arbitrada que ha permeado desde sus inicios. En las “Directrices para someter artículos” al final de este número podrá el lector conocer los detalles pertinentes para someterse a la posibilidad de publicar en una revista académica que se ha caracterizado por sus artículos e investigaciones en español, inglés y francés; abarca todas las disciplinas del mundo del saber.
PÓRTICO Dr. Cirilo Toro Vargas Director Revista Horizontes Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico En la primera entrega de esta revista (octubre de 1957) el Dr. Ramón Zapata Acosta, director y fundador, señalaba: “Horizontes… comienza su vida con este número, proyectándose hacia el futuro con esperanza de perdurabilidad. perdurabilidad. Es un vehículo de expresión intelectual y estética de los que componen esta comunidad universitaria…”
De izquierda a derecha: Dra. María de los Milagros Pérez Toro y la Profa. Estela García Cabrera en el merecido reconocimiento el 4 de abril de 2012 en el Museo de Arte de Ponce, en ocasión de la presentación de la nueva imagen de Horizontes (#102-103).
Bajo el arbitraje del Dr. Zapata Acosta y su grupo de especialistas, esta publicación alzó vuelo en el difícil mundo de las publicaciones académicas. Durante esos treinta y un años bajo su liderato, Horizontes se posicionó en un lugar privilegiado de la Academia. Intelectuales de nuestra Institución, además de otros provenientes de diversos centros educativos dentro y fuera de Puerto Rico, se enorgullecieron de ver publicados sus artículos e investigaciones. Con el número 65-66 (de octubre de 1989 a abril de 1990), se inició el año 33 de la revista bajo el liderazgo de la Dra. María de los Milagros Pérez Toro. Nuevos proyectos y diseño de la revista se llevaron a cabo en este periodo de cinco años, continuando la tradición de revista arbitrada. Para el año 37 (#73-74, de octubre de 1995 a abril de 1996), la Profa. Estela García Cabrera emprendió una nueva época. En aquel momento histórico, la Profa. García Cabrera afirmaba que: “Horizontes es una publicación semestral… cuyo propósito es fomentar la investigación y la creación, especialmente de sus profesores”. El año 53 (#102-103 de la primavera y otoño de 2010), se inauguró bajo la dirección de este servidor una nueva imagen de la misma, conservando el carácter de revista
Diagramación y conceptualización de la cubierta a cargo de la Profa. Beverly Zapata Cabrera.
1
Tabla de Contenido
Pórtico, Cirilo Toro Vargas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1
LITERATURA
3
Trayectoria Trayectoria del cuento en Yauco (una aproximación), José Juan Báez Bá ez Fumero. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3
Alteridad y trascendencia en la poética de Julia de Burgos: análisis de la obra desde la metodología estética de Hans Urs Von Balthasar, Cynthia Morales Boscio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
10
Nota Originalmente la Profa. Estela García Cabrera organizó el número 102 antes de finalizar sus funciones como Directora. Más tarde, el nuevo Director y la Junta de Directores decidieron convertir ese material en dos números distintos: 102-103 y 104105. A partir del próximo número (correspondiente al año 2012) se empezará a utilizar el Publication manual of the American Psychological Association Association (edición más reciente) como el manual de estilo oficial de la revista Horizontes. Horizontes.
Cataloging-in-Publication Data Horizontes (Ponce, P.R.)
El madrigal, Cirilo Toro Vargas. . . . . . . . . . . . . . . . . .
21
HISTORIA
23
Horizontes. – Ponce, PR : Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico, 1957-
Los libros parroquiales de Arecibo: un espejo de la sociedad colonial, 1735-1749, Elí OquendoRodríguez. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
23
v.: ill.
Términos funerarios que aparecen en los libros de entierros de varios archivos eclesiásticos en Puerto Rico, Manuel Martínez Nazario. . . . . . . . . . . . . . . . . .
38
Años 1-52 (no. 1-101), Oct. 1957 - Oct. 2009. Año 53- (no. 102-103- ), abril-octubre 2010Semiannual. ISSN 0018-5027
CREAC EACI N
41 “Revista de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico”. Latest issue consulted: Año 53, no. 102-103 (abril - octubre 2010).
Four “poems of John Hopkins” from La pared transparente, by María de los Milagros Pérez Toro (Yauco, P. R.: Taindec, 2009), Translated Translated by John C. Ellis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
41
ARTE
43
LC classification: AS74.C3 A33
Tiempo de sembrar esperanzas, S. Damary Burgos.
43
Dewey class no.: 068.7295 H811
S. Damary Burgos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
45
RESEÑAS
48
1. Puerto Rico –- Periodicals. 2. Puerto Rico -Civilization --Periodicals. I. Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico. II. Title.
Pérez Alencart, Alfredo. Cartografía de las revelaciones, Humberto López Cruz . . . . . . . . . . . . . .
48
SECCIONES ADICIONALES
49
Revistas y libros recibidos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
49
Horizontes: Horizontes: inventario de los números publicados . . .
51
Directrices para someter manuscritos . . . . . . . . . . . . .
52
Colaboradores Colaborado res . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
54
Original size 23 cm. ; current size 28 cm.
Este número 104-105 terminó de imprimirse en febrero de 2013.
2
LOS LIBROS PARROQUIALES DE ARECIBO: UN ESPEJO DE LA SOCIEDAD COLONIAL, 1735-1749
Prof. Elí Oquendo-Rodríguez Departamento de Historia y Bellas Artes Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico Los orígenes de la ciudad de Arecibo, también conocida como la Villa del Capitán Correa, se remontan al siglo XVI. El historiador historiador Adolfo de Hostos en su Diccionario histórico, bibliográfico, comentado de Puerto Rico , tomando como fuente al Dr. Cayetano Coll y Toste, otro reputado historiógrafo arecibeño, menciona dos importantes datos. Primero, que en el año de 1516 la Corona española hizo merced de una extensa zona de Arecibo al Secretario del Consejo de Indias D. D. Lope de Conchillo. Conchillo. Y, segundo, que ya para 1533 existía una aldehuela a orillas del río Arecibo. 1 Don Salvador Brau, que tal vez consultó otras fuentes, refiere, sin embargo, que es desde 1570 cuando habría vecinos ubicados en la zona. Según él, él, unas 30 familias familias estarían entre las primeras que se establecieron allí. allí. Éstas satisfacían sus necesidades económicas dedicándose a la crianza de cerdos cerdos y vacas y a la pesca de tortugas. Brau enfatiza también el aporte racial que hace el elemento indígena al desarrollo de la población. 2 Sin embargo, hay que hacer constar que el establecimiento de españoles en lo que sería Arecibo debió haber comenzado cuando menos desde la década de 1550. Esto si se toma como referencia una noticia que el licenciado Diego de Torres Vargas apunta en su Memoria. Señala el ilustre canónigo que Arecibo fue la cuna de una virtuosa y devota mujer llamada Gregoria Hernández quien murió en San Juan en 1639 y era mayor de 80 años de edad. 3 En otra Memoria que, acerca de la Isla, enviara el Gobernador D. Juan de Melgarejo al Rey D. Felipe II en 1582, se halla una brevísima descripción del primitivo poblado. Apuntaba el documento que los vecinos, que apenas sumaban unos diez, estaban aglomerados en la boca del caudaloso “ Río Arecibo” que que antiguamente era llamado por los indios Abacoa. Estos habitantes eran gente muy pobre y se hallaban bajo la dirección de un teniente nombrado por el gobierno. gobierno. La zona ocupada por Arecibo, al igual que otros lugares de la comarca, estuvo una vez muy poblada por haciendas haciendas y estancias. Pero la falta de mano de obra, negra o indígena, para la extracción del oro provocó su despoblamiento. Esos primeros arecibeños confrontaban, además, el problema de los ataques por parte de franceses que llegaban en periódicas incursiones para robarles sus escasos bienes. 4
Con el paso del tiempo, aquel núcleo de vecinos fue aumentando y al arribar el siglo XVII ya totalizaban unas 80 familias las que componían esa comunidad. 5 El mismo Brau da como oficial la fundación de Arecibo el año de 1616 cuando, bajo el auspicio del recién llegado gobernador D. Felipe Beaumont y Navarra, la pequeña población queda constituida como San Felipe del Arecibo. En el aspecto religioso, la jurisdicción a la que daba servicio la nueva capilla establecida se extendía por una inmensa extensión territorial. Esto tuvo como resultado que fuera la feligresía que vivía en las inmediaciones la que más se beneficiara espiritualmente de su erección.6 Posteriormente, los lugareños podrían podrían asistir a la misa y recibir con mayor frecuencia los sacramentos, al fundarse una nueva ermita bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario. De hecho, ésta, al parecer, parecer, se convirtió, convirtió, desde sus comienzos, en el lugar donde se hacían manifestaciones de la religiosidad popular, como las procesiones, pero, sobre todo, el rezo del rosario según pudo constatar en 1707 el obispo Urtiaga en su visita pastoral. 7 Aunque Torres de Vargas menciona una menor cantidad de vecinos en Arecibo cuando promediaba el siglo XVII, se desborda en halagos para el río y el paisaje local, la calidad del agua, el pescado que allí se consumía y sus tierras de labranza. Los principales cultivos de la zona eran el jengibre y el cacao, que no habrá que imaginar mucho, que los arecibeños venderían por vía del contrabando a los extranjeros tal cual se hacía en otras partes de la Isla. 8 Casi 130 años después Fray Íñigo Abbad y Lasierra seguiría recreándose en el paisaje arecibeño describiéndolo casi idílicamente. En 1765 la población de Arecibo ascendía a 3,171 habitantes de acuerdo con el censo que recoge el Mariscal Alexandro O´Reylly. El total de hombres y mujeres mujeres libres era de 2,903 mientras que los esclavos totalizaban 268 individuos. Este último grupo se fragmentaba por géneros casi en igualdad de proporción: 138 varones y 130 hembras. O´Reylly también observó la abundancia de ganado que había en la comarca y apuntaba, especialmente, que los caballos de Arecibo así como los del Toa, eran los mejores. 9 Por fecha cercana a ésa otro cronista describía el casco urbano de la población del siguiente modo: Tiene más de doscientas casas unidas, con la tercera parte de texa, formando calles regulares. Además, de una u na mediana iglesia, hay ha y tres ermitas y la mejor casa de piedra que sirve de cuartel a las dos compañías de infantería y una de caballería de milicias disciplinadas.10
