CAUSAS NATURALES Ensayos de marxismo ecológico par JAMES O'CONNOR
2( 41 siglo veintiuno editores
iglo veintiuno editores, s.a. de c.v.
ERRO DEL AGUA 248, DELEGACIÓN COYOACAN, 04310, MÉXICO, D.F.
ortada de patricia reyes baca
imera edición en español, 2001 siglo xxi editores, s. a. de c. v. bn 968-23-2301-0
mera edicion en inglés, 1998 james o'connor ublicado por guilford press, nueva york ulo original: natural causes. essays in 19logical monina
rechos reservados conforme a la ley preso y hecho en méxico/printed and made in mexico
A Barbara que, para mi fortuna, sabe compartir su caudal natural de amor, vida y trabajo.
PREFACIO
Causas naturales se divide en tres partes. La primera, "Historia y naturaleza", tiene el propósito de contribuir a un método marxista materialista y dialéctico para pensar acerca de las interacciones de la especie humana con la naturaleza. Trato de mantenerme a buena distancia de las falsas pretensiones científicas del "materialismo dialéctico" stalinista, por un lado, y del caos del relativismo posmoderno, por el otro. También procuré que el método desarrollado en estos ensayos fuese más comprensivo y al mismo tiempo más práctico que el pensamiento que suele gobernar las divisiones académicas del trabajo entre las ciencias naturales y sociales y las humanidades y (dentro de las ciencias sociales) entre economía, sociología y política. El objetivo de la segunda parte, "Capitalismo y naturaleza", es estudiar las contradicciones entre el capitalismo mundial de hoy y la "integridad" del mundo natural y del social a través de la lente de la teoría del capital de Marx y la teoría de la sociedad de Polanyi. Utilizo la teoría de Marx para analizar las relaciones entre producción, distribución, intercambio y consumo capitalistas; la acumulación capitalista por medio de la crisis; la tecnología, el desarrollo espacial y demás, por un lado, y por otro la explotación de la naturaleza por parte del capital como un grifo y un sumidero. (La naturaleza es un grifo en el sentido de que los medios y los objetos de producción y reproducción [es decir todos los productos materiales humanos] son apropiados de diversas formas de la tierra. Y es un sumidero porque, en última instancia, todos los productos humanos, incluidos los subproductos no deseados del proceso inmediato de producción, se devuelven a la tierra en diferentes formas, entre ellas la energía, sujetas a la ley de la entropía.) Empleo la teoría de Polanyi de las mercancías "ficticias" tierra y trabajo para investigar las contradicciones entre las relaciones y fuerzas de producción capitalistas y lo que Marx llamó "condiciones de producción". En toda la segunda parte trato de concentrarme en la faceta dellor. de uso de las cosas, así como en la del valor de cambio; por• ejemplo, en la explotación tanto biológica como económica del trabajador y en las barreras externas físicas y sociales a la acumulación capitalista, al igual que en las barreras económicas internas descubiertas tiempo atrás por Marx y ampliadas después por generaciones de marxistas. El propósito de la tercera parte, "Socialismo y naturaleza", consiste en teorizar sobre los nuevos movimientos sociales", en general, y los ambientalistas/ecologistas, en particular, en términos de las contradicciones del capital identificadas en la segunda parte. Me concentro especialmente en aquellas contradicciones que han contribuido de modos significativos a la crisis ecológica mundial y en los mo[9
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vimientos sociales que pueden tener posibilidades políticas radicales o "verdes rojas". Podría resultarle útil al lector un breve comentario sobre la premisa central de esta obra. Soy de la opinión de que los movimientos verdes radicales (y radicales verdes) de hoy nacen de lo que podría considerarse la contradicción básica del capitalismo mundial a finales del siglo xx. "Los seres humanos y el mundo natural siguen cursos que terminarán por chocar", advertían 1 700 científicos de 69 países en 1992, entre ellos 99 de los 196 premios Nobel que aún vivían. Por una parte, durante los últimos veinte o treinta años los problemas ambientales y sociales se han multiplicado hasta rebasar todo cálculo razonable; por otra, durante el mismo periodo las formas previas de regulación política, económica y social del capital y del capitalismo han sido desmanteladas total o parcialmente por gobiernos (y comunidades) neoliberales, con ansias de compartir los despojos de la nueva economía global (y de evitar la desinversión, la fuga de capitales y otros golpes a las economías locales). Justo en el momento histórico en que el estado (y la sociedad) tiene que regular el capital con más firmeza e inteligencia —muy especialmente con respecto a la viabilidad de los sistemas ecológicos y las aptitudes y normas colectivas de las comunidades que representan la base de la solidaridad social—, la capacidad rectora del estado (y la capacidad regulatoria de la sociedad) es cada vez más cuestionada e ineficaz. Las formas establecidas de regulación y control han cedido el paso al "mercado libre" ("libertad de capital") y a la "democracia" ("ideología y política neoliberales") en un momento en el cual se presentan, con gran urgencia, más asuntos ecológicos y sociales de mayor importancia. En síntesis, la producción y la reproducción social se han vuelto económica y geográficamente más complejas —a medida que acontecimientos de diferentes tipos en distintos lugares afectan de manera cada vez más rápida y decisiva otros tipos de acontecimientos en otros lugares—, mientras la regulación política y social se ha vuelto más simple (y simplista). - Se ha creado así (me parece) un vacío político al cual se han precipitado toda clase de políticas populistas (de izquierda, derecha; centro, étnicas, etc.) y localistas. Han surgido todos los tipos imaginables de organización y acción local que se ocupan de toda clase de asuntos socioecológicos y ecosociales, cuyos orígenes son de carácter regional, nacional e internacional, así como sistémico. Pero en ese vacío han aparecido también nuevas políticas verdes radicales y radicales verdes que, según veremos, funcionan como críticas tanto del capital global/neoliberalismo como de muchas formas y estilos de localismo. Son buenas noticias. La contradicción fundamental (si en efecto de eso se trata) señalada arriba se ha producido debido a tres grandes cambios económicos, sociales y políticos ocurridos en los últimos veinte o treinta años del siglo xx. El primer cambio es el fracaso de los modelos de regulación político-económica más importantes aparecidos en las primeras tres cuartas partes del siglo: primero, el debilitamiento del compromiso de clase, la democracia social y los estados
FACIO
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efactores keynesianos de Occidente; segundo, la autodestrucción (con una na ayuda del imperialismo occidental) del "socialismo real" del Este y, tercero, eclinación o desaparición de los modelos semiautárquicos de regulación y desallo socioeconómico nacionalista que surgieron a partir de la gran depresión y la segunda guerra mundial en el Sur (lo que fuera el "tercer mundo" subdesallado). l segundo cambio importante, inextricablemente vinculado con el primero, es egionalización y globalización del capital y la difusión de su hermano gemelo ítico-ideológico, el neoliberalismo. Ya se conocen bien los principales rasgos to de la globalización como del neoliberalismo (y decenas de millones de peras van sintiendo cada vez más sus efectos negativos sobre la sociedad humana l bienestar comunitario y natural). Estos rasgos (o aspectos) incluyen (entre os) el desplazamiento parcial de las economías nacionales por los mercados ionales y globales; la creciente dependencia de estas economías de las exporiones (e importaciones); la hegemonía del capital financiero; la privatización y regulación de la industria; la apropiación fragmentaria y todavía incompleta poder de los estados-nación por parte de entes internacionales controlados o erosamente influidos por el capital global; desigualdades crecientes de todos s, y marginación social. omo se señaló antes, la declinación de los tres modelos "clásicos" de regulan y el surgimiento de la globalización y el neoliberalismo, junto con un aumenxponencial de los problemas ambientales/ecológicos y sociales/políticos de totipos, subyace al tercer cambio estructural, el más importante desde el punto ista del futuro del planeta. Se trata del bien conocido desarrollo de los nuevos vimientos sociales —especialmente los ambientales y ecológicos—,junto con la ansión de los movimientos sindicales hacia esferas de la vida antes menospreas o ignoradas (esfuerzos por crear cinturones verdes, diversidad ecológica, pieza de tiraderos de desechos tóxicos, etcétera). n síntesis, la dialéctica del cambio señalado más arriba ha debilitado tanto los reses capitalistas nacionales como el trabajo nacional. Ha acelerado el desalo de una clase dirigente internacional y de los rudimentos de una élite polítiun estado capitalista internacionales. Ha multiplicado los problemas sociales y ientales/ecológicos globales y estimulado asimismo un nuevo internacionalisdel trabajo, el ambientalismo y la ecología, el feminismo, los movimientos urbay los movimientos de derechos humanos (entre otros). Ha deslegitimado y desdo parcialmente de su poder a estados nacionales que en otro tiempos fueron aces de una regulación social y ambiental/ecológica eficaz, en una época en la l los mecanismos de regulación y control más efectivos resultan esenciales para ienestar del planeta y de sus habitantes. Finalmente, han llevado a nuevas teode la sociedad y el cambio social, una de las cuales es el marxismo ecológico, omo a nuevas prácticas sociomateriales, una de ellas el socialismo ecológico.
AGRADECIMIENTOS
Estos ensayos y otros textos fueron redactados entre 1988 -cuando Barbara Laurence y yo, en colaboración con un grupo notable de estudiantes de posgrado de la Universidad de California en Santa Cruz (ucsc), fundamos Capitalism, Nature, Socialism (avs)- y 1996. La mayor parte de los materiales compilados en este volumen son versiones revisadas de artículos que aparecieron antes en C.NS. De modo que me ha sido de gran ayuda la crítica amistosa de los editores, los asesores editoriales y otros compañeros de az, del mundo de la teoría y la práctica de la ecología de izquierda y la izquierda ecológica. Algunos de estos ensayos empezaron como clases de dos cursos que di en la ucsc entre principios de los ochenta y comienzos de los noventa: una materia de licenciatura llamada capitalismo y naturaleza y un seminario de posgrado denominado sociología del medio ambiente. Otros trabajos fueron concebidos inicialmente como conferencias y presentados en encuentros profesionales y en universidades tanto norteamericanas como europeas o impartidos por invitación de diversos grupos ambientales y de justicia social. El eventual interés de estos textos para el lector puede atribuirse en buena medida a la creciente red de investigadores, especialistas, organizadores y activistas verdes de izquierda/de izquierda verde cuyo estímulo y crítica constructiva contribuyeron a configurar mi trabajo, así como a los muchos alumnos que se negaron a un mero regurgitar de las ideas que presentaba en las clases y me ayudaron a expresarlas en formas teóricamente interesantes y prácticamente importantes. Todo lo cual quiere decir que si bien soy el único responsable de los errores de hecho y de interpretación que puedan aparecer en este libro, estoy en deuda con mucha gente. La redacción de estos ensayos fue, más que nada, un proceso de aprendizaje dependiente de la perspicacia crítica, los esfuerzos intelectuales y la generosidad espiritual de los siguientes colegas y amigos, todos los cuales leyeron versiones previas de uno o más capítulos de este libro y se hicieron acreedores a mi más sincera gratitud: John Ely, Daniel Faber, Michael Goldman, David Peerla, Alan Rudy y, más que nadie, Barbara Laurence, cofundadores de CNS... Juan Martínez-Alier y Giovanna Ricoveri, fundadores de Ecología Política (Barcelona) y de Capitalism, Natura, Socialismo (Roma), revistas hermanas de as_ Los editores de CNS John Bellamy Foster, Yaakov Garb, Jomo K S., Roger Keil, Saul Landau, Margit Mayer, Martin O'Connor, Leo Panitch, Devon Peña, María Pilar-García y Andrew Szasz... Los estudiantes (y ex estudiantes) de posgrado Patricia Allen, ohn Guilla, Will Hull, Valerie Kuletz, David Sonnenfeld y Willie Yaryan... [12]
AGRADECIMIENTOS
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Los historiadores Paul Buhle, J. Donald Hughes, Joseph Price Moore III, Dale Tomich y Donald Worster... los sociólogos Wally Goldfrank y George Katsiaficas... el economista Eugene Coyle, el psicólogo Bill Livant, el filósofo Andrew Feenberg, el planificador comunitario Tim Stroshane, la gerente Melessa Hemler, el editor Peter Wissoker (al que se le ocurrió el maravilloso título de este libro), los escritores Mike Davis y Geoffrey Dunn y la doctora en medicina M. Edith Rassell... Además, claro, de los miembros del grupo editorial del avs de Boston. Gracias a todos.
Los siguientes capítulos se reprodujeron, con correcciones mínimas, de Capitalism, Nature, Socialism, ID 1988, 1989, 1990, 1991, 1994 1995, 1997, Guilford Publications: capítulo 2, del vol. 8, núm. 2, junio de 1997; capítulo 3, del vol. 6, núm. 2, junio de 1995; capítulo 8 del número 1, octubre de 1988; el anexo del capítulo 8 del vol. 2, núm. 3, octubre de 1991; el capítulo 11 del número 5, octubre de 1990; el capítulo 12 del vol. 2, núm. 2, junio de 1991; la introducción de la tercera parte del núm. 3, noviembre de 1989; el capítulo 15 del vol. 2, núm. 3, octubre de 1991; el capítulo 16 del vol. 5, núm. 1, marzo de 1994; el capítulo 18 del vol., 3, núm. 4, diciembre de 1992. Además, fragmentos de los siguientes capítulos aparecieron también en Capitalista, Nature Socialism la introducción de la primera parte en el núm. 4, junio de 1990, y el núm. 3, noviembre de 1989; de la Introducción, en el núm. 1, otoño de 1988; del capítulo 5, en el vol. 5, núm. 3, septiembre de 1994, y vol. 2, núm. 3, octubre de 1991. La tercera sección del capítulo 9 apareció originalmente como "Economic and ecological crisis" (Conference Papen, cPE/cNs Pamphlet 2, 1991). Se agradece la autorización para reproducir el capítulo 10, de Race and Class vol. 30, núm. 3, 1989. El capítulo 13 apareció originalmente en Monthly Rettiew, vol. 30, núm. 11, abril de 1979. El capítulo 14 apareció en Martin O'Connor (ed.), Is capitalista sustainable?• Political dono," and the politics of ecology, Nueva York, Guilford, 1994, y es una versión revisada de "Is sustainable capitalism possible", en Patricia Allen (ed.), Food for the futura: Conditions and contradidions of sustainability, Nueva York, Wiley, 1993. El capítulo 17 es el discurso de aceptación del premio Flatland Multicultural Leadership, pronunciado ante Urban Habitat, un grupo ambiental multicultural urbano, en el Presidio, San Francisco, 27 de septiembre de 1996. El capítulo 19 es una ponencia presentada originalmente en la Conference on Contemporary Social Movements and Cultural Politics, Center for Cultural Studies, University of California at Santa Cruz, 2224 de marzo de 1991.
UCCIÓN
marxismo ecológico? ¿Por qué marxismo ecológico? ¿Para qué sirve cualase de marxismo en estos días, sea ecológico o no? Mi respuesta es un troa de las líneas más famosas de Hegel. "El búho de Minerva —digo— plielas al amanecer." Esto quiere decir que precisamente en el momento en conomía mundial simula el modelo (pero no sólo este modelo) que Marx ló en El capita4 el marxismo se descarta como algo fatalmente errado, na empresa fallida, como el socialismo real que existió en la ex Unión a. Es la vieja historia de tirar al niño junto con el agua sucia, como rechaistianismo porque algunos papas ordenaron una Inquisición cruel y maliga los que consideraban enemigos de la Iglesia católica (hay otras razones hazar la religión organizada). Antes de que los escépticos que todavía se en abiertos a otras ideas puedan tomar en consideración la opinión de que uede haber) algo llamado marxismo ecológico, sería muy útil establecer la dad del marxismo per se. lta mucho más fácil llevar a cabo esta tarea preliminar a finales de los que en cualquier otra época desde la segunda guerra mundial. Si bien la ación de los circuitos del capital (sobre todo del circuito productivo y el ro) y la revolución de las comunicaciones han creado posibilidades humamerciales que eran inimaginables en el siglo xrx (y la mayor parte del xx), ad es que los principales trazos de la economía mundial contemporánea leerse prácticamente de acuerdo con las líneas teóricas que se encuentran to clásico de Marx (no se puede decir lo mismo de La riqueza de las naciodam Smith, que tiene gran valor simbólico pero poco valor práctico para eralismo). marxismo ocupa un lugar de excepción la noción (y el hecho) de la lucha , que significa, antes que nada, la lucha del capital por imponerle trabajo, ropios términos, a la clase obrera. Todas las identidades políticas y las políales del mundo son incapaces de ocultar el hecho de que el trabajo global iendo los embates de un ataque sin precedentes contra los niveles de vida te ganados a lo largo de uno o dos siglos de luchas sindicales y nacionapoco es un gran secreto el ataque contra los diversos estados benefactores. omía mundial hipercapitalista de la actualidad —y el proceso de lo que mó la acumulación global a través de la crisis— ha convertido esta guerra al contra el trabajo en una necesidad de vida o muerte para las clases diriel planeta. El hecho de que el trabajo no haya encontrado aún una manea de librar la batalla sólo demuestra que no se han descubierto y puesto en [15]
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práctica todavía los modos y las formas de organización, estrategia y táctica requeridos para resistirse al poder del capital global (y la forma en la que éste está organizado: bancos y corporaciones transnacionales). Si viviese, Marx predeciría que el trabajo mundial y la composición de las clases sociales se constituirían, algún día, para remediar esta situación. Entre los primeros ejemplos se cuentan las crecientes luchas internacionales contra el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (Fmt), el Acuerdo General sobre Aranceles y Tarifas (Gxrr), el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (n.c.AN) y otras manifestaciones del estado capitalista global emergente dominado por Estados Unidos (estado mundial que, por supuesto, no ha creado ministerios del ambiente, la mujer, la educación, el bienestar, la vivienda y el urbanismo). Con esto no se pretende minimizar las barreras a las que se enfrentan el trabajo y, en general, las clases populares, barreras muy grandes y algunas veces obvias, otras sutiles y apenas insinuadas. Lo que vale la pena destacar es que la mayoría de aquéllas, si no todas, podrían haberse previsto estudiando la teoría del capital de Marx (y los marxistas). Los polos extremos de riqueza y pobreza son una barrera; la especialización y las especializaciones internacionales del trabajo, más complejas, son otra. La proletarización de los campesinados y la explosión del ejército global de reserva son obstáculos adicionales a la unidad organizacional e ideológica, al igual que la aceleración de la concentración y la centralización del capital, la resurrección de las rivalidades interimperialistas (neomercantilistas) y la creciente hegemonía del capital financiero, así como la generalización de la especulación financiera. Tal como lo predijeron los marxistas, hay múltiples tendencias superpuestas hacia crisis fiscales y financieras, políticas y culturales, entre otras expresiones de las profundas contradicciones del capital y la política, la cultura y la sociedad capitalistas. También funciona hoy un poderoso mecanismo económico que reduce sistemáticamente el costo de reproducción de la fuerza de trabajo en escala global, como Marx dijo que ocurriría. Los que se ocupan de estos asuntos se muestran aún más escépticos acerca de cualquier matrimonio (o hasta noviazgo) entre la ecología y el marxismo. Hasta hace poco marxismo y ecología no habían sido asociados entre sí excepto como términos opuestos y que se cancelaban recíprocamente. "Los ecologistas no son an tropocéntricos; Marx lo es E...] a Marx no le gusta la naturaleza", declara un crítico del marxismo.' Otros han denostado las visiones antropocéntricas de Marx (y de Engels), así como su falta de toda visión específicamente ecológica. Esta imputación es justa sólo a medias. Marx sí tenía una visión de la sociedad en la cual la humanidad deja de estar enajenada de la naturaleza, en la cual la apropiación de la naturaleza no se basa en la lógica de la acumulación capitalista sino más bien en la necesidad individual y social directa, por un lado, y lo que hoy llamaríamos produ.cción "ecológicamente racional", por otro. No obstante, esta visión no incluía 1
Anna Bramwell, Ecology in the 20th century: A history, New Haven, Yale University Press, 1989, p. SS.
INTRODUCCIÓN
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una sociedad ecologista en la cual la naturaleza no es una mera fuerza productiva sino algo valorado como un fin en y por sí mismo. También la imputación de que Marx carecía de sensibilidad frente a la vinculación, la diversidad y la interdependencia mutua en la naturaleza es correcta sólo a medias. Por una parte, era muy consciente de los procesos que hoy denominamos "regulatorios ecológicos" ("ecorregulatorios"), que se combinan con los procesos del trabajo humano en la producción en general y en la de mercancías en particular; por otra, se interesaba también por el que podría considerarse el principal problema ecológico de su época, el de la calidad y la cantidad del suelo en la agricultura (tal como lo demostraba la famosa investigación de Justus von Liebig). Pero también en este caso a Marx le interesaban sobre todo las condiciones de una agricultura ecológicamente racional, por ejemplo los intentos por acumular nutrientes en el terreno, tanto para restablecer como para aumentar la productividad agrícola, en vista de la rápida urbanización y, como consecuencia, de los drásticos incrementos de la demanda de alimentos y de materias primas industriales. Algunos críticos verdes del marxismo sostienen que el antropocentrismo de Marx era tan extremo que negaba el hecho obvio de que la naturaleza (combinada con el trabajo humano) es la fuente de la riqueza material, a lo que aquél respondería que la naturaleza (con el trabajo) es la fuente de la riqueza definida como valor de uso. En las sociedades capitalistas, sin embargo, no es fuente de la riqueza definida en términos de valor de cambio. El simple hecho de que los capitalistas no le pongan precio al tesoro de la naturaleza (sino de que lo consideren un "bien gratuito") demuestra que en la práctica capitalista la naturaleza no se ve como productora de riqueza (valor de cambio). Nuestro crítico podría añadir: ¿acaso Marx no atacó a Malthus y la doctrina de la escasez natural e ignoró a Podolinski, quien instaba a Engels a reconstruir la teoría del valor en términos de flujos y transformaciones de energía? 2 ¿Y no es verdad que la mayoría de los marxistas han concedido la mayor importancia en su teoría Juan Martínez-Alier, Ecologkal econontics: Enero, environment, and society, Oxford, Basil Blackwell, 1987, p. 62. "Marx no formuló esta cuestión [estudiar el flujo de energía y materiales] en términos de ecología humana, y en todo caso su interés específico consistía en mostrar de qué manera variaban las condiciones de existencia, es decir, cómo adoptaban diferentes formas sociales en el curso de la historia. Por ejemplo, la apropiación directa de la naturaleza en la sociedad primitiva [...] o el consumo de mercancías adquiridas con salarios obtenidos mediante la venta del trabajo en el capitalismo. La visión ecológica de las condiciones de la existencia humana podria haberse conectado fácilmente con el marxismo por medio de una definición adecuada de las fuerzas productivas o los poderes productivos. Eso no fue hecho por Marx. Pese a la similitud superficial entre un enfoque ecológico y un enfoque en términos de `reproducción' de los sistemas sociales, desde hace mucho tiempo ha habido un divorcio entre el marxismo y la ecología. De todos los conceptos marxistas, el que mejor se adapta al tema central de este libro es el fetichismo de las mercancías o [...] la ficción de la conmensurabilidad; según el ejemplo de Nuerath, es el hecho de que 'no podamos' comparar kilogramos de carbón y horas de trabajo humano en las mismas unidades" (p. 5). Véanse las cartas 182 y 188 de Engels a Marx, sobre el "asunto Podolinski", en Karl Marx y Frederick Engels, Selected connspondence, 1846-1895, Nueva York, International Publishers, 1942, vol. 29, pp. 409-411. Véase también Bramwell, op. cit., p. 86.
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INTRO
del cambio histórico al desarrollo de las "fuerzas productivas", las mismas fuerzas que amenazan con destruir el-planeta? Se argumenta que la concentración extrema de Marx en el poder vitalizador de la ciencia y la tecnología reflejaba la obsesión del capital por la expansión constante de la productividad y la producción. Sin embargo es incuestionable que no problematizó sistemáticamente (es decir, no evaluó en términos de su utilidad real para los individuos y la sociedad) las fuerzas productivas capitalistas (y los valores de uso en general) en El capital ni en ningún otro trabajo. Veía las fuerzas capitalistas de producción como capaces, potencialmente, de liberar a la humanidad de la servidumbre de la naturaleza que, según creía, permite y al mismo tiempo restringe la producción material humana. Y, además, ¿no gira acaso la teoría marxista de la crisis en torno a la contradicción interna del capitalismo (que algunos marxistas ecologistas denominan la "primera contradicción"), más que a barreras externas a la acumulación capitalista, como salud y bienestar de trabajadores y comunidades, recursos limitados y restricciones espaciales, sean las mismas autoimpuestas o no por el desprecio capitalista de sus "condiciones de producción"? Según Michael Redclift, para Marx las "barreras a la plena realización del potencial de los recursos eran impuestas por relaciones de propiedad y obligaciones legales, más que [por] el caudal de los recursos" (aseveración que tendremos oportunidad de desmenuzar en el capítulo 8 de este libro). 3 Y el ataque continúa: si bien podemos conceder que Marx entendía la naturaleza como algo enteramente transformado por la acción humana, ¿previó que esta "segunda naturaleza" llegaría a dominar tanto las inquietudes de la humanidad a finales del siglo xx? No. El marxismo-leninismo en la URSS, ¿no puso en primer lugar la industrialización y en un segundo plano, muy remoto, la protección ambiental? Aunque la ideología dirigente de la URSS, durante dos decenios, afirmó que la ecología era la "base de la planificación económica", 4 esto era más de la boca para afuera que una realidad. El arraigo en la tierra, la ética centrada en la misma y la subsistencia de pueblos indígenas y del campesinado en los países del Sur, preocupaciones centrales de la ecología política, ¿no están ausentes en la teoría y la práctica marxistas? Las respuestas son sí, sí y sí. Pero, como veremos, pese a esos y otros silencios, Marx y Engels, y una cantidad de teóricos marxistas, vieron (y ven hoy) dialécticamente interconectadas la historia humana y la historia natural; entendieron (y entienden) la naturaleza antiecológica del capitalismo y la necesidad de una teoría que exprese la relación contradictoria entre valor de cambio y valor de uso, y tuvieron (y tienen) una visión ecológica socialista, aunque sea latente.
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3 Michael Redclift, Development and the environmental crisis: Red and green alternativas, Londres y Nueva York, Methuen, 1984, pp. 7.8. La excepción son las disquisiciones teóricas de Marx acerca del efecto de la escasez de materias primas sobre la tasa de utilidad y la estabilidad económica, respecto a lo cual hablaremos más adelante. 4 Por ejemplo Grigorii Rhozon, The biasphere and politits, Moscú, Progresa, 1979, cap. 2.
E nature 1984; St. M ideolog varia cuyas
ODUCCIÓN
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storia y naturaleza", la primera parte de este libro, se ocupa de esta relación diaica entre la historia humana y la historia natural, o entre la economía humana economía de la naturaleza. Presento una interpretación del método marxista mada concepción materialista de la historia, y sugiero algunas formas en las cuapuede reforzarse esta visión tradicional al incorporar factores "ambientales" o naturales como culturales. El resto de la primera parte se concentra en la hisa ambiental. Trato de aplicar un acercamiento materialista histórico a la discia misma de la historia ambiental, y también a la historia ecológico-ambiental a región en la que vivo y trabajo, así como (en forma breve y derivada) de las dades de Chicago y Los Ángeles. La fuerza que subyace a estos capítulos es mi pio deseo o necesidad de un método de estudio que sea al mismo- tiempo teóamente sólido (más o menos) así como prácticamente útil para la política iental radical. Como veremos en el capítulo 1, la falta de una sensibilidad ecológica plena en ensamiento marxista se ve bien ejemplificada en la descripción usual del matesmo histórico. Aunque la concepción materialista de la historia es una enorme ora con respecto a las visiones idealistas premarxistas, debido a sus dos facetas, su insistencia en que la "realidad empírica" siempre es ambigua, pues expresa ensión entre las relaciones sociales y las relaciones materiales-técnicas, el "mat" (materialismo histórico) deja muy poco lugar para la economía de la naturaa y demasiado para la economía humana. En las versiones clásicas la relación e la producción material y la naturaleza depende demasiado del modo de proción —o modo de explotación del trabajo— y demasiado poco de las condines ambientales y de los procesos ecológicos. Si bien el marxismo ha logrado mostrar de qué manera se "construye socialmente" el concepto de naturaleza en rentes modos de producción, la irreductible autonomía de aquélla, que hace ibles y restringe los proyectos humanos, suele ser desdeñada o marginada (aunno por el mismo Marx, quien afirmó claramente que la producción está diada por "procesos naturales independientes del hombre"). La mayoría de los marxistas piensan que en el modo de explotación capitalista ida material socialmente organizada tiene dos efectos. El primero consiste en mbiar las formas de la naturaleza de modos que la "humanicen" o creen una gunda naturaleza". "El hombre [...] sólo puede proceder como la naturaleza ma, vale decir, cambiando, simplemente, la forma de los materiales."5 La urbanión, la agricultura comercial, la explotación forestal y el efecto invernadero son
El capital, vol. 1, México, Siglo XXI, 1975, p. 53 . Véanse también Neil Smith, "The production of e", en Uneven development: Natura capital, and the production of space, Oxford y Cambridge, Blackwell, ; Michael Dunford y Diane Perrons, "The concept of nature", en The arena of capital, Nueva York, Martin's, 1983; Margaret FitzSimmons, "The matter of nature", Antipode 21, 2, 1989. En The Gennan gy, Collected work, Londres, International Publishers, 1976, vol. 5, pp. 39-40 [La ideología alemana, as ediciones], Marx y Engels afirman claramente que el mundo natural es un producto histórico s formas son creadas por el trabajo humano.
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ejemplos evidentes. El imperialismo ecológico y la distribución mundial de espe cies vegetales europeas son casos menos obvios. 6 El segundo efecto de la vida material es cambiar las formas de la conciencia humana de maneras que "naturalizan a los seres humanos", es decir, dominan las "leyes" de la naturaleza de modos que permiten el descubrimiento y desarrollo de nuevas formas de riqueza material. El "desencantamiento de la naturaleza" —el desarrollo casi universal de una conciencia científica— es su efecto principal! En otros términos, el trabajo social media entre la historia humana y la natural; el trabajo es la interfaz material entre la sociedad y la naturaleza. El trabajo está organizado como una división de funciones o tareas especializadas, incluyendo una división entre la actividad mental y la manual, así como entre los trabajadores mentales y los manuales. El trabajo social tiene momentos objetivos y subjetivos: el trabajo socialmente organizado (y simbólicamente mediado) crea el mundo objetivo en el cual vivimos y trabajamos; también contribuye a producir el mundo subjetivo de la conciencia, que limita y al mismo tiempo brinda oportunidades de nuevas y diferentes clases de actividad material. Visto así, el "impacto humano" sobre la naturaleza gira en torno a las formas en que se organiza el trabajo social, sus fines o sus metas, la distribución y uso del producto social y el conocimiento de la naturaleza, así como las actitudes hacia la misma. Este punto de partida teórico y práctico del "marxismo convencional" ha sido más o menos ignorado por los ecologistas. Los marxistas, por su parte, no le han prestado mucha atención a la ciencia de la ecología ni a lo que parece ser una nueva sensibilidad ecológica global. El materialismo histórico habitual ha hecho énfasis en la transformación humana de la naturaleza, más que en las autotransformaciones de ésta, y también más que en las formas en que la misma transforma la historia humana. El ciclo capitalista y la explotación del trabajo se consideran más importantes que el ciclo de vida de los organismos o los ciclos de uso de la energía y la "explotación" de la naturaleza. ¿Sería posible, entonces, salvar el materialismo histórico con la simple sustitución de "ciencia ecológica" por "ciencia" en la formulación clásica de que los seres humanos se naturalizan a través del trabajo social? Esto es indispensable para la reformación y extensión de la "mathist" a la luz de los hallazgos de la ciencia de la ecología, así como de las luchas ecológicas de todos tipos. No obstante, perdura el problema clave: ¿hasta qué punto se le hace justicia a la naturaleza? ¿Cuán cerca del centro —tanto de la historia natural como del materialismo histórico— ponemos lo que Richard Lewontin y Richard Levins llaman las "fuerzas determinantes débiles" de la economía de la naturaleza? ¿Basta con afirmar que "mientras exista el hombre la historia de la naturaleza y la histo-
6 Alfred Cmsby, Ecalogical imperialissa: The ~ni mcpansion of Rurnp ,, 9 1909, Cambridge y Nue va York, Carnbridge University Press, 1986. 7 John Desmond Bernal, Science in history, Cambridge, mrr Press, 1977.
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ria de los seres humanos se determinan mutuamente?" 8 ¿O deberíamos agregar que un vínculo entre la historia de la explotación de la naturaleza y las luchas de clase es la historia natural, y viceversa? La respuesta parecería ser afirmativa, en vista de la bibliografía sobre la importancia de los factores ecológicos en el cambio social e histórico, algo que es "muy diferente del determinismo tecnológico de Engels, pero no incompatible con un punto de vista marxistas 9 Anna Bramwell, entre otros, ha descartado los intentos de identificar la dialéctica del hombre y la naturaleza de Marx con el sentido de la relación humano-naturaleza de los ecologistas, aduciendo que Marx y Engels concedieron a los seres humanos un papel demasiado activo (y a la naturaleza uno excesivamente pasivo). 10 Las leyes de la naturaleza no son de ninguna manera tan "regulares" como parecían pensar los fundadores del marxismo (y en general todos los demás durante el siglo xix). No sólo en la naturaleza "parece reinar el azar"; en toda una vasta gama de problemas en realidad "reina" el azar» La historia de la ciencia del siglo xx y sus principios de indeterminación y de incertidumbre confirman esta visión. La naturaleza se transforma de maneras impredecibles al mismo tiempo que está siendo transformada por la actividad material humana. 12 La naturaleza es un socio activo de la vida material de la especie humana y, por consiguiente, de su historia y de la evolución de la conciencia humana. La aparición y el desarrollo de la ciencia de la ecología y sus sensibilidades son, en sí mismos, una firme evidencia al respecto. Los cambios naturales introducidos por los seres humanos, a su vez, contribuyen a determinar las posibilidades y los límites de la historia humana. Las sucesiones forestales, los ciclos de formación de suelos, los patrones de crecimiento de la población de determinadas especies y los cambios del clima son ejemplos obvios de la autonomía de la naturaleza, a veces de acuerdo con una "ley débil", a veces sin ley alguna, relativa ni absoluta. Por lo tanto, el materialismo histórico tiene que extenderse hacia afuera, a la 8 Marcel Prenant, Biology and Marxism, Londres, Lawrence & Wishart, 1938, p. 44, citando La ideología alemana. 9 K. P. Mosley, correspondencia personal, 22 de junio de 1989. Mosley menciona también el materialismo cultural de Marvin Harris y la escuela antropológica marxista, que procura adoptar un enfoque ecológico del cambio social. En este sentido hay que mencionar especialmente la obra de Leslie White. Una verdadera descripción de la ecología y el materialismo histórico tendría que escudriñar con cuidado y respeto esa bibliografía y otras obras relacionadas, labor que está fuera del alcance de esta Introducción. Entre las más importantes se cuentan obras como la de Vernon Gill Carter y Tom Dale, Topsoil and civilization, Norman, University of Oklahoma Press, 1974, que se ocupa de los problemas ecológicos de las civilizaciones en decadencia, y la de Richard Wilkinson, Poverty and progre:5s: An ecological model of economic development, Londres, Methuen, 1973, que lleva al siglo xx un análisis ecológico de la historia. Westport, 1 ° Bramwell, op. cit., criticando a Howard L. Parsons (ed.), Marx and Engels on ecology, Greenwood, 1977. 11 'bid, p. 33, citando a Engels (cursivas mías). 12 Martin O'Connor, "Codependency and indeterminacy: A critique of the theory of production", Capitatism, Nature, Socialism, 3, 1989.
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naturaleza física, en el sentido de que la historia natural tanto de la "primera" como de la "segunda" naturaleza puede influir en la historia humana y viceversa, de acuerdo con el marco temporal y las circunstancias. Esto puede hacerse sin caer en la trampa del determinismo climático o geográfico y de las interpretaciones racistas del cambio social y político que se han asociado con esta clase de pensamiento. Como insisten muchos ecólogos e historiadores, hay que ver los procesos abiertos como si "dirigiesen", de maneras problemáticas, la historia natural, así como la humana. El materialismo histórico también tiene que extenderse hacia adentro, en el sentido de que los cambios biológicos humanos y los procesos socialmente organizados de reproducción de la especie, por muy socialmente mediados o construidos que estén, 13 pueden influir en la historia humana y la historia natural tanto como éstas en aquéllos, también en este caso de acuerdo con el marco temporal y las circunstancias. Esto es posible sin caer en la trampa del determinismo biológico y de las interpretaciones sexistas del cambio social que se han asociado con esta clase de determinismo. Por un lado, los cambios climáticos (causados o no por influencias humanas), por ejemplo, configuran la historia humana y la natural, como lo demuestra sobradamente la historia de la cuenca del Mediterráneo. Por otro, la gramática del lenguaje (y por ende del pensamiento) es innata; 14 el largo periodo de maduración de los seres humanos influye en el alcance y el límite de la organización de la sociedad, y así sucesivamente. Las poblaciones que van envejeciendo no conforman la historia natural y humana igual que las más jóvenes. Parte de la diferencia entre el paisaje cultural y natural de Dade County, en Florida, y la ciudad de México, puede explicarse por la distinta composición por edades de la población de ambas metrópolis. No basta con que el marxismo y la ecología se limiten a saludarse cortésmente con la cabeza. 15 Los ecosistemas emergentes de los huertos de manzanas en la cuenca del río Pájaro (en el condado de Santa Cruz, California) son buenos ejemplos de la naturaleza que vuelve por sus fueros; las especies nativas expulsan a casi todas las introducidas, recreando así una "naturaleza original" que los agentes de bienes raíces de hoy tienen que usar o dominar.I 6 Este hecho debería ser de interés para los marxistas. En Fall Creek (Felton, California) secuoias, abetos Douglas, 13 Por ejemplo Phfilipe Aries, Centurias of childhood, Nueva York, Knopf, 1962. Véase una historia ecológica que procura conjugar teorías de producción y de reproducción en Carolyn Merchant, Ecological revolutions: Natura, gender, and science in New England, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 1989. Una descripción del carácter social, autoconstituido, de la naturaleza humana, se puede encontrar en Richard Lichtman, "The production of human nature by means of human natura", cros, 4, 1990. 14 Noam Chomsy, Language and mind, Nueva York, Harcourt, Braca, Jovanovich, 1972. 13 Bramwell acusa a algunos de los ensayistas incluidos en Joe Weston (ed.), Red and green: A new politics of the mvironment, Londres, Pluto, 1986, de tratar de apropiarse de la ecología para el marxismo. Creo que es una imputación injusta. 16 Burton Gordon, Monterey Bay anea: Natural histoty and cultural imphnts, Pacific Grove, Boxwood, 1979, pp. 100-114.
INTRO
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eles, acebos y otros árboles y especies vegetales viven juntos de modos que ltan indescifrables sin una descripción de las formas de trabajo asalariado y de nología introducidas en el área en el siglo xfx para explotar la madera y los ósitos de cal de la cuenca de Fall Creek. 17 Este hecho debería ser de interés a los ecologistas. La importancia que tienen los datos de este tipo, y el grado en el materialismo histórico debe extenderse al dominio de la naturaleza biolóa y física, parecerían cuestiones empíricas. Se requieren análisis históricos y urales concretos de situaciones concretas para superar y trascender (negar) el lismo entre las teorías e hipótesis históricas y geográficas/biológicas. El hecho que este proyecto siga estando en su infancia sugiere que la mayoría de los maras le han prestado poca atención a la naturaleza, y que la generalidad de los logos y geógrafos le han prestado menos atención aún al marxismo." Hasta las mejores descripciones de la dialéctica entre historia y naturaleza (que su mayoría aún no han sido escritas) son incapaces de responder una pregunta mativa: ¿qué creen los marxistas —si acaso— que debería serla naturaleza? 19 Esto elaciona muy de cerca con la pregunta: ¿qué debería ser el trabajo socias? Dicho otra forma, ¿qué le es posible ser a la naturaleza? ¿Qué es? ¿En qué se está coniendo? ¿Qué parece probable que puedan hacer de ella los seres humanos? En ecosistemas en los cuales en el pasado se asentaron seres humanos, que luego abandonaron, ¿habría que arrancar de raíz la hiedra y la vinca introducidas por ún alma solitaria para civilizar un rincón desolado de la tierra, y que suelen crelocamente, a expensas de las especies indígenas? ¿Cortarlas y controlarlas? ¿O arlas en paz? Es un caso trivial, pero su misma simplicidad ejemplifica la cuesn normativa mejor que muchos ejemplos complejos. En los procesos de trabajo han establecido los seres humanos en el pasado para ampliar la productividad ial, ciertas técnicas de producción y formas de especialización del trabajo que dañado tanto al ambiente natural como a los trabajadores y sus comunidades, berían ser "arrancadas de raíz", reducidas y controladas, o dejadas intactas? a, sin duda, no es cosa trivial, y su complejidad destaca la importancia de la cuesn normativa como nunca podría hacerlo un mero ejemplo. Por último, la diferencia más profunda entre el marxismo y la ecología no es e el primero adora la ciencia y la segunda no, como afirman algunos. Ni tamco que la ecología le da a la naturaleza más de lo debido, ni que proporciona iones de lo que debería ser la misma diferentes de las de aquél. La diferencia ica parecería relacionarse con la pregunta: ¿qué debería ser la sociedad humana? chos ecologistas creen que el uso y la conservación de los recursos es una acti-
7 Barbara Laurence, "The construction of nature and nature of construction: A study of the histol ecology of Fall Creek, Felton, California, 1960-1988", ponencia presentada a la Annual Conferenf the Environmental History Association, Olympia, abril de 1989. 8 Una importante excepción es el innovador grupo de geógrafos radicales asociado con la revista pode. 9 John Ely, "Lukács' construction of natura", cros, 1, otoño de 1988, p. 116.
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viciad moral, íntimamente relacionada con la supervivencia del grupo. Alguno ecologistas políticos basan un modelo de la sociedad humana en las que consid ran formas igualitarias de cooperación que "se encuentran" en la economía de l naturaleza, lo que en parte puede ser una especie de expresión de deseos o un proyección, sobre la naturaleza, de categorías históricas deseables, en un esfuerz por controlar las proyecciones del darwinismo social sobre la naturaleza de cat gorías indeseables, como la "competencia". Por su parte, la mayoría de los marxi tas parecen contentarse con el proyecto científico de descubrir las "leyes" de l naturaleza a fin de usarlas para propiciar aún más el desarrollo de los seres huma nos en cuanto especie. No obstante, puesto que la evolución de la especie humana incluye no sólo la dependencia de la diversidad y fecundidad de la vida, sino tam bién el aprecio por aquéllas, es probable que, para ser coherente consigo mismo el marxismo deba volverse "ecológico".
La segunda parte de este libro ("Capitalismo y naturaleza") se ocupa de alguno asuntos clave relativos a la economía política de la ecología (con algunas referen cias a la sociología política y la sociología económica) en el modo de producció capitalista. Me concentro en las maneras en que las relaciones de producción del ca pitalismo (relaciones de producción, competencia, mercado mundial, etc.) degra dan o destruyen las condiciones de producción, incluido —y especialmente— e ambiente. Entre las relaciones de producción capitalistas y la naturaleza hay una cantidad de mediaciones: la tecnología, desde luego, y la energía de combustible fósiles, las relaciones de trabajo, los mecanismos del capital en expansión y el esta do. Estas mediaciones se analizan con cierto detalle, sobre todo desde el punto d vista de la teoría de la crisis. Analizo también algunas manifestaciones espaciale del capital, usando el tema del desarrollo desigual y combinado, con especial aten ción a las políticas (incluyendo las políticas guerreras) del petróleo, la mercancía que ha nutrido al capitalismo durante bastante más de un siglo. Finalmente, en e último capítulo de la segunda parte, "¿Es posible un capitalismo sustentable?", se reúnen algunos hilos del argumento general. No muchos cuestionarán la afirmación de que el Norte (el antiguo "primer mundo") ha gozado de un crecimiento del bienestar material sin precedentes en los últimos doscientos años. Por otro lado, la mayoría coincidirá en que este crecimiento ha dado por resultado una degradación indiscriminada de los recurso naturales durante esos mismos dos siglos, 2 ° y también en que el Sur (el antiguo "tercer mundo") es la peor víctima de lo que Mustafá Tolba, director ejecutivo del Programa de Medio Ambiente de las Naciones Unidas, ha llamado "genocidio glo-
2° Muchas enfermedades humanas no transmisibles se asocian también con el paso a condiciones de vida a las cuales los genes humanos no están adaptados, y que a su vez son resultado del desarrollo económico industrial (véase Thomas McKeown, The origins of human distase, Oxford y Nueva York, Basi Blackwell, 1988).
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INTRODUCCIÓN
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bar: el resultado de centenares de años de despojo ecológico por parte del Norte imperialista y de sus asociados más recientes en el Sur. 21 Por eso el crecimiento económico y la abundancia material en el Norte son contradictorios, en el sentido de que el capital ha superado la escasez degradando el ambiente en el Norte y en el Sur. El Norte le debe una parte fundamental —aunque desconocida— de sus niveles de vida al agotamiento de recursos no renovables, la degradación de los renovables y el despojo de los bienes comunes globales. La riqueza del Norte en materia de mercancías ha dado como resultado la pobreza de la naturaleza y la pobreza del Sur (y de las "colonias internas" del Norte) desde el comienzo de la Revolución industrial, en el siglo xvm. En Inglaterra, patria del capitalismo industrial, las manufacturas más importantes eran los textiles de algodón. Su centro de producción era el condado de Lancashire, asimismo distrito de minas de carbón. La producción de éste en Lancashire aumentó de 35 mil toneladas en 1750 a 400 mil en 1830 (de más o menos el 7 al 13% de la producción total de carbón en Inglaterra), expandiéndose para satisfacer la creciente demanda de energía de los nuevos talleres textiles mecánicos, la construcción de canales y el funcionamientos de barcas y, en la misma industria del carbón, para hacer funcionar las bombas de desagüe. Hasta 1796, cuando James Watt patentó su famosa máquina de vapor, la más usada era la de Newcomen. Este motor sólo quemaba antracita y tenía una combustión casi completa, por lo cual era bastante limpio, pero resultaba técnicamente ineficiente porque la combustión tapaba el mecanismo del motor. Watt experimentó con la máquina de Newcomen y se le ocurrió condensar vapor en una cámara separada, y añadir una bomba de aire para llevar el vapor hacia la misma. Su máquina podía funcionar con carbón bituminoso, más barato y con más azufre, que no se quemaba por completo. El resultado fue un motor que no se tapaba y, por esta razón, una máquina extremadamente contaminante. Watt y su socio Mathew Boulton establecieron una de las empresas más importantes de la historia inicial del capitalismo. El motor de Watt y sus imitaciones se vendían por todo el mundo. Lancashire, donde se usaban por centenares para mover una variedad de máquinas en las despepitadoras de algodón y también las bombas de las minas, no tardó en estar cubierto por un repulsivo sudario de humo. El dióxido de azufre que se produce al quemar carbón se transforma en ácido sulfúrico cuando se oxida, proceso que se facilitaba en el húmedo clima británico. Luego el humo de carbón redujo la productividad agrícola y eliminó muchas variedades de vida vegetal. Lo que Robert Smith habría de llamar lluvia ácida (en su Air and raro, publicado en 1872) redujo la productividad del suelo en general. También disminuía el paso de la luz, lo que creó una epidemia de raquitismo —crecimiento anormal de los huesos—, enfermedad infantil causada por falta de vitamina D. 21 Citado en Jon Stewart, “UN'S
1990.
dire environmental diagnosis", San Francisco Chronicle, 6 de junio de
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Aparte de la mezcla letal de gases y partículas producida por la máquina de vapor de Watt, el drenaje de las minas creaba una terrible contaminación del agua. El famoso "sistema Lancashire" para la extracción de carbón se diseñó para sacar de la tierra la mayor cantidad de carbón lo más rápidamente (es decir, rentablemente) que se pudiese. Las vetas se trabajaban cerca de la superficie; centenares de excavaciones poco profundas se hundieron; luego se rellenaron y se las abandonó. Los desagües de las minas contaminaron ríos y arroyos con ácidos, partículas, hierro y compuestos ferrosos, y concentraciones de metales pesados, combinación sumamente tóxica para plantas y animales. La población de peces fue diezmada, lo cual incrementó la biomasa vegetal, reduciendo el oxígeno para otras formas de vida. La máquina de Watt fue un desastre ecológico tanto como un triunfo económico. 22 Mientras el carbón y el vapor impulsaban el desarrollo económico en Inglaterra (y más tarde en Europa Occidental y Estados Unidos), la industria del Norte tenía resultados desastrosos para las condiciones de vida ambientales, materiales y sociales. El comercio exterior, especialmente a partir de 1760, se convirtió en el motor del crecimiento industrial británico. Hasta que se abolió el comercio de esclavos los textiles de algodón se trocaban por esclavos africanos que, "exportados" al Nuevo Mundo, producían azúcar, café, tabaco y otros productos (o drogas) de consumo para Inglaterra y Europa, así como algodón en bruto para las despepitadoras de Lancashire. El resultado fue una tragedia ecológica y humana sin precedentes, tanto en África como en las regiones proveedoras de materias primas del Nuevo Mundo. En Estados Unidos, en la última parte de ese mismo periodo histórico, los cultivadores de cereales de Nueva Inglaterra y la costa este, que alimentaban a los habitantes urbanos, erosionaban el suelo en busca de mayores ingresos. Hacia 1850 la calidad del suelo era tan mala que los granjeros no podían alimentar ni siquiera a sus propios vecinos, los nuevos residentes de las "tierras limítrofes", lo que hoy llamaríamos "suburbios". De modo que los primeros habitantes suburbanos compraban la comida en las ciudades en las que trabajaban. El efecto fue la expansión del papel de las mismas como centros mercantiles agrícolas. Mientras tanto, las ciudades se construían de piedra y ladrillo; Nueva York, por ejemplo, se abastecía de canteras y ladrilleras del condado de Westchester. Con el tiempo los elementos tóxicos contenidos en el rocío, la lluvia y la niebla, sobre todo el valle del río Hudson, hicieron que las hojas se marchitasen, la fruta se cayese aún verde y los árboles se secaran. También sufrieron los cereales, las verduras y los árboles. 23 La población urbana, en parte creada por la degradacion de la naturaleza, vivía así a expensas
de es
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" Mathew Osborn, "Origina of an industrial wasteland: Coal mining and use in late 18th century and early 19th century Lancaster", manuscrito inédito, 11 de junio de 1990. " John R. Stilgoe, Borderland: Origins of the American suburb, 1820-1939, New Haven, Yale University Press, 1988, pp. 73-74.
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e ésta. Y lo mismo hacían, irónicamente, los residentes suburbanos que querían scapar de la ciudad y volver a un entorno más natural. Estas historias se podrían multiplicar por cien. Son ejemplos de la contradicción eneral entre el capitalismo y la naturaleza, o la contradicción entre el capital que e expande y la naturaleza que se autolimita. Por una parte el capitalismo es un sistema autoexpansivo de crecimiento ecoómico. Su meta es el crecimiento sin límites, el dinero en busca de más dinero. l medio de la expansión, y al mismo tiempo su meta, es la utilidad. Toda instituón y práctica cultural capitalista se organiza para obtener utilidad y acumular apital. El crecimiento económico se ve también como el gran solvente social, omo la "solución" a la pobreza, el desempleo, la distribución desigual de la riquea y del ingreso. Los nuevos impuestos recaudados vienen de la acumulación de apital, así que pocos políticos se atreven a oponerse a la autoexpansión del miso. Las compañías que no se orientan al crecimiento son severamente castigadas or los banqueros, el mercado accionario y los competidores. Los trabajadores que o quieren o no pueden cambiar de habilidades y lugar de residencia de acuerdo on la lógica de la acumulación se quedan atrás, desempleados en el mejor de los asos, sin hogar o encarcelados, en el peor. Por otra parte, la naturaleza no es autoexpansiva: los bosques llegan a etapas áximas; el agua fresca está limitada por la geografía y el clima; los combustibles siles y los minerales están fijos en términos fisicos. La naturaleza no es nada "mezuina" y permite la producción humana, al mismo tiempo que la restringe, pero us ciclos y ritmos no están regidos por la misma lógica que los ritmos y ciclos del pital. La moraleja de estas historias y la línea teórica general que ilustran es que no abría capitalismo tal como lo conocemos hoy si durante los dos últimos siglos se ubiese dado una planeación ecológica y económica racional y democrática. Esa aneación, políticamente imposible de imaginar en 1750, 1850 y 1950, y políticaente implausible incluso a fines de los años 1990, hubiera reencauzado el desaollo económico en direcciones ecológicamente racionales. Otra moraleja es que nuestros antepasados nos dejaron un legado dudoso. Por n lado algunos vivimos en países que han desarrollado una enorme capacidad dustrial y una abundancia de bienes materiales. Por el otro, nos enfrentamos a na naturaleza degradada, a ciudades congestionadas y a una población que se ente aislada, enajenada y explotada. Hemos sufrido los resultados de un pacto que uestros antecesores hicieron con el demonio, y si las cosas no cambian nuestros jos correrán una suerte aún peor. Si observamos el problema en estos términos la egunta clave es: "¿qué clase de relación queremos tener con miles de millones de ersonas, que todavía no han nacido, que no pueden opinar en el 'mercado' y en s consejos gubernamentales de hoy?" Una respuesta neomalthusiana es: "evita ue nazcan". Un elemento clave de una respuesta socialista ecológica es garantir que los que nazcan no estén material y ambientalmente empobrecidos.
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Hay otra manera de ver el problema y otra pregunta que podemos formular. No sólo sufrimos las consecuencias de las acciones de los muertos, sino también de los vivos... al menos de algunos. Se trata de los que deciden las prioridades de inversión y tecnología, los flujos de capital, los préstamos internacionales y la política presupuestal de los gobiernos. La pregunta, entonces, es qué clase de relación queremos tener con los industriales, los comerciantes, los directores de las corporaciones y los bancos transnacionales, el Banco Mundial y el FMI, así como con los altos funcionarios del estado. Si la primera parte de este libro es una especie de "búsqueda de un método", y la segunda una ampliación y aplicación de este método al problema del capitalismo y la naturaleza, la tercera es otra clase de búsqueda y aplicación: la búsqueda (y evaluación) de tendencias radicales dentro de la ecología y los movimientos relacionados con ella, y una aplicación de algunos principios de sociología política y teoría política a problemas estratégicos a los que se enfrentan estos movimientos. Empiezo por examinar las formas en que los verdes y otros han discutido el socialismo y la ecología. Me concentro después en las que considero tendencias o temas radicales dentro del movimiento ambientalista (definido en términos muy amplios) en Estados Unidos. Luego demuestro una manera práctica de combinar identidad y política local, o multiculturalismo y biorregionalismo, en el área de la bahía de San Francisco, y después un modo de analizar críticamente el famoso lema verde: "Pensar globalmente, actuar localmente". Tras una breve incursión a los vínculos entre los nuevos movimientos sociales y el estado, completan este trabajo dos capítulos acerca de las diferencias y semejanzas entre el socialismo tradicional y lo que podría denominarse el socialismo ecológico. Me concentro siempre en las tendencias verdes radicales (y otras relacionadas) en Estados Unidos, con ocasionales miradas a otros países del mundo sobredesarrollado y también del Sur. En estos capítulos empiezo con la observación de que hay hoy centenares de millones de personas, en todo el mundo, que carecen de empleo o que trabajan, por una pobre paga, en lugares insalubres e inseguros; que viven en ciudades contaminadas y congestionadas o en aldeas empobrecidas, con poca tierra, agua potable, combustible o forraje, y que son oprimidas y explotadas de acuerdo con cualquier definición de estos términos. Las mujeres y los niños, en particular, soportan los peores efectos de las catástrofes económicas y ecológicas que caracterizan a una parte tan grande del Sur, donde los "recursos" son cada vez más escasos, antes que nada debido a las estructuras de propiedad y poder, la mala distribución de la tierra y de otras necesidades productivas y, en general, a la pobreza. El resultado es que en las dos o tres últimas décadas decenas de millones de personas han empezado a escudriñar críticamente el papel de los caciques y las burocracias locales, de los terratenientes y ganaderos, banqueros, corporaciones transnacionales y otros focos de poder, y que muchos cuestionan las políticas monetarias, impositivas, de gasto, inversión, tecnología y exportación de los gobiernos. Hay decenas de miles
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de organizaciones no gubernamentales (oNG) e incontables agrupaciones informales abocadas a la justicia ambiental y social. En el Sur ha aparecido lo que el economista ecológico Juan Martínez-Alier ha llamado "el ambientalismo de los pobres" (o "socialismo narodnik"), mientras que en Norte, hasta la aparición relativamente reciente de la justicia ambiental y los movimientos contra las sustancias tóxicas, las cuestiones principales han tenido que ver menos con la supervivencia económica que con los encantos ambientales. Algunos autores han desarrollado un modelo de los movimientos ambientales en el Sur y en el Norte, en correspondencia con el uso que el capital hace de la naturaleza como grifo y también como sumidero; en el primero predominan los problemas de agotamiento y carencia de recursos (aunque la contaminación urbana en las ciudades del Sur, por ejemplo, rebasa con mucho la de la mayoría de las urbes del Norte); en el segundo son más importantes los problemas de contaminación (aunque las prácticas agrícolas, forestales, pesqueras y otras afines del Norte dejan mucho que desear desde el punto de vista ecológico). Una cuestión clave de hoy es cómo lograr que las batallas ecológicas produzcan un cambio socioeconómico radical, sobre todo en un momento en el que los tres modelos básicos de desarrollo (el socialismo estatal en el Este, la democracia social en el Oeste y el desarrollo nacionalista en el Sur) han sido destruidos o están sufriendo un feroz ataque del capital global y de sus agentes. Tal vez alguna referencia al pensamiento posmarxista y a sus objetos de estudio, la "sociedad postindustrial", los "movimientos alternativos" o los "nuevos movimientos sociales" y la "democracia radical" sea un buen punto de partida para empezar a ocuparse de esta cuestión." Los posmarxistas ya no ven a la clase obrera tradicional como el agente privilegiado de la transformación histórica. Ya no existe una batalla por el socialismo (se piensa) sino más bien contra todos los "ismos". Hoy hay una lucha (en el Norte) en pro de la "democracia radical" por parte de los "nuevos movimientos sociales" en la "sociedad postindustrial". Estos postulados posmarxistas merecen un análisis minucioso, sobre todo en vista de las lecturas posmodernas de Marx y del marxismo y de la implicaciones políticas que tienen." Aquí sólo quiero señalar que en la teoría ecológica marxista la 24 El texto posmarxista más elaborado es de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, Hegernony and socialist strategy: Towards a radical democratic isolitics, Londres, Verso, 1985 [Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia, Madrid, Siglo XXI de España, 1987]. Un ejemplo estadunidense es Michael Albert et al., Liberating theory, Boston, South End, 1986. Probablemente el más conocido "mar-
xista convertido en posmarxista" sea Rudolf Bahro, quien escribió: "Del socialismo científico he regresado al socialismo utópico, y políticamente he pasado de una orientación de clase dimensional a una populista [...] La lucha de clase tiene poco o nada que ver con huir del desastre ecológico porque se trata esencialmente de una batalla dentro del proyecto social industrial", Michael Clow, "Bahro on ecology", Studies in Political Economy, 20, verano de 1986, p. 172. Clow comenta: "Bahro no E...] es el único con estas ideas. De hecho reflejan al grueso del movimiento ambientalista" (p. 179). 25 Por ejemplo, el análisis de Laclau y Mouffe de lo que llaman "esencialismo" marxista viola tanto el espíritu como la sustancia de la teoría del capital y el cambio histórico de Marx.
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batalla por lo que Marx llamó "condiciones de producción" (en términos generales fuerza de trabajo, infraestructura y naturaleza, es decir todo aquello que se trata como si fuese una mercancía, aunque no se lo produce como tal) ha redefinido y ampliado la lucha de clase hasta el punto en que ya no se reconoce a sí misma como tal... al menos por ahora. Esto significa que las amenazas capitalistas a la reproducción de las condiciones de producción no sólo son amenazas a la utilidad y la acumulación, sino también a la viabilidad del medio social y natural como medios de vida y vida misma. La guerra entre el capital y los nuevos movimientos sociales, en la cual se disputan los conceptos básicos de "costo" y "eficiencia", tiene dos "momentos" básicos. El primero es la lucha popular y casi universal por protegerlas condiciones de producción (o, mejor aún, los medios de vida) de nuevas destrucciones debidas a la indiferencia y los excesos inherentes al capital mismo. Esto incluye la necesidad y la demanda de reducir el riesgo en todas sus formas. Esta lucha tiene que ver con la manera en que se lleva a cabo la apropiación de la "naturaleza", como medio de reproducción del capital en oposición a medio de reproducción de la sociedad civil y de la vida de las especies, humanas o no. El segundo es el combate acerca de los programas y políticas del capital y del estado para restructurarlas condiciones de producción, es decir, una batalla respecto a la forma y los contenidos de los cambios de esas condiciones. Las "nuevas luchas sociales" se enfrentan, al mismo tiempo, al deterioro de las condiciones de producción y a las restricciones de las mismas inducidas por la crisis. Ambos "momentos" de la lucha tienen lugar fuera del estado, pero también dentro de él y en su contra. Vista así, la demanda de democracia radical es la de democratizar la provisión y reconstrucción de las condiciones de producción, que es, en ultima instancia, la demanda de democratizar el estado o la administración de la división del trabajo social. 26 En el pensamiento posmarxista se hace gran énfasis en la "especificidad local" y la "integridad" del cuerpo de un individuo, de un prado determinado, de una especie en particular o de un sitio urbano específico. Según Carlo Carboni, el desafio de la especificidad es impulsado por todos los nuevos actores sociales en las sociedades capitalistas avanzadas. Es resultado de una compleja red de medidas políticas, planeación y demás, que ponen en práctica tanto el capital como el estado a fin de integrar a la gente mientras cambian las condiciones de producción. Por una parte esta especificidad (diferencia) representa la ruptura de la solidaridad colectiva y de clase. Por la otra, revela nuevas microrredes de solidaridad social, así como la red de solidaridad universalista basada en la ciudadanía social." " James O'Connor, "The democratic movement in the United States", Kapitalistato, 7, 1978. Cabe advertir que en toda la bibliografia posmarxista me resulta imposible encontrar una sola referencia a la división del trabajo social, tan obsesionados están los "teóricos" con la división del trabajo industrial y la división del trabajo dentro de la familia. Esta ausencia o silencio sugiere que el posmarxismo es, por lo menos en parte, anarquismo, anarquismo populista, comunitarismo o libertarianismo reciclados. 27 Comunicacion con el autor, octubre de 1987.
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La palabra "diferencia" se ha vuelto el mantra posmarxista que (se cree) expulsa el término "unidad", que para el pensamiento posmarxista muchas veces no es más que otra manera de escribir "totalitario". En versiones bien meditadas de ese pensamiento se considera que la "especificidad local" sobre la que se basan los nuevos movimientos sociales vuelve imposible toda demanda universa428 al menos toda demanda política universal que vaya más allá de la demanda de reconocimiento universal de la especificidad local. Esto se contrasta con la revolución burguesa que universalizó la demanda de derechos ante los privilegios, y con la vieja lucha de la clase trabajadora que universalizó la demanda de la propiedad pública de los medios de producción frente a la propiedad capitalista. No obstante, a lo largo de este libro nuestro análisis de las condiciones de produccion y las contradicciones de las mismas demostrará que hay una demanda política universal implícita o latente en las nuevas luchas sociales, y que se trata de la demanda de democratizar el estado, así como la familia y la comunidad. De hecho no existe forma de que se universalicen las diversas luchas sociales que defienden la integridad de sitios específicos, como no sea a través de las luchas por un estado democrático, o "burocracia popular", en términos de algunos, uniéndose entre tanto con el movimiento obrero sobre la base del reconocimiento de lo que tenemos en común —el trabajo cooperativo—, lo que nos permite teorizar acerca de la unidad del trabajo social." Además, el posmarxismo, influido por el "problema del gorrón" y por los problemas de la "elección racional" y la "elección social" (todos los cuales presuponen un individualismo metodológico), afirma o implica que las luchas por las condiciones de producción son diferentes de las luchas tradicionales por salarios, horaEste punto y el siguiente los precisó Claus Offe en una conversación con el autor. "El punto en disputa es la aseveración posmarxista de que tenemos múltiples identidades sociales, en oposición a la afirmación actual de que existe una unidad teórica en estas identidades, en la unidad de las condiciones de producción y de producción y realización del capital. En el nivel de las apariencias es verdad que tenemos múltiples identidades, pero en esencia la unidad de nuestra identidad emana del capitalismo como modo de producción. De lo que se trata es de convertir en realidad la unidad teórica. Una lucha ambiental puede ser una barrera no intencional al capital en el dominio de la acumulación, sin ser ideológicamente anticapitalista. La cuestión es cómo hacer conscientes a los ambientalistas del hecho de que están haciendo más social la reproducción de las condiciones de producción. Los posmarxistas no quieren encontrar una unidad en las identidades sociales fragmentadas que tenemos. Pero hasta para construir alianzas entre movimientos sociales es necesario construir alguna unidad. Si falta un idos de lucha sobre el que haya acuerdo, o toda definición común, no puede tener lugar un diálogo. Si no somos capaces de coincidir sobre ningún término u objeto de lucha, ¿en qué sentido podemos decir que los nuevos movimientos sociales están por encima de lo que significa el socialismo? Pero en algún sentido se requiere que nos debatamos por un lenguaje común que oscurecerá, necesariamente, diferencias específicas. A medida que el capitalismo abstrae la naturaleza social del trabajo en el intercambio de mercancías, oscurece lo que tenemos en común: el trabajo cooperativo, y por consiguiente fragmenta nuestra identidad. Lo inquietante es la ausencia de todo intento, por parte de los posmarxistas, de teorizar la unidad del trabajo social", David Peerla, comunicación con el autor, noviembre de 1989. 28 28
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nos y condiciones de trabajo, porque las condiciones de producción son en gran medida "bienes comunes", de lo cual un ejemplo obvio es el aire limpio, mientras que el espacio urbano o las instalaciones educativas lo son en menor medida. El argumento afirma que las batallas contra la contaminación del aire (o la renovación urbana capitalista o la segregación racista en distintas aulas, según "niveles de aprovechamiento", en las escuelas) no tienen una "rentabilidad" inmediata para los individuos involucrados, y que a eso se debe (en la interpretación de Claus Offe) el fenómeno de los ciclos de pasividad social y de violencia, debido a la imposibilidad de combinar la acción individual y la colectiva en torno a objetivos que beneficien tanto al individuo como al grupo. Una vez más se puede iniciar una crítica de esta visión describiendo de qué manera el proceso mismo de lucha social cambia las autodefiniciones de "individualidad". Pero hay que decir que los sindicatos, si acaso son algo, son mecanismos disciplinarios contra los "gorrones" (es decir, los individuos que tratan de ofrecer su fuerza de trabajo por debajo del salario sindical son disciplinados y castigados por el sindicato); además, el problema del "gorrón" existe en las luchas por proteger los "bienes comunes" sólo en la medida en que éstas son fines y medios en sí mismas, y no medios, asimismo, para el fin específicamente político (y universal) de establecer un estado democrático. También en relación con el problema de los "bienes comunes", y más allá del tema de la relación entre el individuo y el grupo, está el problema de la relación entre grupos y clases. Específicamente, las luchas de los nuevos movimientos sociales por las condiciones de producción se ven en general, en el universo autodefinido como posmarxista, como asuntos que no son de clase o que son multiclases. "Los procesos transformativos que sin duda tienen lugar en nuestras sociedades muy probablemente no son conflictos de clase [...] sino asuntos que no son de clase."30 Sobre todo en los conflictos sobre las condiciones de producción (en comparación con la producción misma), resulta comprensible que aparezcan como asuntos que no son de clase, y que los agentes se definan como actores no de clase. Esto no sólo se debe a que los problemas (por ejemplo aire limpio, congestionamiento) atraviesan las líneas de clase, sino también a la especificidad local y la • especificidad "de las personas" de esas luchas, es decir, a que el combate se libra para determinar qué clase de valor de uso serán de hecho las condiciones de producción. Pero en todas esas formas de luchas hay una dimensión de clase; por ejemplo la división por niveles en las escuelas, la renovación urbana como "eliminación de los pobres", los tiraderos de desechos tóxicos en distritos y comunidades pobres y de minorías oprimidas, la incapacidad de los desempleados y los pobres de llegar fácilmente a las "áreas silvestres", y demás. La mayoría de los problemas del entorno natural y del social son más grandes desde el punto de vista del pobre, sobre todo si pertenece a minorías oprimidas, que desde la perspectiva de los que reciben un salario y los acaudalados. 3° aaus Offe, "Panel discussion",
Scandinavian Political Studies, 10, 3, 1987, p. 234.
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En síntesis, los asuntos relativos a las condiciones de producción son asuntos de clase (y también algo más que asuntos de clase). Esto resulta obvio de inmediato cuando preguntamos quién se opone a las luchas populares acerca -del contenido de esas condiciones. Casi siempre la respuesta es el capital, que combate contra los programas generalizados de salud pública, la educación emancipatoria, el control sobre las inversiones a fin de proteger la naturaleza, los gastos sociales adecuados en atención a la niñez y las demandas de autonomía o de una participación sustantiva en la planeación y organización de la vida socioeconómica. ¿Cuántos nuevos movimientos sociales y sus demandas financia el capital? Muy pocos, si acaso alguno. ¿A qué nuevos movimientos sociales se opone el trabajo? Sin duda, en muchos casos, a los que ponen en peligro las ideologías de la superioridad masculina o de la supremacía de la raza blanca, así como a los que representan una amenaza para los salarios y los empleos. Por eso la lucha por las condiciones no es sólo una lucha de clase sino también una batalla contra esas ideologías y sus prácticas. Podría decirse, asimismo, que las luchas por las condiciones de producción (condiciones de vida y la vida misma) no son menos que asuntos de clase sino más. Y en la medida en que esto es así, la lucha por la "democracia radical" es mucho más una lucha por democratizar el estado, por imponer democracia dentro de los organismos oficiales responsables de regular la provisión de las condiciones de producción. Si no existe esta clase de perspectiva es probable que los nuevos movimientos sociales se queden en el nivel de batallas locales o problemas aislados, que tenderán a destruirse a sí mismos en el curso de sus intentos de "desconstruir" el marxismo. En conclusión, este libro de ensayos pretende contribuir teóricamente con quienes no sólo piensan que una asociación entre el trabajo y los nuevos movimientos sociales puede funcionar sino que hay que hacerla funcionar, o aquellos que creen que ni el economismo del movimiento sindicalista tradicional ni las luchas "de suma cero" de los nuevos movimientos sociales, por sí mismos, pueden producir un cambio radical. A falta de esa asociación, los "FMI de la ecología" impondrán soluciones autoritarias a los múltiples problemas del ambiente global, lo "urbano" global y la fuerza de trabajo global. No creo que un proyecto "verde rojo" sea totalmente idealista, aunque me doy cuenta de que se requiere mucho idealismo para hacerlo funcionar. Cientos de miles de personas, millones quizá, se han embarcado en ese recorrido en muchos lugares del mundo. En los ochenta. Alemania tenía (y seguramente tendrá otra vez) una emocionante mezcla de posibilidades verdes y rojas. En Gran Bretaña el laborismo defiende, hasta el día de hoy, fórmulas gastadas por el paso del tiempo que tienen poco o nada que ver con la ecología (sea ésta natural, urbana o de otro tipo), y los verdes ingleses hacen bien en sospechar del Partido Laborista. Sin embargo la teoría y la práctica verde roja está evolucionando en la patria del capitalismo industrial. En Italia los votantes verdes han estado abandonando tanto la
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centro-derecha política como el comunismo tradicional, dividiéndose en una nueva configuración izquierda-derecha. Verdes y rojos en Francia, los Países Bajos, España, Portugal y Escandinavia se ven atrapados en un despliegue desconcertante (para los de afuera) de grupos políticos verdes rojos y rojos verdes. En algunos países del Sur, donde los asuntos ecológicos se relacionan más que en el Norte con la supervivencia económica, las perspectivas de la ecología de izquierda, o "ambientalismo de los pobres", parecen ser más favorables. Miles de grupos (formales e informales) y docenas de partidos políticos en África, Asia y América Latina están desarrollando programas que incluyen elementos tomados de la vieja izquierda política y de la ecología. Es evidente que la ecología radical se está convirtiendo en una fuerza que hay que tomar en cuenta, con la que hay que trabajar, a la que hay que defender y hacer progresar.
PRIMERA PARTE
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A decir verdad, la cuestión ambiental define y dramatiza de manera total la necesidad de una conciencia social radical. WILLIAM APPLEMAN WILLIAMS
Los que insisten en que [la destrucción ambiental] no tiene nada que ver con el marxismo no hacen más que asegurarse de que lo que decidieron llamar marxismo no tenga nada que ver con lo que ocurra en el mundo. AIDEN FOSTER-CARTER
Los libros para el público general en cuyo título aparece la palabra "naturaleza" suelen estar repletos de fotos de objetos naturales determinados, lagos, especies de peces y hábitat. Las fotos o dibujos suelen ir acompañados por imágenes verbales o descripciones destinadas a evocar la imagen de objetos específicos. Como las fotos, por sí mismas, carecen de toda sintaxis, no hacen afirmaciones ni construyen argumentos acerca de los objetos que representan. La imagen de un ave acuática cubierta de alquitrán puede ser o no un argumento en contra de la explotación petrolera en las costas. De acuerdo con la comprensión moral y estética del lector, esa foto puede representar lo trágico o lo simplemente lamentable, evocar ira o desdén, constituir un "argumento" contra toda perforación costera o en pro de mayores medidas de seguridad al perforar, o ser vista con total indiferencia. Por usar otro ejemplo, si veo una foto de un pez moribundo, no sé si sentirme bien o mal hasta que leo algo como: "Este pez se está muriendo por el derrame de desechos tóxicos de la compañía química XYZ." Si en lugar de eso leo: "Este pez se está muriendo porque es viejo", voy a sentir otra cosa. Por ellas mismas, entonces, las fotos no discuten con el mundo ni con ninguno de nosotros. Ya sea que las fotos "verdaderas" ilustren un texto o que éste no haga más que aclarar las fotos, tanto las imágenes reales como las verbales hacen, silenciosa e intensamente, una misma demanda: exigen reconocimiento. La foto dice: "He aquí un árbol determinado; tienes que reconocerlo. O, si no lo haces, la foto te ayudará a reconocer un árbol como ése si alguna vez te encuentras con uno." La imagen puede valer por mil palabras cuando se describe un árbol o una especie de árboles específica, pero vale poco en términos de comprender que en la naturaleza hay una categoría de cosas llamadas "árboles", categoría que existe en nuestra [37]
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mente independientemente de cualquier verdadero árbol o especie determinada de árboles. La premisa de esta comprensión en términos de categoría se basa en nuestra capacidad de abstracción, y ésta presupone un lenguaje, que no es un mero sustituto bueno o malo de una fotografía, sino que más bien exige ser entendido, discutir con él; es decir, que no representa al mundo como un objeto sino como una idea. El lenguaje depende de la sintaxis, por eso se lo necesita para razonar y discutir, las imágenes, en cambio, suelen contribuir mucho mejor al reconocimiento. La segunda parte de este libro es acerca de una idea de la naturaleza; no se concentra en cómo "es realmente". Trata de los "árboles" como categoría de cosas, no de representaciones de un árbol en particular ni de una especie de árboles que existen en algún lugar del mundo. Tiene que ver con el "capital" y el "trabajo". En ella los seres humanos se ven sobre todo como personificaciones del capital industrial, el capital terrateniente, el trabajo y demás. Tiene que ver con los símbolos que usamos para hablar con nosotros mismos sobre la naturaleza (y el capital, el trabajo, las relaciones sociales de producción). Nos hemos "envuelto tanto en formas lingüísticas, en imágenes artísticas, en símbolos míticos o ritos religiosos, que [no] podemos ver o saber nada si no es por la interposición de [un] medio artificial". 1 Elmedioartfcquspleí nguajymetáfordléy la teoría marxistas. Las palabras y metáforas que componen la teoría marxista como categoría del pensamiento son "portadoras de significado", afirmaciones, argumentos y autorrefutaciones. La forma en que nosotros (ala mayoría de los estadunidenses?) pensamos o imaginamos la naturaleza tiene sus raíces en el origen mismo del capitalismo. Para comprender nuestras concepciones de la naturaleza tenemos que entender cómo llegó a surgir aquél. El Webster's New World Dietionaly da varias definiciones de "naturaleza", organizadas según el momento en que han ido apareciendo a lo largo de la historia. "Naturaleza" viene del latín nasci, "nacer". La primera definición es "la cualidad esencial de una cosa" o su "esencia". Los ejemplos incluyen la "esencia de un argumento" o la "esencia de una persona". Esta definición prearistotélica de naturaleza tiene, sin embargo, una falla lógica. Si preguntamos cuál es la esencia de la naturaleza misma, la respuesta es "la naturaleza", lo cual es tautológico. Aristóteles se percató de esta tautología y redefinió naturaleza como "las tendencias inherentes de una . persona o un proceso". La definición aristotélica concibe la naturaleza como "algo que está dentro de una cosa y que es el origen de su comportamiento". La "naturaleza" de una cosa es su lelos, su destino o inminencia. La naturaleza no se trata de lo que una cosa es sino de lo que está siendo, de sus posibilidades. La tercera y la cuarta definiciones son la "clase" o "tipo" y "todo el universo fisiEmst Cassirer, An essay on man: An introduction to the philosophy of human culture, Carden City, Doubleday, 1953, p. 43.
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co" (o el poder o fuerza que parece regular el universo). Éstos son los sentidos burgueses modernos, científicos o iluministas de naturaleza. Tienen muchas expresiones, como "lo que existe", "todas las cosas que existen", "la suma total de todas las cosas materiales" y "el mundo material en sí mismo". En este concepto general la naturaleza es una colección de hechos, o algo que puede descomponerse y recomponerse en formas nuevas, por ejemplo en forma de una mercancía. En Europa, durante la larga transición al capitalismo industrial que fue del siglo xv al xviti, esta definición de la naturaleza se fue volviendo cada vez más dominante. Se la veía más y más como pasiva, inerte, "el agregado de cosas", es decir tal como se la definía empíricamente. En su definición extrema la naturaleza se consideraba una "cosa" o una "máquina". Leonardo da Vinci pensaba que podía crear una máquina voladora con sólo hacer una versión mecánica del ala de un ave. El universo copernicano solía compararse con un reloj; Harvey, el médico que descubrió las leyes de la circulación de la sangre, asemejaba el corazón humano con una bomba mecánica; Galileo escribió que "el libro del universo está escrito en el lenguaje de las matemáticas". Esta revolución del concepto del "libro del universo" era congruente con un sentido instrumental de la naturaleza en el cual ésta se veía como algo que existe para beneficio de los seres humanos. Era valiosa en la medida en que podía hacérsela útil Philip Gagliardi, ex miembro del gabinete del gobierno canadiense, dijo en 1987: "Dios no puso ahí esos árboles para que los ensalzasen; los puso para que los cortasen."2 Las últimas definiciones de naturaleza que figuran en el Webster's New World Dictionary son "el estado primitivo del hombre" y "escenario natural", nociones que aparecieron en el siglo xvm y florecieron en el xrx. Surgieron como conceptos clave del movimiento romántico, que se definió parcialmente en oposición a las concepciones instrumentales de los seres humanos y de la naturaleza propias de la Ilustración. Se hacía énfasis en la experiencia de la naturaleza, no en el conocimiento de la misma; en los sentimientos, no los pensamientos; en el cuerpo, no la mente. El iluminismo privilegió la mente por encima del cuerpo ("pienso, luego existo"); el romanticismo las emociones por sobre el pensamiento ("siento, luego existo"). El romanticismo era un movimiento literario y artístico; durante el siglo xix fue configurando cada vez más la sensibilidad social y permea la conciencia popular en la actualidad... por lo menos los fines de semana y en las vacaciones. Lo "natural" llegó a ser definido como "silvestre", "salvaje", "campesino" y "niño". El elemento común de estas asociaciones es que la naturaleza se ve como algo incólume, intocado por las manos humanas, distante de lo urbano. Este sentido de la naturaleza se asocia con el crecimiento de las ciudades, con una denuncia de la vida urbana y con el anhelo de volver a la vida presuntamente prístina del campo. Las obras de Henry David Thoreau, de John Muir y Wendell Berry, y la idea de lo silvestre expresan, todas, sensibilidades románticas. 2 Citado
en Globe and Mail, Toronto, 21 de julio de 1987.
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Algunos autores trataron de combinar conceptos de la naturaleza ilustrados y románticos. Ralph Waldo Emerson escribió que "nuestro globo copernicano es una gran fábrica o generador de energía, con sus constelaciones, tiempos y mareas en rotación". El elemento central aquí es "generador de energía". Existió lo que en el lenguaje del romanticismo se llamaba el "romance de la energía", y ésta era vista tanto en el sentido mecánico/científico como en el aristotélico. Por último, en la concepción romántica hay un profundo sentido de la unidad entre la gente y la naturaleza; por ejemplo, los filósofos de la ecología profunda ven a los seres humanos corno parte de un campo total, no separados del resto de la naturaleza. No obstante, es importante señalar que este sentido de lo universal o de la unidad es idealista (originalmente concepción de poetas, artistas y filósofos), no práctico ni materialista. 3 Estos dos conceptos de la naturaleza tienen que analizarse, en términos no sólo del Webster's New World Dictionary, sino también del diccionario de la historia del capitalismo en Europa Occidental. Primero, con el desarrollo temprano del capitalismo (hacia 1500-1800), la idea dominante de naturaleza cambió de manera drástica. Los conceptos de la misma como un todo orgánico fueron remplazados por el concepto de la naturaleza como el "agregado de cosas". Era vista, cada vez más, como una estructura mecanicista que (igual que cualquier mecanismo) podía disgregarse o separarse, y después reconstruirse de diversas maneras. Se la definía en términos de los distintos elementos de los que estaba hecha. Este nuevo concepto científico marcó lo que podemos llamar la separación teórica de los elementos de la naturaleza no humana (o externa). Segundo, la naturaleza y la naturaleza humana fueron separadas rigurosamente en el pensamiento dominante de la época. Hoy vemos esta separación como naturaleza contra cultura, naturaleza contra historia, rural contra urbano y materia no humana contra mente humana, pares de opuestos que reflejan, en general, una brecha entre la existencia material y la cultura. El crecimiento de las ciudades y la cultura burguesa urbana desempeñaron el papel decisivo en la evolución de este dualismo. En el pensamiento occidental había un tercer dualismo. La naturaleza humana del individuo mismo se separaba en mente y cuerpo, mente y sentimientos, pensamiento y emoción. Hoy este dualismo se expresa de muchas maneras: biología y psicología, arte y ciencia, filosofia y psicoanálisis son tres de las más importantes. Un último dualismo tiene que ver con la naturaleza social de los seres humanos, que también fue dividida o separada. La sociedad llegó a ser definida como los individuos que la componen, lo que en ciencias sociales se denomina "individua3 Este sentido es materialista en el sentido obvio de que los seres humanos respiran oxígeno producido por los árboles, beben agua que es reciclada por ti naturaleza y así sucesivamente, incluyendo la vida bajo la ley de la gravedad.
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lismo metodológico". En contraste, en la Europa feudal "individual" significaba "indivisible", es decir, se definía en términos de relaciones grupales o sociales. Con el capitalismo el significado dominante de "individual" se volvió "entidad independiente"; la persona individual fue abstraída de su ser social (haciendo surgir la cuestión sociológica de la "constitución del sujeto"). Estas separaciones teóricas (o dualismos ideológicos) se produjeron en ciencia, teoría política, psicología y otros campos del pensamiento. Siguen siendo dominantes hasta hoy y configuran la forma en que pensamos y experimentamos la naturaleza: naturaleza no humana en términos de las partes que la integran y como algo separado de los seres humanos; naturaleza humana en términos de la escisión entre mente y cuerpo y asimismo entre los individuos que "componen" la sociedad (pero también, desde luego, que están constituidos por ésta), separada tanto de la naturaleza no humana como del resto de la sociedad. Ideológicamente estas conceptualizaciones fueron asociadas con el desarrollo de los mercados de mercancías, la mercantilización de la tierra y el trabajo, el aislamiento de los objetos físicos/biológicos de su entorno y del individuo en el mercado de trabajo, y con la idea de los trabajadores individuales como "factores de producción". En contraste, la noción romántica de naturaleza —la principal idea que se les opuso— siguió estando viva sobre todo en el nivel teórico, el de los conceptos, no el de la práctica material, excepción hecha de ciertos aspectos de la recreación o del tiempo libre. Ahora es posible conectar la revolución de la idea de naturaleza con la revolución de las prácticas sociomateriales de la vida cotidiana capitalista. Estas nociones, fragmentaciones o separaciones dualistas fueron causadas por cambios materiales y sociales reales (y contribuyeron a causarlos). Junto con los cambios de la concepción de la naturaleza se dieron cambios prácticos, que Marx denominó acumulación "primitiva" u originaria. La acumulación primitiva era la separación de la naturaleza humana y no humana y la separación de los elementos de ambas, de hecho: la fragmentación o cercado de tierras comunes y propiedad común, la apropiación de los bienes comunes por parte de los acaudalados, y la esclavitud en el Nuevo Mundo; de ahí la separación real de la naturaleza o la tierra y los seres humanos. Este cambio impuesto dividió violentamente la naturaleza humana de la no humana, contribuyendo a transformar la tierra en una mercancía. Al dejar sin propiedad a muchos de los productores directos, la acumulación originaria ayudó a desintegrar sus comunidades y los obligó (junto con sus descendientes, algo históricamente más importante) a vender su fuerza de trabajo a fin de sobrevivir. La creación de un mercado de trabajo separó a los seres humanos entre sí, atomizando la sociedad. Luego, en las fábricas capitalistas, se produjo la separación del trabajo mental y el trabajo manual, así como de los trabajadores mentales y los manuales, y de ambos con respecto a la emoción o el afecto, que ahora se esperaba estuviese a cargo de las mujeres en la esfera doméstica. Además, en las fábricas se separaron entre sí los elementos de la naturaleza no humana (así como las capaci-
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dades de los trabajadores individuales), desagregándolos y recombinándolos de formas nuevas y cambiantes a fin de producir mercancías para un mercado impersonal. La mercantilización y capitalización de la naturaleza debida a la "acumulación primitiva" y, más tarde, a la acumulación competitiva, eliminó las restricciones socioeconómicas y culturales tradicionales al uso de la tierra, con lo que creó el potencial para métodos de producción ecológicamente destructivos. Esto se debió a que el mismo proceso de acumulación originaria liberó a los seres humanos, no sólo de su tierra y de otros medios de producción, sino también de las limitaciones sociales desarrolladas en la época medieval. Así como la eliminación de las restricciones sociales al uso de la naturaleza llevó al potencial de destrucción ambiental, la supresión de las limitaciones al uso de la fuerza de trabajo humano condujo al potencial de destrucción de la salud y el bienestar humanos. Y, por último, la acumulación originaria creó también las condiciones objetivas para la aparición de movimientos sindicales y ambientales que luchaban por impedir la explotación y la degradación de la fuerza de trabajo y de la naturaleza. En síntesis, el cambio revolucionario de la idea de naturaleza producido por Descartes, Bacon y, en general, la ciencia, así como por Hobbes, Locke y, en general, la filosofía política, y por Adam Smith y los economistas (las "grandes mentes" de 1500 a 1800), fue de la mano con los cambios revolucionarios de las prácticas materiales y sociales del capitalismo, es decir la mercantilización y capitalización de la naturaleza, incluida la naturaleza humana. La tierra y el trabajo se volvieron, cada vez más, "mercancías ficticias" con "precios ficticios" —renta y salario— y, por último, se convirtieron en formas particulares de capital. Mientras tanto, el expresivo sentido romántico de la naturaleza se desarrolló en oposición al concepto instrumental o ilustrado de la misma. La rápida industrialización, urbanización y mercantilización de la tierra y el trabajo dieron por resultado una separación humana de la naturaleza así como (en una aparente paradoja) un interés mayor o más universal por preservarla; es decir, la sentimentalización romántica de la naturaleza presuponía la enajenación real o material del mundo natural. El concepto de "ambiente" tiene un significado más específico que el de "naturaleza". El Oxford English Dictionary define "ambiente" como "el conjunto de circunstancias o condiciones, especialmente condiciones físicas, en que vive, trabaja, se desarrolla, etc., una persona o una comunidad; las condiciones externas que afectan la vida de una planta o un animal. Asimismo las condiciones físicas vistas en relación con la posibilidad de vida." La palabra clave de esta definición es. "condiciones", que significa "una cosa necesaria o requerida como prerrequisito para la concesión o el desempeño de alguna otra". Si definimos "el desempeño de alguna otra" cosa como la producción, el ambiente es obviamente "requerido como prerrequisito". La vida humana depende de las "condiciones externas que afectan la vida", es decir, del ambiente o la "naturaleza". Se deduce que algunas condiciones
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son más adecuadas para ciertos tipos de trabajo (y de vida) que otras. Un prerrequisito para la agricultura y la industria turística de la bahía de Monterey es el clima de la región. No hay un verdadero puerto porque no hay una ensenada de aguas profundas, que es un prerrequisito para los puertos. Esta definición de ambiente es muy estática; de hecho, el ambiente cambia sin cesar. Las fuerzas naturales como el viento y la lluvia, la erosión, la acción de los microorganismos en el suelo y los cambios de distribución de las especies vegetales son ejemplos de cambios en las condiciones de la vida humana. Un resultado de la gran inundación del río San Lorenzo (en Santa Cruz, California) en 1955 fue el actual terraplén, que protege la llanura fluvial del río y que también amplió la cantidad de terrenos para desarrollos residenciales. Éste no es más que un lado de la historia: cuando los seres humanos nos apropiamos de "recursos" del ambiente para la producción material cambiamos ese ambiente; ninguna especie, incluida la nuestra, puede usar su ambiente sin modificarlo. Una inmensa y soleada extensión de pastos y flores existió alguna vez entre el bosque oriental y la llanura occidental de Estados Unidos... la planicie de pastos altos del Medio Oeste. Ya casi ha desaparecido. Con su profunda tierra negra de una riqueza increíble era demasiado buena para durar. En apenas unos decenios los colonos ávidos de tierra transformaron la planicie nativa en el cinturón cerealero, y hoy [aquélla] es el más raro de los grandes ecosistemas de Estados Unidos. De los más de cinco y medio millones de hectáreas que cubrieran en otros tiempos el corazón de nuestro país, casi todo está arado. Illinois, el "estado de la planicie", sólo tiene una centésima parte del 1% de su pradera original; lo mismo puede ocurrir con todo el Medio Oeste. 4
El Oxford English Dictionary define "ecología" como "la rama de la biología que se ocupa de las relaciones de los organismos entre sí y con el ambiente físico en el cual viven [y] el estudio de esas relaciones en lo que se refiere a un hábitat o una especie en particular". La "ecología humana" es la "rama del conocimiento que se ocupa de la interacción de los seres humanos con su ambiente". La distinción que hace el diccionario entre ecología y ecología humana parece arbitraria. Por un lado, puesto que modificamos el ambiente cuando lo usamos, cambiamos la "relación de los organismos entre sí y con el ambiente físico en el cual viven". Vista así, la ecología puede considerarse como una parte de la ecología humana. Por el otro lado, cuando hay un cambio de "la relación de los organismos entre sí" puede haber un cambio en "la interacción de los seres humanos con su ambiente". Desde este punto de vista la ecología humana es parte, de la ecología. Desde una perspectiva la ecología está subordinada a la ecología humana; desde otra la ecología
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John Madison, "In praise of the prairie", San Francisco Examinar and Chronick, 26 de julio de 1992.
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humana está subordinada a la ecología. Esto sugiere que entre la producción humana y la producción natural, o entre economía humana y "economía de la naturaleza", actúa algún tipo de relación dialéctica. Los historiadores del ambiente tratan de comprender cómo y por qué el ambiente de un lugar o una región determinada llegó a ser como es hoy (o como lo fue ayer). Estudian los cambios de la actividad humana y la economía de la naturaleza, pero no aislados, sino en términos de sus interacciones. La historia natural y la historia humana se ven como dos caras del mismo proceso general; se modifican mutuamente y, en caso extremo, se determinan entre sí. Por eso es imposible (en la mayoría de los casos, si no en todos) dibujar simples flechas causales entre la historia natural y la humana, que se constituyen mutuamente. Hay una "interconexión" entre ambas; cada una es el contexto y el contenido de la otra. La obra de Burton Gordon, Monterey Bay anea: Natural histmy and cultural insprints [El área de la bahía de Monterey: Historia natural y huellas culturales]brinda un buen ejemplo de la dificultad (y en casos extremos la imposibilidad) de distinguir los fectos de la economía de la naturaleza y de la actividad humana sobre el medio. En la costa, al norte de Santa Cruz, hay una península e isla llamada Año Nuevo, que en alguna época fue asiento de una aldea de los indios ohlone. En los basureros indios los arqueólogos han encontrado pocas conchas de abulón, aunque se trata de un marisco que abunda actualmente allí. Gordon propone tres posibilidades ante esta aparente anomalía. Una es puramente histórica; la segunda es puramente natural, y la tercera es una combinación de lo histórico y lo natural. La razón histórica puede ser que las conchas de abulón se usaban mucho en el comercio indio a larga distancia, por lo cual no se las descartaba junto con las de almeja, mejillón y otras. La razón natural es queda erosión, a lo largo de los siglos, ha creado una isla a partir de lo que antes fuera una península contigua. Se formaron más salientes rocosas, creando más lugares en los cuales los abulones pueden reproducirse y multiplicarse. La tercera razón podría ser que la competencia por los abulones entre las nutrias marinas (abundantes en el periodo prehispánico) y los indios ohlone hubiese sido ganada por aquéllas (pese al hecho de que los indios las cazaban). Cualquiera que fuese la verdadera combinación de factores que actuaban en Año Nuevo, es posible (¿probable?) que los procesos históricos, naturales e histórico-naturales, juntos, expliquen la relativa abundancia actual del marisco. He venido usando las expresiones "actividad humana" "producción humana" y "economía humana" para describir la dependencia de nuestra especie del resto de la naturaleza, y su impacto en la misma. Más precisamente, la interfaz entre la historia y la naturaleza (o la sociedad y el ambiente), es la actividad material (definida en su sentido más amplio) de los seres humanos. Un prado, un campo, un bosque, una costa, un centro comercial, una quebrada, la atmósfera y los océanos son, en pequeña o gran medida, rrearioneq del trabajo hwano armado de tecnología, máquinas o herramientas, materias primas, organización social, ambición y deci-
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sión. (La otra parte, desde luego, es "trabajo" de la naturaleza que se ha transformado a sí misma de diversas maneras.) En este sentido materialista el trabajo humano media o reúne, y también modifica, la cultura humana y la naturaleza. En la medida en que los procesos culturales y naturales se entretejen e interactúan, el trabajo es el que los anima. Por eso Marx colocó el trabajo o el material humano en el centro de la concepción materialista de la historia. La historia de la naturaleza, entonces, es en mayor o menor parte la historia del trabajo. En la mayoría de los modos de producción y las formaciones sociales el trabajo es explotado: es organizado por clases propietarias o gobernantes, no sólo para producir riqueza material sino también para generar riqueza excedente. Por eso la historia de la naturaleza es, de ciertas maneras que pueden descubrirse, la historia de la explotación de un grupo de seres humanos por otro. Puesto que la historia de la explotación es también la historia de la lucha del trabajo (y otras luchas sociales), de esto se deriva que la historia de la naturaleza sea, en parte, la historia de la lucha del trabajo (y de otras). En todas las sociedades o formaciones sociales el trabajo se organiza con base en ciertos principios definidos, de acuerdo con formas definidas de propiedad y poder. En el mundo grecorromano antiguo el trabajo era trabajo esclavo, por lo menos en la medida en que se producía un excedente económico para sostener una cultura compleja, la política y la guerra. En el feudalismo europeo el trabajo era servil. En el capitalismo la forma dominante es el trabajo asalariado. El trabajo organizado de estas tres maneras generales tenía (tiene) diferentes efectos ecológicos. La antigua Roma se expandió territorialmente en los siglos 1 y n a.C., y durante esta expansión obtuvo esclavos excedentes procedentes de ejércitos derrotados y poblaciones conquistadas. Esos esclavos se usaban principalmente como pastores en enormes latifundios ganaderos. Mientras tanto, gran parte de los campesinos libres fueron desposeídos de la tierra y se convirtieron en proletarios en la ciudad de Roma. Este cambio de las propiedades de producción, que fue asimismo un cambio en la forma del trabajo, tuvo enormes consecuencias para el entorno (tal como ocurrió con el paso del campesinado a la condición servil después del saqueo de Roma [410 d.C.] debido a la escasez de mano de obra). La agricultura pasó de un sistema campesino sustentable, mixto y diversificado, a una agricultura de plantación, que usó la tierra para la minería, más que para el cultivo, desforestó las colinas y creó la espiral descendente de inundaciones y sequías que ha representado la muerte de más de una cultura. En la época feudal europea la forma servil de trabajo produjo patrones únicos de uso de la tierra y cambio ecológico. En sus propias tierras los siervos eran cultivadores relativamente buenos; en el feudo, o tierra señorial, donde estaban forzados a trabajar para producir excedentes con los cuales mantener una aristocracia terrateniente y una superestructura feudal, parecen haber tendido a trabajar mal, y el feudo sufría ecológicamente. A lo largo del tiempo muchos miembros de la cla-
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se de los siervos desarrollaron su propia tierra en sistemas integrados de cultivo, que adquirieron fama por la agricultura intensiva practicada por el campesinado francés. También había tierras comunes, sobre todo para el pastoreo. En el feudalismo temprano, cuando la carne y el grano se producían para mercados locales o consumo directo, la mayoría de las tierras comunes se mantenía en un estado ecológico relativamente sano. Con la reaparición de los mercados de larga distancia, en el siglo x11, y sobre todo con el boom económico impulsado por el flujo de oro y plata del Nuevo Mundo, en el xvi, se las fue dedicando cada vez más a la producción de mercancías, lo que destruyó la integridad de la tierra y aceleró el movimiento de cercado de la misma. El malo del cuento no fue la sobrepoblación: fueron la ruptura de sistemas centenarios de regulación de la tierra y del uso común, la resultante competencia por los mercados y la proletarización y el trabajo asalariado. El trabajo esclavo hace una clase de naturaleza, el servil otra. Esta fórmula, desde luego, es excesivamente esquemática. Son más típicas las clases combinadas de relaciones de propiedad y formas de trabajo. Indonesia fue por largo tiempo una colonia holandesa. A diferencia de su rival, Gran Bretaña, Holanda siguió siendo una potencia mercantil (más que industrial), lo cual se reflejaba en sus políticas coloniales, una de las cuales era impedir la entrada de artículos manufacturados británicos. Esto presuponía la resistencia holandesa a la monetización de la economía local de Indonesia (en contraste con las prácticas de los ingleses en sus colonias). Los holandeses explotaban un sistema único de trabajo que dio por resultado una ecología única, la cual permitía que los colonos exportaran materias primas y alimentos, que se vendían en la economía mundial del siglo xix, sin importar demasiados bienes del exterior. Los dirigentes coloniales se preocupaban en particular de que los indonesios pudiesen alimentarse a sí mismos con el sistema de cultivo más intensivo en mano de obra y productivo que ha existido jamás (Indonesia sigue teniendo uno de los rendimientos de arroz por hectárea más altos del mundo). Estas líneas de análisis parecerían abrir posibilidades de revisiones fructíferas tanto de la concepción (marxista) materialista de la historia como del estudio (marxista y no marxista) de la historia ambiental o ecológica (incluida la historia de los paisajes culturales). No obstante, en relación con la primera, en los 15 últimos años del siglo xx, aproximadamente, sólo aparecieron uno o dos estudios serios de "mathist" en inglés. Tras un torbellino de trabajos nuevos publicados en los setenta y principios de los ochenta (hay consenso en que el más importante de ellos es Karl Marx's theoly of histoiy: A defensl de G. A. Cohen), sobre el tema ha caído el silencio (roto sólo por el excelente The violence of abstraction: The analytical foundations of historical materialism, de Derek Sayer, publicado en 1987). En la actualidad la mayoría de los especialistas consideran que la visión materialista ha agotado sus posibilidades, y que se desvaneció junto con su presunta contraparte en la vida real, "el socialismo realmente existente". Muchos veían la "mat-
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hist" como algo raro o teóricamente decrépito incluso antes de su auge en los turbulentos sesenta y setenta. Una opinión común en el mundo académico es que la historia y la ciencia social prevalecientes incorporaron hace ya mucho todo lo que el marxismo tiene de esclarecedor y útil. Sin embargo, en años recientes algunos destacados pensadores de izquierda han empezado a revisar la concepción materialista de acuerdo con contribuciones de la antropología y la ecología modernas. También las feministas lo hicieron; según Ariel Salleh, 5 por ejemplo, lo que media entre la cultura y la naturalezi no es el trabajo per se, sino el trabajo femenino. El marxismo ecológico, en particular, lejos de decaer, está floreciente. Los escritos ecomarxistas de especialistas tales como Elmar Altvatar, Enrique Leff, Juan Martínez-Alier, Alain Lipiertz, Martin O'Connor, Ted Benton y Alan Rudy, entre otros, han ido adquiriendo mayor influencia. El capítulo 1 de este libro, "Cultura, naturaleza y la concepción materialista de la historia", fue escrito como contribución a una reforma ecológica del pensamiento marxista. Al igual que el marxismo ecológico, la historia ambiental ha avanzado mucho desde los setenta. El capítulo 2, "¿Qué es la historia ambiental? ¿Por qué historia ambiental?", defiende la idea de que la historia ambiental se puede interpretar como la culminación de todos los textos históricos escritos en la época capitalista. Los capítulos 3 y 4, el ensayo "Tres maneras de observar la historia ecológica y los paisajes culturales de la bahía de Monterey", y el guión para el video de diapositivas "La naturaleza de la construcción y la construcción de la naturaleza en Fall Creek, Felton, California, 1860-1990: Un guión" (en coautoría con Barbara Laurence), surgió del proyecto de historia ecológica local del Center for Political Ecology (en Santa Cruz), que produce también la revista Capitalism, Nature, Socialism. El capítulo 5, "La venta de dos ciudades: Chicago y Los Angeles", consiste en dos reseñas, la primera de un simposio organizado por Antipadt, la revista radical de geografía, en torno a Nature's metropolis: Chicago and the great West, de William Cronon, la segunda de Cuy of quartz: Excavating the future in Los Angeles, de Mike Davis. Creo que vale la pena reproducir estos dos textos porque la historia ambiental abarca la historia comparativa de los paisajes culturales, incluyendo la forma y los contornos de las ciudades, y pocas ciudades son tan desiguales e intrínsecamente fascinantes como Chicago a finales del siglo xix y Los Angeles en la segunda mitad del xx.
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Ariel Salleh, "'Essentialism' and eco feminism", Arena, 94, 1991. -
1 CULTURA, NATURALEZA Y LA CONCEPCIÓN MATERIALISTA DE LA HISTORIA
INTRODUCCIÓN
El marxismo fue declarado muerto y enterrado en 1989, en el 200 aniversario de la Revolución francesa. Las corrientes ideológicas van y vienen, pero verdaderamente asombra que una doctrina histórica mundial sea sepultada por quienes durante tanto tiempo clamaron sostenerla y la defendieron tan violentamente: los burócratas del partido en los ex países socialistas que se autodenominaban marxistas. Sin embargo, eso es lo que ocurrió a partir de 1989. Sería como si el papa le administrase la extremaunción al catolicismo o si Alan Greenspan le explicase al Congreso estadunidense que el "sistema de mercado" da muchos poblemas y pidiese la nacionalización de la industria. En el marxismo de esos burócratas y políticos autoexcomulgados había alguna resquebrajadura profunda. De hecho no eran en absoluto marxistas, así que los occidentales que identifican su caída con la muerte del marxismo están perfectamente equivocados. La horrible realidad es que de todos los países ex comunistas y todavía comunistas sólo Cuba puso en evidencia la condición necesaria (pero no suficiente) para lo que Marx y Engels llamaron "revolución proletaria", a saber, la existencia de una mayoría de proletariado en la fuerza de trabajo. En 1959, cuando Castro tomó el poder, la enorme mayoría (por lo menos dos tercios, tal vez más) de la fuerza laboral cubana eran trabajadores asalariados. En Rusia en 1917 y en China en 1949 la vasta mayoría de la población económicamente activa eran campesinos y pequeños productores (en Rusia sumaban unos 25 millones de familias, en comparación con tres o cuatro millones de obreros). Checoslovaquia, que después de Cuba es el país más capitalista que siguió el sendero comunista, era una excepción. Pero se trataba más de una cuestión de geopolítica que de lógica histórica. El Ejército Rojo impuso el comunismo en la mayoría de los países del Este de Europa, pero en Checoslovaquia los comunistas tomaron el poder con un golpe de estado. En otros países comunistas la "revolución proletaria" significó el largo y sangriento proceso de transformar sociedades en gran medida campesinas en economías industriales. La revolución proletaria implicó crearuna clase trabajadora asalariada. Aunque en su vejez Marx pensaba que Rusia tenía un potencial socialista basado en sus tradiciones de cooperación rural y en la institución del unir (lo que Juan Martínez-Alier llama "socialismo narodnik"), las revoluciones leninista, estalinista y maoís[481
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ta no tuvieron nada que ver ni con la concepción materialista de la historia ni con los elementos normativos profundos del pensamiento de Marx y Engels. Se convirtió al marxismo en una ideología de dominio, que tenía importantes características en común con otras religiones mundiales... aunque la longevidad no fuese una de ellas. El "estado de los trabajadores" soviético era una forma extrema y autoritaria de un estado benefactor que se ocupa del individuo desde que nace hasta que muere. En última instancia, a la clase trabajadora no se le concedió poder, sino que más bien se la cuidó, en más de un sentido. Era inevitable que un estado de ese tipo se destruyese a sí mismo en un mundo hostil, pues carecía de legitimidad y de racionalidad administrativa, además de que no podía cumplir sus promesas. Entre tanto, del otro lado de la cortina de hierro, durante tres cuartos de siglo los intelectuales marxistas occidentales eludieron los problemas de clase y de poder político, ocupándose de temas suprimidos en la URSS, como la enajenación, la cosificación y el fetichismo del capital. Lukács hizo el notable descubrimiento de que se estaba materializando una sociedad específicamente capitalista (que presupone el desarrollo de una economía capitalista en el siglo mx), percepción que teóricos críticos como Adorno, Horkeimer, Marcuse y otros adoptaron como propia. Su crítica de la sociedad y el estado cosificados era una derivación lógica de la crítica de Marx del fetichismo de las mercancías y del capital. Un interregno de estructuralismo marxista (Althusser) en los sesenta y el "marxismo analítico" en los ochenta probaron, más o menos, uno de los puntos centrales de los teóricos críticos: que el capitalismo ha obligado a la gente a adoptar una actitud contemplativa, pasiva, frente al mundo. Hoy florecen diversos estilos de pensamiento posmoderno, postestructuralistas, que ven al "marxismo" como algo rebasado. El hecho de que en los noventa Derrida escribiera un libro ensalzando el marxismo, y la percepción de que es imposible identificar "totalidades" si uno no quiere intentarlo, fueron un golpe para muchos posmodernos. Un problema es que Marx y Engels no ofrecen, en ningún lado, una descripción sistemática de su método para estudiar la historia. No hay unos "diez mandamientos" de la concepción materialista de la historia... pese a las once tesis sobre Feuerbach de Marx. La concepción materialista siempre ha parecido ser un método en busca de una definición de sí mismo. Por eso ha habido centenares de estudios sobre el tema y tan poco acuerdo entre los especialistas. Es un verdadero misterio por qué los fundadores de esta concepción, del pasado y del presente, no desarrollaron su método desde sus burdos inicios, en La sagrada familia y La ideología alemana. Se puede pensar una cantidad de explicaciones posibles: tenían cosas más urgentes que hacer; creían que no había necesidad de hacer una descripción completa en ese momento; ninguno de los dos era muy versado en historia asiática, antigua y demás. Mi explicación favorita es que durante la vida de ambos no se disponía de los materiales históricos necesarios para probar o refutar sus ideas centrales. Una evidencia en favor de esta opinión es la des-
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ión que hace el historiador marxista inglés Ronald Meek del método que usó para escribir El capital. Meek sostiene que, sin tener acceso a la plétora de riales históricos disponibles hoy para cualquiera que estudie la transición del lismo al capitalismo, Marx se vio obligado a usar el recurso de imaginar una dad compuesta por productores independientes de mercancías (propiedad da por ellos mismos), y luego preguntarse qué pasaría, lógicamente, si el capiel trabajo asalariado incidiesen en tal sociedad o fuesen impuestos sobre ella. s el método de alguien que tiene la certeza de que hay suficientes estudios hisos como para hacer una descripción real de esta transición, que casi siglo y io más tarde podemos identificar históricamente como el modo independienproducción de mercancías (y el capitalismo mercantilista), que Marx sólo a suponer. ué es la concepción materialista de la historia? Su objeto de estudio es la condad histórica, así como el cambio y la transformación: una exploración de los les mundanos de la vida material/social y los periodos seductores y tremendos nvulsión social y política, de revolución y contrarrevoluciónkLa concepción rialista es un método para estudiar la continuidad histórica en el cambio... y mbio y la transformación en la continuidad. ¿Cómo y por qué los periodos de alidad contienen en sí mismos el potencial de crisis o rupturas sociales y polí, de la transformación social, de la dolorosa reconstrucción de estructuras de r y privilegio existentes? ¿Cómo y por qué los periodos de crisis contienen en mos el potencial de normalidad o continuidad? Esta dualidad le da al método rácter dialéctico. La continuidad histórica se explica en términos de rupturas ricas; las fracturas se explican en términos de normalidad. Es algo parecido a orías de desarrollo de la personalidad que explican el proceso de crecimientérminos de la crisis de adolescencia y la crisis de adolescencia en términos roceso de crecimiento. ¿Cuáles son los conflictos que definen la adolescencia? os de una sociedad determinada en un momento específico? ¿Cómo se resuelestos conflictos, en el sentido de que un lado ceda ante el otro? ¿Cómo aparede las ruinas de las antiguas, nuevas formas sociales que contienen elementos s anteriores pero que, por acuerdo general, se consideran definitivamente
as? s útil empezar a responder estas preguntas con una descripción de lo que no concepción materialista de la historia. Para Marx ni la continuidad ni el camistóricos son acarreados por el desarrollo de alguna idea o ideal universal. La cie humana no tiende hacia alguna meta ética universal, como la "verdad" o la icia". Las ideas sí motivan a los seres vivos. La existencia social tiene que ser sigativa. La gente cree que ciertas prácticas sociales no lo son. En un contexto hiso dado algunas prácticas se consideran humanitarias, otras inhumanas. Los res históricos afirman que están tratando de realizar tal o cual ideal, y es tonto tionar su sinceridad. Los líderes suelen creer lo que dicen, que sus acciones n gobernadas por algún gran telas u objetivo histórico.
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sas aseveraciones funcionan para que un líder se gane el apoyo de las masas re la base de que no es más que la mera personificación de algún ideal univerPero nadie ha seguido jamás a un líder que actuase sólo en nombre de intereses eriales particulares. Hasta los unionistas más encallecidos pronuncian discursos día del trabajo sobre los "derechos de los trabajadores", en los que indudablete creen con toda sinceridad. Por eso suele decirse acerca de los dirigentes polís y religiosos que son "elegidos": "encarnan" alguna idea o aspiración universal, lar o espiritual. Por lo tanto, los que triunfan parecen sobrehumanos mientras a los que fracasan los descartan como chiflados o concluyen la labor que se les nó (o se pasan la vida en la cárcel) antes de verse obligados a enfrentar las nuecontradicciones creadas por sus propios movimientos. Esto incluye las contraiones que aparecen cuando sus movimientos son institucionalizados y burocrados. Jesús, Lincoln, Gandhi y Martin Luther King son reverenciados como tires y vistos como gigantes. Esto se debe, en parte, a que se escaparon de las ecuencias de sus propios éxitos. Julio César y Napoleón no tuvieron esa suerte; er menos todavía. Estos y otros notables, buenos y malos, se enfrentaron al misproblema. La personificación de una categoría histórica abstracta, ya sea una ón dedicada a la propuesta de que todos los hombres son creados iguales u otra cada a la idea de que una nacionalidad es la raza superior, no puede tener verra subjetividad ni libre albedrío. Más bien la arrastra la marea de una idea unial "cuyo momento ha llegado". Lo irónico es que la subjetividad de los líderes se presentan como portadores de esos ideales se vuelve loca durante los perioe trastornos sociales. Jesús no sólo creía que vendría un mesías a salvar el munino también que él era ese mesías. Lenin creía que era inevitable un estado de rabajadores, y que él era el instrumento de esa inevitabilidad. Lincoln podría r perdido la guerra de secesión de no haber pensado que personificaba los les plasmados en la declaración de independencia. Nadie es mártir si muere usivamente en nombre de intereses materiales. En este sentido todos los graníderes son contradicciones vivientes, y si los asesinan o mueren jóvenes eso ayusu reputación posterior, comoquiera que se los juzgue. concepción de la historia de Marx es, antes que nada, una crítica de la retfin, la creencia de que las abstracciones tienen una vida independiente de la de es las adoptan y actúan en su nombre. 1 Las ideas sí "siguen vivas"... cuando deres se apropian de ellas desde el pasado y las usan en el presente, al servicio grandioso futuro. La expresión "las idas siguen vivas", punto, es un acto reio de habla. La gente sigue viva, llevando consigo ideas del pasado ("equipaje", tasmas que rondan por el cerebro de los hombres". Pero el "significado" de uier aspiración o idea depende de quién la sostiene y en qué contexto social. do India se convirtió en una potencia subimperialista, con el tercer ejército undo, el pacifismo de Gandhi hubiese resultado raro. Cuando el sur de Estaerek Sayer, The violence of abshuaion, Oxford, Basil Blackwell, 1987, passim.
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dos Unidos inició las convulsiones de la reconstrucción, una presidencia de Lincoln hubiera parecido tan difícil como la de Ulysses S. Grant. Ideas o categorías diferentes tienen significados diferentes en diferentes contextos históricos. En Europa, en la transición del feudalismo al capitalismo, la "propiedad privada de los medios de producción" tenía un sentido lockeano; en la sociedad capitalista desarrollada tiene un significado marxiano. En las sociedades liberales democráticas de hoy "democracia" quiere decir procedimientos democráticos para que la ciudadanía elija a sus representantes; en la Atenas de la Antigüedad era el gobierno directo del pueblo, o la revolución. En la época de la Revolución francesa un "demócrata" era un "republicano". Hoy, en Estados Unidos, "demócrata" quiere decir "liberal", y "republicano" es "conservador". Un "liberal" del siglo xix es lo que hoy llamamos "conservador". Un "liberal" de finales del siglo xx era realmente un "sociodemócrata". El Partido Comunista de Lenin se llamaba originalmente "democrático social". La necesidad de separar forma y contexto, apariencia y sustancia, ideología y teoría, es evidente. Las ideas (o "la mente") pueden parecer primarias, pero lo que determina el significado de esas ideas, es decir el significado del significado, es la estructura de la sociedad. Estas reflexiones sugieren que no fue tanto que Marx desechara el idealismo como de que desarrollara una teoría crítica de las concepciones idealistas de la historia. ¿Quién no es consciente de que a veces las ideas persisten durante siglos, y de que ideas éticas como "justicia", "verdad", "belleza", duran milenios? Lo que señalaba Marx podía haber sido que los actores históricos que han movilizado a pueblos o naciones en nombre de algún ideal universal —la gloria romana, la piedad cristiana, la libertad, igualdad y fraternidad francesa, o la búsqueda de la felicidad estadunidense— están condenados al fracaso. El resultado de las concepciones idealistas en la práctica siempre desilusiona (los derechos civiles en Estados Unidos) y muchas veces es horrible (el nazismo), cuando no cómico ("la primera vez una tragedia, la segunda una farsa"). El presidente Bill Clinton intervino en Haití supuestamente para "restablecer la democracia", cuando su verdadera meta era mantener en el poder a la clase gobernante y no entregar los poderes policiacos en manos del general Cendras y sus amigos homicidas sino en las de Estados Unidos y sus "aliados", para después "fondomonetarizar" el país... exactamente el objetivo opuesto del que Clinton presentó al mundo para legitimar sus acciones. ¿Qué puede ser más tragicómico que el espectáculo de una gran potencia que resbala en la proverbial cáscara de plátano? La historia es, en primer lugar, el relato de grandes —y no tan grandes— hombres que se esfuerzan por lograr metas universales, que están por siempre fuera de su alcance, y a los que se exilia a su isla de Elba particular cuando fracasan... siempre que logren sobrevivir a las balas de los asesinos. Ésta es una de las razones por las que la historia da la impresión de ser tan irracional, sujeta a tumbos y giros en los cuales lo anormal parece normal. Es también por eso que los llamados marxistas que creen que el "factor económico" de la historia es el determinante han demostrado estar tan equivocados. Si la historia no sigue la senda que esperaban o
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predecían, la culpa no es de Marx o Engels, sino de esos cínicos que piensan que los actores históricos son insinceros y que sólo despliegan ideas universales para encubrir intereses materiales ("económicos"). La historia de Marx (entre otras cosas) es una explicación de por quése lucha por los intereses materiales o mundanos en nombre de elevados ideales que, a su vez, se creen o sienten sinceramente. Los patriotas de Boston movilizaron a centenares de personas en torno al tema de un impuesto al té, y Gandhi a millones por un impuesto a la sal, pero tanto los Hijos de la Libertad como Gandhi tenían en mente cosas más grandes. De no haber sido así, pocos los hubiesen seguido. Sólo las almas más cosificadas pueden apasionarse por el dinero. Los serbios de Bosnia sintieron un legítimo agravio cuando los gobiernos occidentales reconocieron a Croacia y Bosnia como naciones independientes. Pero los horrores de Bosnia no hubieran ocurrido si los líderes serbios, que a su vez se resistieron al racismo de los nazis y los croatas, se hubiesen mostrado incapaces de movilizar su propia variedad de nacionalismo racista. La concepción materialista de la historia explica por qué las teorías de la historia de los "grandes hombres" no son tanto erróneas cuanto inevitables, cuando se sostiene que filosofías idealistas gobiernan movimientos y transformaciones revolucionarios. Fidel Castro es el ejemplo supremo de un hombre que condujo una guerra fría de independencia nacional que fue asimismo una revolución proletaria, la primera en nombre de la autodeterminación nacional, la segunda en nombre de la creación del "hombre socialista". En términos de aquélla Castró creó en Cuba, por primera vez, una verdadera nación; en términos de ésta creó un desastre, porque nunca quiso o pudo (el panorama no está claro) confiar en que la clase trabajadora cubana se gobernase por sí misma. Para Marx la historia no es la historia de la realización progresiva de ideales universales. Es más bien la historia de luchas por el poder libradas por intereses antagónicos en nombre de esos ideales (sentidos), que es tal vez la principal razón por la cual la mayoría de las veces la historia sale mal y por la que tantos libertadores se vuelven opresores. Cuando los dirigentes negros de la Revolución haitiana contra el régimen francés lograron el triunfo, trataron de volver a introducir la esclavitud. En Estados Unidos, durante 150 años, se le negó al trabajador la búsqueda de la felicidad. No obstante, las filosofías idealistas son creídas apasionadamente, no sólo por los líderes sino también por sus seguidores, que muchas veces las convierten en propósitos o metas que sus dirigentes no llegaron a prever. Sean éstas o no las principales razones por las que los grandes hombres terminan por tener los pies de barro o por las cuales la historia parece dar tantos tumbos y giros aparentemente irracionales, la persistencia del idealismo significa que la historia está marcada por cierta continuidad o lógica, que de vez en cuando estalla inesperadamente en cambio y transformación social rápidos. 2 2 Marx atacó otra teoría de la continuidad y el cambio históricos: la afirmación de que los avatares de nuestra especie están determinados en grado significativo por las oportunidades materiales y los
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¿Acaso los seres humanos no buscan inherentemente la "libertad" y la "justicia"? ¿No son recurrentes a lo largo de la historia estos y otros temas históricos? Marx diría que sí, pero explicaría esta recurrencia en términos de la persistencia de la sociedad de clases y de la lucha de clase, junto con la inclinación de la clase dirigente a universalizar sus propios ideales interesados y su comprensión histórica. También podría señalar que éstos son temas específicamente occidentales y que en Asia, por ejemplo, los grandes temas han solido ser "orden", "deber" y "respeto". Además, si bien Marx nunca llegó a decirlo explícitamente, podría recordarnos que por lo general las clases explotadas y oprimidas se apropian de la forma idealista del pensamiento de la clase gobernante, con un contenido diferente, desde luego. Esto resulta obvio en Occidente, donde las minorías oprimidas, los trabajadores y otros han combatido desde el comienzo de los tiempos modernos en nombre de la "libertad" y la "igualdad", que eran en su origen ideales de finales del feudalismo e inicios de la burguesía. También es evidente en el Sur, donde los movimientos de independencia nacional suelen adoptar la retórica y los ideales de las potencias coloniales. Es menos evidente, por ejemplo, en los años previos al establecimiento de la república de Roma, cuando la clase artesanal declaró una huelga general cuya causa inmediata era la explotación material, aunque el telos subyacente era la representación política. Los que han dominado en general la práctica política explícita en Occidente desde la época de Atenas hasta el presente fueron las formas o los ideales, no el contenido (es decir la actividad material, social). Nadie, aparte de Samuel Gompers, dijo nunca que lo único que quería era "más". "Más" está legitimado invariablemente por ideales de igualdad o de justicia social (¿cuándo, acaso, un grupo explotado ha demandado más que lo que posee un grupo explotador?). El punto clave es éste: la justicia y la verdad y la libertad y la democracia tienen diferentes significados prácticos en distintas estructuras sociales, y también son interpretadas de maneras diversas por diferentes grupos sociales en estructuras o formaciones sociales determinadas. Para los nobles ingleses libertad fue, en una época, libertad de los dictados arbitrarios del rey, mientras que para los siervos ingleses significaba libertad para adquirir y acumular tierra. Ninguno de estos sentidos de la palalímites de la naturaleza, de la cual todos dependemos para nuestra supervivencia e incremento. La concepción mandarla de la historia es asimismo una crítica a esta visión "materialista pasiva" de la historia. Esta creencia, denominada también "determinismo ambiental", que en el siglo xix coexistía incómoda con las teorías de la historia centradas en el "gran hombre", se asoció estrechamente con el imperialismo, el colonialismo y el racismo (la gente de color que vive en el Sur es perezosa porque hace mucho calor o porque la naturaleza es tan generosa). Esta visión se asocia también con el movimiento verde actual; por ejemplo, la idea de que la gente debería organizar su vida material de acuerdo con los imperativos ecológicos de las diversas biorregiones. Es un punto de vista bien intencionado y práctico aunque, tal como se lo plantea a veces, un poco absurdo, puesto que ya la gente de algunas (muchas) formas organiza su vida de esa manera, y si no lo hiciese no tardaría en quedarse sin vidas que organizar. Marx y Engels desarrollaron su "materialismo activo" para combatir las visiones idealistas de la historia, así como las materialistas pasivas.
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tiene exactamente esos significados precisos hoy en día en Occidente, porque ontexto socioeconómico es muy distinto.
S PRODUCTIVAS, RELACIONES DE PRODUCCIÓN
rcamiento marxista ecológico al cambio histórico busca una fórmula metoa que combine o reúna los temas de la cultura y la naturaleza con la cateía marxista tradicional del trabajo o de la producción material. En el pensanto marxista la "vida material" es un proceso de dos caras. Una de ellas consiste as relaciones técnicas entre los seres humanos y los materiales que brinda la raleza, o la apropiación y manipulación de la naturaleza por parte de los seres anos para su propio uso. Ejemplos de ello son los procesos técnicos de fabriacero, cultivar la tierra y llenar el ciberespacio. La otra cara consiste en las relaes sociales con las cuales se organizan las relaciones técnicas, o la organización al de la apropiación y manipulación de la naturaleza. De esto son ejemplos las taciones trabajadas por esclavos antes de la guerra de secesión, las comunas anas rusas y el trabajo asalariado, es decir las relaciones sociales de explotación trabajo en las sociedades capitalistas. En síntesis, "según Marx [...J el hombre a en una relación con la naturaleza a fin de obtener los medios para sostener ida, y entra en relaciones con otros hombres en el proceso de derivar su suso de la naturaleza". 3 os autores marxistas definen generalmente las relaciones técnicas, que inclutecnología, maquinaria y herramientas, así como habilidades de los trabajadocomo "fuerzas productivas". En sentido amplio, las fuerzas productivas denolos poderes materiales o el potencial productivo de la sociedad. Las relaciones ales de explotación suelen denominarse "relaciones de producción". También entido amplio, se entiende que las relaciones de producción significan las forde propiedad y las relaciones de poder de la sociedad, incluidas las relaciones propiación del producto social. l materialismo de Marx privilegia las fuerzas productivas (relaciones personasraleza) en la teoría del cambio histórico y el desarrollo. Estas fuerzas, espemente el nivel y los tipos de tecnología, no se plantean de manera específica o un problema. (En los sesenta los sociólogos neomarxistas y otros, trabajando indicios dispersos por toda la obra de Marx y Engels, trataron de corregir esta en descripciones estándar del materalismo histórico.) Si bien el desarrollo de uerzas productivas tiene causas distintas en diferentes modos de producción (o os de imposición de trabajo, extracción de excedentes y distribución y utiliza-
Ellen W. Wood y Neil Wood, Clan ideology and ancient political theory, Oxford, Basil Blackwell, 1978,
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ción de los mismos por las clases propietarias o dirigentes), este desarrollo se v como un proceso acumulativo histórico. Se ve también como un proceso que lleg a estar basado, finalmente, en el desarrollo de la ciencia. La sociedad hereda . emplea la ciencia y las fuerzas productivas legadas por generaciones previas, inclu yendo la acumulación de conocimiento acerca de los poderes productivos de l naturaleza misma. En el curso de la historia las fuerzas productivas se ven com determinantes ("en última instancia") de las relaciones de producción. Cuando e contenido material de la vida social (fuerzas) se enfrenta a los límites de la form social en la cual se organiza ese contenido (relaciones), se produce una crisis. La relaciones de producción viejas son descartadas o reformadas, o se reconstruyen e niveles de organización social más altos (por ejemplo, en la actualidad, la cienci universitaria o los conglomerados corporativos). En contraste, las relaciones d producción no se ven como históricamente acumulativas sino más bien como suje tas a cambio evolutivo y a transformaciones revolucionarias periódicas (aunque través de un desarrollo histórico desigual y combinado es posible redescubrir la formas viejas y atribuirles nuevos contenidos, como ocurre hoy, por ejemplo, co el predominio de tecnología del siglo >cm combinada con relaciones laborales de siglo xix en algunas industrias de ciertos "países en desarrollo"). La visión más o menos estándar del cambio histórico y el desarrollo arriba esbo zada ha sido cuestionada de diversas formas por teóricos marxistas y no marxistas.
mente, como sigue: tanto la "cultura" como la "naturaleza" están ausentes (o no reciben la atención que merecen) en esas conceptualizaciones de las fuerzas y la relaciones de producción. De hecho (podría afirmarse), las fuerzas y relaciones d producción son, al mismo tiempo, culturales y naturales. Por eso la concepción materialista del cambio histórico y del desarrollo tiene que basarse en el estudio no sólo de la tecnología, la división del trabajo y las relaciones de propiedad y poder sino también en el de formas históricamente específicas de cultura y naturaleza qu (igual que las fuerzas productivas en su definición restringida) también son acu mulativas. Las modificaciones humanas a las formas de vida, los paisajes y demá también tienen su propia existencia histórica independiente. La "segunda natura leza" no es menos "natural" por el hecho de ser "segunda". Las formas culturales asimismo, son acumulativas o muestran continuidad en el cambio. (Ésta es la pre misa de la idea de Habermas de la acumulación de la "aptitud comunicativa", l individuación, la universalización de normas y valores y el "descongelamiento" d tradiciones culturales localistas, todo ello asociado con la modernidad.) El mate rialismo histórico, entonces, tiene que hacerle frente al problema de la relació entre las formas históricas, acumulativas, de naturaleza y cultura, y la manera en
4 Por ejemplo, con base en el estructuralismo de Althusser, S. Resnik y R. Wolff (Knowledge ami cla A ll4a,miass witique ofpolitical economy rChicago, Ir nioersisy of Chicago Press, P187) uy:tienen que la ut
dad y las "leyes de movimiento" del capital son sobredeterminadas por las condiciones naturales, po ticas y culturales.
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ve ga .y ula mo el ma as en ia de ea as on el
que ambas pueden inscribirse en el trabajo social o la división del trabajo, de lo cual se desprende el modo en que el trabajo social media a la naturaleza y la cultura. Por otro lado, se aduce que la concepción materialista de la historia no tiene más teoría de la cultura, del lenguaje, la subjetividad y la ética que la teoría del feti chismo de las mercancías y del capital en las sociedades capitalistas. 5 Sin embarg en todos los modos de producción, incluido el capitalismo, tanto las fuerzas com las relaciones de producción están impregnadas de normas culturales. Ejemplos d L ello son los obreros del siglo xix y principios del xx que combinaban habilidade artesanales y culturales de modos prácticamente inseparables, y los sistemas de pro piedad de capital y administración de plantas fabriles en Japón, muy diferentes d los de Estados Unidos (pues hacen énfasis en el deber, el orden y el honor, conceptos relativamente extraños para la mayoría de los norteamericanos). El trabajo es una práctica tanto cultural como material. Y lo mismo ocurre con las formas d imposición y control del trabajo por parte de las clases propietarias o dirigentes Hoy en día está en vigor en Europa una mezcla de alto desempleo y salarios relati vamente elevados para imponer el "trabajo" sindicalizado en la Europa corporativista; el desempleo escaso con salarios relativamente bajos parece funcionar mejor en Estados Unidos y otros países en los que se asentaron colonos blancos, en lo que siguen vigentes las ideologías del individualismo y, por ende, los mercados de trabajo son relativamente "libres". De esta forma, las fuerzas productivas tienen dos caras. Son objetivas en la medida en que consisten en los materiales provistos por la naturaleza (o fabricados partir de ella) y en los medios y objetos de producción. Son subjetivos puesto que incluyen energía de trabajo viviente en general y diferentes capacidades para cooperar o trabajar juntos de maneras particulares, mediadas no sólo por habilidades técnicas sino también por prácticas culturales. También las relaciones de producción tienen dos facetas. Son objetivas en la medida en que se desarrollan de acuerdo con la ley del valor, la competencia, la concentración y la centralización del capital, así como otras leyes tendenciales del capitalismo. En todos los países o culturas de la moderna economía mundial, po ejemplo, existe la tendencia a que se reduzcan los costos de reproducción de la fuerza de trabajo (a través de una declinación del contenido de valor de la canasta de consumo), a que el gran capital se organice en forma de conglomerados corporativos internacionales, y a que la tasa de utilidad baje. Las relaciones de producción también son subjetivas en el sentido de que incluyen conceptos culturale de propiedad y la capacidad de organizar formas particulares de explotación (por
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5 Esta afirmación se relaciona con la teoría del cambio histórico y el desarrollo. Abundan las teoría marxistas del arte, la literatura, etc. También hay numerosas teorías marxistas de la política y la cultura política basadas en el discurso anticolonialista, la teoría de la reificación de Lukács, la noción de la hegemonía ideológica de Grarnaci, etc. Sólo Alth"“er trata de explicar la cultura (definida como parte de la superestructura de una sociedad) en términos de la concepción tradicional de fuerzas y rela ciones de producción (véase más adelante).
