Sinopsis……………………………………………………………….……………... .3
Agradecimientos…………………………………………………….……….…….. .4 Capítulo 1………………………………………………………….……..….…..…..6 Capítulo 2………………………………………………………….………… ..…...19 Capítulo 3……………………………………………………………….….…. .…..30 Capítulo 4……………………………………………………………….….……. ...40 Capítulo 5………………………………………………………………….….... .…52 Capítulo 6……………………………………………………………….……..… ...67 Capítulo 7………………………………………………………………….…..… ...75
Capítulo 8……………………………………………………………….…….....… 89 Capítulo 9…………………………………………………………….….…… ..…101 Esta saga continúa con………………………………………………………... 115 Biografía de la autora…………………………………………………………... 116
El presente documento tiene como finalidad impulsar la lectura hacia aquellas regiones de habla hispana en las cuales son escasas o nulas las publicaciones, cabe destacar que dicho documento fue elaborado sin fines de lucro, así que se le agradece a gradece a todas las colaboradoras que aportaron su esfuerzo, dedicación y admiración para con el libro original para sacar adelante este proyecto.
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Sinopsis……………………………………………………………….……………... .3
Agradecimientos…………………………………………………….……….…….. .4 Capítulo 1………………………………………………………….……..….…..…..6 Capítulo 2………………………………………………………….………… ..…...19 Capítulo 3……………………………………………………………….….…. .…..30 Capítulo 4……………………………………………………………….….……. ...40 Capítulo 5………………………………………………………………….….... .…52 Capítulo 6……………………………………………………………….……..… ...67 Capítulo 7………………………………………………………………….…..… ...75
Capítulo 8……………………………………………………………….…….....… 89 Capítulo 9…………………………………………………………….….…… ..…101 Esta saga continúa con………………………………………………………... 115 Biografía de la autora…………………………………………………………... 116
El presente documento tiene como finalidad impulsar la lectura hacia aquellas regiones de habla hispana en las cuales son escasas o nulas las publicaciones, cabe destacar que dicho documento fue elaborado sin fines de lucro, así que se le agradece a gradece a todas las colaboradoras que aportaron su esfuerzo, dedicación y admiración para con el libro original para sacar adelante este proyecto.
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Ellie es una adolescente que se enfrenta a sus primeros problemas con los chicos. Tendrá que elegir entre un chico, Dan, y las opiniones de sus amigas, Magda y Nadine, a quienes Dan no les gusta. Casi no existe ningún chico en la vida de Ellie, hasta que aparece Dan, que le va a causar más de un dolor de cabeza. En efecto, a sus mejores amigas, Magda y Nadine, que comienzan a tener sus propios planes y una vida social interesante, no les gusta Dan. Ellie intenta ponerse a la altura de sus dos amigas, cuya soltura le da tanta envidia. Al final, decide asumir su cariño por Dan y olvidarse de los comentarios de los demás. 1. Una chica 2. Dos amigas 3. Tres novios 4. Una familia de cuatro personas 5. Somos cinco y los cinco estamos vivos, aunque muertos de aburrimiento 6. Seis cartas 7. El séptimo cielo 8. Desde las ocho y hasta muy tarde 9. Nueva urgencia. Divertida novela realista sobre los problemas en la amistad, el amor y la vida cotidiana de unas quinceañeras en la que se basa la serie de tv.
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Nueve dedi cat or i as
1. Para Stephane Dummler y para las chicas de la clase de cuarto de E.S.O "venus", promoción de 1995, del colegio para chicas Coombe. 2. Para Becky y Heather y para la clase de Secundaria "Chesnut & Beech", promoción de 1995, del colegio para chicas "Green". 3. Para Jane Ingles y los alumnos del Colegio Hillside. 3. Para Claire Drury y los alumnos del colegio Failsworth, en especial para Jackelyn y Rachel. 5. Para Sarah Greenacre y los alumnos del instituto Stoke. 6. Para los alumnos del colegio Reading y los del "St. Benedict". 7. Para Angela Derby. 8. Para Becki Hillman. 9. Y para todos los demás colegios que me acogieron con tanto cariño entre 1995 y 1996.
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1. seguir siendo la mejor amiga de Magda y Nadine. 2. Dibujar todos los días y convertirme en la mejor de la clase de arte. 3. Intentar no ser la peor en las demás asignaturas. 4. Ponerme a dieta y seguirla a rajatabla. Nada de helados Magnum. Olvidarlos por completo. Sniff, sniff. 5. Hacer algo con mi pelo. Cualquier cosa, ¿Dejármelo largo? ¿Cortármelo del todo? ¿Teñírmelo? 6. Conseguir algún trabajo remunerado en cuanto cumpla dieciséis, para así poder... 7. Comprarme ropa decente. 8. Irme de juerga y... ¡tachín, tachán!... 9. ¡Echarme novio!