Y, aunque Miyares de González atribuye el florecimiento del pueblo a la aplicación al trabajo de sus vecinos, Abbad y Lasierra no cree lo mismo. Por el contrario, éste se lamentaba que aquellas tierras podían producir muchas riquezas si no fuera por la indiferencia e indolencia de sus habitantes. Sin embargo, ambos cronistas observan campos donde abundaban platanales, palmares y cultivos de diversos géneros. Se veían siembras de café, caña de azúcar y algodón. Los vecinos solían separar sus fincas con verjas de 23
árboles de naranjos, limones, emajaguas y achiotes. En los montes había palos de tintes y maderas útiles para la construcción. Tanto el militar como el religioso utilizaron expresiones casi similares para referirse a la campiña arecibeña. Miyares expresaba “los campos vecinos son deliciosos” mientras que Abbad la describía como “un país concluir el siglo XVIII otro cronista, delicioso y alegre” .11 Casi al concluir en este caso el naturalista francés André Pierre Ledrú, visitó el pueblo de Arecibo. Nada de gran importancia importancia dijo éste aparte de señalar un dato sobre la población, que para entonces rondaba por los 5,000 habitantes, y repetir lo que sembraban o criaban los vecinos para para vivir. Por lo demás, se limitó a hacer un comentario despectivo sin mucha objetividad científica al sentenciar que los arecibeños eran “tan indolentes como los de Manatí, no saben utilizarse de la posición ventajosa en que los ha colocado la naturaleza”. 12 Y mientras los cronistas se recreaban en describir las poblaciones y el paisaje, las actividades económicas y sus producciones o el carácter de su gente, los obispos, desde su óptica religiosa y moralista, se interesaban por ver más las consecuencias pecaminosas de los festejos pueblerinos. Así el mismo obispo Urtiaga, preocupado por la salud espiritual de los arecibeños, ordenaba que las fiestas patronales fueran más austeras en sus gastos permitiéndose hasta un límite de 30 pesos. Al prelado le habían informado de cómo se conducían estas fiestas, cosa que deja saber cuando declara que: … Por quanto tenemos noticia, que en las fiestas que se hacen en este este Pueblo a el Sor. San Phelipe Phelipe su Patrón, y en otras, se hacen gastos excesivos en comedias y festejos profanos, de que se siguen gravísimos pecados, poca reverencia a los Santos, los quales se ofenden con los referidos desordenes, y gastos… [sic].13
Así, pues, tanto los cronistas como los obispos de los siglos XVI al XVIII ofrecen noticias generales del pueblo y su entorno y alguna que otra particularidad de aquella comunidad que se iba gestando. gestando. Sin embargo, una de las fuentes documentales que posibilita en mayor grado echar un mejor vistazo a la sociedad de aquellas poblaciones son, sin lugar a dudas, los libros parroquiales. Éstos no son solamente útiles para los estudios genealógicos sino que, además, permiten ver las jerarquías, clases y valores sociales, la esclavitud, las diferencias raciales y condiciones económicas, las devociones personales y ciertas costumbres de la época, así como permitirnos un asomo a una parte importantísima de nuestra historia demográfica. Cada vez que, por negligencia, dejadez dejadez o ignorancia, se inutiliza uno de estos libros, sin hacer el más mínimo esfuerzo por rescatarlo del hongo, la polilla o de personas inescrupulosas, se es cómplice de un crimen contra esa historia. Por disposición de las autoridades eclesiásticas, durante el Sínodo celebrado en 1645, las parroquias de la diócesis de Puerto Rico estaban obligadas a llevar libros en que se habrían de registrar los bautismos, matrimonios y entierros efectuados.14 Pero la realidad es que, aunque aunque Puerto Rico
tiene varias parroquias que fueron fundadas con anterioridad a esa fecha o se erigieron durante el curso del siglo XVII, quedan muy pocos libros parroquiales de ese período. San Juan y Coamo tienen los más antiguos. Cayetano Coll y Toste consigna que por investigaciones hechas por Eduardo Neumann se sabe que el libro segundo de bautismos de Coamo se iniciaba en julio de 1646. 15 San Germán, con ser una parroquia muy antigua, antigua, no conserva conserva libros de esa época. época. Lo más antiguo que se ha encontrado de San Germán son unos 30 folios que contienen poco más de un centenar de actas bautismales del año 1739. 16 En otras parroquias de la Isla sus libros más antiguos datan de los siglos XVIII y XIX, épocas en que se fundaron muchos de nuestros pueblos. La parroquia arecibeña tenía ya casi tres décadas de existencia cuando se efectuó el Sínodo, en 1645. Esto hace suponer que ya para ese entonces debían de existir algunos en la parroquia, pero tal parece que que no fue así. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XVII se entiende que comenzó la práctica de llevar libros e ir desarrollando un archivo parroquial. Sin embargo, cuando se produce la visita pastoral del obispo Pedro de la Concepción Urtiaga, en 1707, éste se percata de que había habido un mal manejo de documentos y libros y, por ende, el archivo parroquial era virtualmente un desastre. Así lo expresa en sus propios términos: …Por cuanto hemos hallado execrable descuido y desorden en los Curas antecedentes, tocantes a los libros, Escripturas de Capellanías, resultas de Visitas, Padrón de los Feligreses, repartimientos, asientos de sepultura, obenciones de la Parrochia, Cartas Pastorales, ordenes y autos de el Prelado y otras cosas que deven estar a el cuidado de el Cura que la sirve, Teniendo todo en la decencia y seguridad que se requiere… [sic].17
Esto explicaría por qué los libros sacramentales de ese pueblo no se inician sino hasta casi cumplida una década después de iniciado el siglo XVIII. XVIII. Por ejemplo, los primeros libros de Bautismos y Matrimonios comienzan en 1708. El libro de Confirmaciones comienza en 1713. 1713. Y el libro donde se asientan las actas de entierros se inicia en 1714. 1714. Algo parecido ocurre en Ponce, pues el historiador Eduardo Neumann, quien tuvo la oportunidad de examinar los libros más antiguos, señalaba que éstos abrían con fecha de 1712 a pesar de que la parroquia sureña había sido erigida por virtud de una Real Cédula en 1692. 18 Sin embargo, Fray Íñigo Abbad Abbad y Lasierra parece dar la explicación explicación a este hecho. hecho. Y es que a pesar de que la citada Cédula autorizaba el que las iglesias de Coamo, Arecibo, Aguada y Ponce se constituyeran en parroquias colativas, tal parece que esto no se puso en vigor sino hasta 1713. Hasta ese momento las iglesias de los últimos tres pueblos eran meramente capellanías rurales, según señala el ilustre fraile benedictino. 19 Así, pues, si existieron libros previos a esas fechas tal vez el tiempo los deterioró. deterioró. En el caso de Ponce se sabe que los más antiguos desaparecieron durante un voraz incendio el 25 de septiembre de 1880.
24
Una fotocopia del segundo libro de bautismos de Arecibo le fue proporcionada al autor de este ensayo por un amigo hace algún tiempo. Este libro contiene actas de eventos eventos que se efectuaron entre el 14 de agosto de 1735 y el 19 de noviembre de 1749. Entre las actas que se pueden leer, leer, total o parcialmente, se pudieron contabilizar unas 1,542. Definitivamente, en el original pudieran, tal vez, leerse algunas actas adicionales que aparecen un tanto borrosas en esta copia. Además, parece que algunas actas actas no fueron fueron incluidas en este facsímil. Por ejemplo, para el el año de 1742 1742 se observa que falta un fragmento, pues no hay actas entre el 29 de marzo y el 5 de agosto. Igualmente falta otro fragmento fragmento entre el 24 de de diciembre de 1745 y el 7 de febrero de 1746. Resulta difícil imaginar que en el curso de varios meses no haya habido siquiera un solo bautismo. Cabe señalar que este segundo segundo libro de bautismos de Arecibo es, en realidad, una copia hecha en 1797 posiblemente ante el deterioro del original. Una nota que fue incluida entre las actas del 14 de mayo y el 1 de junio de 1749 así lo confirma. confirma. La nota dice lo siguiente: Nota que algunos blancos que se hallan en estas ultimas partidas es p r no poderse averiguar lo que dice en sus originales p r hallarse corroídas, y maltratadas. Tampoco siguen desde el catorce de Mayo del quarenta y nueve, hasta el primero de Junio del mismo año; pr que faltan en los libros de donde se traslada [a] este. este. Arecivo y Marzo siete de mil setecientos noventa y siete, doy fe 20 Juan Álvarez Cintrón de la Escalera (rúbrica) Escalera (rúbrica) Don Juan Álvarez Cintrón de la Escalera fue párroco a finales del siglo XVIII. Hacia fines de ese año de 1797 1797 y como resultado de una visita pastoral que se hiciera a dicha Parroquia, se corroboró el mal estado en que se hallaban algunos libros. Entre ellos estaba el de Confirmaciones Confirmaciones (29 de noviembre de 1713 – 5 de agosto de 1792) y el de Resultas de Visitas (1700-1749). El párroco solicitó que se mandaran a copiar dichos libros “para que se perpetúe su memoria, y no carezcan los interesados de los documentos que necesitan, y se contienen en dichos libros” .21 La petición fue atendida y para la realización de estos trabajos se comisionó a D. Juan García quien habría de hacer la labor en presencia del padre cura. Cabe decir que en este libro se asientan los bautismos de libres y esclavos, blancos o negros o pardos por igual. Tal parece que para la época aún no se estilaba separar los bautismos atendiendo a la condición o calidad del individuo o quizás no existía la normativa para así hacerlo. Para el siglo XIX es mucho más común ver esa separación tanto en libros de bautismos como en los de matrimonios. Pudieron contarse contarse 1,377 bautismos de niños libres entre hijos legítimos y naturales. Los bautismos de esclavos sumaron 165. Esta última cifra incluye igualmente hijos legítimos y naturales y también algunos adultos que acogieron la fe católica. La Tabla núm. 1 que se agrega adelante hace un resumen por condición jurídica y género de aquellos que fueron bautizados en Arecibo durante el período.
