Prólogo "e dudado muc#o tiempo antes de comen$ar la redacci%n de este libro. &ras la aparici%n, #ace varios a'os, de estidos de *u$+ pensaba ue #abía completado mi aportaci%n personal en la diusi%n ante el gran pblico de un m/todo dierente de apro0imaci%n a la enermedad 1 a su tratamiento. *a lectura del aura constituía la base del mismo. Evidentemente, las cosas #an evolucionado enormemente enormemente desde entonces. 2e #an llevado a cabo numerosas investigaciones 1 muc#as puertas se #an abierto, tanto a nivel colectivo como individual. En este amplio movimiento de rele0i%n 1 de e0perimentaci%n, 1o mismo #e sido llevado a investigar muc#o ms en proundidad el mbito de la estructura energ/tica del cuerpo #umano. A lo largo de los a'os, mis percepciones se #an agudi$ado, las inormaciones #an luido 1 me #e encontrado con un con3unto de conocimientos nuevos ue #an venido a nutrir sin cesar otro acercamiento a ese euilibrio ue llamamos salud. 2in embargo, consideraba ue debía limitar la diusi%n a un peue'o nmero de personas cercanas, 1a ue mi investigaci%n se eectu% en el seno de un gran movimiento de inter/s por las llamadas terapias alternativas, 4un inter/s tan grande ue pronto #ubo ms terapeutas ue enermos5 &odos &odos los entusiasmos tienen su e0ceso... 1 no deseaba alimentar lo ue se estaba convirtiendo en una moda. 2i #o1 mi posici%n #a cambiado es porue me parece ue, aortunadamente, #emos pasado a otra etapa. *a de selecci%n, una digesti%n de la inormaci%n 1, 1, en consecuencia, consecuencia, una maduraci%n. Así, verdaderos terapeutas se #an separado de la corriente, capaces de acompa'ar al ser #umano en las proundidades de de su salud global. global. Cuando digo verdaderos terapeutas+, terapeutas+, pienso en auellos ue e3ercen o ue ense'an -a menudo ambas cosas a la ve$- ms all de toda relaci%n de poder, poder, de todo integrismo, pero con eicacia, #onestidad, pasi%n 1 compasi%n. Para ellos me #e decidido inalmente a redactar estas pginas. Para ellos 1 para todos auellos a los ue llamo sinceros aprendices de la vida+, es decir, auellos ue, sin considerarse terapeutas, terapeutas, aspiran a conocerse un poco ms a si mismos, buscando modestamente #acer el ma1or bien posible en su entorno. Evidentemente, estos ltimos son los ms numerosos, lo ue e0plica por u/ retomo ciertas nociones bsicas. El libro ue os presento auí es desde luego un libro de traba3o, de m/todo, pero ante todo es un libro de actitud del cora$%n 1 del alma. En ese sentido, puede dirigirse a todo ser #umano ue desee sencillamente crecer apro0imndose apro0imndose algo ms al asombroso matrimonio entre lo sutil 1 lo denso. 6De d%nde proceden mis inormaciones7 De la misma uente ue #a generado mis obras precedentes. De mi capacidad natural para ranuear ranuear las ronteras entre los los mundos. 8na capacidad ue no #a #ec#o ms ue incrementar con la integraci%n de una constataci%n principal9 somos ante todo seres vibratorios.... *o ue signiica, en deinitiva, ue nuestra e0istencia es real en varios niveles simultneos ue interieren constantemente unos sobre otros. *o ue signiica tambi/n ue lo sutil pree0iste a lo denso 1 ue la línea lín ea ue los separa se muestra de una e0traordinaria porosidad. Centrarse en la salud total del ser 1 esor$arse en mantenerla en euilibrio presupone, en
consecuencia, consecuencia, tener presente de orma permanente en sentido de su unidad a trav/s de la percepci%n de su multidimensionalidad. En esta direcci%n es en la ue se propone ir Así curaban Ellos+. 2e reconocer ue desarrollar seme3ante visi%n e integrarla en una prctica terapeuta representa el traba3o de toda una vida. Por tanto, este libro no pretende ser otra cosa ue una etapa suplementaria en una tentativa de compresi%n global del uncionamiento de nuestro cuerpo. 2u originalidad, 1 es por ello por lo ue inalmente #e uerido redactarlo, reside sin duda en el #ec#o de ue restitu1e lo ms ielmente posible ciertas prcticas ue ueron de uso #abitual #ace varios miles de a'os en los mrgenes de la cuenca mediterrnea. "ago alusi%n especialmente a la civili$aci%n egipcia de la /poca Amarniense Amarniense -ba3o el ara%n A;#enat%n- así como a la tradici%n terap/utica esenia ue ue su #eredera directa.
Primera Parte I Una mirada sagrada
1)En otro tiempo...
A lo largo de mis numerosas investigaciones en lo ue #o1 se #a dado en llamar la biblioteca a;s#ica+, #e tenido ocasi%n de entrar en contacto a menudo con Centros de terapias. &anto en el Egipto del ara%n ara%n A;#enat%n A;#enat%n como en la Palestina de las comunidades esenias, siempre me #a sorprendido constatar ue esos Centros estaban le3os de ser simples #ospitales o dispensarios. En esos tiempos ue nos parecen ms remotos de lo ue son en realidad, las nociones de salud 1 de enermedad estaban necesariamente vinculadas vinculadas -deberías decir encadenadasencadenadas- a la dimensi%n sagrada del ser #umano. El cuerpo no era considerado como un mecanismo terrestre pereccionado. 2e le consideraba, esencialmente, la parte tangible de un &odo ue #undía sus raíces en un universo celeste inconmensurable, inconmensurable, el universo de lo Divino. *o ísico -lo palpable- era pues abordado como eslab%n inal de la cadena de la Creaci%n. *a materia densa representa el primer pelda'o de la l a escalera por la ue correspondía al #ombre volver a subir #asta el sutil ?c/ano de las Causas. &odo terapeuta maestro de su arte sabía tambi/n ue tenía ue subir lo ms alto posible a lo largo de esa escalera para identiicar el o los orígenes de una enermedad para poder neutrali$arla. @a ue al ser #umano se le percibían como un rbol con raíces ante todo celestes, no podía permitirse tocar su euilibrio euilibrio en cualuier situaci%n situaci%n o en cualuier cualuier lugar. lugar. Por eso la ma1oría de los Centros de cuidados eran tambi/n templos. &odo se ordenaba entorno a la dimensi%n sagrada del ser. Por otro lado, no era raro ue se les diera el nombre de Casas de ida ida 1 ue estuvieran estrec#amente ligados a lugares de iniciaci%n, es decir, ue ueran lugares de pasa3e, en todos los sentidos del t/rmino. Por tanto, no se podía llegar a ser terapeuta sin previamente ser sacerdote, o, dic#o de otro modo, sin #aber consagrado el tiempo suiciente a una aut/ntica rele0i%n metaísica. Esta ormaci%n desembocaba desembocaba de orma natural en una toma de altura ue #acía ue la muerte no uera percibida como algo opuesto a la vida, no ms ue la enermedad lo estaba a la salud. 2alud, enermedad 1 muerte se percibían como dierentes ases de la metamorosis de una gran Corriente de ida ida en perpetuo movimiento. ases cu1as mltiples maniestaciones no tenían en deinitiva ms ue un gran 1 sublime ob3etivo9 la maduraci%n de la conciencia 1 de su depuraci%n de cara a una elicidad utura. Por tanto, contrariamente a las apariencias, se ense'aba ue nada se oponía a nada. *a muerte no suponía la derrota de la vida 1 la enermedad traducía simplemente una alta de dilogo armonioso entre el alma 1 el cuerpo. Partiendo de estas certe$as, las distintas Escuelas de terapeutas siempre #an procurado operar en un entorno ue tuviera en cuenta el carcter eminentemente sagrado del ?c/ano de ida ida en el ue
estamos inmersos... 1 ue nos atraviesa en cada instante. Mi intenci%n no es desde luego deender auí la restauraci%n de ese sistema en el ue se me$claban sacerdotes, templos 1 terapias. Aunue tuvo su grande$a 1 su belle$a, tambi/n gener% e0cesos 1 aberraciones. 2i lo evoco a#ora es ante todo para llamar la atenci%n sobre la insensibilidad 1 la desacrali$aci%n ue se #a apoderado de nuestros sistemas de curaci%n. 6u/ #ospital o u/ consultorio puede decir #onestamente ue es un lugar sagrado7 6Cuntos m/dicos o proesionales m/dicos tienen la sensaci%n de ir a traba3ar cada ma'ana, con elicidad, a un lugar en el ue se respira la esperan$a de la curaci%n7 2in duda mu1 pocos. 6u/ enermo puede de3arse llevar 1 #ablar de su alma a un t/cnico ue mane3a una muina ue va a seccionar+ su cuerpo en partes7 Por tanto, mi ob3etivo ser simplemente tomar del pasado lo me3or ue este tiene ue ense'arnos9 su visi%n luminosa de *o ue somos 1 su bsueda de un entorno donde la belle$a 1 la dul$ura 3ueguen tambi/n su papel sanador. 2)Las condiciones previas.
a) El santuario
2í, atrevmonos con la e0presi%n, creemos un santuario. 8n santuario ue no estar vinculado con ningn dogma, el santuario donde todo sea posible, un espacio de suave lu$ 1 de libertad. @a ue es así como debe ser todo lugar ue pretenda contribuir a la restauraci%n de la armonía entre el cuerpo 1 el alma. Por tanto, nuestra sala de terapia se concebir como un lugar en el ue nos sentiremos proundamente en nuestra casa por supuesto, pero tambi/n suicientemente neutro como para estar en armonía con los matices del cora$%n de todos los ue penetrarn en ella. Conorme a las reglas egipcias 1 esenias, lo ideal es ue impere cierta sobriedad. &odos los ob3etos, tiles o simb%licos ue puedan colocarse sern elegidos ante todo en unci%n de la pure$a de su est/tica. Es importante comprender ue de alguna manera se convertirn en puentes, en puntos de reerencia 1 de uni%n ue el paciente tendr ue volver a encontrar con elicidad en cada una de sus visitas.
caricia para el alma, un eli0ir ue la #ace abrirse dulcemente... b) El ritual de los solsticios
&odas las grandes tradiciones estn de acuerdo en un punto9 no #a1 un santuario real sin consagraci%n del mismo. 6Pero u/ es e0actamente una consagraci%n7 En primer lugar, es un gesto natural. El de una orenda. ?renda a *o ue nos sobrepasa, a *o ue nos atraviesa 1 nos empu3a a amar. Es una dedicatoria absoluta a la ida. En este sentido, no es necesario remitirse a una ninguna e en particular para consagrar un lugar 1 tra$ar así el contorno sagrado de su espacio. El cora$%n #umano es un lugar perecto de uni%n entre lo ue se #a dado en llamar lo Alto de lo =a3oF basta ue el cora$%n del terapeuta sea puro, ue ame... 1 ue sea alegre para ue la consagraci%n sea eectiva. El ara%n A;#enat%n consideraba ue el verdadero estado de sacerdocio era de #ec#o un estado de maestría. Maestría en alineamiento de nuestros dierentes mundos interiores, maestría a la ue todo ser #umano puede aspirar, incluso uera de un conte0to religioso, 1 ue puede e0perimentar de orma espontnea durante instantes privilegiados. Es desde este espíritu, abierto 1 no dogmtico, en el ue os comunico el breve ritual ue sigue. 2e trata de un sencillo ritual ue comen$% a estar vigente al inal del reinado de A;#enat%n 1 ue ue retomado posteriormente, especialmente para la consagraci%n de los bet#saids esenios. Para el terapeuta era la ocasi%n de renovar su pacto de amor, su alian$a con la Divinidad, asegurando la puriicaci%n de su lugar de traba3o. "e auí c%mo proceder9 –*a víspera del solsticio depositad una pi$ca de sal de mar en los ngulos de vuestra sala de
cuidados. Esta sal tendr por eecto la aspiraci%n, la absorci%n 1 la disoluci%n de eventuales energías residuales de la dimensi%n residuales de la dimensi%n et/rica de vuestra sala. –El mismo día, con a1uda de un buen incienso (por e3emplo, el incienso terap/utico de la tradici%n
tibetana) o de un peue'o pauete de salvia desecada, dad la vuelta a la sala tres veces, respetando el sentido de las agu3as del relo3. –epetid despu/s estas tres vueltas con una pluma en la mano. Con la a1uda de esta pluma ir/is
tra$ando signos. *os egipcios, e igualmente los esenios, utili$aban el signo de la cru$ ansada, #o1 llamada cru$ de la vida egipcia, símbolo de ecundidad 1 de euilibrio. 2in embargo, pod/is #acer el signo de la cru$ cristica si lo preerís, o cualuier otro alto símbolo ue sea ms cercano a vuestra sensibilidad personal. El principio consiste en #acer descender una #uella energ/tica en la contraparte et/rica de vuestra sala de traba3o. Por su constituci%n, la pluma #a sido siempre considerada como un potente captador de energía sutil. Por ello, lo ideal es ue utilic/is una ue sea de un buen tama'o. (8na pluma de oca puede servir perectamente) –*a ase siguiente de vuestra consagraci%n consiste en encender una llama en el centro de la
#abitaci%n. En otro tiempo, se encendía la de una lmpara de aceite o de alcanor, aunue #o1 se preerir la de una vela, ms sencilla de mane3ar. –2entaros delante de la llama. &ras un instante de recentra3e personal, pasar/is rpidamente vuestras
dos manos abiertas por encima, 1 con el mismo movimiento, ro$ar/is la parte superior de vuestra cabe$a con ambas palmas. 2e trata de un movimiento de delante #acia atrs ue debe repetirse tres veces. 2u unci%n es la de puriicar la naturale$a et/rica de vuestra propia aura por una puesta en resonancia vibratoria con la contraparte sutil del elemento uego.
vuestro cora$%n 1 por vuestra propia sensibilidad. ?s aconse3o vivamente el #imno ue sigue, 1a ue reviste un carcter universal. Este #imno ue creado por el colegio de terapeutas ue traba3aba en el entorno inmediato de A;#enat%n. “Oh Tú, Sol de lo Increado, Bendice y consagra este lugar No como un lugar de poder, Sino como un punto de equilibrio, e reparaci!n, de consolaci!n y de "usticia# Oh Tú, Sol de lo Increado, $abita este cuerpo y este cora%!n, Estas manos y esta boca No como tus meros ser&idores Sino como tu templo per'ecto(
–2e concluir la consagraci%n con un tiempo de meditaci%n. Aunue, evidentemente, todas las ases
de este peue'o ritual deben reali$arse en plena conciencia, es decir, en una atm%sera meditativa. Es intil precisar ue esta prctica no tiene nada ue ver con una labor mecnica ue #ubiera ue cumplir solo por #acerlo bien+... *a conciencia del ue consagra su santuario tiene por misi%n conectarse a la uente divina con el in de traba3ar en simbiosis con el lugar 1 lo ue representa. c)La ropa del terapeuta
Entre los antiguos los ue nos reerimos auí, la indumentaria tenía una importancia esencial. Esta debía rele3ar la imagen de la pure$a con la ue uerían traba3ar. Creaban esta imagen tanto para su propia persona como para auellos a los ue sanaban. &al como la decoraci%n de su santuario de terapias, consideraban su vestimenta como un punto de reerencia. Punto de reerencia mental 1 aectivo ue podían necesitar sus enermos a lo largo de su evoluci%n #acia la curaci%n esperada. 2in duda, no se trata #o1 día de adoptar una postura tan sistemtica en lo ue concierne a la indumentaria, 1a ue los tiempos son dierentes. &odos sabemos ue el #bito no #ace al mon3e 1 ue 1a #a pasado la /poca en la ue #abía ue llevar un vestido de un color determinado para ser creíble. 2in embargo, si trato este tema, es porue me parece menos secundario 1 con ma1or importancia de lo ue parece. Es el concepto de punto de re'erencia el que considero importante# *a ma1or parte de la gente ue
realmente est enerma vive en una especie de dispersi%n, se a nivel de sus uer$as vitales, sea a
nivel de su ser interior, sea en ambos planos a la ve$. Por tanto, el #ec#o de ue pueden conservar una imagen estable 1 uniicada de su terapeuta puede constituir una a1uda suplementaria para la concentraci%n 1 el recentra3e ue normalmente necesitan. Es evidente ue la calidad de una terapia no est sistemticamente condicionada por las consideraciones de orden visual de las ue #ablamos auí. 2in embargo, el modo en ue un cuidado es acogido 1 las condiciones de su recepci%n, constitu1en actores ue sin duda no #a1 ue descuidar. *a imagen ue da de sí mismo un terapeuta a veces puede inluenciar, inconscientemente, en la amplitud de la apertura de puertas por la ue su terapia va a ser recibida. uando la armon*a se con&ierte en un signo de concentraci!n, termina por aumentar el impacto de una t+cnica#
Para concluir con lo ue se acaba de decir, me parece importante a'adir ue no se trata de montar todo el nmero+, como se suele decir, entorno a algunas nociones de orden ritual 1 est/tico. *o ideal, en mi opini%n, sería poder seguir los conse3os enumerados, vivir el aspecto sagrado, permaneciendo en la sobriedad, la sencille$ 1 la discreci%n. Estas tres cualidades evitan la e0cesiva seriedad, el petriicarse en ciertos esuemas, 1 son inalmente indisociables de un verdadero traba3o en amor+. El alineamiento del terapeuta 1)Sanar, un estado de espíritu
Aunue este libro se presenta como m/todo de traba3o, 1 aunue rene cierto nmero de prcticas terapeutas, no pretende en ningn caso ser una t/cnica en el sentido as/ptico del t/rmino. *os e3ercicios ue encontrar/is descriptos auí sern de poca eicacia si son entendidos 1 aplicados como simples recetas. En realidad, solo representan la parte aparente o emergente de *o ue va a a1udar al otro. uiero decir ue la tecnicidad solo ser la ltima rueda del ve#ículo con el ue vamos a movernos. En eecto, no basta con poder colgar un diploma ni con acumular cierto nmero de conocimientos mentales 1 mecnicos para convertirse sbitamente en terapeuta. Este caliicativo #abla necesariamente de una calidad del ser 1 de una dimensi%n del cora$%n ue no tienen nada ue ver con nada opcional... *os estudiantes terapeutas de Egipto 1 de la raternidad esenia no se reclutaban en primer lugar entre los ue se mostraban capaces de absorber pura 1 simplemente un conocimiento. Eran observados durante largos meses, a veces durante a'os, con el in de comprobar su #umanidad prounda 1 su resplandor. *a acultad de escuc#a 1 el carisma eran las primeras cualidades buscadas por los instructores ue tenían por misi%n escogerles 1 ormarles. *a cualidad de terapeuta es el resultado ante todo de un estado de espíritu. Al escribir estas palabras, so1 consciente de ue tal airmaci%n puede parecer evidente, pero por e0periencia so1 igualmente
consciente de ue algunas evidencias son tan banali$adas ue es necesario recordarlas. Cuando #ablamos de estado de espíritu, nos situamos, por deinici%n, ms all de estado del alma, es decir, ms all de las posibles 1 luctuaciones de nuestros #umores, de nuestras emociones, 1 por tanto de los a$ares de nuestra vida personal. Desde esta perspectiva, el espíritu al ue nos reerimos constantemente corresponde a lo ue los orientales, llaman Atman, el diamante absoluto de nuestra Conciencia. 2e trata de la Esencia de nuestro ser, de *o ue en nosotros no puede ser ensuciado, no puede ser #erido. "ablamos de la parte ms virginal 1 ms potente de nosotros mismos, de *a parte ue est, por naturale$a, en contacto estrec#o 1 permanente con la ealidad divina. Con este espacio abierto en el Jninito es con el ue nuestro santuario de terapias tender a ponernos en resonancia. Desde esta orientaci%n interior, las terapias nunca son una reali$aci%n desde el ego del terapeuta. Este se convierte solo en el intermediario entre las dimensiones de lo 2util 1 nuestro plan de e0istencias terrestre. Esto signiica ue la curaci%n propiamente no le pertenece.
