La Verdad os hará libres José Luis Argumedo
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DAVIS d i g i ta ta l iz iz a d o p o r d p m
Se prohíbe la reprodu cción total o parcial de este libro sin el el debido consentimiento escrito del autor.
JA C
DAVIS P.O. BOX 251078 GLENDALE, CA 91205-1078 91205-1078
Contenido Introducción 1. ¿Biblia o Tradición? - I 2. La Madre de Jesús - 13 3.El Papa-25 4.
El Papa Pa pado do y las Escrituras - 33 5. 6.
Títulos Título s Papale Papales s - 43
¿Santa Cena o Misa? - 51 7.
8.
El P urgato urg atorio rio - 59
¿Confesión o Confesion Co nfesionario? ario? - 65 9.
El Rosario Rosa rio - 73
10.
Los Santos Sant os - 7 7
11. 12.
13.
Eunu Eu nuqu quism ismo o - 87
Papas Papas y Padres Padres C ontra on tra el Celibat Celibato o O bliga torio - 93 ¿Fuego Eterno? -1 01
Introducción
Si todo se puede pue de por la verdad verda d y nada contra la verdad, sean las páginas de este libro un poder para abrir abrir los ojos de quienes quienes perdieron su vista, acaso acaso porque nacieron ciegos o por no haberla ejercitado demasiado en la oscuridad. Y si la verdad gusta gust a de ser leída y oída por aquéllos que son de Dios, sean las letras letr as y palabras de esta obra un saludo piadoso y un pequeño ensayo ensayo espiritual sin sin ningún ningún propósito de de ofender anadie. anadie . Un solo sol o interés me mueve a escribir, el el de hacer el bien por medio edio de la verdad expuest exp uestaa con la misma sencillez y claridad con que la luz desciende cada mañana sobre nuestra tierra. Sin sombras escolásticas o falsas fal sas filosofías capaces de nublar la visión perfecta y sin si n el más mínimo ánim ánimo o de enturbiar enturbiar la piedad religiosa de las almas. Lógicamente que el Evangelio se nos dio para difundirlo y predicarlo. predicarlo. Esa Es a fue fu e la orden de Cristo. Ese Es e es nuestro deber. deber. Hay Hay que presentar, pues, un testimonio vivo y eficaz eficaz del camino señalado por po r Jesús. Es verdad que para construir construir muchas veces hay que derriba derribar. r. Hagámoslo, Hagámoslo, No por p or la fuerza fuerza sino por la razón y la fe. fe. Sin sectarismos, sectar ismos, ni fanatismos. fanatismo s. Sin violencias. Sin exageraciones nocivas. Con la serenidad del alma propia de quien sabe que posee la verdad. Con la esperanza de ser leídos leídos y oídos y la certeza de sembrar solamente el bien. Deshacer equívocos, equívocos, destrozar supersticiones, enterrar idolatrías, entronizar entronizar la fe: ese es nuestro nuestro deber en en la hora presente de tanta confusió confusión. n. Si sabemos en quién hemos creído, pongamos en práctica el consejo del apóstol San Pablo: Pablo: "Creí y por tanto hablé” (2 Corintios Corintios 4:13). Es preciso pr eciso recordar también el el grito de júbilo lanzado por el apóstol San Juan frente fr ente a los males morales y religiosos religioso s de su época: época: “Esta “Est a es la victoria victo ria que vence al al mundo: mundo: nuestra fe” (1 (1 Juan 5:4). 5:4).
José Luis Argumedo Los Angeles, California
Capítulo uno
¿Biblia o Tradición? La palabra palab ra “Tradic “Tr adición5 ión5’ viene de la raíz latina traditio-onis y significa: comunicación o transmisión de noticias, doctrinas, ritos, o costumbres, referidos de padres a hijos al correr del tiem po y sucederse las generacione generaciones. s. En el sentido más amplio la Iglesia Católica define tradición como “la transmisión oral o escrita de un hecho histórico o de una doctrina cualquiera.” Mientras que en el sentido estricto se define como “la transmisión oral de la doctrina revelada por Jesucristo a los apóstoles de la Iglesia, independientemente de que conste o no en en la Escritura Sagrada” Sagrada” .1 La Iglesia Católica usa los últimos capítulos del Evangelio de San Juan como los textos principales en los que basa su definición de “tradición”. Aprovechando las concluyentes palabras del apóstol Juan, en el capítulo 20, hacen buen uso de la siguiente declaración: ", Jesús Jes ús realizó en presencia presen cia de los discípulos discíp ulos otras muchas señales que no están escritas en este libro. Estas lo han sido para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su Nombre. Nombre. ” (San Juan Jua n 20: 20: 30,31). Este texto da a entender claramente que Jesús hizo muchos milagros más, los cuáles no se escribieron, pues con lo que se había escrito ya era suficiente para creer en el origen y el poder de Jesucristo. Las señales hechas por po r Jesús en forma de milagros milagros fueron sus mejores y más poderosas credenciales, las que le confirmaron como de origen divino. Es claro que el Evangelista no pretendía dar un relato completo completo de la vida y enseñanzas de Jesús. Su relato no es una cronología diaria y exhaustiva de todo lo que hizo y dijo. Tampoco se trata de una biografía de Jesús. Su intención al 1
Bujanda, Manual de Teología Dogmática, Dogmática, pág, 95.
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indicar eventos aislados y escogidos, era mostrar a Jesús como Salvador, Maestro y Señor. Fue escrito no para dar información sino para dar vida. Su propósito era pintar el cuadro de Jesús de tal manera que el lector pudiese encontrar en él al Mesías y al Hijo de Dios. Así, pues, toda señal, portento o milagro de Jesús fueron hechos con el propósito de dar respaldo, credibilidad o confirmación a lo que el apóstol consideraba lo más importante: “sus doctrinas”. Todas las doctrinas de Jesús están contenidas en el Nuevo Testamento, respaldadas por el testimonio de su poder divino.
2 La Verdad os hará libres
Otro pasaje que usan, es el último versículo del evangelio de San Juan: “Hay además otras muchas cosas que hizo Jesús. Si se contaran una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribieran ” (San Juan 21:25). En este pasaje, el apóstol llega al fin de su presentación. Termina su evangelio pensando de nuevo en la grandeza de Jesús. Sin importar qué tan maravillosa sea nuestra imaginación no podemos comprender la maravilla de Jesús. Las palabras humanas son insuficientes para describirlo. Los libros incapaces de contenerlo. Así es que San Juan hace uso de una hipérbole. Una hipér bole es una figura gram atical que consiste en aumentar o disminuir excesivamente la verdad de aquello de que se habla.2 Así, por ejemplo, decimos: “Te lo he dicho un millón de veces.” “Podría comerme una vaca.” “Estoy muerto de cansancio.” Todas estas son expresiones hiperbólicas. No lo hemos dicho un millón de veces. No podríamos comemos una vaca. Y, si estuviéramos muertos de cansancio no podríamos estarlo diciendo. No pueden tomarse estos textos en otro sentido que el que surge del deseo de reforzar una idea. Es entonces difícil validar con estos versículos toda la tradición católica. Es interesante que mientras usan estos dos textos bíblicos, pasan por alto otros textos de la Escritura. Así encontramos al mismo apóstol San Pedro, quien de acuerdo a la Tradición Católica fuera el primer papa señalando: “La paciencia de nuestro Señor juzgadla como salvación, co2
Diccionario de la Lengua Española.
mo os lo escribió también Pablo nuestro querido hermano, se gún la sabiduría que le fue otorgada. Lo escribe también en to das las cartas cuando habla en ellas de esto. Aunque hay en ellas cosas difíciles de entender, que los ignorantes y los débiles interpretan torcidamente, como también las demás escrituras, para su propia perdición. Vosotros, pues, queridos, estando ya advertidos, vivid alerta, no sea que, arrastrados por el error de esos disolutos, os veáis derribados de vuestra firme postura*\2 San Pedro 3:1517— Biblia de Jerusalén). El Concilio Vaticano II y la tradición.
Dice el Concilio Vaticano II: “Es evidente por tanto, que la Sagrada Tradición, la Sagrada Escritura, y el Magisterio de la Iglesia, según el designio sapientísimo de Dios, están entrelazados y unidos de tal forma que no tienen consistencia el uno sin los otros.”3 De esta declaración se concluye que actualmente no tiene ninguna consistencia la tradición (liturgia, ritos, dogmas, etc.), ni el Magisterio de la Iglesia (encíclicas, bulas, cartas pastorales), ya que han hecho caso omiso de la verdadera fuente: la Sagrada Escritura. Porque yo protesto a cualquiera que oye las palabras de la profecía del Libro Sagrado:
“Si alguno añadiere a estas cosas, Dios pondrá sobre él las plagas que están escritas en este libro ” (Apocalipsis 22:18). No se nos advierte únicamente contra añadir a la voluntad revelada de Dios, sino que San Pedro reconoce a las Escrituras como la palabra profética más permanente:
“Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estába mos juntamente con Él, en el monte santo. ” “Tenemos también la palabra profética más permanente, a la cual hacéis bien de estar atentos como a una antorcha que alumbra a lugar oscuro hasta que el día esclarezca, y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones." (2 San Pedro 1:18,19). San Pedro identifica a la Biblia como “La palabra profética 3
Const. Dogmática Sobre la Divina Revelación, pág. 86.
Doc.
más permanente” y la muestra como una luz que nos señala el camino. Jesús usó palabras todavía más fuertes que las de San Juan o San Pedro al hablar a los fariseos: “Así habéis anulado la Palabra de Dios por vuestra tradición. Hipócritas, bien profeti zó de vosotros Isaías cuando dijo: Este pueblo me honra con los labios pero su corazón está lejos de mi. En vano me rinden cul to, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres. ” (San Mateo 15:69 Biblia de Jerusalén). Les llamó hipócritas porque ponían la tradición antes que el servicio a Dios. Continúa después diciendo: “Anulando a sí la Palabra de Dios por vuestra tradición que os habéis transmiti do; y hacéis muchas cosas semejantes a éstas. ”(San Marcos 7:13). San Pablo, preveía tiempos terribles, en los cuáles el comportamiento de los hombres sería peor que el de los fariseos: “Por que vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana, sino que, arrastrados por sus propias pasiones, se harán con un montón de maestros por el prurito de oír nove dades, apartarán sus oídos de la verdad y se volverán a las fá bulas” (2 Timoteo 4 :3,4). Tradiciones posteriores a las Escrituras
Trágicamente la Iglesia Católica ha adoptado y perpetuado una enorme cantidad de tradiciones durante los últimos 1600 años. A continuación presento una lista parcial de estas tradiciones. Algunas de estas fechas son aproximadas ya que por el mismo hecho de ser tradiciones, carecen de certeza histórica en cuanto al año exacto en que se iniciaron:
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Año Tradición ______________ __ ______
113 El Papa Alejandro I ordena el uso de “agua bendita” . Esta costumbre fue tomada del paganismo oriental. 140 Se instituye el “ayuno de cuaresma”. Tratan de im ita r el ayuno de 40 días observado por nuestro Señor Jesús. 160
Aparecen las primeras “oraciones por los muertos. ” La Escritura dice: “Porque los vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben nada, y no hay ya pa-
ga para ellos pues se perdió su memoria ” ( Eclesiastés 9:5). 257
En este año comienzan a “consagrar los ornamentos religiosos y vestiduras sacerdotales”. Los ritos de consagración de vestiduras y los ornamentos, son completamente de origen pagano.
260 Se inician las “primeras comunidades monásticas”. 320 Empieza el uso de tas “velas y de los cirios”. Mientras que La Biblia dice: “ Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino. ” (Salmo 119:105). 321
Se cambia por primera vez “el día del Señor” de Sábado a Domingo por el Decreto de Constantino que dice: “Descansen todos los jueces, la plebe de las ciudades y los oficios de todas las artes, en el venerable día del sol” [Domingo].
“Otro es según Jesús el “Día del Señor: “Orad por que vuestra huida no suceda en invierno ni en día Sábado ” (San Mateo 24:20). 431
El Concilio de Efeso decreta la “adoración de María como Madre de Dios.” “ Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, sólo a Él darás culto”{ San Mateo 4:10).
593 La doctrina del “purgatorio”. La comenzó el Papa Gregorio Magno. Escrito e$Xé:“Todas sus rebeliones que cometió no serán recordadas” ( Ezequiel 18:22).“No me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:34). 600 El latín como idioma de oración y culto sagrado. Esto es anterior a la reforma litúrgica.
“Así también vosotros; si al hablar no pronunciáis pa labras inteligibles, ¿cómo se entenderá lo que decís? Es como si hablaréis al viento ” (I Corintios 14:9). 604 Se ordena que haya siempre una “lámpara encendida en
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cada templo”. Esta costumbre fue tomada de Roma, y ésta la tomó a su vez de los egipcios. Los egipcios la utilizaban para alejar los malos espíritus de sus templos. 610 Bonifacio III es el primero en asumir el título de “Pa pa”, que literalmente significa “Padre”. (San Mateo 23:9). 709 Se instituye el besar los pies y el anillo del papa. “Cuando Pedro entraba salió Comelio a su encuentro y cayó postrado a sus pies. Pedro le levantó diciendo: Levántate que también yo so y un hombre ” (Hechos 10:25.26). “Entonces me postré a sus pies para adorar le pero él me dice: No, cuidado; yo soy un siervo como tú y como tus hermanos que mantienen el testimonio de Jesús. A Dios tienes que adorar” (Apocalipsis 19:10).
6 La Verdad os hará libres
788 La veneración (en realidad adoración de imágenes, reliquias y la cruz). A esto se refiere el Mandamiento: “No te harás escultu ra ni imagen alguna de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra ” ( Exodo 20:4). También está escrito: “Y porque alzando tus ojos al cielo, viendo el sol y la luna y las estrellas; y todo el ejército del cie lo, no seas incitado y te inclines a ellos y les sirvas; que Jehová tu Dios los ha concedido a todos los pueblos de bajo de todos los cielos ” (Deuteronomio 4:1019). 995
La canonización de los santos (San Antonio, San Juan Bosco, San Martín, efe.) Fue aceptada esta tradición por el Papa Juan XV. “A la Iglesia de Dios que está en Corínto; a los santifi cados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, con cuan tos en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor nuestro, de nosotros y de ellos. ” (I Corintios 1:2) “Porque la voluntad de Cristo es vuestra santificación que os apartéis de fornicación” (I Tesalonicenses 4:3).
998 La misa como sacrificio. “Y en virtud de esta voluntad somos santificados, mer-
ced a la oblación de una vez para siempre del cuerpo de Jesucristo. Y ciertamente, todo sacerdote está en pie, día tras día, oficiando y ofreciendo muchas veces los muchos sacrificios, que nunca pueden borrar los peca dos. El, por el contrario, habiendo ofrecido por los pe cados un solo sacrificio, se sentó a la diestra de Dios para siempre” (Hebreos 10:1012).
1079 Se impone el "celibato a los sacerdotes y monjes," por el Papa Bonifacio VIII. “Si alguno aspira el cargo de epíscopo desea una noble función. Es pues necesario que el epíscopo sea irre prensible, casado una sola vez, sobrio, sensato, educa do, hospitalario, apto para enseñar, que gobierne bien su propia casa, y mantenga sumisos a sus hijos con to da dignidad pues si alguno no es capaz de gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la Iglesia de Dios?” (I Timoteo 3:15).
1B70 El Papa Pío IX declara la ‘Infalibilidad Papal”. “Que nadie os engañe de ninguna manera, primero tie ne que venir la apostasía y manifestarse el hombre im pío el hijo de perdición, el adversario que se eleva sobre todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta el extremo de sentarse él mismo en el san tuario de Dios y proclamar que él mismo es Dios. ” ( 2 Tesalonicenses 2:3,4).
1931 El Papa Pío XI afirma que “María es la madre de Dios”. "Tres días después se celebraba una boda en Cana de Galilea y estaba allí la madre de Jesús”(S m Juan 2:1).
1950 El Papa Pío XII declara el “dogma de la asunción de la Virgen María”. En 1965 el Concilio Ecuménico Vaticano II proclama a María “Madre Universal de la Iglesia”. P r o y e c c ió n M o d e r n a P o s t C o n c il ia r Para obtener una idea más clara de cuál es la posición actual de la Iglesia Católica, aún a la luz de los acuerdos tomados en el
¿Biblia o Tradición?
Concilio Ecuménico Vaticano II, vamos a dejar que nos hable la Enciclopedia Teológica Católica: “Y en consecuencia se puede enseñar que la tradición posterior a la Biblia no tiene mas misión que la de transmitir la Escritura en cuanto tal, la de interpretarla, actualizarla y desarrollar sus implicaciones; o bien, expresándonos con mayor precaución, que la tradición se produce siempre y en todos sus aspectos por la audición de la Escritura; bajo la Escritura como norma crítica que es necesaria siempre y en toda para distinguir la tradición [divina] como comparación de la revelación en Cristo, de las tradiciones humanas.”4
8 La Verdad os hará libres
La tradición a la luz de la Patrología 5
San Justino afirmaba: “Cristo mismo nos enseñó que no debemos poner nuestra confianza en las doctrinas humanas, sino en las que El y los profetas enseñaron.”6 San Irineo en una de sus obras dijo: “Las Escrituras son en efecto, perfectas porque fueron habladas por el Verbo de Dios y su Espíritu... Cuando se quiere convencer a los herejes con las Escrituras, se revuelven como si fueran inciertas y tales que no se podría deducir la verdad sin conocer la tradición. Las Escrituras son perfectas, ellas mismas son la tradición apostólica, la cual en la Iglesia le orienta claramente a cualquiera que quiera conocer la verdad.”7 San Basilio, un cristiano del Siglo V, indicó: “Sin duda es muy manifiesta la caída de la fe, y una de las más ciertas señales de orgullo, el introducir cualquier cosa que no se halle escrita en las Escrituras.”8 “Aquellos que son instruidos en las Escrituras deben someter a prueba las declaraciones hechas por sus maestros y recibir lo que está de acuerdo con ellas.”9
4 E. T. Sacramentum Mundi, Tom o 2, pág.773. parte 3a. 5. Padres de la Iglesia Primitiva 6. Diálogo con Tritón XLVIil 7. Adv.Haer.. III 8*Def¡de. 11:313. 9* Morada 11:428
San Eusebio, en el Concilio de Nicea, exclamó “Creed las cosas que están escritas; las cosas que no están escritas ni penséis en ellas, ni las examinéis.”10 San Cipriano declaró “Que orgullo y que presunción es ésta de comparar las tradiciones humanas con ordenanzas divinas.” 11 San Agustín añade a uno de sus escritos: “Yo leo los escritos de los doctores no por santos y sabios que ellos sean, creyendo verdadero lo que ellos dicen, sino porque lo prueban con las Escrituras canónicas.”12 San Jerónimo, conocido como “Doctor maximus in interpretandi sacris scripturis ” (el mejor doctor en las interpretaciones de las Sagradas Escrituras), tiene una hermosa declaración que dice: “La ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo.” Continua diciendo: “Las cosas que se inventan bajo el nombre de tradición apostólica, sin la autoridad de las Escrituras, son castigadas con el estoque de Dios.”13 San Atanasio, cuando escribió contra los Arríanos, después de hacer mención del Antiguo y del Nuevo Testamento, dijo: “Estas son las fuentes de vida eterna en que el sediento puede apagar su sed bebiendo los oráculos que contiene. Solo aquí se halla proclamada la doctrina de salvación. Nadie ponga ni quite de ello.”14 San Juan Crisóstomo dice: “Pone en gran peligro la propia salvación aquel que ignora las Sagradas Escrituras. Esta ignorancia ha introducido el desorden y la corrupción en la Iglesia.” La Sagrada Escritur a con respecto a la tradic ió n
Ya se ha indicado en varios pasajes anteriores lo que las Escrituras indican acerca de algunos aspectos que tienen que ver con la tradición. Es necesario señalar dos pasajes más. El primero es un consejo que el apóstol San Pablo nos da en la epístola a los Colosenses:
10* Euseb. Coment . Act. Conc. Nic. pág. 2. 11 Epist. 71, Ad., Quint. 74 12* Epist. 19. 13* Adv. Helv. 14. LardnerCred. Vol. III, pág. 112.
“Mirad que nadie os esclavice mediante la vana falacia de una filosofía fundada en tradiciones humanas, según los ele mentos del mundo no según Cristo. ” (Colosenses 2:8).
El segundo es una advertencia del apóstol San Juan: “Yo advierto a todo el que escuche las palabras proféticas de este libro si alguno añade algo sobre esto, Dios echará sobre él las plagas que se describen en este libro” ( Apocalipsis 22:18).
