CARLOS CASTANEDA
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RUEDA DEL TIEMPO
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Los chamanes del Antiguo México y sus pensamientos acerca de la Vida, la Muerte y el Universo
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Cada vez que un hombre se propone apren der tiene que esforzarse como el que más, y los límites de su aprendizaje están determi nados por su propia naturaleza. Por tanto, no tiene sentido hablar del conocimiento. El miedo al conocimiento es natural; todos lo experimentamos, y no podemos hacer nada al respecto. Pero por temible que sea el aprendizaje, es más terrible la idea de un hombre sin conocimiento.
Carlos Castañeda
La rueda del tiempo reúne y sintetiza la esen cia de las lecciones que Carlos Castañeda reci bió del chamán mexicano don Juan Matus, su guía y mentor, e incluye citas de sus obras más representativas: Las enseñanzas de don Juan, Viaje a Ixtlán, Relatos de poder, El segundo anillo del poder, El don del águila, El fuego interno y El conocimiento silencioso. Don Juan inició a Carlos Castañeda en el mundo de los antiguos chamanes de México para, de esa manera, convertirlo en un hombre de conoci miento y perpetuar la ancestral tradición de esa antigua cultura, según la cual el mundo se rige por un sistema cognitivo diferente del que rige nuestra cotidianidad. En efecto, el tiempo es una disposición de la energía que el hom bre, gracias a sus capacidades de concentra ción psíquicas, puede tocar, mover y casi diri gir. Castañeda lo experimentó en carne propia y éstas son sus apasionantes conclusiones. La rueda del tiempo es un libro imprescindible para todos los interesados en las cosas que verdaderamente importan.
El antropólogo Carlos Castañeda dedicó treinta años de su vida al estudio de los cha manes mexicanos. Escribió más de diez libros sobre este tema durante y después de su aprendizaje con Juan Matus, indio yagui y chamán.
«En el núcleo de los libros de Carlos Castañeda se encuentra la premisa de que el mundo, tal y como lo conocemos, es sólo una versión de la realidad, un conjunto de acuerdos y descripcio nes asumidos culturalmente.» Los Angeles Times
«Somos increíblemente afortunados de poder contar con los libros de Carlos Castañeda. En su conjunto conforman una obra que se encuentra entre lo mejor que ha producido la ciencia antropológica.» The New York Times
«Carlos Castañeda es uno de los pensadores más profundos e influyentes del siglo xx. Sus concepciones pavimentan la dirección de la futura evolución de la conciencia humana. Debemos estarle profundamente agradecidos.» Deepak Chopra
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Diseño cubierta: Romi Sanmartí
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E s t e lib r o n a c ió
c o m o u n in te n to d e r e c o p ila r u n a s e rie
d e d e s c rip c io n e s , d ic h o s e id e a s p r o c e d e n te s d e la s a b id u ría d e lo s a n tig u o s c h a m a n e s m e x ic a n o s. P e ro c u a n d o e l t r a b a jo e s ta b a e n m a rc h a se p r o d u jo u n in e s p e r a d o c a m b io d e ru m b o : m e d i c u e n ta d e q u e las c ita s, e n sí m ism as, e s ta b a n im b u id a s d e u n ím p e tu e x tr a o r d in a r io . R e v e la b a n u n a lín e a e n c u b ie r ta d e p e n s a m ie n to y s e ñ a la b a n la d ire c c ió n s e g u id a p o r las e x p lic a c io n e s d e d o n J u a n d u r a n te lo s tr e c e a ñ o s q u e m e g u ió c o m o a p re n d iz . Las c ita s r e v e la b a n u n a in s o s p e c h a d a e in v a r ia b le lín e a d e a c c ió n q u e d o n J u a n h a b ía s e g u id o c o n e l fin d e f o m e n ta r y f a c ilita r m i e n tr a d a e n su m u n d o . Llegué a la c e rte z a , m ás a llá d e to d a e s p e c u la c ió n , d e q u e si é l h a b ía s e g u id o a q u e lla lín e a , é se d e b ía h a b e r sid o ta m b ié n e l m o d o e n q u e su p r o p io m a e s tro le h a b ía im p u lsa d o , a su vez, a e n t r a r e n e l m u n d o d e lo s c h a m a n e s.
