Aiain Chartier
LA BELLA DAMA DESPIADADA
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Director de colección: CARLOS ALVAR
Título original: Belle Dame sans mercy
Ilustración de cubierta: Escudo de torneo con pareja cortés, flamenco, s. xv © British Museum
© EDITORIAL GREDOS, S.A., 1996 Sánchez Pacheco, 81 - 28002 Madrid
© Traducción CARLOS ALVAR
Maqueta de colección y diseño de cubierta: MANUELJANEIRO
Depósito legal: M. 31578-1996 ISBN 84-249-1821-5 Impreso en España. Printed in Spain Gráficas Cóndor, S.A.
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Alain Chartier
LA BELLA DAMA DESPIADADA TRADUCTOR
Carlos Alvar
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INTRODUCCIÓN
1. ALAIN CHARTIER. VIDA Y OBRA 1.1. La Guerra de los Cien Años Alain Chartier nació entre 1385 y 1395, cuando la Guerra de los Cien Años, que enfrentaba a Inglaterra y Francia, esta ba a punto de cumplir su primer medio siglo de existencia: las derrotas sufridas por los' franceses en L’Écluse (o Sluis, 1340), Crécy (1346) o Calais un año más tarde, o la prisión del rey Juan II de Francia en Poitiers (1356), podrían dar una idea de la delicada situación en la que se encontraba el reino de Francia. Pero los enemigos no sólo eran los ingleses. Entre 1360 y 1413 las revueltas en el interior del país fueron conti nuas: los borgoñones, aliados de los ingleses, guerreaban con los armañacs, defensores del rey francés, los nobles con los burgueses, los mercenarios asolaban el país... Y se sucedían largos cautiverios, enormes rescates, crueldades sin cuento y asesinatos y muertes violentas. La locura de Carlos VI (1380-1422) sólo podía favorecer los desórdenes, instigados por quienes buscaban hacerse con el poder o pretendían ocupar los cargos más cercanos al rey. Luis de Orléans — padre del famoso poeta— morirá asesina do por los sicarios de su primo Juan sin Miedo, duque de Borgoña (1407), y éste será víctima de muerte violenta algu nos años más tarde (1419); en la oscuridad — aunque sin es conderse demasiado— se aprecian de nuevo las siluetas del rey francés, apoyado por los armañacs, y del rey inglés, cu yos intereses coincidían con los del duque borgoñón.
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Los problemas dinásticos que se encontraban en la base de la Guerra no se resolvieron con el transcurso del tiempo; la minoría de Enrique VI de Inglaterra (1422-1471), que ape nas contaba con un año de edad a la muerte de su padre, reavivó los enfrentamientos, pues el niño se había converti do, de forma inesperada y casi simultáneamente, en legítimo rey de Inglaterra y Francia, con las consiguientes tensiones y revueltas, y con la oposición de Carlos VII (1422-1461), que no tardó en investirse rey de Francia \ Es período de crisis, de guerras y de revueltas; es el mo mento de la batalla de Azincourt (1415) en la que perdieron la vida una gran cantidad de caballeros franceses, muchos de ellos miembros de la alta nobleza; y es, también, la época en que vive y combate Juana de Arco (1412-1431), que será quemada como bruja por los borgoñones... La Guerra de los Cien Años no sólo supuso una época de inestabilidad en todo el occidente europeo, sino que también provocó un profundo cambio de mentalidad ante la vida y ante la muerte. Las batallas eran libradas por ejércitos forma dos, por una parte, por nobles caballeros que todavía con servaban la idea del combate cuerpo a cuerpo, como enfren tamiento de dos individuos que ponían de manifiesto su destreza en el manejo de las armas y del caballo, y su valor; y, por otra parte, los ejércitos — los ingleses fueron los pri meros en hacerlo— admitían ballesteros y arqueros, que combatían a distancia, sin respetar las reglas de la caballería: la mayor efectividad de las flechas, saetas y cuadrillos obligó a reformar las armaduras; a la cota de mallas se le añadieron placas de hierro, con el consiguiente aumento de peso y can sancio para caballeros y caballos, que apenas podían mover se y que fácilmente eran heridos o hechos prisioneros cuan 1 Ph. Contamine, «La France de la fin du Moyen Age: Esquisse historique», en D. Poirion (dir.), La littérature frangaise aux XlVe et XVe siécles (Grundriss der romanischen Literaturen des Mittelalters, vol. 8), t. 1, Heidelberg, Cari Winter, 1988,15-19; id., La Guerre de Cent Ans, 4.a ed., París, Fayard, 1984; J. Favier, La Guerre de Cent Ans; París, 1980; aunque algo anticuado, sigue siendo útil el esbozo de G. Duby y R. Mandrou, Historia de la civilizaciónfrancesa, México-Buenos Aires, FCE, 1966.
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do caían aLsuelo, o recibían la muerte por la espalda... La infantería, formada por peones, mercenarios muchas veces, se impuso a la caballería de la nobleza, y esta clase social no tardó en entrar en una profunda crisis, pues ya no era efecti va para cumplir con su principal función, la guerra. Los com bates en campo abierto se sustituyen por los asedios a ciuda des, con menor riesgo para los combatientes, y se tiende a respetar la vida de quienes van caracterizados como ricos o como nobles, pues el rescate puede ser una importante fuente de ingresos: de ahí que los cautiverios se prolongaran hasta que los vasallos o familiares de los prisioneros lograban reunir las cantidades exigidas por los captores. La pobreza o la riqueza de una casa o de una dinastía dependían del azar del combate; la idea de la Fortuna llega a todos los corazones y todos comprenden qué significa la volubilidad de tan capri chosa dama2. La guerra va acompañada, generalmente, de otros males, y en especial del hambre y/ de las enfermedades. La presión demográfica, al principio, y la destrucción de campos y cose chas, el robo del ganado, el empobrecimiento por el pago de rescates, las levas de hombres para el ejército, después, dejan de manifiesto la precariedad de la vida del campo y la dificul tad de conseguir regularmente la alimentación necesaria, lo que facilitaba la expansión de epidemias y enfermedades: en 1348 llegó a los puertos del sur de Francia la terrible peste negra, que reaparecería con fuerza mortífera en 1361, en 1373, en 1380... Junto a la idea de la Fortuna, la Muerte se convierte en compañera habitual del pensamiento de los hombres de finales del siglo XIV y del siglo XV3. La vida es demasiado frágil y, sobre todo, demasiado bre ve. La Iglesia acopia riquezas y se despreocupa de su grey, y la moral se convierte en una moral utilitaria, práctica, dirigida hacia el hedonismo, hacia el disfrute de la pequeña porción de vida que corresponde a cada cual. La situación del Papa 2 I. Siciliano, Frangois Villon et les thémes poétiques du Moyen Age, París, Nizet, 1971, págs. 281 y sigs. 3 Siciliano, loe. cit., págs. 227 y sigs.
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do, inmerso plenamente en el Cisma de Occidente, no era la mejor para dar ejemplo. La otra cara de la moneda es la re presentada por quienes se preparan para la otra vida: es el momento de los predicadores — herejes o no— que ven las calamidades como castigo enviado por Dios4. Entre 1410 y 1435, en plena actividad de Alain Chartier, la situación del mundo que le rodeaba no podía ser más preo cupante: la Iglesia y el Papado sumidos en un profundo Cis ma; la autoridad del rey, puesta en entredicho por una parte de la nobleza (en especial, por los partidarios del duque de Borgoña); hambre, miseria, enfermedades, grupos armados que arrasaban el país... No extraña que el mismo Alain Char tier escribiera: ... me vino a la imaginación la dolorosa fortuna y el esta do digno de compasión de la alta señoría y gloriosa casa de Francia, que entre destrucción y resurgimiento titubea dolo rosamente bajo la mano de Dios, tal como su divino poder ló permite. Y como reuniera en mi recuerdo el poder y la dili gencia de los enemigos, la deslealtad de numerosos súbditos y la pérdida de príncipes y caballería, de los que Dios, en una desdichada batalla, ha dejado desguarnecido a este rei no, lo que me hace temer mucho el final de este infortunio, así pensaba y volvía a pensar en la grandeza y distancia entre las partes de dicho reino5...
Y las palabras de Alain Chartier se podrían completar con las observaciones de su contemporáneo, el anónimo clérigo o universitario de París que escribió el libro de memorias co nocido como Jou rn al d ’un bourgeois de París, en el que rela ta la abundante miseria que ve en la ciudad: Sobre los basureros de París, en 1429, se hubieran podi do encontrar aquí diez, allí veinte o treinta niños, muchachos o muchachas, que se morían de hambre y de frío, y no había
4 J. Huizinga, El Otoño de la Edad Media, 8.a ed., Madrid, Alianza, 1971, págs. 233 y sigs. 5 Quadrilogue invectif, ed. E. Droz, 2.a ed., París, Champion, 1950, pág. 6.
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corazón tan duro que, al oírles gritar en la noche «¡Des dichado de mí, me muero de hambre!», no sintiera gran com pasión; pero la gente empobrecida no podía ayudarles, pues no había ni pan, ni trigo, ni leña6.
Mientras tanto, el séquito del rey, y más aún, las cortes del Delfín y de los grandes señores, viven en medio de gran des fiestas y organizan tribunales de amor, distanciándose cada vez mas de la realidad, y entregándose a una vida diso luta, frecuentemente lejos de toda norma moral7.
1.2. Alain Chartier Alain Chartier nació en el seno de una familia acomodada de Bayeux, en Normandía, lo que le permitiría ocupar altos cargos, igual que a sus dos hermanos: nuestro poeta y su hermano Thomas fueron notarios y secretarios del rey; el otro hermano, Guillaume, fue obispo de París y canciller real8. No se conoce con exactitud la fecha de su nacimiento, pero, a juzgar por algunas referencias que se desprenden de su propia obra, se puede conjeturar que debió nacer entre 1385 y 1395, probablemente más cerca de la primera fecha que de la segunda. Al parecer, estudió en la Universidad de París; es citado como Maestro en Artes (en 1425) y tal vez al canzó el grado de Doctor en Decretos; sin embargo, nada cierto se puede concluir acerca de su formación universitaria, 6 Ed. C. Beaune, París, Lettres Gothiques, 1990; la información corres ponde al año 1420. 7 Huizinga, loe. c i t págs. 188 y sigs. 8 Para la biografía de Alain Chartier, véase P. Champion, Histoire poétique du Quinziéme siécle, vol. I, París, Champion, 1923, págs. 1-165; E. J. Hoffman, Alain Chartier. His Work and Reputation, Nueva York, Wittes Press, 1942; J. C. Laidlaw, The PoeHcál Works of Alain Chartier, Cambridge, University Press, 1974, págs. 1-27, que contiene las referen cias biográficas y bibliográficas puestas al día. Véase también C. J. H. Walravens, Alain Chartier: études biographiques, suivies de pieces justificatives, d’une description des éditions et d ’une édition des ouvrages inédits, Amsterdam, Meulenhoff-Didier, 1971.
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ni de la titulación que llegaría a obtener, pues los datos en los que se basan estas conjeturas son inconsistentes. De lo que no cabe duda es de que en su formación ocupó un lugar relevante el estudio del latín. Más firme es la información que tenemos sobre Alain Chartier a partir del momento en que entra al servicio de Yolanda de Anjou (o Violante de Aragón), reina de Jerusalén y Sicilia, madre del rey René, importante escritor9, y suegra del futuro rey Carlos VII, que vivió en su casa desde los diez años en que fue prometido (1413), hasta los quince, en que contrajo matrimonio. Alain Chartier figura entre los servidores de la casa en los libros de cuentas de 1408-1414, lo que permite suponer que allí conoció al que sería rey, y a cuyo servicio se encuentra a partir del momento en que es nom brado Delfín (1417) y se independiza, constituyendo su pro pio séquito: Alain Chartier firma cartas como notario y secre tario de su señor a partir de ese mismo año. Los cargos que desempeñaba nuestro autor eran de la máxima importancia: bastará tener en cuenta qpe el número de notarios del rey era de cincuenta y nueve, y el de secretarios reales se reducía a media docena; quedaría de manifiesto, así, el grado de con fianza que tenía el rey ^n él y, sobre todo, el profundo co nocimiento que podía tener de la actividad y política de su señor. A la época en que estuvo al servicio de Yolanda de An jou, y más concretamente en tomo al año 1412, pertenecen sus dos obras más tempranas, el Lay de Plaisance y el D ébat des Deux Fortunés d ’A mours. El hecho de que nuestro autor fuera secretario del Del fín10 no quiere decir que desempeñara el mismo cargo en la
9 René d’Anjou recordará a Alain Chartier en Le livre du cuer d’amours espris, concluido en 1457 (El libro del corazón de amor pren dido, trad. de J. R. Martínez Castellote, Palma de Mallorca, Olañeta, 1987, pág. 82). 10 El Delfín es el primogénito — y, por tanto, heredero— del rey de Francia.
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corte del rey, como ha supuesto algún estudioso11; én todo caso, Alain Chartier permaneció hasta su muerte al lado de Carlos VIL La larga relación establecida entre el secretario y su señor, que se conocían desde la infancia de éste, dio lugar, sin du da, a que, ya rey, depositara su confianza en él, encomen dándole delicadas misiones diplomáticas, más como orador que como embajador. No se debe olvidar que la situación de Francia es müy grave, y que los enemigos acosan por todas partes: los borgoñones por el este y el norte, los ingleses por el suroeste. La primera misión de la que tenemos noticias (1425) fue ante Sigismundo, rey de Hungría y emperador del Sacro Im perio, al que posiblemente había conocido en 1416, a raíz del viaje que éste hizo a París. Alain Chartier debió ponerse en marcha poco después de que se hiciera pública su Belle Da me saris mercy (1424), pues en la carta de querella que escri ben el 31 de enero del año siguiente Jeanne, Marie y Catherine en Issoudun contra él, por las difamaciones que vierte hacia las damas en esa obra, lo suponen lejos y en peligro, aunque lo emplazan para el día primero de abril12; se dedu ce, así, que el viaje debía concluir a finales de marzo; sin embargo, en la respuesta que escribe Alain, señala que la carta llegó a Sus manos el «día de estrena» (es decir, el día de año nuevo de 1425, que cayó el 8 de abril13), y poco poste rior a esa fecha debe ser la Excusación del poeta y la Resp on ce de las damas. Es posible que todo este intercambio de cartas y respuestas no sea más que el resultado literario de un juicio llevado a cabo en la Corte de Amor, cuya sentencia condenatoria para nuestro poeta sería el destierro (también literario). 11 Laidlaw, he. c i t pág. 4: «In the absence of evidence to the contrary, Chartier’s own statement that he was a secretary of Charles VI must be accepted». La ausencia del nombre de Alain Chartier en la nómina de los secretarios reales debería ser razón suficiente para pensar que rey y Delfín tenían dos casas diferentes. 12 Véase el texto de la carta en la pág. 87. 13 La corte francesa empezaba el año el domingo de Resurrección.
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En todo caso, Alain Chartier estuvo en la corte de Sigis mundo de Hungría, en Viena, durante el primer trimestre de 1425; regresó a Francia a principios de abril, y de nuevo se puso en marcha a final de ese mismo mes, pues el 3 de mayo estaba en Venecia, mediando entre el Senado de esta ciudad y Sigismundo, a cuya corte posiblemente acudiría a conti nuación, pues otros miembros de la embajada, como Artaud de Granval, fueron a Buda, en Hungría, y regresaron a Venecia antes del 23 de octubre. El mismo Artaud de Granval es citado como portador de una embajada al Papa en Roma ese mismo año: es muy probable, también, que Alain Chartier formara parte de la misión. Lo que es indudable es que nuestro poeta y secretario real estaba de regreso en la corte el día 3 de diciembre, cuando firma una carta en Mehun sur Yevre14. No concluiría aún la actividad diplomática de Alain Char tier. En el mes de abril de 1426 fue en misión a Brujas, como enviado del rey ante el duque de Borgoña, con el encargo de conseguir la paz y, con ella, la reunificación del reino: a ese viaje corresponde el Lay de P aix; pero fue escaso el éxito obtenido. Un par de años más tarde, en 1428, nuestro escritor vuel ve a ponerse en marcha; esta vez se dirige a Escocia, con el propósito de entrevistarse con el rey Jaime I para renovar los pactos existentes entre Francia y Escocia, acordar el matri monio entre el Delfín Luis y la hija mayor del rey escocés, Margarita, y pedir más ayuda militar. En esta ocasión los en viados tuvieron más suerte que en sus anteriores embajadas, pues consiguieron un importante contingente de soldados, el inicio de las conversaciones para el matrimonio de los prín cipes y la firma de un nuevo tratado. Para entonces, la fama literaria de Alain Chartier debía ser grande, a juzgar por una anécdota que no tardó en difundirse (lo que no quiere decir que fuera verdad): Margarita se encontró a Alain que estaba dormido y aprovechó la ocasión para darle un beso en la bo 14 Tal es la conclusión a la que llega Laidlaw, pág. 10; Hoffman, pág. 15, no ve clara la cronología de los viajes a Hungría y Venecia.
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ca, siguiendo la larga tradición literaria del «beso robado»; como explicación la infanta se limitó a aducir que «no besaba al hombre, sino la preciosa boca de la que han salido y mar chado tantas buenas palabras y virtuosos dichos». Al parecer, el poeta era extremadamente feo15, a menos que se bus que la explicación en el hecho de que tal vez fuese clérigo — nada sabemos al respecto— , y ahí estaría el origen del relativo escándalo que la actitud de la infanta provocó en la corte. En todo caso, la anécdota no debe ser considerada más que una anécdota, difícil de aceptar, pues la infanta Margarita tendría menos de cuatro años16. Los últimos testimonios documentales de la presencia de Alain Chartier en la corte pertenecen al mes de noviembre de 1428. Poco después de la liberación de Orléans por Juana de Arco y de la coronación de Carlos VII como rey en Reims, nuestro autor escribe una carta, la Epístola de Puella (1429) a un príncipe extranjero, quizás el emperador Sigismundo17 o, más probablemente, el Duqye de Milán18, contándole los he chos con el entusiasmo de quien había defendido los intere ses del rey desde su juventud. Poco se sabe de la vida de Alain a partir de mediados de 1429, pues faltan testimonios seguros, aunque se puede con jeturar que fiie nombrado miembro del consejo real y que renunció a su cargo de secretario y notario en favor de su hermano Thomas: ya dos años antes había renunciado a su canonjía de París, dejándosela a su otro hermano, Guillaume.
15 Así lo afirma Jean Bouchet, que es el primero en contar la anécdo ta, en 1524; véase Hoffman, pág. 238. 16 G. París, «Un poéme inédit de Martin Le Franc», Romanía 16 (1887), pág. 414, n. 2, sitúa los hechos en 1428; la mayor parte de los críticos suponían que el beso fue robado ocho años más tarde, cuando la princesa se estableció en Francia, pero para entonces Alain ya había muerto — según atestiguan investigaciones más recientes—, por lo que la anécdota debe ser considerada falsa, a menos que la protagonista de la misma no fuera Margarita. 17 Así lo considera Hoffman, pág. 29. 18 Según piensa Laidlaw, pág. 14.
