Envigado - 6 Agosto 63 - “Otraparte” A Gonzalo Arango Me enfermé, me dio un espasmo en el centro nervioso de los músculos de los ojos, pero ahí voy. Pero con este drama suyo Los ratones van al infierno , obra preciosa y en la cual se entreabre el Paraíso... ¡Cómo soy feliz! La puerta sin alas que no se abre sino en amor, en la llama que es la llave de ella, se está entreabriendo para Gonzalo... ¿Quién será esa madre a quien el amor la hizo preferir ser infierno a cielo, a cambio de la felicidad de “otro”, del niño sin pies? ¡Pues ésa es el drama de los dramas! Yo hasta creo que Ud. no se ha dado cuenta plena del misterio que se le está dando a Ud. en amor. Nada menos que la respuesta a la gran pregunta: ¿por qué encarnó el Hijo de Dios y se hizo El hijo del Hombre? Ya Ud. Gonzalo de mi alma, va sabiendo, va siendo la respuesta a la suprema pregunta, a la pregunta que produce el escándalo: ¿por qué Dios tenía que ser hombre escupido escupido y crucificado? Y por eso dijo Él: “¡Ay del que se escandalizare en mí!; ¡ay del que se escandalizare en la madre que se hace ratón para salvar al al hijo sin pies!”. Ud., Gonzalo mío del alma, es el niño sin pies, y ¿quién es la mujer que por amor escogió descender al infierno de los ratones? Creo que son dos mujeres, pero esto es imaginaciones: creo que su mamá, aquella llama de amor vivo a quien un día envié con Ud. un racimo de plátanos murrapos..., y otra, alguna otra, pues entre los dones que Dios le dio a Usted estuvo el amor en forma de mujer , decidieron ser el el infierno para que Ud. fuera el cielo. Todo ese misterio que se está dando
desde “lugares” en donde “moran” los inteligibles, donde está ahora su mamá, no lo publique hasta que tenga una nítida conciencia de él . La Puerta sin Alas, se entreabre en dolores y beatitudes y no
se puede forzar: es don. Ahora Sexo y saxofón : el libro es bellísimo: es un camino que comienza en una ratonera (la nada) (non serviam, etc.) y que asciende, asciende. El camino es suyo; sus alas son juveniles y el amor circula por ellos a torrentes. Recibe el amor de este ansioso de juventud perpetua, Lucas de Ochoa
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Del Infierno al Paraíso La compañera de Gonzalo Arango corrige versiones sobre su evolución espiritual a propósito de cumplirse 30 años de la muerte del fundador del Nadaísmo. Por Angela Mary Hickie (Angelita) “Andamos en pos de una meta superior: el encuentro con nosotros mismos”.
Gonzalo Arango
Colocando una flor en la solapa de su amigo Hernando Santos, entonces jefe de redacción de El Tiempo, Gonzalo le entregó el nadaísmo. Desde este suceso ya han pasado casi 35 años. “Para mí el nadaísmo terminó”, declaró, “y es posible que apenas comience para otros. El nadaísmo será siempre una posibilidad de libertad para los que no se han realizado. ¡Que cada uno haga su santa gana! No más sistemas ni sectas. Toda secta crea dependencia, alejándonos de la verdadera fuente, que es libre. No pertenezco a nadie ni a nada; me pertenezco a la vida. Nuestra alternativa es la de Lázaro: o salimos de la tumba o nos moriremos definitivamente”. Gonzalo se despidió de su pasado y resucitó como Hombre Nuevo. Despojado de toda atadura física y sicológica, en sus últimos años caminaba libremente predicando el mensaje crístico de amor, perdón y compasión. Ahora afirmaba lo que antes negaba: su amor por Jesucristo. Ya no era cuestión de protestar contra los gobiernos, la sociedad, las religiones ni los sistemas, sino salir de ellos y dedicarse a la búsqueda de sí mismo. “No voy a destruir más con la violencia sino crear con amor”, concluyó. En ese momento estaba terminando su libro Providencia, “un libro amoroso y terrible”. Su manera de escribir se simplificó: “En literatura, no darle a la gente un sentido de vivir es robarle el pan. Hay que dar vida a la literatura y no literatura a la vida...”. Providencia, junto con Fuego en el altar y Adangelios están compilados en el libro Todo es mío en el sentido en que nada me pertenece , que contiene escritos proféticos y reveladores (Plaza &
Janes). Su ira santa y su mensaje apocalíptico están dirigidos, en primer lugar y sobre todo, a los países más avanzados y superpoblados. Gonzalo, quien vivía más allá de su tiempo, sospechaba las consecuencias violentas e inevitables que desataría el materialismo absoluto en sistemas donde el hombre es explotado al máximo, corriendo a velocidad loca en una competencia extrema, sin tiempo ni condición para reflexionar sobre lo esencial: lo espiritual . Gonzalo recorrió el sendero estrecho de la renuncia. Tentado por seductoras bajezas terrenales como poder, sexo, lujuria, ambición, vanidad, orgullo, mentira, alcohol y cigarrillo etc., el profeta triunfó sobre ellas, alejándose de la vida pública en un despertar de conciencia hacia la soledad interior. En otras palabras, mató el ego y reestableció la armonía dentro de su ser por medio del sacrificio: “El hombre sólo puede nacer del parto con dolor de su propio ego”.