ISBN 84-01-01222-8
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01 222-8
CARLOS CASTANEDA
LA RUEDA DEL TIEMPO
P L A Z A & J A N E S E D I T O R E S , S. A.
T ítulo original: The Wheel o fT im e Prim era edición: febrero, 1999 © 1998, Laugan Productions Publicado por acuerdo con el autor, representado por Baror International, Inc., A rm onk, Nueva York © de la traducción: 1998, Gaia Ediciones © 1999, Plaza & Janés Editores, S. A. Travessera de Gracia, 47-49. 08021 Barcelona Q ueda rigurosam ente prohibida, sin la autorización escrita de los ti tulares del «Copyright», bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o proce dim iento, com prendidos la reprografía y el tratam iento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.
Printed in Spain - Im preso en España ISBN: 84-01-01222-8 D epósito legal: B. 6.085 - 1999 Fotocom posición: Zero pre impresión, S. L. Im preso en H urope, S. L. Lima, 3 bis. Barcelona L 012228
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Título original: The Wheel ofTim e Prim era edición: febrero, 1999 © 1998, Laugan Productions Publicado po r acuerdo con el autor, representado po r Baror International, Inc., A rm onk, N ueva Y ork © de la traducción: 1998, Gaia Ediciones © 1999, Plaza & Janés Editores, S. A. Travessera de Gracia, 47-49. 08021 Barcelona Q ueda rigurosam ente prohibida, sin la autorización escrita de los ti tulares del «Copyright», bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o proce dim iento, com prendidos la reprografía y el tratam iento inform ático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstam o públicos.
Printed in Spain - Im preso en España ISBN: 84-01-01222-8 Depósito legal: B. 6.085 - 1999 Fotocom posición: Zero pre im presión, S. L. Im preso en H urope, S. L. Lima, 3 bis. Barcelona L 01 2 2 2 8
N O T A D EL E D IT O R
Las citas incluidas en esta obra fueron seleccio nadas por Carlos Castañeda a partir de sus ocho primeros libros. Sin embargo, la traducción que aquí se aporta es, en la mayoría de los casos, distin ta a la que aparece en las correspondientes edicio nes en lengua castellana. Ello se debe a que Castañeda no recoge textualmente las citas y a que, además, incorpora términos diferentes. Por otra parte, se han incluido uno o varios nú meros entre corchetes al pie de la mayoría de las citas. Estos números indican la página del corres pondiente libro en lengua española en la cual apa rece la cita original. Esta aportación tiene por fina lidad facilitar al lector la tarea de ubicar el contexto de las citas. Los números de página se refieren, respectivamente, a la última edición en lengua española del correspondiente libro en el momento de la publicación de la presente obra, que en el ca so de los cuatro primeros libros es la de Fondo de Cultura Económica, México, y para los cuatro res tantes, la de Gaia Ediciones, Madrid. Quienes
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IN T R O D U C C IÓ N