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Alain Chartier murió en Aviñón el 20 de marzo de 1430. Años más tarde — larga demora en el recuerdo— , en 1458, su hermano Guillaume, a la sazón obispo de París, encargó una tumba para él, que tuviera su retrato y un largo epitafio en latín, pero la lápida así contratada desapareció a mediados del siglo XVIII. El cuerpo del escritor fue enterrado en la iglesia de Saint-Antoine, que dependía del monasterio de Saint-Antoine de Vienne, de la que era abad Artaud de Granval, compañero de Alain Chartier en las embajadas al empe rador Sigismundo. Podría ser una simple coincidencia, pero también podría haber ocurrido que el secretario y notario real se hubiera retirado al monasterio para pasar los últimos me ses de su vida. Son muchos los puntos de contacto del escritor con otros autores del siglo XV: su actividad como secretarios reales o su nombramiento como miembros de embajadas a otros paí ses son características comunes a los hombres de letras del prerrenacimiento. Y casi todos ellos aprovechan las misiones diplomáticas — largas y, al parecer, tediosas— para escribir o traducir. El canciller castellano, don Pero López de Ayala, a finales del siglo XTV podría servir para iniciar una larga lista: sus seis viajes fuera de Castilla no sólo le permitieron cono cer y traducir libros hasta entonces desconocidos, sino que además posibilitaron su relación con otros escritores y la di fusión de su propia obra19; Diego de Valera, ya en pleno si glo XV, viajará a Francia, Bohemia, Dinamarca y Borgoña como embajador real20. El catalán Bernat Metge es, sin duda, el más destacado representante de la calidad de la prosa can cilleresca de la Corona de Aragón, que desde finales del siglo 19 Así por ejemplo, sabemos que Alfonso García de Santa María y Juan Alfonso de Zamora llevaron a cabo la traducción del De casibus de Boccaccio iniciada por Pero López de Ayala en una embajada a Portu gal; en la misma misión los dos traductores vertieron al castellano el De Senectute y el De Amicitia de Cicerón. Para las relaciones del canciller Ayala con otros autores, véase G. Orduna (ed.) Pero López de Ayala, Rimado de Palacio, Madrid, Castalia, 1987, pág. 30, n. 54. 20 Véase la bibliografía citada en C. Alvar, «La poesía de Mose Diego de Valera (Tradición textual y aproximación cronológica)», en prensa.
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XIV se esmera en imitar los períodos ciceronianos — más o menos perfectos— según los modelos de los humanistas ita lianos; Bemat Metge (nacido entre 1340 y 1346) era notario en 1371 en la corte de Leonor de Sicilia y, después, al servi cio del rey Juan I de Aragón; a partir de 1387 fue secretario del rey y miembro del consejo real, y también realizó misio nes diplomáticas, como la que en 1395 le llevó a Aviñón21. Entre los franceses se pueden recordar Guillaume de Machaut22, secretario de Juan de Luxemburgo, rey de Bohemia, o Jehan Maillart23, que ocupó el mismo cargo en la corte de Felipe IV el Hermoso; y la lista se puede alargar considera blemente. Todos ellos tienen como punto de contacto la pro ximidad a la figura del rey y el importante papel que desem peñaron tanto en la política de su momento como en el mundo de las letras, cultivando el latín o renovando estilísti camente su lengua. Y, como hemos visto, Alain Chartier no es una excepción en el conjunto.
1.3. La obra La obra de Alain Chartier presenta un grave problema inicial: ningún manuscrito conserva toda la producción litera ria del autor24; la dispersión ha provocado que se le adscri ban composiciones ajenas, ya desde las primeras ediciones 21 Véase Obras de Bemat Metge, ed. M. de Riquer, Barcelona, Uni versidad, 1959, págs. *11-*198; L. Badia, De Bemat Metge a Joan Rots de Corella, Barcelona, Quadems Crema, 1988, págs. 13-49. 22 D. Poirion, Le Poéte et le Prince, París, PUF, 1965, págs. 191-205. 23 Véase J. Strayer, The Reign of Philip theFair, Princeton, University Press, 1984. 24 La obra poética de Alain Chartier ha sido publicada en excelente edición crítica por Laidlaw, cit.; los escritos en latín han visto la luz gra cias a P. Bourgain-Hemeryck, París, 1977 (que publica también las ver siones francesas del Dialogus y del Curial)] el resto de la producción li teraria — textos en prosa francesa— debe ser consultada en obras singulares.- Le Quadrilogue invectif (ed. E. Droz), 2.a ed., París, 1950; Le livre de VEspérance (ed. F. Rouy), París (Bibliothéque du XVe siécle), 1989. LA BELLA.- 2
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de su obra én 1489, y gran parte del trabajo de los críticos de nuestro siglo ha consistido en restaurar la auténtica dimen sión literaria del autor, prescindiendo de los añadidos que no le correspondían25.
En un par de ocasiones alude Alain Chartier a las «alegres escrituras» a las que ha dedicado parte de su tiempo26, y que se suelen identificar no tanto con sus obras juveniles corno con sus composiciones de carácter amoroso, cuya «alegría» hay que buscar en el tema, poco elevado en comparación con los escritos sobre la situación de Francia o los discursos de diversa índole. Sólo así se comprende que obras como la Complainte contre la m orí (‘Querella contra la muerte’) o la misma Belle Dame sans mercy (‘Bella Dama despiadada’) se an consideradas por los estudiosos como «alegres escrituras», a pesar de que en la primera el poeta lamenta la pérdida de su dama, y de que la segunda termina con el suicidio o la muerte desesperada del enamorado... Si, a pesar de todo, se acepta la etiqueta de «escrituras alegres» para las obras cíe carácter amoroso, se podrían agru par en este conjunto el Lay de Plaisance, que es la obra más temprana del autor y en la que se refleja todo el optimismo de la juventud, «invitación a la alegría y al deleite, himno al amor»27; el D ébat de RéveiUe-matin, diálogo de dos amigos sobre las penas de amor; la Complainte contre la m orí, la mentación por la muerte de su amiga, y contra la crueldad del destino; la Belle D am e sans mercy, diálogo entre una da ma sin compasión y un caballero enamorado de ella; la Excu sación, que es la breve respuesta que envía a las tres damas que se querellan contra él por haber descrito a una mujer tan dura en la Belle D am e y a un enamorado tan incauto; y el D ébat des deux Fortunés d ’am our; que debe ser considerado como un manual en el que se recogen todos los aspectos 25 Para la enumeración y descripción de los manuscritos, véase Laidlaw, págs. 43-144. 2 Véase la nota al verso 20; Hoffman, págs. 43 y sigs., divide la obra poética de Alain Chartier en «Joyeuses escritures» y Poemas serios. 27 Hoffman, pág. 43.
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que muestra el amor, sus características y sus efectos, lo que le merecería a su autor una gran fama de hombre conocedor de los sentimientos y pasiones que se albergan en el corazón. Además de los poemas aquí citados, Alain Chartier compuso una breve colección de dieciséis rondeaux y de seis ballades, siguiendo el modelo habitual en la poesía de la corte, ya es tablecido años antes por Guillaume de Machaut. En el conjunto de obras graves o serias se reuniría el res to de la producción de Alain Chartier: textos escritos en latín y en francés, en prosa y en verso. En verso y en francés es cribió el Livre des quatre dames, inspirado en la derrota de Azincourt (1415): se trata de una de las primeras obras del autor, y en ella se plantean cuestiones habituales en los jui cios de amor: qué dama sufre más, la que ha perdido a su caballero en el campo de batalla, la que se ha quedado sin amante, pues éste ha sido hecho prisionero, o la que ha sa bido que su caballero se dio a la ftiga en pleno combate; las analogías que la obra presenta con la Com edieta de Ponga del Marqués de Santillana no son casuales. El Lay de P aix fue redactado con motivo del viaje que hizo a Brujas para entre vistarse con el duque de Borgoña con la pretensión de lograr la paz y la unidad entre los franceses; el D ébat patriotique tiene unos planteamientos análogos a los del Q uadrilogue invectify y en él se lamenta por la pérdida de las virtudes ca ballerescas y la decadencia de la nobleza; por último, en el Bréviaire des nobles da a esta clase social las pautas para su rehabilitación. En prosa francesa escribió el Q uadrilogue invectif (1422), que es considerada su obra más importante: en este debate alegórico se enfrenta una dama, Francia, con los tres estados (clero, nobleza y campesinado), y todos discuten acerca de quién es responsable de la lamentable situación política a la que se ha llegado tras la firma del Tratado de Troyes (1420), que marca el pleno hundimiento de Francia: el Delfín es desheredado y el rey inglés, Enrique V, se convierte en here dero del trono, casándose con Catalina, hija de Carlos VI de Francia, lo que es considerado una absoluta humillación por los partidarios del rey francés. De vita curiali es una brillante
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crítica a la vida de la corte, siempre llena de embusteros, ha lagadores y todo tipo de infames; el libro fue traducido al francés muy pronto con el título de Curial, y tuvo tal éxito que esta versión llegó a desplazar a la obra original, de forma que durante largo tiempo se discutió si Alain Chartier era el autor de las dos versiones, si había redactado el texto en francés primero o si, por el contrario, el texto latino había precedido al francés; parece ya indudable que nuestro autor escribió el De vita curiali y que el Curial fue vertido al fran cés por un escritor diferente aún en la primera mitad del si glo XV, pues hay testimonios al respecto fechables entre 1447 y 1448, recogidos en la obra del preboste de Lausanne, Mar tin le Franc (Estrif de Fortune et d e Vertú)\ en 1473 Robert Gaguin retraduciría la obra del francés al latín. El Traité de l’E spérance guarda notables similitudes con el Q uadrilogue por su planteamiento boeciano, aunque en él la crítica es más general y el tono, más filosófico, y la influencia de la Consolatio Philosophiae mayor, pues se deja notar incluso en la mezcla de verso y prosa; el Traifé de l’E spérance quedó inacabado, y posiblemente fue la última obra de Alain Chartier. En latín compuso las epístolas dirigidas a la Universidad de París, los discursos leídos en sus misiones diplomáticas ante Sigismundo (Ad Regern Romanorum Sigismundum) o ante los herejes husitas en Praga (Persuasio a d Pragenses in fid e deviantes), y otras cartas a sus hermanos o a amigos, de tono más personal y, frecuentemente, cargadas de pesimismo y amargura. Escribió en latín, también, obras de mayores pre tensiones como Ad detestacionem belli gallici et suasionem pacis, y el Dialogus fam iliaris am ici et sodalis super deploratione G allicae calam itatis (1426-27)
28 Las obras latinas de Alain Chartier han sido publicadas por P. Bourgain-Hemeiyck, París, CNRS, 1977.
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2. «LA BELLE DAME SANS MERCY»
2.1. Contenido, marco narrativo, género En contra de lo que se suele pensar, no fue La Bette D a me sans mercy la obra poética de Alain Chartier más difundi da durante la Edad Media: el Breviaire des Nobles, con 53 ma nuscritos y el Lay de Paix, con 48, superan el número de co pias (44) conocidas del poema29. Y, si es cierto que nuestro texto conoció tempranas traducciones al catalán o al italiano, no es menos verdad que el Q uadrilogue invectif, por ejem plo, no tardó en ser vertido al inglés o al castellano. Pero es indudable que la obra que ahora nos ocupa fue una de las que mayor éxito tuvieron y, sobre todo, la que dio fama a su autor durante más tiempo. / El relato se inicia por la mañana en el transcurso de un viaje, durante el cual el «autor», desconsolado por haber per dido a su dama, se entrega a sombríos pensamientos, decidi do a abandonar todo tipo de poesía alegre y toda relación con los demás. Llega, así, a su albergue, donde hay una fies ta, en la que se ve obligado a participar; durante la cena, ob serva a un joven vestido de negro, con claros síntomas de estar enamorado y de no ser correspondido; y, sin necesidad de mucho esfuerzo, descubre a la dama de los sufrimientos del joven. Cansado de la fiesta, el protagonista se retira tras un seto y, casualmente, al otro lado del mismo llega poco después la pareja, que se entrega a un debate: el joven supli ca a la dama que lo acepte como enamorado, y la dama lo rechaza. De nada le valen los requerimientos, pues la mujer se muestra insensible a las penas que sufre el caballero y responde con frialdad a cada argumento que utiliza su inter locutor. Sin conseguir su propósito se marcha desesperado, mientras que la dama vuelve a incorporarse a la fiesta y al 29 Sigo los datos aducidos por Laidlaw, págs. 43 y sigs.
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baile. Añade el «autor» que le dijeron que el joven enamorado había muerto de tristeza. Termina la obra con la recomenda ción a damas y doncellas de que no sean nunca tan crueles como «la bella dama despiadada». En total, la obra consta de ochocientos octosílabos agru pados en cien estrofas, dedicados en su mayor parte a trans mitir — en discurso directo— la conversación del joven y la dama, que a su vez se enmarca en la experiencia del «autor». Así, el protagonista cuenta lo que oyó, después de haber na rrado sus propios pensamientos. El núcleo central de la obra está constituido, pues, por el debate entre la pareja; en él, cada interlocutor utiliza alternativamente una estrofa, es decir, ocho versos, para expresar sus argumentos, siguiendo la co nocida técnica del debate poético, tal como fue utilizada ya a principios del siglo XII por los trovadores Uc Católa y Marcabrú, y continuada luego por muchos otros poetas provenzales y franceses30. Y como en tantos otros debates, no sólo están claras las posturas de los dos participantes, sino que también quedan bien ^definidos otros aspectos, como los planteamientos absolutamente corteses, sin fisura alguna, del enamorado, y la actitud cínica, materialista o, mejor aún, bur guesa, de la dama, que recurre, además, a expresiones colo quiales o vulgares, en daro contraste con el tono más cuida do, grave, empleado por el caballero. 2.2. La tradición literaria
2.2.1. El contenido. La Belle Dame sans mercy se inserta en la tradición literaria del amor cortés; al menos, el joven enamo rado sigue las pautas establecidas por los trovadores trescientos años antes, mientras que la dama se muestra menos apegada a esa tradición, y de ahí surge el violento encuentro entre ambos 30 Véase al respecto A. Jeanroy, Les origines de la poésie lyrique en France au Moyen Age, París, Champion, 1969, págs. 45-60; P.-Y. Badel, «Le Débat», en D. Poirion (dir.), La littérature frangaise awc XTVe et XVe siécles {Grundriss der romanischen Literaturen des Mittelalters, vol. 8), t. 1, Heidelberg, Cari Winter, 1988, 95-110.
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interlocutores, que debaten tomando como punto de partida dos posiciones diametralmente opuestas. En efecto, el enamorado se comporta en todo momento como el humilde servidor de la dama, a la que guarda respe to, temor y veneración como si ocupara una situación social muy superior, en definitiva, comó si fuera su señor feudal; todo el servicio que le presta, empezando por el servicio du rante la cena, responde a esos planteamientos: para el joven servir y amar son sinónimos, según había aprendido en la larga tradición lírica de tipo trovadoresco. Al principio, aún no se había atrevido a descubrir sus sentimientos, aunque el «autor» no tarda en apreciar los claros síntomas de quien sufre mal de amores; y resultan tan claros esos síntomas, que no puede mantener oculta la causa que los produce; todo ello responde también a la norma establecida por la tradición cortés: el desgraciado joven se encuentra en el primer grado de la relación amorosa (sería fen h ed or; según la nomenclatu ra provenzal). Su descalabro se produce en el momento en que intenta abandonar el primer grado para ascender un es calón y acercarse más al logro de sus propósitos amorosos; expresa su amor a la dama e intenta, con insistencia pero sin éxito, ser correspondido (pregador). Ahí queda roto el itine rario amoroso del joven. Todas sus palabras, cada uno de los argumentos que uti liza, ya han sido escuchados por otras muchas damas en la larga tradición que lleva desde Guilhem de Peitieu y los pri meros trovadores conocidos hasta Alain Chartier, pasando por los poetas sicilianos o los gallego-portugueses; no hay nada nuevo en su postura. Las súplicas a la dama para que tenga compasión o piedad de su enamorado se repiten a lo largo de los siglos31; y el ruego no pretende tanto obtener la 31 Ya Bemart de Ventadom (XI, 41-48) escribe «Bona domna, conhd’e prezans, / per Deu ayatz de me mercei, / e ja no vos anetz doptans / ves vostr’amic fin e corau. / Far me podetz e ben e mau; / en la vostra merce sia; / qu’eu sui gamitz tota via / com fassa vostre plazer.» Y Raimbaut de Vaqueiras expresa una idea similar (II, 57-62): «Domna, no siaz tant fera, / qe no.s cove ni s*eschai; / anz taing ben, si a vos plai, / qe de mo sen vos enqera, / e qe.us am ab cor verai, / e vos qe.m gitez
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alegría, corho impedir que el enamorado muera de dolor. Naturalmente, a lo largo de los siglos también ha habido da mas crueles y despiadadas; bastará recordar aquí al trovador Gaucelm Faidit: ... quan remire la vostra bella cundanssa e.l doutz esgar, e.l gen rire, e totz los bes q’om pot eslire: beutat e gaiez’ e joven, honor e pretz, valor e sen; res mas merces no.y es a dire, dompna, c’ab merce solamen i serian complidamen32.
La dureza del corazón de la amada crece con el sufri miento del enamorado y ella, insensible, puede desdeñar a quien la importuna con tantas súplicas, o puede mostrarse orgullosa e irritada con él, o limitarse a escarnecerlo y burlar se de sus muchos dolores y sufrimientos33. Tampoco se pue de hablar de una gran novedad por parte de Alain Chartier 34.
d’esmak La lista se podría alargar con los nombres de otros trovadores como Amaut de Maruelh, Rigaut de Berbezilh o Peire Vidal, y con poe tas sicilianos, siculo-toscanos o gallego-portugueses... 32 Ed. Mouzat, Les poémes de Gaucelm Faidit; troubadour du Xlle siécle, París, Nizet, 1965 (17, w. 32-40), pág. 323; también el Chastelain de Couci se expresa de forma similar (ed. A. Lerond, Cfoansons attribuées au Chastelain de Coucy, París, PUF, 1964, pág. 90, w. 54-56). 33 Bastará recordar a Peire Vidal (X, w. 23-24): «Leis ami plus que mi, per que.m repren / et enquier me mon dan ad escien*, y, de nuevo, a Bernart de Ventadom (XVII, w. 43-46): «qu’eu l’am d’amor coral, / ela.m ditz: — no m’en chal—: / enans ditz que per al / no m’a ira mortal». 34 La lectura de las notas al texto da una idea clara de hasta qué puntó Alain Chartier es deudor de la tradición literaria anterior. Para un análisis detenido de los materiales que hereda La Belle Dame sans mercy y la elaboración que de ellos hace Alain Chartier, véase D. Rieger, «Alain Chartiers Belle Dame sans mercy oder der Tod des hOfischen Iiebhabers. Ueberlegungen zu einer Dichtung des ausgehenden Mittelalters», en Sprachen der Lyrik: Festschriftfü r Hugo Friedrich zum Geburstag, Frankfurt, Vittorio Klosterman, 1975, 683-706.