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í Una chica
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rimer día de colegio. Tendré que ir andando. He perdido el autobús. A esto no lo llamaría yo un buen comienzo. Ya casi termino la Secundaria. A ver qué pasa.
Número nueve, nueve, nueve... Eso dice la canción de los Beatles. Una de las del Álbum Blanco, ese que tiene un final muy loco. Siempre me he sentido muy cerca de John Lennon, aunque muriera antes de que yo naciera. Me gusta porque dibujaba garabatos alucinados, llevaba gafas de abuelita, era la mar de divertido y siempre hacía lo que le daba la gana. Yo también hago dibujos muy locos, llevo gafas de abuelita y mis amigos piensan que soy muy divertida. Pero, desde luego, no hago lo que me da la gana. Son las ocho y media y, si hiciera lo que me diera la gana, estaría ahora mismo en la cama, hecha un ovillo y medio dormida. A John Lennon también le gustaba un rato largo estar en la cama, ¿a que sí? Él y Yoko Ono estaban en la cama todo el día. Incluso los entrevistaban en la cama. Qué fuerte. O sea que, si yo hiciera lo que me diera la gana, dormiría hasta las doce. Después me zamparía un desayuno guay. Chocolate caliente y montón de donuts. Todo el rato oyendo música y dibujando en mi libreta de apuntes. A lo mejor me vería un vídeo. Después volvería a comer algo. Mandaría a un esbirro a por una pizza. Aunque quizá sería mejor comer ensaladas. Porque si estás todo el día en la cama debe de ser muy fácil que engordes y engordes. No me gustaría acabar como una ballena varada. Así que me comería una ensalada de lechuga. Y uvas verdes. Y me tomaría un licor verde. En casa de Magda me tomé una cosa verde que se llamaba crema de menta. Solo un poco. La verdad es que no me pareció gran cosa. Parecía pasta de dientes. Bueno, pues paso de la bebida. Llamaría por teléfono a Magda y Nadine y tendríamos grandes conversaciones. Y después... Llegaría la hora de cenar. Me daría un baño fantástico, me lavaría el pelo y me pondría... ¿Qué me pondría? Desde luego, la camiseta de los ositos con la que duermo, ni hablar. Es de niña. Pero tampoco esa ropa interior de satén, como resbaladiza. Ya sé: me pondría un camisón
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blanco hasta los pies, con rosas bordadas de todos los colores del arco iris, unos anillos esplendorosos en cada dedo, y me pasaría el día en la cama como Frida Kahlo. Es otra de mis heroínas: una artista impresionante, mejicana ella, con unas cejas que te mueres, pendientes y flores en el pelo. Bueno, aquí estoy yo, otra vez en la cama, hecha una belleza. Oigo que se abre la puerta. Oigo pasos. Es mi chico, que me viene a ver... Claro que lo que pasa es que yo no tengo chico. Ya sé que tampoco tengo un camisón con rosas bordadas como Frida, ni televisor, ni vídeo, y encima mi cama cruje, porque siempre que estoy fuera de casa, mi hermanito Eggs la usa como trampolín. Pero la verdad es que todas estas carencias no me importan. Me bastaría con tener un noviete. Por favor. En esas estaba, cuando aparece por la calle un chico rubio y maravillosísimo, con unos ojazos marrones, sorteando un coche aparcado casi por entero en la acera. Se aparta y me deja pasar; pero, como yo también me había apartado, pues nos volvemos a tropezar. Se aparta y me aparto. Parece como si estuviéramos bailando algo. — ¡Oh, perdón! — tartamudeo. Tengo la cara como un pimiento morrón.