Una escritora contemporánea, Elena White, lo comenta de esta manera: “Innumerables son las doctrinas erróneas y las ideas fantásticas que imperan en el seno de las Iglesias de la cristiandad. Es 10 imposible calcular los resultados deplorables que acarrea la eliminación de una sola verdad en la Palabra de Dios. Pocos son La Verdad los que, habiéndose aventurado a hacer cosa semejante, se conos hará libres tentan con rechazar lisa y llanamente una sencilla verdad. Los más siguen rechazando uno tras otro los principios de la verdad, hasta que se convierten en verdaderos incrédulos. ‘Los errores de la teología hoy de moda han lanzado al escepticismo muchas almas que de otro modo habrían creído en las Escrituras. Y ese es el objeto que Satanás trata de conseguir. Nada desea él tanto como destruir la confianza en Dios y en su Palabra. Satanás se encuentra al frente de los grandes ejércitos de los que dudan, y trabaja con inconcebible energía para seducir a las almas y atraerlas a sus filas. La duda está de moda hoy. Una clase muy numerosa de personas mira la Palabra de Dios con la misma desconfianza con que fue mirado su Autor: porque ella reprueba y condena el pecado.’’15 R o m a S e m p e r I d e m 16
“Y téngase presente que Roma se jacta de no variar jamás.”17
15 Elena White, E! Conflicto de los Siglos, pág. 580 16. Roma Siempre la Misma 17. Ibiú; pág. 638
La celebración en Roma del Segundo Concilio Vaticano, de 1962, marca un novedoso viraje en la posición de dicha Iglesia en el mundo de hoy. La Iglesia Católica ha hecho algunos cam bios y adaptaciones de orden interno y ha reestudiado su cuerpo de doctrinas teológicas. El Segundo Concilio Vaticano ha dejado en muchos la impresión de que la Iglesia Católica se ha reformado a si misma, se ha rejuvenecido, y ahora está a tono con las modalidades del mundo moderno. Según una declaración reciente del sacerdote Joaquín Antonio Peñalosa, “el Concilio no es una ruptura de la tradición doctrinal y disciplinar, sino una nueva toma de conciencia de la vida de la Iglesia.” Sin embargo, una evaluación objetiva de los resultados concretos del Concilio nos hacen ver fácilmente que si bien es cierto que se han introducido algunos cambios, y se han hecho algunas concesiones en el ámbito de las relaciones religiosas, la posición oficial teológica de la Iglesia Católica sigue siendo la misma. No ha habido, pues, una reforma substancial; las interpretaciones dogmáticas que han caracterizado a la Iglesia como una institución conservadora, tradicional ista y cerrada, no sufrieron en el pasado Concilio ninguna alteración fundamental. “Roma está aumentando sigilosamente su poder. Sus doctrinas están ejerciendo su influencia en las cámaras legislativas, en las Iglesias y en los corazones de los hombres.”18 Es pues en Jesucristo y en la Biblia donde nosotros podremos experimentar el verdadero nacimiento espiritual, del Padre de las luces, Dios nuestro Señor. Y la necesidad de aferramos a la verdad, la verdad de Dios. Jesús dijo: "Y conoceréis ia verdad y la verdad os hará libres ” (San Juan 8:32).
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¿Biblia o Tradición?
I
12 La Verdad os hará libres
Capítulo dos
La Madre de Jesús
Bs muy poco lo que dice el Nuevo Testamento acerca de la madre de Jesús. Pero es todo lo que de ella hay que decir. Esta parquedad de los escritores sagrados ha sido explicada por un autor católico en el libro titulado Le Mois de Marie, de esta curiosa manera: “Para celebrar a la más noble de todas las criaturas la escritura le dedica solo algunas palabras, y la tradición se limita a pocos recuerdos ya sea porque los evangelistas y doctores hayan querido respetar el grueso velo en que se envolvió la humilde Virgen, o ya porque el lenguaje humano no puede llegar a esas alturas.” De modo que el lenguaje humano alcanzó, según este punto de vista, para hablar de Dios y del hijo de Dios, pero se halló im potente para hablar de María. Es interesante como cuando nos encontramos con el silencio, tanto histórico como bíblico, recurrimos a la imposibilidad humana de describir adecuadamente una cosa. Es verdad que en la Biblia aparecen algunos de esos casos (por ejemplo, la trinidad), pero con todo y ello, encontramos amplia cantidad de referencias. Resultan apropiadas las palabras del apóstol San Pablo en la epístola a los Romanos: A ellos que cambiaron la verdad de Dios p or la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador, que es bendito por los siglos. Amén (Romanos 1:25 Biblia de Jerusalén). M a r ía e n l a B i b l i a
En el Nuevo Testamento encontramos solamente 13 pasajes en los cuáles se registra a María: 1. La anunciación—San Lucas 1 :263S 2. Visita a Elizabeth—San Lucas 1:3945 3. “Magníficat” (glorifica)—San Lucas 1:4655
13
4. Nacimiento de Jesús San Mateo 1:1825. 5. Los pastores — San Lucas 2:820 6. María en el templo — San Lucas 2 :2132 7. La huida a Egipto — San Mateo 2:1323 8. Jesús a los 12 años — San Lucas 2:41 52 9. En las bodas de Caná — San Juan 2:15 10. ¿Quién es mi madre? — San Mateo 12:4650 11. Alabanzas de una mujer — San Lucas 11:27,28 12. Junto a la cruz — San Juan 19:2527 13. María con los apóstoles en Jerusaién — Hechos 1:14 Por supuesto, en cada uno de estos pasajes, María no es el personaje central. En algunas ocasiones solamente se alude a ella. En ningún momento es María el centro de la atención. Incluso en el establo es Jesús el foco del relato. En la huida a Egipto y en el relato de Jesús a los doce años, tanto ella como José juegan un papel igual. En las bodas de Caná de Galilea es Jesús en quien se centra el evangelista en su relato. Relació n d e Jesús y María
La primera persona que consideró importante la posición de María fue aquella mujer que interrumpió a Jesús mientras enseñaba: Estando él diciendo estas cosas, alzó la voz una mujer del pueblo y dijo: ¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron! Pero él dijo: Dichosos mas bien los que oyen la pala bra de Dios y la guardan (San Lucas 11:27,28).
La fraseología parece haber sido común, ya que era aplicada por los rabinos a Moisés e incluso a algún gran rabino. Más im presionante quizás sea el pasaje rabínico en el cual Israel es descrito como pronunciando estas palabras al contemplar al Mesías: “Bendita la hora en la cual el Mesías fue creado; bendito el vientre de donde salió; bendita la generación que le contempla; bendito el ojo que es digno de contemplarle. ’MPero a Jesús pareció no gustarle. Se estaba exaltando únicamente su humanidad y su1 1. Alfred Edersheim, The Life and Times of Jesús the Messíah, vol 2,pág. 202.
conexión humana. El ojo humano se estaba centrando en el hombre y su trabajo terreno y poniendo a un lado a Dios y su trabajo celestial. No es de extrañar que cada vez que el hombre trató de resaltar la humanidad de Jesús, sin negarla, el señaló hacia su espiritualidad : El les responde: ¿Quién es mi madre y mis hermanos? Y mi rando en tomo a los que estaban sentados en coro, a su alrede dor, dice: Estos son mí madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre (San Marcos 3 :3345; cf. San Mateo 12:4650; San Lucas 8:19 21 ).
Cabe hacer la pregunta: ¿Cómo se consideraba María con relación a su hijo? Vez tras vez encontramos a María sujeta a su hijo. Le obedece y acata su voluntad ante la cruz cuando la consigna al cuidado de Juan. Le obedece y reconoce su lugar en la boda de Caná de Galilea. Es obediente y le reconoce como su Salvador en el momento de la anunciación: Y dijo María: Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador... (San Lucas 1:46,47).
Vemos claramente que María estuvo sujeta a Jesús como su superior. En ningún momento leemos de sus intenciones de dominio y autoridad sobre su hijo. María reconoció siempre su pa pel y su lugar. Fue un instrumento en las manos de Dios y se gozó en llevar a cabo su obra. Ni María ni Jesús tuvieron problema en su relación de autoridad. Por lo menos no encontramos ningún registro de ello en la Biblia o en la Tradición. Después de la ascensión de Jesús, María no ocupó ningún lugar de preeminencia entre los discípulos. Para ellos estaba clara su misión. En ningún evangelio o epístola se niega su función. Pero jamás se le otorga ninguna cualidad re dentiva especial. Tanto para María como para los discípulos el principio es sencillo: Al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás (San Mateo
4:10). En tiempos neotestamentarios nunca surgió el problema del
15 La madre de Jesús
lugar de María. Fue cuando el hombre trató de ganarse la salvación que la adoración idólatra de María como madre de Dios surgió. Consciente de este falso culto, la Iglesia Católica ha hecho la siguiente clasificación, dividiendo el culto en tres categorías: 1) el de latría, que rinden a Dios 2) el de dulía, que rinden a los santos 3) el de hiperdulía, que rinden a la Virgen.
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Pero tengamos muy en cuenta que sólo hay un culto, el que se rinde al Todopoderoso, y cualquier otro que se invente, con cualquier otro nombre que se le asigne, es una abominación que Dios condena. M aría y las enseñ anzas d e Cristo
La Verdad os hará libres
• A María no se le deben dirigir oraciones y peticiones: “Cuando vosotros oraréis, decid: Padre nuestro ... ” Así enseñó el Señor y ninguna otra oración cabe en el sistema cristiano.
• María no es mediadora: Hay un solo mediador y este es Cristo. El mismo dijo: “Nadie viene al Padre sino po r mí" (Juan 14:6). San Pablo declaró enfáticamente lo mismo al escribir a Timoteo: “Porque hay un Dios; asimismo un mediador tenemos para con el Padre, a Jesucristo hombre" (1 Timoteo 2:5). • María no es abogada: No es ella la que puede abogar por nosotros ante Dios. San Juan escribió: “Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos pa ra con el Padre, a Jesucristo el justo ” (1 San Juan 2:1). • María no puede salvamos: San Pedro dijo ante el concilio de los judíos: “Y en ningún otro hay salud; porque no hay otro nombre debajo del cielo, da do a los hombres, en que podamos ser salvos " (Hechos 4:12). Expresiones heréticas y profanas acerca de María
San Anselmo escribió que cuando recurrimos a la Madre de2 4 3 2 Alfonso María de Ligorio. Las Glorias de María, pág. 605, B. A. C. 33 3 Ibld., pág. 763. 4 Ibid', págs. 605-606.
Dios, no solo debemos estar seguros de su protección sino que a veces seremos más pronto escuchados y atendidos, recurriendo a María e invocando su santo nombre que invocando el nombre de nuestro Salvador Jesucristo.2 También sostenía que por María todo se ha reparado y vuelto a su primitivo estado.3 Nicéforo escribió siguiendo esta misma cadena de pensamiento, concluyendo que muchas cosas se piden a Dios y no se alcanzan, y se piden a María y se alcanzan.4 Santo Tomas de Villanueva, en su oración a la Virgen, exclama: “Señora, no sabemos mas refugio que el vuestro. Vos sola sois la esperanza en que confiamos, vos sóla la abogada en quien ponemos los ojos. ”5 Ricardo de San Lorenzo escribió que antes que viniera María al mundo, se lamentaba Dios de que no hubiera quien contuviese los castigos contra los pecadores, pero que, nacida María, está encargada de detenerlos.6 San Jorge Obispo de Nicomedia puso a Jesús bajo la autoridad de María. Para él, Jesucristo, ejecutando las órdenes de su madre, no hace, en cierto modo más que pagarle la deuda contraída con ella.7 Ricardo de San Víctor decía que María reparó la caída de los ángeles y reconcilió con Dios a la naturaleza humana.89 El Dogma de la Inmaculada Concepción Fue el Papa Pío IX quien en su bula Inejfabilis Deus, del 8 de Diciembre 1854, señaló la inmaculada concepción de María como un dogma en la Iglesia Católica: “Definimos que... la doctrina que dice que la bienaventurada Virgen María, en el primer instante de su concepción... fue preservada inmune de toda mancha de culpa original está revelada por Dios, y se ha de creer por todos los fieles firme y constantemente” Es interesante que San Anselmo, quien considerase a Mana 5 Ibld., pág. 594. 6 Ibld.. pág. 595. 7 Ibld.. pág. 655. 8 Ibld., pág. 763. 9 Santo Tomas de Aquino, Suma Teológica, parte 3, pág. 65.
como aseguradora de nuestra salvación de una manera más eficiente que Jesús, también se expresase así: “Si bien la concepción de Cristo ha sido inmaculada, no obstante, la misma virgen de la cual nació, ha sido concebida en la iniquidad, y nació con el pecado original; porque ella pecó en Adán, así como por él todos pecaron.” Santo Tomas de Aquino, doctor angélico de la Iglesia Católica consideraba que el dogma de la inmaculada concepción es una herejía y declaró “La bienaventurada Virgen María, habiendo sido concebida por la unión de sus padres, ha contraído el pecado original. ”9 u q •O La Verdad
os hará libres
El Papa Inocencio III ( 11981216), declaró "Eva fue formada sin culpa, y engendró en la culpa; María fue formada en la culpa y engendró sin la culpa a Cristo Jesús.” León I (440641) escribió “Entre los hombres, Cristo solamente es limpio, porque solo él ha sido concebido sin la concu piscencia de la carne.” Eusebio, célebre autor de la “Historia Eclesiástica de la Iglesia Primitiva” opinó a este respecto: “Ninguno está exceptuado de la mancha del pecado original, ni aun la madre del Redentor del mundo; sólo Jesús quedó exceptuado de la ley del pecado, aun cuando haya nacido de una mujer sujeta al pecado.” Todas estas declaraciones no hacen sino concordar con las palabras de Jesús, cuando dijo: Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es es píritu. (San Juan 3:6).
Pero el hombre ha dogmatizado la divinidad de la madre de Jesús a tal grado que se asegura que el cuerpo de la Virgen no sufrió corrupción sino que subió a los cielos junto con su alma a la edad de 72 años. Su muerte no fue causada ni por la vejez ni por enfermedad alguna sino por el anhelo del amor divino que ardía en su alma. La Iglesia afirma también que por la omnipo tencia de Dios su cuerpo resucitó glorioso e inmortal, y fue llevada al cielo por los ángeles. Este dogma lo declaró de fe y obligatorio el Papa Pío XII en la bula Munificentissimus Deus el día Io de noviembre de 1950 de la siguiente manera: “Definimos ser dogma de revelación divina que la Inmaculada Madre de
Dios siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida sobre la tierra, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria celestial.” Declaraciones como ésta, están en abierta contradicción a las enseñanzas bíblicas. El apóstol San Pablo nos dice: Pero aun cuando nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema! Como lo tenemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os anuncia un evangelio distinto del que habéis recibi do, ¡sea anatema!(G‘álatas 1 :8,9).
El apóstol San Pablo se ponía a sí mismo bajo prueba. E iba un poco más lejos. Ni siquiera los ángeles, nos dice, pueden cambiar la verdad del evangelio. jMucho menos los hombres! El apóstol animó a los cristianos a mantenerse firmes en la verdad del evangelio y a no confiar en aquellos que presentasen un mensaje diferente. Escribiendo a los cristianos en Tesalónica, encargó: Que no os dejéis alterar tan fácilmente en vuestros ániunos, no os alarméis por alguna manifestación profética, o por alguna carta presentada como nuestra, que os haga suponer que está inminente el día del Señor (2 Tesalonicenses 2 :2). El consejo de San Pablo a los tesalonicenses es el mismo que se nos hace a nosotros. No hemos de ser llevados de la verdad por las doctrinas de los hombres. La expresión “no os alarméis”, literalmente significa “gritar en voz alta”, “estar con miedo”. Todo esto con relación a la segunda venida de Jesús. El consejo del Apóstol es: “El Señor viene, pero no es para asustarse.” Pero además, continúa diciendo: “Si alguien está torciendo mis enseñanzas, no le hagan caso”. Debemos tener presente que las enseñanzas de San Pablo son finalmente las enseñanzas de Dios. Es Dios quien nos hace esta advertencia, por medio de su siervo el apóstol. Los esc apulario s
Quizá la forma mas generalizada de culto a María se encuentra en la forma de los escapularios. La palabra “escapulario” viene del latín escápula (espalda) que significa propiamente un vestido que cubre las espaldas. San Simón Stock, Padre General de la Orden de los Carmelitas, recibió, según la tradición, un escapulario, en el año 1265,
de las manos de María. En esa ocasión Mana le hizo la promesa: “El que muriere con el escapulario no padecerá del fuego eterno”. Más tarde, en el año 1322, el Papa Juan XXII tuvo otra aparición supuesta de la Virgen en la que le comunicó que los que llevasen el escapulario cuando murieran y fueran al purgatorio saldrían al siguiente sábado después de su muerte, a ésto se le llamó Indulgencia Sabatina.
20 La Verdad os hará libres
Los principales escapularios aprobados por la Iglesia Católica son: el de la Santísima Trinidad, el de la Pasión, el de los Siete Dolores de Nuestra Señora, el de Nuestra Señora del Carmen, el de la Merced, y el de la Tercera Orden de San Francisco. El escapulario del Carmen es el más generalizado por ser el más antiguo y el más rico en privilegios. ¡Qué contraste tan notable existe entre el uso del escapulario con las enseñanzas simples de las Escrituras! Sin lugar a dudas, previendo el surgimiento de tales prácticas y enseñanzas, el apóstol San Pablo aconsejó: Rechaza, en cambio, las fábulas profanas y los cuentos de viejas. Ejercítate en la piedad 1Timoteo 4:7; cf. Tito 1:14; 2 Pedro 1:16; Exodo 20:4,5; Deuterono mio 4:15,16). María en el culto católico
Es curioso que en la ciudad de Roma existen solamente quince iglesias dedicadas a Cristo, nuestro Salvador, mientras que a María se le han dedicado 121. En el calendario de festividades litúrgicas se encuentran 22 festividades dedicadas a Cristo y 41 festividades dedicadas a María. En el Rosario, que está formado por 166 cuentas, 155 representan “Aves” u oraciones a María; quince representan “Padre Nuestros” y una representa el Credo. ¿Es esto lógico? ¿Tiene alguna explicación plausible? No es lógico y la única explicación que hallamos es que se dedica más tiempo en adorar a María que al Redentor del mundo. ¡Hasta dónde ha llegado el hombre! Vírg enes mas p opu lares d e Am érica Latina y España
Argentina
Nuestra Señora de Luján
Bolivia
Nuestra Señora de Copacabana
Colombia
Nuestra Señora de Chiquinquira
Costa Rica
Virgen de los Angeles
Cuba
Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
Chile
Nuestra Señora del Carmen
Ecuador
Nuestra Señora del Quinche
Filipinas
Nuestra Señora de Aulipola
Guatemala
Virgen del Rosario
Honduras
Virgen de Suyapa
México
Nuestra Señora de Guadalupe
Nicaragua
Purísima de Granada
Panamá
Virgen de Penonome
Paraguay
Nuestra Señora de la Merced
Puerto Rico
Virgen del Carmen
El Salvador
Virgen de Guadalupe de la Ceiba
Santo Domingo
Nuestra Señora de Altagracia
Uruguay
Virgen de Treinta y Tres
Venezuela
Nuestra Señora de Coromoto de los Cospes
España
Nuestra Señora de Almudena Nuestra Señora de Monserrat Nuestra Señora de la Peña de Francia Nuestra Señora de Roncesvalles Nuestra Señora de Aranzazú Nuestra Señora de Covadonga Nuestra Señora de la Merced Virgen del Pilar Virgen de la Macarena
María y el Co n cilio Vati c an o II
En ocasión de ese concilio se produjo un debate ardoroso so bre si el tema de María debía tratarse aparte, en un esquema es pacial, o si se debía incluir en el esquema “De Ecclesia". Los que abogaban por lo primero, aducían al razonamiento que ella
21 La madre de Jesús
era merecedora de una consideración especial, a tono con su elevada dignidad. Los otros, quienes por escasa mayoría hicieron triunfar su tesis, expresaron que era conveniente tratarlo privadamente para no herir las susceptibilidades no católicas. Hay que recordar que detrás de todos los debates estuvo latente el deseo del Papa Juan XXIII, de que el espíritu conciliador caracterizara al Concilio, a fin de allanar, en lo posible, el acercamiento de los “hermanos separados”. Así es que con el título de “La Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, en el Misterio de Cristo y de la Iglesia”, se introdujo en el capítulo XIII del esquema De Ecclesia la consideración de María. A p r e c i ac i ó n A d v e n t i s t a
22
La escritora adventista que ya citáramos, Elena White, ha comentado: “La única esperanza de redención para nuestra especie La Verdad caída está en Cristo; María podía hallar salvación únicamente os hará libres por medio del Cordero de Dios. En sí misma, no poseía méritos. Su relación con Jesús no la colocaba en una relación espiritual con él diferente de la de cualquier otra alma humana. Así lo indicaron las palabras del Salvador. El aclara la distinción que hay entre su relación con ella como Hijo del Hombre y como Hi jo de Dios. El vínculo de parentesco que había entre ellos no la ponía de ninguna manera en igualdad con él."10 Los Adventistas del Séptimo Día tenemos en alta estima a la Madre de Jesús. Cuanto decimos de ella, que es la realidad, es bueno y hermoso. No puede ser de otro modo. María es merecedora de nuestro aprecio y amor sincero. Mujer santa, piadosa, humilde,obediente hasta el sacrificio y estudiosa de las Escrituras del Antiguo Testamento. Llena de fe, bella en su carácter y, a no dudarlo, en su aspecto físico también. Madre candorosa, ella será siempre, como lo dijera el ángel Gabriel: "bienaventurada por todas las generaciones."
10 Elena White, El Deseado de Todas las Gentes, pág. 121.
La Verdad os hará libres
Capítulo tres
El Papa De acuerdo a la Iglesia Católica el Papa es el Vicario de Jesucristo, el sucesor de San Pedro, el doctor infalible, el Padre común de los pastores y de los fieles, la cabeza suprema y visible de la Iglesia. Se le llama también Sumo Pontífice porque él es el príncipe de los pontífices, el obispo de los obispos. La Iglesia Católica sostiene que ser vicario de Jesucristo es hacer sus veces. De esta manera Nuestro Señor Jesucristo es el jefe invisible de la Iglesia. El Papa es el Jefe visible de la Iglesia. “Como Vicario de Jesucristo en la tierra el Papa hace las veces del divino Salvador”1 Por supuesto, ante tales enseñanzas, debemos tener presente lo que la Biblia presenta como las enseñanzas de Jesús: Aún resta un poco de tiempo; después del cual el mundo ya no me verá. Pero vosotros me veréis, porque yo vivo, y vosotros viviréis (San Juan 14:19).
Después de la crucifixión y sepultura el mundo ya no vería más a Jesús. Pero los discípulos le podrían ver en su cuerpo resucitado. Las palabras sin lugar a dudas tienen un significado es piritual. Incluso después de la ascensión los discípulos podrían continuar viendo a Jesús con sus facultades espirituales. El hecho de que él moriría para volver a vivir garantizaba también la posibilidad de tener vida tanto espiritual como corporalmente. Estos principios encajan perfectamente con las palabras que Jesús dijera en ocasión de su despedida con los discípulos: Enseñándoles a observar todas las cosas que yo os he man dado, y estad ciertos que yo estaré siempre con vosotros, hasta la consumación de los siglos (Mateo 28:20).