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Si el comportamiento del enamorado entra de lleno en la tradición cortés, no se puede decir lo mismo de la actitud de la dama, que rompe los moldes precedentes, causando no table escándalo entre sus contemporáneos. Ya he indicado más arriba que la dama se caracteriza por su realismo y su visión materialista, nada idealizada del mundo, lo que la aproxima, por una parte, a la actitud de las pastoras en el género de las pastorelas y, por otra, a la escala de valores de la burguesía, más que a los códigos del amor cortés; y en ese sentido queda de manifiesto su individualidad como persona, frente a lo que suele ser normal en la tradición trovadoresca, en la que la subjetividad queda oculta, frecuentemente, tras el elevado grado de formalización de los textos. El primer hecho que llama la atención es la frialdad y la absoluta falta de idealización en las respuestas de la dama, que dejan patente que ambos interlocutores se encuentran en planos distintos, en los que resulta imposible cualquier en cuentro y, peor aún, en los que el idealismo del amor cortés queda arrasado por una visión de la vida sin concesiones — ni siquiera— a las metáforas idealizadoras: al comienzo del diálogo, la dama no se inmuta, a pesar de los requeri mientos del joven enamorado — lo que sería motivo de es cándalo—, sino que se limita a responder con cuatro versos que marcan la pauta de lo que ha de venir: Señor, ¿tan loco pensamiento no os abandonará jamás? ¿No pensáis de ninguna forma dar paz a vuestro corazón? (w . 221-224)
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Y en contra de toda la tradición lírica, al aludir el enamo rado a los ojos de la dama, ésta le responde que Jos ojos son para mirar* (v. 238), con lo que resulta inútil cualquier intento de avance en esa dirección; y el halago también resulta im posible. Por otra parte, la dama parece una experta conocedora de las variadas artimañas que utilizan quienes pretenden pasar por enamorados: justamente el elevado grado de formaliza ción permite que cualquiera que domine la técnica — teó
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ricamente inspirada por Amor— pueda fingir unos sentimien tos que, en realidad, le son ajenos; bastan buenas palabras y buenas maneras para conseguir sus propósitos con las don cellas menos cautas. El problema de la sinceridad de los sen timientos ya se había planteado entre los trovadores, y se repitió con el paso del tiempo en reiteradas ocasiones35. La crueldad de la dama se debe, pues, a su actitud inasequible y, a la vez, a su realismo demoledor de cualquier idealiza ción. No extraña que La Belle D am e sans mercy fuera vista como un ataque al amor cortés y a las damas. 2.2.2. La m étrica. El librito tiene ochocientos versos que se distribuyen en cien estrofas de ocho versos octosílabos con la siguiente estructura: ababbcbc
El esquema equivale al que en castellano se denomina copla de arte menor, y que — según se puede apreciar— está constituido por 1^ combinación de dos cuartetas con idéntica distribución de rimas; en el caso que nos ocupa, las rimas son cruzadas, pero no es raro en la poesía del siglo XV encontrar este tipo de coplas con rimas abrazadas. La misma estructura estrófica casi exige una pausa mayor entre las dos partes que la componen, de forma que con gran frecuencia encontramos en el poema de Alain Chartier esa división, que moldea también la exposición del pensamiento. El esquema utilizado en La Belle D am e sans mercy es muy raro en la poesía lírica anterior a 1350; apenas se puede encontrar en la obra de Jean de Le Mote (primera mitad del siglo X3V), y poco más; sin embargo, esta estructura métrica llegó a tener cierto éxito a lo largo de la segunda mitad del siglo XIV y en el siglo XV, en poemas narrativos, gracias al empleo que de ella hizo Otón de Grandson (h. 1345-1397), en sus Complainte am oureuse de saint Valentín y Complainte
35 Véase la nota al v. 200, y la bibliografía allí citada.
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de saint Valentín*; y, del mismo modo, la B elle D am e qui eut m erci — quizás del mismo Grandson37— recurre también a la estrofa de ocho versos octosílabos de rimas cruzadas: es po sible que la utilización reiterada de esta estructura repetitiva a lo largo de un poema no busque más que expresar la mono tonía de los sentimientos, y quizás por eso Grandson recurre a ella en sus dos querellas de San Valentín, buscando la ade cuación de tema y estilo según la congruentia retórica. Alain Chartier conoció muy probablemente las obras de Grand son38, e imitó la forma métrica de las mismas en el D ébat de réveille-matin y en La Belle D am e sans mercy (y, como era previsible, en la Excusatiori). El escándalo de ésta contribuyó a la difusión del esquema métrico, que no sólo sería utilizado por los imitadores de Chartier — como Achille Caulier o Baudet Herenc—, según era previsible, sino también por Villon en las partes narrativas del Lais y del Testam ent39. 2.2.3. El género. La Belle D am e sans mercy se encuadra en el género de los debates, tal como se concibe al final de la Edad Media, lejos de los modelos utilizados en las Escue las. La presencia de narración que enmarca la obra, pues apa rece al principio y al final de la misma, al lado del diálogo, 36 A. Piaget, Otón de Grandson, sa vie et ses poésies, Lausanne (Mémoires et documents publiés par la Société d’Histoire de la Suisse romande), 1941, págs. 183-193 y 221-225; véase, además, id., «La Belle Dame sans mercy et ses imitations», Romanía 33 (1904), 203-206, en es pecial pág. 205. 37 Cf. Piaget, «La Belle Dame sans mercy et ses imitations», art. cit. 38 Es posible que el origen de la forma haya que buscarlo en la evo lución de la balada. Grandson fue servidor del rey inglés y estuvo pri sionero durante dos años en España; su obra poética fue conocida entre nosotros (véanse al respecto las escuetas informaciones suministradas por J. Seronde, «A Study of the Relations of some Leading French Poets of the XlVth and XVth Centuries to the Marqués de Santillana», Romanic Review 6 (1915), 60-86, especialmente en págs. 73-74. Chartier cita a Grandson en el v. 231 del Débat de réveille-matin, junto a Guillaume de Machaut. 39 Villon cita a Alain Chartier en la estrofa 155 del Testament; w. 1804 y sigs.
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muestra que Se trata ya de un género mixto — en evolución, por tanto—, sin la pureza formal de los debates y disputas escolares; y el carácter híbrido adquiere mayor relieve aún al considerar la presencia de importantes rasgos procedentes de la pastorela* como son el planteamiento inicial, la fiesta, el es cenario, el poeta-espectador, el diálogo, aunque éste no se desarrolle entre una pastora y un caballero, pues la mujer ha sido sustituida por una dama noble40... La abundancia de debates durante los siglo XIV y XV ha llevado a establecer tres grupos, según la cabida que se dé en cada obra al conflicto que enfrenta a los interlocutores; y, así, se habla de diálogos, juicios y debates, denominaciones que vienen a coincidir además — grosso m odo— con la utili zación exclusiva de la prosa, el verso que no llega a estructu rarse en sucesiones estróficas bien definidas, y la estrofa cla ramente representada41. El debate constituye, con diferencia, el grupo en el que se reúne un mayor número de textos42. La utilización que hace de la estrofa permite, además, distribuir con comodidad los tumos de palabra, que tienden a identificarse con sendas es trofas, lo que hace innecesaria la intervención de un narra dor, que, de esta maneja, queda convertido en un simple presentador del debate y recapitulador del mismo, tal como ocurre en La Relie D am e sans mercy. Es habitual en el género, también, que se busque un juez qué dirima la cuestión, o que el narrador dirija la obra a al gún destinatario que desempeñaría el papel de árbitro, según los modelos acuñados en la Universidad43: queda de mani fiesto que el debate adquiere las características de un juego social — uno más— que contribuye a dar esplendor a la vida 40 Rieger, cit., págs. 703 y sigs. 41 Badel, cit., pág. 100. 42 El mismo Chartíer recurre al género del debate en el Débat de réveille-matin, en el Débat des deux Fortunes d ’Amour, en el Livre des Quatre Dames y en el Débat patriotique. 43 B. C. Bazán, J. W. Wippel, G. Fransen y D. Jacquart, Les questions disputées et les questions quodlibétiques dans les facultés de Théologie, de Droit et de Médecine, Tumhout, Brepols, 1985, especialmente págs. 21-48.
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de la corte. Por eso, no extraña que la temática de los deba tes esté constituida con gran frecuencia por cuestiones amo rosas y, en menor proporción, por asuntos religiosos o mora les (con relación o no con los acontecimientos históricos o la situación social). Resulta inevitable asociar el género de los debates amorosos y las cortes de amor. En el caso concreto de La Belle D am e no llama la atención — con esta perspecti va— que su autor fuera citado por las tres damas de Issoudun, ni que comenzara a continuación una serie de acusa ciones y réplicas. Naturalmente, si se considera el debate como un juego social, no se debe tomar en serio lo que se dice en los textos, pues el contenido responde a convenciones o a asuntos más o menos de moda. El distanciamiento irónico es el registro más adecuado, y en él cabe, también, la parodia del mundo de abogados y jueces, pues con una fornia seria se tratan asuntos inconsistentes. Todo forma parte del mismo espíritu: la institución de la Corte de'Amor (6 de enero de 1400) no pretende tanto reunir a los enamorados — como sería el caso en una corte señorial—, como juzgar los casos de honor y respeto a las damas, dirimir cuestiones amorosas y ocuparse de asuntos meramente literarios, como son los certámenes poéticos o la ortodoxia de las ideas amorosas expresadas en los poemas (la huella de los «puys» y cofradías del siglo XIV es clara44). Naturalmente, las sentencias son siempre de carác ter literario y no afectan a los bienes o a la persona del reo45. La afición por institucionalizar todas las actividades y darles reglas estrictas alcanza también al amor46. Por otra parte, al tratarse de la imitación de un proceso judicial es obvio que los autores de los debates (y narradores 44 C. Alvar, «Épica y lírica románicas en el último cuarto del siglo XIII», en C. Alvar y J. M. Lucía (eds ), La literatura en la época de Sancho IV, Alcalá de Henares, Universidad, 1996, 13-24, especialmente págs. 21 22, y bibliografía allí citada. 45 Poirion, Le Poete et le Prince, págs. 37-43. 46 J. Cerquiglini, «Le nouveau lyrisme (XTVe-XVe siécle>, en D. Poi rion (dir.), Précis de littératurefrangaise du Moyen Age; París, PUF, 1983, 275-292, en especial págs. 281-282.
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literarios de los mismos) se convierten en notarios de la rea lidad, en observadores, y no en protagonistas, de los hechos. O, dicho de otra forma, los hombres de letras — clérigos, en general—, cuentan lo que les ocurre a las damas y a los ca balleros de la corte. No es raro que los nobles se sientan he ridos en los debates, pues sobre todos pesa un antiguo anta gonismo, que en épocas anteriores se había representado con los debates del clérigo y el caballero, y más tarde se identifi cará con las armas y las letras. No siempre se trata, pues, de inocentes juegos sociales.
2.3. Difusión
2.3-1- El escándalo. Alain Chartier tomó parte también en esos juegos: primero, escribiendo La Belle Dame sans mercy, en la que no tardaron en ver sus contemporáneos un ataque a la licenciosa vida de la corte y una crítica a la facilidad con la que las damas entregaban su amor; además, como conse cuencia de estas interpretaciones, Alain Chartier se convirtió inmediatamente en acusado y reo de un delito contra el Amor. ^ Estaba Alain Chartier cumpliendo la misión diplomática de 1425 ante Sigismundo de Hungría cuando las tres damas de la corte — que a la sazón se encontraba en Issoudun— le escri bieron una carta de requerimiento, quizás instigadas por una epístola que, a su vez, les habían dirigido los enamorados, que consideraban que en el librito, «bajo un lenguaje cuidado, se encierran los principios y la base para imponer el rigor en la corte de amor y acabar con la pretensión de los humildes ser vidores», quitándoles a las damas el «feliz nombre de Piedad que es el adorno y la riqueza de vuestras otras virtudes. Y de ahí llegará daño y distanciamiento» a los pretendientes. Las damas, por su parte, no tardaron en escribir a Alain Chartier, citándolo a declarar para que se defendiera del car go que se le imputaba; la vista quedaba fijada para el primer día de abril de 1425. Comenzaba de este modo una querella que no terminaría con la Excusación presentada por el poeta,
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ni con el destierro pregonado a son de trompa al que fue condenado éste, según dice Pierre de Nesson47. Resulta difícil aceptar que La Belle D am e sans mercy es un ataque contra los hábitos de la corte y, más aún, que en la obra su autor recomienda a las damas que sean crueles y despiadadas, según la acusación que se vierte en la carta de los enamorados. Semejante interpretación es, en todo caso, el resultado de una lectura (si es que ha habido lectura) del texto excesivamente literal y con unos propósitos claros. Los que se llaman enamorados no son otros que los cortesanos — muy numerosos— que están beneficiándose de las relaja das costumbres del momento, en medio de una vida de disi pación moral; bastará un ejemplo: una de las tres damas fir mantes de la carta de Issoudun es Catherine de l’Isle-Bouchard, condesa de Tonnerre, del séquito de la joven reina María de Anjou, que en este momento sólo tenía seis damas a su servicio; Catherine, al quedarse viuda, no tardó en seducir a Pierre de Giac, que se deshizo de su mujer embarazada y, ya viudo, se casó con su amante, bella y rica; un día, el señor de la Trémoille fue temprano a casa de Pierre de Giac y éste, pensando que iba a acostarse con su mujer, Catherine, como en otras ocasiones, mandó que le abrieran la puerta; pero esta vez el señor de la Trémoille aprovechó las facilidades para hacer que ahogaran al marido de su amante, y los dos, Catherine y el señor de la Trémoille, se marcharon poco des pués al Poitou, donde contrajeron matrimonio48... Es, pues, este grupo de nobles el que se siente criticado en la obra de Alain Chartier y son ellos los que consideran que el poeta ha hecho apología a favor de la crueldad de las damas; para acusarlo utilizan expresiones alegóricas y terminología toma da de los libros de caballerías ([Lanzarote y Tristán, funda mentalmente)49; no dudan — la interpretación es mía— en 47 En el Lay de Guerre (ed. de E. Piaget y E. Droz, París (Documents artistiques du XVe siécle), 1925, págs. 47-69, especialmente pág. 48) es crito en respuesta al Lay de Paix de Alain Chartier. 48 Tomo la anécdota de Poirion, Le Poete et le Prince, pág. 47. 49 Me refiero a términos como queste (‘busca’), gasteforest de Longue Atente (‘devastado bosque de Larga Espera’), etc.
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hacer creer que ellos son como aquellos héroes que iban en busca del Santo Grial, y las damas serían equivalentes a las que les ayudan a llevar a cabo sus aventuras y, por tanto, les están casi predestinadas50. En definitiva, si Lanzarote y Gine bra o Tristán e Iseo mantuvieron una estrecha relación amo rosa, a pesar de que las dos reinas estaban casadas, en la era de oro de la caballería andante, ¿por qué no iban a imitarlos? El engaño es claro y sólo podría convencer a quienes ya es taban convencidos; y el poeta es considerado un intruso en ese mundo, y como tal tiene que ser combatido. Alain Chartier no tardó en responder con una Excusación envers les Dames 51, en la que aclara que él sólo ha contado el caso de un pobre enamorado, y en modo alguno se refería a la generalidad, y el que lo vea de otra manera «o ve dema siado o no ve nada». Pero de nada le vale su defensa, pues las damas vuelven a acusarle, porque consideran que el poeta se ha ratificado en sus palabras y en su actitud. En rea lidad, es el personaje femenino la causa de todas las críticas, que erróneamente se dirigen contra el autor. 2.3 2. Los imitadores. La corte se dividió en dos bandos, los que defendían la inocencia del autor y los que lo censu raban con vehemencia; y no quedó ahí el asunto, pues no tardaron en surgir imitadores de la obra. Se pueden señalar al menos diecisiete obras vinculadas de forma directa o indirec ta al libro de Alain Chartier52; entre ellas, algunas como las 50 La utilización cuatro veces de queste — con lo que se convierte en una de las palabras claves del texto— permite esta interpretación. Véanse J. Frappier, Amour courtois et Table Ronde, Ginebra, Droz, 1973; M. L. Chénerie, Le Chevalier Errant, Ginebra, Droz, 1986, especialmente págs. 411 y sigs. y C. Alvar, El rey Arturo y su mundo. Diccionario de mitología artúrica. 2.a ed., Madrid, Alianza, 1991 (s. v. aventura y bibliografía allí citada). 51 Se encontrará la traducción como apéndice del presente volumen. 52 Han sido publicadas por A. Piaget, «La Belle Dame sans mercy et ses imitations», Romania 30 (1901), 23-48 y 318-351 (La Dame loyale en Amour); 31 (1902), 315-349 (Achille Caulier, La cruelle femme en amours)\ 33 (1904), 179-208 (Les erreurs de Jugement de la Belle Dame sans mercy; La Belle Dame qui eut merci; Dialogue d ’un amoureux et de sa dame); 34 (1905), 375-428 (Le jugement du povre triste amant banny;
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escritas por Achilie Caulier o por Baudet Herenc atestiguan una lectura detenida de La Belle D am e y constituyen una buena base para intentar reconstruir qué entendían los con temporáneos de Alain Chartier al leer la obrita53. Baudet Herenc es el primero en seguir el modelo de La Belle Dame, construyendo para ello un proceso, elP aríem en t d ’A mour, en el que hallan respuesta cada vino de los argu mentos de la despiadada y fila protagonista, a la que retira la condición de «dama» para dejarla sólo en «cruel». Seis meses más tarde, en septiembre, aparece la respues ta, La D am e leale en amours-, la defensa se basa en que la dama tenía otro amante y, por tanto, hizo bien al rechazar al joven que insistía con tanta vehemencia; en todo caso, señala el anónimo autor de esta obra, Alain Chartier debería ser acu sado de maledicencia. Apenas habrían transcurrido ocho meses cuando Achilie Caulier escribe la refutación, La Cruelle Fem m e en amours, que ve la luz cuando Chartier ya había muerto. Caulier re chaza, por una parte, las razones expuestas en La D am e lea le, pues Verdad — que debería haber sido la defensora— había sido suplantada por Ficción; y, por otra parte, retoma los argumentos de Baudet Herenc y con gran habilidad, suti leza y dominio del verso acaba pidiendo que la dama sea castigada; pero para entonces la protagonista ya ha ganado fama de mujer libre y egoísta. La continuación de la querella se encuentra en los anó nimos Erreurs du jugem ent d e la Belle D am e sans mercy, que concluirán con la aprobación de las tesis de Baudet Herenc y de Achilie Caulier, y propondrán unos decretos de Amor, que Les erreurs du jugement du povre triste amant banny; L'amant rendu cordelier)-, id., 559-602 (L’Hopital d ’amours, de Achilie Caulier; Le traité de Réveille qui dort; Le débat sans conclusión; Le desconseillé d’amours, de Henri Anctil; Le loyal amant refusé; La desserte du desloyal; La sepul~ ture d ’Amour, Le Martyr d ’Amour, Le débat de la dame et l'écuyer), A estos textos habría que añadir el Parlement d ’Amour de Baudet Herenc. 53 Véase D. Poirion, «Lectures de La Belle Dame sans mercy-, en Mélanges de Langue et de Littérature médiévales offerts a P. Le Gentil, Parte, SEDES, 1973, 691-705. LA BELLA.- 3
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no llegan a ser puestos por escrito, dejando vía libre a otras continuaciones, como los Arréts d’Amour de Martial d’Auvergne (h. 1460). Y todavía en pleno siglo XVI54 continuaban las imitaciones, las defensas y réplicas a la obra de Alain Chartier, que serían el mejor testimonio del éxito que obtuvo
la BelleDame sans mercy.55 Al lado de las imitaciones y continuaciones, las traduccio nes también atestiguan la difusión y el éxito de la obra más allá de las fronteras de Francia o de los límites lingüísticos del francés: hacia 1460 fray Francesc Oliver tradujo la obra al ca talán; por la misma época, Sir Richard Ros la ponía en inglés; y pocos años más tarde, en 1471, Cario del Ñero la vertió al toscano. El occidente europeo se llenó así de crueles damas in sensibles a los requerimientos de sus enamorados. El camino estaba preparado para nuevos debates, esta vez dirigidos contra todas las mujeres: serán la expresión más o menos poética de la misoginia medieval, encabezada ahora por un lector de Alain Chartier, ^1 catalán Pere Torroella.
2.33. Alain Chanier y la *Bdle Dame»en España. En Ca taluña fue conocida La Belle Dame sans mercy muy pronto. El caballero hospitalario fra Bemat Hug de Rocabertí56 (h. 1423h. 1489) y su contemporáneo mosén Pere Torroella57 (activo 54 Hacia 1530 se compuso una anónima Epistre d ’ung amant habandonné. 55 En realidad el éxito de Alain Chartier fue más allá de las imitacio nes; bastará recordar que René d’Anjou tiene a nuestro autor por uno de los grandes enamorados que en el mundo han sido, y como a tal le re serva un lugar de honor en el Livre du cuer d ’amours espris. Para el éxi to de la obra, véase Hofíman, págs. 209-272. 56 Ed. dé H. C. Heaiton, The Glória d ’amor of Fra Rocabertí, Nueva York, 1916; en la pág. 65, w . 394-397, se puede leer la intervención de Dama Sant Marci, que habla en francés. 57 Ed. de P. Bach y Rita, The works ofPere Torroella, a Catálan wrtter of íbe fifteentb century, Nueva York, Instituto de las Españas, 1930. El poema de citas de Pere Torroella comienza «Tant mon voler», y se en cuentra en la citada edición en las págs. 94 y sigs.; la cita de Chartier es la II, w. 72-79- Torroella también cita al Marqués de Santillana (XII).