En este estado de espíritu, la idea de tener ue probar algo no debería ni siuiera ocurrírsele al terapeuta. Personalmente, recuerdo una an/cdota en relaci%n con la personalidad del Maestro Kess. Este provenía directamente de la comunidad esenia de Palestina. *e llamaron para ue uera al lec#o de una mu3er ue suría desde #acía días uertes dolores abdominales. Cuando le rogaron ue interviniera, sencillamente pos% las manos sobre el vientre de la enerma 1 despu/s se marc#%. Esa noc#e, pregunt% por el estado de la mu3er ue #abía curado.
–uelve a estar bien, todo dolor #a desaparecido- le respondieron -, pero algunos dicen ue ue la
decocci%n de plantas ue bebi% un poco antes de tu llegada la ue la #a curado...
–6@ bien7 -volvi% a decir de nuevo con un tono ms bien divertido- 6
curada7 Eso me basta.
Esta an/cdota ilustra mu1 bien por sí misma un nivel de conciencia ue merece rele0i%n. "o1 día vivimos en una sociedad en la ue cada uno es educado con el rele3o de tener ue probar constantemente su propio valor, su propio /0ito. *a noci%n de resultado est igualmente omnipresente, convirti/ndose poco a poco en un veneno para el alma 1 para el cuerpo. Evidentemente, es legítimo ue un terapeuta traba3e con la esperan$a de un /0ito, 1 tampoco sería co#erente ue se desentienda de todo mostrando un peril demasiado ba3o. *a alsa #umanidad es un deecto comparable al de la pretensi%n. Pero lo ue nos ense'a la an/cdota ue acabo de relatar es la vanidad de una reivindicaci%n.
*a red de nadis del cuerpo #umano es comparable, en su globalidad, a una red sanuínea o nerviosa. A trav/s de ella, la uer$a vital ue llamamos prana irriga el organismo et/rico. Algunos nadis son comparables a ríos principales, otros a aluentes, 1 otros a arro1os. 8n cuerpo se estructura a partir de su mapa, o de su trama, con3ugada con la de los c#a;ras. Por tanto, su e0istencia es anterior a la del cuerpo. Por ello es esencial para un terapeuta mantener en buen estado su propia red de nadis. *a correa de transmisi%n ue esta representa durante una terapia e0ige ue la mantengamos en buen estado de orma regular. El e3ercicio siguiente ser anlogo a un dragado de los aluviones en una vía luvial+. &iene el eecto de una limpie$a, es incluso de un desincrustado. A lo largo de sus mltiples actividades nuestro cuerpo produce residuos, algunos de los cuales se instalan precisamente a lo largo de los nadis, tal como las grasas se depositan de orma progresiva 1 en e0ceso en la pared de nuestras arterias si tenemos un mal #bito alimentario. *os residuos ue aectan a nuestra red de nadis son esencialmente de orden psíuico 1 respiratorio. En otras palabras, es la naturale$a de nuestros pensamientos 1 la orma en ue respiramos las ue los generan. E0presado de otra orma, es la calidad 1 la cantidad del prana ue invitamos a circular por nuestros nadis lo ue #ace ue estos est/n bien irrigados o, al contrario, ue se atasuen 1 se estanuen. En resumen, la dilataci%n de nuestro sistema de circulaci%n energ/tica es capital si ueremos ue el prana 3uegue su papel reparador, construtor 1 transmisor. "e auí c%mo proceder una ve$ ue os #a1is otorgado el tiempo necesario para tomar conciencia de vuestro cuerpo como un rbol cu1as raíces se #undieran proundamente en el suelo. (ecomendaci%n indispensable para todos los
e3ercicios ue siguen) E#ercicio 1
–Jnvitad a una Presencia de *u$ a ue acaricie vuestro c#a;ra coronal. –"aced una inspiraci%n corta, invitando interiormente a un punto luminoso a descender desde la
parte superior de vuestro crneo #asta el punto medio ue #a1 entre los o3os, a nivel de vuestro se0to c#a;ra. Despu/s espirad dulcemente 1 #aced subir el punto luminoso a la parte superior de vuestro crneo. –Jniciad una segunda inspiraci%n, id/ntica a la primera pero de3ando descender el punto luminoso
#asta vuestro uinto c#a;ra, en la regi%n de vuestra garganta. Espirad...
–Continuad de este modo con otras cuatro inspiraciones 1 espiraciones, de modo ue vuestro punto
luminoso alcance todos vuestros c#a;ras, #asta el primero.
–Posad vuestras manos sobre vuestras rodillas, con las palmas #acia arriba, 1 situad vuestra
conciencia durante algunos instantes en el centro de vuestro pec#o.
–Jntentad percibir el sol de vuestro c#a;ra cardiaco. Podr/is sentir su presencia como un rescor
primaveral...
–Desde el centro de eso sol, de3ad ue gire desplegndose una espiral luminosa ue irradiar sobre
todo vuestro pec#o. Esta espiral ser aplanada 1 girar en vertical 1 en sentido de las agu3as del relo3 desde la ca3a torica. –Jnspirando, invitad a esta espiral a girar lentamente en el sentido de las agu3as del relo3.
–Cuando vuestros pulmones est/n llenos, espirad dulcemente, percibiendo c%mo la espiral gira en el
sentido inverso de las agu3as del relo3.
epetid este ciclo idealmente ocho &eces seguidas#
Como el anterior, este e3ercicio no debe practicarse en su totalidad ms de una ve$ al día, bien como complemento del primero, o bien alternndolo con el mismo, segn el bienestar interior ue sintis. Este bienestar interior es un bar%metro ue tendr/is ue consultar constantemente. Solo podemos instalarnos en una pr-ctica si nos acoplamos de 'orma armoniosa con la misma#
2i se maniestaran ciertas molestias al principio -por e3emplo mareos o dolores de cabe$a- no #a1 ue inuietarse. Generalmente son debidas al desbloueo+ de puertas energ/ticas creadas por un aporte in#abitual de prana en el organismo. Deberían desaparecer por sí mismas perseverando un poco 1 dosiicando la recuencia de los e3ercicios. E#ercicio "
El .+todo del .aestro
Por ltimo, #e auí una prctica completa, ba3o la orma de una serie de e3ercicios. Esta ue ense'ada por el Cristo a un círculo de discípulos. 2in duda e la primera ve$ ue, desde #ace dos mil a'os, es diundida a un pblico amplio. 2e dirige no solamente a los estudiantes de terapias energ/ticas sino tambi/n a todas las personas ue desean emprender una limpie$a en proundidad de su red de nadis, desarrollando de orma armoniosa el con3unto de sus c#a;ras. 2in embargo, su aspecto comple3o 1 su potencia me #acen recomendarlo en un principio a los ue 1a est/n amiliari$ados con t/cnicas de respiraci%n 1 de visuali$aci%n. Esta prctica se compone de oc#o ases principales. Aconse3o vivamente de3a una ase 1 pasar a la siguiente solo cuando esta #a1a sido bien asimilada, es decir, cuando sepamos vivirla con luide$ 1 sin molestia alguna. El Cristo #acía practicar cada e3ercicio durante siete días consecutivos. *a totalidad de la serie de e3ercicios ocupaba por tanto oc#o semanas. Al inal de estas oc#o semanas, #acía ue sus discípulos reali$aran la serie completa a lo largo de oc#o días ( el primer e3ercicio el primer día, 1 así sucesivamente...) 2i alguno de sus discípulos sentía alguna diicultad en la puesta en prctica de alguna de las oc#o ases (incomodidad, malestar, etc...) le indicaba ue se saltara de orma momentnea para no or$ar nada en /l 1 le aconse3aba pasar al e3ercicio siguiente, como si no pasara nada, sobre todo no #aciendo ue su diicultad se convirtiera en un problema.
En cambi%, aconse3aba comen$ar una rele0i%n sobre la $ona ue #abía provocado la incomodidad, la reacci%n emocional o el malestar. &al rele0i%n se orientaba sobre el carcter simb%lico de la $ona en cuesti%n. En ningn caso debía ser de naturale$a pol/mica o dualista, sino mostrarse ms bien meditativa. De manera general, la noci%n de resultado era absolutamente e0cluida de toda prctica.
Del mismo modo, todos los maestros de meditaci%n saben ue los e3ercicios ue ense'an son solo instrumentos temporales.
–Colocad ambas manos sobre las rodillas, con las palmas #acia aba3o. –2ituad vuestra atenci%n en la base de vuestro cuerpo 1 tratad de percibir en ella raíces ue se
#unden en el suelo, como si ueseis un rbol. Mantened esta actitud interior #asta ue percibis una especia de pesade$, acompa'ada de la sensaci%n de #undiros en el suelo o, al menos, uniros a /l. –*levad a#ora vuestra atenci%n por encima de vuestro crneo, 1 sentid a#í la presencia de una bella
bola de lu$ blanca. Jnvitadla a descender lentamente en vosotros #asta inundar vuestro c#a;ra base9 –Jnspirad tranuilamente por la nari$ visuali$ando una serpentina luminosa enroscada en la base de
vuestro cuerpo. "aced ue gire mientras espiris (observad ue la lec#a indica el sentido de este giro).
Practicad siete inspiraciones 1 sendas espiraciones de este tipo respirando libremente entre cada una de ellas. ) Puri%icación del segundo c&a'ra.
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Colocad vuestra mano i$uierda sobre vuestra rodilla i$uierda, con la palma #acia aba3o, 1 situad la mano derec#a sobre vuestro segundo c#a;ra. De3ad ue vuestra conciencia descienda por la espalda #asta la base de vuestro cuerpo, percibid a#í un sol blanco 1 #acedlo subir #asta vuestro segundo c#a;ra en una corta inspiraci%n. "aced descender a continuaci%n este sol #asta el c#a;ra base en una corta espiraci%n. epetid preeriblemente cuatro series de siete inspiraciones 1 espiraciones. Entre cada una de ellas, procurad respetar un silencio proundo 1 centrad bien vuestra atenci%n en vuestro segundo c#a;ra.
Obser&ad que en cada inspiraci!n y espiraci!n el aire debe ro%ar sua&emente la parte de atr-s de nuestra ca&idad nasal, lo que pro&ocar- un ligero ruido#
c) Puri%icación del tercer c&a'ra
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Colocad la mano i$uierda, con la palma #acia aba3o, sobre la rodilla i$uierda, 1 la mano derec#a sobre el tercer c#a;ra. Con una inspiraci%n, buscad el mismo sol blanco ue en el e3ercicio anterior en la base de vuestro cuerpo, 1 #acedlo subir interiormente #asta vuestro tercer ple0o, donde lo de3ar/is irradiar varios segundos.
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Espirad a continuaci%n en/rgicamente por la nari$, de un golpe seco e intentando percibir al mismo tiempo una e0pansi%n total de vuestra aura.
*o ideal ser repetir treinta veces seguidas estas inspiraciones-espiraciones. 2eremos especialmente prudentes en esta prctica. 2i se comprende bien, debe ser reali$ada de orma apacible 1 con atenci%n, 1 en ningn caso debe llevarnos a una #iperventilaci%n. &erminar/is este e3ercicio respetando un largo silencio interior.
d) Puri%icación del cuarto c&a'ra
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Cru$ar los bra$os sobre vuestro pec#o, con el derec#o por encima del i$uierdo. Jnstalaros en una respiraci%n regular 1 tratad de percibir sin pro1ectara delante, una espiral plana de lu$ rosa girando armoniosamente en la cavidad de vuestro pec#o. 2u sentido de roraci%n ser el de las agu3as de un relo3. *o ideal ser percibir diecinueve movimientos completos de rotaci%n, mientras de3is vuestra respiraci%n a su ritmo natural.
A continuaci%n, #aced ue suba una columna de lu$ blanca a partir de vuestro c#a;ra cardiaco #asta la parte superior de vuestra cabe$a, durante una inspiraci%n lenta. Cuando acab/is vuestra inspiraci%n, una ve$ ue la columna #a1a llegado a la parte superior de vuestra cabe$a, la columna de lu$ se enrollar sobre sí misma ormando de este modo una espirall ue gira en el sentido de las agu3as del relo3. Percibidla en una corta apnea.
Idealmente este e"ercicio deber- reali%arse cuatro &eces seguidas#
e) Puri%icación del (uinto c&a'ra
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Colocad vuestra mano i$uierda sobre vuestra rodilla i$uierda, con la palma #acia arriba, 1 vuestra mano derec#a sobre vuestro c#a;ra de la garganta.
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Jnspirad lentamente 1 en conciencia una red de aire de color a$ul claro, #aciendo rasgar con la misma la parte trasera de vuestra cavidad nasal.
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Espirad del mismo modo la red de aire, pero visuali$ando esta de color a$ul oscuro (en eecto, estar cargada de residuos et/ricos).
1racticad siete &eces seguidas este mo&imiento respiratorio para completar la 'ase de “limpie%a( del e"ercicio, y comen%ar la 'ase de “toni'icaci!n(#
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Emitid un $umbido en la parte de atrs de vuestra garganta. Cuando os aceru/is al inal de vuestro soplo, terminad de e0pulsar al aire por la nari$, con uer$a 1 de una sola ve$.
epetid esta 'ase cinco &eces seguidas y permaneced en un pro'undo silencio#
%) Puri%icación del seto c&a'ra
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&ras #aber unido vuestras dos manos durante unos instantes, acercad vuestra mano derec#a a la raí$ de vuestra nari$, entre ambas ce3as. Con la a1uda de movimientos rpidos de vuestro dedo indice, dad una decena de peue'os golpes secos con la u'a sobre vuestro c#a;ra rontal. Esto crear una sensaci%n de presi%n sobre esta $ona. Jniciad una inspiraci%n lenta, procurando sentir ue esta inspiraci%n se reali$a por el c#a;ras rontal, como si uerais a rellenar una bolsa de aire detrs del mismo. epetid esta inspiraci%n una decena de veces. =i$uead interiormente, sin or$ar, pero de orma suiciente para crear una sensaci%n entre vuestros dos o3os. Durante ese tiempo, repetid en vo$ alta la silaba &A, &A, &A, etc... #asta ue llegu/is al límite de cada uno, sin llegar a superar el minuto.
g) Puri%icación del s*ptimo c&a'ra
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Posad vuestras manos sobre vuestras rodillas, con las palmas giradas #acia arriba. Jntentad percibir la presencia de un sol blanco por encima de vuestra cabe$a. Este va a de3ar caer, una tras otra, siete gotitas de oro sobre vuestro s/ptimo c#a;ra. 2entid estas siete gotitas 1 su contacto con la cima de vuestra cabe$a.
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"aced varias largas inspiraciones 1 espiraciones, a vuestro ritmo.
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enovad la percepci%n de la caída 1 del contacto de las siete gotitas de oro.
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"aced de nuevo varias largas inspiraciones 1 espiraciones.
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olved a sentir una ltima ve$ las gotitas.
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espetad un tiempo de silencio interior, emitid despu/s un largo 1 grave $umbido en la parte de atrs de vuestra garganta (o si lo preerís, el sonido A8M tradicional).
&) Puri%icación del octavo c&a'ra
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Con las manos posadas sobre las rodillas, con las palmas #acía arriba, mantened un largo silencio. En lo ms proundo del mismo, percibid el sonido del prana en vosotros (una especie de silbido en el centro de vuestro crneo) Jntentad a#ora percibiros a vosotros mismos como si estuvierais en el aire+, a un metro apro0imadamente por encima de vuestro s/ptimo c#a;ra... casi como si uerais el e0tremo de una duc#a imaginaria. Cuando esta imagen mental se cree en vuestro espacio interior 1 #a1is llegado a observaros desde arriba+,, de3ad caer desde el centro de vuestra conciencia gotitas de oro sobre la cima de vuestra cabe$a ue est ba3o vosotros (ue por supuesto es la vuestra). Poco importa el nmero de estas gotitas. 2in embargo, es importante no prolongar ms all de dos o tres minutos este estado de e0teriori$aci%n de la conciencia. &erminad este e3ercicio con un largo silencio, situado ambos bra$os cru$ados sobre el pec#o, con el derec#o sobre el i$uierdo.
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+aciendo la autopsia a la guerra$
8na de las primeras preguntas ue los sacerdotes del Egipto de A;#enat%n #acían a sus enermos era esta pregunta9 N6Contra ui/n o contra u/ ests en guerra7N Del mismo modo, el Cristo preguntaba recuentemente a los ue buscaban la curaci%n a su lado NDime, 6ui/n es tu enemigoN. Estas preguntas, ue pueden sorprendernos #o1 día nos dan sin embargo una idea de la mirada ue se posaba en auellos tiempos sobre la noci%n de enermedad. Es evidente ue cuando un ser enermo es recibido de ese modo, se ve en seguida llevado a la raí$ de sí mismo 1 a #ablar de las Nverdaderas cosasN de su vida.
Ncon lupaN un síntoma. 2e buscaba en primer lugar centrarse en el mundo, recuentemente mudo, de las Causas. Es cil comprender ue la desarmonía ue se adue'a de un cuerpo es la resultante de la guerra interior ue un ser lleva, a menudo a sus espaldas, contra una circunstancia, contra una persona 1, sobre todo, contra sí mismo. 6Por u/ sobre todo7 En mi opini%n, ue el Maestro Kesus en persona uien e0pres% me3or la ra$%n, durante una conversaci%n privada con algunos de sus discípulos... NCon recuencia os escuc#o acusar al otro, o a las circunstancias de vuestra vida, cuando la enermedad toma posesi%n de vosotros. Clamis contra la incomprensi%n, contra la in3usticia, e incluso a veces la tomis con vuestro Padre Celeste... 4ue ceguera, amigos míos5 4@ u/ alta de escuc#a a todo con lo ue os cru$is en vuestro camino5 6
De este modo nos abricamos nuestros euilibrios 1 nuestros deseuelibrios.
La de la dualidad la separación.
Por tanto, el estado de ruptura 1 de desarmonia ue resultaba era visto como el creador de cierto nmero de cortes en la conciencia, ue se prolongaban de orma totalmente natural #asta los cuerpos ms densos. En otros t/rminos, se concebía ue el arraigo de un estado de conlicto en el ser se convertía casi necesariamente en el germen de un uturo trastorno de salud. A ese nivel, esto coincide de orma evidente con la noci%n moderna de Nenermedad psicosomticaN. 2in embargo, la comprensi%n tradicional de la enermedad no se detenía a#í. Admitía 1 e0ploraba una dimensi%n del pensamiento #umano 1 de la reserva de energía ue este constitu1e.
Este sistema de reerencias tenía tambi/n en cuenta otra cosa. *os terapeutas partían del principio de ue el campo energ/tico del aura #umana -1a ue es de ella de la ue se trata- acta constantemente en interaci%n con nuestro unierso. De #ec#o, tenían conciencia de la e0istencia de una inmensa aura planetaria sobre la ue intereria la suma de auras, 1 por tanto de la actividad psíuica, de cada uno de sus #abitantes.