Para Gonzalo, uno de sus más importantes descubrimientos que puso en práctica era cambiar la razón por el sentir: liberar la mente de tanto peso y volar. “Donde termina la razón em pieza el infinito. Los libros son trampas de ratones con queso podrido de razones, alimento de ego y agonía. Es mejor saber vivir que saber escribir”. Si en su época de provocador escandaloso se expresaba: “Yo, Gonzalo Arango, tirano del mundo, me sentencio a la PENA CAPITAL de pasar la vida frente a una máquina de escribir escribiendo la palabra MIERDA por los siglos de los siglos...”. Luego del extraordinario y colosal cambio que experimentó, se manifestaría así: “Padre, bendíceme. Que yo siempre te sea f iel como el pie al paso, como el paso al camino, y como el camino hacia Ti en pensamiento, palabra y obra. Haz tu corona de amor como Cristo con el oro de la humildad y los diamantes del sacrificio”. Sus seguidores, los nadaístas, no han sido fieles a su memoria por intentar ocultar a los ojos del mundo esta asombrosa transformación de su líder, su metamorfosis, su viaje d e la oscuridad hacia la luz. Aquellos “amigos cercanos” han querido reencauchar su imagen de intelectual, bohemio, blasfemador y rebelde, menospreciando su conversión, su nueva obra y nuestra hermosa relación de casi 7 años durante la cual la evolución de Gonzalo fue definitiva. Estos adorables abuelitos también han insinuado que Angelita es la “Yoko Ono” de la literatura colombiana, el pal o en la rueda, the spanner in the works , haciendo ver a Gonzalo como un tonto, como si no hubiera tenido voluntad
para tomar sus propias decisiones. Si eligió escribir su poesía en letras mayúsculas y sin puntuación (Providencia), fue cosa de él. Si se apartó del movimiento que él mismo creó y vendió su biblioteca para dedicarse a mirar crecer las lechugas y los rábanos en la huerta de nuestra casita en Villa de Leiva, fue porque él lo quiso así: “Ver crecer una lechuga, reverdecer, es un asombro más increíble que descender en la luna”. Seguramente sus discípulos se sintieron desamparados por la deserción de su profeta, pero, ¡por Dios!, ¡cómo pretender que San Pablo vuelva a perseguir y matar cristianos luego de ver la Luz! Por mi parte, doy testimonio de la felicidad que nos acompañó durante esos años. Una tarde, mientras desyerbaba esa misma huertita en Leiva, encontré unos pedacitos viejísimos de olla de barro. Cuando Gonzalito los vio se entusiasmó y decidió cavar, presintiendo que allá, bien abajo, podría yacer un tesoro. Ni antes ni después lo vi usar la pala, ¡y es posible que esa fuera la única vez en la vida que el romántico soñador tomara una herramienta en sus manos! La expectativa y el entusiasmo nos acompañaban con cada palada. Por fin echó la pa la a un lado, exclamando, “ ¡Mira, allí está! La olla se ve casi intacta, pero vacía”. Me acerqué al hondo hueco. En el fondo descansaba la vasija de boca ancha, dentro de ella un montón de cáscara de huevo y además... un candado roto. “Ya lo sacaron”, suspiró, volviendo a sentarse en su piedra filosofal. Días después nació este poema que la enseñanza enriquecedora le inspiró, llamado El Tesoro: “Si buscas un tesoro y lo encuentras facilito, es un pobre tesoro. Si renuncias a encontrarlo porque está muy profundo, no mereces el tesoro. Si lo buscas con amor y sacrificio, tu esfuerzo es oro, aunque no encuentres el tesoro”.
Ahora, cuando se acaban de cumplir 30 años de su desaparición, Gonzalo y su nuevo mensaje están más vivos que nunca. Porque la verdad no muere sino que crece y su Luz aumenta con cada instante y con cada día que pasa. ¡Aleluya! ¡Cantad la aurora, niños acuarianos del amor, hijos de la Tierra y el Sol! Fuente:
Periódico El Tiempo, noviembre 9 de 2006.
l 25 de septiembre negro Por Jotamario Arbeláez A los poetas del Encuentro Hispanoamericano.
Gonzalo Arango quería a mi padre como si fuera suyo y mi padre a Gonzalo como si fuese yo. El fue el único padre de nadaísta que no anatematizó al „Profeta‟. Lo invitaba a comer a nuestra casa de las agujas en el barrio Obrero, y se ponía el corbatín para salir con nosotros a caminar por Cali, donde a cada paso teníamos quo soportar “él homenaje indignado de los energúmenos”. A mi padre se lo comió un cáncer en un santiamén, en el 75. Viajé a pasar con él los días de su moribundia, oyéndole contar cuentos de la edad de oro de la violencia colombiana y de cómo había sobrevivido a su liberalismo. El día que se iba a morir se despertó muy temprano, le dio a mi mamá la libreta de ahorros para que sacara el dinero justo del funeral, habló uno por uno con todos sus hijos para dejarles instrucciones, posó para la última foto, y en los postreros dolorosos instantes le dije: —“Papá, yo tengo conexión con una secta de espiritistas que me pueden poner en contacto c ontigo dentro de un año, para así saber al fin de cuentas cómo es la tal vida después de la vida”. El frunció el ceño y muy severamente me dijo: —Averigüe bien que eso no vaya a perturbarme, porque qué tal que uno esté bien sedita, cuando comience a sentir que lo halan con esas odas espiritistas. Más bien olvídelo, mijo”. Le concedí razón pero le reclamé en última instancia: —“Papá, hoy es 25 de septiembre. El 25 de septiembre del próximo año hazme por lo menos una señita. Su alma salió por la ventana”.
En ese momento sonó el timbre de la puerta. El cartero me entregó un mensaje de Gonzalo Arango a mi padre, de despedida: “La vida no es más que una mala sastrería. Morir es cambiar de traje. Hasta lueguito, don Chucho, ahí nos vemos”. Lo vestí de saco y corba ta, como a él le gustaba para viajar, y en el momento de enterrarlo dejé sobre su corazón la carta del „Profeta‟. El día anterior al cabodeaño, en la casa de Eduardo Escobar coincidí con Gonzalo y con Amílcar U, fundadores del nadaísmo por muchos años distanciados y en ese momento haciendo las paces. Le dije a Gonza que viajaba a Cali al aniversario de papá, y que había ordenado publicar enOccidente copia de su carta como homenaje fúnebre. Me besó la mejilla y se hundió por esas calles de Dios hacia el Bosque Izquierdo. En la misa de aniversario en la iglesia de San Fernando, el 25 de septiembre del 76, a las tres de la tarde, hora de su deceso, y mientras recordaba mi petición a papá de que me hiciera una señita para saber si uno no desaparecía per secula seculorum en el más allá, entró por la puerta lateral de la iglesia mi tío Emilio todo despelucado y se acercó para decirme: —“Siento mucho, mijo, pero por la radio están dando la noticia de que su amigo Gonzalo Arango se acaba de matar en la carretera de Tunja”. ¡Bonita señal, papacito! Fuente:
“El 25 de septiembre negro”, El Tiempo, lunes 26 de septiembre de 1994, página 7E.
