ASPECTOS CONSTRUCTIVOS
Los frentes no siguieron un orden estricto, los hubo muy ornamentados como también otros modestos. Comenzaban a introducirse elementos de otros estilos, como del italiano. El frente de la casa de Martina Céspedes (Humberto 1º 351) y el de la de Balcarce (Balcarce 161) era discreto.
También la casa del soldado y periodista Esteban de Luca, de notoria actuación durante las Invasiones Inglesas, tiene un frente muy sencillo. Todavía se lo puede observar en Carlos Calvo 383. En 1982 se restauró la fachada y el techo de tejas. El interior fue modificado hace muchos años; antes tenía sólo dos habitaciones y un patio.
En cambio, el frente de la casa de Basavilbaso, escribano del virreinato en la época del Virrey Vértiz, el de la "Virreina vieja", el de la de los padres de Belgrano, el de Ramos Mejía, el del Hospital de Mujeres fue muy importante, con entradas con coronamientos barrocos, con escudos e inclusive con ventanas con idénticas terminaciones.
La casa de Basavilbaso estaba en la esquina S.O. de Belgrano y Balcarce. Por entonces Balcarce formaba parte de la ribera del río. Esa casa posteriormente perteneció a Vicente Azcuénaga, y más tarde fue alquilada para que se instalara la "Aduana Vieja".
La casa que habitaba Doña Rafaela Vera, viuda del Virrey Joaquín del Pino (1801-1804), llamada la "Virreina Vieja", se encontraba en la esquina N.O. de las calles Perú y Belgrano. Fue edificada por el tesorero real de Buenos Aires, Don Pedro Medrano en 1782.
En su entrada veíase el escudo de sus primeros dueños, los Medrano. Las ventanas a los lados tenían rejas muy barrocas, y el parapeto superior era calado.
Al lado del Cabildo se encontraba el Seminario y el Obispado. Esta casa que luego perteneció a la Policía, presentaba el estilo barroco suave en la parte central. A los lados se podía observar una típica y sencilla fachada colonial.
La casa fue demolida a principios de siglo. Pero como por arte de magia, su frente reapareció en la mansión que fuera de Enrique Larreta, hoy Museo Larreta, en el barrio de Belgrano.
El hierro fue usado en las rejas de ventanas y puertas, en los brocales de los aljibes y, al aparecer las casas de altos, en los balcones.
Las rejas se armaron con una serie de barrotes de hierro cuadrado colocados en forma vertical, cruzados por planchuelas horizontales. Sobre esta base se resolvió la construcción de las mismas con más o menos sencillez.
A este tipo de rejas, en general austeras les sucedieron otras de barrotes redondos, con diversos motivos centrales, que fueron los que enriquecieron su estética.
Los más antiguos de estos motivos fueron un tipo de arabescos en forma de S, unidos con una traba generalmente más gruesa. A estos adornos se los llamaba en su época "flores".
Las puertas cancelas también se destacaron por el trabajo de flores y de curvas. Algunos trabajos, cuyas ornamentaciones se inspiraron en elementos vegetales como hojas, también se llenaron de curvaturas en forma de caracol, de ocho abiertos o de círculos. En ciertas puertas la riqueza ornamental es tal que demuestran, con sólo observarlas, el valor increíble de los maestros herreros de entonces.
En algunos casos hacían una perfecta imitación de obras francesas del tiempo del Imperio.
En muchas de esas puertas cancelas se colocaban montantes de exquisito gusto. Todavía se puede ver este tipo de puerta en las casas de la zona de San Telmo, en la ciudad de Buenos Aires.
Los balcones constituyeron otro elemento de importancia. En general, las barandas tuvieron las mismas características constructivas de las rejas y de las puertas. Al principio fueron sencillas, casi todas terminaban con diferentes puntas de lanzas o pequeñas perillas o esferas de fundición.
Más adelante, aparecieron las barandas con columnas y arquerías, a veces simples, clásicas u otras ojivales, con un marcado estilo italiano.
Los balcones muy ornamentados con gran cantidad de flores o muchos dibujos geométricos, en especial círculos, pertenecen a la última etapa colonial y a la poscolonial.
Los herrajes forjados para las puertas y ventanas de madera, fueron una notable obra
de artesanía. Los goznes tuvieron formas diversas. Se hicieron con alas de terminación, rectas y curvas. Las alas rectas, a su vez terminaban en ángulo recto, en forma angular, en lanza, en cáliz, o en ojiva. Los extremos de las alas tenían forma de luna, de espiral y de rizos.