A simple vista parece raro que Jesús hiciera tal anuncio cuan1 1. Doctrina Cristiana, F.T.D., pág. 84
25
do estaba a punto de abandonar a sus discípulos corporalmente y ascender a los cielos. Sin embargo, en virtud del don del Espíritu Santo, Jesús estaría más cerca de sus discípulos en toda la tierra que si permaneciera corporalmente entre ellos. La Escritura hace real la presencia de Jesús para cada creyente humilde. Por medio del don y la dirección del Espíritu Santo, cada discípulo del Maestro podría encontrar comunión con Cristo tal y como lo hicieron los apóstoles. Elena White ha comentado apropiadamente: “Estorbado por la humanidad, Cristo no podía estar en todo lugar personalmente. Por lo tanto, convenía a sus discípulos que fuese al Padre y enviase el Espíritu como su sucesor en la tierra.”2 OC La Verdad os hará libres
En cuanto al papel de vicario de Cristo, Tertuliano (145220) uno de los Padres de la Iglesia, escribió “Ese vicario del Señor es el Espíritu Santo.”3 Podemos estar de acuerdo con las pala bras del historiador Adventista Leroy Edwin Froom: “El Espíritu Santo es el verdadero vicario y sucesor de Cristo aquí en la tierra.”4 S u c es o r d e S an P ed r o
La Iglesia Católica sostiene que como sucesor de San Pedro, en la sede de Roma, el Papa ha heredado la autoridad del Prínci pe de los Apóstoles primera cabeza de la Iglesia Universal. El es, por consiguiente, como San Pedro, el Supremo Jerarca de toda la Iglesia. En el Concilio Vaticano I (18691S70) se señaló:“Si alguno dijere que no es por institución de Jesucristo o de derecho divino que el apóstol Pedro tenga sucesores perpetuos de su primado sobre toda la Iglesia; o que el Pontífice Romano no es el sucesor del apóstol Pedro en este primado, sea anatemizado.” Examinaremos varios pasajes del Nuevo Testamento en los que veremos que por alta que haya sido la estima en que Pedro era tenido, por muy grande su primado moral, que nadie le desconoce, no ejerció jamás autoridad sobre los demás apóstoles ni sobre la Iglesia en general. Ninguna diferencia había entre apóstol y apóstol. 2 Elena White, El Deseado de Todas las Gentes, págs. 622,623. 3. Tertuliano, 4 ANF 27 4. ve. 60
¿Es Pedro la "roca"?
Un texto bastante común para justificar la posición de Pedro como principal discípulo y cabeza de la Iglesia, es el siguiente: Y yo te digo que tu eres Pedro, y sobre esta piedra voy a cons truir mi Iglesia (Mateo 16:18). Dirigiéndose a Pedro como Simón Barjona, en el versículo 17, Jesús estaba usando el nombre que el le había dado a Pedro después de su primer encuentro (ver San Juan 1:4042; San Mateo 4:18). Las palabras “sobre esta piedra” o “sobre esta roca” han sido interpretadas de muchas maneras: 1) que Pedro es esta “roca”; 2) que la fe de Pedro en Jesús como el Cristo es “esta roca”; 3) que Jesús mismo es “esta roca”. Razones de peso han sido dadas en favor de cada una de estas explicaciones. La mejor manera de determinar lo que Jesús quiso decir en esta frase es indagando lo que estas formas de expresión significaban para los judíos de su tiempo. El testimonio de los escritos de los discípulos mismos nos da una clave. Afortunadamente tenemos los registros de sus escritos que nos iluminan en cuanto al significado de las palabras de Jesús (ver 2 Pedro 1:16; 1 Juan 1:1
3). El mismo Pedro, a quien fueron dirigidas estas palabras, negó, por sus enseñanzas que la “roca” a la que Jesús se refirió fuera el mismo (ver Hechos 4:812; 1 Pedro 2:48). Mateo registra el hecho de que Jesús usó de nuevo esta misma expresión ba jo circunstancias que indican claramente que se refería a sí mismo (ver Mateo 21:42; Lucas 20:17, 18). Desde tiempo antiguo la figura de una roca era usada por los hebreos como un término específico para designar a Dios (ver Deuteronomio 32:4; Salmo 18:2). Así encontramos que el profeta Isaías habla de Cristo como “una gran roca en el desierto” (Isaías 32:2), y como “una piedra escogida y valiosa” (Isaías 28:16). San Pablo afirma que Cristo era la “Roca” que iba con su pueblo en tiempos antiguos ( 1 Corintios 10:4; cf. Deuteronomio 32:4; 2 Samuel 22:32; Salmo 18:31). En un sentido secundario las verdades que Jesús habló son también la “roca” en la cual todos los hombres pueden edificar con seguridad (Mateo 7:24,25), porque él mismo es la palabra viva hecha carne (Juan
27 El Papa
1:1,14; cf. Marcos 8:38; Juan 3:34; 6:63,68; 17:8). Jesús es la “roca de nuestra salvación” (Salmo 95:1; cf Deute ronomio 32:4, 15,18). El solo es el fundamento de la Iglesia porque “nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto, que es Jesucristo” ( 1 Corintios 3 :11), y “en ningún otro hay salvación” (Hechos 4: 12).
28 La Verdad os hará libres
San Agustín (c. 400 A.D.), el más grande de los teólogos católicos de los primeros siglos de la Iglesia, deja que sus lectores decidan por sí mismos si Jesús se refería a sí mismo o a Pedro cuando utilizó estas palabras.5 Crisóstomo, otro Padre de la Iglesia Cristiana, dijo que Jesús prometió establecer el fundamento de la Iglesia en la confesión de Pedro [no en Pedro mismo] y que Jesús solamente es el fundamento de la Iglesia.6 Eusebio, uno de los primeros historiadores cristianos, cita a Clemente de Alejandría declarando que Pedro, Santiago y Juan no buscaron la supremacía en la Iglesia, sino que escogieron a San tiago como su dirigente.7 Otros Padres de la Iglesia, como Hilario de Arles, enseñaron lo mismo. Fue cuando se buscó apoyo escritural para el obispo de Roma como primado de la Iglesia, que las palabras usadas por Jesús en esa ocasión fueron sacadas de su contexto. A partir de entonces, las palabras de Jesús se consideraron como si estuviera haciendo a Pedro la “roca”. El Papa León I (c. 445 A.D.) fue el primer pontífice que pretendió que su autoridad venía directamente de Cristo a través de Pedro. El nombre Pedro se deriva del griego petros, una “piedra” generalmente un pedazo de piedra. La palabra “roca” es la palabra griega petra, una masa grande de roca, un “peñasco” o “grupos de rocas” una “cima rocosa”. Una petra es una “roca” masiva, fija, inamovible. Una petros es una pequeña piedra. Obviamente, una petros, o piedra pequeña, difícilmente se podría convertir en el fundamento de un edificio, y Jesús está diciendo que solamente una “roca” puede servir como tal. Esto mismo indicó Jesús cuando dijo, en otra ocasión: Por tanto, el que me oye y hace lo que yo digo, es como un 5 Retracciones i. 2 1.1 6 Comentario en Gál atas, cap. 1:1-3; Homilías en Timoteo. No. xvíii cap. 6:21. 7 Historia de la Iglesia, ii. 1.
hombre prudente que construyó su casa sobre la roca (Mateo 7:24).
La palabra aquí empleada por “roca” es petra. Cualquier edificio construido sobre Pedro, petros, un humano frágil y propenso a errar, tal y como lo registra el evangelio, no puede ser el fundamento de la Iglesia. Es tanto como edificar sobre la arena. Es interesante que cuando los discípulos le preguntaron al Se ñor: “¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?” (Mateo 18:1), nunca dijo que Pedro o cualquier otro apóstol, sino que tomando a un niño lo puso en medio de ellos, diciéndoles que el que se humillare como ese niño, el tal era el mayor en el reino de los cielos. Dignatarios de la Iglesia Católica
Papa
Significa padre y se le da el título de Santidad,
Cardenal
Significa fundamen fund amental tal y es un Príncipe de la Iglesia.
Nuncios e Internuncios: Son representantes representantes del Papa en las nacione nacioness que mantienen mantienen relaciones ofiof iciales con la Santa Sant a Sede. Sede. Delegado Apostólico Actúa en las naciones que no mantienen relaciones con el Vatican Vaticano. o. Arzobispos Tiene, cada uno, uno, la vigilancia de uná provincia provincia eclesiástica; ésta se compone de varios obis pados. Se les da el título de Excelentís Excelentísimo. imo. Obispo
Significa guardián, guardián, el cual está a cargo de una diócesis. Recibe el título de Reverendísimo.
Canónigos
Tienen el deber de ser se r consejeros del obispo. Se les da el título de ilustrísimo.
Cura ura
Signific Sig nific a cuidar, está encargado de un área parroquial.
El P a p a c o m o d o c t o r i n f a l i b l e
De acuerdo a la tradición y el dogma dogm a católico, católico, el Papa ha reci bido bido de Jesucristo la misión de enseñar ense ñar a todos, todos, pastores y fieles, fieles, las verdades de la fe. El es infalible, a saber, no se equivoca
29 El Papa
cuando llena los deberes de su cargo. Para que el Papa sea infalible, se requieren tres condiciones: 1) Que su decreto recaiga recaig a sobre una cuestión concerniente a la fe, fe, a las costumbres, o a la disciplina de la Iglesia; 2) que emita un juicio jui cio definitivo con co n la voluntad voluntad formal de obligar las concienconciencias; 3) que hable como pastor y doctor de todos los cristianos en virtud de la autoridad apostólica. Se dice entonces que el Pa pa habla ex cáthedra cáthedra, es decir, sentado en la sede de Pedro, como debe estar es tar sentado todo juez jue z que dicta sentencia.8 sentencia.8 De una manera práctica, cuando el Papa habla como cabeza de la l a Iglesia en materia de fe y moral, moral, es infalible. Cuando Cuando el PaPa pa, aunado a los obispos del mundo mundo en un concilio general, haha bla b la en m ater at eria ia de fe y moral, mo ral, es infa in fali lib b le. le . Cuan Cu ando do el Papa Papa aunado a los obispos en sus diócesis, en armonía con la doctrina revelada, habla en materia de fe y moral, es infalible. Elena, White, ha comentado: “Una de las principales doctrinas del ro manismo enseña que el Papa es la cabeza visible de la Iglesia universal de Cristo, y que fue investido de suprema autoridad sobre los obispos y los pastores de todas partes del mundo. Aun más, al Papa se le han dado los títulos propios de la divinidad. Se le ha titulado ‘Señor Dios el Papa,’9 y se le ha declarado infalible. Exige que todos los hombres le rindan homenaje. La misma pretensión que sostuvo Satanás cuando tentó a Cristo en el desierto, la sostiene aún por medio medio de la Iglesia de Roma, Roma, y muchos cho s son los que están está n dispuestos a rendirle rend irle homenaje.”1 homenaje.” 10 El Segundo Concilio Vaticano no trajo a debate ni el principio de autoridad religiosa ni la doctrina del papado. Fue a todas luces una confirmación esencial de los Concilios de Trento (1545 1563) y Vaticano I ( 18691870). Así que las definiciones dogmáticas de Roma sobre sobre estos asuntos asuntos siguen vigentes vigentes.. Sobre esto se nos ha amonestado: “La Iglesia papal no abandonará nunca su pretensión a la infalibilidad. Todo lo que ha hecho al perse per seguir guir a los que rechazaban sus dogmas dog mas lo da por santo sant o y bueno; y ¿quién asegura que no volverían a las andadas siempre que se les presente la oportunidad? Deróguense las medidas res 8. Pág. A. Hilfaíre. 9 Dominum Deum nostrum Papam. 10 Elena White, El Confli cto de los Siglos, pág. pág. 54.
trictivas impuestas en la actualidad por los gobiernos civiles y déjesele a Roma [Vaticano] que recupere su antiguo poder y se verán resucitar resucitar en el acto su tiranía y sus persecuciones.”1 persecuciones.”11 Todos estamos de acuerdo en que es necesaria una guía infalible y confiable confiable para los asuntos que conciernen conciernen a la fe, fe, a la doctrina d octrina y a la vida espiritual de la Iglesia de Jesucristo y de sus discípulos. discípulos. Es innegable que en la humanidad hay tinieblas de ignorancia, de error, de empecinamiento y de desorientación. Entonces, ¿dónde se hallará esa luz que nos guíe? ¿Dónde esa verdad que merezca ser abrazada con absoluta confianza? Y ¿quién será el que tenga la autoridad suficiente para decimos que se debe creer y que no se debe creer? Los Adventistas del Séptimo Día reconocemos que la autoridad para estas cosas está en las Sagradas Escrituras. El Espíritu Santo, la tercera persona perso na de la trinidad, quien es el autor auto r de ellas, ellas, da luz a las mentes que en actitud humilde y reverente las leen, meditan y estudian para pa ra conocer conoce r la verdad y la voluntad voluntad de Dios. La Biblia, con la ayuda del Espíritu Santo, es la guía infalible y nuestra luz.
1 * Ibíd., pág. 6 2 0 .
31 El Papa
La Verdad
Capítulo cuatro
El Papado y las Escrituras Mientras yo estaba mirando los cuernos, vi que de entre ellos salía otro cuerno más pequeño, y entonces le arrancaron tres cuernos para dejar lugar al último que le había salido, el cual tenía los ojos como los de un ser humano y una boca que habla ba con mucha arrogancia (Daniel 7:8). Insultará al Dios Altísimo e irá acabando con su pueblo; tra tará de cambiar la ley de Dios y las fiestas y el pueblo de Dios estará bajo su poder durante tres tiempos y medio. (Daniel 7:25).
La Iglesia Católica considera su máxima autoridad al Papa. Su autoridad reside, no únicamente con relación a sus poderes para aplicar las leyes eclesiásticas, sino en su poder y autoridad de aplicar las leyes divinas e incluso modificarlas. Un escritor católico ha comentado: “El Papa dispone de una autoridad y un poder tan grande que puede modificar, aplicar o interpretar aún las leyes divinas... El Papa puede modificar la ley divina, puesto que su poder no se deriva del hombre sino de Dios, y está actuando como vicege rente de Dios en la tierra con la más completa autoridad de ligar o desatar a sus ovejas.” 1 Algunos papas mismos han hecho declaraciones aun más pretenciosas que la anterior. El Papa León XIII (18731903) declaró en su encíclica de junio 20, de 1894: “Ocupamos en esta tierra el lugar de Dios Omnipotente.”12 El Papa Bonifacio VIII (12941304) llegó a considerar sumisión a la autoridad papal indispensable para la salvación: “Declaramos, afirmamos, definimos y proclamamos que cada ser humano debe someterse al Pontífice Romano para que sea salvo.” El Papa Gregorio VII (10731085) asignó al oficio papal el manto de la infalibilidad: 1 Traducido de Prompta Biblioteca, Papa II por Lucio Ferrari. Citado en S. D. A. Comm IV: 831. 2 Las Grandes Cartas Encíclicas (New York, Denziger Bros ), pág. 304.
33
“La Iglesia de Roma nunca ha errado, ni errará jamás.” Por supuesto, este tipo de declaraciones no han sido tomadas con mucho gusto por aquellos cristianos, tanto católicos como protestantes, que son conscientes de la realidad bíblica. No sólo ha cometido errores en el pasado sino que aún hoy pueden señalarse prácticas que están en oposición las verdades bíblicas. Así encontramos al cardenal Gibbons que opina: “Usted puede leer la Biblia de Génesis a Apocalipsis y no encontrará una sola línea que autoriza la santidad del día domingo. Las Escrituras dan vigor a la observancia religiosa del día sábado, día que nosotros nunca santificamos.”3
34 La Verdad os hará libres
La escritora que ya citamos anteriormente comentó a este res pécto: “Antes de la caída, nuestros primeros padres habían guardado sábado que había sido instituido en el Edén; y después de su expulsión del paraíso continuaron observándolo... El sábado fue honrado por todos los hijos de Adán que permanecían leales a Dios. Pero Caín y sus descendientes no respetaron el día en el cual Dios había reposado. Eligieron su propio tiempo para el tra bajo y el descanso sin tomar en cuenta el mandamiento expreso de Jehová.”4 El Papa y la Dispens a de las A m éricas
La autoridad papal rigió los acontecimientos humanos de tal manera durante siglos, que en ocasión del descubrimiento de América, los reyes españoles Femando II de Aragón e Isabel de Castilla, los “Reyes Católicos” (14791516) tuvieron que acudir al Papa para conseguir sanción sobre las nuevas tierras: El rey Fernando no reposaba hasta haberse asegurado del so berano pontífice (Alejandro VI) la sanción sobre la posesión de todas las tierras ya descubiertas y aquellas que Colón pudiera todavía descubrir. Inmediatamente envió a Roma un embajador para solicitar del Papa la concesión oficial de aquellas tierras en favor de los españoles, excluyendo a todas las demás naciones. Pidió que esta concesión fuera exclusiva y hereditaria. Alejandro 3 Cardenal Gibbons, La Fe de Nuestros Padres {Baltimore,MD:John Murphy & Co., 1093), pág. 111. 4 Elena White, Patriarcas y Profetas, págs. 66, 67 .
(14921503) tiró en el mapa una línea recta de un polo al otro y a unas 200 leguas por el otro lado de las islas Azores y a la misma distancia del Cabo Verde y declaró que todo aquel territorio y cualquier otro territorio que pudiera haber al Oeste de aquella línea, pertenecía al rey de España. Así es que en la bula de Alejandro V I, fechada el 4 de mayo de 1493, se dice: ...“que el Pontífice concede al rey de España las islas y las tierras descubiertas y aún para ser descubiertas y que el Santo Padre confiere a Femando todas esas islas con sus gobiernos, sus ciudades, castillos, plazas, aldeas, también derechos y jurisdicción legal y otras propiedades y dependencias, y todo esto en virtud de la autoridad del Dios Omnipotente, de la cual eí Papa goza en este mundo como Vicario de nuestro Señor Jesucristo.”5 La bula incluía las ciudades de los incas, los aztecas y los ** chibchas, que todavía no habían sido descubiertas. La bula contiene esta frase concluyente: “De mi propia voluntad (motu propio) y no a base de vuestra instancia o petición que hicisteis o que otro hiciera en nombre vuestro, sino de mi propia liberalidad y en virtud de la plenitud de nuestra autoridad apostólica, concedemos”...6 ' Mu dará los tiem p o s y la ley''
Conforme se ha mostrado anteriormente, el papado se ha considerado a lo largo de los siglos con la autoridad no únicamente de interpretar y aplicar la ley divina, sino de cambiarla e incluso de anularla completamente. Una de las declaraciones más audaces a este respecto quizás sea la que hiciese el Papa Nicolás “El Grande” (858867): “No os maravilléis, pues, si está en mi poder el cambiar el tiempo y los tiempos, mudar y abrogar las leyes, disponer de todas las cosas hasta de los preceptos de Cristo; porque en cuanto Cristo manda a Pedro que vuelva su espada a su lugar y amonesta a sus discípulos que no empleen ninguna fuerza en vengarse, yo, el Papa Nicolás, en escribir a los obispos de Francia, les ex 5 J.H.Campo, Descubrimiento y Conquista de América. {Madrid: La España moderna). t> Ibíd.
35 Ei papado y
Ue peer turas
horto a que desenvainen sus espadas materiales, y por cuanto Cristo asistió a las bodas de Caná de Galilea, yo, el Papa Nicolás, en mi distinción prohíbo al clero espiritual que asistan a las fiestas de boda y también que se casen.”7
7* Heath, Las Profecías de Daniel, pág. 90. Citado en The Approaching End of the Age. por Guinness.
Daniel 8 La P r e v a r ic a c i ó n A s o l a d o r a BIBLIA Quitarán el continuo ...
IGLESIA CATOLICA Y pondrán la abominación espantosa...
LO QUITADO
LO SUSTITUIDO
1. El Espíritu Santo Vicario de Cristo.
1. El Papa. Vicario de Cristo.
2.
Cristo el único mediador.
2. Mediadores: Papa, Maria y los santos.
3. El Santuario en el cielo.
3. El Santuario en la tierra (el Vaticano).
4. Un solo sac erdote s egún el orden de Melchlsedec.
4. Muchos sacerdotes, según el orde n de la tradición.
5. Cristo, Rey y Sum o Sacerdote.
5. El Papa, Rey y Sumo Pontífice.
6. Cristo en su tem plo celestial.
6. El Papa en su tem plo en Roma (cf. 2 Tes. 2:4).
7. Entronización de Cristo como S umo Sacerdote.
7. Entronización del Papa y de los prelados (los principes de la Iglesia).
8. Salvación po r fe en Cristo.
8. S alvación por fe en la Iglesia. Fuera de la Iglesia no hay salvación.
9. Fuera de Cristo nadie se salva (Fiech 4:12).
9. Fuera de la iglesia nadie se salva.
10. La Biblia, e! guia (Salmo 119:130).
10. El cate cism o y la tradición.
37 El papado y las escrituras
38 La Verdad os hará libres
11. El Espíritu Santo, el intér prete de la Palabra de Dios.
11. El clero, el intérprete de la Palabra de Dios.
12. La persuación por el Espíritu Santo.
12. La coerción por medio de la Igles ia y el Estado.
13. El sacrificio del Calvario.
13. 13. E l sacrificio de la misa.
14. Al Crucificado.
14. 14. El cruc ifijo (un talismán). talismán).
15. Cristo, la piedra angular de la Iglesia.
15. Pedro, la piedra angular de la Iglesia. Iglesia.
16. Jesucristo, hecho de mujer (Gál 4:4). “Semejante a sus hermanos" hermanos" (Heb. 2: 17.
16. Jesucristo, hijo de una mujer que no participó en el pecado original original (inmaculada concepción).
17. E l a r r e p e n t i m ie n t o .
17. L a p e n it e n c ia .
18. 18. La confesión d irecta a Dios.
18. El confesionario. La confe sión al sacerdote.
19. El perdón de Dios.
19. El “eg o te abs olvo” del olvo” del sacerdote (yo te absuelvo). absuelvo).
2 0 . T od o d o p e ca ca d o e s m or or t a l .
20. Ha H a y p e c a d o s m or or t a l e s y pecados veniales.
21. Después de la muerte no hay redención redención del alma.
21. Después de morir, la pur gación de pecados en el purgatorio.
22. El alma que muere en el evange lio lio puede descansar en paz; las consecuencias de sus pecados no le persiguen después de la muerte.