Durante los años que abarca este libro varios religiosos cristianizaron a niños y a adultos de Arecibo. Arecibo. Aunque las primeras actas aparecen firmadas por el sacerdote D. Thomas de Aquino y Laguna, hay que hacer constar, sin embargo, que durante todos esos años quien más figura aplicando el sacramento del bautismo es el padre D. Juan Morales del Río. Éste parece ser el párroco en propiedad de Arecibo. La forma en que están redactadas las actas entre 1735 y 1738 son muy escuetas y no permiten precisar el estatus del ministro del sacramento. No es hasta octubre de este último año que ya se empieza a redactar el acta un poco más elaboradamente y entonces el padre Morales del Río se identifica como “Cura propio de este Pueblo de S s Felipe del Aresivo” . Y un poco más tarde, en actas de la década década de 1740, se registra como “Cura Propio de esta Parroq a pr el Real Patronato” . Se pueden leer esporádicamente esporádicamente también los nombres de otros clérigos que bautizaban, pero hacen constar que se desempeñan como “Teniente Cura “ , “Coadjutor” o o que actúan “Ex licentia Parroqui” , es decir, con la venia o licencia del párroco. párroco. En calidad de Coadjutor estuvo D. Nicolás Quiñones, fraile del Sagrado Orden de Predicadores, entre el 22 de mayo y el 9 julio de 1738. Y, a partir del 16 de julio de ese año hasta el 12 de julio de 1740, estuvo en esa misma posición D. Alfonso Fernández de Molina. Con licencia actuaron en algunas ocasiones D. Antonio de Soto, D. Pedro Serrano y Alcántara y varios frailes. Pudieron identificarse entre los frailes a D. Joseph de Quiñones y D. Joseph Florencia, del Segundo Orden de los Predicadores, D. Remijio de San Francisco y D. Juan de la Concepción y Xadraque. Xadraque. De estos últimos señalan las actas que eran “Misioneros apostólicos” . Otros religiosos que también comparecen aplicando el sacramento del bautismo son D. Felipe Correa, D. Agustín Gómez de Mendoza y el Beneficiado D. Nicolás González Thyneo. El padre Correa, miembro de de una patricia e ilustre familia arecibeña, no solamente bautiza, sino que también en varias ocasiones apadrina niños, por lo regular, r egular, en compañía de alguna de sus hermanas. 22 Otros religiosos tenían igualmente la costumbre de apadrinar niños. Se pudieron contar unas unas 80 ocasiones en que diversos clérigos actuaron como padrinos. (Ver Tabla núm. 2.) Las razones pudieron haber sido varias: la existencia de algún vínculo de parentesco, amistad, el deseo de proteger a la criatura contra la pobreza de los padres o simplemente la urgencia del momento ante la falta de no haber seleccionado padrinos, previamente. Esta razón debió haber sido bastante frecuente, pues son numerosos los niños que nacían muy delicados de salud y ante una posible muerte se les echaba agua en las mismas casas, por necesidad, y luego se completaba el rito de rigor. Debe recordarse que muchos de los feligreses vivían en zonas remotas en los campos y ésta era la forma más inmediata para cristianar. Cualquier persona podía echar el agua, pero lo más corriente era que fuera la partera, el sacristán, algún familiar o vecino o el mismo cura. Por lo regular, esto aparece registrado como “sub condicione” . Por ejemplo, Eusebio, hijo de D. Baltasar Colón y D a Juana Morales, recibió el agua en su casa c asa de manos del Padre D. Josef Correa. Fue bautizado después el 10 de enero de 1745 siendo sus padrinos el citado padre y D a Cayetana Colón. 23 Un hijo de D. 25
Ycidoro García y de Ángela María de Ocacio recibió el agua, de la partera. Al ser bautizado el 31 de mayo de 1746 1746 recibió el 24 nombre de Felis [sic.]. Esta práctica de apadrinar niños por parte de los curas de Arecibo debió responder posiblemente al deseo de iniciar, desde bien temprano, el acercamiento de los niños a la Iglesia, a los sacramentos y al resto de la instrucción cristiana. De hecho, el obispo D. Pedro de la Concepción Urtiaga, en su ya referida visita pastoral al pueblo y ribera de Arecibo, le ordenaba al cura que urgiera a los padres y madres de familia a que llevaran a los niños todos los domingos a la doctrina recomendaba el prelado “aunque estén desnudos” .25 Además, recomendaba que se nombrara a un maestro que enseñara otras cortesías y buenas costumbres a los niños, colaborando con el cura en asegurarse que los niños asistieran al catecismo. En 1729 el el obispo D. Sebastián Lorenzo Pizarro, en su primera visita pastoral, igualmente enfatizaba sobre la importancia de que los niños y esclavos fueran traídos a la Iglesia a recibir el pan espiritual. Incluso imponía una multa de cuatro ducados ducados a los que contravinieran esta orden, los cuales serían aplicados a la fábrica de la parroquia y para los pobres vergonzantes del partido.26 Ante estos señalamientos, señalamientos, el el párroco D. Juan Morales del Río, el 12 de octubre de 1736, escribió al Teniente a Guerra, D. Antonio de los Reyes Correa, pidiéndole que haciendo uso de su autoridad ordenara que los padres de familias y dueños de esclavos cumplieran con su deber enviando a hijos y siervos a ser educados educados en la fe de Cristo. La respuesta fue inmediata y al día siguiente el Teniente a Guerra despachó un auto donde exhortaba a los referidos, para que actuaran con su deber como cristianos y en caso de no hacerlo se procedería “por todo Rigor de dro. A lo que huviere lugar en reconocimiento de su reveldía” .27 Las actas bautismales de este libro no consignan la fecha en que se produjo el nacimiento del niño. Solamente señalan la fecha en que fueron cristianizados por medio del sacramento. Solamente se pudieron identificar identificar dos actas que registran la fecha del nacimiento. Una pertenece a Josef de de Rivera quien nació el día 13 de abril de 1739 y fue bautizado el 28 de dicho mes. Quien le echó el agua en su casa y también lo apadrinó fue el sacerdote D. Alfonso Fernández de Molina. 28 La otra acta corresponde a la de Ysabel, hija natural de Ygnacia Quiñones, quien fuera esclava del párroco de Arecibo, D. Juan Morales del Río. Río. El acta dice que Ysabel nació el 19 19 de e noviembre de 1746. Fue bautizada por el P . D. Alfonso Fernández de Molina, quien certifica que le echó agua y suplió las ceremonias de la Iglesia, el día 4 de diciembre de ese año. También declara el sacerdote que “fue libre a la pila” .29 Un dato interesante es que las actas que se asentaron entre agosto de 1735 y octubre de 1739 solamente anotan a un solo solo padrino el cual siempre es varón. Solo hubo una excepción y fue el caso del bautismo del niño Pablo Miranda Rivera, hijo de Miguel y Dominga, naturales de la Ciudad de Puerto Rico. Fue su madrina Ana de Nibas. 30 Probablemente responda el hecho a que sus padres no conocían a nadie en Arecibo que fuera de su confianza, como para pedirle que apadrinara a su hijo. Es a partir de noviembre
de 1739 que comenzarán a figurar padrino y madrina en las actas que se van levantando. Uno de los datos que llama marcadamente la atención es la gran cantidad de niños nacidos dentro de matrimonios legítimos. Representan más del 80% de los bautismos realizados. Esto tiende a fortalecer la idea de la importancia de la familia como un elemento que daba estabilidad al proyecto proyecto colonizador español. Sobre más de de un millar de parejas que bautizan sus hijos, dentro de un matrimonio legalmente constituido, es, sin duda, prueba irrefutable la importancia social y jurídica que tenía esa institución. Ángel López Cantos Cantos al hablar hablar sobre el matrimonio señala lo siguiente: El casamiento significaba un acto esencial para crear una familia, el sistema idóneo para la procreación, la conservación y la transmisión de los bienes patrimoniales, patrimoniales , sin importar que éstos fueran abundantes o escasos y, también, el medio para evitar las uniones ilícitas.31
Además, ese predominio del matrimonio legal es reflejo de la lucha constante de la Iglesia contra la práctica del amancebamiento, concebido como un problema de índole moral y religioso. María Fátima de Barceló apunta, entre otras razones, para el amancebamiento, la falta de instrucción cristiana y los altos costos para la otorgación de dispensas y celebración de matrimonios. 32 Si a ello se añaden las prohibiciones de la Iglesia para celebrar matrimonios desiguales y el hecho de que muchos vivieran dispersos por los campos, alejados de la severa mirada de las autoridades eclesiásticas, se podría explicar por qué se daban estas relaciones consensuales.33 Además, no pocas mujeres pobres pobres veían este tipo de relación como una garantía de subsistencia gracias al trabajo e ingresos de sus compañeros. Los libros sacramentales de Arecibo muestran, para el período, varias mujeres solteras, algunas de ellas, mulatas, pardas o negras libres solicitando el bautismo para sus crías. Se pudieron identificar unas 179 mujeres según se desglosa en el siguiente cuadro. Año
Número
Año
Número
Año
Número
1735
8
1740 1740
13
1745
16
1736
20
1741
18
1746
14
1737
16
1742
6
1747
7
1738
13
1743
12
1748
15
1739
8
1744
8
1749
5
Los obispos del siglo XVIII en sus visitas y cartas pastorales, insistían celosamente en condenar esta práctica como dañina para la comunidad y escandalosa para la Iglesia, pues quienes así vivían estaban en grave pecado mortal. Es en estos documentos episcopales donde se suele hacer exposición y reflexión sobre las causas del problema, así como amonestar, moralizar y señalar remedios a dichos males, probablemente basados en algunas de las impresiones, observaciones e informaciones que estos prelados tuvieron en Arecibo, pues
26