Gonzalo Por Jotamario Arbeláez
Hace 35 años que liquidó su existencia Gonzalo Arango en un accidente de carros. Cuando lo conocimos, lo primero que nos llamó la atención fue su palidez cadavérica, su larga melena grasienta, sus uñas de luto, su gabardina gris con un ascua de mugre bordeando su cuello, el fulgor demoníaco de su mirada y la expresión de su pensamiento que rajaba las mesas. Acababa de fundar el nadaísmo , la última esperanza de sobrevivirse, ya que había pasado por las verdes y las maduras en este mundo desvirolado. Estuvo a punto incluso de ser linchado por las turbas enardecidas del 10 de mayo por pertenecer a la tercera fuerza del general derrocado. Él muy ladino, queriendo tomarse el poder para empezar, escribía las consignas y manifiestos del terrateniente general. Pero para algo se hicieron los retretes para señoras. En uno de ellos, en medio del efluvio de tanta nalga perfumada de secretaria, pudo preservar la verticalidad de su calavera, y escapó al Chocó con El ser y la nada a salvo, y La náusea por añadidura. Allí, a la orilla del río Atrato, se compenetró en tal
forma con el filósofo dinamitero de la Francia libertaria que hizo un pacto con el diablo que cargaba en sí mismo y se prometió conducir a la juventud por los caminos de la perdición redentora. Si Gonzalo fue nuestro profeta, Sartre fue nuestro Alá, y el primer nadaísmo se nutrió con Las moscas y Las manos sucias. La mayoría no teníamos aún 20 años y, como decía Paul Nizan citado por
Sartre, “no permitiré que se diga que esa es la edad más hermosa de la vida”. Íbamos contra el mundo para enterrarlo, declararlo difunto y colocar un ramo de ortigas sobre su féretro. Había la amenaza nuclear, los vestigios de la violencia que nunca se extinguió en Colombia, y sin embargo cierta literatura peor que rosa se empeñaba en mostrarnos este mierdero como el mejor de los mundos vivibles. El país que no había sido salvado por el Sagrado Corazón de Jesús se salvó por el nadaísmo. Así fueron entrando la minifalda, las larguísimas cabelleras, los cantos de protesta, la literatura fantástica de compromiso, los curas guerrilleros, los transformistas, la marihuana en los hogares, toneladas de cocaína en el mismo barco que el „profeta‟ había bautizado frente al „poeta de la acción‟ intrépida, las ganancias ocasionales, y un gran sentido del humor en los épicos atentados contra el sistema. Una vez cumplido ese paso, no fue que echáramos pie atrás cuando recorriendo los paisajes alucinógenos que nos fueron otorgados como premio por nuestra virulencia contra la prosa del comercio, del trabajo avasallador y del consumo masivo, “la realidad encantada” fue en nosotros y así tuvimos la vislumbre divina sin darnos pena, los contactos extraterrestres sin que pueda acusársenos de complicidad con el enemigo, las experiencias mediúmnicas con habitantes de otros planos, la copulación de los ángeles y un espléndido sentido publicitario que nos ha permitido hacer de nuestra gaseosa ideología algo tan fabuloso y tan enigmático como la fórmula de la Cocacola helada. ¿Qué se dirán Sartre y Gonzalo ahora que se encuentren en el imperio vasto de la „nada‟ concreta? ¿Qué se dirán este par de „muertos sin sepultura‟? Imagino a Gonzalo abriendo „la puerta cerrada‟ para que pase su maestro, mostrándole a Sartre su cautivo, el demonio amarrado a su trono, vendado de espaldas al fuego perpetuo. “Lo tengo secuestrado —dirá Gonzalo— hasta que este tirano cancele sus compromisos incumplidos con la humanidad, y a mí me permita cinco minutos de vida a cambio de esta eternidad tan gélida para volver a la tierra el polvo que era”. El existencialista francés torcerá la mirada, tal vez esboce una sonrisa, haga „tsh tsh‟ con la lengua contra los dientes, mueva la cabeza a diestra y a siniestra, y repita la frase que lo hizo famoso en el cielo y la tierra cuando pensaba: “El infierno son los demás”. Fuente:
Periódico El País, martes 27 de septiembre de 2011.