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jemplo imposición del trabajo, extracción del trabajo excedente) de maneras ediadas por prácticas culturales específicas; apelar al deber al estilo japonés, por emplo, caería en oídos sordos en las compañías estadunidenses, y lo mismo ocuiría en las empresas japonesas si se incitara a los trabajadores a ejercer la iniciatia individual al estilo norteamericano. Algunos antropólogos sostienen que los cursos mismos son creaciones culturales, ya que tienen que ser culturalmente efinidos antes de poder ser vistos como valiosos o útiles. Por otro lado, la concepción materialista de la historia no tiene una teoría de la aturaleza (o si la tiene es muy débil) en el sentido de la autonomía de los proces ecológicos y ffsicos (o "economía de la naturaleza") dentro del proceso de traba. El mismo Marx nos dejó poco análisis abstracto de la naturaleza "en sí"; aunque taba muy consciente de los procesos ecorreguladores de la naturaleza como algo encial para el proceso de producción organizado por los seres humanos, se conntró en general en la naturaleza como el objeto del trabajo humano, por ejemplo ando habla de que "la naturaleza Ud colabora como una máquina". "La superfie de la tierra, el clima, la vegetación, la fauna y los mismos seres humanos han camiado infinitamente, y todo por obra de la actividad humana, mientras que los mbios de la naturaleza que han tenido lugar en Alemania durante este periodo e tiempo sin interferencia humana son incalculablemente pequeños", escribió ngels. 6 Puesto así es cierto, pero Engels minimizó el hecho de que mientras los ses humanos transforman la naturaleza por medio del trabajo, la naturaleza a su vez mbia y se transforma a sí misma; es decir, que en la producción hay un desarroo combinado de fuerzas de origen humano y natural. De hecho, tanto las fuerzas oductivas como las relaciones de producción están sujetas a la termodinámica de la ateria y la energía, el funcionamiento de los ciclos químicos y la biología de plans y animales; por ejemplo, los sistemas de propiedad en las regiones montañosas mparados con los de las llanuras aluviales, los sistemas de control del trabajo etalúrgico comparados con los de las industrias petroquímicas, y así sucesivamente. En síntesis, el trabajo social definido como una fuerza y una relación de proucción media la naturaleza y la cultura, el lenguaje/la intersubjetividad y la ecogía —y a su vez es mediado por ellos—, incluyendo el lenguaje de la ecología y ecología del lenguaje. (Por una parte el discurso mismo sobre la ciencia ecolóca cambia; por ejemplo, la declinación de las teorías "sucesionales" en favor de s teorías de tipo "caos" de la economía de la naturaleza, que cambian los prinpios ecológicos sobre los que se basan o pueden estar basadas la producción aterial, las políticas gubernamentales, etc.; por otra, a sus diferentes maneras, homsky, de Saussure, Wittgenstein y otros han revolucionado lo que podría llaarse la "ecología del lenguaje".) 7 De este modo, las fuerzas y las relaciones de oducción son al mismo tiempo culturales y naturales. 6 7
Frederick Engels, Diakcties of nature, Moscú, Foreign Language Publishing House, 1954, p. 306 Chomsky escribe (carta al autor, c. 1995): "La visión prevaleciente (incluyendo a buena parte de
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a razón principal de que la visión marxista tradicional del cambio histórico y el esarrollo descuide o minimice los conceptos de cultura y naturaleza puede ser e el tema de la cooperación se trata de maneras unilaterales... cuando se lo trata. uede haber, si acaso, unas pocas teorías de las fuerzas productivas y las relaciones producción culturales y naturales, porque ni las formas de cooperación cultulmente derivadas ni la "cooperación" dentro de la economía de la naturaleza upan un lugar importante en el método marxista. Por ejemplo, no hay análisis arxistas del papel de los cambios culturales y ecológicos en la transición de un odo de producción a otro u otros. Los cambios culturales acarreados por la eforma y la Contrarreforma, y el cambio ecológico y la destrucción provocados r los métodos medievales de agricultura, producción de energía y construcción, n minimizados o ignorados en las descripciones marxistas de la transición del udalismo al capitalismo en Europa. Una tendencia del marxismo, denominada muchas veces "determinismo tecnogico", hace derivar el modo de cooperación de la "necesidad técnica". Los edios y objetos de producción existentes, las aptitudes técnicas y las condiciones turales se ven como determinantes de un modo de cooperación dado. En camo los autores influidos por Lukács y el marxismo occidental (que rechazan el fetiismo tecnológico de Engels y Lenin), suelen derivar el modo de cooperación de s exigencias de las "relaciones de poder" existentes. Engels diría que la división l trabajo y las relaciones laborales en una acería están tecnológicamente deterinadas; Lukács podría decir que la división de los trabajadores y las relaciones de bajo están determinadas por la necesidad de "manufacturar consenso" o legitiación en la planta. Adviértase que ambas posiciones son unilaterales; la primera interesa por la división y la especialización del trabajo; la segunda por la división la especialización de los trabajadores. Un lado está viendo la cooperación como una fuerza productiva, el otro la ve mo una relación de producción. La ley del valor y la necesidad tecnológica está un lado del golfo que separa el marxismo engelsiano del occidental; del otro lado tá el poder. Podría afirmarse que ésta es la diferencia básica entre el marxismo y neomarxismo (de inspiración weberiana). izquierda, especialmente a los marxistas) es que no existe la naturaleza humana sino sólo la cultura, historia, el ambiente y así sucesivamente. Ésta es una visión más o menos tan sensata como la de que embrión se convierte en ser humano o en ave de acuerdo con el insumo nutricional; en síntesis, es a idea totalmente delirante. En cualquier área de la vida en la que entendemos algo (percepción ual, lenguaje, unas cuantas más), sabemos que es falso de toda falsedad. La lógica misma nos dice que grado y la complejidad de la programación interna determinarán la riqueza del estado alcanzado: un ganismo vacío' terminaría por ser una especie de amiba informe, incapaz de todo. Pasando al estudel lenguaje, a medida que avanza revela vez más y más sobre las estructuras y principios determidos de manera innata que se despliegan, con variaciones menores, para dar los posibles lenguajes
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De hecho, cualquier modo de cooperación puede verse al mismo tiempo como una fuerza y como una relación de producción y, por lo tanto, como indeterminado. Es imposible especificar una relación técnica determinada sin conocer las exigencias del poder; es igualmente imposible especificar las relaciones de poder sin conocer las exigencias de la tecnología (incluyendo las capacidades tecnológicas). Diferentes tipos de dominio (personal, legitimado, forzoso, etc.) son consistentes con ciertos tipos de tecnología y divisiones del trabajo; distintos tipos de tecnología y división de los trabajadores lo son con ciertos tipos de dominación. Además, cosa más directamente pertinente a este análisis, la cooperación se basa en mayor o menor medida en normas culturales y formas ecológicas (naturales). Richard Biernacki (en The fabrication of labor: Germany and Britain, 16441914) ha afirmado que la naturaleza del trabajo como mercancía difiere en los distintos contextos culturales. En la región intensamente religiosa de Estados Unidos conocida como "el cinturón bíblico" las relaciones de trabajo están determinadas, en parte, por la ética laboral protestante; en materia de agricultura, por los ciclos hidráulicos. En ambos casos las necesidades técnicas y el poder codeterminan también las relaciones de trabajo (división del trabajo y división de los trabajadores). Así, el modo de cooperación no está determinado de manera doble, sino cuádruple. La tecnología, la propiedad, el poder, las normas culturales, así como los procesos físicos, biológicos y químicos, se imbrican en modos particulares de producción... en formas históricamente específicas y contingentes. El concepto de cooperación es un punto de ingreso obvio al proyecto de revisar la concepción materialista de la historia de formas que contribuyan a desentrañar la dialéctica de la cultura, el trabajo social y la naturaleza, donde al trabajo se lo ve mediando entre la cultura y la naturaleza. (Los desconstruccionistas o los idealistas ven a la cultura mediando la naturaleza y el trabajo; los verdes o los ecologistas profundos ven a la naturaleza mediando entre la cultura y el trabajo.) En esa revisión el trabajo social retiene su estatus de categoría central del materialismo histórico, pero es problematizado y enriquecido por los conceptos antropológicos modernos de la cultura como normas y valores de la vida cotidiana, y los conceptos ecológicos modernos de la naturaleza como una fuerza productiva autónoma (y con frecuencia impredecible).
COOPERACIÓN, CAMBIO HISTÓRICO Y DESARROLLO
La formulación tradicional de la doble naturaleza de la existencia material descuida el problema de la cooperación. Marx veía a ésta como la fuerza productiva básica (una "fuerza natural del trabajo social"), aunque en sus formulaciones de la concepción materialista de la historia escribió poco o nada sobre eI tema. Sin embargo en El capital sostuvo que los cambios revolucionarios en las relaciones de produc-
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ción introducidos por la burguesía europea protoindustrial acarrearon cambios en el modo de cooperación de las manufacturas. La producción doméstica (por ejemplo el trabajo a domicilio) se convirtió en producción de taller, o lo que Charles Tilly ha denominado "protoindustria". Esta transformación no alteró las relaciones técnicas (herramientas, habilidades, materias primas), pero creó una nueva fuerza productiva: la cooperación entre los productores directos bajo un mismo techo y supervisados por el propietario o su agente. Éste es un ejemplo clave que se encuentra en los escritos de Marx de las maneras en que los cambios de las relaciones de producción dan vida a nuevas fuerzas productivas, específicamente en forma de cooperación en el lugar de trabajo. De hecho, los capítulos de El capital que van de "Cooperación" a "Maquinaria y gran industria" son la descripción de la creciente productividad de la fuerza de trabajo a través de la cooperación. Más de un siglo después (como se preveía en los Grundrisee de Marx) el valor de cambio había llegado a depender de la ciencia y la tecnología, lo que presupone niveles y formas complejos de cooperación entre científicos, entre corporaciones, entre éstas y los estados, en el interior de los mismos, y así sucesivamente. De manera similar, el desarrollo de nuevas relaciones de producción con los sistemas del esclavismo antiguo y el feudalismo medieval acarreó cambios del modo de cooperación y, por lo tanto, en las fuerzas productivas; en el primer caso, por ejemplo, la cooperación de grandes cuadrillas de esclavos en las minas de plata de España; en el segundo, por ejemplo, la cooperación de los siervos en los feudos, en la construcción de caminos señoriales y demás. Las nuevas relaciones de producción preludiaron cambios marcados en el modo de cooperación en la vida material, que indudablemente aumentaron la productividad o el trabajo excedente. En este sentido, es plausible la hipótesis de que en épocas de revolución social los cambios de las relaciones de producción conducen a transformaciones del modo de cooperación (entre otras cosas) y, por ende, en las fuerzas productivas en general. Pero la mayoría de las descripciones histórico-teóricas de las transformaciones de las fuerzas y relaciones de producción durante periodos marcados por una revolución de las relaciones de producción mantienen silencio sobre este tema. La cooperación tiene aspectos tanto cuantitativos como cualitativos. Los primeros corresponden a la escala de cooperación, por ejemplo el tamaño de las cuadrillas de trabajo y el alcance de la cooperación internacional actual entre los científicos. Los segundos se refieren a la forma de poder que organiza el trabajo y a los trabajadores en la producción, de maneras históricamente específicas, y la forma de resistencia al poder. La hipótesis de que las relaciones de producción (en todo o en parte) determinan las fuerzas productivas (modo de cooperación) se refiere a aspectos cualitativos, no cuantitativos, de las relaciones de trabajo. La escala de cooperación en una mina romana de plata era casi siempre más grande que en un feudo, y la escala en éste solía ser mayor que en la protoindustria capitalista. Pero el poder que organizaba el trabajo combinado, y las relaciones resultantes entre los productores directos que intervenían en la producción, eran cualitativamente dife-
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rentes. El poder de la cooperación como fuerza productiva parecería ir reforzándose progresivamente (igual que el de la ciencia y la tecnología) a lo largo del tiempo.
FUERZAS PRODUCTIVAS CULTURALES Y RELACIONES DE PRODUCCIÓN
Un paso de cualquier reconstrucción de la concepción materialista de la historia es problematizar, es decir, ver como problema, la relación entre los modos de cooperación y las relaciones de trabajo, por un lado, y el cambio histórico y el desarrollo, por otro. Un segundo paso es desarrollar un método para indicar de qué maneras la cultura y la naturaleza afectan o influyen sobre el poder de la clase propietaria o dirigente para imponer y combinar el trabajo en la producción. Marx mismo era preantropológico en el sentido de que veía la "cultura" como una parte de la superestructura de la sociedad, no como algo entretejido en su base. Este "error" dio por resultado teorizaciones incompletas sobre el modo de cooperación y, por ende, sobre las relaciones y fuerzas de producción mismas. Las relaciones de producción en cualquier formación social tienen tres facetas: primero, las relaciones entre las clases explotadoras y las explotadas; segundo, las relaciones dentro de las clases explotadoras y, tercero, las relaciones dentro de las clases explotadas. Dicho de otro modo, la primera faceta tiene que ver con el modo de imposición del trabajo y de extracción del trabajo excedente; la segunda con el modo de distribución y utilización del producto excedente dentro de las clases explotadoras, y la tercera con el modo de cooperación para la producción dentro de la clase explotada. La tradición marxista destaca la relación entre clases explotadoras y explotadas, o lucha de clase, en la teoría del cambio histórico y el desarrollo. Las relaciones dentro de las clases explotadoras y explotadas fueron poco teorizadas por Marx mismo y por la mayoría de los autores de la tradición marxista. Con respecto a la primera, Marx se preguntó por qué la política, la religión y la economía eran la pasión de las clases dirigentes en los sistemas de esclavismo antiguo, feudalismo y capitalismo, respectivamente, sin dar una respuesta coherente. Louis Althusser trató de resolver este problema con su teoría (esencialista) de la actividad social determinante en oposición a la dominante (la primera era el modo de explotación y la segunda la forma superestructural de expresión de la actividad determinante). Con respecto a las relaciones dentro de las clases explotadas en el esclavismo antiguo y el feudalismo, en las obras de Marx y Engels se encuentra poco o nada que se aproxime a una teoría descriptiva. En cuanto al capitalismo, Marx afirmaba que el mecanismo de socialización de la produccion en gran escala disciplinaría a la clase trabajadora, que atacaría políticamente a la burguesía y al estado capitalista durante los periodos de crisis económica o de escasez. Pero al lector moderno le
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sulta dificil desenmarañar la disciplina producida por lo que Marx veía como ganización de tipo militar de las relaciones de trabajo capitalistas de la que impola necesidad técnica de la coordinación disciplinada en la fábrica capitalista. En tesis, Marx conjugó los problemas de la cooperación en la producción vista mo una técnica, en oposición al dominio o el control social. Al mismo tiempo que el estructuralista Althusser (representante de la "vieja izierda") teorizaba relaciones dentro de las clases explotadoras, la "nueva izquier" voluntarista empezaba a teorizar relaciones dentro de las clases explotadas. El tamente célebre artículo de Steven Marglin sobre lo que "hacen los patrones", taba de superar el descuido de las relaciones dentro de las clases explotadas con a teoría weberiana izquierdista del poder. Demostró que en el capitalismo temano las relaciones de trabajo o el modo de cooperación se organizaban de maneque producían, antes que nada, control del trabajo, y sólo de forma secundaria ciencia técnica. David Noble mostró que la imposición de trabajo y dominio bre los obreros en el capitalismo podía no coincidir con la máxima eficiencia téca. Michael Burowoy hizo ver que el "consenso manufacturero" en el sitio de trajo capitalista presupone que los trabajadores se relacionen entre sí de maneras ológicas (engañándose a sí mismos, por ejemplo). En síntesis, mientras Althussher, de la vieja izquierda, trataba de desproblemaar las relaciones sociales dentro de las clases explotadoras, la nueva izquierda nsideraba como problemas las relaciones sociales (de trabajo) en una clase plotada: el trabajador asalariado. Los logros de la nueva izquierda y de los penores neomarxistas fueron considerables; ya no resulta plausible concebir que las aciones de trabajo o los modos de cooperación están determinados de manera clusiva por la necesidad tecnológica. Pero tampoco lo es concebir que lo están lo por el poder, precisamente debido a la existencia de dimensiones científicas y nicas cada vez más sociales de la apropiación y manipulación de la naturaleza en lugar de trabajo. En este sentido la izquierda fue más lejos de lo que debía. dría decirse que mientras que la vieja izquierda modelaba la sociedad sobre la rica (capitalista), la nueva modelaba la fábrica sobre la sociedad (de clase). Desde otro punto de vista, la crítica de la nueva izquierda al determinismo teclógico no fue demasiado audaz sino demasiado cauta. Las formas berianas/foucaultianas de dominio/poder no sólo fueron importadas desde uera", por decirlo así, a las relaciones de trabajo, sino que prácticas culturales todas clases recorren las relaciones de trabajo y otras relaciones sociales, includo las políticas. Más aún, las prácticas políticas y culturales se importan al lugar trabajo no sólo de arriba, sino también de abajo. En este sentido, las relaciones de bajo son tanto el contenido como el contexto de la lucha política, ideológica y ltural. Puede afirmarse que existen ciertas posibilidades tecnológicas (y no as) debido a las interacciones mutuas entre el impulso a valorar el trabajo y a minarlo política e ideológicamente, así como a importar prácticas culturales de sociedad en su conjunto. La determinación de las relaciones de trabajo (modos
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de cooperación, como las fuerzas y relaciones de producción) resulta, así, muy imprecisa. Nadie puede saber qué formas de cooperación vigentes (por ejemplo, en el capitalismo, el tipo y alcance de los "mercados internos de trabajo"), las burocracias gerenciales, los sistemas de codeterminacion, las funciones de la disciplina en el mercado laboral, etc.) van a "pegar", si no conoce las formas dominantes y liberadoras de la cultura, el papel de los sistemas legales, las ideologías gerenciales de control y demás, y cómo se determinan mutuamente todos ellos, por ejemplo, en cualquier comparación entre el corporativismo europeo, el colectivismo japonés y el individualismo estadunidense. Parece plausible que la capacidad de competir de las grandes economías en una era en la cual las fudzas productivas son de naturaleza cada vez más social no sólo depende de los niveles de ciencia y tecnología sino también de la capacidad de cualquier cultura en particular de movilizar y usar esas fuerzas. El capitalismo colectivista japonés puede ser un tipo ideal para la difusión o la diseminación de nuevos procesos de producción; el capitalismo individualista de Estados Unidos tal vez sea el tipo ideal para la invención y el desarrollo de nuevas tecnologías, y el capitalismo corporativista europeo lo sea para la explotación eficiente de nuevas tecnologías. Estas consideraciones arrojan una luz totalmente nueva sobre la cuestión de la cooperación o las relaciones de trabajo como una fuerza y una relación productiva. Asimismo es necesario enmendar las tesis del desarrollo tecnológico acumulativo y del determinismo de la fuerza productiva. No es raro que Marx no pudiera teorizar sobre las relaciones de trabajo, aparte de usar esa metáfora militar superficialmente convincente. No es raro que Lenin, siguiendo el supuesto fatalmente erróneo de Engels de que las relaciones de trabajo están determinadas técnicamente, pensara que el socialismo podía utilizar el taylorismo. No es raro que el estudio sobre el trabajo más conocido de los tres últimos decenios —Labor and monopoly capital, de Harvey Braverman— no hubiese ido mucho más allá que la sociología del trabajo del mismo Marx. La formulación expuesta arriba también arroja una nueva luz sobre la solución "althusseriana" del problema de las relaciones dentro de las clases explotadoras. La cultura no es algo que sólo ocurra con el producto excedente; es también la esencia misma de la vida cotidiana, que se importa al sitio de trabajo desde arriba (por ejemplo la "cultura de la juventud" usada para organizar ciertos sectores de la economía estadunidense; la "cultura de las corporaciones"), y también desde abajo (como modos de protesta y resistencia, creación de redes, cultura sindicalista). Las prácticas culturales históricamente específicas y contingentes se empalman, por decirlo así, con el sistema de valorización del trabajo. Como la cultura es el hilo de la historia, es decir, como entendemos la historia a través de la cultura, y puesto que la historia social es (entre otras cosas) la historia de la cultura, parece justo llegar a la conclusión de que Marx, sin las ventajas de la historia social ni de la antropología moderna, fue incapaz de hacer suficientemente histórico el materialismo histórico.
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En conclusión, las fuerzas productivas siempre son, en parte, fuerzas culturales. Las relaciones de trabajo están sobredeterminadas desde arriba y desde abajo por las prácticas culturales, las tecnologías y habilidades, el nivel de desarrollo de los medios y objetos de producción, la valorización del trabajo y el poder de clase. Las fuerzas sociales en conjunto se compactan o se miniaturizan en las relaciones de trabajo, que son las relaciones sociales más ricas y socialmente más "densas" de la sociedad capitalista. Es posible que donde esto se vea más claramente sea en el mundo del entretenimiento y del deporte, donde la gente paga por ver las relaciones de trabajo mismas (o una parte de ellas). Allí los vínculos entre la cultura y el trabajo son más transparentes (por ejemplo compárense la historia y la naturaleza del beisbol con las del futbol americano).
RELACIONES NATURALES DE PRODUCCIÓN Y FUERZAS PRODUCTIVAS
Marx escribió en una era "preantropológica", en la cual estaba subdesarrollada una sociedad específicamente capitalista y, por ende, lo estaba también la historia social. Esto significa que su concepción materialista de la historia no era ni podía ser lo bastante histórica (ni cultural), y también que sus teorizaciones sobre las fuerzas y relaciones productivas en general, y los modos de cooperación en particular, eran incompletas y fallidas. El materialismo histórico tampoco es lo bastante materialista. Marx escribió antes de la época de la ecología. Le interesaba más la química que la biología, e ignoró a Sergei Podolinsky, el primer ecosocialista que pensó que en la teoría del valor figuraba una naturaleza específicamente física. Las relaciones ecológicas y fisicas dentro de la naturaleza (la economía de la naturaleza) y sus efectos sobre la cooperación en el proceso de trabajo no fueron ignoradas, pero sí relativamente descuidadas, en la teoría marxiana de la acumulación capitalista, la competencia, la crisis económica, la concentración y centralización del capital y demás. No obstante, el hecho es que los modos de cooperación en y entre los lugares de trabajo en las divisiones del trabajo social e industrial (así como las diversas divisiones del trabajo), desbordan de vida biológica, física y química. Ni los hombres de más de una edad determinada ni las mujeres, cualquiera que sea su edad, juegan en las ligas mayores de beisbol ni en las de futbol americano. La primera exclusión es un hecho natural; la segunda es en gran medida un hecho natural, pero también uno cultural. La economía de la naturaleza (fuerzas climáticas y geológicas, reacciones químicas, cadenas alimentarias, etc.) es el tema de la ciencia de la ecología, así como una base de la sensibilidad ecológica contemporánea, definida en términos de actitudes culturales y de prácticas en la naturaleza. La idea de los espacios silvestres ya no resulta amenazante, y en muchas regiones ya no es aceptable arrasar los bosques
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nativos. En Marx no hay nada que nos prepare para prever este hecho social (e innumerables otros relacionados). Si bien las formas particulares de la economía de la naturaleza (incluyendo la misma composición de la atmósfera) suelen ser resultado de impactos humanos sobre aquélla, el hecho es que los procesos químicos, biológicos y fisicos que constituyen la economía de la naturaleza funcionan independientemente de la economía humana. Son fuerzas productivas (así como condiciones de producción) autónomas. Los seres humanos pueden mejorar los ciclos de crecimiento con productos petroquímicos y controlar los procesos químicos variando la composición del aire en una planta de productos químicos, pero esos ciclos de crecimiento y esas reacciones químicas siguen estando basados en las leyes tendenciales o "débiles" de la naturaleza. Todavía los marxistas y quienes usan métodos de tipo marxista no reconocen suficientemente que la economía de la naturaleza está inscrita no sólo en las fuerzas productivas sino también en las relaciones de producción. Las relaciones de producción "naturales" quieren decir que ciertos tipos de condiciones o procesos naturales (influidos o no por el hombre) ofrecen más posibilidades que otros para el desarrollo de una formación social y una estructura de clase. La propiedad de caballos o de ganado presupone cierta cantidad de tierra (cada vez menos) para alimentar a los animales. Las relaciones de producción feudales florecieron donde no había buen transporte fluvial o costanero, por ejemplo en el interior de Francia, donde "dinero" significó durante largo tiempo "impuestos", no "precios". Inglaterra se salvó de la fuerza plena del feudalismo no sólo debido a la prevaleciente cultura del individualismo (que se remonta al siglo uf y aun antes), sino también, en parte, por la extensión de transporte interior y costero por agua (y, por lo tanto, las oportunidades de comercio). En el litoral atlántico y mediterráneo se desarrollaron tempranamente estructuras mercantilistas capitalistas de clase. En Róndonia, Brasil, han fracasado tanto la agricultura en pequeña escala como la ganadería en gran escala, debido a las alteradas condiciones del suelo del bosque tropical lluvioso. En Inglaterra y Francia antiguas las fundiciones de hierro eran chicas porque tenían que ubicarse cerca de bosques, y porque era usual la propiedad en pequeña escala. La industria acerera norteamericana estaba fuertemente capitalizada, en parte porque se localizaba entre depósitos lejanos de mineral de hierro y de carbón, debido a lo cual recaían sobre ella elevados costos de transporte. Cuando los recursos naturales se agotan, o son destruidos, muchas veces cambian las relaciones de propiedad, así como la naturaleza de las fuerzas productivas. El corte de bosques nativos de secuoias en Aptos Creek, en la costa central de California, puso fin a la industria maderera relativamente bien capitalizada que había allí. En las regiones cercanas de los montes Santa Cruz la tala le abrió paso, literalmente, a los huertos de frutas y los viñedos organizados por propietarios de tierra en pequeña escala. Abundan los ejemplos de relaciones de producción "naturales". En alta mar el capitán de un barco (mucho tiempo atrás quizá dueño parcial de su nave, ahora
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pleado o tal vez accionista minoritario) tiene (y necesita) un poder más o enos absoluto. Lo mismo ocurre con el comandante de un avión de pasajeros. La ropiedad en pequeña escala es más importante (hoy ya no tanto) en Costa Rica ue en otros países centroamericanos, debido en parte a la naturaleza del terreno. n la Cuba prerrevolucionaria el cultivo de tabaco y de café era característico de la queña propiedad, en el primer caso debido en parte a la necesidad de mano de ra calificada, en el segundo en parte a la escasez de buenos suelos de montaña. n contraste, el cultivo de caña de azúcar se caracterizaba por la propiedad capilista en mediana y gran escala, debido por un lado a que se realiza en tierras plas o con lomas, y por otro a que —dada la naturaleza de la caña— se requiere ca mano de obra calificada. La mayoría de las ciudades crecieron junto a vados los ríos y bahías naturales, donde era posible el comercio de media y larga disncia; con el tiempo esas ciudades se convirtieron en hogar de artesanos, mercares, banqueros y demás. No sólo las relaciones de producción son, en mayor o menor grado, naturales a revolución electrónica ha facilitado muchísimo la centralización del capital nanciero); también lo son las fuerzas productivas. Es evidente que la economía de naturaleza (o procesos naturales) se inscribe en el modo de cooperar en la minea, la agricultura y la pesca, de formas que exigieron que Marx modificase su conpto del proceso de producción. La naturaleza no sólo es un "socio" en la procción (como observó muchas veces Marx), sino que es un socio autónomo (a rtir del cual Marx abstrajo en el primer tomo de El capital). La economía de la turaleza se inscribe también en modos de cooperación de la industria de la consucción y la del transporte. Los edificios requieren espacio, lo que limita los tipos cooperación (vista como fuerza productiva) posibles en la construcción (la divión del trabajo dentro y entre las compañías que construyen rascacielos es una aravilla de complejidad y calendarización debido precisamente a las limitaciones espacio... y de la gravedad). El transporte presupone algún tipo de uso racional l espacio, incluyendo el espacio aéreo. Las relaciones de trabajo en las manucturas de todas clases están sujetas a muchos procesos naturales diferentes y comejos, desde la química de la metalurgia hasta la fisica de la fabricación de chips. demás, la naturaleza del cuerpo humano, y tal vez del alma, crea ciertas posibilides para la cooperación, pone un límite a otras y rige sobre las demás.
TURALEZA, TRABAJO SOCIAL, CULTURA
trabajo social se inscribe en la cultura, y viceversa. El trabajo humano se organino sólo por el poder de clase y la ley del valor sino también por normas y prácas culturales, configuradas a su vez por formas de trabajo social. Los aparatos ectrodomésticos se venden como "eficientes" y las corporaciones anuncian que
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sus sitios de trabajo son "empáticos". Sólo un enfoque dialéctico del problema de las conexiones internas entre cultura y trabajo puede arrojar resultados teóricos y prácticos interesantes en el análisis de casos específicos. El trabajo social está inscrito también por la naturaleza... y viceversa. El trabajo humano es organizado por el poder de clase, la valorización y la cultura, pero también por la economía de la naturaleza que, a su vez, es constantemente modificada por el trabajo social. El capital se empalma en los procesos naturales, altera las leyes y las tendencias probabilísticas naturales o las cambia en el sentido de crear nuevas formas y relaciones de la naturaleza, que no existían antes. Un ejemplo es la computadora casada con la bioingeniería para descubrir un organismo que "coma" desechos tóxicos. De ello parecería derivarse que la cultura y la naturaleza se encuentran y combinan en el trabajo socialmente organizado. La ecología cultural y la naturaleza ecológica se expresan en las relaciones sociales de la producción material, la distribución, el intercambio y el consumo. Surge una pregunta: ¿cuál es la dialéctica de la naturaleza y la cultura en la vida material en general, y en las relaciones de trabajo en particular? Ciertas prácticas culturales combinadas con ciertos procesos naturales (ffsicos) en la producción se conjugaron, a su vez, para producir un Chernobil y un Bopal. En ambos casos las prácticas culturales eran tales que las leyes físicas y químicas se desbandaron, por así decirlo. Por otro lado, las leyes ffsicas y químicas eran tales que la cultura de relaciones de trabajo también se desbandó. Se trató de desastres tanto naturales como sociales, en gran medida de la misma manera en que la devastación que causa un terremoto es un desastre natural y social en barrios que, para empezar, no tendrían que haberse construido allí. Las indeterminaciones de las relaciones de trabajo o modos de cooperación están doblemente determinadas por indeterminaciones culturales y naturales. Por ejemplo, la reducción deliberada del ritmo de trabajo y el "trabajo a reglamento" cambian muchísimo en diferentes culturas étnicas y nacionales, y las "sorpresas" o "misterios" de la naturaleza cambian también con diferentes procesos ecológicos y ffsicos de trabajo. A medida que en el fin del milenio el capitalismo global se difunde y profundiza su control sobre la humanidad y la naturaleza, por igual, el trabajo social (la división del trabajo social y las divisiones sociales del trabajo) se vuelve cada vez más complicado. La complejidad de la economía mundial de hoy es tal que nadie ha descubierto todavía un modelo de capitalismo global con un poder explicativo similar al del antiguo modelo desarrollo/subdesarrollo o a los diversos modelos de imperialismo. Lo que está claro es que las relaciones culturales inscritas en el trabajo, las relaciones de trabajo y demás, por una parte, y las relaciones físicas, químicas y biológicas inscritas en los procesos de trabajo, por la otra, se están volviendo más complejas como resultado de la globalización del capital. Las "funciones de producción" se hacen más inciertas y los "desastres" se producen con mayor frecuencia, con más -causas". El alcoholismo en la época de tu ió 'Los Anónimos, las estructuras de mando en los barcos petroleros, las fallas de diseño
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de los supertanques, la competencia entre las empresas de producción y distribución de petróleo, y la complejidad de los sistemas naturales y físicos, parecieron combinarse para producir el desastre del Exxon Valdez. Los teóricos de la "sociedad peligrosa" dan un paso al frente. El mundo parece estar —y está— más enajenado, no sólo del trabajo y la sociedad, sino también, en general, del capital, y asimismo más cosificado. Por eso no es difícil encontrar explicaciones del nihilismo contemporáneo, del populismo de derecha y de otras formas de pensar irracionales o subracionales. Las alternativas teóricas y prácticas requieren una cuidadosa atención a las conexiones internas entre las formas de cooperación culturales y naturales en las relaciones de trabajo. La sola cultura ecológica lleva a una política verde pura; una ecología cultural exclusiva a la política roja pura, es decir, de regreso a la tesis de la humanización ("dominación") de la naturaleza. La tarea básica sería, al parecer, negar lo verde y lo rojo, material y políticamente.
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Los pensadores posmodernos piensan que esas narraciones de apariencia caótica, que tienen que ver con grandes personajes, fechas importantes y la acumulación de hechos, a los que llamamos historia, tienen una lógica. Todos tienen sus propias experiencias y anécdotas sobre el presente y el pasado. Los historiadores son narradores profesionales que buscan en el inventario disponible de formas narrativas (una constante de la historia) y disponen a las personas y los acontecimientos de acuerdo con la lógica de la forma específica de narración que escogieron. Para Marx, Luis Napoleón era una farsa; para la clase alta francesa era un triunfo y una tragedia. Para los historiadores anticomunistas la guerra fría era un combate entre el bien y el mal; para los historiadores de la geopolítica era el enfrentamiento de dos imperios; para los sandinistas, una excusa yanqui para intervenir en la revolución centroamericana. Y así sucesivamente. El libro de ensayos de Hayden White, The content of the form , es un importante texto posmoderno. Si simplificamos enormemente su argumentación elegante y compleja, lo que sugiere White es que una vez que el historiador escoge una forma narrativa, todo está más o menos determinado: el contenido o la sustancia de lo que escribe, la forma en que el mismo se dispone secuencialmente (cuándo empieza el acto 1, digamos, cuándo termina el 3), y cuánto énfasis se hace en ciertas personas y hechos. La forma narrativa ayuda a decidir cuál de los que White llama "acontecimientos verdaderos" llega a ser una gran obra, y cuál no. Su concepto del "acontecimiento verdadero" sugiere que el posmodernismo padece un exceso de idealismo. Esta expresión aparece una cantidad de veces en su libro, pero no se define ni se le concede la categoría de problema. Los "acontecimientos verdaderos" están repartidos por la narrativa de White como las pasas de uva en un pastel, aunque tanto él mismo como otros posmodernos coincidirían en que ningún "acontecimiento verdadero" (por ejemplo un hecho material o socioeconómico) se produce jamás sin que haya un "acontecimiento ideal" (esta expresión es mía) correspondiente... un acto de habla, un nuevo giro de un significado compartido, una perspectiva novedosa sobre una forma de intersubjetividad o de la construcción social de lo "individual". Si bien es cierto que el acceso lingüístico al mundo material es el único disponible para el discurso humano, y que las peleas acerca del significado del mundo son siempre lingüísticas, también lo es que el [70]
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o material existe. En términos algo diferentes, los posmodernos tienden a ar o minimizar la forma en que los "acontecimientos verdaderos" se articulan s "acontecimientos ideales" —las maneras en que se organiza socialmente la
dad material y en que el significado y la intersubjetividad se entretejen con la a—, y por lo tanto a ser ciegos a uno de los principales problemas de la histoalia. Más bien lo que resulta importante para ellos son los tipos y las estructunarrativas particulares encargadas de "contar la historia", aunque no se proona ningún método para explicar los cambios de las convenciones narrativas. esar de esta laguna, el posmodemismo "explica" por qué cada generación o do histórico reescribe la historia, y también por qué en todo periodo los hisores discuten sobre lo que ocurrió en el pasado (en la medida en que alguien saber qué fue lo que "realmente" ocurrió, y por qué). La lógica del posmomo es que resulta natural e inevitable que las narraciones de la historia camcon el tiempo, y también que difieran en cualquier momento dado, según las esté contando. Todos tienen sus propios agravios e intereses, porque todos su experiencia vital única, sus intereses y perspectivas políticos y culturales, rrativa personal. Además, todos tienen su propia sensación de cuáles son "reale" los agravios y los intereses, qué pueden significar para el usuario (como ras, como objetos fisicos), para un observador externo, para alguien que esté íbet, para la posteridad y demás. No obstante, el posmodernismo falla en tres tos que conducen, finalmente, a un individualismo y subjetivismo metodolóasí como a una arbitrariedad y un relativismo tan extremos que lindan con el smo. Primero, son ciegos a las formas en que las estructuras reales se erigen de los acontecimientos reales así como de las formas narrativas, es decir, desn la interconexión estructuralmente determinada o influida de las cosas (que a la necesidad de abstracción y los niveles de análisis). Segundo, no destacan atos típicos (en oposición a los atípicos), en los cuales los datos históricos se n interpretar en contextos relevantes (lo que elimina o reduce la multiplicie posibles significados de las cosas dentro del contexto o marco de referencia o). Tercero, descuidan cualquier psicología social de base estructural o desón de la subjetividad y las culturas de resistencia que pudiesen salvar la brecha structura y proceso o estructura y significado. fortuna parece que hay un escape, parcial, al menos, de la trampa posmoLa escritura y reescritura de la historia —la iluminación de rincones del o antes oscuros, el descubrimiento del sonido de voces largo tiempo olvidasuprimidas, la explicación de "furores" y modas, la revaloración de "grandes res", las formas en que la subjetividad (o la identidad) se constituye histórite, y demás— siguen una cierta lógica tosca, por lo menos en lo que a la hisel capitalismo de los últimos dos o tres siglos se refiere.'
ul Buhle me recuerda que la "emergencia de la historia de un examen del mito colectivo za con Vico, y sin sus esfuerzos por recopilar folklore, y la recuperación paralela de la dialéctica
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Es posible descodificar la lógica de la escritura histórica si se la vincula con lógica del desarrollo del capitalismo, más que con la de una forma narrativa det minada. En términos generales, la redacción de la historia occidental moder comienza con la historia política, jurídica y constitucional; pasa a la historia e nómica entre mediados y fines del siglo xtx; se vuelca a la historia social y cultu a mediados del siglo xx, y culmina en la historia ambiental a finales del mism Este árbol genealógico de la historiografía es una consecuencia lógica del de rrollo del capitalismo mismo: primero, las reformas y revoluciones políticas, ju dicas y constitucionales que crearon el marco de referencia para la propiedad p vada, los derechos de propiedad, las libertades civiles y la igualdad formal ant ley; segundo, la Revolución industrial y tecnológica de finales del siglo xvin y p cipios del XIX, puestas en marcha, en parte, por la reforma política y la revoluc que crearon la posibilidad de la historia económica capitalista (conflicto econ mico, crecimiento de mercados, finanzas, competencia, etc.); tercero, el cre miento de una sociedad y una cultura específicamente capitalistas, que surgie de la conversión de la tierra y el trabajo en mercancías ficticias, de la vida socia la cultura, la sociedad de masas, el consumismo y las luchas sociales, así como desarrollo de sociedades multiétnicas, que inspiraron una historia social y cultur cuarto, la capitalización de la naturaleza, o la creación de una naturaleza espec camente capitalista, y las luchas por la misma, que se desarrollaron dentro marco de la evolución de sistemas legales capitalistas y de imperativos tanto eco micos como sociales-culturales, y que ha "producido" la historia ambiental... el m reciente y, tal vez, el último tipo de historia. De hecho, las transformaciones estructurales del capitalismo en desarrollo h escrito, al menos con una lógica burda, su propia narrativa histórica, corresp diente a cambios de la política, de las fuerzas y relaciones de producción, de sociedad y la cultura como un todo y del ambiente o "naturaleza", incluyen temas universales de luchas entre circunstancias o necesidades objetivas y deseo voluntades subjetivas. Los cambios estructurales no dan origen directamente a nuevos tipos de es tura de la historia; entre ambos median el conflicto social y las luchas sociales los cuales las nuevas historias son parte definida). Determinados cambios estruc rales producen determinados tipos de lucha social: política, económica, soci cultural, y ambiental, en ese orden. Pero mientras que la causa próxima de tem históricos sucesivamente nuevos y de nuevas lecturas críticas de la historia capi lista son nuevos tipos de conflicto y de lucha, la causa profunda es la evoluc estructural del capitalismo en sí, el despliegue del capitalismo como forma de t
por parte de Boehme, la historia sería un U.] tema muy árido. La narrativa general que expones la historia política a la económica a la social a la cultural y después a la ecológica) es buena. Per idea de que procede científicamente, sin grandes inyecciones de mito, romanticismo, etc., y mu más allá de los primeros prejuicios de clase, está ausente potencialmente en la observación dialécti (correspondencia personal, noviembre de 1996).
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bajo, como forma de vida, como forma de relacionarse con la naturaleza. Cualquier descripción completa de todo este tema tendría que explorar en detalle tanto los cambios estructurales como la mediación entre los mismos —o sea el conflicto social— y la evolución de nuevos tipos de historiografía. No se trata de una progresión uniforme y lineal. La noción de desarrollo desigual y combinado se aplica a la historiografía tanto como al mundo que estudian los historiadores (el desarrollo del capitalismo industrial). Por eso cada tipo de historia (en su mejor expresión) retrabaja y refuta —o sea que radicaliza— los tipos previos. Si bien cada etapa de la historia capitalista está marcada por formas particulares de conflicto —conflicto político, conflictos dentro del capital y entre el capital y el trabajo, conflicto social y cultural y conflictos por la naturaleza—, la aparición de estos conflictos es desigual a lo largo del tiempo y del espacio. Cada país, como formación social capitalista, tiene, evidentemente, su propia historia. Por ejemplo, el sentimiento de la burguesía de que su control sobre el poder y la razón era débil o traicionero, como resultado de movimientos de oposición de todos tipos, varió de un país a otro. La dialéctica del desarrollo y el subdesarrollo ha producido también diferentes historias nacionales; por ejemplo, el imperialismo y el imperio son parte de la narrativa de la mayoría de los grandes países industriales, pero no de la mayoría de los países en desarrollo. Algunas tradiciones socialistas surgen de manera contrahistórica o contranarrativa. En Estados Unidos la historia "salta" de la historia política a la historia "ambientalista" de Frederick Jackson Turnen quien fue seguido por Charles Beard, luego por William Appleman Williams, el cual "relanzó la historia occidental [estadunidense] en la cual ha tenido lugar la mayor parte de la historia ambiental, y estableció la visión académica de la colonización como enfrentamiento y conquista que se encuentra en el núcleo del proyecto de historia ambiental" de este país. 2 La historiografía de la "teoría de la escena" esbozada más arriba abstrae a partir de las formas desiguales y combinadas de la política, la economía y la sociedad de regiones o países dados, así como de las diferentes relaciones que tienen entre sí países determinados en periodos históricos determinados. Las luchas sociales también se combinan de maneras diversas a lo largo del tiempo y del espacio. Las más nuevas tienden a negar progresivamente a las más viejas. No se habla del "ambiente" durante la era de las revoluciones políticas burguesas, pero sí se habla mucho de política en las luchas ambientales contemporáneas. Los combates sindicales del siglo xix raras veces incluían inquietudes ambientales, mientras que hoy las manifiestan cada vez más. También las primeras contiendas culturales sobre la etnicidad o el género se mantenían casi en silencio sobre ese tema. Hoy se lucha contra el racismo ambiental (y en pro de la justicia ambiental), y hay combates ecofeministas que tratan de contradecir los asuntos de destrucción ecológica, clase, raza y género. Encontramos así un diálogo entre las inquietudes y 2
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las experiencias del pasado y del presente; los entornos del pasado se sedimentan en la clase de historia que se escribe y sobre la cual se construye la historia presente. Y el presente, debido a sus preocupaciones y a su visión retrospectiva, puede ver cosas ante las cuales el pasado estaba ciego, y reelaborar así su propia escritura histórica. El diálogo incluye también el futuro, ya que la escritura histórica actual cambia en menor o mayor medida el mundo en términos más amplios. La historia ambiental, por ejemplo, contribuirá a configurar la clase de naturaleza en la que vivirán los historiadores del futuro. Desde esta perspectiva, la historia ambiental puede verse como la culminación de todas las historias previas, asumiendo que incluyamos las dimensiones ambientales de la historia política, económica y cultural contemporánea, así como la historia ambiental en sentido estricto. Lejos de ser un tema marginal, como la ven todavía tantos historiadores, la historia ambiental está (o debería estar) en el centro mismo de la historiografía actual. Como lo expresa el historiador ambiental J. Donald Hugues, "Un historiador que ha decidido poner la historia en su contexto, y 'encontrarle sentido', se convierte en historiador ambiental." 3
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La afirmación de que la historia ambiental es la culminación de toda la historia previa puede no ser tan extravagante como parece a primera vista. Muchos historiadores ambientales definen su campo en los términos más incluyentes que pueda imaginarse. La "principal meta [de la historia ambiental] llegó a ser —escribe Donald Worster— la de profundizar nuestra comprensión de la forma en que los seres humanos han sido afectados por su ambiente natural a lo largo del tiempo y, a la inversa, de la manera en que han afectado al ambiente, y con qué resultados". 4 3 J. Donald Hugues, "Ecology and development as narrativa themes of world history", Environmental History Review, 19, 1, primavera de 1995, p. 9. En su definición de la historia ambiental la ecología no se ve como un elemento de apoyo de la historia mundial sino más bien como su "tema principal" ("La nueva narrativa de la historia mundial debe tener como tema central de procesos ecológicos" [ibid.]). En otro lado: "Lo que se requiere es una historia mundial que adopte como principio organizador el proceso ecológico." 4 Donald Worster (ed.), The ends of the Earth: Perspectives o n modere environmental history, Cambridge, Cambridge University Press, 1988, pp. 290-291. Ésta es la definición de un historiador. Otra es: "la importancia del mundo natural, sus efectos objetivos sobre la gente, y las formas concretas en que ésta afecta a su vez [al mundo natural] son el núcleo mismo de nuestro proyecto intelectual" (William Cronon, "A place for stories: Nature, history, and narrative", Jounial of American History, 78, 4 de marzo de 1992, p. 1349). Dos científicos sociales han definido así la "ecología política": "La ecología política [...] es una derivación histórica de las preguntas centrales planteadas por las ciencias sociales acerca de las relaciones entre la sociedad humana, vista en su complejidad bio-cultural-política, y una naturaleza humanizada en grado significativo. Desarrolla el terreno común en el cual se intersecan diversas disciplinas" (lames Greenberg y Thomas Park, "Political ecology", Journal of Po:W(411E01ov, 1, 1994, p. 1).
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ún Worster, los historiadores del ambiente se enfrentan a tres conjuntos de nes. Uno es "entender a la naturaleza misma, organizada y funcionando en
os pasados", incluyendo al organismo humano. El segundo nivel "tiene que n el dominio socioeconómico en tanto interactúa con el ambiente. Aquí nos os de herramientas y trabajo, de las relaciones sociales que emanan de ese o, de los diversos modos que ha encontrado la gente para producir bienes a de recursos naturales." El tercer nivel es "el puramente mental o intelectual, ual percepciones, éticas, leyes, mitos y otras estructuras de significado se conen parte del diálogo de un individuo o un grupo con la naturaleza". 5 Estos es" son categorías analíticas: "aunque con fines de claridad tratamos de disentre estos tres niveles de estudio ambiental, de hecho constituyen una únistigación dinámica en la cual la naturaleza, la organización social y econól pensamiento y el deseo, son tratados como un todo... Este todo cambia a que lo hacen la naturaleza, la gente, formando una dialéctica que recorre pasado y llega hasta el presente." 6 Otra manera de decir esto es preguntar e afectan a sí mismos los seres humanos al modificar, destruir, etc., su te, y cómo se afecta éste a sí mismo al restringir y permitir de diversas manectividad humana. Surge la interrogante de cuál es el término que habría que iar —si acaso fuese necesario destacar alguno— en la triada naturaleza, trarramientas, mano de obra), cultura. érminos algo diferentes, la historia ambiental es el estudio de cómo la interhumana configura y modifica a la "naturaleza" y crea ambientes construinfiguraciones espaciales, y de la forma en que los ambientes naturales y culpermiten —y al mismo tiempo restringen— la actividad material, y, a la , cómo la actividad humana hace posible e impide, simultáneamente, el llo cultural y la "economía de la naturaleza". Visto desde esta perspectiva, do de los historiadores ambientales se inclina hacia la única ciencia social
ter, "Doing environmental history". 0P. cit., p. 293. Worster hace un valioso esbozo de los diferentes enfoques adoptados por antropólogos y ecialistas frente a este "todo", aunque me inspira dudas su llamamiento a "fusionar las dos e Marvin Harris y Karl Marx. El concepto de Harris de un "sistema tecnoambiental" no pueerse (en mi opinión), como una especie de variable independiente, de la organización del la organización social, es decir, las formas de propiedad o de organización cultural. Creo que "ecologizar" a Marx pero no "mandficar" a Harris. Un comentario final: en su descripción ra (ibid, p. 302, passim), las habituales y agudas formulaciones de problemas de Worster lugar a un vagabundeo discursivo. Creo que esto se debe a que no advierte que la cultura na modos de cooperación, reglas normativas, etc., que se importan a la producción o al trairtiéndose así en fuerzas productivas por derecho propio (ibid.). La descripción de Worster hacer la transición de un modo "interaccional" a uno dialéctico; a lo largo de gran parte de o seminal se encuentra dualismo. Véase por ejemplo su teoría de las ideas por "reflejo" (p. análisis de Rappaport (pp. 304-305). La naturaleza y la cultura están separadas, y la segunda ue la gente viva con las restricciones de la primera; el trabajo se elimina por sí mismo de esta decir, la actividad material parece funcionar como una mera forma de que los humanos quilibrio".
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totalizadora: el marxismo. El método, para unos y otros, es un materialismo act los historiadores ambientales sostienen un espejo frente al mundo y lo muest tal corno lo ha producido y conformado su propia naturaleza, incluido su pro cuerpo. El mundo lo logra mediante el trabajo (la tecnología y las divisiones trabajo social; el poder y las divisiones sociales del trabajo), definido como la p ducción material, el intercambio y el consumo socialmente organizados y simb camente mediados. En el acercamiento de la historia ambiental hacia los méto de tipo marxista el "impacto humano" o la "intervención humana" se convie en el "impacto material humano" o la "actividad material", y el trabajo se ve co la mediación entre la cultura y la naturaleza. La historia de la naturaleza es en ces en parte la historia del trabajo. Estas formas de ver el mundo –y los textos de historia— puede resultar tan f tífera que no es sorprendente que la historia ambiental sea uno de los de esa d plina que más rápido crecen. Aparecen cada vez con más frecuencia más y mejo estudios de la dialéctica de la intervención material humana, la cultura y la natu leza. Cada año se llevan a cabo más reuniones acerca del ambiente y se impa más cursos sobre historia ambiental. La historia ambiental local está poniendo cuestión la visión de anticuario que durante largo tiempo caracterizó a la hist local. Las interacciones entre la economía humana y la "economía de la naturale —así como sus mutuas interdependencias, asimetrías y contradicciones— son e diadas por los economistas ecológicos y analizadas en términos teóricos por los m xistas ecológicos y los científicos sociales críticos. Los teóricos políticos se han a cado al concepto de "naturaleza" en el pensamiento de Hobbes, Rousse Jefferson, Paine y otros filósofos políticos. Hay estudios sobre Thoreau, Muir, cho t y otros preservacionistas y conservacionistas. En los últimos años del siglo x tema de "las mujeres y la naturaleza" ha recibido innumerables tratamientos dis tos por parte de historiadores, ecofeministas, antropólogos y militantes ambient del Sur y del Norte. Hay nuevas "historias ambientales del mundo" y nuevos estu generales y detallados del ambiente en Estados Unidos, Australia, India, Méx Brasil, África y muchos países y regiones más. Hay nuevos estudios históricos cuerpo humano, el nacimiento, la enfermedad, el dolor y la muerte; de los sig cados de "limpieza" y "dieta", y de los pueblos y las ciudades definidos como amb tes. El campo de la "ecología humana", esotérico en otros tiempos, es ahor corriente principal, y proliferan los informes de impacto ambiental, que son un práctico de historia ambiental. Hace mucho se traspasaron los limites entre la an pología fisica y la cultural. Los científicos sociales están tomando más en serio modos más sistemáticos la "naturaleza" definida como sumidero (y el "capital" d nido como grifo). Las humanidades se están abocando al problema de cómo y qué se establecen, entran en conflicto y cambian las diversas representaciones y nificados de la "naturaleza". La preservación ambiental está floreciente, así com protecc ión y restauración de paisajes culturales_ históricos La gengraffa econó ha dado un giro de 180 grados a partir del tipo de determinismo ambiental
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solía dominar el tema, y está adoptando crecientemente el método que Marx llamó "materialismo activo". Los estudios culturales han desconstruido las formas en que la naturaleza ha sido comprendida por la ciencia. Hoy la ecología es uno de lo terrenos más dinámicos dentro de las ciencias naturales. Los textos sobre la misma gozan cada vez más del favor popular, mientras que aumenta año con año el interés general en el efecto de invernadero, la capa de ozono y el impacto del ambiente sobre la salud y el bienestar mental de los seres humanos. La variedad de métodos y temas de la historia ambiental es enorme, más que los de la historia política, económica y social. Los historiadores ambientales estudian la historia del uso y agotamiento de la energía; de los cambios atmosféricos, climáticos y hasta geológicos a los que contribuyeron los humanos; las poblaciones de determinadas especies de vida y sus "cuerpos" inorgánicos; las biorregiones, cuencas, ecosistemas y nichos, límites, márgenes, corredores y mosaicos ecológicos. Investigan el ambiente definido como recurso, como entretenimiento, como espacio socialmente construido, como mapa mental. Escriben historias de ciudades a la luz de su relación con el entorno, y viceversa; historias de bosques, lagos, ríos, costas (preservados o no), y de todo tipo de paisajes construidos. Parques urbanos, estilos arquitectónicos, zonas suburbanas y centros comerciales, patrones de calles, antiguas bases militares, parques industriales... todos han sido analizados por los historiadores ambientales.? El ruido de los niños que juegan en un parque, el efecto biológico de usar nichos ecológicos como parques, el tranquilizador ronroneo del tráfico que pasa calle arriba, el estrépito de los grandes aviones de pasajeros que despegan en las inmediaciones, el significado del parque en términos del sentido de vecindad, son todos elementos que caen bajo la rúbrica de "historia ambiental". Se han escrito libros sobre espacios tan pequeños e insignificantes como el jardín de una casa o tan imponentes como un bosque nativo de secuoias. En principio, según parece, todo es historia ambiental; los lugares más remotos han sido afectados, en mayor o menor medida, por la actividad material humana (y a su vez la afectan). 7 Worster excluye "el ambiente construido" de la historia ambiental. Si bien esta exclusión "puede parecer especialmente arbitraria, y hasta cierto punto lo es, [...] la distinción [entre 'naturaleza y artefacto'] es digna de conservarse, porque nos recuerda que en el mundo actúan fuerzas diferentes, y que no todas ellas emanan de los seres humanos; algunas siguen siendo espontáneas y autogeneradas. El ambiente construido expresa plenamente la cultura... pero con fenómenos tales como el ciclo del bosque y del agua encontramos energías autónomas que no se derivan de nosotros. Esas fuerzas influyen en la vida humana, estimulando alguna reacción, alguna defensa, alguna ambición" (ibút, pp. 292 293). Los geógrafos podrían cuestionar esta distinción. El espacio urbano, por ejemplo, tiene consecuencias no intencionales para la vida de los seres humanos, es decir, no sólo es un constructo humano, sino que también ayuda a construir lo que es humano. En un enfoque materialista realmente activo hay, sin duda, "energías autónomas que no se derivan de nosotros", pero la mayoría de esas energías han sido modificadas en pequeña o gran escala por la acción humana. El océano, la atmósfera, el suelo, no sólo se han "hecho a sí mismos" a lo largo del tiempo, sino que también han sido hechos por la actividad humana, en alguna parte (muy) grande o pequeña, de acuerdo con las circunstancias. -
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La historia ambiental es, en pocas palabras, la historia del planeta y de su gente, de la vida de otras especies y de la materia inorgánica, en la medida en que éstas han sido modificadas por las producciones materiales y mentales de los seres humanos y, a su vez, las han hecho posibles o imposibles. Es ni más ni menos que el estudio de las relaciones entre la especie humana y sus "alrededores" (según la definición de ambiente que da un diccionario). Como estas relaciones resultan indescifrables sin una investigación de las relaciones sociales entre los seres humanos ("sociedad", "economía"), por un lado, y las relaciones propias de la naturaleza, biológicas, químicas y fisicas (modificadas, reprimidas, estimuladas), por el otro, el alcance de la historia ambiental es, para todo fin práctico, ilimitado. El ambiente actual ha sido modificado de muchas formas por innumerables generaciones de seres humanos. Y como las estructuras y procesos políticos, económicos y culturales "deciden" cómo se utilizan los ambientes, y con qué efectos, idealmente la historia ambiental incorpora (y niega) la historia política, económica, social y cultural. La historia de la naturaleza presupone no sólo la biología, la edafología y demás, sino también la política y el derecho (por ejemplo la historia de las relaciones de propiedad y los límites de la propiedad, importantes para determinar qué clase de naturaleza prospera y cuál no); la historia económica (por ejemplo, la historia del uso que el capital hace de la naturaleza como grifo y sumidero), y también social y cultural (por ejemplo la historia de la estética, los gustos sociales en determinados periodos, la flora que se considera ornamental, qué se ve como "bello" y "feo", etc.). Aquí uno podría añadir "historia moral". Hace un siglo o menos los vendedores de semillas y bulbos para jardín les decían a sus clientes que un hermoso jardín bien cuidado era señal de moralidad en el hogar, de limpieza y vida respetable. En principio la historia ambiental es totalizadora, la única historia verdaderamente "general" o universal . 8 No obstante, también está restringida espacialmente. Funciona en el nivel de «[...] nuestro proyecto de explorar el pasado humano como parte de una relación sistemática con el mundo natural ofrece emocionantes oportunidades para ver cosas completas, en un momento en el que la profesión histórica parece necesitar desesperadamente una síntesis de ese tipo" (William Cronon, "The uses of environmental history", Environmental History Revino, 17, 3, otoño de 1993, p. 4). Sin embargo Cronon señala que si bien hay muchos estudios de la idea de naturaleza y también del nexo economía-naturaleza, hay pocos o ninguno que vincule las ideas y la cultura, la economía y la naturaleza tomadas como un todo (véase "Modes of prophecy and production: Placing natura in history", Journal of American History, 4, marzo de 1990, p. 1124). De modo que se muestra escéptico acerca de la historia ambiental como un método y un campo totalizadores, y destaca el "particularismo de su narración". Una manera de introducir el nexo faltante cultura-economía es investigar normas y prácticas culturales que se importan al lugar de trabajo y al sistema económico general, y que se valoran como capital. A éstas se las ha denominado "capital social", "capital comunitario" y "capital cultural". Greenberg y Park escriben que hay "dos impulsos teóricos principales que han sido los más influidos por la formación de la ecología política. Se trata de la economía política, con su insistencia en la necesidad de vincular la distribución de poder con la actividad productiva, y el análisis ecológico, con su versión más amplia de relaciones bioambientales" (op. cit., p. 1).
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specificidad local definida de diversas maneras, por ejemplo como una cuencomo la actividad sucesiva de la dialéctica del cambio entre especies nativas y ticas, como las transformaciones del suelo agrícola, y así sucesivamente. Los oriadores ambientales estudian lugares específicos durante periodos específi: los efectos de la construcción de presas en el Oeste de Estados Unidos duranos treinta, las fuentes de contaminación de las playas del mar del Norte en los nta, las antinomias del monocultivo en las llanuras costeras de Centroamérica os setenta. n la medida en que la historia ambiental es el estudio de las interrelaciones e la cultura y la vida material humanas y la economía de la naturaleza, está itada por las peculiaridades del lugar o lugares precisos que estudia. Sin embarcomo en último análisis la historia de un lugar es inseparable de la de otros, rincipio toda historia ambiental puede vincularse con todas las demás. La ografia de la nada" cultural (fraccionamientos remotos, centros comerciales ados) está conectada con la historia agrícola (monocultivo químico para liar la producción de alimentos básicos para los residentes de la "nada"); con onfiguración de las rutas de transporte (autopistas para que puedan ir y venir abajo); con la biología de la conservación (los efectos de esos fraccionamieny autopistas en los hábitat y poblaciones silvestres); con la estética (la forma de desarrollos suburbanos, los "tréboles" de las autopistas, las calles principales); el agotamiento de recursos (bosques para obtener la madera para las casas de campestre de la nada), y la contaminación del aire y del agua (los autos de la a, el drenaje de la nada). a peculiaridad de la historia ambiental consiste en que es una historia general iversal y, al mismo tiempo, local, específica y concreta. Por eso se enfrenta a peligros. El primero es el riesgo de la sobregeneralización vacía (la "muerte de aturaleza", el "fin del mundo", "el planeta es una nave espacial"). La segunda amenaza de la trivialidad, de ser una mera compilación de ese o aquel tipo de bio ambiental en este o el otro lugar. Es el riesgo de que la historia ambiental onvierta en la historia de todo y, por lo tanto, de nada. Sin embargo, tanto la egeneralización como la atención indebida a los detalles superfluos son riesque para la mayoría de los historiadores ambientales (si no todos), los antrogos culturales, los geógrafos, los economistas ecológicos y otros, bien vale la correr. De lo contrario, ¿cómo podríamos desarrollar conceptos totalizadopor un lado, y por el otro conocimiento de los márgenes, los rincones y los jones sin salida de nuestro entorno? ¿Cómo seríamos capaces de pensar sobre aglomeración de ecotópolis llamada "naturaleza global"? Por eso el problema relación entre lo particular y el todo, lo específico y lo concreto, y lo concreel todo, es de especial importancia para los historiadores ambientales. 9 Dicho o "particular" es el individuo (persona, especie, etc.), mientras que lo "individual" es aquello que ede reducirse a una unidad de análisis menor. Lo "concreto" es lo que los individuos tienen en
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de otra forma, las que Worster vio como ambiciones grandiosas y posibilidades totalizadoras de la historia ambiental no encuentran un método totalizador equivalente, definido no como "toda la verdad y nada más que la verdad" sino en términos de la interconexión entre proyectos y procesos históricos específicos, sobre la base de lo concreto, o de lo que tienen en común las cosas, y por consiguiente de cómo se relacionan éstas entre sí y cómo una cosa se relaciona con todas las demás. La historia ambiental sigue siendo un terreno mal definido, que toma prestado —muchas veces acríticamente— de una variedad de ciencias naturales y sociales, y también de teorías de tipo marxista sobre la actividad material humana que resultan esenciales para arrojar una verdadera luz sobre la "historia de la naturaleza". El argumento, aquí, es que todas las relaciones históricas son simultánea e irreductiblemente sociales, sociomateriales, material-sociales y materiales (naturales). Los historiadores deben actuar en todos los niveles de abstracción (y sus muchas mediaciones) para delinear exactamente cómo y por qué las fuerzas económicas o de otro tipo han dependido del ambiente; cómo al mismo tiempo la naturaleza permite y restringe la actividad material humana, y cómo los cambios del ambiente influyen en los cambios políticos, económicos y culturales/sociales (y son influidos por éstos).
UNA HISTORIA DE HISTORIAS
Para apreciar toda su importancia, tenemos que ubicar la historia ambiental en el linaje de la historiografía capitalista de los últimos dos o tres siglos. Si seguimos la historia de "Occidente", hay tres tipos principales de textos históricos anteriores a la aparición de la historia ambiental: la historia política, la económica y la social/ cultural, en ese orden. Las primeras historias del capitalismo fueron historias políticas, y los primeros historiadores modernos fueron historiadores de la política que estudiaban el ori gen y la consolidación del estado-nación y las luchas políticas relacionadas, as corno las reformas y revoluciones constitucionales, legales y políticas de distintos tipos en los Países Bajos, Gran Bretaña, Francia, Alemania y otras naciones europeas (así como sus imágenes en espejo, "invertidas", anticoloniales, en los países capitalistas colonizados por los blancos) .
En los viejos tiempos —escribe Donald Worster— todos sabían que el único tema importante era la política, y que el único territorio importante era el estado-nación. Se suponía que lo
común con otros individuos (nacer vivir, morir; clase, género, comunidad, etc.). Lo "especifico" es lo que distingue a un individuo de otro u otros. El "todo" o "totalidad" está constituido por lo "particular" y constituye lo "concreto".
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que había que investigar eran las argucias de presidentes y primeros ministros, la aprobación de leyes, los combates entre tribunales y legislatura, y las negociaciones de los diplomáticos. Esa vieja historia, segura de sí misma, no era en realidad tan vieja, después de todo... apenas uno o dos siglos a lo sumo. 10
Muchos de los primeros historiadores políticos fueron también filósofos o teóricos políticos y teóricos legales; no separaban la teoría y el objeto histórico de estudio. Así, no sólo describían sino que también trataban de explicar y justificar (y muchas veces ensalzar) el estado-nación (que según Worster alcanzó "la cúspide de la aceptación en el siglo xix y principios del xx"), así como las batallas políticas y legales, las instituciones y climas que contribuían a crear el estado-nación... en el cual se insertaban y florecían específicamente las relaciones de producción y las fuerzas productivas capitalistas. Estas nuevas relaciones de poder, definidas en el sentido político y legal más amplio, proporcionaron el marco de referencia político para la Revolución industrial y el crecimiento de la economía capitalista del siglo xix. Los historiadores-filósofos que documentaron las nuevas relaciones de poder hicieron conscientes a las emergentes clases dirigentes económicas de los nuevos —y al parecer permanentes— cambios acarreados por las reformas y revoluciones durante la época del absolutismo, los comienzos de la monarquía constitucional y, finalmente, el desarrollo de la democracia liberal. Las segundas historias del capitalismo fueron historias económicas, estudios sobre la revolución de la producción material y la tecnología, la distribución y el intercambio. Y, en términos generales, de la expansión de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción capitalistas. El tema de las primeras historias económicas era la "economía política", que consistía originalmente en esfuerzos por desarrollar una concepción económica del estado en la era del mercantilismo. Más tarde los economistas políticos clásicos, reflejando las luchas entre la joven burguesía y las añosas fuerzas del mercantilismo, entretejieron la historia económica con la teoría económica de modo que, a su propio estilo, fueron historiadores económicos al mismo tiempo que teóricos. Tanto La riqueza de las naciones de Adam Smith como El capital de Karl Marx son historias teóricas del capitalismo. A medida que avanzaba el siglo xix los temas más importantes analizados por los historiadores económicos incluían el desarrollo de las divisiones del trabajo industrial y social, el comercio nacional y mundial, el cambio tecnológico y las nuevas catego1° Worster, op. cit., p. 289. Dentro de las ciencias sociales, la ciencia política, la economía, la sociología y los estudios culturales y ambientales tenían también su propia lógica de desarrollo, que iba más o menos paralela al desarrollo de los cuatro tipos de historia. Por ejemplo, la ciencia social comenzó como "ciencia moral" (el término del siglo »in para las ciencias humanas), pero a finales del siglo XIX la economía fue separada de las demás ciencias sociales, indicando que de hecho se había establecido una economía capitalista. "La sociología de la cultura" se desarrolló a mediados y finales del siglo xx, y los estudios ambientales a fines de ese mismo siglo.
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rías del capitalismo industrial: salarios, costos, precios y utilidades. Había también historias de las luchas del trabajo, pero se restringían sobre todo a los mercados de trabajo y al lugar de trabajo (la historia de las luchas en la esfera de la reproducción, es decir la familia, la comunidad, los grupos étnicos, etc., tardó más en convertirse en objeto de investigación de los historiadores sociales). La historia económica estaba estrechamente relacionada con la historia política: los estados-nación tuvieron que aparecer y evolucionar, y las relaciones de propiedad/legales debieron ser reformadas o derrocadas (todo ello en el contexto de los nuevos enclaves de finales del siglo xviii y principios del )(a, de la producción artesanal, el desarrollo de las manufacturas, etc.), antes de que pudiesen desarrollarse fuerzas materiales capitalistas más plenas o más sólidas y que pudiese evolucionar el comercio internacional de medios y objetos de producción. Las nuevas clases industriales y financieras, sobre todo con la aparición de El capital de Marx, se volvieron más conscientes de la tendencia hacia la revolución constante en las fuerzas productivas, el crecimiento de la competencia, la importancia central del comercio internacional, las fusiones de las crisis económicas y la tendencia permanente hacia la concentración y centralización del capital, todo lo cual causó y fue causado por esta revolución. Por último, la economía capitalista se "naturalizó" o convirtió en "segunda naturaleza", en el sentido de aparecer como un poder externo al autocontrol humano o social (irónicamente, una de las justificaciones tanto de economía del libre mercado de la teoría liberal como del proyecto socialista orinal). Luego aparecieron la historia social y cultural, los estudios de la revolución de s estructuras y procesos sociales y culturales: en términos generales, la aparición l consumismo (es decir la generalización de la satisfacción de necesidades en rma de mercancías) y la sociedad de masa (la universalización de la forma de trajo asalariado y la aparición del "trabajador de masa"). 11 La mercantilización de vida social y cultural (la familia, la comunidad, la etnicidad, etc.) o el desarrollo un modo específicamente capitalista de reproducción social, completaron el oceso iniciado con la conversión de bienes manufacturados en mercancías. Si bien la historia política y económica fue en gran medida una loa del capitalismo, la historia social y cultural (y más tarde la ambiental) lo criticó. Esto se debe a que las luchas sociales y culturales (de las mujeres, de minorías oprimidas, etc.) eran "de abajo para arriba" (mientras que las luchas políticas económicas solían estar organizadas por los intereses de quienes poseían propiedades, "de arriba para abajo", contra las estructuras del antiguo régimen, el mercantilismo, el monopolio sancionado por el estado y la reglamentación económica absolutista).
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james O'Connor, Accumulation crisis, Oxford y Nueva York, Basil Blackwell, 1983.
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estado perfectamente controlado o sintetizado por unos cuantos grandes hombres ctuaban en posiciones de poder nacional. Los especialistas empezaron a descubrir largo tiempo sumergidas, las vidas y los pensamientos de la gente común, y trataron oncebir la historia "de abajo para arriba". 12
esta transición Worster se brinca la etapa de la historia económica; implica ién que el paso de la historia política a la social fue una especie "de correcdel rumbo" por parte de historiadores posteriores, más esclarecidos, y que jó el crecimiento de luchas específicamente sociales (feminismo, antirracisetc.). Esta línea de pensamiento no está del todo mal. Sin embargo, por debalos conflictos sociales y culturales de la segunda mitad del siglo xx estaban las as estructuras de una sociedad específicamente capitalista. "La historia de abara arriba" refleja, en efecto, el crecimiento de las luchas sociales y culturales, estas historias, al igual que las luchas sociales mismas, de las cuales las primeorman parte, tenían raíces más profundas. La revolución de las relaciones polílegales, y la consecuente explosión de las formas productivas, la competencia os mercados, el comercio internacional y las nuevas relaciones de producción alistas causaron —y a su vez fueron causadas por— la conversión del trabajo y rra en mercancías. Polanyi las denominada "mercancías ficticias", Marx "connes de producción", en el sentido de que mientras la tierra y el trabajo son tras como si fuesen mercancías, de acuerdo con la ley del valor no son produciomo tales. Polanyi demostró que la conversión generalizada del trabajo y de rra en mercancías creó una sociedad específicamente capitalista, es decir una dad de clase, en la cual el nuevo proletariado era la clase mayoritaria. Los valonormas sociales tendieron a insertarse en las fuerzas del mercado y a estar os a ellas. Esta línea de análisis fue desarrollada posteriormente por la escueFrancfort y por la escuela teórica crítica. Así, Marx, Polanyi y la teoría crítica ron las bases para el análisis de la sociedad y la cultura capitalistas, pero no rollaron a fondo las implicaciones que, para la vida social y cultural, tenía la ersión de la tierra y el trabajo en mercancías, es decir, un modo de reproducsocial basado en la forma asalariada del trabajo y la forma mercancía de la acción de necesidades arx y Engels habían demostrado cómo y por qué el conflicto social en el capio adoptaba la forma de la lucha entre el capital y el trabajo (no sólo en el ado sino también en la producción misma), entre fracciones del capital, y todos los capitales contra todos los demás capitales en el proceso denominaacumulación competitiva". Menos de cien años más tarde los historiadores
bid No obstante, en un fragmento posterior Worster habla de "historia social, económica y cul(d'id., p. 290), que invierte el orden del cambio y la transformación económicos y sociales en el rollo del capitalismo mismo. William Cronon también parece explicar el origen de la historia ntal, sobre todo en términos del movimiento ambiental, sin basar este movimiento en la capitalide la naturaleza en sí misma ("The uses of environmental history", op. cit., p. 2).
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marxistas y otros historiadores de la sociedad y la cultura (por ejemplo historiado res feministas, historiadores de homosexuales y lesbianas, historiadores locales ampliaron la concepción original de Marx y Engels para que incluyese el conflict de clase dentro y entre las esferas de la reproducción social, la comunidad y la vid cultural (incluyendo la historia de formas de vida "tradicionales" en proceso d desaparecer frente a las formas salario y mercancía). Los historiadores y los cientí ficos sociales dedicados a la historia desarrollaron la lógica de la mercantilización de las necesidades, o las consecuencias de la misma para las relaciones e institu ciones sociales y culturales. Finalmente, se produjo la concentración en el consu mismo: la universalización del automóvil, el desarrollo de los suburbios, la separ ción extrema de los lugares de residencia, trabajo y recreación, y así sucesivamente La tienda departamental, el centro comercial, los medios de comunicación d masa y la televisión, y otras características esenciales de la vida social y cultural de capitalismo tardío, fueron sometidos a un cercano escrutinio por parte de los histo riadores, tal como lo fueron temas tomados de las culturas étnicas y otras cultura de transición, cuando "todo lo que era sólido se desvaneció en el aire". Por último una premisa básica (aunque tácita) de los estudios culturales actuales es que e desarrollo del crecimiento del trabajo asalariado y el consumismo, así como la alteraciones de éstos, no son más que un aspecto de los procesos más generales d migración y urbanización. La proletarización se veía cada vez más como el mism proceso que la migración desde el campo y las regiones y países pobres hacia afue ra y la inmigración a centros capitalistas más desarrollados, especialmente ciuda des. Junto con la derrota del socialismo realmente existente y la declinación de l democracia social en los ochenta y los noventa, esta proletarización-migración (que ha dado como consecuencia un incremento constante de la mezcla de "razas y grupos étnicos y nacionales) ha multiplicado los problemas de control social cultural y de identidad política, que contribuyen a definir "políticas de identidad" combinadas frecuentemente con las "políticas de lugar". La aparición de la "idea de la historia ambiental [...] en 1970" (Worster), ub cada dentro de esta "historia de historias", no resulta dificil de entender. La causa próxima es el movimiento ambiental, del cual la historia ambiental es una parte, la crisis ambiental global, de múltiples facetas, que engendra las luchas por la natu raleza. A la causa próxima subyace una estructural: los sistemas políticos y legales del capitalismo, la acumulación de capital y la conversión de la vida social y cultu ral en mercancías han producido (o se han combinado de maneras que nadie ha estudiado sistemáticamente) una nueva naturaleza, una "segunda naturaleza" espe cíficamente capitalista. Esto incluye la "división de la naturaleza" entre medios y objetos de producción y de consumo. Al igual que antes el mercado de la tierra, la naturaleza ha sido capitalizada y sometida a la disciplina del mercado financiero Lagos, costas marinas, bosques, sistemas biológicos y demás son "activos"; a falta de "precios reales"; un creciente ejército de economistas, ecólogos, ingenieros, calcu lan los "precios atribuidos" del aire limpio, el agua fresca, hasta ecosistemas com
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pletos, que se convierten en parte del "portafolio de inversiones" de una región o de un país. Aún más, la naturaleza real se hace a imagen del capital, por ejemplo a través de la bioingeniería, los bosques para fábricas y demás. Esta reconstrucción de la naturaleza y de sus representaciones hubiese parecido inimaginable antes de que la vida social y cultural fuese convertida en mercancía (que es asimismo un proceso en marcha, que se inició verdaderamente después de la segunda guerra mundial). Donald Worster explica el paso de la historia política a la social y a la ambiental en términos del descubrimiento, por parte del historiador, de "fuerzas fundamentales que funcionan a lo largo del tiempo". 15 En su esquema se ve primero a los hombres poderosos como si controlaran la historia; después se revelan "capas ocultas de clase, género, raza y casta"; por último, es la "tierra misma [la que actúa] como agente y presencia en la historia". Esta descripción parece ignorar el hecho de que hay un nuevo objeto de estudio histórico: una naturaleza y una crisis ambiental específicamente capitalistas. El esquema de Worster parece asumir que el capitalismo como tal permanece sin cambios mientras la escritura de la historia sigue una ley del progreso, por la cual los historiadores, con el tiempo, descubren fuerzas cada vez más profundas que causan el cambio histórico. Estas fuerzas —la política y el liderazgo político, las luchas de clase y sociales, y "la economía de la naturaleza"— siguen sin verse como problemas en términos de los cambios del capitalismo mismo. Worster señala incisivamente que los historiadores solían estar confinados dentro de las perspectivas nacionales, creando obstáculos a la historia ambiental, que se desborda por encima de las fronteras regionales, nacionales y continentales. 14 Esto sugiere que la globalización del capital es un determinante primordial tanto del cambio y los movimientos ambientales como de las nuevas preocupaciones de los historiadores del ambiente. Sin embargo, aunque Worster escribe en otro texto sobre los efectos ambientales de la agricultura capitalista (por ejemplo el monocultivo, la dependencia de los combustibles fósiles y las sustancias químicas), en este fragmento parece ignorar el desarrollo de la naturaleza capitalista. De esta manera, explica la aparición de la historia ambiental en términos de los movimientos ambientales de los sesenta, con su apego a "la evaluación y la reforma cultural" y al "propósito moral". 15 No se encuentra ninguna autorreflexión ni descripción de la
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13 ibid. 14 Ibid. Stephen Dovers explica la aparición de la historia ambiental en términos de la "creciente preocupación por la sustentabilidad ecológica de las sociedades humanas modernas" ("Sustainability asid `pragmatic' environmental history: A note from Australia", Environmental History Revino, 3, otoño d 1994, p. 22). Esta explicación, que omite el desarrollo de una naturaleza específicamente capitalista, lle va a Dovers a una visión "pragmática" de la historia ambiental. "Ésta es una historia que [...1 hace un contribución positiva y práctica al manejo ambiental y a la búsqueda de sustentabilidad ecológica" (ibid., p. 21). Ese tipo de enfoque elimina el contenido profundamente crítico de la buena historia ambiental, y hace de la disciplina una sirvienta de la racionalización capitalista. 15 Ibid, p. 290.
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historia ambiental como parte del movimiento ambientalista (a lo cual se debe el razonamiento circular de cualquiera que trate de explicar el primero en términos del último). Tampoco hay ninguna descripción dialéctica del desarrollo de la naturaleza capitalista y el origen de los movimientos ambientales y sociales, ubicados en el contexto de los problemas de la nueva economía global desde los sesenta y hasta los noventa. Por qué ciertas tierras, recursos minerales, corrientes de agua y demás se dedican a la fabricación de productos petroquímicos, de papel y de pulpa, equipo de alta tecnología y otras manufacturas que producen mercancías utilizadas para producir otras mercancías; por qué otras tierras y recursos se emplean para producir bienes de consumo, y por qué las reglamentaciones ambientales son más liberales o más diffciles de poner en práctica en las industrias de bienes de capital; por qué los movimientos ambientales se concentran en determinadas industrias y patrones de consumo y desperdicio; cómo y por qué el capital financiero ha tenido efectos devastadores en la naturaleza; por qué está creciendo el tamaño de la granja promedio... las respuestas a estas preguntas y a una multitud de otras relacionadas presupone una teoría de la acumulación capitalista de tipo marxista. Cuando adoptan métodos político-económicos, político-sociológicos y sociológico-económicos, los historiadores del ambiente están descubriendo no sólo cuál es la segunda naturaleza del capitalismo, sino también cómo y cuándo se constituyó. Están haciendo conscientes a las clases económicas y políticas (y en general a las clases letradas) de los cómos y porqués de los impactos materiales de sus propias revoluciones económicas, políticas y sociales sobre el ambiente, con lo cual se crea una base esencial para los movimientos de resistencia verde, los movimientos por la justicia ambiental y otros movimientos sociales preocupados por la "naturaleza como el conjunto de los seres humanos". 16 16 Ignoro aquí el importante tema de la ciencia ecológica, de la cual depende la historia ecológica y que, a su vez, es influida y modificada por ésta. Soy de la opinión de que la ciencia ecológica es la culminación de la ciencia previa, tal como la historia ambiental es la culminación de la escritura histórica previa, en el sentido de que la ecología es la ciencia que tiene que combinar el individualismo o el atomismo metodológico con el holismo o el organicismo en todos los niveles de análisis científico, y que también debe abarcar más niveles de análisis que otras ciencias, que están restringidas por un nivel analítico particular y especificado. Otras ciencias también pueden ser dialécticas, pero lo son dentro de parámetros más restringidos que la ciencia ecológica, que puede ser la única verdadera ciencia dialéctica. Atan Rudy escribe acerca de la descripción previa: lo que se pierde es la historia de la 'historia natural', cómo la 'ciencia' era el estudio de la 'economía de la naturaleza' y la 'historia de la naturaleza'. Ésta se remonta a Gilbert White y Lineo en el siglo )(vi% y se vuelve parte integral del colonialismo a medida que los 'naturalistas' (Humboldt, Darwin, etc.) exploraban la historia natural, la diversidad de las especies, la evolución y las relaciones ideológicas importantes para la misión y las visiones imperiales de Europa. Como lo ponen en claro Nature's economy de Worster, Ftrst the seed, de Rloppenberg, The fase of the forra, de Hecht y Cockburn, y Ecological imperialism de Crosby, el colonialismo y la exploración tenían tanto que ver con la apropiación ecoagrícola como con la explotación e industrialización mercantil e industrial del globo. Los procesos de historia política, económica y social están escritos, o inscritos, en el lenguaje de la historia natural... incluyendo la historia natural de la clase, el género, la superioridad/inferioridad racial y social" (comunicación personal, octubre de 1995).
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n síntesis, de acuerdo con la descripción convencional, cuando nuevas luchas iales refuerzan asuntos hasta entonces reprimidos o invisibles para que se ason a la superficie de la conciencia social o pública, aparecen nuevos tipos de ritura histórica. De esta manera, la historia de abajo para arriba es vista como ejo de la creciente democratización de la sociedad democrática liberal. Y es verque hay una estrecha correlación entre las revoluciones burguesas y la historia ítica, los conflictos económicos y la historia económica, las luchas sociales y culles y la historia social y cultural, así como entre las luchas ambientales y la hisa ambiental. 17 Por repetirlo, el problema con esta descripción de historias suceamente nuevas, incluyendo la tendencia general de la escritura histórica de jo hacia arriba, es que aquéllas (así como la misma perspectiva de abajo hacia ba) son parte de esos respectivos conflictos sociales. Así, la narración estándar, ien tiene la enorme virtud de vincular nuevas historiografías con luchas histós, y por consiguiente de desbancar los mitos simples de progreso, el consenso ial y demás, de hecho explica poco. La explicación profunda tanto de las has sociales como de la parte que las constituye y que se denomina historiofía radica en la lógica de desarrollo del capitalismo, es decir en los cambios en structura de la sociedad, a medida que se van revolucionando o volviéndose s específicamente capitalistas la política, la economía, la vida social y cultural y mbiente.
ARROLLO DESIGUAL Y COMBINADO
recimiento del capitalismo es un proceso de desarrollo desigual y combinado structuras y procesos políticos, económicos, sociales y ambientales. La Revolun haitiana fue construida políticamente, en parte, como culminación lógica de evolución francesa, al menos tal como se la representa en Black Jacobins. La nstitución de Estados Unidos fue copiada, durante el siglo xtx, por muchos paílatinoamericanos. La primera Revolución industrial en Gran Bretaña no se ndió de manera uniforme por todo el globo; fue obstaculizada por el coloniao y el neocolonialismo (y por el "subdesarrollo") en el Sur. En la actualidad los tros más intensos de yrogramación de software pueden estar en la India, no en con Valley, y en Los Angeles, la metrópolis capitalista más avanzada, se pueden ontrar formas primitivas de trabajo asalariado. También la sociedad y la cultuapitalistas se desarrollaron de manera desigual. En gran parte del Sur las estrucJay Moore escribe: "El populismo y el progresivismo 'producen' una historia económica al estilo harles Beard; las luchas sindicales de la época de la depresión y el socialismo 'producen' la histoel trabajo; el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, y los sesenta, 'produce' E...] reses políticos y profesionales en los nuevos movimientos sociales, que se manifiestan como histoprimero sociales, luego culturales y ahora ambientales" (comunicación personal, junio de 1995). 7
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turas de clase capitalistas están llegando tarde. La cultura pop norteamericana e una mercancía universal, tal vez la única. Viejas creencias y prácticas espirituale que se esperaba se borraran con el modernismo reaparecen bajo formas nuevas en Tokio, Miami, El Cairo y otras ciudades y regiones. Por las mismas razones que el desarrollo de la escritura histórica no es simple y lineal sino complejo y dialéctico, los historiadores no abandonaron la historia polí tica con la aparición de la economía industrial capitalista. La historia política dio nuevos giros con el desarrollo del capital y el trabajo asalariado, la política plura lista de la democracia liberal, las rivalidades imperialistas entre potencias industriales, la reglamentación estatal, los sistemas de bienestar, las burocracias públicas la ley administrativa y demás. Tampoco la historia económica desapareció con la aparición de la sociedad y la cultura capitalistas. Su alcance se amplió para incluir la segunda y la tercera revolución industriales (la era de electricidad, la era de la electrónica), las ventas masivas y el consumo masivo, la revolución keynesiana en política económica, y así sucesivamente. Y los historiadores sociales y culturales han ensanchado su método y su visión con la creación de una naturaleza específicamente capitalista, que da cuenta (entre otras cosas) de nuevas interpretaciones y significados de lo silvestre, del conservacionismo y el preservacionismo, los paisajes culturales urbanos y demás. Hay (y siempre habrá) continuidad en el cambio tanto de la "historia real" ("hechos reales") como de la escritura histórica. El desarrollo desigual y combinado significa que cada tipo de escritura histórica tiene que volver a trabajarse a la luz del alcance y el método de los nuevos tipos que aparecen más tarde: la historia política a la luz de la historia económica, social y ambiental; la historia económica a la luz de la historia social y ambiental (así como de la historia política revisada); 1
y económica revisada). Self-rule: A cultural history of Arnerican dernocracy, de Rober Wiebe, que interpreta la democracia de Estados Unidos (entre otras cosas) como la forma en que los blancos forjaron la solidaridad, depende de las percepciones de la historia cultural. Lo mismo ocurre con la obra del historiador de la economía Eric Hobsbawm, quien aporta a su disciplina una comprensión profunda de la sociedad y la cultura capitalistas que no se encuentra en la mayoría de las historias económicas previas. (Y a la inversa, la mayoría de los historiadores le han dado más peso al "factor económico" en la historia desde la aparición de El capital de Marx.)
18 En una ocasión Geoffrey Elton dijo: "Cuando me encuentro con un historiador que no puede pensar que ha habido grandes hombres, sobre todo grandes hombres en política, siento que estoy en presencia de un mal historiador." El hecho de que los historiadores de la actualidad suelan ignorar a los "grandes hombres" indica lo lejos que ha llegado la escritura histórica, y cuánto depende de la ciencia social. Los historiadores no han encontrado todavía una manera de incorporar a los "grandes hombres" en sus historias económicas, sociales, culturales y ambientales. ¿Cuánta importancia tuvo real. mente John Muir en la evo turón dfaMbientalvsmoo O dé manera alternativa, ¿cómo interfiere el reciente destronamiento de la vida personal de Mao con una evaluación clara de la Revolución china?
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La importancia del consumismo inglés durante la Revolución industrial acaba de salir a la luz debido al desarrollo de métodos históricos sociales y culturales. La historia económica, definida en otro tiempo de manera estrecha (por ejemplo en The industrial revolution, de T. S. Ashton), es enriquecida hoy no sólo por la historia cultural sino también por la historia ambiental. Sólo desde hace muy poco existe,una historia de la máquina de vapor de Watt, económicamente eficiente pero ecológicamente destructiva. ( ¡Tuvimos que esperar dos siglos para descubrir lo que ya era obvio en esa época para la gente de Lancashire!) Asimismo, los historiadores contemporáneos del ambiente han comenzado a reescribir la historia de la transición del feudalismo al capitalismo en Europa. Han destacado el papel de la degradación ecológica, descuidado hasta entonces, han revisado la versión estándar de la industrialización y el rápido crecimiento económico en Occidente (haciendo énfasis en el total desinterés del capital por las extemalidades negativas o los costos sociales), y señalado las antinomias del desarrollo de la sociedad y la cultura capitalistas (con la introducción de temas al estilo de los de Polanyi en las historiografías marxistas convencionales). De esta forma, la escritura de la historia tiende a cambiar de dirección con el despliegue dialéctico de nuevas "etapas" del desarrollo capitalista. Pero es también un proceso acumulativo, que en el mejor de los casos incorpora y descarta historias anteriores. La historia política actual incorpora no sólo la historia de la reforma y la revolución política de la burguesía, hace dos o tres siglos, sino también los cambios políticos resultantes de la creciente hegemonía del mercado capitalista, la nueva política simbólica asociada con el surgimiento de la cultura capitalista y la política del ambientalismo. La historia económica, social/cultural y ambiental tiende a seguir una senda similar. De hecho, "completa" la historia política, económica, y social/cultural, por ejemplo, cuando extiende la historia económica para incluir las luchas por los recursos ambientales, y cuando radicaliza la historia cultural para tomar en cuenta las luchas por las representaciones de la tierra y el espacio, los mapas mentales y cosas afines Cada tipo de historia se alimenta tanto de su propio desarrollo previo como de esos campos "rivales", y la historia ambiental está en la cúspide de la cadena alimentaria. Cada tipo se reescribe, además, en concordancia con los problemas prácticos políticos, económicos y sociales (así como con las ideas y fuerzas sociales dominantes) de su momento. Un ejemplo: la importancia que tuvieron para el desarrollo capitalista los cambios legales del siglo xvm, que establecieron derechos de propiedad definidos sobre la tierra y las invenciones, fueron ignorados o subestimados durante largo tiempo. Si bien pocos de sus contemporáneos podían prever la significación económica de estas leyes en el momento en que fueron promulgadas, hoy se está revisando y actualizando su importancia a la luz del problema del capitalismo global para establecer leyes que rigen los derechos de propiedad, el comercio y demás en los países ex socialistas, así como en las "economías de mercado emergentes" del Sur. Idealmente existe una acumulación de escritura de la historia, basada en un
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roceso de agregación y negación, paralelo a la acumulación de capital y a su desliegue como un orden político-econórhico-sociológico-físico/biológico global. ada campo de la historia, también idealmente, se vuelve más rico y más comple, más trans e interdisciplinario. A medida que escribir historia se va volviendo cada vez más exigente, los histoiadores tienden a especializarse más en términos de periodos o temas particulaes. Esto corre paralelo con la creciente especialización de la política, la economía, a cultura y los usos de la naturaleza dentro del capitalismo. Cualquiera que haya stado en una de las reuniones anuales de la American Historical Association (u tras organizaciones regionales y temáticas de historiadores) sabe que en la actuaidad la mayor parte de la redacción histórica llega sólo hasta ahí. La acumulación e conocimiento especializado en manos de expertos en este o aquel periodo o ema es verdaderamente impresionante. Por un lado, el historiador con más oficio entro de su especialidad muestra más enfoques metodológicos de niveles múltiles y una comprensión más profunda de los "hechos reales", que el historiador artografía e interpreta. Dos generaciones atrás Blackfacobins, de C. L. R. James, y apitalism and slavery, de Eric Williams, aunque abrieron nuevas sendas, no interretaron —ni podían hacerlo— ciertos temas culturales y ecológicos que ahora on de curso corriente en historia cultural y ecológica. Una comparación útil y eveladora es la obra maestra de Dale Thomas, Slavery in the circuit of sugar, consruida sobre el modelo de una de esas muñecas rusas que tienen dentro otras uñecas concéntricas, para ocuparse de temas políticos, económicos y ociales/culturales (lo cual también integra, implícitamente, la geografía y la natualeza). Las obras maestras de la Revolución francesa escritas en el siglo xix no se cupaban —ni podían hacerlo— de ciertos temas culturales y ambientales (y hasa económicos) que multitud de estudios menores han incorporado a su narrativa n las últimas dos o tres décadas. Los historiadores del ambiente se están abocano a descodificar las dimensiones ecológicas del pensamiento político y cultural de ashington, Jefferson y Tom Paine, entre otras figuras, y su importancia para la evolución norteamericana. En síntesis, hay continuidad en el cambio puesto que cada tipo de historia incorpora (y muchas veces niega) escrituras históricas previas, pero también hay cambio en la continuidad porque los "hechos reales" se alteran de manera tan drástica con el despliegue de las estructuras de la economía, la sociedad y la cultura, y la naturaleza del capitalismo. La economía capitalista amplió el alcance de la historia política; la sociedad capitalista extendió los límites de la historia económica (y política); la naturaleza capitalista está revolucionando la historia social (y también política y económica) •19 La mayor parte de los escritos importantes de Marx se centraron en política y economía. En la primera mitad del siglo xx hicieron su aparición dentro del marxismo (Littacq, teoría crítica) temas específicamente culturales. Hoy los temas ambientales son una parte clave de lo que sigue vivo en el pensamiento marxista (la escuela ecomancista). En el siglo xix la historia política no había desarrolla-
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ES LA HISTORIA AMBIENTAL?
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desarrollo desigual tanto de la historia como de su escritura sugiere que los s políticos, económicos, culturales y ambientales pueden aparecer "antes de mpo", por decirlo así. En la época capitalista la historia política y legal precel periodo de revoluciones políticas burguesas, y la historia económica fue ntada antes de la Revolución industrial. Las historias culturales aparecieron nte el Renacimiento, y en muchas obras históricas figuraban temas ambientates de la "era del ambiente". n embargo, estas historias son anomalías, en el sentido de que habitualmente eron parte ni resultaron integrales para la secuencia de los cuatro tipos de tura histórica señalados más arriba. La principal inspiración para los grandes os político/legales de hace dos o tres siglos fue la transición de finales del feumo al capitalismo industrial temprano, por ejemplo el problema del gobierno era del absolutismo. La historia económica de los dos últimos siglos le debe a las descripciones contemporáneas de la economía agrícola y el mercantilismucho a la Revolución industrial y sus secuelas. Las historias de la alta culturante el periodo moderno temprano (c. 1500-1800) casi no dejaron huella en derna historia social y cultural, que representa al mundo "de abajo para arrior último, los temas ambientales, desde el siglo xvm y hasta las primeras décael xx, tenían más que ver con preocupaciones políticas y económicas que con uraleza en sí misma. The coal question, de Stanley Jevon, publicado en 1865, anaa la minería del carbón por su importancia para la industria y el imperio britá, no por su impacto ecológico. ando los historiadores introducían temas políticos, económicos, sociales/ rales y ambientales "antes de su tiempo", funcionaban más como telón de o o escenografía que como procesos o agentes históricos autónomos o utónomos. Estos temas solían aparecer en forma pasiva, no activa. En cierto ento la política se veía como el escenario en el cual Grandes Hombres actuau destino, y en consecuencia no tanto como un proceso de conflicto y comiso, revolución y reforma. Las primeras historias económicas no representani podían hacerlo— el dinamismo inherente al capitalismo industrial ro, que no adoptó su cualidad autónoma, casi natural, hasta el siglo xix, desde la Revolución industrial en Gran Bretaña. Las primeras historias de la alta
teorías contrapuestas del estado capitalista que ahora son de uso común en los textos marxisre todo debido al bajo coeficiente de desarrollo de las clases y la sociedad capitalistas hace más s un siglo. La historia económica descuidó, por la misma razón, el tema del consumo y el cono, y casi no puede decirse que existiese la historia ambiental. Hoy, a medida que los temas culy ambientales están adquiriendo rápidamente más importancia dentro del marxismo, los temas icos ("la lógica del capital") son vistos por muchos como simples subtextos (un error en una en la que la economía mundial está simulando el modelo de economía expuesto en El capital). ace poco, en las lecturas más importantes de El capital fue descuidado el capítulo titulado "Coon"; hoy el estudio de formas culturales de cooperación y su importancia para el lugar de trabaomo de los sistemas ecológicos ("la cooperación de la naturaleza") y su papel esencial en la pron, es emprendido por más especialistas de la tradición marxista y otras escuelas críticas.
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cultura reducían la autonomía de la cultura, que ahora es uno de los "diez ma damientos" de los estudios culturales, debido a que la producción de cultur dependía en gran medida de la Iglesia y de la Corona. Las primeras historia ambientales daban por supuesta la naturaleza como un telón de fondo determ nante, no como algo dialécticamente interrelacionado con la producción, la di tribución, el intercambio y el consumo humanos. The signficance of the frontier American history (1893), de Frederick Jackson Turner, y American histary and its ge graphk traditions, de Ellen Churchill Semple (1903), se concentraban más en influencia del clima y el terreno sobre la vivienda humana que viceversa. History geographic perspective: The other France, de Edward Fox, es una historia política pr fundamente influida por la geografía, pero que guarda absoluto silencio sobre lo temas ambientales en sí mismos. Marc Bloch (en French rural histary) hace énfa en el papel de la geografía como determinante de formas de producción desd finales de la Edad Media hasta la Revolución francesa, sin perder de vista la impo tancia de las relaciones de producción y poder ("la geografía limita el tipo d ambiente que [la gente] crea"), y Fernand Braudel defendió el "posibilismo", pas importante para llegar a darle a la naturaleza su verdadero papel como sujeto act vo. "La naturaleza como sujeto" ha fructificado en una cantidad de obras recie tes, por ejemplo A plague of sheep: Environmental consequences of the conquest of Mex co, de Elinor G. K. Melville, que incorpora biología e historia, economía y polític así como elementos de historia cultural. 20
CONCLUSIÓN
El posmodernismo tiene una importante lección que transmitirnos. Escribir hist ria es una narración. El "contenido de la forma" es, en parte, la forma del rela mismo. Dados los materiales necesarios, los historiadores pueden tejer muchas cl ses de narraciones acerca de cualquier "hecho real" histórico. Pero así como h una cierta lógica inherente en toda forma de relato, hay también una lógica inh rente en la historia del desarrollo capitalista. Se trata desde luego de un cuen inconcluso, y que es muy distinto según lo narre un financiero, un agitador sind cal, un enfermo de sida o un inmigrante recién llegado de Camboya. Sobre tod en Estados Unidos, el país más multicultural del mundo, puede haber tantas hi torias como personas. No obstante, cada narración norteamericana, si es más menos plausible, refleja o encarna la "lógica profunda" de la acumulación y el des
213 El 'determinismo ambientar de la geografía del siglo xix y principios del xx dejó en gran me da de lado a la naturaleza como 'actor" autónomo. Las nuevas historias ambientales han reintrodu do la naturaleza como una fuerza autonoma, sin volver a caer en la vieja visión del dese ' sis ambiental.
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rrollo capitalista, y en muchos casos personifica uno u otro tipo especial de capital. Basta pensar en las obras de William Appleman Williams, Gabriel Kolko y Joyce Kolko, entre muchos otros. Sin embargo, no hay ninguna historia totalizadora, excepto en forma de todas las historias pertinentes vistas como una totalidad. Nature's metropolis, de William Cronon, cuenta el relato de Chicago y su zona de influencia hasta la Gran Exposición; una historia totalizadora incluiría otras obras sobre Nueva York, Saint Louis y el Oeste durante el mismo periodo; la historia de Chicago no es más que un "momento" de la historia del capitalismo norteamericano en general y de las ciudades estadunidenses en particular. "Todo depende de todo lo demás" tendría que ser un lugar tan común en historia como lo es en ecología. La historia ambiental puede entenderse plausiblemente en términos del desarrollo del capitalismo y de sus revoluciones políticas, económicas, sociales/culturales y ambientales... y también de la escritura histórica política, económica, social/cultural y ambiental. En este sentido, la historia ambiental es la culminación (o más modestamente el eslabón perdido) de toda la escritura histórica de la época capitalista.21 Pero también es verdad que así como los historiadores políticos, económicos y sociales/culturales ignoran la ciencia política, la economía y la sociologia, así como los estudios culturales, respectivamente, bajo su propio riesgo, también los historiadores ambientales descuidan no sólo las ciencias ecológicas sino asimismo las ciencias sociales bajo su propio riesgo. La lectura de algunos de los principales historiadores ambientales de la actualidad —Donald Worster, Richard White, Carolyn Merchant, William Cronon, Stephen Pyne— indica que la historia ambiental se está impregnando más de historia política, económica y social/cultural, de estudios políticos, económicos, sociológicos y culturales, y de ciencia ecológica. La historia ambiental se está asentando sobre bases más científicas, y por consiguiente se está volviendo más radicalizada. Así como Marx desdeñó la historia política y económica, la teoría política y la económica, y como generaciones de marxistas han tratado de negar la economía política y la historia social/cultural, los historiadores del ambiente están incorporando y negando los tres tipos principales de historia y de ciencias humanas previas. No se trata tanto de que estén parados en hombros de los historiadores políticos, económicos y sociales del pasado (aunque de hecho lo están). Más radicalmente, la historia ambiental está resultando ser historia política, económica y social... más amplia, más profunda, más incluyente. En este sentido la historia ambiental es la culminación lógica de toda la historiografía que ha existido hasta la fecha. Para cerrar el círculo, se puede tener la certeza de que la historia ambiental será reinterpretada, y hasta revolucionada, por futuras generaciones de historiadores, a la luz de nuevos problemas, técnicas, fuentes y demás, pero también de las revolu21 Robert Young ("Biography: The basic discipline for human sciences", Free Assmialiom,s, 11, 19/38) afirma algo similar con respecto a la geografía (y gran parte de la historia ambiental es biografía de un lugar, una región, un recurso).
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en la historia política, económica y social misma, a todas las cuales está conendo la historia ambiental. Ésta se está negando y reconstituyendo constante a sí misma, a medida que niega los otros tres tipos de historia, que a su vez an con los avances de la historia ambiental y la historia ecológica. En la medique puede entenderse este proceso de negación y omisión, es muy imporque los historiadores ambientales traten de comprenderlo. Si finalmente a el capital global, y si las futuras generaciones ven la naturaleza mera o sivamente como "capital natural" (y a los seres humanos como "capital humala comunidad como "capital comunitario"), la historia ambiental resultará historia pura y simple de la naturaleza capitalista. Los movimientos de resisse desvanecerán y serán minimizados u olvidados por los historiadores. El o será una historia de la creciente dependencia de la tecnología y de su cosión, y la tecnología sustituirá a otras relaciones sociales humanas mediadas por laciones con la naturaleza... y viceversa. Si realmente salen victoriosos (¿algo improbable?, ¿una evidente posibilidad?) los verdes, los verdes rojos, los rojos s, las feministas, los pueblos indígenas, las minorías oprimidas, los trabajadoel "ambientalismo de los pobres", que luchan contra el capital global, la hisambiental del futuro será muy diferente. El remate, desde luego, es que el o será el futuro del capital puro y simple, o no, en parte de acuerdo con la a en que los historiadores ambientales (de hecho todos los historiadores) rendan y practiquen su arte. Cuanto más sea vista la naturaleza (modificada os humanos) como la historia del trabajo, la propiedad, la explotación y la social, mayores serán las probabilidades de un futuro sustentable, equitativo ialmente justo.
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S MANERAS DE OBSERVAR LA HISTORIA ECOLÓGICA S PAISAJES CULTURALES DE LA BAHÍA DE MONTEREY
ODUCCIÓN
imera vista, los cañones al norte de la bahía de Monterey se ven tan fracturatan aislados del litoral oriental y meridional de la bahía, que sugieren que la ogía de la región tiene que haber configurado su rica historia cultural. Una da al sureste desde la altura de la montaña Ben Lomond, hacia la vastedad de anuras fluviales de los ríos Pájaro y Salinas, completamente planas, y a la colie granito que se conoce como península de Monterey, parece confirmar esta ión. "La naturaleza hace a la cultura" sería una síntesis de esta sensación.' n embargo hay otra evaluación, basada en el hecho histórico de que muchas uras diferentes han sido transplantadas a la región de la bahía de Monterey: la historia, incluyendo la historia ecológica, es de alguna manera importante roducto cultural. "La cultura hace a la naturaleza", en la medida en que la tiea sido configurada por manos humanas, sería la síntesis de esta opinión. 2 Quieroanlzstdvie,yaqucrosnóeatlcmosfir-
e manera acrítica. La razón es que ambas dejan de lado el concepto clave para terpretación de los paisajes (sistemas ecológicos, espacios ambientales, signifis espaciales y mapas mentales, ambientes construidos), a saber, la actividad rial de los seres humanos. Era común cierta unidad entre la cultura, el traba-
arvin Harris, Cultural materialism: The struggle for a science of cultura, Nueva York, Random House, "La naturaleza hace a la cultura" es una sobresimplificación deliberada de la teoría de la historia rris, pero capta algo de la esencia de su método aplicado a momentos y lugares específicos. Por lo, Harris explica el desarrollo de la agricultura en términos de cambios climatológicos locales y ultante "agotamiento o extinción de la megafauna del Pleistoceno, que fue la especie de caza predurante decenas de miles de años" (p. 87).Y en otro lado, "el desarrollo del capitalismo en Euroede verse, en gran medida, como una respuesta al agotamiento de recursos sobre el cual se había o el modo de producción feudal europeo" (p. 111). arris (ibid., cap. 9) hace una revisión crítica de las que denomina estrategias "idealistas culturaara explicar la causalidad histórica. Por ejemplo, "Un popular conjunto de teorías psicologistas de sación sociocultural arranca del supuesto de que cada sociedad tiene un carácter nacional, una nalidad modal o alguna otra gama de tipos de personalidad [...] El conflicto estratégico entre los pólogos psicologistas y los materialistas culturales [Harris mismo] surge cuando [los primeros] n incluir la infraestructura ética en la cadena causal responsable de los complejos de personalicuando van aún más allá y proponen que los cambios estructurales e infraestructurales están preminados por la existencia de determinado tipo de personalidad modal o básica o de un carácter al" (pp. 259-260).
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jo y la naturaleza de las sociedades pre y semicapitalistas de la bahía de Montere (incluyendo asentamientos de indios costeños, españoles y mexicanos; antiguo migrantes del norte de Europa; yugoslavos, italianos, chinos y japoneses. S embargo, en las sociedades capitalistas, entre ellas la sociedad actual de la bahía d Monterey, el capital y el trabajo asalariado, la tecnología, las finanzas, la comp tencia y el mercado mundial, median y transforman al mismo tiempo la natural za y la cultura, lo cual, a su vez, en ocasiones permite y otras restringe la activida humana. Puesto que ciertas visiones políticas, incluyendo las visiones del futuro, asocian a veces con un determinismo tanto ambiental como cultural —biorregio nalismo verde y todo el arcoiris político del multiculturalismo, respectivamente— también quiero mencionar esas visiones y políticas con el propósito de ofrecer u manera alternativa de pensar en torno a la región de la bahía de Monterey y su futuros posibles.
¿LA NATURALEZA HACE A LA CULTURA?
La topografia y la ecología de la bahía de Monterey son únicas. La región de bahía es una tierra fronteriza entre el norte y el sur de California, lugar en el cu las secuoias y las palmeras se rozan en una misma calle. El condado de North San Cruz incluye la planicie fluvial del río San Lorenzo ("el centro" en términos cult rales); seis o siete terrazas marinas, cada una de ellas menos precisa que la más jov que está debajo; algunas corrientes de agua que llegan directamente al océano e la costa norte, otras que desaguan en los cañones atravesados por el río San Loren zo y las cañadas Soquel y Aptos, y docenas de barrancos que contienen arroyos y cu sos de agua más pequeños. Hacia el sureste hay llanuras fluviales creadas por los rí Pájaro y Salinas; hace un siglo y medio estaban cubiertas de pantanos y lagos, co acuíferos al parecer ilimitados, que ahora se dedican a la agricultura. Castroville llama a sí misma la "capital mundial de la alcachofa"; Gilroy es famoso por su fes val del ajo; la cosecha más valiosa de Watsonville son las fresas; Salinas es el cent de la "ensaladera" de California. Hacia el sur están las grandes dunas de arena Se aside y la costa meridional de la península de Monterey, donde estructuras d adobe restauradas, el muelle de pescadores, y las antiguas enlatadoras de pescad atraen a los turistas que buscan aspirar el aroma de los viejos tiempos idos. 3 No hace falta ser cartógrafo profesional para observar que Santa Cruz, la ciud dominada por los yanquis* ubicada en el extremo de la bahía de Monterey, es
3 Martha K. Norkunas, The frolitics ofpublic oiernory: Tourism, history, and ethnicity in Monterey, Californ Albany, State University of New York Press, 1993. *El autor usa "yanquis" en su sentido angloamericano para designar a las personas de origen sa residentes en el noreste de Estados Unidos.
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bastante alejada de lo que los primeros europeos de la Nueva España veían como la ruta natural norte-sur que conectaba las misiones de California, los templos del imperialismo español. Los españoles pasaban de largo por Santa Cruz en sus viajes hacia el norte y el sur de California en busca de conversos a Dios y al dinero, y más bien seguían una ruta río abajo el Salinas o el Pájaro, y doblaban después hacia el este, a San José, o rumbo al norte, a San Francisco y Sonoma. 4 La peculiar geografía de la bahía de Monterey, sus importantes llanuras aluviales y sus variaciones climáticas suelen mencionarse como las razones por las cuales Monterey, el presidio español en la base de la bahía, llegó a ser el puesto español remoto más importante del imperialismo español en el norte de California, y por qué Santa Cruz, en el extremo de la bahía, quedó relativamente aislado, y durante dos siglos atrajo más que nada a esas almas que deseaban escapar del bullicio de la ciudad o de la pobreza del viejo mundo o de Asia, y emprender una nueva vida. El escapismo ha sido valorado desde hace bastante más de un siglo por la industria turística, de gran nivel en Monterey, de poco nivel en Santa Cruz (el turismo es el negocio más rentable de la región en la actualidad, sólo superado por la agricultura). También puede ocurrir que el aislamiento de Santa Cruz hiciese más fácil que los primeros capitalistas yanquis y alemanes de mediados y fines del siglo xix explotasen los abundantes recursos de las montañas Santa Cruz y de la orilla norte de la bahía, más o menos a resguardo del escrutinio público y las reglamentaciones estatales. Se ha dicho que el aislamiento de la misión de Santa Cruz, comparada por ejemplo con la de Carmel (cerca del presidio de Monterey), explica la relativa autonomía que obtuvo la primera durante el periodo del asentamiento español. Es indiscutible que el desarrollo general de Santa Cruz se vio retrasado porque el primer ferrocarril que atravesó California de norte a sur esquivó esta ciudad. Sólo el genio comercial y la voracidad de un inmigrante alemán, Frederick Hihn (que a finales del siglo xlx controlaba más negocios que cualquier otra persona de la región), quien construyó el primer ferrocarril Santa Cruz-Watsonville, integró mejor a Santa Cruz con la máquina de fabricar dinero del capitalismo inicial de 4 Aquí y en algunos otros puntos de este capítulo me baso en notas tomadas en el curso de historia local impartido por Sandy Lyons en el Cabrillo College, y también en su conferencia pública sobre la imposibilidad de separar la "historia natural y la cultural" (Louden Nelson Community Center, Santa Cruz, 20 de septiembre de 1994). La tesis del "aislamiento" es una de las favoritas de Sandy Lydon pero .es refutada por otros, como el autor local Geoffrey Dunn: "Creo que Lydon le da excesiva importancia al 'aislamiento' de Santa Cruz durante el siglo xlx. Aunque sin duda no era el centro del universo, Santa Cruz estaba intrínsecamente vinculado con la economía política de España y México y, más tarde, con la expansión de Estados Unidos hacia el oeste. Villa de Branciforte (ubicada al otro lado del río, frente a la misión de Santa Cruz) fue seleccionada para ser uno de los tres primeros pueblos de California; los registros eclesiásticos indican que había una interacción regular entre Santa Cruz y las misiones de Carmel y Santa Clara, así como con las comunidades seculares de Monterey y de San José (...] Los cerros son altos, la bahía profunda, pero no somos una isla, ni lo hemos sido jamás', "Preliminary thoughts on the Santa Cruz Genovese fishing colony", artículo inédito, 1994.
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California. Y no fue despreciable lo que hizo, porque Santa Cruz no tiene una bahía natural, y sin embargo recibió el don de una multitud de recursos explotables. Entre ellos había energía hidráulica, bosques, piedra caliza, y agregado (grava y arena), de los que dependían las industrias de la madera, la cal, la curtiembre, los explosivos, el concreto y otras que florecieron en la región desde los años 1870 y hasta el final de la primera guerra mundial. Con su único y dificil paso por tierra que atraviesa las montañas Santa Cruz hacia San José (conocido hoy como el viejo camino de San José), y dependiente de navíos marítimos para llevar y sacar productos de la región, resulta clara la geografia económica de Santa Cruz en la época previa al ferrocarril. La principal encrucijada estaba en la intersección del camino de Soquel, la vieja ruta de San José y el camino del muelle, en el poblado de Soquel. Mercancías y personas iban del este y del oeste hacia esa encrucijada, para conectar con la diligencia que salía hacia San José, o para ir por mar a los mercados y los deleite de San Francisco. Hoy resulta difícil imaginar que ese rincón fuese un centro importante de intercambio comercial; está lleno de viviendas obreras y pequeños comercios que se inundan cuando el arroyo Soquel (uno de los que serpentean por la zona) se desborda de su cauce. Esta realidad sugiere que el determinismo geográfico pierde mucho de su poder explicativo cuando el capitalismo se apodera del control de la tierra. No obstante, es fácil ver lo tentador que resulta "explicar" la historia regional a través de la geograffa ffsica y el clima. Muchos lugares, por ejemplo Chalk Creek, Camp Chaparral y Cypress Point [Cañón Tiza, Campo Chaparral y Punta Ciprés, respectivamente], toman sus nombres de la geología, la fábula y la flora locales. (Pero aún más lugares, por ejemplo Camp Evers, Chinatown, Cowell Ranch, Castaovine, Clarks Camp y Crichton Gulch llevan la huella del nombre de ciertos grupos o propietarios.) 5 Es fácil creer que las terrazas marinas ofrecían buenos panoramas y, por lo tanto, viviendas elegantes; que los ríos costaneros y los cañones producen secuoias y, por lo tanto, madera y aglomerado; que los vastos macizos de una variedad de roble implican curtiembres; que el madroño y otros árboles de maderas duras dan origen a talleres de pólvora negra; que el río San Lorenzo estaba destinado a ser fuente de energía hidráulica; que centenares de arroyos y corrientes parecían mandados hacer para proveer agua potable, y que el aislamiento geográfico exigía primero uno, después un segundo, después casi un tercer ferrocarril, así como un muelle del tamaño suficiente para dar cabida a navíos oceánicos. ¿Quién puede dudar que la niebla fría atraída por el calor del valle de Salinas, y el sol cálido de la bahía, representan alcachofas, lechugas y coles de Bruselas; que las dunas de arena equivalen vidrio y cemento; las cascadas espectaculares, las playas, el clima, el mar y las montañas, a viajeros y turistas? ¿Dónde más iban a construir su presidio los españoles más que en ese promontorio de granito al que llamaron Monterey? 5 Donald Thomas Clark, Santa Cruz place names: A geographical diaionarj, Santa Cruz, Santa Cruz Historical Society, 1986.
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su forma más pura esta manera de pensar puede denominarse "determinisbiental". Esta expresión transmite la idea de que la geología y el clima ayuestorban y, por lo tanto, fijan de diversas maneras ciertas posibilidades ecoas y sociales, y que tenemos que observar primordialmente la geografía fisica región para comprender el curso fundamental de la historia local, incluyenhistoria de los sistemas ecológicos y de los paisajes modificados o construidos. famoso historiador norteamericano Frederick Jackson Turner explicó lo que opinión era una renovación de la cultura democrática en el Oeste, debido a ertura y a su distancia de los males de las ciudades del Este, divididas en claporque el Oeste estaba socialmente en la margen del país. La tesis de Turner o desacreditada desde hace mucho tiempo, pero el terreno, el clima y la sende vivir en las orillas sociales de Estados Unidos siguen estando profundae grabados en la mente de los habitantes del Oeste. En Santa Cruz los habis del lugar dicen que "van costa arriba" cuando quieren decir que manejan o al norte por la ruta 1; "abajo y rodeando la bahía" cuando van al sureste, a erey; "sobre los cerros" cuando por la ruta 17 van a trabajar a San José, y "valle " cuando manejan sus autos por las curvas que corren junto al río San Lorenla ruta 9. En Watsonville, cerca del centro de la región, los habitantes dicen an "por el paso" cuando manejan hacia el noreste por la ruta 152. En Mon"un viaje al sur" quiere decir ir costa abajo hasta Big Sur. mayoría de los que vivimos y trabajamos en la región de la bahía de Montenservamos cierta conciencia geográfica (mapas mentales de colinas, cañones, s del camino, la orilla del agua), aunque la calefacción, el aire acondicionatras modernas comodidades suelen alejamos bastante del clima y de los came estación. Sin embargo, cuando en invierno llueve demasiado, los arroyos rdan, y algunos de los que viven en cabañas veraniegas adaptadas, en los pros cañones, quedan sepultados por deslizamientos de lodo. Cuando llueve poco los jardines se resecan y los barrios empiezan a parecer un desierto. do de pronto la placa del Pacífico se mueve unos cuantos centímetros, o haso 30, se producen muertes, heridas y daños materiales en los centros urbanos ruidos en antiguos lechos de ríos. En el West Cliff Drive de Santa Cruz o en nt Piñon Light Station de Monterey, durante una tormenta invernal, el vienlluvia feroces nos obligan a recordar que hay ocasiones en las que no conos a la naturaleza; más bien lo contrario. "Nos obligan" porque, como lo reil historiador Sandy Lydon, después del choque inicial de un terremoto, un dio, una inundación, los habitantes del lugar sienten una poderosa tendenvolver a engañarse y pensar que los seres humanos ejercen una verdadera nía sobre la naturaleza. unos verdes están tan enamorados del determinismo ambiental que su so intelectual pasa de explorar el pasado y el presente a planear y modelar o futuro. Hablan de la "biorregión" de las montañas Santa Cruz o de la bahía nterey. En las reuniones públicas hablan de crear una forma de vida basada
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en los ciclos hidráulicos y la topografía, en gran medida, según dicen, como l hicieran los pueblos nativos hace tal vez diez mil años. Un hombre, que puede estar tan familiarizado con las montañas Santa Cruz como sus habitantes origina les de la edad de piedra, está cartografiando toda la serranía, preparándose par un futuro biorregional. Pero en cierto momento no podía decidir si la vertient occidental y suroccidental de las montañas, que estaban en el océano al norte d la bahía de Monterey, pertenecían o no a la biorregión. Otros se preguntan si lo ríos Pájaro y Salinas, desviados o alterados de una u otra forma más de una dece na de veces en el último siglo y medio, y sus llanuras aluviales, cubiertas ahora d frutas y verduras, puede llamarse, apropiadamente, una biorregión, o si son mera cuencas fluviales de una biorregión del norte de California, más grande y no ta bien definida. Siguen estando en pie cuestiones como de qué manera se podrí desarrollar realmente una economía y una sociedad biorregional (división del tra bajo, ciencia y tecnología, formas culturales existentes en la media luna de la bahía de Monterey), y podrían interpretarse y utilizarse los vastos "bordes" y "traslapes" entre las diversas zonas ecológicas.
¿LA CULTURA HACE A LA NATURALEZA?
Hay una segunda manera de pensar por parte de quienes desean interpretar la his toria humana y ecológica de la región de la bahía de Monterey (y presumiblement basar en esas interpretaciones su política), la opuesta a la versión naturalista esbo zada más arriba. Es la idea de que el factor determinante es (y tal vez debería ser la cultura de la región, o mejor dicho las culturas, y que la cuestión clave es cómo dejan su marca en el paisaje culturas diferentes. Nadie duda de que la bahía de Monterey tiene una rica historia cultural, tan ún ca, a su manera, como las configuraciones de la topografia y el clima de la región Los pueblos nativos que vivían en las terrazas, colinas y llanuras aluviales de l bahía construyeron complejas rutas comerciales allende la serranía de Santa Cruz hacían sus herramientas con piedra de canteras de la zona, sacaban agua de lo arroyos, recolectaban, cazaban y pescaban. Ésta fue la primera cultura —o cultu ras, porque tal vez había tantas culturas ohlone como cuencas fluviales—; toda ellas tuvieron efectos profundos en el paisaje ecológico, por ejemplo por la quem de pastizales.? La segunda fue la cultura española de las misiones. La historia of cial o eclesiástica de las misiones pretende que el impulso cultural de convertir los indios paganos a la adoración de Nuestro Salvador, de salvar sus almas, fue la fuerza decisiva que configuró no sólo la historia social sino también el paisaje 6 Malcolm Margolin, 77w Ohlone way: Indian day, 1878; Gordon, op. ciL, pp. 21-48.
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durante el periodo español. Al respecto, el principal ejemplo son los efectos de millares de cabezas de ganado traídas por los españoles que pisotearon los pastos nativos, y la consecuente introducción e invasión de pastos anuales europeos en las vastas y ondulantes praderas de los condados de Santa Cruz y Monterey. 7 Luego vino la cultura mexicana o californiana. Los artistas yanquis representaban a los hombres como una especie de nobleza vulgarizada, que se pasaban la vida montando a caballo o de fiesta,8 imitando a los caballeros de México o de la antigua España. A veces, en cuadros antiguos, se representa a las mujeres de California con hermosos rebozos y largos vestidos, sentadas, conversando a la sombra. Estas imágenes estereotipadas, como los colores de un viejo daguerrotipo, no están del todo equivocadas. Tampoco lo está la opinión de que una cultura ranchera degradada, en otros tiempos reservada a la clase dirigente española, importada a la región de la bahía a través de Nueva España, conformó de maneras importantes el paisaje social y ecológico. Una interpretación cultural de los efectos perdurables de los paisajes y ambientes construidos de la sociedad española y la mexicana es especialmente popular en Monterey, que era un centro más político que económico, y donde los edificios de adobe restaurados son hoy un imán para el turismo. Luego llegaron los yanquis —madereros, curtidores, comerciantes, jornaleros y otros—, cuya cultura era prometeica, que creían en el mito del dominio de la naturaleza, así como en la realidad del trabajo duro y la ganancia fácil. 9 Esta cultura dominó Santa Cruz y, en menor medida, Watsonville, en el corazón del valle del río Pájaro, a partir del decenio de 1850. Todavía se puede ver la mano yanqui en el centro de Santa Cruz (biorregión de la "llanura aluvial" para los verdes) donde casas Reina Ana, iglesias falso gótico y escuelas y estructuras comerciales tipo renacimiento griego compiten con edificios de oficinas art deco y renacimiento misionero. En el lado sur de la calle Union, entre lo que es hoy un centro de caridad y el desnivel que marca la primera terraza marina, las casas yanquis de finales del siglo xlx y principios del xx miran hacia el norte poca luz del sol entraba en la sala o en pp. 48-55. Richard Henry Dana describió a los "californio?' como un "pueblo orgulloso e indolente dado a los bailes lascivos". Un yanqui que había llegado antes veía en "los californios rostros torpes y suspicaces entregados al brutal goce animal... bailando y vomitando". 9 En la mitología griega Prometeo era el titán que robó el fuego del cielo para beneficio de la humanidad. Tanto el lado prometeico de la cultura yanqui como el "mítico" se captan maravillosamente en el siguiente texto: "El 7 de junio de 1905 un equipo de construcción del ferrocarril Ocean Shore encendió una mecha en Waddell Bluffs, dando inicio así a la tarea monumental de domesticar este trozo salvaje de costa. Al hacerlo, toneladas de rocas sepultaron durante cierto tiempo el camino rural que allí había. A Vid Trombo y a sus hombres les tocó la responsabilidad de mantener abierto el camino mientras avanzaba la construcción. El ferrocarril Ocean Shore fue el plan grandioso de varios acaudalados empresarios para vincular San Francisco con las zonas de esparcimiento y de negocios de Santa Cruz. El proyecto terminó por ser abandonado, en parte debido a la dificultad para superar obstáculos como Waddell Bluffs", Frank (Lud) McCrary, "The raffroad atat clidn't", en Big Creek Lamber asid Building Supplies, Waddell Bluffs: 77,0 magnsficent madi with a dramatic past, s. p. i. 7 /bid,
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los cuartos del frente. Ventanas relativamente pequeñas e interiores sombríos, elementos de una mente invernal de Nueva Inglaterra, diseñados al parecer sin pensar por un instante en el sol y la suave temperatura de la ciudad, sugieren una especie de teoría determinista cultural del paisaje construido. En ese periodo también los chinos entraron a la bahía de Monterey; eran en su mayoría varones, contratados para los trabajos más peligrosos, y que perdían los brazos y la vida mientras cavaban túneles ferroviarios y laboraban en los empleos más arriesgados de los talleres de pólvora. 10 Los chinos manejaban también las industrias del pecado: el juego, el opio, los burdeles. La religiosidad protestante les impedía a los yanquis obtener ganancias de sus paisanos, meros consumidores —no productores— de pecado. Las mujeres chinas, algunas verdaderas esclavas, trabajaban en los prostíbulos ubicados en las numerosas (y geográficamente móviles) Chinatowns del área. Esto también puede explicarse en términos culturales por el racismo blanco y el bajo estatus de los trabajadores chinos, así como el estatus más bajo aún de las mujeres. Para la idea del determinismo cultural resulta más significativo cómo desarrollaron los chinos los márgenes y los sobrantes de la base local de recursos, "trabajaron los bordes", en palabras de Sandy Lydons. 11 La cultura china hacía énfasis en "adaptarse y usar todas las formas posibles de ganarse la vida", y otorgaba un alto valor al compromiso, el deber y el "razonamiento" (equivalente a la inventiva). Sus valores culturales mantenían unidas sus formas de producción, lo que les ayudó a especializarse rentablemente en la pesca, los productos marinos secos, los cultivos periféricos y la reclamación. 12 Esta configuración de capacidades culturales y técnicas "en los bordes" también estaba determinada, desde luego, por el racismo, que marginaba y postergaba social y políticamente a los chinos. Hombres, mujeres y niños llegaron en barco, en carretas y a caballo de muchas otras culturas europeas y asiáticas. En el valle del río Pájaro y en las colinas del distrito de Prunedale había croatas, con redes de familia extensa, que cooperaba entre sí cuando plantaban y cosechaban sus árboles frutales y otros cultivos. Había inmigrantes del Dust Bowl (probablemente en su mayoría escoceses e irlandeses), I° Sandy Lydon, Chiflase gold: The Chiflase in the Monterey Bay imt, Capitola, Capitola Book Company, 1985, passim. Esta es la mejor historia social y económica de la región que se ha publicado hasta la fecha. II Ibid., pp. 501, 504. 12 Gordon también escribe: "Las costumbres chinas se introdujeron con mínimas modificaciones", op. cit., p. 59. Lo que ocurrió fue que las capacidades culturales y técnicas de los chinos funcionaban bien en las "márgenes", en sentido figurativo pero también literal, es decir, en la orilla del mar, donde tenían mucha experiencia en la recolección y procesamiento de productos marinos, ibid.; Lydon, op. cit., p. 488. "Poca gente sobre la faz de la tierra usa más que los chinos todo lo que atrapa, cultiva o procesa; prácticamente no se desperdicia nada. Así que cuando los primeros se instalaron en el área de la bahía de Monterey —en la caleta de Point Lobos, hacia 1851— deben de haberse regocijado con la variedad y riqueza que se brindaba a su talento de pescadores expertos [...] A diferencia de los demás grupos de antiguos inmigrantes a la bahía de Monterey, los chinos [de Point Lobos] llegaban en familias completas", Michael Kenneth Hemp, Cannery Roto: The history of old Ocean Viso Avenue, Kane'ohe, History Company, 1986, p. 22.
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zmente individualistas, que cultivaron algunos de esos huertos de manzanos y onvirtieron en granjas de subsistencia, forma de vida material bien adaptada a deseos de aislamiento y sentido de estar separados." Estaban los irlandeses entre otros, querían hacer dinero rápido aprovisionando a los primeros minen busca de oro, y que sembraron papas; los franceses, empapados en la tradivinícola, que fueron los primeros en comercializar la industria; los sicilianos, les en el uso de la red lampara y con "un nivel de trabajo en equipo dificil de inar para los no iniciados", que fueron maestros de la industria sardinera de terey'," los japoneses, hábiles para las huertas, el cultivo de bayas, el buceo, el esamiento y la venta de pescado; los jornaleros filipinos y mexicanos, cuyas culs de resistencia fueron la base de las principales huelgas agrícolas; gente de va Inglaterra, portugueses (de las Azores) y balleneros noruegos, todos ellos sus modos únicos de vida y de trabajo, y muchos más. Cada uno tenía sus promaneras más o menos distintivas de hacer las cosas, que superponía al ambiencal, que se parecía muy de cerca, o a grandes rasgos, a la naturaleza tal como nocían en sus respectivos temulos. 15 sí que las diferentes nacionalidades buscaron formas de la naturaleza que les El distrito de Prunedale (con Coralitos en una punta) contenía centenares de granjas de subsisa, con frutales, vacas, un par de caballos y huertos de verduras. Los migrantes de Oklahoma explolas granjas como arrendatarios, "forma de vida similar a la que conocieran en su tima", Gordon, op. rsivas mías. "Tirar la red desde un barco en movimiento en mar abierto, en una oscuridad casi absoluta (las atraían compañía y competencia) requería valor, habilidad y un nivel de trabajo en equipo difiimaginar para los no iniciados. Aunque con frecuencia se los conocía como 'italianos', los homcuyo trabajo y capacidad dominaban la industria pesquera de Monterey provenían de los pueblos ros cercanos a Palermo [...] Cuando había capturas excepcionalmente grandes era común que los [sicilianos] compartieran en forma amistosa el pescado sobrante que rulo solo no podía cargar", , op. cit., p. 79. na variación sobre este tema: en Santa Cruz se estableció, a finales de los años 1870, una colonia scadores genoveses con sus familias, casi todos ellos procedentes de la pequeña comunidad pesde Riva Trigoso. Los "genoveses trajeron de su patria el uso de redes !ampara [...] que se tendían botes, y de redes playeras, que se llevan mar adentro con botes de remos y se recogen desde tieos genoveses no tardaron en adaptar sus métodos nativos al ambiente laico del lugar. A medida ban declinando las pesquerías de agua poco profunda (por exceso de captura) fueron adoptando métodos, especialmente la línea larga portuguesa, para aprovechar las pesquerías de agua proa. Si bien entre los genoveses había un sentimiento intenso de comunidad, desde un principio pesn comercialmente para mercados que quedaban fuera de Santa Cruz, como San Francisco, adonandaban la pesca por tren. Tengo la sensación de que había mucha competencia entre ellos, y de ue aumentando con el tiempo. Cada familia poseía un barco, y cuando los hijos tenían la edad ada se añadían más navíos. Aunque había cierta cooperación entre familias, la más importante se dentro de ellas. La cohesión de la colonia pesquera se basaba más en el lenguaje y el aislamiento ral, así como en la cooperación femenina (parteras, crianza de los niños, curaciones, etc.), que en presa de la pesca", Dunn, comunicación personal, agosto de 1995. Los historiadores locales no han revelado aún las maneras en que las mujeres de las esferas reprovas de la vida (trabajo doméstico, enseñanza, etc.) modificaron los ambientes de la bahía de Mon-
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resultaran familiares, transplantaron su cultura a la región de la bahía, y dejaro su sello distintivo en el paisaje. Desde el punto de vista de la historia cultural, esta constelaciones nacionales y étnicas hicieron, literalmente, la historia ambiental social de la bahía de Monterey. Y así como algunos deterministas ambientales, qu leen la historia local a partir de la topografía y el clima de la región, abogan por e biorregionalismo o la política del lugar, algunos deterministas culturales leen misma historia como resultado de valores étnicos, normas, estilos y esfuerzos... subrayan la relatividad de las verdades culturales, la necesidad de desconstruir "poder monológico" de la cultura dominante de los varones del norte de Europa así como la política de la identidad y las virtudes del multiculturalismo. Está clara la política implícita en estas dos formas (sin duda exageradas aquí) d observar la historia local. Una destaca el poder de la naturaleza, la otra la natura leza del poder. Algunos seguidores de la primera hacen propaganda en favor d una política del lugar; algunos de los que apoyan la segunda propugnan una polí tica adscriptiva basada en la cultura y la etnicidad. El biorregionalismo es la prefe rencia de muchos varones blancos que son verdes; el nacionalismo cultural o e multiculturalismo es la política preferida por muchos mexicanos de la zona y po otros cuyas voces han sido acalladas, históricamente, por los europeos del norte.
EL CAPITAL Y LA CLASE COMO MEDIACIONES
Los que defienden la política del lugar y la política de la identidad buscan, cad cual a su manera, un cambio económico y social fundamental. Lo irónico es qu ambos suprimen o censuran una política basada en la clase socioeconómica, pr cisamente en una época en que los paisajes locales, los sistemas ecológicos y la prácticas culturales se están sujetando cada vez más al dominio del capital global de los mercados financieros. Parece estar funcionando una especie de ley socia compensatoria.. A medida que el capital desvincula las capacidades técnicas y l división del trabajo de formas culturales más viejas, la política étnica o identitari se afirma con más vigor. De manera similar, a medida que la naturaleza se huma niza y la producción depende menos de los incorruptos dones de Dios y más de l tecnología, los fertilizantes químicos, el agua importada y demás, la política de lugar se afirma a sí misma con más vigor. Precisamente cuando la cultura, el trabajo y la naturaleza son moldeados y retor cidos por las leyes de movimiento del capital —y cuando las estructuras capitalista de clase se reproducen en escala expandida en el nivel local—, es más difícil qu
16 Ejemplos de la coexistencia incómoda y a veces antagónica de ambas tendencias (quiero destaca el término "tendencias") aparecen en las páginas de la obra de Frank Bardacke, Good libarais and gm blue herons: Land, labor, and politics in the Pajero valley, Santa Cruz, Center for Political Ecology, 1994.