Desde esta perspectiva, para ellos e0istia,, Npor encimaN de nuestro mundo invisible, un universo, entre otros, comparable a un inmenso granero de pensamientos. Esta reserva colosal estaba compuesta de un gran nmero de comportamientos. En cada uno de ellos iban a alo3arse todas las semillas de la misma variedad. Por tanto, siguiendo este concepto, e0iste la masa energ/tica de todos nuestros pensamientos de c%lera reunida en un plano vibratorio especíico, en otro, la de todos nuestros pensamientos de amor, en otro, la de todos nuestros pensamientos de odio, 1 así sucesivamente, #asta el agotamiento de la variedad de lo ue el ser #umano es capa$ de emitir, lo bello 1 lo menos bello. Cada uno de los comportamientos corresponde a lo ue tradicionalmente llamamos un egregor o, de orma ms moderna, un campo morogen/nico. Es un receptor 1 al mismo tiempo un emisor, el emisor con el ue el ue el ser #umano se pone resonancia cuando mantiene en sí un determinado estado de pensamiento 1 de cali$aci%n de la conciencia. En t/rminos ms simples, los antiguos nos decían9 NCultiva la c%lera 1 sers colmado de c%lera, genera amor 1 sers nutrido de amor. Así, si alimentas el conllicto, el conlicto se alo3ar en ti, pero si siembras la dul$ura, tu camino terminar por cubrirse de unidadN Una %uer-a llamada co&erencia
"o1 día decirse ue esta visi%n de las cosas era simplista, 1a ue todos conocemos a nuestro alrededor e3emplos de personas buenas 1 sanas en sus comportamientos 1 a los ue, sin embargo, la enermedad no perdona.
Evidentemente, tal realidad tampoco escapaba a los terapeutas de otro tiempo. 2u comprensi%n del problema se apo1aba en e principio de co#erencia. En eecto, estimaban ue, sea cual sea el nivel de conciencia,, 1 por tanto el comportamiento de una persona, el modo en el ue esta se siente íntimamente inatacable, segura de sí misma 1 l%gica en sus convicciones, constitu1e una especie de cora$a ms a menos s%llida 1 resistente ue impide la creaci%n de rupturas vibratorias. 2egn esta concepci%n, basta ue un #ombre se perciba co#erente e inuebrantable en el seno mismo de sus maniestaciones agresivas para ue la enermedad no le alcance. De orma esuemtica, podríamos decir ue los egipcios 1 los esenios concebían ue ciertas personas eran capaces de segregar ellas mismas su propio veneno 1 simultneamente su propio antídoto. De este modo, cuando traba3aban a un enermo preguntndole por si guerra interior+, los terapeutas no pronunciaban una rase ritual dirigida simplemente a interpelar al ue se encontraba delante de ellos. 2u calidad de escuc#a debía ir en el sentido de locali$ar el nivel de co#erencia en las respuestas del enermo. @ en eecto, #a1 ue reconocer ue muc#os de entre de nosotros viven con un desa3uste en relaci%n a si mismos. Por un lado, est la manera en la ue se ven, en la ue se imaginan, la ue uieren ser, 1 por otro lado, la manera ue son capaces de encanar, es decir, la realidad ue viven cotidianamente. El grado de co#erencia 1 de co#esi%n se mide por tanto en la relaci%n ue e0iste entre el mundo interior de un ser con su mundo e0terior. *o ue #a1 ue comprender bien es ue el grado de co#erencia o de inco#erencia es, ms a menudo de lo ue creemos, responsabilidad de la propia persona. 2in duda no podemos generali$ar, 1a ue la #istoria de cada uno de nosotros es absolutamente nica, pero como mínimo el tipo de mirada ue ponemos sobre nuestro posicionamiento en la vida permite entrar demasiado cilmente en el seno de esa gran enermedad ue intenta legitimar todas las dems... La entidaden%ermedad
olvamos a#ora a la noci%n de egregor, o de granero de pensamientos, algunos de cu1os comportamientos se llenan de semillas envenenadas. *a raternidad esenia #abía desarrollado en relaci%n con ellas un enoue mu1 particular. "a1 ue precisar ue tal enoue no provenía de elaboraciones imaginarias con el ob3etivo de elaborar un sistema de reerencias. &oco constituía un con3unto de #ip%tesis ormuladas por sacerdotes supersticiosos. Era el resultado de la e0periencia directa de grandes místicos, capaces de pro1ectar su conciencia muc#o ms all de nuestro mundo visible. Estos alcan$aban a percibir de orma detallada los componentes del universo et/rico 1 de los egregores ue la especie #umana mantiene en este. El estudio reiterado de estos egregores 1 de sus estratos+ o compartimentos, les #abía #ec#o comprender ue la masa de energía generada por una multitud de pensamientos del mismo tipo termina recuentemente por estar #abitada 1 controlada por ormas de vida embrionarias generalmente provenientes de las capas ms ba3as del mundo astral, o incluso del propio mundo et/rico. Desde esta percepci%n, e0plicaban el origen de los
microorganismos a los ue se da el nombre general de microbios, o de los virus.
En una persona correctamente desarrollada, podemos enumerar siete niveles de realidad o de conciencia. Cada uno corresponde a un c#a;ra 1 a su universo respectivo. En el Maestro Kess investido por el Cristo, doce niveles de conciencia o de reali$aci%n se maniestaban de orma permanente, doce niveles ue estaban en total comunicaci%n unos con otros. *os cinco niveles de conciencia ue nos distinguen de El son los todavía nos separan de la
Presencia revelada o despertada, de nuestra naturale$a divina. Cuando iniciamos un camino de lorecimiento, tal como el ue se sugiere, por e3emplo, en la prctica de las terapias, deberíamos esor$arnos en comprender ue los cinco grados de reali$aci%n en cuesti%n no son estados a aduirir. Estn 1a presentes en estado latente en cada uno de nosotros, esperando ser estimulados 1 desplegados uno tras otro a lo largo de las vidas de los &iempos. Cuando una rama de oruídea comien$a a lorecer, son las 1emas ms pr%0imas del tallo las ue se abren. ?curre igual con las centrales energ/ticas ue son nuestros c#a;ras. Desde nuestra naturale$a animal reptiliana #asta nuestra e0pansi%n divina, pasamos de orma ineludible por todos los grados de maduraci%n. Así, nuestra escalera se compone de doce pelda'os... *a principal aportaci%n del ara%n A;#enat%n, 1 despu/s, incluso ms resplandeciente, de Cristo Kess, ue sin duda revelar a ?ccidente la posibilidad de acceder al octavo nivel de la escalera del ser. De orma ms sencilla, aunue en t/rminos dierentes, nos #ablaron de un octavo c#a;ra del 2ol del Espíritu 2anto, el del 2upramental+. Es en esta direcci%n en la ue avan$amos 3untos. *o veamos como una paloma, una lengua de uego, una cobra protectora, como una corona o un diamante, importa poco, 1a ue es 2u Esencia en nosotros a la ue nos abrimos cada ve$ ue posamos la mano sobre un ser enermo. El %actor necesidad
"asta el momento #emos #ablado de la enermedad tal como era abordada por los Antiguos así como del principio de co#erencia, ue le abre ms o menos la puerta del organismo #umano. 2in embargo, e0iste otro actor ue interviene en el mbito de la salud. Podríamos llamarlo actor necesidad. En eecto, por encima de todo lo ue #emos evocado, los terapeutas egipcios 1 esenios estimaban ue ciertas enermedades se encuentran a veces necesariamente sobre nuestro camino, independientemente de nuestra actitud rente a la vida, debido a su carcter educador. 8tili$o auí el ad3etivo educador en su sentido global. "ablo por tanto de despertar, de depuraci%n, de re-iniciali$aci%n, de estimulaci%n, de iniciaci%n 1 necesariamente... de cita ;rmica. 2í, en este estado de espíritu, la noci%n de cita es esencial. Cita pasa3era o cita ue lleva a la destrucci%n del cuerpo ísico, pero cita ineludible ue invita al ser a modiicar su mirada sobre sí mismo 1 sobre la vida. Cita de la ue aceptamos la ense'an$a o contra la ue nos enrentamos con todas nuestras uer$as, pero al in 1 al cabo, cita, contra la ue no podemos #acer nada 1a ue #a sido decidida en los orígenes de los pelda'os superiores de nuestra escalera... es decir, por una 2abiduría ue nos sobrepasa. *a comprensi%n 1 la aceptaci%n de lo ue representa la le1 del ;arma constitu1en la llave todo esto. ?bservad ue sito auí la comprensi%n antes ue la aceptaci%n 1a ue, mu1 a menudo, no es ms cil comprender los engrana3es 1 los poru/s de una mecnica o de un principio ue aceptarlos cuando sus eectos se presentan en nosotros. En eecto, la integraci%n en la carne de la necesidad 1 de la 3usticia de una prueba, reuiere una sabiduría ue solo lo vivido permite descubrir
progresivamente. "a1 ue saber admitir ue cierto nmero de nuestros problemas de salud, por otro lado a menudo los ms importantes, no tienen otra unci%n ue la de incitarnos a reaccionar+ . 2in embargo, 6reaccionamos7 "e a#í el problema... Por muc#o ue una puerta est/ entreabierta, si algo en nosotros rec#a$a empu3arla para atravesarla, permaneceremos allí donde estamos. *a Divinidad, ue nos propone ocasiones de metamorosis, no nos obliga a visitarlas. Así, muc#as enermedades son, desgraciadamente,, suridas en lugar de ser percibidas como oportunidades de rele0i%n. *os egipcios admitían el #ec#o de ue #a1 enermedades ue deben ser vividas #asta el inal 1 ue sea cual sea el terapeuta ue est/ rente a ellas, la Jnteligencia de la ida acta de tal modo ue estas 3uegan su papel depurador en su totalidad, incluso si debe producirse la muerte ísica. Para ellos, la ma1or parte de los principales problemas se salud tenían el valor de una cita Ormica. "abía ue admitir entonces ue tenían una unci%n 1 #abía ue respetarla... sin ue por otro lado #ubiera ue abandonarse ante el surimiento. Es importante comprender bien ue esta actitud no revelaba atalismo. En eecto, los cuidados nunca eran interrumpidos, al contrario, eran mantenidos por una presencia moral aumentada 1 por numerosas conversaciones de alma a alma con el enermo. Para ilustrar este conocimiento 1 este respeto por las le1es ue gobiernan el euilibrio de un organismo, citar/ de nuevo el e3emplo del Maestro Kess. Como se sabe, se *e llamaba constantemente a la cabecera de los enermos 1 de los moribundos. A#ora bien, a veces sucedía ue no iba a los lugares donde *e rogaban ue interviniera. espondía simplemente ue no era el momento 1 ue 2u Padre se encargaría l-mismo de orecer al enermo e0actamente auello ue este necesitaba. 2u conocimiento espontneo de los Oarmas individuales le permitía tal actitud. Es evidente ue si nosotros no podemos pretender tener tal penetraci%n instantnea de las causas 1 de las necesidades, sin embargo debemos desarrollarnos ms all de la constancia de nuestros esuer$os, nuestra #umildad 1 nuestra sabiduría, ante el destino de cada uno. Destino es una palabra ue nos sugiere un itinerario a recorrer. Jntentemos no olvidarlo...
La inteligencia celular
Generalmente, es siempre la dimensi%n de compasi%n de un terapeuta la ue le permite penetrar en el sentido de una enermedad 1 su alcance real. A partir de a#í, solo su arte, siempre le0ible, es capa$ de entrar en 3uego para encontrar las vías ue llevan a la curaci%n. 2in duda, esto puede parecer absurdo #o1, pero, en t/rminos de su /poca, egipcios 1 esenios airmaban ue la ms íntima parte de un %rgano, de una c/lula, necesitaba ue se le #ablara con amor, es decir, ue se la reconociera como a una entidad de pleno derec#o, inteligente, permeable al amor 1 a la agresi%n, tanto en el sentido de la unidad como en el de la divisi%n. eían tambi/n en toda c/lula el punto de encuentro, a veces #erido 1 en desarmonia, de cinco corrientes de uer$a. Dos de naturale$a #ori$ontal, asociadas a los polos positivo 1 negativo del
mundo de la materia, 1 tres de naturale$a vertical, generados por la triple Esencia divina. Jmpregnados de esta noci%n, los sacerdotes-terapeutas se esor$aban en ser reparadores, consoladores 1 simpliicadores. “2a que una en'ermedad 3dec*an3 es ante todo el resultado de un con'licto, nacido de la comple"idad de la relaci!n con lo 4i&o en uno mismo#(
La magia de los aceites 1) El %araón los aceites
De3adme a#ora #ablaros de los beneicios de cierto matrimonio... un matrimonio cu1a importancia es ignorada o desatendida con demasiada recuencia. El del 2ol 1 de la &ierra. Es de esta uni%n de la ue surge en eecto el gran principio del aceite. 6Por u/ #ablaros de /l7 Porue es precisamente el punto de encuentro ideal entre lo sutil 1 lo denso, 1 traduce ambos con la misma luide$. 2í, conoce sus lenguas respectivas con igual precisi%n. A la ve$ vertical 1 #ori$ontal, es la cobra ue se desli$a por todas partes.4Eleva al mismo tiempo ue se eleva5 Por eso os pido ver a#í uno de los receptculos privilegiados de lo 2agrado+. Estas palabras ueron pronunciadas por el ara%n A;#enat%n #ace alrededor de tres mil uinientos a'os. 2i #o1 las reprodu$co es porue se inscriben sin duda en el redescubrimiento de algunas verdades undamentales. Aunue A;#enat%n no ue un terapeuta en el sentido original del t/rmino, alimentaba una visi%n del orden universal tan unitaria+ ue se #abía vuelto un reerente para todos los sacerdotes-m/dicos de su /poca. Aplicada a los aceites, es indudable ue su concepci%n de lo sagrado tuvo una gran inluencia en las prcticas terap/uticas de ese momento. En su ruptura con el decadente clero de Am%n, el ara%n rompía de ese modo con una cultura ue #abía desacrali$ado progresivamente el mane3o de ciertas substancias como los aceites o las resinas olorosas. 2i los sacerdotes de Am%n continuaban utili$ando aceites durante sus rituales relligiosos, desde luego #abían permitido todo el sentido de los mismos. Podríamos decir #o1 ue aplicaban aceite a las estatuas de las divinidades pero ue sus gestos no eran absoluto unciones. eproducían una mecnica vacía de signiicado. El nico 1 verdadero inter/s ue se tenía entorno a la utili$aci%n de los aceites giraba en torno a la prctica de masa3es 1 de un disrute e0clusivamente ísico. En realidad, la compresi%n de A;#enat%n era la de un místico ue e0perimentaba constantemente estados superiores de consciencia.
ampliicar el descenso del Principio divino solar #asta el seno de la materia. Airmaba ue era adems el motivo principal por el ue los Antiguos ungían aceite las representaciones divinas. Con este gesto, tenían conciencia de invitar a los Principios invisibles a #abitar progresivamente las estatuas, modiicando así su tasa vibratoria, transormndola en pilares energ/tios+ a lo largo de los siglos. En este sentido, el sacerdote, igual ue el terapeuta al nivel de lo ue su papel le demandaba ve#icular, se convertía en un pontiice en el sentido original del t/rmino, es decir, en un constructor de puentes. Es evidente ue un aceite solo es un til de traba3o 1 no se trata de otorgarle una uer$a ue no es la su1a. 2iempre ser una onda de curaci%n la ue pase por el cora$%n 1 las manos de un terapeuta. 2in embargo, si nos parece importante evocar auí el lugar ue en otros tiempos le otorgaban a ese matrimonio entre lo sutil 1 lo denso, es porue su a1uda puede resultar preciosa. En eecto, el aceite es una a1uda con la ue es til 1 a menudo agradable poder contar.
2 ) El traa#o viratorio del aceite
Mi intenci%n en este libro no es e0tenderme sobre el tema, 1a ue e0isten numerosos manuales especiali$ados consagrados a las propiedades de los aceites, así como a la unci%n curativa de sus perumes. 2i trato este tema es solo para aportaros mi propio testimonio sobre el modo en ue percibo la acci%n del aceite a nivel de los cuerpos sutiles. Me baso en mi percepci%n de las auras #umanas. En eecto, #e observado ue cada ve$ ue un aceite terap/utico se aplica sobre una parte del cuerpo, provoca de orma inmediata sobre el mismo una especie de #inc#a$%n puntual de su et/rico. E0actamente como si el aceite atra3era #acia así, por una especie de en%meno de imantaci%n, un aumento de energía vital. *a #inc#a$%n en cuesti%n no dura ms de dos o tres segundos. *a materia+ et/rica se redistribu1e en seguida, de orma paralela a la piel.
En eecto, una percepci%n aurica+ ms intensa de la parte del cuerpo ue #a recibido la unci%n, de3a ver ue la onda energ/tica del aceite se desli$a en los nadis peri/ricos con una rapide$ a veces e0traordinaria, #asta el punto de iluminarnos de orma asombrosa. *a lu$ ue se dispensa de este modo a la $ona tratada conirma la inormaci%n precisa ue se comunica al prana ue la recibe 1 ue, por repercusi%n, la comunica a la sangre 1 a las c/lulas.
Algunas indicaciones sobre el tema de los aceites consagrados. Evidentemente, no se encuentran en los comercios especiali$ados, sin embargo e0isten 1 algunos terapeutas lo utili$an.