Gonzalo Arango y el Nadaísmo
Por Fernando González Ochoa
No he podido redactar algo para la edición del HK-111, de Gonzalo Arango. Es porque he pretendido escribir algo muy bueno, porque amo a este joven nadaísta. Cuando uno quiere y brega por hacer algo muy bueno, pues sencillamente adorna, escribe para el público, para alguien, y pierde la Intimidad, se aleja del manantial vivo, que es único y es nuestra vida misma... Pero ¡como uno desprecia su vida en cuanto es vulgo y somos vanos casi todo el día, para ser otro se hace ejecutor de bonituras! ¡Qué asco! ¡Por consiguiente, vade retro, Satanás! ¡Al grano! Yo le oí a un amigo, Félix Angel Vallejo, noticias de un joven que estaba en Cali, un desesperado que le escribía acerca de náuseas por la poesía, la metafísica normal, la novela, y por todo lo humano; que las náuseas eran ya vómito por nuestra universidad, por los maestros y por los personajes de la patria; que ese estado se llamaba Nadaísmo y que eran sinnúmero ya sus compañeros. Inmediatamente viví que eso era una aurora en Suramérica. —¿No ve usted, Félix Angel, que se están desnudando y arrojando los culeros a los padres, a los padres de la patria, de la juventud? Lo primero, Félix Angel Vallejo, para nacer de nuevo, es morir, vomitar y morir, y se encuentra la Intimidad y principia entonces el camino: nacen la patria, la verdad, los maestros... Entonces se halla uno enamorado y es un viajero en la Presencia. Eso cuya esencia es la presencia y en quien existimos y viajamos. De tal manera que ese deseo expresado con susto de mantener al rector magnífico Félix Henao Botero, es trascendental en el psicoanálisis. Con eso expresan el vómito por el mascarón de jerarcas y personajes que ahogan a la Intimidad en nosotros. No quieren mantener a la Intimidad que subyace hondo, muy bonito en Félix Henao. No. Desean apedrear al vano globo decembrino que estaba inflado con un kilo de petróleo y que ya cae hediondo a mecha apagada, tal como los muchachos envigadeños apedrean a sus vanas ilusiones cuando caen en la mangada de ese viejo loco (yo)... Sí. Voy a orar por ese joven que se está desnudando, el primogénito en esta América pajosa de complejos coloniales. A los días leí un cuento titulado: Yo recojo mi cadáver . Pero... ¡Qué lleno de angustia, qué sospecha de un gran amor incierto y de un infinito desamor a las cosas bonitas, a los cascarones sin Intimidad! ¡Este joven nos da una intimidad! Este joven al describir con estilo de otraparte al suicida y al suicidio, la resurrección, al agente de tránsito que asiste a la resurrección y que persigue asustado al camionero para sancionar todo eso anormal, y al resucitado, que se pasea y ve
con otros ojos a su novia y a las gentes de la patria que van por las calles, y que, por último, movido por no sé qué, recoge su cadáver . Luego, Gonzalo Arango me envió el Manifiesto nadaísta y leí allí: “Tengo 27 años y esta es mi última oportunidad”. Sí, le dije a Félix Angel, este es mi joven. Este es de Jericó o de Andes, que es lo mismo, y de allí era Zaqueo, y este joven está corriendo, en pelota ya, y se va a trepar al cabrahígo, para conocerlo de vista (a la Intimidad, que es el Cristo) y ya está gritando: “Tengo 27 años, estoy desnudo y esta es mi última oportunidad”. Ultima oportunidad para recoger el cadáver limpiado de las inmundicias de la historia patria y nacer de nuevo. ¡Arriba el ánimo, juventud! Animo Amílkar U., y todos los bulliciosos y ágiles putillos compañeros de Gonzalo Arango, que el Señor ya va a pasar y a entregaros el camino. En pelota, trepad al cabrahígo y desde allí arrojad los culeros coloniales, la cultura formal, y vomitad en la cara de los padres de la patria, de los gobernantes, de Laureano y Ospina Pérez, de la prensa, de los rectores magníficos, porque el Señor no pasa y convive sino con los desnudos, con los cadáveres que conllevan la resurrección. Luego, un domingo, se me apareció en un café de Envigado, y lo reconocí y fue como si me hubiera llegado yo mismo a mí con los ojos asustados y atisbadores de mis 27 años. Fue una fiesta en mi larguísimo viaje que ni el ojo vio ni el oído oyó y nadie podrá ya borrar ese encuentro. Después me envió desde Bogotá esa piedrita guiñadora que se llama Leyendo a Descartes. Está el joven que piensa en la muerte y el suicidio (siempre morir) en la mesita de un cafetín, y sobre la mesa El discurso del método de Descartes y un revólver. (Siempre morir y nacer de nuevo: Descartes quería morir, dudar de todo, para resucitar. El revólver es la muerte larvada). Hay unos borrachos, juventud y vejez borrosa, que es la nada, la Intimidad tapada por la nada. Hay un camarero que insiste en que le presten a Descartes, sin saber nada de nada, pero todo hombre, por ser apariencia con Intimidad, lo sospecha todo. La cantaleta del mesero es: Préstame el libro. Porque todos estamos angustiados y lo buscamos en el librito, o en la puta, o en la señora. ¿A quién? A la Intimidad, y eso es el Cristo, el Hijo del Hombre e Hijo de Dios. Luego hay una charca de sangre en la mesa de los borrachos; un disparo y una charca de sangre y desaparecen los borrachos, la nada, el joven, asustado, pido de cuentas, pero el camarero ha visto un milagro y grita: “Hoy es día excepcional. Por esta vez, ¡la Empresa paga!”. Sale el joven y en la calle se ve con las monedas en la mano y echa a la cara y sello si va a cine o si compra unos mamoncillos. Así es como suceden los sucesos del camino, de modo que uno, en la calle ya, es Gonzalo Arango - Finis. No se lee ni se cita a Descartes, pero ahí está vivo, es el personaje central. Es el tratado que más me gusta acerca de Renato Descartes.