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entre 1436 y 148® citan algunos versos en francés del libro que nos ocupa, y la presencia del desdichado joven y la da ma despiadada se multiplica a partir del momento en que aparece la traducción de fray Francesc Oliver (h. 1460) *, que dará lugar á imitaciones como la anónima Clam or d ’un en am orat d e sü enam orada (finales del siglo XV) y al estableci miento de un premio literario, la «joia de desconeixenga» (‘de la ingratitud’), creado en Barcelona en 1457 a instancias de un cirujano, Martí Bellit, que había sido rechazado por su dama. El poema era conocido, pues, por caballeros, por hombres de letras y por representantes de la burguesía; y el texto llegaba en catalán y en francés: no queda duda de la popularidad de la obra, que no sólo es utilizada como apoyo de las quejas amorosas de quienes no son correspondidos, dando lugar en la segunda mitad del siglo XV a un género poético, la Desconaxenga, en el que tienen cabida un nutrido grupo de composiciones en las que los autores se lamentan de la ingratitud o indiferencia de sus damas59. Mientras tanto, otros autores, como Romeu Llull (h. 1410-1484), recurren a La B elle D am e en medio del dolor por la muerte de su ama da60. La obra de Alain Chartier está plenamente aclimatada en Cataluña y forma parte del panorama poético del momento, Casi todas las referencias a Alain Chartier en Castilla se encuentran relacionadas con el Marqués de Santillana. Hacia 1449, o poco antes, D. íñigo López de Mendoza dirige su Prohem io e carta al Condestable de Portugal. En el párrafo que dedica a la poesía francesa alude a nuestro poeta: Maestre Alai Charretiel, muy daro poeta moderno e se cretario deste Rey don Luys de Frangía, en grand elegancia conpuso e cantó en medro e escrivió e l Debate de tas quatro damas, La Bella Dama sanmersi, el Revelle matin, La Grand
58 La traducción de Fra Francesc Oliver ha sido publicada por M. de Riquer (ed.), Alain Chartier, La belle dame sans mercy, amb la traduccíó catalana del segle XV, Barcelona, Quadems Crema, 1983. 59 A. Pagés, La Poésie frangaise en Catalogne du xm e siécle & la fin duXVe, Toulouse-París, Privat-Didier, 1936, págs. 347-355. 60 Id., págs. 356-358.
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La bella dama despiadada pastora, El breviario de nobles e El Ospítal de amores; por gierto, cosas asaz fermosas e plazientes de oyr61.
Las palabras del Marqués de Santillana sirven para atesti guar el conocimiento que tenía el noble castellano de la obra de Alain Chartier, aunque en la lista citada mezcle títulos de otros autores62. Entre los libros de la biblioteca de D. Iñigo figuraba un volumen en francés que contiene algunas de las obras citadas, y otras omitidas: el D ébat de réveille-matin, La Belle D am e sans mercy (y los textos conexos, epístolas y Ex cusación), y el D ébat des deux Fortunés d ’am our, todas ellas son obras redactadas entre los años 1424 y 1426: no se inclu yen en el volumen textos ajenos a esas fechas, lo que hace pensar que el códice fue reunido justamente en esos años63. Sin embargo, la única obra de Alain Chartier traducida al castellano durante la Edad Media es el Q uadrilogue invectif. Esta versión se hizo en época temprana (entre 1432 y 1444), pero nada indica que fuera encargada por el Marqués de Santillana, como se afirma en algunas ocasiones, y tampoco se le dedica al noble castellaño en ninguno de los tres manuscritos conocidos, todos ellos estrechamente relacionados entre sí64. Éstos son los únicos datos seguros que poseemos de la presencia de Alain Chartier en Castilla. Es posible que el in flujo del autor francés se haga sentir en alguna obra del Mar qués de Santillana, como la Com edieta de Ponga, que podría haber tomado el marco general del Livre des quatre dam es, 61 íftigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, Obras Completas. Ed., introd. y notas de Á. Gómez Moreno y M. P. A. Kerkhof, Barcelona, Planeta, 1988, págs. 437 y sigs. En el texto citado, el Marqués convierte erróneamente en rey al que todavía era Delfín, pues Luis XI no llegó al trono hasta 1461, y la Carta-Prohemio fue escrita entre 1444 y 1449; el Marqués de Santillana murió en 1458. 62 La Grand pastora parece ser la Pastourelle de Otón de Grandson; el Ospital de amores es el Hospital d’amours de Achille Caulier. 6* Madrid, Biblioteca Nacional, ms. 10307; véase Laidlaw, pág. 86. Ninguno de los textos copiados en este códice está completo. C. Alvar, «Alain Chartier y España: el Quadrílogo inventivo», en Traducción y adaptación cultural: España-Francia, Oviedo, Universi dad, 1991, págs. 305-317.
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pero las analogías apenas pueden ser llevadas más allá de esta semejanza65. También es posible que Diego de Valera conociera el Quadrilogue y las Epístolas de nuestro autor y que imitara la fuerza expresiva de su maestro en algunas de sus cartas más vehementes: ambos escritores participan de un espíritu similar, desempeñaron misiones diplomáticas y pa decieron con la división de sus patrias; sería, pues, el Alain Chartier de los escritos graves, de las obras serias el que po dría haber marcado a mosén Diego de Valera, autor no me nos serio66. Las obras «alegres» es posible que también hayan dejado su huella en algunos escritores castellanos medievales; habrá que buscar el rastro en los creadores de ficciones senti mentales, pero siempre queda la sospecha de que los enamo rados víctimas o mártires de amor, los procesos de cartas, las quejas y otras muchas modalidades amorosas tengan su origen en epígonos tardíos de La Belle D am e sans mercy o de sus imitadores67, y algo similar se podría decir de la utilización de la alegoría68. Quizás sea d Sermón de Diego de San Pedro la obra que más se acerca, aunque de forma ocasional, a nuestro librito69; no hay que olvidar que para entonces la Historia dúo-
65 Véase J. A. Seronde, «A Study of the Relations of some Leading French Poets...», cit., págs. 83-85; Ch. V. Aubrun, «Alain Chartier et le Marauis de Santillane», Bulletin Hispanique 40 (1938), 129-149. Aubrun, loe. cit., pág. 130; C. Alvar, «La poesía de mosén Diego de Valera: tradición textual y aproximación cronológica», en prensa. 67 Así, R. Langbhen-Rohland, Zur Interpretation der Romane des Die go de San Pedro, Heidelberg, Cari Winter, 1970, págs. 23, 79 y 158, n. 54. La Gradissa de Juan de Flores puede ser una dama despiadada, pero no todas las damas sin piedad son herederas de la protagonista de la obrita de Alain Chartier (véase B. Matulka, The Novéis ofJuan de Flores and their European Diffusion, Nueva York, Institute of French Studies, 1931, págs. 255-260). 68 Para la alegoría, véase Ch. R. Post, Medioeval Spanisb Allegory, Cambridge (Mass.), 1915; en todo este libro Alain Chartier está más pre sente por su Quadrilogue que por La Belle Dame sans mercy, que vuel ve a escapársenos. ¡ 69 Es el caso de la expresión de la libertad que reclama la dama para entregar su amor a quien desee, junto con las dudas acerca de la since ridad de los sentimientos del enamorado y de la consistencia de sus promesas.
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bus amantibüs de Ennea Silvio Piccolomini y la Elegía di Ma donna Fiammetta habían alcanzado una enorme difusión. No hay — o no conozco— más alusiones a Alain Chartier en nuestro siglo XV. Los poetas de Cancionero no lo citan nunca, y La Belle D am e sans mercy apenas es algo más que un vago recuerdo reavivado de vez en cuando a través de la polémica surgida en tomo a Pere Torroella70. Garlos Alvar Universidad de Alcalá 1996
70 Creo que la cuestión de la presencia de Alain Chartier en España durante la Edad Media no puede considerarse cerrada, son necesarios estudios más profundos y pormenorizados que ñjen la dimensión exacta y la recepción que tuvo en Castilla el escritor francés.
CRONOLOGÍA
1385-95 Alain Chartier nace en Bayeux. 1394 Nace Charles d’Orléans, el mayor poeta de su época junto con Villon. 1402 Querella del Román de la Rose. 1407 Asesinato de Louis de Orléafts. 1408 Pol Limbourg, Trés Riches Heures du Duc de Berry. 1409 Nace René d’Anjou. 1410-13 Entra al servicio de Yolanda de Anjou, reina de Sicilia y Jerusalén. 1413-14 Escribe su primera obra, el Lay de Plaisance, y muy poco tiempo después, el pébat des deux Fortunés d ’amour. 1414 Concilio de Constanza. 1415 25 de octubre, Batalla de Azincourt. Charles d’Orléans es hecho prisionero. 1416 En primavera, escribe el Livre des quatre dames. 1417-28 Firma cartas al servicio del Delfín, y después rey, Carlos (VII). 1418 Oratio ad regem Franciae, pro libertate ecclesiastica. Con el futuro rey huye de París, ante el ataque de los borgoñones. 1419 Asesinato de Jean sans Peur (Juan sin Miedo), duque de Borgoña. 1419-20 Es nombrado canónigo de París. 1420 Tratado de Troyes. El Delfín es desheredado. Carta a la Universidad de París (Ad Universitatem Parisiensem). 1422 Muerte de Enrique V de Inglaterra y de Carlos VI de Fran cia. Escribe el Quadrilogue invectify el Débat patríotique. Escribe en latín De detestatione belli gallici et suasione pacis y Diatogus familiaris amici et sodalis super deploratíone Gallicae calamitatis. 1424 Posiblemente de este año es la Complainte contre la mort. Escribe la Belle Dame sans mercy. Tal vez sea de este año el Breviaire des nobles.
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La bella dama despiadada Cartas de protesta contra el autor de la Belle Dame sans mercy. Proceso y destierro (literario) de Alain Chartier de Issoudun. Citado como Maestro en Artes. Embajador del rey ante el emperador Sigismundo, rey de Hungría: discur sos en latín* Rector de la parroquia de Saint Lambert-desLevées (Angers). Embajador ante el duque Felipe de Borgoña. Escribe el Lay de Paix. A esta época pertenece, posiblemente, el Débat de réveille-matin. Renuncia a la canonjía de París en favor de su hermano. Embajador del rey ante James I de Escocia: discurso en la tín. Quizás a partir de este año es consejero real Posible mente redactó en estas fechas el Tractatus de vita curiali y la Invectiva contra ingratum amicum. Victorias de Juana de Arco. Epístola en latín De pucella. En estas fechas debe situarse el Traité de l’Espérance. Muere el 20 de marzo.
NUESTRA TRADUCCIÓN
Ésta es la primera vez que se traducen La B ellé D am e sans mercy y los textos vinculados a ella (las Cartas y la Ex cusación) al español He llevado a cabo el trabajo sobre la edición del texto en francés medieval publicada por J. C. Laidlaw, The Poetical Works o f Alain Chartier; Cambridge, 1974, págs. 328-370, pues se trata de una edición crítica de gran calidad, que desplazó desde su aparición a la limitada — aunque muy difundida— edición de A. Piaget, 2.a ed., Lille-Ginebra, 1949. La traducción es literál en la medida de lo posible, aun que he procurado encajar los versos octosílabos del original en líneas de nueve sílabas, con la pretensión de mantener una cierta similitud formal con respecto al texto francés: ni las rimas, ni la distribución de acentos corresponden al enea sílabo castellano, verso, por otra parte, rarísimo en nuestra tradición poética y que durante la Edad Media sólo se en cuentra en traducciones de obras francesas. He considerado las Cartas y la Excusación como un apéndice del resto, pues se difundieron más tarde que La Bel le D am e; no me ha parecido oportuno acompañar con notas estos textos secundarios. C. A.
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Cabalgando ha poco que pensaba como hombre triste y dolorido en el dolor en que me encuentro, el más dolorido enamorado, pues con su dardo riguroso, la muerte me quitó a mi dama, me dejó solo, afligido, en el séquito de Tristeza, Me decía: «Debo cesar de escribir y de componer, hay que abandonar y dejar
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8. El texto comienza con dos temas tópicos de la literatura francesa del siglo XV, la muerte y la tristeza por la pérdida del ser amado. Tristeza se opone a alegría, concepto con el que se expresa la «exaltación interior, alegría violenta. Este concepto no se puede separar del deseo y del placer amorosos» 0. Frappier, Amour courtois et Table Ronde, Ginebra, Droz, 1973, pág. 9). Guillaume de Lorris (Román de la Rose, w. 291 y sigs.) colo ca a Tristeza entre Envidia y Vejez, como enemigas de Amor. Para las ideas de «muerte» y «tristeza», véanse Siciliano, Vtllon, págs. 227 y sigs.; Huizinga, Otoño, cap. XI; Pagés, «Le théme de la tristesse amoureuse en France et en Espagne du XlVe au XVe siécle», Romanía 58 (1932), 29-43. El principio d e. la obra tiene un claro paralelismo con el comienzo de la Gomplainte del mismo Alain Chartier (ed. Laidlaw, págs. 320 y sigs.), y en un estado me lancólico similar se encuentra Achille Caulier cuando comienza su Cruelle femme en amour (estr. 9-10). 9. A lo largo de la obra se suceden distintos protagonistas (diferentes yo): el primero de ellos es el poeta, identificable con Alain Chartier, que hace las funciones de narrador y, también, de triste enamorado com pungido por la muerte de sú dama; su presencia se hace sentir hasta el verso 48 por su tono lírico y melancólico, y como narrador de los acontecimientos, hasta el verso 190, con una reaparición didáctica a partir del verso 768 y hasta el final de la obra. Véase J. Brami, «Un lyrisme du veuvage. Étude sur le Je poétique dans la Belle Dame sans mercy», Fifteenth Century Studies 15 (1989), 53-65.
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* la risa a cambio de lágrimas; en eso mi tiempo emplearé, pues no tengo solaz ni agrado en escribir ni en dedicar nada que a mí o a otro guste. ni
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Y si alguien quiere obligarme, a alegres cosas escribir, mi pluma no sabría hacerlo y mi lengua no las dirá. No tengo boca que se ría sin que la vista la desmienta, que el corazón lo negaría con las lágrimas de los ojos. Dejo a los amantes enfermos
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12. La aflicción lleva al silencio poético. No es sólo el caso de Alain Chartier: el trovador Raimbaut de Vaqueiras, abandonado por Beatriz de Monferrato, dejó de cantar, ^como indica la razo de Kalenda Maia; el también trovador Peire Vidal a la muerte del conde Ramón IV de Tolosa hizo lo mismo en señal de luto (De chantar m’era laissatz). Sin grandes dificultades los ejemplos pueden aumentar. 20. Se podría ver en estos* cuatro versos una división entre las «alegres cosas*, que habría que identificar con la poesía amorosa del autor (mndeaux, baladas, etc.), frente a la obra seria, en verso o prosa, en francés o latín, con pretensiones más elevadas. En el Traité de l'Espérance el mismo Chartier vuelve a aludir a las «alegres escrituras» de su juventud («Je souloye ma jeunesse aquitter/ a joyeuses escritures dicter», w. 240-244), Por otra parte, se podría pensar en la composición de poemas «por encargo»; no sería un caso extraordinario: bastará recordar que Alfonso Álvarez de Villasandino, el poeta más prolífico del Cancio nero de Baena, no tenía inconveniente en ofrecer sus servicios a quien se los pagara. 24. Los ojos son el espejo del alma y esa relación ya fue señalada por Platón ([Fedro, 251 b): los Padres de la Iglesia y los filósofos neoplatónicos de la Escuela de Chartes no fueron ajenos a la pervivencia de esta idea en la cultura medieval. 25. Desde los tiempos de la escuela hipocrática (s. V a. J. C.) se con sideraba el amor como una enfermedad y, por tanto, sólo podía ser cu rado gracias al médico,. Como enfermedad, tiene unos síntomas, unas causas y una terapéutica posible; en la tradición están Ovidio, Andreas
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que quieran tener un alivio, canciones, decires, baladas, que las hagan según su gusto, pues mi dama en su testamento al morir,— ¡Dios tenga su alma!— se quedó con mi sentimiento que con ella yace en la tumba. v
Ya es el tiempo de que me calle, pues de hablar estoy ya cansado. Quiero dejar a los demás,
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Capellanus y muchos otros tratadistas y poetas. El amor produce in somnio, malas digestiones y debilidad física. La mala digestión perturba los humores dando lugar a fiebres y a innumerables enfermedades; el insomnio altera frecuentemente el espíritu y el cerebro, y la víctima (hombre o mujer) se vuelve loca. Véase Andreas Capellanus, De Amore, III, págs. 390 y sigs; M. Ciavolella, La *malattia d ’arhore» dalVAntichitá al Medioevo, Roma, Bulzoni, 1976. 27. Tres términos técnicos que designan diferentes tipos de composi ciones poéticas: en el siglo XV, la canción» era tanto la canción cortés de tradición trovadoresca como toda composición que se cantara (ge neralmente polifónica); el «decir» resulta más difícil de definir, pero pue de considerarse como género híbrido, que no necesita acompañamiento musical, y de temática muy diversa; la «balada» es un tipo de composi ción con estrofas de ocho o diez versos y con estribillo. Véase Poirion, Le Poete et le Prince, págs. 361-397 y Grundriss der romaniscben Literaturen des Mittelalters, vol. 8 , 1.1 (La littératurefrangaise auxXIVe etXVe siécles), Heidelberg, Cari Winter, 1988, 59-69 y 86-94. 28. Las palabras de Alain Chartier son retomadas casi literalmente por Pierre de Hauteville (1376-1448) en su Confession et Testament de VAmant trespassé de dueil (entre 1441 y 1447), que luego se incorporará al Jardín de Plaisance (1501): «Je laisse aux povres amoureux/ qui sont courcez et douloureux [...] faire rondeaux aventureux». 29. Es decir, la dama se llevó el sentimiento del poeta al morir. 32. Reaparece el tema de la muerte en sus aspectos más reales, inclu so de mal tono; literalmente, el último verso dice: «que yace con ella bajo la losa». Enumerar a todos los poetas que lamentan la muerte de su dama es un trabajo largo; recordaré sólo, por estar próximos a nuestro poeta, a Christine de Pizan (Seulete sui, ed. Varty, 5, pág. 7), a Charles d’Orléans {Las/ Mort qui Va fait, ed. Champion, 14, 1, págs. 81-82 y el ciclo de composiciones á que dio lugar la muerte de su dama), a Franeois Villon (Testamento, w. 978 y sigs.), o al mismo Alain Chartier.
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, es su hora, la mía ha pasado. Fortuna me ha roto el arcón en que guardaba mi riqueza y los bienes que yo tenía desde mi mejor juventud.
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Amor gobernó mi sentido: si he faltado, Dios me perdone; mas, si hice bien, no me arrepiento, pues ni me dio, ni me quitó. Al morir la que más quería, murió a la vez todo mi bien. La muerte me colocó el hito donde mi corazón no llega».
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Tal pensamiento iba soñando a caballo por la mañana, tanto que ya no estaba lejos
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del sitio en el que cenaría. \ 40. La Fortuna es otro de los temas recurrentes de la poesía del siglo XV; su origen se encuentra en Boecio y su presencia se da en casi todos los autores de la Baja Edad Media. Véase C. S. Lewis, La imagen del mundo, Barcelona, Antoni Bosch, 1980 y Siciliano, Vilion, págs. 281 y sigs., y para el caso concreto de Alain Chartier, J. M. Ferrier, «The theme of Fortune in the writings of A. Ch.% en Medieval Miscellany presented to E. Vinaver, Manchester-Nueva York, 1965,124-135. 49. Aparentemente resulta contradictorio «ir soñando un pensamien to*; sin embargo, la tradición que remonta a los comentarios de Macro bio al ciceroniano Sueño de Escipión (y que sigue el camino trazado por Artemidoro en el s. I d. J. C.), señalaba la existencia de cinco variedades de sueños: somnium, visio, oraculum, insomnium y visum (o fantasma); las tres primeras clases sirven para predecir el futuro, y obviamente no interesan en este caso; el insomnium se centra en las preocupaciones cotidianas, sean del tipo que sean (amorosas, laborales, etc.): parece cla ro que el poeta era víctima de esta modalidad de no-sueño. Véase Lewis, La imagen del mundo, págs. 48-49. 52. la obra se divide en dos partes claras: una ocupa hasta la cena, durante el viaje a caballo del poeta; la otra se desarrolla después de ce nar. Del mismo modo, se puede señalar que el tono lírico se identifica
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Y cuando acabé mi camino y pensaba tomar albergue, oí, pura casualidad, ministriles en un vergel. viii
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Me mantuve con todo el gusto en un lugar tranquilo, oculto. Mis buenos amigos, sinceros, al saber que había llegado, vinieron y tanto porfiaron, mitad fuerza, mitad con ruegos, que por nada pude evitar que me llevaran a la fiesta. Al entrar fui bien recibido por las damas y las doncellas y por ellas bien acogido, que todas son buenas y hermosas, y gracias a su cortesía allí me estuve todo el tiempo entre gratas palabras nuevas y en muy agradable compañía.