22. El alma no muere. Su sal vación depe nde todavía de una estadía en el purgatorio y de los su fragios de las misas en favor del muerto.
23. S ólo Dios co ntrola el perdón y la remisión de pecados.
23. El clero controla el perdón y la remisión de pecados.
24. Salvación por fe en Cristo.
24. Salvación por la fe en obras meritorias.
25. Bautismo Bautismo por inmersión inmersión
25. Bautismo po r aspersió aspersión. n.
26. Bautismo del creyente después de habe r sido instrui instrui do (Mat 28:19,20: M a ri 6:16)
26. Bautismo de infantes.
27. Santificación Santificación por obra del Espíritu Santo.
27. S antificación antificación por medio medio de los sacramentos.
28. Oración espontánea.
28. Oración rezada.
29. La ley de Dios (Exodo20:2-17)
29. La ley del papado: a) anula el segundo man damiento. b) Parte en dos el 102 mandamiento. c) Cam bia el día de reposo según está identificado en el cuarto manadamiento.
30. Reposo en sábado, sépti mo día de la semana.
30. El dom ingo, prim er día día de la semana.
31. Cristo declara: “Mi reino no es de este m undo ...”
31. “El Papa es...principal rey de reyes, que tiene la plenitud del poder, a quien el Dios omnipoten te ha confiado no solo la dirección de lo terrenal, sino tam bién dei reino reino celestial.”
32. Unicamente los méritos de Cristo
32. Los méritos de los santos,
33. Unidad espiritual e interna
33. Un idad formal y externa.
34 El m inisterio de los los án geles
34. 34. El ministerio de los santos santos..
35. El pod er del amor
35. E l am or al poder.
HEBREO GRIEGO
LATIN
GRIEGO
LATIN
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40 La Verdad
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os hará libres
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666
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Reino Romano
El hombre que habla [aun
El jefe del
clero
Iglesia italiana
El Vicario del Hijo de Dios
¡Aquí está la sabiduría! que el inteligente calcule la cifra de la bestia; pues es la cifra de un hombre. Su cifra es 666 (Apocalipsis 13:18 - Biblia Católica de Jerusalén)
La Verdad os hará libres
Capítulo cinco
Títulos Papales Sobre la personalidad del Príncipe de la Iglesia Romana, recaen alrededor de quince títulos diferentes, cada uno con su significado característico. No intentamos analizarlos a todos, ello sería demasiado extenso. Solamente veámos algunos de los principa es más estimados entre los romanistas: 1. PAPA. Literalmente esta palabra significa “Padre”. Cristo prohibió aplicar este título espiritual a hombre alguno, por muy piadoso y santo que fuese. He aquí su orden: "Y vuestro padre no llaméis a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el cual está en los cielos”. (San. Mateo cap. 23; ver. 9). El mismo nos dejó el ejemplo cuando en repetidas ocasiones, al dirigirse a Dios, le llamó con este bondadoso nombre: Padre. El enseño a los suyos a utilizarlo en sus relaciones íntimas y directas con Dios. Cuando orareis decid: Padre nuestro... Padre , porque El es quien nos engendró, por su Palabra santa y su Espíritu divino, para que fuéramos por la fe y la gracia hijos suyos. “Padre” , porque su amor providencial vela por la vida de sus hi jos con una fidelidad maravillosa. “Padre”, porque El, en su paternidad gloriosa ha creado todo un universo de seres vivos y en su sabiduría infinita les ha entregado armas suficientes para su conservación y perpetuación. “Padre”, porque El, con su hálito de poder, lo llena todo de majestad, belleza, maravilla y amor. “Padre” sólo es Dios, el Dios santo y misericordioso, ante quien los creyentes de todas las razas y de todos los tiempos deben inclinar su frente y doblegar su corazón. El sólo es el “Padre” es piritual de la Humanidad y por eso El es quien busca y desea ardientemente la redención del alma humana y la glorificación de su nombre sobre la tierra. “Santo es su nombre” y “santificado” debe serlo siempre. Cuando en un sentido espiritual el roma nismo obliga a sus devotos a llamar “padre” a hombres
43
imperfectos, está ofendiendo a Dios y desobedeciendo a Cristo. Por eso jamás encontramos escrita esta palabra aplicándose a los profetas, apóstoles, evangelistas, etc., en las páginas escriturarias. Hasta el cuarto siglo no comenzó a generalizarse la costumbre de llamar “Padre” al ministro o sacerdote. Después de esa fecha, cuando gobernaba la Iglesia Gregorio VII, obispo de Roma, se diferenció esta palabra de la de “Papa”, siendo esta última únicamente el obispo de Roma, elevado a la categoría de “Padre de la Cristiandad”. Existen otros títulos bondadosos que pueden ser aplicados a los ministros del Señor sin necesidad de usurpar a Dios lo que solamente a Dios le corresponde.
44 La Verdad os hará libres
2. SUMO PONTIFICE: “Pontífice” significa “constructor de puentes”. Fue el título que llevaron los sacerdotes paganos de Roma porque oficiaban sobre el puente del río Perusa y también de aquellos otros que construyeron un puente so^ re e j rf 0 xiber. Después pasó a poder de reyes y emperadores como puede verse en las inscripciones de algunas monedas romanas. Es pues, un título de origen pagano. Cierto es que Pablo emplea la misma palabra aplicada a Cristo, en el sentido de “Sacerdote o Sacrificador”. Sin embargo, notemos que es a Cristo y no a ningún sacerdote a quien Pablo distingue con este nombre. El dice literalmente: "Porque ¿al pontífice nos convenía: santo, inocente, limpio, apartado de los pecadores y hecho mas sublime que los cielos". (San. Pablo a los Hebreos cap. 7; vers. 26). Cristo es el único Pontífice de la Iglesia por estas razones: 1. El es el Sacerdote eterno, propuesto por Dios al mund creyente. 2. El tiene poder para salvar a todos los que por su mediació se allegan a Dios. 3. bres.
El es el Mediador o Intercesor único entre Dios y los hom
4. El es perfecto. 5. El se ofreció una sola vez en sacrificio redentor. Por tanto El solamente es acreedor a este glorioso título. Así lo entendieron los primitivos cristianos para quienes sólo
Cristo fue el “Pontífice Máximo”. El puente construido por Cristo para que por El las almas lleguen a Dios, es el único puente salvador y eterno. Y ese puente esta construido con el precio de una sangre derramada en un sacrificio augusto. Unicamente, dice Juan, “la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado Cuando el obispo de Roma hace gala de tal título, está contradiciendo las Sagradas Escrituras y pretendiendo ocupar, en la Iglesia, el lugar que únicamente a Cristo corresponde. 3. VICARIO DE CRISTO. Acaso sea éste el título más apreciado por el romanismo y el que peores consecuencias ha acarreado a la Iglesia. La palabra “vicario” quiere decir sustituto, representante o el que hace las veces de otro. Ya existía este nombre en el imperio romano. Es de significado representativo. Según él, el Papa ostenta toda autoridad, espiritual y religiosa, sobre la Iglesia, sus ministros, el dogma y la moral. Unicamente a Cristo concedió el Padre: ‘W a potestad sobre los cielos y la t i e r r a Insistimos, únicamente a Cristo. El Papa, al pretender ser sustituto de Cristo, hace ostentación del mismo poder. Investido, según el romanismo, con la potencia del Espíritu Santo, su santidad, su sabiduría, su infalibilidad radican en él de un modo permanente y exclusivo. Es cierto que Cristo dejó como representantes suyos en la tierra a sus discípulos. Así dijo El: "El que os recibe a vosotros, a mi recibe; y el que a m í recibe, recibe al que me envió”. Y tam bién: "El que a vosotros oye, a mí oye; y el que a vosotros dese cha a mi deshecha”. (San. Mateo, cap. 10:40). Oír, recibir o rechazar a uno de sus enviados equivale a hacer lo mismo con Cristo. Sin embargo, la afirmación de Cristo no se refiere a uno solo, sino a todos los apóstoles. De tal suerte que, recabar para sí, dirigida a uno sólo y no a todos esta potestad, significa limitar y trastornar el ideal cristiano. También Cristo señaló a sus representantes en la tierra por medio de una vigorosa parábola, conocida comunmente bajo el nombre de “Parábola del Juicio Final” En ella Cristo dice: “ Todo cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a Mí lo hicisteis”. ¿Quiénes eran estos hermanos pequeñitos? La parábo
45 Títulos papales
la lo aclara: los hambrientos, los sedientos, los solitarios, los desnudos, los enfermos, los prisioneros. Estos, dice El, son sus representantes, de tal modo que hacer por ellos alguna cosa es hacerlo por el mismo Cristo. Servirles, sacrificarse por ellos, hacerles un bien es hacérselo al mismo Cristo. De este modo, al identificarse Cristo con la Humanidad sufriente, lanza audazmente un reto a la mente cristiana, invitándola a realizar, por amor a El, toda clase de beneficios al mundo. Entendemos que jamás pasó por el pensamiento de Cristo instituir a una persona con este privilegio de ser representante suyo en la tierra. Jamás pronunció la menor alusión sobre el particular hacia uno de sus apóstoles. Siempre, al destacar esta representa ción habló en términos generales, incluyendo a todos los creyen46 tes y a todos los necesitados. Hubiéramos querido encontrar un La Verdad solo texto bíblico que contuviera estas palabras: “En tí delego mi os hará libres autoridad, mi sabiduría, mi poder”. No lo hallaremos por parte alguna de la Escritura. Porque si hubiera existido algún cristiano ungido con esa gracia sobrenatural, la Iglesia Cristiana Universal lo hubiera reconocido como tal y se hubiera inclinado ante él. Por esto, nada tiene de extraño que para llegar a la posesión del título de “Vicario de Cristo” hayan tenido que pasar quince siglos y esperar a que el Concilio de Florencia lo decretara así, en favor del obispo de Roma.. El obispo de Constantinopla se levantó violentamente contra el decreto, indicando claramente que no podía transigir con tal dictadura religiosa. No podemos concebir cómo existe un hombre en la tierra ca paz de cargar con la responsabilidad de “representar a Cristo” entre los hombres. Conociendo la verdad de la naturaleza humana, tan imperfecta, tan insegura, tan enferma, no podemos creer que alguien, sea quien fuere, se atreva a presentarse ante el mundo diciendo: “Yo soy el sustituto de Cristo, de aquel Cristo inocente, limpio, puro, santo, divino, Hijo Unigénito de Dios y Redentor del mundo”. Unicamente la soberbia o la ceguera es piritual han podido volcar sobre un solo hombre todo el peso enorme de semejante responsabilidad. 4. SU SANTIDAD. He aquí otro de los títulos exclusivamente papales. Este, por supuesto, tomado del judaismo. El sumo sacerdote judío llevaba sobre su frente, como parte de su atavío
religioso, una placa de oro en la que podía leerse este rótulo: “Santidad a Jehová”. Tales palabras hacían de él una especie de labú sagrado, intocable y santo. El Papa, como Sumo Pontífice de la Iglesia o Sumo Sacerdote ludio, no lleva sobre sus vestiduras nada semejante, pero sí es saludado y reconocido como compendio y suma de todas las virtudes, como único representante de la santidad más absoluta. Precisamente por esta aureola de santidad es por lo que recibe acatamientos y homenajes semejantes a aquellos que, de vivir entre los hombres, recibiría el mismo Cristo. Y, sin embargo, no es posible borrar el contenido solemne de la escritura cuando nos afirma que: “por cuanto todos pecamos todos estamos desti tuidos de la gloría de Dios”.... “Y el que se dijere sin pecado es mentiroso y hace a Dios mentiroso”... “Que no hay hombre que haga siempre el bien y nunca peque”...“Que somos nacidos y concebidos en pecado ” y solamente la fe y la misericordia divina pueden librarnos del peso enorme de la culpa y de la herencia . . “ Que el pecado está en nosotros ” y no es posible la salvación de criatura alguna si no aceptare el perdón concedido por Dios en Cristo. La propia historia eclesiástica lo demuestra. El romanismo reconoce, en parte, que la santidad pontifical siempre relativa, no ha residido sino en un pequeño número de papas quienes supieron destacarse por sus virtudes y su piedad. El romanismo reconoce las manchas terribles que recayeron sobre la Iglesia por culpa de hombres elevados a la categoría papal que no supieron, no pudieron o no quisieron mantenerse dentro de los límites es irictos de la moralidad cristiana. No queremos lanzar anatemas contra nadie. Nosotros somos también hombres y por tanto conlaminados de pecado. Nuestra miseria espiritual, nuestra impotencia para vencer el pecado son bien manifiestas. No podemos arrojar la piedra contra nadie. No debemos hacerlo. Cristo es el que juzga. Pero sí, lamentamos esta ceguera romanista y lamentamos, más aun, que el Sumo Pontífice romano, sabedor como lo es de la teología cristiana, acepte, sobre sí un título tan glorioso como inmerecido. La santidad no estuvo ni estará jamás en criatura humana. La pureza del ángel ha sido negada al hombre. Solo Dios es Santo,
47 Títulos papales
solo Dios lleva sobre sí, en justicia y verdad, el título precioso de “Su Santidad”. Fuera de Dios, la relativa santidad humana, tan lejos de la perfección, obliga a toda criatura a inclinarse so bre el polvo de la tierra y gritar con el humilde Publicano de la parábola de Cristo: “Oh, Dios, sé propicio a mí, pecador
48 La Verdad os hará libres
Capítulo seis
¿Santa Cena o Misa? La Iglesia Católica tiene como centro de su culto lo que se conoce como el sacrificio de la misa. La Misa es definida por la Iglesia Católica como el sacrificio del cuerpo y sangre de Jesucristo ofrecido a Dios en el altar, bajo las especies o apariencias de pan divino, para representar y continuar el sacrificio de la cruz. 1.a misa, como tal, no se comenzó a celebrar en la Iglesia Cristiana, como rito diario, hasta el año 394. Pasaron otros trescientos años más, hasta el año 700, para que la hostia comenzara a usarse en la forma circular que se usa hasta el día de hoy. La hostia no es sino una imitación de las obleas esféricas que usa ban los egipcios. Casi novecientos años mas tarde, en el Concilio de Trento (15451563) se estableció el dogma de la transubstanciación por los papas Pablo III, Julio III y Pío IV. De esta manera, durante el culto católico, cada vez que se efectúa una misa se lleva a cabo el sacrificio de Jesús. La misa se convierte entonces en una repetición del Calvario. Esto da a entender que el sacrificio de! Calvario no fue suficiente una vez. Es necesario que se repita continuamente. Esta es la función que cumple la misa. El apóstol San Pablo, escribiendo a los hebreos, trató este mismo tema: En virtud de esta voluntad somos santificados, merced a la oblación de una vez para siempre del cuerpo de Jesucristo...Y, ciertamente, todo sacerdote está en pie, día tras día, oficiando y ofreciendo reiteradamente los mismos sacrificios, que nunca ¡meden borrar pecados... El, por el contrario, habiendo ofreci do por los pecados un solo sacrificio, se sentó a la diestra de Dios para siempre... En efecto, mediante una sola oblación ha llevado a la perfección para siempre a los santificados.... ahora bien, donde hay remisión de estas cosas, ya no hay más oblación por el pecado (Hebreos 10:10,14, 18).
51
El sacrificio de Jesús fue suficiente. No hay necesidad de re petirlo. Por medio de su sacrificio, podemos ser limpios de pecado. Su sacrificio no fue como los sacrificios rituales de la ley, una simple sombra. El sacrificio de Jesús es para siempre. Su sacrificio tiene un valor permanente. Su sacrificio obtuvo lo que los sacrificios de animales no podían lograr. El contraste no es entre el sacrificio de un animal y la obediencia moral. El contraste está en la muerte de un animal que no entiende que está sucediendo y la muerte en la cual Jesús aceptó la voluntad de Dios.
52 “ La Verdad
os hará libres
Cuando el pecador acepta por fe los beneficios del sacrificio de Cristo, es aceptado en el Salvador, siendo contado como perfecto, ya que Jesús toma su lugar como su sustituto para siempre. Esto es lo que distingue al cristianismo de todas las demás religiones. No existe otra religión en ia cual un solo evento de significante trascendencia traiga consigo salvación a todo el mundo a lo largo de todas las edades. Esta es una doctrina distintiva del cristianismo. Repetir su sacrificio en la misa es entonces innecesario y absurdo. Es negar la eficacia de su servicio. Pero la Iglesia Católica sostiene: Si alguien dijere que en la misa no se ofrece a Dios un verdadero y propio sacrificio, y que esta oblación consiste solamente en que Jesucristo se nos da como alimento, sea anatema.1 A lgunas clases de misas
1. Misa rezada u ordinaria 2. Misa cantada 3. Misa conventual 4. Misa de campana 5. Misa de exposición 6. Misa del gallo 7. Misa del trigésimo día 8. Misa de réquiem . Declaración de! Concilio de Trento sobre la misa.
9. Misa de difunto 10. Misa parroquial o mayor 11. Misas gregorianas 12. Misa pontificial Partes de la misa
1. Preparación Confesión (yo pecador) Gloria Introito Kyries Oraciones Epístolas Gradual Evangelio Credo 2. Ofertorio Ofrenda (pan y vino) Lavabo Secreta Prefacio Sanctus Canon Consagración Comunión Color de los ornamentos y su uso.
Blanco
Domingo de Navidad, Fiestas de la Virgen, San José, Los Angeles.
Rojo
Fiesta de Pentecostés, Mártires y Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
Morado
Fiesta de los Santos Inocentes y Días de Cuaresma.
53 ¿Santa Cena o Misa?
Verde Negro
Domingo después de Epifanía y Pentecostés. Viernes Santo y Oficios de difuntos
Azul
Inmaculada Concepción.
Rosado
Tercer domingo de Adviento y cuarto de Cuaresma.
Oro
Suple al blanco, al rojo y al verde.
Palabras esenciales de la consagración
54 La Verdad os hará libres
Las palabras que usa el oficiante durante la misa, en el momento de la Eucaristía, son: Hoc est corpas meus, “éste es mi cuerpo”. Se trata de las palabras que usase Jesús cuando impartiese la última cena a sus discípulos. La expresión “éste es mi cuerpo ” debe tomarse por lo que es, una metáfora. Una metáfora es una figura de retórica por la cual se transporta el sentido de una palabra a otra, mediante una comparación mental. Metáfora son las expresiones de Jesús: “Esto es mi cuerpo ” (Lucas 22:19, 20), “yo soy la puerta” (Juan 10:9), “yo soy la vid” (Juan 15:1). La intención de Jesús no era que estas palabras se tomasen de una forma literal. De la misma manera que no tomamos como literales las palabras que dirigiera a Juan y a su madre desde la cruz: “Mujer, he ahí tu hijo, hijo, he ahí tu madre. " En nuestro lenguaje diario usamos constantemente estas expresiones. Ha blamos de Miguel Hidalgo, en México, como “El Padre de la Patria.” Nos referimos a monumentos diciendo: “Este es Bolívar.” Cuando queremos que alguien nos ayude de alguna manera decimos: “Dame una mano.” No necesariamente necesitamos su mano, necesitamos su ayuda. Jesús dijo: “Esto es mi cuerpo” y lo tomamos literalmente Pero cuando dijo “yo soy la puerta” no pretendemos que sea plano y de madera. También dijo que era la vid, y no esperamos que de uvas. Jesús dijo que era el buen pastor, pero sabemos que era carpintero. ¿Estaba mintiendo? No, estaba hablando por medio de metáforas. T es t i m o n i o s d e l a Ig l es i a p r i m i t i v a
San Juan Crisóstomo dijo con respecto a la Eucaristía: “El pan después de que se bendice es digno de ser llamado el cuerpo del Señor como figura, permaneciendo inalterables las sustan
cias del pan.”2 San Agustín opinaba: El Señor no dudó en decir: “Esto es mi cuerpo” cuando sabía que era el signo de su cuerpo. Estos son sacramentos en los cuáles debe atenderse, no a lo que son, sino a lo que representan porque son signos de las cosas, siendo una y significando otra. Sus opiniones van de acuerdo a lo expresado por el apóstol San Pablo: “Somos santificados por la ofrenda del cuerpo de Cristo hecha una sola vez" (Hebreos 10:14). La mayor diferencia que existe entre el misterio de la Eucaristía, palabra griega que significa “acción de gracias”, y los milagros de Cristo, estriba en que durante la misa se efectúa un milagro repetido a voluntad del individuo. Cada vez que el oficiante pronuncia las palabras hoc est corpus meus , el pan y el vino se convierten en el cuerpo de Cristo, lo cual es un milagro repetido a voluntad. Pero encontramos que nuestro Señor Jesucristo no hacía milagros para efectuar una cosa anormal, sino para establecer la normalidad.
El verdadero sacrificio La obra de Jesús por la humanidad fue llevada a cabo donde y cuando hacia falta hacerla, de una forma definitiva: “Pues no penetró Cristo en un santuario hecho por mano de hombre, o en una reproducción del verdadero, sino en el mismo cielo, para presentarse ahora ante el acatamiento de Dios en favor nuestro. Y no para ofrecerse a sí mismo repetidas veces al modo como el sumo sacerdote entra cada año en el santuario con sangre ajena. Para ello habría tenido que sufrir muchas ve ces desde la creación del mundo. Sino que se ha manifestado ahora una sola vez en la plenitud de los tiempos, para la des trucción del pecado mediante el sacrificio de sí mismo ... A sí también Cristo, después de haberse ofrecido una sola vez para quitar los pecados de la multitud, aparecerá por segunda vez sin relación ya con el pecado a los que le esperan para su salvación (Hebreos 9:2426, 28).
2 Episl. ad. Caesarim.
55 ¿Santa Cena o Misa?