Jnsisto en ue, tras #aber observado su irradiaci%n muc#as veces, no puedo compararlos con el resto. 2u alcance, 1 por lo tanto su acci%n sanadora, estn considerablemente aumentadas. Esto presupone, por supuesto, ue su consagraci%n #a1a sido reali$ada en conciencia por un ser sacerdote en el alma+ , es decir, ue 3uegue el papel de un puente tal como se #a mencionado antes. 8na verdadera consagraci%n no es en ningn caso un gesto relacionado con una superstici%n o con algn tipo de olclore. Constitu1e una llamada a una uer$a superior, una uer$a a la ue se ruega ue descienda. &odos los aceites realmente consagrados ue #e podido observar #asta #o1 de3an escapar por encima de ellos, una ve$ aplicados, una especie de cono luminoso de un blanco intenso, un cono cu1a base euivale a la $ona ue a sido ungida. En ocasiones #e podido percibir este escape luminoso #asta cincuenta o setenta centímetros, lo ue me #a #ec#o pensar, de orma anloga, en un c#a;ra coronal+ adaptado al aceite. *a e0presi%n sin duda es visual, pero permite devolver el aspecto sagrado de lo ue se activa durante la utili$aci%n de esta sustancia. *os cuerpos sutiles de un enermo reaccionan de orma dierente cuando el aceite del ue reciben el masa3e vibratorio #a sido consagrado. Esto se comprueba sobre todo por una dilataci%n importante 1 armoniosa de la red de sus nadis 1 por la persistencia, ms prolongada de la onda luminosa ve#iculada a trav/s de los mismos. *os sacerdotes-terapeutas egipcios 1 esenios no contemplaban la utili$aci%n de aceites no consagrados. Durante algunos de sus rituales de bendici%n imprimían en el aceite la imagen de un aruetipo, aruetipo cu1a visi%n pedían en sue'os o en meditaciones. Podía ocurrir ue consagraran un aceite especialmente para un enermo 1 ue su meditaci%n 1 su llamada a este aruetipo estuvieran entonces directamente centraras sobre su personalidad 1 sus síntomas. &ras cada aruetipo, veían la presencia de una cualidad o de una unci%n divina, susceptibles de compensar el deseuilibrio instalado en la persona enerma. *a ma1or parte de los aruetipos ue de3aban venir a sí eran de orma geom/trica. A trav/s del anlisis de sus propias visiones 1, algunos, de sus prcticas de decorporaci%n, airmaban ue sumergi/ndose en el seno de lo ininitamente sutil de cualuier cuerpo no descubrían otra cosa ue ormas geom/tricas vivas. Ests, decían, se mostraban de orma armoniosa o, al contrario, presentaban signos de anaruía. Consideraban ue el aruetipo llamado a descender en el seno del aceite actuaba como un director de oruesta capa$ de volver a sincroni$ar con todo. &odo esto nos acerca a la concepci%n de Pitgoras ue, como es sabido, #i$o grabar esta inscripci%n en el ront%n de algunos templos9 “ 5ue nadie entre aqu* si no es ge!metra(# En el seno de la comunidad esenia del monte Ormel e0istía una especie de diccionario de aceites. Este compendio, mu1 especiali$ado, no solo catalogaba 1 ense'aba la 3usta abricaci%n de los aceites a partir de las plantas. Jndicaba u/ orma geom/trica aruetípica se asociaba en principio a una u otra amilia de vegetales 1 recomendaba su visuali$aci%n durante el ritual de consagraci%n del aceite. El origen de ese diccionario era egipcio. *os sacerdotes-terapeutas de los ltimos a'os del
reino de A;#enat%n lo #abían elaborado. Por tanto, el ideal egipcio era dinami$ar un aceite 1 su planta de origen mediante una orma geom/trica aruetípica 1, si era necesario, pedir durante una meditaci%n la a1uda del otro aruetipo en relaci%n con el deseuilibrio del enermo. Algunas personas airman #o1 día, sin ra$%n, ue los terapeutas esenios temían los aceites 1 ue no practicaban su unci%n. Esta idea proviene de una advertencia de algunos esenios, especialmente en el umram, en reacci%n contra los ue se llamaba magos del desierto, ue no dudaban en cargar de orma oscura los aceites para satisacer a sus clientes+. 2ea como uere, esta ciencia completa 1 detallada de la asociaci%n egipcia de los aruetipos de las plantas 1 de los aceites no parece accesible #o1 día, aunue buscadores traba3an, generalmente de orma aislada, en su restauraci%n. 2in embargo, el principio de consagraci%n de los aceites est ms a nuestro alcance. 2i #e #ablado ms arriba de la e0istencia de aceites 1a consagrados cu1a cualidad es especial, no signiica ue #a1a ue precipitarse en su bsueda 1 solo utili$ar los mismos. En eecto, por deinici%n, su producci%n 1 su diusi%n no podrn ser nunca sino limitadas. En cambio, segn la concepci%n egipcio-esenia, todo ser #umano cu1o cora$%n sea puro 1 ue se perciba en el alma, sin mentira ni artiicio, como terapeuta, es perectamente capa$ de reali$ar por sí mismo una consagraci%n. A este nivel, cada uno es remitido a su propia sinceridad, a su lucide$ 1 sobre todo a la percepci%n de su voluntad de amar 1 de a1udar. Es la cualidad de puente la ue #ace o no eiciente una consagraci%n. 8n ritual no es en absoluto una receta. Es ante todo el medio por el cual orientamos con precisi%n una onda de amor. /) La consagración de los aceites
Para reali$arla, egipcios 1 esenios tenían costumbre de utili$ar lo ue en sncristo se llama un mudra. *os mudras son posiciones del cuerpo o de ciertas partes del mismo ue llaman 1 concentran energías divinas, psiuicas o simplemente et/ricas. En t/rminos ms actuales 1 de manera esuemtica, los mudras generan circuitos energ/ticos para desarrollar 1 polari$ar uer$as mu1 precisas en dierentes niveles del organismo. Algunos son comple3os 1 se reali$an tras una prctica 1%guica sostenida, mientras ue otros estn al alcance de todos, siempre ue los #agamos con conciencia. El mudra de la consagraci%n, tal como se reali$aba en otro tiempo, es mu1 sencillo. 2e resume en sostener el indice #aciendo levantar su e0tremo con la a1uda del dedo cora$%n, tal como se recoge en el siguiente dibu3o9
Con los dedos en esta posici%n, los sacerdotes de la /poca de A;#enat%n dibu3aban en el aire, en
direcci%n a la materia a consagrar, cruces anseadas (cruces de la vida o cruces ansata). Generalmente tra$aban tres 1 despu/s mantenían el mudra en posici%n i3a #acia lo ue bendecían. Era el momento en el ue, con los o3os cerrados, visuali$aban el aruetipo ue se les #abía revelado antes. Evidentemente, es posible consagrar un aceite en sentido general, es decir, sin dirigirlo a una unci%n curativa precisa o a un enermo en particular. En este caso no se utili$ar la a1uda de un aruetipo, a menos ue alguno se i3e espontneamente tras nuestros prpados cerrados, pero #aremos de ese momento un momento de oraci%n íntima o de vacuidad, segn nuestra disposici%n de cora$%n. uiero subra1ar ue aunue el mudra reuiera una peue'a gimnasia de la punta de los dedos, es esencial aprenderlo a reali$ar sin crispaci%n. Cuanta menos tensi%n de ligamento 1 msculo #a1a, ms luida 1 potente ser la onda de consagraci%n ue se escapar de los dedos índice 1 cora$%n unidos. Algunos podrn adems percibirla ba3o la orma de un ra1o blanco, verde o a$ul. Este ra1o ir a acariciar+ el aceite a unos veinte centímetros por delante, para dinami$arlo 1 sacrali$arlo. 0) La dimensión ol%ativa de los aceites
Esta tampoco era descuidada por los antiguos.
Es evidente ue no todos somos receptivos del mismo modo a los olores 1 ue e0isten alergias a ciertos tipos de perume. *as ra$ones de ello son tan numerosas ue es imposible e0ponerlas auí. De orma general, si tenemos costumbre de utili$ar un incienso particular antes de un tratamiento, es importante 1 respetuoso preguntarle al ue est siendo tratado si est c%modo con lo ue respira. *a misma regla puede aplicarse a los aceites. *os antiguos terapeutas no #ubieran imaginado practicar unciones cu1o olor undamentalmente #ubiera desagradado a sus pacientes. Para ellos, no se trataba nicamente de una cuesti%n de conort olativo+. 2abían ue #abía puertas ue se cerraban en auellos a uienes trataban si lo ue respiraban no era agradable. El c#a;ra ms inluenciado por los olores 1 los perumes es indudablemente el c#a;ra raí$. El olato es el sentido ue puede ser deinido como el ms animal de todos. Por tanto es l%gico ue est/ asociado a nuestro c#a;ra base, el centro sutil ue por naturale$a est vinculado de manera privilegiada al elemento &ierra. *os animales #uelen incluso antes de ver. Perciben de manera mu1 precisa el aura de un ser a trav/s de las emanaciones olorosas del mismo. *a irradiaci%n del c#a;ra raí$ no se visuali$a cilmente debido a su locali$aci%n en la $ona ms íntima del cuerpo #umano. 2in embargo, un aceite terap/utico apropiado, ue el enermo aprecie, contribuir en gran medida a dilatarlo. De esta orma, la cone0i%n a la tierra+ del organismo se ver acilitada, condici%n no despreciable para un retorno a la salud. A priori, se tiene la impresi%n de ue un perume solo aecta a la esera respiratoria de nuestro ser 1 ue lo inluencia #aciendo intervenir el c#a;ra laríngeo. 2in embargo, esto solo representa el aspecto aparente 1 parcial de las cosas. El c#a;ra de la garganta, el uinto, constitu1e mente una puerta. Es la principal vía de trnsito utili$ada por un perume 1 su inormaci%n vibratoria para penetrar rpidamente en un cuerpo, pero en realidad, es el cuerpo entero en sus mltiples estratos, el ue absorbe la inormaci%n olorosa para ve#icularla, en un segundo momento, al c#a;ra de base. Cuando este #a1a absorbido la uintaesencia 1 se #a1a dilatado uni/ndose ms a la tierra, podr distribuir la inormaci%n recibida al con3unto del organismo por los nadis apropiados. &odo ello puede parecer comple3o, pero si nos de3amos impregnar, la l%gica de este uncionamiento se impone progresivamente.
Una terapia con mltiples dimensiones 1) La dimensión %ísica
Dentro de los entornos donde #a1 inter/s por la naturale$a de las cosas ue abordamos en este libro, especialmente por su aspecto sagrada, no es raro constatar ue cierta dualidad est proundamente implantada. uiero #ablar de la amosa 1 alsa oposici%n cuerpo-espíritu. En otras palabras, se est tan persuadido del origen inmaterial de un problema de salud ue apenas se presta atenci%n al cuerpo, solo se le trata supericialmente con la a1uda de una unci%n. Es evidente ue este enoue de la
terapia proporciona a la misma un aspecto totalmente desencarnado. Es una postura ue puede deenderse 1 ue por supuesto puede dar rutos innegables. @o mismo #e sido testigo de ello. 2in embargo, 1a ue nuestra intenci%n es la de abordar auí los principales aspectos del m/todo de traba3o de los egipcios 1 de los esenios, no es en esa direcci%n en la ue avan$aremos. Para los terapeutas de auellos tiempos, el ser #umano solo era mltiple en apariencia.
Por tanto, su visi%n era unitaria. 6!mo pod*an e&itarse o incluso combatirse unos a otros, los di'erentes ni&eles de una misma realidad original7 Este era uno de los primeros temas de rele0i%n propuestos a los estudiantes del
arte de curar. olvamos a la cuesti%n del tacto como ve#ículo posible de una onda de curaci%n. etomando las comprobaciones bsicas de los terapeutas egipcios, #e evocado la necesidad imperiosa ue ciertos enermos tienen de ser tocados. Creo ue la e0presi%n no es demasiado uerte. En eecto, desde siempre 1 en todas las culturas, 1 por ra$ones a veces totalmente opuestas, un gran nmero de personas se sienten progresivamente a3enas a su propio cuerpo. Por ausencia de estimulaci%n e0terior, comien$an a no #abitarlo verdaderamente...
2e consideraba ue una $ona ría en la supericie del cuerpo tenía una alta evidente de aliento vital. 2e e0aminaba entonces el estado de las vísceras ms pr%0imas a dic#a $ona así como el de los nadis principales ue la recorrían. *a e0ploraci%n podía por supuesto llevar a evaluar la actividad del c#a;ra director de la $ona locali$ada. 2e observaba el tipo de río, dierencindolo entre río seco 1 río #medo. Esta distinci%n reuiere
algo de prctica 1 sobre todo una atenci%n real por parte del terapeuta. 8n río seco rele3a generalmente una alta de amor o de aecto otorgado por la conciencia a la $ona en cuesti%n. &ambi/n puede provocarlo un impacto emocional. 8n río #medo evoca una p/rdida de energía de origen mecnico+. Aparece principalmente a consecuencia de golpes, #eridas u operaciones. Es probable entonces ue los nadis se #a1an estropeado o seccionado, ue se #a1an bloueado. &ambi/n se puede detectar un e0ceso de calor en un punto preciso de la piel. En todo caso esa percepci%n indicar un aporte masivo de prana. 2i la $ona no #a sido estimulada ísicamente mediante un e3ercicio muscular, es probable ue, por una ra$%n ue #abr ue determinar, estemos ante una obstrucci%n de un nadi importante. En eecto, ocurre ue en el punto de uni%n de ciertos nadis, una especie de interruptores energ/ticos+ se sitan en posici%n de cierre. *as causas pueden ser mu1 diversas9 la mala asimilaci%n de un alimento, una inecci%n microbiana, o simplemente un impacto emocional, 1a ue cualuier punto del cuerpo puede tener un valor simb%lico o reerirse a una memoria propia de cada individuo. Es una made3a ue #abr ue desenredar 1 ser conveniente apuntar como causas posibles las ms simples antes de adelantarse en la trastienda de la conciencia. ) La calidad de la piel
Es cil comprender ue una piel le0ible 1 suave rele3a ue una $ona del cuerpo, o su totalidad, unciona en general de orma armoniosa o sencillamente de orma co#erente. Es la ra$%n por la cual es interesante locali$ar los eventuales puntos de tensi%n, de rigide$ o de seuedad de la piel. Estos siempre #ablan de una acumulaci%n de escorias et/ricas. Estos residuos segregados por el organismo sutil pueden, en un primer momento, ser eliminados mediante peue'os masa3es circulares lo suiciente vigorosos practicados en el sentido contrario al de las agu3as del relo3.
olviendo a la sencille$ 1 al sentido comn, os contar/ una an/cdota en relaci%n a la vida del gran terapeuta egipcio 2inu/, reputado por reali$ar de manera regular algunos prodigios con la simple
imposici%n de sus manos. Este #abía sido llamado para atender a una de las mu3eres pertenecientes a la aristocracia de la ciudad de A;#etat%n. *a dama se #abía #erido el antebra$o al resbalar desde lo alto de una escalera de piedra. ?rgullosa de su belle$a, estaba aterrori$ada, persuadida de ue si 2inu/ no intervenía utili$ando sus capacidades, de las ue decía eran milagrosas, conservaría para el resto de su vida una desagradable cicatri$. Cuando lleg% a su cabe$era, el terapeuta mir% la #erida unos instantes, despu/s se ausent% 1 volvi% con una especie de cataplasma #ec#a de #ierbas trituradas 1 de lec#e. 2in decir nada, la aplic% sobre la #erida ue inalmente vend%. 6Eso es todo7+ -le pregunt% algo decepcionada la 3oven, cu1o nombre era
0a mayor parte de las dis'unciones del cuerpo son que"as del alma###
Este era el postulado bsico de los antiguos terapeutas, una verdad ue no #acemos sino redescubrir #o1 día. Partiendo de esta toma de conciencia, no se debería concebir abordar una terapia sin una toma de contacto digna de este nombre con el enermo. &oda persona enerma ue penetra en un lugar en el ue espera ante todo ser oída, escuc#ada 1 comprendida. 2egn la concepci%n antigua, debe sentir un aura abrirse ante ella 1 englobarla en su totalidad. Este aura no es simplemente la del santuario tal como #a sido descrito anteriormente, es tambiQn, evidentemente, el aura del terapeuta. Esta no puede crearse solo a trav/s de una placa sobre la puerta. 2e cultiva en el crisol de la compasi%n... una compasi%n ue comien$a por el respeto. &oda persona ue acude a un terapeuta est pidiendo algo, 1 por tanto est en un estado de ragilidad. *os sacerdotes egipcios ense'aban ue nunca #abía ue contradecir a una persona enerma, #abía ue escuc#arla pacientemente, incluso aunue lo ue di3era uera inco#erente o pareciera ruto de su imaginaci%n. Desgraciadamente, #o1 día es demasiado recuente ver a ciertas personas pertenecientes al mbito m/dico burlarse de un paciente o desec#ar sus declaraciones con un simple rev/s de la mano, diciendo Eso no e0iste, es algo psicol%gico+. &al actitud no solo revela desprecio sino ue supone un desconocimiento bsico del ser #umano. 8n problema de orden psicol%gico no es nada+. Puede acarrear surimientos reales ue, aunue no sean cuantiicables, no deben ser menos tenidos en consideraci%n. 8n dolor del alma, aunue sea inundado, basta a veces para deseuilibrar rpidamente un %rgano o todo un sistema.
Pero 6la compasi%n se aprende7 8nas palabras esenias airmaban9 “0a escucha y el compartir del cora%!n son como 'rutos que solo nacen en un -rbol pacientemente podado durante numerosas estaciones y durante muchos a8os# Si &eis las 'lores en prima&era no esper+is necesariamente cosechar los 'rutos maduros en el oto8o siguiente# 9s* ocurre en el alma humana### 0e hacen 'alta muchas &idas para lle&ar plenamente su nombre y o'recerlo al mundo(
Esta verdad, ue se basa en la observaci%n, nos permite sin duda comprender por u/ el arte de las terapias solo se ense'a 1 se aprende #asta cierto punto... a#í donde comien$a el arte de curar. Desde el instante en ue un amor sencillo 1 espontneo #abita al terapeuta 1 este es capa$ de transmitirlo, cesa de combatir una enermedad 1 comien$a a nutrir la salud, 1 por tanto, la vida. ") La dimensión a%ectiva
"agamos lo ue #agamos, esta dimensi%n e0iste desde el momento en ue se establece una relaci%n de conian$a a lo largo de una continuidad de terapias. rente a un verdadero problema de salud, ísico o psicol%gico, egipcios 1 esenios estimaban ue su papel era tomar de la mano al #ombre o la mu3er enermos con el in de llevarlos desde las arenas movedi$as #asta la tierra irma. "aciendo esto, no ignoraban la principal trampa in#erente a su papel de guía. Jndicando una vía de transormaci%n, convirti/ndose en una corriente de metamorosis, 1a #ab'ian comprendido el en%menos de la ue #o1 día llamamos transerencia. "ablaban de un ocali$aci%n a veces e0cesiva de los pensamientos del enermo #acia la personalidad #umana del terapeuta 1 de una posible relaci%n de aecto... especialmente cuando el terapeuta 1 el enermo no son del mismo se0o, esto se comprende cilmente. "ablamos de tiempos antiguos o de los actuales, el ser #umano unciona de orma id/ntica, le #acen reaccionar los mismos mecanismos psicol%gicos 1 aectivos. En el recinto del &emplo de terapias de la ciudad de A;#etat%n, no era raro ue los sacerdotesinstructores sometieran a sus alumnos a pruebas sobre su euilibrio aectivo. Conindoles algunos pacientes, #ombres o mu3eres, 1 observando la evoluci%n de los tratamientos ue aplicaban, ponían en evidencia la creaci%n de en%menos de transerencia. En algunas ocasiones los aprendices-terapeutas caían en la trampa, cuando el vínculo aectivo creado entre un enermo 1 ellos mismos se convertía en un obstculo para el tratamiento. Por dos ra$ones9 por un lado, el terapeuta de3aba de disponer de una distancia suiciente en relaci%n con la persona a la ue reali$aba la terapia, por otro, porue el enermo, de manera ms o menos consciente, comprendía ue el cese de su surimiento signiicaba la p/rdida del vínculo con su terapeuta. "a1 ue comprender ue para algunos enermos e0iste cierta comodidad en el seno de su enermedad. 2u problema de salud se convierte en su universo completo, permanecen en /l 1 así encuentran satisacciones a su medida, aunue solo sea porue alguien se encarga de ellos 1 porue les consuela una presencia aectiva. *os sacerdotes-instructores pensaban ue tal situaci%n no era nunca evitable de manera absoluta 1a ue revelaba undamentos de la naturale$a #umana.