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con la primera parte, mientras que el diálogo abarca el tiempo de des pués de la cena. 56. Los ministriles era músicos vinculados a un lugar fijo (corte o ciu dad); generalmente poseían más cultura que los juglares y gozaban de mayor respeto que éstos. Véase E. Faral, Lesjongleurs en Franceau Ma yen Áge, París, 1930 [reed. París, Champion, 1971], págs. 103*118; R. Menéndez Pidal, Poesía juglaresca y orígenes de las literaturas románicas, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1957, págs. 15-16. 64. El contraste entre la tristeza del mundo interior y la alegría del exterior sirve para realzar el tono afectivo. En todo caso, es un tema fre cuente en tos poetas de corte, que empieza a perfilarse en la obra de Machaut, adquiere cierto desarrollo en Christine de Fizan y se convierte en auténtico soporte del lirismo de Alain Chartier. Véase Poirion, Le Poéte et le Prince, págs. 265 y sigs. 72. Damas y doncellas corteses, de buenas palabras y grata compañía: casi todos los elementos esenciales de un Ideal de vida transmitido por los trovadores provenzales y adoptado en el Norte de Francia: la corte es un centro de educación y buenos modos, refinamiento de costumbres, LA BELLA.- 4
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* Prepararon comida y mesas, todas las damas se sentaron y cuando estaban ya en su sitio, los más agradables sirvieron. Hubo quienes vieron entonces en el séquito que allí había a sus jueces, sin revelar que estaban presos en sus lazos. Vi uno entre todos los otros que sin cesar iba y venía pensativo, como aturdido, era poco el ruido que hacía. Bien contenía su semblante, mas el deseo le pasaba la razón pues la miraba mucho, algunas veces sin motivo. Se esforzaba en estar contento pero su gdzo era fingido; su corazón forzaba el canto no por placer, sino por miedo,
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importancia del amor, gusto por el lujo, conversación adecuada (gene ralmente sobre temas amorosos también), alegría, generosidad... Véase Frappier, Amour courtois et Table Ronde, cit., págs. 1-41; y para la evo lución del término, G. S, Burgess, Vocabulairepré-courtois, págs. 20-34. 76, Normalmente es el senescal el encargado de servir la mesa en la corte del rey; le ayudan los jóvenes donceles de mejores modales y aspecto. 80. El sentido es claro: fueron muchos los que allí vieron a sus damas (jueces que les imponen penas), sin dejar de manifiesto que eran prisio neros suyos. 88. El perfecto enamorado debe subir cuatro escalones para lograr la consumación de sus propósitos; el primero de todos es el correspon diente al fenfoedor (en terminología provenzal, ‘fingidor’), situación en la que se encuentra el joven al que se refiere el poeta, que sólo se atreve a mirar a la dama, pero no osa dirigirle la palabra. Véase Andreas CapeUanus, De Amare, cap. VI, pág. 87. 92. Ya Andreas Capellanus establece como regla de todo buen ena morado que tiene que palidecer en presencia de la amada y que su co-
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y siempre un resto de pesar se enlazaba al son de su voz, volviendo a su primer estado como ave que canta en el bosque. xiii
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Los demás llenaban la sala, pero él mucho me parecía triste, flaco, blanco y pálido, y la palabra le temblaba. En nada era como los otros: iba de negro, sin divisa, . con aspecto de muy noble hombre que no tiene el corazón libre. Fingía festejar a todas, lo hacía y bien le iba, pero le oprimía a la vez Amor que le atacaba dentro
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razón debe estremecerse al contemplarla de repente (De Amore, reglas XV y XVI, pág. 363). Ése es el miedo que embarga al joven. 96. El canto amoroso del ave en el bosque o entre las hojas de los árboles en los vergeles es un tópico de la poesía lírica: son varias dece nas de poetas los que aluden a su melodía como signo de la llegada de la primavera y del despertar del amor. 100. la descripción del joven deja bien claro cuál es la enfermedad que padece: amor. La tristeza, la delgadez, el color blanco y su dificultad para hablar son los síntomas más conocidos; Alain Chartier describe con los mismos rasgos la Melancolía en el Traite de VEspérartce. . 104. El vestido muestra el dolor que sufre (aunque no sea por la pérdida de ningún ser querido); el luto se acompaña de colores negros, como se puede ver, por ejemplo, en la magnífica miniatura que repre senta el cortejo fúnebre de Carlos VI (muerto en 1422; Bibliothéque Nationale de París, ms. fr. 2691, fol. 11 r); Peire Vidal, no contento con vestirse de negro a la muerte del conde Ramón IV de Tolosa, mandó cortar orejas y colas a sus caballos, además de raparse la cabeza él y to dos los suyos y de no afeitarse la barba, ni cortarse las uñas durante el tiempo del luto. La divisa era el dibujo, la imagen visual, figurativa y simbólica (el cuerpo) de las invenciones o empresas caballerescas; el conjunto solía tener, además, un lema escrito con referente personal o familiar (alma, mote o letra). Véase F. Rico, «Un penacho de penas», en Texto y contextos, Barcelona, Crítica, 1990, págs. 189-230.
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« por su dama, a la que veía, y que distinguí claramente por la mirada que ponía en ella con tanto pesar. xv
Con frecuencia volvía el rostro para mirar a otros lugares, y mientras tanto, de reojo miraba donde más le agradaba. Aprecié el curso de sus ojos con penacho de humildes ruegos, y entonces me dije: «Por Dios, tales fuimos como sois vos».
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116, Un conocido proverbio recoge la misma idea (La ou est Vamour si est Voeil, «Donde está el amor está el ojo»), y son numerosos los textos literarios que dan cabida al proverbio. Véase E. Schulze-Busacker, Proverhes et expressions proverbiales dans la littérature narrative du Moyen Ágefrangais. Recueil et analysq, París, 1985, n.° 1020. 118. Desde los ojos dei enamorado ha salido una flecha disparada, cu yas plumas estaban formadas por humildes requerimientos. Naturalmente, se trata de una flecha de amor. La flecha sale de los ojos porque éstos son la aspillera o tronera del cuerpo, con lo que se establece —-además— una clara relación entre ojos», «espejos» y «aspillera» (esta palabra procede del latín specularia Vidrios de ventana’); escritores como Bemart de Ventadom, Chrétien o Guillaume de Lorris participan de esa idea. Véase J. Rubio Tovar, «La mirada, el espejo y el amor: algunas huellas de las teorías ópti cas griegas y de las -perspectivas» medievales en Cliges de Chrétien de Troyes», en Actes del Simposi internacional defilosofía de l’Edat Mitjana (VichGerona, 11-16 de abril 1993). También forman parte de la tradición las plumas alegóricas de las flechas: en el Román de la Rose (w. 935 y sigs.) Douz Regart (‘Dulces Ojos’) lleva saetas llamadas Belleza, Sencillez, Fran queza, Compañíá y Buena Cara, y también otras: Orgullo, Villanía, Ver güenza, Desesperación y Mudanza en el Pensamiento. Para la utilización del tópico de los ojos en provenzal, véase G. Sansone, La poesía delVantica Provenm. Testi e storia dei Tmvatori, I, Roma, 1993, págs. 174 177 y 192-197; bastará recordar que Peire Vidal escribe «... paus mon cor voluntos / ais mils cairel» qu’ab sos bels olhs mi lansa» Oan, 34-35), y en otra pcasión «E.m fier al cor ses falhensa / ab un cairel de plazensa, / fabregat el foc d’amor, / teroprat de doussa sabor» (XXXV, 21-24). 120. Resultan enigmáticas estas palabras que se dice el narrador y que plantean algunos problemas, dejando al margen la habitual melancolía:
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Mientras tanto, se retiraba para reafirmar su conducta y con ternura suspiraba por el doloroso recuerdo. Reemprendía su actitud luego y volvía a servir la mesa. Pero a juzgar por su semblante, fue lamentable el entremés. Después de cenar se dispuso a bailar cada cual con una, y bailó el triste enamorado ya con una, ora con otra. A todas puso buena cara. Siempre iba siguiendo su tumo y siempre volvía a la misma, que le importaba más que nadie. / . Para mí que escogiera bien
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en primer lugar, la utilización del plural puede significar que el narrador (con plural mayestático) estuvo tan enamorado como el joven (al que trataría de vos, en segunda persona del plural); si fuera así, quizás el re sultado es relativamente optimista, pues llevaría a pensar que, a peáar de todos los obstáculos, consiguió el amor de su dama. Pero también puede ser que el plural sea utilizado para designar a las dos parejas formadas por el narrador y su dama y por el joven y la suya: en este ca so, los dos hombres se igualan en el sentimiento desgraciado, en el amor no córrespondido. De ser así, se podría establecer lina identifica ción entre el luto del joven y el del narrador (al que se le había muerto la dama, y que, además, representaba el propio yo de Alaiñ Chartier): los distintos personajes masculinos de la obra no serían otra cosa, pues, que distintos aspectos de la personalidad de su autor. 126. De acuerdo con lo que nos ha dicho el autor en el v. 76, era uno de lós más «agradables», y por eso servía la mesa. 128. El entremés es un tipo de diversión que se desarrolla a lo largo de los banquetes; junto con el momo se convierte en la base de lo que será el teatro breve de finales del siglo XV y del XVI. Véase E. Asensio, Itinerario del entremés, Madrid, Gredos, 1971; id.> *De los momos corte sanos a los autos caballerescos de Gil Vicente», en Estudios portugueses, París, Fund. C. Gulbenkian, 1974. *
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54 • entre las que allí vi entonces si en el corazón se fijara como en la belleza del cuerpo. Quien crea sin más los mensajes de sus ojos, sin esperanza podría morir de mil muertes antes de lograr su deseo. XDC
Nada le faltaba a la dama de ninguna de las maneras* Tenía todas las virtudes para el corazón amoroso: joven, gentil, lozana y viva, actitud firme y decidida, dulces palabras, buenas formas, abanderada por Pudor.
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144. El error del enamorado ha sido no tener en cuenta los sentimien tos de la dama; la belleza de su cuerpo o la dulzura de su mirada no eran invitaciones al amor: los ojos se limitaban a ser espejos del alma, según la tradición platónica que tuvo acogida entre los filósofos de la Escuela de Chames. La crueldad de la hermosa dama se muestra con las mismas características en el pébat de réveille-matín, del propio Alain Chartier (v. 120). La idea de la traición de la dama (o de la equivocación del enamorado) ya se encuentra en Peire Vidal: «Mas am leis que.m trahic / cePora qu’eu la vio* (XXXVIII, 57-58). 149. Los mismos adjetivos en encuentran en el verso 85 del Voir-Dit de Machaut, y no debe considerarse una simple coincidencia, pues Alain Chartier cita a su predecesor en el Débat de réveille-matin y retoma las palabras del propio Machaut en uno de los motetes (Hareu! hareu! le feu, lefeu, lefeu/ d’ardent désir, qu’ainc si ardant nefu), reelaborándolas en un rondeau (Au feu! au feu! au feu! qui mon cuer art). 152. La dama —como la del Débat de réveille-matin— reúne todas las virtudes que la hacen digna de ser amada, según los cánones del amor cortés, y que en definitiva encaman un ideal femenino en el que predominan aspectos abstractos, procedentes de una educación adecuada o relacionados con una determinada forma de concebir el amor (véase Frappier, Amour courtois et Table Ronde, págs. 1-41). El tópico exige que la dama se comporte con reserva, con castidad (es el significado del provenzal «carestía» y del francés «se teñir chiere») y la idea es recogida por Alain Chartier al colocar todas las virtudes de la dama bajo el estandarte de -Pudor» (Danger), y de ahí mi traducción; en efecto, Danger es un término
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De aquella fiesta me cansé, pues el gozo atormenta al triste, y salí fuera del tumulto y me puse tras una parra bien llena de abundantes hojas y trenzada con verdes sauces: nadie a través de la hojarasca espesa me podría ver. El enamorado a su dama llevaba a bailar en su tumo; luego volvían a sentarse en un prado verde, a la vuelta. No había nadie alrededor, solos estábamos allí y apenas había otro estorbo que la parra que m e ocultaba.
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/ de una extraordinaria riqueza de significados: ‘poder*, ‘disfrute’, ‘dominio’, ‘libre albedrío’, ‘autoridad marital’, ‘prisión’, ‘ataque’, ‘insulto’, ‘rechazo’, ‘re sistencia’,.. El significado varíá de texto a texto y de autor a autor; en el Román de la Rose de Lorris (w. 2809 y sigs.) representa un sentimiento de la amada, que intenta alejar al enamorado, igual que los soldados defien den la fortaleza asediada (véase C. S. Lewis, Vallegoria d ’amore, apéndice H); para Charles d’Orléans Dangier está cargado siempre de connotaciones negativas (véase N. L. Goodrich, Charles d’Oriéans. A Study ofThemes, Gi nebra, Droz, 1967, págs. 77 y sigs.), y René d’Anjou {Cuer d’Amour espris) mantiene esa vertiente negativa. 168. No es la única vez que Alain Chartier comete la indiscreción de escuchar conversaciones ajenas y contarlas: el Débat de réveille-matin es el diálogo mantenido entre dos amigos sobre asuntos amorosos; pero tampoco en esta ocasión puede considerarse a nuestro poeta como un innovador, pues una notable lista de autores igualmente in discretos (Béroul, Chrétien, Marie de France, Chaucer, etc.) le da cier ta aceptabilidad a su actitud (A. C. Spearing, The Medieval Poet as Voyeur. Secrecy, Watching and Listening in Medieval Love-narratives, Cambridge, UP, 1993). En todo caso, Chartier sigue el modelo esta blecido en el Jugement dou Roy de Bebaingne, de Machaut, que cons tituye el ejemplo seguido por gran parte de los debates de los siglos XIV y XV (véase P.-Y. Badel, «Le Débat», en D. Poirion (dir.), La littérature frangaise aux XíVe et XVe siécles (Grundriss der romanischen Literaturen des Mittelalters, vol. 8), t. 1, Heidelberg, 1988, 95-110).
Alain Chartier
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. Suspiraba el enamorado — el más cercano, más desea— , y el mucho dolor que arrastraba ni lo callaba, ni decía. Junto a su médico sufría y alejaba su curación. A quien se quema lo peor es estar cerca del tizón. Le crece el deseo en el cuerpo y le oprime el temor y el miedo y por poco no se estremece al sentirse acosado de ambos. Frena al miedo, echa al deseo; a uno expulsa, al otro reprime. No es poca la huella que muestra por tal guerra en su corazón. Se esforzaba mucho en hablar, pero el miédo se lo impedía, y al fin forzó a su corazón después de esperar mucho tiempo. A la dama sse dirigió y en voz baja dijo llorando:
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169. Los suspiros amorosos también constituyen un tópico de la poe sía lírica, que, como tal, tiene abundantes testimonios; recordaré ahora sólo a Peire Vidal: «Deis olhs vos plor e del cor vos sospir, / quan mi membra vostre cois avinens / e.l dous parlars e la cara rizens» (XXX, 6 8), aunque podría haber aducido ejemplos de Bonagiunta da Lucca, Cavalcanti y otros muchos. 170. Un proverbio recogido en algunos textos medievales dice: «Uno desea la muerte ajena, teniendo cerca la suya» (SchulzeBusacker, Proverbes et expressions proverbiales, cit., n.° 2353). Es po sible que Chartier tuviera en mente el proverbio, del que habría rete nido el verbo «desea», y la idea de proximidad habría dejado al campo de las connotaciones la idea de la muerte, que erainnecesario expre sar dado el tono general del texto y la gravedad de laenfermedad del enamorado. 190. El desdichado joven abandona el primer grado en la escala amo rosa al suplicar a la dama, y pasa a convertirse en pregador Csupli-
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El enam orado «En mal día me amaneció, señora, cuando os conocí*.
Item el enam orado xxv
«Padezco un dolor que me abrasa, por el que muero por quereros, mientras veo que no os importa y no queréis pensar en ello. Mucho menos que indiferencia os causa cuando yo os lo cuento, aunque ni os hará valer menos, ni perder la honra, o afrentaros».
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cante’). Termina la narración y comienza el diálogo, lo que supone un cambio de protagonista, dada el empleo del estilo directo. Salvo en es tas estrofas iniciales, a cada'tumo de conversación corresponden ocho versos, una estrofa completa. 192. La maldición del día de nacimiento por haber conocido a la da ma es frecuente entre los enamorados no correspondidos, y abunda de forma especial en la lírica gallego-portuguesa: sirvan de ejemplos Cecco Angiolieri (?), «Maladetto e distrutto sia da Dio» (G. Contini, Poeti del Duecento, II, Milán-Nápoles, [s.a.], pág. 388) y los peninsulares Estevam da Guarda, Ayras Engeytado, Don Denis, Don Vasco Gil o Pero Garcia d’Ambroa. 193. También es tópico el amor que abrasa. Amaut Daniel («D’amor mi pren penssan lo fuocs», XIII, 8), Bemart de Ventadom («c’anc no.m gardei, tro fui en mei la flama, / que m’art plus fort, no.m feira focs de fom», IX, 11-12), Sordel, Folquet de Marselha, Guilhem Ademar, Guillem de Cabestany, Peire Vidal, Amaut de Maruelh y otros muchos trovadores y poetas dicen haberse quemado con la llama de amor. La antorcha es uno de los atributos de Cupido en la iconografía clásica, de los vicios camales en la literatura alegórica cristiana (así aparece Libido-Lujuria en la Psycbomachia de Prudencio) y de Venus en el Román de la Rose* Véase C. Alvar, «Oiseuse, Vénus et Luxure: Trois Dames et un miroir», Romanía 106 (1985), 108-117. 200. Una de las mayores preocupaciones de los poetas medievales (y con ellos, de los enamorados, pues amor e inspiración poética son con comitantes) fue la de expresar la sinceridad de sus sentimientos y la pu reza o licitud de sus intenciones (N. G. B. de Fernández Pereiro, Origi nalidad y sinceridad en la poesía de amor trovadoresca, La Plata,
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Item el enam orado xxvi
«¡Ay! ¿Por qué os molestá, señora, que un noble corazón os quiera y que con honor y sin falta vuestro sea y así me tenga? En recompensa nada os pido: mi voluntad está sujeta a vuestro deseo, no al mío, para serviros libremente».
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Item el enam orado xxvii
«Puede ser que yo no merezca vuestra gracia por mi servicio; permitidme al menos que os sirva sin merecer vuestro desprecio. Serviré en todo, sin faltar, y mantendré mi lealtad: para eso me hizo merecer Amor ser vuestro servidor».
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Instituto de Filología, 1968). En algunos casos, el fingimiento da buenos resultados: basta con declararse enamorado para que la dama caiga en brazos de un mediocre seductor; ya lo decía Adam de la Halle (E, las, i ríest mais ñus ki aint; segunda mitad del s. XIII), y la idea se mantiene con el paso del tiempo, pues el caballero Geoffroi de La Tour Landry advierte a sus hijas del peligro de las palabras Uivrepour Venseignement de ses filies, 1371); los textos pueden aumentar sin dificultades, con pa dres, hermanos, maridos, amantes y amigos que defienden la honra de las mujeres y se preocupan por el honor de sus damas. Para otros datos, véanse C. Alvar, *Li occbi in prima generan l'amore», págs. 9 y sigs.; Huizinga, Otoño, cap. IX. 216. Son muchos los trovadores que imploran compasión a su dama: Rigaut de Beibezilh, Bemart de Ventadom, Peire Vidal, Amaut de Maruelh, Aimeric de Belenoi, Folquet de Marselha, Elias Barjols, etc. Toda la estrofa descansa sobre un continuo juego de palabras, que da lugar a distintas figuras retóricas, que no he podido mantener en la traducción; en rima aparecen: desserve, servir, serve; desservir, desservir, observant, asserviry servant; en interior de verso se encuentra, además, serviray (v. 213). Para el sentido del servicio amoroso, véase la nota al verso 278.
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El au tor XXVIII
Cuando así lo oyó hablar la dama, al punto respondió en voz baja, sin mudar color ni deseo, pero con una gran mesura.
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La dam a «Señor, ¿tan loco pensamiento no os abandonará jamás? ¿No pensáis de ninguna forma dar paz a vuestro corazón?».