Él, tan ancho. Levanta una ceja. No dice nada, pero me sonríe. ¡Me sonríe! Y después pasa junto a mí, mientras yo me tambaleo, todavía medio mareada. Le miro por encima del hombro y él hace lo mismo. Caramba. A lo mejor... a lo mejor le gusto. No puede ser. Por qué voy a gustarle a este tío tan increíble, que por lo menos tiene dieciocho años, cuando yo soy una cría que no sabe ni andar por la calle. Baja los ojos. ¡Horror! Me está mirando las piernas. A lo peor llevo la falda demasiado corta; me subí el dobladillo ayer por la noche. Anna me dijo que ya lo haría ella, pero sé que la hubiera acortado solamente uno o dos centímetros. Y yo la quería muy, muy corta. Lo que pasa es que no soy muy buena cosiendo y el dobladillo me ha quedado todo lleno de bultos. Cuando me la probé, de repente me di cuenta de que se me veía un montón de carne colorada. Anna no dijo nada, pero se notaba mogollón lo que estaba pensando. Papá fue mucho más directo y me dijo:
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— ¡Por el amor de Dios, Ellie! ¡Esa falda casi no te cubre ni las bragas! — ¡Hay que ver, papá! — le dije suspirando — . Pensé que estabas muy
puesto y... ¡mira! ¡Si todo el mundo lleva las faldas así! Lo cual es totalmente cierto. Magda, por ejemplo, la lleva más corta todavía. Claro que tiene las piernas largas y morenas. Se pasa el día protestando, porque dice que no le gusta tener las pantorrillas musculadas. Cuando era pequeña hacía ballet, y ahora baila jazz y cosas así. O sea que protesta mucho, pero en realidad le importa un pepino. A la menor ocasión enseña las piernas todo lo que puede. Nadine también lleva la falda muy corta. Aunque no tenga las piernas morenas. Sus piernas son negras, cuando se pone leotardos de lana, o blancas, cuando vamos al colegio. Es que a Nadine no le gusta nada lo de ponerse al sol. Es una chica muy gótica, parece un vampiro. De piel muy blanca y esbelta como un sauce. La verdad es que las minis son para las tías que tienen las piernas largas y esbeltas. Es muy deprimente que tus mejores amigas sean mucho más delgadas que tú, y todavía más deprimente que tu madrastra esté como un fideo. Parece una modelo. Anna solo tiene veintisiete años y encima parece más joven. Cuando salimos juntas, la gente cree que somos hermanas. Aunque no nos parezcamos nada. Ella está esquelética y es impresionante. Y yo soy baja y redonda. No es que yo esté gorda. Realmente, no. Claro que no me ayuda el tener cara de manzana. Bueno, la realidad es que tengo la tripa y el trasero redondos. Incluso mis estúpidas rodillas son redondas. Y mi delantera también es redonda. Magda ha decidido ponerse un wonderbra para tener una delantera como es debido, mientras que Nadine es lisa como una tabla. A mí no me importa tanto lo de delante, sino lo de detrás. ¡Oh, cielos! ¿Qué le estaré pareciendo al chico rubio vista por detrás? No me extraña que me mire tan fijamente. Doy la vuelta a la esquina sintiéndome una imbécil. Me tiemblan tanto las piernas que casi no puedo andar. Y ellas también parece que se han ruborizado. Míralas. Coloradas como jamones. ¿A quién quiero engañar? Por supuesto que estoy gorda. La cintura de mi falda — indecentemente corta — me está muy apretada. Y además este verano he engordado más aún. Lo sé. Sobre todo en las tres terribles semanas que acabamos de pasar en la casa de campo en Gales. No es justo. Todo el mundo se va a sitios maravillosos: Magda, a
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España; Nadine, a Estados Unidos, y yo, en cambio, a Gales, a nuestra asquerosa casa de campo, que encima es de un húmedo que no veas. No para de llover. Acabé hasta el gorro de jugar con Eggs y de intentar ver la tele, una tele portátil, que no era en color y se veía todo borroso, y la frustración fue tal, que no hice más que comer y comer. Comíamos tres veces al día en familia, pero yo, por mi cuenta, comía otras treinta y tres veces, por lo menos. Barras de chocolate, caramelos, patatas fritas, ganchitos, helados... Comer, comer y comer. No me extraña que me tiemblen las rodillas. La verdad es que pasear me espanta. No le veo ninguna gracia a lo de andar y andar para luego tener que volver al sitio de partida. Y cuando vamos a Gales nos pasamos la vida andando. Papá y Anna, siempre los primeros. Mi hermano Eggs dando saltos como un ovni, y yo detrás de ellos, con las botas llenas de barro, y todo el rato venga a pensar: « ¿Se supone que esto es divertido? ¿Por qué cuernos tenemos que tener una casa en Gales? ¿Por qué no podemos tener un chalé en España o un apartamento en Nueva York? Magda y Nadine tienen un montón de suerte». Sí, claro, ya sé que Magda fue en un viaje organizado y que estuvieron en un hotel que era un rascacielos, no en un chalé guay. Y que Nadine se fue a Disneylandia, pero por lo menos saldría el sol todos los días, ¿no? Porque en nuestro terrenito de Gales llueve siempre. Las nubes negras son tan permanentes como las montañas. Llueve incluso dentro de casa, porque mi padre se cree capaz de arreglar las tejas él solito, cosa