Cuando un enermo es considerado en la globalidad de su realidad, cuerpo, alma 1 espíritu reunidos, con sus interrogantes, sus miedos, sus dudas, sus males ísicos 1 toda su #istoria, nunca ser una enermedad o un síntoma a tratar. Es un #ombre o una mu3er a curar, un ser al ue se toma en consideraci%n 1 al ue se ama por la parte divina ue le #abita. *a ense'an$a ue se daba entonces por los sacerdotes-terapeutas comprendía largas #oras consagradas a e0plicar los obstculos ue podían presentarse tanto a los terapeutas como a sus enermos. Adelantndose a la psicología moderna, los orece una terapia toma de manera casi automtica una dimensi%n paternal en el mundo inconsciente del ue lo recibe. Esta dimensi%n constitu1e al mismo tiempo una uer$a 1 una ragilidad. El do uer$a-ragilidad es indisociable de toda relaci%n #umana en la ue se maniieste la presencia el cora$%n. Cuando comen$amos a entrar en una prounda relaci%n de conian$a en ue empe$amos a amar, en una relaci%n de amor, de ternura o de amistad, bebemos de una uente viviicante... pero al mismo tiempo nos abrimos a cierta vulnerabilidad. *a lectura de los Anales A;#sicos me #a permitido comprender ue #ace dos mil a'os el propio Maestro Kess debi% #acer rente repetidas veces al en%meno de la transerencia. &ras varias curaciones, se vio rente a voluntades de desbordamiento aectivo por parte de algunas mu3eres. Procur% desvincularse mediante palabras 1 sonrisas de serenidad, pero de nada sirvi%. No podemos pedirle al sol que se pare%ca a la luna### Solo hay que estar pre&enidos de lo que es y a&an%ar en la &ida, de nue&o, con la m-:ima sensate%#
olviendo a la dimensi%n paternal del terapeuta, los sacerdotes egipcios airmaban ue terminaba por ser acompa'ada por su dimensi%n paralela, la material, en todos los ue maniestaban una uerte amplitud de compasi%n. *a imagen padre-madre se impone entonces en el enermo 1 en su terapeuta. Da testimonio del #ec#o de ue este entra en un estado en el ue es completo, en un estado de maestría. En esta ase de percepci%n 1 de relaci%n, el en%meno de apego aectivo presenta menos riesgos en el plano de las relaciones #umanas 1a ue, al tomar altura, se separa del aspecto se0ual. Desde entonces, igualmente, en la corriente de curaci%n ue encarna, el terapeuta es percibido por la persona curada cada ve$ ms como un instructor 1 un guía. Por supuesto, la imagen padre-madre captada por el enermo no evoluciona en ese sentido sino ue termina por nacer una necesidad de rec#a$o. Esta reacci%n es l%gica 1 normal. 8n ni'o rec#a$a necesariamente a sus padres cuando cambia de estado pasando a la adolescencia.
sorprendente. Del mismo modo, un terapeuta no tiene ue ir en contra de una posible actitud de rec#a$o o de p/rdida de conian$a por parte de la persona a la ue trata. Esta no es su+ enermo. El terapeuta es un reugio en su vida, tiene por misi%n acompa'arlo #asta cierto punto, tras el cual debe soltarle la mano. De a#í la enorme importancia de tomar la temperatura+ del alma de la persona enerma tras cada tratamiento. *os antiguos terapeutas estimaban ue era esencial resentir de manera regular en u/ ase se encontraba el enermo, ms all del esuema de terapias ue se pensaba reali$ar. Ense'aban a cuestionar constantemente su protocolo ideal en unci%n de las reacciones de la persona a la ue a1udaban, de orma ue esta no se sintiera nunca prisionera de un proceso obligatorio con el ue progresivamente entraría en desarmonía. No hay una &erdadera curaci!n, ni a&ance hacia la liberaci!n, sin una total libertad del alma#
/) La dimensión espiritual
Esta es la prolongaci%n directa, 1 diría ue deseable, indispensable, de todo lo ue acaba de mencionarse. 8na serie de terapias correctamente reali$adas abre necesariamente el alma del enermo a otra percepci%n de ella misma 1 de la vida. En este sentido, ms all del aspecto concreto de sus tratamientos, un terapeuta digno de ese nombre dibu3a nuevas puertas en la conciencia de auellos a los ue recibe, se las se'ala sin obligarles a atravesarlas. Guiar es ir por delante, desbro$ar un camino para aclarar un #ori$onte 1 no para empu3ar delante de uno mismo al otro ba3o el prete0to de ue se sabe d%nde debe ir. Eso no e0clu1e la irme$a, 1a ue la dul$ura sin irme$a se convierte cilmente en debilidad 1 la0ismo. 8n guía tambi/n tiene ue mostrar las trampas. *a denuncia de estas, ue por otro lado no siempre corresponden al enermo, debe ser pronunciada claramente 1 actuali$ada de manera regular. 2i no uera así, terminaría rpidamente en una especie de ronroneo de la conciencia en el seno de una terapia insustancial+ 1 cuadriculada. 8n problema de salud es siempre una oportunidad, una propuesta e0plícita de metamorosis. 2ugiere una muda del alma 1 la puesta al día de su modo de uncionamiento. *a #abilidad del terapeuta ser la de comprender la naturale$a de esta muda 1 acilitarla con la a1uda de su propia radiaci%n 1 por la precisi%n de las palabras ue de3ar venir a sí. En eecto, todo esto se #a convertido en algo comn en los medios del Desarrollo personal, pero si
recuerdo las bases en algunas palabras es ante todo para insistir sobre la responsabilidad del terapeuta en este proceso. Desgraciadamente, la unci%n de terapeuta no va necesariamente acompa'ada de la uía, es decir, despu/s de todo, de matrona de almas+ En el aprendi$a3e de esta unci%n, ue no cesa 3ams, corresponde a cada terapeuta saber reconocer 1 admitir sus propios límites. *legar a reconocer la propia incompetencia o la propia alta de percepci%n o de preparaci%n en un mbito determinado es una grande$a. &al como lo es el saber ceder el relevo eventualmente a otro terapeuta. @ es una peligrosa ba3e$a el pretender tener una maestría ue todavía no se #a conseguido. En relaci%n con esto, los sacerdotes-instructores del antiguo Egipto sometían a sus estudiantes a pruebas... ue podríamos caliicar de poco leales, pero ue tenían el m/rito al menos de desenmascarar el abuso de poder, pues este constitu1e sin duda el calle3%n sin salida en el ue todo terapeuta puede caer cuando llega a cierto grado de su prctica. 8na actitud ue le acec#a a cierto grado de su prctica. 8na actitud ue le acec#a desde ue comien$a a tomarse en serio. 8na actitud ue va a generar en sí mismo, 1 a sus espaldas, una temible enermedad, la de la suiciencia. "e auí una de las trampas tradicionales ue se tendían a veces a los estudiantes egipcios sobre los ue los instructores sospec#aban una tendencia e0cesiva a la toma de poder. 2e contrataban los servicios de un actor, al ue se le pedía ue simulara algunos síntomas concretos. A lo largo de las semanas, se le encargaba observar el comportamiento general del aprendi$terapeuta a lo largo de las terapias. &odo desvío o abuso de poder por su parte era cilmente puesto en evidencia. Así, solo se llegaba a ser sacerdote-terapeuta al cabo de un largo período de estudios 1 de probaciones diversas ue ponían en evidencia no solo conocimientos t/cnicos sino sobre todo las cualidades de euilibrio, rectitud, bondad 1, en resumen, una reali$aci%n del ser #umano en el sentido pleno del t/rmino. 8n estudiante era testado 1 puesto a prueba con toda naturalidad tanto en su carne como en su alma durante todos los a'os de su ormaci%n. Esta e0igencia era sagrada, 1a ue la unci%n a la ue se destinaba tambi/n lo era. 6Podemos decir lo mismo #o1 día7 A1udando a una persona a de3ar atrs sus pliegues mentales, a disolver sus bolsillos emocionales 1 a limpiar sus memorias celulares, le invitamos necesariamente a renovar totalmente la percepci%n de sí misma 1 su relaci%n con el mundo.
Estos en%menos 1 otros diversos, 1a ue la lista no es e0#austiva, son #abituales 1 l%gicos. 2in embargo, es indispensable ue el terapeuta sepa a1udar a su paciente a navegar en medio de su 3ungla desconcertante. *a desdramati$aci%n es sin duda la palabra clave ue no debe perderse de vista cuando tales situaciones se presentan. Aortunadamente, estas solo son pasa3eras. Ante ellas, con el in de lograr un alivio, el terapeuta debe locali$ar a trav/s de la palpaci%n et/rica 1 de la lectura de aura, si es capa$, la $ona o las $onas del cuerpo ue todavía pueden compararse con interruptores en posici%n de cierre. Personalmente, #e observado cada ve$ ms, entre las personas ue acuden a los tratamientos energ/ticos, inicios de despertar de la uer$a de ;undalini. *as maniestaciones ue esta engendra deben tomarse con el m0imo de seriedad 1a ue la uer$a del triple uego situado en la base de la columna vertebral puede desencadenar en el cuerpo una energía ue ser comparable para /l a la de una bomba at%mica. Al inicio de este proceso, el ser tendr la dolorosa impresi%n de ue va #acia su disoluci%n, en medio de dolores ísicos de lo ms variado e indeinible. Es evidente ue no #a1 ue bromear con esta situaci%n cuando se presenta.
*a transormaci%n reuerida se eectuar por sí misma pasando de un %rgano a otro a trav/s de todo el cuerpo, a menudo de manera dolorosa pero segura, 1a ue ser natural. El resultado de todo esto ser una circulaci%n ms rpida del prana en el con3unto del cuerpo, 1 por lo tanto el incremento del prana en el con3unto del cuerpo, 1 por tanto el incremento de su tasa vibratoria, 1 un alineamiento ms perecto con la Conciencia superior de la ue proviene, prueba de un verdadero Despertar interior.
Los primeros cuidados 1) ¿Una lectura del aura!
Continuemos tomando como reerente la sabiduría de los ue nos precedieron en los tiempos antiguos... Esta sabiduría, se #a dic#o muc#as veces, pasaba normalmente por la prctica de una lectura del aura #umana como #erramienta de diagn%stico 1 prevenci%n. 6uiere esto decir ue los terapeutas dominaban el arte de la visi%n de los cuerpos sutiles7 2in duda, no. Aunue el resplandor de la emisiones generadas por el ser #umano era claramente ms perceptible ue #o1 debido a una menor contaminaci%n psíuica de nuestro planeta, muc#os terapeutas eran incapaces de acceder a tal conocimiento, al menos ms all de cierto nivel. Por otro lado, #a1 ue decir ue los ue navegaban con acilidad en la prctica de la lectura de los cuerpos no se dedicaban de orma sistemtica a la misma cuando un enermo acudía a ellos. *a ra$%n era mu1 sencilla. 2e puede resumir en dos puntos. El primero tiene ue ver con la personalidad del enermo. El acercamiento psicol%gico al mismo debe permitir conocer su nivel de mentali$aci%n+ no solo de sus propios problemas sino tambi/n del impacto sobre /l de las declaraciones del terapeuta. Es evidente ue una persona mu1 cerebral reaccionar de un modo intelectual ante una lectura de aura. En lugar de de3arlo igualmente e0presarse, va a disecar, a veces durante semanas, la evaluaci%n+ ue el terapeuta #a1a #ec#o de su persona. En ese caso, no se des#ar ningn nudo, 1a ue el enermo tendr tendencia a ocali$arse en e0ceso sobre lo ue le #a sido revelado en ve$ de permitir a su alma 1 a sus c/lulas digerir tranuilamente el contenido, como debería ser. *os esenios, con toda su delicade$a, son sin duda los ue tomaron ms conciencia de este aspecto de las cosas.
rente a una persona enerma con un comportamiento mu1 mental, no practicaban la lectura del aura #asta ue llegaban a un cierto punto de avance en su terapia, si es ue la practicaban. Entendían de ese modo no alsear el proceso de curaci%n por la mínima posibilidad de cristali$aci%n del psiuismo del paciente sobre uno u otro aspecto de sus diicultades. A la lu$ de todo ello, es cil comprender ue la iluminaci%n 1 la liberaci%n ue generalmente procura una lectura detallada del aura solo produce sus rutos en las personas ue son capaces de un mínimo de capacidad de desprendimiento, de rela3aci%n 1 de escuc#a interior. Por tanto, la integraci%n de una lectura de aura en un proceso de curaci%n reuiere por parte del enermo de una capacidad de abandono, de apertura a todas las eventualidades 1, por ltimo, de conian$a. *a segunda ra$%n ue #acía ue una lectura del aura no se practicara de entrada de orma automtica era esta9 cuando deseamos obtener una representaci%n verdaderamente precisa de los cuerpos sutiles 1 de sus interacciones, es preerible proceder previamente a su limpie$a. Por tanto, cuando se tiene previsto #acer una lectura del aura, lo ideal es concluir un primer encuentro con un tratamiento dirigido a liberar el organismo sutil de la ma1or parte posible de sus poluciones, de sus escorias et/ricas+. De este modo, a partir del segundo encuentro se podr emprender una lectura ms ainada del organismo energ/tico. egresando a los esenios, es cierto ue no se abstenían, en un momento dado dentro de una serie de tratamientos, de evaluar la situaci%n a trav/s de una nueva lectura del aura. &al como los egipcios, su ob3etivo ltimo siempre ue el de de3ar la puerta completamente abierta al enermo para ue este llegara a #acer su propio diagn%stico. =uscaban llevarlo poco a poco a la toma de conciencia de sus diicultades internas. De orma general, no se trataba de decir a alguien9 eo tal cosa, así ue tienes esto5+, sino de reservarse un tiempo de rele0i%n antes de lan$arse en una apreciaci%n ue nunca, 3ams, debía ser categ%rica. Esta debía tomar orma de una vía de bsueda. Estas precisiones, si comprendemos bien su sentido, no van en modo alguno en contra del principio de la lectura del aura. Al contrario, incitan a practicarla de manera ms ainada 1 por ello ms 3usta. Constitu1en una advertencia sobre la tendencia ue algunos pudieran tener a asestar al enermo sus propias percepciones como verdaderas absolutas. ecordemos ue el impacto de un diagn%stico, cualuiera ue sea la orma ba3o la ue se presente, puede ser considerable. 8na persona a la ue se pega la etiueta de uno u otro problema de orma
categ%rica puede encontrarse ms bloueada en su problema. *os antiguos terapeutas solo utili$aban la lectura de los cuerpos sutiles de energía como m/todo de apro0imaci%n, de sugerencia, 1 como base de rele0i%n a partir de la ue se traba3aba con el enermo para proundi$ar en una bsueda, conirmar o invalidar una situaci%n. "o1 día la regla bsica debería ser la misma9 aunue nos #abite una certe$a, no nos corresponde imponerla. 2eríamos potenciales carceleros en lugar de #acernos instrumentos de liberaci%n.
2) El lugar de los aceites
2i tenemos en cuenta todo lo dic#o anteriormente sobre el impacto de los aceites, la simple l%gica nos dice ue estos solo se utilicen tras una lectura del aura. *a irradiaci%n de un aceite la ma1or parte de las veces es mu1 potente, así ue es cil comprender ue pueda perturbar el propio proceso de la lectura. 2u presencia alsear el 3uego de la percepci%n. 2in embargo, los egipcios, mu1 versados en su arte, ungían a veces la rente de sus enermos con la a1uda de un blsamo compuesto de tres resinas, una de ellas incienso. Practicaban esta unci%n a auellos a auellos cu1a aura no se abría+ a la lectura, sino ue permanecía comprimida sobre sí misma, como un abanico, por rele3o de protecci%n, consciente o no. Aparentemente, la composici%n de dic#o blsamo se #a perdido #o1, pero e0iste un aceite esencial cu1a acci%n es similar cuando se aplica, con parsimonia, sobre el c#a;ra rontal. 2e trata del aceite esencial de la tu1a del Canad o abeto oriental (tsuga canadiensis), un rbol considerado como la ma1or coníera de Am/rica del
*a saliva era empleada con regularidad tanto por los egipcios como por los esenios en sus procesos de terapias al inicio de cada sesi%n. El terapeuta me$claba una peue'a cantidad con algo de tierra ue el enermo e0traía del mismo lugar en ue vivía. *a me$cla era aplicada dulcemente mediante una unci%n en lo alto de la rente, en el punto medio de la raí$ de los cabellos, así como sobre el punto enermo del cuerpo, si este podía ser locali$ado de orma clara. 2e servían de la misma de manera puntual para crear un impacto, una apertura.
*a ra$%n es sencilla. *a saliva presenta una e0traordinaria concentraci%n de prana. Por tanto, buena parte de la energía vital de un ser se encuentra ocali$ada en la saliva. Es la ra$%n por la ue los enamorados sienten la necesidad de besarse. *a me$cla de sus energías undamentales, aunue solo sea a ese nivel, reuer$a su ser estableciendo un puente entre lo sutil 1 lo denso. Me$claba con algo de tierra, la saliva sirve de ampliicador de energía. &oniica vibratoriamente, aumentando de este modo la armonía ue debe e0istir entre ella 1 el enermo. *a me$cla creada por la saliva 1 la tierra era tambi/n susceptible de provocar eectos bastantes sorprendentes. De manera general, se aplicaba sobre la $ona en cuesti%n con largos 1 lentos movimientos de lemniscata. El gesto de la lemniscata engendra un motor, una multiplicaci%n. Es un acelerador ue tiene eecto directamente sobre el ritmo de circulaci%n del prana. *o condensa. En la ense'an$a iniciativa bsica de los sacerdotes, se decía ue la lemniscata podía concebirse como una representaci%n del propio motor c%smico del Gran 8niverso. Estaba constituida por dos movimientos. 8n movimiento de concentraci%n 1 otro de dispersi%n o de disoluci%n. 8na inspiraci%n 1 una espiraci%n. A su nivel, representa una orma de traducir el amoso principio aluímico de solve et coagula, es decir, disolver 1 reunir. Evidentemente, la utili$aci%n de la saliva es muc#o ms delicada #o1 día, sobre todo en nuestra sociedad occidental. Por ra$ones de #igiene, es considerada sospec#osa 1, por ello, no podemos recurrir de entrada a la misma en una terapia. 6uiere decir esto ue #a1a ue e0cluirla de orma sistemtica7 ealmente sería una lstima, 1a ue sus virtudes son incuestionables. *a soluci%n consistiría en solicitar el consentimiento del enermo tomando el tiempo necesario para e0plicarle el poru/ del m/todo. Es evidente ue con algo de psicología elemental un terapeuta sabe rpidamente a ui/n puede proponer o no tal aporte en el seno de su tratamiento. *a regla de oro es siempre no provocar incomodidad o malestar... a menos ue estos sean consentidos de orma absolutamente libre en un marco global de conian$a. /) ¿Sore (u* lados del cuerpo traa#ar!
6@ por u/ no sobre los tres lados7 En eecto, era esto lo ue postulaban los egipcios 1 los esenios. Por supuesto, se trataban la espalda 1 la parte delantera, pero tambi/n ambos lados de peril. *a espalda servía siempre de punto de partida si la condici%n ísica de la persona le permitía mantenerse con comodidad sobre el vientre. En un ser #umano, la ma1or parte de las diicultades van a traducirse, entre otras cosas, por mltiples tensiones a nivel de la espalda.
Para los antiguos egipcios, no se concebía iniciar un tratamiento sin previamente #aber emprendido una disoluci%n, o al menos una reducci%n, de estas tensiones. Adems, el e3e dorsal constitu1e el verdadero rbol de la vida del ser, el estado de los c#a;ras es perceptible a#í normalmente de orma ms neutra ue por la parte delantera del cuerpo. A este respecto, recomiendo vivamente anali$ar el color de la piel en la regi%n de cada c#a;ra, especialmente en las regiones del co0is 1 del cora$%n. En eecto no es raro, sobre todo en la actualidad en la ue cada ve$ ms personas viven enormes transormaciones, ue estas dos $onas maniiesten importantes enro3ecimientos. En casos e0tremos, estos enro3ecimientos pueden reproducir el dise'o aruetípico del c#a;ra en cuesti%n, una igura triangular o una estrella especiica, por e3emplo. 2on siempre signos de la sobre-activaci%n del centro sobre el ue aparecen. "a1 ue tomarlas en consideraci%n 1a ue indican verdaderos sobrecalentamientos+ del organismo sutil, 1 pueden ser el origen de trastornos, si no importantes, al menos mu1 desagradables9 sensaciones de ardor intensas, nuseas, iebres, v/rtigos, dolores de cabe$a... *a ma1or parte de las veces, tales maniestaciones cutneas son debidas a una estimuaci%n demasiado cutneas son debidas a una estimulaci%n demasiado grande de los c#a;ras aectados. A menudo estimulantes de orden emocional, pero tambi/n estimulaciones causadas por prcticas de meditaci%n, de visuali$aci%n o de concentranci%n e0cesivas, incontroladas, o incluso inapropiadas. De nuevo, un en%meno de este tipo ue sea pasa3ero no revestir ningn carcter negativo. 2i persiste, la situaci%n puede ser distinta... En ocasiones, tales placas ro3as, acompa'adas a veces de peue'os puntos incluso ms ro3i$os, se maniestaban en la parte delantera del cuerpo, especialmente en los c#a;ras cuarto, uinto 1 se0to.