varios visitaron visitaron dicho dicho pueblo a lo largo de de la centuria. Hay constancia de que entre 1707 y 1763 cinco obispos visitaron el pueblo de Arecibo: Arecibo: D. Pedro de de la Concepción Concepción de Urtiaga Urtiaga (1707), D. Fernando de Valdivia (1720), D. Sebastián Lorenzo Pizarro (1729 y 1734), D. Francisco Julián Antolino (1750) y D. Mariano Martí (1763).34 Así pues se deduce que, por lo menos, los obispos Sebastián Lorenzo Pizarro y Francisco Julián Antolino vieron muy de cerca el problema de esclavas con hijos naturales y pudieron enterarse que esta situación respondía a que los amos abusaban sexualmente de sus siervas o a que se permitía que los negros vivieran amancebados, quebrantando lo dispuesto por la Iglesia. Iglesia. En 1729 el obispo Pizarro se expresa expresa sobre el particular de la siguiente manera: …Porque muchos de los amos de esclavos, abusando de su dominio, y faltando a la buena educación y enseñanza de estos en el Sto. temor de Dios, y observancia de la divina Lei, permiten, consienten, adulan o lisonjean al torpe uso de sus Cuerpos a costa del interés perecedero de los partos; y deviendo castigarles dos. excesos se los lisongean.35 Los casos de mujeres libres, solteras, que mantenían trato ilícito que culminaban en embarazo eran igualmente indecorosos y, según parece, con el tiempo, fue un problema que se fue agudizando, convirtiéndose en una gran preocupación preocupació n para las autoridades eclesiásticas. En 1750, el obispo Francisco Julián Antolino se lamentaba: …Haviendo experimentado experimentado en este Pueblo, con grave dolor y sentimiento nro. los muchos escándalos y ofensas que se cometen contra la Magestad de Dios nuestro Señor procurando evitarlas en quanto no es posible sobre las varias providencias que tenemos dadas, rogamos adho. Theniente a Guerra, o Juez que al presente y en adelante mandase en este pueblo, que assi como por su empleo, y recta administración de Justicia, están obligados a enmendar correjir los escándalos, assi procuren con el maior cuidado y vigilancia celar las entradas y salidas en casas sospechosas por hombres y mujeres, evitando sus tratos y conbersaciones quando lleguen a sospechar no son dirigidas a buen fin; y si no obstante su celo y cuidado, a que coadyuvará dho. Cura, llegase la maldad a hacerse patente y escandalosa, viendo embarazada alguna mujer, o mujeres solteras, pasa dho. Juez a hacer averiguación de quien procede el preñado y asegurándolas en deposito hasta que paran, por que las criaturas no perezcan…36 La Tabla núm. 1 demuestra, en efecto, un nutrido grupo de hijos naturales de mujeres tanto libres como esclavas. En la Tabla núm. 3 se anotan varias esclavas que bautizaron a sus hijos naturales en 1745. Uno de los datos que más comúnmente se señala en las actas bautismales es el lugar de origen de los padres. Una
inmensa mayoría de las que contiene este libro señalan que los padres de los bautizados eran naturales del pueblo de Arecibo. Sin embargo, hay vecinos en el lugar que eran de otras partes de la Isla. Y esto es interesante pues es indicativo de los constantes movimientos migratorios que se producían dentro del mismo país. Las actas de 1736 y 1737 registran varios vecinos de Manatí. Manatí. Aunque ese pueblo tenía tenía capilla con cura párroco asignado desde 1729, la cercanía geográfica podría explicar el porqué varios de sus vecinos asistían a la parroquia arecibeña a recibir algunos sacramentos.37 Manuel Robles, Felipe de Santiago, Gregorio Meléndez, Justo Rufino, Pablo de Alisea, Blas de Candelaria y sus respectivas mujeres son varios de los que dicen ser de Manatí.38 Algunos vecinos son oriundos de la Vega, Toa y la Ciudad de Puerto Rico (San Juan). Por ejemplo, Thomas Martín y Francisco Tavares son de la Vega mientras que los consortes Juan García y Juana Rodríguez son del Toa.39 Por otro lado, Juan Fernández, Miguel Miranda, Bartolomé Diepa, Antonia de Reyna y Olivos y Joseph Saldaña son naturales de San Juan.40 Del oeste vienen procedentes del pueblo de San Francisco de la Aguada, Añasco y tan lejos como la Villa de San San Germán. Juan de Vargas y Francisca Marques son de Aguada. De Añasco llegó Francisca Valentín que, como madre soltera, bautizó a su hijo Manuel en julio de 1745.41 De la Villa de San Germán llegaron Raymundo Ortiz, D. Baltazar de Rivera Nazario, Lucas Cintrón y Lorenzo González, entre otros.42 Y del sur no es raro encontrar gente de Coamo y Ponce. Domingo de Torres y Cristóbal de Figueroa Figueroa llegan, en la década de 1740, procedentes de Ponce.43 Hay un buen número de vecinos que aparecen bautizando a sus hijos, en diferentes ocasiones, pero que ya desde hace algún tiempo vienen haciendo gestiones para fundar una nueva población en el interior montañoso.44 Poco después, en 1739, 1739, quedaría constituida esa población bajo el nombre de Utuado. La presencia de extranjeros en Arecibo quedó también registrada en las actas de este libro sacramental. No son muchos y la mayoría son españoles como era de esperarse. Entre éstos hay peninsulares e isleños. También hay algunos irlandeses y alguno que otro francés. Además, están aquéllos que no emigraron a Puerto Rico voluntariamente, sino que vinieron en calidad de esclavos. Desde finales del siglo XVII y a lo largo del siglo XVIII se trató de fomentar la inmigración de familias españolas, sobre todo canarias, a fin de fomentar el crecimiento demográfico, y más que nada, el desarrollo agrícola. Sobre estos dos puntos han debatido ya algunos de nuestros más reconocidos historiadores. Fernando Picó muestra serias dudas acerca de si, en efecto, había que fomentar la inmigración extranjera cuando la realidad era que localmente ya se estaba dando una serie de factores que provocarían un dramático crecimiento poblacional durante ese siglo.45 Por otro lado, Francisco Moscoso también cuestiona el efecto que pudiera haber tenido la inmigración de canarios al progreso de una agricultura local. Según éste, los pocos que pudieron haber venido se insertaron insertaron en la agricultura de subsistencia que ya existía hacía tiempo.46 De todos modos, la verdad es que poco o mucha se produjo alguna inmigración canaria a la Isla y en Arecibo se establecieron unas cuantas familias. Entre los vecinos 27
extranjeros de Arecibo también había algunos irlandeses. Hay evidencia que algunos naturales de ese país llegaron a Puerto Rico tan temprano como el siglo XVII. Para ellos era cómodo entrar a las posesiones españolas pues al ser practicantes de la religión católica no encontraban ningún impedimento. Tanto los irlandeses como los otros extranjeros establecidos en Arecibo se integraron plenamente a la sociedad criolla, contrayendo matrimonio, casi todos, con mujeres del patio. La Tabla núm. 4 señala aquellos forasteros que vivieron en Arecibo entre 1735 y 1749. Otros extranjeros que se pudieran citar fueron aquellos que vinieron en calidad de esclavos. Varios de ellos fueron bautizados en edad adulta cumpliendo las directrices eclesiásticas de cristianar a los paganos. El 17 de diciembre de 1735 fue bautizado Antonio, Antonio, un negro de Angola. Aunque no se señala el nombre de su amo, el acta apunta que su padrino fue Ygnacio de Villafaña. 47 Otro Antonio, en esta ocasión un niño de 11 ó 12 años, y de nación “mina” fue bautizado en septiembre de 1741. El padre cura D. Alfonso Fernández Fernández de Molina hace constar que “haviendolo examinado de los misterior de Ntra. Sta. feé lo halle capaz” .48 Josef, otro negro de nación “guango” y perteneciente a Juan de Montalbo, pasó por igual examen doctrinal y fue bautizado en junio de 1743. 49 En marzo de 1747 Joseph Collaso e Ysabel María llevaron a bautizar a dos esclavos oriundos de Guinea. 50 Estos continuos testimonios en los libros sacramentales de Arecibo evidencian cuán activamente participaban los arecibeños en el comercio comerci o de esclavos. El mismo se hacía por vía de San Thomas como como lo 51 atestiguan otras actas bautismales. Si estos esclavos pudieron haber sido adquiridos legalmente o ilícitamente, no se sabe, pero tomando en cuenta la realidad económica de la época, es casi probable que hubieran sido introducidos a través del contrabando. Cuando el Mariscal D. Alexandro O‘ Reylly redacta su memoria en 1765 señaló que los vecinos de Arecibo poseían 268 esclavos (138 varones y 130 hembras). Aunque algunos de esos siervos pudieron haber sido introducidos por vía del comercio, es de suponer que la mayoría de ellos eran criollos. Como se vio en la Tabla núm. 1 las esclavas casadas y solteras parecen ser muy productivas biológicamente, si tomamos en cuenta la cantidad de hijos que llevan a bautizar. Los esclavos eran empleados principalmente en el trabajo agrícola de las estancias, aen el pastoreo de ganado en hatos y criaderos y en varias tareas de carácter doméstico. La agricultura prosperaba prosperaba por ese entonces en Arecibo. Precisamente, en esa década de 1730, algunos vecinos del lugar estaban solicitando tierras de labranza para el desarrollo de nuevas nuevas estancias. Francisco Moscoso anota anota los casos de Juan Ortiz y Jacinto Felipe, quienes en 1733 y 1736, respectivamente, aspiraban a ser beneficiados con la concesión de terrenos en los sitios de Biafaras y Tanamá. 52 Para el laboreo de esas fincas se necesitaba mano de obra, la cual habría de ser provista por los esclavos. Entre 1735 y 1749 1749 un buen número de vecinos figura como propietario de esclavos. Cuántos tenía cada uno de ellos es difícil precisar, pues desafortunadamente no existen censos, ni padrones de
esclavos para esa época en Arecibo, ni para ningún otro pueblo de la Isla. Solamente el hecho de que se repita repita el nombre del propietario cada vez que los esclavos llevaban a bautizar a sus hijos pudiera brindar una idea de cuán grande pudiera haber sido su dotación. dotación. En Arecibo no existe un patrón patrón para la propiedad de siervos. Tienen los militares, los civiles y hasta el cura. Poseían esclavos por igual tanto hombres como mujeres. (Ver Apéndice: Listado de propietarios de esclavos.) En los protocolos notariales para el siglo XIX queda demostrado que los esclavos cambiaban continuamente de amo por vía de transacciones de compraventa, herencia o donaciones. En los libros sacramentales esto queda queda de manifiesto por las diferencias de apellidos. apellidos. Por lo regular los esclavos tomaban el apellido de sus amos y así puede verse muy seguidamente en en las actas. Así es fácil distinguir que que Blas y Bernabela Correa son esclavos del Sgt o Myr D. Joseph Correa y que Juan y Josepha Rodríguez pertenecen al Tt e Joseph Rodríguez.53 Sin embargo, también es común encontrar esclavos que llevan apellidos diferentes a los de sus propietarios lo que es ciertamente evidencia de haber pertenecido a alguien alguien más. Por ejemplo, Francisco Montañés Montañés y Sebastiana Muñiz eran esclavos de Domingo de Jesús, mientras que Francisco Tirado y Catalina del Ruis fueron siervos de Juan Carrión. 54 Un hecho que resulta interesante y que representa un total desacato de las disposiciones eclesiásticas es el matrimonio de esclavos con personas libres. Como ya se dijo antes, la Iglesia, más que desalentar, prohibía que tales cosas ocurrieran. Pero una cosa era lo que decía decía la norma escrita por los obispos en sus cartas pastorales y otra era era lo que en realidad ocurría ocurría en el campo. Ciertamente estos enlaces ocurrían y aunque quizás serían más comunes entre esclavos y mulatos o pardos libres, no era raro que se diera entre un blanco y un esclavo. Este tipo de relación encierra cierta consideración legal, pues a los hijos de esclavas se les consideraban esclavos también, 55 es decir, la madre transmitía una condición jurídica. Aunque se han realizado excelentes trabajos sobre el negro y la esclavitud en Puerto Rico, no parece que se haya abordado este tema en nuestra historiografía. En Arecibo, y esto tal vez como reflejo de lo que pasaba en otras partes de la Isla, se identificaron para el período bajo estudio cerca de una docena de matrimonios mixtos que se anotan en la Tabla núm. 5. El 5 de agosto de 1702, en el contexto de la Guerra de Sucesión Española, Arecibo se convirtió en el escenario de una gesta heroica. heroica. Ante un sorpresivo ataque ataque inglés compuesto por una tropa de unos treinta y dos invasores, un grupo de valientes vecinos arecibeños, armados con machetes y lanzas, lograron detener el avance agresor bajo el liderato de D. Antonio de de los Reyes Correa. Éste fungía fungía entonces como Teniente a Guerra interino. 56 Los ingleses salieron bastante maltrechos con una una cantidad considerable de bajas. De los puertorriqueños sólo fueron heridos D. Antonio, el Ayt e Nicolás Serrano, el Sgt o José Rodríguez y Pedro de Alejandría. Éste último falleció luego a consecuencia consecuencia de sus heridas. La Corona supo reconocer la bravura de estos héroes locales a quienes 28
