sure una violenta depresión económica que provoca décit scal y aumenta el descontento social. No obstante, en esta época, la explotación del cobre viene a estabilizar la economía del país y a transormar a Chile en el segundo productor mundial de este mineral. Esta situación se complementará con la explotación del carbón en la zona sur y un incipiente proceso de industrialización y actividad agrícola; la primera como apoyo a la minería y la segunda en la comercialización de productos tales como tejidos, telas, papel y otros requeridos por la industria. El enómeno contribuye a la ormación de núcleos urbanos mineros e industriales, intensicándose la problemática social debido a las constantes migraciones a los centros laborales, lugares que no orecían condiciones dignas de vida, conormándose barrios de obreros compuestos de conventillos en condiciones ambientales y residenciales paupérrimas.
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La vivienda en Valparaí Valparaíso so A partir de mediados del de l siglo XIX, X IX, Valpar Valparaíso aíso como centro administrativo, comercial y portuario, se convierte en uno de los principales exponentes del proceso migratorio hacia los centros urbanos, lo que sumado a la problemática residencial, aún no abordada institucionalmente, produce maniestaciones urbanas de importancia. Es el caso de la ocupación no planicada de las quebradas, lugares que aún en este e ste período se presentan en estado natural, y que acogen espontáneamente el emplazamiento de viviendas autoconstruidas y conventillos de condición precaria, convirtiendo al hacinamiento, la promiscuidad y las enermedades en signos evidentes de preocupación pública (Jiménez y Ferrada, 1995:54) 4. En este escenario de ebullición social y escasez de vivienda adecuada, emerge la acción de lántropos preocupados de entregar soluciones habitacionales a los más desposeídos; es el caso de Juana Ross de Edwards, promotora promotora de la
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construcción de la Población Obrera La Unión, emplazada en la parte alta del cerro Cordillera. El undamento de este proyecto ue solucionar el problema habitacional para numerosas amilias de escasos recursos, procurando una cercanía con los lugares de trabajo. Este tipo de solución lantrópica se maniestó desde dos ámbitos: por un lado, de parte de personalidades de la clase burguesa de inspiración católica, y por otro, por organizaciones laicas de tendencia progresista. En el primer grupo están Juana Ross de Edwards con un destacado trabajo de apoyo a la vivienda en Valparaíso, y Melchor Concha y Toro, quién en 1891 instituye en Santiago la Fundación León XIII, promotora de grandes iniciativas en el plano social y residencial. Dentro de la segunda vertiente de acción lantrópica, tenemos el diseño y construcción de edicios destinados a conjuntos de viviendas de carácter social que albergan población obrera en condiciones de arriendo. Casos representativos de este nuevo sistema son los colectivos Favero (en los cerros Florida y Cordillera), Montgoler (cerro Panteón) y Cité Barón. Sus emplazamientos se concentran principalmente a pie de cerro o próximo a la estructura vial que los conecta con el sector plano de la ciudad. Urbanísticamente, hasta nes de siglo XIX, el proceso de ocupación de la parte alta de los cerros con nes habitacionales encontró en la geograía dicultades de diícil resolución. Sólo a partir de 1880 comienza el proceso de abovedamiento sobre los cauces de las quebradas más importantes de la ciudad. Este hecho, que se convierte en tendencia creciente, permite que en las primeras décadas del siglo XX la urbanización de terrenos montanos sean aprovechados para emplazar soluciones colectivas de vivienda y, a partir de 1923, por el revolucionario sistema de “poblaciones modelo”, que son propuestas habitacionales impulsadas por organizaciones de crédito y ahorro, entre las que destacó la Caja de Crédito Hipotecario y la Caja de Crédito Popular5. La solución de habitaciones populares en sistema sistem a de colectivo para el arriendo contrasta con los esquemas residenciales desarrollados por inmigrantes extranjeros y criollos burgueses que se emplazan en orma organizada y planicada en los lo s cerros Alegre y Concepción a partir de 1825. Estas soluciones, basadas también en una concepción urbana planicada, corresponden
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a viviendas uniamiliares que dan respuesta a amplios y conortables programas arquitectónicos de acuerdo a patrones culturales europeos adaptados a la realidad topográca de Valparaíso. La Población Obrera La Unión constituye un destacado ejemplo representativo de la solución de vivienda social colectiva de nes de siglo XIX. Está construida en la cota 100 m snm, en un sector de clase obrera de limitados recursos. El colectivo ue undado en benecio de la Unión Social de Orden y Trabajo por Juana Ross de Edwards el 9 de enero de 1898. El conjunto, que ocupa casi la totalidad de la manzana, aportó en la consolidación de la estructura urbana del cerro Cordillera, al poco tiempo de iniciada
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la ejecución del proyecto Camino Cintura en 1880 (del arquitecto Fermín Vivaceta Rupio), ubicándose en la intersección de éste con la calle Castillo, principal vía de comunicación con el sector plano de la ciudad. El sector corresponde al primitivo asiento de los terrenos del antiguo Castillo de San José y del primer observatorio astronómico del puerto, el que ya estaba denido por el edicio religioso Vice Parroquia Santa Ana, colindante con el edicio, y emplazado justamente en esa zona como respuesta a la necesidad espiritual de los habitantes de los primeros asentamientos obreros.
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El edicio compuesto de tres pisos, se destaca volumétricamente por su carácter compacto, monolítico, unitario, presentando austeridad en su diseño. Logra constituir un hito urbano hasta nuestros días, cuya característica volumétrica original debió ser notablemente más monumental en la echa de su construcción, considerando la existencia de construcciones modestas y de menor altura en el entorno urbano del período. El conjunto se organiza en torno a un patio central abierto, circundado por el volumen perimetral de tres pisos, compuesto de corredores que gradúan la relación exteriorinterior permitiendo las circulaciones y accesos a los pisos superiores y a los servicios comunes tales como lavaderos, tendedores de ropa, juegos de niños y lugar de encuentro de los residentes. La hermeticidad exterior del volumen no da cuenta de la riqueza espacial del interior del edicio. El edicio tiene dos accesos, uno por el Camino Cintura, y el otro por la calle Castillo. Las viviendas del primer piso cuentan con acceso directo a la calle sin perder el acceso al patio interior comunitario. El conjunto habitacional está conormado por 34 viviendas distribuidas en los tres pisos. En el primero, además, se emplazan los baños y duchas comunes. En general las unidades habitacionales están constituidas por dos recintos y un baño, lo que le otorga una fexibilidad espacial, permitiendo la distribución interior de acuerdo al programa arquitectónico requerido por el número de integrantes de las amilias (Ortega, 1985: 19) 6. El edicio está construido de gruesos muros de albañilería de ladrillo macizo a la vista, en el que predomina el lleno por sobre los vanos, debido al trabajo de compresión que realiza la albañilería. Los corredores abiertos cubiertos que rodean el patio interior son de estructura metálica con madera. El edicio sorteó los uertes eectos sísmicos de 1906 y de 1985, presentando en la actualidad un buen estado de conservación de la estructura, aunque se evidencian agrietamientos producto del esuerzo cortante sobre ésta. El interior del conjunto, sin embargo, se encuentra en ranco deterioro, principalmente por la alta de mantenimiento de los elementos metálicos, la cubierta y las instalaciones sanitarias y eléctricas. Esta situación situac ión se deriva de un problema legal sobre la tuición de la propiedad que se arrastró por largos años, permitiendo que residentes ocasionales, altos de títulos de dominio, se convirtieran en sus ocupantes permanentes. Esta situación ha sido s aneada recientemente con la intervención del Ministerio de Vivienda y Urbanismo y la Junta de Andalucía.
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En denitiva, la Población Obrera La Unión ha demostrado ser hasta hoy una solución residencial colectiva acertada y vigente, resolviendo con una propuesta ajustada a su época la demanda de vivienda social colectiva y planicada. Sin duda que la iniciativa de rehabilitación gestionada entre el Ministerio de Vivienda y Urbanismo y la Junta de Andalucía, en el marco del Bicentenario de la Independencia, ha permitido vincular, aunque de orma incipiente, las políticas de vivienda social actuales con la urgencia de poner en valor el patrimonio arquitectónico de Valparaíso. Colectivo Favero, pie del cerro Florida El colectivo se emplaza en el barrio de la Aguada, entre el cerro Bellavista y el cerro Mariposa del sector Almendral de Valparaíso, territorio urbano en el cual, a inicios del siglo XX, comienzan a construirse barrios alrededor de las quebradas vinculadas uncionalmente con el sector del plan. A mediados del siglo XIX se inicia el poblamiento po blamiento espontáneo espo ntáneo de este e ste sector, pero en 1888 el desbordamiento del tranque Mena arrasa con la quebrada y gran parte de las construcciones allí instaladas. No obstante la magnitud de los daños resultantes, esta catástroe mayor produjo consecuencias positivas desde el punto de vista urbano y residencial, ya que se construyen muros de
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contención, y se canaliza y se aboveda el estero. Por otra parte, la construcción del Camino Cintura en 1880 intensica la relación entre los cerros y el plan y contribuye a la densicación de la quebrada. El terremoto del 16 de agosto de 1906 y los incendios que le sucedieron, vinieron a cambiar la imagen y trazado urbano del Almendral al derrumbarse la mayor parte de los edicios allí emplazados. Este hecho, sumado a la construcción en 1906 del Ascensor Florida y la promulgación de la Ley de Reconstrucción del Almendral en 1910, infuirán en la concreción del Colectivo Favero. Esta Ley permite planicar las expropiaciones necesarias para las aenas de reconstrucción, lo que origina un nuevo trazado de calles, naciendo la calle Colón. Se ejecutan rellenos, nivelamiento de terrenos y pavimentaciones, se abovedan los esteros de la Aguada y de Jaime (actual Av. Francia). La experiencia asimilada con los eectos del terremoto permite además desarrollar nuevas soluciones ormales y tecnológicas, bajo esquemas que se alimentan del último período ecléctico experimentado en la ciudad. Por otra parte, la promulgación de la Ley sobre Habitaciones Obreras de 1906 permite canalizar diversos incentivos destinados a la construcción de viviendas para las clases más necesitadas, mediante benecios tales como la exención de impuestos, la gratuidad en el consumo de agua, y las garantías a las
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sociedades constructoras, todas medidas que dinamizan la actividad de los privados, generándose negocios de venta o arriendo de edicios habitacionales, lo que acilita la disminución del décit habitacional en la ciudad. En este marco se concibe y levanta el Colectivo Favero para el arriendo de departamentos para amilias de clase media y clase trabajadora, que se desempeñan en actividades productivas y comerciales en la ciudad y el puerto y no poseen recursos o capacidad para su adquisición. El edicio es construido en 1912, y su arquitecto nancista es Giocondo Favero, italiano nacido en Castelranco que llega a Chile en 1889. El propietario inicial es Mauricio Schiavetti. Además de este colectivo, Favero diseña, gestiona y construye varios edicios similares en diversos sectores de la ciudad, hasta su muerte, en 1920. Este conjunto de vivienda colectiva en bloque se adapta a la topograía del lugar, logrando articular adecuadamente la uncionalidad, lenguaje e imagen del cerro y del plan (Jiménez y Astudillo, 1997:131) 7. Su orientación volumétrica en el eje longitudinal nororiente y suroriente permite que las unidades habitacionales y los corredores de circulación obtengan una adecuada iluminación, situación que se complementa con múltiples patios interiores. El edicio tiene muros de contención y cimientos ejecutados en piedra. El primerr piso está construido con muros de albañilería de ladrillo reorzada prime transversalmente con cables de acero, y los pisos superiores con tabiquería de roble pellín rellenos con adobillo dispuestos de soga. Los envigados de entrepiso entrepi so son de pino oregón de 2”x10” y 2”x12”. La estructura de las vigas principales es de concreto con hierro y las secundarias de pino oregón. Los accesos tanto al edicio como a las viviendas están construidos en mármol blanco, y las barandas de balcones y puerta de acceso en hierro orjado. En cuanto a los cortauegos, su técnica de construcción, previa al uso del hormigón armado, comprende perles de hierro similares a rieles de tren y hormigón. La estructura de la techumbre es de madera y la cubierta de hierro galvanizado ondulado. Durante las tres primeras décadas del siglo XX, la situación de arriendo de los departamentos y su ocupación por amilias numerosas provoca situaciones de hacinamiento.. A esto se suman las dicultades de organización de parte de los hacinamiento propietarios, lo que aecta el adecuado mantenimiento del edicio, así como impide solventar los gastos comunitarios de luz y agua del colectivo.
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A nes de 1940 las unidades unida des de vivienda se transeren tran seren a sus actuales actuale s propietarios, produciénprodu ciéndose un mejoramiento de las condiciones habitacionales a causa de los mejores ingresos de las amilias beneciadas. Sin embargo, al no estar aún acogidas a la Ley de Copropiedad Inmobiliaria, persisten problemas de convivencia observados en el uso y administración del inmueble, especialmente en lo que se reere a sus espacios comunes. Las primeras instituciones de ahorro y crédito y su infuencia en Valparaíso En el primer tercio del siglo XIX, con el aumento de la prosperidad económica del país, se da paso a la acción de la iniciativa privada, expresándose en la creación de instituciones institucione s de omento del ahorro y el crédito, en sus inicios destinados principalmente para el desarrollo agrícola. Así, en 1838 se crea la Sociedad Nacional de Agricultura, entidad que reúne a per sonas de infuencia social y política, que omentan el desarrollo de la agricultura y el mejoramiento de la calidad de vida del campesinado. Por su parte, sin acceso a las instituciones de crédito, los obreros localizados en los centros urbanos de la zona central y norte resuelven parcialmente su problema con pequeños préstamos, basados en garantías o anzas, que otorgan entidades como el Banco del Pobre, Montes de Piedad o La Bienhechora. En 1855, se crea la Caja de Crédito Hipotecario, cuyos créditos otorgados a largo plazo, se estimaba, permitirían nanciar la compra de un bien inmueble. En 1884 se crea la Caja de Ahorros de Santiago con supervisión de la Caja de Crédito Hipotecario, cuyo objetivo es omentar la economía entre las diversas clases sociales, aunque destinada especialmente a sectores medios y obreros. En la primera década del siglo XX, la Caja de Crédito Hipotecario crea dierentes sucursales a lo largo del país, con actuación independiente, pero supervisadas administrativamente por la Caja central, radicada en la capital. Bajo esta política, se inaugura en 1901 la Caja de Ahorros de Valparaíso (Jiménez y Estrada, 1995: 724)8. En 1910 se dicta la ley que agrupa a todas las instituciones que uncionaban en provincias, creándose una sola Caja que se denominó Caja Nacional de Ahorros, la que para dicha echa aún permanecía subordinada a la Caja de Crédito Hipotecario, manteniéndose la autonomía de la Caja de Ahorros de Santiago. En 1927 se usionan ambas Cajas centralizándose su uncionamiento con el objeto de racionalizar los recursos debido a la gran cantidad de aliados.
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A lo anterior se agrega el uncionamiento u ncionamiento de la Caja de d e Crédito Cr édito Agrario, orientada al apoyo y omento de la producción agrícola, así como el Instituto de Crédito Industrial reerido a actividades de ese rubro. Estas dos últimas instituciones, sumadas a la Caja Nacional de Ahorros y a la Caja de Crédito Hipotecario, continúan su uncionamiento hasta 1953, echa en se usionarán mediante el DFL N°126, naciendo el Banco del Estado de Chile. En Valparaíso, a partir de la segunda década del siglo XX, la Sección Técnica de la Caja Nacional de Ahorros es dirigida por el destacado arquitecto Alredo Azancot Levi, proesional de vasta trayectoria en la región (Valparaíso y Viña del Mar), que inicia una importante gestión en pro de la construcción de soluciones habitacionales masivas dirigidas tanto a sectores obreros organizados como a la clase media; esto en reemplazo de los conventillos y su secuela social, aportando al notable mejoramiento de la calidad de vida de un sector de la clase media con capacidad de ahorro. Azancot, de origen rancés, aunque nace en aguas portuguesas, llega a Chile C hile en 1896, contratado por la Empresa de Ferrocarriles, para extender una nueva línea en el sur, pero es en Valparaíso y Viña del Mar donde deja una prounda impronta con c on sus obras, entre e ntre las que se destacan el Palacio Rioja, el Sporting Club, el Balneario Recreo—hoy desaparecido—, el Edicio Cori de calle Condell, uno de los primeros rascacielos de Valparaíso en la época, la Escuela Ramón Barros Luco, el Arco del Triuno y una gran cantidad de viviendas uniamiliares en ambas ciudades. En su prolíera trayectoria proesional, destaca el concepto de planicación en el proceso de poblamiento y consolidación de sectores relativamente relativament e periéricos de la época, pero dotados de grandes potencialidades de integración uncional y paisajística con la trama urbana existente. Tal es el caso de los cerros San Juan de Dios, Barón y Playa Ancha. Entre las obras realizadas por la Caja de Ahorros de Valparaíso, destacan tres poblaciones construidas simultáneamente en los cerros San Juan de Dios (1922 con 60 viviendas), Barón (1923 con 61 viviendas) y Playa Ancha (1925 con 79 viviendas). A medida que se levantaban las viviendas de estas poblaciones, la demanda habitacional de los sectores más pobres iba en aumento, lo que hace que en e n 1925 la Caja de Ahorros abra un nuevo mercado para viviendas de menores precios, manteniendo la calidad higiénica, constructiva y urbana que la caracterizó (Jiménez y Ferrada, 1995:35) 9. No obstante, y en paralelo a este auge constructivo, amplios grupos sociales seguían experimentando una desmedrada situación social, sin vivienda propia y ocupando los viejos colectivos y conventillos legados de nes del siglo XIX.
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El planteamiento arquitectónico, urbanístico y social implementado por la Caja de Ahorros en Valparaíso, permite denir una estrategia estrat egia de vanguardia para la época, que sin resolver absoluabsolu tamente la alta y la calidad de la vivienda popular; aporta esquemas integrales de planicación, bajo conjuntos residenciales que permitieron congurar barrios con interesantes mezclas sociales, producto de la oerta de precios dierenciada. La Caja de Ahorros ayuda a superar técnicamente las alencias higiénicas, programáticas y constructivas que primaron durante el siglo XIX en Valparaíso, con variadas soluciones arquitectónicas muy bien adaptadas a las condiciones topográcas de Valparaíso. Población Luis Barros Borgoño, cerro Barón El conjunto se emplaza en el cerro Barón, en un tejido urbano en proceso de consolidación, con asentamientos de clase obrera ligada a la actividad erroviaria del sector Barón. Precisamente se ubica en un terreno aledaño a la iglesia San Francisco, construida a mediados del siglo XIX y declarada Monumento Histórico. El conjunto congura una unidad arquitectónica identicable, constituida por 61 viviendas, que se desarrolla en uno y dos pisos. La construcción respeta el sistema de edicación continua y la línea de edicación, conormando pasajes interiores y volúmenes que se vuelcan hacia el interior. El material predominante es la madera, la cual a través de certeras soluciones constructivas adoptadas con posterioridad al terremoto de 1906, le han permitido un buen comportamiento comportamiento a través de los años, presentando un perecto estado de conservación. La construcción de la población Barros Borgoño proyectada por el arquitecto Alredo Azancot en el cerro Barón, en el cuadrante de las calles Setimio, Castro y Vega, constituye una las primeras obras de la Caja de Crédito Hipotecario en Valparaíso. En 1924 el diario La Unión publicaba: “las nuevas construcciones económicas se están realizando simultáneamente en tres de nuestros barrios principales: Barón, Playa Ancha y San Juan de Dios” (Jiménez y Vergara, 1994:82)10. El terreno donde se emplaza el conjunto de viviendas corresponde a una porción de los predios de la Orden de San Francisco, asentada en el cerro Barón a partir de 1845. Los terrenos son transeridos a la Caja Nacional de Ahorros por escritura pública del 20 de octubre a 1923 “por la provincia ranciscana de la Santísima Trinidad en la suma de ciento dos mil m il pesos al contado”.
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De esta manera, los trabajos de limpieza y preparación del terreno se inician ese mismo año en un área ocupada previamente como antigua huerta de la Orden. La instalación de la población contribuyó a la consolidación de este barrio obrero, asentado originalmente en torno al antiguo camino a Quillota, la señalada orden ranciscana y las instalaciones del errocarril de 1852. Los planos del conjunto son aprobados por la Dirección de Obras de la I. Municipalidad de Valparaíso el 12 de ebrero de 1924. En 1925 se procede a la recepción de las viviendas y su inraestructura constituida por servicios de agua, alcantarillado, alumbrado a gas y luz eléctrica, inaugurándose las obras el 17 de noviembre de 1925. El diario La Unión publicaba el 17 de noviembre de 1925: “En medio de aclamaciones el excmo Señor Barros Borgoño, recorrió gran parte de la población que desde ayer y por voluntad de sus pobladores se llamará llam ará “Luis Barros Borgoño” Borgoño”.. Con objeto de rebajar los costos de construcción, el proyecto original surió modicaciones, lo que aectó en parte la materialidad, expresión ormal de sus achadas y variación de accesos originales. Sin embargo, se preservaron las
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características que actualmente le otorgan identidad, homogeneidad y carácter unitario al conjunto, con un acentuado ritmo otorgado por la verticalidad y escalonamiento de los cortauegos de las viviendas de dos pisos. La organización espacial interior del conjunto, enatizada por una trama de pasajes peatonales, vinculados a los accesos, le otorgan una integración relevante con las calles y el espacio urbano circundante.
Las primeras maniestaciones de planicación y ordenamiento del cerro San Juan de Dios datan de 1886, momento en que se eectúa el primer loteo de la quebrada San Juan de Dios, a partir de seis grandes manzanas que abarcaban hasta trescientos metros sobre el Camino Cintura. Años antes ya existía una población obrera con el nombre de Lord Cochrane. La instalación de la población Lord Cochrane es un eecto del proceso de urbanización del sector, propiciado por el abovedamiento en 1886 del antiguo cauce del Cho rrillo que corría por la quebrada de San Juan de Dios. En 1910 se aboveda el tramo comprendido entre el inicio de ésta y el Camino Cintura, momento a partir del cual se preparan las condiciones para que la Caja Nacional de Ahorros gestione la compra de los terrenos donde se levantará la población Lord Cochrane, permitiendo generar el trazado de calles y pasajes del sector. En 1922, la intervención de la Caja comprende tres de las manzanas del antiguo loteo, adquiridas a su propietario, don Juan Crisóstomo Vera. Este evento posibilita la consoli-
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dación denitiva de la estructura urbana del cerro San Juan de Dios, mediante una propuesta residencial y urbana que vino a elevar y valorar la relación de este sector respecto al resto de la ciudad. La oerta diversicada de soluciones habitacionales planteadas por la población se expresa en viviendas aisladas situadas en el sector plano de la Avenida San S an Juan de Dios, conjuntos de viviendas pareadas y continuas en pendiente, entre los que destacan los de Bernardo Vera y Placilla, así como por un bloque de departamentos, que representa una de las primeras soluciones de vivienda colectiva, con espacios comunes y comercio. La vivienda aislada se presenta con soluciones singulares en cada caso, manteniendo no obstante una uerte unidad de conjunto y de relación con el paisaje urbano de la quebrada y el cerro. En el caso de las viviendas pareadas también se rescata la unidad, a través de la delineación de los cortauegos, que explican su adaptación a la gradiente del suelo.
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Los acontecimientos históricos del país, desencadenados durante la segunda mitad del siglo XIX y que se extienden ext ienden hasta las primeras décadas dé cadas del siglo XX, X X, expresados expres ados en sus variables vari ables políticas y económicas, sociales y culturales, generan cambios radicales en la sociedad chilena y en las ormas de construcción y apropiación del concepto de vivienda social, teniendo un relevante impacto sobre la arquitectura y el urbanismo. Las grandes dierencias entre los privilegios de la oligarquía y las condiciones deplorables de la clase obrera traen consigo una serie de enrentamientos y confictos laborales en busca de soluciones a los problemas de trabajo, educación y vivienda. Por otra parte, la acción de lántropos, junto a la creación de las instituciones de crédito, constituyen actores impulsores en el campo de las soluciones habitacionales colectivas, apoyadas éstas en una serie de leyes logradas en pro del bienestar de las clases más desposeídas y de la naciente clase media. Esto permitirá el paulatino, pero denitivo, reemplazo del conventillo insalubre por soluciones de vivienda social, oreciendo una cualitativa mejora en las condiciones sanitarias de habitabilidad y seguridad.
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En este período, Valparaíso destaca como lugar de concreción para destacados ejemplos de soluciones habitacionales masivas para la clase obrera impulsadas por beneactores, así como por gestores inmobiliarios de la época. Tales son los casos de la Población Obrera La Unión en el cerro Cordillera, y el Colectivo Favero en el cerro Florida, ambos planteados como soluciones organizadas y planicadas ante la demanda crítica de vivienda salubre del período. No obstante, habiendo sido la clase proletaria el agente social y cultural impulsor en la creación de instituciones y promulgación de la primera legislación residencial, es la clase media con capacidad de ahorro la más beneciada en el logro de la casa propia, concepto de propiedad por largo tiempo anhelado y lejano a sus posibilidades. Tendrán T endrán que sobrevenir cambios mayores mayo res en la organización organizació n del Estado a partir de la década de 1930 para que esta situación sea aminorada, mediante cambios y adaptaciones del rol del Estado en relación a la vivienda como un derecho. En Valparaíso, las poblaciones construidas por la Caja de Crédito Hipotecario y Caja Nacional de Ahorros, bajo la autoría técnica del destacado arquitecto Alredo Azancot Levi, vienen a dar solución a las demandas principalmente de viviendas de la clase media con capacidad de ahorro y representan soluciones que permanecen vigentes hasta hoy, rescatando valores propios del entorno y adaptándose a las condiciones topográcas del puerto. Adquiere también relevancia en la planicación de estas poblaciones el lenguaje que se logra en los conjuntos a través de la diversidad de tipologías utilizadas que dan respuesta a los dierentes niveles económicos de los beneciados. Presentan dierentes alternativas entre 60 m 2 y 140 m2 ya sea en tipologías aisladas, pareadas o continuas, individuales o en conjuntos tipo bloque. En cuanto a la organización interna de las nuevas viviendas, la altura de piso a cielo es ostensiblemente menor y las condiciones de iluminación natural y soleamiento son óptimas. Las achadas presentan, en general, elementos de una arquitectura que podría pertenecer al movimiento historicista tardío en transición hacia la arquitectura moderna. modern a. El emplazamiento de estos conjuntos se concretó preerentemente en los cerros de la ciudad, donde se experimentó, a partir de nes del siglo XIX, un proceso de gradual consolidación, contándose con valores de suelo atractivos para los inversionistas, en particular de la Caja Nacional de Ahorros. La acelerada respuesta constructiva y la emergencia del tema social en torno a la vivienda se maniestó, por ejemplo, con la construcción simultánea de las poblaciones del cerro San Juan de Dios y Barón. Estos dos sectores, en conjunto con los proyectos de vivienda en Playa Ancha, contribuyen
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decididamente a la ocupación permanente de los asentamientos humanos, mejorando la calidad urbanística del entorno, y sumando estas áreas del territorio urbano al uncionamiento y relación paisajística con el resto de la ciudad. Las soluciones habitacionales implementadas por la Caja Nacional de Ahorros en Valparaíso, en las primeras décadas del siglo XX, constituyen acertados exponentes de la arquitectura de vivienda colectiva representativa de la ciudad, en respuesta a sus condicionantes ambientales, históricas y topográcas singulares. No sólo dan respuesta eciente al problema habitacional con una arquitectura ajustada a los modelos demandados por las condicionantes de la época; sino que constituyen un aporte a la conormación del espacio urbano, ormando en la actualidad parte del patrimonio cultural de la ciudad, reconocidos en el Plan Regulador Comunal como Inmuebles de Conservación Histórica (ICH), insertos en Zonas de Conservación Histórica (ZCH).
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- Jiménez, C. y Vergara, C. Conjunto de Viviendas Cerro Barón, Valparaíso. Valparaíso: Universidad Catól ica de Valparaíso, 1994. - Jiménez, C. y Estrada, L. Viviendas del de l Cerro San Juan de Dios Dio s de nes de siglo XIX X IX y principios princip ios del XX Valparaíso. Valparaíso: Universidad Católica Católi ca de Valparaíso, 1995. - Jiménez, C. y Ferrada, M. Vivienda Colectiva en Bloque. Población Lord Cochrane. Cerro San Juan de Dios Valparaíso. Valparaíso: Proyecto DIUV, Universidad Universid ad Católica de d e Valparaíso, 1995. - Jiménez, C. y Ferrada, M. Vivienda Colectiva en Bloque. Población Lord Cochrane. Cerro San Juan de Dios Valparaíso. Valparaíso: Proyecto DIU DIUV, V, Universidad Católica de Valparaíso, 1997. 1997. - Ortega, O. El Cité en el Origen de la Vivienda Chilena. Revista CA, 1985, Nº 41, p. 19.
Tema T ema 2
Cien años de política de vivienda social, cien años de expulsión de los pobres a la perieria de Santiago Rodrigo Hidalgo p. 51 / 63
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Cien años de política de vivienda social, cien años de expulsión de los pobres a la perieria de la ciudad de Santiago 1 Rodrigo Hidalgo2
A lo largo del siglo XX, y según el contexto político, social, cultural y económico, la relación entre necesidades de habitación y política estatal de vivienda ha mostrado diversas maniestaciones constructivas y una amplia diversidad en su diseño, pero con un parámetro locacional que las ha unido: la perieria de la ciudad. El nacimiento de la política de vivienda en Chile está asociado a la respuesta que tiene que dar el Estado ante las deplorables condiciones en que viven las clases proletarias hacia nales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Esto no quiere decir que dicha situación no existiera antes; lo que sucede durante ese período de transición es que se generan una serie de condiciones sociales, políticas y económicas que desencadenan una reacción de la autoridad ante un problema social acuciante. Las duras condiciones de vida que arontaban los grupos populares y la población obrera en general ueron reconocidas por los dierentes actores de la sociedad chilena de aquella época. Las descripciones sobre su condición dejaban ver con claridad que muchas veces el relato era menos cruel que la misma realidad. Así lo hace ver, por ejemplo, el médico higienista Federico Puga Borne, que ue presidente del Consejo Superior de Higiene Pública, y que hace una tipicación en la cual señala: “las casas habitadas por los individuos menos avorecidos de la ortuna se hallan de ordinario en calles estrechas, desprovistas de un pavimento articial, lo que es causa de humedad en invierno, de polvo en el verano; las construcciones son poco elevadas sobre el suelo y su piso a veces de nivel inerior al de la calle; son por consiguiente estrechas, oscuras, húmedas y rías... Cómo es posible admirarse entonces de que las enermedades que se declaran en los habitantes de estas moradas tomen un carácter de gravedad excepcional ni de que las epidemias encuentren en ellos el terreno más apropiado a su extensión” (Puga Borne, 1891). Ante esta e sta cruda cru da realidad y la creciente c reciente importancia que comienza comi enza a tomar la “cuestión social” social”,, relacionada con la preocupación de los círculos intelectuales y políticos por la pobreza y las
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condiciones de vida de los obreros, es que se promulga la Ley de Habitaciones Obreras de 1906 (Espinoza, 1988; Garcés, 2002). Dicha Ley es reconocida como la primera normativa social chilena y es una de las primeras que se promulgan en la materia en el continente americano; es más, es contemporánea a iniciativas del mismo tipo que se llevan a cabo en Europa (Hidalgo, 2005). Teniendo como reerencia Teniendo re erencia el e l caso de la ciudad de Santiago, el presente pre sente trabajo intenta i ntenta adentrarse en el modo en que las consecuencias de la aplicación de la citada Ley se siguen reproduciendo en la actualidad. Dicha normativa provocó, sin construir un número signicativo de viviendas, y atendiendo un margen reducido de la demanda, la expulsión de los pobres a la perieria de la ciudad. Después de un siglo, en un escenario constructivo caracterizado por la masicación de la construcción de viviendas sociales, estamos ante la misma situación. Es precisamente teniendo en consideración esta paradoja que pretendemos, en este artículo, describir, analizar y orecer posibles explicaciones a la situación señalada. La Ley de Habitaciones Obreras de 1906: características y consecuencias La discusión y el debate sobre la problemática de la vivienda popular a nivel parlamentario en Chile se vuelven más signicativos a comienzos del siglo XX. El presidente Germán Riesco orma una comisión para estudiar el problema de la habitación obrera, y en 1903 se realiza el primer intento por aprobar una legislación de carácter global sobre vivienda obrera, emanado de la mencionada comisión. El Congreso designa a un grupo de parlamentarios que da su visto bueno; sin embargo el proyecto no tiene acogida en la cámara y racasa, al igual que las iniciativas anteriores (Montaner, 1925). La Ley de Habitaciones Obreras de 1906 es presentada por dicha comisión de la Cámara de Diputados el 28 de julio de 1905, y nalmente es aprobada el 18 de ebrero de 1906. La mencionada legislación legislació n crea el Consejo Superior de Habitaciones Obreras con sede en Santiago, que tiene a su vez reparticiones departamentales en las dierentes provincias del país. Entre sus unciones está el avorecer la construcción de viviendas higiénicas y baratas destinadas al arriendo o a la venta; tomar medidas conducentes al saneamiento de las habitaciones obreras existentes; jar las condiciones de las nuevas viviendas destinadas a los grupos proletarios y omentar la creación de sociedades de construcción. El Consejo tiene una unción higienizadora importante, que consiste en rehabilitar aquellas viviendas que no cumplen con los mínimos vigentes en materia de higiene, o en demolerlas en caso de inhabitabilidad. Estas habitaciones insalubres corresponden undamentalmente a los “conventillos”.
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El “conventillo” es una tipología de habitación popular que comienza a diundirse en Chile hacia el último tercio del siglo XIX. Se asocia undamentalmente a una vivienda colectiva de variados matices y diversos orígenes. Por una parte, puede denirse como un conjunto de habitaciones a lo largo de una calle que sirve de patio común; en este caso se trata de construcciones precarias concebidas originalmente para el arriendo. Por otra parte, los “conventillos” también surgen por la acción deliberada de los antiguos propietarios de casas ubicadas en la zona central de Santiago, que luego de subdividirlas comienzan a arrendar las habitaciones en orma separada. En dicho caso, el proceso se da a partir del momento en que los grupos aristocráticos abandonan abandonan esas localizac localizaciones, iones, y posteriormente, con una pequeña inversión reacondicionan sus viviendas para arrendarlas y obtener la renta correspondiente. En los aproximadamente diecinueve años de vigencia de la Ley de Habitaciones Obreras, resalta el signicativo empuje que el Consejo y sus reparticiones provinciales le dan a los aspectos vinculados con la higiene. En eecto, un inorme eectuado eect uado en 1926 por el Ministerio de Higiene, Asistencia, Previsión Social Soci al y Trabajo, para enviarse a la Ocina Internacion Internacional al del Trabajo, perp ermite conocer la acción higienizadora que realizan las mencionadas entidades públicas entre los años 1906 y 1924 (Córdova, 1926). En dicho inorme se señala que en la ciudad de Santiago se han demolido 1.626 “conventillos”, constituidos por 16.713 piezas y habitados por 46.794 personas, habitaciones que la labor constructiva del Consejo no repone. Otra de las unciones que le otorgó la ley de 1906 a los consejos ue la de incentivar la construcción de habitaciones higiénicas y baratas mediante la construcción directa o el omento a las sociedades y empresas. Dentro de las edicaciones levantadas tanto por la acción directa como por las ranquicias que otorga la Ley de 1906, hay algunos ejemplos de las obras eectuadas en la ciudad de Santiago. La primera de las poblaciones que se acoge a los benecios ya mencionados es el conjunto residencial Huemul, construido por la Caja de Crédito Hipotecario en 1911. El Boletín de la Ocina del Trabajo, publicado el segundo semestre de 1911, reproduce en detalle el discurso que pronuncia el director de la Caja de Crédito Hipotecario, Luis Barros Borgoño, al momento de entregar las obras a la comunidad. En torno a la localización del proyecto en cuestión, y respecto del proceso de adquisición de los terrenos, el director de la caja señala que: “aquí, en medio de las ábricas y talleres, en las grandes calles y avenidas, al lado de magnícas construcciones de la ciudad, podrá hallar el obrero el hogar apacible, abrigado y luminoso que asegura la vida y la elicidad elicid ad de las amilias. La compra de los solares destinados destina dos a la edicación es una negociación provechosa en todas las ciudades que, como nuestra capital, atraviesan una época de verdadera transormación” (Barros Borgoño, 1911).
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Lo señalado por el presidente de la Caja de Crédito Hipotecario da una idea de cómo se van localizando los nuevos conjuntos habitacionales para obreros en la ciudad de Santiago. Para los promotores inmobiliarios vinculados a las operaciones de viviendas para obreros y para el Estado, la perieria es el sitio más buscado para construir edicaciones baratas, principalmente debido a los bajos costos del suelo en esos lugares. La Ley deja un amplio margen a la acción de los agentes privados. Con sus intervenciones est os imponen un particular diseño que privilegia el rendimiento del suelo por unidad construida, y dan origen al tipo residencial característico del área central de Santiago, el “cité”, denido como un “conjunto de viviendas, generalmente de edicación continua, que enrentan un espacio común, privado, que tiene relación con la vía pública a través de uno o varios accesos. Su denominación tiene como origen esta orma especial de relacionarse con el espacio público que recuerda la ciudadela medieval amurallada” (Arteaga, 1985). El número de casas de cada uno de estos conjuntos es variable. Cuando son dirigidos a los estratos obreros son de mayor cantidad que los dirigidos a los sectores medios; en general, los de menor supercie cuentan con dos o tres habitaciones, baño, cocina y, en ocasiones, un pequeño patio. Estas agrupaciones de vivienda se incorporan a la trama urbana sin alterarla, sino por el contrario, densicando el interior de las manzanas con un tipo de residencia que aún perdura. En lo económico, el “cité” da buenos resultados, ya que debido a su morología se aprovechan de manera eciente las particulares dimensiones de la subdivisión predial del área central de Santiago. Al alinear viviendas en torno a un eje perpendicular a la calle, el “cité” consigue aprovechar completamente el terreno, creando a la vez un espacio común de acceso que, entre otras unciones, sirve de acceso, patio y jardín. En la perspectiva del presente trabajo queda preguntarse por las consecuencias de estas intervenciones en la geograía social de la ciudad. Si analizamos las Figuras Nº 1 y Nº 2 observamos que los grupos más pobres son expulsados hacia la perieria de la ciudad. Es decir la demolición de conventillos y construcción de “cités” llevan a los grupos sin poder de pago a sectores situados en los márgenes de la ciudad, de modo que se incrementa el arriendo de sitios y otras ormas de habitación precaria en dichos lugares (De Ramón, 1992). La Figura Nº 2, realizada a partir de inormación censal sobre la población alabeta y analabeta, demuestra la situación señalada; dicho en otras palabras, tras la demolición de los conventillos, luego de la acción “higienizadora” —o
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demoledora— de conventillos realizada por la Ley de 1906, los analabetos son expulsados hacia la perieria. Al mismo tiempo, en las áreas saneadas se construyen “cités” que son luego habitados por población “alabeta”.
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La política de vivienda social hacia el año 2006: características y consecuencias Cien años han transcurrido desde la promulgación de la Ley de 1906 1906 hasta el año 2006, período per íodo durante el cual se han ensayado las más diversas soluciones al problema de la vivienda. Ésta s han involucrado diseños arquitectónicos que demuestran los desvelos de los proesionales encargados y las necesidades tanto de los beneciarios como de los recursos económicos comprometidos en la materialización de los proyectos. En este lapso, en lo urbanístico, las soluciones al problema de la vivienda van desde la ciudad jardín hasta la el racionalismo “corbusierano”, que deja una impronta inconundible en la ciudad de Santiago, con conjuntos diseñados por discípulos directos directo s de Le Corbusier. Ejemplo de ello es la Unidad Vecinal Portales, obra ob ra de la ocina de Bresciani, Valdés, Castillo y Huidobro (BVCH), edicada entre 1954 y 1966. Durante ese lapso, la política habitacional también es marcada por algunos acontecimientos que son producto de la incapacidad de la oerta para satisacer el total de la demanda con unidades terminadas. En eecto, surgen movimientos sociales que presionan por disponer de alternativas de vivienda de rápida solución. La respuesta del Estado es, por una parte, la propuesta de autoconstrucción a partir de la erradicación, esto es, el traslado paulatino de la población hacia nuevas viviendas, y por otra, el saneamiento in situ, es decir, la conexión a los servicios de urbanización, como agua potable, alcantarillado y luz eléctrica (Haramoto, 1983). El gobierno militar reprime duramente las ormas de asentamiento espontáneo, por lo que se potencian modalidades como el “allegamiento”. Esto detona la tugurización de los conjuntos de vivienda social construidos en las décadas anteriores y de los asentamientos precarios existentes (Necochea, 1987). También aumenta considerablemente el décit habitacional, puesto que de 1982 a 1992 se pasa de casi 800.000 unidades altantes en todo el país a poco más de un millón (Mac Donald, 1994). Con el advenimiento de la democracia, en 1990, el problema de la vivienda social se centra en la orma de abordar el ingente décit de viviendas, y el principio de acción apunta a construir el mayor número de viviendas posible. Entre 1990 y 2002 se construyen más de 1.270.000 viviendas, lo que reduce el décit a algo más de 242.000 (Ravinet, 2004). Si bien es cierto ciert o que los logros cuantitativos de la política de vivienda en la citada década están a la vista —muchos chilenos salen de la marginalidad habitacional, lo que redunda en una mejoría de las condiciones de salubridad de la población de bajos ingresos— es precisamente sobre los principios en que ella descansa donde se observan también las principales debilidades y por consiguiente los fancos que sustentan las sustanciales críticas realizadas (Ducci, 1997; Rodríguez y Sugranyes, 2004). En este sentido, la edicación masiva de viviendas sociales trae consigo una serie de dicultades que repercuten tanto en la administración de los programas como en la población beneciaria. Al respecto, cabe resaltar la pérdida del “sentido del lugar” de
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un gran sector de la población beneciada, la generación de guetos urbanos periéricos estandarizados que caracterizan hoy en día el espacio urbano de la perieria pobre de Santiago: un espacio normalizado, carente de vitalidad y con bajos niveles de interacción social. Pese a que el retorno de la democracia abre nuevas posibilidades para cambiar el rumbo de la política habitacional, durante la década de 1990 se continúa con el patrón de localización iniciado en las décadas anteriores. En Santiago, la vivienda social se sigue acumulando en unos pocos sectores de la ciudad y, para optimizar el uso del “recurso suelo” se construyen conjuntos que en algunos casos superan las 1.000 unidades (Hidalgo, 2007). A nes n es de los 90 se entra a un u n nuevo nu evo estadio e stadio respecto de la localilo calización de estos conjuntos, relacionado con la construcción casi exclusiva de viviendas sociales en comunas situadas en sectores periurbanos o rururbanos. En otras palabras, en las áreas metropolitanas de Chile la vivienda social prácticamente ya no se construye en el límite de la mancha urbana, sino que se levanta en espacios distantes de la rontera edicada de la ciudad, tanto en el medio rural como en las ciudades menores existentes en los connes de las grandes conurbaciones (Hidalgo, 2007). Respecto del universo urbano en el cual tradicionalmente se han situado los conjuntos de vivienda social, las ormas de segregación y separación de los pobres son ahora dierentes. Si antes estos conjuntos se ubicaban en barrios ya consolidados o cerca de ellos, ahora se construyen alrededor de los núcleos poblados menores del anillo exterior del área metropolitana. Aunque la democracia trae consigo una esperanza, la mayoría de los problemas que se maniestan en las décadas pasadas —el aumento de las distancias a los lugares de servicio y el rompimiento de la matriz de las relaciones sociales primarias y secundarias debido a la localización en los límites de la gran ciudad— ahora se presentan con mayor uerza; en vez de corregirse, se reproducen contrariedades estructurales a partir de una supuesta escasez de suelo. Desde la segunda mitad de los 90, aumenta considerablemente el número de viviendas sociales construidas en las comunas periéricas del área metropolitana de Santiago, principalmente debido a la consolidación de una política de libre mercado que repercute con uerza en todas las iniciativas sectoriales impulsadas por el Estado de Chile. Si se toma un marco temporal de reerencia mayor, entre 1984 y 2002, se observa que, en el conjunto de las comunas comprendidas en la mancha urbana continua, la cantidad
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1978-1983 1984-1989 1990-1995 1996-2002
Total
Viviendas sociales construidas co nstruidas en comunas externas al área metropolitana del Gran Santiago, 1978 - 2003 (1)
3.467
3.575
10.628
9.076
26.746
Viviendas sociales construidas co nstruidas en comunas internas al área metropolitana del Gran Santiago, 1978 - 2003 (2)
37.908
68.804
55.268
37.369
199.349
(1) Colina, Peñafor, Padre Hurtado, Melipilla, Talagante, Buin, Paine, El Monte, Lampa, Isla de Maipú, Curacaví, Til-Til, San José de Maipú, María Pinto, Calera de Tango, Pirque, San José de Maipo y Alhué. (2) Puente Alto, La Pintana, San Bernardo, La Florida, Maipú, Pudahuel, Renca, El Bosque, Peñalolén, Quilicura, La Granja, Lo Prado, Macul, Cerrillos, Cerro Navia, Lo Barnechea, San Ramón, Conchalí, Lo Espejo, Estación Central, Las Condes, Pedro Aguirre Cerda, Huechuraba, Santiago, La Reina, San Joaquín, La Cisterna, Ñuñoa, Providencia, Recoleta, San Miguel y Quinta Normal.
de viviendas sociales construidas ha disminuido progresivamente. Por otro lado, el análisis de la estadística de edicación de viviendas sociales (Cuadro Nº 1) permite señalar que esta disminución es sólo aparente, y que corresponde, en realidad, al éxodo de la vivienda social hacia las comunas periéricas de la conurbación santiaguina. Según los datos mencionados, entre 1978 y 1983, en estas comunas se edican 3.467 unidades de vivienda; entre 1984 y 1989, 5.575 unidades; entre 1990 y 1995, 10.628 unidades; y entre 1996 y 2002, 9.076 unidades. unidades. Aunque muchas de estas viviendas son para amilias que eectivamente residen en localidades de estas comunas periéricas de la conurbación santiaguina, las ciras son elocuentes elo cuentes y evidencian que la vivienda social ya no se localiza preerentemente en la perieria inmediata de la ciudad, sino que comienza a construirse en las comunas que limitan con el área metropolitana propiamente tal. Tras esta breve descripción del comportamient Tras comportamientoo de localización de la vivienda social en la perieria metropolitana surge una pregunta: ¿cuáles son las consecuencias socio
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espaciales de esta nueva localización? Al analizar los datos de la aplicación del Índice de Desarrollo Socioeconómico (IDS)3 para el período 1992-2002, se puede armar que el los sectores en los que se construyen conjuntos de vivienda social el IDS desciende, se mantiene, cuestión que lleva a armar que, en los lugares donde se ubican, estos conjuntos residenciales son motores de un cambio regresivo. La política de mercado aplicada al suelo urbano, impuesta desde mediados de los 80, expulsa a la vivienda vi vienda social cada vez más lejos de la ciudad. De esta manera, comunas periurbanas comienzan a recibir nuevos habitantes que, debido a su condición de pobreza, disminuyen la condición socioeconómica de la comuna, y, más especícamente, la de los distritos censales donde habitan. Este proceso se observa al comparar los valores del IDS de los sectores con vivienda vivienda social para los años 1992 y 2002. En 1992 las zonas con conjuntos de vivienda social tienen un mayor IDS que el resto, mientras que, tras una década, esta situación se invierte y la infuencia de la vivienda social en los distritos censales se vuelve latente. La evidencia empírica muestra una relación entre la generación de ocos de pobreza y las políticas habitacionales del Estado. También cabe considerar que en muchos distritos censales se construyen construyen condominios cerrados y vigilados, de modo que, aunque se reduce la segregación espacial, se mantiene la segregación social. En estos casos, las ciras pueden denotar un aumento del IDS, pero éste no resulta de un proceso que esté actuando a nivel del distrito censal, sino de la localización de sectores medios y medios altos que se autoexcluyen ísica y simbólicamente de la población más pobre. Se asiste entonces a la construcción de una verdadera “precariopolis” estatal, la cual, además de tener bajos indicadores objetivos de calidad de vida
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—medidos a partir de los componentes del IDS— presenta otros problemas, como la relación entre los lugares donde se construye vivienda social y algunos aspectos de la base económica y la dependencia uncional de las actividades de estudio y trabajo. En concreto, los conjuntos de vivienda social se localizan en distritos censales con una importante proporción de población cesante o desempleada. Además sus habitantes están “sometidos” a los servicios y uentes de trabajo que se orecen al interior del área metropolitana, o en la ciudad consolidada, debido a lo cual muchos deben recorrer grandes distancias para satisacer sus necesidades laborales y educacionales. Consideraciones nales y alternativas propuestas Este trabajo ha pretendido hacer un contrapunto, contr apunto, al poner de relieve la orma en que se han reproducido las consecuencias socio espaciales de la política de vivienda social en Santiago de Chile, a la luz de los eectos que han tenido, en la geograía social de la ciudad, tanto la Ley de Habitaciones Obreras de 1906 como la actual política de vivienda. Con la aplicación de esta última normativa se demuelen casi todos los “conventillos” insalubres y se construyen escasas viviendas por iniciativa directa. En eecto, durante 1906 y 1925, por cada 1,5 habitaciones derribadas se levanta una sola, de modo que muchos de los habitantes de estos conventillos se ven expulsados a la perieria de la ciudad. Tras la demolición, los terrenos te rrenos liberados son ocupados por una población dierente, alabeta, que muy probablemente iría a dar a los “cités”. Aunque la Ley de 1906 omenta la construcción de este tipo de viviendas, para acceder a ellas se necesita un determinado poder adquisitivo. A pesar de que las políticas habitacionales de las primeras p rimeras décadas del siglo XX no alcanzan a solucionar íntegramente la carencia de vivienda de las clases sociales más pobres del país, desde la perspectiva del presente trabajo, creemos que en el período analizado se dieron importantes pasos para ir generando una institucionalidad pública y social en torno al problema habitacional. De hecho, el Estado reconoce las demandas de los movimientos de arrendatarios e interviene directamente poniendo en marcha iniciativas directas en la construcción de casas baratas. Después de un siglo, la operatoria del mercado de suelo asociado a la producción de vivienda social sigue teniendo
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consecuencias similares, pero en una escala espacial muy die rente. Los pobres de comienzos del siglo XX se trasladan a la perieria de una ciudad que, en 1930, bordea las 11.000 hectáreas y cuenta unos 500.000 habitantes, esto es, una ciudad con las dimensiones de una comuna. Hoy la situación es bastante dierente, Santiago es una ciudad con dimensiones metropolitanas, donde la supercie de la mancha urbana continua es cercana a las 65.000 hectáreas y la población es de aproximadamente seis millones de habitantes. Trasladarse T rasladarse a los connes de esta gran urbe ur be es muy dierente, d ierente, tanto tant o por las distancias d istancias recorridas, reco rridas, como por el tipo de solución y el espacio residencial que resulta de las dierentes intervenciones. Este último es de carácter monouncional, segregado y ragmentado; se lo podría denominar “precariopolis estatal” y denir por la presencia de servicios de urbanización —electricidad, agua potable, alumbrado público y, en algunos casos, calles pavimentadas—. En estos lugares, la población habita en residencias cuyo tamaño promedio no supera los 45 m² edicados, lejos de los demás sectores sociales, de los equipamientos y de servicios como escuelas, centros de salud, áreas de esparcimiento y centros de comercio, entre otros. En base a lo anterior, cabe señalar que la construcción de vivienda social en las comunas periéricas del área metropolitana de Santiago corresponde a un nuevo estadio del que no se sabe adónde conducirá, no sólo en términos ísicos del tipo de ciudad —sus edicaciones, servicios y equipamientos— sino también en el ámbito social, ya que los nuevos guetos de concentración de pobres estarán ahora aún más distantes de la ciudad tradicional. Talvez esta tendencia ya no pueda ser revertida, pero no por ello debería cerrarse la posibilidad de localizar proyectos de vivienda social al interior de la ciudad de Santiago, siguiendo principios de equidad socio espacial, puesto que una política habitacional no debe sólo integrar el derecho a la vivienda sino también el derecho a la ciudad.
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La creación de la Caja de Habitación Popular, en 1936, es parte de la búsqueda de una casa modelo y de una ciudad modelo. A lo largo de los 26 años de operación de la Caja, durante tres gobiernos, se construyen 43.310 casas, lo que representa un modo de desarrollar el país, modernizar la sociedad, impulsar la economía, reorzar la industria, y, sobre todo, señalar el rol continuo que, para el resto del siglo, han tenido los programas públicos de vivienda. Durante este período Chile experimenta cambios radicales, particularmente Santiago. En eecto, esta ciudad indiana tradicional, de arquitectura poscolonial, se transorma en una metrópolis con nueva inraestructura y tecnologías domésticas como el gas y la electricidad. Mientras los gobiernos anteriores están principalmente motivados por políticas partidistas, el emergente período de administración pública basaría sus acciones en un sistema de planicación objetivo. Esta nueva noción de gobierno y de uncionario público es proundamente infuida por el modelo europeo, con proesionales y técnicos que manejan la modernización combinando la teoría y el pragmatismo para poner en marcha el Estado beneactor. La Caja de Habitación Popular realiza proyectos sin interrupción por más de dos decenios, y se convierte así en el principal proveedor de vivienda y arquitectura del medio urbano. Aunque muchas veces la calidad de sus diseños y su eciencia se han juzgado decientes, indudablemente su papel en establecer las bases del Santiago moderno ha sido de importancia. Sus esuerzos por satisacer una demanda sostenida de vivienda durante un largo período de tiempo resultan en un legado de proyectos donde, por un lado, se aplican las potencialidades del diseño, y por otro, se experimentan las limitaciones de éste. La verdadera importancia de este diseño no reside en el caso particular de un proyecto de vivienda, sino más bien en la cantidad y variedad de los diseños. A lo largo del tiempo, y vistos en su conjunto, estos proyectos constituyen parte integral y signicativa del rápido crecimiento y en la evolución del tejido urbano. En este sentido, la acción de la Caja permite cambiar la imagen de la casa como un elemento aislado inserto en la manzana, a una vivienda que relaciona el mundo doméstico con su contexto urbano.
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La urbanización chilena Este período de desarrollo temprano también está marcado por una serie de proundos cambios demográcos, y en particular, por la masiva migración hacia las ciudades. Las innovaciones en los sistemas de transporte, especícamente en los errocarriles, y en las inraestructuras de servicios urbanos, como el mejoramiento de los sistemas de alcantarillado, electricidad y teléono, así como el crecimiento del aparato estatal, convertido en una organización más compleja y proesional, son enómenos que, en parte, contribuyen y acompañan el crecimiento de las ciudades. Así, en 1920, la población rural es signicativamente mayor que la urbana, mientras que hacia 1930 ya son equivalentes. De hecho, en 1950 se conrma la tendencia y, por primera vez, la población urbana excede en número a la población rural. En la década de los 60, 60 , un 60% de los chilenos vive en alguno de los principales centros urbanos. Entre 1930 y 1950, la población de Santiago se duplica, producto de la migración interna del país. De hecho, durante los años 40, un promedio de 20.000 personas por año se mudan a la capital, y ciudades chilenas con población superior a los 20.000 habitantes suman, en total, el mismo 16% de población que representa Santiago en 1930, mientras que, hacia 1940, el conjunto de estas ciudades sólo alcanza un 17,4%. Aún más, en 1930, el resto de las ciudades con menos de 20.000 habitantes representan exactamente el mismo 16%, y una década después este porcentaje ha disminuido a 14,4%. En esta década, mientras algunas ciudades simplemente crecen y otras tantas se reducen, Santiago aumenta sus índices de crecimiento demográco con una tendencia que sólo cambiaría al nal de la década de los 70. En 1930, Santiago aún no tenía el tamaño de una metrópolis. Su área era de 6.500 hectáreas, y su población era cercana a los 700.000 habitantes y tenía una serie de parques y áreas verdes consolidadas. La totalidad de áreas verdes sumaba 800 ha, esto es, un 12,3% del área urbana y representaba sobre 11 m2 por persona (Pavez, (Pavez, 2000). En ese momento, la expansión y el proceso de transormación también aectaron las políticas de planicación (Gross et al., 1985). En 1940, la población de Santiago representaba un 19% de la población chilena. Sin embargo, se agregó muy poca supercie de parques o áreas verdes a la ciudad. El décit de vivienda nuevamente se incrementó hacia nales na les de la década de los 40, lo que se cons tata en la ocupación ilegal de poblaciones alrededor de Santiago (Correa, 2001). Esto genera una serie de problemas sociales, como por ejemplo, cesantía, problemas de salud y hambruna. Durante este período, el área urbana crece de 6.500 ha en 1930, a 20.900 en 1960, es
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decir, a razón de 4.800 ha por década. Se estima que en 1940, cuando Santiago superaba las 10.000 ha y el millón de habitantes, más de la mitad de la población chilena vivía en áreas urbanas. A esas alturas, las autoridades tienen que crear e implementar instrumentos de planicación más ecaces y complejos —como el Plan Intercomunal— para responder a los nuevos requerimientos de la metrópolis emergente. De ese modo, las nuevas políticas públicas de incentivo al desarrollo nacional y de reormas institucionales, no solamente transormaron la estructura económica y productiva de Chile, sino también impactaron la migración urbana y el crecimiento demográco. Si bien la migración a las ciudades comenzó en 1907 como consecuencia de la crisis económica internacional, hacia 1920, alrededor de 250.000 personas ya habían sido atraídas a la capital. En las siguientes décadas, Santiago duplicaría su población; de hecho, alrededor del año de la creación de la Caja de Habitación Popular, entre 1930 y la década de los cuarenta, la ciudad creció de casi 700.000 habitantes a un millón. Para cuando la Caja termina te rmina de operar en 1952, la población de Santiago San tiago prácticamente se había duplicado (Hidalgo, 2000a). El rostro cambiante de nuestras casas. La vivienda en la modernización y el desarrollo urbano Históricamente, el gobierno chileno ha implementado políticas de vivienda para atender las necesidades básicas de los sectores más necesitados. Desde la década de 1920, y antes, se han promulgado leyes para la provisión de vivienda y el omento de la economía incentivando el sector de la construcción y la actividad industrial. Estas políticas se implementan en dos etapas: primero, el Estado toma medidas para regularizar los estándares de la vivienda, y segundo, desarrolla su propia capacidad para producir vivienda (Hidalgo, 2000a). En gran medida, en Santiago, la evolución de la vivienda se inicia a la par del desarrollo urbano y de la orma que éste toma, en un proceso que refeja una compleja relación de renovaciones urbanas interiores, con un crecimiento demográco acelerado, y con transormaciones a escala metropolitana (Cáceres, 1995). En este sentido, sentido, en ese momento se intenta intenta introducir introducir una acción acción pública con un concepto técnico y proesional. La administración, en cuanto a su actividad pública, se relaciona con la idea de un gobierno moderno que busca lograr objetivos mayores de planicación, y no solamente los propósitos de partidos políticos de dar respuesta a situaciones inmediatas. Con esta nueva idea se intenta construir un sistema de planicación que coordine dierentes burocracias para la toma de decisiones, así como también basar
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estas decisiones en aspectos técnicos, en vez de depender de las presiones políticas de las instituciones (Hidalgo, 2000a). Durante estos años, ingenieros, planicadores y arquitectos, ocupan gradualmente cargos claves dentro de la administración pública, y consecuentemente, proesionales especialmente capacitados toman decisiones objetivas en cuanto a la asignación de recursos públicos, sin ser infuidos por presiones políticas. Desde luego, los temas de vivienda no son sólo preocupación del sector público. El sector privado también tiene un importante rol al realizar inversiones incentivadas por la política del desarrollismo. La modernización de la sociedad exigía reormar el gobierno y establecer colaboraciones col aboraciones con el sector privado; entonces el concepto de modernización mediante la vivienda adquiere el doble objetivo de elevar el nivel de la administración pública y atraer la inversión privada por medio de incentivos. Los planes y esquemas de vivienda propuestos para Santiago por Karl Brunner
El planicador urbano proveniente de Viena, Karl Brunner, es invitado por primera vez, en 1929, por el presidente de Chile Carlos Ibáñez del Campo, para estudiar la ciudad de Santiago. Brunner hace una serie de recomendaciones para el desarrollo de la ciudad y sus suburbios, y tres años más tarde propone un plan estratégico para la transormación de Santiago en su publicación “Ciudad de Santiago: Estudio del Futuro Ensanche” (Brunner, 1932). En enero de 1931, Brunner participa como asesor del gobierno chileno en el Segundo Congreso de Alcaldes. Además diseña la Exposición de Urbanismo y Progreso Industrial, en la cual se exhiben una serie de proyectos elaborados por la Ocina de Arquitectura de la Dirección de Obras Públicas del Ministerio de Desarrollo. Estas propuestas muestran cómo Brunner, en estrecha colaboración con planicadores del gobierno, como Luis Muñoz Maluschka, elabora proyectos para la organización de la ciudad. Arquitectos y planicadores chilenos como Muñoz acaban por introducir e implementar los trabajos de planes urbanos de Brunner de 1929 y 1932, con propuestas para la estructura de la ciudad. De hecho, en vista de la alta de espacios urbanos y metropolitanos, en el plan de 1933 para Santiago, Brunner propone diseñar el e l espacio mediante la conguración de una serie de nuevos ejes y centros, ce ntros, además de la apertura de nuevos nue vos espacios abiertos como un modo de darle orma legible a la ciudad (Almondoz, 2003). Este proceso culmina con el Plan Regulador de Santiago de 1939, basado en las guías y principios anteriores. En 1934 Brunner recibe una segunda invitación, esta vez vez de la Municipalidad de Santiago. Esa visita culmina con el estudio “Santiago: Estudio sobre el Plano Regulador de la Parte Central”, realizado con el apoyo de un equipo interno del municipio liderado por el arquitecto Roberto Humeres, Jee de Urbanismo de la Municipalidad. De hecho, el Plano Ocial de Urbanización
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de la Comuna de Santiago San tiago es en gran parte part e una versión modicada modica da del plan anterior anteri or de Brunne r, realizada por Humeres y ocialmente aprobada en 1939. En 1932, Brunner publica una muestra muest ra de sus propuestas para Santiago en su libro “Santiago de Chile: su estado actual y utura ormación” (Brunner, 1932). La idea de estos diseños es asumir cada una de las condiciones existentes en los sitios como datos para relacionar el proyecto con su contexto urbano, casi como si el proyecto propusiera una solución a un problema no resuelto. Por un lado, los diseños presentan una continuidad del tejido urbano al penetrar las áreas de vivienda con estructuras viales que son la prolongación de las existentes. En otras palabras, las propuestas de vivienda son un intento por reconstruir las discontinuidades de la ciudad. Por otro lado, las cualidades espaciales, conguraciones, densidades y otras características del diseño, apuntan a crear un conjunto único de vida doméstica diaria (Pavez, 2004). Si bien las propuestas inicialmente buscan los hechos y realidades de la ciudad para basar las decisiones de diseño en el contexto urbano existente, también dan origen a un nuevo espacio urbano con una propuesta de vivienda de un modo especíco en escala y ubicación. De este modo, la infuencia de Brunner se extiende más allá de su seminario. El grueso de su propuesta urbana, sintetizado en el Plano Ocial de Urbanización de la Comuna de Santiago, ya describe los conjuntos de vivienda como relaciones que se conguran entre las ormas residenciales y la composición volumétrica de los espacios abiertos. Esta propuesta se transormaría entonces, durante las siguientes dos décadas, en un instrumento útil al momento de diseñar y desarrollar los conjuntos de vivienda. Al utilizar edicios residenciales de dos o tres pisos junto con la correcta proporción de parcelas para acomodar las densidades adecuadas, Brunner incentiva la creación de nuevas tipologías para la vivienda hacia zonas periéricas de la ciudad, en oposición a los conventillos existentes. Las edicaciones residenciales serían agrupadas en volúmenes colectivos para construir una nueva achada urbana, y como resultado, la agrupación introduce una nueva escala urbana basada en la construcción doméstica. De este modo, el primer diseño de vivienda masiva en Santiago, realizado en las aueras de su centro undacional, adquirió una sonomía e identidad claramente preservada hasta el día de hoy. En otras palabras, las intervenciones realizadas a partir de “remanentes, memorias, ragmentos y directrices” (Solà-Morales, 2002), son esencialmente propuestas para desarrollar barrios de vivienda como proyectos urbanos. Claramente, con estas propuestas se hace un esuerzo por ir más allá de la vivienda, como lo demuestra
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el hecho que la génesis de estos diseños emergentes de vivienda masiva aparezca en el libro de Brunner casi como un anuncio de las ormas y estructuras residenciales contenidas en el plano de 1934. Intrínsecamente, estas propuestas representan un proceso inverso al de la planicación, que comienza de una visión general y se acerca a una denición detallada, de una escala urbana —macro— a una dimensión doméstica —micro—. Es más, el plan presentado por Humeres en 1939, coincide en gran parte con las localizaciones y ormas de los uturos diseños de la vivienda que realiza la Caja de Habitación Popular desde 1936 hasta 1952. La “Caja de Habitación Popular” La organización de la institución
La nueva institución de vivienda, la primera en Chile y una de las primeras en Latinoamérica, se constituye en 1936 como una ocina técnica. Su propósito es centralizar la producción de la vivienda y se provee del nanciamiento y de los recursos necesarios para implementar sus políticas de incentivos y su administración. Con la usión de las unciones administrativas y ejecutivas, la nueva entidad consigue incorporar las experiencias anteriores, y por ende, hacerse cargo de aplicar una serie de políticas de vivienda que ya habían producido un abanico de opciones de vivienda, que incluye la vivienda social, las casas huerto, y los préstamos de tierra, entre otras. El objetivo central de la Caja es promover la construcción de vivienda higiénica para la totalidad de la población chilena, y para tal eecto, cuenta con acultades como la asignación de recursos para la construcción de los conjuntos, el otorgamiento de préstamos hipotecarios, el mejoramiento de las viviendas existentes y la asignación de subsidios, además de otras responsabilidades nancieras y administrativas (Bravo, 1959). Desde nales de los años 20, se implementan muchos mecanismos de nanciamiento de vivienda, por ejemplo, la necesidad de tener ahorros previos para postular al benecio. La Caja sigue con algunas de estas prácticas e implementa nuevas órmulas de pago. Las nuevas construcciones residenciales están disponibles para el arriendo, con un compromiso de compra a largo plazo a partir del pago de un pie. La transerencia nal se produce dos años después de iniciado el arriendo, con la condición que el arrendatario hubiese cumplido rigurosamente con los pagos y las obligaciones requeridas. Una vez que se había pagado el 25% de la vivienda y otorgado el título de propiedad, la Caja reducía el saldo de la deuda en un 10%, y cuando ya se había pagado el 50% del préstamo, la Caja reducía otro 25% del saldo pendiennte (Bravo, 1959). die
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La Caja de Habitación Popular, como se ha mencionado, ue la primera institución en lidiar con el problema de la vivienda a escala nacional. En consecuencia, entre un proyecto y el siguiente, su trabajo tiene un carácter experimental, lo que resulta en una amplia gama de respuestas, en términos de escala de intervención, aproximación al diseño urbano, ordenamiento de con juntos de vivienda y conguración de los espacios domésticos. Además, paradójicamente, la fexibilidad que caracteriza la toma de decisiones respecto de las propuestas, a su vez, exige un cuidado especial por cada diseño, esencialmente por las lecciones que se extraen de estos diseños y la capacidad de producir conocimiento al realizarlos. En cuanto a los diversos casos de vivienda en Santiago y otras ciudades chilenas, la Caja no sólo realiza proyectos de vivienda, sino que también reúne inormación signicativa sobre las necesidades de vivienda en el país y las prioridades de sus usuarios, entre otras cosas. De este modo, en la evolución de los aspectos de diseño de los proyectos, se refejan infuencias arquitectónicas extranjeras, debates internos, nuevas metodologías para los planes maestros de ciudades, así como el desarrollo económico local, y los habitantes involucrados en el proceso. El modelo de la Caja de Habitación Popular refeja tendencias de modernización cuyo objetivo central es lograr un desarrollo nacional mediante la reorma institucional, los incentivos a la inversión inversión y el desarrollo de los sectores productivos. Así, se cree entonces que sólo una nueva institución de vivienda sería capaz de introducir modernidad a la calidad y el estilo de vida de los chilenos más necesitados. En coherencia con esta idea emergente, la Caja tuvo la doble tarea de reducir el décit acumulado de vivienda y establecer un estándar en el diseño de ésta. Rápidamente, esto se convertiría en el modo en que los gobiernos responderían activamente a la necesidad de vivienda, primero, estableciendo un estándar mínimo de calidad, y luego, reduciendo su acción al problema de su tamaño, y a un número total de unidades producidas por la entidad responsable de la cuestión habitacional. De hecho, el gobierno, las asociaciones de trabajadores, los grupos sociales, los arquitectos y la población como un todo, tuvieron muchas expectativas en cuanto a la capacidad de esta nueva entidad para lidiar con el décit habitacional y la mala calidad de la vivienda existente. Dualidades
Con todo, la Caja recibe serias críticas desde el inicio de su gestión. En eecto, durante la Exposición de Habitación Económica de 1936 (Hidalgo, 2000a), Luis Muñoz Malushka, Director del Departamento de Arquitectura de la Dirección General de Obras, expone las ideas undamentales para un Plan Nacional de la Vivienda. En su presentación señala que, aunque la Caja había previsto un décit de 13.000 viviendas anuales, según sus propios cálculos, la demanda de vivienda se había incrementado hasta alcanzar 37.000 viviendas anuales (Muñoz, 1937).