Los llamadores se destacaron más en algunas ciudades del interior que en Buenos Aires. Tuvieron las más diversas formas. La más común fue la mano femenina, siempre la izquierda, que sostenía una pequeña esfera batiente.
También se podía encontrar el llamador argolla, como el que todavía se halla en lacasa que perteneció al General Mitre.
Uno con la cabeza de un caballo que se encontraba en la puerta de la casa de la calle México 838, hoy desaparecida, se cree que fue único en la ciudad.
También hubo uno que representaba la pata de un caballo, rodeado de una herradura. Esa puerta está en Chacabuco 1360, pero sin ese llamador.
El del Fuerte de Buenos Aires era una combinación de animales.
También el hierro se usó en muchos de los parapetos de los techos aterrazados.
El hierro no fue tan utilizado en otras ciudades del interior. En Salta tanto las rejas como las barandas de los balcones se hicieron principalmente de madera.
Los patios constituyeron un sitio primordial en la vida de las ciudades coloniales. Era el lugar de reunión, de juego de los chicos. Por entonces no existían las plazas como lugar de esparcimiento, ellas eran amplios espacios donde solían llegar las carretas, o como en las aberturas delante de las iglesias, se reunía la gente antes o después de la Misa. Por eso se dio mucha importancia a los patios. Las casas tuvieron hasta 4 o 5 patios. Las plantas de jazmines, de magnolias, de madreselvas, de azucenas, daban un oloroso y agradable perfume a los patios. La casa se volcaba hacia adentro, también porque las calles estaban sucias, polvorientas y malolientes.
Las habitaciones daban a esos patios. En general se abrían a galerías. Éstas, en las casas más importantes, terminaban en arcos.
En el centro de los patios surgió el aljibe. A fines del siglo XVIII muy pocos los tenían. Las primeras casas con aljibes fueron las de Domingo Basavilbaso y la de Mariquita Sánchez de Thompson, que le daba agua a la gente de la cuadra. Hasta 1739 los pozos no tenían protección. Ese año el Cabildo obligó a colocar brocales alrededor de los pozos.
Todavía se puede ver en algunos patios, entre macetones con plantas, los ornamentados hierros de los aljibes coronando los brocales de mármoles o de ladrillos con azulejos, circulares, rectangulares u octogonales.
En el patio del Cabildo se halla instalado el brocal de mármol e hierros con arco superior y una cruz como coronación que perteneció a la casa de los padres de Belgrano.
En el Museo Histórico Nacional se halla un aljibe pseudo ojival, con un arco de hierro muy trabajado. También en la casa que fue de Bartolomé Mitre, hoy Museo Mitre, existe un aljibe con un arco conopial, muy austero.
En general la parte de hierro del brocal era sencilla, estaba conformada por un barrote en forma de arco, en cuyo centro se halla un gancho para la roldana, en otros casos la parte vertical era una barra muy ornamentada. En la parte inferior del brocal se podían observar trabajos con motivos relativos a animales marinos.
La "Casa de Ejercicios Espirituales", lugar donde estuvo recluida, Mariquita Sánchez, por decisión de su padre al enterarse de su noviazgo con Juan Thompson, tiene en el patio de la Cruz un aljibe muy simple con base de mampostería y una parte superior de hierro negro con una cruz en el centro. También posee, como dato curioso, una tapa de hierro.
Las casas de Buenos Aires mantuvieron las características típicas de cualquier ciudad colonial. Las esquinas formaban un ángulo recto.
A pesar de que las ochavas a 45º fueron impuestas en la época de Rivadavia, todavía se pueden ver en la ciudad las esquinas primitivas.
Muchas casas se abrían a dos calles en la esquina. Las aberturas estaban unidas por un pilar esquinero de madera. Generalmente los dinteles sobresalían en forma de ménsula. A cada lado se construían pilastras con una base trabajada, que llegaban hasta el techo. También, sobre los dinteles y las pilastras se armaban molduras, en algunos casos dando al conjunto un aire de suave barroquismo. Cuando Rosas prohibió los salientes, estas pilastras debieron ser recortadas y así se podía observar que los pilares sólo llegaban hasta los balcones.
La última esquina de este tipo en Buenos Aires desapareció en 1947 y se encontraba en San Juan y Defensa. Todavía se puede ver en algunas casas como la que está frente a la plaza de Chascomús (Pcia. de Buenos Aires) y que perteneció a la familia Bordeau.