56 ^ La Verdad os hará libres
La implicación de este pasaje es que no hay otra manera de lidiar con el pecado que por medio de la ofrenda hecha por Cristo. El razonamiento es que si tal ofrenda no fue suficiente, Cristo hubiera tenido que ofrecerse de nuevo vez tras vez. También se muestra la superioridad del sacrificio de Cristo al tratarse de su misma sangre que se derrama en sacrificio. Jesús usó su propio sangre y de esa manera hizo que la ofrenda fuese satisfactoria. Pero ésta no es toda la historia. Cristo vendrá por segunda vez y entonces ya no estará preocupado por el pecado. El ya lidió con ese problema en su primera venida. Ya no habrá nada más que hacer al respecto. La segunda vez vendrá “a traer salvación!* Esa salvación fue ganada en la cruz, de una vez por todas. San Pedro confirma este mismo pensamiento: Pues también Cristo, para llevarnos a Dios, murió una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, muerto en la car ne, vivificado en espíritu (1 Pedro 3:18).
Pues también Cristo... murió es traducido de hoti kai Christos... epathen, literalmente: “porque el Mesías también... sufrió”. El pensamiento no es solamente que murió, sino que sufrió en el proceso. “Una sola vez,” indica lo definitivo y final de su salvación. “Por los pecados,” describe la razón de su muerte (cf. Romanos 4:25; 1 Corintios 15:3; Gálatas 1:4; Hebreos 10:12). En otras palabras, Cristo ya padeció por nuestros pecados y pagó el precio de los mismos de una vez por todas. No se trató de un pago a plazos, en "abonos" o “cuotas” dando un “enganche”. El pago fue total, definitivo. En otro pasaje más, San Pablo nos dice: Sabiendo que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más, y que la muerte no tiene ya señorío sobre EL Su muerte fue un morir al pecado, solo una vez para siempre ; más su vida, es un vivir para Dios (Romanos 6:9, 10).
Con justa razón Martín Lutero escribió contra esta práctica de la Iglesia Católica, diciendo: “Les reto (papistas) a que prueben que se les ha dado autoridad a cambiar cualquiera de estas cosas por lo menos en un pelo, mucho menos de poder acusar de here
jes a otros porque no están de acuerdo con su arrogancia. Son ustedes los que tienen que ser encontrados culpables del crimen de haber abandonado a Dios y de ser unos déspotas.”3 El traductor de la Biblia, Cipriano Valera, comentó también: “Hacen grandísima injuria a la Santa Cena que el Señor instituyó, diciendo ser lo mismo que la misa, la cual ellos se han imaginado y fabricado. Porque, cuan grande diferencia hay entre la verdad y la mentira, la luz y las tinieblas, Dios y Belial, tal diferencia hay entre la Santa Cena y la profana misa. ”4
57 ¿Santa Cena o Misa?
3. Martín Lutero, La Cautividad Babilónica de la Iglesia, pág. 140 4. Cipriano de Valera, Del Papa y la Misa, pág. 357.
Capítulo siete
El Purgatorio La Iglesia Católica enseña que además del cielo y el infierno existe un tercer lugar al cual llaman purgatorio. Al purgatorio van a sufrir penas temporales los fieles que mueren en gracia de Dios, hasta que son purificados totalmente para poder entrar en el paraíso. La Iglesia enseña que las almas en el purgatorio pueden ser ayudadas desde este mundo por medio de las oraciones y las obras pías que por ellas se hagan. Se anima y se recomienda que se hagan misas especiales por los fallecidos para que puedan encontrar más pronto acceso a la presencia de Dios. Tan infiltrada está esta enseñanza que algunos católicos de renombre se han entretenido especulando acerca del lugar donde el purgatorio está localizado. San Gregorio el Magno pensaba que estaba en el volcán Etna, en Sicilia, y aseguraba que en las vecindades de ese volcán los demonios atormentaban a las almas haciéndolas hervir en una inmensa caldera. Teniendo en cuenta que el purgatorio es para los píos, para los que mueren en gracia de Dios pero que no son del todo purificados, encontramos una puerta abierta para supercherías. Tenemos que reconocer que nos fascina escuchar historias espeluznantes y aterradoras de apariciones de muertos que im ploran la ayuda de los vivos. Son comunes en nuestro pueblo leyendas y tradiciones de aparecidos. Las historias van desde “la llorona” hasta “el niño que llora en la noche pidiendo misericordia.” El Concilio de Trento expresó de esta manera el concepto de la Iglesia con respecto al purgatorio: “Si alguno dijere que después de recibida la gracia de la justificación, queda de tal manera remitida la culpa al pecador penitente, y extinguida la penalidad del castigo eterno, que no resta ninguna pena de castigo temporal, por la cual haya de satisfacer
59
o en este mundo, o en el purgatorio en el mundo venidero, antes de que pueda batirse la entrada al reino de los cielos; sea anatema."
60 La Verdad os hará libres
Esta idea del purgatorio, la creencia en un fuego que purifica a las almas, es de origen pagano. En Grecia fue sostenido por Pi tágoras y Platón. Platón, hablando acerca del futuro de los muertos, afirmaba que “de aquellos que han sido juzgados, algunos deben primeramente ir a un lugar de castigo donde deben sufrir la pena que han merecido.”' Entre los latinos lo sostuvo Virgilio, como puede ser encontrado en su libro “La Eneida” y en algunos otros de sus escritos. Así lo encontramos habiendo enseñado que “algunas almas quedan suspendidas al viento (limbo), otras son echadas al agua y otras purgadas en fuego hasta que se haya agotado toda la malicia del pecado .” 2 Del paganismo pasó a la Iglesia Católica entre otras muchas creencias y prácticas. La Iglesia sostiene que las penas del purgatorio son tan grandes que superan a todas las penas de este mundo .3 Las almas en el purgatorio, aunque mueren en la gracia de Dios, se ven privadas de la visión de Dios. El fuego, según Tomás de Aquino, es tan intenso como el del infiemo ya que declara que es el mismo calor que atormenta a los condenados. El purgatorio terminará con el mundo, pero las almas que hayan merecido estar más tiempo, verán aumentadas sus penas, y así la duración será com pensada por la intensidad. Esta enseñanza de la Iglesia, aunque asentada como dogma, no siempre ha sido bien recibida. San Agustín, uno de los Padres más ilustres de la Iglesia, a principios del siglo V dijo; “La fe católica descansando sobre la autoridad divina, cree que el primer lugar es el reino de los cielos y el segundo el infierno. Desconocemos por completo otro tercero; más aún, encontramos que no existe en la Escritura tal lugar ” 4 La Biblia habla claramente del cielo y del infierno. Pero para nada se nombra un tercer lugar, mucho menos de un purgatorio. Las enseñanzas de la Iglesia a este respecto son contrarias a la enseñanza de la Biblia. Mientras la Iglesia enseña acerca de un 1 Platón, Phaedrus, pág. 249. 2 Dryden, Virgilio. Libro VI, lins, 995-1012. 3 DocL Cristiana F. T. D. pág. 104. 4 San Agustín, Enquiridon, VIII y LXIX.
lugar de tormento, la Biblia enseña acerca de un Dios de amor i|ue nos ha lavado y perdonado los pecados: De Jesucristo, el cual es el testigo fiel, primogénito de entre los muertos y soberano de los reyes de la tierra, el cual nos amó y nos lavó de nuestros pecados con su sangre (Apocalipsis 1:5).
El apóstol Pablo, con repetida insistencia traía este mismo punto a colación: El cual, siendo resplandor de su gloria e impronta de su esen cia, y el que sostiene todo con su palabra poderosa, después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la dies tra de la Majestad en la alturas (Hebreos 1:3 Biblia de Jerusa
lén). San Pablo nos presenta aquí al Hijo de Dios habiendo efectuado la purificación por el pecado. El mismo vino a resolver el problema del pecado. Cristo ha ofrecido el sacrificio que quita el pecado de una vez por todas. Cristo ha llevado a cabo una purificación completa y total. Creer en la doctrina católica del purgatorio es desechar toda la enseñanza de la Biblia a este respecto. Creer en esta doctrina a pesar de los claros preceptos bíblicos es rebelamos contra Dios. Fue en armonía con el apóstol San Pablo que San Juan Cri xóstomo (347430) escribió: “En donde hay gracia, hay remisión; en donde hay remisión, no hay castigo .” 5 A este respecto Elena White ha comentado: “Los siglos que se sucedieron presenciaron un constante aumento del error en las doctrinas sostenidas por Roma. Las enseñanzas de los filósofos paganos habían recibido atención y ejercido influencia dentro de la Iglesia. Muchos de los que profesaban ser convertidos se aferraban aún a los dogmas de su filosofía pagana. Así se introdujeron graves errores en la fe cristiana. De este modo se preparó el camino para la introducción de otra invención del paganismo, a la que Roma llamó purgatorio, y de la que se valió para aterrorizar a las muchedumbres crédulas y supersticiosas .” 6 5 San Juan Crisóstomo, Homilía VIII en Epit. ad Roma. 6. Elena White, El Conflicto de los Siglos, pág. 63.
61 El Purgatorio
Así como se introdujo la mentira, Dios desea que su verdad prevalezca. Así como existen aquellos que enseñan la mentira, Dios desea que los suyos enseñen la verdad. Todos los que pertenecen a Cristo han de dar gracias a Dios porque El es su justicia, su mediador y su redentor. Hay un gozo especial en aquellos que reconocen que sus culpas han sido llevadas por el Cordero de Dios. Hay un gozo especial en saber que somos aceptados delante de Dios. El Reformador Juan Calvino escribió:
62 La Verdad os hará libres
“Se ha de clamar, no sólo con la voz, sino con todas las fuerzas posibles, que el purgatorio es una invención perniciosa del diablo, la cual deja vacía la cruz de Cristo y hiere y derroca nuestra fe.” Gracias a Dios que ya muchos creyentes saben que para ellos “no hay ninguna condenación” y que son rescatados “no con cosas corruptibles como oro y plata, sino con la sangre preciosa de Cristo” (1 Pedro 1:18, 19).
El Purgatorio
64 La Verdad os hará libres
Capítulo ocho
¿Confesión o Confesionario? La Iglesia Católica sostiene que la confesión auricular se instituyó cuando Jesús dijo a sus discípulos: Recibid el Espíritu Santo, a quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos. (San Juan 20:23). Empecemos por tener en cuenta que aquí no hay confesor particular de ninguna clase. Tal oficio no existía en las Iglesias primitivas. El verdadero sentido de este versículo es: cuando entre vosotros alguien cometiere alguna falta, si por vosotros fuere perdonado, en vista de su arrepentimiento, también yo lo perdonaré. Pero si ese hermano endureciera su corazón, no dando señales de arrepentimiento y pesar por su falta,y os viéreis en la dolorosa necesidad de excluirlo de vuestro círculo, yo también lo excluiré del mío. Si vosotros, guiados por el Espíritu Santo, que acabo de impartiros, no lo juzgáis digno de perdón, tampoco yo lo perdonaré. Notemos también que estas palabras Cristo no sólo las dijo a los apóstoles, sino también a las mujeres que fueron al sepulcro y a los dos discípulos que iban con él en camino a Emaús, llamado uno de ellos Cleofas (Lucas 24:8, 9,18, 35 36). Pero la Iglesia Católica, en palabras de Voltaire, ve de esta manera a la confesión: “La confesión es una institución que data desde el origen del mundo. El deber de arrepentirse se remonta hasta el día en que el hombre fue culpable; porque sólo el arre pentimiento pudo reemplazar su inocencia y para mostrar que se arrepiente, ha de empezar por confesarse. Por ésto Adán fue el primero que se confesó a Dios diciendo con alusión al fruto prohibido: “Me dio del árbol y comí” (Génesis 3:12,13). Una mejor definición es quizás la siguiente: “Confesión es la acusación de los propios pecados, hecha a un sacerdote, para re
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cibir de él, la absolución o perdón . ” 1 Bajo esta definición, la Iglesia Católica considera tres diferentes tipos de confesión: ordinaria, extraordinaria y frecuente. En el IV Concilio de Letrán (1215), el Papa Inocencio III en su bula Ego te Absolvo, introdujo esta forma del sacramento de la confesión, la cual no fue adoptada por la Iglesia sino hasta el año 15451563.
66 La Verdad os hará libres
No cabe la menor duda que la confesión fue tomada de las costumbres MedoPersas. El libro persa pagano Zend Avesta, que existió 400 años antes de Cristo, se refiere a lo que llamaron patest , arrepentimiento y confesión. En el mismo se especifica ban todos los pecados que el hombre puede cometer y era de esta manera: I) presenta el penitente al doctor de la ley; 2 ) empieza elevando una súplica a Ormuz y a su ministro en la tierra; 3) resuelve hacer todo el bien posible y se consagra a su dios y cuando se confiesa dice: “Yo me arrepiento de todos mis pecados, y renuncio a ellos. ¡Oh dios mío! Lastimaos de mí cuerpo y de mi alma en este mundo y en el otro. Yo deshecho todo mal, en pensamiento y en obra. ” 2 Otra vez traemos a referencia testimonios de los Padres de la Iglesia: San Basilio (329379), quien viviera en Atenas, comentando sobre el salmo 31 indicó: Yo no me pongo en espectáculo delante del mundo para hacer una confesión con mis labios, yo cierro mis ojos y hago la confesión en el secreto de mi corazón. Es sólo delante de ti, ¡Oh, mi Dios!, donde yo dejo escapar mis suspiros. Tú sólo eres testigo de ello. Mi gemir es en el secreto de mi alma. No hacen falta muchas palabras para confesar que los gemidos y los suspiros del corazón son la confesión mas aceptable.” San Juan Crisóstomo (347407) consideró también necesaria la confesión únicamente delante de Dios: “Es admirable que Dios no solamente nos perdona los pecados, sino que los perdona sin obligar a revelarlos, solamente I Doc. Cristiana Curso Sup. F.T.D. 2. Zend Avesta, Tomo II pág. 28
constriñe a contárselos a El.” Termina comentando un salmo que ilice: “Confesad, declarad vuestros pecados, pero sólo a Dios i|ue los perdona.” San Agustín (354430) concordó: "Así pues, mi confesión en tu presencia Dios mío, se hace callada y no calladamente; calla en cuanto al ruido de las pala bras, clama en cuanto a la fe... ¿Que tengo pues yo que ver con los hombres para que oigan mis confesiones, como si ellos fueran a sanar todas mis enfermedades?... Curioso linaje para averiguar vidas ajenas, y desidiosos para corregir las de ellos .” 3 En otra ocasión comentó: “Yo confesaré mis pecados a mi Dios; y El me perdonará to g ~J das las iniquidades de mi corazón. No es con la boca, sino únicamente con el corazón, como esta confesión ha de hacerse. No he ¿Confesión o abierto aun mi boca para confesar los pecados y ya están perdo confesionario? nados; porque Dios ha oído verdaderamente la voz de mi corazón.” 4 El comentario de Elena White es el siguiente: “El que se arrodilla ante un hombre caído y le expone en la confesión los pensamientos y deseos secretos de su corazón, re baja su dignidad y degrada todos los nobles instintos de su alma. Al descubrir los pecados de su alma a un sacerdote mortal, desviado y pecador, y demasiado a menudo corrompido por el vino y la impureza el hombre rebaja el nivel de su carácter y consecuentemente se corrompe. La idea que tenía de Dios resulta envilecida a semejanza de la humanidad caída, pues el sacerdote hace el papel de representante de Dios. Esta confesión degradante de hombre a hombre es la fuente secreta de la cual ha brotado gran parte del mal que está corrompiendo al mundo y lo está preparando para la destrucción final. Sin embargo, para todo aquel a quien le agrada satisfacer sus malas tendencias es más fácil confesarse ante un pobre mortal que abrir su alma a Dios. Es más grato a la naturaleza humana hacer penitencia que renunciar al pecado; es mas fácil mortificar la carne usando silicios, ortigas y cadenas desgarradoras que renunciar a los deseos carnales. Harto pesado es el yugo que el corazón camal está dis 3 San Agustín, Libro 10, Cap. II. 4 Ibíd., Homilía sobre el Salmo XXXI.
puesto a cargar antes de doblegarse al yugo de Cristo.” 5 E n s e ñ a n z a b íb l i c a ac e r c a d e l a c o n f e s i ó n
¿Cómo trató Jesús a los pecadores? San Marcos nos refiere que trajeron a Cristo a un hombre paralítico; como no podían llegar hasta El a causa del gentío, descubrieron el techo y bajaron el lecho en el que yacía. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados te son perdonados ” (Marcos 2:5). No le preguntó cuantos pecados había cometido, ni le pidió que se los describiera; Jesús simplemente lo perdonó.
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Cuando Cristo enseñó a sus discípulos el Padre Nuestro, les enseñó a buscar directamente en Dios el perdón de sus pecados: Perdónanos nuestras deudas como nosotros perdonamos a núes— tros deudores.
La Verdad Lucas 7:37,38 nos presenta el caso de la pecadora que enjugó os hará libres los pies de Jesús con perfume. Lucas 23:3943 nos presenta el caso del ladrón en la cruz. En ambos casos los pecadores reci bieron simpatía y perdón de parte de Jesús. En ninguno de ellos encontramos la confesión tal y como la presenta la Iglesia Católica. ¿Qué debemos hacer cuando pecamos? El consejo del apóstol San Juan es: Hijitos míos, os escribo ésto para que no pequéis. Pero si al guno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre. A Jesucris to, el Justo. El es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo enterar (I Juan 2:1,2).
¿Qué condición debemos cumplir para que se nos perdonen los pecados? Las palabras del Padre Nuestro, la oración maestra, nos dan la clave: ...y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores;... que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vues tro Padre celestial; pero si no perdonareis a los hombres tampo co vuestro Padre perdonará vuestras ofensas (Mateo 6:12 14, 15). 5
Elena White, El Conflicto de los Siglos, págs. 623, 624.
¿A quién debemos confesar nuestras faltas? Las indicaciones de Jesús fueron que debemos confesamos unos a otros, de hermano a hermano, cuando cometemos faltas, cuando nos herimos mutuamente: Cuidaos de vosotros mismos. Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale (Lucas 17:3).
Cristo ya perdonó nuestros pecados. El sacrificio de Cristo fue con el fin de que fuésemos perdonados. Jesús vino a morir en lugar nuestro. Nuestros pecados fueron clavados en la cmz. Sed más bien buenos entre vosotros, entrañables, perdonán doos mutuamente como os perdonó Dios en Cristo (Efesios 4 :32).
Jesús es nuestra ayuda. La obra de la redención fue completa en la cruz. La obra de la intercesión continúa llevándose a cabo en nuestro beneficio. Jesús ministra por nosotros ante el Padre. Así fue como El lo enseñó: Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo (Juan 14:13).
Sus palabras más consoladoras quizás sean: “Venid a m í to dos los que estáis fatigados y agobiados, y yo os aliviaré ” (Mateo 11:28). Algunas personas declaran que al confesarse solamente con Dios sienten una sensación de que no están totalmente perdonadas porque a fuerza de la costumbre y tradición tienen un sentimiento de inseguridad. Permítanme contestar con la siguiente cita: “Los sentimientos no han de ser vuestra norma, pues las emociones son tan mutables como las nubes. Debéis tener algo sólido como fundamento de vuestra fe. La Palabra del Señor es una Palabra de infinito poder, en ella podéis confiar, y El ha dicho : ‘Pedid y recibiréis.’ Mirad al Calvario. ¿No ha dicho Cristo que es vuestro abogado? ¿No ha dicho que si pedís cualquier cosa en su nombre, la recibiréis? No habéis de depender de vuestra propia bondad o de vuestras buenas obras. Habéis de venir de pendiendo del Sol de justicia, creyendo que Cristo ha quitado vuestros pecados y os ha imputado justicia. Habéis de venir a Dios como un pecador arrepentido, mediante el nombre de Je
¿Confesión o confesionario?
sus, el divino Abogado, a un Padre misericordioso y perdonador, creyendo que cumplirá lo que ha prometido.”67 No necesitamos entrar en una celda para arrepentimos del pecado, ni imponemos penitencias para expiar nuestra iniquidad, pensando que al hacer así ganamos el favor de Dios. Se hace la pregunta: ¿Daré mi primogénito por mi rebeldía, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? Solamente lo que de ti (Jehová reclama es practicar la justicia, amar la piedad y caminar humildemente con tu Dios. (Miqueas 6:7, 8 ). Dice el salmista: Al corazón contrito y humillado no des precias tú, oh Dios (Salmo 51.17). y rv ‘
“La única razón por la cual no tenemos remisión de los pecados es que no hemos reconocido a Aquel que fue herido por La Verdad nuestras transgresiones, que fue traspasado por nuestros pecaos hará libres d°s- P°r eso estarnos en falta y en necesidad de misericordia La confesión que es la efusión de lo mas íntimo del alma, llegará hasta el corazón de infinita piedad; pues el Señor está cerca de los quebrantados de corazón y salva a los de espíritu contrito.’^
6. Elena White, Mensajes Selectos, Tomo I, pág. 386. 7. Ibíd., pág. 383.
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72 La Verdad os hará libres
Capítulo nueve
El Rosario
El rosario es una devoción en honor de la Virgen María, que consiste en rezar cinco decenas de Aves Marías, precedida cada decena de un Padre Nuestro y un Gloria al Padre, meditando sobre los principales misterios de nuestro Señor y la Virgen María. La Iglesia Católica llama misterios a los principales hechos de la vida de Cristo y de la Virgen María. Estos están distribuidos en tres grupos. Primero, los misterios gozosos. Estos misterios incluyen: a) la anunciación del ángel a María; b) la visitación de María a su prima Isabel; c) el nacimiento de Jesús; d) la presentación del niño en el templo; e) el niño perdido y hallado en el templo. Segundo, están los misterios dolorosos. Estos misterios son cinco: a) la agonía de Jesús en el huerto; b) los azotes que recibió atado a la columna; c) la coronación de espinas; d) Jesús con la cruz a cuestas; e) la crucifixión. Tercero, están los misterios gloriosos. Tanto estos misterios como los primeros, incluyen igualmente a Jesús como a su madre: a) la resurrección de Jesús; b) la ascensión de Jesús a los cielos; c) la venida del Espíritu Santo; d) la asunción de María a los cielos; y d) la coronación de María. Según la Tradición Católica, la devoción del rosario fue revelada por la Santísima Virgen a Santo Domingo de Guzmán (siglo XIII). Los rosarios materiales o colección de cuentas son anteriores al cristianismo y hoy se usan en diversas religiones. Nada más natural para contar oraciones que han de repetirse. Por eso aparece en una escultura de Nínive nueve siglos antes de Cristo, y por eso lo usaba el rey Malabar según Marco Polo. Esta costumbre pasó sencillamente a los cristianos.