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la política de clase sea oída con seriedad. La idea de los "viejos modos", tanto ecológicos como culturales, parece más popular a medida que la realidad se va desvaneciendo o, mejor dicho, reapareciendo en la forma idealizada del "preservacionismo" de la naturaleza y la cultura. 17 Al eludir los temas del capital y la clase económica, al restringir sus respectivos discursos a lo "natural" y lo "cultural", ambas políticas impiden lo que buscan con tal ardor: el "cambio real", como lo expresan los políticos locales progresistas. Hoy la Grand Metropolitan, una corporación de Londres, decide el destino de las enlatadoras del valle del Pájaro; 18 la tierra se arrienda a agroindustrias internacionales para el cultivo de fresas; instituciones financieras regionales y nacionales toman los bancos locales; la Universidad de California (en Santa Cruz) se reestructura para proveer mejor "capital humano" a la economía estatal; los restaurantes del lugar dependen cada vez más de una creciente población que vive allí pero trabaja "pasando los cerros", en Silicon Valley; cadenas de tiendas de descuento remplazan las tiendas de la gente de la zona, y la riqueza y el poder se polarizan de modo más visible. Todo eso ocurre en una época en la que los progresistas del lugar que buscan el apoyo electoral de los verdes y los multiculturalistas tienen miedo de pronunciar la palabra "explotación". A medida que el capital global redefine la economía, la sociedad y la ecología locales, los dirigentes políticos evitan la política de clase con el mismo cuidado con que los caminantes se alejan de la hiedra venenosa y las quemantes ortigas de las montañas de Santa Cruz. A medida que el capital llega a ver a la región y su gente como capital cultural, como otras tantas mercancías o centros rentables, el sentido actual de la naturaleza y la cultura se va volviendo cada vez más nostalgico. 19 Nostalgia por una época que nunca existió (y que jamás podía haber existido) es un tema que entrelaza a los grupos locales dedicados a este o aquel aspecto de la historia y la identidad natural y cultural. Tal como ocurre hoy en muchas regiones del mundo, local17 La crítica de Perry Anderson al determinismo cultural al estilo de Carlo Ginzburg resulta relevante aquí: "Lo que está ausente en la descripción de Ginzburg es esa erosión del significado que constituye una parte tan grande de toda historia cultural [...] el proceso familiar por el cual las costumbres o creencias que en alguna época estuvieran activas de modo central se vuelven, al alterarse las condiciones, esporádicas o marginales, y luego pierden por entero su sentido a medida que se las recarga de nuevos desarrollos que las incorpora o las borra [...] En la vida social lo más antiguo y, en ese sentido, más profundo, es muchas veces más trivial, y ha sobrevivido sólo porque ha sido reducido a la insignificancia [...] Jack Goody señaló una vez que la persistencia de ciertos platos podía explicarse no por su significado simbólico sino por su indiferencia, porque no eran más que indicios de continuidad existencial [...] Las palabras y los mitos, a diferencia de los objetos de uso material, son significadores Mescapables. Pero también están siempre sujetos a la designficación [...] La única diferencia es que en su caso suelen involucrar la cancelación de un significado por la sobreposición de otro, que puede, fácilmente, contradecir al primero", Perry Anderson, A cone of engagement, Londres, Verso, 1992, pp. 224 225. 18 Bardacke, op. cit., cap. 5 19 Por ejemplo véase Norkunas, op. cit.
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mente, en la agricultura, el turismo y otras industrias, se está abriendo más y más la brecha entre el capital y el trabajo, los propietarios y los trabajadores. Esta división, aunque se vuelva invisible en la política local, está grabada en los paisajes residenciales, rurales y comerciales. En el nivel local la "política progresista" tiene que ver con el uso de la tierra y los esparcimientos ambientales; con la caridad pública dirigida a los pobres, los enfermos y los incapacitados; con la etnicidad, el género y la sexualidad... mucho menos frecuentemente con el trabajo. ¿Quién sale ganando con la supresión de la política de clase en una época que en realidad simula el modelo de capitalismo desarrollado por Karl Marx? El Viejo Topo respondería: "la pequeña burguesía". Hoy tenemos que agregar "la nueva clase media", los empleados y profesionales que, junto con la vieja clase media, representan los principales estratos que organizan los grupos de la naturaleza y la cultura, los picnics étnicos, la preservación histórica y las exposiciones de los museos. De manera que cuando tomamos en consideración algo en apariencia tan inocuo como la manera de interpretar los paisajes de la región de la bahía de Monterey, podemos topamos con el explosivo problema de la identidad política. Lo que se ignora en la política local y regional es el tema de la historia cultural y natural mediada por la historia de la actividad material humana (producción, distribución, intercambio, consumo) en la región. No obstante, la importancia del capital y el trabajo para configurar la naturaleza y la cultura resulta un tema político importante, tal vez el más importante.
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ANOMALÍAS EN EL PENSAMIENTO HISTÓRICO Y POLÍTICO LOCAL
El principal problema con el pensamiento dualista que constituye tantas veces la marca del diálogo histórico (y político) en la región no es tanto que no arroje luz sobre el pasado (sí lo hace), como que distorsiona y confunde la relación culturanaturaleza en el presente. Hoy el capital se apodera cada vez más de la naturaleza y la cultura, y las configura a su propia imagen: el consumismo y el discurso de utilidades y pérdidas sobre los "recursos" tierra, espacio y "capital cultural", y el discurso paralelo sobre el preservacionismo de naturaleza/cultura. Políticamente, el problema del capital y el trabajo, y la forma en que se articulan con la topografía, las cuencas fluviales, los vecindarios, la etnicidad, el género y así sucesivamente, pocas veces es tratado con seriedad por los historiadores, los activistas comunitarios, ambientales o laborales, los planificadores regionales o los estrategas políticos."
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u 20 Las conferencias y escritos del historiador Sandy Lydon bordean el determinismo ambiental, aunque en ocasiones la cultura (especialmente de las minorías), la economía mundial y la política desempeñan un papel (a veces débil, otras importante) (por ejemplo Sandy Lydon, "Toward rediscovering the Monterey Bay region and its history", Santa Cruz County History Joumal, I, 1994).
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as anomalías son signos de que algo —desde un manzano hasta una estructupersonalidad— anda mal en la vida. Un horticultor sabe que algo no funciouando un injerto no pega o una buena vid produce fruta ácida. Un buen psirapeuta sabe que el paciente tiene un problema cuando oye alguna repancia entre lo que dice y la forma en que lo dice. Son señales de crisis, que n que tanto los árboles como las familias den manzanas podridas, que la fruta gria y la gente se sienta ansiosa y haga cosas estúpidas o crueles, pero que tamcrean una oportunidad de transformación, ya sea en una vid nueva, una famiuna comunidad sustentable y equitativa. brecha que existe hoy entre los que destacan los factores culturales por encie los ambientales, o viceversa, es muy amplia, y no sólo en la bahía de Mon. La clase de historia que capta la dialéctica de ambos, así como sus conexiointernas, está en pañales, y los políticos no. se interesan demasiado por ese . Hay una excepción que confirma la regla. La razón más importante por la los que defienden los derechos de los pueblos indígenas tienen un poderoso miento de estar del "lado correcto" de la historia es que se piensa que en las dades indígenas la cultura, la naturaleza y la actividad material están en estrerelación, "orgánicamente conectadas". Por mucho que idealicemos a los pueindígenas o los veamos con ojos románticos, defender sus derechos resuelve, recer, el conflicto entre nuestro sentido de lo que son y lo que deberían ser la ra y la naturaleza. Hay una especie de coherencia, una sensación de que las encáj an,21 que nos hace sentir cómodos con lo que estamos haciendo, más iados que si nos dedicamos, por ejemplo, a la pura política de la tierra en el del río Pájaro o a la política de la identidad en Santa Cruz. s antinomias entre la naturaleza y la cultura pueden verse por doquier en la n, que se divide con gran precisión en "residencial", "comercial", "industria a", "recreativa", "preservación histórica", "restauración natural" y otros espa. Por ejemplo, hay decenas de carteles anunciando a los caminantes que los ues naturales están abiertos desde las 6 de la mañana hasta la puesta del sol, d tiempo histórico, mitad tiempo de Dios. Se puede ver esta anomalía en el ue estatal Wilder Ranch, una vieja granja lechera conservada como reliquia rica, en la cual una parte se llama zona de preservación histórica y otra área stauración natural, como si la parte histórica —los edificios y paisajes de la ja— no fuese también natural, y la parte natural —las mesetas y la llanura aluel arroyo Wilder, con su playa—, no hubiese sido modificada decenas de veces a mano del hombre. Miren el campus de la universidad local: por ahí hay un l que indica una zona de conservación natural, por allá paisajes de aulas... la ura" escoltada por macizos de secuoias. Tradicionalmente la tierra y el trabajo no están separados; el trabajo forma parte de la vida, la sigue siendo parte de la naturaleza, la vida y la naturaleza forman un todo articulado. Así, la tieenlaza con la organización del parentesco, el vecindario, el oficio y la fe... con la tribu y el temaldea, el gremio y la iglesia", Karl Polanyi, The great transformation, Boston, Beacon, 1957, p. 178.
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Este dualismo es tan generalizado que lo damos por sentado, por ejemplo, en e parque estatal Forest of Nisene Marks, en Aptos (entre Santa Cruz y el valle del rí Pájaro). La familia Marks le donó la tierra al sistema estatal de parques a condició de que se dejase que el bosque, totalmente talado, "volviese a su estado natural" como si se pudiesen borrar por decreto todas las huellas ecológicas y culturales d la intervención humana, la tala, los trenes de brecha angosta y los aserraderos. S uno inspecciona la parte más baja del arroyo Aptos, dentro de los límites del bo que, encuentra en sus márgenes una comunidad de árboles y plantas que se debe a los efectos ecológicos de la tala en gran escala por parte de Frederick Hihn, e ferrocarril Southern Pacific y otros. 22 Hubo un caso en el cual un guardabosqu del parque reclutó a unos boy scouts para destapar los restos de un viejo aserrader enterrado ya bajo deslizamientos de tierra y arbustos, con el resultado de que rec bió una reprimenda de sus superiores por violar la voluntad de la familia Mark que en vano deseaba enterrar la historia, tanto literal como figurativamente. 23 En el viejo pueblo de Rincón, en otros tiempos centro de una línea de produ ción de cal, que se levanta junto al cañón del río San Lorenzo, y que hoy es un com plejo de "ecotonos" superpuestos, en los que se han borrado muchas huellas obvia del uso humano (incluyendo un manzano solitario que hasta hace algunos año crecía entre las secuoias) , se produjo un incidente similar. A los guardabosques s les ordenó retirar siete viejos hornos para cal que se consideraban un peligro. Per en realidad los taparon; hoy están enterrados debajo del estacionamiento que usa los visitantes cuando quieren "volver" a la naturaleza. El dualismo historia-naturaleza, que algunos ven como el núcleo mismo de tradición judeocristiana y muchos otros como producto de la revolución científic y la capitalista, es evidente por doquier, a veces en formas invertidas. La Univers dad de California en Santa Cruz (ucsc) solía llamarse la "universidad entre la secuoias", pero como desde hace mucho el control de incendios ha desplazado a manejo de los incendios, las secuoias están bajo control; los muchos macizos y bo quecillos de árboles de segundo crecimiento pueden interpretarse como una espe cie de jardín, y la ucsc tendría que llamarse ahora "secuoias en la universidad". Santa Cruz tiene planes para convertir la vieja concesión mexicana de tierras, Rancho Refugio, colindante con Western Drive, el barrio residencial más occiden tal de la ciudad, en un "cinturón verde", lo que aquí significa una especie de áre silvestre urbana. Cerca del pie de Western Drive, en la primera terraza marina, ha una unidad habitacional llamada "Atalaya", en la que vivimos unos cuantos mese Nuestro departamento de esa especie de archivero para trabajadores y estudiante
22 "La tala al ras de los madereros desvaneció las zonas de vegetación. Hasta que las secuoias d segundo crecimiento recuperen la supremacía en las zonas más bajas del cañón, habrá una mezcla bosque ripariano y siempre verde", Sandy Lydon, 77ze foral of Nisene Marks Mote Podes, Santa Cruz, S ta Cruz Mountains Natural History Associa.tion, s. f. tk s nvd-uction of tnearang ~ -rneannag ofyronaurn " MichaerMéuser, /Works tn We .f&esi: yu-r on Nisene Marks State Park, tesis, Universidad de California en Santa Cruz, 2 de junio de 1992, pp. 15-1
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estaba en el segundo piso, y daba directamente a las empinadas márgenes sobre la convergencia de dos barrancos que le dan su nombre a "Atalaya". Debajo nuestro estaba el cinturón verde previsto, con apariencia de naturaleza silvestre, sin estructuras visibles, con dos antiguas sendas que subían a los lados de ambos barrancos, accesibles para cualquiera que estuviese dispuesto a pasar sobre el alambre de púas y desafiar el más sagrado de todos los derechos: el de propiedad; más allá se podía ver lo que parecía un deslizamiento de tierra, en el cual zigzagueaban viejos senderos de ganado que llevaban a las frescas aguas de la confluencia de los barrancos; más allá ondulantes praderas que se alquilaban para el pastoreo de reses. El cinturón verde previsto es el hogar de muchas especies de fauna: vimos u oímos lechuzas, diversas aves marinas, ciervos, coyotes, felinos, zorrillos y loros que vivían juntos, algunos como predadores de otras especies, otros a salvo en nichos especializados. Si uno trata de identificar la cadena alimentaria, descubre que una de sus fuentes es la basura de los inquilinos de Atalaya. De hecho el paisaje es una especie de zoológico sin rejas. Por lo tanto cualquier interpretación plausible de las especies de vida en este "ecosistema" presupone una historia del desarrollo residencial, los cambios de población, los valores de la tierra y la especulación, el capital, la utilidad de los bancos y demás, así como la descripción de la manera en que los inquilinos de la unidad y otros que viven en Western Drive o cerca, por encima del cañón, usan la naturaleza como sumidero para sus propios desechos. Aquí hay una lección de economía política, sociología política y psicología social de la naturaleza, aunque no se sabe cuál pueda ser y cómo se articula con ese zoológico de esta sección del viejo Rancho Refugio. Durante un debate reciente en el centro cívico de Santa Cruz acerca de la conveniencia de aumentar unos pocos dólares los impuestos a la propiedad, para que la ciudad pudiese comprar el terreno para el cinturón verde, a nadie pareció importarle esta falta de información. Hay muchos que se preocupan por la bahía de Monterey misma, especialmente por sus "recursos marinos". Fort Ord, entre las últimas márgenes del valle del Salinas y la península de Monterey, se convertirá en una filial del sistema de la Universidad Estatal de California y un centro de investigación marina (entre otros usos nuevos), del que se espera que rinda no sólo conocimiento sino también dinero del gobierno federal, nuevas industrias y utilidades. La bahía misma ejemplifica también una economía política de la naturaleza. Aunque en la zona se la ve como un fenómeno más o menos estrictamente "natural", al observarla de cerca se advierte que la bahía es una especie de acuario. No quiero decir que haya un acuario en la costa de la bahía, aunque lo hay: una célebre atracción turística de Monterey, financiada por el multimillonario conservacionista David Packard, miembro del complejo militar-industrial. A lo que voy es que prácticamente todo lo que hay en la bahía ha sido modificado o es controlado por la intervención humana, incluyendo reglamentaciones que prohíben ciertas actividades, como la caza de ballenas, por ejemplo. Lo mismo ocurre incluso en su famoso cañón submarino. Los antiguos navíos
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españoles, para evitar los peligrosos deslizamientos de tierra, se abastecían de agua dulce en los "borbollones" de la bahía misma. Descubrimientos recientes de los científicos marinos revelan que esa agua venía sin duda alguna de los acuíferos del Pájaro y el Salinas. Hace dos siglos el agua dulce se veía forzada a subir por fallas sísmicas verticales hasta la superficie de la bahía. Los "borbollones fríos" la expulsaban después de deslizamientos o compresiones sísmicos. Contienen hierro y manganeso, junto con montones de bacterias. La fotografía submarina ha establecido la existencia de comunidades de borbollones fríos (gusanos y almejas de formas extrañas). Pero la intensa actividad, tanto agrícola como de otros tipos, ha reducido la cantidad de agua dulce que entra a la bahía, lo que probablemente explica por qué ya no están presentes los borbollones fríos y, por inferencia, señala que la biomasa y las especies producidas en las comunidades que los habitaban son menos abundantes (y posiblemente de otro tipo) que hace doscientos años. 24 En una época el trabajo humano, al principio con formas de organización y tecnologías que se habían perfeccionado en los países de origen de los pescadores, agotó ciertas especies de la bahía, la más famosa de las cuales era la sardina. La tala, las granjas, la construcción urbana y otras formas de intervención humana, integrada por el mercado local, el regional y el mundial, y mediada por los presupuestos y las políticas estatales, han llenado los ríos y arroyos de sedimentos finos, tapando los fondos de grava que necesitan los salmones y las truchas arcoiris para desovar, y destruyendo los árboles que daban sombra y los remansos de desove, lo que ha reducido la población de salmones locales en la bahía. Las restricciones a la actividad humana, por ejemplo la protección de las nutrias marinas, que solían pasar gran parte de su vida en tierra hasta que descubrieron que los humanos estaban dispuestos a todo con tal de obtener su piel, también tienen sus efectos. Hoy la nutria es la reina de la bahía, junto con el león marino, otra especie protegida. Las nutrias, en alguna época casi extintas por la cacería, agotan hoy las almejas y los abulones, dejando muy pocos para el consumo humano. Los leones marinos se birlan los salmones de los aparejos de los botes pesqueros (atiene algo de raro que se los encuentre a veces en las playas, muertos a balazos por los pescadores?). El humilde mejillón queda para nosotros, los olvidados seres humanos. Hay un lugar en el que se pueden recoger mejillones durante la marea baja, donde el mar los 24 Gary Green, director de los Moss Landing Marine Laboratories, en una conferencia pronunciada en el Lauden Nelson Community Center, Santa Cruz, 7 de septiembre de 1993. Las imágenes de video submarino de gran profundidad muestran por lo menos seis clases de almejas. El naturalista local Fred McPherson, que impartió una clase sobre los "Ecotonos de Rincón" junto con este autor, no está de acuerdo: "Los ecosistemas pelágicos (de aguas profundas) y costeros no son un acuario. Siguen siendo los mismos ecosistemas marinos, pero en un estado sucesivamente algo afectado (es decir, con menos sardinas y más peces que se atrapan, etc.)", carta, 13 de julio de 1993. El problema está en qué es un ecosistema y qué es "sucesión". (Véase por ejemplo Ludwig Trepl, "Holism and reductionism y ecology Technical, political, and ideological implications", Capitalista, Maar, Socialism, 5, 5 de diciembre de 1994.)
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constantemente, así que son sabrosos y fáciles de preparar. A las nutrias no stan los mejillones o, mejor dicho, prefieren al parecer las almejas y los abudría escribirse una historia económica sobre la vida marina de la bahía de erey, acerca de la manera en que fases sucesivas de desarrollo capitalista transron las comunidades marinas y cómo diversas especies, macizos de algas y formas de la naturaleza han cambiado de acuerdo con sus propias "leyes del iento" y también con las leyes tendenciales de la acumulación capitalista. No nte, los voceros del nuevo Santuario de la Bahía de Monterey no parecen planes de escribir esa historia natural. Lo mismo ocurre con la historia de los es cambios de las costas y los rellenos de tierra de la bahía: extraer la arena, arla a través del turismo, los rellenos y desviaciones del río y la cañada, y deceotras alteraciones producidas por el trabajo humano, organizadas con fines lidad por el capital, o por gobiernos y organizaciones privadas para la recreala preservación. Sin embargo los que están a cargo del santuario ni conocen preocupan por la economía de la región, excepto en la medida en que incisus presupuestos y afecta la forma en que la bahía puede convertirse en un "centro de ganancias". mismo puede decirse de los encargados de Elkhorn Slough, veinte minutos o al sureste de Santa Cruz, el corredor migratorio de aves más importante de ta del Pacífico, donde durante la temporada de migración se pueden observar as de especies diferentes. Elkhom Slough es una especie de museo de mareas, e marino o jardín acuático, tantas veces han alterado los seres humanos sus siones, el ingreso de agua salada, la calidad y cantidad de agua dulce, las salila caleta, así como recogido mariscos y cazado tiburones como deporte, todo e acuerdo con las necesidades comerciales y recreativas del momento. Gary s, un especialista en ciencias de la tierra, y sus colaboradores, han cartografian amoroso detalle los principales cambios de la costa misma. 25 La ensenada equeñas embarcaciones de Santa Cruz, construida en 1960 para botes de plapara la flotilla pesquera del lugar, atrapó arena que tendría que haber ido a la playa del pueblo de Capitola, más al sur, mientras agrandaba una playa de Cruz 'y aumentaba, al mismo tiempo, los riesgos por agua e inundaba las prodes cercanas a las playas de Capitola. Esta población, despojada de su forma a, instaló un rompeolas e importó arena. También la vida de las dunas cammo consecuencia de la extracción de arena para hacer cemento y construir ios de departamentos en una larga franja costera al sureste de Moss Landing. riedad y fecundidad de la flora de las dunas se ha reducido. 26 Las conchas as que llegan a la costa de las playas de la bahía cuentan la historia de una ry Griggs y Lauret Savoy (eds.), Living with the California coast, Durham, Duke University Press, ordon, op. cit., cap. 5, passim.
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declinación generalizada de la diversidad de especies indígenas y la importación d muchas otras "exóticas" de diversos lugares del mundo." El río Salinas fue desviado hace mucho tiempo de su curso actual, al Pájaro s lo domesticó elevando las orillas, al San Lorenzo se lo aplacó de manera semejan te. Hoy la fauna de las márgenes coexiste con los trabajadores indocumentado desplazados por los vaivenes económicos y la confusión política de México y Cen troamérica, y que acampan junto a los ríos. He visto fotos de Santa Cruz tomada hace un siglo o más. En ellas no hay árboles; mucho antes se habían cortado la secuoias que crecían a la orilla del río y en los barrancos; el roble costero se habí apropiado de las praderas que los pueblos ohlone quemaron durante decenas d siglos y que los españoles, los mexicanos y los yanquis usaban para apacentar e ganado, alterando —quizá para siempre— la ecología local. Los bosques d secuoias se talaron al ras; se producía y exportaba madera, que también se meta morfoseaba en casas y negocios en la llanura aluvial. Los bosques se transplantaro al centro, por decirlo así: se plantaron árboles nuevos, tanto exóticos como nativos de hecho volvieron a arraigarse las secuoias. Dentro de unos pocos años, cuand se observe la ciudad de Santa Cruz desde la más alta de las terrazas marinas, el pai saje "cultural" parecerá eminentemente "natural".
LA NATURALEZA Y LA LÓGICA DEL CAPITAL
La cultura no le da medios de vida a nadie mientras no se "importen" al lugar d trabajo normas culturales específicas de cooperación humana, con lo que se con vierte en una especie de fuerza productiva. La naturaleza no les cede nada a lo seres humanos mientras no se aplique o se combine trabajo humano con la gen rosidad de los bosques, praderas, arroyos, depósitos minerales, campos o mares, qu también se vuelven, entonces, fuerzas productivas. El trabajo, por decirlo así, medi entre la cultura y la naturaleza: las reúne de maneras productivas y arroja com resultado los medios materiales de vida. Si lo vemos de esta forma, se desvanece dualismo entre las interpretaciones culturales y ambientales de la historia y el pa saje. Cuando estudiamos un paisaje cultural o un sistema ecológico, un ligero cam bio de perspectiva nos permite apreciar, no dos hechos separados, sino uno sol con tres facetas: cultura, trabajo, naturaleza. Los ohlone de la edad de piedra con vivieron millares de años con una naturaleza abundante, pero tenían que trabaja de cuatro a seis meses anuales para mantener cierto nivel de existencia material. Lo noreuropeos capitalistas fabricaban pólvora negra en un gran complejo fabril cons truido cerca de los terrenos pesqueros de los ohlone, pero para eso requerían bos 27 Huida Hoover McLean, Tidedrift slaells of the MonUrey "My regm, Sama Cruz, Santa Cruz Association, 1992.
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ques de maderas duras, piedra caliza y otros materiales locales. El hecho de que el trabajo de los primeros estuviese impregnado de cultura tribal y el de los segundos del pensamiento esencialista y las normas culturales de un capitalismo del Lejano Oeste, y de que unos y otros modificasen la naturaleza de maneras muy diferentes, no tiene que impedirnos ver ambos casos como fuerzas productivas culturales. En una época los inmigrantes de la región transplantaron diferentes culturas y modos de trabajo que se adecuaron a diferentes topografías, recursos y climas locales que, a su vez, se asemejaban a los de la región o país de origen de los migrantes y, por lo tanto, les resultaban familiares. El deseo de lucro y de controlar el entorno (tal vez también el miedo a la desolación) de los primeros colonos protestantes del norte de Europa, se combinó con su trabajo frenético para arrasar los viejos bosques de secuoias (símbolos gigantescos de lo remoto y lo ajeno). Pero los cañones y las colinas no se hubiesen talado de no haber existido un mercado creciente de madera para construir ciudades y pueblos (incluidos los de la región) que se llenaban de inmigrantes. ¿Qué podría mostrar un contraste más marcado con lo que los visitantes describían como el amor por el placer de los californianos, combinado con praderas aparentemente ilimitadas, en las que millares de cabezas de ganado pacían libres? ¿O con los introvertidos granjeros de subsistencia desplazados desde el Dust Bowl hasta las alturas del distrito de Prunedale? Cada una de esas economías era "racional" desde el punto de vista de los valores culturales de quienes participaban en ellas. Hoy, con muy pocas excepciones, las antiguas conexiones entre cultura, trabajo y naturaleza han pasado a la historia: las secuoias ya no simbolizan la "otredad"; el uso de la tierra para pastoreo prácticamente ha desaparecido o ha sido reorganizado de acuerdo con lineamientos capitalistas; el feroz individualismo de los granjeros de subsistencia ha cedido el paso a una cultura de agricultura comercial. En los viejos tiempos la tierra se configuraba de maneras específicas, a imagen de las diversas culturas y formas de trabajar. Simultáneamente, esas culturas tenían que ceder ante las variaciones de la naturaleza local: eran raras las coincidencias perfectas entre la naturaleza y la cultura. Los yanquis y otros europeos del norte nunca habían talado secuoias; los españoles nunca habían disfrutado de tal abundancia de buenos pastizales, ni los chinos de tantos meses de verano secos y confiables, ni los sicilianos y genoveses de condiciones de pesca tan estupendas. Los inmigrantes del Dust Bowl tuvieron que aprender los secretos de los microclimas de las colinas y los valles en que se asentaron. Los recién llegados debían adaptar sus formas de vida y de trabajo a las características propicias y restrictivas de las configuraciones de la naturaleza localCLa cultura y la naturaleza no desarrollaban sus respectivas lógicas separadas la una de la otra. Más bien naturaleza y cultura cambiaban y eran cambiadas, juntas, de diversos modos, media s por el trabajo esforzado y las tecnologías nativas de las oleadas de inmigrantes. Sin eutiku gu, más punto o más tarde —y éste es el punto importante— tanto k las formas de vida tradicionales como los paisajes familiares cedieron ante la lógi-
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del capital. La globalización de los mercados, de las finanzas y de la producción sionó las viejas culturas y los ambientes vernáculos. Finalmente se produjeron y lotaron con fines de rentabilidad una naturaleza y una cultura específicamenapitalistas, incluyendo conceptos de espacio y tiempo, así como el sentido de la na vida.(Hoy la tierra y el trabajo se han vuelto mercancías ficticias, tratadas o si fueran mercancías pero no producidas como tales, con precios ficticios) ("renta" y "salarios"). La forma asalariada del trabajo y la forma de mercancía de la satisfacción de necesidades son prácticamente universales. El ambiente construido de autopistas, fraccionamientos residenciales, centros comerciales y otros rasgos de la "geografía de la tierra de nadie" es más o menos el mismo en toda la media luna de la bahía de Monterey... y en la mayor parte del resto del país. La reacción cultural y política a la capitalización tanto de la naturaleza como de la cultura es también casi universal: el preservacionismo. Hoy los grupos organizados luchan por preservar este o aquel artefacto histórico, práctica cultural y lugar de esparcimiento, ambiente, especie o ecosistema, de acuerdo con los deseos y el poder de los residentes que quieren conservar cierto sentido de la "cultura original" y la "naturaleza primigenia" (y también de la opinión de expertos acerca de cómo se veía la región durante uno u otro periodo de su historia, con algunas eras, y por lo tanto algunas especies de vida, edificios y estética del paisaje favorecidos por los preservacionistas, otros despreciados por ellos). Es posible documentar una especie de "actividad sucesiva" capitalista a partir de las etapas de relaciones de propiedad en la región y la conversión de la naturaleza en mercancía. A principios del periodo yanqui la caza comercial de osos proporcionaba alimento y pieles para los dispersos habitantes de las montañas. La regla era el trabajo autoorganizado, el trueque local y la producción de subsistencia. Hoy ya no hay osos, y a los turistas de la clase trabajadora les venden, como recuerdos, estatuitas de yeso que representan nutrias marinas de ojos tristes. Ayer las casas se construían de acuerdo con el diseño de los compradores. Hoy se especula con grupos de edificios departamentales. Dos siglos atrás había diversidad cultural y natural en las formas de producción de subsistencia, comercio local y comercio a larga distancia con unos cuantos artículos valorados (conchas de abulón para los ohlone, pieles de nutria marina para los rusos, aceite de ballena para quienes vivían confinados en climas fríos y oscuros). Hoy hay consumidores, producción de mercancías y un mercado mundial de millares de productos (las conchas son artículos para turistas, las nutrias y las ballenas son especies protegidas, elementos de esparcimiento ambiental y objetos de investigación científica). Lo que contaba en los viejos tiempos era ganarse la vida, eran las mercancías básicas; en los noventa lo importante son nuevos y más abundantes bienes de consumo, producidos cada vez más a menor precio en escala mundial, con el propósito de reducir los costos de reproducción de la fuerza de trabajo y la sociedad en su conjunto. La vieja unidad de cultura y naturaleza —una coincidencia más o menos cercana entre los valores culturales, las habilidades técnicas, las formas de trabajar y la
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uraleza primigenia"— comenzó a desmoronarse cuando se construyeron los eros ferrocarriles, cuando la tala y la producción de cal se ubicaron en una capitalista en gran escala, cuando una industria de la remolacha azucarera mente capitalizada se trasladó al valle del río Pájaro, cuando los "capitanes del mo" (Frederick Hihn, Fred Swanton, el ferrocarril Southern Pacific) racionaon la venta de los atractivos de la naturaleza, cuando la famosa industria sarra de Monterey se mecanizó, cuando la región se integró más esti echamente la economía nacional y mundial... en síntesis, cuando la propiedad capitalista lazó a la propiedad comunal y ganada por el propio esfuerzo. Ero comenzó rio con el boom de los años 1870 y se aceleró en el decenio siguiente. La deprede finales de la década de 1890 y las primeras grandes empresas norteameris allende el océano (en el Caribe, Hawai y las Filipinas), que ampliaron la anda de pólvora negra, producida en esta zona, contribuyeron a consolidar el rol del capital en la región. Lo mismo ocurrió con la competencia de la madel norte de California, el cemento de Portland y otros productos, al tiempo que cismo blanco seguía dividiendo a la fuerza de trabajo e impidiendo toda verra unidad de la clase trabajadora. el siglo xx la unión de las habilidades culturales y técnicas, las normas de cooción con las herramientas y las técnicas, así como de las formas de la naturalela configuración del paisaje, fueron desapareciendo 'a un ritmo cada vez mayor. mbargo, no fue éste un proceso lineal. Se dio una especie de descomposición ual y combinada de habilidades culturales, avance tecnológico e impactos anos sobre la naturaleza. La tecnología pesquera siciliana diezmó la población rdinas de la bahía de Monterey; la tecnología ballenera de los noruegos, que strializaron la captura de ballenas, arrasó con los grupos de ballenas en sus aciones; la tecnología maderera del norte de Europa asoló los bosques de oias más lejanos y difíciles de aprovechar. Pese a todo se dio una marcha ineble hacia procesos de trabajo y tecnologías, así como hacia un financiamiento industria, desprovistos de cualquier huella étnica. Si bien al principio la indusla construcción ferroviaria solían tener financiamiento local, la banca se vole alcance nacional primero, y luego internacional, y ahora los mercados finans globales tienen tanta o más influencia en la configuración de la industria y la asignación de recursos como los sueños y los planes de los comerciantes y entes del lugar. La tecnología se ha desvinculado, en gran medida, de las fory aptitudes culturales étnicas o nacionales. Una corporación de Londres toma iones de vida y muerte acerca del uso de la tierra en el valle del río Pájaro. 28 Aunqelahbidoscnyljapercutivoólandsr de las fresas," la "fruta del diablo" se cultiva ahora con técnicas estandarizaardacke, op. cit., cap. 5. ihon bunk: Japanese culture: One hundred years in the Pajaro Valley, Watsonville, Pajaro Valley Aria il, 1992.
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das y sustancias químicas, y con gente cuyos antepasados vinieron de tres continentes. Las primeras obras importantes para producción de cal fueron construidas y manejadas por el hijo de una familia europea versada desde hacía mucho tiempo en las artes de la cal;" en la actualidad la extracción se hace con maquinaria y la combustión con hornos de alta tecnología; en los años 1880, en los lugares más remotos de la cañada Aptos, el capital se organizaba en mayor escala (aunque seguía dependiendo de la capacidad individual de los artesanos) y los trabajadores talaban, arrastraban y aserraban, a un ritmo nunca antes visto, antiguos bosques de secuoias. Hoy los árboles se talan, trasladan y cortan más o menos de la misma forma en toda la región. La mecanización del procesamiento de sardinas en Monterey condujo a un mayor nivel de capitalización de la industria y también al final del dominio de los cortadores de pescado chinos y japoneses, que tradicionalmente habían realizado esa labor a mano en las enlatadoras de pescado. 31 El individualismo de los arrendatarios escoceses e irlandeses en las colinas del distrito de Prunedale, que en un tiempo fuera la forma cultural en la que se desarrolló la agricultura de subsistencia diversificada, sólo existe hoy en sus vestigios ecológicos: en los noventa una mezcla de granja y huerto de frutales es trabajada por personas que se autodenominan "norteamericanas" y cuyos antepasados llegaron de todos los rincones del planeta. A diferencia de lo que pasaba "en los viejos tiempos", ningún grupo étnico tiene ahora el monopolio de la producción de verduras orgánicas con bajos insumos; en el mercado de granjeros de Santa Cruz hombres y mujeres de ascendencia europea, japonesa, china y mexicana venden sus productos lado a lado. En casi todos los sectores el mercado y los requisitos técnicos, los métodos de financiamiento y la organización del trabajo estandarizados han remplazado las formas previas, más unificadas, de cultura y de trabajo. Y también la economía de la naturaleza se ha volcado a usos que eran inimaginables antes del advenimiento del capitalismo industrial y financiero, así como de la tecnología y la ciencia modernas (esta última como forma específica de trabajo cooperativo que presupone cierto nivel de evolución cultural, productiva y ecológica). Tomates resistentes a las heladas, brócoli congelado, cosechas mecanizadas, agricultura química, granjas de árboles, estructuras posmodernas que no tienen relación alguna ni con los materiales locales ni con las tradiciones arquitectónicas del lugar... la lista de mercancías que ya no "encarnan" las formas de la naturaleza primigenia (ni los frutos de culturas étnicas determinadas) es prácticamente interminable. Un continuo espacio/tiempo específicamente capitalista ha desvinculado la producción de formas de naturaleza y cultura más antiguas. La Costera de Santa Cruz, el último parque de diversiones abierto de la costa pacífica, atrajo a los turis" Bob Piwarzyk, "The lime kilns of Pogonip", manuscrito inédito, s. f.
" "El corte, hecho tradicionalmente a mano por trabajadores chinos y japoneses, se fue volviendo menos especializado por nacionalidad a partir de la introducción de cortadoras mecánicas", Hemp, oft. cit., p. 89
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tas durante cerca de un siglo. Pero las clases de entretenimientos que se ofrecen y los visitantes que los disfrutan han cambiado. La primera vez que fui a la Costera, en los sesenta, había una Casa de la Diversión, donde por unos centavos los chicos podían jugar todo el tiempo que se les daba la gana, y hasta 1963 hubo una gran piscina de agua salada, en la cual los nadadores podían salpicar a gusto. Hoy el espacio se usa más "eficientemente" (es decir más rentablemente): la alberca y la Casa de la Diversión han desaparecido. Se paga por usar cierto número de minutos y segundos los carritos y los juegos electrónicos. El uso del tiempo libre está estandarizado. Y también lo está el paisaje cultural: el muelle remodelado de Santa Cruz es una especie de modernista bastardo; la parte alta de la avenida Pacific, en el centro, tiene rasgos que la asemejan a Carmel Village; hasta Watsonville, último bastión de la cultura mexicana, planea modernizar el centro. Monterey, Aptos Village, Capitola, Watsonville y Santa Cruz siguen teniendo algo de diferente, pero sus diferencias tienen tanto o más que ver con la riqueza y los niveles de ingreso que con las cultura étnicas y los ambientes o paisajes únicos. En la economía capitalista actual los vínculos entre culturas particulares y configuraciones de la naturaleza, por un lado, y divisiones específicas del trabajo y tecnologías, por el otro, están oxidados, rotos u olvidados desde hace mucho. En lugar de ellos hay una naturaleza convertida en mercancía y una cultura de la modernidad, un ethos de autodesarrollo y realización (más que el de una comunidad "arcaica"), y la universalización de la forma asalariada del trabajo. La reacción es una plétora de grupos preservacionistas de la cultura y la naturaleza que tratan de proteger o restaurar o recordar esa o aquella práctica cultural o paisaje tradicionales... en general abstraídos de los métodos de producción, las divisiones del trabajo y los tipos de mercancías predominantes que se producen hoy.
CONCLUSIÓN
Esta manera de pensar nos libera de tener que defender ya sea una tesis ambiental determinista y la pura política del lugar o un determinismo cultural y una estricta política de identidad. El viejo dualismo persiste sobre todo bajo la forma de cinturones verdes, parques estatales y festividades étnicas. Ha sido erradicado, en gran medida, de los intersticios de la producción, distribución, intercambio y consumo materiales, mayormente capitalistas, al igual que lo son sus paisajes y sus diversas "culturas corporativas". Esto sugiere que existe la posibilidad, al menos, de una política de clase que se ocupe de los asuntos ambientales locales y de la identidad política en su interconexión ron los problemas de desempleo, bajos salarios, falta de vivienda, pobreza, desigualdad y decadencia social. Resulta posible, al menos en principio, una imagen de la historia ecológica y social de la bahía de Monterey y de los temas y configuraciones políticos actuales
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de la región, que combine economía, sociología, ecología, ciencias del mar y de la tierra, arte, literatura y demás. Esa clase de imagen es necesaria también para lograr una recomposición sana y sostenida de la vida cultural, la actividad productiva y la regeneración ecológica. La materia prima proviene de las docenas de anticuarios locales, algunos de ellos excelentes historiadores aficionados, que gustan de los hechos por los hechos mismos. La famosa media luna que traza una curva tierra adentro desde Monterey hasta Santa Cruz es hogar de muchos hombres y mujeres lo bastante curiosos sobre una u otra faceta del paisaje y los restos de culturas étnicas más antiguas, así como acerca de la forma de la economía actual de la región, como para abocarse a la tarea de descubrir los secretos de la misma, develando los mitos y reconstruyendo el pasado de manera que resulte fructífera para un futuro más justo y equitativo. Tenemos especialistas en leones marinos, costas, secuoias, manejo de incendios, ciclos acuáticos, agricultura, planeación urbana, res auración ambiental, diversas tradiciones étnicas y multitud de otros objetos de estudio, aunque escasean los generalistas armados de métodos poderosos para pensar el presente como historia. Sin embargo no sólo se trata de comprender el pasado, sino también de cambiar el futuro. Pero de los que se preocupan por el pasado pocos, si acaso, han planteado las grandes preguntas: en nuestra sociedad, ¿qué debería ser la naturaleza? Esta es una cuestión normativa que presupone, en parte, responder la pregunta: ¿qué deDería ser la naturaleza? ¿Sobre qué tendrían que trabajar quienes lo hacen? ¿Cuáles deberían ser las relaciones sociales de propiedad y poder? Son éstas preguntas difíciles, primero porque el trabajo se invierte en propiedades privadas o estatales, y éstas aún no han sido democratizadas, en muchos casos ni siquiera para tener que rendir cuentas mínimas a la voluntad pública. Segundo, nadie tiene un método para percibir el ambiente, y por ende las posibilidades sociales y políticas latentes, como un artefacto al mismo tiempo cultural, material o económico y natural. Tal método presupone una visión holística de quiénes somos y cómo concebimos —y utilizamos— nuestro ambiente y nuestros recuerdos culturales, al igual que cómo nos usan éstos a nosotros. Nadie conoce la verdadera historia ecológica de la región (en el sentido pleno de estos términos), tan ocupados han estado los especialistas metiéndose con la historia social por aquí, la historia natural por allá, la historia económica en algún otro lado, evitando los difíciles problemas de cómo se articulan las mismas entre sí para producir ciertas interfaces físicas, estéticas y cognoscitivas. En última instancia es un problema del capitalismo, que separa cada vez más a la gente do los medios y objetos de producción y de su entorno, y que ha naturalizado el mundo social y económico bajo el emblema del libre mercado y la competencia. A la mano de obra asalariada se la mantiene ignorante de los matices del suelo y el agua en los campos y de las reacciones físicas y químicas en las fábricas; los residentes ya no pueden percibir el clima olfateando el aire, calculando la dirección del viento. Hay una especie de ignorancia sistémica, estudiada, de las
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has y diversas interfaces entre la existencia socioeconómica y la naturaleza. a es un paseo por el parque estatal Henry Cowell; la cultura es una visita al Pherson Center for Art and History de Santa Cruz; el trabajo está detrás de os en los que se lee: "Propiedad privada, prohibida la entrada." nto a ello hay un problema de nuestro sistema educativo, incluyendo las insciones de educación superior, en las cuales están notoriamente ausentes la cia y el arte transdisciplinarios. La especialización del conocimiento (el "monoivo de la mente"), pese a los esfuerzos por amontonar distintas disciplinas con ótulo de "estudios interdisciplinarios", es tan nociva para nuestra mente como s para nuestro cuerpo la especialización del trabajo en los campos, en las fábride alta tecnología y en los expendios de comida rápida. En un mundo que ula cada vez más el modelo del capital global, donde la cultura humana es "cal humano" y "capital comunitario", y la ecología, el ambiente y el paisaje son pital natural", en un mundo totalizador de una magnitud y un poder inimagiles, muchas veces las instituciones destinadas a esclarecer producen una ignocia deliberada. Sin profundas reformas al modo en que producimos conocinto, que presuponen reformas más profundas aún a las relaciones de poder rigen la educación y otras instituciones, la respuesta a la pregunta ¿qué debeser el trabajo? será alegremente provista por el capital. El trabajo será para la ucción y la ganancia y la acumulación (y los fines de semana y en las vacaciopara el preservacionismo de la naturaleza y la cultura). Esto responde también egunda pregunta: ¿qué deberían ser la naturaleza y la cultura?, ya que ambas, aneras diversas e importantes, son lo que el capital y el trabajo asalariado han o de ellas. ra y sigue siendo cierto que en la región los ciclos hidráulicos, la actividad siva, las variaciones del clima y demás, así como las identidades étnicas perbles, aunque más que nada simbólicas, de la bahía de Monterey, resultan crues para comprender las fuerzas que han configurado el destino del paisaje y la oria de los pueblos de la región. Pero es más cierto aún que los biorregionas que privilegian la naturaleza y la política del lugar, y los multiculturalistas hacen énfasis en la etnicidad y la política de la identidad, corren el peligro de rar las interacciones dialécticas entre el lugar y la identidad, por un lado, y la sión del trabajo, la competencia y el mercado mundial, por el otro, pasando alto así el papel central de la clase económica y social. De hecho éste puede un buen momento para redescubrir la política de clase y las formas en que se ula con la de lugar y la de identidad, no sólo en nuestras interpretaciones del do sino también —cosa más importante— en nuestras visiones y nuestra polídel futuro.
4 LA NATURALEZA DE LA CONSTRUCCIÓN Y LA CONSTRUCCIÓN DE LA NATURALEZA EN FALL CREEK, FELTON, CALIFORNIA, 1860 A 1990: UN GUIÓN*
INTRODUCCIÓN
La belleza de Fall Creek (transparencia). Ésta es la narración de la historia natural y la naturaleza histórica de una pequeña cuenca hidrológica y una cañada en las montañas de Santa Cruz, en la región de la bahía de Monterey, en California. Puente viejo: Fall Creek. La forma de la narración es la "historia ecológica", el estudio de los modos en que el trabajo humano, o la producción material, depende de formas y fuerzas naturales, geológicas, climáticas y de otros tipos; de las transformaciones ecológicas que acarrea la apropiación de la naturaleza por parte de los seres humanos, y los cambios asociados en la experiencia humana y la conciencia de la "naturaleza". Puente nuevo: Fall Creek. La historia ecológica expresa la naturaleza histórica de trabajo humano, y también de la ciencia ecológica, de la sensibilidad misma. Cañada: clase up. La primera premisa de la historia ecológica es que la historia de la naturaleza es la historia del trabajo humano combinada con la de la propia economía de la naturaleza. Pero nos estamos adelantando...
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Carreta. En la segunda mitad del siglo xix y el primer cuarto del xx la economía industrial del oeste del condado de Santa Cruz se basaba principalmente en la exportación de materiales de construcción a San Francisco, San José y otras ciudades en rápido crecimiento del norte y el sur de California. Secuoias. Las tablas y muchos otros productos de madera empleados en la construcción, y fabricados a partir de los bosques nativos de secuoias, eran la exportación más rentable. Puerta de horno de cal. Le seguían en importancia la fabricación y exportación de cal para producir argamasa y yeso, utilizados también en la construcción; la pólvora negra para dinamitar túneles del ferrocarril, minas y canteras; los cueros. *En coautoría con Barbara Laurence.
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Tocón de secuoia. Hacia los años veinte los bosques primigenios de secuoias prácticamente habían desaparecido. Horno para cal en Fall Creek. La industria de la cal, que dependía a su vez de las secuoias como combustible para sus hornos, había declinado drásticamente. Cantera Cowell. La mayoría del puñado de canteras grandes de piedra caliza y de las decenas de otras pequeñas quedaron abandonadas. Avellanos. Empezaron a escasear los arbustos de avellano que los productores de cal y de pólvora talaban para hacer barriles. Encinos. Lo mismo ocurrió con los encinos que producían ácido tánico para las curtiembres del lugar. Puente cubierto Felton. El ferrocarril de montaña y los puentes cayeron en desuso. Puente natural. Mientras tanto, la parte occidental del condado exportaba también su otro recurso fundamental: su clima fresco en verano, sus plantas, el sol y el mar, el paisaje de montaña: la base de la industria turística local. Río. Y también los ríos y arroyos de Santa Cruz. A partir de los años 1860 los visitantes de San Francisco, San José y otros lugares empezaron a tener importancia en la economía del lugar. Costera. Después del despojo de sus materias primas, el occidente del condado se fue especializando cada vez más en el turismo proveniente de las ciudades cercanas, también construidas, al menos en parte, con la madera y la cal procedentes de las montañas de Santa Cruz. El turismo se convirtió en la principal industria de exportación probablemente hacia el segundo decenio del siglo xx, y sigue siéndolo hasta hoy. Hornos de cal de Fall Creek. Una parte de la economía del siglo xix eran los obrajes de cal y el taller de barriles de Fall Creek, Felton, diez kilómetros curso arriba del río San Lorenzo a partir de la llanura aluvial del Santa Cruz. Fall Creek se inicia en la cima de la montaña Ben Lomond y desagua en el San Lorenzo, en Felton. Blue Cliff. El obraje de cal se construyó tres kilómetros corriente arriba, en la ladera de una colina empinada formada de carbonato de calcio —piedra caliza— de alta calidad. Se lo construyó en el decenio de 1860, cerró temporalmente durante la depresión de los años 1890, reabrió y luego cerró definitivamente en 1919. Helecho con hojas de arce. Hoy se considera que Fall Creek es uno de los lugares más hermosos que se pueden visitar en el condado de Santa Cruz. Se ha vuelto parte de la economía turística, sobre todo para visitantes de fin de semana. También es un lugar excelente para descodificar las formas en que se combinan o entremezclan la economía de la naturaleza y la economía humana. Paisaje de Fall Creek. La cuenca es escarpada aunque en pequeña escala. Su historia económica y social es relativamente simple. Lo mismo puede decirse de su historia natural y de sus ecocomunidades costeras. Fall Creek es una especie de universo autocontenido, un laboratorio en el cual se pueden estudiar las maneras en que la actividad humana y la economía de la naturaleza se influyen y modifican mutuamente.
Horno para cal visto desde arriba (esta foto y la de la página siguiente son de Catharina Marlowe).
Tanque de agua.
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Hongos. Fall Creek atrae a muchas clases de visitantes. Para algunos la cuenc parte de la naturaleza en las montañas de Santa Cruz. Taller de barriles. A otros les llama la atención como parte de la historia eco mica y social de Santa Cruz... como arqueología industrial, incluyendo este sitio viejo taller de barriles. Refrigerador para carne. Pero la cuenca no es más historia que naturaleza. E resultado de la economía de la naturaleza y de la actividad material humana, c binadas o entrelazadas.
EL ACCESO A FALL CREEK
Entrada al parque. Fall Creek es "segunda naturaleza" o "naturaleza humaniza La entrada al parque ilustra esta realidad. Sugiere una naturaleza rural, ordena segura y gratamente invitadora. El camino, con su doble línea central, nos pro te la seguridad de lo que llamamos civilización, indicando autoridad ofici orden. Estacionamiento. El estacionamiento sin pavimentar y la falta de instalacio para visitantes son señales de que Fall Creek está poco desarrollado.., lo que in ca que Los que lleguen podrán encontrar una naturaleza romántica, "no tocada la mano del hombre", una huida accesible de la vida urbana. Señales y portal. Instructores preparados guían las caminatas por Fall Creek. de las más populares son las que ofrecen la Santa Cruz Mountains Natural Hist Association y el Santa Cruz Museum. Los instructores de la History Associatio concentran en los restos físicos del periodo industrial; los del Santa Cruz Muse en la variedad de especies vegetales de la cuenca. Cartel del Fall Creek Parle. Este cartel que anuncia el parque resulta involunta mente emblemático de la historia y la naturaleza. "6 a. m." denota el horario cial en una época en que el reloj mide la actividad humana. "Puesta del sol" corr ponde al tiempo natural, remanente del pasado precapitalista, cuando la activi era la que medía el tiempo.
EL PROCESO DE TRABAJO
Secuoias y acedera. Las operaciones madereras y caleras del siglo xix transformaro ecología de Fall Creek... así como la economía y la sociedad del norte y la costa c tral de C21ifornia. Esta narración comienza con la ecología original de la cuenca. gran imagen ecológica de Fall Creek es -una larga historia de fuertes terremot movimientos de tierra, magma borboteante e importantes cambios de clima.
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La erosión llena la cañada.
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Estanques de desove.
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ranito y secuoia. Aquí hay un detalle ecológico económicamente relevante. Los ues y rocas de granito en las márgenes de la cañada conservan el suelo. Esto ite que crezcan secuoias, de raíces poco profundas. Los obrajes de cal explon una naturaleza integrada: el granito ayudaba a crecer a las secuoias. ocón de secuoia. Las secuoias y otras especies de árboles se cortaban, se transaban en carreta hasta donde estaba el horno y se usaban como combustible del mo. La naturaleza proporcionaba un acceso barato y fácil al combustible. antera: Blue Chff. Las formaciones calizas de mármol de Fall Creek se crearon la compresión de capas de carbonato de calcio formadas por antiguos fósiles inos. El magma calentó esos materiales compactados a temperaturas increíbles, ndo una roca cristalina con la cual podía producirse cal de alta calidad. Blue f se explotó dinamitando la ladera de la montaña. Tiene cien metros de altura una de las tres canteras de caliza más grandes de la región. aseta para almacenar pólvora. Los trabajadores italianos y portugueses, algunos llos poco más que esclavos, llevaban la pólvora barranca arriba desde esta ta. ieja vagoneta del tren, encima del horno. Luego los trabajadores cargaban la piedra za, en trozos como del tamaño de una cabeza humana, en un tren de vagoneque operaba por gravedad y que seguía esta ruta por encima de los hornos. ieles. El tren de vagonetas bajaba por rieles de trocha angosta desde la parte de la cantera hasta los hornos.
Horno para cal visto de frente
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Camino de carretas.
Parte superior de un horno. Los primeros fabricantes de cal de la zona, que trabaj aban por cuenta propia, construían y manejaban hornos de un solo crisol. Pero con la introducción del trabajo asalariado se requerían tres hornos para mantener ocupada y plenamente explotada la fuerza de trabajo. Uno de los hornos se encendía mientras el segundo se enfriaba y el tercero volvía a llenarse. Frente de un horno. A finales del siglo )(Ex estos hornos producían entre el 20 y el 40% de la cal de California; la mayor parte se exportaba a San Francisco o se utilizaba en el lugar. Ciudad de Santa Cruz: Long shot. Así Fall Creek ayudaba a construir las ciudades cercanas, incluyendo Santa Cruz, que desarrolló estructuras sociales, valores y ambientes típicamente urbanos. La urbanización creó una necesidad social o demanda de escapar, de "volver a la naturaleza". Y la "vuelta a la naturaleza" incluyó la vuelta a Fall Creek. Edificio Flatiron. La economía de Santa Cruz, exportadora de materiales de construcción (incluyendo los obrajes de Fall Creek), contribuyó a crear la base material de una población urbana. Así el oeste del condado ayudó a aumentar la demanda social de sus propios esparcimientos ambientales. Por decirlo así, Santa Cruz y Fall Creek satisficieron su propia demanda. Frente de un horno. Los obrajes de cal de Fall Creek fueron abandonados en 1919,
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debido a la competencia del cemento Portland, a la escasez de mano de obra inducida por la primera guerra mundial, y al agotamiento de las secuoias. Las condiciones de trabajo explican en parte por qué se usaba este diseño de horno (técnicamente muy viejo), así como la época en que se abandonaron los trabajos. Puerta de un horno. A partir de 1930, gracias al movimiento sindical y a la mejoría general de las condiciones de trabajo, ningún obraje de cal como ésos podía atraer obreros en Estados Unidos. Los bajos salarios y las malas condiciones de trabajo —incluyendo un calor intenso, quemaduras y caídas frecuentes, olor a azufre, aire contaminado y ruidos atronadores de la cantera— eran demasiado miserables. Dentro del horno. Melancolía nostálgica. Hoy los hornos evocan una especie de melancolía, como los castillos en ruinas para los románticos ingleses del siglo xviii. Parte superior del horno. Éste es un horno visto desde arriba; parece la tumba de un gigante recuperada por la naturaleza, que, literal y figurativamente, suaviza la historia. Pila de escombros. Después de la quema se separaban las impurezas de la cal y se las echaba a paladas en barriles, que después se cargaban en carretas. Sitio del almacén. Aquí había un gran almacén que iba de un lado a otro de la cañada —rellena por entonces—, donde se mantenían bajo techo los barriles de cal vacíos y llenos antes de que las carretas los sacasen del cañón rumbo a Felton, luego al muelle de Santa Cruz y, con la inauguración del ferrocarril, a un vagón de carga. Pala. Después de la quema los trabajadores limpiaban a pala la roca impura que quedaba —incluyendo la que se usó para los arcos— de las puertas delanteras de los hornos. Tanque de agua. Debajo de los hornos se construyó un tanque. El barrilero usaba madera de secuoia para los tablones y avellano para los aros. La madera se remojaba en el tanque para poder curvar los tablones. Montón de leña. La fibra de la secuoia en trozos de este montón de leña ardía mucho tiempo e intensamente, y se la usaba como combustible. Quedan unas ochenta cuerdas de leña (madera en pedazos de dos metros y medio, el ancho del horno); se necesitaban unas setenta cuerdas para una quema, que duraba más o menos tres días. Pila de escombros. Junto al arroyo, corriente abajo del obraje de cal, crecen sicomoros y hiedras sobre una enorme pila de escombros, compuesta de lo que se descartaba al cargar el horno y después de encenderlo. Los escombros se usaron para rellenar el arroyo cerca de los hornos y para hacer el camino de carretas. Muros de contención. Tres muros de contención soportaban el camino de carretas que salía de los obrajes. Eran tres muros porque ése era el diseño que estabilizaba más la ladera. Relleno del arroyo. Donde se encuentran las dos ramas del arroyo se rellenó la sur para hacer el camino de carretas. La erosión subterránea ha carcomido el camino por debajo.
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Desechos en la cañada. Abajo de los obrajes de cal la cañada es una especie de tiradero de basura lleno de los desechos de la naturaleza y de la historia. Camino de carretas. Se usaron piedras del lecho del arroyo para pavimentar el camino de carretas, que ahora es la principal senda para visitantes. Aquí una generación de caminantes ha alisado los filos de la historia, creando un lugar seguro y atractivo para pasear.
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Control de erasión en la cañada.
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LA RESTAURACIÓN DE LA CAÑADA
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Secuoias. Después que cerraron los obrajes de cal mucha gente pasó por Fall Creek. Metal en los bosques. Residentes cercanos buscaban el metal de desecho en la cuenca, así como madera, leña, nudos de secuoias, bayas, hongos, helechos y cosas por el estilo. En los sesenta los hippies hacían campamentos con la madera y los ladrillos que habían quedado. Foto escénica de la cañada. La gente del lugar pescaba en el arroyo y usaba el área de los hornos para tirar al blanco. Los chicos jugaban en el agua y trepaban por la cantera (algunos se cayeron y resultaron heridos; dos murieron). En 1972 el Servicio de Parques añadió Fall Creek a su colección.
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ñada restaurada, estanques de desove. A mediados de los setenta David Hope, ente de Santa Cruz y funcionario del condado, organizó la restauración de un de la cañada, donde acostumbraran desovar salmones y truchas arcoiris. Los reros habían eliminado el dosel de árboles y, con él, la sombra que los peces rían para dejar progenie. La construcción del camino y los deslizamientos de habían creado sedimentos que cubrieron el lecho de grava del arroyo, tamecesario para que los peces desovaran. ñada restaurada, estanques de desove. Se inició el trabajo de restauración del o. Técnicamente estos escalones en el mismo sirven para dos cosas. Canalizan ua para mantener un flujo profundo; también crearon estanques de desove en ones de agua mansa, constantemente renovada para que no se estanque. Culmente, si bien la cañada parece "natural", en realidad está construida de do con cierta estética de la naturaleza. ques de piedra en el arroyo. El arroyo "construido" es el modelo "clásico", ya que e un equilibrio de lógica y expresión o sentimiento. La lógica está en el diselos escalones por los que suben los peces, y se basa en la capacidad de los es de piedra y las rocas para soportar fuertes tormentas. La expresividad está uso de materiales naturales del lugar: roca, piedra y madera. El restaurador una concepción de la naturaleza como algo pacífico e invitador, no como un desolado, extraño y amenazante. oyo: Close up. A la naturaleza se le da exactamente el aspecto que esperan ntrar los residentes urbanos que buscan un escape... tal como se imagina que otra época. oyo restaurado. Se impuso un modelo especial de la naturaleza, familiar desde ca de los románticos ingleses: silvestre pero atractiva y segura. Mas el modela biosfera que se expresa en la restauración está sumamente simplificado: señado como lugar para desove de los peces. Otras especies de vida —algas, os, pájaros— no merecen la misma atención. oyo restaurado/troncos caídos. Mientras tanto los troncos caídos son arrastrados arroyo, poniendo en peligro los escalones. La historia actual y la naturaleza a, la naturaleza actual y la historia pasada, están inextricablemente unidas sí. ñada restaurada.Estos troncos, bloques de piedra y rocas están puestos en una del arroyo para controlar la erosión. Alejan la corriente de la orilla de una maue pretende parecer natural. ques de piedra/cable. Un cable mantiene en su lugar los bloques de piedra. as/malla de alambre. Se alcanza a ver la malla de alambre que contribuye a soslas piedras. La naturaleza descubre los intentos del hombre por hacer que a natural.
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EL IMPACTO ECOLÓGICO DE LA CAL Y LA MADERA
La belleza de Fall Creek. Mientras tanto, independiente de todo esfuerzo por resta rar la cañada y manejar el parque, la ecología de Fall - Creek cambió drásticamen durante los últimos cien años. La belleza de Fall Creek. Las condiciones de producción en Fall Creek contribuy a explicar el diseño de los hornos, el modo de operación de la explotación mad rera y de los obrajes de cal, y el momento en que se cerraron estos últimos. La belleza de Fall Creek. Los mismos, a su vez, ayudan a explicar el tipo y el mome to del impacto ecológico del uso industrial de la cuenca. La historia de la natur leza en Fall Creek es, de algún modo desconocido e incognoscible, parte de la hi toria del trabajo entre 70 y 130 años atrás, así como de la economía de la naturale en ese mismo periodo. La belleza de Fall Creek. En un principio el periodo industrial tuvo el efecto devastar la ecología de Fall Creek. De acuerdo con los autores del único estud ecológico conocido sobre la cuenca, "Durante el periodo de tala y minería [...] extrajo mucha biomasa." La belleza de Fall Creek. Y los autores continúan diciendo: "La vasta destrucción d la cubierta vegetal [...] aumentó la erosión de los suelos, cambió los microclimas creó un hábitat nuevo, casi uniforme [y] una actividad de sucesión caracterizad por el decremento de la diversidad de la flora y de su complejidad distributiva." La belleza de Fall Creek. Pero a medida que fue pasando el tiempo "la biología volvió más complicada. Dentro de la [...] cuenca la energía ha existido como u sistema de biomasa y acumulación, y al sistema se incorporaba mucha más energ que La que se liberaba. La radiación solar es absorbida por una cantidad —que cr ce año con año— de vegetación leñosa y cubierta del suelo del bosque. Flores. Luego la cuenca se volvió ecológicamente más variada. Con la desapa ción del dosel original de secuoias podía crecer más flora. La belleza de Fall Creek. Con el tiempo apareció una mayor variedad de helecho plantas de flor y arbustos. Las lluvias estacionales y la erosión cambiaron también cañada misma. El hecho ecológico de que el trabajo humano recreó, intencional no intencionalmente, una ecología diversa, es una de las razones por las que Fa Creek es un lugar dilecto al que se escapa la gente de las ciudades cercanas. Flores azules. La ecología actual de Fall Creek es resultado también de las regl y reglamentos del Departamento de Parques, de la reparación de sendas, con trucción de puentes y otras obras de mantenimiento y mejoramiento por parte d personal y de voluntarios. La cuenca se realmente una especie de jardín. Y los ja dineros toman decisiones acerca de qué cultivar y qué no, ya sea por intención por efecto. Helecho. Helechos y matorrales de chamizo, culantrillo, campanillas, madreselv lotos, rosas silvestres, zarzamoras, frambuesas y otras plantas prosperan en áre perturbadas de la cuenca.
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Secuoias. Lo mismo ocurre con las secuoias, tan numerosas hoy que probablemente nunca lleguen a tener el tamaño de los árboles primigenios. Un resultado de la protección a las secuoias es que algunas otras plantas y helechos no lograrán sobrevivir cuando el dosel de árboles sea más alto y denso. Los helechos arbóreos y los helechos dorados, que necesitan sol, pueden desaparecer. Avellanos. Pero los avellanos han reaparecido, y el acebo y la retama florecen cerca del agua y a las orillas del camino. El resistente helecho espada, que abunda en las áreas muy sombreadas, va a sobrevivir. Encinos. Los encinos se reproducen prolíficamente. Hojas de arce. Y también los arces de hoja grande, que crecen en densos grupos en los escombros de piedra caliza, al pie de Blue Cliff y en los claros cercanos al agua. Hongos. En un tiempo Fall Creek era un buen lugar para los recolectores de hongos. Ahora el estado prohíbe a los visitantes recoger hongos, así como llevarse helechos u otras plantas, con lo que de hecho se toma otra decisión en materia de jardinería. Igual que en una reserva natural, sólo podemos apropiarnos de la imagen del objeto real en una foto, no de la cosa misma. Catalinas. Sigue siendo misterioso de dónde viene esta colonia de catarinas, cómo escogen Fall Creek en la ruta de su migración y por qué se van repentinamente a mediados de febrero, volando con una corriente de aire caliente. Hiedra. A la hiedra se le han dado muchos nombres, entre ellos "la huella del hombre". La plantaron los trabajadores para humanizar su entorno, y tal vez para controlar la erosión y el polvo. Vinca. Esta vinca y la hiedra cubren el pasado de quienes las plantaron, como si hubiesen querido suavizar los afilados bordes de su propia historia. Aquí el hombre sigue dominando a la naturaleza en el sentido de que estas especies introducidas dominan a la flora nativa. Manantial. Debajo del obraje de cal el agua sale borboteando de un pequeño manantial subterráneo. Cuando se rellenó el arroyo, corriente arriba, siguió vivo debajo de los escombros y cambió de curso. Cañada. Piedras, helechos, luz y agua se combinan en este tramo de la cañada para crear un paisaje de naturaleza romántica digno de la imaginación urbana nostálgica más exigente.
INTERPRETACIÓN
Foto escénica de Fall Creek. Una vez Karl Marx escribió que la producción no sólo crea los objetos que satisfacen las necesidades, sino también las necesidades satisfechas con esos objetos. Este estudio es una variación sobre ese tema. Fall Creek produjo la cal que ayudó a construir la California urbana, incluyendo las ciudades de San-
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ruz y Felton. La vida urbana constituyó una cierta estructura social y la necesisocial de escaparse y volver a la naturaleza. Foto escénica de Fall Creek. La naturaleza que buscan los citadinos de la zona y os visitantes incluye a Fall Creek, que ya no es un lugar salvaje pero que no está arrollado y parece natural. Foto escénica de Fall Creek. O, en otros términos, Fall Creek es un ejemplo de la uraleza tal como quiere verla la imaginación urbana. Así se cierra el círculo: Fall ek satisface su propia demanda, en el doble sentido de ayudar a construir cens urbanos y de verse y sentirse como la clase de naturaleza que esperan los visites urbanos que buscan escapar de la ciudad y ver la "naturaleza". Viga del almacén en el arroyo. Fall Creek sólo parece "naturaleza pura". De hecho la cuenca la historia se mezcla con la naturaleza de maneras obvias, como esta richosa viga en el lecho del arroyo. Lo insólito de Fall Creek. Y de maneras insólitas, como este marco de la puerta de horno incrustado entre los desechos del suelo del bosque. Tanque de agua. Lo que vemos en la cuenca, lo que olemos y oímos, y el sentido seguridad que experimentamos en sus senderos, tiene tanto que ver, a su manecon el desarrollo del capitalismo en Occidente, como con los propios ritmos de aturaleza. Carreta. Las herramientas y condiciones de trabajo, el agotamiento del bosque, cambios tecnológicos de la producción de materias primas y el papel de Calinia en la economía mundial a finales del siglo xix y principios del xx son elentos que contribuyeron a construir la naturaleza actual de Fall Creek. Tocón de secuoia. Pero —por decirlo en una sola palabra— el dualismo occidennos ha impedido ver la dialéctica de esta historia natural y naturaleza histórica. ello tiene tanta importancia la historia ecológica, que desconstruye los muros ológicos que se yerguen entre la historia y la naturaleza, y crea una nueva comnsión del presente como historia y como naturaleza.
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NTA DE DOS CIUDADES: GO Y LOS ÁNGELES
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le dedicado un número de Antipode, la revista de geografía radical, a un simsobre Nature's metropolis: Chicago and the Great West [La metrópolis de la naturahicago y el Gran Oeste], libro que consolidará la posición de William Cronon uno de los principales historiadores ambientales de Estados Unidos, es —cocen en Hollywood— un buen concepto. Pero el tratamiento es, en gran a, un fracaso. Once especialistas radicales, en su mayoría geógrafos marxissalzan el estilo literario de Cronon y sus proezas narrativas, su minuciosa igación y su pasión por el tema, y su disposición a ocuparse del complejo prode las formas en que Chicago y sus hinterland se modelaron y configuraron mente durante la segunda mitad del siglo xix. Sin embargo, con excepción s o tres de los colaboradores, todos acusan a Cronon de ingenuidad teórica lo tanto, de no haber hecho lo que creen que el autor se propuso (o debeberse propuesto) hacer. La crítica, muchas veces mezquina, otras venenosa, a el aprecio por un factor de dos o tres. Pero no es ésta la razón por la que a el simposio, ya que la equidad y la eficiencia, según nos enseñan los ecotas, son dos cosas distintas. La razón es que en su "Respuesta" Cronon no oce ni uno solo de los puntos señalados por sus críticos. Buen podría haber : "Si me hubiese sido posible leer todas las contribuciones a este simposio de escribir mi libro, hubiese escrito exactamente el mismo libro." Cuando los s especialistas no aprenden nada unos de otros, algo anda mal. quí interviene algo más que los intereses personales y los egos. Hay por lo s otras tres razones de que los críticos de Cronon hablen sin ser oídos por él. imera es que el mismo Cronon no es todo lo claro que debería ser sobre cuán realmente su método y su objeto de estudio, lo cual, naturalmente, incoa los ponentes de inclinación teórica. La segunda es que los geógrafos marno explican su método todo lo bien que deberían hacerlo, ni demuestran de anera su enfoque arrojaría mejores resultados que el de Cronon. 1 (La forma crítica es grosera con tanta frecuencia que se necesitaría un erudito muy s excepciones se señalan en el texto. No obstante, ni siquiera Allan Pred, que aporta las críticas lógicas más elaboradas (a saber, que Cronon fusiona la configuración de los paisajes tanto como cuanto como resultado de la intervención humana contingente a las historias previas de persoaturaleza, es decir a las condiciones habilitadoras y limitantes insertas en los productos de la
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paciente y sabio para que pudiese abrirse paso entre sus argumentos y separar grano de la paja.) Por último, incluso si los participantes lograron exponer d manera útil el método marxista, tengo la sensación de que Cronon igual hubie ignorado a sus críticos, ya que no es marxista (aunque afirma comprender el ma xismo) ni quiere serlo. Cronon "se pregunta" si sus críticos consideran que Nature's metropolis tie grandes fallas debido a sus propias "expectativas" irreales, más que al "desempeño del autor. Pero parece estar algo confundido acerca de cuál es realmente s desempeño y, por lo tanto, de lo que sus lectores tienen o no derecho a espera Sus narrativas ("relatos") tienen la clara intención de contar con una base teórica pero no queda claro de qué profundidad ni de qué clase de teoría. Tres o cuat críticos condenan el libro porque no explica la dinámica del desarrollo region de Chicago. ¿Qué impulsaba a la ciudad que devastó así la naturaleza? Pero pued ser que la intención de Cronon nó fuese explicar el desarrollo regional per se si más bien los efectos del mismo sobre la naturaleza. En el libro dice que su intenció es escribir "una historia de la relación entre Chicago y el Gran Oeste", y en part cular analizar las transformaciones económicas y ecológicas que experimentaro la gran ciudad y sus hinterland. Pero también convierte en agentes del cambio a lo comerciantes, intermediarios, especuladores y promotores de Chicago, lo cua puede verse o no como una afirmación teórica. Asimismo, en su respuesta a imputación de Carolyn Merchant de que su misma descripción de la transform ción del Gran Oeste es incompleta, Cronon replica que su omisión fue deliberad que ya había tratado el tema en su libro previo sobre la historia ambiental de Nu va Inglaterra. El autor tampoco se ocupa de la transformación ecológica de Ch cago mismo, ya sea en el nivel de la destrucción del ecosistema o en el de la ap riencia de los paisajes culturales. "Cronon no cierra el círculo que une el campo la ciudad —escribe Merchant— detallando el regreso de aguas, humo o desecho al campo y los ríos." Tal vez Cronon precisa su verdadero objetivo en su "Respuesta". Afirma en el que escribió el libro "para investigar [...] las muchas formas en que la gente se ena jena del mundo natural del cual depende su vida [...] explorando el crecimient de una gran ciudad en relación con los sistemas naturales que hacen posible es crecimiento". Ralph Saunder y Sallie Marston añaden: "Cronon demuestra cóm Chicago se desarrolló simultáneamente con la ruina del mundo natural que rodeaba y, lo que es más importante, por medio de ella." Es justo. Sólo nos rest añadir "ignorando mientras tanto la dependencia de la ciudad de la fecundida natural y la forma en que asoló [la naturaleza primigenia] ". El problema es qu este propósito no puede realizarse sin otra investigación paralela sobre las forma en las que la gente fue enajenada de los medios de producción, de su trabajo y de
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137 producto del mismo, y de las demás personas (no sólo de la naturaleza), todo lo cual está ausente de la narración de Cronon. Esto sugiere también que el objetivo de éste es explicar los efectos de la dinámica del desarrollo de Chicago y sus hinterland sobre la naturaleza (y sobre los seres humanos, en la medida en que los mismos se alejaban de la naturaleza), no la dinámica misma. Cronon dice que no trató de brindar "a los lectores [del libro] una teoría global de la urbanización, el cambio regional, la industrialización y la dinámica interna del crecimiento capitalista". Si bien se concentra en comerciantes, ferrocarriles y mercados, asevera que "en ningún momento afirmo que el transporte, el comercio, los mercados o el movimiento de mercancías fuesen los únicos determinantes del crecimiento de Chicago [...] Me limito a decir que fueron muy importantes y que al pensar sobre ellos podemos aprender muchísimo respecto a la relación de la ciudad con sus hinterland" Bastante justo, también. Pero esta clase de enfoque no explica realmente nada, sino que se limita a aislar un factor o conjunto de factores entre otros, sin decir cuáles son esos otros factores ni cómo se articulan con los primeros. Cronon afirma que "su brújula se orienta en las vías que llevan de y hacia la ciudad, siguiendo las rutas que vincularon a la comunidad humana llamada Chicago con el mundo natural del cual la ciudad llegó a ser una parte tan importante": el transporte y los ferrocarriles. Los ferrocarriles son temas engañosamente simples, y la brújula de Cronon puede llevar a sus lectores en una dirección teórica equivocada. El transporte es capital productivo, cosa que no menciona ningún integrante del simposio. (Hasta el "puro" intercambio de trabajo en la caja del supermercado tiene un momento productivo, cuando las compras se meten en bolsas.) Los ferrocarriles se construyeron por más de una razón, lo que complica todas las historias que tienen que ver con ellos. Consolidaron el poder de Chicago, así como de sus comerciantes y empacadores de carne, sobre el campo; fueron también una salida para el capital excedente y parte de la creación del imperio transcontinental llamado Estados Unidos. Tal como ocurre en la creación de autopistas interestatales y shuttles espaciales, en la construcción de ferrocarriles se combinaron consideraciones políticas y militares con motivos económicos. Ni siquiera está claro si Chicago y sus hinterland hubiesen sido significativamente diferentes si los trenes nunca hubiesen remplazado los canales. De no ser así, Cronon les presta excesiva atención a los ferrocarriles en sí mismos y muy poca a su papel como medio para reducir el tiempo de revolvencia del capital y de acelerar la historia (aunque, en sí misma, su descripción de la reglamentación y disciplina del uso del tiempo requerido para la eficiencia ferroviaria es excelente). Escribe esta sabia frase: "Ahora [...] sabemos que la narrativa funciona apoderándose de una porción de realidad, disponiéndola en una secuencia atractiva y haciendo que esa secuencia parezca completa, pese a todas las evidencias en contrario." Sin embargo elude la cuestión de cómo decide uno los criterios que usará para determinar qué extraerá, para su investigación detallada, de la masa de la historia, y qué dejará en los archivos. Con bastante frecuencia parece que los criterios
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de Cronon tienen que ver con las características físicas de las cosas; los trenes y sus cargamentos, por ejemplo, se definen como valores de uso, no valores de cambio; como formas de entrar y salir de la ciudades, no como maneras de acumular capital. Probablemente ésta sea otra fuente de la confusión de sus críticos acerca del propósito y método del autor. Nature's metropolis, ¿es una narración descriptiva o también se plantea "por qués"? Creo que hace las dos cosas, pero en ambos casos de manera ambigua, por lo que ninguna de ellas resulta totalmente satisfactoria. El autor no aclara cuáles son sus hipótesis, cómo se las puede someter a prueba, qué datos en contrario habría que buscar y qué opacidad desea penetrar: si la ideología desconstruida o una narrativa previa revisada. Esta laguna resulta especialmente incómoda para los marxistas, que aprenden a desarrollar sus propias perspectivas teóricas en forma de una crítica a la "teoría burguesa" —expresión que los críticos de Cronon evitan— y a su método. Cronon ignora a sus críticos no sólo porque sus metas y métodos no están claros (por lo cual aquéllos no saben ni pueden saber qué tienen derecho a criticar), sino también porque los geógrafos marxistas no explican demasiado bien sus propios métodos (lo que a su vez irrita al autor de Nature's metropolis). Cronon afirma que sus críticos se molestaron porque no escribió el libro que ellos querían que escribiese, un libro que explicara la dinámica de desarrollo de Chicago y del Gran Oeste en términos de una teoría de tipo marxista de la producción, circulación y acumulación de capital. Mary Beth Pudup se queja de que "la preocupación exclusiva de Cronon [es] la circulación [...] Las ruedas del comercio son las que ponen en movimiento a Chicago." Phillip Scranton escribe: "La exclusión [del crecimiento industrial] nos permite observar más profundamente las mutaciones del intercambio mercantil, pero a falta de un análisis igualmente penetrante de la producción empobrece el argumento en su conjunto." ¿Qué diferencia hace que Cronon ignore lo que dos críticos llaman la "primacía de la producción" y un tercero denomina las "relaciones de producción"? Asumamos que trató de que su libro no sólo describiese los efectos del desarrollo regional sino también que lo explicase. Los críticos ofrecen muchísimos consejos gratuitos acerca de lo que tendría que haber hecho Cronon, y de lo que hubieran querido que hiciese, pero mucho menos respecto a cómo debería haber hecho lo que ellos querían que hiciese. Tampoco explican qué diferencia haría su propio método en términos de las clases de resultados que podría haber obtenido Cronon en caso de haber decidido escribir un libro marxista. 2 Brian Page y Richard Walker identifican el problema de las explicaciones del 2 Parece haber dos excepciones. Merchant dice que al "hacer caso omiso de las relaciones de producción, la crítica del mercado que hace Cronon se limita a sus costos ecológicos". Page y Walker demuestran que la concentración en la acumulación de capital y en el concomitante cambio tecnológico en la industria y la agricultura explicaría mejor la velocidad de la transformación ecológica y del desarrollo económico.
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rollo económico orientadas al mercado. Aducen correctamente que quienes recen casi nunca dan el siguiente paso y se preguntan qué determina la exn del mercado. Atinadamente, los críticos señalan que "la acumulación de caue el primer motor", pero podrían haber aumentado la probabilidad de conr a Cronon si hubiesen explicado qué quiere decir esto. No dicen que los dos se crean cuando se adelanta capital en efectivo a los trabajadores a came su fuerza de trabajo, y que los mercados se forman dentro de la clase capicuando se intercambia capital en dinero por energía, equipo, materias priy demás. Cronon realmente no distingue estos dos tipos de mercado, y oco lo hacen sus críticos. De esta manera, las implicaciones económicas del de que los granos, la carne y la madera fueron elementos clave del capital le (y en menor grado del constante) se les escapan tanto al autor como a sus s. Y ninguno de los participantes vincula la tasa de acumulación con las tasas svalor y de utilidad y la composición del capital. 3 e y Walker (y otros colaboradores) podrían haber explicado mejor el "dinao" del desarrollo de Chicago. Algunos críticos emplean los términos "crecito económico" y "desarrollo económico" de manera intercambiable. Pero utilizó el concepto de "reproducción expandida" (crecimiento económico) un recurso heurístico, y nada más. La acumulación de capital (desarrollo) es oceso tanto cualitativo como cuantitativo; todas las categorías de Marx son lógicas así como económicas. Por ejemplo, la tasa de explotación es un indidel poder del capital sobre el trabajo y también una medida estadística de la ncia del sistema a dirigirse hacia crisis de realización. La lucha de clase (véas adelante) en Chicago tiene que haber tenido consecuencias económicas y gicas. La participación de la utilidad total absorbida por la renta también tuvo caciones económicas y ecológicas, tema sobre el cual ni el autor ni los críticos nada. Page y Walker hacen énfasis en la idea de que la acumulación de capiesupone la innovación tanto del proceso como del producto (aunque ignoaspecto sociológico de ese elemento). Esto ocurre especialmente durante las s malas, cuando los capitales individuales se esfuerzan por reducir los costos ios de trabajo (y otros), y luchan por conservar su participación del mercado robarles mercados a sus rivales, así como por adquirir otros capitales o fusio-
esde luego esto sólo lleva el tema de la acumulación un pasito más allá de la versión que ofrecen Walker. Incluso en las épocas dificiles puede haber demanda de bienes de sustitución, y siempre demanda de alimentos básicos y de un lugar en el que estar. Pero si todas las demás condiciones ecen constantes, cuanto más altas sean las tasas de utilidad y de acumulación (tema que nadie con respecto a Chicago en la segunda mitad del siglo xix), más rápido se expandirán tanto el o de bienes de salario como el de bienes de capital. Si hay economías de escala (incluyendo las ías externas), como las había en Chicago durante su auge, las tasas de utilidad y de acumulaacelerarán. Esto asume no sólo qiie los mercados están creciendo, sino que crecen más o menos o ritmo que la capacidad productiva ffsica y las utilidades; que no hay una tendencia hacia una e sobreproducción, y que las crisis del lado de los costos (es decir las deseconomías externas) usentes.
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narse con ellos para redistribuir las utilidades escasas a los más fuertes o más p sisten tes. El tema de la crisis económica, que debería ser central en cualquier d cripción marxista de la "dinámica del desarrollo", está ausente en este simpos "La acumulación por medio de la crisis" explica la expansión de los mercados bienes de capital en términos de una demanda menguante del consumidor, es dec de la necesidad de reducir costos para defender o rescatar utilidades cuando l mercados finales se debilitan o decaen. La mayoría de las grandes innovacion tecnológicas para reducir costos aparecieron o se difundieron durante periodos d depresión o estancamiento. En la historia del capitalismo las crisis son moment definitorios de cambio económico, tecnológico y social, incluyendo los cambios la composición de las clases sociales en general y de la clase trabajadora en par cular. Puesto que durante la segunda mitad del siglo xix el capital fue un sistem expuesto a crisis (así como dependiente de las crisis), la omisión de la teoría de crisis limita la utilidad tanto de Nature's metropolis como de las reflexiones de geógrafos sobre el libro de Cronon. La queja más frecuente de los críticos es que Cronon deja de lado lo que d geógrafos llaman la "primacía causal" de la industria (o capital productivo). En introducción Walker afirma que "la discusión sobre la primacía causal es fund mental para llegar a una comprensión del crecimiento explosivo de Chicago Pudup apoya su aseveración: "El comercio se subordinó de manera más genera zada a la producción industrial" hacia finales del siglo. ¿Será verdad que el capi industrial subordinó al capital mercantil durante la segunda mitad del siglo xix? si así fue, ¿qué más da? Un problema es que ninguno de los críticos explica q quiere decir "subordinación", de manera que resulta comprensible la irritación Cronon frente a esta línea de ataque. Quiere decir que los comerciantes pierd el monopolio de que puedan gozar en el comercio y, en consecuencia, su capac dad de comprar barato y vender caro, en lo que equivale a un juego de suma cer En cambio se ven obligados a competir entre sí, y también con el capital industri para obtener capital en dinero y crédito, trabajo y demás. La subordinación de l comerciantes a los industriales (en un modelo simple, en el cual el capital me cantil está en manos de una clase identificable de comerciantes y el capital pr ductivo en manos de los industriales) quiere decir que los primeros se apropian una parte de las utilidades totales que va de acuerdo con la cantidad de capital q han invertido, con la composición orgánica de sus capitales y con la tasa de uti dad promedio. La mayoría de los críticos de Cronon dan vueltas alrededor de esto problemas sin hacerles frente. Sólo Holdsworth discute los precios de las materi primas y el alcance de la competencia que prevalecía en esa época, pero tan sól con respecto al poder de los comerciantes sobre los productores directos ("l comerciantes de Chicago que estaban detrás de [...] los cambios del transporte [.. capturaban implacablemente una parte suficiente de la oferta como para contro lar el precio que recibían los productores. Éstos, casi siempre a merced de com pradores de la metrópolis [... ] tenían muy poco poder para responder a la dista
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te y anónima Chicago.") Ninguno de los críticos plantea la importante pregunta: ¿cómo cambió la (supuesta) subordinación del capital mercantil al industrial la historia de la transformación ecológica del Gran Oeste? ¿Hay una hoja de pasto que desapareció (o no) debido a esta subordinación (o a su inexistencia)? Hacia 1900 Chicago había desarrollado una variedad de industrias de "sustitución de importaciones" y bienes de capital, y tenía más fábricas que cualquier otra ciudad del mundo. Dos críticos creen que ni el comercio de granos ni el de madera tuvieron mucho que ver con la "creciente vitalidad industrial de la ciudad". Pero ésta no es base suficiente para rechazar la estrategia de Cronon de tratar a los comerciantes y afines como agentes dominantes del crecimiento. A principios del siglo xvin Gran Bretaña tenía miles de fábricas, pero el capital industrial no subordinó al capital comercial hasta más entrado el siglo, e incluso entonces sólo lo hizo de manera parcial. Las actuales economías de los tres grandes, Estados Unidos, Japón y Alemania, tienen importantes características neomercantilistas. La industria moderna reduce a los comerciantes a personificaciones ciegas del capital comercial en su conjunto sólo en los libros de texto. Para saber si los comerciantes de Chicago estaban económica y políticamente subordinados a los industriales, yen este caso cuándo y con respecto a qué, habría que estudiar el alcance y el tipo de competencia entre comerciantes; los movimientos de los precios de las materias primas a medida que la competencia iba imperando entre ellos, y los cambios de la relación capital-trabajo, entre fracciones del capital y en las configuraciones del poder del estado (entre otros factores). Tal vez el asunto no pueda discutirse sensatamente fuera del contexto de la economía mundial en su conjunto, y del lugar de un Estados Unidos imperialista en ella. Tendría que prestarse atención a la tesis de William A. Williams (ignorada por el autor y por los críticos) de que los granjeros del Gran Oeste eran una importante fuerza expansionista debido a los grandes excedentes producidos por la fecundidad de la naturaleza combinada con la tecnología humana. En Estados Unidos los industriales y los obreros eran proteccionistas; los granjeros y los banqueros lo eran, si acaso, mucho menos. Estados Unidos fue proteccionista hasta 1913; después, tras la primera guerra mundial, los aranceles se elevaron al nivel más alto de la historia del país. ¿Es señal esto de que el capital industrial era dominante? Tal vez sí, tal vez no. El capital industrial realmente poderoso busca libre comercio e inversión donde sea, y no le teme a la competencia extranjera. El proteccionismo resguardaba a la industria mientras los granjeros se beneficiaban de los mercados europeos en expansión. La industria norteamericana obtenía materias primas baratas y alimento para sus trabajadores, especialmente del Sur después del Gran Compromiso de 1876, y los granjeros disfrutaban de mercados en crecimiento, salpicados por crisis de sobreproducción. Estas consideraciones son la punta del iceberg histórico que, como su masa, es invisible en este simposio. Los críticos de Cronon también le reclaman no haberse ocupado del trabajo y la lucha de clase. Pero no explican cómo incorporar estos temas de manerainteresante en la narrativa de Cronon. Page y Walker escriben que el autor "desprecia
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l poder generador de valor del trabajo humano", pero no explican cómo se articuaban entre sí la abundancia de la naturaleza, el trabajo humano y la tecnología en el Gran Oeste. Merchant se queja de que Cronon no "muestra la resistencia a las estructuras de mercado por parte de agentes humanos o de actores no humanos", pero omite explicar de qué manera una descripción de esta "resistencia" podría modificar los resultados de aquél. Holdsworth sugiere que la narración no hubiese cambiado demasiado cuando afirma que la "transformación de la pradera de pastos altos, el territorio de los búfalos y el bosque septentrional de pinos [no fue] cuestionada ni casi refutada". Scranton añade que Cronon retrata los conflictos entre los granjeros, los ferrocarriles, los empacadores y los comerciantes, pero que la lucha capital-trabajo es "prácticamente ignorada". Una vez más, ¿y qué? ¿En qué cambiaría eso los resultados de Cronon? Ninguno de los críticos analiza la forma en que las luchas defensivas de los artesanos y obreros con aptitudes capitalistas obligaron a la industria a pasar a la producción de masas, y a subsumir real, y no sólo formalmente, el trabajo, fenómenos sin los cuales el capital industrial no puede establecerse con firmeza. Este proceso se relaciona con el tema de la subordinación del capital mercantil de modos sobre los cuales nadie ha planteado nunca una teoría. Los críticos de Cronon ni siquiera lo mencionan. Ninguno de los autores del simposio cuestiona el argumento de Cronon en el sentido de que los cambios en el Gran Oeste, sobre todo los cambios ambientales, eran una cara de un doble proceso histórico, y que la otra fue el desarrollo de Chicago. Algunos cuestionan la estrategia de Cronon de limitar la relación ciudad-hinterland a Chicago y el Gran Oeste. Como señalé antes, un libro sobre la metrópolis de la naturaleza ubicaría a la región dentro del marco de referencia de la economía mundial en su conjunto. Pero los que quieren que Cronon amplíe sus miras no explican cómo podría hacerlo. Hay poco o nada sobre el desarrollo capitalista desigual y combinado o sobre el "desarrollo del subdesarrollo". Habría que rastrear los efectos de la inversión en transporte, en mejora de la tierra y demás, sobre el costo de producción de alimentos y materias primas. (También los cambios ecológicos concomitantes a la ocupación norteamericana pueden haber elevado indirectamente el costo de producción de las materias primas, según la tesis de la "segunda contradicción del capital".) Por lo general, durante el siglo xix las inversiones en zonas productoras de materias primas elevaron la tasa de utilidad del capital industrial y estimularon nuevas oleadas de inversión en tierra, infraestructura y demás en esas zonas, lo cual reducía los costos y aumentaba aún más las utilidades. Las economías industriales del Norte, mundiales, integradas, equilibradas, se desarrollaron a expensas de las economías exportadoras de materias primas del Sur, especializadas y fragmentadas. El desarrollo causa subdesarrollo, y viceversa. La bibliografía norteamericana sobre este tema se concentra en el sur de Estados Unidos, pero resulta sorprendente que ningún miembro de este simposio se pregunte si el mismo tipo de modelo (con modificaciones) podría resultar útil en caso de aplicarlo al Gran Oeste.
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Creo que muchos de los lectores de este simposio, de mentalidad justa, que ieren aprender tanto de los geógrafos económicos marxistas como de los histodores ambientales no marxistas, llegarán a la conclusión de que muchos de los ticos (no todos) con frecuencia se interesan más por mostrarse capaces de señapuntos débiles que por arrojar luz sobre la dialéctica del cambio entre Chicago u hinterland en la segunda mitad del siglo xix. Los críticos parecen ser mejores dicadores que educadores. Atinadamente, Cronon les reclama que no estén emasiado interesados en la naturaleza"... tema central para los marxistas ecolóos. Señalan muchas cosas pero casi nunca dan en el centro del blanco y lo que hacen son los bordes del mismo. Ésta es una de las razones por las cuales Cron presta oídos sordos a sus críticos en su "respuesta". Por otro lado, es evidente e se resiste a toda descripción de tipo marxista sobre el tema. Presumiblemena razón principal es, como señala una cantidad de colaboradores, que ignora alma y el corazón de la teoría marxista, la imposición del trabajo, la producción plusvalor, es decir la explotación del trabajo (y todos los asuntos ideológicos y íticos asociados con la explotación). El error de Cronon tiene dos lados. Ignoel trabajo como un insumo o factor de la producción y también ignora el trao definido como el movimiento laboral. Cronon no niega esta realidad, pero pienso que en verdad crea que en el capitalismo lo normal es explotar el trao, mientras que correctamente sus críticos así lo piensan. En lugar de hacer frente a los dificiles problemas planteados por sus críticos, onon trata de escabullirse de su (gastada) trampa. Primero, escribe que si usa ses tales como "la lógica del capital", es sólo como recurso retórico. Segundo, iste en que comprende el marxismo y que simplemente prefiere no usarlo, ando es obvio que no lo entiende y que, por lo tanto, no está en condiciones de ir si el marxismo podría o no resultar útil (aunque "a veces [es] convencido por rl Marx"). Me recuerda a esos posmodernos que no quieren comprender las totaades, y que por consiguiente nunca descubren si es o no posible que lo hagan. r ejemplo, los críticos piden una descripción de las fuerzas y las relaciones de ducción en la industria, la agricultura y demás (aunque no les dicen a sus leces qué quieren decir con "fuerzas " o "relaciones"), lo que Cronon parece intertar como un llamamiento a estudiar con mayor detalle la "producción fabril". rato de hacer que un puñado de bienes manufacturados [...] sirvan de sustituto a el resto", escribe, malinterpretando por entero el señalamiento de los críticos. ro ejemplo: Cronon les reclama a los geógrafos que le critiquen su énfasis en la stribución". En la teoría marxista distribución quiere decir la distribución de la ueza y el ingreso entre clases sociales; realización quiere decir la venta de cosas; nsporte es una forma de capital productivo (que genera plusvalor). Tercero, onon afirma que sus críticos creen que la única teoría que apoyan es "su propia ría" cuando, de hecho, "su propia teoría" incluye (subsume, si se prefiere) la teode Cronon del desarrollo y la transformación ecológica impulsados por el mero. No es una proposición del tipo "o/o" sino del tipo "y/y", o lo que en la jer-
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ga marxista se llama "la unidad contradictoria de la producción y la realización". Pero los críticos tampoco explican demasiado bien esto, lo cual no representa una razón suficiente para que Cronon pretenda conocer el método marxista cuando no es así. Aunque este simposio es un fracaso (muy especialmente un fracaso editorial que no elimina las repeticiones y el tono a veces maligno de algunos de los colaboradores, incluido el mismo coordinador) en términos de la presunta meta de los colaboradores marxistas, a saber, educar a Cronon y a otros historiadores ambientales, puede considerarse un éxito en el sentido de que tal vez estimule a algunos lectores a ser más conscientes de sus propias categorías teóricas y de su estatus en la redacción histórica, así como de la necesidad de escribir historia de un lugar en términos de la historia de otros lugares. Todos felicitan a Cronon por abocarse a este tema con respecto a Chicago y el Gran Oeste. La historia urbana nunca será (o debería ser) la misma, especialmente si los historiadores, incluyendo a los historiadores teóricos, se toman en serio la confesión de Cronon: "sentía una profunda renuencia a rendir culto ante el altar de la teoría y del discurso académico si hacerlo implicaba abandonar a los lectores comunes" (lo que sugiere que Cronon es consciente de que se requieren bases teóricas más firmes, pero de que no ha adquirido en esta etapa de su carrera la destreza para proporcionarlas). No le haría nada mal estudiar El capital el clásico de la historia teórica.
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Cada capítulo de City of quartz, de Mike Davis, enmarca un conflicto social o político. El primero es de interpretación literaria y filmica: ¿es Los Ángeles sol u oscuridad? ¿Hoy en Los Ángeles es mediodía o medianoche? Luego vienen las luchas entre centros rivales de poder económico y político; conflictos entre propietarios blancos acomodados y gente de color menos acomodada; violencia policial contra trabajadores y minorías oprimidas; violencia arquitectónica contra los que carecen de estatua y de poder de compra y, por último, la lucha entre los católicos populistas y radicales, sobre todo de origen hispano, y los jerarcas de la Iglesia. El libro mismo está enmarcado por dos grandes capítulos: la delirante historia de la comunidad utópica Llano del Río, al principio, y una brillante narrativa negra de ese "basurero de sueños", Fontana, al final. El Los Ángeles racista y lleno de conflictos de Mike Davis es maravillosamente atractivo de una manera horrible. No se me ocurre otro libro que pueda compararse con este aclamado tour de force. City of quartz es un género en sí mismo, y a menos que la izquierda de Estados Unidos esté realmente muerta, sin duda —por suerte— inspirará imitadores. Mejor aún, la izquierda deberá darle a Mike Davis un honorario de por vida como cronista citadino, y pedirle que escriba sobre Hous-
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ton, Denver, Detroit y otras ciudades norteamericanas en las cuales podría "excavar el futuro" con su cercano estudio de los pueblos y los paisajes culturales de esas aglomeraciones, viejos pueblos mineros del Salvaje Oeste. En este libro las fotos de Robert Morrow, en blanco y negro, sin gente, de artefactos culturales de Los Ángeles, valen casi el precio de la obra. El texto de Davis aclara estas fotos tanto como las mismas ilustran el texto. Misteriosamente, aquéllas obligan a quien las ve a pensar en términos abstractos, teóricos. No obstante, la anatomía que ofrece Davis de Los Ángeles rehúye teorizar de manera explícita sobre su tema. Los nombres de los grandes teóricos urbanos de ayer y de hoy —Geddes, Mumford, Jacobs, Bookchin— no aparecen en el índice analítico. Y tampoco los de los teóricos más influyentes del agua y del espacio, por ejemplo Wittfogel y Worster y Lefebvre y Harvey, respectivamente, pese a que el agua y el espacio son realidades centrales en la narración de Davis. El libro tampoco le presta demasiada atención a la teoría del "nuevo movimiento social", aunque sus páginas vibran con luchas por la vivienda, peleas por los derechos de los trabajadores indocumentados y los refugiados políticos, y cosas similares. En pocas palabras, Davis se orienta según sus propios criterios, lo cual, gracias al conocimiento que el autor tiene de su tema y a sus dotes literarias, a su sentido del ultraje, de la ironía y del absurdo, y a su compasión por la gente común, lo lleva más o menos a salvo a su destino. Es labor del lector extraer sus propias lecciones teóricas. Para ese lector el relato de Davis es sobre la falsamente heroica transformación de la naturaleza en la cuenca de Los Ángeles y sus alrededores, y la creación de un ambiente —o segunda naturaleza— parcialmente nuevo. Los personajes que organizaron esta transformación, los barones de la tierra y del agua y de los bienes raíces y de las compañías de ahorro, cambiaron a su vez en el proceso. Se convirtieron en una clase dirigente monstruosamente rica, lo bastante desesperada por tener una identidad cultural salvadora como para financiar las artes, museos, universidades y otros símbolos de alta cultura, que (cosa nada incidental) valoran las actuales fuerzas vivas de Los Ángeles. Sin embargo, bajo las condiciones capitalistas del Salvaje Oeste, esta transformación fue tan corrupta, estúpida y maligna, tan (en último análisis) ecológica y económicamente imbécil, que las contradicciones comenzaron a acumularse tan rápido como los bienes raíces y el dinero de las compañías de ahorro y la riqueza. Tal como Mike Davis narra bellamente esta historia ecomarxista, Los Ángeles fue conjurada del desierto. La veta de plata Comstock creó el capital para las primeras inversiones en el área. La conquista del espacio por el ferrocarril hizo entonces de Los Ángeles un importante centro agrícola primero y, después, manufacturero. Hasta los treinta los auges se basaban en el petróleo y la tierra (a todo lo largo de la historia de Los Ángeles el capital se forma y se consolida una y otra vez por la especulación con tierras y por el desarrollo y crecimiento de inversión financiera en bienes raíces). La segunda guerra mundial trajo una gran prosperidad a los
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astilleros y las nuevas fábricas bélicas, y el auge del desarrollo de la posguerra, así como las ciencias y la industria de la guerra fría, dotaron de más vida al desarrollo local de tierras y a la clase rentista (hasta el día de hoy los intereses dominantes siguen siendo los de los rentistas, y las utilidades derivadas de las compañías de ahorro y préstamo son esenciales en la política californiana). Sorprendentemente, Hollywood no tiene más que un papelito en el drama de Davis. La principal actividad rentable fue la subdivisión de la frontera suburbana; la naturaleza de Los Ángeles es fundamentalmente una naturaleza consumista. Había tanto lugar que los blancos podían seguir mudándose a suburbios nuevos para escapar del problema racial (la vieja "tesis de la frontera" pero con un giro racial), y posponer el momento de hacer frente a sus responsabilidades como ciudadanos y como seres humanos, de modo que finalmente se produjo una "extensión del racismo por una vasta área metropolitana". Los inmigrantes blancos de la clase obrera y de la media compraron con placer la ilusión de escape fabricada por los hacedores de sueños del sur de California, lo mismo de Hollywood que los fraccionadores de terrenos. Plata y petróleo, tierra y agua, sol y mar, playa y olas son las claves de toda interpretación plausible de la historia de la tierra de los comedores de lotos. La sequía fue un factor central en la especulación con tierras en valles que alguna vez estuvieron llenos de cítricos. Palabras como inundación, alud, terremoto, hasta huracán, son palabras de Los Ángeles, y la mayoría de ellas aparecen más de una vez en el libro de Davis. En otros términos, la ecología figura como un actor principal, muchas veces sólo implícita, otras en sentido pasivo (la naturaleza como oportunidad y límite para la historia), otras más en sentido activo (la economía de la naturaleza como fuerza independiente de las determinaciones históricas). En algunos pasajes espacio es algo que hay que someter, y la luz del sol es un atractivo; en otros el espacio y el sol atraen de manera activa gente de la costa este, y el esmog la hace regresar. Sin embargo, en los dos tipos de pasajes es indisoluble el vínculo entre la ecología y la historia. La historia ecológica y la ecología histórica de Los Ángeles son dos caras del mismo proceso general, natural-histórico. Finalmente Los Ángeles llegó a estar tan consumida por la contradicción como por la voracidad y la estupidez. La desaparición de tierras fraccionables cambió la estructura de poder, creando demanda de capital en gran escala para realizar vastas conversiones de tierra; es decir el capital de Los Ángeles fue siendo cada vez más monopolizado. A medida que los desiertos florecían con casitas baratas que utilizaban agua importada, empezaron a darse crisis ecológicas: escasez de agua, falta de instalaciones hasta para deshacerse de las aguas negras, embotellamientos y contaminación. Junto con la crisis social —relaciones raciales y laborales no resueltas—, estas crisis empezaron a afectar el crecimiento y la prosperidad de la ciudad. El espacio público fue destruido; el aire limpio se volvió aire contaminado; las playas se vieron amenazadas por aguas negras y derrames de petróleo. El espacio abierto se volvió apiñamiento; las autopistas se convirtieron en congestionamientos de tráfi-
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; la privacía se transformó en vecinos indeseados; las ilimitadas oportunidades ara los recién llegados se volvieron un gigantesco taller de explotación tercerundista, y los naranjales que prometía una independencia jeffersoniana (o por lo enos levittoniana) se convirtieron en estériles suburbios industriales. En términos teóricos, Mike Davis está documentando la segunda contradicción el capitalismo en Los Ángeles. La ciega explotación del aire, la tierra y el agua enaza finalmente con elevar a niveles insostenibles los costos de transporte y los aslados para trabajar, cuidar la salud, la educación y otras actividades económicas ivadas y estatales. El mismo desarrollo futuro del capitalismo de Los Ángeles es cierto... si han de creerse las historias de terror de los medios de comunicación esa ciudad. No obstante, el autor no se ocupa directamente de esta contradicón. Tampoco interpreta los movimientos sociales de Los Ángeles —que procuran definir las condiciones capitalistas de producción como condiciones de supervincia y de vida— de una manera terriblemente interesante. De haberlo hecho biese "excavado" sobre el futuro de Los Ángeles aún más de lo mucho que trae en este excelente libro.
SEGUNDA PARTE
CAPITALISMO Y NATURALEZA
Lo que deben preguntarse los budistas, los cristianos, los musulmanes y otros es qué significa la "maxirnización de utilidades" cuando nuestra visión del mundo nos dice que lo que debemos hacer no es maximizar las utilidades sino moderarlas. CHANDRA MUZAFFAR
La sustentabilidad suele presentarse como un problema técnico, pero es mucho más que eso. En última instancia es preguntarse qué valora una sociedad, no en el sentido técnico-económico de valor, sino en el sentido de las preocupaciones humanas. STEPHEN VIEDERMAN
onomía política marxista (igual que el marxismo en general) no se ha caracado por el pensamiento ecológico. Marx construyó su propio trabajo, incluo su sátira salvaje de las explicaciones burguesas de la "acumulación primiticomo una crítica de la ideología capitalista, especialmente de la economía ica clásica. Como la esencia de la ideología es el "naturalismo" de una u otra a, es fácil entender por qué Marx se tomó tanto tiempo para criticar a Malta Ricardo y a pensadores menores que ponían en juego la "escasez natural" categoría económico-política. Cualquier línea de pensamiento que naturaliel capitalismo y el proceso de acumulación y crisis capitalista era (y sigue sienresa lícita. sde luego, el ataque de Marx contra los economistas que naturalizaban un o explotador de producción no lo cegó a la importancia de la economía de la aleza en la producción y circulación del capital. Tenía claro que "el trabajo la única fuente de riqueza material". 1 Señaló la importancia de diversos pros naturales en la producción de cereales, vino, madera y cerámica, entre otras trias. Observó que los procesos de trabajo y los procesos naturales difieren de ndustria a otra, y que a eso se debe que el efecto de los segundos sobre la lación de capital varíe en las diversas industrias. Por último, indicó que la l capitaZ vol. 1, México, Siglo XXI, 1975, p. 53. En parte de lo que sigue estoy en deuda con Paul tt por haberme mostrado su artículo "A critique of neo-Malthusian Marxism", manuscrito inédiio de 1997.
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reproducción de capital en su conjunto se vincula con la proporción relativa de los componentes de valor ( capital constante y variable) definidos en términos de sus propiedades naturales o como valores de uso. En suma, la naturaleza es fecunda en valores de uso, pero sólo el trabajo crea valor de cambio y plusvalor. 2 No obstante, la naturaleza desempeña un papel en la circulación y reproducción de capital, de acuerdo con sus cualidades físicas o biológicas específicas (como veremos en el capítulo 8, por ejemplo, la naturaleza puede intervenir en la crisis económica, según Marx). 3 Marx no prestó suficiente atención a la economía de la energía_ Ahora resulta evidente para todos, excepto los más recalcitrantes de los economistas (lo mismo marxistas que no marxistas) que la producción capitalista (como toda producción) se basa en flujos y transformaciones de energía. El nombre que suele asociarse con la economía de la energía es el de Nicholas Georgescu-Roegen, pero una cantidad de pensadores económicos marxistas, socialistas no marxistas y de otras corrientes contribuyeron a descubrir y desarrollar esta línea teórica de pensamiento en el siglo xtx y a principios del xx. 4 En las sociedades capitalistas la principal forma de energía es el combustible fósil, recurso no renovable... hecho de gran importancia !bid., p. 226. "¿No se puede trazar un paralelismo entre esta primera mistificación de la economía —el mecanismo ontko-por el cual se forma el prásvafor— y otra, no sospecbada por Marx: eI costo oculto de las cosas sustraídas de los sistemas ecológicos? ¿No tendría que ponerse el estatua teórico de este concepto de costo ecológico a la par del de plusvalor?", Jean Paul Deleage, "An eco-Marxist critique of political economy", Capitalism, Nature, Socialism, 3, noviembre de 1989. Deleage es uno de los muchos economistas ecológicos actuales —y otros— que quieren revisar la teoría del valor de modo tal que incluya algún concepto de los costos ecológicos en el valor de cambio de la mercancía. Marx coincidiría en que, en un modo de producción socialista, los costos ecológicos deben desempeñar algún papel en los precios, pero refutaría que, en el capitalismo, deban incluirse en el precio. La razón es que precisamente la separación del trabajo de los medios y objetos de producción (es decir el monopolio de la propiedad privada sobre los medios de producción que ejerce la clase capitalista) permite que las condiciones naturales de producción sean valoradas exclusivamente de acuerdo con el tiempo social de trab ajo. 4 Nicholas Georgescu-Roegen, The entropy law and the economic process, Cambridge, Harvard University Press, 1971. La historia clásica de la economía de la energía es Juan Martínez-Alier, Ecological econo. mies, Oxford, Basil Blackwell, 1987. Véase también, del mismo autor, el artículo "Ecological economics and eco-socialista", Capitalina, Rallan Socialista, 2, verano de 1989; Elmar Altvater, "Ecological and economic modalities of time and space", Capitalism, Nature, Socialista, 3, noviembre de 1989. Martin O'Connor precisa la que puede ser la limitación básica de la economía de la energía . "La termodinámica no proporciona ni puede proporcionar las distinciones necesarias para un análisis de lo que tiene de específico la acción social/humana [...] La termodinámica como discurso/ciencia ya refleja y encama preocupaciones sociales/ideológicas muy específicas [...] No existe al margen de su 'interpretación social' 1...] Es evidente que para varios de los primeros que contribuyeron a la termodinámica era de interés central la cuestión de cuánto trabajo se podía `extraer' de una determinada cantidad de combustible (por ejemplo, los límites de eficiencia de la máquina de vapor). Sin esta clase de preocupación por la eficiencia, el control, la productividad, etc., es muy probable que la termodinámica tal como la conocensos no hubiese llegado a existir" (comunicación personal, 1989). Véase también Martin O'Connor, "codependence arrd-indete~ A cr~re of-iMsheory of li~r–ff i ic o-A"; QrjilTe~rature, Wattatm, 3, noviembre de 1989. 2
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para miles de millones de personas que aún no han nacido (y que por lo tanto no tienen voz en el actual mercado de combustibles fósiles y de otros recursos no renovables). Históricamente, los combustibles fósiles han sido la fuente más importante de expansión de la productividad del trabajo, las utilidades y los salarios. Tal como hoy las computadoras están remplazando mucho trabajo mental, los combustibles fósiles remplazaron trabajo físico humano desde la Revolución industrial del siglo XVIII y hasta la actualidad. Hacia finales del siglo xtx, cuando había señales de que a Gran Bretaña se le estaba acabando el carbón barato, sus dirigentes y los de otros países industriales fueron cobrando cada vez más conciencia del potencial económico del "oro negro": el petróleo. Las principales potencias imperialistas invirtieron su energía en encontrar, explotar y monopolizar reservas de petróleo a fin de garantizar su futuro económico. En la primera y la segunda guerra mundiales Alemania intentó conseguir, en diversos momentos, control del petróleo del golfo Pérsico, Rumania y Crimea, mientras que la estrategia bélica de Japón en la segunda guerra consistió en incapacitar a la flota norteamericana, para asegurarse las vías marítimas a las reservas petroleras del sudeste de Asia. A partir de la segunda guerra nuevos descubrimientos y tecnologías han abierto grandes reservas nuevas y ampliado la producción petrolera, lo que ha reducido de manera más o menos constante el precio del crudo (excepción hecha de los episodios de la OPEP durante los setenta). Hoy las economías y las maquinarias de guerra de todos los países del mundo funcionan con petróleo. Si bien probablemente sea imposible calcular la contribución exacta del petróleo a la productividad del trabajo y las utilidades, es difícil pensar en un solo producto que haya reducido los costos del trabajo más que el petróleo (por ejemplo en la producción de electricidad, en el transporte), o que haya sido base de tantos nuevos productos (como los plásticos y los fertilizantes químicos.) La producción capitalista (y, de hecho, todas las formas de producción) se basa no sólo en la energía sino también en sistemas naturales o biológicos de una complejidad asombrosa. Aunque los economistas convencionales han demostrado que el agotamiento de los combustibles fósiles y de otros recursos no renovables puede llevar a usos no sostenibles de los recursos renovables (como el suelo), transformándolos de hecho en no renovables, pocos economistas han tratado de desarrollar una teoría económica basada en la "raíz biológica" de la ecología. Este hecho tiene que verse como algo muy significativo, porque la producción capitalista no sólo depende de la explotación de los recursos no renovables, sino que tiene también efectos devastadores sobre la cantidad y calidad de la tierra, el agua, el aire, la vida silvestre y demás, y en general de los ecosistemas, lo cual a su vez limita la gama de posibilidades abiertas a la futura acumulación capitalista. Por eso resulta obvio que- las tradicionales explicaciones económicas puramente históricas del desata ollo capitalista, que dejan de lado los problemas de la energía y de la "raíz biológi-
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ca" de la ecología —igual que las explicaciones puramente naturalistas— tienen poco interés teórico y valor práctico. 5 Aunque Marx y Engels no eran "economistas ecológicos", estaban muy conscientes del daño que causa el capitalismo sobre la naturaleza, tanto material y biológica como humana. Partieron de la premisa de que la naturaleza (o "condiciones externas de producción") es un punto de partida para el capital, pero no un punto de regreso. Cuando capitalistas individuales se involucran en la producción y el intercambio en pro de la utilidad inmediata —escribió Engels— sólo deben tomarse en cuenta los resultados más próximos e inmediatos. Mientras el fabricante o el comerciante venda una mercancía manufacturada o adquirida con la deseada utilidad habitual, estará satisfecho y no se preocupará por lo que ocurra después con la mercancía y su comprador. Lo mismo se aplica a los efectos naturales de esas mismas acciones.6
Los fundadores del marxismo identificaron muchos de los problemas ambientales específicos que planteaba el capitalismo en la vida material y en la sociedad civil. Señalaron que la producción, la distribución, el intercambio y el consumo capitalistas daban por resultado agotamiento de los recursos, desechos y contaminación. Engels observó la degradación de los recursos naturales en forma de deforestación y sus efectos sobre las inundaciones y la calidad del suelo, y los sintetizó en términos generales. No nos 1...] enorgullezcamos demasiado por nuestras victorias humanas sobre la naturaleorque cada una de ellas cobra venganza sobre nosotros. Cada victoria, es cierto, acarrea rincipio los resultados que esperábamos, pero en segundo y tercer lugar tiene efectos rentes e imprevistos que con lamentable frecuencia cancelan el primero. 7 omo se sugirió antes, Marx identificó más precisamente la contradicción de la
silvicultura organizada de manera capitalista. El prolongado tiempo de producción [...] y en consecuencia, la gran extensión de sus periodos de rotación, hacen que la forestación no resulte propicia como ramo de explotación priEnrique Leff ha tratado de combinar el enfoque económico e histórico con estudios de etnobotánica, pero no toma en cuenta la teoría de la energía (véase Green produdion: Toward an envininmental rationality, Nueva York, Guilford, 1995). Véanse también las reseñas del libro de Leff por María-Pilar García G. y por Juan Martínez-Alier y Lori Ann Thrupp, Capitalism, Nature Socialism, 3, noviembre de 1989. 6 Véase "The parí played by labor in the transition from ape to man", en Marx y Engels, Selected work, Nueva York, International Publishers, 1979, p. 368. Cursivas mías. [Engels, El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre, varias ediciones.] Ibid, pp. 365-366.
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y por ende capitalista [...] El desarrollo de la civilización y de la industria en general se ostrado tan activo desde tiempos inmemoriales en la destrucción de los bosques que, e a ello, todo lo que ha hecho en sentido inverso para la conservación y producción de osques es en rigor una magnitud evanescente. 8
arx destacó también la idea de que cabe esperar que la agricultura capitalista al que la silvicultura) sea nociva para la naturaleza y para el bienestar de los humanos. "La producción capitalista [...] no desarrolla la técnica y la combin del proceso social de producción sino socavando, al mismo tiempo, los dos antiales de toda riqueza: la tierra y el trabajador.1Escribió (citando a von Lieque la urbanización y la comercialización de los cultivos se combinan para perr "la circulación de materia entre el hombre y el suelo, es decir, evitar que al regresen sus elementos consumidos por el hombre en forma de alimentos y s; por ello viola las condiciones para la fertilidad perdurable de la tierra". gels y Marx clasificaron también algunos de los problemas derivados de la ucción de desechos y la contaminación en el capitalismo de su época. Engels rvó la diversidad de problemas de contaminación en Inglaterra, entre ellos los de metano provocados por la putrefacción de desechos orgánicos, la contación del agua debida a los desechos industriales, y las enfermedades difundior las condiciones de vida insalubres." Marx desarrolló el germen de una teoel reciclado capitalista cuando sostuvo que "con el modo capitalista de ucción se amplía el aprovechamiento de las deyecciones de la producción y el umo [...] El encarecimiento de las materias primas constituye, naturalmente, pulso para la utilización de los desperdicios." 11 los pasajes citados encontramos los inicios de una teoría de los costos sociaue habría de ser desarrollada en los treinta por K. William Kapp, 12 así como eoría' de los costos ecológicos. 13 No obstante, es lícito concluir que si bien x y Engels fueron eminencias teóricas del caos social provocado por el desao capitalista, ninguno de ellos ubicó la destrucción ecológica en el centro de su a de la acumulación capitalista y el cambio socioeconómico. Subestimaron el o en que el desarrollo histórico del capitalismo como modo de producción se a basado en el agotamiento de los recursos y la degradación de la naturaleza. poco previeron acertadamente la capacidad del capital para restructurarse l capital vol., 4, México, Siglo XXI, 1976, p. 296. l capital , vol. 2, op. cit., pp. 612-613. The conditions of the working class in Engdand, Collected works, vol. 4, 1844-1845, Nueva York, InternaPublishers, 1975. El capital, vol. 6, op. cit., pp. 123-124. J. William Kapp, 77te social costs of privare entoprise, Cambridge, Harvard University Press, 1950, y costs, economic development, and environmental dirruption, Lanham, University Press of America, 1983. también Frank Beckenbach, "Social coas in modem capitalism", Capitalina, Nature, Socialism, 3, mbre de 1989 Deleage, op. cit; Beckenbach, op. cit.
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frente a las "escaseces naturales" y también para conservar recursos y para impedir o limpiar la contaminación (por poco eficaces que suelan ser estas medidas). Una razón de esta omisión puede ser que no lograron entender que la concentración y la centralización del capital da por resultado muchas veces la internalización de algunas "externalidades negativas" con el propósito de proteger la rentabilidad global. Otra razón puede ser que no previeron (ni podían hacerlo) la importancia de los movimientos sociales dentro de los sistemas políticos democráticos liberales y de otros tipos, ni el papel de los mismos para impedir los daños a la naturaleza y para restaurarla una vez dañada (tal como lo teorizan marxistas ecológicos actuales, como Myamoto en Japón y Leff en México) . Myamoto destaca la importancia de las instituciones democráticas para la identificación de costos sociales y ecológicos, y para las luchas políticas necesarias a fin de impedirlas o internalizarlas. Leff subraya en particular el papel clave de los movimientos sociales para hacer que el capital limpie y pague los destrozos naturales que realiza. 14 Si Marx y Engels hubiesen sido pensadores convencionales, no revolucionarios, hubiera sido necesario describirlos como conservacionistas, más que como preservacionistas o ecologistas. Sus contrapartes en Estados Unidos serían Teddy Roosevelt, Gifford Pinchot y los gerencialistas ambientales del Banco Mundial, no Henry David Thoreau y John Muir. Prácticamente no hay conexión intelectual alguna entre el trabajo de Marx y Engels y el holismo biológico de Haeckel y Steiner o la economía de la energía de Podolinski. La ecología de derecha, así como la de izquierda, se desarrollaron como tradiciones separarlas del marxismo. Es verdad que Marx escribió que las sociedades históricas son "sólo las poseedoras de la naturaleza, sus usufructuarias [...] deben entregarla en condiciones mejoradas a las generaciones sucesivas". Y se ha leído a Engels como si predijera la "aparición de la ciencia ecológica con conciencia ambientalista". 15 Pero la suya es una ética conservacionista, que hace énfasis en la capacidad del hombre para controlar la naturaleza, no en la autonomía e inapredictibilidad de la propia economía de la naturaleza (y, por lo tanto, de la producción misma).16 En particular, no consideran a la naturaleza como un medio de consumo, cosa que los hubiese llevado al ámbito de la ética y los valores ambientales, así como del valor emocional (en contraste con el de cambio) de la naturaleza... al ámbito de John Muir. Y creían con todo su corazón en la ciencia. Después de los poderosos avances que han hecho en este siglo las ciencias naturales, estamos más que nunca en condiciones de comprender y, por lo tanto, de controlar, hasta las consecuencias naturales más remotas de, por lo menos, nuestras actividades cotidianas. Pero [cuanto] más grande sea este progreso más sentirán y conocerán, además, los hombres, su
14
Lea; op. cit.
Tom Mongar, "Maridan and environmentalism", ponencia presentada a la VII Annual Socialist Schotars ConTerence, nueva -York, 2 de abffl Ut1989, p. t 15 16
Martin O'Connor,
op. cit.
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unidad con la naturaleza, y más imposible llegará a ser la idea insensata y antinatural de un contraste entre la mente y la materia, el hombre y la naturaleza, el cuerpo y el alma.I 7
En última instancia, tal vez las opiniones más antropocéntricas sean las más conservacionistas." Marx y Engels no dejaron más que un modesto legado de economía ecológica o ecología política, y ni el análisis de los sistemas ecológicos ni el de los sistemas de termodinámica y de producción y consumo de energía se han integrado a las teorías del materialismo histórico y de la acumulación capitalista y la crisis económica (con una excepción que se señala en el capítulo 8). Sin embargo, marxistas y socialistas, junto con no marxistas, han contribuido a la identificación y análisis de la destrucción global de la naturaleza por parte del capitalismo. De hecho, se han identificado tantos problemas y se han escrito tantas descripciones de los mismos, que una persona no alcanzaría a leerlas y absorberlas en toda su vida. Por "descripciones" se entiende lo que está ocurriendo, dónde y cuándo y cómo está ocurriendo, y a quién le está ocurriendo qué. En cambio, hay pocas descripciones sistemáticas de los porqués de la degradación ambiental global. En general los "cómos" se tratan como si fuesen fórmulas, tanto en el caso de los socialistas como en el de los no socialistas: voracidad corporativa, búsqueda de beneficios, competencia sin control por recursos y mercados, modelos de desarrollo económico que desplazan los costos a las economías naturales y los sectores de subsistencia, préstamos e inversiones antiecológicos del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial (incluyendo, en los ex países socialistas, una mentalidad de "industrialización cueste lo que cueste"). 16 Pero no hay una teoría general, sistemática, de los "cómos" de la destrucción ecológica en general y de las complejas conexiones internas entre la acumulación de capital y las tendencias a crisis económicas y ecológicas, por un lado, y los movimientos sociales y las políticas, por el otro. Creo que hay por lo menos tres razones para esto. Primero, no hay un planteamiento sistemático de las interpretaciones ideológicas frente a las interpretaciones de las ciencias sociales de lo que es una "crisis ecológica". Segundo, cualquier teoría del "cómo" tiene que basarse en la teoría del capital, una teoría de tipo marxista sobre la acumulación y la crisis económica, o más precisamente en una teoría de la acumulación capitalista por medio de la crisis económica. Tercero, una teoría de ese tipo tiene que basarse en una descripción de lo que Marx llamó las "condiciones de producción", definidas en términos tipo Polanyi para incluir todo lo que no es producido como una mercancía pero tratado como si lo fuera, es decir las "mercancías ficticias". Marx identificó tres condiciones de producción: la "condición 17 "The part played by labour",
op. cit., p. 75.
Tim Luke ("The dreams of deep ecology", Telas, 76, verano de 1986) sostiene que la versión ecológica profunda del romanticismo es, en realidad, un superantropocentrismo disfrazado. 19 Kazuhiro Ueta, "Dilemmas of pollution control policy in contemporary China", Capitalista, Satu19 Aunque
re, Socialism, 3, noviembre de 1989.
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personal" o fuerza de trabajo humana ("capital humano"), las "condiciones externas", o medio ambiente, definido de manera amplia ("capital natural"), y las "condiciones comunales generales" o infraestructura urbana y espacio urbano; y, podríamos añadir, la comunidad, en la medida en que puede ser potencialmente capitalizada ("capital comunitario"). Como las condiciones de producción no se producen como mercancías de acuerdo con la ley del valor, normalmente el estado influye o regula el acceso, el uso y la salida de los mercados de trabajo, tierra, materias primas y otros. Una visión sociocientífica de la destrucción ecológica teoriza sobre las formas en que la producción y circulación capitalista, así como la acumulación capitalista y la crisis económica, se articulan con las condiciones de producción y la política oficial, es decir, las maneras en que puede crearse una "segunda contradicción del capitalismo". Muchas piezas del rompecabezas de la economía política de la ecología están ya en su lugar. La segunda parte de este libro tiene una gran deuda con los economistas y otros especialistas que han trabajado uno u otro aspecto del problema. Aparte del trabajo pionero y en ocasiones visionario de pensadores de izquierda como Rudolph Baro, Murray Bookchin, Vandana Shiva, Manuel Sacristán y otros, así como de Herman Daly, Hazel Henderson y algunos más cuya posición política es más convencional (y también de las contribuciones económico-políticas ya mencionadas de Alier, Kapp, Leff y otros), hay muchos y muy diversos estudios específicos de importancia. En Estados Unidos incluyen la obra influyente e innovadora de Barry Commoner y libros de Matt Edel y Barry Weisberg, aparecidos en los setenta." Otras obras pertinentes e importantes incluyen estudios de la conexión entre el trabajo enajenado y el consumismo y la destrucción ambiental; los riesgos de la "banda continua de producción"; las causas y consecuencias de la tecnología ecológicamente nociva; las formas venenosas de los procesos de trabajo capitalista y los temas de salud y seguridad de los trabajadores, así como una variedad de descripciones geográficas radicales de la estructura y la ubicación industriales, el agotamiento de recursos y la contaminación. 21 20 Barry Commoner, 77te closing circle: Nature, man, and technology, Nueva York, Knopf, 1971; Matt Edel, Economies and the environtnent, Englewood Cliffs, Prentice-Hall, 1973; Barry Weisberg, Beyond repair: The ecology of capitalina Boston, Beacon, 1971. 21 Respectivamente, Ben Agger, Western Marxism: An introduction: Classical and contemporary sources, Santa Mónica, Goodyear, 1987; Alan Schnaiberg, 77:e environment: From surpltu to scarcity, Nueva York, Oxford University Press, 1980; Commoner, op. cit.; Wendy Chavkin (ed.), Double esposare: Women's health hazards on the job and at homo, Nueva York, Monthly Review Press, 1984, e International Jour nal of Health Services, varios números; Antipode, varios números. En relación con esto también son importantes los muchos estudios de problemas ambientales específicos asociados con el funcionamiento de determinadas industrias; véanse, por ejemplo, Chibuzo Nwoke, Third world minerals and global pricing: A neto theo/y, Londres, Zed, 1989; Michael Tanzer, The rase for resources: Continuing struggies over minerals and fuels, Nueva York, Monthly Review Press, 1980; Petter Nore y Terisa Turnes, Oil and class struggle, Londres, Zed, 1980; John Keyes, The solar conspiracy, Dobbs Ferry, Morgan and Morgan, 1975; Robert van den-
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Aparte de esta lista nada exhaustiva de contribuciones, hay importantes estudios sobre el desarrollo del capitalismo desigual y combinado y la degradación ambientaL22entre ellos un esclarecedor análisis de las formas en que la sequía junto con as estructuras económicas y políticas neocoloniales (entre otros factores) se artiularon entre sí para producir hambruna y desastre ecológico en el Sahel, en el este de África. 23 Han aparecido obras similares sobre América Latina, Asia y el edio Oriente; por ejemplo, la aplicación de la teoría de la acumulación desartiulada de De Janvry a las interconexiones entre las crisis ecológicas y económicas las luchas nacionales en . Centroamérica. 24 En relación con esto también debe encionarse la creciente bibliografía en el campo de la ecología política radical; or ejemplo, la economía de las grandes presas, la política de la energía nuclear, a teoría de la regulación estatal, los efectos distributivos de la política ambiental y os gérmenes de una teoría de la dialéctica entre socialismo y ecología (véase la terera parte de esta obra) 25 osch, The pesticide conspiracy, Garden Cito,, Doubleday, 1980; Pat Roy Mooney, Seeds of the earth• A public r pivote resource?, San Franciso, Institute for Food and Development Policy, 1980; Michael Perelman, arming for profit in a hungry world: Capital and the crisis in agriculturaMontclair, Allanheld, Osmun, 1977; avid Weir y Mark Schapiro, Circle of poison: Pesticides and peopk in a huno world, San Francisco, Instiute for Food and Development Policy, 1981. Hay muchas otras contribuciones, una de las más famosas e las cuales es Frances Moore Lappé y Joseph Collins, Food first: Beyond the myth of scarrity, Boston, oughton Mifflin, 1977. " Michael Redclift, Development and the environntental crisis: Red oreen alternativos, Londres, Methuen, 1984, y Sustainable deuelopment: Exploring the contradictions, Nueva York, Methuen, 1987; William W. Muroch, The poverty of nations: The political economy of hunger and population, Baltimore, Johns Hopkins Uniersity Press, 1980. Acerca de la degradación de recursos en regiones semiáridas véanse Michael Watts, ilent violence, Berkeley y Los Ángeles, University of California Press, 1983, y Ben Wisner, Power and need in Africa, Londres, Earthscan, 1988. Sobre la deforestación tropical véanse John O. Browder (ed.), Fragile lands of Latin Amenca, Boulder, Westview, 1989, y Susanna Hecht y Alexander Cockburn, The fate of the orest, Nueva York, Verso, 1989. Véase también The vannishing forint: The human consequences rg-deforestation, report for the Independent Commission of International Hwaanitarian Ames Londres, Zed, 1986. Acerca de os efectos ambientales de las grandes presas véase Claude Aleares y Ramesh Billorey, Damming the Nartnada: India's greatest planned environmental disaster,Penang, Third World Network, APPEN, 1988. 23 Richard Franke y Barbara Chasin, Sexis of famine: Ecological destruction and the development dilemma in the West Africa Sahel, Montclair, Allanheld, Osmun, 1981. " Alain de Janvry, The agradan ganaos: and reformism in Latin America, l3altimore, Johns Hopkins Uniersity Press, 1981; Daniel Faber, "Imperialism and the crisis of nature in Central America", Capitalino, ature, Socialistal, otoño de 1988. 25 Respectivamente, Dave Elliott, 71e politics of nuclear power, London, Pluto, 1978; Charles Noble, iberalism at wort 77:e rise and fall of OSHA, Filadelfia, Temple University Press, 1986, y Andrew Szasz, Ecoopulism: Toxic coarte and the movement for envinmmental justito, Minneapolis, University of Minnesota ress, 1994; Hugh Stretton, Capitalino, socialista and the mvironment, Cambridge, Cambridge University ress, 1976, y Martin Ryle, Ecology and socialism, Londres, Radius, 1988; Luciana Castellina, "Why 'red' ust be 'green' too", Socialista in the World, 56, 1986, y André Gorz, Ecology os politics, Boston, South End, 1980. También deben mencionarse los críticos de las teorías económicas burguesas del ambiente, el ás conocido de los cuales es Narindar Singh, Economics and the crisis of ecology, Delhi, Oxford University ress, 1976, así como de las ideologías de la política ambiental (Francis Sandbach, Environment, ideology,
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La segunda razón de la ausencia de una teoría plenamente desarrollada sobre el capitalismo y la naturaleza se relaciona con la debilidad o la quiebra tanto de la economía burguesa como de la teoría del desarrollo. Esto ha creado un vacío teórico, coyuntura en la cual la aparición del ecomarxismo debería ser aplaudida por la gente de mentalidad abierta. Martínez-Alier escribe, acerca de la economía burguesa y, en general, de la visión del establishment, que existe agotamiento de recursos y existe producción de desechos, y la crítica ecológica de la economía cuestiona la capacidad del mercado para valorar precisamente esos efectos. La crítica ecológica señala que, debido a la dimensión temporal, la economía involucra asignaciones (de desechos, de recursos menguados) a generaciones futuras, sin que esas asignaciones se deriven de alguna transacción entre [las generaciones] El individualismo metodológico se encuentra con la dificultad ontológica insuperable de ocuparse de las generaciones futuras.