les otorgó honores, prebendas y pensiones. El Teniente y Capitán Correa fue honrado con la medalla de oro de la Real Efigie y con una patente que lo graduaba como Capitán de la Infantería española57 Estos hechos dieron gloria al pueblo de Arecibo, a sus milicianos y al ejército como institución. Ser militar, estar emparentado o relacionado con ellos, daba prestigio. De hecho, ser militar daba beneficios. Si bien el salario que se pagaba a los miembros de la plana mayor de las Milicias Disciplinadas no era jugoso, se podía obtener alguna compensación al recibir otorgaciones de tierras. Existían instrucciones de otorgar a los oficiales de ese cuerpo, de tierras abundantes.58 De acuerdo con la Memoria del Gobernador D. Esteban Bravo de Rivero , en 1759 Arecibo contaba con siete compañías de milicianos que agrupaban 647 hombres. Tenía más milicianos que la Capital, en la que solamente había 62.59 Las actas bautismales dan prueba del importante papel que jugaba el ejército en la vida de este pueblo norteño. La continua mención de los diversos rangos militares ostentados por los arecibeños patentiza la existencia de una sociedad que honra la posición que se ocupa dentro de ella. Además, demuestra el sentido de pertenencia de un selecto grupo y el orgullo por ser parte de esa élite. Hasta los pardos o mulatos se regodeaban en señalar que eran alféreces, sargentos o capitanes en su deseo por escalar socialmente. Y se recurre a los militares para apadrinar niños. No solamente los curas eran vistos como una figura de amparo y protección; los militares también proyectaban esa imagen. Pudieron contarse unas 87 actas bautismales en las cuales fueron militares los que apadrinaron a niños o niñas. Así, por ejemplo, el 9 de febrero de 1738 Francisco Pastorisa y Antonia Núñez al bautizar a su hija María establecieron compadrazgo con la figura más influyente de Arecibo: D. Antonio de los Reies Correa.60 Un tiempo después el mismo Don Antonio y una hija suya (Da. María) apadrinaron en junio de 1741 a una niña nombrada Andrea, hija de Pedro Ramos Colón y María del Rosario.61 El capitán D. Francisco Correa, hijo de D. Antonio, fue al menos padrino en cuatro ocasiones.62 Otro capitán, nombrado D. Miguel Quiñones, quien en 1739 estaba entre los fundadores de Utuado, entre octubre de 1740 y junio de 1741 apadrinó también en dos ocasiones.63 Uno de los ahijados era un pariente. El teniente D. Sebastián Morfi, quien, al igual que Quiñones, se halla estrechamente vinculado a la fundación de Utuado, actuó también de padrino en un par de ocasiones.64 Y hay un individuo nombrado Lope Maldonado que aparece apadrinando a una niña llamada Cecilia, hija natural de Francisca Atilana.65 Aunque al momento momento de comparecer comparecer en el acto sacramental no era militar, con el tiempo éste se convertiría en uno de los primeros Tenientes a Guerra de Utuado en 1751.66 Esto es, indudablemente, indudablemen te, prueba de la relativa facilidad de lograr ascensos dentro de este cuerpo de las Milicias Urbanas. Los libros sacramentales, al dar cuenta de los rangos que o stentaban stentaban los involucrados, involucrados, al momento en que se produce el evento, dan testimonio de las rápidas promociones que muchos vecinos obtenían en su carrera militar. (Ver Tabla núm. 6.) En conclusión, los libros sacramentales de Arecibo, en particular el segundo de bautismos de 1735 a 1749,
presentan una sociedad con varias características ya conocidas. En esencia es una sociedad criolla que, según el criterio del párroco y sus auxiliares, debió parecer blanca. Son muy contadas las ocasiones en que éstos identifican a los padres del bautizado como pardos o mulatos. De hecho, presentan una confusión al particular. Valga el siguiente ejemplo. El 19 de febrero de 1747 el capitán capitán Bernardo Bernardo Molina y su mujer Margarita Ortega bautizan a su hijo Josef siendo sus padrinos D. Antonio Correa y Da Eusebia Correa. El acta identifica a los padres del niño como “pardos libres” . Tres días más tarde bautizan a un segundo hijo nombrado Josef Romualdo. En esta ocasión el mismo párroco, D. Juan Morales del Río, consideró “morenos” a a los padres, lo cual asentó en el 67 acta. Por otro lado, el que existan relaciones matrimoniales entre esclavos y libres, siendo estos incluso blancos, indica que no había tanta repugnancia por el mestizaje como otras fuentes apuntan. El amancebamiento amancebamien to también propendía al mulataje. Ambas cosas fueron lo que tanto preocupó a los obispos quienes dieron su voz de alerta sobre los matrimonios desiguales y los tratos ilícitos. En esa sociedad arecibeña la presencia foránea fue mínima y aquellos extranjeros que se avecindaron en la misma, demostraron tener la disposición o la necesidad de integrarse plenamente. plenamen te. Esto lo hicieron por vía del matrimonio, estableciendo estrechos vínculos de familiaridad y amistad por medio del compadrazgo, en la pila bautismal. Se puede inferir, agregando el conocimiento obtenido de otras fuentes, que ésta era una sociedad campesina y dispersa, que aprovecha la mano de obra esclava para poder explotar sus posesiones agrarias. A pesar de ser una sociedad rural, mantenía con el extranjero estrechos vínculos mercantiles, que pudieron haber sido más por el contrabando que de forma legal. Esto queda demostrado en sus contactos con San Thomas, lugar que le provee esclavos y seguramente otros bienes de consumo. En esa sociedad dieciochesca, de Arecibo, se buscaba el patrocinio del poderoso, fuera el cura, el militar o el terrateniente. Y, aunque están presentes las mismas instituciones, la Iglesia y el Ejército, que en San Juan, la realidad social es diferente. La severidad de la Iglesia se siente solo ante la mirada de algún obispo el cual, ocasionalmente, hacía una visita pastoral. Los curas locales tenían un aire más pueblerino y permisivo. El Ejército lo componían, los vecinos, padres, tíos, hermanos, otros parientes y amigos que eran los mismos con los que se compartía en las fiestas al Santo Patrón, en los convites de bodas o en el rezo del rosario y la procesión. Así era Arecibo en el siglo XVIII. Notas
Adolfo de Hostos, Diccionario histórico, bibliográfico, comentado de Puerto Rico. Barcelona, Publicación de la Academia Puertorriqueña de la Historia, 1976, p. 89.
1
Salvador Brau, Historia de Puerto Rico . Río Piedras, Editorial Edil, Inc., 1978, p.96., Don Salvador Brau se fundamenta en los datos extraídos de la obra Geografía Universal , compilada entre 1571 y 1579, por el cosmógrafo Juan López de Velasco. Véase su artículo Fundación de 2
29
Pueblos en Puerto Puerto Rico. Apuntes de un cronista publicado por primera vez en 1903 en la Revista Cosmos de Yauco e incluido en el Boletín Histórico. Cayetano Coll Coll y Toste, Boletín Histórico de Puerto Rico . Tip. Cantero, Fernández & Co.,
San Juan, Puerto Rico, 1920, tomo VII, pp. 79-88.
12 André
Pierre Ledrú, Viaje a la Isla de Puerto Rico en el año Ediciones del Instituto Instituto de Literatura Puertorriqueña, Universidad de Puerto Rico, 2da. ed. 1957, p. 64.
1797 .
G. E. Morales Muñoz, op.cit., Vol. I, Núm. 5, Abril 1949, p. 139. 13
3
“Descripción de la Isla y Ciudad de Puerto-Rico, y de su vecindad y poblaciones, presidio, gobernadores y obispos; frutos y minerales. Enviada por el licenciado Don Diego de Torres Vargas. Canónigo de la Santa Iglesia Iglesia de esta Isla en el aviso que llegó a España en Abril 23 de 1647” , en Alejando Tapia y Rivera, Biblioteca histórica de Puerto Rico que contiene varios documentos de los siglos XV, XVI, XVII y XVIII coordinados y anotados por Alejandro Tapia y Rivera.
San Juan de Puerto Rico, Instituto de Literatura Puertorriqueña, 2da ed., 1945, 467. 4
“Memoria y descripción de la Isla de Puerto Rico mandada a hacer por S. M. el Rey Don Felipe en el año 1582 y sometida por el Ilustre Señor Capitán Johan Melgarejo, Gobernador y Justicia Mayor en esta Ciudad e Isla” , en Eugenio Fernández Méndez, Crónicas de Puerto Rico. Desde la conquista hasta ). Río Piedras, Editorial Universitaria, nuestros días (1493-1955 ).
14 Ver
las Constituciones XXXIX, CXXXIX y CLVIII, en Damián López de Haro, op. cit., pp. 74, 152 y 166.
15 Cayetano Coll y Toste,
“Antigüedades “Antigüedades de Coamo” , en Boletín
Histórico. op.cit. vol. II, pp. 159-160. 16 Úrsula
Acosta, “San Germán Baptismal Records – 1739” , en Boletín de la Sociedad Puertorriqueña de Genealogía . Vol. X, Abril de 1998, Núm., 1-2. pp. 9-27.
17 G.
E. Morales Muñoz, op.cit., Vol. I, Núm. 5, Abril 1949, p.
140. 18 Eduardo
Neumann, Verdadera y auténtica histórica de la ciudad de Ponce. Reimpresión facsimilar de la primera edición, 1987, p. 7.
Universidad de Puerto Rico, 1981, p.119.
19 Abbad y Lasierra, op. cit., p. 114. 5 Salvador Brau, op. cit. p. 96. 20 6 Antonio
Cuesta Mendoza, Historia eclesiástica del Puerto Rico colonial. Volumen I. 1508-1700 . Ciudad Trujillo,
República Dominicana, Imprenta “Arte y Cine”, 1948, p. 206, Damián López de Haro, Constituciones Sinodales de Puerto Rico 1645 . Ponce, Universidad Católica de Puerto Puerto Rico, 1989, p. 47. 7 G.