Algunos %rganos, como el #ígado o los ri'ones, son especialmente receptivos a este tratamiento energ/tico. 2e traba3a bien con la totalidad de las dos palmas, o bien con la palma de una mano 1 con tres dedos unidos de la otra mano. Cuando la persona tratada presenta bloueos emocionales evidentes, la imposici%n de manos reali$ada de orma simultnea sobre la parte de adelante 1 de atrs de los c#a;ras orecer mu1 buenos resultados.
0) La limpie-a energ*tica
Con el ob3etivo de preparar de preparar a una persona para la lectura de sus dierentes auras, los esenios #abían desarrollado un m/todo de limpie$a bastante completo sobre su carn/ de identidad sutil+. a) La serpentina
2e comien$a practicndola preerentemente sobre la parte dorsal del paciente.
&erminaremos este traba3o sobre la parte dorsal con una larga imposici%n de manos, situando estas
ampliamente sobre la parte superior de los ri'ones.
Este m/todo se lleva a cabo sobre la parte delantera del enermo. *a palma de la mano se sita a nivel de su pubis. Mu1 lentamente, la despla$aremos #acia arriba, #asta el c#a;ra laríngeo. Mientras despla$amos la mano, le imprimiremos un ligero movimiento ondulante de derec#a a i$uierda, como un arro1o. A nivel de cada c#a;ra, #aremos una peue'a parada en la subida, para e3ecutar un movimiento circular mu1 lento con la palma de la mano. *a presi%n de esta ser irme pero dulce al mismo tiempo. Cuando lleguemos al nivel de la garganta, simplemente de3aremos uieta la mano, es decir, sin #acer ningn movimiento ni e3ercer ninguna presi%n. Para una ma1or comodidad en el traba3o, antes de comen$ar el tratamiento, aplicamos un poco de aceite sobre el e3e vertical ue vamos a tratar.
sensaciones.
c) Los paralelos
*os esenios denominaban paralelos+ a los dos nadis principales ue recorren el cuerpo a su derec#a 1 a su i$uierda. Cada uno de estos paralelos parte del c#a;ra secundario+ de cada #ombro 1 desciende a lo largo del cuerpo #asta el tal%n. A lo largo de su tra1ecto, encuentran varios puntos energ/ticos de gran importanciaF un primero en la base e0terna de la ltima costilla lotanteF un segundo en el pliegue de la ingle, a#í donde se encuentra el #ueso iliacoF un tercero en el interior, a media altura del musloF un cuarto por detrs de la rodillaF 1 el ltimo en el mismo tal%n. En su traba3o de limpie$a de los cuerpos sutiles, los terapeutas practicaban recuentemente la incisi%n et/rica a lo largo de estos dos nadis.
E0istía un segundo m/todo de traba3o con el in de limpiar estos e3es paralelos. 2e describe auí.
El traba3o consiste, tal como muestra la imagen anterior, en situar una mano a nivel del centro energ/tico del #ombro 1 la otra en la parte de atrs de la rodilla. En un segundo momento, se colocaban ambas manos a lo largo del cuerpo, de manera ue la primera mano se posiciona sobre la ltima costilla lotante 1 la segunda sobre el #ueso iliaco, como se indica en la siguiente imagen.
d) El arrido
"e auí una ltima t/cnica. 2e aplicaba con el ob3etivo de preparar la lectura del aura, pero tambi/n con el in de atenuar la porosidad de uno o ambos paralelos+. "ablo de porosidad cuando la palpaci%n et/rica o la lectura del aura de3an aparecer una serie de ugas energ/ticas sobre el e3e en cuesti%n. Este en%meno es muc#o ms recuente de lo ue generalmente imaginamos. 2us ra$ones son mltiples 1 #a1 ue determinarlas caso a caso, pero podemos decir ue es el origen de un gran nmero de atigas o de estados de ragilidad, 1a sea en
uno en uno o en ambos lados del cuerpo. El m/todo en si mismo es mu1 simple. 2u potencia reside ms ue nunca en el puente energ/tico ue debe crearse entre el terapeuta 1 el enermo. "a1 ue se'alar ue durante su desarrollo es mu1 recuente ue el ue recibe el tratamiento intu1a de orma inmediata su uer$a por la percepci%n de una ininidad de burbu3as ue burbu3ean+ en /l ba3o el eecto de la mano del terapeuta. &ambi/n puede sentirse la impresi%n, mu1 ísica, de ue estallan peue'os cristales. De manera general, lo ue se instala o se ampliica en el paciente cuando la prctica se completa, es una gran dul$ura 1 una asombrosa presencia de pa$. "e auí c%mo #a1 ue proceder9 colocamos en primer lugar las dos manos abiertas, una 3unto a la otra, por encima del #ombro del enermo, 1 a continuaci%n las #acemos descender lentamente #acia el mismo, de orma tradicional, #asta percibir la densidad de la irradiaci%n de su et/rico. 8na ve$ reali$ado lo anterior,#acemos descender lentamente ambas manos, siempre una 3unto a la otra, a lo largo del cuerpo, desde el #ombro #asta la rodilla. 1re&iamente, habremos pedido al paciente intentar &isuali%ar un &elo blanco despleg-ndose dulcemente sobre toda la %ona tratada, al ritmo en que a&an%an las manos#
Es posible practicar igualmente este e3ercicio en contacto directo con la peil, como acostumbraban a #acer los egipcios. Advirtamos ue no es raro ver en la persona tratada ligeros sobresaltos cuando las manos alcan$an la regi%n de la pelvis, como si estuviera ba3o el eecto de peue'as descargas el/ctricas.
En el cora-ón de las t*cnicas 1) Intuición precisión
A priori, no es nada #abitual asociar las palabras cora$%n+ 1 t/cnica+... @ sin embargo, es desde esa perspectiva, o ms bien desde ese estado de espíritu, desde el ue conviene poner en prctica los elementos de este libro. Estar en el cora$%n de una t/cnica es #acer uno con ella, es integrarla #asta el punto de #acerla perder esa rialdad ue la #acía precisamente... una t/cnica. 2in embargo, tal actitud no e0clu1e el rigor, 1 puede ue pare$ca lo ms diicil de asimilar en la puesta en prctica de las terapias comunes a los antiguos egipcios 1 a los esenios. En eecto, resentir desde dentro el lengua3e utili$ado por el alma 1 el cuerpo de otro, abrirse a la ?nda universal de curaci%n 1 transmitirla con la ma1or transparencia 1 permaneciendo estructurado, preciso 1 con los pies sobre la tierra, no es una tarea cil. *o esencial de la diicultad se debe sin duda al delicado matrimonio entre la intuici%n 1 la precisi%n t/cnica. *a intuici%n #abla de escuc#a interior, de abandono 1 de conian$a, mientras ue la precisi%n t/cnica nos indica un saber #acer a trav/s del dominio de gestos 1 de conocimientos especíicos. *as dos características de transmisor energ/tico ue de manera ideal representa el terapeuta son a
menudo percibidas, desgraciadamente, como antagonistas. @ es a#í donde est el error, 1a ue el cerebro i$uierdo 1 derec#o no estn destinados a combatirse sino a euilibrarse. e hecho, hablamos de arte me%clando con ciencia o de ciencia con colores art*sticos#
A trav/s de lo ue mis propias percepciones me #an permitido traer del pasado, siempre me #a maravillado constatar #asta u/ punto los movimientos de manos de un terapeuta egipcio o esenio despla$ndose sobre un cuerpo enermo evocaban una dan$a o, para e0presarlo me3or, un ballet. Precisi%n 1 suavidad eran sin duda las características de su maestría. *a ma1or parte de los gestos se e3ecutan con los o3os cerrados, con las manos #aci/ndose tan sensitivas ue de entrada locali$aban, por su simple roce, las $onas o puntos a tratar. A auellos ue se interesen ms por los m/todos descritos auí, no de3aría de recomendarles traba3ar de manera decidida en esta direcci%n. *a gracia de los movimientos, ue para algunos podría parecer insigniicante, se instala por sí misma a medida ue se despliega una armonía real en la prctica del terapeuta. En este sentido, si surge espontneamente mientras se conserva una necesaria sobriedad, esta no es artiicio, sino por el contrario, una marca de 3usta cone0i%n con la Divinidad. &raduce el prolongamiento natural de Esta. Por esencia, lo sagrado es siempre #ermoso. *a precisi%n de los gestos en el posicionamiento, en el despla$amiento de las manos, no debe inducir la mínima rigide$. *os Antiguos no petriicaban nada en la ense'an$a de sus prcticas ni en la reali$aci%n de las mismas. Así, las indicaciones t/cnicas 1 los m/todos descritos auí son ante todo puntos de reerencia. 2ern susceptibles de variaciones o de e0tensiones en la medida en la ue el resentir 1 el saber #acer del terapeuta lore$can. *o sern tambi/n en la medida en ue las #a1amos integrado de manera suiciente para darnos cuenta de ue representan un marco de reerencias+ 1 no barrotes de una prisi%n. 9unque corresponde a una realidad precisa, el trayecto de un nadi nunca ser- una linea continua que no se pueda atra&esar###
Ms all de su uncionamiento general 1 tradicional, los egipcios 1a #abían comprendido ue cada cuerpo #umano tiene su l%gica 1 su euilibrio personales 1 ue corresponde a cada terapeuta aprender a decodiicarlo 1 a de3arlo e0presarse. Cada cuerpo tiene sus propias palancas de acci%n. Esta toma de conciencia representa en eecto uno de los elementos undamentales de la disciplina terap/utica tal como se ense'a en otro tiempo. Así, todo elemento t/cnico servir de base de rele0i%n 1 de desarrollo al ue lo ponga en prctica, sin sentirse encerrado en el mismo.
2) anos dedos
a) 0as manos e:tendidas
De manera general, evidentemente utili$amos las manos e0tendidas. El error ms comn consiste en abrir los dedos para cubrir me3or la $ona a tratar. 2in embargo, #aciendo esto dispersamos la corriente de curaci%n. 8na lectura rpida del aura de la mano permite darse cuenta de ello9 una especie de peue'os escapes luminosos parecidos al #umo de un cigarro son visibles entre cada dedo, especialmente en sus puntos de uni%n 1 de articulaci%n. En eecto, la irradiaci%n de la mano se e0tiende ms, pero pierde muc#o en concentraci%n, lo ue es contrario al ob3etivo esperado. *a bsueda de la ocali$aci%n de un ra1o de curaci%n estaba en el seno de la ense'an$a egipcia. *os terapeutas de esa /poca #abían constatado, tras largas observaciones, ue la curaci%n de una $ona del cuerpo se iniciaba recuentemente con la siembra en ella de cierto nmero de semillas luminosas+. "abían comprendido ue estas semillas+ nacen de impacto de una mano sobre un %rgano, ue crecen poco a poco 1 terminan por lan$ar entre ellas ilamentos luminosos. Este se vuelve entonces parecido a una red o a un te3ido cu1a intensidad 1 actividad restauran la salud. En otras palabras, una mano traba3a a trav/s de la iniltraci%n+. Cuando la mano se vuelve un todo vibratorio ue no de3a lugar a ugas o a una dispersi%n de uer$a, la iniltraci%n+ es ms eica$. En Egipto era recuente traba3ar simultneamente con las dos manos e0tendidas, 1a uera en dos puntos separados del cuerpo para ponerlos en relaci%n (generalmente el %rgano enermo 1 su c#a;ra director), o bien tomando una $ona del cuerpo tal como un sandRic#+ entre ambas palmas (por e3emplo, una mano ba3o el cuerpo a nivel e un ri'%n 1 la otra sobre la parte delantera, a la altura del mismo ri'%n). b) El surco
*os esenios tambi/n reali$aban el traba3o eectuado con el dorso de la mano. 2e servían eectundo con el dorso de la mano. 2e servían del mismo como un arado ue reali$ase dulcemente un surco en el et/rico de un organismo. El surco en cuesti%n era abierto+ de manera delicada, sin e3ercer una verdadera presi%n sobre la piel, generalmente desde aba3o #acia arriba a lo largo de un nadi. Esta t/cnica podía eectuarse con una mano mientras la otra se ponía en contacto, al otro lado del cuerpo, con el punto de llegada del surco. 2e utili$aba este m/todo con el in de ampliar un canal de circulaci%n ue se suponía estaba debilitado o atascado con escorias et/ricas debidas a situaciones emocionales no superadas. &ales escorias podían verse ba3o la orma de peue'os cristales de amarillo grisceo con manc#as oscuras. c) 0os dedos unidos
El m/todo consiste en unir tres dedos (pulgar, índice 1 cora$%n) con el in de #acer sugir de su e0tremo un solo ra1o de curaci%n. Ambos pueblos, egipcio 1 esenio, apreciaban esta t/cnica de orma e0traordinaria. El pulgar estaba asociado con la uer$a global de lo Jncreado, el índice a la precisi%n del planeta ue #o1 día llamamos Kpiter, 1 el cora$%n al gran disolvente ue es el tiempo, 2aturno. &odos los ue estn dotados de algo de capacidad de percepci%n sutil saben #asta u/ punto su #a$ de lu$ comn no es un simple gesto bonito sino una realidad ue puede actuar con la precisi%n de un bisturí. El ra1o luminoso ue se produce por la uni%n de estos tres dedos se e0tiende normalmente con uer$a en una distancia de unos die$ a uince centímetros. Corresponder por tanto a cada uno testarse antes de comen$ar a traba3ar a la distancia correcta del cuerpo. *a aplicaci%n del ra1o se #ar de orma inm%vil, en un punto preciso, o mediante lentos despla$amientos en una $ona determinada. En ambos casos, se constatar cilmente la potencia descongestionante 1 activa del #a$ luminoso así creado. Adems, no es raro ue el paciente tenga la impresi%n de ser tocado ísicamente e0actamente en el lugar donde el ra1o acta. Esta sensaci%n puede a veces ir acompa'ada de dolores. Estos sern euivalentes 1 no ms inuietantes ue el ardor provocado por un pa'o con alco#ol aplicado sobre una ro$adura para desinectarla. &engo ue e0plicar una e0tensi%n de este m/todo ue parece #aber sido desarrollada sobre todo desde el &emplo de curaci%n de Abidos. Persoonalmente, lo #e llamado el m/todo del cuenta gotas+. Cuando los tres dedos estn unidos, les #acemos e3ercer de manera simultnea una serie de peue'as presiones, como si tuvieran entre sus e0tremos el peue'o dep%sito de cauc#o de un
cuenta gotas. El resultado es ue el ra1o luminoso así pro1ectado sobre la $ona tratada se ve reor$ado en cada sacudida o presi%n e3ercida por los dedos. Cuando ueremos aliviar un punto o liberar un canal determinado ue provoue uertes dolores, este m/todo se revela particularmente eica$. Era mu1 utili$ado a nivel de la vesícula biliar, de los ri'ones 1 de la ve3iga. ") La preparación de la -ona a tratar
*os terapeutas egipcios 1 esenios otorgaban una gran importancia a la desinecci%n de la $ona a tratar antes de emprender el tratamiento propiamente dic#o. Esta desinecci%n no se aplica a todo el cuerpo, sino a la parte del mismo en la ue se locali$a el problema, ue debemos tratar localmente. En cierto modo, se trata de preparar el terreno de operaci%n. Para #acerlo, utili$amos el m/todo de los tres dedos unidos descripto anteriormente. Con la a1uda del ra1o comn, dibu3amos a distancia sobre el cuerpo varias series de líneas verticales 1 #ori$ontales con el in de crear una red. *a $ona así deinida se encontrar limpia de toda manc#a et/rica 1 estar ms abierta al tratamiento ue se e va aplicar.
/) La dinami-ación
a) 0a cru% de &ida
Esta sencilla t/cnica concierne a las $onas en las ue claramente se aprecia una p/rdida energ/tica. *os esenios, ue daban una especial importancia al timbre 1 a la calidad de la vo$, la aplicaban en la regi%n de la laringe con el in de toniicar su c#a;ra director. "abían observado ue esa $ona est entre las ms sometidas a importantes luctuaciones energ/ticas.
b) 0a siembra
Aunue menos precisa ue la anterior, esta prctica es destacable 1a ue permite traba3ar de orma eica$ 1 dinmica en $onas del cuerpo ms e0tensas e imprecisas en los casos de un diagn%stico diícil. Cogemos con la mano una masa de lu$ en el aire+ 1 la pro1ectamos en/rgeticamente sobre el cuerpo como si se tratara de un pu'ado de granos a sembrar. El e3ercicio debe repetirse die$ veces
sobre la $ona a tratar. 2o1 consciente del aspecto e0tra'o e incluso desconcertante de esta t/cnica, ue podría #acer sonreír a ms de uno. @ sin embargo... "a1 ue comprender ue su eicacia est condicionada por la relaci%n ue el terapeuta mantiene con lo ue en general llamamos energía prnica. En eecto, en esta t/cnica, ms ue en ninguna otra, el terapeuta debe percibir la lu$ como un elemento tangible 1 una uer$a ue le corresponde modelar. Esto implica un estado del ser en el ue el terapeuta buscar especialmente la modiicaci%n del estado vibratorio de sus manos. Podríamos decir ue buscar su eterei$aci%n. &al estado de conciencia se maniiesta a menudo por una especie de adormecimiento de las manos 1 los bra$os, lo ue, de manera singular, no resta nada de su sensibilidad en relaci%n con lo sutil. 2i el terapeuta se encuentra en la disposici%n de espíritu reuerida, percibir claramente la lu$ tal como una materia con la ue le corresponde actuar+.
0) La lieración emocional
*a liberaci%n de cargas emocionales de un enermo era el ob3eto de traba3o constante de los terapeutas egipcios 1 esenios. Estos eran conscientes del #ec#o de ue ciertas agrupaciones de c/lulas 1 ciertos %rganos eran susceptibles de memori$ar cilmente estados emocionales 1 se volvían de este modo uentes de multitud de des%rdenes. Aliviar a un cuerpo 1 a un alma de las emociones ue le #abitan era por tanto primordial para ellos. Daban preerencia al acto terap/utico en su aspecto dulce, incluso si este tenía lugar uera de la conciencia del enermo. Evidentemente, podía ocurrir ue la terapia empleada provocara en /l desbordamientos emocionales cuando se ponían en evidencia tensiones e0tremas. 2in embargo, la ma1or pare de las veces la eliminaci%n de las emociones se #acía con suavidad. Por tanto, las prcticas utili$adas daban preerencia a la dul$ura 1 se aectuaban aceptando el #ec#o de ue esta a veces reuería algo de tiempo antes de mostrar sus rutos de manera ostensible. 2e preería siempre la proundidad de un traba3o operado lentamente rente al aspecto espectacular de una conmoci%n energ/tica a menudo diícil de controlar 1 susceptible de causar secuelas. *iberar a un ser del mal ue sure, sí... pero no a costa de sus desestabili$aci%n a otro nivel. En otras palabras, esto signiica ue no basta se'alar con un dedo un bloueo emocional 1 #acerlo e0presarse. "a1 ue saber #acerlo con maestría, es decir, con conciencia 1 amor. Asimismo, no #a1 ue de3ar al paciente en el vacío+ rente a lo ue se maniiesta en /l.