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Pero siendo su uso anterior al de la existencia del Ave María (San Antonio empleaba unas piedrecitas), hay que decir que se comenzó a utilizar para otras oraciones y, especialmente, para el Padre Nuestro. En Inglaterra se llamaba a los rosarios paternosíers y a sus fabricantes paternosterers. Aun hoy, tan poco amigos como son los ingleses de cambiar el nombre de las calles, existe la Paternóster Row, donde antiguamente se habían agrupado los de este oficio. También el nombre de rosario es anterior a la devoción que conocemos hoy por él, y con ésto nos adentramos ya en la historia de su formación.
74 La Verdad os hará libres
Junto con la devoción alegre y gozosa nacieron los sim bolism os. El más fácil de todos ellos fue el de la rosa. “Coronémonos de rosas” se dice en el libro de Sabiduría 2:8, y se coronaban realmente de ellas en la época medieval. Estas coronas de rosas dieron nacimiento a esta forma de expresión simbólica religiosa. En un francés hablado vulgarmente recibió el nombre de chapelet de roses. En español se le llegó a conocer, lógicamente, como rosario. Y en italiano se le conoce con el nombre de corona, evidentemente teniendo en mente la idea de una corona de rosas. Tan arraigado está el rosario en el culto católico, que un rezo popular mexicano dice: “El rosario de María no lo dejes de rezar, es el primer escalón de la gloria celestial” Esta costumbre popular católica en nada tiene base bíblica. Ni Jesús, ni los apóstoles, ni los Padres de la Iglesia apoyan esta práctica y costumbre. El ejemplo que Jesús nos dejó fue: Cuando oréis no seáis como los hipócritas, que gustan de orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; en verdad os digo, ya tienen su paga. Tu, al contrario, cuando quieras orar, entra en tu aposento, corre el cerrojo de la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto, y tu Padre que ve en lo secreto, te lo pagará. (San Mateo 6:5, 6 ).
Ninguna nación ha tenido un ideal de oración tan elevado como los judíos. Ninguna religión la ha colocado en un nivel tan alto como la de los judíos. “Grande es la oración,” decían
los rabinos, “mas grande que todas las obras.” Una de las mejores cosas que se podían decir de un hogar, en el dicho rabínico es ésta: “El que ora dentro de su casa se rodea de una muralla que es más fuerte que el hierro.” Lo único que lamenta ban los rabinos era que no se podía orar todo el día. Pero su manera de orar se volvió demasiado formal. Entre sus oraciones estaba el Shema, que consistía de tres pasajes cortos de la Escritura—Deuteronomio 6:49; 11:1321; Números 15:3741. Shema es un imperativo de la palabra hebrea por oír. El Shema toma su nombre del versículo que dice: “Oye, oh Israel, el Señor tu Dios uno es.” La repetición del Shema y el Shemoneh'esreh — literalmente, el dieciocho, porque consistía de dieciocho oraciones—, llegó a carecer de significado. En los días de Jesús se había convertido en una repetición baladí y supersticiosa. Entre los judíos, en los días de Jesús, existía una tendencia a las oraciones largas. Se creía también que ciertos lugares eran sagrados. De esta manera las oraciones eran únicamente efectivas si eran largas y eran recitadas en esos lugares sagrados. Fue contra este tipo de pensamientos que Jesús estuvo en desacuerdo. ¿No existe la misma tendencia en el rosario? Se trata de una repetición inútil de líneas ya trazadas. Es, sin lugar a dudas, largo. ¡Cincuenta y ocho cuentas en un rosario! ¡Cincuenta y ocho oraciones! ¡Todavía más largo que el Shema y Shemoneh ’esreh juntos! Jesús nos da dos reglas simples de oración. 1) Toda oración debe ser dirigida a Dios. El problema es que tendemos a orar a los hombres y no a Dios. A un santo y no a Dios. A una imagen y no a Dios. Ya sea en público o en privado, el hombre debe poner su mente en contacto con Dios por medio de la oración. 2) Debemos siempre recordar que Dios es un Dios de amor que está más listo a contestamos que nosotros dispuestos a orar. No tenemos que aburrirlo con nuestras peticiones hasta el fastidio. Debemos venir hacia El sabiendo que está dispuesto a dar.
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Capítulo diez Los Santos
La Iglesia Católica llama santos a “los elegidos que han merecido en el cielo especial recompensa. Esto es muy contrario a la definición bíblica. La Biblia presenta a los santos como aquellas personas que han sido justificadas por la gracia de Dios, que han nacido otra vez y son nuevas criaturas en Cristo Jesús y han sido selladas con el Espíritu Santo. La palabra santo tiene un doble sentido: puro y apartado. Pureza mora! y una vida apartada de la mundanalidad y consagrada al servicio del Dios santo y verdadero. ¿Cómo se Mega a ser santo en la Iglesia Católica?
En la Iglesia Católica, el calificativo de “santo” se alcanza por vía de la canonización . La canonización es el acto solemne por medio del cual el Papa decreta que una persona difunta ha sido admitida en la lista de los santos y puede ser venerada pú blicamente por la Iglesia Católica. Por lo menos deben transcurrir 50 años desde la muerte del candidato hasta el inicio de su causa. El proceso consta de dos etapas. La primera es la beatificación. El obispo de la diócesis debe verificar por si mismo que las dos condiciones necesarias —virtudes cristianas en grado heroico y realización de milagros— hayan quedado establecidas. Se hacen comparecer testigos en pro y en contra y después, si el caso queda comprobado, se envían los documentos a Roma, donde se presentan a la Sagrada Congregación de Ritos. Allí se repite el proceso. El promotor fidei , llamado popularmente “abogado del diablo” examina el expediente a fin de asegurarse de que todas las formas han sido observadas y que la causa merece consideración. El promotor causae “abogado de Dios” defiende al 1. Diccionario Larousse.
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candidato. Si todo resulta satisfactorio, se anuncia que el fallecido pertenece al número de los elegidos del cielo. Se le concede el título de “Bienaventurado” o “Beato” y se le da autorización para que su imagen o sus reliquias sean veneradas públicamente—
78 La Verdad os hará libres
Para llegar a la etapa final—la de santo, debe demostrarse que el beato ha realizado por lo menos dos milagros desde su beatificación. La Sagrada Congregación de Ritos investiga las pruebas al respecto. Si todas las etapas del proceso han sido satisfactorias, se celebra la ceremonia de canonización con toda la pompa tradicional en la basílica de San Pedro en Roma. Entonces el Papa anuncia que el Bienaventurado queda incorporado al número de los santos y merece recibir veneración pública de la Iglesia Católica. E j em p l o v e r d ad e r o d e c an o n i za c ió n
En 1569 nació en Lima, Perú, un niño a quien pusieron por nombre Martín. Aquel niño, con el correr de los años, ingresó en el convento de los Padres Dominicos de la Ciudad de Lima. Al parecer se destacó allí por su humildad, pues se nos cuenta que se conformó con ser un hermano lego, barrendero del convento. Martín de Porres murió en 1639. En 1836, a los 197 años de su muerte, fue declarado Bienaventurado o Beato. 126 años des pués, a los 323 años de su muerte, fue declarado santo. En Perú se le conoce popularmente como el santo de los ratones, pues cuenta la tradición que Martín de Porres hizo pacto con los ratones que destruían la ropa en el convento, comprometiéndose los roedores a vivir en el jardín y el monje a darles allí el alimento necesario. El hecho de que Martín de Porres fuese elevado a la categoría de santo ha constituido un gran acontecimiento en el Continente Latinoamericano. Los oportunistas y mercaderes del cine, que siempre están a la caza de la última sensación o acontecimiento, llevaron a la pantalla la vida de Martín de Porres ba jo el titulo de Fray Escoba. Convirtieron así en un medio más de explotación de dinero y sentimientos, la vida del humilde Martín de Porres. ¿Cuántos santos ha producido la Iglesia Católica?
De acuerdo con una información, publicada en 1979, la Iglesia Católica tiene 4.394 santos. En el proceso de canonización,
los santos son elegidos del cielo. Lógicamente, los que no son elegidos no pueden llegar al cielo. En los días de San Pablo había muchos más santos que todos los santos reconocidos por la Iglesia Católica. Escribiendo a una de las Iglesias cristianas en el Asia Menor, el apóstol se refirió a las Iglesias del área como “las Iglesias de los santos” (1 Corintios 14:33). Los santos de las Iglesias primitivas eran de carne y hueso. En aquel tiempo los cristianos llegaban a ser santos en un día, en un momento. Cuando arrepentidos de sus pecados abrían su corazón al Salvador y eran regenerados por el Espíritu Santo, llegaban a ser santos. Primera canon izació n
Durante mil años vivió y prosperó la Iglesia Cristiana sin la canonización de los santos. La primera canonización que se llevó a cabo fue la del obispo Ulderico de Augsburgo en el año 995, por obra del Papa Juan XV. En la primera etapa de la canonización se declara bienaventurado al difunto candidato. Gracias a Dios que la Santa Biblia nos da la seguridad de que el que quiere puede alcanzar el calificativo de bienaventurado. Aun antes de morirse. He aquí las prue bas: Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos (Salmo 1:1). Bienaventurados todos los que en El (Dios) confían (Salmo 2:12). Bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan (Lucas II :28). Santos discontinuados
La Sagrada Congregación de Ritos declaró el día 14 de febrero de 1961 fuera del santoral a santos que por su antigüedad crearan serias dificultades para probar su verdadera existencia. Vamos a considerar a algunos solamente, cuyas festividades y cultos son muy populares. 10 1
Enero 15
San Mauro. Siglo VI.
Enero 30
Santa Martina. Patrona de la ciudad de Roma.
Febrero 14
San Valentín (269 A.D.). Patrono de los enamorados.
Mayo 18
San Venancio (257 A.D.).
79 Los santos
Julio 17
San Alejo, siglo V. Patrono de las enfermeras y los limosneros.
Julio 20
Santa Margarita o Marina. Patrona de las futuras madres.
Julio 25
San Cristóbal. Patrono de los choferes y conductores.
Septiembre 23 Santa Tecla. Noviembre 22
Santa Cecilia. Patrona de los músicos
Noviembre 25
Santa Catalina. Patrona de los filósofos.
Diciembre 2
Santa Bibiana. Patrona de los epilépticos y locos.
Diciembre 4
Santa Bárbara. Se le invoca contra el rayo y el fuego. Es patrona de los artilleros, ingenieros, militares y mineros. En algunos países también la han hecho patrona de los arquitectos, albañiles y constructores.
80 La Verdad os hará libres
Por que no creer en los santos
La respuesta es sencilla, porque las Sagradas Escrituras — la Palabra de Dios— lo prohíben. Esta prohibición la podemos colocar en dos grupos: El primer grupo incluye textos que nos dan una prohibición directa. Los diez mandamientos incluyen un mandato en contra de la adoración de cualquier cosa que no sea el verdadero Dios: No te harás ninguna escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas ni les darás culto (Exodo 20:4,5).
El mandato es claro. Dios nos ordena que no adoremos nada que no sea a El mismo. Eso incluye todo lo que está en los cielos lo mismo que en la tierra. Incluido en esto está el hacer imagen alguna con el fin de rendirle adoración. Este mismo pensamiento lo encontramos de esta forma: Tened mucho cuidado de vosotros mismos; puesto que no vis teis figura alguna el día en que Yahveh os habló en el Horeb en medio del fuego, no vayáis a prevaricar y os hagáis alguna es—
cultura de cualquier representación que sea; figura masculina o femenina (Deuteronomio 4:15,16).
Más adelante, en el mismo libro, se nos da la razón por la cual no hemos de hacer imágenes y adorarlas. Ni te levantarás estatua, lo cual detesta Yahveh tu Dios (Deuteronomio 16:22).
¡El Señor detesta todo tipo de estatua que se levanta con el fin de adorarla! No solamente Dios detesta este tipo de estatuas, sino que se pronuncia una maldición contra los que no tienen ésto presente. Maldito sea al hombre que hace un ídolo esculpido o fundido, abominación a Yahveh, obra de manos de artífice, y lo coloca en un lugar secreto. Y todo el pueblo responderá y dirá: Amén (Deuteronomio 27:15). No solamente Dios detesta este tipo de idolatría sino que la tiene por abominable. El salmista lo pone de esta forma vivida: Nuestro Dios en los cielos y en la tierra, todo cuanto le place realiza. ídolos de ellos, plata y oro, obra de mano de hombre. Tie nen boca y no hablan, tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen, nariz tienen y no huelen. I j j s
Tienen manos y no palpan, tienen pies y no caminan, ni un solo susurro de su garganta. Como ellos serán los que los ha cen, cuantos en ellos ponen su confianza (Salmo 115).
El segundo tipo de prohibición incluye aquellos textos que son una advertencia en contra de lo grandioso, espectacular e inverosímil. La venida del impío estará señalada p or el influjo de Sata nás; con toda clase de milagros, señales y prodigios engañosos (2 Tesalonicenses 2:9).
San Pablo señala a Satanás como la fuente de todo engaño. En este pasaje hace referencia a personas con poderes sobrehumanos que podrán hacer “milagros, señales y prodigios.” No está diciendo que estos eventos sobrenaturales sean falsos. Lo que está diciendo es que estos eventos sobrenaturales producirán falsas impresiones, engañando a las gentes. Sus actos extraordina
81 Los santos
rios llevarán a muchos a aceptar la mentira como verdad. Esta es la motivación de Satanás. Es la naturaleza de la impiedad de presentarse a si misma como la piedad. No es solamente asunto de confundir la verdad con la mentira y la impiedad con la piedad. El más grande de los engaños incluye hacerse pasar por la divinidad. Para esto, no hace falta hacerse pasar por Dios. Basta con tomar sus atributos. ¿Es ésto raro? ¿Es ésto extraordinario? Escribiendo a los corintios, San Pablo dice que no es raro ni extraordinario: Y nada de extraño; que el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz (2 Corintios 11:14). 0 2
Concordando con estas advertencias y amonestaciones bibli — cas, Elena White ha comentado:
La Verdad “El culto de las imágenes y reliquias, la invocación de los os hará libres santos y la exaltación del Papa son artificios de Satanás para ale ja r de Dios y de su Hijo el espíritu del pueblo. Para asegurar su ruina, se esfuerza en distraer su atención del único que puede asegurarle la salvación. Dirigirá las almas hacia cualquier objeto que pueda sustituir a Aquel que dijo: ‘Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os daré descanso’ (Mateo 11:28.)2 Los Padres de la Iglesia y el culto a los santos
San Cipriano recomendó: “¿Para qué postrarse delante de las imágenes? Eleva tus ojos al cielo y tu corazón, allí es donde de bes buscar a Dios.” 3 San Agustín (A.D. 389) exhortó a la imitación de la piedad manifestada por los hombres del pasado, pero rechazó su culto: “Que no sea nuestra religión el culto de las obras hechas por mano de hombre. Que no sea nuestra religión el culto de los animales. Que no sea nuestra religión el culto de los difuntos. Porque si vivís una vida santa, es imposible creer que desean tales honores, antes desearían que nuestro culto lo diésemos a Aquel por quien debemos ser participantes con ellos de la salvación. Por lo tanto, tenemos que rendirles honor imitándoles, y no rindiéndo 2 Elena White, El Conflicto de los Siglos, pág. 625. 3 Ad Demetr., pág. 191.
es culto religioso.”4 Orígenes (A.D. 230), comentando sobre este mismo punto, amonestó a los que confían en los santos en lugar del Señor: “Nadie de nosotros confíe en su padre justo, en su santa madre, en sus castos hermanos. Bienaventurado el hombre que pone su esperanza en sí mismo y en el camino recto. A los que confían en los santos les diré como amonestación: ‘Mejor es es perar en Jehová que esperar en el hombre’ (Salmo 118: 8). ‘Maldito el varón que confía en el hombre’ (Jeremías 17:5). Si fuera necesario confiamos a alguien, dejemos a todos los demás y confiemos en el Señor”.5 ¿Son los santos mediadores?
El paganismo grecorromano inventó dioses, genios y héroes de diferentes categorías y naturalezas y los situó en diferentes esferas de la tierra y el cielo. Cuando el Imperio Romano cedió al empuje vigoroso del cristianismo, éste vino a tomar en la vida religiosa de las naciones, el lugar que había ocupado aquél. Pero el sistema pagano no murió sin renunciar plenamente a muchas de sus nociones paganas. Y, con el correr de los años el cristianismo nominal fue asimilando muchas de las ideas o concepciones del paganismo. Entre ellas las que se refieren a conferir a ciertos seres humanos que se han destacado por sus virtudes, la función de protectores y mediadores entre la divinidad y la humanidad. Diríamos que una parte del paganismo cambió de etiqueta pero no de doctrina. Desde entonces hay cristianos que piensan que los santos tienen y ejercen la facultad de escuchar las peticiones de sus devotos, presentarlas a Dios, interceder a favor de los seres humanos y ejercer funciones protectoras en diferentes esferas de la raza humana. Por regla general, en la esfera donde predomina la Iglesia Católica, cada nación, ciudad, parroquia, pueblo y creyente suelen tener un santo protector. Por ejemplo, de acuerdo con el santoral: Inglaterra tiene por patrono a San Jorge. España a Santiago Apóstol. Roma a San Pedro y San Pablo. Buenos Aires tiene a San Martín de Porres. México a San Felipe de Jesús. 4 De Vera Reí. LV. 108 MI. 34,169. 5 Exequial 17:17, Homilía IV, MG 13, págs. 702, 703
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Así encontramos, que entre los santos más populares, San Antonio es el protector de las muchachas casaderas. San Blas, de los enfermos de la garganta. San Crispín, de los zapateros. Santa María Magdalena de las prostitutas. Santa Lucía, de los enfermos de la vista. San Valerio, de los que padecen reumatismo. A Santa Apolonia, se le pone una vela por los que padecen dolores de muelas. Y San Serapio es especialista en cólicos.
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Las almas de los santos que están en el sueño de la muerte no pueden oír nuestras peticiones, ni conocen los problemas que estamos confrontando en la tierra. Dios es el único que conoce nuestros pensamientos, está al tanto de nuestras necesidades y escucha nuestras oraciones. En relación con nuestras oraciones y peticiones, Jesús dijo: “Todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré” (Juan 14:13, 14). También nos dice la Escritura: " Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hom bres” (1 Timoteo 2:5).
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Capítulo once
Eunuquismo Acostumbra el románismo a recordar ciertas palabras de Cristo en pro de su celibato obligatorio. Las palabras son es las: “ Hay eunucos, que son hechos eunucos por los hombres y hay eunucos que se hicieron así mismos eunucos por causa del reino de los cielos; el que puede ser capaz de ésto, séalo”. (San. Mateo, cap. 19; vers. 12). Cristo reconoce, en efecto, tres clases de eunucos. Primeramente los que por defecto orgánico o herencia congénita vinieron al mundo incapacitados para la procreación. Sobre estos casos lamentables nada tenemos que decir, a no ser que no afecta a la casi totalidad de sacerdotes, frailes y mon jas catalogados dentro de las filas del romanismo. Salvo alguna contadísima excepción y algunos bien lo han sabido demostrar, han venido al mundo en condiciones fisiológicas normales. No han nacido eunucos. Sin embargo, hoy la ciencia puede resolver ciertos casos de eunuquismo. El segundo grupo de eunucos, afirma Cristo, que obedece a la crueldad humana, disfrazada bajo ciertos conceptos de seguridad de las mujeres en los harenes o por la ley de la guerra, es decir, para que los vencidos convertidos en eunucos se conviertan así mismo en esclavos al servicio de los vencedores, perdiendo con esta mutilación su personalidad de hombres. Tampoco en este grupo quedan comprendidos los sacerdotes y monjes romanistas. No sabemos de ningún caso en el que la Iglesia, celosa de la castidad sacerdotal o monjil haya procedido a la esterilización de sus ministros o de sus frailes o monjas. Si hubiera decidido esta mutilación creeríamos más en su acalorada defensa sobre la pureza camal de su objetivo. Pero, repetimos, la Iglesia de Roma no ha recurrido jamás a estos procedimientos. Queda el tercer caso: el eunuquismo teórico. Es, sin duda, és
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te el caso del romanismo relacionado con el voto de castidad o abstinencia total de los apetitos camales. Con esto, el matrimonio pasa a la categoría de pecado. ¿Por qué? ¿Existe alguna necesidad fundamental para ello? ¿Ordena el Evangelio algo parecido? Cristo no dice más que “el que sea capaz de hacerse eunuco por causa del reino de los cielos, que se haga”. No obliga a nadie. No impone a nadie semejante yugo. El que sea capaz de un sacrificio parecido, que se sacrifique y nada más.