Esta serie de citas han sido especialmente se leccionadas a partir de los ocho primeros libros que escribí sobre el mundo de los charranes del México antiguo. Las citas proceden directamente de las explicaciones que, como antropólogo, recibí de mi maestro y mentor d o n ju á n Matus, un cha mán indio yaqui de México. D o n ju án pertenecía a un linaje de chamanes cuyos orígenes se remon taban hasta los chamanes que vivieron en México en tiempos antiguos. D o njuán me introdujo a su mundo de la mane ra más eficaz que pudo; un mundo que era, natural mente, el de aquellos chamanes de la antigüedad. D o n ju án estaba, por tanto, en una posición clave. Conocía la existencia de otro ámbito de la reali dad, un ámbito que no era ni ilusorio ni producto de los caprichos de la fantasía. Para donjuán y para el resto de sus compañeros chamanes, que eran quince, el mundo de los chamanes de la antigüedad era tan real y pragmático como cualquier otra cosa. Este libro empezó como un sencillo intento de
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recopilar una serie de descripciones, dichos e ideas procedentes de la safoduría de aquellos charranes, que podrían ser una interesante fuen te para leer y pensar. Pero cuando el trabajo esta ba en marcha se produjo un inesperado cambio de rumbo: me di cuenta de que las citas, en sí mis mas, estaban imbuidas de un ímpetu extraordina rio. Revelaban una línea encubierta de pensamiento que no se me había hecho evidente hasta entonces. A la vez que señalaban la dirección que habían seguido las explicaciones de don Juan durante los trece años en que me guió como aprendiz. Las citas revelaban, mejor de lo que cualquier conceptualización podría hacerlo, una insospe chada e invariable línea de acción que don Juan había seguido con el fin de fomentar y facilitar mi entrada en su mundo. Llegué a la certeza, más allá de toda especulación, de que si donjuán había seguido aquella línea, ése debía haber sido también el modo en que su propio maestro le había impulsa do, a su vez, a entrar en el mundo de los chamanes. La línea de acción de d o n ju á n Matus consis tía en un intento deliberado de empujarme hacia lo que, según decía, era un sistema cognitivo dife rente. Cuando d o n ju án hablaba de sistema, cogni tivo, se refería a la definición usual de cognición, o sea: «los procesos responsables de la conciencia cotidiana, entre los que se cuentan la memoria, la
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experiencia, la percepción y el empleo experto de cualquier sintaxis dada». Lo que don ju án afirma ba era que los chamanes del México antiguo p o seían en verdad un sistema cognitivo diferente al del hombre corriente. 9 * Aplicando toda la lógica y todos los razona mientos a mi alcance como estudiante de ciencias sociales, tuve que rechazar esta afirmación suya. Com enté a don Juan una y otra vez que lo que afirmaba era absurdo. Para mí se trataba, cuando menos, de una aberración intelectual. Tomó trece años de duro trabajo, por su parte y por la mía, para hacer vacilar mi confianza en el sistema normal de cognición que nos hace com prensible el mundo que nos rodea. Esta maniobra me llevó a un estado muy extraño: un estado de cuasi desconfianza en la, de otro modo, implícita aceptación de los procesos cognitivos de nuestro mundo cotidiano. Al cabo de trece años de duro asedio tuve que reconocer, contra mi voluntad, que donjuán Matus procedía en verdad desde otro punto de vista. En consecuencia, era cierto que los chamanes del México antiguo tenían un sistema de cognición diferente. El hecho de reconocerlo hizo arder todo mi ser. Me sentí un traidor. Me parecía que estaba proclam ando la más horrenda de las he rejías.