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Muñoz arma que el verdadero problema de la vivienda radica en el crecimiento de las ciudades, para lo cual se requiere un plan basado en el desarrollo económico. Respecto de la necesidad habitacional de la población insolvente (construcciones muy deterioradas o simple décit), Muñoz insiste en que es imposible entregarle a cada una de estas amilias una casa moderna e higiénica. En cambio, propone que se resuelva el problema de la vivienda de bajo estándar y de las poblaciones ilegales, traspasándole la gestión a los municipios y a las iniciativas privadas (como los cités y conventillos, o la acción de los lántropos). El propósito de su argumentación es muy práctico, dado que la actibilidad del Plan Nacional depende de la provisión de habitación a un sector especíco: el productivo. Al ocalizar la acción del plan en un sector especíco, Muñoz logra inmediatamente reducir el décit habitacional a una cuarta parte, el cual, calculado para entonces por la Asociación de Arquitectos, alcanzaba las 370.000 viviendas. Así, las categorías edicatorias utilizadas en el cálculo, se establecen con una lógica selectiva: las casas “provisionales” o “livianas” se consideran entonces como una categoría opuesta a la de las casas “denitivas” “denitivas”.. La presentación de Muñoz refeja una aproximación pragmática al problema de la vivienda. Para lograr diseños residenciales más ecientes, según él, la primera condición es integrar y estandarizar el “mobiliario doméstico popular” adecuado a las viviendas modernas, lo que serviría para educar a las personas en los hábitos de la vida moderna. El segundo asunto que se debía considerar era el diseño urbano en relación con los proyectos de vivienda. En la última parte de su discurso, Muñoz se reere a la Caja de Habitación Popular y a su carácter independiente. De acuerdo con la Ley General de Construcciones y Urbanización, escrita por el mismo Muñoz y promulgada en 1929, toda ciudad de más de 20.000 habitantes debe obligatoriamente realizar un plan maestro, que estaría a cargo del Departamento de Arquitectura dirigido por Muñoz. En términos prácticos, Muñoz se asegura con esto que el diseño denitivo del Plan Nacional de Vivienda se rija por sus planes urbanos, a pesar de la gestión de la semi autónoma Caja de Habitación Popular, que como se señaló anteriormente, ue creada en 1936. En la misma exposición, y para sentar un precedente respecto de la aplicación de la ley general, Muñoz presenta un borrador del Plan de Vivienda para Santiago, aparentemente incorporado en gran medida y con mayor detalle en el documento “Gran Santiago: Plan Regulador” de 1939, muy similar al plan de Roberto Humeres del mismo año. De hecho, los proyectos de vivienda aparecen en el plan realizado por el departamento
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dirigido por Muñoz, y que nalmente la Caja adopta respecto de la localización y la conguración de sus proyectos, aún cuando el plan se había realizado antes que la Caja empezara a uncionar. Pese a lo proundos que eran los desacuerdos relacionados con la implementación política dentro del aparato público, los confictos más graves surgen una vez que este organismo semi público de vivienda opera al margen de la nueva estructura centralizada del gobierno. De hecho, se elimina el Departamento de la Habitación, dependiente del Ministerio de Desarrollo, y su personal es transerido a la nueva organización de vivienda. Pese a que Muñoz no logra controlar la transerencia del nanciamiento, nanc iamiento, el diseño y la construcconstr ucción de la vivienda a la Caja, conspicuamente establece, dentro del aparato administrativo del gobierno, una serie de condiciones para conseguir que el Plan de Vivienda permanezca bajo el control de su departamento. Si por alguna razón Muñoz no hubiese logrado su propósito, de todas ormas hubiese seguido teniendo una importante infuencia en las decisiones de planicación de las ciudades chilenas, porque al menos la base de la planicación urbana nacional habría seguido bajo su supervisión directa. De hecho, Francis Violich, arquitecto norteamericano, proesor de la Universidad de Berkeley que investiga sobre planicación urbana en América Latina, señala que, durante sus reuniones con Muñoz a principios de los años 40, la Sección de Urbanismo se crea dentro del Ministerio de Desarrollo en 1936 para ser dirigida por Luis Muñoz. Esta ocina tiene autoridad absoluta para realizar los estudios urbanos que requiere toda comuna del país con más de 8.000 habitantes, y para elaborar los planes maestros respectivos. Eventualmente, la principal razón por la cual la Caja no consigue responder al décit de vivienda radica en los confictos políticos internos de la organización y, de ésta, con las autoridades del gobierno que resultan en la alta de apoyo nanciero. Esta situación de conficto político y nanciero se vería agravada cuando Muñoz crea otras entidades paralelas al interior del gobierno, y la Caja eectivamente no consigue aminorar el décit habitacional. Pese a que los ondos comprometidos no se traspasan a la Caja, entre 1937 y 1942, ésta logra construir 9.180 casas, de las cuales realiza directamente directamen te un 58%. Durante la inauguración de la Exposición de Vivienda, en la primavera de 1936, se enrentan dos conceptos opuestos de política y administración. Por una parte, el senador Alejo Lira Inante tiene una visión muy positiva de la acción de la Caja de la Habitación Habi tación Popular, de la que destaca la construcción de sus propios proyectos de vivienda, los que más tarde son vendidos o arrendados a amilias de trabajadores. Lira calcula que
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durante los siguientes 13 años la producción de esta institución semi independiente sería de unas 166.000 casas que se construirían paulatinamente, a medida que los ondos se ueran acumulando. Teniendo en mente los nuevos principios de descentralización, Lira sostiene que la asignación de las inversiones debía distribuirse proporcionalmente de acuerdo con la población de cada región del país. Mientras el discurso de Lira está lleno de optimismo, Muñoz, que desaprueba desaprue ba la Caja y sus gestiones, mantiene mantie ne una posición no sólo dierente, sino claramente antagónica, que se mantendría por un largo tiempo (Inante, 1937). Finalmente, en 1952, otras instituciones de vivienda creadas por Muñoz se incorporarían a la Caja para ormar una entidad enteramente dierente, una corporación de vivienda centralizada, la CORVI. Esta corporación, que operaría al alero del Ministerio de Desarrollo, sería dirigida por Muñoz, y unos años más tarde, en 1965, se crearía el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, en el que Muñoz también tendría un papel protagónico. El impacto de la Caja en Latinoamérica
En su libro de 1949, Violich compara la cantidad de viviendas construidas en Chile con la de otros países latinoamericanos (Violich y Jones, 1949). Aún cuando basa sus cálculos en varios inormes e indagaciones propios, éstos son claros al indicar el estado de avance de la vivienda en Chile, así como el papel signicativo que la Caja de Habitación Popular ha tenido en este progreso. En el contexto latinoamericano, la producción de vivienda en Chile es notoriamente mayor que la de los demás países de la región en una etapa similar de modernización. Así, por ejemplo, Chile lidera la lista, con 18.000 viviendas; lo sigue Brasil, con 15.000; luego, aparece Argentina, con 7.500, y nalmente n almente Venezuela, con 5.000 viviendas. En el resto de los países latinoamericanos se producen menos de 2.500 viviendas, y en algunos casos sólo unos cientos. En el caso de Argentina, a mediados de los años 40, el Presidente Perón lanza un programa de vivienda de interés social y acaba con el método anterior, basado en la entrega de viviendas completamente nanciadas por el Estado. Este sistema está a cargo de la Comisión de Casas Baratas (Gaggero y Garro, 1996; Violich, 1944; Ballent, 1999) que opera durante tres decenios, y su acción se ocaliza en el Municipio de Buenos Aires. En cambio, la nueva política consiste en otorgar créditos directos a los uturos compradores.
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Paralelamente, en Brasil se dictaban las primeras políticas de vivienda en 1926 (Hidalgo, 2000a). Diez años después se lanzan nuevas iniciativas con la creación de una serie de instituciones de vivienda que operan a diversos niveles del gobierno brasileño. Éstas incluyen los Institutos de Aposentadoria e Pensões (Cajas de previsión, o IAP) creados en los años 30, la Fundação da Casa Popular (Fundación de la Casa Popular, o FCP) creada en 1946, y el Departamento de Habitação Popular da Preectura do Distrito Federal (Departamento de Habitación Popular). Están todas coordinadas al alero de un proyecto proyecto de desarrollo nacional, iniciado durante el período de gobierno de 34 años del presidente Getulio Vargas, entre 1930 y 1964. 1964. Los 36 proyectos de vivienda construidos por la IAP entre 1937 y 1950 —prácticamente el mismo período en que opera la Caja de Habitación Popular en Chile— suman un total de 31.587 unidades de vivienda (Bonduki, 2001). En su conjunto, las instituciones realizan 142.127 unidades, de las cuales más de la mitad se localizan en Río de Janeiro y São Paulo. Se construye un 15% del total en el estado de Minas Gerais y en Brasilia, mientras que el resto de las viviendas se construirían en varios otros estados (Bonduki, 1998). Los problemas y la reorma El terremoto de 1939
En enero de 1939, un uerte terremoto aecta la zona central y el sur del país, y entre las ciudades más aectadas se encuentran Chillán y Concepción, a 300 y 400 km de Santiago, respectivamente. Este desastre natural, asociado al continuo crecimiento de Santiago y de otras ciudades chilenas, da origen a la creación de una nueva entidad pública de vivienda. En eecto, la Sección de Urbanismo —la ocina dirigida por Luis Muñoz Maluschka— organiza un modelo de institución orientado a las políticas de desarrollo, que crecería durante los años de la Segunda Guerra Mundial. Muñoz encuentra en el terremoto la oportunidad perecta para replantear las políticas de vivienda y la planicación urbana nacional de un modo radicalmente dierente a la orma en que opera la Caja de Habitación Popular. A nes de abril de 1939, se constituyen constit uyen dos nuevos n uevos organismos de vivienda, la Corporación de Reconstrucción y Auxilio y la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO). Como inicialmente se crean para responder a los eectos del terremoto, ambas organizaciones se dedican a desarrollar planes de reconstrucción (Violich, 1944). Los procesos de planicación llevados por estas ocinas atienden especialmente los problemas de salud, higiene, condiciones de transporte, tránsito vehicular, zonicación y usos del suelo. La Corporación de Reconstrucción y Auxilio tiene un departamento de plani-
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cación también denominado Sección de Urbanismo, que en ese entonces dirige Federico Oherens, donde se elaboran planes maestros para gran parte de los centros urbanos urbanos aectados aectados por el desastre. desastre. La CORFO, por su parte, se dedica a los planes relacionados con la industria y el desarrollo económico nacional, aunque por extensión, también le preocupan los planes de largo plazo relativos a los recursos naturales e industriales (Merino, 1948). Pese a que a estos organismos les conciernen los temas de vivienda, en cierto modo se sobreponen a las responsabilidades de la caja, y de esta orma el desarrollo de los proyectos de vivienda se vuelve progresivamente más complejo (Hidalgo, 2000a). En eecto, la administración duplica sus unciones con la consecuente pérdida de recursos. Si bien la meta de las iniciativas es resolver problemas de vivienda, el sistema administrativo crece gradualmente y se vuelve conuso e innecesariamente burocrático, y termina trabándose en mecanismos mediante los cuales se busca nanciamiento para los proyectos. En vez de complementarse, las diversas instituciones de vivienda compiten entre sí, y no logran trabajar coordinadamente las distintas inversiones asignadas para las necesidades de vivienda. Finalmente, en 1943, se revisan, reorganizándose la política de vivienda y sus instituciones. Razones de racaso
A mediados de los años 30, el Frente Popular, partido de gobierno, promueve el desarrollo nacional desde el inicio de su gobierno, incentivando la industria local y buscando una justicación social para el desarollo. El objetivo principal para ello es la superación de la pobreza y, en consecuencia, la vivienda se convierte por primera prim era vez en uno de los principales vehículos para conducir este proceso. De hecho, en 1938, cuando la inoperancia de la Caja ya se ha vuelto evidente, para el partido de gobierno es cada vez más imperativo mantener una política de vivienda razonable y representada por una entidad uerte y eciente, que traduzca las ideas políticas en proyectos reales. A pesar de ello, los ondos comprometidos para nanciar dichos proyectos no son traspasados ni asignados a la Caja, en parte debido a las rivalidades políticas, y a la escasa coordinación administrativa.
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Hay coincidencia en que son dos las razones undamentales para realizar una completa revisión y reorganización de la Caja, a principios de los años 40 (Hidalgo, 2000a; Bravo, 1959). Primero, el estado nanciero real de la Caja dista mucho de corresponder con lo establecido por la política de vivienda que crea la entidad, respecto de los recursos que se le asignan a ésta. De hecho, hay diversas transerencias de ondos entre organismos estatales que nunca se concretaron, aunque aparecen detallados en el presupuesto de la Caja, y consecuentemente, los resultados del organismo no alcanzan las metas comprometidas. Lo que promete ser una respuesta constante y eciente a la cuestión de la vivienda, resulta en una cantidad de sólo 5.324 viviendas construidas directamente hasta 1942, y de 18.195 unidades tras la reorma. La producción indirecta de vivienda es de 3.856 durante la primera etapa de uncionamiento de la entidad y de 16.979 durante la segunda. En eecto, al momento de su reestructuración, la Caja ha recibido menos del 45% de los ondos presupuestados, debido a lo cual su producción de vivienda corresponde a menos de la mitad de lo que era posible lograr. Con todo, en ese entonces, la Caja sigue siendo una de las instituciones de vivienda más destacadas internacionalmente. En segundo lugar, pese a que la Caja se concibe como el único organismo público encargado de proveer vivienda, la realidad es muy dierente. La Caja coexiste con otras instituciones y las operaciones de vivienda son numerosas (Merino, 1948). Ambos actores disminuyen, ante la opinión pública, pú blica, el prestigio de la Caja y de su contribución a la vivienda en Chile. El sentir generalizado de la época y la imagen de la Caja hasta la actualidad es que se trata de un organismo bien intencionado, intenciona do, pero cuyos resultados no son tan buenos. Hasta la echa, muchos textos e investigadores subestiman sus proyectos de vivienda e ignoran su potencial. Los proyectos de la entidad son considerados relativamente buenos, pero también se los ve como ingenuas aproximaciones al diseño urbano en relación con la vivienda. La Caja en su nueva etapa
Con la nueva estructura de la Caja se pretende reocalizar el trabajo en la promoción y construcción de viviendas económicas e higiénicas. En 1940, durante las primeras etapas de la reorma, las autoridades de la entidad son nombradas en diversas reparticiones del gobierno como un departamento independiente, al interior de la estructura pública. Como un modo de complementar el aumento de autonomía y de capacidades de la Caja, se diversican las uentes de nanciamiento, y los recursos son obtenidos a partir de una serie de nuevos impuestos y de mayores transerencias que provienen de
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la Caja de Previsión. Prácticamente todas las uentes de impuestos, como por ejemplo, la minería, y los ondos sociales como las pensiones, créditos hipotecarios, y seguros, serían socios directos de la Caja, al recolectar los ondos e invertirlos en vivienda. La reorma de la Caja también mejora el estándar para la vivienda y su diseño. Por primera vez se debate sobre el tamaño de la casa y la escala del conjunto de viviendas, y se incluyen estos aspectos en la política habitacional. Tras la reestructuración de 1943, se establece que la vivienda económica, económica, o social, tendría entre 3 6 m 2 y 100 m2, en una gama de supercies que permite una variedad de tipologías. Por otra parte, la Ordenanza de Construcción se relacionaría con los proyectos de la Caja no sólo para establecer las condiciones mínimas requeridas en las edicaciones, sino también para jar estándares de urbanización aplicables a los conjuntos de vivienda. Por ejemplo, el tamaño mínimo de los sitios, la altura libre mínima entre piso y cielo, la exposición solar, la ventilación y las circulaciones interiores de las casas son algunos de los aspectos regulados por la ordenanza. También se incorporan criterios generales, como consideraciones relativas al diseño urbano, los espacios públicos, el tipo de agrupación de los edicios, la densidad, el ancho de las calles y las líneas de edicación. Otro tema comprendido en la ordenanza, como consecuencia de los movimientos higienistas de principios del siglo, se reere a la inraestructura urbana para la provisión de agua potable, alcantarillado, alumbrado público, electricidad y gas, que requieren las nuevas urbanizaciones en las zonas de expansión de las ciudades. Finalmente, la combinación de nuevos estándares establece el marco normativo que daría paso a la construcción masiva de vivienda, distinguiendo claramente entre las habitaciones “saludables”, las “no saludables” y las “no vivibles” (Hidalgo, 2000b). La reorma de la Caja da origen a una segunda generación de proyectos de vivienda que se incorporan a las ciudades chilenas y especialmente al nuevo paisaje santiaguino. En algunos casos, los nuevos proyectos de la Caja alcanzan mayores densidades, en otros, las propuestas están muy bien integradas al tejido urbano, y, en la mayoría de los casos, los conjuntos propuestos tienden a ser de mayor tamaño, a incluir más unidades de vivienda y a ocupar terrenos de mayor supercie. En promedio, el número de viviendas aumenta a pesar de las críticas dirigidas a la Caja, cuyos resultados contribuyen muy poco a disminuir el décit habitacional. Cabe señalar que esta necesidad de masicar la construcción de vivienda no se refeja en la innovación de las urbanizaciones, respecto de un diseño similar al de los conjuntos de casas suburbanas aisladas, probada en proyectos anteriores a la creación de la Caja. En cambio, la conguración urbana de los conjuntos habitacionales refeja más bien una opción de diseño urbano inspirada en el modelo alemán Siedlung o en el vienés Höe. Así, con la reorma de la Caja se mantiene la infuencia europea en la institución.
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La cuestión de la vivienda El problema de la vivienda y su rol en la conguración de la emergente metrópolis de Santiago no ha sido sucientemente tratada por los expertos, y las investigaciones sobre los proyectos de la Caja de Habitación Popular no son una excepción. excepc ión. Los diseñadores de la Caja orecen una colección de propuestas de vivienda, al menos durante los años iniciales, infuenciada por las cambiantes ideologías en torno a conceptos urbanos y arquitectónicos. Estos conjuntos de vivienda se extienden por la ciudad ormando nuevos perles de calle, delimitando patios interiores y sumando un cáracter urbano dierente. A medida que cambian los estilos estilo s de vida, entre los años 30 y los 60, 6 0, la Caja de Habitación Popular mantiene un papel protagónico indisputable en el campo de la vivienda. En el Departamento Técnico de la Caja, las oportunidades de experimentar son estimulantes, en la medida que con cada diseño emergen nuevas posibilidades. Seguramente los arquitectos, ingenieros y planicadores de la Caja estaban conscientes de estar ormando una nueva aproximación al concepto de vivienda. En cada caso, el proceso de gestión, las políticas y los contextos sociales, en los cuales cada conjunto ue ideado, y su resultado nal, impactaron uertemente las sucesivas propuestas. Organización y racionalización de un mundo perecto
Aunque el e l primer prime r intento inte nto de adoptar un plan nacional de vivienda se anuncia por po r primera prime ra vez en la Exposición de la Vivienda de 1936, sólo en 1953 éste se consolida con un notable compromiso del gobierno. Cada proyecto de vivienda orece lecciones aplicables a los diseños que le siguen. De hecho, muchos de los principales proesionales vinculados al diseño de vivienda participan activamente durante varios decenios, y, de una u otra orma, aseguran la continuidad de la política de vivienda. En aquel entonces se espera que los uncionarios públicos, los políticos, los técnicos y los proesionales colaboren entre sí y operen coordinadamente, con el n de enrentar seriamente las problemáticas de vivienda. Desaortunadamente, desacuerdos políticos y técnicos sobre cómo organizar la entidad de vivienda en la estructura del gobierno, pone a la Caja en una situación comprometida. Los deensores de un gobierno centralizado no se sienten cómodos con un organismo ajeno, a cargo de tareas tan relevantes como la vivienda. El malestar de Luis Muñoz Maluschka con la condición institucional de esta Caja semipública se basa, en gran parte, en su uerte convicción
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de la necesidad de una administración perectamente centralizada, y organizada a partir de una estricta jerarquía de unciones y responsabilidades. Muñoz sigue muy de cerca el concepto de planicación cientíca, basado en una organización centralizada de planicación pública para diseñar e implementar un plan de vivienda, pero que se enrenta con la realidad de una Caja con atribuciones autónomas. La vivienda después de la nueva vivienda
Parte de la dicultad de reconocer el valor del diseño de los proyectos de la Caja, así como la conusión que genera, depende de la revelación de las causas reales del aparente racaso de la institución. Confictos políticos sobre cuestiones presupuestarias aectan más proundamente que la producción limitada de la Caja. También se cuestiona el legado arquitectónico de la vivienda masiva en el proceso de modernización de Santiago y de otras ciudades chilenas. La Caja —a pesar de uncionar en condiciones políticas adversas, de contar con problemas de nanciamiento y de tener escasos canales de planicación— se dedica a cada proyecto como un potencial generador de un nue vo trozo de ciudad. Cada propuesta es una oportunidad para transormar eectivamente la trama de la ciudad en una nueva versión de tejido urbano más denso y con mayor variedad de espacios colectivos integrados. En su esuer zo por adaptarse y ajustarse a nuevos requerimientos de una ciudad y un barrio determinados, la Caja explora gran variedad de diseños. Por ejemplo, la diversidad de proyectos es impresionante, tanto en su variedad varie dad morológica, en sus tamaños, en sus densidades como en sus ocupaciones de primer piso. Esta diversidad de soluciones —que comúnmente conunde a los investigadores que piensan en ellas como inconsistencias— inicia la expansión de la ciudad por medio de proyectos de vivienda. El trabajo de la Caja en términos de modernización de la ciudad tiene una contribución única, aunque muchas veces la bibliograía la subestima. El proceso de urbanización resultante de la implementación de las propuestas de vivienda masiva diseñada por la Caja marca una etapa de expansión cuidadosa de la ciudad del siglo XIX, desde su grilla urbana colonial hacia una nueva orma urbana, más enriquecida y compleja. La siguiente institución de vi vienda, CORVI, heredaría algunas de estas aproximaciones, como los proyectos de escala múltiple en diversas localidades centrales, cercanas o periéricas.
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La vivienda en la trama urbana
Las propuestas de la Caja de Habitación Popular son pensadas para integrarse como parte del nuevo crecimiento de Santiago, y no simplemente para construir construi r proyectos de vivienda social en la perieria remota de Santiago —como sucede en otros casos latinoamericanos y europeos—. Los proyectos se sitúan en bordes urbanos como los que deja el Plan de Transormación de Santiago de Vicuña Mackenna y Emilio Ansart. De hecho, un número signicativo de casos se encuentra en las inmediaciones del anillo de errocarriles del plan. No existe modo de comprobar si esto responde a una decisión consciente de la Caja, aunque Roberto Humeres diseña metódicamente el plan maestro para Santiago bajo la cuidadosa supervisión de Brunner. El plan de Humeres considera propuestas de vivienda en los límites urbanos de la época, con la intención de generar una nueva versión de la ciudad antigua por medio de la orma y de nuevos patrones de crecimiento. Los primeros lineamientos de las propuestas de la Caja en el plan de Humeres, e incluso antes, en el plano de Muñoz de 1936, indican una gran expresividad de la vivienda en la emergente metrópolis. La atención a la composición del espacio urbano, por medio de la orma de las calles y la colocación estratégica de los espacios abiertos, aluden directamente a los conceptos morológicos de Karl Brunner, para el cual las normas de composición implican una relación directa con el contexto urbano inmediato al seleccionar elementos que garanticen la continuidad. En esta etapa se privilegian soluciones orientadas a denir los bordes de las intervenciones, con espacios internos intermedios, algunas veces en orma de patios, en una intencionada articulación de bloques de edicios y calles secundarias, que alimentan la propuesta (Forster, 1999). Los espacios urbanos intermedios, situados entre el ámbito público y el privado, continúan utilizándose con éxito en la mayoría de las propuestas de la Caja, lo que se convierte en una característica del período, y se puede distinguir hasta ahora, como uno de los aportes más signicativos a la consolidación de los barrios. La Caja modica lo que había hasta los años 30: una estricta división entre las áreas públicas y privadas, que negaba la oportunidad de introducir el e l desaío de una nueva calidad de espacios urbanos. A nes de los años 50, las operaciones de la Caja se alejan de la estrecha relación con el contexto urbano, y optan por potenciar un modelo de barras más alargadas e independientes entre sí. Las urbanizaciones de mayor escala dan paso a espacios abiertos, con propuestas más simples en cuanto cuanto a la orma de las viviendas. Los bloques horizontales y las torres se independizan de los espacios públicos inmediatos.
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La experiencia del espacio colectivo o semipúblico
Como se ha mencionado, los espacios semipúblicos representan una evolución en las tipologías residenciales elaboradas por la Caja, que resulta en un benecio no intencionado derivado de la necesidad de proveer accesibilidad apropiada a cualquier vivienda del conjunto. Ya en 1937, 1937, un año después de spués de su creación, la Caja introduce este nuevo nue vo elemento en el diseño de la Población Central de Leche. Se incorporan espacios intermedios localizados estratégicamente para servir de transición entre la residencia y la vida urbana exterior. Estos espacios colectivos de gran variedad —plaza verde, plaza dura, patio, pasaje peatonal o calles con un diseño especial—, unidos a la orma y a la disposición de las edicaciones, se convierten en nuevos componentes del sistema de distribución y nuevos atributos del sistema de parcelación. Antes de la introducción de estos espacios, la parcela se asignaba exclusivamente para uso y benecio privado; el espacio colectivo relativiza esta situación agregando un nuevo valor en el mercado inmobiliario: el espacio colectivo. Este nuevo tipo de vacío sugiere nuevas asociaciones en la espacialidad urbana, donde el uso del espacio colectivo viene a demostrar que la morología de la ciudad, a partir de la vivienda, se ha redenido y ha madurado en su conceptualización. El espacio colectivo también proporciona soluciones al controvertido tema de la identidad de una comunidad, al refejar, en la orma ísica de un conjunto, la imagen de un lugar donde los residentes se visualizan circulando en su vida cotidiana. En estos nuevos espacios se refeja la idea de que el conjunto de vivienda trascienda los límites de la habitación, y congure una imagen colectiva de vida moderna que se desarrolla en comunidad.
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Vivienda obrera en Concepción. Concepc ión. La Villa Presidente Ríos, Ríos , primera ciudad moderna en Chile Pablo Fuentes, Leonel Pérez p. 85 / 106
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Viviend a obrera en Concepción. Vivienda Concep ción. La Villa V illa Presidente Presid ente Ríos, primera ciudad moderna en Chile 1 Pablo Fuentes 2, Leonel Pérez3 La Villa Presidente Ríos, llamada también la Ciudad Obrera de Huachipato, y popularmente conocida como Población Higueras, constituye el primer ejercicio de urbanismo moderno en Chile. Pero su condición de moderna no sólo la obtiene por ser un asentamiento de nueva undación, sino por incorporar las últimas ideas del urbanismo moderno del siglo XX (Figura Nº 1). En este sentido, este trabajo intenta mostrar que los conceptos de ciudad jardín, de Ebenezer Howard, de unidad vecinal, propuesta por Clarence Perry, y de ciudad uncional y sus derivaciones, emanadas de los CIAM, encuentran en el caso chileno una interpretación aglutinada de sus principios.
El concepto de ciudad jardín es desde los años 30 un modelo urbano de uso preerencial en el crecimiento de la capital del país, y se aplica sobre todo en los nuevos barrios de la burguesía santiaguina ubicados en comunas como Providencia, Ñuñoa y Las Condes. Sus resultados comprometen la organización urbana en torno a la materialización de las ventajas de la ciudad y del campo en un solo conglomerado, con un claro mejoramiento ambiental. En el prototipo de Howard, estos aspectos tienen que ver con una situación intermedia entre ambos contextos —el urbano y el rural—, en aprovechamiento de los sectores agrícolas inmediatos y su distanciamiento de los inconvenientes del caos urbano. Se trata de asentamientos emplazados en suelos menos aectados por las rentas de plusvalía de la ciudad. Howard propone una ocupación de hasta 32.000 habitantes, con una densidad de 60 habitantes por ha (Sica, 1981: 198 1: 13-18). Se trata de conjuntos bien conectados, con uncionamiento autónomo y, sobre todo, eran una respuesta a los inconvenientes sociales de la ciudad, a saber, la alta densidad, el aumento de la plusvalía, el crecimiento descontrolado, etc. Por otra parte, el concepto de unidad vecinal propuesto por el estadounidense Clarence Perry no había tenido expresión en Chile, salvo si se considera la organización de la Población Huemul (1911-1918), obra del arquitecto Ricardo
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Larraín Bravo, en esta categoría. En sí misma, según Perry, una unidad vecinal queda establecida por la organización de unciones sociales con las necesidades de la vida cotidiana de la amilia: escuelas primarias, pequeños parques, tiendas de ámbito local, etc. Su dimensión se calcula en unción de la población escolar de primaria. Su perímetro es establecido por calles mayores; sus espacios libres son destinados a áreas verdes y deportivas; sus equipamientos colectivos se agrupan en un área central a una distancia de entre 400 y 800 m de las viviendas, y son accesibles a pie para lo cual se evitan rigurosamente las intererencias con las vías vehicularess4. vehiculare Por su parte, la ciudad uncional promovida por Le Corbusie r y los CIAM en la Carta de Atenas, y promulgada en 1933 (aunque publicada diez años más tarde) establecía la organización urbana contemporánea separando las cuatro
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unciones undamentales: habitación, circulación, recreación y trabajo. Sus undamentos debían sostenerse en bases cientícas, al margen de la historia, que dieran lugar a respuestas coherentes con el desarrollo evolutivo de los procesos vitales biológicos y sociológicos del Hombre (Sica, 1981:17 1981:170). 0). Estos conceptos ueron la base organizativa del conjunto que constituyó la Ciudad Obrera de Huachipato a nes de los años 40, y determinaron la base cultural de su creación. Sin embargo, su resolución también ue una respuesta a las posiciones críticas del urbanismo moderno doctrinal sostenidas por teóricos como Bardet, Mumord o Sharp. Del mismo modo, también se enmarcó en las teorías y planes urbanísticos que entonces se desarrollaban en Chile, proceso auspiciado en la Corporación de Reconstrucción y Auxilio liderado por urbanistas como Luis Muñoz Maluschka, Federico Oherens, entre otros. En consecuencia, su ormación estuvo sujeta a un ambiente histórico especíco que entintó su creación de varias ormas. Entonces hubo una serie de sucesos que cuestionaron e impulsaron el desarrollo urbano de varias ciudades latinoamericanas, por ejemplo, en 1947 se desarrolló el VI Congreso Panamericano de Arquitectos en Lima, Perú. Se trató del primer encuentro continental de arquitectos después de terminada la Segunda Guerra Mundial. No parece casual que una de sus partes versara sobre las “características y unciones uncione s de las unidades vecinales en las ciudades de América”. Aparentemente, este tema venía siendo de mucho interés, por una parte, en cuanto comprometía uno de los principales problemas del continente, a saber, el décit habitacional, y por otra, porque era capaz de acercar por ese medio las soluciones que la ciudad latinoamericana requería para entonces. Simultáneamente tenía lugar otro acontecimiento latinoamericano relacionado con las vicisitudes internacionales del urbanismo moderno. Entre 1942 y 1959 José Luis Sert y Paul Lester Wiener, socios de la rma Town Planning Associates, realizaron una serie de planes de urbanismo para ciudades de Brasil, Perú, Colombia, Venezuela y Cuba, ya sea debido a su proceso de crecimiento, ya sea por su condición de ciudades nuevas. En ese marco Paul Wiener visitó Chile en 1947, invitado por la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Chile. En esa oportunidad Wiener describió las unidades vecinales como núcleos residenciales a escala humana que contenían todos los servicios y comodidades necesari necesarias, as, y que, pese a estar separadas por áreas verdes, estaban unidas a un centro cívico por vías vehiculares segregadas (Revista Arquitectura y Construcción, 1947). La visita de Wiener coincidía con la ormación de la lial CIAM chilena. Un poco más tarde, Sert ue elegido Presidente del VI CIAM de Bridgwater, en 1947. A partir de entonces, en sus intervenciones latinoamericanas, Sert y Wiener diundieron
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activamente los principios emanados de los CIAM, especialmente los de la Carta de Atenas y las últimas recomendaciones del CIAM de Bridgewater. En el caso de Sert, el concepto de unidad vecinal aparece como modelo del desarrollo de la vivienda. Sert trató especialmente este tema en Can our cities survive? (1943), donde lo denió como un conjunto ormado por grupos de viviendas y servicios comunitarios rodeados de espacio y otros elementos capaces de mejorar las condiciones de vida. Sert enatizaba la escala humana como un acuerdo entre el urbanismo y la célula habitacional. La unidad vecinal era para Sert la unidad básica de planeamiento de una ciudad, y estaba constituida por un número suciente de viviendas capaces de aprovechar los servicios de una escuela primaria. Estaría constituida por una población de 5.000 a 10.000 habitantes. Sert consideraba la ciudad moderna como una estructura social orgánica capaz de acilitar la vida comunal y los contactos sociales sin perjudicar las actividades individuales; en sus palabras, un “principio democrático básico de vida aplicado al planeamiento” (Schnitter, (Schnit ter, 2003). Finalmente, respecto respe cto de la visita que Wiener realizó a Chile en 1949, Eliash y Moreno arman que en esa oportunidad el arquitecto asesoró a Sergio Larraín, Emilio Duhart y Federico Oherens en el proyecto de Las Higueras (Eliash y Moreno, 1985). Con ese marco teórico como ondo, la Villa Presidente Ríos, construida en Chile a nes de los años 40, ue el resultado de actores internos y externos que propiciaron su creación. En el primer caso, el terremoto de 1939 aumentó el grave décit de vivienda en la zona aectada por la catástroe; como parte del proceso de reconstrucción, el Estado emprendió la creación de entidades promotoras del desarrollo nacional, cuestión que además se encontraba en la base de las políticas del Frente Popular, entonces en el gobierno. La Corporación de Fomento (1939), la Corporación de la Reconstrucción y Auxilio, así como los proesionales encargados de realizar los planes de desarrollo urbano urb ano en Chile durante los años 40, acompañaron los procesos de transormación de varias ciudades, entre ellas, Chillán, Concepción y La Serena. Fueron estas políticas las que auspiciaron la construcción de la Villa Presidente Ríos. La CORFO, institución estatal destinada a la reactivación de la economía mediante la planicación coordinada de las actividades productivas, tuvo entre sus tareas undamentales la creación e instalación de una nueva planta siderúrgica. Este hecho estuvo directamente relacionado con las consecuencias internacionales de la Segunda Guerra Mundial —que limitó la adquisición de acero industrial y alzó el precio del metal— y de la política de “buena vecindad” impulsada por el gobierno estadounidense a n de cooperar con el desarrollo de la región —que se materializó en estudios económicos, aporte de capitales,, asistencia tecnológica, entre otros—. Así, la CORFO contribuyó con capitales
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el capital necesario para la constitución de la industria y obtuvo créditos para su instalación. La Ley Nº 7.896 permitió, en 1945, ormar la Compañía de Aceros del Pacíco con nanciamiento mixto de capitales estatales y privados. Fueron estos los actores que impulsaron la urgente decisión por instalar una planta siderúrgica y, en consecuencia, una nueva ciudad para sus obreros y empleados. En este sentido, también se pueden encontrar ciertas similitudes teóricas con la ciudad industrial de Garnier, sobre todo en cuanto a la ciudad nueva surgida a partir de la industria metalúrgica y, más especícamente, en la abolición de la calle corredor, como se verá. Como apunta el arquitecto Claudio Sánchez, primer estudioso del tema, la administración de la CAP contó con la Comisión Ejecutiva de Habitaciones y con el Departamento de Habitación e Industria Anexas. Estas ocinas se encargaron de solucionar el problema habitacional de los obreros y empleados de la ábrica, cuestión que derivó en el proyecto de la Villa Presidente Ríos (Sánchez, 1960). Diversos estudios determinaron que la ubicación de la industria debía ser la Bahía San Vicente de Talcahuano . El terreno, terre no, de 983 ha y ubicado al borde del mar, era plano, de poco valor va lor comercial y con pocas posibilidades de desarrollo agrícola, pero era susceptible de acoger edicación industrial y habitacional. Entre las ventajas del lugar elegido, Sánchez destaca que: estaba próximo a centros de abastecimiento de materias primas necesarias para el uncionamiento de la industria; era centro de gravedad para el consumo interno; tenía rutas que acilitaban el transporte de productos de exportación nacional nacio nal e internacional; estaba provisto de energía eléctrica y agua dulce necesarias neces arias para la producción; disponía de extensos terrenos, instalaciones portuarias próximas, buenas condiciones climáticas, disponibilidad de mano de obra y servicios, accesibilidad, descentralización económica, etc. (Sánchez, 1960) (Figuras Nº 2 y N° 3). Los límites del terreno escogido eran más o menos los siguientes: por el norte, el sector de la población Gaete; por el sur, los undos Hualpencillo, La Aurora y Lenga; por el poniente, la bahía de San Vicente, y por el oriente estaba fanqueado por la autopista interurbana que conectaba Concepción con Talcahuano. El sector se encontraba a 15 km de Concepción, capital de la
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provincia y segunda ciudad de Chile Ch ile en importancia, importan cia, y a 3 km de Talcahuano, Talcahuano, el principal pr incipal puerto militar, industrial y pesquero nacional. En ese marco, el lugar quedó determinado también por otras conveniencias: cercanía a los centros de trabajo, proximidad a núcleos importantes de escala regional y nacional, ácil accesibilidad, independencia y escaso rendimiento económico. El lugar tenía una topograía adecuada para la instalación de industrias y poblaciones, era protegido de los vientos dominantes y, por tanto, de posibles emanaciones industriales nocivas. Las aenas para comenzar la construcción de la planta se iniciaron en 1947. A medida que avanzaban las obras surgió la necesidad de establecer a los empleados y obreros que traba jaban tanto en la construcción como en la producción de la planta. Así, en 1949, la CAP, de acuerdo con la CORFO, creó un asentamiento vecino destinado a actividades complementarias y derivadas de la industria. Esta planta, por su envergadura, tuvo importantes eectos en el entorno regional. El ordenamiento territorial del proyecto estuvo a cargo del urbanista Federico Oherens, quien consideró la provincia de Concepción como el centro de una región productiva más amplia, constituida por cuatro provincias vecinas: Ñuble, Bío-Bío, Malleco y Arauco. Las tres primeras eran e ran agrícolas, mientras que la cuarta, similar a la de Concepción, era una reserva minera, orestal e industrial (Figura Nº 4). Esto determinó la imperiosa necesidad de organizar las redes de transporte, marítimas, érreas, y viales, en el territorio.
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Según el relato de Federico Oherens, “(…) para asegurar un adecuado abastecimiento de productos alimenticios e indumentaria en la provincia de Concepción, y especialmente de la población de sus centros urbanos industriales, es indispensable impulsar un amplio desarrollo de las vías de transporte y comunicaciones de estos centros con las zonas agrícolas y urbanas de las provincias de Ñuble, Bío-Bío, Malleco y Arauco” 7. Estos planes entraban en directa consonancia con los postulados del urbanista Luis Muñoz Maluschka respecto de la organización de las redes territoriales y productivas propuesta tras el terremoto que en 1939 asoló la zona. En consecuencia, era una extensión de la misma solución territorial. Para instalar el complejo en el terreno elegido se desarrolló un plan maestro que recomendaba una cuidada zonicación de las actividades industriales, agrícolas, orestales, habitacionales, recreacionales y de deensa. Las redes erroviarias y viales ueron ue ron previstas por este plan (Revista T.C.P., 1957). La entidad encargada de desarrollar el plan habitacional ue el Departamento de Arquitectura de la CAP, que contó con la asesoría del urbanista Federico Oherens, de la Corporación de Reconstrucción y Auxilio, para organizar el planeamiento de la zona vecina a la planta. Este urbanista, rmante del maniesto CIAM chileno de 1947, determinó el número de habitantes de la ciudad obrera (Sánchez, 1960:49-50) en base a tres actores: el primero consideraba a los empleados y obreros de la siderúrgica de Huachipato; el segundo a las personas relacionadas con las industrias derivadas de ésta, y el tercero, la supercie necesaria para el uncionamiento de cada industria. El cálculo arrojó los siguientes datos: Supercie del sector industrial Número de empleados Número de obreros Total T otal
233, 2 ha 1.023 5.662 6.685 (Sánchez, 1960:50)
En unción de esta cantidad de empleados y obreros se calculó que la capacidad demográca de la nueva ciudad sería de unos 30.000 habitantes, con una densidad de 91 habitantes por ha. Este resultado es, según Claudio Sánchez, una coincidencia importante por cuanto varios cálculos a nivel internacional recomendaban la misma población para las ciudades nuevas 8.
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El terreno de la CAP estaba e staba dividido en dos por el cerro cer ro de la “U”, “U”, una pequeña cadena caden a de cerros bajos en orma de ensenada abierta hacia el oriente. En el estudio de zonicación se determinó que hacia el poniente, y junto al mar, se establecería la industria siderúrgica y que al oriente se dejaría una gran supercie para la construcción de un conjunto habitacional de 330,8 ha, de las cuales 203,1 estaban en terreno plano y el resto, en pendiente. Esta división del espacio constituyó la primera y gran zonicación de la ciudad.
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Este terreno, libre de trazados urbanos anteriores, permitió una planicación susceptible de investigar en las nuevas teorías de diseño urbano contemporáneo. El Departamento de Arquitectura decidió encargarles el trabajo a los arquitectos Sergio Larraín y Emilio Duhart, jóvenes proesores de la Universidad Católica que entonces dirigían la reorma de la Escuela de Arquitectura9, que trabajaron con la colaboración de Javier Rast, arquitecto de la CAP. Para el estudio solicitó un Plano Regional (escala 1:10.000) de la zona comprendida entre Concepción, Talcahuano, el río Bío-Bío y la Bahía de San Vicente; el plano regulador de la utura ciudad (escala 1: 2.000), su ordenanza y los planos generales de servicios públicos de la ciudad 10. El sector destinado para la vivienda de los obreros y empleados de la industria se asemeja a un triángulo equilátero. Sus límites son, por el norte, la población Gaete, por el poniente y el sur el cerro la “U”, y por el oriente, la autopista interurbana Concepción Talcahuano. Estaba próximo a los centros urbanos de Concepción, Talcahuano, Penco, Tomé y Coronel, y era adyacente a los caminos y vía érreas que conectaban estas ciudades. El núcleo residencial presentaba condiciones higiénicas aceptables y se encontraba lo sucientemente lejos de la planta siderúrgica para evitar los problemas de contaminación, pero también a una distancia conveniente que permitiera a los trabajadores tardar unos pocos minutos en trasladarse entre la residencia y el lugar de trabajo. Al estudiar la ubicación del terreno destinado a la vivienda y su relación con los núcleos urbanos más próximos, se observa una situación concreta a la que se aplican los principios del urbanismo de la época. Larraín y Duhart consideraron que los terrenos destinados a habitación eran propicios para undar una ciudad nueva, separada de los centros urbanos existentes por explotaciones agrícolas, industrias livianas y áreas verdes. En este sentido, la ciudad obrera es entendida como una adaptación del modelo de ciudad jardín de Howard y Huachipato constituyó un ejemplo de la descentralización urbana. ur bana. Por su posición en el con junto de los núcleos urbanos de la zona, bastante distante
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para mantener su autonomía y bastante próxima para ormar parte de una red interconectada, esta intervención se ha convertido en un nuevo paradigma urbano en Chile. Este nuevo modo de organizar el asentamiento urbano, como vecindario y no como ciudad, se avenía con las nuevas concepciones revisadas del urbanismo moderno y aplicadas por Bardet, Mumord y Scharp, críticas al uncionalismo a ultranza de Le Corbusier, Hilberseimer y otros arquitectos modernos, tanto en sus aspectos morológicos como sociales donde ambos actores estaban preocupados de guardar una escala controlada. Según Sharp, “el problema de planear para el bienestar social ha sido una de las principales consideraciones que en los años recientes han llevado a la concepción de la urbanización vecinal como plan único de la ciudad. Tal concepción, como también la idea de la ciudad satélite, con la que guarda un estrecho parentesco, constituye una de las creaciones más importantes en la historia de la urbanización civil, (…) en consecuencia es la vecindad y no la ciudad el núcleo más avorable para la actividad de conjunto, uera y más allá de la amilia” (Sharp , 1947). El conjunto se organiza en cuatro unidades vecinales y una unidad cívica central. Las unidades vecinales materializaron los conceptos de Perry y justicaron la organización global del proyecto. Se calculó que en cada unidad vecinal habría una población estable, de entre 7.000 y 7.500 habitantes, y una pequeña población fotante que se ubicaría en hoteles, pequeños departamentos, servicios públicos, etc. Las ensenadas del cerro de la “U” que daban al oriente ori ente determinaron determ inaron la posición y el tamaño de las cuatro unidades vecinales, así como la red vial del conjunto. conjunto . Este orden se estableció en unción de las características del entorno natural, en el marco del cual se decidió separar el sector industrial del sector residencial, y, al interior de éste, delimitar las distintas unidades y sistemas de separación y comunicación, casi naturalmente, lo que caracterizó morológicamente al con junto. En este sentido, sentido , la geograía ue el primer determinante determinan te del diseño urbano y de la magnitud espacial de las unidades de esta ciudad. El tamaño de sus partes ue establecido tomando como reerencia la escuela primaria, en correspondencia con las estadísticas demográcas y las exigencias de la educación en Chile. El siguiente cálculo muestra la adecuación consciente y racional a los resultados del proyecto. N° de niños de una misma edad escolar por cada 100 habitantes................................2,4 habitantes................................2,4 5 a 10% ausentismo escolar........................................................... escolar........................................................................................2,4 .............................2,4 - 0,22 Total T otal de niños de una misma edad escolar esco lar por cada 100 habitantes... hab itantes.......... .............2 ......2,6 ,6 - 2,18 Estimado en 40 el número de alumnos por cada clase, se concluye que de ocuparse las 6 salas de clases en su capacidad máxima la población necesaria es de 1.754 a 1.850 habitantes.
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Partiendo de la conveniencia de tener dos cursos paralelos por nivel, si se trata de mantener una escuela, se deduce que la población máxima fuctúa entre 3.508 y 3.700 habitantes. Siguiendo este criterio, se necesitan 7.000 a 7.400 habitantes para mantener 2 escuelas; el doble para mantener 4, etc. Por otra parte, las experiencias tenidas a la echa recomiendan unidades vecinales no menores de 5.000 habitantes ni mayores de 10.000, lo que permite concluir que cada unidad vecinal debe tener una población de 7.000 a 7.400 personas. Por lo tanto, para cuatro unidades vecinales en la ciudad, se obtiene una población total de 28.000 a 29.000 habitantes” habitantes”11. En consecuencia, cada una de las cuatro unidades vecinales quedó conormada por cinco vecindarios, cuestión que siguió el siguiente procedimiento: “Como la unidad vecinal tiene la nalidad de organizar una vida interna de la población reerente a la educación de niños y al abastecimiento de productos para el consumo diario, diario , se la dotó de un centro vecinal ormado por el conjunto escolar, esto es, la escuela primaria y la secundaria, y por un conjunto comercial de abastecimiento de productos de uso diario, compuesto por el mercado vecinal, ocinas y locales comerciales. Para satisacer la demanda por educación preescolar se ubican varios vario s Kindergarten o jardines inantiles, que a su vez sirven de centro para los elementos menores llamados vecindarios. Para determinar estos elementos se procede tomando como base la población del jardín inantil, total de niños de una misma edad escolar 2,16 a 2,18 por cada 100 habitantes. Considerando que el número de alumnos por clase no debe pasar de 30, se requieren 1.310 a 1.400 habitantes para ocupar cada sala de clases en su máxima capacidad. Como hay tres salas, para niños de 3, 4 y 5 años, se concluye que para una unidad vecinal de 7.000 habitantes se necesitan de 5,3 a 5,75 jardines inantiles. De acuerdo con lo anterior se decide componer cada unidad vecinal a partir de cinco vecindarios de 1.400 personas cada uno” 12. En resumen, cada unidad vecinal tiene un centro ormado por un conjunto escolar –con escuela primaria y secundaria—, y un centro comercial de abastecimiento, y se consolida de esta orma el concepto de neighborhood unit
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propuesta por Perry. Esta experiencia constituye una de las principales decisiones del diseño urbano en cuanto a que cada unidad vecinal queda establecida en torno a un “corazón” particular ubicado con toda claridad en el centro de cada parte. Con esto se genera la imagen de un conjunto compuesto por cuatro células (unidades vecinales) que rodean su núcleo educacional y de abastecimiento (Figuras N° 5 y N° 6). Del mismo modo, cada unidad vecinal está compuesta por cinco vecindarios que tienen al jardín inantil como centro menor. Los cálculos realizados a partir del equipamiento educacional están en correspondencia con varias teorías vigentes en esa época. Thomas Sharp sostiene que: “Si para nes sociales el tamaño de una vecindad puede ser más o menos imaginado, el tamaño para su comodidad puede ser determinado con más exactitud, exac titud, variará en cierta medida según el n para el que se destine el distrito y para precisarlo debemos escoger uno de los servicios básicos indispensables, estudiar la unidad de este proyecto y ver como los otros servicios se ajustan a él. El servicio local básico e indispensable de nuestra civilización consiste en la educación de los niños; la unión vecinal debe por lo tanto prestar todo su apoyo a la educación primaria” 13. Todos estos argumentos estaban destinados a cum Todos plir ciertos objetivos especícos. Por una parte, estimular la convivencia social de orma homogénea y comunitaria, y por otra, omentar expresiones plásticas que identicaran espacialmente a cada parte de la comunidad. Las viviendas, al igual que la organización urbana, se denen a partir de actores demográcos como la edad y la composición amiliar. Estas estadísticas sirven para establecer los tipos de vivienda y su correspondiente cantidad14. Sus resultados ueron: Departamento de 1 dormitori Departamento dormitorio.............. o................................ ....................5% ..5% Departamento de 2 dormitorios.............................11% Casa de 2 dormito dormitorios......... rios........................... ................................... ....................11% ...11% Casa de 3 dormito dormitorios......... rios........................... ................................... ....................46% ...46% Casa de 4 dormitori dormitorios........... os............................ ................................... ...................27% .27% Total T otal de viviendas por unidad vecinal..................100% vecinal............ ......100%
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El número total de viviendas amiliares podrá variar de 1.094 a 1.157 unidades (casas o departamentos) para cada U. Vecinal, variación que corresponde a U. Vecinales de 7.000 a 7.400 habitantes. El 68% del total de las viviendas amiliares debe proyectarse como casas para amilias independientes y el 32% como casas para amilias agrupadas, o sea, como casas que deben permitir el alojamiento de amiliares allegados. Se consideran los colectivos necesarios para el alojamiento de 389 a 411 solteros (148 dormitorios incluidos los empleados y los obreros). Se consideran los departamentos necesarios para el alojamiento de 41 a 45 mujeres solteras, (22 departamentos de 1 dormitorio c/u)”15.
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La tipología arquitectónica de la ciudad obrera se resolvió en cuerpos de edicación continua para viviendas de dos pisos y edicios de 4 pisos para departamentos y colectivos 16. Estos últimos se emplazan en un terreno de propiedad común. Las viviendas uniamiliares en edicación continua quedan con terrenos particulares e independientes. Cada uno de ellos es denido por el rente de la casa, de unos 10 m, y por su ondo, de 30 a 35 m, de modo que las supercies de los predios oscilan entre entre 300 a 400 m 2. De la supercie total del terreno se permite ocupar el 30% 3 0% con construcción. El espacio restante es destinado a patios y antejardines para el caso de viviendas uniamiliares, y de canchas de juego ju ego y áreas verdes para los bloques de departamentos y colectivos. Los estudios de orientación de las edicaciones son realizados por el arquitecto Abraham Schapira y quedan condensados en el artículo 17° de la Ordenanza del Sector Habitable. Sus aspectos más relevantes son los siguientes: la orientación preerente para el asoleamiento es la orientación norte sur; se acepta una variación de 20° al oriente orien te o al poniente; si los bloques tienen galerías abiertas o crujía simple se puede aceptar hasta 40° de desviación al oriente o al poniente; la distancia entre bloques debe fuctuar entre 3,15 m y 3,25 m por cada metro de altura de la arista proyectante. La estructura vial del conjunto se caracteriza por tener un eje troncal de acceso que nace en la autopista que une Concepción y Talcahuano. Se trata de la Av. Desiderio García, de cuatro pistas, dispuesta en dirección noroeste . A su costado oriente se ubica el centro cívico y remata en el área deportiva. Desde ella, hacia el nororiente, salen a su vez las avenidas Alto Horno y Laminadores, que delimitan las unidades vecinales 2, 3 y 4. Perpendiculares a estas vías se disponen, cada 100 m, calles de penetración a las unidades vecinales, sin salida, puesto que cada una termina en un cul-de-sac. El sistema completo queda circunscrito por una vía de circunvalación. Las vías vehiculares ueron denitivamente separadas del resto de las unciones urbanas. “Se tomarán las disposiciones necesarias para que los vehículos no puedan salir de las calles y espacios destinados para ellos, evitando
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en particular la comunicación vehicular entre las dierentes calles ciegas de cada Unidad” 17. Por su parte, las vías peatonales convergieron co nvergieron hacia el centro escolar y comercial de cada unidad vecinal y hacia el e l centro cívico. Las vías rápidas ueron ue ron convenientemente separadas de las unciones habitacionales por áreas verdes. Los bloques de vivienda uniamiliar se dispusieron perpendiculares a las calles secundarias, eliminando la calle corredor, evitando que el automóvil se aproximara más a la vivienda y al corazón de cada unidad vecinal, y en consecuencia consecue ncia separando las unciones de habitación, circulación y recreación. Por consiguiente, con ello se adopta las recomendaciones de la ciudad uncional de los CIAM. Del mismo modo, los bloques de departamentos y colectivos de cuatro plantas se ubican sobre áreas verdes —que nunca se habilitan—, junto al eje troncal, en correspondencia con su jerarquía espacial y uncional, y separan a esta vía de la zona de las viviendas uniamiliares de menor escala. Los bloques de departamentos, tipología de volúmenes dispuestos en orma libre sobre áreas verdes, responden a los ideales de la arquitectura y el urbanismo uncionalistas. El centro cívico merece mención aparte por cuanto constituye en sí mismo el núcleo jerárquico del conjunto. Ubicado en el centro del terreno y equidistante de todas las unidades vecinales, en él se pretendió ubicar una serie de servicios públicos (municipalidad, ocinas, policía y bomberos), culturales (cine, teatro circo, club social), religiosos (iglesia, baptisterio, casa parroquial), deportivos (estadio, piscina y canchas deportivas), comerciales (mercado y locales comerciales) y áreas de esparcimiento (plaza, mercado de fores y restaurante), etc. (Figura Nº 7). El centro cívico es un lugar jerárquico de ácil acceso y está destinado a entregar la variedad plástica y espacial al conjunto, y servir de espacio aglutinador de aquellas unciones sociales colectivas de toda la ciudad obrera. Se entiende como el punto de encuentro y el espacio mayor en orma y ubicación. Cabe reconocer que la ciudad no tuvo tu vo entre sus undamentos ningún tipo de división social, de modo que, en este punto coincidió con uno de los principios más estimulantes del hecho arquitectónico contempoconte mporáneo: la integración social que tiene como n el bienestar colectivo.
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“El bienestar social de la comunidad exige un interés cooperativo, una comprensión y respeto mutuos de parte de las diversas clases de ciudadanos que orman esa comunidad. El interés colectivo y la comprensión mutua hallan su mejor estímulo en la íntima unión de esas clases. (…) El problema de planear para el bienestar social ha sido una de las principales consideraciones que en los años recientes han llevado a la concepción de la urbanización vecinal como plan único ú nico de la ciudad (Sharp, 1947).” En su diseño urbano, la Villa Presidente Ríos reúne la mayoría de las recomendaciones de la Carta de Atenas. En ese sentido, si se revisa su diseño en atención de las exigencias del documento, se comprueba que varias de estas recomendaciones son puestas en práctica en este proyecto, por ejemplo, se puede reconocer como varios de los artículos han sido materializados. 24.- Que los barrios de habitación ocupen en adelante los emplazamientos mejores en el espacio urbano, sacando partido a la topograía, teniendo en cuenta el clima y disponiendo del asoleamiento más avorable y de áreas verdes adecuadas. 26.- Que las densidades razonables sean impuestas según las ormas de habitación propuestas por la naturaleza misma del terreno. 28.- Que la alineación de habitaciones a lo largo de las vías de comunicación sea prohibida. 30.- Que, colocadas a gran distancia una de otra, liberen al suelo a avor de amplias áreas verdes. 36.- Que todo barrio de habitación disponga en delante de la supercie verde nece saria para el desarrollo racional de los juegos y deportes de los niños, de los adolescentes y de los adultos. 46.- Que las distancias entre los sitios de trabajo y las zonas de habitación se reduzcan al mínimo. 47.- Que los sectores industriales se independicen de los sectores de habitación, separando unos de otros con zonas de verdor. 50.- Que el barrio cívico, consagrado a la administración privada o pública, quede asegurado de buenas comunicaciones con los barrios de la habitación, como también con las industrias o artesanados emplazados en la ciudad o en sus proximidades. 63.- Que las calles sean dierenciadas según sus destinos; calles de habitación, paseo, de tránsito, vías principales” (Revista de Arquitectura y Cons trucción, 1946). La Villa Presidente Ríos constituye una intervención urbana que congrega varias teorías modernas: la ciudad jardín propiciada por los urbanistas ingleses, la unidad vecinal norteamericana, la ciudad uncionall emanada de los encuentros CIAM y las correspondientes unciona derivaciones derivacio nes críticas de este modelo. Desde este punto de vista, se
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trata del primer y único ejemplo en Chile realizado conorme a las principales ideas del urbanismo moderno. En ese marco, su materialización reconoce los intereses de arquitectos y urbanistas jóvenes determinados en concretar en Chile las posturas más vanguardistas en la materia. La ciudad obrera es al mismo tiempo una respuesta contemporánea a una sociedad contemporánea en acuerdo a un origen contemporáneo. Es decir, como materialización del urbanismo moderno ue también moderna para una sociedad contemporánea ideal ormada al alero de una industria siderúrgica moderna. Es en sí misma una crítica a la ciudad tradicional, para entonces considerada ineciente, y se le expresa como una respuesta idónea que posibilita la descongestión, la descentralización, y sobre todo, materializa una nueva aspiración social. Esta cuestión, naturalmente, determinó su emplazamiento y su papel urbano. Desde el punto de vista social, esta ciudad materializa los ideales colectivistas en cuanto procura detener la segregación social del urbanismo tradicional, al mezclar a obreros y empleados. Acoge a un grupo social nuevo y homogéneo, homogéne o, con amilias en la etapa inicial inicia l de su ormación. La unidad vecinal es congruente con su base teórica sustentada en la ciudad polinuclear, en donde se reconoce la existencia de las entidades particulares y generales que van desde los vecindarios pasando por las unidades vecinales y el centro cívico hasta llegar a la ciudad, principio que se refeja claramente en la distribución y las jerarquías espaciales. Por lo mismo, la organización urbana reconoce al individuo, a la amilia y a la colectividad, y en consecuencia organiza la vivienda individual, amiliar y colectiva. Todo ello, sumado a los servicios, las circulaciones y las áreas verdes, constituye la ciudad. La villa es al mismo tiempo prueba de la organización del Estado, del uncionamiento uncionam iento de sus instituciones scales y semipúblicas, y paradigma urbano del proceso de modernización nacional. El proceso es conado a proesionales jóvenes acordes con un proceso general de transormación del gobierno. En este sentido, la Villa Presidente Ríos es una muestra de descentralización de las tareas modernizadoras nacionales. Al respecto, no sólo su gestión arquitectónica involucra a un entorno ajeno a la capital, sino que, su ejecución, a la luz de los nuevos conceptos del urbanismo moderno, es emprendida lejos de Santiago, al margen de las ciudades existentes en el entorno, y en ella se involucra decididamente el ambiente regional. Esto es posible, en gran parte, porque se dispone de un terreno en manos de un solo propietario institucional de carácter semipúblico, y en donde no se había intervenido. En ese marco cabe agregar que la administración del conjunto, de propiedad mixta, escoge a arquitectos privados para realizar el diseño de la ciudad. En este sentido, la órmula escogida permite un diseño libre de imposiciones burocráticas y abierto a considerar una solución de vanguardia.
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La Villa Presidente Ríos pone tempranamente en práctica los nuevos ideales del urbanismo contemporáneo en América Latina. En Chile se ubica a la vanguardia de todas las grandes transormaciones urbanas de la época, sobrepasando las intervenciones coetáneas que se realizaban en Chillán y Concepción; pero, sobre todo, se ubica en el polo opuesto de la intervención que al mismo tiempo se realizaba en La Serena. Si bien en todas estas transormaciones el Estado actúa como gestor, la Población Higueras, como se la conoce popularmente, se identica con la modernidad idílica, aquella cuyos componentes representan la aplicación de lo último, lo nuevo y lo mejor. A la postre, la materialización no resulta del todo exitosa y no tiene continuidad en el tiempo. De la ciudad sólo se pueden construir algunas etapas, debido a la alta de recursos necesarios. En consecuencia, la CAP decide vender parte del terreno parcelado a otras instituciones ejecutoras de planes habitacionales para que construyeran viviendas. Entre ellas se encuentran la Corporación de la Vivienda, CORVI, y algunas cajas de previsión. Finalmente el resultado de la operación es el siguiente: Entidad ejecutora
Número de viviendas
CAP...............................................................................580 CAP................................................... ............................580 Vivienda Viviendass Corvi..............................................................................328 Viviendas Fundación de Viviendas de Emergencia... Emergencia.......... ............4 .....494 94 Viviendas Caja de Empleados Particular Particulares.............................298 es.............................298 Viviend Viviendas as Fca. Carburo Carburo y Metalurgia.......................................8 Metalurgia.......................................8 Viviend Viviendas as Corporación Corporac ión de Fomento.........................................12 Fomento.........................................12 Vivienda Viviendass CAP...............................................................................580 Viviendas18 Total..... T otal............ ............. ............. .............. .............. ............. ............. .............. .............. ............. ............1 ......1.720 .720 Viviendas Este contratiempo origina situaciones que no estaban consideradas en el proyecto original de la Villa Presidente Ríos, entre otras, la adquisición de viviendas por personas, ajenas a la planta siderúrgica, cuya composición amiliar era distinta a la prevista, lo que produce un aumento aumen to de densidad habitacional con las consiguientes alteraciones espaciales. El plan original debe alterarse para responder a la nueva variable, esto es, la entrega de terrenos donde construirán otras entidades ejecutoras de proyectos de vivienda.