A veces las opiniones del establishment trasponen los límites hacia una especie de ecofascismo , y los Garret Hardin no son los únicos villanos. Una conferencia en el East-West Center de Honolulú se titulaba "Cómo salvar el ambiente amenazado por los pobres". En Newswee11 26 Henry Breck, uno de los patronos del National Resources Defense Council, plantea la posibilidad que de que fuese necesaria una fuerza ecopolicial para proteger los bosques lluviosos de todo el mundo y la producción global de oxígeno entre los pobres del tercer mundo que (según dice Breck), están talando los bosques sin pensar en el futuro. La cuestión es cómo puede construirse una teoría del capitalismo que nos ayude a pensar claramente acerca de la destrucción ambiental global. Necesitamos una teoría que considere debidamente tanto las fuerzas económicas sistemáticas como los movimientos sociales y políticos, y que ponga en juego la ciencia ecológica, la economía política y las teorías sociológicas de los movimientos y cambios sociales, así como las experiencias cotidianas de la gente. Por encima de todo, necesitamos una teoría que identifique las contradicciones ecológicas y de otro tipo del desarrollo capitalista de maneras que esclarezcan y hagan progresar los movimientos ecológicos y otros movimientos sociales relacionados. No es poco pedir. Una idea clave puede ser la teoría de la "segunda contradicción del capitalismo". La bien conocida "primera contradicción" se deriva del hecho de que la producción capitalista no es sólo producción de mercancías sino también producción de plusvalor, es decir, explotación capitalista del trabajo. La explotación del trabajo significa, simplemente, que la lucha de clase y las crisis económicas son inherentes al .
and policy, Montclair, Allanheld, Osmun, 1980). Véase también Elmar Altvatar, "Towards an ecological The futura of markt: An estay ora the regulado,: qf monand unge
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capitalismo, crisis que se denomina a veces "sobreproducción de capital". Este enfoque marxista tradicional de la crisis económica se concentra en las contradicciones inherentes a la valorización del capital o, por decirlo en términos simples, el valor de cambio. El valor de uso es importante; por ejemplo modifica la forma y la razón en que funciona el capitalismo cuando funciona (y la razón de que no funcione cuando no funciona), define si se asigna tiempo de trabajo a los bienes de capital o a las industrias de bienes de consumo. Pero en el capitalismo el valor de uso se subsume en el valor de cambio ("producción por la utilidad, no por el uso"), y por lo tanto desempeña un papel secundario en la economía política marxista tradicional. En cualquier versión de la segunda contradicción del capitalismo el valor de uso debe tener más o menos la misma importancia que el valor de cambio. La fuerza de trabajo se presenta al capital de formas naturales y culturales específicas. Lo que Marx llamó "elementos naturales del capital constante y variable" tiene una materialidad particular, así como valor de cambio ficticio. Resulta clara la necesidad de hacer análisis del espacio urbano específicos del sitio. Se ha demostrado que las estadísticas generales relativas a la "crisis forestal" en Canadá son de poca utilidad, y que se requiere un conocimiento específico del sitio para poder saber, antes que nada, si existe o no una crisis foresta1. 27 En general, a medida que nos alejamos de los mercados de divisas y de dinero, así como de los mercados accionarios, pasando por el mercado de bienes de capital y de consumo, para acercamos al de trabajo, el de materias primas, el de manejo de residuos, y así sucesivamente, nuestro énfasis tiene que pasar del lado del valor de cambio de las cosas al del valor de uso. Cuanto más nos acerquemos teóricamente al valor de uso, más cerca estaremos prácticamente de los lugares reales y de la gente viva y verdadera. Por eso parece haber una conexión tan estrecha entre la tendencia del capital a debilitar y destruir sus propias condiciones de producción (es decir la crisis de las condiciones de producción) y el surgimiento de nuevos movimientos sociales (por ejemplo las luchas por la restructuración de las condiciones de producción). El feminismo, los movimientos por la salud y la seguridad laborales y por el ambiente, y los movimientos urbanos de todas clases, tienen que ver con mucho más que la mera defensa de la fuerza de trabajo, la naturaleza externa y las condiciones de vida en la ciudad, respectivamente, pero también tratan de ello. Esto significa que hay una posibilidad real de integrar una teoría del capital y sus condiciones con una teoría de los movimientos sociales y la lucha social y política. / A principios de los setenta el capitalismo mundial entra en una etapa de creciiMento lento y crisis sectorial. Desde entonces los tres circuitos del capital han sido reducidos, se les ha aplicado reingeniería, han comenzado a trabajar con fuentes externas y han sido restructurados, modernizados y adelgazados de otras maneras. La reducción de costos y la eficiencia han estado a la orden del día. Esto se ha asociado con cambios radicales en la división internacional del trabajo. Los costos de 27
Peerla, op. cit.
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la crisis se han exportado al Sur, así como a las minorías oprimidas y a los pobres del Norte. El capital ha logrado abrirse paso a través de esta crisis, en parte, descuidando, lesionando o destruyendo sus propias condiciones de producción y reproducción, es decir, adquiriendo una "deuda ecológica" con el Sur y, en general, con los pobres del mundo. Lo ha hecho externalizando más costos, por ejemplo robando o devastando recursos tales como bosques, agua y tierra de los cuales dependen las economías de supervivencia de las áreas rurales del Sur la muy competitiva industria automotriz, que siempre se enfrenta al exceso de capacidad, lucha para evitar reglamentaciones más estrictas sobre el control de emisiones. En ciertas industrias, en ciertos lugares, en ciertos momentos, el capital no sólo hace que todos los demás padezcamos los costos de su crisis, sino que también empieza a "sufrir" él mismo. La industria algodonera de Centroamérica es un buen ejemplo de cómo la banda de producción de los pesticidas pone en peligro las utilidades y el capital, así como a la naturaleza y la gente. 28 En términos más generales, la destrucción de la naturaleza puede dar origen a lo que Marx llamó los "costos de los elementos del capital". Esto puede ocurrir de muchas formas: una mayor renta por la tierra, desembolsos mayores para llegar a zonas madereras lejanas, toda clase de "efectos en cascada" por los cuales algunos capitales hacen que otros capitales sufran pérdidas, y así sucesivamente. Además, bajo condiciones específicas, la destrucción de la naturaleza reduce el tiempo de revolvencia del capital. Por otro lado, la tasa de explotación del trabajo puede descender cuando las enfermedades y los accidentes laborales requieren que se invierta una parte mayor del producto social en atención a la salud. Asimismo, cuando el capital socava sus propias condiciones de producción y acumulación, socavando así, potencialmente, sus propias utilidades, crea también una oposición social y política. Por eso, como se señaló antes, no se trata sólo de analizar las relaciones sistémicas entre el capital y sus condiciones, sino también de analizar el capital como una relación social antagónica, así como abrir los ojos ante la posibilidad de que nuevos movimientos sociales, específicamente los movimientos ambientales globales, puedan elevar los costos del capital y volver a éste menos flexible, y también poner en peligro, de otras maneras, la rentabilidad. La degradación ambiental requiere inmensos desembolsos no productivos de capital para la protección y limpieza del ambiente. Los costos de limpiar la lluvia ácida, por tomar un ejemplo, son escalofriantes. Si añadimos los costos de reparar o restaurar las otras condiciones de producción descuidadas —los costos del congestionamiento urbano, las rentas altas, el crimen urbano y las enfermedades por estrés, el creciente gasto en salud, los costos de restructurar un sistema educativo y una infraestructura física desastrosos— la cifra total sin duda sería astronómica. De hecho, Hazel Henderson comentó en una ocasión que cree que en Estados Unidos estos costos consumirían la mayor parte del PIB. 28 Swezey y Faber, op. cit.
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Es imposible exagerar la importancia de los factores tanto "objetivos" como subjetivos". En Taiwán la escasez de tierras ha creado más presiones comunitarias ambientales por detener nuevos proyectos industriales y de infraestructura, obre todo el sector petroquímico, que exacerba la escasez de tierra y produce na mayor especulación con los valores de la misma (ahora hay terrenos indusriales subutilizados mientras sus dueños esperan que los precios aumenten aún más). Los escasos recursos de gas y carbón se están agotando. La mermada tierra e cultivo está sobreexplotada, y pone en peligro la eficiencia agrícola, a pesar de n mayor uso de insumos químicos (o debido a ello). En síntesis, el "éxito" económico de Taiwán se ha debido de manera significativa al descuido y la degradación e sus condiciones de producción. El resultado es una mayor descentralización georáfica de la industria, más producción en China continental, y el relajamiento de os reglamentos acerca de la tierra, con el propósito de ceder tierras de cultivo a a industria. En pocas palabras, es posible que al capitalismo mundial de hoy sea inherente o sólo una crisis de sobreproducción del capital, sino también una crisis de subroducción del capital. La crisis puede ir no sólo del lado de la demanda, como en l marxismo tradicional, sino también del lado del costo, como en el ecomarxismo. En sus escritos sobre la "crisis del algodón" en Gran Bretaña en los años 1860 el mismo Marx adoptó esta posición, pero nunca trató de desarrollar las conexiones conómicas y sociales sistemáticas entre los movimientos dentro y entre los circuios del capital y todo el asunto de la producción y reproducción de las condiciones e producción capitalista (aunque, como hemos visto, advirtió aspectos de estos roblemas). Por lo tanto es evidente que hay que plantear preguntas claras acerca e la conexión interna entre las crisis tradicionales de sobreproducción del capital la crisis de la subproducción del capital, y que también es necesario plantear otras reguntas respecto a las conexiones entre la destrucción de la naturaleza y la gene, por un lado, y la destrucción del capital, por el otro. Asimismo, es claro que enemos que enfrentar el problema de las condiciones de producción teóricamente, tal como el capital y los nuevos movimientos sociales, incluyendo las luchas de los trabajadores en torno a la salud y los problemas relacionados con ella, lo stán enfrentando prácticamente. Si lo hacemos, puede resultar que lo que se ecesita hoy no es una "construcción socialista" sino más bien una "reconstrucción ocialista" de la naturaleza... incluyendo nuestra propia "naturaleza".
El capítulo 6 de este libro, "Algunas observaciones sobre la 'crisis ecológica'", introduce el tema de la economía política de la naturaleza al analizar algunos de los significados de la tan usada expresión "crisis ecológica (o ambiental)". El capítulo 7, Las condiciones de producción y la producción de las condiciones", es una introducción teórica a la tesis de la "segunda contradicción del capitalismo", escrita con el propósito de aclarar el concepto de "condición de producción", visto como fueras productivas y también como relaciones de producción. El argumento básico de
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"La segunda contradicción del capitalismo" se amplía después en el capítulo (con una adenda). El capítulo 9, "Sobre la acumulación capitalista y la crisis económica y ecológi ca", analiza el proceso socioeconómico de "acumulación de capital por medio las crisis económicas" y las implicaciones de este proceso para el ambiente, y al mis mo tiempo refuta la tesis convencional que achaca la degradación ambiental cambios autónomos del gasto consumista. El capítulo 10, "El desarrollo desigual combinado y la crisis ecológica", se ocupa de algunas de las manifestaciones espa ciales tanto de la acumulación capitalista como de la degradación y destrucció ambiental. En el capítulo 11, "Tecnología y ecología", examino estos dos concep tos desde el punto de vista de la teoría sociológica y económico-política crítica. Lo capítulos 12 y 13, "Asesinato en el Orient Express: La economía política de la gue rra del Golfo" y "El dominio británico en las Shetland", se concentran en la impo tancia del petróleo, el "oro negro" que hace rodar la economía mundial, desde e punto de vista de la economía política y también desde la perspectiva de los gobie nos que procuran legitimar políticamente "la guerra petrolera" y la degradació ambiental de las islas Shetland, respectivamente. El último capítulo de la segund parte, el 14, "¿Es posible mi capitalismo sustentable?", analiza la "sustentabilidad" desde la amplia panorámica del sistema capitalista en su conjunto.
6 ALGUNAS OBSERVACIONES SOBRE LA "CRISIS ECOLÓGICA"
Hace treinta años Gerhard Masur escribió que "la idea de crisis está permeando los campos más diversos de las actividades humanas". 1 Aunque inexplicablemente Masur no incluyó la ecología como uno de esos campos, su observación es adecuada. La idea de una "crisis ambiental global" está grabada ya en la mente de la mayoría de las personas letradas, y ocupa ahora el centro de las discusiones serias sobre el impacto del crecimiento económico global y el desarrollo en el ambiente natural. A finales de los sesenta el biólogo lord Ashby, entonces presidente de la Comisión Real sobre Contaminación • Ambiental —la respuesta del gobierno británico a la creciente preocupación por el medio ambiente—, sugirió que no nos enfrentábamos a una crisis única sino a un periodo crítico o climatérico, mientras una serie de sistemas de la naturaleza amenazaban con derrumbarse bajo la marea de contaminantes industriales y ante el agotamiento de recursos clave. 2 En 1990 Mustafá Tolba, director ejecutivo del Programa Ambiental de Naciones Unidas (uNEP), señaló que el calentamiento global, la reducción de ozono y la pérdida de biodiversidad eran las "amenazas" más importantes para el mundo natural? Mientras Tolba advertía de un "genocidio global", Michael Soulé, uno de los fundadores de la biología de la conservación, afirmaba que si no se emprendían acciones para salvar los bosques lluviosos del planeta se produciría un "desastre ecológico".4 El discurso ambientalista contiene habitualmente expresiones como "especies en peligro", "hábitat amenazado" y "bosques en desaparición". "Riesgo", "peligro", "amenaza" y "emergencia" aparecen una y otra vez en el vocabulario de ecologistas y ambientalistas. Los periodistas llaman "crisis ambientales" a una diversidad de I "Crisis in history",
Dictionary of the History of Ideas, Nueva York, Scribner's, 1968, p. 595. Philip D. Lowe y Michael W. Worboys, "Ecology and ideology", en F. H. Buttel y H. Newby (eds.), 77e rural socioloc of the advanced societies, Montclair, Allanheld, Osmun, 1980, pp. 433-434. Los autores, presagiando mi análisis que aparece más abajo, continúan: "Pero otros, como John Maddox, por entonces editor de Nature, cuestionaban la existencia misma de una crisis fuera de la mente de los 'profetas del desastre'. Es interesante que el mismo Ashby [...] declarara más tarde que 'El peligro es un colapso político, no ecológico.'" 3 Citado porjon Steward en San Francisco Chronicle, 6 de junio de 1990. 4 Citado en Bob Hohnes, "How fast are they going extinct?", Science Notes, University of California in Santa Cruz, invierno de 1992, p. 3. 2
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acontecimientos, desde derrames de petróleo hasta accidentes nucleares, y en general los definen en términos objetivos, derivados de uno de los significados de "crisis" que usaban los griegos dos milenios y medio atrás y que sigue siendo frecuente hasta hoy en la práctica médica: el punto crucial de una enfermedad, en el que se decide si el paciente vive o muere, o si la enfermedad se convierte en otra (más grave). La definición griega de crisis también es un "discurso", en el sentido de que contiene fuertes elementos subjetivos o evaluaciones cuestionables del curso de una enfermedad. Consideremos el significado de "contaminación ambiental". Osvaldo Sunkel y José Leal brindan una definición objetivista: abuso de la capacidad asimilativa del ambiente como basurero de desperdicios y materiales de desecho. Esta capacidad puede verse como un recurso que es renovable y, por lo tanto, recuperable, excepto en casos de abuso extremo, cuando puede desvanecerse por el derrumbe del ecosistema. 5
En cambio Mary Douglas —en Risk and culture— sostiene que las ideas sobre contaminación no quedan explicadas a cabalidad por los peligros fisicos; que las comunidades censuran sus propias creencias en materia de contaminación, y que desarrollan una sensibilidad que muchas veces está a años luz de los riesgos científicamente mensurables. Podemos adoptar una definición de "crisis" como evaluaciones que pueden discutirse sobre, digamos, la salud de un bosque, sin adoptar el extremado subjetivismo y relativismo de Douglas. Se puede decir que existe una crisis forestal cuando nadie sabe si el bosque se está cosechando sobre la base de un rendimiento sustentable, definiendo sustentabilidad como la capacidad de los ecosistemas de bosque de retener su productividad biológica pese a perturbaciones del exterior, por parte de operaciones madereras en gran escala, por ejemplo. Esa manera de comprender una crisis hace mucho énfasis en los juicios de los agentes humanos, sean o no científicos. Por lo general dos ecólogos que estudien una población de la misma especie en dos hábitat diferentes discreparán tanto respecto al punto crucial en el que se decide si una especie vive o muere como al resultado de ese punto. Hay por lo menos tres razones para eso. Primero, las poblaciones de las especies suelen tener una dispersión acorde con la disponibilidad de recursos. No es raro que determinadas poblaciones de un área se extingan y que después ese hábitat sea repoblado, simplemente porque es un buen lugar para ciertas especies. Por lo general la mayoría de las poblaciones no se "autodestruyen" sino que responden de maneras (muy poco) predecibles a cambios externos de clima, población de depredadores y demás. En este sentido, la especie en cuestión puede no alcanzar nunca Osvaldo Sunkel y José Leal, "Economics and environment in a developmental perspective", International Social Science Journal, 109, 1986, p. 419.
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un "equilibrio" con su hábitat sino estar, más bien, en una especie de "crisis" permanente. Segundo, no hay un modelo único de especies o de poblaciones de especies, porque los hábitat son diferentes (en mayor o menor grado) debido, por ejemplo, a la calidad de la nutrición existente. Tercero, si bien se dice que la territorialidad es un mecanismo para prevenir las crisis, el carácter estrechamente vinculado con el sitio del conocimiento ecológico sugiere la probabilidad de que los "territorios" (así como los efectos de las perturbaciones externas) estén mal definidos o que incluso resulte imposible conocerlos. En general los ecólogos enseñan que los mecanismos de crecimiento de las plantas son mucho más dificiles de estudiar que los de las poblaciones animales, porque en el caso de los segundos es relativamente fácil calcular el perfil de edad (y por lo tanto un elemento para predecir la supervivencia o el crecimiento). Por eso los ecólogos vegetales se dedican a estudiar patrones de dispersión, mientras que los especialistas en animales estudian los mecanismos de crecimiento de la población. Los historiadores del siglo xix acostumbraban usar el término "crisis" para indicar el punto crucial en el destino de una nación o un pueblo, un momento de decisión o el instante en el que realmente se ve puesta a prueba la voluntad de un pueblo. En estos sentidos la guerra de George Bush contra Irak fue una crisis, un momento de decisión en el que Estados Unidos proyectó su poder hacia el extranjero y "restableció la credibilidad que había perdido en Vietnam". Uno podría imaginarse a un futuro presidente que para demostrar de manera similar que "tiene lo que hace falta" encabece un gigantesco esfuerzo por reducir el calentamiento global o poner fin a la dependencia de los combustibles fósiles por medio de subsidios inmensos a las "vías alternas de energía". Un concepto subjetivo de crisis incluiría conjeturas históricas (por ejemplo grandes guerras) en las cuales las poblaciones no pueden aceptar fácilmente la normalidad que suelen dar por sentada. Este sentido de "crisis" es lo bastante amplio como para incluir periodos de intensa incertidumbre económica y política, es decir también ecológica; 6 mucha ansiedad y suspenso en el nivel personal (por ejemplo un sistema familiar en decadencia) y, por consiguiente, recursos psicológico-sociales para cualquier política verde seria, y las posibilidades de ruina ecológica global, es decir, las perspectivas tanto de un debate político generalizado como de la exigencia de una reglamentación política a la economía capitalista global desbocada. El significado más importante de la palabra crisis, incluida la crisis ecológica, 6 Un ejemplo (New York Times, 29 de octubre de 1987): "El estudio [del Departamento de Energía] dice que hay grandes lagunas en la comprensión de cómo se desempeñarían los reactores en ciertos tipos de accidentes que las plantas civiles están destinadas a experimentar. El estudio llega también a la conclusión de que 'hay incertidumbres significativas' acerca de la capacidad de los reactores para limitar la liberación de materiales radiactivos en un accidente. las plantas tienen filtros para atrapar partículas radiactivas, mientras que las plantas comerciales se albergan en estructuras comerciales que, supuestamente, condenen todas las sustancias radiactivas." Tenemos aquí un ejemplo de "crisis" definida como incertidumbre, basada en la falta de infdrmación técnica suficiente.
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parecería ser el de "punto crucial" y, por lo tanto, "momento de decisión". U ejemplo sería la relación antagónica entre grupos socioeconómicos de la socieda de clase, o las luchas entre clases (y dentro de las mismas) en el momento en qu nadie sabe ni puede saber qué clase o grupo logrará imponerles su voluntad a lo demás. Este sentido de la palabra "crisis" puede hacerse extensivo, por ejemplo, a conflictos entre países ricos y países pobres ("atractivos ambientales" frente al "ambientalismo de los pobres"), así como a otras rivalidades económicas y políticas nacionales, y también a luchas entre los movimientos sociales verdes y otros que procuran conservar la naturaleza, la comunidad y la vida individual, por un lado, las estructuras de propiedad y poder que dependen del crecimiento económico, por el otro. Se requieren dimensiones subjetivas de cualquier concepto útil de crisis ambien tal porque las definiciones objetivistas casi siempre (¿siempre?) contienen una can tidad de supuestos no analizados. Considérese, por ejemplo, el anuncio de que "el gobierno añadió sesenta tipos de plantas y animales a su lista de especies en peli gro y amenazadas [...] lo que llevó el total a la cifra récord de 883. De ellas 746 fue ron clasificadas como 'en peligro' o en riesgo de extinción. Las 119 restantes fueron ubicadas en la categoría de `amenazadas', reservada para las especies que probablemente se vean en peligro." 7 ¿Cuál es el punto de crisis, "en peligro" "amenazada"? ¿O ambos, e indican grados de crisis? ¿Cuál es el lapso que se asum y cuánto es "cuenta burocrática", comparada con los resultados del trabajo concreto de los científicos ecologistas que se refleja en esas cifras? Se podría aducir una cantidad de ejemplos para demostrar que la "crisis ecológica" es una categoría política e ideológica tanto (o más) que un constructo científico. Por ejemplo, en 1987 un titular del New York Times anunciaba que "Delegado mundiales alertan frente al peligro para las áreas silvestres". 8 De acuerdo con l noticia, "Por lo menos la mitad de las áreas silvestres que aún existen no se protegen por sí mismas debido a su áspera naturaleza. Pueden deteriorarse sin aviso previo Ud Las soledades árticas de Canadá y Alaska fueron seriamente amenazadas po el desarrollo petrolero, gasero y mineral y Ud las presiones demográficas están erosionando rápidamente áreas silvestres de África), de Sudamérica." Menos del 20% de las áreas silvestres identificadas en un informe del IV Congreso Mundial de Áreas Silvestres están "protegidas formalmente", continúa la nota. El bien conocido problema de cualquier afirmación de que lo "silvestre" está en "peligro" o "amenazado" es que el concepto tiene poco o ningún sostén científico. Lo silvestre no es una especie o un ecosistema, sino más bien un constructo social derivado de sensibilidades románticas de "amor por la naturaleza" bien establecidas desde hace más de 200 años. Cuando los gobiernos intervienen para designar "áreas silvestres", y sobre todo cuando las administran y destacan lo que Michael Frome ha llamado "vida sil7
San Francisco Chwnsítk, rae febrero de 198b.
8 New Yorh Times,
12 de septiembre de 1987.
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vestre a la carta servida como comida rápida", 9 el concepto de lo "silvestre" se convierte en una categoría política. De modo que la nota del Times revela una condición política y cultural tanto, por lo menos, como un hecho ecológico. He aquí otro ejemplo que dramatiza las dimensiones políticas e ideológicas de la idea de "crisis ecológica". "Las marismas, el hábitat esencial de las aves acuáticas y otras, están desapareciendo a una velocidad asombrosa. En todo el país se pierden más de 180 mil hectáreas de marismas por año; eso equivale a unas 500 hectáreas diarias que desaparecen bajo las topadoras. En California, hogar invernal de unos 14 millones de patos y gansos, existen hoy menos del 4% de las marismas que había hace un siglo [...] Consciente de la necesidad de conservar lo que queda, una organización nacional no lucrativa que hace énfasis en la restauración, más que en la retórica, se está ocupando en gran escala de California." 10 Esta descripción brinda un concepto político de crisis ecológica que se disfraza de científico (por ejemplo "hábitat esencial"). Está ausente un elemento clave de la ecuación ecológica: ¿cuántos patos y gansos invernaban un siglo atrás en las marismas de California? ¿Alcanzaría el 4% restante para sostener a 14 millones de aves? De no ser así, ¿podrían modificar su ruta migratoria y pasar más hacia el interior? A uno se le ocurren más preguntas de este tipo. Lo importante es que la organización ambiental de que se trata (la "organización nacional no lucrativa" mencionada en la nota) compra zonas pantanosas, de modo que le interesa que el asunto parezca estrictamente ecológico o técnico, más que cultural y político. El hecho de que una especie muera, un ecosistema sea destruido o un área silvestre o pantanosa esté en peligro, son cuestiones políticas, ideológicas y culturales, además de ecológicas. Esto tiene dos ramificaciones. Primero, la crisis ecológica puede definirse como el punto de inflexión en la batalla política entre, digamos, ambientalistas que están tratando de proteger un ecosistema o "zona silvestre", y promotores capitalistas movidos por el afán de inversiones y búsqueda de lucro, es decir, el momento en el que nadie sabe qué lado va a salir ganando. Segundo, es un punto de inflexión político, antes que nada, precisamente porque no está claro si la destrucción de una marisma o de una especie ha rebasado el punto de no retorno. De manera que puede o no representar una diferencia el hecho de que individuos y grupos interesados intervengan en la lucha (en una situación de "crisis" las acciones individuales pueden inclinar la balanza en favor de mantener viva la marisma o una especie determinada). Una vez que aceptamos el carácter político e ideológico de esas "crisis", estamos en condiciones de empezar a identificar los intereses materiales específicos que pueden estar en juego. En semejante contexto es evidente que las aseveraciones científicas deben evaluarse a la luz de las relaciones de los científicos con los intereses involucrados en la lucha en cuestión. 9 1°
Michael Frome, Regreening the National Parles, Tucson, University of Arizona Press, 1991. San Francisco Chronick, 11 de septiembre de 1987.
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Otros dos ejemplos sirven para ilustrarlo. En el New York Times han aparecido anuncios advirtiendo sobre el calentamiento global y los profundos ajustes que tendrá que hacer el mundo si el planeta se calienta. Sin embargo, cuando descubrimos que quien paga por los anuncios es la industria de la energía nuclear, deberíamos empezar a sospechar, porque esta industria tiene interés en reducir nuestra actual dependencia de los combustibles fósiles a fin de incrementar nuestra demanda de energía nuclear. El segundo ejemplo está tomado de la historia del agotamiento del ozono por los clorofluorocarbonos (cFC). El doctor Robert Watson, el principal científico del proyecto sobre el ozono de la NASA, afirmó en octubre de 1987 que los CFC "intervienen en la destrucción del ozono en todas las latitudes". El doctor Sherwood Rowland, de la Universidad de California en Irvine, quien a principios de los setenta advirtió sobre el peligro que corría la capa de ozono, dijo el mismo mes que "sería muy arriesgado, y hasta imprudente", asumir que los procesos que actuaban en la Antártida no podían extenderse a las zonas templadas. También ese mismo mes el doctor Mack McFarland, investigador de E. I. Du Pont de Nemours and Company, uno de los principales productores de C:FC, afirmó que era improbable que el proceso que tenía lugar en la Antártida pudiese ocurrir en otra parte. ¿Se trata de una diferencia de opinión científica? ¿De una diferencia de intereses? ¿O de ambas cosas? En cuanto empezamos a pensar en las crisis ecológicas en términos de intereses materiales, podemos vincular el concepto con tendencias hacia crisis políticas y económicas. Dos ejemplos son los bosques canadienses y las pesquerías de todo el mundo. Muchos canadienses hablan de una "crisis forestal". Para algunos ecólogos esto quiere decir que las industrias canadienses de la madera, el papel y la pulpa ya no cosechan los bosques sobre la base de rendimientos sustentables. Para quienes ven el bosque como un ingrediente de la identidad nacional de Canadá, la "crisis" puede consistir en la presencia de feas tierras taladas al ras y todo lo que eso significa. Para la industria del papel y la pulpa una crisis forestal representa un peligro para su propia viabilidad económica. De manera alternativa, si la industria se enfrenta a la incertidumbre o a problemas económicos, puede buscar troncos más baratos. Para obtenerlos, los administradores tal vez deban emplear métodos de tala ambientalmente menos sanos, creando una "crisis" en el sentido en que podrían utilizar el término los ecologistas. La madera con que cuentan los molinos de pulpa depende no sólo de los ciclos de regeneración de los árboles sino también de los costos: a qué distancia están los árboles del obraje, la presencia o ausencia de caminos de acceso y el precio de la pulpa en el mercado estadunidense, entre otros factores. Puede haber escasez (o excedente) de madera en términos económicos sin que exista necesariamente conexión con las condiciones naturales de abasto y regeneración. Hay un consenso generalizado respecto a que las pesquerías de todo el mundo están en
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un estado calamitoso [...] pese a que según los expertos es extraordinariamente dificil reunir datos [...] En una conferencia de Naciones Unidas [...] científicos, especialistas en la industria y funcionarios gubernamentales coincidieron en que las evidencias demuestran de manera innegable que el exceso de pesca y la destrucción de los hábitat han causado reducciones alarmantes en las poblaciones marinas. 11
Esta "amenaza" al ambiente es de alcance global, "con implicaciones para la producción futura de alimentos y la estabilidad económica de los países que dependen de la pesca". Indiscutiblemente la captura de algunos de los principales peces que se utilizan con fines alimenticios ha declinado muchísimo en los años recientes. En 1993 la FAO informó que 9 de las 17 pesquerías más importantes del mundo estaban pasando por serios problemas (cuatro de ellas se han clasificado corno comercialmente "agotadas" y las otras se definieron como "plenamente agotadas" o "sobreexplotadas"). Las especies más pescadas "se están acercando a la extinción no sólo comercial sino biológica". Los cambios en los patrones climáticos, la temperatura y la salinidad del agua; el crecimiento de las flotas pesqueras; una tecnología más eficiente; las prácticas de pesca que matan peces inmaduros; la destrucción de las zonas costeras de desove y las operaciones pesqueras que ignoran los acuerdos regionales de pesca, se citan entre las principales causas. Aquí hay una "crisis" de grandes proporciones: para la industria pesquera, para los países exportadores de pescado y para aquellos cuya población depende de la vida marina para obtener proteínas. Pero que esto sea una "crisis ecológica" definida en términos de que las diversas especies piscícolas puedan recuperarse de los golpes propinados por diversos factores de origen natural y humano, es otra cuestión. "Hemos descubierto que se requiere más y más información para poder tomar una decisión inteligente acerca de cuál es la resistencia natural de los cardúmenes —dijo la bióloga australiana Mary Harwood—, y cuál podría ser un nivel seguro de pesca." "En su elemento natural los peces no se quedan quietos para que uno pueda contarlos —escribe David Pit—. Y muchos señalan también que todavía hay cantidades enormes de peces dispersos en el 70% de la superficie del planeta." Sin duda se está gestando una crisis económica de proporciones globales para las pesquerías de todo el mundo, pero está por verse si hay una crisis ecológica, en un sentido definido científicamente. En cualquier caso, en las sociedades capitalistas, donde la naturaleza "cuenta" antes que nada como valor potencial de cambio, las definiciones naturalistas de crisis se confunden invariablemente con las definiciones económicas, y muchas veces son inseparables de las mismas. "Crisis ecológica" se puede referir también a los problemas económicos de regiones enteras, así como a las luchas entre grupos regionales de capital. 11 David E. Pitt,
son de Pin.
New YO?* Times, 3 de agosto de 1993. Salvo indicación en contrario, todas las citas
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La salud de la bahía de San Francisco pende de un hilo y, como médicos que discuten un caso dificil, los expertos ni siquiera logran ponerse de acuerdo en que el paciente está enfermo [La bahía] está grave o saludable, según a qué experto se le pregunte [...] No es sorprendente que la brecha entre los científicos siga líneas geográficas. Desde el norte la bahía parece enferma; desde el sediento sur, da la impresión de estar muy bien.I 2
Éste es un buen ejemplo del elemento subjetivo en la definición de una crisis ecológica: evaluaciones discutibles del curso de la enfermedad, así como un ejemplo de la forma en que el dinero y el poder tiñen el debate para decidir si existe o no una crisis. Parecería no existir una definición verdaderamente objetiva de "crisis ecológica". Hay quienes niegan que haya una crisis y afirman que el futuro evolucionará a partir del presente de formas más o menos predecibles. "Los informes de amenazas al ambiente global suelen desencadenar oleadas de escepticismo —escribe David Pitt—, en buena medida de parte de científicos que afirman que el conocimiento de un fenómeno complejo es demasiado limitado como para justificar conclusiones apocalípticas apresuradas."I 3 Muchos economistas que se preocupan por el costo que la protección ambiental tiene para las empresas como resultado de las acciones de los "chiflados del ambiente" se burlan de la idea de una "crisis". "Al desarrollar [...] cuentos de catástrofes inminentes, los extremistas ambientales pueden obtener atención, financiamiento por parte del público y, muchas veces, sus objetivos en materia de política", afirma el economista Thomas Gale Moore. "Los medios de comunicación saben que las notas de un cataclismo inminente venden periódicos y atraen televidentes. Los científicos comprenden que el temor a las calamidades puede generar apoyo a los proyectos de investigación [...] Un científico que diga que un presunto desastre es una falsedad o una exageración recibirá poco apoyo para su investigación y al mismo tiempo será objeto de la enemistad de sus colegas."14 Tras recordarles a sus lectores que "los principales conflictos comerciales entre los países avanzados se centran en enormes excedentes (no faltantes) de alimentos", Moore, miembro de alto rango de la Hoover Institution, ridiculiza la alarma por la daminozida, la lluvia ácida y el calentamiento global. Irónicamente, la base para que los haga de lado son estudios estadísticos del mismo tipo que Moore condena cuando los realizan científicos proambientalistas. A fin de demostrar que hay una incertidumbre generalizada acerca de los peligros de destrucción ambiental, Moore emplea estudios "científicos" como si sus resultados fuesen incuestionables. Algunos insisten en que la crisis ambiental requiere una acción pronta y decisiva para impedir alguna forma de catástrofe, mientras otros se muestran tímidos o 12 San Francisco aronicle, 4 de enero de 1988. la New York Times, 3 deágostclde 1993. 14 Thomas Gale Moore, "Environmental kooks dream up crisis",
tiembre de 1992.
San Francisco Chronicle, 14 de sep-
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cautos, sin estar seguros de que exista o no una crisis. Un ejemplo es el debate sobre la pérdida de ozono atmosférico que mencionamos más arriba. Los que advertían que la capa de ozono estaba siendo "erosionada" por los C:FC, finalmente, tras haber sido ridiculizados durante años por diversos gobiernos, fueron oídos en 1987, cuando cuarenta países acordaron un plan para congelar el nivel actual de uso de CFC y después para reducir el consumo a la mitad para 1999. En las primeras discusiones científicas se hizo una distinción entre el grado de pérdida de ozono y sus causas. Algunos sostenían que si no se comprendían las causas no había (o había menos) razón para alarmarse. Esto sugiere que la magnitud estadística de un problema ecológico es menos importante que la comprensión del problema por parte de los científicos. En 1987 ya no se debatía si el cloro era un factor de la erosión de la capa de ozono, sino cuál era su peso en la misma. La posición verde era que la producción de cloro tenía que prohibirse inmediatamente, incluso si resultaba que la pérdida de ozono se debía sobre todo a factores de origen no humano, sobre la base de que "todo ayuda", y también porque era el único factor bajo control humano. En contraste, algunos científicos (financiados en parte por la asociación de fabricantes de productos químicos de Estados Unidos) plantearon que si la contribución de la humanidad a la pérdida de ozono es, digamos, del 10%, no era necesario interrumpir por entero la producción de derivados del cloro, sino reducirla a cierta cantidad. Algunos especialistas llegaron a la conclusión, a partir de los hechos, de que podía haber o no una crisis de origen humano de la capa de ozono, y que se requerían más hechos; esos mismos hechos llevaron a los ambientalistas a la conclusión de que los CFC debían prohibirse de inmediato; en otras palabras, de que hay una crisis y se requiere una acción pronta. El protocolo de Montreal de 1987 fue un compromiso, una forma de hacer coincidir el equilibrio de la naturaleza con las cuentas bancarias de las empresas. Los líderes de opinión comprenden que el solo hecho de hablar de una crisis crea incertidumbre por sí mismo. Así aparece otro grupo, el de los mentirosos cautos, que niegan la existencia de una crisis cuando en realidad creen que existe. Y están también los que creen que hay una crisis pero que mantienen ocultas opiniones más firmes de las que están dispuestos a admitir; están también los que se ocultan tras falsas apariencias, que en privado se burlan de la idea de crisis pero que actúan de modo alarmista, para fabricar una sensación de peligro que, esperan, contribuirá a movilizar la opinión y la acción públicas en favor de sus propios intereses. En contraste, los capitalistas suelen contratar especialistas en relaciones públicas para minimizar los comentarios sobre las crisis y destacar el compromiso de las empresas con la tecnología y los productos verdes, porque temen el costo económico de hacerle frente a una "verdadera" crisis. Pero el verdadero discurso orwelliano sobre la crisis puede emanar del establishment político. Cuanto menos hable la clase política de crisis, más probable es que realmente exista. ¿Acasólos que están en el poder subestiman los problemas, mientras que los que están fuera de él los sobrestiman? La ironía es que "los de aden-
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tro" suelen tener más información, aunque diferente, que "los de afuera", y que pueden estar en mejor posición de saber la verdad. Si bien los que tienen más conocimiento tienen también enormes poderes para negar las cosas, a veces los que están en el poder (el estado de la seguridad nacional se basa en esta realidad) fabrican "crisis" a fin de movilizar apoyo hacia políticas militares, económicas o de otro tipo que, en caso contrario, resultarían muy impopulares. En síntesis: los rasgos clave de los comentarios sobre las crisis son resultados sumamente inciertos basados en intereses materiales; luchas y conflictos socioeconómicos y políticos; evaluaciones cuestionables sobre la existencia de una crisis; la gran probabilidad de que haya construcciones ideológicas de las crisis, y el hecho de que durante ciertos momentos de crisis el individuo puede hacer una diferencia en lo relativo a la solución de la crisis, ya que, por definición, nadie conoce ni puede conocer su verdadero resultado. Esta última característica es razón suficiente para volverse militante ambienmlista (y social y político) y unirse a la lucha por un mundo ecológicamente racional y sensible.
7 LAS CONDICIONES DE PRODUCCIÓN y LA PRODUCCIÓN DE LAS CONDICIONES
INTRODUCCIÓN
La naturaleza capitalista puede definirse provisionalmente como todo aquello que no es producido como mercancía pero sí tratado como si fuese una mercancía. Esta formulación le debe tanto a Karl Polanyi como a Karl Marx. Polanyi definió el "trabajo" y la "tierra" como mercancías falsas o ficticias. El hombre, bajo el nombre de trabajo, la naturaleza, bajo el nombre de tierra, se volvieron disponibles para su renta [...] Había un mercado de trabajo así como uno de tierra, y la oferta y la demanda en cualquiera de ellos estaba regulada por la altura de los salarios y las rentas, respectivamente; se sostuvo en forma consistente la ficción de que el trabajo y la tierra se producían para su rentar
La tierra y el trabajo no se producen como mercancías de acuerdo con las fuerzas del mercado o la ley del valor. Por eso sólo en un sentido ficticio se los puede ver como valores de cambio. En términos marxistas, la afirmación de que la tierra y el trabajo se convierten en mercancías significa que se los trata como si fuesen un producto del trabajo al cual se le puede adscribir un valor abstracto. 2 Es.posible interpretar el concepto de Marx de las "condiciones de producción" como más o menos equivalente a lo que Polanyi llama "trabajo y tierra". "Más o menos equivalente" porque Marx utilizó a veces la expresión "condiciones materiales de producción" en un sentido más amplio, para incluir la "propiedad de capital" así como la propiedad de "tierra", 3 y también porque identificó no dos sino tres "condiciones de producción". A la fuerza de trabajo de los obreros la denomi nó la "condición personal de la producción". La tierra se denomina la "condición 1, natural" o "condición ffsica externa". A la infraestructura física, es decir, "a los 1 Karl Polanyi, The great transformation, Boston, Beacon, 1944, p. 131. "La producción es la interacción del hombre y la naturaleza; si este proceso ha de ser organizado por medio de un mecanismo autorregulado de cambio e intercambio, el hombre y la naturaleza deben ser llevados a su órbita; tienen que estar sujetos a la oferta y la demanda, es decir, hay que tratarlos como mercancías, como bienes producidos para la venta" (p. 130, cursivas mías). 2 Michael Lebowitz, "The one-sidedness of capital", Reviese of Radical Political Economia, 14, 4, invierno de 1982. 3 Rad Marx, Crítica al Programa de Gotita, en Marx y Engels, Obras escogidas, vol. tu, Moscú, Progreso, 1980.
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medios de comunicación y de transporte", se le aplica la denominación de "condiciones comunales y generales". 4 La naturaleza ficticia de la fuerza de trabajo, la "condición personal", resulta clara. La fuerza de trabajo es una mercancía falsa en el sentido de que no es producida ni reproducida para su venta en el mercado. Tampoco es posible separarla de sus propietarios, y por ello no puede circular libremente en el mercado. La fuerza de trabajo de los trabajadores, su bienestar físico y mental, la clase y el alcance de su socialización y su calificación técnica, su capacidad de manejar las presiones de las relaciones de trabajo, y así sucesivamente, son todo lo mismo. Diga lo que diga la ideología burguesa, ningún "yo" esencial o nuclear es inmune a la conversión de la fuerza de trabajo en mercancía. 5 Los seres humanos, como fuerzas productivas sociales, son organismos biológicos y sociales, no importa cuánto pretenda lo contrario el mercado de trabajo. Como la fuerza de trabajo no se produce y reproduce de maneras regidas por la ley del valor, el precio de la misma no puede explicarse en términos de su valor de cambio. Estrictamente definida, la fuerza de trabajo no tiene valor de cambio (lo único determinado por el mercado es el contenido en valor de la canasta de consumo, no el tamaño de ésta). No hay ninguna garantía de que la fuerza de trabajo pueda llegar a existir alguna vez en forma de una mercancía ficticia, y mucho menos de que pueda reproducirse en condiciones que permitan o favorezcan la producción y la acumulación capitalistas. Esto se debe a que los trabajadores son no sólo los objetos sino también los sujetos del intercambio de fuerza de trabajo por salarios, y también los sujetos, así como los objetos, del trabajo (la producción material) mismo. Si la fuerza de trabajo es tratada por los trabajadores como si fue4 Carlos Carboni (comunicación personal, c. 1988) empleó la expresión "condiciones sociales reproductivas" para incluir las "condiciones de producción" de Marx. Yo uso "condiciones de producción" porque quiero reconstruir el problema utilizando la propia terminología de Marx y su enfoque básico, y también porque mi análisis se limita a las tendencias de crisis en el proceso de producción y circulación de capital, más que incluir el proceso de reproducción social de la formación social en su conjunto. '[S]i ha de mantenerse la consistencia interna del sistema de ideología burguesa, la energía de trabajo tiene que ser definida de manera tal que no constituya una característica esencial del yo. De no ser así, [.4 si una de las características esenciales fuesen mercancías que se compran y venden, el individuo perdería todo asomo de libertad y quedaría reducido a un mero resultado de la conjunción de fuerzas del mercado. Se estaría enajenando a sí mismo —a su propio yo— en la venta de lo que es esencial de su naturaleza. Por lo tanto, todo lo que puede cambiarse en el mercado tiene que ser definido de modo de poder separarse de la pura elección del individuo, del núcleo del yo que el liberalismo no permitiría entregar. De esto se sigue que toda energía mental y Eska, toda capacidad y sensibilidad del individuo que se pueda comprar o vender en el mercado [...] tiene que definirse como ajena al 'yo', que ahora puede definirse exclusivamente como el propietario de sus atributos enajenables, como prerrogativa de inmunidad de la conversión en mercancía [...] Por medio de este recurso el individuo podría mantener la ficción de que no estaba siendo vendido cuando vendía sus atributos personales, y la estructura de la ideología burguesa podría mantener su fachada de dignidad humana. Lo que se divide y se entrega al dominio de otros no -es- el 'yo- sino, simplemente, lo-mío"Uliehard Liditulaii, 'The p,cxlucti uu uf human nature by means of human nature", Capitalina, Nature, Socialism, 4, 1990, pp. 36.37.
LAS CONDICIONES DE PRODUCCIÓN
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se una mercancía, puede tratársela como si tuviese un valor. Si los trabajadores no permiten que se trate así su fuerza de trabajo, se derrumba la ficción de que tiene un valor; en este caso los trabajadores valoran su propia fuerza de trabajo. Esta "autovaloración" no depende sólo, en última instancia, de los ritmos de la economía, la productividad, las tasas de utilidad y demás, sino también de la lucha de clase, las luchas feministas, las luchas nacionalistas y, en general, las complejas articulaciones de la vida económica, política y social. Marx definió una segunda condición de la producción como "las condiciones comunales, y generales, de la producción social" o como "las condiciones generales del proceso social de producción, es decir, los medios de comunicación y transporte". 6 7 han teorizado sobre esas "condiciones generales". La Unactidemrxs mayoría de los teóricos incluyen entre las principales condiciones generales la infraestructura física y social (por ejemplo los caminos y la educación, respectivamente) y también el espacio hecho por los seres humanos. Podemos añadir asimismo el "capital comunitario", es decir los rasgos culturales de la vida comunitaria que pueden ser valorados por el capital. La infraestructura es el prerrequisito para conjuntar la tierra, los recursos y la fuerza de trabajo con el capital. El espacio hecho por el hombre, urbano o de otro tipo, permite que el capital combine los "factores de producción" de ciertas maneras y no de otras. La definición que da Lojkine de las condiciones generales es la más amplia: aquellos "factores tan importantes como para constituir otras 'condiciones necesarias' para la reproducción general de la formación capitalista desarrollada. Son [...] los medios de consumo colectivo [...] los medios de circulación material (es decir los medios de comunicación y de transporte) y [...] la concentración espacialde los medios de producción."8 'materiales generales'deHirschpentaodfióquclyeas"ondi producción en el sentido más restringido, por ejemplo caminos y canales, y las condiciones 'generales' de producción que para el capital están incorporadas en la fuerza de trabajo (por ejemplo los servicios de salud), en la educación y también en la investigación en su sentido más amplio".9 La definición de Mandel es semejante a la de Hirsch. Distingue entre las precondiciones generales técnicas del proceso real de producción (medios de transporte y -
de comunicación, servicio de correos y así sucesivamente); la provisión de las precondicio6 Marx y Engels, Selected works, Moscú, Foreign Languages Publishing House, 1962, vol. 2, p. 25. [Obras escogidas, Moscú, Progreso, 1980.] 7 Véase Mario Pianta, "The conditions of production: A note", Capitalimn, Nature, Socialinn, 3, 1989. El tratamiento más completo es el de Marino Folin, "Public enterprise, public works, and social fixed capital: Capitalist production of the 'communal, general conditions' of social production", International Primal of Urban and Regional research, 3, 3, septiembre de 1979. Citado en Planta, op. cit., p. 131. 9 J. Hirsch, "The state apparatus and social reproduction", en John Holloway y Sol Picciotto (eds.), State and capital, Londres, E. Amold, 1978, p. 92.
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nes generales sociales de ese mismo proceso de producción [...] y la reproducción continua de aquellas formas de trabajo intelectual que resultan indispensables para la producción económica. 1° -
Esto se asemeja al concepto de inversión social y consumo social desarrollado en del autor del presente estudio. La conceptualización de Lojkine acerca de las condiciones generales o comunales de producción es tal vez la más coherente, ya que incluye la organización del espacio en general y del espacio urbano en particular. La infraestructura urbana física y social, el espacio y el capital comunitario (este último es todavía una categoría no desarrollada) son también mercancías ficticias. Lo usual es que no sean producidas y reproducidas para su renta en el mercado (exceptuando pisos para oficinas, lotes para casas, etc.) y no pueden circular libremente en el mercado, es decir, son, o bien específicas de un sitio o bien atributos culturales de una comunidad determinada. Además, igual que la fuerza de trabajo, en sentido estricto las condiciones generales no tienen valor de cambio. Proporcionar transporte y comunicaciones públicos no es algo que esté directamente gobernado por las fuerzas del mercado o por la ley del valor. Y también, como ocurre con la fuerza de trabajo, no hay ninguna garantía de que la infraestructura y el espacio estén disponibles en forma de mercancía. Por último, el valor de la infraestructura y del espacio urbano no sólo depende de la demanda del mercado sino también del poder de diversas fracciones o bloques capitalistas, y la lucha de clase en general y los movimientos urbanos en particular. La tercera condición de la producción la denominó Marx "condiciones físicas externas" 11 o "condiciones naturales". 12 "Las condiciones físicas externas corresponden a dos grandes clases económicas, 11 riqueza natural de medios de subsistencia [—] 2] riqueza natural de instrumentos de trabajo." Los primeros incluyen "un suelo fértil, aguas repletas de peces, etc."; los segundos "cascadas, ríos navegables, madera, metal, carbón, etc.". En otro lado Marx se refiere a las condiciones físicas externas como los "elementos naturales que entran en el capital constante y variable". Estas condiciones o elementos naturales pueden definirse en términos de la contribución de la naturaleza a la producción física, independiente de (o abstraída de) la cantidad de tiempo de trabajo (o la cantidad de capital) que se aplique a la producción. Las condiciones naturales favorables aumentan la productividad del trabajo y por lo tanto reducen (no elevan) el valor de cambio de las mercancías, y a su vez (si las demás condiciones permanecen constantes) incrementan la producción de valor excelente y de utilidad. En la época de Marx las descripciones teóricas de las condiciones naturales 77te fiscal crisis of the state,
I° Citado en Manta, op. cit., p. 131. 11 Marx, El capital, vol. 2, México, Siglo XXI, 1975. 12 Man; Teorms . sobre la plusvalía, México, Fondo de Cultura Económica, 1980.
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externas se basaban en la idea de la escasez natural o de los límites naturales. Hoy no sólo estamos en medio de un renacimiento de la economía de la energía, sino que las condiciones externas son analizadas por los economistas ecológicos en términos de la viabilidad tanto económica como ecológica de los ecosistemas, las implicaciones económicas del efecto invernadero, la estabilidad de costas y cuencas, las consecuencias de la explotación de recursos para la renta de la tierra, la calidad del agua y del suelo y la productividad agrícola, los costos de prevención de la lluvia ácida e innumerables cuestiones por el estilo. Todo el asunto de "las c ondiciones naturales" se está convirtiendo en un tema cada vez más importante para la teoría económica actual, más importante que en tiempos de Marx, debido a la capitalización de una "segunda naturaleza" de alcance mundial por parte de corporaciones y bancos nacionales e internacionales. Igual que a la fuerza de trabajo y a las condiciones comunales de producción, el mercado trata a las condiciones externas o naturales como mercancías ficticias. Los economistas neoclásicos de hoy, con un ingenio torturado y delirante, tratan de ponerle precio al aire libre, a los paisajes atractivos y a otras atracciones ambientales, a las áreas silvestres y hasta a los bosques lluviosos. Sin embargo, por mucho capital que se aplique al suelo, los mantos acuáticos, las costas y los depósitos de minerales, éstos son producidos por Dios, que no los hizo para su venta en el mercado mundial. Por consiguiente, al igual que las condiciones personales y generales, las condiciones externas no tienen valor de cambio en sentido estricto. Y también igual que en el caso de las condiciones personares y generales, no funciona una ley del valor que haga que la tierra, el suelo, el agua y otros elementos naturales estén disponibles para el capital en las cantidades y cantidades requeridas, en el momento y lugar precisos. Las rentas de la tierra desempeñan, teóricamente, este papel de asignación, pero las rentas se explican sobre todo en términos del poder de la propiedad terrateniente frente al capital industrial y a otras fracciones capitalistas. 13 De hecho, todo el programa de la asignación de recursos naturales es un problema político, en gran medida tal como lo son la educación, el bienestar, el espacio urbano y otras condiciones de producción. Por último, el "valor" de la naturaleza externa no sólo depende de la demanda del mercado y la renta de la tierra sino también de la lucha de clase en general, y en particular de la lucha ambiental acerca de las maneras en que la naturaleza puede usarse o no legal o jegítimamente. "Condición" es una palabra con raíces en el griego clásico, en el que tenía poderosos significados y connotaciones "objetivas". Tal vez Marx la empleó porque decidió deliberadamente teorizar el problema de la fuerza de trabajo, la infraestructura y el espacio, y la naturaleza, en términos a priori De hecho, a veces Marx 13 No ocurre esto con las "utilidades excedentes" de que se apropia el capital situado favorablemente con respecto a tierras de gran fertilidad, ricos depósitos minerales, etc., en ausencia de una dase terrateniente. Pero esas "utilidades excedentes" presuponen un poder monopólico sobre la tierra que, en última instancia, depende del poder político del capital en cuestión.
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suprimía el papel activo, autónomo, de la naturaleza (cualquiera que sea la metá fora que se use para describir la naturaleza, por ejemplo "competencia", "coope ración", etc.) en su teoría del capital. También objetivizaba la fuerza de trabajo, l infraestructura y el espacio en esa teoría, que en ocasiones parece funcionar mej como una teoría de las condiciones de la acumulación capitalista que como la ac mulación capitalista entendida históricamente. Sea así o no, ninguna descripció de las condiciones de producción puede ignorar el hecho de que la naturalez externa tiene sus propias "leyes" autónomas o principios de desarrollo; ni el hech de que la fuerza de trabajo es el sujeto así como el objeto de cambio y de trabajo ni el hecho de que el espacio y la infraestructura, de manera independiente, estruc turan geográficamente el capital y a su vez son estructurados de formas indirecta por la política de los mercados. 14 Así, el concepto de "condiciones de producción tiene que ser subjetivizado e historizado, es decir, tratado de modos menos deter ministas de los que empleó Marx y de los que suelen usar los marxistas.
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Marx identificó tres condiciones de producción pero no teorizó sobre ellas de for ma sistemática (tal como teorizó Polanyi sobre "la tierra y el trabajo"). Algunos pasa jes en los cuales se mencionan estas condiciones parecen ser poco más que ideas pasajeras. Escribió más sobre las condiciones de oferta de fuerza de trabajo que sobre las condiciones generales y externas de acción. Pero incluso la discusión d las 'condiciones personales" estaba restringida a descripciones de la "acumulación primitiva" y las condiciones de vida de la clase trabajadora en la época de Marx, a como a la teoría de la acumulación capitalista y de los ejércitos de reserva de man de obra. En sus obras no es mucho lo que puede encontrarse respecto a las condiciones de oferta de infraestructura, y no hay nada sobre el espacio, sea urbano o no. Las observaciones dispersas sobre las "condiciones ffsicas externas" pueden equivaler a una teoría de que la escasez de materias primas tiene el efecto de incrementar la composición orgánica del capital, reduciendo así la tasa de utilidad, 15 pero la ma yor parte de la atención de Marx en la "tierra" se concentraba en la teoría de la renta de la misma. Más aún, poco se puede encontrar en el trabajo de Marx y Engels respecto a las luchas sociales organizadas en torno a la provisión de las condiciones de producción, excluyendo, desde luego, la lucha misma de la clase trabajadora. 14 Respectivamente, Donald Worster, Nature's economy: The roots of ecology, Garden City, Doubleday 1979; Harry Cleaver, Reading capital politically, Austin, University of Texas Press, 1979, y David Harvey, Coresciousness and the urban expetience, Baltimore, Johns Hopkins University Press, 1985. Las obras de Henri Lefehvre y Manuel CPqrell 5 linrobiAn « subjetivizan'Uo "urbano" 15 Michael Perelman, "Marx as a natural resource theorist", Capitalism, Natura, Socialism, 4, 2, juni de 1993. -
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Una razón básica para esta laguna teórica es, probablemente, histórica. En el periodo temprano del capitalismo, de desarrollo extensivo, se disponía fácilmente de una abundante oferta de fuerza de trabajo, de tierra y recursos naturales. Sólo en periodos posteriores de desarrollo capitalista intensivo, es decir, durante la época de profundización del capital y del mercado y de la verdadera subsunción del trabajo por parte del capital, las condiciones de producción se vuelven un problema sistemático, no ya esporádico. Cualesquiera que sean las verdaderas razones de esta laguna teóricalloy resulta importante tratar teóricamente las condiciones de producción, tal como el capital, el estado y los movimientos sociales se están ocupando de ellas en términos prácticos] El punto de partida teórico es la observación de que las condiciones de producción no son sólo fuerzas productivas sino también relaciones de producción. Son producidas y reproducidas (o se las hace accesibles) dentro de relaciones definidas de propiedad, legales y sociales, que pueden ser compatibles o no con la reproducción de estas condiciones, definidas como fuerzas productivas. Éste es un asunto teórico y práctico crucial, porque el descuido de la educación y la salud (por ejemplo), de la infraestructura y del ambiente natural, puede llevar a menoscabar sus poderes productivos y por lo tanto, en forma indirecta, a la disminución de los poderes productivos del capital, es decir, a la crisis económica (véase el capítulo 8) La producción y (en muchos aspectos) la distribución de las condiciones de producción no están reguladas por el mercado (o por la ley del valor). Tiene que haber una intervención independiente o "relativamente autónoma" que ponga a disposición del capital, en las cantidades y calidades deseadas, y en los momentos y lugares adecuados, la fuerza de trabajo humana, la naturaleza, la infraestructura y el espacio. Esa intervención no puede ser más que la del estado capitalista que produce estas condiciones y/o regule el acceso, el uso y la salida de la fuerza de trabajo, la tierra, la materia prima y otros mercados de mercancías ficticias que Marx llamó "condiciones de producción". Como sostenía Polanyi, la regulación estatal de los mercados ficticios en las condiciones de producción (y en el mercado más amplio en general) es necesaria también porque, en principio, no hay límites a la explotación capitalista de la fuerza de trabajo y de la tierra o de la gente y la naturaleza. Se deduce que si la reproducción de las condiciones de producción se descuida y sus poderes productivos se ven menoscabados o destruidos, lesionando a su vez los poderes productivos del capital, la causa inmediata o próxima puede atrik_ buirse a las estructuras y políticas del estado, no al capital en sí mismo. Los marxistas han teorizado de dos maneras generales diferentes sobre las estructuras y políticas del estado. Los marxistas ortodoxos han buscado las conexiones internas entre los procesos de acumulación capitalista y el estado. Los neomarxistas, influidos por Weber, Lowi, Offe y otros, se han concentrado en la relación entre la sociedad civil y el estado. Aunque entre ambas ramas del marxismo habidomultecrsnéiodmtyeas,hunfrt-
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dencia a que la primera sea la "económica" y la segunda la "sociológica". Los ma xistas ortodoxos subrayan la importancia de las políticas estatales que procura garantizar la existencia de las condiciones de producción en forma de mercancías y garantizar también que estas condiciones se reproduzcan como tales. "La función del estado —escribe un economista — [es] garantizar el interés colectivo de lo capitalistas, que sería imposible alcanzar (y que tal vez sería puesto en peligro) po las acciones de capitalistas individuales." 16 El interés colectivo del capital es aseg rar las condiciones de producción que los capitalistas individuales no puede lograr ni por sí mismos ni juntos. "Es [...] cuestión de reproducir, no la fuerza d trabajo, sino las condiciones de existencia de la fuerza de trabajo." 17 Lo mism podría decirse también de las condiciones naturales y comunales. En síntesis, una condición general de la producción capitalista es la existencia políticamente garan tizada de la fuerza de trabajo, la infraestructura y el espacio urbanos, y las condi ciones ambientales. El estado puede o no producir verdaderamente las condiciones de producción (compárese, por ejemplo, una autopista construida por el estado con un depósit mineral de origen natural). Incluso si "la producción de las condiciones generale [y por extensión de las condiciones personales y externas] es una función especí fica y fundamental del estado", 18 no todas las condiciones se proveen en form pública. Con respecto a las condiciones generales, "el capital mismo produce siem pre una parte considerable". 19 La familia (con el sistema educativo) lleva a cabo l mayoría de las actividades necesarias para la reproducción de la fuerza de trabajo. La "economía de la naturaleza" reproduce muchas condiciones naturales externas tales como la calidad del suelo y la vida vegetal. Un aspecto de la teoría de las condiciones de producción tiene que ver, así, con su relación con la producción y la acumulación capitalista, no con el hecho de que sean o no producidas privada mente o por el estado. No obstante —y éste es el importante segundo punto— "la intervención del estado hace una diferencia en la forma en la cual son provistas esas [...] condiciones pues en este caso son actividades no rentables desempeñadas fuera de los circuitos del capital"." Además, ya sea que las condiciones de producción sean producidas por el estado, la familia o la comunidad, o el capital mismo, invariablemente el estado regula su producción de modos directos o indirectos; regula también el acceso, el uso y la salida por parte de los capitales individuales de las condiciones de producción. Familia, trabajo, educación, salud y política de bienestar, el sistema 16 Hugh Moseley, "Capital and the state: West German neo-orthodox state theory", Review of Radical Political Economics, 14, 1, primavera de 1982, p. 25. 17 Aboo T. Aumeerruddy, Bruno Lautier y Roman G. Tortajada, "Labor-power and the state", Capital and Class, 6, otoño de 1978, p. 50. 18 Folin, op. cit., p. 51. 16 Hirsch, op. cit., p. 91. Pianta, op. cit., p. 130.
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de justicia criminal y demás, regulan las formas de aparición de la fuerza de trabajo en el mercado de trabajo. Recursos naturales, granjas, parques, agua, tierra y las políticas relacionadas regulan el acceso del capital a la naturaleza externa. Y la política urbana, la zonificación, la planeación urbana y regional y cosas similares regulan el acceso del capital a la infraestructura y el espacio urbanos. Pero si se toma en cuenta la gran variedad de organismos y políticas estatales que tienen que ver directa o indirectamente con las condiciones de producción, no es exagerado afirmar que todas las funciones internas del estado, con la (posible) excepción de mantener la ley y el orden y establecer la política monetaria y fiscal, se relacionan de maneras complejas con una o más de las tres condiciones de producción. Con frecuencia el acceso a las condiciones de producción y/o las reglas para el acceso del capital a las mismas están sumamente burocratizados. Las políticas referentes al trabajo, el ambiente y la ciudad están sujetas al escrutinio y la rendición de cuentas públicas; por lo general se las legisla de acuerdo con procedimientos democráticos formales y son provistas en la práctica por una burocracia estatal (teóricamente) impersonal. En términos ideales estas políticas son vistas por el público como "legítimas" y por el capital como "productivas". Dada la politización de las condiciones de producción, si se descuidan estas condiciones y/o se lesionan sus poderes productivos, surge la posibilidad, no sólo de una crisis económica para el capital, sino también de una crisis de legitimación para el estado o una crisis política para los partidos dirigentes y el gobierno. Esta posibilidad es destacada por el hecho de que la provisión o regulación de las condiciones de producción es un proceso sumamente contradictorio. La política estatal tiene consecuencias complejas e involuntarias. Puede beneficiar a capitales individuales a expensas del capital como un todo, o a fracciones de capital a expensas de capitales individuales. Algunas industrias pueden recibir ayuda a costa de otras o a costa del ambiente. 21 Ciertas regiones pueden ser favorecidas en detrimento de otras. El estado puede deshacer con una mano lo que hace con la otra. Podemos teorizar sobre estos problemas bajo dos encabezados generales: contradicciones dentro del capital y sus implicaciones para la política del estado, y contradicciones dentro y entre las mismas condiciones de producción producidas o reguladas por el estado.n 21 "El Servicio Forestal ha perdido 98 centavos por cada dólar que gasta en el programa de retiro de troncos del Tongass National Forest, una red de islas cubiertas de plantas siempre verdes y exuberantes valles, que abarca la mayor parte del Panhandle de Alaska, de 800 km de longitud. Los críticos dicen que el manejo de la madera de Tongass demuestra que el Servicio Forestal gasta la mayor parte de su dinero prestando servidos a la industria, en perjuicio del ambiente y los contribuyentes. Afirman que el organismo ha perdido de vista su misión: administrar y proteger los bosques públicos en beneficio de todos, y que en ningún lado es tan evidente ese fracaso como aquí." (Thimoty Egan, "Logging in lush Alaskan forest profits companies and costs U. S.", Neto York Times, 28 de mayo de 1989); véase también "Subsides hurt environment, critics say before talles", New York Times, 23 de junio de 1997. " Las contradicciones entre el capital y sus condiciones de producción son el tema del capítulo 8.
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Dentro del capital en su conjunto hay muchas contradicciones con importantes implicaciones para las políticas sociales relativas a la provisión de las condiciones de producción. Primero, existen contradicciones entre los intereses de los capitales individuales y del capital como un todo. Por ejemplo, los recursos naturales puede ser convertidos en mercancía por los capitales individuales a expensas de su uso como medios de consumo colectivo para la reproducción de la fuerza de trabajo por parte del capital en su conjunto, como ocurre con la tierra de los parques nacionales. Segundo, hay toda una gama de contradicciones entre los intereses de los capitales individuales o las fracciones de capital. En los programas de renovación urbana, ¿quién obtendrá una zonificación favorable: el capital monetario, el capital industrial o el capital comercial? ¿Quién saldrá favorecido por la política energética: el capital terrateniente o el capital industrial? (Un ejemplo sorprendente de la victoria del capital terrateniente sobre el capital industrial fue la derrota de quienes intentaban establecer un monopolio estatal sobre el petróleo del Medio Oriente después de la segunda guerra mundial a manos de los productores norteamericanos de petróleo.) ¿Quién saldrá beneficiado con la política oficial: el capital grande o el pequeño? Lo usual es que los capitales más grandes sean los que se salen con la suya. Un buen ejemplo es el derrame de petróleo en Alaska en 1989. Los esfuerzos del Departamento de Conservación Ambiental del estado de Alaska por ampliar su revisión de los procedimientos de limpieza de la industria petrolera se estancaron debido a la fuerza política de la industria, que había descuidado el mantenimiento de los equipos necesarios para limpiar derrames y también había desintegrado su división de emergencia, de veinte miembros. Mientras tanto, en 1986, el servicio de guardacostas de Estados Unidos, inducido por el Congreso (por influencia de los grandes intereses petroleros) dio marcha atrás a su exigencia de que los buques tanques petroleros tuviesen doble casco (las naves de un solo casco, del tipo de la que derramó petróleo en la sonda del Príncipe Guillermo, son mucho más baratas de construir). Las industrias pesquera y turística locales no tenían el poder político suficiente para evitar lo que se ha descrito muchas veces como negligencia criminal. Y hay otras cuestiones: la política del mercado de trabajo ¿favorecerá los bienes de consumo o las industrias de bienes de capital?; por ejemplo, ¿la política salarial se desarrollará de acuerdo con la necesidad de mantener el gasto de los consumidores o con la necesidad de reducir los costos de producción? Entre otras contradicciones figuran los requisitos opuestos de diferentes aglomeraciones regionales de capital, el capital nacional e internacional, y el capital de baja y de alta tecnología. La manera en que estas contradicciones se expresan políticamente determina o influye sobre las políticas del mercado de trabajo, los recursos, las políticas urbanas y otras relacionadas con la oferta de las condiciones de producción. Por último, los intereses a corto y a largo plazo de los capitales individuales y del capital como un todo suelen estar en conflicto. Por -ejemplo, durante afros el Departamento de Agricultura de Estados Unidos gastaba casi todo su presupuesto en sub-
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vencionar a granjeros y agroempresas cuyas operaciones daban por resultado utilidades a corto plazo pero, a largo plazo, creaban degradación del suelo y salinización del agua. También hay contradicciones sistémicas dentro y entre las mismas condiciones de producción. La problemática de las "condiciones de producción" tiene que ubicarse no sólo en las relaciones dentro del capital como un todo sino también dentro del sistema político y de la burocracia gubernamental. El sistema político tiene un efecto independiente sobre la capacidad del estado para proteger o restaurar las condiciones de producción, por ejemplo, en relación con las condiciones externas: "Mientras los daños, riesgos y peligros ecológicos tienen una duración temporal de milenios, los horizontes temporales de los procedimientos democráticos contemporáneos se limitan a dos o tres periodos legislativos. Este lapso se desfasa significativamente incluso con respecto a las proyecciones futuras en la industria."23 La burocracia es también un elemento determinante esencial del desarrollo de las condiciones de producción. David Beetham escribe: Cualquier explicación de la política en términos de intereses burocráticos en competencia está incompleta si no analiza la estructura dentro de la cual se ubican [y también] si no se comprenden las convenciones que rigen la expresión de esos intereses, y que regulan el proceso de competencia burocrática [...] Las burocracias poseen sus propias culturas bien desarrolladas, y cuanto más ocurre esto su élite se encierra más en sí misma. Estas culturas encarnan complejos códigos que rigen la forma en que se conduce la administración, así como supuestos de mayor alcance acerca del mundo, que imponen sus propios límites a la gama de políticas que se consideran posibles o aceptables. 24 Así, la política burocrática es: el producto de compromisos entre intereses burocráticos divergentes, de las limitaciones impuestas por las estructuras administrativas, y de las tendencias de supuestos culturales compartidos [...] Dentro de una estructura administrativa determinada los intereses llegan a alinearse, y su expresión se define por culturas y creencias comunes; [por lo tanto] el contenido de la política, y no sólo su ejecución, es afectado sistemáticamente por el carácter de los sistemas administrativos [y], dentro de las burocracias, la relación entre los medios y los fines se invierte: la naturaleza de los medios administrativos determina la meta o fin de la política.n De esta manera, una teoría funcionalista del estado capitalista que trate de establecer ciertas relaciones definidas entre la política estatal y las condiciones de proAlex Demirovic, comunicación personal, mayo de 1994. David Beetham, Bureaucracy, Minneapolis, University of Minnesota Press, 1987, p. 51. 25 Ibid., p. 52. 23 24
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ducción capitalista tiene que estar sobre aviso frente al hecho de que el estado capitalista es un estado burocrático establecido dentro de un sistema político formalmente democrático, por lo cual es "relativamente autónomo" o, en otras palabras, sujeto a sus propias tendencias y contradicciones internas. Más específicamente, las tres condiciones de producción se producen y reproducen dentro de ciertas relaciones sociales, es decir, son producidas y/o reguladas por el estado. Las condiciones de producción pueden definirse como "fuerzas de producción" o como "relaciones sociales de producción". Definidas como "fuerzas", hay, evidentemente, un límite con respecto a la clase de "relación" dentro de la cual son producidas, organizadas o reguladas. Definidas como una "relación", hay un límite a su desarrollo como "fuerza". Ciertos tipos de aprendizaje formal, salud pública, patrones de tránsito, perforación petrolera submarina, distribución del agua y demás se producen dentro de ciertas relaciones burocráticas definidas, que a su vez definen y limitan el aprendizaje, la salud pública, y así sucesivamente. Estas relaciones pueden ser consistentes o no con la producción y la reproducción de las condiciones de producción en su estado cuantitativo y cualitativo vigente. Dicho de otra manera, dada la fragmentación de intereses dentro del capital y del estado, pueden surgir contradicciones entre las fuerzas y las relaciones sociales de las condiciones de producción. Por ejemplo, las enfermedades no transmisibles son producidas en gran parte social y culturalmente, no determinadas en un nivel genético;" la educación y las políticas de renovación urbana en los barrios bajos de la ciudad, las políticas sobre salud y recursos en las ciudades que crecen repentinamente en las regiones mineras, y las políticas agrícolas y urbanas en las márgenes de las áreas metropolitanas (por tomar tres ejemplos) pueden ser congruentes o no.
LAS CONDICIONES DE PRODUCCIÓN Y LA SOCIEDAD CIVIL
El estado capitalista no es sólo un estado burocrático sino también un estado político. Proporcionar las condiciones de producción y/o el acceso de capital a las mismas es algo que no sólo está burocratizado sino también politizado. Por eso una descripción funcionalista de la política del estado también tiene que ser modificada para tomar en cuenta el hecho de que el estado burocrático funciona dentro de la sociedad civil con sus conflictos y sus compromisos ideológicos, sociales y políticos.27 Esto quiere decir que la función del estado de "garantizar los intereses colec" Thomas McKeown, The origins of human disease, Oxford, Basil Blackwell, 1988. 27 la larga historia de las ideas de "bienestar", "educación adecuada", "salud pública", etc., influye en la provisión de "condiciones personales". La historia de la planeación y el diseño urbano que enfrentó a visionarios como Harold Geddes y Frank Lloyd Wright con las visiones totalitarias de un Le Corbusier influye, de manera similar, en la provisión de "condiciones generales, comunales", Peter Hall, Cides of tontorrour An intelectual history of urban planning and design in the twentieth century, Oxford, Basil
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tivos de los capitalistas [es decir, de garantizar las condiciones de producción] se lleva a cabo, [...] no por medio de un proceso ininterrumpido, sino más bien a través de una serie de conflictos y confrontaciones, pequeños cambios y acciones repentinas". 28 Ésta es una regla general que no sólo se aplica en relación con los conflictos entre los capitales y dentro del estado (como se señaló antes), sino también a los conflictos dentro de la sociedad civil y entre movimientos de la misma, por un lado, y el capital y el estado, por el otro. Por consiguiente, y complicando aún más la teoría de la producción de las condiciones de producción, están los variados y complejos conflictos dentro de la sociedad civil: movimientos feministas, movimientos urbanos, movimientos ecologistas, luchas de pueblos indígenas y demás. Un ejemplo revelador acerca de las condiciones externas proviene de un listado de conflictos en los Grandes Lagos canadienses, que revela que de los 28 conflictos de pesquerías, identificados de acuerdo con los mismos usuarios, así como con el organismo regulador gubernamental, 18 tenían que ver con la pesca comercial en oposición a la comercial, cinco con las pesquerías deportivas contra las nativas, dos con las comerciales contra las nativas, dos con grupos diferentes dentro de la pesca comercial, y uno con un parque estatal con la pesquería comercial."
También había dos conflictos tripartitas entre pesquerías deportivas, comerciales y nativas. En sus obras teóricas Marx interpretó la sociedad civil como una sociedad de clase en la cual los individuos y los grupos sociales son personificaciones de las categorías del capital; por ejemplo, los banqueros personifican el capital bancario, los obreros personifican el capital variable, y así sucesivamente. De esta manera, se piensa que la sociedad civil evoluciona de acuerdo con las leyes de la acumulación capitalista (por ejemplo proletarización, concentración y centralización del capital y los capitalistas, etc.). En contraste, muchos neomarxistas han afirmado que la sociedad civil es estructurada por el estado. Weberianos de izquierda como Michael Mann han adoptado la posición de que "sociedad" es simplemente otro nombre para el estado-nación. En esta visión la sociedad civil obedece ciertas leyes relativas al desarrollo del estado (por ejemplo la creación de una clase clientelista por parte de la burocracia del bienestar), más que al desarrollo del capital (por lo menos en primera instancia). Blackwell, 1988. Finalmente, la historia de los conflictos acerca de la idea de naturaleza, por ejemplo la idea de la Ilustración cristiana frente al concepto romántico pagano, influye marcadamente en la provisión de "condiciones externas" (Worster, op. cit.). " Mosley, op. cit., p. 26 " Thomas Whillans y Fikret Berks, "Use and abuse, conflict and harmony: The Great Lakes fisheries in transition", Alternatives, 13, 3, 1983, pp. 10-19.
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No obstante, la sociedad civil no se puede reducir a la estructura ni del capital ni del estado. También evoluciona de acuerdo con su propia lógica —muchas veces impenetrable— de acción social. Por ejemplo, aunque el movimiento de las mujeres es inexplicable si se lo separa de la proletarización de las mujeres y de la política oficial en materia de leyes sobre violación, justicia juvenil, legislación sobre el aborto y demás, también representa sus propios movimientos autónomos, formas de organización y juego mutuo de temas culturales. Lo mismo puede decirse de otros movimientos sociales, incluyendo el tradicional movimiento obrero, al igual que de los "nuevos movimientos sociales", como el movimiento por la paz, el urbano y el ecológico. En última instancia, la fuerza combinada de todos los procesos y conflictos económicos, sociales, políticos y burocráticos es la que determina el desarrollo de ciertas condiciones de producción y sus relaciones entre sí, así como la conexión entre estas condiciones y los procesos de producción y acumulación capitalista. El resultado de las luchas dentro del capital y entre éste, el estado y la sociedad civil, afectará la producción y/o reglamentación oficial de las condiciones de producción de maneras sumamente complicadas, muchas veces desconocidas y en ocasiones imposibles de conocer. Por ejemplo, los conflictos entre comunidades, gobiernos de las ciudades, compañías constructoras, compañías de gas y electricidad y empresas industriales que utilizan esos servicios suelen ser tan complejos que hacen imposible el análisis... hasta años después del acontecimiento (un ejemplo fue la lucha por la planta de cogeneración a carbón de Hanford, 2lifornia, para producir vapor para la planta procesadora de caucho de la Armstrong Rubber Company y electricidad que se vendería a la empresa monopólica Pacific Gas and Electric). La evolución y utilización de la tierra, el agua y otros recursos muchas veces no es otra cosa que el resultado imprevisto del libre juego (débilmente estructurado) de conflictos a lo largo de muchas dimensiones diferentes. Así, cualquier coherencia o coincidencia entre el capital y sus condiciones es más probablemente la excepción que la regla. O esa coincidencia podría estar mediada por tantas fuerzas sociales e ideológicas que se vuelve totalmente opaca. O (como se afirmará en el capítulo 8) puede tener que ser impuesta en pequeña y gran medida por nuevas crisis económicas y políticas. Los programas del New Deal para reconstruir los mercados de trabajo, la infraestructura urbana, la productividad de la tierra y, en general, las condiciones de producción en el sur de Estados Unidos durante la crisis de los treinta son ejemplos de ello. Los comentarios previos llevan a la conclusión de que las relaciones entre el capital y sus condiciones de producción están mediadas por luchas socioeconómicas y políticas, por ideología y por realidades burocráticas. Los conflictos dentro de la sociedad civil y los movimientos sociales, y entre estos movimientos y el estado, se libran en terrenos sociales, políticos e ideológicos complejos) Cosa aún más importante, las restricciones gubernamentales a los-derechos de propiedadmateria de trabajo y tierra (y todavía más a los derechos de propiedad en merca(.
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dos de productos) sólo se establecen por lo general tras largas y dificiles batallas. Las partes en conflicto dentro de la sociedad se concentran en los valores familiares, la tradición y la religión para legitimar sus esfuerzos por defender el acceso y el uso de determinadas condiciones de producción generales, externas y personales. En los conflictos entre la sociedad civil y el estado la premisa ideológica básica es establecida por el hecho de que el estado capitalista, a fin de retener su legitimidad, debe actuar o presentarse como si actuara en nombre del pueblo en su conjunto, es decir, ser también un "estado en la sociedad capitalista". Planteado desde el otro punto de vista, los conflictos acerca de la producción de las condiciones de producción son vistos universalmente como más legítimos que las luchas en el lugar de trabajo, y aún más que las confrontaciones en el mercado. Los organismos estatales no pueden funcionar ilegítimamente en forma abierta de acuerdo con los intereses del capital o de fracciones capitalistas, y deben hacerlo en nombre del "interés general" o el bienestar. Los políticos, funcionarios y planificadores no sólo personifican los intereses del capital sino que son a su vez sujetos políticos constreñidos por la ideología dominante, la ciudadanía y el capital mismo. Un ejemplo es la lucha (a la que se aludió más arriba) por impedir la destrucción de árboles nativos en el Tongass National Forest de Alaska. "Los críticos dicen que el manejo de la madera de Tongass demuestra que el Servicio Forestal [...] ha perdido de vista su misión: administrar y proteger los bosques públicos en beneficio de todos, y que en ningún lado es tan evidente ese fracaso como aquí." 3° Sin embargo lo usual es que prevalezcan evaluaciones cuestionables acerca del significado de "beneficio de todos". Para los ambientalistas la expresión quiere decir salvar los bosques nativos para las generaciones actuales y las futuras; para los intereses madereros quiere decir trabajo, utilidades, impuestos y "crecimiento económico". Por eso las luchas por las condiciones de producción casi invariablemente giran en torno a la definición del "interés general" que, finalmente, se construye dentro de la ideología dominante, a saber, en el caso del capitalismo de finales del siglo XX, "crecimiento económico", "libre empresa" y "libertad individual". — El estado produce o regula el acceso, uso y salida de las condiciones de producción, incluido el "ambiente". No hay razón para creer, empero, que ni siquiera (o especialmente) en las mejores épocas económicas las políticas del estado relativas a las condiciones de oferta de fuerza de trabajo, infraestructura y espacio urbanos, y ambiente, se construyan de formas que resulten funcionales para la reproducción del capital como un todo. Los muchos conflictos entre fracciones del capital y dentro del estado y la sociedad civil, así como entre el capital, el estado y la sociedad civil, vuelven poco plausible cualquier teoría funcionalista de la relación entre el capital y sus condiciones. 3I De esta forma, la producción y la rentabilidad capita-
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Egan, op. cik, cursivas mías. "El rechazo de las visiones mecanicistas de las políticas oficiales nos lleva a ver sus resultados
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s siempre serán problemáticas, y no sólo debido a las contradicciones internas apital que descubrió Marx y que los marxistas desarrollaron teóricamente. Los tales individuales son incapaces de transformar de manera no problemática las diciones de producción, que son antes que nada valores de uso específicos o iculares, en valores de cambio. En última instancia las condiciones de la proción capitalista son condiciones de la vida humana... y de la vida misma. Es posique el capital lesione o destruya de forma sistemática sus propias condiciones, mbién que el estado, tal como se estructura hoy, no sea capaz de defenderlas o nstruirlas racionalmente(En cualquier caso, es evidente que la destrucción iental no puede achacársele sólo al capital; el estado está profundamente licado en la crisis de la naturaleza. Ese mismo estado —bajo el control demoico de la sociedad civil— puede ser la base de la reconstrucción de la naturay de nuestras relaciones con la mis
o un proceso abierto que sólo puede explicarse mediante análisis concretos de casos específicos. jemplo de este enfoque es el trabajo de Hirsch, quien, después de afirmar que la provisión de las diciones generales de producción' es una función básica del estado, subrayó que a partir de esto e puede determinar de la misma forma cuál debe ser, concretamente, el objeto de la 'provisión estructural' del estado en ningún momento histórico, ni si el aparato estatal solventará la neseci(Hirsch, op. cil p. 91). A partie de esto Hirsch llegó a la conclusión de que "tratar de definir enutiva y concluyentemente la infraestructura carece de sentido, ya que las 'condiciones generales' istas por el estado dependen de los procesos sociales y del equilibrio de fuerzas de clase" (p. 92). se abre la posibilidad para el desarrollo de contradicciones entre el estado y el capital, entre la esfelítica y la económica, entre las políticas estatales y requerimientos específicos de desarrollo ecoico." Tal como lo expresa Hirsch, "Ya que estas 'condiciones sociales generales de producción' no aptan automáticamente a la acumulación de capital, cuando el proceso de acumulación llega a sus es estalla la crisis" (p. 74). "De esta forma, el desarrollo de la política oficial es el resultado condel proceso de acumulación de capital y de la coyuntura específica de las fuerzas sociales y polí; de esta forma, el desarrollo de las `condiciones generales de producción' resultantes se relaciona mediato con el desarrollo de relaciones sociales", Mario Manta, State investments and sitúan resalteg: The case of Twist, 1969-1978, tesis de doctorado, London School of Economics and Political Scien983, pp. 82-83.
8 LA SEGUNDA CONTRADICCIÓN DEL CAPITALISMO
INTRODUCCIÓN
Este capítulo expone una versión elemental de la tradicional teoría marxista de la contradicción entre las fuerzas y las relaciones de producción, la sobreproducción del capital y la crisis económica, y el proceso de la restructuración de las fuerzas productivas y las relaciones de producción, inducido por la crisis, hacia formas socialmente más transparentes, y por ende potencialmente socialistas. Este artículo representa un punto de partida para una teoría "marxista ecológica" de la contradicción entre las relaciones productivas capitalistas, las fuerzas productivas y las condiciones de producción, la subproducción del capital y la crisis económica, y el proceso de restructuración, inducido por la crisis, de las condiciones de producción y de las consiguientes relaciones sociales, también en formas socialmente más transparentes y, por ende, potencialmente socialistas. Aunque los dos procesos de sobreproducción y subproducción capitalista de ninguna manera son mutuamente excluyentes, pueden cancelarse o compensarse de maneras que crean la apariencia de procesos de desarrollo capitalista relativamente estables (véase la adenda a este capítulo). El estudio del desarrollo combinado de los dos procesos en la nueva economía global puede arrojar luz sobre la declinación del trabajo tradicional y los movimientos socialistas, y el surgimiento de "nuevos movimientos sociales" como agentes de transformación social (véase la Introducción de este libro). El marxismo tradicional esclarece las prácticas de los movimientos laborales tradicionales, y de manera similar el marxismo ecológico puede esclarecer las prácticas de los nuevos movimientos sociales. Si bien la ecologia y la naturaleza, la política del cuerpo, el feminismo y la familia, los movimientos urbanos y temas relacionados suelen discutirse en términos posmarxistas, la retórica que se despliega en este capítulo es deliberadamente marxista y destinada a atraer a los teóricos marxistas y a los compañeros de viaje cuya obra sigue estando dentro del marco de un discurso científico social, y que por lo tanto son los que menos probabilidades tienen de ser convencidos por los análisis posmarxistas del problema del uso y abuso de la naturaleza (incluyendo la naturaleza humana) por parte del capital en el mundo (pos)moderno. Sin embargo, el énfasis que se hace aquí en un discurso económico político o "científico" es táctico, no estratégico. En realidad, las relaciones sociales más o menos autónomas, muchas de ellas no capitalistas o anticapitalistas, constituyen la "sociedad civil", a la que por consiguiente hay que dirigirse en sus propios términos prácticos y teóricos. En [191]
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otras palabras, la acción social y colectiva no debe construirse como una mera derivación de las fuerzas sistémicas que se analizan en este capítulo (véase la tercera parte de este libro). — En 1944 Karl Polanyi publicó su obra maestra, La gran transformación, que analiza varias formas en que el crecimiento del mercado y de las relaciones económicas capitalistas afectaba o destruía, en general, sus propias condiciones sociales y ambientales. 1 Los temas de los limites ecológicos al crecimiento económico y las interrelaciones entre desarrollo y ambiente fueron reintroducidos al pensamiento occidental en los sesenta y principios de los setenta.ILos resultados han sido mixtos y muchas veces sumamente dudosos. La obra déPolanyi sigue siendo una luz brillante en un cielo lleno de estrellas moribundas y agujeros negros de naturalismo burgués, neomalthusianismo, tecnocracia del Club de Roma, ecologismo romántico profundo y la visión de un mundo único de las Naciones Unidas. 2 En las visiones de ese tipo están ausentes la explotación de clase, la acumulación capitalista por medio de la crisis, el desarrollo capitalista desigual y combinado, las luchas nacionales y muchos temas relacionadosl Los resultados de estos esfuerzos (y otros similares) por discutir el problema del capitalismo, la naturaleza y el socialismo, fracasan en parte porque no se concentran en el significado de la escasez específicamente capitalista, es decir, el proceso por el cual el capital es su propia barrera (¿o límite?) debido a sus formas autodestructivas de proletarización de la naturaleza humana, enajenación de la fuerza de trabajo, apropiación del trabajo y capitalización de la naturaleza externa y de lo "urbano". 3 Los acercamientos usuales al problema, la identificación de "límites al crecimiento" en términos de "escasez de recursos", "fragilidad ecológica", "tecnología industrial nociva", "valores culturales destructivos", "tragedia de las áreas comunes", "sobrepoblación", "consumo dispendioso", "producción imparable" y demás, ignoran o retuercen las orías de tipo marxista sobre las formas de naturaleza históricamente producidas a acumulación y el desarrollo capitalistas. Esto no resulta sorprendente ya que el mismo Marx escribió muy poco respeca las formas en que el capital se limita a sí mismo afectando sus propias condines sociales y ambientales y, por lo tanto, elevando sus costos y gastos, poniendo en peligro así su capacidad de producir utilidades, es decir, creando el riesgo de acarrear una crisis económica. También escribió poco o nada sobre los efectos 1 Karl Polany, The great transfonnation, Boston, Beacon, 1957. Polany se concentró esencialmente en los mercados capitalistas, no en la explotación del trabajo. 2 Por ejemplo World Comission on Environment and Development, Our carmen future, Nueva York, Oxford University Press, 1987. Quien más cerca ha llegado de una visión "marxista" del problema es Alan Schnaiberg, en su The enviranment: From =plus to scarcity, Nueva York, Oxford University Press, 1980. Es una obra pionera y útil. Otra cuestión, estrechamente vinculada, es la relación entre la capitalización de la naturaleza y el conflicto ponto wre-enactos--(véast—Ltoyd-runbertake- yjon Tiuker, "The emir onmental ul * gi zi uf political conflict", Socialist Reviera 15, 6, noviembre-diciembre de 1985).
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de los conflictos socioeconómicos y políticos organizados en tomo a la provisión de las condiciones de producción sobre los costos y gastos, así como sobre la variabilidad (flexibilidad) del capital. Tampoco teorizó respecto a las relaciones entre las dimensiones sociales y materiales de las condiciones de producción, aparte de sus notas acerca de los efectos de diferentes procesos de ecorregularidad en diversas industrias sobre la circulación y reproducción del capital, y de su largo análisis de la renta de la tierra (es decir, las relaciones sociales entre el capital terrateniente e industrial, y las relaciones materiales y económicas entre las materias primas y la producción industrial). No obstante, Marx da la impresión de haber estado convencido de por lo menos tres cosas. La primera es que las deficiencias de las condiciones de producción o de las "condiciones naturales" ("malas cosechas") pueden adoptar la forma de crisis económicas. 4 Segundo, creía en la proposición más general de que si bien algunas barreras a la producción son realmente externas al modo de producción (por ejemplo, "la productividad del trabajo está determinada por las condiciones lisicas"), 3 en el capitalismo estas barreras asumen la forma de una crisis económica. 6 Dicho de otra manera, algunas barreras son "generales", no "específicas" del capitalismo; lo que es específico del capitalismo es que estas barreras asumen la forma de crisis económicas. Tercero, Marx creía que el capital subvalúa la naturaleza, de lo que se deriva que, por ejemplo, la agricultura capitalista sea nociva para el suelo, así como que la explotación capitalista es física y biológicamente dañina para los trabajadores y destructiva para la comunidad. 4 En caso de malas cosechas "el valor de la materia prima [...] asciende; su volumen se reduce [...] Es necesario gastar más en materia prima, queda menos para el trabajo, y no es posible absorber la misma cantidad de mano de. obra que antes. En primer lugar esto es fisicamente impasible [...] En segundo, es imposible porque una parte mayor del valor del producto tiene que ser convertida en materia prima [...] La reproducción no puede repetirse en la misma escala. Una parte del capital fijo permanece ociosa y una parte de los trabajadores es arrojada a la calle. La tasa de utilidad cae, porque el valor del capital constante se ha elevado en relación con el del variable [...] Los cargos fijos —interés, renta—, que se basaban en una previsión de una tasa constante de utilidad y explotación del trab aj o, siguen siendo los mismos, y en parte no es posible pagarlas. Por ende se da la crisis [y) hay un aumento del precio del producto. Si este producto entra en las demás esferas de reproducción como un medio de producción, su aumento de precio dará por resultado la misma perturbación en la reproducción de esas esferas", Karl Marx, Tiritones of suspira value, 2, Moscú, Progreso, 1968, pp. 515-516. "Aparte del mayor o menor grado de desarrollo en forma de producción social, la productividad del trabaj o está restringida por condiciones físicas", Capital, 1, Nueva York, Random House Modem ibrary Edition, 1936. En Theories of swplus valuy op. cit., parte 3, p. 449, Marx afirma que la precondiión para la existencia del plusvalor absoluto es la "fertilidad natural de la tierra". 6 Michael Lebowitz, "The general and the specific in Marx's theory of crisis", Studies in Political Econorny, 7, invierno de 1982. Lebowitz incluye como barreras "generales" el abasto de mano de obra y la isponibilidad de tierra y recursos naturales. No obstante, no distingue entre el abasto de mano de obra er se y el abasto de trabajo asalariado disciplinado. En cuanto a los recursos naturales, no diferencia ntre las escaseces " -naturales' ylas que crea por si mismo el capital en el proceso de capitalizar la natualeza, o las creadas políticamente por movimientos ecologistas.
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En suma, Marx creía que las granjas capitalistas (por ejemplo) arruinan la calidad del suelo. Pensaba también que las malas cosechas adoptan la forma de crisi s económias.Nbt(unqefirmóagcultionesmpatible con el capitalismo), 7 nunca tomó en consideración la posibilidad de que los métodos agrícolas ecológicamente destructivos pudieran elevar los costos de los elementos del capital, lo cual, a su vez, podría amenazar con crisis económicas de un tipo particular, a saber, la subproducción de capital . 8 Dicho de otra manera, Marx no llegó a sumar dos más dos y afirmar que las "barreras naturales" pueden ser barreras producidas de modo capitalista, es decir, una "segunda" naturaleza capitalizada. 9 Insinuó, pero no desarrolló, la idea de que puede existir una contradicción del capitalismo que conduzca a una teoría "ecológica" de la crisis y la transformación social.
DOS CLASES DE TEORÍA DE LA CRISIS
El punto de partida de la teoría marxista tradicional de la crisis económica y la transición al socialismo es la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción capitalistas. 10 La forma específica de esta contradicción se da entre la producción y la realización (o apropiación) del valor y el plusvalor, una especie de contradicción entre la producción y la circulación del capital. La clase El capita( op. cit., vols. 6 y 8. Por lo tanto podemos distinguir dos tipos de escasez: primero, la escasez que surge de la crisis económica basada en la sobreproducción tradicional del capital, es decir, una escasez puramente social; segundo, la escasez debida a la crisis económica basada en una escasez —producida de manera capitalista— de condiciones naturales o, en general, de condiciones de producción. Ambos tipos'cle escasez pueden atribuirse, en última instancia, a las relaciones de producción capitalistas. Sin embargo el segundo tipo no se debe a "malas cosechas", por ejemplo, sino a "malas cosechas" producidas en forma capitalista debido a la tierra dedicada a la minería, no a la agricultura, a la contaminación de los mantos freáticos, etcétera. 9 Hay dos razones por las que Marx se alejó de cualquier teoría del capitalismo y el socialismo que privilegiara algún aspecto de la reproducción social, aparte de la contradicción entre producción y circulación del capital. Una es su oposición a toda teoría que pueda "naturalizar", y por lo tanto reificar, las contradicciones económicas del capital. Su polémica con Malthus, y especialmente su rechazo de todas las explicaciones naturalistas de los fenómenos sociales, le impidieron "sumar dos más dos". Segundo, en el tercer cuarto del siglo XIX hubiese sido dificil sostener plausiblemente que el perjuicio de las condiciones de producción y las consiguientes luchas sociales son barreras autoimpuestas del capital, porque la naturaleza histórica no estaba capitalizada hasta el punto en el que lo está hoy, es decir, lo que hacen posible en la actualidad un "marxismo ecológico" son las condiciones históricas de la producción y reproducción de las condiciones de producción. to Las mejores visiones de las categorías problemáticas de las fuerzas productivas y las relaciones de producción son Derek Sayer, The violente of abstraction: The analytical foundations of historical materialim Oxford, Basil Blackwell, 1987, y Robert Marotto, Foral and relations of production, tesis doctoral, Universidad de California en Santa Cruz, 1984.
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abajadora es el agente de la revolución socialista. Las relaciones de producción apitalistas constituyen el objeto inmediato de la transformación social. La sedes e la transformación son el sistema político y el estado, así como el proceso de proucción e intercambio. En contraste, el punto de partida de una teoría marxista ecológica' 1 de la criis económica y la transición al socialismo es la contradicción entre las relaciones e producción capitalistas (y las fuerzas productivas), por un lado, y las condiciones de roducción capitalista, o "relaciones y fuerzas de reproducción social capitaliss92 por el otro. Marx definió tres clases de condiciones de producción. La primera son las "coniciones físicas externas", 13 o elementos naturales que intervienen en el capital onstante y el variable. Segundo, la "fuerza de trabajo" de los trabajadores se defiió como las "condiciones personales de producción". Tercero, Marx se refirió a s condiciones comunales, generales, de la producción social", por ejemplo, los "medios e comunicación". 14 En la actualidad las "condiciones físicas externas" se analizan en términos de la iabilidad de los ecosistemas, los niveles adecuados de ozono atmosférico, la estailidad de las líneas costeras y las cuencas, la calidad del suelo, el aire y el agua, y osas por el estilo. La "fuerza de trabajo" se discute en términos del bienestar físio y mental de los trabajadores, la clase y el grado de socialización de los mismos de los seres humanos, en general, como fuerzas productivas sociales y organisos biológicos. Las "condiciones comunales" se analizan en términos del "capital cial", la "infraestructura", y así sucesivamente (incluyendo, desde hace muy oco, el "capital comunitario"). En los conceptos de "condiciones físicas exteras", "fuerza de trabajo" y "condiciones comunales" están implícitos los conceptos e espacio y de "ambiente social". De esta manera incluimos como una condición 11 Hasta donde sé, la frase "marxismo ecológico" fue acuñada por Ben Agger, Western Marxism, An troduction: Classical and coi:temporal), sources, Santa Mónica, Goodyear, 1987, pp. 316-339. Agger se conntra en el "consumo", no en la "producción". Su tesis es que el consumo en constante expansión querido para mantener la estabilidad económica y social perjudica el ambiente, y que la crisis ecolóca ha remplazado a la económica como principal problema del capitalismo. Este capítulo puede ver, entre otras cosas, como una crítica de la visión, muchas veces penetrante, de Agger. 12 Carlo Carboni también usa la expresión "condiciones sociales reproductivas". Yo empleo "condiones de producción" porque quiero reconstruir el problema usando la terminología propia de Marx también porque quiero restringir esencialmente mi discurso a las tendencias a la crisis en el proceso producción y circulación del capital, más que al proceso de reproducción social, es decir, reprocción de la formación social en su conjunto. Esto significa que seguiré la senda de Marx e interpreré "condiciones de producción" en términos "objetivos". 13 Las condiciones fisicas externas incluyen la "riqueza natural en medios de subsistencia" y la iqueza natural en los instrumentos de trabajo" (El capital, vol. 2, op. cit., pp. 534-535). 14 Karl Marx, Grundrisse, Harmondsworth, Penguin, 1973, p. 533 [Elensentas fundamentales para la enlide la economía política (Crundrisse), México, Siglo XXI, 1971-1976].Véase también Marino Folin, "Public terprise, public works, social fixed capital: Capitalist production of the 'communal, general conditions social production'", International fonrnal of Urdan and Regional Research, 3, 3, septiembre de 1979.
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de producción el "espacio urbano" ("naturaleza urbana capitalizada") y otras formas de espacio que estructuran —y son estructuradas por— la relación entre la gente y el "ambiente", 15 lo cual, a su vez, ayuda a producir ambientes sociales. En pocas palabras, las condiciones de producción incluyen la materialidad y la socialidad capitalizadas o convertidas en mercancías, excluyendo la producción, distribución y cambio de las mercancías mismas, estrictamente definidas. La forma específica de la contradicción entre las relaciones (y fuerzas) de producción y las condiciones de producción capitalistas se da también entre la producción y la realización del valor y el plusvalor. Los agentes de la transformación social son los "nuevos movimientos sociales" o luchas sociales, incluyendo los conflictos dentro de la producción acerca de la salud y la seguridad en el sitio de trabajo, la producción y eliminación de desechos tóxicos, el uso de los recursos naturales y el espacio urbano, y así sucesivamente. Las relaciones sociales de reproducción de las condiciones de producción (por ejemplo el estado y la familia como estructuras de relaciones sociales, y también las mismas relaciones de producción en la medida en que dentro de la producción capitalista se producen "nuevas luchas"), constituyen el objeto inmediato de la transformación social. La sede inmediata de la transformación es el proceso material de la producción y reproducción de las condiciones de producción (por ejemplo, la división del trabajo dentro de la familia, los patrones de uso de la tierra, la educación, etc.) y el mismo proceso de producción, nuevamente en la medida en que dentro del lugar de trabajo capitalista se producen nuevas luchas. En la teoría marxista tradicional la contradicción entre la producción y la realización del valor y las crisis económicas adopta la forma de una "crisis de realización", o sobreproducción de capital. En la teoría marxista ecológica la crisis económica asume la forma de una "crisis de liquidez", o subproducción de capital. En la teoría tradicional la crisis económica es el crisol en el cual el capital restructura las fuerzas productivas y las relaciones de producción de formas que hacen que ambas resulten más transparentemente sociales en su forma y su contenido; por ejemplo, fusiones y adquisiciones, planeación indicativa, redes corporativas, nacionalización, división de beneficios y cosas por el estilo. En el marxismo ecológico la crisis económica es el crisol en el cual el capital restructura las condiciones de producción, también de maneras que las vuelven más transparentemente sociales en su forma y su contenido; por ejemplo, bosques de explotación permanente, recuperación de tierras, uso y/o planeación de recursos de tierras regionales, política poblacional, política de salud, reglamentación del mercado de trabajo, planeación para eliminar los desechos tóxicos, y así sucesivamente. En la teoría tradicional el desarrollo de formas más sociales de fuerzas produc15 En una conversación con David Harvey, pionero de la teoría de las configuraciones y barreras espaciales al capital (Limite to capital Oxford, Basil Blackwell, 1982), al autor se le concedió un "permiso" tentativo para interpretar el espacio urbano y de otras formas como una "condición de producción".
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tivas y relaciones de producción se ve como una condición necesaria pero no suficiente para la transición al socialismo (productivista). En el marxismo ecológico el desarrollo de formas más sociales para la provisión de las condiciones de producción es también una condición necesaria pero no suficiente para el socialismo (ecológico). El "socialismo ecológico" sería diferente del que imaginaron los marxistas tradicionales; primero, porque desde la perspectiva de las condiciones de producción la mayoría de las luchas tienen fuertes dimensiones particularistas, a veces "anticapitalistas románticas", y por ende son "defensivas" más que "ofensivas"; y, segundo, porque se ha hecho obvio que gran parte de la tecnología capitalista y muchas de sus formas de trabajo, así como la ideología misma del progreso material, se han convertido en parte del problema, no de la solución. En síntesis, puede no haber una sino dos "vías al socialismo" o, para ser más precisos, dos tendencias que, en conjunto, llevan a una socialización mayor (aunque históricamente reversible) de las fuerzas productivas, las relaciones de producción, las condiciones de producción, y las relaciones sociales de la producción y reproducción de estas condiciones.
LA VERSIÓN MARXISTA TRADICIONAL DEL CAPITALISMO COMO SISTEMA EXPUESTO A LA CRISIS
En el marxismo tradicional la contradicción entre la producción y la circulación de capital es "interna" al capitalismo, porque la producción capitalista no es sólo producción de mercancías sino también producción de plusvalor (basada en la explotación del trabajo). Es un proceso de valorización en el cual los capitalistas extraen de la clase trabajadora no sólo trabajo socialmente necesario (trabajo requerido para reproducir el capital constante y el variable), sino también trabajo excedente. Si todas las demás condiciones permanecen constantes, 16 toda cantidad dada de plusvalor producido (o toda tasa dada de explotación), tendrá el efecto de crear una determinada reducción de la demanda de mercancías a precios de mercado. O, planteado desde el punto de vista contrario, toda reducción dada de 16 La que sigue es una deliberada simplificación "smithiana" de la contradicción económica tradicionalmente definida del capitalismo, que deja de lado la crítica de Marx a Smith, a saber, que lo que hace que baje la tasa de utilidad es la creciente composición orgánica del capital, no una menor tasa de explotación, aunque el capitalismo "se presente a sí mismo" de otra forma. Para ser absolutamente claro, la descripción siguiente no pretende revisar la crítica de Marx al fetichismo del capital ni a Adam Smith et al. Planteé en sus términos más simples la contradicción del capitalismo con el doble propósito de: a] preparar una discusión de la restructuración inducida por la crisis de las fuerzas productivas y las relaciones de producción y b] establecer un criterio para poder comparar la contradicción "tradicional" del capitalismo con la "qPginfln" o "na tradicional", con base en el proceso de-escaseces creadas por el capitalismo, de naturaleza externa y humana.
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demanda de bienes presupone una cantidad dada de plusvalor producido o una tasa dada de explotación. Además, cuanto mayor sea la cantidad de plusvalor producido o más alta sea la tasa de explotación, mayor será la dificultad para realizar el valor y el plusvalor en el mercado. El problema básico del capitalismo es dónde se origina la demanda extra de mercancías que se requiere para comprar el producto del trabajo excedente. Las respuestas tradicionales incluyen el consumo de la clase capitalista; la inversión de capital que se realiza independientemente de cambios en el avance de los salarios y la demanda de los consumidores; los mercados creados por estas nuevas inversiones; nuevo gasto en inversión, consumo o presupuesto gubernamental financiado por más crédito comercial, al consumo o gubernamental, y el robo de mercados de otros capitales y/o de capitales en otros países. Sin embargo, estas "soluciones" al problema de la realización de valor (mantener un nivel suficiente de demanda agregada de mercancías para conservar determinada tasa de utilidades sin el riesgo de crisis económicas y de la devaluación del capital fijo) se convierten en otras clases de "problemas" potenciales del capitalismo. El consumo capitalista constituye un uso improductivo del plusvalor, y lo mismo ocurre con la utilización del capital en la esfera de circulación con el objetivo de vender más rápido las mercancías. La nueva inversión de capital puede expandirse más rápido que la nueva demanda de consumo, o independientemente de ella, con el resultado de que aumenten las posibilidades de una crisis de desproporcionalidad o de una crisis de realización más grave en el futuro. Aunque un sistema de crédito bien desarrollado puede ampliar la demanda de mercancías al margen de aumentos en jornales y salarios, la expansión de la demanda de consumo basada en elevaciones del crédito al consumo o hipotecario mayores que los aumentos de jornales y salarios presenta el riesgo de transformar una crisis potencial de sobreproducción capitalista en una crisis de subproducción capitalista. Además, toda expansión del crédito crea deuda (así como activos), especulación financiera e inestabilidades de las estructuras financieras, lo que puede presentar el peligro de una crisis del sistema financiero. El robo de mercados de otros capitales implica la concentración y/o centralización de capital y, por ende, el empeoramiento del problema de la realización de valor en el futuro, o de inquietud social debida a la destrucción de capitales más débiles, o inestabilidad política, amargas rivalidades internacionales, proteccionismo y guerra. En pocas palabras, la crisis económica puede asumir diversas formas además de la tradicional "crisis de realización", incluyendo crisis de liquidez, crisis o colapso financiero, crisis fiscal del estado y tendencias a crisis sociales y políticas relacionadas. No obstante, cualesquiera que sean las formas específicas de las crisis históricas (la lista anterior pretende ser sugestiva, no exhaustiva), y cualquiera que sea el curso específico de su desarrollo y solución, la mayoría de los marxistas —si no todos— aceptan la premisa basada en las condiciones reales de explotación capitalista de que el capitalismo es un sistema expuesto a las crisis.
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ISIÓN MARXISTA TRADICIONAL DEL CAPITALISMO O SISTEMA DEPENDIENTE DE LA CRISIS, TRANSICIÓN AL SOCIALISMO
l marxismo tradicional el capitalismo no sólo está expuesto a las crisis sino que bién depende de ellas. El capital acumula por medio de las crisis, que funciocomo mecanismo de disciplina económica. La crisis es la ocasión que aproveel capital para restructurarse y racionalizarse a fin de restaurar su capacidad xplotar el trabajo y acumular. Hay dos formas generales, interdependientes, s que el capital se transforma para explotar la crisis y resolverla a su favor. Una iste en hacer cambios en las fuerzas productivas; la otra en hacer cambios en elaciones de producción. Los cambios en cualquiera de las dos presuponen o ieren, casi siempre, nuevas formas de cooperación directa e indirecta dentro tre los capitales individuales y/o dentro y entre el estado y/o entre capital y do. La mayor cooperación o planeación tiene el efecto de hacer más transpaemente social la producción, al tiempo que subvierte el fetichismo de las merías y el capital, o el aparente "carácter natural" del capital y de la economía talista. Así, el thelos de la crisis consiste en crear la posibilidad de imaginar una sición al socialismo. os cambios inducidos en las fuerzas productivas por la crisis por parte de capique procuran defender o restaurar las utilidades (y que ejemplifican los camtecnológicos que reducen los costos por unidad, aumentan la flexibilidad de la ucción, etc.), tienen el efecto sistemático de disminuir los costos de reproducde la fuerza de trabajo; volver más baratas las materias primas o más eficiente tilización; reducir el periodo de producción y/o de circulación, y así sucesivate. Cualesquiera que sean las fuentes inmediatas de la crisis, la restructuración s fuerzas productivas con el objetivo de elevar las utilidades es una conclusión ente. Más aún, los cambios de las fuerzas productivas inducidos por la crisis lican o presuponen formas más sociales de relaciones de producción, por ejemormas de cooperación más directa dentro de la producción. 17 Entre los ejemde cambios actuales de las fuerzas productivas, y de cambios asociados en las iones de producción, se cuentan los sistemas de fabricación computarizados, bles, y la robotización, los cuales se asocian con el desarrollo de "juego creativo quipo" y otras formas de cooperación en el lugar de trabajo y de participación s utilidades, entre otras novedades. Y, por supuesto, la principal fuerza proiva es la cooperación humana. La ciencia o la producción social de conocito teórico y práctico se ha vuelto una empresa casi totalmente cooperativa, 18 La "cooperación" (por ejemplo las "relaciones de trabajo") es tanto una fuerza productiva como iones de producción, es decir, está determinada de manera ambigua por la "cultura", la "necesiecnológica" y el "poder" (véase el capítulo 1). David Knight, 77ie age of &jeme, Oxford, Basil Blackwell, 1986.
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en parte como resultado de crisis históricas económicas, sociales y políticas acumulativas. La segunda manera en que el capital se restructura a sí mismo es realizando cambios, inducidos por la crisis, en las relaciones de producción dentro y entre el capital, dentro del estado y/o entre el estado y el capital, que se introducen con el propósito de ejercer mayor control de la producción, las inversiones, los mercados y demás; por ejemplo, la instauración de más planeación. Históricamente la planeación ha adoptado muchas formas (por ejemplo nacionalización, política fiscal, planeación indicativa), incluyendo, en el nivel político, el fascismo, el "new dealismo" y la democracia social. Cualesquiera que sean las fuentes inmediatas de la crisis, se puede dar por descontada la restructuración de las relaciones de producción con el fin de desarrollar más control del trabajo, del abasto de materias primas y demás. Más aún, los cambios de las relaciones de producción inducidos por la crisis implican o presuponen formas más sociales de las fuerzas productivas, por ejemplo, formas más directas de cooperación. Los ejemplos actuales de cambios de las relaciones de producción incluyen "acuerdos estratégicos" entre capitales de alta tecnología, una enorme intervención del estado en los mercados financieros, y la centralización de capital por medio de compras y fusiones. Estos cambios implican compartir o socializar los secretos de alta tecnología y personal técnico, nuevas formas de control financiero, y la restructuración de los sistemas de administración y producción, respectivamente.
HACIA UNA VISIÓN MARXISTA ECOLÓGICA DEL CAPITALISMO COMO SISTEMA EXPUESTO A LAS CRISIS
El punto de partida del "marxismo ecológico" es la contradicción entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas capitalistas, por un lado, y las condiciones de producción, por el otro. Ni la fuerza de trabajo humana ni la naturaleza externa ni las infraestructuras, incluyendo sus dimensiones espaciotemporales, se producen de manera capitalista, aunque el capital trata estas condiciones de producción como si fuesen mercancías o capital mercantil. Precisamente porque no se producen y reproducen de manera capitalista, aunque son compradas y vendidas y utilizadas como si lo fuesen, las condiciones de oferta (cantidad y cualidad, lugar y tiempo) tienen que ser reguladas por el estado o por capitales que actúan como si fuesen el estado. Si bien la capitalización de la naturaleza implica la penetración creciente del capital en las condiciones de producción (por ejemplo árboles producidos en plantaciones, especies alteradas genéticamente, servicios postales privados, educación en cuotas, etc.), el estado se ubica (o media) entre el capital y la naturaleza--con el- resultado inmediato de que-se politizan las condiciones de producción capitalista. Esto significa que el hecho de
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que estén o no disponibles para el capital —en las cantidades y calidades necesarias, y en los momentos y lugares adecuados— las materias primas, las capacidades laborales necesarias, las configuraciones espaciales e infraestructurales útiles, depende del poder político del capital, del poder de los movimientos sociales que cuestionan determinadas formas capitalistas de condiciones de producción (por ejemplo las luchas por la tierra como medio de producción y no como medio de consumo), de las estructuras estatales que median u ocultan los conflictos acerca de la definición y el uso de las condiciones de producción (por ejemplo consejos de zonificación) y demás. 19 Si exceptuamos las ramas del estado que reglamentan el dinero, la ley y el orden, y ciertos aspectos de las relaciones exteriores (los que no tienen ninguna relación obvia con el acceso a fuentes externas de materias primas, fuerza de trabajo, etc.), todo organismo oficial y programa de un partido político puede verse como una especie de interfaz entre el capital y la naturaleza (incluyendo los seres humanos y el espacio). En síntesis, enfrente o no el capital "barreras externas" a la acumulación, incluyendo barreras externas en forma de nuevas luchas sociales respecto a la definición y el uso de las condiciones de pro ducción (es decir, "barreras sociales" que median entre las barreras internas o específicas y las externas o generales); 29 asuman o no estas "barreras externas" la forma de crisis económica, y se resuelva o no la crisis económica a favor o en contra del capital, son, en primer lugar, cuestiones sociopolíticas e ideológicas, y sólo secundariamente cuestiones socioeconómicas. Esto se debe (como vimos en el capítulo 7) a que las condiciones de producción, por definición, están politizadas (a diferencia de la producción misma); el acceso a la naturaleza está mediado por luchas, ya que la naturaleza externa no tiene identidad política y subjetividad pro pias.21 La fuerza de trabajo (y la comunidad) son las únicas que luchan en torno a las condiciones de su propio bienestar y ambiente social en su definición amplia. Una visión marxista ecológica del capitalismo como sistema expuesto a las crisis se concentra en la forma en que el poder de las relaciones de producción y las 19 Esta clase de formulación del problema evita el funcionalismo de la "escuela de derivación del estado" del marxismo, así como las teorías weberianas del estado que no se basan en las relaciones y la existencia materiales. " Las llamadas barreras externas pueden ser interpretadas como barreras externas si asumimos que: al la naturaleza externa está totalmente convertida en mercancía o capitalizada, y b] las nuevas luchas sociales organizadas bajo el signo de la "ecología" o el "ambientalismo" tienen sus raíces en la estructura y las relaciones de clase del capitalismo moderno, por ejemplo la aparición de la nueva clase media asalariada, columna vertebral del ambientalismo tradicional en Estados Unidos. 21 "La naturaleza externa y universal puede considerarse como diferencias dentro de una unidad, desde el punto de vista de la acumulación de capital y de las acciones estatales necesarias para garantizar que el capital pueda acumular. Sin embargo la diferencia no es menos significativa que la unidad, desde el punto de vista de la acción social y ecológica y del conflicto político. La razón es que la fuerza de trabajo es un sujeto que lucha por las condiciones de salud y las condiciones (naturales) de salud social en su definición más amplia, mientras que los 'elementos naturales que intervienen en el capital variable y constante' son objetos de lucha" (Robert Marotto, correspondencia, octubre de 1992).
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fuerzas productivas capitalistas, combinadas, se autodestruye al afectar o destruir sus propias condiciones, más que reproducirlas (definidas las "condiciones" en términos de dimensiones tanto sociales como materiales). Esa visión hace hincapié en el proceso de explotación del trabajo y en el capital en expansión, en la reglamentación oficial de la prohibición o regulación de las condiciones de producción, y en las luchas sociales organizadas en tomo al uso y abuso de estas condiciones por parte del capital. La pregunta más importante —¿crea el capital sus propias barreras o límites al destruir sus propias condiciones de producción?— tiene que plantearse en términos de valores de uso específicos, así como de valor de cambio. Esto se debe a que las condiciones de producción no se producen como mercancías, y por lo tanto los problemas relativos a ellas son "específicos del sitio", incluyendo el cuerpo individual como un "sitio" único. La segunda pregunta —¿por qué afecta el capital sus propias condiciones?— tiene que plantearse en términos de la teoría del capital que se expande, de sus tendencias universalizadoras a negar los principios de especificidad del sitio, su falta de propiedad de fuerza de trabajo, naturaleza externa y espacio y, por ende (sin una planeación estatal o capitalista monopólica), la incapacidad del capital para abstenerse de dañar sus propias condiciones. La tercera pregunta —¿por qué las luchas sociales contra la destrucción de las condiciones de producción (que se resisten a la capitalización de la naturaleza, es decir el movimiento ambiental, el de salud pública, el de salud y seguridad ocupacionales, el urbano y otros) afectan potencialmente la flexibilidad y la variabilidad del capital?— debe plantearse en términos de conflictos acerca de las condiciones definidas como valores de uso y, al mismo tiempo, valores de cambio. Son muchos y muy variados los ejemplos de acumulación capitalista que perjudica o destruye las propias condiciones del capital, poniendo en peligro con ello sus propias utilidades y su capacidad para producir y acumular más capital. El calentamiento de la atmósfera destruirá inevitablemente personas, lugares y utilidades, por no mencionar otras especies vivas. La lluvia ácida destruye por igual bosques, lagos, edificios y ganancias. La salinización de los mantos freáticos, los desechos tóxicos y la erosión del suelo dañan tanto los beneficios como la naturaleza. El capital urbano que corre sobre una "cinta urbana sinfín" lesiona sus propias condiciones y, por ende, sus utilidades, en forma de costos por congestionamiento y rentas altas, por ejemplo 2 2 También puede mencionarse en relación con esto la decrepitud de la infraestructura fisica en Estados Unidos. Hay asimismo una "banda sinfín de la educación", una del bienestar, una de la atención a la salud, y otras.23 De manera que esta línea de pensamiento se aplica también a las " "Economistas y dirigentes empresariales dicen que las áreas urbanas de California enfrentan congestionanúentos de tránsito tan intensos que se ve amenazada la vitalidad económica del estado", New York Tima, 5 de abril de 1988. " °Si a las escuelas no se les ocurre cómo educar mejor a esas poblaciones en crecimiento y convertirlas en trabajadores y ciudadanos productivos, podría estar en peligro la estabilidad de la econo-
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iciones personales de producción... [la] fuerza de trabajo" en relación con trucción, por parte del capital, de la vida comunitaria y familiar establecida, mo con la introducción de relaciones de trabajo que reducen las aptitudes y , en general, un ambiente social tóxico. De estas maneras podemos introdu"escasez" —sin temor a errar— en la teoría de la crisis económica de manerxista, no neomalthusiana. También podemos introducir la posibilidad de ducción del capital una vez que sumamos los crecientes costos de reproduce las condiciones de producción. Los ejemplos de esto incluyen el presupara salud que se requiere para las relaciones laborales y familiares capitael gasto en drogas y rehabilitación; las enormes sumas que se gastan como ado del deterioro del medio social (por ejemplo los costos de policía y de cio); las inmensas cantidades que se invierten para impedir mayor destrucmbiental y para limpiar o reparar el legado de la destrucción ecológica del o; el dinero que se requiere para inventar, desarrollar y producir sustitutos icos y "naturales" como medios y objetos de producción y consumo; las sas sumas necesarias para pagarles a los jeques petroleros y las compañías icas, en calidad de utilidades por la renta de la tierra y el monopolio; el cosdeshacerse de la basura; los costos extras del espacio urbano congestionado, ostos que recaen sobre los gobiernos, los campesinos y los obreros del tercer o como resultado de la doble crisis de la ecología y el desarrollo. Y así suceente. Nadie ha calculado los ingresos totales requeridos para compensar las ciones de producción menoscabadas o perdidas y/o para restaurarlas y desar sustitutos (y mucho menos cuánto de esos "costos" recae realmente en el l). Es concebible que el gasto total asignado a proteger o restaurar las cones de producción pueda ascender a la mitad o más del producto social total: gastos inmediatamente improductivos desde el punto de vista del capital en sión. ¿Es posible vincular estos gastos improductivos (y los que se prevén l futuro) con el vasto sistema actual de crédito y deuda en todo el mundo? el crecimiento del capital ficticio? ¿Con la crisis fiscal del estado? ¿Con la inionalización de la producción? La teoría marxista tradicional de la crisis reta las estructuras de crédito/deuda como resultado de la sobreproducción pital. Un enfoque marxista ecológico podría interpretar también los mismos enos como resultado de la subproducción del capital y del uso improductil capital producido. Estas tendencias ¿se refuerzan o se cancelan mutuamenn prejuzgar la respuesta, es evidente que esta cuestión requiere una elaboraeórica. dward B. Fiske, "U. S. business turns auention to workers of the future", International Herald Tri0-21 de febrero de 1988. Fiske se refiere a las minorías que constituyen hoy el 17% de la poblaEstados Unidos, cifra que se espera aumentará una tercera parte para el año 2020. En ese país tos de atención a la salud, como porcentaje del PM, eran de alrededor del 6% en 1965; se espera 2000 sean del 15%, "Healt care has become an economic cancer in chis country", San Francisco e, 14 de marzo de 1988.
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HACIA UNA VISIÓN MARXISTA ECOLÓGICA DEL CAPITALISMO COMO UN SISTEMA EXPUESTO A CRISIS Y DEPENDIENTE DE LA CRISIS, Y LA TRANSICIÓN AL SOCIALISMO
Ni Marx y los marxistas han desarrollado una teoría de la relación entre los cambios de las condiciones de producción capitalista inducidos por la crisis y el establecimiento de las condiciones del socialismo ecológico. En el marxismo tradicional los cambios de las fuerzas productivas y las relaciones de producción inducidos por la crisis están determinados por la necesidad de reducir costos, intensificar el trabajo, restructurar la organización del capital y así sucesivamente. Las fuerzas y las relaciones tienden a convertirse en formas sociales más transparentes. En el marxismo ecológico (igual que en el marxismo tradicional), el capitalismo no sólo está expuesto a las crisis sino que también depende de ellas. Los cambios de las condiciones de producción inducidos por la crisis (ya se origine ésta en la sobreproducción del capital, la subproducción o ambas) también están determinados por la necesidad de abatir costos, reducir la renta de la tierra, aumentar la flexibilidad y demás, y de restructurar las condiciones mismas, por ejemplo mediante la expansión de la salud preventiva, la reforestación, la reorganización del espacio urbano y otros modos de reducir el tiempo de trabajo socialmente necesario. Hay dos maneras generales, interdependientes, en las que el capital (con ayuda del estado) cambia sus propias condiciones para hacer frente a las crisis y para resolverlas a su favor. Una son los cambios de las condiciones definidas como fuerzas productivas. La otra son cambios de las relaciones sociales de reproducción de las condiciones. Los cambios de cualquiera de las dos casi siempre presuponen o requieren nuevas formas de cooperación entre y dentro de los capitales y/o entre el capital y el estado y/o dentro del estado, o formas más sociales de "regulación del metabolismo entre la humanidad y la naturaleza", así como del "metabolismo" entre el individuo y el ambiente físico y social. Una mayor cooperación tiene el efecto de hacer que las condiciones de producción (ya politizadas) sean más transparentemente políticas, subvirtiendo así aún más la aparente "naturalidad" de la existencia del capital. Así, el thetas de la crisis es crear la posibilidad de imaginar con mayor claridad una transición al socialismo. Los cambios inducidos por la crisis en las condiciones definidas como fuerzas productivas, con el propósito de defender o restaurar la utilidad (ejemplificadas por los cambios tecnológicos que reducen los costos de congestión, aumentan la flexibilidad en la utilización de materias primas, etc.), tienen el efecto sistémico de bajar los costos de reproducción de la fuerza de trabajo, permitir obtener materias primas más baratas, y reducir de otras formas el costo, aumentando la flexibilidad. Cualesquiera que sean las fuentes inmediatas de la crisis, se da por descontado que habrá esfuerzos por restructurar las condiciones de producción con el objetivo de elevar las utilidades. Más aún, les cambies inducidos por -la crisis en las-condiciones de producción implican o presuponen formas más sociales de las relaciones
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sociales de reproducción de las condiciones de producción, por ejemplo, formas más directas de cooperación dentro de la esfera de las condiciones de producción. Un ejemplo actual de un cambio de las condiciones de producción, y del cambio social de las relaciones sociales de reproducción de las condiciones de producción, es el control integrado de plagas, que no sólo presupone mayor coordinación de los esfuerzos de los agricultores, sino también mayor coordinación de los programas de capacitación y educación." Otro ejemplo es la tecnología preventiva de salud en relación con el sida y los cambios asociados de las relaciones comunitarias hacia una mayor cooperación. La segunda forma de restructuración son los cambios inducidos por la crisis en las relaciones sociales de reproducción de las condiciones de producción, introducidos con el objeto de ejercer mayor control de las condiciones de producción, es decir, mayor planeación. Históricamente la planeación ha adoptado muchas formas; por ejemplo, el transporte urbano y regional, la planeación en materia de salud, la planeación de recursos naturales y así sucesivamente. 25 Cualesquiera que sean las fuentes inmediatas de la crisis, también podemos dar por descontada la restructuración de estas relaciones sociales con el fin de desarrollar mayor control de las condiciones de producción. Más aún, los cambios inducidos por la crisis en las relaciones sociales de reproducción de las condiciones de producción implican o presuponen formas más sociales de condiciones de producción definidas como fuerzas productivas. Un ejemplo actual de uno de esos cambios es la "planeación" para hacerle frente al esmog urbano, que presupone coaliciones de asociaciones y grupos (cooperación política) para legitimar medidas de reducción del esmog duras pero cooperativas.26 Otro ejemplo es la propuesta restructuración del U. S. Bureau of Reclamation, que presupone los nuevos cambios técnicos en política del agua.27 24 Según se informa, en Indonesia el conocido programa int elevó las utilidades reduciendo los costos y aumentando también los rendimientos. Depende de nuevos programas de adiestramiento y educación, coordinación de la planeación agrícola, etc. Sandra Postel, "Indonesia steps off the pesticide treadmill", World Watd, enero-febrero de 1988, p. 4. " Por ejemplo, en Alemania la industria organizada y la coordinación entre la industria y el estado logra internalizar muchas externalidades o costos sociales. Esto se lleva a cabo sin daños graves a las utilidades porque la República Federal Alemana produce bienes de tan alta calidad y tan deseables para el mercado mundial que los costos de proteger o restaurar las condiciones de producción se pueden absorber y la industria sigue siendo competitiva. 2:3. Christopher J. Dagget, "Smog, more smog, and still more smog", New York Times, 23 de enero de 1988. 27 La idea de que la crisis inducida por condiciones de producción inadecuadas da por resultado formas más sociales de producción y relaciones de producción no es nueva en los círculos no marxistas. Schnaiberg vinculó la rápida expansión económica con la creciente explotación de los recursos y el aumento de los problemas ambientales, lo cual a su vez planteaba restricciones al crecimiento económico, volviendo así esencial algún tipo de planeación del uso de recursos, niveles de contaminación, etc. Interpretó la legislación ambiental y las políticas de control de los setenta como eI inició de la planeación ambiental. Schnaiberg, op. cit. La idea de que la crisis inducida por condiciones de producción
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En síntesis, la crisis obliga al capital y al estado a ejercer mayor control o planeación sobre las condiciones de producción (así como sobre la producción y circulación del capital mismo). Podemos estar casi seguros de que la primera gran crisis del nuevo sistema de capitalismo global será ocasión para una multitud de nuevos instrumentos internacionales de planeación (como los que ya existen, por ejemplo, en la banca internacional). La crisis da origen a nuevas formas de planeación flexible y de flexibilidad planeada, lo cual aumenta las tensiones entre un capitalismo más flexible y un capitalismo más planeado, más que en la visión marxista tradicional de la restructuración de la producción y la circulación, debido al papel clave de las burocracias del estado (y, cada vez más, internacionales) en la provisión de las condiciones de producción. Las crisis fuerzan al capital y al estado a enfrentar sus propias contradicciones básicas, que subsecuentemente son desplazadas a la esfera política, ideológica y ambiental (más alejadas de la producción y la circulación directas), donde se introducen formas más sociales de condiciones de producción, definidas tanto material como socialmente (por ejemplo el bipartidismo político en relación con el desarrollo urbano, la reforma educativa, la planeación ambiental y otras formas de provisión de las condiciones de producción). Sin embargo, resulta claro que la tecnología y el poder se encarnan mutuamente en el nivel de las condiciones (así como en el de la producción misma), y por eso las nuevas formas de cooperación política sólo ofrecen tenues promesas de socialismo. Una vez más, no se puede decir nada a priori acerca de la "inminencia socialista", excepto en un elevado nivel de abstracción. El punto clave es que el capitalismo tiende a autodestruirse o a autosubvertirse cuando pasa a formas más sociales de provisión de las condiciones de producción por medio de la política y de la ideología. La premisa de este argumento (tal como ocurre con el argumento de la actual interpretación del marxismo tradicional) es que cualquier conjunto dado de tecnologías y relaciones de trabajo de las condiciones de producción es consistente con más de un conjunto de relaciones sociales de reproducción de esas condiciones, y que cualquier conjunto dado de estas relaciones sociales es consistente con más de un conjunto de tecnologías y relaciones de trabajo de las condiciones de producción. Así se asume que el "ajuste" entre las relaciones sociales y las fuerzas de reproducción de las condiciones de producción es bastante laxo y flexible. En la crisis (en la cual, por definición, es imposible conocer el futuro) hay una especie de lucha de dos lados para (es decir, costos) desfavorables da por resultado fuerzas productivas más sociales, así como relaciones de producción, se puede encontrar, en forma embrionaria, en obras como R. G. Wilkinson, Poveny and moren: An ecological frerspective on economic development, Nueva York, Praeger, 1973, que sostiene que los cambios teconológicos que hicieron época fueron consecuencia, muchas veces, de escaseces ecológicas, y como O. Sunkel y J. Leal, "Economice and environment in a developmental perspective", Internacional Social Scienr,e fournal 109, 1986, p. 413, donde se sostiene que el agotamiento de recursos y la escasez elevan los costos del crecimiento económico debido a declinaciones de la productividad natural de los recursos, y que a ello se debe que se requieran nuevos subsidios a los recursos energéticos y a la tecnología (lo que implica mayor planeación).