El enam orado XXIX
«Nadie podría darme paz sino vos que iniciasteis la guerra al escribinjie vuestros ojos la carta con el desafío
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220. La frialdad de la dama va a ser el rasgo más destacado de sus intervenciones, junto con el realismo, que contrasta violentamente con la idealización del enamorado; la inmutabilidad de la dama, «que no cambia color», era una provocación para quienes aún se mantenían en las doctrinas del amor cortés, y alguno de los detractores de la obra, como Baudet Herenc (Parlement d ’Amours, estr. 15), hace qué la prota gonista se ruborice como el fuego» al ser llamada en público. 224. Las dos preguntas de la dama van a ser los temas recurrentes en sus respuestas, mientras que él enamorado insistirá continuamente en la sinceridad y pureza de sus sentimientos. Baudet Herenc (Parlement d’Amours, estr. 21), uno de los poetas que participan en la «querella» del libro, censura las palabras de la dama, interpretando que el enamorado no puede haber buscado la guerra contra su propio corazóñ. A lo largo del diálogo va a ser frecuente que unas estrofas se unan a otras mediante el recurso que consiste en repetir una o varias palabras del último verso de la estrofa anterior al comienzo de la siguiente (técnica que en terminología provenzal se denomina de coblas capfinidas)\ tal es el caso de «paz» en los w . 224 y 225. 228. La carta de desafío (la lectre par quoy deffier me feistes) era un documento de ruptura de relaciones entre caballeros, lo que les permitía atacarse sin previo aviso, con lo que nadie podría acusarles de atacar a traición, por ejemplo. Son muy numerosas las cartas de este tipo (cartas
Alain Chartier
60 y al mandar a Dulce Mirada que fuera heraldo de aquel reto con el que vos me prometíais, al desafiarme, gran confianza».
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La dam a xxx
«Muchas ganas de sufrir tiene y mal guarda su corazón quien, frente a una sola mirada, no cuida su paz y su gozo. Quienquiera que os mire, yo u otra los ojos son para mirar. En modo alguno me preocupo, y a quien le duela, que se cuide».
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El enam orado . xxxi
«Si alguien hiere a otro por ventura, por culpa del que ha sido herido, aunque en justicia nada debe, bien que siente pena y tristeza. Y si la Adversidad o Fortuna no han sido la causa del daño,
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de batalla y carteles de desafío) que se han conservado; se pueden leer algunas en Cartas de batalla (ed. de A. Orejudo. Barcelona, PPU, 1993), donde se recoge la versión castellana del siglo XV de una carta de desa fío de Charles d’Orléans a Jean de Bourgogne (1411); véase, además, Lletres de batalla. Cartells de deseixements i capítols de passos d'armes, ed. de M. de Riquer, 3 vols,, Barcelona, Barcino, 1963-68. 229. Dulce Mirada es la compañera inseparable de Amor: los tratadis tas y escritores medievales señalan incesantemente que el amor llega a través de los ojos y de la mirada iOculi sunt in amore duces, decía Properdo, II, 15,12); tal idea se encuentra en Andreas Capellanus (De Amore, 1 ,1), y autores como Chiétien (Cligés, w . 690 y sigs.), los trovadores Sordel y Aimeric de Belenoi o Guillaume de Lorris (Jtoman de la Rose, w . 904 y sigs.), defienden los mismos principios. 238. Frente a toda la tradición cortés, las palabras de la dama son un choque lleno de realismo, que no pasó inadvertido a detractores de la obra como Baudet Herenc (Parlement d ’Amours, estr. 27).
La bella dama despiadada
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mas vuestra hermosa juventud, ¿por qué os lo tomáis a desdén?».
La dam a xxxii
«Contra vos desdén o desprecio no he tenido nunca ni quiero, tampoco odio ni gran amor, ni pretendo vuestra amistad. Pero si acaso consideráis que un poco puede ser muy grato, y vos os queréis engañar, no seré yo quien quieta hacerlo».
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El enam orado xxxiii
«Quienquiera que sea la causa, el pensamiento no me engaña y Amor así m e ha perseguido que al final caí en vuestros lazos y puesto que tal me ocurrió de quedar a vuestra merced, el caer fue mi gran desgracia: quien pronto muere, poco sufre».
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La dam a xxxrv
«Tan agradable enfermedad nunca llevó a nadie a la muerte, pero conviene que se diga
265 .
248. El término «desdén» sirve de unión entre las dos estrofas (coblas capftnidas). 256. Estáis palabras de la dama también tuvieron eco en algunos de los participantes en la querella del libro; así Baudet Herenc (JParlement d’Amours, estr. 30) y Achille Caulier {La cruelle femme en Amour, estr. 64) se sorprenden ante la acusación que hace la dama al enamorado de querer engañarse. 260. Reaparecen los «lazos» que apresan a los enamorados; cf. v. 80.
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62 para alcanzar antes la cura: uno se queja y se lamenta sin tener un gran sufrimiento; y si el amor tanto importuna más vale que sólo uno sufra».
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El enam orado xxxv
«¡Ay! Señora, valdría más, para quien es cortés y bueno, hacer de un triste dos felices antes que acabar con el triste. No tengo otro afán ni deseo más que mi servicio os agrade,
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268. De nuevo, el realismo en la respuesta de la dama; y, como era previsible, la reacción airada de Baudet Herenc (JParlement d ’Amours, estr. *34); pero la tradición lírica está tan llena de muertes por amor, que en alguna ocasión los poetas dan lugar a las burlas por sus continuas «resurrecciones» (es el caso del gallego-portugués Roy Queimado, objeto de las sátiras de Pero Garcia Éurgalés; cf. C. Alvar y V. Beltrán, Antolo gía de la poesía gallego-portuguesa, Madrid, Alhambra, 1985, n.° 63). Entre los autores que «murieron de amor» al menos una vez se encuen tran trovadores como Perdigón, Elias Barjols, Aimeric de Belenoi, Amaut de Maruelh, Sordel, Peire Vidal, Bemart de Ventadom y otros muchos. 272. Reaparece el recurso de las cohlas capflnidas a través de las construcciones con el verbo valer. 278. Desde el momento en que se establece un paralelismo entre la relación amorosa y los vínculos vasalláticos, el enamorado-vasallo se convierte en servidor de la dama-señora feudal, y así le presta el auxilium y consilium correspondientes; amar se convierte en sinónimo de servir. No extraña, pues, la abundancia de trovadores y poetas que alu den a ese servicio que cumplen con lealtad (Guilhem de Montanhagol, Elias Barjols o Sordel), con todas sus fuerzas (Bemart de Ventadom, Pei re Vidal, Raimbaut de Vaqueiras y Amaut de Maruelh), con el más inten so deseo, sin otros pensamientos y sin otras damas, desde tiempos re motos, por encima de cualquier pretensión de enriquecimiento y sin propósito de cambiar de dama; así, el enamorado se siente superior a los demás (vale más que ellos) y se siente alegre, purificado y más rico que los reyes. Naturalmente, el servicio amoroso tiene efectos contradic torios, pues también da penas, dolores y tristeza, pero ésos son los sa crificios y sufrimientos necesarios para obtener la recompensa que me-
La bella dama despiadada
63
y cambiar —sin faltar en nada— dos placeres por un disgusto».
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La dam a xxxvi
«De amor no busco pena o gozo, gran esperanza o gran deseo, y vuestros males no me placen, ni miro por vuestra alegría. Escoja quien quiera escoger.
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Soy libre y libre quiero estar, sin soltar mi corazón
para que otro sea su dueño». El enam orado x x x v iii
«Amor, que parte pena y gozo, libró a las dajnas de servir y les otorgó^ además, dominio y libre señorío.
Los servidores sólo obtienen de provecho poder seguir. El que una vez rinde homenaje, muy caro paga su rescate».
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rece todo buen servicio; y, como cualquier relación, está amenazado por los envidiosos y maldicientes... 288. La declaración de libertad y el deseo de independencia de la. dama son uno de los aspectos más destacados de la obra, y no pasaron inadvertidos a los detractores: Baudet Herenc (Parlement d’Amours, estr. 39) y AchiUe Caulier (La cruellefemme en Amour; estr. 45) censuran a la dama y al autor de la obra. Sin embargo, no hay que pensar que se trata de ideas revolucionarias de Alain Chartier. Jean de Meun no siente reca to en propugnar que la continencia no es una virtud CRomán de la Rose, w. 19569 y sigs.), siguiendo algunas de las ideas de Bernardo Silvestre, Alain de Lille y de la Escuela de Chartres. 296. Toda la estrofa abunda en terminología feudal: «librar de servi cio», «dominio y libre señorío», «rendir homenaje», «pagar rescate». Es bien sabido que el amor cortés se expresa con la misma terminología con la que se expresan las relaciones entre señor feudal y vasallo. Véase F. L. Ganshof, El feudalismo, Barcelona, Ariel, 1974 y M. de Riquer, Los tro-
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La dam a xxxviii
«No son las damas tan creídas, tan ignorantes ni tan locas, que por agradables mentiras confitadas con bellos dichos — en los que tenéis buena escuela para que crean maravillas— cambien al punto su opinión: bellos dichos, oídos sordos».
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El enam orado xxxix
«Ningún charlatán que se empeñe con sentidos, estudio o esfuerzo es capaz de hacer tan gran llanto como quien padece el dolor. Quien se queja sin padecer, tapa apenas su fingimiento, mas la mente de dolor llena con obras prueba sus palabras».
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La dam a xl
«Amor es cruel halagador,
vadores. Historia literaria y textos, 3 vols., Barcelona, Planeta, 1975, vol. 1, págs. 77 y sigs. 300. Sobre el peligro de las palabras falsas y de la falta de sinceridad en los sentimientos, véase la nota al v. 200. También aquí Baudet Herene iPariement d’Amours, estr. 43) expresa sus quejas. 305. En la traducción sigo el texto editado por Laidlaw, que recoge la forma jangleur (‘hablador’, ‘maldiciente’, ‘charlatán’), aunque una familia de manuscritos presenta la variante jongleur juglar*, que me parece más lógica por el sentido de la frase. 306. En realidad, el charlatán (juglar) tendría que aplicarse con las tres potencias de su alma: entendimiento, voluntad y memoria. Aunque los juglares tenían fama de habladores y mentirosos, todo parece indicar que aquí se trata de una cuestión de técnica o de habilidad para la imi tación de la realidad; en definitiva, de mimesis.
La bella dama despiadada duro en obras, dulce en mentiras y sabe vengarse de quienes piensan conocer sus secretos. Les obliga a que le reciban presentándose como amigo, mas si por caso se arrepienten, entonces muestra su fiereza».
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El enam orado xu
«Ya que Dios y Naturaleza han puesto tan alto el amor, tanto es más duro su aguijón y desagradable su ausencia: poco importa el calor sin frío; lo contrario a uno, otro lo busca. Nadie sabe el valor del placer si con dolor no lo conquista».
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314. Estas palabras dirigidas contra Amor fueron consideradas como un insulto por parte de los detractores de la obra: Baudet Herenc ([Parlement d’Amours, estr. 50), Achille Caulier (la cruelle femme en Amour, estr. 69) o los Erreurs du Jugement (v. 652) muestran su desa probación; sin embargo, el anónimo autor de la Dame léale en amours (estr. 89) resta importancia a estas palabras, pues en definitiva la dama estaría defendiéndose y encubriendo la existencia de otro amor. 318. Literalmente: «con una entrada de cariños creo que Laidlaw está en lo cierto al traducir este verso (ed., pág. 464) «By being at first endearing», y así lo adopto. ‘ 321. La personificación de Naturaleza se remonta a Estado (finales del s. I d. J. G); a lo largo de la Edad Media adquirió unas características cada vez más definidas, gracias a Bernardo Silvestre, a Alain de Lille y a la Es cuela de Chartres; la Naturaleza, en todo caso, es humilde servidora y dis típula de Dios: sólo Dios hace obras perfectas, mientras que su alumna —según Alain de Lille — crea obras imperfectas. La alusión de Alain Char tier destila recuerdos del Román de la Rose (w. 19569 y sigs.) y, por ende, del Planctm Naturae de Alain de Lille. Véanse E. R. Curtius, Literatura eu ropea y Edad Media latina, México, FCE, 1948, cap. VI; G. D. Economou, The Gúdnm Nature in Medieval Litemture, Cambridge, Harvard UF, 1972, P. Dronke, «Bemard Silvestris, Natura and Personification», Journal from the Warburg and Courtauld Institutes 43 (1980), 16-31. LA BELLA.- 5
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<5¡S
La dam a xlh
«El placer no siempre es igual: os es dulce lo que a mí amargo. No podéis vos, ni ningún otro, a vuestro grado hacerme amar. Nadie debe llamarse amigo si no es de todo corazón, que a fuerza quebrar no se puede una voluntad franca y libre».
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El enam orado xlid
«¡Ay! Señora, no quiera Dios que ningún derecho pretenda más que mostraros mi disgusto y requerir vuestra m erced. Y si afectara a vuestro honor, Dios y Fortuna me confundan y no me permitan lograr un solo gozo en este mundo».
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La dam a xuv
«Vos, y los que como vos juran, os condenáis y maldecís sin cuidar que duran los votos cuanto se tarda en pronunciarlos, y Dios y los santos se ríen,
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334. Literalmente: -Nadie debe llamarse amigo, si no es de corazón antes que de libro»; es decir, son más importantes los sentimientos del corazón que lo qu« se pueda aprender mediante un libro. 344. La estrofa repite la misma idea que aparece en la estr. XXV (cf. nota al v, 200). El enamorado, después de haber invocado a Dios y Na turaleza en su intervención anterior, recurre ahora a Dios y Fortuna: Fortuna sería el otro apoyo de Dios (equivalente a la cristiana Provi dencia), encargada de distribuir los bienes exteriores (riqueza, belleza, fuerza, gloria, honor, etc.), y así la considera — entre otros — Santo Tomás de Aquino (Summa Theologica, 1 ,116,1). Véase, además, la nota al v. 40 y la bibliografía alU citada.
La bella dama despiadada que en tales votos nada hay firme y las pobres que de ellos se fían luego lloran muchas lágrimas».
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El enam orado xlv
«No tiene corazón humano quien busque causaros oprobio, y no merece que lo nombren o que aire ni tierra lo toquen. Fiel corazón y veraz boca son el castillo del perfecto, y quien ligero su fe tumba su honra abandona por la ajena».
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La dam a xlvi
«Pecho villano y cortés lengua en modo alguno son iguales, pero Engaño pronto los une y con maldad los empareja. Los de Falso Semblante arrastran su honra con sus palabras falsas: la honra está en el corazón muerta, sin ser plañida ni llorada».
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358. Por rara que pueda parecer la imagen, no es la única vez en la literatura medieval que se alude al castillo»: en la nota al v. 118 se acla raba la metáfora de los ojos» como «aspilleras»; un proverbio utilizado con cierta frecuencia en textos literarios es más explícito: «Bon chatel garde qui son cors garde» (‘Buen castillo guarda quien su cuerpo guar da’; véase Schulze-Busacker, Proverbes, n.° 270 y 1783). 365. Falso Semblante ya aparece en el Román de la Rose (y. 10429 y sigs.), donde personifica a la hipocresía, especialmente la de los predi cadores y religiosos en general; Jean de Meun a su vez era heredero de la figura creada por Rutebeuf. Véase M.-M, Dufeil, Guillaume de SaintAmour et la poUmiqm universitaire parisienne, 1250-125% París, Picard, 1972; D. Poirion, «Jean de Meun et la querelle de PUniversité de Paris: du libelle au livre», en Traditions polémiques; Cahiers V. I. Saúl* nier, 2, París, École Nórmale Supérieure de Jeunes Filies, 1985,9-19.
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El enam orado xlvji
«Quien piensa mal, no tenga bien; Dios dé a todos su recompensa. Mas, por Dios acordaos del gran dolor que he padecido; pues de mi muerte y de mi fin nada importa a vuestra dulzura, concediéndome vuestra gracia, seréis garante de mi vida».
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La dam a xlviii
«Ligereza y vana locura — que mejor es, cuanto más breve— os causan tal melancolía, pero es un mal que tiene cura. Dad tregua a vuestros pensamientos, que de jugar uno se cansa, Y o no os ayudo ni os molesto: si alguien no me cree, me da igual».
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El enam orado xu x
«Quien tiene halcón, aves o perros que le siguen, aman o temen,
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379. Melancolía es uno de los cuatro humores, producto de la bilis negra, que cuando predomina en la persona la hace «torcida, tétrica y poco locuaz. Pasa la noche estudiando, y su mente no se entrega al suefto. Se sujeta a un propósito, y cuenta con que nada se le escape. Envi dioso y triste, codicioso y agarrado, no acento de falsedad, apocado, amarillento» (JRegimen Salemitanum, cit. por R. Klibansky, E. Panofsky, F. Saxl, Saturno y melancolía, Madrid, Alianza, 1991, pág. 128, n. 146). Desde antiguo ios remedios que se daban a la melancolía se basaban en la moderación en la comida y bebida, en los viajes, en las conversacio nes alegres y en la práctica de todo tipo de ejercicios, a la vez que re comendaban el alejamiento de cualquier preocupación. La dama reco mienda al infortunado joven que dé tregua a sus pensamientos, buscándole de esta manera una solución, que enlaza con las sugerencias que ya le hizo en su primera intervención (w . 221-224).
La bella dama despiadada los estima y cuida mucho, y no los echa ni abandona. Yo tengo el pensamiento todo en vos, sin fingir ni cambiar, y soy mandado a lo más bajo y distante, com o un extraño».
69
390
La dam a l
«Si pongo a todos buena cara por honrarlos, y con nobleza, no me gusta hacerlo con vos, para evitaros mayor daño, Amor es tan poco prudente y de tamaña ligereza, que tom a pronto para sí hasta lo que nada le sirve».
395
400
/ El enam orado u
«Si por amor y lealtad pierdo lo que los demás logran, mi fidelidad vale menos que la de quienes van y vienen, que en ninguna cosa son vuestros. Parece que en vos haya muerto Cortesía, la que aconseja que am or con am or se consiga».
405
La dam a lii
«Cortesía es tal aliada de Honor, que la quiere y estima,
4io
396. Estas palabras de la dama también provocaron las iras de los de tractores^ pues suponían que la mujer era más condescendiente con to dos que con quien más lo merecía: véase, por ejemplo, Baudet Herenc, Pariement d’Amours, estr. 58. 408. Esta estrofa y la siguiente se pueden considerar capftnidas, a tra vés de «Cortesía*, aunque se trata de una forma irregular.
Alain Chartier
yo • que no desea atarse a nada ni por deber, ni por súplicas, y departe con buena cara donde le agradá y bien le place. Los galardones, recom pensas y ella no siempre van unidos».
4is
El enam orado LUI
«No voy buscando ningún premio, que estoy lejos de m erecer, yo pido gracia com o don, pues me faltan merced y muerte. Conceder el bien donde falta es cortesía razonable, pero es mejor dar a los suyos que ser amable con extraños».
420
La dam a \
ljv
«No sé qué es lo que llamáis ‘bien’; el mal pronto toma otro nombre: es generoso con el suyo quien, dando, pierde su prestigio; no se debe acceder si no cuando la petición trae cuenta, pues si no se mantiene la honra, poco será el valor del resto».
425
430
El enam orado lv
«Jamás nació hombre mortal, ni nacerá bajo los cielos, y no puede haber nadie a quien
435
417. La esperanza de recibir un premio como recompensa por el amor es tópico frecuente en la Urica cortés, y así se encuentra en tro vadores tan conocidos como Rigaut de Berbezilh, Peire Vidal o Elias de Barjols. El galardón podría ser un beso, como en el Román de la Rose (w. 2451 y sigs.). Véase, además, la nota ál v. 496.
La bella dama despiadada vuestra honra alcance tanto como a mí, que — joven o viejo -— no espero nada por serviros: pecho, sentido, boca y ojos no se ocupan en otro oficio».
71
440
La dam a lvi
«Bastante gran carga soporta quien guarda y conserva su honra, pero en peligros está y vive quien la deja en manos ajenas. A quien la honra pertenece no debe confiarse en otro, pues poco lo suyo retiene y pretende que otro lo guarde*.