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En este sentido, se deduce que es la misma administración semipública que gestiona el proyecto ideal la que se encarga de desmantelarlo. En esas condiciones, la ciudad obrera de Huachipato queda bajo la jurisdicción de Talcahuano pasando de esa orma a constituir un gran barrio abierto del puerto. Para entonces Puerto Chacabuco, otra ciudad planicada por iniciativa estatal para ocho mil personas en la desembocadura del río Aysén comienza su desarrollo sin llegar a alcanzar mejor éxito (Unión Internacional de Arquitectos, 1958). Con todo, la Villa Presidente Ríos logra ormalizar su condición de primera ciudad moderna en Chile.
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La política habitacional como instrumento de desintegración desintegración social. Eectos de una política de vivienda exitosa María Elena Ducci p. 107 / 123
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La política habitacional como instrumento de desintegración social. Eectos de una política de vivienda exitosa María Elena Ducci 1
En un contexto de acelerados cambios en el mundo, América Latina no se queda atrás. La globalización imparable, la supremacía del mercado, mercado , las políticas de ajuste que reducen los programas sociales, estados cada vez más pequeños, son todas características del nuevo escenario al que se enrenta nuestra región. Uno de los evidentes resultados de lo anterior es un aumento de los niveles de desigualdad y pobreza y un empeoramiento de las condiciones de vida de los más pobres. América Latina no parece ser capaz de erradicar la pobreza sino, por el contrario, las dierencias entre ricos y pobres se siguen agudizando 2. Nos encontramos así ante un callejón sin salida; si nuestros estados son cada vez más pequeños y su capacidad de acción se ve limitada por la reducción de sus recursos, ¿cómo podemos pretender que el Estado se haga cargo de mejorar la calidad de vida de los más pobres, al mismo tiempo que lucha por desarrollar la economía, mantener los equilibrios macroeconómicos, generar empleos, resguardar el orden y otra serie de tareas, todas aparentem ente urgentes e indispensab indispensables? les? La vivienda es, sin lugar a dudas, uno de los elementos más importantes a la hora de denir las condiciones de vida de la población, y ha sido, desde los años 60, uno de los temas centrales de las luchas sociales urbanas. El problema de la vivienda, que alguna vez se centró en la lucha por la tierra y por un techo, ha cambiado su eje y ahora nuestras ciudades alojan a millones de pobres que, aún siendo propietarios de su terreno y/o vivienda, viven en condiciones muchas veces deplorables. Sin embargo, los grupos populares que ueron centrales en la dinámica urbana entre los 60 y los 90 en la mayor parte de los países latinoamericanos, parecen hacer perdido uerza, hasta el grado de desaparecer como actores relevantes del debate urbano actual. ¿Por qué pelean los más pobres en la actualidad? ¿O ya no luchan? Pareciera que, una vez que han adquirido con cierto nivel de seguridad, una propiedad donde pueden instalarse más o menos denitivamente a vivir con sus amilias, las combativas organizaciones de los 70 y 80 han perdido su bandera de lucha y sus integrantes se han replegado al
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interior de su vivienda. Al menos eso es lo que sostienen muchos representantes populares que consideran que les es cada vez más diícil contar con el apoyo real de sus representados 3. Frente a ese escenario, este parece un buen momento para intentar entender los impactos que están teniendo sobre la pobreza, las políticas sociales implementadas por el Estado y especícamente en el tema que aquí nos interesa tratar, el de la vivienda. En el contexto de América Latina y aún entre los países en desarrollo, Chile se destaca por los buenos resultados de su política de vivienda social. Este éxito se basa en el desarrollo de un muy eciente sistema de nanciamiento para la vivienda, el que ha permitido que el sector privado privado se interese e involucre directamente en la producción de vivienda social, una vivienda que hasta entonces estaba por completo uera de los sistemas “legales” de producción habitacional. habitacional. Esto ha generado que Chile pase a ser conside consi derado rado por muchos países en desarrollo como un modelo a seguir 4. Sin embargo, como han planteado diversas revisiones críticas de la política habitacional chilena (Sugranyes, 2002; Rodríguez, 2004; Ducci, 1997, 2000), existen eectos poco avorables de ésta que están aectando negativamente la calidad de vida de los más pobres y generando zonas urbanas urbanas que concentran un nuevo tipo de pobreza dura, cada vez más diícil de enrentar. Este trabajo se centra justamente en algunos de estos eectos, así como en un análisis crítico de la evolución de la política explícita del MINVU MI NVU y de los avances experimentados experimentados en los últimos años por la acción habitacional del Estado. ¿Cambios en la política habitacional chilena? Antes de plantear los problemas que enrenta enren ta la vivienda vivie nda en Chile, C hile, es necesar necesario io reconocer los grandes logros de la política implementada en los últimos 15 años, los que han hecho esta política reconocida en la región y en todo el mundo en desarrollo. Es preciso entonces dimensionar a grandes rasgos los éxitos logrados, especialmente en cuanto al volumen de unidades habitacionales producidas: “... en el período 1990 – 2003 se cons-
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truyeron en el país un total de 1.609.305 viviendas nuevas, lo que supone un promedio anual de 115.938, de las cuales aproximadamente aproximadamente un 75% contiene nanciamiento público” (MINV U, 2004). Este uerte impulso dado a la construcción habitacional permitió que el número de viviendas por habitante pasara, entre 1990 y 2002, de 252 a 291 viviendas para cada 1000 habitantes, respectivamente. A pesar de que los estudios sobre el décit habitacional suelen variar según la uente de inormación y la cercanía a períodos electorales, es indudable que el país ha dado un salto importante en cuanto a la dotación de vivienda propia y de servicios básicos para una gran mayoría de la población, salto asombroso si se considera que el país aún mantiene altos niveles de pobreza 5. Así, cuando la mayor parte de los países latinoamericanos sostienen que alrededor del 30% o 40% de su población vive en condiciones irregulares en sus áreas urbanas, en Chile se estima que alrededor del 15% de la población no posee una vivienda adecuada, ya sea porque vive como “allegado” 6 o por las malas condiciones de su vivienda. Por otra parte, los “campamentos” o asentamientos irregulares, muchos de los cuales no cuentan con servicios, representabann menos del 2% del total de amilias del país en representaba 2002, según el catastro realizado por “Un techo para Chile” 7. Según la inormación ocial del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, el décit ha ido disminuyendo en orma constante desde 1990 hasta la echa, y para 2002, con base en el censo de ese año, se calcula en 543.542 viviendas. Sin embargo, la Cámara Chilena de la Construcción tiene una proyección dierente del décit habitacional para 2004, y sostiene que en el país existen 750.000 amilias allegadas 8. En cualquier caso, los volúmenes de soluciones habitacionales producidos directa o indirectamente por el Estado chileno son destacables, como se aprecia en el cuadro siguiente, donde se distingue entre los distintos tipos de programas y subsidios implementados. Sin embargo, los importantes logros obtenidos con respecto a la cantidad de viviendas producidas han dado paso a otro tipo de problemas que adquieren cada vez más peso en la agenda política nacional. Así, en la segunda mitad
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de los 90, el sistema de producción de viviendas sociales chileno comienza a hacer crisis. El eciente sistema de nanciamiento de la vivienda social que es responsable del éxito de la política habitacional chilena empieza a complicarse cuando, en 1997, 1997, debido a una un a uerte temporada te mporada de lluvias, la mala calidad de las viviendas se hace evidente y explota una crisis que no ha podido ser zan jada hasta ahora. Las Las imágenes de edicios cubiertos por gigantescas mangas de plástico para intentar detener el agua que inundaba las viviendas ueron mostradas prousamente por los medios y han pasado al imaginario nacional como las “casas de plástico”, símbolo de la pésima calidad de las viviendas producidas por el Estado. Los “coletazos” de este problema siguen aectando al MINVU, “…que ha gastado $60 mil millones en salir al rescate de las viviendas sociales” y que tiene catastradas 64.355 casas con allas, de las cuales en mayo de 2005 había reparado 22.600” (El Mercurio, 2006).
Programas
1990 – 2003
Vivienda Básica Vivienda Serviu
290.100
Vivienda Progresiva
46.210
VSDsD
Subsidios otorgados
Total 1990 - 2003
3.659
General Unicado
271.086
PET
204.554
Rural
101.957
Nueva Básica
1.224
Progresiva 1ª Etapa
71.838
Progresiva 2ª Etapa
18.368
Leasing
7.881
Fondo Concursable
7.325 1.064.202
Uno de los resultados directos de la insatisacción creciente de los beneciarios con las viviendas recibidas ha sido el alto nivel de morosidad en los pagos comprometidos (“dividendos”), situación que ue puntualmente enrentada a nes de los 80 y en los 90 9 0 por decisiones presidenciales, presidenciales, como la de condonar las deudas pendientes (“perdonazos”). En vez de acabar con la morosidad, este mecanismo provocó una clara pérdida de interés del sector privado por
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continuar participando en la producción de vivienda social bajo las condiciones anteriores (Ravinet, 2003) 9. Así, la rentabilidad del negocio de producción de vivienda social empezó a ser amenazada después de más de dos décadas de adecuado uncionamiento, cuando los grupos populares, para mostrar su insatisacción por el producto recibido, comenzaron en orma masiva a negarse a pagar sus deudas habitacionales. Se genera así un círculo diícil de romper. Por una parte, el sector privado, comprometido desde mediados de los 70 en la producción de vivienda social, requiere, para continuar siendo un actor central de este proceso, ciertas condiciones que le aseguren la rentabilidad de sus inversiones. Por otra parte, esta rentabilidad se vio amenazada a partir del momento en que las amilias beneciarias se negaron a seguir pagando sus deudas mientras no les solucionen los problemas de calidad (viviendas que se llueven, baños que uncionan decientemente, muros y pisos rápidamente deteriorados, etc.). A nivel ocial se empiezan a reconocer recono cer los lo s nuevos problemas surgidos su rgidos por el tipo de habitación que se ha estado entregando a los sectores de menores recursos: “....se percibe que persistieron limitaciones de la ocalización de los programas en los sectores pobres; que el sistema de producción producción masiva SERVIU SER VIU generó crisis de calidad y que las nuevas políticas requerían enrentar los problemas de segregación socioespacial de las ciudades y consolidar mejores grados de acceso de los pobres a servicios urbanos y niveles adecuados de calidad de vida.” (MINVU, 2004). Intentando enrentar los nuevos retos que plantea la situación habitacional a principios de la década del 2000, el MINVU presenta una “Nueva política de vivienda”. Como principal innovación se crea el “Programa de Vivienda Social Dinámica sin Deuda”, “... donde a partir de un estándar mínimo se apuesta por un crecimiento de la vivienda a cargo del usuario” y el “FSV” (Fondo Solidario de Vivienda) orientado a los sectores de más bajos recursos al cual se postula a través de un Fondo Concursable. Los principales cambios que se realizan en los sistemas de subsidio resultan ser adaptaciones a los programas anteriores (Cuadro Nº 2). Los nuevos programas de vivienda (VSDsD (VS DsD y Fondo Concurs Concursable able y Reglamento Único) incluyen, en teoría, a los programas tradicionales de Vivienda Básica, PET, Susidio Unicado y Subsidio Rural 10.
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La “Vivienda Social Dinámica sin Deuda” (VSDsD) está dirigida a personas por debajo de la línea de pobreza y sin capacidad de obtener crédito en las entidades nancieras. En su etapa inicial entrega una unidad no inerior a 25 m², con la posibilidad de crecer a 50 m² y otorga un subsidio máximo de 280 UF (unos US$ 8.000), el cual se complementa con un ahorro mínimo de 10 UF (unos US$ 300 dólares). El “Fondo Concursable para Proyectos Habitacionales Solidarios” está dirigido a grupos organizados de amilias en situación situ ación de extrema pobreza (mínimo 10), patrocinadas por una entidad organizadora, que además deben contar con un proyecto aprobado por la Dirección de Obras Municipales. El subsidio, sumado al ahorro previo, les permite obtener dierentes soluciones habitacionales, desde una vivienda mínima en terreno propio o nuevo, a una vivienda usada o la rehabilitación de edicios antiguos, entre otras. El monto del subsidio y el ahorro previo promedio son similares a los del caso anterior. El “Reglamento Único” modica el subsidio habitacional estableciendo establecie ndo tres programas: Subsidio General (que reúne los programas de Nueva Básica, PET y Subsidio Unicado), Subsidio de Interés Territo rial para zonas de renovación urbana y Subsidio de Rehabilitación Patrimonial para zonas o inmuebles de conservación histórica. Estos programas varían los montos de subsidio, los requisitos y las reglas dependiendo de las zonas territoriales, el tipo de llamado, etc. (Silva, 2004). En el Cuadro N° 2 se hace un paralelo entre el sistema anterior y los cambios implementados en 2004. Como puede apreciarse, más que una nueva política habitacional, los cambios eectuados en los programas de subsidio que orece el MINVU corresponden a una serie de adaptaciones de los programas anteriores. Este nuevo esquema permite asegurar al capital privado una rentabilidad adecuada, y genera un marco de mayor certidumbre para el sector privado para atraerlo nuevamente a la producción de vivienda social. “La idea es que a los postulantes y entidades nancieras que otorgan créditos hipotecarios les sea más ácil el trámite” (Silva, 2004). Pese a que se trató de mejorar el uncionamiento de los programas anteriores, predomina la alta de claridad de las nuevas propuestas, y subsisten los obstáculos para la postulación de los más pobres, en especial, la exigencia de presentar un proyecto a los ondos concursables. Por otra parte, es claro que las reormas propuestas por el MINVU generan un marco de mayor seguridad y certidumbre para los sectores nanciero y de la construcción, qu e tanto el gobierno como
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Las nuevas reglas del juego ANTIGUO SISTEMA
NUEVO SISTEMA
SUBSIDIO RURAL
SUBSIDIO RURAL
VIVI ENDA SOCIAL VIVIENDA SOCI AL DINÁMICA SIN DEUDA FONDO SOLIDARIO DE VIVIENDA
VIVIENDA VIVI ENDA SOCIAL SOCI AL DINÁMICA DINÁM ICA SIN DEUDA D EUDA
Fondo concursable para proyectos habitacionales solidarios sin deuda
NUEVA VIVIENDA BÁSICA SISTEMA GENERAL
1. Unicado 2. Renovación urbana 3. Rehabilitación
REGLAMENTO ÚNICO
PROGRAMA ESPECIAL DE TRABAJADORE TRABAJAD ORESS (PET) LEAS I NG HABITACIONAL
LEAS ING HABITACIONAL
VIVIENDA VIVI ENDA PROGRE PRO GRESIVA SIVA
En extinción
el sector privado ven como motores de la economía nacional. Así, “...el subsidio habitacional ha sido, desde que nació, el uerte gatillador de la demanda y de la reactivación del sector” (Murúa, 2004). La nueva pobreza urbana: segregación y trastornos de salud mental Aún en Chile, pese a un desarrollo des arrollo económico económic o sostenido y a una un a celebrada política de vivienda que ha sido y es considerada como la más exitosa de la región, la pobreza sigue siendo el eje central de las preocupaciones sociales. No sólo no ha sido posible hasta ahora erradicar la pobreza, sino que ha surgido una nueva clase de pobreza urbana, una que tiene que ver con el lugar en que se vive, con la vivienda propia que el eciente sistema de nanciamiento por n le ha permitido obtener a los más pobres. Hoy hablamos del problema habitacional de los “con techo” (Sugranyes, 2002; Rodríguez, 2004; Rodríguez y Sugranyes 2005) y encontramos, en nuestros barrios populares, el germen de una tempestad social que se está ormando y que puede alcanzar dimensiones insospechadas. La impotencia y la rabia que están acumulando los pobres de nuestras ciudades saldrá a la supercie más temprano que tarde y todos recibiremos su impacto.
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Un análisis más proundo de la situación en que viven los más pobres en Chile permite descubrir que, aunque sus condiciones materiales sean, en general, muy superiores a las del resto de los países latinoamericanos, su población no parece sentirse mejor. Esto es algo diícil de entender si se considera sólo la racionalidad con la que hasta ahora hemos enrentado el problema problem a de la pobreza. ¿Por qué una población que recibe servicios básicos, consigue una casa propia, puede acceder a la educación y tiene posibilidades reales de elegir a sus representantes se siente tan mal? ¿Por qué las mujeres se sienten angustiadas, deprimidas y sin ganas de vivir? (Ducci y González, 1996) ¿Porqué los jóvenes están tan desencantados de su vida y de su uturo y optan cada vez más por ingresar al mundo de la droga? ¿Por qué los vecinos de los nuevos conjuntos creados mediante subsidios no se sienten dueños de sus espacios públicos y los dejan en manos de las pandillas que luchan entre ellas para ganar el control del territorio? Estas son algunas de las incógnitas aún no resueltas. Se reconoce ampliamente que la orma en que se ha producido la vivienda social en las últimas décadas en el país, ha determinado su localización en sectores denidos por el precio de suelo, es decir, en aquellos terrenos de menor valor para el mercado inmobiliario. Esta tajante división que generan los precios del suelo ha resultado en sectores de pobreza claramente segregados, los que, en el caso de Santiago, se concentran hacia el sur y el poniente de la ciudad, esquema que se repite, con ciertas dierencias, en las otras ciudades del país. Esta tendencia creciente a la segregación de los sectores más pobres en las zonas de menor valor para el mercado inmobiliario se conrma claramente al analizar el crecimiento de la capital en los 90. De hecho, con este análisis se observa que los sectores altos y medio continúan localizándose en la perieria oriente y nororiente (Ducci y González, 2005). Como no existen políticas de Estado que rompan las tendencias “naturales” del mercado a separar los distintos sectores socioeconómicos en el territorio, la nueva vivienda social que acoge a los grupos de menores recursos se sigue instalando hacia el poniente y sur de la capital, en la perieria de menor valor. El resultado de esta segregación creciente es una serie interminable de conjuntos habitacionales populares que ocupan grandes extensiones de territorio y que se caracterizan por la uniormidad, monotonía y ealdad. Es aquí donde las mujeres que no salen a trabajar se sienten prisioneras, se angustian y se deprimen, y donde los jóvenes necesitan integrarse a pandillas locales para poder sobrevivir. En ellas, el alcohol y la droga son el reugio de los hombres y la violencia afora transormando los barrios populares en lugares cada vez más inseguros. Hasta ahora no se han hecho estudios que relacionen las condiciones de aislamiento, monotonía y ealdad que caracterizan a la mayor parte de los barrios populares con los altos índices de
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problemas mentales y dependencia del alcohol y drogas que se observan en el país, pero, como se muestra a continuación, estos temas están adquiriendo cada vez más relevancia a nivel mundial. El deterioro de la salud mental que se presenta en los sectores populares desde principios de los 90 (Ducci y González, 1996) no ue considerado seriamente hasta la publicación, publicac ión, en 1996, de un estudio internacional realizado realizado por la OMS OM S en 15 ciudades de distintos continentes. Como muestra el Cuadro Nº 3, Santiago apareció en este estudio como la ciudad con mayor incidencia de problemas mentales, muy por encima de ciudades como Bangalore, en India, Ibadan, en Nigeria o Río de Janeiro, en Brasil. El estudio de la OMS se realizó en centros de salud públicos, por lo que básicamente corresponde a sectores populares del Gran Santiago.
Depresión común
Ansiedad generalizada
CIUDADES
(%)
(%)
(%)
(%)
Ankara, Turquía
11.6
0.9
1.0
16.4
Atenas, Grecia
6.4
14.9
1.0
19.2
Bangalore, India
9.1
8.5
1.4
22.4
Berlín, Alemania
6.1
9.0
5.3
18.3
15.9
6.4
3.4
23.9
Ibadan, Nigeria
4.2
2.9
0.4
9.5
Mainz, Alemania
11.2
7.9
7.2
23.6
Manchester, GB
16.9
7.1
2.2
24.8
Nagasaki, Japón
2.6
5.0
3.7
9.4
Paris, Francia
13.7
11.9
4.3
26.3
Río de Janeiro, Brasil
15.8
22.6
4.1
35.5
Santiago, Chile
29.5
18.7
2.5
52.5
Seattle, EU
6.3
2.1
15.0
11.9
Shanghai, China
4.0
1.9
1.1
7.3
Verona, Italia
4.7
3.7
0.5
9.8
10.4
7.9
2.7
24.0
Groningen, Holanda
Promedio
*CIDI: Composite International Diagnostic Diagnostic Interview.
Dependencia T Todos odos los desórdenes de sórdenes del alcohol (de acuerdo al CIDI*)
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A pesar pes ar de los esuerzos esu erzos realizados re alizados en los últimos últi mos años por el sector de la salud, que ha incorporado apoyo psicológico y psiquiátrico a los centros de salud primarios, la situación no parece mejorar. Estudios más recientes muestran que la dependencia del alcohol y la droga han aumentado, ya que los niveles de dependencia al alcohol se han incrementado de 2,5% a 6,4%, y los trastornos ansiosos han disminuido sólo de 18,7 a 16,2 (Vicente et al., 2002). Trastorno Trastorno Depresión mayor Dependencia de alcohol Abuso de drogas
% hombres 6,4 11,0 1,5
% mujeres 11,3 2,1 0,3
% total 9,0 6,4 0,9
Cuando se analizan los actores de riesgo para los trastornos psiquiátricos se encuentra que, tanto el nivel educacional como el nivel de salario, inciden directamente en los problemas mentales. Las personas sin educación o sólo con educación básica tienen mayores posibilidades de tener algún diagnóstico psiquiátrico que aquellas con educación superior (3,1, 2,2 y 1, respectivamente). Se destacan especialmente los trastornos ansiosos, donde las personas sin educación y sólo con educación básica tienen más riesgo de surir que aquellas con educación superior (2,2, 2 y 1, respectivamente). Algo similar ocurre con los trastornos por consumo de sustancias adictivas (1,6 y 1 para aquellos que tienen educación superior). Respecto del riesgo a surir 3 o más diagnósticos psiquiátricos, la dierencia es aún más impresionante entre las personas sin educación y sólo con educación básica y aquellas con educación superior (6,6, 3 y 1, respectivamente) (Vicente et al., 2002) 11. Las ciras anteriores nos indican que es en los sectores con menos educación y menos recursos donde se concentran los problemas de salud mental más graves, lo que nos permite inerir que puede existir una relación entre el ambiente habitacional donde se desenvuelve la vida de estas personas, y la orma cómo se sienten. Desde luego, se requiere estudios especialmente enocados en estos temas para probar cientícamente las hipótesis que relacionan el medio ambiente ísico con la salud mental de las personas, y resulta perentorio realizar este tipo de investigaciones, si se quiere mejorar la acción habitacional del Estado. Finalmente, es importante al menos enunciar otras maniestaciones que surgen de esta nueva pobreza, tales como la insatisacción que expresan los beneciarios de la vivienda social a
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pocos años de haber obtenido la suya, pese a que, al momento de la recepción de su vivienda, sean evidentes la alegría y el agradecimiento de las amilias, algo que recuentemente registran los medios. Tampoco pueden obviarse la alta de iniciativa y de interés que demuestran los habitantes de las zonas populares por mejorar sus viviendas y sus barrios; la pérdida de la solidaridad que suele ser propia de los grupos más pobres, y la poquísima disposición a colaborar por el bien del grupo (Young y Willmott, 1957) . Todo esto se refeja en el abandono en que se encuentran los espacios públicos, el deterioro visible de los barrios y las viviendas, y una total carencia de sentido de pertenencia, debido al cual la mayoría de los beneciarios de vivienda social expresan que, si pudieran, se cambiarían de barrio (Sugranyes, 2002). El eecto menos deseado: la desintegración En el centro de esta “nueva pobreza” se encuentra la desintegración social que ha surgido como un eecto no deseado del eciente programa de producción de viviendas sociales. En la raíz de esta desintegración está la pérdida de las estructuras sociales tradicionales, basadas en la amilia extensa (Moya, 2004) 13. El mundo moderno se caracteriza por un individualismo creciente y centrado en el consumo de bienes cada vez más diversos y sosticados, que ha dejado atrás las estructuras sociales tradicionales. La amilia predominante es de tipo “nuclear” (constituida por los padres y unos dos hijos) y sus ventajas son la movilidad geográca y social que permite. La amilia ha pasado de ser una unidad de producción a una unidad de consumo, y la crisis actual que enrenta corresponde a un momento de cambio y de búsqueda de nuevas ormas organizativas, que se adapten a la integración de la mujer al mercado de trabajo, al alto porcentaje de amilias monoparentales, etc. Las nuevas órmulas amiliares son respuestas a los grandes cambios sociales que estamos experimentando. Sin embargo, este proceso de cambio ha sido también acilitado y acelerado por las ormas como los países han implementado sus políticas de vivienda, con el loable objetivo de mejorar las condiciones de vida de su población.
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Las políticas habitacionales, en general, se han abocado a diseñar viviendas para amilias tipo, pero siempre pensando en la amilia nuclear, la “verdadera” amilia moderna, para la cual se diseñan las viviendas de las políticas habitacionales de la segunda mitad del siglo XX, tanto en los países ricos como en los pobres. Así, la amilia extensa, exten sa, base de la organización organizació n económica econó mica de los sectores sect ores populares, popula res, tiende tie nde a desaparecer y, lo que es aún más grave, es menospreciada por la “moderna” amilia urbana popular. Mientras los padres consideran un desprestigio el que los hijos “tengan” que vivir con ellos, ya que esto indica que no han sido capaces de salir adelante, los hijos declaran que lo que más ansían es tener una vivienda propia lejos de sus padres. Este es un enómeno que se ha producido desde hace décadas en los países desarrollados, en los cuales el problema de la desintegración amiliar tiene gran vigencia y ocupa un espacio importante en el debate social. Sin embargo, el mismo enómeno adquiere dimensiones dierentes en los países en desarrollo, donde el sector popular abarca casi la mitad de la población, y para cuya supervivencia, la organización amiliar y social ha sido, y sigue siendo, de vital importancia. El trabajador que “subemplea” a sus parientes, la madre que se hace cargo de los nietos para que la hija pueda ir a trabajar, son situaciones comunes en los sectores populares del mundo en desarrollo, y explican parte importante de las redes de supervivencia que apuntalan a los más pobres (Lomnitz, 1976). “La mayor incidencia de este tipo de hogares en sectores pobres parece indicar que se privilegia privil egia a la amilia en común a partir de la necesidad de sumar ingresos in gresos de distintos miembros…” (SERNAM, (SERNA M, 2004). Entre los riesgos más importantes que presenta la amilia extensa, se destaca como el más común el hacinamiento o la alta de espacio, con la consiguiente pérdida de intimidad de la pareja y la alta de espacios propios para cada uno de sus integrantes (Moya, 2004). En estas nuevas condiciones, el panorama que ore cen los asentamientos populares que nos ocupan es, al menos, inquietante. Los hombres y jóvenes, sin espacios propios ni lugares agradables de reunión reu nión y convivencia, se sienten presos en situaciones sin salida, y rente a ello se reugian en el alcohol y las drogas. La violencia intraamiliar parece estar adquiriendo proporciones inéditas en estas zonas populares (Rodríguez, 2004) y las pandillas son, no sólo algo común en todos los barrios populares, sino casi una necesidad de subsistencia para los jóvenes. La droga y el alcohol han llegado a ser parte del paisaje habitual de las zonas populares actuales, y los niveles de inseguridad que se observan, espeespe cialmente en ciertos barrios, son cada vez más altos 14.
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La situación emenina, de una orma dierente, también enrenta serias crisis en estas áreas. La mujer, aislada en los nuevos guetos urbanos de pobreza, se deprime y se angustia, vive con temor; observa con aprensión cómo sus hijos se van integrando a las pandillas mientras ella no puede hacer nada por evitarlo. También se siente desesperanzada ante una total alta de alternativas para su amilia. El refejo más claro de esto son los altos niveles de angustia reportados entre mujeres de sectores populares. A nuestro entender, esta situación es síntoma de una crisis social más prounda, dado que, en América Latina, es la mujer la que está en la base de la estructura amiliar y por ende, social. Si la mujer está constantemente angustiada y deprimida por sus circunstancias personales y amiliares, indudablemente el resto de la amilia se ve aectado negativamente negativam ente (Ducci, 1996). Nuestra hipótesis, en este sentido, es que la desintegración amiliar, y especícamente la pérdida de la estructura amiliar tradicional de la amilia extensa, tiene eectos negativos sobre los grupos populares, eectos sociales y psicológicos, pero también eectos económicos, cuya magnitud no ha sido dimensionada hasta ahora. Aunque sin duda se requiere investigar en proundidad para medir los impactos que están produciendo estos cambios, existen múltiples trabajos que, utilizando metodologías cualitativas, muestran lo importante que es para la mujer joven con hijos, contar con su propia madre para el cuidado de sus niños pequeños. pequ eños. Esta solución no sólo le permite a la joven trabajar en orma más estable y apoyar la economía amiliar, sino también le signica una tranquilidad cuyo eecto psicológico positivo hasta ahora no se ha medido. Evidentemente esto infuye en la salud mental de las madres jóvenes, ya que los sentimientos de culpa de las madres por abandonar a los hijos para trabajar son uno de los temas emeninos más recurrentes en las consultas sicológicas. Por otra parte, este nuevo esquema social, omentado por la política habitacional, separa o deja uera de la amilia nuclear a los ancianos, otro de los grupos sociales más desvalidos, que crece rápidamente en nuestro país y en el mundo. El anciano se transorma en una molestia, porque las viviendas no están diseñadas para acoger a otros miembros además de aquellos de la amilia nuclear, nucl ear, y sólo se los admite cuando la amilia no tiene ningún otro lugar donde instalarlo. Lo más contradictorio de esta situación es que el abuelo o la abuela, antes personajes indispensables indispensa bles en el mante nimiento de la historia amiliar, el cuidado y la educación inormal de los niños, se sienten abandonados y que su vida carece de sentido, como lo señalan constantemente (Ducci y González, 1996). Cuando los ancianos tienen la posibilidad de obtener una vivienda propia por medio del sistema de subsidios, se ven trasladados a vivir en barrios alejados de su amilia y no pueden mantener un contacto recuente con ellos. Con ello, las personas mayores están quedando uera del sistema social y han perdido completamente su trascendencia en el uncionamiento de la compleja red de relaciones sociales
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y económicas. Los programas de vivienda social para adultos mayores, promovidos en los últimos años por el MINVU, M INVU, orecen a estas personas viviendas viviendas más pequeñas en comodato, pero estos programas no han tenido ni la recepción ni el éxito esperado. Esto porque han generado problemas insolubles, que surgen cuando los ancianos pasan a depender de cuidados externos y las amilias no pueden hacerse cargo de ellos (Ducci, Quezada, Torres y Rioseco, 2005). En los países desarrollados, los sistemas de seguridad social se hacen cargo de los ancianos, pero en nuestros países, de recursos muy limitados, se están produciendo situaciones diíciles de enrentar. Por último, otro aspecto que quisiéramos relacionar con la desintegración que han experimentado las amilias extensas, como eecto indirecto de la política habitacional, es el de la inseguridad que caracteriza a los barrios populares, y que aparentemente no tiene solución. En los barrios populares inormales o “espontáneos” de muchas ciudades de países latinoamericanos, como México, Colombia, Ecuador, se observa que las amilias extensas se instalan en un mismo terreno o en zonas inmediatas, orman sus propias redes de protección y seguridad, y crean áreas protegidas por los grupos amiliares o de amigos, muchas veces con un origen común. Esta es una orma de capital social que se aplica directamente para generar ambientes más seguros. Más aún, en América Latina son habituales los grupos que se instalan en un asentamiento ilegal y que provienen de una misma zona rural; esto no sólo les permite mantener sus lazos sociales y generar redes de seguridad, sino también conservar costumbres regionales como celebraciones de estividades religiosas, preparación de comidas típicas, etc. Todas estas actividades sociales y expresiones culturales tienden a desaparecer en los modernos barrios producidos por la exitosa política habitacional, y donde, debido a la “modernidad”, las amilias nucleares se encierran en sí mismas, y pierden las tradiciones que mantenían una activa vida social y un ambiente más protegido (Young (Young y Willmot, 1957). ¿Hacia dónde nos dirigimos? Al parecer, el rumbo que ha tomado la situación de los grupos de menores recursos en las ciudades no es muy promisorio. Los cambios propuestos para la política habitacional chilena, si bien han servido parcialmente para mantener cierta calma social, no han apuntado al eje de los nuevos problemas. Según declaraciones de la ministra del ramo, se ha propuesto una nueva ley de calidad de la vivienda, se han cambiado más de 50 estándares de calidad en la construcción y se ha reorzado la scalización a las empresas (Tschorne, 2005). En términos generales, la “nueva política habitacional” representa la
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continuidad de los programas anteriores con adaptaciones que buscan, sin un resultado claro hasta ahora, solucionar algunos de los problemas surgidos. Los nuevos programas habitacionales propuestos muestran escasa claridad y dicultan la participación de los sectores más carenciados, por ejemplo, en proyectos de ondos concursables, ya sea por lo engorroso de los sistemas de postulación, ya sea que para ello se requiere una entidad intermediaria a la cual no tienen acceso los más pobres. Es evidente, eso sí, el aumento de las acilidades y, sobre todo, de las protecciones dirigidas al sector nanciero y al de la construcción, con el n de re-entusiasmarlos con la idea de producir vivienda social. El Estado, que hasta ahora se ha visto imposibilitado para enrentar la considerable morosidad en los préstamos de vivienda social, le está traspasando el problema al sector bancario, al que, por otra parte, le asegura una ganancia mínima previamente acordada. Con ello, el sector público se libera del costo político que implica el tener que obligar a los deudores a pagar sus dividendos, y, en caso de que estos no paguen, el Estado responde ante las instituciones nancieras privadas. Con todo, también es indudable que, si el Estado interviene y reorienta sus políticas habitacionales, los problemas irán en aumento y se transormarán en un eje del debate urbano en las próximas décadas. La solución no parece ser disminuir el número de unidades habitacionales producidas para hacerlas de mejor calidad, sino más bien repensar el tipo de vivienda y el tipo de barrio que se construyen. Es necesario repensar el tipo de amilia o amilias que queremos ortalecer con el subsidio habitacional, y buscar órmulas para revertir el proceso de desintegración social que está en marcha. Esto sólo puede lograrse ortaleciendo los lazos sociales y amiliares, promoviendo las actividades de jóvenes y ancianos en espacios gratos y adecuados para cada grupo, trabajando con las comunidades para encontrar ormas de hacer barrios más seguros, generando espacios de encuentro que las personas sientan y manejen como propios y, ciertamente, agregando belleza y atractivo a los barrios populares. Acciones de este est e tipo talvez nos permitirían pe rmitirían darle una nueva dirección a la política habitacional habitacion al y nos abrirían, al menos, la posibilidad de salvar las capacidades sociales que aún conserva el sector popular en la mayor parte de América Latina y en otros países en desarrollo. Capacidades sociales, como la colaboración y el respaldo que se prestan los grupos amiliares y de amigos entre sí, pueden ser la base para la redenición de ciudades más justas, más seguras y más elices.
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Capítulo 2
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Introducción / Capítulo 2 Los desaíos de la participación en la política de vivienda actual El discurso político de los últimos años resalta la importancia de tener políticas sociales que respondan eectivamente a los requerimientos de la sociedad sociedad civil. Para ello, se debe contar con un Estado al servicio de los ciudadanos, con una estructura fexible y con una gestión eciente, participativa y transparente. Los dos últimos gobiernos —desde el año 2000 a la echa— se proponen ale ntar la participación ciudadana y proundizar la democracia. De hecho se señala que el ciudadano común tiene derecho a la inormación y a ser consultado en relación con las políticas sociales. Pero, para poner en marcha verdaderos procesos de participación es requisito undamental que las instituciones públicas generen los canales adecuados. Así entendida, la participación en la gestión pública puede ser un instrumento de gran utilidad para integrar las demandas ciudadanas en la consecución de un interés general. Hasta ahora, el concepto de participación se ha limitado a una disposición a escuchar al ciudadano que tendrían las instituciones públicas, pero no se ha propuesto integrar a éste al proceso de toma de decisiones. Chile tiene una larga trayectoria —más de 100 años— en materia de política habitaciona l. En todo este tiempo, los sucesivos gobiernos han puesto en e n práctica distintos distint os programas de vivien da, que en su acción han incorporado con mayor o menor énasis diversas modalidades de participación y escalas de intervención del usuario. Los programas realizados van desde aquellos denominados “vivienda llave en mano”, que no consideran la intervención posterior del usuari o, hasta aquellos que de uno u otro modo han contado con la participación del habitante para completar un núcleo inicial —lote con servicios, vivienda progresiva, vivienda dinámica sin deuda, entre otros—. En todos los casos, las ampliaciones y modicaciones eectuadas por las a milias propietarias no han sido las previstas por los programas y proyectos y, muchas veces, se han realizado al margen de la legalidad. En el caso de la política urbana, sólo en los últimos años se incorpora la participación de los habitantes en e n los programas de desarrollo local, y en orma muy incipiente. En consecuencia, los ciudadanos y sus organizaciones generalmente han restringido su acción participativa a la denuncia, la demanda de inormación, la reivindicación, el alegato. En esta sección se presentan experiencias realizadas en el marco de la participación de los usuarios en dierentes programas de vivienda, cuyos resultados se analizan a n de identicar las ortalezas, debilidades e incoherencias, a partir de las cuales se proponen mejoramientos. Este ejercicio apunta a revertir los eectos no deseados y a sugerir posibles cursos de acción que abran nuevos caminos, ante una realidad poco conocida y escasamente intervenida, que de seguro seguirá requiriendo respuestas ágiles y fexibles.
Tema T ema 1
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Desde hace más de medio siglo aparece y reaparece en la discusión pública la demanda por participación, poniendo en tela de juicio los procesos mediante los cuales se decide y pone en obra la ciudad. Oscuro objeto de reivindicaciones, confictos, negociaciones y anhelos, en torno al cual confuyen consensos armativos a la hora de la expresión de intenciones y disensos dubitativos dubitativos a la hora de la práctica, la participación retorna a partir de los 90 a la escena del urbanismo urbanismo como ingrediente de todos los discursos, cargado de teorías y contenidos tan diversos que cuesta saber a qué se reere. Lo que ue una práctica, una reivindicación e incluso un objeto de lucha urbana rente a las rigideces del Estado planicador de los años 60, vuelve a la escena hoy en día, en que se rebarajan las cartas del juego en la distribución de las atribuciones y competencias que operan en la transormación de los territorios. Si los actores públicos, sociales y privados apelan a ella como una necesidad ¿por qué no da los rutos esperados? Porque lo que está en tela de juicio detrás de la demanda por participación es una cuestión de poder, de cómo se distribuyen los distintos poderes en la toma de decisiones políticas y técnicas que intervienen en la producción, gestión y transormación de la ciudad, desde su proyección estratégica como espacio de la sociedad, hasta su materialización como obra. Más allá de ser una cuestión técnica la tarea del urbanismo es esencialmente política, en la medida en que toda intervención en el espacio genera desigualdades con eectos positivos y negativos. La distribución equitativa de estos eectos es objeto de un juego de actores en que se dirimen los diversos poderes sobre la ciudad, y es allí donde la participación está llamada a garantizar la custodia de todos los intereses comprometidos. Por su parte, más allá de ser resultado del urbanismo, la ciudad es obra de la sociedad en su conjunto. Sin embargo, uno de los poderes que está escasamente presente a la hora de la toma de decisiones técnicas y políticas en materia de vivienda y urbanismo es el “poder de habitar”, aquel que modela y dota de signicado al espacio con la práctica cotidiana, poder que ha participado activamente en la producción de nuestra
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ciudad a lo largo de todo un siglo. Con un breve esbozo de los distintos modos en que, a lo largo del siglo XX, los habitantes contribuyen a la producción de nuestras ciudades, en este artículo intentaremos mostrar cómo el “poder de habitar” participa en la producción y gestión del espacio y cómo allí, en el acto de habitar, los habitantes desarrollan las competencias que les dan toda legitimidad para inormar los proyectos y tomar parte en las decisiones estratégicas y operacionales que conciernen a la ciudad en que viven. Situando al urbanismo como un instrumento del Estado moderno esbozaremos cómo se ueron distribuyendo y especializando los roles de los diverso s agentes en la producción urbana y cómo la participación se ue posicionando dentro de ella desde hace medio siglo. Finalmente interrogaremos el resurgimiento de la demanda por participación —y las matrices discursivas que le subyacen— en el escenario actual, en que los actores implicados en la producción y gestión de la ciudad se reorganizan rente a los requerimientos que la economía, la sociedad y la cultura imponen a la ciudad en este nuevo ciclo de desarrollo. Ello nos dará algunas claves para someter a discusión las condiciones de un ejercicio eectivo de la participación de los diversos actores en los procesos de producción y gestión de la ciudad, desde su orientación estratégica hasta la materialización y gestión de la obra, tanto en los niveles decisionales como operacionales. La participación, una cuestión de poder(es) Jean-Paul Lacaze apunta a la dimensión política de la decisión en materia de vivienda y ciudad, cuando, aludiendo al “carácter estructuralmente desigual de las decisiones en urbanismo”, señala que toda decisión orientada a una transormación del espacio tiene como consecuencia desigualdades positivas y negativas, las cuales deben ser distribuidas de manera equitativa (Lacaze, 1990). Se suele pensar que las decisiones en vivienda y ciudad son eminentemente técnicas, y por ende atributo de especialistas, enmascarando tras ello que lo que está en juego es el resguardo de los intereses y las voluntades de quienes están comprometidos en ellas. Las decisiones que rigen la solución técnica deben entenderse como un acto de poder, esencialmente político, donde está en juego la distribución de las desigualdades que señala Lacaze —o las externalidades positivas y negativas al decir de otros autores— que introduce toda transormación del espacio. Desde esta perspectiva, la participación es una clave en la democratización de los poderes de acción sobre la ciudad.
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Entendido así, el urbanismo es objeto de un juego de actores con intereses y proyectos diversos —y muchas veces divergentes— respecto de la producción del espacio. Actores que gozan de legitimidades, competencias y atribuciones también diversas, y por ende, cuentan con capacidades de acción desiguales respecto a la orientación estratégica, la concepción, el diseño, la producción y la gestión del espacio habitable. Cuando armamos que la participación pone en juego una cuestión de poder, nos reerimos a cómo se negocian los intereses de los diversos actores respecto de la ciudad, y cómo se distribuyen para ello sus legitimidades, atribuciones y capacidades de intervención eectiva en el destino y producción del espacio urbano. ¿De qué poder se trata? De una multiplicidad de poderes que entran en juego a la hora de compartir la decisión y la capacidad de acción en todos los planos. Estos poderes van desde la identicación, identicación , el diagnóstico y la denición de estrategias sobre la situación que se quiere cambiar en el espacio: poder de orientación estratégica; pasando por la denición conceptual, ormal y técnica de las propuestas: poder de decisión técnica; hasta la organización de los recursos, la realización y la administración de los proyectos: poder operacional. Para participar en cada uno de ellos, cada grupo de actores cuenta con atribuciones y competencias que le vienen de una “experticia” acumulada a partir de dierentes uentes. Los habitantes cuentan para ello con las atribuciones que les da la experiencia del espacio, que llamaremos —haciendo reerencia al historiador Mario Garcés— “el poder de habitar”. El “poder de habitar”: Santiago, una larga historia de participaciones La ciudad es “la obra de ser juntos” dice el lósoo Jean-Christophe Bailly (1992). La ciudad es y ha sido siempre resultado de una coproducción que se dibuja entre las líneas de los modos de habitar de las sociedades en el tiempo y en el espacio, al ritmo de sus necesidades de producir —la economía y la técnica—, de organizarse y gobernarse —la sociedad y la política—, y de signicar el mundo —la cultura—. La produce quien la habita como quien la sueña, la imagina, la concibe, la proyecta, diseña, construye o administra. En mayor o menor medida cada uno de nosotros participamos como “actores” o “sujetos” de la ciudad. La producción de nuestra ciudad es una larga historia de participaciones. En el plazo de 100 años, observamos que la ciudad la hemos hecho todos; todos hemos participado en lo que hoy es; en mayor o menor grado, agentes privados, públicos y sociales con distintos énasis y poderes, mediante confictos y negociaciones, en distintos momentos, hemos congurado la ciudad polimora en que hoy vivimos.
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Desde nes del XIX y hasta entrado el XX en Santiago, las migraciones de trabajadores expulsados del campo impulsaron la densicación del tejido urbano colonial en el corazón de sus manzanas. Su llegada a la ciudad incitó a los antiguos propietarios a subdividir sus casonas y a crear conventillos en los intersticios de sus propiedades para arrendar “cuartos redondos”. El habitar en estas condiciones miserables instaló en la escena pública el debate sobre las responsabilidades de la sociedad en relación con la vivienda popular, dando lugar al surgimiento de una nueva institucionalidad —la Ley de Habitaciones Obreras, los Consejos de Habitación para Obreros y la Caja de Habitación Popular (Bravo, 1959; Hidalgo, 2000)— y de nuevos tipos de vivienda urbana: el cité y el pasaje. Por su parte, los antiguos propietarios salían del centro, urbanizaban el campo, extendían la ciudad instaurando en sus perierias un nuevo modelo: el barrio jardín de la vivienda uniamiliar. Y así sucesivamente, las nuevas olas ya no exclusivamente de campesinos sino también de obreros expulsados de las crisis mineras, arrendatarios precarios, hacían huelgas contra los abusos de los propietarios, instalaban callampas en cuanto fanco dejase abierto la ciudad: intersticios y márgenes urbanos, bordes de vías érreas, riberas de cursos de agua, reservas de suelo público, sitios eriazos y perierias agrícolas. Así daban origen a otro modelo urbano: el de las poblaciones. Paralelamente, proesionales, gente de ocios, inmigrantes, comerciantes, colonizaban barrios —Patronato, Av. Matta, San Diego, Franklin, Matadero, Santa Ana, Santa Isabel— cargando diversos sectores de la ciudad con identidades y modos de vida particulares, produciendo la ciudad republicana, mixta, con carácter dierenciado, pero abierta. Paulatinamente, con la consolidación del Estado nacional, su proyecto industrializador y su “contrato social”, los agentes públicos entran en escena y se hacen cargo de la producción de vivienda, tanto para los más pobres como para los asalariados. El naciente Estado moderno crea nuevas instituciones —Corporación de Fomento, Ministerio de Obras Públicas, Corporación de la Vivienda—, planica, legisla y regula, asumiendo responsabilidades y distribuyendo roles. Concita la colaboración de patrones y cajas de previsión en la producción de barrios y viviendas para obreros y empleados. Las instituciones estatales proveen, gestionan, regulan, (co)nancian, proyectan y construyen; los trabajadores aportan un porcentaje de su salario; las Cajas de Empleados administran. En esta cooperación tripartita se gesta otro modelo urbano: el de las “Unidades Vecinales” de vivienda en altura destinadas a acoger a la emergente clase media proesional. Para los “callamperos” y el “bajo pueblo”, el Estado organiza planes masivos de erradicación y autoconstrucción, a los que concurren los ondos de la cooperación norteamericana, sentando
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las bases de lo que será un modelo urbano perdurable: el del “sitio con servicios”. Así serían erradicadas erra dicadas miles de amilias del Zanjón de la Aguada, las riberas del Mapocho y los conventillos, en enormes operaciones operacion es nunca antes vistas, y se ormarían las primeras poblaciones lideradas por el sector público: públ ico: San Gregorio, José María Mar ía Caro, Lo Valledor, Valledor, Clara Estrella, entre ent re otras. Su construcción es el resultado de una participación de acto de los habitantes, los cuales, mediante la autoconstrucción disminuyen los costos de producción, mientras la cooperación internacional aporta la tecnología y los materiales, y el Estado el suelo urbanizado. Sólo a mediados de los 60 aparece por primera vez el término “participación” como una voluntad política explícita en el discurso de los actores del Estado, un Estado desarrollista infuido por la Alianza para el Progreso y las tesis de la marginalidad. Estos dos ingredientes convergen en la idea de la “revolución en libertad”, según la cual el mundo popular cuenta con un potencial de organización y autogestión susceptible de canalizarse en procesos de participación tutelados, como una vía de integración a la sociedad en un marco de modernización liberal y democrática. La participación es entonces una clave para responder a las reivindicaciones crecientes y contener su potencial confictivo, y a la vez iniciar un proceso de integración social mediante la promoción de las organizaciones de base, la creación de las juntas de vecinos y la autoconstrucción. El ejemplo más puro es la Villa La Reina (Raposo, 2001; Espinoza, 1998). Esta orma de “promoción popular” concibe la participación top-down ), según un modelo en el desde arriba ( top-down e l cual a la ecacia e cacia productiva se suma un objetivo de integración psicosocial de la amilia a la sociedad, mediante el “hacer en comunidad”. Al mismo tiempo, el Estado diversica diver sica y multiplica sus planes y programas de vivienda. Para ello moderniza sus instituciones y crea nuevas: a la CORVI se suman la Corporación de Servicios Habitacionales, CORHABIT, que apoyaría los programas de vivienda con asistencia técnica y social; se crea la Corporación de Mejoramiento Urbano, CORMU, que coordinaría grandes proyectos de renovación urbana, y la Corporación de Obras Urbanas, COU, encargada de las inraestructuras y los equipamientos. Finalmente, para coordinar coordinar todo ello, se crea el Ministerio de la Viviend Vivienda, a, MINVU. MI NVU. Sin embargo, los no asalariados siguen aumentando, y con ellos la presión por hacerse de una vivienda y un lugar en la ciudad se va instalando cada vez con más uerza en la escena política. Desde la perspectiva de los pobladores ( bottom-up ) se perla la necesidad de participación como la armación de una identidad social organizada en torno a la “lucha contra las exclusiones”. Abandonando la estrategia del camaleón y la callampa, el mundo popular busca un lugar reconocido no sólo en la ciudad sino
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también en la sociedad, emprende las primeras “tomas” y se nombra poblador. Así, entre confictos y negociaciones con los actores públicos, logra consolidar la “operación sitio” como el modelo urbano que produciría una gran proporción de la perieria de nuestras ciudades actuales. Hacia nes de los 60 los esuerzos del Estado no eran sucientes, los pobladores organizados en comités y juntas de vecinos aumentaban la demanda, y a ello se sumaba el apoyo de los partidos políticos. El acceso a la vivienda y a la ciudad dejaba de ser un problema social para convertirse en un problema político, una cuestión de derecho y de poder. Esa es la arena en la cual las organizaciones sociales plantean el tema de la participación, como la armación de una identidad, la de actores políticos. Las tomas se multiplican entonces en terrenos públicos, lo que maniesta una lucha reivindicativa ante el Estado. A medida que la presión aumenta y el suelo escasea, el Estado abandona poco a poco la “coproducción” de viviendas por etapas, arma la voluntad de mejorar la calidad y la cantidad en la oerta de vivienda social y se hace cargo de todo el proceso productivo: desde la dotación de reservas de suelo público, hasta la construcción de la vivienda y los servicios en conjuntos habitacionales estandarizados, principalmente de altura media. La participación aquí es de orden político y se materializa en la reivindicación de un derecho adquirido por el simple hecho de ser ciudadano: la vivienda es un “derecho irrenunciable del pueblo” y es obligación del Estado proveerla. La vivienda es así entendida como una conquista política. Cuando el gobierno militar cambia radicalmente las opciones políticas y con ellas las estrategias de desarrollo, las ecuaciones que organizan la participación de unos y otros actores también cambian. En los 80, el Estado abandona la labor de construcción y de nanciamiento directo de la vivienda y la transere al mercado, para lo cual subsidia la demanda y delega la oerta en el sector privado. Entonces concentra sus esuerzos en apoyar a los sectores incapaces de entrar en los circuitos del mercado entregando subsidios directos que complementarían un ahorro amiliar y un crédito bancario. Delega la construcción de la vivienda en los agentes privados y deja sujeta su localización al mercado de suelos. Las organizaciones comunitarias dejan de ser interlocutoras del Estado. En el marco de una relación cliente-empresa subsidiada por el Estado, la participación desaparece del lenguaje ocial. Sin embargo, pese a la ruptura de relaciones con el Estado, las organizaciones comunitarias se mantienen en actividad. Durante más de una década trabajan en todos los ámbitos de la vida social: vivienda (autoconstrucción), salud, trabajo, alimentación.
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Organizados en los más diversos comités —de vivienda, allegados, deudores, salud, ollas comunes, organizaciones económicas populares— los sectores populares dan una larga pelea para recobrar las juntas de vecinos que el gobierno había intervenido con la designación de sus dirigentes. Allí la participación era entendida por los pobladores como una responsabilidad ante ellos mismos, y se undaba en tres pilares: la autogestión, la articulación de la organización social como un contrapoder del Estado y la producción identitaria. Llegados los 90, el Estado despliega enormes esuerzos en la producción de vivienda, perecciona los sistemas de acceso de las amilias a los servicios públicos, centra su atención en los más desposeídos. La tesis de la participación ha cambiado: dentro del principio democrático según el cual todo ciudadano está en igualdad de derechos rente al Estado, los beneciarios están llamados a inscribirse —como amilias o como individuos— en las listas de espera para los subsidios. Así, por una parte, las organizaciones comunitarias no necesitarían la autogestión, y por otra, perderían sentido como “contrapoder”. En este contexto, las organizaciones sociales no vuelven a ser la contraparte social del Estado y dejan el paso a la “sociedad civil”. La participación vuelve a ser un discurso del Estado y se asocia al derecho de todo ciudadano a tener acceso a aquello que establece la constitución (vivienda, salud, educación, trabajo). Para ello, los actores públicos deben desplegar todas sus capacidades y competencias técnicas en el marco de las condicionantes de la transición a la democracia. Prevalece así un principio de ecacia. El Estado se erige como garante del acceso, multiplica los programas y reuerza su administración, mientras el mercado está llamado a producir con eciencia técnica y económica; no obstante, se pierde control sobre la calidad de las realizaciones y la regulación del mercado de suelos. Desde los habitantes y la ciudadanía se gesta la reacción a los eectos de esa política tanto en la vivienda como en la ciudad. Surgen así los movimientos en contra de proyectos y planes que aectan la calidad de vida de los barrios así como el patrimonio existencial y económico de sus habitantes. Estos movimientos se originan como reacciones puntuales y deensivas ante la amenaza de los intereses intere ses particulares, aunque aunqu e poco a poco se organizan y entran en la escena del debate sobre el bien común y el interés público. Entonces pasan a una acción sostenida en el tiempo y adquieren conocimientos técnicos y competencias en materias urbanas. Esto les permite undamentar otras visiones y proyectos de ciudad, que buscan promover con la demanda por participación, esto es, por un espacio en la esera de las decisiones.