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cer encajar nuevas condiciones de producción, definidas como fuerzas producti, en nuevas condiciones de producción definidas como relaciones de producn, y viceversa, en formas más sociales, sin que se cree, sin embargo, una tenncia "natural" a que el capitalismo se transforme en socialismo. Por ejemplo, los canismos de planeación urbana, bajo ciertas condiciones políticas, pero no as, pueden ser un paso hacia el socialismo; pero sin duda son un paso hacia fors más sociales de provisión de las condiciones de producción. En el moderno capitalismo mundial la lista de nuevas formas sociales y políticas reproducción de las condiciones de producción es prácticamente infinita. sulta muy significativo —y también teóricamente desdeñado dentro del marxis— que la crisis mundial actual parezca dar por resultado formas más sociales y requerir muchas más—, no sólo de las fuerzas y relaciones productivas sino bién de las condiciones de producción, aunque los aspectos institucionales e ológicos de estas formas son confusos y muchas veces contradictorios, ya que no bería vérselas como irreversibles (por ejemplo reprivatización, desregulación, .). Sin embargo, resulta concebible que estemos entrando en un largo proceso el cual se presenten vías diferentes pero paralelas al socialismo, por lo cual no trataría tanto de que Marx estaba equivocado como de que tenía razón a edias. Puede ocurrir que el proceso tradicional de "construcción socialista" le té cediendo el paso a un nuevo proceso de "reconstrucción "socialista", la reconscción de la relación entre los seres humanos y las condiciones de producción, cluyendo el ambiente social... una especie de política de ¡La Preservación es Priero! (véase el capítulo 20). Es por lo menos plausible que en el "primer mundo" reconstrucción socialista se vea, primero, como algo deseable y, segundo, como cesario; en el viejo "segundo mundo" como algo igualmente deseable y necesa, y en el "tercer mundo" como algo, primero, necesario y, segundo, deseable. Es ás plausible aún que el calentamiento atmosférico, la pérdida de ozono, las amezas a la biodiversidad, la lluvia ácida y la contaminación de los mares vuelvan solutamente indispensable las formas en extremo sociales de reconstrucción de vida material y social. Para profundizar en esto, sabemos que el movimiento sindical "empujó" al capilismo hacia formas más sociales de fuerzas y relaciones productivas, por ejemplo negociación colectiva. Tal vez pudiésemos plantear que el feminismo, los moviientos ambientales y otros nuevos movimientos sociales están "empujando" al pital y al estado hacia formas más sociales de la reproducción de las condiciones producción. La explotación del trabajo (la base de la teoría marxista de la cTis, o la "primera contradicción del capitalismo", definida tradicionalmente), eneró un movimiento sindical que en determinados momentos y lugares se conrtió en una "barrera social" al capital. La explotación de la naturaleza (incluyeno la explotación de la biología humana) engendra un movimiento ambiental mbientalismo, movimiento de salud pública, movimientos por la salud y la segudad ocupacionales, movimientos femeninos organizados en torno a la política
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del cuerpo, etc.), que también pueden constituir una "barrera social" al capital. En Nicaragua, en los ochenta, la combinación de crisis económica y ecológica y dictadura política durante el antiguo régimen engendró tanto movimiento de liberación nacional como una extensa planeación en materia de ecodesarrollo. Antes de poder decir algo políticamente sensato acerca del ambientalismo definido en su sentido más amplio, así como de las perspectivas a corto y largo plazo para el capital, se requiere el análisis concreto de situaciones concretas. Por ejemplo, la lluvia ácida provoca daños ecológicos y económicos. El movimiento ambiental exige la limpieza y restauración del ambiente y la protección de la naturaleza. Esto, a largo plazo, puede restaurar las utilidades o reducir los gastos gubernamentales en limpieza, lo cual puede ser congruente o no con las necesidades a corto y mediano plazo del capital. En cualquier programa sistemático de ambiente social políticamente regulado hay tipos de planeación que protegen al capital de sus peores excesos, pero que pueden o no ser congruentes con las necesidades del mismo en determinadas coyunturas. Una posibilidad es que "la destrucción del ambiente puede llevar a grandes nuevas industrias destinadas a restaurarlo. Imagínense, equipos para dragar lagos, máquinas para limpiar bosques, revitalizadores para la tierra, restauradores del aire, combatientes de la lluvia ácida."28 Estos tipos de soluciones supertecnológicas serían una enorme fuga de plusvalor, a menos que redujesen el costo de reproducción de la fuerza de trabajo pero, al mismo tiempo, contribuyesen a "resolver" todos los problemas de realización que surgiesen de la tradicional sobreproducción del capital. Se requerían, sin embargo, inmensas sumas de dinero a crédito para restaurar o reconstruir el ambiente social, lo cual desplazaría la contradicción a las esferas financiera y fiscal, más o menos de los mismos modos en que la contradicción tradicional entre la producción y la circulación del capital se desplaza hoy a las esferas financiera y fiscal. Esta clase de restructuración de las condiciones de producción guiada por la tecnología (incluyendo la restructuración guiada por la tecnología de las condiciones de oferta de fuerza de trabajo) puede o no ser funcional para el capital en su conjunto o para capitales individuales en el corto o en el largo plazo. Los resultados dependerían de otras medidas de prevención y solución de crisis, de su coyuntura exacta, y de la manera en que se articulasen con la crisis de la naturaleza, definida de manera amplia. En última instancia, los resultados dependerían del grado de unidad y diversidad de los movimientos sindicales, ambientales, solidarios y demás. Y éstas son cuestiones políticas, ideológicas y organizacionales. En todo caso, los cambios de las condiciones de producción inducidos por la crisis llevan necesariamente a más controles estatales, mayor planeación dentro del bloque del capital en gran escala, un capitalismo administrado o regulado más social y políticamente, y por lo tanto un capitalismo menos parecido a la naturaleza, en el cual los cambios de las condiciones de producción tendrían que ser legi28
Saul Landau, correspondencia con el autor, noviembre de 1994.
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timados porque estarían más politizados, y en el cual la reificación capitalista sería menos opaca. La combinación de capitales golpeados por la crisis que externalija n más costos, el uso desatinado de la tecnología y la naturaleza para la realización del valor en la esfera de la circulación, y cosas semejantes, tiene que llevar, más pronto o más tarde, a una "rebelión de la naturaleza", es decir, a poderosos movimientos sociales que exijan el fin de la explotación ecológica. Sobre todo en la crisis actual, sin importar cómo se teorice su origen, los intentos del capital por reducir el tiempo de producción y de circulación tienen por lo general el efecto de empeorar las prácticas ambientales, sobre salud y seguridad, etc. Por eso la restructuración del capital puede profundizar los problemas ecológicos, y no resolverlos. Así como el capital arruina sus propios mercados (es decir utilidades realizadas) cuanto mayor es la producción de plusvalor, arruina también sus propios beneficios producidos (es decir eleva los costos y reduce la flexibilidad del capital) cuanto mayor es la producción de plusvalor basada en la apropiación destructiva de la naturaleza, en sentido amplio. Y así como las crisis de sobreproducción implican una restructuración tanto de las fuerzas como de las relaciones productivas, las crisis de subproducción implican una restructuración de las condiciones de producción. Y así como la restructuración de las fuerzas productivas implica formas más sociales de relaciones de producción, y viceversa, la restructuración de las condiciones de producción implica un efecto doble: más formas sociales de condiciones de producción definidas como fuerzas productivas y más formas sociales de las relaciones de producción en las cuales se reproducen las condiciones de producción. En síntesis, formas más sociales de relaciones de producción, fuerzas productivas y condiciones de producción, contienen en conjunto, dentro de sí mismas, posibilidades de forma socialistas. Éstas, en efecto, son inducidas por la crisis, no sólo por la contradicción tradicional entre fuerzas y relaciones, sino también por la contradicción entre fuerzas/relaciones y sus condiciones. Así, al capitalismo son inherentes dos —no una— contradicciones y crisis; dos —no uno— conjuntos de reorganizaciones y restructuraciones inducidas por la crisis en la dirección de más formas sociales (véase la figura 8.1).
ADDENDA SOBRE LAS DOS CONTRADICCIONES DEL CAPITALISMO
En conversaciones con colegas de Estados Unidos y del extranjero ha surgido una pregunta: ¿cuál es la relación entre la primera y la segunda contradicción del capitalismo? ¿Combinan o cancelan sus respectivos efectos sobre los beneficios? La primera contradicción del capitalismo puede plantearse simplemente: la tasa de explotación es una categoría tanto sociológica como económica. Expresa el poder social y político del capital sobre el trabajo, y también la tendencia inherente del capitalismo hacia una crisis de realización, o crisis de sobreproducción
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el capital. Si el capital ejerce mucho poder sobre el trabajo, la tasa de explotación erá alta y el riesgo de una crisis de realización será grande; por ende será mayor a necesidad de una gran estructura de crédito, una mercadotecnia agresiva, una nnovación constante del producto y una competencia intensificada. La primera ontradicción del capitalismo es interna del sistema; no tiene nada que ver con las ondiciones de producción, ya sea que se las interprete económicamente o en térinos sociopolíticos. La segunda contradicción del capitalismo requiere una terminología más comleja acuñada en términos de valor de uso:" el tamaño y contenido en valor de la anasta de consumo y la "canasta" de capital fijo, los "costos de los elementos natuales que intervienen en el capital constante y variable", la renta de la tierra como na deducción del plusvalor, y "externalidades negativas" de todas clases (por jemplo los costos de congestionamiento en las ciudades, en la medida en que ntervienen en los costos de los capitales individuales). En la segunda contradicción no hay un término único que tenga la misma mportancia teórica que la tasa de explotación tiene en la primera." (Esta es una e las razones por las que hoy hay una pluralidad de movimientos sociales.) Sin mbargo, todos los términos anteriores son categorías tanto sociopolíticas como conómicas (por ejemplo, la renta absoluta refleja el poder del capital terrateniensobre el capital industrial; el costo de congestionamiento refleja las luchas en toro a los sistemas de transporte urbano regional; el costo del agua refleja el poder e los movimientos ecológicos frente al capital, etc.). Enumerar estos ejemplos sire para sugerir que una teoría de tipo economicista de la segunda contradicción tiee aún menos justificación que la tradicional teoría marxista de la primera. La primera contradicción le pega al capital desde el lado de la demanda. Cuano los capitales individuales bajan los costos con el fin de defender o restaurar los eneficios, el efecto involuntario es reducir la demanda de mercancías en el merado y, de esta manera, hacer descender las utilidades realizadas. La segunda conradicción golpea desde el lado del costo. Afirma que cuando los capitales indiviuales bajan sus costos —por ejemplo cuando externalizan costos en las ondiciones de producción (la naturaleza, la fuerza de trabajo o lo urbano)— con l objetivo de defender o restaurar los beneficios, el efecto no previsto es elevar los ostos de otros capitales (y, en el caso extremo, del capital en su conjunto), reduiendo así los beneficios producidos. La primera se manifiesta en su forma pura omo crisis de realización, la segunda como crisis de liquidez. En el primer caso o hay problema para producir plusvalor, y por esa razón hay un problema para ealizar valor y plusvalor. En el segundo no hay problema para realizar valor y plusalor, y por esa razón hay problema para producir plusvalor. James O'Connor, "Capitalism, nature, socialism: A theoretical introduction", Capitalism, Matan ocialirm, 1, otoño de 1988. 3°0, en un modelo más complejo, la composición orgánica del capital y la tasa de utilidad.
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La causa básica de la segunda contradicción es la apropiación y el uso económicamente autodestructivos, por parte del capital, de la fuerza de trabajo, la infraestructura y el espacio urbano, y la naturaleza externa o ambiente... "autodestructivos" porque los costos de salud y educación, transporte urbano y rentas domésticas y comerciales, así como los costos para extraer de la naturaleza los elementos del capital, se elevarán cuando los costos privados se conviertan en "costos sociales". 31 En esta visión el capital y el estado, hoy, pueden interpretarse como totalmente confundidos frente a la nueva forma de regulación que pueda proporcionar un marco de referencia coherente para la futura acumulación capitalista. Los capitales individuales siguen reduciendo los costos de todas las maneras imaginables; al hacerlo tienden, sin darse cuenta, a elevar los costos del capital en su conjunto, poniendo al mismo tiempo en peligro sus propios mercados, como nos lleva a creer la primera contradicción. Hoy el capital se enfrenta tanto a costos en aumento como a una débil demanda del mercado, es decir, tanto con la primera como con la segunda contradicción. ¿Tiene algo de raro que el capital esté obsesionado tanto con la innovación del producto como con la innovación del producto y la expansión del mercado? ¿Que se produzca tanto un deterioro de las condiciones de producción como estructuras de ingresos equitativos por jornales y salarios, así como estructuras crediticias peligrosamente infladas? ¿Que parezcan estar en bancarrota la regulación tanto de tipo keynesiano como la política neoclásica del laissezlaire.
31 Frank Beckenbach, 'Secal oams in modera capitalism", Capitalino; Natura Socialism, 3, noviembre de 1989.
9 SOBRE LA ACUMULACIÓN CAPITALISTA y LA CRISIS ECONÓMICA Y ECOLÓGICA
LA ACUMULACIÓN CAPITALISTA
El significado de "crisis económica", si se lo compara con el de "crisis ecológica" (por lo menos en la teoría marxista), es inequívoco. Quiere decir un quiebre en el circuito de circulante, productivo o de mercancías del capital, o, más en general, una disrupción o ruptura en la reproducción y acumulación del capital como un todo. Una crisis económica significa un "punto de inflexión", el momento en el que un boom económico puede convertirse en una recesión (o una depresión o un periodo de estancamiento). Tiene también otros significado: un "momento de decisión" para los capitales individuales que procuran restructurar la producción, la tecnología y la mercadotecnia (problemas que han obsesionado a la empresa comercial hipercapitalista en los ochenta y los noventa), y también para los movimientos laborales y sociales que buscan formas más efectivas de lucha organizada e intervención política (características también de los ochenta y los noventa, aunque menos publicitadas que la restructuración del capital). El problema teórico consiste en encontrar las conexiones internas entre la acumulación capitalista, la crisis económica y la crisis ecológica. Un ejemplo sencillo: la deuda del "tercer mundo" en los ochenta empeoró las condiciones ecológicas en el Sur; las condiciones ecológicas deterioradas ensancharon y profundizaron la pobreza (difundida ya, en parte por la deuda externa) y engendraron también resistencia política; la combinación de ambas cosas tendió a profundizar la crisis de la deuda. La acumulación capitalista se basa en la explotación del trabajo y la producción de plusvalor (ganancia). Hay dos fuentes de plusvalor: el absoluto y el relativo. El plusvalor se produce de manera absoluta cuando los capitales individuales (en términos muy generales las empresas o compañías) obligan a sus trabajadores a trabajar más intensamente o más tiempo por la misma paga. Sin embargo la fuente más importante de plusvalor es el plusvalor relativo, producido por la clase trabajadora en su conjunto a través del mecanismo de cambio tecnológico y la competencia capitalista. El mecanismo funciona de esta manera: cuando una compañía introduce un cambio tecnológico que reduce los costos unitarios del trabajo en la producción, se apropia de un ingreso adicional, llamado "renta tecnológica". Si el cambio tecnológico es adoptado por otras compañías, la que había innovado pierde su ventaja y la renta tecnológica se "disuelve" por la competencia. El efecto (no planeado) de la difusión de la mejora tecnológica por toda la economía consiste [213]
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en reducir los costos del trabajo por unidad de manera muy generalizada. Las compañías competidoras (en materia de producto, trabajo o mercados de capital) que adoptan la nueva tecnología son capaces de producir la misma cantidad pero explotando menos horas de tiempo de trabajo. Si todo lo demás (por ejemplo los precios) permanece constante, la tasa promedio de utilidad se eleva. Si los precios bajan o si los trabajadores están organizados y son militantes, y logran obtener mayores salarios o jornadas reducidas, la fuerza de trabajo obtendrá una mayor o menor participación de esas utilidades. Esta última posibilidad se asemeja más o menos al capitalismo norteamericano de los 20 o 25 años conocidos como los años dorados, después de la segunda guerra mundial, cuando tanto los salarios como las utilidades se elevaron aproximadamente en la misma proporción que las mejoras de la productividad del trabajo o las reducciones de los costos de trabajo por unidad. En su modelo de la reproducción capitalista Marx dividió el capital productivo (el capital que produce plusvalor) en dos sectores o "departamentos". Un sector (el departamento u) produce bienes de consumo para el consumo final. El otro sector (el departamento 1) produce bienes de capital o mercancías utilizadas para producir otras mercancías en ambos departamentos, el 1 y el u. Si no intervienen otros factores, cuanto mejor sea la calidad de los bienes de capital empleados en ambos departamentos, mayor será la productividad del trabajo (o menor será el costo del trabajo por unidad) y más altos serán el plusvalor producido y las utilidades en la economía en su conjunto. (En el caso irreal de una economía que produzca sólo bienes de consumo habrá pocas posibilidades de avances en la productividad). Dada cierta calidad de los bienes de capital, cuanto mayor sea la razón bienes de capital/producción de bienes de consumo, mayor será la capacidad productiva de la economía en su conjunto (donde "productiva" se define, nuevamente, en términos de plusvalor y utilidades). De manera similar, cuanto más baratos sean los que Marx llamó "elementos de capital constante y variable" (los recursos naturales como la energía, las materias primas, los suelos, el agua, etc., necesarios para producir capital y bienes de consumo, respectivamente), mayores serán el plusvalor y las utilidades (si no se modifican otros factores). En el mercado de bienes de consumo los capitales individuales del departamento II son los proveedores y trabajadores, y otros consumidores de productos terminados son los compradores. En los mercados de bienes de capital y materias primas los vendedores son los capitales individuales del departamento f, y los compradores son los capitales de ambos departamentos. Los mercados del departamento u están gobernados por la demanda del consumidor, pero los mercados de materias primas, combustible, maquinaria, tecnología de producción y demás están regidos por la demanda de utilidades de los capitales individuales de ambos departamentos. Los capitales individuales de los dos sectores elevan su demanda de productos del departamento 1, primero, cuando hay escasa o nula capacidad productiva excedente en relación con la demanda del mercado, y por lo tanto cuan-
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do están en peligro las ganancias realizadas, y, segundo, cuando las condiciones del mercado o de producción son desfavorables y amenazan las ganancias producidas, o sea cuando los capitales individuales necesitan materiales y energía más baratos, mejor maquinaria y demás, para reducir costos con el fin de defender o restablecer las utilidades. La demanda de equipo o tecnología por parte de cualquier capital puede estancarse o reducirse durante las recesiones o los periodos de lento crecimiento, pero muchas veces en esas épocas aumenta la demanda de equipo productivo y tecnología más baratos o más eficientes. La economía convencional considera que la demanda de productos del departamento 1 por parte de los capitales del departamento u es una "demanda derivada", es decir, determinada por el crecimiento de la demanda de productos finales para los consumidores. (De acuerdo con los modelos del "acelerador", se requieren tantas máquinas para producir tantos colchones más. Si se eleva la demanda de colchones, aumenta también la demanda de maquinaria de fabricación por parte de los fabricantes de colchones.) En realidad ocurre más o menos lo opuesto: la demanda de bienes de consumo se "deriva" de la demanda de bienes de capital o, lo que es lo mismo, la demanda de utilidades. En general la tasa de crecimiento del ingreso del consumidor (y por ende de la demanda) está determinada por las tasas de crecimiento de la utilidad y la acumulación, con lo cual la demanda del consumidor se convierte en una variable pasiva, no activa, de los modelos de crecimiento económico. En épocas de crecimiento económico lento o de recesión económica el ingreso del trabajador (el consumidor) se estanca o se reduce por definición; la única excepción es el ingreso de los trabajadores de aquellas industrias del departamento 1 activadas por demandas crecientes de energía más barata, mejor maquinaria y tecnología más avanzada, servicios y administración más eficientes y así sucesivamente, demandas planteadas por los capitales de ambos departamentos que procuran reducir costos y restablecer o defender las utilidades. El empleo, los salarios o ambas cosas se elevan en las industrias en expansión del departamento 1, aumentando la demanda de los consumidores por los productos del departamento 11. Así, las malas épocas en algunos sectores significan buenas épocas para otros, y de allí la expresión de Marx: "acumulación por medio de la crisis". En síntesis, el "papel" del departamento 1 es producir los medios de expandir el plusvalor y las utilidades tanto para sí mismo como para el departamento u. El secreto de la productividad y el crecimiento económico es un sector de bienes de capital económicamente innovador, flexible, consciente de los costos y no regulado (especialmente las industrias "intensivas en conocimiento"). Innovador, flexible y consciente de los costos porque el progreso tecnológico, las utilidades y el crecimiento económico en su conjunto dependen del departamento 1; no regulado porque las rigideces y los altos costos impuestos por las reglamentaciones ambientales, de apoyo al consumidor y otras tienden a inhibir la innovación tecnológica y la difusión de nuevas tecnologías de producción en la economía como un todo.
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En la economía capitalista las utilidades son tanto el medio como el fin de la actividad económica. Son el medio en el sentido de que proporcionan el dinero para expandirse y para hacer posible emitir más capital accionario en términos favorables, así como para obtener préstamos a fin de crecer. Las utilidades son el fin de la actividad económica puesto que las metas de la administración y de los accionistas son obtener aún más utilidades. La administración trata de maximizar los aumentos de producción por unidad de tiempo de trabajo; los accionistas procuran maximizar alguna combinación de ganancias de capital y pago de dividendos. Los capitales individuales usan las utilidades para hacer más utilidades, lo que en efecto se convierte en "dinero en busca de más dinero". Éste es un significado de "capital en expansión". La autoexpansión capitalista no tiene límites estrictamente económicos. Además, como el capital subvalúa la naturaleza, sólo se encuentra con límites ecológicos por la vía de las crisis económicas. No obstante, la economía de la naturaleza está organizada (o se organiza) sobre principios muy diferentes. Como sistemas biológicos y físicos, ciclos hidráulicos, sistemas de calor/energía, ciclos del suelo, diversidad del ecosistema y demás, en algún punto de la curva de producción la productividad de la naturaleza está autolimitada... es una "barrera que debe ser superada" por el capital. No obstante, gracias a la separación (enajenación) de los productores humanos de los medios y objetos de producción, la reproducción de las relaciones socioeconómicas capitalistas está mucho menos restringida que modos previos de producción por las crisis que surgen, debido a las condiciones naturales específicas, en lugares o áreas determinados. El capital puede funcionar independientemente de cualquier condición natural particular, en términos de Gary Snyder, el capital "expande lo suficiente su sistema de sostén económico como para poder permitirse destrozar un ecosistema y seguir avanzando". Como vimos, la acumulación capitalista se basa en la creciente productividad o en la reducción del costo de reproducción de la clase trabajadora (en términos marxistas, "plusvalor relativo"). Un aumento de la productividad significa que determinada fuerza de trabajo empleada es capaz de procesar una mayor cantidad de materias primas. Si la economía está en expansión, la demanda de materias primas crecerá (si las demás condiciones permanecen constantes). El resultado es que las materias primas se vuelven una proporción mayor de los desembolsos de capital constante, y por lo tanto representan una mayor participación del valor de los bienes (en otras palabras, los capitales individuales deben convertir una parte más grande de sus utilidades en más materias primas). En este caso los aumentos de la demanda de recursos y la mayor explotación de los mismos eleva los costos promedio, tendiendo a deprimir las tasas de utilidad y de acumulación. Entonces los capitales individuales (solos o combinados con otros capitales) inwntan superarlos cuellos de botella invirtiendo en equipo, tecnología e infraestructura para explo-
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tar nuevos depósitos de minerales y de combustibles fósiles, de tierra arable y así sucesivamente. Las materias primas y de energía relativamente caras también crean incentivos para que los capitales individuales reciclen, utilicen sustitutos, o produzcan y usen más eficientemente determinada cantidad de materiales o de combustibles. Podría decirse que ésta es la forma más importante en que el capital ha impedido una crisis general derivada de una crisis de las utilidades provocada por os materiales de alto costo (como la crisis del algodón en Inglaterra durante la uerra de secesión de Estados Unidos). Históricamente el capital industrial ha ncontrado maneras de utilizar más eficientemente el hierro, el aluminio, el estao y otros materiales; con unas cuantas excepciones, el costo de extracción de ecursos se ha reducido, y la cantidad de energía necesaria para generar determiada cantidad de electricidad ha bajado. En contraste, si hay beneficios crecientes de acuerdo con la escala (menores cosos promedio a mayores niveles de producción y de uso) en los sectores de mateias primas, los costos y los precios caerán, mayor será la tasa promedio de utilidad más rápidas la explotación de materias primas y la acumulación de capital. 1 Las aterias primas baratas plantean el peligro de un rápido agotamiento de los recuros, no porque sean baratas per se, sino porque cuando son relativamente baratas as tasas de utilidad son relativamente altas, y por lo tanto la demanda de recursos la acumulación serán relativamente rápidas. Se crea un círculo vicioso: las altas asas de beneficio llevan a altas tasas de acumulación, las que a su vez llevan a una ayor demanda de materias primas; los niveles más altos de explotación de las aterias primas crean costos de producción más bajos cuyos resultados son tasas e utilidad y acumulación más altas todavía. En pocas palabras, si las materias prias son baratas las tasas de acumulación y agotamiento de recursos serán relativaente altas; si las materias primas son caras, se harán inversiones de capital para educir su costo o a fin de desarrollar formas utilizarlas más eficientemente. Sin importar si los costos de las materias primas, la energía y otros "elementos e capital constante y variable" son altos y van en ascenso o bajos y están reduiéndose, la acumulación de capital y el crecimiento económico dependen de la xpansión de la inversión (definida tanto cuantitativa como cualitativamente) en l departamento 1 (industrias de bienes de capital). Cuanto mayor sea el creciiento de este departamento más alta será la tasa promedio de crecimiento de la roductividad, las utilidades y la economía en su conjunto. A su vez, y si no se odifican otros factores, serán más altas las tasas de agotamiento de recursos así omo de producción de subproductos no deseados (contaminación). 1 Harold Barnett y Chandler Morse, Scarcity and growth, Baltimore, Johns Hopkins University Press, 963, calcularon en una ocasión que entre 1870-1900 y 1957 las industrias extractivas de Estados Unios —con excepción de la forestal— producían rendimientos crecientes en función de la escala. De cuerdo con esta obra famosa, cabía esperar que, con el tiempo, volvería a elevarse el costo por unidad e las mercancías extractivas, en comparación con los bienes no extractivos. También con la salvedad de a explotación forestal, ha ocurrido lo contrario.
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De hecho, una tasa dada de expansión económica tiene probabilidades de dar por resultado una tasa mayor de agotamiento y contaminación. Esto se debe a que el departamento I, que es la fuente de crecimiento económico, es también el más dañino para la naturaleza. En Estados Unidos, en 1987-1988, la refinación de petróleo y productos de carbón, las sustancias químicas, metales primarios y papel y pulpa (todos ellos bienes de capital) representaron el 22% de la producción industrial total, el 13 del empleo, el 78 del uso de energía y el 88 de los subproductos tóxicos.2 La industria química, por sí misma, fue responsable del 58% de la contaminación tóxica. El calentamiento global, la pérdida de biodiversidad y de ozono, la lluvia ácida, la contaminación de los océanos, la desforestación, el agotamiento de las reservas de energía y minerales metálicos, la pérdida de suelos y otros grandes cambios ecológicos se deben todos a dos o más siglos de rápido crecimiento de las economías capitalistas industriales (y las ex economías socialistas estatales) que, a su vez, son en gran parte resultado del desarrollo y la expansión de las industrias del departamento I.
LA CRISIS ECONÓMICA Y ECOLÓGICA
El capitalismo es un sistema expuesto a crisis. Las crisis económicas adoptan la forma de rupturas en los circuitos del capital y se le presentan a éste como "barreras que deben superarse". La mejor conocida de las barreras es "el capital mismo" (Marx). Esto significa (entre otras muchas cosas) que la capacidad productiva (el capital) tiende a aumentar más rápido que la demanda efectiva de mercancías (realización de capital), deteniendo la acumulación de capital o sumiendo a la economía en una recesión o una depresión. El capitalismo también es dependiente de la crisis; el sistema necesita crisis periódicas. Esto se debe a que la crisis económica es un mecanismo disciplinario necesario y poderoso. En los periodos de boom un capital individual tiene la oportunidad de rebasar a sus competidores si reduce sus costos, ofrece mejores servicios, produce mejores artículos y demás; en las crisis y las malas épocas reducir los costos, aumentar la flexibilidad, expulsar mano de obra humana y hacer productos nuevos y de mayor calidad a los mismos precios o aún más baratos, son asuntos de vida o muerte para el capital individual, la industria, o la economía en su conjunto. Las crisis económicas causan crisis ecológicas, pero de formas y tipos algo diferentes de la degradación ecológica "normal" que acompaña la acumulación de capital. La crisis económica se asocia por lo general con la hipercompetencia y con una obsesión por la eficiencia y la reducción de costos (es decir, un incremento de la 2 Michael Renner, "Saving Earth, creating jobs",
Worldwatch, 5, 1, enero-febrero de 1992, p. 3.
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tasa de explotación), de las que se derivan una mayor violencia económica y más explotación biológica de los trabajadores, así como una mayor externalización de los costos y, por consiguiente, más degradación ambiental. La crisis económica y la reducción de costos estimulan también nuevas tecnologías modernizadoras y, por lo tanto, nuevas formas de degradación ecológica (por ejemplo la contaminación de alta tecnología), así como un renacimiento de tecnologías más viejas, ambientalmente riesgosas, antes prohibidas (por ejemplo el DDT en algunos lugares del suroeste de Estados Unidos). La crisis económica se asocia también con intentos por reducir el tiempo de circulación del capital, lo cual, a su vez, suele significar que los negocios tienden a despreocuparse extraordinariamente de la salud de los trabajadores, los impactos ambientales y sanitarios de los tipos de mercancías vendidas, la viabilidad de las condiciones y la infraestructura urbana, y así sucesivamente. En síntesis, la acumulación capitalista provoca ciertos tipos de problemas ecológicos de cierta seriedad; la crisis económica provoca problemas diferentes de diferente gravedad. En cualquier momento dado ambos tipos se combinan (de maneras desiguales) y coexisten. Por otro lado, la crisis ecológica puede desencadenar una crisis económica. Los problemas ecológicos autoinducidos del capital —escasez de materias primas que se presenta por las fuerzas "normales" del mercado, mayores rentas de la tierra y costos de congestionamiento, costos más altos de energía y así sucesivamente— pueden tener el efecto de presionar sobre las utilidades y/o de plantear el riesgo de inflación. Los efectos económicos negativos de las "crisis del petróleo" de los setenta son buenos ejemplos de ello. Además, los movimientos ambientales engendrados por las crisis ecológicas pueden exacerbar la crisis económica. Esta aseveración se basa en el hecho de que los movimientos sociales, las luchas políticas y la política oficial median los cambios y transformaciones ecológicos y económicos. Los movimientos ambientales (así como los laborales, urbanos y otros), al luchar por proteger las condiciones de producción (o condiciones de vida), por restaurarlas o por ayudar a decidir cómo se las restructurará durante periodos de crisis, pueden tener el efecto no deseado de elevar los costos y reducir la flexibilidad o libertad del capital, poniendo en peligro o lesionando así la acumulación capitalista. Lo anterior puede sintetizarse como sigue: la acumulación capitalista causa normalmente crisis ecológicas de ciertos tipos; la crisis económica se asocia con problemas ecológicos en parte diferentes yen parte similares, de distinta gravedad; las barreras externas al capital, en forma de escasez de recursos, de espacio urbano, de una fuerza de trabajo asalariado saludable y disciplinada y de otras condiciones de producción, pueden tener el efecto de elevar los costos y poner en peligro las utilidades; por último, los movimientos ambientales y otros movimientos sociales que defienden las condiciones de vida, los bosques, la calidad del suelo, la recreación, las condiciones de salud, el espacio urbano y demás, también pueden elevar los costos y volver menos flexible el capital (véase la figura 9.1).
A. Barreras internas nicamente para acumulad n de capital : Sobreproducción de capital ACUMULACIÓN DE CAPITAL •
It Acumulación de capital mediante crisis
CRISIS ECONÓMICA
B. Barreras externas nicamente para acumulaci n de capital: Acumulación
ACUMULACIÓN DE CAPITAL
de capital mediante crisis
CRISIS ECONÓMICA
1 CRISIS ECOLÓGICA
C. Modelo completo Sobreproducción de capital ACUMULACIÓN DE CAPITAL
Acumulación de capital mediante crisis
CRISIS ECONÓMICA
(
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CRISIS ECOLÓGICA
Movimiento ambientalista mediante crisis ecológica
FIGURA 9.1. Una tipología de la crisis.
MOVIMIENTOS LABORISTAS/ AMBIENTALISTAS
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De esta manera la acumulación capitalista y la crisis causan problemas ecológicos que, a su vez (incluyendo la respuesta de los movimientos ambientales y sociales a estos problemas), pueden causar problemas económicos. Hay una relación mutuamente determinante —en los niveles de la producción, las relaciones de mercado, los movimientos sociales y la política— entre las tendencias económicas y las crisis ecológicas. El capital tiende negarse a sí mismo cuando socava o destruyen sus propias condiciones de producción. En este sentido, las crisis ecológicas y económicas son autoinducidas, y las reformas ambientales y socioeconómicas son dos caras diferentes del mismo proceso general. O, por expresarlo en otros términos, la política ambiental que no se ocupa de la forma en que funciona el capitalismo (cuando funciona) y la forma en que no funciona el capitalismo (cuando no funciona), y la política económica que no se ocupa del problema de las condiciones de producción en general y de la ecología en particular, tienen probabilidades de fracasar o incluso de contribuir al deterioro de las condiciones ambientales.
CONCLUSIÓN
La naturaleza es un punto de partida para el capital, pero no suele ser un punto de regreso. La naturaleza es un grifo económico y también un sumidero, pero un grifo que puede secarse y un sumidero que puede taparse. La naturaleza, como grifo, ha sido más o menos capitalizada; la naturaleza como sumidero está más o menos no capitalizada. El grifo es casi siempre propiedad privada; el sumidero suele ser propiedad común. El grifo es, evidentemente, una metáfora del agotamiento de recursos; el sumidero lo es de la contaminación. Desde luego, hay complejas conexiones internas entre agotamiento y contaminación (véase el capítulo 10). Dejando esto de lado, mi último argumento es que la producción capitalista da por resultado dos tipos (no uno) de agotamiento y dos tipos de contaminación. Hay dos maneras de abrir el grifo y dos de usar el sumidero (por emplear estos términos), y por lo tanto dos tipos de crisis ecológica. Esta afirmación se basa en la premisa de que el capital acumula a través de la crisis económica. Por lo general la acumulación capitalista no produce buenas épocas y después malas épocas; más bien produce buenas y malas épocas todo o casi todo el tiempo. Esto quiere decir que las empresas, industrias y regiones capitalistas en problemas económicos se ven obligadas a defender o a restablecer sus utilidades por medio de innovaciones técnicas, reducción de costos, mayor velocidad y demás, y también invirtiendo en nuevas generaciones de productos de consumo. No pueden ganar más dinero vendiendo mayor cantidad del mismo tipo de bienes o vendiendo esos bienes más rápido porque (por definición) se enfrentan a una demanda de mercado en lento crecimiento, estancada o en disminución. Se eleva
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así la demanda de alta tecnología para reducir los costos de muchos otros bienes y servicios de capital, no porque los mercados de bienes finales sean fuertes o estén en expansión, sino porque son débiles o están en contracción. El resultado es que la actividad económica en los sectores de bienes de capital de alta tecnología tiende a expandirse; por ejemplo, una gran parte de los negocios no militares de Silicon Valley se inició porque otras industrias, en otros lugares del país, estaban en problemas. A riesgo de una burda sobresimplificación de un proceso inmensamente complejo, el proceso de acumulación a través de la crisis tiene dos tipos diferentes de efectos sobre la naturaleza. Las industrias o regiones en problemas tratan de ahorrar dinero descuidando la protección y la limpieza del ambiente. También pueden reintroducir sustancias prohibidas, como el DDT. Asimismo, si bien en estas industrias puede reducirse la contaminación porque declina la producción total, puede elevarse la contaminación total porque aumenta la contaminación por unidad de producto. En el grifo de la naturaleza los capitales en problemas económicos tienden a ser ecológicamente más descuidados en lo que toca a las técnicas de exploración, extracción y procesamiento, el uso de la tierra y demás. Esto se debe a que los periodos de crecimiento lento o nulo no están buscando energía, metales y materias primas industriales per se, sino energía barata, metales baratos, etc., producidos con menos atención que de costumbre a la protección ambiental. Por otro lado, las industrias o sectores en problemas casi con seguridad tratarán de usar más eficientemente la energía y las materias primas que necesitan. Sólo los estudios empíricos pueden determinar el complejo de nuevos problemas ecológicos en el grifo y el sumidero de compañías, industrias y regiones que se encuentran en problemas económicos. Lo que es seguro es que de alguna manera estos problemas serán diferentes de los de industrias o sectores económicos en expansión. En estos últimos no hay, por definición, problemas de demanda de mercado (hasta que aparecen los signos clásicos de la sobreproducción). Pero hay problemas ecológicos asociados con el rápido crecimiento de nuevas tecnologías, de la producción y la demanda. Para hacer frente a los mercados en expansión los recursos se agotarán más rápido, y la eficiencia en lo relativo a uso de energía y materias primas será una prioridad relativamente baja. Si bien estas industrias pueden permitirse destapar el sumidero de la naturaleza o mantenerlo limpio, no tienen incentivos para hacerlo, a menos que se vean obligadas por las luchas sociales y la legislación. En los ochenta y los noventa sólo el movimiento contra la sustancias tóxicas tuvo un verdadero éxito, gracias a una especie de línea de "atrévete a luchar, atrévete a ganar" en ese movimiento, a los efectos de las luchas locales militantes en los costos de eliminación de sustancias tóxicas, y a una nueva legislación y reglamentación, que provocaron el nuevo interés de algunos sectores del capital por la reducción de aquéllas en su punto de origen. En síntesis, un conjunto de industrias o regiones está obsesionado por la reducción de costos; esta obsesión crea nuevas oportunidades de mercado para algunas
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strias de bienes de capital. Las industrias en problemas tienden a usar el grifo sumidero de la naturaleza de maneras especiales, provocando el auge indusde otras formas (que no son, necesariamente, ni más ni menos conocidas despunto de vista ambiental). Por eso hay dos problemas ecológicos y potenciaes de crisis (no uno), y se requieren dos tipos (no uno) de demandas y mas políticas . tas observaciones sugieren que las teorías de tipo marxista pueden decir más la crisis ecológica que el liberalismo y otros tipos de pensamiento económinvencional. Esto se debe a que los marxistas tienen una teoría de la crisis ecoica (o, más precisamente, teoríasde la crisis) que expresan las contradicciones apitalismo. La teoría de la crisis nos lleva a hacer frente de maneras teóricas y icas a estas contradicciones entre capitalismo y la naturaleza. Para concluir, era instar a los economistas de mentalidad progresista que trabajan en proas ecológicos a que presten atención a la teoría marxista y a la comprensión ca y práctica que acarrea, e instaría a más economistas y científicos sociales istas a utilizar el poderoso método del marxismo para arrojar luz sobre las verras fuentes de la crisis ecológica, para contribuir a transformar nuestra nave ial en direcciones ecológicas socialistas.
10 EL DESARROLLO DESIGUAL Y COMBINADO Y LA CRISIS ECOLÓGICA
INTRODUCCIÓN
Nadie ha teorizado sistemáticamente los efectos del desarrollo desigual y combinado del capitalismo sobre la ecología natural humana. Supongo que esto se debe sobre todo a que el posmarxismo (o el posmodernismo) más o menos sustituyó al marxismo en el mundo académico aproximadamente en la misma época en que los ambientalistas y los ecologistas empezaron a hablar de una "crisis ecológica mundial". Si es así, tenemos un ejemplo más del viejo búho de Minerva que cierra las alas al amanecer. O de tirar al niño (el método mar xista) junto con el agua de la tina (la URSS y todo lo demás). Contamos con una plétora de nuevos estudios de las condiciones ecológicas en diversos lugares del globo, así como con algunas ideas más viejas sobre las "formaciones sociales capitalistas", los "modos de producción", y el "desarrollo desigual y combinado" (este último concepto tiene casi un siglo de antigüedad). Guiados por estos conceptos totalizadores ya bien probados (que, incidentalmente, los posmodernos nunca se molestaron en refutar), podemos arriesgar algunas conclusiones provisionales.' Antes de aplicar estos conceptos al tema en cuestión (la ecología global) , sin embargo, tenemos que recapitular aunque sea brevemente los rasgos más destacados del "desarrollo desigual" y del "desarrollo combinado". (Ya se aludió al significado de "modos de producción" en el capítulo 1 de esta obra.)
DESARROLLO COMBINADO Y DESIGUAL
El desarrollo desigual suele definirse en términos político-económicos y socioeconómicos (las relaciones entre el estado de economía y las relaciones entre la clase
1 Esta visión del problema es unilateral y, por lo tanto, limitada. Este ensayo no se ocupa de las for mas en que la destrucción de la ecología natural y la humana a manos del capitalismo y el imperialis mo constituye una forma de autodestrucción, es decir, cómo tiene los efectos no previstos de elevar los costos, limitar la variabilidad del trabajo y el capital, etc. Tampoco trata el crucial problema de la resis tencia social y polio-ira a la clegraclarión proleigica,_quecasientoslos lados se asocia con lapobreza„ lo movimientos sociales y la acción social, y las luchas de liberación nacional, que a su vez tienen poderosos efectos independientes sobre los costos del capital, la flexibilidad del capital, etcétera.
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social y la economía, respectivamente). El objeto de estudio es la distribución espacial desigual, históricamente producida, de industria, agricultura, minería, banca, comercio, consumo, riqueza, relaciones de trabajo, configuraciones políticas y así sucesivamente. El desarrollo desigual es un tema muy vasto, así que aquí sólo daremos dos o tres ejemplos pertinentes a la distribución global de la explotación de recursos y de la contaminación. Uno es el proceso histórico de "desarrollo" y "subdesarrollo" (o, más precisamente, el "desarrollo del subdesarrollo") , sobre el que teorizó primero Paul Baran en los cincuenta y que ampliaron André Gunder Frank y otros investigadores marxistas (incluyendo al autor) en los sesenta y los setenta. Estas categorías se utilizaron para describir los dualismos o polaridades entre regiones que, por ejemplo, proporcionaban materias primas (el "tercer mundo") y las que monopolizaban la producción de bienes manufacturados (el "primer mundo", o los países "centrales" o "imperialistas"). O eran empleadas para explicar la producción y distribución de riqueza y pobreza (incluyendo los países ricos y los países pobres) en el mundo del neocolonialismo de los cincuenta y los sesenta. O se las usaba para teorizar por qué algunos países o regiones no llegarían a desarrollar formas de capital y trabajo asalariado, así como formas de gobierno político democrático liberal, que eran (y son) comunes en el Norte. En otro nivel teórico, el desarrollo desigual puede ser definido como la relación de explotación entre la ciudad y el campo (poder imperial/colonia; centro/periferia) como base de la reproducción del capitalismo global en su conjunto. 2 Nadie lo expuso más gráficamente que Fidel Castro cuando describió La Habana prerrevolucionaria como la "cabeza hinchada del cuerpo reseco" de Cuba. El desarrollo combinado puede definirse como una combinación particular de formas económicas, sociales y políticas características de las regiones "desarrolladas" con aquellas que se encuentran en las regiones "subdesarrolladas" (o en el campo y la ciudad); una mezcla de formas nuevas y viejas de vida socioeconómica o política (entendiendo "formas viejas" como formas socioeconómicas y políticas producidas históricamente en algún momento del pasado). Tal vez el ejemplo más importante de desarrollo combinado en la actualidad se relacione con la "nueva economía global", en la cual el capital (siempre obsesionado con la maximización de los aumentos de las utilidades) combina tecnología avanzada, organización industrial y división del trabajo con mano de obra mal pagada y/o superexplotada. Esto representa, de hecho, una combinación de las condiciones de trabajo y las formas políticas del siglo xtx con la tecnología del siglo xxl, o los rasgos más rentables del desarrollo y el subdesarrollo en una nueva unidad, financiada por la banca global y organizada por las corporaciones transnacionales globales. Más concretamente, desarrollo desigual significa que el capital industrial, finan2 Este capítulo se basa en un simple modelo de desarrollo/superdesarrollo. Para un modelo más complejo y concreto de desarrollo dependiente y acumulación desarticulada véase Daniel Faber, "Dependent development, disarticulated accumulation and ecological crisis in Central America", Capitaus»,, Nature, Socialinn, 1, otoño de 1988.
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ciero y comercial es acumulado más rápido, en bloques o conglomerados más grandes y con mayor poder político, en unas regiones que en otras.IE1 capital estaba compactado (y hasta cierto punto sigue estándolo, aunque ya menos con cada década que pasa) especialmente en ciertas regiones de Europa, América del Norte y Japón. En 1900, por ejemplo, las doce concentraciones de población más grandes del mundo eran también importantes centros industriales (Londres, Nueva York, París, Berlín, Chicago, Viena, Tokio, San Petersburgo, Filadelfia, Manchester, Birmingham y Moscú). Los hinterland de esas y otras zonas industriales dependían de los centros industriales y eran explotados por ellos. La primera forma de explotación en la era moderna fue la extracción de plusvalor agrícola para financiar la industrialización, alimentar a las poblaciones urbanas (incluyendo un proletariado en rápido crecimiento), y proporcionar materias primas para la industria. Los "hinterland urbanos" globales —las zonas mineras y agrícolas de África, Latinoamérica y Asia— fueron dominados por las potencias industriales (imperiales) e integrados a sus respectivas economías. Con el tiempo, como ha planteado David Harvey, los extensos ambientes construidos de las regiones industriales redujeron la movilidad del capital. Mientras tanto los hinterland o la periferia de la economía mundial se organizaron políticamente mejor, en diversos proyectos reformistas y revolucionarios. En cierto momento la periferia empezó a funcionar relativamente menos como proveedor de materias primas y más como abastecedor de fuerza de trabajo humana para las fábricas en expansión y para otras instalaciones del núcleo industrial y del desarrollo urbano general. Los complejos patrones de migración interna e internacional de mano de obra dieron por resultado una relativa declinación de las poblaciones rurales y una rápida expansión de las poblaciones urbanas e industriales. Muchas periferias siguieron siendo abastecedoras de materia prima, algunas se convirtieron en rentables mercados para los excedentes de bienes manufacturados de las áreas centrales, y todas se transformaron en salidas más o menos importantes para el exceso de capital del Norte. Con las grandes rupturas del mercado mundial durante la primera guerra mundial, la gran depresión de los treinta y la segunda guerra mundial, en el Sur se pusieron en práctica programas de industrialización nacionalistas, descritos casi siempre como "industrialización por sustitución de importaciones" (ist). Sin embargo, con la declinación de ésta por una parte, y por otra la globalización del capital industrial (productivo) a partir de los sesenta, en muchos de los antiguos países del tercer mundo del Sur floreció una industrialización dependiente, guiada por las exportaciones. Lo mismo ocurrió con la industrialización semiautónoma del noreste de Asia y, hacia los ochenta, también del sureste de Asia. Aquí los estados pudieron movilizar las identidades nacionales y étnicas y organizar una industrialización guiada por las exportaciones con un creciente mercado nacional, "relativamente independiente" de lo que en el Occidente se consideran estructuras de clase y relaciones de clase capitalistas "normales". Se está dando un proceso largo y aún incompleto de desarrollo combinado. Se
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era que para el año 2000 los doce centros de población más grandes sean la ciude México, Sáo Paulo, Shanghai, Tokio-Yokohama, Nueva York, Pekín, Río de iro, Bombay, Calcuta, Yakarta, Los Ángeles y Seúl, en ese orden, lo que indica cuánta velocidad la urbanización del Sur está alcanzando la del primer munNo obstante, esta proyección no debe interpretarse como una total inversión de relaciones centro-periferia: pese al desarrollo combinado y a la industrialización bal, siete países (Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Francia, Japón, AlemaOccidental, Italia), que tienen menos del 15% de la población mundial actual, responsables de bastante más del 40% del consumo global. (Por otro lado, esos es producen alrededor de un tercio de los cereales de todo el mundo, mientras consumen una cuarta parte de los mismos.) Asimismo, se espera que para el 2000 las tres zonas más importantes del capital industrial sean Tokio-YokohaNueva York y Los Ángeles, todas ellas ubicadas en el primer mundo. l desarrollo desigual se relaciona con la distribución global de los recursos, por plo suelos, bosques, minerales, climas y demás, aunque no está determinado ella. Algunas regiones ricas en recursos (América del Norte) se han convertien potencias industriales; otras (África central) no. Algunas potencias indusles son pobres en recursos (especialmente en energía, como Japón). Por ello la ribución desigual del capital industrial tiene que explicarse antes que nada en inos socioeconómicos y político-económicos. n términos económicos, la tendencia del capital industrial a concentrarse y tralizarse en términos de propiedad y control se ha asociado históricamente la concentración espacial. "La necesidad de reducir los costos de circulación capital, el trabajo y las mercancías —escribe D. K. Forbes— contribuyó origiente a la centralización geográfica de la producción en pueblos y ciudades." u vez, las aglomeraciones de capital y la urbanización aceleraron el crecimiento os mercados de dinero, los mercados de masas de bienes de consumo y la disición de fuerza de trabajo. La existencia de economías de producción en gran ala y de economías externas de escala, por ejemplo las reducciones de costo ndo los capitales individuales utilizan la misma infraestructura física, y cuando componentes y refacciones se pueden conseguir en el lugar, también fueron de ortancia. Más aún, las tasas de utilidad tienden a ser mayores en las regiones de ital industrial "aglomerado", lo que significa que el capital monetario que busspacios de inversión gravita "naturalmente" hacia los bancos de las grandes ciues y los mercados de acciones y dinero. El capital monetario generado en los erland migra normalmente a los grandes centros bancarios o industriales. Por plo, era más la regla que la excepción que las grandes zonas industriales, ncieras y comerciales ordeñasen la economía agrícola y rural en general para ner beneficios ("intercambio desigual"), lo cual en muchos países contribuyó ubdesarrollo. D. K. Forbes, The geography of underdevelopment A critica' survey, Londres, Croom Helm, 1984, p. 130.
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El desarrollo desigual (tal como se lo describió) tiende a negarse a sí mismo de dos formas generales: primero, más pronto o más tarde la concentración geográfica del capital industrial causa un incremento de los costos de transporte, trabajo y otros; segundo, en las zonas de materias primas se crean abastecimientos crecientes de tierra y mano de obra convertidas en mercancías, mercados, y gobiernos "modernizados" y flexibles. Se produce un efecto por el cual los límites de espacio elevan la renta de la tierra, porque los costos de congestionamiento aumentan, y porque se desarrollan patrones cada vez más rígidos de utilización de capital y tipos y pautas de uso de la infraestructura (por ejemplo, hay quienes han llamado a Detroit una "mercancía compuesta"). Mientras tanto, la concentración de trabajadores refuerza el poder de los sindicatos y de la mano de obra en el gobierno local. Se desarrolla también una especie de "inercia geográfica" que inhibe la dispersión geográfica del capital, sobre todo cuando las alianzas locales entre constructores, dueños de la tierra, bancos, industria y trabajo colaboran para mantener su región económicamente viable. Sin embargo, en algún momento habrá un "empujón" hada la dispersión y descentralización de la producción, acelerado por nuevas tecnologías que reducen los costos de comunicación y transporte, miniaturizan el equipo y demás. El capital asume las formas del desarrollo combinado porque la nueva tecnología lo vuelve cada vez más flexible y capaz de adaptarse de manera práctica a más contingencias, incluyendo cualquier fuerza de trabajo humana (cultural) que se presente en los mercados de trabajo. Al mismo tiempo, el capital industrial tiende a ser atraído hacia zonas más antiguas, no industrializadas, porque la capitalización de la agricultura mundial y el "cercado de las tierras comunes del mundo" crea excedentes de trabajo y mercados potenciales. Los gobiernos antidemocráticos que prometen libertad de reglamentaciones laborales, ambientales y de otro tipo también ejercen una "atracción" sobre el capital industrial.
DESARROLLO DESIGUAL Y CONTAMINACIÓN
Los comentarios que siguen se ocupan, primero, del desarrollo desigual y de distintas formas de contaminación; segundo, del desarrollo desigual y el agotamiento de recursos; tercero, del desarrollo combinado, la contaminación y el agotamiento de recursos; cuarto, de la forma en que los recursos se agotan indirectamente como resultado de la contaminación; quinto, y a la inversa, de la manera en que la contaminación es un resultado indirecto del agotamiento de recursos. El tratamiento de este tema es tentativo y propositivo, no exhaustivo ni concluyente. Hay una cosa indudable. Como regla general los peores desastres ecológicos y humanos se producen en el Sur y en las "colonias internas" del Norte. Las víctimas humanas de la degradación ecológica suelen ser los pobres-rurales —las masas con poca o ninguna tierra para las cuales las cuestiones ecológicas son asunto de vida
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o muerte—, así como los desempleados y los subempleados de las ciudades, al igual que las minorías oprimidas y los pobres del Norte. Ejemplos de los efectos del agotamiento de la tierra son la pobreza y el hambre generalizadas en el Sahel, en Africa, y la sobreexplotación de los recursos acuáticos por parte de Israel, que provoca su rápido agotamiento y salinización a expensas de los palestinos (y en última instancia tal vez del mismo Israel). Ejemplos de los efectos de la contaminación sobre pueblos oprimidos son el envenenamiento de los mineros de uranio indígenas de Estados Unidos; los jornaleros agrícolas de México, diezmados por la enfermedad y la muerte debida al envenenamiento con pesticidas; la muerte de decenas de personas en la ciudad de México (noviembre de 1984) cuando explotaron 80 mil barriles de gas líquido; la muerte de millares y las lesiones a muchos miles de personas más en Bopal, India (diciembre de 1984) como consecuencia de infiltraciones de isocianato de metilo empleado para fabricar pesticidas en la fábrica de Union Carbide en esa ciudad (la sustancia tóxica se escurrió de los tanques de almacenamiento subterráneos; la planta, de apenas cinco años de antigüedad, se ubicaba en medio de los barrios bajos de la ciudad). Ejemplos de "desastres naturales" que afectaron mucho más a los pobres y desamparados que a los que estaban mejor desde el punto de vista material son los terremotos de la ciudad de México y de Colombia en 1985, que mataron a millares de personas, en su mayoría pobres, a las cuales sus respectivos gobiernos no protegieron de la posibilidad de erupciones volcánicas, así como las inundaciones del Misisipi y de otros ríos, que suelen afectar mucho más a los negros pobres que viven en la costa en sus inmediaciones que a los blancos acomodados que se asientan en los terrenos más altos. En la economía capitalista la "naturaleza" es el punto de partida de la producción pero generalmente no un punto de regreso. Sin embargo, los desechos industriales, municipales y domésticos, y la contaminación industrial, municipal y casera, son dos conceptos diferentes. Los desechos pueden ser potencialmente nocivos, pero sus niveles pueden ser tan pequeños que se los vuelva a reciclar de manera natural sin peligro para los sistemas ecológicos o los seres humanos, como ocurre por ejemplo con el humo de los fumadores al aire libre. O puede ser de un tipo tal que facilite su reciclado a la naturaleza sin efectos nocivos aunque existen grandes cantidades, como por ejemplo el rastrojo de las cosechas. En cualquier caso los desechos (o los subproductos de la industria y del consumo) que llegan a tener una gran concentración espacial se convierten, más pronto o más tarde, en contaminación; en determinado momento no puede producine ya el reciclado natural. La separación entre pueblo y campo que se desarrolló en la Europa feudal a partir del siglo xi fue, probablemente, la primera gran interferencia con el reciclado natural desde la Antigüedad. Parece deducine que cuanto mayor sea el desarrollo desigual del capital, mayor será la concentración espacial de industrias, viviendas y poblaciones urbanas, y más probable resultará que determinadas cantidades de desechos de diferentes tipos se transformen en una contaminación peligrosa. En Estados Unidos la fuente más gran-
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e contaminación del aire y por ruido son los automóviles de las áreas metrotanas; la fuente más grande de contaminación del agua (al margen de la agriura) son los desagües municipales de las grandes zonas industriales, con elea concentración de manufacturas y actividades relacionadas, así como de lación (en Estados Unidos alrededor del 40% de esos desechos consisten en argas industriales). La industria electrónica, de gran concentración espacial ejemplo Silicon Valley), transforma muchos productos de desechos en coninación tóxica simplemente debido a la concentración geográfica de los mis. Otro ejemplo de los efectos del desarrollo desigual sobre la contaminación e extraerse de las experiencias de las industrias química y petroquímica. De rdo con el Departamento de Protección Ambiental de Estados Unidos, en el hay unas seis mil plantas que producen sustancias químicas peligrosas. La oría de las mismas se concentran en comunidades obreras, sobre todo en diss de trabajadores de las minorías o negros. Las pérdidas y desechos de estas tas se concentran espacialmente y han demostrado ser peligrosas para los s humanos y los ecosistemas naturales. Las implicaciones son claras: si se destralizan la industria y la población, y todos los demás factores permanecen stantes (cosa que nunca ocurre), parte de la contaminación peligrosa se transará automáticamente en desechos inocuos.
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RROLLO DESIGUAL Y AGOTAMIENTO DE RECURSOS
eoría del desarrollo desigual y la destrucción de la naturaleza fue esbozada inimente, de manera simple, por el mismo Marx. Afirmó que con el capitalismo a inevitablemente una creciente división entre la ciudad y el campo (una dividel trabajo entre el pueblo y el campo) que perturba el metabolismo básico e los seres humanos y la tierra, es decir, la vuelta a la tierra de los elementos sumidos por los seres humanos y por los animales. Aseveró que esta división del ajo violaba las condiciones naturales de una fertilidad perdurable del suelo, y ería raro que la historia demostrase que tenía razón. El desarrollo desigual no ólo la concentración de la producción industrial, el comercio, la población y ás en las zonas desarrolladas, sino también la concentración de la agricultura extracción de materias primas de las zonas subdesarrolladas, donde también se erturbado el "metabolismo básico" entre la gente y la naturaleza. n la mayoría de estas zonas existen ahora sistemas sumamente desarrollados de ecialización agrícola, en caso extremo monocultivos, o concentración en un ivo o un puñado de ellos para el mercado de exportación. No es exagerado ir que, históricamente, las estructuras industriales balanceadas e integradas centradas en el Norte y en las zonas industriales del Sur requerían o presupoeconomías desequilibradas, especializadas y fragmentadas en el Sur, al menos
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chos relativos al desarrollo económico global del siglo xix y el desarrollo
te la primera mitad del xx coinciden con esta opinión. efecto del desarrollo desigual en términos de agotamiento de recursos (por lo, un efecto de expansión sin control del monocultivo), ha sido la degradae las condiciones del suelo. Un ejemplo famoso es la expansión descontroe la producción azucarera en el noreste de Brasil, que arruinó la tierra y a la región en una pobreza profunda, de la cual realmente nunca se ha recuo. Un ejemplo contemporáneo bien conocido es el del Sahel, en África; forparte de los antiguos territorios del África Occidental Francesa y el África orial Francesa, donde el ambiente ha sido arruinado por una combinación ecialización de cultivos para exportación, la marginación de la agricultura de tencia a tierras ecológicamente más frágiles, por parte de la agricultura de exción, y la reducción de la tierra disponible para el pastoreo. Esto ha produobrepastoreo y hambre del ganado. En tiempos de sequía el (bien intenciogobierno francés excavó pozos para el ganado... con la consecuencia de que bientes naturales en torno a los mismos fueron destruidos por la concentrae animales. El resultado ha sido la creciente fragilidad del ambiente y de la mía, y el empobrecimiento generalizado de un pueblo que en alguna época na economía de subsistencia bien integrada y regulada, basada en el interio entre cultivadores y criadores de ganado. A estos últimos se les permitía s animales pastaran en el rastrojo de las granjas de los primeros a cambio de ércol, la principal fuente de fertilizante para todo tipo de cosechas. Hay otras mías de exportación de materias primas, especializadas en uno o unos cuanltivos, que le han prestado poca atención al manejo del suelo durante los exportadores —tan desesperados están los gobiernos por las divisas extran, para pagarlo después con menor productividad y mayor pobreza, tal como rrido en América Central. segundo efecto del desarrollo desigual es la desforestación, el ejemplo conráneo mejor conocido de la cual es la rápida destrucción de los bosques tros lluviosos y de la flora y la fauna que dependen de los mismos. En la era del ialismo, bajo la égida del colonialismo y de la expansión económica ciega, ugar una vasta desforestación del mundo. En Estados Unidos es bien conocidestrucción de bosques nativos; simplemente desaparecieron, junto con las ras y la vida de éstas (la última pradera verdadera, en Texas, está ahora en debido al desarrollo) y la vida silvestre. La desforestación se produjo por dos es generales, ambas relacionadas con el rápido crecimiento de la industria, el cio y las exportaciones del capital internacional en el siglo xrx. La menos tante fue la explotación directa de los recursos madereros, como las maderas de los bosques tropicales (hubo excepciones, como los bosques birmanos dera de teca, tan valiosos que la Corona británica puso un alto a su explotaomercial sin control). La razón más importante fue la tala de tierras forestara el pastoreo y la agricultura orientadas hacia la exportación a los países
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industriales o a las zonas industriales urbanas. La tala de bosques (por ejemplo en Estados Unidos o en Birmania, donde los ingleses talaron las tierras bajas selvática para dar cabida a una agricultura de exportación de base campesina) era impor tante para garantizar la disponibilidad de materias primas y alimentos baratos para las zonas capitalinas desarrolladas. La desforestación y las sequías, las inundaciones y la sedimentación de los ríos que se producían invariablemente como consecuencia de aquélla, fueron elementos esenciales en la edad dorada del capitalismo, era que presenció la producción en masa de mercancías y también de inundaciones, sequías y hambrunas. En síntesis, en lugar de sistemas de agricultura-silvicultura integrados, explotación maderera permanente o de rendimiento sostenible, y res pe to por la diversidad de la vida (la biodiversidad definida de diferentes maneras), el desarrollo desigual y el subdesarrollo terminaron por despojar al mundo de la mayor parte de su cubierta forestal. Sólo en los países industriales, especialmente en Europa, el manejo forestal previno gran parte o casi todo el daño potencial (los intentos por reforestar los Alpes se iniciaron a principios del siglo xix). El tercer efecto del desarrollo desigual ha sido la rápida explotación de los combustibles fósiles de los países subdesarrollados y desarrollados. El efecto combinado del imperialismo y el dominio colonial, junto con el gran poderío de los mono polios energéticos, ha significado que los recursos de energía se han explotado mucho más rápidamente de lo que hubiese ocurrido en un mundo en el cual la naturaleza fuese un punto de retorno y no sólo un punto de partida para la produ.cción material; es decir, en un mundo que les prestase atención a los desperdicios municipales como fuente de energía, a la fuerza eólica y a la energía solar. El imperialismo, los monopolios petroleros y las políticas estatales miopes militan en contra de las políticas energéticas racionales. En Gran Bretaña, en los ochenta, se tiraba cada año, como relleno, el equivalente de seis millones de toneladas de carbón (que representaban en ese momento alrededor de la mitad de la demanda industrial de energía de Inglaterra, excluyendo la utilizada para la producción de electricidad, y hierro y acero). En Estados Unidos sólo había en funcionamiento o en etapa de planeación 120 plantas de recuperación de energía de materiales de desecho. El 95% de los desechos municipales se usaba como relleno: unos 150 millones de toneladas de desechos sólidos al año, más o menos dos kilos por persona por día. El equivalente, en materia de energía, eran más o menos 56 millones de toneladas de carbón o 225 millones de barriles de petróleo. Japón y, en menor medida, Europa Occidental, han sido más cuidadosos. En Japón los desechos municipales usados como relleno se redujeron del 42% en los setenta al 32% en los ochenta. En Japón los costos de la energía y de la tierra, y por ende los del capital, son tan altos que la conservación resulta esencial; de esta manera se mitigan algunos de los efectos del desarrollo desigual en el agotamiento de las fuentes de energía. Así, el efecto del crecimiento exponencial de la demanda de energía durante 1-ow últimos cien años sobre el agotamiento de los combustibles fósiles —aunque el carbón se ha extraído desde hace unos 800 años
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n as ra s a , a s, a e s
bastante más del 50% del carbón producido a lo largo de la historia se sacó de la tierra entre 1940 y 1980— ha sido cancelado en parte por una combinación de concentración espacial capitalista, de límites ffsicos espaciales y de planeación estatal. Las consecuencias ecológicas del desarrollo desigual han sido grandes, no sólo como resultado de la degradación y pérdida de suelo, la desforestación, la sequía y aridización y el agotamiento mineral, sino también debido a los efectos que sobre las zonas productoras de materias primas ha tenido la migración de la mano de obra, a medida que la gente busca empleo en zonas en desarrollo o industriales. En las regiones en las cuales se concentra capital industrial se descuida la tierra de granjas, colinas y montañas; la escasez de mano de obra impide el manejo tradicional de la tierra; hay poco dinero para realizar buenas prácticas agrícolas y hay una extrema pobreza. Ejemplos de ello son el norte de Portugal, donde en los sesenta los varones emigraron a la Europa industrial o al área de Lisboa en busca de empleo, y las áreas de colinas y montañas de la región de Lombardía, en Italia, que se están convirtiendo en desiertos. Se podría aplicar un modelo algo más complejo de desarrollo desigual y degradación de la naturaleza a los países o regiones que se especializan en producción tanto agrícola como mineral para la exportación, y en la cual la contaminación por los desechos y desperdicios o por el humo de las instalaciones mineras da como resultado la degradación agrícola y el agotamiento del suelo. La Falconbridge Corporation de Canadá, por ejemplo, tiene minas de níquel en el distrito de Bonao, en República Dominicana, donde los agricultores afirman que el humo de las minas tiene efectos adversos en los suelos y el rendimiento de las cosechas. A la inversa, las inundaciones y sequías debidas a la desforestación (una clase de agotamiento de recursos) pueden tener el efecto de aumentar la contaminación del agua y de otros tipos. En las zonas productoras de materias primas, el ecólogo africano Calestous Juma ha resumido así la situación de muchas regiones pobres: 11 el rápido crecimiento de la agricultura de exportación en el Sur empuja la agricultura de subsistencia hacia tierras marginales, más frágiles. Puede afirmarse que el "peor caso" es Haití, donde los campesinos de subsistencia se apiñan en laderas estériles, mientras las agroempresas poseen las mejores tierras de los valles. La agricultura de exportación concentra la tierra en manos de las agroempresas. 2] Los términos de comercio, cada vez peores, entre el Sur y los países desarrollados (es decir los precios menguantes de las materias primas en términos de los precios de bienes manufacturados) significan que frecuentemente los países del Sur tienen que exportar cada vez más para mantener determinados niveles de importación. 3] Esto implica que la tierra destinada a los cultivos de exportación se explota más intensivamente, utilizando más fertilizantes y pesticidas químicos, junto con más fuerza de trabajo humana. El resultado es un mayor número de problemas ocupacionales graves de salud (el envenenamiento químico de los trabajadores agrícolas se restringe casi exclusivamente al sector de exportación, en el cual se utili-
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za la mayor parte de las sustancias químicas). 4] La expansión de las cosechas de exportación requiere más desforestación, así como la transferencia de tierras fértiles de los pobres a los ricos, lo cual fuerza a los campesinos con poca tierra o sin ella hacia áreas aún más marginales, con ecosistemas frágiles. 5] Dentro de los países subdesarrollados, sobre todo de África, se consumen cada vez más recursos en las áreas urbanas. 6] Los bajos precios de los alimentos, que se mantienen para conservar el orden social de las clases trabajadoras urbanas, crean una presión constante sobre los cultivadores que producen cosechas de alimentos locales para que amplíen su producción, lo que crea más degradación ambiental. 7] Todo esto ha producido terribles cambios sociales; por ejemplo, la reaparición de infecciones parasitarias y enfermedades crónicas de uno u otro tipo. Los sistemas agrícolas intensivos han acelerado la presencia de malaria y de esquistosomiasis. En conjunto, el capitalismo mundial, dado el desarrollo desigual, ha sido un desastre para cientos de millones de personas. El desarrollo capitalista desigual, así, tiende a causar contaminación masiva en las zonas industriales y degradación masiva de tierra, suelos, vida vegetal y demás en las zonas productoras de materias primas. También provoca sobrepoblación (en el sentido de sobreproletarización y pobreza generalizada) en las zonas subdesarrolladas, lo cual acelera la degradación de la naturaleza (mientras tanto, la agricultura de los países desarrollados se vuelve cada vez más intensiva en energía). En el contexto de los movimientos de la economía mundial como un todo, durante las épocas económicamente difíciles los productores de agricultura para exportación y de agricultura de subsistencia procuran mantener su ingreso expandiendo la producción y, con ello, empujando aún más a la naturaleza contra sus límites ecológicos. Lo que ocurrió históricamente, y sigue pasando, es que los suelos y los recursos del Sur y las zonas de materias primas del Norte se exportaban y, en parte, se siguen exportando por la vía de la producción e intercambio de mercancías y la acumulación de capital, para hacer su aparición en las zonas industriales en forma de desechos y contaminación. Resulta interesante especular sobre la posibilidad de que la contaminación industrial sea, indirecta o directamente, una forma de materia fisica que en algún momento asumió la forma de suelos ricos, combustibles fósiles, minerales, bosques y demás, en las zonas productoras de materias primas. De esta manera el agotamiento del suelo, la devastación de los bosques y cosas parecidas, así como la contaminación y la pobreza generalizada de Sur, constituyen un único proceso histórico... "un gran hecho".
DESARROLLO COMBINADO: CONTAMINACIÓN Y AGOTAMIENTO DE RECURSOS
Desarrollo combinado quiere decir que el capital procura combinar formas socioeconómicas de la manera más rentable posible. Esto ocurre por lo menos de dos
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s simultáneos: primero, se da la emigración de personas con poca o ninguna de los campos del Sur a sus ciudades, y del Sur al Norte, lo que también es un del desarrollo desigual. Segundo, se da la emigración de capital y tecnología triales, financieros y afines en busca de mano de obra barata, disciplinada, y ercados nuevos, en países en los cuales los gobiernos están más que dispuestos rimir a los sindicatos e ignorar las reglamentaciones ambientales a cambio de r capital. En Estados Unidos el gobierno ha estimulado el desarrollo combinar medio de la regionalización y la globalización de capital. En mayo de 1986 bunal federal emitió una decisión que da libertad a las corporaciones multinacionales unidenses para dispersar sus fábricas en el extranjero, cualesquiera que sean los riesue presenten para los habitantes del lugar [...] El juez dejó en claro, asimismo, que multinacionales pueden evitar la responsabilidad plena por las prácticas globales nociultándose detrás de subsidiarias, asociaciones y diversos acuerdos económicos y tec-
icos. 4 el primer caso son atraídos a las zonas industriales más antiguas mano de barata, ilegales y trabajadores sin derechos; tienden a reducirse los salarios todos; las condiciones de trabajo suelen deteriorarse; se debilitan los sindicaumentan los problemas de salud y seguridad ocupacionales, y suelen empeos condiciones ambientales. Mientras tanto, las zonas rurales se ven privadas de mero mayor de sus mejores trabajadores jóvenes, tanto varones como mujeo que produce mayor descuido de la tierra y, en general, daño ecológico. Se aron ya la campiña de Lombardía y el norte de Portugal; en relación con este lema se pueden mencionar también ciertas partes de la Turquía rural y la de los Apalaches, en Estados Unidos. el segundo caso la emigración de capital crea nuevas zonas de industria en nes de excedente de mano de obra (trabajo barato) y capitaliza la agricultucontaminación del Norte se "exporta" al Sur.Sustancias químicas prohibidas Norte aparecen en la producción industrial y agrícola del Sur. Se utilizan estirelaciones laborales antiguos y más explotadores; se descuidan la salud y la idad ocupacionales, y las zonas industriales urbanas crecen sin control, creanoblemas de vivienda, eliminación de residuos, tráfico y otros. s niveles de contaminación del aire en ciudades del Sur (como Ankara, BangBombay, Buenos Aires, El Cairo, Calcuta, Caracas, Manila, México, Río de ro, Sáo Paulo, Seúl y Teherán) son mucho peores que los de las ciudades es del mundo desarrollado. El peor responsable es el escape de los motores. o de madera, estiércol y carbón para cocinar y calentar intensifica el problelgunas ciudades padecen inversiones térmicas y falta de circulación del aire. orea, Seúl, con ocho millones de habitantes, sufre por las emisiones altas en ay Everest, "More Bohpals", Nation, 21 de junio de 1986.
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azufre producidas por los autos, el gas de uso doméstico y el empleo de aceite de desecho como combustible para calefacción en muchos edificios y fábricas. En los casos en que en el sector exportador se combinan una administración avanzada, con métodos financieros y tecnológicos, y métodos más tradicionales de producción agrícola, el desarrollo combinado profundiza el desarrollo desigual, con el consecuente daño ecológico. El ejemplo mejor conocido es la "revolución verde". La capitalización de la agricultura en el Sur bajo el emblema de la revolución verde significa que los agricultores escogen las "mejores" semillas, las plantan uniformemente en el área más grande posible, y les aplican fertilizantes químicos. La reducción de la agricultura a esta simple fórmula deja las cosechas expuestas a ataques y los suelos sumamente vulnerables al deterioro [...] Esa agricultura reduccionista hace de los fertilizantes y pesticidas químicos productos necesarios para protegerse de su propia vulnerabilidad. 5
Las semillas de alto rendimiento necesitan mucha agua y fertilizantes, son menos resistentes a las enfermedades que las simientes "nativas", y resultan más sensibles a las condiciones de sequía o inundación. En síntesis, desarrollo combinado significa exportación de la contaminación y exportación de productos peligrosos, tanto medios de producción como medios de consumo. Lo que se transfiere de Norte al Sur no es sólo capital y tecnología sino también un conjunto de costos sociales y ambientales. Si vemos el mundo como un escenario de acumulación de capital en el cual ambas formas de desarrollo combinado se producen dentro del contexto del desarrollo desigual, podemos plantear las siguientes hipótesis tentativas. Primero, el trabajo mal pagado y desorganizado del Sur y las organizaciones laborales debilitadas del Norte son incapaces de evitar la destrucción ambiental y el daño a la salud de trabajadores y comunidades. Segundo, la combinación de alta tecnología con trabajo barato eleva globalmente los "costos sociales", así como las extemalidades y la tasa de explotación, por ende la tasa de utilidad, por ende la velocidad con que se usan y destruyen los recursos, y también la tasa de contaminación en todas sus formas. El resultado es una espiral perpetua de destrucción ecológica y humana.
CONCLUSIÓN
En determinados países y regiones del globo hay patrones específicos, únicos, de destrucción de la naturaleza. Por consiguiente, para entender las causas del daño '
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Frances Moore Lappé y Joseph Contra, FeTocl-~ ~the rnyt ► tfscarcity, Bustun, H uuglitun Mif-
flin, 1977, p. 164.
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ecológico en cualquier lugar del mundo se requiere un "análisis concreto de situaciones concretas"; ninguna generalización, por teóricamente compleja que sea, captaría la singularidad de regiones y países específicos. En particular deben tomarse en cuenta, entre otros factores, los efectos de la tasa y el patrón de acumulación capitalista, el tamaño de la organización de las empresas capitalistas y la clase de tecnologías utilizadas, así como la forma particular de desarrollo desigual y combinado que se manifiesta en una región dada. Puerto Rico era un buen ejemplo (y en forma limitada aún lo es) de los efectos conjuntos del desarrollo desigual y combinado. Hay degradación y pérdida del suelo, desforestación, contaminación del aire y del agua, problemas de salud pública y desagües urbanos, derrames de petróleo, riesgo por los desechos tóxicos y envenenamiento por pesticidas. El desarrollo desigual ha dado por resultado la destrucción de muchos recursos naturales; el desarrollo combinado ha añadido contaminación, problemas de desechos tóxicos y demás. Cuando se conjuntan el desarrollo de capital desigual y combinado, parecería que la supercontaminación de las zonas industriales puede explicarse por la superdestrucción de la tierra y los recursos en las zonas productoras de materias primas, y viceversa. El agotamiento de recursos y la contaminación dependen uno de la otra; son el resultado necesario del mismo proceso universal de "valorización" del capital. Así, el agotamiento y la contaminación no son asuntos independientes. La riqueza natural del mundo se agota y se convierte en basura, muchas veces basura peligrosa, por medio de la acumulación global de capital. Y los subproductos indeseados —la contaminación— tienen el efecto de agotar los recursos. En términos formales, cuanto mayor es la tasa de utilidad, mayor la tasa de acumulación y mayor la tasa de agotamiento que lleva, indirectamente, a una tasa mayor aún de contaminación. Por ejemplo, la extracción y producción de petróleo agota los recursos de combustibles fósiles; el petróleo se convierte en productos petroquímicos nocivos para la gente y la naturaleza. La extracción de uranio agota los recursos y perjudica la salud de los mineros y otras personas, al tiempo que da por resultado, indirectamente, más contaminación (por ejemplo por escapes de las plantas nucleares). Asimismo, y si los demás factores no se modifican, cuanto mayores sean las tasas de utilidad y de acumulación mayor será la contaminación directa y mayor también el agotamiento indirecto de la naturaleza.
11 TECNOLOGÍA Y ECOLOGÍA
La visión dominante en Occidente desde el iluminismo del siglo xvm es que la ciencia y la tecnología, combinadas con la propiedad privada y la economía de mercado, generan dos tipos de libertad: libertad de los destrozos de una naturaleza desconocida e incontrolable, y libertad para apropiarse de ella y manipularla de maneras racionales a fin de incrementar la "riqueza de las naciones". Se supone que la tecnología nos protege de la furia de la naturaleza y, al mismo tiempo, nos enriquece con sus tesoros. Un corolario es que cuando los misterios de la naturaleza ceden a la razón científica y la racionalidad capitalista, los seres humanos se liberan de una vida de trabajo duro y embrutecedor. El mismo Marx cayó en esta idea del progreso, y por esta razón se lo ha llamado "el verdadero heredero de la Ilustración". Esta visión ha sido cuestionada por la escuela de la teoría crítica, que ha sostenido que la ciencia y la tecnología se han convertido en medios de represión, no de emancipación. El optimismo iluminista por la ciencia y la tecnología ha sido cuestionado también por ecologistas radicales, feministas, economistas políticos y otros, que coinciden en que el futuro, tanto del trabajo (en ambos sentidos de la palabra) como de la naturaleza, depende del futuro de la tecnología, pero que piensan que gran parte de la tecnología capitalista, si acaso no toda, es en realidad una fuerza de opresión, explotación y destrucción. En esta visión crítica, la tecnología capitalista no ha liberado a la especie humana de las fuerzas ciegas de la naturaleza y de la obligación del trabajo pesado, sino que más bien ha degradado la naturaleza y vuelto gran parte del destino humano más duro, no más seguro ni más fácil. Las armas atómicas y la energía nuclear, una miríada de sustancias químicas tóxicas, la bioingeniería, el crecimiento exponencial de la quema de combustibles fósiles, y otras tecnologías y prácticas técnicas peligrosas, ponen en peligro (se dice) la vida misma del planeta. La robótica, las computadoras, las máquinas herramienta de control numérico, la comunicación satelital, la tecnología de nuevos materiales, las "revoluciones verdes" y otras tecnologías que aumentan el control social y reducen el trabajo socialmente necesario representan una amenaza para las condiciones de trabajo y dan por resultado desempleo y subempleo, creciente desigualdad social y material, pobreza y miseria en muchos lugares del mundo. La ciencia y la tecnología, vistas universalmente, alguna vez, como buenas, perdieron así su escudo de inmunidad y quedaron expuestas a una gran variedad de críticas. Los críticos tratan a la ciencia y la tecnología capitalistas, en el mejor de los casos, como ventajas ambiguas y, en el peor, como fatalmente conectadas con las [238]
iones de clase, el sexismo y el racismo. La jerarquía políticamente determinala ciencia (se afirma) ha elevado las ramas involucradas con la destrucción de turaleza por encima de las ciencias que proporcionan un conocimiento sisteco de esa destrucción. La agroecología, la biología de la conservación, la epiiología, la ecología histórica, la geografia cultural, la economía ecológica, la omía política y la teoría social y crítica (entre otras) —tareas esenciales para el eso de recuperar la naturaleza— siguen teniendo poco financiamiento y poco nal. Las ciencias agrícolas y el conocimiento popular se devalúan en los círcuficiales. No obstante, pese al creciente escepticismo acerca de la capacidad de ncia y de la tecnología para resolver "problemas", muchos destacados ambienas y prácticamente todas las personas responsables de tomar decisiones empreles y gubernamentales conservan su fe en las soluciones tecnológicas para los lemas ecológicos y económicos globales. El ejemplo más importante es el so Informe Brundtland, que afirma que hay soluciones tecnológicas para la peración ambiental, el crecimiento económico y el alivio de la pobreza.' ientras tanto, los "nuevos movimientos sociales" también están cuestionando icacia ecológica de la tecnología moderna, así como las fundamentaciones y de la ciencia occidental. Movimientos sociales de alcance mundial, unidos el estandarte de la reducción de fuentes de contaminación o por la produclimpia, procuran abolir tecnologías nocivas, impedir la introducción de técpotencialmente peligrosas, desarrollar tecnologías alternativas y compensar a íctimas de daños tecnológicos previos. 2 Estos movimientos suelen actuar denfuera de las estructuras existentes de poder, pero en ocasiones trasponen la entre las concepciones convencionales y alternativas de la sociedad. Lo qué andan es "el gobierno social de la tecnología" (Barry Commoner) o "la toma de iones democráticas desde las bases" (Mary Clark). 3 ara ocuparnos de la cuestión de los efectos ecológicos y humanos de la tecnotenemos que hacer una breve revisión de sus funciones en el capitalismo orld Commission on Environment and Development, Our common future, Oxford, Oxford UniPress, 1987. éanse Anil 1C Gupta, "Survival under stress in South Asia: A socio-ecological perspective on farisk adjustment and innovations"; Vmod Vyasulu, choosing environmentally sound and selft technologies: Reflections on Indian experience"; Richard Levins, "The struggle for ecological lture in Cuba", Capitalism, Nature Socialism, 5, octubre de 1990. Estados Unidos la Campaign for Responsible Technology [Campaña por una Tecnología Resble], de reciente creación, que incluye a National Toxics Campaign, Greenpeace, Southwest OrgaProject, Clean Water Action Project, Friends of the Earth, Communications Workers of America has otras organizaciones, parece estar trabajando en todos esos frentes. Chellis Glendinning (When logy wounds: 77w human cotuequences of /floras, Nueva York, Morrow, 1990) encabeza la lucha por una unión de grupos similar a National Association of Radiation Survivors, Asbestos Victims of ica, Dalkon Shield Network y muchas más (New Options, 67, 28 de mayo de 1990, p. 1). arry Commoner, Making pean with the pland, Nueva York, Pantheon, 1990; Mary Clark, Ariadne's , Basingstoke, Macmillan, 1989.
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moderno. Es un problema complejo porque la tecnología tiene significados y funciones sociales, políticos e ideológicos, así como económicos, específicos. 4 También es una cuestión importante porque gran parte de la bibliografia ecológica y ambientalista sobre tecnología presenta visiones unilaterales, simplistas, del tema. La función económica más importante de la tecnología capitalista consiste en maximizar los aumentos de producción por unidad de tiempo de labor en el sitio de trabajo. Elevar directa o indirectamente la productividad del trabajo reduce el costo de producir bienes de consumo, el contenido del valor de la canasta básica o el tiempo de trabajo socialmente necesario, y (si no se modifican otros factores) eleva la explotación del trabajo y las tasas de utilidad y acumulación capitalista. El diseño y la forma de la tecnología de producción tienden a ser diferentes cuando los mercados están en expansión que cuando la demanda del mercado se estanca o se contrae. Durante las expansiones económicas la nueva tecnología tiende a aumentar la producción, y en periodos de estancamiento o contracción a reducir los costos. Así, es probable que los efectos de la tecnología sobre la naturaleza sean diferentes en las buenas y en las malas épocas, porque tiende a ser diferente el tipo de cambio tecnológico (véase el capítulo 9) . El mecanismo económico por el cual los cambios de la tecnología de producción (la denominada innovación de procesos) aumenta la productividad y las utilidades está oculto. Cuando los capitales individuales introducen técnicas que bajan los costos (aumentan la productividad), da la impresión de que obtienen más "utilidades". Como pueden producir más barato que sus competidores, es probable que sus ingresos en relación con los costos sean más altos. No obstante, estos ingresos no son "utilidades" sino una forma de renta económica, llamada "renta tecnológica". Son dinero del cual se apropian los capitales individuales porque 4 Tiene razón Langdon Wmner cuando dice que "toda nuestra forma de vida está cada vez más mediada tecnológicamente. Ya no es posible separar a la sociedad de la tecnología, ni a la política de la tecnología, ni a la cultura de la tecnología. La vida que nos rodea está influida en gran medida por decisiones en materia del diseño y la forma de la tecnología" (citado en New Options, op. cit.; véase también The inhale and the reactor: A search for limite in the ags of high technoloc, Chicago, University of Chicago Press, 1986). Pero el diseño y la forma de la tecnología están condicionados, también, por la sociedad, la política y la cultura, así como por la economía; por ejemplo, la tecnología del transporte y de la comunicación, que funcionan en términos de la organización del capital al igual que de la producción y la realización del valor, 5 La reducción de costos en las épocas económicamente dificiles lleva a un aumento de la contaminación por unidad de producción, lo cual puede elevar la contaminación total. En relación con ello escribe David Peerla: "El movimiento ambientalista procura reducir las descargas de sustancias tóxicas de los molinos de pulpa, disminuyendo, por ejemplo, las descargas por unidad de producción. Durante un boom la descarga por unidad de producción puede reducirse pero, debido al aumento absoluto en la producción total, la cantidad total de elementos tóxicos puede elevarse. La suciedad de un molino no sólo es función de un criterio específico de descarga sino también del hecho de que haya una expansión o una contracción económica. Por eso no basta con que el movimiento ambientalista se limite a tratar de reducir los niveles de descarga; tiene que pensar (como lo está haciendo ahora) en cambiar el proceso de producción. De ahí se deriva el movimiento por descargas nulas o producción limpia."
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poseen un recurso valioso que, temporalmente, no está disponible para los capitales competidores. Sin embargo, así como algunos capitales tratarán de aventajar a otros introduciendo nuevas tecnologías de producción, otros capitales tratarán de imitar o superar a los innovadores, so pena de fracaso económico. Cuando los capitales competidores introducen las mismas innovaciones u otras mejores las "rentas" desaparecen; hay una declinación general de los costos, y los capitales que encabezaron la innovación de procesos pierden sus presuntas utilidades. Sin embargo ahora es posible que todos los capitales que producen la misma mercancía lo hagan a menores costos. La productividad se ha incrementado en la industria en su conjunto (o, en el caso extremo, en la economía en su conjunto). Si la innovación se restringe a determinada industria de bienes de consumo, la reducción de los costos de la canasta de consumo (o trabajo socialmente necesario) será pequeña. Si la innovación se introduce en una industria de bienes de capital que proporcionan maquinaria, tecnología y demás a una gran gama de industrias de bienes de consumo, la declinación del costo de producir la canasta media de consumo será grande. En este último caso los salarios en efectivo pueden reducirse sin afectar de manera adversa el nivel de vida de los trabajadores. En ciertas condiciones pueden subir tanto los salarios en efectivo como las utilidades. La forma en que se distribuyen entre el capital y el trabajo los aumentos de lo que Marx llamó "plusvalor relativo" depende de muchos factores, el más importante de los cuales es la lucha por los salarios, los horarios y las condiciones de trabajo. En los cincuenta y los sesenta, por ejemplo, los trabajadores de la mayoría de los países capitalistas desarrollados compartieron con el capital, de forma más o menos igualitaria, las ganancias por productividad. En cambio, en los ochenta y los noventa, en Estados Unidos (y cada vez más en otras economías industriales) el capital se apropió relativamente de más ganancias por productividad, en forma de intereses, rentas y utilidades. La segunda función económica del cambio tecnológico es reducir los costos de extracción de materias primas y combustibles y/o aumentar la eficiencia del uso de aquéllos. El primer caso puede ilustrarse con las nuevas técnicas de extracción minera que permiten que el capital industrial compre a menores precios una cantidad dada de materias primas. Un ejemplo del segundo es la mayor eficiencia para la utilización de combustibles fósiles por parte del capital industrial norteamericano a fines de los setenta y en los ochenta como resultado de las dos "crisis petroleras" de los setenta. Una tercera función económica de la tecnología capitalista es desarrollar nuevos bienes de consumo, incluyendo algunos que remplazan otros ya existentes y que por lo tanto, potencialmente, expanden los mercados de consumo. Cuando la tecnología se diseña y conforma para crear productos de consumo nuevos o mejorados, de no modificarse otros factores, el tiempo de circulación del capital declina y la tasa de utilidad se eleva. En síntesis, las nuevas tecnologías de producción y materias primas aumentan las utilidades potenciales; la innovación de la produc.
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ción para el consumo permite que el capital realice estas utilidades potenciales en el mercado. Estas tres funciones económicas están estrechamente relacionadas con las funciones sociales y políticas de la tecnología. En la moderna "sociedad tecnológica", basada en sistemas avanzados de comunicaciones, entre otros, la "racionalidad instrumental" se ha vuelto universal, y la misma tecnología es reificada. 6 Las conexiones internas entre los significados económicos, sociales y políticos de la tecnología son tan complejas que no se ha formulado aún un análisis teórico satisfactorio del problema en su conjunto. No obstante, algunos puntos teóricos importantes pueden tener aplicación general. En la producción capitalista funcionan simultáneamente dos procesos. El primero involucra la producción de valores de uso, y el segundo la producción de valor de cambio. El primero es un "proceso de trabajo": la relación entre los trabajadores, los técnicos y otros que participan en la producción directa y las materias primas proporcionadas por la naturaleza. Ejemplos de ello son cosechar el trigo, moldear metales y embotellar leche. El segundo es un "proceso de valorización", una relación social en la cual el capital extrae plusvalor de los trabajadores. En otros términos, en la producción la gente produce mercancías usando o transformando los elementos de la naturaleza y, en este proceso, la clase capitalista se apropia de la riqueza excedente de las clases trabajadoras que las producen. La producción de riqueza excedente y su extracción por parte del capital presupone que la administración capitalista disciplina y controla de manera eficaz a la fuerza de trabajo. Los métodos de disciplina y control varían mucho, de acuerdo con el tamaño y las aptitudes de la fuerza de trabajo, el tipo de industria y muchos otros factores. Sin embargo hay una generalización que se aplica a la mayor parte de los lugares de trabajo capitalistas, si no a todos. Por un lado, la tecnología se usa para producir riqueza especializando y dividiendo el trabajo; es decir, produce una forma determinada de cooperación técnica entre trabajadores y técnicos. Por el otro, la tecnología capitalista divide a los trabajadores entre sí y de los técnicos, y por lo tanto también permite que el capital domine a la fuerza de trabajo mediante la "especialización" como medio de dirigir y controlar a los trabajadores. La producción capitalista presupone una división tanto de los trabajadores como del trabajo, una especialización de aquéllos tanto como de éste.? La tecnología capitalista se diseña, configura y pone en práctica no sólo para coordinar y controlar la producción sino también para coordinar y controlar a la clase productora. 6 Véanse Andrew Feenberg, "The critical theory of technology", "Discussion" de Les Levidow, Ynestra Ring y Andree Feenberg, y Robert Marotto, Subtexts of Solar: Community and conservation in the solar capital", todos en Capitalina, Natura; Socialista, 5, octubre de 1990. 7 Este doble proceso siempre es contradictorio. Por ejemplo, David Noble, en Forres of production: A social history of indushial automation, Nueva York, Knopf, 1984, ha demostrado que la tecnología más eficiente en el campo de la maquinaria de control numérico se descartó en favor de una tecnología que a los patrones les parecía la más "eficiente" desde el punto de vista del control de los trabajadores.
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i bien no hay una historia general que abarque las formas en que los diseñadoy propietarios de la tecnología han incorporado innovaciones para dominar a los ajadores o para producir riqueza excedente en mercancías, el capital, durante o tiempo, ha procurado depositar cada vez más el control de la producción en nos de la administración, es decir, separar la planeación y ejecución del trabajo, idir el trabajo manual y el mental, y a los trabajadores manuales y mentales. 8 rabajadores y sindicatos, ciudadanos y comunidades, así como ambientalistas tre otros comprometidos con los efectos humanos y ambientales de los procey productos de la producción capitalista), han luchado contra el monopolio italista del poder sobre la producción y las clases productoras. El resultado de as luchas ha dependido de complejas conjunciones de factores políticos, socia, culturales, ideológicos y económicos. Por citar dos casos extremos, en Suecia leyes de codeterminación daban voz a los trabajadores ante la introducción de vas tecnologías, y las autoridades locales conceden licencias para la cría de pea fin de reducir las cargas de fósforo y nitrógeno. En Nigeria ni los trabajadoni las comunidades ecológicamente comprometidas tienen mucho que decir rca de las tecnologías de producción, los productos, la contaminación o, en eral, las condiciones de producción, ya sea en las fábricas o en la pesca. Esta breve descripción del modo en que la tecnología encarna las relaciones iales (y viceversa) debería hacer pensar a quienes proporcionan explicaciones rechas del cambio tecnológico o ven dicho cambio en términos puramente ecomicos, y también a quienes sostienen que la tecnología capitalista es o no es erentemente nociva. ¿Son dañinas las tecnologías para las formas de vida y el tento humano sólo porque el planeta puede no ser capaz de sostener la exploión de materias primas y absorber los desechos nocivos? 9 ¿Son destructivas sólo relación con el nivel de producción? ¿O es que las tecnologías alteran el comrtamiento humano, o la naturaleza humana, de maneras debilitadoras? Tales guntas indican las dificultades para conceptualizar el "problema de la tecnolo". Las incertidumbres técnicas y sociales en el proceso de producción, por sí as, inhiben a investigadores y teóricos. 10 El estudio clásico es el de Harry Braverman, Labor and monopoly capital The degradation of work in the tieth century, Nueva York, Monthly Review Press, 1974. En años recientes muchos estudios del proo y las relaciones de trabajo también han hecho hincapié en la importancia de las ideologías gerenes de control laboral (véanse, por ejemplo, Michael Burawoy, Manufacturing consent. Changas in Me r process under monopoly capitalista, Chicago, University of Chicago Press, 1979; Richard Edwards, Cond terrain: The transfonnation of the workplace in the twentieth century, Nueva York, Basic, 1979; James onnor, Accumulation crisis, Oxford, Basil Blackwell, 1984, cap. 5). 9 El trabajo mejor conocido sobre este tema sigue siendo el de Commoner, op. cit., p. 1971. De ho los problemas de los "costos sociales" y la tecnología están estrechamente relacionados, pero se puede tratar como si estuvieran conceptualmente separados (véase Frank Beckenbach, "Social costa odem capitalism", Capitalista, Natura, Socialista, 3, 1989) 1 ° Marón O'Connor, "Codependency and indetenninacy: A critique of the theory of production", italism, Naftol Socialism, 3, 1989.
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Lo que no se cuestiona es que la naturaleza es el punto de partida para el capital, pero no necesariamente el punto de retorna n El capital se apropia de "los elementos naturales del capital" del ambiente y descarga en la naturaleza lo que los economistas convencionales llaman "productos vinculados no deseados". No existe una razón a priori para esperar que la tecnología de producción se base en principios ecológicos, a menos que los capitales o las industrias individuales lo consideren ventajoso o se vean obligados a ello por los movimientos ecológicos y la legislación ambiental. Los capitales minimizarán los desechos, reciclarán los subproductos, usarán eficientemente la energía, protegerán la calidad del suelo de los bosques, y así sucesivamente, cuando eso les dé mejores ganancias y no de otra manera, salvo por la fuerza. Desde el inicio del capitalismo industrial se han escogido las tecnologías con base en sus efectos sobre los costos y las ventas, no sobre el ambiente. Doscientos arios atrás la máquina de vapor inventada por James Watts fue el motor de la Revolución industrial porque quemaba eficientemente carbón blando, alto en azufre, razón por la cual creaba una contaminación horrible. Hoy en día las sustancias químicas que no aparecen en forma espontánea en la naturaleza y que destruyen valiosas formas de vida seguirán usándose en la producción mientras no haya reglamentaciones que lo prohíban. Los riesgos ocupacionales para la salud y la seguridad mutilarán y matarán a los trabajadores a menos que el trabajo y las comunidades luchen contra las compañías responsables. A su vez, las luchas ecológicas y la legislación ambiental contribuyen a conformar tecnologías y procesos de producción. Los movimientos sociales para abolir tecnologías nocivas, para impedir la introducción de técnicas potencialmente perjudiciales y para desarrollar alternativas ecológicamente sanas se inscriben en la gama actual de tecnologías y procesos de producción. Regresamos una vez más al tema de la lucha social y política como clave para comprender los tipos de tecnologías usadas por el capital y sus efectos sobre la gente y la naturaleza. La tecnología en sí misma puede ser menos culpable que la forma en que el capital la organiza y la usa en los lugares de trabajo dedicados a dominar el trabajo y a la producción de plusvalor y utilidades. Un estudio de la industria mexicana ha demostrado que es la naturaleza capitalista de las relaciones de trabajo, no la tecnología, la que causa la explotación biológica y fisiológica de los trabajadores. 12 EnCalifor zdcteausliondepa,rlsinvtgdores descubrieron que esta tecnología agrícola servía tanto como instrumento de control del trabajo como de producción en sí misma. 13 La línea de montaje ofrece 11 Michael Lebowitz, "The general and the specific in Manes theory of crisis", Studies in Political Economy, 7, invierno de 1982; Jean-Paul Deleage, "EcoMarxist critique of political economy", Capitalism, Nature, Socialism, 3, 1989. " Asa Cristina Laurel y Margarita Márquez, El desgaste obrero en México: Proceso de producción y salud, México, Era, 1983. 13 Douglas Murray, "The abolition of el cortito, the short handled hoe: A case in social conflict and state policy in California agriculture", Social Problems, 30, 1, octubre de 1982.
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otro ejemplo. El trabajo estresado se debe muchas veces, no a la línea misma, sino a que las funciones de los trabajadores están sumamente especializadas y limitadas, y también a que la compañía mueve la línea demasiado rápido o mantiene demasiado altos los niveles de ruido como para que los trabajadores puedan hablar entre sí... decisiones enraizadas en las relaciones de producción capitalista, no en la tecnología per se En la producción petroquímica, de la que podría decirse que es la industria más dañina para el ambiente, la tecnología funciona también como manera de controlar la fuerza de trabajo. La explicación tradicional del rápido desarrollo de las sustancias petroquímicas y de la sustitución de productos de metal por plástico menciona la disponibilidad de energía barata, los altos niveles de salario y la capacidad técnica para sustituir materiales naturales difíciles de obtener por petroquímicos y otros productos sintéticos. Los plásticos son ligeros, durables y flexibles, y pueden modificarse para crear una gran variedad de propiedades químicas y físicas. Sin embargo hay otro factor significativo: los procesos químicos y los productos sintéticos no requieren trabajadores que manejen los materiales que se preparan para fabricar los productos finales. La producción, sobre una base de flujo continuo, libera el capital de su dependencia de las manos y las almas de la fuerza de trabajo de una forma que no es posible en la producción y fabricación de metales. En cierta medida las sustancias químicas y los plásticos se usan porque los trabajadores del metal eran en el pasado, casi en todas partes, el sector mejor organizado y más combativo de la clase trabajadora. De modo que las tecnologías químicas y plásticas no sólo funcionan como objetos y medios de producción en sentido técnico sino también como medios de control del trabajo. En niveles más altos de poder económico y político la tecnología nuclear, la más peligrosa de todas las tecnologías, no sólo sirve para "mantener las decisiones en manos de los empleadores y de los expertos contratados por ellos" sino también "para centralizar aún más el control sobre la inversión y la producción [...] y mantener el consumismo pasivo". 14 En el capitalismo moderno se dan por lo general las tecnologías intensivas en capital —como la energía nuclear—, normalmente más dañinas desde el punto de vista ecológico que las tecnologías intensivas en trabajo, porque le dan al capital en gran escala un control más directo sobre el trabajo. De manera indirecta, la tecnología nuclear ha servido como proyecto de seguridad nacional utilizado para ejercer control sobre el espacio político. La composición tecnológica del capital tiende así a incrementarse, por razones no sólo económicas sino también sociales y políticas. De hecho, quienes cuestionan tecnologías como la nuclear se enfrentan a los "derechos" del estado y las corporaciones para construir y manejar instalaciones que ponen en peligro a las formas de vida. Los movimientos antinucleares rechazan, implícita o explícitamente, el derecho del capital a centralizar el control sobre la producción y distribución de energía, 14 Francis Sandbach, Environment, ideology, and policy, Montclaire, Allanheld, Osmun, 1980, citando a B. Martin, "Soft energy, hard politics", Undercuffents, 27, abril-mayo de 1978.
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así como su control de la inversión y de las estrategias de exportación destinadas a expandir la producción de instalaciones nucleares. Las tecnologías de consumo y sus efectos sobre la vida planetaria plantean cuestiones teóricas distintas pero relacionadas. Este discurso, igual que las tecnologías de producción, las tecnologías de consumo o las innovaciones de productos, tiene significados tanto socioeconómicos como sociopolíticos. Como base de la sociedad de consumo, la forma mercancía para la satisfacción de necesidades se ha insertado en las instituciones capitalistas y la conciencia de las masas. 18 Tal como ocurre con las tecnologías de producción, es dificil predecir si las innovaciones en los productos de consumo serán más o menos dañinas ecológicamente que los productos existentes o los más antiguos. Sin embargo hay un principio general que puede contribuir a aclarar las ideas sobre este problema. Las causas económicas y las consecuencias ecológicas de la composición de la demanda de consumo (la canasta de bienes de consumo adquirida por el hogar promedio), y las causas y consecuencias del gasto total del consumidor y de la tasa de crecimiento de este gasto son muy diferentes. Con frecuencia esta distinción se fusiona en los discursos ambientalistas anticonsumistas. La composición de la demanda de bienes de consumo no duraderos es relativamente flexible. Por ejemplo, la conciencia ambiental de los consumidores estimula la producción y venta de productos de papel reciclado, botellas retornables, verduras orgánicas y otros productos verdes. En contraste, la composición de la demanda de bienes de consumo duraderos es inflexible. Si bien es fácil vender verduras libres de sustancias químicas en los mercados de clase alta, no se produce todavía ningún refrigerador barato sin e:m. 18 Los fabricantes de autos no pueden pasar de los vehículos contaminantes a los no contaminantes sin descartar miles de millones de dólares de inversiones fijas. Además, la demanda de autos está determinada por mercados de trabajo geográficamente complejos, que separan en términos fisicos los lugares de trabajo, de residencia y de recreo. 17 Más aún, los autos desempeñan un papel en la reproducción del individualismo como valor social dominante. 18 En oposición a la idea generalizada, la relación entre el crecimiento del gasto en 15 William Leiss,
llie limits to satisfaction, Toronto, University of Toronto Press, 1976. Está en su apogeo la carrera por comercializar productos "ambientalmente sanos", apoyada (según las encuestas) por hasta las tres cuartas partes del público consumidor norteamericano. La división de productos de freón de DuPont, que hace años inició el ataque para destruir la capa de ozono con los cric, está planeando diseñar plantas para hacer "refrigeradores amistosos hacia el ambiente" que no contengan cloro. Cuando estén en el mercado —si llegan a estarlo— los refrigeradores sin clic, los autos eléctricos, las lavadoras y secadoras que usen eficientemente el combustible, etc., el actual crecimiento lentísimo de la demanda de bienes de consumo duraderos podría ascender bruscamente... revitalizando el modelo de acumulación fordista. 17 Beckenbach (op. cit., pp. 78-81) analiza más a fondo las implicaciones ecológicas de los modernos patrones de reproducción social. Véase también Robert Schaeffer, "Caz sick", Gnompeace, mayo junio de 1990 ls James O'Connor, op. cit., cap. 6. 16
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umo y la contaminación/agotamiento de recursos no está determinada por ciones de consumo" individuales. La variable clave es la tasa de crecimiento de rnales y salarios totales y, por lo tanto, la tasa de crecimiento del ingreso del midor, que son determinadas por las tasas de utilidad y acumulación del capiuanto mayor sea la tasa de utilidad, mayor será la de acumulación, así como la pleo, ingreso del consumidor y gasto del consumidor. Como los administras capitalistas tratan de maximizar los incrementos de producción por hora de jo (o por unidad de tiempo de trabajo), se tiende a expulsar de la producción uerza de trabajo viviente, reduciendo los jornales y salarios totales que el capielanta a los obreros y empleados. En otros términos (en este modelo econósimple), maximizar el crecimiento de la productividad del trabajo eleva al misiempo el potencial del capital para producir plusvalor (utilidades) y reduce el cial para realizar estas utilidades a través de mercados de consumo en expanEl problema de los mercados muchas veces es, de hecho, un punto de infleen el desarrollo de una empresa capitalista y del sistema capitalista en su con. Los mercados débiles llevan a los capitales individuales a tratar de vender y más rápido bienes de consumo, para reducir el tiempo de circulación del al a fin de mantener las utilidades. A eso se deben la ubicuidad de la sociedad umista y los perjuicios ecológicos y el despilfarro asociados con ella. ro el asunto es más complejo, porque las grandes corporaciones transnacioinician la mayor parte de la producción utilizando cientos de miles de provees locales, que producen muchos bienes de consumo y componentes en plantas cializadas ubicadas en diversos países. Las corporaciones transnacionales, que a principal forma organizativa del capital, están en condiciones de planear para turo, de manera que pueden retirar del mercado bienes de consumo antiguos o están vendiendo bien y remplazarlos con nuevos artículos de consumo. Los uctos como prendas de vestir, alimentos envasados y artículos electrónicos de umo suelen tener una vida fisica o cultural breve. La obsolescencia fisica incorda al producto expande la demanda de remplazo para los bienes de consumo. bsolescencia cultural incorporada se basa no sólo en la necesidad de ampliar ados sino también en la competencia de estatus, que abre la posibilidad de ios sin limite de los modelos y estilos de los productos. La demanda de remo aumenta, no por el desgaste material, sino por el "desgaste cultural". La a, así como los cambios de modelo y de estilo, requieren también nuevas tecgías publicitarias, como por ejemplo máquinas para diseño gráfico y edición. Si lta imposible incorporar una obsolescencia forzada en las mercancías, o sustiiseños simples y baratos por artículos más complejos y caros, el capital trata de ercializar productos viejos en paquetes nuevos que requieren más recursos rales y también generan más desechos y contaminación. 18 En síntesis, cualAllan Schnaiberg, The etwironment: From soplas to scarcity, Nueva York, Oxford University Press, p. 189.
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quiera que sea el tono de verde de los productos de consumo, el capitalismo tiene una tendencia inherente a que crezca la tasa de consumo de las mercancías, con todos los efectos ecológicos concomitantes, financiada por un sistema de crédito cada vez más grande, complejo y frágil, o lo que Paul Baran y Paul Sweezy llamaron hace más de un cuarto de siglo un gigantesco "esfuerzo de ventas". Las líneas teóricas desarrolladas arriba sugieren que la producción capitalista y la tecnología de consumo —no sólo las relaciones de trabajo y poder en el lugar de trabajo, la comunidad y la sociedad en su conjunto— son muchas veces perjudiciales para las formas de vida. La conocida descripción que hizo Barry Commoner de la introducción y el uso de tecnologías ecológicamente nocivas en la producción y el consumo establece por lo menos una fuerte relación empírica entre la ciencia y la tecnología modernas y la crisis ecológica." Esto significa que las tecnologías que presumiblemente funcionan como medios de producir valores y plusvalor pueden ser autocontraproducentes en el sentido de que sus efectos destructivos sobre la naturaleza contribuyen de manera indirecta a elevar los costos de producción y causan un daño económico, por no hablar de que engendran oposición social y política a las relaciones dominantes de producción y propiedad. 21 Por cierto, hay muchas evidencias que apoyan la visión de que el capital tiende a socavarse a sí mismo destruyendo sus propias condiciones de producción: por ejemplo el impacto ecológico del auto en las condiciones urbanas de producción y rentabilidad; los efectos perjudiciales de la lluvia ácida para las utilidades en las industrias turísticas y otras relacionadas; la banda sinfín de los pesticidas en la agricultura, que reduce tanto las utilidades como la calidad de la tierra; 22 el uso de cosechadoras mecánicas que compactan los suelos y reducen la productividad forestal... la lista parece interminable. El hecho de que las relaciones de producción capitalistas tiendan a autodestruirse debido a que la clase de tecnologías empleadas y la forma en que se las usa degrada las condiciones de producción naturales y de otra índole, contribuye a explicar por qué el sistema capitalista mundial ha entrado en un largo periodo de " Commoner, 1971, op. cit. 21 David Peerla escribe: "La innovación tecnológica puede reducir el tiempo de trabajo socialmente necesario dentro de un marco temporal limitado, por ejemplo el tiempo para depreciar por entero una inversión capitalista, como un molino de pulpa. Pero las consecuencias ecológicas del proceso de producción pueden elevar el tiempo de trabajo socialmente necesario si tomamos en cuenta todo el trabajo social necesario para reparar el trabajo humano destruido en el proceso de producción y para reparar la naturaleza, por ejemplo los ríos contaminados. De allí que el trabajo socialmente necesario de reparar las condiciones de producción se convierta, a largo plazo, en una barrera para la acumulación." Sin embargo, "lo que nos falta es el sentido de las implicaciones de la 'producción limpia' para el tiempo de trabajo socialmente necesario y, cosa aún más significativa, para el proceso de trabajo. La producción limpia ¿es más intensiva en capital? ¿Es más fácil disciplinar la mano de obra en un proceso de producción limpia? Éstas son las preguntas que nunca plantea el movimiento ambiental." Sean Swezey y Daniel Faber, "Disarticulated accumulation, agroexport, and ecological crisis in Nicaragua: The case of cotton", Capitalisrn, Nature, Socialism, 1, 1988.
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restructuración tanto de la naturaleza como del capital. Las técnicas de reducción de desechos tóxicos, las baterías solares, el manejo integrado de plagas en agricultura, las "nuevas técnicas forestales" y los insecticidas que convierten la luz del sol en un rayo de la muerte, entre muchas otras nuevas tecnologías, abren paso a los nuevos programas económicos y políticos, junto con las transformaciones actuales de los circuitos globales del capital. Esta larga crisis ecológica y económica no es sólo un periodo de restructuración capitalista sino también una época de transformaciones sociales potenciales. Como se indicó antes, los movimientos sociales están cuestionando prácticamente todos los aspectos de la ciencia y la tecnologías modernas. La labor a la que se enfrentan es gigantesca, en vista del papel clave de la tecnología en el dominio del trabajo y de la sociedad, así como en la acumulación de capital. La autoorganización y el manejo de la producción por parte de trabajadores, técnicos, consumidores y comunidades, con el propósito (entre otros) de remplazar una tecnología ecológica y humanamente destructiva por nuevas tecnologías y una organización social que mejore la vida en el mundo es, de hecho, una labor democrática y revolucionaria. La razón es que (como vimos) la producción capitalista y las tecnologías de consumo funcionan directa o indirectamente para impedir que el trabajador, el consumidor y la comunidad tengan acceso al diseño, la construcción y el uso de tecnología. La tecnología que funciona para dividir y conquistar a trabajadores, comunidades, regiones y países es una especie de fortaleza del capital. Como gran parte de la tecnología actual, si no toda ella, sirve no tanto para derrotar cuanto para impedir las formas populares de autoorganización social, y puesto que las elecciones técnicas tienen una importancia tan grande en el mundo social como se nos presentan a la mayoría de nosotros, "la democracia [...] sólo es auténtica en la medida en que pone las cuestiones [tecnológicas] bajo el control popular bien preparado". 23 Es decir, en términos claros, cualquier ataque práctico contra tecnología es, necesariamente, un ataque contra la propiedad, la riqueza y el poder capitalistas. "Un cambio en el desarrollo de tecnologías indeseables —afirma Francis Sandbach— depende de una lucha contra el capitalismo?" 24 Los movimientos de tecnologías alternativas de todos tipos pueden tener este potencial, pero hay un verdadero peligro de que se los desvíe hacia formas de pensar tecnocráticas y reificadas acerca del mundo y del papel capitalista. 25 No sólo está en juego la tecno23 John S. Dryzek, "The environmental politics of the good society", trabajo preparado para el Workshop on Ecology, Committee on the Political Economy of the Good Society, reuniones APSA, 30 de agosto-2 de septiembre de 1990, San Francisco. 24 Sandbach, op. cit., p. 143; Vyasulu, op. cit. " Feenberg, op. cit.; las intervenciones de Ynestra King y Les Levidow; Marotto, op. cit., todos en Capitalina, Nature, Socialism, 5, 1990. Andrew Feenberg escribe: "El temor de que el movimiento ecologista termine siendo llevado al pensamiento tecnocrático es una preocupación real. A mí me preocupan también las políticas de no crecimiento, las ideologías antitecnológicas, la regresión a la medicina mágica o premoderna y la postura general de elegante ignorancia absoluta sobre las cotnputadorasy elannee técnico que todos hemos encontrado en ciertos sectores." El artículo de Feenberg trata de crear un mar-
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logía en sí misma, sino también la división prevaleciente entre trabajadores mentales y manuales de acuerdo con líneas de clase, raza y género, así como la democratización de los organismos de regulación y de las burocracias nacionales e internacionales. 26 La lucha contra la "tecnología mala" y a favor de la "tecnología buena" (alternativa) tiene que dame, sin duda, simultáneamente. La lucha contra la "tecnología mala" es más compleja que la batalla por obligar a los capitales a internalizar costos externos o por castigarlos (con multas, por ejemplo), por externalizar esos costos. Esto se debe a que la tecnología no es sólo una cuestión técnica sino también un asunto social y político. Las batalla contra la "tecnología mala" ha adoptado dos formas principales: primero, dentro del lugar de trabajo y de la comunidad, por ejemplo los movimientos de "derecho a saber" y "reducción en la fuente"; segundo, movimientos de tecnologías alternativas que se desarrollan fuera de las instituciones establecidas. Los primeros tratan de impedir que ocurra algo inherentemente peligroso; los segundos se limitan a desarrollar alternativas fuera de las estructuras de poder existentes, y por lo tanto (como se señaló antes) es fácil cooptarlos; por ejemplo, la cooptación de la energía solar por parte del gran capital. Por otro lado, las "tecnologías buenas" pueden representar un peligro para los mecanismos de disciplina social dentro de la fábrica o la oficina. Por ello la sustitución de tecnología mala por tecnología buena implica la necesidad de remplazar relaciones de trabájo socialmente degradantes, peligrosas o enajenantes por relaciones socialmente beneficiosas. Pero al mismo tiempo, si no existiese el movimiento en pro de tecnologías alternas, ni siquiera sabríamos cuáles son realmente las tecnologías buenas.
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co de referencia para pensar sobre la tecnología, no como un enemigo, sino como un aliado potencial en la lucha... si es que el movimiento ecologista logra romper con la nacionalidad tecnológica del capitalismo, o con la forma en que éste ha institucionalizado la tecnología y la disciplina tecnológica. 26 Gupta, op. cit.;Vyasulu, op. cit. En la actualidad la tecnología con base científica más avanzada es la bioingeniería.
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INATO EN EL ORIENT EXPRESS: LA ECONOMÍA POLÍTICA A GUERRA DEL GOLFO
El prolongado estancamiento de la economía mundial y el paso hacia otras fuentes de energía han retardado el crecimiento de la demanda de productos petroleros [...] El bloque comunista [...] se ha derrumbado [...] Esta caída ha acelerado una tendencia hacia la privatización de la industria petrolera, puesto que la propiedad estatal ha sido declarada un fracaso y se ha promovido la propiedad privada como única forma de avanzar. El resultado de todos estos factores ha sido que los países del tercer mundo, incluidos aquellos que pertenecían antes al bloque comunista, se han abierto a las compañías petroleras internacionales en un nivel que no se veía desde los cincuenta, y con términos que representan un retroceso a esa era de dominio de las compañías petroleras. MICHAEL TANZER*
o cuatro generaciones de autores marxistas y de otros científicos sociales radis han teorizado de formas diversas sobre el funcionamiento de los estados ocráticos liberales. Un punto de vista (que yo suscribo) es que en las sociedaemocráticas liberales de hecho no hay uno sino dos estados. Uno es el "estaapitalista", que corresponde a la relación entre el estado y la economía capita-
(sociología política). El estado real o empírico (y sus gobiernos) tiene, según ce, dos funciones concomitantes. La primera es promover de diversas manea acumulación de capital (por ejemplo proporcionando infraestructura, un sisimpositivo favorable, diferentes tipos de subsidios, etc.). La segunda función de legitimar políticamente al estado mismo (por ejemplo elecciones regulaon voto secreto, libertad de expresión, votaciones para todos los ciudadanos, y, en particular, la política económica del mismo (por ejemplo reducción de estos sobre las ganancias de capital para generar más "crecimiento económi[para hacer más ricos a los ricos], subsidios al capital para crear "más empleo" a elevar las utilidades], etcétera). ste autor ha sostenido en Thefiscal crisis of the state, así como en Accumulation cri-
'The intemational oil industry: Recent changes and their implications for Meicico", Monthly o, septiembre de 1994, p. 2.
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sis, que las llamadas funciones de acumulación y legitimación del estado son, de hecho, contradictorias, es decir que una tiende a cancelar a la otra, o que la política económica y social del estado suele encarnar ambas funciones de formas que no "satisfacen" a ninguna. Según este punto de vista la mayoría de las políticas económicas y sociales del estado —si no todas— tienden a ser por lo menos ineficaces, y muchas veces a crear más problemas de los que resuelven mediante un proceso de desplazamiento de las contradicciones. La política económica y social nunca o casi nunca tiene los propósitos y efectos precisos que desearía la clase comercial, y mucho menos los objetivos y resultados que las clases trabajadoras verían como rigurosamente beneficiosos. Adviértase que he calificado esta teoría del estado, la economía y la sociedad (y sus contradicciones) con términos como "en general", "tiende", "suele" y así sucesivamente. Esto se debe a que hay algunas excepciones fundamentales a la regla de que las funciones de acumulación y legitimación son contradictorias. Una es el dinero y la política monetaria, que en el mundo contemporáneo procura impedir la inflación, más que aumentar la producción y el empleo, con lo cual refleja sin ambages los intereses del capital financiero. Otra es la "política de la ley y el orden", que favorece tan claramente a la propiedad capitalista por encima de la propiedad ganada por los propios medios y de las personas sin bienes. Una tercera excepción parecería ser la "política energética", específicamente la política petrolera. En este caso los gobiernos suelen estar a las órdenes de los monopolios petroleros, de forma más o menos disfrazada, lo que señala la importancia crucial del petróleo en el proceso de producción y acumulación capitalista. También suelen ser ciegos o indiferentes a los efectos devastadores del "ciclo vital" del petróleo, indiscutiblemente más extensos y más nocivos que los de cualquier otra mercancía. No es que los gobiernos no procuren legitimar sus políticas petroleras (que casi siempre requieren el robo o la fuerza); más bien esa legitimación tiende a ser débil y transparente, casi al descuido. Un ejemplo de la naturaleza transparente de los esfuerzos por legitimar las políticas petroleras organizadas por y para los intereses de los monopolios y las clases capitalistas en general se analiza en este capítulo (uno más se discute en el capítulo próximo). En 1991 Estados Unidos trató de legitimar su intervención militar masiva en los asuntos regionales del Cercano Oriente con la doctrina evidentemente interesada del "nuevo orden mundial". (En el segundo caso el gobierno británico buscó legitimación para su política —impulsada por los monopolios petroleros— de explotar a fondo el petróleo del mar del Norte, transformando, al hacerlo, las islas Shetland.) Ambos estudios sugieren firmemente que el poder del petróleo es muy grande, y que los monopolios petroleros suelen conseguir lo que desean, por lo general con el respaldo absoluto de sus respectivos gobiernos. Cuando Irak se anexó a Kuwait y Estados Unidos inició su guerra contra aquel país los activistas por la paz se dividir' on en dos escuelas de pensariutnro. Una tenía una teoría económica de la guerra, la otra una teoría política. La teoría eco-
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nómica hacía énfasis en la importancia del control del petróleo del Golfo, así como del petróleo y de los ingresos derivados de éste en el capitalismo norteamericano y la economía mundial. "La guerra con Irak se debe al petróleo", dijo el senador Bennett Johnson, presidente del Comité de Energía y Recursos Naturales de Estados Unidos, en febrero de 1991. La teoría política subrayaba las exigencias de la política del Medio Oriente, el papel de Estados Unidos como policía global y los imperativos de la seguridad del estado nacional, que después de la segunda guerra mundial se plantearon como "contener el comunismo" y aplastar las luchas de liberación nacional. El propósito de la guerra con Irak es contribuir a consolidar un "nuevo orden mundial", dijo el presidente George Bush. Políticamente, la teoría económica sostenía que se requerían cambios radicales en el capitalismo norteamericano —en particular de los tipos y patrones de producción y consumo de energía, demanda de los consumidores y prioridades de inversión de las grandes empresas— a fin de restructurar una economía nacional y mundial en la cual ya no fuesen deseables ni posibles la "carrera por los recursos" y las guerras de rivalidad imperialista. La teoría política sostenía que un presidente y un Congreso reformistas, junto con un papel radicalmente menor del Pentágono y del complejo militar-industrial, contribuirían en mucho a impedir futuras aventuras imperialistas. Por consiguiente, si bien ambas teorías coincidían en la necesidad de abolir el complejo militar-industrial y de modificar de manera drástica las prioridades presupuestales del gobierno federal, la teoría económica destacaba la importancia de democratizar las decisiones de inversión y crear alternativas económicas verdes, mientras que la teoría política hacía énfasis en la necesidad de poner en la Casa Blanca a un demócrata reformista que contribuyese a que el país redefiniese la "seguridad nacional". Estas dos teorías, que a primera vista parecen mutuamente excluyentes, en realidad son complementarias. Las dos tienen de su lado la historia, la lógica y los hechos. Pero las dos son verdades parciales, dos maneras de explicar el mismo acontecimiento en diferentes niveles de abstracción teórica e histórica. La razón de que haya dos teorías es que en la sociedad capitalista el dominio económico no confiere, automáticamente, el dominio político. El estado capitalista es "relativamente autónomo" como resultado de la larga lucha de las burguesías europeas y norteamericanas por imponer una distinción formal precisa entre el poder económico y el político, la sociedad civil y el estado. Económicamente esto adoptó la forma de separar el tesoro real y el presupuesto público, las tierras del rey y el dominio público, las empresas del rey y los negocios privados. Políticamente adoptó la forma del liberalismo. A partir de entonces el capital ha tenido que organizarse políticamente para adquirir y conservar el poder político. Si alguien requiere que se le recuerde este hecho básico sólo tiene que pensar en los comités de acción política de finales de los setenta y principios de los ochenta, que contribuyeron a poner eI poder de nivel federal directamente en manos de la clase capitalista, dirigida en materia política por Ronald Reagan.
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Pero el caso del petróleo es algo especial. La refinación de petróleo es la industria más grande que hay, y las ventas petroleras, así como la utilidad por empleado, son las más altas de todas las compañías que aparecen en Fortune entre las 500 principales del mundo. Las industrias con menor importancia estratégica se debaten por obtener poder en el gobierno federal. Tienen que capturar o neutralizar organismos de reglamentación federal, o encontrar lo que Nicos Poulantzas denominó "refugios" dentro del estado capitalista. O disfrutan del poder negativo de no cumplir la política gubernamental, ejemplo supremo de lo cual es una huelga del capital. Sin embargo el capital petrolero y energético —aunque también tiene sus propias asociaciones industriales, comités regulatorios y refugios— goza de un lugar privilegiado en economía política. En Estados Unidos y Europa la "cuestión energética"no se ve como un asunto del comercio internacional sino más bien como una cuestión de "seguridad nacional". 1 Esto se debe a que el petróleo es el secreto de la producción de capital, de valor y de plusvalor, así como de la realización del valor y, en general, de la circulación de capital. La energía de los combustibles fósiles alimentó a la Revolución industrial, y alimenta hoy la agricultura, la industria y el comercio. Los combustibles fósiles en general, y el petróleo en particular, liberan el capital de su dependencia de la energía fisica humana, por lo cual son poderosas armas contra el movimiento de la clase obrera. Los productos plásticos basados en el petróleo liberaron al capital de tener que contar con uno de los grupos de trabajadores más militantes de la historia capitalista: los metalúrgicos. El petróleo mejorará la productividad del trabajo, y por ende la producción de plusvalor, más que cualquier otra mercancía. La electricidad, la primera mercancía de base científica de la historia, se produce principalmente con petróleo y con carbón. Y el petróleo ha hecho posible realizar el capital en el mercado al alimentar el enorme mercado automotriz y la cultura del automóvil, por no hablar de la creación de mercados para innumerables mercancías más. Aparte de ser el factor clave de la producción y realización de valor para el capital, la riqueza petrolera es un componente fundamental de la circulación del capital en todo el mundo. El petróleo es verdaderamente el "oro negro" y, en opinión de algunos, cuando se puso fin al viejo estándar del oro, el mundo asumió el del petróleo. En síntesis, sin petróleo no hay productividad, no hay mercados, no 1 Daniel Yergin, "Energy security for the 1990s", Foreign Affain, otoño de 1988; "El que controla el abasto de energía de un pueblo también está en condiciones de definir su sistema de riqueza, poder y valores, y [—] cualquier cambio de importancia en la base energética de la civilización, como el que se está produciendo en todo el mundo, estará acompañado sin duda por una intensificación del conflicto social tanto dentro de los estados-nación como entre los mismos", Mark Reader, Aleh-Zon, febrero de 1991, p. 2. El petróleo es "un forraje esencial de casi todos los aspectos de la actividad económica", "Piice hikes...", Oil and Gasfournal 13 de agosto de 1990, p. 2. Nicholas Georgescu-Roegen habla de la "vinculación indisoluble de la gran política con los recursos minerales", lección que el gran economista aprendió bien sobre la base de la lucha por el petróleo en su propio país, Rumania (citado por Leonard Silk en "Economic scene", New York Times, 14 de diciembre de 1990).
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ancias, no hay petrodólares que contribuyan a alimentar el sistema finanundial, y no hay Pentágono. No hay capitalismo tal como lo conocemos. puede decirse de ninguna otra mercancía, ni siquiera de las computadoeso el petróleo y el capitalismo norteamericano, así como el petróleo y el lismo norteamericano, han sido sinónimos durante tanto tiempo, y creo conomía y la política petroleras han sido y siguen siendo la parte más sucia toria norteamericana. imperio transcontinental que llamamos Estados Unidos hay una premisa e la política exterior y nacional: que para la prosperidad económica son les un abasto abundante, estable y barato de petróleo, y copiosos ingresos ismo. Ninguna otra mercancía tiene la magia económica del petróleo. dos Unidos consume más del 25% de la producción petrolera mundial endo casi 400 mil millones de litros de gasolina por año). Importa casi el ás de la mitad del Cercano Oriente (hasta la guerra casi el 7% era de Irak, l 0% en 1980). 2 Los otros dos motores de la producción mundial, Japón y ia, importan la mayor parte de su crudo de esa región, que contiene más os terceras partes de las reservas mundiales conocidas (en 1980 era sólo el Entre 1980 y 1990 la participación del Cercano Oriente en el mercado o aumentó cada año más de un millón de barriles diarios: "El mundo vuelpender del Golfo Pérsico como en 1980." 4 Para el año 2000 esta depenerá aún mayor. 5 De manera que no es exagerado decir que la prosperidad te depende más del crudo del Golfo Pérsico que de cualquier otro factor ico aislado. Esto era cierto sobre todo cuando la administración Bush deciuir descuidando la conservación de energía y el desarrollo de fuentes de alterna en favor de las "soluciones de libre mercado". dos Unidos importó menos de dos millones de barriles diarios en 1960, tres millones en 1970, en 1980 y cerca de ocho en 1990. Entre 1983 y 1990 las importaciones de petróleo se dupliapenas poco más de cuatro millones el año anterior. "Como la administración Reagan trató ar prácticamente todos los programas gubernamentales dirigidos a reducir la dependencia ", la producción norteamericana fuera de Alaska decayó de manera continua entre 1970 y cluyendo el petróleo de Alaska, la producción estadunidense bajó de 1970 a 1975, subió de 985, y cayó de 1985 a 1990. "El panorama de la energía en Estados Unidos se está pareciendo e Europa y Japón, que no tienen sus propias fuentes de energía barata", Christopher Flavin, ring U. S. oil dependence", World Watch, enero-febrero de 1991, pp. 28, 30-31. estados de la "coalición", Arabia Saudita, Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos, tienen 225 mil, 98 mil millones de barriles de reservas petroleras, respectivamente; Irán e Irak tienen 92 y 100 nes; Venezuela y México, juntos, cuentan con más de 110 mil millones de barriles; la URSS mil millones y Estados Unidos sólo 26 mil millones. in, op. cit., p. 30. el año 2000 el número de países con suficiente petróleo como para exportarlo se reducirá a ntos estados del Golfo. "Casi toda la capacidad disponible del mundo para producir petróleo está fo Pérsico", Mathew Wald, New York Times,19 de julio de 1990.Y "seis familias, puestas en el poder ritánicos y mantenidas en él por Occidente, controlan 34% de las reservas mundiales de petrón March, "What was Kuwait", Toward Freedom, 39, 8, diciembre de 1990-enero de 1991, p. 4.
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Segundo, la economía de Estados Unidos y del mundo depende de un abasto estable de petróleo. La producción y las importaciones petroleras confiables mantienen dentro de límites manejables las fluctuaciones del precio del petróleo, contribuyendo así a estabilizar la balanza comercial norteamericana. Un flujo constante de petróleo significa también un flujo constante de petrodólares, lo que ayudará a estabilizar la balanza de pagos estadunidense y a financiar los déficit del gobierno federal. Una producción petrolera estable presupone un Cercano Oriente seguro, amistoso, políticamente estable. • Tercero, Estados Unidos necesita petróleo barato, y el del Golfo lo ha sido siempre, excepto en los setenta, cuando la OPEP logró cuadruplicar los precios en 1973 y volver a duplicarlos en 1979. El petróleo del Golfo era barato hasta los setenta debido a su alta calidad y bajo costo de extracción, y también debido a que Occidente gozó de hegemonía política sobre la región desde el día que se descubrió que había petróleo. Mientras Inglaterra mantenía el poder político del Golfo, las "siete hermanas" ejercían la hegemonía sobre los campos petroleros. Socal, Texaco, Exxon y Mobile manejaban Aramco en Arabia Saudita; Socal, Texaco, Gulf, Exxon, Mobil, Shell y British Petroleum dominaban el Iranian Consortium en Irán, mientras Gulf y British Petroleum monopolizaban la Kuwait Oil Company en Kuwait. Sin embargo estos monopolios no actuaban como se supone que actúan los monopolios. En lugar de restringir la producción y vender petróleo caro, expandieron la producción y comercializaron petróleo en todo el mundo. De esa forma los precios del crudo fueron descendiendo de manera más o menos constante durante los decenios previos a la OPEP, lo que sugiere la importancia del petróleo barato en la economía mundial, hecho subrayado por la correlación inversa casi perfecta entre el crecimiento del PIB en Occidente y el precio del petróleo crudo. Hacia los sesenta el control del imperialismo occidental sobre el petróleo del Golfo comenzó a debilitarse. El poder y la influencia británicos se desvanecieron. Estados Unidos, metido en Vietnam, en lugar de correr a llenar ese vacío trató de gobernar por medio de vicarios políticos, por ejemplo la monarquía iraní. Sólo después de la guerra de Iom Kipur, cuando la OPEP, encabezada por Arabia Saudita, empezó a presionar a los países que apoyaban a Israel (y sólo después del Día de la Tierra, y de un nuevo discurso público sobre los "recursos finitos"), Estados Unidos, con el presidente Jimmy Carter, le prestó atención seria a sus intereses "vitales" en el Golfo. La "seguridad petrolera" se convirtió en un tema dominante de la política norteamericana; Estados Unidos mejoró sus relaciones con Arabia Saudita, y la expansión de la producción mundial, la conservación energética y la recesión de principios de los ochenta presionaron a la baja los precios del petróleo, que se conservaron así durante todo ese decenio. Aunque a los intereses petroleros norteamericanos les gustaría ver precios altos del crudo, los bancos y las corporaciones industriales estadunidenses apoyaron un "enfoque de oferta abundante", es decir, precios bajos. Y la derrota de Irak puede verse como el último
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toque del proyecto de proteger los precios bajos durante los noventa, periodo que se esperaba fuese económicamente dificil. Cuarto, los abundantes ingresos petroleros —los petrodólares— han sido (y hasta cierto punto siguen siendo) integrales para la salud financiera de Estados Unidos. La mayor parte del petróleo se cotiza en dólares, y la mayor parte de la riqueza excedente del petróleo se invierte en Occidente o se recicla a través de bancos norteamericanos, ingleses y de los paraísos bancarios. En principio los ingresos petroleros contribuyen a que el dólar siga siendo la moneda de reserva mundial, lo que a su vez ayuda a mantener la fachada de la omnipotencia económica de Estados pnidos. El hecho de que el petróleo suela denominarse en dólares ayudará también a que los bancos norteamericanos y británicos mantengan su fuerza en un mundo en el cual los diez bancos más grandes son japoneses. De hecho había muchos más petrodólares en los setenta, cuando los precios del petróleo eran altos, que en los ochenta, cuando cayeron, y también cuando el dinero japonés y europeo contribuyó a financiar los déficit federales y de la balanza comercial norteamericanos. Pero en los noventa los alemanes están volviendo la mirada hacia el este, a su propio traspatio, en busca de salidas para su inversión, mientras que los japoneses tienen la mira en sus crecientes intereses asiáticos. El resultado que todos perciben es una escasez de capital, tasas de interés más altas en Alemania, y una reducción de más del 50% de las importaciones de capital a Estados Unidos en 1990. Además, el déficit comercial norteamericano se ha vuelto cada vez más dificil de manejar, en parte debido a la multitud de inversiones estadunidenses en instalaciones de producción en el extranjero durante la primera mitad de los ochenta, cuando el dólar estaba muy fuerte. Hoy un dólar débil genera relativamente menos exportaciones norteamericanas que antes, porque en las plantas del país se produce una cantidad comparativamente menor de mercancías para el mercado exterior. Esto quiere decir que los petrodólares son todavía más importantes para las finanzas norteamericanas de lo que parecería a primera vista (sobre todo porque en 1988 el comando central gastó 50 mil millones de dólares para mantener el acceso de Occidente al petróleo del Golfo). En esta coyuntura político-económica el control de los ingresos petroleros y el papel de los petrodólares asumen una nueva importancia para la estabilidad financiera global. 6 Estados Unidos se opuso al nacionalismo radical de Irak desde el comienzo de la revolución iraquí, en 1958. En 1975, cuando el sha se apoderó del acceso de Irak al Golfo, Estados Unidos lo respaldó. Y cuando los acuerdos de Campo David despojaron a Egipto de su papel de líder en el Medio Oriente Saddam Hussein, ante la inquietud norteamericana, trató de llenar el vacío de poder resultante. Cuando Irak atacó a Irán la administración Reagan apoyó calladamente al primero frente a lo que se veía como un país más nacionalista y radical, revolucionario y funda6 En 1990 los bancos mundiales debían 24 mil, 7.5 mil y 9.1 mil millones de dólares a bancos sanditas, kuwaitíes y de los emiratos, respectivamente; Left Business Observes, 43, 28 de enero de 1991.