445
El enam orado lvii
«Es tal la huella de vuestros ojos en mi pecho que, frente a todo, si tengo honor o lo pretendo, de vos me tiene que llegar. Fortuna ha querido que esté mi vida a vuestra merced presa, y así es justo que yo me acuerde de vuestra honra ante toda cosa».
450
455
La dam a lvii!
«De vuestra honra solo ocupaos, para emplear mejor el tiempo, y dejadme el mío sin más, no porfiéis en el error. Bueno es vencer y dominar un corazón loco, errado:
46o
456. Esta estrofa y la siguiente son capftnidas a través del término «honra».
Alain Chartier
72 más vale plegar que romper, y el tropiezo, que la caída».
El enam orado ux
«Pensad, mi señora, que desde que Amor mi corazón os dio él no podría, ni yo puedo, de otro modo obrar mientras viva; pues libre y franco os lo entregó, tal don no se puede abolir y espero lo que ocurrirá, que yo nada añado ni quito».
465
470
, La dam a lx
«Yo no tengo por entregado lo que se ofrece y no se acepta, pues tal regalo se abandona si el donante no lo retoma. Gran valor tiene el que se esfuerza en dar a quien todo rechaza,
475
466. No es la única dama que tiene el corazón del poeta, e incluso al gunos enamorados han llegado a descubrir el momento en que su cora zón se dirige hacia la dama; bastará recordar a Aimeric de Belenoi: «En vos se mes, e de me se partic / quan vos traixes la blanca man de.l guan, / e remas lai, mos cors, don’en lian, / rics e joyos, en vostra senhoria» (X, 15-18). Véase N. Scarano, «Fonti provenzali e italiane nella Uri ca petrarchesca», Studi di Filología Romanza 8 (1901), 250-360. 472. Los dos últimos versos de la estrofa recuerdan el final del Apo calipsis (22,18-20): «Si alguno añade algo a estas cosas, Dios añadirá so bre él las plagas escritas en este libro; y si alguno quita de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa, que están escritos en este libro. Dice el que testifica es tas cosas: Sí, vengo pronto.» Pero no hay que olvidar que la fórmula de ‘no quitar ni añadir nada’, procedente del Apocalipsis,>se convirtió en un lugar común en los prólogos de los traductores medievales. El enamora do -—de ser exacta mi conjetura— se considera digno de recompensa por no haber alterado nada.
La bella dama despiadada mas es muy discreto el que sabe marcharse, pues no pierde el tiempo».
73
480
El enam orado lxi
«No pensará que pierde el tiempo quien sirve a dama tan preciada, y si en eso mi tiempo gasto, nadie podrá considerarme de poco ánimo o despectivo si emprendo tal demanda a vos, con quien Amor ha iniciado de tantos buenos la conquista».
485
La dam a Lxn
«Si mi consejo escuchar queréis, buscaréis otra m ás discreta que quiera disfrutar de amor y vaya más según deseáis. Sin posible consuelo sufre quien de sí y de otro se ocupa, y pierde la partida siempre quien no sabe sacar el doble».
490
495
El enam orado Don
«El consejo que me habéis dado mejor se dice que no se hace: perdonadme si no lo creo, pues mi corazón es tan firme que no podría acom odarse
500
480. La expresión «pierde el tiempo» (en fr. muse) establece la rela ción entré estas coblas capflnidas. 496. El verso alude a un lance en los juegos de dados (para distintas modalidades de juego, puede vetse Alfonso X, Libro de axedreg, dados e tablas, ed. de A. Steiger, Ginebra-Zurich, Droz, 1941). Baudet Herenc {Parlement d ’Amours, estr. 63) considera inadmisible la actitud de la dama, que hará perder al enamorado todo su esfuerzo.
Alain Chartier
74
«donde no exista Lealtad. Y no me valen ya consejos, mas piedad y misericordia». La dam a dov
«Sabio es quien emprende locura si sabe y quiere salir de ella; mas le falta sabiduría si queriendo guiarla no puede; quien por consejos no abandona, Desesperación lo persigue y el bien que puede pretender es la propia muerte en la caza».
505
510
El enam orado lxv
«Mientras pueda, yo seguiré siempre que la vida me dure, y si muero siendo leal la muerte n© me pesará.
515
Aunque vuestra dureza me haga morir leal y dolorido, me será carga más ligera que vivir amándoos en váno».
520
La dam a lxvi
«Por nada conmigo os enfadéis. No soy con vos dura ni esquiva, pero no es justo que me tengáis ni por dulce, ni por amarga. Quien se busque el mal, se lo aguante:
525
504. El deseo de piedad es recurrente entre los trovadoresenamora dos, pues ladama, que es señora de sus cuerpos y corazones, con fre cuencia es demasiado cruel. Tomo el ejemplo de Peire Vidal Ge prenda.us en merces e chauzimens, / pos en vos es mos cors e mos talens», XXX, 23-24), aunque hay abundantes testimonios de Bemart de Ventadom, Rigaut de Berbezilh, Amaut de Maruelh, Folquet de Marselha, Elias Barjols y otros muchos.
La bella dama despiadada
75
no sabré dar otro consuelo, y no me preocupa aprenderlo. Quien lo quiera, haga la prueba*.
El enam orado lxvh
«Una vez tienen que probarlo todos los buenos por su cuenta y pagar la deuda de Amor que a los nobles pechos domina. Dice y cree Noble Querer que es gran dureza y menosprecio encerrar tanto un corazón que sólo un cuerpo sea su cárcel».
530
535
La dam a ixvm
«Sé de tantos casos, extraños que me es fácil recordar que allí la entrada es peligrosa y más todavía el regreso. Raro es que produzca algo bueno; por eso no quiero buscar un mal apenas agradable cuya prueba cuesta tan caro».
540
El enam orado lxix
«No tenéis razón al temer, ni sospecha que así os empuje
545
528. «Prueba» (essay) y -probarlo (essayer) establecen el punto de contacto de estas coblas capflnídas. 536. Otro tópico de la Urica cortés es la prisión de amor, que llega a convertirse en tema narrativo durante el siglo XV: el enorme éxito de la Cárcel de amor de Diego de San Pedro marca el fin de una época y de una estética. Entre los precursores podemos recordar a trovadores como Cercamon, Rigaut de Berbezilh, Bemait de Ven¿adom, Peire d’Alvemha, Amaut Daniel, Peire Vidal, Elias Barjols, Perdigón, Amaut de Maruelh, Guilhem Ademar, Guillem de Cabestany, etc., y, naturalmente, el tema no podía faltar en el Saman de la Rose (w. 1882 y sigs.).
76
Alain Chartier . a alejarme y rechazarme, pues vuestra bondad ve y sabe que ya lo probé y aprecié, y a eso se debe mi lealtad. La larga espera y dura prueba no se puede esconder, se ve».
550
La dam a LXX
«Bien se puede llamar leal — y el nombre le va y le conviene quien mereciendo, disimula y conserva el bien que ha logrado Quien siempre insiste y requiere, ninguna lealtad demuestra, pues pretende y busca merced y la pierde cuando la encuentra».
555
560
El enam orado \
LXXI
«Si así mi lealtad se esfuerza en querer a quien no me quiere, y en pretender a quien me mata siendo amorosa mi enemiga, cuando Piedad, que está dormida, ponga a mi mal fin y término, el grato consuelo de amiga hará mi lealtad más firme».
565
La dam a LXXII
«Uno que sufre siempre piensa lo contrario que los alegres, y el pensamiento del enfermo es diferente al de los sanos. Bastantes son los disconformes pues el bien les hace sufrir y aleja la lealtad de ellos, por la que tanto suspiraron».
570
575
La bella dama despiadada
77
El enam orado Lxxm
«Entre todos sea abandonado por Amor, dejado y vencido quien no reconoce y olvida los dones de gracia y los bienes de su dama que así lo salva y lo lleva de muerte a vida. Quien se ensucia con tanta maldad se m erece más de una muerte».
580
La dam a LXXIV
«Tales daños no tienen corte ni juez a los que recurrir: unos maldicen, otros juzgan, pero nadie muere por ellos. Se les deja seguir su vía y volver a/em pezar peor otra vez y a tristes damas padecer, por culpa ajena, pena y daño».
585
590
El enam orado LXXV
«Aunque no se cuelgue o se queme al que com ete tal delito, estoy seguro, aunque tarde, de que al final tendrá algún daño y perderá el honor y el bien, pues Falsedad es tan maldita que nunca llegan grandes honras a aquel en quien ella habita».
595 .
600
La dam a LXXVI
«No es muy grande el miedo que tienen los que defienden y aseguran que lealtad no lleva dicha a quienes la mantienen mucho; sus corazones van y vuelven
6o5
78
Alain Chartier pues bastante les suplicaron y enseñaron — así aprendieron— a cambiar cuando son amados».
El enam orado LXVn
«Cuando el corazón puesto está en un sitio bueno y leal, se debe ser sincero y firme para siempre, sin abandono. Apenas el Amor se aleja, la gran felicidad se marcha. No se marchará por mi culpa mientras mi alma lata en el cuerpo».
610
615
La dam a LXXVIII
«Por amar bien lo que amar debéis no podríais com eter falta; pero si faltáis en el deber, con obras'por demás ligeras, vos mismo os podréis censurar: tendréis en la razón ayuda, más que én una loca esperanza de socorro desesperado».
620
El enam orado LXXDC
«Razón, Parecer y Consejo por decreto de Amor se esconden; también yo acato ese decreto al que ninguno se rebela. Con Deseo están mezclados y enlazados con tal fuerza, ¡ay!, que nunca ya podré soltarme si Piedad no rompe los lazos».
La dam a ixxx
«Quien de sí mismo no es amigo
625
630
La bella dama despiadada es por todo amor relegado; si de vos no tenéis piedad, en piedad ajena no fiéis; mas, bien podéis estar seguro de que soy la misma que fui: no esperéis tener nada más, y aceptad de grado el rechazo».
79
635
640
El enam orado lxxxi
«Yo tengo mi esperanza cierta que en tal dama no faltará Compasión, pero está encerrada y deja a Pudor que me ataque: si ve que mi virtud decae por amar, saldrá de su encierro; así su retraso y tardanza para mi bien soportaré».
645
La dam a lxxxii
«Alejaos de esa intención, pues cuanto en ella más porfiéis, tendréis menos gozo y descanso y nunca alcanzaréis el fin; mientras mantengáis Esperanza, os sentiréis más estúpido, y así, al final os daréis cuenta que Esperanza nutre a los pobres».
650
655
634. Son muchos los tipos de amor, y todos se alejarán de quien no sienta estima de sí mismo; concretamente don Juan Manuel dice haber probado quince maneras de amor (Libro enfiniéo, cap. 25), aunque nin guna de ellas dfebe considerarse amor camal. 644. Para la traducción de Pudor (Danger), cf. la nota al v. 152. 656. He traducido chetis por «pobres», aunque el valor exacto es ‘des graciados’.
80
Alain Chartier
El enam orado Lxxxm
«Decid lo que os parezca bien, que tenéis poder para hacerlo, mas la Esperanza no os llevaréis por la que pasé tantos males. Pues si Naturaleza ha puesto, esforzada, en vos tantos bienes, cierto que no los reunió para dejar fuera a Piedad».
66o
La dam a lxxxiv
«Piedad debe ser razonable, para nadie perjudicial, a los pobres beneficiosa y al afligido no dañina; si una es con otro compasiva para ser cruel consigo misma, su compasión se hace desprecio, y el amor suyo, mortal odio».
665
670
El enam orado lxxxv
«Consolar al desconsolado no es crueldad, sino mérito; mas vos, de corazón tan dura, en tal cuerpo — si oso decirlo— merecéis censura y crítica por la crueldad, que mal os sienta, si Piedad, que da recompensas, no está en tan alto corazón».
675
680
661. Subyace la idea de que Naturaleza ha sido la creadora de la da ma (cf. nota al v. 321), pero ahí se equivoca el enamorado, pues la per fección sólo es atributo cjte Dios, como han sabido ver otros poetas (M.a R. Iida de Malkiel, «La dama como obra maestra de Dios», en Estudios sobre la Literatura Española del siglo XV, Madrid, Porrúa Turanzas, 1978, 179 y sigs.; véase, además, la bibliografía citada en la nota al v. 321). 668. «Afligido», literalmente: piteux, ‘dignos de compasión’.
La bella dama despiadada
81
La dam a lx x x v i
«iQuien de continuo dice amarme, si es que quiero hacerle algún caso, ¿debe someterme a crítica por no seguir su voluntad? Si yo acepto ese consuelo sería compasión sin tino y si después me arrepintiera ése mi galardón sería*.
685
El enam orado lx x x v ii
«¡Ay! Pecho más duro que mármol en que Piedad entrar no puede, más resistente que árbol grueso, ¿por qué mostráis tanto rigor? ¿Os place más verme pasar muerto aate vos, por vuestro gusto, que, manifestando piedad, alejar mi muerte que acecha?*».
690
695
La dam a lx x x v iii
«Vuestros propios males curad, que nada os pido de los míos y no os muráis para agradarme: por sanaros no enfermaré. No odiaré a mi corazón porque otro llore, ría o cante; pero procuraré, si puedo, que ni vos ni nadie presuma».
700 .
689. Literalmente, el verso es como sigue: «¡Ay! Corazón más duro que el negro mármol». Aún falta un siglo para que la literatura renacentista transforme en perfectos endecasílabos el verso, pero la idea es la misma. 704. Adhille Caulier (La cruellefemme en Amour, estr. 75) retoma casi literalmente los tres últimos versos de la estrofa. LA BELLA. - 6
Alain Chartier
82
El enam orado lxxxix
«Yo no soy ningún buen cantor y me van mejor los lamentos, pero yo nunca presumí y prefiero guardar silencio. Nadie se debe enamorar
705
si no puede ocultar su empresa:
710
el hablador no merece honra, pues su lengua lo desprestigia». La dam a xc
«Mala Lengua tiene gran corte, todos a maldecir se aplican; los falsos amadores ya obran como goliardos.
, 715
El más cauto quiere que digan que es por alguna rechazado: nada que un hombre cuente a dama debería ya ier creído».
720
El enam orado xci
«De unos y de otros hay y habrá, la tierra no es toda uniforme. De los buenos se verá el bien y de los malos la maldad. ¿Es justo, si unos deshonraron
725
713. Mala Lengua (Male Bouche) es personaje del Román de la Rose (w. 2819 y sigs.), donde es compañera de Vergüenza y Miedo. 716. Los goliardos eran clérigos de costumbres disolutas, amantes de tabernas, juego y mujeres; pero muchos de ellos fueron también grandes poetas en latín y llegaron a ocupar puestos importantes en la Iglesia de los siglos XII y XIII. Con el paso del tiempo pervivió la mala fama y el nombre se aplicó a mentirosos, embaucadores y a cuantos vivían al margen de las normas. Biaudet Herenc (Parlement d ’Amours,estr. 66) considera un insulto contra los enamorados que los incluyan en el gru po de la «goliardía*, mientras que el anónimo autor de La dame leale en amours (estr. 91) adopta una actitud mucho menos severa.
La bella dama despiadada
83
su lengua en vergonzosa afrenta, que al mismo tiempo se rechace con su bondad a los mejores?».
La dam a XCII
«Cuando los malos hablan mal hay que perdonarles la falta; mas quienes deben ser mejores y a los que Nobleza ordenó ser de mejores condiciones, son los que están más en el fango tras entregar su corazón a Poca Fe y Larga Lengua».
730
735
El enam orado XCIII
«Ahora me doy buena cuenta de que jobrar bien causa vergüenza, pues Piedad, Justicia y Derecho se van del pecho femenino. ¿Acaso hay que unir a todos, humildes sirvientes con falsos, hay que castigar a los buenos por el pecado de los malos?».
740
La dam a XCIV
«No tengo el poder de penar o castigar a vos ni a nadie; mas, para evitar a los malos, es bueno guardarse de todos. Falso Semblante se hace el dulce para así engañar a las damas; y por eso todas nosotras estamos atentas y alerta». El enam orado
xcv LA BELLA.-6*
«Pues de piedad una prueba
. 745
750
Alain Chartier
84 no sale de vuestro cruel pecho, ante Dios que me oye os acuso del rigor con que me despreciáis y me quejo de que no ha puesto piedad en vos y se olvidó, o si no, a mi vida fin ponga pues tan pronto la ha olvidado».
755
76o
La dam a xcvi
«Mi corazón ni yo os hicimos nunca nada para acusamos; nada os daña más que vos mismo, a vos mismo os debéis juzgar. Aceptad de una vez por todas que siempre seréis rechazado: de repetirlo me aburrís, pues ya os he dicho suficiente».
765
El autora xcvii
Entonces el pobre se alzó; de la fiesta se va llorando. Casi el corazón se le parte, como al que muriéndose está, y dice; «Muerte, ven por mí, antes de que pierda el juicio, y acórtame lo que me queda de mi vida llena de angustia».
770
775
755. No es raro que los poetas se dirijan a Dios — y lo increpen en ocasiones — protestando de sus adversidades amorosas; sin demasiado esfuerzo se pueden recordar nombres como el del trovador conocido como Monje de Montaudon o el del stilnovista Guido Guinizzelli. 768. La respuesta de la dama no deja lugar a dudas y la forma de terminar el diálogo es tan efectiva como realista. 769. Obsérvese que aquí retoma la palabra el autor, produciéndose un nuevo cambio del punto de vista, aunque aún intervendrá el enamo rado a través del discurso en estilo directo que se recoge en los w. 773776.
85
La bella dama despiadada x c v iii
XCIX
Luego, no supe qué fue de él ni a qué parte se dirigió; poco le importaba a la dama, que en la danza se entretenía. Después algunos me contaron que se arrancaba los cabellos y su desconsuelo era tal que murió de pura tristeza. Os digo, enamorados: huid de creídos y maldicientes y como a infames evitadlos, que a vuestras obras perjudican. Porque no dicen la verdad, desprecio sus fuertes castillos, pues desde hace diez años ya del país de Amor se aprovechan.
780
785
790
/ C
Vosotras, damas y doncellas en quien honor nace y se junta, no seáis nunca tan crueles solas o todas a la vez.
795
Que ninguna ya se parezca a ésta de la que os hablé, y a k que se llamará, creo, LA BELLA DAMA DESPIADADA.
800
784. El fracaso del enamorado en sus pretensiones, y su posterior muerte, podrían ponerse en relación con el pesimismo general que afectaba a Francia por la situación política y militar. No es sólo el fraca so de la felicidad del desdichado joven, sino también el del ideal cortés en una sociedad cambiante, y el del propio poeta. Véase al respecto W, B. Kay, «La Belle Dame sans mercy and the success of failure», Romance Notes 6 (1964-1965), 69-73, especialmente págs. 71-72. 790. Los chasteaulx bastiz serían «castillos bien abastecidos».
APÉNDICES
COPIA DE LAS CARTAS ENVIADAS POR LAS DAMAS A ALAIN
Honrado hermano, os saludamos y hacemos saber que, no hace mucho, alguien entregó a las damas cierto requeri miento que afecta en gran manera a vuestro honor y perjudi ca el agradable mérito y buena gracia que vos habéis alcan zado siempre entre ellas. Y porque os consideramos tal que sabréis excusaros de este cargo y defenderos cuando seáis llamado a declarar, os enviamos el duplicado, esperando que os esforcéis en salir de la acusación para honra vuestra y ale gría de aquellos que preferirían ver crecer vuestra fama en vez de que aumentaran las críticas hacia vos. Y según se os ha escrito en otras cartas de vuestras amigas, se ha fijado la vista el primer día de abril para vos y para las partes contra rias a vos. Ese día pensamos ver, si no estáis muerto o pri sionero — de lo que Dios os guarde—, a qué temeríais me nos que a permanecer bajo su acusación. Honrado hermano, que Nuestro Señor os dé tanta alegría como querríamos y que regreséis pronto, pues si estuvierais por aquí, alguno de los que hablan contra vos se callaría. Escrito en Issoudun, el último día de enero. Y en el margen inferior estaba escrito: Vuestras Catalina, María y Juana.