88 La Verdad os hará libres
Cristo no considera que el eunuquismo pueda salvar al mundo, ni servir de ejemplo a la Humanidad. El jamás forzó a los suyos para que se abstuvieran del matrimonio, ni aconsejó jamás el seguir parecida senda a los hombres. Cristo, el Príncipe de los li bertadores, no podía encadenar al mundo creyente con cadenas de oprobio y oscuridad. Cristo no deseó jamás una humanidad mutilada ni desprovista de aquellos atributos naturales con que Dios mismo la creó. Antes por el contrario, El compartió su pan y su vino con unos y con otros, sin considerar si quienes le seguían o le necesitaban eran solteros o casados. Léanse las condiciones, pero ni una de ellas guarda relación con la vida sexual de hombres y mujeres. El se complació en compadecer a los padres y a las madres en aflicción por causa de sus familiares; en bendecir a los niños y en inculcar en la mente de todos, los deberes más respetuosos para con la familia y en especial entre las mujeres para bendición de su propio hogar, sin que por eso su maternidad fuera obstáculo a su pureza. Tampoco el matrimonio de su propia madre con José, hombre justo, fue condenado por Dios. Y creemos con todo el corazón que María la madre de Cristo, fue verdaderamente santa. Por otra parte, ¿en qué se puede fundar el romanismo para imponer el celibato obligatorio a sus sacerdotes, frailes, y mon jas? En que, como dice el apóstol Pablo “el casado tiene cuidado de las cosas del mundo y en como ha de agradar a su mujer”. ¡Ese no es un argumento! Cierto que la preocupación del hogar es inevitable para quien se casa. No solo el hombre ha de cuidar de su mujer, sino que cuando en el hogar los hijos aparecen, estos cuidados aumentan y con ellos las preocupaciones e inquietudes...¿Pero acaso ésto no es también cosa del Señor?...Servir a los familiares, desvivirse por el hogar, sacrificar
tiempo, dinero, salud y vida por causa semejante, podrá desagradar a Dios? La buena monja Teresa de Jesús supo decir que: ‘También entre los pucheros esta Dios”...y no dijo ningún dis parate. Si Dios nos ha dado el privilegio maravilloso de ser padres y madres ¿por qué hemos de pensar que nos hurtamos a su servicio dedicando parte de nuestros esfuerzos al cultivo de los hogares y de los seres queridos que en el hogar conviven con nosotros? Pero se nos objeta que eso puede ir en menoscabo del servicio de la Iglesia. Creo que es un error demostrable por todos aquellos que estando casados y con familia han dedicado sus esfuerzos máximos a servir a Dios dentro de su Iglesia. El mismo apóstol Pablo dice: “Para gobernar bien la Iglesia se debe comenzar por gobernar bien el hogar”. Eso es indiscuti ble. La Iglesia es al fin y al cabo un hogar, el hogar de la familia de Dios y aquellos que están llamados al servicio de la Iglesia verán siempre en ella como una continuación de su propio hogar. Dentro de la Iglesia, en efecto, los problemas, las inquietudes, las enfermedades, los pleitos se presentan con la misma y frecuente naturalidad que en los hogares. Si hemos empezado por encauzar y resolver los problemas familiares, seguro que tendremos mucho camino adelantado para administrar debidamente la Iglesia. Todo depende de la consagración del corazón a Dios. Y si se nos aduce la falta de tiempo para compaginar el servicio de la Iglesia con el servicio del hogar responderíamos con el capítulo tres del libro del Eclesiastés, donde se afirma que “hay tiempo para todo cuanto se quiere debajo del 5 0 I ” . En una palabra, no podemos ver causa alguna justificante del celibato obligatorio impuesto por el romanismo. Acaso se pretenda hacer resaltar la pureza moral del estado del matrimonio, considerando como exponente de mayor santidad la situación del soltero que la del casado. Tal cosa sería un desconocimiento total de lo que implica la verdadera santidad.El matrimonio no impide ni priva de la santidad. Antes bien, existe mayor santidad en el esposo fiel y en el padre honrado que en cualquier célibe impenitente. Porque la santidad
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en sí no depende del celibato o del matrimonio, sino de la consagración de la vida a Dios y esta consagración de la vida a Dios puede lograrla cualquier hombre o mujer sin imposición de ninguna da se ni sacrificios estériles. La doncella o la casada pueden servir al Señor, lo mismo dentro que fuera de la Iglesia y conservar la honestidad del espíritu, lo mismo haciendo que no haciendo voto de castidad. Si honramos justamente el nombre de madre, en su sentido litera!, es porque sabemos que en ella se dan las excelsas virtudes de amor, humildad, abnegación y castidad mucho más abundantemente que en las mujeres que no lo son. Y bendecimos más justamente, al padre honrado, trabajador, 90 cuya vida es un dechado de sacrificio, que al hombre, que por el hecho de conservarse soltero, vive para sí, aunque se diga vivir La Verdad totalmente para el Señor, os hará libres «• , . ~ . Si el matrimonio fuera causa de impureza tendríamos que culpar a Dios por haberlo instituido; tendríamos que renegar de nuestros padres por habernos traído al mundo; tendríamos que abominar de la Humanidad por estar formada, no por ángeles, sino por hombres y mujeres creados para vivir en sociedad complementándose los unos con los otros. El voto de castidad obligatorio corta sus alas al amor humano, lo mas hermoso que existe sobre la tierra. Rasga la virilidad del hombre y le sepulta en los antros de la desesperación. Hunde a la mujer entre las obras de una dicha improbable a cambio de la ternura de su cariño natural y ancestral. Porque en toda mujer existe el sentido de lo maternal, que lejos de ser vergüenza para la Humanidad es orgullo y dignidad para la raza humana. Los escrúpulos romanistas hacia el matrimonio ni tienen razón de ser, ni pueden alcanzar la aprobación de Dios, por ser contrarios a su voluntad.
Capítulo doce
Papas y Padres Contra el Celibato Obligatorio Obispos tan respetables como Hilario, Gregorio, Nicianceno y Basilio fueron casados y el obispo de Tolemaida Synesio, en el siglo V, fue también casado. Por eso en el año 692 y en el VI Concilio General se ordenó que: “fueran depuestos los que intentaran privar a los sacerdotes y diáconos, después de haber recibido las órdenes en la compañía de sus esposas y que si alguno se apartara de su esposa bajo pretexto de mayor santidad fuera depuesto y excomulgado”. Por eso el Papa Pío XII en el 1958, después de haberle impuesto el celibato a los sacerdotes y mon jes escribió: “Quizás no fuera lo peor que muchos sacerdotes estuviesen casados, pues de esta manera pudieran salvarse en el matrimonio sacerdotal los que ahora, en el celibato sacerdotal, son condenados.” Y añadió: “Como el matrimonio ha sido prohibido por razones de peso, atendiendo a consideraciones de más peso aun parece que debería devolvérseles.” El piadoso San Bernardo afirmo'. “Quitad del sacerdocio el matrimonio honrado y lo llenaréis de guardadores de concubinas.” Y recordando una mejor época para la Iglesia dijo: “Mientras los sacerdotes engendraron hijos legítimos, la Iglesia floreció con una legión feliz de hombres; vuestros papas fueron mas santos, vuestros obispos mas inocentes y vuestros sacerdotes y diáconos mas honestos y mas castos”. Y al referirse al voto de castidad obligatorio escribe: “Esta castidad forzada está tan lejos de sobrepujar a la castidad conyugal que ningún otro crimen ha traído mas desprecio al santo orden, mas peligro para la religión, más pesar a todos los hombres que la deshonra producida en el clero por su lujuria. Por esto sería en interés tanto del cristianismo como del santo orden que el derecho de matrimonio público fuere devuelto al clero”. ¿Para qué mas comentarios? Si los propios jerarcas del roma mismo consideran que ha sido un nefasto error imponer el celiba
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to al clero y a las órdenes monacales, nada más tenemos que añadir. Pero volvamos la atención hacia Cristo. El apeló varias veces al simbolismo de la parábola para elogiar el matrimonio. Ya los místicos del siglo XVI, vieron en las maravillosas páginas del Cantar de los Cantares, la figura piadosa de Cristo como el esposo de la Iglesia.
94 la Verdad os hará libres
Una de las más bellas parábolas se refiere a una boda. Otra, al hogar de un buen padre de familia cuyos hijos siguen diferentes caminos. En su método de enseñanza, descriptivo y realista El ensalza las virtudes de los hogares y advierte a la Humanidad de los peligros de la vida solitaria. Su discípulo Juan, en su libro de Revelación o Apocalipsis, habla de la “bienventuranza” de cuantos se hallen presentes en las bodas del Cordero de Dios y gusta, así mismo de presentar a la Iglesia bajo la forma alegórica de una esposa buena, fiel, honrada y piadosa... Si todo esto no es un homenaje de Dios hacia el matrimonio ¿Qué es?... Creemos que el romanismo ha cometido un tremendo error al imponer el celibato a sus sacerdotes y monjes. Creemos que este error se hace más patente cuando se enfrentan las tres ramas históricas del cristianismo: la Iglesia Romana, la Iglesia de la Reforma y la Iglesia Ortodoxa, porque en estas dos últimas, los ministros y todos los demás servidores de la Iglesia, quedan en completa libertad para contraer o no matrimonio. Y la historia demuestra que en esta libertad se halla, no solo la voluntad de Dios sino también la dignidad de la propia Iglesia. ¿Rectificará el romanismo? ¡Puede hacerlo! Tenemos la segu — ridad de que el día en que lo hiciese así, será un día de fiesta para todos sus servidores y la simpatía del mundo y el agrado de Dios, lo acompañarían para siempre. C re c e d y m u ltip lic a o s (Libro del Génesis Cap. 1; vers. 28) Ley de Dios es que la naturaleza humana encuentre una legítima expresión en la unión de los seres de distinto sexo y que se sujeten a dicha ley todos los organismos vivos. “Creced y multiplicaos ”, fue la voz que dio expresión a este mandato divino y, salirse de su disciplina equivale a intentar evadir el plan de Dios. Por eso, dóciles al imperio de la naturale—
za y a la inefable influencia de esta orden, todos los seres vivos, desde el principio de los tiempos, la han obedecido... y la tierra, antes tan desordenada y vacía, ha visto crecer y desarrollarse, progresivamente, hombres, animales y plántas hasta cubrirla casi totalmente. Cuando Dios vio la enorme tristeza del primer hombre, a quien no podía bastarle la maravilla inmensa de un paraíso, ni la presencia de los animales más corpulentos y domésticos, ni la tarea necesaria de laborar la tierra para hacerla producir... di jo: “haréle una ayuda idónea para él" y creó a la mujer, de la misma substancia del hombre y semejante a él en todo. Dios la creó como ayuda y compañera para el hombre, buscando que entre ambos no existiera ni aun el orgullo de la primacía, sino más bien la igualdad en todas las cosas. “No es bueno que el hombre esté solo”, dijo Dios. No lo estará nunca. La soledad puede a veces servir para escudar el dolor y el desengaño; para hacer soñar y meditar, pero cuando se prolonga demasiado engendra el hastío y produce tristeza, forja el há bito de la rutina y presenta ante los ojos abiertos un horizonte sin objetivo ni esperanzas. Pero cuando el hombre encuentra en la mujer el complemento necesario para su vida, cuando acierta a sentir en ella como el eco de si mismo y de su soñada felicidad, por fuerza ha de acatar con júbilo la decisión divina,ha de aplaudir, sin reservas, la gran sabiduría de la determinación eterna. El hombre al permanecer solitario, debería sentirse sumamente pequeño en su grandeza, contemplando la soledad de su vida no como una caricia sino como un castigo, porque el hom bre nació para ser sociable para vivir en sociedad, compartiendo su pan y su esperanza, su ilusión y su dolor con los demás, de jando a su paso una estela de sanos recuerdos entre aquellos que le hicieron sentirse hombre, esposo y padre. El estado del matrimonio es, pues, consecuencia imperativa de una ley biológica y moral. Cuando se pretende substituirla o anularla se atenta contra la naturaleza y contra Dios. Cuando se inculca en el ánimo de las gentes la idea bastarda de que el matrimonio encierra la llama devastadora del “pecado”, se contradice a la moral y se traiciona a la vida. No puede haber pecado en una institución de carácter divino. El matrimonio obedece a
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una ley, no a un capricho; es una necesidad, no un instinto desenfrenado. Por eso el apóstol Pablo escribió esta frase lapidaria: “En to dos es honroso el matrimonio ”, Hebreos 13:4. Y al decir esto, pensó en si mismo, tanto como en toda la Humanidad. No olvidó que Cristo sanó a la madre de la esposa de Pedro cuando ésta, adolorida por la fiebre, yacía en cama. El apóstol Santiago fue acompañado de “su esposa” en sus continuas peregrinaciones y aun el mismo apóstol San Pablo reclama para si la potestad de llevar consigo una “hermana mujer”, argumentado de este modo: “¿No tengo yo, dice Pablo,también la potestad de llevar conmi go una “hermana mujer, como Pedro y Santiago?” (I Cor. 9:5.) Insistimos: el matrimonio es una escuela universal, adecuada para instruir en la disciplina del deber, de la abnegación, del sacrificio y del amor verdadero. Por eso el apóstol tiene toda la razón al asegurar que es “honroso para todos”. Así lo creyó en un principio la Iglesia romana al elevarlo nada menos que a la categoría de “sacramento”, cometiendo bajo este punto de vista un nuevo error doctrinal, porque el matrimonio, como argumenta Casander, “no confiere la gracia del Espíritu Santo a los contrayentes”. De esta misma opinión fue Durando, quien afirmó que el matrimonio “ni confiere ni aumenta la gracia de quienes contraen”. Durante quince siglos creyó la Iglesia romana esta verdad y la mantuvo en su doctrina hasta llegar al Concilio de Florencia en el año 1439, en que admitió la existencia de siete sacramentos, en lugar de dos, y entre ellos el del matrimonio. Con anterioridad a esta fecha el matrimonio únicamente fue considerado como una “institución divina” por su origen, digna de todo respeto y honra, pero nada más. Los apóstoles Pablo y Pedro escriben mucho sobre el particular y aconsejan sabiamente a los contrayentes haciéndoles saber sus deberes recíprocos y múltiples para el buen gobierno del hogar y de la familia. Cristo mismo santificó con su presencia el matrimonio cele brado en Caná de Galilea, donde realizó su primer milagro en favor de los contrayentes y sus convidados. Siempre la presencia de Cristo en el matrimonio cristiano será garantía inmediata de santificación, en cuanto al vínculo matrimonial se re
fiere; pero no de santificación constante para los contrayentes, porque la presencia de Cristo en el hogar y en la familia está condicionada a la buena voluntad y al esfuerzo personal de los desposados y de sus familiares. En el hogar de los creyentes piadosos Cristo siempre está bendiciendo con su presencia espiritual, a la familia, así como deja de estar en los hogares en donde por carencia de fe o frialdad de espíritu, la familia prefiere orientar sus vidas por otros caminos alejados de la voluntad divina. En los hogares donde el amor lo es todo, la gracia de Dios abunda y aun sobreabunda. En los hogares donde el cieno del “pecado” enloda la vida conyugal o familiar, la gracia de Dios se ausenta por incompatibilidad. De moda es que el matrimonio no confiere por si mismo la gracia, aun cuando la fe y el amor sean la base primordial del vínculo. También Cristo, reconociendo el origen divino del matrimonio y la absoluta unidad manifestada por el hecho matrimonial, decreta su indisolubilidad, afirmando que solamente la muerte de uno de los cónyuges anula el vínculo. Otro motivo, aparte del hecho de la muerte, capaz de producir la disolución matrimonial la establece Cristo en el caso del adulterio comprobado. Para el cristianismo no existen, pues, más que dos causas capaces de romper “lo que Dios unió”: la muerte y el adulterio. El divorcio tan en boga en nuestro tiempo, no es lícito bajo el punto de vista cristiano, salvo en el caso de adulterio comprobado. Las leyes civiles modernas lo permiten por un sinnúmero de causas, a veces desprovistas de razón y buena fe. Es mucho más cristiana la separación de cuerpos entre los esposos que el divorcio, con vistas, sobre todo, a un nuevo matrimonio, creador casi siempre de problemas innecesarios y enojosos. Este rigor de Cristo para con el vínculo matrimonial debiera hacer pensar a quienes lo contraen, sabiendo que lo hacen para toda la vida, y por tanto, es de conveniencia personal y social el no proceder desconsideradamente, ni presentarse ante Dios con promesas fingidas, ni acercarse al altar con miras interesadas o egoístas, debiendo, en todo momento, contraerlo por amor y con la esperanza cierta de la bendición de Dios. Quedan, pues, bien sentados estos puntos principales: primero que el matrimonio es honroso para todos, y segundo, que la Iglesia, al reconocer su origen divino no lo sanciona y reconoce como un precepto dado por Dios a toda la Humanidad.
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¿Por qué Roma lo prohíbe a sus sacerdotes y monjas?
Siendo esto así ¿Por qué razón prohíbe el romanismo contraer matrimonio a sus sacerdotes y monjes? En el canon 21 del Primer Concilio Lateranense, año de 1123, se decretó lo siguiente: “Prohibimos contraer matrimonio a los presbíteros, diáconos, subdiáconos y monjes y juzgamos que los matrimonios contraídos por los tales deben ser anulados y los individuos llamados al arrepentimiento.” La confirmación de este decreto tuvo lugar en el año 1139, en el segundo Concilio Lateranense. Para llegar a este acuerdo tuvieron que pasar muchos años. El papa Gregorio VII, en el año 1070, trató de imponer el celibato obligatorio a los clérigos y monjes separándolos de sus legítimas esposas, habien98 do sido sancionado su matrimonio por la propia Iglesia, y con La Verdad minó, bajo pena de excomunión, a los tales, para que hicieran os hará libres voto de continencia y castidad. Este intento papal fue recibido con la más dura reprobación por parte del clero, hasta el punto de que la vida del arzobispo que presidió el Concilio de Maguncia, en 1075, corrió serio peligro. Mas, a pesar de la justa ira del clero y del alarido razonable de las esposas legítimas y de los hi jo s habidos en el matrimonio canónico y hasta sacramental; a pesar de la protesta de la conciencia religiosa, contra toda la tradición observada por el romanismo durante nueve siglos, acabó por imponerse la voluntad papal hasta el día de hoy. He aquí la gran paradoja del romanismo: por un lado admite la legitimidad de la ley divina y, repetimos, hasta se atreve a convertir en sacramento el matrimonio y, por otro, lo repudia, lo anatematiza, lo proscribe a sus sacerdotes y monjes, casados muchos de ellos legalmente ante Dios, la Iglesia y los hombres. San Pablo acierta al afirmar “que en todos es honroso el matrimonio”, el romanismo se atreve a rechazar esta opinión apostólica, considerándolo deshonroso para sus sacerdotes y monjes. Si Dios ordena a la Humanidad: “creced y multiplicaos”, dotando a todo hombre y mujer, salvo contadas excepciones, de los medios factibles para ello, el romanismo ordena que desacaten este mandamiento sus sacerdotes y sus monjes. ¿Por qué? ¿Acaso estas personas consagradas al servicio de la Iglesia no son dignas de contraerlo? ¿Quizá su constitución física los sitúa, sin excepción, en un orden humano para quien sea absurdo o imposible cumplir las exi
gencias del vínculo matrimonial? La realidad ha probado en demasía que los sacerdotes y los monjes son personas de carne y hueso, como los demás, sujetos como todos a las exigencias sa bias de una Humanidad creada por Dios en una absoluta igualdad. ¿Por qué entonces, lo que se considera normal para los demás seres humanos que nacieron ya con la determinación divina de su sexo, el romanismo intenta anular lo que Dios determinó que fuera así? En otros términos mas claros: si el matrimonio es de Dios, ¿Por qué el romanismo lo prohíbe?... y si noes de Dios, ¿Por qué lo bendice?... Se nos alega un argumento de muy poco valor. Se nos dice que en la Escritura Sagrada se recomienda y se bendice la continencia no lo creemos. Dios está a favor de los hogares, de las familias y de los hijos. En Dios no hay contradicción. Si El ordena el matrimonio, no puede ordenar ni bendecir la continencia y la soltería Y añade: “bueno es al hombre no tocar mujer”; pero enseguida advierte: “Si tomares mujer no pecaste y si la doncella se casare no pecó”; añadiendo: “que las jóvenes se casen, que críen hijos, que go biernen bien su casa para que no den ocasión al adversario para maldecir”. Y en cuanto a los ministros, sacerdotes, directores es pirituales de la Iglesia, el mismo apóstol enfatiza diciendo: “Conviene, pues, que el obispo (pastor, anciano sacerdote, etc.), sea irreprensible, marido de una sola mujer...que gobierne bien su casa, que tenga hijos en sujeción, con toda honestidad, porque el que no sabe gobernar su casa ¿Cómo cuidará de la Iglesia de Dios? (San Pablo a 1Timoteo, 3: 25). Y el apóstol tiene mucha razón al aconsejar esto: La razón apostólica.
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Capítulo trece
¿Fuego Eterno? Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ánge les.
(Mateo 24:41) Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará.
(Mateo 3:12) Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego azufre, donde estaba la bestia y el falso profeta; y serán ator mentados día y noche por los siglos de los siglos.
(Apocalipsis 20:10) Los griegos contaban una leyenda según la cual Perseo, uno de los dioses menores, compadecido de la situación de los humanos, robó fuego del Monte Olimpo y lo compartió con ellos. Cuando Zeus y los demás dioses se dieron cuenta, se molestaron mucho. El hombre ahora era como ellos. Tenía el fuego. Ya no eran los dueños absolutos de ese elemento. Como castigo, encadenaron a Perseo a una peña en un acantilado junto al mar. Su castigo consistía en que cada día un águila venía y devoraba las entrañas de Perseo. Estas volvían a restaurarse durante la noche y al siguiente día pasaba lo mismo. El castigo de Perseo duraría por toda la eternidad. Tenía que sufrir por haber afrentado a los dioses. Dios nos da a todos oportunidad de que lleguemos a conocer
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le. En su amor y misericordia “El no quiere que ninguno se pier da, sino que todos procedan al arrepentimiento”. Pero, no todos aceptan su llamado. No todos podrán ser salvos. Aquellos que rechazan la gracia salvadora de Jesús serán echados al infierno, al fuego eterno, al fuego que nunca se apagará. ¿Es posible que esas personas vayan a arder eternamente, sin consumirse?