En este sentido, podemos decir ue la dul$ura, incluso la ternura, de la prctica egipcio-esenia representa una seguridad en sí misma. a) El arroyo
etomaremos el e3ercicio descripto en el marco de la limpie$a energ/tica del organismo. 2in embargo, bastar terminar este traba3o situando las manos de manera prolongada en orma de & sobre la ca3a torcica. 8na mano en #ori$ontal como para reunir las clavículas 1 la otra en vertical sobre el estern%n.
b) El m+todo de las diagonales
*os ue conocen el mapa de los nadis principales del cuerpo #umano saben ue dos grandes e3es de energía se reencuentren en el centro del pec#o tal como dos tirantes. 8no parte del #ombro i$uierdo para desembocar en el lado e0terior de la ltima costilla derec#a, 1 el otro comien$a en el #ombro derec#o para llegar al mismo punto de la ltima costilla lotante i$uierda. El con3unto orma por tanto una especie de gran S cu1os bra$os se cru$an a nivel del c#a;ra cardiaco. El e3ercicio siguiente consistir en situar las manos de modo ue sigan de manera global el tra1ecto de esa S, con la nica dierencia de ue la mano ue est/ por deba3o se situar ligeramente ba3o el pec#o con el in de cubrir la totalidad de las costillas ineriores. En resumen, situaremos en primer lugar una mano e0tendida desde la cavidad del #ombro derec#o #acia el c#a;ra del cora$%n 1 la otra desde las costillas ineriores del lado i$uierdo #acia el c#a;ra
del cora$%n. (ig !) En un segundo momento, simplemente despla$aremos la mano ue reposa sobre las costillas del lado i$uierdo #acia la derec#a. (ig. :) En tercer lugar 1 cuarto lugar, #aremos e0actamente lo mismo pero invirtiendo las manos, con el in de ue la S de los nadis sea totalmente cubierta por el con3unto del e3ercicio. 2i es necesario, el terapeuta cambiar de lugar respecto al enermo para una ma1or comodidad en su prctica.
ig. !
ig. :
Este m/todo de traba3o se revela e0tremadamente interesante para la liberaci%n de memorias celulares dolorosas provocadas por una relaci%n diícil con el con3unto de la sociedad o con el conte0to vital. 2on a menudo emociones ligadas al miedo de vivir 1 a asumir la posici%n propia rente a los otros (angustia en medio de una multitud, por e3emplo) ue sern puestas en evidencia 1 posiblemente liberadas de ese modo. En mi opini%n, se trata de una prctica esencial, 1a ue el miedo de arontar la vida, o ciertos aspectos de la e0istencia, est presente en gran parte de entre nosotros. Jndudablemente tiene ms su ra$%n de ser #o1 ue #ace algunos milenios... Antes de emplearla, los egipcios reali$aban un traba3o de armoni$aci%n del c#a;ra laríngeo 1 la terminaban con un limpie$a del canal biliar con la a1uda de los tres dedos unidos
c) 0as memorias del co:is
El co0is es en eecto uno de los puntos del cuerpo ms delicados de tratar. Detrs 1 ba3o el mismo, es decir, en cone0i%n directa con /l, est enroscada la tremenda uer$a de la ;undalini. Por tanto, tocar el co0is est le3os de ser algo sin importancia. &al como lo #e mencionado anteriormente , solo actuaremos en esa $ona con ininitas precauciones 1 nunca sin estar seguros de una buena apertura del c#a;ra coronal. *os antiguos terapeutas tenían en consideraci%n la regi%n del co0is con el in de suscitar visiones o sue'os de carcter liberador, especialmente cuando la persona tratada alimentaba la sensaci%n de estar interiormente bloueada en su vida. *os bloueos en cuesti%n pueden ser de dos tipos9 una carga del pasado arrastrada como un grillete por el enermo 1 ue limita su conciencia, o ue incluso le #ace crisparse entorno a un síntoma ísicoF o una carga presente rente a la incertidumbre del uturo. Cualuier acci%n de transormaci%n atrevimiento, se ven entonces renados, si no proscritos. Esta actitud interior se encuentra en el origen de multitud de enermedades. Para liberar las tensiones ligadas a estos dos tipos de cargas, era #abitual traba3ar por impulsos energ/ticos las bases i$uierda 1 derec#a del co0is, para entrar en relaci%n con los canales i$uierdo 1 derec#o del e3e de la ;undalini. El canal i$uierdo est en relaci%n con el baga3e del pasado mientras ue el derec#o concentra los g/rmenes energ/ticos creados por una resistencia rente al uturo.
*a t/cnica egipcia consistía en situar las manos tal como se indica en la siguiente igura.
El pulgar de la mano ue tratar el co0is, se situar en la base de este, ligeramente despla$ado a su i$uierda o a su derec#a en unci%n del canal ue se va1a a tratar. *a presi%n ísica debe ser mu1 moderada, lo esencial de la curaci%n debe ser eectuando por el inlu3o energ/tico ue se orecer con la a1uda del pulgar. Durante ese tiempo, los otros dedos de la mano se situarn en la regi%n del sacro. *a segunda mano se situarn en la regi%n del sacro. *a segunda mano debe colocarse de orma natural en sentido #ori$ontal sobre las lumbares. Con recuencia tienen ue tratarse de manera simultnea los canales derec#o e i$uierdo de la ;undalini. Es ese caso, se terminar esta ase de la terapia posicionando el pulgar 3usto en la base del co0is, subiendo a continuaci%n lentamente #asta llegar a las v/rtebras sacras. Este acto permitir armoni$ar los dos impulsos, derec#o e i$uierdo, por medio del canal central de la ;undalini. *a presi%n del pulgar ser moderada 1 deber tener mu1 en cuenta el posible dolor del paciente. Durante esta ase, la segunda mano se situar tal como lo muestra el siguiente dibu3o (ig !), subir lentamente #acia el c#a;ra cardiaco al mismo ritmo ue el pulgar alcan$a la regi%n del sacro. inalmente, la prctica se terminar con la posici%n alineada de ambas manos, una sobre el segundo c#a;ra 1 otra sobre el cuerto (ig. :)
d) Neutrali%ar el estr+s
Aunue la noci%n de estr/s es relativamente reciente en nuestro mundo moderno, su realidad 1 sus consecuencias tambi/n e0istían #ace algunos miles de a'os. *os motivos por los ue se producía simplemente eran dierentes, 1 su e0istencia estaba menos generali$ada, menos ligada a la vida cotidiana ue, aunue no era cil, no presentaba el carcter trepidante como la ue conocemos #o1 día. *os sacerdotes-terapeutas #abían observado ue sus terapias parecían a veces resbalar+ sobre ciertas personas, como si mostraran impermeables a todo aporte energ/tico o incluso incapaces de estar en estado de receptividad. Atribuían este #ec#o a una verdadera cora$a vibratoria resultante de una me$cla entre las atigas ísicas, las actitudes mentales 1 las emociones incontroladas. Estimaban igualmente ue todo ello terminaba por crear una especie de memoria o de rele3o ue conducía a menudo al ser a comportarse como un peda$o de madera+ rente a un aporte de dul$ura como lo es una terapia. inalmente, sus observaciones les llevaron a elaborar un peue'o m/todo para suavi$ar la cora$a de estr/s 1 volverla de algn modo ms porosa. Este m/todo consiste en poner interacci%n el ba$o 1 un punto preciso situado en la parte interna superior el pec#o i$uierdo, punto ue es un estimulador energ/tico del timo. Este era el modo en el ue procedían al comien$o de una sesi%n de tratamiento cuando percibían ue era necesario.
Con la a1uda del pulgar, practicaban lentos masa3es respetando el sentido #orario en la $ona del costado i$uierdo correspondiente al ba$o. Desde esta $ona, subían con el pulgar a largo del estern%n #asta situarse en el c#a;ra cardiaco. Desde a#í, dirigían el pulgar #acia un punto preciso en la parte interior del pec#o i$uierdo. El resto de la mano seguía dulcemente el movimiento permaneciendo tambi/n en contacto directo con la piel.
er/is ue el con3unto del gesto tra$a una especie de media luna e0tendi/ndose entre el ba$o 1 el punto rele3o del timo. &al punto se locali$a cilmente 1a ue es especialmente sensible a la presi%n ue el pulgar e3er$a sobre /l. Esta presi%n ir acompa'ada de un movimiento circular mu1 suave, siempre en el sentido #orario. "a1 ue se'alar ue algunas personas apenas soportan la mínima tensi%n del pulgar del terapeuta sobre esa $ona concreta. En eecto, la presi%n pude resultar e0cesivamente dolorosa e incluso insoportable. Por tanto, solo se #ar de orma suave. Aunue tal presi%n 1 el dolor ue suscita nunca son agradables para el enermo, el ob3etivo no es desde luego causar un tormento, 4ue generaría ms estr/s5
uiero se'alar igualmente ue la escuc#a del dolor 1 de las sensaciones ue conlleva es e0tremadamente importante. 2i la molestia uera demasiado uerte 1 larga, podría engendrar una enermedad en el paciente. 3servación$
*legado a esta ase de mi e0plicaci%n t/cnica, tengo ue recordar ue la sensibilidad egipcia 1 esenia ense'aba constantemente a los estudiantes la toma del pulso moral+ de la persona tratada de orma regular.
El terapeutacanal &odos los ue conocen el mbito de las terapias energ/ticas saben bien ue un terapeuta solo es el camino privilegiado elegido por la Corriente universal de vida para proponer la curaci%n. Por e3emplo, entre las personas ue aplican la llamada pranoterapia, resulta obvio airmar
1) !¿4anal de (u*!
2er un canal durante un tratamiento, sí, por supuesto... 6Pero canal de u/7 Precis/moslo aun a riesgo de parecer prosaicos9 un canal es un conducto, un tubo. @ todos sabemos ue un tubo puede estar #ec#o de cobre, de plstico o de cauc#o... Puede ser de dierentes tama'os, puede estar sucio, tener agu3eros o ser poroso. Puede, en deinitiva, estar conectado a multitud de
uentes ms o menos limpias... 4incluso a uentes no límpias en absoluto5 Así, si es cil decir ue se es canal de una uer$a superior, es muc#o menos cil serlo realmente. 2in duda, esto no es nuevo. *os sacerdotes-instructores del Egipto antiguo 1 del Monte Ormel lo conocían bien, ellos constantemente orientaban a sus estudiantes en la vía del euilibrio, de la lucide$, de la auto-observaci%n 1 de la sensate$, es decir, de la maestría. El principio de la canali$aci%n era tan recuente como #o1, incluso en un conte0to terap/utico. En eecto, cuando se de3a de sentir la t/cnica como un con3unto encasillado de elementos del ue no podemos salir, ocurre algo en la conciencia del ser ue abre la puerta a en%menos, a Presencias a las ue podemos dar todo tipo de nombres. 2i #o1 día se airma ue es uno u otro ser el ue viene a curar a trav/s de las manos de un terapeuta, en otro tiempo era ?siris,
2i tenemos en cuenta la suma de e0igencias ue se describen en este libro, el terapeuta se encuentra de manera sorprendente en el cruce e0acto de esa toma de conciencia. Cuando aspira a tal magnitud, es decir, a un verdadero 2ervicio a la vida, debe medirse a sí mismo de manera regular, sin lo cual puede caer en la trampa de su propio rele3o. En eecto, mentir a otro es mu1 sencillo, mentirse a uno mismo puede serlo igualmente 1a ue la auto#ipnosis es un en%meno corriente... pero en ambos casos el despertar es diícil 1 doloroso. Así, es me3or no alardear de canali$ar algo o a alguien 1 así inlar una enorme burbu3a de 3ab%n ue tarde o temprano terminar por estallar, aunue solo sea en el centro de nuestro cora$%n. *o verdadero, es decir, lo simple 1 lo luido, terminan siempre por tener la ltima palabra... Es a esto a lo ue el cuerpo 1 el alma del terapeuta son llamados a abandonarse.
2) 4uando las manos coran autonomía
Este es un en%meno ue, un día u otro, se dar en toda persona ue cure en estado de comunicaci%n con un Principio 2uperior. 2e maniiesta normalmente de orma espontnea por la p/rdida progresiva de control de los movimientos e3ecutados por las manos. Esta p/rdida puede ser parcial 1 puntual, o bien total 1 continua durante la terapia. En ambos casos es precedida de una actitud de abandono, de transpariencia 1 de conian$a por parte del terapeuta. *os instructores de la raternidad esenia airmaban ue esta autonomía de las manos no debía buscarse ni evitarse, sino ue se instalaba por sí misma como un #ec#o en un momento dado de la prctica. 2in embargo, para ellos era evidente ue su ausencia no era en absoluto una se'al de alta de elevaci%n interior. En la prctica de un arte las #erramientas son mltiples, ninguna es superior a otra 1a ue todas solo traducen sensibilidades dierentes. El en%meno de la autonomía de las manos comien$a la ma1or parte de las veces por una sensaci%n de entumecimiento de estas. Este es debido a un desprendimiento ms o menos importante de su contraparte et/rica. En otras palabras, el molde et/rico de las manos se e0trae progresivamente de su orma de carne ba3o el eecto de un desprendimiento de la personalidad del terapeuta. 6C%mo se despla$an las manos entonces para dispensar una terapia7 2us movimientos se eectan ba3o el eecto de dos uer$as posibles ue son de dierente naturale$a aunue ambas convergen.
a) 0a 'uer%a de transmisi!n
Proviene de la acci%n de la Conciencia superior del terapeuta, es decir, de esa $ona+ de su ser ue se sita ms al de su personalidad encarnada, ue comien$a a maniestarse a trav/s de su octavo c#a;ra.
En este caso, el doble et/rico de la mano o las manos solo se libera parcialmente 1 la sensaci%n de entumecimiento es ligera. *as manos del terapeuta simplemente estn teledirigidas por un Principio ue acta como un puente en sí mismo entre lo #umano 1 lo sobre#umano. Casi en la totalidad de los casos, la maniestaci%n de este en%meno de transmisi%n reuiere ue el terapeuta tenga los o3os cerrados. El tratamiento entonces no es ms ue absoluta meditaci%n, #asta el punto de ue todos los elementos t/cnicos bsicos descritos en este libro se desvanencen por s'i mismos de3ando lugar a otra cosa. uiero precisar ue no estamos en el mbito del ms o menos+ dentro del cual nos iaríamosF tampoco en el mbito de lo intuitivo, a menudo demasiado impreciso. Estamos totalmente en el abandono a un Principio 2uperior ue sabe 1 conoce, en cu1o seno todas las ideas preconcebidas se rompen en peda$os. b) 0a 'uer%a de canali%aci!n
2e trata de la intervenci%n real de una Presencia totalmente e0terior a la persona del terapeuta. Esta se maniiesta, bien por una insensibili$aci%n completa de sus manos 1 de sus bra$os ue escapan totalmente a su control, o bien por una toma de posesi%n de la totalidad de su cuerpo. Por tanto, el terapeuta es en ese momento investigado por una Presencia *uminosa ue reali$a la terapia en su lugar. En ese caso #ablamos de una canali$aci%n, o incluso de un trance en el sentido pleno del t/rmino, 1a ue el cuerpo del terapeuta se convierte en instrumento de una uer$a ue le sobrepasa 1 le utili$a de orma sagrada. *a conciencia del terapeuta est entonces ausente, absorbida por otro universo del ue generalmente no recuerda nada cuando vuelve a su cuerpo. Este /nomeno es muc#o menos comn de lo ue puede creerse 1 puede presentarse con multitud de variantes. Estas son debidas al nivel de preparaci%n interior del terapeuta 1 a su capacidad personal de soportar el c#oue vibratorio ue supone. Es evidente ue ningn terapeuta puede decidir por su propia iniciativa curar de esa manera. El en%meno se impone por sí mismo... o no ocurre.
En eecto, durante este tipo de acontecimiento terap/utico+, se unen los universos. Estos se usionan en el seno del cuerpo del terapeuta, cu1a tasa vibratoria se incrementa considerablemente. 2u vo$ puede entonces modiicarse, así como su comportamiento, lo ue es l%gico, 1a ue de3a de ser /l el ue dirige su ve#ículo. inalmente, #a1 ue precisar ue un enermo debe ser necesariamente prevenido de antemano de la eventualidad de tal maniestaci%n durante la terapia ue va a recibir.
") El desarrollo del c&a'ra %rontal
Dentro del marco de loraci%n del estado de terapeuta+, egipcios 1 esenios tenían costumbre de testarse o de auto-controlarse mediante la observaci%n de su propio c#a;ra rontal. *a orma en la ue ese c#a;ra les aparecía como visi%n interior les invitaba a no mentirse a sí mismos 1 3ugaba así el papel de regulador sobre las posibles desviaciones de su personalidad. El propio Maestro Kess recomendaba recuentemente a sus discípulos ms pr%0imos, terapeutas o no, el anlisis de ese centro, ue veía como un indicador de la transparencia de conciencia+. En la ense'an$a ue impartía en relaci%n con esto, distinguía tres niveles principales en el desarrollo de su centro rontal (a3na). 2egn sus palabras, correspondía a cada persona saber d%nde estaba este en el instante presente, tratando de obtener la visi%n clara del mismo durante algunos momentos de meditaci%n. a) ;ase <
En un primer nivel de su desarrollo, el c#a;ra rontal aparece como un anillo dorado entre las ce3as cuando ambos o3os estn cerrados 1 se instala en el ser una verdadera rela3aci%n. Este anillo indica un nivel de conciencia todavía demasiado ba3o la inluencia del mundo emocional, lo ue, a decir verdad, no es lo ideal cundo emprendemos la vía de las terapias.
b) ;ase =
El segundo nivel de maniestaci%n del tercer o3o se traduce por un bello disco a$ul. *a calidad de ese a$ul ser ms o menos intensa, ms o menos prounda, en unci%n de la pure$a del prana ue circula en la red de los nadis. *a aparici%n de ese disco a$ul (ue tambi/n podemos captar en la orma de un punto ms o meno grande, cu1o tama'o crece con el tiempo), indica ue el ser est en busca de sosiego de su dimensi%n mental 1 ue comien$a a tener la posibilidad de tomar altura en su relaci%n con la multitud de los acontecimientos de la vida. c) ;ase >
inalmente, el tercer nivel de e0presi%n de c#a;ra rontal le #ace aparecer ante la persona ue medita ba3o la orma de una luminosa estrella de cinco puntos, sin ue sea posible decir si es de color de la luna o del sol. *a cira cinco ue caracteri$a esta estrella nos lleva necesariamente a la uintaesencia del ser 1 #abla de una capacidad de comprensi%n ms all de las contingencias de la materia 1 del tiempo tal como se les percibía tradicionalmente. Es la ra$%n por la ue esta estrella traduce una posibilidad de acceso al universo de las causas, entre otras, a las visiones a;s#icas. El Maestro Kess ense'aba ue e0isten igualmente ases intermedias en las etapas de desarrollo del c#a;ra rontal, especialmente la del disco a$ul 1 la de la estrella de cnco puntas. orman geom/tricas variadas, incluso pantallas blancas+ pueden surgir una tras otra, persistiendo incluso durante largos períodos de la vida. 2in embargo, insistía en un punto principal9 la maniestaci%n de dierentes grados de resplandor del centro rontal debe e0cluir todo espíritu de desaío, de competici%n o de luc#a interior. En eecto, sería estpido decirse9 2olo esto1 en este nivel, en tantos meses o en tantos a'os tengo ue #aber pasado a otro+. &al estado de tantos espíritu es incompatible con el desarrollo armonioso de la conciencia 1 las necesidades íntimas de su maduraci%n. Por otro lado, es esencial comprender ue estos niveles de maniestaci%n de centro a3na no tienen necesariamente nada ue ver con la grande$a del alma del ser, es decir, con su capacidad de amar 1 de servir a una causa luminosa. De ningn modo son el bar%metro de lo ue llamamos, a menudo de manera simplista, el grado de espiritualidad+ de una persona. 8n centro psíuico puede perectamente encontrarse renado en un momento dado de la #istoria 1 de la evoluci%n de un ser con el in de ue cultive 1 ponga despu/s de relieve otras capacidades.
disciplinas como, especialmente, las del Ori1a @oga, @oga, o 1oga de la puriicaci%n. Estas se encuentran cilmente a alcance de todo el ue est/ interesado. Preiero evocar una ve$ ms la raí$ misma de la ense'an$a del Cristo. 2e trata de la llamada ll amada total 1 sin condici%n a una Presencia de Amor ue trasciende todos los aspectos t/cnicos de la vida 1 ue a menudo aprisionaban al ser en su red. Eso no signiica de ningn modo 4iva 4iva la ignorancia, bienvenido e0clusivamente a la intuici%n5, sino ms bien Debemos en deinitiva a nuestro Cora$%n su papel de director de oruesta+. Cada uno de nuestros centros energ/ticos es comparable a un un instrumento de msica #abilitado para traducir una melodía, melodía, no le corresponde corresponde imponer su su inluencia sobre el con3unto de la partitura ni llevar la batuta del director+. El ara%n A;#enat%n A;#enat%n relat% un día a las personas cercanas a /l ue, durante todos los a'os de su aprendi$a3e en los Misterios sagrados, se #abía imaginado ue el se0to c#a;ra debía aparecer al ue medita ba3o la orma del o3o de oud3at, tambi/n llamado o3o de "orus. Jgnoraba entonces ue esa representaci%n Keroglíica no correspondía a la realidad interior ue el iniciado debía encontrar. E0tra'amente, E0tra'amente, todos sacerdotes ue #abían encargado de su ormaci%n ormaci%n #abían omitido ense'arle con precisi%n este aspecto, puede ser ue pensando ue, como uturo se'or de Egipto 1 divinidad encarnada+, encarnada+, poseía de entrada este conocimiento bsico. 2egn el relato de A;t#enat%n, el asunto estall% apenas una semana antes de su pasa3e por una de las iniciaciones principales. principales. *a toma de conciencia ue cruel.. @ ue an ms cruel debido a ue no se atrevi% a #ablar de ello a sus instructores. 2e daba cuenta de ue la percepci%n ue #asta entonces #abía tenido de su tercer o3o no se correspondía con la realidad.