que nunca funciona. Así que el piso de arriba lo tenemos lleno de cubos, de sartenes y de cazos; y noche y día oyes: ploch, ploch, ploch. Como una sinfonía. Estaba tan deprimida y tan hasta el gorro que, cuando fuimos a visitar las viejas ruinas del castillo, como todos los años, estuve a punto de tirarme desde una almena. Estaba allí, en lo más alto del todo, apoyada en la pared de piedra, con el corazón que me latía como un loco, después del esfuerzo de subir hasta allí arriba y pensando en qué pasaría si me tiraba al vacío. ¿Le importaría a alguien que acabara como una tortilla aplastada en el empedrado del patio? Porque papá y Anna tenían a Eggs bien sujeto, pero a mí no me hicieron ni caso. Incluso en aquel momento en que estaba casi cayéndome de la almena. De hecho, los tíos se marcharon tranquilamente de la mano, con mi padre explicando a Eggs cosas de la Edad Media. A mí me parece que se
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pasa dos pueblos en eso de ser un padre involucrado. Dudo mucho que mi hermano pueda deletrear la palabra castillo, así que no creo que entendiera nada de lo que le contaban. Cuando era pequeña, papá no se ocupaba nada de mí. Siempre estaba trabajando o haciendo cosas. Y si íbamos de vacaciones, se pasaba el día dibujando. Pero a mí no me importaba, porque entonces tenía a mamá. Entonces. Recordar a mamá hace que me sienta todavía peor. La gente cree que no me acuerdo de ella. Desde luego, están locos. Me acuerdo de un montón de cosas. De que jugábamos con mis muñecas Barbie y que cantábamos juntas. Me acuerdo de que me dejaba ponerme su maquillaje y probarme todas sus joyas, y su combinación rosa de seda y los zapatos de tacón alto que llevaba. Me encanta hablar de mamá, pero siempre que lo intento, papá se pone la mar de tenso y se queda como parado. Frunce el ceño como si tuviese dolor de cabeza. No quiere recordarla. Claro, ahora tiene a Anna. Y los dos tienen a Eggs. Pero yo no tengo a nadie. Empecé a sentirme tan mal que me largué por mi cuenta y riesgo. Fui hacia el otro lado de las almenas y me encontré a la entrada de un torreón a punto de caerse. Había una cuerda y un aviso de que no se podía pasar por allí. Pero pasé bajo la cuerda y empecé a subir y subir escalones en la oscuridad más negra que puedas imaginarte. Pero resulta que puse el pie en un escalón inexistente, tropecé y me di en la rodilla. Y, aunque no me pasó nada, me eché a llorar. Y, como no puedes realizar una ascensión mientras lloras y lloras, me senté en el suelo y me puse a gemir. Al cabo de un rato me di cuenta de que no tenía pañuelo. Tenía mocos y las gafas todas húmedas. Me limpié lo mejor que pude. Los escalones de piedra estaban muy fríos y la humedad traspasaba los vaqueros y me llegaba a la piel, pero seguí allí sentada. Creo que estaba esperando a papá. Así que esperé y esperé. Después oí unos pasos, pero seguí allí, quieta parada. No podían ser los pasos de papá: eran demasiado ligeros. Y, quien fuera, estaba demasiado cerca para que yo pudiera escapar de allí. En ese momento, algo tropezó conmigo y grité: — ¡Ay! — ¡Oh! ¡Lo siento! — Dijo una voz — . ¡No sabía que hubiera alguien aquí! — ¡Estás de rodillas sobre mí!
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— ¡Perdona, perdona, déjame que te ayude! — ¡Cuidado! — grité, porque me estaba intentando ayudar con tanta
fuerza que por poco no nos caemos otra vez. — ¡Ay! — ¡Oye, ten cuidado!
Por fin pude liberarme de aquel bulto y me levanté apoyando la espalda contra la piedra húmeda. Él también se levantó. Pero estaba demasiado oscuro como para percibir otra cosa que no fuera una sombra. — ¿Qué estabas haciendo sentada en la oscuridad? No te habrás hecho daño, ¿verdad? — preguntó la sombra. — No me he hecho daño — contesté — Entonces, no. Ahora, en cambio,
me siento como desencuadernada. — Perdona — dijo el bulto, y siguió — : No hago más que decir perdona,
¿verdad? Pero reconocerás que hay que estar de la olla para sentarse aquí en esta oscuridad. La próxima vez te puedes encontrar con que una tropa de boy scouts te pasan por encima. O un autobús de turistas norteamericanos con sus zapatillas de deporte. Bueno, la verdad es que este no es el sitio ideal para estar de charleta. No se ve tres en un burro. Vamos a seguir subiendo a ver si hay más luz. — No creo que se pueda subir más. La escalera acaba aquí.
Tienes razón. Bajemos, entonces. — Lo dudé por un momento, limpiándome la cara con el dorso de la manga del jersey. Pero la verdad es que no tenía mucho sentido quedarse allí. Probablemente mi padre, Anna y Eggs me habrían olvidado completamente y estarían de vuelta en casa. Y tres días más tarde dirían: — ¿Qué le habrá pasado a Ellie?
Después se encogerían de hombros y yo pasaría definitivamente al olvido más total. — Si quieres, te cogeré de la mano para ayudarte — dijo el chico, que
debió de pensar que era muy tímida. — Puedo hacerlo sola perfectamente. Gracias — debo reconocer que
bajar no fue fácil. Se me puso la piel de gallina.
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