EL ENCUENTRO EXISTENCIAL Lucía Cuéllar Ospina. Junio de 2009 El Encuentro Existencial es el estilo de relación que se construye en un proceso terapéutico desde la Psicología humanista-existencial. humanista-existencial. Este estilo de relación se vive como un proceso dentro de la terapia pues no es un estado al que se quiere llegar sino una construcción construcción trazada trazada entre dos que se va tejiendo hasta formar una red que soporta, protege y cubre. Este encuentro tiene varias características y actitudes que iré explicando explicando
retomando retomando concepto conceptos s que ya se han trabajado en capítulos capítulos
anteriores. Entre ellas están: 1.Actitud Yo-Tu: Esta actitud es una de las dos actitudes que Buber (1998), describe cuando habla de su teoría de la dualidad. Para él “toda vida verdadera es encuentro” (Buber,1998; Cuél Cuélla larr y Gall Galleg ego, o, 2003 2003)) eso eso quie quiere re deci decirr que que para para que que exis exista ta el encu encuen entro tro nec necesar esaria iam mente ente el ser deb debe enfre nfrent ntar ar al mund undo desd esde la actitu titud d yo-tu o-tu,, arriesgándose a ser cambiado por el otro, vivenciando en el presente desde todo su ser ser y reci recibi bien endo do al otro otro tamb tambié ién n como como tota totali lida dad. d. Cuél Cuélla larr y Galle Gallego go (200 (2003) 3),, lo descri describen ben así así “La relaci relación ón se vive vive a través través del Yo-tú Yo-tú no experi experime menta ntando ndo sino vivenciando, eso significa que el estar con otro me implica abarcar su esencia y esto abarca abarca todo mi ser, ser, eso explica explica el riesgo riesgo que asumo asumo al abrirme abrirme hacia hacia el otro otro recibiéndolo en su totalidad.” (p.12). El asumir el mundo desde la actitud Yo-tú implica estar presente con el otro con todo lo que soy y abrirme a recibir al otro con toda su realidad y estar dispuesto a que esta presencia presencia me marque marque y por esto me me movilice. movilice. La actitud actitud Yo-tú como dije anteriorme anteriormente nte implica la actitud actitud Yo-ello Yo-ello pues toda vivencia vivencia es convertida convertida en experiencia experiencia al dejar de ser presencia. presencia. La relación
descrita por Buber es el encuentro y el encuentro es la relación y siempre que hablamos de relación se habla de actitud Yo-tu, a través de la actitud Yo-ello la persona se vincula más no se relaciona. 2. Actitud Fenomenológica: Para que el encuentro se dé debo dejar al lado cualquier juicio de valor, conocimiento, teoría o idea que exista en mi (reducción eidética de Husserl) que no me permita ver al otro con todo su ser para así lograr una actitud fenomenológica. Desde allí
recibo todo lo que trae el otro, su temperamento, su historia, sus
características, su visión de mundo, sus alegrías y dolores, su oficio, sus diferentes percepciones. “Para que este se dé, necesariamente desaparece cualquier tipo de intermediario o mediador, llámese prejuicio, juicio de valor o experiencia. Es decir me presento frente al otro con una actitud fenomenológica, realizo en mí las diferentes reducciones para recibir al otro plenamente en su esencia como un ser total y completo.” (Cuéllar y Gallego, 2003, p.12). 3. Actitudes Rogerianas: Para que exista una relación de ayuda, como lo plantea Rogers, ésta debe tener unas condiciones o actitudes para que a través de ellas la persona se desarrolle. Estas condiciones son: a.
Congruencia: esta condición implica ser coherente entre lo que pienso, siento y hago, es decir entre mis dimensiones racional, emocional y conductual. Esta incluye la autenticidad y la transparencia, siendo la autenticidad la capacidad de ser yo mismo con el otro y la transparencia que el otro vea lo que yo soy.
b.