Y, por último, en este drama HK-111, ya hay un asomo del Señor, el Néant, pero muy lejos, como él aparece siempre, como fúlgido relámpago o como áureo lagarto de vallado, que no sabemos si fue verdad, pero que algo en uno sabe que fue verdad. Es la categoría de la Intimidad, eso de certeza incierta, porque El Señor no es como una muchacha de carne y hueso, sino que es como nada, porque lo que se sucede es en su Presencia. El señor sabio dice que el vuelo del HK-111 y el eclipse, y todo lo del señor Be es para el progreso de la ciencia. Adán Be creía que le llevaba un regalo a la novia en la cajita que ajustó el precio exacto de su destino... El padre Lombardi cree que trabaja para un mundo mejor ... ¿Mejor que cuál? Kruschev y los escritores rusos dicen hoy que “trabajarán para hacer un hombre nuevo, uno que sea como Kruschev”. Todo es vanidad, todo ese decir, pero todo es intimidad, sucede en la Intimidad. Nadie quiere cambiarse por otro, ni tampoco su mundo por otro. Lo que queremos es ser nosotros mismos en la Intimidad. Queremos tener más y más Presencia. Pacholoco, el pordiosero, me contestó que no se cambiaba por el rey de Inglaterra, y Polito tampoco quiere cambiarse por otro, ni cambiar a Teresa, a La Minga, su hija, ni su casita en La Ayurá. Pero Pacholoco acepta la cosa así: Yo, Pacholoco, rey de Inglaterra. Y Polito convino al fin con eso: Yo Polito, millonario casado con Teresa, reina, y con Minga, princesa, vivo en el palacio de La Ayurá. Quiero decir que hay algo incambiable, fuera de mudanza y de muerte: es la Intimidad que ansía y persigue presencias del Padre o Néant. El moribundo no se cambia por los que ambulan a su lado; lo único que anhela es vivir, ser él mismo con Presencia. No hay sino este mundo, la nada, con presencias infinitas. ¿Qué pasa, pues, padre Lombardi y señor Nikita? Que lo que los hombres quieren y para lo que trabajan es para ellos mismos, la Intimidad en la Presencia infinita. El secreto está en el Hijo de Dios e Hijo del Hombre, que es el sucediendo, y en el Padre Néant, y en el Espíritu Santo. Nosotros somos sucediéndonos en esa Trinidad: el viaje infinito de inenarrable beatitud. El Mundo, la casa de Polito, tiene la realidad que le da la Presencia. ¿No hay, por ventura, gente beata que anda en galeras? Porque en verdad amigos, por allá debe ir un arrastrador de cadenas con el cielo entre los ojos claros. De tal suerte que eso de un movimiento para crear un mundo mejor , que es lo del padre Lombardi, es cosa de Bolchevique o como los cohetes con que el señor don Arredondo llamaba a las urnas. Y eso que publican hoy de “nosotros, los escritores soviéticos nos comprometemos a trabajar en nuestras obras por el partido, para crear un mundo nuevo y un hombre nuevo semejante a nuestro Nikita Kruschev que ha hecho más labor que toda una generación”, es pura adulación asquerosa. Estos bolcheviques, que se llaman comunistas, lo que son es arrodillados hombres, que los apremian o los fustigan. Los comunistas somos nosotros. Lo que está sucediendo es que ahora todos, católicos, protestantes, ricos y pobres, están viviendo el mundo de Marx, padeciendo y digiriendo el mundo de Marx-Lenin-Stalin-Nikita, y está bien, porque
somos caminantes en las presencias. Marx es una de las habitaciones en este mundo, de las infectorum o infernales, si se la considera desde mayor presencia, y de las celestiales, si se considera desde este Cocito o lugar de la bulla que es América. Y no sigo, porque en mi última conversación con Gonzalo Arango le dije: —No diga usted nada de esta obra, no la determine con imprudentes proposiciones, porque es de la Intimidad y está, como todo lo que tiene cordón umbilical en ella, en ese ambiente de incierta certeza que nos guía en el viaje. Tres piedritas guiñadoras preciosas. Porque sólo son preciosas las obras de los viajeros en la Eternidad, las que tienen ombligo que indica otras partes y que a ellas conducen. Conducen a aquello que es nada, porque su esencia es la Presencia. Otraparte, 18 de noviembre de 1962 *** Fuente:
Magazín Dominical de El Espectador, No.153, marzo 2 de 1986, pp. 6 - 7.
Gonzalo Arango: una entrevista de Lucy Nieto de Samper Gonzalo Arango es mejor hablado que leído. El agresivo escritor nadaísta cuya filosofía tiende a destruir todos los mitos, todos los valores, a soltar, pudiéramos decir, todas las amarras que atan a los seres humanos a las normas establecidas, es personalmente un hombre tímido, mesurado al hablar... y hasta sencillo... Su misión, en este mundo, es “vivir”... en todo el sentido de la palabra, llevándose de calle la moral, el orden, las buenas costumbres... Pero con todo y esas libertades, Gonzalo Arango no es feliz. Es un atormentado, un hombre en muchos sentidos frustrado, un solitario... “Los nadaístas somos muy desgraciados”, afirma; “además la felicidad no existe sino como un estado de plenitud anímica, que se da por oposición al dolor. Somos trágicos, pero paradójicamente podríamos llamarnos felices... porque no nos atamos. Gozamos con irresponsabilidad. No tenemos moral”. En el ambiente convencional en que lo entrevistamos —una pastelería— ante una mesa con mantel almidonado y florero con rosa en el centro, parecería “des-ubicado”, ya que lo imaginamos mejor instalado en buhardillas, envueltas en humo, rodeado de hombres con pelo largo y mujeres deslacks. Pero no hay tal. El, según nos lo confesó, ha dejado un poco de lado esa vida bohemia,
para “trabajar en serio”, y a menudo se sienta ahí, ante esa misma mesa, para escribir y observar, naturalmente con ojo crítico, el mundo que lo rodea... “La timidez me ha lanzado a la agresividad”