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mentalista, pero este apoyo terminó cuando ambas naciones firmaron la paz. Para 1988 Irak había aumentado mucho sus fuerzas armadas a fin de respaldar sus ambiciones sobre la región, .y Estados Unidos estaba buscando la manera de ponerle un alto a Saddam. La anexión de Kuwait por parte de Irak fue vista en general como una amenaza, lo mismo para el libre flujo del petróleo y los ingresos petroleros que para la influencia y el poder de Estados Unidos en el Golfo. Irak y Kuwait, juntos, duplicaban las reservas petroleras del primero y representaban un riesgo político y militar para Arabia Saudita y para los Emiratos Arabes Unidos, así como para Israel. Puesto que la estabilidad política de los jeques y reyes aliados de Estados Unidos en el Golfo resulta esencial para la estabilidad del abasto del petróleo, y como la seguridad de Israel es esencial (entre otras razones) para la seguridad del proyecto imperialista occidental en el Cercano Oriente, es fácil imaginar las ondas de choque que habrán recorrido los círculos políticos y económicos de Estados Unidos cuando Irak se apoderó de Kuwait. Irak trató de justificar su acción aduciendo que Kuwait era culpable de una agresión económica en su contra, convicción muy difundida en el mundo árabe. Aparte de los problemas del acceso de Irak al Golfo y de los términos de pago de su deuda con Kuwait, en la que había incurrido durante la guerra contra Irán, un punto clave de disputa en 1989-1990 era el precio del petróleo. Los factores que determinaron los precios del petróleo a partir de 1985 y, en particular, en 1989-1990, eran complejos. Los precios del crudo, tras llegar a su punto máximo en 1981, descendieron constantemente hasta 1985, cuando una conferencia de la OPEP en el mes de octubre no logró acordar nuevas cuotas de exportación. Entonces Arabia Saudita se retiró y redujo la producción de 3.2 a 4.8 millones de barriles diarios entre 1985 y 1986. 7 Los precia, del pe.tróleo descendieron de 27 a 15 dólares por barril y en cierto momento llegaron a un mínimo de 7. Una fuente afirma que los sauditas procuraban destrozar la economía de Irán y fortalecer el esfuerzo de guerra de Irak. Otra asegura que Arabia Saudita quería castigar a otros miembros de la OPEP que estaban produciendo cantidades superiores a su cuota oficia1. 8 Otra razón puede haber sido que los sauditas querían reducir la velocidad del desarrollo de la exploración y la producción petroleras en otros países, a fin de proteger los mercados del Golfo. Luego Arabia Saudita dio marcha atrás, y redujo la producción a 4 millones de barriles diarios en 1987, para volver a cambiar de postura y ampliar su oferta a 5.1 millones en 1988. En 1989-1990 los resultados de una lucha tripartita sobre los precios del petróDe acuerdo con el Annual Statistiad Bulletin de la OPEP, 1988. Marion Farouk-Slugget y Peter Slugget, "Iraq sine 1986: The strengthening of Saddam", Middle East Report, noviembre-diciembre de 1990. Según la fuente los sauditas ampliaron las exportaciones de petróleo de 2 a 4.5 millones de barriles entre 1985 y 1986; Louis Uchitelle, “Gulf victoty may raise U. S. influence in onc", New York Times, 5 de marzo de 1991.
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tre Irak, Estados Unidos y sus socios menores en el Golfo anunciaban el do de la guerra misma: Irak era evidentemente el perdedor. En la cumbre e mayo de 1989 Saddam Hussein dirigió su beligerancia contra sus vecinos r exclusivamente en términos de sobreproducción de petróleo y precios el mismo. Para 1990, después que una verdadera inundación de petróleo obre el mercado durante la primera mitad del año, Saddam llegó a conseguir erdo formal de reducir la producción por parte de los sauditas y los kuwaiero Kuwait, que era el que más trampas hacía con su cuota de la OPEP, no intención, al parecer, de cumplir el acuerdo. El indicador aprobado, de 21 s por barril, era una formalidad hueca; en junio de 1990 el crudo saudita se vendiendo en 13 dólares. Además, Arabia Saudita, por sí misma, tenía una dad de producción excedente bastante superior a la demanda y, junto con t y los Emiratos Árabes Unidos, rebasaba la capacidad correspondiente a sus de exportación de la oPEP. 9 En cambio Irak no tenía capacidad excedente ducción; Saddam solo no podía elevar los ingresos por petróleo si obligaba EP a reducir la producción y elevar los precios. A instancias de Estados Uniwait siguió violando las cuotas, y según se dice Irak perdía mil millones de s por año por cada dólar que bajaba el precio del barril de petróleo." ) 1 de julio de 1990 Kuwait, aunque parecía dispuesto a apaciguar a Irak, inamente, ante la insistencia de Estados Unidos, que se oponía a cualquier ue reforzase la búsqueda de poder regional del primero de los países, inteó las conversaciones. 11 a lucha por los precios del petróleo Estados Unidos afirmó claramente sus es estratégicos autodefinidos en el Golfo. La agresión económica de Bush uwait) contra Irak debe entenderse en dos niveles. Primero, Estados Unius asociados sabían que Irak carecía de capacidad productiva excedente, y r lo tanto para elevar los ingresos necesitaba precios más altos para el petrón Kuwait, los sauditas y los Emiratos Árabes Unidos ocurría lo contrario. En el más profundo Irak, con una razón petróleo/habitante relativamente equi, invertía la mayor parte de sus ingresos por concepto de petróleo en su a militar, su desarrollo económico y su bienestar social. Por eso se lo puede ir como un estado rentista-mercantilista, con un poderoso incentivo para las rentas de la tierra y las utilidades monopólicas mercantiles restringiendo ucción para elevar los precios del petróleo. ontraste, los emiratos y reinos del Golfo tienen una alta razón petróleo/ nte e invierten la mayor parte de sus ganancias por concepto de crudo en nte, en el caso de Kuwait de maneras estratégicas definidas en términos de ce hikes, fears of oil supply crisis trail Iraq attack on Kuwait", Oil and Gas fournal, 13 de agosto p. 17; Farouk-Slugget y Slugget, op. cit. anse los artículos de Time, 6, 13 y 20 de agosto de 1990. lligente Newsletter, 29 de agosto de 1990.
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influencia política en Washington y en Whitehall. En 1986 y 1988 los ingresos de Kuwait por sus inversiones extranjeras rebasaron, de hecho, sus ingresos por petróleo. Los sauditas, igual que Kuwait, tienen grandes inversiones en la maquinaria de crecimiento capitalista de Occidente, por ejemplo una participación de 50% en las refinerías y gasolineras de Texaco en el este de Estados Unidos. Arabia Saudita también planea construir refinerías en Asia, donde el crecimiento de la demanda de petróleo es mayor que en Europa y en Estados Unidos. "Desde hace tiempo Arabia Saudita ha ansiado dejar de ser un productor de petróleo crudo para convertirse en una potencia internacional plenamente integrada en materia de producción de crudo, transporte, refinación y comercialización." 12 Por consiguiente los intereses de Arabia Saudita y de Kuwait se asemejan a los del estado industrial capitalista, lo que les da un poderoso motivo para mantener a Occidente bien lubricado con petróleo y con dinero, expandiendo la producción y manteniendo bajos los precios: "Siempre existe tensión entre los intereses de Arabia Saudita, que tiene inmensas reservas y quiere un precio bajo para que el mundo siga dependiendo del petróleo, y países como Irak e Irán, que quieren altos ingresos para estimular el desarrollo." 13 Al capital de Estados Unidos también le convienen los precios bajos —pese a los efectos adversos para los productores nacionales, con altos costos—, especialmente cuando los ingresos excedentes del petróleo vuelven a reciclarse en la economía norteamericana. En síntesis, los intereses objetivos de Irak como potencia petrolera son precisamente los opuestos a los de la "coalición" estadounidense en el Golfo." La teoría económica de la guerra del Golfo tiene mucho en su favor. Sin embargo la teoría económica no es más que una verdad a medias, y además una verdad de "trasfondo". Una lógica política corría más o menos paralela a la lógica económica, y los motivos políticos de Bush coexistían pacíficamente con los motivos económicos de Estados Unidos. 12
Carl Goldstein, "Chain reaction", Far Eastern Economic Revino, 14 de febrero de 1991, p. 38. Mathew Wald, Neto hl* Times, 11 de febrero de 1991. 14 Merece mención el análisis de la economía política del petróleo en vísperas de la guerra del Golfo, tal como lo sintetizó Ted Wheelwright ("Oil and the world economy", Arena, 95, 1991). Wheelwright destaca que los bajos precios del petróleo estaban creando más problemas entre los productores norteamericanos (que abastecen alrededor de la mitad de las necesidades de Estados Unidos), así como favoreciendo a los dos principales competidores de este país, Alemania y Japón, en la pelea por los mercados. En su opinión Estados Unidos instó activamente a Saddam Hussein para que presionase a Kuwait a fin de que esta nación redujese la producción para tratar de elevar el precio del crudo. En junio de 1990, en vísperas del despliegue de tropas iraquíes en la frontera de Kuwait, el crudo se vendía en 1416 dólares por barril. En la reunión de la OPEP (el 26 de julio) Irak obtuvo apoyo para elevar los precios a 21 dólares por barril (por debajo de los 25 que deseaba). La invasión de Kuwait se produjo el 2 de agosto. Este análisis, que se basa en un artículo aparecido en South (febrero de 1991), escrito por Helga Graham, indica que la política petrolera de Estados Unidos era más contradictoria de lo que describí antes, es decir, que los intereses norteamericanos e iraquíes eran similares cuando el precio del crudo estaba muy bajo, pero dejaron de serio cuando fue relativamente alto. 13
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La teoría política de la guerra le da el lugar de honor a las exigencias de la política del Medio Oriente, por un lado, y por el otro a los "imperativos" de la seguridad nacional de Estados Unidos. Primero, Irak evidentemente pensaba que su "defensa" del mundo árabe frente a los persas por el este y a los israelíes por el oeste concitaría el apoyo de todos o de la mayoría de los estados árabes a su embate contra Kuwait. 15 Desde el punto de vista iraquí la falta de disposición de Israel para permitir un estado palestino en sus fronteras sólo podría modificarse si una potencia árabe gozaba de superioridad militar sobre este país, específicamente si representaba una disuasión militar creíble. De manera que Saddam Hussein vio la "agresión económica" de Kuwait en 1989-1990 no sólo como antiraquí sino también como antiárabe y proisraelí. Obviamente su error consistió en exagerar el sentimiento proiraquí, antiraní y antisraelí en el mundo árabe, subestimando al mismo tiempo el compromiso norteamericano de defender tanto a Israel como a sus aliados productores de petróleo. Segundo, y más importante desde el punto de vista del futuro de la política norteamericana, está la dinámica del estado de seguridad nacional de Estados Unidos: la presidencia imperial, el Pentágono y el aparato de seguridad nacional, así como el complejo militar-industrial y, en general, la cultura norteamericana de la guerra fría. El argumento político es que el "nuevo orden mundial" —definido no con un nuevo orden en el mundo sino con un mundo ordenado por el Nuevo Mundo (es decir por Estados Unidos)— es en realidad un "viejo orden mundial" establecido por Estados Unidos después de la segunda guerra mundial para poner un alto al comunismo y a las revoluciones del tercer mundo, así como para permitirle al capital estadunidense el acceso libre a las materias primas, la fuerza de trabajo, las opciones de inversión y los mercados en el Sur. Si se lo ve así, el "nuevo orden mundial" es simplemente una "pax americana". Mientras la teoría económica define la geopolítica como la política geológica del petróleo, la teoría política define la geopolítica como la política geográfica de estados clientelares, gobiernos amistosos y esferas de influencia. La teoría política se inicia con las ambiciones globales de Estados Unidos desde la primera guerra mundial y la coyuntura política a finales de la segunda guerra mundial, cuando Estados Unidos heredó gran parte de los imperios decadentes derrotados de las potencias aliadas y del eje. Sin un verdadero debate, el establishment político norteamericano se inclinó contra las reformas internas y a favor de una vía expansionista en el contexto de una política global de anticomunismo. Mientras Estados Unidos asumía el papel de policía global se descartaron las verdaderas reformas en el país. El estado de seguridad nacional emergió como el conjunto dominante de instituciones de la nación. El Pentágono se agrandó enormemente durante las guerras de Corea y de Vietnam; la presidencia se convirtió en 15 Walid Khalidi, 'The Gulf crisis: Origina and consequences", puma( of Palestinian Studies, 20, 2, invierno de 1991.
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una presidencia imperial; el complejo militar-industrial se anunció como una fuerza impulsora del capitalismo norteamericano, y la guerra fría, junto con el peligro nuclear, se volvieron una forma de vida. A pesar de la "pérdida" de China y de Cuba, en 1949 y 1959, respectivamente, el poderío norteamericano se proyectó sobre casi todo el resto del mundo. Estados Unidos apoyó en general los elementos políticos más reaccionarios de los países liberados tras el dominio colonial, por ejemplo Grecia, Filipinas, Guatemala e Irán. Corea fue el caso modelo: los norteamericanos se aliaron con los coreanos que habían colaborado con los invasores japoneses en el sur, en contra de los del norte, que habían encabezado la resistencia contra la ocupación japonesa. Al mismo tiempo Estados Unidos se presentaba como un amigo de las fuerzas anticoloniales de Asia y África que pasaban por una descolonización formal. En las naciones que se atrevían a experimentar con el nacionalismo radical, como por ejemplo Indonesia y Ghana, los responsables de la política exterior estadunidense se pronunciaron en contra de los nacionalistas. Pero la derrota norteamericana en Vietnam y en el sureste de Asia amenazaba con quebrantar esta configuración de un orden mundial dominado por Estados Unidos. La ofensiva Tet, en 1968, anunció el comienzo del posible fin de la proyección "creíble" del poderío norteamericano en el mundo. Watergate, las revelaciones que hizo el Comité de Iglesias sobre la CIA, el creciente "síndrome de Vietnam", las luchas de liberación nacional victoriosas en los estados de primera línea del sur de África, el derrocamiento definitivo del fascismo en España y en Portugal, el dominio del laborismo y de la democracia social en Gran Bretaña yen Europa, y el ascenso del eurocomunismo, amenazaban con ensanchar irreversiblemente la "brecha de credibilidad" y desintegrar el estado de seguridad nacional. Con las débiles presidencias de Gerald Ford y Jimmy Carter los setenta fueron una época de confusión política y desaliento para los administradores de la seguridad nacional y, en general, para la élite gobernante. Se abrió un vacío político (que McGovern trató de llenar en 1972), pero los nuevos movimientos sociales estaban demasiado orientados a asuntos políticos específicos y carecían de la inspiración política requerida para llenar ese vacío. Ronald Reagan y los republicanos, de línea intensamente económica (neo) liberal y conservadora en lo social, y respaldados por los nuevos comités de acción política corporativos, supieron ocuparlo. De acuerdo con todas las versiones, los responsables de la seguridad nacional habían jurado solemnemente que de una u otra forma Estados Unidos recuperaría su "credibilidad" en el mundo. Tras un decenio de fortalecimiento militar se produjeron las agresiones norteamericanas en Centroamérica y una política simbólica del poder mundial de Estados Unidos. Luego el fin de la guerra fría y el creciente debilitamiento de las luchas nado- . nalesSurimopentalricjustfaóndeloé' seguridad nacional y el complejo militar-industrial en Estados Unidos. Lo mismo ocurrió con el triunfo de la ideología del libre mercado en el tercer mundo y en
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os países socialistas, así como en los estados laboristas y socialdemócratas de pa. En 1989-1990 demócratas liberales, ambientalistas, feministas, quienes nían la conversión militar, y muchos otros movimientos reformistas y sociampezaron a tratar de llenar el vacío político. Muchos gobiernos locales, mienstaban en aprietos financieros, se habían convertido a la política reformista. ntimiento aislacionista era más fuerte que nunca desde principios de los seteny por primera vez desde los sesenta empezó a tomarse en serio una reforma a. Se volvió a oír hablar de "dividendos de la paz", y reapareció la retórica de renles los impuestos a los ricos". En los enfrentamientos por el presupuesto al de 1989-1990 los demócratas liberales y otros empezaron a cuestionar la sidad de muchos programas militares y exigieron un reordenamiento de las idades nacionales. Una plataforma no expansionista y de reforma interna zaba a presentarse como una verdadera posibilidad, si acaso no una probabi. ientras tanto, la presidencia imperial y el Pentágono veían desaparecer sus ipales razones de existencia. La pérdida de credibilidad había llegado a su mo histórico, dado que la brecha entre los símbolos del poder estadunidense undo y su verdadera capacidad de proyectar poder era tan grande. Sin rgo, una guerra exitosa y popular podía cerrar esa brecha, cosa que la polítimbólica de guerra fría y las invasiones de Grenada y Panamá, con Reagan, no an logrado. Y una guerra de ese tipo aumentaría también el respeto por los ares en su propio país, y dejaría de lado la reforma interna, la perspectiva de al aumentaba a medida que Estados Unidos, a finales de 1990, iba cayendo en ecesión. Algo tal vez más importante es que George Bush, ex director de la aviador durante la segunda guerra mundial, al enfrentarse con una economía nal débil, quería sin duda un plan de reelección "imbatible" para 1992, así o una guerra en gran escala, posible de ganar, para "restablecer la grandeza americana" y labrarse un honroso nicho en la historia del país. e manera que en la administración Bush había una buena motivación para olítica guerrera, pese a la oposición de algunas figuras destacadas. El arma s armamentos de alta tecnología producidos en los ochenta— estaba a la Un sondeo de textos de opinión y editoriales de los principales periódicos norteamericanos en -noviembre de 1990, llevado a cabo por Thomas Barnett y del que se informó en The For &stern mic Revino, reveló que sólo una cuarta parte apoyaba una política de continuar solos en el Golfo; dor de un tercio eran multilateralistas, y otra tercera parte aislacionistas. Es obvio que una políuerrera de liberar a Kuwait por la fuerza, y especialmente de destruir a Irak como potencia destan la región, tenía poco apoyo en Estados Unidos, por lo menos hasta el ominoso plazo del 15 de que planteó el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. También es evidente que la estrategia sh era obtener el apoyo de los multilateralistas y aislar a los aislacionistas, a fin de crear las cones para una política de guerra unilateralista. El lema "Denles tiempo a las sanciones" tuvo poco a que ver con el retraso en armar una política guerrera unilateral; de hecho las sanciones estaban ndo efecto. El retraso era necesario para obtener "cooperación internacional" y, por lo tanto, el de los multilateralistas norteamericanos.
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mano. Granada y Panamá habían servido de ensayos con respecto al control de los medios y las técnicas de propaganda de guerra. La agresión iraquí contra Kuwait brindó la oportunidad. El Pentágono podía jugar sus aterradores juegos de Nintendo en el Golfo, probando sus nuevos juguetes letales, y al mismo tiempo detener el antimilitarismo y las reformas significativas en su país, proyectando el poder y la "credibilidad" de Estados Unidos, y dándole una nueva vida al estado guerrero y al expansionismo, todo so pretexto de establecer un "nuevo orden mundial". La teoría política de la guerra del Golfo es por lo menos tan convincente como la económica. Y, en términos de entender los objetivos políticos de la campaña guerrera de Bush, sin duda es correcta. Pero hay un sentido importante en el cual la diferencia entre los motivos económicos y los políticos resulta ilusoria. Dejando de lado tanto el petróleo como a George Bush, el "presidente guerrero", hay un vínculo directo entre la utilidad y el poder, que mucho tiempo atrás el presidente Eisenhower denominó "complejo militar-industrial": la piedra fundamental de la política norteamericana económica social y externa en los ochenta. Para comprender cómo llegó a ocurrir esto hay que volver a echarle una mirada al pasado, a los setenta y los ochenta. A finales de los setenta, mientras se iba deteriorando la situación a la que tenían que hacerle frente los dirigentes políticos y los responsables de la seguridad nacional de Estados Unidos, el panorama para los líderes empresariales norteamericanos era igualmente sombrío. La economía mundial estaba estancada. La tasa promedio de utilidad había declinado. Una razón fue el golpe petrolero de 1973 (seguido por otro en 1979), que fue una expresión de la debilidad del control de Occidente sobre el Cercano Oriente, y de la nueva independencia económica de muchos de los principales productores petroleros el mundo. Salieron a la superficie problemas económicos de todas clases.. Estados Unidos se enfrentaba a una creciente competencia del extranjero y de los mercados nacionales del noreste de Asia y de Europa. Una nueva configuración económica, llamada "estanflación", desconcertaba a los planeadores económicos. A finales del decenio la hiperinflación aterrorizó a los bancos y a la "comunidad financiera" en general. Algo más importante: cayó la tasa de crecimiento de la demanda mundial de mercancías. En todo el mundo los negocios respondieron a la crisis con una política de implacable reducción de costos, para defender las utilidades. El presidente Carter promovió la conservación y la independencia de la energía para reducir los costos de la misma (y al mismo tiempo fortaleció las fuerzas de respuesta rápida de Estados Unidos para defender el abasto de petróleo del exterior). Las empresas, obsesionadas con la mayor productividad y la reducción de las peligrosas tasas de inflación, apoyaron la recesión planeada de 1981-1982. Los salarios reales siguieron cayendo, creció el desempleo. Pero los sagrados "costos de producción" estaban empezando a descender. Las estrategias de reducción de costos puestas en pi ártica por los dores durante la crisis económica amenazaban con reducir aún más la demanda mun-
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dial de bienes y servicios, resultado inevitable del descenso de los salarios reales, el desempleo, la quiebra de la pequeña empresa y una inminente crisis agrícola. Cuando Reagan y los expansionistas estaban en el poder no consideraron una política de reforma y de redistribución de la riqueza y el ingreso, con el consiguiente aumento del ingreso de la clase trabajadora y de la demanda efectiva de bienes y servicios. Por el contrario, mientras las empresas mantenían bajos los costos de producción, ayudando a controlar la inflación, el sistema financiero y la Reserva Federal organizaron la expansión más grande de créditos (y, por último, de deuda) en la historia del capitalismo. El gasto a crédito por parte de los consumidores, las empresas y el gobierno federal estimuló la demanda efectiva. Las compras a crédito (y las deudas) de los consumidores, en relación con sus ingresos, alcanzaron su punto más alto. Las compañías y el gobierno federal también obtenían más préstamos en relación con su capital y sus ingresos, respectivamente, lo que los endeudaba cada vez más. Mientras el consumismo, la especulación y la voracidad impulsaban el boom del consumo a crédito y de los préstamos para las compañías, respectivamente, los responsables de la seguridad nacional y los especialistas en adquisiciones del Pentágono fomentaban el déficit federal. Se siguió una política implacable de keynesianismo militar. A principios y mediados de los ochenta el gasto militar creció dos veces más rápido que el gasto civil en Estados Unidos y en el extranjero. En ese decenio el presupuesto militar se elevó en más del 40%, y todos los demás gastos presupuestales, a excepción de los pagos por concepto de transferencias, cayeron. Además, los presupuestos de investigación y desarrollo, tanto privados como públicos, se volvieron más dependientes de la generosidad del Pentágono. Los militares norteamericanos y las corporaciones transnacionales orientaron el desarrollo de alta tecnología de Estados Unidos principalmente para incrementar la capacidad de comunicación, coordinación y control del Pentágono y de las grandes empresas. La industria relacionada con los militares fue la de máxima expansión en los ochenta, así como un exitoso sector de exportación. Por último, el complejo militar-industrial fue el apoderado de una política social norteamericana con respecto a vivienda, salud, subsidios a la educación, salarios y pensiones, especialmente en lo que Ann Markusen denominó el "cinturón del rifle", una media luna que se extiende desde Seattle hasta Los Ángeles, atraviesa el Suroeste y Texas y, pasando por Florida, llega hasta la ruta 128 en Boston. De esta forma, una administración por el lado de la oferta adoptó una política de gasto militar del lado de la demanda a fin de mantener una demanda efectiva, para crear un sustituto de una verdadera reforma interna y una política social nacional, para restablecer la "credibilidad" de Estados Unidos en el mundo, y para conseguir que sus ciudadanos respetaran a los militares y aceptaran una cultura de la ley y el orden. La nación se asemejaba peligrosamente a un estado militar. El imperialismo y el individualismo norteamericanos, esos hermanos gemelos alarmantemente patológicos, florecieron más que nunca. No es raro que George Bush
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pensase que podía pasar a la historia como el primer presidente que ganaba una guerra desde Harry Truman, y que finalmente el ciudadano medio le diese todo su apoyo. Las líneas de análisis que presentamos hasta aquí sugieren enérgicamente que George Bush tenía muchos motivos para entrar en guerra con Irak. En el lenguaje del estructuralismo, la guerra del Golfo estaba "sobredeterminada". En el discurso weberiano, los actores económicos, políticos, sociales, culturales e ideológicos relativos a la guerra tenían una "afinidad electiva" entre sí. En el lenguaje de la novela policial la guerra fue el Asesinato en el Orient Express, el libro de Agatha Christie en el cual Hercule Poirot descubre que todos los sospechosos tenían un motivo para asesinar a un individuo perverso y que, de hecho, participaron en el crimen. El hecho de que los motivos de Bush para la guerra fuesen numerosos y estuviesen estructuralmente vinculados, y de que la guerra fuese legitimada desde el punto de vista político por la necesidad de crear un "nuevo orden mundial", destaca de manera impresionante los problemas a los que tuvieron que enfrentarse en los noventa el movimiento pacifista y otros movimientos sociales, incluyendo el ambiental y el laboral. Los obstáculos que se levantan ante los movimientos sociales que procuran impedir guerras futuras y provocar una reforma radical en su país son tan grandes en los noventa como en cualquier otro periodo de la historia reciente de Estados Unidos. El petróleo y el poder norteamericano, la naturaleza de la economía y la política exterior estadunidense, están en juego, tal como lo está el papel de liderazgo del complejo militar-industrial. Ahora puede verse el petróleo como el medio para fines económicos e imperialistas. La política, el Pentágono y el complejo militar-industrial, y el sistema bancario, son, cada cual a su manera, medios para el fin del petróleo. Quien representa un riesgo para el petróleo pone en peligro el estado de seguridad nacional y la "credibilidad" de Estados Unidos. Quien amenace al Pentágono y al complejo militar-industrial es un riesgo para el petróleo; de esta manera la economía y la política se sumen en un hoyo negro casi impenetrable. Por consiguiente, un movimiento eficaz por la paz tiene que ser también un movimiento eficaz de reforma interna, y viceversa. El movimiento por la paz no puede dejar intocado ningún aspecto importante de la política exterior estadunidense en ningún lugar del mundo; el movimiento por la reforma no puede dejar sin cuestionar o inmune frente al cambio radical ningún aspecto importante de la vida norteamericana en su país. Ésta es una lección de la guerra del Golfo: los movimientos que se concentran en un solo problema y la "pureza" de los mismos representan hoy barreras al cambio social. Dada la estructura internacional de la crisis ecológica y de la desigualdad económica y social, resulta especialmente importante la necesidad de combinar o subordinar la ecología con temas de justi- _ cia económica y social. Por último, un movimiento pacifista y reformista eficaz, incluyendo la política verde roja, presupone un movimiento político de tipo tradicional... en las trincheras de la política presidencial. Sin un presidente reformista,
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erialista, no es posible plantearle un desafío real al estado de seguridad al y todo lo que representa. verdes rojos razonables discrepan acerca de las formas precisas para impeuras guerras de expansión y propiciar una reforma radical en Estados Uniero hay una tarea que parece esencial: que el movimiento le otorgue la a prioridad al desmantelamiento del estado de seguridad nacional que es una anomalía incluso en sus propios términos. El éxito de este proyecto re una prolongada confrontación con la empresa expansionista norteame, y con su infraestructura económica y política, en un esfuerzo unido y esco. La lucha contra el imperialismo y el militarismo de Estados Unidos es n una lucha por lograr una reforma radical interna, y viceversa. Así como res negros, desde W. E. B. DuBois y el grupo del Messenger en los veinte y nta, pasando por Malcolm X y Martin Luther King en los sesenta, hasta Jesson en los ochenta, aprendieron bien este dato básico de la política norteana, para la mayoría de los estadunidenses, incluidos muchos de la izquiervínculos entre la política exterior y la nacional, incluidos los que hay entre erialismo afuera y el individualismo adentro, siguen pasando inadvertidos. ignifica que el apoyo popular a la guerra de Bush puede cancelar las posies de reforma interna durante años. Un estado guerrero expansionista, salza a los militares, denigra como antipatriotas a los liberales e izquierdisfrece el consumismo como sustituto de la reforma, es una perspectiva real adora. Pero siempre debemos tener presente que el "nuevo orden muno tiene por qué significar un mundo regido por el Nuevo Mundo, y que la teamericana puede significar un Estados Unidos comprometido con solupacíficas de los conflictos regionales e internacionales, y con soluciones ales a la multitud de problemas económicos y sociales dentro del país.
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Uno de los depósitos de petróleo menos conocidos del mundo está debajo del mar del Norte, entre las islas Shetland británicas y Noruega, a las puertas —o en el mismo umbral— de la Europa industrializada. El petróleo del mar del Norte, descubierto en 1971, fue aclamado como la solución a los problemas de balanza de pagos de Gran Bretaña y, en general, una bendición para la economía del reino. Se ..:speraba que a mediados de los ochenta pasaran por la gran terminal petrolera del inolvidablemente bello Sullom Voe (el puerto petrolero más grande de Gran Bretaña y posiblemente de toda Europa, aunque aún inconcluso), construida en un frenético esfuerzo, una especie de "reclutamiento industrializador forzado", casi 1.4 millones de barriles diarios, y más tarde hasta 3 millones, más que suficiente para satisfacer la demanda británica. Los monopolios ingleses y norteamericanos poseen alrededor del 75% de las reservas del mar del Norte, cuyo desarrollo requeriría una inversión mínima de 25 mil millones de dólares hacia principios de los ochenta. Si el mar del Norte se está volviendo famoso por su riqueza petrolera, las Shetland se están volviendo famosas por su reputación de ser un David frente al Goliat de las compañías petroleras. Están adquiriendo reputación, sobre todo entre planificadores y ambientalistas de otros países, por el poder que el Consejo de las Islas Shetland opone a Westminster (es decir al gobierno británico), y a los monopolios, en lo tocante a las condiciones económicas y sociales del desarrollo petrolero. Los planificadores de muchos países están empezando a visitar la pequeña oficina de planeación del consejo, cerca de la Dirección Portuaria, en Lerwick, el principal puerto de las islas, para atestiguar ese milagro de economía local y descubrir cómo una comunidad de escasos veinte mil habitantes ha logrado amansar a las compañías energéticas más grandes del mundo. El renacimiento actual del regionalismo y el populismo en el mundo capitalista avanzado fortalece el interés creciente por esta experiencia. Experiencias previas de las islas se ejemplifican en general con lo que muchos de los habitantes llaman "la forma de vida de las Shetland", y en particular con la historia y la vida cotidiana del condado de Cunningsburgh, que comprende media docena de poblados discretamente salpicados en las ondulantes colinas de la costa, que en un mapa parecen una oveja brincando. Al sur se levanta de las aguas la isla de Mousa, donde las ruinas de un antiguo broch (una torre redonda de piedra, especie de foctale7a) esperan, desola das, la visita de un ocasional turista. Los pocos días en que brilla el sol alcanza a verse Lerwick, que sobresale en el estrecho de [2681
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Bressay. Al oeste se elevan suaves colinas marcadas por las cicatrices de las turberas, cubiertas de brezo, cercas de piedra desmoronadas, viejas granjas y pequeños edificios nuevos, alambradas flamantes que encierran pasturas mejoradas y ovejas recién trasquiladas. Por la zona serpentea el voe (estuario) de Cunningsburgh, donde el esqueleto de un barco arenquero de 15 metros de eslora se deja ver entre las aguas. Debajo de los acantilados que dan sobre los mares envueltos en niebla multitud de focas se asolean en las rocas resbaladizas. Dentro de la niebla, más allá de las colinas y de las focas, el petróleo del mar del Norte es un centro de atracción para el este. Durante los largos días de verano la gente de Cunningsburh, como la mayoría de los habitantes de las Shetland, corta y seca heno, apila turba para el invierno, trasquila ovejas y deshierba sus plantíos de papas y nabos. Algunos de los granjeros solían pescar, pero en comparación con los viejos tiempos los residentes de Cunningsburgh (también igual que la mayoría de los habitantes de las islas) se quedan en tierra. Los holandeses tienen un monopolio de las pesquerías de arenque; es dificil encontrar langostas, la pesca de cangrejos no es rentable y el más grande de los peces —el petróleo submarino—, igual que las grandes pesquerías de bacalao y arenque de antaño, está firmemente controlado por "extranjeros". Los habitantes de Cunningsburgh también construyen y mejoran sus casas y cabañas con los salarios obtenidos trabajando en caminos y otras obras inspiradas por el petróleo; manejan camiones, autobuses y taxis, y le dan mantenimiento al aeropuerto para las docenas de vuelos diarios de aviones y helicópteros rentados por las compañías petroleras (aunque los mejores empleos y salarios son para los trabajadores de la construcción "extranjeros" que se alojan en barracas en Sullom Voe). La mayoría de los demás isleños han logrado ganar "dinero del petróleo", aunque muchas veces no se vinculan con esta actividad porque tienen interés en "la forma de vida de las Shetland". Igual que Cunningsburgh, la mayoría de los asentamientos, especialmente cuatro poblados cerca de Sullom Voe, son "pueblos del boom" , lo cual en las Shetland —donde los isleños son famosos por su "moderación" y "sentido común", así como por su "independencia" e "individualismo"— significa que el dinero del petróleo se está gastando en cosas útiles. Según el archivista del consejo de las Shetland, Cunningsburgh es famoso por las luchas, más o menos un siglo atrás, en las que se enfrentaron los granjeros que trabajaban tierras alquiladas y los propietarios de las mismas... luchas que se libraron con moderación y sentido común. Lo que significa que un día los granjeros derruyeron una cerca que un laird (señor) había construido para cerrar un campo comunal. Quienes visitan las modernas Shetland descubren que debajo de esta moderación y este sentido común hay una actitud de "no se puede luchar contra la municipalidad", profundamente arraigada en la conciencia de gente que ha sido colonizada desde hace siglos. También hay disposición a seguir a la autoridad, encarnada en la persona del represenante ante el Parlamento, el liberal Jo Grimond, que es el elemento clave de la alianza parlamentaria entre el Partido Labo-
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rista y el Liberal. Las uniones de granjeros y ovejeros cuentan con el poder suficiente para impedir la especulación con tierras y la consolidación de granjas pequeñas o grandes, y también (desde el año pasado) para impedir que los dueños de la tierra se nieguen a venderles las cabañas a los inquilinos. Pero en relación con el desarrollo petrolero, pese a la reputación de las islas de "domesticar a los gigantes del petróleo", el visitante no tarda en descubrir que la participación política local consiste en gran medida en quejas interminables acerca de los 25 comerciantes, fabricantes en pequeño, operadores pesqueros y sus semejantes socioeconómicos que constituyen el Consejo de las Islas Shetland. A la pasividad política de los habitantes contribuyen los asombrosos cambios en los lazos familiares y comunitarios debidos a los centenares de nuevos empleos para las mujeres en los campamentos de construcción de Sullom Voe, las largas horas de trabajo para mujeres y hombres en la terminal petrolera, la corriente constante de "extraños" y el sentimiento generalizado de que, en el mejor de los casos, el petróleo tiene tanto de bueno como de malo. Sin embargo en esas islas remotas, donde los residentes siguen pensando que son más escandinavos que escoceses, hay mucha "continuidad en el cambio". Hace casi un siglo el liberalismo británico concedió a los habitantes el Acta de Ovejeros, que por primera vez proporcionó a los arrendatarios del campo una tenencia segura, cosa que su moderación, sentido común e individualismo no había podido obtener. En los sesenta la clase trabajadora inglesa, a través del Partido Laborista, llevó a las Shetland el estado del bienestar, que en Cunningsburgh se ejemplifica en un puñado de casitas a lo largo del camino principal, en las que viven ancianos e incapacitados del lugar. Esta misma moderación, sentido común e individualismo contribuyeron a la ruina económica de la isla hasta que el Consejo de Desarrollo de las Islas y las Tierras Altas de Escocia y el Partido Laborista, también en los sesenta, dieron un fuerte subsidio y modernizaron la pesca, la cría de ovejas y el tejido, aportando cierta prosperidad a los isleños, aunque sin conmover la percepción que tienen de sí mismos como individualistas e independientes. Fl desarrollo promovido por el estado en los sesenta también proletarizó, no tan incidentalmente, a muchos habitantes, preparando ideológicamente el camino para la rápida expansión del trabajo asalariado con el desarrollo petrolero. Y esa misma moderación y sentido común, es decir, esa actitud ultraconservadora, impiden que el cuidado de los niños, el control natal y otros servicios "contaminen" a muchas madres y jovencitas que trabajan, y crean suspicacia frente a la acción colectiva; por ejemplo los ovejeros, en gran medida, siguen vendiendo la lana individualmente a dos compradores que monopolizan ese negocio, y aún no se han organizado para comprar en propiedad cooperativa una hiladora que, según me dijo uno de ellas, "es lo que más necesitamos". Cunningsburgh también es famoso por poseer las únicas aceras de Shetland (fuera de Lerwick y de los otros pueblos de verdad), lo cual es testimonio, asimismo, de la moderación local y el sentido común. Esto implicó cederle el poder local
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lde, cuyas maquinaciones en el consejo le garantizan al condado su "parte e los ingresos públicos que fluyen indirectamente del petróleo, y de quien que ha asignado a sus favoritos personales las nuevas casas construidas por ejo (viviendas públicas) que se encaraman sobre dos colinitas (muy en el el tribunal del condado de Marín que diseñó Frank Lloyd Wright), y dejó jóvenes con niños viviendo en casas rodantes (que hay que lastrar con grandras para que no se las lleven los vendavales de invierno), dispersas por las es de los acantilados. re el camino principal, frente a las viviendas para ancianos, hay una tienda rece salida de Pickwick,en la cual, debido a las convicciones religiosas del no se vende tabaco ni licor. Sus sombrías hijas adolescentes le venden a uno podría esperarse en una tienda de campo de una zona en picada económilo que cabría suponer en un pueblo del boom. Hay otro negocio cerca del principal de viviendas públicas, pero es del mismo dueño. La moderación ningsburgh abruma a sus residentes con ese monopolio del comercio que, ue la mayoría de los rasgos del condado, reproduce en pequeña escala el to de las Shetland. azón es que Cunningsburgh, igual que Lerwick y las Shetland, en general, araíso proudhoniano: pura propiedad privada, sin competencia. La protecitánica a la pequeña burguesía local —sobre todo a los comerciantes, que más moderados y llenos de sentido común, y que prácticamente manejan sejo de las Lslas—; el subsidio británico a las pequeñas industrias y la perpen, por parte de la "clase dirigente" local, del mito de que las Shetland son nte Escandinavia, atadas a la tradición y diferentes, les dan a los pequeños istas isleños el monopolio del comercio local, del tejido, la agricultura y la Ése parece ser el precio que la pequeña burguesía ha obtenido de Inglatea entregar el desarrollo petrolero a los monopolios internacionales, lo cual erda al visitante, más que nada, el compromiso de 1873 en Estados Unidos cual a las clases terratenientes del sur se les concedió el control local a camque entregasen los recursos de la región para que fuesen explotados por los es del norte. l que en el sur norteamericano de finales del siglo xix y principios del xx, eña burguesía y la utopía con tierras de las Shetland muestran un lado some va más allá de los altos precios y los artículos de mala calidad. La condie la dase trabajadora local es la que cabría esperar en un baluarte liberal: dedoras de las tiendas reciben un sueldo bajísimo; los obreros de Bressay n casas rodantes miserables que el viento agita junto a la maloliente fábrica ina de pescado que hay en esa islita; los operadores de las máquinas de tejer edio sordos por la contaminación sonora y mal pagados incluso de acuerlos salarios mínimos británicos, con las manos deformadas por tantos años bajo en las máquinas. La condición de la clase trabajadora que no está ada en actividades relacionadas con el petróleo (y por lo tanto muy bien
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pagadas) está en proporción inversa a la prosperidad de los pequeños capitalistas dominantes de las Shetland. Es verdad que el desarrollo petrolero mantiene muy bajo el desempleo, por lo que pone a prueba la capacidad de los negocios locales para sobreexplotar a sus empleados, pero el mismo consejo (un patrón importante) resuelve esta manifestación de la ley de la oferta y la demanda con el simple recurso de hacer que sus empleados no puedan ser contratados por las empresas petroleras. Como se indicó, el Consejo de las Islas está adquiriendo fama por su presunto poder sobre los monopolios petroleros. A principios de los setenta Jan Clark, un joven contador cuya carrera iba en ascenso, y ex jefe ejecutivo del consejo, dejó tras de sí la reputación de ser David frente al Goliat petrolero. Las tres grandes victorias de Clark fueron "obligar" a las compañías petroleras a: 1] concentrar las instalaciones de su terminal en Sullom Voe (que de todos modos, desde el punto de vista de aquéllas, resultaba económico); 2] contratar determinado número de isleños para trabajos de construcción calificados (de hecho la mayoría de los 800 puestos de construcción que ocupan los isleños —en este momento hay 4 mil empleos en el ramo— son no calificados o de baja calificación, y la mayoría de los 400 a mil empleos permanentes que se crearán en las Shetland cuando empiece a fluir el petróleo por los duetos tampoco serán técnicos ni administrativos), y 3] crear un fondo de reserva (unos 7 millones de dólares), que de cualquier manera hasta la fecha no se ha usado en beneficio de los isleños comunes y corrientes. Los visitantes con la suerte de entrar en contacto con los funcionarios adecuados del consejo no tardan en sospechar que el "control del petróleo de las Shetland" es simplemente otra ideología perpetuada por intereses del lugar y de afuera. Sin duda los ovejeros marginados, los conductores de camiones, tejedores, obreros que procesan pescado, empleados de las tiendas y demás no controlan nada... ni siquiera los sindicatos, porque no existen. Unas cuantas preguntas revelan de inmediato que tampoco los intereses de la pequeña burguesía local ejercen demasiado control. El consejo es, en realidad, el socio muy minoritario de las petroleras: obtiene préstamos para ayudar a financiar las terminales; construye caminos e instalaciones de transporte para el petróleo; viola sus propios reglamentos al extraer piedra de uno de los famosos sitios turísticos y usarla en construcciones necesarias para el petróleo; mantiene en secreto todas sus transacciones económicas, grandes o pequeñas, relacionadas con su asociación con los petroleros, ignorando hasta las condiciones mínimas para un gobierno democrático; saca a ovejeros y arrendatarios no sólo de las tierras necesarias para las instalaciones de las terminales, sino también de las que en el futuro puedan servir para construir una refinería, si acaso vuelve a resultar escasa la capacidad mundial de refinación; construye casas para los trabajadores de la terminal y, en general, va un paso adelante de las compañías petroleras, en el mismo sentido en el cual el probador de la comida del rey, contratado para impedir que se produje.se un asesinato real, iba un paso adelante del monarca a la hora de comer.
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Nuevas preguntas a los observadores locales revelan que todas las decisiones relativas al desarrollo petrolero —sin importar en qué medida afecten a los isleños— las toman en realidad los monopolios petroleros junto con el gobierno británico, en la que sin duda constituye la última aventura imperialista de Gran Bretaña. Esta práctica de "colonialismo interno" asume dos formas. Primero, el servicio civil británico toma directamente muchas de las decisiones y se las impone a la gente de las Shetland, aduciendo que no son más que cuestiones técnicoadministrativas, que no tienen nada de político. Segundo, para mantener el mito del control de las islas sobre su destino, el consejo local se ve forzado, de hecho, a aprobar los planes de la industria petrolera; de lo contrario los barones del crudo apelarían las decisiones del consejo ante el secretario de estado para Escocia, y está sobrentendido que éste aprobaría los planes porque los declararía de interés para Gran Bretaña en su conjunto. Desde luego, esta posibilidad destruiría la valorada ideología del control local. Al parecer el consejo entiende la realidad de esta situación, incluyendo la dependencia de Gran Bretaña que tienen las islas en todo, desde los servicios sociales hasta los subsidios a la pesca y la cría de ovejas, y por consiguiente concede las demandas de los petroleros (y hasta se adelanta a ellas), con lo que conserva vital y fresca la imagen de quien está a cargo. Es verdad que esta farsa tiene ciertas condiciones previas. Una de ellas es que el jefe ejecutivo, con la bendición del consejo, tiene que hacer los tratos con la industria petrolera tras bambalinas, para poder presentarlos luego como faits accomplis. Este procedimiento engaña a todo el mundo menos a los isleños, cuya impotencia se da por sentada, y que en general piensan que el principal beneficiario del desarrollo petrolero es el consejo mismo. Otra condición previa es que el equipo de planeación del consejo tiene que cumplir con el ritual de consultar, planear y demás como si Shetland tuviese una voz autónoma en lo relativo al curso de los acontecimientos. La maniobra más reciente es la solicitud de las petroleras para introducir en las islas otros 800 trabajadores de la construcción (en un principio declararon que no iban a necesitar más de 1 200) y alojarlos en dos barcos que estarían anclados en Sullom Voe. Los empleados del consejo, responsables de preparar el orden del día para la reunión, cumplen con el proceso, conscientes de que ya se cerró el trato y que la sesión oficial del consejo servirá simplemente para darle autenticidad. Cuando el visitante maneja por los tortuosos caminos de las Shetland, que serpentean alrededor de los voes y lagos omnipresentes en las islas, le impacta el aislamiento de las aldeas y las granjas. La geografia fisica de las Shetland es lo más lejano que pueda imaginarse a una llanura cerealera, pero su geografía social es más afín a las casas dispersas de las pampas que a las aldeas apiñadas de Europa. Esta separación geográfica y social, en sí misma, no permite demasiada cooperación organizada aparte de la explotación común de la turba y el trabajo compartido de recoger el heno. En realidad es el escenario perfecto para la clásica política colonial británica: divide y gobierna fingiendo que los pueblos locales se están gobernando solos. A esto se une la falta de una política energética coherente de
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Whitehall referente al petróleo del mar del Norte (cosa que recientemente ha empezado a cambiar en lo tocante a los permisos de exploración), tal como se refleja en la indecisión del gobierno británico durante los debates parlamentarios acerca del alcance del gobierno local de las Shetland y su poder para controlar el petróleo. La inexistencia de una política, cualesquiera que sean las verdaderas causas e intenciones de los funcionarios gubernamentales, sirve para que la política de la industria petrolera sea, de facto, la del gobierno británico. Esto puede parecer desconcertante hasta que se entiende que los intereses estatales británicos en el mar del Norte no son muy diferentes de los intereses de los monopolios. Éstos quieren, lo antes posible, bombear petróleo por los dos oleoductos que desembocan en Sullom Voe (y en otras tres terminales en Escocia y en Orkney), para recuperar lo que invirtieron en exploración, construcción, perforación y demás. El gobierno británico quiere que el petróleo fluya, lo antes posible, hacia el Reino Unido y Europa, para apuntalar su balanza de pagos, y también para controlar las demandas salariales reduciendo el precio del combustible, el gas y los productos derivados del petróleo, o por lo menos impidiendo que suban tan rápido como hasta ahora. Ni el Partido Laborista ni la burocracia estatal ni el capital petrolero permitirán que 20 mil habitantes de las Shetland (que en su mayoría votan por los liberales y los conservadores) impidan la maximización de la producción y las utilidades. Con un pequeño esfuerzo de imaginación la promesa que hizo el año pasado el primer ministro Callaghan a la Comunidad Económica Europea, en el sentido de impedir que los salarios británicos subiesen más del 5% durante la siguiente cuarta ronda de negociaciones, puede relacionarse con la disponibilidad de petróleo abundante para alimentar el capitalismo británico y para mantener a la clase trabajadora del país abrigada y en movimiento con el mínimo costo para el capital y para el estado. El mito del control que ejercen las Shetland sobre el desarrollo petrolero de las islas es tan importante como la realidad de que el gobierno local no existe; en una u otra medida lo segundo depende de lo primero. De este modo el gobierno británico no tiene que aceptar la responsabilidad de las decisiones políticas, que están formalmente en manos del consejo. El servicio civil y el laborismo pueden disociarse de los efectos negativos del desarrollo petrolero, entre ellos la pérdida de algunas pesquerías cercanas, la disrupción social y la contaminación de Sullom Voe (que ya son hechos) y, por encima de todo, el peligro de un importante derrame o de la ruptura de un oleoducto. También se ha señalado que Gran Bretaña puede usar el mito de la "singularidad" de las Shetland para diluir el nacionalismo escocés, que se está convirtiendo en una piedra en el zapato para Westminster. Así el gobierno británico se protege de ser Goliat ante el David de las Shetland; los protagonistas de la obra serán las mismas compañías petroleras y su asociado local, el consejo. "Los isleños son los responsables", se dirá en Londres cuando ocurra el desastre inevitable. Este tour de force imperial es reforzado por la pequeña burguesía de las islas, que tiene su propio interés en el "gobierno local" y la auto-
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minación. Mientras los folletos turísticos hablan de la herencia vikinga y los apitalistas del lugar reinterpretan ario con año el mito vikingo y fingen que na "forma de vida de las Shetland", la gente de Cunningsburgh, como la ría de los habitantes, apila turba, corta heno, habla dialectos escoceses, usa escoceses y, para todo fin práctico, vive igual que los escoceses. Por último, tereses políticos de Jo Grimons (quien igual que muchos liberales escoceses ses depende del apoyo y los votos de los pequeños capitalistas) reproducen la tura de clases de las islas y perpetúan sus ideologías. Así, el sentido común y deración de Cunningsburgh y de las Shetland termina por implicar la perción del statu quo: políticamente, los isleños no tienen verdadero control de stino; económicamente, siguen dependiendo de los subsidios y del estado de star británicos; socialmente, el modo de vida propio es en buena medida imaio y, personalmente, podrán considerarse independientes e individualistas, estas creencias no hacen otra cosa que negar las realidades existentes y prola apatía política. Parece haber pocas posibilidades de que esto cambie hasel proceso de proletarización, que se inició en los sesenta y se aceleró en los ta, modifique fundamentalmente la composición de la pequeña burguesía y clase de productores en pequeña escala. En las islas las capas de autoengaño son tan diversas como los estratos de restos arqueológicos; tal como ocurre en odo el mundo, esto no tendría nada de raro de no ser por el hecho de que ngaños y decepciones que acechan entre las sombras son una parte imporaunque escasamente comprendida, de la historia del imperialismo petrolederno en el mar del Norte.
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INTRODUCCIÓN
Hay pocas expresiones tan ambiguas como "capitalismo sustentable" y otras afines, como "agricultura sustentable", "uso sustentable de energía y recursos" y "desarrollo sustentable". Esta ambigüedad recorre en la actualidad los discursos más importantes sobre economía y ambiente: informes de las Naciones Unidas y de los gobiernos, investigaciones académicas, periodismo popular y pensamiento político verde. Esta misma oscuridad hace que tanta gente, tanto tiempo, hable y escriba de "sustentabilidad"; se puede utilizar el término para que signifique casi lo que uno quiera, y ésa es parte de su atractivo. "Capitalismo sustentable" tiene, al mismo tiempo, una resonancia práctica y moral. ¿Qué persona en su sano juicio podría oponerse a la "sustentabilidad"? El significado más antiguo de "sustentar" es "sostener", "mantener el curso" o "conservar en el estado del ser". ¿Qué director de una corporación, ministro de finanzas o funcionario público internacional responsable de preservar el capital y expandir la acumulación del mismo no adoptaría como propio este significado? Otro sentido es "proporcionar alimentos y bebida o lo necesario para la vida". ¿Qué obrero urbano mal pagado, qué campesino sin tierra podría no aceptar este significado? Una definición más es "resistir sin ceder". ¿Qué pequeño agricultor o emprendedor no se resiste a "ceder" a los impulsos expansivos del gran capital y del estado, y se enorgullece por "resistir"? Hay una lucha mundial por determinar cómo se definirá y usará, en el discurso sobre la riqueza de las naciones, "desarrollo sustentable" o "capitalismo sustentable". Esto significa que, para empezar, la "sustentabilidad" es una cuestión ideológica y política, no ecológica y económica. En esta edición la palabra "sustentar" se usará en los tres sentidos arriba mencionados: "mantener el curso" de la acumulación capitalista global; "proveer lo necesario para la vida" a los pueblos del mundo, y "resistir sin ceder" por parte de aquellos cuya forma de vida está siendo subvertida por las formas del salario y de la mercancía. De esta manera la cuestión del capitalismo sustentable tiene que ver en parte con la posibilidad de que sea posible alcanzar —y cómo— la sustentabilidad en esas tres acepciones. Hay un cuarto significado de "sustentar", el de "sustentabilidad ecológica", aunque entre los científicos que se ocupan de ecología hay pocas coincidencias respecto al significado preciso de esta expresión. Por ejemplo, palabras como "biodiversidad" o "salud planetaria" pocas veces se cuestionan en términos de la ciencia [276]
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ecológica y de las ideologías insertas en ella; lo mismo ocurre con la expresión "crisis ecológica", muy utilizada por autores populares sin el beneficio de una definición clara (véase el capítulo 6). Los ecólogos de población y los biólogos conservacionistas suelen correlacionar los cambios de población de una especie determinada, los cambios de la "capacidad de carga" definidos de manera estricta en términos de las necesidades de esa especie, y algún coeficiente que mide la relación entre la especie y la capacidad de carga en cuestión, por un lado, y el resto del ecosistema, del cual esa especie puede depender de formas indirectas, por el otro. Todos estos términos tienen algún poder explicativo. Pero esta multiplicidad de determinantes significa que no hay una manera única de saber realmente si las amenazas a una especie individual son causadas por ella misma, por decirlo así, o si surgen debido a cambios en el ecosistema en su conjunto, por ejemplo a consecuencia de la intromisión de otra especie de vida. De ser así, hablar de la "sustentabilidad" de especies determinadas puede ser menos preciso, y el concepto de "crisis ambiental" resultar más problemático de lo que parecería a primera vista. Estas ambigüedades se vuelven más marcadas aún cuando ecólogos o verdes combinan dimensiones sociales y económicas con las biofisicas, y analizan la "sustentabilidad" de ecosistemas o biorregiones. Por ejemplo, en California, en la región de la bahía de Monterey, el bombeo excesivo ha hecho descender los mantos freáticos, provocando la salinización por agua de mar, que pone en peligro la viabilidad de la agricultura. ¿Se trata de una "crisis"? En términos económicos no, si la región importa agua; de hecho, el agua importada puede darle nueva vida a la agricultura local, y representar más desarrollo residencial, comercial e industrial. "Agricultura sustentable" quiere decir una cosa si se adopta una perspectiva estrictamente biorregional y una distinta si esa perspectiva se amplía para incluir otras biorregiones. En este caso en particular resulta que el debate acerca de la importación de agua tiene menos que ver con la "sustentabilidad" del capital agrícola local y de la calidad del agua, y más con juicios normativos relativos a la clase de comunidad y de cultura que quiere tener la gente de la región (en el Pajaro Valley se trata de saber si mantiene su actual sabor cultural mexicano o si se abre más a la población que trabaja en Silicon Valley, al otro lado de la sierra costera). Una vez definido "sustentar" de estas cuatro maneras, la respuesta breve a la pregunta: "¿Es posible el capitalismo sustentable?" es "No", y una respuesta más larga sería "Probablemente no." El capitalismo tiende a autodestruirse y a las crisis; la economía mundial deja más gente hambrienta, pobre, infeliz; no es posible esperar que las masas de campesinos y obreros soporten indefinidamente la crisis, y la naturaleza, comoquiera que se defina "sustentabilidad", está siendo atacada por doquier. En este capítulo pasamos revista a ciertas evidencias que tienen que ver con el problema del "capitalismo sustentable", y vamos destacando algunos de los diferentes conceptos de "sustentabilidad" que manejan los verdes y las empresas. Se realiza una breve descripción de las condiciones de sustentabilidad económica (o
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de rentabilidad y acumulación), en su definición estricta. Analizamos después la "primera" contradicción (o contradicción "interna") del capitalismo, y la naturaleza expuesta a las crisis y dependiente de ellas de la acumulación capitalista, anexando una breve revisión de la crisis mundial que amenazaba en los ochenta. Se sostiene que las perspectivas de manejo económico global son tan tenues como las de una regulación ambiental global. Luego discutimos otro problema aparentemente intratable (la "segunda" contradicción) al que se enfrenta hoy el capitalismo, a saber, una merma de las utilidades por el "lado de los costos", generada por la contradicción entre capital y naturaleza (y otras condiciones de producción), junto con los efectos económicos adversos del movimiento ambiental y otros movimientos sociales sobre el capital. Se pasa revista a las formas en las que el capital está tratando de hacerles frente a estas crisis. Se da por descontada la capacidad del capital para lograr manejar no sólo la "primera" sino también la "segunda" contradicción, debido a la naturaleza del estado democrático liberal y del capital mismo. Se destacan las consecuencias políticas —y por lo tanto económicas y ecológicas— muy inciertas de una depresión económica general. Por último, tras una rápida revisión de las condiciones ambientales en los países pobres (el Sur), se esbozan algunas conclusiones respecto a las posibilidades de los movimientos sociales y políticos del ambientalismo radical, o "verdes rojos". Mientras las perspectivas para alguna clase de "socialismo ecológico" no son brillantes (según se afirma), las de una "capitalismo sustentable" son más remotas todavía.
LA POLÍTICA AMBIENTAL Y EL DISCURSO DE LA SUSTENTABILIDAD
Las evidencias favorecen la opinión de que el capitalismo no es ecológicamente sustentable, pese al reciente diluvio de comentarios sobre "productos verdes", "consumo verde", "explotación forestal selectiva", "agricultura baja en insumos", y así sucesivamente. En la campaña para las elecciones presidenciales de 1992 en Estados Unidos ninguno de los tres candidatos principales le dio mayor importancia al "ambiente". A partir del triunfo de Bill Clinton la nueva administración nacional se ha comprometido con temas que van desde el uso de pastizales federales hasta la tala de bosques viejos para combatir la contaminación (abandonando muchas veces los métodos probados de control de la contaminación en pro de las "soluciones de mercado"). Los gobiernos estatales y locales descuidan el ambiente en su competencia por atraer un capital escaso. En las leyes federales se está reduciendo la definición de "marismas", y lo mismo ocurre con la de "especies en peligro". Se está socavando el cumplimiento de las reglas de salud y seguridad ocupacionales. Los parques nacionales y estatales se convierten en una mercancía y sus administradores buscan maneras de obtener beneficios. Si bien la energía nuclear está temporalmente estancada, y algunas industrias de bienes de capital,
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o las del papel y la pulpa, han empezado a instalar una tecnología más limpia, agricultura orgánica se ha beneficiado por la ola de interés de los consumidohacia los productos libres de pesticidas, la mayoría de los líderes sindicales se nen a la mayor parte de las demandas de los ambientalistas o se muestran indintes a ellas, y las organizaciones ambientales establecidas (con dos o tres excepes notables) están más dispuestas a comprometer su posición en nombre del cimiento económico". n la mayor parte de los países los partidos verdes siguen siendo pequeños o n comprometiendo su posición en la política nacional y local. En Europa el iente no es una preocupación central de los burócratas que controlan la podea Comisión Europea, pese a que los verdes están representados en el Parlato Europeo. Los acuerdos internacionales sobre el agujero de la capa de ozoson débiles, y sobre el calentamiento global son meramente simbólicos. Los erdos respecto a proteger los "bienes comunes" del mundo —cuencas hidráus, bosques, ríos, lagos, costas, océanos y calidad del aire— se violan más de lo se cumplen. Puede que se reviva la caza de ballenas y los pescadores de todo undo claman por despojar a las aguas de su riqueza. El petróleo, como instruto de riqueza económica y poderío nacional, es más importante que nunca. compañías del área de la energía y la minería (muchas veces la misma) están paradas para explotar masivamente más recursos minerales desde Wisconsin ta Siberia. En el Sur muchos gobiernos están ansiosos de vender su primogeninatural a las corporaciones transnacionales, muchas veces por la presión de ndes deudas externas, en nombre del "desarrollo", y las masas sin tierra del acio rural del mundo, así como los pobres urbanos, se ven obligados a despojar otar los recursos, a contaminar el agua y el aire, respectivamente, tan sólo para revivir. Los antecedentes ambientales de los "tigres" del este de Asia, de los recillos" del sureste asiático, de México, Brasil y otros centros de crecimiento de érica Latina, no son muy estimulantes. esde el punto de vista práctico, un paso necesario hacia un capitalismo sustable —definido en algún sentido de "ecológicamente racional o sano"—, sepresupuestos nacionales que aplicaran altos impuestos a los insumos de mateprima (por ejemplo carbón, petróleo, nitrógeno) y a ciertos productos (por plo gasolina, sustancias químicas básicas), y que al mismo tiempo cobraran uestos al valor agregado a una gran variedad de bienes de consumo poco amiss con el ambiente (autos, productos de plástico, latas desechables), junto con política rigurosa de etiquetado verde que exentara a los productos legítimate verdes, definiendo "verde" en términos de los impactos ecológicos en cada de las etapas de producción, distribución y consumo. Otro paso serían polítide gasto nacional que dieran un importante subsidio a la energía solar y a otras ntes de energía alternativa benignas; a la investigación tecnológica que llevase iminar sustancias químicas tóxicas desde su origen; innovaciones del tránsito, as condiciones de salud y seguridad en el trabajo y de los procedimientos nacio-
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nales, regionales y comunitarios para ponerlas en vigor, así como una redefinición y reorientación, en general, de las prioridades científicas y tecnológicas. En ningún lado se está desarrollando esta clase de presupuesto verde —con los cambios adecuados en los métodos de contabilizar el ingreso nacional—, excepto en el papel, por parte de un grupito de economistas y activistas verdes. En el nivel del discurso sobre la "sustentabilidad" las perspectivas de un capitalismo ecológicamente sano, reconocible como tal por los verdes, parecen, en el mejor de los casos, problemáticas. De hecho, detrás de una aparente convergencia de vocabulario hay una brecha entre el discurso verde y el capitalista, cada uno de los cuales va más lejos que el otro. Un problema es el discurso de gran parte del movimiento ambiental, sostenido por capitales que desean volverse verdes o, al menos, mostrar una imagen verde al público. Este discurso procura encontrar formas en que las corporaciones puedan reformar sus prácticas económicas para hacerlas coincidir con la sustentabilidad de bosques biodiversos, la calidad del agua, la preservación de la vida silvestre, las condiciones atmosféricas y demás. Se concentran en los procesos de producción, en la tecnología, el reciclado y el reusado, así como en la eficiencia energética, tanto como en cuestiones de mayor alcance relativas a la estructura del consumo, las finanzas, la comercialización y la organización corporativa, y también en las políticas gubernamentales. Por ejemplo, el World Resources Institute, orientado a las reformas, afirmó recientemente que la sustentabilidad presupone una "transformación sin precedentes" de la tecnología. Para los verdes reformistas, entonces, el problema es cómo rehacer el capital de maneras congruentes con la sustentabilidad de la naturaleza. Sin embargo, en las juntas de consejo de la mayoría de las corporaciones el problema se discute en términos diferentes. En un nivel superficial se trata simplemente de cómo presentar una imagen verde convincente a los consumidores y el público (por ejemplo, la industria química norteamericana planeaba gastar 10 millones de dólares en 1992 para mostrarse ambientalmente razonable y amistosa) . 1 Se trata también de cómo reformar la producción de modos que permitan ahorrar energía y materias primas, cosa en gran medida destinada a reducir costos. La energía y la eficiencia en el manejo de materiales durante un periodo de lento crecimiento, lejos de ser un problema para el capital en su conjunto, es económicamente y también, quizás, ecológicamente deseable. Por tomar un ejemplo, hasta el 75% del aluminio que producen hoy las compañías estadunidenses se hace con latas y otros productos reciclados. Las nuevas prácticas de la industria maderera, que hace postes y vigas con árboles chicos que no sirven para hacer tablas, utilizando así lo que en otro caso desperdiciarían, es otro ejemplo. Además, la retórica y (algunas) prácticas del "reciclado" pueden usarse para facilitar nuevas oleadas de obsolescencia planificada esgrimiendo el estandarte del ambientalismo, y legitimando así el consumismo al mismo tiempo que se mantiene la rentabilidad. 1 New York Times,
12 de agosto de 1992.
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Pero en un nivel más profundo las corporaciones construyen el problema del ambiente de una manera diametralmente opuesta a lo que suelen pensar los verdes acerca de la reforma, a saber, el problema de cómo rehacer la naturaleza de maneras congruentes con la sustentabilidad de las utilidades y la acumulación de capital. "Rehacer la naturaleza" quiere decir más acceso a la naturaleza como "grifo" y como "sumidero", lo cual tiene dimensiones políticas e ideológicas, así como económicas y ecológicas, por ejemplo el ataque a la vida de los pueblos indígenas. Rehacer la naturaleza significa también retrabajar o reinventar la naturaleza (lo cual tiene aspectos políticos e ideológicos importantes). Los ejemplos incluyen las "plantaciones industriales de igual edad" de pino y abeto en el sureste y el noroeste de Estados Unidos, monocultivo al que se ha denominado "el equivalente forestales de las unidades habitacionales urbanas"; 2 la alteración genética de los alimentos para reducir las pérdidas en las cosechas y elevar el rendimiento de la tierra; 3 los microorganismos que se utilizan en la industria de semiconductores para que "se coman" los desechos tóxicos, y las plantas de artemisa genéticamente alteradas que limpian los suelos contaminados con plomo y otros metales. Sin embargo cada uno de estos ejemplos tiene sus peligros potenciales: las plantaciones forestales destruyen la diversidad biológica, y los cambios genéticos en las plantas alimenticias, así como el uso de microorganismos para reducir costos, contienen peligros biológicos desconocidos. Entramos aquí a un mundo en el cual el capital no se limita a apropiarse de la naturaleza, y convertirla después en mercancías que funcionan como elementos de capital constante y variable (por utilizar categorías marxistas), sino más bien un mundo en el cual el capital rehace la naturaleza y sus productos biológica y físicamente (al igual que política e ideológicamente) a su propia imagen.4 Una naturaleza precapitalista o semicapitalista se transforma en una naturaleza específicamente capitalista. Y así como el movimiento sindicalista obligó al capital a pasar de un modo de producción de plusvalor absoluto a uno de producción de plusvalor relativo, por ejemplo de prolongar los horarios de trabajo a reducir los costos de los salarios, el movimiento verde hoy puede estar obligando al
2 Edward Goldsmith et al., The imperialist planet, Cambridge, mrr Press, 1991, p. 94. En Estados Unidos la mayor parte de la madera se produce en plantaciones industriales. 3 La Universidad de Florida y la compañía Monsanto han alterado genéticamente el trigo, de manera experimental, para aumentar su rendimiento. Introdujeron un gen ajeno que produce una enzima gracias a la cual muchos herbicidas son inocuos para el trigo. En la actualidad ya se han modificado genéticamente todos los cultivos básicos: maíz, arroz, soya y otros alimentos, incluyendo una papa que mata a su propia plaga, el escarabajo de Colorado, produciendo una proteína letal para el insecto. Desde luego el gen que se introdujo en el trigo es un secreto industrial. (New York Times, 28 de mayo de 1992.) 4 Así que ya no se trata sólo del capital que se apropia de lo que se encuentra en la naturaleza, lo descompone y recombina sus elementos para convertirlos en mercancía, sino más bien de crear algo que antes no existía. Sé que no hay una línea clara entre las dos cosas; sin embargo, cuando se comparan los extremos se ve que existe una diferencia cualitativa.
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capital a ponerle fin a su explotación primitiva de la naturaleza de capitalista al rehacer la naturaleza a imagen del capital... y también a reducir los costos de éste, sobre todo los de reproducir la fuerza de trabajo (o el costo de los salarios). Desde esta perspectiva, en algún momento futuro la naturaleza llegaría a ser irreconocible como tal, o como la experimenta la mayoría. Sería, más bien, una naturaleza física tratada como si estuviese regida por la ley del valor y el proceso de acumulación capitalista a través de la crisis económica, igual que la producción de lápices o de comida rápida. La teoría del discurso tendrá tanto que decir entonces sobre el problema de la sustentabilidad como ahora la economía política y la ciencia ecológica. La razón es que el proyecto capitalista de rehacer la naturaleza —todavía en su infancia— es también un proyecto por rehacer (presuntamente) la ciencia y la tecnología a imagen del capital. Lo que esta imagen es y podría ser depende de complejos problemas de representación, imágenes de la naturaleza y problemas de solidaridad social, legitimación y poder dentro de la comunidad científica y universitaria.
LA CRISIS DE LA DEMANDA.. EXPANSIÓN Y CONSUMO
Una respuesta sistemática a la pregunta: "¿Es posible un capitalismo ecológicamente sustentable?" es: "No, a menos que el capital cambie de rostro de tal forma que se volvería irreconocible para los banqueros, los administradores financieros, los capitalistas especuladores y los directores de las empresas que se observaran hoy al espejo." Esta afirmación, rechazada en general por los políticos nacionales y los voceros de las grandes empresas, requiere, para su justificación, una breve descripción de cómo funciona el capitalismo, por qué funciona cuando funciona y por qué no funciona cuando no funciona. Hasta la aparición de la economía ecológica que, pese a tener precursores que se remontan a hace más de un siglo, sigue estando en los márgenes de la profesión, los economistas discutían la sustentabilidad del capitalismo en términos puramente económicos, como por ejemplo capital monetario, inversión y consumo, utilidades y salarios, costos y precios. El mundo físico material aparecía en los modelos de crecimiento económico esencialmente de dos maneras: primero, en forma de ubicación y de teoría de la renta; segundo, en el concepto del "acelerador", o cantidad de productos físicos que se puede esperar produzca la nueva capacidad productiva (por ejemplo, a determinada tasa de utilización se requieren tantas máquinas para producir tantos refrigeradores). Desde un punto de vista económico el capitalismo sustentable tiene que ser necesariamente un capitalismo en expansión (y representado como tal). Una economía capitalista basada en lo que Marx llamó "reproducción simple" y que
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os verdes denominan "mantenimiento" es una total imposibilidad, a excepdel trabajo de mantenimiento (no pagado) en el hogar y del trabajo (pagado) izado por el estado. En el mantenimiento hay poca o ninguna utilidad; la susilidad capitalista depende de la acumulación y de las utilidades. Una tasa gloositiva de utilidad significa crecimiento del producto total ("producto interno ", tal como se lo mide en las cuentas capitalistas de ingreso nacional). Las uties son un medio de expansión, por ejemplo, en nuevas inversiones y tecnoloFuncionan también como incentivo a la expansión. De esta manera, la utiliel crecimiento son, recíprocamente, medios y fines, contenido y contexto, ecirlo así, y el administrador financiero normal no ve ni le importa la difea entre ambos. Si bien hay muchas variaciones de la teoría del crecimiento ómico, todas presuponen que el capitalismo no puede permanecer inmóvil, l sistema tiene que expandirse o contraerse, en otras palabras, que está esto a la crisis y es dependiente de ella y que, en último análisis, tiene que ular o morir", como dijo Marx. 5 el modelo capitalista más simple (y más ingenuo) la tasa de crecimiento o de acumulación de capital depende de la tasa de utilidad. 6 Cuanto mayor sea (si no se modifica ningún otro factor), más sustentable será el capitalismo. tasa de utilidad negativa indica problemas económicos; por lo menos una odas las teorías del crecimiento presuponen ciertas relaciones entre la economía "real" y la taria, la producción ara y los ingresos, los aumentos de la inversión y los bienes de consumo, lado, y las utilidades y salarios, por el otro. Las desproporciones entre la razón inversión/bienes nsumo y utilidades/salarios puede provocar problemas económicos ("crisis de desproporción"). stante, la principal crisis inherente al capitalismo es la "crisis de realización". s marxistas consideran que el capitalismo está "expuesto a crisis". Pero el sistema también es ndiente de las crisis" en el sentido de que las crisis económicas exigen reducción de costos, despara "restructurar" y otros cambios que vuelven más "eficiente" al sistema (es decir, más rentaarx escribió que "el capital se acumula por medio de las crisis", o sea que las crisis son ocasión liquidación de algunos capitales, así como de la aparición de otros nuevos y la reorganización de ejos, por no mencionar la difusión de una tecnología nueva y más "eficiente" en todos los sistemas jemplo la computarización). tes del desarrollo de la economía ecológica se le prestaba relativamente poca atención a la pre"¿Qué es exactamente lo que está creciendo?" Hoy más economistas están dispuestos a admitir l crecimiento no incluye sólo algún vector de productos (mercancías, servicios, incremento de tarios duraderos de bienes) sino también producción de "desechos" e incrementos de inventarios sechos duraderos. Esto complica un sistema ya complejo y arbitrario de contabilidad de ingresos. Más ingenuo", en parte, debido a que si bien hay una tendencia general a que la tasa de utilidad erentes industrias se vuelva aproximadamente comparable (a través del alejamiento del capital de ctores de bajo rendimiento y su acercamiento a los de alto), las tasas de utilidad varían muchísie una industria a otra, e incluso de una unidad de capital a otra. Hay muchas razones para ello, e las cuales (posiblemente la más importante) es que los grandes capitales no sólo se apropian de res utilidades que los pequeños, definidas en términos absolutos o totales, sino que también n" una tasa de utilidad más elevada. Esto se debe a que por lo general los pequeños capitales no en competir con los grandes, mientras que los grandes pueden competir con los pequeños (y sí).
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recesión y, en el peor de los casos, una crisis general, deflación de los valores del capital y depresión. En este modelo cualquier cosa o persona que interfiera con las utilidades, la nueva inversión y la expansión de los mercados represen ta una amenaza para la sustentabifidad del sistema, es decir, una crisis económica de consecuencias económicas, sociales y políticas desconocidas e impredecibles. En la teoría marxista tradicional el capital es su propio peor enemigo. Amenaza su propia rentabilidad debido a lo que Marx denominó la "contradicción entre la producción social y la apropiación privada". Una interpretación de esta contradicción es que cuanto mayor sea el poder político del capital sobre el trabajo, mayor será la explotación del mismo (o la tasa de plusvalor), y más utilidades potenciales se producirán. No obstante, precisamente por esta razón, también será mayor la dificultad de realizar esas utilidades potenciales en el mercado, o de vender bienes a precios que reflejen los costos de producción más la tasa de utilidad promedio. Aquí identificamos la contradicción entre el poder político del capital y la capacidad de la economía capitalista para funcionar sin problemas (o, en última instancia, para funcionar en general). Esta "primera contradicción del capitalismo" (o "crisis de realización" o "de demanda") afirma que cuanto los capitales individuales tratan de defender o de restablecer las utilidades incrementando la productividad del trabajo, acelerando la labor, cortando salarios y apelando a otros métodos bien establecidos para obtener más producción de menos trabajadores, a los que mientras tanto les pagan menos, el efecto no planeado es el de reducir la demanda final de bienes de consumo. Menos obreros, técnicos y otros que intervienen en el proceso de trabajo producen más; por ende, por definición, son capaces de consumir menos, de no existir una deflación de los precios. Así, cuanto mayores son las utilidades producidas por la explotación del trabajo, menores son las utilidades realizadas, o la demanda del mercado... si no se producen cambios en otros factores. Desde luego, éstos siempre se producen: déficit presupuestal gubernamental, crédito hipotecario y al consumo, préstamos empresariales y una política agresiva de comercio exterior y de inversión, entre otras posibilidades, pueden reflotar la demanda para que el capital siga siendo "sustentable". Hoy una economía sustentable presupone un sistema político-económico global capaz identificar y regular esta "primera" contradicción o contradicción "interna" del capitalismo. Esto significa, antes que nada, la capacidad de regulación macroeconómica a escala global o, al menos, entre los motores industriales del Grupo de los Siete (G7), es decir, un keynesianismo internacional del tipo que privó en las principales economías nacionales desde los cincuenta y hasta finales de los setenta. El capitalismo mundial, definido de este modo inmediato y práctico, puede ser mucho menos sustentable de lo que piensan muchos economistas. Primero, los sistemas de regulación keynesiana nacional se han debilitado o destruido a sí mismos desde finales de los setenta. Segundo, el papel central de Estados Unidos en la economía global hasta el periodo posterior al fin de la guerra fría —como una especie de caja registradora mundial— está llegando a su fin. Esto significa que
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hasta la débil recuperación de la recesión de 1990-1991 la economía norteamericana fue impulsada por el gasto de los consumidores y militares, así como por los préstamos privados y públicos. Sin embargo, la recuperación estadunidense posterior a 1991 es la primera desde 1876 que fue encabezada por las exportaciones, seguidas muy de cerca por el gasto de inversión. Todas las recientes recuperaciones de Alemania han estado guiadas por las exportaciones, y el gobierno alemán ha dicho que cualquier recuperación de sus actuales malestares económicos está impulsada por las mismas. Cuando Japón se recobre de sus actuales problemas económicos las exportaciones se expandirán más rápido que el consumo interno, la inversión y el gasto gubernamental. Por último, todas las economías conocidas como de la nueva industrialización están guiadas por las exportaciones. Estos hechos sugieren que en un periodo en el cual unos Estados Unidos consumistas no pueden seguir absorbiendo ya las mercancías excedentes del mundo, se requerirá un manejo macroeconómico global de tipo keynesiano a fin de evitar una deflación y depresión generales. De hecho hay una especie de macroadministración global: los banqueros centrales y los ministros de finanzas del G7, el Fondo Monetario Internacional y el Banco de Acuerdos Internacionales. Pero este estado capitalista casi global está en manos del gran capital en general y del capital financiero en particular. Por lo tanto, con excepción de los intentos del G7 por reducir las tasas de interés y estimular la demanda en países con excedentes exportables (especialmente Japón), el estado global sigue una política antikeynesiana, que obliga a capitales individuales y a países enteros a reducir costos, aumentar la eficiencia y bajar el gasto gubernamental, respectivamente, sin pensar ni por un instante en los efectos que esta política tendrá en la sobreproducción de capital a escala global —del tipo que identificó Marx hace mucho—, por no hablar de los peligros de las guerras comerciales, las formas creativas de políticas contra el vecino, la creciente decadencia social, la inestabilidad política, los bloques comerciales regionales y el desastre ecológico. Dicho de otra manera, no hay un parlamento global que apruebe leyes de salarios mínimos y legislación protectiva, no hay ministerios mundiales del trabajo, el bienestar social y el ambiente, ni un poder legítimo que difunda el conocimiento económico keynesiano en escala internacional. En cambio, en Estados Unidos, por ejemplo, el ex presidente George Bush dijo que el país iba a convertirse en una "superpotencia exportadora", y los consejeros económicos del presidente Clinton recomiendan una política de exportación "crecientemente agresiva". Hoy en día las perspectivas de una regulación global, organizada con un espíritu verdaderamente cooperativo, son tan escasas como las de una regulación nacional durante la crisis de sobreproducción de los años 1890, es decir, nulas. En aquellos tiempos las políticas nacionalistas del dumping, el monopolio y el colonialismo contribuyeron a crear dos guerras de rivalidad imperialista y la gran depresión. Superficialmente, hoy podríamos ver dos factores atenuantes: uno es que Europa
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es una entidad económica; Francia, por ejemplo, se une económicamente a Alemania, no combate contra ella. La otra es que el capital ya no es de alcance nacional sino cada vez más global, con lo cual, teóricamente, está más abierto a la regulación global. Pero el G7, hasta la fecha, ha manejado mal (cada año peor) la regulación macroeconómica, y el capital financiero global, así como la clase rentista que vive de los intereses de las gigantescas deudas acumuladas en los setenta y en los ochenta, son lo bastante poderosos como para impedir que los gobiernos refloten sus economías.
LA CRISIS DE COSTOS: CONDICIONES DE PRODUCCIÓN
En la actualidad este tipo de pensamiento económico, aunque sigue siendo válido, es (y siempre fue) unilateral y limitado. La razón es que presupone una disponibilidad ilimitada de lo que Marx denominó "condiciones de producción". Este modelo tradicional presupone que el capitalismo puede evitar los cuellos de botella potenciales del "grado de la oferta", y que el crecimiento está restringido por la demanda. Sin embargo, si aumentan significativamente los costos del trabajo, la naturaleza, la infraestructura y el espacio, el capital se enfrentará a una posible "segunda contradicción", una crisis económica que impacte desde el lado de los costos. Ejemplos de ello son la "crisis del algodón" inglesa durante la guerra civil de Estados Unidos, el aumento de los salarios por encima de la productividad en los sesenta, y los "golpes petroleros" de los setenta. Pero aquí nos interesamos por fenómenos mucho más estructurados o genéricos de lo que podrían sugerir estos ejemplos aislados. Las crisis por el lado de los costos se originan de dos maneras. La primera es cuando capitales individuales defienden o restauran sus utilidades por medio de estrategias que degradan o que a lo largo del tiempo no son capaces de mantener las condiciones materiales y sociales de su propia producción, descuidando, por ejemplo, las condiciones de trabajo (con lo cual se elevan los costos por salud), degradando los suelos (y reduciendo así la productividad de la tierra), o cerrando los ojos frente a la infraestructura urbana en deterioro (con lo cual se incrementa la congestión o los costos de vigilancia), por tomar tres ejemplos. La segunda es cuando los movimientos sociales exigen que el capital provea mejor al mantenimiento y la restauración de esas condiciones de vida, cuando demandan mejor atención a la salud, protestan por los suelos arruinados y defienden los barrios urbanos de maneras que aumentan los costos del capital o reducen su flexibilidad, por mantener los mismos tres ejemplos. Aquí estamos hablando de los efectos económicos potencialmente nocivos, para los intereses capitalistas, de los movimientos sindicales y femeninos, ambientales y urbanos. Este problema de "costos extra" —y la amenaza para la rentabilidad— obsesiona a los economistas con-
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ales y a los ideólogos capitalistas; no obstante, los líderes de los movimienrales y sociales raras veces discuten este asunto en público. mundo real ambos tipos de crisis por el lado de los costos se combinan y de maneras complejas y contradictorias que nadie ha priorizado sistemáte jamás (véase el capítulo 8). Por ejemplo, desde un punto de vista cuannadie sabe exactamente en qué medida los costos de congestionamiento son resultado del endiosamiento del automóvil y el descuido del transporo, y hasta qué punto son efecto de las luchas comunitarias para impedir autopistas afeen su vecindario. sitamos un enfoque teórico más refinado del problema que Polanyi llamó trabajo". Marx, sin darse cuenta, proporcionó el punto de partida para ese iento con su concepto de "condiciones de producción". 7 Como ya vimos, iciones de producción son cosas que no se producen como mercancías de con las leyes del mercado (ley del valor) sino que se tratan como si fueran cías; en otras palabras, son "mercancías ficticias" con "precios ficticios". Marx hay tres condiciones de producción: primero, la fuerza de trabajo , o lo que denominó las "condiciones personales de producción"; segunmbiente, o lo que llamó las "condiciones naturales o externas de producercero, la infraestructura urbana (podríamos agregar el "espacio"), o lo que como "condiciones generales, comunales, de producción". pitalismo sustentable requeriría que las tres condiciones de producción sen disponibles en el momento y el lugar adecuados y en las cantidades y calidades correctas, a los precios ficticios necesarios. Como se indicó, los de botella serios en la provisión de fuerza de trabajo, recursos naturales, ructura y espacio urbanos representan un riesgo para la viabilidad de las s individuales de capital, e incluso para programas capitalistas sectoriales o les enteros. Si se generalizaran, estos cuellos de botella pondrían en peliustentabilidad del capitalismo al elevar los costos y reducir la flexibilidad ital. Por eso, en primera instancia, los "límites al crecimiento" no se preomo escaseces absolutas de fuerza de trabajo, materias primas, agua y aire , espacio urbano y demás, sino como fuerza de trabajo, recursos, infraesy espacio de alto costo. Esta amenaza inminente a la rentabilidad hace que o y el capital traten de racionalizar los mercados de trabajo, los abastos y los os de combustible y materias primas, los patrones de uso de la tierra urbaral y los mercados de la tierra, a fin de reducir los costos de producción. 8 darse cuenta" porque Marx utilizó el concepto de "condiciones de producción" de formas s y no consistentes; nunca soñó que fuese o pudiese ser usado como lo empleo en este capídie podría haberlo utilizado así hasta la aparición de The great tramfonnation de Polanyi (NueFarrar and Rinehart, 1944). "racionalización" incluye también la "reprivatización" definida como el paso del trabajo pagapagado en la casa y la comunidad, o la resurrección de las ideologías de "autoayuda", que dejauna parte más grande de la carga de reproducir la fuerza de trabajo y las condiciones ambien-
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Los cuellos de botella o limitaciones por el lado de la oferta plantean problemas especialmente difíciles para las empresas capitalistas y los funcionarios cuando la economía es débil o se enfrenta a una crisis por el lado de la demanda o a una nueva competencia por parte de otros países. Las utilidades estancadas o en descenso obligan a los capitales individuales a tratar de reducir el tiempo de revolvencia del capital, es decir, a acelerar la producción y minimizar el tiempo que se tarda en vender los productos. Esta obsesión por hacer dinero más y más rápido a fin de compensar las utilidades magras o menguantes se enfrenta, por ejemplo, a los mercados de trabajo sindicalizados, a los mercados petroleros influidos por la OPEP, y a la defensa que hace la agricultura tradicional de los usos "ineficientes" de la tierra y del agua. Por un lado, el capital monetario quiere crecer más y más rápido; por el otro, lo que Polanyi denominó "sociedad", y lo que nosotros, irónicamente, llamamos patrones de utilización de la tierra y el trabajo pasados de moda, combinados con la resistencia a la racionalización capitalista por parte de los movimientos laborales y sociales, se constituye en una serie de obstáculos o "barreras a superar". En el mejor de los casos, el capital tiene que enfrentarse a la indiferencia y la inercia sociales. Una de las soluciones del capital a este dilema, 'al menos a corto plazo, es tan simple como económicamente autodestructiva. El capital monetario abandona el "circuito general del capital", es decir, el largo y tedioso proceso de rentar espacio para una fábrica, comprar maquinaria y materias primas, rentar tierra, encontrar la fuerza de trabajo adecuada, organizar y poner en práctica la producción y comercializar las mercancías, y se abre camino hacia empresas especulativas de todas clases. El capital monetario basado en expansión del crédito, o el dinero que no puede encontrar una salida en bienes y servicios verdaderos, se brinca, por decirlo así, a la sociedad, y busca expandirse de manera más fácil, por medio de la compra de tierras, de los mercados bursátiles, los mercados de bonos y otros mercados financieros. De aquí se deriva la actual anomalía económica: el valor de las acciones sobre el plusvalor o las utilidades crece mucho más rápido que el verdadero valor del capital fijo y circulante. Esto tiende a empeorar una situación económica mala, pues causa mayor endeudamiento y el riesgo de una implosión financiera. Tiende también a empeorar las condiciones de producción ecológicas y de otros tipos; a medida que los intereses financieros asumen hegemonía sobre los productivos, estos últimos suelen ser descuidados. Durante periodos anteriores de desarrollo capitalista, y definiéndolo en términos nacionalistas, había suficiente fuerza de trabajo precapitalista, riqueza natural tales y urbanas de ,vida sobre lo que Martin O'Connor llama la "subsistencia autónoma", que siempre fue un sustento clave de la acumulación capitalista, pero que adquiere mayor importancia durante los periodos de crisis. Este asunto plantea el problema más importante de si, por ejemplo, el trabajo doméstico no pagado constituye la explotación de las mujeres por parte de los hombres, actúa como un subsidio al capital, etc., oiestiones muy debatidas por las feministas, los ~mistas y las feministas marxistas durante los setenta.
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inexplotada y espacio. Esto era cierto en la realidad y también en términos de las percepciones de las primeras generaciones de la burguesía. Los precios (ficticios) de la fuerza de trabajo, los recursos naturales y el espacio se mantenían, entonces, controlados. Tampoco había movimientos ambientales o movimientos urbanos que levantasen barreras políticas y sociales del capital y que éste (con ayuda del imperialismo y de la opresión estatal) no pudiese superar. A lo largo del tiempo el capital procura capitalizarlo todo y a todos; en otras palabras, potencialmente todo entra en la contabilidad de costos capitalista. Durante miles de años los seres humanos han estado "humanizando" la naturaleza o creando una "segunda" naturaleza, y esto, muchas veces, ha resultado destructivo; ejemplos bien conocidos de ello son los ciclos de sequía/inundación con el sistema de plantación romano; las devastadoras consecuencias ecológicas de las guerras púnicas, y el agotamiento de los suelos y la escasez de agua en la civilización maya. Pero en las formaciones sociales capitalistas esta segunda naturaleza se convierten en mercancía y se la valoriza al mismo tiempo que se la está degradando. Desde el punto de vista de los que quieren que el capitalismo sea ecológicamente sustentable es ahí donde empiezan a aparecer los problemas. Los mercados de trabajo se compactan, y el Norte tiene que depender de la mano de obra importada del Sur, con todos los costos y problemas económicos y sociales concomitantes. Ejemplos de ello son los costos económicos de asentar a recién llegados que usan un lenguaje diferente, y los costos sociales de una reaparición del racismo. Las materias primas y los espacios comunes no contaminados se vuelven escasos, elevando lo que Marx denominó "costos de los elementos del capital", por ejemplo, en Estados Unidos, el petróleo y el gas producidos en el país, los árboles y la madera, las fuentes de agua limpia. Finalmente, comienzan a escasear la infraestructura y el espacio urbanos, creando crecientes costos de congestión, mayores rentas del suelo y costos de contaminación. Los Ángeles es un buen ejemplo; la ciudad de México y Taipei lo son aún más. En síntesis, la capitalización de las condiciones de producción en general, y del ambiente y la naturaleza en particular, tiende a elevar el costo del capital y a reducir su flexibilidad. Como ya se señaló, hay dos razones generales de ello; primero una razón sistémica: los capitales individuales tienen poco o ningún incentivo para usar las condiciones de producción de formas sustentables, especialmente cuando se enfrentan a épocas económicas dificiles creadas por el mismo capital. Segundo, y precisamente por la primera razón, los movimientos laborales, ambientales y otros movimientos sociales desafían el control del capital sobre la fuerza de trabajo, el ambiente y lo urbano (y cada vez más también lo rural, sobre todo en el Sur). Ejemplos de esto, en Estados Unidos, son las coaliciones regionales sobre productos tóxicos, los conflictos por la salud y la seguridad en el trabajo y por el "derecho a saber", la acción directa para salvar ríos intocados y bosques originarios, y los movimientos contra las autopistas y el desarrollo. En términos simples, la segunda contradicción afirma que cuando los capitales individuales procuran defender o restaurar los beneficios reduciendo o externali-
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zando los costos, tienen el efecto imprevisto de reducir la "productividad" de las condiciones de producción y, por lo tanto, de elevar los costos promedio. Los costos pueden subir para los capitales individuales en cuestión, para otros capitales o para el capital en su conjunto. Por ejemplo, los pesticidas químicos usados en agricultura primero reducen los costos, pero en última instancia los elevan, a medida que las plagas se vuelven más resistentes a esas sustancias, y también que las mismas van matando el suelo. Se esperaba que los bosques de especies únicas y rendimiento permanente de Suecia mantuvieran bajos los costos, pero resultó que la pérdida de biodiversidad a lo largo de los años ha reducido la productividad de los ecosistemas forestales y el tamaño de los árboles. En Estados Unidos la energía nuclear prometía reducir los costos energéticos. Pero el mal diseño, los problemas de financiamiento, las medidas de seguridad y, más que nada, la oposición popular a la energía nuclear, tuvieron el efecto de elevarlos. En cuanto a las condiciones "comunales" de producción, las nuevas autopistas destinadas a reducir los costos de transporte y el tiempo de traslado al trabajo tienden a elevarlos cuando atraen más tránsito y crean mayores congestionamientos. Yen relación con las condiciones de producción "personales", es evidente que el sistema educativo norteamericano, que se supone debe elevar la productividad potencial del trabajo, produce tanta ignorancia como erudición, perjudicando la disciplina y la productividad de la mano de obra. Es importante destacar que las condiciones de producción no se producen de acuerdo con las leyes del mercado. Y la regulación que ejerce el mercado sobre el acceso del capital a estas condiciones cuando se las produce es selectiva y parcial, así como muchas veces fallida. Por consiguiente debe haber algún organismo que tenga la tarea de producir las condiciones de producción y/o de reglamentar el acceso del capital a las mismas. En las sociedades capitalistas este organismo es el estado. Todas las actividades del mismo, incluyendo casi la totalidad de los órganos estatales y las partidas presupuestarias, se ocupan de proporcionarle al capital acceso a la fuerza de trabajo, la naturaleza, el espacio urbano y la infraestructura. En Estados Unidos, por ejemplo, se encuentran burocracias del trabajo y de la educación; un departamento de agricultura; un servido nacional de parques y organismos similares para cada uno de los estados; un departamento de manejo de la tierra y otro de recuperación de la misma, así como órganos de planificación urbana y autoridades de tránsito. Ejemplos de las funciones específicas relacionadas con las tres condiciones de producción son, primero, con respecto a la fuerza de trabajo, las leyes relativas al trabajo infantil y las que determinan los horarios y las condiciones de trabajo y de seguridad; segundo, en relación con el ambiente, las leyes que precisan el acceso a tierras federales y que reglamentan el desarrollo costero y la contaminación; tercero, con respecto a la infraestructura y el espacio urbanos, leyes de zonificación, planeación del tránsito y uso de la tierra. Es dificil encontrar una actividad gubernamental o un concepto presupuestal que no tenga que ver, de diferentes maneras, con una o más condiciones de producción. Esto
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e también las funciones monetarias y militares, que protegen y facilitan el "legítimo" a recursos y mercados necesarios por parte de compañías minencos, comerciantes, y otras empresas capitalistas. La guerra de George Bush Golfo Pérsico no es otra cosa que el último y más dramático ejemplo del de los militares en las sociedades capitalistas; el Banco Mundial y el Fondo tario Internacional (en el nivel supranacional) son los ejemplos más obvios funciones monetarias orientadas a la expansión capitalista.
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es la solución de estas crisis del lado de los costos, desde el punto de vista de itales individuales y también del capital en su conjunto? eor caso será cuando los capitales individuales, atrapados entre mayores cosenor demanda, recortan aún más los costos, intensificando así tanto la pricontradicción como la segunda. Pero este resultado no es la única posibiliomo ya se señaló, en relación con el ambiente, hay muchos ejemplos de les individuales que responden al consumismo verde, por ejemplo, a la da pública de reducir los desperdicios y reciclar, encontrando nuevos usos s productos de desecho, y también ejemplos de compañías que mejoran sus de capital cuando se ven obligadas a reducir los contaminantes, así como de ompañías que se especializan en limpieza ambiental. mejor solución para el capital en su conjunto (no para la sociedad, ni siquiela "naturaleza", que presupondría una lógica de reciprocidad, y no la lógiintercambio de valor del capitalismo) consiste en restructurar las condicioproducción de maneras tales que aumenten su "productividad". Como el produce o regula el acceso a estas condiciones, los procesos de restructuraelen estar organizados y/o regulados por el estado, es decir, políticamente. os ejemplos son prohibir los autos en el centro de las ciudades para reducir gestionamientos y los costos de la contaminación; subsidiar el manejo intede plagas en la agricultura para reducir los costos de los alimentos y las mateimas, y desplazar la prioridad de la salud curativa a la preventiva (por ejemlucha contra el sida en Estados Unidos) para bajar los costos de atención a d. Sin embargo, para alcanzar una solución verdadera sería necesario gastar ades inmensas de dinero a fin de restructurar las condiciones de producción dos que restaurasen o elevasen su "productividad" e hiciesen descender así tos del capital. Mejoraría la productividad a largo plazo, pero a costa de las des a corto plazo. Nuevas industrias producirían productos inocuos para el te, transporte urbano y sistemas educativos que (como los ejemplos citados reducirían efectivamente los costos de los elementos del capital y la canasonsumo, así como la renta por la tierra; al mismo tiempo, el nivel de deman-
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da agregada se elevaría, atacando la primera contradicción de formas potencialmente no inflacionarias. (En cambio, si los nuevos sistemas de manejo forestal, control del gasto en materia de contaminación, planeación urbana, etc., no tienen efecto en los costos, el resultado es una elevación de la demanda efectiva e inflación, o reducción de las utilidades.) Esto por lo que se refiere a la idea del capitalismo sustentable; la práctica es otra cuestión. En los estados democráticos liberales la lógica política normal del pluralismo y el compromiso impide el desarrollo de una planeación ambiental, urbana y social global. La lógica de la administración o de la burocracia estatal es no democrática, y por lo mismo insensible a los asuntos ambientales y de otras clases que surgen desde abajo. Y la lógica del capital en expansión es antiecológica, antiurbana y antisocial. Las tres lógicas, combinadas, son contradictorias en términos de desarrollar soluciones políticas a las crisis de las condiciones de producción; por lo tanto, las posibilidades de una "solución capitalista" sistemática a la segunda contradicción son remotas. En otros términos, en ningún país capitalista desarrollado existe un organismo estatal o un mecanismo de tipo corporativo de planeación que se ocupe de la planeación ecológica, urbana y social global. La idea de un capitalismo ecológico, o capitalismo sustentable, no ha sido ni siquiera analizada teóricamente de manera coherente, y mucho menos se está insertando en una infraestructura institucional. ¿Dónde está el estado que tenga un plan ambiental racional; planeación intraurbana e interurbana; planificación de salud y educación orgánicamente vinculada con la planeación ambiental y urbana? No existe. Lo que hay son enfoques atomizados; en el mejor de los casos fragmentos de planeación regional y, en el peor, sistemas irracionales de asignación del botín político. Por consiguiente, todos los días nuevos encabezados anuncian otra crisis de atención a la salud, otra crisis ambiental, otra crisis urbana. En muchas regiones se va creando la imagen de una fuerza de trabajo cada vez más inesperada, muchos de cuyos integrantes no tienen hogar debido a los bajos salarios y las altas rentas, que viven aterrados en una ciudad contaminada, inmovilizados por los embotellamientos e incapaces hasta de obtener agua limpia. Esta imagen puede no coincidir todavía con Roma o Nueva York, pero está cercana en la ciudad de México y en Nueva Delhi, que indiscutiblemente forman parte del mundo capitalista.
CONSECUENCIAS ECOLÓGICAS DE UNA DEPRESIÓN ECONÓMICA GENERAL
Comoquiera que se defina la sustentabilidad desde un punto de vista ecológico, hay algo que parece cierto. Si el capitalismo no es sustentable en términos de una regulación macroeconómica internacional, habrá una crisis global, una deflación general de los valores del capital, y una depresión. En este caso nadie sabe ni pue-
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de saber cómo responderán los capitales individuales, los gobiernos y los organismos internacionales. Puede ocurrir que grandes presiones económicas por el lado de la demanda (o por el del costo, o por los dos al mismo tiempo), derivadas de la sobreproducción del capital (o de la subproducción, o de las dos cosas), fuercen a los capitales individuales a tratar de restablecer las utilidades externalizando más costos, es decir, pasando más costos al ambiente, la tierra y las comunidades, ante la mirada impotente de los organismos nacionales e internacionales. En realidad hay muchas evidencias de que el lento crecimiento económico a partir de los setenta ha producido algo semejante, especialmente en el caso de las corporaciones transnacionales. También hay evidencias de que muchos casos el tiro ha salido por la culata, en el sentido de que esa extemali7ación de costos por un capital ha elevado los costos para otros. Asimismo, se puede demostrar que en muchos casos las luchas y las reglamentaciones ambientales han obligado a capitales individuales a internali7ar costos que de lo contrario recaerían en el ambiente. Hay una especie de guerra vigente entre el capital y los movimientos ambientales, una guerra en la cual éstos pueden tener el efecto (intencional o no) de salvar a largo plazo al capital de sí mismo, al obligarlo a hacerse cargo de los efectos negativos a corto plazo del traslado de costos. También existe la posibilidad, por leve que sea, de que una verdadera depresión económica pueda ser ocasión de un programa general de restauración ambiental. En Estados Unidos, en los treinta, el New Deal creó las condiciones políticas para dos tipos de cambio ambiental. La primera consistió en los esfuerzos por restaurar los suelos degradados de las grandes planicies y los pastizales ecológicamente deteriorados del sur y del oeste. En este sentido la depresión fue un acontecimiento "ambientalmente sano". El segundo tipo de cambio ambiental consistió en esfuerzos aún mayores por iniciar o acelerar gigantescos proyectos de infraestructura, como enormes presas y obras hidráulicas, grandes puentes y túneles, que eran indispensables para la urbanización en el oeste del país y para la suburbanización posterior a la segunda guerra mundial en el resto de la nación. Sin estos proyectos la vida suburbana, el consumismo y la cultura del automóvil no hubiesen florecido en los cincuenta y los sesenta; contribuyeron de maneras importantes a crear la actual estructura de consumo individualista, poco sana en términos ecológicos. La próxima depresión puede empeorar mucho las condiciones ambientales, o puede ser ocasión de grandes cambios en restructurar el consumo individual y social, por ejemplo ciudades verdes, integración entre las ciudades y las tierras agrícolas que las rodean, un transporte público que la gente que desee utilizar, y así sucesivamente. O de ambas cosas, en grados diversos, en diferentes lugares. Lo que ocurra realmente estará determinado por la lucha política, la adaptación institucional y los tipos de innovación tecnológica. Todo lo cual equivale a decir que la destrucción ambiental, los movimientos sociales ambientales y otros relacionados, las políticas y presupuestos guberna-
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mentales, las líneas de acción de los organismos internacionales y las condiciones económicas están tan interrelacionados como cualquier ecosistema complejo modelado por ecólogos profesionales. El que quiera tratar de pensar sobre estas interrelaciones se topará con los mismos problemas epistemológicos y metodológicos que enfrentan los ecólogos cuando tratan de modelar el destino de una especie determinada, es decir, el problema del atomismo y el reduccionismo frente al holismo. Pero aún peor, porque las águilas calvas y los microorganismos no se organizan políticamente como agentes sociales, pero la gente puede hacerlo. Por eso resulta de cuestionable utilidad un acercamiento teórico de sistemas estrictos a la cuestión de los efectos ecológicos de una depresión general. En último análisis todo depende del equilibrio de las fuerzas políticas y de la decisión de los que quieren transformar nuestra relación con la naturaleza, es decir nuestra mutua relación material; en pocas palabras, de los objetivos políticos del movimiento ambiental, el laboral, el de las mujeres y otros movimientos sociales. "¿Es posible el capitalismo sustentable?" es finalmente, tanto en primera como en última instancia, una pregunta política.
LAS CONDICIONES EN EL SUR
La crisis de las condiciones de producción es especialmente grave en el Sur, por eso ha hecho su aparición el discurso sobre el "desarrollo sustentable", que se ha vuelto un campo de batalla ideológica y política de importancia creciente. Como señalamos, prácticamente todo el mundo usa la expresión con intenciones y significados diferentes. Los ambientalistas y los economistas ecológicos definen "sustentabilidad" como el uso exclusivo de recursos renovables, y también como la acumulación mínima o inexistente de niveles de contaminación. De hecho el Sur puede estar más cerca de la "sustentabilidad", vista así, que el Norte; pero el Norte tiene más recursos tecnológicos y capital que el Sur como medios para lograr la sustentabilidad. El capital, desde luego, emplea el término para referirse a utilidades sustentables, que presuponen una planeación de largo plazo de la explotación y el uso de recursos renovables y no renovables, y de los "bienes comunes globales". Los ecólogos definen "sustentabilidad" en términos del mantenimiento de sistemas naturales, marismas, protección de áreas silvestres, cualidad del aire y demás. Pero estas definiciones pueden tener todo o nada que ver con la rentabilidad sustentable. De hecho hay una correlación inversa entre la sustentabilidad ecológica y la utilidad a corto plazo. La "sustentabilidad" de la existencia rural y urbana, del mundo de los pueblos indígenas, de las condiciones de vida para las mujeres y los lugares de trabajos seguros también están inversamente relacionados con la sustentabilidad de las utilidades... si sirve como guía la historia de finales del siglo XX. Al margen de lo deseable que pueda ser que el Sur siga la vía industrial y el con-
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ista del Norte, está la posibilidad de que lo haga. El capitalismo industrial en a, Brasil y México (por tomar tres ejemplos) se desarrolla a expensas de una eza y una miseria inmensas, y también de la erosión de la estabilidad ecológiomoquiera que se defina esta expresión. El este de Asia anda económicamenen, y algunos países del sureste mejor aún (en términos de crecimiento del , pero esas regiones no han demostrado aún que puedan ser motores del creento y también pagar buenos salarios, así como proporcionar condiciones de jo decentes, una política social progresista y una protección ambiental signiiva. La mayor parte del resto del Sur (incluyendo las colonias internas del Nordel este de Asia) es un desastre económico, social y ecológico. En la región hay has barreras al desarrollo capitalista, por ejemplo mercados débiles a consecia de una distribución terriblemente desigual de la riqueza y el ingreso, de la de una reforma agraria que favorezca a los agricultores pequeños y medianos, las inestabilidades de la demanda y la oferta de materias primas. Asimismo, hay lemas de deuda interna y crisis de la balanza de pagos, por no mencionar la etuación de bloques dirigentes que defienden sus propios intereses, y gobiernestables. Estos problemas existen al margen del estado de las condiciones ecoas en particular y de las condiciones de producción en general. Huelga decir esta situación crea una permanente inestabilidad social y política, nuevos paes de migración hacia el Norte, más refugiados económicos y ecológicos y así sivamente... todo lo cual, a su vez, origina continuos problemas en el Norte.
ILIDADES POLÍTICAS
ayoría de los gobiernos de centro-derecha y derecha que gobernaron la mayor del mundo desde finales de los setenta y principios de los ochenta hasta finae los noventa son incapaces de encauzar el desarrollo capitalista de formas que ren las condiciones de vida y de trabajo, las ciudades o el ambiente. Están asiado concentrados en expandir el "libre mercado" y la división internacional rabajo, desregular y privatizar la industria, obligar a los "ajustes" económicos l Sur y a la "terapia de choque" en los antiguos países socialistas, marginalio así hasta la mitad de la población de algunos países del tercer mundo, y queo hacer creer que el "mercado" y, en general, el neoliberalismo, resolverán la iente crisis económica. En general es probable que las cosas se pongan peor de empezar a ponerse mejor, sobre todo en el Sur. ientras tanto se ha dado el crecimiento de diferentes movimientos verdes y des rojos" en distintos países. Unos pocos sindicatos en algunas naciones se tomando más en serio las cuestiones ambientales. A la inversa, los movitos ambientalistas se están ocupando de cuestiones económicas y sociales que cinco o diez años ignoraban o minimizaban. De muchas maneras los movi-
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mientos laborales y feministas, urbanos y ambientalistas, así como los movimientos de las minorías oprimidas, se han organizado en torno a los asuntos generales de las condiciones de vida. Aunque las perspectivas de un capitalismo sustentable son escasas, puede haber esperanzas de alguna clase de socialismo ecológico: una sociedad que preste mucha atención a la ecología y, al mismo tiempo, a las necesidades de los seres humanos en su vida cotidiana, así como a las cuestiones feministas, antirracistas y de justicia social e igualdad en general. En términos globales es en torno a estos problemas que hay movimiento y organización, agitación y acción, lo que puede explicarse en términos de las contradicciones del capitalismo y la naturaleza del estado capitalista que se analizaron más arriba. Políticamente esto significa que más pronto o más tarde los movimientos laborales, feministas, urbanos, ambientales y otros tienen que combinarse en una única y poderosa fuerza democrática, que sea politicamente viable y también capaz de reformar de manera radical la economía, la política y la sociedad. 9 Los movimientos sociales individuales son relativamente impotentes frente a la fuerza totalizadora del capital global. Esto sugiere la necesidad de tres estrategias generales y relacionadas. La primera es el desarrollo deliberado de una esfera común o pública, un espado político, una especie de poder dual, en el cual puedan funcionar económica y politicamente organizaciones minoritarias, laborales, de mujeres, urbanas y ambientales. Alli podrían desarrollarse, no las alianzas tácticas estratégicas entre movimientos y dirigentes que tenemos hoy, sino alianzas estratégicas, incluidas las electorales. Una sociedad civil fuerte, que se defina en términos de sus "bienes comunes", su solidaridad y sus luchas contra el capital y el estado, así como de impulsos democráticos y de formas de organización dentro de las alianzas y las coaliciones de los movimientos y las organizaciones —y dentro de cada uno de ellos— es el primer requisito para una sociedad y una naturaleza sustentables. El segundo 9 Nadie sabe ni puede saber cuándo se desarrollará una "fuerza democrática única y poderosa", ni siquiera si llegará o no a desarrollarse. Es necesario responder, práctica y teóricamente, preguntas muy difíciles. Por ejemplo, si el concepto mismo de esa "fuerza" está basado fatalmente en la tradición modernista/humanista de la filosofía política occidental, tradición liberal" que no ha sido demasiado tolerante con las "diferencias", pero que sigue estando firmemente arraigada en los derechos individuales frente al estado. Hay quienes creen, en palabras de Marón O'Connor, que es importante "en este momento, es decir, a finales del siglo xx, explorar lo que significa tener la coexistencia de muchas voces algo discordantes, que tienen en común su repudio al dominio del capital, pero que de muchas otras maneras no están muy de acuerdo. Es un aspecto del realismo, de 'que las cosas se pongan peor antes de empezar a ponerse mejor'". Este autor coincide, con la salvedad de que tal vez no haya tiempo de resolver todas las tensiones, de escuchar plena y mutuamente la pluralidad de las voces, las diferentes bases del conocimiento, etc., que existen dentro de los movimientos sociales hoy en día. La necesidad de unirse contra el capital y a favor de una sociedad no explotadora, socialmente justa, ecológica, puede ser demasiado grande, dadas las configuraciones actuales de las fuerzas políticas, como para retrasar el desarrollo de una estrategia política unificada verdaderamente capai de hacerle frente al capital global y al cuasi estado global que se está desarrollando (por ejemplo erFondo Tvioneuno Internacional, el Banco Mundial).
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es el desarrollo deliberado de alternativas económicas y ecológicas dentro de esta esfera pública o nuevo "espacio común", alternativas como ciudades verdes, producción sin contaminación, formas biológicamente diversificadas de silvicultura y agricultura y así sucesivamente; hoy se conocen cada vez mejor los aspectos técnicos de todo ello. El tercero es organizar luchas para democratizar el sitio de trabajo y la administración gubernamental, para poder insertar en el marco de la democracia liberal contenidos sustantivos de tipo ecológico y progresista. Esto presupone no sólo que los movimientos usen medios políticos con fines económicos, sociales y ecológicos, sino también que coincidan en las metas políticas, especialmente en la democratización de algunos aparatos de estado nacionales e internacionales y en la eliminación de otros. Estas ideas pueden parecer tan irreales como la de un capitalismo ecológico. Tal vez sea así. Pero tenemos que recordar que mientras las estructuras existentes del capital y del estado no parezcan capaces de hacer más que reformas ocasionales, los movimientos sociales de todo el mundo crecen día a día; de allí que en algún momento exista la posibilidad de una crisis social y política general, puesto que las demandas de estos movimientos entran en conflicto con las actuales estructuras económicas y políticas, orientadas hacia las utilidades. Yen ese momento aparecerán "formas sociales enfermas" de todos tipos. Habrá quienes digan que eso es precisamente lo que está ocurriendo ahora, que el tejido social y político se está desgastando y que la reaparición del racismo, el nativismo, la discriminación contra los trabajadores extranjeros, que el rebote machista y antiambientalista, así como otras inclinaciones y tendencias reaccionarias, se están convirtiendo en un peligro cada vez mayor. Otros vinculan la reaparición del populismo de derecha y la reacción con un giro derechista de la mayoría política y económica. Hay otros análisis de la actual situación política del mundo, entre ellos los que proponen que el planeta está presenciando una guerra de los ricos contra los pobres, una rebelión de los acaudalados contra las demandas de los indigentes, el estado del bienestar, la política económica redistributiva y demás. O tal vez esté ocurriendo todo al mismo tiempo. Comoquiera que sea, desde las perspectivas de los progresistas, los verdes rojos o de izquierda y las feministas, lo que menos falta nos hace en el mundo es el faccionalismo, el sectarismo, "la línea correcta"... más bien tenemos que analizar críticamente todas las fórmulas políticas gastadas, desarrollar un espíritu ecuménico y "ensabar tanto lo que tenemos en común, nuestros 'nuevos bienes comunes' como nuestras diferencias".
ARTE O Y NATURALEZA
Toda filosofía se encierra en dos palabras: sostener y abstener. EPÍCTETO
No hay nada que el dinero no pueda componer, pero todo sigue estando roto. JOHN STRAIEY
Los materiales de la tercera parte de esta obra indican algunas líneas de pensamiento económico-político y sociológico-político acerca del "socialismo ecológico", que pueden resultar útiles para los movimientos ecológicos radicales del Norte y (en ciertos sentidos) del Sur. El ambientalismo del Norte (según se afirma) ha sido impulsado por los valores del ocio de una sociedad "postescasez", mientras que el "ambientalismo de los pobres" en el Sur se ve como una "rebelión de los pobres para sobrevivir" (en palabras de Juan Martínez-Alier). Estas dos afirmaciones contienen mucho de verdad, porque en el Norte el ambiente suele verse como una recreación o un medio de consumo, mientras que en el Sur es considerado, normalmente, como medio y objeto de producción. Esta diferencia refleja el desarrollo desigual y combinado del capitalismo en el Norte y en el Sur. En el primero más gente vive en las áreas metropolitanas; en el segundo más personas viven atadas a la tierra. Pero de alguna forma el "ecologismo de la riqueza" y el "ecologismo de la supervivencia" (Martínez-Alier) se están intersectando tanto en el primero como en el segundo. Por un lado el movimiento por una agricultura sustentable, la lucha por reducir la producción de sustancias tóxicas (reducción en la fuente) y los movimientos por ciudades verdes en el Norte se ocupan del medio, en todo o en parte, como un medio u objeto de producción y reproducción. En el Norte el "nivel de vida decente" históricamente determinado (y tal vez hasta nuestra propia supervivencia) depende de que se pase, en general, a una "producción verde". Por otro lado el crecimiento de industrias y ciudades en el Sur, y la proliferación de una pobreza desesperada entre los ejércitos urbanos de reserva de África, Asia y América Latina, significan que el ambiente urbano se está viendo cada vez más como un "medio de consumo" o de recreación. Estos cambios de la relación entre la humanidad y la naturaleza en el Norte y en el Sur, basados en ~Hos de la división mundial del trabajo, y también de los fines y las estrategias de los movimientos ecológicos en ambas partes del mundo, [301]
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difícilmente eliminan las enormes diferencias en el "ecologismo" septentrional y el meridional, pero indican un área gris cada vez más grande, donde esas metas y estrategias pueden estar traslapándose en buena medida. Las líneas de análisis introducidas o desarrolladas en la tercera parte no agotan en absoluto el caudal creciente de ideas y prácticas radicales verdes y verdes radicales del Norte, y mucho menos del Sur. Debo agregar que estos textos no se escribieron para construir o ampliar un modelo de lo que los verdes rojos llaman "socialismo ecológico". Si bien hay cada vez más bibliografía sobre "desarrollo sustentable", "presupuestos verdes" y producción verde, en general, las selecciones de esta tercera parte no son una contribución a la búsqueda en papel de un modelo de sociedad social y ambientalmente justa, equitativa y ecológicamente racional. Ni estos capítulos caen en el campo futurista, en el cual se pueden hacer o se harán, con diversos grados de (im)plausibilidad, predicciones de lo que puede ser o será el futuro. Mi premisa es algo diferente, a saber, que si el socialismo ecológico es, de hecho, una posibilidad histórica real, el espíritu y el poder que lo animan, su alcance y sus límites socioeconómicos, sus formas de práctica política, sus normas y valores, son problemas que se resolverán (aya se están resolviendo?) práctica y colectivamente, en el curso de luchas sociales y ecológicas reales, por los cientos de miles de organizaciones formales y grupos informales que batallan hoy en una variedad de frentes, enfrentándose a una vasta gama de asuntos ecológicos, socioeconómicos y políticos. Esta introducción se preparó para poner en contexto las ideas que aparecen en estos ensayos en términos de la economía política y las políticas de la ecología en los antiguos países del "socialismo real" encabezados por la Unión Soviética. El objetivo es crear un trasfondo inteligible que arroje más luz sobre los escritos mismos, especialmente trazar una clara distinción entre la ecología de la vieja URSS y la de los movimientos ecológicos radicales democráticos que se van desarrollando, incluyendo el socialismo ecológico. Cabe preguntarse, dado el alcance de la destrucción de la naturaleza en los ex países socialistas, por qué se podría hablar de "socialismo y naturaleza" de no ser en los términos más negativos. Después de todo, los países socialistas usaron sus recursos no renovables tanto o más rápido que el mundo capitalista, y contaminaron el aire, el agua y la tierra tanto como sus contrapartes capitalistas, o más aún. Por consiguiente muchos ambientalistas llegan a la conclusión de que no son el capitalismo ni el socialismo como sistemas económicos los que merecen ser considerados culpables de causar la degradación ambiental, y les atribuyen la responsabilidad a la "industrialización", la "urbanización", la "tecnología", la "burocracia" y la mentalidad de "producción a cualquier costo", todos los cuales parecen ser comunes al mundo capitalista y al socialista.I 1 En este análisis "socialismo" y "capitalismo" se construyen a partir de la experiencia de los países industriales capitalistas y socialistas. Aunque se hacen algunas referencias a otras naciones (por ejem-
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ro axioma que se encuentra en el mundo académico convencional, así como medios de comunicación, es que el viejo sistema socialista ejemplificado por ión Soviética, y el capitalismo ejemplificado por Estados Unidos, eran modee existieron (como si hubiesen estado en un laboratorio) independientee uno del otro. De hecho el socialismo y el capitalismo realmente existentes aron en una interacción —muchas veces violenta— entre y dentro de ambos argo del siglo xx. La causa primaria de la destrucción ambiental en ese siglo guerra, y las más destructivas de ella (las dos contiendas mundiales) fueron das por naciones capitalistas, o se dieron entre potencias imperiales y movitos de liberación del tercer mundo, o estados en formación. En 1945 Estados os detonó dos armas nucleares sobre Japón y durante decenios sus pruebas de mento nuclear (así como las de la URSS) siguieron degradando la tierra, el el aire. Ése fue un parteaguas ecológico. la era posterior a la segunda guerra mundial la política bélica de Estados os en Vietnam causó una destrucción brutal del ambiente. En los ochenta, en parte de Centroamérica, el país del norte, en apoyo de aliados de derecha, los contras, inundó las áreas agrícolas con pesticidas tóxicos y fertilizantes icos que convirtieron a la región en una zona de ecodesastre. En el subcontiafricano Sudáfrica no titubeó en destruir áreas agrícolas en los estados colins como parte de su estrategia militar de privar de refugio a las fuerzas de liben y de debilitar a los gobiernos que simpatizaban con los fines democráticos región. La ecodestrucción causada por estados socialistas agresivamente sionistas, por ejemplo la Unión Soviética en Afganistán o los chinos en Tíbet, ece en comparación con la que produjeron las guerras intercapitalistas y las as imperialistas de contrarrevolución. r plantear las cosas lo más llanamente posible, la revolución socialista resultó enos nociva, ecológicamente, que la rivalidad imperial capitalista y la contralución. Y si bien es necesario escribir la historia ecológica de la guerra del siglo términos de esta rivalidad y de la revolución y contrarrevolución, no contatodavía con esa historia general ni con alguna versión general complementala integración de la guerra en la economía política y la ecología política. bien el "socialismo" y el "capitalismo" no deben compararse como si se hubieesarrollado independientemente entre sí, pueden compararse, de manera legí, en la medida en que se desarrollaron sobre la base de diferentes relaciones ropiedad, relaciones legales, ideologías y relaciones de poder político. De o, la visión occidental usual de que la "industrialización", la "tecnología" y s son las causas de la destrucción ambiental tanto en el Este como en el Oesincapaz de distinguir entre las fuerzas productivas de una sociedad y sus relas de producción, es decir su base tecnológica, sus procesos de trabajo y su sisl Sur), muchas de ellas no pueden ser subsumidas por entero dentro de los imaginarios respecel °socialismo" y el "capitalismo".
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tema de producción, por una parte, y por otra sus relaciones de propiedad, legales y políticas. En cualquier comparación entre socialismo y capitalismo es útil hacer esa distinción y extraer las implicaciones teóricas que diferentes sistemas de propiedad y políticos tienen para las causas y las consecuencias de la degradación ambiental. En la medida en que los países socialistas importaban tecnología y sistemas de producción de control del trabajo (de hecho concepciones básicas de tecnología y de producción) de Occidente, las causas de la destrucción ambiental en ellos eran similares a las de las naciones capitalistas. Asimismo, como el crecimiento económico y el desarrollo eran prioridades absolutas en el mundo socialista, las causas y consecuencias de la degradación de la naturaleza eran más o menos las mismas. Por último, como los países socialistas se integraron en el mercado mundial capitalista, funcionaban allí las mismas clases de fuerzas sistémicas. No obstante, en la medida en que las relaciones legales y de propiedad en los países socialistas eran diferentes de las del mundo capitalista, las causas y los efectos de la destrucción ambiental no eran los mismos. Esto puede decirse también de los dos sistemas políticos y de las correspondientes diferencias en la relación entre la sociedad civil y el estado. De hecho, en los países socialistas las fuerzas de producción no eran tan diferentes de las occidentales, aparte de que casi siempre eran menos "avanzadas". Las relaciones de producción en el mundo socialista eran muy distintas de las de los países capitalistas, por lo cual las formas específicas de tecnología, y los modos particulares en que se desarrollaron allí la agricultura, la minería y demás, también lo fueron. Por último, las diferencias de los sistemas políticos tuvieron importantes efectos sobre los procesos de degradación ecológica así como de lucha y reconstrucción ambiental. Las causas de la destrucción ambiental en las sociedades capitalistas y socialistas, entonces, eran a un tiempo las mismas y diferentes. Como las similitudes entre el capitalismo y el socialismo se conocen bien (por el hecho mismo de ser similitudes), es importante que nos concentremos en las diferencias entre ambos sistemas. ¿Cuáles fueron las principales maneras en que las relaciones socialistas de propiedad/producción y los sistemas políticos condujeron a diferentes o cambiantes decisiones tecnológicas, estructuras industriales, asignaciones de trabajo social, patrones de desarrollo y aplicación científica, formas de consumo y urbanización, y demás? ¿Y de qué formas diferían las soluciones socialistas a los problemas ambientales de las que se encontraban en los países capitalistas avanzados? Dentro del mundo socialista hubo muchas variaciones en las formas de las relaciones de producción y fuerzas productivas, y su relación con las condiciones de producción. También variaban muchísimo el alcance y los tipos de relaciones de mercado, tradiciones culturales y sistemas políticos. Sin embargo había semejanzas generales. Primero, en todos los países socialistas los principales medios de producción estaban nacionalizados, aunque no socializados; es decir, no había una tra-
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dición sólida de control democrático de los medios de vida, si bien en el pasado presocialista habían existido grados importantes de control local de los recursos. La nacionalización o propiedad estatal sin socialización o control social democrático de los medios de producción significaba que los países socialistas se caracterizaban por la planeación central y el dominio político del partido y la burocracia. Segundo, todos los países socialistas tenían garantías constitucionales —que no siempre se ponían en práctica, sobre todo en los últimos años de liberalización— de que los trabajadores tenían derecho al acceso, la utilización y el ejercicio del control sobre los medios de producción. Tercero, todos o casi todos los países socialistas tenían una historia de desarrollo económico extensivo, más que intensivo basado en mano de obra educada y producción de alta tecnología, porque el socialismo apareció en regiones relativamente "atrasadas" del mundo. De manera que trataban de "alcanzar a Occidente" (esfuerzo al que llamaban "construcción del socialismo"). Esto estuvo determinado por el hecho de que el Partido Comunista veía la necesidad de la seguridad nacional contra Occidente y por la meta expresa de superar la capacidad occidental de mejorar las condiciones materiales y sociales de las clases productoras. La aceptación acrítica de ciertos aspectos del desarrollo al estilo occidental determinó muchas veces su imitación mecánica en los países socialistas... "error" que no cometen en la actualidad los movimientos verdes y los partidos políticos. En el curso del conflicto Este-Oeste se suprimió sistemáticamente la idea de un tipo de progreso cualitativamente diferente, medido por la calidad de la vida, más que por la cantidad de tecnología o bienes de consumo, o por su valor de uso más que por su valor de cambio; éste fue otro "error" que hoy los verdes rojos evitan (o deberían evitar) como la peste. Además, casi todos los países socialistas se derrumbaron ante crisis económicas y políticas asociadas con la desaparición del desarrollo económico extensivo y la transición a tipos más intensivos en el contexto de una economía restringida por el lado de la oferta. En la crisis se dio una gran demanda (que crecía rápidamente) de bienes de capital occidentales, incluyendo tecnología para el control y la reducción de la contaminación, así como bienes de consumo. Mientras tanto en Occidente las principales economías, hipercapitalistas, obsesionadas por la reducción de costos, se encontraban con un excedente tanto de bienes de capital como de consumo. Ello se debía sobre todo a las mayores tasas de explotación del trabajo y a crecientes desigualdades en el ingreso y la riqueza, junto con una competencia más intensa por parte de Asia. Estos hechos económicos básicos contribuyeron a montar el escenario de acciones políticas para ponerle fin a la guerra fría, tanto en el Este como en el Oeste, que tuvieron efectos importantes en las formas en que los países ex socialistas explotan su ambiente y, en general, en sus condiciones de producción. En principio la propiedad estatal y la planeación centralizada permitieron que el estado minimizara el agotamiento de recursos, las "externalidades negativas"
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como la contaminación y la destrucción de las zonas recreativas. El papel clave de la ciencia y los científicos en la planeación socialista refuerzan este principio. Por eso puede ocurrir que, por mandato político, se asignen sumas gigantescas a inversiones destinadas a reducir la contaminación (por ejemplo la decisión tomada en la URSS, en la era de Breznev, de abatir la contaminación de las industrias ubicadas en el lago Baikal). Las industrias también pueden ser eliminadas por decreto (Gorbachov, por ejemplo, habló de desmantelar las del Baikal) y descentralizadas de la misma manera, transformando así, en parte, la contaminación inocua en desechos inocuos. Además, durante más de dos decenios los dirigentes de la URSS afirmaron que la ciencia ecológica es una base clave de la planeación económica racional y científica. Daba lo mismo que quienes estaban en la cima de las viejas jerarquías socialistas fuesen o no personas esclarecidas: los trabajadores, agricultores, científicos y técnicos preparados para reconocer y manejar los problemas ecológicos tenían poco o nulo poder político. La combinación de propiedad/planeación estatal y gobierno partido/burocracia —o la ausencia de poder popular con "conciencia ecológica"— significaba que administradores, técnicos y obreros de las diversas empresas estaban políticamente divididos de los de otras. Había así una tendencia estructural a sentir indiferencia por los efectos ambientales de la empresa de uno sobre las de los demás y sobre las comunidades "jerárquicamente inferiores". En la medida en que los cuadros ecológicamente conscientes no tenían una organización común, la raíz de este problema era, sin duda, política. Un punto adicional es que la división política de la clase trabajadora en estados socialistas gobernados por el partido y las burocracias se asociaba con el débil desarrollo de la democracia interna, la falta de libertad para organizar y agitar de manera independiente en torno a cuestiones ambientales específicas, la falta de información pública sobre los niveles de contaminación, el secreto y la desinformación burocráticos respecto a los efectos ambientales de nuevas inversiones, y el cinismo y la indiferencia políticas. Con frecuencia las "externalidades negativas" o los "costos sociales" no se identificaban como tales debido a la falta de libre flujo de información, del temor a ser hechos responsables de ministerios y empresas, de acceso independiente a los datos técnicos y de canales institucionales que pudiesen usarse para cambiar las prácticas vigentes. Por eso en términos comparativos los problemas ambientales eran invisibles y, por ende, los tipos y alcances de la contaminación y el agotamiento de recursos eran relativamente desconocidos. Hubo ciertas excepciones obvias a esta regla, como Chemobil, el mar de Aral, que se secó, y la salinización de los suelos en las áreas drenadas. Sin embargo, la ciencia ecológica desempeñó tradicionalmente un papel en la planeación económica. Como el movimiento de conservación soviético estaba dominado por científicos, tuvo en general más legitimidad dentro del estado que el conservacionismo, hasta esa época, en el mundo capitalista. Además la "glasnost ecológica", sobre todo dentro de los movimientos estudiantiles, abrió canales inde-
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ientes de protesta y organización que empezaron a hacer más visible lo inviy más cognoscible lo incierto. misma planeación central tuvo implicaciones tanto positivas como negativas el ambiente. Por el lado positivo, la ausencia de "crisis económicas" del tipo rente al capitalismo —y por lo tanto la ausencia de luchas de tipo capitalista empresas por la participación en el mercado— significó que las empresas n menos incentivos para contaminar que las compañías capitalistas, las cuales has veces se ven forzadas a externalizar costos como precios para sobrevivir en ercado. Por el lado negativo, la planeación central estimuló grandes proyectos, ógicamente poco sanos, de minería, construcción y demás, así como de proión y distribución centralizadas de energía. El peor ejemplo es la producción nergía nuclear, que en todas partes se asocia con poder político centralizado, ición militar, secreto y dominio de los tecnócratas. En último análisis Chernocuyo reactor había sido copiado de un modelo norteamericano) pudo haber resultado tanto de un estado poderoso y una sociedad débil (es decir de la ncia de democracia) como de la falta de control de calidad y debil motivación s trabajadores, lo cual, a su vez, se relacionaba con formas no democráticas e cientes de política y de economía, respectivamente. n los países socialistas el pleno empleo y la seguridad en el trabajo eran la norno la excepción (como ocurre en el mundo capitalista). El pleno empleo y la ridad en el trabajo tuvieron profundos efectos en la forma en que funcionalas economías socialistas. Entre ellos se contaba una movilidad laboral limitanto horizontalmente como hacia arriba y hacia abajo, la escasa capacidad de erentes de las empresas para usar la mano de obra de manera flexible (como ital variable", en términos marxistas), y la poca posibilidad de que las empreecurriesen a reservas de mano de obra excedente. Con poco "juego" y mucha dez" en la economía (que probablemente hubiese sido imposible eliminar sin ertir las normas del pleno empleo y la seguridad en el trabajo), el crecimienonómioco socialista (como teorizó Kornai) estaba restringirlo por los recursos. se define aquí en sentido económico, no como una "restricción ecológica". situación presenta un marcado contraste con las economías capitalistas, históente restringidas por la demanda. Los efectos que tienen sobre el ambiente las omías restringidas por los recursos parecen depender, en principio, de una idad de factores. Primero, las empresas de esas economías eran famosas por parar" mano de obra, materias primas, combustibles, refacciones y otros insu. Los mercados eran tristemente célebres por las "escaseces" y las "colas", lo parece haber tenido efectos positivos y negativos sobre el ambiente. Por el malo, se daba apropiación de recursos incluso cuando no había un uso inmepara ellos. Por el bueno, las economías restringidas por los recursos tendiea crecer lentamente hasta que se dio el paso al desarrollo intensivo (y también nte la transición al mismo), por lo cual era probable que no agotaran y connaran tan rápido los recursos.