Comprensión Empática profunda: esta actitud invita a sentir lo humanamente
posible lo que el otro siente. Es asumir la empatía como postura, no como técnica, desde el ser y no desde el hacer, Ciaramicoli y Ketcham (2000) dicen:“ser empático es mucho más importante que tener empatía” (p.63). “La empatía vista como postura frente al otro es la base del encuentro. Es como decía Rogers, una condición necesaria para que realmente sea la relación un espacio terapéutico, que por sí mismo genere cambio.” (Cuéllar, y Gallego 2003, p.14). Brazier (1997), la define así: “la empatía profunda siempre significa “escuchar con el tercer oído” en el que es importante un contacto regresivo con los niveles más profundos de los sentimientos propios y la habilidad para poder imaginar lo que sentiría en una situación parecida.” (p.31). Ciaramicoli y Ketcham (2000), describen siete pasos fundamentales para expresar empatía: El primero de ellos es hacer preguntas con final abierto. Con este tipo de pregunta le comunicamos al otro nuestro interés por él, por su situación y por su posición frente a lo que le sucede. Permite seguir el ritmo del otro y conocerlo a profundidad. Son preguntas que no implican una respuesta de si o no, invitan a la persona a indagar en su existencia para responder. El segundo paso es avanzar suavemente, lo cual implica ir despacio para que los pensamientos vayan al mismo ritmo que los sentimientos y permita reflexionar y pensar. El tercer paso es evitar abrir juicio para no rotular a la persona sino aceptarla con lo que viene en el momento. El siguiente es poner atención al cuerpo porque nuestro cuerpo está en sintonía con el de los otros y si estamos atentos nos permite leer lo que le está sucediendo y nos da claves de lo que necesita. El quinto paso se refiere a aprender del pasado con el fin de saber cómo ha funcionado la persona en otros momentos y cómo los ha asumido para conocer sus recursos y potenciarlos. El sexto paso es
dejar abierta la historia. Este paso implica recordar lo que le ha sucedido y volver al lugar y momento de su historia que sea adecuado para él cuando sea necesario. Permite reconocer cuando avanzar y cuando retroceder siguiendo el ritmo de la persona dejándonos guiar por su experiencia. El último paso es establecer límites. Este paso nos recuerda que somos separados del otro, que somos iguales como seres humanos pero únicos e irrepetibles como personas y que al otro no le sirve, ni a nosotros tampoco, que nos fusionemos. Es el paso que nos recuerda la conciencia de límite. Estos siete pasos no se dan de manera lineal, uno detrás del otro, sino se van dando de forma casi simultánea a medida que la empatía lo permite y lo exige. Estos mismos autores expresan cómo se experimenta la empatía a través de ciertas conductas, entre ellas nombran la honestidad, la humildad, la aceptación, la tolerancia, la gratitud, la fe, la esperanza y el perdón. Estas conductas aportan a nuestra postura empática e influyen en nuestra habilidad para comprender los sentimientos y pensamientos de otras personas y entrar de manera respetuosa en el ser interior del otro. c.
Valoración Positiva incondicional: se refiere a la aceptación de la persona sin juicios de valor ni condiciones y se relaciona con la congruencia y con la empatía. Brazier (1997), lo describe de la siguiente manera: “la congruencia es correlativa a la aceptación: no puede darse una apertura a la experiencia del cliente si no la hay para la propia experiencia. Y sin apertura tampoco puede haber empatía.” (p.28).
d.
Interés Genuino: esta actitud se refiere al real interés que tiene el terapeuta por el consultante y por su experiencia. Si el terapeuta no siente interés por el otro y utiliza máscaras para hacerlo, para parecer interesado, el consultante lo sabrá. En este estilo de relación el terapeuta deberá ser congruente y por
esto si no le interesa la persona, ésta se dará cuenta y no le servirá para su desarrollo. “El reconocer al otro como un igual a mí desde lo humano y totalmente diferente dese lo personal, me hace despertar un genuino interés por conocerlo a él con todo su marco fenoménico, su historia, su mundo, sus pensamientos, sus sentimientos, sus sensaciones corporales y cómo lo vivencia en el presente.” (Cuéllar y Gallego, 2003, p.13). e.