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Ejemplo de ello son los movimientos contra cont ra las carreteras y túneles (Costanera Norte, Pedro de Valdivia Norte, Nudo Estoril), la densicación incoherente de sectores con un potencial de mayor rentabilidad (Las Condes, Vitacura, Providencia), las localizaciones marginales (Toma de Peñalolén), la oposición y los debates en torno a los cambios en la regulación del uso del suelo en los planes reguladores (Lo Espejo, Ñuñoa, Providencia, La Reina) y, recientemente, el sistema de transporte público (Transantiago). El habitar es uente ecunda de participación y de proyección hacia el uturo: de historicidad. Y ésta, a su vez, es uente ecunda de proyecto de sociedad y de ciudad. ¿Viejo término para nuevos problemas? Lo ocurrido en el escenario internacional no es muy dierente de lo ocurrido en nuestro país. En materias de vivienda y ciudad, las demandas por participación datan de más de medio siglo y han acompañado los ciclos de cambios políticos y económicos ocurridos entretanto. Hoy día presenciamos su uerte resurgimiento, particularmente en Europa, como la necesidad de un nuevo modo de resolución de confictos en un contexto dierente, marcado por la reestructuración de los territorios y la transormación de las ciudades en el marco de globalización, que interrogan desde una nueva perspectiva la toma de decisiones y las concepciones clásicas del urbanismo y sus métodos. En la historia de la producción de la ciudad, la participación es un problema moderno. De hecho, recién aparece en el lenguaje del urbanismo en la segunda mitad del siglo pasado, a la luz de la crítica a la planicación central emprendida por el Estado para acompañar la industrialización europea en su ase ordista, y que en cierto modo se imitaría en nuestros países. Esta crítica surge con uerza poniendo en tela de juicio la manera en que el Estado —infuido por la tentación integral— había asumido para sí la responsabilidad, las atribuciones y la autoridad en la organización del territorio y la transormación de las ciudades, desplegando todo su aparato institucional y toda su batería de instrumentos y de técnicos para llevar a cabo tal emprendimiento. En ese momento la demanda por participación emerge como un cuestionamiento desde dos rentes. Por un lado, los actores sociales —habitantes, citadinos— y los gobiernos locales ponen en tela de juicio los criterios y métodos en que se basa el Estado para intervenir en todos los ámbitos —desde el ordenamiento territorial hasta el barrio y la vivienda—, así como su excesiva conanza en la técnica planicadora uncionalista, en desmedro de una comprensión na de las realidades de la vida cotidiana (el Estado
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iba por un lado y la sociedad por otro), y reivindican el derecho a ser tomados en cuenta en la denición de los problemas y en la decisión nal. Por otro lado, los actores del sector privado cuestionan la concentración de la producción de vivienda y equipamientos en el sector público y reclaman una mayor participación en la oerta. Dos rasgos de los años 80 son la presión por la descentralización y la incursión de los agentes del mercado en los ocios de la ciudad. Frente a la grave crisis social y urbana provocada por la deslocalización de la industria pesada, los gobiernos locales emergen como interlocutores de la iniciativa privada para regenerar las ciudades y relanzar sus bases económicas sobre otros parámetros. Las opciones colectivas evolucionan dando paso a las opciones individuales. Las reivindicaciones se orientan entonces hacia los temas ecológicos. Los problemas urbanos se vuelven más complejos, los modelos provisionales pierden operabilidad en el nuevo régimen de incertidumbres, se pierde control sobre el largo plazo y se diversican los sistemas de actores y poderes de transormación del espacio. A partir de los años 90, la demanda por participación reaparece en un nuevo campo camp o de juego marcado por la reestructuración territorial de la economía a escala global, el repliegue del Estado, la descentralización descentralizació n y la apertura a las cooperaciones público-privadas; público-pri vadas; la crisis de la ciudad adaptada a la economía secundaria y las tensiones por una modernización asociada al sector terciario; las presiones sobre el medio ambiente; la crisis social-urbana ligada a la segregación, la inseguridad, la movilidad desigual, la congestión; el debilitamiento de las relaciones entre lo social y lo político. Y con ello surgen, por un lado, un ciudadano que busca tomar parte en la decisión sobre las transormaciones que alteran su calidad de vida, y por otro, un consumidor urbano que tiene cada vez más infuencia sobre la oerta. Se re-barajan las cartas del juego de actores. La demanda por participación resurge con nuevos datos y nuevos requerimientos asociados a nuevos paradigmas: la “gobernanza” y el “desarrollo sustentable”. Desde hace algunos años la participación cobra cada vez más uerza en el discurso y en las top-down ) se la ve como una uerza intenciones. Desde arriba hacia abajo ( top-down ue rza revitalizadora revitalizado ra de la ciudadanía, como un remedio al debilitamiento de los vínculos entre lo social y lo político, como un medio para asegurar la legitimidad de la decisión técnico-política, como una oportunidad para complementar el esuerzo público. Sin embargo, desde abajo hacia arriba ( bottom-up ) se levanta como respuesta ante la amenaza a las condiciones de vida de los ciudadanos, y como medio de cuestionamiento de las propuestas técnicas y de sus criterios de rentabilidad económica. Resiste Resist e a los datos uncionales en deensa de la calidad de vida, del reconocimie nto de las prácticas cotidianas, de la historia e identidad de los lugares. Los contenidos de los discursos que la rodean se debaten en la escena pública —en buena medida, lo queramos o no— en un estrés entre progresismo modernizador y conservadurismo, y
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entre tecnocracia y calidad de vida. La pregunta es: ¿cómo salvar este escollo, que hasta ahora nos empantana en una gura dualista, en la cual se oponen intereses y perspectivas depositadas y cristalizadas en las distintas lógicas de actores con distintas capacidades para hacer prevalecer sus intereses? Ello no es una cuestión de buenas intenciones, sino de una voluntad de compartir el poder, de poner todas las cartas sobre la mesa y abrir un debate que necesariamente contiene un conficto “productor”, productor de propuestas en que todos pierden y ganan, es decir, productor de una distribución equitativa de los poderes de transormación del espacio y de sus rutos. Pero su realización impone condiciones especícas. Urbanismo y participación Cuando decimos que el término “participación” está en todos los discursos pero que encuentra muchas dicultades para materializarse en hechos concretos, señalamos que, en torno a la participación, hay una especie de torre de Babel que tiende un velo de conusión detrás del cual se enmascaran las más diversas signicaciones e interpretaciones de lo que es el juego democrático en la proyección y transormación de la ciudad. De ahí emerge la necesidad de hacer un esuerzo por identicar sus contenidos respecto de qué está en juego cada vez que se la nombra y desde dónde se la nombra, si desde los actores institucionales, los actores sociales o los agentes del sector privado. Para situarnos en los distintos niveles en que la participación es solicitada en la práctica del urbanismo, es necesario aclarar la cancha de juego. Podríamos decir que todo proyecto, programa o política urbana debe responder a principios de pertinencia, eciencia y ecacia. El primero, el principio de pertinencia, se sitúa en el nivel de la decisión estratégica, y se reere a la coherencia que debería existir entre los problemas o las oportunidades identicados, los objetivos buscados y las opciones estratégicas escogidas. El segundo, el principio de eciencia, se sitúa en el nivel de la decisión técnica, y se reere a la adecuación del diseño y de la propuesta técnica en relación con los problemas por resolver o los objetivos por lograr en el marco de las opciones estratégicas tomadas. Y el tercero, el principio de ecacia, se sitúa en el nivel operacional, y se reere a la relación existente entre las actividades y los recursos de que se dispone y los resultados esperados. Cada uno de estos principios incluye, en mayor o menor medida, componentes de decisión, diseño y práctica. La participación puede inscribirse en todos estos niveles y en cada uno de ellos es solicitada de manera distinta: - En su dimensión estratégica, está llamada a dar legitimidad política a la decisión, y por ende a situarse en el juego de intereses y proyecciones de los diversos actores
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comprometidos, para denir los objetivos y los escenarios posibles, y establecer las orientaciones estratégicas del proyecto, programa o plan en cuestión (principio de pertinencia). - En la dimensión del diseño y su resolución técnica, está llamada a tomar parte tanto en la “ingeniería conceptual”, es decir, en el diagnóstico y la denición de los criterios de diseño de un plan o proyecto, como en la “ingeniería de obra”, es decir, en la denición de las soluciones técnicas, metodológicas e instrumentales que dan orma y materia a estos criterios (principio de eciencia). - En la dimensión operacional, la participación es vista como medio de movilización o captación de los potenciales y capitales sociales, económicos, técnicos de los participantes como recursos para llegar a los resultados esperados, allí donde un solo actor no es capaz de asegurar la totalidad de la realización del plan o proyecto (principio de ecacia). Podemos hablar de participación participació n “eectiva” cuando ésta aparece activamente en las tres dimensiones de los proyectos o planes citadas: estratégica, técnica y operacional. Es decir, cuando se distribuyen los poderes y las competencias en la toma de decisiones, en la denición de criterios y soluciones de orden técnico, y en la movilización de los recursos y responsabilidades en la gestión y realización. Así por ejemplo, si sólo se sitúa en el plano de la estrategia corre el peligro de caer en una práctica demagógica, demagógica , o en el encierro tecnicista, al introducir introduci r una distancia entre proyecto y realización. Si sólo se sitúa en el plano del diseño y la técnica, el proyecto puede ser muy participativo pero no responder a las demandas o necesidades de todos los involucrados. Y por último, si sólo se sitúa en el plano operacional, se corre el riesgo de ejercer una participación instrumental al servicio de otros intereses. En cada una de estas dimensiones, los procesos participativos pueden tener distintos grados de intensidad (Lacaze, 1990). El primero consiste esencialmente en inormar. La necesidad de ser inormado es esencial si se pretende que los intereses y objetivos de los involucrados tengan la posibilidad de entrar en el juego. El segundo consiste en abrir el espacio a la consulta, es decir, en integrar los puntos de vista de los involucrados al proceso de toma de decisiones. El tercero consiste en aceptar compartir el poder de decisión; ello implica que las autoridades competentes acepten no ejercer la totalidad de los poderes que les son atribuidos por ley y dejar espacio a que la iniciativa de los participantes inorme y transorme los criterios de la toma de decisiones. El cuarto consiste en compartir las competencias y experticias técnicas en el proceso de elaboración de un plan o proyecto, y aceptar que los saberes y los haceres de los participantes contribuyan a la inormación del diseño y la resolución concreta de los proyectos o planes. Los dos últimos niveles —compartir
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el poder de decisión y las competencias— comprometen como condición sine qua non el que la autoridad reconozca a los habitantes o ciudadanos como portadores de experticias insustituibles, adquiridas en la experiencia na y cotidiana de su entorno habitado. Perspectivas de actores y matrices discursivas en torno a la participación Al hablar de “actores” de la ciudad, como decíamos, nos reerimos reer imos a su capacidad de acción y a su potencial de transormación del espacio. Los actores, así entendidos, se plantean rente a la participación desde perspectivas distintas, según su posición, sus atribuciones y sus competencias, ya sea que se trate de agentes institucionales, técnicos o políticos, ministeriales o municipales; de grupos sociales, organizaciones comunitarias, asociaciones gremiales, organizaciones civiles, habitantes o ciudadanos en su conjunto; de agentes privados, propietarios o promotores inmobiliarios, asociaciones privadas u otros. Apoyándonos en Henri Acselrad (1999), entre ellos podemos distinguir, en mayor o menor grado, tres tipos de representaciones sobre el sentido o la vocación de la participación en el desarrollo urbano: como medio de legitimación de la política urbana, como medio de producción técnico-material de la ciudad y como garantía y custodia cus todia de la “calidad de vida”. vida”. La participación como medio de legitimación de la política urbana
En este nuevo escenario económico e histórico, la incursión de los agentes del sector privado en la producción y gestión de la ciudad, el repliegue del Estado, tanto en su rol regulador como productor, y la apertura de nuevos campos de cooperaciones entre ambos han modicado las reglas del juego en la toma de decisiones respecto de las políticas públicas y en los criterios que las sustentan. Por otra parte, la distancia entre lo social y lo político y el hecho de que los ciudadanos pongan en tela de juicio las bases técnicas de la decisión, y los principios de rentabilidad económica que la cruzan, cuestionan, desde la perspectiva social, la legitimidad de las políticas urbanas. Las autoridades deben procurar construir nuevas bases de consenso en el concierto de los agentes urbanos y en la ciudadanía en su conjunto. Desde la perspectiva de los actores institucionales ( top-down ), muchas veces la participación se juega en la búsqueda de bases de legitimidad de la política urbana. Así, por ejemplo, la participación es vista, ya sea como un actor de “generación de consenso y resolución de confictos”, instrumento de gobernabilidad, ya sea como un “medio de ormación de capital social” (Bresciani, s/), actor de “gobernanza”. La dierencia entre ambas visiones está precisamente en dónde se concentran o distribuyen los poderes. La generación de consenso lleva implícita la existencia de un eje que propone y busca en los demás la legitimación de su propuesta. La gobernanza supone la capacidad —y
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la legitimidad— para generar propuesta de todos los actores alrededor de la mesa, y se organiza en torno a la construcción conjunta —y no libre de conficto— de una solución. Desde la perspectiva de los actores sociales ( bottom-up ), la participación es vista como el acceso al campo de juego en el que se negocian los intereses de los diversos actores en torno al desarrollo urbano y habitacional. Como su participación no está garantizada, y no siempre tienen la capacidad de imponerse requerida para entrar en esa arena, exigen que sea institucionalizada en los procedimientos legales, que tenga un carácter “vinculante” y no sólo consultivo e inormativo, es decir, que tenga injerencia en la toma de decisiones e intervenga en todos las etapas y los ciclos del plan o proyecto. Para los actores del mercado, la participación en el desarrollo urbano se juega en dos rentes: la oerta y la demanda. Su participación en la denición de los criterios de decisión es de primera importancia, y se sitúa desde la oerta, al lado de los actores públicos. De hecho, ésta se ha intensicado en las últimas décadas con la incursión del sector privado en la producción de inraestructuras, equipamientos y servicios públicos. En relación con la demanda, los actores privados sitúan al ciudadano en el corazón del dispositivo de participación, en la medida que éste posee la capacidad de hacer valer sus preerencias, objetivas o subjetivas, a la hora de escoger y de infuir en la generación de la oerta de bienes y servicios urbanos. Gran parte de los confictos ocurridos en los últimos años, en relación con los planes y proyectos en nuestra ciudad, han puesto en tela de juicio la legitimidad de la decisión política, situándola en una tensión entre los enoques: los que ponen el acento en la ecacia o eciencia técnico-económica de la ciudad y los que ponen el acento en la calidad de vida. La participación como medio de eciencia y ecacia técnico-material de la ciudad La modernización o transormación adaptativa de las estructuras e structuras urbanas a los nuevos requerimientos técnicos —introducidos por la exigencia de competitividad de los mercados— ponen el énasis en las bases técnicas de la ciudad a partir de modelos de racionalidad uncional: la necesidad de mayor velocidad de desplazamiento (las carreteras urbanas y la organización del transporte público), la densicación de áreas de mayor rentabilidad para atraer más inversión (planos reguladores), la concentración y el mejoramiento del estándar de los servicios, la descontaminación, la ocalización de la inversión pública en áreas disuncionales, las medidas contra la inseguridad, etc. Los problemas se complican y cambian a ritmos acelerados. Priman en esta visión los principios de ecacia y eciencia técnica y económica. Tienen legitimidad en este terreno quienes poseen las competencias técnicas: ingenieros de transporte y
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obras públicas, agentes del mercado inmobiliario, autoridades técnicas municipales y ministeriales. La incursión de otras perspectivas en los criterios de la decisión técnica es muy diícil. La participación aquí es entendida como un medio o instrumento para el mejoramiento de las propuestas, su implementación o su aceptación y apropiación por parte de los beneciarios. Así por ejemplo, cuando se arma que “la participación part icipación ciudadana ciu dadana (es) una de las principales principal es estrategias (para todo) nuevo proyecto, programa o política que tenga por objetivo mejorar sus estándares”; o bien, cuando se arma que “la participación es un medio para el mejoramiento y la implementación eectiva de los proyectos y planes urbanos (…) para el uso del conocimiento útil (del habitante)” (Bresciani, s/), que “la participación hace co-responsables a los vecinos en el logro de los objetivos”, “ortalece la apropiación de los beneciarios de la política”, o que permite “que se garantice la manutención, el cuidado y uso adecuado del espacio (…) para que adquiera valor en el tiempo” (Brain, 2006), se la está entendiendo como medio para dotar de eciencia y ecacia la producción técnico material de los proyectos. Desde la perspectiva de los ciudadanos, en el plano de la decisión técnica, la participación es vista como el acceso a la instancia donde se es parte activa en la denición y el diagnóstico de los problemas y de las alternativas de solución. Los actores sociales, habitantes o ciudadanos, pujan por acceder a este nivel de discusión y decisión desde una posición activa y con atribuciones, apelando al reconocimiento de las competencias adquiridas en la comprensión na de los problemas desde la perspectiva del habitar: “como habitantes sabemos mejor que nadie donde están y cómo son los problemas, y lo que necesitamos”. En nuestro país, hasta hoy se ha tendido te ndido a situar la participación en los niveles del “acceso a la inormación” y de la “consulta o validación” de proyectos o políticas ya elaborados y en ase de promulgación. Poco a poco se hacen esuerzos por situarla en etapas más tempranas del ciclo de elaboración de planes y proyectos (Planes Reguladores, Programa Programa Quiero mi Barrio) aunque en general se mantiene su carácter consultivo con escasa injerencia del ciudadano en la toma de decisiones. Pero pese a estos esuerzos, el terreno más diícil de penetrar es el de la denición del diseño y la solución técnica, motivo por el cual la participación de acto, a iniciativa de los ciudadanos, ha cobrado uerza en la práctica, y ha ido adquiriendo competencias para entrar en la discusión en el ámbito de las decisiones técnico-económicas, al punto de lograr, en algunos casos, a bloquearlas, transormarlas o revertirlas. La participación como garantía y custodia de la “calidad de vida”
A la predominancia de los enoques técnicos, uncionalistas, ecientistas y rentables de la producción urbana, se oponen los enoques que ponen en primer plano la cali-
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dad de vida y la preservación del patrimonio (económico y/o identitario, individual y/o colectivo). Esta dimensión es uertemente deendida por los grupos de habitantes o ciudadanos cuando se encuentran rente a la denición de un proyecto o de un plan. Diícilmente cuanticables y por lo mismo diícilmente oponibles a los criterios de la evaluación técnica, económica e incluso social de proyectos, las dimensiones dimensione s relativas a la “calidad “calidad de vida” se reeren a los componentes no mercantiles de la existencia cotidiana. Una gran parte de ellas se reere a variables asociadas a la salud: la posibilidad de disrutar de un medio ambiente sin ruidos, descontaminado, descongestionado, asoleado; a las oportunidades de la ciudad: conectarse al resto de la ciudad por diversos modos, contar con servicios de proximidad; a la contemplación y la recreación (variables hedonistas y estéticas), es decir, poder contemplar el paisaje circundante, disponer de un espacio público que orezca posibilidades de disrutar del tiempo libre; a cuestiones psicosociales: lugares con control del contacto y la interacción social, seguros; o a la identidad, valores y herencias construidas en el tiempo. La participación aquí es entendida como un medio para hacer emerger e instalar estas dimensiones en los criterios de la decisión estratégica y en los datos técnicos de los planes y proyectos urbanos, dimensiones que desde las prioridades técnicas de los proyectos no entran ácilmente en las variables a contemplar, particularmente cuando se trata de proyectos complejos que buscan aportar soluciones a problemas que se plantean a escalas mayores del sistema urbano, y que por lo mismo sólo pueden ser incluidas en la medida que comparezcan los intereses de quienes habitan el espacio en cuestión. Desde la perspectiva de los actores privados, propietarios y promotores inmobiliarios, estas dimensiones son parte del valor económico del bien inmueble, en la medida que pueden transormarse en actores de atracción de la demanda, mediante la generación de sentimientos de pertenencia o de imagen de marca. Pistas para un debate La participación está en todos los discursos como una oportunidad para el desarrollo de la ciudad como obra de todos. Y eectivamente lo es. Sin embargo, a la hora de la acción, muchos son los argumentos que se esgrimen para considerar que no es oportuna, entre ellos: la pretendida complejidad técnica de los proyectos ante la cual se juzga que el habitante no tiene competencias; el obstáculo que opone a los ritmos y plazos del proyecto y por lo tanto a su eciencia; la impertinencia de las reivindicaciones individuales de los usuarios en relación con la magnitud de los problemas; la discutible representatividad de quienes participan; la poca preparación de los agentes de terreno para poner en práctica procesos participativos. La manera
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más ácil de reducir los riesgos suele ser entender la participación como la “validación” de proyectos ya elaborados, al abrir el espacio a la expresión de una opinión no vinculante, e intentar generar consensos en torno a ellos: así, el circuito está cerrado antes de comenzar. Sin la voluntad de reconocer los distintos intereses, prioridades y capacidades en torno a los problemas y desaíos de la ciudad, y de compartir los distintos poderes que convergen en los planes y proyectos urbanos, la participación no pasa de ser una buena intención (Castillo y Forray, 2006). Desmantelando prejuicios
Las componentes dialécticas de la participación: utopía o instrumento. A lo largo de todo este texto se ha perlado la recurrencia de las representaciones dualistas. Por un lado, está la participación como instrumento para la contención de confictos, por el otro, como instrumento de presión; por un lado, es una utopía: la promoción popular, la integración social, por el otro, la conquista de un derecho. En eecto, no se trata de un lado o del otro, la participación es a la vez utopía e instrumento, cualquiera sea el campo desde el cual se la mire. Es más, en lugar de entenderla como un juego de oposiciones, la clave está en entenderla como un actor de coproducción en los procesos asociados al desarrollo urbano. “La complejidad técnica de los proyectos es tarea de especialistas, e specialistas, inaccesible a los legos”. legos”. Esta es una alacia muchas veces invocada. Sin embargo, la experiencia demuestra que, por una parte, los técnicos requieren una lectura más actualizada, prounda y detallada de las situaciones, y por otra, que los habitantes tienen una lectura na de las características, cualidades y problemas de su espacio habitado. Recientemente se ha comprobado el potencial que tienen los procesos participativos como espacios de intercambio pedagógico, lugares privilegiados para el aprendizaje mutuo, susceptibles de instalar todas las perspectivas del problema sobre la mesa, de traducir las complejidades técnicas en lenguajes accesibles a todos y de generar las claves para la comprensión y la elaboración conjunta de criterios para la decisión. “La participación obstaculiza los ritmos de los proyectos”. proyectos”. La experiencia demuestra que, aunque la denición técnica de los proyectos vaya rápido, aquello que reduce los ritmos no es su elaboración, sino su aprobación y la negociación en los engranajes administrativos de las instituciones, es decir, la obtención de los acuerdos políticos que requieren. Contrariamente a lo que se presupone, son los habitantes quienes se quejan de los lentos ritmos de la realización de planes y proyectos. En la medida que contribuyen a identicar más namente los problemas y a asegurar en las bases la legitimidad política de la decisión, los procesos participativos bien llevados, y realizados desde las etapas tempranas del ciclo del proyecto, también contribuyen a garantizar los acuerdos políticos y la pertinencia de las soluciones técnicas. Con ello, en lugar de obstaculizar, aceleran la aprobación nal del proyecto y permiten que todos comprendan los ritmos r itmos de su realización.
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“La dudosa representatividad de los participantes y la impertinencia de las demandas individuales”. En Europa se ha debatido mucho sobre esto en los procesos participativos de urbanismo, en los cuales se reconoce a los habitantes su calidad de contraparte política de las autoridades elegidas por suragio, y de contraparte técnica de los proesionales y técnicos municipales o ministeriales. Por ello es que se convoca la participación de todo ciudadano, sin distinción, así como de las organizaciones territoriales. Sin la presencia de la trilogía: representante político, técnico y habitante, cada uno en el ejercicio de sus competencias y responsabilidades, no hay proceso participativo. Sin embargo, se discute sobre su rol: entre la denición de los criterios para la decisión política y técnica, o la participación en la toma de decisiones propiamente tal. Éste sigue siendo un debate abierto, que centra la pregunta en la tensión entre la deensa del interés particular y del bien común o interés público, entre la democracia representativa y la directa. “La indolencia o ausentismo de los habitantes ante las convocatorias”. También está ampliamente probado que los habitantes no están dispuestos a desplegar energías inútiles, y que tienen más capacidad para diagnosticar la situación que la que se les supone: sólo se movilizan a una convocatoria pública si lo que está en juego orma parte de sus intereses (sean estos individuales, colectivos o sociales), y si ven que el espacio de participación les garantiza una posibilidad de infuir en la decisión nal. Cuando esto no es así, se movilizan por otros cauces. El reconocimiento de la legitimidad de todos, un principio sine qua non de la participación participación
Anteriormente postu Anteriormente postulábam lábamos os que la partic participaci ipación ón en materi materiaa de desarr desarrollo ollo urbano se juega antes que nada en el compartir los poderes en la decisión estratégica, técnica y operacional. En un contexto democrático, el ejercicio del poder de un sujeto se unda en el reconocimiento, por parte de los demás, de la existencia de ese poder y de sus atributos, reconocimiento que le otorga al sujeto legitimidad y autoridad para ejercerlo. Asimismo, una condición básica para que un proceso sea participativo es el reconocimiento mutuo de la autoridad y legitimidad de cada uno de los participantes. Sin embargo, si los actores públicos cuentan con la autoridad que les otorga su poder político y las competencias técnicas de sus instituciones, y los actores privados con las que les otorga su poder económico, ¿de dónde obtienen su legitimidad los habitantes o los ciudadanos? Las competencias del habitar
Habitualmente a los habitantes se los invita a participar en cierto tipo de proyectos y en etapas puntuales, la mayoría de las veces al nal del proceso, como operadores o beneciarios. Pero
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cada vez aceptan menos este papel y buscan ganarse un espacio en todos los eslabones del proceso de proyecto: diagnóstico, prospección, diseño y soluciones técnicas, gestión y montaje operacional, realización, mantenimiento y transormación. Para ello no sólo deben probar los saberes que los acultan para ser parte, esto es, las competencias de que disponen, sino que, además, deben lograr que los reconozcan en la arena de la decisión, es decir, adquirir legitimidad. Los campesinos, mineros y obreros no buscaban solamente un albergue, sino un lugar en la ciudad y con él un lugar en la sociedad (valor político de la participación). Pero un lugar en la ciudad es antes que nada un “lugar” para vivir. Todo Todo grupo social habita hab ita el espacio domesticándomes ticándolo, modelándolo con sentido práctico y cargándolo de signicados, al escribir en él las historias cotidianas, y al inscribir en él las huellas de su existencia (valores técnicos y simbólicos). El “habitar” carga de sentido al espacio transormándolo t ransormándolo en lugar. Pero no sólo lo carga de sentido sino que lo modela y remodela. Y en ese acto, lo vuelve “aprehensible” a sus habitantes, que conocen al detalle los datos de su espacio habitable, sus valores y problemas. Esta uerza y la experiencia de habitar, el poder de habitar, son las que otorgan al habitante las competencias y la legitimidad para participar tanto en la denición de los criterios de la decisión estratégica como de las soluciones técnicas, e infuir así en la transormación del espacio. En vivienda y urbanismo, muchas intervenciones basadas en componentes técnicos muy bien undamentados evidencian graves vacíos porque no integran las “competencias del habitante” —aquellas que se adquieren con la experiencia nal del uso cotidiano del espacio—, ni reconocen en ellas un potencial transormador. Participación y conficto: del conficto bloqueador al conficto productor
Los procesos de producción urbana son per se confictivos, en la medida en que involucran desconanzas, intereses y perspectivas divergentes. Al evitar los confictos o la búsqueda de consensos consenso s no se hace otra cosa que tender un velo tras el cual se ocultan las desigualdades. Un modelo participativo revierte la búsqueda del consenso dando prioridad a la dierencia y al conficto como principios activos de construcción de los acuerdos y motor de la cooperación entre los actores (Declève, 2002: 72). En la participación, la clave es transormar un “conficto bloqueador”, aquel en el cual se excluyen la deliberación y la negociación, y en el que sólo puede haber un ganador, en un “conficto productor”, en el cual la dierencia de posiciones logra producir una nueva alternativa en la que todos pierden algo y todos ganan más. Aquí encontramos la hipótesis democrática del lósoo Paul Ricœur: “Es democrático un Estado que no se propone eliminar los confictos conficto s sino inventar los procedimientos que
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les permitan expresarse y ser negociables…” (Ricœur, 1985). Esta situación no se puede obtener sin pasar por la controversia, pero de ella salen ortalecidos todos los involucrados. La deliberación de los confictos crea el espacio de aprendizaje de una nueva urbanidad. La participación un espacio pedagógico privilegiado
Una clave para abordar los confictos es saber enunciarlos enunciarlo s y evidenciarlos de modo que puedan ser objeto de deliberación de las dierencias y de construcción de nuevos escenarios. El espacio de participación entendido como una instancia de aprendizaje mutuo crea una oportunidad única para abordar las divergencias, siempre y cuando cada uno de los presentes esté dispuesto a dejar de lado sus sistemas de reerencia para iniciar un diálogo con los demás puntos de vista. Los cambios introducidos por la globalización han desmantelado los modos anteriores de pensar, planicar y proyectar la ciudad, dejando perplejos a los responsables del desarrollo urbano al exigirles mirar con otros ojos. El trabajo participativo es una ocasión privilegiada para proyectar una nueva mirada a las realidades urbanas; en él, el diálogo con los demás actores es un ejercicio de enseñanza-aprendizaje mutuo. A su vez, la disposición al aprendizaje desmonta los prejuicios y le abre perspectivas a la colaboración. En su dimensión pedagógica, la participación abre un espacio para la construcción durable de acuerdos políticos-sociales-técnicos, capaces de reproducir en el tiempo las condiciones condicio nes de su legitimidad, lo que hace a partir de un proceso undado en el conocimiento mutuo y en la consolidación progresiva de una proximidad cultural que permite la instauración de unas reglas del juego aceptadas por todos (Declève, 2002: 79). Muchas experiencias así lo conrman. Ética – Cultura – Ciencia – Existencia
Para terminar, coincidimos con el lósoo Luis Flores cuando señala que todo proyecto debe dar cuenta de cuatro dimensiones: ética, cultural, cientíca y existencial. En cuanto a los proyectos urbanos, podemos decir que la dimensión ética se juega en la distribución equitativa de los benecios y perjuicios generados cuando se transorma el espacio; la dimensión cultural se juega en el diálogo de las distintas representaciones que se hacen los actores sobre el pasado, el presente y el uturo de la ciudad como espacio propio y de la sociedad; la dimensión cientíca le da todo su soporte técnico, uncional y racional al proyecto; la dimensión existencial responde a los requerimientos de la existencia del hombre en su vida cotidiana y en el mundo. En los procesos propios del urbanismo, el cargar de contenido las cuatro dimensiones exige la comparecencia y deliberación de los ciudadanos, los poderes públicos y los agentes del mercado, en un espacio de aprendizaje mutuo, nunca libre de confictos.
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Tema T ema 2
Participación, habilitación social y autoconstrucción: ampliaciones de viviendas sociales dinámicas sin deuda (VSDsD) Carlos Aguirre, Renato D’Alençon, D’Alençon, Catalina Justiniano, Francesca Faverio p. 151 / 168
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Participación, habilitación social y autoconstrucción: ampliaciones de viviendas sociales dinámicas sin deuda (VSDsD) 1 Carlos Aguirre 2, Renato D’Alençon3, Catalina Justiniano 4, Francesca Faverio 5
Los tres componentes básicos de la política habitacional chilena son el ahorro, el subsidio estatal a la demanda y el crédito hipotecario. Los equilibrios entre ellos varían de acuerdo acuer do a los grupos objetivo que atienden y a los énasis de la política. El gran cambio propuesto por la política de vivienda vigente, que atiende a los sectores más carenciados, elimina el crédito asumiendo que las amilias cuentan con poca capacidad de endeudamiento. A pesar de esta limitación, se supone que al no existir una obligación de pago se libera recursos para ser empleados en la terminación de la vivienda. El concepto es el llamado Vivienda Social Dinámica sin Deuda (VSDsD) y es aplicable a las viviendas entregadas mediante el Fondo Solidario de Vivienda (FSV), explicado más adelante. La estructura de nanciamiento considera 10 UF de ahorro, más 280 a 320 U F de subsidio directo, directo, lo que entrega un valor de 290 a 330 UF disponibles para el sitio, la urbanización y la construcción de la vivienda. El crédito eliminado se suple por un aumento del monto de subsidio respecto de lo que había antiguamente para las viviendas del mismo estrato. Al mismo tiempo, se reduce la supercie de vivienda entregada a una unidad inicial de unos 32 m 2, que debe contemplar su utura ampliación para alcanzar una supercie edicada de a lo menos 50 m 2. Delegar en el usuario la construcción de gran parte de su vivienda, a saber, la ampliación, es un supuesto central para la actibilidad y la habitabilidad de las viviendas de la nueva política implementada a partir de 2001. Sin embargo, el éxito de la ampliación, en el contexto de las herramientas que la política orece, persiste como un aspecto que no ha sido aún evaluado. El éxito de la política y la habitabilidad de las viviendas descansan en gran medida en el usuario, quien amplía, termina, mantiene y habita su vivienda. El beneciario debe hacerse cargo de al menos un 36% de la construcción de su vivienda para llegar a una condición óptima de uso.
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A pesar pe sar de esa transerencia de responsabilidad, la política no asegura al usuario herramientas de apoyo eectivas enocadas al desaío de terminar la vivienda con la ampliación. Para Henry Sano, arquitecto norteamericano, participación signica “colaboración de personas que persiguen objetivos que ellas mismas han establecido” (Sano, 1999). De ello se desprende el trabajo colectivo en la determinación de los objetivos y en la denición de los caminos para lograrlos. La idea proviene del área de las ciencias políticas, en donde se enatiza la participación como undamento de una nueva etapa: democracia participativa en lugar de democracia representativa. En el diseño y la planicación, la implementación de metodologías participativas se basa bas a en la comprensión del rol pro-activo de los habitantes, más allá del apor te de inormación para la toma de decisiones por expertos, en la ormulación de soluciones y en la toma de decisiones viables y adecuadas. Sin embargo, no se puede esperar de la participación la resolución automática de los confictos sociales. El objetivo de la implementación de metodologías participativas es, según Sanno, generar una capacidad de negociación y de generación de consensos para la toma de decisiones en un contexto de relaciones asimétricas de poder (Sano, 1999). Las limitaciones de los procesos de participación, que no se implementan ácilmente, ni resuelven espontáneamente los confictos, son la justicación de que intervengan en el proceso instituciones que promuevan mecanismos y herramientas que propendan al desarrollo de estrategias de participación, asesorando especialmente a los más vulnerables. La herramienta que hoy existe para acompañar el proyecto, el Plan de Habilitación Social, al parecer no orece líneas conducentes a elaborar planes de trabajo con las amilias, mediante los cuales se asegure el vínculo de la ampliación con el proyecto arquitectónico, y un resultado nal idóneo. Consideramos que este punto es clave para la vivienda desde la perspectiva de la política habitacional, cuyos objetivos deberían incluir el aseguramiento del crecimiento y terminación de la vivienda. Un estudio de la Universidad de Chile (Suraswski, 2005) señala que los Planes de Habilitación Sociall son una instancia de educación ciudadana, abordando temas como salud, Socia educación, educa ción, drogadicción, redes sociales, empoderamiento, etc. Sin embargo, en lo técnico, las Entidades Entidades Organizadoras se ven sobrepasadas por la urgencia de la etapa de construcción construcción de las unidades iniciales o por la carencia de competencias técnicas especícass para apoyar a los vecinos y no logran constituir especíca constitu ir en el trabajo con las ampliaamplia ciones un desarrollo desarro llo sustantivo para las viviendas. Una buena ampliación, esto es, la que permite lograr una vivienda bien terminada técnicamente, debería generar plusvalía a la vivienda y por consiguiente, a su conjun to y al
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barrio. De esta manera, el subsidio entregado por el Estado a las amilias constituiría una inversión social que transormaría a la vivienda en un bien de capital que permitiera la movilidad social. En la gran mayoría de los casos no se generan plusvalías, y es así como surge un nuevo grupo de atención, los “con techo” (Rodríguez y Sugraynes, 2005), quienes pese a contar con una vivienda no logran la movilidad social que les permita salir de la pobreza, porque ésta no cumple con los estándares mínimos de calidad, servicios y habitabilidad. Si la situación uera inversa, es decir, si las viviendas aumentaran su valor, el benecio social sería doble: por un lado, la amilia recibiría un bien de capital en el cual puede invertir, puesto que éste se valorizaría en el tiempo, y por otro, se lograría una exitosa consolidación del entorno, con la valorización del barrio y la construcción de mejores condiciones para el desarrollo del capital social (Arriagada, 2002). Por lo tanto, uno de los objetivos de la política habitacional, a nuestro juicio, debería ser, junto con entregar la solución habitacional, apoyar el crecimiento y la terminación de la vivienda de modo de asegurar un resultado exitoso. Es necesario hacer un acercamiento desde la gran escala de la política pública hacia lo pequeño y cotidiano, traducido en las posibilidades de ampliar su vivienda que tienen las amilias, a n de conducir el proceso hacia la consolidación de la vivienda como un capital, un patrimonio y, en denitiva, un bien durable y transable. Diagnóstico y ormulación del problema Las instituciones encargadas de implementar la Política Habitacional de los Fondos Solidarios Habitacionales son las entidades organizadoras de la demanda habitacional, llamadas actualmente Entidades de Gestión Inmobiliaria Social, EGIS. Por lo general, son empresas privadas, organizaciones sin nes de lucro o municipios. La principal herramienta con la que cuentan estas entidades para relacionarse con los usuarios de la vivienda, y así ayudarlos a obtener mejores ampliaciones, es el Plan de Habilitación Social, denido como el “vínculo o compromiso que mantiene la relación entre las amilias y las entidades organizadoras de demanda, a lo largo del proceso de postulación, adjudicación y cambio a la nueva vivienda” 6. La reglamentación supone que es la herramienta para habilitar a los nuevos propietarios en el proceso de vivienda que enrentan, constituyendo una plataorma de desarrollo técnico y social para la ampliación y terminación de las viviendas. La estructura de los Planes de Habilitación Social consta de tres áreas: Área de Autodiagnóstico, Área de Acompañamiento, y Área de Vínculos de Cooperación. ra ción. Lo que tiene relación con la vivienda desde su dimensión constructiva
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se incorpora en el Área de Acompañamiento, en la sección denominada “Uso, Cuidado, Mantención y Ampliación de la Vivienda”. Más allá de su título, no hay líneas conducentes para elaborar los planes de trabajo con las amilias, de modo que se asegure el vínculo de éstas con el proyecto arquitectónico. Dada la experiencia recopilada por el Programa de Políticas Publicas, en particular por el proyecto Puente UC 7 en la comuna de La Florida y su articulación con nuestras experiencias académicas en el tema, así como el análisis de algunos planes de habilitación social de distintos actores (municipios y entidades privadas), se observa que los Planes de Habilitación Social propuestos por las entidades organizadoras son, en general, muy ambiciosos y dispersos. No atienden a las particularidades de cada grupo y, en la práctica, no se logran todos los objetivos planteados, ya que en la mayoría de los casos nadie se hace cargo de cumplir los compromisos establecidos, ni de vericar la coherencia con el objetivo de la política. Se podría decir que la mayoría de los organizadores de demanda no cuentan con conocimientos sobre temas más especícos del ámbito técnico, en muchos casos ni siquiera conocen la solución constructiva. Sin embargo, deben responder a todas las exigencias e imprevistos que conlleva la gestión relacionada con la construcción de un conjunto. Así, las entidades se ven sobrepasadas y opta n por descuidar descuidar el compromiso establecido con los vecinos en el plan, delegan las acciones en otros actores, aprovechando, por ejemplo, programas municipales, que si bien complementan el trabajo para superar la pobreza de estas amilias, terminan por distraer los planes de la especicidad técnica requerida por la vivienda. La consecuencia en las amilias es que probablemente disminuye su disposición a participar, pues las invitaciones no necesariamente res pon ponden den a los intereses intereses que tienen las personas en medio de este proceso (Surawski, 2005)8. Desde el punto de vista de los costos, la variedad y amplitud de los temas comprendidos en el plan redunda en la dicultad para nanciarlos, en que se promueven acciones inecientes que generan una cantidad importante de subsidios indirectos y en muchos casos ocultos. El asunto de la ampliación no ha sido desarrollado sustantivamente como un problema para el usuario, la entidad organizadora, o los prestadores de asistencia técnica establecidos para los proyectos. La responsabilidad técnica del proyecto queda circunscrita a la unidad inicial.
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En resumen, es posible observar que no existe convergencia entre la aplicación de un plan y la utura ganancia de valor de la vivienda. La mirada hacia los planes de habilitación es un punto clave para asegurar el crecimiento y la terminación de la vivienda de orma exitosa. Queda pendiente la ocalización de responsabilidades entre los distintos actores considerando la vivienda dentro de un proceso de habilitación. A partir de este diagnóstico, se considera que la vivienda debe ser el eje central de un plan de habilitación social que permita ser un soporte para la terminación exitosa de la vivienda y su valorización como un bien de capital. Desde la perspectiva social, el oco debe ser la amilia en proceso de consolidación de su solución habitacional. La separación entre el plan de habilitación social y las ampliaciones: una hipótesis En este trabajo proponemos parámetros sobre los cuales los distintos actores involucrados pueden ejercer acciones que tiendan a mejorar el concepto dinámico de la vivienda, asegurando la correcta ejecución ejecució n de las ampliaciones. Se busca establecer mecanismos de diseño y medición de los resultados de este plan social, en coherencia con las cualidades de diseño y construcción de los proyectos de vivienda. Esto se ha intentado desde una doble perspectiv a: Desde el punto de vista del plan de habilitación social
Analizar cómo los planes sociales son una herramienta para la organización y la gestión que puede apoyar o ortalecer la progresividad de la vivienda. Para esto consideramos undamental observar lo que se hace ahora y, a partir de ello, detectar las claves undamentales para convertirlas en la herramienta mencionada. Desde el punto de vista de las ampliaciones
Analizar cómo los planes de habilitación social complementan, acilitan o apoyan la realización de una ampliación que casi duplica la supercie inicial o el desarrollo inmediato de ampliaciones espontáneas. Desde estos dos puntos de vista surgen respectivamente dos preguntas que se complementan en nuestra investigación. Por una parte, la pregunta que ormulamos es ¿cuáles son los actores o herramientas del plan de habilitación social que promueven —o dicultan— el proceso de ampliación de las viviendas? Por otra parte, de manera complementaria, nos preguntamos: ¿qué nuevos elementos o herramientas requiere incluirse en el plan de habilitación social para apoyar eectivamente el proceso de crecimiento de la vivienda? Ambas preguntas incluyen, al menos, actores de diseño, organización y gestión relacionados con la progresividad de la vivienda.
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A partir de esto e sto se ormula la siguiente si guiente hipótesis hipót esis de trabajo: La separación existente entre los planes de acción social y la terminación y/o ampliación de la VSDsD se debe a tres razones undamentales: pese a que la ampliación está incluida entre los objetivos planteados en los planes, las actividades eectivamente realizadas no cumplen con ellos en este aspecto; el alcance temporal de los planes de habilitación social es incapaz de apoyar eectivamente la ejecución de las ampliaciones, y, por último, los roles actuales de los actores involucrados y las relaciones entre ellos diluyen la responsabilidad especíca en relación con las ampliaciones dentro del plan de habilitación social. Proponemos reconsiderar la ampliación, esto es, el desarrollo de la vivienda, como eje de los Planes de Habilitación Social, y poner el oco en la amilia en proceso de obtención de su vivienda, para, de ese modo, equilibrar la situación que se produce en la práctica, donde se ha buscado abordar los problemas de la pobreza más allá de la vivienda, disper sando y debilitando el impacto de la política de vivienda al desatenderse uno de sus supuestos centrales. Estudio de casos Este trabajo se basa en tres componentes principales: - El análisis de los elementos de construcción que quedan propuestos en los proyectos y que permiten terminar y ampliar las viviendas dinámicas sin deuda junto con un análisis comparativo de las intervenciones realizadas eectivamente por los propietarios de conjuntos de vivienda social dinámica sin deuda. - El análisis comparativo de las ampliaciones realizadas, su coincidencia con las ampliaciones propuestas, y evaluación de la eectiva participación del usuario en la toma de decisiones y la realización. - El análisis de los planes sociales que acompañan acompa ñan estos proyectos, buscando el alcanalcan ce de éstos con la construcción y con los temas de habitabilidad. Esto implica también analizar las entidades organizadoras responsables de la ejecución de dichos planes. Para la elaboración de los análisis se consultó el trabajo en base a casos de estudio denidos con los siguientes criterios: casos con construcción en sitios nuevos, con obra iniciada y más de 75% de avance a diciembre de 2005 en la Región Metropolitana. Al mismo tiempo, se consideró que las Entidades Organizadoras ueran Municipalidades o Instituciones (Cuadro Nº 1). A continuación se enseña el universo de casos de estudio (se indican en negrita los casos que se desarrollaron en la investigación que undamenta la propuesta).
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Nº proyectos Nº amilias Comuna
Nombre proyecto
Nombre entidad organizadora
5
60
Til - til
Comité Santa Matilde
San José de la Dehesa
9
232
Huechuraba
Barrio Nuevo (Chile Barrio)
Municipalidad
12
70
Peñaor
Comité de Alleg. Luz y Esperanza C. de la Reina
Fund. H. de Cristo
20
292
Buin
Conj. Habitacional Tierras del Maipo Municipalidad
22
144
Puente Alto
Enrique Alvear
Municipalidad
25
123
Colina
Los Canadienses
Municipalidad
28
126
Colina
Mi casa es mi sueño
Municipalidad
34
1477 14
Colina
Sueño y Esperanza
Municipalidad
35
386
Lo Barnechea Ermita de San Alonso III (Chile Barrio)
Municipalidad
36
10
Curacaví
Villorrio Sagrados Corazones C orazones
Municipalidad
1
298
La Florida
Comité Casa Nueva, Vida Nueva
SERVIU
18
149
Colina
Su Casa II Segunda Etapa
C. de la Construcción
19
199
Colina
La Reina y Esperando un nuevo hogar
Municipalidad
22
15
Colina
Unión y Esperanza
Municipalidad
1
288
Peñalolén
Peñalolén II + Peñalolén I (Parcela 18 SERVIU + Disal 2)
4
70
Colina
Su Casa II Segunda Etapa 2 - Sub etapa 2b
Corp. Habitacional
5
214
Colina
Alto de colina col ina y nuevo hogar
Municipalidad
6
215
Colina
La ilusión de mi casa
Municipalidad
7
85
Colina
Nva. Esperanza CAMCOQ/ Camino a mi casa
Municipalidad
19
122
Melipilla
Los Bollenes I
Municipalidad
35
234
La Florida
Unidos por la casa propia
Municipalidad
16
116
Colina
Su Casa III Etapa 3 Sub-etapa 3A Comité su casa II Etapa III
Corp. Habitacional
48
217
Puente Alto
Futuro amiliar Don Vicente II
Municipalidad
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Análisis de los elementos de construcción que quedan propuestos propuest os en los proyectos Análisis de las ampliaciones ampliaciones
De acuerdo con lo observado, las entidades organizadoras y/o asistencias técnicas son incapaces de trascender de la construcción de la etapa inicial y orientar el proceso posterior con herramientas que puedan establecerse en el plan social. En la práctica, éste termina con la entrega de la vivienda y los problemas para los usuarios se generan a partir de la habilitación concreta de ésta. La asistencia técnica se desentiende y las entidades organizadoras, liberadas de la presión de la ejecución, con el principal objetivo cumplido, pueden descansar sobre acciones desarticuladas que no dan respuesta a las necesidades de este momento. Se pasa automáticamente a un plano comunitario, descuidando las necesidades individuales de los nuevos habitantes. La ampliación propuesta generalmente no responde a las necesidades de los usuarios quienes tampoco cuentan con una guía necesaria que promueva seguir ese camino. Ellos improvisan según sus necesidades y recursos en la decisión de cómo ampliar. Las construcciones se desentienden de la normativa y pierden el derecho municipal que ha sido cancelado previamente por la empresa. Se detecta un recurso malgastado y se evidencia una norma poco vinculada con la realidad de la vivienda social. En relación con las condiciones técnicas y estructurales se produce una tercera carencia, pues se producen ácilmente errores estructurales que restan garantías de seguridad y habitabilidad a los usuarios. En la mayoría de los casos, el diseño no acilita las ampliaciones, pues no las considera como componente del proyecto. La disponibilidad de materiales existentes y de capacidades técnicas especícas condicionan de manera central las decisiones sobre las ampliaciones. Esta realidad no se ha integrado en la política, de modo que los planes de habilitación social asuman las condiciones iniciales de las amilias respecto de los materiales y recursos con los que cuentan para comenzar el proceso de consolidación de la vivienda. Potenciar la capacidad organizativa y vincular esto con las posibilidades que orece el mercado hoy son un tema pendiente. A pesar de todas las limitaciones y problemas señalados en los puntos anteriores, existen viviendas con buenos resultados, usuarios que tienen conocimientos técnicos y la capacidad para generar recursos para lograr buenas prácticas, muchas veces imitadas por los vecinos. Los buenos resultados se copian. Este actor es importante: la repetición de un elemento eventualmente genera un ritmo que da unidad y por consiguiente ortalece la identidad y el valor del barrio.
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Las viviendas en general no se valorizan en proporción al incremento de supercie que resulta de la ampliación. La vivienda es un bien de capital, al igual que su terreno, lo que transorma a esta vivienda y su plusvalía en una inversión real de las amilias. El Estado, los municipios y los entes organizadores de demanda deben ser capaces de asumirlo de esa orma y entregar las herramientas para que eso suceda. Las amilias que obtienen un subsidio deben, a lo menos, mantener el valor a lo largo del tiempo. Por desgracia, en algunos estudios realizados (Brain, Iacobelli y Sabatini, 2005) se detecta una pérdida de valor al observar el comportamiento de éstas en un mercado de segunda mano, al igual que la pérdida de valor que le atribuye el propietario propie tario a su vivienda (Rodríguez y Sugraynes, 2005), lo que lleva a pensar que este “bien” no es sino una pérdida social al cabo de algunos años. Desde el punto de vista de los resultados de las ampliaciones, ampliacion es, y considerando las herramientas que se entregan para que esto se ejecute adecuadamente, se puede concluir que no hay ningún tipo de asesoría a las amilias para que logren buenos resultados. Los buenos ejemplos de viviendas terminadas son ruto de recursos particulares, y no de un aprendizaje adquirido por el proceso de habilitación. Por este motivo, se encuentran en un mismo vecindario viviendas que han sido mejoradas y otras que están intactas desde el momento de la entrega o incluso, en peores condiciones. La primera conclusión es la urgencia de levantar éste como un tema central del plan. Si bien la iniciativa de dar un marco social a la obtención de la vivienda es actible y beneciosa, es importante que esto se haga con el objetivo de lograr calidad en las prestaciones de la vivienda, y por consiguiente generar buenos barrios que produzcan plusvalías en benecio de las personas. Una buena solución para la ampliación pasa por una acción coordinada entre los actores: la entidad organizadora de los grupos, actualmente las EGIS, los Prestadores de Asistencia Técnica o PSAT y los usuarios. Análisis de los planes de habilitación habilitación social social
En términos generales, los planes sociales analizados coinciden en plantear como ob jetivo general el mejorar la calidad de vida de las amilias beneciarias beneci arias del subsidio. A su vez, existe coincidencia en que se busca habilitar socialmente a los beneciarios, para lo que se contempla el trabajo en áreas como: participación participació n social, acceso a redes sociales, educación, salud, desarrollo económico y productivo, y, sólo en algunos casos, manejo y cuidado de la vivienda. Llama la atención que este último tema —manejo y cuidado de la vivienda— no necesariamente esté incorporado como parte del plan. En cuanto a la metodología metodo logía de trabajo, t rabajo, gran parte part e de los planes contempl cont empla inicialmente una etapa de convocatoria, donde se pretende dar a conocer el proyecto y proporcionar inormación acerca de los trámites a realizar, conormando así los distin-
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tos grupos de amilias beneciarias. En una etapa siguiente, la intervención se dirige a la realización de actividades o talleres para el desarrollo de las distintas áreas de interés. En este sentido, los planes coinciden coin ciden en el interés por habilitar socialmente a los beneciarios del nuevo proyecto habitacional, lo que requiere trabajo en áreas variadas y diversas. Es posible encontrar talleres como: desarrollo personal, liderazgo, habilitación laboral, habitabilidad, educación, salud, redes sociales, etc. Se consideran distintos momentos de evaluación de las actividades realizadas en las dierentes etapas: hay proyectos que contemplan evaluaciones durante la ejecución misma del proyecto, como también al término de éste (ex post). Otro aspecto observado es que existen algunos planes que recogen las inquietudes de las amilias beneciarias, articulando los talleres de acuerdo con las áreas de interés maniestadas por los mismos beneciarios. Una visión con matices se puede establecer al analizar los proyectos desde la perspectiva de los actores involucrados en el proceso: los vecinos o “beneciarios”, las EGIS, las Asistencias Técnicas. Los vecinos
En general, las amilias no distinguen qué es el plan de habilitación y suelen conundirlo con otras intervenciones como por ejemplo, la acción municipal en temas sectoriales o la acción acción estatal (por (por ejemplo, PRODEM U, SENAME, SEN AME, CONACE, etc.). No obstante, la potencialidad de la instancia del plan social es reconocida por todos los sectores. Se puede concluir que no existe participación de los beneciarios en la planicación de las actividades. Es común observar que, pese a existir un plan aprobado y en ejecución, los vecinos no recuerdan que se hayan hecho actividades especiales en relación con la vivienda. Uno de los resultados positivos obtenidos es que se identica lo importante que es trabajar el tema y se dan cuenta del valor de reorzar los vínculos comunitarios. Los vecinos reconocen que el tema no se agota con la vivienda. Al parecer se necesita una un a institución externa exter na que apoye el proceso y complemente la labor de la entidad organizadora. Esto puede corroborarse en aquellos casos en los que existe apoyo de otras instituciones como universidades u ONGs. Los mismos involucrados así lo indican y arman que la participación y el compromiso de instituciones externas (al municipio municipio y el SER SERVIU) VIU) son un aporte. En este sentido, sentido , es posible inerir que existe un ánimo avorable a la coordinación de actores más que a la centralización en un solo ente.
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Respecto a la participación en comunidad, ésta no es un enómeno constante ni parejo. Se observa que existe una tensión entre las amilias, quienes tienen el oco en la vivienda, es decir, “puertas adentro”, lo que signica que hay pocas energías y poco tiempo para dedicarlos “hacia auera” (comunidad, junta de vecinos, problemas de espacio público, etc.). El tema de la ampliación puede ser una oportunidad para desplazar el oco hacia lo comunitario, porque po rque en la medida que se organizan con otros pueden conseguir mejores materiales y obtener mejores resultados con la ampliación. Las entidades organizadoras o EGIS
Las entidades perciben que su responsabilidad respo nsabilidad va más allá de la vivienda, que su rol comprende además todo el cambio que la amilia está experimentando, y que tienen un papel undamental en congregar al grupo y generar redes. Esto llama la atención atención especialmente en EGIS EGI S con nes de lucro, pues es asumir una responsabilidad ajena a sus competencias y obligaciones. Se observa que se hacen cargo de una multiplicidad de temas, los cuales van desde la habitabilidad, la terminación de la vivienda y la construcción de barrio, hasta el desarrollo de ciudadanía o los problemas sociales como la educación o la salud. Además, concuerdan en que la ampliación es una de las claves undamentales, y que con un plan bien logrado las amilias amilias pueden ejecutar la ampliación en mejores condiciones, contando con más inormación. Para las entidades el tema social es entendido como la orma de organizar y apoyar a las amilias en el proceso de cambio a una vivienda denitiva. En relación a la participación de los beneciarios en el proceso, coinciden en que el eje central del plan es empoderar, para ello el mecanismo es la participación. La participación se entiende como “estar inormado”, “tener derecho a opinión”, “a decidir sobre sus viviendas”, y capacidad de acción en los procesos que están viviendo. Esto signica que existe la intención de que la participación de los vecinos no sea meramente ormal sino que cumpla con los distintos niveles de la escala de participación ciudadana . Respecto a los recursos, las EGIS coinciden en que una debilidad del Plan Social, Social, es la escasez de éstos, lo que lleva a que se limiten a “hacer lo que se pueda”. La asistencia técnica
Al momento de realizar este análisis se pudo constatar que el rol de la asistencia técnica es poco claro y de límites diusos. Éste puede ser un apoyo a los grupos y un complemento para las entidades: un supervisor o un scalizador que supervise que se cumpla lo propuesto. En la nueva normativa la asistencia técnica es parte de la entidad organizadora, lo que simplica y dene mejor el rol de la entidad respecto al
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plan y al proyecto. Surge la pregunta de si tiene sentido que exista una tercera organización externa que se haga cargo de los planes, o si es mejor habilitar a las entidades y desarrollar en ellas una unidad con recursos y proesionales que se responsabilicen de los contenidos técnicos y sociales. Esta tensión entre externalizar y habilitar no aparece claramente en las opiniones de los entrevistados al momento del análisis. Esta propuesta no busca resolver esta tensión, pues se cree que la decisión de externalizar o de habilitar debe tomarse en cada caso según las características particulares de la EGIS, EG IS, según si ésta es un municipio o un ente privado especializado. Uno de los elementos que más destacan los encargados de la asistencia técnica es el vínculo de conanza que se crea entre las instituciones. Esta relación no debe ser está tica ni darse en orma rígida, por el contrario, debe ser fexible y adecuarse a cada grupo. Por otro lado, destacan la relevancia de que el plan contemple un seguimiento a las comunidades una vez instaladas. Se identica la importancia de “acompañar” a las amilias más allá del tema puntual de la vivienda. Esto genera una tensión no resuelta según diversas opiniones: por un lado, detectamos que los planes no pueden aspirar a toda la complejidad social que enrentan las amilias, y por otro, quienes son responsables de estos planes reconocen la importancia de mantener el apoyo más allá de la vivienda. Conclusiones Con estos ejes de análisis se puede concluir que existe una divergencia entre los actuales planes de habilitación social y los procesos de ampliación y terminación de la vivienda. A esto se debe que los resultados de las ampliaciones resulten disímiles en términos técnicos, y que a su vez no exista una participación consolidada en el tiempo. El estudio de los casos indicados, de acuerdo con los criterios señalados, conduce a las siguientes conclusiones especícas: Relevancia del plan de habilitación social
El eecto del plan de habilitación social en el diseño y ejecución de las ampliaciones es prácticamente práctica mente inexistente. Escasamente se logra implementar un plan de acción consistente y relevante, relevante, o bien, la dispersión de enoques impide llegar al ámbito técnico y a la responsabilidad del usuario usua rio respecto de la terminación terminació n y ampliación de su vivienda. La complejidad y la sensibilidad del plan de acción social son superadas por las com-
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plejidades de la organización (EGIS) y de la construcción (prestador de asistencia, PSAT). Los planes son muy ambiciosos ya que en la práctica no se ejecutan todos los objetivos planteados. Se abarca mucho y se desatienden los aspectos undamentales que deben ser abordados, como las ampliaciones o las condiciones mínimas de habitabilidad, el mantenimiento de la vivienda, vivien da, etc. El SERVIU no cuenta con un modelo o una propuesta general básica en la cual las entidades deberían basarse para elaborar sus planes. Participación
En relación con la participación de los vecinos en el plan, las opiniones de los responsables del plan varían entre aquellos que entienden la participación como asistencia a las actividades, y aquellos que piensan una participación más prounda, propositiva, comprometida; que incluya una participación en el diagnóstico para contar con mayor participación en las actividades. En suma, se trata de cambiar el enoque asistencialista por un enoque de participación. La ejecución de las ampliaciones queda sin orientación
Las entidades organizadoras y/o las asistencias técnicas no son capaces de ir más allá de la solución al problema de la construcción de la etapa inicial, y no acompañan el proceso de ampliación con las herramientas de que dispone con el plan de acción social, que en la práctica termina con la entrega de las viviendas. En la situación actual, los actores son la asistencia técnica, que interviene durante el período de proyecto, la entidad organizadora, cuya participación se proyecta algo mas allá con el plan de acciónn social y el monitoreo de los resultados inmediatos, y el usuario, cuya particiacció pación es variable en el período de elaboración del proyecto e irregular en el de vida útil del proyecto. Las ampliaciones no se construyen de acuerdo a los diseños previstos
Los usuarios incorporan las circunstancias de sus necesidades y recursos en la decisión de cómo ampliar. El derecho municipal cancelado por la empresa se pierde, las ampliaciones quedan muchas veces uera de la normativa vigente, y algunas carecen de condiciones técnicas y estructurales que orezcan garantías a los usuarios. La disponibilidad de materiales y de capacidades técnicas especícas condicionan de manera central las decisiones sobre las ampliaciones
La política no ha considerado que las amilias cuentan con materiales y recursos para comenzar el proceso de consolidación de la vivienda, de modo que los planes de habilitación social no aprovechan esas condiciones iniciales de las amilias.
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Existen resultados avorables en casos especícos
A pesar de todas las limitaciones y problemas señalados en los puntos anteriores, existen viviendas que se pueden calicar de exitosas, y que muchas veces sirven de modelo a los vecinos. En general las viviendas no se valorizan en proporción al incremento de supercie que resulta de la ampliación
La vivienda en general es un bien de capital, al igual que su terreno, lo que transorma a esta vivienda y sus plusvalías en una inversión real de las amilias. El Estado, los municipios y los entes organizadores de demanda deberían ser capaces de entenderlo de esa orma. En síntesis, las amilias que obtienen un subsidio deberían, a lo menos, mantener el valor de su propiedad a lo largo del tiempo. Propuesta Con el objeto de contribuir con elementos que aseguren que el término de las viviendas —de responsabilidad del usuario— sea exitoso, para que de este modo él cuente con un bien de capital valorizado en el tiempo, construyendo así un barrio sustentable, proponemos proundizar el eje de participación parti cipación ciudadana en base al cual se construye la política pública del Fondo Solidario de Vivienda. Estructurar el plan de habilitación social sobre un eje temporal, entendiendo la vivienda como un proceso
La oportunidad de estructurar temporalmente el plan de habilitación social signica asumir que lo que se acompaña es un proceso que va evolucionando. Se distinguen estados o momentos en los que la disposición a la participación varía según el contexto, lo que puede aprovecharse con este prisma, reconociendo grados de responsabilida d de los distintos actores que entran en juego, de acuerdo con sus experiencias e intereses. Se identican etapas de la vivienda, desde un proyecto hasta su construcción y consolidación. El horizonte es la capitalización de la vivienda, para que eectivamente sea un bien de capital que paulatinamente transorme 10 UF de ahorro y un subsidio de 280 UF en una inversión donde ganan la amilia y la ciudad. Integrar el aspecto técnico y el social en torno a la vivienda
El aspecto técnico y el aspecto social de la vivienda están disociados; en la unión de estos dos enoques estaría el potencial para que la vivienda sea eectivamente un
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elemento de superación de la pobreza. El aspecto social asociado al proceso debe estar en unción de la obtención de este bien, y por consiguiente de su terminación, reconociendo sin embargo, que éste no es exclusivo. Hay tres dimensiones que se vinculan con la vivienda y la llevan a un contexto integral 10: - La dimensión económica , reerida a la carencia de recursos económicos sucientes para satisacer las necesidades básicas de las personas y las amilias. - La dimensión social , que se reere a la carencia de oportunidades y del apoyo necesarios para desplegar sus capacidades y potencialidades, e integrarse plenamente al desarrollo de la sociedad. - Las condiciones del entorno , que limitan y dicultan la plena integración social y el mejoramiento de la calidad de vida. La propuesta aspira a la integración eectiva de esta dimensión múltiple con la vivienda. Esta es una plataorma y una expresión concreta de cambio que permitirá el desarrollo de otras dimensiones. La vivienda constituye un articulador de otras iniciativas, y se debe habilitar a las entidades de gestión, como instancias de coordinación y reerencia, sin olvidar que lo central es que esa “plataorma” se logre con éxito. Junto con co n avanzar en lineamientos line amientos que guíen guíe n los aspectos técnicos, es necesario necesario reorzar la dimensión de la habitabilidad. Desde la relación del usuario con su vivienda, es posible reorzar el buen uso y el adecuado mantenimiento del inmueble, lo cual también incide en la consolidación de ésta como un bien de capital. Integrar al usuario en el marco de su movilidad social como centro de la política
Si bien la participación sienta las bases de la política habitacional en cuestión, ha sido diícil llevarla a la práctica. Se pretende ortalecer la propuesta deniendo los lineamientos para los planes de habilitación social sobre la base de la participación de las amilias. Las personas participan en la medida que se cumplan dos requisitos: tener una necesidad concreta (en este caso, la casa); y sentir que mediante su participación y su compromiso pueden cambiar en algo las cosas (que el resultado de la vivienda responde a lo que necesitan o sueñan). En base a estas dos motivaciones es posible promover un grupo más comprometido, activo, ingerente y “empoderado”.
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La participación no es un n en sí mismo. Adquiere sentido en la medida que se entiende como una herramienta para lograr un n mayor, como por ejemplo, para construir comunidad y ortalecer la densidad social del grupo que va a cohabitar. En este caso, para lograr resolver problemas pro blemas de campamentos o allegados, que aectan no sólo a las amilias que viven en esa condición sino también a sus amiliares, a los vecinos, al barrio, y, nalmente, a la ciudad como un todo. Es undamental tener en consideración que el n mayor al que se aspira no es la participación de los ciudadanos por lograr una vivienda, sino la participación entendida como una herramienta para lograr consolidar una comunidad que hará rente, en mucho mejores condiciones, a otros problemas como la seguridad, la educación de los hijos, la salud, etc. Por lo tanto, el n es construir comunidad y es por eso que se considera un ingrediente central del Fondo Solidario de Vivienda (FSV). Esto se vislumbra en el esuerzo de poner un plan de habilitación social con capítulos que consideran la consolidación de líderes, el ortalecimiento de las redes, entre otros. Se busca ortalecer y “empoderar” a los ciudadanos, de manera que el hito de la vivienda se consolide como un cambio discreto y se convierta en un proceso sustentable que tienda eectivamente a la superación de la pobreza. Implementar instancias de participación a lo largo de un proceso de postulación a un subsidio —así como en cualquier política pública— permite incluir al beneciario en el proceso del cual es protagonista, convertirlo en actor, potenciar su compromiso y apropiación con el cambio que está viviendo. Esto para obtener resultados cualitativamente mejores y hacer sustentable el proceso, tanto en términos materiales (una vivienda mejor, más adecuada a sus expectativas, más querida, un barrio mejor) como en términos subjetivos relacionados con el desarrollo de las capacidades de los beneciarios, entendidos como actores activos y no pasivos o receptivos.
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Bibliograía citada - Arriagada, C. Satisacción residencial residencia l en la vivienda básica bás ica Serviu: La perspectiva perspe ctiva del capital social. Publicación 315, Monograías y Ensayos. Santiago: División Técnica de Estudio y Fomento Habitacional, Ministerio de Vivienda y Urbanismo, 2002. - Brain, I., Iacobelli, A. y Sabatini, F. Evolución del valor de la vivienda social. Pro Urbana 2005, Edición Digital Programa Políticas Públicas UC. - Rodríguez, A. y Sugraynes, A. Los con techo, un desaío para la política de vivienda social. Santiago: Ediciones SUR, 2005. - Sano, H. Community, Participation, Methods in design and planning. Ed. WILEY, 1999. - Surawski, A. Política de Vivienda: ¿una oportunidad para la participación y habilitación social? X Congreso Internacional del CLAD sobre la Reorma del Estado y de la Administración Pública, Santiago, Chile, 18-21 Octubre 2005.
Tema T ema 3
La dimensión habitabilidad desde el Programa Puente: una intervención en construcción Rodrigo Tapia, Andrea Torres, Rodrigo Hernández p. 169 / 180
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La dimensión habitabilidad desde el Programa Puente: una intervención en construcción Rodrigo Tapia 1, Andrea And rea Torres Torres2, Rodrigo Hernández 3
En el contexto de su misión de contribuir en el esuerzo del país por superar la pobreza aportando respuestas originales en temas, áreas y enoques de trabajo complementarios a los que abordan otros servicios del Estado, Estado, el FOSI FO SIS, S, inicia, el año 2002, la implementación del Programa Puente “Entre la Familia y sus Derechos” Dere chos”,, puerta de entrada e ntrada al Sistema de Protección Social Chile Solidario. Chile Solidario se dene como un sistema de protección social dirigido a las amilias y personas en situación de extrema pobreza, que busca promover su incorporación a las redes sociales y su acceso a mejores condiciones de vida, para que así puedan superar la indigencia. Dentro de los tres componentes estructuradores están: el apoyo psicosocial, los subsidios monetarios monet arios y el acceso preerente a los programas sociales. El FOSIS es el responsable de la implementación del Programa Puente, que consiste, básicamente, en una estrategia de intervención psicosocial que brinda apoyo integral a las amilias en extrema pobreza para que ellas logren satisacer sus necesidades básicas y activen las habilidades necesarias para su integración a las redes locales disponibles. Cada amilia trabaja con un Apoyo Familiar para dar cumplimiento a 53 condiciones mínimas de calidad de vida, organizadas en siete dimensiones: identicación, salud, educación, dinámica amiliar, habitabilidad, trabajo e ingresos. Estas condiciones son consideradas los umbrales mínimos de satisacción que el Programa Puente se propone alcanzar con cada amilia. A partir de la intervención del Programa Puente, se ha podido evidenciar evid enciar la l a magnitud de los problemas que aectan a las amilias en extrema pobreza respecto de sus viviendas y las precarias condiciones en que las habitan (Figura Nº 1). Es así como más del 50% de las amilias se caracterizan por estar dispersas en el territorio y un 37% por vivir en zonas rurales; el 87% de las amilias demandan al menos una condición mínima y el 54,5% de las amilias demandan entre una y tres condiciones mínimas; el 58% de las viviendas no están bien selladas, se llueven o se inundan; en el 49,1% de las amilias hay miembros que no cuentan con camas equipadas; y el 62% de las amilias deben trabajar hábitos básicos de habitabilidad (datos 2005).
LOS DESAFÍOS DE LA PARTICIPACIÓN EN LA POLÍTICA DE VIVIENDA ACTUAL
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El programa de habitabilidad La dimensión de habitabilidad es una de las áreas de intervención en que las amilias participantes, a nivel nacional, presentan el mayor número de condiciones mínimas insatisechas. Sin embargo, es también un área en la cual la oerta pública es insuciente y en algunos casos hasta inexistente. Es así como en 2004 el FOSIS, en conjunto con MIDEPLAN, MIDE PLAN, diseñó un programa para intentar dar respuesta a la enorme demanda de las amilias en materia de habitabilidad. Este programa se estructuró en torno a cuatro ámbitos de acción, que intentan conjugar lo ísico–constructivo con lo social: - Instalaciones básicas (H3 agua; H4 energía; H5 excretas) - Vivienda (H6 sellos y humedad; H7 dos recintos) - Equipamiento (H8 camas, H9 cocina; H10 basura) - Intervención en hábitos de habitabilidad El concepto de habitabilidad se reere a las condiciones en las que cada amilia habita una vivienda. Estas condiciones están determinadas por las características ísicas de la vivienda y el sitio, así como por las características psicosociales de la amilia, que se expresan en hábitos, conductas o maneras de ser adquiridos en el transcurso del tiempo.
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En materia de habitabilidad, los requisitos son de tipo material e inmaterial. Si bien existen características que deben cumplir ísicamente las viviendas, la metodología que utiliza el Programa Puente y el resto de la intervención del FOSIS, en su oerta programática regular, necesariamente infuye en los hábitos de las amilias, y, por tanto, en las condiciones en las que éstas habitan su vivienda. Esto es especialmente importante si la vivienda es precaria, y además, si en ella conviven varias personas sin el espacio adecuado para el desarrollo de una convivencia amiliar armónica. El diseño de la intervención parte del supuesto de que no existen soluciones estándares, esto es, para realizar acciones pertinentes y de calidad, es necesario conocer las situaciones particulares que aectan a cada amilia en relación con la vivienda y su entorno (Figura Nº 2), determinando así la estrategia de trabajo apropiada y particular a cada caso. Lo anterior no quiere decir, en todo caso, que no se acuerden y establezcan ciertos estándares mínimos respecto a los tipos de soluciones, principalmente principal mente en materias que resguarden y promuevan la salud y seguridad de las amilias. Desde el punto de vista del proceso de ejecución del programa, las actividades se organizan en cuatro etapas:
LOS DESAFÍOS DE LA PARTICIPACIÓN EN LA POLÍTICA DE VIVIENDA ACTUAL
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- Inserción y/o selección de beneciarios - Diagnósticos y propuestas técnicas - Ejecución de soluciones y talleres de habitabilidad - Recepción técnica de soluciones De las 12 condiciones mínimas de la dimensión habitabilidad, este programa sólo atiende las ocho siguientes: - H3: Que la amilia cuente con agua no contaminada (Figura Nº 3) - H4: Que la amilia cuente con un sistema de energía adecuado (Figura Nº 4) - H5: Que la amilia cuente con un sistema de eliminación de excretas adecuado (Figura Nº 5) - H6: Que la casa no se llueva, no se inunde y esté bien sellada (Figura Nº 6) - H7: Que la vivienda cuente, al menos, con dos piezas habitables (Figura Nº 6) - H8: Que cada miembro de la amilia tenga su cama con equipamiento básico - H9: Que la amilia cuente con equipamiento básico para la alimentación de sus miembros - H10: Que la amilia disponga de un sistema adecuado de eliminación de basura El estándar de cumplimiento de cada una de estas condiciones está establecido en dierentes documentos metodológicos metod ológicos del Programa Puente que sirven de soporte al trabajo de los apoyos amiliares.
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Estas deniciones han sido recogidas por el Programa de Habitabilidad y, en unción de la experiencia y los recursos, se han ido precisando y acotando requisitos especícos. Las amilias atendidas por el Programa de Habitabilidad pueden beneciarse de una o más soluciones, dado que pueden presentar una o más condiciones mínimas insatisechas, pendientes o “a trabajar”. Por ello es que tampoco se dene a priori un número máximo de intervenciones por amilia. Los recursos totales de que se dispone para la implementación implem entación del programa, son repartidos repar tidos en cada región según sea el número de condiciones mínimas a trabajar que hayan sido levantadas localmente por cada apoyo amiliar. Para ello, se ja una taria promedio por condición mínima, la que se ajusta a los costos promedios regionales de implementar una solución que dé por superada la condición en cuestión (Cuadro Nº 1). Valores reerenciales promedio
Condición Mínima
2004
2005
2006
H3
30.000
115.385
117.500
H4
350.000
357.692
357.692
H5
100.000
303.846
306.154
H6
150.000
279.231
284.231
H7
130.000
313.077
321.154
H8
70.000
141.154
144.942
H9
15.000
20.769
21.173
H10
5.000
10.769
10.865
Resultados Si observamos algunas ciras generales del programa (Cuadro Nº 2), podemos apreciar, por una parte, que éste ha incrementado sus recursos de operación en casi 6 veces entre los años 2004 y 2005, y en sólo un 10% entre 2005 y 2006. En tanto, el número de amilias atendidas así como el total de soluciones entregadas siguen un patrón similar de aumento para un período similar, aunque con menos variación porcentual. Este menor incremento de amilias y soluciones se explica por la decisión del programa de mejorar la calidad de las intervenciones, para lo cual es necesario aumentar las tarias promedio por condición mínima, algunas de las cuales llegaron a triplicarse entre los años 2004 y 2005.
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2004
2005
2006
Recursos
1.265.100.000
7.329.957.000 8.226.448.050
Soluciones
7.916
28.886
38.208
Familias
4.897
16.411
19.000 (estimadas)
Soluciones/Familia
1,6
1,8
2
Ejecutores Públicos
46
61
54
Ejecutores Privados
39
51
62
300
189
Comunas (13 regiones) 207
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En el cuadro también se destaca la participación de ejecutores públicos y privados en la implementación del programa, con una proporciónn levemente mayor de los primeros, y una cobertura en las proporció 13 regiones, además de los convenios con casi todas las comunas del país. Nudos críticos, aprendizajes y desaíos El desaío de establecer mínimos en términos de estándares técnicoconstructivos presenta limitaciones y riesgos que es necesario tener presentes y enrentar: primero, la escasez de normas particulares para este ámbito2; segundo, lo ácil que es caer en generalizaciones, esquemas rígidos y arbitrariedades propias del desaío de llegar a denir normas precisas; y tercero, el posible desperlamiento en el sentido de los objetivos de desarrollo social que persigue el programa. Aunque parezca obvio, hemos aprendido que a la hora de resolver cuestiones complejas es muy importante recurrir al “sentido común”, donde el criterio bien undado muchas veces sirve más que la normativa y los propios estándares. En relación con los estándares y la calidad de las intervenciones, el equipo central de habitabilidad, con el n de mejorar la calidad técnica de las intervenciones del Programa de Habitabilidad Chile Solidario, preparó durante el 2005, junto a los proesionales Asistentes Técnicos Especializados de cada región, un documento de estándares técnicos constructivos, donde se incluyen una serie de recomendaciones, criterios y precisiones para los distintos actores que intervienen en el programa.