Conclu1endo con su relato, el ara%n cones% ue, incluso tras tr as auella e0periencia ulgurante, no siempre activ% la percepci%n adecuada de su centro rontal 1a ue no conseguía des#acerse de la #uella del o3o de aud3at... 6@ u/ #as #ec#o7+ -le pregunt% una de las personas de su entorno cercano. 4
Un aspecto de la &erencia egipcia 3servaciones sore el es(uema corporal
1) El cua cuadr drad ado o sagr sagrad ado o
*a siguiente inormaci%n sin duda sorprender a ms de uno. En eecto, #asta donde s/, no igura en ningn manuscrito catalogado a día de #o1. #o1. @ por una buena ra$%n... era transmitida oralmente. ele3a un sistema de reerencias ue, aunue #o1 día #a caído en el olvido, #ace muc#o tiempo demostr% su eicacia, ra$%n por la cual sin duda la Memoria a;s#ica me #a permitido reconstituirlo, al menos en sus grandes líneas. Este sistema ue estructurado al comien$o del reinado r einado de Amenois Amenois JJJ, padre de A;#enat%n, A;#enat%n, 1 continu% siendo utili$ado durante el reinado de Ai, #asta ue el clero de Am%n impuso de nuevo su le1 1 sus principios en todos los mbitos de la vida. evela la e0istencia de un cuadrado sagrado, una especie de esuema corporal ue los terapeutas solían tomar como base. *a igura ue representa dividía globalmente el cuerpo #umano en cuatro $onas determinadas por el encuentro de una línea simb%lica vertical 1 otra #ori$ontal. El punto de intersecci%n de estos dos e3es se situaba a nivel del cora$%n, #aciendo de este el director de oruesta. 2egn la concepci%n de los terapeutas de la /poca, el euilibrio del ser se constru1e sobre la uer$a ue representa este punto, tanto sobre el plano de la densidad como en el universo de lo sutil. Por tanto, en virtud de este principio, un tratamiento ideal debía organi$arse, sí era posible, a partir del cora$%n 1 seguir una especie de itinerario ue tenía su propia l%gica, permitiendo re-armoni$ar el cuerpo, %rgano tras %rgano. Este itinerario tra$aba sobre el cuerpo una especie de línea de terapia+ ue evocaba en su con3unto el tra$ado tr a$ado de la lemniscata. En t/rminos ms precisos, se iniciaba la onda de curaci%n a partir del centro del pec#o, se le #acía
descender a la $ona derec#a del abdomen, se la llevaba despu/s al lado derec#o de la ca3a torcica, se le #acía ba3ar #asta el lado i$uierdo del abdomen, se la llevaba sobre la parte i$uierda del pec#o, para conducirla conducirla inalmente a su punto de partida, partida, el c#a;ra cardiaco. cardiaco. &al recorrido vibratorio era seguido por las manos manos del terapeuta cada ve$ ue ue el paciente suría de problemas diíciles de de determinar, determinar, cuando estaba estaba en un uerte estado estado de atiga o cuando cuando una enermedad alteraba la sincronía del con3unto de sus sistemas #asta apoderarse de /l completamente. Podemos #ablar por tanto de un verdadero protocolo, protocolo ue #o1 día podríamos pensar aplicar en enermedades tales como la ibromialgía (atiga cr%nica), la esclerosis mltiple o el cncer. cncer. Engloba la totalildad del cuerpo, poni/ndolo en relaci%n, %rgano tras %rgano, con l presente 1 el pasado, lo alto 1 lo ba3o. 2e trata de una realidad multidimensional en la ue todos los elementos estn estrec#amente ligados unos a otros 1 se e0presan tanto en lo concreto como en lo simb%lico. 2in duda, para asimilarse totalmente, tiene ue ser meditado. En mi opini%n, no se trata de aprenderlo de memoria para respetar la inormaci%n de manera rígida. Este esuema propone ante todo un m/todo de navegaci%n global+ en el cuerpo #umano, así como elementos de reerencia sobre los ue un terapeuta puede basarse para emprender un tratamiento completo 1 una rele0i%n. 2egn esta visi%n del cuerpo #umano, cada $ona, con los %rganos ue contiene, #abla a su manera de un aspecto del ser 1 del nivel, o de los niveles, de implantaci%n de su surimiento. Por tanto, tratar una $ona ms ue otra es poner en relaci%n el ser con la dimensi%n concreta, simb%lica 1 espiritual de esta. Es abrir puertas concretas a una onda de curaci%n. Por otro lado, tratar el con3unto de las cuatro $onas teniendo en cuenta lo ue representan signiica, segn la concepci%n egipcia, disipando las ronteras creadas entre sus dierentes niveles de realidad.
Como puede observarse, cada una de las $onas deinidas por la cru$ es sostenida por un símbolo ue evoca uno de los cuatro reinos de la naturale$a9 mineral, vegetal, animal 1 #umano. Estos cuatro símbolos estn en cone0i%n con un aruetipo 1 con una corriente de curaci%n especíica. *os sacerdotes-terapeutas los visuai$aban segn la parte del cuerpo tratada, es decir, segn el nivel del ser ue buscaban alcan$ar. El c#acal est en relaci%n con la parte inerior derec#a del cuerpo, el bculo de poder con la parte superior derec#a, la conc#a (de una amonita), se reiere a la $ona inerior i$uierda, 1 la lor de #ibisco est relacionada con toda la regi%n torcica i$uierda. *as sílabas ue iguran al lado de cada uno de los símbolos eran pronunciadas interiormente de manera repetitiva, como un breve mantra, durante cada ase de visuali$aci%n. El sol central ue ilumina 1 ordena el esuema representa evidentemente lo Jncreado, la uente de toda vida, el germen divino ue anima al ser. Al inal del tratamiento, el terapeuta colocaba la mano durante un tiempo en el c#a;ra del cora$%n para anclar en /l la corriente de curaci%n aplicada e impregnar con ella el tomo germen, es decir, la memoria prounda del enermo, su base de datos central+, segn la e0presi%n ue utili$aríamos #o1. En esa ase precisa de la terapia, era #abitual ue el sacerdote recitara interiormente su propia oraci%n personal. Cada terapeuta debía inventarse una oraci%n de curaci%n, una especie de invocaci%n ue se reservaba para sí 1 ue tenía por misi%n dinami$ar inalmente todo el traba3o de curaci%n reali$ado. "a1 ue se'alar ue esta oraci%n debía incluir un agradecimiento dirigido a la uente de toda vida 1a ue, en deinitiva, es ella la ue acta. 2) El punto de vida
Esta noci%n de tomo-germen ormaba parte de manera especial del conocimiento 1 la prctica egipcia. *e daban el nombre de punto de vida. De una manera ue #o1 día podría parecernos simplista, pensaban ue el ser #umano era capa$ de pensar+ a partir de cualuier $ona vital de su cuerpo, tal como el intestino, el #ígado o el est%mago, por e3emplo. 2ituaban el cora$%n en el centro de esta concepci%n 1 le consideraban la sede de un pensamiento especiico, así como la puerta de acceso a una memoria vinculada a los orígenes del #ombre. Por tanto, de3ar #ablar al cora$%n, remitirse a sus conocimientos proundos, no era para ellos una actitud ligada a una intuici%n ni a un estado aectivo pasa3ero. Era conectarse a la suma de e0periencias pasadas así como a sus consecuencias imprimidas en el cuerpo #asta el momento.
Por tanto, ese punto de la vida o tomo germen, se encontraba en el centro de las preocupaciones del terapeuta durante cada terapia ue dispensaba. Era a /l al ue se esperaba alcan$ar+, limpiar, si se sentía ue era necesario, 1 cargar+ de una memoria constructiva. Aunue eran conscientes de ue la realidad de ese punto era de naturale$a sutil, et/rica 1 astral,, los terapeutas pensaban ue tenía su contraparte e0acta en la materia densa del cuerpo, de a#í su convicci%n de ue e0istía un verdadero cerebro+ dotado de memoria en el cora$%n. Por otro lado, tradicionalmente se ense'aba a los estudiantes ue ese punto preciso se compponía de cuarenta cristales ue, como puertas de diamante, resumían al ser en su totalidad 1 daban acceso a sus proundidades, pasado, presente 1 uturo unidos. Podría decirse ue todo eso no es ms ue algo abstracto, pero sería olvidar ue cualuier ciru3ano cardiovascular sabe #o1 día ue e0iste un punto estremadamente preciso ue obligatoriamente debe evitar durante una operaci%n debe evitar durante una operaci%n a cora$%n abierto. 2i ese punto es tocado, provoca instantneamente la muerte del enermo, como si se le seccionara el cord%n umbilical ue une su alma a su cuerpo, como si se tocara algo tan elevado 1 sagrado en /l ue su realidad corporal no soportaría el impacto vibratorio. Pero lo ms sorprendente de todo ello es ue el Jnstituto americano "eartmat# #a descubierto la e0istencia de una verdadera $ona cerebral+ en el cora$%n. Este punto, ínimo, estaría constituido por alrededor de cuarenta mil c/lulas. Es de /l de donde vendría la activaci%n del ritmo cardiaco cuando el embri%n #umano est ormndose en el vientre materno, antes incluso de ue se orme el cerebro. 6C%mo no pesar en #acer una comparaci%n entre esta mini-$ona nerviosa+, de donde nacería el impulso de vida, con el punto-vida+ tradicional egipcio7 Jgualmente, 6c%mo no comparar los cuarenta cristales de los sacerdotes terapeutas 1 las cuarenta mil c/lulas del punto vital descubiertas recientemente7
") Los símolos de armoni-ación
a) 0a &isuali%aci!n
Por tanto, en el marco de una terapia global en relaci%n con una enermedad grave o con un trastorno proundo del ser, los antiguos terapeutas esperaban, antes ue cualuier otra cosa, poder actuar de3ando una #uella prounda en el seno mismo del tomo germen o punto-vida. Para #acerlo, ms all de lo ue transmitían a trav/s de sus manos, otorgaban una importancia nada desde'able a los simbolos de armoni$aci%n asociados a las cuatro grandes $onas del cuerpo, tal como se #an descrito anteriormente. Para poder esperar reproducir #o1 los eectos no basta con decir ue les
visuali$aban interiormente, #a1 ue saber c%mo se practicaban las visuali$aciones. En primer lugar, los terapeuas tomaban lentamente tres o cuatro proundas inspiraciones, bi$ueando a la ve$ los o3os interiormente para estimular la $ona del c#a;ra rontal. ela3aban despu/s la presi%n entre ambos o3os 1 comen$aban a continuaci%n una prolongada apnea, con los pulmones llenos. 2oltaban por la nari$ #aciendolo ue rotara las osas nasales 1 inalmente de3an venir a sí, con los o3os cerrados, tras los prpados, la imagen del simbolo llamado. *a noci%n de de3ar venir+ era esencial en la concepci%n ue tenían de la visuali$aci%n 1a ue para ellos no se trataba en absoluto de un traba3o de voluntad. *a imagen buscada debía emerger interiormente, sin la ms mínima tensi%n, como si ascendiera progresivamente de las proundidades de un lago #asta la supericie del mismo. *os egipcios contemporneos de A;#enat%n terminaban generalmente sus prcticas de visuali$aci%n elevando su conciencia a la cima de su crneo mientras ue su mano se situaba durante un tiempo sobre el centro cardiaco del paciente. 8na ve$ ue su conciencia se situaba a nivel de su s/ptimo c#a;ra, llamaban la imagen de una mano de lu$ ue venía a posarse sobre este. *legaban a sentir la caricia en un estado de apertura 1 de comuni%n en el ue la onda se prolongaba a trav/s de su cuerpo, su bra$o, 1 inalmente, a trav/s de su mano #asta el cora$%n del enermo para alcan$ar el punto-vida.
c) 0os !rganos
Del mismo modo ue asociaban un símbolo a cada una de las cuatro grandes $onas del cuerpo, los sacerdotes-terapeutas del Egipto de A;#enat%n unían igualmente cada %rgano a una imagen ue tenía valor de aruetipo. Cuando curaban un %rgano concreto del cuerpo, 1 uera cual uera el trastorno ue este suriera, no era e0tra'o ue utili$aran interiormente esa imagen como palanca de acci%n suplementaria para la curaci%n. Personalmente, aconse3o solo aplicar esta orma de actuar cuando 1a se est/ perectamente amili$ari$ado con todas las prcticas de imposici%n de manos tal como se #an descrito, es decir, cuando estas se realicen con toda luide$. Esta recomendaci%n es esencial, 1a ue no respetarla llevaría a una sobrecarga o a una saturaci%n del mental del terapeuta durante las terapias dispensadas. Por otro lado, la misma recomendaci%n 1a se #acía #ace tres mil uinientos a'os...
/) La evolución de conciencia
&al como lo #e se'alado anteriormente, la evoluci%n de conciencia del enermo se situaba en el centro de las preocupaciones del terapeuta, tanto en los esenios como en los egipcios. *a curaci%n del cuerpo solo podía ser completa si el alma entraba en una mutaci%n ue uera necesaria para ella, es decir, si la enermedad #abía puriicado 1 desbro$ado de manera suiciente al ser desde dentro. El terapeuta empleaba toda ocasi%n disponible para modiicar lo ue #o1 día se #a dado en llamar el nivel vibratorio+ de la persona... si esta se mostraba consciente de ue debía operarse una metamorosis en sí misma. Desde este punto de vista, se otorgaba una especial importancia a la limpie$a de los canales energ/ticos, para permitir circular cada ve$ ms libremente la uer$a vital concentrada en la base de la columna vertebral. 2i abordo este tema de nuevo en este libro es para proporcionar algunos elementos de comprensi%n suplementarios sobre la concepci%n ue los Antiguos tenían de lo ue #o1 llamamos la ascensi%n de la Oundalini.
Como en la concepci%n oriental, los terapeutas egipcios 1 esenios #ablaban de un triple canal sutil ue permitía al uego de ida+ reali$ar una ascensi%n a lo largo de la columna vertebral. "ablaban del principio ue era la usi%n de los canales derec#o e i$uierdo situados a cada lado del e3e dorsal, ue permitía al canal central dilatarse para ue la uer$a se desenroscara totalmente, con toda su potencia, desde la base del ser a su v/rtice. El canal i$uierdo (Jda en snscrito) estaba recorrido segn ellos por un soplo (apana). Este soplo era comparado a la lluvia, es decir, a una uer$a ue iba desde lo alto #acia lo ba3o. El canal derec#o (Pingala) se asimilaba al rocío. 2u soplo (prana) era percibido como dirigi/ndose desde lo ba3o #acia lo alto, es decir, anlogamente, oreciendo #umedad desde el suelo al cielo. Egipcios 1 esenios airmaban ue apana 1 prana se estimulaban uno a otro 1 alimentaban un motor energ/tico. "o1 día podríamos compararlo al principio de la batería con sus dos polos. Estimaban ue una persona ue #o1 llamaríamos primaria+, ambos canales, Jda 1 Pingala, se parecerían simplemente a dos e3es verticales situados a un lado u otro del canal central (2us#umma), todavía embrionario, de la Oundalini. 2egn ellos, solo con la elevaci%n progresiva de la conciencia Jda 1 pringala comien$an a ondularse ba3o la acci%n estimuladora de apana 1 de prama. A lo largo de las vidas, la ondulaci%n se vuelve tal ue ambos e3es terminan por entrecru$arse 1 crear el esuema ideal ue encontramos en todas las lminas tradicionales de anatomía sutil. Cuando el entrecru$amiento se vuelve eectivo, el canal central (2us#umma), #asta ese momento casi ine0istente, comien$a a e0pandirse 1 a activarse para construir el camino ideal de ascenso de la Oundalini. Dilatados al m0imo, inalmente parecen ormar nada ms ue uno. De manera anloga, es el mismo principio el ue se pone en marc#a cuando se controlan algunos cantos tibetanos9 dos columnas de aire, una ascendente 1 otra descendente, se cru$an en la parte posterior de la garganta de los lamas, permitiendo ue se emita un sonido ininterrumpido durante un amplio lapso de tiempo. Es evidente ue cuando una persona llega a la usi%n, 1 por tanto, al despliegue armonioso del triple uego de la Oundalini, logra la salud global de su ser. Esto no signiica ue en su vida encarnada la persona en cuesti%n nunca ms va1a a ser alcan$ada por la ms mínima diicultad, 1a ue la materia densa impone obligatoriamente ciertas restricciones, pero sí signiica ue los obstculos encontrados sern sublimados, dominados 1 utili$ados con ines constructivos en el marco de una misi%n de 2ervicio. El ser se convierte entonces en una verdadera batería universal, reconciliando en una sola uer$a de paciicaci%n lo ms 1 lo menos. *o solar 1 lo lunar 1 el agua, lo masculino 1 lo emenino.