Estar en contacto: “es la mutua afectación del campo experiencial de uno y de otro” (Rud, 2007). Incluye todas las actitudes anteriores.
4. Horizontalidad: es la capacidad de construir una relación de igual a igual donde yo no sé más que el otro, no soy el experto que sabe más de él que él mismo. En el libro Soy persona lo describo así: “No soy la sabia ni la experta. En el encuentro los dos estamos del mismo lado y a veces el consultante me supera, por el conocimiento que tiene de su propia vida y de su manifestación en el aquí y el ahora.” (Cuéllar y Gallego, 2003, p. 15). Esta capacidad me ubica en una postura humilde frente a la persona y me permite ser empático.
5. Interés por el cómo: Desde esta postura nos interesa más el cómo que el porqué. “En este encuentro el porqué no es importante, no es la causa de lo que le sucede a la persona lo que nos interesa, no es identificar el “culpable”. Lo que realmente importa es cómo está vivenciando en el aquí y el ahora y cómo se manifiesta en cada una de las dimensiones de la persona: emocional, racional, social, espiritual y corporal.” (Cuéllar y Gallego, 2003, p.13). Cómo experiencia la persona su existencia y lo que sucede en ella es lo que nos convoca en la relación con el otro. En el cómo se evidencia la vivencia del ahora, la experiencia del pasado y la proyección del futuro que se construye desde el presente.
6. Expresión de la visión de ser humano: en esta relación se manifiesta en todo su esplendor la visión antropológica de la psicología humanista con todas sus características. Al hablar del encuentro se construye una relación en la que yo siendo libre respondo por mi propia libertad, por mi propia actitud frente la otro. Desde allí acompaño al consultante a reconocer su propia unicidad, irrepetibilidad y libertad sin asumir por él lo que él puede asumir, acompañándolo en la toma de conciencia de esa libertad y encontrándole su sentido. De igual manera la relación se construye teniendo en cuenta la totalidad del ser y la integración de todas sus dimensiones, sin fragmentarlo. 7. Presencia : Aunque la actitud yo-tu la incluye, la explico por separado por la importancia que tiene en esta relación y el énfasis que requiere. El estar presente invita a participar y compromete con el otro, implica estar ahí con todo lo que soy y abierto a todo lo que es el otro, atento a captar el mundo experiencial de la persona. “Esta es la que permite comprender y sentir, en lo posible, la experiencia de ser de otra persona” (May 1977, De Castro y García 2008, p.172). Estar presente significa tener todos nuestros sentidos puestos en la comprensión de la otra persona sin que nuestro mundo interno y externo sea ruido para ello. De Castro y García (2008), lo diferencian de la actitud sentimentalista: “La presencia se refiere a una actitud de apertura experiencial hacia uno mismo y al otro de forma simultánea, a partir de una vivencia y entendimiento de la situación existencial que se está compartiendo en el momento presente. Esta actitud sigue un proceso dialéctico y hermenéutico que implica la constante captación y clarificación de los prejuicios y reacciones por parte del terapeuta acerca de la experiencia del paciente para no involucrarlos indiscriminadamente en la relación terapéutica.” (p.173).