COPIA DE LAS CARTAS DEL REQUERIMIENTO ENVIADO POR LOS ENAMORADOS A LAS DAMAS CONTRA ALAIN, Y RESPUESTA DE ALAIN
Suplican humildemente vuestros leales servidores, los que esperan vuestra muy dulce gracia y van en busca del don de amorosa piedad, que habiendo dado su corazón al pensa miento, su cuerpo al trabajo, su voluntad al deseo, su boca a requerir, su tiempo a perseguir el rico don de la piedad que rechazo, resistencia y temor han escondido y emboscado en la Devastada Floresta de Larga Espera, y no habiéndoles quedado compañía ni escolta que no les haya abandonado en la búsqueda salvo Buena Esperanza que aún sigue detrás, cansada y fatigada por el largo camino de la muy enojosa búsqueda, y dado que en un paso que se llama Dura Res puesta han sido apartados varias veces de gozo en el Desier to de Alegría por los bandidos y mercenarios de Rechazo, y a pesar de todo mantienen sus búsquedas dispuestos a arries gar en ello la vida y el corazón que les queda, siempre que Esperanza no los abandone en el propósito, y aún así espe rarían vuestra ayuda y que Buena Acogida y Dulce Atracción los mantuvieran en pie, si no hubiera sido porque ha llegado a su conocimiento que algunos han escrito en versos rimados ciertas nuevas en las que no han pensado mucho. Y puede ser que Envidia, Rechazo de Amor o Falta de Valor — que les ha hecho que se queden agotados en el camino y que aban donen la búsqueda que habían iniciado con nosotros— les hayan obligado a hablar y a escribir así. Y han hecho tanto — según se dice— por apartar a los demás de la alegría en que ellos han fracasado, que sus escri tos han llegado a vuestras manos y por atracción de algunas dulces palabras que allí se contienen os han llevado a leer su
92
La bella dama despiadada
libro que se llama La Belle D am e sans mercy; en él, bajo un lenguaje cuidado, se encierran los principios y la base para imponer el rigor en la corte de amor y acabar con la preten sión de los humildes servidores, quitándoos el feliz nombre de Piedad que es el adorno y la riqueza de vuestras otras virtudes. Y de ahí llegará daño y distanciamiento a los humil des servidores y disminución a vuestro poder, si no lo impe dís. Que a vuestra benigna gracia le plazca apartar vuestros ojos de la lectura de tan poco razonables escrituras y no les déis fe ni las escuchéis, antes bien, hacedlas romper y des truir por dondequiera que se encuentren, y ordenad tal casti go para quienes las hicieron, que sirva de ejemplo a los de más. De tal forma que vuestros humildes servidores puedan llevar a cabo su búsqueda en honor vuestro y para alegría suya, y mostrar que en ellos hay piedad y merced, y ellos ro garán a Amor que os dé siempre tanta alegría que podáis re partirla entre los demás.
EXCUSA ANTE LAS DAMAS
El autor I
Señoras y doncellas mías, que Dios os dé en breve gozo, escuchad las duras noticias que he oído el día de la estrena. Y comprended lo que me empuja, pues sólo a vos puedo recurrir; dadme por vuestra plena gracia consejo, consuelo, ayuda y socorro. Item el autor
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Ese día me vino en sueños, esperando que amaneciera, medio dormido, medio en vela, hacia el alba o un poco antes, que Amor se apareció delante de mi lecho, el arco tenso,
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El Dios d e Am or me dijo: «Desleal sirviente, te voy a dar lo que te mereces. El Dios d e Am or ni LA BELLA.- 7
Mucho tiempo eras de los míos dado que me servías bien,
15
La bella dama despiadada
. y te guardaba muchos bienes, más de los que te merecías; y cuando tu lealtad debes mantenerme en todo lugar, compones, escribes y envías nuevos libros contra mis leyes. ¿Estás loco, demente o ebrio, o quieres luchar contra mí haciendo el desdichado libro por el que deben reprenderte por enseñar y aconsejar a las damas para que alejen a Piedad, la muy dulce y tierna, que todo el mundo necesita? Si la melancolía tuya te lleva a no querer amar, ¿deben pagjar esa locura los que no se comprometieron? ¡Déjalos hacer y cállate! Al que tiene el corazón de luto como tu, ¡quién va a creer que ha habido damas sin piedad! Morirás por ese pecado y si en breve no te desdices te haré pregonar como hereje y quemen tu libro y tus obras, que en la ley de Amor son malditos, y todos se quejan por ellos. Leerlos queda ya prohibido por el inquisidor de Amor. Abolir mi poder pretendes y que honor y bondad terminen, al querer privar a las damas de Piedad, merced, dulzor, gracia.
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¿Piensas acaso que Dios hace entre los hombres de la tierra tan bellos cuerpos y dulces caras para combatirlos con fuerza? No. Nunca tal cosa pensó, pues nunca las hubiera hecho más agradables que cualquiera de lo que hizo en la tierra, si no fuera porque vio y supo que debían llevar el gozo que con gran motivo a los hombres consolaría, alegraría. ¿No sería acaso gran daño que Dios, que tiene al hombre vivo, hiciera tan perfecta imagen colm o de toda excelencia, que se alegrara el pensamiento de los hombres con tal placer... Y que Dios, con mucha envidia, se la diera com o enemiga? ¿Querrías hacer basiliscos, que a la gente matan mirando, sus dulces rostros angélicos que parecen surgir del cielo? No habrían sido hechos tales para el desprecio o el desdén, mas para ir de bien a mejor quienes pretenden valer más. Dulzura, amistad, cortesía son las virtudes de la dama, y el justo albergue de Piedad está en el corazón de la hermosa. Si por tu libro infame hubiera que expulsar a Piedad de allí,
La bella dama despiadada
.a carecer de alma valdría y a que el mundo se terminara.
Si se ocupó Naturaleza de tallar tan digna figura, hay que pensar que en ella puso gran abundancia de sus bienes.
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Allí está Rechazo escondido, mas Naturaleza, benigna, para aliviar la picadura
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puso a Piedad por medicina. Para guardar honra y afecto Razón puso a Miedo y Rechazo y quiso que Desdén y Orgullo quedaran lejos de las damas; pero Piedad hace valer su derecho, pues si faltara, haría cam bar la bondad y así nadie valdría más. Tú quieres, ,con tu dejadez y los falsos versos que has hecho quitar su poder a las damas, sus virtudes y buenas obras al destruir así su piedad, que a muchos corazones salva; yo quiero castigar tus faltas o que tú me pagues el daño».
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El autor Cuando y o oí tales palabras y vi la flecha en la cuerda, del corazón me huyó la sangre. Nunca |uve tal miedo, creo, y dije: «Ten piedad, por Dios, señor, escucha mis razones».
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Apéndices
El Dios de Amor Me respondió: «Te lo concedo. Di ya lo que quieras decir».
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El autor XVI
X VII
X V III
XIX
«Ay, señor, no me juzguéis mal, y tampoco lo hagan las damas sin haber leído ni visto antes todo el libro completo. Y o soy de las damas vasallo, pues lo poco que tengo bueno, de honra o de buenos sentimientos de ellas viene, lo tengo de ellas. Antes de cometer tal falta mi corazón morir querría. La locura sería tal que no la excusaría nadie. Muy villano es quien pretendiera faltar al honor de las damas sin las que nunca se podría ni decir ni hacer bien alguno. Por ellas y para ellas somos; es la fuente de nuestro gozo; es la salvación de los nobles; es del honor toda alegría; es el pensar que más consuela; es el principio del placer; es lo que nos da esperanza; es el colmo de nuestros deseos. Seguiré siendo servidor suyo y moriré en su servicio, nunca las honraré bastante y no querría otra cosa; mientras permanezca en la vida,
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. en custodiarles la honra suya dedicaré donde yo pueda cuerpo, alma, lengua, pluma y boca.
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Piedad está en pecho de dama como en el oro el diamante, pero su virtud no se asienta siempre al gusto del que ama-,
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antes bien, hay que abrir un broche donde Miedo tiene a Piedad y, al desabrochar el cierre, soportar el dolor un poco.
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Piedad está oculta y tapada y no quiere deber ni fuerza; su puerta no llega a abrirse sino con suspiros y quejas. Hay que esperar muy largas horas, pero la espera se recobra, pues todo dolor se apaga apenas abierta la puerta.
Si no cuidara su dominio, todos la harían enojarse-, y su bondad se perdería, por la abundancia de envidiosos.
Por eso su tesoro grato no lo abre siempre que lo piden, igual que una joya preciosa que se enseña en las grandes fiestas.
Si yo dijera o soñara que una dama fue despiadada, seda falso mentiroso y mis palabras injuriosas. Jamás de dama agradable tenga ni merced ni perdón
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Apéndices quien diga con voz presuntuosa que ellas tienen desdén u orgullo. XX IV
XXV
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Como la rosa hace lágrimas su fuerza y valor en el hom o, así Piedad a sus enfermos, con fuego de amoroso calor hace llanto que cura el daño, tal es su alta virtud digna; y les queda la compasión más honda que el oro en la mina. Mi libro, que vale muy poco, no busca ningún otro fin sino recordar lo ocurrido a un triste y pobre enamorado, que lamenta su larga espera, y cóm o Rechazo lo aleja; quien otra cosa entienda en él, ve demasiado o no ve nada. Cuando uno que ama está tan mal, com o si fuera en mortal sueño, que el mucho dolor le obliga a llamar a su dama «cruel», ¿hay que pensar que ésta lo es? No, que el grave dolor de amar le da fiebre continuamente y lo dulce se le hace amargo. Pues su mal se lo ha hecho decir, y después, por pasar el tiempo, yo he querido escribir sus quejas sin pasarme en una palabra, ¿debe todo el mundo juntarse contra mí sin razón y en vano, y destruir mi pobre libro del que no soy más que escribano?
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Si algunos quieren acusarme
de haber faltado o despreciado, ante vos me quiero excusar, que ya os acepté por jueces; y aunque yo he aprendido poco, si han dicho o escrito algo en que me puedan reprender, les responderé por escrito». XXIX
Cuando Amor oyó mi caso y vio que buscaba un buen fin, devolvió la flecha al carcaj, destensó el amoroso arco, y respondió de esta manera:
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Amor «Ya que te acoges a mi corte, me alegro, y así te contesto que mando la causa a las damas».
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El autor XXX
Sin tardanza me desperté y nada vi a mi alrededor. Por eso acudo a vuestra corte, señoras, y he dado mi fe de obedecer sin falsedad, según me lo ha mandado Amor; si he merecido alguna pena, tenedme por recomendado. Vuestro humilde servidor Alain, a quien Hermosura pescó con ojos dulces, sonrientes, sufre, y espera algo mejor.
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ÍNDICE DE AUTORES ANTIGUOS Y MODERNOS, OBRAS, TEMAS Y MOTIVOS QUE APARECEN EN LAS NOTAS
Achille Caulier, Cruelle femme en amour, 8, 256, 288, 314, 704 Adam de la Halle, 200 Aflicción, 12 Aimertc de Belenoi, 216, 229, 268,466 . Alain Chartier, 9, 12, 20/28, 32, 40, 64, 120, 152, 168, 170, 288, 321; Complainte, 8; Débat de Réveille-matin, 144, 149, 152, 168; Traité de l’Espérance, 20, 100 Alain de Lille, 288, 321 Alegres cosas, 20 Alfonso Álvarez de Villasandino, 20 Alfonso X, Libro de axedreg, 496 Alma, 104 Alvar, C., 193, 200, 268 Amor, 229; Amor cortés, 152, 220, 296; Amor (enfermedad), 25; Amor (grados), 88, 190; Amor (síntomas), 92,100; Amor que abrasa, 193 Andreas Capellanus, 25; De Amore, 25, 88, 92, 229 Antorcha de amor, 193 Apocalipsis, 472 Amaut Daniel, 193» 536
Amaut de Maruelh, 193, 216, 268, 278, 504, 536 Artemidoro, 49 Asensio, E., 128 Ayras Engeytado, 192 Badel, P.-Y., 168 Balada, 27 Baudet Herenc, Parlement d'Amours, 220, 224, 238, 256, 268, 288, 300, 314, 396, 496,
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Beatriz de Monferrato, 12 Beltrán, V., 268 Bernardo Silvestre, 288, 321 Bemart de Ventadom, 118, 193, 216, 268, 278, 504, 536 Béroul, 168 Boecio, 40 Bonagiunta da Lucca, 169 Brami, J., 9 Burgess, G. S., 72 Canción, 27 Cancionero de Baena, 20 Canto de aves, 96 Carlos VI, 104 Carta de desafío, 228 Cartas de batalla, 228 Castidad, 152
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102 Castillo (simbólico), 118, 358 Castillos, 790 Cavalcanti, 169 Cárcel de amor, 536 Cecco Angiolieri, 192 Cercamon, 536 Charles d’Orléans, 32, 152; Carta de desafío, 228 Chaucer, 168 Chétis, 656 Chrétien de Troyes, 118, 168; Cligés, 118, 229 Christine de Pizan, 32, 64 Ciavolella, M., 25 Cicerón, Sueño de Escipión, 49 Coblas capfinidas, 224, 248, 272, 408, 456, 480, 528 Contini, G., 192 Corazón enamorado, 466 Crueldad femenina, 144 Cupido, 193 % Curtius, E. R., 321 Dados, 496 Dame leale en amours, 314, 716 Danger, 152, 644 Decir, 27 Delgadez, 100 Denis, Don, 192 Diego de San Pedro, Cárcel de amor; 536 Divisa, 104 Dronke, P., 321 Dufeil, M.-M., 365 Dulce Mirada, 229 Economou, G. D., 321 Elias Barjols, 216, 268, 278, 417, 504,536 Empresa, 104 Entendimiento, 306 Entremés, 128
Envidia, 8 Erreurs de jugement, 314 Escuela de Chartres, 24, 144, 288, 321
Escuela hipocrática, 25 Estado, 321 Estevam da Guarda, 192 Falso Semblante, 365 Fantasma, 49 Faral, E., 56 Fenhedor, 88 Fernández Pereiro, N. G. B., 200 Ferrier, J. M., 40 Fingimiento, 200 Flechas alegóricas, 118 Flechas de amor, 118 Folquet de Marselha, 193, 216, 504 Fortuna, 40, 344 Fracaso, 784 Frangois Villon, Testament, 32 Frappier, J., 8, 72, 152 Frialdad de la dama, 220 Fuego amoroso, 193 Ganshof, F. L., 296 Geoffroi de La Tour Landry, Livre por Venseignement de ses filies, 200 Goliardos, 716 Goodrich, N. L., 152 Guido Guinizzelli, 755 Guilhem Ademar, 193, 536 Guilhem de Montanhagol, 278 Guillaume de Lorris, 118, Román de la Rose, 8, 152, 193, 229, 417, 536, 713 Guillaume de Machaut, 64; Juge ment dou Roy de Behaingne, 168; Voir-Dit, 149 Guillem de Cabestany, 193, 536
índice de autores, obras, temasy motivos Habla, 100 Huizinga, J., 8, 200 Ideal de vida, 72 Ideal femenino, 72,152 Idealización, 220 Independencia, 288 Insomnium, 49 Invención, 104 Invocación a Dios, 755 Jangleur, 305 Jardín de Plaisance, 28 Jean de Bourgogne, 228 Jean de Meun, Román de la Ro se, 288, 321, 365 Jongleur, 305 Juan Manuel, Don, Libro enftnido, 634 Juglar, 306 Kay, W. B., 784 Klibansky, R., 379 Laidlaw, J. C., 8, 305, 318 Lazos amorosos, 260 Letra, 104 Lewis, C. S., 40, 49, 152 Libertad, 288 Lida de Malkiel, M.a R., 661 Luto, 104 Macrobio, 49 Mala Lengua, 713 Maldición del día de nacimiento, 192 Marie de France, 168 Melancolía, 100,120, 379 Memoria, 306 Menéndez Pidal, R., 56 Miedo, 713 Ministriles, 56
103
Momo, 128 Monje de Montaudon, 755 Mote, 104 Muerte, 8, 32 Muerte de amor, 268 Narrador, 9,120 Naturaleza, 321, 344, 661 Ojos, 24, 118, 229 Oraculum, 49 Orejudo, A., 228 Ovidio, 25 Padres de la Iglesia, 24 Pagés, A., 8 Palidez, 100, Panofsky, E., 379 Peire d’Alvemha, 536 Peire Vidal, 12, 104, 118, 144, 169, 193, 216, 268, 278, 417, 504, 536 Perdigón, 268, 536 Pero García Burgalés, 268 Pero Garda d’Ambroa, 192 Pesimismo, 784 Piedad, 504 Pierre de Hauteville, Confession et Testament de VAmant trespassé de dueil, 28 PiteuXy 668 Platón, 24 Póirion, D., 27, 64,168, 3.65 Potencias del alma, 306 Pregador\ 190 Prisión de amor, 536 Propercio, 229 Proverbios, 116,170, 358 Providencia, 344 Prudencio, Psychomachia, 193 Pudor, 152, 644
104 Raimbaut de Vaqueiras, 12, 278; Kalenda Maia, 12 Ramón IV de Tolosa, 12, 104 Realismo, 220, 268, 768 Recompensa amorosa, 417, 472. Regimen Salemitanum, 379 René d’Anjou, Cuer d ’A mour espris, 152 Rico, F., 104 Rigaut de Berbezilh, 216, 417, 504, 536 Riquer, M. de, 228, 296 Roy Queimado, 268 Rubio Tovar, J., 118 Rutebeuf, 365 Sansone, G., 118 Saxl, F., 379 Scarano, N., 466 Schulze-Busacker, E., 116, 170, 358 % Senescal, 76 Servicio amoroso, 216, 278 Siciliano, I., 8, 40 Sinceridad amorosa, 200, 300 * Somnium, 49
La bella dama despiadada Sordel, 193, 229, 268, 278 Spearing, A. C., 168 Steiger, A., 496 Sueño, 49 Suspiros, 169 Terminología feudal, 296 Tomás de Aquino, Santo, Summa Theologica, 344 Tradición cortés, 238 Tradición trovadoresca, 27 Traición de la dama, 144 Tristeza, 8, 100 Vasco Gil, Don, 192 Vejez, 8 Venus, 193 Vergüenza, 713 Vestido, 104 Virtudes femeninas, 152 Visio, 49 Visum, 49 Voluntad, 306 Yo poético, 9, 120, 190, 769
ÍNDICE GENERAL
Págs. Introducción.......................................................................... 1. Alain Chartier. Vida y obra..................................... 1.1. La Guerra de los Cien Años............................ 1.2. Alain Chartier................................................... 1.3. La obra............................................................... 2. «La Belle Dame sans mercy»...................................... 2.1. Contenido, marco narrativo, género............. 2.2. La tradición literaria..........................................
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2.2.1. El contenido, 22.— 2.2.2. La métrica, 26.— 2.2.3. El género, 27.
2.3. Difusión . ...........................................................
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2.3.1. El escándalo, 30.— 2.3.2. Los imitadores, 32.— 2.3.3. Alain Chartier y la «Belle Dame» en España, 34.
Cronología...........................................................................
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Nuestra traducción..............................................................
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La bella dama despiadada..................................................
43
Apéndices............................................................................. Copia de las cartas enviadas por las damas a Alain.. Copia de las cartas del requerimiento enviado por los enamorados a las damas contra Alain, y res puesta de Alain............................................................. Excusa ante las damas......................................
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índice de autores antiguos y modernos, obras, temas motivos que aparecen en las notas...............................
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Tres personajes constituyen el centro de un indiscreto narrador que o ye la conversación man tenida por una pareja tras un seto, un joven enamorado, no correspondido, y una mucha cha insensible al sufrimiento del enamorado la trágica muerte del joven suscitaría reacciones vio lentísimas entre el público de un siglo XV metido de lleno en la Guerra de los Cien Años. es uno de los ejemplos más re presentativos del espíritu lite rario del siglo XV, pues reúne el pesim ism o de quienes no ven el final a una guerra ya demasiado larga, con las técni cas poéticas más en boga en el momento.
piadada:
La bella dam a des
La bella dam a despiadada
Alain C h a ru fr (h. 1390- 1430) fue diplomático al servicio del rey de Francia y uno de los escritores más importantes y de mayor fa ma en su época. Carlos Alvar, catedrático de la Universidad de Alcalá y autor de numerosos trabajos sobre la lite ratura medieval, ha llevado a ca bo la introducción, la traducción y las notas de este libro.
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