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Segundo, las restricciones del pleno empleo y la seguridad en el trabajo reducían los incentivos para que la administración hiciese cambios tecnológicos que ahorrasen mano de obra (a lo cual se debe el relativo estancamiento de la economía soviética). No hay manera de saber, a priori, si las tecnologías más antiguas agotaban los recursos y/o contaminaban más que las nuevas. Por una parte, en China las fundidoras pequeñas y otras instalaciones construidas en el campo con el fin de integrar la agricultura y la industria, así como de igualar el desarrollo económico, eran "contaminadoras" célebres. El retraso técnico se asociaba también con la falta de equipo moderno de control de la contaminación. Por otra parte, el relativo retraso en los sectores de alta tecnología en Europa Oriental y la URRS minimizó el tipo de contaminación común en las economías industrializadas de Occidente. En general el pleno empleo y la seguridad laboral, junto con la ausencia relativa de la disciplina de mercado de tipo capitalista, significaron que las empresas socialistas no estuvieran guiadas por la necesidad de adoptar constantemente tecnología nueva de todo tipo. Esta es, desde luego, una afirmación relativa. La URSS, por ejemplo, exportaba a empresas occidentales licencias de fabricación para plantas purificadoras de agua, hornos de volatilización por alta temperatura y otras innovaciones, y en docenas de industrias soviéticas se adoptaron muchas "tecnologías ecológicamente limpias". Sin embargo, en numerosos aspectos la Unión Soviética estaba tecnológicamente atrasada en comparación con los principales países capitalistas de Occidente. Tercero, el pleno empleo y la seguridad en el trabajo significaban que administradores, técnicos y obreros tenían un poderoso incentivo para mantener funcionando a la empresa a toda costa, al margen de los cambios tecnológicos y las condiciones de mercado. Como ya se señaló, los trabajadores y los administradores eran básicamente "conscientes de la empresa", no "conscientes de la sociedad", y por lo tanto tenían incentivos para externalizar costos, contaminando, por ejemplo. Por otro lado, las restricciones debidas al pleno empleo y a la seguridad en el trabajo (con planeación central) limitaban también los procesos de desarrollo económico desigual y combinado característicos del mundo capitalista (y por lo tanto limitaban las concomitantes historias de terror ecológicas). Algunos países socialistas utilizaron mecanismos de planeación central para tratar de reducir desigualdades regionales en materia de riqueza y capacidad productiva, lo cual pareció tener efectos positivos y también negativos sobre el ambiente. Por el lado positivo se dio la dispersión de los "desechos", que contribuyeron a impedir que se convirtieran en "contaminación". Un efecto negativo fue que resulta dificil realizar economías de escala en materia de sistemas de eliminación de desechos cuando la industria está descentralizada, lo que condujo a graves problemas de contaminación local. Sin embargo, en términos generales de industria socialista estaba centralizada, y tenía efectos ambientales similares a los de la industria capitalista. Hay otras diferencias importantes entre las economías restringidas por los recursos o por la demanda. Uno es que las últimas desperdician recursos en publicidad,
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empaque, cambios de estilo, cambios de modelo, diferenciación de producto, obsolescencia de producto y compras a crédito, necesario todo ello para mantener a flote el sistema. Este "esfuerzo de ventas" no sólo desperdicia recursos sino que produce también más contaminación del ambiente. Las economías socialistas no pecaron tanto en este sentido. Otra diferencia es que las economías restringidas por la demanda se basan en la forma de trabajo asalariado y en la forma mercancía de satisfacción de las necesidades. Las economías socialistas, en cambio, fomentaban el consumo colectivo, por ejemplo transporte de masas, instalaciones recreativas y vacacionales colectivas y viviendas en departamentos. Sobre estas bases, las economías socialistas usaban y desperdiciaban menos recursos que las capitalistas, y el consumo personal socialista creaba menos contaminación. Otra diferencia es que las economías capitalistas están sujetas a la regla de "acumular o morir". El crecimiento no es un medio para el fin del bienestar económico y social, sino un fin por y en sí mismo. Aunque el crecimiento económico era también una meta clave en los países socialistas, no existía el mismo imperativo económico sistémico. El crecimiento era más bien una decisión política relacionada con el desarrollo económico y con el deseo de "alcanzar a Occidente". La naturaleza implacable y no planeada de la extracción de recursos/contaminación en el capitalismo puede no ser inherente a las economías socialistas, donde en principio la producción era para el uso, no para la utilidad, y el crecimiento se veía como un medio, no como un fin en sí mismo, aunque en la práctica evidentemente no fue así. No obstante, vale la pena destacar que las empresas que tratan de cumplir sus cuotas cuando hay un plan central funcionan, en teoría, con principios de desempeño diferentes que las firmas capitalistas cuyos márgenes de utilidad deben expandirse sin cesar. Por último, en estas sociedades socialistas las normas de igualdad económica y social dirigían las decisiones políticas y económicas en mayor grado que en las sociedades capitalistas. La tragedia de las masas empobrecidas de las últimas, empuadas hacia tierras marginales por el capital internacional y obligadas a degradar el ambiente por la mera necesidad de sobrevivir, no tienen paralelo en el mundo socialista. Al respecto resultaría instructivo comparar a Cuba, por ejemplo, con la República Dominicana o con gran parte de América Central. En la mayoría de los países socialistas el partido ascendió al poder en regiones elativamente atrasadas, periféricas o semiperiféricas del capitalismo mundial. Esas naciones experimentaron un periodo de desarrollo extensivo: inversiones para mpliación de capital, industria pesada, enormes proyectos para generar energía, proletarización del campesinado y así sucesivamente, que los países capitalistas esarrollados habían vivido en una etapa previa. La "construcción del socialismo", el deseo de "alcanzar a Occidente" en el contexto de la guerra fría y de la hostiidad occidental hacia la URSS, reforzaron los efectos ambientales del desarrollo conómico extensivo, sobre todo en la URSS, con su gran abundancia de recursos. odos los países grandes que han pasado por un desarrollo extensivo se han "espeializado" en industrias contaminantes, por ejemplo papel y pulpa, producción de
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energía con combustibles fósiles, refinerías de petróleo, productos químicos pesados, sustancias petroquímicas y otras industrias básicas de bienes de capital. Por eso el "milagro" del crecimiento industrial de Europa Oriental desde finales de la segunda guerra mundial y hasta cerca del final de los sesenta fue ambientalmente costoso, debido a la rapidez del desarrollo extensivo. Esto resultó más aparente en Alemania Oriental, por ejemplo, que en la URSS, porque la densidad demográfica y el ingreso per cápita eran mucho menores en la segunda. Asimismo, países más pequeños (Dinamarca, por ejemplo), con antecedentes ambientales mucho mejores, al salir beneficiados por ubicarse en una posición ambientalmente más favorable dentro de la división internacional del trabajo, han podido importar petróleo y gasolina, sustancias químicas y demás, sin tener que padecer los costos de la contaminación y la prevención de la misma, así como de los controles característicos de los grandes países industriales. El paso del desarrollo intensivo —cuyo inicio en la URSS fue simbolizado por la glasnost y la perestroika— hubiese producido problemas y oportunidades ambientales diferentes. Primero, es probable que muchos países socialistas hubiesen utilizado mucho más los mecanismos de precios, lo que hubiera llevado a las empresas a economizar recursos naturales, es decir, a dejar de subvaluarlos, lo que lleva a usarlos con demasiada rapidez o en forma ineficiente, o a usar los recursos inadecuados. Segundo, la demanda de artículos occidentales incluía bienes de capital de alta tecnología para modernizar las instalaciones manufactureras, así como equipo de protección ambiental. Tercero, resulta interesante especular cuáles podrían haber sido las metas y fortalezas del movimiento ambiental del mundo socialista. La base del movimiento ambiental inicial en los países capitalistas avanzados son los empleados urbanos/suburbanos, los profesionales y, en general, los grupos educados. Estas clases existen debido a que hubo dos generaciones de desarrollo industrial intensivo y al rápido crecimiento subsecuente de los servicios financieros, las comunicaciones, la administración corporativa, la investigación y el desarrollo y demás... todas ellas consecuencias de la nueva división internacional del trabajo a partir de principios de los setenta. Los empleados capitalistas no tienen un interés material intrínseco en la industria pesada. En cambio en la URSS los ingenieros, administradores y otros que trabajaban en las industrias pesadas tuvieron importancia en el movimiento ambiental. No estaban tan "despegados" del interés en la industrialización continuada como sus equivalentes occidentales, lo cual puede haber limitado su capacidad de apoyar un cambio económico de la "construcción del socialismo" a la "reconstrucción del socialismo". Es imposible decir, en principio, si las economías restringidas por los recursos los agotan y contaminan el ambiente más o menos que las economías restringidas por la demanda en etapas similares de desarrollo. Puede afirmarse que algunas de las principales razones del agotamiento y la contaminación son diferentes en los dos tipos de economías, y también que el agotamiento y la contaminación en los países socialistas fueron más una cuestión política que económica; es decir, que la
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radación ambiental en gran escala probablemente no sea inherente al socialismo nque ningún país socialista demostró nunca esta proposición) , como parece o en el capitalismo. Sin duda la degradación ambiental fue intrínseca al proo industrial de la URSS porque sus dirigentes creían que el país tenía que iguaa Estados Unidos bomba a bomba, y por lo tanto tenían mucho menos presusto para la protección ambiental, puesto que la economía soviética era mucho or que la norteamericana. Las economías con planeación central, con o sin ndes mecanismos de mercado, pueden, en principio, obligar a las empresas a rnalizar posibles extemalidades negativas y, en general, costos sociales. Pero sólo ocurre en la medida en que los planificadores centrales y las empresas, políticos y la gente, deseen que ocurra. Lo que se desprende de los debates ales sobre la economía en la URSS es que (en palabras de William Mande!) "la a fueron las tasas de crecimiento y todo lo demás podía irse al diablo". El énfan el crecimiento se conectaba sin duda con la necesidad que percibía la URSS lcanzar a Occidente, en el contexto de la guerra fría, el anticomunismo, la hosad de las potencias capitalistas hacia el socialismo, y la carrera armamentista. otras palabras, como ya se afirmó, cualquier verdadera comprensión de la cuesambiental en los países socialistas tiene que enmarcarse en el contexto de la a político-económico-militar-ideológica de las principales potencias occidentacontra el socialismo, desde principios del siglo xx, y también en el contexto de uerra fría desde finales de la segunda guerra mundial. Todavía es muy pronto a decir si las nuevas "reformas" del mundo antes socialista que procuran crear juego" en la economía a fin de darle al nivel gerencial más incentivos para ecoizar trabajo y recursos, más flexibilidad en la producción y demás, producirán entos o reducciones de las tasas y tipos de agotamiento/contaminación. Esto enderá de la naturaleza precisa de las "reformas", los métodos de ponerlas en ctica y el desarrollo de formas políticas democráticas. También es demasiado nto para evaluar los efectos del movimiento ecológico global, especialmente movimiento internacional (hasta ahora débil y dividido) por el socialismo ecoco, en las actitudes socialistas tradicionales contra la "idealización de la natuza virgen", es decir, en favor de actitudes de base científica que se consideran cionales" frente a la naturaleza. Sin embargo, es el momento correcto para trade destronar algunas de las opiniones usuales sobre la economía política de la ogía del socialismo y el capitalismo. n síntesis, el partido/estado hizo dificil, y muchas veces imposible, que se desalasen y creciesen las organizaciones ambientales, que organizasen protestas y casen presión sobre el gobierno, y hasta que obtuviesen información básica esaria. Segundo, el sistema de partido/estado implicaba que los trabajadores, écnicos y los administradores tenían poco o ningún poder dentro de los mecaos centrales de planeación, situación que impedía el desarrollo de una concia ecológica y social que fuese más allá de la empresa. Tercero, el ido/estado se legitimaba garantizando pleno empleo y seguridad en el traba-
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jo, lo cual reducía o eliminaba lo mismo las presiones que las oportunidades de hacer mejoras tecnológicas del tipo que no causase un impacto desfavorable sobre el ambiente. En estos sentidos la brecha entre la retórica gubernamental y el potencial de planeación ecológica, por un lado, y la realidad de la estructura del estado , por el otro, sabotearon las buenas intenciones que hubiesen podido tener los principales planificadores y el aparato del partido. Atención, ecologistas socialistas de hoy... se vive y se aprende.
El capítulo 15 de este libro, "Socialismo y ecología", procura identificar algunos puntos de contraste y de comparación entre el movimiento laboral y el ambiental así como entre el pensamiento socialista tradicional y el pensamiento ecológico moderno. El capítulo 16, "¿Una política verde roja en Estados Unidos?", puede describirse como una búsqueda de elementos políticamente radicales dentro del movimiento verde norteamericano, definido de manera amplia. El capítulo 17, "La política de las planicies", propone una alianza verde/trabajo/comunidad basada en una síntesis de la política multicultural y la biorregional, y organizada de acuerdo con los lineamientos de la clase obrera. El capítulo 18, "¿Pensar globalmente, actuar localmente? Hacia un movimiento verde rojo internacional", es una crítica de uno de los principales lemas de los activistas verdes, y un llamado en favor de una teoría y una práctica basadas tanto en lo "local" corno en lo "global". El capítulo 19, "Los movimientos ecológicos y el estado", analiza lo que en mi opinión constituye (implícitamente) una meta política de los nuevos movimientos sociales en general y de los verdes en particular, a saber, la lucha por democratizar el estado. El capítulo 20, "La nueva economía global y una alternativa", pasa revista al contexto socioeconómico creado por la nueva economía global, analiza una falla fundamental del hipercapitalismo de hoy y discute lo que, a falta de mejor nombre, yo llamo el movimiento ¡Preservación Primero! El último capítulo, titulado "¿Qué es el socialismo ecológico?", compara y opone la crítica universalista y cuantitativa propuesta por los socialistas tradicionales con la crítica "específica del lugar" y cuantitativa (teórica y práctica) desarrollada por los socialistas ecológicos. Si bien el presente trabajo se inicia con una nota abstracta y teórica, concluye (espero) con una nota más concreta y práctica, tanto desde el punto de vista de la praxis como del telos.
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Me parece que hay hoy tres tendencias socioeconómicas generales que dan origen a la posibilidad de una política verde roja. La primera es una economía global que está experimentando un proceso de "acumulación a través de la crisis" que está dejando en la pobreza a decenas de millones de personas, destruyendo comunidades, degradando centenares de miles de biorregiones y exacerbando una crisis ecológica global. La acumulación capitalista expuesta a la crisis e impulsada por ella está destrozando las condiciones de producción y creando más pobreza, desempleo, desigualdad e inseguridad y marginación económica, por un lado, y por el otro perjudicando (muchas veces fatalmente) la salud humana, las comunidades urbanas y rurales y los sistemas ecológicos. La segunda tendencia es la aparición de movimientos sociales ambientales, urbanos, laborales, campesinos y de otros tipos, para defender las condiciones de producción y las condiciones de vida para obreros y campesinos, mujeres, comunidades y el ambiente. Estos movimientos se dividen de mil maneras, e ideológicamente van desde el fundamentalismo religioso y el nacionalismo reaccionario, pasando por la lucha armada al viejo estilo marxistaleninista-maoísta, hasta toda una variedad de "nuevos movimientos sociales". La tercera premisa es que las soluciones a la crisis ecológica presuponen soluciones a la crisis económica (y, en general, al problema del capital global), y viceversa. La premisa básica de la política verde roja es la creencia de que ambos conjuntos de soluciones presuponen algún tipo de socialismo ecológico y de ecología socialista. 1 El socialismo ecológico, a su vez, presupone el desarrollo de una política de clase específicamente global, primero debido a la creciente opresión y explotación económica y, segundo, porque la degradación ecológica es cada vez más un problema de clase (pero raras veces sólo un problema de clase). Esto lo indica, por ejemplo, el creciente número de movimientos en pro de la justicia ambiental (y económica y social) en el Norte y el "ambientalismo de los pobres" en el Sur, donde los grupos dominantes tienen una "deuda ecológica" con las minorías oprimidas y con el tercer mundo en su conjunto, respectivamente (porque la prosperidad 1 Socialismo ecológico significa, en general, una sociedad ecológicamente racional y sensible basada en el control democrático de los medios y objetos de producción, información y demás, y caracterizada por un alto grado de igualdad socioeconómica, paz y justicia social, donde la tierra y el trabajo han perdido su carácter de mercancía y el valor de cambio se subsume en el valor de uso. "Ecología socialista" significa (también de modo amplio) una ciencia ecológica y una práctica sociopolítica dialécticas que logran fusionar lo local y lo central, o espontáneo y lo planeado, y así sucesivamente; en otras palabras, las premisas del anarquismo y socialismo tradicionales.
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de los grupos dominantes del Norte se basa, en cierta medida, en el daño ecológico causado a las minorías del Norte y del Sur). Lo indica también el hecho de que las actuales luchas laborales, comunitarias y ambientales procuran convertir el lugar de trabajo en un lugar más sano y más seguro tanto para sus obreros como para sus comunidades, y por lo tanto se esfuerzan por obtener mayor influencia o control sobre la tecnología, las relaciones de trabajo y, en general, las condiciones de labor. Los grupos laborales, comunitarios y ambientales cuestionan de diversas formas (implícita si no explícitamente) los criterios de producción basados en los valores de mercado y la utilidad. Además, la fuerza de trabajo humana, la organización de la comunidad y el ambiente son, todos, "condiciones de producción", por lo cual están politizados y regulados de diversas maneras por el estado. Empero, en el pensamiento de la mayoría de los dirigentes laborales, comunitarios y ambientales el socialismo (de cualquier tipo) y la ecología siguen siendo una contradicción en los términos. Se sigue viendo. a los socialistas como "productivistas", a los verdes como "antiproductivistas". La mayoría de los socialistas siguen pensando que la ecología no es otra cosa que una ideología de la austeridad o simplemente un sistema para garantizarle espacios de recreación a la clase media y media alta. La mayor parte de los verdes creen que el socialismo es una ideología que promueve el crecimiento sin límite ni fin. El efecto: los grupos comerciales y otros utilizan las falsas elecciones entre "empleo o medio", "la capitalización de la tierra y el crecimiento económico o los valores de la comunidad", y "el desarrollo económico o la sociedad sustentable", como un práctico esquema para dividir y conquistar. Históricamente, los socialistas occidentales han buscado dos soluciones para la condición del trabajo. La primera es una distribución más equitativa de la riqueza y el ingreso. La segunda son niveles más altos de productividad y producción (lo que a veces ha sido visto como una condición de mayor igualdad) Se requiere mayor productividad para crear más tiempo libre o de ocio; se requiere mayor producción para expandir el pastel económico y acallar las luchas por la rebanada de pastel de la que se apropian las diferentes clases. Esta soluciones se acercan más o menos a los programas de los viejos partidos socialista, socialdemócrata y laborista tal como funcionaron durante los setenta (y en algunos países a lo largo de los ochenta). Esta forma de pensar tiene por lo menos dos problemas. Uno es que en una sociedad capitalista (por muy "reformada" que sea) es casi seguro que una distribución equitativa de la riqueza y el ingreso menguará los incentivos económicos y promoverá también inquietud política de la derecha, perjudicando así la productividad y la producción. El segundo es que la productividad y la producción en expansión suelen presuponer un nivel más alto (no más bajo) de explotación del trabajo, que a su vez depende de la premisa de más (no menos) desigualdad económica. Por su parte, los verdes tienen también dos soluciones generales para el estado degradado de la naturaleza. La primera es la misma que la que promueven el labo-
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y el socialismo de vieja escuela: una distribución más adecuada de la riqueza greso, a fin de que la pobreza ya no lleve a los productores a degradar la natua por sus mismas necesidades materiales. Incluso en el Norte los ambientalisn mostrado una sensibilidad cada vez mayor a los problemas de equidad, porormalmente el impacto de la reforma ambiental ha sido regresivo: la minación del lugar de trabajo y por desechos tóxicos afecta de manera desrcionada a las minorías y a los estratos de bajos ingresos. La segunda solución opuesta de la que plantean laboristas y socialistas: crecimiento lento, crecito cero o crecimiento sustentable (hay diferentes versiones). El crecimiento o nulo de la producción reduce el uso de la naturaleza como grifo y sumide la producción humana, con lo cual (se cree) se reducen tanto la mengua gotamiento de recursos como la contaminación de todos tipos. mo una distribución significativamente más equitativa de la riqueza y el ingrerjudicaría los incentivos económicos, parecería que la mayor igualdad dismia la producción y volvería más lenta la tasa de crecimiento económico. Si se así, la posición verde es totalmente coherente. El problema es que en una ecoa capitalista una política de crecimiento lento o nulo crearía una crisis econóque, a su vez, llevaría a más degradación ecológica cuando las empresas se speran por reducir los costos de diversas maneras. Sería posible una alianza laboristas (y socialistas) y verdes, en torno a la redistribución de la riqueza y reso. Pero en la economía capitalista tal redistribución perjudicaría la providad y la producción, y generaría una crisis económica, lo cual afectaría de ra adversa tanto a los laboristas (y socialistas) como a los verdes. identemente no existen maneras de entablar una alianza entre los laboristas socialistas) y los verdes, dada la forma en que suele plantearse el problema. (Las ipales excepciones son las alianzas entre laboristas y la comunidad contra la minación del lugar de trabajo y de la comunidad.) Para los verdes los sociason parte del problema, no de la solución; para los laboristas y los socialistas, erdes son parte del problema, no de la solución. Los primeros asocian a los es con los recortes y la austeridad; los segundos identifican a los laboristas y listas con tasas más altas de crecimiento económico y, por ende, con la no susbilidad ecológica. La única salida de esta trampa consiste en redefinir el provismo: una sociedad puede alcanzar niveles altos de productividad mediante uso eficiente, el reciclado de materiales y demás; reduciendo el uso de enerlos viajes de ida y de vuelta al trabajo en ciudades verdes reformadas; emplear ricultura orgánica para impedir la "banda sinffn de los pesticidas", y así suceente, incluyendo sobre todo retirarle el carácter de mercancías al trabajo y a rra. Por lo tanto el productivismo socialista ecológico y la racionalidad ecológison incompatibles. nto no socialistas como muchos ex socialistas han declarado que, en la teoría la práctica, el "socialismo real" está "muerto". En materia teórica, los teóricos arxistas de la democracia radical están terminando lo que consideran es la
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autopsia definitiva del socialismo. En la práctica, en el Norte, el socialismo se ha trivializado y convertido en una especie de capitalismo del bienestar. En Europa Oriental, da la impresión de que se dejó pasar, hace casi treinta años, la oportunidad del socialismo democrático, y el socialismo ha sido derrocado. En el Sur la mayoría de los países socialistas están introduciendo incentivos de mercado, reformando la estructura impositiva y adoptando otras medidas que, según esperan, les permitirán encontrar sus respectivos nichos en el mercado mundial. Por doquier la economía de mercado y las ideas democráticas liberales, del lado de la derecha, y las ideas democráticas radicales del de la izquierda, parecen estar derrotando al socialismo y a las ideas socialistas. Entre tanto, ha aparecido una fuerza nueva y poderosa en la política mundial, un movimiento ecológico o verde que pone en primer lugar al planeta y hace de la preservación de su integridad ecológica la cuestión primordial. La aparición simultánea del mercado libre y de los verdes, junto con la declinación del socialismo, sugiere que el capitalismo tiene un aliado en su guerra contra el socialismo. Y de hecho resulta ser así. La mayoría de los verdes, si no todos, descartan el socialismo por irrelevante. Algunos lo atacan por peligroso. Son especialmente rápidos para denunciar a aquellos a los que acusan de tratar de apropiarse de la ecología para el marxismo. 2 El famoso lema verde, "Ni a la izquierda ni a la derecha, adelante", habla por sí mismo. 3 Pero la mayoría de los verdes tampoco son amigos del capitalismo, como queda claro en su lema. Entonces se plantea la duda: ¿con quién o con qué están aliados? La respuesta franca es "con los agricultores en pequeño y los comerciantes independientes", es decir, con los que solían llamarse el "campesinado" y la "pequeña burguesía"; con los visionarios y planificadores de las "ciudades vivibles"; con los tecnócratas de "lo pequeño es hermoso", y con artesanos, cooperativas y otros involucrados en la producción ecológicamente amistosa. En el Sur los verdes apoyan en general la producción descentralizada organizada dentro de la política comunal aldeana; en el Norte se identifican con la política municipal y local de todas clases. A manera de contraste, a los ambientalistas convencionales se los podría denominar "verdes ficticios". 4 Apoyan las reglamentaciones ambientales congruentes 2 Es una burda simplificación del pensamiento y la política verdes, que varían de un país a otro y que también están experimentando cambios internos. En Estados Unidos, por ejemplo, donde históricamente el marxismo ha sido hostil a la ecología, los "verdes de izquierda" se asocian con el anarquismo o el socialismo libertario. 3 Este lema fue acuñado por un cofundador conservador de los verdes alemanes y popularizado en Estados Unidos por los verdes antisocialistas del new age F. Capra y C. Spretnak. Huelga decir que los verdes de izquierda, de la variedad que fuesen, nunca lo aceptaron. 4 Se usa "ambientalistas convencionales" para identificar a quienes están tratando de salvar al capitalismo de sus tendencias ecológicamente autodestructivas. Muchas personas que se denominan a sí mismas - ambientalistas" están enajenadas por el capitalismo global y son hostiles a él, y tampoco se identifican necesariamente con lo "local" (véase más adelante).
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con la rentabilidad y la expansión del capitalismo global, por ejemplo la conservación de recursos para la rentabilidad a largo plazo y la reglamentación de la contaminación orientada hacia las utilidades, o su abolición. Suelen estar aliados con intereses nacionales e internacionales. En Estados Unidos hay reformistas ambientales, cabilderos, abogados y otros, que se asocian con la mayoría de las organizaciones que integran el famoso "grupo de los diez". En cuanto a la ecología, por todas partes está por lo menos teñida de populismo, convertida en una política de resentimiento no sólo contra las grandes empresas, el estado nacional y la planeación central, sino también contra el ambientalismo convencional. Así, la ecología (en este sentido) se asocia con el "localismo", que por lo general se ha opuesto a los poderes centralizadores del capitalismo. Si sumamos dos más dos podemos llegar a la conclusión de que la ecología y el localismo, en toda la riqueza de sus variedades, se han combinado para oponerse tanto al capitalismo como al socialismo. Ambas son su mutuo contenido y contexto. La descentralización es una expresión de cierto tipo de relación de producción social, históricamente asociada con la propiedad obtenida por el propio esfuerzo y la empresa en pequeña escala. La ecología es una expresión de cierto tipo de relación entre los seres humanos y la naturaleza, relación que hace énfasis en la biodiversidad, la integridad de los ecosistemas locales y regionales y cosas por el estilo. Juntos, la ecología y el localismo constituyen la crítica política y económica del capitalismo (y del socialismo de estado tradicional) más visible que existe hoy. Dejando de lado el hecho de que tanto la ecología como el localismo se oponen al capital global y al estado nacional, hay dos razones esenciales por las que parecen ser aliados naturales. Primero, la ecología subraya la especificidad de la sede del intercambio entre la actividad material humana y la naturaleza y, por lo tanto, se opone lo mismo a la valoración abstracta de la naturaleza que hace el capital y a la idea de la planeación central de la producción de los enfoques centralistas de los asuntos globales en general. 5 Los conceptos de especificidad de la sede de la ecología, la economía local de subsistencia o semiautárquica, los principios de autoayuda comunitaria y las formas de democracia directa parecen sumamente congruentes. Segundo, el concepto socialista de las "masas" ha sido desconstruido y remplazado por una nueva "política de identidad" y "política del lugar" en las cuales se concede el lugar de honor a los factores culturales y ecológicos, respectivamente. La idea de la especificidad de las identidades culturales parece fusionarse fácilmente con la especificidad de la sede de la ecología en el contexto de un concepto de trabajo social definido en términos ecogeográficos. Los ejemplos más impacescribe: "Una de las ambivalencias notables de muchos autores de cuestiones 5 Martin O'Connor 'ambientales' es su tendencia a recurrir a soluciones atoritarias, es decir, basadas en el elitismo ético. Un ejemplo son las incómodas posturas que se encuentran en la compilación de Herman Daly, de 1973,
Stady-state econornics."
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tantes en la actualidad son las luchas de los pueblos indígenas por mantener intactas tanto sus culturas como sus sociedades de subsistencia. En este caso la batalla por salvar las culturas locales y los ecosistemas locales resulta ser dos caras diferentes del mismo esfuerzo. Por su parte (como se señaló), la mayor parte de la izquierda tradicional, así como los sindicatos, siguen estando concentrados en mejorar la productividad, el crecimiento y la competitividad internacional, es decir en empleos y salarios, o más trabajo asalariado; no en abolir la explotación sino (si acaso) en ser menos explotados. Esta parte de la izquierda no quiere que la vuelvan a encontrar defendiendo políticas que puedan identificarse con la "austeridad económica", o que en opinión de los dirigentes laborales puedan poner en peligro los logros económicos previos alcanzados por la clase trabajadora. (Es obvio que las luchas de los sindicatos obreros por conseguir condiciones sanas y seguras dentro y fuera del sitio de trabajo se conectan de formas positivas con luchas ecológicas más amplias.) La mayoría de quienes se oponen a que continúen el crecimiento y el desarrollo son ambientalistas convencionales de las clases medias urbanas, que tienen los bienes de consumo que desean y también el tiempo y el conocimiento para oponerse a políticas y prácticas ecológicamente peligrosas. Por lo tanto, parecería que cualquier esfuerzo por encontrarle a la clase trabajadora un lugar en esta ecuación, es decir, cualquier intento por reunir el trabajo (y el socialismo) con la ecología está condenado al fracaso desde su inicio. Sin embargo, en todos los países destacados del mundo ha hecho su aparición una política verde de izquierda de diferentes tipos. Una iniciativa audaz en el mundo "desarrollado" es la Alianza de Nueva Zelanda, organizada en 1991, que reúne a los verdes, el movimiento por la autodeterminación de los maoríes, el Nuevo Partido Laborista y otros partidos pequeños. En los ochenta el Partido Verde alemán fue posiblemente el grupo verde de izquierda de mayor influencia en el mundo. En general los países de Europa Occidental tienen una gran variedad de tendencias verdes de izquierda y de izquierda verde. El Partido Verde de Izquierda de Holanda y el Partido Socialista Verde de Noruega, por ejemplo, son esfuerzos deliberados por fusionar tendencias políticas verdes rojas a través de la vía parlamentaria. La Alternativa Verde Roja de Francia y la Red Verde-Roja, de Gran Bretaña, son agrupaciones minúsculas que, sin embargo, han generado influyentes ideas teóricas y prácticas. También se podrían mencionar los congresos verdes del Nuevo Partido Democrático de Canadá, y los movimientos de Estados Unidos que tratan de reducir y eliminar las sustancias tóxicas y luchar por la justicia ambiental; estos últimos están bajo la marcada influencia de la obra de Barry Commoner, quien promueve la reducción en el punto de origen, el "gobierno social de la tecnología" y la planeación económica basada en una "profunda comprensión científica de la naturaleza". En el Norte hay también muchos grupos de solidaridad verdes de izquierda/de izquierda verde, así como un reverdecimiento —aunque renuente y titubeante— de los partidos laboristas, socialistas y (ex) comunistas. En
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ay millares de organizaciones, algunas electorales, que tienen una persde izquierda verde, y los movimientos tanto rurales como urbanos (por el de los Sin Tierra de Brasil y los zapatistas de México) que plantean cuescológicas junto con problemas socioeconómicos y políticos. En los grandes ubimperialistas del Sur (como Brasil, México, India), donde son más agucontradicciones del desarrollo combinado y desigual, hay nuevos moviecológicos que convocan a muchos miembros de la clase trabajadora tral y también a los nuevos movimientos "campesinos" preocupados por los ecológicos. Y no debemos olvidar los experimentos de Nicaragua y de ue combinaron políticas dirigidas a profundas reformas ambientales con el mo y el socialismo tradicional de estado, respectivamente. 6 buenas razones para creer que éstas y otras tendencias ecosocialistas, por as y experimentales que sean, no son promesas vanas, y que nos permiten e ecología y socialismo como si no hubiese contradicción en los términos ente esto ocurre sobre todo con los movimientos de ecología urbana radi, por expresarlo de otra manera, hay buenas razones para pensar que las icciones mismas del capitalismo mundial han creado las condiciones de dencia socialista ecológica. Estas razones pueden agruparse bajo dos encas generales; el primero tiene que ver con las causas y efectos de la crisis ecológica mundial desde mediados de los setenta hasta la actualidad. El o se relaciona con la naturaleza de las cuestiones ecológicas clave, la mayoas cuales son de alcance nacional e internacional, así como local. ero, la vitalidad del capitalismo occidental desde la segunda guerra munha basado en gran medida en la externalización masiva de los costos sociaológicos de producción. Desde que se desaceleró el crecimiento económidial, a mediados de los setenta, las preocupaciones del socialismo y de la ía se han vuelto más apremiantes que nunca antes. "La acumulación de capimedio de la crisis" durante las dos últimas décadas de lento crecimiento en nte ha producido efectos aún más devastadores, no sólo sobre la distribula riqueza y el ingreso, las normas de justicia social, el trato a las minorías s, sino también sobre la integridad de la comunidad y del ambiente. La framejor resume esto es: "un desequilibrio acelerado de la naturaleza (humas movimientos sociales inscritos en la la perspectiva ambiental del desarrollo en los países del undo incorporan [...] un concepto de ambiente mucho más rico y complejo que el que manis políticos conservacionistas y los movimientos ecologistas de los países centrales [...] Las afirs de los movimientos ambientales, incluso cuando incorporan el derecho al acceso democrátirsos y condiciones para el equilibrio ecológico con un desarrollo sustentable, no se guían por onalidad ecológica. El ambientalismo no pretende restablecer las condiciones 'naturales' de la de la especie humana en la naturaleza, sino incorporar más bien las condiciones ecológicas y s en la coyuntura de las condiciones sociales que determinan el desarrollo humano y el de cada ad, así como satisfacer necesidades y demandas culturalmente definidas", Enrique Leff, "The ental movement in Mexico and Latin America", Ecología: Política/Cultura, 2, 6, noviembre de ducción de Margaret Villanueva.
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nizada)". Desde el punto de vista social ha habido más pobreza desgarradora y má s violenca,másrtodpaelmun,scitelSur;néminos ambientales se han acelerado el envenenamiento tóxico de regiones enteras, la producción de sequías, el adelgazamiento de la capa de ozono, el efecto invernadero, el embate contra la biodiversidad, los bosques tropicales y la vida silvestre. Las cuestiones de justicia socioeconómica y ecológica se han hecho presentes como en ningún otro periodo de la historia; de hecho, está cada vez más claro que son dos caras del mismo proceso histórico. Debido a la tasa de crecimiento relativamente lenta de la demanda del mercado mundial desde mediados de los setenta, las empresas capitalistas han sido menos capaces de defender o restaurar las utilidades expandiendo sus mercados y vendiendo más mercancías en mercados de boom. Más bien los capitales, grandes y pequeños por igual, han intentado salvarse de una crisis cada vez más profunda sobre todo mediante la expansión de las exportaciones y la reducción de costos, así como elevando la tasa de explotación del trabajo, agotando recursos y subvirtiendo la integridad de la comunidad local. Esta "restructuración socioeconómica" tuvo efectos dobles. La reducción de costos ha hecho que muchos, quizá la mayoría de los capitales, externalizasen cada vez más costos sociales y ambientales o prestasen menos atención al ambiente global, la contaminación, el agotamiento de recursos, la salud y seguridad de los trabajadores así como la seguridad de los productos (elevando al mismo tiempo la eficiencia del uso de energía y materias primas en las fábricas). Así, la moderna crisis ecológica se ve agravada y profundizada como resultado del modo en que el capitalismo se ha reorganizado para superar su última crisis económica. Además, nuevas y más profundas desigualdades en la distribución de la riqueza y del ingreso son resultado del incremento mundial de la tasa de explotación del trabajo. Por ejemplo, en Estados Unidos, durante los ochenta y principios de los noventa, el ingreso por propiedades aumentó tres veces más rápido que el ingreso promedio por salarios, que ha estado estancado durante 20 años. Las tasas más altas de explotación han dependido también de la capacidad de abusar de los trabajadores indocumentados y hacer retroceder a sindicatos, partidos democráticos sociales y, en general, a las luchas por la justicia social, sobre todo en el Sur. No es casual que en aquellos lugares del mundo en los cuales la degradación ecológica es mayor —Centroamérica, por ejemplo—, haya más pobreza y lucha de clases. La feminización de la pobreza es también parte central de esta tendencia a la destrucción ecológica. La clase obrera, las minorías oprimidas, las mujeres y los pobres rurales y urbanos de todo el mundo son los grupos que más sufren la explotación tanto económica como ecológica. Las cargas de los "ajustes económicos" y de la destrucción ecológica, por igual, recaen desproporcionadamente sobre estos grupos. El capitalismo expuesto a la crisis y de-pendiente de ella ha obligado a que en la primera línea del programa político aparezcan los temas tradicionales del socialis-
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mo y las cuestiones relativamente nuevas ("nuevas" en términos de la percepción del público) de la ecología. El capitalismo mismo se convierte en una especie de casamentero entre el socialismo y la ecología o, con mayor cautela, si todavía no hay perspectivas de matrimonio hay por lo menos posibilidades de compromiso. El segundo punto es que la mayoría de los problemas ecológicos del mundo no pueden verse adecuadamente en el nivel local (ecológico/geográfico). Una razón de ello tiene que ver con el concepto verde de "especificidad de la sede", que significa que en cualquier área o región determinada existe una gran diversidad de condiciones y que, por lo tanto, una unidad de producción ecológicamente racional es, por necesidad, de pequeña escala; es decir, la especificidad de la sede se identifica (erróneamente) con lo "local". Pero en realidad no se refiere exclusiva ni principalmente a la escala de operaciones involucrada en la actividad productiva, sino también (o más bien) a la relación inevitable entre esta actividad y sus condiciones necesarias, que en términos de escala pueden ser de alcance regional, nacional o hasta global. La reproducción de las pesquerías, por ejemplo, presupone que la industria pesquera es capaz de manejar las consecuencias de su actividad para sus propias condiciones necesarias (por ejemplo un océano limpio, pesquerías sanas en otros lugares, etc.). Estas condiciones no pueden ignorarse, ni se pueden externalinr sus costos, sin perjudicar la capacidad reproductiva de la actividad en cuestión. Incluso (o especialmente) cuando la degradación de sistemas ecológicos locales tiene soluciones locales, se requiere algún mecanismo de planeación para integrar lo local en lo "general" o "total". En relación con la agricultura, Richard Levins escribe que puede parecer que la producción en gran escala es, en sí misma, enemiga de la sensibilidad ecológica a las condiciones locales y al imperativo de la diversidad. Pero es un error de concepción. La unidad de planeación (por ejemplo de control de plagas) tiene que ser lo bastante grande como para permitir precisamente la integración de la diversidad de condiciones, mientras que la unidad de producción será mucho más pequeña y reflejará las necesidades de los patrones de cultivo en mosaico, en callejones y de policultivos. 7
La mayoría de los problemas ecológicos, así como los problemas socioeconómicos que son causa y efecto de los primeros, no pueden resolverse sólo en el nivel local. También se requiere planeación regional, nacional e internacional. Después de todo la esencia de la ecología es la interdependencia de sedes específicas y problemas, y la necesidad de ubicar las respuestas locales en contextos regionales, nacionales e internacionales, es decir, subordinar lo local y lo central en nuevas formas socioeconómicas y políticas democráticas. Se requieren prioridades nacionales e internacionales para manejar el proble7 Richard Levins, "The struggle for ecological agriculture in Cuba",
octubre de 1990.
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ma del abasto de energía y de los recursos no renovables en general, no sólo para la generación actual sino, sobre todo, para las generaciones futuras. La disponibilidad de otros recursos naturales, el agua, por ejemplo, es sobre todo una cuestión regional, pero en muchos lugares del globo es un problema nacional o internacional. Lo mismo puede decirse de muchos bosques. O tomemos el problema del agotamiento de los suelos, que parece ser local o específico de una sede. En la medida en que haya problemas de cantidad y calidad del suelo o del agua en los grandes países exportadores de alimentos, como Estados Unidos, por ejemplo, también se ven afectados los países que importan los mismos. Además, la contaminación industrial y agrícola de todos tipos rebasa las fronteras locales, regionales y nacionales. Ejemplos obvios de ello son la contaminación de los mares, la lluvia ácida, la reducción de la capa de ozono y el calentamiento global. El localismo presenta el riesgo, además, de que la gente base su resistencia al neoliberalismo y el globalismo sólo en un sentido de lugar, y no también en la subjetividad del trabajo, las mujeres, las culturas campesinas, las minorías oprimidas y así sucesivamente. 8 Está también, por último, el problema de la equidad o de la distribución. Los recursos varían enormemente de un lugar a otro, con lo que se hace necesaria alguna autoridad central que redistribuya la riqueza y el ingreso de los distritos ricos a los pobres. Asimismo, "un argumento válido para canalizar recursos a ciertos segmentos de la población y para tener un firme control sobre el flujo de los mismos es el alto grado de desigualdad que suele existir en los países del tercer mundo [y entre éstos y el Norte, J. O'Connor] ", Si ampliamos ei concept» ue ettilu grd para incluir los ambiente. urbanos. los problemas de transporte urbano y congestionamiento, las rentas y las viviendas caras, y las drogas (aparentes problemas locales que se prestan a soluciones locales), resulta que se trata de cuestiones globales relativas a la especulación financiera, a la forma en que funcionan los mercados hipotecarios y a cómo se asigna en todo el mundo el capital monetario; a la pérdida de mercados externos para materias primas Ilegales" y alimentos en los países productores de drogas, y a la falta de estructuras de planeación regionales, nacionales e internacionales orientadas a las necesictaue. aii.atza..1.1 te. Si ampliamos el concepto de ecología par. incluir también la relación entre la salud y el bienestar humanos y los factores ambientales, dadas la creciente movili-
8 Por ejemplo, "La única visión política que ofrece alguna esperanza de salvación está basada en una comprensión del lugar, un arraigo, un profundo compromiso y una resacralización del mismo. Allí tiene que comenzar cualquier estrategia de resistencia al monolito industrial y a sus comerciantes de la uerte; allí tiene que basarse cualquier programa de restauración y revitalización", Kirkpatric Sale, What Columbus discovered", The Nation, 22 de octubre de 1990, p. 446. 9 jan Lundquist, "Right food, right way, and right people", versión revisada de un trabajo presentao a un grupo de estudio, lamine research and food production systems", Universidad de Friburgo, 0-14 de noviembre de 1989.
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d nacional e internacional de la mano de obra, la mayor emigración e inmigraón y una explosión del comercio y la inversión exteriores, también estamos blando de problemas que tienen soluciones exclusiva o principalmente nacioles e internacionales. Finalmente, si nos ocupamos de la cuestión de la tecnología y su transferencia, de la relación entre las nuevas tecnologías y las ecologías locales, regionales y gloales, puesto que la tecnología dominante y su transferencia están más o menos onopolizadas por las empresas internacionales y los estados-nación, nos enconamos con otra cuestión nacional e internacional. En síntesis, tenemos buenas razones para creer que tanto las causas como las nsecuencias —y también las soluciones— de la mayoría de los problemas ecolóicos son nacionales e internacionales (es decir, se relacionan con las economías acionales y la economía global). Y, por lo tanto, para pensar que, lejos de ser compatibles, el socialismo y la ecología pueden hacer una buena combinación. l socialismo necesitará a la ecología porque ésta hace énfasis en la especificidad e la sede y la reciprocidad, así como en la importancia fundamental de los interambios materiales dentro de la naturaleza y entre la sociedad y la naturaleza. La cología necesita al socialismo porque éste destaca la planeación democrática y el apel clave de los intercambios sociales entre los seres humanos. En contraste, las rganizaciones populares o los movimientos restringidos a la comunidad, la muniipalidad o la aldea, no pueden manejar eficazmente por sí mismos la mayoría de s aspectos tanto económicos como ecológicos del carácter destructivo del capitasmo global, y menos aún la dialéctica destructiva entre crisis económica y crisis cológica. Si asumimos que la ecología y el socialismo se presuponen mutuamente, la preunta lógica es por qué no se han reunido antes, por qué se ve el marxismo como specialmente hostil a la ecología, y viceversa. Por plantear esta pregunta de otra anera, ¿dónde se equivocó el socialismo, ecológicamente hablando? La visión habitual y (en mi opinión) correcta es que el socialismo se definió omo un movimiento que completaría las tareas históricas de cumplir las promeas del capitalismo. Esto significaba dos cosas: primero, el socialismo incorporaría n contenido social y político real a las declaraciones formales del capitalismo'en tocante a la igualdad, la libertad y la fraternidad. Segundo, realizaría la promea de abundancia material que el capitalismo agobiado por las crisis era incapaz de umplir. La primera tiene que ver con los significados éticos y políticos del sociasmo; la segunda con su significado económico. Desde hace mucho tiempo resulta evidente para casi todos que esta construción del socialismo fracasó en ambas aspiraciones. Primero, en lugar de una sociead política ética, en la cual el estado esté subordinado a la sociedad civil, tenemos l estado burocrático del partido, y con ello una justificación del intento posmarista de reconciliar las demandas de justicia social con el liberalismo. Segundo, y en relación con el primer punto, en lugar de abundancia material
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tenemos la crisis económica del socialismo, y por ello el esfuerzo posmarxista por reconciliar no sólo las demandas de justicia social y el liberalismo, sino también estas dos cosas con los mercados y los incentivos del mercado. Sin embargo, al aclarar estos dos fracasos obvios perdemos de vista otros dos asuntos que en los últimos diez a veinte años se han trasladado al centro de los debates políticos. El primero es que la construcción ética y política del socialismo que se tomó prestada de la sociedad burguesa descartó toda práctica ética-política que no estuviese más o menos absolutamente centrada en la persona, y también minimizó o descartó la reciprocidad y la "verdad discursiva". El segundo es que el concepto económico de abundancia que se tomó en préstamo (con ciertas modificaciones, desde luego) del capitalismo descartó toda práctica material que no hiciese progresar a las fuerzas productivas, incluso cuando esas prácticas estaban ciegas ante la economía de la naturaleza. Tal vez el ejemplo más grotesco fuese el plan de Stalin para reverdecer Siberia, que afortunadamente nunca se puso en práctica. Estas dos cuestiones o fallas, una relativa a la política y la ética, la otra a la relación entre economía humana y economía de la naturaleza, se vinculan con el fracaso del materialismo histórico mismo. Por lo tanto tienen que tratarse en términos metodológicos, así como teóricos y prácticos (véase el capítulo 1). El materialismo histórico tiene dos grandes fallas. Marx tendía a abstraer sus discusiones sobre el trabajo social, es decir las divisiones del trabajo, tanto de la cultura como de la naturaleza. Ni en su obra ni en el materialismo histórico tradicional podemos encontrar un concepto complejo y desarrollado del trabajo social que incluya al mismo tiempo la cultura de la sociedad y la economía de la naturaleza. La primera falla es que la concepción tradicional de las fuerzas productivas ignora o minimiza el hecho de que estas fuerzas son de naturaleza social, y que incluyen el modo de cooperación, que está profundamente marcado por normas y valores culturales específicos. La segunda falla es que la concepción tradicional de las fuerzas productivas también minimiza o ignora el hecho de que estas fuerzas son de carácter tanto social como naturaL Vale la pena recordar que el mismo Engels llamó al marxismo la "concepción materialista de la historia", donde "historia" es el sustantivo y "materialista" el adjetivo. Los marxistas se saben de memoria la expresión "en la vida material se producen y reproducen las relaciones sociales entre personas", pero no conocen ni mucho menos tan bien otra expresión importante: "en la vida social se producen y reproducen las relaciones materiales entre la gente y la naturaleza". Están_ muy familiarizados con el "proceso de trabajo" en el cual los seres humanos son agentes activos, y mucho menos con el "proceso de espera" o "proceso de atención" característico de la agricultura, la silvicultura y otras actividades basadas en la naturaleza en las cuales los seres humanos son más bien socios pasivos y, más en general, en las cuales ambas pactes son "activas" de maneras complejas e interactivas. Marx insistía constantemente en el tema de que la actividad material de los seres
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humanos tiene dos caras, es decir, que es tanto una relación social como una relación material; en otras palabras, que la producción capitalista producía y reproducía un modo específico de explotación y una estructura de clase particular, además de la base material de la sociedad. Pero por su decisión de demostrar que la vida material es también vida social Marx solía minimizar el hecho opuesto, e igualmente importante, de que la vida social es también vida material. Por plantearlo en otros términos, en la formulación "la vida material determina la conciencia" Marx destacó la idea de que, como la vida material está organizada socialmente, las relaciones sociales de producción determinan la conciencia. Silenció el hecho igualmente cierto de que, puesto que la vida material es también el intercambio entre los seres humanos y la naturaleza, estas relaciones materiales o naturales también determinan la conciencia. Una cantidad de personas han señalado esto enérgica o débilmente, aunque esas opiniones nunca se han integrado y desarrollado en una versión revisada de la concepción materialista de la historia. Se ha sugerido también por qué Marx destacó la historia (aunque hasta el punto de excluir la cultura) y minimizó la naturaleza. La razón es que el problema al que Marx se enfrentaba en su época era el de demostrar que las relaciones de propiedad capitalistas eran históricas, no naturales. Pero estaba tan concentrado en criticar a quienes naturalizaban, y por lo tanto reificaban, las relaciones de producción capitalistas, la competencia, el mercado mundial y demás, que no destacó lo bastante el hecho de que el desarrollo de las formas de "segunda naturaleza" de factura humana no vuelven menos natural a lo natural. Ése fue el precio que pagó por convertir el materialismo pasivo de Feuerbach y el idealismo activo de Hegel en su propia versión de materialismo activo. Como escribió Kate Soper, "La realidad es que en su ansia de rehuir la imputación de reduccionismo biológico, el marxismo ha sabido ser presa de una forma de reduccionismo antiética, que al sostener el dominio de los factores sociales sobre los naturales hace desaparecer por entero la existencia de lo biológico." 1° Luego Soper reclama una "biología social". Nosotros podríamos reclamar también una "química social", una "hidrología social", y así sucesivamente, es decir, una "ecología social", que para los socialistas significa "ecologia socialista". aaaición a los interLos verdes están obligando a los rojos a prestarle mucha — cambios materiales entre personas y naturaleza y al tema general de la explotación biológica, incluida la explotación biológica de la mano de obra, así como a adoptar una sensibilidad ecológica. Algunos rojos han tratado de enseñarles a los verdes a prestar más atención a las relaciones de producción capitalistas, la competencia, el mercado mundial y demás; a sensibilizarlos hacia la explotación del trabajo y los temas de la crisis económica y el trabajo social. Y las feministas han estado enseñándoles tanto a los verdes como los rojos a prestarle atención a la esfera de la reproducción y, en general, del trabajo de la mujer. lo Citado por Ken Post, "In defense of matertall.tic history", Socialism in the World, 74-75, 1989, p. 67.
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ué significa políticamente un socialismo verde? La conciencia verde quiere ongamos "la tierra primero", lo cual, políticamente, puede significar lo que uiera. Como ya se mencionó, lo que la mayoría de los verdes quieren decir práctica, la mayor parte del tiempo, es la política del localismo. En contraste, ría y la práctica rojas puras han destacado, históricamente, lo "central". bordinar socialismo y ecología no quiere decir, en primera instancia, definir ueva categoría que contenga elementos tanto de uno como de otra pero que alidad no es ninguna de ellas. Lo que tiene que subordinarse políticamente localismo (o la descentralización) y el centralismo, es decir, la autodetermin y la planeación, coordinación y control globalizados de la producción. Para sar al tema principal, el localismo, per se, no funciona políticamente, y el cenmo se ha destruido a sí mismo. Abolir el estado no sirve; apoyarse en el estamocrático liberal en el cual la "democracia" tiene un mero significado formal términos de procedimientos no sirve tampoco. En mi opinión la única forma ca que podría funcionar, que podría resultar eminentemente adecuada tanos problemas ecológicos de la especificidad de la sede como a los asuntos glo, es un estado democrático: un estado en el cual la administración de la diviel trabajo social esté organizada democráticamente." r último, la única forma ecológica que podría funcionar es una fusión de dos de ecología, la "biología social" de la llanura costera, la meseta, el ciclo hidrolocal y así sucesivamente, y la economía energética, la "climatología social" nal e internacional y demás del planeta; es decir, en general, la fusión de la mía de la naturaleza definida en términos locales, regionales e internacionaor plantear de manera algo diferente la conclusión, néCéXitamos el "socialisor lo menos para volver transparentes las relaciones sociales de producción, erminar con el dominio del mercado y el fetichismo de las mercancías, y para fin a la explotación de seres humanos por parte de otros seres humanos; itamos la "ecología" por lo menos para volver transparentes las fuerzas proas sociales, para poner fin a la degradación y la destrucción de la tierra.
e doy cuenta de que la idea de un "estado democrático" parece una contradicción en los térmiue por lo menos plantea de inmediato preguntas diffciles acerca de la deseabilidad de la sepae poderes, el problema de escala inherente en cualquier descripción coherente de la democraantiva y también la cuestión de cómo organizar —ya ni se diga planear— una división del trabo glamentada nacional e internacionalmente sin un equivalente universal para medir costos y proad (comoquiera que se definan "costos" y "productividad") (cortesía de John Ely). Por otro lado, en la actualidad en una democracia burocrática, así que ¿por qué no podríamos tener un estacrático?
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rspectivas a corto plazo de que al comenzar el siglo xxi haya un movimiento o verde rojo en Estados Unidos no son muy buenas. Las crecientes crisis ecoas y ecológicas de los ochenta y los noventa han llevado a la reconstrucción ucturas de dominio y explotación por parte del capital global y de los países o a nuevos vehículos de transformación social, a la reforma profunda de las iones sociales y políticas ni a la revolución social. No obstante, hay señales de ta situación puede estar cambiando o de que puede ser cambiada por las as oprimidas, los verdes, las feministas y los izquierdistas de distintos tipos. movimiento político verde rojo tiene dos supuestos básicos. Uno es la comón de las contradicciones actuales de la economía mundial, especialmente ambiante posición de Estados Unidos en el capitalismo global y, por lo tanalcance y los límites posibles de la política verde radical. El segundo es una ensión reflexiva de las partes y potencialidades que constituyen el movi. la actualidad, en Estados Unidos parece haber cinco principales corrientes radicales. 1 Las dos primeras, la ecología social o anarquismo ecológico y una ad del socialismo ecológico, son deliberadamente izquierdistas. Las otras tres a mezcla ideológica. Se trata del multiculturalismo y el movimiento por la a ambiental; de la ecología profunda y el biorregionalismo, y del feminismo ico. En la práctica los tres últimos se trasladan en distintos grados con los imeros. Asimismo, las cinco tendencias están marcadas por elementos de más de las otras. Para simplificar el análisis que sigue las cinco se construyen "tipos ideales" más que en términos de la práctica real de los movimientos eros. menzaré con una breve descripción de una de las principales contradicciotuales de la economía mundial y el capitalismo norteamericano. Luego taré la ecología social de Murray Bookchin (o anarcocomunalismo ecológiel socialismo ecológico de Barry Commoner. A esto seguirán breves descrips de los movimientos por la justicia ambiental, el biorregionalismo y el femiecológico. Mi conclusión es un llamado a quienes representan las cinco ncias políticas y teóricas para que desechen las fórmulas políticas gastadas, visen todas las premisas iniciales o supuestos básicos, y que empiecen a desbien el movimiento por la paz se ocupa de problemas ambientales (por ejemplo el armamento ), no es, per se, un movimiento "verde radical".
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tacar lo que cada una tiene en común con las otras cuatro, actitud esencial desde el punto de vista de la construcción de alianzas y coaliciones. De acuerdo con la mayoría de las mediciones las condiciones sociales y ecológicas globales han ido de mal en peor durante los noventa. Si bien nuestros profetas del desastre no acertaron exactamente sobre la caída de los cielos, sigue siendo muy real el riesgo de destrucción ambiental global. Y aunque los pesimistas económicos tienden a ignorar las diez o doce economías en rápido crecimiento de Asia y América Latina, el espectro de un derrumbe financiero mundial y una implosión económica, de una crisis financiera o una depresión, está muy presente para los principales rectores de la política económica. La economía: a lo que más se parece el mundo actual es al sombrío modelo (y no sólo a ese modelo) que hace bastante más de un siglo retrató Karl Marx en El capitaL 2 Los gobiernos y las grandes empresas se están apropiando de más y más bienes comunes del mundo; más personas se ven reducidas al trabajo asalariado; más trabajadores asalariados están desempleados, subempleados o infraempleados (es decir, trabajan de tiempo completo pero tienen un salario insuficiente para vivir); son más universales la forma mercancía para la satisfacción de necesidades y el consumismo; el capital está más concentrado y centralizado; el capital industrial, al igual que el financiero y el de mercancías, está cada vez más internacionalizado; la explotación del trabajo y las desigualdades de riqueza y distribución del ingreso son mayores; hay una deuda global impagable creciente y posiblemente riesgo de una crisis o depresión financiera mundial, y la crisis ambiental global sigue empeorando. Una de las grandes ironías de nuestros tiempos es que con la destrucción y la autodestrucción de la URSS la mayoría de la gente piensa que la teoría del capital de Marx está tan moribunda como los regímenes socialistas de estado que tan mal la interpretaron y la usaron. La teoría de la acumulación y la crisis del capital, planteada inicialmente por Marx y afinada por tres o cuatro generaciones de economistas marxistas, es el bebé que se tira junto con el agua sucia del socialismo totalitario. Justo en el momento en que el capital triunfa globalmente, el máximo teórico del capital es relegado al nivel de un ideólogo despistado del siglo mx. En algunos sectores El capital, como texto, se considera algo similar a Mein Kampf de Hitler, una declaración de intención del maligno fundador de uno de los dos grandes y horribles movimientos totalitarios del siglo xx. Esta ironía, o anomalía, está tan generalizada en la actualidad que nos obliga a poner al revés una de las líneas más famosas de Hegel. El gran filósofo dialéctico escribió que "el búho de Minerva sólo abre sus alas al anochecer", con el significado de que sólo después de determinado acontecimiento o cambio histórico puede la razón captar lo que ha ocu2 "Y no sólo a ese modelo" porque la "segunda contradicción del capitalismo"; el conflicto a muerte entre el capital y la naturaleza, corre p2.-All-la a la "pera contradicción" entre el capital y el trabajo, y se vincula con ella.
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rrido y por qué. Hoy resulta mejor epígrafe lo opuesto: "El viejo búho cierra sus alas al amanecer." La razón se rinde precisamente en el momento en que es capaz de avizorar el futuro. El riesgo de una estanflación como la de los setenta, que culmine en hiperinflación, de una deflación de valores del capital y depresión, al estilo de los treinta, o algún otro mar de problemas económicos derivados del desorden financiero global, resulta especialmente crítico en el primer decenio del mundo posterior a la guerra fría. Esto se debe a que durante el periodo posterior a la segunda guerra mundial Estados Unidos fue una especie de caja registradora para todo el mundo, gracias a su economía impulsada por el consumo, basada en que el crédito hipotecario y al consumo, el crédito comercial y el del gobierno, crecían a una tasa mayor que el aumento de la producción nacional real. La producción excedente del exterior, sobre todo de Japón y del noreste de Asia, que de lo contrario no se podría haber vendido a precios iguales a los costos de producción más la tasa promedio de utilidad, era absorbida por el mercado norteamericano. El exceso de importaciones en relación con las exportaciones en Estados Unidos se pagaba con préstamos externos, lo que permitía que este país viviese muy por encima de sus medios económicos. No obstante, desde la recesión de 1990-1991 Estados Unidos ha estado tratando de darle un marcado giro a su política económica. Washington ha procurado reducir el gasto de consumo y fortalecer las exportaciones como principal fuerza para la recuperación y expansión económicas. La recuperación de la última recesión (si es que merece llamarse "recuperación" ese débil crecimiento económico de los últimos años) fue impulsada primero por el gasto extranjero en bienes y servicios norteamericanos, segundo por el consumo interno y el gasto gubernamental. Tal vez las exportaciones no han tenido que desempeñar un papel tan fundamental desde la recuperación económica de la crisis de los años 1870, estimulada por las ventas agrícolas a Europa. El intento de alejar la economía estadunidense del consumismo y el gasto militar de la guerra fría y dirigirla hacia los mercados extranjeros y las exportaciones de capital explica por qué George Bush habló de la necesidad de que Estados Unidos se convirtiera en una "superpotencia exportadora"; por qué el presidente Clinton considera que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte es condición esencial de una buena recuperación; por qué Clinton (y antes Bush) presionaron a Japón y al este de Asia para que absorbiesen más exportaciones norteamericanas; por qué ambos presidentes han temido (y tratado de impedir) el crecimiento de los bloques comerciales regionales de Europa y de Asia, y por qué la política económica de Clinton tiende a favorecer las industrias de alta tecnología impulsadas por la exportación. Es probable que esta "globalización" de la política económica de Estados Unidos dé más problemas de los que resuelva, porque casi todos sus principales rivales
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son ya economías guiadas por las exportaciones. En el decenio de 1990 Alemania ha esperado recuperarse, gracias a las exportaciones, de su larga recesión. Aunque Japón ha estado ampliando su gasto interno en obras públicas, es probable que las exportaciones sean el factor dinámico de su recuperación económica, si ésta llega a producirse. El resto del noreste de Asia, y también el sureste de Asia y China, po r slogenra(uqsimpe)otanrlcdsexpotaión.Algu paísedEuro,Ngpejmloxrtanhs50%deupoct interno total, y los países subimperialistas como Sudáfrica y Brasil dependen también de las exportaciones. La contradicción es que una economía global en la cual los principales países industriales y en vías de industrialización dependen de las exportaciones representa una fórmula para la hipercompetencia y, finalmente, para el proteccionismo y las guerras comerciales, o para una devaluación general de los valores de capital y, por lo tanto, una depresión. Por un lado, cada país y cada compañía transnacional siguen estando obsesionados por reducir los gastos, recortar los costos (incluyendo los costos de protección y limpieza ambiental), mejorar la calidad y comercializar nuevos productos. Por el otro, no hay ningún sistema de regulación keynesiana global de la demanda agregada (cosa que ya señalaron Willy Brandt y otros en los setenta). La única excepción, parcial, es el Grupo de los Siete, encabezado por Estados Unidos, que presiona a Japón para que gaste más en obras públicas y a Alemania para que baje las tasas de interés. Mientras tanto, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial empujan la economía mundial en la dirección contraria. Las estrategias de préstamo de estos seudoministerios mundiales de finanzas y obras públicas favorecen mayores reducciones del gasto gubernamental y mayores recortes de los costos de las empresas privadas, así como eliminar todas las formas económicas socialistas del mundo, con lo que agravan una situación que ya es mala, no sólo en el frente social y económico, sino también en el ecológico. En la actualidad hay en Estados Unidos dos teorías ecológicas de izquierda y tendencias políticas (débiles), entendiendo por "de izquierda" que son conscientemente anticapitalistas. La primera es la teoría de la ecología social tal como la desarrolló Murray Bookchin, cuya práctica se ejemplifica en la Left Green Network (Red Verde de Izquierda) (que, sin embargo, se aleja en puntos importantes del pensamiento de Bookchin), organizada como un sector dentro de los verdes norteamericanos. La segunda se basa en el pensamiento del otro fundador de la ecología de izquierda en Estados Unidos, Barry Commoner. La influencia de éste se puede encontrar sobre todo en las coaliciones locales y regionales contra las sustancias tóxicas, que luchan contra la contaminación tóxica en el sitio de trabajo y en la comunidad, así como por el desarrollo de tecnologías no contaminantes, pero que también se extiende al movimiento por la justicia ambiental. Bookchin escribe sobre ecología, anarquismo, comunidad y política; Commoner teoriza acerca de ecología, socialismo, economía y las condiciones de la vida
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ial. Bookchin es, sobre todo, un teórico político ecológico, Commoner un o económico político. El primero suele escribir como si no existiesen una mía y una división del trabajo social mundiales, el segundo como si no hubieesidad de una teoría política o una filosofia de la naturaleza idónea para una a verde. eta de Bookchin es subsumir la ecología y el anarquismo; la de Commoner lo propio con la ecología y el socialismo.s Commoner quiere establecer concial sobre las fuerzas de producción o el lugar de trabajo capitalista con el eliminar toda contaminación en la fuente. Su argumento, de una hermosa icidad, es que no se necesitan reglamentos anticontaminantes, licencias ni or el estilo si se empieza por no producir contaminación. Sin el "dominio de la producción" y una planeación económica basada en una "profunda rensión científica de la naturaleza" no hay grandes esperanzas de llegar a una sociedad ecológicamente sustentable. Para lograr ese "dominio" Comr quiere revolucionar las relaciones de producción capitalistas, una de las tradicionales del socialismo. Bookchin, en cambio, quiere esposar la ecolol anarcocomunismo (o anarcocomunalismo) con el propósito de crear una ad ecológica basada en el municipio como unidad política básica (y organimismo tiempo una federación de municipios), estructurada sobre principios ocracia directa así como sobre la ciencia y las sensibilidades ecológicas, tal Bookchin entiende estos términos. mmoner quiere hacer una sociedad que sea sustentable desde un punto de aterial o económico. Lo que dice es que sólo una forma de democracia ecoa, "el dominio social del sitio de trabajo", es capaz de lograrlo. Bookchin én quiere una sociedad sustentable desde un punto de vista material, y afire sólo la democracia directa —una forma radical de democracia política— az de lograrlo. Ambos, cada cual a su manera, tienen un pensamiento demóadical, pero uno habla de las condiciones de la economía y el otro de las cones de la vida política. mmoner pone primero la economía y defiende la tradicional meta socialista ndancia material para todos, y por ello hace hincapié en la que considera la potencial prácticamente ilimitada de la energía solar para alimentar a las nas economías industriales sin contaminar y sin agotar los combustibles fósi-
ubsumir" es la traducción usual del concepto de aufheben de Hegel (y de Marx) . El término alerefiere a cualquier proceso en el cual se combinan o subliman lo negativo, lo positivo y lo transivo. Anular o abolir, guardar o conservar y trascender o sublimar son todos diferentes momenproceso (o, en algunas versiones, aspectos del mismo proceso. El papel clave (Marx lo denomina el peculiar") "es desempeñado por el acto de subsunción en el cual se vinculan negación y pren, negación y afirmación" (Economic ami philosophic manuscripts of 1844, Moscú, Foreign LanPublishing HOUSC, 1961, p. 61). Suelo decirles a mis alumnos que "subsumir" significa combinar cesos o aspectos de un proceso en un tercer proceso nuevo que contiene elementos de los dos os pero no es ninguno de ellos.
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les. Bookchin pone por delante la política y defiende la tradicional meta anarcocomunista de comunidades autogobernadas, razón por la cual, tal vez, sus posiciones acerca de los temas clave de la tecnología y de las fuerzas productivas en general han sido menos coherentes que las de Commoner. Es interesante preguntarse por qué los seguidores de uno y de otro nunca se han unido políticamente. Una respuesta es que socialistas y anarquistas se han aborrecido casi siempre, desde que Marx combatió a los anarquistas en la Primera Internacional. Otros momentos clave de su lucha fueron cuando Trotski usó el ejército rojo para derrotar al anarquista Majno en Ucrania, a principios de los veinte, y cuando los estalinistas traicionaron a los anarquistas de la comuna de Barcelona, en los treinta. 4 Estos episodios ilustran una respuesta política a la pregunta de por qué el socialismo y el anarquismo se han mantenido alejados y, en el peor de los casos, han librado una guerra sangrienta. Pero detrás de las diferencias políticas hay diferencias teóricas, y en el caso de Bookchin y Commoner es importante descubrirlas y analizadas. El socialismo y el anarquismo, en realidad, constituyen una serie de dualismos; lo mismo puede decirse del socialismo ecológico de ComMoner y el anarquismo ecológico de Bookchin. Para quien quiera esforzarse en pro de una sociedad ecológica que también sea económica y socialmente justa y equitativa, así como democrática, resulta importante entender lo que son estos dualismos y cuáles son sus implicaciones para la política verde roja. Históricamente, los marxistas y los socialistas se han concentrado en el lugar de trabajo y en el trabajo mismo, y han dicho mucho menos sobre un segundo tema que durante el siglo xx resultó ser igualmente importante: la tierra y la comunidad. Para el pensamiento izquierdista éstas han sido y siguen siendo, más que nada, dominio del anarquismo. 5 (Karl Polanyi se ocupó tanto de la tierra como del tra4 Tanto los anarquistas como los socialistas estuvieron (y están) a favor de la propiedad o control social de los medios de producción y, en la Primera Internacional, ambos se autodenominaban socialistas. Los anarquistas se dividieron entre los que querían que los sindicatos controlaran los medios de producción y los anarcocomunistas (comunalistas), que se inclinaban por el control municipal. La gran diferencia entre los socialistas y los anarquistas era política: los segundos no querían que hubiese un partido político centralizado ni elecciones. En la Primera Internacional estaban también los narminiki rusos, con los cuales tienen una gran afinidad muchos ambientalistas del Sur. Commoner y Bookchin son subproductos de una larga tradición, que se ha dividido, entrelazado y que, sobre algunas cuestiones (por ejemplo la crítica del capitalismo), ha sido esencialmente la misma. 5 En los países con un gran campesinado y relativamente poco trabajo asalariado, como gran parte del Sur, los marxistas se han visto obligados a teorizar la tierra y la comunidad (ejemplos de ello son José Carlos Mariátegui y Mao). En Cuba, el único país que experimentó una verdadera revolución proletaria, Castro privilegió el sitio de trabajo a expensas de la comunidad. En el Norte los marxistas y neomarxistas, como Manuel Candis y David Harvey, han teorizado sobre los "movimientos urbanos" y la "conversión del espacio en mercancía". Las dificultades a las que se enfrentan los teóricos que tratan de interpretar los movimientos comunitarios y urbanos dentro de una problemática marxista tradicional se destacan en Ira Katznelson, Marxism and the city, Nueva York, Oxford University Press, 1992.
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bajo en su libro The great transformation, pero lo hizo de maneras políticamente problemáticas.) La gran excepción a la regla de que el pensamiento radical sobre la tierra y la comunidad ha sido de la competencia del anarquismo son algunos teóricos dentro de comunidades de pueblos indígenas que están siendo sometidos al imperialismo ecológico de una especie de "cercado global de las tierras comunes". Aquí el trab ajo se realiza en la tierra, y la cultura, el trabajo y la naturaleza constituyen una cierta unidad "orgánica". Las prácticas espirituales se basan en la naturaleza material; el trabajo es directa y transparentemente social y está regido por los ritmos de la naturaleza, y tiene además, invariablemente, un elemento ritual. El resultante sentimiento de unicidad explica por qué los que trabajan en solidaridad con pueblos indígenas cuyas tierras comunes y formas de vida están siendo atacadas suelen ser tan apasionados acerca de su labor. Sus luchas tienen cierta coherencia que no existe, por ejemplo, en una refinería de petróleo de Richmond, California, donde la comunidad está "afuera", o en un barrio de Los Ángeles, donde el lugar de trabajo puede quedar a dos horas de autopista. En ambos casos la "naturaleza" suele verse como un parque nacional que queda todavía más lejos. En términos teóricos, ¿cuáles son las principales diferencias entre el anarquismo y el socialismo? El socialismo se vuelve posible históricamente cuando la fuerza de trabajo humana se convierte en mercancía y los productores directos pierden el control del lugar de trabajo; el anarcocomunismo llega cuando la tierra se convierte en mercancía y se capitaliza, y la comunidad pierde el control de la misma. A riesgo de sobresimplificar un tema complejo, el socialismo privilegia la planeación, el anarquismo la espontaneidad; el socialismo celebra la igualdad como valor elevado, el anarquismo hace hincapié en la libertad; el socialismo se inclina más por la fraternidad, el anarquismo por la libertad; 6 el socialismo sostiene lo "central", el anarquismo lo "local". El socialismo, en su forma democrática social, celebra el poder de la clase trabajadora en cuerpos electos en los estados democráticos liberales; el anarquismo quiere abolir el estado e instituir la democracia directa. (La subsunción aquí puede consistir en democratizar el estado o la burocracia.) Estos ejemplos deberían dar una buena idea de lo que se juega en el conflicto entre el ecosocialismo y el ecoanarquismo, tanto teórica como políticamente. El asunto de la política verde roja en Estados Unidos es más complejo de lo que revela una mirada a las teorías, valores y experiencias que dividen a socialistas y anarquistas. En los últimos diez o veinte años se han desarrollado otras tres corrientes radicales, en su mayoría al margen de la teoría de la ecología social de Bookchin o de la representación de Commoner del socialismo ecológico. Se trata del multiculturalismo y la lucha contra el racismo ambiental y por la justicia ambiental (en algunas versiones justicia ambiental y social; en otras justicia ambiental y eco6 Estas dualidades son "típicas-ideales" en el sentido de que se las puede encontrar en muchos debates previos entre anarquistas y socialistas. No obstante, en Estados Unidos, donde las líneas ideológicas suelen ser imprecisas, los "grupos de afinidad" anarquistas son sobre todo "fraternales", y muchos socialistas apoyan con energía las libertades civiles.
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ómica); la ecología profunda y el biorregionalismo, que constituyen la visión del undo que escogen en su mayoría los verdes radicales, y el feminismo ecológico, ue algunas feministas consideran potencialmente la corriente más revolucionari a
ydetoas.Enérmidetapolícmvientdjuscabl l feminismo ecológico suelen representarse como formas de "políticas de identiad", y el biorregionalismo como un tipo de "política del lugar". Sin embargo las os primeras tendencias se traslapan en parte sobre la tercera, mientras que la ecogía profunda/biorregionalismo tiene cierta afinidad con el anarcocomunalismo el movimiento de justicia ambiental, tal como ocurre entre el feminismo ecolóico y el socialismo ecológico, en la medida en que la tradición socialista ha sido ntirracista y antisexista. El movimiento contra el racismo ecológico es parte de la corriente mucho ayor del multiculturalismo. Es también una derivación lógica del movimiento de erechos civiles. La lucha por la justicia ambiental es una dimensión del pensaiento antirracista y de las batallas que van desde el acceso a la vivienda, la atenón a la salud y demás, hasta el combate contra la opresión policial. Muchos de los irigentes y activistas del movimiento se han involucrado durante largo tiempo en ovimientos y combates antirracistas. (En cambio el biorregionalismo suele verse mo parte de un movimiento de ecología profunda más amplio, y asimismo, en s momentos menos autocríticos, como una forma de determinismo ambiental.) l multiculturalismo privilegia la cultura, comoquiera que se la defina, y está orgazado para identificar políticamente las diferencias culturales entre los "pueblos color", y para explotarlas en relación con la mayoría caucásica de Estados Unis. La gente de color ha formado toda clase de coaliciones y alianzas contra los e muchos multiculturalistas llaman "anglos" en el sentido de blancos (aunque Estados Unidos hay más gente de ascendencia alemana que inglesa). El multilturalismo, visto a través de una lente "típica-ideal", suprime tanto la política de ases del socialismo ecológico como la política comunitaria del anarquismo ecogico, en favor de un nacionalismo o separatismo cultural de alguna clase. Al cerlo tiende a salir a la superficie el elemento "pequeñoburgués" contenido en multiculturalismo ("tiende" dentro de un discurso típico-ideal). No obstante, los rigentes de algunas organizaciones que forman parte del movimiento de justicia biental efectúan análisis de clase y comprenden claramente los límites de la forma del capitalismo en general y el de Estados Unidos en particular. Las opiones políticas y otros integrantes del movimiento se inclinan con más fuerza cia un multiculturalismo puro y, en caso extremo, un nacionalismo. En la mayor rte del pensamiento multiculturalista hay también fuertes rasgos de política munitaria, aunque con escaso parecido a la política comunitaria de la ecología cial. La "diversidad", la actual palabra clave dentro de la política liberal convenciol, es para quienes muestran promesa y tienen talento, logros o dinero. En las unirsidades, el gobierno y los negocios la gente de color ha ido consiguiendo cada
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más puestos como trabajadores de nivel medio, ejecutivos y en los niveles de ierno medio (y con la administración de Clinton también alto). Está excluida la clase alta; pocos ascienden a tal "prominencia" a menos que abandonen sus pias normas culturales y se subordinen a la cultura noreuropea dominante, que io a Estados Unidos el capitalismo industrial, el liberalismo, el individualismo, onstitución, y también la esclavitud, el racismo y el imperialismo. En el otro remo de la escala social la "diversidad" no funciona para los que no tienen ar, para los que necesitan asistencia pública, para los pobres que trabajan, para desempleados de los barrios miserables y demás. Siempre ha habido "diversi" entre los sectores pobres de la sociedad y los asalariados de ingresos bajos y dios. n la pugna por la "diversidad" funciona una importante dialéctica. Los que án excluidos del "movimiento por la diversidad" son sobre todo personas de la se trabajadora (en términos de estatus la clase baja y media baja), que quedan radas a sus propios recursos, mientras que miembros mejor ubicados de las orías, los más ambiciosos y talentosos, trepan por la escalera social. Es posible, onces, que en el futuro surja una política de clase entre las personas trabajaras de color. La exigencia de medio millón de empleos que los dirigentes de dillas reunidos en la ciudad de Gansas le hicieron a la administración Clinton una demanda radical, comoquiera que se la defina. Y desde luego, si se desalla una política de clase no tiene mucho sentido definir el movimiento por la ticia ambiental sólo en términos de "gente de color" (asumiendo que se resuellos conflictos dentro del movimiento); habrá que redefinirlo de formas tales e puedan incluir a blancos de la clase trabajadora, no sólo como miembros sino bién como dirigentes y voceros. Hay señales de que esto es lo que está ocurriendo en el pensamiento de algunas sonas que forman parte del movimiento. El nacionalismo cultural parece estar bilitándose, y la política de clase de algunos dirigentes y militantes del moviento por la justicia ambiental está encontrando una expresión más pública, aune muchas veces de forma disfrazada. De ser así, sería una muy buena noticia este ento de "introducir" la clase sin perder la profunda crítica al racismo blanco que da vigor al movimiento y, al mismo tiempo, desarrollando una crítica de actitus y prácticas de tipo racista dentro de los mismos movimientos de gente de color, mo por ejemplo el antagonismo que se encuentra en muchas ciudades entre los xicano-norteamericanos que han estado largo tiempo en el país y los recién lledos de México y de Centroamérica, que carecen de todo, o el ordenamiento jerárico que existe en Estados Unidos entre la gente procedente del Caribe. Es obvio e existen estas jerarquías; lo es mucho menos el hecho de que no se habla demado de ellas. Una política de clase seguiría dirigiéndose, presumiblemente, a las titudes y prácticas culturales que siguen existiendo entre las minorías del país El segundo tipo difundido de identidad política es lo que podemos llamar la olítica de lugar". Hay muchas clases de "políticas del lugar", por ejemplo movi-
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mientos urbanos, neopopulismo y política de aldea en los países del Sur. Los anarquistas ecológicos tienen también una política de lugar, pero ésta se basa más en un modelo de política y de la buena vida que en cualquier ambiente geofísico determinado. Aquí "política del lugar" quiere decir el pensamiento y la práctica de aquellos verdes cuya visión del futuro se basa en alguna combinación de ecología profunda y biorregionalismo, o de los que quieren desarrollar una vida material y una cultura basadas en las características ecológicas de determinadas regiones. Peter Berg es uno de los voceros más conocidos del biorregionalismo, pero hay muchos otros que cartografian cuencas hidráulicas en el oeste, cuentan especies nativas de las grandes planicies y defienden los bosques originarios en nombre de la integridad de ciertas biorregiones y de las culturas con formas de vida únicas que puedan asociarse con ellas. ¿Existe en el discurso y en la práctica del biorregionalismo un movimiento dialéctico (análogo al que hay dentro del multiculturalismo y del movimiento de justicia ambiental) que pueda conducir a una crítica del capital y el trabajo asalariado, y también a una economía política que no sea exclusivamente socialista o anarquista sino que, de alguna manera, combine elementos de ambas corrientes sin ser ninguna de ellas? La respuesta superficial es "no", ya que la teoría biorregionalista ha sido en general la línea de los blancos de clase media acomodada que tienen poco que decir sobre la clase y la raza; "en general" porque hay muchos mexicano-norteamericanos en el suroeste de Estados Unidos e indios casi en todas partes que, comoquiera que se los vea, son pueblos oprimidos, y que dependen de la tierra, los mantos freáticos y los ecosistemas para formas de vida únicas amenazadas por las compañías mineras, el servicio nacional de parques, la industria turística y (a veces) organizaciones como Nature Conservancy, que quieren restaurar los "hábitat nativos" sin ningún beneficio para la gente que vive y trabaja en la tierra. En este caso la cultura y la naturaleza están íntimamente relacionadas entre sí y también con el trabajo social de maneras complejas y valiosas, hasta el punto de que ciertos movimientos de mexicano-norteamericanos del suroeste, por ejemplo, combinan los temas del biorregionalismo y la justicia ambiental. En algunas •otras biorregiones, como la costa noroeste, donde los radicales de Primero la Tierra procuran reunir el trabajo y el ambientalismo en una política ecológica de izquierda, la mayoría de la fuerza de trabajo activa es de la clase trabajadora. En el traspatio mismo del autor, la región de la bahía de Monterey, en California, una política de biorregiones se toparía de inmediato con el hecho de que una gran parte de la población de las cuencas y las llanuras aluviales de los ríos Salinas y Pájaro —ricas áreas agrícolas en las cuales los mantos freáticos descien7 Los ecologistas profundos no siempre son biorregionalistas, y los biorregionalistas pueden no ser ecologistas profundos. Algunos biorregionalistas (por ejemplo Kirkpatrick Sale) se basan en la ecología social de Bookchin. Sin embargo, entre la ecología profunda y el biorregionalismo existe una "afinidad electiva", que aparece una y otra vez en los textos populares sobre esos temas.
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en más cada año y el agua se saliniza más— no sólo son mexicanos o de origen exicano, sino también proletarios: jornaleros agrícolas, obreros de las enlatadoas y otros. Por lo tanto, un verdadero impulso hacia una identidad política y un obierno biorregional, sensible a la estructura social de la región, pondrían autoáticamente entre las cuestiones prioritarias las relacionadas con la clase obrera. tras biorregiones tienen, desde luego, diferente composición de clases, estructuas industriales e historias sociales, que determinan si la biorregión tiene algún otencial para una política de clases, 8 que no pierda la dimensión ecológica-bioregional, definida en términos de un materialismo activo, ni el materialismo pasio del puro determinismo ambiental? La cuestión de una política y una visión ecológicas radicales o de izquierda es odavía más complicada. Hasta ahora no se ha dicho nada acerca de las mujeres y l feminismo, específicamente el feminismo ecológico. Si hay algo que creen todas as ecofeministas, es que el mismo proceso histórico por el cual los varones llegaon a pensar que podrían dominar a la naturaleza —el proyecto prometeico— es ambién un proceso por el cual llegaron a pensar que podían dominar a las mujees. Cuándo y cómo y dónde y por qué ocurrió o se supone que ocurrió tal cosa es uestión de debate entre las ecofeministas. Lo es también el grado de éxito real ue han tenido los varones dominando tanto a la naturaleza como a las mujeres en lgún sentido significativo de la palabra "dominar". Una cuestión especialmente elicada es si las mujeres están "naturalmente" más próximas a la naturaleza y, por o tanto, son más capaces de desarrollar una sociedad sustentable, o si esta identiicación de las mujeres y la naturaleza no es otra cosa que una comprensión o un ábito derivado de la división sexual del trabajo, o si bien es alguna clase de consiración masculina para equiparar la naturaleza, a la que se ve por un lado como asiva y explotable, y por otro como salvaje, que requiere ser domada, con las ujeres, vistas de la misma forma contradictoria. O las tres cosas. Lo que está clao es que casi siempre han sido mujeres las principales organizadoras en el moviiento por la paz y militantes de primera fila de las acciones ecológicas locales, desde el combate a la contaminación por asbesto en Estados Unidos hasta las aldeas de India en las cuales las mujeres encabezan la lucha por agua, leña, comida forraje. Sobre un ejemplo de Italia véase Association for the Renewal of Bormida Valley, "The Bormida Valley ecological project", Capitalina, Nature, Socialistn, 2, 3, octubre de 1991. 9 Un "materialismo activo" comienza con la actividad material humana configurada por las sociedades capitalistas de formas complejas de acuerdo con la ley del valor y de la división del trabajo social, con formas culturales de cooperación definidas como fuerzas productivas, y con la "economía de la naturaleza", vista también como fuerza productiva. "Materialismo pasivo" significa, en los términos más simples, que las formas culturales humanas se ven como determinadas por condiciones ambientales o naturales. Según Engels el materialismo pasivo se basa en el materialismo mecánico de Newton, no en la ciencia evolutiva de Darwin, que se centra en el problema del *hombre" (la vida humana). Los biorregionalistas tienden a no problematizar (es decir, a dar por sentada) la "vida humana" en cuanto tal.
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Tal como ocurre con los movimientos por la justicia ambiental y el biorregionalismo, no hay una posición teórica ni un personaje famoso asociado con el feminismo ecológico. La gama de posiciones políticas es muy amplia. Bookchin y Commoner fueron inicialmente producto de la vieja izquierda que buscaba difundir a todos el proyecto modernista. El movimiento por la justicia ambiental es en parte importante producto del movimiento por los derechos civiles, y el biorregionalismo es hasta cierto punto un desarrollo lógico de la misma ciencia de la ecología. Pero el feminismo ecológico rechaza toda teoría y política totalizante, y está desarrollando una teoría y una política de la "diferencia", que abarca desde el idealismo y el misticismo hasta el socialismo y el anarquismo. No obstante, en un mundo que consiste en capital y trabajo asalariado, es probable o, por lo menos, posible, que el ala radical, materialista, del feminismo ecológico llegue a ser la de más influencia en el movimiento, aunque sólo sea porque la condición material de las mujeres de todo el mundo en la actualidad es muy inferior a la de los varones, y porque sobre ellas recae cada vez más la carga del trabajo asalariado, y no sólo de la "reproducción de la fuerza de trabajo". 1° Las cinco tendencias políticas analizadas hasta aquí son críticas reales o potenciales del capitalismo de Estados Unidos, y contienen un análisis de clase real o potencial de lo que anda mal en el mundo y por qué, así como de lo que se puede y se debe hacer al respecto. El problema es que Estados Unidos es muy individualista, tanto debido a la intensa influencia del individualismo inglés precapitalista en la cultura norteamericana como porque la forma asalariada del trabajo y la forma mercancía de la satisfacción de necesidades están desarrolladas al máximo en ese país. La tradición viva de política de izquierda es débil en comparación con la de la mayoría de los países desarrollados, la de potencias subimperialistas como México, Brasil e India, y la de muchas otras naciones del Sur. Los visitantes verdes rojos que llegan a Estados Unidos se sorprenden al encontrar tal abundancia de movimientos sociales; prácticamente todas las esferas de la vida están sujetas a profundo análisis y crítica por parte de determinados movimientos u organizaciones. Sin embargo, las ideologías del individualismo, el pragmatismo, la falta de respeto generalizada (así como de interés) por la teoría política, la inexistencia de una izquierda coherente y la presencia de una gran variedad de organizaciones verdes liberales y/o tecnocráticas, conspiran contra el desarrollo de un movimiento político feminista verde rojo. Lo hacen también los hechos de que Estados Unidos es un país racista, y grande, con variaciones regionales culturales, económicas y ecológicas muy arraigadas, de modo que no es sorprendente descubrir que las primeras señales de una política verde roja coherente no apareciesen en Estados Unidos, y ni siquiera en Alemania (que podría decirse es la patria del pensamiento y la práctica verdes de izquierda), I° Mary Menor, "Eco-feminism and eco-socialism: Dilemmas of essentialism and materialism", Capitalism, Natura, Socialism, 3, 2, junio de 1992.
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más bien en aquellas naciones que representan los eslabones más débiles de adena de mando capitalista del mundo: la Alianza en Nueva Zelanda» el Parde los Trabajadores en Brasil, y la nueva iniciativa feminista verde roja en Ita2 por ejemplo, donde los principios de la democracia se combinan con el deseo evisar las fórmulas antiguas y los lemas agotados que han llevado a callejones ticos sin salida. o más importante en estos días es que los socialistas (incluidos los marxistas), narquistas, las minorías oprimidas, los biorregionalistas y las feministas ecolós se oigan unos a otros y presten atención a la forma en que están siendo escudos. No hay una sola tendencia que pueda soportar el poder totalizador del ital global y el cuasi estado mundial que forman los bancos centrales, el FMI, el , el Banco Mundial y otras burocracias internacionales. Todas las tendencias ecesitan mutuamente; no puede prevalecer ninguna visión parcial (y mucho os sectaria). Para los marxistas esto quiere decir prestar tanta atención a las stiones de la tierra y la comunidad, la raza y la etnicidad, el género y la ecolocomo al lugar de trabajo, la mano de obra y la economía. Implica darle la emaunción a lo que solía llamarse "marxismo ortodoxo" y dar el giro hacia un xismo cultural y ecológico. n el nivel de la epistemología es necesaria una revisión de la concepción maalista de la historia porque no ha sido lo bastante histórica ni lo bastante mateista; no fue lo bastante histórica porque Marx no tenía una teoría de la sociey la cultura más allá de la teoría del fetichismo de las mercancías y del capital sarrollada más tarde en la teoría de la reificación de Lukács), ni lo bastante erialista porque El capital no contiene una teoría de la naturaleza y la ecolo13 la teoría de Marx del capital, la lucha de clase y la revolución no contenía verdadera descripción de los movimientos culturales ambientales, entre otras nes posibles debido a que (en términos comparativos) no había en sus tiemmovimientos significativos de estos tipos. Marx vivió y trabajó en un periodo prano del desarrollo capitalista, cuando las revoluciones políticas contra el guo régimen en Europa más o menos habían terminado y la revolución ecoica estaba muy avanza n El capital fue influido por la revolución política que conomía industrial capitalista tenía que controlar y desarrollar, primero en laterra, y difundida después a otros países y partes del inundo. Desde luego, la Wayne Hope y Joce jesson, "Contesting new terrain: Red-green politics in New Zealand", CapitaNatura, Socialista, 4, 2, junio de 1993. 2 Informe de un congreso, "Culture of the Left and Green culture — The challenge of the enviental revolution in Italy", Capitalista, Natura Socialista, 4, 2, junio de 1993. Véase también Lena hmuijlder, "What it mean to be Greenin South Africa", Capitalista, Natura Socialista, 4, 1, marzo de
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. Stanle-y Aronowitz, The crisis in historical materialista: Class, politice and cultura in Marxist Mem> Nueork, Praeger, 1981. Capitalista, Nassau, Socialista ha publicado una serie de artículos sobre "marxisy ecología" que de diversas maneras procuran llenar estas lagunas. 3
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obra maestra de Marx estuvo influida también por la revolución económica, es decir el crecimiento del capital, el trabajo asalariado, la tecnología, la fusión accionaria de las compañías, el mercado mundial y así sucesivamente. Pero las sociedades europeas y americanas mismas no se revolucionaron hasta después de la muerte de Marx, cuando se formaron sociedades y culturas específicamente capitalistas. Esto entraña dos cambios básicos: primero, el trabajo se asemeja más al trabajo asalariado, y la forma mercancía de satisfacción de las necesidades llegó a dominar la vida cotidiana, culminando a finales del siglo xx con el consumismo y la "sociedad del espectáculo". Segundo, la tierra se fue convirtiendo cada vez más en mercancía, para llegar a ser finalmente una inversión, "bienes raíces", que debían tratarse como cualquier otra inversión. A medida que la mano de obra iba perdiendo su autonomía en el lugar de trabajo y que la tierra era cada vez menos un lugar, un hogar, una comunidad, y más una mercancía, la sociedad se volvió más individualista, privatizada y reificada. La identidad política empezó a formarse menos a partir de la clase económica y social y más por adscripción, identidad cultural y lugar. Mientras tanto, el capital ha estado convirtiendo cada vez más en mercancía la economía misma de la naturaleza (por ejemplo en el discurso sobre el "desarrollo sustentable"), que es al mismo tiempo causa y efecto de la crisis ambiental global. Así como los economistas laborales hablan hoy de "capital humano" —inimaginable antes de la creación de una sociedad específicamente capitalista (como si los seres humanos no fuesen otra cosa que formas de capital)—, los economistas ambientales están desarrollando teorías del "capital natural", inimaginable antes de la creación de una naturaleza específicamente capitalista. Estos economistas de hoy teorizan el problema de cómo aprovechar, alterar y valorar la fecundidad de la naturaleza como si ésta sirviese para una sola cosa: la acumulación interminable de capital. Lo que esto significa para el marxismo mismo es simple: el marxismo ortodoxo, siempre sólidamente basado en la historia política y económica, no se apoyaba —ni podía hacerlo— en la historia social, cultural y ambiental. Una cultura y una naturaleza capitalista industrial única estaba en sus etapas embrionarias; los elementos culturales y ecológicos están ausentes del marxismo ortodoxo porque había poca cultura y naturaleza específicamente capitalistas sobre las cuales se pudiese teorizar. Sería erróneo concluir de esta revisión de las posibilidades de una política verde roja en Estados Unidos que todas las ideas políticas son iguales, como si esa política fuese una especie de tribunal. No existe una democracia de la teoría política. La política verde roja no es como una visita a un centro comercial, para comprar esta idea o aquella y usarlas según nos venga en gana. Ciertas ideas y combinaciones de ideas son más iguales que otras. Y esto en dos sentidos. El primero es que una responsabilidad de la teoría social es explicar por qué funcionan las cosas, cuando funcionan, y por qué no funcionan cuando no funcionan. ¿Por qué las t2sa s norteamericanas de productividad y de crecimiento económico son relativa-
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mente bajas? ¿Por qué puede estar preparándose una crisis financiera y una depresión mundial? ¿Cuáles serán los efectos de cualquier crisis económica mundial sobre la desigualdad, el ambiente, la vida social? Para responder esta clase de preguntas, la clave para lo que se quiera considerar la verdad es una teoría ecológica marxista de la acumulación y la crisis del capital, la competencia, el mercado mundial y así sucesivamente. En este sentido el anarquismo, el multiculturalismo, el biorregionalismo y el ecofeminismo dependen, todos, de una visión ecológica marxista. El segundo sentido en el cual no todas las teorías son creadas iguales tiene que ver con cuestiones normativas: ¿cómo debería ser la sociedad?; ¿cómo debería ser la naturaleza?; ¿en qué clase de ambiente queremos vivir? Para los marxistas las respuestas estas preguntas dependen en parte de las respuestas a otra: ¿cómo debería ser el Irak»? ¿Cómo deberían organizar los seres humanos su actividad material, incluyendo la división del trabajo, y con qué fin? La razón es que el trabajo social —producción, distribución, intercambio y consumo— determina lo que será la naturaleza, combinado o en conjunto con las propias "leyes del movimiento" de la naturaleza, o lo que algunos llaman la "economía de la naturaleza". Cualquier alternativa real a la racionalidad económica capitalista con respecto a sus efectos tanto en la naturaleza como la sociedad requiere una cercana revisión de las divisiones actuales del trabajo industrial y social." Esto quiere decir que la cuestión de la clase económica y social (o las divisiones sociales del trabajo) tiene que ser la principal preocupación del programa político verde rojo. 15 Para ello el marxismo brinda un poderoso método de pensamiento: para evitar lo inalcanzable, lo puramente utópico, para eludir la simple expresión de deseos, el marxismo tiene la capacidad de identificar lo que podría llamarse "inmanencia", es decir, qué movimientos sociales y ecológicos tienen probabilidades de crecer y desarrollarse, y cuáles de morir en capullo. Por ejemplo, el movimiento sindical, tradicionalmente definido, tiene el poder de reformar el capital pero no el de transformar a la sociedad, como pretendieran en alguna época muchos demócratas sociales (recuérdese que Marx no tenía una teoría de la sociedad capitalista per se). En contraste, sus teorías de la proletarización y el empobrecimiento ("la ley general de la acumulación capitalista") ayudan a explicar la "feminización de la pobreza", que es una de las bases del movimiento de las mujeres, el cual ha demostrado ya que es capaz 14 Los enormes incrementos de producto por hora de trabajo durante los últimos doscientos años se pueden atribuir a las divisiones del trabajo industrial y social y a los cambios tecnológicos asociados, así como al uso de combustibles fósiles como forma de energía (según los trabajos recientes de Elmar Altvater, en el siglo xx la productividad del trabajo ha sido impulsada por el uso de combustibles fósiles). la naturaleza también debe 15 Por otro lado, para que los izquierdistas se ocupen de ecología per se verse como su propio producto, como la "economía de la naturaleza". ¿Qué hay en la naturaleza, sobre todo en la "segunda naturaleza" de hoy, que pueda ayudar a responder a la pregunta: para qué debe ser el trabajo; por ejemplo "para la integridad de los ecosistemas", la "biodiversidad"?
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de alterar los términos mismos del discurso que empleamos cuando hablamos de política, de cambio social y de la buena vida. De manera similar, una teoría ecológica marxista de la capitalización de la naturaleza revela los sustentos materialistas del movimiento verde. Por último, el marxismo puede obtener más poder que cualquier otro método, teoría o postura normativa cuando se trata de decidir políticamente qué clase de sociedad y de ambiente son deseables y dignos de luchar por ellos. La tierra y la comunidad pueden ser tan importantes como el lugar de trabajo y la mano de obra en términos de avanzar hacia una forma de vida sensata y racional, más allá del capitalismo. 18 El multiculturalismo y el feminismo pueden ser tanto o más importantes que el marxismo en términos de definir qué es o qué puede llegar a ser una sociedad justa. El biorregionalismo es tal vez más importante que cualquier otra tendencia teórica y política actual, cuando nos preguntamos en serio cómo queremos vivir con la naturaleza y qué clases de naturaleza queremos hacer o transformar, cuáles queremos restaurar y qué tipos queremos dejar en paz. En este momento de la historia una pregunta clave, que ni siquiera los mismos movimientos sociales han tratado de manera sistemática, es cómo se están "subsumiendo", o pueden hacerlo, todas estas corrientes teóricas (y prácticas). 17 "Lo que hay que hacer" es no combinar las tendencias teóricas y políticas existentes que analizamos en este capítulo de una manera arbitraria. No es ni deseable ni posible una conjunción fácil entre rojos que son verdes, verdes que son rojos, minorías oprimidas que son verdes, biorregionalistas que son feministas, feministas que son rojas, y así sucesivamente. Por mencionar sólo un problema difícil, muchas feministas afirman que tanto los rojos como los verdes ven la ecología como un objeto, no como un sujeto, y por lo tanto señalan el peligro de que el movimiento verde rojo sigue estando inserto en el discurso dominante sobre la ciencia (o el "cientificismo", el culto de la ciencia). Por ello es necesario reconocer que existen hoy, en Estados Unidos, múltiples tendencias verdes rojas, y por ende que, en la coyuntura actual, probablemente sea poco realista esperar que se desarrolle un movimiento único. Pero esto no tiene por qué disuadirnos de instar a la gente que trabaja por una sociedad social y ecológicamente justa y sana a interrogarse sobre lo que en realidad estamos haciendo en términos políticos, qué clase de efectos esperamos lograr, qué tipos de barreras o límites tenemos frente a nosotros, qué alianzas podremos entablar. Matt McCarten, que ayuda organizar la Alianza de Nueva Zelanda, dijo durante una visita reciente que el sindicalismo de izquierda, los verdes, los rs No quiero implicar que el pensamiento anarquista debería tener el mismo nivel que la teoría ecológica marxista. Como escribió Paul Thomas, "La contradicción es, para el anarquista, un principio dualista, casi maniqueo [...] Para Marx el capitalismo crea en ciertas formas las precondiciones de su propia trascendencia, precondiciones sobre las cuales hay que actuar", Paul Thomas, Karl Marx and the (manidas, Londres y Boston, Routledge and Kegan Paul, 1989, p. 348. 17 Se han realizado unas cuantas alianzas tentativas entre movimientos por la reducción del uso de sustancias tóxicas y organizaciones por la justicia ambiental, así como entre éstas y los biorregionalistas.
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s maoríes y otros que integraban esa iniciativa política sólo se habían puescuerdo en descartar las respuestas prefabricadas. "No tenemos respuestas, eguntas." Esta cautela y esta disposición a cuestionar los supuestos básicos l mundo pueden constituir la definición misma de un "progresista" actual. utor fuese médico, y si nuestros movimientos fuesen pacientes que por razosconocidas no logran terminar de curarse, ésta sería sin duda alguna mi 18
n palabras de Martin O'Connor, es esencial "en este momento, finales del siglo xx, que se anaque significa tener una coexistencia de muchas voces algo discordantes, que tienen en común su o por el dominio del capital pero que no coinciden en muchos otros sentidos. Éste es un aspecealismo, de las cosas que 'probablemente empeorarán antes de empezar a mejorar'." embargo la necesidad de solidaridad frente al capital puede ser demasiado grande, dada la configuración del poder, como para posponer una estrategia política unificada que pueda hacerte al capital global y al creciente cuasi estado global.
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En toda justicia, Urban Habitat, además de otorgar este premio [Flatlands Multi cultural Leadership], también tendría que recibirlo. En este caso los que produje. ron el concepto político de "bajos" fueron las personas que trabajan para y con Urban Habitat, incluyendo muchos organizadores comunitarios, activistas e inves tigadores, entre ellos yo. Por eso quiero darle las gracias a Urban Habitat en dos sentidos: uno por permitirme participar en el proyecto social de desarrollar el con cepto de bajos, y el otro por seleccionarme (junto con otros) para expresar una gratitud especial por "mi" contribución. Y hablando de eso, ¿qué es política de los bajos?, o mejor dicho, ¿qué quier decir política de los bajos? En mi trabajo utilizo un pensamiento de tipo marxista (aunque no es el único), así que, naturalmente, empecé con la lucha de clase. Como sabe la mayoría de ustedes, a partir de los dos últimos años de la administración Carter la "Gran Empresa" y las "Grandes Finanzas", aliadas con políticos de muchos colores, lanza ron una especie de guerra de clases de los ricos contra los pobres, del capital con tra el trabajo, de los suburbios contra la ciudad. La empresa, las finanzas y los suburbios ganaron de lejos. Los ricos se volvieron más ricos y los pobres más pobres; las empresas cosecharon más beneficios, en parte porque los salarios reales de los trabajadores han estado estancados durante dos decenios o más, y en parte porque la inseguridad en el empleo no había sido tan grande desde la gran depresión, y los suburbios han extraído más excedentes económicos de las ciudades... aquí podría resultar más adecuada la palabra "botín". Por fortuna el movimiento laboral, los grupos comunitarios y los pobres están empezando a devolver los golpes; lamentablemente lo están haciendo por separado, porque están divididos, tal como lo están los grupos de mujeres, de minorías, ambientales y otros. Hay muchísimas razones por las cuales el trabajo y las comunidades, a diferencia de la clase política privilegiada, no han organizado sus protestas siguiendo líneas de clase de abajo hacia arriba. Una de estas razones tiene que ver con la actual hegemonía de otros dos tipos de políticas de oposición: lo que a veces se denomina política de identidad, por un lado, y lo que de manera abreviada llamamos política del lugar, por el otro, que son las dos formas en las que en estos días se llevan a cabo las políticas progresistas. El símbolo de la política de identidad son los colores del arcoiris. La política identitaria se basa en las características culturales adscriptivas, cuasi adscriptivas y [344]
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relacionadas (construidas) de la gente: raza, etnicidad, incapacidad física, orientación sexual, edad y así sucesivamente. En Estados Unidos, en el peor de los casos, la política identitaria conduce al nacionalismo y el separatismo cultural; en la actualidad ha llevado a la acción afirmativa, igual paga por igual trabajo, valor comparable, etc. En el mejor de los casos esa política implica una sociedad que deja de hacer comparaciones malignas entre diferentes grupos, que celebra la diferencia, y en la cual los diversos grupos se respetan y aprenden unos de otros, gracias a lo cual gozan de una vida más plena. El símbolo de la política del lugar es el color verde. Está basada en el control de la tierra, el espacio, la naturaleza. Uno sabe que está en presencia de una política del lugar cuando oye decir "salven las secuoias", "salven el vecindario", "salven el cinturón verde", "salven el parque", "salven la cuenca", "salven la bahía", y así sucesivamente. En sus peores momentos la política del lugar son comunidades cercadas, el movimiento "Saber Usar", y el centro de Los Angeles, convertido en un reducto de las grandes empresas. En los mejores, la política del lugar es el exitoso desarrollo comunitario, ciudades verdes, sistemas agrícolas orgánicos, senderos para bicicletas y posiblemente incluso biorregionalismo. En nuestra área de la bahía de San Francisco hay un lugar, y sólo un lugar —al cual bastante más de un millón y medio de personas de toda etnicidad y raza concebibles considera su hogar— donde es posible un verdadero multiculturalismo popular. Se trata de los bajos de la región, que para sus residentes no es sólo espacio de vida sino también espacio de trabajo y espacio inmediato de recreación. Además, estos bajos son la cuenca del drenado o llanura aluvial de docenas de ríos y arroyos, así como de centenares de manantiales, que en una época fluían hacia un gran río que no desaguaba en el Golden Gate sino en la bahía de Monterey, cerca de Watsonville; una llanura aluvial (con excesiva frecuencia ambientalmente invisible para los verdes) que es el eslabón ecológico esencial entre los ecosistemas de las montañas y los de las marismas y la misma bahía; quiero decir, muy simplemente, que una de las dos principales razones por las que está contaminada la bahía es que están contaminados los bajos (la otra tiene que ver con el impacto de la navegación oceánica y de otros tipos). El sistema económico del área de la bahía ha convertido a los bajos en una zona industrial y comercial, donde se congrega una multiplicidad de problemas socioeconómicos y ambientales. Por un lado es lugar de desempleo, pobreza, bajos salarios, crímenes y demás. Por el otro, es el de la congestión, la contaminación del aire, el agua y el ruido, el desagüe de la industria petroquímica, de los tiraderos de basura tóxica y demás. Los riesgos para la salud y la seguridad humanas del área de la bahía se concentran en los bajos, donde También se degrada cada vez más lo que queda de los antiguos ecosistemas riparianos. Un estudio reciente de los jóvenes de esta zona indica que su preocupación ambiental más importante es la sensación de que la vida es insegura... gracias al tráfico, las bibliotecas cerradas, los patios de las escuelas con candado después de la hora de clases y cosas por el estilo. En otras
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palabras, los jóvenes están sufriendo una especie de "cercado de las tierras comunes". Desde un punto de vista ambiental puede decirse lo mismo de la integridad ecológica de los bajos, que fueran una vez "tierras comunes" de los pueblos ohlone, y que desde hace mucho han sido alambrados, divididos por las autopistas, las fábricas, las unidades habitacionales sobrepobladas, etcétera. Si vive usted en los cerros o en las ciudades que rodean la bahía, lo más probable es que los bajos sólo se le aparezcan como un corredor de tránsito embotellado y un espacio de problemas sociales. La próxima vez que vaya por la autopista que circunda la bahía tenga presente que está atravesando cuencas y ecosistemas antiguos, y que la integridad ecológica de la bahía misma depende de la salud ambiental de esos ecosistemas, así como de la nieve derretida de la Sierra Nevada. Y piense también que los que ahí viven le hacen su trabajo sucio mientras residen en medio de la contaminación, la congestión y el costo socioeconómico del racismo y de una economía miope. La llanura, como corredor del transporte, es la base de una cultura del automóvil y el camión, antiecológica de muchas maneras obvias y también racista de maneras que no lo son tanto. Quiero decir que el impacto ambiental del auto recae de manera desproporcionada sobre la gente de color, los pobres y los trabajadores de bajos salarios, es decir, los residentes de los bajos. La contaminación sonora y del aire, los accidentes y los riesgos, la congestión y las salidas de las autopistas que escinden los vecindarios, son algunos de los costos sociales del auto. Además, como el valor de los bienes raíces está en relación inversa con la calidad del aire y la cercanía al tráfico vehicular intenso, la cultura del auto destruye el valor de las propiedades residenciales de esas zonas. Por otro lado, gracias a ese mismo racismo y clasismo, los que resultan más afectados por el auto son los que tienen menos posibilidades de comprar y mantener un buen coche. Como si los habitantes pobres de los bajos no sufriesen suficiente, hace poco el estado de California decidió perseguir a los "contaminadores graves", en su mayoría dueños de autos pobres y de clase media baja para reducir la contaminación del aire, en lugar de atacar a los contaminadores industriales. Si la economía "decide" que los habitantes de los bajos enfrenten una multitud de problemas similares, el sistema político decide que no puedan hacer demasiado al respecto, tan balcanizados están aquéllos en términos de límites políticos. La economía va de norte a sur y, por así decirlo, es la que cava la fosa, mientras que la política va de este a oeste y le pone la tapa al ataúd. La balcanización política y la preocupación por cuestiones especificas han representado barreras a la movilización política conjunta de los habitantes de los bajos. Y esto ocurre pese a que en este mismo instante las coaliciones contra los productos tóxicos están luchando por liberar a sus comunidades de venenos industriales; los grupos de restauración ambiental están remendando las cañadas; las comunidades están tratando de manejar el legado de fábricas abandonadas y experimentar con los cultivos urbanos, la rehabilitación de viviendas y escuelas y las calles vivibles, y los grupos comu-
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, los sindicatos locales, los grupos ambientales y otros de los bajos se reúnean, deciden y evalúan estadísticas criminales y flujo de tránsito, logros onales y posibilidades de empleo. Sin embargo la mayoría de los grupos parados. ue se requiere, diría yo, es una política regional de los bajos, una política al la política identitaria y la política del lugar se fusionen, por decirlo así. tante, en este momento, excepción hecha del movimiento por la justicia tal, que combina los ideales del multiculturalismo con los de la ecología y r de la comunidad local, quienes se ocupan de esos dos tipos de política abajando en lados opuestos. intentos previos de una política regional del área de la bahía de San Franeron más o menos inútiles, simplemente porque ninguno de ellos —lo misenía de arriba hacia abajo, del Consejo del Área de la Bahía, de la clase dirio de abajo hacia arriba, de los municipios que se han resistido a ser juguetes sejo— reconoció a los bajos como un lugar distinto y especial. Esto se debe n regionalismo basado en una política de los bajos no sólo sería multiculecológico, en el sentido de unir la política de identidad y de lugar en una ino que también se convertiría en una especie de política de clase, puesto si todos los distritos de aquéllos son de clase trabajadora de ingresos bajos a . ho de otra manera, tanto los arcoiris como los verdes tienen que empezar a e en serio los bajos si quieren avanzar hacia una verdadera sociedad multil y ecológica. Y tomarse en serio los bajos implica dedicarse a una especie tica de clases. os verdes quieren proteger los cerros y salvar la bahía, como en efecto quiean a tener que hacer algo con los bajos. Si los arcoiris quieren lograr una ad multicultural, que es lo que quieren, van a tener que esforzarse mucho or desarrollar coaliciones y alianzas efectivas entre las muchas culturas preen los bajos. política ecológica se convierte así en una forma de desarrollar una política ultural, y la política multicultural se transforma en una manera de desarroa política ecológica. El detalle adicional es que ambas presuponen una políe clases, una política en la que los habitantes de los bajos, es decir, los trabaes, desarrollen sus propias organizaciones y prácticas democráticas nitarias, ambientales y del lugar de trabajo. Después de todo, tanto en su io de trabajo como su comunidad tienen más conocimientos prácticos acerca condiciones de vida ambientales y sociales que todos los planificadores buroos de la región juntos. Y lo que se necesita es aprovechar ese conocimiento y izar y movilizar políticamente en pro de una estrategia de "isustentabilidad ro!". cual, finalmente, implica cuestionar, más pronto o más tarde, el poder de los antes de los cerros que controlan el área de la bahía, así como la estructura
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política balcanizada que impide una verdadera política de los bajos. "Finalmente" puede no ser el mejor término, porque la política de los bajos apenas está comenzando. Y por eso no tengo manera de ponerle un verdadero fin a estas palabras de agradecimiento. Usaría el término "reto" si nuestro presidente no lo hubiese vuelto banal, o la palabra "lucha" si la mayoría de la gente no la considerarse terriblemente anticuada. Cuando no hay palabras adecuadas para un proceso social que se está dando, lo mejor es no decir nada.
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La desintegración de la Unión Soviética y las convulsiones geopolíticas e ideológicas que ha provocado su extinción han alterado la naturaleza de la lucha de clase en todo el mundo. Sin la presencia del Partido Comunista Soviético, los partidos comunistas del resto del mundo han perdido la legitimidad y la pretensión de liderazgo sobre la clase trabajadora de que pudieran haber gozado. La tensión básica entre el capital y el trabajo persiste, pero los medios tradicionales de resolver los conflictos de la clase obrera y las minorías necesariamente han cambiado. Sin un modelo o una base de apoyo —las dos posibilidades que los soviéticos ofrecían a las clases trabajadoras de otros países— quienes exigen justicia económica y social tienen que hacerle frente al capital con nuevas formas de organización y de lucha. El cambio radical de los centros de poder geopolítico desde finales de los ochenta ha coincidido con el movimiento constante del capital hacia la globalización y con la declinación a largo plazo de la tasa de crecimiento económico mundial. Estas dos tendencias se intensificaron justo cuando el socialismo "real" perdía su prestigio internacional, y el dogma del "libre mercado" comenzaba a reinar supremo entre los tecnócratas económicos de todo el mundo, en el Este, el Norte y el Sur. A medida que el capital se restructuraba globalmente, centralizando el poder en empresas y bancos transnacionales, buscaba, de modo lógico, reducir los costos de mano de obra, energía y materias primas, así como el tiempo de revolvencia del capital. La lenta tasa de crecimiento, en especial, condujo a los manipuladores del capital multinacional a intensificar la explotación de la mano de obra. Durante el último decenio el desempleo mundial ha aumentado y las desigualdades en la división de la riqueza y el ingreso se han vuelto más dramáticas aún. A decenas de millones de personas se las ha expulsado de sus lugares de trabajo, sus aldeas, sus hogares y hasta sus naciones. El impacto social de esta tendencia ha resultado devastador. Inevitablemente se desarrolló resistencia a ella, pero sin la tradicional experiencia "roja" o los métodos que obtenían y derivaban su poder de la existencia de una internacional comunista basaría en la "superpotencia" soviética. Simultáneamente, quienes controlan los grandes conglomerados y empresas financieras, quienes deciden qué y dónde invertir y producir, han seguido tratando de detener las t2C24 decrecientes de crecimiento y utilidad externalizando cada [349]
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vez más sus costos de producción hacia el ambiente. Mientras el aire, la tierra y el agua, así como las formas de vida complejas que estos elementos sostienen, llevaban la mayor parte de la carga de las nuevas prácticas globalizadas del capital, se producía también un cambio en la lucha de clase. Con la destrucción ecológica y el advenimiento de una crisis ambiental global, aparecieron la comunidad local y la organización no gubernamental (or4c), a medida que los movimientos verdes emulaban las luchas del trabajo como fuerza de resistencia del capital (y a veces coincidían con ellas). Los "rojos" han ido adoptando cada vez más uno u otro de los discursos "verdes", y los "verdes" han tendido a inclinarse más hacia la izquierda. Cada vez más sindicatos y partidos democráticos y socialistas están ocupándose de cuestiones verdes, sobre todo en relación con la salud ambiental del lugar de trabajo y la comunidad. Más y más grupos ambientalistas básicos están planteando cuestiones de justicia social y económica. Y más partidos verdes de izquierda (el más conocido de los cuales es el de los verdes alemanes) se han creado en más países. Ahora resultan visibles, en el Norte y en el Sur, los esbozos de un movimiento verde rojo, que consiste en una variedad de organizaciones, movimientos e ideologías, desde los más sectarios hasta los más abiertos y fluidos políticamente. 1 Uno se pregunta si es posible organizar un movimiento verde rojo internacional, una respuesta coordináda al capital global, para iniciar formas de vida nuevas, democráticas, ecológicamente racionales y económica y socialmente equitativas. Si es posible vincular teórica y prácticamente los problemas económicos, sociales y ecológicos de formas que faciliten vías y visiones de desarrollo alternativas del futuro; superar la estrategia de dividir y conquistar del capital, que enfrenta al trabajo con los ambientalistas, a los obreros urbanos con los pequeños agricultores, a los hombres contra las mujeres, a las mayorías con las minorías oprimidas y, finalmente, al Norte contra el Sur. Una respuesta positiva a estos interrogantes requiere que los verdes (y los rojos) no sólo "piensen globalmente, actúen localmente", sino también que "piensen localmente, actúen globalmente" y que, en última instancia, "piensen y actúen tanto global como localmente". Desde hace algunos años el lema "pensar globalmente, actuar localmente" ha facilitado, en Estados Unidos y otros lugares, los movimientos por la paz, las campañas antinucleares y hasta los movimientos de solidaridad. Para los verdes "pensar globalmente, actuar localmente" significa (entre otras cosas) "pensar en los efectos de lo que estás haciendo sobre el ambiente global". De hecho, cada localidad puede dejar una pequeña huella en el agotamiento global de recursos si organiza programas para reciclar, reduce la contaminación de los océanos y economiza agua potable exigiendo el tratamiento terciario de los desechos municipales, y
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Véanse las contribuciones "Red Green politics", en Capitalista, Natura; Socialism, 3, 2, junio de 1992, y 3, 4, diciembre de 1992.
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ra energía subsidiando los calentadores solares y desalentando el uso de los móviles, por tomar sólo tres ejemplos. En todo el mundo los biorregionalistas ionan en pro de mayor autosuficiencia económica y menor disrupción de los s hidráulicos; los grupos locales antinucleares y las campañas contra los desetóxicos batallan por la reducción en la fuente de origen, y los movimientos las ciudades y pueblos verdes buscan sistemas de transporte de masas, viviende alta densidad, el uso de biomasa local como fuente de alimentos y energía, redistribución del abasto de agua a los pequeños agricultores. Estos ejemplos uestran que el pensamiento verde está difundido, y también que cada vez más imientos verdes locales han ido adoptando perspectivas regionales, nacionales ernacionales. l problema básico de los verdes es que ofrecen pocos o ningún medio para sformar lo "local" en lo "global". El movimiento verde no tiene un método pensar acerca de las maneras en que lo local es constituido por lo global ni re muchas cuestiones relacionadas (por ejemplo el significado de "específico sitio", que los verdes definen en términos de sistemas ecológicos y de espacio o, más que de la escala de reproducción de la existencia material y social al"). Asimismo tienden a descartar la creciente centralización del poder ecoico y político y, por lo tanto, también la realidad de que los "ambientes locase están volviendo cada vez más las víctimas de la restructuración y el cambio nómico y político global. or ello tiende a ampliarse la brecha entre las buenas intenciones y los malos tos imprevistos de las acciones locales. Las luchas contra los desechos tóxicos l Norte son un buen ejemplo. Uno de sus efectos no deseados es aumentar la ortación de venenos al Sur y a las colonias internas del Norte (pero también den inspirar a otras localidades, vincularse con ellas, y adquirir dimensiones bales). Los programas locales de reciclado son un ejemplo más enredado. El iclado de papel periódico debilita el mercado para la pulpa de madera, lo cual de tener el efecto imprevisto de incitar a las compañías de papel y pulpa a ortar sus costos mediante prácticas forestales ecológicamente dañinas, o pospondo las mejoras tecnológicas que reducen el volumen de contaminantes que se ran en los ríos. Los programas de reciclado caen también en la trampa del disso capitalista sobre el desperdicio y el reciclado, que privilegian los aspectos nómicos sobre los sociales y ecológicos (por ejemplo, en Estados Unidos lo priro que se recicló fueron las latas de aluminio, más valiosas). Actuar globalmenmplica entender los efectos no deseados de las prácticas verdes, lo que significa por qué surgen, para empezar, los problemas ecológicos y las prácticas verdes, aber, como resultado de fuerzas económicas y políticas tanto nacionales como rnacionales. "Pensar globalmente, actuar localmente" puede contribuir a que los verdes se ntan mejor consigo mismos y con su vida (es un lema ético, además de prácti, pero puede llevar a engañarse a uno mismo sustituyendo la estrategia global
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por el pensamiento global. ¿Cuáles son las razones básicas? Históricamente los rojos se ocuparon de las relaciones sociales de producción y poder, e ignoraron las relaciones entre sociedad y naturaleza; los verdes privilegian estas últimas en detrimen to de las primeras. Muchas veces se puede leer "verde" como una simple inversión histórica de "rojo". Si se invierte el lema "pensar globalmente, actuar localmente", será más probable que los verdes desarrollen un discurso acerca de la destrucción y la reconstrucción ambiental hacia una política global. La mayoría de las localidades son fragmentos de la división del trabajo social en escala global, y a eso se debe que sea tan importante la pregunta "¿Cómo constituye localidades el capitalismo mundial?". En lugar de plantear una dualidad entre lo global y lo local los verdes pueden tratar de captar la forma en que las localidades existen sólo en relación mutua y también con la totalidad de la economía internacional. 2 "Pensar globalmente, actuar localmente" también debe tomar en cuenta la realidad de que determinadas localidades se definen a sí mismas, o adquieren autodefiniciones, tanto culturales como ambientales, de maneras que también están constituidas por el capitalismo mundial. La vida de los bosques tropicales, y el valor que les asignan los verdes, no sólo dependen de las condiciones de producción forestal en el Sur y en el Norte, sino también de la totalidad de la oferta y la demanda mundiales de productos derivados de la madera que, a su vez, depende de un complejo conjunto de conexiones internas entre utilidades, tasas de interés y deuda, la industria global de la construcción, luchas sindicales, acciones ambientales para salvar los bosques tropicales y los árboles originarios en el Norte y los cambios técnicos de la industria forestal . 3 Regresando al ejemplo del reciclado local de papel periódico, sus efectos dependen de un discurso generalizado sobre la reducción de desechos, el reciclado en otras comunidades y estructuras de precio que pueden igualar o no el precio de costo del papel reciclado y los productos de los molinos de papel y pulpa (en la actualidad se destinan más periódicos "reciclados" para rellenar terrenos que para producir papel). El potencial de la energía solar en una localidad determinada no depende sólo del clima local sino también de la composición de clase y de raza de la comunidad, la tasa de explotación de combustibles fósiles, el estado de las rivalidades interimperialistas de los países productores y consumidores de petróleo, la monopolización de la energía solar por 2 Por ejemplo, la centralización del capital financiero y la administración corporativa en Nueva York, Londres, París, Francfort y Tokio han ido de la mano con la descentralización del capital productivo o industrial, así como con la internacionalización de la producción de frutas y verduras frescas para los mercados de lujo en esas y otras "ciudades mundiales". Otro ejemplo: cuando Fidel Castro, hace años, describió La Habana como "la cabeza inflada en el cuerpo enclenque de Cuba", podría haber estado describiendo las relaciones mutuamente constituyentes entre la ciudad y el campo en todo el mundo. 3 Por ejemplo, véanse John Bellamy Foster, "The limits of environmentalism without class: Lessons from the ancient forest struggle in the Pacitic Northwest", Ca_pitaiiray Nata" Soeiglitn., 4, 1, marzo de 1992, y Herb Thompson, "The forestry-logging-thnber industry in Papua New Guinea", Capitalino, NatuSoe ialisne, 3, 3, septiembre de 1992.
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parte de las gigantescas compañías eléctricas, y otras estructuras y procesos apenas entendidos incluso por los activistas solares. 4 "Actuar globalmente" tiene otro significado, dado el desarrollo desigual y combinado del capital y la destrucción social y ecológica, así como de las enormes desigualdades entre el Norte y el Sur. El capital en el Norte siempre ha actuado globalmente hacia el Sur, con el propósito de extraer materias primas, energía y fuerza de trabajo baratas, como lo han entendido hace mucho los nacionalistas y los revolucionarios en el Sur. Hoy los movimientos verdes del Sur comprenden el peligro de la creciente marginación económica y segregación social, y cada vez más actúan globalmente en relación con el Norte. Esto es cierto sobre todo cuando oyen que muchas ONG bien intencionadas del Norte aconsejan hacer hincapié en modelos agrícolas comunitarios sustentables, resucitar tecnologías indígenas y canjear deuda por naturaleza, lo cual tiene el efecto, aunque tal vez no la intención, de legitimar la división del trabajo y la miseria existentes entre el Norte y el Sur en términos de la "lucha común" por un ambiente mejor. Por ejemplo, en el foro global que se llevó a cabo en Río de Janeiro en 1991, cuando algunos países grandes del tercer mundo le hicieron frente a las propuestas de "lo pequeño es más bello" planteadas por ONG septentrionales con la demanda de transferencias equitativas de tecnología que contribuyesen a construir proyectos industriales seguros y sustentables, la brecha entre las ONG de las dos partes del mundo, según todas las versiones, se ensanchó tanto como la que existía entre los gobiernos del primer mundo y el tercero. "Actuar globalmente" implica estar consciente del pensamiento y las acciones estratégicos no sólo contra las prácticas ecológica y socialmente desastrosas de una industria o una empresa en particular, sino también de las instituciones globales cuyas decisiones afectan la vida de centenares de millones de personas. Los objetivos clave son el Fondo Monetario Internacional (Fui), el Banco Mundial y el Acuerdo General sobre Aranceles y Tarifas (can), así como las nuevas vinculaciones regionales (la Unión Europea, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y los imperios financieros e industriales informales de Japón en Asia). Sus políticas en relación con la deuda del tercer mundo y los "ajustes económicos", la inversión en infraestructura y las reglas que rigen el comercio mundial y regional, han creado daños ecológicos y miseria humana inconmensurables. 5 "Actuar globalmente" significa hacer responsables al FMI y a otras organizaciones mundiales antidemocráticas de sus políticas y programas, y exigir que en el futuro éstos se relacionen con las necesidades de la gente de todo el mundo y con las frágiles ecologías del planeta, más que con los intereses de los bancos centrales, los ministerios de finanzas y los monopolios financieros de propiedad privada. capi-
Véase Robert Marotto, "Subtexts of Solar: Community and conserration in the solar capital", talista, Nature, &deslio" 3, 4, diciembre de 1992. C4laVéase Gail Omvedt, "Fount of plenty or bureaucratic boondoggle? The Nammda project', lism, Nature, Socialista, 3, 4, diciembre de 1992. 4
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Los verdes podrían contribuir a revivir las demostraciones de militantes organi. zadas hace dos años en Alemania contra las políticas del FMI y del Banco Mundial. Podrían exigir que el primero se volviese una organización con cargos de elección, como un paso hacia la democratización del dinero existente, lo cual limitaría el daño que los banqueros mundiales y los ministros de hacienda podrían causarles a las personas y a la naturaleza. Tal idea de la lucha política contra los pilares del capitalismo mundial requeriría una nueva clase de movimiento ambiental, un movimiento verde rojo, que estuviese en sintonía con las luchas y necesidades de las mujeres, las minorías oprimidas y las nacionalidades del Norte, pero sobre todo con las del Sur. Ésta es una tarea difícil. ¿Pero cuáles son las alternativas? Si la política verde carece de una estrategia global seguirán "triunfando" las luchas y las alternativas psicológicas locales, generando mientras tanto más efectos colaterales nocivos no previstos, sin lograr llegar, al mismo tiempo, a los centros de poder del capital global. Una estrategia global no tendría que devaluar los movimientos y acciones locales sino más bien valorarlos políticamente, elevar las apuestas políticas en una coyuntura mundial en la cual las apuestas ecológicas y humanas aumentan día tras día, mientras la utilidad y el poder se centralizan más y se vuelven menos democráticos. De hecho existe un movimiento internacional. Millones de personas involucradas en luchas sociales y ecológicas en decenas de países entienden las conexiones locales entre los problemas de uso de la tierra, transporte, abasto de agua, contaminación del aire, degradación del suelo, congestión, salud y pobreza, incluyendo las dimensiones locales específicas de género y étnicas/raciales de esos problemas. Decenas de miles de activistas captan el papel central del capital global y de las instituciones internacionales dominantes en el caos que se crea para los seres humanos y la naturaleza. Cientos de especialistas han estudiado las formas en que determinadas localidades son constituidas por el capital global y la política internacional. Sin embargo, la mayoría de los grupos locales sabe poco acerca de grupos similares en otros lugares del mundo —hecho que se remedió en parte en el foro global de Río— y por lo tanto no pueden ni siquiera especular —y mucho menos aprovechar— sobre las oportunidades de alianzas estratégicas y tácticas. La mayor parte de los activistas para los cuales están claros como el agua los papeles destructivos que desempeñan el Fondo Monetario Internacional y otras instituciones internacionales no están en contacto entre sí. La mayoría de los especialistas radicales que comprenden que los "locales" son partes constitutivas de lo "global" no leen los trabajos de sus colegas. Desarrollar y reforzar los vínculos entre grupos locales, activistas, intelectuales verdes rojos y especialistas de todo el mundo requiere un movimiento internacional, una "quinta internacional". Esta nueva internacional contaría con una comprensión profunda tanto de la ecología como de la economía capitalista; su "línea" "exaltaría las diferencias" así como los puntos en común; su propósito sería desarrollar un enfoque internacional y coordinar una estrategia política global.
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al vez las coaliciones regionales de sindicatos, mujeres y arabientalistas que se ron en México y Estados Unidos para combatir contra el TLC neoliberal repreen un presagio del futuro.
os como los Amigos de la Tierra, los Teamsters y Clean Water Action —escribe Michareiling— formaron parte de las dos coaliciones norteamericanas [contra el "rt.c] y realin también esfuerzos por crearon vínculos internacionales junto con sus contrapartes radicales, como Greenpeace y UE. Esos "puentes" estructurales hicieron posible así la ación de un prototipo de la alianza amplia y progresista que probablemente resulte saria para llevarnos más allá del proyecto neoliberal, y contribuyeron a una visión hacia in. Las afirmaciones normativas básicas de esas redes requerían democratizar las relaes comerciales internacionales y someter el mercado y la acumulación de capital a necedes sociales. 6
onstruir un movimiento global requiere algo más que dejar de lado la política aria y la "línea correcta", compartiendo mientras tanto la experiencia y el conoiento adquiridos durante más de un cuarto de siglo de luchas verdes. Depende bién de reconocer que los mismos dirigentes del capital y de las instituciones nómicas internacionales enfrentan problemas ambientales globales y se dan nta de que su futuro económico depende de renovar o rehacer las bases ecocas de la tierra; por ello nos espera un largo periodo de retórica de desarrollo tentable y restructuración de las condiciones de producción. Un movimiento de rojo internacional tiene que hacerse cargo de esta retórica y restructuración italistas, encontrar maneras de democratizar no sólo el comercio exterior sino bién (cosa más importante) los movimientos de dinero y de capital especulatiy desarrollar estrategias y tácticas lo bastante críticas y militantes como para arar las horribles desigualdades del mundo y la terrible destrucción de las psiogías globales. ¿Qué se puede perder? ¿Qué se puede ganar? Estas preguntas se testan solas.
Michael Dreiling, "Environmentalism, neoCardenismo, and neoliberal capital: Mobilization and ntermobilization over the North American Free Trade Agreement in Meneo and the U. S.", CaPica, Nature, Socialism, 8, 4, diciembre de 1997, p. 16. El autor relata el conflicto entre Greenpeace, gos de la Tierra y el Sierra Club, por un lado, y los demás "miembros" del Grupo de los Diez que yaban el TLC, por el otro. Se comenta también el papel de las organizaciones de mujeres, los grupos bientales y los sindicatos en México, y los grupos laborales en Estados Unidos.