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Cabe considerar que dichos estándares técnicos mínimos son muy diíciles de determinar y acotar, debido a la gran diversidad de situaciones con las que se trabaja, donde los contextos ísicos, sociales, culturales, geográcos y climáticos son de ordenes muy distintos; el carácter provisorio de las condiciones ísico-espaciales en que comúnmente habitan las amilias pobres atendidas por el programa, lo que determina que ante la urgencia de intervenir, se tienda a priorizar la rapidez por sobre aspectos más cualitativos; los limitados, aunque no menores, recursos con que se cuenta para intervenir; las dicultades para trabajar con realidades ísicas preexistentes (construcciones, sistemas o elementos), donde, por lo general, se debe reparar o mejorar, con un adecuado diagnóstico previo, a n de multiplicar las alternativas de solución; y por último, el hecho de que es un programa relativamente nuevo, creado el año 2004, donde no hay mucha experiencia acumulada, de modo que gran parte de la inormación se debe ir construyendo a partir del desarrollo mismo del programa y de la propia experiencia de los proesionales que participan en ella. Una gran ortaleza del programa está en el hecho de inscribirse dentro de una intervención social especialmente diseñada para el trabajo con amilias vulnerables de extrema pobreza. En particular, el programa ha buscado superar el enoque tradicional de entrega de materiales o mejoras ísicas de la vivienda sin mayor apoyo técnico. Para ello se trabaja desde una lógica integrada de habitabilidad, según la cual se interviene ejecutando mejoramientos básicos en la vivienda y su entorno, con apoyo técnico y supervisión proesional, y se complementa la intervención con un trabajo psicosocial
LOS DESAFÍOS DE LA PARTICIPACIÓN EN LA POLÍTICA DE VIVIENDA ACTUAL
dirigido a la amilia por medio de talleres de hábitos, también con la presencia de proesionales especialistas en el tema. Aun cuando parece que los recursos de los que dispone el programa son altos, no alcanzan para cubrir toda la demanda de amilias en extrema pobreza. Tan sólo el 40% de lo demandado es cubierto cada año. La implementación del programa ha dinamizado áreas no imaginadas y ha tenido impactos signicativos en algunas localidades, por ejemplo, abriendo un campo laboral para técnicos y proesionales jóvenes; colocando recursos para la compra de materiales y la contratación de mano de obra local; articulando esuerzos con diversos agentes públicos y privados (FF.AA., empresas privadas, institutos y escuelas técnicas, municipalidades, universidades). Aunque los equipos técnicos —del FOS FOSIS IS y de los propios ejecutores— han hecho esuerzos sustantivos, en particular gracias a convenios con universidades, se requiere mayor innovación en el tipo de soluciones que se realizan (diseño, preabricación, uso de espacios reducidos, a bajo costo y la apropiación – pertinencia para las propias amilias).
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Hace alta mejorar la asistencia técnica, simplicar los procedimientos y avanzar en el modelo de gestión de un programa complejo (beneciarios dispersos, con variadas y múltiples necesidades, necesidades, de cobertura nacional). Es necesario ortalecer el perl de los ejecutores con los que trabaja el programa, de manera que integren lo social y lo constructivo, que logren adaptarse al trabajo en la escala micro y que eviten las soluciones estandarizadas. Interesa aprender más de usuarios como los niños y niñas y los adultos mayores: ¿tienen necesidades especícas y cómo son acogidos en estos programas? Se debe intensicar los esuerzos en incorporar las particularidades regionales, considerando la dierenciación de recursos y tipos de soluciones. El programa requiere mantener una mirada analítica y evaluadora de lo que hace. No sólo desde una perspectiva cuantitativa de los resultados, sino además si éstos son ecaces y pertinentes al tipo de amilia con la que se trabaja. Importa abordar cuestiones como: ¿qué mejoramientos ísicos en la vivienda son los que ayudarían a detonar cambios más radicales en la calidad de vida de la amilia? y ¿con cuáles se puede transormar una mediagua —con toda su carga y su transitoriedad— en una casa donde la amilia sea capaz de depositar sus sueños?
LOS DESAFÍOS DE LA PARTICIPACIÓN EN LA POLÍTICA DE VIVIENDA ACTUAL
¿Cuál es el espacio para la innovación con los limitados recursos con que se cuenta? ¿Es posible incorporar nuevos mínimos, como la eliminación de aguas servidas, la caleacción, el mobiliario, la pintura para la vivienda, o aumentar a dos recintos el espacio mínimo denido? Por último, interesa también hacer una revisión completa del programa, a la luz de los desaíos que Mideplan se ha puesto, esto es, traspasar denitivamente la ejecución de este programa a los municipios, que conocen y conviven cotidianamente con estas amilias, aportando con ello a una descentralización desce ntralización eectiva de tareas y recursos en los gobiernos locales. Será necesario revisar, entonces, el rol de la asistencia técnica en este nuevo escenario, para dar apoyo y traspasar lo aprendido a los cuerpos técnicos municipales; se deberá velar por la transparencia y una óptima utilización de los recursos, sin caer en la tradicional repartición de materiales.
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Bibliograía general 3 - Arbide, D. La Habitabilida Habitabilidadd de la vivienda popular: Entre Ríos: Concepción del Uruguay, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Urba nismo, 1992. - FOSI S. Programa Programa de Habitabili Habitabilidad dad Chile Solidario 2003-2004. 2003-2004. Santiago: FOS IS, 2006. - FOSIS. Programa Puente. Disponible en Internet en http://www.programapuente.cl - Saldarriaga, A. Habitabilidad. Bogotá: Escala, 1981. - T Tapia, apia, R. Diseño participativo y vivienda progresiva en un campamento de radicación de Conchalí: equipo habitabilidad. Santiago: Santiago: JUNDE J UNDEP, P, 1989.
Capítulo 3
ESTRATEGIAS DE RECUPERACIÓN Y REVITALIZACIÓN DE CONJUNTOS DE VIVIENDA SOCIAL p. 185 / 259
ESTRATEGIAS DE RECUPERACIÓN Y REVITALIZACIÓN DE CONJUNTOS DE VIVIENDA SOCIAL
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Introducción / Capítulo 3 Estrategias de recuperación y revitalización de conjuntos de vivienda social Un actor undamental en el diseño de la política habitacional h abitacional ha sido la localización de la vivienda . En este sentido, desde mediados del siglo XX, las políticas de vivienda social han contribuido al crecimiento en extensión de las ciudades (en lugar de la densicación del tejido), como resultado de la ubicación sistemática de la vivienda social en las perierias urbanas, donde el costo del suelo es menor que en otros sectores, más cercanos al centro urbano. Una alternativa a la extensión urbana consiste en concebir planes y programas que promuevan la construcción de vivienda social en comunas centrales o pericentrales donde se impulsen procesos de regeneración y/o densicación. Las Las operaciones consiguientes podrían apuntar a rehabilitar o reconstruir edicios, por ejemplo, cités deteriorados —independiente de su valor patrimonial—, ocupar los terrenos baldíos con vivienda social, y hasta reparcelar sectores donde no es posible densicar con las actuales condiciones de subdivisión. En suma, se trata de proponer estrategias de reconversión del parque habitaciona l, en paralelo con el mejoramiento progresivo de las poblaciones existentes y la respectiva recuperación de su tejido social. Para llevar a cabo las estrategias de regeneración y redensicación es necesario observar obser var tanto el tipo de loteo de qué se trate, con la vivienda que acoge, como el comportamiento comportamie nto de los habitantes que han dado origen a los distintos sectores urbanos y sociales. También También se debe apuntar al trabajo simultáneo en dos ámbitos distintos pero interdependientes, a saber, el desarrollo urbano y el social. Así, las iniciativas deben orientarse, por una parte, a mejorar las condiciones ísicas de la vivienda y del barrio (desarrollo espacial, a veces mediante intervenciones urbanas de mayor impacto), y por otra, al desarrollo humano y la reorganización del tejido social. En eecto, no se debe perder de vista que el objetivo último y principal de todas estas acciones es romper el círculo de la pobreza. Así, en esta tercera sección se exponen trabajos cuyo propósito es conrmar que, con un horizonte claro y gran voluntad política, las poblaciones tienen el potencial de convertirse conver tirse en un hábitat de gran riqueza espacial, urbana y social.
Tema T ema 1
Procesos de recuperación y repoblamiento de centros urbanos: ¿Para qué? ¿Para quién? ¿Cómo? Margarita Greene p. 187 / 207
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Procesos de recuperación y repoblamiento de centros urbanos: ¿Para qué? ¿Para quién? ¿Cómo? 1 Margarita Greene 2
Tras surir procesos de despoblamiento y deterioro del cuerpo edilicio por más de cincuenta Tras años, muchas grandes ciudades latinoamericanas son el objeto de programas de renovación urbana, rehabilitación patrimonial, repoblamiento, proyectos emblemáticos y variadas inversiones impulsadas por los gobiernos locales y por más de un sector del gobierno central. En algunos casos, estas inversiones están rindiendo rutos en la línea de lo esperado: se reactiva el mercado inmobiliario, se mejoran las construcciones y se producen claras y evidentes mejorías en el espacio público. En otros casos, el proceso sigue dependiendo de la inversión gubernamental sin señales de activación ni de auto-sustentación. Pero en la mayoría de los casos los resultados han sido mixtos: se ha reactivado un sector y otros no, se ha ganado en cantidad y perdido en calidad, o se ha atraído a un tipo de habitante y se ha expulsado a otro. A partir de tres preguntas claras y concretas que rondan el tema de la redensicación —¿Para qué? ¿Para quién? ¿Cómo?— se levantan diez puntos, que van desde el marco general del proceso urbano en América Latina en que se insertan estos procesos hasta un breve recuento de la experiencia del caso de Santiago de Chile. Proceso urbano en América Latina Urbanización acelerada
A pesar pes ar de que Latinoamérica Latin oamérica es un conglomerado de realidades muy dierentes, es posible describir su desarrollo urbano durante el siglo recién pasado como un proceso de urbanización acelerado que transorma a la región de un contexto rural a uno predominantemente urbano. La población urbana latinoamericana, que representa el 57% del total en 1970, alcanza en 1995 el 73% y se proyecta que en el 2025 llegue al 85% (CEPAL, (CE PAL, 1995). La concentración concentración urbana es otra característica del proceso: a inicios del siglo XX no había ninguna ni nguna ciudad ciu dad con un millón de habitantes; habit antes; a mediados del siglo había siete, y a nes del siglo había 49 ciudades de más de un millón de habitantes. Cuatro de ellas están entre las diez ciudades más grandes del mundo: Ciu-
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dad de México con 16,7 millones de habitantes, Sao Paulo con 16,6, Buenos Aires con 11,6 y Río de Janeiro con 10,2 millones (Rojas, 2001). Se espera que el proceso de urbanización continúe y que en 2025 el 85% de la población viva en ciudades. Los países con urbanización avanzada (Argentina, Chile y Uruguay) tendrán más del 90% de la población en ciudades; los países con grados intermedios de urbanización (Brasil, México) tendrán el 80% de la población en ciudades; mientras los países rezagados en este proceso (Bolivia, Ecuador, Nicaragua) tendrán más del 50% de población urbana (Rojas, 2001). Las grandes ciudades no siempre han sido capaces de acoger adecuadamente a la población rural que ha llegado en busca de mejores posibilidades de trabajo, salud y educación. Gran parte de los inmigrantes pobres se agrupa inormalmente en la perieria per ieria de las grandes ciudades, ormando verdaderos cordones de pobreza urbana, sin inraestructura ni equipamiento. Es así como, a partir de mediados del siglo pasado, el principal problema urbano de la región ha sido los asentamientos inormales que carecen de las mínimas condiciones de saneamiento. Según el país de origen, se les ha llamado barriadas, avelas , campamentos, pueblos jóvenes, poblaciones callampa o villas miseria. Sin embargo, todos han compartido la misma situación de precariedad legal y sanitaria. Así, mientras la pobreza rural se ha mantenido estable, la pobreza urbana aumenta, y el proceso ha sido descrito como la “urbanización de la pobreza” (Figura Nº 1).
140.000 120.000 100.000 80.000 60.000 40.000 20.000 0 1970
1980
1986
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1994
1997
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Dadas las grandes carencias habitacionales —escasez de viviendas, hacinamiento, allegamiento, allegam iento, tomas de terreno y campamentos inormales—, desde mediados del siglo XX, la vivienda social se ha transormado en un tema de gran relevancia social y política, orzando a los gobiernos sucesivos a implementar programas gubernamentales para los sectores de menores recursos. En esta época se echan a andar los Programas de Mejoramiento de Barri os que buscan proveer el saneamiento a los campamentos inormales, y los programas masivos de producción de vivienda. A pesar de los esuerzos desplegados desde variadas perspectivas, líneas de acción e institucionalidades, hasta principios de los años 90, el crecimiento vegetativo de la población superaba la producción anual de casas, un problema que se agravaba año tras año. En general, la urbanización ha permitido un mejoramiento de las condiciones de vida de una gran parte de la población, particularmente en cuanto a una mayor cobertura de servicios de saneamiento (agua potable, alcantarillado, recolección y tratamiento de residuos), al acceso a servicios de salud y educación y a las oportunidades de empleo e ingreso. Sin embargo, subsisten deciencias tanto en la calidad de las viviendas como en la cobertura de servicios de alcantarillado y tratamiento de desechos líquidos y sólidos (Figura Nº 2). 80,0% 70,0% 60,0% 50,0% 40,0% 30,0% 20,0% 10,0% 0,0% a i v i l o B
% sin agua
s a r u d n o H
r o d a v l a S l E
l i s a r B
a c i R a t s o C
% sin alcantarillado
o c i x é M
á m a n a P
e l i h C
y a u g u r U
ESTRATEGIAS DE RECUPERACIÓN Y REVITALIZACIÓN DE CONJUNTOS DE VIVIENDA SOCIAL
Deterioro de centros urbanos
Del problema de los asentamientos periéricos de nes de siglo, América Latina pasa al problema del deterioro y despoblamiento de los centros urbanos. Debido al aumento de la población urbana, de la introducción del modelo suburbano y del aumento en la tasa de motorización, en la mayoría de las ciudades latinoamericanas se produce un gran crecimiento de la mancha urbana. Al mismo tiempo, los centros históricos de las ciudades son abandonados por los estratos medios y por las actividades económicas más dinámicas, con lo que empieza un proceso de deterioro urbano que aecta el espacio público, los edicios, los monumentos y los habitantes. Este proceso se inicia cuando los sectores medios y medio altos, en busca de más espacio y de servicios modernos, se mudan a la zona de expansión, en la perieria. Las actividades de servicio y comercio siguen a los grupos más acomodados, y crean servicios ad hoc para esta nueva cultura urbana (gimnasios, malls, canchas deportivas). Al mismo tiempo, los gobiernos apoyan estas tendencias proporcionando servicios públicos a las nuevas áreas y expandiendo las redes de inraestructura. A pesar de que este e ste proceso puede apoyar apoya r la ormación de subcentros urbaur banos que prestan valiosos servicios a los habitantes, tiende a tener un eecto negativo en los centros tradicionales, tradicionale s, que son abandonados por la población de mayores recursos, por los servicios modernos, y pierden uentes de trabajo. Las áreas centrales entonces se van gradualmente ocupando por estratos de menores ingresos y por actividades menos dinámicas, y eventualmente por actividade activida dess depredatorias. En otras palabras, al decir de Rojas (2004), el crecimiento periérico y el desarrollo de subcentros se construyen sobre el abandono y deterioro de las áreas centrales originales. Se genera así un círculo vicioso diícil de romper. Por un lado, las ordenanzas de preservación y el deterioro de los edicios vuelven poco competitiva la rehabilitación del centro histórico en relación con la construcción en la perieria, al aumentar los costos de construcción, y por el otro, al desincentivarse la acción del sector privado a invertir en rehabilitación, la alta de actividad y de inversión en el centro disminuye los ingresos por impuestos. La menor actividad económica y residencial trae menos ganancias provenientes del sector inmobiliario, con lo que decrece la demanda por espacio, disminuye el fujo de ganancias y la velocidad de venta de los proyectos inmobiliarios, lo que a su vez trae menos actividad económica.
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En este contexto, tiene particular interés el concepto de obsolescencia urbana (Greene y Soler, 2004; Rojas, 1999), que hace reerencia al proceso de cambio que experimentan permanentemente, en mayor o menor medida, distintas piezas de ciudad. Se distinguen tres tipos de obsolescencia: ísica, uncional y económica. La obsolescencia ísica se reere al deterioro material de las edicaciones, lo que suele llevar a su abandono y eventual demolición. Esta obsolescencia, considerada como una de las grandes patologías urbanas, caracteriza al anillo periérico del centro de muchas de las grandes ciudades. El enómeno, denominado denom inado “eecto picarón”, picarón”, se observa en orma de un anillo de deterioro ísico y sitios eriazos producto de la demolición de edicaciones obsoletas —a veces aectadas también por catástroes, como terremotos terremotos— — rodeando distritos centrales muy dinámicos. Los intentos por revertir este proceso, con diversas políticas y proyectos de renovación y mejoramiento urbano, han demostrado en general resultados limitados. Su maniestación son los sitios eriazos, las estructuras ísicas deterioradas, el mercado inmobiliario deserticado o los usos degradantes y con poca capacidad de renovación. Especial atención requiere la obsolescencia ísica menos visible, la cual, por sus características morológicas, se produce en gran cantidad de pasajes al interior de las manzanas. La obsolescencia uncional se dene como la incapacidad de un edicio de cumplir la unción original para la cual ue construido, lo que deriva en su adaptación y sustitución. El caso más común son las viejas ábricas y estaciones de trenes en medio de la ciudad, las que, debido a los cambios tecnológicos, muchas veces deben adaptarse acogiendo otras unciones. Este enómeno suele aectar edicaciones de envergadura, simbolismo y muchas veces de gran valor histórico, lo que amenaza vulnerar el patrimonio arquitectónico. La obsolescencia uncional recuentemente deriva en el abandono del inmueble o en adaptaciones para ejercer unciones degradantes, que eventualmente producen una gran obsolescencia ísica, lo que nalmente conduce a la demolición. Sin embargo, ya en la década de los 60, tanto en Europa como en Estados Unidos y Canadá, se realizan reciclajes de estas estructuras para adaptarlas a nuevos usos, para lo cual se privilegian las actividades de uso público, como museos, centros culturales, comerciales o de exposiciones. Así, también se las puede considerar como un capital potencial para el proceso de recuperación de un sector. Finalmente, la obsolescencia económica es un proceso mediante el cual un inmueble deja de ser rentable en su orma ísica actual, pues el terreno en el que está construido ha incrementado de tal orma su valor que resulta más rentable demolerlo, cambiar su destino o densicar. Esto se produce cuando el mercado procura un uso más intensivo de las externalidades de un lugar determinado, y termina provocando el reemplazo de
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la estructura original y/o del destino del inmueble. El proceso se inicia con una gran presión por el cambio de vivienda a comercio, servicios ser vicios u ocinas, seguida por el reemplazo de las viviendas uniamiliares por edicaciones de mayor altura que orezcan una densicación signicativa, aunque a veces el cambio de uso no tiene lugar y se densica directamente. Es el caso, por ejemplo, de la construcción de edicios de ocinas o de vivienda en sectores residenciales que han incrementado considerablemente su valor. Este proceso suele implicar un cambio signicativo en la morología de la ciudad. Las edicaciones en altura reemplazan a las casas uniamiliares de uno o dos pisos. En ciudades de baja densidad, como es el caso de Santiago, el incremento de la densidad generada por esta transormación, en general, se considera positivo. El problema radica en el modo en que se lleva a cabo, y en la debilidad de los instrumentos de planicación que la rigen, ya que este proceso no reconoce ni patrimonio ni historia, y literalmente puede destruir trozos de ciudad. También es importante replantear la estructura de modo que ésta sirva de soporte para acoger mayores fujos vehiculares, requerimientos de estacionamientos, y una nueva vida peatonal con sus propias necesidades de espacios públicos. En cualquiera de los casos mencionados, la obsolescencia requiere un proceso de adaptación que sea capaz de reconocer las potencialidades y debilidades del ento rno para, a partir de ellas, lograr una regeneración que sea sustentable en el tiempo. Repoblamiento y recuperación de centros urbanos: ¿para qué? Extensión versus densicación
La pregunta ¿para qué recuperar y repoblar los centros urbanos? apunta a un debate de larga data, que a grandes rasgos puede reducirse a una opción de desarrollo urbano ejemplicada por dos modelos: el europeo y el norteamericano. Mientras el primero privilegia por muchos años la densidad al interior de la ciudad e invierte grandes sumas en transporte público, el segundo opta por la extensión en baja densidad con la construcción de carreteras expeditas. Al respecto, respecto , Rojas (2004) orece una malla donde compara com para seis elementos e lementos de costo para ambas alternativas. De acuerdo con su análisis la alternativa más eciente sería la opción por el centro, ya que sólo dos de los aspectos analizados implican costos superiores para la alternativa céntrica que para la periérica. El primero es el costo unitario de construcción, que es relativamente alto para edicios de alta densidad o en altura. Y el segundo es la planicación, que en los centros urbanos tiende a ser compleja y cara, por la necesidad de considerar estructuras existentes, regímenes complejos de propiedad de la tierra, eventuales reasentamientos, y de di-
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rimir confictos de intereses entre los participantes. Al contrario, los terrenos periéricos son de planicación relativamente sencilla y barata, generalmente no plantean problemas especiales y las negociaciones entre los interesados son relativamente directas. Pero los restantes cuatro aspectos representan ventajas para la alternativa de desarrollo céntrico. El primero se reere al costo del suelo, donde la alta densidad del centro compensa los altos costos de la tierra. El segundo es el aprovechamiento de recursos públicos y privados existentes, que este tipo de desarrollo orece amplias oportunidades de aprovechar y de incrementar, bajando los costos de los servicios públicos. Tercero, si bien los costos de inversión y operación de los servicios sociales por hogar son similares para ambos tipos de desarrollo, la alta densidad implica menores costos de acceso. Finalmente, y en cuarto lugar, tanto la inversión como la operación y el mantenimiento de la inraestructura y del transporte público por hogar son relativamente baratos para este tipo de desarrollo céntrico. La malla analítica que orece Rojas es validada por el estudio “Imperativo de la recuperación urbana: algunos costos de la expansión”, realizado en Santiago de Chile, en 1987, por Ureta et al. En este estudio se concluye que incorporar a un habitante en la perieria de la ciudad es 17 veces veces más caro que incorporarlo incorporarlo en el centro (363 U S$ contra 6.488 US$), lo que se debe undamentalmente undamentalme nte a los altos costos de la inraestructura, el equipamiento equipamient o y los servicios que se deben construir (Figura Nº 3). Este estudio es uno de los undamentos que sustentan la política de repoblamiento que se inicia en Santiago en 1990. Centro
Perieria
Abastecimiento agua potable
45
236
Evacuación aguas servidas
12
98
0
12
112
161
9
234
1788 17
741
Salud
0
237
Educación
0
4.100
113
1.361
72
49
Equipamiento
185
5.747
Total
363
6.488
Evacuación aguas lluvias Abastecimiento energía eléctrica eléct rica Vías de acceso y circulación ci rculación Inraestructura
Vigilancia policial Deportes y recreación
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También es importante También i mportante mencionar la transormación t ransormación cultural que actualmente experimentan varios países de la región, donde los centros urbanos se están volviendo atractivos para una nueva cultura urbana que busca equipamientos más diversos, mixtura social, pluralidad etaria y cercanía a los centros culturales. Así, actualmente conviven los dos modelos habitacionales: hay interés, por un lado, por habitar perierias cada vez más alejadas, conectadas a la ciudad por carreteras, pero que orecen casas uniamiliares con grandes jardines cercados; y por el otro, por vivir en el centro rodeado de amenidades urbanas. Las inmobiliarias que realizan proyectos residenciales así lo entienden y orecen productos que responden a ambas demandas: cercanía al centro pero con jardines (e incluso piscina) aterrazados que permiten goz ar del paisaje urbano, y contacto con la naturaleza. Repoblamiento y recuperación de centros urbanos: ¿para qué? El nuevo habitante urbano
Al igual que las estructuras productivas, urbanas y económicas, la amilia y los hogares también han cambiado signicativamente en los últimos años. La incorporación de la mujer al mundo laboral, los matrimonios tardíos y la disminución del número de hijos son sólo algunas de las transormaciones sociales que han alterado la tradicional estructura nuclear de los hogares. Actualmente abundan los hogares no tradicionales, especialmente en las zonas céntricas: parejas sin hijos, grupos de amigos, personas solas, madres o padres solteros con un hijo. En estos casos, pero también en las amilias nucleares más tradicionales, hay cambios importantes en los roles, unciones y actividades domésticas. Respecto de los cambios de hábitos, Gausa y Salazar (1999) identican una serie de actividades que antes se hacían al interior del hogar y que ahora son realizadas en el espacio urbano: por ejemplo, el lavado de ropa, tomar desayuno o celebrar los cumpleaños. Y por el contrario, hoy es cada vez más recuente que se trabaje en la vivienda. Según Nordstrom y Riddestrale (2000), la tradicional separación entre placer y trabajo empieza a desaparecer, y la distinción clásica entre casa y ocina pierde importancia. Estos autores sostienen que, si actualmente el 70% o incluso el 80% del trabajo se realiza con la mente, éste pasa a ser un proceso que no se detiene, que dura 168 horas por semana. Postulan que las personas no dejan de pensar al salir de la ocina y que mucha gente trabaja incluso mientras duerme. Asimismo señalan que la actual es una sociedad de límites diusos y compuesta de híbridos nunca antes imaginados (por ejemplo,
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correo y electrónica, empresa y Estado o inormación y ocio), donde el trabajo ya no es un lugar sino una actividad. También, ante la pregunta ¿para quién repoblar y recuperar los centros ur También, banos?, es importante señalar que la población urbana de más edad tiende a concentrarse en los centros o pericentros de las ciudades. En el caso de Montevideo, Santiago de Chile y Guayaquil, por ejemplo, las comunas con mayor proporción de adultos mayores son aquellas que rodean las comunas centrales de la ciudad. La importancia de este punto es que, dependiendo de su ubicación en la ciudad, será más o menos diícil para una persona mayor el acceso a los servicios urbanos. En este sentido, la concentración de este grupo etario en el centro de la ciudad podría considerarse una de las pocas ventajas naturales del grupo rente a la competencia por los benecios urbanos. Este aspecto es especialmente importante cuando se considera la posibilidad de que al repoblar se produzca un proceso de gentrifcation o aburguesamiento que expulse a estos habitantes. Más aún, el aburguesamiento podría debilitar el apoyo político y ciudadano a los procesos de repoblamiento y, en última instancia, convertir a los barrios históricos en distritos secundarios: ya sea por la construcción de segundas viviendas, o por su consolidación como sectores o áreas turísticas con escasa población residente. Por ello cobra vital importancia monitorear su evolución, así como promover que mantengan, al menos en parte, una porción de su población original. La nueva pobreza urbana
Al contestar contesta r la pregunta pregun ta ¿para quién quié n repoblar y recuperar los centros urbanos? surge también el concepto de nueva pobreza urbana, que en muchos casos se sitúa en las áreas céntricas de las ciudades. Entre las transormaciones sociales de este nuevo siglo, surge un nuevo tipo de pobreza, así como nuevas características del enómeno. En los últimos años, la preocupación por la pobreza carencial se centra ahora en una pobreza de violencia y segregación que se ha denominado “nueva pobreza urbana”. Hasta mediados del siglo pasado se considera que la pobreza es básicamente un problema de ingresos, que impide el acceso a una canasta básica de consumo. Desde esta perspectiva los esuerzos por superar la pobreza se centran en aumentar los ingresos de las personas. En los años 60 hubo un primer cambio de enoque, en el cual se entiende la pobreza como un conjunto de necesidades básicas insatisechas (NBI).
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Bajo esta mirada las políticas de vivienda se orientan a la satisacción de necesidades básicas, a saber, la materialidad de la vivienda, el acceso a los servicios públicos, la densidad del hogar, la escolaridad y la dependencia de las ayudas públicas. Producto de las transormaciones de la sociedad posordista y de su impacto en las ciudades, a saber, el traslado desde la inner city hacia los suburbios, a nes del siglo XX surge una población poblaci ón pobre marcada por el desempleo, de sempleo, la dependencia depe ndencia asistencial, asistenc ial, la delincuencia, la deserción escolar, la inactividad y la segregación. Tironi (2003) la denomina nueva pobreza urbana, y aclara que muchas veces ésta tiene un componente de “guetización”, esto es, la concentración espacial del grupo, la homogeneidad social del área y la percepción de segregación. Según el autor, la pobreza actual posee una calidad de vida material signicativamente mejor que la pobreza de décadas pasadas, pero al costo del deterioro sistemático de su calidad de vida social. A pesar de todos los logros materiales, entre la población de menores ingresos existe una percepción de desencanto y desigualdad. Atrás quedaron los problemas de higiene y saneamiento de los asentamientos irregulares de la década de los 80 y 90, donde las necesidades prioritarias eran el pavimento, la luz, el agua potable y el alcantarillado. En la actualidad, los problemas son otros: la escasez de equipamientos y servicios, el hacinamiento al interior de las viviendas, y una amplia percepción de inseguridad producto del alcoholismo, la drogadicción y el pandillismo que aectan a ciertas áreas de la ciudad. Estas nuevas características de la pobreza y las nuevas perspectivas para enrentarla sugieren un cambio en el rol de los arquitectos, de los planicadores urbanos y, en general, de los constructores del hábitat. Repoblamiento y recuperación de centros urbanos: ¿cómo? Políticas y programas
Mientras los asentamientos inormales periéricos han estado a cargo de los Programas de Me joramiento de Barrios Barrio s (PMB) (PM B) y la migración rural urbana de programas masivos de soluciones mínimas, el despoblamiento y deterioro de los centros urbanos debe enrentarse con Programas de Repoblamiento y de Recuperación Urbana. El primer paso en este tipo de programa consiste en interrumpir el círculo vicioso del mercado característico de las áreas centrales: a los consumidores no les atraen estos sectores, por su deterioro; los inversionistas no pueden revertir el proceso individualmente; los gobiernos locales reciben menos ingresos; la inversión y el mantenimiento son escasos; aumenta el deterioro. Al parecer existe consenso en asignarle al Estado este rol, el que pasa a ser determinante como gatillador de los procesos de recuperación urbana.
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La experiencia indica que el Estado debe asumir inicialmente los costos, llevar a cabo una serie de inversiones que son requisito para detonar la renovación de algunas piezas de la ciudad: por ejemplo, mejorar la inraestructura, el espacio público, los servicios urbanos y el transporte público, e incluso, llevar a cabo proyectos emblemáticos y/o intervenciones ejemplicadoras. Más aún, Rojas (1999) aclara que estas intervenciones tienen un orden y unos plazos precisos, que de no cumplirse pueden invalidar la operación. Ejemplo de ello sería la entrega de subsidios habitacionales a quienes postulan a una vivienda sin que previamente se haya consolidado una oerta adecuada, o la construcción de viviendas económicas sin asegurar la provisión de equipamiento residencial apropiado. Ello puede redundar en una deslegitimización por parte de la población, en una pérdida de conanza por parte de los inversionistas, en mal uso del espacio público y del equipamiento existente y, eventualmente, en el racaso del proyecto. Variables de desarrolllo urbano desarro
Obsolescencia
Preservación
Retorno económicos de privados Inversión privada
Retorno por impuestos
Inversión pública
Estado de la edicación
Desempeño inerior al promedio de desarrollo urbano de la ciudad Desempeño superior al promedio de desarrollo urbano de la ciudad
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En la Figura Nº 4 se esquematiza el proceso de obsolescencia, que va aumentando paulatinamente (las barras grises hacia abajo) hasta que se logra revertir el proceso a partir de una inversión pública (las barras de color hacia arriba). El esquema señala que los procesos de obsolescencia se inician y van aumentando hasta ocupar los casilleros en gris. Luego, a raíz de una inversión pública (primera barra de color) y de la continuidad contin uidad de esta inversión (tres barras de color el segundo año) se empiezan a generar barras positivas año tras año, hasta que el Estado empieza a disminuir su participación, dejando que el proceso se sustente por su propia dinámica. Una segunda condición, que puede considerarse requisito para consolidar la renovación o recuperación de zonas deterioradas, es lograr el repoblamiento del sector que se busca intervenir. Más aún, se considera deseable que el repoblamiento incluya mixtura uncional y social. Social, en el sentido que consiga incorporar a habitantes de mayores recursos que los grupos empobrecidos que habitan los centros en proceso de obsolescencia, bajo la lógica que éstos tienen la posibilidad de atraer nuevos recursos al área; y uncional, en el sentido que orezca a estos nuevos habitantes una vida urbana rica y atractiva capaz de competir con la oerta residencial de la perieria suburbana de la ciudad. A su vez es esta mixtura la que atraerá nuevas unciones, actores y actividad en los centros generando un proceso virtuoso de inversión y benecios. En la Figura Nº 5 se resumen algunas características necesarias en los proyectos de revitalización de centros urbanos. R eq u i e r e n
Componentes de un Proyecto
Fases de un Proyecto
Actuación concertada conc ertada de actores: - público - comunidad organizada - promotores (inmobiliarias) - consumidores
- Mejoramiento de los servicios de utilidad pública - Mejoramiento de servicios municipales - Mejor accesibilidad - Mejor espacio público - Ampliación y mejoramiento mejorami ento del equipamiento urbano
- Creación de las bases de recuperación - Promoción de la inversión privada - Fase sostenible
Por su parte, los problemas más recuentes detectados una vez que el proceso de renovación y repoblamiento se echa andar son dos: el primero es el gentrifcation aburguesamiento ( gentrifcation ), que tiende a desplazar a los habitantes de menos recursos del sector; y el segundo es la destrucción del cuerpo construido tradicional y su reemplazo por nuevas edicaciones que responden a
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tipologías constructivas ajenas al sector. Mientras el primer enómeno puede ser especialmente perjudicial para los grupos más débiles que suelen habitar los centros urbanos, la destrucción de los edicaciones puede redundar en la pérdida de identidad del barrio, y la consiguiente pérdida de memoria urbana. El caso de Santiago de Chile La ciudad y la comuna
El caso de Santiago es muy similar a lo que se ha descrito en términos genéricos para América Latina. El proceso de obsolescencia obsolescenci a y despoblamiento de su centro comienza con un explosivo crecimiento urbano y una gran dispersión espacial de la vida urbana gracias al automóvil. La población de la ciudad de Santiago ha tenido un aumento sostenido, mientras la población de la comuna central ha decrecido. De hecho, en 1940 la población de la ciudad era de 952.000 y la de la comuna de 444.000 habitantes, es decir, representaba el 47% de la población de la ciudad. En el censo de 2002, la población de la ciudad había crecido a 5,4 millones de habitantes, mientras mient ras la de la comuna había decrecido a poco más de 200.000 habitantes, lo que representaba ahora un 4% de la población de Santiago. Sin embargo, este proceso no ha sido parejo para toda la comuna. La variación poblacional entre los censos de 1992 y 2002 señala que el sector más aectado por el proceso de despoblamiento es el del sur oriente del territorio comunal, con pérdidas poblacionales de más del 36%. En general, el sector al sur de la Alameda —el eje estructurante de la ciudad— se ha despoblado más que el sector norte. También se destacan algunos sectores en los cuales la población ha aumentado, como com o por ejemplo, el sector de la Plaza Brasil y el sector comprendido entre Portugal, Alameda, Santa Rosa y Av. Matta, lo que refeja los eectos del plan de repoblamiento que se ha venido realizando desde 1990 hasta la echa. Al analizar anali zar la edad de la población poblac ión se ve que el despoblamiento d espoblamiento tampoco ha sido un proceso homogéneo en términos tér minos de grupos etarios. Como Com o se aprecia en la Figura Nº 6, el grupo de los 60 y más ha disminuido muy poco, mientras que para los grupos entre 20 y 39, y de entre 40 y 59, la disminución poblacional ha sido muy importante, aunque prácticamente se detiene en el último período intercensal (entre 1992 y el 2002). Por último, el grupo de 0 a 19 años, de niños y jóvenes, es aquel que más disminuye y, aunque la curva cambia de pendiente en 1992, el grupo continúa perdiendo población entre 1992 y 2002. Estos resultados pueden explicarse por los cambios demográcos y las transormaciones culturales respecto de la amilia descritos anteriormente.
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300,000 250,000 200,000 150,000 100,000 50,000 0 0 a 19
1952 20 a 39
1960 40 a 5 9
1970
1981
1992
2002
6 0 y m ás
En 1990, se realiza la Primera Convención de Santiago, la cual, junto con el análisis de las propuestas técnicas, dan por resultado un documento que sirve de Plan Director para el crecimiento comunal, en el que se orienta la elaboración de un “Plan de Desarrollo Comunal” denominado “Propuesta de Desarrollo para la Renovación de Santiago”. En esa ocasión se denen tres temas básicos de preocupación: el rol residencial de la comuna; las actividades de servicio, comercio e industria y la calidad de vida de la población, y se empiezan a elaborar diversas líneas de acción. En los primeros días del plan se dene que se trata “de la densicación de sectores urbanos y de la consolidación de áreas residenciales con despoblamiento” …en aras de… “mejorar la calidad de vida y el hábitat urbano”. Se estima que la recuperación y el ortalecimiento del rol residencial de las áreas centrales deprimidas de las ciudades pueden generar benecios sociales, económicos y ambientales a su comunidad, por medio de una integración a la planicación de los usos de suelo de un modelo eciente de gestión urbana, que asocie estratégicamente al sector privado, al gobierno nacional y al municipio, para revertir la espiral de deterioro que aecta a estas zonas. El plan se inserta en el Plan Regulador Metropolitano Metropolitano de Santiago (PRMS) de 1994, cuyos lineamientos estratégicos consideran: establecer límites máximos de crecimiento urbano; elevar densidades urbanas y limitar el crecimiento de
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la ciudad en extensión; asegurar una accesibilidad equitativa para el uso del territorio y oportunidades; mejorar las condiciones de vida de los residentes y también del medio ambiente. Para la realización del Plan de Repoblamiento se crea la Corporación para el Desarrollo de Santiago (CORDESAN), (CORDE SAN), institución de derecho privado, con personalidad personalidad jurídica y sin nes de lucro. Sus objetivos especícos incluyen: “Organizar, promover, planicar, coordinar y ejecutar proyectos para el desarrollo urbanístico, económico y social de la comuna, mediante acciones de diseño, remodelación, renovación, rehabilitación, reconstrucción, edicación, arborización, descontaminación, prevención del deterioro urbano y conservación del patrimonio arquitectónico. Elaborar estudios, trabajos de investigación y planes experimentales, con el objeto de impulsar el desarrollo de la comuna. Servir de enlace entre las empresas adherentes, las entidades nancieras y la municipalidad. Evaluar los resultados de las acciones desarrolladas. Financiar o prestar asesoría técnica a actividades de estudio e investigación ejecutadas por otras instituciones” (SECPLAN, 2004). Pero quizás lo más novedoso de la CORDESAN es haber servido de enlace entre el sector público, el sector privado y la comunidad. Por otro lado, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU) crea un nuevo subsidio habitacional dirigido a la demanda, para ser utilizado en la compra de vivienda nueva en sectores de renovación previamente determinados. Este subsidio de renovación urbana, al igual que el subsidio tradicional, reconoce tres tramos, con un aporte estatal inverso al valor de la vivienda (a mayor costo de la vivienda, menor subsidio). El subsidio de renovación urbana tiene ventajas mayores que el subsidio tradicional, ya con él se busca incentivar la construcción en estos sectores (Figura Nº 7). La idea de estas medidas es renovar y repoblar la comuna de Santiago, recuperando su rol residencial prioritario y ortaleciendo su identidad barrial tradicional, como una manera de construir un centro urbano metropolitano atractivo, eciente y humano. La CORDESAN inicia su acción respondiendo a tres preguntas. Ante la primera pregunta ¿Quién quiere vivir en el Centro? el municipio, por medio me dio de su Unidad de Vivienda, abre la “Bolsa de demanda”, un registro de personas interesadas en vivir en la comuna, a quienes asesora con inormación sobre los planes más convenientes para adquirir vivienda de acuerdo con su realidad económica. Con esto logra asegurarse un volumen de compradores potenciales. Ante la segunda pregunta ¿Quién quiere vender su propiedad? la CORDE CO RDE SAN se encarga de localizar sitios y propiedades susceptibles de recibir un proyecto inmobiliario nuevo y crea un registro llamado “Banco de terrenos”. Gestiona la transacción entre
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los propietarios interesados en vender y las inmobiliarias interesadas en comprar, o participa directamente en la compra haciendo uso de sus atribuciones especiales. Finalmente, ante la tercera pregunta ¿Quién quiere construir viviendas?, y a partir de la inormación obtenida de la Bolsa de demanda y del Banco de terrenos, se busca a una empresa constructora o inmobiliaria dispuesta a construir vivienda en los terrenos orecidos, para lo cual se rma un convenio de acción conjunta denominado Convenio de Repoblamiento. En la implementación del Plan de Repoblamiento se distinguen tres etapas. En la ase inicial, entre 1992 y 1994, se identica la demanda habitacional, para lo cual se realiza una caracterización socioeconómica, y se construye el perl del nuevo residente, en unción de su poder adquisitivo y de sus exigencias respecto del tipo de vivienda, que se expresan como estándares técnicos mínimos. Con este propósito se realiza un proyecto habitacional piloto llamado “Esperanza”, que permite denir la oerta que se busca omentar situándola situándola entre los US$ 14.000 y US$ 25.000. Vivienda hasta US$ 41.667
Renovación urbana
Vivienda hasta US$ 27.778
Renovación urbana
Vivienda hasta US$ 38.889
Renovación urbana
Tradicional T radicional
Tradicional T radicional
Tradicional T radicional 0
Crédito privado máximo
0 0 0 , 5
0 0 0 , 0 1
Ahorro postulante mínimo
0 0 0 , 5 1
0 0 0 , 0 2
0 0 0 , 5 2
0 0 0 , 0 3
0 0 0 , 5 3
0 0 0 , 0 4
Subsidio estatal
El resultado de la implementación de esta primera ase del programa es la construcción de 3.582 unidades de vivienda nueva en 12 proyectos inmobiliarios. Con esto se logra revertir el proceso de decadencia observado durante las últimas décadas. Ello tiene dos eectos notables: primero, se despierta el interés del sector privado no cooperativo por acceder a la Bolsa de
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demanda, lo que genera uertes presiones para participar en el sistema de enlace; y segundo, para la creciente demanda por vivienda se amplía el espectro de precios que alcanzan los US$ 42.000 por unidad. La segunda etapa de implementación del programa, de 1995 a 1996, es la ase de ajuste. La Bolsa de demanda decide diversicar la oerta disponible en un rango mayor de precios, incluyendo viviendas de hasta US$ 42.000. Para consolidar el interés empresarial, el operador inmobiliario inmobilia rio debe cancelar a la CORDE C ORDESAN SAN un derecho de acceso a los postulantes registrados en la Bolsa de demanda. Estos ingresos se destinarían al nanciamiento de una adecuada campaña de imagen local para promover el éxito de las operaciones. Además, la CORDE CO RDESAN SAN comienza a operar como un auténtico aut éntico agente promotor inmobiliario, y le exige a las empresas el pago de un porcentaje sobre el valor de las viviendas que vende directamente. Esta orma de operar imprime un componente de calicación ante la demanda, que deriva en velocidades de venta superiores a las de construcción. Hacia el término de esta ase, en 1996, se han construido 2.226 viviendas nuevas en un total de 9 proyectos inmobiliarios. La tercera etapa, de 1997 a la echa, corresponde a la l a ase de consolidación. A partir de 1997 19 97,, el sector inmobiliario emprende en orma decidida la generación de oerta habitacional de diverso rango en la comuna de Santiago, sin intervención directa directa ni del municipio ni de la CORDE SAN. Esta última se limita a continuar con la labor de promoción y a establecer nuevos convenios de asesoría inmobiliaria y promoción de proyectos habitacionales, excluyendo los compromisos de compraventa. Desde entonces, un gran número de empresas comienza a operar en el mercado habitacional de la orma tradicional, es decir, adquiriendo terrenos y construyendo una oerta residencial que se orece a los compradores mediante la promoción privada, sin recurrir a la Bolsa de demanda ni a la asesoría de la CORDESAN ni para adquirir terrenos, ni para la denición del producto habitacional. En la Figura N° 8 aparecen las atenciones prestadas por la CORDESAN, CORD ESAN, y se muestra esta disminución. disminución. Programas Asociados
Es importante recalcar que el Plan de Repoblamiento contó además con una serie de acciones y programas complementarios complementar ios que reorzaron su acción. Entre 1992 y el 2001 es posible identicar al menos los siguientes siete programas asociados: - Incentivo al repoblamiento y mejoramiento de la identidad barrial - Desarrollo de centro de servicios - Mejoramiento del espacio público - Aumento de la calidad ca lidad de vida e integración int egración al desarrollo desa rrollo - Recuperación medioambiental del espacio urbano comunal
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- Mejoramiento de la seguridad ciudadana - Valorización del patrimonio patrimo nio urbano y arquitectónico arquit ectónico Los resultados
Se calcula que se han aprobado 236 edicios, de los cuales la CORDESAN ha participado en 197 convenios de proyectos. En total se construyen 26.560 unidades de vivienda, vivien da, y una supercie total de 1.911.678 m². Por otro lado, el número de sitios eriazos en la comuna ha disminuido claramente: en 1990 los sitios eriazos sumaban más de 100 ha, en 1995 habían disminuido a 76 ha y en 2001 a 31 ha (Contreras, 2005). Sin embargo, aunque entre el censo de 1992 y el del 2002 la const rucción de viviendas aumenta en un 23,8%, la población disminuye de 230.977 a 206.044, es decir en un 10,8% (Figura Nº 9). La disminución de la población comunal acompañada del aumento en la construcción de vivienda puede deberse a cambios demográcos (hay muchos departamentos para una persona, o para amilias con pocos hijos) o uncionales (hay departamentos que no se usan como residencia, sino como taller o segunda vivienda).
3.000 2.500 2.000 1.500 1.000 500 0 19 9 2
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Fase I
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19 9 6
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Pero más allá de los resultados, que podrían haber sido mejores en cuanto al repoblamiento, es preocupante el cambio morológico que produce la construcción de torres que superan los 14 pisos de altura, y que colindan con casas tradicionales de uno o dos pisos. Este proceso conlleva un deterioro visual y de asoleamiento, así como una pérdida de calidad ambiental y de identidad de las zonas de renovación. De hecho, la mayoría de los edicios nuevos presentan una nueva relación con el espacio público. públ ico. La interacción entre la edicación edicació n y la acera o la calle no está bien lograda, y a veces consiste en muros impenetrables que protegen y aíslan a los conjuntos habitacionales de su barrio. Es por ello que queremos terminar este artículo recordando la encrucijada que presentan las áreas céntricas de las grandes ciudades. Tras surir procesos de obsolescencia ísica y uncional durante largo tiempo, estos sectores son ahora objeto de grandes inversiones que amenazan con destruirlas. Surgen al menos tres consideraciones que justican la l a importancia importan cia de observar y monitorear de cerca este proceso: proce so: la magnitud m agnitud de los recursos comprometidos, la vulnerabilidad de algunos grupos aectados y la importancia de proteger el patrimonio arquitectónico en riesgo. El proceso en marcha tiene la capacidad de transormar proundamente la estructura social y ísica de las áreas céntricas y, en denitiva, de las ciudades y de la cultura urbana. Esto puede entenderse como una amenaza o como un potencial, lo que una vez más viene a conrmar la urgencia de concebir un sistema que permita seguir el proceso de cerca.
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El mejoramiento de numerosos barrios en la mayoría de las ciudades de nuestro país es hoy una necesidad evidente que nadie discute. El Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU) ha diseñado un programa especialmente con ese n, “Quiero mi Barrio”, que conrma lo señalado. Los investigadores de Sur Proesionales, Alredo Rodríguez y Ana Sugraynes, nos han orecido un riguroso estudio donde nos muestran las múltiples acetas y aristas del complejo problema de “los con techo” y la urgencia de hacernos cargo de él. Las causas de que haya muchos barrios de vivienda social que requieran requie ran ser mejorados son diversas. Tienen que ver con el crecimiento económico del país, la agudización de las desigualdades y los proundos cambios socioculturales que han venido aparejados. Pero a nuestro juicio, las causas se encuentran particularmente en la política urbana y habitacional del MINVU entre los años 80 y 2000, que creó inmensos barrios de vivienda social, donde miles de amilias de chilenos chile nos han vivido mal. Viviendas y barrios que no ueron diseñados para el desarrollo de la vida amiliar y la vida social, que se crearon simplemente como soluciones habitacionales, y que al poco tiempo se convirtieron en atentados a la convivencia amiliar y social. El estudio de Rodríguez y Sugraynes nos muestra, por ejemplo, que en los sectores de Santiago con mayor densidad de vivienda social existen más denuncias de violencia intraamiliar, mientras que no sucede lo mismo respecto de los robos con violencia e intimidación. Las cientos de miles de amilias que han ocupado estas viviendas, tras ver cumplido el sueño de la casa propia, han pasado luego por la gran rustración de tener un nuevo sueño: cambiarse a un barrio mejor. No quieren seguir viviendo en barrios estigmatizados, barrios donde arriesgan su vida amiliar y el desarrollo sano de sus hijos e hijas. No quieren seguir padeciendo una convivencia barrial de inseguridad y exclusión cotidiana. Hacernos cargo de este problema como sociedad signica en primer lugar modicar proundamente las políticas urbanas y de vivienda social; reconocer que no se puede dejar el desarrollo urbano sólo en manos del mercado; que no se pueden construir viviendas sin pensar en la vida amiliar que se desarrollará en ellas ni en los barrios que se constituirán.
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Pero también tenemos que hacernos cargo de los barrios que ya existen. Ello implica llevar lle var a cabo modicaciones muy proundas, estructurales, a las cuales no pretendemos reerirnos en este trabajo. Sólo queremos llamar la atención sobre las limitaciones de las acciones que hoy se emprenden, con lo que se pretende aportar estrategias sólo de mejoramiento de los barrios, una intervención que no producirá los cambios radicales que podrían lograrse con programas que enrentaran los problemas estructurales. Sin embargo, aun así se justica trabajar en el mejoramiento de los barrios porque urge actuar, en el corto y en el mediano plazo, y aceptemos entonces entonce s que los resultados esperados serán sólo de mejoramiento de los barrios, no serán la solución al problema en toda su complejidad. En ONG Cordillera, tras varios años de trabajo en el desarrollo de la vida social y en el mejoramiento de la convivencia en barrios de vivienda social, hemos llegado a algunas certezas que quisiéramos quisiéramos dar a conocer en este artículo. En primer lugar, para mejorar los barrios es necesario que las políticas públicas se planteen el reconocimiento del barrio como la unidad de trabajo, en la cual se desarrollarán los planes, programas y proyectos propuestos por estas políticas. Esta armación que aparentemente resulta obvia, no ha sido así en la concreción de los programas y servicios sociales orientados por el desaío de lograr una mejor ocalización. Desde las instituciones públicas, tanto del gobierno central como de los gobiernos locales, la unidad de trabajo ha sido determinados proyectos, dirigidos generalmente a personas o amilias, pero que sólo a veces apuntan a los barrios. No son programas en los cuales se piense el barrio como espacio de desarrollo, de vida cotidiana de amilias y comunidades; se piensa en términos de metas a lograr, y éstas se relacionan con los problemas especícos que se busca enrentar en cada programa social, sin considerar para nada los eectos, positivos y negativos, que la intervención pueda tener en la vida del barrio. En nuestra experiencia, para emprender cualquier proyecto de trabajo social ha sido undamental partir por un diagnóstico de la situación general del barrio, que comprenda aspectos como la vida social que se desarrolla en él, las relaciones y los problemas de convivencia amiliar y vecinal, la vigencia de las organizaciones sociales y la conanza que en éstas tienen los vecinos, la pro-actividad de los dirigentes, el cuidado que niñas y niños reciben de la comunidad; en otras palabras, el diagnóstico consiste en el estado del capital social del barrio. Esto nos permite plantearnos de qué manera el proyecto que vamos a realizar puede aportar al desarrollo de la vida del barrio y al mejoramiento de la convivencia social. Lo que proponemos es que las políticas sociales se desarrollen con un “enoque de barrio”, que se planteen desde una mirada desde la cual se pueda evaluar el aporte que la ejecución del plan, programa o proyecto hará a la vida social del barrio.
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Otro aspecto básico, muy relacionado con el anterior, es la perspectiva integral que debe tener cualquier proyecto que se realice en el barrio. La ocalización, como estrategia de elección de usuarios o beneciarios de las políticas sociales, ha limitado este enoque integral, al reducir las intervenciones a las limitadas ronteras de cada proyecto. En algunos casos, la selección ocalizada de beneciarios de los programas ha incluso contribuido a destruir tejido social. Por otra parte, en general observamos que los servicios a la comunidad prestados por el municipio y los proyectos sociales realizados desde el municipio no se tocan entre sí, que cada uno interviene de acuerdo con sus propios enoques, ritmos y tiempos. Menos aún se produce la coordinación indispensable con programas del gobierno central, de universidades o de instituciones de la sociedad civil. Así se pierde un gran potencial en el mejoramiento de la vida social de los barrios, debido a los programas realizados aisladamente y en tiempos antojadizos. Si las intervenciones que atienden problemas y necesidades sociales se realizaran integralmente podrían realmente contribuir a me jorar la convivencia social. so cial. Para trabajar con enoque de barrio, las instituciones tienen que estar en los barrios. La escuela, las iglesias, el municipio, el consultorio, la policía, los partidos políticos, las ONGs deben tener presencia constante en los barrios. Actualmente esto no es así, como consecuencia de los enoques que han adoptado los programas sociales. La creación de tejido social requiere un activo social que contribuya al desarrollo social y cultural de las comunidades. Las personas y amilias que viven en los barrios de vivienda social no cuentan con recursos sucientes para producir la movilización social que exige el desarrollo de capital social. Por otra parte, sólo si están en el barrio, de modo sistemático y por períodos prolongados, las instituciones podrán contar con un diagnóstico actualizado de la situación del barrio, de sus problemas y necesidades, así como de sus posibilidades, al plantear oportunamente nuevas iniciativas y propuestas que aporten a su desarrollo. En este sentido, es indispensable que la presencia de las instituciones en los barrios se haga realidad con la participación de monitores de terreno capaces de comprender la realidad, con un proundo compromiso social y con habilidades para motivar la animación social, asumiendo que el protagonismo lo deben tener los vecinos. Reconocer los elementos positivos del barrio es también indispensable para dinamizar la vida social. Investigar sobre la historia del barrio, identicar los intereses de grupos y sectores, incorporar los recursos locales al trabajo, son todos elementos que deben estar muy presentes, ya que con esto no sólo se contribuye a la actibilidad de las
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propuestas de trabajo, sino que se le da sustento al desarrollo de éstas. Esto signica, de alguna manera, abrirse a los códigos de la cultura local, dialogando y escuchando mucho a los actores del barrio. El ortalecimiento de las organizaciones vecinales y sectoriales de cara a sus comunidades es clave. Las organizaciones y dirigentes necesitan recuperar reconocimiento y liderazgo entre los vecinos, y autoestima para retomar la conducción de los barrios con propiedad. Los barrios necesitan dirigentes y organizaciones que sean capaces de vincularse con los vecinos, de acoger sus problemas y necesidades cotidianas. Es indispensable que las organizaciones sociales rompan las estrechas paredes de su crecimiento hacia adentro, donde se centran ce ntran en ejecutar proyectos, y se constituyan en reales conductores de la vida social de sus barrios. Es valorable que estas organizacio nes administren las sedes y canchas de los barrios, que postulen a proyectos para mejorar la inraestructura y adquirir equipos, entre otras unciones, pero ésa no es su misión principal. Observamos que la mayoría de los dirigentes consumen sus recursos y energías en obtener proyectos, dejando de lado la realización de actividades con la comunidad —aquellas que promueven la cercanía y el encuentro entre los vecinos— y la búsqueda de solución a los problemas diversos que aectan a la mayoría. Entre sus objetivos, los programas de mejoramiento de barrio deben incluir una labor de ormación orma ción en la acción de dirigentes y líderes sociales que les permita a estos renovar el e l enoque con que trabajan y apuntar más a la animación social que a la administración de bienes. En barrios ormados por condominios de vivienda social se debe invertir en organizar a los copropietarios para que puedan regular su convivencia y la administración de los bienes comunes . En los condominios de vivienda social la convivencia es aún más crítica que en las villas y los barrios donde no hay copropiedad. Esto se debe, por una parte, al hacinamiento y al diseño urbanístico deciente de la mayoría de los condominios sociales construidos entre 1980 y 2000 y, por otra parte, a la total desorganización de los copropietarios, quienes han habitado esos conjuntos habitacionales desconociendo que deben regirse por un régimen de copropiedad. Respecto del primer punto, es tarea del MINVU abordarlo —como problema estructural— en orma creativa y diversa, buscando soluciones apropiadas a cada situación. En relación con la organización de los copropietarios, es indispensable y a la vez diícil lograrlo, porque los copropietarios de vivienda social han instaurado una orma de vida colectiva que prescinde de los derechos y deberes que ello implica; es imprescindible imprescindibl e porque de lo contrario, la convivencia en estos condominios pasa a ser regulada por la ley del más uerte, con los consiguientes abusos que eso conlleva. La actual legislación de copropiedad debe también modicarse con el n de acilitar la organización de los propietarios de viviendas de este tipo.
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El establecimiento de instancias de refexión, debate y toma de decisiones de organizaciones y líderes comunitarios (mesas barriales), con capacidad de interlocución y negociación con institucioness municipales, del gobierno central y de iniciativa privada es clave para lograr un institucione real empoderamiento de los vecinos mediante un proceso de reapropiación de la conducción del barrio por parte de los líderes y organizaciones. Estas instancias deben ser apoyadas en su constitución e inicios de uncionamiento, de modo que incorporen prácticas positivas, como la planicación y evaluación de programas de trabajo, la rendición de cuentas, la negociación con autoridades e instituciones y la resolución de confictos. Estas instancias pueden verse perjudicadas con prácticas indebidas realizadas por uncionarios de las instituciones que asumen como su contraparte, como el incumplimiento de acuerdos ya suscritos o el establecimiento de relaciones de clientelismo con algunos de los dirigentes. Como estas son situaciones que se producen recuentemente, es preciso considerarlas al diseñar los proyectos de mejoramiento de barrios, de manera de que se pueda abordar oportunamente el problema. El desarrollo barrial debe ser pensado y debatido por la comunidad con actores políticos, técnicos y autoridades. Talleres, seminarios, oros sobre temas diversos que aectan directamente a los vecinos enriquecen la vida social del barrio y contribuyen a que sus habitantes vayan construyendo sus propios puntos de vista sobre cómo abordar estos asuntos, y resolver adecuadamente sus problemas o necesidades insatisechas. Temas como la atención de salud, la calidad de la educación en la escuela del barrio, los problemas medioambientales del sector, el transporte, la seguridad ciudadana, pueden ser tratados en instancias de refexión y debate, en actividades de aprendizaje y comprensión colectiva de los problemas, y constituir un gran aporte para los procesos participativos de mejoramiento de los barrios. Incrementar la vida social y el uso de los espacios públicos del barrio por parte de los vecinos es sin duda un desaío prioritario para desarrollar el tejido social, la asociatividad, la participación, el empoderamiento. En los barrios, un síntoma que muchas veces refeja el deterioro de la vida social consiste en que los vecinos no se conocen entre sí, no se hablan, se relacionan lo mínimo posible. Se imaginan que la interacción con sus vecinos puede ser una uente de conficto, o al menos, perciben que relacionarse con los vecinos sólo les traerá problemas. Así, los espacios públicos —pasajes, calles, esquinas, plazas, canchas— son paulatinamente paulat inamente abandonados abandonado s para la vida social de los vecinos y pasan a ser lugares de tránsito rápido, o son usados para ejercer actividades que generan inseguridad. Una manera de enrentar este desaío, que ha resultado muy beneciosa, es la realización de actividades culturales, deportivas y comunitarias en que participen distintos sectores poblacionales. Estas actividades, junto con contribuir a la buena convivencia, permiten que se recupere el uso de los espacios públicos para actividades sociales que a su vez sirven al desarrollo personal, amiliar y comunitario de vecinas y vecinos.
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Una orma signicativa de dinamizar la vida barrial son los programas de trabajo con niñas, niños y adolescentes en sus lugares naturales de encuentro, como la cancha, el pasaje, la plaza. Estas actividades que contribuyen al desarrollo aectivo y cultural de niños, niñas y adolescentes, adolescent es, a su vez potencian el desarrollo barrial incorporando activamente a un actor social cuyo escenario natural son los espacios públicos del barrio. Lograr que las niñas, los niños y los jóvenes sean actores sociales del barrio signica ganar aliados para enriquecer la vida social así como el mejoramiento y mantenimiento de los espacios y la inraestructura pública. Finalmente, un último aspecto, pero no por eso de menor importancia: en los barrios de vivienda social debe haber mayor inversión pública para mejorar y mantener mante ner los espacios públicos (aunque sean privados como en las copropiedades), que aportan a la seguridad, la estética, el ocio y la entretención, el desarrollo de la identidad y la autoestima de los vecinos. Ello resulta sustentable cuando los vecinos asumen con propiedad estos mejoramientos en los espacios públicos, los cuidan y administran, se preocupan de mejorar su estética y realizan actividades culturales, de celebración o deportivas como las ya mencionadas. De allí que sea undamental que este mejoramiento sea realizado como parte de un proceso de refexión, debate y negociación entre vecinos, organizaciones sociales e instituciones públicas, en un proceso donde se establezcan a la vez instancias de conducción barrial autónomas que den sustentabilidad a los mejoramientos logrados.
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Proyecto piloto 9x18, una alternativa a la expansión de Santiago 1 María José Castillo 2 y equipo 9x18 3
La Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica, en conjunto con la Fundación Rodelillo, apoyan una línea de trabajo tendiente a desarrollar proyectos de mayor integración social al interior de los barrios pericentrales de Santiago, con viviendas de mayor tamaño, e incorporando a las amilias en el proceso de construcción. El proyecto piloto 9x18 es la validación práctica de años de experiencia académica en el tema. La estrategia consiste en la construcción de una nueva vivienda para los allegados en los lotes donde habitan precariamente, sin necesidad de adquirir un terreno nuevo en la perieria perieria.. Esto permite destinar el monto total del subsidio a la vivienda aprovechando las inraestructuras existentes, y mantener a la población en su comuna de origen ortaleciendo las redes sociales. Nueva política habitacional chilena La política habitacional chilena cuenta con un sistema nanciero estable y exitoso de acceso a la vivienda, con una gran participación del sector privado en la construcción masiva de viviendas. Esto ha contribuido a disminuir a la mitad el décit habitacional con una producción anual de 120.125 vivien das sociales en el país en los últimos 16 años 5. Sin embargo, se han presentado los siguientes problemas: el parque habitacional construido en las últimas décadas no ha beneciado a los más pobres; la morosidad en el pago de los créditos es de aproximadamente 50%; y los habitantes, generalmente de conjuntos de gran escala, no cuentan con
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apoyo para el desarrollo de la vida en comunidad ni para la superación de sus condiciones de pobreza. Debido a los problemas detectados, surgió la necesidad de ajustar la política habitacional. La nueva política habitacional del año 2002, y en especial el programa “Fondo Solidario de Vivienda”, promueve la construcción de conjuntos de menor tamaño, exige que los proyectos consideren un plan de acompañamiento social y no contempla crédito hipotecario. Asimismo, propone que los beneciarios participen en el proceso de construcción de su vivienda al entregar un núcleo inicial que los mismos habitantes se encargan de ampliar. El programa mencionado se dirige a amilias que se encuentran bajo la línea de pobreza, y su nalidad es la construcción de una vivienda de 30 m2 iniciales, ampliable a un mínimo de 50 m 2 totales. El monto del subsidio es de 280 UF 6 (US$ 9.700), el aporte mínimo del beneciario es de 10 UF (US$ 346) y se admite el aporte de terceros. Los postulantes deben organizarse en grupos de 10 amilias como mínimo y deben asesorarse por una Entidad Organizadora 7 (Municipios, Fundaciones, Cooperativas, Consultoras). La nueva política habitacional del año 2002, en especial el Fondo Solidario de Vivienda, representa una oportunidad para impulsar proyectos innovadores. En eecto, este programa omenta la renovación, densicación y rehabilitación en áreas urbanas, así como la exploración de nuevos tipos de vivienda. El proyecto piloto que presentamos a continuación se inscribe en los lineamientos de este programa, vigentes en 2003. Sin embargo, en julio de 2006 el gobierno de la presidenta Bachelet anunció nuevos ajustes. Teniendo como ejes principales el mejoramiento de la calidad y la integración social 8, el énasis de la nueva política está en aumentar la supercie construida y promover la densicación predial, entre otras medidas. Por lo tanto, la política habitacional se enrenta a dos desaíos complementarios a la disminución del décit. dé cit. En primer lugar, garantizar la calidad de las viviendas, y en segundo lugar, promover la integración social. Para garantizar una mejor calidad, el programa “Fondo Solidario de Vivienda” aumenta la supercie mínima exigida a 38 m 2 y
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la supercie ampliable a 55 m 2, y eleva el monto del subsidio a 370 UF (US$ 12.818) para las zonas urbanas. En cuanto a acilitar la integración social, se crea un subsidio a la localización. Estos ajustes en la política habitacional inciden directamente en la viabilidad y replicabilidad del proyecto, tal como veremos más adelante. Poblaciones 9x18, el enómeno enómeno de los allegados y la escasez de suelo urbano En los últimos años Santiago ha surido una expansión desmedida. De 49.347 hectáreas de supercie en 1991, ha pasado a tener 61.396 hectáreas en el año 2000. El consumo anual de suelo de 1.339 hectáreas promedio en Santiago es muy superior al de las décadas precedentes (Ducci y González, 2006). Esto sin contar que la modicación del Plan Regulador Metropolitano de Santiago de noviembre de 2003 agrega 90.000 hectáreas para el desarrollo urbano en el área metropolitana. En primer lugar, de estas 61.396 61.39 6 hectáreas, 6.250 —equivalentes a 216.300 lotes— corresponden a 466 poblaciones compuestas por lotes de 162 m 2, con 9 m de rente por 18 m de ondo, ubicadas en los alrededores del centro de Santiago, construidas durante los años 1970 y 1980 (Vergara y Palmer, 1990). Estos lotes, que corresponden al 10% de la supercie actual de Santiago, han quedado en una ubicación privilegiada dentro de la trama urbana, integrados a las redes de transporte, servicios y equipamiento (Figura Nº 1).