E. Morales Muñoz, Boletín de Historia Puertorriqueña (en adelante, BHP), San Juan de Puerto Rico, Vol. I, Núm. 5, Abril 1949, p. 138.
Parroquia San Felipe de Arecibo. [En adelante adelante PSFA], Bautismos. Libro 2 (1735-1749), f. 196v.
21 G.
E. Morales Muñoz, op. op. cit., Vol. I, Núm. 4, Marzo 1949, p. p.
117. 22 Dennis
De Jesús Rodríguez, Antonio de los Reyes Correa. El Capitán. Breve estudio biográfico y genealógico . Sociedad Histórica de Puerto Rico, San Juan, Puerto Rico, 2002, p. 38-40. 23 PSFA.
8
Descripción de la Isla y Ciudad de Puerto-Rico… op. cit.
24 Ibid.
Bautismos. L. 2, acta del 10 de enero enero de 1745.
Acta del 31 de mayo de 1746. 1746.
9
“Relación circunstanciada del actual estado de la población, frutos y proporciones para fomento que tiene la isla de San Juan de Puerto-Rico, con algunas ocurrencias sobre los medios conducentes a ello, formada para noticia de S. M. y de sus Ministros, por el Mariscal de Campo Alexandro O´Reylly, y de resulta de la visita general que acaba de hacer en la expresada Isla, para evacuar las comisiones que se ha dignado fiar su celo la piedad del Rey” , en Eugenio Fernández Méndez, op.cit., pp.
25 G. Morales Muñoz, op. cit., Vol. 1, Núm. 5, Abril 26 Ibid.
Vol. I, Núm. 7, Junio 1949, 1949, p. 213.
27 Ibid.
Vol I, Núm, 6, Mayo 1949, pp. pp. 182-183.
28 PSFA.
1949, p. 138.
Bautismos. L. 2, acta acta del 28 de abril de de 1739.
251-252. 29 Ibid.
Acta del 23 de noviembre de 1748. 1748.
30 Ibid.
Acta del 25 de marzo de 1737. 1737.
10 Fernando Miyares González,
Noticias particulares de la Isla y Plaza de San Juan Bautista de Puerto Rico . San Juan,
Ediciones de la Universidad de Puerto Rico, 1957, p. 68.
31 Ángel
11 Fray
López Cantos, Los puertorriqueños: mentalidad y actitudes, siglo XVIII . Ediciones Puerto, San Juan, Puerto Rico, 2001, p. 249.
Piedras, 1979, p. 127.
32 María
Agustín Íñigo Abbad y Lasierra , Historia geográfica, civil y natural de la Isla de San Juan Bautista de Puerto Rico. Editorial Universitaria, Universidad de Puerto Rico, Río
Fátima de Barceló Miller, “De la polilla a la virtud: Visión sobre la mujer de la Iglesia jerárquica de Puerto Rico” , en 30
Yamila Azize Vargas, (Ed.), La mujer en Puerto Rico. Ensayos de investigación . Ediciones Huracán, Río Piedras, PR, 1987, p. 61. 33 Ángel López Cantos, op. cit., p. 34 Ver
250.
los resultados de dichas visitas en G. E. Morales Muñoz,
6, 7, 8; Boletín de Historia Puertorriqueña . Vol. I, Núms. 5, 6,
49 Ibid.
Acta del 12 de junio de 1743. Luis M. Díaz Soler Soler señala que el examen de la doctrina cristiana a que estaban sujetos los negros era el conocimiento del credo, los artículos de fe, la oración del Padre Nuestro, los diez mandamientos de la ley de Dios y los Sacramentos de la Santa Iglesia. Historia de la esclavitud negra en Puerto Rico . Editorial Universitaria, Universidad de Puerto Rico, 1981, p. 169. 50 PSFA. Bautismos. L. 2, actas actas del 7 de marzo de 1747.
Vol. II, Núm. 2. 35
51 Ibid.
G. Morales Muñoz, op.cit ., Vol. I, Núm. 7, Junio 1949, p. 216.
Actas del 4 de febrero y 31 31 de octubre de 1739, 1739, acta del 2 de enero de 1743, acta del 7 de abril de 1745.
36
Ibid. Vol. 1, Núm. 8, Julio 1949, p. 248.
52
37
Ángel L. Vázquez Medina, Nacimiento, crecimiento y maduración de un pueblo (Manatí de 1611 a 1899) . Ediciones Diskrea, Río Piedras-Manatí, 1993, p. 30.
Francisco Moscoso, Agricultura y sociedad en Puerto Rico, siglos al 18: un acercamiento desde la historia . Instituto de Cultura Puertorriqueña, San Juan de Puerto Rico, 2001, pp. 104-105. PSFA. Bautismos. L. 2, actas del del 13 de abril y 30 de diciembre de 1746. 53
38 PSFA,
Bautismos. L. 2, actas del 25 al 29 de julio, 25 de noviembre y 22 de diciembre de 1736, acta del 18 de enero de 1738.
54 Ibid.
Actas del 20 de abril de 1745 y 17 de julio de 1747.
39
Ibid. Actas del 30 de marzo y 2 de agosto de 1736, acta acta del 1 de julio de 1741.
55 Jalil
40 Ibid.
Actas del 4 de julio de 1736, 1736, 25 de marzo y 6 de julio de de 1737, acta del 4 de noviembre de 1740, acta del 13 de agosto de 1746.
56 Arturo
41 Ibid.
57
Acta del 3 de de julio de 1745.
42 Ibid.
Actas del 16 de mayo de 1739, 19 de mayo de 1740 y 16 de septiembre de 1742, acta del 24 de agosto de 1746.
Sued Badillo y Ángel López Cantos, Puerto Rico negro. Editorial Cultural, Río Piedras, Puerto Rico, 1986, p. 275. Morales Carrión, Historia del pueblo de Puerto Rico: desde sus orígenes hasta el siglo XVIII . Editorial Cordillera, Inc., San Juan de Puerto Rico, 1975, p. 194.
“1703. Real Cédula certificada premiando a los defensores de Arecibo contra los ingleses” .,., en Alejandro Tapia y Rivera,
op. cit., pp. 506-510.
58 Francisco Moscoso, Agricultura… op. cit. p. 141. 43 Ibid.
Actas del 17 de abril de 1740 y 14 de noviembre noviembre de
1745.
59
44
El 3 de junio de 1733 un grupo de vecinos de Arecibo otorgaron un poder a D. Sebastián Morfi para que pidiera licencia al Gobernador para fundar el pueblo de Utuado. El 21 de octubre de 1734 compraron al matrimonio de Manuel Natal y Felipa Román las monterías de Utuado por 569 pesos y 5 reales. Francisco Ramos, Bicentenario Utuado. Octubre 12 de 1739 – Octubre 12 de 1939. 1939. Notas y datos históricos. históricos. Literatura. Información general sobre Utuado. Tipografía
“Farmacia Central”, Utuado, P.R., P.R., sin año, pp. 21-38. 45 Fernando
Picó, Historia general de Puerto Rico . Ediciones Huracán, Inc., Río Piedras, 1986, pp. 104-106.
Francisco Moscoso, “ Canarios, población y agricultura en Puerto Rico, siglos XVI al XVIII” , en Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña . Año 1, Núm. 2 (Segunda Serie), julio-
1759. Memoria del Gobernador D. Esteban Bravo Bravo de Rivero, en Alejandro Tapia y Rivera, op. cit. p. 525. 60 PSFA. 61 Ibid.
Bautismos. L. 2, acta del 9 de febrero febrero de 1738.
Acta del 29 de junio de 1741.
62 Ibid.
Actas del 17 de abril de 1741, 1741, 12 de octubre 1742, 1742, 6 de julio y 9 de agosto de 1744. Fernando Picó, “Los fundadores de Utuado y sus descendientes” , en Revista Universidad de América. Año 5, Núm. 1, Mayo 1993, p. 52. 52. 63 Ibid.
Actas del 8 de octubre de 1740 1740 y 28 de junio de 1741. 1741.
64 Ibid.
Actas del 9 de julio de 1741 y 21 de febrero de 1747.
65 Ibid.
Acta del 19 de abril de 1738. 1738.
46
diciembre de 2000, p. 45. 47 PSFA. 48 Ibid.
Bautismos. L. 2, acta del 17 de diciembre de 1735.
Acta del 9 de de septiembre de 1741. 1741.
66 Fernando
Picó, Libertad y servidumbre en el Puerto Rico del siglo XIX . Ediciones Huracán Inc., Río Piedras, 1981, p. 46. 67 PSFA.
Bautismos. L. L. 2, actas del 19 y 22 de febrero febrero de
1747. 31
Referencias
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32
Vázquez Medina, Ángel L. Nacimiento, crecimiento y maduración de un pueblo (Manatí de 1611 a 1899) . Ediciones Diskrea, Río Piedras-Manatí, 1993. Tabla núm. 1: Resumen de los bautismos realizados en Arecibo entre 1735 y 1749 Libres Legítimos Naturales
Año
Vns . 1735 1736 1737 1738 1739 1740 1741 1742 1743 1744 1745 1746 1747 1748 1749
Legítimos
Esclavos Naturales
Hbs .
Vns .
Hbrs .
Vns .
Hbrs .
Vns .
Hbrs .
11 20 48 47 59 51 48 37 30 37 40 51 40 40 32 27 53 35 50 34 39 42 41 35 46 39 44 45 38 33 619 573 1,192
4 8 7 6 3 7 10 5 5 5 7 9 4 7 0 87
4 13 9 7 5 7 9 2 7 3 10 5 4 9 5 99
0 2 1 1 3 1 1 3 5 2 1 3 1 3 3 30
0 2 1 1 1 2 0 1 2 2 0 1 1 3 3 20
1 2 3 0 3 4 2 2 5 5 5 6 5 2 3 48
0 9 1 0 4 7 6 3 4 4 7 3 1 5 3 57
186
Leyenda: Vns. Vns. – Varones (1735-1749).
50
Totales
Adultos u Otros Vns Hbrs. .