Gonzalo Arango es, personalmente, todo lo contrario de lo que aparenta. No es el hombre agresivo, violento, escandaloso que se adivina en sus escritos... Es humilde, sencillo y habla en un tono casi dulce... “La timidez me ha lanzado a la agresividad”, explica; agresividad que para sus amigos de Cali a veces no es suficiente. Por “blando”, quemaron su imagen en una ceremonia que se realizó en aquella ciudad hace unos años. “Eso está bien”, afirma el “padre” del nadaísmo, que se encoge de hombros porque los discípulos sepan más que el maestro... “El nadaísmo no es una dictadura de conciencia. Es una posición crítica”. Sobre la mesa hay varios ejemplares de su manifiesto al homo sapiens. Es un manifiesto escandaloso, escrito quizá para hacer cierta la apreciación de los académicos, en un “lenguaje de alcantarilla”... ¿Cuál es la intención de este repugnante mensaje?, le preguntamos. Afán publicitario, exhibicionismo... El lo reconoce así. “El mejor método de persuasión es el escándalo. Somos exhibicionistas porque nos amamos mucho a nosotros mismos. Uno es más importante que todo. El espíritu hay que imponerlo con los mismos métodos con que se impone una pomada. Aspiramos a que nuestra inmortalidad nos la den por anticipado... Somos trágicos y por eso humoristas... El humor es trágico. Es el valor más alto y refinado de la inteligencia. Ser trágico es fácil: basta existir...”. “Tuve uso de razón a los 20 años”
A pesar de que tal vez muchos lo saben, le pedimos una definición concreta del nadaísmo. El explica: “Es la negación de todo lo muerto y la afirmación de todo lo que está vivo. Tenemos una actitud frente a la política, a la religión, a la estética. La estética nadaísta es una trampa de ratón, y hay que saber la forma de roer el queso sin quedar atrapado... No nos sometemos a ningún precepto, porque limitaríamos la libertad creadora; porque esa libertad es el valor esencial del arte”. Gonzalo Arango, interrumpe a menudo sus disertaciones para mirar al vacío... Medita sus respuestas y algunas las subraya con una sonrisa maliciosa... Se burla de todo, se ríe del mundo y de sus semejantes. A veces reconoce que es loco, pero sin embargo afirma: “H e estado en contacto con psicoanalistas y he descubierto que los locos son ellos... Yo soy muy cuerdo... Ellos están llenos de complejos...”. Opiniones para Lucy Qué pienso de la vida
Que es un inventico estupendo. De la muerte
Por desgracia existe, pero tengo fe en que los rusos inventarán la inmortalidad antes de morirme. Si la inventan prometo volverme comunista. De las mujeres
Sólo por las mujeres vale la pena vivir, y hasta escribir. Dios tuvo una idea genial al inventarlas. Del matrimonio
Es excelente para los que no tienen nada qué hacer con su vida. Es una institución muy moral, pero va contra la naturaleza. No me gusta en absoluto. No creo que tenga mucho corazón para soportar una mujer a mi lado doce horas de día y doce de noche. Esto requiere no sólo mucha paciencia sino mucho coraje. De los hombres que se matan por las mujeres
Que son bobos. Al contrario, a mí las mujeres siempre me han servido para no matarme. Toda mi vida y todo mi pensamiento gira en torno de una mujer, de dos... hasta de media docena. Debe ser por esto que Elena Araújo, la crítica dice que mi literatura es frívola. Cosa que es cierta, porque no soy un intelectual sino un vividor. De la fidelidad
Existe, pero no hay que creer en ella. Y es muy admirada por los fieles como todos los mitos. De no haber fundado el nadaísmo ¿qué habría hecho con su vida?
Supongo que lo peor, como casarme, o haberme suicidado. Todo parecía indicar que iba a ser abogado, pero afortunadamente cierta inclinación a torcerlo todo me desvió del Derecho. ¿Cree en el horóscopo?
Creo que la línea de la vida, según los astros, es una línea curva, difícil y que conduce a la gloria. ¿Qué métodos o sistemas usa para escribir?
Ninguno. Yo soy un desordenado, un antimétodo, un anti-todo. Trabajo toda la noche porque nunca puedo dormir. Escribo, fumo, medito, hago infinidad de cartas, y cuando me siento estúpido me emborracho. Luego me acuesto a las 8 de la mañana y duermo hasta que despierto. He deseado vivir
libremente como los pájaros. Me encanta no tener dinero, sufrir, y no tener que trabajar en una oficina. Por lo demás, soy el escritor que más trabaja en C olombia. En cierto sentido, soy un santo. ¿Se casaría?
No, nunca, los santos no nos casamos. Sinceramente me considero el peor “partido” para una mujer. Y algo muy terrible: soy un solitario. Las mujeres me agradan mucho por un rato, pero no para toda la vida. La estupidez humana me ofende, me escandaliza. A duras penas me soporto a mí mismo. Además soy psicópata. La gente tiene la opinión de que usted es loco. ¿Usted qué piensa?
Pienso que la gente es muy estúpida y se mete en lo que no entiende, ni le importa. Y además sí estoy loco. ¿Se siente un gran escritor?
No, en absoluto, me siento limitado, infinitamente insignificante. Cuando pienso en lo poco que valgo, me da mucha lástima. Pero, ¿está orgulloso de sus libros?
No, todos los que he publicado me parecen basura, ni siquiera siento remordimiento por ellos, a lo sumo desprecio. ¿Para los nadaístas existe la inspiración?
Sí, porque a pesar de todo los nadaístas también tenemos un alma. Pero no creo en la inspiración al estilo romántico. Es más bien ciertas condiciones especiales que hacen posible la creación. No le puedo decir cuáles son esas condiciones, porque son un misterio, y aunque las poseo, no las conozco. Por ejemplo, yo sé que escribí mi novela Punta de Cielo en un mes de delirante embriaguez... estaba abonado para el milagro. Y sin embargo, sé que bajo otro estado diferente, esa misma obra no la habría podido escribir en dos años. La verdad es que yo no soy un escritor profesional, ni un intelectual de uso corriente, yo me siento un instintivo, un pasionario. Me agrada definirme con una frase Lawrence, esa de que la obra nace por pasión en mí como los besos. ¿Qué le parecen las intervenciones políticas del Padre Camilo Torres?
No me parecen políticas, sino muy cristianas y humanitarias. El mismo Cristo para demostrar que era Dios, tuvo que venir a este mundo a predicar su doctrina de amor. Camilo no hace otra cosa que recordarnos la doctrina de Cristo con palabras nuevas pero con idénticas ideas a las que tuvo el
cristianismo primitivo. No hay que olvidar que también Jesús era un político de este mundo, que era un antioligarca, un antiimperialista, y un revolucionario como Camilo, y que por eso los van a crucificar a los dos. Este curita es formidable y me encanta porque se volvió nadaísta, por lo cual yo estoy pensando volverme cristiano, para que juntos luchemos por aquello que decía Camus: los que luchan por la justicia, luchan, en última instancia, por la belleza. ¿En qué trabaja actualmente?