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19 LOS MOVIMIENTOS ECOLÓGICOS Y EL ESTADO
Hay por lo menos tres maneras distintas de teorizar acerca del movimiento ecológico y otros nuevos movimientos sociales: en términos de "derecho", de "deseos" y de "intereses". En otras palabras, hay por lo menos tres discursos disponibles que pueden usarse para discutir los movimientos sociales: las formas de discurso legal/liberal democrática, cultural y político-económica. Por ejemplo, muchos trabajadores afirman que tienen "derecho a saber" acerca de las sustancias peligrosas del lugar de trabajo. Este "derecho" es evidentemente una cuestión legal/política. Muchos biocéntricos y ecologistas profundos desean revolucionar el orden social a fin de reunirse con la naturaleza de maneras revolucionarias. Este deseo es sin duda (entre otras cosas) un asunto cultural. Y muchos ambientalistas se interesan por tener más recreaciones ambientales como parte de su canasta de consumo o paquete de niveles de vida. Éste es un asunto político-económico. Estos ejemplos podrían multiplicarse y complicarse indefinidamente, pero deben bastar para indicarnos que, sin importar lo que uno piense acerca de los derechos y la legalidad y el deseo y la cultura, es tanto válido como necesario pensar en intereses y en economía política. Esto no se dice con el deseo o la intención de reducir un mundo complejo a términos político-económicos, cosa de la cual se ha acusado a los marxistas... muchas veces injustamente. Más bien lo que pretendo es demostrar qué clase de grupos pueden arrojar la economía política y la teoría marxista sobre los movimientos sociales, entre ellos los ecológicos, con el propósito de contribuir a su avance y desarrollo críticos. Por supuesto, lo dicho hasta ahora es más bien una declaración de principios, necesaria en este campo minado que conocemos como teoría de los nuevos movimientos sociales. Pero es algo más, es también una defensa de la economía política. Quiero teorizar sobre tos nuevos movimientos sociales en general y el movimiento ecológico en particular en términos de economía política, específicamente del marxismo. Mi intención, por último, es llegar a una afirmación política, no acerca de "derechos" o "deseos", sino más bien de "intereses". La categoría clave es "condiciones de producción". Para Marx hay tres condiciones de producción capitalista: externa o natural; general, comunal, y personal. Hoy hablaríamos de ambiente, infraestructura y espacios urbanos y comunidad, y fuerza de trabajo. Polanyi, en 77:e great h -ansformation, llamó a las condiciones de producción simplemente "tierra y trabajo". La definición de la condición de producción es todo aquello que no se produce como una mercancía de acuerdo con la ley del valor o con las fuerzas del mer[356)
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cado, pero que el capital trata como si fuese una mercancía. De acuerdo con esta definición califican, sin duda, la naturaleza, el espacio y la infraestructura urbanos y la comunidad, así como la fuerza de trabajo. Nada de esto se produce en las fábricas y se lanza después al mercado mundial. La naturaleza es producida por la geología y la evolución, o por Dios o la intervención humana, o por las tres cosas juntas; la fuerza de trabajo es producida por personas organizadas en familias, tribus o estados; el espacio urbano es producido intencional y no intencionalmente por patrones de inversión capitalista y políticas oficiales. Sin embargo las tres cosas se tratan como si fuesen mercancías, o lo que podríamos llamar "mercancías ficticias". Y las tres tienen un precio ficticio: renta de la tierra para la naturaleza y el espacio urbano, salarios para la fuerza de trabajo. El mercado no decide la cantidad y calidad de las condiciones de producción disponibles para el capital, ni el momento y lugar en que estas condiciones están a disposición del capital. Pero el capital se emplea para tomar decisiones de mercado. Si una empresa quiere una mercancía en general encarga lo que desea a otra empresa. Esta mercancía se surtirá en la cantidad y calidad necesarias, en el momento y en el lugar adecuados (si el mercado funciona), de acuerdo con los costos de producción y la demanda de mercado. Pero las empresas no pueden hacerle un pedido a Dios si quieren más naturaleza o a todas las familias de la ciudad de Nueva York si necesitan más fuerza de trabajo o a las autoridades de Los Ángeles para tener un espacio ecogeográfico de otro tipo. Si el mercado no regula la producción y distribución de las condiciones de producción, ¿quién lo hace? Hay un organismo que regula el acceso del capital a la naturaleza, el espacio y la tierra urbanos y la fuerza de trabajo. Este organismo es el estado. En términos de política interna, el estado hace poco más que regular el acceso del capital a las condiciones de producción, y con frecuencia participa en la producción de las tres cosas, por ejemplo bajo la forma de una política para las marismas, una política de zonificación urbana y una de atención a la niñez. A lo largo de los decenios se han creado más organismos estatales y se ha ampliado la misión de la mayoría de ellos, porque, por un lado, la oferta de condiciones de producción se ha ido volviendo más problemática con el tiempo y, por otro, porque el capital está más organizado y racionalizado. En lo que a la ecología se refiere, hay por una parte una naturaleza menos abundante, y el capital, por otra, tiene más necesidad de un acceso organizado y racionalizado a la misma. De lo dicho se deriva que cualquier teoría de la acumulación capitalista está absolutamente incompleta sin una teoría del estado, de la provisión de condiciones de producción y de las contradicciones de las mismas. En este sentido sigue habiendo una gran laguna en economía política, porque aunque Marx identificó las condiciones de producción no teorizó sobre ellas, y si bien los marxistas han trabajado desde el punto de vista teórico una u otra de las mismas, lo han hecho siempre sin referencia a las otras dos. Sólo desde la invención del ecomarxismo resulta posible teorizar sobre las tres al mismo tiempo, en relación con los movimientos de
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capital y también con los movimientos sociales, así como con las conexiones internas entre ambos. También hay una laguna en la teoría de los movimientos sociales. Son pocos los que han advertido la similitud francamente asombrosa entre los tres tipos de condiciones de producción y los tres tipos generales de movimientos sociales. En otras palabras, los nuevos movimientos sociales parecen tener un referente objetivo en las condiciones de producción: la ecología y el ambientalismo en las condiciones naturales; los movimientos urbanos del tipo que analizaron Manuel Castells y muchos otros en los setenta y principios de los ochenta en la infraestructura y el espacio urbanos, y movimientos tales como el feminismo, que se relaciona (entre otras cosas) con la definición de fuerza de trabajo, la política del cuerpo, la distribución de la atención a los niños en el hogar, y cuestiones similares, en las "condiciones personales de producción". En términos de Polanyi, los nuevos movimientos sociales pueden definirse como la "sociedad" que lucha para evitar que las condiciones de producción se conviertan en mercancía; por ejemplo, en Estados Unidos, las costas y los derechos de los indígenas sobre yacimientos minerales, los centros comerciales de las ciudades, y los poderes de atención y la sexualidad de las mujeres. O pueden definirse como la "sociedad" que lucha contra las formas específicas en que el capitalismo restructura las condiciones de producción transformadas en mercancías, por ejemplo, las definiciones biotecnológicas de la agricultura sustentable frente a las definiciones sociales y políticas; la construcción de rascacielos para oficinas frente a las viviendas para gente de bajos ingresos, y la presentación de las mujeres como simples objetos sexuales, en los anuncios, frente a su presentación en roles que las dotan de poder. Me apresuro a añadir que todos estos movimientos, definidos en términos generales, tienen también sólidas dimensiones culturales y políticas/legales sobre las cuales hay que teorizar asimismo de otras maneras. Ejemplos de ello son el feminismo cultural, el biocentrismo/ecología profunda y la celebración posmodema de la fragmentación cultural de las "ciudades del nuevo mundo". Se puede decir que el feminismo cultural tiene algo que ver con la proletarización de la mujer, con la nueva independencia económica de ésta, y demás, sin reducir este feminismo a categorías económicas políticas; y que la ecología profunda tiene algo que ver con evolución de la ciencia ecológica, que a su vez tiene que ver con el nuevo interés del capital por el ambiente, sin reducirla a categorías económico-políticas; y que la nueva política de identidad de base urbana tiene que ver con la nueva división internacional del trabajo sin reducir la posmodemidad a la economía política. Pero sugiero que estos elementos culturales no se pueden explicar plenamente desde el punto de vista de las ciencias sociales a menos que se preste cierta atención a la economía política. Por último, quiero sugerir mucho más enérgicamente que si alguien quiere teorizar en torno a los nuevos movimientos sociales desde un punto de vista materia-
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, es decir, en términos de intereses, y teorizar la lucha por defender esos intes, es indispensable el tipo de economía política que se señala aquí. a razón básica es simple. Cuando las mujeres combaten por obtener atención los niños o en contra de los abusos policiales; cuando los ambientalistas pepor mantener espacios abiertos o por preservar tierras, y cuando los movintos urbanos luchan contra las autopistas y en favor de más espacios de vivientienen que tratar, más pronto o más tarde, con determinados organismos del do. La lucha típica por defender o redefinir las condiciones de producción como diciones de vida lleva al movimiento hacia el estado representado por el deparento de policía, los responsables de la zonificación, el consejo forestal, la oficidel alcalde y demás. En ese punto del ciclo vital de la lucha se oye que quienes nvolucran en movimientos sociales dicen más o menos lo mismo: que el estado responde, que es opresivo y demasiado burocrático, que se apoya demasiado en ertos, que oculta estadísticas fundamentales, que miente y que no puede hacer a. Todos hemos oído las mismas críticas y las mismas demandas, y muchos de otros también las hemos planteado. n esa etapa de las luchas de los nuevos movimientos sociales se escoge, delibeamente o por omisión, una de tres estrategias. La primera es la estrategia anarsta de rechazar al estado y crear contrautoridades locales. Un ejemplo de esto la ecología social de Murray Bookchin. La segunda estrategia es tratar de reforr el estado democrático liberal. Un ejemplo de este enfoque son los esfuerzos ambientalismo convencional. La tercera estrategia, radical, es democratizar el ado, y quiero comentarla brevemente. Lo que quiero decir es que no hay posibilidades de una unidad perdurable entre "fuerzas progresistas" si no existe una meta específicamente política. En un país el que la política y el poder pueden definirse como recursos o como medios para es ambientales y otro tipo de metas no políticas, esta idea puede resultar rara y sconcertante. ¿Acaso la democracia liberal misma no representa la satisfacción las metas básicas de las revoluciones políticas de los siglos xvm y xix? ¿No es la mocracia liberal, en algún sentido importante, el "fin de la historia"? De hecho, liberales que ascienden al estado democrático liberal como la culminación de s o más siglos de luchas democráticas son los primeros que se alarman ante el atae a la democracia que se da hoy en Estados Unidos. Muchos liberales coinciden que la clase trabajadora, fragmentada y dividida de mil maneras, es más débil e en cualquier otro momento de la historia reciente; que las clases empresariason más fuertes que nunca; que el gobierno tecnocrático se ha fortalecido; que razón instrumental domina la política pública en pro de crear una "economía mpetitiva" y una "superpotencia exportadora"; que hasta los funcionarios proesistas de los gobiernos estatales y locales suelen suspender los reglamentos bientales, mirar para otro lado cuando se instalan compañías antisindicalistas, y esidir la declinación del pequeño comercio independiente, todo por "crear pleos y ampliar la base impositiva"; que el Congreso es un centro de mediocri-
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dad, banalidad, estupidez y corrupción, y que el estado de seguridad nacional sigue existiendo aunque ha desaparecido ya la utilidad que pudiese haber tenido; más aún, que se fortalece año tras año. ¿Hay una sola institución de Estados Unidos de la que pueda decirse "es más democrática que antes"? No será la Suprema Corte, que tiende a interpretar cada vez más los "derechos individuales" como los derechos de la propiedad, no de los individuos; ni las instituciones intermedias, que existieron alguna vez para el beneficio de sus miembros y en las cuales ahora los miembros existen para el beneficio de las instituciones; ni tampoco las grandes organizaciones ambientales. De manera que el llamamiento liberal es por una renovación democrática. Una posición radical es que tal vez no sea posible la renovación sin una profundización democrática: el crecimiento "intensivo" de la democracia en los sindicatos, en el lugar de trabajo, en la comunidad y, más que nada, en el aparato administrativo mismo del estado. Esto se debe a que, en el nivel de los intereses, todos los movimientos sociales, en la medida en que están luchando por alguna meta material (incluyendo la integridad material del cuerpo) también plantean implícitamente la misma demanda o tienen, "en secreto", el mismo objetivo político: lograr que el estado responda más y esté más dispuesto a la rendición de cuentas. Esta demanda no suele discutirse en términos de democratizar el estado, y quiero subrayar que se trata por lo general de una meta implícita, no explícita. Para volverla explícita hay que distinguir los medios políticos para lograr fines económicos y sociales de las metas o los fines políticos. Esto es difícil en Estados Unidos, debido a la naturaleza de nuestra cultura política. Pero no por eso es menos necesario hacerlo; específicamente, hacer que los movimientos sociales sean conscientes de que lo que tienen en común es la demanda de subsumir la democracia directa local, las formas políticas democráticas liberales y la burocracia en un tercer término nuevo y desconocido; es decir, de poner contenido democrático en las formas (o procedimientos) democráticos del estado liberal burgués. Ésta es la estrategia política que estoy proponiendo. No se trata de abolir el estado que administra la división del trabajo social, porque en este caso también quedaría abolida la división del trabajo social. Se trata más bien de hacer que el estado sea democrático, y sobre todo de borrar la distinción entre el trabajo mental y el manual, entre pensar y hacer, que se reproduce en el estado capitalista, en el cual la rama legislativa se ocupa de pensar (hacer leyes), y la burocracia de hacer (ponerlas en vigor). Tampoco se trata de reformar la democracia liberal para que "funcione mejor", porque la reforma en este sentido no significa otra cosa que hacer que los procedimientos democráticos funcionen mejor en sus propios términos, sin atacar el contenido antidemocrático o de laissez faire del estado liberal. Lo importante es subsumir estas dos estrategias en una lucha por un estado democrático, una lucha que está siempre presente en los movimientos ecologistas y en otros nuevos movimientos sociales, tal como lo he sugerido, pero sin que los participantes sean
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conscientes de sus metas políticas implícitas. Me apresuro a señalar que con el término "estado" me refiero también a los organismos estatales internacionales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI). Si éste, por ejemplo, fuese un organismo por elección, esto nos ayudaría a modificar o detener sus políticas monetarias peligrosamente reaccionarias. Llevar adelante esta discusión requeriría analizar el discurso sobre los "dere chos" tal como usan este término los demócratas radicales posmodernos. Y en la medida en que los nuevos tipos culturales se desarrollan de la mano con los intereses y los derechos, sería necesaria otra revisión del concepto de "deseo". Pero esto nos llevaría a otros temas, más problemáticos.
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Este capítulo se propone teorizar en torno a un significado programático de los nuevos movimientos sociales en términos de una breve descripción de la economía global capitalista de hoy, así como de la capacidad inherentemente débil del sistema capitalista para preservar o mantener sus propias condiciones de producción (en oposición a su demostrada capacidad de autoexpresión o acumulación de capital). El propósito político es romper con el sistema del capital en expansión (o la práctica de ampliar la riqueza capitalista más allá de cualquier fin) e identificar una alternativa a este sistema, ampliamente discutido y practicado dentro de los movimientos sociales. A falta de mejor nombre denomino a esta alternativa "¡Preservación Primero!". Hay dos características que tal vez harán que mi enfoque resulte único e interesante: primero, una teoría de la economía global enmarca la discusión de la alternativa al "capitalismo realmente existente" que analizo; segundo, esta alternativa no sale totalmente madura de mi cerebro envejecido sino más bien de una interpretación de lo que creo son algunas de las demandas reales y, en algunos casos, definitorias, de los mismos movimientos sociales. Quiero empezar recordando que en el Prefacio de esta obra señalo la declinación de los tres modelos económico-políticos que caracterizaron al Oeste, el Sur y el Este (el antiguo bloque soviético) durante gran parte del siglo xx. La planeación socialista estatal en el Este, el desarrollo nacionalista en el Sur, y los estados de bienestar democrático social/keynesianos en el Oeste, en el contexto de una globalización económica y cultural, demostraron (o están demostrando) ser, cada cual a su manera, demasiado burocráticos e inflexibles, demasiado nacionalistas, demasiado irrespetuosos con el "libre mercado" (léase "compañías transnacionales globales" y "capital financiero") y, por último, demasiado considerados frente a los intereses materiales de las poblaciones urbanas y las clases trabajadoras. El factor más importante que desintegró los viejos modelos (aparte de sus propias contradicciones internas) fue la aparición de Asia en la economía mundial a partir de mediados de los setenta, cuando las tasas de crecimiento económico en el resto del mundo cayeron a la mitad o menos. Hasta mediados de los noventa el modelo asiático de capitalismo autoritario, guiado por las exportaciones (autoritario en comparación con el Occidente liberal; guiado por las exportaciones en comparación con los viejos modelos nacionalistas de desarrollo del Sur y del Este) fue la locomotora que arrastraba el tren del economía mundial. Hasta 1990, cuando la economía japonesa cayó en picada (y hasta 1996, cuando los "tigres" asiáticos experimentaron una marcada declinación de la tasa de expansión de las exportaciones [362]
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ducción) las tasas de crecimiento económico de Asia eran tres o cuatro uperiores a las de Occidente, y seis o siete veces mayores que las que prevaen el Este, y las exportaciones asiáticas de bienes y servicios crecían tres o veces más rápido que la producción para sus mercados internos. milagro asiático" se ha explicado de diversas maneras. La primera es una egativa: el modelo asiático se desarrolló en un terreno sociopolítico más o virgen del liberalismo occidental y libre, en gran medida, del nacionalismo tárquico del Sur (India era la principal excepción), así como de las irracioes del viejo modelo soviético (exceptuando en parte a China) . Segundo, las aciones asiáticas de capital occidental excedente tras la declinación de las us y la pérdida de velocidad del crecimiento económico en Occidente en los , proporcionaron el capital monetario y gran parte de la infraestructura, las y los equipos, así como los servicios comerciales y financieros, que sustenl boom asiático (también Japón fue un gran exportador de capitales a Asia). o, la mayoría de los países asiáticos no sólo importaron grandes cantidades ital extranjero sino también, cada vez más, "capital humano", así como capico de los ahorros internos. Diversos tipos de asociación entre las empresas ado identificaron rentables industrias nuevas y mercados de exportación, ieron planear las materias primas y otros insumos requeridos para expandir ucción, desarrollaron avanzados sistemas de parques o zonas industriales, n sistemas financieros para apoyar los proyectos y promovieron de otras as la expansión económica. Además, hubo ocasiones en que muchos países a no tuvieron inconveniente en mantener tasas de cambio artificialmente ara abaratar y ampliar las exportaciones. de las razones importantes del "milagro asiático" fue que el capital asiático alorar a la familia (como fuente de mano de obra, escuela, mecanismo de ina social y sistema de seguridad social). La familia proporcionaba capital de esos dones sin recibir a cambio nada comparable (que es la situación ria a la de la relación familia/estado en Estados Unidos). Asia valoró asimisa cantidad de "grupismos", el más importante de los cuales es el "confucia", pero que también incluye nacionalismos (étnicos) como ideologías de creto económico, en Malasia, por ejemplo. Este y otros tipos de grupismo yendo la familia misma) contribuyeron a desarrollar formas de lealtad, colaón, y un sentido de interdependencia mutua entre el capital y el trabajo, las ñías industriales y comerciales, los bancos y otras empresas, y así sucesiva, sobre todo entre las compañías y el gobierno. El nivel de cooperación culpolítico-económica alcanzado en Asia fue bastante mayor que en la Europa sarial e inmensamente más grande que en países individualistas como Gran a, Estados Unidos, y otras naciones capitalistas colonizadas por blancos (por os en tiempos de paz). Los valores culturales y la organización político-ecoa de Asia se combinaron para producir la clase de capitalismo "colectivista" rio en una época en la cual las principales fuerzas productivas —ciencia y
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tecnología, información, organización y administración— han ido adquiriendo un carácter cada vez más social. El resultado son elevados ahorros y tasas de inversión; tasas de interés relativa.. mente bajas; rápidos índices de crecimiento de la productividad, la producción, el empleo y las exportaciones de bienes manufactureros (especialmente del consumo) ; un capital que se profundiza y se ensancha y, por un lado, el paso hacia productos con más valor agregado así como, por el otro, la capacidad de ofrecer cada vez más productos de consumo masivo a los trabajadores urbanos y las poblaciones rurales de Asia. Estas características de (casi todas) las economías asiáticas parecerían estar entre los ingredientes técnicos más importantes del éxito económico durante las dos décadas que concluyeron en 1995. Gracias al "milagro asiático", junto con el crecimiento de bancos y corporaciones transnacionales occidentales y japoneses, a partir de mediados de los setenta el modelo de acumulación dominante ha sido cada vez más de alcance global. El comercio exterior se expandió mucho más rápido que la producción mundial, y la inversión extranjera directa (combustible del motor económico de Asia) lo hizo con mayor velocidad todavía. Se exportó capital de Occidente (al igual que de Japón y, cada vez más, también de los tigres asiáticos) a los "países de mercados emergentes "(PME) del sureste y el sur de Asia, y también a determinados países latinoamericanos y (a partir de 1990) a Europa central. De modo que el milagro asiático dependía de manera significativa del semiestancamiento económico en Occidente (en Japón gracias a un yen sobrevaluado y a la frenética fabricación maquiladora japonesa en el este y sureste de Asia). Las altas tasas de acumulación de capital en esa región representaban una mayor competencia para Occidente, donde el capital, en muchos países, se enfrentaba a programas de restructuración económica, que llevaban a mayor desempleo y marginación socioeconómica en Europa y a menores salarios y un tipo similar de marginación en Estados Unidos. El modelo global de acumulación era (y es) contradictorio. En los tigres de Asia y, en menor medida, en los PME, la profundización y el ensanchamiento del mercado aplicaron una presión ascendente sobre las tasas salariales (y, por consiguiente, sobre los costos de producción). La rápida expansión de la inversión y la producción degrada el ambiente, congestiona y contamina las ciudades, pone en peligro los suelos y el agua, y arrasa con los peces del mar y los árboles de las montañas. En Occidente, especialmente en Estados Unidos, que a su vez estaba tratando de convertirse en una "superpotencia exportadora" (en términos de George Bush), los desequilibrios crecientes entre la capacidad productiva interna y la demanda efectiva, y también entre el capital y la capacidad de bienes de consumo y la razón utilidad:salarios, crea riesgos de crisis de realización y de desproporcionalidad, respectivamente. Ambas tendencias se ven reforzadas por la, creciente desigualdad en la riqueza y el ingreso, la declinación de la administración económica de tipo keynesiano y el ascenso del monetarismo como instrumento principal de la política económica. También hay un crecimiento rápido de las transacciones
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monetarias especulativas de todas clases, en el nivel nacional y en el global, y por lo tanto un aumento de los sectores de finanzas, seguros y bienes raíces en relación con los sectores que producen verdaderos bienes y servicios, lo que plantea nuevos peligros a la estabilidad financiera nacional e internacional. Por último, en un mundo en el cual más países (incluyendo a Estados Unidos) están reorientando sus economías hacia los mercados de exportación preferentes, se están volviendo más probables las guerras comerciales, el proteccionismo y las políticas del mal vecino (adviértase, por ejemplo, la exportación de desempleo de Estados Unidos a Japón en 1993-1994, cuando la administración Clinton hizo bajar el valor del dólar frente al yen). El mito difundido es que la nueva economía mundial es (o puede ser) una máquina de crecimiento perpetuo. La realidad es que las contradicciones de este modelo han provocado crecimiento lento en Occidente, el cual (como se señaló antes) se difundió también a Asia bajo la forma de la prolongada recesión japonesa de los noventa y de la reducción de las tasas de crecimiento de los tigres en 1996. El semiestancamiento persiste también en Alemania y, en general, en la Unión Europea, y en muchos PME latinoamericanos y asiáticos el crecimiento económico se ha visto interrumpido periódicamente por crisis financieras (por ejemplo en México), desórdenes políticos (por ejemplo en Indonesia), costos urbanos y ambientales cada vez más altos (por ejemplo en Taiwán), y locas subidas y bajadas del mercado accionario (por ejemplo, entre otros países, en Chile). Los gobiernos occidentales se han preocupado más por el crecimiento lento (y por el aumento del desempleo o el descenso de los salarios) durante los noventa. En Estados Unidos, donde el estancamiento de los salarios, la creciente inseguridad económica, la marginación social y la desigualdad cada vez mayor del ingreso atentan contra las tasas de crecimiento, el candidato presidencial Bob Dole prometió reducir a la mitad el tiempo necesario para duplicar el producto interno bruto per cápita en comparación con las proyecciones del presidente Clinton. Es probable que el indicador más claro de la importancia asignada a la aceleración del crecimiento en Estados Unidos y en el mundo en general se diese a mediados de 1996, cuando el secretario adjunto de la Defensa de Clinton, Fred Smith, opinó que "el crecimiento económico global es esencial para la seguridad nacional de Estados Unidos". El problema es que la política monetaria sigue concentrada en combatir la inflación (no en ampliar las tasas de crecimiento), mientras que la política fiscal se está acercando a un punto muerto. Los gobiernos de Europa (y el de Estados Unidos) han tratado —con distintos grados de éxito— de reducir el desempleo (y en Estados Unidos de elevar los salarios estancados), por un lado, y los déficit presupuestales gubernamentales, por otro. Los déficit descartan las soluciones de tipo keynesiano al desempleo, mientras que éste (y los salarios estancados, en Estados Unidos) impide las soluciones claramente neoliberales a los déficit. A los gobiernos les resulta políticamente dificil lo mismo aumentar el gasto para estimular la demanda efectiva y hacer crecer el empleo y los salarios, que recortar el gasto para
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obtener control sobre los déficit. De esta manera, desempleo/salarios estancados y déficit parecerían nutrirse mutuamente. Se ha propuesto una solución a ese punto muerto político y al lento crecimiento económico, y está adquiriendo popularidad entre las clases políticas y económicas. A falta de mejor expresión podríamos denominarla "economía social del lado de la oferta". En Estados Unidos constituye un elemento central del pensamiento económico de Bill Clinton y del Democratic Leadership Council. Esta propuesta se concentra en recortes impositivos crecientes y el aumento del gasto en tres líneas principales: educación y capacitación, ambiente y ciudades, incluyendo su infraestructura fisica ("capital humano", "capital natural" y "capital comunitario", respectivamente). La idea central es que una fuerza de trabajo más sana, mejor preparada, más flexible y disciplinada; una explotación económicamente más racional del ambiente, y ciudades y comunidades restauradas y más "eficientes", contribuirán directa o indirectamente a elevar la productividad y las utilidades, conducirán a un crecimiento económico más rápido, aumentarán la base impositiva y reducirán los déficit, al mismo tiempo que elevarán los salarios e incrementarán la seguridad del empleo. Ha habido en general dos respuestas frecuentes al estancamiento de los salarios, la inseguridad y marginación económicas crecientes, el alto desempleo (en Europa), la degradación del ambiente y de la vida comunitaria, así como de las condiciones de producción en general y, finalmente, al ascenso del neoliberalismo y al terreno político radicalmente transformado de los noventa. Los sindicatos de orientación reformista y los partidos políticos que están a la izquierda del centro han propuesto la reducción de los horarios de trabajo, por un lado, y por otro el desarrollo de nuevos empleos, socialmente útiles. La primera propuesta implica menos horas de trabajo por día o por semana, y menos días de trabajo por año, con la misma paga; la segunda requiere la expansión de infraestructura fisica y social (incluidos los servicios sociales pertinentes), con un aumento concomitante del empleo. Respecto a la reducción del tiempo de trabajo, el sindicalista y economista canadiense Sid Schnaid escribe: "La sociedad occidental está experimentando niveles altos y crecientes de desempleo [porque] durante los últimos cuarenta años o más el tiempo de trabajo ha dejado de reducirse paralelamente con los aumentos de la productividad social." Según él esto se debe a la incapacidad por parte del trabajo organizado de manejar el tema de la mayor productividad en términos que no sean los salarios por hora. "La consecuencia es el despido masivo de trabajadores en lugar de una reducción del tiempo de trabajo, [cuando] tanto el pleno empleo como un nivel de vida alto y las cuestiones relacionadas con la calidad de la vida (la posibilidad de relajarse, de disfrutar el tiempo libre, etc.) exigen que se reduzca el tiempo de trabajo." En esta visión hay dos maneras de producir un producto social determinado: primero, la forma capitalista, en la cual algunos trabajan demasiado y con excesiva intensidad mientras otros no trabajan en absoluto; segundo, la
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socialista (o socialdemócrata), en la cual todos trabajan menos tiempo, meensamente. sindicatos reformistas y los partidos de izquierda también suelen apoyar la sión de la nueva infraestructura para aumentar el empleo y los salarios. énfasis en el "capital de la comunidad" (condiciones comunales de pron), incluyendo la reconstrucción urbana, el transporte, las comunicaciones ucesivamente; en el "capital humano" (o condiciones personales de producentre ellas escuelas, instalaciones de readiestramiento, espacios para atencuidado de la salud, y demás, y en el "capital natural" ( condiciones naturaternas de producción), incluidos proyectos hidráulicos que generen os, recuperación de tierras y demás. Estos tipos de capital social pretenden ecisamente eso: "inversiones" en las ciudades, la gente y el ambiente. Existe eranza de que esas inversiones, aunque caras de construir o reconstruir, den en última instancia en mayor productividad, utilidades y competitividad acional, por lo cual se cree que coinciden con los requisitos de la nueva ecoglobal. concentración de la alternativa laboral/social democrática en la reducción mpo de trabajo y la expansión de la infraestructura social y fisica remplaza rte la satisfacción de las necesidades en forma de mercancías (individual) con isfacción en forma de no mercancías (social). Su hincapié en mejorar la ad de vida" contiene también potencialidades radicales. No obstante, en la da en que se haga énfasis en el valor potencial de intercambio del capital l, más que en criterios de valor de uso basados en la necesidad individual y l directa, esta alternativa seguirá siendo afin con la economía del lado social oferta del presidente Bill Clinton y con el "centro vital" del Partido Demónorteamericano (c. finales de 1996), de manera que inhibirá o incluso suprilas posibilidades de una reforma radical. En vista del punto muerto fiscal ado antes, también podría resultar poco práctico. ocurre lo mismo con la segunda respuesta popular al desempleo, la margin social y otras enfermedades socioeconómicas de nuestro tiempo, alternativolucionaria por sus implicaciones (si no por sus intenciones). Esta alternativa iona implícitamente algunos aspectos del programa democrático laboral/l que acabamos de comentar. Es el "programa" no expresado de los nuevos mientos sociales, el feminismo y otras "políticas del cuerpo", movimientos entales, comunales/urbanos de muchas clases (incluyendo los que se ocupan salud y la seguridad ocupacionales y comunitarias, que atraviesan los límites s tres tipos de nuevos movimientos sociales). to se debe a que lo que podemos llamar [Preservación Primero! (iPP!) hace do el juego del crecimiento económico y presupone también cambios radicanto en las relaciones capitalistas de producción como en las relaciones de proión de las condiciones de producción. Es un alternativa radical latente en el do (o en la medida) de que los negocios, las cooperativas, las empresas mix-
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tas comunitarias, y otras formas de producción y reproducción no capitalistas (así como los gastos públicos, el presupuesto de las no utilidades, etc.), no se ven como "inversiones" en "capital" humano, natural y comunitario, sino más bien como formas de organización socioeconómica y gasto monetario requeridas para preservar, defender y mejorar las condiciones de vida y la vida misma; a saber, una población sana, culta, con mentalidad cívica y razonablemente feliz; ciudades y comunidades (así como centros de trabajo) vivibles, y la integridad de lo que los verdes llaman el "ambiente". ¿Entonces cuál es, exactamente, la alternativa que he llamado ¡PP!? Antes de que trate de responder esta pregunta conviene echar una mirada retrospectiva a los imperativos de la acumulación de capital y el crecimiento económico. Una de las contradicciones centrales de la acumulación capitalista es que descuida las propias condiciones de producción del capital, y subvierte las condiciones de vida y la vida misma. Este descuido (y subversión) tiene dos consecuencias, una relativa al significado del crecimiento económico (por lo tanto cuantitativa), y otra referente al significado de las relaciones sociales de producción de las condiciones de producción (y que por consiguiente es de naturaleza cualitativa). En cuanto a la primera, una vez que tomamos en cuenta el agotamiento de recursos no renovables, la destrucción de recursos renovables, los riesgos para la salud y la seguridad, la subversión de la vida comunitaria y otros daños a las condiciones de producción causados por el proceso "realmente existente" de acumulación y crecimiento de capital (y calculamos los costos correspondientes), es dudoso que haya habido mucho "crecimiento económico" real durante el último medio siglo. Según un cálculo reciente, mientras el PIB per cápita en Estados Unidos se ha más que duplicado desde los cincuenta, el "índice de progreso real" (IPR) ha descendido, porque la mayor parte del crecimiento del PIB ha consistido en arreglar errores pasados, tomar recursos prestados del futuro y transferir funciones del hogar al mercado.' De acuerdo con este estudio hay más desigualdad, menos tiempo libre, más subempleo, peor contaminación, mayores pérdidas de tierras cultivables, más degradación de bosques y marismas, más uso de combustibles fósiles, con la consecuente pérdida de ozono y el calentamiento global, y (podría agregarse) una deuda ecológica siempre en aumento del Norte con el Sur. Las consecuencias cualitativas negativas del modelo de acumulación de capital basado en el descuido o la subversión de las condiciones de producción son muchas y muy diversas. En algunos países occidentales, por ejemplo, el sistema educativo produce tanta estupidez social como erudición; el sistema de la ley y el orden genera más criminales que tranquilidad social; el sistema de atención a la salud arroja más utilidades que salud; los planificadores urbanos producen más 1 Marc Breslow, "Is the U.S. making progrese, Dollars and Sense, marzo-abril de 1996; Breslow informa sobre un estudio del grupo Redefining Progress, con sede en San Francisco.
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congestionamiento y precios y rentas de la tierra más elevados que calles vivibles; los planificadores regionales destruyen los últimos restos de una relación simbiótica entre la ciudad y el campo; los ministerios de agricultura más que defender, destruyen la agricultura integrada y las culturas rurales, y los ministerios del ambiente se concentran en los "recursos naturales" en busca de capital y como recreaciones ambientales para los relativamente acaudalados, descuidando la ecología y el ambiente de las minorías oprimidas y de los pobres. Descuidar y degradar las condiciones de producción puede ser "efectivo en términos de costo" en el corto plazo, pero en el largo las ciudades están más congestionadas, contaminadas, plagadas de drogas y crímenes, mezquinas; el campo está culturalmente "urbanizado"; la naturaleza se redefine como "capital natural", y la gente es vista, cada vez más, como "capital humano". Se multiplican las "formas de vida social enferma" y, como una especie de ley de Gresham posmoderna, las malas prácticas sociales expulsan a las buenas. Estas consecuencias, ya se miren cuantitativamente o se interpreten cualitativamente, no son meros excesos del sistema de acumulación y crecimiento, sino que más bien son inherentes al sistema capitalista. El hecho básico (y no muy bien ya sean difundido) es que, por su naturaleza, el capital es malo para preservar las cosas, el bienestar social de la gente, la tierra, los valores de la comunidad, las recreaciones urbanas, la vida rural, la naturaleza o el capital fijo privado, incluidas las estructuras.2 Esto ocurre especialmente en la coyuntura actual, definida como la manía por la reducción sistemática de costos y por el desarrollo y comercialización de nuevos artilugios electrónicos... dos de las estrategias actuales para solucionar la crisis del capital global. No hay utilidades en el mantenimiento o la preservación, las acciones emprendidas y los recursos gastados para impedir que ocurran cosas malas que ocurrirían de otra manera. La utilidad está en la expansión, acumulación y comercialización de algo viejo o nuevo a costos más bajos. Esto, desde luego, no se aplica tanto a la planta y el equipo propios del capital como a las condiciones de producción. En el primer caso los capitales individuales gastan dinero para mantener su propia planta; sin embargo esos gastos no producen plusvalor (utilidades), por lo cual suelen minimizarse. Y en particular hoy, cuando la consigna es la reducción de costos, cuando el capital financiero puede abandonar una planta o una manzana de la ciudad en lugar de restaurarla o renovarla, y cuando las leyes fiscales favorecen una rápida reducción del valor de plantas y maquinarias (que por lo tanto recibirán menos mantenimiento). Hay excepciones a la regla de que los capitales individuales no se preocupan por preservar fuerzas productivas que no poseen, como por ejemplo los trabajadores de escasa capacitación. Sin embargo, como regla general, la tendencia es que el capital posea menos y rente más; no sólo fuerza de trabajo de tiempo completo 2 Stephen Horton, "Value, waste, and the buitt
re, Sodalism, 8, 2, junio de 1997.
Nahl : A Marxian analysis", CoPitalis"
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(como ha hecho siempre) sino también trabajadores temporales y de tiempo parcial, tierra (cuando los gobiernos locales no se limitan a cedérsela a las empresas), y hasta plantas y equipo. En la actualidad las compañías norteamericanas están rentando más recursos diferentes ("insumos"): equipos administrativos, programadores de software, investigadores, especialistas en mercadotecnia y hasta directores. Al parecer el capital ideal no tendría nada propio y lo rentaría todo. Este capital no es más que un pool de dinero (o capital monetario) dispuesto a moverse dondequiera lo llamen las nuevas tecnologías, los recursos científico-tecnológicos, los recursos naturales, la mano de obra barata y los mercados en expansión, y donde sean mayores las utilidades. El capital monetario financiero, sobre todo en el mundo hipercapitalista de hoy, se preocupa muy poco por el mantenimiento y todo por tratar de aumentar lo más rápidamente posible. El estado es el encargado de mantener las condiciones de producción per se. Por ejemplo, las escuelas producen futuras generaciones de trabajadores, y los hospitales y otros servicios de salud procura mantener en buen estado de funcionamiento a las generaciones presentes, pasadas y futuras de trabajadores. El estado mantiene caminos y autopistas y, muchas veces, aeropuertos, puertos y otras instalaciones de transporte. Se supone que debe encabezar los esfuerzos de limpieza y de restauración ambiental y desarrollar capacidades de planeación para compensar la perspectiva a corto plazo del capital privado. Debería decir que el estado solía hacer esas cosas, ya que cada vez'más actividades organimelos por el estado están siendo privatizadas o en riesgo de serlo. Y así como los imperativos de la economía global degradan las condiciones de producción usadas por el sector privado, los mismos imperativos refuerzan la tendencia del estado a reducirse, a aumentar la intensidad del trabajo y, en general, a forzar a los trabajadores del estado a hacer más con menos (lo cual tiende a degradar aún más las condiciones de producción). Este proceso es reforzado por crecientes demandas de reducciones impositivas, para compensar por los salarios reales estancados o en declive en el sector privado. Nos enfrentamos así con la "condición galbraithiana": el bajo nivel de la salud pública, la educación, el transporte y, en general, la vida urbana, así como un campo y un ambiente natural degradados, lado a lado con la carrera por capitalizar la realidad virtual, los sistemas interactivos, el armamento de la era espacial y las novedades de alta tecnología en un mundo en el cual más personas trabajan más tiempo, más duro, por menos salario, y donde está cada vez más polarizada la distribución de la riqueza y del ingreso. ¡PP! significa usar la fuerza de trabajo y las materias primas, la tecnología y la maquinaria, el conocimiento y la organización social, y otros "factores de producción" en la lucha por restaurar, por reparar, por renovar, por mantener, por conservar, por preservar... primero, la fuerza de trabajo misma (el despliegue de las posibilidades intelectuales, físicas, estéticas y otras del ser humano; la salud mental y física); segundo, el ambiente (sistemas ecológicos; espacios recreativos) y los
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ientos ambientales y, tercero, la comunidad (infraestructura social y ffsica, a e igualdad, solidaridad y virtud cívica) y los movimientos que procuran a de poder. palabra clave aquí es "lucha". Así como "trabajo" significa "factor de producen ausencia de luchas laborales (que le dan a la palabra su segundo, contrario, significado, "movimiento de los trabajadores"), "fuerza de trabajo" y unidad" (incluyendo la comunidad ambiental) significan "condiciones de cción" en ausencia de luchas por la salud pública, justicia e igualdad antitósocial, y una multitud de otras relacionadas (que le dan a estas palabras su do, contradictorio, significado, "movimientos de salud publica", etc. y "movio comunitario"). De manera que preservar la fuerza de trabajo significa prer las luchas por mantener abiertas ciertas posibilidades humanas indispensaPP!, finalmente, significa preservar (y así sucesivamente) primero, y después, s recursos sobrantes, expandir la producción per cápita de maneras que creen s desigualdad económica, para asignar los recursos no a enriquecer a quielos tienen sino a mantener a quienes carecen de ellos. os cuantos ejemplos del "movimiento" ¡PP! ilustrarán lo que quiero decir. advertencia: menciono a continuación una gran diversidad de organizacioluchas políticamente distintas; lo que me interesa es un solo significado de luchas, el tema de ¡PP!) erza de trabajo: los movimientos por la salud pública, la salud ocupacional y uridad, la prevención del sida, la reforma educativa y, sobre todo, las polítiel cuerpo del feminismo, son todos ejemplos de ¡PP! "Sobre todo" porque las istas se concentran en la gama de actividades relativas a la "reproducción" utención), incluyendo el movimiento por "salarios por las labores doméstiEl trabajo de dar a luz y criar a los niños, de cuidar a los enfermos y los anciae las labores domésticas y de la producción de afecto, ilustran diversos tipos nservacionismo ¡PP! Las feministas (y gran número de mujeres que defienden alores familiares" y que no se identifican con el feminismo como tal) demanliteralmente) "primero reproducción, después producción; primero manun, después, y sólo después, expansión". s panteras grises han adoptado elementos de una estrategia ¡PP! En una de blicaciones (1996) Ralph Simon escribe que servacionismo significa conservar, o retener, lo que tenemos ahora. Esto es esenciallo que las panteras grises estamos tratando de hacer [...] Promover el bienestar geneplica brindarles a todos una atención de la salud de calidad, costeable, y vivienda, orte e instalaciones educativas adecuados, en un entorno de vida limpio y seguro.
grar esto, añade, "va a requerir muchísima planeación y esfuerzo cooperativo nte muchos años por venir". Otro ejemplo es la campaña de la Rainbow Coade Jesse Jackson para "recuperar a la juventud" (en Washington, D. C.). Hay
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"muchos empleos restaurando escuelas --dijo Jackson en 1996—, físicamente, en términos de seguridad, de riesgos ambientales y demás". Ambiente: ¿podría haber alguna duda sobre el significado de "salvemos nuestra granjas", "salvemos nuestro cinturón verde", "salvemos nuestros parques", "salve mos nuestras áreas silvestres" y otras frases por el estilo? En el nivel conceptual, e científico social polaco Zbigniew Wierzbicki propone una "sozoecología"; sozo e una palabra en griego antiguo que significa "proteger, preservar, mantener con vida" ( que por supuesto también es aplicable a los movimientos por la paz y los derechos humanos). De hecho el movimiento ambiental en Estados Unidos ha logrado trasladar los términos del debate sobre el tema de la contaminación de control a la prevención de la misma, es decir, a tecnologías de producción limpia El preservacionismo, fundado por John Muir (y el conservacionismo, que se originó con Gifford Pinchot), que en sus inicios era apoyado sobre todo por progresistas de clase alta, se ha democratizado. Earth First! es una organización ecológica y políticamente radical, y Greenpeace y el Sien-a Club se están ocupando de cuestiones ambientales populares y también de asuntos sociales que no formaban par te de sus "propósitos" originales. La restauración/preservación agrícola es un ejemplo especialmente importante de ¡PP!, puesto que podría decirse que la agricultura ha externalizado sus costos más que cualquier otro sector, primero debido a los niveles de uso de sustancias agroqufmicas y de combustible fósil y, segundo, debido a que la agricultura está tan difundida geográficamente y es tan importante en términos económicos. Por eso no resulta sorprendente que probablemente haya más discursos y luchas de tipo ¡PO en este sector que en cualquier otro. Tampoco es raro que la bibliografía agrícola de ¡PP! refleje, más que ninguna otra, la perspectiva de la producción de mercancías en pequeña escala. Por ejemplo Wendell Berry, implícitamente, al menos, se iden tifica con el ¡PP! (con su apoyo a la agricultura baja en insumos, el control integrado de plagas, los cultivos intercalados, etc.) y, al mismo tiempo, defienda la propiedad de la tierra y de los medios de producción agrícola ganados con el propio esfuerzo. En The gift of the good land (1981) Berry condena la agricultura industrial y propone un modelo socioeconómico-ecológico (sozoagricultura, podríamos decir) que logra un equilibrio entre la producción agrícola y el mantenimiento agrícola, modelo basado en la propiedad ganada con el propio esfuerzo. Una relación apropiada entre los seres humanos y la tierra, sostiene, garantiza que el "mantenimiento siempre sea igual a la producción", es decir, que simplemente no permite la expansión de la producción basada en la degradación de la tierra, el agua y otros insumos (y por lo tanto a expensas de las generaciones futuras). En la agricultura, la explotación de madera, la pesca, la minería y todos los demás "sectores económicos primarios" hay luchas por la naturaleza para mantener la biodiversidad, restaurar el aire fresco, los acuíferos, ríos, lagos y océanos limpios, mantener los espacios recreativos, iropedla que los recursos I enovables se vuelvan no renovables, defender los derechos de los pueblos indígenas a recursos
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que atesoran y luchar por los derechos de las generaciones futuras y de los oprimidos de las generaciones actuales al acceso a diferentes tipos de recursos. Los verdes de todos los matices que luchan por conservar y preservar (batalla muy diferente de la de los socialistas tradicionales por aumentar la producción) dan la impresión de que podrían ser sólidos partidarios de iPP! Comunidad: también los movimientos comunitarios urbanos y rurales ejemplifican la práctica de ¡PP! En una época de decadencia urbana y subversión de la comunidad los temas de seguridad pública, vivienda, congestionamiento, contaminación, desigualdad y pobreza, especulación con la tierra, gente sin hogar y organización cultural de lo "rural" se están afirmando como nunca antes. Ya no sólo los barrios bajos de las ciudades sino también más suburbios y pueblos están tratando de rehacer las cosas, de restaurar y preservar una existencia humana decente, de crear comunidades viables con infraestructura social y física útil al servicio de valores comunitarios elevados. En un momento en el que las comunidades están siendo reclutadas en la guerra del capital, de todos contra todos (para volverse de hecho capitales comunitarios), hay una gran variedad de luchas para reinventar la comunidad.como tal. El "comunitarianismo" de Amitai Etzioni ilustra una variación sobre el tema de ¡PP! Señalando la declinación de la socialidad, Etzioni hace un llamado a que la gente "comprometida con la creación de un nuevo orden moral, social y público restaure las comunidades". En cuanto a la infraestructura fisica, grupos de planeación como el California Planning Roundtable, que se basan en el supuesto de la subutilización de la infraestructura existente, proponen un desarrollo de alta densidad para preservar los cinturones verdes y promover las viviendas eficientes en términos de energía. Finalmente, el mismo sitio de trabajo ejemplifica una clase de práctica de ¡PP! La producción está cada vez más regida por los imperativos del capital financiero (y es cada vez más de alcance global), con los consecuentes efectos negativos sobre la salud y la seguridad en el lugar de trabajo, las relaciones de trabajo y las relaciones de producción general. Resulta significativo, por lo menos simbólicamente, que uno de los sindicatos que crece con mayor velocidad en Estados Unidos, el Social Service Employees International, esté impulsado en parte por su campaña Justice for Janitors [justicia para el personal de mantenimiento], un movimiento de los trabajadores de mantenimiento. En realidad muchas, si no todas las piezas de lo que el australiano Ted Trainer llama la "sociedad conservacionista", una forma de vida equitativa, socialmente justa y sustentable, están ya colocadas. Hay buenos modelos para criar a los hijos, a condición de que los padres tengan el tiempo y los recursos necesarios para ponerlos en práctica. Lo mismo puede decirse del amor: qué diferente sería el mundo si el conocimiento acumulado sobre cómo amar recibiera el mismo trato que los deportes profesionales. Hay reglas de educación básica conocidas y sumamente subversivas para los jóvenes; por ejemplo, no hacer que los estudiantes se vuelvan hacia la autoridad para resolver problemas que pueden solucionar entre ellos
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mismos; hacer que la televisión y, en general, los medios de comunicación de masas, dejen de ser mercancías... No hay más límite que la imaginación social crítica de cada uno. Hay miles de tecnologías verdes, la mayoría de las cuales no tienen un uso generalizado porque no es rentable emplearlas, por ejemplo un transporte público que uno tenga ganas de usar (no como la mayor parte del transporte público actual); agricultura baja en insumos, cuyos fundamentos técnicos ya existen, pero cuya política (por ejemplo el actual poderío de las compañías químicas) está ausente; energía solar, capacidad de planeación regional, donde región se define tanto como una biorregión cuanto como una entidad (entidades) cultural; lo que saben los obreros sobre las condiciones de trabajo y de producción, los agricultores de suelos, y así sucesivamente. También son bien conocidas las posibles formas de vida socioeconómica (aunque son poco practicadas en la sociedad capitalista): cooperativas de muchas clases, colectivos de trabajadores, empresas mixtas, empresas estatales, compañías municipales, corporaciones sin fines de lucro y así sucesivamente. Ya existen incluso muchos de los elementos de una teoría del crecimiento económico sustentable (no de acumulación capitalista). Por ejemplo Herman Daly (entre otros) sostiene que el crecimiento económico tendría que basarse en mejoras de la productividad, no en aumentos de todo lo demás, economizando energía, digamos, eliminando técnicas contaminantes y cosas por el estilo. Así como él y otros economistas verdes han analizado muchos de los detalles del crecimiento definido en términos cuantitativos (económicos), Henri Lefebvre, Fernando Henrique Cardoso y otros han teorizado en torno al problema del crecimiento en términos cuantitativos (sociales). El primero sostiene que cuando la forma social de satisfacción de necesidades remplace parcial o totalmente la forma individual (de mercancía), el efecto será limitar el crecimiento económico irrestricto, sin "romper de plano con él ni prolongarlo de manera indefinida". Cardosa (en The survival of capitalism) añade otra condición: la absoluta necesidad de subordinar la producción al consumo. La bibliografía sobre "presupuestos verdes" y contabilidad socioecológica-económica está aumentando a gran velocidad, y lo mismo ocurre con escritos de sociólogos y otros especialistas sobre el problema de en qué consisten las buenas relaciones sociales, y cómo lograrlas. Por último, hay una explosión de textos sobre la "democracia radical" y la teoría política en general. Si todo esto sólo parece ser otra clase de "movimiento por la supervivencia", hay que tener presente la enorme brecha entre esas tendencias en el movimiento norteamericano de las milicias (por ejemplo), basado en la propiedad privada y en formas extremas del individualismo (y de ideologías individualistas), y lo que, a falta de mejor término, podríamos denominar "supervivencia social", en la cual la sociedad no se define meramente como la suma total de sus miembros individuales sino también como algo sui generis, tal como lo ejemplifica (en el Sur) lo que Juan Martínez-Alier llama el “ambientalismo de los pobres", definido como la "defensa de la subsistencia y el acceso comunitario a los recursos que el estado y el mercado ponen en peligro".
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ntesis, ¡PP! es intensivo en trabajo, no desprecia el trabajo (como la procapitalista). Está regido por principios igualitarios y por una lógica sociomás que por una puramente económica. "Trabajo" deja de significar la
ción del capital (es decir, aumentar el valor del capital por medio de la prode plusvalor) y quiere decir en cambio, "valoración" de la comunidad, el te y la vida social en general (como por ejemplo en el caso del trabajo neo, libremente organizado, durante los primeros días de reconstrucción terremoto, o en una casa organizada democráticamente). De hecho todo ¡PP! puede contener significados afectivos y estéticos, así como instrumenr último, el ¡PP! no sólo reforma las relaciones de trabajo sino que también l tiempo de trabajo. discutible que las clases económicas y políticas y el estado (tal como se ran en este momento) se opondrían a una alternativa ¡PP! (de no ser así una alternativa). Se requeriría una sólida unidad entre trabajadores, verinistas y mujeres, minorías oprimidas, pobres y otros para los cuales fuese ás importante restaurar y renovar (es decir, redefinir) su mundo vital que levisores de alta definición (que de cualquier manera van a terminar en los s de basura). Pero tendríamos verdadero aire que respirar, verdadera agua er, un renacimiento urbano, vecindarios culturalmente ricos, un campo intas culturas rurales y agricultura integrada, un intercambio nacional udades verdes y lo rural, el fin al peligro de la capa de ozono y de calentaglobal, y todo lo demás... cosas que podemos suponer que casi todos apreComo dijo Gore Vidal, tendríamos que "renunciar a los caros goces del [pero tendríamos oportunidad] de remendar nuestra sociedad podrida". requiere la retórica del "crecimiento y desarrollo" y de "más empleos" para r políticamente la alternativa ¡PP! (y así es), hagamos que esos mantras sign crecimiento de la capacidad de luchar por la restauración y la preservatogobierno democrático y el "esfuerzo" de mantener y mejorar las condie vida y la vida misma. Termino con una advertencia: el iPPI no puede existir dentro del modelo capitalista tal como lo conocemos. Hay que ser sta alternativa (que presupone también la reducción del tiempo de trabavolucionaria por su intención y por su efecto. El Marx ecologista captó esto como el que más: "Al negar el distanciamiento de la naturaleza la meta es ente restaurar el equilibrio del metabolismo ecológico, 'su restauración sisa como ley reguladora de la producción social y en una forma adecuada al esarrollo humano', como dijo Marx en El capital."3
Sheasby, "Inverted world: Rad Marx on estrangement of nature and society", inédito.
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INTRODUCCIÓN
Los socialistas, siguiendo a Marx, han venido diciendo durante un largo tiemp que el capitalismo subordina el valor de uso al valor de cambio y también el traba jo concreto al trabajo abstracto, y que por ello la producción capitalista es par obtener utilidades, no en función de las necesidades. En el capitalismo lo cuanti tativo, por decirlo así, triunfa sobre lo cualitativo. Irónicamente, por lo general la práctica socialista ha consistido en luchas por mejores salarios, menos horas de tra bajo, pleno empleo, control de las rentas, subsidios a los pequeños agricultores y así sucesivamente, es decir, lo que puede llamarse "justicia distributiva". Los socia listas han tenido una crítica teórica cualitativa y (con excesiva frecuencia) una práctica política cuantitativa. Por lógica la crítica socialista tradicional del capita lismo debería conducir a la "justicia productiva". En los hechos, ha llevado demandas de justicia distributiva. Los socialistas han criticado las relaciones de producción capitalista y tratado después de reformar las relaciones de intercambio capitalistas. Así, el socialismo ha negado sus propios principios básicos. Ésta puede ser una de las razones por las que la palabra ha desaparecido del vocabulario de los movi mientos radicales (sin aparecer nunca en el de los nuevos movimientos sociales) La causa próxima de la desaparición del concepto de socialismo son los fracasos económicos, morales y de otro tipo del ex socialismo real en el Este; la desaparición de modelos de desarrollo nacionalista de tipo socialista en el Sur (por ejem plo el modelo de la India de Nehru), y la pérdida de legitimidad/debilidad políti ca de los estados keynesianos del bienestar socialdemocráticos en el Oeste (tal vez el más avanzado en Nueva Zelanda, el menos avanzado en Alemania). Los tres modelos de desarrollo se autodestruyeron económicamente, en el sentido de que sus éxitos económicos crearon problemas que no se podían manejar en términos racionales dentro de los límites de sus respectivos modelos, así como ideológicamente, porque los tres equiparaban el socialismo y la democracia social con el estado-nación y el nacionalismo, y con las formas estatistas en general. Obsérvese qué fácil es aplicar la crítica neoliberal del estado parí passu al estado como tal. La deslegitimación del socialismo es la deslegitimación del estado, y viceversa. Como era de esperar, al (gran) vacío político resultante se han precipitado diversas ideologías y prácticas no estatistas y antiestatistas: el neoliberalismo, desde luego, pero también el populismo, el comunitarianismo, separatismos de todos
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tipos, renacimientos étnicos y religiosos con base regional, anarquismo y otras formas de localismo y la simple criminalidad. Cabe preguntarse si es posible, o incluso deseable, revivir la idea del socialismo y rescatarla, primero, de su enfoque práctico en la reforma cuantitativa y la justicia distributiva, remplazándola (o suplementándola) con reformas cualitativas y justicia productiva; y, segundo, de la asociación ideológica con el nacionalismo y el estatismo. Creo que no sólo es posible y deseable sino también esencial para poder volver a conceptualizar el socialismo sobre tres bases: un enfoque práctico de la crítica cualitativa del capitalismo, incluyendo la "justicia productiva"; una crítica teórica y práctica del estado capitalista, a saber, la democratización del estado, y un internacionalismo inequívoco. Esa teoría y esa práctica se presentarían como 'una alternativa tanto al neoliberalismo como a las muchas variedades de localismo vigentes ahora. Es más, afirmaría que muchas de las luchas sociales de hoy —si no todas— lo mismo en los países y regiones sobredesarrollados que en los subdesarrollados, se concentran de hecho en la crítica del trabajo concreto/valor de uso (incluyendo el uso de la tierra y, en general, de la naturaleza), por un lado, y en la creación de "burocracias populares" y una práctica internacionalista, por el otro. Las luchas por la tierra (por la naturaleza en todas sus manifestaciones) son hoy prácticamente universales, desde las simples batallas "salven nuestros cinturón verde/vida silvestre" hasta elaborados intentos de restaurar la diversidad ecológica. Las luchas por el trabajo concreto también son universales: se ha cuestionado una gran diversidad de tecnología capitalista, desde la energía nuclear hasta las computadoras personales; el trabajo tiene una gran experiencia con las cuestiones de salud y seguridad ocupacionales, y los expertos han producido una gran bibliografía al respecto; las luchas laborales "contra la productividad" y la tecnología fordista, en los sesenta y los setenta, contribuyeron a obligar al capital a adoptar "el trabajo en equipos", los "círculos de calidad" y cosas por el estilo en los ochenta y los noventa. Por último, las luchas acerca de los valores de uso finales (bienes y servicios para el consumidor) se han vuelto casi universales: por ejemplo, la naturaleza de la atención a la salud y de la educación; el auto y la cultura del auto; la televisión y los medios, así como la cultura de la televisión; las viviendas ineficientes en términos de energía; los alimentos repletos de sustancias químicas; una diversidad de productos criticados por las feministas... entre muchas otras cosas De hecho me resulta difícil identificar una lucha centrada en un asunto único que no se proponga (al menos subtextualmente) democratizar el estado y/o que no tenga un componente internacional (cuestiones que no se comentan en este capítulo).
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VALOR DE USO/TRABAJO CONCRETO; VALOR DE CAMBIO/TRABAJO ABSTRACTO
En la teoría marxista la mercancía es simultáneamente un valor de cambio y un valor de uso. El valor de cambio es el valor de una mercancía en términos de todas las demás mercancías (por ejemplo del dinero, el equivalente universal), y se mide en tiempo de trabajo (de modo que es un concepto cuantitativo). El valor de uso es un concepto cualitativo. En términos de Godelier, "Los valores de uso se relacionan [...] con los deseos naturales o artificiales de los hombres, con una relación cualitativa." Hay dos tipos generales de valor de uso: primero, las mercancías que se usan para producir otras mercancías (medios y objetos de producción); segundo, las mercancías que los individuos usan para satisfacer directamente necesidades y deseos (medios y objetos de reproducción o medios de consumo). La demanda del mercado del primer tipo de valor de uso es la demanda capitalista (empresarial) de mayor productividad y utilidades. La demanda del mercado del segundo tipo de valor de uso se base en parte en la función sociomaterial de la mercancía en términos de la reproducción de la fuerza de trabajo. 1 Ciertos alimentos proporcionan cierta cantidad de nutrientes; cierta cantidad de petróleo o carbón proporciona cierta cantidad de calor o energía; ciertos tipos de autos aceleran el viaje al trabajo; ciertos tipos de ropa mantienen a quien la usa abrigado o fresco; ciertos libros educan al lector en ciertos campos técnicos de estudio. Así como cada mercancía es al mismo tiempo un valor de uso y un valor de cambio, cada proceso de producción es tanto un proceso de trabajo (por medio del cual se producen valores) y un proceso de valorización (a través del cual se produce valor de cambio). Marx llamó al primero "trabajo concreto" y al segundo "trabajo abstracto". Y así como podemos definir el valor de uso en términos de las funciones socioeconómicas de una mercancía, podemos definir el trabajo concreto en términos de sus efectos ecológicos. Ciertos alimentos que proporcionan ciertos tipos de nutrición se producen de ciertas maneras (por ejemplo por la agricultura química) que tendrán ciertos efectos en el suelo, los mantos freáticos y demás. Cierta cantidad de petróleo o de carbón que proporciona cierta cantidad de calor 1 Ésta es la definición económica ecológica de valor de uso. Marx podría haber pensado en la misma cuando escribió (Selected concspondence, p. 106): "El valor de uso, ya sea que se lo considere subjetivamente como utilidad del trabajo u objetivamente como utilidad del producto" (cursivas mías). Es similar al concepto de valor objetivo de Bóhm-Bawerk, la capacidad de una mercancía de acarrear determinado resultado objetivo. "Podemos hablar del valor nutricional de los alimentos, del valor como combustible de la madera y el carbón, del valor como fertilizante de diversos fertilizantes", citado en Nikolai Bujarin, Econotnic themy of the leisure clan, Nueva York, Monthly Review Press, 1972, p. 62. Para la definición burguesa el valor de uso está determinado por la evaluación subjetiva de una mercancía que hace el individuo en términos de su propio sentimiento de bienestar. La reproducción no es un problema en la economía burguesa porque la fuerza de trabajo no se ve como una mercancía (ficticia). Se dice que los trabajadores venden a los capitalistas servidos de trabajo, no fuerza de trabajo.
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energía se produce de ciertas maneras (por ejemplo en minas al aire libre) endrán ciertos efectos sobre la vegetación, los escurrimientos, las inundaciodemás. Ciertos tipos de vehículos que llevan más rápido a la gente a su trase producen de ciertas formas (por ejemplo en fundidoras) que tiene ciertos tos en la calidad del aire. Cierta ropa que mantiene abrigado o fresco a quien a se produce de ciertas maneras (por ejemplo con petroquímicos) que tienen os efectos en la calidad del agua. Ciertos libros que educan al lector en ciertos pos técnicos se producen de ciertos modos (por ejemplo en fábricas de papel lpa) que tienen ciertos efectos en la calidad del aire y del agua. Además, la proión de todo lo mencionado, en ciertas formas, tendrá efectos definidos sobre enestar fisico y mental de los trabajadores (por ejemplo como enfermedades tensión). na teoría del valor de uso (productos finales) presupone una teoría de las sidades, no en términos de juzgar la valoración subjetiva de una mercancía parte de un individuo (que sería una especie de elitismo), sino más bien en téros de las maneras en que los valores de uso reproducen (o no) la fuerza de tra(y, de modo más general, toda la sociedad). Esa teoría se concentraría en sidades específicamente sociales, es decir necesidades que los individuos tieen común, más que deseos individuales definidos subjetivamente. En este sen, es legítimo estudiar la comida en términos de nutrición y salud de la fuerza rabajo, o investigar los sistemas de transporte en términos del tiempo que se a en ir a trabajar. Hay una necesidad social de nutrición y de transporte, pero e algún tipo especial de alimento que proporcione, digamos, proteínas, ni de clase especial de vehículos. as necesidades sociales, tal como las acabamos de definir, son específicamente iales, pero no porque surjan y sean satisfechas de acuerdo con alguna especie lan social. De hecho las necesidades sociales se producen a nuestras espaldas; ecir, son el resultado de la estructura de consumo existente (por ejemplo la tura del auto; la cultura de la comida rápida; los miles de innovaciones en proos y productos, incluyendo innovaciones culturales, cada año; las condiciones comercio exterior y muchos otros fenómenos socioeconómicos "espontáneos" o planeados—, así como el cambio de los mismos a lo largo del tiempo) . on posibles dos tipos de crítica de un valor de uso. Primero, éste puede ser discional. La sustancias químicas empleadas en agricultura pueden arruinar el suelos mantos freáticos, reduciendo así la productividad, en lugar de elevarla. El nsporte en auto para ir al trabajo puede producir un embotellamiento. Ese tipo crítica tanto de los medios de producción como de los medios de reproducción relaciona con la naturaleza de la forma mercancía, que posiblemente se niega a isma (se cancela a sí misma). La segunda crítica es que la satisfacción de necesinecees en la forma mercancía (individual) puede suprimir la satisfacción de ades en formas (socialmente) menos costosas, más directamente sociales. La icultura química puede no sólo reducir la productividad sino eliminar también
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el manejo operativo de los granjeros al control integrado de plagas. El auto puede negarse a sí mismo no sólo porque produce embotellamientos sino también en el sentido de que suprime el desarrollo del transporte de masas. Marx escribió que el proceso por el cual se producen mercancías para satisfacer necesidades es también el proceso de la producción de las necesidades que esos objetos satisfacen (por ejemplo los trabajadores de la industria automotriz necesitan autos para ir y venir de su trabajo de producir autos). No obstante, Marx no desarrolló una teoría de las necesidades individuales y sociales ni integró una teoría de ese tipo en su descripción de la producción, la circulación y la acumulación capitalista. Teorizó brillantemente sobre el contenido de valor de la canasta de consumo (en términos muy amplios, la productividad del trabajo); con gran penetración analizó la tensión creciente entre el valor de cambio y el de uso en el desarrollo capitalista; de manera profética vio el día en que la agricultura, la relación entre ciudad y campo y demás se reconstruirían sobre una base racional, pero no teorizó sistemáticamente acerca de los valores de uso específicos que integraban, en su época, la canasta de consumo misma. En la teoría marxista del capitalismo el trabajo concreto y el valor de uso están subordinados al trabajo abstracto y el valor de cambio. Esto significa que 1] en el lugar de trabajo, las prácticas de uso del suelo, las divisiones del trabajo y así sucesivamente están regidas antes que nada por la necesidad de producir valor de cambio, o utilidad. Las necesidades de preservar la diversidad ecológica, evitar deudas ecológicas con otros lugares de trabajo y generaciones futuras, promover el desarrollo intelectual del trabajador y otras similares están subordinadas a la producción en pro de la utilidad; 2] en la esfera del consumo (reproducción) el aire y el agua limpios, el transporte no congestionado y otros "bienes" sociales y ecológicos se sacrifican a la necesidad de realizar valor de cambio en el mercado. La producción y realización de valor de cambio (plusvalor) tiene dos supuestos generales, y ambos son tendencias históricas. Primero, el trabajo concreto se subsume cada vez más en el trabajo abstracto, es decir, en el discurso universal de hoy sobre la "flexibilidad", o en la conversión de la fuerza de trabajo en formas más perfectas de capital variable. Segundo, el valor de uso se subsume cada vez más en el valor de cambio, es decir, más necesidades se satisfacen (o no) con más frecuencia en la forma mercancía (individual), y menos en formai directamente sociales; por ejemplo, más autos, menos transporte colectivo; más salud curativa, menos salud preventiva; más comida rápida, menos comida casera; más música hecha por mav, menos música hecha en casa; más sociedad del espectáculo, menos autodesarrollo cultural. En síntesis, en esta era de neoliberalismo y globalización, la fuerza de trabajo es más variable (flexible) y se satisfacen más necesidades, más frecuentemente, en la forma mercancía. Por eso los costos de reproducción de la fuerza de trabajo (el contenido de valor de la canasta de consumo) se están reduciendo cada vez más, por ejemplo, gracias a departamentos prefabricados, tiendas tipo bodega, y demás, todo ello producido o atendido por menos trabajadores.
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Por último, dada la naturaleza autoexpansiva del valor y del capital (las utilidaes son tanto el medio como el fin de la actividad económica), junto con la forma ercancía de satisfacción de las necesidades, la sustentabilidad del capitalismo preupone que la demanda de mercado (necesidad) de valores de uso finales (bienes e consumo) también tiene que ser autoexpansiva. En este sentido, en el capitaismo la necesidad básica es de más y más dinero (recuérdese que cuando a Sam ompers le preguntaron qué querían los trabajadores, su respuesta fue "Más.")
UCHAS CUANTITATIVAS/LUCHAS CUALITATIVAS
a teoría del capital de Marx se concentró en el trabajo abstracto y el valor de camio. 2 Su objeto de estudio era la "economía" como tal: aspectos cuantitativos de la roducción, la distribución y el intercambio; por ejemplo, salarios, costos, precios utilidades; empleo y desempleo; tasa de explotación; tasa de acumulación de apital y así sucesivamente. 3 Marx teorizó acerca de las formas en que las relacioes capitalistas de producción (propiedad/relaciones, competencia, mercado undial, etc.) estaban inherentemente expuestas a la crisis (y eran también depenientes de ella), interrumpiendo así, o retrasando de alguna otra manera, el desarrollo de las fuerzas productivas La teoría de la crisis de Marx, por ejemplo, se centraba en las brechas o rupturas cuantitativas entre y dentro de los circuitos monetario, productivo y de mercancías del capital (y en las diferentes formas de crisis concomitantes), no en los cambios del poder de clase del capital frente al trabajo, ni en una escasez de valores de uso utilizados como insumos productivos (fuerza de trabajo, energía, materia prima, espacio, etcétera) . La descripción que hace Marx de los cambios en el proceso de trabajo, de la "cooperación simple" 2 a la "industria moderna", ilustra el salto cuantitativo de la productividad del trabajo debido a las complejas formas "modernas" de cooperación mediadas por la maquinaria. Si bien todas las "categorías económicas" de la teoría del capital de Marx funcionan como cate3 goda al mismo tiempo económica y sociológica (por ejemplo, S/V es un indicador del poder del capital sobre el trabajo y también la medida de la crisis potencial de realización), Marx no desarrolló su teoentre trabajadores y capitalistas, trabajadores y terratenientes, etc. ría en términos de relaciones de clase y realizó En otras palabras, inventó un brillante método para estudiar las antinomias del capitalismo, después un análisis económico que no tomaba en cuenta ese método. La "lucha de clase" per sesólo ocupa un lugar esencial en su teoría para la determinación de las horas de trabajo. el valor de uso de los insumos productivos en su análisis de la "crisis del algo4 Marx se concentró en dón" en Gran Bretaña durante la guerra civil de Estados Unidos. Pero a finales de los sesenta y en los setenta, por ejemplo, los economistas marxistas (entre ellos yo mismo) que desarrollaron diferentes tipos de teorías de "compresión de los salarios" o "presión de las utilidades" para explicar la desaceleración económica, fueron duramente criticadas por los marxistas ortodoxos que empleaban un análisis más del tipo de la teoría de sistemas de la "tendencia a la disminución de la tasa de utilidad" en sus época. Marx identificó también prácticas capitalisexplicaciones de los problemas económicos de esa
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Hay una gran excepción a la afirmación de que Marx se concentró casi exclusivamente en el trabajo abstracto (producción de valor) y el valor de cambio (realización del valor). Se trata de su tema de que "todo lo que es sólido se vuelve aire", de que la difusión de las relaciones de producción capitalistas (Polanyi haría énfasis en la conversión en mercancías de la tierra y el trabajo, así como del patrimonio de una comunidad), subvertía la comunidad al atomizar a los individuos y volverlos glóbulos egoístas de deseo. Marx, como todos los socialistas del siglo xix, apuntaba contra el monopolio de la clase capitalista de la propiedad de los medios de producción, y por ende al requisito de que la mayoría de la gente vendiese su fuerza de trabajo para sobrevivir, como la forma y al mismo tiempo la restricción más visible de la libertad y como la principal barrera para llegar a una sociedad cooperativa. Si bien Marx veía la sociedad industrial como la condición previa para la abolición de la desigualdad y la pobreza (que en último análisis dependía del derrocamiento del capitalismo y el establecimiento del socialismo), también identificaba el movimiento de la clase obrera como el principal instrumento para reconstruir la comunidad y, por lo tanto, para ponerle fin al impacto destructivo del capitalismo sobre las relaciones humanas. Marx (y otros socialistas) parecían creer que un desarrollo libre de crisis de las fuerzas productivas, una distribución más equitativa del ingreso, y el restablecimiento de la comunidad a través del movimiento de la clase obrera, eran mutuamente interdependientes. (Durkheim sostenía que un sistema económico racional, es decir, la integración de un sistema, era una cosa, y que la integración de los individuos en funciones o roles del sistema, es decir, la integración social, era otra muy diferente. Sin embargo incluso él, poco antes de morir, pensó que estaba viendo cómo evolucionaban los elementos de la solidaridad social o integración social en el movimiento laboral francés.) No sólo los marxistas, sino también los socialistas gremialistas, los sindicalistas y otros creían que la propiedad y el control de los medios de producción por parte de los trabajadores era tanto la senda hacia una economía libre de crisis como el medio para restablecer la comunidad. El mismo movimiento laboral luchaba por obtener salarios más altos, horarios más cortos y, en general, reformas económicas, pero al mismo tiempo destacaba la importancia de la solidaridad, de la organización de sociedades mutuales y otras actividades que volverían a crear una comunidad en el seno de la clase trabajadora (o de una parte de ella) .
tas irracionales y destructivas en relación con la tierra y el trabajo (por ejemplo la agricultura que agotaba los suelos), así como bienes de consumo nocivos (por ejemplo los materiales de construcción de gran parte de las viviendas de la clase obrera). 5 Tanto los socialistas como los movimientos laborales del siglo XDC se veían a sí mismos como críticos prácticos del liberalismo (los primeros, en general, en el nivel de la política, los segundos normalmente en el nivel del mercado de trabajo y el lugar de trabajo). El trabajo veía al socialismo como la realización del liberalismo en el sentido de que el crecimiento económico sin crisis, el pleno empleo, etc., harían que se concretase la promesa formal (legal) de libertad e igualdad. Marx, y tal vez la mayo-
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ien Marx y sus seguidores hacían énfasis en el tema de la calidad de las relasociales (movimiento laboral, comunidad, mutualismo, etc.) , no problemasistemáticamente ni las fuerzas productivas (maquinaria, habilidades especia.) ni las "fuerzas reproductivas" (bienes de consumo como valores de uso producir la fuerza de trabajo). Más aún, aunque Marx y Engels tenían cosas antes (y condenadoras) que decir acerca de los efectos del capitalismo sobre uctividad de suelos y bosques, las viviendas míseras, la contaminación urbadestructivos efectos físicos y mentales de ciertos tipos de trabajo concreto,
ijeron muy poco acerca de las luchas sociales y políticas engendradas por el proceso de , por ejemplo las protestas contra la contaminación, contra las condiciones ajo peligrosas e insalubres, y así sucesivamente. Mantuvieron el mismo silencio as protestas que se dirigían a valores de uso determinados,por ejemplo contra la carmal estado, contra las vecindades y otras por el estilo, y también sobre las as para preservar el patrimonio de la sociedad de formas tradicionales (por lo las reservas de alimentos). realidad esta laguna es muy sorprendente. Si bien Marx y la mayoría de los istas hicieron énfasis en el tema de la "comunidad perdida", pocos planteaestiones directas respecto a las precondiciones de la comunidad. ¿Qué clase unidad eran capaces de formar los obreros abrumados por diversos tipos de o concreto? ¿Son capaces de autogobernarse los trabajadores-víctimas?, y así vamente. Un paso lógico para los socialistas sería la batalla por socializar (en ción a nacionalizar) la industria, para luego reformar o revolucionar los prode trabajo de manera tal que en el lugar de trabajo se produjese (reprodujeser humano más pleno y más desarrollado. luso quienes trataron de plantear interrogantes acerca de los efectos negae cómo se producían las mercancías fueron incapaces, en general, de planreguntas similares sobre los efectos de las mercancías (valores de uso) que ducían. Adelantándonos a nuestro análisis, el tipo de crítica teórica y prácel automóvil y la cultura del automóvil, por ejemplo (individualismo extreo del bienestar físico y mental de los trabajadores que se pasan todo el día enados a una computadora (síndrome de estrés repetitivo) —tan dominan—, estaba relativamente poco desarrollado en la época de Marx (desde lues valores de uso y los procesos concretos de trabajo eran muy diferentes hace lo o más). síntesis, si bien Marx demostró brillantemente las causas sistémicas de los salarios, el desempleo, la mala distribución de la riqueza y el ingreso, y así los socialistas, creían que el capitalismo estaba impulsado, inherentemente, por motivos egoístas por definición, destruía la comunidad "tradicional". Pero tanto el campo reformista como el cionario hacían hincapié en la necesidad de restablecer las relaciones sociales humanistas y la idad; un lado veía al estado social demócrata (del bienestar) como encarnación de este nuevo nismo y de la comunidad, el otro lo rechazaba como una forma más de enajenación y explota-
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sucesivamente, y con igual brillantez teorizó sobre las luchas de los trabajadores, las protestas de los pobres engendradas por los bajos salarios y demás, no parece haberse interesado por las luchas organizadas en torno a la naturaleza del trabajo concreto, el uso de la tierra y el valor de uso. Su discusión (y participación) en la lucha por reducir la jornada de trabajo y en contra de la aceleración del mismo parecerían ser la excepción. Sin embargo se trataba de luchas cuantitativas (como la del salario), en el sentido de que tenían que ver con la cantidad de tiempo trabajado y la velocidad a la que se veían obligados a laborar los obreros. En los textos de Marx los combates al proceso de trabajo, la tecnología, la división entre trabajadores manuales y mentales, el uso de la tierra y así sucesivamente, por un lado, y por la naturaleza de la vivienda, los alimentos, la contaminación del aire y el agua en las ciudades y demás, por el otro, llaman la atención por su ausencia. Esto se puede explicar de una de dos maneras. Primero, es posible que en la época de Marx estos tipos de luchas cualitativas (en contraste con las cuantitativas) no estuviesen lo bastante bien desarrollados como para merecer su atención. Sin embargo los historiadores sociales, económicos y ambientales sugieren que en realidad no era así. A principios del siglo xix había conflictos por las prácticas forestales en los Alpes (que producían erosión, así como ciclos de inundaciones y sequías); luchas contra la tecnología (luditas), por la vivienda, y otras. Además, los socialistas no marxistas sí plantearon temas tanto del trabajo concreto como del valor de uso, y señalaron diversos tipos de conflictos en torno a los mismos. El owenismo, entre otras cosas, fue una crítica del trabajo capitalista concreto y alentaba la esperanza (así como en contados casos la realidad) de una alternativa más humana. El socialismo gremial sostenía una crítica tanto estética cuanto moral del capitalismo (por ejemplo Ruskin y el movimiento de artes y oficios). Los fabianos contribuyeron a reformar la educación y la provisión de la infraestructura pública o social. (Cabe señalar que la crítica del trabajo y del valor de uso contiene, inherentemente, alternativas a los procesos de trabajo y estructuras de consumo capitalistas.) Una segunda explicación es que, mientras que Marx identificó muchos de los males sociales específicos de su tiempo y también fue consciente de muchas de las luchas por reformar el uso de la tierra y del trabajo, dejó de lado su importancia política. Sólo las relaciones cuantitativas del capitalismo (podría haber afirmado) estaban expuestas a la crisis y, por consiguiente, contenían tanto la esperanza como la necesidad de un cambio social y político radical. Las luchas por el trabajo concreto y los valores de uso, como tales, podrían haberse visto como algo local o específico, es decir, incapaz de unir a la clase obrera como podían hacerlo (y lo hacían, a veces) los combates por los salarios y jornadas de trabajo. Cualquiera que sea la verdad, una mera explicación al estilo Polanyi-Marx no alcanza a explicar estos temas; es cuestión para un marxólogo que sea también historiador social y económico.
¿QUÉ ES EL SOCIALISMO ECOLÓGICO?
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Resulta irónico que mientras los socialistas han venido diciendo durante largo tiempo que el capitalismo subordina el valor de uso al valor de cambio, y que la producción capitalista es en pro de las utilidades, no de las necesidades (crítica cualitativa), la práctica socialista haya consistido en luchar por salarios más altos, jornadas más cortas, pleno empleo y cosas similares (todas las cuales son prácticas cuantitativas). Yo uso el término "socialismo ecológico" para distinguir las teorías y los movimientos que procuran subordinar el valor de cambio al valor de uso y el trabajo concreto al abstracto, es decir, organizar la producción en pro de las necesidades (incluidas las necesidades de desarrollo personal de los trabajadores), no de las utilidades. Así definido, el ecosocialismo analiza en tanto problemas tanto el proceso dé trabajo capitalista como la estructura de valor de uso y de necesidades (consumo). En este sentido, procura hacer que el socialismo tradicional esté a la altura de sus propios ideales críticos. La ironía que señalamos en el párrafo anterior puede explicarse, en parte, por la incapacidad del socialismo tradicional de problemathar las condiciones de producción o "la tierra" y "el trabajo", términos que usó Polanyi para designar las mercancías ficticias, es decir las cosas que se tratan como si fuesen mercancías pero que no se producen como tales. Con respecto a los "verdaderos" valores de cambio (por ejemplo el acero laminado, los autos), el mercado se ocupa de que las cantidades y cualidades deseadas de una mercancía específica se produzcan y asignen a los compradores correctos en el lugar correcto y en el momento correcto. Aquí el mercado funciona como un conjunto complejo de coordenadas de producción y consumo. La demanda de utilidades rige la demanda de determinados bienes de capital (valores de cambio) y la demanda social (necesidad) de vivienda, transe te, alimentos y demás rige la demanda de bienes de consumo (valores de uso). Sin embargo el mercado no desempeña ese papel sistemático en la oferta de las condiciones de producción, como por ejemplo determinado tipo de fuerza de trabajo, suelos, agua, espacio urbano e infraestructura. Si bien la tierra (y la "naturaleza") y los mercados de trabajo contribuyen a determinar la asignación de ciertos insumos, poco tienen que ver con la producción (y reproducción) de los mismos. De hecho la producción de las condiciones de producción presupone un vasto sistema de educación privada y pública, laica y religiosa, inferior y superior, técnica y no técnica; un sistema complejo de reglamentación ambiental del uso del suelo, la agricultura, la explotación forestal y demás, y otro sistema complejo de planeación del transporte urbano, zonificación, etcétera. El carácter específico del sitio de la tierra (naturaleza) y el carácter "específico de la persona" de la fuerza de trabajo individual, junto con la ausencia de un verdadero mercado para cualquiera de los dos, significa que la cuestión de los valores de uso tanto de la tierra como del trabajo adquiere una notable importancia. El estado no tiene que pensar demasiado respecto a la producción y asignación de
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laminado, por ejemplo, pero tiene que preocuparse por la producción/ reucción de una fuerza de trabajo calificada, de usos alternativos de la tierra raleza), la zonificación del espacio y así sucesivamente. socialismo tradicional tiene que ver con la producción y reproducción del al. El socialismo ecológico se relaciona con la producción/reproducción de ndiciones de producción. Tiene, entonces, un alcance más amplio, es decir, niversalista, que el socialismo tradicional. Pero es también más particularista, sentido de que se ocupa, por ejemplo, de los problemas de salud de grupos íficos de trabajadores, los problemas de contaminación en ciertas comunidalos problemas de zonificación en determinados distritos, etcétera. i idea del ecosocialismo no sólo es que el trabajo concreto (trabajo y tierra) y os valores de uso/necesidades deben ser criticados, sino que de hecho son crios por los movimientos sociales. En este sentido el ecosocialismo no es, estricnte, una posición normativa sino más bien un análisis positivo de las condis socioeconómicas y la inminencia. Lo que se afirma es que muchos —si no — trabajadores, minorías oprimidas, comunidades, ambientalistas y otros que cipan hoy en las políticas de identidad y las políticas de lugar (incluyendo las itio de trabajo) están luchando, de hecho, por subordinar el valor de cambio lor de uso y la producción en pro de las utilidades por la producción en pro s necesidades. ás específicamente, el ecosocialismo es la crítica teórica de las formas en que laciones de producción capitalistas influyen sobre las fuerzas productivas nidas como tierra, energía, materias primas, tecnología, maquinaria, habilis especiales, organización del trabajo y otros medios y objetos de producción, bién como vivienda, transporte y otros medios y objetos de reproducción o mo). Además, el ecosocialismo es la crítica práctica de esas fuerzas productireproductivas definidas en términos de los movimientos/luchas sociales por ficar o abolir estas fuerzas sobre la base de otras opciones de tecnología, relas de trabajo, modos de transporte, organización para la crianza de los hijos y s. uienes han observado los "nuevos movimientos sociales" no han prestado iente atención a los objetivos específicos de estos movimientos, en especial a ma en que cuestionan toda una variedad de usos de la tierra, procesos de tray valores finales de uso. De hecho los movimientos sociales están cuestioo las prácticas de uso de la tierra en la ganadería, la producción de alimena de materias primas (el algodón, por ejemplo), la explotación forestal y la ría (por ejemplo la minería de superficie). Abundan las críticas a las práctie uso del agua, por ejemplo la pesca con buques-fábrica, la contaminación s mantos freáticos, los lagos que mueren por la lluvia ácida y así sucesivae. Existen críticas prácticas de procesos de trabajo tan distintos como los de dustrias petroquímica, de papel y pulpa, de energía nuclear y otras industrias enes de capital, y también en una diversidad de otras del sector secundario,
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muebles, tintorerías, prendas de vestir, productos de cuero y juguetes, entre El trabajo de oficina que utiliza computadoras está siendo atacado por afecsalud, y lo mismo ocurre con los elevados niveles de estrés en los sectores de cnología. La salud y la seguridad en el trabajo son preocupaciones casi unies. De manera similar, los verdes y otros están cuestionando una gran varievalores de uso; por ejemplo la energía obtenida de combustibles fósiles, el la cultura del mismo; los productos culturales de sexo y violencia en los mee comunicación de masas, y la desolación televisiva. Podemos agregar los es a las prácticas consumistas de la compra y preparación de alimentos (dieco sanas); la recreación (inactividad física); las viviendas suburbanas de baja dad (que desperdician materiales de construcción, energía, caminos y auto, etc.); las ciudades grises (en lugar de verdes) , y hasta la producción de a (la crítica de los usos actuales de los residuos de las aguas negras), y, desgo, la mala calidad del agua y del aire, así como los riesgos para la tierra la y los cinturones verdes. ra concluir, en el Apéndice i he organizado una variedad de temas, compay contrastando algunas de las dimensiones distributivas/cuantitativas del ismo tradicional con los rasgos productivos/cualitativos del socialismo ecolóEl lector observará que hay una gran gama de diferencias entre ambos modealcanzará a percibir en qué medida el socialismo ecológico funciona como críel socialismo tradicional, así como del capitalismo. r último, el Apéndice u sintetiza (bastante escuetamente) las diferencias entre e denomino "justicia distributiva socialdemócrata" y "justicia productiva ecosocialista". Así como hoy se somete a diversos tipos de crítica sociopolitica a norme diversidad de prácticas de uso de la tierra, procesos de trabajo y valouso, también el concepto de una sociedad justa ha cambiado de enfoque, de eocupaciones cuantitativas a las cualitativas, y de los procesos de la distribudel producto social a los de la producción de su producto. Ha aparecido el lismo ecológico en formas sumamente diferentes y fecundas, y seguiremos o descripciones verdes rojas del mundo capitalista y de la enorme cantidad de ativas a la que ha llegado a ser una economía global en extremo inequitativa cional.
APÉNDICE I COMPARACIONES Y CONTRASTES ENTRE EL SOCIALISMO TRADICIONAL Y EL SOCIALISMO ECOLÓGICO
1. GENERAL
Socialismo tradicional
Socialismo ecológico
Universalista, crítica cuantitativa del capitalismo/valor de cambio (demanda efectiva, liquidez, etcétera). No se problematizan el trabajo concreto y el valor de uso. Relación entre el trabajo abstracto y el valor de cambio: un cambio en uno presupone un cambio en el otro. Concentración en producción y circulación del capital (lugar de trabajo y mercados).
Crítica particularista, cualitativa, del capitalismo/valor de uso (la integridad del sitio, tareas específicas del proceso de trabajo, el individuo, etc.). Se problematizan el trabajo concreto y el valor de uso. Relación entre el trabajo concreto y el valor de uso: un cambio en uno presupone un cambio en el otro. Concentración en las condiciones de producción (sociedad y estado).
Las relaciones de producción capitalistas crean polos de riqueza y pobreza entre clases, regiones, países y continentes (valor de cambio); deuda económica del Norte con el Sur. Las relaciones de producción capitalistas (relaciones de trabajo) dan por resultado la explotación económica del trabajador (trabajo abstracto).
Las relaciones de producción capitalistas (relaciones de trabajo) dan por resultado la explotación biológica del trabajador (trabajo concreto).
El valor de uso de la maquinaria se define en términos del aumento de productividad del trabajador. Valor de uso de la fuerza de trab ajo = hecho de que puede producir más valor (plusvalor) que eI necesario para autorreproducirse.
El valor de uso de la maquinaria se define en términos de la seguridad y la salud del trabajador, la contaminación, etc.. Valor de uso de la fuerza de trabajo = hecho de que tiene capacidad para trabajo concreto de ciertos tipos.
Las relaciones de producción capitalistas degradan las fuerzas productivas (tierra, trabajo concreto) y reproductivas (valores de uso); deuda ecológica del Norte con el Sur.
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APÉNDICE I
Valor de uso del capital mon¿tario = tiene la función de producir valor de cambio, es decir, utilidad.
Valor de uso del 'capital" monetario = tiene la función de producir valor de uso, es decir, utilidad.
II. TEORÍA DE LA CRISIS
Socialismo tradicional
Socialismo ecológico
Se concentra en rupturas cuantitativas de los circuitos del capital (soluciones: gasto deficitario, reducción de tasas de interés, etc.). Presupone la disponibilidad de insumos, por ejemplo tierra y trabajo; presupone el valor de uso de los productos.
Se concentra en las rupturas cualitativas de los circuitos del capital (soluciones: política energética, política educativa, etc.). Problematiza disponibilidad/tipos de insumos (por ejemplo energía, suelos, fuerza de trabajo biológicamente definida, etc.); problematiza el valor de uso de los productos (por ejemplo dietas, uso del tiempo libre, patrones de vivienda, etc.). Se concentra en la disponibilidad de tierra, energía, trabajo y otros insumos, es decir, en la oferta de capital. Cuando los nuevos movimientos sociales están contenidos dentro de las relaciones capitalistas de producción: desplazamiento de la crisis ("sobrerregulación" gubernamental de la tierra, el trabajo, etc., es decir, crisis de legitimación). El viraje hacia los cultivos de exportación, alej ándose de los de subsistencia, lleva al empobrecimiento económico del Sur. Revolución verde = monocultivo, pérdida de resistencia de las plantas a las enfermedades, etc., es decir, subproducción ecológica, que afecta ecológicamente a los productores directos.
Se concentra en la disponibilidad de nuevas salidas a la inversión, es decir, en la demanda de capital. Cuando los movimientos laborales están contenidos dentro de las relaciones capitalistas de producción: desplazamiento de la crisis (crisis de deuda, crisis fiscal gubernamental, etc.). El viraje hacia los cultivos de exportación, alejándose de los de subsistencia, lleva al empobrecimiento económico del Sur. Revolución verde = sobreproducción económica, que afecta económicamente a los productores directos.
NACIONAIIZACIÓN/SOCIALIZACIÓN DE LOS MEDIOS DE PRODUCCIÓN
Socialismo tradicional
Socialismo ecológico
Nacionalización: el estatismo es la nueva for- Socialización: el socialismo es la nueva forma socia' de las relaciones de producción ma social de las relaciones de producción
JAMES O'CONNOR
nes entre el estado y la ciudadanía) ondiente a la naturaleza crecientecial de las fuerzas productivas. lización como crítica del valor de /redistribución de la riqueza y el forma mercancía (individual) de ión de las necesidades. nalización no presupone medios y specíficos de producción, ni trabato o valores de uso producidos. lización: ¿"apropiada" para la era alismo nacional?
(relación de la clase trabajadora consigo misma) correspondiente a la naturaleza crecientemente social de las fuerzas productivas. Socialización como crítica del valor de uso/redefinición de la riqueza y el ingreso; forma social de satisfacción de las necesidades. La socialización presupone usos específicos de la tierra, tecnologías, aptitudes de los trabajadores y valores de usos producidos. Socialización: ¿"apropiada" para la era del capitalismo global?
IV. MOVIMIENTOS SOCIALES/SOCIALISMO
o tradicional
el problema de la tierra/la comulo ve como una cuestión pequeñoo anarquista). a el problema del trabajo concreto ismo tecnológico de Engels). a los movimientos de los consumior ser clasemedieros o pequeños, o por responder a intereses par). scutirse la explotación económica ncia específica a la división de tras industriales/especialización de los res (aunque no a la división de traializa.ción del trabajo). o inestable entre la planeación ecode arriba abajo y el control de la por parte de los trabajadores.
a meritocracia: "Ser todo lo que se " /individualismo.
Socialismo ecológico
Destaca el problema de la tierra/la comunidad (de la mano con el del sitio de trabajo/trabajo). Destaca el problema del trabajo concreto (crítica neomarxista del determinismo tecnológico). Destaca los movimientos de los consumidores (crítica del valor de uso: se concentra en valores de uso que van de las hamburguesas a la cultura del auto y la televisión, etc.). No puede discutirse comprensiblemente la explotación biológica sin una discusión de la división de los trabajadores/especialización de los trabajadores/formas de integración de los obreros. Subsunción de la planeación de arriba abajo y el control de la industria por parte del trabajador (así como de la comunidad y del usuario), es decir, estado democrático (democratización de la burocracia = burocracia popular). Crítica de la meritocracia: reproduce las desigualdades naturales al mismo tiempo
I
l hambre y las hambrunas debidas recimiento económico. d alimentaria = distribución más a del ingreso, más autosuficiencia nacional. No problematiza el uso a, etc. xplotación económica y la repreica de los pueblos indígenas. conómicas que se libran en el nivel (keynesianismo, salario mínimo, redistribuir la riqueza y el ingreso. de transición del empleo: reducir trabajo además de crear trabajos nte útiles como una "adición" a la ión capitalista de necesidades en mercancía. No problematiza el demanda y no se ocupa de causas, ectos. ción socialista (desarrollo libre de as fuerzas productivas).
391 que elimina desigualdades sociales/individualidad social. Pone fin al hambre y las hambrunas debidas al empobrecimiento ecológico. Seguridad alimentaria = más autosuficiencia; mezclas de agricultura tradicional y científica, etc. Problematiza el uso de la tierra, etc. Fin a la explotación biológica y la represión política de los pueblos indígenas. Luchas económicas que se libran en el nivel internacional por redistribuir la riqueza y el ingreso, terminar con el trabajo infantil, etc. (por ejemplo las fuerzas contra el TLc). Programa de transición del empleo: reducir horas de trabajo, además de crear trabajos socialmente útiles (para evitar costos sociales, limpiar costos sociales, etc.), como una "alternativa" a la satisfacción capitalista de necesidades. Problematiza el lado de la demanda y se ocupa de causas. Reconstrucción socialista (redefinición de uso de la tierra, trabajo concreto, valor de uso, etc. que lleva a mantenimiento/restauración/preservación/conservación.
APÉNDICE II JUSTICIA ECOLÓGICA SOCIALISTA Y PRODUCTIVA
Para el pensamiento burgués la "justicia" se refiere a la distribución equitativa de las cosas, no a la producción equitativa de las mismas; por ejemplo, a la aplicación igualitaria de la ley a todos, no a la producción igualitaria de la ley por todos (de hecho la ley es producida por las élites). La justicia burguesa es, eptonces, "justicia distributiva", no "justicia productiva". Más aún, la justicia distributiva tiene que ver, antes que nada, con derechos/demandas individuales, no con derechos/demandas sociales. Hay por lo menos tres tipos de Ilisticia social distributiva", o tipos de justicia que tienen que ver con grupos o clases de perso,zis más que como individuos en tanto tales. Se los puede denominar "justicia distributiva emócrata social". 1] La justicia económica consiste . est la distribución equitativa de la riqueza y el ingreso (ásí como de los bienes económicos en glneral), por un lado, y las cargas de producir esta riqueza y este ingreso, por otro. Por ejemplo, los demócratas sociales suelen opinar que los obreros deberían ser compensados por quienes reciben dividendos, tal vez por medio de un estado progresista en materia impositiva y de bienestar, en compensación por la carga del trabajo que produce el bienestar material de los ricos ociosos. 2] La justicia ecológica o ambiental es la distribución equitativa de ventajas ambientales (por ejemplo paisajes, tierras ribereñas pára los agricultores), por un lado, y de riesgos, peligros y costos ambientales (por ejemplo-oximidad a tiraderos de desechos tóxicos, suelos erosionados), por el otro. Por ejemplo, minorías oprimidas y otros que viven cerca de los tiraderos de desechos tóxicos deberían recibir una compensación de los productores de esos desechos y también de quienes se benefician con los productos manufacturados en fábricas que producen "subproductos no deseados" (tóxicos). 3] La justicia comunitaria o comunal es la distribución equitativa de beneficios y daños a bienes preciados, valores morales, capacidades directivas y demás, de comunidades específicas, como consecuencia de la producción y la acumulación capitalistas. Por ejemplo, los residentes suburbanos que trabajan en las ciudades y usan las instalaciones y servicios de éstas deberían pagar un "impuesto de uso" para compensar a los habitantes urbanos. Las comunidades cuya trama social es lesionada por nuevas autopistas, nuevos hipermercados y demás deberían ser compensadas por los conductores, los clientes de esas tiendas, etcétera. En los tres casos existe también una deuda social de algunos grupos con respecto a otros, deuda que debería ser amortizada. 1] Una deuda económica del capital con los trabajadores, las mujeres, las minorías y otros, de las generaciones actuales con las futuras, etc. 2] Una deuda ecológica del Norte con el Sur, etc. 3] Una deuda comunitaria de los capitales responsables con las comunidades social y m radas por el impacto de la acumulación capitalista. `-
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NDICE II
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os tres tipos de justicia distributiva social presuponen que todo, todos los más y los nos (las externalidades positivas y negativas) pueden medirse por el denominador ún mínimo: el dinero. De otra forma el costo de la justicia distributiva sería demasiado ado, por ejemplo si hubiese que distribuir los minerales con residuos de uranio que percan a los indios norteamericanos a Bervely Hills, Akron y otras ciudades en función de ivel de empleo de energía nuclear y (tal vez) su capacidad de pago. Más bien el dallo a indios (y a otros) debería compensarse en términos monetarios. Esto significa ponerle cio a la salud, el lapso de vida y el bienestar de los indios. En el capitalismo la única forde establecer un precio racional es calcular las pérdidas de ingreso que padecieron las imas de la radiación más los daños por el costo a la salud y el "sufrimiento" general. a justicia distributiva ("¿democracia social ecológica?") presupone así el mercado tal o se lo define actualmente y el cálculo de multas y bonos, impuestos y subsidios, en téros de las evaluaciones de la vida humana y la salud a precios de mercado (por no hablar as especies del peligro de extinción, etc.). Considérese el ejemplo tradicional de la comsación que le da alguien que contamina el agua corriente arriba al que la usa corriente jo, ejemplo plausible si asumimos que el carácter social de la producción social está poco rrollado. o obstante, cuanto mayor sea la distancia entre la realidad sociofísica y el ejemplo traonal, más inaplicable o impráctico se vuelve el concepto de justicia distributiva. Piénsen el calentamiento global. En principio la justicia distributiva compensaría a todos los no tienen auto y a los que no lo usan demasiado, mediante fondos obtenidos por uestos aplicados a dueños de autos/usuarios de vehículos pesados/propietarios de canes y demás. Desde luego se trata de una idea irracional y estúpida. Los procesos de proción y reproducción (de la fuerza de trabajo, la naturaleza, la comunidad, las mercancíse han vuelto de carácter tan social que no hay manera de calcular los beneficios y los os para individuos y grupos. ¿Por qué Bill Gates no les paga unos cuantos centenares de lones de dólares a una o dos generaciones de físicos de partículas (y otros) cuyos esfuerfueron condición necesaria de su riqueza? Porque no hay forma de asignar de manera a esos fondos; la ciencia y la tecnología tienen un carácter tan social y hay una división trabajo y una especialización de la función tan increíblemente complejas que no existen erios sensatos para calcular los costos y los beneficios. n síntesis, el desarrollo de un sistema crecientemente social de producción, distribu, intercambio y consumo significa que se va volviendo imposible determinar y adminisla justicia distributiva. Esto significa que lo que llamamos "justicia productiva" (y en el o de la ecología "socialismo ecológico", más que "democracia social ecológica") se vuelve a vez más posible y también más y más necesaria para la igualdad. n breve, "la democracia social ecológica" tiene que ver con la distribución equitativa de más y los menos de la producción y la acumulación, es decir, de las relaciones sociales ntercambio. El "socialismo ecológico" se refiere a la producción de los más y los menos de roducción y la acumulación, o sea a las relaciones sociales de producción, incluyendo las ciones de trabajo. La justicia productiva destaca los procesos y productos del trabaje {traconcreto y valores de uso) que minimizan las extemalidades negativas de todo tipo y
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maximizan las extemalidades positivas, por ejemplo al favorecer a una compañía que se compromete con la construcción comunitaria, las posibilidades de autodesarrollo en el empleo, la total intolerancia a los productos tóxicos, etc. La justicia productiva minimiza la necesidad o descarta por entero la justicia distributiva, que de cualquier manero es imposible realizar en un mundo de formas desarrolladas de producción social. Por lo tanto la única forma de justicia factible es la justicia productiva, y el único vehículo factible de la justicia productiva es el socialismo ecológico.
ICE ANALÍTICO
tracción del trabajo y la naturaleza, 38, 117, 378, 379 mulación capitalista; barreras naturales xternas a la, 193, 201; como destructor e las condiciones del capital, 201-202; onsecuencias cualitativas, 368-369; crisis cológica y, 216-218; función del estado, 51; historia de Chicago, 139; orígenes, 13; patrones de desarrollo global, 23637; teoría de las crisis, 163-164, 221-222, 87-288n ulación competitiva, 83-84 mulación originaria, 42 . ulación primitiva, 42 inistración Clinton, 329, 334-335, 36567 tamiento de la capa de ozono, 173 cultura, 17; capitalista, 155, 193; degraación de recursos del suelo, 231; en el apitalismo industrial temprano, 26-27, 41; evolución histórica del trabajo en, 5, 46; malas cosechas, 193; principios de Preservación Primero!, 372, 373 quismo, 332, 333, 359 opocentrismo, 16, 17 Nuevo, 44 s silvestres, 168-169 co Mundial, 16, 157, 330, 353-354 y, Wendell, 372 es de capital, 214-215 es de consumo, 214-215; innovación tecológica en, 241-242, 244-245 regionalismo, 333-335, 336n, 337, 342; ahía de Monterey, 100, 104; concepto e sustentabilidad, 277 kchin, Murray, 330-332
Bush, George, 167, 253, 264-266, 285, 329 calidad de vida, 368, 369 capital asiático, 362-365 capitalismo global, 15-16; capital asiático en, 362-365; crecimiento, 365; cuestiones ecológicas, 322; desarrollo combinado, 225; desarrollo desigual, 224-228; estrategias para el movimiento verde rojo, 353, 354; estructura del trabajo en el, 161-162; funcionamiento político en el, 349; instituciones y estructuras, 285, 353; nuevas formas de reproducción de las condiciones de producción, 206-207; papel de Estados Unidos, 329; patrones de daño ecológico, 236-237, 350; perspectivas para el movimiento verde rojo, 349-353, 354-355; política ecológico-cultural y, 104105; potencial para crisis, 330; regular la primera contradicción, 284-285; relaciones de trabajo en, 68 capitalismo sustentable; condiciones de producción para el, 286-291; consecuencias de la depresión general, 292-294; definición y significado, 276, 277; en el Sur, 294, 295; manejo de crisis de costos para el, 292; obstáculos al, por el lado de la demanda, 282-286; pasos necesarios para el, 279-280, 282; perspectivas para, 280; posibilidades políticas, 295-297; requisitos de crecimiento, 282-284; requisitos globales, 284-286 Checoslovaquia, 48 Chicago, véase Naturr's metropolis: Chicago and the Grand West China, 48, 262, 308 ciencia; ecológica, 86n, 305-306; relaciones
[395]
396 de producción y, 56; visiones críticas, 238-239 ciencia ecológica, 86n; en países ex socialistas, 306, 307 ciencia genética, 250n, 281 City of Quartn como historia ambiental, 145, 146; como historia económica, 144147; contenido teórico, 144, 145; logros de, 145 combustibles fósiles, 152-153, 164; antecedentes de la guerra del Golfo, 257-260; consumo global, 255; desarrollo desigual, 232; historia de la explotación de recursos petroleros, 256-257; primacía de la industria petrolera, 254-257; reservas del mar del Norte, 286; reservas petroleras estimadas, 255n; véase también Shetland, islas Commoner, Barry, 248, 330-333 conciencia; naturaleza y, 20; socialmente mediada, 20, 324325 condiciones de producción; capitalización de las, 289; como fuerzas de producción, 186; como objeto de transformación social, 196, 358; contradicción del capitalismo, 162, 163-164, 196, 209; contradicciones internas del capital, 184; contradicciones internas, 185-186; cuestiones de clase y, 33; definición, 356-357; externas naturales, 178-179; formas marxistas clásicas, 157-158, 175, 193, 194, 287, 356357; generales, 177-178, 189, 190; modelo ecológico marxista, 195, 196; modelo ecológico socialista, 385, 386; necesidades del capital, 182, 183; necesidades teóricas, 180; nuevas formas de las, en el capitalismo global, 206-207; para el capitalismo sustentable, 286-292; pensamiento posmarxista, 29-32; personal, 176; potencial de crisis política en la regulación estatal de las, 183; regulación en el estado capitalista, 180-184, 200-201, 29035 7; relaciones de producción en las, 181; restructurado para mayor productividad, 291-292; sociedad civil como deter-
ÍNDICE ANALÍTICO
minante de, 186-190; teoría de la crisis, 195 conflicto social, 84 conocimiento local, 119 conservacionismo, 156 construcción social de significado, 20, 22, 52, 324 contaminación; como naturaleza no capitalizada, 221; condiciones económicas como determinantes de la, 240n; costos, 162; desarrollo combinado y, 235; desarrollo desigual y, 229-230; desperdicio y, 230; industrias del departamento i, 217; modelado político, 29; periodo industrial inicial, 25-27; por parte de los ex países socialistas, 302, 303, 306-312 conversión en mercancía; de la naturaleza, 134, 175; de la tierra, 42, 83, 114, 175; del trabajo, 42, 83, 114, 175, 176n cooperación; aspectos cuantitativos/cualitativos, 61-62; cambio histórico y, 60, 61; como fuerza de producción/relación de producción, 59, 60, 199n; economía de la naturaleza y, 67; respuesta a crisis del capital, 199-200, 204 corporaciones transnacionales, 247-248 costos, ecológicos, 152n, 162 crecimiento/movimiento de la población, 26-27, 235 crisis de costos; manejo, 291, 292; orígenes de, 286-292 crisis ecológica; base subjetivista de la, 166168; como causa de crisis económica, 218-219; como una crisis de acumulación de capital, 203, 204, 216-218; consecuencia de depresión general, 292-294; dimensiones ideológicas, 168-170; discurso político, 174; división Norte-Sur, 227; global actual, 328, 350; identificar intereses materiales en, 169-172; incertidumbre en la, 172-174; origen económico de, 219; perspectivas para la política verde roja en la, 313; pesquerías mundiales, 171 crisis forestal canadiense, 161, 170 Cronon, William; véase Nature's tnetropolis:
ÍNDICE ANALÍTICO
Chicago and the Great West Cuba, 48, 53, 57, 262 cuenca de Fall Creek, 22-23; dicotomía naturaleza-cultura en la, 124; esfuerzo de restauración, 130, 131; historia económica, 120-124; historia laboral, 124-130; impacto ecológico de la industria, 132, 133; propósito de la narrativa, 120; significación, 121, 133, 134 cultura; capitalización de, en la bahía de Monterey, 112-117; como determinante de la naturaleza, 96, 100-104; como fuerza productiva, 112-113; como producto de la naturaleza, 95-100; historia de Los Ángeles, 145; pensamiento marxista tradicional, 62; trabajo como vínculo con la naturaleza, 112-113; relaciones de trabajo y, 56-58, 62-65, 67-69 Davis, Mike, véase City of quartz departamentos de la reproducción capitalista, 214, 217 depresión, global, 293 desarrollo combinado; agotamiento de recursos y, 236; contaminación y, 235, 236; definición, 225; importancia teórica, 224225; presiones por, 228 desarrollo desigual, 91; agotamiento de recursos y, 230-234; combustibles fósiles, 232; contaminación y, 229-230; definición, 224-225; evolución histórica, 226; formas de, 225; patrón global, 225-228, 230231; significación teórica, 224; tendencia a autonegarse, 228 desforestación, 231-232 desperdicio, 155; contabilidad de ingresos, 283n; contaminación y, 229-230; en países socialistas, 308, 309 determinismo ambiental, 53-54n; historia de la bahía de Monterey concebida como, 98-99 determinismo tecnológico, 60, 63-64 distribución de la riqueza, 143-144, 314, 315, 320 diversidad, 335
397 división Norte-Sur, 24, 25; degradación ecológica, 226, 227; desarrollo desigual, 226, 230-231; foco de movimientos radicales, 301-302, 332n; funcionamiento político, 29; perspectivas para el capitalismo sustentable, 294, 295; perspectivas para un movimiento verde rojo internacional, 351355; significado de la ecología política, 301-302 Douglas, Mary, 166 dualismo mente-cuerpo, 40 ecología; definición y alcance, 43, 44, 317, 322-323 ecología humana, 43-44, 76-77 ecología política, 74n; rasgos comunes y diferencias Norte-Sur, 301-302, 332n ecología profunda, 333-334, 336n, 358; filosofía romántica en la, 40 ecología social, 330, 359 economía de la energía; véase también combustibles fósiles; modelo termodinámico, 152n; motivación del capital para la eficiencia, 216, 217; pensamiento marxista, 152-153; transparencia del estado capitalista, 252 economía de la naturaleza, 66-67, 341n; organización de la, 216 economías capitalistas, 24; véase también segunda contradicción del capitalismo; capitalismo sustentable; asiático, 362-365; autoexpansión, 216; base para política verde roja en, 320, 321; bienes de capital/bienes de consumo, 214-215; como dependiente de las crisis, 199, 200, 218, 287288n; como funciona en la actualidad, 15-16; como restringido por la demanda, 308; como sistema expuesto a las crisis, 197-198, 200-203, 218; como tema político, 104-105; compatibilidad de ambientalistas con, 316; condiciones de producción postindustriales, 29-30; contradicciones en las condiciones de producción, 183-186, 194-197; control de la mano de obra en, 242; conversión de la naturaleza
ÍNDICE ANALÍTICO
398 en mercancía en, 42; daños ambientales en, frente a países socialistas, 305, 306, 310-311; desarrollo de la teoría ecológica, 159, 160; efectos ecológicos en el, 118119, 115-156; evolución estructural, 7273; función de conservación, 369; funcionamiento del estado en, 189-190; historia ambiental, 85-86, 93; historia de la bahía de Monterey, 112-117; historia de Los Ángeles, 144-147; historia económica, 80, 81-82; historia política, 80, 82; historia social y cultural, 80, 82-84; historiografía desarrollista, 72-74, 88, 91-93; individuo en, 40-41; mito del crecimiento moderno, 368, 369; naturaleza en, 17, 27, 85, 175; orígenes de las crisis de costos, 286, 287; primacía de la industria petrolera, 254-258; primera contradicción del, 18, 160-161, 211, 284-285; reglamentación estatal de las condiciones de producción, 181-182, 200-201; tecnología en, 238-242; trabajo abstracto/concreto en el, 380; uso de recursos biológicos, 153-154, 155-156; valor de uso/valor de cambio en, 380; visiones duales de la naturaleza en el, 40, 41 educación, 119 escasez, 193n especies en peligro, 165-166, 168 especificidad del sitio, 30. 32, 33-34, 317-318, 321-322, 345 estados democráticos liberales; modelo de dos estados, 251; movimientos de reforma, 360-361 estancamiento laboral, 365, 366
definición y significado, 55; en los ex países socialistas en oposición a los capitalistas, 304-305 funcionamiento político; actuales movimientos políticos verdes de izquierda, 318, 319; ausencia de cuestiones de clase, 104-105; conflictos en la región de la bahía de Monterey, 107-112; contradicciones dentro de las condiciones de producción, 185, 186; degradación ecológica en el sistema capitalista en oposición a los sistemas socialistas, 303-304; compatibilidad política de los ambientalistas, 316, 317; conceptualización posmarxista, 31-32; demandas individuales y universales, 32; economía de la energía, 152-153; en el capitalismo global, 29, 33, 34, 349; en el estado democrático liberal, 251; en la definición de la crisis ecológica, 167-171, 173-174; en los ex países socialistas, 306, 311; en los orígenes de la guerra del Golfo, 252, 253, 260-266; forma del socialismo ecológico, 325; historia del capitalismo, 80-87; idealismo en el, 54-55; influencia de las industrias petroleras, 254; legitimación del estado y la política, 251; liderazgo, 50-51; localismo, 317-318; metas, 29; modelos de relaciones laborales, 63, M; naturalista en oposición a cultural, 104-105, 107; orientación futura, 118; perspectivas para un capitalismo sustentable, 294-297; regulación estatal de las condiciones de producción, 181-185; retos para los nuevos movimientos sociales, 266-267; tendencias verdes, 278, 279, 351
familia, 182 feminismo ecológico, 333-334, 337, 342-343 fetichismo del capital, 49 feudalismo, 45-46, 66 Fondo Monetario Internacional (m), 16, 157, 285, 330, 353, 354, 361 formación del mercado, 138-139 fuerzas de producción; aspectos culturales, 56-58, 62-65; cooperación como, 59-60;
Gordon, Burton, 44 gorrones, 31-32 Grupo de los Siete (G7), 284-286, 330 guerra del Golfo; antecedentes históricos, 257-261, 262, 263; razones de Irak, 258; teoría económica de la, 252-261; teoría política de la, 252, 253, 261-266 Haití, 52, 53
ÍNDICE ANALÍTICO Hirsch, J., 177, 189-190n historia; antecedentes de la guerra del Golfo, 257-261, 262, 263; daños ecológicos de la época de la guerra fría, 302-312; desarrollo desigual, 91, 226; especialización en la redacción de, 90; evolución del capitalismo, 72, 80-87, 88, 89; explotación de recursos petroleros, 255-259; forma narrativa, 70; proceso acumulativo, 89; visión posmoderna de, 70-71 historia ambiental, 19; ambiente construido en la, 77n; aplicaciones prematuras, 92; ciencia ecológica y, 86n; de la cuenca de Fall Creek, 120; de Los Ángeles, 144-17; desafíos metodológicos, 79-80; en el desarrollo de las historias, 80, 81; en la historiograffa capitalista, 73, 85-86, 93; especificidad del sitio, 79; marxismo y, 75-76; metas, 44, 74-75; naturaleza en, 92n; perspectivas para, 93-94; principales historiadores, 93; significación de, 75-76, 78; tema, 77, 89, 120 historia de los Grandes Hombres, 88n, 9192 historia natural; en la revisión del materialismo histórico, 20-24; historia del trabajo y la, 45, 76; interfaz con la historia humana, 44-45 historia social y cultural; en el pensamiento marxista, 90-91n; evolución del capitalismo, 82-85, 88-89 idealismo, 51-54 Ilustración; sentimiento de la naturaleza en la, 39, 40, 42; visión de la tecnología en la, 238 imágenes, 37 individualismo, 32, 338-339; conceptualizaciones históricas, 40-41 Indonesia, 46 industrialización por sustitución de importaciones (u», 226 industrialización; desarrollo global desigual, 225-228; desarrollo histórico, 25-27; historia económica de Chicago, 140-141; su-
399 bordinación del capital mercantil en, 140-141 infraestructura, 177, 357, 370-371 ingreso/gasto de consumidores, 246-247 innovación tecnológica, 213-214, 215; bienes de consumo, 241-242, 246; cambio social y, 249-250; condiciones de mercado en la, 240; control de la mano de obra en la, 242, 244-245; en la economía capitalista, 240-242; en los países socialistas, 308; legislación ambiental, 244; productos alternativos, 250; productos ambientalmente sanos, 246n; relaciones sociales en el, 243; tendencia autodestructiva, 248; visión de la Ilustración, 238; visiones críticas, 238-329 justicia, 333-334, 335, 392, 393 justicia ambiental, 333-334, 335 Lebowitz, M., 175n lenguaje, 22; ecología del, 58; fuerzas y relaciones productivas, 58; imágenes y, 37-38; realidad y, 70-71; y la cosificación de ideas, 52 localismo, 317-318, 321, 345; enfoque "pensar globalmente/actuar localmente", 350-353 Los Ángeles; véase City of Quartz manejo de información, 306 mano de obra, 207-208; véase también trabajo; condiciones de producción; relaciones de producción; relaciones productivas; abstracta/concreta, 378-379, 380; al resolver la dicotomía naturaleza cultura, 112-117; como mercancía ficticia, 175, 356-357; como práctica cultural, 57, 6769; como tema político, 106; concepción materialista histórica, 44-45; conversión en mercancía de la, 83, 114, 175, 176n; cooperación en la, 59-62; efectos del desarrollo combinado, 235; en la economía global estancada, 365-368; en los países socialistas, 307; en Nature's metrofrolis:
400 Chicago and the Great West de Cronon, 143; evolución capitalista, 42; formas históricas de la, 45-46; historia de la cuenca de Fall Creek, 124-130; historia de la naturaleza y la, 45, 75; interfaz sociedad-naturaleza, 20; lugar en el movimiento ambiental, 318, 319; metas socialistas tradicionales, 314; métodos para el control por el capital de la, 242; modelo de ¡Preservación Primero!, 375; modelo socialista ecológico, 385-387; perspectivas para nuevos movimientos sociales, 33; preservación, 371; reconstrucción de la comunidad, 382; tecnología y, 242, 244-245 marismas, 169 marxismo ecológico; concepto de subproducción de capital, 203; condiciones de producción en el, 29-30, 356-357; condiciones necesarias para, 196-197; críticas del, 18; desarrollo de teorías, 159, 160, 195n; papel del, 23-24; pensamiento posmarxista y, 29-33; perspectivas, 33, 34; racional, 16-17, 23; significación para los nuevos movimientos sociales, 191-192; teoría de la crisis, 33, 34, 194-197, 200203; transición al socialismo, 196-197, 204209 materialismo histórico; avance de la historia en, 53, 54; centralidad del trabajo en el, 45; concepto de cooperación en el, 6061; concepto de liderazgo en el, 50, 51; conceptualizaciones recientes, 46-47, 4950; contexto socioeconómico, 54-55; fuerzas y relaciones productivas en, 56; función de las ideas, 50-53; limitaciones del modelo de Marx, 65, 66, 323-326, 339-340; objeto de estudio, 50; revisión para el pensamiento ecológico, 20-24, 340; teoría de la cultura en, 56-58, 65; teoría de la naturaleza en, 58; versión clásica, 19-22 materialismo pasivo, 53-54n, 325 modelo materialista histórico, 55; condiciones de producción como, 186; natural, 58, 67; relaciones de producción y, 55-56;
ÍNDICE ANALÍTICO
reorganización en la crisis, 199, 200, 204209 Monterey, bahía de; véase también cuenca de Fall Creek; biorregionalismo, 99-100, 104; capitalización de la naturaleza y la cultura, 112-117; cinturón verde, 108, 109; divisiones entre naturaleza y cultura, 106-112; divisiones políticas, 106-112; geografía económica, 98; historia cultural, 97, 100-104; multiculturalismo, 104; obstáculos al cambio político, 118-119; paisaje lisia), 95-96, 98; peligros ambientales, 99; política de clase, 104-105; política de los bajos, 344-348; recursos marinos, 109-112; trabajo que incide en el principio histórico, 112-113; visión naturalista de, 95-100 Moore, T.G., 172 movimientos sociales; activistas por la paz, 266-267, 327n; actuales movimientos políticos verdes de izquierda, 318-319; ambiental, 219; como ejemplo de los principios de ¡Preservación Primero!, 371373; como segunda contradicción del capitalismo, 160-163; compatibilidad política de los ambientalistas, 316; condiciones de producción como objetivo de los, 386; contenido socialista, 377; crisis de costos producida por los, 286-287; economía política como base para los, 356; elecciones estratégicas, 359; en la producción de las condiciones de producción, 186190, 359; en transición al socialismo, 207; marxismo ecológico frente al tradicional, 389; necesidades de organización, 296, 297; para la democratización del estado, 360, 361; perspectivas para el capitalismo sustentable, 295-297; perspectivas para la política verde roja en los, 313, 314; perspectivas para los, 33; poder explicativo de las teorías, 341-342; regulación estatal de las condiciones de producción y, 183; retos para los, 266-267; significación del marxismo ecológico para, 191-192; teoría de la crisis; 194497; teoría de la econo-
ÍNDICE ANALÍTICO
mía política, 358, 359; verdes radicales actuales, 327, 333-334; visión de la ciencia y la tecnología, 238-239, 249-250 ulticulturalismo, 334, 342 acionalización, 304-305, 389-390 aturaleza; ambiente y, 42-43; capitalización de la, 85-86, 112-117, 221, 280, 281; como condición de producción, 356-357; como fuerza productiva, 112-113; como mercancía ficticia, 157-158, 175, 176, 356-357; como producto de la cultura, 96, 100104; conceptualizaciones capitalistas, 4042; conceptualizaciones históricas, 38-41; conceptualizaciones materialistas históricas, 58; conversión en mercancía de la, 134; cultura como producto de la, 95100; efectos de la vida material, 19-20; en la economía capitalista, 17, 27; en la historia ambiental, 75-76, 92n; pensamiento marxista clásico, 16-17, 19-22, 58, 59, 151, 152; relaciones de trabajo y, 58, 65-67, 68, 69; restauración de Fall Creek, 130, 131; retratos de la, 37-38; separación humana de la, 40-41, 41-42; trabajo como vínculo con la cultura, 112, 113 ature's metropolis: Chicago and the Great West, 93; bases teóricas, 135, 136; contenido ambiental, 136, 137; crítica de, 135; cuestiones de transporte en, 137; desarrollo regional en, 136; formación del mercado en, 138-139; objetivos de, 136-138; pensamiento marxista y, 136, 138, 143; política de clases en, 141-142; subordinación del capital mercantil por el capital industrial, 140-141 ecesidades, 379 ueva izquierda, acerca de las relaciones de clase, 63 nuevo orden mundial, 252, 253, 261 nuevos movimientos sociales, véase movimientos sociales obsolescencia, 247-248
401 Page, B., 138, 139, 141 pensamiento feminista, 333-334, 337, 342343, 358, 371 pensamiento marxista; barreras naturales al capitalismo, 193, 194; conflicto social en el, 83-84; contenido ecológico, 16-18, 151, 155, 156, 158; contexto histórico, 339, 340; dentro de las relaciones de clase, 6263; departamentos de la reproducción capitalista, 214, 215; desarrollo reciente, 48-49; economía de la energía en el, 152; efectos ecológicos del capitalismo, 155; estructura de la sociedad civil, 187; ética conservacionista, 156; formas de condiciones de producción, 157-158, 175-180, 194, 195, 287, 356-357; formulaciones del valor concreto de trabajo y de uso, 383; funciones del estado, 181-182; historia ambiental y, 75-76; idealismo en el, 50-54; importancia actual, 15-16, 47, 328, 329; limitaciones, 65, 192-193, 324, 325, 339-340, 380; naturaleza en el, 16-17, 19-22, 58, 59, 151152; Nature's ~polis: Chicago and the Great West, 135, 136, 138, 140; relaciones de producción en el, 55-58; temas culturales, 62, 90-91n; teoría de la crisis, 192-200, 381; transición al socialismo, 382 pensamiento posmarxista, 29-33 pensamiento posmodernista, 70-71 pesquerías, 171, 187 planeación; base para el socialismo ecológico, 323; ciencia ecológica en los países ex socialistas, 306, 311-312; cuestiones ecológicas globales, 322; inducida por la crisis, 205, 206; localismo, 321; para el capitalismo sustentable, 292; socialista, 305-306 plusvalor; contradicción del capitalismo, 197-198; producción de, 213-214; tecnología y, 241 Polanyi, Karl, 157, 175, 180, 192, 356, 358, 385 política/lucha de clases; ambiente actual, 349; contexto histórico, 54; en la historia de Chicago, 141-142; importancia actual, 15-16; integración de politica ecológica y
402 cultural en la, 105, 116-119; pensamiento posmarxista, 29-30, 32; relaciones dentro de las clases y, 62-63, 64; temas en condiciones de producción, 33 política de identidad, 344-345 política verde, 28, 236; véase también política verde roja política verde roja, 267; actuales ideas/movimientos en Estados Unidos, 327, 330-338; actuales movimientos globales, 318-319, 326, 350; base para alianzas, 315, 327-328, 338-339, 342-343, 344-348; contradicción interna, 316; internacionalización, 350355; obstáculos a la, en Estados Unidos, 338-339, 342-343; perspectivas para, 313, 327; supuestos previos, 327 ¡Preservación Primero!, 362, 368; base revolucionaria, 375; línea directriz, 367-371; metas, 371; modelo de trabajo, 375; movimientos sociales ejemplares, 371-374; terminología, 371 preservacionismo, 114 primera contradicción del capitalismo, 18, 160-161, 211, 284; regulación global, 284285 productividad, 214; acumulación de capital y, 216; alianza verde roja basada en la, 315; metas socialistas tradicionales, 314; restructurar las condiciones de producción para, 291-292 proletarización, 84 pueblos indígenas, 107, 333 racismo, 334, 335, 338 racismo ambiental, 333-334, 335 recursos naturales; como capital, 214; como condiciones de producción, 178; desarrollo combinado, 235; desarrollo desigual, 230-234; distribución y explotación global, 25, 227; en economías restringidas por la demanda, en oposición a las restringidas por los recursos, 308-309, 310311; en la expansión del capital,. 217; en la producción capitalista, 153-155; modelado político, 28; modificación del am-
ÍNDICE ANALÍTICO biente en el uso de, 43; motivación del capital para el uso eficiente de los, 216, 217, 280, 281; tecnologías de extracción, 241; uso en los países ex socialistas, 302, 308, 309, 310-311; vínculos con el comportamiento de los consumidores, 247 reificación, 49, 51-52; de las contradicciones del capitalismo, 194n relaciones de poder, 60 relaciones de producción, 304; aspectos culturales, 56-58, 62-65; como condiciones de producción, 181; como objeto de transformación social, 196; cooperación como, 59, 60; definición y significado, 55; degradación ecológica en los países socialistas, 304; en los ex países socialistas en oposición a los capitalistas, 305; fuerzas productivas y, 56; natural, 58, 65-67 relaciones legales, 304 restauraciones, 130, 131 revolución proletaria, 48-49 Revolución rusa, 48-49 romanticismo, 40, 42 segunda contradicción del capitalismo; condiciones de producción y, 163-164; crisis de costos que surgen en la, 291-292; ejemplos de, 286, 287; objetivos de la teoría, 191-192; oposición social que surge de la, 160-162; primer contradicción del capitalismo y, 209-212; teoría, 160-161, 286 Shetland, islas; ambiente político, 270; control de la industria petrolera, 271-275; economía, 271; paisaje, 268-269; recursos petroleros, 268; relaciones sociales, 269272; significación de las, 268 socialismo; véanse también socialismo ecológico; política verde roja; base para la reconceptualización, 376, 377; crítica del, 376; ecológico frente al marxismo tradicional, 389 socialismo ecológico; véase también marxismo ecológico; bases/objetivos teóricos, 339343, 385-387; definición, 313n; dualismo
403
ÍNDICE ANALÍTICO interno, 314, 332, 333; entorno social para, 302, 313; forma democrática, 326; indicaciones actuales para, 319-324; necesidades de organización par, 296-297; obstáculos históricos, 323, 324; rasgos distintivos, 386-387, 388-391 sociedad capitalista, 49 sociedad civil; determinantes estructurales, 187-188; en el estado democrático liberal, 251; en la determinación de las condiciones de producción, 186-190 sociedad postindustrial, 29 Soper, K., 325 sozoecología, 372 subproducción, 194; teoría de la crisis, 163, 203 tecnología nuclear, 245-246 teoría crítica, 83 teoría de la crisis, 15, 18, 24; véase también crisis ecológica; acumulación de capital en, 164, 221-222; capitalismo global, 330; como subproducción del capital, 163, 203; conceptualización de la crisis, 167; crisis de costos, 286-292; del materialismo histórico, 50; desarrollo económico de Chicago en, 140; económica, 213, 218; manifestaciones actuales, 328-329; marxismo ecológico frente al marxismo tradicional, 388, 389; marxismo ecológico, 195-197, 200-203; marxista clásica, 157, 158, 192200, 381; primera contradicción del capitalismo, 18, 160-161, 211; respuesta de planificación social, 205, 206; significación de, 222, 223; transición al socialismo, 204-209 tierra; conversión en mercancía, 41, 83, 114, 175; pensamiento anarquista, 332-333 Tongass National Forest, Alaska, I83n, 189 trabajo asalariado, 46
trabajo esclavo, 26, 45, 46 trabajo servil, 45-46 transición al socialismo, modelo marxista clásico, 381, 382; modelo marxista ecológico, 204-209; vías diferentes, 207 transporte, 98; distribución e impacto ambiental del, 346; en la historia de Chicago, 137 Tratado de libre Comercio de América del Norte (TLCAN), 16, 353, 355 Unión Soviética, 302-312, 328, 349 urbanización, 226; condiciones de producción en la, 195-196; en el capitalismo industrial inicial, 26-27 URSS, 302-312, 328 utilidad; véase también plusvalor, demanda, 214-215; para la expansión capitalista, 216, 282-284; producida, 214-215; realizada, 214-215 valor de cambio; véase también plusvalor; costos ecológicos en, 152n; de las condiciones naturales, 179; definición, 378; del trabajo, 175, 176; en la economía capitalista, 376, 380; en la naturaleza, 152; en la segunda contradicción del capitalismo, 160-161 valor de uso; crítica del, 379-380; definición, 378; en el socialismo ecológico, 385-387; en la economía capitalista, 161, 377; en la naturaleza, 151-152; necesidades sociales y, 379; segunda contradicción del capitalismo, 160-161, 209, 211; tipos de, 378, 379; trabajo concreto y, 383 visión instrumentalista, 39, 42 Walker, R., 138, 139, 140, 141 White, Hayden, 70 Worster, D., 74n, 75n, 80, 81, 84, 85
ÍNDICE
9
PREFACIO AGRADECIMIENTOS
12
INTRODUCCIÓN
15
PRIMERA PARTE: HISTORIA Y NATURALEZA
35
1. CULTURA, NATURALEZA Y LA CONCEPCIÓN MATERIALISTA DE LA HISTORIA Introducción, 48; Fuerzas productivas, relaciones de producción, 55; Cooperación, 59; Cooperación, cambio histórico y desarrollo, 60; Fuerzas productivas culturales y relaciones de producción, 62; Relaciones naturales de producción y fuerzas productivas, 65; Naturaleza, trabajo social, cultura, 67
48
2. ¿QUÉ ES HISTORIA AMBIENTAL? ¿POR QUÉ HISTORIA AMBIENTAL? Introducción, 70; ¿Qué es historia ambiental?, 74; Una historia de historias, 80; Desarrollo desigual y combinado, 87; Conclusión, 92
70
3. TRES MANERAS DE OBSERVAR LA HISTORIA ECOLÓGICA Y LOS PAISAJES CULTURALES DE LA BAHÍA DE MONTEREY Introducción, 95; ¿La naturaleza hace a la cultura?, 96; ¿La cultura hace a la naturaleza?, 100; El capital y la clase como mediaciones, 104; Anomalías en el pensamiento histórico y político local, 106; La naturaleza y la lógica del capital, 112; Conclusión, 117 4. LA NATURALEZA DE LA CONSTRUCCIÓN Y LA CONSTRUCCIÓN DE LA NATURALEZA EN FALL CREEK, FELTON, CALIFORNIA, 1860 A 1990: UN GUIÓN Introducción, 120; Antecedentes históricos, 120; El acceso a Fall Creek, 124; El proceso de trabajo, 124; La restauración de la cañada, 130; El impacto ecológico de la cal y la madera, 132; Interpretación, 133
95
120
5. LA VENTA DE DOS CIUDADES: CHICAGO Y LOS ÁNGELES Chicago, 135; Los Ángeles, 144
135
SEGUNDA PARTE: CAPITALISMO Y NATURALEZA
149
6. ALGUNAS OBSERVACIONES SOBRE LA "CRISIS ECOLOGICA"
165
7. LAS CONDICIONES DE PRODUCCIÓN Y LA PRODUCCIÓN DE LAS CONDICIONES Introducción, 175; Las condiciones de producción y el estado, 180; Las condiciones de producción y la sociedad civil, 186
175
8. LA SEGUNDA CONTRADICCIÓN DEL CAPITALISMO Introducción, 191; Dos clases de teoría de la crisis, 194; La versión marxista tradicional
19-1
[405]
ÍNDICE del capitalismo como sistema expuesto a la crisis, 197; La visión marxista tradicional del capitalismo como sistema dependiente de la crisis, y la transición al socialismo, 199; Hacia una visión marxista ecológica del capitalismo como sistema expuesto a las crisis, 200; Hacia una visión marxista ecológica del capitalismo como un sistema expuesto a crisis y dependiente de la crisis, y la transición al socialismo, 204; Addenda sobre las dos contradicciones del capitalismo, 209 BRE LA ACUMULACIÓN CAPITALISTA Y LA CRISIS ECONÓMICA Y ECOLÓGICA La acumulación capitalista, 213; La acumulación capitalista y la crisis ecológica, 216; La crisis económica y ecológica, 218; Conclusión, 221
213
DESARROLLO DESIGUAL Y COMBINADO Y LA CRISIS ECOLÓGICA Introducción, 224; Desarrollo desigual y combinado, 224; Desarrollo desigual y contaminación, 228; Desarrollo desigual y agotamiento de recursos, 230; Desarrollo combinado: contaminación y agotamiento de recursos, 234; Conclusión, 236
224
CNOLOGÍA Y ECOLOGÍA
238
ESINATO EN EL ORIENT EXPRESS: ONOMÍA POLÍTICA DE LA GUERRA DEL GOLFO
251
DOMINIO BRITÁNICO EN LAS SHETLAND
268
POSIBLE UN CAPITALISMO SUSTENTABLE? Introducción, 276; La política ambiental y el discurso de la sustentabilidad, 278; La crisis de la demanda: expansión y consumo, 282; La crisis de costos: condiciones de producción, 286; El manejo de las crisis de costos, 291; Consecuencias ecológicas de una depresión económica general, 292; Las condiciones en el Sur, 294; Posibilidades políticas, 295
276
ERA PARTE: SOCIALISMO Y NATURALEZA
299
CIALISMO Y ECOLOGÍA
313
NA POLÍTICA VERDE ROJA EN ESTADOS UNIDOS?
327
LÍTICA DE LOS BAJOS
344
NSAR GLOBALMENTE, ACTUAR LOCALMENTE? UN MOVIMIENTO VERDE ROJO INTERNACIONAL
349
S MOVIMIENTOS ECOLÓGICOS Y EL ESTADO
356
NUEVA ECONOMÍA GLOBAL Y UNA ALTERNATIVA
362
É ES EL SOCIALISMO ECOLÓGICO? Introducción, 376; Valor de uso/trabajo concreto; valor de cambio/trabajo abstracto, 378; Luchas cuantitativas/luchas cualitativas, 381; ¿Qué es el socialismo ecológico?, 385
376
ICES
388
ANALÍTICO
395
reso en publimex, s.a. z. san lorenzo 279-32 . estrella iztapalapa mil ejemplares y sobrantes de marzo de 2001