1 0 0 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 0 6
0 0 1 0 1 0 0 0 1 0 0 0 1 0 0 4
105
41 131 133 100 88 119 109 75 118 105 111 103 103 118 88 1,543
10
Hbrs. – Hembras. Hembras. Fuente: Fuente: Parroquia Parroquia San Felipe Felipe de Arecibo. Bautismos. Libro 2
Arecibo entre 1735 y 1749 Tabla núm. 2: Ocasiones en Ocasiones en las cuales los Sacerdotes actuaron como padrinos en Arecibo Sacerdot e
1735
1736
1737
1738
1739
1740
1742
1743
1744
1745
1746
1747
1748
1749
D. Thomas de Aquino y Laguna D. Manuel de León D. Juan Morales del Río D. Phelipe Correa* D. Ysidro García D. Josef Díaz Acolito D. Pedro de Alcántara D. Alfonso Fernández de Molina D. Juan Albares de Díaz (Cura de Manatí) D. Nicolás González de Thyneo D. Nicolás Quiñones D. Mateo Capellán
2
4
1
---
2
---
1741
1
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---
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---
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---
10
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3
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6
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9
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4
2
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1
2
3
1
1
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4
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1
1
1
3
1
1
2
2
3
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2
1
4
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1
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2
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3
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1
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1
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1
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1
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2
4
3
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9
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1
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1
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1
1
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2
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2
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1
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3
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1
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2
15
5
4
13
9
1
1
1
7
3
6
2
2
10
Total
1
21 20
80
También aparece identificado como P e Licdo Joseph Correa. Fuente: PSFA, PSFA, Bautismos. Libro 2 (1735-1749). (1735-1749).
33
Tabla núm. 3: Esclavas de Arecibo con hijos naturales en 1745 Esclava
Jacinta Maldonado María Águeda de Rivera Ycidora García María de la Concepción Ysabel Díaz Catalina de Santiago Bernarda Ana de Rivera Polonia de Jesús Francisca Quiñones Juana
Amo (a)
Hijo (a)
Juana Maldonado Cap n D. Francisco Serrano Sebastián de Rivera Manuel García Ayt e Josef Román Matías Díaz Tnt e Juan Pedro Joseph del Rosario D. Baltasar de Rivera María de los Ángeles Joseph Martín Cap n D. Juan Blas de Matos
Baltasara Gertrudis Casilda Juan Julián Dionicio Silverio María Bernarda Pedro Rosalía Juana
Fuente: PSFA, Bautismos. Libro 2 (1735-1749) Tabla núm. 4: Extranjeros vecinos de Arecibo entre 1735 y 1749 Españoles Esposo
Cristóbal Navarro (Nabal) Islas Canarias Manuel Navarro Islas Canarias Phelipe Monrroy Islas Canarias D. Pedro de Guevara Ciudad de Sevilla Rodrigo Nebares Cádiz Thomas Martínez Villa de Marchena Francisco Pastorisa (Galicia) Joseph Contreras España Francisco Balderrama España D. Manuel de Santa Ana Vizjega [Sic] Manuel de Vaena [sic.] España
Irlandeses Cónyuge
Esposo
Catarina Meliago Islas Canarias
Juan Clas
Ana María
Juan Clas
María de Torres (Arecibo) María de la Acención
Thomas de Jesús
Otros Cónyuge
1) Antonia de Sierra (Arecibo) 2) Antonia Beltrán (Arecibo)
Esposo
Pedro Martín De nación francesa Juan Esteban (Yndio de Tierra Firme. Provincia de Cumaná
Cónyuge
Cecilia del Águila (Arecibo) Manuela de Rivera (Arecibo)
Juana de Ocacio (Arecibo)
Francisca de Matos (Arecibo) Cecilia Rodríguez (Arecibo) Antonia Núñez (Arecibo) María de Villanueba (Arecibo) Bárbara Rodríguez (Arecibo) Da. Antonia Colón (Arecibo) Margarita de Torres (Arecibo)
Fuente: PSFA, Bautismos. Libro 2 (1735-1749)
34
Tabla núm. 5: Matrimonios mixtos en Arecibo entre 1735 y 1749 Año Esclavo Cónyuge Libre 1737 Phelipa Medina Juan Martín 1739 María Carrión Thomas de Figueroa 1739 Silbestre Silbestre Rojas Juana de Rivera, parda libre 1740 Simón Simón Pérez Phelipa del Rosario 1742 María Pabón Tomás Lebrón 1743 Mauricia Muñiz Francisco Garay, pardo libre 1743 Phelipa de Jesús Juan de Quiñones 1744 Phelipe Correa Juana de Rivera, morena libre 1749 Jacinto Rodríguez Josepha de Santiago, parda libre 1749 María Díaz Pedro de Rivera 1749 Phelipa de Medina Juan de Quiñones Fuente: PSFA, Bautismos. Libro 2 (1735-1749)
Amo (a) Juana María Joseph Carrión Juan Rojas Sgto Francisco Rodríguez Joseph Carrión Luisa Liscana Juana Phelipa No indica Capn Antonio Rodríguez Alf z. Francisco Rodríguez Ylario de Medina
Tabla núm. 6: Militares en Arecibo entre 1735 y 1749
Alférez Manuel Meléndez, 36 Manuel Caravallo, 37 D. Thomas Montalvo, 37 Francisco Serrano, 37, 38 Pedro José de los Reyes, 40, 42 Sebastián de Ocasio, 40, 42 Juan de Villanueba, 41, 43, 45, 47, 48 Domingo Díaz, 42 Benito Correa, 44, 46 Domingo de Ocacio, 45 D, Marcos García, 45, 47 Francisco Esteban, 49
Capitán Francisco Brasero, 35 Francisco López de Arze, 35, 37 Francisco Román, 36, 37 D. José Correa, 37,42 Manuel Ortiz, 36 D. Juan Colón, 36, 43,44 D. Francisco Correa, 37, 38, 40, 41, 42, 44 D. Juan Blas de Matos, 38, 41, 43,44, 45, 46 D. Juan Sánchez de Matos, 40 D. Miguel de Quiñones, 42, 49 D. Manuel Martín de Quiñones, 42 Francisco Rodríguez, 43 D. Phelipe Correa, 43 D. Pedro Pablo Colón, 44, 46, 48 D. Francisco Serrano, 45, 46, 48 D. Juan Ramos, 45 D. Antonio Rodríguez de Mathos, 46, 47, 48 D. Ygnacio de Villafaña, 46, 48, 49 Bernardo Molina (pardo), 47
Ayudante León Román, 37 Domingo Díaz, 37 Josef Rodríguez, 38 Juan de Rojas, 39 Lope Maldonado, 40 Joseph Román, 44, 45, 47 Cosme Maldonado, 45 Matheo Rodríguez, 45, 47 D. Juan Salvador de Vonilla, 46 D. Pedro Joseph de los Reyes, 48 D. Ycidoro García, 48 D. Ambrosio de Rivera, 48 D. Marcos García, 49 Capitán a Guerra D. Francisco Correa, 44
Cabo Ambrosio de Rivera, 4 2
Cabo de Escuadra Pedro Pablo Coló n, 39, 42 Thomas de Rivera, 39 Ambrosio de Rivera, 44
Sargento Miguel Maldonado, 36 Ambrosio Pagán, 36 Ygnacio de Villafaña, 37, 39 Juan de Villanueba, 38 Francisco de los Reyes, 36 Francisco Rodríguez, 40, 43, 44, 47, 48 Rías de Alba, 41 Phelipe Maldonado, 47 Joseph de Torres, 47
Sargento Mayor Diego Ramos Colón, 35 Pedro Pablo, 37 D. Francisco Correa, 43 D. Josef Correa, 44, 46, 47 D. Juan Blas de Mathos, 48, 49
35
D. Ygnacio de Villanueba, 48 Bernardo de Molina, 48, (pardo o moreno m oreno libre) D. Joseph Rodríguez, 48 D. Miguel Martín, 48 D. Miguel de Quiñones, 49 D. Miguel Maldonado, 49 Teniente
Teniente a Guerra
Pedro Morales, 35 Josef Colón, 36 D .Juan Blas Correa, 36 Francisco Serrano, 38 Ygnacio de Villafaña, 40 D. Antonio de los Reyes Correa, 41 Pedro Pablo Colón, 43 D. Francisco Correa, 44, 46 D. Joseph Rodríguez, 44 Sebastián Ocacio, 44 Juan Pedro Girola, 45 D. Domingo Días, 47, 48 D. Sebastián Morfi, 47 D. Miguel de Quiñones, 48 Germán de Rivera, 48 (pardo) D. Antonio de Mathos, 49
D .Antonio de los Reyes Correa, 38
Teniente de Caballería
D. Francisco de Caseres, 41
Teniente de Capitán
D. Sebastián Molfi, 41
Teniente y Capitán a Guerra
D. Francisco Correa, 44 D. Joseph Correa, 48 Fuente: PSFA, Bautismos. Libro 2 (1735-1749)
Apéndice I Listado de propietarios de esclavos en Arecibo entre 1735 y 1749
1735 (1)
1.D. Baltazar de Rivera
1741 (8)
4.Manuel García
3.Capn D. Joseph Rodríguez
1.Ayd te Francisco Serrano
5.Ayd te Josef Román
2.Sgt o Francisco Rodríguez
6.Matías Días
1.D. Ygnacio Villafaña
1.Manuel García
3.Sebastiana de Rivera
7.Tt e Juan Pedro
2.Antonia de Jesús 3.Capn D. José Correa 4.Alférez Manuel Meléndez 5.Francisco Correa 6.Francisco Ortiz
4.Josef Días 5.Josef Román 6.Manuel García 7.Capn D. Juan Blas de Matos 8.Domingo de Jesús
8.Joseph del Rosario 9.D. Baltasar de Rivera 10.María de los Ángeles 11.Joseph Martín 12.Cap n D. Juan Blas de Matos 13.Domingo de Jesús
2.Capn D. Miguel de Quiñones 3.Tnt. Joseph Correa 4.D. Ygnacio Villafaña 5.Miguel Montalbo 6.D a Josepha de Quiñones 7.Capn Antonio Rodríguez
1736 (14)
7.Capn Juan Colón
1742 (7)
8.Francisco Rodríguez
1.Cabo Ambrosio de Rivera
9.Sgt o May r Pedro Pablo 10.Thomasa 11.Capn Juan Colón
2.Alférez Domingo Díaz 3.Cap n D. Miguel Quiñones 4.Juana Maldonado
1746 (12)
1.Cap n D. Antonio Rodríguez 2.Marcelo Ruis 3.Miguel Rivera
1749 (12)
8.D. Thomas de Montalbo 9.Alfz. Francisco Rodríguez 10.Ylario de Medina 11.D. Baltasar Colón 12.Fernando Baptista 36
12.Fernando Batista 13.Thomas de Padilla 14.Tt e Josef Colón 1737 (4)
1.Sgt o My or Pedro Pablo 2.María de los ngeles 3.Ay te Domingo Días 4.Juana María 1738 (1)
1.Fernando Batista 1739 (11)
1.Juan Albares 2.Cabo de Esc d . Pedro Pablo Colón 3.Domingo Díaz 4.Cabo Escd ra Juan Thomas de Rivera 5.Francisca Rodríguez 6.Juan Carreón 7.Antonia de Jesús 8.Fernando Batista
5.Josef Rodríguez 6.Damiana Manzano 7.Josef Carrión 1743 (12)
1.Capn Francisco Rodríguez 2.Manuel García 3.Capn D. Juan Blas de Matos 4.Joseph Román 5.Sgt o My r D. Francisco Correa