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Cuando d o n ju á n percibió que había vencido la peor de mis resistencias, me inculcó su perspec tiva tan extensa y profundam ente como pudo, y yo tuve que admitir sin reservas que en el mundo de los chamanes los practicantes de chamanismo juzgaban el mundo desde puntos de vista que son indescriptibles mediante nuestros recursos con ceptuales. Por ejemplo, percibían la energía tal como fluye libremente en el universo, libre de las ataduras de la socialización y de la sintaxis, como pura energía vibratoria. A este acto lo llamaban ver. El objetivo prim ordial de don Juan fue ayu darme a percibir la energía tal como fluye en el universo. En el mundo de los chamanes, percibir la energía de esta manera es un prim er paso imprescindible para adquirir una visión más global y más libre de un sistema cognitivo diferen te. D o n ju á n utilizó otras extrañas unidades cognitivas con la finalidad de que yo, en respuesta, viera. U na de las más importantes era lo que él lla maba recapitulación, que consistía en el escrutinio sistemático de la propia vida, fragmento a frag mento; un examen que no se realiza a la luz de la crítica o de la búsqueda de defectos, sino a la luz de un esfuerzo por comprender la propia vida y de cambiar su rumbo. D on Juan afirmaba que cuan do un practicante ha contemplado su vida con el
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desapego que requiere la recapitulación, ya no hay modo de que regrese a su antigua vida. Ver la energía tal como fluye en el universo significaba, para don Juan, tener la capacidad de percibir al ser humano como un huevo luminoso o como una bola luminosa de energía, y ser capaz de distinguir en esa bola luminosa de energía ciertas características comunes a todos los hombres, tales como un punto brillante que se destaca en la ya de por sí brillante luminosidad de la bola de energía. Según los chamanes, era en ese punto brillante, al que llamaban punto de encaje, donde la percep ción se ensamblaba o encajaba. Siguiendo la lógica de esta idea, podían afirmar que nuestra cognición del mundo se producía en ese punto brillante. Por extraño que parezca, d o n ju án Matus tenía razón, en el sentido de que eso es exactamente lo que sucede. La percepción de los chamanes estaba sujeta, por tanto, a un proceso diferente al de la percep ción del hombre corriente. Los chamanes asegura ban que el hecho de percibir la energía directa mente los conducía a lo que ellos calificaban de hecho energético. Llamaban hecho energético a una visión que era consecuencia de ver directa mente la energía, y que les llevaba a conclusiones definitivas e irreductibles; no era posible desvir tuarlas mediante la especulación o el intento de
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hacer que cupiera dentro de nuestro sistema de interpretación usual. D on Juan decía que, para los chamanes de su linaje, uno de estos hechos energéticos era que definimos el mundo que nos rodea mediante pro cesos cognitivos, y que tales procesos no son inal terables; no vienen dados. Son una cuestión de aprendizaje, resultado de la práctica y el uso. Esta idea se extendía hasta otro hecho energético más: los procesos de la cognición usual son producto de nuestra formación, tan sólo eso. D o n ju á n Matus sabía, sin rastro de duda, que lo que me contaba acerca del sistema cognitivo de los chamanes del México antiguo era una realidad. Entre otras cosas, don Juan era un nagual, lo que implicaba, según los practicantes de chamanismo, que era un líder nato, una persona capaz de perci bir hechos energéticos sin detrimento de su bienes tar personal. Estaba capacitado, por tanto, para guiar con éxito a sus semejantes por avenidas de pensamiento y de percepción imposibles de des cribir. Considerando todo lo que me había enseñado do n ju án acerca de su mundo cognitivo, llegué a la conclusión, que era la conclusión que él mismo compartía, de que la unidad más importante de ese m undo era el concepto de intento. Para los cha manes del México antiguo, el intento era una fuer-
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za que podían visualizar cuando veían la energía tal como fluye en el universo. La consideraban una fuerza omnipresente que intervenía en todos los aspectos del tiempo y del espacio. Era lo que impulsaba todo. Pero lo que resultaba de valor inconcebible para aquellos chamanes era que el intento —una pura abstracción— estaba íntima mente ligado al hombre. El hombre podía siempre manipularlo. Los antiguos chamanes de México se dieron cuenta de que el único modo de afectar esta fuerza era mediante un comportamiento impeca ble. Sólo los practicantes más disciplinados po dían lograr tal proeza. O tra estupenda unidad de aquel extraño siste ma cognitivo residía en la comprensión que tenían los chamanes acerca de los conceptos de tiempo y espacio, y el modo en que los utilizaban. Para ellos, el tiempo y el espacio no eran los mismos fenómenos que forman parte de nuestras vidas en virtud de constituir parte integral de nuestro siste ma cognitivo normal. Para el hombre corriente, la definición clásica de tiempo es «un continuo no espacial en el que los eventos se producen en una sucesión aparentemente irreversible que va desde el pasado hacia el futuro a través del presente». Y el espacio se define como «la extensión infinita del campo tridimensional, dentro del cual existen las estrellas y las galaxias: el universo».