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El Estado se benecia al invertir en cascos urbanos deteriorados y subutilizados, al ahorrarse los costos sociales, de urbanización y equipamiento que conlleva la erradicación de población hacia las perierias. Algunos de los benecios be necios son: - Uso de la urbanización existente: redes de alcantarillado, agua potable y electricidad. - Uso del equipamiento urbano y comunitario existente: establecimientos educacionales, recreacionales recrea cionales y de salud. - Localización urbana privilegiada: ahorro en los tiempos de viaje, acceso a los servicios de la ciudad, mejor acceso al empleo. - Mantenimiento y desarrollo de actividades productivas al interior de la vivienda o en el barrio debido a la mejor centralidad. - Seguridad ciudadana. - Integración social: mantenimiento y reorzamiento de las redes sociales existentes. Además, las poblaciones 9x18 presentan importantes valores del hábitat popular que nos interesa intere sa rescatar: - El nivel de arraigo, expresado en redes sociales consolidadas. - La capacidad de densicación expresada en orma espontánea aunque precaria. precaria. - La riqueza de la expresión constructiva popular y su proceso de consolidación progresiva. - El potencial para convertirse en un hábitat de gran riqueza espacial, urbana y social. El segundo aspecto relevante tiene relación con los procesos sociológicos que han surgido en la perieria de Santiago. En las poblaciones 9x18 existe por lo menos una amilia de allegados por lote, integrada a la comunidad e interesada interes ada en radicarse en el lugar. Generalmente son parientes de los propietarios, en su gran mayoría hijos que ya han ormado su propia amilia y que viven al ondo del lote en condiciones precarias 9. Multiplicado este proceso, genera al interior de la manzana unos campamentos invisibles desde el espacio público. Para acceder a una vivienda propia y ormal, los allegados se enrentan a dos opciones:
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- Ser erradicados a nuevas viviendas en la perieria de la ciudad. - Invadir terrenos deshabitados para conormar campamentos ilegales, proceso conocido como “las tomas de terreno” 10. Sin embargo, en una gran mayoría optan por permanecer viviendo precariamente donde están, privilegiando privile giando los benecios de una localización central y con mejor equipamiento, manteniéndose ligados a la red social a la cual pertenecen. Aun cuando adquieran una vivienda nueva en la perieria, es usual que vuelvan a la población de origen y que arrienden la nueva propiedad. Esto se explica porque históricamente las políticas de vivienda han seguido generando poblaciones periéricas con lotes más pequeños, de hasta 60 m 2, lo que se ha traducido en una concentración de los pobres en grandes extensiones urbanas, mal equipadas y con escasas posibilidades de renovación. El número de lotes 9x18 existentes en Santiago nos indica que existen 216.300 oportunidades de densicar, respondiendo al interés de los allegados por permanecer en los lotes en los que viven. Si comparamos esto con las más de 200.000 viviendas sociales construidas en Santiago entre los años 1980 y 2000, vemos la importancia de generar políticas públicas que acojan esta realidad. En tercer lugar, se calcula que el décit actual es de 543.542 viviendas. El 39,9% de los requerimientos de nuevas viviendas a nivel nacional se concentra en el gran Santiago (216.777 unidades). De éstos, los correspondientes a los allegados suman 177.364, 177.364, cira que representa el 81,8% de la demanda. La mayoría se localiza en comunas centrales de Santiago (MINVU, 2004). Otro actor determinante es la escasez de suelo urbano para la construcción de viviendas sociales. Actualmente el precio del suelo en Santiago es demasiado elevado para construir en el costo establecido por los programas habitacionales. Por lo tanto es urgente buscar alternativas de proyectos viables económicamente. Proyecto piloto 9x18 El proyecto piloto 9x18 es una alternativa a la expansión de la ciudad y a la escasez de suelo urbano. Las viviendas en los lotes 9x18 son el resultado de un proceso: a partir de la entrega inicial de un terreno, los habitantes se han hecho cargo de la construcción de su vivienda con subsidios estatales o por autoconstruc autoconstrucción. ción.
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El proyecto propone otra etapa de consolidación de este proceso con la construcción de una segunda vivienda en el mismo lote. La estrategia de radicación consiste en incorporar un nuevo suelo en altura, mediante la construcción de una losa de hormigón que permite al allegado recibir una vivienda independiente en segundo y tercer piso. La construcción de esta vivienda para los allegados en el lote donde habitan precariamente, sin necesidad de adquirir un terreno nuevo, permite destinar el monto total del subsidio a la vivienda. Además, con c on esto se mantiene manti ene a los habitantes habitant es en su comuna de origen, orig en, impulsando impul sando con co n ello el desarrollo de las poblaciones transormando áreas incompletas de la ciudad en barrios de más calidad. Los allegados se transorman en propietarios bajo la modalidad de la Ley de Copropiedad. Gestión del proyecto piloto en Huechuraba El proyecto piloto 9x18 “Renovación de las Poblaciones mediante la Radicación de Allegados” es el resultado de la colaboración entre la Universidad Católica y la Fundación Rodelillo para el emprendimiento amiliar. Universidad Católica: Anteproyecto
A partir de la experiencia académica iniciada con la investigación y publicación del libro “El lote 9x18”, seguida de talleres de proyectos, prácticas de obra, investigaciones y tesis, la Ponticia Universidad Católica realizó una propuesta de renovación urbana en la comuna de Huechuraba (Aguiló, Arteaga y Pedraza, 2002). La gestión ue desarrollada por arquitectos arquitec tos y proesionales del área social en relación directa con los pobladores y sus organizaciones vecinales para ormular una imagen objetivo del desarrollo uturo de sus barrios. Este anteproyecto, bautizado por los pobladores como “Huechuraba 2010”, aludiendo a la celebración del Bicentenario de la Independencia, es el capital semilla aportado por la universidad para el desarrollo del proyecto en asociación con otras entidades proesionales (Figura Nº 2). El anteproyecto se presentó al “Fondo Solidario de Vivienda” del MINVU, y su aprobación quedó sujeta a su actibilidad económica y a la elaboración de un plan social acorde con los lineamientos del programa.
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Fundación Rodelillo
Fundación Rodelillo es una entidad privada sin nes de lucro que trabaja en el desarro llo y ortalecimiento integral, y por la sana inserción social, de las amilias emprende doras de zonas urbanas de bajo nivel socioeconómico. Actualmente mantiene dos centros que atienden a 400 amilias en las comunas de La Granja y Quinta Normal. Su metodología amiliar de superación integral aborda cinco líneas estratégicas: dinámica amiliar y recreación; educación; trabajo y capacitación; salud preventiva; y vivienda. El acompañamiento psicosocial dura 18 meses, durante los cuales se aborda a la amilia en una dimensión personalizada, grupal y comunitaria. Entre esas líneas, la vivienda es un tema undamental, y los allegados uno de los ocos principales de su trabajo, aspecto que coincide con la estrategia de radicación propuesta por la Universidad Católica. Convenio Universidad Católica-Fundación Rodelillo: Proyecto piloto
En el marco de la nueva línea de subsidios del “Fondo Solidario de Vivienda”, la Dirección de Extensión y Servicios Externos y el Programa de Políticas Públicas de la Universidad Católica junto a la Fundación Rodelillo, ejecutaron el proyecto piloto. Ambas instituciones se asociaron para implementarlo en la comuna de Huechuraba, retomando el anteproyecto desarrollado por la universidad. El paso siguiente sería aplicarlo, con todos los ajustes derivados de la experiencia piloto, en las comunas donde Rodelillo mantiene centros de atención. En esta sociedad, la universidad realizó la asistencia
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técnica del proyecto con el apoyo económico de la Fundación Invica, y la Fundación Rodelillo ue la Entidad Organizadora que patrocinó al grupo de amilias participantes. A esta iniciativa se sumó también el estudio jurídico Cariola, Diez, Pérez-Cotapos Pérez-Cot apos y Cía. Ltda. y se contó con el apoyo técnico de la Empresa Constructora Brotec S.A. En la comuna de Huechuraba, las diez primeras amilias obtuvieron el subsidio habitacional en 2003, y las diez viviendas del proyecto piloto “Radicación de Allegados” se terminaron de construir en julio de 2004 (Figura Nº 3). Durante el proceso se exigieron trámites que no estaban contemplados, debido a lo cual la adjudicación nal de todas las viviendas no se realizó hasta diciembre de 2006. Descripción del proyecto piloto en Huechuraba Ajuste económico y técnico del proyecto piloto
La actibilidad económica del anteproyecto “Huechuraba 2010” ue estudiada junto a la Constructora Brotec S.A. Éste consistía en la construcción de una estructura que llamamos “de soporte” en hormigón y perles de acero y la habilitación de 30 m 2 en el tercer piso de la estructura.
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Los arquitectos y Brotec S.A. trabajaron juntos en el diseño técnico y constructivo del proyecto piloto denitivo, y esta colaboración resultó undamental para limitar el costo de construcción al nanciamiento estatal y al aporte de terceros. Como este aporte adicional nalmente no se obtuvo, Brotec S.A. asumió los costos no contemplados en el presupuesto inicial, debido a los lazos de cooperación que tiene con Fundación Rodelillo (340 UF por amilia: 280 UF subsidio, 10 UF ahorro y 50 UF aporte Constructora Brotec S.A.). S.A.). En esta etapa de ajuste se denió la construcción de la envolvente (conjunto de los paramentos de cierre de la vivienda) completa en segundo y tercer piso, y se reemplazó la estructura de acero por tabiquería metálica liviana. Descripción del proyecto piloto
Se propuso una vivienda a partir de dos sistemas estructurales independientes: una losa de hormigón armado de 32 m 2 (8,9 m x 3,6 m), apoyada sobre un marco rígido de 6 pilares y, sobre esta especie de “mesa” “me sa”,, una estructura estructu ra de perles de acero liviano livi ano de dos pisos. Tanto los elementos de hormigón (pilares, vigas y losa tralizada) como los de cierre perimetral (tabiques y techumbre) son preabricados y de dimensiones adecuadas a los espacios reducidos de los lotes, de modo que el montaje se pueda realizar lo más rápidamente posible. (Figura Nº 4). Esta doble condición benecia al propietario y al allegado. El primero gana un nuevo techo para uturas ampliaciones (terraza techada de 31,7 m 2 ), y el allegado recibe un suelo en altura para su nueva vivienda, de 26,7 m 2 en el nivel de acceso (segundo piso) y 29,7 m 2 en el nivel superior (tercer piso), con lo que se completa 56,4 m 2 de supercie inicial. Con esta propuesta, el allegado recibe una vivienda propia con acceso independiente. El propietario libera el espacio ocupado por construcciones provisionales y recibe el terreno despejado o techado para terrazas o ampliaciones de la casa original. El proyecto considera que la amilia participante intervenga en el proceso como parte de la apropiación y la consolidación de su hábitat. Se distinguen dist inguen dos etapas principales principale s de posibles intervenciones posteriores: Terminacione T erminacioness - Consolidación de la tabiquería interior del tercer piso - Pintura - Cielos y revestimientos interiores
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Modicaciones y/o ampliaciones - Ampliación de la cocina co cina - Construcción de un balcón-galería en segundo y tercer piso - Intervenciones en la achada principal según modulación estructural, apertura de nuevos vanos, cambio de revestimientos - Ocupación del primer piso por parte del propietario: ampliación de su vivienda, taller, patio techado, etc. El proyecto de Radicación de Allegados en la comuna de Huechuraba es pionero al construir 10 viviendas de 56,4 m 2 y al duplicar la supercie exigida por el programa “Fondo Solidario de Vivienda”,, al orecer una planta libre que las amilias participantes Vivienda” participante s pueden completar a su gusto y según sus necesidades. La experiencia demuestra que cuando los propietarios inician un proceso de ampliación y mejoramiento de su vivienda, paralelamente comienza un proceso de mejoramiento del barrio con intervenciones en las achadas y en los cierros. Plan de Acción Social
El Programa “Fondo Solidario de Vivienda” contempla el diseño del acompañamiento social de las amilias participantes. El Plan de Acción Social, exigido por las autoridades para la ejecución del proyecto habitacional, tiene como objetivo general lograr que las amilias accedan a una vivienda digna y reciban apoyo integral en los siguientes ámbitos: dinámica amiliar, crecimiento personal, inserción social y acción comunitaria protagónica en el cuidado de su entorno. Se realiza un diagnóstico de cada situación amiliar y grupal. Se impartieron los siguientes talleres de capacitación al grupo de beneciarios: - Comunicación amiliar - Derechos de los niños y jóvenes - Preparación de la navidad - Cuidados de la salud - Aspectos legales legale s - Redes sociales y comunitarias - T Taller aller integrado integ rado de vivienda y expresión expre sión de aectos - Mantenimiento de la vivienda - Ampliación de la vivienda vivi enda y cuidado del medio m edio ambiente - Resolución positiva de confictos - T Taller aller de cierre cie rre y evaluación El plan contempló actividades durante todo el proceso de proyecto, construc-
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ción y adjudicación de las viviendas. De esta orma, Fundación Rodelillo acompañó a las amilias y las preparó para enrentar el cambio de vivienda y los nuevos compromisos que adquirieron con ella. Evaluación del proyecto piloto e impacto en las políticas públicas Evaluación técnica y económica
Durante la construcción del proyecto piloto, nos enrentamos a la dicultad de construir en el ancho completo del lote de 9 m, debido a la necesidad de excavar junto a los medianeros de los vecinos. Además, el replanteamiento replanteamient o del proyecto también consideró disminuir los costos para ajustarse al presupuesto disponible disponible de 290 UF U F (280 UF U F de subsidio y 10 UF de ahorro). En eecto, para la aplicación masiva de la intervención era necesario que el proyecto se ajustara a los recursos de nanciamiento estatal y al ahorro de las amilias, sin aporte de terceros. De esta manera, se lograría que otras empresas privadas se interesaran en reproducir el proyecto. El nuevo diseño consistió en reducir el rente de la edicación a 8 m, eliminar la habilitación del segundo nivel, y entregar sólo el tercer piso habitable, al que se le incorporó el baño y la cocina. El nuevo proyecto tenía una supercie de 31,5 m 2 en tercer piso entregado en primera etapa, 28,8 m2 de ampliación en segundo piso y 28,8 m 2 de ampliación en primer piso para el propietario. El presupuesto presupue sto de esta nueva solución ue de 370 UF —a pesar de que su supercie resultó menor que la del proyecto construido—, producto del reuerzo de la estructura en segundo nivel. Esto, sumado a la reticencia de los postulantes a tener la supercie inicial en tercer piso, nos indicó que la mejor solución seguía siendo construir la envolvente completa como en el proyecto piloto original. Hasta ahora, el costo del proyecto piloto, que excedió el monto del subsidio, ha impedido reproducir el proyecto. Sin embargo, el nuevo ajuste de la política habitacional de julio de d e 2006, 200 6, aumenta aum enta el e l monto mont o a 370 UF para los proyectos que se postulan post ulan desde de sde el 2007 en zonas urbanas. Con este aumento de subsidio, se exige una mayor supercie y se exige un segundo dormitorio. Cabe señalar que la supercie del proyecto piloto es todavía superior a esta nueva exigencia. En la actualidad, el costo del proyecto piloto tal como ue construido —de 340 UF—, se inscribe en el presupuesto disponible, que asciende a 380 UF, considerando 370 UF de subsidio y 10 UF de ahorro.
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Modicación a la normativa
A partir de la experiencia piloto, la Universidad Univers idad Católica Católi ca y la Fundación Rodelillo gesg es11 tionaron modicaciones a la normativa a n de fexibilizar el diseño de la vivienda social dirigida a las amilias allegadas. El 16 de marzo de 2004, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo aprobó un aumento de la altura edicada y del porcentaje de adosamiento para viviendas nuevas en poblaciones existentes. existente s. Además, con estas modicaciones se permite aprobar el permiso de construcción y la recepción nal de este tipo de proyecto como "obra menor", lo que simplica considerablemente los trámites municipales. Pero todavía quedaban temas pendientes. La obtención del permiso y la recepción de las viviendas vivien das construidas irregularmente por los propietarios deberían también declararse como "obra menor", lo que ocurrió nalmente en enero de 2006. Los nuevos cambios a la Ordenanza General de Urbanismo y Construcción permiten regularizar ácilmente las viviendas de los propietarios, condición indispensable para acogerse a la Ley de Copropiedad. Las modicaciones logradas en el ámbito normativo constituyen un gran avance, pues este tipo de intervenciones pueden transormarse en políticas de vivienda que permitirán renovar totalmente las poblaciones para convertirlas en barrios consolidados. Evaluación social y lecciones aprendidas
Durante el desarrollo del proyecto tuvimos algunas dicultades. Primero, se presentaron problemas en la selección de las amilias originales del proyecto, pues algunas tenían problemas legales de tenencia de la vivienda; segundo, las construcciones hechas por los propietarios no contaban con los permisos correspondientes; y tercero, las desavenencias entre parejas retardaron la obtención de rmas y documentos. Todo esto demoró los trámites de adjudicación y provocó molestias en las amilias beneciarias, porque las viviendas estaban construidas pero no podían ser habitadas legalmente. Consideramos que estos problemas se podrían evitar con un adecuado proceso de selección del grupo de benecia-
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rios. Un aspecto importante es que los títulos de dominio estén en orden y se exija que las construcciones existentes cuenten con los permisos correspondientes o se ajusten a la normativa vigente. También es undamental contar con amilias bien avenidas, de modo que todas las personas que legalmente deban concurrir a la rma de los instrumentos eectivamente lo hagan. Además, las amilias deberían reunir un monto de 20 UF como aporte mínimo, a n de ortalecer su compromiso con el proyecto y a la vez cancelar los gastos administrativos. A pesar de las dicultades mencionadas, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo calicó el Plan de Acción Social de Fundación Rodelillo como el mejor del “Fondo Solidario de Vivienda” presentado en 2003, cuando cu ando ue aprobado el proyecto. Aspectos legales, evaluación y medidas propuestas
El diseño de los instrumentos legales constituyó un desaío para la puesta en marcha del proyecto. Se desarrolló un modelo legal basado en la copropiedad inmobiliaria que permite la adjudicación de unidades independientes al propietario y allegado. Fue necesario diseñar los instrumentos que permitieran alcanzar dicho objetivo. Para este eecto, el propietario cede al allegado parte de los derechos en el inmueble (en este caso un 1%), ormándose una comunidad entre ambos. Los allegados pagan por el terreno ocupado, suscribiendo una cesión de derechos que les permite adquirir derechos del inmueble a título oneroso. Finalmente, en la partición, el monto del subsidio se incorpora a la comunidad, permitiendo incrementar la parte que corresponde al allegado, de modo que la nueva unidad le pueda ser adjudicada sin necesidad de nuevos pagos al propietario. La cesión de derechos no signica un menoscabo del patrimonio del propietario. Esta gura constituye una innovación en el ámbito de la vivienda social en Chile y permite llevar adelante proyectos de densicación con los modelos legales adecuados. Con la experiencia del proyecto piloto se descubrió que varios procedimientos podrían simplicarse si se tomaran medidas legales y administrativas que es necesario proponer a los organismos correspondientes. Así, para aplicar masivamente masivame nte el proyecto es undamental obtener la declaración de gratuidad de los trámites necesarios que resultan bastante costosos (por ejemplo, pago de derechos municipales, honorarios notariales, impuestos, solicitudes de inscripciones y archivo de planos en
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el Conservador de Bienes Raíces, eventuales trámites judiciales). Mientras no se declare esta gratuidad, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo debería acilitar, de acuerdo con la normativa vigente, la exención del pago de derechos municipales para los permisos de edicación. Además, en los matrimonios celebrados bajo el régimen de sociedad conyugal en Chile, el marido es quien administra los bienes comunes. Esto constituye un obstáculo, especialmente para las mujeres que están separadas de hecho. Por lo tanto, sería necesario que el Ministerio de Vivienda y Urbanismo diundiera el decreto supremo mediante el cual, para todo eecto relacionado con este proyecto y la adquisición de la unidad enajenable, la mujer casada bajo ese régimen se considere “separada de bienes”. Subsidio a la localización
Como ya se dijo, en julio de 2006 el gobierno de la presidenta Bachelet anunció algunos ajustes a los programas habitacionales, habitacionale s, entre los que se cuenta un subsidio a la localización. Esta medida, que el proyecto Radicación de Allegados ha promovido desde sus inicios, es una excelente herramienta para renovar las poblaciones. Exige como condición que los terrenos estén ubicados al interior del área urbana, tengan acceso a todos los equipamientos básicos (educación, salud, transporte), y que el 60% de los postulantes residan en la comuna. El Subsidio Dierenciado a la Localización premia la buena ubicación de la vivienda y con ello promueve la integración social, incentivando soluciones habitacionales insertas en barrios y ciudades. El monto de este subsidio se ja según un actor del avalúo scal de los terrenos y la densidad del conjunto habitacional, con un tope de 150 UF por vivienda. La única restricción que tiene es que la vivienda construida no se puede vender durante 15 años, desde su inscripción en el Conservador de Bienes Raíces. El subsidio permite nanciar la compra del terreno para emplazar los proyectos del “Fondo Solidario de Vivienda” en zonas mejor ubicadas y para habilitar terrenos bien localizados pero que requieren obras complementarias, como mejoramiento del suelo, tratamiento de pendientes, drenajes y sistemas de evacuación de aguas lluvias, rellenos, actibilización sanitaria o eléctrica, demoliciones y despejes, etc. En el caso de los lotes 9x18, al proyecto le convendría que este subsidio permitiera cancelar la cesión de derechos del sitio de los propietarios, lo que incentivaría la densicación y generaría procesos de mejoramiento en las viviendas de los propietarios, lo que contribuiría a la renovación de los barrios. Permitiría también tambi én asegurar la actibili-
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dad de las instalaciones de servicios básicos —agua, alcantarillado y electricidad— procedimientos que en el proyecto piloto se demostró que eran complejos y costosos. Conclusiones El desarrollo del proyecto piloto ha conrmado el potencial que tienen los lotes 9x18 para dar cabida a más de una vivienda. La construcción de la losa en altura posibilita incorporar, en el marco de la Ley de Copropiedad, el espacio aéreo como un bien transable, lo que abre grandes posibilidades para la densicación y renovación de estas poblaciones. Sin embargo, la intervención caso a caso demostró ser más compleja de lo previsto. Con la experiencia del proyecto piloto descubrimos que varios procedimientos se podrían simplicar si los organismos correspondientes tomaran las medidas legales y administrativas propuestas por el proyecto 9x18. Además, la tramitación municipal debe acompañar ágilmente todo el proceso, ya que el procedimiento se alarga con la obtención de la Ley de Copropiedad para cada sitio. La realización del proyecto demostró la necesidad de que el proceso de selección del grupo de beneciarios sea especialmente riguroso: se debe exigir que los títulos de dominio estén en orden y que las construcciones existentes cumplan con la normativa. Además, las amilias deberían reunir un monto de 20 UF como aporte mínimo, a n de ortalecer su compromiso con el proyecto y a la vez cancelar los gastos administrativos. Para la implementación territorial sería conveniente generar alianzas estratégicas entre los actores involucrados: Entidades de Gestión Inmobiliaria Social, municipios, empresas constructoras; a la vez que detectar y/o ormar gestores vecinales para el desarrollo de los barrios (líderes vecinales, miembros de comités de allegados, etc.), que se incorporen al trabajo. También es necesario sensibilizar a las empresas de servicios básicos para apoyar la densicación predial en barrios populares. Esta línea de trabajo es un aporte al desarrollo de la vivienda social en nuestro país. Las investigaciones y propuestas realizadas en el ámbito académico pueden constituir la base para el uturo desarrollo de proyectos proesionales.
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Bibliograía citada - Aguiló, D., Arteaga, G. y Pedraza, R. Soportes para la densicación: Renovación de poblaciones periéricas en Santiago, Santiago, ARQ, 2002, 2002, Nº 50, p. 40-43. 40-43. - Castillo, M.J. Renovación de las poblaciones mediante la radicación de allegados: una alternativa a la expansión de Santiago de Chile, Inormes de la Construcción, Consejo Superior de Investigaciones Cientícas de Madrid, 2004, Vol. 56, Nº 491, p. 7-17. - Ducci, M.E. y González, M. Anatomía de la expansión de Santiago, 1991-2000, Santiago. Donde estamos y hacia donde vamos. Santiago: Alexander Galetovic editor, Centro de Estudios Públicos, 2006. - Ministerio de Vivienda y Urbanismo. Camilo Arriagada Luco coordinador, El décit habitacional en Chile: Medición de requerimientos requerimientos de vivienda vivienda y su distribución espacial. espacial. Santiago: MINVU, 2004. - Vergara, F. y Palmer, M. El Lote 9x18 en la l a encrucijada encrucijad a habitacional de hoy. Santiago: Sa ntiago: Facultad de Arquitectura y Bellas Artes, Ponticia Universidad Católica de Chile, Editorial Universitaria, 1990.
Tema T ema 4
Desarrollo de metodología para prevenir la ocurrencia de patologías en las viviendas sociales Francisco Prado p. 235 / 246
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Desarrollo de metodología para prevenir la ocurrencia de patologías en las viviendas sociales Francisco Prado 1
Las ocurrencias de patologías en vivienda social tienen una incidencia inciden cia considerable aun cuando se trate de un problema que objetivamente pueda ser menor. Lo anterior es generado por las características propias de la vivienda, sus niveles de terminación y por las costumbres de uso del grupo objetivo que la habita. Con la nalidad de minimizar el riesgo de ocurrencia de patologías en vivienda social se presenta a continuación la metodología utilizada para la ejecución del estudio “Metodología para prevenir la ocurrencia de viviendas sociales” realizado por la Ponticia Universidad Católica de Chile a solicitud del Instituto de la Construcción en el cual se aborda el problema de las patologías desde un punto de vista integral que va desde las consideraciones para un correcto diseño hasta las observaciones para su ejecución, pasando por los temas del uso de materiales adecuados y su control en obra. Antecedentes Anteceden tes Generales Gener ales En Chile la vivienda social está denida por la Ordenanza General de Urbanismo y Construcción (OGUC) en su Título 6, Capítulo 1, Artículo 6.1.2 como “la vivienda económica de carácter denitivo, cuyo valor de tasación no sea superior a 400 unidades de omento, salvo que se trate de condominios condominio s de viviendas sociales en cuyo caso podrá incrementarse dicho valor hasta en un 30%”. Sin perjuicio de lo anterior y dado lo transversal de los temas analizados en el presente estudio, se entenderá por vivienda social toda aquella vivienda que pueda recibir subsidio por parte del Estado, lo cual será justicado por las soluciones técnicas utilizadas en el desarrollo del presente artículo. Lo anterior hace de éste un conjunto amplio de inmuebles los que pueden ir desde la Vivienda Social Dinámica sin Deuda hasta otras viviendas de supercie no superior a 140 m 2 (DFL N° 2), pasando por algunas que se generen por renovación patrimonial u otro proceso susceptible de postular a subsidio estatal. El Instituto de la Construcción generó el proyecto denominado “Metodología para prevenir la ocurrencia de patologías en las viviendas sociales” el cual ue postulado a los Fondos Concursables de Inversión e Innovación de Chile Innova, para contribuir en la mitigación de este problema aún pendiente y de esta manera mejorar la calidad de las viviendas en Chile.
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Para llevar a cabo la etapa inicial el Instituto recopiló y clasicó Inormes de posventa de más de 30.000 viviendas construidas con posterioridad al año 1997 (por dierentes empresas constructoras), además recopiló los resultados de algunos otros estudios realizados anteriormente por el MINVU, la Corporación Habitacional de la Cámara Chilena de la Construcción, la Fundación Chile, el Instituto de la Vivienda de la Universidad de Chile, entre otros entidades. Toda esta Toda e sta inormación in ormación ue analizada y compilada compi lada en e n el Inorme de Avance Técnico Nº 1 (IAT Nº1 ), proceso luego del cual se detectaron de tectaron cuatro grandes grupos de problemas o patologías, patolog ías, a saber: por condensación, por ltraciones a través de la envolvente, en instalaciones sanitarias y en terminaciones. Cabe destacar que, si bien existen otros grupos de patologías, éstos no ueron considerados ya que no son relevantes, no son de alta recurrencia o corresponden a temas resueltos por otras instancias (como pueden ser por ejemplo las instalaciones eléctricas y el rol scalizador que cumple la Superintendencia de Electricidad y Combustibles SEC). La Dirección de Extensión Extensión en Construcción de la Escuela de Construcción Civil (DECON U C) y la Dirección de Servicios Externos de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos (SEREX UC), ambas de la Ponticia Universidad Católica de Chile (PUC), en alianza con la Universidad del Bío-Bío, ganaron el concurso por el cual se solicitó el desarrollo de dicha metodología. El trabajo se desarrolló en un año calendario con la colaboración directa de más de 30 proesionales generando así una instancia multidisciplinar de trabajo y desarrollo. Una vez que la Pontica Universidad Católica de Chile es seleccionada como ganadora del proceso de licitación, le es entregado el IAT Nº 1, el cual se transormará en el punto de partida para la Investigación. La inormación entregada corresponde en grandes rasgos a recopilación de datos, análisis, diagnóstico, diag nóstico, criterios de selección y lineamientos para el desarrollo del trabajo uturo, vale decir, el que comenzamos a detallar en este momento. La inormación reerida a cada grupo de patologías, por las razones anteriormente expuestas, venía agrupada de la siguiente manera: - Estudio Nº 1: Patologías por condensación - Estudio Nº 2: Patologías por ltraciones a través de la envolvente - Estudio Nº 3: Patologías en instalaciones sanitarias - Estudio Nº 4: Patologías en terminaciones - Estudio Nº 5: Método certicación voluntario Este último estudio tendría tendría como nalidad nalidad utura generar un Sello de Calidad
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al cual podrán postular voluntariamente las dierentes empresas en cada una de las etapas del proyecto, generando de esta manera un seguimiento seguimie nto integral al proceso. Objetivos del estudio El presente documento tiene como nalidad dar a conocer la metodología utilizada para ejecutar el estudio anteriormente identicado. El objetivo general de la investigación es prevenir la ocurrencia de las patologías más relevantes en las viviendas sociales, a partir de la inormación entregada por el Instituto de la Construcción. Adicionalmente , los objetivos especícos Adicionalmente, espe cícos de la investigación investigació n encomendada encome ndada a la l a Universidad, y que se verán expuestos en este artículo, son: - Diagnóstico de las causas de ocurrencia de las patologías más recurrentes. - Diseño de soluciones técnicas coherentes con los estándares de calidad y con los costos del mercado que permitan prevenir la ocurrencia de las patologías identicadas. - Diseño de las herramientas de diusión que permitan obtener y mantener en el tiempo tiem po las viviendas sociales acorde a los estándares denidos. Metodología de trabajo Diagnóstico
En esta primera parte del estudio los esuerzos se concentraron en el trabajo con la base de datos; el orden, la validación, la identicación y la caracterización de las variables ueron el norte a seguir. Dado que la inormación provenía desde distintas entidades, tanto los ormatos como las denominaciones entregadas en cada caso eran disímiles. En este escenario, una “no conormidad” (como se le denominó a las solicitudes de reparación por parte de los habitantes de un inmueble) para una empresa podía estar codicada como “Filtración por marco de ventana” y para otra entidad como “Filtración en ventana”. Por lo anterior, luego del ordenamiento inicial, se realizó una identicación y caracterización de cada una de las variables denidas, unicando criterios, conceptos y tolerancias. Para esta labor, en alguno de los casos, se requirió de largas reuniones y charlas que permitieran ir dilucidando cuál es el tema de ondo, cuál es el requeri miento del habitante y nalmente cuál es la patología. Es en ese momento en que se verica que muchas de las no conormidades, aunque estaban codicadas de distinta manera, correspondían a la misma inquietud. Las bases
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de datos requerirían entonces con urgencia una unicación para realizar un análisis correlativo, una comparación comparació n o una simple adición de las cantidades. Para esta labor se debió denir un patrón que permitiera cualicar el requerimiento. Fue entonces cuando surge la necesidad de denir el nombre de las patologías patolo gías que representan cada uno de las no conormidades resultantes. La Real Academia de la Lengua Española (RAE) dene patología como “el conjunto de síntomas de una enermedad”, por lo cual deberíamos apuntar a determinar la enermedad de origen para sanar el síntoma que detecta como un problema el habitante en su vivienda. En pos de lograr la determinación de la enermad causante se realizan un conjunto de pasos metodológicos, los cuales se detallan a continuación: - Cruce de variables de la base de datos: en la cual se usionan, renombran, o eliminan las variables según corresponda. - Recopilación bibliográca a nivel nacional e internacional del tema, deniendo el estado del arte y sus aristas más relevantes. Con esta inormación disponible se realizan: - Jornadas de trabajo, a las cuales se invitan a participar a más de 200 personas relacionadas al tema, las que incluyen arquitectos, constructores, proyectistas de ins talaciones, proveedores de materiales, etc. A cada uno de estos se les aplica una encuesta en la cual se les solicita que, según su experiencia proesional, identique y jerarquice las variables entregadas. Adicionalmente a lo anterior se le solicita que, según su experiencia como habitante, identique identique y jerarquice otras variables entregadas. De esta manera se cuenta con inormación relevante de la cual se puede extraer datos que permitan realizar un ranking de los temas considerados como más recurrentes o más importantes. - Visitas a terreno, que permiten contrastar la inormación entregada por los asistentes y la experiencia del equipo de investigadores, además de validar nuevas técnicas y tecnologías para su posterior análisis o aplicación. Una vez realizado el análisis de toda la inormación disponible disponibl e se tuvo un diagnóstico preliminar. Para entregar un diagnóstico anado se debía entonces vericar el nombre de cada una de las patologías identicadas, el cual uera claricador del problema de origen, sucinto y de ácil comprensión por cualquier persona. Esta labor dio paso a un documento llamado Resumen Ejecutivo en el cual se volcó en ormato de matriz la inormación de cada grupo de patologías (humedad, instalaciones y terminaciones) entregando: nombre de la patología, descripción de la incidencia en cada una de las cuatro etapas del proyecto (diseño, materiales, proceso
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constructivo, mantenimiento y uso) además de una jerarquización de la importancia de cada unas de estas etapas (de 1 a 3). El Resumen Ejecutivo describe abreviadamente toda la inormación relevante de cada patología en cada una de las etapas de un proyecto, además de jerarquizar la incidencia de cada una de éstas lo cual es muy importante al momento de la creación de las soluciones técnicas para la superación de dicha patología. Se puede observar en éste que la existencia de una patología no tiene una única razón sino que tiene pesos especícos variados en cada etapa, diseño, ejecución y mantenimiento, según sea la patología analizada. El listado denitivo de las 42 patologías analizadas por el estudio se entrega en el Cuadro N° 1. Diseño de Soluciones
La elaboración de soluciones técnicas adecuadas no sólo pasa por identicar correctamente cada una de los elementos que inciden en la existencia de la patología, sino también en contar con un nivel de requerimiento a cumplir. El estándar denido para la no ocurrencia de cada patología, en concordancia con el nivel de precio del mercado, marca el límite inerior del requerimiento ya sea en orma cualitativa o cuantitativa. Para la denición de los estándares requeridos se realizan una serie de pasos los cuales se detallan a continuación: - Recopilación de los estándares existentes en la Normativa Chilena, OGUC, los denidos por el SE RVIU y todos los que delimitan los requerimientos a nivel nacional. - Recopilación de estándares denidos internamente por las empresas constructoras y los gestores inmobiliarios participantes en el proyecto de investigación como parte de su experiencia basados en el arte del buen construir desarrollada en los años. - Recopilación de los estándares requeridos por los abricantes de algunos materiales para la correcta colocación de sus productos, accesorios o arteactos. - Recopilación de los estándares existentes a nivel internacional reeridos a la patología en estudio o a otra similar que entregue inormación relevante. Al volcar ordenadamente la inormación recopilada en los puntos anteriores en una tabla se obtiene la Matriz de Exigencias. Esta matriz contiene el con junto de todos los requerimientos requerimi entos correspondiente correspondie nte a cada patología, el estándar aplicable en este estudio estudi o estará en un punto intermedio de ésta y vendrá dado por la intersección entre las expectativas expecta tivas de satisacción del cliente y el precio posible de pagar por la solución a aplicar.
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Por otra parte, si se toma cualquier patología y se comienza a separar en cada uno de los elementos constituyentes que tienen incidencia en la existencia de ésta se puede realizar el siguiente ejercicio: se tiene por ejemplo la siguiente patología “Filtración por sello perimetral en arteacto de tina”, ésta tiene los siguientes elementos constituyentes: arteacto sanitario, muros de connamiento y sello (como material en sí). Para estos elementos las propiedades requeridas son: plomo, alineamiento, materialidad del revestimiento, dimensiones del vano, elasticidad, capacidad unguicida, etc. Cuando se ordena esta inormación en una matriz, se designan prioridades y tolerancias de cada una de las propiedades especicadas se genera la Ficha de la Patología. Ésta corresponde a un embudo invertido (de izquierda a derecha) que comienza con la patología y se va ampliando en cada uno de los distintos niveles de detalle hasta llegar al máximo nivel de especicidad, los rangos de cada parámetro y sus tolerancias aceptadas. Herramientas de Diusión
Como se indicó anteriormente, desde un inicio el estudio tenía contemplado la ejecución de herramientas de diusión que dieran a conocer los resultados obtenidos, en pos de minimizar la real ocurrencia de las patologías analizadas para las viviendas sociales, una de las máximas del estudio es acilitar el acceso a las conclusiones del mismo. Si bien la propiedad intelectual del trabajo está resguardada se permite la reproducción total o parcial de los contenidos del estudio haciendo reerencia a las uentes según corresponda. Para la denición de las herramientas se debió tener especial cuidado del grupo objetivo al cual van dirigidos, de esta manera el lenguaje, len guaje, la gráca y la inormación entregada entrega da deben ser claras, directas y ajustadas. El exceso de inormación puede hacer que al momento de la entrega el receptor pierda el rumbo de su búsqueda, por el contrario, la alencia de ésta hará del estudio un trabajo sin consistencia ni justicaciones adecuadas a las decisiones tomadas. Se han denido tres ormas de diundir el trabajo: una Guía Técnica, un Manual de Uso y Mantenimiento y una Página Web, cada una de las cuales tiene un grupo objetivo denido según como se muestra en el Cuadro N° 2. La Guía Técnica para la Prevención de Patologías en Viviendas Sociales es un documento impreso a color con ormato de archivador. La nalidad de esto es permitir la actualización (reemplazando páginas cuando corresponda), la reproducción (otocopiando o escaneando las páginas por separado), el traslado (retirando las páginas concernientes a una patología en particular) y en general todas las posibilidades de
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E s tu d i o
Có d i g o
Nombre Fundaciones y radieres:
H1
Ascensión capilar por sobrecimiento. sobrecimient o.
H2
Ascensión capilar por radier.
T1
Fisuras en radieres.
T2
Falta de horizontalidad en radieres. Losas y muros:
a s e u r G a r b O
H3
Filtración en albañilería de bloques.
H4
Filtración en albañilería de ladrillos.
H5
Filtración de muros de estructura de madera o acero.
T3
Fisuras en revestimientos exteriores e interiores de mortero de cemento.
T4
Fisuras en losas y cielos rasos.
T5
Falta de horizontalidad en losas. Techumbres y hojalatería:
H6
Filtración en cubierta.
H7
Filtración en hojalatería. Cielos alsos y tabiques:
T6
Deormación de tabique autosoportante.
T7
Deormación estructura cielo also, suras en cielo y deterioro. Revestimiento de piso:
T8 s e n o i c a n i m r e T
Deterioro de pavimento. Pinturas:
T9
Deterioro de pinturas interiores en muros y tabiques.
T10
Deterioro de pinturas exteriores en muros y tabiques.
T11
Deterioro de pinturas en cielo. Puertas y ventanas:
H8
Filtración y estanqueidad en puertas y ventanas.
T12
Inltración de aire en marcos de puertas y ventanas.
F13
Deterioro de hojas de puertas y ventanas.
ESTRATEGIAS DE RECUPERACIÓN Y REVITALIZACIÓN DE CONJUNTOS DE VIVIENDA SOCIAL
Estudio
Có d i g o
Nombre Arteactos y sellos:
s a i r a t i n a S s e n o i c a l a t s n I
n ó l i a c i a c s f n r e e d p n u o S C
I1
Estanque WC deectuo deectuoso. so.
I2
Tina deectuosa.
I3
Receptáculo de ducha deectuoso.
I4
Filtración Filtraci ón por sello de WC.
I5
Filtración por sello perimetral de tina.
I6
Sello posterior de lavamanos deectuoso. Grierías, accesorios y fttings:
I7
Griería deectuosa.
I8
Fijación de griería deectuosa.
I9
Conexión deectuosa entre tting y estanque.
I10
Conexión deectuosa de griería ducha.
I11
Filtración Filtraci ón por desagüe de tina. Redes:
I12
Filtración en llave de paso de baño.
I13
Filtración en cañerías.
I14
Baja presión de agua.
I15
Ruidos en la red de agua potable.
I16
Ruidos en la red de alcantarillado.
I17
Rotura de tapa de cámara.
I18
Obstrucción en red de alcantarillado.
I19
Cámaras y registros inaccesibles. Condensación en muros:
H9
Condensación supercial en muros. Condensación en cielos:
H10
Condensación supercial en cielos.
243
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diusión posibles. El objetivo de la Guía es entregar todas las consideraciones técnicas que se deben tener en cuenta para la no ocurrencia de las patologías en cada una de las etapas de un proyecto (diseño, materiales y ejecución), además de entregar las recomendaciones para la preventa (garantizando la mantención de las condiciones antes de la entrega al propietario por parte de la empresa). El lenguaje y la gráca están enocados para el uso por parte de los proesionales del rubro de la construcción por lo cual se tienen dibujos técnicos y tablas de doble entrada. Grupo Objetivo Pro roye yect ctis ista tass
Prov Pr ovee eedo dore ress Co Cons nstr truc ucto tore ress Pr Prop opie ieta tari rios os
Guía Técnica Manual de Uso y Mantenimiento Página Web
El Manual de Uso y Mantenimiento para una Vivienda Sana es un documento impreso a color que está especialmente destinado al propietario o habitante del inmueble, por lo anterior la gráca y el lenguaje son de ácil compresión, recurriendo a croquis, guras y símbolos cuando es necesario. La inormación aquí entregada está destinada al correcto uso (de la vivienda y sus partes) y las etapas de mantenimiento necesarias de realizar en la vivienda. Asimismo, se especican cuáles son las labores que se pueden ejecutar por parte del habitante, cuáles requieren de la asesoría de un especialista entregando ent regando además un calendario con las recuencias de realización de cada una, ya sea semestral, anual o bianual (Calendario de Mantenimiento). Con la nalidad de hacer más ácil la comprensión de la inormación se han identicado algunas alertas o preguntas recuentes que se puede hacer el propietario, además de un glosario con términos que puedan resultar conusos o de diícil lectura por parte de este grupo objetivo. La Página Web es una herramienta de diusión integral, en la dirección www.viviendasana. cl se ha incluido toda la inormación de las herramientas detalladas anteriormente anterio rmente separadas en distintos ambientes para acilitar la navegación. En cada uno de los ambientes se puede descargar íntegramente íntegrament e los archivos correspondientes a las herramientas ya descritas, en ormato PDF listas para imprimir por ambas caras en ormato carta. El ambiente azul contiene todo lo concerniente a la Guía Técnica mientras el verde todo lo correspondiente al Mantenimiento y Uso de la Vivienda. En la zona central de color celeste se accede a la inormación del Sello de Calidad del sistema de certicación voluntaria.
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Conclusiones En el presente estudio se analizó integralmente la edicación de viviendas sociales la cual está compuesta por una cadena de pasos que termina con la habitación y mantenimiento del inmueble. El diseño, como etapa inicial, deberá considerar entonces recomendaciones para cada una de las etapas posteriores, a saber: los materiales, la ejecución, el control y nalmente su uso y mantenimiento. Podemos observar que la vivienda social, por sus características propias de niveles de terminación, orma de uso, mantenimiento u otros, está más expuesta a la ocurrencia de patologías en la edicación. Adicionalmente éstas se ven agravadas por el número de habitantes y por lo ajustado de los presupuestos amiliares, lo cual en ocasiones diculta las reparaciones y los mantenimientos periódicos. Una de las conclusiones más importantes de este trabajo de investigación es que un número no menor de patologías se produce por no realizar adecuadamente las labores que deberían ejecutarse o por el olvido de la realización de una tarea especíca dentro del proceso integral (desde el diseño a la materialización). La solución para estos casos corresponde entonces a un anado chequeo de las labores necesarias de realizar, tanto en la actual normativa como en los estándares. En la gran mayoría de los casos los procedimientos y las técnicas por todos conocidas cumplen con los requerimientos y deberían dar una solución adecuada. Por lo anterior es que adicionalmente a los documentos generados se han creado las Cartillas de Control las cuales corresponden a un conjunto de tablas (separadas por patología y por etapa) que detallan cada uno de los pasos identicados en la Guía Técnica (tanto por el código de la patología como por el numeral de inciso). Para acilitar la lectura y trabajo con ambos documentos es que los grupos de patología se han codicado como se indica: H las patologías de humedad, I las de Instalaciones y T las de terminaciones. En gran medida las soluciones constructivas nacionales cumplen con los estándares denidos, los materiales y los procedimientos entregan soluciones aplicables de muy buena manera a la edicación, pero los problemas se presentan al momento del incumplimiento de los protocolos denidos por los abricantes o proveedores de materiales, quienes cada día denen sus requerimientos más detalladamente.
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Bibliograía general2 - MINVU. MIN VU. Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones Construcciones (OGUC). Santiago: MINVU, 1992. - MINVU. Reglamento de Instalaciones de Agua Potable y Alcantarillado (RIDDA). Santiago: MINVU, 2007. - CORM CORMA. A. Manual de Construcción de Viviendas en Madera. Madera. Santiago: CORMA, 2004.
Tema T ema 5
Procesos inormales y componentes constructivos María José Castillo, Nicolás Rebolledo p. 247 / 259
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Procesos inormales y componentes constructivos María José Castillo 1, Nicolás Rebolledo2
Esta presentación se plantea como una refexión indagatoria, abierta y en curso, a partir del trabajo docente realizado en conjunto durante los últimos dos años por el Laboratorio de Componentes Constructivos3 y el Laboratorio de Vivienda 4 de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Nacional Andrés Bello. El trabajo docente y de investigación se ha realizado a partir de los lineamientos trazados por el proyecto de acultad que considera la búsqueda de nichos de innovación en el diseño y la arquitectura que permitan generar vínculos con temáticas relevantes para el desarrollo del país. Aprender de las poblacione p oblacioness Chile cumple este año 100 años de política habitacional. Desde la primera Ley de habitaciones obreras de 1906 que buscaba asegurar condiciones higiénicas para la vivienda popular, hasta la nueva política de 2002 que busca orecer una alternativa de vivienda a los sectores más pobres de la población al entregar una vivienda sin deuda, nuestro país ha puesto en marcha diversas acciones para dar solución al problema. Sin embargo, en orma paralela y/o complementaria a las soluciones entregadas, los sectores marginados de los programas de ayuda ociales —ya sea porque no pueden cumplir con los requisitos exigidos por la institucionalidad o bien han recibido una solución de vivienda que no cumple con las necesidades de sus amilias— han utilizado una serie de herramientas para tener un techo donde dormir, que van desde tomas ilegales, ocupaciones de terrenos insalubres o riesgosos, hasta el desarrollo de procesos de autoconstrucción y ampliaciones irregulares. Estas diversas maneras de vivir en emergencia trasladan el problema del décit habitacional desde una dimensión cuantitativa a una cualitativa. Según lo planteado por Alredo Rodríguez y Ana An a Sugranyes: Su granyes: “Desde “D esde 1985, el Estado chileno ha centrado su
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política de nanciamiento habitacional en la disminución del décit acumulado, y lo ha logrado. (…) La conclusión inevitable del resultado de veinte años de una política exitosa de nanciamiento de vivienda social es que la cantidad por sí sola no basta, porque los eectos urbanos —segregación, ragmentación— y los eectos sobre las amilias o las personas —inseguridad, diícil convivencia, hacinamiento— crean nuevos, caros y serios problemas a la gente, a la sociedad y al Estado. Los temas de la calidad del entorno de los conjuntos habitacionales, de la fexibilidad de las unidades de vivienda, de la convivencia entre los residentes, de la localización, el diseño –entre otros- siguen ausentes en los predicados de la política habitacional” (Rodríguez y Sugranyes, 2004). Reconociendo esta realidad, hemos querido comenzar esta investigación observando en terreno la aplicación de las políticas habitacionales, aquellas concebidas como la provisión de viviendas-masivas-seriadas, y cuáles han sido las estrategias de los propios habitantes para adaptarlas a sus necesidades especícas, personalizando sus hogares al aplicar diversas lógicas constructivas. También hemos investigado la manera en que la producción inormal del hábi También tat, tanto desde su gestión como desde su dimensión constructiva, ha consolidado las poblaciones a lo largo de los últimos 50 años, partiendo de la hipótesis de que un gran porcentaje de la construcción del hábitat popular es autogestionado y autoconstruido. Aprender del sistema sist ema de objetos ob jetos Más allá de toda la complejidad que el tema de la vivienda reviste en términos sociales, normativos, de políticas públicas y de manejo territorial, nos ha interesado especialmente la aproximación a él mediante la investigación y la propuesta tecnológica. Desde este punto de vista, reconocemos la necesidad de un cambio de paradigma en la producción de inraestructuras para vivienda social. Aunque en él se asuma la condición de producto de consumo-masivo-seriado que caracteriza a la vivienda, se considera que también debe incluirse esa necesidad que tienen los habitantes de apropiarse del objeto ísico para personalizarlo y adaptarlo a requerimientos fuctuantes como la perectibilidad, la modicación del programa arquitectónico y la adaptabilidad contextual. Condición que hoy, pensamos, está lejos de cumplirse. Para develar espacios de innovación en el diseño y la tecnología, tanto en la producción como en la adaptabilidad de las viviendas, hemos empezado por observar lo que ocurre en el mundo
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de la producción de objetos industriales de uso cotidiano, lo que nos puede dar algunas pistas sobre las posibilidades de las plataormas tecnológicas disponibles. Actualmente , la producción de conguraciones fexibles en base a componente Actualmente, componentes, s, como las zapatillas, los computadores, los teléonos móviles / celulares, los automóviles o las bicicletas, han logrado responder a un problema tecnológico similar. Esta producción debe responder en orma eectiva y rápida a una demanda que, a pesar de ser masiva, es a la vez segmentada, porque los requerimientos son especícos para cada usuario. Las distintas conguraciones de un mismo producto pueden pues responder a distintos requerimientos, ya sea redistribuyendo, intercambiando o alterando sus partes. Según lo planteado por Heskett (2005: 159), “las conguraciones fexibles de los productos industriales se llevan aún más allá con la introducción de unidades modulares, lo que signica romper la estructura general de un producto en componentes uncionales esenciales y en elementos de interaz, los cuales se agrupan en unidades modulares estándar, con la consiguiente posibilidad de añadir más elementos opcionales. Este establecimiento de sistemas modulares, en base a componentes relacionados, desplaza la atención desde el producto acabado, como punto de partida conceptual esencial, hacia el diseño de procesos, dentro de un concepto de sistemas generales”. ¿Cómo incorporar esta condición productiva entre las variables del proceso de diseño arquitectónico de la solución habitacional y al mismo tiempo tiem po apoyar los procesos inormales de autoconstrucción? ¿Cómo permitir que, entre estos dos procesos, haya una coordinación orientada a mejorar la calidad del producto nal? Si nos aproximamos al problema de la vivienda social considerándolo un proceso continuo de construcción, el cual, a partir de un producto inicial deciente, se ve complementado en el tiempo, podremos pensar que el proyecto de arquitectura ya no es sólo un problema de diseño de un objeto tipológico replicable centrado en las ormas, sino que más bien es el proyecto de un sistema abierto constituido por componentes constructivos de diversa naturaleza y unción centrado en el usuario, reconociendo la necesidad de la vivienda-masiva-seriada de adaptarse a realidades complejas a partir de coordinarse con la introducción de elementos ajenos provistos por la autoconstrucción. Así, hemos h emos visto estos procesos ya no sólo como un u n conjunto con junto de objetos singulares, sino más bien como la evidencia de un sistema de producción espontáneo de elementos de distinta naturaleza y en constante modicación, que comparten lógicas de gestión, plataormas tecnológicas y necesidades comunes.
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Problemas y oportunidades En esta primera etapa de trabajo de los laboratorios, y en un aán por encontrar líneas de investigación y oportunidades de diseño que permitan mejorar estos procesos y mejorar la calidad, hemos analizado en terreno esta realidad construida, tanto desde la adaptación y/o descoordinación entre lo entregado y lo autoconstruido, como desde los modos inormales en que se han ampliado o modicado las estructuras iniciales. También, T ambién, en algunos algu nos casos, hemos intentado proponer propon er ciertas hipótesis h ipótesis proyectuales. proyectuale s. La primera línea indagatoria consiste en observar obse rvar en terreno la relación entre la inraestructura de vivienda proporcionada por las políticas públicas y la adaptación contextual de ésta (Cuadro N° 1). Ampliación de la vivienda social dinámica Dierencias detectadas entre las construcciones planifcadas y las autoconstruidas tras la entrega de la VSDsD en Santiago . Camilo Palma, Jorge Oyarzún. Seminario de investigación 2 do semes-
tre 2005 – 1er semestre 2006, UNAB. Se estudian siete tipos de proyectos nanciados por el Estado y las ampliaciones propuestas en ellos. Se hace luego una comparación entre los planos que se tienen del proyecto proyecto y lo que realmente se ha construido en el terreno. El objetivo de este ejercicio era conocer si las lógicas de diseño del proyecto ormal coincidían en algo con la realidad construida, y en qué. Por ejemplo, en la Figura N° 1 se aprecia que la ampliación diseñada en el proyecto ormal se pensó a partir de un programa básico supuesto sin terminar, y en términos de supercie adicional. Esta propuesta no considera la limitación de la solución inicial ya que considera sacar el techo, elemento de mayor complejidad de la vivienda. Esto se constata en terreno donde la ampliación autoconstruida sigue el sentido común y amplía la misma supercie propuesta, pero en primer piso ocupando todo el jardín y dejando la casa sin luz por su lado posterior. Es evidente que el proyecto propuesto no unciona como detonante de ampliaciones posteriores, ya que en el diseño se pierde el valor “dinámico” asignado en la gestión. En ninguno de los siete casos estudiados las ampliaciones siguen la planicación inicial. Esto pone en evidencia que la descoordinación entre las plataormas tecnológicas (la construcción tradicional y la autoconstrucción) resulta en una pérdida de calidad de la vivienda, no sólo en términos constructivos sino también programáticos y de conort.
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Además nos interesó observar obs ervar cómo se modicaba modic aba el entorno de los lo s habitantes que eran erraer radicados de un campamento y trasladados a una villa de vivienda social nueva, y qué estrategias empleaban para adaptarse a la nueva vivienda (Cuadro N° 2). Los casos estudiados en los cuadros N° 1 y N° 2 pusieron en evidencia que los requerimientos de diseño no consideran la adaptabilidad contextual de las soluciones de vivienda, ya que la ampliación se entiende sólo como una adición de supercie y no como una complementación inormal del diseño. Así se constata que existe una sostenida descoordinación entre los diversos elementos que componen el sistema de construcción del hábitat popular. Por una parte, los productos ormales que genera la política habitacional son pensados sólo desde la tipología y no existe realmente una aproximación al sistema en el cual se inserta la vivienda, tanto en términos de requerimientos programáticos como de coordinación modular con los elementos de autoconstrucción autocons trucción con los cuales se amplía la construcción ormal inicial. Por otra parte, los programas habitacionales no han reconocido del todo los procesos inormales o, dicho de otro modo, esta capacidad de “producción social del hábitat” (Romero y Mesías, 2004) que tienen los sectores populares. En consecuencia estas construcciones quedan en una condición de ilegalidad, porque su calidad material resulta sólo de la realidad cultural que las genera, a saber, la de unos habitantes que carecen de apoyo técnico, recursos sucientes y materiales de buena calidad, de modo que estas construcciones son decientes en términos de habitabilidad y seguridad. En síntesis, los esuerzos del Estado y los de los habitantes no se coordinan y los recursos se desaprovechan. Ante esta descoordinación son los propios habitantes quienes ponen en marcha algunas estrategias de adaptación.
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Erradicación de campamentos De la toma de Peñalolén a las “c asas Chubi*”: Formas de adaptación al cambio de condiciones habitacionales .
Rubén Peralta, Iván Guzmán. Seminario de investigación 1 er semestre 2006,
UNAB. El estudio consistió en hacer un seguimiento del traslado de diez amilias desde la toma de Peñalolén hasta una villa con vivienda nueva construida según los criterios del Estado. El seguimiento se centró en dos temas: primero, en la comparación de los programas arquitectónicos, para lo cual se hizo el levantamiento de ambas viviendas, la antigua, de la toma, y la nueva, de la villa; y segundo, en la clasicación de los componentes de la vivienda autoconstruida que posteriormente se reutilizaron en la nueva situación. Respecto de la distribución programática, se constata que al principio hay una drástica reducción de supercie (casi a la mitad). La ampliación se realiza según lo previsto, sin embargo, como el terreno es pequeño, se construye en el antejardín, contraviniendo la norma. El mobiliario y los arteactos no caben en la nueva vivienda por lo que se resitúan mediante la superposición de los programas. Los habitantes reutilizan los componentes de la vivienda de emergencia, algunos de los cuales sirven para construir tabiques e incluso como entrepiso. Esto maniesta una oportunidad de reciclaje y una necesidad, la que se busca satisacer mediante la reutilización de algunos materiales. La gran cantidad de componentes de las autoconstrucciones desmontadas que no son utilizados por sus dueños en la nueva vivienda incrementan la oerta en el mercado inormal de elementos de segunda mano, así como la reventa de viviendas de campamentos, completas o por partes, que posteriormente serán reutilizadas como ampliaciones. * Viviendas correspondientes a las cinco villas que recibieron a las amilias de la toma, bautizadas popularmente popularmen te como los caramelos car amelos “Chubi” “Chu bi” por su tamaño y sus colores c olores radiantes. radi antes.
Durante la amplia búsqueda y la posterior observación de viviendas autoconstruidas en las poblaciones de Santiago, se reveló que las lógicas aplicadas en la práctica de la autoconstrucción se repetían. En la búsqueda de principios que posteriormente pudiesen sistematizarse como antecedentes proyectuales, planteamos la pregunta: ¿cuál es la plataorma tecnológica sobre la cual se originan estos productos inormales?, entendiendo como plataorma tecnológica al conjunto de sistemas y procedimientos empleados a la hora
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de realizar una obra recurriendo a la autoconstrucción. Sistematizando las estrategias de autoconstrucción mediante la categorización de los sistemas constructivos se puede contribuir a mejorar la habitabilidad y el orden del conjunto (Cuadro N° 3). La principal lección que extraemos de esta indagación es que este modelo de gestión inormal asociado a una mejor tecnología abre la posibilidad de sistematizar y estandarizar los requerimientos de los distintos usuarios. Con el tiempo se podría concebir una tipología de ampliación que podrían desarrollar técnicamente técnicamente los expertos. De este modo se abre un espacio nuevo para la asistencia técnica, con la posible introducción de un producto estándar para la ampliación de este tipo de viviendas, dada la gran cantidad de conjuntos ormados por estos bloques que hay en Santiago —más de 100.000 unidades de vivienda (Rodríguez y Sugranyes, 2004)—. De hecho, sólo entre 1992 y 2003 se construyeron 133.959 departamentos de vivienda básica tipo C en todo el país (Greene, 2006), que podrían demandar el mismo tipo de producto. Frente a la oportunidad descrita en el punto anterior, se estudió en terreno si había elementos estándar que sirvieran para ampliar las viviendas. La evidencia estaba a la vista: la mediagua 5, hoy, junto con servir de vivienda de emergencia, ha sido utilizada como elemento preabricado de ampliación (Cuadro N° 4). Así, cuando lo necesitan, los habitantes recurren de todos modos a la mediagua. Pese a su calidad deciente, es decir, aunque no sea una solución del todo satisactoria, cuesta poco y es fexible (se puede montar, desmontar y trasladar, y por lo tanto se puede vender cuando cuan do ya no se la necesita), y por lo mismo resulta asequible para muchas amilias. Al igual que en el caso anterior, esto abre una oportunidad de innovación que puede explorarse desde el diseño y la creación de un componente constructivo de ampliación concebido con la lógica de la venta masiva y que, a dierencia del caso anterior, pueda ser instalado por el mismo usuario, sin ser experto.
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Plataorma tecnológica y sistemas de gestión inormal Ampliacioness en Ampliacione e n vivienda social en altura, el caso Los Quillayes. Quilla yes.
Nicolás Vicente, Seminario de
investigación 1 er semestre 2006, UNAB. Para avanzar en esta línea indagatoria escogimos un caso que uese representativo del problema, y luego estudiamos una tipología estándar que se repitiese, y que, por su rigidez no oreciera muchas alternativas alte rnativas para la ampliación. Así A sí se eligió la villa “Los Quillayes”, Quillayes”, un conjunto de vivienda social construido en los años 80, compuesto por bloques independientes de 3 pisos, con 15 departamentos de 37 m 2 cada uno. Aunque el proyecto no incluía la posibilidad de ampliar la supercie de la vivienda, casi todos los departamentos se han ampliado, tanto con intervenciones ormales —es el único caso de ampliación ormal de vivienda social en altura en Chile (Tapia, 1999; Rodríguez y Sugranyes, 2004) —, como mediante la autoconstrucción. El estudio consiste en la realización de un catastro de 5 bloques donde se identica: la cantidad de ampliaciones realizadas, los materiales utilizados, los procedimientos constructivos empleados, el programa arquitectónico arquitectónico,, las ormas de nanciamiento y las lógicas de gestión. De los casos estudiados, casi el 80% se había ampliado de un modo similar, instalando volúmenes que sobresalen de las achadas y conectados a los departamentos por los vanos de las ventanas, cuyos antepechos ueron demolidos. Estos cuerpos sirven indistintamente como ampliación de la habitación adyacente o como un recinto nuevo. En su dimensión constructiva, se identican tres dierentes plataormas tecnológicas: • Plataorma precaria : Autoconstrucción con elementos recolectados y reutilizados, realizada sin ninguna asistencia técnica. El sistema constructivo es la carpintería. • Plataorma artesanal : Autoconstrucción con conocimientos básicos de construcción tradicional. A la carpintería se suma la albañilería. • Plataorma ormal : Ampliaciones realizadas con materiales convencionales y cumpliendo con solicitaciones estructurales. A la carpintería y a la albañilería se suman el corte de metales y la soldadura. Las tres plataormas tecnológicas identicadas se adosan de igual orma al volumen original. Los propietarios emplean distintos métodos para conseguir una ampliación ampliaci ón con la misma supercie y el mismo volumen, pero con dierencias radicales de calidad, seguridad y habitabilidad. Es patente el esuerzo de los habitantes por sistematizar un proceso de gestión colaborativa, de modo que existe un mayor número de ampliaciones construidas con materiales convencionales. También T ambién se observa obser va la intervención inter vención de microempresarios microempre sarios que ejecutan las obras, y una coordinación vecinal que incluso regula algunos aspectos, como el largo del voladizo y el usuructo común de algunas estructuras.
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Sistemas preabricados de ampliación Utilización de mediaguas como componente constructivo de ampliación . Gean Carlo Vera. Semi-
nario de investigación 1 er semestre 2006, UNAB. Se estudiaron 20 casos de la comuna de Lo Espejo, donde se distinguen tres ormas de utilizar la mediagua: • En segundo piso para ampliar la supercie de la vivienda. • Instalada al fondo del sitio para acoger a los allegados o para contar con unidades indepen-
dientes cuando hay amilias distintas en un mismo sitio. • Instalada como un elemento elevado con una estructura independiente con el n de liberar el
suelo en primer piso y poder disponer de un recinto que se pueda usar local comercial. Eectivamente los usuarios adaptan la mediagua como un componente constructivo para la ampliación que, en la mayoría de los casos, conserva su orma y sólo modica su posición respecto de la construcción principal. Es interesante además constatar que existe un mercado de primera y segunda mano en el cual se arma y se desarma la mediagua en repetidas ocasiones, con mano de obra que no necesariamente es experta.