Acabo de grabar un long-play con textos nadaístas para los Almacenes Bambuco, creo que será un éxito. A pesar de que yo no me admiro mucho, la juventud me quiere. Pero no me gusta que se ponga tanta fe en mí porque eso me crea compromisos. Detesto sentirme responsable, eso limita mi vida y mi libertad. No quiero responder a nadie de mis actos, ni a Dios ni a los hombres. El fundador del nadaísmo es el treceavo hijo de una familia antioqueña. Se ha desligado completamente de todos sus parientes... “no quisiera molestarlos”, afirma... “ellos no están de acuerdo con mis ideas...”. Nació en Andes, un pueblecito pequeño, y empezó a estudiar abogacía en la Universidad de Antioquia. “Iba en segundo año de derecho (en 1952), cuando me di cuenta de que la justicia colombiana era letra muerta... Me decepcioné... En esos días había perdido los valores religiosos... y entonces se operó en mí una gran crisis... Empecé a buscar nuevos valores que justificaran mi vida. Ese valor fue el arte. Descubrí una vocación literaria... Nunca pensé en ser escritor”. “Yo tuve uso de razón a los 20 años... Antes no había meditado en los valores... Cuando lo hice, los encontré deleznables... No resistían el análisis ni la crítica... Me volví racionalista a través de la cultura... La razón destruye la fe...”. Gonzalo Arango es el resultado natural de las sociedades fanáticas... “Una sociedad necesita equilibrarse produciendo locos... Es el caso de Fernando González... Nosotros somos sus discípulos... y los herederos de su inconformismo”. “La literatura es un ocio”
La ocupación de Gonzalo Arango aparte de “vivir” es escribir, aunque en verdad tratándose de un nadaísta esa no es ocupación alguna. Considerarla como al sería desconocer esa filosofía. Y ya lo dijo J. Mario: “Para nosotros, la literatura no es un oficio sino un ocio...”. Y en ese “ocio” han conquistado posiciones. Hace una año, en el Festival de Cali, las obras nadaístas se llevaron todos los premios. Y Gonzalo Arango anota: “El nadaísmo es la generación de vanguardia más importante de América... La filosofía de la juventud es el nadaísmo... Si no existiera el nadaísmo, no existiría literatura colombiana nueva”. Para sacar a Arango de su nadaísmo, para ubicarlo en una órbita diferente, le hacemos preguntas idiotas. Por ejemplo: “Defina el snobismo”... Después de pensarlo, responde, siempre con su sonrisa burlona, apretando los ojos: “El snobista es un ser que se asoma al espejo y le dice a su imagen: hoy
sí que estás inteligente...”. La definición de burgués se queda entre el tintero... Nos responde con una pregunta: ¿usted es burguesa? (¿Seremos burguesas? No lo sabemos. Le pedimos a Arango que defina la burguesía para saberlo...) Pero él pasa a otro tema, no sin antes advertirnos... “Yo soy un burgués... pero no sé cómo soy...”. Los nadaístas, dice Gonzalo Arango, son reacios a militar en ningún partido político, pero el nadaísmo representa una porción revolucionaria en el campo de la literatura que es afín a la revolución política y social. “Nos conservamos al margen de la política para ser más revolucionarios...”. Y cuenta una anécdota quizá ya desconocida: cuando Alfonso López Michelsen lanzó aquella frase de combate que decía: “Pasajeros de la revolución, subid a bordo”, Arango y sus amigos le pusieron un telegrama que decía: “Nosotros somos pasajeros de la revolución, pero gracias: no viajamos en tercera”. “El pensamiento es una enfermedad de la vida”
Las cosas que dice el escritor nadaísta nos hacen meditar y nos hacen reír. Realmente, una mente “organizada” como la nuestra no alcanza a comprender muchas de esas genialidades... o locuras. No nos cabe en la cabeza que la razón de vivir de los nadaístas, se reduzca a sensaciones físicas, a vivir la vida irresponsablemente. ¿Actuarán así acaso por cobardía...? Gonzalo Arango continúa: “El pensamiento es una enfermedad de la vida... Uno termina por comprender que todo es absurdo, y como los nadaístas amamos la vida en forma frenética, nos atormenta tremendamente la muerte...”. Y ahora pasemos en serio a la literatura. ¿Qué fue el escándalo con el premio Esso? Gonzalo Arango, acompañado por un grupo de intelectuales de distintas tendencias, publicó un manifiesto en el que protestaba por el fallo, proferido por distinguidos miembros de la Academia colombiana. “La Academia tradicional se opone a toda tentativa de renovación”, afirma Gonzalo Arango. “Es una institución conservadora y el arte siempre es revolucionario, cambiando la realidad, superándose a sí mismo. Consideramos peligroso que la literatura esté sometida al yugo de la Academia, que está invadiendo terrenos absolutamente privativos de los escritores, puesto que el escritor puede llegar a ser académico, pero un académico no necesariamente es escritor. Los escritores colombianos nos sentimos ofendidos y humillados con la negativa de la Academia de aceptar los puntos de vista que les pusimos de manifiesto. La Esso piensa que por el hecho de tener la plata puede desconocer los derechos de los escritores. En vista de que se ha negado a aceptar las modificaciones al concurso, haremos una campaña de solidaridad para negarnos a participar en los futuros certámenes del premio Esso, pues si ellos tienen la plata nosotros tenemos la literatura. Y yo pregunto: entonces ¿con quién van a hacer el concurso? Todos los escritores del país nos vamos a comprometer a no colaborar, y quien lo haga será considerado por nosotros como traidor y mercenario...”. Qué beligerantes, afirmamos... ¿No es absurdo que los mismos beneficiados se echen cuchillo en su
propio pescuezo? “Sobre las bases actuales no aceptamos nada”. ¿No habrá posibilidades de acordar entre los interesados las bases? “Ellos se opusieron”. El solitario se despide
El tiempo se acaba y debemos poner final a esta entrevista. Antes de despedirnos pensamos: ¿Qué estamos haciendo nosotras, católicas, en cierto modo conformistas, conscientes, responsables, escuchando a quien predica la destrucción de todo lo que para nosotras vale? ¿Estamos tratando de encauzarlo por el “buen camino”? ¿Tratamos de aprender su filosofía? Nada de eso... Son gajes del oficio, de este oficio de periodistas que nos lleva a veces a escuchar al ministro, al gerente, al sacerdote, a la señora importante, y otra nos coloca ante el discutido nadaísta Gonzalo Arango. Con su melena revuelta, vestido con una chaqueta deportiva sobre un suéter de lana que lo aprisiona hasta el cuello, Gonzalo vuelve a sonreír burlonamente. En el ojal de la solapa lleva un clavel chino, que resalta agresivo sobre el tono café de la chaqueta desteñida. Son las doce del día y el sol calienta, pero Gonzalo Arango tiene frío... Se levanta el cuello de la chaqueta, tratando de encontrar el calor que no siente... Se va a descansar, justamente cuando los otros hombres despiertan... No duerme de noche porque no puede... Cuando la actividad de la ciudad está a punto, Gonzalo Arango duerme, de espaldas al mundo. El es un hombre solo con su talento, su inconformismo, su tragedia... Antes de despedirse nos alarga unos papeles en donde nos da su opinión sobre el amor, el matrimonio, la muerte... y se aleja. No mira el hermoso cielo azul que recortan las montañas. No aspira la brisa fresca que nos azota los cabellos, no ve las plantas, que mezclan sus colores en los surcos del parque... Para él no se hicieron esos pequeños goces. El no siente la alegría de la naturaleza. Recordando lo que minutos antes nos dijo, nos conformamos mejor con nuestra suerte. Es bueno tener fe, y creer en Dios, y esperar para después una vida... De cara a las montañas, respiramos alegres el aire puro. Fuente: Reportajes, Volumen 1. Medellín, Editorial Universidad de Antioquia - Biblioteca Pública Piloto,
octubre de 1993.