La presencia implica CUIDADO, por mí y por el otro. Para Rud (2007), “El cuidado es implicación mutua, la cual incluye estar atento (atención) e intuición, donde la intuición es el conocimiento que surge al saber que somos parte. El presente es un regalo, es un entregarse, en ese momento el aquí y ahora ocupa todo el tiempo.” 8. Esencia y Existencia: Para que se de un encuentro real entre dos personas necesariamente requiere de la participación de la esencia y existencia de estas dos personas. Forma parte del interés por la integralidad del ser reconocer su esencia universal y particular al igual que su existencia individual como único e irrepetible. De la misma manera estoy yo con él con mi esencia y existencia. Somos dos todos, dos totalidades que se encuentran en la vivencia, en la presencia. 9. Autotrascendencia: el encuentro permite trascender, autotrascender y encontrar sentidos. Permite autotrascender porque es una oportunidad para salir de mi y mirar a otro con verdadero interés. El encuentro como tal, es un dador de sentido, porque a través de él se viven los valores que describe la logoterapia; valores de creación, valores de experiencia y valores de actitud, a través de los cuales se encuentran sentidos; la relación es un valor de creación para quién la construye, es un valor de experiencia para quién la recibe y un valor de actitud para los dos por la forma como la asumen. Por esta razón el encuentro en sí mismo es dador de sentido para las dos personas que lo construyen y participan de él. Así mismo desarrolla la autotrascendencia convocando a los dos a la captación de valores y al descubrimiento de significados potenciando la salud y promoviendo el autoconocimiento. 10.Contemplación Activa: es un compromiso aquí y ahora. 11.Actualización:
este encuentro
permite
que
la persona
actualice
sus
potencialidades en el presente, re-novar, re-conocer. El encuentro
es un proceso de intercambio de existencias, un juego entre la
subjetividad y la objetividad pues la cercanía de la relación implica cuidar con más esmero mi propia existencia y la del otro sin fusionarlas, es una relación donde los dos se afectan y los dos cambian pero no se confunden. La apertura hacia la afectación exige un nivel alto de autoconocimiento y re-conocimiento. Claudio Rud (2007), lo describe así: “es un encuentro de persona a persona, un fenómeno de mutua implicación –el entre- donde se experimenta el Yo-tu Buberiano y facilita la contemplación activa, eso significa un compromiso aquí y ahora sin mapa ya dibujado, donde logremos diferenciarnos sin separarnos, con-fundirnos sin fundirnos, con-movernos, estar en relación con la resonancia afectiva. Uno se conoce a partir de encontrarse con otro.” La fuerza del encuentro es estar al servicio completamente de la comprensión del ser humano. La importancia que le da la Psicología Humanista al encuentro existencial se justifica desde la visión de ser humano que tiene y debido al énfasis que se le había dado desde las otras escuelas, especialmente las conductistas, a la técnica. Desde esta postura lo más importante es la persona y por eso la relación que construyo con ella hace la diferencia. Después de construir una relación como la ya descrita se usa la técnica que se crea necesaria para la persona pero nunca colocándola por encima de la persona y de la relación. De Castro y García (2008) comentan: “se debe ser cuidadoso de no colocarse al servicio de la técnica, y no pretender adaptar forzosamente todo individuo a dicha técnica, ya que de esta forma, se reduce al ser humano a la categoría de objeto.” (p.174). En este orden de ideas, Yalom (1984), Bugental (1978,1987,1997), Schneider (1990,1995,2008), Moustakas (1994), Gendlin (1978, 1979, 1992) y May (1990, 1995) citados por De Castro y García (2008), “advierten que la técnica no debe
utilizarse para bloquear la presencia” (p. 175). La técnica hace parte del hacer y eso se aprende en los libros, mientras el encuentro parte del ser y se aprende en la vivencia. Si permito que el libro, es decir la teoría irrumpa en la relación cobrando mayor importancia me desconecto del otro y me pierdo de su ser y del mío. Cuando asesoro prácticas clínicas en la universidad lo primero que me piden los estudiantes es técnicas, están ávidos de saber hacer y de llenar los vacíos. Yo les respondo con algo que no les gusta y es: “Es hora de botar los libros a la basura y descubrir quienes son ustedes al encontrarse con otro. Intenten hacer contacto con la persona que tienen enfrente”. Esta respuesta genera crisis, teniendo en cuenta que la formación que se les ha dado no está muy cerca de la postura humanista. La vivencia completa del verdadero encuentro es difícil de pasar a palabras, para entenderlo hay que vivenciarlo.