En esta última línea, y poniendo a prueba ciertas hipótesis constructivas, consideramos que sería interesante explorar la creación de sistemas constructivos para viviendas de emergencia desde su dimensión tecnológica. Este interés radica, por una parte, en el posible empleo masivo de un elemento preabricado de este tipo (barato, ácil de trasladar, de montar y desmontar, de traspasar, comprar y vender) en los procesos inormales de construcción del hábitat popular (particularmente en las ampliaciones), como ocurre con la mediagua, y por otra, porque sus requerimientos de diseño llevan al límite la búsqueda de una ecuación costo / calidad conveniente, en el sentido de lograr una habitabilidad mínima con espacios y recursos mínimos. En vista de lo anterior, desarrollamos una línea de proyectos que jó sus objetivos en la búsqueda de nuevas plataormas tecnológicas que pudiesen abrir oportunidades de diseño (Cuadro N° 5). Hacia una aproximación disciplinar que permita innovar Pensamos que para innovar hay que tener una aproximación disciplinar que complemente lo realizado durante estos años. Es necesario construir un enoque interdisciplinario donde la capacidad proesional de los arquitectos y constructores permita enrentar los desaíos que surgen en los sectores de bajos recursos. Esto supone un
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Hipótesis proyectual: Sistema constructivo para viviendas de emergencia a partir del reciclaje de residuos industriales
Idea: Sebastián Ogno, Seminario de investigación 1 er semestre 2005. Taller de arquitectura 2 do semestre 2005. Desarrollo: Ignacio Moyano, Daniel Fuenzalida, Michelle de Dompierre, Alvaro Vega, Francisco Ossa, Michael Landskron, Bárbara Reyes. Práctica de Laboratorio de Diseño Industrial 1er y 2do semestre 2006, UNAB. Pro Pro.. Alejandro Soa (URO1.ORG) Gran parte de los sistemas constructivos existentes en el mercado inmediato (nacional y latinoamericano) son creados sin coordinación a partir de la creación de sus partes, las que se materializan en plataormas tecnológicas disponibles. En nuestro contexto constructivo, la precariedad tecnológica —en el ámbito de la arquitectura, y no así, por ejemplo, en aquellos ámbitos productivos más relevantes de Chile— limita las posibilidades de desarrollar sistemas que aporten en el contexto mundial contemporáneo. Así, este proyecto busca reconstruir la base de su desarrollo a partir de las virtudes de las plataormas tecnológicas existentes —para la industria de la construcción— aprovechando aquellas vinculadas a otros procesos industriales que cuentan con una plataorma de mejor nivel técnico. Entonces, en el desarrollo de este sistema constructivo, decidimos comenzar utilizando residuos de insumos industriales, entendien entendiendo do que éstos son materiales que resultan de procesos técnicos más elaborados, y que además son productos que poseen un valor agregado posible cuyo ciclo útil se puede prolongar. Vinculado a la l a silvicultura, si lvicultura, una de las áreas productivas más importantes del país, el proceso productivo de un periódico comporta varios procesos que a su vez requieren diversos insumos; éstos se transorman en residuos de interesantes propiedades tectónicas, que es posible utilizar en el campo de la construcción de la arquitectura. En particular, el interés de trabajar con la industria del periódico tiene que ver con la magnitud y la constancia de su proceso productivo, lo que garantiza una cantidad y un stock de residuos suciente como para satisacer la demanda que puede impulsar la utilización del sistema constructivo. Las claves para el desarrollo de este proyecto se basan en la elección de los tres residuos más importantes del proceso de producción de periódico, a saber, los tubos de cartón alrededor de los cuales se enrolla el papel que será impreso; las planchas de aluminio que son la matriz de impresión de cada una de las páginas del periódico; y las mantas de goma que imprimen una y otra vez el papel (Figura N° 2).
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trabajo que va más allá que diseñar ormas: se trata de integrar complejidades cuyos tiempos de ejecución están relacionados con la evolución de las amilias, con actividades productivas dentro del hogar, con un proceso de construcción permanente del hábitat, con dierencias en las posibilidades económicas entre las distintas amilias y, en general, con la alta de recursos. Las tecnologías de la construcción popular podrían potenciarse incorporando la innovación de materiales y la comercialización provenientes de una industria de componentes constructivos que aprovechara los canales de distribución actuales y, que desarrollara productos que se puedan integrar al proceso inormal. Este desarrollo tecnológico debe necesariamente abrir nuevas alternativas que permitan mejorar el desempeño y mejorar la ecuación costo / calidad. Si se entiende el proceso de construcción del hábitat popular como un sistema abierto, se debe vincular a los diversos agentes comprometidos para poder realizar estas posibles innovaciones. Los actores que deben estar coordinados son, en primer lugar, los habitantes, a los que hay que escuchar, observar y estudiar, y entender sus necesidades, hasta convertirlos en clientes; luego, el sector industrial, y esto no sólo desde la responsabilidad social, sino a partir de buscar oportunidades al interior de su diversa plataorma técnico-productiva; el sector académico, entendido como el motor de la innovación en tanto productores de conocimiento, que podría integrar en sus programas de investigación, docencia y extensión, las complejidades teórico prácticas del tema; las ONGs, coordinadoras de la demanda, quienes, abriéndose a nuevas tecnologías, permiten mejorar sus productos y servicios aprovechando el canal que han construido; y por último el Estado, quien debe necesariamente integrar en sus políticas una dimensión cualitativa, más allá de una posición asistencialista, con incentivos a la innovación en este campo, buscando incorporar las variables de diseño en el control de calidad de los productos que promueve y en el sistema de licitación de sus proyectos.
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Bibliograía citada - Heskett, J. El diseño en la vida cotidiana. Ed. Gustavo Gili, Barcelona, 2005. - Greene, M. y Fuentes, P. Rehabilitación de Bloques de Vivienda Básica. Construcción de casa, comunidad y barrio. Santiago, agosto 2006. Disponible en Internet: http://www.subdere.gov.cl/1510/articles69827_recurso_1.pd - Rodríguez, A. y Sugranyes, A. El problema de vivienda de los “con techo”. Eure, 2004, Vol. XXX, nº 91, p.53-65. - Romero, G. y Mesías, R. La participación en el diseño urbano y arquitectónico en la producción social del hábitat, Red XIV.F Tecnologías Tecnologías sociales y producción social del hábitat CYTED, CYTED , México, D.F., 2004. - T Tapia, apia, R. et e t al. “Ampliación de viviendas vi viendas básicas en e n conjuntos habitados”. II Seminario Internacional Me jorHab, Habyted, Habyt ed, Cyted, Universidad de Valparaíso: 78-104, 1999.
Capítulo 4
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Introducción / Capítulo 4 La experiencia internacional El debate internacional coincide en que Latinoamérica está entrando en una “nueva generación urbana de políticas de vivienda”, en la cual se incluyen más decididamente las diversas dimensiones que tiene el problema del diseño integral de la vivienda social. Desde la perspectiva de este libro, adentrarse en algunas experiencias de la región nos permite considerar la importancia de reconocer la especicidad de los procesos constructivos realizados a partir de las políticas habitacionales habita cionales dirigidas a los grupos de población pobla ción que, debido a sus ingresos limitados, no logran acceder a una vivienda digna. Más que como un objeto ísico terminado, la vivienda debe entenderse como un proceso social. Todos debemos reconocer que, pese a ser un bien sujeto a transacciones comerciales, la vivienda, y especialmente la social, es mucho más que una mercancía, es un bien que satisace una necesidad humana básica, y por ende, su valor de uso es prioritario. En consecuencia, la política habitacional y todos los actores comprometidos deben incorporar los siguientes principios: es un proceso antes que un producto; es un problema integral antes que un problema técnico; y por último, requiere propuestas integrales antes que soluciones parciales. Una propuesta integral incluye a la vivienda, por cierto, pero también al barrio, la ciudad y el territorio, así como a los actores sociales e institucionales, y apunta al proceso en términos cualitativos. Por el contrario, las soluciones parciales consideran una localización (un suelo disponible), un programa arquitectónico, un diseño y una tecnología constructiva, y apuntan al objeto con un enoque cuantitativo. Es undamental sentar las bases de una red internacional de trabajo que sea capaz de “comprender teóricamente” el hábitat popular y “actuar directamente” sobre él. Cada experiencia es un proceso distinto, con sus propios plazos, recursos y actores. Sin embargo, la sistematización y el intercambio de avances en la materia permiten anar las propias metodologías y poner una batería de experiencias comparables a disposición de los especialistas. Es precisamente en estos aspectos en los cuales se pretenden adentrar los trabajos que presentamos en esta sección, donde la lectura del problema en el contexto latinoamericano, y el caso de Venezuela Venezue la en particular, pueden contribuir a contextualizar la experiencia chilena y con ello ayudar a su comprensión y al establecimiento de nuevas estrategias de intervención.
Tema T ema 1
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Desarrollo urbano y habitacional en América Latina y el Caribe Rodrigo Jordán1, Jeannette Plaut Pla ut2, Maximiliano Carbonetti 3 El presente artículo refexiona acerca del desarrollo urbano y habitacional en el ámbito de América Latina y el Caribe. En primer lugar se enmarca el contexto general, y luego se describen las tendencias y desaíos que se observan dentro de la gestión, las posibles hipótesis que explican el desempeño en éste ámbito de la labor del sector público. Por último, a modo de propuesta, se identica una alternativa de estrategia integral para el desarrollo urbano y habitacional, junto a una serie de opciones de política y herramientas técnico-operativas con aptitud de generar no sólo un desempeño más integral, eciente y sostenible del gobierno, sino un involucramiento más óptimo de los demás sujetos en la gestión de ciudades. Escenario y contexto en la región Un análisis realista del desarrollo urbano y habitacional parte de reconocer y valorar una serie de cambios que se han provocado en la relación entre el Estado, la sociedad y el mercado y que no sólo marcan sino condicionan un nuevo panorama contextual en la gestión, ejecución, monitoreo y evaluación de las políticas públicas en la materia. Esta serie de cambios surgió a raíz de la globalización del sector económico nanciero desde de la década de los años setenta a nivel mundial, y que mantiene una uerte relación con el sustrato territorial tanto de los países desarrollados como en los en vías de desarrollo. Ello se debe a que dicho proceso a pesar de tener impactos multidimensionales, presenta una recurrente uerza en tres ámbitos-procesos económicos: la apertura comercial, la apertura nanciera y el mercado laboral. En estos ámbitos, además del propio rediseño del rol, unciones y estructuras del Estado (proceso incompleto por los desaíos políticos y representativos que comprende), la globalización del sector económico nanciero ha traído consigo una alta movilidad de capital nanciero (volatilidad), la conormación de bloques de integración económico-comerciales a nivel regional y el pereccionamiento y diusión de los sistemas de inormación. Dentro de este contexto se pueden identicar una serie de avances y de desaíos pendientes en los tres ámbitos pro-
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pios del desarrollo sostenible, concepto acuñado precisamente en el transcurso de los sesenta dando “compañía” pero especialmente alertando a la consolidación del proceso de la globalización. Dichos ámbitos son el económico, el social y el ambiental. El Cuadro Nº 1 presenta dentro de los mencionados ámbitos, un balance con los principales procesos, avances y desaíos identicados. Análisis crítico de la situación actual ¿Dónde estamos?
Una de las principales lecciones aprendidas por parte de los organismos internaciona les que contribuyen a través de acciones de cooperación técnica con los gobiernos de América Latina en materia de desarrollo urbano y habitacional, dice relación con un desaío-debilidad que experimentan algunos países: la rágil comprensión sectorial o incompleta de los problemas urbanos. Ésta no ha acilitado la incorporación y capitalización de la valiosa inormación acumulada por los dierentes actores que intervienen en los subsistemas urbanos (públicos, privados, ciudadanos entre otros), junto a sus particularidades regionales y locales. A ello, se agregan desaíos-debilidades que también obstaculizan un eciente y sostenible desempeño de las intervenciones y procesos urbanos de los gobiernos que se detallarán a continuación. Estos desaíos-debilidades son en primer lugar, el anacronismo institucional, uncional y operativo de las actuales arquitecturas de gestión del desarrollo urbano y habitacional que existe en los países. La conjunción de intereses creados, tanto del sector público como del privado impide visualizar los aspectos complejos de los problemas urbanos, que en el caso de abordarlos, demorarían la concreción de dichos intereses. Por lo tanto, una mejoría de las intervenciones urbanas requerirá, además de mayor conocimiento, una voluntad decidida para superar dichos intereses o bien una nueva lógica de gerenciamiento público y de gestión de intereses en conficto que logre compatibilizar armónica y ecientemente los intereses del sector público con los del sector privado en esta materia. En segundo lugar, existe una alta de visión estratégica de la gestión del desarrollo urbano que pueda vincular simultáneamente los valores-objetivos de habitabilidad con los de uncionalidad previendo impactos y externalidades que las intervenciones urbanas puedan generar. Cabe precisar que la habitabilidad reere a la calidad de vida en las ciudades y la satisacción de necesidades materiales e inmateriales que orece el medio urbano; comprende aquellos aspectos que contribuyen al aumento y “valo-
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Dimensión
Procesos, avances y desaíos
Balance económico
Control macroeconómico uerte en gran parte de los países de América Latina (AL), pero pe ro acompañado de grados de vulnerabilidad vulnerabi lidad institucional. Crecimiento y diversicación de exportaciones, pero mayor dinamismo de importaciones. Importantes fujos de inversiones, pero concentrada en pocos países, e incluso dentro de éstos, en especiales áreas urbanas, principalmente metropolitanas. Perl exportador extractivo e industrias ambientalmente sensibles.
Balance social
Reducción leve de la pobreza (casos de México Mé xico y Brasil), pero deterioro de la distribución del ingreso, lo cual impacta en la inequidad. Esto último ha generado alteraciones en las pirámides de estraticación, dando lugar a nuevos tipos de pobreza, ligada ya no a necesidades básicas insatisechas o acceso a bienes y servicios urbanos, sino a capacidad de compra y al empleo y los ingresos. Aumento leve del gasto social, pero con baja ocalización. Incremento del desempleo y la inormalidad, en las ciudades, consolidación de asentamientos ilegales. Respeto a la equidad de género, diversidad étnica y cultural. Expansión de la migración internacional, pero, asimismo, de importantes fujos poblacionales internos a los países (desplazamiento interno) por cuestiones de desarrollo, especialmente especialme nte de inmigrantes ilegales, lo cual cambia el patrón del tradicional éxodo “campo-ciudad”.
Balance ambiental
Consolidación del proceso jado en la Agenda 21 en países desarrollados como en países en vías de desarrollo. Países desarrollados: adaptaron planes ambientales existentes a los propósitos de las AG 21. En América Latina y el Caribe se advierte alta de gestión de entidades nacionales y regionales, dicultando las transerencias a los gobiernos locales para contar con inormación y ondos adecuados. Una característica propia: las ciudades de la región tomaron iniciativa directa respecto a la consideración de la variable medioambiental. Países con experiencias en gestión local ambiental: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México y Perú. Tendencia T endencia a la inclusión de la perspectiva del desarrollo sostenible, antes que sólo parámetros ambientales en la gestión local.
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ración” del capital humano, social y natural de las comunidades urbanas 4. Por su lado, la uncionalidad comprende niveles de productividad y rentabilidad social, ambiental y económica, de los recursos humanos y nancieros que aseguren economías de aglomeración, de escala e internas, y la “valoración” creciente de los activos ísicos, (equipamientos, inraestructura) y activos humanos para el desarrollo sostenible (trabajo) 5. Esta alta de visión estratégica de la gestión del desarrollo urbano contrasta con el actual contexto de creciente colaboración e involucramiento del empresariado local en diversas intervenciones del desarrollo urbano clásicamente asignadas al sector público: dotación de vivienda, inraestructura, servicios públicos (agua, y saneamiento) a través de distintas modalidades de cogestión público-privada, ya sea privatización, concesiones o “BOT” (construcción, operación y transerencia por sus siglas en inglés) entre otras. En consecuencia, la alta del mencionado carácter estratégico y de impactos ha impedido hasta el momento, por ejemplo dos aspectos de suma relevancia: - Una evidente y necesaria relación entre la gestión de proyectos urbanos-habitacionales urbanos-habitacion ales con acceso a diver diversos sos atributos o “capitales urbanos” 6, tales como espacios productivos, servicios públicos, equipamiento en general, inraestructura y opciones crediticias para los grupos de menores capacidades nancieras y económico-productivas. - Una coherente y lógica redistribución de los benecios y de las cargas que genera el mismo desarrollo urbano como aquellos impactos que surgen a propósito de las intervenciones y proyectos urbanos a modo de externalidades, tanto tant o positivas como negativas, y que aectan a distintos sectores poblacionales. Especícamente no se ha introducido hasta el momento en la agenda de los gobiernos, la necesidad de identicar, valorar y medir los impactos y externalidades como consecuencia de las intervenciones urbanas, ni mucho menos alternativas, enoques ni herramientas que permitan una valoración y capitalización de los impactos positivos para grupos poblacionales con bajos niveles de calidad de vida, en materia de ingresos, pero con mejoras en sus entornos barriales, sus espacios públicos, e inraestructuras entre otros. Como se podrá advertir, las dimensiones que aectan principal y directamente a los ciudadanos y sus entornos urbanos
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tienen una relación estrecha estrech a no sólo con la alta de comprensión integral de los problemas urbanos sino además con la alta de visión estratégica y de impactos reales en la calidad de vida urbana. Por estas razones, el presente documento intenta contribuir a la refexión especialmente en estas dimensiones que son las que condicionan más uertemente el quehacer y las dinámicas ciudadanas y la calidad de vida en la ciudad. Algunas hipótesis de respuesta
El conjunto de refexiones antes mencionadas pueden eectivamente ser interpretadas a través de un análisis crítico y prospectivo a la vez. En eecto, se pueden deducir tres ideas básicas, ormuladas a modo de hipótesis las cuales dicen relación con: Principio de intervención sistémica y operatoria estratégica e integral
El primer desaío a enrentar y superar en el tema de la gestión es la estructura y operatoria sectorial de las intervenciones urbanas y territoriales. Sin desconocer los logros alcanzados en algunos países —especialmente en Chile—, en sectores claves (vialidad, disminución del décit cuantitativo de vivienda entre los más sobresalientes), tampoco se puede olvidar la no resolución adecuada de otros problemas asociados, lo que empeora la situación urbana general. Algunos ejemplos son la congestión vehicular por allas en la vialidad secundaria sec undaria y empalmes empalme s locales de autopistas, la desarticulación de los barrios aectados por las inraestructuras urbanas, la baja calidad de las viviendas y su entorno barrial en los proyectos de vivienda social, las condiciones de riesgo de asentamientos ilegales entre otros. En este sentido, y siguiendo con el ejemplo de las autopistas urbanas, es conveniente que una política urbana exija el mismo esmero y cuidado en el diseño de dichas obras de inraestructura, como en las orientadas a la provisión de soluciones habitacionales con consideración no sólo de su entorno urbano, social y ambiental, sino previendo los correspondientes impactos negativos y positivos que se generen a causa de la ejecución de distintas obras de ingeniería. Para ello, se hace necesario activar procesos de inormación y participación ciudadana para incorporar a la comunidad y otros interesados; previendo por ejemplo, procesos e impactos antes que sucedan los cambios de uso y valor de suelo urbano, que la vialidad generará en los entornos 7. Para una integración adecuada de las dierentes partes del sistema urbano, no basta con crear “comités de coordinación intersectorial”, sino una instancia técnica de alto nivel, con capacidad de diseño urbano y transporte y poder de decisión.
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El enoque sistémico exige además entender la indivisibilidad entre la ciudad y su territorio de infuencia regional. En Chile, América Latina y el mundo, la tradicional dicotomía urbano-rural ha perdido validez, por lo que la separación de competencias en ministerios “urbanos” (vivienda, obras públicas urbanas) y “rurales” (agricultura, minería) reere a un actual anacronismo institucional que requiere ser atendido con urgencia. Relatividad y evolución de los “capitales urbanos”
El segundo desaío se relaciona con la relatividad y evolución de los capitales urbanos valorados por las amilias en sus entornos urbanos, que varían según circunstancias de vida, dinámicas económico-productivas entre otros actores. En eecto, las amilias en situaciones socioeconómicas diversas priorizan de modo dierente los atributos de calidad, ubicación y tenencia de la vivienda, las que se modican si su situación económica cambia. En este sentido, la gestión habitacional y de barrios debe contribuir a los cambios en materia de movilidad social que las amilias puedan experimentar y no obstaculizarlo, por su esencial aporte a través del ahorro, la capitalización y la seguridad que provee. Contrario a este concepto, se ha advertido que diversas experiencias de políticas habitacionales sociales en América Latina parecieran hasta el momento, guiarse por un prototipo de amilia que demanda una sola tipología de vivienda en cuanto a calidad, localización y tenencia. Si bien algunas de dichas experiencias —la chilena incluida— se sustentan con sistemas de nanciamiento relativamente ecientes, sus desarrollos se centran en esquemas de producción masiva de viviendas similares que no refejan ni diversidad, situaciones, problemáticas ni potencialidades que presentan las ciudades. Aparte de su lejana ubicación y precario equipamiento, equipam iento, mantienen manti enen estas opciones op ciones habitacionales como problema básico lo reducido de los terrenos, lo cual obstaculiza que la amilia crezca y su hogar se amplíe y progrese de acuerdo al proceso de desarrollo y capitalización que se experimenta, perdiendo utilidad y aumentando su obsolescencia como inmueble. Especícamente en Chile no se puede ignorar que las necesidades de vivienda han aumentado, se ha diversicado la demanda y las opciones de política enrentan la necesidad de un rediseño conceptual junto con la identicación de mecanismos complementarios de nanciamiento habitacional. En la misma línea, por ejemplo, algunos países de América Latina que mantienen un nivel de desarrollo de importancia como Chile, Argentina, Brasil y México, podrían proundizar o bien pereccionar el enoque de gestión en la provisión de viviendas sociales terminadas, amplias, de buena calidad y en barrios equipados. Si así uera, para equilibrar el mayor costo, se debería sacricar su ubicación y construirse en te -
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rrenos baratos y alejados; pero, si se analizan en proundidad las necesidades de las amilias y se orecieran opciones, ellas preerirían exactamente lo contrario, vale decir, un terreno de buen tamaño y cercano, haciendo ha ciendo el ahorro a través de una construcción construcció n progresiva. Esta modalidad de gestión habitacional está lejos de ser una quimera o una opción de política propia de los países más desarrollados. Por el contrario, cuando se incorpora e involucra a la amilia en la toma de decisiones (cuándo y cómo construir), dándole apoyo técnico, créditos adecuados y servicios, ha dado resultados satisactorios, como lo demuestran los casos de Sao Paulo, algunas ciudades nicaragüenses y otras latinoamericanas. Adicionalmente, convendría analizar la integración al mercado social de la opción de viviendas usadas y otras de precio mayor, que permitirían a las amilias acompañar su progreso económico con cambios de casa, preeriblemente, en el mismo vecindario. Otra opción válida en esta línea, la constituyen las medidas de renovación y mejoramiento de viviendas, y urbanizaciones subsidiadas en deterioro, aunque convendría que incluyese además de la regularización patrimonial, la posibilidad de cambio en el trazado y en el tamaño de los lotes, a pesar de ser estrategias de diícil y costosa implementación. Los allegados en el caso chileno son un caso claro de la relatividad de las prioridades y necesidades de las personas. Ante la opción de una vivienda subsidiada propia —aparte de estar uera de su alcance—, el “allegado” sin recursos económicos ni empleo estable, entiende que una vivienda de tales características carac terísticas terminaría alejándolo de sus opciones laborales, por lo que opta por arrendar una habitación en casa de parientes o conocidos, con una red social que lo apoyará eventualmente en caso de apuro, generándole una red de vínculos para conseguir trabajos especícos en el lugar. Este es un claro ejemplo de la necesidad de contemplar el actor de la dinámica económica urbano-barrial. En el pasado, los “allegados” se ubicaban en conventillos en el centro de Santiago, y sólo se iban a la perieria al conseguir trabajo; actualmente los conventillos tienden a ir desapareciendo con la renovación urbana de la cual es objeto el centro de la capital, por lo cual, la casa de parientes o amigos es la opción más conveniente. Como se mencionó, aun cuando un conjunto de logros en Latinoamérica en la superación de condiciones de precariedad (acceso a servicios urbanos básicos, equipamiento comunitario, solidez en las viviendas) sea evidente, es necesario considerar y analizar también las dicultades —a modo de externalidad negativa o eecto colateral—, que puede generar una medida como la de la ormalización habitacional, ya no para grupos poblacionales como los “allegados”, sino para otros ciudadanos y amilias que mantienen un mejor estándar de vida que estos últimos. Este mejor estándar se maniesta en materia de acceso a bienes y servicios urbanos,
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pero también puede experimentar, como ya se apuntó en el Cuadro Nº 1, una inestabilidad laboral y de ingresos económicos. Para grupos poblacionales como éstos, la entrega de una vivienda puede generar paradójicamente, impactos adversos en la calidad de vida de la misma, ya que puede empobrecerla más o marginalizarla, porque se altera su estructura de gastos condicionándola más de lo que estaba. Es necesario entonces considerar estas dicultades y desarrollar mecanismos pertinentes para atender estas situaciones. Más que una ormalización uniorme a través de una oerta habitacional estandarizada, las intervenciones públicas en la materia, deberían promover procesos participativos que, junto con superar las condiciones de precariedad habitacional, permitiesen generar tipologías habitacionales integrales en unción de distintos requerimientos y modos de habitabilidad. La precariedad habitacional y las opciones laborales, comunitarias y sociales, en ambos contextos, tienen especicidades y requerimientos particulares que deben ser abordados con estrategias dierentes, pero bajo parámetros de valores de desarrollo, integrados en cuanto a habitabilidad y uncionalidad 8. Hacia un nuevo contrato social de la ciudad
Se observa la necesidad de un nuevo “contrato social urbano” para el uso y usuructo equitativo de la ciudad y su territorio, con iguales obligaciones, derechos y oportunidades para todos. Este concepto se presenta como una opción válida para lograr una organización y gestión urbana territorial sostenible, desde un punto de vista de lógica y operatoria interna como de impactos externos. En lenguaje económico, este contrato debería asegurar que las externalidades positivas del desarrollo urbano y habitacional se internalicen en benecio de todos, con compensaciones adecuadas por las externalidades negativas, pero bajo un esquema de ocalización hacia los sectores más vulnerables. Por ejemplo, las principales externalidades que está generando el desarrollo urbano en Chile, provienen de las mejoras en la accesibilidad, las inraestructuras y las comunicaciones, gracias a inversiones hechas para aumentar la competitividad de una economía globalizada, pero que generan oportunidades también para los ciudadanos, aunque éstas permanecen no aprovechadas en todo su potencial. Oportunidades de desplazamiento, inormación y gestión mejoradas, abren opciones de empleo e ingreso, incluyendo el trabajo inormal, logro importante en períodos períod os de alto desempleo. Las mejoras viales, la expansión de las líneas del Metro y su programada
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conexión con buses a taria única, acilitan el acceso a otros nes importantes, como la recreación, socialización y esparcimiento. Adicionalmente, gran número de las propiedades urbanas están aumentando de valor por la mejora de la accesibilidad, lo que trae tanto benecios como problemas, y no en orma igual para todos 9. Un análisis proundo y crítico a la vez de experiencias de políticas públicas latinoamericanas de desarrollo habitacional y de promoción de barrios, muestra que algunas de ellas constituyen, sin duda, propuestas innovadoras en materia de política social, con una riqueza y complejidad acorde con las complejidades y desaíos que plantea actualmente la pobreza urbana. Algunas experiencias presentan un diseño que pretende incidir integralmente tanto en aspectos materiales (entrega de bienes o servicios que permiten dar solución a carencias o necesidades de inraestructura, capacitación laboral, asistencia técnica entre otros) como en aspectos no materiales (disposición de las personas y grupos rente a su situación de vida buscando cambios, la expansión de capacidades y el ortalecimiento organizacional e institucional). La compaginación de estas dos dimensiones complementarias requiere fexibilidad en sus plazos y ormas de intervención, no estandarizadas y adecuadas a las situaciones particulares; requiere operadores experimentados y sensibles, capacitados en una gestión no tradicional de proyectos urbanos habitacionales, y coordinación entre actores y dierentes niveles de acción y de compaginación y negociación de intereses (Saborido, 2005). Sin embargo, no ha sido extraño que esta concepción innovadora en la teoría entre en contradicción en la operatoria práctica, ya que la articulación entre estas dimensiones es compleja y desaía los clásicos mecanismos de los programas sociales en la mayoría de los países de Latinoamérica. Se ha visto que algunos procesos de intervenciones urbanas y habitacionales han experimentado la mencionada comprensión sectorial o visión incompleta de los problemas urbanos. Por ejemplo, algunas estrategias establecen plazos de duración, perentorios y jos, lo cual diculta el seguimiento y la medición de impactos y externalidades causadas, o bien centran su oco especícamente en la provisión de vivienda, prescindiendo de otros satisactores del desarrollo urbano
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como lo son el empleo y el ingreso, los espacios públicos, la inraestructura y el equipamiento comunal, la regularización predial, y los de tipo ambientales, entre otros aspectos. Antes que pretender que la precariedad habitacional y la pobreza sean enómenos congelables en un determinado período catastral o de querer “erradicarlas”, se trata más bien de crear condiciones en los asentamientos, para provocar procesos de desarrollo desde adentro, es decir, desde las personas y sus comunidades, consolidando sus capacidades y capitales endógenos. En este sentido, la noción de estrategia en construcción, como un proceso continuo de ajuste y negociación para mejorar las condiciones de vida y la calidad residencial en las múltiples dimensiones que la componen, podría resultar más conveniente y eciente en orden a generar resultados sostenibles en el tiempo. Abre la posibilidad de denir distintas ases para la operación de las políticas públicas como alternativa a la idea de término denitivo, aprovechando mejor la experiencia, haciendo un uso más eectivo de los recursos invertidos. En otros planes o programas, el actor de plazos de la administración política de turno, condiciona también el desempeño eciente y sostenido de las intervenciones, más aún cuando las mismas están integradas por “capítulos” que activan procesos de capital social o activos intangibles, los cuales por naturaleza son de largo plazo. Esta dinámica desvirtúa el enoque integrador que puede distinguir a las iniciativas dando muestras de debilidad intrínseca de la institucionalidad que lo ejecuta, ya que los avances sectoriales o parciales son insucientes para avanzar hacia la solución de la precariedad habitacional y la pobreza en su real e íntegra complejidad. Luego de analizar planes, programas y proyectos similares no sólo hay que preguntarse: ¿es pertinent e poner término a las medidas?, ¿se lograron los objetivos planteados?, ¿qué sucede entonces con los grupos poblacionales o territorios (barrios) no alcanzados por la estrategia que también requieren atención?; sino que también conviene preguntarse: ¿qué ha sucedido con las amilias que egresaron del Programa o Plan?, ¿ha mejorado su situación reduciéndose eectivamente sus niveles de pobreza? O bien, ¿su condición antes de la ejecución del Programa o Plan no ha cambiado demasiado?, ¿se establecieron mecanismos de monitoreo a dichas amilias y sus barrios? ba rrios? Y, ¿cuál ha sido el desempeño de la estrategia en materia de impactos en nivel de vida, de movilidad social, de generación de espacios productivos y oportunidades? Es así como surge la necesidad de generar una mayor racionalización y coordinación entre los diversos programas o intervenciones, evitando la lógica del “borrón y cuenta nueva” en la oerta pública que desaprovecha la experiencia acumulada y capacidades instaladas. Existen experiencias de gestión pública y de gestión mixta valiosas, que duplican esuerzos y muchas veces, la dispersión en la operación de gestión de proyectos e intervenciones, impide que las iniciativas se consoliden y los impactos lleguen a producirse en los grupos más desaventajados.
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El propósito de contribuir a la superación de la pobreza de un importante conjunto de áreas urbanas de Latinoamérica a través de la gestión de proyectos de desarrollo urbano y habitacional, es un desaío altamente exigente que requiere diversos instrumentos de inserción laboral (mecanismos de desarrollo productivo local) y social (activación del capital social) para obtener resultados concretos, por lo que es esperable y necesario un alto grado de prueba como parte de un proceso cualitativo de “lenta maduración”. La uerte presencia de la variable territorial en algunos planes y programas observados permite pensar en un mejor aprovechamiento de la intervención para desatar procesos más contundentes de desarrollo local y desarrollo urbano. El barrio, pensado como unidad base, puede articularse a una red mayor de actores e iniciativas, a distintas escalas, para avanzar desde allí hacia una idea integrada de ciudad. La intersectorialidad y la acción descentralizada y participativa constituyen todavía enormes desaíos para la política social. Una propuesta operativa de ejes estratégicos de intervención urbana La reuncionalización de centros y centralidades urbanas a lo largo de América Latina y el Caribe, las implicancias descritas al nivel de la ejecución de proyectos de desarrollo urbano y habitacional al nivel de los barrios y la agudización de las condiciones de pobreza y precariedad en los países de América Latina y el Caribe entre otras variables, evidencian la necesidad de ocalizar, especialmente, la atención del análisis y las propuestas en el logro simultáneo de mejores estándares de habitabilidad y uncionalidad urbana, como los principales ejes estratégicos y prioritarios de acción pública. En eecto, la atención centrada en la habitabilidad y la uncionalidad uertemente ligadas con los impactos en la calidad de vida urbana ur bana y barrial, han permitido identicar cinco ejes especialmente prioritarios de intervención int ervención urbana para enrentar con decisión la pobreza y la precariedad de las ciudades de América Latina y que han dado lugar a la denición de una Agenda Urbano-Regional Sostenible. Los ejes con sus correspondientes objetivos principales son: - Producción y mejoramiento del acceso al suelo: ampliar las posibilidades que hoy tienen los sectores pobres para acceder al suelo urbano, analizando alternativas innovadoras en materia de acceso, habilitación y titularización jurídica eectiva, toda vez que activa mecanismos de gestión para evitar la ociosidad de este recurso urbano. - Provisión y acceso a servicios básicos de inraestructura: proporcionar servicios, en especial aquellos de agua potable y saneamiento, a los barrios donde viven los
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hogares más vulnerables. Interesa no sólo la perspectiva del décit al nivel de redes como al nivel de calidad en la prestación del servicio, sino además desde la capacidad de gestión y operación de los gobiernos y el empresariado involucrado, en la dotación y el acceso a los barrios más postergados en la ciudad. - Mejoramiento de la calidad habitacional y construcción de nueva vivienda: pereccionar los mecanismos de la gestión habitacional para que la población que carece de viviendas o habita de manera precaria, pueda acceder a alojamientos que satisagan las exigencias básicas de conort, seguridad y salubridad; buscar promover ormas de intervención para mejorar los estándares al nivel de calidad y cantidad, no sólo a través de la dotación de unidades nuevas, sino de otras modalidades de gestión habitacional como la del mejoramiento urbano, mejoramiento integral en zonas de tugurios, entre otras, pero siempre desde una perspectiva integral combinando prestaciones materiales como inmateriales. - Dotación y mejoramiento del espacio público barrial: contribuir, a través de la dotación y habilitación de espacios públicos a escala vecinal, local y de la ciudad, al ortalecimiento del sentido de pertenencia, la convivencia social y la integración de los sectores más pobres a la sociedad urbana, avoreciendo la acumulación de capital social. - Provisión de espacios para el desarrollo de actividades productivas y generación de empleo e ingresos: proveer espacios y acilidades para que los sectores pobres urbanos puedan desarrollar actividades productivas e incrementar sus ingresos desde sus mismos barrios y con relación a otras áreas de la ciudad, ortaleciendo y pereccionando este tipo de actividad. La promoción de políticas de generación de empleo y de aumento o estabilización de rentas urbanas, permite hacer rente a los niveles de desempleo, reconociendo el rol del gobierno municipal en la dimensión económica productiva barrial. Una simple mirada a los ejes de intervención urbano-habitacional, da cuenta del potencial que traen consigo a las áreas urbanas, como “plataorma territorial”, al momento de la denición de políticas públicas y procesos de desarrollo local desde una perspectiva integral y no sectorializada. Sin embargo, existen otras cuatro dimensiones ya no temáticas, sino operativas, que hacen que la gestión urbana logre niveles consistentes de “sostenibilidad interna”. Estos ejes operativos son la dimensión normativa-regulatoria; el nanciamiento de los planes y proyectos; la institucionalidad y la participación e involucramiento ciudadano.
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De estos ejes, el que cobra mayor relevancia en estos tiempos es el del nanciamiento, público y privado, en materia de inraestructura y vivienda. Se entiende que la inraestructura y la vivienda vivien da de gestión público-privada, constituye un actor básico para el desarrollo económico y reducción de la pobreza y la precariedad urbana, especialmente en América Latina, donde la tasa de urbanización se ubica en torno al 75% y se genera un alto porcentaje del PI B. En este sentido, conviene reconocer que un esuerzo scal para la movilización de recursos adicionales como medida única, no soluciona el décit de recursos para el nanciamiento de la inraestructura y la vivienda, sino que se requiere de un sector privado activo en materia de inversión en sectores económicos públicos y de un aparato gubernamental con un modelo de gestión, de regulación, normativa y de monitoreo, que brinde y asegure en el tiempo, un “clima óptimo” para los empresarios interesados. Esta perspectiva o enoque de política de desarrollo urbano y habitacional, mantiene como núcleo una serie de supuestos, pero que son también objetivos a lograr: - Conormación de un Estado “acilitador”, que garantice el uncionamiento eciente de los mercados y organizaciones comunitarias. - Concentración de acciones en torno a la oerta de actores; tierra y capital (nanciamiento) consistentes, a mediano plazo, con el logro de mayor coherencia entre expansión urbana y dotación de inraestructura adecuada. - Máxima consideración a las articulaciones que existen entre la producción de vivienda y los objetivos económicos, sociales y ambientales del desarrollo (especialmentee las inversiones en la construcción del hábitat para la reduc(especialment ción de la pobreza y la generación de empleo e ingreso). Este rediseño o enoque alternativo de política urbana y habitacional supone un tránsito commodity del concepto de vivienda como un bien ( commodity ) provisto por el mercado, a otro o tro donde, sin desmerecer su valor como activo económico, se reconoce que la vivienda tiene una signicación mayor de carácter económico, e conómico, social, cultural y amiliar, que nace del derecho a acceder a una opción habitacional, adecuada a las necesidades y posibilidades de cada hogar. Es así como este enoque de desarrollo habitacional, amplía la tradicional prestación del satisactor “vivienda social” a otras dimensiones complementarias, tales como la producción, los mercados, el nanciamiento, la tenencia segura, la inraestructura, la tierra y los servicios relacionados entre otros elementos. En el corto plazo, un enoque de políticas de esta óptica se traduce en: - La incorporación explícita de alternativas de nanciamiento para el mejoramiento y ampliación de vivienda, reconociendo los problemas cualitativos crecientes en el décit habitacional.
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- Atención a los aspectos de la oerta oert a como complemento a los subsidios a la demanda demand a a partir de la existencia de una base empresarial y tecnológica motivada y capacitada para operar en el mercado de viviendas de bajo costo. Ampliación de mercados. - Aseguramiento de disponibilidad de tierras a niveles compatibles compati bles con las necesidades y costos de la vivienda social. Diseño de una política de suelos organizada en torno al cobro por plusvalías generadas por inversión en inraestructura y a programas de mejoramiento y densicación. - Implementación de programas de mantenimiento y recuperación de viviendas y de espacios comunitarios que apunten a disminuir la obsolescencia y deterioro del parque de vivienda y equipamiento. - Aseguramiento, más allá de la fexibilidad en los diseños, de activar procesos que contribu yan a la movilidad habitacional de los sectores populares. - Aplicación de subsidios a la compra de vivienda usada y la generación de un mercado secundario de viviendas sociales. El Cuadro Nº 2 presenta algunas ideas en torno a este enoque, partiendo de objetivos de gestión determinados y llegando a identicar algunas opciones de políticas viables para el mejoramiento de la calidad de vida urbana, a partir de la implementación de intervenciones en el eje prioritario de la vivienda. Factores de condicionamiento y viabilidad de un enoque alternativo de gestión Es posible, de acuerdo a lo antes delineado, identicar, al menos en orma general, una batería de actores de condicionamiento y de viabilidad de los procesos y proyectos de gestión urbana y habitacional, que incorporen las perspectivas antes planteadas. En este sentido, a continuación se presentan y explican, sintéticamente, el conjunto de dichos actores. - Identicación e involucramiento eectivo de los “sujetos” del desarrollo urbano, con potencialidades en materia de superación de la pobreza y precariedad urbana, generando una Ecuación de Cogestión, basada en derechos y obligaciones de los sujetos. - Este actor de viabilidad permitirá saber sobre quiénes se intervendrá, con quiénes se podrá contar para un involucramiento involucramie nto de acuerdo a sus derechos y obligaciones, y con quiénes se deberá negociar para redirigir acciones, energías y recursos. Es aquí donde se denen dene n los “sujetos de desarrollo para la superación de la pobreza y precariedad urbana”. Conviene observar las actitudes que muestran estos sujetos, pero a la vez —lo que es más importante, por su potencialidad—, las aptitudes de los mismos,
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Algunos ejemplos de opciones de políticas en materia de gestión habitacional Objetivo Específco 1
– Aumentar cuantitativa y cualitativamente la provisión de nuevas viviendas en un marco de nueva gestión habitacional. Opciones de Política
Objetivo General:
Mejorar el nivel de gestión habitacional, previendo más y mejores viviendas y mejorando el parque habitacional existente.
– Incorporar la “habilitación social” – Incorporar en la implementación la perspectiva de la “construcción social del hábitat” hábitat”.. – Promover la densicación urbana y predial. – Integrar la vivienda social con la política urbana. – Mejorar la conectividad con la urbe, en especial con relación a las uentes de trabajo. – Asegurar una mayor heterogeneidad social en los barrios residenciales. – Adecuar los estándares están dares y considerar procesos progresivos de construcción. – Dierenciar la oerta con una mejor ocalización. – Fortalecer el papel municipal como articulador entre el Estado, el sector productor y la demanda. – Asegurar un nanciamiento viable y sostenible para los hogares. – Favorecer la movilidad habitacional para una buena utilización del parque habitacional existente. Objetivo Específco 2
– Normativa: promoción inmobiliaria. inmo biliaria. Usos U sos del suelo. su elo. Nuevos Nue vos emprendimientos. Oerta y demanda. Opciones de Política
– Promocionar “consultoras” inmobiliarias sobre la base de proyectos urbano- territoriales (alianzas estratégicas en orma de consorcios) – Promover normativas especícas que avorezcan la densicación, extensión y satelización en el marco de la expansión metropolitana bajo ciertos parámetros y condiciones de urbanización y provisión de inraestructura mínima – Favorecer una oerta de actores para la construcción habitacional principalmente suelo y nanciamiento
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tanto para su inserción, su consolidación (considerando todos los aportes que los mismos puedan hacer) como para la adaptabilidad de sus roles, en los procesos y proyectos de la gestión estratégica, dirigida a la superación de la pobreza y la precariedad urbana. Esta identicación clara de sujetos y capacidades trae consigo un importante grupo de ventajas, por ejemplo: trabajar sobre la base de un planteo realista que optimiza la potencialidad de las unciones del conjunto de sujetos de desarrollo por medio de una valorización de sus unciones puntuales; incorporar a la ciudadanía como verdadero sujeto plausible de generar compromiso y hábitos, respecto al sentido cívico en general, y al mejoramiento del propio nivel de vida en particular; engendrar un proceso que base su sostenibilidad en benecios directos y concretos, en la calidad de vida del grupo poblacional y territorial, tanto en lo tangible como en lo intangible, así también como en la asunción de los costos y externalidades negativas que los procesos de desarrollos generan, entre otros aspectos. Implementación de mecanismos de gestión y regulación que aseguren sostenibilidad institucional, nanciera y en materia de gobernabilidad y participación
La necesidad de incorporar este tipo de mecanismos que aseguren una sostenibilidad integral surge en parte, por el compromiso que los gestores urbanos mantienen respecto al sustrato poblacional-territorial sobre el cual se interviene, y que se caracteriza undamentalmente por sus niveles agudos de vulnerabilidad social. Aspectos como la composición multidisciplinaria y cualicada en la alta dirección de las instituciones de gestión urbana, la evaluación por resultados, los espacios participativos son algunos elementos que contribuyen a la sostenibilidad integral. El nivel de articulación —al nivel de accionar, acultades y recursos— de la institucionalidad institucion alidad diseñada para ejecutar los procesos para aliviar la pobreza, respecto a la institucionalidad local como la exigencia de eciencia en el desempeño que se le quiera otorgar, son aspectos que conviene no soslayar, no sólo por sus implicancias en los niveles de legitimidad ciudadana, sino además, porque determinan el grado de conabilidad institucional a la hora de acceder a líneas de crédito en instancias nacionales o internacionales. En este sentido, una mayor sostenibilidad nanciera vendrá dada cuanto mayor sea la capacidad de las instituciones y de los sujetos intervinientes, en captar distintas uentes de recursos, y no limitándose a unas pocas. Asimismo, el aporte de la ciudadanía —objeto y sujeto de los procesos de desarrollo local para aliviar la pobreza— ya sea en recurso tiempo, trabajo o dinero, contribuye a generar un segundo tipo de capital a considerar y valorar.
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Incorporación eectiva de instrumentos especícos de gestión
Este instrumental alcanza principalmente a cuatro tipos de herramientas de pereccionamiento de la gestión: indicadores de situación, de gestión y de desempeño, instrumentos especícos de gestión urbana, evaluaciones de impacto (humano, social, económico, am biental) y la valoración e implementación de iniciativas territoriales ísicas y no ísicas o intangibles (inormación, cultura ciudadana). Integralidad y operatividad
Conviene que estas características “impregnen” los procesos y proyectos especialmente en tres niveles o dimensiones, a saber: institucional (entre distintos sectores y niveles del gobierno local o instituciones gubernamentales involucradas); de objetivos de gestión (“intervenciones multipropósito”) y territorial (entre los demás proyectos y planes que se implementan en los distintos sectores de la ciudad orientados hacia distintos objetivos de desarrollo). Respecto a la integración en el ámbito territorial, la experiencia ha señalado la importancia que el gobierno local extienda, conceptual y operativamente, los procesos, proyectos y planes que aectan a un área o barrios especícos de la ciudad, a otros procesos, proyectos y planes que se desarrollan en áreas o barrios cercanos o colindantes, e, incluso, hacia aquellos que, por una determinada actividad, tengan una vinculación uerte con la que se está interviniendo. intervi niendo. La eectiva integración territorial debe no sólo expresarse en los planos, sino —y principalmente— en la dinámica real de las actividades inherentes inhe rentes a los procesos y proyectos, como por ejemplo, la importancia de consolidar esta cualidad, en acciones tendientes a integrar territorialmente barrios tugurizados tugurizados con el área urbana ormal, junto con el diseño del sistema de transporte público local, o la denición de las rutas de recolección de residuos por parte de las empresas concesionarias de este servicio urbano. Voluntad política y liderazgo colectivo para conducir procesos que tienen como “población objetivo de compromiso” a sectores vulnerables con previsión de los impactos de las intervenciones
Uno de los desaíos a los cuales se ha tenido que enrentar la gestión urbana ur bana en general, y especialmente aquella que se orienta bajo la planicación estratégica, es la ne cesidad de superar la cuasi natural “adhesión” de las iniciativas urbanas con el líder promotor de la estrategia mayor. Este desaío no invalida la idea de contar con un líder eectivo, que oriente las acciones a escala urbana, siempre y cuando, este liderazgo se “sostenga” en
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un apoyo colectivo mayor, mediante acciones y mecanismos de participación ciudadana oportunos y eectivos. Este último requerimiento se vincula a la necesidad de catalizar procesos que activen el capital social ciudadano, como herramienta he rramienta de involucramiento de sectores socialmente vulnerables en estos procesos. Las condiciones propias de los grupos objetivo de las políticas de superación de la pobreza y precariedad urbana, muestran que la jación de objetivos, pero, principalmente, de metas de carácter cuantitativas y cualitativas, justican y demandan la implementación de evaluaciones y cuanticación de impactos y externalidades, especialmente en las dimensiones de la vulnerabilidad que se maniestan a escala barria l. Estas evaluaciones permitirán advertir, junto a la batería de indicadores antes señalada, las brechas que podrían darse respecto a lo prejado y a lo logrado. Sin embargo, surgen otros aspectos de relevancia: el primero, recuerda que se interviene sobre un actor subjetivo (las personas) y sobre un actor objetivo (el territorio); y el segundo, que es posible lograr resultados en orma de activos tangibles e intangibles en las áreas urbanas con deciencias en materia de calidad de vida. Dos aspectos que obligan a considerar proundamente los tipos de impactos que surgirán; en este sentido, las evaluaciones de impacto urbano y de impacto económico serían condiciones necesarias, pero quizás no sucientes a la hora de evaluar el conjunto de resultados que se tienen por delante10. Planicación y gestión como marco político: “sistema “sis tema inteligente de intervenciones urbanas”
La necesidad de orientar los procesos urbanos no sólo hacia mejores estándares de habitabilidad y uncionalidad, sino también hacia la productividad, muestra que la “arquitectura” de gestión y de planicación debe caracterizarse por una combinación virtuosa entre consistencia y fexibilidad, tanto en el ámbito conceptual como operativo. Ahora bien, si la dinámica de gestión urbana se encuentra “sustentada” por un eciente y prospectivo instrumental de planicación urbana, que le sirva en las distintas etapas de los procesos y proyectos, una herramienta integral, que incorpore los mencionados objetivos de gestión urbana (habitabilidad, uncionalidad, productividad), junto al de superación de la pobreza y la precariedad urbana, es la propuesta de un “sistema inteligente de intervenciones urbanas”. urbanas”. Este sistema
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implica un mecanismo analítico-operativo que recoja y reconozca, bajo la integralidad de la acción, los anteriores actores de gravitación y viabilidad de la gestión urbana y habitacional, buscando, mediante su quehacer, la construcción y sostenimiento de una ciudad con mejores niveles de equidad en la totalidad de los barrios y los ciudadanos. Refexiones nales La ciudad, como hábitat y emplazamiento del desarrollo humano, como expresión del desarrollo económico y social, como espacio para la satisacción de múltiples necesidades y deseos humanos, como generación de recursos y cultura, como espacio de pertenencia e identidad territorial a través de sus barrios, ba rrios, orece una oportunidad para articular las estrategias de superación de la pobreza y la desigualdad social como objetivos universales de una política urbana. Se trata entonces de acciones en barrios y territorios precarios, que se articulan con otros barrios y territorios de la ciudad (en su dimensión ísica y simbólica), como unidades que orman parte de un todo en red, donde lo que pasa en un lugar, aecta e importa al resto del sistema. Cualidades de los procesos de gestión urbana, que se reconocen reconoce n bajo los nombres de “integralidad por objetivo” (acciones multipropósito) e “integralidad territorial”. Se trata de aprovechar las potencialidades y ventajas de la vida en la ciudad y el crecimiento económico, para orecer mejores condiciones y elevar la calidad de vida para todos, en ciudades cada vez más inclusivas, equitativas, sostenibles y democráticas. Este enoque multisectorial, descentralizado y participativo, que se complementa con un enoque estratégico y previsor de impactos y externalidades, con oco en la escala urbana como lugar propicio para intervenciones integrales, se enrenta con un sistema público y una lógica de gestión de proyectos y procesos urbanos, sectorial y centralizada, que se agrega al predominio de objetivos materiales y metas cuantitativas, en detrimento y desvalorización de dimensiones cualitativas, simbólicas e inmateriales de la pobreza, menos visibles y más diíciles de abordar, pero no menos importantes impor tantes ni reales. reale s. Todos Todos ellos, son debilidades propias del sistema político y administrativo vigente en gran parte de los países de América Latina, pero que constituyen, con una adecuada ade cuada voluntad política y técnica, oportunidades para enrentarlas y asumirlas como desaíos pendientes.
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Tema T ema 2
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Las antiguas políticas de vivienda del Estado venezolano intentaron superar el décit habitacional y, particularmente, el relativo a la población de escasos recursos económicos, sin lograr su objetivo. Apenas llegaron a ocuparse de las capas medias ineriores en la estraticación de ingresos, mientras la mayoría de la población urbana se ha visto obligada a construir los barrio s de ranchos en los que hoy viven casi 13 millones de personas, poco más de la mitad de la población total del país. Desde marzo de 1999 hasta enero de 2001 se ejecutó exitosamente en Venezuela, no sin las dicultades propias de los procesos sociales de transormación, una política de vivienda ajustada a las necesidades habitacionales del país, establecida estable cida por el organismo rector del Estado (CONAVI), para entonces dirigido por la arquitecta urbanista Josena Baldó. Desde 1989 Venezuela contaba con una de las condiciones esenciales para enrentar exitosamente el problema de la vivienda: la disposición, por Ley, del 5% del presupuesto ordinario del Estado para inversión en vivienda y la creación del ahorro obligatorio equivalente al 3% de los sueldos y salarios para el mismo n. En concordancia con la transormación estructural de la política, la nueva Ley de Vivienda elaborada en CONAVI, promulgada y reglamentada entre nes de 1999 y mediados de 2000, entre muchos otros avances direcciona estos ondos a la atención de los sectores sociales tradicionalmente postergados. Concretamente, a más del 90% de la población que hoy no puede acceder a la vivienda sólo por sus propios medios. Así, establece que el Fondo de Aportes del Sector Público (FASP nutrido nut rido por el 5% del presupuesto) es de solidaridad social, para emplearse totalmente en programas no reproductivos y en subsidios directos a la demanda individual (hasta 11.500 dólares por amilia) inversamente proporcionales al nivel de ingresos ami liares, mientras que el Fondo Mutual (aporte y propiedad de más de 2 mi llones de ahorristas) es para la capitalización individual, básicamente mediante créditos que generen intereses pasivos reales positivos. Establece, también, seis programas para desarrollar la política habitacional: atención a los pobladores de la calle; habilitación ísica de zonas de barrios; ampliaciones, mejoras y remodelaciones de casas y apartamentos existentes en barrios y urbanizaciones populares; rehabilitación ísica de urbanizaciones populares; nuevas urbanizaciones y viviendas de desarrollo progresivo; y nuevas urbanizaciones y viviendas completas.
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No se trató, simplemente, de ormular una nueva política de vivienda para recticar el tradicional papel del Estado, atendiendo ahora a la nueva demanda de un hábitat adecuado para los ciudadanos de menores ingresos. Se trató, sobre todo, de una política para saldar la deuda social con las personas de bajos ingresos que, en su mayoría y sin mayor asistencia por parte del Estado, construyeron una parte sustantiva de las ciudades venezolanas y padecen las decientes condiciones de urbanización de los barrios donde residen. El principio que orientó la política de vivienda era el de servir al pueblo. Su ob jetivo general gen eral era atender a las amilias de bajos ingresos en sus particulares parti culares necesidades habitacionales. Se denió como “vivienda” al medio ambiente construido, que incluye tanto las edicaciones residenciales como la urbanización con sus áreas públicas, servicios de inraestructura y equipamientos comunales, así como la articulación de esa urbanización dentro de la estructura urbana o rural donde se localice. De este modo se contribuye a deslastrar la política de vivienda del limitado enoque tradicional que mide sus resultados sólo en número de unidades habitacionales producidas por año, privilegiando la estructuralmente insuciente promoción pública de nuevas viviendas. Este enoque unilateral, por una parte, ignora la contribución de los agentes no gubernamentales, como los promotores privados, las organizaciones sin nes de lucro y, sobre todo, los propios pobladores de bajos ingresos en la construcción de su hábitat. Cuestión grave en un país donde casi 75 años de promoción pública de viviendas ha producido directamente apenas 700.000 unidades y, sumando las de promoción indirecta, hasta un millón, mientras los pobladores han producido 2,4 millones de unidades en desarrollos no controlados durante el mismo período. Por otra parte, el enoque unilateral unila teral de número de nuevas unidades producidas por año obvia la realidad indiscutible de que el principal problema habitacional, tanto culitativa como cuantitativamente, está en la ciudad que existe y no en su crecimiento. Con la mitad de la población del país residiendo en barrios con condiciones subnormales de urbanización y con el uerte deterioro de buena parte del parque habitacional en zonas tradicionales de ciudad o producido por promoción pública, el centro de la atención habitacional a los pobladores de escasos ingresos no es la simple producción de nuevas unidades. Aun en la atención habitacional a la unidad privada de residencia, los estudios realizados por CONAVI demostraron que el denominado décit acumulado de viviendas en Venezuela, estimado en 1.620.000 unidades, comprende un millón de casos de necesidades individuales de ampliaciones, mejoras o remodelaciones de unidades existentes, rente a la eectiva necesidad de sólo 620.000 nuevas unidades.
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Estas son sucientes razones para sustituir, como se hizo en una acertada política de vivienda, el paradigma de número de nuevas unidades construidas, por el más apropiado paradigma de atención habitacional a las amilias (e individuos), en ormas que van desde la dotación de obras de estructuración urbana, espacios públicos, inraestructuras y equipamientos comunales en zonas de barrios existentes hasta la construcción de nuevas urbanizaciones y viviendas, pasando por la rehabilitación de sectores tradicionales de ciudad y otras urbanizaciones populares, asistencia técnica y nanciera a las ampliaciones, mejoras o remodelaciones individuales de unidades habitacionales existentes, o construcción de residencias colectivas de distinto tipo para pobladores de la calle. La política nacional de vivienda desarrollada entre 1999 y 2000 por la dirección de CONAVI reconoció el papel acilitador que debe desempeñar un Estado moderno, en el campo habitacional, para obtener éxitos importantes. El problema de la vivienda presenta una dimensión, una complejidad y una heterogeneidad tales que requiere del concurso de todos los venezolanos para su solución. En consecuencia, los organismos públicos de vivienda deben actuar como acilitadores de la actividad de otros organismos públicos relacionados indirectamente con el sector, de todas las instituciones y empresas privadas, las organizaciones no gubernamentales, los sectores proesionales y académicos, así como las comunidades organizadas y las amilias, capaces de concurrir con sus propios intereses y modos de actuar a la solución de los problemas de vivienda del país. En cuanto a la conormación del sector público para participar en la atención habitacional, los programas de vivienda pueden y deben descentralizarse al máximo, transriendo todo tipo de recursos a las gobernaciones y al poder municipal y, más allá, a las comunidades organizadas. Todo este potencial se reconoce en la Política Nacional de Vivienda planteada por CONAVI en 1999, así como en la nueva Ley de Vivienda y su reglamento, estableciéndose estableciéndose canales concretos de participación. Especícamente, en el caso de las comunidades populares organizadas, tradicionales protagonistas de la corriente principal en la producción del hábitat residencial del país, les permiten actuar, por primera vez ocialmente, como administradores delegados de los ejecutores públicos de vivienda. Contando con el necesario apoyo técnico proesional, seleccionado por ellas mismas o por concurso público abierto, las comunidades populares organizadas pueden transormarse en cuentahabientes de la República, plenamente responsables de desarrollar un contrato llave en mano, para producir la urbanización de una zona de barrios existentes, la rehabilitación ísica de una urbanización popular existente, o un nuevo desarrollo de urbanización y viviendas. El estímulo a la mejor participación de los diversos agentes potencialmente movilizables para la atención habitacional no se limitó a crear las orientaciones generales y el marco legal y organizativo, sino que se concretó en asistencia técnica, capacitación y obra ejecutada.
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Aparte del de l sostenido apoyo a las comunidades populares organizadas, organizada s, incluyendo las primeras ormas de desarrollo de atención habitacional por autogestión de los Pueblos Indígenas, se prestó asistencia técnica a dos cohortes de autoridades regionales y municipales, con sus cuadros técnicos, para desarrollar los nuevos programas, iniciándose también el Programa Nacional de Pasantías Universitarias para el Hábitat Popular con ocho universidades, entre muchas otras actividades potenciadoras de la capacidad de diversos agentes habitacionales. En 15 meses de disposición eectiva de recursos por el CONAVI se desarrollaron 106 proyectos de construcción o remodelación de albergues o viviendas vivien das colectivas para atender a 14.173 ciudadanos, entre niños de la calle, ancianos, indigentes y damnicados, en distintas ciudades del país y con una inversión de 25 millones de dólares. En el mismo lapso se comprometieron 163 millones de dólares para la ejecución de distintas ases de proyectos de habilitación ísica (urbanización) en 247 zonas de barrios del país, donde residen 376.772 amilias. En todos estos casos se iniciaron, y en algunos se pereccionaron ormas de autogestión comunitaria de los proyectos, mientras que sólo en este programa de habilitación se realizaron más concursos abiertos de proyectos proesionales de diseño que los acumulados en la historia de la república, incorporando a proyectistas de alta calicación al trabajo directo con las comunidades populares, en una prounda transormación del signicado social de disciplinas como la planicación urbana, el diseño urbano, la arquitectura y la ingeniería. Mediante mejoramientos, ampliaciones y remodelaciones de sus viviendas individuales existentes se atendieron en aquellos 15 meses a 6.665 amilias, con una inversión de 28 millones de dólares. Una inversión de 162 millones de dólares permitió prestar atención habitacional a 203.217 amilias, mediante la rehabilitación (acondicionamiento de áreas comunes, espacios públicos, inraestructuras y otras dotaciones) de las urbanizaciones populares y zonas tradicionales donde hace años residen. En algunos casos avanzados comenzó a implementarse la autogestión comunitaria de este programa. Por otra parte, en el mismo lapso de 15 meses y principalmente a través de los ejecutores públicos nacionales, regionales y municipales, aunque iniciándose los primeros casos de autogestión comunitaria, comunitar ia, se atendió la necesidad de nuevas viviendas de 63.747 amilias de ingresos amiliares mensuales ineriores a 1.000 dólares, con una inversión de 660 millones de dólares. Para amilias de ingresos superiores, hasta 2.800 dólares mensuales, a través del sector privado
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se otorgaron en 1999 y 2000, 25.500 créditos hipotecarios con 417 millones de dólares del Fondo Mutual de Ahorro Habitacional obligatorio, dependiente técnicamente del CONAVI y nancieramente del Servicio Autónomo de Fondos Integrados de Vivienda (SAFIV). Organismo éste creado en la nueva Ley de Vivienda para optimizar la administración de ondos de asistencia habitacional con deicomisos únicos de inversión y un sistema de convenios y deicomisos de administración por proyectos, reduciendo al mínimo los burocráticos gastos operativos de los ejecutores. En resumen, en 20 meses de gestión y 15 de disposición de ondos (1.038 millones de dólares de aporte del Estado y 417 millones de dólares del ahorro obligatorio parascal) se prestó atención habitacional de distinto tipo (que en algunos casos suponía continuar prestándola con nuevas y mayores inversiones hasta completar su objetivo), empleando todo tipo de agentes y recursos disponibles en la sociedad venezolana, a 3.258.346 ciudadanos (14% de la población total). De ellos, el 87% recibió atención habitacional en ormas no convencionales: residencias colectivas para pobladores de la calle, habilitación ísica de barrios, ampliaciones y mejoras de viviendas existentes o rehabilitación de urbanizaciones populares. Estos programas de atención habitacional no convencional comenzaron a construirse por primera vez en escala masiva nacional como ormas sociales de “hacer vivienda” a partir de 1999, mientras que la experiencia del Estado y la sociedad venezolana en materia de producción masiva de nuevas urbanizaciones y viviendas populares data de 1928. De allí que en la etapa 1999-2000 de aplicación de la nueva política de vivienda todavía se destinó el 63% de la inversión pública en vivienda a nuevos desarrollos y que la inversión pública en ampliaciones, mejoras y remodelaciones de viviendas existentes sólo representase el 4% rente a lo invertido en construir nuevas viviendas. Sin embargo, lo programado por el equipo que dirigió el CONAVI en 19992000 para saldar en 20 años la deuda social en materia de vivienda, suponía revertir estas proporciones, destinando el 67% de la inversión total a ormas no convencionales de atención habitacional, mientras que las inversiones en ampliaciones, mejoras y remodelaciones individuales de viviendas existentes equivalían al 44% de la inversión total, pública y del ahorro habitacional, en todo tipo de nuevas urbanizaciones y viviendas. También, en el breve período También, perío do de gestión al rente de la política polít ica de vivienda del país, se produjeron otros avances legales y técnicos. Entre ellos, el proyecto
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de ley para la regularización de la tenencia de la tierra por los habitantes de los barrios y urbanizaciones populares, la elaboración de planes sectoriales y especiales para la mejor incorporación de zonas de barrios dentro de las estructuras urbanas y la construcción de modelos computarizados de inormación habitacional para la planicación de inversiones en vivienda, el seguimiento de la ejecución de programas y proyectos, el sistema de elegibilidad y registro de beneciarios individuales y la administración de grandes proyectos, así como la producción de una amplia inormación aerootogramétrica digitalizada e imágenes satelitales georeerenciadas de zonas de actuación habitacional. La conjunción de la resistencia de viejos intereses creados dentro del sector vivienda con el surgimiento de nuevos intereses con visiones limitadas y unilaterales en el campo habitacional, determinaron la interrupción de la gestión que se adelantaba hasta inicios de 2001 en CONAVI. No obstante, y sin obviar el peso que otorga dirigir la gestión pública, la política de vivienda aquí resumida existió en la obra y actuaciones de muchos antes de convertirse en Política de Estado y, una vez ortalecida, continúa con los esuerzos de muchas comunidades populares movilizadas hacia su empoderamiento. En la cumbre mundial de HABITA HA BITATT II, cuando cuan do a algunos de los que impulsaban impulsaba n la nueva política de vivienda les correspondió presentar la mejor práctica venezolana en materia de asentamientos humanos, seleccionada entre las 100 mejores del mundo en los 20 años anteriores, se resumió esa política en dos aspectos undamentales: promover la autogestión de las comunidades populares y colocar los más avanzados y calicados recursos técnicos y proesionales disponibles por la sociedad al servicio de esas comunidades. En eso creemos y así actuamos.