Los milagros del profeta Por Jotamario Arbeláez
La semana pasada cumplió el profeta Gonzalo Arango sus primeros 26 años en la eternidad y los Estados Unidos pidieron en extradición a Carlos Castaño, quien está dispuesto a entregarse. ¿Qué tienen que ver estos dos hechos? Bastante, como paso a contarlo, remitiéndome a sucesos del año pasado.
En cumplimiento de una de las obras de misericordia, asistí a La Picota a visitar al cautivo Carlos Alonso Lucio, hijo de Alonso Lucio, compañero de bachillerato en el Santa Librada College, ex guerrillero mimado del comandante “Papito” en el M-19, senador de la república despojado de su investidura y, en fin, ninguna perita en dulce, tanto, que no lo quieren ver en este periódico. Me saludó desde la ventana con una sonrisa de reja a reja. Después de los abrazos rituales y de recorrer la casa fiscal, para hablarle del mundo de afuera le conté del frondoso homenaje que hizo el Club El Nogal a los nadaístas, donde se confundieron en los mismos vasos babélicos las lenguas de la aristocracia y la perramenta, como solíase denominarnos. Al tercer tinto, me contó emocionado el recluso converso: “Como pasa con muchos, yo no conocía a Gonzalo Arango. Sabía que era un provocador y un humorista, a juzgar por los versos de ustedes, sus seguidores. Pero ¿sabes dónde vine a aprender quién era? En el monte, con los elenos. Cuando estuve entre ellos, en sus campamentos, las noches eran eternas. Gabino comenzaba a bostezar a las ocho y a las nueve estaba roncando. Yo me quedaba conversando con Antonio García de proyectos políticos relacionados con la guerra y con la paz. Y una noche él me dijo: „¿Sabes cuál es el personaje con el discurso revolucionario más sólido y coherente en Colombia? ¡Gonzalo Arango!‟. Me sorprendí, poeta, me sorprendí. Le dije que me lo probara. Mandó al bibliotecario por los libros del hombre. Trajo Prosas para leer en la silla eléctrica yTodo es mío en el sentido en que nada me pertenece. Y empezamos a desmontarlos. Durante muchas noches estudiamos detenidamente
páginas de cada libro, distantes 13 años, desde su anarquismo impío hasta su misticismo latigante. Y en todas se veía al implacable cuestionador del orden establecido, con las cartas de la reconciliación en la mano. Carajo, Dios me daba semejante regalo mientras yo andaba fugitivo. Una paz inmensa me poseyó y decidí convertirme en un portavoz de la misma. Al despedirme de Antonio García le pedí que me regalara los libros. Me dijo que no podía porque eran textos de formación para los muchachos. Pero que, en fin, me llevara uno, el del período místico, Todo es mío... Lo guardé en la mochila y emprendí mi camino en busca de los paramilitares, a plantearles
una posibilidad política de paz, consistente en que las Auc suspendieran las matanzas a cambio de que la guerrilla suspendiera los secuestros. La respuesta fue que me secuestraron por considerarme, en vez de un mensajero de paz, un comandante del Eln. Me hicieron juicio de inmediato y me condenaron a ser fusilado. Pedí una entrevista con Castaño, que me concedió. Comenzó a las nueve de la noche y me hice mi autodefensa. A medianoche le mostré el libro de Gonzalo, de quien le hablé. Lo hojeó con cuidado. Le dije que ese personaje que había comenzado asustando a la sociedad con su máscara de Anticristo era en realidad un enviado del estado mayor del cielo. Que nada extraño tendría que terminara haciendo milagros. A las cuatro de la mañana ya todo estaba dicho. Para despedirme le dejé como recuerdo el libro. Al fin y al cabo, a partir de ese día ya no lo iba a necesitar.
A las 9 llegaron por mí. Me quitaron las cadenas. Y cuando pensé que debía marchar a enfrentarme con el pelotón de fusilamiento, el guardia me dijo: „¡Está libre!‟”. Hasta aquí el testimonio de Lucio, quien no me dejará mentir —ahora que es cristiano practicante en virtud del amor por Vivianne Morales—, ya que él tampoco tendría por qué hacerlo. Regresé a casa y me dispuse a escribir esta historia. A punto de terminarla, levanté los ojos de la mesa de trabajo al televisor y vi la imagen de Carlos Alonso, ahí sí sonriendo de oreja a oreja, mientras el locutor anunciaba que la Fiscalía acababa de concederle su libertad. Hoy pienso que si Castaño se va a entregar, lo primero que debe empacar en su mochila es el libro de nuestro profeta, para que lo comente y se lo ofrezca como regalo al fiscal John Ashcroft. Un milagro más y nuestro profeta de la nueva oscuridad irá a acompañar al padre Marianito en el ardoroso camino hacia la beatificación. Bendito sea el Santo Nombre de Dios, como decía Amílcar Osorio, el otro fundador del nadaísmo, que permaneció ateo hasta que se lo llevó el diablo. Fuente:
Periódico El Tiempo, columna de opinión, octubre 2 de 2002.