102 La Verdad
os hará libres
La idea de un infierno eterno, donde se dice que existen las más terribles formas de sufrimiento mental y físico por toda la eternidad, es un concepto heredado de la mitología pagana, cargada de dioses tiranos, vengativos y crueles. Lamentablemente esa idea equivocada comenzó a introducirse en los conceptos cristianos de una manera tan sutil que terminó siendo aceptada como un hecho bíblico. Cuando se empezó a traducir la Biblia a los diferentes idiomas, a las palabras hebreas y griegas que se re— fieren al sepulcro, se las tradujo en muchas ocasiones por “in— fiemo”, con lo cual se produjo mucha confusión. De acuerdo a nuestra limitada y humana manera de entender la justicia, comprendemos que las equivocaciones de los hom bres deben de ser pagadas con penas carcelarias o materiales en conformidad con la falta cometida. Acusamos de tiranos deshu— manizados o hasta de criminales a los que además de encarcelar al culpable, le aplican castigos físicos o de orden psicológico. Nos espantamos cuando se nos dice que eso sucede en países civilizados. Sin embargo, con la doctrina del infiemo le estamos endosando a Dios la monstruosidad de encarcelar a los pecadores en un lugar donde hay toda clase de espantosas penas físicas y terribles sufrimientos morales. A esto hay que agregarle que esas condiciones inenarrables las padecerán los reprobos por toda la eternidad. ¿Será que eso es la justicia de Dios? De ninguna manera. La Biblia nos enseña que cuando Dios permite sufrimiento o pruebas es para purificar nuestra fe: En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedera se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea márnifestado Jesucristo.(\ Pedro 1:6,7)
Nos dice que su amor nunca admite pruebas mayores de las que podemos soportar: No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser ten tados más de lo que podéis resistir, sino que dará también junta mente con la tentación la salida, para que podáis soportar.(1 Corintios 10:13) También dice la Escritura que Dios nos disciplina porque nos ama y quiere prepararnos para la salvación. Y que cuando “deja sin disciplina de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos y no hijos” (ver Hebreos 12:411). Sin embargo, el amor de Dios sigue esperando, pues no quiere que nadie se pierda, sino que todos se arrepientan: El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es pa 103 ciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, si no que todos procedan al arrepentimiento.(2 Pedro 3:9) ¿Fuego eterno? Frente a este claro proceder de Dios, ¿qué objeto tendría Dios al hacer sufrir a los impenitentes en un infierno eterno? Esas po bres criaturas endurecidas en el pecado ya no buscarán el arre pentimiento, ¿para qué entonces el sufrimiento? ¿Será que Dios siente placer al hacer sufrir a los malos por la eternidad? Por otra parte, Jesús dijo que cuando regrese “pagará a cada uno confor me a sus obras” (Mateo 16:27). ¿Será un pago conforme a sus obras el que los pecadores que apenas vivieron unas décadas, nunca jamás en la eternidad terminen de pagar sus faltas? Las Escrituras nos enseñan que el fuego final será purificador: Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche, en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los ele mentos, siendo quemados, se fundirán! (2 Pedro 3:1013) Además se le describe como una acción total y culminante: Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios, y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama... Hollaréis los malos, los cuáles serán
ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo ac túe, ha dicho Jehová de los ejércitos. (Malaquías 4:1,3)
Con esto entendemos que los que amaron el pecado, el diablo y sus demonios, serán destruidos para siempre. No existirá un lugar en el universo de Dios donde por la eternidad vivirán los rebeldes. La triste historia del pecado habrá terminado para siempre.
Fuego Eterno.
104 La Verdad os hará libres
La palabra griega correspondiente a “eterno”, en Mateo 25:41, es la palabra, aionios. Al analizarla se descubre que el tiempo de duración de ese “eterno” tiene que ver con la existencia del sujeto al cual se refiere. Ese es el sentido en el cual aparece en la Biblia. Así, por ejemplo, encontramos; Como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuáles de la misma mane ra que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios con tra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno. (Judas 7) Ese “fuego eterno” no está ardiendo todavía. Se conoce el lugar en Palestina donde estuvieron esas ciudades, pero allí no hay fuego. El fuego viene siendo entonces eterno en sus resultados, porque nunca más se han edificado esas ciudades, ni hay planes de hacerlo, porque el lugar donde estaban edificadas ha sido inundado por las aguas del Mar Muerto. El apóstol Pedro confirma esto cuando dice que Dios “condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y Gomorra, reduciéndolas a ceniza y po niéndolas por ejemplo a los que habían de vivir impíamente... ” (2 Pedro 2:6). Siendo ese fuego eterno “ejemplo a los que habían de vivir impíamente”, nos demuestra que así como las ciudades fueron destruidas para siempre, así será con el diablo, sus ángeles y los que insisten en rebelarse contra Dios. Serán destruidos para siempre. El fuego eterno es eterno en sus resultados. F u e g o q u e n u n c a se a p a g a r á .
Probablemente Juan el Bautista se inspiró en el pasaje de Malaquitas 4:13, cuando enunció su descripción de la obra del Mesías en Mateo 3:12. La mención evidentemente es con relación a la destrucción total de aquellos que no aceptan el mensaje de salvación. Se le describe como un fuego que “no les dejará raíz
ni rama ”, o sea que nadie podrá apagar. Se apagará únicamente cuando haya terminado de destruir. Un ejemplo bíblico corrobora este concepto. Jeremías advirtió a sus contemporáneos que si seguían siendo rebeldes, Dios haría “descender fuego en sus puertas, y consumiría los palacios de Jerusalén, y no se apaga rá ” (Jeremías 17:27). En 2 Crónicas 36:1921 se registra que ese día de destrucción había llegado habiéndose consumido “al fu e go todos sus palacios ”, con lo que se cumplió “la palabra de Jehová por boca de Jeremías ", El fuego que destruyó a Jerusalén en los días del profeta, no pudo ser apagado. Se apagó cuando completó su obra. Del mismo modo al fuego final nadie podrá apagarlo. Sólo se extinguirá cuando haya destraído el pecado. Esa destrucción será eterna. Las palabras de Juan el Bau105 tista son una promesa al mismo tiempo que una amenaza, el cuadro de uno separando el grano de la espiga. Se usaba en ¿Fuego eterno? aquellos tiempos un enorme abanico en el cual se depositaban las espigas a paladas. Por un movimiento mecánico, el abanico lanzaba las espigas al aire. El grano pesado caía al suelo, pero la paja era llevada por el viento. El grano era entonces almacenado y la paja quemada. La venida de Cristo involucra separación. Su mensaje lleva a aceptarlo o a rechazarlo. Cuando oímos de Jesús somos confrontados con una decisión que no se puede evitar. Estamos con él o contra él. Esa es la decisión que decide nuestro destino. Tu y yo somos separados por nuestra reacción ante Jesús.
Atormentados por los siglos En la visión del apóstol Juan, la descripción que hace de los condenados refiriéndose a su tormento que dura por “los siglos de los siglos ” (Apocalipsis 20:10) es derivada de Isaías 34:10: No se apagará de noche ni de día, perpetuamente subirá su humo; de generación en generación será asolada, nunca jamás pasará nadie por ella.
Aunque algunos pretenden que estos pasajes de Isaías y Apocalipsis enseñan que el humo del infierno asciende al universo para siempre, un vistazo al contexto de Isaías 34 muestra que esto no es así. Refiriéndose a la ciudad de Bosra, un pueblo edomita a.20
millas al sureste del Mar Muerto (ver.6), Isaías declaró ...su tierra se (convertirá) en brea ardiente (Su fuego) no se apagará de noche ni de día, perpetuamente subirá su humo; de generación en generación será asolada...Se adueñará de ella el pelícano y el erizo...En sus alcázares crecerán espinos, y ortigas y cardos en sus fortalezas; y serán morada de chacales, y patio para los pollos de los avestruces^ Isaías 34:913)
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De Isaías descubrimos que el fuego destruidor cuyo humo asciende “perpetuamente”, no está ardiendo para siempre. En el pensamiento hebreo esa expresión significaba destrucción com pleta, no arder para siempre. De otra manera, ¿cómo podría ha— ber cardos y ortigas, espinos y pollos de avestruz?
Por otra parte, en Apocalipsis 20:9 dice que “de Dios deseen— dió fuego del cielo, y los consumió”. Una cosa consumida no La Verdad os hará libres puede seguirse quemando. Es lógico concluir que la expresión “serán atormentados por los siglos de los siglos ” tiene el mismo sentido que la expresión “fuego eterno ” o “fuego que nunca se apagará”. Se trata del fuego que cumple la misión de destruir el pecado y a los pecadores para siempre. Arderá hasta no dejar “ni raíz ni rama ”, hasta que sean “ceniza” hasta que sean "consumidos” completamente. Entonces se apagará solo, como se apagó el “fuego eterno ” que consumió a Sodoma y Gomorra. Se trata de un fuego eterno en sus resultados. Arderá hasta que el pecado y sus resultados hayan quedado erradicados de la creación de Dios. En su misericordia Dios nos invita a considerar su oferta. La elección es entre vivir eternamente o dejar de existir eternamente. Dios no se complace en el sufrimiento de sus criaturas. Dios quiere damos la vida eterna. Pero tu y yo tenemos que elegir. Por otra parte, Dios no quiere que vayamos a El por miedo. El quiere que vayamos a él por amor. El es justo y bueno. Quiere que vayamos a él porque le reconocemos como nuestro redentor. No por miedo a sufrir eternamente. Más importante que eso es la recompensa que espera a quienes le aceptan. Vivir en un mundo sin dolor ni sufrimiento. Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la pri mera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la
santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y o í una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos;y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. (Apocalipsis 21:14)
E l gusano
que no muere
Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es en107 traren la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no ¿Fuego eterno? muere, y el fuego nunca se apaga (Mar. 9:43,44)
Los rabinos judíos tenían varios dichos para indicar la forma como algunas partes del cuerpo nos pueden llevar al pecado. “Los ojos y el corazón son los dos agentes del pecado”. “Los ojos y el corazón son los dos sirvientes del pecado”. “La pasión se anida únicamente en el que puede ver”. “Ay de aquel que va tras lo que ven sus ojos, pues los ojos son pecaminosos”. Por su puesto, estos dichos no eran para ser tomados literalmente, como tampoco lo son las palabras de Jesús. Este pasaje hace mención al infierno. Las palabras traducidas “infierno” en la Biblia son la palabra hebrea sheol y la palabra griega hades. La traducción correcta en ambos casos es tumba. Así, por ejemplo, tenemos que David bajo inspiración predijo que Dios no abandonaría al Mesías en la tumba, implicando así su resurrección: Porque no dejarás mi alma en el Seol, Ni per mitirás que tu santo vea corrupción (Salmo 16:10; c f hechos 2:31). Por otra parte la palabra “infierno” en algunas ocasiones es la traducción de la palabra griega Geenna (Gehenna). Esta expresión es usada doce veces en el Nuevo Testamento (Mateo 5:22,29,30; 10:28; 18:9; 23:15,33; Lucas 12:5; 16:23 Hechos 2:27; Santiago 3:6; Apoc 20: 14) y viene siendo la transliteración del hebreo Ge Hinnom (valle de Hinnom), un barranco cer
ca de Jerusalén. Este lugar tiene un pasado maligno. Este fue el lugar en el cual el rey Acaz, en tiempos antiguos había instituido la adoración del fuego y había sacrificado sus hijos pequeños en el fuego. Quemó también incienso en el valle de los hijos de Hinom, e hizo pasar a sus hijos por fuego, conforme a las abominaciones de las naciones que Jehová había arrojado de la presencia de los hijos de Israel (2 Crónicas 28:3).
Esta forma de adoración fue también seguida por Manasés (2 Crónicas 33:6). El valle de Hinom, Gehenna, fue entonces escenario de una de las más terribles caídas de Israel en la idolatría. Cuando Josías reformó a la nación lo declaró un lugar inmundo: “Asimismo profanó a Tofet, que está en el valle del hijo Hinom para que ninguno pasase su hijo o su hija por fuego a Moloc ” (2 Rey 23: 10) Este lugar fue entonces apartado como el basurero local, en donde los desperdicios de Jerusalén eran quemados diariamente. Aunque los peores criminales recibían la sentencia de muerte, el Sanedrín el grupo de 71 miembros que formaban la corte más alta que supervisaba las ofensas más graves podía condenar a los peores criminales a recibir la doble indignidad de no recibir se pultura, y ser tirados junto con los cadáveres de los perros en el basurero local. Para esto era usado el valle de Hinom, o Gehena. Allí se consumía por fuego la basura y los cadáveres de los perros y los indeseables. Como resultado, este no era el lugar más agradable de Jerusalén. Este pasaje, en realidad, viene de la descripción de los males que caerían sobre los enemigos de Israel, que hiciera el profeta Isaías: “Y saldrán, y verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí; porque su gusano nunca morirá, ni sufuego se apagará, y serán abominables a to do hombre ” (Isa 66:23). La intención del profeta, evidentemente, tiene que ver con la forma en que se daba el castigo a los criminales. El profeta sin duda tenía en mente el valle de Hinom, donde los cadáveres yacían siendo consumidos. Una aplicación literal no es posible, dando a entender un infierno con suplicios eternos ya que este pasaje indica que los redimidos podrán verlos en sus sufrimientos.
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El gusano en estos textos no se refiere a una alma inmortal como muchos suponen. Las palabras griegas skolex (Mar 9), y tola'ath (Isa 66), se traducen refiriéndose a gusanos como los que se nutren de cadáveres. De esta manera, el fuego que no se puede apagar, esto es el fuego que no se puede apagar hasta que cumple su propósito divino, y el “gusano”, simbolizan la muerte segura y la destrucción completa de los perdidos. Para los judíos la condenación del cuerpo al Gehena, en donde era consumido por fuego, significaba la pérdida de cualquier esperanza en la resurrección. Gehena para el judío en los días de Jesús era el símbolo de la segunda muerte (Apoc 20:15). No había otro símbolo más rotundo que éste. Para los judíos en los días de Jesús, Gehena en ningún momento implicaba un lugar de tormento eterno, sino de destrucción total. En su misericordia Dios no va a mantener un museo de pecadores sufriendo en un fuego eterno. En su justicia y misericordia el castigará a los re beld es, porq ue “se apagará la lámpara de los im p ío s” (Proverbios 13:9). Unicamente hay dos destinos para el hombre: vida eterna o muerte eterna. Nosotros somos los que hacemos la decisión. Dios nos invita a que escojamos la vida. A esto se le llama también el reino de Dios. ¿Qué es el reino de los cielos? La definición nos la da Jesús en su oración: “Hágase tú volun tad en la tierra como en los cielos”. Entonces ser miembro de ese reino significa hacer su voluntad. En vista del destino final de los impíos, vale la pena hacer cualquier sacrificio y negarse cualquier cosa para hacer la voluntad de Dios. Este pasaje es para tomarse muy en serio. Es necesario poner a un lado cualquier hábito, abandonar cualquier placer malsano, cualquier amistad, desarraigamos de algo que quizás ha llegado a ser muy apreciado por nosotros, para poder ser obedientes a la voluntad de Dios. Este es un asunto que únicamente tu puedes resolver. Unicamente tu puedes hacer la decisión. No va a ser fácil. Va a doler. Pero es la única manera de confrontar la realidad de la vida.
El rico y Lázaro Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fi-
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no, y hacía cada día banquete con esplendidez . Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquel, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aún los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado . Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dan do voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.
110 La Verdad os hará libres
Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bie nes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es con solado aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pa sar acá. Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, no vengan ellos también a este lugar de tormento. Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen ¡óiganlos!. El entonces dijo: No padre Abraham; sino que si al guno va a ellos de entre los, muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos. (La cas 16:1931)
¿De qué está hablando Jesús en esta parábola? ¿Está Jesús enseñando acerca de la existencia del infierno? ¿O está mostrando a los que le escuchan la inconsistencia de su manera de vivir? ¿De quién está Jesús hablando? ¿De el rico y Lázaro o de los judíos de su tiempo? Algunos creen que esta no es una parábola, sino un evento real. Incluso creen que se trata del mismo Lázaro al que Jesús resucitó (Juan 11). Pero el Lázaro que fue resucitado nunca fue un pordiosero. Es más, hay evidencia que Jesús dijo esta parábola antes que resucitase a Lázaro. Entonces, ¿por qué se usa el nombre de Lázaro en esta parábola? Se usa para mostrar, bajo el velo de una parábola, una amonestación a los fariseos por su persistente rechazo de Jesús como el Hijo de Dios. El hombre rico representa
a los fariseos. Aunque más tarde Lázaro dio testimonio de Jesús, los fariseos no estuvieron dispuestos a aceptarle. No se arrepintieron. Jesús no les dijo la verdad en lenguaje literal. Pero sabía que ellos entendían. Debemos tener en cuenta que esta historia es una parábola. Sus símbolos son símbolos, no hechos literales. Si esta parábola ha de ser tomada literalmente, ¿por qué no hacer lo mismo con las otras? Si ese fuera el caso, entonces todo padre tiene que dar la mitad de su heredad a su hijo menor. Todos los patrones tienen que dar el mismo sueldo a todos sus obreros, sin importar su trabajo, señoría o habilidad. Pero esto sería una perversión y una mala representación de la palabra de Dios. Veamos que fue lo que dijo Jesús acerca de la muerte.
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El. campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del rei ¿Fuego eterno? no, y la cizaña son los hijos del malo. El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles. De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin del siglo. Enviará el Hijo del Hom bre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el hor no de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes (Mateo 13:3842).
Ten presente que este no es lenguaje figurativo. Jesús estaba explicando literalmente a sus discípulos que los malvados serían arrojados en el fuego en el fin del siglo. Jesús se contradeciría a sí mismo si la parábola del rico y Lázaro enseña que los malos se van al infierno al morir. Jesús también enseñó: Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras (Mateo 16:27). Jesús claramente dijo que cada quien recibiría su recompensa cuando el regresase en su gloria. ¿Podría Jesús decir en un lugar una cosa y en otro lugar decir otra completamente diferente? Jesús no se contradijo, ha sido la interpretación de los hombres la que ha hecho que Jesús parezca contradecirse. Si tomamos esta historia literalmente, tenemos entonces que el cielo y el infierno están el uno al lado del otro. El hombre rico puede ver a Lázaro
y viceversa. Pueden hablarse de un lado a otro. ¿Te puedes imaginar eso? ¿Te puedes imaginar a una madre yendo a visitar a su hijo en el otro lado, en el infierno, mientras ella goza de la gloria? Ir a visitar a alguien en la cárcel es suficientemente malo, ¿te imaginas ir a ver a alguien al infierno? ¿Cómo podrían los redimidos soportar tal cosa? Me duele escuchar a un niño que llora de hambre, ¡me sería insoportable oir a alguien gritar en su suplicio etemol Ese lugar no sería la gloria para mí. Esta parábola no puede ser tomada literalmente.
112 La Verdad os hará libres
Otro problema que surge es: ¿qué es lo que está sufriendo en el infierno? ¿qué es lo que está gozando en la gloria? La teoría es que el alma, al morir el hombre, se va a uno o al otro. Pero aquí tenemos que Lázaro tiene un dedo. Si tiene un dedo, tiene que tener una mano. Si tiene una mano, tiene que tener un brazo y el brazo tiene que tener un cuerpo. No se puede tratar de su alma, entonces. El rico tiene ojos. Entonces tiene una cabeza. Entonces tiene un cuerpo. ¿Dónde está la base para la idea de un alma inmortal sufriendo en el infiemo o gozando en el paraíso? No en esta parábola. En la parábola el rico conversa con Abraham, quien supuestamente está en el paraíso. Pero la Biblia dice que Abraham aún no está en el cielo. En la epístola a los Hebreos, se mencionan muchos nombres de hombres de fe de la antigüedad, entre ellos a Abraham (Heb 11:819). Después de hacer mención de estos hombres, el apóstol dice: Y todos estos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyen do Dios alguna cosa mejor para nosotros para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros (Hebreos 11:39,40). Como se ve, Abraham ni ninguno de los fieles de la antigüedad han recibido el cumplimiento de la promesa de Dios respecto a la salvación, pues él ha dispuesto que “no fuesen perfeccionados aparte de nosotros”. Cuando Jesús venga todos los redimidos recibirán el mismo día el galardón de vida eterna prometida por la gracia de Dios. Alguien puede preguntar, “Si los muertos están inconscientes, cómo puede el hombre rico hablar después que se murió?” En el libro de los Jueces tenemos una parábola en la cual los árboles
están teniendo una conversación: Fueron una vez tos árboles a elegir rey sobre sí, y dijeron al olivo: Reina sobre nosotros. Mas el olivo respondió: ¿He de de jar mi aceite, con el cual en mí se honra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles? Dijeron luego los árbo les a la vid: Pues ven tú, reina sobre nosotros. Y la vid les res pondió: ¿He de deja r mi mosto, que alegra a Dios y a los hombres,para ir a ser grande sobre los árboles? Dijeron enton ces todos los árboles a la zarza: Anda tú, reina sobre nosotros. Y la zarza respondió a los árboles: Si en verdad me elegís por rey sobre vosotros, venid, abrigaos bajo de mi sombra; y si no, sal ga fuego de la zarza y devore a los cedros del Líbano (Jueces 9:815
Todos sabemos que los árboles no hablan. Se trata de una parábola. No dice que es una parábola, pero nosotros sabemos que lo es. Está basada en algo que nunca sucedió. Su intención es hacer entender a los demás un punto por medio de una ilustración. El Señor usó la parábola del rico y Lázaro para advertir a sus oyentes avaros y confiados en sus riquezas que la salvación no depende de los bienes materiales que se poseen, sino de la conducta y los procederes correctos de la persona. Entre los judíos era común creer que la pobreza y la enfermedad eran maldiciones de Dios (Juan 9:13) y que la riqueza era una bendición divina. Jesús contradijo tales creencias por medio de esta parábola. El punto importante de esta parábola es que es necesario obedecer a Dios. La recompensa viene ciertamente después de la muerte, durante la segunda venida de Jesús. En esta historia encontramos que no hay una segunda oportunidad después de la muerte. Nadie puede hacer su decisión después de la muerte. La decisión tiene que ser hecha hoy. Si no obedecemos hoy, nunca vamos a tener otra oportunidad después de la muerte. Esta parábola nos indica que nuestra única esperanza es obedecer las Escrituras. “Si no oyen a Moisés y a los profetas, tam poco se persuadir án aunque alg uno se levanta re de los muertos”L. 16:31 Si lo que haz escuchado y estudiado de este li bro no te convence, no hay nada en el mundo que te pueda convencer.
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Tienes que hacer algo con la verdad que has conocido. De hecho ya estás haciendo algo. La estás aceptando o la estás rechazando. Si la estás rechazando te pido que reconsideres tu posición, Cuando el Señor venga con su recompensa, va a haber tan solo dos bandos: Los que van a la vida y los que van a la muerte. No hay término medio. O estás en la ciudad o eres consumido para siempre. El Señor, en aquel día dirá a unos: “Venid, benditos de mi Pa dre heredad el reino preparado para vosotros desde la funda ción del mundo” (Mateo 25:34). Y a los otros: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ánge le s ” (v. 41)
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¿En qué grupo estarás tú?