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¿Puede establecerse complementariedad entre el saber proesional y técnico y el saber constructivo popular para habilitar las edicaciones de los barrios? Teolinda T eolinda Bolívar p. 295 / 319
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¿Puede establecerse complementariedad entre el saber proesional y técnico y el saber constructivo popular para habilitar las edicaciones de los barrios? Teolinda T eolinda Bolívar Bol ívar1
Las interrogantes que en permanencia nos hacemos al intentar contribuir a la mejora del hábitat y vivienda de los barrios urbanos caraqueños nos han llevado, una vez más, a refexionar y analizar la cuestión de la complementariedad entre el saber proesional técnico y el saber popular constructivo. Tenemos muchos años tratando de comprender el mundo de Tenemos los barrios urbanos caraqueños, un medio ambiente construido trui do que desde auera semeja murallas de ladrillo-cemento cubiertas con láminas metálicas. El conjunto de estos barrios, la ciudad-barrio 2, representa un desaío colectivo que se maniesta en un territorio construido en terrenos más o menos escarpados, que caracterizan el medio natural de la metrópoli caraqueña. Este proceso, y lo que ha sido capaz de crear, lo hemos llamado “la magia de las innitas privaciones”. Sobre ese complejo y sorprendente resultado refexionaremos en la primera parte de este escrito. Partiendo de tal situación —permanentemente en proceso de transormación—, en la segunda parte abordaremos la mejora de la casa de barrio, generalmente autoproducida. Aunque existen muchas ormas de atender la cuestión cue stión que nos ocupa, nos detendremos en una de las maneras de hacerlo. Al respecto nos interrogaremos sobre la posibilidad de una búsqueda de complementariedad de los saberes, tanto de quienes han autoproducido esas edicaciones, como de los proesionales universitarios dispuestos a participar en los procesos de mejoramiento. Creemos que este es un enoque distinto y hasta opuesto a otros, entre ellos los más practicados, y que por tanto puede suscitar cierta polémica. Fundamentamos este trabajo tanto en investigaciones —unas de vieja data y otras recientes— como en prácticas académi-
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cas en las que hemos participado desde la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela. Nuestra manera de acercarnos ace rcarnos a los barrios ha estado marcada por una relación de mutuo respeto de saberes con los habitantes hacedores, en la búsqueda de establecer un diálogo. Tal vez, sin saberlo, hemos practicado la dialógica (Martín, 2006). Nos parece necesario recordar también que a través del tiempo hemos intentado el trabajo en equipo, algunas veces sin tener conciencia de por qué lo hacíamos. Esto nos llevó a trabajar en equipos interdisciplinarios, multidisciplinarios y/o transdisciplinarios. Un camino donde ue apareciendo la necesidad de compartir conocimientos y de explorar, junto con los propios hacedores, ormas de trabajo que pongan en práctica la complementariedad de saberes, superando las dierencias entre el docto y los hacedores. Tal vez nuestra presentación Tal presentación en este evento chileno, organizado por tres acultades de arquitectura, entre ellas la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela, permita llegar a vislumbrar caminos donde la obligación de hacer, por urgente necesidad, dé paso a una producción y construcción conjunta de proesionales, técnicos y expertos con habitantes hacedores. Así contribuiremos a hacer posible lo que hasta ahora parecía
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una utopía. Para ello se requieren actitudes propias a lo que se quiere hacer, tanto de los interventores proesionales, como de los que han autoproducido sus hogares. Necesitamos hacer nuestra tarea con amor, no por la obligación de realizarla; y dejando que el tiempo sea el requerido —sin apresuramientos, pero sin lentitudes innecesarias—. Es como modelar con arcilla tratando de que el resultado material sea una obra cada vez más acabada y que satisaga las expectativas del o de los creadores o autores. En nuestro caso es modelar, remodelar, o hacer edicaciones para que sirvan de digna morada de seres humanos. El autor de estas edicaciones no será una persona, sino un colectivo que aprecie lo que hace, que tenga querencia por lo que ha producido, como describieran su amor por el barrio algunos habitantes de Aguachina, comunidad del suroeste de Caracas (Bolívar y Baldó, 1996). Muchas veces el conjunto heterogéneo y heteróclito del medio ambiente construido de los barrios urbanos guarda tesoros que no hemos tenido tiempo de descubrir, analizar y valorar. Estamos todavía a tiempo de refexionar sobre lo que decimos y extraer lecciones que dejen su impronta en las ormas de habilitar las casas y otras edicaciones de los territorios populares contemporáneos. Que la complementariedad de saberes se pueda realizar valorando el medio ambiente construido cons truido de la ciudad-barrio. La magia de las innitas privaciones En los albores del siglo XXI, en las ciudades venezolanas dominan los barrios que nacieron de un rancherío, en terrenos la mayor parte de las veces ajenos a sus poseedores. De esta proeza inesperada y colectivamente realizada por millares de personas y amilias venezolanas y también extranjeras quiero contar mi versión, extraída de las muchas historias de vida de los protagonistas que he tenido la oportunidad de conocer directa o indirectamente. En algunos casos, también he podido ser testigo de la increíble transormación de conjuntos de ranchos, que apenas tenían unas trochas mal construidas, sin agua corriente, sin energía eléctrica. Unos diez años más tarde he tenido que detenerme a preguntar a las personas que encontré, si se trataba del mismo barrio que vi nacer. Esta producción de viviendas ha sido realizada por hombres, mujeres y niños que necesitaron un hogar urbano y no encontraron otra orma de proveérselo que asumiendo su autoproducción. Construyeron con sus manos, apenas con los recursos económicos de sus ya limitadas entradas y las ayudas del Estado y otros agentes que pudieron obtener, en largos e impredecibles procesos, de los cuales se sabe el comienzo pero no cuando terminarán. Hoy los ba-
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rrios constituyen la sorprendente obra donde vive alrededor de la mitad de la población urbana venezolana. Cuando aquellos hombres y mujeres excavaban las laderas de los cerros que rodean la capital venezolana para hacer el banqueo o pequeña terraza donde posarían el “pie de casa” que poco a poco convertirían en una vivienda, nadie hubiera podido imaginar que estaba iniciándose la obra constituida por la ciudad autoproducida, la ciudad-barrio. Una ciudad en la ciudad, hecha en condiciones de extrema precariedad. La orma de hacer las casas, las técnicas constructivas empleadas, los di seños resultantes, etcétera, tienen sus orígenes en prácticas ancestrales, en la vivienda vivien da autóctona, en la vivienda campesina y sus re-codicaciones e incluso en las intervenciones del Estado para la mejora sanitaria, como lo ue la “vivienda rural” del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social. También debemos considerar la posible infuencia de las casas que existían en las orillas de los pueblos y ciudades del país de principios del siglo XX. Cada ocupante empieza limpiando el terreno; es como hacer la roza para luego sembrar, en nuestro caso, una casa. Cuando se trata de un terreno en pendiente la adaptación a éste es perecta. Excavan con un pico y una pala y por supuesto con las manos y se adhieren al terreno como la for al tallo. Los hacedores van ocupando los terrenos. Donde no se les desaloja, veremos primero un rancherío y con el paso del tiempo un barrio. La roza conlleva a un conjunto de ranchos o edicaciones en lugar del sembradío del campo. Las casas de barrios, en una sucesión inesperada e inédita, producto de millares de decisiones individuales y/o amiliares, cubren poco a poco los terrenos de las perierias urbanas y a veces otros que encontraron baldíos y nadie se opuso a su apropiación. Como dice el arquitecto Alredo Cilento, son “casas que germinan”. Cada casa o edicio que hoy vemos en cualquiera de los tantos barrios urbanos contiene la memoria de vida de sus diversos habitantes constructores. Durante años sus hacedores no sólo viven en precariedad, sino que también viven en una construcción permanente. Mi tesis de doctorado analiza esta característica de la obra de los barrios, de ahí su título: La production du cadre bâti dans les barrios à Caracas… un chantier permanent! (París, 1987a). Estas refexiones quieren destacar que los barrios urbanos no podrían existir sin los saberes y motivaciones de aquel colectivo de hombres y mujeres dispuestos a los mayores y largos sacricios para vivir en las ciudades, para producir algo que les perteneciera y con lo que pudieran identicarse. Desde nuestra percepción, los barrios y sus edicaciones contienen en esencia
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la uerza que transmite la satisacción de una necesidad obligación; alcanzar los deseos y las aspiraciones de amilias que sólo han dispuesto de su propia mano de obra. Podríamos decir que todos estos elementos se han convertido en la magia de las innitas privaciones. Al analizar en detalle las crónicas de vida de los que hacen o dirigen la construcción de sus casas comprendemos cómo nancian la obra material. Los barrios de hoy y las edicaciones que los conorman han nacido de una querencia y con el sello indeleble de las privaciones. ¿Cuántas veces no tendrían que comer mal o muy poco para asegurar la compra de elementos imprescindibles a la casa en realización? Tal vez para cualquiera de nosotros, acostumbrados a otras lógicas, sea diícil entenderlos; no obstante, sin esas vidas de aceptación, de sacricios cotidianos e incluso tal vez de resignación, no existirían los conjuntos de edicios que conorman los barrios urbanos. Esta obra tiene un gran valor para sus propietarios y para la sociedad. Obviamente los barrios presentan deectos de construcción, carencias de vialidad y transporte, de cloacas, acueductos, electricidad pública y domiciliaria y de equipamientos undamentales. Algunas veces se han levantado en terrenos cuya adecuación para la construcción asequible a amilias de bajos ingresos resultaría muy costosa y por esto se habla de reubicación y desalojo. Es una obra producida por el pueblo con la sabiduría e inteligencia colectiva y con el tesón que lo caracteriza. Las casas de barrios son un mensaje de arraigo de la Venezuela urbana; no obstante, a los ojos de algunas personas pertenecientes a otros sectores sociales, representan la provisionalidad. Una parte de la ciudad que espera sustituirse. Los años han pasado y la idea de eliminarla —por dierentes motivos que sería largo de explicar— es imposible a corto, mediano e incluso a largo plazo. Los barrios se establecieron para quedarse; ahora se impone la necesidad de llevarlos a la calidad ambiental requerida en la actualidad y lograr su aceptación jurídica. La existencia de éstos constituye una transgresión, pues se han producido al margen de leyes y reglamentaciones urbanas, y sin embargo, han generado con la práctica un derecho alternativo, un derecho “ocial paralelo”, como lo señalamos en otra publicación (Ontiveros y Bolívar, 2000). Mucha tinta ha sido utilizada para que se cambie la política de mejoras que enmascara la idea de su provisionalidad, y es probable que aún tengamos que esperar para su total reconocimiento y habilitación integral. Esto implica realizar estudios rigurosos para subsanar sus carencias y valorizar lo existente, tanto en lo material como en lo social y espiritual. Como lo hemos expresado tantas veces, creemos imprescindible la cooperación de los técnicos y proesionales para la valorización del territorio construido y llevarlo así al nivel de urbanización y servicios que requieren como calidad de vida los seres humanos que lo habitan.
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Consideramos que los programas de mejoramiento de los barrios han dado un salto cualitativo al haber sido aceptados como parte de las ciudades en la Ley Orgánica de Ordenación Urbanística, dictada en 1987. Basándose en ella, en la última década del pasado siglo el entonces Ministerio de Desarrollo Urbano contrató la realización de planes especiales para ciertas ciudades, entre ellas el área metropolitana de Caracas. Este último proyecto, cuya realización estuvo coordinada por los arquitectos-urbanistas Josena Baldó y Federico Villanueva (Mindur, 1994), constituye un aporte signicativo en el camino del reconocimiento y valorización del territorio construido de los barrios capitalinos. La esperanza de una vía undamentada en lo existente, que tenga como protagonistas a los habitantes y que introduzca todos los recursos proesionales necesarios, sin mezquindades ni subestimaciones a sus moradores, es muy importante en la historia de los barrios urbanos. Tenemos e en que esta orma de mejorarlos permitirá vencer, lo más rápidamente posible, los usos y costumbres de los políticos venezolanos que “intercambian” obras ísicas y ayudas sociales por votos. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde y nosotros apostamos a salir airosos en tiempos que son clave para la transormación de los barrios y sus hacedores. En esta historia de los barrios venezolanos, y principalmente de los caraqueños, nuestro interés undamental ha sido orecer un pequeño aporte a partir de nuestras indagaciones y colaborar con quienes los han hecho posible o que viven en ellos, entre éstos los niños que corretean por sus callejuelas y escalinatas y encuentran escondrijos y lugares para divertirse sanamente. Pretende también ser un homenaje a sus primeros habitantes, y a aquellos hacedores que ya nos han dejado y que en algún momento nos abrieron su corazón al contarnos las anécdotas de hacer una casa o un barrio para ellos y para otros. Cuántas crónicas que sumadas nos permiten entender cómo se construyó la parte de la ciudad de los barrios. Una orma de asegurar las viviendas para la población venezolana, que en menos de cien años pasó de tres millones a los 24,5 millones que hoy tenemos. Compartir con algunos alguno s de esos hacedores ese camino, que para mí como arquitecto es es alucinante, me ha exigido y me exige un gran respeto y solidaridad con los protagonistas y con todos aquellos humildes y anónimos constructores de ciudades. Ellos continúan alimentando la crónica, que en las circunstancias actuales no parece tener n.
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Buscando la complementariedad de saberes Ante la imposibilidad imposibil idad de ignorar esa e sa obra colectiva que son los barrios urbanos, desde hace ya aproximadamente medio siglo el Estado venezolano ha puesto en práctica múltiples ormas de atender su mejora. Sin embargo, a través del tiempo tiempo las posturas de quienes han tenido en sus manos la denición de una política de Estado al respecto han sido diversas e incluso contradictorias. Como ejemplo, siempre recordamos lo que se hizo durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, en los años cincuenta: el gobierno estaba decidido a acabar con los conjuntos de viviendas precarias autoproducidas, a lo cual se le llamó guerra a los ranchos. En aquel momento éstos eran pocos y la construcción de viviendas desde el Estado, signicativa. La política consistía en la reubicación de las amilias que vivían en e n ranchos, en las barriadas de entonces, a edicios de apartamentos, construidos en los terrenos ocupados por los barrios. A los nuevos edicios se les llamó “superbloques”, enormes construcciones que aún existen, pero rodeadas de ranchos 3. Durante la democracia (1958 hasta la echa), en cada período presidencial se han tomado opciones diversas. En 1969-70 tuvimos la oportunidad de participar en la creación del Programa de Urbanización y Equipamiento de Barrios, adscrito al Banco Obrero, ente encargado de la política de vivienda para la época. Algunos años más tarde esta institución ue transormada en el Instituto Nacional de Vivienda, el cual a su vez, según inormaciones, ormará parte del nuevo Ministerio para la Vivienda y Hábitat. Para no hacer muy larga esta relación, queremos aludir a dos intentos importantes en el gobierno presidido por Hugo Chávez Frías desde 1998. Como lo explica Federico Villanueva (2006), en dos oportunidades, 19992000 y 2004-2005, se emprendió una política pública para habilitar los barrios, cuyo énasis estaba en la participación organizada de los habitantes y el aporte de proesionales y técnicos preparados para cumplir cabalmente las diversas tareas correspondientes al trabajo de habilitar los barrios urbanos. En ambas oportunidades el programa ue suspendido. Durante este período de gobierno los programas y proyectos relativos a la mejora o creación de viviendas se han caracterizado por la alta de continuidad. Cada nuevo equipo
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de dirección parece subestimar el esuerzo de sus antecesores, sin tomar en cuenta que al detener algunos programas también se perturban los procesos de organización de los habitantes de barrios, y éstos se ven aectados. Es bueno resaltar que en general las intervenciones del Estado venezolano con miras a habilitar los barrios urbanos han puesto el énasis en la dotación de vialidad vehicular y peatonal, en los servicios inraestructurales y en equipamientos colectivos. Pocas veces se le ha dado prioridad a atender la mejora de las unidades habitacionales. Tal vez se ha partido de la idea de que ésta es una cuestión que debe ser resuelta por las amilias. A pesar de esto, son diversos los casos en los que las mejoras de las edicaciones habitacionales han contado con la participación del Estado. Es también necesario decir que personalmente hemos deendido y luchado por el reconocimiento de los barrios urbanos (véase Bolívar, 1987a y 1987b, entre las publicaciones más antiguas que recogen este aspecto de mi trabajo). Esta postura se undamenta en los estudios que hemos realizado en este campo, la mayoría como parte de equipos proesionales y en muchos casos trabajando con sus habitantes, así como en los signicativos signi cativos avances y aportes en la cuestión de los barrios que se han venido realizando, especialmente desde hace dos décadas. Entre éstos en rigor hay que destacar los de Federico Villanueva y Josena Baldó, César Martín, Iris Rosas, Rodolo Sancio, Roberto Pérez Lecuna, Daniel Salcedo, Alredo Cilento, Yuraima Martín, Oscar Olinto Camacho, Alberto Lovera, Magaly Sánchez, Esther Wieseneld, Teresa Ontiveros, Yves Pedrazzini, Julio de Freitas, Esther Marcano y Dina Guitián. Sin embargo, no queremos decir con esto que todo barrio autoproducido debe o puede mejorarse. Admitimos que es preciso reubicar partes de barrios caraqueños cuyas condiciones ísicas ponen en peligro la vida de quienes tienen su hogar allí, por ejemplo los que están en terrenos de alto riesgo geológico o en lechos de quebradas y/o ríos, y asimismo aquellos que ocupan espacios necesarios para obras requeridas por el colectivo metropolitano, entre otras razones. En contraposición, hay personas que parten de la premisa de que los barrios deben ser reubicados. Algunos hablan de demolerlos y dejar libres los terrenos. Tal vez en el ondo se busca que los promotores inmobiliarios públicos o privados los utilicen para diversos nes, que raras veces es la construcción de vivienda para los sectores de población de bajos ingresos. Pero independientemente de la solución adoptada, es bueno recalcar que desde hace muchas décadas decimos que hay necesidad de entrar en puntillas en esos territorios autoproducidos para no pisotear e incluso destruir lo que tanto les ha costado crear a sus hacedores. No obstante, en la práctica de la arquitectura y proesiones anes
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la tendencia es a imponer la supremacía del saber proesional sin tomar en cuenta el conocimiento que lleva en sí misma la obra realizada. Es así como en diversos casos se parte de que los barrios son un territorio construido a cambiar, no a mejorar, tampoco a valorar. Para nosotros, ese complejo medio cons truido es todavía mayormente ignoto, del cual todos tenemos mucho que aprender, aunque conozcamos cada vez más sus deectos y deciencias. Así como destacamos la variedad de ormas que pueden utilizarse cuando se habla de habilitar o mejorar los barrios en su conjunto, decimos igual para sus edicaciones. Al respecto es necesario recordar que nuestra manera de abordar la cuestión de los barrios nos lleva a consi derar lo construido como un patrimonio social. Cada casa, hecha con tanto sacricio y amor por sus propietarios, requiere que los proesionales que van a colaborar en su valorización la vean y diagnostiquen como un objeto complejo, perteneciente a sujetos que viven en Caracas, quién sabe desde cuándo, y que orman parte del mundo urbanizado actual, no sólo de Venezuela sino del mundo. En consecuencia, se hace evidente que tenemos que partir de una hipótesis: todo lo construido individual o colectivamente tiene un valor y un signicado material y espiritual para sus ocupantes —que con recuencia son también sus propietarios— que debe ser tomado en cuenta, aun cuando nuestras primeras observaciones nos lleven a pensar que hay que rehacer completamente todo lo que han creado los habitantes, en diíciles condiciones, a lo largo de sus vidas. A primera prim era vista podemos calicar c alicar lo existente exis tente como un verdadero caos, algo eo y heteróclito que no tiene acomodo. Pero es necesario tener en cuenta, no sólo su valor económico, sino también la cuantía del medio construido en las ciudades venezolanas, así como el arraigo de quienes viven en las casas de barrio, y la querencia que ellos dicen tenerles. Independientemente de la variedad de soluciones que se hayan llevado a cabo, creemos necesario poner sobre el tapete de la discusión la mejora de viviendas con participación proesional pero estimulando la posibilidad del intercambio de saberes. Fundamentamos este acercamiento en nuestros antecedentes investigativos, e igualmente en nuestro interés de intervenir en la habilitación del patrimonio habitacional existente en los barrios caraqueños y en una experiencia académica que orma parte del trabajo de investigación llevado a cabo por el Centro Ciudades de la Gente, de la Escuela de Arquitectura Carlos Raúl Villanueva de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU), de la cual extraemos los dos casos a los cuales nos reeriremos más adelante.
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Antes de proseguir consideramos co nsideramos necesario ne cesario introducir una nota metodológica acerca de la experiencia académica en la cual undamentamos nuestra investigación-acciónintervención en el barrio Julián Blanco de Caracas, cuyos objetivos principales son el conocimiento de las casas de barrios con miras a determinar, con sus habitantes, los problemas ísicos que presentan para poder realizar propuestas de mejoramiento, según los recursos económicos disponibles. A principios de los años ochenta, oche nta, cuando realizábamos una investigación en el barrio barr io Santa Cruz de Las Adjuntas en Caracas (CEU, 1980), 198 0), logramos una orma de reconstruir las historias de edicación de las viviendas de barrios conjuntamente con los hacedores habitantes para aquel momento. Participamos en la investigación la proesora arquitecta Iris Rosas y quien escribe. Años después, Iris Rosas realizó otras importantes investigaciones sobre las edicaciones de barrios, cuyos resultados están contenidos en su tesis de doctorado (Rosas, 2005). En éstas participaron estudiantes de arquitectura en calidad de pasantes académicos. Desde 1996, respondiendo a una solicitud de algunas amilias del barrio Julián Blanco, Iris Rosas y sus alumnos de una materia optativa sobre barrios inormales iniciaron diagnósticos de varias viviendas que orman vecindarios —también llamados condominios horizontales—, los cuales ueron realizados junto con sus ocupantes, por lo cual se les denominó “autodiagnóstico de vivienda”. A partir de 1999, la arquitecta Mildred Guerrero continuó este trabajo en la misma materia optativa, extendiéndolo a otros barrios caraqueños. A cada amilia se le entregaba una carpeta con los planos, y en algunos casos se les hacía una propuesta de ampliación o mejora segú n los deseos y aspiraciones de las amilias. Años más tarde (2003), tratando de valorar los resultados obtenidos y de ampliar el número de amilias atendidas, Mildred Guerrero propuso e inició un consultorio, al cual nos reeriremos más adelante. Para este trabajo obtuvo un nanciamiento del Servicio Latinoamericano, Asiático y Aricano de Vivienda Popular (Selavip), lo que dio la oportunidad de que estudiantes de arquitectura trabajaran con ella como pasantes remunerados. Esta práctica tiene en cuenta la actual búsqueda de poner en práctica el diálogo de saberes para tener una mejor posibilidad de comprensión de la complejidad humana, como se reere Pena-Vega (2005) con relación a la enseñanza superior en Francia. A partir parti r de los elementos ele mentos mencionados m encionados y el avance de esta experiencia, exp eriencia, pensamos que podía ser oportuno realizar una primera lectura de la misma desde el ángulo de la complementariedad de saberes. A la par, intentaremos responder ciertas interrogantes, por ejemplo: ¿qué nos dicen algunas de las experiencias de mejoras de vivienda que actualmente están en proceso? o ¿qué podemos leer de aquellos ejercicios docentes sobre áreas públicas o semipúblicas en barrios?
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Algunas pistas para el diálogo
En las indagaciones de los últimos tres años asumidas desde el Centro Ciudades de la Gente, en las cuales undamentamos este análisis, logramos obtener algunos recursos económicos para mejorar varias viviendas. Decidimos que en lugar de una simple intervención teníamos la oportunidad de realizar una investigación-acción-intervención. Es decir, no dejar pasar esa oportunidad única para observar lo que sucede cuando se actúa directamente en tratar de mejorar una casa. A casi dos años de haber empezado, creo que teníamos razón, pues en este proceso se revelaron ciertas pistas que han tenido la uerza de llevarnos a esta refexión. Algunas veces, al no salir s alir bien lo programado, y por el e l contrario aparecer más y más dicultadicu ltades, cuando parecieran cerrarse los caminos, encontramos respuestas a interrogantes que nos hicimos hace ya años y que sin darnos cuenta olvidamos. En ocasiones, tenemos la impresión de haber racasado en nuestro intento de valorizar lo construido. En esta experiencia para mejorar varias casas de barrio sin tener los sucientes medios económicos, aprovechamos recursos proesionales y docentes de nuestra Escuela de Arquitectura Carlos Raúl Villanueva que pensábamos podían subsanar algunas de las necesidades a satisacer, tanto en el proyecto como en las obras. En el barrio partimos de la existencia de un equipo ormado por habitantes del sector, organizados en la Asociación Civil Fuerza Promotora del Barrio Julián Blanco, que contribuimos a crear como parte del trabajo comentado dos o tres proesores que veníamos trabajando con éstos desde hace varios años y habitantes interesados en resolver problemas de sus viviendas. La intervención debía centrarse en unas cuantas casas que creíamos podían ser mejoradas con poca inversión, al alcance de los recursos disponibles. Sin embargo, encontramos algunas edicaciones que de viviendas tienen sólo el nombre; endebles ranchos que requieren ser sustituidos por viviendas convenientes a la vida de los seres humanos que las habitan y que probablemente las han edicado. Para una experiencia como la que contamos se requiere apoyo económico más allá del que nosotros podemos obtener para hacer investigación. Además, una investigación cuyo énasis es la mejora de las condiciones ambientales de las casas de barrio no puede obtener nanciamiento de la universidad. Es bueno comentar que en general el nanciamiento a este tipo de investigación es pasado por alto cuando el Estado asigna recursos a las universidades, y éstos deben distribuirse internamente internament e entre las numerosas y diversas investigaciones consideradas prioritarias. En este camino, y al cerrarse las puertas de ocinas del gobierno nacional y local, que también insistentemente tocamos, decidimos buscar apoyo en la empresa privada y obtuvimos un pequeño aporte de la Fundación Polar y otro de Selavip, que es administrado por la asociación ya mencionada.
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La proesora arquitecta Mildred Guerrero asumió la coordinación de esta intervención, con el apoyo permanente de la autora de este ensayo. Esta proesional creó un Consultorio Experimental de Atención a la Vivienda, directamente nanciado por Selavip. Con los resultados del diagnóstico preliminar de unas 40 viviendas se escogieron 16 edicaciones, cuyas amilias recibirían un crédito reembolsable que podía ser de 500 dólares estadounidenses y en tres casos hasta de 3.000. Más de la mitad de estas edicaciones orman parte de lo que en Venezuela se conoce como “condominios horizontales” horizontale s” —que no son otra cosa que un grupo de viviendas contiguas— y unas tres en otras áreas pero en el mismo barrio. De este proceso puede verse el inorme de avance enviado a Selavip y a la Fundación Polar en septiembre de 2005, que titulamos: “Contribución a la mejora habitacional de dieciséis amilias en el barrio Julián Blanco de Petare Norte, Caracas, Venezuela” (Bolívar, Guerrero, Janse y Moncada, 2005). En esta ocasión, como ya dijimos, nos interesa hacer un primer análisis teniendo como objetivo principal lo relativo a la incorporación y el intercambio del saber proesional y técnico que se ha maniestado como elemento clave en la experiencia académica. Se revela con gran nitidez que rente a una situación tan precaria, tanto por el estado de las construcciones como por los ingresos amiliares, uno no encuentra qué hacer con los pocos recursos disponibles. Al principio los estudiantes e studiantes de arquitectura junto junt o con los proesores arquitectos arquite ctos guías llegaban con sus ideas de lo que es una vivienda conveniente, y determinaban los deectos de las que visitaban, con lo cual se iba elaborando una lista de las intervenciones prioritarias. Aunque se hablaba con los habitantes, no hubo el tiempo y tal vez la conciencia, el conocimiento y la disposición para establecer un diálogo que permitiera conrontar las prioridades de un proesional con las de la gente que vive en esas casas. Como proesional, cada uno de nosotros tiene sus lógicas y prioridades, pero, a nuestra manera de ver, es necesario llegar a acuerdos, de lo contrario se impone la propuesta dominante, casi siempre la del proesional. Aunque en la práctica constructiva se haga lo que los dueños de la casa consideran apropiado y más necesario al momento que viven. Y es precisamente este desencuentro el que impide que el conocimiento proesional apoye el indiscutible conocimiento empírico de los pobladores para encontrar juntos un camino que garantice, no sólo el rescate y valorización del patrimonio construido de los barrios, ba rrios, sino también la idoneidad de uturas construcciones. La gente de los barrios construye sin un proyecto a largo plazo. Su vida de subsistencia y del día a día los lleva a cambiar de prioridades, bien sea porque aparece una urgencia (enerme-
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dad, muerte), pero también para satisacer algún deseo de comprarse un arteacto que se les hace necesario para la vida de privaciones y de encierro en un barrio capitalino. Acerca de esto puede consultarse un análisis reciente sobre las prioridades en las compras de la gente que vive en barrios (clases D y E) (El Nacional, 2006: A-14). Este es un primer asunto a refexionar para poder llegar a una cooperación entre saberes. Si no estamos dispuestos a aceptar que nuestras lógicas proceden de un mundo donde todo lo undamental, y a veces incluso los caprichos, está satisecho, no podremos llegar a la comprensión de lo que se necesita para establecer un diálogo con habitantes de barrios con miras a alcanzar la complementariedad de saberes. Si vamos al barrio y no hacemos un esuerzo para aceptar que hay cosas que nos pueden parecer inverosímiles, pero que esa es la realidad y lo verdadero para los que viven ahí, ese diálogo, paso previo a un entendimiento de las principales partes involucradas, será imposible. De allí que compartamos las palabras de la arquitecta Yuraima Y uraima Martín: La mayoría de las actuaciones proesionales en los asentamientos auto construidos evidencian una visión ragmentada y parcelada de la realidad, por lo que es necesario abordar sus procesos analíticos desde perspectivas epistemológicas, teóricas y metodológicas alternativas que nos permitan entender que el lugar auto construido es el producto de una determinada estructura ísica, económica, política, social, cultural; del acontecer de la vida en un territorio especíco y de unas relaciones contextuales también especícas. Son estas dimensiones y sus articulaciones lo que constituye y congura el objeto de estudio en sí, por lo que necesitamos indagar también en su naturaleza constitutiva, en sus dierentes maniestaciones espacio-temporales, incorporando los componentes cualitativos inherentes al lugar (Martín, 2006: 22-23). Del aula al barrio
Seguidamente introduciremos algunos ejemplos por medio de los cuales pueden percibirse más claramente ciertos elementos que nos alejan de, o contradicen, la posible complementariedad de saberes. El primero se reere a un ejercicio académico de diseño que estudiantes de la Escuela de Arquitectura Carlos Car los Raúl Villanueva realizó real izó en el barrio barr io Julián Blanco, apoyándose en el e l trabajo investigativo del Centro Ciudades de la Gente. En éste se trataba de dar respuesta a la alta o la indenición de espacios públicos, semipúblicos o semiprivados en un sector del barrio. Aunque pensamos pensa mos que es lógico que allí deben existir exist ir espacios libres públicos o semipúblicos, semipúblic os,
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aún no contamos con los estudios respectivos, adecuados a las particularidades de los barrios caraqueños, laberínticos y peligrosos. El estudiante con sus proesores y asesores casi siempre encuentran buenas soluciones, pero que algunas veces sólo toman en cuenta la dotación ísica, dejando de lado aspectos como su mantenimiento y apropiación para otros usos, entre ellos algunos perjudiciales perjudiciale s a la convivencia cotidiana, además, hay que tomar en cuenta la escala. Por ejemplo, no es lo mismo un pequeño espacio de descanso en medio de una de esas interminables escalinatas, que hacer una plazoleta que podría servir para toda la población del barrio, situada por tanto en la convergencia de vías. Al querer dotar los barrios de espacios libres públicos se corre el riesgo de imponer nuestros criterios, pues tratamos de hacer lo deseable sin tomar en cuenta los proundos cambios que se requieren en la sociedad en general y en particular en los territorios autoproducidos. Hay que situarse en la “cultura de urgencia”, como la llaman Pedrazzini y Sánchez (1992), reriéndose a los barrios capitalinos. Al nalizar el ejercicio académico, los estudiantes y proesores presentaron las propuestas desarrolladas en el barrio. Los habitantes veían los planos y las maquetas que contenían las propuestas, y seguramente soñaban con aquellas cosas bellas, pero uera de su realidad. Al ponernos ponern os en contacto co ntacto con la realidad, opinamos que aortunadamente todo quedó en proyectos académicos que no podían realizarse, no sólo por no disponer de nanciamiento sino porque hubiera sido una orma de crear más caos dentro de lo que ya consideramos un caos. Algunas veces esos bellos espacios propuestos como lugares de encuentro se convierten en basureros o se los apropian vecinos más “vivos” o aprovechados, que también ejercen dominación, o los bandidos y/o “malandros” de barrio. Para las amilias, mantener o vigilar esos espacios es una carga más y ésta se convierte en un nuevo problema. ¿Cómo podrían los habitantes de un callejón evitar que a la larga esos lugares se conviertan en sitios de peligro mortal? Es evidente la necesidad de buscar nuevas ormas de gobernanza que partan de una eliz convivencia entre vecinos y que en orma realista supere la inseguridad que vivimos en la ciudad, especialmente grave en los barrios. Desde nuestro punto de vista, en la capital venezolana no existen recomendaciones sobre los elementos a tomar en cuenta cuando se interviene en la habilitación de veredas, callejones, escalinatas, espacios residuales, etc. Se impone la necesidad de establecer reglamentaciones al respecto, elaboradas con los vecinos, que tengan como base sus usos y costumbres, y que además hagan sugerencias de cómo pueden ser
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las ormas de gestión de esos espacios. Son indagaciones necesarias para que los planicadores y proyectistas dispongan de elementos reales para realizar proyectos bien concebidos. Esta experiencia nos revela que la inadecuación de los proyectos proesionales en barrios urbanos no descansa solamente en la responsabilidad de quienes los conciben, sino también en la alta de investigaciones interdisciplinarias que puedan llegar a resultados, en diálogo con los habitantes, y que sirvan como guía a los que van a intervenir, sean estudiantes o proesionales, que no tienen ni el tiempo ni la preparación para hacer todas las investigaciones que se requieren. En este sentido, hay que tener en cuenta los lapsos académicos, característicamente muy limitados, que además no permiten conormar equipos interdisciplinarios o transdisciplinarios para abordar exitosamente una tarea tan compleja como lo es la planicación para barrios urbanos. Como se desprende de lo que decimos, he aquí un proyecto de comple mentariedad de saberes sa beres que espera para realizarse y estamos seguros será de gran utilidad en la habilitación de los barrios caraqueños. Como segundo ejemplo, pasaremos ahora a exponer sucintamente la historia de dos casos de viviendas en proceso de mejoramiento, las cuales son parte de las dieciséis viviendas que conorman la experiencia en la cual está involucrado el Centro Ciudades de la Gente. La primera se reere a una casa con muchos años de construida (Bolívar, 1987a) 4. Encontramos que ésta presenta un grave problema de humedad y tal vez riesgo de deslizamiento en condiciones excepcionales, acrecentado con el paso de los años y la densicación del barrio. El sitio donde está ubicada recibe las aguas de lluvia de muchas otras viviendas que están más arriba, además de las de la propia casa. La primera solución que se nos ocurrió ue levantar la casa un piso, y dejar una planta libre para los drenajes. Esta idea ue desarrollada con un joven ingeniero estudiante de arquitectura, colaborador del proyecto. En el momento nos pareció que esto era lo correcto. Se realizaron algunos bocetos y se habló con la amilia. Los interlocutores de esta última no rechazaron la solución, pero tampoco maniestaron entusiasmo. El tiempo pasaba y la amilia se impacientaba por llegar a una denición. Se mostraban desanimados y algunas veces incluso parecían deprimidos.
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La dueña de la casa tenía una oerta de préstamo de aproximadamente seis millones de bolívares. ¿Qué signicaba realizar la propuesta de cambiar la vivienda para un primer piso? Se necesitaba reubicar transitoriamente la amilia y perder lo construido. Seguimos pensando en otra solución, pues sentíamos que la respuesta no era del agrado de sus habitantes, tampoco era actible de inmediato y menos con los pocos recursos disponibles. Entonces el tiempo ayudó y apareció otra que surgió del diálogo y de la actitud de los arquitectos interventores. En conversaciones con los arquitectos un hijo de la dueña dijo que él tenía una idea de lo que querían, y la expresó en un croquis basado en lo existente. Los arquitectos insistieron en los problemas a resolver, principalmente humedad, alta de ventilación e iluminación. Entonces se llegó a un anteproyecto ante proyecto con estimación de costos que resultó satisactorio a todos los involucrados. El proceso constructivo lo asumió la misma persona que hizo el croquis, quien dejó su trabajo y se ha dedicado a remodelar la casa. Aunque todavía to davía está en proceso, la vivienda tiene ya otra apariencia. aparie ncia. Poco a poco han ido haciendo el baño, construyendo un balcón y lo último que están haciendo es subir las paredes con bloques de ventilación. También está previsto recanalizar las aguas de lluvia para que no penetren en la casa. Esperamos que en un uturo próximo se les dé la solución colectiva a partir de un proyecto para toda la escalera, que en realidad es semiprivada y cuando mucho semipública. Con las mejoras que se están eectuando se resuelven algunos de los problemas, incluyendo el temor a ser robados por la propia gente del barrio: tal vez los “malandros” o malhechores pero también gente más pobre que ellos, o adictos a la droga. La amilia está eliz con el resultado que están logrando, a pesar de que todavía altan propuestas de reorzamiento estructural para evitar colapso en caso de un terremoto. Este caso evidencia la necesidad de establecer un diálogo de saberes. La actitud del proesio nal en este proceso ha sido muy importante, así como la comprensión de quien será beneciado. Consideramos que este caso ilustra muy bien las dicultades de un diálogo entre proesionales y hacedores. A nuestro juicio, es necesario estudiar las dosis de las técnicas o ormas de construcción ormales que pueden ser absorbidas en el proceso constructivo popular sin introducir rechazos o perturbaciones indeseables en el todo. Asimismo: ¿hasta dónde pueden y quieren los proesionales aceptar el reto de contribuir al mejoramiento de las construcciones de barrios populares caraqueños sin negar la ética proesional, pero modicando sus ormas de actuación en el proceso?
Al asumir el beneciado, en este caso el hijo de la dueña de la casa, la dirección de la construcción y ser también albañil, se ha resuelto el problema construc-
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tivo; el resultado nal está garantizado. Además, el aporte monetario recibido rinde más. Con este ejemplo pareciera revelarse que las lógicas de la autoproducción de viviendas tienen en e n sí mismas una gran uerza, y al pretender introducir mecanismos y procesos de la construcción ormal se racasa, a menos que se pueda y se quiera hacer bajo contrato de compañías constructoras. Con esta última órmula los costos evidentemente serán muy altos, teniendo en cuenta la ganancia de las empresas y que las amilias no incluyen este rubro en los costos de producción. La gran lección es la necesidad de darnos cuenta de la complejidad humana que se maniesta en la manera de habitar cuando la propia población, haciendo a la medida de sus posibilidades, construye ciudad (AAVV, 1995). Si desde las universidades, a través de nuestras refexiones basadas en prácticas concretas como las que estamos realizando, no llamamos la atención sobre la cuestión del ejercicio proesional y la dominación del saber, no vamos a lograr acercarnos a propuestas que se adapten al complejo mundo de los barrios autoproducidos y la necesidad de aportes proesionales y técnicos, a esa complementariedad de saberes de la cual partimos. Sobre la cuestión que tratamos es bueno evocar los trabajos que se realizan en Francia, donde el eminente sociólogo Edgar Morin interviene en el proceso. En éstos se maniesta la necesidad de reormar la ormación en la enseñanza superior, una reorma que deberá apoyarse en nuevas bases epistemológicas, superando la separación de disciplinas y/o la ausencia de unión entre diversos saberes (Pena-Vega, (Pena-Vega, 2005). La tendencia actual es la especialización, olvidándose de la complejidad de la cual hay que partir y que muchas veces se omite. Es necesario desarrollar nuevas aproximaciones orientadas hacia la multidimensionalidad de los problemas y las ormas de intervenir que han sido escogidas. Reiteramos, hay múltiples enoques en la mejora del medio ambiente construido de un ba rrio. No obstante, si nos contamos entre los que consideran la producción de viviendas de los barrios como cultura (Rosas, 2005), es imprescindible detenerse a analizar la autoproducción como una orma de intervención que requiere la complementación de saberes y no la dominación por parte de los proesionales o dejar que los hacedores sigan haciendo con aciertos y errores y gastando algunas veces más de lo que es realmente necesario. Para nalizar con las ilustraciones introduciremos un segundo caso de una vivienda precaria, hogar de varias amilias, que requiere reemplazarse. La construcción actual tiene treinta años.
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Desde hace casi una década hemos buscado ayudar a esta amilia, pues en diversas ormas no los ha pedido. La pareja dueña de la casa actual es una gran colaboradora y ha sido clave en la cooperación establecida a lo largo de los años de trabajo universitarios-habitantes. En el año 2000, cuando la entonces presidenta del Consejo Nacional de la Vivienda (Conavi), arquitecta Josena Baldó, visitó el barrio en la ocasión de un oro internacional, la comunidad le pidió ayuda y ésta les prometió crear una Ocina Local de Asistencia Técnica (OLAT), a través de la cual se atenderían 30 viviendas que conormaban tres condominios. El proyecto se empezó pero lamentablemente hubo cambios en la institución y con éstos se eliminó la OLAT que ya se había iniciado, lo cual ilustra la alta de continuidad a la que nos hemos reerido. La gente quedó decepcionada y nosotros no sabíamos qué hacer. Sólo podíamos mantener la solidaridad y buscar ayudas de parte del gobierno. Como lo dijimos antes, no lo logramos a pesar de nuestras diversas solicitudes. Entretanto, la amilia siguió buscando y aprovechó las dádivas de la alcaldía correspondiente: recibió un aporte en materiales, con los cuales construyó un muro que limita la parcela en una de sus partes. El muro construido no recibió asesoramiento técnico y lo hizo un albañil sin mucho conocimiento del ocio. Ellos tenían como “proyecto” que el muro les sirviera como base estructural de la casa o casas que querían construir. En este caso se contrató a un grupo de ingenieros geólogos y estructurales para que diagnosticaran el muro para ver si se podía utilizar como ellos querían. El resultado ue negativo, pues no hay certeza de la capacidad de soporte y se desconoce la proundidad de la undación y la orma como ue hecha. No obstante, por razones de respeto a los dueños, que consideran el muro como lo mejor o único que tienen, éste se dejó pero sin utilización estructural. En esta situación, ¿qué hacer? El ingeniero estudiante de arquitectura y la arquitecta coordinadora llegaron a una solución donde se sustituiría la casa actual. Para esto se requería reubicar el único baño —proyecto que ya se realizó con parte del préstamo que les corresponde a las tres amilias— y los ocupantes tenían que mudarse. La solución era una edicación de tres pisos. En planta baja estaría la casa de una de las hijas casadas que tiene varios niños y dos pisos para los padres con los hijos menores. Este proyecto se hizo de común acuerdo entre los proesionales y la amilia. El anteproyecto, al ser revisado por la arquitecta, presentó problemas de cruce entre la estructura de la planta baja y la de los dos siguientes pisos. Para resolverlos, los proesores de ingeniería estructural consultados recomendaron rehacer el cálculo.
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Buscamos la colaboración de la Facultad de Ingeniería Ingenie ría de la Universidad Central de Venezuela y después de algunos trámites trámite s burocráticos logramos que dos ingenieros nos ayudaran bajo ciertas condiciones, entre éstas: que les suministráramos un plano topográco, que no teníamos; que la edicación estuviera en zona estable y que consiguiéramos datos sobre la resistencia del suelo. Todo este proceso ha tardado bastante; tenemos aproximadamente un año dedicados a la compilación de la inormación requerida. Entretanto la arquitecta también tuvo que irse de Venezuela y el nuevo proyecto, un u n pequeño pequeñ o edicio edici o de cuatro pisos, ahora contempla cont empla que los pisos bajos sean ocupados por los padres y los de arriba cada uno por una hija casada. Ya el proyecto Ya proyecto está casi concluido y esperamos que pronto tengamos el cálculo estructural y luego las instalaciones y los cómputos y estimación de precios. A pesar de los retardos hemos aprendido que se puede llegar, con mucho esuerzo y paciencia, a tener un proyecto completo para sustituir una vivienda precaria por un conjunto de edicaciones adecuadas a las necesidades y posibilidades de las amilias. Ahora la cuestión es cómo có mo obtener obt ener el nanciamiento nanciamiento para hacer hac er la construcción. con strucción. Inicialmente pensamos, con los habitantes organizados en consejos comunales, nueva gura de organización comunitaria reglamentada por una ley, que este caso podía entrar en los programas ociales de sustitución de ranchos por viviendas convenient es. Lamentablemente, el proyecto no se adapta a lo que plantea el programa, pues éste orece una casa tipo, a pesar de que en Caracas no podemos inventar parcelas especiales donde pueda colocarse el prototipo que proponen. Más aún, la densicación como proceso de crecimiento habitacional es una realidad preponderante en nuestra ciudad, como solución adoptada por la gente que no se refeja en la política ocial de sustitución de ranchos citada. Por último, nuestro caso trata de tres unidades habitacionales necesarias, que deben ser localizadas en una misma edicación, en la pequeña parcela de la cual se dispone, mientras que el prototipo es para una vivienda uniamiliar en un terreno plano. En este caso se ve claramente que hay necesidad de complementar los saberes y que se requieren equipos que puedan cumplir los requerimientos exigidos en la construcción ormal, no porque se tenga que obtener un permiso, sino porque sin esto los proesionales no pueden trabajar. Se trata de cuestiones de una mínima responsabilidad y requerimientos que deben cumplirse como parte de la ética proesional. Por ejemplo, al pasar una edicación de un piso a varios hay exigencias que no pueden dejar de cumplirse. Los barrios caraqueños, con sus altos grados de densicación, no pueden tratarse inormalmente, improvisadamente, pues con esto puede empeorarse la situación.
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Algunas veces, aunque nos provoca obviar ciertos requerimient requerimientos, os, hay que tener en cuenta que la seriedad y responsabilidad en nuestras modestas intervenciones es lo que nos ha garantizado la continuidad y el respeto de los habitantes de barrios caraqueños. Nuevamente llegamos a la conclusión de que sin un trabajo en equipo multidisciplina rio la rehabilitación de las casas de barrio es una misión imposible. A este respecto es lamentable que las OLAT, puestas en práctica experimentalmente entre 1999 y 2000, hayan sido eliminadas y olvidadas en las propuestas gubernamentales. Queremos traer a la memoria que en nuestros años de indagaciones e intervenciones en los barrios siempre se ha impuesto —por la uerza de las cosas— el trabajo en equipo con otras disciplinas y con los propios habitantes. No vamos a decir que esto ue planteado así metodológicamente, sino que más bien lo hemos hecho por intuición. Asimismo, entre las constantes podemos mencionar los trabajos hechos con mucho amor y rigor académico y cientíco pero con una gran carencia de recursos económicos.
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Conclusiones provisionales La participación académica en los procesos de mejoramiento de los barrios caraqueños es necesaria y puede contribuir a resolver problemas que los autoproductores auto productores con su saber no han podido lograr. Para la academia es importante la intervención en la mejora de las construcciones de los barrios, ya que le permite cooperar en la tarea de mejorar la calidad de vida de las personas que habitan en ella y también ensayar la adecuación de un saber proesional ormal al de los autodidactas diseñadores y calculistas que han producido la ciudad-barrio. La academia podría esorzarse en buscar soluciones interdisciplinarias a problemas concretos en los barrios, y con esto se iría capacitando para que en la enseñanza hubiera complementariedad de saberes y se buscara renar el camino de la especialización a ultranza, que conlleva a una pérdida de la comprensión de la totalidad compleja.
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Bibliograía citada - AAVV. Hacedores Hace dores de ciudad. Caracas: Universidad Central de Venezuela-Fundación Polar-Consejo Polar-C onsejo Nacional de la Vivienda, 1995. - Bolívar, T. Contribución al análisis de los territorios autoproducidos en la metrópoli capital venezolana y la ragmentación urbana. Revista Urbana, 1998, Vol. 3, Nº 23, p. 53-74. - Bolívar, T. La production du cadre bâti dans les barrios à Caracas… Un chantier permanent! Tesis de doctorado. París: Universidad de París XII, 1987a. - Bolívar, T. Por el reconocimiento de los barrios de ranchos. Boletín Vivienda Caracas, 1987b, Nº 4. - Bolívar, T. y Baldó, J. (compiladoras). La querencia al barrio. En: BOLÍVAR, T. y BALDÓ, J. La cuestión de los barrios. Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana-Fundación Polar-Universidad Central de Venezuela, 1996, p. 65-71. - Bolívar, T., Guerrero, M., Janse A. y Moncada, B. Contribución a la mejora habitacional de 16 amilias en el barrio Julián Blanco de Petare Norte, Caracas, Venezuela. Inorme de avance. Caracas: Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Urba nismo, Universidad Universid ad Central de Venezuela, 2005. - Centro De Estudios Urbanos (Ceu). Investigación Barrio La Cruz. Documento de Investigación. Caracas: Centro de Estudios Urbanos, Mimeo, 1980. - Martín, Y. Ciudad ormal-ciudad inormal. El proyecto como proceso dialógico. Una mirada a las relaciones entre asentamientos urbanos autoconstruidos y los proyectos que proponen su transormación. Tesis de doctorado. Barcelona: Universidad Politécnica de Cataluña, 2006. - Ministerio De Desarrollo Urbano. Plan sectorial de incorporación a la estructura urbana de las zonas de barrios del área metropolitana de Caracas y la región capital (sector Panamericana y Los Teques). Caracas: Mindur, 1994. - Pedrazzini, Y. y Sánchez, M. Malandros, bandas y niños de la calle: Cultura de urgencia en las metrópolis latinoamericanas. Caracas, Vadell Hermanos, 1992. - Ontiveros, T. y Bolívar, T. Vivienda y acceso al suelo urbano. ¿Institucionalización de un de derecho ocial paralelo? En: Edesio Fernández (coordinador). Derecho, espacio urbano y medio ambiente. Madrid: Instituto Internacional de Sociología, 2000, p. 115-141. - Pena-Vega, A. Prospective pour une autre gouvernance de la connaissance (version provisoire). ParísChina: Mimeo, 2005. - Rosas, I. La cultura constructiva de la vivienda en los barrios del área metropolitana de Caracas. Tesis de doctorado. Caracas: Universidad Central de Venezuela, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, 2005. - Villanueva, F. Intervención Inter vención en la Conerencia sobre la Integración de los Barrios Urbanos. Urb anos. Caracas, 2006, 13 de julio.
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Los autores Carlos Aguirre es constructor civil, titulado en la Ponticia Universidad Católica de Chile. Tiene estudios de posgrado en prevención de riesgos y en preparación y evaluación socioeconómica de proyectos. Proesor auxiliar de la Escuela de Construcción Civil, dicta las cátedras de Preparación y evaluación de proyectos, Impacto ambiental de proyectos y Administración. Ha realizado investigaciones sobre los actores que determinan el precio de los bienes inmuebles, mercados de suelos y vivienda social. Actualmente cursa estudios de doctorado en Gestión Urbana en la Universidad Politécnica de Cataluña. Teolinda Bolívar es arquitecta titulada en la Universidad Central de Venezuela y doctora en Urbanismo de Teolinda la Universidad de París. Proesora agregada de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela. Ha investigado sobre sob re los barrios de ranchos urbanos en Venezuela, y sobre dierente s aspectos relacionados con este tema. Premio Nacional de Investigación en Vivienda, CONAVI. Premio Nacional del Hábitat “Leopoldo Martínez Olavarría”. Pergamino de Honor de ONU Hábitat. Maximiliano Carbonetti es licenciado en Ciencia Política de la Universidad Católica de Córdoba, Argentina. Master en Desarrollo Urbano, Ponticia Universidad Católica de Chile. Consultor de la División de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). María José Castillo es arquitecta titulada en la Ponticia Universidad Católica de Chile, con estudios de diplomado en Proyectos y Gestión Urbana y en Vivienda Social. Especialista en Cooperación para el Desarrollo de Asentamientos Humanos en el tercer mundo, y doctoranda en Arquitectura y Urbanismo en la Universidad Politécnica de Madrid. Proesora de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Andrés Bello. B ello. Ha desarrollado su actividad proesional en las áreas de diseño, construcción, gestión y docencia, especialmente en vivienda colectiva y vivienda social. Actualmente dirige el Laboratorio de Vivienda donde realiza proyectos de vivienda social y de mejoramiento de espacios públicos en un marco académico y proesional. Renato D’Alençon es arquitecto titulado en la Ponticia Universidad Católica de Chile y proesor auxiliar en Talleres T alleres y Tecnología de d e la Escuela de d e Arquitectura de la Ponticia Universidad Univers idad Católica Catól ica de Chile. Socio S ocio de la ocina D’Alençon–Plaza–Rosso Arquitectos. Obtuvo la beca Fulbright para estudiar en la Universidad de Cornell, Estados Unidos. Ha sido proesor invitado en las Universidades de Chile y Técnica de Berlín. Ha realizado publicaciones en Chile, Alemania, Finlandia y Estados Unidos. Ana María de d e la Jara es trabajadora social, presidenta de la ONG de Desarrollo Cordillera. Forma parte del equipo de proesionales proesionales de esa es a corporación corporación y de la Corporación Corporación GENERA, GE NERA, y ue presidenta de la Asociación Chilena de ONGs Acción. En ONG Cordillera ha participado en diversos proyectos de mejoramiento de barrios y de desarrollo de vida social y cultural en barrios deteriorados. Ha sido proesora de la Ponticia Universidad Católica de Chile y de la Universidad ARCIS. AR CIS. Consultora Consult ora en proyectos de desarrollo social: en Perú, en el Centro Latinoamericano de Trabajo Social, y en Ecuador en UNICEF y en el Instituto Nacional de la Familia. María Elena Ducci es arquitecta de la Ponticia Universidad Católica de Chile, Master en Arquitectura y Doctora en Urbanismo de la Universidad Autónoma de México. Se desempeña como investigadora del Instituto de Estudios Urbanos de la Ponticia Universidad Católica de Chile, donde trabaja en temas de
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desarrollo urbano, pobreza, salud, medio ambiente y vivienda. Asimismo es consultora de diversas instituciones gubernamentales y privadas, y asesora de movimientos ciudadanos que trabajan por el logro de una mejor calidad de vida en las ciudades. Francesca Faverio es socióloga con Master en Sociología de la Ponticia Universidad Católica de Chile. Actualmente se desempeña como investigadora del equipo del Programa de Políticas Públicas de la Ponticia Universidad Católica de Chile. Sus principales áreas de investigación son la participación ciudadana, los gobiernos locales, el comunitarismo y la responsabilidad social. Mario Ferrada es arquitecto titulado en la Universidad de Valparaíso. Tiene un postítulo en Restauración de Monumentos y Espacios Urbanos de la U. de Salvador de Bahía, Brasil. Diploma en Historia de la Arquitectura Chilena de la Universidad de Valparaíso. Es doctorando en Arquitectura y Urbanismo en la Universidad Politécnica de Madrid. Forma parte del equipo responsable del Plan Seccional de Preservación de Inmuebles y Zonas de Conservación Histórica de Valparaíso, que modica el Plan Regulador Comunal en relación con el patrimonio, y parte del equipo responsable de la postulación de Valparaíso como Sitio del Patrimonio Mundial UNESCO. Actualmente desempeña unciones de docencia e investigación como académico en las universidades de Chile y Valparaíso. Rosanna Forray es arquitecta titulada en la Ponticia Universidad Católica de Chile. Master en Ciencias Aplicadas de la Universidad Católica de Lovaina. Doctora en Ciencias Aplicadas, enoque “Urbanismo y Manejo del Territorio”, Universidad Católica de Lovaina. Proesora de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos y del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la Ponticia Universidad Católica de Chile. Pablo Fuentes es arquitecto de la Universidad del Bío-Bío, Master en Conservación y Restauración del Patrimonio de la Universidad Politécnica de Madrid. Candidato a Doctor de la Universidad Politécnica de Madrid. Es proesor de la Escuela de Arquitectura de la Universidad del Bío-Bío y de la Universidad de Los Andes, proesor de Taller de Diseño Arquitectónico, Arquit ectónico, Urbanismo U rbanismo e Historia de d e la Arquitectura en la Universidad de Concepción. Margarita Greene es arquitecta, Master en Sociología de la Ponticia Universidad Católica de Chile y Ph.D. de University College London. Ha trabajado como arquitecta en Leeds, Inglaterra y en Santiago, y ha sido investigadora en University College London, Inglaterra. Es proesora de la Escuela de Arquitectura de la Ponticia Universidad de Chile, donde dicta cursos, dirige proyectos de títulos y tesis de maestría, y lleva a cabo proyectos multidisciplinarios de investigación. Ha sido asesora del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, realizado numerosas consultorías para el gobierno de Chile y para diversos organismos internacionales y organizaciones no gubernamentales, en Chile y en varios países latinoamericanos. Actualmente es Directora de Investigación y Posgrado de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos de la Ponticia Universidad Católica de Chile. Rodrigo Hernández es arquitecto titulado de la Ponticia Universidad Católica de Chile. Es arquitecto consultor para el Fondo de Solidaridad e Inversión Social en el Programa de Habitabilidad Chile Solidario, donde está encargado de diseñar, coordinar y evaluar la implementación de la asistencia técnica a nivel nacional. Realiza una pasantía en el tema superación de la pobreza: “Localizando la Agenda Anti-Pobreza: La Experiencia de Malasia”, Malasia”, patrocinada por el Instituto de Desarrollo Rural (IN (INFRA) FRA) y nanciada por el Programa Programa de Cooperación Técnica de Malasia durante el 2006.
LOS AUTORES
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Rodrigo Hidalgo es geógrao titulado en la Ponticia Universidad Católica de Chile. Es Doctor en Geograía Humana de la Universidad de Barcelona. Proesor e investigador del Instituto de Geograía de la Ponticia Universidad Católica de Chile. Ha centrado su labor de investigación en los procesos territoriales vinculados a la conormación de los espacios residenciales urbanos, enocando sus estudios a la vivienda social y a los barrios cerrados. Es editor de la Revista de Geograía Norte e integrante del comité asesor de revistas como Scripta Nova Nova y EU RE. Cecilia Jiménez es arquitecta con posgrado en Historia de la Arquitectura Chilena de la Universidad de Chile. Responsable del proceso de postulación de Valparaíso como Sitio del Patrimonio Mundial UNESCO. Se desempeñó como arquitecta jee del equipo autor del Plan Seccional “Preservación de Inmuebles y Zonas de Conservación Histórica” incorporado al Plan Regulador Comunal de Valparaíso, que sirvió de base a la nominación del Área Histórica como Bien Cultural ante UNESCO. Fue arquitecta jee del equipo autor de la Elaboración del Primer Expediente para la postulación de “Valparaíso Patrimonio de la Humanidad” ante UNESC UN ESCO. O. Actualmente se desempeña como académica e investigadora de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Valparaíso, y como arquitecta de la Ilustre Municipalidad de Valparaíso. Ricardo Jordán es geógrao titulado en la Ponticia Universidad Católica de Chile con especialización en Geograía Económica y Urbana. Posgrado en Planicación y Gestión Urbano Regional en el Instituto de Estudios Urbanos de la Ponticia Universidad Católica de Chile. Diplomado en CEPAL-Ilpes de la Organización de Naciones Unidas sobre Desarrollo Económico Regional. Master en Economía Urbana Regional en el Instituto de Estudios Sociales de la Haya, Holanda. Ocial de Asuntos Económicos de División de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Catalina Justiniano es arquitecta, titulada en la Ponticia Universidad Católica de Chile, con estudios de diplomado en Gestión Urbana, en Vivienda Social y en Políticas Públicas. Actualmente es coordinadora del Programa de Habitabilidad de Políticas Públicas UC, donde desarrolla estudios, consultorías e investigación en temas de vivienda social, barrio y comunidad, vinculados principalmente con la gestión local en municipios y el sector público. Leonel Pérez es arquitecto, con un Diploma de Estudios Avanzados en Urbanística y Ordenación del Territorio y candidato a Doctor en Urbanismo por la Universidad Politécnica de Cataluña. Estudios en Desarrollo Sostenible Universita degli Studi di Palermo, Italia. Proesor de urbanismo Universidad del Bío-Bío y Universidad de Concepción. Ha publicado diversos trabajos sobre planicación urbana, patrimonio y paisaje y es investigador de proyectos FONDECYT en estos temas. Colaborador del Laboratorio de Paisajes Culturales de Barcelona y del Observatorio Urbano de la Ponticia Universidad Católica de Chile. Ha sido Asesor Urbanista Ur banista de la Municipalidad Municipal idad San Pedro de la Paz, arquitecto de la Diputación D iputación de Barcelona y del Departamento de Asesoría Urbana de la Municipalidad de Concepción. Jeannette Plaut Pl aut es arquitecta titulada en la Universidad de Chile y proesora de la Facultad de Arquitectura Universidad Andrés Bello. Consultora de la División de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Editora de arquitectura de la revista Ambientes y corresponsal para América A mérica Latina de diversas revistas revis tas de arquitectura arquitect ura a nivel internacional. internaci onal. Francisco Prado es constructor civil y licenciado en construcción de la Ponticia Universidad Católica de Chile, Master en Restauración y Rehabilitación Arquitectónica, Universidad de Alcalá de Henares, Madrid,
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España. Actualmente se desempeña como Jee del Departamento de Edicación de la Escuela de Construcción Civil de la Ponticia Universidad Católica de Chile. Coordinador del proyecto Metodología para Prevenir la Ocurrencia de Patologías en Viviendas Sociales. También trabaja en la generación de nuevos medios para la diusión de Docencia de la Edicación, y en la realización de obras relacionadas con este tema, además de proyectos de restauración en arquitectura patrimonial a lo largo de Chile. Nicolás Rebolledo es arquitecto titulado en la Ponticia Universidad Católica de Chile. Proesor de Seminario de Investigación en vivienda y guía de titulación en diseño industrial de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Andrés Bello. Proesor invitado de taller avanzado de la Universidad Técnica Federico Santa María. Miembro de la Cooperativa URO1.ORG, laboratorio de conceptos uturos, el cual, mediante la utilización de herramientas del arte y la tecnología, busca aportar a la transormación cultural de la sociedad a partir de la ormulación y el desarrollo de proyectos de alto contenido innovativo y relevancia social. Rodrigo Tapia es arquitecto, asesor del FOSIS para el Programa de Habitabilidad Chile Solidario y proesor de la Escuela de Arquitectura de la Ponticia Universidad Católica de Chile. Se ha especializado en vivienda social, tanto en su desarrollo proesional como docente, campo en el que ha realizando distintas asesorías, proyectos, estudios y ha dirigido cursos. Ha ormado parte de la comisión de vivienda del Colegio de Arquitectos, ha participado en la red de Vivienda Saludable de la OPS en Chile, ha integrado comisiones para el mejoramiento de estándares de la vivienda social para el MINVU, y ha integrado equipos proesionales diversos. Actualmente prepara su tesis de Master en Desarrollo Urbano en el Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la Ponticia Universidad Católica de Chile. Andrea Torres Torres es asistente social y licenciada en Trabajo Social de la Ponticia Universidad Católica de Valparaíso. Trabaja desde hace 10 años en el Fondo de Solidaridad e Inversión Social (FOSIS), en programas de Desarrollo Social, Nivelación de Competencias Laborales, Un Barrio para mi Familia y Habitabilidad. Actualmente es Encargada Nacional del de l Programa de Habitabilidad Chile Solidario, Soli dario, cuyo cuy o objetivo principal es contribuir al mejoramiento de la calidad y condiciones de vida de las amilias que pertenecen al Sistema Chile Solidario. Luis Valenzuela es arquitecto y Master en Arquitectura de la Universidad Católica de Chile. Doctor o Design de Harvard University. Proesor de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos de la Universidad Católica. Socio de Polígono, una ocina de Arquitectura y Diseño Urbano. Actualmente lidera una serie de proyectos de investigación y publicaciones en diseño urbano en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos de la Universidad Católica. Es Investigador aliado para el Institute o International Urban Development Development - IIUD I IUDS, S, en Cambridge USA (ex Center or Urban Development Development Studies de la Universidad de Harvard). Federico Villanueva es arquitecto y Master en Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela. Tiene experiencia de más de 30 años en Planes y Proyectos urbanos, vivienda y gestión del desarrollo en instituciones privadas y públicas. Proesor de taller, de estructura urbana y de cursos de maestría en la Universidad Central de Venezuela y en la Universidad de Columbia. Premio Nacional de Investigación en Vivienda. Asesor de diversos programas habitacionales hab itacionales y de transormación de barrios. Ha sido el coordinador de la metodología y de los Planes Sectoriales para la Incorporación de las Zonas de Barrios a la Estructura Urbana de Caracas y de otras grandes conurbaciones.
LOS AUTORES
ÍNDICE DE AUTORES Presentación 7
Alberto Etchegaray Etcheg aray Aubry
Prólogos 10 / 11 12 / 15
Alberto Sato José Rosas Ros as Vera
Introducción 18 / 23
María José Castillo, Rodrigo Hidalgo
Capítulo 1: El palimpsesto de la política de vivienda social 27 29 / 49 51 / 63 65 / 84 85 / 106 107 / 123
María José Castillo, Rodrigo Hidalgo 1. Mario Ferrada, Cecilia Jiménez 2. Rodrigo Hidalgo 3. Luis Valenzuela 4. Pablo Fuentes, Leonel Pérez 5. María Elena Ducci
Capítulo 2: Los desaíos de la participación en la política de vivienda actual 127 129 / 149 151 / 168 169 / 180
María José Castillo, Rodrigo Hidalgo 1. Rosanna Forray 2. Carlos Aguirre, Renato D’Alençon, Catalina Justiniano, Francesca Faverio 3. Rodrigo Tapia, Andrea Torres, Rodrigo Hernández
Capítulo 3: Estrategias de recuperación y revitalización de conjuntos de vivienda social 185 187 / 207 209 / 216 217 / 234 235 / 246 247 / 259
María José Castillo, Rodrigo Hidalgo 1. Margarita Greene 2. Ana María de la Jara 3. María José Castillo 4. Francisco Prado 5. María José Castillo, Nicolás Rebolledo
Capítulo 4: La experiencia internacional 263 265 / 285 287 / 294 295 / 319
María José Castillo, Rodrigo Hidalgo 1. Ricardo Jordán, Jeannette Plaut, Maximiliano Carbonetti 2. Federico Villanueva 3. T Teolinda eolinda Bolívar Bolí var
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