4.Thomas Ortis 5.Cap n D. Juan Blas de Matos 6.Juana Maldonado 7.Tt e D. Francisco Correa 8.Capn D. Francisco Serrano 9.Andrés Martín 10.Juan Rojas 11.Sgt o My r D. Joseph Correa 12.Tt e Joseph Rodríguez
6.D. Domingo Díaz
1747 (10)
7.Baltasar de Rivera
1.Manuel García
8.Tt e Pedro Pablo Colón 9.Miguel Hernández
2.Tt e D. Francisco Díaz 3.Francisco Rodríguez
10.Luisa Liscana 11.Ynacio de Villafaña
4.Joseph Román 5.D. Baltasar de Rivera
12.Josef Rodríguez
6.Cap n D. A. Rodríguez de Mathos 7.Joseph Collaso
1744 (12)
9.Domingo Díaz
1.Capn D. Juan Blas de Matos 2.Francisco Rodríguez Barbanea 3.Sebastián Ysaci
10.Juan Carrión
10.Juana María
4.Francisco Rodríguez
1748 (13)
11.Juan Rojas
5.Capn D. Juan Colón
1.Cap n D. Ygnacio de Villafaña
6.Sgt. Myr. D. Josef Correa
2.P. Cura D. Juan Morales del Río 3.Cap n D. Pedro Pablo Colón 4. Sgto. D. Juan Blas de Mathos 5.Sgto. Francisco Rodríguez 6.D. Cayetano Colón 7.Mónica Grados 8.Fernando Baptista
1740 (10)
1.Francisco Ortis 2.Ayd te Lopes Maldonado 3.Josefa Hernández 4.Damiana Manzano 5.Domingo de Jesús 6.Matías Días 7.D.Pedro Ramos Calón
7.Sgt. Francisco Rodríguez 8.Capn a Grr a D. Francisco Correa 9.Ysabel María 10.Padre D. Phelipe Correa 11.Luysa Vasquez 12.Joseph Padilla 1745 (13)
8.D. Baltasar de Rivera
1.Juana Maldonado
9.Sgt o Francisco Rodríguez 10.Capn D. Josef Correa
2.Capn D. Francisco Serrano 3.Sebastiana de Rivera
8.Ysabel María 9.D. Baltasar Colón
9.D. Baltasar Colón 10.Cap n D. Ygnacio de Villafañe 11.Capn D. Francisco Serrano 12.Miguel de Rivera
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37
TÉRMINOS FUNERARIOS QUE APARECEN EN LOS LIBROS DE ENTIERROS DE VARIOS ARCHIVOS ECLESIÁSTICOS EN PUERTO RICO Prof. Manuel Martínez Nazario
Universidad de Puerto Rico El Registro Civil de Puerto Rico fue establecido el 1 de enero de 1885, a raíz de la Ley Provisional de Registro Civil decretada por España el 17 de junio de 1870. (Santiago Cruz, 1988). A partir de esa fecha, el gobierno insular comienza las inscripciones de nacimientos, matrimonios y defunciones. Previo al Registro Civil, la Iglesia Católica en Puerto Rico llevaba registros de bautismos, matrimonios y entierros, los cuales se remontan al siglo XVII. A pesar de la secularización secularización en el registro de hechos vitales, las parroquias en Puerto Rico continuaban inscribiendo en sus libros los bautismos, los matrimonios y los entierros. Ya para finales del siglo XIX y principios del siglo XX, las iglesias católicas de la Isla dejan de anotar los entierros, aunque no todas dejan de hacerlo a la misma vez. Asimismo, como producto de la separación entre la iglesia y el estado, este último optó por eliminar los términos relacionados con las exequias cristianas, adoptando un lenguaje laical que prevalece en nuestros días. Durante una investigación genealógica llevada a cabo en diez iglesias católicas en Puerto Rico, se han encontrado en los libros de entierros, pertenecientes al siglo XVIII y al siglo XIX, una considerable cantidad de términos funerarios arcaicos. (Martínez Nazario, 2009). Muchos de estos términos están en desuso, mientras que otros, al tener varias acepciones, son ambiguos. Estas particularidades podrían producir errores en las interpretaciones, de parte de los investigadores, e inexactitudes en las transcripciones, de parte de los encargados de los archivos. Tomando en cuenta lo antes expuesto, se ha elaborado un glosario de términos funerarios con el propósito de facilitar, a los investigadores aficionados y a las personas encargadas de las transcripciones en Puerto Rico, una herramienta de consulta simple. Para ello, se han consultado las principales fuentes bibliográficas tales como: diccionarios, enciclopedias, libros y artículos de revistas. Por último, es necesario advertir que este trabajo no es final ni absoluto porque en cualquier momento puede aparecer otro término funerario que no ha sido considerado en esta ocasión.
AMORTAJAR - Acción y efecto de poner la mortaja a un difunto.
ÁNIMA BENDITA - Alma de un muerto a la que se supone purgando sus culpas en el purgatorio. CAPELLANÍA - Fundación en la que ciertos bienes quedan sujetos al cumplimiento de misas y otras cargas pías.
CENA - Obra de misericordia en sufragio del difunto establecida en un testamento. CONFESIÓN - Sacramento que consiste en decir los pecados a un sacerdote, para que luego de aplicar la penitencia correspondiente correspondiente pueda darle la absolución.
CRIPTA - Lugar subterráneo en que se enterraba a los muertos.
CRISMA - Es uno de los tres santos óleos consagrados por los obispos el Jueves Santo para ungir a quienes se bautizan y se confirman, y también a los obispos y sacerdotes cuando se consagran o se ordenan. La unción con el crisma significa la plena difusión de la gracia.
CRUZ ALTA - Procesión por la cual se acompaña al difunto con una cruz durante el entierro.
ENTIERRO LLANO - Ritual funerario sin vigilia, sin misa y sin procesiones, solamente el responso. ENTIERRO DOBLE - Ritual funerario con vigilia, misa de cuerpo presente y dos solemnes procesiones; una desde la casa del finado hasta la iglesia y la otra desde la iglesia hasta el lugar de enterramiento. Sinónimo de oficio doble.
EPITAFIO - Inscripción sepulcral. ESTANDARTE - Insignia que usan las corporaciones civiles y religiosas. Consiste en un pedazo de tela generalmente cuadrilongo, donde figura la divisa de aquellas, y lleva su borde superior fijo en una vara que pende horizontal de un astil con el cual forma una cruz. ESTIPENDIO -Tasa pecuniaria, fijada por la autoridad eclesiástica, que dan los fieles al sacerdote para que aplique la misa por una determinada intención. religiosas que se EXEQUIAS - Cultos y solemnidades religiosas hacen por los difuntos.
EXTREMAUNCIÓN - Sacramento que consiste en la unción con óleo sagrado hecha por el sacerdote a los fieles que se hallan en peligro inminente de morir.
FINADO, -A - Persona que ha muerto. Sinónimo de difunto.
HÁBITO - Vestido o traje que cada persona usa según su estado, ministerio o nación, y especialmente el que usan los religiosos y religiosas.
INTESTADO - Persona que ha muerto sin hacer testamento.
MANDA PÍA - Erogación voluntaria consignada en un testamento para que se ofrezcan misas por el alma del testador bajo una o varias advocaciones. 38
MANDA
FORZOSA
-
Erogación obligatoria consignada en un testamento para el sostenimiento de los santos lugares de Jerusalén. MISA CANTADA
- Celebración eucarística que realiza un solo sacerdote y es acompañada de cantos. MISA DE CUERPO PRESENTE - Celebración eucarística que se realiza en sufragio de alguien que acaba de morir, generalmente sin estar todavía enterrado. MISA DE DIFUNTOS
- Celebración eucarística señalada por la Iglesia para que se ofrezca por los fieles difuntos. MISA REZADA - Celebración eucarística ordinaria, no
cantada. MISA GREGORIANA - Celebración eucarística que se realiza en sufragio de un difunto durante 30 días seguidos y, usualmente, después del entierro. MONDA - Exhumación hecha en un cementerio en el
tiempo prefijado, conduciendo los restos humanos a la fosa o al osario. MORTAJA - Vestidura, sábana u otra cosa en que se envuelve el cadáver para el sepulcro. NOVENARIO -
Exequias o sufragios celebrados por nueve días después del entierro. OBITUARIO 1. - Libro parroquial en que se anotan las defunciones y entierros. 2. Sección necrológica de un periódico. OSARIO -
Lugar destinado en las iglesias o en los cementerios para reunir los huesos que se sacan de las sepulturas a fin de volver a enterrar. Edificación funeraria destinada al entierro de varias personas. PANTEÓN -
PASADO PRESENTE -
Expresión utilizada para
referirse al mes anterior. PASADO ÚLTIMO - Expresión utilizada para referirse al mes anterior o al año anterior. POSA 1.
- Clamor de campanas por los difuntos. 2. Parada que hace el clero cuando se lleva a enterrar un cadáver, para cantar el responso. PRÓXIMO PASADO -
Expresión utilizada para
referirse al año pasado. RESPONSO - Oración por los fieles difuntos.
óleos son: el crisma, el óleo de los catecúmenos y el óleo de los enfermos. SEPULTURA - 1. Acción y efecto de sepultar. 2. Hoyo que se hace en tierra para enterrar un cadáver. 3. Lugar en que está enterrado un cadáver. 4. Sitio que en la iglesia tenía
señalado una familia para colocar la ofrenda por sus difuntos. TRAMO - Método de enterramiento que consiste en dividir la nave del templo, desde el presbiterio hasta la puerta principal, en primer, segundo y tercer tramo. Los presbíteros y religiosos se enterraban en el primer tramo. Los seglares de mayor prominencia se enterraban en el segundo tramo, mientras que los pobres eran enterrados en el tercer tramo. (Rodríguez Álvarez, 2001). VIÁTICO
- Sacramento de la eucaristía, que se administra a los enfermos que están en peligro de muerte. VIGILIA - Oficio de difuntos que se reza o se canta en
la iglesia. Referencias
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y e t d i l z a e C n . í t a r r a S M a a l d l y i a H r e a r d b A a . C a r a t D a , í p b a a Z c y s l E r e é v s e o J B . . a r f D o , r s P i l l , y E r n r a h i z o r J I . . s ) f s n e o r e t P v n e o : i z a S i r h o o c t e t H r e e O . d d r a a D i r , a s t a d r a r e e r g c i u a e q z V S ( I o . r z s o e e T u g r r o l o í t i d c i r e C o r R i . z D r e D e d , u g í a a r t e d c n i u l o J A R
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