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Para los chamanes del México antiguo, el tiem po era algo así como un pensamiento; un pensa miento pensado por algo de tal magnitud que rebasaba toda comprensión. Su razonamiento lógico era que el hombre, siendo parte de ese pen samiento pensado por fuerzas inconcebibles para su mente, todavía retenía un pequeño porcentaje de dicho pensamiento; un porcentaje que podía ser redimido bajo determinadas circunstancias de extraordinaria disciplina. El espacio era, para aquellos chamanes, un ámbito abstracto de actividad. Lo llamaban el infinito y se referían a él como la suma total de los esfuerzos de todas las criaturas vivas. El espacio era, para ellos, más accesible, algo casi práctico. Era como si tuvieran un m ayor porcentaje en la for mulación abstracta del espacio. Según las versio nes aportadas por don Juan, los chamanes del México antiguo nunca contemplaron el tiempo y el espacio como oscuras abstracciones tal como lo hacemos nosotros. Para ellos, tanto el tiempo como el espacio, si bien incomprensibles en sus formula ciones, formaban parte integral del hombre. Aquellos chamanes poseían otra unidad cogni tiva, llamada la rueda del tiempo. Su manera de explicar la rueda del tiempo era decir que el tiem po era como un túnel de longitud y anchura infi nitas, un túnel con surcos reflectantes. Cada uno
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de los surcos era infinito, y había un número infi nito de ellos. Los seres vivos eran compelidos, por la fuerza de la vida, a fijar sus miradas en uno de los surcos. M irar sólo uno de los surcos implica ba ser atrapados por él, vivir ese surco. La meta final de un guerrero es la de enfocar, mediante un acto de profunda disciplina, su aten ción inquebrantable en la rueda del tiempo con el fin de hacerla girar. Los guerreros que han logra do hacer girar la rueda del tiempo son capaces de mirar en el interior de cualquier otro surco y extraer de él lo que deseen. Al librarse de la fuerza hechizante que nos obliga a contemplar sólo uno de esos surcos, los guerreros pueden m irar en cualquiera de las dos direcciones: al tiempo cómo se acerca o cómo se aleja de ellos. Vista de este modo, la rueda del tiempo cons tituye una irresistible influencia que atraviesa las vidas de los guerreros y llega aún más allá, como sucede con las citas de este libro. Parecen hiladas por un resorte que tiene vida propia. Ese resorte, explicado según la cognición de los chamanes, es la rueda del tiempo. Bajo el impacto de la rueda del tiempo, el fin de este libro se convirtió, pues, en algo que no for maba parte del plan original. Las citas se convir tieron en el factor dominante, por sí mismas y en
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sí mismas, y la pauta que me impusieron fue la de mantenerme todo lo posible al espíritu con el que fueron transmitidas. Fueron transmitidas con un espíritu de frugalidad y de propósito definitivo. O tra cosa que intenté hacer con las citas, sin éxito, fue organizarías en una serie de categorías que facilitasen su lectura. Sin embargo, cualquier categorización resultaba insostenible. N o había manera satisfactoria de establecer arbitrarias cate gorías de significado en algo tan amorfo y tan vasto como es todo un mundo cognitivo. Lo único que podía hacer era supeditarme a las citas y permitir que fueran ellas mismas las que crearan un esbozo del armazón constituido por los pensamientos y los sentimientos que los chama nes del México antiguo tuvieron sobre la vida, la muerte, el universo y la energía. Las citas no sólo reflejan el modo en que aquellos chamanes conce bían el universo, sino también los procesos de vivir y de coexistir en nuestro mundo. Y lo que es más im portante todavía: señalan la posibilidad de manejar simultáneamente dos sistemas de cogni ción sin detrimento de uno mismo.
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